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— De los dos. ¿Quién es más probable que le juegue bromas a su compañero durante el fin de semana de carrera? — preguntó la entrevistadora.
Ambos inmediatamente apuntaron hacía Fernando, quién sonrió con orgullo. Le gustaba molestar a Lance, en su mayoría eran bromitas inocentes que incluso quedaban grabadas por el equipo de marketing. Y el canadiense al final terminaba por reírse un rato.
Pero en ese momento, ambos con la mitad de un traje elegante y con unas sonrisas cómplices, lo único que podían recordar es lo que hicieron hace apenas una media hora.
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*dos horas antes*
Era miércoles de semana de carrera y después de conducir bajo el sol de Melbourne por unos minutos, Lance llegaba al circuito de Albert Park y caminó hasta el hospitality de Aston Martin. Apenas entró, lo primero que vió fue a su media manager, Eve, la mujer tenía el ceño fruncido y escribía en la tableta que tenía en las manos a una velocidad increíble. Consideró darse la vuelta y huir, no tenía ganas de escuchar su típico discurso sobre la puntualidad, pero ella levantó la mirada y ya era muy tarde.
— ¡Lance! — la chica empezó a caminar hacia él — Ni pienses en correr y esconderte que Henry no está aquí para distraerme en lo que huyes, ya me encargué de él. — el chico ni se quería poner a pensar en el pobre destino que había caído sobre su entrenador. Así que admitió la derrota también.
— No voy a esconderme, llegué un poco tarde porque no dormí mucho, pero estoy muy emocionado, ya quiero probarme el traje. — le dijo con una sonrisa un poco forzada. Y con lo último no mentía, hace unas semanas hicieron un photoshoot con él y la marca BOSS. Las fotos tuvieron tan buena recepción que se decidió hacer otra propuesta, querían a ambos pilotos modelando un par de sus finísimos trajes. Que, a petición de Fernando, eran idénticos.
Ella levantó la ceja y tardó un par de segundos en volver a hablar — Bueno, eso espero. — bajó la mirada a la tableta, sus dedos empezaron deslizarse rápidamente y aún con la vista en la pantalla comenzó a decirle a Lance todos los pendientes del día.
— Primero Mikey quiere mostrarte los cambios en el asiento de tu auto, así que primero te vas para allá. Luego hay una reunión muy importante con el equipo de ingenieros, tendrán una junta con Cowell y Newey para discutir cosas antes de las prácticas libres de mañana. Fernando y Newey ya están en la oficina.
Lance abrió los ojos con sorpresa y sin más empezó a caminar hacia la sala de juntas.
— ¡Espera! Primero ve con Mikey, no te tomará más de 10 minutos. — mientras se ponía delante de él y extendía los brazos para interrumpirle el paso.
— Está bien, iré al garage primero. — mientras alzaba las manos, como si la chica frente a él representara verdadero peligro — ¿Después qué hay?
— La prueba de los trajes con BOSS, la entrevista y las fotos. Después de eso sólo queda el contenido que tenga planeado marketing... y es todo. — le contestó con una sonrisa mientras abrazaba la tableta.
— Ok, perfecto. Entonces ya voy. — Lance intentó avanzar pero Eve no se movía de su lugar. Él la observó unos segundos mientras ella seguía sonriendo. — ¿Me dejas pasar? —
— ¡A los garajes! ¡Con Mikey! — le dijo mientras le hacía señas con la mano para "ahuyentarlo".
— Cierto, cierto. — se dio la media vuelta y se encaminó a los garajes. Mientras caminaba regresó la vista y ella seguía haciendo guardia en la entrada a las oficinas. No pudo evitar reírse de la situación.
Agradecía la cantidad de paciencia que ella le tenía, Lance era bastante distraído, y si se trataba de Fernando, su cerebro hacía corto circuito. La mención del español solo vació su mente y su cuerpo automáticamente se movió hacia su dirección.
Además estaba junto al gran Adrian Newey. Esa sería la primera vez que podría hablar con él, estaba emocionado.
Después de ir a revisar lo de su auto, se regresó a las oficinas y de camino a la sala de juntas unas grandes manos lo tomaron de la cintura y lo jalaron hacia atrás.
Era Fernando detrás de él, quién atrajo a Lance hasta que estaban espalda con pecho y el español rodeó por completo al otro con sus brazos. A pesar de la diferencia de altura, le gustaba abrazar a su novio de esa manera y darle besos en la espalda.
— Que susto. — dijo Lance mientras reía. — ¿No estabas en la sala de juntas con Adrian Newey?
— La junta empieza a las 11, tenemos... 12 minutos aún. — dijo Fernando y soltó a Lance para que pudiera darse la vuelta y le dió un beso, el canadiense le correspondió y sin esperar más, lo tomó de la cintura de nuevo y el beso escaló rápidamente.
