Chapter 1: Anhelo
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Kafka no tenía hijos.
Lo cuál no era nada raro. A pesar de ser un omega.
En un mundo en el que puedes morir devorado, aplastado o mutilado por un Kaiju en cualquier momento. La decisión de traer vida era una cuestión de egoísmo, ya que se sabía a qué se enfrentarían los infantes.
No solo eso, la posibilidad de no poder protegerlos, dejarlos huérfanos, que tal vez un ataque no los mate pero que los dejen inválidos de por vida, también existía.
Tener hijos era un acto egoísta, porque sabías que podría pasar mañana, y sí aun así lo hacías, era simplemente cruel.
La posibilidad que tu ciudad quede destruída, tu hogar en escombros, que tengas que resguardarte bajo tierra, y morir, era alta.
Siempre tener la esperanza en la JAKDF sobreviva y venciera a los Kaijus, era su diario vivir, su única opción y salvación.
Pero-
A pesar de su alta capacidad y fuerza, siempre estaría presente la incertidumbre en los corazones de todos los que se refugiaban y esperaban a sus salvadores.
En qué podría llegar el día en que las Fuerza de Defensa, no sería lo suficiente fuerte para protegerlos.
Los niños estaban condenados a que a una tierna edad, la inocencia les fuera arrebatada por la muerte, el caos y la destrucción.
La tasa de natalidad era baja en Japón desde hace mucho, tanto por el estilo de vida tan exigente de la sociedad, como el constante peligro de morir a manos de monstruos.
Kafka lo sabía de primera mano. Perdiendo a sus padres desde pequeño, siendo otro de muchos casos de orfandad; nada raro, muchos como él habían pasado por lo mismo. Saliendo adelante con la ayuda del gobierno y consiguiendo llegar a la adultez sin haber sido mortalmente herido o sin perder una extremidad.
En porcentajes, era afortunado. Haber llegado a los 32 vivo y coleando era algo que muchos no pudieron hacer.
Los niños eran el futuro del país, pero también eran seres que merecían tener infancias felices y sin miedo. Los niños debían ser abrazados, cuidados, queridos y protegidos.
El mundo era cruel.
Kafka suspiró mientras veía como caía el atardecer, sentado en la azotea de la 3° División, la suave brisa le acariciaba la piel y le ondulaba el cabello. Disfrutó de este pequeño momento de paz, de introspección, de soledad.
Debía de ir a entrenar, pero se permitiría esto.
En la banca, subió sus piernas y las apretó contra su pecho fuertemente, como en cuclillas, en un intento de protegerse, ¿De qué? no sabía, pero su pecho se oprimía tanto que sentía que no podía respirar y dolía hasta lo más profundo de su diafragma. La presión que ejercía sus rodillas contra sus costillas aliviaba la sensación, pero era como poner una pequeña curita en un brazo roto, no era suficiente. Sus pensamientos lo atormentaban y le dejaban sintiéndose débil.
Los niños merecían un mundo mejor, y él, todas las divisiones, y la JAKDF, luchaban todos los días para poder ofrecer un mundo así a las nuevas generaciones.
Pero aún no era suficiente.
Tal vez estaba muy sensible, tal vez era porque hace no mucho había salvado a 2 pequeños niños de un ataque Kaiju, y vió cómo ingresaban a salvo a un refugio mientras sus caras de alivio le daban un golpe en el corazón; tal vez era el recuerdo de Ichikawa, quedándose dormido en su hombro el otro día mientras veían una película, notando esa noche que en sus mejillas y facciones, aunque muy levemente, la grasa de bebé que la pubertad todavía no había borrado, a pesar de que este niño era un soldado con un calibre de primer nivel y que controlaba el arma numerada más fuerte que disponía el país, su expresión era suave e indefensa cuando dormía contra él, le recordó lo joven que era.
Y Kikoru.
Ahora siendo la vicecapitana de la 1° División, una prodigio en toda la palabra, con habilidades de combate de un capitán con apenas 17 años, con una arma numerada y en el escuadrón más fuerte del país.
También una pequeña omega huérfana, una niña.
Kafka ahogó un gemido.
Niños que habían tenido que dejar de serlo para enfrentarse a un mundo cruel y apocalíptico, niños que habían perdido a su familia de manera cruel e injusta. Niños que habían sangrado y casi muerto para proteger a otros.
Sus niños.
Con rudeza, Kafka sacudió la cabeza, en negación, dándose unas palmadas en las mejillas, que le dejaron un color rojo en la piel por la fuerza y un deje de escozor por el dolor.
Ellos eran sus compañeros, sus amigos, casi su familia.
Pero ellos no eran suyos.
Con las lágrimas bajando por sus mejillas y nublando su visión, el sol desaparecía en el horizonte, los suaves rayos se fueron apagando dejando que el ambiente se enfriara minuto a minuto, y Kafka sabía que tenía que irse.
Mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano y sorbía por la nariz, se permitió admitirse a sí mismo algo que siempre había anhelado.
Tener una familia.
Tener la dicha de encontrar a la persona indicada, que pudiera ser su pareja y padre de sus hijos, de sus cachorros.
Siempre había deseado poder ser madre, albergar y crear vida en su interior. Abrazar, besar, perfumar y mimar a sus hijos. El verlos crecer desde el momento que nacieran, y cuidarlos hasta su él diera su último aliento.
Los había imaginado tantas veces, miles de cachorros imaginarios, diferentes facciones, tipos de cabello, alturas e incluso personalidades. Sí eran omegas, betas o alfas, no importaba, él los amaría. Si era un niño o una niña, era indiferente, Tampoco importaba, imaginar sus dulces sonrisas y pequeñas manitas en busca de su tacto, de su calor, de su aroma, era su deseo.
A veces, cuando la soledad y necesidad le golpeaban en un momento especialmente vulnerable, se había atrevido a pensar que ser madre soltera podría ser una opción.
Pero nunca se atrevió.
Kafka no quería ser egoísta.
Él, que no había podido ingresar a las Fuerzas de Defensa porque era demasiado débil; él, que se había ganado la vida limpiando monstruos en vez de salvar vidas; él, que había decepcionado y roto la promesa que le había hecho a la persona más importante en su vida.
La posibilidad de no regresar a casa le agobiaba como a cualquier otra persona, pero sabía que era una excusa para sí mismo, que gran parte del problema, había sido su falta de autoestima para siquiera intentarlo.
