Work Text:
Esa llamada le dejó preocupado. Pero, vamos, es Tobio de quien estamos hablando. No es como si a su metódica pareja se le fuera a pasar algo tan importante como sus píldoras para control estral. ¿Verdad?
¿Verdad?
“No. No, definitivamente no creo. No. Tobio no es así”.
Atsumu le mira preocupado, pero no dice nada. Le deja mientras intenta convencerse de que Tobio no cometería un error así de peligroso. Pero poco a poco le ve caer en una verdad que los dos saben muy bien: Tobio sólo es “metódico”, “perfecto” y “calculador” para el voleibol. Y si bien su celo es uno de los factores que más considera a la hora de planificar todos sus rituales para entrenar y jugar, como sólo se presenta cuando la estación lo permite, sería sumamente fácil para cualquiera olvidar que si quiera existe.
Después de una sesión de entrenamiento, Shouyou suele estar más activo que de costumbre; sin su monstruosa contraparte, no había casi nadie que pudiera hacerle frente al alto rendimiento de su compañero. Pero hoy, aparte de enérgico, estaba ansioso.
Y, ¿cómo no iba a estarlo?
“Yo creo que esta no es una situación como para que te quedes con la duda, Shouyou-kun”. Le dice ya sin más. “Es tu Omega, ¿no?”
Ah, ya sabía el efecto de sus palabras. Estos temas de posesividad no eran los favoritos de Shouyou. Pero Atsumu nunca acabará de acostumbrarse a el bajón que se siente cuando junta las palabras “tu” y “Omega” en una sola frase dirigida para su rematador.
“¿De qué hablan, chicos?”
Bokuto Koutaro, su otro compañero, se les une en los casilleros. Sin mediar palabra, se saca la camiseta por la cabeza y empieza a juntar todas las cosas que necesita para darse una ducha.
“Ushijima Wakatoshi llamó a Shouyou-kun para pedirle que fuera a llevarse a Tobio-kun de Sendai”.
“Oh. Qué mal. ¿Por qué?"
“Le vino su celo”.
Los dos Beta comparten una mirada incómoda a espaldas de Shouyou, quien pareciera muy concentrado doblando sus camisas y eligiendo entre todos sus calzoncillos negros cuál era el que se le vería mejor.
“Ya veo. Y, ¿a qué hora te vas?”
Atsumu niega enfático con su cabeza, viendo a Bokuto en una plegaria silenciosa.
“Yo… No sé si sea verdad. Tobio no es así, nunca ha olvidado tomar su control estral y es muy meticuloso con sus fechas. Creo que… No lo sé, tal vez Ushijima-san se confundió”.
Sus palabras sonaban un poco estúpidas para oídos cualquiera, pero ya poniendo todo en contexto, podría tener razón. Shouyou y Tobio habían sido los primeros géneros especiales que Koutaro y Atsumu, así como muchos otros, habían conocido en sus vidas. Sabían muy poco de sus asuntos de Alfa y Omega. Hasta que Shouyou lo mencionó hace unos minutos, ninguno de los dos sabía que existían medicamentos que controlaran el celo de los Omega. Ya con ese contexto, que uno de ellos hubiera visto un celo estaba fuera de discusión.
Y no hay ningún otro Omega ni Alfa en los Adlers. Tal vez sí habían confundido un resfriado con un celo.
“Pero, joder, Shouyou-kun. ¿Por qué no le llamas? No te puedes quedar así nada más”.
“TsumTsum, tiene razón”. Secunda Koutaro. “Puedes pedir vacaciones. No las has tomado desde el año pasado, ¿no?”
Pero Shouyou no dice nada más. Se quita la toalla y empieza a vestirse. Pronto ni Atsumu ni Koutaro están con él, se cansan de pedirle que piense el asunto con más calma y que por favor ya se vaya directito a Sendai. Inunaki Shion entra por unos minutos junto con el entrenador, discutiendo unas cosas, y le saludan brevemente, pero notan su aura deprimida y deciden dejarlo solo. No debieron ignorar la advertencia de Miya cuando se lo encontraron en el pasillo.
Para nadie en el gimnasio son ningún secreto los sentimientos de Hinata Shouyou hacia su pareja.
Shouyou guarda todas sus cosas y camina por los corredores del gimnasio, dando vueltas por acá y por allá, evadiendo con todas sus fuerzas pasar cerca de la oficina administrativa.
La verdad es que ni él mismo se entiende.
Claro que está preocupado. Casi se le baja la presión cuando escuchó a Ushijima al teléfono. Le mandó un par de mensajes a Tobio, pero no le había respondido. Estaba que se jalaba los cabellos. Estaba preocupadísimo. Pero, ¿qué sabían todas estas personas acerca de la relación que tenían Alfa y Omega? Estaba que se moría de la preocupación, eso no estaba en duda.
“Oh, Hinata-kun. ¿Ya te vas?”
El dueño del equipo, un hombre mayor que había visto solo un par de veces desde que llegó, le saluda amable frente a una máquina expendedora.
“Hola, señor. Sí, acabé mi entrenamiento por hoy”.
“Qué bueno. Espero verte pronto”.
La lengua se le acalambra en el paladar. Retrocede un paso, pero no deja de mirar al hombre.
Para empezar, ¿tiene que pedirle permiso a él? Pensaba que recursos humanos tendría que encargarse de eso, pero ya lo tiene aquí en frente y siente que si deja pasar esta oportunidad ya no va a querer hablar con nadie después.
“Eh… Ogawa-san. De hecho… Quería pedirle vacaciones. No tomé las que me correspondían el periodo pasado y quiero tomarlas ahora”.
El hombre mayor le mira apenas un segundo y asiente mientras recoge su bebida de la máquina.
“Aprecio que hayas venido a pedir mi autorización, Hinata-kun, pero podías haber ido a administración desde un principio”.
“Ah… Tiene razón”.
“Ve y disfruta tus vacaciones”. Le sonríe.
Shouyou siente como si alguien le hubiera pateado el trasero. Ese señor al que apenas y conoce le ubicó por completo en la Tierra. Bueno, casi, porque el miedo de ver a Tobio en celo después de mucho tiempo sigue al acecho y no le deja en paz del todo.
No sabe por qué está tan nervioso.
Bueno, vaya que sabe. Pero no se va a poner a pensar en eso ahora que ya está en las oficinas y puede haber alguien que pueda olerle si se altera.
“Hinata-senshu… Número 21. Puede elegir acumular sus dos semanas pendientes o tomar sólo dos y seguir reservando lo que tiene acumulado”. La secretaria teclea rápidamente y le habla con voz suave.
“Eh… ¿Puedo avisarle más tarde? Es que…”
“Claro que sí, puede tomar sus dos semanas ahora y cuando estén a punto de terminarse, viene y reclama sus otras dos semanas. O una. O los días que quiera”.
Vaya, tendría que preguntarle a Tobio. No están en temporada de partidos, así que podría tomarse un mes sin problemas.
Pero conociendo a su pareja, no podrá aguantar estar todo un mes sin entrenar.
“Bueno, entonces quiero tomar dos semanas por ahora”.
“Bien”. La mujer sigue tecleando y gira un aparato en su dirección. “Registre su salida, por favor”.
El trámite termina rápido y Shouyou sale del gimnasio con el estómago haciéndole cosquillas.
Mientras camina hacia la estación de metro, se pone sus audífonos y pone algunas canciones relajantes, se da cuenta de qué precisamente es lo que le atormenta.
Justo en el momento en el que una canción que le enseñó a Tobio aparece, cae en cuenta de que han pasado poco más de seis meses desde que le ha visto en persona.
Con una relación como la suya, estar lejos es difícil. Un escalofrío le recorre la espalda cuando recuerda lo mucho que sufrió estando él en Brasil y Tobio en Japón.
Tal vez había estado negando todo este tiempo lo triste que se sentía. No había tomado en cuenta la agresividad de sus saques ni sus errores en la cancha como señales claras de lo estresado que estaba.
“Seis meses”. Se dice a sí mismo, en voz baja porque ya está dentro del vagón.
¿Cómo podía encontrarse luego de pasar medio año sin ver a su pareja? Hasta ahora sólo le había visto en un partido, que perdieron, pero ese había sido su único acercamiento en todo este tiempo. El equipo de Sendai había ganado la temporada, pero él no quiso ir a ver la final.
Había pasado todo este tiempo y ellos no se habían visto. Shouyou no es de dudar de sí mismo, pero por todos los cielos, ¿cómo reaccionaría cuando se vieran?
Llega a su parada y toma el autobús que le deja en frente de su departamento. Natsu estaba de visita, era parte de un campamento de entrenamiento en Kobe, así que todavía estaba debatiendo qué hacer. ¿Irse o traer a Tobio aquí? Vaya, traerlo sería imposible, Natsu estaba con él y si entraba en contacto con Tobio probablemente le provocara en celo también. Pero, si su hermanita era lo suficientemente comprensiva, podría pedir alojamiento en los dormitorios de la escuela anfitriona y quedarse un par de días ahí.
Ah, vaya, ¿qué clase de hermano es?
“Nii-chan, bienvenido”.
“Hola, Na-chan”.
La chica le mira extrañada. Tiene la vista pegada en su teléfono y se ha quedado a la mitad de quitarse los zapatos en la entrada.