Sus lenguas invadían la boca del otro y su respiración les hacía soltar pequeños gemidos cada que uno tenía que romper el contacto para poder tomar un poco de aire. Estuvieron así apenas poco más de un minuto.
— Espera, Fernando. — dijo Lance, separándose del beso y mirando a su novio, quien estaba claramente fastidiado por la interrupción — Estamos en el pasillo. Alguien nos puede ver.
— Si, que tragedia. Alguien verá a una pareja besándose. — le respondió mientras se ponía las manos a los costados de la cara. Sabía que responder con sarcasmo ponía al otro de malas. Era fácil leer el rostro de Stroll.
— No seas idiota, sabes a lo que me refiero.
Y es que Lance era bastante tímido al mostrar afecto en público, a pesar de que a este punto todo el mundo sabía que los pilotos de Aston Martin estaban en una relación. No podía evitar sentirse avergonzado.
— Ya sé, amorcito. Perdóname. — dijo con una sonrisa comprensiva, esa sonrisa que derretía a Lance cada que la veía, mientras tomaba su rostro con ambas manos — Pero no te veía desde hace casi 10 días. Me dejé llevar un poco.
— Está bien, yo igual te extrañé mucho. Hacer videollamadas no es lo mismo que tenerte aquí enfrente. — Lance sonreía como un tonto mientras lo miraba a los ojos.
— ¿Sabes quién te extrañó también?
— ¿Quién? — respondió extrañado mientras Alonso tomaba una de sus manos.
— Él. — el español puso la mano de Lance sobre su entrepierna. Intentó retirarla al instante mientras volteaba a su alrededor con un poco de pánico pero Fernando se lo impidió.
— ¡Fernando! — podía sentir como el miembro del español se endurecía rápidamente y Alonso sólo lo miraba con una sonrisa pícara. Hasta que lo dejó ir. Podía sentir su rostro ruborizado y cuando verificó que no había nadie alrededor le respondió — ¿Qué demonios? Que nos vean besándonos ya es mucho, no empieces.
— No hay nadie, todo mundo está ocupado. Relájate, crío. — le dijo mientras aún sostenía esa sonrisa traviesa — Además, no me vas a decir que no tienes ganas. No hacemos nada desde hace siglos, hay un baño justo ahí.
— Siglos tendrás de edad. No han pasado ni tres semanas... — se detuvo unos segundos y su mente de inmediato se llenó de imágenes de la última vez que tuvieron intimidad.
La verdad es que él también se sentía así, masturbarse en la soledad de su cama no es ni de lejos comparable a lo que sentía al tener a su novio en la cama. — Dijiste... que teníamos 12 minutos, ¿No?
La sonrisa de Fernando llenó por completo su rostro. — Pues ahora son como cinco. — le dijo alzando las cejas.
— Es suficiente. — dijo Lance mientras tomaba a Fernando del brazo y lo arrastraba al baño que estaba a unos metros de ellos.
— 5 es suficiente ¿Por quién me tomas, chaval? — Fernando seguía sonriendo pero estaba claramente ofendido, su desempeño en la cama era muchísimo más que 5 míseros minutos. — Vas a ver quién aguanta más.
— Ya lo veremos.
Entraron al baño y por fortuna no había nadie, así que inmediatamente Lance arrinconó a Fernando en la pared y se agachó frente a él.
Alonso estaba emocionado, su erección era más que notable y no pudo esperar más así que intentó desabrochar sus pantalones, pero fue interrumpido por su lindo novio.
— No. Quitarte la ropa es mi parte favorita. — lo detuvo Lance y mientras le miraba fijamente le desabrochó el cinturón y los pantalones. Cuando estos cayeron lo único que separaba el rígido miembro de Alonso y el hermoso rostro de Lance era una capa de tela de ropa interior, que apenas y podía contener la erección.
Lance lo tomó de los muslos y hundió su rostro en el bulto de Fernando, inhalando su aroma, un olor que reconocía muy bien. El otro quiso tomar la tela de su ropa interior para poder bajarla de una maldita vez, pero de nuevo fue interceptado.
— Te dije que no. ¿Tan desesperado estás? — le dijo con el ceño fruncido — Yo haré todo, no metas las manos.
A Lance le encantaba tener control de estas situaciones, y poder hacer que Fernando obedeciera al instante lo excitaba muchísimo.
Lentamente bajó lo que quedaba de la ropa de su novio, dejando en libertad su pene, que ahora se extendía en su completa rigidez. Lance sabía que no contaban con mucho tiempo, en otra situación se tomaría el tiempo necesario para torturar a Fernando y para disfrutarlo él mismo, pero ahora, les quedaban sólo unos minutos.
Mientras veía a Fernando a los ojos, tomó su miembro y comenzó a meterlo en su boca. Cuando el otro sintió la calidez de la boca de Lance dejó salir un quejido que solo motivó al canadiense para seguir introduciendo más, poco a poco, hasta poder alcanzar la base y se sujetó de los muslos de Fernando.
