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Inefable [Libro 2]

Chapter 12: Situaciones desesperadas, medidas desesperadas

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[Sōuya] - Casa de los Kawata

—No puedo creerlo, ¿Por fin te volviste completamente loco, Smiley? Porque no encuentro otra explicación.

—¿No leíste el permiso que firmaron papá y mamá? Según lo escrito… —Dijo agarrando el documento que nos autorizaba a salir de excursión la próxima semana —Todos nosotros vamos a estar en una casa de madera con poca señal en un pueblo perdido en medio de la montaña y la mayor parte del tiempo incomunicados debido a las actividades al aire libre. ¡No habrá televisión! Necesito ver los partido de la semana que viene y practicar.

Siguió quejándose mientras continuaba con su estupidez de meter una pequeña televisión en la que seguro gastó toda su mesada, varias pelotas de distintos deportes y proteínas embotelladas, que si llegarán a ver los profesores, iban acusarlo se llevar drogas, todo estaba acumulado en una inmensa maleta que se encontraba abierta sobre la cama del dormitorio.

Por lo visto, mi querido hermano no se había tomado nada bien que fuéramos a pasar cuatro días en plena naturaleza, alejados de las conexiones, y yo soy el dramático.

Comprendo que le molesta no poder entrenar tanto como le gusta y ver esos partidos en los canales de deportes, pero de ahí a querer estallar la maleta a base de basura… además, estoy seguro de que al menos habrá una televisión, ¿Por qué organizar la maleta con una semana de antelación?

—Smiley, hermano, estás mal de la cabeza, no puedes llevar todo eso al viaje, solo iremos un par de días. 

Mi hermano me dirigió una mirada con la que claramente entendí que le daba igual lo que yo pensara acerca de su decisión. Con las cejas arqueadas y el ceño fruncido, agarró una pelota de básquet y la añadió con todas las demás, a ese paso, no le quedaría espacio para la ropa.

—Chicos, tienen visita —Dijo mi madre que de pronto se había asomado por la puerta de la habitación. Smiley corrió frente a la cama con los brazos abiertos para que la maleta quedara oculta. 

—¿Quién es, mami? —Preguntó con un tono inocente que nadie se tragó, le miró de arriba abajo un momento, dudando, parece que al final se lo pensó mejor y carraspeó antes de responder.

—Su amigo Mitsuya, ¿Le digo que suba o…?

—¡No! —Me apresuré a exclamar sintiendo una gran oleada de emoción girando en mi barriga y subir por mi garganta —Smiley está demasiado ocupado, yo lo atiendo.

Tras dirigirle una mirada de disculpa a mi hermano, me escabullí por detrás de mi madre y atravesé el pasillo a toda velocidad, bajando los escalones de dos en dos. En apenas dos segundos, me encontré en la sala. 

Mitsuya estaba sentado en el sofá para esperarnos, miraba atentamente una fotografía en la mesa ratona, dónde estaba mi familia en la última navidad. De espaldas, solo podía observar su pelo lila y parte de su camisa blanca. Inmediatamente, me sonrojé y no pude evitar morderme el labio inferior. ¿Cómo hacía para estar siempre tan guapo?

—¡Hola! —Saludé tratando de disimular la falta de respiración que me había ocasionado bajar hasta la planta baja tan rápido.

Al verme, Mitsuya aparato la mirada de la foto y se incorporó, dándome una amplia sonrisa, logrando ruborizarme más, si es que era posible.

—Hola, sé que ya cenaron, pero pensaba que podríamos ir a tomar algo en el centro, aprovechando que hoy es sábado y mañana no tenemos que madrugar. ¿Qué tal? 

¿Salir de noche con Mitsuya? ¡Obviamente! Este sin duda es uno de los días más felices de mi vida. Ya lo siento, realmente estoy a punto de conseguir que se interese en mí de verdad, sé que pronto estaremos juntos. No veo la hora de abrazarlo, besarlo y decirle cuánto lo quiero. 

—¡Claro que sí! —Dije sintiéndome incapaz de hablar debido a la emoción, con una sonrisa de oreja a oreja. 

—¡Genial! Vienen algunos amigos de mi curso también, ¿Le avisas a Smiley?  —Sonrió y yo torcí el labio.

Cierto, ¿Cómo pude pasarlo por alto? La invitación también es para mí hermano, nervioso, desvié la mirada. ¿Por qué no quiere ir a solas conmigo? ¿Acaso estoy equivocado y lo malinterpreto todo? Esta idea, de pronto me hizo sentir horrible, tanto que me obligué a mí mismo a sacudir la cabeza con ímpetu para librarme de aquellos tontos pensamientos. 

No, claro que no, ¿Cómo puedo pensar que Mitsuya no querría estar a solas conmigo? ¡Por supuesto que debe querer! Solo que es un chico demasiado educado y considerado como para venir a nuestra casa, invitarme a mí y no decirle nada a Smiley, con eso de que somos gemelos todos piensan que vamos juntos a todas partes, incluso los chicos de los clubes me invitan a fiestas y salidas solo porque soy el hermano de Smiley. 