“Voy a salir en unos minutos”. Le comenta, acercándose por atrás. “Mis amigas quieren salir a comer”.
“Ah, sí. Diviértanse”.
Su hermano está escribiendo un mensaje. Uno muy largo, por cierto.
“¿Hablas con Tobio-san?”
“Ajá”.
Qué remedio. Sabe cómo se pone su hermano cuando se trata de su novio. Natsu le deja estar y se pone un par de calcetas.
“Llego a las ocho. ¿Vas a preparar algo de cenar?”
“Voy a…” Se detiene a media oración y le mira a los ojos. “Voy a irme a Sendai. Tobio entró en celo”.
Natsu abre grandes los ojos y jadea sorprendida.
“¿Desde cuándo?”
“Me mandaron un mensaje hoy. Supongo que entró hace poco. El muy tonto no me ha contestado los mensajes, así que no sé”.
“Ya veo”. Su voz se oye apagada por unos momentos, pero se recupera al siguiente segundo. “Bueno, que te vaya bien. Llego a las ocho, pero puedes mandarme mensaje cuando estés en casa”.
Natsu era muy franca con estas cosas. Y podía entenderlo, no se compara con él, quien descubrió que era un Alfa hasta los dieciséis. Su hermanita siempre ha estado orgullosa de ser Alfa, y es algo con lo que él nunca ha podido conectar. Tal vez ella no dudaría en una situación así. Agh, pero de nada sirve pensar en qué es lo que haría Natsu, sino dejar de engañarse y ponerse a pensar en qué carajos hará él.
“Gracias, Natsu”.
Ella se despide y el departamento se queda en completo silencio.
“Ay, santo cielo”. Suspira.
*Nunca ha hecho esto. ¿Cuánta ropa deberá empacar? ¿Deberá llevar ropa extra para que Tobio arme un nido? ¿Será prudente llevar sus artículos de aseo personal o podrá robarle un poco a Tobio? Está perdido.
“Y este idiota sigue sin contestarme”.
Enfurruñado, camina a pisotones hasta su habitación. Con el teléfono en mano, está marcándole sin perder la esperanza a su querido y tonto Omega.
Al final sólo empacó dos cambios de ropa. No quisiera decirlo así, pero duda mucho que necesite más que eso. Y llevó su champú y gel de baño, porque la marca que usa Tobio no le cae bien. Ya por último, se cepilla los dientes para empacar su cepillo y su pasta y escribe una nota para Natsu con la comida que caduca esta semana para que coma primero de eso.
“¿Cuánto dinero te dejo para emergencias?”, escribe en un mensaje.
Y, como no espera que le conteste ahora, Shouyou parte, dejando todo en orden en su departamento. Para llegar más rápido, toma un taxi, y en el camino va comprando los boletos de avión. Espera que por estar avanzada la tarde se encuentre un vuelo barato. No porque sea un tacaño, si puede ver a Tobio pagaría lo que sea que le cobraran, pero quiere guardar todo el dinero posible para poder comprarle toda la comida que quiera antes de llegar a su casa. Si no mal recuerda, hay un convini cerca de su departamento.
Es hasta que llega al aeropuerto que Tobio contesta uno de sus mensajes.
Es un “Sí” y ya. Shouyou ni siquiera se molesta, ya lo conoce desde hace tiempo.
“Ya puede pasar su teléfono por el escáner”. Avisa la empleada del ckeck-point. “Listo. Disfrute su vuelo”.
“Gracias”.
La hora y media más larga de su vida.
“En verdad, muchas gracias, Ushijima-san”.
“No te preocupes”.
Shouyou acabó llegando a Sendai a eso de las ocho y media. Tobio le llamó apenas recibió su mensaje avisando que su vuelo había llegado. Ushijima Wakatoshi le había ofrecido cuidarlo hasta que Shouyou pudiera llegar hasta él.
Cuando tocó urgentemente el timbre del departamento de Tobio, Ushijima fue el que le recibió. También le ayudó con las bolsas con víveres, bastantes víveres.
El Beta y Tobio eran muy unidos. Sabía lo mucho que su pareja adoraba armarle pases al rematador y lo mucho que los dos se ayudaban en equipo. Así que cuando se enteró que Ushijima había estado todo el tiempo a su lado, Shouyou sintió que tenía una deuda que no podía pagar con su viejo amigo de la preparatoria.
“Está en su habitación. Estaba hirviendo agua para prepararle un té, la estufa está encendida”. Señala con su mirada a la cocina. “Nos vemos”.
“Gracias otra vez, Ushijima-san. Si puedo hacer algo por ti, házmelo saber”.
“No es nada, Hinata. Adiós”.
Ushijima Wakatoshi cierra la puerta de entrada y Shouyou respira un par de veces para dejarse intoxicar por el perfume de Tobio, que ha estado sintiendo desde que el ascensor se abrió.
Puso el seguro en la puerta y se quita los zapatos.
No llegó a una conclusión que le tranquilizara en su vuelo. Lo único que tenía claro era que, después de apagar la estufa y olvidar ese té pendiente hasta quién sabe cuándo, quiere ir corriendo a la habitación de su Omega. Y, como una señal, su teléfono suena.
“¿Ya llegaste?”
La voz de Tobio suena suave al otro lado de la línea.
“Sí. Estoy en tu recibidor todavía. ¿Por qué no sales?”
“¿Ya se fue Ushijima-san?”
“Ya. ¿Te puedes poner de pie?”
“No. Precisamente por eso no quiero salir. Tuvo que cargarme hasta mi cama”.
Tobio no era la clase de persona que sintiera vergüenza. Así que Shouyou cree que la situación debe de haber sido algo más que eso como para que no quisiera salir de su habitación.
“Pues ya se fue. ¿Puedo entrar?”
“Sí”.
Hinata inhala profundamente, un par de veces, y contiene todo el aire dentro. Siente como su interior se calienta desde la boca del estómago.
Tobio huele tan bien... Y eso que apenas es su primer día.
“Permiso”. Abre la puerta lentamente y espera unos segundos antes de entrar por si escucha una negativa de su parte. “Oh, hace mucho calor aquí dentro”.
“Hola”. Le saluda el desastre de sudor y sábanas que es su pareja.
“¿Cómo te sientes?”
“Mal”.
Shouyou no le quita la vista de encima mientras deja su maletín en el suelo junto al vestidor de Tobio. Hay más muebles desde la última vez que recuerda haber entrado aquí. Su estilo sigue simple como siempre, pero por lo menos ahora hay más cosas de utilidad. Antes ni siquiera tenía un contenedor para la ropa sucia y ahora hasta tiene dos cestos de mimbre.
“¿Ya te tomaste tu medicamento?”
“No. Estaba esperándote a ti”.
Tobio arremete contra él sin pelos en la lengua. Le mira atento quitarse la sudadera, sacándose los calcetines y, finalmente, sentarse al filo de la cama. Su maleta cae al suelo, él se asegura de dejarla cerca de la cama.
“¿Estabas esperando a que viniera a servirte?”
“Sí”. Con trabajos, se endereza en el colchón hasta sentarse y es entonces que Shouyou se da cuenta que no trae nada que le cubra el pecho. Un par de gotitas rosadas le saludan desde la tierna piel irritada de su cuello. Lo que para un Beta se vería como sarpullido, para él es una invitación a tomarle de inmediato. Sus glándulas, que parecen piquetes de mosquito, se extienden desde su cuello hasta sus clavículas y sólo algunas pocas llegan hasta su pecho. Recuerda que la primera vez que las vio no pudo evitar lamerlas. “Date una ducha primero”.
“Claro. Por cierto, Ushijima-san estaba por prepararte un té. ¿Todavía lo quieres o prefieres que me ponga en acción?”
“Preferiría algo de comer, la verdad”. El rubor en sus mejillas se hace más evidente cuando Shouyou empieza a desvestirse. “Pero me conformo con que me atiendas ya”.
“Sí, sí. Ya entendí, Kageyama”.
Se da la vuelta para entrar a su baño, cargando con todas sus botellas y una toalla que le robó de su cajonera. Pero antes de que pudiera entrar, algo le golpea la espalda. Un calcetín.
“Llámame Tobio”.
El Omega le deja congelado a un paso del baño. Le eriza la piel sentir la sangre bajando a toda velocidad hasta su pene. Es la erección más rápida que le haya regalado.
“Ya vuelvo, Tobio”.
Cuando a Shouyou se le reveló su segundo sexo, ya sabía que estaba enamorado de Tobio.
Aún cuando no sabía que era un Alfa, pudo olerle. Su encuentro en la secundaria, aunque breve y por obvias razones, dejó un impacto muy profundo en él. Poco tiempo después, cuando los dos se encontraron en Karasuno, Shouyou se presentó como un Alfa y las cosas entre ellos se dieron de forma tan natural que pensar que estuvieron separados por seis meses ahora le resulta indignante.
“Creo que me gustan los Alfa macho”, le confesó, dándole luz verde para empezar a cortejarle. “Y creo también que eres lindo. No quisiera compartir mi cuerpo con alguien que no sea tan lindo como tú”.
Para su segundo año de preparatoria, los dos eran una pareja formal. Estable no, porque casi todo el tiempo entre ellos era dimes y diretes. Pero formal. Y feliz.
