Chapter 1: No temas a lo desconocido, rompe la cadena
Notes:
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Chapter Text
❝ Si, en efecto, la vanidad es un defecto. Pero el orgullo, en caso de personas de inteligencia superior, creo que es válido.❞
— Orgullo y Prejuicio; Jane Austen
Draco no hizo ninguna mueca mientras se limpiaba el brazo con una toalla de seda que le pasó Pansy, ella miraba con burla a Theo que estaba tirado en el suelo con los brazos extendidos, alegando que estaba por pasar una mejor vida.
En el combate amistoso hubo más violencia que amistad, pero a ninguno le sorprendió. Draco era el mejor duelista entre sus amigos, mientras que Theo recibió varias heridas con sangre y marcas que de no ser tratadas iban a tornarse moradas. Los únicos que lucían indiferentes eran Crabbe y Goyle que disfrutaban de varios bocadillos haciendo caso omiso al entrenamiento, Blaise estaba de cuclillas junto a su amigo tratando de ayudarlo con los golpes y Pansy continuaba burlándose permaneciendo junto a un tranquilo Draco con apenas tenía un par de gotas de sudor en la frente.
A pesar de la obvia victoria de Draco, este se apartó un poco de ellos para echar un vistazo al hechizo que logró rozar su brazo y quemar la camisa blanca, por suerte no alcanzar a darle, eso significaría que perdió y él odiaba perder. Aquel amargo sabor de derrota le recordaba a cierto chico de horribles lentes redondos y cicatriz en la frente al que nunca podía derrotar, por no mencionar que tuvo el descaro de rechazarlo hace años. Solo pensar en él atrae su mal humor.
Apretó los dientes y el puño en el brazo izquierdo, le dolía ligeramente al tensarlo incluso si apenas sufrió un roce. Eso no estaba en sus aviones, quería terminar el combate sin recibir ninguna herida, como un Malfoy respetable debe hacer.
Draco era un planificador y no le gustaba no saber lo que le deparaba el futuro, sus días de planificación habían sido tirados por la ventana el día que Harry Potter rechazó su mano, desde entonces nada sucede como tiene planeado y ni siquiera sabe qué esperar de un simple primer día de clases que estaba a menos de un par de semanas.
Suspiré, apartándose el pelo rubio de los ojos, solo pensar en Harry Potter lo exasperaba.
¿Tal vez su rencor había durado demasiado? Todavía odia al chico con pasión y detesta su actitud suicida, ¿Cuándo iba a terminar la rivalidad? No era como si estuviera planeando algún tipo de tregua, menos como si fuera a salir de la Mansión Malfoy e ir a Hogwarts para ponerse de rodillas y disculparse por sus acciones, un Malfoy nunca se disculpa, eso nunca sucedería incluso si le pagan —dinero que no necesita porque es billonario —y más importante, ¿Qué haría, qué sería de él, sin joder la existencia de Harry Potter? Son rivales, pronto enemigos, desde el primer día de clases estuvieron en lados opuestos.
¿Qué pasaría cuando finalmente los asuntos de adultos lograran alcanzarlo? ¿Podría atacar a matar si tuviera que hacerlo? ¿ Él sería capaz de hacer lo mismo? ¿Qué pasaría con ese mañana desconocido que se iba a cernir sobre él una vez que estaba del otro lado del campo de batalla? Odiaba admitió que todo esto lo confundía; Tal vez el límite lo asustaba, era algo que nunca dejaría saber en voz alta. ¿Había algo ahí fuera a lo que sería mejor dedicar su tiempo y su vida? En busca de una respuesta miró a sus amigos, Crabbe y Goyle seguían comiendo, Pansy se reía de Theo que seguía tirado en el suelo y Blaise aplicaba hechizos para limpiar la sangre de su cuerpo, al verlos se burló ligeramente.
Le gustaría que el idiota de Harry Potter pudiera ver a los malvados slytherin actuando como adolescentes normales, lejos de la influencia de cierto viejo senil, pero mentras siga con sus estúpidos prejuicios y no quiera cambiar de actitud, Draco tampoco lo hará, y si él No lo hace, los Slytherin mucho menos. Draco no dará el primer paso, no está equivocado, ese es Harry Potter y él debería ser el primero en admitir que lo juzgó mal.
No estaba dispuesto a pasar página y dedicarse al bien común, admitir que fue un tonto, llegar a Hogwarts y actuar como un amigo de los leones suicidas, pero seguramente había algo, algún tipo de actividad a la que podía dedicar su energía y mejorar su vida. Para alguien como él eso es difícil, tiene mucho dinero, un gran poder político, prestigio social, es popular, atractivo, inteligente y un futuro líder, lo único que anhela con todas sus fuerzas es que Harry Potter le de la razón y confirme lo que todos saben, que es perfecto.
—Oye, Draco —Lo llamó Blaise tras limpiar la sangre de su amigo —En qué piensas?
—En lo perfecto que soy —Cinco pares de ojos lo miraron curiosos por sus palabras, pero no sorprendidos —Tengo todo lo que alguien puede desear. ¿No crees?
Crabbe y Goyle se encogieron de hombros, ellos crecieron con Draco y desde una temprana edad fueron testigos de esos arranques de egocentrismo, confianza y narcisismo que tanto caracterizaban a su líder, optaron por seguir comiendo mientras acomodaba los trece Gobstones a un lado de la enorme. sala de entrenamiento de los Malfoy.
Pansy le sonrió a Draco dándole la razón, Blaise suspiro agotado y Theo solo pudo rodar los ojos, tratando de buscar en sus recuerdos la razón por la que Draco es considerado un príncipe de cuentos en su casa.
—Mentira no es —Dijo Pansy encogiéndose de hombros.
—Es cierto —Ir en contra de Draco nunca era una buena idea y Blaise tampoco puede negar que su amigo era el adolescente más prometedor del mundo mágico, claro, si ignoramos a cierto niño-que-sobrevivió —Como estaba sonriendo con tanta maldad creí Estaba pensando en Potter.
—Lo dijo él, no yo —Theo no tardó en rodar lejos de Blaise y Pansy saltó elegantemente hacia atrás junto a Crabbe, los cuatro lograron esquivar el hechizo de Draco con facilidad y Blaise lo desvió hacia una armadura que se desarmó en los aires —Eso fue peligroso.
—Sabía que Blaise iba a esquivarlo —Bajó su varita como si no acabara de atacar a uno de sus amigos sin piedad, fue el turno de Blaise para girar los ojos mientras Draco desviaba la mirada tan altanero como siempre —No arruinen mis últimos días de vacaciones mencionando al cuatro ojos.
—El cielo de unos es el infierno de otros —La severa y conocida voz del profesor Snape sacudió cualquier posible intento de abrir un debate, otra vez, sobre el favoritismo, mezclado con odio, de Draco por el niño-que-sobrevivió.
Snape hizo acto de presencia en la iluminada sala de entrenamiento batiendo su larga túnica negra con cada paso que daba, a diferencia de la que usaba en Hogwarts, esta contaba con algunos detalles plateados en los puños con motivos de tela de arañas que pasaban desapercibidas si no eran iluminadas por el sol.
El profesor admiró la sala que era uno de los pocos lugares de la Mansión Malfoy que no fue sucumbida por las sombras, las habitaciones poco a poco fueron tomadas por invitados de Lucius que en el pasado fueron sus aliados mortífagos. No le parece sorprendente que el lugar que frecuentan los jóvenes sea de los pocos que todavía brillan con inocencia, sus rostros iluminados por la luz que ingresaba por las ventanas y cada uno de ellos sin rastro de malicia en sus rostros, solo un tonto intento de parecer malos e imitar a sus padres, cuando en realidad mantienen esa pureza propia de otros niños.
Fuera de Hogwarts eran adolescentes normales, más caprichosos que otros, aunque también más talentosos.
Cada uno de ellos le dedicó sonrisas con diferentes sentimientos, los torpes de Crabbe y Goyle continuaban comportándose como los guardaespaldas personales de Draco, aunque ahora tuvieran la cara llena de chocolate, Pansy lo miraba con admiración, Blaise mantenía una expresión serena que era todo lo contrario a su madre, los ojos de Draco brillaban al verlo llegar y enderezaba más la espalda, por otro lado Theodore...
—Señor Nott, no estamos en clases, pero quisiera que se levante del suelo —Al instante el chico se puso de pie y le dio un codazo a sus amigos por reírse, Snape limpió el polvo inexistente de sus mangas y no le dirigió la mirada a su alumno —Muestre un poco de decoro.
—Si, profesor.
—Padrino —Draco dio un paso al frente y Snape le dedicó un asentimiento acompañado de una suave sonrisa, casi imperceptible —¿Vienes a ayudarnos con nuestros hechizos?
—No, necesito hablar contigo —Le dijo a su ahijado, mirándolo fijamente, transmitiendo con sus ojos la seriedad del asunto.
Draco no necesitaba de un segundo llamado, apenas vio a su padrino girar sobre sus talones indicando que lo siguiera, lo hizo. No sin antes mirar a sus amigos por encima del hombro y hacerles una sutil seña con la cabeza hacia el lado derecho del cuarto, era su manera de decirles que deben esperarlo en la biblioteca, todos asintieron seriamente y esperaron hasta verlo salir para cumplir con su pedido.
Confían en que Draco les dirá lo que necesiten saber o podrá lidiar con cualquier encrucijada que plantee Snape.
Fuera de la sala, Draco caminaba tras su padrino en silencio, hasta que salieron a un pasillo concurrido y Snape inició una conversación sobre su próximo año escolar y Draco no dudó en seguirle la corriente. Sabe leer entre líneas y cómo actuar, su tío que nunca comienza una conversación casual en público le está pidiendo que finja que todo está bien y no llame la atención, así que eso fue lo que hizo. No era necesario fingir demasiado, adoraba pasar tiempo con su padrino, era la única persona que lo escuchaba de verdad.
Subieron las escaleras y doblaron en el primer pasillo donde fueron acompañados por los murmullos de los cuadros familiares que lo saludaban o le sonreían, sus ancestros mostraban preferencia por él ya que no solo tenía la sangre de los Malfoy, sino de los Black. Descendía de dos familias pertenecientes a los Sagrados Veintiocho, dos linajes muy longevos que se extienden a mucho antes de la época de la cacería de brujas; esa era uno de las muchas razones que tenía el ego tan inflado, diría Blaise.
Snape condujo a Draco hasta su propia habitación, algo que solo dejaba en claro que el tema a tratar era bastante delicado y su padrino lo camuflaba con la excusa de que lo ayudaría a preparar sus cosas para las escuela.
La puerta se cerró con delicadeza, intrigado por lo que estaba por oír o presenciar, Draco giró para ver a su padrino que realizaba dos hechizos diferentes, uno para confundir a cualquier curioso y el segundo para silenciar la habitación en caso de que el primero falle. Aunque fue más sorprendente ver que invocaba una burbuja para mayor seguridad, cada vez Draco estaba más intrigado por lo que estaba pasando y la expresión de su padrino no era precisamente la mejor.
Snape nunca fue expresivo, tampoco es el tipo de hombre que sonríe sin un buen motivo y mucho menos demuestra sus emociones tan claramente. Ahora, ante los ojos preocupados de Draco, se le notaba nervioso, no tenía las palabras necesarias y apretaba con fuerza la varita en sus manos, cada tanto le regresaba la mirada dejando ver su preocupación.
Draco sabía que apresurarlo a hacer algo es estúpido, Snape hablará cuando esté preparado, y con eso en mente esperó pacientemente.
Cada uno tomó asiento en el sofá frente al librero, llamaron a un elfo doméstico que les trajo dos tazas de porcelana con diseño de rosas sobre la cerámica blanca y algunos bocadillos que no fueran demasiado dulces, los favoritos de Snape.
En los siguientes siete minutos nadie dijo nada, pero Draco sintió que su padrino lo miraba mientras bebía té con la elegancia que ha perfeccionado desde los ocho años, imitando a su madre a la hora de sujetar la taza y la postura recta de su padre. Esta vez la sonrisa de Snape habría sido evidente para cualquier persona y los nervios de Draco de nuevo hicieron acto de presencia, abrió la boca dispuesto a preguntarle si deseaba algún bocadillo, pero Snape se adelantó.
—Draco —Susurró en voz baja, una simple palabra, su nombre, cargado de un pesar que nunca antes ha escuchado siquiera de la boca de sus padres —Eres un chico inteligente, sé que sabes que algo está por ocurrir —Se miraron a los ojos con dureza, Snape acusándolo de saber algo que no debería y Draco tratando de mantener el control ocultando la mitad del rostro tras la taza —Tengo razón.
—Si hablas del torneo que organiza el Ministerio de Magia solo lo saben mis amigos y ellos nunca se lo dirán a nadie —Dejó la taza sobre el pequeño plato —De todas formas ya lo sabían, las familias sangre puras están en el Ministerio y se lo dijeron a sus herederos.
—Lo sé —Volvió a suspirar agarrando la taza para beber un largo sorbo.
—Padrino, ¿Qué sucede? No es propio de ti ir con rodeos.
—Tienes razón —Snape enderezó la espalda y Draco hizo lo mismo —Draco, quiero que me escuches y no preguntes cómo obtuve esta información, ni quién me dijo, confía en mí.
—Siempre hay que confiar en la familia —Declaró firmemente, Snape abrió la boca para decir algo y al final no dijo nada, se limitó a mirar a su ahijado con seriedad.
—El regreso del que-no-debe-ser-nombrado se acerca, será inevitable aunque no sé cómo ni cuándo volverá —Las manos de Draco se apretaron sobre sus pantalones, pero no fue intimidado, ha escuchado a su padre hablando con sus amigos al respecto y aunque era escéptico, si Snape lo dice, debe ser verdad —Y Dumbledore lo sabe.
Contrario al estremecimiento del inicio, al oír sobre su director fue inevitable rodar los ojos. Cada vez que recuerda el evidente favoritismo que muestra por Harry Potter y expresa abiertamente su desconfianza a los slytherin, se llena de rechazo, todavía no olvida lo que sucedió en primer año donde ganaron la copa de las casas y a último momento le cedió la victoria a los leones por ser unos tontos suicidas que no pensaban en las consecuencias de sus actos.
¿Cómo pueden premiar la estupidez? Otro de los grandes misterios de Hogwarts. Fue como decir que si los resultados eran buenos, no importaban los medios para llegar a él, pero cuando un slytherin aplicaba la misma fórmula era condenado.
En fin, la hipocresía.
La expresión exasperada de Draco no pasó desapercibida por Snape, que compartía el rechazo que sentía el adolescente por su director. Lo consideraba un anciano manipulador que, a pesar de estar diez pasos adelantados a los planes de sus enemigos, de todas formas decidió dejarlos ser hasta que llegara el momento de aparecer y llevarse la gloria, pero no puede hacer nada en su contra, su libertad depende de Albus Dumbledore.
—¿El viejo tiene algo importante que decir o se hará el misterioso como siempre? —Bufó Draco cruzando las piernas y los brazos.
—Él... —La voz de Snape titubeó, fue evidente aquel detalle, y Draco cada vez estaba más preocupado por lo que fuera a decirle su padrino. Bajó los brazos un poco mirando al adulto que mantenía los ojos cerrados y parecía buscar fuerzas de su corazón para hablar —Dumbledore cree que los slytherin son potenciales seguidores del Señor Oscuro.
—Ajá —No tiene toda la información y esas palabras ya no le gustan —¿Y?
—En un futuro cercano o lejano, estallará una batalla entre los mortífagos y el ejército de Dumbledore.
—Seguramente —Draco se encogió de hombros sin darle importancia, es probable que sus padres luchen, en cuanto a él... todo depende de dónde estén sus lealtades en ese momento. Actualmente no se siente un mortífago hecho y derecho, tampoco quiere pensar en lo que todo eso significa.
—Para reducir el número de seguidores del Señor Oscuro, Dumbledore decidió erradicar a todos los magos y brujas con un núcleo oscuro —Draco se levantó bruscamente del sofá gritando un furioso “¡¿Qué?!” pero Snape siguió hablando sin mirarlo —Y los estudiantes slytherin con padres mortífagos estarán bajo la mira, cualquier acción sospechosa será condenada y con la excusa de ser expulsados, van a ser privados de su magia o encerrados.
—¡No puede hacer eso! —Gritó exasperado sin ocultar la furia, incapaz de quedarse quieto y perdiendo el control sobre sus acciones, Draco empezó a caminar de un lado a otro frente a su padrino que lo miraba en blanco —¿Puede hacerlo? ¿Qué mierda digo? ¡Claro que puede! Es el maldito representante de la luz y tiene no sé cuántos asientos tiene en el Wizengamot y al ministerio de su lado —Se detuvo en medio de su cuarto mirando a su padrino con los hombros temblorosos —¿Él puede? ¿Puede... deshacerse de nosotros?
—Dumbledore es inteligente, buscará la forma de que los potenciales aliados de slytherin sean reprimidos. No puede hacer nada contra sus padres, pero sí con los jóvenes.
—Siempre supe que era un viejo manipulador —Antes de morderse la uña del dedo pulgar, reprimió tan vulgar impulso y apretó los puños.
Ninguno dijo nada por un largo rato.
En los minutos de mutismo, Draco no dejaba de pensar en sus amigos, aquellos con los que hasta hace un rato estaban batiéndose a duelo para presumir lo que aprendieron de sus padres durante el verano y lo mucho que crecieron durante su tiempo alejados.
Imaginó a Pansy llorando sangre por la pérdida de su núcleo, a Blaise condenado por no poder cumplir su sueño de convertirse en sanador, a Theo luchando para que no perder su magia y enviado a Azkaban, también a Crabbe y Goyle que eran capaces de luchar hasta la muerte por no ser reprimidos ni dejar que lo lastimen. Luego estaba Draco, Draco Malfoy, ¿Qué es un Malfoy sin su poderosa y ancestral magia?
Draco se miró las manos, sintiendo la magia de dos poderosas casas nobles corriendo por sus venas. ¿Perderá aquello de lo que se enorgullece tanto? ¿Qué es sin la magia? ¿Cómo va a vivir sin algo que siempre lo acompañó? ¿Dónde queda su identidad como ser vivo si pierde lo que ha definido su existencia? No es nada, no le queda nada, no tiene nada. Perderá a sus amigos, su identidad, su orgullo, será reducido a nada y todo por la paranoia de un hombre que lucha por el bien mayor.
Aunque no quisiera, y mucho menos lo admitiría en voz alta, en medio de la oscuridad de su mente vio una luz materializada en cierto chico de ojos verdes. Es imposible imaginar que ese chico está de acuerdo en participar de semejante exterminio, con todo lo que implica la palabra, Harry Potter no podría haber aceptado semejante plan.
Harry Potter podía ser muchas cosas y tienen sus diferencias, pero nunca apoyaría la muerte de tantas personas, siquiera de los slytherin.
A toda velocidad se formaba un peligroso plan que intentaba cubrir desde todos los puntos de vista, sin dejar ni un solo espacio para el error. Los slytherin eran conocidos por su astucia, todos en su casa lo seguirían e iban a hacerle caso, pero necesita un plan perfecto que supere el ingenio de Dumbledore.
—Padrino —Dijo sin mirarlo, concentrado en su taza de té vacía y maquinando su plan —Mis padres...
—Si ellos saben, harán algo al respecto, pero estarás condenado a ser un mortífago en el futuro —Declaró Snape seriamente atrayendo la mirada de su ahijado —Si ellos te ayudan, pertenecerás a su bando y solo soy 2 hay: El ejército de Dumbledore o los mortífagos.
—Es una condena usar su fuerza —Lo entiende, si recurre a sus padres será protegido, pero también sabe que eso significa que en el futuro cuando el-que-no-debe-ser-nombrado regrese sus padres lo obligarán a tomar la marca. El poder de los Malfoy pasará a manos del Señor Oscuro —Tengo que hacerlo yo.
—Los adultos con núcleos oscuros sabrán defenderse.
—Mis amigos y el resto de mi casa no —Draco entrelazó sus dedos simulando una plegaria sin darse cuenta —El viejo buscará cualquier motivo para condenarnos.
—Draco —Snape apoyó la palma en las manos de su ahijado obteniendo su mirada —Tienes que ser inteligente —Dijo con severidad —Tienes a tu lado una generación destinada a tomar el poder, todos estos años has acumulado el apoyo de tus amigos...
—Porque ellos pertenecerán al Ministerio de Magia, al Wizengamot, a los Aurores —Completó la oración obteniendo un asentimiento.
—Así es, y gracias al Torneo de los Tres Magos habrá mucha audiencia, Dumbledore no podrá hacer un movimiento en contra de los slytherin y los magos con núcleos oscuros —Apartó su mano regresando al sofá frente a Draco —Pero tienes que actuar antes que él lo haga, y para eso-
—No lo digas.
—Necesitas a alguien de su lado.
—Por favor, no lo digas —Suplicó con desesperanza.
—Tendrás que buscar a Harry Potter.
—¡No! —Draco volvió a levantarse, el exterminio de una parte de la población mágica no es tan malo como hacer una tregua con su rival —Harry Potter nunca me ayudará, nunca creerá en mí antes que en Dumbledore. Es tan idiota que seguro si le digo todo esto, irá a preguntarle al enemigo, ¡Así de estúpido es!
—No puedo negarlo.
—Padrino —Se arrodilló junto a Snape como cuando era niño y quería aprender una poción complicada —Admito que Potter tiene complejo de héroe, pero es el cachorro león del anciano, su chico de oro, su protegido, no va a ayudarnos.
—Que bueno que eres un chico astuto y sabrás cómo tener a Potter de tu lado.
—Padrino...
—Odio admitirlo, pero Potter es el único lo suficientemente idiota como para convencerlo de actuar en contra de Dumbledore sin que sepa que está en contra de Dumbledore.
—¿Cómo? —Draco se sentó en el suelo, igual que cuando era un niño y se sentaba frente a su padrino para oír historias sobre sus padres, Hogwarts y leyendas.
—De la misma forma que controlas a los slytherin, controla a Potter.
—Harry Potter es la persona menos controlable del mundo, y a mi me odia, ¡Y yo lo odio a él!
—¿Vas a decirme que en tu ingeniosa cabeza en ningún momento pasó la posibilidad de pedirle ayuda? —Golpeó con suavidad la frente pálida —¿No hay más oportunidad de ganarle a Dumbledore teniendo a su protegido de tu lado?
—Si... admito que hay más posibilidades de esa forma, pero-pero... —Al no tener argumentos cedió a su lado infantil —¡Es Potter! Tendría que humillarme al pedir su ayuda.
—Claro, la muerte de los tuyos a cambio de cinco segundos de humillación, un precio muy alto.