Lo que voy a hacer de seguro luce muy feo, no obstante, puedo arreglar las cosas y compensar a mi hermano. Ya lo había hecho en otra ocasión, una vez había excusado a Smiley ante Mitsuya con el propósito de poder pasar algo de tiempo a solas con él, sé que no es correcto, pero no me sentía capaz de desperdiciar la oportunidad. ¡La oportunidad de salir con Mitsuya de noche los dos solos! Y claro, sus amigos de curso, conociendo a Mitsuya se va a preocupar por verme solo y pasará tiempo conmigo, ¿Y si al fin nos besamos como en las películas? Nunca había besado a nadie. Yo quiero que él sea el primero. 

—¿Angry? De nuevo te quedaste en las nubes —Mitsuya sonreía al verme tan pensativo. Su voz, me hizo salir del trance y volver al presente. 

—Es que… Smiley no se siente muy bien hoy. De hecho, hace un rato estaba por irse a la cama, a pesar de ser bastante temprano. Imagina que ni siquiera está dando vueltas rebotando alguna de sus pelotas o practicando frente al garaje como acostumbra a hacer.

—Vaya, lo siento mucho, espero que esté bien.

-¡Sí, estará bien en cuanto duerma un poco! ¿Vamos nosotros? —Pregunté muy rápido y él asintió sin dejar de sonreír, corrí para tomar una chaqueta de Smiley del perchero en la pared, una de color salmón sobre mi cárdigan celeste, no quiero enfermar en esta semana.

Me acerqué al pie de las escaleras para gritar.

—¡Mamá, salgo un rato! —Tras esto, miré a Mitsuya que me seguía con expresión curiosa. 

—¿Seguro que no quieres quedarte con tu hermano? No quiero molestar.

—¡No, no, de verdad! Él va a estar bien y de seguro en un rato lo castigan, eso significa que llegaste a tiempo para salvarme de la batalla campal —Dije tratando de parecer convencido de mis palabras.

Parece que lo conseguí, al final Mitsuya sonrió y nos dirigimos hacia la puerta.

—Vamos, entonces.

Antes de salir, me pareció escuchar la voz de mi madre gritando algo así que sonó parecido como “¡¿Qué significan todos este desastre en la maleta, Nahoya Kawata?! ¡Hoy limpié esta pocilga! ”.

Intercambié una mirada con Mitsuya, lucía sorprendido por el grito y no pude evitar soltar una pequeña risita en tanto cerraba la puerta principal con llave y me disponía a caminar calle abajo con él a mi lado. Ignoraba a dónde estábamos yendo, pero la verdad no me importa, porque con él, cualquier lugar es bueno.


[Manjirō] - Casa de Manjirō

—¿Y en todo este tiempo no te ha contestado el teléfono? —Pregunté apartando la guitarra a un lado y dejándome caer en el sofá. 

Hace rato que cayó la noche, pero gracias a que había dejado la luz del salón encendida, casi no me había dado cuenta de ello. Llevo la tarde con Rindō, ensayando nuevas canciones sin Draken que está emocionado porque en lugar de ir al viaje escolar, va a reunirse con Emma.

A la hora de cenar solo pasó a dejarnos un par de pizzas y algunos refrescos, con eso habíamos tenido más que de sobra. Sin embargo, se acercaba la hora en la que la mayoría de mis vecinos se iban a dormir, y al final, por petición de Rindō, dejamos la música y, un poco a regañadientes, tenía sobre la mesa la púa de mi guitarra eléctrica. Ya me había echado en el sofá, al lado de Rindō que ya llevaba un buen rato dibujando en la portada de un nuevo cuaderno mientras me cuenta sobre su lío con Luna. 

—No, como ya te dije, su vecino dijo que fue a viaje junto a unos amigos de la familia. Seguí insistiendo con el teléfono, incluso volví a pasar por su casa para comprobar si volvieron, en una de esas su madre por poco me mata por interrumpir su siesta, es una enfermera que trabaja el turno nocturno —Suspiró con pesar —No tengo resultados.

Hubo un silencio durante el cual resoplé con la mirada perdida entre las manchas del techo. No me gustaba para nada todo ese asunto de Rindō con la hermana de Mitsuya, porque no pasa un día en el que viera a mi amigo pasarlo mal por culpa de la chica,no tengo la menor idea de cómo ayudarle. ¿Qué puedo hacer yo? Ya varias veces me había desesperado porque Rindō no la ponía en su lugar cuando Luna se puso tan pesada y acosadora poco después de conocerlo. 

La verdad es que no quiero volver a tener problemas, responder de mala forma o enfadarme con él. Yo ya hubiera mandado al diablo a esa chica, pero no se trataba de mí, sino de Rindō, y si lo conozco tan bien como creo, sé que no se rendirá hasta hablar con ella y aclarar las cosas por algo que llamó “cerrar el ciclo”, o algo así.

Esa es otra de las grandes diferencias que existía entre él y yo: Él decía que todo el mundo merecía una oportunidad, que debíamos comprender a Luna porque también sufría con esto y yo no sé cuántas cosas más, yo en cambio, solo hubiera dejado pasar el asunto, a mí ni siquiera me agrada del todo Luna, lo único sé es que que es complicada.

—Sé que esto no durará eternamente y algún día vamos a hablar, pero la espera es terrible. No me gusta en absoluto pensar que ella me detesta a causa de una errada conclusión de lo que vio.