Y caliente.
Y si bien al principio era incómodo tener que lidiar con una erección sorpresa a media práctica o con alguna de las vulgaridades que se le escapaba de la boca a Tobio, recuerda con cariño los inicios de su sexualidad.
Shouyou no se atrevió a atender un celo de Tobio hasta que cumplieron la mayoría de edad. Bueno, los diecisiete. Tampoco pudieron esperar mucho. Y el tiempo tampoco fue muy generoso con ellos. Shouyou cada vez más interesado en Brasil, Tobio ya entrenando a tiempo completo para la Sub-19… Su primera vez juntos fue apresurada, un poco dolorosa para los dos, pero memorable.
¿Será que está así de nostálgico porque perdió la costumbre de tenerle frente a frente con ese semblante que le despertaba tanto el instinto?
¿Será que olvidó que sus almas estaban entrelazadas desde hace tiempo?
¿Será que se siente culpable por no haberse esforzado lo suficiente como para verle en este tiempo?
Ah, su lindo Tobio… Estaba tan espléndido como lo recordaba. Ya quería tocarle hasta el último rincón del cuerpo.
“Me avisas cuando salgas. Tómate tu tiempo”.
Su lindo y paciente Tobio.
“Ya casi. Tu tina me está tentando, ¿sabías?”
“Es genial, ¿verdad? Podemos meternos, si quieres”.
Estaba bastante afable. Su invitación había sonado de lo más melosa. Está seguro que si alguien que no fuera él le hubiera escuchado, pensarían que había sido cualquier persona menos Tobio. Su tonto cerebro Alfa se alegra al sentir esa exclusividad con él.
Estaba que no se aguantaba las ganas de cuidar de él.
“Mejor mañana. ¿Cómo te sientes?”
El sonido de la puerta abriéndose le toma desprevenido. Ya había terminado de asearse, estaba lavándose los dientes rápidamente. Tobio debió escuchar el cepillo.
“Mal, ya te dije. Me está doliendo mucho la cabeza”.
“Debe ser por la fiebre”. Sus ojos viajan al chándal que se ha puesto de improvisto, que poco hace para esconder su entrepierna. Pero no le mira mucho; si se vistió para verle, debe ser porque no quiere que le vea. Sabe que aún le cuesta trabajo mostrarse así ante él. “Ya voy a acabar”.
Tobio asiente, pero, por su parte, no deja de mirarle. Puede ver la urgencia en sus ojos, es la misma que recuerda de los momentos justo antes de empezar un partido.
“Mhm”. Murmura sin más.
Tobio no se mueve ni un centímetro hasta que Shouyou termina de enjuagarse la boca. El que le devore con la mirada le infla el ego. Recordaba todo lo bueno de Tobio, cada cosa sensacional, pero había olvidado la manera en que le hacía sentir y que podía derribarle con sólo una mirada.
“Bien. Vamos”.
“Vamos, vamos”.
Shouyou se deja guiar y, de su mano, camina desnudo hasta su cama.
Le pide permiso para entrar a su nido con una caricia en su hombro, y Tobio concede haciendo un espacio entre la ropa y las sábanas para que él se acueste. De inmediato le recibe una ola de sus feromonas dulces. Están super fuertes, le roba el aliento.
Ni bien está de espaldas en la cama, Tobio se baja la cintura de los pantalones lentamente y le pide a Shouyou que se le acerque más con un aleteo de sus pestañas.
“Quítamelos, ¿sí?”
Tan sólo rozarle la piel le estaba prendiendo la piel de una manera exquisita.
Sus cuerpos se buscan como un hábito; las manos de Tobio van a para a los cabellos de Shouyou y Shouyou envuelve firmemente sus caderas con las palmas de sus manos. Shouyou abre sus labios para cepillar la piel de su abdomen y Tobio le corresponde alzando su muslo para aprisionar su erección entre sus cuerpos.
“Ah~ Había estado esperando todo el día por esto”.
“¿Sí?”
“Sí. Desde… Ah~ Desde que desperté”.
“¿O sea que te llegó a primera hora y aún así fuiste a entrenar?”
“Pensé que podría cortarlo con pastillas”. Shouyou para de acariciar su mejilla en su vientre para dejarle hablar. “He estado muy ocupado y recordé que llegaba hace un día”.
“¿Ocupado de verdad u ocupado obsesionado con una nueva técnica?”
Su pareja frunce las cejas y chasquea la lengua en su paladar, clara señal de que es la segunda definición de “ocupado”.
“Deberías comprar un pastillero. O poner alarmas en tu teléfono. Ya sabes usarlo, ¿verdad?”
“¡Claro que sé usarlo!” Gruñe. “Como sea, esto no pasaría si estuvieras a mi lado”.
Se conocían bien. A la perfección. Tanto que Tobio sabía qué botones presionar para molestarlo.
Shouyou le dedica una mirada afilada que le provoca un escalofrío. Tan cerca de al fin complacerle, el Alfa se aleja y va a por su cara, sus manos cada vez más lejos de tocarle como quiere.
“Ya lo discutimos”.
“Sí, sí. Ya sé. No es lógico marcarme si me voy a ir a Italia”. La pésima imitación que hace de su voz le roba una risita. “Mejor fóllame ya”.
“Tobio, “atender”. Se dice “atender”, por favor”. En el estado en el que se encuentra, Tobio tiene todo muy sensible, cualquier toque se siente el doble de lo que en realidad es. Así que el apretón que le da en la parte rechoncha de su cadera le tiene retorciéndose en medio de todas sus sábanas y aromas como si ya estuviera preparándolo para tomarle. “Pídeme que te atienda”.
“¡Cállate ya, idiota!”
Su voz falla. Le grita, bastante enojado, pero su voz tiembla al referirse a él.
Pero con sus aromas tan dulces que se mezclan y la cara tan atractiva de Tobio, Shouyou no puede estar enojado tanto tiempo.
Así que le va a aliviar el dolor. No sabe desde cuánto tiempo ha estado erecto y, conociéndolo, está seguro que él no ha querido encargarse de nada.
Se acerca a su rostro, a nada de besarlo, pero reconoce las señales de que está nervioso y se detiene. Tobio le mira a los ojos por sólo un segundo y después esconde sus labios en el interior de su boca. Pero cuando le acaricia la mejilla y le hace cosquillas con su nariz en el oído, el Omega deja salir un sonido de satisfacción y va a capturar los labios de Shouyou.
“Me moría por besarte”. Confiesa el Alfa.
Tobio no responde nada. Simplemente le abre espacio entre sus labios para que entre y se deja dominar por completo en ese beso.
Hambriento, Shouyou reclama su boca, ya todo suave y encendido con sólo ese pequeño cariñito que se estaban dando.
Cuando Tobio se yergue en la cama y se acurruca encima suyo sin ningún mayor problema, todas las emociones que Shouyou se había negado a sentir salieron en ese momento.
En forma de un beso casto en su frente, de un apretón bien dado en una de sus nalgas y de una sonrisa grande de dientes expuestos que Tobio no tardó en lamer.
“¿Me dejas chuparte primero?”
“Como gustes, Tobio”. El Omega menea su trasero al escucharle hablarle con tanto cariño. “Pero si quieres escucharme, preferiría empezar yo”.
“Qué bueno que no quiero escucharte”. Ríe, algo inusual en él, pero precioso de ver.
Su respiración se tornó lenta ante la expectativa de sentir a Tobio envolverse en él. Su cabeza despeinada iba bajando lentamente por su torso, manoseando aquí y allá y dándose su tiempo para llenar de sangre sus pezones a lamidas.
“Ah, te había extrañado tanto, Tobio”.
“Yo igual”. Su aliento caliente directo en su piel. “Pero no quería verte”.
“¿Por qué?”
“Porque me distraes. Necesitaba toda mi concentración para el final de esta temporada”.
“Ya veo… Ah…”
Tobio le saborea un par de veces, sus ojos marcándole con su lengua afuera, a nada de tocarle la punta, y toma su mano para que la ponga en su cabeza y sea él quien lleve el ritmo.
“Ah~”
Es un alivio enorme el sentir que Tobio sigue siendo el mismo. Que, a pesar del tiempo, sigue siendo él. Poco a poco, se permite entregarse a los labios de Tobio, a su entusiasmo por hacerle una garganta profunda, y suelta un poco de su aroma de Alfa para construir la dinámica de poder que sabe que le gusta a su Omega.
“Joder, no vas a poder hacérmelo bien, Tobio. No me he corrido en dos días”.
“¿Por qué?” Le pregunta con la punta entre sus labios y los dientes casi cerrándose sobre la carne. “¿Te hacía falta tenerme?”
“Sí~ Ah, sí amor. No tienes idea de cuánto quería que me comieras así. No tienes idea…”
Tobio adora, ama que le hablen sucio. Shouyou todavía no sabe si es porque él mismo lo hace o porque le gusta mucho ser la persona que recibe. Sea cual sea la verdad, Tobio chorrea con un par de palabritas bien usadas y eso no podría ser más tierno.
“¡Tobio!”
“Mm~”
“Aah… Mmh~ No tenías que tragar”.
Los hombros le tiemblan y jadea apurado. Pero Shouyou no puede sentirse mal cuando el aroma de su lubricación está más concentrado que antes.