Él no era un omega pequeño, delgado, con rasgos delicados, casi no había tenido parejas y prefería pasar sus celos solo, porque sabía que nadie se quedaría, porque no era suficiente.
Y ahora que era un Kaiju, no había manera de que este anhelo se convirtiera en realidad.
Miro al cielo, que ahora era de un morado-azulado, profundamente perdido en su tristeza, se había perdido la puesta del sol, el frío empezaba a asentarse en sus huesos y se permitió soltar una última lágrima, enterrando en el fondo de su corazón ese deseo, que nunca se cumpliría.
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—¿Hibino Kafka estará de baja médica?— preguntó Kikoru con voz angustiada, luego de que su estúpido maestro, (El capitán de la primera división) le informará de pasada, mientras terminaban el papeleo ese día, que Hibino Kafka no podría salir a misiones por al menos 2 semanas.
—¿Ahora tengo que repetirte las cosas varias veces para que tu cabeza lo procese?— respondió con voz irritada Narumi mientras le lanzaba de mala gana el memo que había mandado la 3° división .—Kafka estará indispuesto, no contaremos con el poder del No. 8, porque su ciclo de anidamiento empezó— con un pequeño sonrojo y volteando la cabeza hacia un lado, terminó de explicar la situación.
Kikoru agarró los papeles, arrugandolos en el proceso, leyendo a toda velocidad .—¿Anidación? pensé…
Ella se quedó un momento procesando la información. Ella ya sabía que Kafka era un omega, se había anunciado sus castas e información el día del examen de ingreso a la 3° división, ella también era una omega, pero en su momento, se había sorprendido que Hibino Kafka fuera de su misma casta.
Él hombre era alto, robusto, con rasgos bastante masculinos y no desprendía ningún aroma, en ese momento, había asumido que se aplicaba bloqueadores, pero, según le había contado el propio Kafka (luego de que la salvará del No. 9 en el mismo exámen) y tiempo después, también los científicos de la JAKDF habían confirmado, que cuando se convirtió en un híbrido Kaiju, básicamente también se convertido en un beta. Ya no segregaba feromonas, y aunque aún podía sentirlas e identificarlas, era debido a sus fuertes sentidos Kaiju y no por su biología omega. Ya no tenía los mismos impulsos o necesidades diarias de un omega, parecía, y sus exámenes también afirmaban, que Kafka ya no entraba en la categoría de “omega”.
Pero ahora estaba pasando por su ciclo de anidación.
—Parece ser que su cuerpo está volviendo a reiniciarse o algo, considerando que es parte Kaiju, es desagradable— Narumi sonrió de lado con burla, mientras chupaba el dulce entre sus labios.
Kikoru se erizó ante el desplante hacía Kafka, finalmente vió a su capitán, el hombre estaba reclinado en su silla, disfrutando de la golosina y con su consola entre las manos.
—Capitán-
—No.
El aura de la sala se volvió pesada. El enojo de Kikoru era palpable, y la arrogancia de Narumi no hacía más que avivar la llama. Ella agarró un lapicero que tenía a la mano y lo lanzó con presión a la cara de Narumi, como un disparo debido a la fuerza, velocidad y precisión, el dulce que saboreaba el alfa, se quebró, se salió de su boca y cayó al suelo.
—No me dejaste terminar, estúpido maestro— gruño la omega, mientras le daba una mirada de muerte.
—¡¡¡Oye, oye, oye!!! ¡Así no es como tratas a tu superior! ¡¡¡A tu maldito maestro!!!— lanzando su consola sobre el escritorio y poniéndose de pie con las piernas separadas y las mirada altanera, se acercaba a pasos alargados hacía Kikoru, tratando de lucir intimidante y evitando pisotear el dulce en el suelo; ella solo pensó que se veía desagradable .—¡No necesito que abras la boca para saberlo!
Kikoru le enseñó los dientes en advertencia, Narumi, alfa y también el soldado más fuerte de la Fuerza de Defensa, rió divertido ante la patética exhibición de su pupila. Se subió su fleco, revelando sus retinas modificadas con el Kaiju No.1, las que ambos compartían luego de la batalla con el No.9 .—¿Por qué debería dejarte ir a ver a ese omega?
El cuerpo de la chica se tensó y dejó escapar un sonido bajo y áspero, cargado de amenaza, mientras apretaba sus manos en puños, con irritación. Sabía que solo porque en la Fuerza de Defensa era estrictamente obligatorio usar bloqueadores de olor, las feromonas de ambos no estaban llenando el lugar, seguramente harían huir a quien sea que se acercarse a la habitación en esos momentos.
Kikoru pensó, y también se replanteó su petición (que ni siquiera pudo decir en voz alta) ¿Sería correcto ir a ver a Hibino Kafka? ¿Por qué deseaba ir a verlo con tanto fervor? Ella… a su pesar y que no lo aceptaba en voz alta por su orgullo… lo apreciaba, mucho. Pero esto era diferente. Ella era uno de los elementos más poderosos en la Fuerza de Defensa, tenían un país que proteger, y aunque los ataque de Kaijus en los últimos meses eran nada una nada, comparados con la batalla con el No. 9, no significaba que hubieran bajado en apariciones o fuerza.
Ella estaba cumpliendo su papel, ella había llegado alto y seguiría avanzando hasta arrebatarle a su estúpido maestro el título del soldado más fuerte de la Fuerza de Defensa. Pero…
Podía escuchar los gentiles elogios que le dedicaba, ver dentro de su cabeza, la expresión y sonrisa bobalicona de Kafka, sentir la dulzura en sus acciones y palabras. Recordaba cada una de las veces en que la apoyó, que la salvó, que la impulso, desde gritos de aliento o protegerla de ataques mortales a pequeños gestos y afirmaciones sutiles en su convivencia.
Ella bajó la cabeza ensimismada en sus pensamientos. Narumi pensó, altaneramente, que había ganado la discusión, y estaba a punto de darse la vuelta para irse a su habitación a seguir jugando cuando detecto sus leves movimientos, la miró de reojo, listo por sí quería continuar la pelea.
Vio que ahora tenía la cabeza en alto y también su mano, está con 2 dedos en el aire.
Antes de poder preguntar, ella, con una voz tranquila y trémula dijo .—2 semanas.
