Actions

Work Header

(Stocking Anarchy x OC) Panty And Stocking: El amor entre 2 góticos pretenciosos

Summary:

Panty And Stocking: El amor entre 2 góticos pretenciosos y quizá.. algo mas
Una historia de mierda sobre una ángel gótica enamorada y un adolescente edgy

Viktor no es un chico oscuro porque haya sufrido: es oscuro porque le gusta. Domina la tienda geek como si fuera su castillo. Él manda, él opina, y él siempre gana... o eso le gusta pensar.

Pero un día aparece ella: Stocking Anarchy. Ángel caída, gótica empedernida, fanática del azúcar y recién contratada de forma temporal por culpa de su hermana. Vestida con encajes, y actitud de "no me importas, pero en realidad te estoy juzgando", Stocking no tarda en chocar con el ego inflado de Viktor.

Chapter 1: Emergencia Azucarada

Chapter Text

Parte 1 - Emergencia Azucarada

En la cocina de la iglesia de Daten City reinaba el caos, y no precisamente por una invasión Espectral, sino por una escasez mucho más grave: no quedaban dulces.

Stocking abría cajones con desesperación. Revisó dos veces la despensa, sacudió una bolsa de galletas vacía y casi metió la cabeza en el basurero por si quedaba algún caramelo perdido. Nada. Solo polvo, miseria... y una caja de cereal caducado.

—Mierda, mierda, no me quedan dulces —refunfuñó, como si el universo entero la estuviera castigando.

Desde el sofá del salón, una telenovela chillona se oía a todo volumen. Panty, semidesnuda y con la mirada pegada a la pantalla, soltó un suspiro dramático mientras se arreglaba las uñas.

—¿Te puedes callar de una puta vez? Justo van a aparecer los chicos guapos, y vienes tú con tu ruido de bruja menopáusica como si hubiera una gran emergencia —gritó sin moverse del sofá.

—¡Es que sí lo es, idiota! ¡No me queda ni un puto dulce! —le respondió Stocking desde la cocina, con la voz cargada de pánico real.

—Pues ve a comprar más. Dah. ¿Y se supone que yo soy la hermana tonta?

Stocking asomó la cabeza por el umbral, con el ceño fruncido.

—¡Iría, pero no me queda dinero, estúpida zorra!

Panty la miró de reojo. Durante un segundo, en ese espacio vacío que a veces ocupaba su cerebro, se encendió una bombilla.

—Ahora que lo mencionas... ¿por qué no trabajas?

—¿Trabajar? ¿Estás enferma del alma?

—Relájate, no es como que tengas que sudar o algo. Mira, cuando tuve esa crisis económica porque destruí la ciudad por nuestra peleíta, Brief me recomendó una tienda geek. Trabajé ahí un par de semanas. Pagan poco, pero hay dulces gratis para los clientes... y si haces cara de homicidio, te los dan antes de que preguntes.

Stocking frunció más el entrecejo.

—¿Tienda geek? ¿No es ese antro donde los vírgenes se frotan contra las figuras de anime?

—Exacto —respondió Panty, orgullosa—. Pero es un trabajo fácil, no piden casi nada y contratan a cualquiera.

Stocking suspiró. Miró a su alrededor: la cocina vacía, el tarro de dulces hueco, su dignidad en huelga.

—Tsk... supongo que por esta vez puedo hacer una excepción. Pero esto no lo hago por ti.

—Claro que no —murmuró Panty con burla—. Lo haces por tus adicciones de puta diabetica.

Stocking ya se estaba marchando, pero se detuvo en seco y miró por sobre su hombro.

—Lo dice la que no puede vivir sin sexo cada dos días.

Panty responde de un grito.

—¡Por lo menos lo mío quema calorías, zorra gotica!

—Y lo mío no deja rastros de fluidos en el sofá —remató Stocking con frialdad.

Una almohada lanzada por panty hacia stocking cruzó volando el pasillo, pero la gótica ya había cerrado la puerta de un portazo.

Minutos después, en su habitación, Stocking se vestía con la precisión de un ritual oscuro. Las medias a rayas se deslizaban por sus piernas con la exactitud de quien lo ha hecho mil veces. El corset de su vestido se ajustaba como una segunda piel, y el encaje azul ondeaba al moverse, y al final, sujetó su bolso decorado con un crucifijo como quien se arma para una guerra espiritual.

Antes de salir, se detuvo frente al tarro vacío de caramelos. Lo observó con decepción.

—Más vale que tengan putos caramelos. Si llego ahí y sólo hay gomitas sin azúcar... voy a incendiar algo.

Cerró la puerta de golpe.

Chapter 2: Esto no es un trabajo soñado

Chapter Text

Afuera, el cartel de la tienda geek "Card Game" parpadeaba como si pidiera auxilio. Un par de nerds discutían sobre estadísticas de personajes de cartas a un volumen que rozaba lo tolerable. Una figura tamaño real de una waifu con bikini le daba la bienvenida desde la vitrina con una pose provocativa y cero dignidad.

Stocking se detuvo un segundo frente a la puerta.

—Oh, sí —murmuró con hastío—. Esto grita "trabajo soñado".

Empujó la puerta. La campanilla sonó.

Al entrar, la presencia de Stocking no pasó desapercibida. Era una de las pocas mujeres en el lugar y, para variar, probablemente la más bonita. Obvio, eso levantó miradas por doquier, lo que la hacía sentirse incómoda, como si estuviera en un zoológico y ella fuera el animal de exhibición.

Con fastidio, lanzó un currículum en el mostrador y apoyó los brazos, dejando claro que no estaba para juegos.

Pensó para sí, sin disimular el asco en su cara:

"Dulces gratis, me dijeron. Trabajo fácil, me dijeron. Y aquí estoy... en el santuario de los vírgenes por voluntad propia".

El encargado comenzó a hablarle sin parar, dándole instrucciones básicas: horarios, cómo registrar productos, dónde estaban los dulces para los clientes (lo más importante, claro), y qué hacer si llegaba un cliente particularmente idiota. Stocking asentía por educación, pero su mente estaba en otra parte.

"¿Cuándo van a dejar de mirarme? Dios... ¿acaso nunca han visto a una mujer real?"

No lo decía en voz alta, pero lo pensaba con cada segundo que pasaba bajo las miradas incómodas de frikis, tipos con olor a chatarra vieja y un par de nerds con lentes empañados. Todos la observaban como si fuera una carta legendaria o una chica salida de una página de hentai.

Poco a poco, la gente comenzó a dejar de mirarla. Uno volvió a su partida de cartas, otro se puso a discutir si una waifu contaba como relación real, y el resto simplemente siguió haciendo lo que hacen las personas con mucho tiempo libre y no demasiados logros en la vida.

Excepto uno.

Un chico.

Vestido completamente de cuero negro: abrigo con capucha de pelos negros, chaleco ajustado de cuero con cierre que tenía una cremallera en forma de aro, un rosario rojo que terminaba en una cruz de plata que usaba como collar, pantalones a juego, guantes, botas y una gran cruz metálica como hebilla en el cinturón. No parecía parte del staff.

No la miraba con deseo.
No sonreía.
No despegaba ni una palabra.

Solo la observaba por unos segundos —fríos, precisos— con una expresión de asco, como si ella fuera una cucaracha con delineador mal aplicado. No era rechazo sexual. Era desprecio puro.

Y Stocking, sin saber por qué, sintió cómo algo dentro de ella se tensaba.

"¿Y este idiota qué? ¿Por qué me mira con odio? ¿Será el hijo del dueño o algo? ¿Qué le pasa? ¿Quién se cree, el jefe final de uno de sus juegos de rol estúpidos? ¿Tendrá algún tipo de autismo o simplemente es un imbécil?"

Intentó no devolverle la mirada, pero el tipo la había calado como si supiera exactamente qué clase de persona era... o como si ya la hubiera odiado antes de conocerla.

Y eso, para ella, era jodidamente irritante.

Stocking estaba acostumbrada a ser deseada. Era lo normal. Especialmente por tipos como los que rondaban ese lugar: nerds, raritos que en la academia no podían ni sostenerle la mirada sin ponerse rojos.

Pero este no.
Este chico vestido de negro no la miraba con lujuria ni nerviosismo.
La miraba como si fuera basura estética, una intrusión molesta en su universo.

Y eso le revolvía algo. No el estómago... más bien el ego.

El encargado le diría a Stocking

—Bien, tu primer trabajo será...

—Sí, sí, sí... —lo interrumpió Stocking con un gesto esquivo—. ¿Dónde están los dulces?

El encargado la miró con fastidio.
—¿No te lavas las orejas, niña? Te acabo de explicar todo. ¿No me estabas prestando atención? Están en el anaquel de la esquina izquierda.

Stocking no esperó más y salió casi corriendo hacia allá, pero el encargado la detuvo con la voz seca:
—¡Mocosa! Se supone que son para los clientes.

Ella frunció los labios.
—Pero me contaron que también podía comer.

—Sí, siempre y cuando trabajes... y nos sobren al momento de cerrar.

Stocking apretó los dientes y pensó, molesta:

"¿Panty, perra rubia de mierda, omitiste ese detalle a propósito para torturarme?"

En su mente apareció la imagen clara de Panty con esa sonrisa cruel, riéndose de su miseria. Stocking suspiró con decepción.

—Además, tampoco escuchaste el primer trabajo que te iba a dar —continuó el encargado con calma cruel—. Vas a tener que limpiar los baños. Hace poco entró un tipo que parecía que iba a vomitar. Ve ahí y asegúrate de que quede limpio.

Stocking abrió los ojos con una mezcla de sorpresa y asco.

"Sí, definitivamente la perra de mierda de Panty me mandó aquí para torturarme y humillarme. Puta asquerosa."

El chico que la había estado mirando no se quedó quieto. La siguió con la misma expresión: una mirada helada, cargada de desprecio, como un felino observando a su presa. No era una atención morbosa, era un escrutinio incómodo, como si estuviera esperando que fallara para disfrutarlo en silencio.

Stocking lo notó de inmediato. Esa presencia detrás de ella la irritaba más que la idea de tener que limpiar un baño vomitado.

Entonces, a Stocking se le ocurrió una idea antes de dirigirse al baño:

"¿Y este imbécil qué? ¿Va a seguir pegado como sombra? ... ¿Sabe qué? Mejor. Voy a hablar con él, le voy a preguntar de una vez qué carajos quiere y por qué me mira con tanto odio. Y de paso me ahorro la porquería del baño. Total, si me reclaman, digo que estoy atendiendo a un cliente. Sí, eso voy a hacer."

Con un suspiro resignado, Stocking giró lentamente hacia él, preparándose para la confrontación.

Chapter 3: Viktor el edgy con complejo de villano

Chapter Text

Stocking se plantó frente a él con firmeza, como quien se prepara para una confrontación inevitable. Tenía un millón de comentarios ácidos en la punta de la lengua (probablemente todos merecidos), pero decidió tragárselos. No podía arriesgarse a que la echaran en su primer día por insultar a lo que parecía un cliente.

Aunque, a decir verdad, ese tipo no tenía pinta de estar ahí para comprar nada. Ni miraba las estanterías, ni los juegos, ni los dulces. Solo la miraba a ella.

—¿Y bien? —dijo Stocking, con un tono neutro pero firme, midiendo cada palabra—. ¿Vas a seguir siguiéndome con esa cara de funeral o tienes algo que decir?

El chico no se inmutó. Ni un parpadeo. Esa mirada dura, casi clínica, se clavaba en ella como si quisiera desarmarla con silencio.

Stocking entrecerró los ojos.
"Definitivamente este tipo no es un cliente... ¿pero entonces qué demonios quiere?"

El chico, por fin, abrió la boca:

—¿Qué haces aquí?

Stocking parpadeó, confundida.
—¿Eh? ¿A qué te refieres?

—¿Por qué una mujer como tú estaría aquí? —replicó él, con una calma fría.

—¿Como yo? —respondió Stocking, arqueando una ceja.

—Sí, como tú —insistió el chico, sin titubear—. Me imagino que eres una gótica poser, desesperada porque te miren. ¿Verdad? Ansiosa por la atención de pobres tontos que creen que tienen alguna oportunidad contigo.

Las palabras la tomaron por sorpresa. No esperaba un ataque tan directo, ni tan venenoso. Pero se sostuvo con firmeza, cruzando los brazos y apretando la mandíbula.

—Agg... ¿no ves que estoy trabajando? —escupió Stocking con fastidio—. ¿Quién te crees? ¿El policía de la autenticidad gótica o algo así?

El chico ladeó la cabeza, evaluándola como un insecto bajo microscopio, y dejó caer otra frase como una piedra:

—¿Trabajando? Vamos... seguro tienes un sugar daddy, como todas esas putas de Instagram y TikTok que se creen especiales.

De pronto, cambió su tono a uno falso y chillón, imitando con burla una voz femenina de forma teatral:
—"Mírenme, soy una puta chica gótica, soy diferente, ¡mírenme por favor!"

Chasqueó la lengua con desprecio.
—Eso me da asco. De verdad no entienden lo que usan, no entienden el puto origen. A ver... dime tres bandas góticas. Y no se vale decir My Chemical Romance o algo por el estilo, porque eso tira más al punk y a lo alternativo.

Stocking lo miró con una mezcla de sorpresa y furia contenida. Nadie le había hablado así, y menos un tipo que parecía salido de una banda visual kei. Se llevó la mano a la cara, apretando los ojos con un suspiro cansado.

—Dios... —murmuró Stocking para sí misma, antes de mirarlo otra vez con una mezcla de decepción y burla—. Debí imaginarlo. Eres de esos raritos de mierda nerd elitistas con sus "gustos superiores".

Lo señaló con un gesto vago, como quien descubre algo desagradable.
—Claro, tenía que ser eso. Debí imaginarlo...

Al terminar de decir ese comentario, ella apretó los puños, incapaz de contener más su ira.
—¿Y a ti en qué te afecta de cualquier forma? ¿Acaso quieres mi atención como un perrito faldero? Si tanto te molesta mi existencia... ¡ignórame! Pedazo de mier—...

Stocking frenó en seco. La palabra se le atoró en la garganta. En su mente apareció la imagen de su jefe gritándole, despidiéndola en su primer día por insultar a un cliente. Eso significaría no dulces gratis, y no ganar el dinero para comprar más después. Tragó saliva y cortó la frase a medias.

El chico arrogante arqueó apenas una ceja, y una sonrisa burlona se dibujó en su rostro. Se había dado cuenta. Sabía que llevaba la ventaja, que ella estaba contenida por miedo a que la echaran si soltaba lo que en verdad quería decir. Y disfrutaba esa pequeña humillación silenciosa.

Otro chico, vestido con unos jeans azules rotos, con una cadena colgando de estos al estilo rockero, pelo castaño liso y una polera de mangas largas roja con rayas negras, observaba la escena. Miraba la discusión con una sonrisa en la cara, como quien ve un debate estúpido entre dos youtubers.

Stocking, mientras tanto, pensaba qué hacer en esa situación absurda. No podía insultarlo sin arriesgar su trabajo... y perder el acceso a sus adorados dulces, pero tampoco quería dejar que el imbécil vestido de negro siguiera con su jueguito. Entonces recordó, entre los borrosos recuerdos de las instrucciones del encargado, aquella frase: "si algún cliente molesta a los empleados, puedes acusarlo y lo echamos."

Stocking sonrió con malicia, pensando: "Perfecto. Victoria fácil. Lo voy a acusar y listo."
Se dio vuelta con expresión triunfal, lista para ir directo con el encargado.

El chico de negro solo la miró arqueando una ceja, intrigado, pensando: "¿Qué planea?"

Pero el otro, el que había estado observando, se dio cuenta de inmediato. Intervino de golpe, levantando la voz:

—¡Víktor! ¡Aquí estabas! —dijo con una sonrisa nerviosa—. ¿Qué estabas haciendo, intentando conseguir novia? Eso sí que no es propio de ti.

El comentario cayó con sarcasmo, intentando aligerar el aire. Luego, mirando a los dos con un gesto conciliador, dijo:

—¿Quieres dejar de comportarte como un incel edgy, por favor? Y tú, chica... eh... no lo acuses, ¿sí? Perdón. Nos iremos, te lo juro. Disculpa a este idiota, es un poco malo socializando, eso es todo.

Antes de que Stocking pudiera replicar, el chico lo tomó del brazo y lo arrastró hacia la otra esquina de la tienda.

—Víktor, Víktor, Víktor... —murmuraba entre dientes mientras lo jalaba. Y de pronto, con voz más alta, casi como un regaño—: ¡¿Estás demente?! ¿Quieres dejar de ser tan amargado? Podrías intentar ser amable, o por último no tan pasional con tus gustos y no buscar una discusión absurda. ¡Te acabo de salvar el culo! Esa chica iba a avisar para que te echaran.

Víktor respondió sin inmutarse, con el mismo aire arrogante de siempre:
—Cállate, Rod. Ya sabía a dónde iba. Lo tenía calculado.

Rod puso los ojos en blanco con un gesto automático, como quien ya se conoce ese discurso. "Aquí vamos otra vez..."

Víktor prosiguió, convencido:
—No iban a echarme. Vamos... nuestro grupo es de los mejores clientes aquí. Siempre venimos. ¿De verdad piensas que nos iban a echar? Además, soy el mejor jugador de Magic en este lugar.

—Eres el segundo mejor —corrigió Rod, alzando una ceja—. El primero es Darnel.

Víktor sonrió de forma arrogante:
—Eso es historia pasada. Hoy le voy a ganar y voy a quedar como el legítimo número uno.

Rod soltó una risa seca.
—Claro, claro... legítimo número uno. ¿Cómo? ¿Haciendo que te echen por ser un incel de mierda?

Víktor levantó la barbilla y soltó una réplica seca hacia Rod:
—Un basado querrás decir.

Rod respondió con un "ajá" breve, cargado de ironía. Luego añadió, dándole una palmada ligera en el brazo:
—Mejor vamos a practicar para el torneo. ¿No dijiste que hoy sí le ibas a ganar a Darnel? Pues habrá que demostrarlo, Viktorsito.

Víktor tensó la mandíbula, intentando ignorar el apodo, aunque no pudo evitar mostrar su molestia:
—No me llames Viktosito.

Los dos se alejaron discutiendo entre sí, perdiéndose entre las estanterías.

Stocking los siguió con la mirada y soltó un comentario seco, apenas audible para sí misma:
"Vaya par de perdedores..."

Luego arqueó una ceja y añadió en su mente, con una ironía venenosa:
"Seguro deben ser unos exitosos con las mujeres."

En ese instante, el encargado regresó desde afuera, apagando un cigarro en la entrada. Al verla allí parada, la señaló con fastidio.
—¡Mocosa! ¿Qué haces ahí sin hacer nada? ¿Ya limpiaste el baño?

—Sí, a eso iba, pero... —intentó excusarse Stocking.

—¡Pues ve entonces! —la interrumpió el encargado con brusquedad.

Stocking resopló con una mueca de fastidio.
—Agg... ya voy a limpiar el estúpido baño.

Stocking caminaba hacia los baños con paso pesado, pero en su mente intentaba motivarse.

"Vamos... todo sea por los ricos dulces. Vamos... cada vez falta menos."

La simple idea la hizo sonreír para sí misma: se imaginó comiendo un chocolate, saboreando cada mordida, y luego gastándose el sueldo entero en un enorme pastel. Esa fantasía azucarada le devolvió un poco de ánimo.

—Je, bien —murmuró con firmeza, apretando los puños como si fuera a una misión heroica—. Vamos a ganarnos los...

Abrió la puerta del baño con decisión.

El olor la golpeó primero. Luego, la imagen del desastre: vómito reseco en el lavamanos, papeles tirados por todas partes y un hedor que parecía haber nacido del mismísimo infierno.

La sonrisa en su cara se borró de golpe, apagándose en un rictus de rabia y asco.

—Dulces... —terminó la frase, con un tono apagado, casi derrotado.

Por un instante, Stocking pensó seriamente en largarse, rendirse sin mirar atrás.

"A la mierda todo... no vale la pena."

Pero justo en su mente apareció la voz de Panty, tan clara como si estuviera ahí mismo, riéndose con esa mueca odiosa:

"¿Qué pasó, princesa gótica? ¿No puedes con un simple trabajito? ¿Te rindes tan fácil? Jajaja... incluso para pelear por tus manjares de diabética. Qué patética..."

La escena en su cabeza se transformó en un gag visual exagerado:
Panty, enorme como un jefe final, con una corona de burla y un micrófono, carcajeándose como villana de caricatura mientras luces de neón la rodeaban.

Stocking, en miniatura, aparecía con un escobillón que brillaba como si fuera una espada sagrada.

La rabia le encendió las venas.

—Ni de puta broma me iré —masculló, volviendo a la realidad, mientras agarraba el escobillón con fuerza con una mueca de asco.

Stocking se inclinó hacia el desastre, tapándose la nariz con una mano mientras con la otra empuñaba el escobillón como si estuviera agarrando un animal muerto.

—Urgh... qué asco... —gruñó, arrastrando los pies mientras comenzaba a limpiar.

Cada movimiento era una tortura: el piso pegajoso que parecía morderle los zapatos, las servilletas húmedas que se le pegaban a los guantes de plástico que se habría puesto para limpiar, el olor insoportable que hacía que su estómago amenazara con darle la vuelta.

"Todo sea por el pastel... todo sea por el pastel..." se repetía en su mente como un mantra, aunque con cada minuto sonaba más como una burla que como motivación.

A la tercera arcada, tuvo que detenerse, apoyando la frente contra el mango del escobillón.

"Esto no es vida. estoy segura que el infierno es mas acogedor que este puto baño de mierda"

Resopló y siguió de mala gana, apenas quitando lo suficiente para que pareciera "limpio" a simple vista. No tenía intención de sacrificar su dignidad —ni sus pulmones— por un lugar que ni siquiera estaba segura de querer conservar como trabajo.

Al cabo de un rato, cuando por fin tiró la última servilleta a la bolsa de basura, se dejó caer contra la pared con un suspiro amargo.

"Maldita seas, Panty... si estuvieras aquí, te restregaba la cabeza contra el puto piso vomitado para que veas lo que es sufrir de verdad."

Con un gruñido resignado, salió del baño cerrando la puerta de golpe.

La tienda estaba algo más bulliciosa ahora. Stocking parpadeó con fastidio al ver, a lo lejos, a Víktor y Rod instalados en una mesa con un grupo de frikis, desplegando cartas y dados como si fueran generales de guerra.

Pero lo que más le llamó la atención no fueron las cartas, sino la montaña de envoltorios de dulces esparcidos sobre la mesa. Entre jugada y jugada, los muy idiotas se atiborraban de chocolates y caramelos.

El contraste le arrancó una mueca: ahí estaban esos dos, riéndose y discutiendo como si nada hubiera pasado, mientras ella acababa de librar una batalla perdida contra un baño que parecía haber salido de los sueños de un fetichista con el vómito.

"Vaya par de payasos... y encima comiendo dulces." pensó, con veneno seco y una punzada de envidia en el estómago.

Justo entonces, el encargado pasó junto a ella con un vaso de bebida en la mano, dándole una palmada seca en el hombro.
—Bien, mocosa. Ya cumpliste. Ahora ve a ordenar los mangas del pasillo y sonrie.

Stocking lo fulminó con la mirada, aunque obedeció, mascullando para sí mientras regresaba a su puesto:
"Sonríe, dice... ojalá me atragantara con un pastel en tu cara, imbécil."

Caminó agotada, observando de reojo al grupo de Víktor. Una parte de ella quería olvidarlos; otra, muy a su pesar, sentía envidia de ver al idiota que la había insultado comiendo dulces y riéndose con sus amigos.

Mientras ordenaba los mangas por géneros, Stocking hojeaba con desgano, sin prestar demasiada atención. Hasta que un tomo en la sección shōjo la hizo frenar.

La portada mostraba a una chica de ojos brillantes y un fantasma tomándola de la mano, con un título ridículamente empalagoso.

Stocking arqueó una ceja.
—¿En serio? Una pendeja enamorada de un fantasma... vaya cliché barato. —Bufó con sarcasmo, aunque sus dedos no soltaron el lomo del manga.

