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Freak On a Leash

Chapter 5: Capitulo 5

Notes:

Mi historia usa a Jeffrey Dahmer de Evan Peters y Ted Bundy de Zac Efron. ¿Por qué? Supongo que eso calma mi culpa al usar a seres tan despreciables para una historia ficticia.

Chapter Text

Bundy resopla, mirando la madera desgastada de su escritorio y piensa; objetivamente, Jeffrey Dahmer es estéticamente agradable, sin embargo, Bundy jamás ha estado inclinado a la atracción sexual por otros hombres, sin embargo, es flexible a admirar la estética desde lejos. Hasta ahora.

 

El cambio lo pone nervioso.

 

"No", se dice a sí mismo, golpeando los dedos de su mano contra el escritorio. No está seguro sobre qué está tratando de convencer, pero está absolutamente seguro de a quién.

 

Bundy inclina su cabeza hacia atrás.

 

Una semana.

 

Seis días.

 

Técnicamente son dos semanas.

 

Todo había ido bien durante las semanas anteriores a esto, cuando Bundy dejó de notar esa energía errante e incómoda que emanaba de Dahmer, y más bien se concentró en cosas pequeñas, como Dahmer tarareando canciones para sí mismo cuando escribía en clases. La forma en que parecía tan orgulloso cuando Ted lo felicitaba por obtener una buena nota o simplemente por mantenerse sobrio hasta fin de clases, porque ciertamente Bundy no podía vigilarlo cuando se iba a casa. La forma en que Dahmer parecía suave cuando dormitaba sobre su escritorio temprano por la mañana y Ted lo miraba desde el pasillo.

 

Lo jodidamente divertido, que se volvió de repente; cuando Bundy observaba a Dahmer hacer cosas aleatorias de un momento a otro sin razón aparente. Ted sabe que eso que hace Dahmer es ceder a pensamientos intrusivos, pero mantienen esa información para sí mismo mientras sonríe y mira a Dahmer hacer lagartijas a mitad del pasillo mientras sus compañeros lo miran extrañados.

 

Bundy se convenció que eso era algo que podía hacer, porque Dahmer era su paciente y debía conocerlo bien para llevar a cabo un tratamiento. Rápidamente entendió que eso no era una buena idea, porque tanto como notó esos aspectos del adolescentes, también descartó y decidió no notar otros, como Dahmer mirando a sus compañeros de clases, cuando se sientan a su lado y el rubio mira de reojo pero nunca mira directamente. Bundy sabe que, cuando algún compañero masculino se sienta al lado de Dahmer, este mira primero la barbilla o los labios del chico, después aprieta sus propios labios en una delgada línea recta, incómodo o nervioso y finalmente mira el pecho del compañero. Si le gusta lo que ve, entonces mira repetidas veces durante la clase, sino, no vuelve a voltear y en cambio se encierra a sí mismo en su propio mundo.

 

Bundy lo notó y descartó la información obtenida porque creyó que no la necesitaría, sin embargo, ahora lo recuerda y sabe que no debió descartar nada sobre Dahmer. Cada detalle era necesario.

 

Cada detalle.

 

O tal vez simplemente Bundy está exagerando.

 

Quizá no es lo que cree.

 

Porque, como se mencionó antes, ya han pasado dos semanas y Dahmer, durante ese tiempo ha faltado a todas y cada una de sus sesiones.

 

Dahmer fue honesto y reveló un detalle perturbador sobre su psique y Bundy reaccionó pobremente, a falta de una palabra mejor. Tal vez eso ahuyentó al adolescente. Tal vez Dahmer esperaba otro tipo de reacción, pero Bundy no logro disfrutar del momento apropiadamente, porque joder…

 

Ted golpeó bruscamente el escritorio de madera con su puño.

 

Veintitrés llamadas a la residencia de Dahmer a lo largo de esos trece días. Dos semanas. Nadie contesta.