Él levantó la ceja haciendo una mueca enojada, iba a interrumpirla con un ladrido de negación ante su insistencia, pero antes de poder comenzar, la pequeña omega continuó .—Te excusare con Hasegawa-san 2 semanas, iré a las reuniones por ti, te daré los detalles más importantes solo para que des órdenes— Kikoru lo miraba solemne y Narumi abrió los ojos en incredulidad .—y también haré tu papeleo.
Narumi se quedó inmovil, procesando con las pocas neuronas funcionales que le quedaban luego de tanto matar Kaijus y jugar obsesivamente videojuegos. Miró hacía el techo por 3 segundos, analizando. Kikoru se quedó estática, sintiendo que empezaba a sudar, esperaba que su plan funcionara.
Finalmente, el alfa cruzó su brazos sobre su pecho y chisto con molestia, pero le dió una sonrisa de medio lado, demostrando que estaba siendo condescendiente, él muy cabron .—Bueno, no puedo rechazar una oferta tan entusiasta— soltó, agrando su sonrisa con mezquindad, luegose inclinó para quedar a la misma altura de Kikuro y mirarle a los ojos .—Pero con otra condición— sentenció, con descaro.
La omega más jóven frunció el ceño, pero espero.
—Me tienes que prestar 70,000 yenes— terminó contundente y con la mirada autoritaria.
Kikoru sintió su molestia explotar en su interior y bajó un dedo .—1 semana…
—¡¡Espera, espera!!— gritó desesperado Narumi mientras se arrodillaba, arrastrándose cual vagabundo en necesidad de limosna y no como el hombre más fuerte de las Fuerzas de Defensa de Japón .—¡Trato! ¡Trato!
Kikoru sonrió, triunfante.
Chapter 2: Ciclo de anidación
Notes:
Okey, cumplí mi meta, en realidad, SE DUPLICO, 20 kudos, NO CREÍA LLEGAR TAN LEJOS.
He estado planeando e ideando todo en mi cabeza, y cuando me pongo a escribir, NO ESCRIBO NADA DE LO QUE HABÍA PENSADO, ahora se tiene que aguantar un chingo de relleno de biología que me invente 🙃
¿Necesario? No, ¿Pero me da placer hacerlo? Sí.
No habrá ships en este fanfic, pero haré insinuasiones a algunas solo porque puedo y porque me gusta 😀
OJALÁ NO LES ABURRA, y también sí se lo quieren saltar, no me enojo, pero tendrán un poquito más de contexto para como se portará Kafka más adelante.
EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO AL FIN TENDREMOS A MIS NIÑOS, RENO Y KIKORU, LO PROMETO. YO TAMBIÉN YA LOS QUIERO JUNTOS CON KAFKA, PERO MI CEREBRO ME OBLIGA A DAR CONTEXTO 😭
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—Lo siento— jadeando, sentía como su cuerpo se rendía y terminaba arrodillado en el asfalto, mientras trataba de que su cabeza dejará de dar vueltas .—No… puedo seguir…— sentía que se sofocaba tratando de hablar.
Kafka sentía que se iba a desmayar.
El entrenamiento matutino había empezado como cualquier otro día, sus compañeros daban vueltas en la pista, él iba a su propio ritmo, siempre atrás, pero persistente, pero hoy no pudo.
En la mañana, su cuerpo protestó de manera agresiva a solo levantarse de la cama, el dolor en todas articulaciones y en la espalda baja eran horribles, pero no se permitió flaquear. Había sentido un poco de malestar desde hace unos días, pero no le había detenido para seguir con el régimen de entrenamiento que tenía que seguir en la 3° división.
La cabeza le daba vueltas, y su vientre bajo, ardía como el infierno, se sujetaba el estómago, tratando de aliviar el dolor con la presión, sentía como el sudor caía en cascadas por su piel y temblaba, no sabía sí era por el agotamiento o por otra cosa.
—¡Hibino-san!— la primera en llegar a su auxilio fue Akari, se arrodilló a su lado y le puso una mano en la espalda, sentía el calor emanar en oleadas solo con ese simple toque, trató de tranquilizarlo mientras daba órdenes .—¡Chicos! ¡Avísen a la capitana Ashiro y al Vicecapitán Hoshina! ¡Kafka está colapsando!— dijo con voz fuerte pero estable, ayudando a Kafka a acostarse en el suelo, esperando refuerzos.
Kafka escuchó a lo lejos, dentro de la bruma de su malestar, como las pisadas fuertes y apresuradas de sus compañeros se alejaban.
No pudo prestar más atención a lo que sucedía a su alrededor, empezó a tener ganas de vomitar, se volteó de lado opuesto a Akari para no ensuciarla de no poder contener el náuseas, tosió con fuerza y gimió de incomodidad.
—¡Hibino-san! ¡Manténgase consciente!— Akari no perdía su temple, le daba pequeñas palmaditas tranquilizadoras en la espalda, le tocó la frente, dejando salir un siseo luego de tocarlo .—¡Estás ardiendo!— con sorpresa, empezó a notar que todo el cuerpo de Kafka parecía en llamas por el calor que desprendía.
Miró con desesperación hacia todos lados, esperando refuerzos, afortunadamente, la líder de pelotón Nakanoshima se acercaba corriendo rápidamente mientras unos cadetes traían una camilla a sus espaldas.
—Minase, informa— ordenó la líder de pelotón una vez estuvo al lado de Akari y Kafka, se arrodilló, y evaluó el estado del híbrido-kaiju con la mirada, su cuerpo temblaba, tenía tos y arcadas, estaba sudando profusamente, fiebre alta era el diagnóstico a simple vista.
Otros cadetes empezaron a subir con cuidado a Kafka en la camilla, Akari ayudó mientras informaba .—Hibino colapsó poco después de empezar el entrenamiento matutino, noté que se veía un poco decaído justo antes de empezar, pero seguimos con normalidad… a los pocos minutos terminó colapsando— terminó la chica, con una mirada de culpa.
Nakanoshima asintió ante sus palabras y antes de poder responder, respiró profundamente y su cerebro hizo un corto circuito.
El dulzor del jazmín inundó su sistema, penetrante, rozando lo abrumador. Solo con seguir levemente el aroma, sabía que venía de Hibino. Sintió la cabeza un poco brumosa, casi mareada, pero no se dejó llevar por sus instintos. Hizo una mueca de frustración y con un movimiento de mano, ordenó que los cadetes se llevarán a Kafka al ala médica.
Miró a Minase, su semblante preocupado y nervioso, pero no le quedaba duda que ella no pudo percibir las fuertes feromonas de Hibino.