—Padrino, sabes a lo que me refiero. Es Potter.
—Él no necesita saber que buscas su ayuda, hazle creer que él te necesita a ti.
Esas palabras hicieron que los ojos de Draco brillaran con genuino interés, hace mucho tiempo escuchó a su madre diciéndole palabras similares a su padre cuando creían que él estaba concentrado en un libro de pociones que le regaló su padrino.
Cualquier idea que no implique dejar de lado su orgullo por alguien tan ignorante como Harry tonto Potter, era bienvenida.
Snape notó el cambio de actitud en su ahijado. A veces luce como un adulto en miniatura con todos sus modales, excelente vocabulario, comentarios ingeniosos sobre política y conocimientos de antigüedades, y olvida que sigue siendo un adolescente que apenas está aprendiendo sobre el mundo real, que está formando su identidad, sus propios ideales. y eligiendo su lealtad.
Su libertad para elegir no debería ser cortada por el Señor Oscuro o Albus Dumbledore.
Draco escuchaba atento las siguientes palabras de su padrino.
—Ofrece algo que quiera.
—No tengo nada que él quiera —Draco sabe que posee dinero, poder, influencia y belleza, pero Potter desciende de una familia importante a la que no le falta dinero, tiene el apoyo de Dumbledore, por ser el niño-que-sobrevivió, cierta fama y no le interesa el aspecto físico ni materialista, porque sale con la comadreja y la sangre sucia.
—Hazle cree que sí —El ceño fruncido de Draco desapareció, dando paso a una expresión curiosa.
— ¿Como cuando mi madre le hace creer a mi padre que irán a una tienda de antigüedades cuando en realidad lo obliga a ir con ella a comprar vestidos?
—Esa es una analogía que no hubiera pensado, pero si, algo así —Snape no compararía las manías de Narcissa con Lucius en algo tan importante como la manipulación a Harry Potter, sin embargo, en términos simples es como lo describe su ahijado —Draco , tienes mucho de todo, tanto dinero como conocimiento, úsalo.
—¿No me ayudarás?
—Yo tengo una fachada que mantener, estarás solo en esto, a menos que te encuentres frente a un callejón sin salida.
Draco ascendió, sin insistir por la ayuda de una figura adulta, suficiente estaba haciendo su padrino al advertirle sobre los planos de Dumbledore y aclararle que estaría para ayudarle en caso de alguna emergencia.
Los aviones fugaces que pasaron por su mente cambiaban lentamente, esta vez sumando a Harry Potter en sus ideas.
Confiando plenamente en la bondad de Harry Potter, no se sintió tan perdido como al inicio de la conversación. De hecho, hasta se sentía un poco esperanzado por un futuro que todavía no era capaz de visualizar, y lo sentía muy lejano. A cada plan se le sumaba los posibles errores y todas las reacciones que tendría su objetivo.
Aunque nada importaba si no encontraba la clave para el inicio, ¿Cómo convencer a su rival después de hacerle la vida imposible desde los 11 años?
Rogaba porque Harry Potter no sea demasiado rencoroso.
Draco se considera una persona inteligente, sin embargo, necesitará de un poco de ayuda extra si quiere que todo salga bien. Visiones diferentes lo ayudarán a crear el plan perfecto para mantener a sus slytherin a salvo del anciano.
Un detalle en particular hizo que Draco mirara a su padrino con un mohín.
— ¿Significa que debo tratar bien a Potter?
—Me temo que sí.
—Por Merlín —Suspiró pesadamente mirando al techo —Mis amigos van a estar enojados por no poder molestar a los tontos leones.
Notes:
Oficialmente el primer capítulo, habrá muchos contenido de Draco con sus amiguis porque siento que hace falta, pero también veremos mucho cómo se desenvuelve Harry. Voy a tratar de mostrar las dos perspectivas a medida que avanza la historia, por el momento estaremos con Draco 🐍💚
Chapter Text
❝ A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro❞
— Gilbert Keith Chesterton
Esa misma noche, Draco le dijo la verdad a sus amigos después de la cena, aplicando los mismos hechizos de Snape salvo que esta vez en la enorme biblioteca de los Malfoy y cerrando las ventanas dejando solo la luz de las velas.
Los seis amigos estaban sentados alrededor de una mesa redonda con intrincados diseños de serpientes y un florero negro con rosas blancas, cada uno perdido en sus propios pensamientos, procesando la sorprendente noticia que Draco que les dejó caer en palabras simples, sintetizando todo en una sola oración: —El anciano senil decidió acabar con nosotros, y no en el sentido metafórico ni estudiantil.
Fue necesario ser más explícitos al explicarles a Crabbe y Goyle, una vez que comprendieron se quedaron muy callados.
—¿Y si lo matamos? —Propuso Crabbe, ganando un asentimiento de Goyle y un golpe en la cabeza con un libro por parte de Blaise.
Ganas de matar a Dumbledore no les faltan, pero el anciano no era conocido como uno de los magos más poderosos de los tiempos solo por su talento en la manipulación, es alguien capaz de darle batalla al Señor Oscuro.
—Nunca me cayó bien ese viejo —Suspiró Theo apoyando los codos en la mesa.
Mantuvieron el silencio un largo rato, la mente de cada uno de los adolescentes se movía a toda velocidad a la hora de imaginar diversos escenarios donde perdían su magia o eran arrestados por hacer algo imperdonable, porque lo máximo de lo que pueden ser acusados es por acoso escolar, pero nunca llegan al límite de la violencia física y mucho menos sus acciones pueden ser sinónimo de actitudes mortífagas. Se divierten.
Solo son un grupo de amigos perdiendo el tiempo, haciendo bromas a los tontos leones que les son de vueltas, no discriminan entre las artes oscuras y la magia moralmente aceptada por la luz y nunca estuvieron cerca de lastimar, de manera física, a alguien.
Pansy miraba sus delicadas uñas tratando de no mostrar su ansiedad, Blaise guardaba silencio perdido en sus pensamientos y los demás esperaban a que Draco les diera una salida para evitar se atrapados en el juego de Dumbledore.
Para ellos, Draco era la única persona que podría guiarlos en una dirección donde podrán estar seguros y no perderán su magia. Alejarse de sus familias no es una opción, aunque eso disipe las dudas de Dumbledore, siguen siendo adolescentes menores de edad y no tienen derecho para reclamar ninguno de sus patrimonios ni la herencia que les corresponde. Si muestra actitudes en contra de los valores puristas, sus padres van a enviarlos a una escuela especial para reformarlos o irán a un orfanato donde estarán obligados a empezar de cero.
Incluso corren el peligro de ser desheredados si muestran inclinación por alejarse del camino del Señor Tenebroso.
—Tengo una idea —Declaró el heredero Malfoy, a pesar de su buena noticia, su rostro no prometía nada bueno y esa fue la señal para saber que no les gustaría su plan —Pero no les gustará.
—Por como están las cosas, estoy preparado para lo que sea —Dijo Blaise.
—Me temo... que nos tocará ser buenos estudiantes.
—Ya somos buenos estudiantes —La declaración de Pansy obtuvo varios asentimientos. Para bien o para mal, los alumnos de slytherin eran en su mayoría descendientes de familias sangre pura y eso significaba una excelente educación temprana, ellos cumplen a la perfección con esa característica —¿Quieres que donemos a la caridad?
—Oh, hay un orfanato que conozco —Crabbe levantó la mano demasiado rápido, y Goyle silenciosamente le hizo bajarla, aunque el plan no era malo, eso les ayudaría a limpiar su imagen y Draco lo tendría en cuenta.
—Vamos a iniciar nuestra caridad dentro de Hogwarts y ser amables con todos.
—¿Le daremos dineros a los estudiantes pobres como los Weasley? —Pansy frunció el ceño —Hay otros estudiantes que lo necesitan más.
—¿Ser amables con todos en Hogwarts? —Repitió Theo mirando a sus amigos con curiosidad —Yo soy amigo de muchos Ravenclaw, ellos siempre hacen mi tarea.
—Una vez compartí una mesa de la biblioteca con chicos de Hufflepuff —Dijo Crabbe orgulloso de su logro.
—En realidad nos sentamos ahí mientras hacíamos la tarea de Transformaciones y comíamos sus dulces, pero no nos dijeron nada —Goyle no lucia entusiasmado por aquel recuerdo como su amigo.
—Quizás porque estaban asustados —Puntualizó Pansy con obviedad, Crabbe y Goyle no eran precisamente simpáticos a primera vista.
—Oigan —Draco chasqueó los dedos en medio de la mesa, cortando la estúpida conversación y volviendo al tema principal —Me refiero a los tontos leones.
—Morir no suena tan mal —Theo retrocedió en su silla desafiando la gravedad y apoyando la cabeza en el respaldo.
—Paso —Pansy volvió a mirar sus delicadas uñas pintadas de lila.
—Necesitamos tener a esos idiotas nos guste o no, especialmente a Potter.
—Potter nos odia —Señaló Blaise.
—No vamos a llevarnos bien con ellos por siempre, solo necesito que me ayuden a que crean que somos... somos...
—¿Buenas personas? —Blaise enarcó una ceja al ver lo complicado que era para Draco decir la verdad en voz alta.
—Quería usar un término que no fuera ofensivo para nosotros —Hizo a un lado el tema con un gesto desinteresado de su mano —En fin, como todos sabemos, este año habrá mucha cobertura mediática por el Torneo de los Tres Magos y vendrán personas de afuera, es nuestra oportunidad para cambiar nuestra imagen, poner de nuestro lado a esos idiotas, voltear a Harry Potter y escapar del anciano.
—¿Voltear a Harry Potter? —Pansy apoyó el codo sobre la mesa mirando a su amigo de la infancia curiosa —¿Cómo atraeremos al cuatro ojos?
—Pansy, por favor, hasta yo lo entiendo —Goyle apoyó su mano en el hombro de la chica —Tus dotes femeninos van a seducirlo.
—¿Qué? —Asustada por la posibilidad de tener que seducir a Potter, buscó ayuda en Draco, apretando con fuerza su brazo y haciendo uso del papel de damisela asustada —Dime que no es cierto Draco, Potter no me gusta, siquiera me parece lindo. Es un nerd. ¡Vas a quemarme frente a toda la escuela y la sociedad mágica!
—Nadie va a seducir a nadie —Esta vez Draco fue quien golpeó a Crabbe con el libro y acarició la espalda de su amiga —Yo me encargaré de eso, necesito que ustedes cubran terreno con el resto de los Sytherin, este año seremos... seremos...
—¿Buenos? —Preguntó Blaise de nuevo, un poco más relajado que al inicio de la conversación.
—Usemos otro términos, se siente como si aceptáramos que somos malos.
—¿Y no lo somos?
—No somos malos, Pansy.
—Somos millonarios, atractivos, lógicos, odiosos y simpáticos —Declaró Theo con las manos tras la nuca —Abreviado: M.A.L.O.S.
—Um, perdón creo que me perdí en la conversación —Susurró Crabbe atrayendo la mirada de Draco, que agradeció la oportunidad de volver a desviar el desvarío de sus amigos al punto principal.
—El primer día de clases nadie molestará a ningún león, también debemos convivir con miembros de otras casas, principalmente los que sean herederos del Wizengamot —Cada uno asintió, Draco fue en busca de pergamino, pluma y tinta para escribir los nombres de las personas que deben atraer a su lado, incluyendo a los que son cercanos a Dumbledore —No me importa si es a través de grupos de estudios, tampoco piensen que están perdiendo cara por pedir ayuda a otros, ofrezcan ayuda si es posible, nada de agravios verbales y, aunque no me guste, ningún comentario sobre la pureza de la sangre.
—Pero los sangre sucia-
—Ya no más —Draco cortó las palabras de Crabbe sin titubear —Hay que limpiar nuestros nombres.
—¿Y si creen que lo hacemos por popularidad o porque hay cobertura de periodistas? —Pansy recibió una lista con algunas chicas de Hufflepuff a las que no conocía, a excepción de Susan Bones que es heredera de un asiento del Wizengamot.
—Sean buenos incluso si los tratan de mentirosos, solo podemos ser nosotros mismos en la sala común —Continuó explicando Malfoy mientras pasaba una lista de personas a cada uno de sus amigos, Blaise frunció el ceño al no reconocer ningún nombre, salvo el de los gemelos Weasley.
—¡¿Me toca Luna la lunática?! —Exclamó Theo horrorizado por su objetivo principal —Ella es rara, está loca, por algo le decimos lunática.
—No más comentarios como esos en público, ¿Queda claro? —Draco pasó dos hojas más a Crabbe y Goyle, pero mirando con molestia a Theo —Y quiero que te acerques a Lovegood porque es hija de Pandora Lovegood.
—¿Y?
—Pandora fue la mejor amiga de Regulus Black, mi madre una vez dijo que poseía habilidades extrañas, Pandora tenía... vestigios del futuro.
—¿Ella sabía lo que iba a pasar? —Preguntó Blaise intrigado.
—No, el futuro está en constante cambio o eso decía Pandora Lovegood según mi madre, pero era capaz de ver fragmentos de futuros posibles —Draco volvió a tomar asiento para continuar escribiendo algunas indicaciones sobre los propios Slytherin con los que iban a comunicarse, pidiéndoles que no llamaran la atención el primer día porque después de la cena de bienvenida habría una reunión importante para todos y nadie debía faltar o llegar tarde —No sé si Lovegood tiene las mismas habilidades, pero si su locura se debe a algo especial, nos conviene tenerla cerca.
—No es por ofenderte, pero creo que este es el plan más ridículo que jamás se te haya ocurrido —Gruñó Blaise leyendo los nombres de su lista con rechazo, la mayoría eran Gryffindor, sabe que Draco lo dividió de esa forma porque es el más “tolerante”. Eso no significa que esté feliz de estar cerca de cualquier Weasley, en especial los gemelos problemáticos —¿Una amistad con ellos nos salvará?
—El poder que ellos tienen y está a manos de Dumbledore nos salvará —Respondió Draco sin levantar la mirada.
—Sorprendente, viniendo de ti. Normalmente eres el primero en buscar cualquier excusa para molestar a Potter —Apuntó Blaise recibiendo la primera carta dirigida a los de su curso.
—No es mi culpa que Potter me saque de quicio.
—Si te saca de quicio, ¿Cómo vas a lograr que esté de tu lado? —Preguntó Pansy recibiendo la carta para los alumnos de sexto y séptimo.
—Tengo un plan.
—¿Necesitarás ayuda? —Preguntó Crabbe aceptando con Goyle la carta para los de segundo y primero, Draco sabe a qué se refieren sus amigos, hablan de una ayuda violenta.
—No, voy a ir solo para que baje la guardia.
—Y lo matas —Dijo Theo, aunque nadie está seguro si lo dice en broma o de verdad.
—Creí que te gustaría este plan —Draco dejó de escribir la carta dirigida al elfo doméstico de los Black para mirar a Theo con altivez —Te interesa cualquier cosa remotamente femenina y Lovegood no es desagradable para la vista.
—Cierto, pero las lunáticas no son mi tipo.
—¿Ahora te interesa la personalidad de las chicas? —Bufó Goyle codeando a Pansy sentada a su lado, ambos se burlaron de su amigo.
—Theo, no puedes mirar a ninguna chica sin mirar sus tetas —Dijo Crabbe provocando varias risas en sus amigos, incluso en Draco que sonrió de lado antes de retomar la escritura de su carta —¿Quieres que te cambie a la lunática por alguna de las Patil?
—Paso, no quiero tener drama con gemelas de nuevo.
—Entonces, ¿Cómo nos acercamos? ¿Simplemente somos buenos con ellos? —Preguntó Blaise, quien ya había recuperado el buen humor y consiguió disipar el miedo con los comentarios tontos de sus amigos.
—Solo Merlín sabe lo que realmente Draco está planeando.
Theo apoyó el mentón sobre su palma mirando de reojo a Draco, que se negaba a regresar la mirada, pero la pequeña sonrisa en sus labios era prueba de que tenía varios secretos que no estaba dispuesto a compartirles de momento y solo los iba a usar para lo que ya les ha dicho.
—Todo me parece jodidamente loco.
—Ni lo digas, ¿Cómo diablos voy a hacerme amiga de la sangre sucia? No tengo idea, ella es insoportable y siempre quiere demostrar que tiene las respuestas para todo —Farfulló Pansy apoyando la cara entre sus brazos sobre la mesa, tratando de hacer su mejor mueca triste para conmover a Draco, lo cual nunca funcionaba.
—Nunca pensé que diría esto, pero no la molesten y tampoco a la comadreja, por ahora sean amables —Señaló a cada uno con la pluma que tenía rastros de tinta en la punta —Lo que significa no buscar peleas con ellos, simplemente sean estudiantes normales, ayuden si es posible, compartan con otros y, mi parte favorita —La sonrisa maliciosa de Draco hizo acto de presencia, tan brillante, venenosa y hermosa como siempre, provocaba en ellos un estremecimiento por la expectativa y la emoción —Destruyan poco a poco el sistema de las casas.
—¿Destruir el sistema de las casas? —Pansy intercambió una mirada curiosa, Crabbe y Goyle buscaron respuestas en Blaise que elevó los hombros.
—Estoy interesado, pero no entiendo el punto —Theo dejó de desafiar la gravedad y se enderezó en la silla.
—¿Qué es lo que realmente quieres hacer? —Quiso saber Blaise lleno de curiosidad.
—Lo que me dijo mi padrino hizo que pensara en Hogwarts, en lo que llevó a Dumbledore a tomar esa decisión, en qué se apoya para que su idea de exterminio sea aceptada y nuestra vida en general —Durante la explicación acabó de escribir la carta para Kreacher —Y creo que el sistema de casas es basura.
—Pero...
—Nos condenan por ser Slytherin, solo por serlo no podemos ser nada más, estamos condicionados en el momento que somos seleccionados —Dobló la carta para el elfo doméstico dirigiéndose a la ventana, esperando a que su lechuza se acercara al sentir que lo llamaba a través del lazo mágico —Y me di cuenta de que tenemos todo lo que queremos, a cambio de nuestra libertad —La lechuza real hizo acto de presencia y Draco le acarició las oscuras plumas con cariño —Somos de Slytherin, somos los malos, a los ojos de Dumbledore es innegable y no disipa dudas frente a los demás, sino que aviva las llamas. Necesita que haya alguien “malo” para que él sea “bueno”.
—¿Y de pronto te invadió el deseo de cambiar? —Theo giró sobre la silla quedando con el torso apoyado en el respaldo, mirando el perfil de su amigo.
—Claro que no —Bufó Draco atando la carta a la lechuza y viéndola atravesar las protecciones sin problema, sus padres no tienen motivos para desconfiar de él, así que puede moverse libremente —Solo odio darle la razón al anciano y sentir que tiene poder sobre mi —Miró a sus amigos por encima del hombro —¿No quieren demostrarle que no es tan omnipotente como él cree?
Blaise y Theo intercambiaron una mirada cómplice, mientras que Pansy apoyaba el rostro entre sus manos observando a Draco con profunda admiración y Crabbe y Goyle asentían a sus palabras, para ellos el único camino seguro era el que indicara Draco. Ya sea como mortífagos, al lado de la luz o completamente a ciegas.
Como herederos de sus respectivas y honorables familias, que seguían un largo linaje como guardianes de los Malfoy, cumplirían el lema de su familia al proteger a la persona por la que estaban destinados a nacer. Tal como sus padres cuidaban de Lucius Malfoy y su esposa, ellos eran leales a Draco Malfoy.
No había un contrato mágico o alguna ley familiar, tampoco les importaba tanto la tradición, sino que al crecer juntos y con la idea de lo que estaban destinados a ser, el lazo de protectores y protegido surgió de manera natural.
Draco le regresó la sonrisa a sus amigos.
Intentaba mostrarse relajado por fuera, como si tuviera todo bajo control, cuando en realidad todo dependía en si lograba que Harry sintiera curiosidad por él. La confianza se desarrolla poco a poco, haría todo lo posible para ganarse su lealtad y que lo apoye cuando sea necesario, hasta entonces tendrá que hacer lo que pueda para estar en su mira y entablar una amistad. Lo que no consiguió por las buenas a los 11 años, ahora tendrá que forzarlo, sin llegar a perder la dignidad y rogarle por su atención, por supuesto.
En caso de fallar... no, siquiera puede pensar en esa posibilidad, debe conseguir el apoyo de Harry Potter a como dé lugar. Cuando recibiera una respuesta de Kreacher pondría en marcha el siguiente paso de su plan.
Primero debe entablar las bases con los slytherin y sus amigos iban a ayudarlo con ello, en segundo lugar debe averiguar todo lo posible sobre Harry Potter y su familia, el siguiente paso sería atraer su atención (sin recurrir a insultos) y, si todo sale bien, entablar una amistad lo suficientemente fuerte como para que Harry acepte ayudarlo en caso de que el plan de Dumbledore se mantenga en pie aunque la actitud de los Slytherin cambie.
No es complicado. Harry Potter es un chico de mente simple al que podrá acercarse si acepta ceder un poco y no insultarlo de ninguna forma, incluyendo a sus amigos y cualquier persona que frecuente.
Y será divertido ver a Harry descubriendo la verdad de su protector, pensó distraídamente admirando el cielo nocturno repleto de estrellas.
El sonido creado por las cuerdas del violín blanco de Draco llenaban la habitación, la melodía era poderosa, elegante y agresiva, tal como él, intentaba ocultar el huracán de sentimientos que había en su interior y arrasar con todo a su alrededor.
Tocar el violín siempre lograba mantenerlo en control, solo necesitaba concentrarse en el sonido y asegurarse de crear la melodía perfecta para encantar a las personas, incluyendo a su propia y perturbada mente, llena de todos los peores escenarios que lo esperarían al volver a clases.
Cuando vio a Harry Potter y sus amigos en la Copa Mundial quiso actuar bien, no decir nada agresivo y acercarse de forma natural, pero su padre tuvo que abrir la boca en contra de los Weasley y a él no le quedó otra alternativa que fingir que los animadores de cada equipo eran mucho más interesantes. Luego, para empeorar todo, la marca tenebrosa en el cielo emergió y el ataque de los mortífagos acabo por arruinar la noche.
Se preocupó tanto por sus padres que no le dio importancia a Harry Potter, y su preocupación no era por el miedo a que los lastimaran, sino por la alta posibilidad de que ellos fueran parte de los enmascarados que comenzaron a atacar e incendiar las tiendas.