 

La madre de Jeffrey debe ser una mujer ocupada. Del padre ni hablar, aparentemente cambió de número telefónico en su trabajo y ninguna llamada se logró concretar. Eso lo irritó.

Y no importaba cuántas veces Bundy llamara a Dahmer a la oficina, él jamás llegaría.

 

“Carajo”, repite Bundy una y otra vez.

 

Ahora está molesto, irritado y un poco ebrio.

 

El hombre ha decidido salir y beber un poco en algún bar del pueblo en un intento de olvidarse de los problemas del trabajo, si es que Dahmer puede considerarse problema de trabajo. Esta vez a sido un poco de Whisky, 

 

Sin embargo no ayuda.

 

Así que deja ese vaso de Whisky a la mitad, sobre la barra del bar y se va, pero todavía siente el calor del alcohol en su venas y la impotencia de no tener el control. Tal vez por eso el motor de su beetle volkswagen se siente tan particularmente ruidoso está noche. Y el camino de los suburbios que lo recibe se vuelve desconocido a medida que baja la velocidad y busca con la mira el número.

 

Cuando baja de su auto, la brisa del viento despeina un poco su peinado y el sonido de azotar la puerta hace que algún perro ladra a la distancia.

 

La casa de Dahmer es bonita, piensa Bundy, mientras hace el recorrido desde el patio delantero hasta la puerta y, mientras toca el timbre, puede notar que no hay ruido desde dentro, sin embargo las luces están encendidas, por lo que sí debe de haber alguien en casa

 

Peina su cabello, sacude su chaqueta y práctica su sonrisa mientras espera, porque si la madre de Jeffrey lo recibe, no debe pensar que es sospechoso que el psicólogo escolar de su hijo esté aquí sin razón aparente. No despertar alertas.

 

Algunos pasos se escuchan del otro lado, un pequeño murmullo y después, quién recibe a Bundy no es otro que el mismo Jeffrey. La vista no es exactamente agradable.

 

El pelo de Dahmer y un nido de pájaros mal hecho serían prácticamente lo mismo, y esos ojos, Dios, Ted no puede adivinar si estuvo llorando o simplemente lo despertó de su sueño prolongado. Su ropa está arrugada, probablemente no la ha lavado y, como si todo lo anterior no fuera lo suficientemente malo, Jeffrey apesta a alcohol.

 

“S-señor Bundy…”, dice Jeffrey, arrastrando las palabras. Y lo mira como si no pudiera ser posible que el hombre esté ahí, como si la sola presencia de Bundy fuera una alucinación de su embriaguez.

 

“Buenas noches, Jeffrey. ¿Interrumpo?”, pregunta, pero no espera una respuesta o invitación tan pronto entra a la casa, aprovechando que Dahmer no puede impedirlo porque debe estar aún confundido, forzando a su cerebro a mantenerse lúcido mientras todo debe de darle vueltas.

 

“Hnm…”

 

“¿Esto era una fiesta?”, pregunta con burla, mientras patea algunas latas de cerveza vacía.

 

“¿... Fiesta?”, Dahmer se frota la cara, tratando de mantenerse presente. “S-si.. si, supongo”.

 

“Terminó temprano”

 

“Hnmm…”

 

“Tus padres”.

 

“Ah, ellos… no están en casa”.

 

Bundy mira la basura que inunda la alfombra. A los sillones apilados. A las latas de cerveza. Levanta una ceja.

 

“Entonces esperaré”, informa Bundy, golpeando con su palma una bolsa de frituras sobre el sillón, y finalmente tomando asiento. Mira el rostro de Dahmer, desconfiado y confundido. Incómodo.

 

“Uh… bien”.

 

“Bien”.

 

“...”

 

Y el rubio se mantiene ahí, parado junto al pasillo, con los hombros encorvados y los brazos cruzados. Casi luciendo como un niño regañado que no debe hacer ruido, a pesar de que es su casa y Bundy es un invitado. El tic tac del reloj los envuelve. Es casi cómico para Ted.

