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Anhelo-MileApo

Summary:

"Te pertenezco más a ti, que a mi mismo. Tómalo todo. Toma todo de mí, pero antes júrame que no me veré en el suplicio de anhelarte"

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter Text

Phuket. ( Tailandia )1926.

Aquel joven de belleza innegable permanecía a acostado en el jardín de su residencia mirando el cielo, era tan azul y era adornado por algunas cuantas nubes esponjadas color blanco.

Elevo su mano al cielo simulando tocarlo. Pudo sentir el suave aire entre sus dedos, esa simple sensación lo hacía sentirse vivo.

Había perdido la noción del tiempo, no sabía cuántas horas llevaba sobre el frio pasto. Cuando finalmente decidió incorporarse, miro a su alrededor solamente para admirar la belleza de las flores de colores que adoraban su jardín, cientos y cientos de ellas, todas las texturas y formas.

Una suave brisa golpeo su rostro haciendo que cabello se moviera un poco, se levantó del pasto limpio un poco su pantalón, coloco sus manos sobre su cintura y siguió admirando el jardín de su casa, era majestuoso en todos los sentidos.

Tranquilamente comenzó a caminar a su residencia, cruzo por un sendero que estaba cubierto por bellas enredaderas que se aferraban a una estructura metálica en forma de arco.

Finalmente llego la puerta trasera de su hogar, abrió la inmensa puerta de madera, empujo la manija y entro, el aroma de flores frescas inundo su nariz.

Cerró la puerta tras de él y camino hacia el perchero.

Tomo uno de sus sacos, y las llaves de su automóvil.

Cruzo el bello recibidor que estaba perfectamente decorado con muebles de lujo y flores en jarrones demasiado caros.

Finalmente llego donde se encontraba su automóvil, un lindo descapotable bastante caro y lujoso.

Acaricio su linda pintura negra y después entro en él.

Condujo por unos kilómetros hasta que llego a la reja principal, bajo del auto, quito el candado, abrió la reja, saco su auto y nuevamente salió de él para cerrar. Para así ponerse finalmente en marcha.

El aire golpeaba su rostro y hacía que su cabello se moviera mientras manejaba a una velocidad considerablemente lenta rumbo al centro del pueblo.

Por su camino observaba al hermoso paisaje que Phuket le mostraba.

Cuando llego al centro, todas las miradas curiosas se fijaron en él. Nadie podía ignorar su presencia.

Mile, el nombre de aquel hombre alto, de complexión media, el cual poseía unos ojos pequeños color marrón obscuro, los cuales eran adornados por una gran cantidad de cejas, piel blanca y cabello lacio color negro siempre bien peinado, y por supuesto muy bien vestido, captaba la mirada de todos a su paso.

Finalmente llego a una tienda de comestibles.

La gente murmuraba a su paso. Pero él ignoraba absolutamente todo.

Compro frutas y verduras y también un exquisito pan. Una vez terminadas sus compras, volvió a su auto y regreso a su casa ante las miradas indiscretas de la gente del pueblo.

Todos sabían de él, claramente conocían al joven que vivía en la casa maldita; al menos eso decían los rumores.

Los abuelos de Mile habían muerto de maneras trágicas y para desgracia de él y de su hermano mayor, sus padres habían tenido un final igual de terrible.

Su hermano Tong se había mudado al otro lado del país dejándolo completamente solo.

Él se negó a abandonar la residencia de sus padres. Tomo el control de los negocios familiares y se quedó ahí, en el sitio donde había crecido y en el cual tenía tantos recuerdos de su madre.

Pero los rumores no terminaban ahí.

La reputación de Mile no era nada buena.

Él era una persona amable, inteligente, algunos decían que era muy intuitivo. Sin embargo, todo lo bueno era opacado por un hecho innegable.

Mile tenía gustos diferentes, disfrutaba de la compañía de hombres en lugar de bellas damas, yendo así en contra de la “naturaleza humana” por esa razón la gente se negaba a cruzar palabra con él.

Lo consideraban una abominación, un ser despreciable, el mismo demonio.

Esa era la única razón por la cual Mile siempre estaba solo. No tenía servidumbre, tampoco nadie que le ayudara con el jardín.

También prefería manejar los negocios familiares a la distancia.

Su familia siempre se dedicó al cultivo de arroz. Tenían kilómetros de tierra donde cultivaban este alimento y eran los principales exportadores en todo el país.