Ya era 31 de agosto, exactamente un día después desde que Draco decidió fingir que no estaba enterado de las acciones de sus padres de la noche anterior donde mortífagos atacaron después de la Copa Mundial de Quidditch, un día antes de su primer día de clases, un día antes de iniciar con su plan para desenmascarar a Dumbledore, apenas un día antes de comenzar de nuevo con la esperanza de darle una primera, o segunda-primera, buena impresión al imbécil de Harry Potter. Ahora su estrés estaba en lo más alto, su plan de iniciar bien ya tiene un fallo y esta vez ni siquiera era culpa del cuatro ojos, o suya, sino que se trataba de algo que estaba fuera de su control.
Las últimas notas del violín recorrieron la habitación liberando el estrés que Draco había acumulado desde la noche anterior y un par de aplausos hicieron acto de presencia.
Mantuvo los dedos sobre las cuerdas a pesar de ser consciente de la figura a sus espaldas, el poder mágico de su madre era algo que podía reconocer con facilidad, igual que el del resto de su familia y amigos, incluso de algunas personas irrelevantes en su vida que tienen más poder del que presumen. No volteó al instante porque temía que al hacerlo su madre pudiera notar sus emociones.
Desde una temprana edad le enseñó que debe controlar las facciones de su rostro, sus sentimientos y todo lo que pudiera dar un indicio de lo que hay en su corazón. Los Malfoy siempre debían ser orgullosos y transmitir confianza mientras que los Black eran elegantes, misterios y fuertes; y por las venas de Draco corrían ambas líneas de sangre, lo que aumentaba el sentido del deber, en algún punto su madre se preocupó de que fuera el único Black de la línea masculina y que eso trajera dificultades legales a los Malfoy, pero con el regreso de su tío Sirius Black ya no era un asunto tan importante y de rápida solución. Sirius continuaba siendo un convicto, pero Narcissa afirmó que estaba convencida de que eso pronto cambiaría.
Sea lo que sea que quiso decir, tanto Lucius como Draco confiaron en su palabra, aunque Narcissa fuera considerada una sombra de su esposo y alguien que no está en el centro de la atención política, a pesar de su considerada fortuna y apellido de renombre, a los ojos de quienes conocían a los Malfoy de cerca sabían que era una mujer de temer.
Draco bajó el violín de su hombro y fue hasta el estuche de terciopelo verde con el símbolo de su familia sobre la cubierta, mientras guardaba su instrumento junto a las partituras y el arco sintió las delicadas manos de su madre sobre los hombros.
—Mi dragón —Susurró con amor, apoyando su cabeza sobre la de su hijo dejando un casto beso en los rubios cabellos —¿Hay algo que te moleste?
—No —Mentir es inútil, pero fue un impulso, y supo que ella no le creía porque pudo oír una suave risa.
—Está bien si no quieres hablar —Narcissa continuaba acariciando el cabello de Draco cuando este volteó para encararla con aquella expresión serena y fría que coincidía a la perfección con la de Lucius, ella le acarició la mejilla con ternura sin dejar de sonreír maternalmente —¿Hay algo que quieras preguntarme?
La mirada de Narcissa era tan maternal, dulce y amorosa como siempre, su cabello rubio que alguna vez fue señalado por ser poco común en los Black se hallaba atado en un moño alto con pequeñas trenzas a cada lado, lucía los mismos trajes elegantes que tanto la caracterizan, una falda larga y ajustada de color negro con detalles plateados en un costado, una camisa blanca y una chaqueta cuello alto con un broche esmeralda que fue un regalo de Lucius por su primer aniversario, un regalo que contenía magia protectora y Narcissa siempre llevaba encima.
A los ojos de Draco, no hay nada diferente en su madre. Nada.
Sin embargo, después de hablar con su padrino, saber lo que planeaba hacer Dumbledore, confirmar ciertas dudas sobre el regreso de cierto individuo y la condena que los persigue, tiene una visión diferente de la vida. Sabe lo que viene, intentó verse confiado con sus amigos tal como su padre lo hace con sus aliados, pero en el fondo Draco estaba asustado.
Antes de saber la verdad su única preocupación era elegir la mejor ropa, crear bromas ingeniosas contra los tontos gryffindor, a veces perder el tiempo con sus amigos, continuar siendo uno de los mejores estudiantes y seguir los pasos de su padre. Complicaciones simples para un mago de la alta sociedad.
Por primera vez desde que ingresó a Hogwarts, quiere ceder a su lado infantil y pedirle ayuda a su madre.
Él confía en ella, sabe que lo ama, no hay mentiras en sus ojos cuando se lo dice, no siente frialdad en sus abrazos, siempre le envía cartas y regalos en tiempos de clase. Lo sabe. Es su madre.
Cree en su propia madre, la ama, pero hay algo que le impide abrir la boca para pedirle ayuda. Al quedarse mirando fijamente a su madre intentaba adivinar qué era eso que le impedía confiar completamente en ella y dejar todo en sus manos, Draco sabe que si Narcissa se lo pide a Lucius, él iba a hacer todo lo posible por ayudar a los Slytherin, aunque eso signifique buscar protección con el-que-no-debe-ser-nombrado.
Draco vio aquello que le impedía confiar, pudo verlo cuando su madre miró sobre su hombro en dirección a la puerta, oyendo a lo lejos la voz de Lucius conversando con sus compañeros de trabajo y ahí estaba la sonrisa, el total amor, la devoción de Narcissa que disimulaba tan bien.
Aquello que le impedía confiar en su propia madre era algo que él también posee, la sangre Black. Narcissa podrá tener el apellido Malfoy, pero sigue siendo una Black, y ellos fueron una familia de muchos rumores.
Algunos más peligrosos que otros, y no faltaban aquellos que eran considerados más que rumores, leyendas urbanas en el mundo de los magos.
Eso sucede cuando una familia longeva de tanta importancia como los Black existe. Draco lo supo porque Pancy se lo preguntó de niños durante una fiesta de la alta sociedad, quiso saber si los rumores de los Black eran ciertos, y Draco fue con su madre para averiguarlo. Conocer una verdad que podría ser mentira, una casualidad, una maldición o simple mala suerte en la familia, así supo que había algo.
—Madre —Draco sabe que es inútil y, de todas formas, quiere intentarlo. Su madre voltea a verlo con el mismo cariño de siempre —Una vez dijiste que los Black no deben enamorarse.
—Oh —Los ojos de Narcissa al principio se notaron preocupados, su expresión pasó a una de resignación acabando por sonreír tal como cuando acompaña a Lucius en las fiestas elegantes del trabajo y debe convivir con personas que no conoce o le caen mal —¿Estás seguro de que es amor?
—Yo no estoy enamorado —Es la última de sus preocupaciones —Solo recordé que dijiste eso, pero no entendí.
—¿Sientes curiosidad por los Black como cuando eras niño? —Narcissa desvió la mirada a un arreglo floral de rosas blancas, con espinas, a ella nunca le gustó cortar las espinas de las rosas.
—Un poco.
—Los Black no deben enamorarse porque sienten emociones más fuerte que otras personas, no sé porqué, pero es preferible que no lo hagamos —El hagamos resonó en la mente de Draco y quiso refutarlo, era una frase hipócrita, porque ella estaba enamorada. Narcissa pareció leer a su hijo y no parecía enojada, sino un poco divertida —Sucede que cuando un Black se enamora es capaz de tener a todos en contra con tal de poseer a esa persona y eso puede tener graves consecuencias.
—¿Hablas por la tía Bella y la traidora a la sangre?
Una de las hermanas de Narcissa, Bellatrix Lestrange desarrolló un enamoramiento enfermizo por el-que-no-debe-ser-nombrado, casi una obsesión y eso la llevó a Azkaban, explotando su locura ya existente, mientras que la otra hermana mayor se enamoró de alguien que no le convenía y acabó abandonado a toda su familia.
Entiende lo que quiere decir su madre, lo comprendió de niño, aunque hay otra razón para traer un asunto del pasado a la actualidad.
—Así es, por alguna razón cuando un Black se enamora suceden desgracias.
—¿Sucedió lo mismo contigo?
—Claro que no —Dijo con confianza en sí misma —Yo tuve buena suerte, tu padre cumplía con las condiciones para ser aceptado, compartimos ideales y supe jugar mis cartas para tener autonomía sobre mi relación —Volvió a acariciar la mejilla de Draco —Y la educación de mi hijo.
—Madre —Draco hizo todo lo posible para no mostrar el miedo —Entre tus ideales y mi padre, ¿A quién elegirías?
—A tu padre —No dudó en responder.
La seguridad de Narcissa se reflejaba en sus ojos, la imperturbabilidad en sus hombros, la postura serena y la sonrisa confiada que no desaparecía de sus delicadas facciones.
Y había algo más, si, la ferocidad de la que Draco ha escuchado hablar en rumores. Los Black tenían un aura oscura, algo feroz en su interior, como un demonio durmiendo tranquilo en las profundidades de sus ojos y que esperaba el momento para actuar con violencia. Solo dormía en espera de un motivo para despertar y arrasar con todo.
Esa era una de las muchas razones por las que todos los Black eran intimidantes, oscuros, peligrosos, violentos, una promesa de dolor y condena.
—¿Y... entre mi padre y yo?
Narcissa no detuvo las caricias en la mejilla de Draco, tampoco apartó la mirada y no se vio intimidada por la pregunta de su hijo. Gracias a que Draco creció imitando tanto a su madre como a su padre, supo que ella en el fondo esperaba esa pregunta y estaba preparada, o al menos aparentaba que lo estaba.
Apartó la mano del rostro de su hijo entrelazando sus dedos sobre la falda, mirando al adolescente frente a ella con una mirada comprensiva.
En lugar de responder, se dirigió al florero con las rosas blancas y le entregó una de las flores a su hijo, quien la aceptó dubitativo, siendo cuidadoso de no tocar las espinas, de lo contrario iba a ser incómodo en sus clases de Pociones. Sin embargo, para sorpresa de Draco, su madre sostuvo con fuerza su mano y le obligó a mantener el agarre sobre las espinas clavando algunas de ellas de manera superficial sobre su palma, no era un dolor insoportable, las espinas no tenían suficiente fuerza para atravesar su piel, aunque continuaba siendo incómodo.
Cuando Narcissa se apartó lo hizo sin dejar de sonreír con cierta condescendencia y Draco sostuvo la rosa con su mano sana, mirando la palma lastimada con frustración, había raspones rojizos que ardían, y que seguramente arderían mucho más cuando tocara cualquier ingrediente para las pociones.
Miró a su madre en busca de una explicación.
—Cuando te enamores, te haré la misma pregunta —Recogió otra rosa, olfateando su aroma —Estoy segura que me darás la misma respuesta que yo quiero darte.
—Madre.
—No quiero saber lo que pasa por tu cabeza —La solicitud fue hecha con un hilo de voz, casi una súplica, y de nuevo Draco pudo leer entre líneas. Su madre no quería decir en voz alta lo que él sospechaba y menos estar en una posición donde deba mentirle a su padre —Recuerda que eres un Malfoy y un Black. No te pierdas en el amor.
Draco vio a su madre saliendo de la habitación con la rosa en una mano, pudo escuchar de nuevo la voz de su padre a la lejanía.
Volvió a girar hacia el estuche de su violín, a un lado de la mesa con el florero de rosas blancas con espinas y acarició con la punta de los dedos los pétalos de una de las flores, antes de regresar su mirada a la que mantenía en su otra mano.
Ya no tiene dudas.
Las verdades, como las rosas, tienen espinas; y si quiere salvarse, tendrá que evitar pincharse y no caer esclavo de los tallos con afiladas espinas, o estará atrapado en la maldición de los Black.
Una maldición llamada amor.
Notes:
La canción que Draco interpreta en violín es la siguiente, quise buscar algo que demostrara su habilidad con el instrumento y mantuviera esa elegancia que tanto lo caracteriza: https://youtu.be/-ZP8f2xTde8
Chapter Text
❝ Hay tres clases de amistad y enemistad, estas son por preferencia, por necesidad o por placer y dolor❞
— Claudio Ptolomeo
Finalmente llegó el primero de septiembre donde los alumnos de Hogwarts subían a los vagones del tren que los llevarían al castillo. Los nuevos alumnos lucían emocionados, otros ya estaban acostumbrados a las despedidas dramáticas de sus padres, y luego estaban los Slytherin que pasaban entre todos sin mirar a nadie.
No es que fuera inusual su indiferencia, pero la falta de acción de Draco cuando pasó cerca de los Weasley y se abstuvo de hacer comentarios, al igual que sus compañeros, atrajo algunas miradas.
De hecho, ninguna de las serpientes de Hogwarts miraba a otros que no sean de su propia casa; y Draco no podía estar más satisfecho con sus esfuerzos. Tantos años formando lazos con la nueva generación mágica, yendo a aburridas fiestas para mantener un trato cordial, su esfuerzo por ser alguien influyente y la ayuda fiel de sus amigos daban frutos. Incluso los recién llegados de familias sangre pura, pese a no entender lo que pasaba, hacían caso a las órdenes de un Malfoy porque fue una solicitud del heredero y sus padres les enseñaron a quedarse de su lado bueno.
Uno a uno los Slytherin ingresaron a su vagón correspondiente.
Era un privilegio utilizar un vagón exclusivo que no compartían con ninguna otra casa, ¿Nepotismo? Tal vez, pero nadie iba en contra porque al final del día los Slytherin continuaban teniendo a la mayor parte de los herederos de familias privilegiadas y mejor acomodadas de la sociedad mágica.
Cuando Draco estuvo dentro del vagón pudo captar algunas miradas curiosas, sin embargo, su atención estaba puesta en sus propios pensamientos.
El Expreso de Hogwarts que antes era un simple vehículo a la escuela, aquel mágico tren que se movía entre dos mundos, ya no se sentía de la misma forma, ya no era un suspiro de nostalgia y promesa por una vida escolar entretenida. Sus vagones, como cápsulas del tiempo, que respiran historias y secretos mientras atraviesan los campos ondulantes de la campiña británica, ya no eran tan cómodos.
No es que el expreso haya cambiado, todo lo contrario. En su interior, la madera desgastada por los años que abraza a los jóvenes brujos y brujas con un abrazo cálido sigue igual, las ventanas, empañadas por la respiración de los sueños, revelan panoramas cambiantes: Bosques verdes, ríos serpenteantes y colinas que parecen susurrar secretos al viento, el mismo paisaje que ha visto cientos de veces. Los asientos, tapizados en terciopelo rojo, guardan las risas y confidencias de generaciones. En cada banco, tres personas se enfrentan, sus miradas llenas de expectación, y cuando Draco llega donde lo esperan Pancy, Theo y Blaise, reafirma que nada ha cambiado, el que cambió fue él.
El traqueteo del tren acompaña sus pensamientos, como un coro de hadas invisibles mientras sus amigos comienzan a hablar sobre sus vacaciones cumpliendo con el papel de aparentar que todo estaba bien mientras estuvieran en público, Crabbe y Goyle acomodan las maletas de Draco y las propias, para luego unirse en los asientos mientras hacían el mismo debate de siempre sobre qué dulces comprar primero, ignorando los llamados de atención de Draco sobre que no deben comer demasiado o no podrían cenar.
Normal, siempre normal, mostrando la misma arrogancia mientras los demás se acomodaban.
Por los pasillos, el aroma a chocolate caliente y libros viejos se entrelaza con el eco de risas y susurros. Las lámparas de gas parpadean, pintando sombras en las paredes y en cada rincón, las mochilas y búhos esperan su destino, como guardianes silenciosos de los secretos que viajan con ellos, Draco dividía su atención en la ventana sobre la tenía apoyado su codo y la historia compartida de Theo y Pansy sobre su travesía en una fiesta de sus padres donde conocieron a algunos candidatos para su futuro matrimonio.
Goyle cerró la puerta de la cabina, con su vidrio esmerilado que ofrecía una vista tenue del pasillo. A través de ella, los pasajeros vislumbran a sus compañeros de viaje, sus ojos no transmitían la ansiedad que corría por sus venas y la necesidad de comenzar a hablar de lo que realmente les interesa.
Y así, mientras el tren avanza, la magia fluye en cada rincón. Los relojes parecen detenerse, y el tiempo se convierte en un hilo dorado que une pasado, presente y futuro, el corazón de Draco y sus amigos late al ritmo de las ruedas.
El Expreso de Hogwarts, ese puente entre mundos, se convierte en algo más que un tren que simbolizaba un viaje hacia la esperanza, la amistad y la aventura, ahora es su camino hacia un campo minado donde tendrían que usar todas sus habilidades para salvarse antes de que sea muy tarde. Se enfrentarían desde las sombras con uno de los magos más poderosos de la historia e intentarían ganarle, la peor parte, es que ninguno estaba realmente preparado y el único que transmitía confianza, era Draco, quien en el fondo seguía dubitativo sobre algunos puntos de su plan.
Los primeros minutos continuaron con su papel, hasta que vieron a Draco haciéndole una señal a Theo con la cabeza indicando que era el momento.
—¡Y pasó algo mucho más increíble! Esperen —Fingiendo que continuaban con la misma charla sobre su conquista de verano, Theo aplicó un hechizo silenciador en la cabina y Draco lo fortaleció desde el interior —Soy tan bueno en esto, el maestro de la confusión.
—Eres el maestro de los idiotas que solo saben pensar con el-
—Pansy —Draco guardó su varita e hizo callar a su amiga que estaba por hacer un comentario vulgar, ella se encogió de hombros —Bueno, al punto.
—Espera, ¿Podemos pedir Calaveras de Chocolate? —Preguntó Crabbe cortando las palabras de Draco.
Su acción hizo que el silencio cayera en la cabina, Goyle lo golpeó en el hombro por interrumpir a su líder mientras estaba hablando y Crabbe se disculpó, aunque no lucía genuinamente arrepentido.
Draco comenzaba a pensar que ya no intimidaba tanto a sus amigos, y no sabe cómo sentirse al respecto.
—No —Respondió fríamente, aunque luego Theo sacó algunas Calaveras de Chocolate de su bolso.
—Linda cartera de mujer —Se burló Pansy mirando la bolsa que Theo llevaba colgada sobre el torso.
—No es de mujer.
—Mi mamá lo compró hace poco —Dijo Blaise mirando a Theo.
—¿Qué? ¿De verdad es de mujer? —Los ojos de Theo se abrieron con sorpresa, mirando la bolsa de otra manera, se la sacó para tirarla a los brazos de Pansy que lo recibió gustosa —Te lo regalo.
—Gracias, ya no quedaban de color púrpura —Pansy admiró su nueva adquisición con felicidad, su padre le recortó la mesada por haber gastado mucho dinero en el verano en ropa y regalos para Draco, así que no pudo comprar ese bolso cuando salió a la venta —Draco, ¿Te gusta?
—Te queda bien —El heredero Malfoy suspiró, sin creer que de ellos depende su futuro y el de muchos otros, pero ya era tarde para formar otras amistades convenientes —¿Alguien necesita algo más? —Preguntó irónicamente, levantando la mano al instante frente a Theo —Es una pregunta retórica.
Muchos creen que Theodore Nott es un enigma, un estudiante de Slytherin con conexiones oscuras y un pasado misterioso. Su presencia en Hogwarts está llena de intrigas y promesas de secretos, así era para Draco hasta que se conocieron, fue de los primeros en no sentirse intimidado por su apellido e influencia. Decidió mantenerlo cerca porque pertenece a una familia de magos de sangre pura, una de los Sagrado Veintiocho, también tiene un estatuto similar al de los Malfoy en la sociedad mágica.
Pansy, por otro lado, es su amiga de la infancia y con quien tiene casi tanta historia como Crabbe y Goyle, ella no solo era una candidata para ser su prometida en el futuro sino que entablaron una amistad donde esa posibilidad de casarse no era tan horrenda. Pansy era la única chica del grupo, y entre los slytherin, la consideraban muy buena amiga de sus compañeros de casa y popular con las chicas, siendo cercana a Millicent Bulstrode, Tracey Davis y Daphne Greengrass, en poco tiempo actuaba como como líder del grupo de las chicas de slytherin.
Ella y Draco eran mezquinos y tenían una considerable influencia y poder dentro de su grupo de amigos y se sirvieron de ese poder para intimidar a otros estudiantes; ahora les tocaba usar esos mismos encantos para poner de su lado a los alumnos de Hogwarts.
Y Blaise fue el último en unirse a ellos. Cuando comenzaron el primer año era introvertido, se mantenía en las sombras, y Draco sabía que era por todos los rumores a su alrededor debido a su madre, una bruja famosa por casarse siete veces con magos muy ricos que acabaron muriendo en extrañas circunstancias. Draco fue el primero en acercarse porque, más allá de los rumores, Blaise era el heredero de todo el oro que su madre acumuló con sus matrimonios y estaba en las bóvedas de Gringotts. Significaba tener a alguien con mucho poder económico.
Así es como Draco decidió su pandilla, su brigada, su grupo, tal como su padre alguna vez lo hizo en sus días de Hogwarts.
Theodore era el carisma que atraía a las personas, un amigo de todos y experto en seducir, heredero de una familia influyente, Pansy la líder de las chicas slytherin, heredera de una familia de renombre y con conexiones en el Ministerio, Blaise poseía el poder económico y una madre que no dudaba en complacerlo, luego tenía a Crabbe y Goyle, la personificación de la lealtad que actuaban como sus guardaespaldas y morirían antes que algo le suceda a Draco.
Eran la mayor promesa del futuro, un futuro más lejano al-que-no-debe-ser-nombrado.
Su poder es el que puede reconstruir una sociedad que será reducida a cenizas si llega otra guerra. El amor, como cree Dumbledore, no ayudará a reconstruir las casas y restablecer el orden social, menos el gobierno, incluso si lo considera contra sus principios, necesita el carisma de los líderes, el dinero para pagar a los trabajadores, intelectuales que propongan ideas y fuerza para no ser derrotados.
La clave para mantener un gobierno por muchos años, y ser reelegido, es no darle motivos al pueblo para alzarse en su contra.
Si un líder es perfecto y la sociedad vive bien, se entregan soluciones y no muestra injusticias, el pueblo mismo acabará por volver a elegir a esas personas para que los gobierne.
Esa es la verdadera clave para la paz, el poder, no el amor.
—Bien, ya controlamos a los slytherin, incluso a los nuevos que tienen altas probabilidades de quedar en nuestra casa —Dijo Blaise, comunicando las noticias como un secretario —Pero no se quedarán quietos por mucho tiempo.
—Nadie se atrevería a ir en nuestra contra —Propuso Theo mordiendo una Varita de Regaliz.
—No, pero vamos a darles motivos para oponerse si no les damos una respuesta.
—¿Tienes un plan, Draco? —Cuando Pansy hizo la pregunta, Blaise ya estaba sacando su varita e invocando papel donde escribirían cualquier cosa que necesiten.