"Qué mierda... justo yo tenía que toparme con esto."

Intentó reírse para sí misma, pero la mueca le salió torcida. Por un instante, la imagen del dibujo se mezcló con un recuerdo que había preferido mantener enterrado: esa sensación de haber amado algo imposible... y haberlo perdido.

Rodó los ojos, cerró el tomo de golpe y lo devolvió al estante con un gesto brusco.
—Tsk, patético... ¿quién leería esta basura cursi? —murmuró, dándose media vuelta.

Pero mientras se alejaba, no pudo evitar mascullar entre dientes:
"Una chica y un fantasma... y justo lo tengo que ver yo vaya mierda de coincidencia."

Poco a poco los clientes empezaron a irse de la tienda. Para fortuna de Stocking, que detestaba ese ambiente repleto de "ganadores" sudorosos y gritones, el ruido fue bajando hasta quedar casi en silencio.

Solo permanecían en una mesa los de siempre: Víktor, Rod y otro chico que no había notado antes.

Víktor jugaba con cara de fastidio, los labios apretados, como si cada movimiento en la mesa fuese una batalla personal que tenía que ganar sí o sí. Frente a él, el nuevo, vestido con un buzo deportivo completo y gorra de béisbol, mantenía una expresión fría, casi robótica. Sostenía las cartas con la calma de un cirujano, calculando cada jugada como si estuviera resolviendo una ecuación matemática.

Stocking los miró de reojo desde el pasillo, bufando con fastidio.
"Genial... el dúo dinámico ahora se volvió trío. El club de los perdedores definitivos."

Ese pensamiento se interrumpió de golpe cuando un grito retumbó desde la mesa.

—¡ESO ES TRAMPA! —vociferó Víktor, poniéndose de pie con los ojos encendidos—. ¿¡LO VISTE, ROD!? ¡DARNEL HIZO TRAMPA, SI YO HABÍA GANADO!

Rod alzó ambas manos como quien intenta calmar a un loco, pero no pudo reprimir una carcajada nerviosa.
—Bro, por favor... nadie te robó la victoria, perdiste porque no sabes cuándo guardar tus cartas, ya está.

Darnel, con la misma expresión fría y robótica de antes, apenas levantó la vista de la mesa.
—Jugué siguiendo las reglas, siempre pierdes por exceso de confianza.

Víktor apretó los puños, rojo de rabia.

Stocking, que alcanzó a escuchar el escándalo desde el pasillo de mangas, rodó los ojos.
"Qué escena más patética... parece un niño de kínder llorando porque le quitaron un juguete."

—¡Es que sí es trampa! —gritó Víktor, golpeando la mesa con rabia—. ¿¡Rod, no lo ves!? ¡Darnel me está incriminando para no querer aceptar su derrota haciendo trampa!

Rod se echó hacia atrás en la silla, cruzando los brazos con una sonrisa burlona.
—Oye, Viktorcito, cálmate... pareces un loco que se escapó de un manicomio.

Hizo una pausa dramática y añadió, señalando el abrigo oscuro:
—Bueno, con esas putas pintas de mierda que llevas ya lo pareces de por sí.

Se rió a carcajadas y, rematando con comparaciones absurdas, agregó:
—Con ese abrigo negro y esa cara de marica... si no parecieras salido de un video de Marilyn Manson, podrías pasar por un vampiro de película barata. O mejor: un extra rechazado de Crepúsculo.

Darnel, sin perder su expresión fría y calculadora, dejó escapar una risa breve y seca, apenas un respiro que acompañaba la burla.

Víktor apretó los dientes, furioso, con la mandíbula tensa y las manos aún firmes sobre la mesa.

Stocking, desde el pasillo, los observaba con una media sonrisa torcida.
"Vaya niña llorona... parece una perra escandalosa."

Víktor apretó los puños y, con una voz más seria y cargada de veneno, soltó:
—Ustedes dos son unos putos idiotas de mierda. Si se siguen burlando, ya no los voy a dejar entrar a mi puta casa.

Dicho eso, se levantó bruscamente de la mesa y se fue caminando hacia un rincón de la tienda, mascullando entre dientes, con el abrigo oscuro balanceándose tras él como si cargara con toda la rabia del mundo.

Darnel lo siguió con la mirada imperturbable y, en su tono monótono y casi mecánico, comentó:
—Oye, Rod... ¿crees que de verdad no nos deje entrar a su casa? Ahí se me quedó una sudadera.

Rod soltó una carcajada seca, encogiéndose de hombros.
—¿Qué? ¿Cómo es que se te quedó una sudadera? ¿Tuvieron sexo? ¿Acaso son amantes? Jajaja.

Darnel respondió con una expresión neutra, aunque con un dejo de irritación:
—Tus chistes a veces son una completa mierda, ¿sabes?.

Rod sonrió de lado y le dio un sorbo a su bebida, respondiendo con desdén:
—Lo sé, y a pesar de eso te dio risa el primero. Además, Víktor siempre hace lo mismo cuando pierde: se va, llora un rato y luego vuelve más tranquilo... a mandonearnos como siempre.

Stocking, que había escuchado de refilón mientras acomodaba los mangas, rodó los ojos con fastidio.
"Vaya drama de guardería... ¿y estos idiotas de verdad se creen intimidantes?"

Pero enseguida su expresión cambió, relajándose con un dejo de entusiasmo.
"Bueno... como prácticamente ya no quedan más clientes, iré a sacar los dulces que hayan sobrado, seguramente sobraron algunos."

La sola idea le iluminó el rostro por un momento. Caminó hacia donde estaba su preciado tesoro a un paso más ligero que antes, pensándolo con ansias dulzonas.
"Sí... ahora sí. Un pequeño premio para mí. ¡Je! Bien hecho, Stocking."

La expresión de Stocking pasó de satisfacción a pura rabia en un segundo. Sus ojos se clavaron en Víktor justo cuando él sacaba el último dulce de la mesa: un chocolate.

Lo observó partirlo con calma y llevarse media barra a la boca.

Ese fue el detonante. Stocking apretó los dientes, miró de reojo para asegurarse de que el encargado hubiera salido de la tienda y, sin pensarlo dos veces, corrió hacia él.

Lo tomó con ambas manos por el pecho de su abrigo y lo sacudió con fuerza, casi gritando en su cara:
—¡Idiota, idiota! ¡Es el último! ¡Me voy a volver loca, en serio dámelo idiota o te mato ahora mismo!

Víktor frunció el ceño, molesto, y apartó su mano con brusquedad.
—¡Ya suéltame, estúpida! —espetó, con la voz cargada de rabia contenida—. ¿Tanto quieres el puto dulce?

Con un gesto seco, le extendió la otra mitad del chocolate, casi empujándoselo en la mano.
—Pues toma la mitad y déjame en paz. No estoy de ánimos para discutir de nuevo contigo.

Apenas recibió la mitad del chocolate, Stocking no perdió ni un segundo. Lo llevó a su boca con una desesperación voraz, como si hubiera estado semanas en abstinencia. El simple crujido al morderlo le arrancó un gemido breve de placer, sus ojos brillaron y la expresión en su rostro pasó de furia a una especie de éxtasis obsceno.

Masticaba con una pasión desmedida, como una drogadicta que por fin consigue la sustancia que la mantiene cuerda. Cerró los ojos, dejando escapar un suspiro profundo, casi temblando.

—Ahhh... dulce perfección... —murmuró entre dientes, con la voz cargada de un placer ridículamente intenso.

Víktor la miró con una mezcla de asco y desconcierto, cruzándose de brazos.
—Eres una enferma, ¿lo sabías?

—¿Enferma yo? —replicó Stocking, arqueando una ceja, todavía con restos de chocolate en los labios. La indignación le salió automática, pero su tono era más relajado después de haberse calmado con su dosis de azúcar—. No eras tú el que estaba lloriqueando como una perra escandalosa después de perder ese jueguito de mierda, ¿ah?

—Al menos yo me controlo con chocolate. Tú haces un espectáculo digno de telenovela.

Víktor frunció los labios, molesto, pero no dijo nada. Solo desvió la mirada con una mueca.

Stocking se acercó medio paso, inclinando la cabeza con fingida ternura.

—¿Y qué pasó, eh? ¿Dónde quedó el idiota arrogante que me atacó de la nada en mi primer día? ¿Se le acabaron las frases edgys porque perdió una partida?

Víktor apretó los puños, visiblemente incómodo.

—¿Vas a seguir?

—Voy a seguir mientras me divierta —replicó ella, dando un paso más—. Te metiste conmigo sin conocerme y ahora no puedes ni mantener la mirada. Es patético.

Hizo una pausa y bajó un poco el tono, sin dejar de sonar sarcástica:

—Mira, entiendo que se burlen de ti, créeme. Yo tengo una hermana que vive provocándome con todo tipo de mierda. Pero ¿sabes qué? Yo no me voy corriendo a hacer pucheros. Yo respondo. No me escondo. No me quiebro por un puto juego.

Víktor bajó la mirada, mascullando para sí. Luego soltó, resignado:

—Odio admitirlo... pero tienes razón.

Se rascó la nuca con torpeza, como si fuera alérgico a la humildad.

—Eh... ¿cómo te llamas?

Stocking lo miró con escepticismo.

—¿En serio?

Víktor asintió con cierta torpeza, apartando la vista como si la simple pregunta ya lo incomodara.

—Sí. Para no seguir diciéndote "la gótica poser".

—Me llamo Stocking —respondió finalmente, con tono plano.

Víktor esbozó una media sonrisa.

—Soy Víktor... pero supongo que ya lo sabías.

—Obvio, te gritaron tu nombre al menos veinte veces —dijo Stocking, cruzándose de brazos.

—¿Nos estabas espiando? diria Viktor con una expresion de leve de sorpresa

—Oh, por favor —resopló ella—. Si quería escucharlos, solo tenía que existir en el mismo edificio. Con ese ruido que hacen, sería imposible no saberlo.

Víktor chasqueó la lengua, pero no discutió.

—Como sea... supongo que iré a pedir la revancha.

Stocking se encogió de hombros con indiferencia calculada.

—Buena suerte en tu jueguito de nerds. Ojalá no llores esta vez.

Lo observó alejarse mientras saboreaba el último sabor del chocolate que aún quedaba entre sus dientes. Luego murmuró con una sonrisa ladeada:

—Y si te dije todo eso... no es porque me caigas bien o algo. Es porque tuviste la decencia de compartir el chocolate.

Víktor se aproxima a la mesa de juego con la solemnidad de quien se prepara para ir al frente de batalla. Como si jugar cartas en un antro de nerds fuera, efectivamente, una guerra. Pero bueno, cada loco con su delirio.

Rod lo ve acercarse como si nada fuera extraño y comenta:

—Ah, volviste. Ya vámonos, me estaba aburriendo. Necesito irme a hacer mis "actividades manuales".

—No, no nos vamos a ir hasta que tenga una revancha con Darnel —responde Víktor con firmeza.

Darnel lo mira con expresión de sueño y suelta un bostezo.

—¿Víktor, en serio? Madura ya.

—Vamos, ahora no me enojaré... lo prometo. Y saben que cuando prometo algo, lo cumplo.

—Bueno, eso es cierto —dice Rod, entornando los ojos—. Pero... ¿qué carajos te pasó? Normalmente estarías más enojado.

—No es nada, solo me di cuenta de que quizá sobre reaccioné. Eso es todo. ¿Podemos jugar? Una más. No lo digo como orden, lo digo como favor.

Darnel y Rod se miran entre sí como si acabara de ocurrir un eclipse solar.

—Bien, bien, jugaré una vez más, pero no te enojes ni te pongas en modo "quiero destruir el mundo" si pierdes. Ya tuve suficientes gritos por hoy, ¿bueno?

—Lo prometo.

Juegan una partida mas de su juego de gente muy madura pero tal vez por el cansancio de Darnel. Tal vez porque Víktor está más calmado. Tal vez por una conspiración del universo, si tal parece que al universo le gusta ver a unos nerds perder el tiempo en un juego de cartas. Pero !Víktor gana!.

—Jeje, vaya, parece que gané —dice, con su arrogancia habitual, pero de forma más relajada.

Rod aplaude una sola vez, con el entusiasmo de un muerto viviente.

—Bien, ganó. Wouh, qué genial. ¿Nos podemos ir ya?

—Yo también voto por irme —dice Darnel, estirándose con flojera—. Y como Víktor está de buen humor, esto es una democracia. Así que dos votos ganan a uno. Nos vamos.

—Seh, voy a ordenar mis cosas, ya los alcanzo —responde Víktor, sin oponer resistencia, lo cual ya era extraño de por sí.

Se queda recogiendo sus cosas con una sonrisa discreta, casi orgullosa. Como si acabara de conquistar algo que solo él entendía.

Desde el otro lado, Stocking, que había estado observando con una mezcla de curiosidad, aburrimiento y juicio silencioso, se le acerca con los brazos cruzados.

—Supongo que ganaste el... em, no sé, como quiera que se llame esa cosa, ¿no?

—¿Dijiste que eres hombre de palabra o algo así? —pregunta Stocking con ese tono agrio tan suyo, como si cada palabra le pesara en la lengua—. Bueno, como ganaste porque yo te motivé sin querer... me debes un favor.

Hace una pausa dramática, lo mira de arriba abajo como si evaluara cuánta dignidad le queda.

—Si vuelves mañana, tráeme un chocolate completo. Ya que te comiste la mitad del que yo pretendía obtener... ¿entendiste?

Él se encoge de hombros con una sonrisa arrogante, como si el universo le estuviera pidiendo algo demasiado fácil.

—¿Solamente eso? Ja, como si fuera la gran cosa. Bueno, no es problema, Sportin.

Ella frunce el ceño de inmediato, como si el apodo le hubiera escupido ácido en la cara.

—Stocking. —corrige con frustración, mordiéndose la lengua para no decirle algo peor.

—Está bien... StockinGGG —responde él con burla, alargando con descaro la última letra como si fuera un chiste privado del que sólo él se ríe.

Víktor se va primero, aún con esa sonrisa satisfecha pintada en la cara como si acabara de conquistar el mundo por ganar un juego de cartas.

Stocking lo observa alejarse con los brazos cruzados, entre fastidiada y distraída. Luego se da media vuelta para irse también, murmurando para sí mientras camina:

—Mierda... olvidé decirle que sea un chocolate de buena calidad.

Hace una pausa, suspira como si ya supiera en qué terminará todo esto.

—Como sea... le pediré otro de todas formas.

Chapter 4: Tu propio Geek boy

Chapter Text

Stocking llegó a la iglesia con paso arrastrado, como si llevara el peso de todo el maldito día sobre la espalda. Entre baños vomitados, frikis gritones, dulces robados y peleas absurdas, ya no sabía si quería llorar, reír o prenderle fuego a la tienda entera. Empujó la puerta de la sala de estar y se dejó caer contra el marco, exhalando un suspiro pesado.

Ahí estaba Panty, acomodada en el sillón con las piernas cruzadas, usando la laptop de Garterbelt. Sus uñas repiqueteaban sobre el teclado hasta que, al ver entrar a Stocking, pegó un respingo y cerró la pantalla de golpe con un clic demasiado rápido para no levantar sospechas.

—¡Ah, Stocking! —dijo Panty con una sonrisa nerviosa, dándole un toque de risa fingida—. Je, je... ¿y bien? ¿Cómo te fue?

Stocking entrecerró los ojos, mirándola con una mezcla de agotamiento y sospecha.

—...¿Qué carajos estabas haciendo en esa laptop?

Panty agitó la mano con un gesto despreocupado, como si fuera lo más normal del mundo.

—¿Yo? Nada... ya sabes... revisando el correo. Pura mierda aburrida.

Stocking frunció el ceño, todavía sin moverse del marco de la puerta.

—Ajá. Claro. Porque obvio tú eres la secretaria perfecta de Garterbelt.

Panty sonrió con descaro, evitando el tema.

—Ya, ya... no cambies de tema. Cuéntame, ¿cómo estuvo tu día de princesa gótica en el mundo real?

Stocking rodó los ojos y se dejó caer pesadamente en el sillón de enfrente.

—Un asco.

Panty arqueó una ceja, todavía con la laptop cerrada en las piernas, y sonrió con ese descaro típico suyo.

—¿Qué pasa, hermanita? ¿Vas a empezar con tu drama otra vez?

Stocking la señaló con el dedo, con el ceño fruncido y la voz cargada de veneno.

—Que quede claro: eres una mentirosa... y una zorra.

Panty parpadeó un segundo, su sonrisa se torció en molestia, aunque no perdió la compostura.

—Ok, ok... zorra puede ser, no lo voy a negar. Pero... ¿mentirosa? ¿En qué mierda según tú?

Stocking se inclinó hacia ella, apretando los dientes.

—¡Porque me dijiste que los dulces también se los daban a los empleados!

Panty ladeó la cabeza, sonriendo por la intensidad de su hermana.

—¿Y acaso no?

Stocking golpeó el brazo del sillón con la mano abierta, dejando salir su frustración.

—¡No, imbécil! ¡Te guardaste la letra chica! Resulta que sólo se los dan si SOBRAN al final del turno. ¡Tuve que tragarme todo el puto trabajo, rezar para que alguien dejara algo, y al final casi me vuelvo loca peleando por el último chocolate!

Panty la observó en silencio unos segundos, con una sonrisa ladeada que oscilaba entre la burla y la sorpresa.

—...¿Me estás diciendo que hiciste un escándalo por una barra de chocolate?

Stocking se acomodó en el sillón, abrazando un cojín con fuerza, hundiendo la cara en él como si quisiera enterrarse ahí.

—Pues sí... —murmuró con voz cansada—. Ese era el punto de ir. Al menos obtuve la mitad.

Panty ladeó la cabeza, arqueando una ceja con curiosidad.

—¿La mitad?

Stocking gruñó desde el cojín, con un tono agrio.

—Sí... la mitad de un puto chocolate.

Panty soltó una risita burlona, cruzándose de piernas sobre el sillón.

—Bueno, y ¿qué tuviste que hacer para ganarte "la mitad"? Seguro no era para tanto...

Stocking levantó apenas la cabeza del cojín, con una expresión de puro fastidio.

—¿Que qué tuve que hacer? —repitió, con un bufido cansado—. Limpiar un baño vomitado que parecía sacado del infierno, aguantar a un jefe imbécil que me trata como esclava, escuchar a un grupo de nerds gritando como si estuvieran en la final del mundial... y encima tener que pelearme con uno de ellos.

Panty soltó una carcajada apenas pudo procesar lo que oyó.

—¿Limpiaste un baño lleno de vómito? ¡Jajajaja! Eso sí me hubiera gustado verlo.

Stocking se enderezó apenas para fulminarla con la mirada, apretando el cojín como si quisiera estrangularla con él.

—¿Te parece gracioso? ¡Casi vomito yo también, maldita zorra!

Panty se acomodó más en su lado del sillón, con esa sonrisa burlona que solo servía para molestarla más.

—Claro que me parece gracioso. Una princesa gótica limpiando vómito por media barra de chocolate... eso es oro puro.

Stocking resopló, hundiéndose otra vez en el cojín.

—Vete a la mierda.

Panty levantó una ceja con una sonrisa socarrona.

—¿Cuál, la que tuviste que vivir tú? —dijo con ironía—. ¿Cómo que te peleaste con uno? ¿Qué pasa, también había otro fenómeno adicto al azúcar o algo así?

Stocking resopló, apretando el cojín contra su pecho.

—No era un adicto al azúcar... —dijo con un tono seco—. Pero sí era un idiota molesto.

Panty se inclinó hacia adelante obervandola.

—¿Molesto en plan "nerd desesperado por atención" o molesto tipo "te miraba con cara de degenerado"?

Stocking resopló, hundiendo la cara en el cojín.

—No era un pervertido, ni quería llamar mi atención de forma positiva. Fue raro... nunca un chico de esa índole me había tratado así. Era un idiota gótico elitista. Me dijo que era una gótica poser necesitada de atención, que había ido a trabajar ahí solo para calentar a los nerds y satisfacer mi ego.

Panty se quedó en silencio por un segundo, y de pronto estalló en carcajadas, riéndose como loca.

—¡Dios! Mejor me hubieras llevado. Verte lavar baños vomitados y que encima te digan esas mierdas... sería ver una puta comedia pura.

Stocking, harta, levantó el cojín que estaba abrazando y se lo lanzó directo a la cara.

—¡Cállate, zorra!

Panty se apartó el cojín con una mano, todavía riéndose, y añadió con esa sonrisa de burla que la caracterizaba:

—Pero bueno... al menos, si yo hubiera ido, no habrías sido la única chica centro de atención.

Stocking se acomodó en el sofá, suspirando con cansancio pero con un dejo de satisfacción.

—Igual pude sacar algo positivo de todo eso —dijo con voz más tranquila—. Ahora el chico ese me debe un favor. Le dije que me debía un chocolate completo. Y cuando tenga mi primer sueldo, me voy a comprar un gran pastel solo para mí. Y no te voy a dar nada a ti.

Panty bufó, girando los ojos.

—Seh, como si me importaran tus dulces de mierda... —rió con sorna—. ¿Y cómo que te debe un favor? ¿Qué le hiciste, se la chupaste en el baño vomitado ese?

Stocking apretó los puños y le lanzó una mirada furiosa.

—¡Agg, no todas somos unas zorras como tú, Panty! —replicó con rabia—. Solo... digamos que le di ánimos para que ganara un juego de cartas de mierda que ni recuerdo cómo se llamaba.

Panty se recostó hacia atrás, aún con esa sonrisa pícara y burlona.

—Vaya que estás irritable hoy... bueno, ahora parece que tienes a tu propio geek boy, Stocking.

Stocking resopló, frunciendo el ceño.

—¡Cállate, zorra! —respondió con molestia, antes de dejar escapar una risita sarcástica—. Sí, claro... mi "geek boy". Justo lo que toda mujer sueña.

Se puso de pie, estirándose con flojera mientras tomaba el cojín del sillón.
—Hablando de soñar... voy a dormir. Estoy cansada.

Panty sonrió de lado, sacudiendo la cabeza mientras la veía marcharse.
—Dulces sueños, princesita gótica.

Stocking respondió sin mirarla, caminando hacia su cuarto.
—Sí, sí... ojalá sean muy dulces.

Al día siguiente, Viktor apareció en la tienda mucho más temprano de lo habitual. Sus botas resonaron en el piso de linóleo casi vacío.

El encargado, que estaba moviendo unas cajas detrás del mostrador, lo miró con cara de fastidio apenas lo reconoció.
—Mocoso emo... ¿qué carajos haces aquí tan temprano? Si siempre apareces más tarde a dar la lata.

Viktor frunció el ceño, clavándole una mirada seca.
—¡Agh! Que no soy emo. Se llama gótico. Hay diferencias muy claras: estética, filosofía, la música, la visión de la...

El encargado levantó la mano en el aire, interrumpiéndolo con un gruñido impaciente.
—Sí, sí, lo que digas, niño. ¿Qué quieres tan temprano?

Viktor apretó los labios, evitando rodar los ojos.
—Estoy buscando a la empleada Stocking. Necesito hablar con ella... hice una promesa.

El encargado lo miró de arriba abajo, con una ceja levantada y la expresión muerta de alguien que ya había escuchado demasiadas tonterías por la mañana.
—¿La otra niña emo?

Viktor frunció el ceño todavía más.
—Es gótica...

El encargado ignoró olímpicamente la corrección y siguió acomodando las cajas.
—Como sea. Está atrás, ordenando en cajas los mangas nuevos que llegaron.

Viktor camina hacia la puerta que conectaba con la bodega, pero el encargado le levantó la mano en seco.
—Eh, eh. Ahí no puedes pasar, mocoso. Solo es para empleados.

Viktor lo fulminó con la mirada, pero se contuvo.
—¿Entonces cómo demonios se supone que hable con ella?

El encargado se encogió de hombros.
—Pues espera como todo cliente normal.