La cara de Alonso era un poema, su respiración agitada y su rostro ruborizado lo hacían ver increíblemente guapo.
Ambos sabían que no debían hacer mucho ruido, pues necesitaban escuchar si alguien se acercaba para estar alertas en caso de que alguien intentará entrar al baño. Por lo que Fernando estaba conteniendo cualquier sonido que pudiera salir de su boca, mordiendo dos de sus dedos.
¿Cómo Lance era tan bueno haciendo esto?
Era algo que Fernando a veces se preguntaba cuando estaba llegando al límite, la respuesta era algo que no quería averiguar en lo absoluto. No quería romperse la cabeza y acabar sabiendo algo de lo que se arrepentiría.
Cuando le hacía una mamada, Lance se adueñaba de él, lo destruía, lo dejaba hecho trizas.
Quién mandaba era Stroll y nadie más que él. Fernando no tenía poder, estaba a merced de su novio y él estaba contento de que hiciera lo que quisiera con él. Al final esa obediencia y sumisión era recompensada con el mejor de los placeres.
Venirse en lo profundo de la boca de Lance.
Fernando quedó encantado después de la primera vez que su novio le dejó hacer eso. Era una práctica casi desconocida para el español, a pesar de tener más edad y haber tenido encuentros tanto con hombres como con mujeres, sus experiencias eran lo que se consideraría 'vanilla'. Encontrarse con Lance lo había hecho soltarse un poco y descubrir cosas más interesantes. Aunque, para Stroll, esto era de lo más simple.
La respiración del mayor aumentaba, dejaba salir suspiros para evitar gemir y su rostro estaba completamente sonrojado. Lance sabía muy bien que Fernando estaba cerca, intentó aumentar la velocidad cuando escucharon risas viniendo del pasillo. Alguien se acercaba.
Se separaron instantáneamente y Lance se levantó. Vió a Fernando intentar subirse la ropa pero lo tomó del brazo y lo llevó a uno de los cubículos.
Estando encerrados Lance se sentó en la tapa del inodoro con las piernas cruzadas, se limpió las lágrimas y el sudor de la cara y con su novio frente a él, continuó con su trabajo.
Fernando estaba tratando de escuchar con atención para asegurarse si aquellas personas entraban al baño o sólo pasaban, que sentir esa cálida humedad rodeándolo otra vez, lo sorprendió.
— Lance, ¿Qué haces? Podrían entrar al baño. — le dijo Fernando con voz baja y con la respiración aún agitada mientras tomaba la cabeza de Lance para apartarlo.
El canadiense le dió un manotazo y se separó de él. Tenía una expresión muy enfadada. Lo miró a los ojos, aspiró por la nariz y le dijo con firmeza — Te dije que no metas las manos. — apenas terminó la oración dos personas entraron al baño.
Al notar la distracción de su novio, Lance volvió a engullir su miembro. Fernando se sobresaltó y tuvo que cubrirse la boca para evitar emitir cualquier tipo de ruido vergonzoso.
No iba a mentir, Alonso siempre parecía incómodo cuando ocurrían estás situaciones, pero la realidad es que tanta adrenalina le excitaba también.
Hace unos segundos sintió que estaba a punto de explotar cuando los interrumpieron, y el susto le bajó toda la calentura. Pero ahora, en el cubículo del baño, con otras personas del otro lado de una simple mampara, la excitación regresó al instante.
Lance lo miraba a los ojos mientras su lengua hacía maravillas alrededor de él. Era cuestión de unos segundos más y llegaría al punto sin retorno. Su respiración se agitó, se cubrió la boca con ambas manos y se vino con fuerza.
Se corrió. Lance no hizo más que tragar y mantener contacto visual con él, observándolo con esos lindos ojos cafés y sus cejas pobladas. El cuerpo de Fernando tenía pequeños espasmos producto de todas las sensaciones que estaban invadiendo su cuerpo en esos momentos.
Escuchó como la puerta se cerraba, ahora estaban sólos en el baño de nuevo. Y pudo terminar de disfrutar los últimos segundos de su orgasmo dejando salir un par de gemidos.
Mientras Alonso se recomponía, observó a Lance separarse de él y observándolo de vuelta, agitado, con una sonrisa y un hilo de saliva aún uniendo su miembro y los labios de Stroll.
Lance se limpió la boca con una mano y se levantó. Le dió un corto beso a su novio, miró su reloj y le dijo.
Fueron 7 minutos, me ganaste. — y salió del cubículo.
Fernando seguía mirando a la nada, aún dentro del cubículo, tratando de respirar con normalidad, con la cara sudada, los pantalones en el suelo, escuchando como Lance se lavaba las manos.
Definitivamente su novio era el mejor del maldito mundo.