Porque Minase era beta, la mayoría de los miembros de las Fuerzas de Defensa lo eran, incluído el Vicecapitán. La capitana Ashiro, ella, y otros pocos reclutas, eran alfas, también había omegas en las Fuerza, no se podía negar poder humano desde hace décadas, pero solo los alfas como ellos sabían por la situación que se enfrentan ahora mismo.
Despidió a Minase con un movimiento de cabeza y se apresuró a seguir al equipo que llevaba a Hibino al ala médica, presionó su intercomunicador para poder comunicarse directamente con sus superiores .—Capitana Ashiro, Vicecapitán Hoshina— llamó con voz profunda, sin dejar de caminar
—¿Qué pasa, Nakanoshima?— respondió con tono calmado su capitana, parecía que las noticias todavía no habían llegado hasta ellos.
—Kafka colapsó en el entrenamiento matutino— su voz era tensa y esperó un segundo antes de continuar .—Parece haber entrado en celo, nos dirigimos al ala médica
Nakanoshima se quedó callada esperando respuesta de sus superiores, teniendo en cuenta la parte Kaiju de Hibino, esto podría ponerse complicado. El olor de sus feromonas aún estaba instalado en su nariz, e también iba dejando rastros por los pasillos de la 3° división al ser transportado. Arrugó la nariz solo de volver a sentir el fuerte aroma de flores, mezclado con hierro.
No había precedentes para esta situación. Sabía que Kafka era un aliado, uno valioso y valiente. Pero no tenían la fuerza suficiente para aplacarlo sí este se salía de control como Kaiju.
—Hoshina y yo nos dirigimos para allá, asegúrate que Hibino Kafka entre con seguridad a ala médica— la voz pasiva de su capitana la hizo respingar, se había perdido un segundo en sus pensamientos, pero con una afirmación, cortó la comunicación y continuó con su camino.
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—¿Ciclo de anidación?— preguntó la Capitana de la 3° División de las Fuerzas de Defensa, mientras miraba con ojos bien abiertos los papeles y también las pantallas que indican la condición del omega-kaiju.
Varios doctores y asistentes asintieron a sus palabras .—Este estado se da normalmente cuando un omega acaba de dar a luz, incluso los alfas los tienen, en las mismas circunstancias, cuando su pareja recién da a luz, a veces, en casos especiales, estos ciclos se desencadenan debido a eventos traumáticos o de separación con sus crías.
Mina seguía escuchando, mientras veía a través de las cámaras a Kafka, estaba inconsciente en la camilla de la enfermería, sudaba profusamente, y veía a todos los que le atendían usando mascarillas ¿No había betas ahí dentro?. Nerviosa, vio las intravenosas goteando, los signos vitales de Kafka elevados, las muecas de dolor que hacía aún inconsciente.
—Nakanoshima había reportado que estaba en celo, pero según entiendo, en los ciclos de anidación, los omegas no necesitan aparearse— Hoshina habló para darle un momento a su capitana para tranquilizarse .—También está el hecho de que Kafka no ha tenido hijos o…
Hoshina lanzó una mirada interrogativa a la doctora.
Ella negó firmemente .—No, según los análisis y estudios no ha estado, ni está embarazado.
Hoshina sintió a su Capitana erizarse, pero hizo caso omiso. El mismo se sintió tanto inquieto como aliviado de la respuesta.
—¿Por el momento qué otros síntomas preocupantes tenemos?— procedió a cambiar de tema, sus ojos estaban cerrados pero su voz tenía matiz de preocupación .—Según recuerdo, los ciclos de anidación no sé pueden detener, ya sea con supresores o alguna otra droga, aunque sé que se han probado algunos medicamentos en investigación clínica debido a que sigue siendo inducido por hormonas, pero que yo sepa, no han tenido mucho éxito.
—Correcto vicecapitán, en casos en los que estos omegas o alfas presentan un peligro en el ciclo de anidación, se les controla con tranquilizantes— La doctora asintió mientras continuaba .—Entran en un estado territorial y agresivo ante otros que no sean su pareja o sus crías, no hay algun medicamento para prevenirlos o pararlos todavía… pero por el momento, Hibino Kafka no ha presentado estos comportamientos.
—¿Por qué está inconsciente?— preguntó el hombre, ladeando la cabeza y sintiendo un sabor amargo en la lengua al decir lo que pensaba en voz alta.—¿O porque no hay pareja o cachorros que proteger…?
La doctora le dió una negación insegura .—No lo sabemos, por el momento y según el informe que nos dieron al traerlo aquí, al momento de colapsar, no había mostrado algún comportamiento agresivo. Y como usted dijo, no hay "crías" a las que tenga que proteger.
Mina interrumpió con voz pequeña, se dirigía a Hoshina .—Sabes mucho para ser un beta— el asombro en sus ojos le dijo al beta que era un cumplido, y se rió levemente.
Ella misma, siendo una alfa (aunque no emparejada) no tenía idea de cómo funcionaban los ciclos de anidación. Había tenido algunos cursos en la secundaria, e incluso había convivido con Kafka en después de su presentación, pero había cosas más importantes que recordar lo que le enseñaron en biología humana.
—Vengo de larga línea de guerreros, en su mayoría eran alfas, me criaron para serlo hasta que me presente— se encogió de hombros, mientras le daba una sonrisa amarga .—Era una porquería, nos enseñaban a “manejar” a los omegas, que teníamos que hacer con ellos y a ser sometidos— el beta miró hacía las cámaras, viendo a su amigo, inconsciente y sufriendo, su expresión se volvió consternada .—Era un sistema arcaico y ridículo, estoy feliz de que no me hayan logrado lavar el cerebro.
Todos en la sala se quedaron en silencio, la historia del vicecapitán era pesada, en cuanto menos, pero la capitana no pareció afectada, asintió con fuerza hacía su segundo al mando y con aprobación le dió una palmada en el hombro .—Me alegro.
La doctora decidió que era momento para seguir con el caso del omega, carraspeando, llamó la atención de sus superiores y puso en pantalla resultados de análisis mientras explicaba .—En este momento estamos lidiando con 2 síntomas preocupantes actualmente— la doctora apartó la mirada de ellos, y su voz fue un poco más aguda .—Tiene fiebre, 41 °C, estamos hablando de riesgo de daño cerebral y falla orgánica múltiple.
Hoshina y Ashiro la miraron con horror.