Viktor se apoya contra la pared, justo al lado de la puerta que conectaba con la bodega. Brazos cruzados, pie golpeando el suelo con impaciencia, la expresión cargada de fastidio. Cada segundo que pasaba le parecía eterno.

El encargado salió de detrás del mostrador, lo vio ahí parado como si fuera el guardia de un puticlub malhumorado y soltó un suspiro cansado.

—Ya, mocoso... ¿vas a quedarte toda la vida plantado ahí? —dijo arqueando una ceja.

Viktor lo miró de reojo, frunciendo más el ceño.
—Estoy esperando.

El encargado rodó los ojos, rindiéndose a regañadientes.
—Está bien, entra... pero que sea rápido, ¿me oíste? Eso es solo para empleados.

Viktor resopló, descruzando los brazos con desgano.
—Sí, sí... lo que digas. —Y empujó la puerta con decisión, entrando en la bodega.

Mientras avanzaba entre las cajas apiladas, murmuró para sí mismo, lo bastante bajo para que nadie lo oyera:

—¿Cómo vas a confundir "emo" con gótico? Tienen diferencias muy marcadas... ¿qué le pasa a la gente? Es muy ignorante.

El olor a cartón y plástico nuevo lo envolvió de inmediato. Caminaba despacio entre las torres de cajas, manos en los bolsillos, hasta que tanteó con los dedos y sacó la tableta de chocolate envuelta en papel brillante.

—Bien... cumplamos la jodida promesa —murmuró, apretando el chocolate en la mano.

Esperaba encontrarse a Stocking arrodillada, sacando tomos de mangas para ordenarlos, como le había dicho el encargado. Pero al doblar por un pasillo de cajas, la escena fue otra:

Stocking estaba sentada sobre una caja abierta, con las piernas cruzadas y la falda algo arrugada, completamente absorta en un tomo de manga. La portada mostraba a una chica tomada de la mano con un fantasma.

Víktor parpadeó un par de veces, desconcertado.
—¿En serio? —dijo en voz baja.

Ella ni se percató de su presencia. Tenía las mejillas apenas sonrojadas, los ojos fijos en la página y los labios entreabiertos, murmurando algo casi inaudible.

—Tonta... ¿cómo puedes enamorarte de un fantasma? —susurraba, mordiéndose el labio—. Pero... agh... ¡qué lindo!

Víktor arqueó una ceja y dejó escapar una risa corta y burlona.
—¿Qué carajos haces? —preguntó, rompiendo el silencio.

Stocking dio un respingo, notando por fin su presencia. De inmediato cerró el manga de golpe y se puso de pie con torpeza, como si nada hubiera pasado.

—¡Ehm...! Sí, viniste —dijo, fingiendo naturalidad, mientras escondía el tomo detrás de la espalda—. ¿Y bien? ¿Trajiste el chocolate que te pedí?

Víktor suspiró, levantando la tableta envuelta entre los dedos.
—Seh... aquí está.

Stocking dio un paso rápido hacia él y, sin ceremonia, se la arrebató de la mano. Rompió el envoltorio con un gesto casi salvaje y le dio la primera mordida con una devoción que rozaba lo obsceno.

Víktor la observó en silencio, con las cejas arqueadas y una mezcla de asombro y burla en la mirada.

—De verdad... ¿comer dulces te vuelve loca, no? —dijo con ironía, cruzándose de brazos mientras veía cómo ella disfrutaba cada bocado como si fuera un manjar divino.

Stocking bajó la tableta apenas para mirarlo de reojo, con una sonrisa burlona y restos de chocolate en la comisura de los labios.
—Como a ti te vuelve loco perder esos juegos de nerds de mierda, claro.

Víktor apretó la mandíbula, chasqueando la lengua con fastidio.
—Tsk... no compares.

Víktor la observaba todavía con suspicacia, hasta que no pudo aguantar la curiosidad.
—¿Y qué estabas leyendo?

Stocking, con reflejos de culpa, escondió el tomo detrás de su espalda con rapidez.
—¿Qué te importa? —respondió seca, casi a la defensiva.

Víktor frunció el ceño y se inclinó hacia ella, alcanzando con la mano otro tomo de la misma caja en la que ella estaba sentada. Lo hojeó apenas, arqueando una ceja.
—A esto... ¿en serio? Es un manga shōjo. ¿De verdad te gusta esta basura de fantasías utopicas?

Stocking lo miró con molestia, cruzándose de brazos como si intentara justificarse.
—Lo vi ayer cuando estaba acomodando mangas en el pasillo... mientras tú jugabas a tu jueguito de vírgenes. Me pareció interesante, eso es todo.

Víktor se le quedó viendo incrédulo.
—¿Interesante? ¿Qué tiene de interesante un manga shōjo de una chica enamorada de un fantasma?

Mientras hablaba, notó el desorden de las cajas y soltó un bufido.
—Además... estás ordenando todo mal. —La tomó suavemente por el brazo para moverla a un lado y, casi sin darse cuenta, comenzó a reorganizar los tomos con un método mucho más preciso.

Stocking lo observó en silencio unos segundos, antes de soltar una risita baja y melancólica.
—El manga me trae buenos recuerdos eso es todo...

Stocking entrecerró los ojos al verlo mover cajas y mangas como si fuera el dueño del lugar.
—Y... ¿por qué me ayudas a ordenar esto? No necesito tu ayuda.

Víktor ni se giró, seguía alineando tomos y apilando cajas con precisión exagerada.
—No es que te esté ayudando a ti en sí... —respondió con calma, ajustando una fila de mangas para que quedaran rectos—. Solo me ganó el impulso de que estuviera ordenado.

Se detuvo un momento, encogiéndose de hombros.
—Cuando mis amigos vienen a mi casa siempre me desordenan las figuras o las cartas... y termino ordenándolo todo yo mismo después. Esto me recordó a eso.

Stocking lo observó con una mezcla de burla y curiosidad, ladeando la cabeza.
—Así que eres un fanático del orden aparte de critico de mangas, ¿eh?

Víktor soltó una risita irónica, alzando apenas una ceja mientras seguía acomodando.
—Oh, perdona... no lo llamaría fanatismo. —Se giró un segundo para mirarla directo—. Prefiero tener las cosas bajo control. Y tú lo estabas haciendo mal.

Víktor la miró mientras apilaba las cajas con calma calculada.
— ademas ¿Cómo que "crítico de mangas"? No hace falta ser un crítico profesional para ver lo que es obvio. —Se giró un poco hacia ella, con media sonrisa burlona—. Ese manga que lees está hecho para cumplir fantasías utópicas de chicas ingenuas como tú.

Stocking lo fulminó con los ojos, como si de pronto hubiera pisado algo delicado. abrazando el tomo de manga contra su pecho con rabia.
—¿Y tú qué carajos sabes si es para suplir fantasías? —disparó con la voz tensa—. Yo lo estaba leyendo porque me recuerda a algo lindo que viví. No asumas que todos los putos contextos de mierda son iguales.

El comentario quedó flotando en el aire. Víktor se quedó helado, sus manos aún sobre una pila de cajas mal acomodadas. Notó en su tono que no hablaba de un simple manga. Bajó la vista un segundo, incómodo, y suspiró apenas.
—Buen punto...

Stocking resopló, girando el rostro con molestia para evitar mirarlo de frente.
—Además... seguro tú también tienes tus gustos de mierda. A ver, dime... ¿qué carajos te gusta a ti, y comprobamos si es tan grandioso?

Chapter 5: No somos tan diferentes

Chapter Text

Víktor la miró fijo, deteniendo sus manos sobre una caja a medio mover. Sus ojos se entrecerraron, con esa expresión que oscilaba entre la seriedad y el desafío.

—¿Te importa para probar tu punto... o en realidad te importa conocer más de mí?

Stocking chasqueó la lengua, apretando el tomo entre los brazos como si no quisiera soltarlo.

—Tsk... para probar mi punto, obvio. No creas que me interesa tu vida de goth boy.

Víktor resopló, dejando caer los hombros con fastidio.

—Bueno... en mangas me gusta el seinen, pero ya no leo tanto. Últimamente practico todo el día Magic, para ganarle al... —apretó la mandíbula, escupiendo el nombre como veneno— al idiota de Darnel.

Se encogió de hombros, desviando la mirada hacia otra pila de cajas.

—Así que veo más películas. Terror, sobre todo. Pero ya no son como antes. El otro día fui al cine y el monstruo era tan patético... su cabeza parecía un puto dildo.

Stocking lo miró en silencio un segundo... y luego soltó una carcajada genuina.

—Creo que sé cuál película hablas —dijo, con un tono más relajado, casi cómplice—. Fui a verla con mi hermana Panty.

Víktor ladeó la cabeza, reconociendo la referencia.

—¿Y era mala, no? Sin coherencia, sin alma, puro vómito de efectos.

Stocking se encogió de hombros, como si no le importara... pero con un deje de honestidad.

—Es una película de terror. Eso es lo de menos... ¿sabes?

Víktor acomodó una caja con gesto frustrado.

—El monstruo era basura. Esperé todo el año por esa mierda. El tráiler me vendió cine, y me dieron... eso. Salí ofendido a nivel espiritual.

Stocking bajó la mirada. Su voz, más suave:

—Sí... yo también, un poco.

Después, sonrió. No la sonrisa cruel de siempre, sino una pequeña, dulce, casi infantil.

—Pero las palomitas estaban muy dulces. Tenían chocolate.

Víktor la observó. No dijo nada al principio. Solo se quedó mirándola como si fuera otra persona, otra versión más sincera de sí misma.

—Les subí una reseña a mi blog, de hecho —añadió ella, como si se le escapara, casi con ternura.

Víktor parpadeó, desconcertado.

—¿Tienes un blog de dulces?

Ella se encogió de hombros, mirando hacia un lado.

—Ni idea de por qué te lo conté. Supongo que me distrajo pensar en las palomitas. Olvídalo.

—Espera... creo que lo conozco —dijo él, pensativo—. ¿Se llama Today's Sweets?

Stocking lo miró de reojo, entre sorprendida y desarmada.

—Sí... ese.

—¿Lo visitas? ¿Qué carajo hacías leyendo eso? —preguntó ella, cruzando los brazos.

Víktor alzó una ceja.

—Lo encontré cuando buscaba blogs góticos. Y bueno... ahora que sé que era tuyo, tiene todo el sentido. Estás enganchada a los dulces como si fueran drogas.

Hizo un gesto teatral con la mano.

—Cuando te pasé ese chocolate, me sentí como un dealer.

—No lo frecuento mucho —añadió, bajando un poco el tono, sin darse cuenta de que estaba halagando—. Pero me gustó cómo lo armaste. Estética bien lograda. Las velas, el fondo oscuro... misterioso pero bonito.

Stocking lo miró. Por un momento, pareció descolocada. No sabía si fruncir el ceño o sonreír.

—Ya no subo nada ahí —dijo al final, con fingida indiferencia—. Ahora uso otras cosas.

Víktor sonrió de medio lado.

—Deberías haber reseñado el chocolate que te di. Podrías poner: "Este chocolate me lo dio un cabrón arrogante que me cae mal, así que le pongo un -10 de 10."

Stocking soltó una risita sarcástica.

—Sí, esa hubiera sido una buena reseña.

Víktor la miró, ladeando la cabeza, medio divertido.

—Supongo que me equivoqué un poco contigo —murmuró, como si admitirlo le provocara urticaria.

Desvió la vista y volvió a mover una caja.

—Si consideré que el blog entendía bien la estética goth... entonces no eres tan poser. O algo así.

Stocking parpadeó. El gesto fue pequeño, pero su expresión cambió. Aunque intentó mantener el ceño fruncido, un leve calor le subió a las mejillas. Lo disimuló abrazando el tomo con más fuerza.

—Hmp... supongo que gracias, goth boy.

Jugueteó con el borde del manga, y añadió con una mueca:

—Y el chocolate... no estaba tan mal. Le daría un siete u ocho.

Lo miró de reojo.

—Pero como me lo diste tú... le bajo un punto. Seis o siete.

Víktor soltó una risa breve, incrédula.

—¿En serio me metes a mi en la ecuación para calificar un dulce?

Stocking lo fulminó con la mirada.

—Seis de diez, goth boy. Agradece que no lo bajé a cinco.

—Bah... como sea —resopló él, empujando la última caja con desgano.

Se estiró un poco la espalda y la miró de reojo, con media sonrisa.

—¿Sabes? No fue tan aburrido hablar contigo. Al menos maté el tiempo mientras llegaban mis amigos.

Stocking rodó los ojos, pero su tono sonó menos filoso.

—Vaya... qué honor. Me usaste de entretenimiento.

Hizo una pausa, bajando ligeramente la voz.

—Aunque... supongo que no estuvo tan mal.

Víktor la observó y se giró apenas hacia ella, sin perder la calma.

—¿Que te usé? Ya te dije que me quedé porque estaba todo desordenado como un campo salvaje, y eso me da ansiedad visual. —Le sostuvo la mirada—. Además, ¿por qué te importa? ¿Quieres que me quede hablando más contigo o algo así?

Stocking lo miró de reojo, soltando un largo suspiro.

—Tch... no te confundas, goth boy.

Pero sus labios dibujaron una sonrisita torcida.

—Aunque este trabajo es una mierda... contigo es un poco más tolerable.

Chapter 6: Odio que ella me guste

Chapter Text

Víktor se quedó un segundo en silencio, luego dejó escapar un resoplido breve.

—Hmp... es una buena forma de verlo.

Caminó hacia la salida del almacén, en dirección a la puerta que conectaba con la tienda. Sus pasos resonaban suaves entre las cajas ya alineadas y, sin volverse del todo, murmuró con indiferencia:

—Bueno... voy a salir de aquí. Ya lo hecho, hecho está.

Stocking lo siguió al paso, no porque quisiera exactamente, sino porque ya no tenía nada más que hacer en ese lugar. Encogió los hombros, con un aire desganado.

—Seh... además, con tu ayuda ya está todo ordenado. A ver qué "divertido" trabajo me darán ahora.

Mientras avanzaban juntos hacia la salida, Víktor giró un poco la cabeza para mirarla de reojo.

—Dijiste que mi presencia hace más tolerable esto. Emm... si te hace sentir un poquito mejor, no me voy a ir del todo. Siempre rondo por aquí. Voy a estar esperando a mis amigos sentado... si quieres hablar de más cosas, ahí estoy, seh.

Stocking rodó los ojos como si quisiera quitarle importancia a sus palabras, pero no aceleró el paso para adelantarse. Cruzó los brazos sobre el pecho y, tras pensarlo unos segundos, lo miró de reojo con un deje de burla en la voz.

—Quizá... bueno... si me aburro, tal vez pase a fastidiarte un rato.

Víktor la miró con una expresión más seria, aunque la sonrisa de su rostro no desapareció del todo.

—Pero una cosa sí te voy a decir: solo intenta no joderme cuando esté jugando Magic. Es muy, muy importante.

Stocking arqueó una ceja, casi indignada.

—¿En serio? ¿Tan importante para ti es ese estúpido juego de cartas? Como si por perder una partida te fueran a cortar un dedo. No es de vida o muerte.

Víktor levantó una mano al pecho con un gesto exagerado, dramatizando el peso de sus palabras.

—No es de vida o muerte... pero es un tema de orgullo. Mujer, no lo entenderías.

Stocking lo fulminó con la mirada, aunque una sonrisa apenas contenida asomó en sus labios.

—Tienes razón. No lo entiendo, no quiero entenderlo y, es más, me alegro de no entenderlo.

Justo cuando estaban a punto de cruzar la puerta hacia la tienda, Víktor se detuvo un segundo y señaló con la barbilla hacia atrás.

—Oye, emm... el peluche. Ese gato que dejaste encima de la caja... ¿es tuyo? Creo que se te quedó.

Stocking parpadeó, y en cuanto se dio cuenta de lo que decía, abrió los ojos de golpe.

—¡¿Qué?!

Se giró de inmediato, descubriendo a su inseparable peluche Honekoneko descansando solo, olvidado sobre una pila de cajas. En un instante, su actitud de chica sarcástica se desmoronó: corrió apresurada hacia él como una madre que acaba de perder a su hijo en medio de un supermercado.

—¡Ay, bebé, casi te dejo aquí! —murmuró mientras lo apretaba contra el pecho con un gesto protector, acariciándole las orejas de felpa como si realmente pudiera sentir.

Víktor, apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados, la observaba en silencio. La escena contrastaba demasiado con la Stocking fría y mordaz de hace unos segundos.

Y, sin embargo, ahí estaba, mirándola con más atención de la que admitiría, pensando:
"¿Qué mierda hago esperándola? ¿Por qué me importa...? Ya cumplí lo prometido. ¿Qué carajos, Víktor?"

Antes de que pudiera continuar cuestionándose a sí mismo, Stocking regresó a su lado. Abrazaba a Honekoneko con fuerza.

—No digas ni una palabra —advirtió, clavándole una mirada sospechosa mientras se acomodaba el peluche bajo el brazo—. Si haces algún comentario cursi o te burlas, te juro que te meto tus cartitas de nerd por la boca hasta que te atragantes, pero... gracias por eso.

—¿Por eso...? —repitió él, ladeando la cabeza.

—Por decirme lo del peluche, dah... —exclamó, aunque su tono no era realmente agresivo.

Víktor contuvo una sonrisa mientras la miraba pensando.

"Genial, me amenaza y me agradece. Qué chica más rara... pero extrañamente me gusta que me agradezca. Ugh, ¿qué carajo me pasa con ella? ¿Por qué pienso tanto en lo que me diga ahora...?"

Ambos cruzaron la puerta del almacén y regresaron a la tienda.

Víktor iba con las manos en los bolsillos; Stocking caminaba a su lado, aún abrazando a Honekoneko bajo el brazo.

El encargado, que acomodaba unas figuras de acción detrás del mesón, alzó la vista al verlos aparecer juntos.

—¡Oye, niño emo! —espetó con fastidio, señalando a Víktor con una figura en la mano—. Te dije que no te demoraras, ¿y vas y te demoras? ¿Qué estaban haciendo ahí? ¿La niña emo que tengo como empleada es tu novia o qué?

Víktor se giró de inmediato con las mejillas un poco sonrojadas por la insinuación de que son pareja, luego volvió en sí y respondió con el ceño fruncido.

—Agg, que no es emo, es estilo gótico —corrigió con tono irritado y prepotente—. Hay diferencias, por ejemplo los emos se—

—Sí, sí, ya, no me interesa —lo interrumpió el encargado sin ni siquiera mirarlo, agitando la mano como si espantara una mosca—. Empleada, necesito que atiendas a la gente que venga llegando.

Stocking, sin inmutarse, asintió con seriedad.

—Sí, ya voy.

Y entonces, como si lo necesitara dejar perfectamente claro, añadió:

—Pero no soy la novia de este tipo. Que quede claro.

Víktor apretó la mandíbula, sin responder, pero la miró de reojo con una mezcla de molestia y algo más difícil de clasificar y pensaría.

"¿Y por qué lo niega así? ¿A quién le quiere dejar claro eso... a él o a mí?"

La tensión entre sarcasmo, orgullo y algo no dicho flotaba en el aire como polvo sobre los estantes.

Stocking se acomodó tras el mostrador con la misma indiferencia de siempre, pero al sentarse abrió el mismo manga shojo que había tomado del almacén sin decir nada. Lo abrió con calma, cruzando las piernas con elegancia, y al poco rato ya estaba absorta en sus páginas, con una sonrisa leve y casi soñadora en los labios. Una que contrastaba con su actitud habitual.

Era como si lo que leía la envolviera en una nube rosa de ternura, una que no se permitía mostrar demasiado... excepto cuando estaba sola. O casi sola.

Desde el otro extremo del local, Víktor se sentó en la mesa donde él y sus amigos solían jugar Magic. Apoyó los codos en la superficie, sacó su celular y comenzó a escribir con desgano.

[Mensaje a Rod]:
"Estoy aquí. Apúrate, el líder del grupo te está invocando."

Le agregó un sticker de una calavera que giraba en llamas, solo porque sí. Luego se quedó viendo un par de memes absurdos en una página que tenía guardada, desplazando la pantalla con el pulgar sin mucho interés real.

Pero su atención no duraba demasiado. Cada cierto rato, sus ojos se despegaban de la pantalla y miraban de reojo hacia Stocking.

Stocking seguía ahí. Sonriendo. Leyendo.

Víktor bajó la vista al celular de nuevo, como si tratara de ignorarlo. Escribió algo en la barra de búsqueda, con duda.

—No es que me guste ella o algo así... —murmuró en voz baja, como si hablara solo para espantar a sus propios pensamientos—. O me interese realmente. Solo quiero comprobar si su blog era tan bonito como recuerdo... eso es todo.

Buscó el blog de Stocking. Aquel que había visto por primera vez tiempo atrás, ese con fotos cuidadas, pasteles estéticos y opiniones inesperadamente emocionales. A medida que iba bajando, leía algunas entradas, mirando los detalles, volviendo a encontrar esa mezcla de oscuridad y dulzura que la definía tan bien... aunque él todavía se negaba a admitirlo.

Y de nuevo, alzaba la vista. Una, dos, tres veces para verla.

Ahí estaba ella: hojeando ese manga con una sonrisa suave, completamente abstraída. A veces pasaba la página con una delicadeza casi poética. Otras, soltaba una risa corta y contenida por algo cursi, sin darse cuenta de que alguien la observaba.

Víktor la miró unos segundos más de la cuenta y, al notarlo, volvió a hundirse en su celular con rapidez, frunciendo el ceño como si lo hubieran atrapado haciendo algo indecente. Pero por más que bajara la mirada, algo lo empujaba a aceptarlo. Poco a poco, casi a regañadientes, empezó a admitirlo en su mente, como si se obligara a razonar su propio estado emocional.

"Mierda... Víktor, solo porque tuvieron una conversación sobre cosas de terror y ya no la consideras una poser, ¿te atrae? No puedes caer tan bajo, hombre..."

Tecleó al azar en su pantalla, más como excusa que por interés. Luego siguió en su mente, con más intensidad:

"Tú no eres un simp... Tienes prioridades. Tienes metas. Hay cosas más importantes que una mujer como—"

La miró.

Solo un segundo más.

Ella seguía leyendo sin darse cuenta de cómo la observaban. Se rió, bajito, al ver algo en su manga. Apretó el tomo contra su pecho por un instante, como si lo que acababa de leer le hubiera derretido el corazón.

Y entonces, sin poder evitarlo, Víktor completó su pensamiento:

"...como ella."

Apretó los labios. Luego desvió la mirada de nuevo, esta vez con un dejo de rabia. Pero ya estaba dicho: lo había admitido, aunque fuera solo en su cabeza.

Víktor apoyó los brazos sobre la mesa y hundió la cabeza entre ellos, como si quisiera desaparecer del mundo. Pero no era cansancio. No era aburrimiento. Era Stocking.

La imagen de ella riendo por ese estúpido manga aún estaba impresa en su mente. Y no solo eso: lo que más lo inquietaba era que le gustaba. Que había empezado a gustarle sin permiso. Como una flor que alguien planta en secreto en tu jardín y florece cuando menos lo esperas.

"No es real... esto se me va a pasar. No me atrae. No tiene sentido. Solo es... el efecto post-charla. Y ya."

Pero cuanto más lo negaba, más presente estaba.

Y entonces —¡toc!— un coscorrón suave interrumpió su autoexilio emocional.

—¡Ya llegó el más amado! —canturreó Rod con su sonrisa de siempre—. Dios, Víktor, ¿por qué me insistías tanto por mensaje? ¿Qué tienes? ¿Me echabas de menos? ¿Quieres un beso o algo así?

Víktor levantó la cabeza, lento. Lo miró. Pero no con la típica expresión arrogante de siempre. No con el aire de superioridad que lo definía cuando estaban en grupo. Esta vez, su rostro tenía algo más pensativo. Más humano.

Rod notó el cambio al instante. Frunció el ceño, dejando de bromear por un segundo.

—¿Te pasa algo, Víktor? ¿Te ganó un niño rata al Magic y tu dignidad quedó sepultada bajo un mazo de cartas básicas?