—Claro que si —No iba a admitir que su plan tiene ciertos puntos débiles —Pero se los diré todo cuando tenga lo que necesito, no voy a presentar algo poco seguro y pedirles que confíen en eso —La seguridad era lo primero para Draco y no iba a exponer a sus amigos todavía —Cuando yo tenga mi parte lista, pasaremos a la fase cuatro.
—¿En qué fase estamos? —Preguntó Goyle mordiendo la cabeza de una Rana de Chocolate.
—La primera: Cambio. Hay que cambiar la visión que tienen de los slytherin y atraer aliados que pueden ayudarnos si el anciano muestra sus verdaderos colores.
—¿Cómo vas a convencer a los slytherin de que traten bien a los tontos gatitos, los aburridos pájaros y las insípidas ratas? —Todos miraron a Theo.
—Esos no son los ani-
—Yo sé lo que dije, Crabbe.
—Bueno —Draco se encogió de hombros, apoyando los codos sobre sus rodillas y mirando a sus amigos seriamente —Hablaré con todos esta noche después de la cena, no les diré la verdad, pero confíen en que puedo con ellos.
Eso era fácil para todos, no necesitaban intercambiar miradas para aceptar que confiaban plenamente en las capacidades de Draco para convencer a otros de estar de su lado, incluso sin que fueran conscientes.
—¿Cómo haremos para mantener esto en secreto? —Preguntó Pansy.
—Confiamos en nosotros, sin embargo, no podemos hacer lo mismo con los demás —Dijo Blaise un poco preocupado.
—Sé que entre serpientes no nos mordemos, pero... —La frase de Theo quedó en el aire, una manifestación del pensamiento colectivo.
Todos le dieron la razón. Aunque Draco confiaba en sus amigos, no era tan idiota como para depender de la palabra de los demás slytherin. El lema de no morderse entre serpientes es algo intrínseco, no una obligación, sino como un lema silencioso que aprenden.
Aunque hay algunos que no lo aprenden y son aislados dentro de su propia casa.
Por suerte Draco tuvo mucho tiempo para pensar durante su tiempo separados y obtuvo la solución a sus problemas.
—Tengo a alguien de afuera que me está ayudando con algunos asuntos y obtuve esto.
Draco sacó del bolsillo de su chaleco una página amarillenta arrugada de los lados y un poco quemada desde un rincón, a simple vista era un simple pergamino viejo, malgastado y sin rastros de magia.
Bajo la atenta mirada de sus amigos, la punta de la varita de Draco tocó la superficie del papel.
—El secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes¹ —Recitó invocando una pequeña luz que se introdujo en el papel.
Desde el centro de la hoja emergió una pequeña luz rojiza que actuó a una velocidad sorprendente, haciendo un corte en uno de los dedos de Draco y cuando la sangre salpicó la superficie, empezaron a formarse líneas, incluso el pergamino pareció extenderse un poco más.
Había un título que sobresalía en la parte superior: “Gage De Sang”. Palabras que solo podían ser interpretadas por Draco, para los demás eran símbolos sin sentido. Debajo del título había una huella de sangre que parecía moverse. Se transformaba en una huella, luego forma olas, giraba en círculos sobre sí misma y regresaba a la forma inicial para repetir el proceso, escribiendo el nombre de Draco con tinta roja.
—¿Qué es eso?
—Una reliquia de los Black —Explicó Draco mientras sacaba del bolsillo de su pantalón un cuchillo de plata con una esmeralda en el centro, todos lo miraron sorprendidos —Para que puedan leer y saber lo que es esto, deben dejar una huella de sangre sobre el papel.
—¿No confías en nosotros? —Había un vestigio de tristeza en las facciones de Pansy.
—Yo soy al que prometen, ustedes son mis guardianes de promesa, les explicaré todo, pero para que puedan leer esto deben dejar su huella o el pergamino no les permitirá leerlo ni a mi hablarles de él.
De nuevo se abstuvieron de intercambiar miradas.
Los primeros en reaccionar fueron Crabbe y Goyle, ellos no comprendían lo que estaban haciendo, pero Draco les dijo que hicieran algo y no era necesaria otra explicación. Goyle aceptó el cuchillo primero mientras Crabbe se limpiaba la boca llena de chocolate, se hizo el corte sobre su dedo pulgar y al dejar su huella debajo de los símbolos raros, el papel pareció absorber la sangre y la hizo emerger como si fuera tinta roja.
Ocurrió lo mismo con Crabbe, salvo que su sangre tenía un poco de chocolate que en lugar de ser absorbida, el pergamino la escupió en su cara sacándole una carcajada a sus amigos.
Con eso la tensión fue disminuyendo.
Pansy, Theodore y Blaise dejaron sus huellas, repitiendo el proceso hasta que las cinco huellas se movieron sobre la hoja quedando debajo de la que debía pertenecer a Draco, salvo que la suya parecía no solo más grande sino que contenía mayor cantidad de sangre. No debían preguntarlo, lo sabían, Draco como persona al que prometen tuvo que herirse más.
Ahora las palabras fueron evidentes y cada uno de ellos pudo leer el título en francés: Promesa de Sangre.
—Con esto sabremos si alguien nos traiciona —Señaló Draco —Todos los slytherin van a dejar su huella y les diré que es para mantener el secreto, pero no voy a decirles que si alguien rompe el pacto, tanto ustedes como guardianes de promesa y yo sufriremos una cortada alrededor de la muñeca —Un poco arrepentido, miró a cada uno de sus amigos —No mentiré, va a doler, porque esta maldición nos hará sentir en carne viva el dolor de esa traición y se formará el nombre del traidor alrededor de nuestra muñeca.
—Pero, ¿Sanará? —Pansy miró su muñeca libre de cicatrices, ninguna parte de su cuerpo fue lastimado, nunca le han quedado cicatrices por nada.
—No lo sé —Confesó un poco avergonzado —Pero es lo mejor que tengo.
—¿Y qué hay del traidor? —Goyle miraba con odio el papel, incluso si no hay ningún traidor, la posibilidad de que en el futuro aparezca el nombre de uno lo llenaba de ira.
—Si intenta hablar, vomitará sangre, y si lo sigue intentando por otros medias, sufrirá dolores que... bueno, nadie querría experimentar y tampoco se pueden detectar —Draco volvió a tocar con su varita permitiendo ver debajo de las seis huellas, un texto especificando las reglas de la promesa —O al menos no se podían detectar cuando fue creado este documento.
—¿Cómo rayos lo conseguiste? —Los ojos de Theo brillaban con admiración —Es genial.
—Un poco sádico, pero útil —Estuvo de acuerdo Blaise.
—Maximilien Robespierre le regaló esto a Crucis Black, el fundados de la noble casa Black.
—¡¿Robespierre?! —Exclamaron al unísono —¿El de la Revolución Francesa?
—El mismo, la persona que me dio esto dijo que Robespierre se lo entregó a Crucis Black porque era un recordatorio de que la traición podía venir de cualquier parte y prefería la ignorancia —Explicó Draco pasando el pergamino a Theo que continuaba mirándolo con fascinación junto a Pansy y Blaise —Robespierre le escribió una carta a Georges Jacques Danton, que era su amigo e incondicional compañero de lucha, que decía: “Te quiero más que nunca y hasta la muerte” —Las miradas regresaron a Draco —Se lo dijo un año antes de mandarlo a la guillotina.
—Escuché algo sobre esa historia —Theo bajó la mirada hacia el pergamino con su sangre —¿Fue por esto que dos grandes amigos acabaron como rivales?
—Eso entendí, Robespierre le instaba a no abandonar el combate revolucionario durante la Revolución Francesa —Theo pasó el pergamino a Blaise mientras Draco continuaba la historia —Su amistad se rompió y en 1794 Danton fue enviado por su amigo a la guillotina por oponerse a la Política de Terror que él mismo contribuyó a establecer.
A pesar de haber sido figuras prominentes en el mundo mágico, se metieron tanto en la vida muggle que acabaron involucrados en una guerra que no les pertenecía. La historia de Robespierre, un mago que olvidó sus raíces para ser algo que no era, fue una demostración para los magos y las brujas de porqué no hay que involucrarse con los muggles.
Robespierre fue un abogado, escritor, orador y político francés apodado “el Incorruptible”, uno de los más prominentes líderes de la revolución francesa, diputado, presidente de la Convención Nacional en dos ocasiones, miembro de los jacobinos y del Comité de Salvación Pública, entidad que gobernó Francia durante el período revolucionario conocido como el Terror. Fue la persona a la que sus aliados debían prometer, así se enteró de las traiciones, de esa manera supo que tendría que condenar a su mejor amigo cuando vio en el papel mágico que lo había traicionado. Robespierre nunca habló con nadie sobre las verdades propiedades del documento mágico, era un paranoico, siquiera le dijo la verdad a su mejor amigo y por eso es que se enteró de la traición.
Para algunos, un misterio cómo lo descubrió, para los Black de antaño y ahora un grupo de adolescentes, se trató de magia y un pacto de sangre que hacía que fuera innegable la traición de uno. Estaría escrito sobre su piel.
A los ojos de Draco aquella última carta fue su lamento por un desenlace inevitable, era una prueba de la sensibilidad de Robespierre, que no era en absoluto un tirano y un monstruo frío, como se lo han retratado, aunque también fue la prueba de que el terror empujaba a uno al baño de sangre hasta el punto de eliminar a sus propios amigos.
Dos amigos que firmaron un pacto confiando en el otro y que luego se convirtieron en enemigos, pero al final ambos acabaron en la muerte.
Cuando Draco recibió aquella reliquia, sin saber realmente lo que era y más como una forma de ayudar al único Black de la línea masculina, Kreacher le dijo que el documento fue considerado una maldición, tanto por los Black como por su creador. El pergamino te impide negar una traición y firmar hoy, no elimina la posibilidad de que alguien te traicione mañana. Kreacher fue clara al decir que el documento puede enloquecer a la persona que recibe la promesa, sentirá todas las traiciones en su piel, Licorus Black, hijo de Crucis, sufrió por ello y muchos otros Black.
Cumple a la perfección su propósito, sin embargo, continúa siendo peligroso y le aconsejó ser cuidadoso, no tener demasiados prometedores.
Esa era información que no compartiría con sus amigos. Haría lo que fuera necesario para mantener el secreto y mantener a salvo a tantos Slytherin como fuera posible, la Promesa de Sangre es un método infalible.
¿Sufrirá? Solo si alguien lo traiciona. ¿Dolerá? Mucho. ¿Le ayudará a evitar ser traicionado? Si. Y lo único importante, era la respuesta afirmativa de esa última pregunta.
Hay otros detalles sobre el documento que no revelará por el bien del plan.
—Si alguien nos traiciona, ¿Qué haremos? —Blaise regresó el pergamino a manos de Draco.
—Vamos a decidirlo cuando ocurra, dependiendo de la persona —La elegante varita de madera de espino golpeó la superficie del papel —Sé quién es inocente y quién un traidor —Las marcas de sangre y letras desaparecieron, volviendo a ser un pergamino normal —Así bloqueamos la información.
—Entonces, si alguien nos traiciona, ¿Lo sabremos?
—Tiene otras funciones —Explicó Draco volviendo a guardar el pergamino en su chaqueta —Cuando alguien habla del tema con otro prometedor aparece su nombre y huella, si alguien incumple las condiciones, pero el documento no lo considera traidor, sentiremos ardor en el dedo que nos cortamos y si hablan con alguien externo, se aplicará la maldición indetectable.
—No sabemos si es completamente indetectable —Blaise frunció el ceño —Desde la revolución francesa hasta hoy pasaron muchas cosas, quizá algún medimago pueda detectar lo que sucede y rastreen el documento.
—Hoy haremos que todos lo firmen y mañana vamos a probarlo —La sorpresa no se hizo esperar —No me miren así, es necesario.
—Lo sé, pero... —Pansy no lucía convencida.
—Probaremos si Madame Pomfrey puede detectar algo, si lo logra romperé la promesa antes de que nos atrape —El método va a ser doloroso, pero Draco lo hará con tal de mantener el secreto y será el único que sabrá sobre la promesa rota. Los demás no sentirán nada y van a continuar creyendo que el pergamino continúa vigente —Y si no, una preocupación menos.
Pansy asintió, todavía sin estar segura, no porque odiara la idea o fuera incapaces de resistir el dolor, sino que la afirmación de Draco sobre que sentirían un gran dolor si alguien los traiciona era un poco intimidante.
Los demás no emitieron queja.
El viaje solo les permitió hablar de la primera fase del plan, debían bajar las protecciones para no levantar las sospechas de nadie y seguir aparentando ser adolescentes normales. En diferentes momentos cada uno reemplazó su ropa por la túnica con colores verdes y el símbolo de Slytherin sobre el torso o algún adorno que dejaba en claro su orgullo como serpientes de Hogwarts.
Al llegar a su destino continuaron manteniendo distancia de todos los alumnos y fue mucho más evidente que los slytherin no querían involucrarse con nadie, los carruajes que suelen ser una mezcla de dos colores, a veces tres, esta vez llevaban exclusivamente a los slytherin por un solo lado, dejando a los demás atrás.
Draco guardaba silencio mientras sus amigos se encargaban de hacer lo que mejor saben hacer, atraer las miradas, relajar el ambiente entre los suyos y llenar el silencio. Caminaba en medio de ellos fingiendo estar concentrado en la conversación sobre sus exóticas vacaciones, sin demostrar que en realidad le daba vueltas a la siguiente parte de la fase uno —si, cada fase está dividida en partes para no dejar huecos —e ignorando a los demás. Incluso a Harry Potter que lo siguió con la mirada hasta llegar al comedor.
No transcurrió mucho tiempo en la selección de los niños de primero, Draco había enviado cartas a las familias que tenían mayor probabilidad de ingresar a su casa y acertó en todos, salvo en unos pocos que fueron una sorpresa.
Esos inesperados lucían asustados e intimidados de ser elegidos en la casa de las serpientes, pero los niños que ya estaban mentalizados se acercaron para darles las reglas de su casa y comunicar que habría una reunión importante. Draco no mostró ninguna reacción cuando algunos rostros infantiles lo miraron sin mucho disimulo, no solo ellos, también los más grandes.
Así la cena transcurrió en un extraño silencio por parte de las serpientes.
La noticia del Torneo de los Tres Magos no fue una gran sorpresa para los slytherin y algunos ravenclaw, en comparación a las otras casas, ya vieron venir esa noticia, aunque no evitó que sintieran frustración por la cancelación de la temporada de quidditch.
Aquellos en último año eran los más frustrados. Algunos de cursos superiores de slytherin soltaron comentarios sobre la oportunidad perdida para patear el trasero de los gryffindor y en respuesta los leones se levantaron dispuestos a empezar una pelea, hasta que Crabbe dejó caer una bandeja con postres de forma ruidosa fingiendo torpeza y todos se detuvieron, cuando los slytherin mayores notaron la mirada fulminante de Draco por incumplir con su solicitud de mantener un bajo perfil, retrocedieron.
Para sorpresa de los gryffindor, la pelea quedó en nada cuando todas las serpientes fueron los primeros en retirarse del comedor tras una última mirada de Draco, quien antes de irse se cruzó con los ojos de Harry Potter que lo miraba con sospecha.
La Sala Común en las mazmorras nunca estuvo tan llena de slytherins como ese primer día de septiembre de 1994.
Los jóvenes estaban sentados adelante, los de años medios en la parte de atrás y los más grandes se mantenían cerca de las puertas y ventanas. No por seguridad, sino porque era su manera de permitirle a los de primero y segundo estar cerca para prestar más atención.
Draco, con la mirada fija en el fuego crepitante de la sala común de slytherin, reunió a sus compañeros en un círculo. Esta vez no se sentó en el sillón más grande sino que estaba parado junto a la fogata.
La luz parpadeante pintaba su rostro con sombras danzantes, y el aire estaba cargado de tensión. Pansy se hallaba sentada en el brazo de un sillón ocupado por Blaise, Theodore permanecía apoyado sobre la pared a un lado de Draco y Crabbe con Goyle sentados en el suelo como los niños de primero. Todos estaban expectantes, nadie hablaba, era impensable tomar la palabra primero que un Malfoy que es el que debía abrir el comunicado o debate.
—Le doy la bienvenida a los de primero y un cordial saludo a los mayores —Comenzó Draco, su voz alta y firme, pasando su mirada por cada rostro —Todos ustedes recibieron una carta de mi parte o escrita por mis amigos y firmada por mi en donde les hice una solicitud sinsentido. Voy a explicarles los detalles, pero deben saber que esto es un secreto, tanto para sus padres como para el Ministerio de Magia.
Los niños se acercaron a pesar de no conocerte, los de cursos medios intercambiaron miradas curiosas y los de sexto y séptimo permanecían con los brazos cruzados esperando las siguientes palabras.
A pesar de que Draco tiene solo 14 años, sigue siendo un Malfoy y ha demostrado tener las capacidades para ser una de las figuras líderes dentro de los suyos, siendo capaz de formar su propio grupo destinado a la grandeza en su primer año.
—¿Qué necesitas, Malfoy? —Preguntó Millicent.
—Esto es un documento mágico de sangre —Draco extendió el papel, sin la contraseña para que todos lo vieran —Aquí se comprometen a no hablar de lo que diré con personas fuera de Slytherin, tampoco escribirlo o con cualquier otra forma de comunicación —Depositó el pergamino con las reglas, un poco alteradas con un hechizo de confusión —Si alguien rompe el contrato, el resto lo sentirá y su nombre aparecerá en el pergamino.
Los mayores fueron los primeros, y así sucesivamente hasta llegar a los de primero que se asustaron un poco al tener que hacer un contrato de sangre, su primera acción en Hogwarts era algo como eso, y es aterrador.
Nadie se opuso.
La tensión era tanta que cualquiera que se negara se sentía juzgado por el mismo Draco Malfoy, quien no dudaría en sacarlo de la sala común si rechazaban la petición.
—Bien —Con todas las huellas de sangre, Draco recuperó el pergamino satisfecho por mantener el secreto y que sin saberlo todos ya se comprometieron a ayudarlo. Solo quedaba manipularlos para que hagan lo correcto sin que lo sepan, 96 de cada 100 serpientes eran puristas de la sangre y tenían los mismos prejuicios, así que necesitaba jugar bien sus cartas —Todos saben sobre mi familia, tengo acceso a mucha información y en las vacaciones llegó un aviso alarmante a mis oídos.
Draco caminó delante del fuego mientras guardaba el pergamino dentro de su túnica.
Por suerte practicó qué decir.
—Nuestro mundo está cambiando. El Ministerio de Magia está lleno de inútiles, y los sangre sucia se infiltran en nuestras instituciones —Se paró delante del fuego —Y la persona responsable, es el anciano que tenemos por director, Albus Dumbledore.
Los ojos de Pansy brillaron con una mezcla de confianza y desafío, las chicas no apartaban la mirada de ella que transmitía firmeza estando junto a Draco Malfoy.
Blaise Zabini, siempre enigmático, asintió levemente, y Theodore mantuvo una expresión serena que no era propia en él, pero servía para transmitir la seriedad del asunto. La tensión iba disminuyendo y el miedo era reemplazado por comprensión, ellos también escucharon a sus padres hablar de las constantes insistencias de Dumbledore y sus aliados para unir a los muggles al mundo mágico, ignorando que pueden llegar a olvidar su propia cultura.
—Es hora de que los verdaderos herederos de la magia hagan algo —Continuó Draco —No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestros valores y tradiciones se desvanecen, necesitamos cambiar la situación.
Tracey Davis, con su expresión imperturbable, preguntó:
—¿Qué sugieres? ¿Una rebelión abierta?
Las palabras de Tracey eran las que Draco esperaba, los mayores reconocieron la sonrisa maliciosa y los jóvenes lo tomaron como una amable que lo hacía ver hermoso.
—No, ese no es el estilo Slytherin —Debe mantener el orgullo, engañar a los suyos para mantenerlos a salvo, ser más inteligente que el director —No necesitamos una guerra abierta. Necesitamos infiltrarnos, manipular, sembrar discordia desde adentro, hacer tambalear el imperio de Dumbledore, que sus aliados sean nuestros aliados, que nos elijan.
—¿Quieres que seamos un grupo rebelde secreto? ¿Cómo los mortífagos en sus inicios? —La palabra causó miedo, pero la duda de Millicent era compartida.
Draco se sintió ofendido, los mortífagos eran más terroristas que un frente unido en contra del exterminio, ser comparado con ellos no se sintió bien.
—¿Quieres atacar a los muggles y mestizos? —Preguntó un chico de sexto.
—No —La negativa de Draco sorprendió a algunos y relajó a otros —Nuestro poder radica en la influencia. Debemos ganar posiciones clave en el Ministerio, en Hogwarts, en el mundo mágico, y cuando llegue el momento, actuaremos.
—¿Y cuál es tu plan? —Daphne, siempre observadora y callada, enarcó una ceja —¿Cómo planeas disminuir el poder de Dumbledore?
—Yo me encargaré de eso, pero necesito de su ayuda, ustedes tienen que ayudarme a reparar la reputación de Slytherin y entablar buenas relaciones con las otras casas —Extendió su mano sin dejar de lado aquella sonrisa maliciosa —¿No están cansados de ser etiquetados y que nuestra casa, siendo de las más poderosas sea despreciada? Es Dumbledore el que intenta aplastarnos, porque sabe que tenemos el poder al alcance de nuestras manos.
—El anciano es poderoso, pero siempre espera a que las cosas están muy mal para intervenir y quedar como el héroe —Dijo Pansy apoyando sus codos en las rodillas.
—Si tuviera un poco más de poder, sacaría a nuestras familias del gobierno y nos echaría la soga al cuello —Bufó Theo haciendo un gesto despectivo con la mano, como si limpiara basura de su hombro —No tengo pruebas y tampoco dudas.
—Cada año Hogwarts alberga a 1.000 alumnos, eso nos da un total de 143 estudiantes en cada uno de los siete cursos, unos 35 para cada casa y más de la mitad tienen cerebros cultivados por Dumbledore, los adoctrina para que besen el suelo por donde camina —Algunos se sorprendieron por la capacidad matemática de Blaise —A diferencia de ellos, nosotros somos serpientes astutas a las que no puede controlar, porque venimos a Hogwarts con más conocimientos que los demás y por eso nos pisotea.
—Deseo un mundo donde los sangre pura sean respetados, donde los slytherin ya no sean los malos —Aunque Draco admite para sí mismo que su plan tiene partes cuestionables —Deseo un mundo donde no se pierdan nuestras costumbres, ¿Están conmigo?
El silencio pesado se rompió cuando Pansy, Theo, Crabbe, Goyle y Blaise se acercaron a Draco.