—Pero… —Protesté tratando de no ser demasiado brusco —A lo mejor esto es bueno. Míralo por el lado de que ya no te llama a cada hora ni te persigue como una acosadora, y sí, de seguro se habrá desilusionado, pero ya se le pasará, todos pasan por lo mismo.

—No, Mikey, no voy dejar las cosas así y provocarle un trauma porque “jugué” con ella. Ya me he comportado lo suficientemente mal como para dejarlo pasar. Ella se merece una explicación de mi parte. Una explicación real, clara y sincera —Lo miré con expresión aburrida —Admito que soy el único culpable de esta situación, por no haber reunido el suficiente valor como para hablar con ella de frente. A causa de ese error, Luna está muy triste y no merecía eso, es… es la persona que menos merece pasarlo mal por mi causa. 

—¿Por qué?

Me quedé mirando a Rindō fijamente, con la boca abierta, hace mucho tiempo que no lo escuchaba hablar con esa determinación y seguridad. Estaba claro que todo ese lío le había afectado de verdad. 

—Porque ella es la única persona que siempre me ha querido de un modo incondicional, sin esperar nada, le debo mucho más de lo que le he dado. 

—Ella se obsesionó contigo porque la salvaste de un acosador en el autobús, iba a enamorarse de cualquiera que lo hiciera.

—Eso no cambia los hechos.

Callé suspirando. Comenzaba a entender, Rindō se siente en deuda con ella por haber estado enamorada de él tanto tiempo y sin esperar nada, similar a su propio amor no correspondido, sin embargo, nadie puede obligar a una persona a querer a otra, y eso es lo que quería que mi amigo entendiera. Él no podía obligarse a sí mismo a corresponderle a Luna por el simple hecho de darle pena o querer estar agradecido, ella hizo todo lo que quiso, fue su decisión, nadie la estaba obligando.

—Rindō, mira… —En ese momento mi teléfono comenzó a vibrar. Resoplando molesto por tener que levantarme, fui hasta él y ví la fotografía de Takemitchy durmiendo con Mini Mikey, y todos mis males desaparecieron —Es Takemitchy —Le dije a Rindō con una pequeña sonrisa que se formó en mi rostro automáticamente. Volví al sofá y descolgué —Hola, ¿Cómo estás? 

«—¡Hola! —Respondió Takemitchy con una pequeña risita, ante lo cual sonreí más —¿Estás ocupado? »

—No, estaba ensayando con Rindō, pero ya terminamos. ¿Pasa algo? —Pregunté frunciendo el ceño —Te noto apagado… 

«—No, no es nada… solo llamaba para darte las buenas noches —Dijo con voz dulce y dudosa —¿Están haciendo algo interesante? »

—Rindō le está acariciando las orejas a Mini Mikey, yo estaba funcionando como psicólogo y ahora voy a insistir en que me cuentes qué te pasa —Respondí apoyando mi espalda contra el respaldo del sofá. Rindō al oírme, me dirigió una mirada interrogante.

«—¿Qué sucede con Rindō? —Ante su pregunta, me encogí de hombros y acerqué más el auricular del teléfono a mi oído. 

Esperaba que no hubiera pasado nada, pero conozco a Takemitchy y su tono de voz, está utilizando ese que sirve para desviar el tema, y me bastaba con escucharlo un poco para darme cuenta de que algo no marchaba bien. Al otro lado de la línea, Takemitchy suspiraba con pesar. Los dos estuvimos en silencio un par de minutos, él seguramente pensando en cómo decirme lo que que le pasaba, y yo esperaba, mordiéndome la lengua para no empezar a preguntar. Yo no me caracterizaba precisamente por mi eterna paciencia.

¿No está castigado otra vez? Es difícil resistir el impulso de presentarme en su casa y gritarle a los padres. 

«—No puedo ir al viaje de invierno —Soltó al fin con un tono de voz que se debatía entre apagado y desesperado —No me dan permiso. »

—¿Cómo? —Eso de verdad no me lo esperaba. 

¡Ya vuelven los problemas! Otra vez sus padres están privando de lo que quiere hacer. Yo sabía que le hacía ilusión eso del viaje, lo dijo muchas veces y estuvo muy involucrado en el programa de actividades, y aunque a mí la idea de la excursión no me hizo gracia al principio, al final Takemitchy me había contagiado su entusiasmo.

A mi no me importaba ir a la nieve, a la playa o a la cafetería de enfrente del parque. No me importaba el sitio, si él estaba conmigo, y ahora me dice eso. ¿Por qué no le daban permiso?

«—Simplemente es así, no me dejan ir. Pero no pasa nada, ustedes van a contarme si las actividades que elegí fueron buenas

—¡No digas eso, Takemitchy! Si no vas, yo tampoco me muevo de aquí.

Las ganas que me estaban entrando de enfrentarme a sus padres no eran normales, traté de respirar hondo y hacer caso al gesto que me dirigió Rindō, moviendo sus manos de arriba abajo, indicando que me calme. 

«—No, no, no, no ¿Cómo se te ocurre, Mikey? Tienes que ir con Rindō, Yuzuha  y Angry

—Claro, porque me hace ilusión ir con ellos, sin ofender amigo —Dije eso último mirando a Rindō y me levanté del sofá. 

«—Hablo en serio

—Yo también, Takemitchy —Susurré más calmado, pero con un tono de voz frío —¿Por qué no te dejan ir? ¿Te dieron alguna explicación? 