Víktor negó con la cabeza, sin siquiera intentar forzar una sonrisa. Su voz salió tranquila, pero carente del filo habitual.

—No es nada. Estoy como siempre.

Rod lo miró un par de segundos más, como tanteando si debía insistir o no. Pero al final, se dejó caer en la silla frente a él con un suspiro exagerado.

—Bueno, si me mientes al menos que sea con estilo. Así no me preocupo.

—¡Que no estoy mintiendo! —espetó Víktor, alzando la voz más de lo que quería. Su tono cortó el aire por un segundo.

Rod no se inmutó. Sonrió con esa calma imperturbable que solo usan los amigos que te conocen demasiado bien.

—Ese es el Víktor que conozco. Ya me estaba empezando a preocupar.

Se empezó a acomodar en la silla diciendo:

—Bueno... ¿vamos a jugar o qué?

Víktor bufó, cruzándose de brazos.

—Para eso estamos aquí, ¿no?

Rod comenzó a barajar con una ceja alzada.

—Siempre te las das de valiente, ¿no? El líder... el que no se inmuta por nada. Pero hagamos un trato.

Víktor lo miró, entre curioso y condescendiente.

—¿Qué trato?

Rod apoyó las cartas con firmeza sobre la mesa, como si estuviera apostando mucho más que una partida.

—Si pierdo... te regalo la mejor carta que tengo, Viktorsito.

Víktor ladeó la cabeza con una sonrisa arrogante que le nacía natural, casi automática.

—¿Y si tú ganas?

Rod se inclinó sobre la mesa, con una sonrisa pícara.

—Entonces me dices qué mierda te pasa. Porque de verdad no te creo nada de nada, nadita.

Víktor mantuvo la mirada unos segundos. Luego se encogió de hombros con su típica arrogancia.

—Bien, como quieras. Como si fuera a perder. Ayer le gané a Darnel, ¿no? Soy el mejor, jajaja.

Las cartas se repartieron. El juego comenzó.

Pero algo estaba mal.

En medio de la partida del juego de cartas de gente que no toca pasto a no ser que sea por obligación.

Víktor empezaba a mirar demasiado hacia el mostrador. A Stocking.
Ella aún leía el mismo manga, pasando página tras página con esa sonrisa estúpida y encantadora en el rostro.

Y Víktor, el que no perdía la concentración, el que siempre iba tres jugadas por delante, empezó a cometer errores ridículos mientras pensaba:

"Ojalá ella me viera."

"Quizá si gano rápido, se acercaría."

"¿Por qué esa risa suya hace que me den ganas de escribirle poesía o algo igual de patético?"

—Ejem... —tosió Rod con una media sonrisa—. Viktorsito... no sé si lo notaste, pero acabas de sacrificar tu mejor carta. Y yo ni tuve que mover una.

Víktor volvió en sí, parpadeando con violencia como si despertara de un trance.

—¡Mierda!

Rod apoyó los codos en la mesa, sin borrar la sonrisa.

—Te estás volviendo blando, líder. En esta partida... ya perdiste.

Víktor lo fulminó con la mirada. Pero lo peor de todo no era haber perdido la partida.
Era saber, con un nudo incómodo en el estómago, que tal vez Rod tenía razón.

—¡Yo no soy blando, me escuchas! —respondió Víktor, con los puños cerrados y el ceño fruncido, como si eso fuera a defender su dignidad.

Rod se rascó la cabeza, sin perder la compostura.

—Ajá... ya. Entonces explícame por qué jugaste como si estuvieras drogado. Que juegues así de mal no es normal, amigo.

Víktor lo miró.

Tres segundos exactos.
Tres segundos en los que su boca tembló, como si estuviera a punto de soltar una verdad que le sabía amarga.
Como si lo que fuera a decir le diera asco admitirlo.
Como si su orgullo, su máscara habitual, le estuvieran diciendo "cállate", pero algo en su pecho gritara lo contrario.

Y entonces, justo cuando parecía que lo haría...
La miró.

Stocking seguía en el mostrador, ahora hojeando otra página, con una expresión tranquila y casi soñadora.

Y sintiendo que la observaban, levantó la vista.

Ambos cruzaron miradas.

Un solo segundo.
Pero un segundo cargado de electricidad, de silencio, de cosas no dichas.
Ella lo miró sin decir nada, con una expresión neutra, tal vez curiosa.
Y él... se volteó de inmediato, como si lo hubieran pillado robando.

Giró bruscamente la cabeza de vuelta hacia Rod, con las mejillas apenas encendidas escupió casi a regañadientes:

—Está bien... está bien.
Te lo voy a decir...

Rod entrecerró los ojos, apoyando los codos sobre la mesa con atención, preparado como si estuviera a punto de presenciar una confesión que esperó desde el primer turno de cartas.

—Te escucho, dictador gótico. ¿Qué demonios te pasa?

—¿Recuerdas la chica con la que me peleé ayer...? —empezó Víktor, sin mirar a Rod directamente—. La que le dije que era poser... y todas esas mierdas...

Rod lo observaba en silencio, intrigado.

—Bueno... la conocí mejor. Y admito que me equivoqué... un poquito con ella.
No era tan poser...
Y ahora ella... me... empezó a gustar. Un poco.

Rod lo miró como si alguien hubiera reemplazado a su amigo con un clon mal programado.

—¿Puff...? ¿En serio? ¿Tú? ¿A ti? ¿Te gusta alguien?

Una carcajada salió de su boca sin que pudiera contenerla.

—¡Wuajaja! Eso sí que nunca pensé verlo. Pero, ¿sabes...? Estoy feliz.

Se recostó sobre la silla, cruzando los brazos con una sonrisa burlona.

— Sabes, debajo de esos guantes que siempre llevas... recuerdo verte con las uñas pintadas de negro, y pensé: "¿Será Víktor gay?"
Pero esto ya me deja claro que no, a ti no te gustaba nadie por que solo eras un incel y ya está.

Rod lo miró y continuó con tono sarcástico, pero no malicioso:

—Que te guste una mujer no es para tanto, y tú actúas como si hubieras matado a alguien.

Víktor lo miró con una expresión de frustración en el rostro.

—¿Gay? Jajaja... qué chistoso, idiota de mierda —respondió Víktor, molesto mientras cruzaba los brazos, incómodo—. Y lo de las uñas se llama tener estilo, no es mi puta culpa que no lo conozcas.

Rod alzó las cejas, aún sonriendo como si se divirtiera más con cada palabra.

—Y sí es para tanto —continuó Víktor, bajando un poco la voz, pero con ese filo rabioso en el tono—. ¿Viste cómo jugué? Jugué peor por estar así.
Y ahora, ¿qué mierda hago...?
No me gusta que me guste.
Se siente raro.
Nunca me había sentido así.

Rod se quedó callado un segundo, como si, por una vez, le tomara el peso a las palabras de su amigo. Después, simplemente encogió los hombros y dijo, con una sonrisa relajada:

—Pues ve a hablarle y ya está.
No sé... dile algo. Aunque sea una estupidez.

Víktor lo miró como si acabara de decirle que saltara por un edificio.

—¿Hablarle... así como así?

Rod se rió.

—Sí, como un ser humano normal. No todo tiene que ser una puta estrategia militar. Le dices algo como... "hola, ¿qué haces?" o "tienes lindos ojos" o la mierda que sea que se supone que se diga para ligar.

Rod levantó una ceja, cruzando los brazos.

—Además, antes no tenías problemas con tratarla mal, como si fuera un crimen contra lo gótico. Y ahora te da palo hablarle. ¿Qué carajos pasó?

Víktor bufó, incómodo, bajando la mirada un segundo antes de soltarlo:

—Es que hablé con ella.
Al principio pude hablar normal, como siempre. La ayudé a ordenar algunas mierdas, vi cómo era... y, conociéndola mejor, me empezó a dar esto... —se tocó el pecho como si quisiera sacarse algo clavado—. Fue como que... conocerla mejor hizo que la semilla que ella puso en mí... floreciera de alguna forma.

Rod se quedó mirándolo.

Y luego estalló en una carcajada.

—Wuajaja! ¿Y ahora eres un poeta de mierda? ¡Dios! Esto es lo mejor que he visto. Víktor, el gótico dictador, hablando de flores que florecen. Nunca pensé verte así.

Víktor giró los ojos, pero no dijo nada. Porque sabía que, por mucho que lo negara... esa imagen ridícula de una flor creciendo dentro suyo no se iba a ir.

Y le molestaba.

Pero más le molestaba que fuera verdad.

Víktor solo le levanta el dedo del medio mientras Rod sigue riéndose.
En ese momento, Darnel aparece con su cara apática de siempre y se sienta con ellos sin decir nada.

—¡Darnel, Darnel! —salta Rod, con una sonrisa maliciosa—. Adivina qué le pasó a Víktor.

Darnel lo mira de reojo, con su tono monótono.
—¿Qué le pasó ahora? ¿Se enojó porque le ganó un niño en las cartas?

—Pff... pensé lo mismo —responde Rod—, pero no es eso. Pasó otra cosa...

—Si lo dices... te juro que no te ayudo a subir de nivel en ningun juego —lo corta Víktor, señalándolo con el dedo—. Jaque mate, tonto.

Para rematar, le saca la lengua de forma infantil.

—¿En serio? —Darnel arquea una ceja ante la escena—. Ustedes dos parecen de doce años..

Rod se inclina hacia adelante, listo para soltarlo, pero Darnel lo interrumpe con su voz plana:
—Hmp... adivinaré: ¿ Viktor le saco dinero a su mamá para comprarse otra figura de Spawn? ¿O no?

Rod resopla.
—No... otra cosa.

Darnel baja el visor de su gorra de béisbol con fastidio.
—Bah... si es algo estúpido, me voy.

—Bien por mí, la verdad —responde Víktor encogiéndose de hombros.

—No, espera —Rod lo detiene, disfrutando cada segundo—. A Víktor... le gusta la empleada gótica nueva. Sí, esa con la que discutió ayer. Y ahora parece un niño de seis años que recién descubre que las mujeres te pueden gustar en vez de odiarlas.

Darnel se queda en silencio, con cara de póker.
—...¿Eso es todo? ¿De verdad? —pregunta al final—. Parecen niños de nueve años hablando de algo mundano como si fuera grandioso, cuando es... natural.

—Lo sé... lo sé —asiente Rod, levantando las manos—. Pero el punto es que es Víktor. El tipo que siempre decía: "Las mujeres solo sirven para robarnos el tiempo", "El amor está sobrevalorado y te aleja de tus objetivos"... y todas esas mierdas.
Rod se inclina hacia Darnel con una sonrisa maliciosa.

—Y ahora resulta que le gusta una con la que discutió. Ja... nuestro líder gótico es un hipócrita de mierda.

—No soy un hipócrita... —responde Víktor, cruzándose de brazos—. Fue sin querer, y de verdad me esforcé para no querer sentir esto. Pero... ya que es la verdad, pues ya.

Darnel lo mira sin mucha emoción.
—Solo ve... no sé, búscate una excusa para hablar con ella de nuevo. Le pides el número y, si te va bien, genial. Y si no, pues mala suerte y ya.
Hace una pausa y baja un poco el visor de su gorra.

—Sabes, Víktor... eres muy inteligente para algunas cosas, pero para ser amable y tener tacto eres un completo tonto.

Víktor frunció el ceño, molesto.
—¿Y quién carajos quiere ser amable? Como si me importara... Yo estaba bien como estaba.

Darnel levantó una ceja y, sin cambiar el tono seco, respondió:
—Bueno, si quieres algo con ella, vas a tener que aprender a serlo, aunque sea un poco.

Rod soltó una carcajada y se frotó la barbilla con fingida solemnidad.
—Vaya, Víktor... ya lanzaste tu frase edgy del día. Déjame anotarla en mi cuaderno imaginario: "Frases edgys de Víktor que dice día por medio".

Darnel bajó la cabeza con un suspiro pesado.
—Ya maduren, par de ineptos... A veces me pregunto por qué me junto con ustedes.

Rod se rió y respondio.
—Porque nadie más te habla ni entiende tus gustos ñoños como nosotros.

Víktor cruzó los brazos con algo de arrogancia agregando.
—Además, sabes que soy un buen líder. Yo sé cómo conseguir y organizar mejor las cosas... eso lo sabes.

Darnel levantó la vista y asintió lentamente.
—Supongo que tienen razón...

Víktor desvió la mirada hacia Stocking por enésima vez, sin poder evitarlo. Ella, sin atender a nadie, se acercaba directo hacia el grupo con una expresión de puro aburrimiento.

Víktor sintió un leve nudo en el estómago y rápidamente enderezó la espalda, intentando no mostrar nerviosismo mientras Stocking se acerca.

Chapter 7: Descubrimiento Fantasmal

Chapter Text

Stocking llega a la mesa del grupo y mira a Viktor directamente.

—Oye, Goth Boy... necesito hablar contigo ahora.

—¿Para qué? —preguntó él, algo nervioso, pero manteniendo su actitud confrontativa.

—Dijiste que si me aburría podía hablar contigo. Necesito decirte algo. No te robaré mucho tiempo.

Rod se inclinó hacia Darnel y le susurró algo al oído. Víktor los miró con una expresión de enojo y sospecha, pero Stocking insistió, ignorando por completo a los otros dos.
—¿Vas a venir o no, goth boy?

Víktor se levantó sin decir nada y la siguió hasta una esquina apartada de la tienda.
Se cruzó de brazos, pero sus dedos jugueteaban entre sí, delatando cierta incomodidad.

—Bien... ¿qué quieres? ¿Qué se te ofrece...?

Stocking lo miró fijamente.
—Necesito que me hagas un favor.

Víktor arqueó una ceja.
—¿Otro favor? Ya te di el chocolate. ¿Por qué me lo pides a mí?

Ella resopló.
—Porque eres al que más conozco aquí. Además, dijiste que eras hombre de palabra, ¿no? Pues como cumpliste lo del chocolate, confío en que no la cagarás si te pido otro favor, tontito.

Víktor la miró cerrando un ojo con sospecha.

—Vamos, no es algo difícil —continuó ella—. No puedo sacar ningún dulce por ser empleada, así que asegúrame uno. Sácalo tú. De verdad me estoy volviendo loca en este chiste de lugar... Te juro que, en cuanto reciba mi primer sueldo, me largo.

Víktor se llevó una mano a la barbilla, pensativo.
—Mmm... ¿y si mejor te compro un dulce mas rico en la tienda de la esquina y me devuelves el dinero después, cuando te paguen?

Los ojos de Stocking brillaron, imaginándose comiendo unas donas glaseadas mientras leía su manga.
—Buena idea, goth boy.

Víktor la señaló con el dedo.
—Pero prométeme que me vas a devolver el dinero cuando te paguen.

Stocking levantó la mano en señal de paz, ladeando la cabeza y con una sonrisa torcida.
—Sí, sí, lo juro...

—¿Lo juras... por... mmm? —dijo Víktor, pensativo—. ¿Por ese peluche que siempre llevas?

Stocking frunció el ceño, claramente irritada.
—Ya te dije que sí. Dios, qué molesto eres.

Víktor sonrió con algo de incomodidad.
—Voy... pero antes dame tu número de celular.

Ella lo miró con sarcasmo.
—¿De mi celular? ¿Para qué? ¿Se te perdió el tuyo o qué?

Víktor bajó un poco la mirada, un poco sonrojado, y respondió en un tono más bajo:
—Para comunicarnos y ponernos de acuerdo de cuándo me devolverás el dinero... no es por otra cosa.

Stocking ladeó la cabeza, con tono de duda diría:
—¿Qué? No te escuché, goth boy. Repítelo un poco más fuerte.

Víktor frunció el ceño, un poco molesto, y alzó la voz:
—Para comunicarnos y ponernos de acuerdo el día que me pagues el dinero por el dulce que te voy a comprar.

Stocking soltó una pequeña risa sarcástica.
—Ajá, tiene sentido... pero no me escribas a las 3 de la mañana para hablarme de tus jueguitos de nerd, ¿ok? Porque si pasa eso, te bloqueo al micro... —se detuvo, pensando—, no, espera, al nanosegundo. ¿Bueno?

Víktor rodó los ojos y, moviendo el pie con un poco de nerviosismo, solo dijo:
—Bueno... como si pensara hacerlo en primer lugar.

Luego, mirando a Stocking, añadió:
—¿Y qué te traigo?

Stocking, pensativa, respondió:
—Mmm... me apetecen unas donas con glaseado... sipi, algo así. Y si encuentras un trozo de pastel de fresas también...

Víktor la interrumpió con una sonrisa sarcástica:
—¿Y toda la puta tienda de dulces? ¿No te parece, Stocking?

—Pues obvio que sí, goth boy —dijo Stocking—, pero los dos sabemos que eso no es posible. Así que tráeme eso que te pedí, por favor.

Víktor solo respondió:
—Ok, iré ahora. Así no pierdo tiempo.

Mientras Víktor caminaba, Stocking lo miró seria y dudosa.
—Tengo una pregunta antes —dijo—. ¿Por qué te esfuerzas ahora por mí? O sea, está bien que me ayudes en esto, no me quejo, de hecho pensé que no lo harías. Pero ¿por qué?

Víktor se quedó parado un momento, recordando lo que le dijo a Rod sobre Stocking, esa frase que él mismo pronunció:
"Conociéndola mejor, me empezó a dar esto..." —se tocó el pecho, como intentando sacarse algo clavado— "Fue como que... conocerla mejor hizo que la semilla que ella puso en mí... floreciera de alguna forma."

Luego, la miró fijamente y con cierto titubeo respondió:
—Mm... yo... emm... si preguntas eso otra vez, no voy a ir a traerte ninguna mierda

Stocking lo miró seria y dijo:
—Pues como sea, no respondas. Da igual. Solo tráeme los malditos dulces que te pedí.

Víktor salió rumbo a la tienda de la esquina, murmurando quejas entre dientes, pero aceptando —aunque no lo dijera en voz alta— que lo hacía por iniciativa propia.

Mientras él se alejaba, Stocking regresó a su asiento detrás del mostrador, abrió su manga y comenzó a leer, cruzando una pierna sobre la otra como si nada hubiera pasado.

En ese momento, la puerta se abrió y un repiqueteo de tacones resonó sobre el piso. Panty entró con unas gafas de sol enormes y una chaqueta de gamulán sobre su vestido rojo, irradiando su típica seguridad.

—Stocking, ahí estás —dijo con una sonrisa burlona—. ¿Trabajando duro, eh?

Stocking la miró cerrando un ojo.
—¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? ¿Solo vienes a molestarme?

Panty sonrió con un toque de burla.
—No, tengo mejores cosas que hacer que molestarte... como, por ejemplo, matar a un fantasma que anda por aquí. Garter me mandó, y como tú ya estás aquí, pues me ayudas a matarlo.

Stocking la miró con sospecha.
—¿Un fantasma? ¿Segura? O sea... estar aquí es horrible, pero no he sentido nada raro.

Detrás de ella, Brief sostenía su medidor PKE, revisando las lecturas.

—Pues el puto aparato raro de Brief dice lo contrario —dijo Panty encogiéndose de hombros—. Él estuvo aquí el otro día, le avisó a Garter, y Garter me mandó para acá.

Stocking suspiró, exasperada.
—Genial... más trabajo encima de mi trabajo. Pero bueno, como sea, matemos al fantasma rápido. Seguro es uno patético si está en este santuario de vírgenes.

En ese momento, la puerta de la tienda se abrió, anunciando la llegada de alguien. El aire frío de afuera entró junto con Víktor, que caminaba con paso seguro y dos bolsas de papel llenas hasta el tope en cada mano. El aroma dulce de glaseado, chocolate y azúcar se dispersó por el lugar. No pareció notar a Panty y Brief, que observaban desde cerca del mostrador.

—Ya está, aquí tienes —dijo, dejando las bolsas en el piso frente a Stocking —. Pero me los vas a tener que pagar como dijiste. Después te digo cuánto salió.

Antes de que ella pudiera responder, Brief dio un paso al frente y, con su PKE en mano, le puso el detector en la cara a Viktor sin previo aviso.
—Vaya... parece que él no es el fantasma.

Víktor frunció el ceño y lo apartó de un empujón seco.
—¿Qué carajos? ¿Estás haciendo un cosplay de los Cazafantasmas o algo así? Y quita esa cosa de mi cara.

Viktor se quedó mirándolo un instante luego de recriminarlo y ladeó la cabeza.
—Oye... creo que te he visto antes jugar por aquí... Y la rubia esa, ¿quién es?

Stocking, con total indiferencia, respondió:
—Es mi hermana, Panty.

Panty recorrió con la mirada de pies a cabeza a Víktor, como evaluando un producto.
—Hmpf. No está mal... es lindo, pero se ve muy afeminado para mí.

Víktor apretó la mandíbula y replicó, molesto:
—¿Afeminado? ¿A qué carajo te refieres?

Panty sonrió con esa expresión descarada que usaba cada vez que encontraba una oportunidad de molestar a alguien.
—Relájate, drama queen... Me refiero a que te vistes como si estuvieras audicionando para ser el cuarto integrante de una banda visual kei. Además, esas botas que usas ¿No son mucho tacón para un hombre?

Stocking giró los ojos y tomó las bolsas que Víktor le trajo, abriendo para ver el contenido.
—Ya, ya, dejen de pelear como idiotas. Si quieren seguir midiéndose el ego, háganlo después de que nos encarguemos del fantasma.

El ambiente se volvió más denso, como si el aire hubiera bajado un par de grados. Un leve parpadeo en una de las luces del techo hizo que todos giraran la vista hacia el pasillo del fondo de la tienda.

Stocking dejó la bolsa sobre el mostrador y se estiró, haciendo crujir su cuello.
—Perfecto... vamos a reventarlo y así puedo volver a mis dulces.

Stocking, sin decir palabra, apoyó una pierna sobre el mostrador. Con movimientos lentos y mecánicos, comenzó a bajar su media, dejando a la vista la piel pálida de su muslo. Víktor, que hasta ese momento no había mostrado más que incomodidad y molestia, abrió los ojos como platos y se quedó con la boca entreabierta: no solo por verla haciendo eso frente a él, sino porque, justo ante sus ojos, la media comenzó a transformarse.

El tejido se tensó, cambió de forma y, en cuestión de segundos, se convirtió en una reluciente katana. El filo brilló bajo la luz parpadeante del techo.

—Q-¿Qué carajos? —balbuceó Víktor, con un leve sonrojo en las mejillas, sin apartar la vista del arma—. ¿Cómo... hiciste eso?

Stocking lo miró de reojo, como si la pregunta le pareciera demasiado obvia para contestarla, y giró la katana con una gracia que parecía más coreografía que preparación para un combate.

Panty, no queriendo quedarse atrás, soltó una risa corta y se llevó las manos a la cadera. Con total descaro, se bajó los calzones en medio de la tienda. El gesto provocó un murmullo general entre los clientes y un par de caras de nerds emocionados por ver a una chica linda hacer eso... hasta que la prenda, en lugar de quedar hecha un ovillo en el suelo, comenzó a brillar. En un destello, tomó forma sólida y metálica: una pistola perfectamente pulida.

El público, que un segundo antes estaba emocionado por la escena, ahora la miraba con una mezcla de asombro y confusión.

Brief, todavía con el detector en mano, se inclinó hacia Víktor y le susurró:
—Eh... te entiendo. Yo también me quedé así la primera vez que lo vi.

Víktor solo le lanzó una mirada de incredulidad, como si aún estuviera procesando que en menos de un minuto había visto una media convertirse en katana... y un par de calzones en un arma de fuego.

Desde la mesa donde estaban Rod y Darnel, los dos miraban boquiabiertos al ver todo eso y dijeron al unísono en un breve resoplido:
—Víktor, ¿en qué carajos te metiste?

Chapter 8: El espectro waifu fue derrotado

Chapter Text

Panty tomaría a brief del pecho y le daría un empujón suave hacia adelante diciendo

—Bien, geek boy... usa tu aparato de mierda ese para saber dónde se esconde el come mierda del fantasma.

Brief, algo nervioso, caminó sosteniendo su PKE, mirando de reojo a Panty con cada paso.