 

“¿Has olvidado revisar tu agenda últimamente, Jeffrey?”, pregunta sarcásticamente Bundy, para llenar el silencio. “¿Algún lugar al que debiste haber llegado en las últimas semanas?”

 

Alzando sus brillantes ojos azules, Dahmer parecía perdido en sus pensamientos buscando si había planeado o no algo de importancia. Sin que él lo supiera, a Bundy le resultó entrañable. Cabello rubio sucio y desordenado, labios rosados y maltratados y lo que puede parecer sutiles rastros de barba en su dulce rostro delgado y pálido.

 

"No. Nada…”.

 

Bundy se pone de pie y en respuesta, Dahmer da un paso atrás, adoptando una postura alerta.

 

“Apestas”.

 

“Oh”.

 

“Toma un baño”.

 

“...”

 

“Yo esperaré aquí. Toma un baño, no querrás que tus padres vean el desastre borracho que eres, ¿Verdad?. Lávate y yo estaré aquí, esperando”.

 

Pasan un segundo, luego otro, y finalmente Dahmer da media vuelta y camina por el pasillo hasta, lo que supone Ted, es el baño. 

Es obediente, para suerte de Bundy. Las ventajas del alcohol.

 

Ahora, es libre de echar un vistazo por la casa. La sala de estar es un desastre, la habitación principal no tiene basura, pero puede darse cuenta de inmediato que no ha sido limpiada, pues hay polvo acumulándose por los muebles y la cama. En la segunda habitación parece que únicamente arrumbaron algunos muebles y en la tercera habitación hay una cama sin hacer, ropa por todos lados y, para sorpresa de nadie, latas de cerveza. La basura se apila sin compasión en una esquina de la cocina y en la alacena y refrigerador no hay comida, solo alcohol barato y frituras. 

 

¿Cómo es que alguien puede sobrevivir en estas condiciones?

 

El pequeño departamento apestoso de Bundy no se compara a la bonita y espaciosa casa de Dahmer, pero incluso con eso, Bundy mantiene su lugar decente. Si, lo vuelve loco el sonido de la madera que cruje por las noches y la humedad que se arrastra en la regadera, pero al menos no es un basurero como este. 

 

Bundy vuelve a salir por la puerta, mientras escucha el agua correr en el baño.

 

Ciertamente, no es así como planeó pasar su viernes por la noche, y no es precisamente que le importará, pero la cocina en el departamento de Bundy no tiene horno, más bien solo se compone de una parrilla eléctrica y un pequeño refrigerador demasiado ruidoso, y Bundy muere por preparar lomo de cerdo y verduras, además Dahmer debe de tener hambre y tiene una cocina muy bien equipada.

 

Cuando entra al minisuper, la luz blanca fluorescente ilumina su rostro. Ah, el aroma de pasillos limpios y comida congelada. Algo hogareño que le trae recuerdos. 

Camina por el pasillo con una canasta de compras, examinando la calidad de las verduras y las fechas de caducidad. 

 

La canción que ambienta el lugar termina y comienza otra que él no ha escuchado antes. Comienza con un silbido que envía un escalofrío por la columna de Bundy. Otra mirada errante por la sección de lácteos, uno o dos parpadeos y empieza a escuchar.

 

La primera línea sale de la boca de la vocalista y el pecho de Bundy se contrae considerablemente.

 

Rasgando mi dolor con sus dedos,

Cantando mi vida con sus palabras,

Matándome suavemente con su canción

 

Bundy contiene la ganas de soltar una carcajada, pero aplasta el reflejo mental tomando un queso del refrigerador y lo arroja a la canasta de compras.

 

Avanza otro pasillo y toma una botella de vidrio del estante de vinos y licores. Es una sidra y Bundy presiona la etiqueta resbaladiza contra su mejilla, tratando sutilmente de no escuchar la canción que suena y que reconoce como la extraña melodía que tararea Dahmer de vez en cuanto. 