«—No, solo… mi padre opina que aprovecharía mejor el tiempo quedándome en casa estudiando

Al oír lo que me dijo y sobre todo al percibir el tono de voz tembloroso, no pude evitar llevarme el puño a la boca y morder con fuerza, no quería ponerme a gritar, que la ira me dominara y acabara golpeando algo. Sé que no puedo siquiera ofrecerme a ir a su casa a tratar de convencer al canalla ese que tiene por padre porque las cosas iban a ser difíciles, ya me quedó muy claro la última vez que su familia no podía saber nada. Porque entonces sí que nos meteríamos en un buen lío.

«—Prométeme que iras, no quiero que te quedes sin viaje por mi culpa —Susurró haciéndome comenzar a caminar de un lado a otro del salón.

—Takemitchy, ¡No puedo! ¿Qué quieres que haga yo allí sin ti? Dije no, si no vas, yo tampoco y punto —Sentencié volviéndome hacia Mini Mikey que se había incorporado a causa de mi tono de voz. 

«—Pero tendrás a tus amigos, y además… —Empezó a protestar, a lo lejos oí a través del auricular unos golpes y su voz se cortó de pronto. Supuse que alguien llamaba a su puerta —Mikey, tengo que dejarte, me llaman, buenas noches y te quiero —Susurró en un tono de voz bajo, y  colgó sin darme tiempo a decir nada más.»

—Takemitchy espera, no ter… —La llamada ya se había cortado. Con rabia, separé el móvil de mi oído y lo tiré al sofá —No puedo creerlo.

—¿Problemas? —Preguntó Rindō sentándose a mi lado.

—Sus malditos padres —Dije derrochando ira —No lo dejan ir a la excursión y pretende que vaya sin él. Yo de verdad no entiendo cómo siempre le sucede algo con sus padres, son muy estrictos. 

Rindō suspiró antes de volver a hablar con voz suave.

—Es comprensible que no te apetezca viajar si él no está, ¿Cuál es la razón de que se lo hayan prohibido?

—Ninguna, ¡Ninguna, Rindō! De verdad no me cabe en la cabeza cómo son capaces de castigarlo a cada momento y tratarlo así. Siempre le prohíben todo, a cada rato tiene que estar escapándose para salir con nosotros. Dime, ¿Eso te parece normal?

Sin poder evitarlo, volví a caminar por la sala de forma nerviosa mientras hablaba. Es la única forma que tengo de tranquilizarme, si me quedaba quieto en un mismo sitio por más de cinco segundos seguidos, me iba a volver loco e iría a la casa de Takemitchy. 

Rindō se cruzó de brazos y apoyó su barbilla contra su mano izquierda, pensando. Ya conocía esa pose, y sabía perfectamente que estaba trabajando la mente a toda velocidad y preferí no interrumpirle, en su lugar permanecí mirándolo con atención mientras pensaba, transcurrieron varios minutos hasta que al final, cuando Rindō volvió a hablar, casi me sobresalté.

Sin embargo, fueron las palabras que salieron de su boca, las que terminaron de descolocarme a la vez que sorprenderme.

—Quizás podremos hacer algo.


[Rindō] - Casa de Manjirō

No estaba del todo convencido de mi plan. A lo mejor es una imprudencia y un delito en algún país, no puedo permitirme ser expulsado o ir a la cárcel luego del esfuerzo de Ran para que estudie como un adolescente normal. 

Yo nunca pensaba planes de esa naturaleza, ese suele ser Mikey o Yuzuha, ya que por lo general, yo siempre estoy en contra de ese tipo de maquinaciones e intento buscar la mejor salida con menos riesgos. No obstante, en este momento, al analizar la situación, y oír la protesta de Mikey, no pude evitar pensar en aquella noche en la que yo había llamado por teléfono a Hanagaki y me parecieron oír gritos. Me frustra el hecho de no ser capaz de recordarlo con claridad, lo cierto es que no me sentía capaz de afirmar o desmentir lo que creí escuchar porque en ese momento mi atención estaba puesta en la desaparición de mi amigo.

A pesar de no estar convencido, no pude dejar de relacionar este asunto con el comentario de Mikey, en el que afirmaba que los padres de Hanagaki se portaban de un modo injusto y demasiado estricto con él. Yo no sabía eso, ni pretendía saberlo, pero no pude evitar que me inquietara. Primero aquellos extraños gritos que creo haber oído, más tarde las amenazas de Hanemiya, y al final esa noticia de que no le permitían asistir a la excursión. ¿Es mi imaginación o realmente esa familia estaba ahogada de inquietantes secretos? Existían demasiadas cosas extrañas en torno a ellos, tanto Hanemiya como Hanagaki eran un misterio, se sabe que son hermanos muy distintos, apenas se hablan y tienen distintos apellidos, ¿Qué debo hacer ahora? Yo no tenía la certeza de nada, solo conjeturas y ni siquiera estaba seguro de si sería prudente tratar de averiguar algo más, o dejarlo pasar.

Son demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, y existen tantas posibilidades de que yo estuviera en lo cierto y algo extraño pasara en esa casa, como de que me estuviera equivocando.