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Ambos salían de la sala de juntas de Aston Martin, tuvieron una junta importante con Andy Cowell, algunos de los ingenieros y Adrian Newey.
— Nos vemos luego. — se despidió Cowell — Y ustedes dos, no se olviden que en 1 hora tienen que estar listos para la entrevista y con los trajes de BOSS ya puestos. Así que vayan de inmediato a sus habitaciones, ahí ya tienen los trajes. En 1 hora ya deben estar listos para el maquillaje y peinado.
— Estaremos en el driver's room de Fernando. Tranquilo, todo salió bien la vez pasada conmigo. — le comentó Lance con una expresión relajada y cada quien se fue a su habitación.
Cuando Fernando llegó lo primero que vió fue una elegante bolsa negra colgando sobre la puerta de su armario. Tenía el logotipo de BOSS y debajo estaba su nombre en letras grandes.
Lo abrió y en el interior había un hermoso traje negro. Un saco y un pantalón negros a la medida, una camisa blanca y una corbata negra con un estampado de la marca. Todo perfectamente planchado y con olor a nuevo.
Se quedó admirando todo unos minutos mientras tomaba unas fotos para su Instagram. Estaba sacando el traje de la bolsa cuando Lance entró sonriendo por la puerta con el suyo ya puesto. La corbata la tenía sujeta sólo con un torpe nudo y no tenía zapatos, solamente calcetines.
— Mira, que lindo es el traje, me queda perfecto. Me veo muy guapo, ¿No crees?
A Fernando le encantaba todo de Lance Stroll, pero sobre todo le fascinaba verlo sonreír. A pesar de todos los comentarios duros que Lance tenía que soportar todo el maldito tiempo desde hace años por parte de todos los medios, verlo feliz y relajado por algo simple como ropa nueva, le ponía de buen humor, más que cualquier otra cosa en el mundo.
No pudo soportar más tiempo sin acortar la distancia. Lo tomó entre sus brazos y le dió un ligero beso en los labios.
— Para verte guapo lo único que necesitas es sonreír, amorcito.
Lance no pudo evitar sonreír como un tonto y sonrojarse ligeramente. — Podría decir lo mismo de ti.
— En eso tienes razón, de los dos yo soy el más guapo. — le dijo Fernando mientras le daba un pellizco en la mejilla y Lance le daba un manotazo en el hombro — Y sí, el traje se ve muy bien, justo me lo iba a probar.
Se apartó de Lance y se dió la vuelta para tomar su propio traje.
Lance tomó asiento en uno de los sillones individuales que había en la habitación y se acomodó con los brazos tras la cabeza.
El español se empezó a quitar la ropa y cuando estaba por bajarse los pantalones se sintió demasiado observado. Cuando se volteó se encontró con Stroll mirándolo fijamente. Se habían visto desnudos el uno al otro cientos de veces, pero en esta situación Fernando no pudo evitar sentir timidez.
— Eh... Oye, Lance. Si me quitas la mirada de encima no voy a desaparecer, eh. — mientras dejaba caer sus pantalones y los pateaba a un lado. Lo único que cubría su cuerpo en ese momento eran sus boxers y un par de calcetines.
— ¿No puedo disfrutar del espectáculo? — se levantó y caminó hacia Fernando, quien se estaba poniendo la camisa blanca.
Sólo tocó la espalda de Alonso por un segundo y de la nada el español se volteó, lo tomó de las manos y lo jaló hacia la mesa en la que estaba el resto del traje.
Había inmovilizado a Lance. Con el pecho y el rostro contra la mesa, y sus brazos estaban sujetos en su espalda por las grandes manos de Fernando.
— Ni creas que me he olvidado de lo que pasó hace un rato. — y le dijo cerca del oído — Déjame devolverte el favor.
Estar en esa posición hacía que el trasero de Lance estuviera a completa disposición de su novio. El traje se ajustaba perfectamente a su cuerpo y hacía lucir aún más su gran y voluptuoso trasero. No era desconocido para nadie que el canadiense tenía unas nalgas increíbles.
A Fernando le fascinaban, si pudiera, dormiría sobre ellas como si fueran sus almohadas el resto de su vida.
Cada vez que Lance se ponía el traje ignífugo, ese tono verde siempre resaltaba sus curvas y cuando se bajaba el traje, el nomex blanco ajustado sólo remarcaba su pequeña cintura. Enfurecía cada vez que los ingenieros del garaje de Lance le hacían "bromitas" al chico sobre su trasero.
Al menos ya no tenía que lidiar con el mano larga de Mick Schumacher, que no desperdiciaba oportunidad para abrazar a Lance de la cintura y andar tocándolo a cada rato.
Stroll sin oponer ningún tipo de resistencia restregaba sus nalgas sobre la entrepierna de Alonso. El roce de la fina tela del traje y la del algodón de los boxers de Fernando hicieron que no tardara nada en estar erecto. Como pudo, volteó la cabeza lo suficiente para intercambiar miradas y le dedicó una sonrisa picara.