Mile revisaba de vez en cuando como marchaba todo en la empresa, pero casi nunca se aparecía en aquel lugar, su portavoz, era un hombre de edad avanzada que tenía toda su confianza.

El joven de belleza inigualable le importaba poco lo que las personas pensaran de él. Si ellos no querían dirigirle la palabra, le daba lo mismo, pues que llevaba 7 años viviendo completamente solo.

Mile manejo de vuelta a su casa disfrutando de cada momento, cuando llego a su residencia se percató que alguien estaba asomándose por la reja como si buscara algo o a alguien.

El pelinegro se estaciono y de inmediato llamo la atención de aquel hombre quien parecía un poco avergonzado.

Mile observo a ese sujeto, era un poco alto, cabello negro y piel bronceada. Llevaba unos pantalones beige evidentemente gastados, en sus manos sujetaba una gorra marrón y su camisa blanca tenía un par de agujeros a los costados.

—¿Puedo ayudarle en algo?

Pregunto Mile mientras bajaba de su automóvil.

—¿Usted vive aquí?

Su voz parecía temerosa y hasta cierto punto se escuchaba frágil.

—En efecto. ¿Quién es usted?

El hombre aclaro su garganta y trato de enderezar su postura.

—Hola señor. Me han dicho que usted podría darme trabajo.

Sorprendido por las palabras de aquel hombrecillo, Mile parpadeo un par de veces.

—Perdone. ¿Quién le ha dicho tal cosa?

—Yo no soy de aquí… vengo de muy lejos. Y he estado buscando trabajo, pero nadie quiere aceptarme, hoy me encontré a un amable hombre que me dijo que, el dueño de esta casa podría buscar a alguien quien le ayudase con su jardín.

Mile elevo las cejas incrédulo. ¿Qué clase de broma cruel era esa?

—Ya veo… ¿De dónde viene usted?

—Chiang Mai.  

—¡Vaya! Usted está muy lejos de casa ¿Qué lo trae por aquí?

—Busco trabajo. De donde soy, un campesino no tiene oportunidades… Por eso estoy aquí. La economía cada vez es más terrible.

—Comprendo su situación mi estimado. Pero creo que le han dado mal el dato que yo busco a alguien quien me ayude… Lo lamento.

—¿Enserio?

El hombre rasco su nuca con un poco de desesperación.

—¿No conoce a alguien quien necesite un trabajador? Aprendo rápido y soy muy bueno con las flores. Si usted supiera de alguien… me haría un gran favor.

—Lo lamento. No conozco a nadie.

—Está bien. Perdone por molestarlo.

El hombre se despidió de manera amable y comenzó a caminar colina abajo, dirigiéndose de nuevo al pueblo.

Mile pensó que la gente era demasiado cruel, ¿Cómo podían mentirle a ese hombre de tal manera? ¿Creían que era gracioso jugar con la situación económica de una persona?

—¡Disculpe!

Dijo el pelinegro elevando la voz, haciendo que el hombre se girara a verlo, le hizo una señal para que se acercara y este prácticamente corrió hacia él.

Cuando Mile lo tuvo de frente, pudo notar las manchas de suciedad que tenía en el rostro y también el intenso olor que emanaba de su cuerpo y que era solo unos centímetros más bajo que él.

Seguramente llevaba días caminando.

—Antes de ofrecerle cualquier tipo de empleo necesito hablar un par de cosas con usted.

El hombre asintió rápidamente con la cabeza.

—Primero, entremos.

Mile camino hacia la reja, quito el candado y la empujo, rápidamente el hombre se acercó y lo ayudo.

Cuando la reja quedo abierta de par en par, Mile entro a su auto y lo metió a su residencia, estaba a punto de bajarse de nuevo, cuando observo al hombrecillo cerrar rápidamente y colocar el candado.

La comisura de los labios de Mile se elevó sutilmente.

—Sígueme

Comento el pelinegro al hombre que se posó a lado del auto, Mile manejo lentamente para evitar que el hombre corriera, después de algunos kilómetros, finalmente se encontraban en la casa principal.

Se bajo de su auto, tomo las cosas que había comprado y le hizo una señal con la cabeza al hombre para que lo siguiera.

El pelinegro camino hacia la puerta que daba hacia la cocina, la abrió y entro en compañía del hombre.

Dejo las cosas sobre una mesa auxiliar y se giró a ver a su acompañante que miraba todo con fascinación.