Sea como sea, y como por el momento es imposible saberlo con certeza, decidí comenzar por el principio y hacer algo que nunca antes me había atrevido a hacer: Un plan, uno peligroso y arriesgado que implicaba tanto mentir, como exponernos a un fuerte castigo, un plan en el que todo podía salir mal con un solo error. Al fin y al cabo, uno que merecía la pena si con ello Hanagaki podía viajar con nosotros. 

Mikey luce muy afectado ante la perspectiva de que Hanagaki no pudiera venir y, si puedo ayudarlos, lo haré. 

—¿En qué estás pensando? Por un segundo parecías Ran planeando algo malo en nuestra contra —Dijo Mikey intrigado.

Probablemente, se extrañó muchísimo al ver que yo estaba planeando algo para cambiar el rumbo de la situación. Yo, que siempre le había repetido hasta la saciedad que todo pasa por algo y que no debíamos interferir en las decisiones de otros. 

—Mañana lo sabrás. 

El día siguiente llegó antes de lo planeado, y Mikey, Draken y yo nos encontramos reunidos en un extremo del pasillo, tal como les había indicado. Hace aproximadamente quince minutos que dio inicio la primera lección de la mañana, y aunque no me gusta saltarme las clases porque me cuesta seguir el ritmo, esta vez debía hacer una excepción. Mikey por su parte, no parecía en absoluto arrepentido por no haber acudido a clase, pero sí que se encontraba ansioso por conocer todos los detalles del plan, y Draken tenía la espalda apoyada en la pared con los ojos cerrados, descansando luego de pasar la noche atendiendo en un bar hasta la madrugada.

—Rindō, llevas con el misterio desde ayer. Ya estamos aquí, así que empieza a hablar de una vez.

—Ya vas a ver —Dije cruzándome de brazos sin perder la calma. Conocía de sobra esos arranques por parte de Mikey como para ser contagiado por sus nervios —¿Tienes la llave contigo? 

La noche anterior, le había dado una indicación a Mikey: Debía reunirse con Hanagaki en la sala del consejo un rato antes de comenzar las clases y tratar de robar una pequeña llave maestra que abría la sala de profesores. Es sabido que la única persona que guardaba una llave de esa puerta aparte de la directora y los conserjes, es Hanagaki. Por ello, y siguiendo mis indicaciones, un poco a regañadientes por no saber más, Mikey se reunió con él y haciendo uso de una serie de extrañas artimañas que yo prefería no conocer, para salir de la sala con la pequeña llave en su poder. Una vez que Mikey se encargó de que Hanagaki no se diera cuenta de nada, pasamos a la segunda parte: Esperar a que las clases comenzaran y los pasillos estuvieran vacíos.

—Sí, sí, la tengo en el bolsillo, solo dime de una vez cuál es tu plan.

—Síganme —Les indiqué, ignorando las protestas y nos paramos frente a la sala de profesores —Bien, vamos a entrar.

—¿Cómo dices que dijiste? —Dijo Mikey haciendo que me volteara a verlo. Se había cruzado de brazos y me observaba con una gran expresión de incredulidad en su rostro, contrario a Draken que sonreía de lado, deduciendo mi plan.

—Eso mismo.

—Estás más misterioso de lo normal, tienes un plan para ayudar a Takemitchy, pero no me has contado nada y ahora pretendes entrar en la boca del demonio sabiendo que si nos atrapan nos cae una buena. 

Sonreí débilmente. Estaba claro que pretender incitar a Mikey a algo sin que este conociera todos los detalles, era una misión imposible. 

—Voy a llamar a casa de Hanagaki y necesito hacerlo desde el teléfono que se encuentra en la sala de profesores para que sus padres crean que es un profesor el que llama.

La mirada que me dirigió Mikey en aquel momento no se parecía a ninguna de las expresiones que conocía hasta ahora. Se encontraba, boquiabierto y estupefacto, es una expresión un tanto divertida, es evidente que se había quedado sin palabras.

—Esto pasa cuando el inteligente del grupo piensa en un plan —Se burló Draken apoyando el codo en la cabeza de Mikey.

Sonreí y, antes de perder más tiempo, introduje mi mano en el bolsillo de su pantalón agarrando la pequeña llave de la sala de profesores, y en menos de dos segundos, la puerta estaba abierta y nosotros nos encontramos dentro. Mikey entró detrás y encajó la puerta para que nadie que pasara de forma accidental por el pasillo pudiera sospechar. Finalmente es capaz de cerrar la boca, aunque aún se encontraba con esa mirada atónita en sus ojos. 

Me aproximé a las estanterías de la habitación para buscar entre los expedientes de alumnos y dar con el de Hanagaki. No me fue difícil localizar en su ficha escolar el número de teléfono de sus padres. Así, con este dato, me dirigí al teléfono y marqué el número. Al cabo de un par de segundos, una fría voz respondió al otro lado de la línea y por un momento todo mi mundo se detuvo, por tres míseros segundos, volví a aquel departamento destartalado con mis padres abusivos y adictos.

Apesadumbrado, tragué saliva y cerré los ojos pensando que si había llegado hasta allí, lo mejor era continuar hasta el final. Carraspeé tratando de agravar la voz y comencé a hablar ante la mirada expectante de Mikey, el cual ya había relajado su expresión, y Draken que vigilaba desde el otro lado de la puerta y notaba en sus labios una pequeña sonrisa divertida.