— Ahora tenemos un poco más de tiempo, Lance, ¿Te recuerdo lo que se puede hacer en más de 5 minutos?
Sin esperar respuesta liberó sus manos y levantó un poco la camisa de Lance, pasando sus dedos por toda la espalda baja. Recorría con ligeros besos la suave piel del otro que sólo suspiraba ante la cálida sensación de los labios de Fernando y su tibio aliento.
Mientras los besos continuaban, las manos de Alonso bajaron de nuevo a los pantalones de Lance, sus dedos jugueteaban con la hebilla del cinturón y apenas rozaban el bulto que ya se había creado en los pantalones de Stroll. Poco a poco fue desabrochando la hebilla y el botón del pantalón. Metió una de sus manos para acariciar la erección de Lance sobre la tela de su ropa interior y dejó que los pantalones caigan al suelo.
Lance traía unos briefs negros. Siempre usaba ese tipo de ropa interior, le parecían cómodos. Pero para Fernando eran la prenda más sexy que podía existir. La suave tela oscura contrastaba con la blanca y lisa piel de su novio.
Le dió una nalgada y al hacer contacto le apretó el glúteo con la mano, para después acariciar suavemente el área. El impacto le sacó un gemido a Lance, quien tomó con ambas manos el borde de la mesa y dejó descansar su rostro en la madera, dándole luz verde a Fernando para continuar.
Con una sonrisa y mordiéndose el labio le dió otra nalgada, y otra, y otra. No usaba demasiada fuerza pero sí la suficiente para asegurarse de poder escuchar esos deliciosos gemidos que provenían de Lance. Afortunadamente la habitación de Fernando estaba lo suficientemente alejada para que pudieran hacer un poco de ruido.
Cuando creyó que era suficiente, tomó a Lance de los hombros y pegó sus cuerpos con fuerza, haciendo movimientos en su cadera, embistiendo y acomodando su erección, aún contenida en sus boxers, entre las nalgas de su novio.
La fricción y la cercanía sólo excitaron más a Stroll — Fernando...
— Ya voy, amorcito, ya voy. — soltó a Lance, dió un paso atrás y se agachó.
Sujetando la ropa interior del canadiense con los dedos, la bajó lentamente hasta los muslos y luego tomó el pantalón que estaba entre sus pies, se quitó la camisa y los aventó lejos del desastre que estaba a punto de ocurrir.
El trasero de Lance seguía rojizo, le hubiera gustado haber dejado la silueta de sus manos en esa piel, no sería la primera vez. Pero eso sólo haría que Lance sea el doble de ruidoso, si bien podían hacer algo de ruido, tampoco había que exagerar y tentar a la suerte.
Alonso hizo con esas grandes nalgas lo mismo que con la espalda baja de Lance, recorrió la superficie con ambas manos mientras dejaba besos y tentaba con algunas ligeras mordidas, de vez en cuando apretaba la piel para sacarle suspiros.
Lance sabía muy bien lo que seguía, cuando Fernando devoraba sus nalgas era sólo el preámbulo para algo que, con el tiempo, había aprendido a disfrutar. Porque nadie se lo había hecho como Alonso, porque podría jurar que hasta veía las estrellas.
Sintió las manos de Fernando separar sus nalgas un poco y luego su tibio aliento contra su piel, en una zona tan privada que la mayoría de las personas sentirían al menos un poco de vergüenza. Está de más decir que en el cuerpo de Lance no había ni un gramo de eso, su cuerpo estaba lleno de excitación, expectante de placer.
No pudo acallar el gran gemido lascivo que escapó de sus labios al sentir la lengua de Fernando sobre su agujero. La cálida lengua del español se sentía como la gloria y su barba rasposa sólo añadía un nivel extra a todo ese placer.
Fernando aún lo sujetaba firmemente mientras su lengua sólo le daba descanso a Lance cuando se separaba por momentos para poder respirar y darle un par de mordidas en la suavidad de sus nalgas.
Una de sus manos se desocupó y buscó en la entrepierna de Lance, su erección. La tomó con la mano, estaba repleta de líquido preseminal y mientras seguía con la cara enterrada en su trasero, comenzó a masturbarlo.
Con los ojos cerrados y una mueca de placer, Stroll hacía su mejor esfuerzo por controlar sus gemidos, podría jurar que habían pasado horas desde que su novio lo invadió con la lengua, o al menos, eso parecía. La gran y cálida mano de Alonso que rodeaba y trabajaba su duro miembro lo estaba llevando al límite. Pudo sentir esa presión en la ingle como un reflejo.