—E-eh... bueno, Panty... —balbuceaba mientras avanzaba.

Panty, impaciente, le guiñó un ojo y lo reprendió entre rabia y un tono coqueto

—Brief, en serio, me estoy enojando mucho. ¡Apúrate de una vez, hombre! No seas un cobarde de mierda. Si te ataca, le partimos el culo. Confía en mí.

Con un poco más de confianza, Brief continuó caminando, concentrándose en su detector.

Mientras tanto, Stocking se acercó a Víktor y le dijo:

—Cuida los dulces que dejé en el mostrador y a Honekoneko "hombre de palabra", y si le pasa algo, te castro.

Víktor frunció el ceño y replicó, molesto:

—No hace falta que me amenaces, tonta.

Panty, observando la interacción, se rió y comentó:

—Oye, Stocking, deberías tener a tu geek boy más entrenado... se te pone rabioso. Mira el mío, cómo hace lo que le digo, como un buen chico. Jaja.

Tanto Víktor como Stocking respondieron al unísono:

—¡Cállate!

Brief, aún con su PKE, se inclinó sobre la figura a escala real de una waifu y puso el detector justo sobre las tetas. Stocking suspiró exasperada:

—¿Es en serio, geek boy? ¿Es una excusa para verle las tetas de cerca al maniquí ese?

Panty, impaciente, le gritó:

—Brief, en serio, deja de jugar y busca al fantasma de verdad.

Brief tartamudeó:

—D-de verdad... me indica que es aquí — en ese momento la figura de la waifu giró la cabeza 380 grados y se pegó a la pared como una araña.

Los colores de la figura cambiaron a rojo y negro, imitando la apariencia de los fantasmas de la serie. El fantasma habló mientras escalaba hacia el techo:

—¡Putas de mierda! Justo vinieron aquí a joder mis planes. Qué mala suerte la mía que la trabajadora nueva resultó ser un puto ángel.

Stocking lo miró con los brazos cruzados:

—Y mira tú... qué mala suerte la mía que justo donde trabajo haya un puto fantasma.

El fantasma continuó, con un tono melancólico y resentido:

—Sabes... yo también era trabajadora como tú. Tenía que soportar a todos estos nerds imbéciles... con sus juegos, sus comentarios idiotas y todas esas mierdas... hasta que llegó el día en que morí... de aburrimiento.

Víktor replicó indignado:

—Hey... no es aburrido aquí. Estoy seguro que eras una simple normie que no entendía nuestros gustos, solo eres una asquerosa, tonta e ignorante.

El fantasma añadió:

—Oh, especialmente los que eran como el niño emo... eran los peores clientes.

Víktor, enfadado, respondió:

—Dios...¿lo dices enserio?, ¡QUE NO SOY UN PUTO EMO! Stocking, vamos... córtala en pedazos con tu espada mágica esa ahora.

Stocking, seria, respondió:

—Con gusto lo hago... incluso si no me lo pidieras.

Panty, cansada de las palabras, disparó sin perder más tiempo. El fantasma esquivó los disparos, saltando del techo y pegándose a la pared. Stocking atacó con su katana y cortó al fantasma a la mitad; torso y piernas después del corte se seguían moviendo y rápidamente fueron a esconderse detrás de las estanterías. Panty logró acribillar a disparos las piernas, que desaparecieron convirtiéndose en un Heaven Coin.

Stocking, frustrada, le gritó a Panty:

—¿No pudiste dispararle mejor al torso en vez de a las piernas?

Panty, molesta, replicó:

—Si tú la hubieras cortado de mejor manera, sería más fácil. ¡Stocking! ¿No pudiste cortarle la cabeza y ya?

Stocking, sin perder la calma, respondió:

—Debiste atinar tus disparos al principio, deberías entrenar tu puta puntería en vez de coger siempre, tonta.

El torso del fantasma se metió rápidamente en el almacén que conectaba con la tienda mientras ellas discutían. Brief, nervioso, dijo:

—P-Panty, ya no peleen... el espectro se metió en el almacén.

Víktor, adoptando rol de líder dictador que suele tener con Rod y Darnel, ordenó:

—¡Oigan! Se metió en el jodido almacén... ¡vayan ya a matarlo, par de ingenuas! Si siguen así, lo de matar al fantasma tiene menos futuro que una cabina de teléfono público.

Panty, irritada, se dirigió a Stocking:

—Oye, tu puto novio de mierda me da rabia cómo mandonea... y de verdad, enséñale modales. ¿Quién se cree el putito? ¿Garterbelt?

Stocking, firme, respondió mirando a Víktor:

—Goth boy... no somos tus estúpidos amigos de mierda a los que siempre mandoneas. Cierra la boca.

Al encontrar algo en común (osea, putear a Víktor), ambas coincidieron y dijeron:

—¡Qué idiota! Mejor vamos al almacén a matar al fantasma de una vez.

Antes de entrar al almacén, Stocking agregó:

—Ah, y que quede claro... no es mi novio.

Víktor, humillado, apretó los puños y miró al piso. Brief, aliviado, comentó:

—Oye, tranquilo... al menos funcionó, hiciste que dejaran de pelear.

Víktor caminó a tomar el Heaven Coin que había caído tras que Panty disparara a las piernas del espectro. Miró a Brief con curiosidad y pregunto

—Oye, "Cazafantasmas"... ¿qué se supone que es esto?

Brief, orgulloso, levantó el PKE y explicó:

—Eso es un Heaven Coin. Los necesitan para volver al cielo.

Víktor arqueó una ceja:

—¿Volver al cielo?

—Eeeh... eres amigo de Stocking o algo así, ¿no? —replicó Brief—. ¿No te lo contó?

—¿Contarme qué? —preguntó Víktor, confundido.

—Uf, es una larga historia... —dijo Brief, suspirando antes de comenzar a explicar—. Verás, los fantasmas como el que acabas de ver son en realidad almas atrapadas aquí. Panty y Stocking son ángeles que vienen del cielo y necesitan esas monedas para volver porque las expulsaron.

Víktor frunció el ceño, procesando la información:

—¿Y tú eres...?

Brief sonrió con orgullo:

—Ah, yo soy amigo de ellas, especialmente de Panty —dijo su nombre con cierto dulzor, demostrando cuánto le gustaba—. Verás, soy fanático de lo paranormal y las conocí, también soy cliente habitual de esta tienda quizás me habías visto antes.

Víktor lo miró recordando la escena anterior:

—Sí, me fijé que eres cliente... cuando me pusiste esa mierda en la cara —dijo señalando el PKE de Brief—, recordé haberte visto jugar aquí.

—Pues creo que también te he visto jugar —respondió Brief—, y en voz baja agregó —además de gritar y ser un dictador con tus amigos.

—¿Un qué? —preguntó Víktor sin escuchar bien lo que dijo Brief en voz baja.

—Nada, nada... —dijo Brief, encogiéndose de hombros.

Luego añadió, entusiasmado:

—Ah, también existen los demonios, como por ejemplo unas hermanas llamadas Scanty y Kneesocks. De hecho, como eres medio mandón, podrías llevarte bien con ellas... también son un poco así.

Víktor arqueó una ceja y respondió con interés:

—Espera... ¿también hay demonios? Eso sí que suena bastante goth y oscuro... me da cierta curiosidad.

Brief sonrió, satisfecho por su efecto de despertar curiosidad en Víktor, mientras éste examinaba el Heaven Coin moviéndolo entre sus dedos.

Víktor guardó el Heaven Coin en uno de sus bolsillos y le dijo a Brief:

—Después se lo paso a Stocking, junto con los dulces y el peluche ese. Dios... espero que humillen a la fantasma de mierda. Me llamo "niño emo"... ¿cómo carajos confunden emo con gótico? ¡Es el puto colmo! De verdad, me gustaría ponerle una patada en el culo al fantasma... no, mejor aún, ¡ponerle una zapatería entera en todo el culo!

Brief, curioso y con algo de ingenuidad, lo miró y preguntó:

—Vaya.. ¿Y cuál es la diferencia entre gótico y emo?

Víktor lo fulminó con la mirada, visiblemente irritado:

—¿Me estás jodiendo?

Mientras tanto, en el almacén, Stocking y Panty avanzaban con cuidado entre las cajas. La luz escasa hacía que las sombras se alargaran y se movieran inquietantes. No sabían dónde se ocultaba el torso del espectro, que se mantenía en lo alto del techo, desplazándose con agilidad entre la penumbra.

Panty susurró:

—No era tan taaaan débil como pensaba... de verdad debe guardar un odio inmenso por este lugar.

Stocking, seria, respondió:

—Normal, la entiendo. Tú me mandaste a trabajar aquí, así que sé perfectamente lo malo que es.

Panty, burlándose, agregó:

—A lo mejor igual limpio vómito como tú, Stocking. ¡Wuajaja!

Stocking la miró molesta, sin decir nada, concentrada en la misión.

De repente, Panty vio una sombra con la forma del torso de una waifu y, sin pensar, disparó:

—¡Pica buu! ¡Te encontré, zorra!

Una figura de una waifu normal sin piernas cayo, resultó ser una trampa del espectro. Panty soltó un "oh, mierda..." mientras Stocking exclamaba irritada:

—¡Eres una tonta!

Antes de que pudieran reaccionar, el espectro desde el techo cayó sobre Panty, derribándola y alejando su pistola. Sin perder tiempo, se abalanzó sobre Stocking, sujetándole las muñecas para forcejear evitando que use la katana.

Panty buscaba su pistola en la oscuridad:

—Mierda, mierda... ¿dónde carajos quedó?

El espectro, burlón, masculló:

—¡Ya las tengo, par de zorras!

Stocking, desafiante y mirando a Panty buscar su arma, respondió:

—Nah... nosotras te tenemos a ti. Te olvidaste de algo.

Panty finalmente agarró su pistola y disparó directo al pecho del espectro:

—Arrepiéntete, putita

Dijo Panty con seriedad y una expresión de soberbia al visualizar la victoria.

El disparo hizo que el espectro soltara a Stocking. Furiosa, Stocking lo empujó de una patada y, con un corte preciso, rebanó el cuello del espectro, separando la cabeza del cuerpo. Sin pausa, procedió a trocear el torso con cortes rápidos. En el instante en que la cabeza caía, Panty apuntó y disparó con precisión a la cabeza del espectro que caía en el aire, soltando un "ja ja" seco con sonrisa pícara, transformándola en un Heaven Coin, mientras el torso cortado por Stocking también se convertía en otro Heaven Coin.

Se escuchó el sonido de las campanas de la iglesia. Panty tomó el Heaven Coin que dejó la cabeza y Stocking el del torso.

—¡Listo! —dijo Stocking, respirando con rapidez pero manteniendo la mirada firme—. Ahora sí, todo terminado. Voy por los dulces.

Panty agregó mientras caminaban para salir del almacén:

—Hay que tierno, ¿vas por los dulces que te tragó tu novio gótico? Bueno, yo quedé con un bombero buenorro en un ratito más, ya sabes, para que apague mi calentura, eh... guiño, guiño.

Stocking respondió:

—No es mi novio, y de verdad no me interesan tus encuentros sexuales, ahórratelos.

Chapter 9: El Goth boy conoce mejor al Geek boy

Chapter Text

Stocking y Panty salieron del almacén luego de haber derrotado al espectro con forma de waifu tetona. En el pasillo, encontraron a Viktor hablándole a Brief, explicándole con lujo de detalle la diferencia entre un emo y un gótico, si algo claramente muy importante para la trama.

Brief lo miraba con cara de aburrimiento y confusión... hasta que vio a Panty salir y exclamó con alivio:

—¡Sí, lo consiguieron! —con una sonrisa y un pequeño brinco de felicidad.

Panty, con confianza y soberbia, se acomodó el cabello y respondió:

—Obvio que lo conseguimos, geek boy. Hemos peleado con mierdas peores. ¿Dudas de mí acaso?

—No, no, para nada —contestó Brief, nervioso.

Stocking los ignoró olímpicamente y fue directo hacia Viktor, con tono exigente:

—Dime que vigilaste que nadie se llevara mis dulces ni mi peluche mientras mataba a ese espectro de plástico barato.

Viktor levantó la mano imitando el mismo gesto que ella había hecho antes, tono defensivo incluido:

—Relájate, princesa del azúcar. Todo está donde lo dejaste.

—Bien —dijo Stocking, aunque se le escapó una sonrisa leve—. Igual hubiéramos acabado más rápido si Panty no fuera tan impulsiva... la muy ..agg.. le disparó a una figura de plástico que el espectro dejó de trampa. Pero como sea, voy por mis dulces para celebrar.

Viktor señaló el mostrador y remató con sarcasmo:

—Ajá... ahí está tu "dulce trofeo". Qué sacrificio lo que acaban de hacer, casi se siente heroico.

Panty rodó los ojos con fastidio:

—Oh, cállate, dark lord. Yo sí pongo la acción aquí y no me escondo con la excusa de cuidar dulces.

Viktor rió seco, con rabia contenida:

—¿Acción? Sí, claro... si ya me contaron que le disparaste a una figura de plástico pensando que era el fantasma. Todo un despliegue de estrategia militar, ¿no?

Panty lo fulminó con la mirada. Stocking, por su parte, se cruzó de brazos con una sonrisa satisfecha, dejando que los dos discutieran mientras ella babeaba feliz revisando las bolsas. Sacó una dona y empezó a devorarla con expresión golosa, ignorando la tensión.

Panty miró la hora en su celular y, con desenfado, anunció:

—Yo iré a celebrar a mi puta manera con el bombero con el que quedé... ya saben, a tener mucho sexo. Algo que el goth boy no conocerá jamás.

Se giró hacia Viktor con una sonrisa venenosa y continuó, sin filtro:

—¿Tú conoces esa acción, goth boy? ¿Tener sexo? Porque con esa actitud de rata rabiosa parece que no. Bueno... a menos que Stocking algún día se digne a abrirte las putas piernas, cosa que no creo que ocurra.

El rostro de Viktor se crispó entre rabia y vergüenza; abrió la boca listo para soltar una respuesta, pero Panty no le dio tiempo. Ya iba saliendo de la tienda y se despidió en tono burlón, casi cantando:

—¡Adiooos!

De paso empujó a Brief con arrogancia para apartarlo de su camino. Viktor, rojo de furia, solo le sacó la lengua de manera infantil, gesto que contrastaba con su fachada de gótico solemne.

Intentando animarlo como podía, Brief se acomodó el flequillo de su cabello pelirrojo y dijo con torpeza:

—Oye, no te preocupes... las ratas son de los animales que más se reproducen, así que la comparación de Panty tampoco era tan acertada que digamos.

Viktor lo miró con rabia asesina:

—¡Eso no ayuda en nada, Brief!

—Je... em... y-yo lo siento —rió nervioso Brief, levantando ambas manos como disculpa en señal de paz, antes de correr tras Panty—. ¡Panty, dónde vas! ¡Espérame!

Salió corriendo de la tienda, donde toda la gente que había escapado seguía reunida afuera, asustada por la aparición del fantasma momentos antes.

Stocking, mientras tanto, masticaba su dona con gusto, murmurando entre dientes:

—Vaya circo de ridículos...

Viktor miró a Stocking con la clara intención de decir algo, pero se arrepintió en el último segundo. Frunció el ceño, tragándose las palabras, y decidió salir afuera, donde la gente seguía aglomerada tras haber huido del espectro.

En la vereda, vio a Brief con la mirada clavada en Panty alejándose en el See Through, mirándola con una expresión de tristeza al verla marcharse sin siquiera voltearlo a mirar. Viktor lo observó un instante, pero pronto apartó la vista, escaneando la multitud en busca de sus amigos.

Mientras revisaba con la mirada, escuchó el sonido de una bolsa arrugarse detrás suyo. Stocking acababa de salir de la tienda, mordiendo otra dona distinta, dejando claro que la primera ya había desaparecido en cuestión de segundos.

—Tch... —bufó Viktor para sí, murmurando—. Ni un fantasma te detiene el hambre, eh.

Stocking lo miró de reojo, con la boca llena, y respondió con un simple encogimiento de hombros antes de seguir disfrutando su premio azucarado.

Viktor notó que Stocking caminaba justo detrás de él, todavía devorando su dona como si nada.

—Eeh... ¿por qué me sigues? —soltó con fastidio.

Stocking levantó la vista apenas, masticando tranquila, y respondió con ironía:

—¿Tienes alzhéimer o qué? Recuerda que me pediste el número para comunicarnos y poder avisarte cuándo te devuelvo el dinero de esto.

Levantó la bolsa de dulces que Viktor mismo le había llevado antes, agitándola como prueba.

Viktor se cruzó de brazos, resoplando con desdén:

—Ah... eso, verdad.

—Bien —replicó Stocking, acomodándose el cabello con aire indiferente—. Entonces, anota... porque solo lo voy a dictar una vez.

Viktor sacó el celular con desgano, mirando hacia otro lado, intentando parecer un chico rudo e indiferente.

—Sí, sí... dicta.

Stocking empezó a dictar el número con calma, entre mordiscos a su dona. Viktor tecleaba en el celular con gesto frío, como si estuviera apuntando un dato cualquiera.

—...y listo, ahí termina —dijo ella con simpleza.

Viktor, aún mirando la pantalla, frunció el ceño de golpe y, con un leve titubeo en la voz, preguntó:

—Oye... em, dijiste 92, ¿verdad?

La pregunta sonó nerviosa, y en ese instante la fachada de indiferencia que intentaba mantener se resquebrajó, delatando lo mucho que en realidad le importaba no perder ese número.

Stocking lo miró de reojo, entrecerrando los ojos con expresión sospechosa y burlona:

—Agg... sí, eso dije. ¿Qué pasa, no escuchas bien o qué?

Viktor se aclaró la garganta, tratando de recuperar la compostura.

—Nada, nada. Solo confirmaba —guardó el celular en el bolsillo con un gesto forzado de calma, aunque la ligera incomodidad todavía se notaba en su cara.

De pronto, una mujer , de cabello rubio claro, apareció entre la multitud y se lanzó a abrazar a Viktor con fuerza.

—¡Ay, Viktosito, mi bebé! —exclamó con ternura mientras le tomaba los cachetes entre las manos—. Dime que estás bien, mi bebito...

Viktor, incómodo, se apartó un poco intentando zafarse:

—Ay, mamá de verdad viniste a verme?... sí, estoy bien. Pero no me trates así en público, es vergonzoso... da cringe.

A su lado, una chica rubia —probablemente su hermana— lo miró con total indiferencia y soltó con voz plana:

—Guau, genial. El rey de la oscuridad está vivo. Hagamos una fiesta.

La madre insistió, con aire dramático:

—Es que escuché que había pasado algo aquí, y vine tan rápido como pude, hijito.

—¡Mamá! —replicó Viktor, ya colorado de vergüenza—. No me digas hijito enfrente de la gente...

Stocking soltó un "pfff", intentando contener la risa, tapándose la boca con la mano y murmurando para sí misma:

—Qué ridículo...

En eso, Brief se acercó a ella y preguntó en voz baja:

—Oye, Stocking... ¿crees que deberíamos decir que el espectro ya está muerto? Así la gente puede volver a entrar y no habrá una multitud molestando aquí afuera volviendo todo a la normalidad.

Stocking lo miró de reojo, con cero interés, y respondió mientras mordía su dona:

—Haz lo que quieras, geek boy... no soy tu jefa.

La madre de Viktor notó a Stocking, y con entusiasmo le sonrió:

—¡Oh! Y tú debes ser una amiga de mi hijo. Qué linda, gracias por acompañarlo.

Stocking se quedó quieta, con la dona a medio camino hacia su boca, arqueando una ceja y respondió con un seco:

—...Ajá.

Viktor, rojo y desesperado, replicó:

—¡Mamá, por favor! Ella no es mi... no es nada, ¿ok?

La hermana de Viktor intervino:

—Mamá, no ves que está vivo, no le pasa nada y el malagradecido ni quiere que estemos aquí... además, dijiste que me ibas a ayudar a hacer galletas, vámonos, sí.

En eso, tanto la madre de Viktor como su hermana se alejaron, la hermana llevándosela de la mano mientras tanto la madre despidiéndose y moviendo la mano en señal de adiós.

Viktor suspiró y pensó:

"Lucy... hermana, te odio a veces, pero gracias por llevártela".

Stocking, mirándolo, soltó con tono seco y sarcástico:

—Esto es ridículo, ¿sabías? Yo pensaba que venías de un lugar desestructurado o trágico o algo así, pero resulta que solo eres un niño mimado. ¿Y sabes qué? Eso tiene más sentido... con razón eres tan pedante.

Viktor apretó los dientes, tratando de no perder el control, y respondió con rabia contenida:

—Te diría algo para contradecirte, pero no se me ocurre nada ingenioso de lo enojado que estoy... y seguro ahora tendrás material de sobra para burlarte... pero ya que.. como sea.

Mientras tanto, Brief intentaba tomar el control de la situación. Se subió a una caja vacía frente a la multitud que seguía afuera y levantó los brazos, nervioso pero decidido:

—¡Eh, gente! Ya... ya está todo bien. El espectro ese fue derrotado, ¿ok? No hay peligro, pueden volver a entrar a la tienda con confianza.

Un par de personas lo miraron con dudas, pero la mayoría seguía indecisa, murmurando entre sí. Brief tragó saliva y añadió, esforzándose en sonar convincente:

—¡Eh... vamos gente! Que las figuras no se van a comprar solas...

Viktor, ya harto de ver a la multitud dudar y de escuchar a Brief tartamudear desde su improvisado podio, estalló con un grito seco y furioso:

—¡Oigan, pedazos de idiotas! ¿No ven que acabo de salir vivo de ahí? ¡De verdad no hay nada, soperútanos!

De pronto, se le ocurrió una idea y gritó con sarcasmo venenoso:

—¡Además antes de salir me fije que hay una oferta de una figura de Rei Ayanami semidesnuda!

Los nerds se miraron entre sí, murmurando emocionados:

—¿Espera, de verdad? —A lo mejor la niña emo tiene razón, entremos.

Viktor pegó un salto de indignación, alzando los brazos:

—¡Oigan, que no soy una niña! ¡Soy hombre!...y además no soy emo¡

Pero la multitud lo ignoró por completo. Como una estampida, se lanzó a entrar a la tienda.

Brief, aún arriba de la caja , no alcanzó a reaccionar cuando la gente lo empujó con fuerza. Perdió el equilibrio, tropezó y se estrelló contra el suelo con un golpe seco. La caja cayó sobre su cabeza, tapándole la visión, y, peor aún, la multitud entró pisándolo sin mirarlo siquiera, como si fuera parte del suelo.

Stocking, que había observado toda la escena con calma, le dio un golpecito cómplice en el hombro a Viktor y comentó con una sonrisa ligera:

—Buena idea para que vuelvan a entrar, goth boy.

Luego sacó su celular, revisó la hora y añadió con desinterés:

—Bueno, de todas formas mi turno ya terminó, así que ya no es mi responsabilidad. Me largo. Cuídate... y trata de no ser una drama queen.

Con un giro elegante de su falda, se marchó sin esperar respuesta.

Viktor la miró irse, gruñendo por lo bajo. Luego volvió la vista hacia Brief, tirado en el suelo con la caja aún encajada en la cabeza y siendo pisoteado sin piedad por los nerds ansiosos queriendo entrar a la tienda.

—Patético... —murmuró Viktor, llevándose la mano a la cara.

Los amigos de Viktor se acercaron a el, luego de que la mayoría de gente ya había entrado, el primero en hablar fue Rod diciendo

—Ahí está nuestro héroe. —dijo con una media sonrisa—. ¿Y qué pasó ahí dentro? anda cuenta cuenta

Viktor se encogió de hombros, intentando sonar indiferente.

—Tampoco vi mucho que contarte.

Metió la mano en el bolsillo, buscando un cigarrillo, pero en lugar de eso sacó algo que lo hizo fruncir el ceño: el Haven Coin que había tomado y olvido entregárselo a Stocking. Lo giró entre los dedos con frustración.

—Mierda... verdad que ella tenia que reunir de estos para volver al cielo...