 

—Escuché que cantaba una buena canción.

Escuché que tenía un estilo.

Y entonces vine a verlo,

Para escuchar un rato.

Y allí estaba él, este joven

 

Desgraciadamente para él, el sentimiento que lo envuelve lo reconoce rápidamente. Bundy ha tardado semanas en siquiera considerar la idea de que lo que siente es anhelo.

Hace una mueca, dejando la botella en la cesta, Puaj, repudia la idea, así que la desecha.

 

Eso es lo que se hace con las cosas que no quieres. Las desechas.

 

Cuando vuelve a la residencia Dahmer, recibe huellas mojadas que trazan el recorrido de Jeffrey desde el baño hasta la sala de estar . Él mira el dirección al adolescente y hace una mueca. El rubio está sentado en el sofá, con unos pantalones de pijama y una toalla sobre los hombros y luces perdido y triste, como un perro mojado, aunque apenas comportándose lo suficiente como para no sacudirse hasta secarse sobre la alfombra. Bundy sonríe de lado y Dahmer levanta la vista y no puede evitar una expresión avergonzada cuando Ted camina por el pasillo para saludarlo.

 

"Creí que estaba alucinando… cuando salí y n-no estabas", dice inútilmente.

 

Estoy aquí”. Bundy luce imperturbable. Tiene los ojos tranquilos, esa tranquilidad azul brillante que a Dahmer tanto le gusta y con ese andar ligero y rápido; que el rubio podría llegar a decir el hombre mayor parece feliz.

 

"Lo siento", se disculpa Dahmer, dándose cuenta de que Bundy ha estado esperando que hable.

 

Pero él no responde y en su lugar Bundy levanta una mano, dejando ver las bolsas de compras.

 

“Imagino que tienes hambre, ¿Me equivoco?”

 

“¿Es comida congelada?”

 

Bundy hace una mueca. “Dios. No”.

 

La indignación en el rostro de Ted hace que Jeffrey sonría, se siente natural, como si la energía frenética del día se desprendiera de él, y la sensación de malestar en su estómago se disipara. Para su suerte, el señor Bundy le devuelve la sonrisa y se quedan así por un minuto, hasta que Jeffrey piensa lo divertido e incómodo que es y se ríe. Bundy da media vuelta hasta la cocina, pero su sonrisa se hace más amplia. 

 

"Puedes ayudarme a cortar las verduras", dice, como si fuera él el que está solo, el que necesita está compañía. "Picarlas en trozos pequeños".

 

"Oh, yo no..." No tengo hambre, está a punto de decir, pero entonces su estómago habla por él, gruñendo ruidosamente. "Lo siento." Se ríe de nuevo. "Supongo que no me di cuenta del hambre que tenía. No comí mucho hoy, ahora que lo pienso".

 

"Lo sospechaba", responde Bundy, hablando por encima de su hombro desde la cocina. “Pero si quieres comer pronto, tendrás que ayudar”.

 

Jeffrey entra a la cocina poco después, con los brazos cruzados y tratando de no inclinarse sobre la mesa, pero siente una intensa curiosidad por lo que hay en las bolsas.

Pronto comienza a ayudar cuando Bundy saca más verduras y las limpia para Jeffrey. Sin embargo, los cortes de Jeffrey son terribles, demasiado toscos e irregulares, pero Bundy no puede decir nada, porque el sonido que hace Dahmer al picar las verduras lo distrae completamente. Es esa canción del supermercado.

 

—Cantaba como si me conociera

En todas mis penurias.

Y luego miró justo a través de mí.

Como si yo no estuviera allí.

Y simplemente siguió cantando

 

El olor a cítricos se vuelve intenso cuando Dahmer parte la mitad de una naranja y tres limones. Algunas partes le quedan más grandes que otras. 