—Estamos contigo, por la pureza de la magia.
Uno a uno fueron aceptando la idea de buscar aliados por fuera de su propia casa.
—Sean amables, ofrezcan ayuda, pero no demasiada o podrían levantar sospechas, eviten insultar a los sangre sucia o pelear —Los alumnos se fueron levantando hasta rodear a Draco —Sean buenos con todos, sin importar cómo los traten, intenten que el otro quede como el villano y no se salgan de su papel.
Mejor estar como víctima que como victimario frente al público.
—Entonces —Una niña de primero levantó la mano atrayendo todas las miradas, se sintió cohibida, pero de todas formas manifestó sus pensamientos —¿No tenemos que ser malos?
La pregunta descolocó a Draco, hizo reír a Theo y Blaise le dedicó una mirada burlona a su príncipe, diciendo sin palabras lo que ellos mismos pensaban hace unas semanas. Draco masajeó su entrecejo intentando no perder la paciencia con alguien de primero cuando se supone que debe verse confiable, seguro y firme.
Ser llamado “malo” cuando se supone que van a pelear contra esa etiqueta es algo que sigue pendiente, para todos.
—E-Es que... escuché que... para estar en Slytherin, hay... hay que ser malos —Continuó hablando la niña castaña, los nuevos alumnos poco a poco mostraban su apoyo y ella recuperó la confianza —No quiero que se enojen conmigo.
Draco hizo un gesto con la mano tratando de calmar a los jóvenes que comenzaban a hablar al mismo tiempo, alegando que no querían ser considerados traidores de su casa y menos ser dejados de lado por tratar bien a alumnos de otras casas.
Las vacaciones casi le hacen olvidar los fuertes prejuicios que tiene el mundo mágico, estigmas que provienen del exterior y todas las historias donde se destaca la maldad de los slytherin, no hablan de que los estudiantes de la casa malvada tiene casi tanto alumnos sobresalientes como los Ravenclaw, son las personas menos castigadas porque son astutos para librarse de los problemas, aquellos que tienen los mejores modales y quienes han ganado la copa de casas más veces.
Draco dividió a los niños de primero con Pansy y Blaise que se encargaron de explicarles las cosas con calma, Theo se dirigió a los cursos medios, Crabbe y Goyle charlaba con el equipo de quidditch que eran los más agresivos, tanto verbal como físicamente, y Draco se dirigió a los Prefectos para entablar los detalles de su plan.
Y así, en la penumbra de la sala común, los jóvenes de Slytherin sellaron su pacto. La fase uno estaba en marcha, y Draco Malfoy lideraría la danza de las serpientes en la oscuridad.
En la Torre de Gryffindor, Harry Potter se sentía incapaz de dormir y decidió salir a caminar buscando un poco de paz.
Notes:
Maximilien Robespierre existió, obviamente, en mi historia es un mago sangre pura que acabó muy involucrado entre los muggles y la carta que escribió a su amigo, es real, el contexto histórico sucedió, aunque yo le agregué los tonos mágicos, por supuesto.
Chapter 4: El mundo mágico conspira contra la paz de Harry
Chapter Text
❝ La paz no es fruto de la casualidad. Es un fuego que debe alimentarse constantemente. Se debe cuidar de él, vigilarlo; si no, se extingue❞
—Libba Bray
H arry no es pesimista, o intenta no serlo, pero cada año que pasa más siente que el mundo está en su contra.
O tal vez no específicamente, quizás estaba siendo demasiado dramático y en realidad los problemas afectaban a todos. Sin embargo, cuando estaba relacionado directamente con él y todo apuntaba a que era el que peor lo pasaría, se siente mucho peor.
En la penumbra de los pasillos que conducían a la torre de astronomía, Harry caminaba solo con la esperanza de perderse en alguno de esos corredores mágicos que lo fascinaron, y siguen fascinándolo, en la infancia. La luna, un testigo silente, derramaba su luz plateada sobre las piedras desgastadas al ingresar por los enormes ventanales del castillo y sus pasos resonaban en un eco oscuro, el viento susurraba promesas de mal augurio en sus oídos, o quizás solo era de nuevo su imaginación que le hacía tener pensamientos pesimistas.
La soledad, como un manto oscuro, envolvía su alma. Las risas de los demás estudiantes parecían lejanas, como si pertenecieran a un mundo diferente. ¿Por qué él siempre estaba totalmente al margen o en el ojo del público? ¿Por qué la suerte parecía esquivarlo como un espejismo en el desierto? ¿Por qué era tan difícil que Harry Potter fuera normal?
Sus pensamientos danzaban como hojas secas en el viento. Recordó a sus padres, cuyas voces apenas podía evocar, a excepción del desgarrador grito de su madre antes de morir. La pena se aferraba a su corazón como una herida que nunca sanaba del todo. ¿Por qué había perdido tanto? ¿Cuánto más puede perder?
¿Tanto le había afectado no poder jugar quidditch? Pues si, cuando estaba sobre una escoba era libre y sentía que los problemas no podían tocarlo, era libre.
Acabó llegando a un corredor vacío donde la única fuente de luz era una lámpara en la pared, luchando contra la oscuridad, consiguió hallar un lugar donde estar solo y no ser juzgado por sentirse mal siendo el niño-que-sobrevivió ni recibir miradas de pena por la misma razón. Harry se sintió como esa lámpara temblorosa, vulnerable ante las fuerzas invisibles que conspiraban en su contra y se aferraba a seguir brillando. Las cosas malas lo perseguían como una sombra, tejiendo hilos invisibles que lo atrapaban en su red.
Quizás su vida sería menos complicada si fuera un slytherin, ellos pueden ser tan malos como quieran y decir lo que piensan, nadie va a juzgarlo, porque así son ellos y no es una sorpresa que sean crueles. Tienen la libertad de serlo. No poseen cadenas.
En ese instante, algo se removió dentro de Harry.
Una chispa que ha sentido en otras ocasiones, no se parecía en nada a sus pesadillas con Voldemort, era como si algo en su corazón se estrujara con fuerza y lo obligara a detener sus pasos para tomar aire. Se detuvo a mitad del camino con la mano en su pecho, verificando lo mismo de las veces anteriores, ni rastro de dolor y solo una ligera molestia.
No pudo darle demasiada trascendencia, algo que nunca ha hecho y que ahora le causa cierta inseguridad que quiera transmitir con Sirius, porque en ese momento sintió que alguien lo empujaba con fuerzas contra la pared. La espalda de Harry chocó contra la fría piedra haciéndolo saltar por un momento y enfrentar a la persona que lo atacaba, pero la fragancia de una colonia de alta calidad que le recordaban al dulce de manzanas lo obligó a detenerse.
Levantó la mirada hallando la sonrisa más arrogante que ha visto, los ojos más claros, la postura más altanera y la ropa de la mejor calidad.
—Potter.
—Malfoy.
Los ojos verdes se cruzaron con la mirada celeste que bajo las farolas amarillentas y las sombras lucían plateados.
Su primer contacto con alguien de su misma edad en el mundo mágico fue un chico malcriado que hablaba mal de los demás y tenía un ego muy inflado. Harry no tuvo una buena primera —ni segunda, ni tercera, ni décimo quinta —impresión de Malfoy lo único que rescataba de su persona era que sería un niño tan lindo como el niño actor que ha visto en la televisión mientras su tía separaba la ropa que él planchaba. La radical diferencia con Macaulay Culkin y Draco Malfoy, es que la sonrisa de uno transmitía paz y la otra era tan astuta como una serpiente.
Las decepciones de ese primer año continuaron cada vez con mayor fuerza, Draco se volvía directo en sus agravios verbales y con los años fue perfeccionando sus acciones, pasando por la violencia hasta el arte, porque fue capaz de crear vergonzosas canciones para su amigo Ron, bajo la promesa de que algún día iban a componer algo digno de su incompetencia.
Gracias a que conoció a Draco Malfoy, que era la máxima expresión de vanidad, orgullo, bravuconería, elegancia, crueldad y clasismo, Harry desde su primer viaje en el andén tuvo una mala concepción de los Slytherin, la cual se fortaleció al saber que el asesino de sus padres perteneció a esa casa. La casa de los magos oscuros. El hábitat de las serpientes que eran capaces de inyectar su veneno con hermosas sonrisas, se movían de manera grácil entre todos como si fueran superiores. No tenían alumnos tontos, podrían ser malos, pero sus calificaciones demostraban la razón tras sus crueles bromas innovadoras, canciones que buscaban socavar la confianza de otros y un enorme repertorio de insultos que nunca llegaban a ser vulgares.
A los ojos de Harry, un Slytherin podría clavarte un puñal en la espalda mientras te da un abrazo fingiendo amabilidad.
Si alguien le preguntara en cualquier otro día o momento por qué los odia, está convencido de que su respuesta sería su propia lista de todos los motivos por los que uno no debe confiar en las serpientes, pero no ese primer día de clases donde ya venía arrastrando mal humor y tristeza desde el ataque de los mortífagos tras la Copa Mundial de Quidditch, las horribles pesadillas con Voldemort y la noticia de que el quidditch, donde podía relajarse y ser libre en el aire, fue cancelado por algo tan innecesario llamado Torneo de los Tres Magos .
Su vida estaba yendo de mal en peor. Y eso que no estaba recordando lo que leyó en el Profeta de camino a Hogwarts, donde mencionan que no se encontraron pruebas que expliquen cómo fue que ese incidente ocurrió frente a las narices del Ministerio sin que lo notaran, y también tenía a Sirius preocupado que por poco intenta convencerlo de que no vaya ese año a la escuela.
Claro que Harry, como el buen chico que es, no podía cumplir ese capricho aunque tampoco le emocionaba la idea de repetir otro año dónde seguramente un profesor de las Artes Oscuras intentará matarlo. Hay algo bueno en vivir decepcionado de esas personas, porque ya no espera nada bueno de ellas.
Esos eran los diversos motivos que justificaban no solo el malestar de Harry, sino su deseo de alejarse de todos en busca de un poco de soledad y paz, necesitaba con urgencia separarse de sus compañeros, de sus amigos, de los profesores, incluso de los retratos parlantes y cualquier fantasma que estuviera por los alrededores. La situación comenzaba a generarle cierta ansiedad, la incertidumbre de si podrá dormir esa noche o si será otro año basura lo superan poco a poco.
Se sentía como estar caminando sobre baldosas flojas y en lugar de hacerse a un lado, intentaba seguir avanzando con la esperanza de que alguna colapsara y así caer en las profundidades de la ignorancia.
Estaba tan perdido en sus propios pensamientos que no vio a nadie seguirlo de cerca, mucho menos notó la falta de seres vivos o no-vivos a su alrededor, solo intentaba seguir los caminos más silenciosos. Fue obligado a prestar atención cuando aquel firme agarre en su brazo le hizo detenerse a mitad del camino y ser estampado bruscamente contra la pared, su primer instinto fue sacar su varita para defenderse, pero el atacante lo detuvo sujetando el brazo dentro del bolsillo de la túnica y solo entonces Harry notó la familiar cabellera rubia a la que estaba tan acostumbrado de ver desde los 11 años.
Un color rubio casi pasando al blanco platinado que resaltaba entre la multitud de estudiantes, igual que su pálida piel y su postura arrogante, Harry notó vagamente que durante las vacaciones creció un poco.
Genial , pensó con cierta resignación, otro motivo para molestarme .
Sus ánimos estaban tan por el suelo que siquiera se molestó en apartarse con la brusquedad usual, sino que suspiró pesadamente apoyando la espalda por completo en la pared y mirando al techo en busca de alguna señal divina que lo libere del nuevo, pero habitual, problema frente a él.
—Dios, lo que faltaba —Susurró entredientes.
Ya esperaba el comentario mordaz por hacer alusión a una deidad muggle, en lugar de utilizar términos propios de los brujos, pero no sucedió.
Draco solo hizo una ligera mueca con el labio delatando su disgusto.
A pesar de que Harry ha intentando cambiar sus hábitos muggles, por mucho que ame el mundo mágico y considere a Hogwarts como su verdadero hogar, cuatro años en el castillo descubriendo cada día algo nuevo que brujas y hechiceros consideran normal, no borran once años viviendo en un ambiente sin magia.
El silencio se volvió pesado, de todas formas Harry no dijo nada. Esperaba pacientemente a que su rival dejara caer la bomba más hiriente que tuviera, seguro de que durante el verano repuso el veneno que perdió durante su tercer año escolar. Ahora estaba parado frente él, listo para insertar un poco más de su peligrosa toxina.
Así era Draco Malfoy, a pesar de saber que era un malcriado clasista y de buena apariencia, continuaba siendo la más peligrosa de todas las serpientes en Hogwarts.
—Muy bien Potter, vayamos al grano —La declaración de Malfoy sorprendió a Harry, si, pero más impactante era la postura que había usado para acorralarlo. Harry estaba contra la pared y Draco tenía el brazo a un lado, si no fueran rivales desde que comenzaron las clases creería que intentaba coquetear como en aquellas películas baratas que miraba su tía —Te necesito.
Por un instante Harry no pensó en nada, ni una palabra y tampoco una reacción, estaba completamente en blanco.
Abrió la boca un par de veces tratando de decir algo y ninguna palabra salía de su garganta. Acabó por enderezar la espalda lejos de la pared e intentar lucir tranquilo, como Malfoy, y no demostrar lo mucho que le afectaron esas palabras.
—¿Qué? —Fue lo más inteligente que pudo decir.
—Necesito tu ayuda para proteger a los Slytherin y a ti te conviene tenernos de aliados en lugar de enemigos —De nuevo Harry estaba sorprendido por lo que escuchaba —¿Entiendes?
—No, realmente no —Por mucho que quiera aparentar que comprendía, Harry era incapaz de seguir la conversación.
—Amigo de la comadreja debías ser —A pesar de que fue apenas un susurro, estaban tan cerca que Harry lo escuchó, y estaba por atacar porque se atrevió a insultar a su mejor amigo, cuando Draco dio tres pasos hacia atrás cruzándose de brazos con esa altanería que tanto lo caracterizaba. Incluso cuando está pidiendo ayuda luce como un príncipe dándole una orden a un elfo doméstico, al menos con la distancia Harry se sentía más calmado —Te estoy proponiendo una tregua.
—¿Una tregua? —Las sorpresas no acababan, cada palabra que salía de la boca de Draco era más impactante que la frase anterior —¿Conmigo?
—Eres el único en el pasillo —Señaló con obviedad.
Harry frunció el ceño, dubitativo, pero también esperando la mordida de la serpiente que sentía favoritismo por él a la hora de inyectar veneno en alguien.
—A cambio de tu ayuda, te daré una ventaja en tu batalla contra el-que-no- debe-ser-nombrado —Draco extendió su mano mientras Harry procesaba sus palabras —¿Tenemos un trato?
—Todavía no-
—Decide ahora o te haré la vida miserable.
—Siempre haces mi vida miserable con tus bromas.
—Lo que haré si me rechazas de nuevo no se compara a nada que haya hecho en el pasado —Harry frunció el ceño sin comprender ese “ si me rechazas de nuevo ”, pero la idea de un año tranquilo fue tan tentadora que aceptó la mano de Draco cuando lo vio con intenciones de retractarse —Bien, a partir de ahora, somos aliados.
Harry sentía algo cálido fluyendo sobre la palma de su mano, parecido a las cosquillas por la magia cuando intentaba hacer hechizos sin varita, la piel de Draco era ridículamente suave y sus dedos delgados.
Al levantar la vista de sus manos unidas vio la sonrisa engreída de su rival, una sonrisa con vestigios de malicia y la belleza mortal que lo caracteriza desde la primera vez que se vieron.
Ahí estaba, el veneno de una serpiente, la sonrisa era una señal de que había inyectado con éxito su toxina y ahora presumía su victoria. No pudo evitar comparar al Draco actual con el que conoció en la tienda de túnicas, la sonrisa de una serpiente bebé que creció para convertirse en una astuta con vestigios de malicia, pero había algo en común entre ambos.
Rayos , piensa frustrado, el maldito cada año es más lindo .
Por mucho que Harry odiara admitirlo cada vez, Draco era un alto y apuesto mago con una tez clara y cabello rubio que con los años parecía volverse platinado, siempre peinado con esmero. Sus ojos eran de un gris frío, pero tenían una mirada astuta que dependiendo de la luz podrían verse celestes.
En la penumbra del pasillo, la luz anaranjada de las antorchas danzaba sobre su rostro pálido, resaltando sus rasgos afilados y dejaban en claro que los años transformaban la belleza inocente por una peligrosa. Sus ojos grises parecían contener secretos oscuros, Harry era capaz de notarlo con solo una mirada, y su cabello caía en mechones perfectamente peinados, un peinado que le quedaba mucho mejor que cuando usaba demasiado gel para el cabello. Draco Malfoy era como una escultura de mármol, tallada con precisión y elegancia, su porte arrogante y su mirada desafiante atraía la atención de todos, incluso cuando prefería permanecer a un lado mientras el mundo a su alrededor se caía a pedazos.
La belleza de Draco no era convencional, no era la suavidad de un príncipe encantador, sino la dureza de un noble de sangre pura. Su presencia era magnética, y aquellos que lo observaban no podían evitar sentirse atraídos por su aura misteriosa y peligrosa. Era como una rosa blanca en medio de un jardín de espinas, hermoso, pero con un toque de peligro que lo hacía aún más fascinante; y lo peor es que Harry no podía negarlo. A diferencia de sus compañeros gryffindor que parecían volverse ciegos a la belleza si la persona en cuestión pertenecía a la casa de las serpientes, Harry se sentía incapaz de negar lo innegable.
Pero así como reconocía su belleza física, lo mismo le ocurría con todo lo demás.
Harry considera que conoce lo suficiente a Malfoy como para saber que él no es el tipo de persona que ofrecería una tregua porque durante el verano fue a un campamento de rehabilitación o algo así, no, sabe que hay algo más.
No sabe si la desconfianza proviene de la forma en que sonríe de lado, como cada vez que algo salgo justo como quiere, el cosquilleo en la palma de su mano al entrar en contacto con Malfoy sin violencia de por medio o quizás era la forma en que ocultaba su otra mano en el bolsillo de la túnica. No quiere admitirlo, pero conoce a Malfoy, y sabe que algo oculta.
Sin embargo, Harry Potter “el chico dorado de Gryffindor” nunca rechazaría la oportunidad de mantener la paz y ayudar a otras personas, incluyendo a los slytherin.
—Ugh —De repente Harry sintió un dolor en el torso que le hizo soltar la mano de Malfoy para sujetar la zona dolorida, la misma que palpitaba con frialdad y parecía congelar algo alrededor de su corazón.
Otra vez , pensó amargamente, no era la primera vez que le dolía de esa forma.
Esos dolores no eran preocupantes, solo pasaban cuando se involucra demasiado con los slytherin. Miró su mano, la misma que acababa de estar en contacto con la de Malfoy, y un pensamiento invasivo hizo acto de presencia en medio de su mente: Malfoy hizo algo .
Por otro lado, Draco observaba el cambio en las expresiones de Potter curioso. De repente tenía una expresión seria que transmitía confianza y en otro momento lo miraba como si le hubiera puesto la trampilla mientras caminaba.
—¿Qué hiciste? —Preguntó Harry en un impulso que no supo controlar, como la mayoría de sus acciones del día a día.
—¿Disculpa? —Malfoy se ofendió por la acusación, aunque Harry le preguntaba si le hizo algo, en su tono se apreciaba el claro reproche acusatorio y eso le hizo fruncir el ceño a la defensiva.
—Estaba bien hace rato y ahora me duele el pecho —La mano de Harry permanecía en su torso y Draco miró en la misma dirección, curioso porque no era capaz de ver nada y tampoco sentir alguna esencia mágica —¿Qué hiciste?
—Yo no hice nada —Se cruzó de brazos, frustrado por la actitud de su rival.
—Pero si desde que-
—Hay muchas personas que te odian, algunos te quieren muerto, si yo realmente quisiera lastimarte no te habría pedido una tregua —Draco no quiere darle explicaciones a Potter, pero lo necesita, y era mejor tener un diálogo fluido en lugar de atacar como hace siempre —Sino que te hubiera lastimado de forma directa para que sepas que fui yo y así, mientras estés varios días en la enfermería, recuerdes que fui yo el responsable.
El dolor punzante de Harry disminuyó un poco, solo un poco, lo suficiente para que en lugar de sentirse dolorido, surgiera un nuevo sentimiento que le hizo sonrojar.
Agradeció para sus adentros que el pasillo no fuera tan iluminado y las farolas tampoco iluminaran lo suficiente para delatar su rostro avergonzado, avergonzado por las palabras de Malfoy que tenían algo extraño en la forma que lo dijo, pero prefería no pensar en ello por el bien de su propia cabeza.
—Qué egocéntrico —Murmuró en voz baja, aunque su rival pudo oírlo.
—Es confianza en mí mismo —Le restó importancia —Pocos pueden tener el privilegio de decir que lastimaron al favorito de Dumbledore.
Las últimas palabras de Malfoy hicieron que Harry desviara la mirada.
No le gusta que usen aquel término. A lo largo de su vida le dieron muchos apodos, pero ser llamado el “favorito de Dumbledore” le hacía sentir incómodo y al mismo tiempo orgulloso, una sensación contradictoria, era como tener una voz dentro de su cabeza que lo impulsara a correr donde estaba el director para confiarle sus preocupaciones y luego estaba otra voz, una más oscura y pequeña, que le obligaba a quedarse de pie en su lugar y resolver las cosas por sí misma.
Esas mismas voces estaban debatieendo en su interior, señalando todas las banderas rojas alrededor de la tonta idea de relacionarse con Draco Malfoy y la otra voz le invitaba a acercarse mucho más, aunque eso significara ser mordido por una serpiente.
Draco miraba el debate mental de Harry entre curioso, fastidiado y un poco, solo un poco, preocupado. Todavía no le estaba pidiendo hacer ni decir nada, solo le extendió la mano en señal de tregua bajo la pseudo-promesa de ayudarlo en su inevitable pelea contra el-que-no-debe-ser-nombrado y nada más. Le intriga que Harry no esté haciendo preguntas, diciendo en voz alta todas las dudas que claramente lo carcomen, exigiendo más respuestas a sus palabras o siquiera una señal de lo que pensaba. Era como ver a un tonto que prefería verificar todo por su cuenta en lugar de hablar, y aquel era una de las preocupaciones de Draco, que Harry se guardara todas sus dudas y no manifestara emociones complicaría el diálogo que esperaba fuera fluido, como dos verdaderos aliados, al final tendrá que recurrir a un plan más simple y con el que no está cómodo: Ser amigo de Harry Potter.