Darnel, que hasta entonces se había mantenido serio y en silencio, lo miró con frialdad y arqueó una ceja.

—¿Volver al cielo? ¿De qué hablas?

Viktor apretó la moneda en su mano, sin mirarlo directamente.

—Te explico adentro...

La estampida ya se había calmado dentro de la tienda, y afuera Brief seguía en el suelo, con la caja encajada en la cabeza, por ser atropellado por el tren de otakus.

Rod lo miró de reojo y luego se volvió hacia Viktor con media sonrisa incómoda.

—Oye, ¿no deberíamos ayudarlo a pararse? Lo dejaron hecho un puré de mierda, además fue tu culpa en parte por hacer que todos entraran así.

Viktor se encogió de hombros, con frialdad.

—Nah, me da igual... que se joda

Dicho eso, giró la vista hacia otro lado, como quitándole importancia. Pero en ese instante recordó como Brief le había explicado todo el contexto de los ángeles y el por qué Stocking estaba ahí. Aunque le fastidiaba admitirlo, gracias a él había entendido más de lo que pasaba. Frunció el ceño, respiró hondo y murmuró resignado

—Em, seh... Rod tiene razon, hay que ayudarlo

Darnel arqueó una ceja y con una expresión de molestia en el rostro, y replicó

—¿Qué carajos, Viktor? ¿Ahora resulta que somos caridad o unas putas niñeras?

Viktor chasqueó la lengua, incómodo, y tras un silencio breve admitió con desgano:

—El... me explicó algunas cosas. Fue... amable... em, digo, útil. Sí, útil. —corrigió rápido, intentando recuperar el tono frío para no sonar blando.

Rod soltó una risa corta al notar el desliz, mientras Viktor desviaba la mirada, fingiendo indiferencia. Finalmente Viktor suspiró y ordenó:

—Mejor ayúdenlo ya.

Rod y Darnel se miraron un segundo, y aunque Darnel murmuró una queja, ambos terminaron levantando a Brief mientras Viktor le saca la caja que tenia en la cabeza.

Gracias, lo digo enserio —se quejó Brief con voz débil, tambaleándose mientras trataba de sacudirse el polvo—. Creí que iba a morir ahí abajo.

Viktor lo observaba en silencio, con los brazos cruzados, sin moverse del sitio. No sonrió, pero por dentro se notaba que al menos había mostrado un poco de consideración.

Los cuatro entraron de nuevo a la tienda, buscando sentarse en el lugar de siempre. Brief, al ser dejado atrás por Panty (como siempre, que novedad) decidió seguir a Viktor y a los demás.

Darnel, con su habitual tono frío y molesto, murmuró:

—Oye, ya te ayudamos, no significa que seamos tus amigos...

Brief lo miró algo nervioso y respondio:

—Perdón pensé que podría juntarme con ustedes... juegan Magik, ¿no? Yo también... digo, tengo más amigos, pero no juegan Magik. De hecho, una vez tuve que jugar Magik con el perro de Panty.

Rod lo miró sorprendido, con una sonrisa curiosa:

—¿Jugaste Magik con un perro? ¿Cómo carajos es eso posible?

Viktor respondió con seriedad, cruzando los brazos:

—Créeme que con la mierda que vi hoy, le creo completamente.

Rod se volvió hacia Viktor, emocionado:

—Viktor, Viktor, ¿podemos quedarnos con él? Por favor, por favor... dijo que juega Magik y podría contarnos más historias locas de ese tipo. Vamos, Viktor, que juegue con nosotros.

Darnel simplemente replicó con tono seco:

—NO.

Viktor suspiró, soltando el aire con un gesto de resignación:

—Está bien... Brief, ¿verdad? De verdad quieres jugar con nosotros o no? Responde rápido, no tengo todo el día.

Brief sonrió ampliamente, con entusiasmo genuino:

—Eh... sí, claro. Me gustaría.

Los tres palmazos se sentaron en la mesa habitual, pero esta vez acompañados por Brief.

Rod, impaciente, miró a Viktor y le dijo:

—Anda, Viktor, ya explica qué mierda con esa moneda y por qué dijiste "volver al cielo".

Viktor levantó la moneda y la mostró, con voz seria:

—La nueva empleada, Stocking, es un ángel que vino a la Tierra. Por ser expulsada, matando fantasmas obtiene más de estas monedas —dijo, mostrando la moneda—, las cuales, si reúne suficientes, puede volver al cielo.

Luego miró a Brief y añadió:

—En resumen, eso es todo, ¿no?

Brief asintió con una sonrisa tímida:

—Sí, resumiendo... pues eso.

Rod, emocionado, saltó ligeramente en su asiento:

—¡Dios, qué genial! Entonces la empleada que te gusta resultó ser un ángel, ¡no jodas! ¡Esto es increíble!

Viktor frunció el ceño y respondió, molesto:

—¿Podrías cerrar la boca? No digas que me gusta...

Brief lo miró con curiosidad e ingenuidad honesta y preguntó:

—¿De verdad te gusta Stocking, Viktor?

Viktor se cruzó de brazos y miró hacia la esquina, visiblemente irritado:

—Es complicado... sí me gusta, pero no me gusta que me guste de cierta forma.

Brief ladeó la cabeza, confundido:

—¿Cómo es eso? No lo entiendo... digo, yo amo a Panty y no es que me disguste desearla.

Viktor lo observó fijamente, serio:

—Sí... me fijé que la deseas. Créeme, se te nota... y mucho.

Rod, burlándose, le lanzó una carcajada a Brief:

—Lo que pasa es que nuestro Viktorsito es... o era un incel que creía que las mujeres eran una pérdida de tiempo, y ahora que le gusta una se siente vulnerable.

Viktor, enojo, lo fulminó con la mirada y enojado respondio:

—Rod, en serio... si sigues hablando así de mí, te voy a meter la primera figura que vea por la puta garganta.

Brief levantó las manos, nervioso pero reflexivo:

—Oye..Em..no sé, digo, no creo que esté mal eso, ¿no? Es normal y supongo que ahora no me siento tan solo en esto de querer estar con una ángel

Darnel solo estaba ordenando sus cartas, concentrado, cuando murmuró:

—Yo... lo que creo de toda esta mierda es que es un sueño... luego voy a despertar y todo volverá a tener sentido. Digo... ¿se están escuchando? Ángeles... Fantasmas... Dios...vaya mierdas dicen, no tiene lógica alguna.

Rod, alegre y animado, respondió:

—Vamos, Darnel, no seas tan robot siempre. ¡Emociónate un poco! Además, tú mismo viste al fantasma antes de huir afuera, y también viste las armas.

Darnel, con su tono seco y frío habitual, replicó:

—Repito... esto es un sueño y nada más...

Rod frunció el ceño, mostrando indignación:

—Qué aburrido eres, Darnel...

Darnel solo lo miró, sin inmutarse, Rod luego dirigió la vista hacia Brief, con curiosidad al verlo como la novedad del grupo:

—Oye... ¿de verdad te llamas solo Brief? Es un nombre raro.

Brief, algo nervioso, respondió:

—Em... mi nombre completo es Briefer... Briefer Rock.

Rod, pensativo, murmuró para sí mismo:

—Rock... Rock... ¿Dónde he escuchado ese apellido antes...?

Darnel, algo irritado hacia Rod, replicó seco:

—Es el apellido del CEO de la empresa más grande de la ciudad. Significa que Brief es su hijo, tonto... además, es igualito.

Rod abrió los ojos, sorprendido:

—¿En serio? ¡Eso significa que tiene un chirrión de dinero! ¿Cómo sabes eso darnel?

Darnel, con voz seca y un dejo de superioridad, respondió:

—Porque me gusta investigar sobre el lugar donde vivo, ... ¿No que era un aburrido?

Viktor, observando a Brief con una sonrisa algo maliciosa intervino diciendo:

—Sep, definitivamente ahora si quiero que se quede con nosotros.

Chapter 10: La maldición de las excusas baratas

Chapter Text

Viktor, Brief y los demás siguieron hablando en la tienda. Stocking, después de despedirse de Viktor, se fue caminando a la plaza de Daten City. Se dejó caer en una banca, bostezando con pereza, mientras sacaba el celular. Tecleó rápido para mandarle a panty un mensaje, con la expresión algo fastidiada:

—Oye, ¿ya terminaste de estar con el bombero ese? Te llevaste el See-Through y mi turno ya terminó. ¿Podrías, por una vez, ser considerada y venir a buscar a tu hermana menor?

No tardó mucho en aparecer la respuesta de Panty, escrita con esa ortografía hecha a la carrera que irritó un poco a Stocking:

—q t crees zorra? ¿q soy un taxi? o algo asi

Stocking suspiró y apretó las teclas con más fuerza de la necesaria:

—¿Es que de verdad eres tan mala hermana mayor? Mi turno ya terminó. Ven a recogerme, Panty.

La contestación de Panty llegó al rato, esta vez escrita con mayor cuidado, como si se tomara el mensaje un poco más en serio:

—Está bien, está bien... ya voy a recogerte. Pero solo porque a mí ya terminaron de re-cogerme. Dime dónde estás.

Frunciendo el ceño, Stocking respondió:

—Estoy en la plaza de Daten, la que queda a tres cuadras de la tienda. Y guárdate tus chistes malos, ¿quieres?

A los pocos segundos Panty mandó un sticker de un taxi. Stocking rodó los ojos, pero, con una media sonrisa, decidió seguirle el juego y envió de vuelta un sticker de un gato negro lamiendo una paleta.

—Tonta... —murmuró, guardando el celular.

El silencio de la plaza fue interrumpido poco después por el rugido del motor del See-Through, haciendo que Stocking se levantara de la banca al escucharlo. El auto giró la esquina a toda velocidad, se estacionó de golpe frente a la banca y, de paso, golpeó un basurero, haciéndolo volar por los aires.

Panty hizo sonar la bocina con fuerza.

—¡STOCKING, VEN, SUBE! ¡YA LLEGÓ TU UBER, PRINCESA GÓTICA! ¡APÚRATE, QUE PARADA AHÍ EN MEDIO DEL ANOCHECER PARECES UNA PROSTITUTA! —vociferó, asomada por la ventana, sin importarle que todos los presentes la escucharan.

Stocking no respondió. Camino con calma, subió al auto y cerró la puerta con un golpe seco. En cuanto se acomodó, Panty hundió el pie en el acelerador. El coche salió disparado,

Panty, sin darse cuenta, se había sentado en su celular mientras conducía. De repente, sintió que algo vibraba donde estaba sentada y exclamó con total descaro:

—Hey, siento que algo está vibrando cerca de mi culo y no recuerdo haber dejado un vibrador aquí en el coche...

Revisó rápido y notó que era su celular.

—Ah, era esta mierda.

Stocking la miró entrecerrando los ojos con fastidio.

—Tonta, ¿de verdad no te fijaste donde te sentaste?. ¿Quién llama? ¿Es una de tus horrendas citas?

Panty miró la pantalla y bufó.

—Ya me gustaría... pero no, es Garter. ¿Qué carajos quiere?

Stocking miro a panty con una expresión de duda en el rostro y solo dijo en un tono seco.

—¿Se querrá asegurar de que matamos al espectro? Bah, da igual... contesta de una vez.

Panty bufó.

—Va, sí, ya voy a contestar, lonjas de dulce.

Stocking la miró irritada por el apodo, mientras Panty atendía la llamada y ponía el celular en altavoz.

La voz de Garter sonó fuerte:

—Panty, ¿ya te encargaste del espectro que nos dijo el mocoso pelirrojo Brief? ¿El que detectó en ese antro de frikis vírgenes?

—Sí, sí, ya lo maté junto a Stocking. Ella ya terminó de trabajar y viene conmigo —respondió Panty con desgano.

Garter no tardó en soltar otra pregunta:

—Y supongo que también compraste los ingredientes que te pedi para el curry de la cena.

Panty se rascó la cabeza con indiferencia.

—Ups... creo que no. Pero, ah, qué importa. Haznos otra cosa con lo que encuentres en la puta cocina.

Stocking intervino con calma:

—¿Por qué no nos compramos un gran pastel para la cena en vez de preparar eso?

La voz de Garter se alzó con furia en el altavoz:

—¡Primero, porque no soy un diabético de mierda como para querer comprar esos postres caros llenos de azúcar! Segundo, porque no cago dinero. Si defecara efectivo, la iglesia parecería una puta mansión de la ciudad casino, y según yo, parece lo contrario, ¿no? Además, ya te dije que no iba a cubrir con mi dinero tus gastos en dulces y que te los ganaras tú. Conociéndolas como son de irresponsables, ya me esperaba que ustedes dos no cumplieran con traer los ingredientes que les pedí.

Panty rodó los ojos, pero Garter no había terminado.

—Y saben qué es lo más triste de todo, hijas descarriadas del Señor... que a veces los demonios resultan más confiables que los propios siervos de Dios. ¡Porque al menos esas rameras de culo rojo cumplieron lo que les pedí! Mientras que ustedes, mis supuestas ángeles guerreras, no pudieron ni comprar unos malditos ingredientes.

Stocking apretó los dientes, indignada:

—¡Oye, no es mi culpa! Panty ni me menciono nada como para recordárselo.

—¡Excusas! —rugió Garter—. El camino al infierno está pavimentado con ese tipo de excusas. Y como ya me esperaba su ineptitud, mandé a las hermanas demonio, y ellas sí trajeron los ingredientes necesarios. Así que, si no quieren cagarse de hambre, ¡muevan el culo y vengan ahora mismo!

Panty soltó un bufido.

—Sí, sí... ya vamos, señorita Afro —replicó con fastidio, y colgó sin más.

Las 2 hermanas ángeles llegan a la iglesia, suben en el ascensor y caminan hacia la cocina.

En la cocina ven a Kneesocks picando cebolla y a Scanty mirándola con orgullo.

—¡Hay, hermana! Qué bien picas la cebolla, como una profesional —dice Scanty.

Kneesocks mira con cariño a Scanty y responde:

—Gracias, querida hermana. Me enseñaron cuando trabajé preparando sushi.

Panty, al mirar la escena fraternal entre hermanas, solo suelta un:

—¡Puaj! Oigan, par de cuernudas, ¿saben dónde carajos se metió don Afro?

Scanty, erguida, cruza los brazos con gesto altanero:

—Vaya, vaya... miren quién apareció: la vulgaridad y la irresponsabilidad encarnadas.

Panty, poniéndose de frente con sorna, responde:

—Prefiero eso a ser una jodida empleada de culo rojo que alaba a su hermana por algo supuestamente increíble, cuando solo está cortando una puta cebolla.

Kneesocks deja el cuchillo, lo limpia con un paño de forma exageradamente refinada y replica con calma teatral:

—Hermana, ¿has escuchado? La descarada osa cuestionar la sagrada rutina de cocina que tanto esfuerzo requiere.

Scanty asiente solemnemente, tomando la palabra como si fuera un discurso:

—Así es, Kneesocks. Mientras nosotras cumplimos con disciplina y gracia los deberes que nos impone el orden, estas supuestas "ángeles" llegan tarde, vacías y sin una pizca de responsabilidad.

Kneesocks sonríe con dulzura hacia su hermana:

—Hermana, tus palabras son tan justas como siempre. Es por eso que voto contigo: estas vagas no merecen cenar.

Scanty la mira con devoción exagerada, juntando las manos como si Kneesocks hubiera dicho algo divino:

—¡Oh, querida Kneesocks! ¡Tu sabiduría ilumina este mundo de caos y vulgaridad! ¿Cómo no estar de acuerdo contigo?

Panty, aburrida del teatrillo, se cruza de brazos y gruñe:

—Ustedes dos son tan aburridas como ver un jodido comercial sobre detergente en la puta tele.

Stocking, masticando un dulce que sacó de la bolsa que le había llevado Viktor, agrega con tono seco:

—Sí, pero con la diferencia de que al menos un comercial termina en 30 segundos... ustedes son eternas.

Garterbelt salió del baño secándose las manos en su túnica, con cara de fastidio.

—Ah, ¿ya terminaron de picar la cebolla, hijas de Satán? —masculló.

De inmediato se topó con el circo: Scanty y Panty gritándose en plena cocina, mientras Kneesocks las miraba como si estuviera en misa, mientras Stocking comía su dulce indiferente a la pelea.

Garterbelt explotó, con venas saltándole en la frente:

—¡Ya cállense, putas cotorras de cloaca! ¡Están haciendo que se me inflamen mis sagradas bolas de cura de la puta rabia que me da escucharlas vociferar tanta mierda inútil!

Se metió entre ellas, arrebatando el cuchillo de las manos de Kneesocks.

—¿Saben qué? ¡Mejor termino el sagrado curry yo mismo! Ustedes, lárguense a graznar afuera, porque escuchar esos chillidos me irrita más que una diarrea en domingo.

Panty y Scanty lo miraron ofendidas, pero Garterbelt ya estaba revolviendo la olla a lo bestia, mascullando oraciones a medias mientras maldecía entre dientes.

Panty, con cara de fastidio luego de salir de la cocina acompañada por Stocking, se dejó caer en el sofá. Puso los brazos detrás de la nuca en pose de falsa relajación.

—Bueno, como quiera, don Afro. Me da igual. Vamos a ver la puta tele. ¡Stocking, prende esa mierda ya!

Stocking suspiró, agarró el control y encendió la televisión. En la pantalla apareció un partido de béisbol.

Panty abrió los ojos emocionada.

—¡Oh, mierda! ¡Casi me pierdo el juego de los Giants!

Stocking la miró de reojo, frunciendo el ceño.

—Siempre me pregunté: ¿por qué carajos te hiciste groupie de ese equipo de béisbol?

Panty, con descaro absoluto, respondió mientras se acomodaba el escote:

—Dah, porque tienen a los jugadores más guapos. ¿No viste cómo agitan ese bate los muy hijos de puta? A veces hacen que me moje.

Stocking mordió una dona y, con indiferencia total, replicó:

—Claro... no me sorprende que seas incapaz de ser fan de algo sin meter sexo de por medio.

Panty le guiñó un ojo, burlona.

—Oye, al menos yo sí sé disfrutar del deporte. Tú solo disfrutas de tragarte esos dulces que te compra tu puto novio gótico dictador. Espero que a él nunca se le ocurra postularse a presidente de Daten, porque si lo logra, seguro manda a todos los que le caen mal a un campo de concentración. Eso sí, a ti te pondría de reina o alguna mierda así.

Stocking la miró, visiblemente irritada.

—Ya te dije como veinte veces que no es mi novio. Y tampoco sé de dónde sacas que le gusto. Ni yo lo trato tan bien, ni él me trata tan bien a mí. Es más una relación de conocidos que se toleran...

Panty soltó una carcajada sarcástica.

—JA. Eso crees tú. Conozco a los hombres mejor que nadie. Y el rey de lo oscuro, te lo digo, te tiene ganas... solo que el cabrón lo oculta para hacerse el rudo.

En ese momento, Scanty salió de la cocina junto a Kneesocks, ambas aún ofendidas por haber sido echadas por Garterbelt. Scanty se dejó caer en otro sofá con exagerada teatralidad, llevándose la mano a la frente como si se desmayara de pena.

—Querida hermana... es increíble lo mal, ¡muy maaaal! —dice mirando a Panty mientras subía el volumen— agradecidos que son todos aquí con nuestro esfuerzo.

Kneesocks, serena como siempre, le respondió con calma:

—Tranquila, querida Scanty. Sé que algún día nuestro trabajo será valorado. Al fin y al cabo, cada quien cosecha lo que siembra.

Scanty abrió los ojos como si hubiera escuchado la revelación más sabia del mundo.

—¡Oh, hermana! ¿Cómo haces para que de tu boca salgan tantas verdades? ¡De verdad eres una genio!

Kneesocks se sonrojó un poco ante los halagos fraternales, bajando la mirada con una sonrisa discreta.

Mientras tanto, Scanty levantó con solemnidad una copa de agua que había traído de la cocina antes de ser expulsada, alzándola como si fuera vino caro a punto de tomarlo.

Fue en ese instante que Panty, molesta por la interrupción, agarró un cojín y se lo tiró directo a la cara.

—¡Ya cállate, zorra demonio! ¡Eres una dramática de mierda, estoy viendo jugar a los Giants!

La copa salió volando de las manos de Scanty y el agua terminó cayendo justo sobre la cabeza de Kneesocks, empapándola por completo.

El rostro de Kneesocks pasó de la ternura sonrojada a una expresión de pura frustración. Sus lentes se empañaron y el maquillaje de sus ojos empezó a correrse con el agua.

Scanty se quedó helada, mirando a su hermana con pánico.

—Eh... ups...

Panty estalló en carcajadas desde el sofá.

—¡JAJAJA! ¡Miren eso, parece que la zorra que terminó mojada fue otra!

Kneesocks respiró hondo, tratando de no explotar. Se acomodó los lentes con calma, aunque temblaba de rabia, y dijo con voz gélida:

—No te preocupes, hermana... todo es culpa de la rubia indecente.

Scanty la tomó del brazo, lanzando a Panty una última mirada asesina.

—Vamos, querida. Te acompaño a cambiarte ahora mismo.

Panty, recostada con sus brazos detrás de la cabeza, sonrió con malicia.

—¡Ajá, claro! Váyanse a hacer su novelita barata a otro lado, zorras.

Scanty y Kneesocks salieron juntas, con la tensión aún en el aire.

Mientras tanto, Stocking ni se inmutó. Sacó su celular, acomodó la última dona de su bolsa y posó dulcemente con ella en la boca. Con una sonrisa inocente, sacó una selfie para Instagram, ignorando por completo el desastre que acababa de ocurrir.

Fue justo entonces cuando la puerta de la cocina se abrió de golpe. Garterbelt apareció sudando, con el delantal todavía puesto, cuchara de curry en una mano y un periódico arrugado en la otra. Su mirada recorrió la escena: el cojín tirado en el suelo, agua regada en todas partes, Panty riéndose sola en el sofá y Stocking sacándose selfies.

Se le marcaron las venas en la frente mientras rugía:

—¡¿QUÉ PUTAS HICIERON AHORA, ZORRAS?! ¡ESTO PARECE UN MANICOMIO Y YO NO SOY EL PUTO PSIQUIATRA!

Panty levantó la mano perezosa desde el sofá.

—Relájate, don Afro... fue solo un "accidente acuático".

Stocking, sin dejar de posar para la cámara, añadió con calma:

—Yo no tuve nada que ver.

La furia de Garterbelt escaló todavía más, agitó la cuchara y gritó:

—¡Juro por mis sagrados huevos que, si ensucian de nuevo este suelo, las pongo a limpiar con la lengua el piso!

Chapter 11: La Democracia es una buena solución

Chapter Text

Mientras tanto, en la tienda geek —donde habitan hombres con una increíble testosterona (o al menos eso creen ellos)—, Viktor y compañía seguían jugando Magik (Wow que emocionante).

Brief miró la hora en su celular y comentó con cierta incomodidad:

—Oigan, chicos, me la pasé bien, pero creo que ya es tarde y todos se fueron. Tengo que irme a cenar o mi padre va a matar...

Viktor levantó una ceja y replicó con desdén:

—Estaría igual que tú... pero el mío está en servicio activo en no sé dónde. Así que puedo volver a la hora que se me cante.

El grupo estaba a punto de dispersarse cuando Darnel miró con fastidio a los demás:

—Opino lo mismo que Brief. No quiero que me viole algún vagabundo de camino a casa.

Rod, con su sonrisa burlona de siempre, no tardó en responder:

—Vaya, yo creo que a Viktor eso le encantaría. Al fin y al cabo, es el gótico twink traga-leche del grupo.

Viktor lo fulminó con la mirada:

—Rod, en serio, estoy considerando no dejarte entrar más a mi puta casa y eliminarte del canon de este grupo. ¿Me oíste? Si sigues así, no irás más a las reuniones de mi sótano por ser un hablador de mierda.

Brief, incómodo, levantó las manos en un intento de calmar la tormenta:

—Ya, ya, chicos, cálmense...