—Por el momento, estamos aplicando tratamiento, enfriamiento y administrando líquidos— les trató de tranquilizar una asistente .—No sabemos cuánto tiempo ha sufrido la fiebre, esto podría haberlo matado de no haber recibido tratamiento, pero estamos haciendo todo lo posible, y por el momento, su órganos no muestran daños.
Los 2 sentían que en la sala volvía a haber aire.
La doctora suspiró mientras seguía .—Y el otros síntoma, que no tiene la gravedad de poner en riesgo su vida, pero es por lo menos… problemático-
—¿Qué quieres decir?— interrumpió Hoshina con los ojos abiertos y una voz afilada. La capitana Ashito también la miraba con rabia apenas contenida. Había metido la pata. ¿Quién pensaría que serían tan sensibles ante sus palabras sobre el omega?
Se removió incómoda ante sus miradas, ella y el vicecapitán Hoshina eran betas, no podían intimidarse con feromonas o con miradas territoriales, pero seguía siendo un hombre de temer y la capitana era una alfa .—Lo siento si mis palabras fueron imprudentes— tosió y dio una reverencia de disculpa para no tener que mirarles directamente.
Sin esperar a ser perdonada, se concentró en los diagramas que se extendían por las pantallas.
—Kafka está segregando una cantidad de feromonas enorme— mostró datos y resultados de análisis .—Probablemente la Líder de pelotón Nakanoshima pensó que era un celo debido a la intensidad de las feromonas, pero, es mucho peor. La cantidad que está segregando es casi 10 veces más fuerte de lo que un omega común podría producir.
Los ojos de Ashiro y Hoshina se abrieron con asombro.
—Hasta nuestros miembros beta pueden olerlo— finalizó la doctora mientras veía a sus colegas dentro de la habitación donde está Hibino, todos estaban trabajando con ayuda del neutralizador de aromas de la base y mascarillas.
—Woah… ¿Incluso nosotros? Cómo es posible…— Hoshina miró nuevamente a las cámaras mientras se rascaba la barbilla, analizando las circunstancias, pero terminó con una sonrisa divertida .—Bueno, estamos hablando de Kafka— sonrió casi con calidez, ese tonto nunca dejaba de sorprenderlo.
—¿Podemos hacer algo para ayudar?— preguntó Mina, seria, pero su voz dejaba escuchar su preocupación .—Kafka fue un amigo mío desde la infancia, me recuerdo que en celos, pedía mi ropa y que le marcará con mi aroma— sintió como sus orejas se sentían un poco calientes, pero no se avergonzaba, ella y Kafka nunca habían hecho nada más allá .—¿Eso podría ayudar ahora?
Hoshina, la doctora y los asistentes se miraron entre sí, pero al final, casi entre todos asintieron, dejando el elefante en un lugar escondido en la habitación .—Sí capitana, por el momento, sería lo mejor que Hibino construya un nido, reunir pertenencias de personas que aprecie, conseguir suministros para que sea facil que se alimente en su estado.
—Tendrian que esperar hasta que despierte, pero debido a la fiebre, estará débil— añadió uno de los asistentes.
Este asistente era un alfa, Mina pudo olerlo, muy levemente, pero ahí estaba ¿Estaría siendo afectado por las feromonas de Kafka? ¿Había peligro de que Kafka fuera atacado? frunció el ceño y casi le gruñe .—También hay algo más a considerar, ¿Qué pasa sí el señor Hibino se transforma?
Mina detuvo su posesividad alfa ante las palabras y Soshiro y ella se miraron entre sí, tenían mucho por hacer.
Notes:
He investigado más para hacer mis fanfics que cuando estaba en la universidad (la deje) JAJA.
No sé tomen nada en serio de toda la mamada que me acabo de inventar, el ABO es hermoso porque el autor puede hacer su mundo como quiera sjsjsjsjsjs
Agradecida sí alguien llego al final del capítulo. ¡YO MISMA ESTOY DESESPERADA DE YA MOSTRAR LO QUE PUSE EN LOS TAGS! Yo se que la mayoría esta aquí por el "Breastfeeding" JAJAJAJA love ya
SEGURO LEERÁN ESTO DESPUÉS DEL CIERRE DE 20 HORAS DE AO3, camaradas, se vienen tiempos de hambruna, ojalá que ustedes hayan descargado sus FF favoritos para sobrevivir 🫡 nos volveremos a ver.
Yo también imbécil por publicar esto hoy JAJA, nimodo.
PD; POR LAS PRISAS Y PORQUE ERA DE MADRUGADA NO PUSE TODO EL CAPÍTULO, SOY PENDEJA. Editaré esta cosa muchas veces, pidoperdon
Chapter 3: ¿Sin control?
Notes:
Me duele la cabeza, pero de verdad, NECESITABA ESCRIBIR.
Disfruten.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Tenía frío.
Estaba hundiéndose, el agua hacia sentirse pesado, no podía respirar, no podía mover sus extremidades... ya le había pasado antes, cuando había perdido el control en su combate con el ex-director Shinomiya, pero esto… ¿Por qué está aquí?
¿Estaba muriendo?
No recordaba nada, no tenía fuerzas, ni para moverse ni para tratar de recordar, solo podía sentir el líquido frío a su alrededor, hundiendoló.
Se sentía como si el mundo entero hubiera desaparecido, demasiado lejos para alcanzarlo.
Lo único de lo que tenía certeza era que su destino era hundirse poco a poco, tal vez, se volvería espuma... Porque sabía que no era el mar ni un lago: era su propia mente, tirando de él hacia la profundidad.
Tenía miedo.
Tenía miedo de morir.
Siempre lo había tenido, como cualquier ser humano. Desde que se había vuelto un Kaiju, la muerte lo había perseguido como su nueva sombra, en cada minuto de su día, en cada decisión o movimiento.
¿Había perdido el control? ¿Había sido un ataque Kaiju?
Todo estaba negro, ¿había cerrado los ojos?
De repente, sintió un dolor en el pecho, era perforante, sentía como si algo le fuera a aplastar la caja torácica, y este se siguió extendiendo a su abdomen, gimió como un animal herido por el dolor, pero nadie lo escuchó.
Su cuello empezó a quemar, sus muñecas, sus muslos.... se sentían como sí estuvieran siendo bañados en lava. ¡Oh!, la muerte le aterraba, pero esto, esto… ¿Era el infierno?
Esperaba que no, porque sí ya estaba muerto, la tortura no tendría fin.
Dolía.