Las piernas le temblaban, con la respiración entrecortada y suprimiendo la ganas de gemir le dijo a Fernando. — Más, Fernando. Más. Me voy a-
No pudo ni completar la oración cuando el orgasmo lo invadió y sintió que se derramaba sobre la mano de Fernando, quién separó su rostro de su trasero, pero su mano no le dió tregua a su miembro. Lo siguió masturbando hasta que los quejidos y los espasmos de Lance se calmaron.
Al canadiense le tomó un par de minutos recuperar el aliento, se incorporó y de inmediato se volteó, tomó a su novio por los hombros y lo hizo levantarse para besarlo.
Besarlo con pasión, con necesidad.
Mientras se besaban, Lance lo fue atrayendo a la mesa de nuevo. Mientras con las manos bajaba los bóxers de Alonso, liberando por fin, su gran erección.
Cuando sintió la mesa de nuevo detrás suyo, se separó del beso y miró fijamente al español, mientras tomaba su rígido miembro con las manos. — Aquí. Súbeme a la mesa.
Fernando obedeció de inmediato y tomó a Lance de los muslos y lo subió a la mesa de madera, cuando lo hizo, el canadiense cayó sobre el pantalón del traje de Alonso mientras que el resto de las prendas caían del otro lado de la mesa.
Lance se quitó la ropa interior que aún tenía entre las piernas y la arrojó a la distancia, detrás de él.
Con el cuerpo desnudo de la cintura para abajo y las piernas ligeramente abiertas, Lance se veía como una obra de arte. Una hermosa pieza de museo que se presentaba ante él tan accesible y tan frágil.
Fernando no podía esperar para dejarlo hecho un desastre.
Con cada mano, tomó a Lance de los muslos y lo acomodó para que su trasero estuviera a su completa disposición y restregó su duro miembro contra las nalgas de su novio.
Stroll lo miraba fijamente a la cara, con unos ojos que podrían confundirse con una mirada exhausta. Pero Fernando conocía bien esa mirada, y en esos ojos sólo había deseo, con esa expresión Lance le estaba rogando, le pedía silenciosamente que lo folle de una maldita vez.
Y como siempre, Fernando obedeció a lo que su hermoso novio le pedía.
Tomó su erección y la colocó sobre la entrada de Lance, que gracias a su maravillosa lengua, estaba bien dilatado y lubricado. Al sentir el contacto Stroll dejó salir un gemido.
No quiso torturarlo más y empezó a empujar con suavidad. Su pene se abrió paso lentamente en el interior de Lance, quién suspiraba y hacía todo lo posible por mantener contacto visual.
Las cálidas y suaves paredes del canadiense se aferraban a su miembro con una estrechez que Fernando conocía perfectamente.
Cuando ya había introducido más de la mitad, Lance extendió su brazo y tocó el pecho de Fernando. Esa era la señal para que se detuviera por un momento, así que lo hizo y dejó que Lance respirara con calma unos segundos.
Una parte importante del sexo, al menos para Fernando, era que su novio se sienta cómodo, le hacía muy feliz que Lance le dijera en todo momento lo que le sucedía.
Le acarició las piernas con suavidad esperando que se acostumbrara a su tamaño, hasta que el canadiense retiró su mano y pudo continuar. Siguió penetrándolo hasta que sus cuerpos hicieron contacto y Lance dejó salir un gemido pesado y cerró los ojos.
— ¿Qué esperas...? Muévete. — le dijo Lance con el ceño fruncido.
Apenas se movió un poco, volvió a gemir y tomó sus propias piernas con fuerza y las sujetó junto a su torso.
Podía ver el maravilloso pecho de Fernando, una fina capa de sudor y sus vellos cubrían la superficie y la forma en la que mordía sus labios, significaba que lo estaba disfrutando muchísimo.
El español siguió moviéndose, concentrándose en su propio placer también, embistiendo a un ritmo sistemático y profundo. Cada vez que su pelvis tocaba las nalgas de Lance y sentía su miembro enterrándose en su completa longitud, Stroll emitía un pequeño y agudo gemido, que venía acompañado de una contracción involuntaria que para Fernando, se sentía increíble.
Estuvieron disfrutando del otro por un largo rato, el aire se volvía pesado, el calor iba en aumento y lo único que importaba en ese momento, eran ellos dos.
Parecía que en estos momentos, el tiempo se congelaba, el placer bloqueaba todos sus otros sentidos, sobre todo cuando ambos estaban anhelando este encuentro desde hace días. Hacía que la espera haya valido la pena, y maldita sea, claro que lo valía.
A pesar del gran tamaño de Alonso, el canadiense podría decir que "lo aguantaba" como un campeón. Fernando tocaba lugares muy profundos, lugares que Lance jamás se imaginó que pudieran ser alcanzados. Y sobre todo, que se sintiera tan bien.
Lance pudo sentir una gran presión en su pelvis, esa que te indica que te estás acercando a esa gran culminación de placer, pero... se sentía ligeramente diferente. Había algo particular ahí, algo que obligaba a su cerebro y a su actual raciocinio suprimido a que pusiera algo de concentración en esa sensación.