—Buenas tardes, habla el profesor Smith, de la Preparatoria Ymir Freiheit. Nos estamos encargando de localizar a los padres de todos los alumnos con el objetivo de recordarles que antes de que finalice esta semana, todos deben tener firmadas sus autorizaciones para participar en nuestro proyecto de invierno —Dije sin pensar, observando por el rabillo del ojo como Mikey y Draken se llevaban su mano a la boca, reprimiendo una carcajada.

«—Ah, sí, señor Smith, es un gusto saludarlo. Mis hijos me comentaron algo de ese asunto, aunque sinceramente, no pensaba que eso del viaje tuviera tanta importancia —Respondió el padre de Hanagaki con voz dubitativa. Instintivamente sonreí al comprobar que se cumplía mi objetivo de hacerle creer que los alumnos no podían faltar a la excursión bajo ningún pretexto.»

—Por supuesto, en la hoja de información que les mandamos hacer llegar no se explican detalladamente todos los puntos del evento. Es por ese motivo que estamos llamando a los padres de los alumnos. Verá: La importancia del viaje radica en realizar un estudio de la zona a la que viajaremos, además de otorgar a nuestros alumnos la posibilidad de practicar deportes en un lugar nevado. Es un medio excelente para fomentar el compañerismo y la afición por el ejercicio físico. Evidentemente, a nuestro regreso, todos los alumnos deberán realizar un proyecto basado en las diferentes actividades que realicemos, comprenderá que es vital que nadie falte al viaje, de lo contrario, se verá afectado el promedio escolar de los alumnos que no asistan.

Casi yo mismo me sorprendí por la gran improvisación, tenía una pequeña idea sobre qué iba a decirle al padre de Hanagaki, pero ni por asomo hubiera podido imaginar que apenas me costara pronunciar aquel discurso y, además de todo, sonara creíble. Pensé en encarar la mentira por el lado de las calificaciones, si Mikey dijo que este hombre es muy exigente con el estudio, lo mejor sería engañarlo con eso mismo.

 Creo que lo hice bien, lo comprobé cuando oí al padre de Hanagaki carraspear bastante molesto al otro lado de la línea. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa al comprender que le había puesto entre la espada y la pared, obviamente, no tenía intención permitirle a Hanagaki asistir al viaje y ahora, con lo que yo dije, tiré sus planes abajo. 

«—En realidad, no estaba enterado de eso, incluso llegué a pensar en la posibilidad de ofrecer a mis hijos la sugerencia de no asistir pensando que esa excursión era optativa. No me malinterprete, no es que no valore sus esfuerzos por realizar este tipo de… eventos, es solo que había pensado que si fuera algo optativo los chicos tendrían derecho a elegir lo que les apeteciera hacer —Pronunció con un cierto tono de frustración en la voz.»

Al oírlo, no pude evitar fruncir el ceño, él dice que se había planteado la posibilidad de ofrecerle a Hanagaki y a Hanemiya faltar al viaje, y tanto Mikey como yo sabemos que eso no es cierto, sabemos que el padre de Hanagaki ya le había prohibido asistir, sin ni siquiera preguntarle qué le apetecía hacer. Sintiéndome completamente molesto, suspiré. Jamás entendería la necesidad de mentir, aunque claro, que lo diga yo es hipócrita.

Quizás aquella mentira no suponía sino otra confirmación de que esa familia ocultaba secretos muy extraños. Secretos que por el momento se encontraban fuera de mi alcance. Decidí centrarme en ayudar a Hanagaki de una vez y hablé de nuevo.

—Por desgracia, no es optativo. Kazutora y Takemichi están en años diferentes, cada uno tendrá un proyecto distinto, y deberán traer las autorizaciones firmadas por usted y su esposa esta semana. Supongo que lo comprenderá, nuestro único objetivo al realizar este tipo de eventos es beneficiar a nuestros alumnos —Dije tratando de no parecer maleducado. Por fortuna, mi frío tono de voz tuvo el efecto deseado y el padre de Hanagaki, aceptó. 

«—Por supuesto, por supuesto, esta misma tarde firmaremos las autorizaciones y mañana sin falta, mis hijos podrán entregarla —Replicó visiblemente molesto. Es evidente que ninguno de nosotros se esforzaba por aparentar que esta es una conversación agradable — Y ahora, si me disculpa, señor Smith, tengo que trabajar. Que tenga un buen día

Tras decir eso, colgó. 

Suspirando aliviado de que todo saliera bien, también colgué y enfoqué mis ojos en los de Mikey y Draken, que me miraba expectantes, haciendo un gesto con las manos pidiendo que les contara cómo acabó la conversación.

—Hanagaki viene —Sonreí disfrutando enormemente del gesto de triunfo que hicieron y más aún de la expresión de felicidad de Mikey al saber que él y Hanagaki estarían juntos durante el viaje.

—¡Eres un genio, hermano! Tenías que haberte visto, parecías todo un profesor —Exclamó entre carcajadas.

—Puedes vestir al chico malo como nerd, pero siempre será un chico malo —Dijo Draken.

—Gracias, solo quería ayudarte, y estoy feliz de ver que lo logré.

—Es genial, pero deberíamos salir antes de que algún profesor entre —Nos recordó Draken.

Sin decir nada, Mikey se aproximó a mí y me dio un abrazo repentino que me tomó por sorpresa. 