Gritó en el silencio del agua, el líquido le llenaba los pulmones, nadie lo escucharía de todos modos, pero gritaba del dolor, pidiendo ayuda o misericordia.
Sentía que la piel se le estaba cayendo, quería arrancarla para terminar el trabajo, quería arrancar sus extremidades de ser necesario. Para dejar de sentir.
Lloró de impotencia, no sabía que estaba pasando, no sabía porqué estaba aquí, no sabía que había hecho.
Sus lágrimas también fueron silenciadas por el agua que lo cubría completamente. Kafka abrió finalmente los ojos, el agua era turbia pero no sucia, a lo lejos pude ver luz, muchos metros arriba, en este momento, se sentía como una burla cruel.
No podía moverse, el sufrimiento le ganaba a su voluntad, el agua se lo tragaba, y no tenía fuerzas para nadar.
Quería pensar que todavía no estaba en el infierno, y que podría despertar.
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La sala médica estalló en gritos.
—¡Está entrando en convulsión, cuidado con la vía!— gritó el médico más cercano, mientras todos se movían y empezaban a trabajar.
—Sujétenle la cabeza, no lo dejen golpearse.
—Monitor, revisen saturación.
—Fiebre en 43 °C, sigue subiendo.
Ichikawa Reno observaba, con los puños cerrados con fuerza desmesurada, como atendían a Kafka. Lo había visto todo, como habían empezado los escalofríos, luego el tirón violento que arqueó la espalda de su senpai sobre la camilla. El monitor cardíaco comenzó a disparar pitidos agudos, cada uno más rápido que el anterior, mientras los sensores marcaban la fiebre subiendo como un incendio. Los brazos y piernas se sacudían en espasmos desordenados, golpeando contra las barandillas metálicas; el sonido seco del impacto se mezclaba con la voz urgente de los médicos.
Una mascarilla de oxígeno se ajustó sobre el rostro de Kafka, empañada por respiraciones entrecortadas que apenas alcanzaban a llenar sus pulmones. El sudor le corría por la frente, el torso, los brazos, y piernas, su ropa estaba empapada. Las gotas del sudor eran brillantes bajo la luz blanca de la habitación, mientras el termómetro parpadea números imposibles.
Y él no podía hacer nada más que observar, otra vez.
Se sentía inútil, Kafka estaba sufriendo, y él, a pesar de que ahora tenía poder, fuerza, y más conocimiento, que estaba aquí, ahora. No podía ayudar, no estaba haciendo nada.
No era la primera vez, ni sería la última, pero luego de haber vencido tantos obstáculos, después de tantas luchas, de tantos desastres. ¿Por qué alguien tan gentil y humano como Kafka tenía que pasar por esto?.
Se dió un instante para apartar la vista de su senpai y mirar de reojo al oír la puerta de la habitación.
—Reno— saludó Kikoru mientras entraba caminando tranquilamente a la sala de observación, dando un saludo con la mano, antes de pararse a su lado, y ver cómo se desarrollaba el desastre tras el vidrio aislante de la habitación a la sala médica.
Ichikawa se volteó completo para verla de frente y la saludo con respeto .—Vicecapitana Shinomiya— su tono era tranquilo, solemne, su mano se posó en su frente y se puso erguido.
Ella era su superior ahora, y el haber compartido el campo de batalla con Shinomiya, sentía que lo más apropiado era dirigirse a ella con el respeto que ameritaba su rango.
La chica lo miró sin emoción un buen rato, él se quedó confundido, pero ella no le dio tiempo de preguntar nada antes de que le diera un golpe en la frente, fuerte.
—¿¡Por qué fue eso!?— preguntó con tono enojado mientras se sobaba la zona adolorida.
—No estoy aquí como vicecapitana, ni como superior, vengo por la misma razón que tú— ella miró fijamente al omega rodeado de personal médico en la otra habitación .—Ahora… solo soy una civil visitando a alguien importante.
Reno sintió como su pecho se contraía, era un sentimiento que no podía nombrar, pero asintió hacía ella. La presencia de Shinomiya no menguó su rabia o impotencia, pero ahora se sentía como su ancla, para no hundirse en sus pensamientos, que le consumían por su inutilidad, pero ella… Ella estaba aquí por Kafka, igual que él, y ella tampoco podía hacer nada.
Le daba consuelo saber que incluso ella estaba en el mismo barco que él.
Ella se veía fuerte, casi intocable, como siempre lo hacía en el campo de batalla, se había fortalecido, ahora era una de los soldados de élite más prometedores del país. En solo su segundo año, la habían promovido a vicecapitana, en la división más poderosa del país, había acabado con un Kaiju numerado ella sola, y él se enorgullecía de poder llamarle amiga.
Pero ellos 2 compartían algo. Un vínculo con un omega torpe, sin sentido de preservación, tonto y llorón. Pero también, este descuidado omega, era la persona que les había dado fuerza para seguir adelante a pesar de las pérdidas, de sus faltas y del dolor. Que les había inspirado, les había alentado, que les había salvado la vida en varias ocasiones.
Vio de reojo a unos oficiales que estaban instalados en la sala de observación murmurar entre sí al verlos juntos.
Podía imaginar cómo se veían antes todos en la habitación, una vicecapitana y el soldado con el arma numerada más fuerte del país, con temples de roca, posturas rectas, expresiones frías, porque ahora eso tenían que ser, por sus cargos, por sus responsabilidades, por el deber que ahora llevaban encima y por el poder que ahora tenían.
Pero... por dentro, eran simples niños que lloraban de impotencia al ver a alguien querido sufrir.
—¿Cómo conseguiste permiso para venir aquí?— preguntó desinteresado, Shinomiya llevaba ahí un día, debido a su rango, eso era mucho tiempo solo para una visita.
—Tengo mis métodos— respondió distraídamente la chica sin dejar ver más o explicar más.
De pronto, un sonido seco recorrió la sala. Ambos se sobresaltaron, no venía de los monitores, ni de los asistentes o médicos, vieron con terror que venía de Kafka.
Grietas finas comenzaron a formarse en los brazos de Hibino Kafka, en su cuello, como si la carne se fracturara desde dentro. Bajo esas líneas irregulares brillaba una luz verdosa fosforescente, pulsante, como brasas vivas a punto de estallar.
—¡Su piel… se está abriendo!— exclamó uno de los tantos asistentes, retrocediendo con los ojos desorbitados.