Alguien con una mente tan simple solo entenderá las cosas de forma simple, lo cual es difícil de hacer para Draco, más en la actualidad que debe pensar en cada paso y palabra con seriedad, sin darle la oportunidad a su enemigo de condenarlo.
—¿Quieres sentarte conmigo en clases de Pociones?
La pregunta de Malfoy hizo que Harry ignorara la incomodidad en su pecho para poder mirarlo curioso.
Al ver los profundos ojos grises las voces en su mente dejaron de pelear, el dolor se convirtió en apenas un cosquilleo y pudo sentir algo muy parecido a la paz, como cuando Sirius lo abrazaba y le decía que todo iba a estar bien. Relacionar la paz con la mirada de Malfoy por un par de segundos fue agradable, pero el cosquilleo se extendió sobre todo su torso y tuvo que hacer un gran esfuerzo por no delatar el dolor físico que comenzaba a sentir.
Tocó su pecho creyendo que iba a sentir sangre o alguna herida abriéndose sobre su piel, pero no había nada, y Malfoy lo miraba como si fuera un bicho raro. No como cuando le dirigía ese tipo de mirada caminando por los pasillos, sino que tenía un suave vestigio de preocupación, o eso creía Harry estar notando. Por mucho que las voces, el dolor y el impulso le dijeran que no era buena idea darle el beneficio de la duda a Malfoy, otra parte quería luchar en contra de la fuerza invisible y decirle que si, por una vez deseaba tener un maldito año normal, sin bromas ni peleas, profesores queriendo matarlo, criaturas buscando devorarlo o un misterio que resolver, solo desea ser un estudiante normal, tan normal como puede serlo cuando se está estudiando en un colegio para magos en un castillo antiguo.
Di que no al slytherin, di que no al slytherin, di que no al slytherin .
—Si, quiero mejorar mis notas con Snape este año.
—Conmigo serás de los mejores de la clase —Malfoy no expresó en su rostro la extrañeza que sintió al ver la forma en que la cara, frente y nariz de Potter se fruncieron para dar esa simple respuesta, incluso llegando a apretar las manos en puños —Nos vemos mañana, Potter.
—Descansa, Malfoy —Cuando Harry levantó la mano para despedirse, Draco pudo notar que las uñas de su rival quedaron impresas sobre su piel como pequeñas medialunas rojas.
Draco le dio la espalda sin expresar duda ni preocupación, Harry Potter siempre sería una enorme incógnita en su vida y en el mundo mágico.
Al girar en el pasillo, fuera de la vista de Potter, se apoyó contra la pared repasando todo lo que acababa de ver. Su rival nunca pareció confundido o con dolores extraños en el pasado, todo lo contrario, estaba muy dispuesto a pelear o discutir en la mínima oportunidad que apareciera. Draco no es hipócrita, sabe que él buscaba esas peleas porque era el único modo que conocía para relacionarse con el idiota que rechazó su amistad en primero, pero también porque hay algo divertido en pelear y sacar de quicio al chico dorado de los leones. ¿Masoquista? No, simplemente se divierte a su manera.
Pensativamente estiró con su dedo índice y pulgar él labio, repasando en el extraño “dolor” que Potter lo acusó de provocarle. No es posible que sus encantos funcionaran tan rápido, ¿O sí? No, no, sería una locura.
Miró de reojo por el pasillo notando a Potter apoyado contra la pared tocándose el pecho, donde supuestamente le dolía y coincidía con la zona del corazón, tomaba aire y lo exhalaba, como tratando de calmarse. Una actitud bastante sospechosa.
Draco se alejó por completo del pasillo perdido en sus pensamientos, no le importaba que algún Prefecto lo encontrara vagando tras el toque de queda o cruzarse en el camino de Flitwick, se dirigía a las mazmorras tan distraído que ni siquiera notó cuando dos personas venían adelante, y solo cuando chocaron es que Draco supo que había llegado a su destino y no reaccionaba a la hora de decir la contraseña para ingresar a la sala común.
—Draco, ¿Estás bien? —Pansy se acercó a su amigo, enredando sus brazos en uno de los de Draco y apoyando la cabeza sobre el hombro.
—Claro —Dijo Malfoy sin inmutarse al familiar exceso de contacto con su amiga —¿Por qué?
—Amigo, cuando sonríes de esa forma, es aterrador —Las palabras de Theo tomaron por sorpresa a Draco que siquiera se había dado cuenta de que estaba sonriendo, buscó en Blaise alguna confirmación y su amigo no negó las palabras de Theo.
—Pareces feliz —Continuó Pansy, la única capaz de ver más allá de la parte “escalofriante” que transmitía Draco con su sonrisa.
—¿Feliz? —Los pensamientos de Malfoy regresaron a cierto chico de lentes que parecía muy perturbado tras su tregua e intentaba calmar su corazón, la sonrisa se hizo mucho más evidente, y Theo se ocultó tras Blaise acusando a Draco de estar poseído por el fantasma de un asesino serial —Estoy bien.
Mejor de lo esperado , pensó con satisfacción mientras ingresaba a la oscura sala común de las mazmorras junto al resto de sus amigos que seguían sus pasos de cerca.
Lejos de las mazmorras, Harry por fin había logrado calmar el dolor de su torso y las voces de su mente regresaron a ser la suya propia.
Chapter 5: Todos los ojos puestos en los slytherin
Chapter Text
❝ El mejor sitio para colocar a los enemigos es delante de ti, para saber en todo momento dónde están exactamente❞
— David Baldacci
El primer desayuno cayó en un profundo silencio por dos personas que llamaban la atención: Theodore Nott y Luna Lovegood.
Draco miraba a su amigo sintiendo ganas de matarlo, Pansy hacía mejor esfuerzo por no reírse y Blaise se retiraba disimuladamente del comedor por miedo a que el enojo de su líder fuera dirigido a él. No eran los únicos que observaban la situación, todos en el comedor cayeron en un profundo silencio ante la ridícula, irrisoria e inexplicable escena.
Ver a Theo con un ramo de margaritas frente a una inalterable Luna que a pesar de no comprender lo que pasaba, continuaba sonriendo, era algo que nadie nunca habría imaginado ni en sus más locos sueños.
Cuando Draco preguntó por su amigo al no verlo en las mazmorras temprano y tampoco en su habitación compartida, lo último que pudo imaginar es que su amigo fuera a madrugar para escaparse de la escuela e ir a comprar un maldito ramo de flores, o quizás lo robó del invernadero, no lo sabe, pero sospecha que se meterán en problemas cuando la regla primordial de los slytherin ahora era: “comportarse bien”. Lo peor es que todos lo estaban viendo boquiabiertos.
Por primera vez en mucho tiempo, Draco se dio cuenta de que había olvidado algo importante, Harry Potter no era lo único que no podía controlar, la idiotez de Theo estaba a otro nivel. No va a mentir y decir que no esperaba que Theo utilizara sus tácticas de seducción para atraer a Luna de su lado, pero jamás hubiera pensado que sería capaz de iniciar con su tonto plan en el primer día de clases, antes de siquiera el primer período. ¿Acaso no se da cuenta de que los hace más sospechoso?
—Quiero reírme —Susurró Pansy manteniendo una expresión casi neutral, casi porque se asomaba una sonrisa de lado.
—No lo hagas, mantén la compostura —Le dijo Draco en el mismo tono.
—¿Sabe que tiene trece años?
—No hagas que suene mal, solo es un año de diferencia.
—¿Apoyas la relación?
—No quiero hablar de esto ahora —Malfoy alcanzó una manzana verde del centro de la mesa y le dio una mordida —Primero debemos hacer sufrir a Theo por hacernos perder la cara.
—Pensé que íbamos a cambiar nuestra imagen —Las palabras de Daphne le recordaron a Draco el punto del plan.
—Maldición, es cierto —Le dio otra mordida a la manzana —Bien, pueden molestar a Theo todo lo que quieran cuando muestre su cara en las mazmorras.
Vincent y Goyle fueron los primeros en celebrar el anuncio de su líder, algunas chicas también sonrieron emocionadas por recibir el permiso de “molestar” a Theo, más de una estaba resentida por los juegos de amor del slytherin y no tenían la oportunidad de regresarle el favor porque Malfoy lo protegía.
Varias chicas se reunieron en grupos para planificar la mejor manera de reírse de Theo.
Por otro lado, el casanova de Hogwarts continuaba con el ramo de margaritas extendido delante de Luna, la lunática, la chica más extraña de la escuela y la última persona a la que le gustaría invitar a salir; pero todo sea por el plan de Malfoy.
En el fondo Theo era incapaz de ver algo bueno en Luna Lovegood, a pesar de lo que dijo su líder y la oportunidad que significa tenerla de su lado, a los ojos de Theo no era diferente a una niña que nunca parece saber dónde estaba parada, cuando la cruza por casualidad en los pasillos está mirando a la nada o hablando con criaturas invisibles, tampoco era linda, su cabello rubio y rizado se hallaba enredado en un improvisado moño sostenido por la varita, era demasiado pequeña, no tenía ningún talento en particular y siquiera parece estar mirándolo.
Quizás lo único bueno en ella es que se trata de una Ravenclaw, debe significar que es inteligente y al menos conseguirá a una chica que lo ayude con sus tareas, era mejor alguien fácil de controlar. Su objetivo es mucho más simple comparado con el de sus compañeros que deben acercarse a Hermione, Ron, Neville y todos esos tontos leones.
—Gracias —Luna aceptó las flores con una tierna sonrisa y le dio la espalda a Theodore para seguir hablando con Ginny, ignorando que el slytherin permaneció de pie esperando una respuesta.
Algunos slytherin fueron incapaces de ocultar la risa y Malfoy no hizo nada por callarlos, siquiera cuando vio a Theo dirigirle una mirada cargada de frustración. En lugar de ayudarlo, se encogió de hombros y le dio mayor atención a su desayuno. Pansy esta vez no pudo evitar sonreír en señal de broma, al igual que las chicas que la rodeaban.
Era como presenciar el karma en primera fila por todas las veces que Theo rompió corazones sin culpa.
—Disculpa —Theo atrajo de nuevo la atención de Luna que continuaba mirándolo sin que lo pareciera, sino que miraba algo invisible, algo que iba más allá —¿Tu respuesta?
—¿Sobre qué? —Preguntó sin dejar de sonreír, amable y objetiva al mundo.
—Sobre salir conmigo en una cita.
—Oh —Luna hizo un leve movimiento afirmativo con la cabeza y, para sorpresa de Theo que casi cree que fue una respuesta positiva, ella dijo algo inesperado a lo que no estaba preparado —Lo siento, pero no me gustan las personas de signo virgo.
…
—¿Qué?
—Lo siento, pero no me gustan-
—¡Te escuché la primera vez! —Luna repitió el movimiento de cabeza y de nuevo quiso voltear para hablar con Ginny, que no lucía sorprendida como el resto del comedor ante la respuesta de su amiga, pero Theo no era conocido por rendirse en la primera oportunidad —Espera, ¿Me rechazas porque soy de virgo? ¡Yo no soy virgo! Soy muy anti-virgo —Guardó silencio repensando sus palabras —¿Qué significa ser de signo virgo?
A lo lejos Malfoy se golpeó la frente, claro, el idiota reprobó astronomía, pensó con fastidio.
—Horóscopo.
—¿Horó-qué?
—Um, horóscopo —Dijo Ginny un poco avergonzada por intervenir, aunque de no hacerlo, Theo nunca entendería —Es algo popular entre los muggles y común en astrología.
—¿Qué basura…? —Pudo sentir la mirada fulminante de Draco cuando casi insulta las costumbres muggles, Theo tragó saliva para corregir sus palabras y seguir hablando —¿Qué es eso?
—Hay doce 12 signos zodiacales y según el día que naciste, tienes un signo, muchas características de cada signo habla mucho de la personalidad de uno —Ginny no sabía cómo simplificar el tema —El horóscopo.
—¿Y qué significa ser de signo virgo?
Ginny miró a su amiga que se hallaba mirando algo encima de la cabeza de Theo y sonriendo por lo que sea que estaba viendo, un pequeño codazo y repetir la pregunta bastaron para que ella procediera a darle una explicación al slytherin que cada vez se mostraba más impaciente.
—Los hombres virgo son un signo de tierra, alguien con los pies tan bien plantados no puede entender a alguien como yo que es un signo de aire y vive en las esponjosas nubes —Con cada palabra que pronunciaba Luna, menos comprendía Theo —Los chicos virgos son perfeccionistas, sarcásticos y demasiado obsesivos, no creo que seamos compatibles.
—¿Y cómo sabes que soy virgo? —Si lo que dijo la chica Weasley es cierto, Luna debía saber su cumpleaños, ¿Eso significa que tiene una oportunidad? —¿Es porque te intereso y sabes mi cumpleaños?
—Los dabberblimps me lo dijeron.
—¿Los dappe-qué? Nunca escuché sobre esas criaturas.
—Solo los de corazón puro pueden verlos —Luna se dirigió a Ginny con la misma sonrisa inalterable —Ahora me dicen que tengo que irme, adiós.
Luna comenzó a alejarse mientras tiraba del brazo de su amiga bajo la mirada impactada de Theo que la siguió hasta verla desaparecer tras las enormes puertas del comedor.
Tragándose lo poco que le quedaba de vergüenza, acomodando la ropa que no tenía ninguna arruga y fingiendo que no le había afectado el rechazo de una niña de curso inferior se dirigió a su mesa, nunca hay que perder la dignidad, y con ese pensamiento fue con sus compañeros que siquiera le dieron la mirada a diferencia del resto de los estudiantes.
No sentía su orgullo herido, claro que no, simplemente fue capaz de sentir una insulto en las últimas palabras de Luna Lovegood.
—¿Es mi imaginación o me dijo que soy impuro? —Le preguntó a sus amigos que en lugar de mirarlo comparaban sus horarios de clases y desayunaban en silencio —¿Creen que no soy puro?
—Draco, ¿Me prestas tus apuntes de Encantamientos? Siempre son los mejores —Pansy ignoró olímpicamente a su amigo.
—Claro —Malfoy no dudó en corresponder las claras intenciones de su amiga sobre ignorar a Theo —No significa que no debes leer el material original.
—Lo sé, lo sé, pero tus anotaciones hacen que sea más sencillo entender las clases.
—Podemos organizar reuniones de estudio en la biblioteca —Dijo Daphne atrayendo las miradas de sus compañeros, normalmente estudian en privado en la sala común de las mazmorras, pero todos estaban de acuerdo en cambiar su imagen y esa era una buena oportunidad —Pansy, tengo una amiga de ravenclaw que podría ayudarte.
—¿De verdad? —Ambas chicas actuaron como si fuera la primera vez que hablaran del tema, solo los slytherin sabían que la noche anterior se pusieron de acuerdo para que todo lo que hicieran ese día fluyera con naturalidad —Me ayudaría mucho, no quiero seguir molestando a Draco, suficiente tiene con ayudar a Goyle y Crabbe que son dos tontos.
—¡Oye! —Ambos guardaespaldas hicieron amago de lanzar una rodaja de manzana bañada en caramelo que fueron detenidas por la varita de Draco, él siquiera levantaba la mirada de su horario de clases.
—Las cosas como son —Se burló Pansy ocultándose tras Draco fingiendo ser una doncella asustada y agarrando una de las rodajas flotantes —Draco, me intimidan.
La actitud de los slytherin cada vez llamaba más la atención, ver a Pansy actuando prácticamente como una niña era algo extraño, solo quienes pertenecían a la casa de las serpientes eran conscientes de la verdadera personalidad de Pansy y su forma de actuar tan caprichosa y pegajosa cuando se trataba de Draco, cosas de amigos de la infancia a la que estaban acostumbrados.
En cualquier día normal Goyle y Crabbe no llamarían tanto la atención actuando como dos tontos, más de lo normal, porque Draco los mandaría a callar con una mordaz mirada. Nada de las cosas que eran “normales” estaban sucediendo.
Hasta el actuar impulsivo de Theodore Nott, y su público rechazo, era digno de chisme.
Las mesas de los gryffindor no apartaban la mirada de los slytherin que actuaban más como estudiantes normales y no adultos en miniatura que hablan en voz baja, desayunan con toda la elegancia propia de los sangre pura y donde no atraen la atención solo por ser hermosos, refinados y de buenos modales. Hasta los niños de primero actuaban con mayor libertad en comparación con años anteriores donde llevaban a cabo las comidas en completo silencio por miedo a ser regañados por sus mayores.
Cuando Draco se levantó de la mesa todos esperaban que explote de rabia o le ordenara a sus compañeros que se comporten con la dignidad propia de su casa, en lugar de eso agarró otra manzana verde, sus libros con el horario de clases y salió del comedor seguido por Pansy que peleaba con Crabbe y Goyle, dejando a Theodore a merced de Daphne y Millicent que fingían consolarlo de su rechazo para llevarlo lejos de todos y completar su venganza femenina. Con su salida las voces de los slytherin fueron mucho más evidentes, algunos grupos se reunieron en un lado y los de primero se levantaron con timidez para unirse con conocidos de afuera de Hogwarts que acabaron quedando en otra casa.
La boca de Ron se abrió al ver que una pequeña serpiente era invitada a sentarse en su mesa por uno de los niños de primero, su primer impulso fue regañarlos, pero Hermione lo obligó a permanecer sentado y le dio una mirada fulminante.
—¿Qué? —Se quejó el pelirrojo en voz baja.
—¿Qué intentas hacer? ¿Vas a gritarle a niños de 11 años? —La falta de respuesta por parte de Ron hizo suspirar a Hermione —¿En serio Ron?
—¡Pero son slytherin!
—Luna suele sentarse en nuestra mesa y nunca le dijiste nada.
—Luna es una ravenclaw, un águila amable, los slytherin son serpientes que con el mínimo roce pueden inyectar su veneno en tu cuerpo y matarte lentamente.
—Te hace falta mucho estudio —Hermione cerró su enorme libro sorprendieron a Dean y Seamus que escuchaban, nunca intervenían cuando ella luce enojada —Las águilas se zambullen para capturar a su presa con sus afiladas garras.
—¿En serio?
Hermione no dirá en voz alta que las águilas nunca atacan a los humanos, pero es igual con las serpientes, ellas no agreden o atacan, y menos aún persiguen a los humanos. Las mordeduras se producen al pisarlas, tocar su cuerpo, o al acercarse mucho a ellas.
Dirigió su mirada a las dos serpientes de primer año que se alejaban de la mesa de los gryffindor porque estaban recibiendo muchas miradas fulminantes de sus compañeros, por suerte la persona a la que se acercaron para saludar se levantó de la mesa recogiendo sus cosas y plato de comida, siguiendo a sus dos amigos para sentarse con ellos en la mesa de los slytherin. Ver aquella actitud le hizo sonreír satisfecha.
Los últimos años ha recibido burlas y acoso por ser una sangre sucia, ¿Cómo podría ser tan hipócrita y aislar a otras personas por ser de diferentes casas? Estaría actuando de la misma forma que Malfoy y sus amigos solían tratarla, eso significa que haría sentir a otro de la misma manera en que se sintió, cuando lloraba sola en el baño avergonzada y llenándose de rencor. Si no fuera por Harry que la incentivaba a no hacerle caso a las palabras del resto, posiblemente estaría llena llena de veneno en contra de los slytherin.
No confía en ciertos slytherin, por supuesto, pero eso no significa que los odie a todos. No podría.
—Mejor concéntrate en estudiar y no busques problemas este año —Ron miró a su amiga sintiéndose ofendido, como si él fuera el responsable de las peleas, antes de quejarse Hermione le dio la espalda encarando a Harry que miraba hacia la puerta con una mirada curiosa —Harry, ¿Vamos a clase?
—¿Qué? —Apenas pudo decir eso al escuchar a Hermione, vio su mirada intrigada y la forma en que abrazaba sus libros contra el torso, una postura que reconocía —Clases, si, vamos.
—¡Esperen, todavía no termino de comer!
—Quiero conseguir un buen lugar en la clase, no vamos a esperarte.
—¿Por qué te llevas a Harry? Es mi mejor amigo —Ron llevó una enorme porción de tarta a su boca mientras recogía sus cosas con prisa y corría tras sus amigos.
—También es mi mejor amigo y quiero que este año tenga buenas calificaciones.
—No puedes imponerle tu insano programa de estudio.
—Llegar temprano a clases no es insano.
—Lo es cuando siquiera me dejas terminar de desayunar.
—No es mi culpa que seas lento en acción y entendimiento.
—¿Eso qué significa?
Harry no prestaba atención la discusión entre sus amigos, se limitaba a ser arrastrado por Hermione a través de los concurridos corredores del castillo repleto de alumnos que caminaban en grupos grandes, corriendo para llegar primero a clases o jugando antes de obligarse a estar sentado por varias horas frente a los profesores.
Su mente divagaba entre los eventos de la noche anterior, lo que sucedió con Theodore Nott y Luna Lovegood, la actitud de los slytherin y la manera en que Malfoy parecía tan poco interesado en lo que hacían los demás.
Al despertarse esa mañana tenía la rara sensación de que su encuentro con Malfoy fue alguna especie de sueño lúcido, una epifanía o simplemente estaba alucinando por alguna broma de los gemelos, pero al ver la actitud de los slytherin en el primer desayuno del año estaba un poco, poquito, dispuesto a darle el beneficio de la duda a pesar de las reiteradas quejas de Ron y sus teorías conspirativas sobre un posible plan maligno de las serpientes en su contra.
Estaban por girar en una esquina que los llevaba a la clase del profesor Snape cuando se vieron obligados a frenar por una segunda escena inesperada.
Un grupo de cuatro hufflepuff estaban en el piso con la cabeza baja mientras recogían sus libros y se disculpaba frente a dos chicas de slytherin. Hermione reconoció a una de ellas, susurró el nombre de Sophie Roper a sus amigos.
Sophie Roper, una slytherin de sangre pura que suele acompañar a Pansy y sus amigas, era una estudiante de piel canela con unos profundos ojos negros, cabello ondulado tan oscuro como la noche y bonita, igual que todos los slytherin que parecían tener la “belleza física” como condición para pertenecer a la casa de las serpientes. Sophie no suele formar parte de las bromas de sus compañeras, pero si las acompaña donde sea que vayan y no interviene cuando alguna de ellas molesta a algún estudiante.
Los tres amigos vieron a Parvati junto a Alice Runcorn y Sally Smith con intención de intervenir en la intimidación de las slytherin, pero al instante se detuvieron al ver que Sophie silenciosamente y con la elegancia que caracteriza a los sangre pura, se arrodilló frente a los hufflepuff para ayudarlos a recoger sus libros.