No sabía exactamente qué era, si la excitación de por fin tener intimidad con su novio, la posición, el lugar o simplemente Fernando estaba golpeando los lugares correctos.
Estaba al borde, trató de contenerlo con todas sus fuerzas, simplemente por mero instinto. Pero si se sentía tan bien, no podía ser algo malo, ¿No es así?
Se rindió. Cerró los ojos e hizo la cabeza hacia atrás, dejó salir una serie de gemidos mientras se entregaba a esa sensación tan placentera. Sus piernas temblaron y se sujetó con fuerza a los bordes de la mesa.
Lo dejó salir y una muy cálida sensación lo envolvió, su pecho y su abdomen estaban rodeados en una tibia y húmeda sensación. No fue hasta que lo sintió también en la espalda que su cerebro registró lo que estaba sucediendo.
Con sorpresa abrió los ojos y dirigió la mirada hacia su entrepierna para darse cuenta de lo que acababa de hacer.
Se había orinado encima.
Subió la mirada hacia Fernando, quién tenía cerrados los ojos y la cabeza viendo hacia arriba. Le puso la mano en el pecho y Alonso paró de inmediato, luego bajó la mirada.
— Fernando, pe- perdona. No sé qué pasó. No me di cuenta. Yo... Y aún tengo puesta la camisa del traje, el saco está empapado... — balbuceaba, claramente avergonzado.
— No pasa nada, tranquilízate. Es una reacción natural. — Fernando se había dado cuenta pero decidió ignorarlo. Y aunque era la primera vez que le pasaba algo a Lance, no quiso hacer sentir mal a su novio y mucho menos, arruinar el momento.
Lance le quitó la mano del pecho y lo observó sorprendido y aliviado. Fernando se acercó y le dió un par de besos en el rostro.
— Me alegra que pienses así porque... se sintió increíble.
— Entonces continuemos, tu saco ya está arruinado de todas formas— le respondió Alonso con una sonrisa.
Tomó a Lance firmemente de la cintura con ambas manos a cada lado. Lo acercó más al borde de la mesa y siguió follando a Lance, al mismo ritmo que antes.
Stroll se vio envuelto en placer otra vez, las manos de Fernando lo sujetaban firmemente así que no tenía que volver a agarrarse de la mesa. En cambio movió su mano hacia su miembro, aún mojado, para poder masturbarse a gusto. Los fuertes movimientos de Alonso y toda la previa situación lo hizo endurecerse rápido. Ahora su mano se movía al mismo ritmo de la cadera de su novio.
En poco tiempo esa sensación "diferente" lo comenzó a invadir otra vez. Pero ahora la reconocía bien, sabía que lo que se acercaba peligrosamente no era su orgasmo. Fernando le había dicho que no pasaba nada, esa breve reafirmación fue todo lo que Lance necesitó para mandar toda la pena y el pudor al carajo, a él tampoco le pareció la gran cosa, se avergonzó por la posible reacción de su novio, pero ahora no había razón para privarse de un placer como este.
Se dejó llevar y soltó su pene por un momento e instintivamente se intentó sujetar de algo en la mesa, como si estuviera sobre unas sábanas. Lo dejó fluir, tampoco era mucho, pero sintió esa calidez y ardor característico caer sobre su vientre y bajar hasta humedecer su espalda. Cuando acabó volvió a tomar su miembro y retomó su trabajo.
Fernando gemía sin parar, hacía un buen rato que estaba penetrando sin descanso el estrecho y caliente agujero de su novio. Su hermoso Lance. Que lo recibía con mucho placer y le regalaba esos increíbles gemidos que al español tanto le excitaba escuchar.
Sabía que no faltaba mucho, un poco más y no podría contenerlo aún con toda la concentración del universo. Se aclaró la garganta y dijo.
— Lance. Me voy a correr... ¿Dónde... — apenas y alcanzó a decir.
— ¡Adentro! — respondió de inmediato Lance.
Fernando siempre preguntaba, sabía que Stroll era muy morboso y si podía cumplirle la fantasía de turno, por su puesto que se correría dónde su novio le pidiese. La única excepción era cuando le hacía sexo oral, porque ahí Fernando le rogaba para que sea en lo profundo de su garganta y si no recibía ningún negativo de parte de Lance durante el acto, podía asumir que tenía permiso.
Sujetó a Lance con mucha más fuerza mientras seguía embistiendo, el sonido de sus cuerpos chocando y sus gemidos eran lo único que se escuchaba en la habitación.
El ritmo al cual Stroll se masturbaba aumentó más y más. Hasta que soltó un quejido muy grave y se vino, su corrida salió disparada sobre todo su torso.