—Gracias, de verdad —Susurró haciéndome ver cuán importante es haber logrado que Hanagaki viajara con nosotros.

Conzco a Mikey hace años, pude verlo en muchos y diversos estados de ánimo. Le vi reír a carcajadas desbordando felicidad, lo vi emocionarse como un niño cuando pasamos frente a una tienda de motos, le había visto gritar de frustración, dar patadas a los muebles con ira, molestar a los demás a causa de su rabia, mostrar una gran ternura cada vez que estaba con Mini Mikey, incluso pude ver algo que yo sabía que nunca, nunca había hecho delante de nadie más: Llorar, pero jamás, en todo ese tiempo, le había visto tan feliz como cuando estaba con Hanagaki.

Desde el momento en que el presi entró a su vida como algo más que un rival o un amigo de la infancia, Mikey es otra persona, estaba aprendiendo a perdonar, a controlar muchos de sus impulsos, a responsabilizarse de sus actos y, sobre todo, a amar de verdad.

Bastaba mirarlos para darse cuenta de que lo suyo era verdadero. Es obvio que Hanagaki le había traído a Mikey la mayor felicidad.

—Siempre te ayudaré en lo que pueda, lo sabes —Dije separándome de él y extendiendo la mano para que me diera la llave de la puerta —Ahora vámonos.

—Solo queda fingir ante Takemichi que nada de esto ocurrió —Nos recordó Draken —Mañana, él mismo nos dará la noticia de que podrá viajar con nosotros.

Sin decir nada, asentimos con una sonrisa de oreja a oreja y salimos de la sala, una vez que cerramos la habitación, devolvimos la llave a la sala del consejo y nos encontramos caminando a través del pasillo como si nada hubiera pasado, hasta que Mikey volvió a hablar.

—No vamos a ir al aula, ¿No?

—Ya que empezamos el día escapando de las clases, lo acabamos igual. Hace mucho que no tengo un rato libre —Suspiró Draken cruzando los brazos tras la nuca.

Al final, no pude reprimir una leve carcajada al oírlos. Nunca cambiarían, pero lo que tengo en claro es que siempre los ayudaría cuando surgiera algún imprevisto con relación a Hanagaki y Emma. Siempre velaré por su amor, si ellos eran felices, yo también. 

Para eso estaban los mejores amigos, ¿No?

Draken y Mikey avanzaron entre empujones hacia la terraza y, en su emoción, ninguno se dio cuenta de que junto al hueco de las escaleras había tres personas. Reconocí el llamativo estilo de Hanemiya, y sus acompañantes solo podían ser Hanma y Kisaki, ambos perdiendo el tiempo mientras jugaban con una consola de videojuegos, al pisar los primeros escalones alcancé a ver que Hanemiya llevaba unos grandes audífonos amarillos sobre sus hombros y escuchaba música a un volumen alto, ¿Nos habrá escuchado? No, no lo creo, esos tres están perdidos en su propio mundo.


[Takemichi] - Preparatoria Ymir Freiheit

La mañana transcurrió tranquila, sin sobresaltos o contratiempos, algo que es raro.

Por suerte los deberes ya no eran abundantes, porque nos encontrábamos a muy poco del final del primer trimestre del curso. Sin embargo y a pesar de las múltiples tareas que nos llevamos a casa, a todos les consolaba el viaje de invierno que se encontraba a la vuelta de la esquina. La mayoría ya había entregado las autorizaciones el mismo lunes. Uno a uno, el profesor Shinya, encargado de ayudar en esa clase de eventos, fue llamando por orden de lista a todos los alumnos para que les entregaran sus autorizaciones. Algunos entregaron al momento y otros alegaban que la traerán mañana. 

Cada vez que una autorización era entregada, algo muy doloroso se me encogía y retorcía dentro del estómago. Probablemente sería el único alumno del curso que no iría porque a mí nadie me quitaba de la cabeza que aunque yo no tenía permitido asistir, con toda probabilidad, Kazutora iba viajar solo para recordarme la diferencia entre nosotros. Mi padre se encargaría de ello. Así que traté de no parecer demasiado sobrecogido ante el resto de mis compañeros, y sobre todo ante Mikey, el cual había decidido aparecer a última hora junto a Rindō y Draken después de haber estado toda la mañana quien sabe donde, ellos entregaron sus autorizaciones, excepto Draken que se acercó para decirme que se iría a Manila para ver a Emma finalmente y eso me hizo muy feliz, todos los días recibido comentarios de sus amigos sobre que está en un trabajo distinto y sé que lo hace para reunir dinero, me alegra que pueda ver a la chica que ama.

Al finalizar la mañana me despedí lo más rápido posible. Mikey no mencionó la conversación por teléfono de ayer, y quizás era mejor así, no quiero que no asista al viaje solo por quedarse en la ciudad conmigo, debía ir con los demás y disfrutar mucho. Además ni siquiera podría verlo porque mi padre iba a estar pendiente como halcón.

Solo eran cuatro días, nada del otro mundo, en menos de lo que canta un gallo, tendría a todos de vuelta y ni siquiera lamentaría no haber podido ir.