Tobio juega con sus testículos como si fuera a ordeñarlos y se aferra a la mano en su cabeza como pidiéndole que le empuje otra vez a tragarle. “Sigues duro”, dice, como justificándose.
“Pues claro que sigo duro”.
“¿Quieres más?” Ojos a medio abrir y que lagrimean por el reflejo de su garganta.
“Sí”.
“¿Sí?”
“Sí, Tobio”.
Ah, ya está dominado por completo por su Omega. Verle en ese estado tan franco le manda descargas directo a la polla. Siente como las glándulas en su cuello se contraen fuertemente para soltar más de su esencia y someterle.
“Sin condón”.
“No. ¿Qué te pasa?” Le da risa la cara tan desilusionada que hace. “Siempre pides lo mismo”.
“Siempre te quiero sin condón. ¿Cuándo me vas a preñar?”
Aunque a veces no es tan placentero verle así. Si Tobio cuerdo es de por sí molesto, cuando entra en celo se vuelve todavía más. Es más terco, mucho más necio y ni siquiera se esfuerza en pensar con coherencia.
“No te voy a preñar ahora”.
“Bueno”.
Pero también es más delicioso. Le despierta la voluntad de Alfa que le era muy fácil olvidar.
“Ven aquí, amor”.
“Ah, no. No quiero estar arriba”.
“¿Por qué no?”
“Porque me gusta sentir tu cuerpo sobre el mío”. Contesta con sinceridad.
“Está bien, está bien”.
En parte conoce la razón. A pesar de ser Omega, Tobio es mucho más alto que la media. Y él está a nada del estándar. Entiende que pueda ser una inseguridad. Y como se siente culpable por todavía no habérsela quitado, decide darle lo que le pida.
“Shouyou~ Puedes entrar así”.
“¿Seguro? No te ves muy dilatado”. Un toquecito en su resbalosa entrada le hace curvar la espalda y alzarle su culo directo en la cara.
“Sí, seguro. Me gusta cuando duele un poco”.
Si bien la técnica que tiene con la boca es muy buena, su interior le hace delirar. Con un dedo dentro, Shouyou comprueba que Tobio no miente, que está muy apretado pero también muy lubricado. Tendrá que ser cuidadoso.
“Aah~ Shouyou, ya”.
Se pone de pie, empujando en su interior un par de veces antes de separarse por completo y caminar rápidamente a su maletín.
“Shou~”
“¿Me quieres, Tobio?”
“Ah, sí~”
“Si me quieres dímelo, ¿sí? Me pone mucho escucharte”.
“Sí, te voy a decir”. Su pecho baja hasta pegarse a las sábanas. “Te quiero, Shouyou. Mucho, por favor. Fóllame ya”.
Entonces desliza el plástico hasta que está apretado en su base, en el nudo que ya se le está inflando, y envuelve el cuerpo grande de Tobio con el suyo como si en verdad fuera a entrar de él de una sola vez. Inhala directo de su cuello, Tobio gimiendo indefenso, y mientras le besa la mejilla bajando por la mandíbula, alinea lentamente su glande con la entrada del Omega.
“Ah~ Ahh~ Shouyou~”
Tobio no está desesperado. Al contrario. Está insistente, sí. Está ansioso, sí. Pero está tranquilo. Calmado.
Porque sabe que Shouyou va a servirle bien en este celo, como siempre ha hecho. Está seguro de sus sentimientos y de los de su pareja. Y esa dicha es génesis de una calma perfecta que le permite sentir todas las cosas que debe de sentir y de retener esa energía muy dentro en su cuerpo.
Shouyou le da de beber cuando está sediento. Shouyou le alimenta cuando está hambriento.
Shouyou le reclama ahora que está receptivo.
Ahora lento, pero conoce su fuerza.
Sereno, Tobio disfruta de sus embestidas suaves pero certeras, acostumbrándose a su ancho saliendo y entrando, imaginándose cómo debe verse la cadera de Shouyou porque se siente divino cómo le está trabajando, simplemente contento de tenerlo por fin llenándolo.
“Parece que estoy haciendo lo contrario, ahora estás más apretado”.
“Es que se siente muy bien…” Tobio se gira para verle a los ojos. “Ya puedes ir más rápido”.
“¿Sí?” Asiente y él sí acelera, pero apenas un poco. “Voy a tocarte, para estar seguros”.
“Está bien~”
Tobio es codicioso. Quiere todo de él y todo lo que pueda darle. Hasta lo que no. Pero, de nuevo, no era desesperado. Era codicioso precisamente porque estaba seguro que Shouyou le ama justo como necesita.
Y se necesitaba bastante control para complacer a alguien de esa manera. Hace mucho tiempo que Shouyou no siente temor de lastimar a Tobio de alguna manera, los toques suaves e inseguros quedaron atrás. Así que mientras su cuerpo se derrite rápidamente al ir aumentando la velocidad de sus caderas, Shouyou entiende la calma de Tobio.
Kageyama calmado.
Kageyama Tobio babeando en su almohada porque le está moliendo ese punto en su interior que le hace girar los ojos.
“Bien”, dice, empezando a perder el control de su respiración. “Yo creo que ya te puedo empezar a maltratar, ¿no?”
“Por favor, hazlo~”
Y, sin dejar de dejarle besitos cortos aquí y allá, marcando con chupones su cuello y amasando sus pechos hinchados, Shouyou se aferra fuerte a las caderas del Omega para empezar a follarle en serio.
Tobio le recibe con una de las voces más agudas que le haya escuchado. Está siendo ruidoso, más que de costumbre y, de hecho, podría hacerle mucha competencia.
Porque aquí el expresivo es Shouyou. Tanto en expresiones como en voz.
“Me alegra mucho que me dejes servirte una vez más en tu celo, Tobio”. Habla directo en su oído. Tiembla debajo de su cuerpo y Shouyou le da con más fuerza. “Gracias, en serio”.
“¡Deja de decir todo eso, vas a hacer que me corra!”
“Te corriste desde hace mucho, Tobio”.
“Quiero correrme por el culo”. Muerde su labio y aprovecha que le tomó por sorpresa para establecer un ritmo rápido empalándose con su propia fuerza.
“¡Santo cielo, el que se va a correr es otro, tonto!”
Tobio iba a decir otra cosa, pero Shouyou no está dispuesto a terminar sin antes joderle como en verdad quería. Como llevaba seis meses añorando.
“¡Aah! ¡Shouyou!”
Presiona su mano en su cuello para mantenerlo fijo en la cama, restringiendo su movimiento casi por completo. Y con su otra mano, encaja sus dedos en el encuentro de su culo con su espalda baja, lastimándole en el proceso, pero sin prestarle mucha importancia.
Tobio se aprieta a su alrededor, besando la punta en su interior de una manera que sólo un Omega como él podría lograr.
“¡Ah! ¡Ahh! ¡Aah, Shouyou!” Su vocecita no se escucha clara por la almohada a la que se aferra. “Más rápido… Por favor”.
“¿Más?” Es un deleite viendo las intensas sacudidas. Su cabello rebota por la fuerza con la que le jode y por el énfasis que hace en asentir. “¿Sí, amor? Quieres que te haga llorar, ¿verdad?”
“¡Sí! Sí, Shou~”
Antes de irse a Brasil, cuando todavía prefería follarle los muslos a Tobio en lugar de ir a por todo, el Omega decidió montarlo porque estaba harto de tener que rogar ser penetrado con cada celo que pasaba a su lado. Entonces, cuando su inexperto cuerpo se cansó, Shouyou se dejó llevar por todo el bamboleo y el estímulo que le había regalado.
Descubrió que podía ir rápido. Muy, muy rápido. Y que Tobio podía seguirle sin mucho esfuerzo. Ejercer fuerza con sus rodillas era más fácil que ejercer presión sobre ellas.
No era nada complicado para los Alfa que tienen una anatomía parecida a la de cualquier cánido o pinnípedo, pero, ¿mantener ese mismo ángulo agudo, saliendo en la medida exacta y con la sinuosidad de sus caderas que se necesita para complacer a Tobio con tanta rapidez por tanto tiempo? Eso debía de ser un talento especial o algo así, y de verdad estaba orgulloso.
Así que Shouyou sacó provecho de esta nueva rutina que estaba intentando con Atsumu para fortalecer la espalda baja y caderas y, cuando sintió los músculos lo suficientemente calientes, enderezó la espalda para ubicar todo su centro de gravedad en el centro y tener el suficiente apoyo en sus pies para moler a Tobio con todo el peso de su cuerpo.
“¡Shouyou! ¡Shouyou!”
Podía sentir el mareo cada vez más fuerte en su cabeza, como parecía que daba vueltas pero en realidad estaba mancillándole en el sentido más amplio de la palabra. Entonces, para compensar el súbito embotamiento que le llegó, alzó la cabeza de Tobio por los cabellos y le obligó a besarle.
Un arma de doble filo, porque uno de sus caprichos más grandes era correrse mientras le mamaba la lengua, pero que sin duda le haría concentrarse en una sola cosa. Pues follar a Tobio siempre hacía que el alma se le escapara del cuerpo.
“Shou…” Balbucea su Omega, la mirada ida y la cara toda enrojecida. “Shou, duele. Duele…”
“¿Mucho?”