Los médicos se miraron entre sí, la disciplina quebrándose ante el miedo. El pitido de las máquinas se mezclaba con el chasquido de la piel craquelándose.
Un espasmo brutal arqueó a Kafka hacia atrás, el aire escapando de su garganta en un rugido gutural que no podía pertenecer a un humano dormido. Entonces, sus párpados se abrieron a medias: las escleróticas oscurecidas, las pupilas resplandeciendo en un blanco incandescente. No estaba despierto… pero lo que lo habitaba dentro de su cuerpo estaba empezando a mirar.
—¡No está consciente! ¡Esto no es reacción voluntaria!— gritó la jefa médica, la voz quebrada entre el deber y el terror .—¡Preparen sedación inmediata, contención total ya!.
El olor metálico impregnó la sala, como hierro caliente en medio de una tormenta. Una enfermera dejó caer la bandeja de instrumental con un estrépito que heló la sangre de todos, las feromonas de Kafka estaban afectando a todos en la habitación.
Las grietas seguían extendiéndose por su cuerpo, la luz Kaiju latiendo al ritmo de un corazón que parecía a punto de estallar.
Shinomiya no dudo.
—¡Abran la puerta!— ordenó en un bramido mientras pedía permiso a operaciones para activar su traje de batalla, lo tenía bajo su ropa de civil. A pesar de haber dicho que venía como civil, estaba lista para la batalla.
Kikoru y él se habían quedado por el momento a cargo de Kafka, la capitana Ashiro y el vicecapitán Hoshina tenían que seguir al mando de una división entera, y en cuanto él se ofreció a cuidar a su senpai, ellos no dudaron en dejarlo a cargo. Incluso habían hecho lo posible por delegar sus misiones y exterminaciones a otras divisiones o compañeras para que él pudiera cuidar del omega.
Pero Kikoru no, ella había dejado su división solo para visitar a Kafka, incluso siendo la segunda al mando de la primera división, la más fuerte de Japón, había logrado llegar aquí, porque estaba preocupada por Kafka, para saber qué estaba pasando, para cuidarlo… o eso había pensado.
No, no podía creer que ella estaba aquí para lastimar al omega, para subyugarlo. ¡No podía ser, no debía ser!.
Ichikawa se quedó paralizado, tratando de pensar en algo para detenerla, Kafka nunca le haría daño a nadie, lo sabía, Shinomiya lo sabía.
Con voz entrecortada trató de detener a su compañera, a su amiga, con dedos temblorosos pero fuertes, le sujetó del hombro, él no podía vencerla, no podían compararse en habilidad, mucho menos en rango y poder, lo sabía, pero… .—¡Shinomiya! ¡Senpai no le hará daño a nadie! ¡Lo sabes!
Ella lo miró, de tal forma que perforó y pulverizó sus dudas, dejándole sin palabras, vio tanto en sus ojos como en su lenguaje corporal que no había intenciones de matar, no había ira, ni miedo, tampoco amenaza, solo resolución y urgencia.
—Reno, necesito tu chaqueta— exigió de manera apresurada mientras ella misma se quitaba su suéter, escucharon pitillos venir la puerta que separaba la sala medica, los permisos de la puerta se activaban dando luz verde a que la única barrera que separaba la habitación y la otra, se abriera.
Reno vió como varios de los médicos y asistentes empezaban a tratar de escapar de la sala médica mientras la puerta seguía terminando de abrirse.
Kikoru le volvió a hablar, está vez en un grito, ahora con más fuerza y ojos exasperados .—¡Reno, ahora!
Él no dudó más, se arrancó su chaqueta militar y la adolescente la tomó de un tirón, y corriendo, entró a toda prisa por las puertas ahora completamente abiertas.
Shinomiya fue rápida y precisa, esquivo a quienes salían corriendo y también a los que seguían haciendo su trabajo, tratando de estabilizar a Kafka. Con voz alta y autoritaria ordenó que se separaran de la camilla.
—¡Pero vicecapitana-!
—¡Ahora!— comandó en un gruñido, con mirada hecha de hielo, colmillos a la vista y postura imponente.
Cuando tuvo el paso libre, Kafka ya estaba medio transformado, con garras en sus manos y partes de su piel con su cascarón Kaiju, Kikoru caminó lentamente debido a la intensidad de la feromonas.
El dulzor del jazmín era intenso y penetrante, abrumador, lo sentía en su boca y su nariz, parecía que sus pulmones estaban llenos de las feromonas, tanto, que casi sintió arcadas.
Sentía en el olor lo que Kafka estaba pasando, lo que él mismo estaba sintiendo; confusión, dolor y miedo. Le dolió el pecho y sus instintos le ordenaron protegerlo.
El omega seguía con pequeños espasmos debido a la convulsión, con sus ojos medio abiertos, brillantes y fosforescentes, Shinomiya escuchó, cuando ya estaba a un brazo de distancia, que Hibino Kafka gemía débilmente, pero no era el tipo de gemido de dolor, era más agónico, más emocional. Notó que las feromonas también estaban llenas de sabor a hierro.
Sin más vacilación, puso su chaqueta y la de Reno encima de la cara del omega, casi ahogandoló con las prendas, el hombre medio transformado lucho débilmente, alzando los brazos, tratando de arañar a lo que le estaba “atacando”, a lo lejos, escuchó su nombre en un grito de reprimenda de parte de Reno, pero por el momento, solo podía esperar a que todo saliera bien, más tarde se lo agradecería.
Por un minuto, que pareció un siglo, todos se quedaron inmóviles, los oficiales presentes se prepararon, los médicos se debatían entre seguir con su deber o evacuar, Ichikawa no sabía sí debía ir con Kafka, o dar la orden de evacuación.
Pero entonces, una sutil pero crucial alteración ocurrió. El temblor que tenía su senpai, que había sido violento y espasmódico hace solo unos minutos, comenzó a debilitarse. Los movimientos se hicieron menos amplios, más irregulares, más suaves y pausados.
—¡Miren!—, exclamó un técnico mientras volvía a acercarse a la camilla.
En ese instante, todos se sintieron aliviados. Un suspiro colectivo, apenas audible, recorrió al equipo. Pero la calma era frágil. Todos los ojos se dirigieron al monitor.
La pantalla del monitoreo cardíaco siguió saltando, pero la frecuencia cardíaca empezó a ceder. El número, un momento antes en 248, pasó a 192, luego 167. El sonido del pitido se hizo menos frenético, volviendo a un ritmo rápido, sí, pero más manejable.