Podría aprovechar esos días libres para adelantar tareas, y así cuando Mikey volviera podría pasar las tardes con él sin ninguna preocupación en la cabeza. Pensando en esto, caí de pronto en la cuenta de que no sé cómo se las arregló Mikey para entregar su autorización. Sus padres… bueno, su madre estaba muerta y su padre vivía en otra ciudad, creo que está a cargo de Shinichirō, pero él estaba en el extranjero. ¿Podría firmarlo? Tiene que haber algún método para que su adulto responsable esté al tanto de todo, al fin y al cabo, todos los justificantes de ausencia e informes de mala conducta los rellenaba él, aunque luego era firmado por su hermano de alguna forma.

Por un momento, pensé en preguntarle, pero entonces me percaté de que sacar ese tema a flote significa volver a hablar del viaje de invierno, y poco me apetecía. Teniendo presente que no podría salir, me despedí de todos y fuí a casa. Aquel día no me quedaría en el instituto trabajando, no tengo ánimos.

Llegué apenas diez minutos después que Kazutora. Aunque vivimos juntos, pocas veces volvemos a casa a la par, él suele volver con Kisaki o Hanma, más este último. Mi madre se extrañó enormemente de verme en casa a aquella hora, yo me excusé alegando que aquel día no tenía mucho trabajo y podía hacerlo en casa.

Después de cambiarme de ropa, nos sentamos a comer en silencio. Cuando estábamos en la mesa, normalmente, es Kazutora el que más habla y mi padre el que le responde, mi madre y yo solemos permanecer callados, y aquel día no fue la excepción. No me importa en realidad, estoy acostumbrado a comer mientras estoy sumergido en mis pensamientos. Nunca se me dirigía la palabra si no era para pedirme algo y estaba bien, quiero decir, ya estoy acostumbrado. Supongo que por esa razón, me sorprendí tanto cuando mi padre interrumpió su conversación con Kazutora y carraspeó para dirigirse a mí. 

—Takemichi, en cuanto termines de comer, recojas la mesa y limpies los platos, quiero que me traigas tu autorización para ese evento —Dijo fríamente y con tono despectivo —Tengo que volver al trabajo en breve y quiero firmar ese papel de una vez, para que después no andemos con prisas de última hora.

Sin poder evitarlo, dejé caer la cuchara sobre el plato, produciendo un fuerte sonido al tiempo que clavaba la mirada en los de mi padre. ¿Acaba de decir que iba a firmar la autorización? ¿Realmente lo escuché? ¿Se trata de alguna broma? Sí, tiene que ser eso, no existe ninguna razón para que mi padre de pronto se comportara de forma amable conmigo, y por otro lado, mi padre no era un hombre que hace bromas. Aquello no tiene ningún sentido. ¿Debo preguntar? Incluso pensar en hacerlo me daba miedo, pero tenía que saber, no entendía nada.

Lo único de lo que me sentía capaz, era de mirarlo con esa mezcla de incertidumbre y temor que no me dejaba respirar ni un segundo, como siempre que ocurría cuando ambos nos encontrábamos en una misma habitación por mucho tiempo, y cuando al fin reuní fuerzas, obtuve un pequeño golpe debajo de la mesa que solo podía pertenecer a mi hermano.

Lo miré curioso, continuaba con su teléfono y llevando la cuchara a su boca sin mirarme, ¿Fue él? Si, estoy seguro, los pies de mi madre son más delgados y usa zapatos, el golpe vino de alguien con zapatillas. ¿Me está diciendo que me calle? Cuando nuestro padre habla con ese tono, suele tener la mirada perdida y estar en blanco, ahora…

—No te equivoques —Dijo mi padre con frialdad —Tu profesor llamó para advertirme de la importancia de ese ridículo evento. Irás, únicamente porque lo ordenan las reglas, sin embargo, no esperes tener tanta suerte la próxima vez. 

Así que era eso, habían llamado a casa y… ¿Mi profesor? ¿Cuál de todos? ¿Y por qué? Los profesores nunca llamaban a los padres a no ser que se tratara de algo serio.

—Lo había olvidado, tenemos un trabajo sobre el tema, que pareza —Se quejó Kazutora.

Esto cada vez es más extraño, pero sinceramente, poco me importó.

Ni siquiera me importó la expresión ceñuda de mi padre mientras firmaba la autorización, al fin. Ya estaba firmado y lo tenía en mis manos.

Lo único que me importa es que después de todo, por una vez, la suerte me había sonreído. Podría ver la nieve con Mikey y viajar con él, sería nuestro primer viaje juntos y mi primer viaje al lado de mis amigos. Sonriendo de oreja a oreja, terminé mis quehaceres y me apresuré a subir a mi habitación, saltando los escalones de dos en dos, ansioso por llamar a Mikey y contarle todo, después comenzaría a planificar mi equipaje mientras imagino la nieve, un hostal rústico, el fuego en una chimenea de piedra junto a Mikey, el amanecer sobre la montaña con él a mi lado y todo lo que podríamos hacer juntos.

Sí.

Definitivamente, iba a ser increíble.

Antes de entrar en mi cuarto vi una bolsa de plástico colgada en el picaporte de la puerta, al abrirla descubrí varios tipos de dulces y algunas medicinas para el mareo. Miré sobre mi hombro la habitación de Kazutora, se escuchaba con claridad una fuente canción punk. Supongo que esto mejora mucho más mi día, tres cosas buenas, consigo la autorización, Kazutora me advierte en la mesa, me regala dulces y pastillas para el mareo por el viaje.

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