“Mucho…”
No entiende cómo le lastimó, pero igual se detiene. Gradualmente, porque si lo hace de repente está seguro que será mayor el daño que haga. Tobio seguía ondulando debajo de él, pero entendió que fue mero reflejo y le ayudó a detenerse.
Follarlo así de duro siempre le dejaba las piernas temblando, probablemente tenía un calambre o sentía que le iba a dar uno. Salió de él, con un sonido de lo más obsceno, y mientras se sacaba el condón le daba una revisada con la mirada a su cuerpo.
“Hmm~ Mn… Mmm~”
“No te estoy haciendo nada”. Le hace ver con una palmadita suave en una pierna. “¿Qué te duele?”
“Mmm~ Mi coño…”
“Tú no tienes coño”. Su cabeza niega, sus caderas siguen en el aire y a la expectativa, pero Tobio no puede hacer nada mas que vocalizar en desaprobación. “Te dije que todavía no estabas listo”.
“Y y-yo te dije que me gustaba cuando dolía”.
Su respiración se normaliza, obligándose a componerse de un segundo a otro porque su Omega le necesita. Tobio le pide ayuda sin hablar, las lágrimas en sus ojos diciendo todo lo que su Alfa necesitaba escuchar.
“Ah, sí te hice llorar otra vez”.
“Sí… Yo te lo pedí”. Sus labios forman una sonrisa floja. “Ya, ya me siento mejor”.
Shouyou no le cree, pero Tobio debe creer que sí. Así que se pone otro condón y vuelve detrás de él, acariciando su trasero con ambas manos de la misma manera que hace cuando se lo va a comer.
Tobio ronronea satisfecho, ansioso por sentir cómo le abre de nuevo. Pero tal cosa no pasa. Shouyou sólo le abraza muy fuerte, sus manos recorriendo todo su cuerpo. Impulsándose con su polla dura con la suficiente presión para que el chapoteo se haga audible, jadeando en su oído y mordisqueando su oreja.
“Shouyou…”
“Te extrañé mucho”. Susurra. “Vamos a hacerlo lento, ¿sí?”
“Sí~”
“Despacio”. Arrulla. “Quiero que estés por completo listo, ¿de acuerdo? Que nada te duela”.
“M-me…”
“Yo sé que te gusta. Pero también te gusta cuando escurres hasta los muslos, ¿no? Cuando me salgo y un hilito me sigue conectando a tu coño. Eso te encanta, ¿no?”
Tobio tiembla mucho. Un par de escalofríos le hacen gruñir con su voz grave. Mueve su trasero para encajar los movimientos de los dos en uno solo.
A este punto, Shouyou ya sabe que le tiene por completo sumergido en una atmósfera de mansedumbre. Tobio no se negaría a nada, sería como un muñeco de trapo feliz de que jueguen con él.
Rendido ante sus instintos, Tobio entrecierra los ojos y suelta todo su cuerpo para que Shouyou le sostenga. Su fragancia se mezcla con el sudor y Shouyou le limpia con la lengua entera.
Sólo para estar seguro, desliza su mano entre el encuentro de sus dos nalgas.
“Oh, Tobio~”
Es lo más húmedo que ha estado. Bueno, la palabra correcta sería mojado.
“No estabas equivocado, lo siento”. Se disculpa con voz sensual, su aliento calentándole la mejilla. “¿Ya no te duele, amor?”
“No…”
“Bien”.
El Omega se retuerce ante los mimos que Shouyou le seguía dando en todo su cuerpo. Ya sin fuerzas para mantenerse estable, le pide a Shouyou un beso y habla bajito entre las bocas de los dos: “Me quiero acostar”.
“Está bien”.
Por pura casualidad, Shouyou desvía la vista del espectáculo visual que es Tobio al reloj analógico que tiene en su buró. Son las once.
“Caray”.
¿Había pasado tan poco tiempo? ¡Se habían sentido horas! Y a Tobio no se le bajaba nada la calentura…
“Shouyou”.
Le abraza con manos y piernas, pegando su pecho al suyo y gimoteando sin ninguna razón.
Hace un sonido encantador cuando Shouyou empuja su glande hinchado en su sensible agujero, abriéndose camino en un único y lento movimiento.
“¡Aah~!”
“Sigues igual de apretado”. Gime con una molestia nada convincente. “Llevo follándote desde hace tiempo, ¿por qué?”
“Porque se siente muy bien”. Suelta sin ninguna vergüenza. “Me gusta apretarme y sentir como entras fuerte”.
Bueno, ha dicho cosas peores en el calor del momento. Una vez insinuó que le gustaba sentir como perdiera absolutamente todo el poder y Shouyou hiciera lo que quisiera con él. Ese último recuerdo hizo que casi se le fuera la erección, era la última de las intenciones que tenía.
“¿En qué piensas?”
Vaya que no le cuesta nada empezar a sobre pensar las cosas cuando se trata de él. Es por sobre pensar las cosas que han terminado así, follando como animales salvajes después de estarse evitando por tanto tiempo. Su relación pareciese perfecta, pero no son más que niños que no saben hablar las cosas.
“Oye, Tobio”.
“¿Sí?”
“Si te marcara ahora… Ah, para, ¡para!”
“¡Márcame ya~!”
“No, no. Espera a que hable, maldita sea”.
Tobio se deja aplastar por él, sus manos las sube hasta su cabeza y ahí las mantiene quietas. Le hace callar con una embestida particularmente agresiva.
“Si te marcara ahora, ¿eso nos arreglaría?”
“¿Nos arreglaría? ¿Cómo?”
“No te hagas el que no sabe. No hay manera en que podamos estar juntos, no podría escogerte sobre el vóleibol”.
Y, contrario de ofenderse, Tobio parece entender. Asiente y le mira a los ojos atento, queriendo escuchar más de lo que le está proponiendo.
“Si te marcara, no tendrías que preocuparte por un celo que se te olvidó cuando empieza la primavera. Y yo tampoco tendría que preocuparme porque he sido un Alfa cruel contigo, dejándote en otro país, abandonado”.
“No eres cruel”. Le dice casi susurrando. “Pero… Entiendo a qué te refieres”.
“¿Verdad?”
No era la manera en que planeaba tener una conversación así con él, pero está contento de que Tobio esté pensando esto de una manera totalmente seria. Tan serio como se puede ser a mitad de plena faena.
“Pues… Yo creo que para mí no importa cuándo decidas marcarme. Pero sí me gustaría que lo hicieras”.
“Está bien”. Tobio había empezado a besarle el cuello, estuvo a un segundo de correrse y anudarle. “Entonces quiero proponerte algo”.
“Dime”.
“Quiero marcarte. Pero hay que tomarnos las cosas con calma, ¿sí? Hay que hablarlo cuando no estemos en celo, con la cabeza fría”.
“Estoy de acuerdo”. Su mente ausente. “Ya que quedó eso resuelto, ya puedes volver a tu trabajo”.
Le deja un último cariñito en la frente, empujando sus cabellos hasta dejarla descubierta. Tobio baja la mirada, en donde sus cuerpos están unidos y Shouyou no puede dejar de moverse. Entones alcanza con su mano a su miembro y Shouyou tiembla; está tocando su nudo como si fuera su glande, masturbando de adelante hacia atrás, empeñándose en meterlo más a su interior.
“Ya puedes seguir…”
Y así hace. Empieza lento otra vez, llenando a Tobio de muchos besos y caricias en todas las partes que puede alcanzar desde su posición. Esta vez envuelve la suave curva de su cintura con ambas manos, asegurándose penetrarle desde el ángulo que más le gusta.
“E-espera, espera. Antes de que te emociones, déjame…”
“Ah, sí. Te ayudo”.
Shouyou alcanza una de las almohadas del Omega y la acomoda en su espalda baja.
Es la posición favorita de Tobio; él alzando sus muslos hasta arriba, encontrándose con su abdomen y sus rodillas en su pecho, sus piernas abiertas exponiéndose por completo. Significa mucho esfuerzo para él, pero sólo así Shouyou puede ir tan rápido y profundo.
“Ya”.
Bajo la atenta mirada de ojitos brillantes que le regala Tobio, Shouyou le aplasta más, entrando casi por completo, el tejido de su nudo estorbando.
Las luces de la habitación hacen que los colores sean fieles, los detalles sorprendentes. Toda la habitación se siente caliente.
“¿Me permites?” Su mandíbula apretada porque Tobio sigue apretando como loco y no cree que pueda durar más que esto.
“¿Qué…?”
Y, como no obtuvo una negativa de su parte, se abalanza a su cuello. Sus colmillos no están expuestos, pero Tobio contiene la respiración igual.
Nunca había hecho esto. Como no conoce a ningún otro Alfa aparte de su padre, a quien no ha visto desde hace muchísimo tiempo, el conocimiento que tiene de lo que está haciendo es casi nulo. Tampoco conoce a otro Omega que no sea Tobio, pero no se atrevería a preguntarle porque sería muy bochornoso, para ambos.
“¡Aahh~!”
“¿Te lastimé?”
“No, no. Es que se sintió muy bien”.
“Ya veo”.
La verdad es que estaba muy excitado como para no probarlo. Así que siguió chupando directo de sus glándulas. Porque una cosa era lamerle, pero otra cosa era obtener sus feromonas frescas directamente de la fuente.