Sus ojos parecían brillar mientras veía todo a su alrededor.

—Seré honesto. La gente del pueblo me odia.

—¿Qué?

—Que los pobladores no me quieren, me llaman demonio, engendro, todas las cosas malas que pueda imaginar. Creo que alguien le quiso hacer una broma y lo envió aquí.

—¿Por qué harían algo como eso?

—Se lo acabo de decir. Me odian.

El hombre asintió tratando de entender todo.

—En ese pueblo no son tan bien recibidos los foráneos. Querían deshacerse de usted. Ahora, ya que no nos quieren a los dos, le daré trabajo.

—¡¿Enserio?! —pregunto con una esperanza en sus ojos.

—Si… aún no se en que pueda ayudarme, pero lo averiguare.

—¡Muchas gracias! ¡Enserio! ¡Muchas gracias señor!

—Primero, vayamos a que se refresque, debe estar agotado, un baño le caerá de maravilla, después discutiremos en qué términos lo contratare.

El hombre volvió a asentir.

Mile lo llevo a uno de los baños de la planta baja, un espacio relativamente pequeño, donde solamente había un taburete con toallas, un espejo con un marco de cobre y una tina blanca reluciente.

—Deme un segundo.

Comento Mile corriendo por toda su casa, tomo lo que necesitaba de varias habitaciones, despues lleno la tina él mismo y finalmente regreso con el hombre entregándole ropa limpia, zapatos y cosas para su higiene personal.

—¡Muchas gracias, señor!

—Estaré en la cocina, búscame cuando termines.

El hombre asintió y entro al baño.

Mile se fue a la cocina, seguramente el sujeto tenía hambre.

Prepararía algo sencillo, tampoco quería verse presuntuoso.

Vegetales salteados con finas hierbas y carne que había comprado hace poco.

Mientras cocinaba pensaba en cómo la gente podría comportarse de manera tan detestable, enviar al pobre foráneo a su casa, solamente para hacerle pasar un mal rato.

El pobre hombre seguramente no había comido, quien sabe durante cuantos días.

Sumergido en sus pensamientos Mile siguió preparando los alimentos.

Después de algunos cuantos minutos, el hombre apareció en el marco de la puerta con su ropa vieja en los brazos.

—Gracias…

Susurro llamando la atención de Mile.

—Esa ropa ¿Es importante para ti?

—No lo es.

—Afuera, cerca de mi auto, está un bote de basura, tírala.

El hombre de inmediato hizo lo que le ordenaron.

Una vez que regreso, Mile finalmente pudo verlo bien, piel bronceada, cabello negro, nariz afilada, labios un poco gruesos y unos tristes y profundos ojos cafés. Y claramente se veía más joven, ahora que estaba limpio.

—¿Cómo te llamas?

Una vez se enderezo y junto sus manos.

—Apo, señor…

—No me digas señor. Soy solamente Mile.

—Seria irrespetuoso de mi parte llamarle por su nombre se…

Mile le dio una mirada desaprobatoria y este se detuvo de inmediato.

—Muy bien Apo, he estado pensando en que trabajo sería bueno para ti…

—Puedo hacer lo que sea, cuidare su jardín o también podría ocuparme de limpiar su casa, lo que sea.

—Me gusta tu disposición. Bien, te pagare 10 satang a la semana, aquí te quedaras, tendrás techo y comida. ¿Estás de acuerdo?

—Señor Mile… ¡Eso es mucho!

Negó rápidamente con la cabeza.

—No me digas señor o te pagare 1 satang al mes.

Mile junto sus labios rápidamente y se mantuvo en silencio.

—Creo que es un trato justo, porque aún no sé qué en que puedas ayudarme ¿Sí?

El hombre asintió tranquilamente.

El pelinegro se dio la media vuelta y comenzó a servir la comida en unos finos platos de porcelana, con un sutil decorado en los bordes color dorado. Una herencia de su abuela.

Mile tomo ambos platos, cruzo una puerta y llego a una zona realmente encantadora, una terraza acristalada, que tenía una hermosa vista al patio, el techo de ese lugar estaba cubierto por una enredadera, dándole así un toque hermoso.

Justo en medio había una bella mesa rectangular de madera y cuatro sillas alrededor.

Mile dejo sobre la mesa ambos platos y se giró para encontrase con Apo quien seguía admirando todo con gran detalle.