Pero Rod, lejos de detenerse, se carcajeó:

—¿Que me calme? ¡Vamos! ¿No ves lo divertido que es verlo enojado? Es como el típico niño que, cuando se molesta, dice: "Me voy con mi pelota para que nadie más pueda jugar."

—¡Rod, pedazo de hijo de puta! —vociferó Viktor, golpeando la mesa—. ¡Te voy a echar de las reuniones!

—Chicos, chicos... —intervino Brief otra vez, alzando la voz con timidez—. Tengo una pregunta, ¿pueden responderme... por favor? ¿A qué se refiere Viktor con "reuniones de mi sótano"?

Viktor suspiró, ignorando a Rod:

—Ah, eso... Cuando la tienda está cerrada, nos juntamos en el sótano de mi casa. Jugamos Magic o hablamos de cosas de geeks, básicamente.

Rod, con entusiasmo infantil, dio una palmada:

—¡Viktor, ahora que Brief es de los nuestros podemos invitarlo! ¡Anda, anda!

Darnel, que contaba las monedas para el bus, murmuró, seco:

—No.

—Tu opinión no cuenta, Rod —replicó Viktor mirando a Rod luego de la sugerencia de incluir a Brief, sacándole la lengua como un niño—, porque acabo de echarte por faltarle el respeto a tu líder ósea yo . ¡JA!

Rod se rió, levantando las manos en señal de rendición:

—Está bien, está bien, perdón. Pero es divertido verte enojado. Además, ¿no eres un hipócrita? Tú también te ríes cuando otros se enojan, pero si te hacen bromas a ti, explotas.

Viktor rodó los ojos:

—Ugh... supongo que tienes un punto. Está bien, no te echo. Sigues en el grupo.

—¡Yey! —celebró Rod, sacudiendo a Brief con efusividad—. ¡Sigo en el grupo! ¡Y ahora invitemos a Brief a las reuniones!

—No, Viktor —interrumpió Darnel con tono serio—. Apenas lo conocemos un día y este hiperactivo de mierda ya lo quiere incluir a eso.

—Oye —contraatacó Rod—, también empezamos así contigo. Te conocimos un día y ya estabas en el grupo y en las reuniones.

Brief escuchaba la discusión, pero en su mente resonaba un pensamiento inevitable:

"Joder, ¿acaso todas las personas que conozco están un poco locas o qué?"

Mientras tanto, Viktor los observaba con gesto pensativo. Al final, golpeó la mesa y exclamó:

—¡Ya basta! Hagámoslo democrático. ¿Brief se unirá a las reuniones o no? Darnel, tu voto.

—Que no. Es obvio, ¿no? —replicó Darnel, cruzado de brazos.

—Sí, sí, ya sé que es obvio, pero quiero que sea ordenado. —Viktor levantó un dedo como si dictara sentencia—. Tenemos un voto que no. Rod, supongo que tú quieres que se una, ¿verdad? Respóndeme ahora o tu voto se anula. Voy a contar hasta tres... ¡uno, dos...!

—¡Sí, sí, quiero! —se apuró Rod.

—Perfecto. Uno en contra y uno a favor. Ahora... —Viktor se cruzó de brazos, mirando a Darnel con orgullo—. Técnicamente yo soy el voto de desempate.

—Viktor, eres un jodido idiota —resopló Darnel—. Al final igual decides tú, ¿para qué fingir con una supuesta "democracia"? Pareces Venezuela...

El silencio se tensó tres segundos, hasta que Viktor lo rompió, enojado y rápido:

—¡Pues sabes qué! Por faltarle el respeto al juez diciendo "jodido idiota", tu voto queda anulado. Y para joderte aún más, voto que sí. Así que quedan dos votos a favor y uno en contra... ups, acabo de anular tu voto, entonces son dos votos a favor y CERO en contra, y te jodes. —Viktor le levantó el dedo del medio y sacó la lengua otra vez como un infante.

Rod celebró agitando los brazos:

—¡Ganamos se une, se une!

Brief se limitó a sonreír tímidamente mientras Viktor, con una palmada firme en la mesa, declaraba:

—¡Listo, caso cerrado!

Después, Viktor suspiró y murmuró para sí mismo, pero en voz alta:

—Dios, qué difícil es ser un líder... pero qué bueno soy, joder.

Rod le dio una palmada en la espalda:

—Bien hecho, Viktor. Al fin empiezas a socializar más. ¡Felicidades!

Darnel, frustrado, soltó un suspiro:

—Para qué me molesto con estos inmaduros de mierda...

Brief, por su parte, solo asintió con una sonrisa tímida, despidiéndose con un leve suspiro:

—Bueno... adiós. Nos vemos mañana.

El glorioso grupo de inadaptados —con muchísimos logros en la vida, como perder tiempo en un antro de cartas— se separó, y cada quien tomó su camino.

Viktor llegó a casa fumando, apagó el cigarro contra la reja y tocó el timbre. Nadie abrió. Tocó otra vez. Y otra. Y otra.

—¡Oigan! ¡Mamá! ¡Lucy! ¡Abran la puerta, que hace frío aquí afuera! ¡Vamos, abran, ya llegó el que va a mantener vivo el apellido de la familia! ¿Supongo que no quieren que se muera de hipotermia, no?!

Desde la ventana del segundo piso apareció Lucy, con su cabello rubio despeinado dando indicios de que se acababa de levantar y con un vaso de jugo en la mano.

—Mamá está durmiendo. Llegaste demasiado tarde.

—¡Lucy! ¡Hermana! ¡Ábreme la puerta ahora mismo!

Lucy arqueó una ceja y sonrió como villana de caricatura.

—Ajá... ¿y cómo se dice, Viktor?

Viktor golpeó el timbre como si intentara revivirlo.

—¡Deja de jugar, Lucy! ¡Ábrele la puerta a tu hermano menor! ¿No se supone que deberías preocuparte por mí?

—¡Ja! Lo haría... si no fueras un idiota egocéntrico. Así que dilo bien, di por favor.

Viktor resopló, mirando hacia el suelo.

—Por favor...

Lucy lo miró y rodó los ojos, diciendo:

—¿Por favor qué?

Viktor la miró molesto y replicó:

—¿Qué más quieres? ¿Con un simple "por favor" no basta?

Lucy tomó un sorbo de jugo y sonrió traviesa.

—Mmm... no. ¿Sabes qué? Me estoy divirtiendo. —Se agachó, desapareció de la ventana un segundo, y cuando volvió tenía una pistola de agua—. Creo que voy a dispararte desde aquí arriba.

—¡Está bien, está bien! ¡Por favor, querida hermana!

Lucy asintió, satisfecha.

—Eso me gusta más.

Antes de bajar a abrirle, le disparó un chorro directo en la frente.

—Ups, dedo resbaloso.

—¡TONTA! —gritó Viktor, empapado y furioso.

Ella bajó muerta de risa, le abrió la puerta y lo miró como si nada.

—Bienvenido a casa, cachorrito mojado.

Viktor entró con paso pesado, empapando el piso e intentando ignorarla.

Lucy lo seguía como narradora malvada:

—Y así fue como Viktor aprendió a decir "por favor" como Dios manda.

Viktor, todavía empapado por la pistola de agua, explotó:

—¡Eres una jodida idiota, Lucy! ¿Por qué haces esto? ¿Fue porque me comí tu paquete de papas?

Lucy frunció el ceño.

—¿¡Qué!? ¿Tú hiciste qué?

Viktor levantó las manos como si nada.

—Nada, nada... olvídalo. Solo responde, ¿por qué fue esto?

Lucy se cruzó de brazos con una sonrisa venenosa.

—Fue porque el otro día dijiste que mis galletas caseras sabían a mierda.

Viktor abrió mucho los ojos, incrédulo.

—¿¡En serio!? ¿Te tomas eso tan personal? ¿Qué querías, que te mintiera? Si no te digo la verdad, nunca vas a mejorar, y te vas a quedar estancada, ¡tonta!

Lucy lo señaló con el dedo, indignada:

—¡Pues para tu información, mamá dijo que estaban "aceptables"!

Viktor bufó, seco:

—"Aceptables" es la forma educada de decir "comestibles a la fuerza".

Lucy levantó la pistola de agua otra vez.

—¿Quieres que te vuelva a bautizar?

Viktor levantó los brazos como escudo.

—¡Ya, ya! Perdón, tus galletas son las mejores... para usarlas como veneno para ratas.

Lucy le apunto para disparar otro chorro sin dudar.

Viktor, viendo cómo Lucy apuntaba de nuevo con la pistola de agua, reaccionó rápido:

—¡Ja! —se agachó ágilmente y el chorro pasó de largo—. ¿Eso es todo, hermanita? ¡Apuntas peor que un Stormtrooper borracho!

Lucy apretó los dientes mientras él se reía, sacándole la lengua desde el suelo.

Pero de pronto, el rostro de Viktor se congeló. Muy despacio, giró la cabeza hacia la sala de estar... y vio cómo el chorro de agua había impactado directo en un mazo de cartas Magic nuevo que había dejado en la mesa de la sala el día anterior, cuidadosamente ordenadas.

—...No. No, no, no, no... —susurró con los ojos abiertos de par en par.

Lucy lo miró con malicia, captando lo que había pasado.

—Ups... ¿eran importantes esas tarjetitas de frikis?

Viktor dio un grito desgarrador.

—¡¡ESO VALE MÁS QUE TU PUTA VIDA ENTERA!!

Lucy, muerta de risa, empezó a correr por la casa mientras Viktor se levantaba de golpe y la perseguía para quitarle la pistola de agua y poder empaparla también.

Lucy corrió por el pasillo, muerta de risa, y se encerró en su habitación de un portazo.

Viktor, que venía detrás, no alcanzó a frenar y se estampó directo contra la puerta.

—Maldita sea, zorra¡ —se agarró la frente, retorciéndose de dolor.

Del otro lado, Lucy se carcajeaba:

—¡Eso te pasa por exagerado, drama queen de cartas mojadas!

Viktor, con los ojos inyectados en furia, pegó la frente a la puerta y gritó con voz grave:

—¡Prepárate, porque mi venganza va a ser lo peor, Lucy... lo peor! ¿Recuerdas el puto Holocausto? ¿Recuerdas lo que Obi-Wan le hizo a Anakin? ¡Pues eso será una fiesta de cumpleaños para niños de pre-kínder en comparación con mi ira!

Lucy, conteniendo la risa, contestó burlona desde dentro:

—Sí, sí... claro, Darth Víktor, sigue practicando tu discurso de villano barato.

Viktor, todavía mascullando insultos, se fue a su habitación.

Entró en su cueva gótica ridículamente exagerada. Paredes negras llenas de pósters de bandas de metal y horror punk, figuras de cómics y de anime perfectamente alineadas en repisas (desde Spawn hasta Misa Amane, pasando por Batman y hasta un Hellboy descolorido). Era una mezcla entre lo oscuro y lo ñoño, pero él lo miraba con orgullo.

—Mi santuario... —susurró, como si estuviera en una misa blasfema.

Se dejó caer en la cama, extendió la mano hacia su mesa de noche y tomó el cráneo decorativo que tenía allí. Lo sostuvo dramáticamente, como si estuviera actuando en Hamlet.

—Hmm... verdad que mañana tengo que pasarle el Heaven Coin a Stocking... —murmuró—. Además de traer a Brief al sótano y toda esa mierda...

Dejó el cráneo en su sitio, suspirando con solemnidad. Luego giró la mirada hacia su pecera, donde su rana mascota lo observaba con indiferencia anfibia.

—Toma, Pacman... —le echó un poco de insectos para que comiera—. Lucy de mierda... y luego se preguntan por qué soy un incel... pero ahora, ¿lo soy?

La rana abrió la boca, tragó el insecto y, como respuesta, soltó un "croac" seco que para Viktor sonó como un "sí, claro". Viktor lo miró con el ceño fruncido.

—Ni tú me respetas...

Luego dejó el Heaven Coin en el escritorio del PC, mirándolo y recordando la pelea con el espectro que tuvieron Stocking y Panty.

—Tsk... Stocking... —dijo Viktor para sí mismo. Luego, por pura curiosidad morbosa, entró al foro de dulces donde sabía que ella reseñaba sus pasteles y golosinas.

Para su sorpresa, había una entrada nueva. Clickó con ansiedad.
Apareció la foto: una selfie de Stocking, con una dona en la mano... de las mismas que él le había comprado horas atrás; en esa foto se veía a Panty carcajeando desde el sofá, apuntando a una esquina.

Viktor tragó saliva y comenzó a leer:

"Estas donas me las compró un cabrón arrogante, un nerd, un gótico al extremo que hasta para mí eso es mucho. Pero estaban buenas... y se preocupó de que fueran justo como las pedí. Al menos cumple, el mismo idiota se hace llamar 'hombre de palabra' y tan taaaan mentira no era después de todo, así que les doy un 8 de 10. Bien hecho para el goth boy, digámosle V."

Por un momento, el tiempo se detuvo. Los ojos azul hielo de Viktor se abrieron de par en par —sus mejillas, que nunca se habían ruborizado frente a nadie, se tiñeron de rojo sin piedad.

—¿V...? —murmuró incrédulo.

Se dejó caer contra el respaldo, tapándose la cara con una mano.

—Mierda... parece que no soy tan incel después de todo...

Al día siguiente, Viktor se levanta temprano para ducharse primero y luego espera a que su hermana entre al baño. En el momento en que Lucy se está duchando, corre hacia abajo y toma el recipiente con la arena sucia del gato de su hermana.

—Ok, ¿tanto te gusta todo de tu estúpido gato? —piensa Viktor—. Veamos si su mugre igual te gusta.

Como Lucy dejó la puerta de su habitación entreabierta, Viktor entra y coloca la caja de arena encima de la puerta, imitando la típica broma del balde de agua, pero en una versión mucho más asquerosa. Después simplemente agarra sus cosas y sale de casa, dirigiéndose como siempre a la tienda geek.

Al entrar, ve a Stocking sentada con la pierna cruzada, leyendo el manga El fantasma y la chica, ese que no había alcanzado a terminar el día anterior. Ella lo reconoce y, sin levantar demasiado la vista, comenta:

—Vaya, Goth Boy, ¿siempre vienes tan pero taaan temprano? Si fuera tú, me quedaría durmiendo en mi cama o algo así, supongo. ¿O eres de esos que piensan lo típico de "quien madruga, Dios lo ayuda"?

—Hmpf... —resopla Viktor y luego, buscando conversación, añade—: Oye, ¿todavía estás leyendo eso?

Stocking lo mira, arquea una ceja y responde:

—¿Qué? ¿Lo vas a criticar otra vez? Yo pensé que mi punto había quedado claro la primera vez que discutimos esto, Goth Boy.

—Supongo, pero no iba por ahí... Solo pensé que no te interesaría tanto ese manga.

—Ya te dije que me trae buenos recuerdos —replica ella, pasando página—. Además, ¿crees que pueda hacer algo más entretenido en este lugar de "ganadores"? Si es así, escucho sugerencias Goth Boy...

—¡Agh, tonta! ¿Quieres dejar de decirme Goth Boy? Me desespera...

Stocking suelta una sonrisa burlona.

—Bueno, puedo llamarte Emo Boy, si prefieres.

—¡No, no, no, todo menos eso! —protesta Viktor exaltado—. ¿A ti no te parece jodidamente humillante cuando alguien se atreve a vociferar tal improperio digno de un ignorante falto de cultura?

Stocking se encoge de hombros y sigue leyendo.

—Dios... acabas de sonar como Scanty. Pero cuando me llaman "chica emo", meh, solo lo ignoro. Yo sé quién soy; no necesito que me lo validen los demás. ¿A ti te cuesta ignorar lo que otros piensen de ti, no?

—¡¿Qué?! Eso no es cierto, tonta... —Viktor se cruza de brazos, mirando a un lado.

—¿Cómo que no? —responde Stocking, divertida—. Te enojas cuando te dicen cualquier cosa que no te gusta, incluso si ni siquiera es un ataque directo.

—Lo que me molesta es la ignorancia y la ineptitud —contesta él, con tono orgulloso.

Stocking sonríe apenas.

—Vaya... admito que es un poco tierno hacerte enojar. Eres como un perrito chihuahua: te ladra, pero como se ve tan poco intimidante, resulta tierno.

Viktor se sonroja un segundo y luego resopla con los brazos cruzados para intentar verse intimidante.

—No te atrevas a decirme tierno...

Stocking arquea una ceja, mirándolo con burla.

—Bueno, ¿cómo quieres que te llame entonces?

—Para empezar, me gustaría que me llamaras simplemente Viktor. Mi jodido nombre, Viktor.

—Nah... —responde seria—. Me gusta más Goth Boy. Te queda bien.

Viktor, cruzado de brazos, le saca la lengua de manera infantil como suele hacer cuando esta irritado.

—¿Y quién carajos era esa tal Scanty? Espero que esa comparación sea acorde a mis capacidades.

—Meh, más o menos... —responde Stocking con desgano—. Es una demonio estirada. Supongo que Geek Boy ya te contó toda la historia, así que sí: también hay demonios.

—¡Wow! ¿Me comparas con un demonio? Eso sí es badass.

Stocking suelta una risa breve.

—Créeme, Goth Boy, no te estoy comparando de forma positiva. Es más bien en lo jodidamente orgullosos y rebuscados que son ustedes dos para creerse mejores que los demás. Pero la tolero a veces... como te tolero a ti. Aunque contigo es más divertido, porque te enojas fácil.

Viktor lleva la mano al pecho, altivo.

—Para tu información, yo soy el que manda en mi grupo de amigos. Y soy respetado.

Stocking cierra el manga, mirándolo fijamente.

—Pfff... si los que te respetan son un grupo de geeks, no te sientas tan orgulloso de ser el "geek alfa". Porque al final sigues siendo un geek.

Viktor abre la boca para replicar, pero un cliente que había estado escuchando dice detrás de él:

—Oye, si no vas a comprar nada y solo vienes a intentar ligar con la que atiende, mejor muévete, ¿quieres?

Viktor, molesto, se aparta y camina hacia su mesa de siempre. Stocking lo sigue con la mirada mientras atiende al cliente. Por un instante, piensa para sí misma:

"Mierda... era más divertido cuando estabas cerca mío y podía molestarte."

En ese instante entra Brief, saluda a Stocking y dice:

—¡Hola, Stocking! Sabes, es divertido que en este ambiente se junte más gente que conozco, pero... —hace una pausa con un tono de tristeza exagerada— preferiría que estuviera Panty.

Stocking lo mira con un ojo entrecerrado, molesta, y responde:

—¿Quieres cerrar la boca, Geek boy? Estoy trabajando, no estoy aquí por gusto.

—Ok, ok, perdón... —dice Brief, alzando las manos. Luego se sienta al lado de Víktor—. ¡Hola, Víktor! ¿Cómo te va?

Víktor, que estaba con los brazos sobre la mesa cubriendo su cara, responde sin mirarlo:

—Estoy mejor cuando no me estás jodiendo.

Brief, intentando sonar tranquilo, dice:

—Wouh, wouh, relájate... —y luego le susurra a Víktor con una sonrisa inocente—. Ya entiendo por qué te gusta Stocking... son tal para cual.

—Bueno, eh... ¿cuándo vamos a tu casa para la reunión? —pregunta Brief con tono entusiasta—. Se supone que soy amigo de ustedes ahora, ¿no?

Víktor lo mira de reojo y responde con sarcasmo:

—En la tarde, cuando nos juntemos con los otros... ¿tan jodidamente desesperado estás por querer ir a mi casa? ¿Te gusto o qué?

—¡No, no, no es eso, Víktor! —se sobresalta Brief, agitando las manos—. Es solo que... no me suelen invitar a muchos lugares normalmente.

Cambiando de tema con torpeza, agrega:

—Oye... ¿ya le entregaste el Haven a Stocking?

Víktor abre los ojos, golpeándose la frente.

—Oh, mierda, lo olvidé. Siempre lo olvido... y yo que suelo ser organizado. Agh, ¿por qué siempre que pienso en ella se me olvidan las cosas? Que te guste alguien es lo peor: dejas de ser eficiente y solo piensas en estupideces...

Brief lo mira curioso.

—Em... ¿sabes? Yo no entiendo eso. Cuando pienso en Panty solo pienso en las cosas buenas. Pero me gustaría entenderte, no sé... para darte ánimos o algo así.

Víktor suspira, lo mira medio sorprendido y dice:

—¿Darme ánimos?... Em, gracias, supongo. Eres un tonto... pero con buenas intenciones.

Brief baja la mirada, confundido.

—Ay... no sé si tomármelo como un halago o como un insulto.

Víktor levanta la vista y ve al encargado llamando a Stocking para que acomode unas figuras de exhibición. Ella camina con desgano hacia la vitrina y empieza a ponerlas en fila como quien quiere terminar un castigo rápido.

Víktor la observa con cara crítica y murmura hacia Brief:
—Ag, mírala... no tiene ni puta idea de cómo posarlas ni ordenarlas. Lo hace de mala gana.

Brief, que lo ve tan pendiente, piensa un momento y se ilumina.
—¡Ah, ya sé! ¿Por qué no vas con ella a ayudarla? Así las ordenas bien, como te gusta, y de paso hablas con ella.

Víktor se sobresalta.
—¿Yo? Emm... no, no quiero. Que aprenda sola... ya está grandecita —responde, cruzándose de brazos y girando la cabeza, aunque deja un ojo entreabierto para seguir mirándola.

Brief suspira.
—Ag, Víktor, no tienes remedio... ¿Qué pierdes?

Víktor mantiene su pose orgullosa unos segundos más... luego la deja caer poco a poco.
—Bueno... podría intentarlo.

Se levanta y empieza a caminar hacia Stocking con paso firme, aunque a medio camino se gira a mirar a Brief. Este, con su sonrisa inocente, le levanta el pulgar y asiente con la cabeza como entrenador que da la señal de salida.

Con un respiro hondo, Víktor sigue andando hasta quedar detrás de Stocking y, sin rodeos, le dice:
—Hey, Stocking... lo estás haciendo mal.

Chapter 12: Un peluche y un ego roto

Chapter Text

Stocking giró apenas la cabeza con fastidio.

—Vaya, goth boy, no sabía que también eras "experto" en juguetes.

Víktor levantó el dedo de forma solemne, como un profesor explicando una clase.
—Ag, no son juguetes... son figuras de acción.

—Para mí es la misma cosa... —replicó Stocking mientras acomodaba mal una figura.

Víktor se desesperó al verla, se quitó los guantes de cuero negro y le tomó las manos con firmeza para tomar la figura.
—A ver, presta, inepta...

Stocking lo miró de reojo, arqueando una ceja. Podría apartarlo, pero no lo hizo.
—Tssk... no sabía que también dabas clases de cómo perder el tiempo.

Víktor, al sentir las manos de Stocking entre las suyas, se puso un poco nervioso y rápidamente las apartó, quitándole la figura para ordenarla de mejor manera. Mientras lo hacía, habló con un tono entre nerviosismo y confrontación:
—Y no entiendo cómo te atreves a decirme que son juguetes... si tú siempre andas con ese peluche. Así que tampoco es que tengas derecho a juzgar esto.

Stocking lo miró pensativa por un segundo y luego respondió con calma y indiferencia:
—Touché, goth boy, esa sí te la doy, supongo.

Sus ojos bajaron sin querer a las uñas pintadas de negro de Víktor, y con una pequeña sonrisa maliciosa aprovechó la oportunidad para clavarle su sarcasmo venenoso:
—Lindas uñas, goth boy. Me pregunto quién te ayuda a pintártelas... ¿tu hermana, o tu mamá?

Víktor se enojó de inmediato.
—¡Para tu información, me las pinto yo solo!

Stocking no perdió el ritmo.
—Ah, ¿sí? Ya estás mayor... felicidades, goth boy. Parece que me salió competencia en ser la gótica que más atrae de Daten.

Víktor la miró con sus ojos azul hielo, entre molesto e inocente.
—¿De verdad te gusta tanto irritarme, tonta? ¿Y cómo que el que más atrae? ... ¿me estás diciendo que soy atractivo?