Algunos decían que era como drogarse; que si olerlas te nublaba el juicio, probarlas sería como si te inyectaras heroína. Algunos otros decían que era como formar un lazo fantasma, uno que desaparecería en unos cuantos días. Y algunos otros decían que era un afrodisíaco natural; en pocas palabras, el efecto sería sólo unas dos o tres veces más intenso que oler directamente del cuello de tu Omega. Para ser franco, estos tres postulados le parecían una burrada.
Pero ahora que está aquí, en el interior tan caliente de su pareja y siente que la polla se le derrite ahí dentro, la idea de beber de él de esa manera luce como una botella de agua en un desierto.
“Cielos…”
“¿Qué?”
Y, ahora que ya estaba hecho, no tenía palabras.
“Sabía que tendrías un sabor dulce. Pero si te chupo el cuello sabes como a… Sabes como a miel”.
“Mmmh~ ¿En serio?”
“Sí, lo juro. Es…” Tobio se aferra con todas sus fuerzas a él al sentir cuando vuelve a atacarle el cuello. “Muy, muy dulce”.
“Ya… ¡Ahh! Ya déjame”.
“¿Qué? ¿Por qué? ¿Te hice daño?”
“No es que… Te creció y… Me estás…”
“Ah… Oye, es verdad”.
Es de las sensaciones más bizarras que ha experimentado. Para empezar, ni si quiera lo notó. Qué raro.
Y, más raro aún, Tobio se presenta ante él, exponiendo su cuello y alzando el pecho.
Es entonces que se molesta en darle un mejor vistazo a su Omega: sus pezones están hinchados, da la impresión de que les duele el no estar entre el vacío creado por sus labios; las mejores partes de su cuerpo están pintadas en un rojo que le hace ver tan sano y fuerte y, la cereza del pastel, su vientre está inflado sutilmente por encima del lugar en el que intuye está su útero, lamentándose estar vacío.
Hace unos minutos, Shouyou estaba satisfecho con la conclusión a la que habían llegado ambos: esperar a que fuera el momento ideal para marcarse. Estaba contento con darse su tiempo, tanto a ellos como a sus carreras.
Pero ahora ya no puede decir lo mismo.
Ahora mismo Tobio se ve tan listo para ser impregnado, huele tan fértil y delicioso y cada vez le cuesta más pensar como Hinata Shouyou y no como Alfa.
Con Shouyou al borde de mandar al caño todas sus inseguridades, Tobio termina de hacer las cosas peores. O mejores, como se guste ver.
“Aahh~ Shouyou~”
Sus manos de dedos largos y fuertes, con uñas limadas, tan cuidadas hasta la perfección, se entierran con cuidado en la unión de sus dos preciosas nalgas, abriendo lo más posible su ya mojada y maltratada entrada, invitándole a entrar más.
Más, con más fuerza, todo lo que pueda y tan rápido como le sea posible.
Que, por favor, le llene hasta que sienta que ya no pueda respirar.
“Perdóname, ¿sí? Por favor, perdóname después de esto. Voy a ser un poco brusco”.
Tobio sube y baja la cabeza hasta más no poder.
Shouyou ahora lo comprende. Sí era como una droga. Era como si no hubiera estado follando por una hora; tiene la energía para seguir jodiéndolo hasta hacerlo llorar otra vez.
Y eso es precisamente lo que reanuda.
Su espalda se curva como la de un gato asustado, siente que todos los vellos en el cuerpo se le erizan. Entre la niebla de su mente, sólo distingue el apretado y mojado coño de su Omega, sus feromonas dulces a más no poder y la voz que le pide que vaya más rápido, que le bese, que le mime.
Tobio ya no es capaz de decir mucho. Sus ojos a medio abrir y sus labios irritados por tantos besos que le ha dado son la señal clara de que consiguió lo que quería, un orgasmo por atrás que le dejó hecho masita.
E ignoró sus gimoteos. Le pedía con unas palmaditas de su mano en su brazo que bajara el ritmo, pero no le hizo caso.
Porque, ¿cómo iba a creerle? Si se estaba poniendo una paja que ni él mismo sabía que podía hacerse. Es como si estuviera follando su puño, pero lo tiene por completo cerrado y mueve los dedos en pulsaciones cortas. ¿Será una cosa de Omega?
“Ahh… ¡Ah, Shouyou~! Shouyou… ¡Shouyou!”
“¿T-te gusta?”
“Me encanta~ Ah…” Tiembla al ver a su pareja sonreír contento por escucharle. “Umm~ Sí, amor… Ah, sííí~ Ya está empezando a sonar bien”.
Sólo en ese momento Shouyou disminuye un poco su fuerza. Para reír.
“¿Está “empezando”, Tobio?” Su Omega le mira con los ojos lloroso, pero con una sonrisa enorme por verse atrapado en su provocación. “Llevo golpeándote el culo con las bolas por horas, ¿de qué hablas?”
Provocación que surte efecto.
Porque, aunque ya sabe que su prodigiosidad, sus músculos bien trabajados, su cabello sedoso y su convicción de hierro son todos de y para él, quiere que Tobio lo tenga presente ahora más que nunca.
Que sea consciente de que podría empujarle y quitárselo de encima si quisiera, pero no lo va a hacer.
“Nn… Ahh… ¡Ah! ¡Shouyou, ah~!”
“Lo sé, lo sé. Tú también me estás haciendo enloquecer”.
Tobio se ha perdido. Los dos realmente. Pero es el Omega el que se ha dejado afectar más. La temperatura en su cuerpo subió de repente, sus glándulas se han llenado todavía más y no dejan de producir ese oloroso perfume suyo.
Ha llegado al pico máximo de su celo. Su cuerpo se está preparando para recibir el nudo de su Alfa.
“¡Aah! ¡Ahh! ¡Shouyou! ¡Shouyou!”
Y Shouyou también lo siente. Intenta que el corazón, pesado como una piedra, no se le salga del pecho.
Sería su primera vez anudándolo. Y, sin querer engañarse, está aterrado por lo que eso signifique. ¿Querrá morderlo? ¿Podrá controlarse? Sus colmillos están empezando a arder, la verdad no lo ve imposible.
Pero, ¿será lo correcto?
Después de que prometieron hablarlo, ¿será lo correcto hacerlo ahora? Por mucho que le ame y adore, por mucho que prometa ser un Alfa que siempre cuide de él, ¿se ganó el derecho de hacerlo ahora?
¿Merece marcar a Tobio?
“¡Shouyou! ¡Shouyou~!”
Bueno, Tobio ya se puso duro de nuevo. Va a correrse en cualquier segundo. Tendrá que arrebatarle un orgasmo más si piensa hacerle dormir aunque sea unas horas.
Y tal vez sí, tal vez sí pueda anudarlo ahora y demostrarle cuán en serio se está tomando su promesa.
Así que, con un acto tan egoísta, Shouyou lo monta por el culo, Tobio todo hecho bolita y acogiendo con codicia sus ataques violentos y erráticos. Lo último que recuerda antes de que todo se le pusiera en blanco es que Tobio se le arrojó en un abrazo y le dejó el oído timbrando con sus dulces lloriqueos.
Shouyou jadeaba mientras se aseguraba de llenarlo por completo con su nudo, halando un poco del esfínter empapado para que pudieran acoplarse bien, los dos inmóviles por un segundo y moviéndose para buscar un poquito más de placer al siguiente. (está medio extraño eso. corregir)
“Ah, jodeeeer…”
“Shouyou~”
“Ah, fue sensacional, ¿no? ¿Cómo te sientes?”
“¿Cómo te sientes tú?”
“Yo de maravilla. Pero, ¿tú? ¿Cómo estás? ¿No te dolió?”
Tobio seguía abrazándolo. Temblaba como cuando uno se muere de frío, y seguía vocalizando ante cualquier pequeño movimiento.
“Se siente… Duele un poco. Me estiraste por completo, no pensé que fuera tan grande”.
“Yo tampoco. De hecho…”
Se queda sin aliento al girarse su pareja para verle. Todos sus cabellos están revueltos unos con otros, sus párpados están hinchados y podía ver claramente las lágrimas que hacían ver sus mejillas sonrosadas como manzanas acarameladas.
“Me gustó mucho. Me gusta sentirnos así de juntos”.
Y cuando Shouyou creyó que ya había recobrado la cordura, que podrían descansar unos minutos y tal vez dormir lo que quedaba de la noche, Tobio empezó a besarle mientras oscilaba las caderas en mociones que apenas y se sentían por la situación en la que estaban.
Con su interior tan tierno y acostumbrado a tenerle dentro, Shouyou pudo sentir que había quedado atrapado justo en donde le daba de mejor manera a su próstata. Suena muy hipócrita de su parte, pero en serio pensó que Tobio había tenido suficiente con esto.
“No… No te prometo nada, Tobio. No sé qué tanto pueda moverme”. Ni tampoco sabe qué buena idea sea moverse con el condón lleno todavía. “Oh. Podría derramarse, Tobio”. Le advierte, acompañado de un besito en la frente para llamar su atención.
“Compré pastillas. Están en la cómoda de la izquierda”.
Le mira con la misma determinación y confianza que como cuando armaba un pase osado para él, con el punto del partido a favor del otro equipo y la línea ofensiva más fuerte del otro lado de la red.