—Siéntate.

Ordeno y el hombre obedeció.

Mile fue por un par de cubiertos, cuando regreso, se sentó frente a Apo y le entrego los cubiertos.

—No es mucho. Espero que te agrade.

—Pero… yo no… no es correcto.

—¿Y qué es lo correcto Apo? Y si dices que comer en otro lugar, me pondré furioso.

Apo bajo la mirada y solo se quedó en silencio.

Mile comenzó a comer tranquilamente mientras mantenía su mirada fija hacia el hermoso jardín.

—Dices que eres bueno con las flores ¿No es así?

—¡Lo es señor!

La mirada de Mile y lo dijo todo.

—Lo siento… Lo es… Kun Mile—susurro casi con un hilo de voz.

—Creo que podrías hacer eso… realmente no tengo la menor idea de que puedas hacer.

Mile regreso la mirada a Apo quien disfrutaba de sus verduras, verlo comer tan cómodamente lo hizo sentir aliviado, era la primera vez que preparaba algo para un invitado.

Ambos hombres comieron tranquilamente, disfrutando de una cálida charla.

Mile se había enterado que, Apo tenía 29 años, había vivido todo el tiempo en el campo, pero con los últimos aumentos de impuestos su familia pasaba por un mal momento, estuvo en otras cuidades, trabajando un poco y finalmente llego a Phuket buscando un mejor futuro, pero solo encontró personas haciéndolo menos por su aspecto desalineado.

Mile se mostró sorprendido ante la edad de Apo, era tan solo dos años menor que él. No podría ni imaginarse todo lo que había tenido que pasar.

Una vez terminaron su cálida comida, Apo se apresuró a levantar los platos de la mesa y comenzó a lavarlos de inmediato.

Un acto que sorprendió a Mile.

Cuando la cocina se encontraba completamente limpia, Mile le dio un pequeño tour a Apo por la casa, que era enorme.

En la planta baja se encontraba, la cocina, la terraza, 3 baños, una sala enorme con muebles lujosos, cortinas azul cielo, paredes blancas, con detalles dorados en las esquinas, un enorme candelabro colgando justo en medio y un hermoso piano blanco.

—Su casa es hermosa.

Alago Apo mientras tenía la boca entre abierta de lo sorprendido que estaba.

Mile agradeció con una sonrisa.

Siguieron con las habitaciones aun de la planta inferior, la zona de un enorme comedor que nadie utilizaba, pero estaba perfectamente limpio y reluciente, también contaba con un salón exclusivo donde tenía todo tipo de licores y vinos, y justo en ese lugar, se hacía notar un tocadiscos muy moderno para su época.

Siguiente estaba una enorme biblioteca que ocupaba dos pisos, era realmente majestuosa.

Había más habitaciones, como el cuarto de lavado y la habitación donde dormiría Apo. Un pequeño espacio donde había una cama grande, que se veía bastante cómoda, cubierta con un edredón de algodón blanco con detalles bordados en rojo, una ventana que daba al patio trasero, y una cómoda para guardar ropa.

—Aquí dormirás.

Anuncio Mile.

—¿Qué? ¡No esto es demasiado!

—Lo siento, pero es todo lo que hay… a menos que quieras dormir arriba…

—¡No podría!

—Entonces, a partir de ahora será tu habitación—sonrió —Espero que te sientas cómodo Apo.

—¡Gracias! ¡Muchas gracias!

—Ya no agradezcas, mañana comenzaras a trabajar ¿De acuerdo? Por ahora, puedes descansar… iré a buscar más ropa para ti…

El pelinegro se dio la media vuelta y justo antes de salir, una mano sostuvo su brazo impidiéndole irse, Mile miro a Apo quien lo sostenía y lo miraba de forma insistente.

—¿Qué ocurre Apo?

—¡Enserio! Gracias, eres un ángel Mile.

Aquellas simples palabras hicieron que el este se sintiera un escalofrió recorrerle por la columna vertebral.

Lo único que pudo hacer Mile, fue sonreír, para después salir de la habitación.

“Es realmente agradable que alguien no te deteste o te insulte”

Pensó mientras caminaba tranquilamente por su casa.

A pesar de siempre mantenerse fuerte sobre los chismes y rumores sobre él, en cierta manera le afectaban. Pero trataba de no demostrarlo. Nadie, nunca sabría cuánto le dolía ser odiado por todos.