Debido a la sorpresa nadie pudo reaccionar, siquiera Hermione y sus amigos que pasaban por su lado, observando la escena de un slytherin ayudando sin que fuera a regañadientes o por un llamado de atención de los profesores.
—Lamento chocar con ustedes —Dijo Sophie cuando acabó de levantar los libros y dejarlo en los brazos de la chica que continuaba impactada por la muestra de amabilidad —Lindo suéter amarillo con rayas negras, es original.
—G-Gracias —Tartamudeó avergonzada y las mejillas rojas, tímida por ser halagada por un slytherin, conocidos por su exquisito gusto —Lo tejió mi mamá.
—Muy lindo —Sophie sonrió encantadoramente con sus perfectos dientes blancos y se despidió de los hufflepuff agitando su mano, al instante fue perseguida por su amiga que imitaba sus acciones. Comportándose tal como les dijo Pansy antes de ir al comedor, y cuando estuvieron a solas mantuvieron la fachada y la voz baja —Es el suéter más horrendo que vi en mi vida.
—¿Quién le dijo que el amarillo y las rayas negras eran una buena idea? —La slytherin continuaba sonriendo mientras caminaba a la par de su amiga.
—Parece una tonta abeja —Sophie se detuvo a mitad del pasillo, viendo a lo lejos al resto de sus amigas corriendo por los pasillos con un uniforme escolar que les resultaba familiar por el bordado de las letras T.N. sobre el corazón —Deberíamos mejorar nuestra reputación ayudando al resto a vestirse mejor.
—Pansy dijo que la próxima vez que le hablemos quiere ideas, ¿Quieres hacer eso?
—Digamos que prefiero criticar la ropa por un buen motivo en lugar de hacer el papel de buena como harán los demás —En ese momento Daphne, Millicent y Tracey llegaron a Sophie —¿Quiero saber?
Las chicas intercambiaron una mirada cómplice.
—Cambio mi pregunta, ¿Pansy y Malfoy querrían saber?
—Malfoy estará orgulloso de nosotras y Pansy tendrá para reírse durante mucho tiempo —Respondió Daphne emocionada.
Las chicas de slytherin retomaron su escape al salón de clases, esta vez con Sophie siguiendo sus pasos de cerca y enterándose de la broma que le jugaron a Theodore Nott como venganza por haber actuado como un casanova sin corazón.
En la clase de Pociones, Draco observaba la puerta del aula esperando a que su objetivo ingresara de una buena vez para comenzar con su plan de “voltear a Potter de su lado (de la forma que sea necesaria)”. No ha hablado con nadie sobre sus verdaderas intenciones, cada uno tenía que encargarse de un aspecto importante del plan y él les dio su palabra de que convencería a Potter de brindarle su apoyo en contra de Dumbledore; y Draco Malfoy siempre cumple sus promesas.
Cuando finalmente vio a Potter pasar por la puerta le dedicó una mirada fulminante, la cual fue perfectamente captada por el niño dorado.
Draco pudo ver el momento exacto donde Ron tiraba del brazo de su mejor amigo al notar sus intenciones de ir a una mesa diferente y las preguntas hechas en susurros por parte de Hermione, Harry hizo su mejor intento por sonreír y transmitir confianza, sonrisa que a los ojos de Draco lucía tan falsa como la honestidad de Dumbledore, y se dirigió a la mesa de su rival. Draco hizo un gesto simple con la cabeza indicando a sus amigos que se alejaran de la mesa, los cuatro captaron la señal y desaparecieron sin mostrar su curiosidad y tampoco una sonrisa maliciosa al ver que el plan de su líder comenzaba bien.
—Malfoy —Susurró Harry tomando asiento al lado del príncipe de las serpientes y dejando su mochila sobre las piernas para sacar todo lo que necesitaba.
—Potter —Devolvió el saludo sin hacer un gesto despectivo —No quiero bajar mi promedio escolar.
—Entonces no debiste hacer equipo conmigo.
—Lo que quiero decir es que hagas lo que te digo.
—No puedes decirme qué hacer.
—Tal vez —Draco acomoda su set de utensilios para pociones bajo la atenta mirada de Harry, sabía que lo estaba mirando y por eso le dio una mirada de reojo con una pequeña sonrisa que hizo retroceder al niño dorado —Solo haz lo que te digo en la clase y tendrás la mejor calificación.
—Yo no… no es —Tartamudeó un poco antes de enderezarse, fingir que no le afectó ver una sonrisa para nada maliciosa de su rival y tratando de ignorar el palpitar doloroso en su torso —No puedo superar a Hermione.
—¿Por qué no podrías superar a la san…? Cof, cof, cof —Al darse cuenta de su error, Draco fingió toser antes de que Harry notara su desliz, por suerte estaba ocupado tocándose el torso con una mano y retorciendo la tela de su bata con la otra mano.
—¿Estás bien? —La pregunta salió antes de poder controlar su lengua.
—Si, son alergias —Alergia a ser bueno con sangres sucias, quiso decir, en lugar de eso cedió a pronunciar algo del agrado de Potter —Últimamente no estoy comiendo bien y mis defensas están bajas.
—¿De verdad? —El muro de Harry bajó un poco, solo un poco, ya no apretaba la tela aunque mantuvo la mano en su torso y Draco no lo pasó por alto.
—Si, pasé el verano estudiando y practicando hechizos, los herederos de las familias de renombre reciben mucha presión.
—Oh —Harry buscó algo en su mochila y al hallarlo volvió con Draco, esta vez sujetando una manzana roja que el slytherin no pudo evitar mirar con un poco de rechazo, gesto que Harry pasó por alto y tampoco reprimir la pequeña risa que escapó —Sé que te gustan las manzanas verdes, pero es para que tengas energías, no quiero que te desmayes y que Snape me culpe.
—Gracias —Draco aceptó la manzana roja tragándose sus comentarios, prefiere por mucho las manzanas verdes, poseen un sabor ácido y mucha fibra, también ayudan a controlar el peso —Y gracias por darte cuenta de mi preferencia, la próxima vez guarda manzanas verdes.
—¿Qué? ¿Por qué tendría que-?
Harry guardó silencio al notar la sonrisa orgullosa de su rival y la manera en que mordió la manzana sin abandonar aquel gesto altanero, solo entonces cayó en cuenta de que se dejó al descubierto sin querer.
Acababa de decirle en la cara a Draco que sabía algo sobre sus preferencias cuando no tendría porqué saber algo.
Quiso justificar sus acciones, usando mentiras blancas en lugar de permitir que Malfoy creyera —correctamente —que le prestaba atención, pero ninguna palabra salió de sus labios cuando el profesor Snape ingresó al salón de clases con su entrada dramática y llamando al silencio de todos los alumnos. Pasó delante del grupo captando cada nueva pareja hasta detenerse en los dos estudiantes que provocaban el inicio de los chismes.
Harry estaba convencido de que si Snape tuviera un motivo, lo alejaría a veinte metros de Malfoy, la forma en que lo miraba era la propia de un hombre al que acababan de decirle que pisó mierda; aunque Harry siempre sentía que el profesor lo miraba como si fuera basura, se sintió un poco mejor y confiado a la hora de mantener la mirada, al notar que Malfoy siquiera se inmutaba por la expresión de Snape y en su lugar continuaba acomodando las cosas para la clase mientras comía una manzana roja. Algo en el corazón de Harry hizo cosquillas de manera agradable, Malfoy nunca se dejaba influenciar por nada, no bajaba la cabeza y si no quería hacer algo, no lo hacía, eso incluía mantener una actitud altanera con su profesor.
—Este año será… interesante —Dijo el profesor Snape cortando el tenso ambiente que se había formado donde nadie respiraba, siquiera los slytherin —Quiero que abran sus libros en el primer capítulo.
Harry agradeció que Snape le diera la espalda un momento y así poder disfrutar del cosquilleo en su torso, hasta que de nuevo percibió el tirón de algo doloroso.
¿Por qué sigue doliendo? pensaba mientras tocaba su torso, buscando una herida inexistente. No siente ninguna clase de dolor cuando está con sus amigos y tampoco ha visto alguna cortada sobre su piel, sabe que no hay nada de malo, sin embargo, duele y cada vez el dolor es más agudo.
Inició como si se cortara el dedo con la página de un libro, luego fue similar al pinchazo de una aguja, después se sintió como esa vez que se quemó con agua hirviendo mientras cocinaba para su tía, fue como cortarse con una daga, como recibir un hechizo electrizante y ahora… ahora es parecido a sentir que le clavan un cuchillo en la palma de la mano y de esa misma herida se extienden más cortadas. Ya no sabe qué esperar de esos extraños dolores.
Draco no apartaba la mirada de Harry y las expresiones que hacía cada vez que tocaba su torso, su ego le susurraba que provocaba cosas muy fuertes en Potter y otro sentimiento, quizás su humanidad, le pedía que lo vigilara.
Silenciosamente dejó frente a Harry tres chocolates envueltos con papel verde esmeralda y garabateó una nota:
« Luces enfermo, come algunos dulces, es mi “gracias” por la manzana.»
Los tres papeles brillaron alrededor de la nota de Draco y el cosquilleante sentimiento del inicio volvió, reemplazando el dolor interno de Harry.
Abrió uno de los chocolates, que no le sorprendió que fueran blancos, y los llevó a su boca. Hizo caso omiso a los susurros de Ron sobre que estaba “ingiriendo el veneno por voluntad” y tampoco le dio importancia al momento donde Theo ingresó al aula con un uniforme femenino demasiado corto.
Siquiera las risas, los regaños de Snape y las advertencias de sus amigos lograron alterar la extraña paz que había entre Draco y Harry mientras trabajaban en la primera poción de ese cuarto año de clases. Un año que prometía cambiar para todos.
Harry miraba fijamente las envolturas del chocolate mientras estaba sentado en el dormitorio en compañía de Hermione y Ron, después de enviar lejos a Dean, Seamus y Neville para hablar a solas.
Podía escuchar a sus mejores amigos discutiendo, pero su mente estaba a toda marcha, pensando en el horrible sentimiento de preocupación que albergaba, mientras intentaba descubrir qué es lo que planeaba Draco al proponer una tregua de la nada y la supuesta cooperación de los Slytherin.
Más importante, pensaba en cómo iba a manejar todo esto.
Sabe de qué manera actuar cuando está frente al Draco Malfoy de siempre, el caprichoso, altanero, grosero y clasista que con los años se ha vuelto más agresivo con sus palabras, desde los 11 años, con cada mes que pasaba sus palabras eran más afiladas y lograban apuñalar donde dolía. Sabe qué hacer con eso, enfrentarlo con la frente en alto y después sufrir a la noche porque le duelen sus palabras, no porque sea él, sino que apuñalaba justo donde dolía; pero no sabe cómo debe comportarse frente a un Draco Malfoy dispuesto a enterrar el hacha de guerra y que le entregaba la promesa de mantener a raya a todos los Slytherin, un año sin sus constantes acosos, palabras groseras y bromas pesadas, un año de paz.
—¿Harry? ¡Harry! —Exclamó Hermione.
Harry agitó la cabeza hacia los lados, liberándose de su ensoñación y mirando a su mejor amiga, ocultando las envolturas del chocolate supuestamente envenenado, según Ron.
—Perdón, ¿Qué decían?
—Ron preguntó qué es lo que estaba pasando y propuse una teoría —Harry hizo un ademán con el brazo, cediendo la palabra y entregando su total atención —Bueno, yo creo que Malfoy y su séquito decidió “comportarse” porque quieren aprender de nuestras debilidades y usarlas en nuestra contra —Señaló a sus dos amigos acusadoramente —Así que no muestren ninguna debilidad, de ninguna manera o forma. Simplemente no hablen con ellos, no socialicen con nadie a su alrededor y no les den ninguna oportunidad para descubrir nuestros secretos.
—Entonces, básicamente, ¿No hacer nada? —Harry estaba acostumbrado a correr de un lado a otro, la idea de no hacer nada le agradaba.
—¡¿Esperas que no hagamos nada?! De ninguna manera, no me voy a sentar y fingir que no están haciendo el estúpido acto de chicos buenos mientras planean nuestro funeral —Atacó Ron saltando fuera de la cama.
—No estoy sugiriendo que no hagamos nada, eso es lo último que quiero que hagas —Puntualizó Hermione señalando con la mirada la cama de Harry para que Ron volviera a sentarse —Por supuesto que los vamos a observar, los vamos a observar como halcones, tenemos uno en la clase, lo observamos y si tenemos dos, ¡Los observamos a ambos! Estén atentos a cualquier cosa que pueda delatarlos y no revelen nada.
—Mientras no se metan conmigo, yo no les hablaré —Declaró Ron con seriedad.
—Tal vez tengamos que hablar con ellos, si compartimos clases o algo así. A veces hay cambios de pareja cuando los compañeros fallan varias veces —Recordó Harry.
Ante la idea de sentarse junto a un slytherin, Ron tembló e hizo una mueca asqueada. Sin embargo, Harry lo ignoro, optando por levantarse de la cama y guardar las envolturas del chocolate “envenado” dentro de su baúl, en el interior de una caja donde también guardaba un espejo mágico que podía usar para hablar con Sirius, tal vez Remus si estaban jubtos, como siempre.
Si sigue confundido con la actitud de los slytherin, mañana los llamará para pedirles consejos, no debería molestar a Dumbledore con asuntos sin importancia.
Y de nuevo, el tirón en su pecho hizo acto de presencia.
Chapter 6: La hipocresía del sistema, según Draco
Chapter Text
❝ La mayoría de los pueblos del mundo, independientemente del sistema social bajo el que vivan, aspiran a la paz y se oponen a la guerra❞
— Zhou Enlai
Draco se encontraba en su habitación haciendo la tarea junto a sus amigos, mejor dicho, él realizaba los deberes y ellos se quejaban por la improductiva semana que tuvieron.
Por mucho que se esfuercen por hacer todo lo posible para no pelear con los alumnos, resultaba difícil cuando eran los demás quienes incitaban a discutir, en especial los gryffindor.
Crabbe y Goyle por poco se involucran en una pelea cuando unos chicos de Gryffindor insultaron a Draco llamándolo “ la serpiente que perdió sus colmillos ”, lo cual no fue tan malo, hasta que otro del grupo dijo que por esa pérdida es que ya no tenía veneno para atacar y ahora no es más que una lombriz, por suerte la pelea no llegó a más cuando el profesor Flitwick intervino. La situación no era mejor para el resto, Theo continuaba siendo ignorado por Luna o a veces ni siquiera la encontraba, Blaise varias veces tuvo que intervenir cuando slytherin mayores casi pelean con otros alumnos, Pansy tenía serias complicaciones para conectar con chicas fuera de la casa y el resto de los alumnos tampoco pudo mantener una conversación con otros.
Los ravenclaw siempre fueron fáciles de tratar y cordiales, desde hace mucho fueron aliados de los slytherin por ese rumor de que Salazar y Rowena eran muy buenos amigos, los hufflepuff no eran buenos ni malos, casi parecían acostumbrados al acoso y cuando alguna serpiente se acercaba muchos creían que era para molestarlos, ni hablar de los gryffindor, ellos eran los más negados a su cambio.
Al ritmo que avanzaba su plan, nada iba a cambiar y a Draco le preocupaba que algunos compañeros se harten de contener su violencia cuando un león se acerca desconfiados y preparados para atacar.
No los culpa, le resulta difícil no culpar a cualquier persona por su desconfianza, aunque eso no significa que está frustrado. Él mismo considera a las otras Casas estúpidas y en un día normal buscaría cualquier motivo para resaltar la excelencia de su propio grupo, los ravenclaw le resultaban exasperantes con su insaciable sed de conocimiento, los hufflepuff eran tontos incapaces de defenderse por sí mismos y los gryffindor… bueno, ellos eran un insulto en sí, idiotas que no piensan y actúan sin pensar en nada, lo peor es que llaman a esa inconsciencia “valentía”; y no, actuar sin pensar no es valentía, solo la estupidez de alguien impulsivo.
Draco deja la pluma en el tintero y mira a través de la ventana, en ese momento el calamar pasaba, provocando un poco de oscuridad en el dormitorio y diez segundos de silencio. A pesar de que ya estaban acostumbrados a verlo, continuaba siendo digno de admiración, una imagen que solo podía ser apreciada por los slytherin.
Tras perderlo de vista sus amigos volvieron a quejarse sobre lo imposible que era llevarse bien con los demás, ya sea porque fueran tontos, complicados o estuvieran a la defensiva hasta para lo mínimo, Draco volteó a verlos. Pasó su mirada por el rostro de cada uno de sus amigos, pensativo sobre lo que debería hacer para agilizar los resultados de su plan y no es porque fuera ansioso, pero los demás sí, y no le parecía una buena idea que acumulen tanto estrés cuando apenas paso una semana. Ni siquiera están en la parte complicada del plan.
—De acuerdo —Dijo de repente, provocando un absoluto silencio y las miradas curiosos de todos —Tengo que hacer algo.
—Te dije que este plan es ridículo —Bufó Blaise dejándose caer en su cama.
—La idea de matar a Dumbledore que propuso Crabbe no era tan mala —Theo se encontraba transfigurando cosas con su varita, sin mirar, mientras estudiaba un delgado libro de astrología que obtuvo de la biblioteca.
—No vamos a matarlo —Cada uno suspiró con molestia y Draco giró por completo en la silla con los brazos sobre el respaldo —Necesitamos cambiar de táctica, yo en particular.
—¿Qué planeas, Draco? —Preguntó Pansy que cepillaba el sedoso pelaje de Tenebrosa , su elegante gata negra —Cualquier cosa que hagamos despierta frustración, miedo o ansiedad en los demás.
—Creí que las cosas iban a encaminarse sin necesidad de forzarlo, pero veo que esperar no es la mejor idea cuando los slytherin están frustrados por no poder atacar cuando los insultan o miran mal —Desvió la mirada al estante con libros, donde también ocultaba el Documento de Promesa —Necesito hablar con Potter —Sin dudar se puso de pie —También con Diggory y Cho Chang, son populares entre los suyos.
Por primera vez, Theo apartó la mirada de su libro para echar un vistazo a su líder que se cubría con la túnica escolar y una bufanda verde alrededor del cuello.
—¿Y qué les va a decir? —Hizo una expresión de cansancio y agudizó la voz — Hola Potter, mira, cambié, ahora seamos amigos .
—Tengo una idea —Ajustó de manera correcta su bufanda dejando ambos extremos sobre los hombros —Si lo que descubrí de Potter es verdad, creo que sé cómo convencerlo de hacer lo que quiero.
—¿Descubriste algo? —Blaise no pudo evitar la curiosidad y se levantó de la cama.
—Algo así —Le restó importancia haciendo un gesto vago con la mano —Pansy, ve con las chicas e intenta convencerlas de acercarse a personas fuera de la Casa, creo que Roper y Bulstrode están por ahogarse en su veneno —Su amiga suspiró resignada y, con Tenebrosa en brazos, siguió a Draco a la puerta —Theo te encargo hablar con el equipo, Blaise ve con los demás a corroborar que todo este bien, Crabbe y Goyle… —Ambos chicos lo miraron con la boca llena de chocolate, Draco suspiro —Hagan su tarea y limpien este desastre.
Pudo escuchar a sus amigos quejarse por tener que trabajar cuando estaban a sábado, de todas formas, cada uno se fue por su lado para encargarse de la misión encomendada usando la máscara de completa indiferencia o falsa amabilidad. Draco confiaba en que cada uno haría un buen trabajo.
Cuando llegaron a la sala común no le sorprendió ver a una enorme cantidad de alumnos reunidos en grupos para estudiar, hablar o realizar actividades extracurriculares, desde que les dio la orden de no molestar a nadie y no causar problemas, todos siguieron muy bien sus indicaciones, excepto por uno que otro altercado que no pasó a nada más que palabras insultantes. Sin embargo, para los slytherin era difícil no reaccionar cuando alguien los miraba mal por desconfianza o insinuaban que perdieron su capacidad para defenderse, de ahí apodo de “serpiente sin colmillos” y la indirecta de que ya no poseen veneno, lo cual es totalmente falso, pero claro, ahora los slytherin preferían quedarse en la seguridad de su sala común para evitar pelearse con otras personas.
Debo solucionar esto o pensarán en revelarse , pensó con amargura antes de hacerle una señal a sus amigos para que se encarguen de mejorar el ambiente.
Se separaron en la puerta, lo último que alcanzó a escuchar fue a unos chicos del equipo de quidditch comenzando a quejarse con Theo por no poder insultar a su equipo rival. Draco suspiro al estar totalmente en los vacíos pasillos de las mazmorras, algo normal, nadie se acerca al nido de serpientes a menos que tengan clases en alguno de los salones cercanos. Al salir de las sombras fue recibido por risas y conversaciones desde diferentes lugares, había alumnos sentados en el pasillo compartiendo un libro o grupos de amigos caminando con ropa normal en lugar del uniforme.
Su objetivo era hallar a Harry Potter, ¿Dónde podría estar? No tiene la menor idea, solo le quedaba usar su instinto e ir a los lugares que cree puede frecuentar alguien que busca tranquilidad siendo tan famoso. La última vez pudo atraparlo en unos pasillos poco concurridos porque lo siguió, esa es su primera pista sobre porque cree que puede querer soledad.
Al pasar cerca del comedor se asomo, por curiosidad, para descartar la posibilidad de que su rival pudiera estar disfrutando de una merienda con su amigos.
No pudo encontrar los alborotados cabellos castaños, vio a los gemelos Weasley riéndose a carcajadas mientras leían el Profeta, también estaba Luna Lovegood cortando un sándwich en forma de estrella para dárselo a Ginny que miraba concentrada una revista sobre quidditch y, lo más sorprendente, Draco vio a algunos niños de su propia Casa conversando con otros niños de su misma edad, reconoció a algunos porque los vio en la ceremonia de selección. Se quedó mirando a los jóvenes un momento, curioso por la facilidad con la que ellos podían hablar con personas de otras Casas y eran recibidos con la misma calidez, solo los de primero conviven con otros. Si las cosas fueran normales habría alguien de curso superior recordándoles que deben confiar solo en sus propios compañeros.
Apartó la mirada dispuesto a seguir con su búsqueda, aunque la imagen que acababa de ver no se iba de su mente.
Nunca estuvo en contra del sistema de Casas porque… porque simplemente nunca le afectó de forma directa, es decir, si lo afecta porque significa una marcada y firme rivalidad con otros estudiantes, pero nunca fue más allá. Ahora le resultaba un problema porque pertenecer a slytherin significaba tener una soga al cuello, Dumbledore está buscando un motivo para expulsarlos y privar a cada niño slytherin de su magia, o peor, es capaz de encerrarlos con tal de disminuir los números de un señor oscuro que todavía no está presente.