Y ese es un detalle que le toca el alma, de verdad. Y, ¿cómo no? Si están como en una burbuja, amándose de manera sagrada, si sus presencias están entremezcladas y se juntan como dos explosiones imperceptibles.
¿Quién diría que haberlo anudado le podía poner tan sentimental?
“Ah, Tobio. No me digas esas cosas, me tientas a quitármelo de una vez por todas”.
“Igual no te lo puedes quitar ahora. Siento que sí me lastimarías si intentaras hacerlo”. Parece que ya ha recuperado la capacidad de pensar con claridad. “Pero puedes hacérmelo a pelo para la próxima”.
Se equivocó.
Ha creado resistencia en Tobio. Nada que no sea un nudo completo en su interior será suficiente de ahora en adelante. Ha marcado un nuevo límite entre los dos.
Porque él también está de lo más afectado. Tenerle de esa manera sólo había creado un hueco más grande en su interior.
Un oleaje suave sobre las rocas de la costa, como cuando el mar está dócil y hace buen clima. Le acaricia con cuidado y reclama su cuerpo como su templo, dulce y lento.
Y Tobio celebra cada uno de sus movimientos, comiéndose su cuerpo con las manos y con la boca, haciéndole saber qué tan bueno es gozarle de esa manera.
“Shouyou~”
Con el paso del tiempo, los dos meciéndose sin ninguna prisa, el nudo por fin deja de estorbar. Y Shouyou hace aquello que se prometió no haría, aquello que cree que les va a perjudicar más de lo que les puede beneficiar.
“Shouyou…” Su voz tiembla. Sus hombros se tensan. Por primera vez desde que le conoció, se siente a merced de su Alfa.
Pesado. Caliente. Sin aliento y con sudor escurriendo desde sus sienes.
Llorando.
“¡Ah! ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa?”
La realización le había pegado como un auto. Nunca le habían atropellado, pero sin duda alguna diría que así se sentía.
“Tobio…”
“¿Qué? ¿Qué te pasó?”
Su Omega le toma la cara con ambas manos y le mira detenidamente. Le pide sin hablar que por favor le diga que le pasa. Nunca le había visto así de preocupado, y las emociones a flor de piel facilitan que sea honesto.
“¿Estás bien?”
“Te amo muchísimo. En serio. Perdón por no decírtelo antes, pero sí…”
Y, aunque Tobio no reacciona como le gustaría, la euforia que le recorre no se hace menos.
El contrario frunce las cejas y aprieta los labios. La misma exacta expresión que hace cuando algo no le parece o cuando está muy confundido.
“No tienes qué decírmelo. Lo sé”. Dice, tan natural que Shouyou se siente tonto. “Pero, ¿por qué te pones así?”
“N-no lo sé. Me… No lo sé”.
Sí sabía.
Que Tobio le haya amado de manera tan completa fue lo que le hizo realizar lo mucho que le amaba. Tobio le había aceptado como su Alfa desde el inicio, sin necesidad de saber que era uno. Y, ahora que todo es incierto y borroso, sigue aceptándole. Confiando en él con cosas que ni siquiera uno podría controlar. Seguro de que va a volver a tenerle, como que va a amanecer o que ha empezado la primavera, seguro como que le va a extrañar cuando esté solo en Europa tanto como él le extrañó en Brasil. Seguro como que seguirán vagando por el mundo y que siempre se van a encontrar.
“Gracias”.
“De nada”.
Tobio le mira serio. Sonriendo, pero sin una pizca de broma. Porque claro que merece un agradecimiento por su amor, porque no es cualquier cosa entregarse así y los dos lo saben.
“Ahora…”
“Sí, ya sé. Déjame descansar unos segundos, ¿sí? No estoy seguro de hasta dónde puedo llegar después de haber anudado”.
“No, de hecho te iba a decir que ya no quiero hacer nada”. Sus mejillas hinchadas y la erección sobre las sábanas mojadas no son muy convincentes, pero Tobio habla muy convencido. “Después de lo que acaba de pasar, se me quitaron las ganas”.
“¿Por qué?”
“No estoy muy seguro. Creo que prefiero que seas agresivo a que seas considerado. Así que ahora te voy a consentir yo, no creo que me quieras follar como hace rato si me acabas de decir lo que sientes entre lágrimas”.
“Oh, o sea que si no te follo como desquiciado no quieres nada”.
“Pues no, Shouyou. ¿Qué acabo de decir?”
Casi como si Shouyou fuera un hervidor de agua, Tobio se aleja de él para estirarse del otro lado de la cama. Su cuerpo se ve igual de sensible que hace un rato, como si estuviera listo para ser reclamado una vez más, pero Tobio no se mueve con ninguna intención que apunte a eso.
Le pide ayuda para ponerse de pie, y Shouyou casi se cae de cara para atravesar la cama y tenderle su mano.
“¿Me abrazas?”
“Claro que sí”.
“Gracias, Shouyou”.
Todavía siente las lágrimas amenazando con salir. Las manos del Omega le buscan desesperadas, dedos abiertos sobre la piel de su espalda como si quisiera cubrirle de hombro a hombro.
“¿Nos bañamos?”
“No, no tengo la energía para eso”. Murmura con la mandíbula descansando en su cabeza. “Mejor vamos a dormir, ¿sí?”
“Está bien. ¿Dónde tienes tus sábanas limpias?”
“En la caja que está adentro de la segunda puerta”. Señala a su clóset. “Sólo cambia la ropa de cama, el edredón sigue limpio”.
Y, aprovechando que Shouyou está distraído y no le presta atención, se sienta a la orilla del lado en el que siempre imagina que duerme su Alfa cuando las noches se ponen muy solas.
Decir que lo que ocurrió no le dejó tocado sería una mentira del tamaño del mundo. Pero ya no quiere ver llorar a Shouyou. Es muy molesto, le saca de quicio y acaba llorando él también.
Porque se supone que ya no sería así. Se supone que lloró todo lo que debía de llorar en la preparatoria y en el aeropuerto al despedirse de todos. Se supone que ahora están viviendo el sueño y nada debería ser triste. Además, ¿quién llora porque ama a alguien? En ningún lugar había escuchado algo así.
“¿Me das permiso?”
Molesto, toma la mano que le ofrece para ponerse de pie y le ayuda a montar la última esquina de la sábana. Y, como Shouyou no le suelta, él lleva su mano a su cara y se acaricia en ella.
“Me estoy muriendo de sueño”.
“¿En serio? Sigues empalmado”.
“¿Esto qué tiene que ver? Igual tengo sueño”.
Shouyou sólo asiente con su cabeza y le acuesta con cuidado. E, indulgente como siempre, se mueve de tal manera que es el brazo de Tobio en donde puede recostar su cabeza y su rostro el que queda protegido por su pecho.
“¿Huelo mal?”
“Para nada. Me recuerda a cuando acabábamos de entrenar”.
“Ya veo”. Sus ojos ya se cerraron y a Shouyou le está contagiando el sueño. “A mí se me antojó un calamar seco”.
“¡Tobio, qué asco!”
“¿Qué? ¿Me vas a decir que a ti no te hizo pensar en eso?” Aunque ríen, los dos ya suenan muy adormilados. “Olemos a calamar después de follar. Y es peor cuando estoy en celo”.
“A mí no me molesta”. Susurra Shouyou. “No me encanta, pero no me molesta”.
“Bien por ti”.
Lo último que piensa antes de dormir en su abrazo es que es muy gracioso como su actitud altanera no desaparece ni cuando está medio dormido.
Después de una buena comida, Shouyou se siente por completo recuperado. Se imagina que Tobio igual, pero lo de él es todo un renacer diferente.
Es como si todo lo que hicieron anoche no hubiera pasado. No en un mal sentido, sino que ahora se siente por completo salvaje, listo para entregarse al placer carnal del celo de Tobio una vez más.
Y se imagina que el Omega se siente igual porque no ha dejado de hacerle zalamerías para tenerlo entre sus piernas otra vez.
Una cosa llevó a la otra y ahora están disfrutando de sus cuerpos una vez más. Bueno, más bien sería como Shouyou disfrutando del cuerpo de Tobio y Tobio deshaciéndose en halagos como resultado.
Porque, como ya se dijo antes, es como si no le hubiera servido ya repetidas veces.
“Hah~ ¡Ahh…! ¡Ahh~! ¡Shouyou! ¡Shouyou, ahhh~!”
“Shh, te va a escuchar tu vecina de a lado. Dijiste que tenías una vecina, ¿no?”
“Ah~ N-no es mi culpa que estas paredes sean tan delgadas… Ni de que me estés follando tan rico… ¡Haah!”
Como Tobio le prometió ayer, no le había dejado ponerse un preservativo. Se dieron cuenta que el de ayer se había roto, así que Tobio se tomó la primera dosis del plan de emergencia y fue que empezó a devorarle sin dejarle oportunidad de hacer nada.
Los dos estaban conscientes de que lo que estaban haciendo iba en contra de todo lo que les habían enseñado en la preparatoria en ese breve curso que les dieron a las parejas Alfa-Omega en segundo año. Y a su propia moral. Y un poco a sus ambiciones. Y mucho al respeto que se tenían.
Pero, vamos.
¿Alguien podía pedirles que usaran la razón?