 

"¿Qué estamos cantando?" pregunta casualmente Bundy.

 

Desde su ángulo, todo lo que puede ver es la espalda de Dahmer. No está mirando, por supuesto, pero... bueno, en realidad lo está, todo está bien ahora, intenta recordarse a sí mismo, puede mirar, puede mirar. No hay nada de malo en simplemente mirar.

 

Dahmer se ríe.

 

“Oh, simplemente una canción tonta que mi papá puso en la radio del auto la última vez que me llevó a pescar”.

 

“Ya veo. Sueles pasar tiempo de calidad con tu padre”.

Esta es la primera vez que Dahmer menciona directamente a sus padres, así que Ted está curioso. Además, el permiso para mirar de Bundy se extiende para apreciar los músculos de los hombros de Dahmer moverse bajo el cuchillo mientras corta otra naranja. Sus manos no son tan grandes, piensa Ted. Y tiene cero tacto al cortar y dar proporciones.

 

“Si… quiero decir… al menos él lo intenta”.

 

“¿Eso significa que tu madre no?”

 

Dahmer deja de cortar y resopla fuertemente. No responde y Bundy no insiste tan pronto se da la vuelta y le informa que con eso es suficiente. “No queremos que la comida sea demasiado agria, ¿Verdad?”

 

Cuando terminan, Bundy piensa que el hambriento de buena comida es él. No hay mucho que se pueda hacer en una parrilla eléctrica y Bundy realmente aprovechó la estufa y el horno, las patatas confitadas y el lomo de cerdo lo confirman. Pero él se toma su tiempo, disfrutando de cada sabor que tanto extrañaba. No puede decir lo mismo de Dahmer, el muchacho come tan rápido que Bundy teme que se atragante. 

 

Dahmer hace sutilmente a un lado las verduras. La carne sabe deliciosa y realmente estaba hambriento. El agua con infusión de limón tampoco está tan mal, aunque entiende el por qué el señor Bundy no lo dejó beber de la sidra. Sus mejillas se inflan y no mira a otro lado que no sea su plato.

 

“Come las verduras, Jeffrey”. Orden Bundy.

 

Dahmer se detiene solo un segundo por primera vez desde que empezó, mira a Ted y por un momento no sale ningún sonido. Luego Bundy le regresa la mirada directamente a los ojos, lo cual es difícil. "Gracias”. Dice Jeffrey. “Esto es realmente delicioso". 

 

La palabra se siente incómoda en los oídos de Bundy, pero de todos modos asiente y vuelve su atención al plato.

Trata de recordarse a sí mismo que sabe en lo que se está metiendo, lo sabe, lo sabe.

 

Entonces él mira el reloj en la pared. Son las 12:45 de la noche.

 

La cena es mejor que cualquier cosa que Jeffrey haya comido en días. Se da cuenta tan pronto va por su segundo plato. Es una comida reconfortante para ambos. Y Ted lo observa mientras come, con los codos sobre la mesa, dos servilletas usadas a cada lado del plato, la mancha de salsa en su mentón. Jeffrey es la imagen del desastre. A pesar de haber comido una cantidad considerable de lomo de cerdo, todavía parece hambriento

Se parece mucho, piensa Ted, a un perro. Solo falta que suba a la mesa y coma con el hocico desde el plato, moviendo la cola. 

 

“Me alegra que te guste", dice Bundy, tomando un sorbo de su propio vaso. 

 

El adolescentes asiente repetidamente con la cabeza, sin levantar la mirada.

 

"Entonces", comienza suavemente Ted, tal vez dándose cuenta de que Dahmer ciertamente no será quien fuerce el asunto, "¿En dónde están tus padres, Jeffrey?"

 

Hay una pausa; Los ojos de Bundy brillan a la luz de la lámpara.

 

Oh, cierto.

 

Jeffrey tampoco le dijo el nombre de la canción.

Notes:

Gracias por leer.