Pero lo estará.
Se pasó los dedos por su cabello rubio, por mucho que intente lucir confiado delante de aquellos a quienes intenta proteger, la verdad es que está asustado. Desde que se enteró de lo que iba a suceder duerme con miedo, mucho, por eso se ahogó en planes e investigaciones para no tener que pensar en las consecuencias de su fracaso. No puede pensarlo.
Por su mente pasan las imágenes de distintas pesadillas que lo atormentan cada noche desde que sabe la verdad, imagina a sus amigos muertos en la sala común con los ojos abiertos carentes de vida, está en un funeral colectivo para despedir a cada uno o lo culpan por no haber podido salvarlos luego de confiar en él, hay otras veces donde las pesadillas son más directas y centradas en una persona, como Pansy llorando en su enorme cuarto tras haber perdido su magia, Theo lanzándose encima para darle puñetazos en la cara, Blaise despidiéndose antes de irse con su madre para escapar de los señalamientos tras perder su magia y, otras más dolorosas, eran cuando estaba junto a Crabbe y Goyle, ellos no se enojan ni lloran, en su lugar sonríen con pena e intentan ignorar la tragedia a su alrededor, ver a esos tontos actuando de esa forma es de lo peor.
Continúa con su camino recorriendo los pasillos e ignorando los cuadros que intentan sacarle conversación.
Se detuvo al pie de las escaleras de caracol que conducían a la torre de astronomía, contaba con una poco segura cadena dorada que prohibía el paso en ese horario, lo que significaba que no debía haber ningún estudiante en ese horario. Expecto cierto chico dorado rebelde que se comporta como delincuente , pensaba Draco mientras se agachaba para pasar por debajo de la cadena y subir, la piedra debajo de sus zapatos no realizaba ningún ruido y tampoco se escuchaba sonidos de conversaciones en la cima, hasta que se acercó lo suficiente como para distinguir el sonido titilante de hechizos simples acompañados de una vez susurrante que poco a poco se volvió nítida, al igual que la identidad de su propietario.
Al asomar la cabeza vio al famoso Harry Potter sentado en el borde de la terraza con una pierna de un lado y la otra colgando en el aire, su espalda estaba apoyada en una de las columnas y tenía una postura inclinada, Harry realizaba hechizos para niños con su varita formando algunas luces que hacían destellos sobre sus lentes e iluminaban las fracciones. Por un momento Draco no pudo evitar admirar aquel semblante sereno, diferente a su expresión temerosa de cada día o defensiva.
Desde las sombras observaba en silencio, envuelto en la penumbra que le permitía observar aquel semblante tan poco natural en el favorito de Dumbledore, la figura de Harry, recortada contra la inmensidad del cielo, parecía una pintura. El viento jugaba con su cabello castaño siempre desordenado, revuelto como si no conociera un peine, la luz de la luna acariciaba su piel, suavizando los contornos de su rostro, acentuando la curva de su mandíbula, el arco de su nariz y los rasgos extranjeros, su piel morena no era tan oscura aunque continuaba siendo un fuerte contraste con la palidez natural de Draco. Llevaba nada más que una camisa blanca y encima un suéter negro con bordes rojos, la corbata no iba atada alrededor del cuello sino que caía suelta en un improvisado nudo que estaba a un tirón de deshacerse por completo.
Draco exhaló lentamente, sintiendo que el aire se volvía denso y un sentimiento incómodo se estremecía en su pecho, como cuando era un niño y escuchaba historias del famoso Harry Potter. Apenas tuvo ese recuerdo se recordó que aquel niño que deseaba conocer y tenía idealizado no era más que un tonto defensor de sangres sucias, un ignorante de la cultura mágica y no le interesaba nada salvo su propio bienestar. Aunque la imagen frente a él fuera perfecta para ser retratada en un cuadro, no lo haría, porque Draco es alguien que aprendió a ver, sentir y caminar en la oscuridad y por mucho que le desagrade Harry, él es demasiado brillante para ser arrastrado por las sombras, no por nada se burla diciendo que es el chico dorado. Solo por ese instante en la noche, lejos de las miradas y de la línea que los separaba, Harry iba a brillar de una manera que no tenía nada que ver con la fama o el destino. Brillaba simplemente porque existía, porque la sombra de la torre se volvía un refugio para quien no sabía cómo acercarse, mientras que Draco brillaba por motivos más oscuros y retorcidos.
Retrocedió unos pasos y esta vez se aseguró de hacer ruido con sus pasos para que Harry notara su presencia.
Al salir de las sombras descubrió que no había ni rastros de Harry Potter, lo que provocó una evidente expresión de sorpresa. ¿Es posible que lo hubiera imaginado? Sin pensarlo se dirigió al lugar donde vio a su rival esperando encontrarlo colgado en el borde, quizás colgado de alguna manera extraña para no ser atrapado rompiendo las reglas.
—¡Alto!
Tan pronto como se acercó lo suficiente, chocó contra una algo invisible y un grito lo alertó de la presencia de Harry. Draco no pudo ocultar el pánico y la sorpresa que lo recorrieron cuando notó que Harry Potter contaba con una capa de invisibilidad, no tuvo tiempo de procesar el significado de eso porque en el momento que sus cuerpos chocaron una parte de la capa dejó al descubierto el rostro de Harry y su expresión de terror al resbalar de la cornisa, sin pensarlo, Draco extendió la mano para evitar que cayera. Claro que no contó con el peso extra y su propio cuerpo acabó cediendo de forma considerable hacia adelante, tuvo que usar sus dos manos para sujetar a Harry que continuaba medio envuelto en la capa de invisibilidad y las piernas para mantenerse firme del otro lado del barandal.
Intercambiaron una mirada cargada de preocupación.
Draco empujó hacia atrás aferrándose a las manos de Harry y, con un mucho esfuerzo, consiguió regresar al lado seguro tras el barandal con su rival tirado sobre su cuerpo, por suerte no pesaba demasiado y apenas era capaz de sentir el peso, debido a la emoción del momento no lo apartó al instante. En su lugar se tomó un momento para recuperar el aliento y procesar lo que acaba de descubrir, veo que es así como logra romper las reglas y meterse en problemas , la existencia de una capa de invisibilidad resuelve varias dudas que tenía sobre el Trío Dorado y cómo lograba evadir el toque de queda sin que nadie lo supiera.
Se frustró por no haberlo pensado.
Por otro lado, Harry continuaba con el corazón latiendo en la garganta, por un momento creyó ver su vida pasando frente a sus ojos y no le gustó que sus momentos felices sean tan limitados. Incluso creyó haber revivido los gritos de su madre antes de morir como si fuera el grito de un Dementor anunciado su cercanía con la muerte.
Se levantó lo suficiente hasta quedar cara a cara con Draco. La cercanía hizo que se diera cuenta de lo que acababa de pasar y lo cerca que estuvo su rival de matarlo, pero eso no pudo ser, ¿Cómo Draco sabría que estaba exactamente en ese lugar? Su mente daba vueltas en todo tipo de teorías conspirativas que tenían al príncipe slytherin como protagonista, e ignoraba por completo la posición en la que se encontraba: Tenía los brazos y las piernas a cada lado del cuerpo de Draco, debido al movimiento brusco, la capa de invisibilidad se movió lo suficiente como para cubrirlos a ambos y dar la apariencia de que estaban solos en el mundo, si cualquier persona subiera a la torre de astronomía, no iba a encontrar a nadie.
Draco convirtió sus manos en puños y se mordió la lengua, tragándose su propio veneno y no decir nada que pudiera dar pie a una pelea o a la posibilidad de que intentaba matarlo.
Sus ojos recorrieron los rasgos que le recordaban un poco a las hermanas Patil, piel trigueña rica como la tierra después de la lluvia, la luz que se filtraba sobre la tela le permitía apreciar de cerca aquellos contornos con más detalles como pequeñas manchas sobre su nariz casi imperceptibles, el contorno de su nariz recta, ojos verdes tan profundos como esmeraldas a las que faltan pulir y pómulos altos sin mucha grasa para prestar, los Potter contaba con la herencia de una sangre que hablaba de historias mucho más antiguas que Hogwarts mismo. Draco apretó la mandíbula, atrapado en una contradicción que no podía desenredar.
No quiere demostrar lo incómodo que estaba por la posición y por ese motivo reaccionó antes de pensar:
—Potter, ¿Te gusta esta posición?
Aquellos ojos dejaron de lado la incertidumbre y la duda para dar paso a la sorpresa.
—¿Qué? —Enarcó una perfecta ceja rubia y Harry tardó tres segundos en comprender a lo que se refería, al hacerlo se apartó de un salto dejando una distancia considerable entre ambos. Draco enderezó la espalda y se limpió el polvo de la túnica —Perdón.
Draco miró de reojo la capa de invisibilidad que cubría los hombros de Harry, aunque él no parecía darse cuenta de dónde estaba mirando porque buscaba sus lentes intentando ser disimulado, claro que no lo lograba. Vio los horribles lentes redondos junto a él y se los entregó, hablar con un Harry Potter ciego era más incómodo que hacerlo con uno que pudiera ver.
Pudo ver el momento exacto donde el chico dorado recuperaba la vista y caía en cuenta de todo lo que acababa de suceder, de todas formas intentó en vano ocultar la capa de invisibilidad.
—No es lo que piensas.
—¿Sabes lo que pienso? No sabía que el chico dorado de gryffindor tenía ese talento.
—No, no es… um, yo… —No había forma de negar lo evidente, ocultar la capa no significaba nada cuando acababa de ver con sus propios ojos su poder —No le digas a nadie, hazlo por nuestra… ¿Tregua?
—¿Es una amenaza o un pedido amistoso?
Harry se mordió el labio inferior, delatando sus nervios y Draco no pudo evitar rodar los ojos.
Sabe perfectamente que incluso si decidiera gritarle a todos el chisme de que Harry Potter tenía un objeto mágico prohibido en su poder, a nadie le importaría, porque no tiene la menor duda de que Dumbledore sabe de su existencia y le permite a su alumno favorito hacer lo que quiera, sin ningún tipo de límites ni advertencia. No vale de nada acusarlo de hacer algo indebido cuando tiene al director de su lado, siempre listo para defenderlo y justificar sus acciones erróneas.
Un suspiro cargado de pesar atrajo la atención de Harry. Draco se levantó para ir a sentarse al borde de la baranda, con ambos pies en tierra firme y, para su sorpresa, Harry lo siguió con la cabeza gacha y abrazando la capa de invisibilidad como si fuera alguna especie de campo protector que podría utilizar contra un potencial peligro.
—No diré nada a cambio de algo —No es lo que planeaba hacer al venir a hablar con Harry, pero serviría mejor que su plan A.
—Si se trata de algo sencillo y que no lastima a nadie, dime —Continuaba mirándolo con desconfianza, la misma expresión que cuando le ofreció una tregua y cuando fue a sentarse juntos él en Pociones.
—Quiero que hables con tus compañeros —El cambio en su rostro fue evidente, a Draco siempre le resultó curioso lo transparente que era Harry con sus emociones —Están fastidiando mucho a mis compañeros, en cualquier momento, y ellos se están conteniendo de no atacar. En algún punto van a ignorar mis advertencias y se desatará una pelea muy grande.
—Alto, alto —Se sentó sobre la baranda, en la misma postura que antes para poder ver a Draco de frente y hablar cerca —¿Por qué me harían caso a mi?
Por un momento Draco quiso golpearlo y escupir algún comentario mordaz, pero al ver la genuina curiosidad en sus ojos por un momento se tragó sus palabras para concentrarse en buscar algún rastro de mentira en aquella cara tonta que siempre lo mira con desconfianza.
¿Acaso este idiota no sabe lo popular que es entre los suyos ? Estaba convencido de que no habría manera de que pudiera ignorar la evidente influencia que tiene entre los suyos, más siendo el integrante de quidditch más joven en su equipo, el objetivo de Snape y el favorito de Dumbledore, no hay forma de que no se dé cuenta de algo como eso. Sin embargo, a medida que pasaban los segundos, la curiosidad no se desvanecía de sus ojos verdes y en su lugar aumentaba.
—¿Malfoy?
—Tu palabra es más relevante de lo que crees.
—¿Por qué?
—¿Hablas en serio? Eres Harry Potter, el niño que vivió —No pudo evitar abrir la boca sorprendido al ver que Harry se rascaba la nuca en un gesto de timidez que no podría haberle asociado a él meses atrás —Pasar tanto tiempo con la comadreja de verdad fundió tus neuronas.
—¡Oye! No hables mal de Ron, es mi mejor amigo.
—¡Y tú eres un Potter, por Salazar! —Sintió el impulso de golpearle en la cabeza, de la misma forma que hace cuando Goyle y Crabbe dicen alguna obviedad como si fuera el mayor conocimiento de la historia mágica —Si no fuera porque en 1916 Henry Potter quería que los magos y brujas participaran en aquella guerra muggle, seguirías formando parte de los Sagrados 28, ¡Pero sigues siendo una familia de sangre pura! Y tienes un legado mágico sorprende, ¿Acaso no sabes lo relevante que es la palabra de alguien con tanta historia sobre sus hombros?
—Pero yo no soy tan increíble, no sé mucho sobre mi familia y… no veo cómo eso se relaciona con mi “relevancia”, a nadie le importaba mi opinión —Se encogió de hombros sin darle importancia —Yo solo soy Harry, un chico ordinario que quiere tener una vida normal.
—Lo siento, pero no hay nada de ordinario en ti y cuánto antes lo aceptes, tu vida será más sencilla.
—¿Por qué lo dices?
—Hay muchas personas que te quieren muerto.
—¿Eso te incluye?
Draco tarareó sin dar una respuesta positiva ni afirmativa, en lugar de eso decidió seguir con el tema principal.
—¿Vas a hacer lo que te digo o no? —En vista de que Harry continuaba dudando de su propia capacidad, decidió cambiar de estrategia —¿En serio quieres que los slytherin y los gryffindor un día de estos se maten en los pasillos?
—No, la violencia no es correcta —Negó con la cabeza al instante.
—¿No dijiste que quieres una vida más sencilla?
—¿Si…? Pero eso-
—Entonces, ayúdame a que haya paz entre las Casas. ¿Por qué debemos competir por cada mínimo detalle? ¿No sé supone que todos estamos aquí por lo mismo?
—Pues, la Copa de las Casas sirve para fomentar la competición sana y que todos se esfuercen, ¿No?
—¿Te parece sano las relaciones que hay ahora mismo? —Volvió a negar, esta vez con suavidad —Mira a las gemelas Patil, ellas están en distintas Casas y a veces no pueden estar en los mismos grupos de estudio porque están en diferentes grupos, ¿Te parece justo?
—Por supuesto que no, es horrible que dos hermanas que se lleven bien deban estar alejadas.
—¿Lo ves?
—Sigo pensando que no servirá de nada que yo le diga algo a los gryffindor, soy muy joven.
—¿Así es como defiendes tus ideales? —Una mueca de desprecio apareció en el rostro de Draco que provocó en Harry un impulso de querer pelear, defenderse, era un sentimiento de… algo , algo que lo incitaba a actuar —Si rechazas la pelea con la misma fuerza que sigues la corriente de odio, obtendrías un increíble resultado.
—Mm —Harry ladeó la cabeza con curiosidad y ya no abrazaba la capa de invisibilidad, en su lugar bajo un poco la guardia aunque eso significara sentir un estremecimiento en su torso que le retorcía el corazón —¿Por qué el repentino cambio y ese deseo de paz?
No le sorprende la pregunta, él mismo a veces se despierta a mitad de la noche sorprendido por lo mucho que ha cambiado su vida en pocos meses. Tantas vidas sobre tus hombros de obligan a cambiar, incluso cuando no quiere, lo último que desea es ser amable con los hipócritas gryffindor que siempre los señalan porque los slytherin hacer uso de su apellido y conexiones, pero ellos tampoco se quedan atrás cuando hay profesores dispuestos a evadir la mirada. Todos en la sociedad mágica son déspotas si tienen una mínima parte de sangre pura, al final del día todos los que pueden aprovecharse de los privilegios lo hacen.
Solo hay algunos que lo hacen frente a todos y otros prefieren fingir que son santos.
Sus valores no han cambiado, sigue pensando que los muggles cada vez están más presentes en su sociedad y las costumbres mágicas están siendo dejadas de lado para su “comodidad”, incluso se sacaron clases muy interesantes del temario de Hogwarts para comodidad de los hijos de muggles. Claro que no los odia hasta el punto de desear su destrucción como los seguidores del que-no-debe-ser-nombrado, pero tampoco es un fanático de los seres no magicos. La única diferencia entre el Draco de hace un año con el actual es que debe usar métodos complejos para obtener lo que quiere, en este caso, la supervivencia de los slytherin y aquellos con un núcleo oscuro solo por haber sido elegido en la Casa de Salazar, a pesar de que es de público conocimiento que el motivo de que ciertos magos y brujas tengan un núcleo oscuro se debe a que pertenecen a familias de sangre pura que tienen constante contacto con las Artes Oscuras y artilugios malditos resguardados como si objetos de colección.
Tiene preparados muchas excusas para Harry Potter, planificó varios discursos para justificar su cambio, pero al final llegó a la conclusión de que mentirle con una excusa “ideal de pura bondad” no serviría de nada y el camino más seguro era el de una media-verdad.
—Quiero que los slytherin tengan la oportunidad de elegir libres de prejuicios.
—Creía que los sangres puras podían ser lo que quisieran —La pequeña broma fue una pequeña señal de que Harry estaba cediendo, aunque sea un poco.
—Y podemos, pero no es tan fácil ser millonario, atractivo, lógico, odioso y simpático.
—Admites que eres odioso.
—Admito que solo personas con buen gusto saben apreciar mi personalidad —Una pequeña risa escapó de los labios de Harry, y por primera vez Draco se sorprendió de forma genuina, ¿Tan sencillo era derribar los muros del famoso Potter o de verdad es así de ingenuo? —¿Te estás burlando?
—Para nada —Negó con la cabeza sin dejar de sonreír de lado, sus ojos verdes no tenían aquel brillo de desconfianza, aunque tampoco confiaban del todo.
Un repentino ataque de tos lo llevó a sujetarse el torso tomando por sorpresa a Draco, por un momento quiso inclinarse y levantó las manos para sujetarlo, pero se detuvo a mitad de camino y recuperó su postura elegante.
—¿Estás bien?
—Si, debe ser alergia a tu bondad —Aquel comentario era uno que Draco no se esperaba, y Harry notó su incertidumbre —Lo siento, es una broma.
—Como sea —Se encogió de hombros —¿Me ayudarás a qué mi gente y la tuya se lleven bien? O al menos que se toleren.
—Puedo intentarlo, pero no estoy seguro de qué decirles —Los ojos de Harry permanecieron sobre Draco, brillantes en una petición no dicha donde le solicitaba ayuda a qué todos lleven bien y así tener un año de paz como cualquier joven mago cursando su 4° año escolar dónde su única preocupación debería ser superar Pociones, evitar ser castigado por Snape y ganar la copa de quidditch, tal vez conseguir alguna chica que le guste.
—¿Qué? —Comprendía las intenciones de Harry, pero de todas formas quería escucharlo pedirle ayuda, por el bien de su ego.
—¿Me das una mano?
—Mm…
—Por favor.
—Claro —Ya satisfecho por obtener lo que deseaba, se apartó de la baranda con una sonrisa altanera en el rostro, Harry no pudo citar bufar al ver aquel gesto y, por primera vez, no querer darle un puñetazo —Ya es demasiado tarde, podemos vernos mañana en la noche aquí.
—De acuerdo —Antes de que Draco pudiera apartarse del todo, Harry saltó del barandal.
—¡Espera! —Draco lo miró sobre su hombro con curiosidad, se mantuvo cerca de la puerta mientras esperaba a que Harry lo alcanzaba, él ya se acomodaba la capa de invisibilidad sobre hombros para volver a la torre de los leones —Antes mencionaste algo sobre mi familia, ¿Sabes mucho sobre el tema?
—Sé bastante de todas las familias sangre puras importantes de la historia, todos los herederos reciben ese tipo de instrucción en su infancia —Comenzaron a bajar las escaleras de caracol uno al lado del otro, cada vez bajando más el tono de voz para evitar que los atraparan caminando por los pasillos tras el toque de queda —¿Por?
—¿Puedes enseñarme un poco sobre mi familia?
—¿No sabes del tema?
—No… no me hablan mucho sobre ellos, de nada en particular —Se encogió de hombros intentando lucir despreocupado.
—Está bien, no veo ningún problema.
Le resulta extraño que el famoso Harry Potter no tenga acceso a su historia familiar, no tarda en relacionar aquella ignorancia a la intervención de Dumbledore y la constante convivencia con los Weasleys, aunque eso no explica porqué los otros miembros de su familia no le dicen nada. Se encoge de hombros sin darle importancia. Un Harry Potter ignorante significa terreno libre donde implantar ideas y conocimiento que a él le convenga.
Por ese motivo corresponde a la sonrisa que le dedica cuando se separan al pie de las escaleras.
Permaneció un momento tras la puerta del pasillo con la espalda apoyada en la pared, repasando lo que acababa de suceder. Busco a Harry Potter para encontrar una manera de controlar a los leones sin necesidad de intervenir directamente, iba a plantear la posibilidad de que para demostrar su “tregua” se mostraran juntos en público, le preocupaba hacer esa movida porque podrían acusarlo de estar manipulando a Harry, pero el cambio de planes le funcionaba mucho mejor de lo que esperaba. Tener a Potter cerca es mejor que cualquier cosa, Dumbledore no podría tocarlo mientras tuviera a su favorito cerca, solo debía esforzarse de que la protección de Harry se extendiera a todos los slytherin.
Aunque para eso tuviera que manipularlo.
Del otro lado de la puerta, Harry miró sobre su hombro una última vez y una mueca disconforme se formó en sus labios. ¿Puedo confiar en Malfoy? Esa es la pregunta que daba vueltas en su cabeza, le preocupaba estar dejándose llevar por la emoción de haber sido salvado por él o por la incomodidad que le preocupaba ver aquella sonrisa maliciosa sin rastros de crueldad.
Apenas sintió la punzada de dolor en su torso hizo a un lado sus pensamientos y fue a su cuarto, mañana temprano hablaría con Hermione, no con Ron, sabe lo que piensa de Draco Malfoy y lo mejor sería recurrir a su amiga más lógica. Ella le diría si se estaba dejando llevar muy rápido por la perspectiva de tener un año tranquilo o el cambio es genuino y vale la pena esforzarse.
—Un año tranquilo —Suspiró en voz baja bajo la protección de su capa de invisibilidad —Suena bien.
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