“Mnn~ Estás en tu punto, Tobio, te aferras como todo un campeón a mí”.
“Shouyou~” Reclama, temblando por haber recibido así su voz gruesa y baja. “Ah~”
“Déjame durar un rato más, ¿sí? Todavía no quiero dejar de sentirte así”. Sus manos forman un cuenco que sostiene sus pechos y atrapa sus pezones entre sus dedos. “Déjame seguir, por favor. Un poco más, ¿sí?”
Tobio se viene como es al escuchar el tono urgente de Shouyou directo en su oído. De rodillas en su cama, con las manos en la pared apenas protegiéndole de no golpearse la cara debido a la fuerza que están usando con él, el pecho de su amante unido a la curvatura de su espalda y su cuerpo entero a su disposición.
“Márcame, Shouyou~ Por favor, por favor…”
Su cremosa espalda por completo estresada, sus piernas ya no daban para más. La verdad era que su cuerpo dolía y estaba ya muy cansado, pero Shouyou estaba muy agitado y no se veía cerca de estar satisfecho.
Era tan bueno que llevaba haciendo las muecas más vergonzosas desde hace unos minutos, completamente tranquilo porque sabe que Tobio no puede verlo.
“Shouyou~ Shouyou, márcame. ¿No me oyes? Márcame”.
“Hoy no, por favor”. Su aliento resuella en su cuello. Y, aprovechando que está tan cerca, le roba un poquito de feromonas calientes directo de la piel. “No me atormentes con eso”.
“¿Te atormento?”
“Me presionas mucho”. Siente un poco de resistencia de Tobio a su fuerza, así que baja de poco a poco hasta tenerle debajo con el pecho presionado en el colchón. Hace círculos con sus caderas y Tobio, por alguna extraña razón que le prende bastante, se tapa la boca con una mano. “Pero si te soy honesto, sí tengo muchas ganas de marcarte”.
“¡Mmm~!”
“¿Qué dices? ¿Te marco?”
Ante su mirada perdida, Shouyou sonríe y le pela los dientes. Sus colmillos están desenvainados por completo. Son gruesos y las encías alrededor se ven enrojecidas. Algo en su interior se remueve y a los dos les invade un escalofrío.
“¡¿Qué es lo que he estado pidiéndote desde ayer, Hinata imbécil?!”
“Oh, hace muuucho tiempo que no me llamabas así”. Canturrea ebrio con el aroma tan cargado de su Omega. “Dime. ¿Te marco? ¿Quieres ser mi Omega? ¿Sí? ¿Quieres que todos vean tu cuello y digan “Ah, es la marca de Hinata Shouyou”?”
Shouyou no sabe ya ni qué hacer; está a punto de correrse y cada vez le importan menos las cosas. Si ayer se sentía en celo, hoy está pervertido hasta la médula por la absurda cantidad de feromonas que Tobio seguía liberando. Lo que creyó había sido su día más caliente sólo había sido la obertura.
Se había comportado muy civilizado y hasta distante en la mañana cuando le despertó con un desayuno en la cama. Se había dejado bañar sin hacer ninguna insinuación. Hablaron unas horas en su cama mientras limpiaban y después se entretuvieron un rato viendo la vasta colección de juegos grabados que tenía Tobio.
Tal vez sea la noche lo que le afecta. Ni bien se metió el sol, fue como si le hubieran bajado un interruptor. “Es tu obligación hacerme sentir bien, no huyas”, le explicó sin más.
Sea como fuere, están otra vez unidos hasta por el aire que respiran.
Se dedica a besarle la espalda completa, satisfecho por ver las reacciones de su cuerpo ante su toque. Y, como si le hubiera leído la mente, Tobio se da la vuelta.
Los ojos aguados, las pestañas pegadas entre sí y los labios hinchados. Su mano temblorosa que le alcanza y le pide un beso, y cómo su agarre avanza hasta que le acerca todo lo que puede con lo que le hace pensar en una llave de sumo.
“Saca la lengua, cariño”.
Así hace. Le besa como quiere y su cuerpo, una vez más, libera una descarga de oxitocina que le prepara para acoger a Shouyou.
“Mmm… Ah~”
Es cuando Tobio le abraza fuerte en una acrobacia de su cintura y lloriquea desesperado en su oído que Shouyou jura que se siente en el cuerpo de Tobio y en el suyo al mismo tiempo.
Y mientras saborea su lengua, deja su semen dentro suyo en la voz más aguda que ha tenido en mucho tiempo, los dientes castañeando con cuidado de no morder muy fuerte a Tobio y la mente por completo en blanco.
El nudo les vuelve a restringir, pero es la sensación más linda que han tenido. Un poco molesta, no lo van a negar, pero íntima y natural.
“Se siente caliente”.
“Es porque está caliente”.
“Y sigue saliendo”.
A su criterio, se siente casi igual que con un condón, y está seguro que para el cuerpo de Tobio debe ser igual. Pero ahora mismo su pareja se ha quedado como en trance con el culo bien empinado y las caderas meciéndose suavemente a los lados.
“Shouyou~”
“Qué bueno que dejé la otra pastilla debajo de las almohadas”. Suspira, todavía con el corazón en la garganta. “Ten, sácalas y yo te alcanzo el agua”.
Puede ver por un segundo cómo se resiste a aceptarle el blíster, pero piensa que debe ser también porque no ha dejado de temblar y quedaron en una posición de lo más extraña.
“Ugh, ¿por qué están tan grandes?”
“No sé”. Su voz sale muy airosa. Tobio sigue teniendo espasmos y verdaderamente teme que sea capaz de tener otra erección. “¿Puedes partirlas?”
“Umm… Creo que sí”. Él admira el tamaño de la pastilla mientras la mete a su boca. ¿Por qué son más grandes que las pastillas de emergencia para las Beta? “Sabe dulce”, murmura Tobio, pero él sigue pensando en cómo carajos hizo para tragarla.
“Bueno, ahora esperemos”. Toma todo de él no bajar la mirada a su cuerpo. Como está de espaldas a él, podría ver el monumento que es su cuerpo en el mejor de los ángulos. “El instructivo dice que el celo continúa normal, pero, ¿no quieres cortarlo?”
“Pues…”
Le toma desprevenido con esa miradita tímida que le dedica desde abajo. Se apoya en sus codos y sube lo suficiente para girar el torso y verle a los ojos.
“Dijiste que tenías dos semanas de vacaciones, ¿no?”
“Ah… Claro, no lo decía porque no quiero atenderte más”. Aclara rápidamente. “Sólo pregunto porque… Bueno, sigue siendo un periodo de malestar, ¿no?”
“Siempre y cuando me sirvas, no me la paso mal”.
Inevitablemente se ve atraído por sus labios. Rozarle la lengua con la suya hace que recuerde lo que acaba de ocurrir hace meros segundos, pero se reprende y transforma esa lujuria en cariño.
“¡Au!”
“Lo siento. ¿Me moví?”
“Un poco”. Regresa a besarle, pero al poco tiempo le empuja y arruga la cara en disgusto. “Cuando estábamos haciéndolo, quería muchísimo que me anudaras. Y ahora me doy cuenta de que es bastante incómodo”.
“¿Te lastimo?”
“No, pero no me puedo mover bien”. Señala sus piernas. “Quisiera abrazarte así, por completo”. Hace una figura con sus manos que Shouyou no entiende muy bien, pero igual observa cuidadosamente. “¿A ti no te duele?”
“Pues… No. Duele un poco cuando se me baja la sangre, mi piel queda hinchada”.
“Ya veo”. Guarda silencio, le besa la mejilla, pero vuelve a hablar en seguida con una voz de lo más seria. “A mí también me lastima un poco. Es como cuando haces una caca enorme”.
“Ah, ya”. Contiene las ganas de reírse y mejor le peina los cabellos para que no se le haga un almohadazo como el que tenía esta mañana. “Y… ¿Te duele mucho?”
“Pues… Lo normal, supongo. Es la primera vez que me anudas, tendrás que hacerlo más veces para que te pueda dar una buena descripción”.
“Mm”.
Con todo el cuidado posible, Shouyou le ayuda a acomodarse para quedar en una posición más cómoda. No se les había cruzado por la mente, pero que él estuviera todo el tiempo arriba era muy cansado. Así que de lado, los dos en cucharitas, pueden descansar. En silencio, se hacen cariños y se les escapan risitas. Tobio busca su rostro y descansa su frente con la suya. Y a Shouyou le gusta la manera en que eso le hace sentir.
Como que ha hecho algo bien y que sí que se ha ganado sentir esa paz.
Como que va a atesorar este momento de pura ternura entre su Omega y él.
“¿Me ayudas a bañarme?”
“Primero deja que se vaya el nudo, ¿sí?”
“Está bieeen”. Suspira. “Sigo con mi antojo de calamar”.
“Ahora que lo mencionas, estaría bien ir por una bolsa”.
Si no estuvieran anudados, Shouyou igual seguiría a su lado y Tobio igual seguiría mimándole. Aún si no hubiera un nudo que les obligara a estar así de cerca, Shouyou no le hubiera soltado hasta que Tobio hubiera forcejeado con él.
Tienen miedo de que, aún cuando no hay nudos ni marcas ni feromonas mágicas, ellos igual se hubieran encontrado.