Su cuerpo involuntariamente se tensó, los espasmos de su orgasmo hicieron que todo se apretara. Sus paredes se estrecharon mucho más y ante tal sensación, Fernando tampoco pudo contenerse más. Con una última estocada unió sus cuerpos y llegando lo más profundo que pudo, se corrió. Y mientras lo hacía dejó salir unos gemidos bastante ruidosos.
La increíble cantidad de sensaciones que lo envolvían casi le nublaban la vista. No había un hecho que hiciera sentir más pleno a Fernando que saber que había dejado completamente lleno a su hermoso novio. No había un mejor placer en el mundo que este.
Cuando esos gloriosos segundos se terminaron, ambos respiraban agitados. Fernando salió lentamente de Lance, reposó su cabeza sobre su pecho y lo abrazó. Sintió sus manos abrazarlo de vuelta y sus dedos acariciar su cabello. Las piernas le temblaban un poco.
Apenas su respiración estaba tranquila, se separó de él. Lo ayudó a bajarse de la mesa y sonrieron de manera cómplice mientras se daban unos pequeños besos.
— Hay que ir a bañarnos rápido, nos quedan como... 15 minutos para ir al estudio.
Lance se tensó y puso una cara de preocupación. Miró hacia abajo y agarró el saco y la camisa, aún manchadas de todos sus fluidos.
— Arruiné mi traje. ¿Qué vamos a hacer? — le dijo con una mirada que rogaba por una solución.
— ¿Vamos? Lo siento, amorcito. Pero esa explicación la vas a dar tú. Mi traje está perfecto. — le contestó intentando zafarse de la situación y ante la incredulidad e indignación de Lance se volteó para poner en orden su traje.
La sonrisa se le borró rápidamente cuando vio en la mesa su pantalón completamente arrugado y mojado. Prácticamente había absorbido todo.
— Carajo... — regresó la mirada a su novio, quién ahora estaba riendo, con los brazos en la cintura. — ¿Qué vamos a hacer?
Lance se burló de él con una carcajada — Ambos estamos jodidos. Parece ser que mi pantalón está bien.
Tomó sus pantalones que estaban junto a la camisa de Fernando, él las había arrojado ahí. Volteó a ver el saco y la corbata que estaban en el suelo, detrás de la mesa.
— Ok, tengo una solución. — y Alonso volteó a verlo al instante, esperanzado — Te cuento mientras nos bañamos. Rápido. Y trae el pantalón manchado.
Se bañaron a la velocidad de la luz y dejaron las prendas colgadas en el lavabo después de enjuagarlas con un poco de agua. Después se ocuparían de lavarlas apropiadamente.
— Por supuesto que no Lance, no me voy a "sacrificar" por ti. Si armamos un traje completo, lo más lógico es que yo lo use. — Fernando se había puesto la camisa con la corbata y el saco encima. En la parte de abajo sólo tenía unos bóxers limpios — Mis tallas son más pequeñas. A mí me queda tu ropa, pero a ti no te queda la mía.
Lance lo observaba con una ceja levantada y una mueca en los labios. Su mirada confundida lo juzgaba.
— Tampoco es como si tu ropa fuese de enano, claro que me quedaría bien. — Stroll tenía puesto sus pantalones con el cinturón de la marca y en la parte superior tenía un Nomex verde limpio que tomó del clóset de Fernando — Además, soy tu novio. Tu hermoso y lindo novio. Deberías hacer todo por mí.
Intentó convencerlo con una mirada de cachorro triste, pero Alonso ya tenía experiencia lidiando con esa maniobra.
— Podría decir lo mismo de ti. No me vas a convencer con eso, Lance. Tú fuiste quién manchó los trajes.
— Fue un accidente. Además yo fui el de la idea, no seas un descarado.
— No me llames así, respeta a tus mayores, crío.
Lance estaba a punto de responder cuando tocaron la puerta.
— Lance, Fernando. ¿Ya están listos?, ¿Puedo pasar? — preguntó alguien detrás de la puerta.
Fernando se puso rápidamente los pantalones con los que había llegado al circuito. — Sí, pasa.
— Los están esperando ya en las... — y se quedó observando a Lance. Quien, lleno de nerviosismo, quiso dar una explicación.
— Sobre los trajes, eh. Lo que pasa es que-
Pero fue interrumpido por el chico de marketing.
— Me gusta. — Fernando y Lance se quedaron en silencio, confundidos — ¡La idea me encanta! Mitad traje elegante mitad traje de carreras. Es genial, iré a decirle a los del estudio. Fernando, ponte un ignífugo hasta la cintura y vengan. — y se fue corriendo.
— ¿La situación acaba de arreglarse sola? — dijo Fernando, incrédulo.
— Que suerte tenemos — le respondió Lance con una sonrisa y salió de la habitación.
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gillesspiee Mon 22 Sep 2025 01:01AM UTC
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Ittorashi_18 Tue 23 Sep 2025 08:49PM UTC
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