Kikoru dejó escapar el aliento que tenía retenido, y soltó las prendas, para ver a Kafka aferrarse a ellas con la urgencia primaria de un náufrago aferrándose a un tronco. Ya no importaba la dureza de la camilla o el frío de la sala médica; su cuerpo solo registraba los aromas. Las chaquetas de sus niños, suavemente impregnadas con sus olores.
El omega aspiraba levemente las feromonas de Shinomiya, era el aroma de rosas, eran un susurro profundo lleno de ellas, ligeras, frescas, ricas. E Ichikawa no se quedaba atrás, la chaqueta olía a ropa limpia, algodón recién secado, con un trasfondo de su shampoo y de su característico aroma, que era simple Ichikawa.
Era un acto puramente instintivo. Cada respiración profunda que tomaba era un escaneo, inhalando el conocimiento de que la fuente de su preocupación; sus "crías", estaban finalmente con él.
Sus brazos se movieron lentamente, impulsados por la necesidad melosa de su instinto. Utilizó el poco movimiento que le permitía el sedante para arrastrar el borde de la sábana estéril, una pieza de tela que no tenía olor, y la colocó de manera torpe, cubriendo parcialmente las prendas con olor. Era un intento débil de fortificar su pequeña pila de tesoros olfativos, de crear una barrera primitiva contra el mundo exterior.
Todos se mantuvieron en silencio, observando la transformación. En el monitor de constantes, la frecuencia cardíaca no bajaba dramáticamente, pero se había detenido en un ritmo estable, ya no batallando. Había encontrado su punto de equilibrio.
Shinomiya susurró, su voz apenas audible .—Lo necesitaba para sentirse seguro. No es sólo biología, es emocional; es la forma en la que nosotros los Omegas registramos seguridad. Necesitaba tener el aroma de su manada.
La doctora en jefe, (una beta, según pudo distinguir Kikoru) asintió, su expresión clínica suavizada por la comprensión de la biología .—Supongo que las convulsiones fueron el punto de quiebre. El estrés de su condición, ser un híbrido, sin pareja, sin nido físico… lo hizo colapsar. Parece que… su cuerpo estaba gritando, desprotegido-.
—¿Y solo ahora te das cuenta de eso, estupida?
La beta retrocedió, asustada y ofendida, así como varios miembros del equipo médico que supervisaba a Kafka.
—¿Sabías porque estaba sufriendo y aún así, lo dejaste llegar hasta el límite?— Kikoru adoptó una postura de ataque, su aura era aterradora, su voz rasposa debido a la ira .—¡¿Qué demonios estabas esperando para ayudarle como corresponde?!
Ichikawa corrió dentro de la sala médica, Shinomiya ahora estaba furiosa y entrando en un estado de ira, él era beta, no conocía muy bien acerca de las feromonas, los instintos, y los impulsos de los alfas o de los omegas, pero lo que sí sabía, era distinguir entre alguien que estaba furioso, y alguien que iba a desmembrar a la persona que tenía enfrente.
Justo cuando la sujeto del costado, evitando que Kikoru siguiera acorralando a la doctora contra una pared, Kafka emitió un sonido bajo, un murmullo de incertidumbre y dolor. Kikoru se paralizó al instante, e Ichikawa también, pero ambos se voltearon al mismo tiempo para toparse con el omega.
Kafka ya no estaba en la camilla, estaba prácticamente a gatas, había llegado hacia ellos en algún momento y ahora estabas sujetando las chaquetas de ambos firmemente contra su pecho, protector con las prendas.
Pero también tenía agarrada a Shinomiya de la muñeca, le miraba y emitía pequeños gemidos y lamentos de confusión, ambos notaron que su transformación aún seguía siendo parcial, tenía colmillos, pero sus ojos volvían a ser de ese color chocolate obscuro que conocían, su manos seguían siendo la de su forma Kaiju, pero su agarre era suave, delicado, sus garras no la lastimaban.
—K-kikoru— grazno débilmente el omega, dando un pequeño tirón a su agarre, luego vio a Ichikawa al lado de la Omega, y sus ojos se volvieron completamente negros, como los de un gato, con sus pupilas totalmente dilatadas en deleite y antes de poder hacer algo, Kafka les ronroneó, mientras les daba una mirada cansada, preocupada pero sí pudiera adivinar, también feliz.
Ichikawa, siendo beta, nunca había conocido lo que eran las feromonas, pero ahora, su nariz se llenaba del aroma a flores, era envolvente, casi como un velo sedoso que deja rastro sin ser invasivo.
No supo en qué momento su cuerpo se había movido, no sabía cuando había perdido la conexión con su entorno, sentía que su cabeza estaba llena de algodón, suave, blando, todo estaba callado. A lo lejos, se había dado cuenta que Kikoru estaba en un estado similar. Ambos estaban atontados, casi somnolientos.
Cuando él recobró la consciencia, sintió algo duro pero cálido rodeándolo, miró hacia arriba, con el cuerpo pesado y distinguió el mentón de su senpai, parpadeando y procesando, muy lentamente para su gusto, se dio cuenta que estaban envueltos en los fuertes brazos del omega mitad Kaiju.
Sintió su cara arder, y vio que su senpai los había llevado a un rincón de la habitación, habían, en algún punto que no podía recordar, terminado en un abrazo, ahora el omega mayor les daba pequeñas caricias y se frotaba contra sus cabezas.
La anidación no se había detenido, pero había encontrado lo que buscaba. Ahora tenía entre sus brazos lo que debía proteger.
Kafka empezaba a respirar, profundo y pesado, entrando en el periodo de somnolencia después del ataque, mientras sostenía a sus niños, asegurando que no se separarán de él.
Notes:
¡Por fin! Mis niños están aquí. Gracias a todos y espero les haya gustado. ¡Ojalá pueda volver a escribir pronto!
Ludwiska_Diaz08 on Chapter 2 Thu 02 Oct 2025 09:46PM UTC
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Nethany on Chapter 2 Sun 05 Oct 2025 05:20AM UTC
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Denep on Chapter 3 Fri 03 Oct 2025 05:42AM UTC
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Nethany on Chapter 3 Sun 05 Oct 2025 05:21AM UTC
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Kang_Yoru on Chapter 3 Thu 09 Oct 2025 07:39PM UTC
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Danny (Guest) on Chapter 3 Sun 12 Oct 2025 06:19PM UTC
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