Stocking se quedó helada, mirándolo en silencio mientras intentaba pensar una respuesta ingeniosa. Al final, de sus labios solo salió un murmullo nervioso disfrazado de burla:
—Pff... no te confundas, goth boy. Solo era parte del remate, ¡idiota!

—Pues el idiota está haciendo mejor tu trabajo, boba —replicó Víktor mientras acomodaba otra figura.

Stocking se cruzó de brazos, cerrando un ojo pero mirándolo con el otro abierto.
—Tampoco es que te lo haya pedido...edgy lord

—Supongo que no —admitió Víktor—. Pero quiero que esto esté ordenado... con buenas poses. Así que pásame las cosas y las voy acomodando para que sea más rápido. Ahora —dijo, chasqueando los dedos.

Stocking rodó los ojos y dijo con tono serio y sarcástico:
—Bien, bien... dictador experto en la virginidad.

Mientras le pasaba las figuras, una llamó su atención y la tomó emocionada.
—¡Ay! que lindo¡ ¡Esta es muy tierna!

Víktor la observó.
—Eso? te gusto? es un Pokémon.

—¡Es tan pequeño y tierno! —dijo Stocking, encantada—. ¿Cómo se llama?

—Se llama Litwick... ¿me lo vas a pasar? o vas a seguir hipnotizada

Stocking se lo entregó de mala gana.
—Agg, está bien... aquí está goth boy.

—Si tanto te gustó, ¿por qué carajos no te lo compras y ya está? No es tan caro... —dijo Víktor con un gesto incrédulo.

Stocking respondió con total seguridad:
—Porque estoy esperando el sueldo... y te tengo que pagar a ti las donas. Y además, me voy a comprar un pastel cuando tenga el dinero por fin.

Víktor suspiró, bajando un poco el tono hacia algo parecido a un intento de entendimiento.
—Los dulces son siempre prioridad, ¿o no?

Stocking rodó los ojos con fastidio y respondió con desgano:
—Pues obvio... para eso estoy aquí en primer lugar, goth boy.

Víktor respondió con un seco:
—Bah, es cierto.

Estaba a punto de dejar la figura de Litwick en la vitrina, cuando Stocking lo detuvo con un tono casi suplicante:
—Oye, goth boy... ¿me dejas verlo bien una última vez? Es que es tan pequeño y tierno...

Víktor la miró con incredulidad.
—¿Es una jodida broma?

—¿Quieres relajar esa puta boca "Señor oscuro"? además podemos guardarlo para el final, goth boy. ¿O acaso crees que si lo dejamos para el final provocaremos un apocalipsis o qué? —replicó Stocking con ironía, aunque sin ocultar la ternura en su rostro.

Víktor estuvo a punto de mandonearla con su actitud de siempre, pero verla así, con esa faceta inesperada, lo desarmó.
—Está bien... puedes. Lo guardaremos para el final.

Stocking sonrió levemente y siguió pasándole las demás figuras, mientras él las acomodaba con rapidez.
—De verdad que ordenas rápido esto, goth boy. ¿Acaso en tu casa te la pasas todo el día moviendo figuritas? —dijo con sarcasmo.

—¿Y tú te la pasas todo el día comiendo dulces? —retrucó Víktor sin levantar la vista.

—Pues lo haría encantada... si tuviera el jodido dinero, goth boy —bufó Stocking, extendiéndole la última—. Aquí tienes, el Litwick...

Víktor tomó la estatuilla notando la mirada de fastidio y algo de melancolia en ella y pensó para sí: De todas formas no es tan cara... es solo una estatuilla pequeña. Y con tal de que no me diga "goth boy"...

Alzó la voz hacia el encargado:
—¡Eh, ven! ¡Tu mejor cliente te habla!

El encargado se acercó resoplando.
—Aff, ¿qué quieres ahora, mocoso emo? Siempre vienes a molestar y tocarme las pelotas...

Pero al ver a Víktor junto a Stocking, arqueó una ceja y soltó:
—Ya es la segunda vez que los veo juntos, mocosos emo. No me engañan... ustedes son pareja.

—Sí, sí, como sea —replicó Víktor cortante, mostrándole la figura de Litwick—. Quiero comprar esto.

El encargado, al escuchar la palabra comprar, cambió de actitud de inmediato:
—Ah, esa no es tan cara.

Víktor pagó sin darle más vueltas. Stocking lo miraba sorprendida por el gesto inesperado. Cuando le entregó el dinero al encargado, Víktor se giró hacia ella y le extendió la mano con la figurilla.

Stocking estuvo a punto de tomarla, pero Víktor movió la mano hacia un lado, sacándosela de alcance. Ella lo miró molesta.
—Nah, nah —replicó él con una sonrisa picara—. Te la doy si dejas de decirme "goth boy"... por lo menos lo que resta del día. No es tan difícil, ¿no?

Stocking soltó un suspiro resignado.
—Agg... como quieras...

Al fin tomó la figura, la miró con ternura unos 3 segundos y, sin pensar demasiado, abrazó a Víktor con fuerza.
—¡Gracias, gracias goth...! —se corrigió rápido—. Gracias, Víktor.

Víktor se quedó helado, con los brazos rígidos, sin saber dónde ponerlos. Terminó dándole un torpe par de palmadas en la espalda, como quien no entiende qué hacer en medio de un abrazo.
—Ehm... sí, de nada...

No muy lejos, Brief observaba atento la "novela barata de góticos" con una sonrisa amistosa, alzando el pulgar hacia Víktor con un gesto cómplice

En ese momento entraron Rod y Darnel.
Darnel apenas los miró con curiosidad antes de seguir de largo, indiferente. Rod, en cambio, al ver el abrazo, no perdió la oportunidad: juntó sus manos e hizo un gesto obsceno para molestar.

Víktor lo fulminó con la mirada y, en un arranque infantil, le sacó la lengua. Rod soltó una carcajada mientras ambos iban a sentarse junto a Brief.

Stocking, notando la interrupción, se apartó del abrazo y, con desgano, dijo:
—Bueno, goth... digo, Víktor, iré a ver con qué fabuloso trabajo me sorprenderán ahora.

—Pues ve, hump... y espero que el próximo sí lo hagas con ganas —replicó él, entre sarcasmo y reproche.

Ella sonrió de lado y contestó con un tono mas amistoso y cierta complicidad:
—Je... jódete.

Se dio media vuelta y se alejó. Víktor volvió a sentarse con sus amigos mientras se ajustaba los guantes de cuero.

Rod lo miró con curiosidad, arqueando una ceja.
—¿Qué pasó, Víktor? ¿Qué fue eso? Me pica la curiosidad, cuenta.

—Pues ráscate la puta curiosidad si te pica tanto —le contesto Víktor, molesto.

Darnel, frío e indiferente, intervino:
—La verdad, a mí no me interesa... y tampoco debería interesarte a ti Rod. Deja de joder como un niño de cinco años.

Rod soltó una risa sarcástica.
—Pues mala suerte la tuya... porque hace mucho que ya cumplí los seis.

—Ja, idiota, qué chistoso —replicó Darnel sin inmutarse—. Cuando vayas a la universidad, podrías intentar entrar a la facultad de payasos. Seguro te aceptan al instante... y sales como alumno destacado.

Víktor, más tranquilo de lo habitual tras lo ocurrido con Stocking, terminó de ajustarse los guantes.
—Estoy de acuerdo con el bolas tristes de Darnel. Por muy extraño que suene, acaba de soltar factorianos.

Rod fingió indignación.
—Ay, vamos, Víktor, ¡cuenta, cuenta! ¡Somos tus putos amigos!

De reojo, se giró hacia Brief.
—Ah, claro... Brief estuvo aquí antes. Seguro él sabe.

Víktor lo miró fijo, casi desafiándolo. Brief, sintiéndose contra la espada y la pared, se rascó la cabeza con torpeza y sonrió de manera fingida.
—Eh... yo... no tengo idea de qué pasó. No me fijé, je...

Rod lo observó con una expresión seria, incrédulo.
—Claro... cómo no.

Víktor, recuperando su tono arrogante de siempre, gruñó:
—Ya basta anormal¡. Te cuento después... si dejas de hincharme mis testículos de gótico.

Rod alzó las cejas con una sonrisa maliciosa.
—¿Vaya, tienes testículos, Víktor? No sabía eso.

Víktor, visiblemente enojado, levantó la voz:
—¡Chicos! Su carismático líder, o sea yo, tiene una nueva idea: juguemos un juego super divertido. Se llama silencio silencioso. Las reglas son que solo Rod puede jugar.

Rod lo fulminó con la mirada y respondió sin perder la ironía:
—No quiero. No me gustó tu juego. Se escucha como una mierda.

Brief, que había observado todo el intercambio como quien presencia un espectáculo de circo, alzó tímidamente la voz:
—Joder...Oigan, ¿y qué tal si se atacan jugando Magic en vez de insultarse? Lo que quiero decir es... ¿por qué no jugamos de una vez?

Víktor suspiró, intentando poner orden.
—Sí, zanahorio tiene razón. Mejor juguemos de una puta vez en vez de perder el tiempo...

(Por dentro, claro, sabía que jugar Magic también era perder el tiempo, pero al final cada uno lo pierde como quiere supongo)

Los "Ganadores en la vida que seguro se la pasaran en modo experto" siguieron jugando magic (Dios que divertido)

Darnel, sin despegar la vista de su celular, murmuró con voz seca:
—Oigan... ya son las cinco y media. ¿Vamos ya?

Víktor se giró hacia él, visiblemente molesto, inflando el pecho como si lo hubiesen desafiado en su trono personal.
—¿Darnel, me ganas dos veces y ahora también das órdenes como yo? El que manda soy yo Y digo que son las cinco y media, ¡así que vámonos!

Darnel levantó la mirada del celular apenas un segundo.
—Cabrón, eso es exactamente lo que acabo de decir yo.

—Sí, pero el líder soy yo —replicó Víktor con arrogancia—. Y lo digo con más estilo.

Rod, conteniendo la risa, soltó un bufido:
—Pfff... ¿y el payaso soy yo?

Brief, intentando cortar la tensión, se levantó y se acomodó el PKE en la espalda. Los cuatro comenzaron a caminar hacia la salida de la tienda.

Mientras lo hacían, Víktor ladeó la cabeza y alcanzó a ver a Stocking moviéndose por los pasillos. Su silueta desapareció entre estantes de figuras y pósters, y él desvió la vista con un gesto ambiguo antes de seguir caminando.

Al salir, Víktor busca entre sus bolsillos desesperado.
—Esperen un poco... estoy buscando mi encendedor y mi cigarros no los encuentro.

Brief se apartó de inmediato, como si hubiera visto fuego.
Víktor lo miró curioso.
—¿Y ahora qué tienes, Brief?

El pelirrojo se rascó la nuca, incómodo.
—¿Vas a fumar? es que... no quiero oler a cigarro. Si mi papá después me huele, me mata. ¿Tu familia sabe que fumas, Víktor?

Antes de que él respondiera, Rod entró en escena con su sonrisa cabrona:
—No, no lo saben. Por eso a veces me da material para molestarlo: lo amenazo con que le voy a contar a su mamá.

—¡Cállate! —gruñó Víktor, sacudiendo la mano como si quisiera borrarlo del aire.

Darnel, con su calma inexpresiva, lo remató sin levantar el tono:
—Nunca entendí cómo te puede gustar esa mierda de fumar. Sospecho que lo haces para verte más "badass", rudo, misterioso o lo que sea. Pero lo único que pareces es un pendejo arruinando sus pulmones a tan joven edad.

Víktor sonrió con esa mezcla de arrogancia y terquedad que lo caracterizaba.
—Guarden silencio... al menos soy un pendejo con estilo.

En ese instante, la puerta de la tienda se abrió de golpe. Stocking salió hecha una furia, con el ceño fruncido y los puños apretados. Avanzó unos pasos y, sin pensarlo, le dio una patada brutal a un basurero. El objeto se volcó, regando bolsas y latas, y ella comenzó a pisotearlo con rabia, como si fuera su enemigo personal.

Brief se detuvo, sorprendido, y preguntó con inocencia:
—¿Qué le pasa a Stocking?

Darnel apenas levantó una ceja.
—Tu novia está loca, Víktor. Mira el desastre que está armando.

Rod, rascándose la cabeza con gesto confundido, añadió:
—Ni cuando la insultaste se enojó tanto... ¿qué diablos le pasa ahora?

Todos miraban a Víktor con expresiones que gritaban sin palabras: "Ve a hablar con ella, no seas idiota."
Él levantó las manos con fastidio, rindiéndose.
—¡Ya voy, ya voy! —bufó.

Rod no pudo evitar soltar un comentario mientras veía a Viktor encender un cigarro mientras caminaba hacia Stocking
—¿No que eras el líder? El que "resuelve". Pues anda, demuéstralo.

Víktor apretó la mandíbula y se acercó, expulsando humo por la nariz con actitud desafiante.
—Hey, Stocking... ¿qué pasa?

Ella giró la cabeza hacia él. Tenía los ojos cargados de ira, y respondió con un filo en la voz que podría cortar el aire.
—¿Qué quieres ahora, idiota? ¡No estoy de humor para que me jodas!.

Víktor, molesto, levantó la ceja y contestó rabioso con el cigarro colgando de la boca.
—Oh vaya¡, perdón por preocu...

No terminó la frase. Había aspirado demasiado humo al momento de intentar responder, y de inmediato se atragantó con el humo, empezando a toser como asmático. El cigarro cayó al suelo mientras él se doblaba un poco, golpeándose el pecho y soltando un par de jadeos ridículos.

El enojo de Stocking se quebró apenas un poco; no pudo evitar soltar una risa contenida por la imagen ridícula.
—Pfff... je... je... pedazo de idiota...—soltó, tapándose la boca con la mano.

Desde atrás, Rod, Brief y Darnel se miraban entre ellos con caras que decían: "¿En serio?

Víktor se recompuso, acomodándose la ropa y carraspeando como si nada hubiera pasado.
—Ejem... bueno... ¿me vas a decir por qué—?

Stocking lo interrumpió de golpe, levantando algo en sus manos como si se tratara de una tragedia de proporciones interplanetarias. En una llevaba a Honekoneko, su peluche, y en la otra, la cola del peluche arrancada.
—¡Es esto! —gritó casi dramática—. Estaba caminando por el pasillo con prisa, y la maldita cola se enganchó en una estantería. ¡Se desgarró y se desprendió! ¡¿Qué voy a hacer, agh?!

Víktor la miró un instante, incrédulo, intentando procesar el nivel de gravedad que ella le daba al asunto.
—¿Y no se puede coser... y ya?

—¡Podría! —replicó ella con furia—. Pero no soy una jodida experta. ¡No va a quedar igual si lo hago yo! ¿¡Es que no entiendes!? ¡Es como si a una de tus figuritas de virgen favoritas se le rompiera un brazo o alguna mierda así!

Ese ejemplo sí le entró en la cabeza. Víktor ladeó la cabeza, comprendiendo por fin.
—Vaya... ahora creo que sí lo entiendo.

—¡Bah! Que se jodan todos —soltó Stocking, cruzándose de brazos—. Voy a aprender a coser por si vuelve a pasar.

Víktor levantó la mano con calma.
—Pásamelo.

Ella lo miró incrédula.
—¿Tú? ¡¿Acaso sabes coser?! No te creo ni un poco.

—No, yo no —admitió él con una media sonrisa—. Pero sé de alguien que sí. Y va a dejarlo como si nunca hubiera pasado. Soy un hombre de palabra.

Stocking parpadeó al escuchar esa frase. Recordó cuántas veces Víktor la había dicho antes... y cómo, para su sorpresa, siempre había cumplido. Suspira con resignación, primero a la defensiva, sin querer entregárselo.
—Pero prométeme que mañana estará como nuevo.

—Lo prometo. En serio, pásamelo-- replico Viktor

Finalmente, Stocking le entregó el peluche y la cola desprendida. Sus ojos lo perforaban con una mirada asesina y dice con una seriedad que helaría la sangre.
—Cuídalo y arréglalo. Y más te vale no dejarlo peor, porque te juro que, si no cumples, voy a ir a tu casa y te voy a cortar los huevos sin anestesia, los voy a cocinar y se los voy a dar de comer a mi perro mientras observas impotente.

En ese instante, los tres detrás se quedaron petrificados. Rod abrió mucho los ojos, Brief tragó saliva y Darnel simplemente arqueó una ceja como diciendo "mierda".

Víktor tragó saliva también, un poco nervioso.
—Tsss... entendido. Pero no hacía falta la amenaza.

Y, en voz baja, procurando que Stocking no lo escuchara, murmuró para sí mismo:
—Inepta...

Un intento fallido de mantener algo de su orgullo.

Stocking se quedó mirándolo fijo, con los ojos abiertos como un tigre en plena cacería, observando a su presa.
—Víktor... lo digo en serio. —Su voz sonó baja, pero cargada de amenaza.

Víktor chasqueó la lengua y apartó la mirada.
—Tsss... sí, sí.

Dio media vuelta y comenzó a caminar con los demás.

Mientras avanzaban por la calle, Brief lo alcanzó, nervioso, agarrándolo del brazo y agitándolo con desesperación.
—¡Ay, Víktor! ¿¡En qué te metiste!? Stocking cuando se pone así da miedo... ¡la he visto! Está bien que a ti te guste lo oscuro y lo presumas, pero ¡joder, Víktor!

Víktor sacudió el brazo para zafarse, con fastidio.
—Cálmate, zanahorio. Ya sé lo que voy a hacer. Tengo un plan de genio.

Darnel lo miró de reojo, frío, sin siquiera levantar mucho la voz.
—Claaaro... porque llevarlo a un costurero, pagarle y que lo arregle es muy de genio. ¿Quién lo hubiera imaginado, Víktor?

Víktor levantó la barbilla con arrogancia.
—¿Sabes cuál es la puta diferencia entre tú y yo, Darnel?

Darnel ni se inmutó.
—Que yo no parezco salido de Hot Topic.

Víktor apretó los dientes y respondió casi escupiendo las palabras:
—¡No! La diferencia es que yo busco alternativas que nadie más piensa. Quedará como nuevo... y de paso, me saldrá gratis.

Darnel lo miró con esa misma expresión seca, casi robótica.
—Ajá... —fue todo lo que dijo.

Siguieron caminando los cuatro bajo las luces de la calle, y en ese silencio Rod se adelantó un poco, sonriendo al mirar a Víktor.
—Pff... has cambiado un poco. Y me gusta.

Víktor arqueó una ceja, distraído mientras observaba el peluche y la cola arrancada, analizándolos como si fueran un rompecabezas.
—¿A qué te refieres? Soy el mismo de siempre.

Rod se encogió de hombros, divertido.
—Sí, pero... ayudas a una chica cuando antes las odiabas, incluyes a Brief y hasta permites que venga a las reuniones... estás madurando un poquito.

Le guiñó el ojo mientras hacía un gesto con los dedos, indicando algo diminuto.
—Un poquito.

Víktor no respondió, simplemente siguió caminando con el peluche en mano, el humo del último cigarro aún impregnado en su abrigo.

Llegaron a la casa de Víktor. Apenas cruzó la puerta, se giró hacia los demás con ese aire de jefe mafioso que tanto le gustaba.
—Ok, Darnel, Rod, mis estimados compañeros... —alzó la barbilla con solemnidad—. Lleven a Brief al sótano donde hacemos las reuniones. y muéstrenle todo lo que solemos hacer ahí, ¿entendido?

Rod se cruzó de brazos, arqueando una ceja con media sonrisa burlona.
—Eso sonó muy gay, Víktor...

El gesto serio de Víktor se torció en enojo.
—¡Cállate! No estoy para tus jueguitos. Estoy a punto de ejecutar mi plan...

—Sí, sí, "plan de genio"... —murmuró Darnel con voz plana, mientras arrastraba a Brief al sótano junto con Rod.

Víktor subió las escaleras lentamente, con pasos medidos, como si cada uno marcara el ritmo de una ópera dramática donde él era el protagonista. Se plantó frente a una puerta cerrada. Su puño golpeó suavemente la madera.

—Hey, Lucy.. querida hermana —su voz sonó seria, cargada de orgullo tragado a la fuerza—. Necesito tu ayuda.

(Plan de genio, claro. A nadie se le hubiera ocurrido algo tan "brillante".)

Chapter 13: Peluche reanimado

Chapter Text

—¡No estoy! —diría Lucy con tono molesto, para luego rectificar con sarcasmo—. Bueno, sí estoy... pero no para cabrones como tú. Para cabrones como tú no estoy.

—¡Lucy, de verdad es serio! ¡Es un tema de vida o muerte! —replicó Víktor con un tono firme pero sincero.

Lucy abrió la puerta mientras se acomodaba su cabello rubio y, con un gesto incrédulo, respondió:
—Wow... ¿en serio? Dime, ¿qué pasa?

Víktor respiró hondo y soltó:
—¿Recuerdas cuando en la academia estabas con las porristas?

—Sí... —respondió ella, ya sospechando de las intenciones de su hermano.

—¿Y recuerdas que te encargaron coser los uniformes de porristas por si se rompían?

Lucy lo miró con escepticismo y contestó para molestarlo:
—Víktor, ¿cuál es el puto punto de esto? ¿Quieres que te consiga un uniforme porque quieres hacer de femboy ahora o algo así?

—¡No, tonta! —exclamó él, enojado—. ¿Cómo se te ocurre eso? Es que... como eres buena cosiendo, necesito que me repares este peluche.

Víktor extendió las manos, mostrando en una la cola desprendida y en la otra el cuerpo del peluche.

Lucy lo miró seria, arqueó una ceja y sin más, le cerró la puerta en la cara.

—Si tu guerra personal es conmigo, el peluche no es mío en sí... —Víktor tragó saliva, como si le costara admitirlo—. Es de una... amiga.

Lucy simplemente se paro a escuchar y de inmediato recordó haber visto a Stocking la vez que fue a la tienda por el incidente del espectro.
—Aaah, ya la recuerdo. ¿Es la que estaba comiendo donas? —preguntó con una sonrisita burlona—. ¿Y por qué te importaría tanto, Víktor? Hmm... —entrecerró los ojos pensativa—. ¿Es tu novia, tu amante, tu qué?

—¡Ya te dije que es mi amiga! ¿No te lavas las orejas? —replicó él, molesto.

—Oh, claro que me las lavé muy bien... —respondió ella con sarcasmo—. Después de que hicieras que la mugre de la arena de mi gato me cayera en la cabeza.

—¡Lucy, tú empezaste! —reclamó Víktor—. Esa noche hacía un puto frío tremendo y me mojaste con una jodida pistola de agua... ¡además empapaste mis cartas! ¿No crees que era justo?

—Ajá... —replicó ella arqueando una ceja—. ¿Comparas agua con mierda de gato?

Víktor suspiró resignado.
—Está bien, quizá me pasé un poco... lo siento. Y si recurrí a ti es porque de verdad te considero buena cosiendo mierdas, incluso mejor que mamá.

Lucy pensó cómo podría utilizar esta situación a su favor, luego soltó un largo suspiro y abrió la puerta con un poco menos de hostilidad.
—Está bien... lo voy a considerar. Pero dime, ¿por qué carajos te importa tanto la gótica esa? Admite que hay algo más.

Víktor cruzó los brazos, desvió la mirada y, aunque enojado, dejó ver un leve sonrojo.
—Está bien... ella se llama Stocking. Y sí... me atrae bastante. Cada vez que estoy con ella, un poquito más. Aunque suene patético, es cierto.

Lucy sonrió con malicia, saboreando haber puesto a su hermano vulnerable.
—Está bien, está bien... voy a arreglar esa mierda. Porque nunca te vi hacer algo así por una mujer. Ayudarla será, digamos, una especie de acto de sororidad de mi parte... y también porque te disculpaste y fuiste sincero.

Lucy entrecerró los ojos y añadió con una sonrisa traviesa:
—Pero como por tu puta culpa terminé con mierda de gato en la cabeza... vas a tener que limpiar tú el arenero de mi gato por toda la puta semana. ¿Trato? —extendió la mano, disfrutando el momento—. Ah, y si funciona coserlo y la gótica se pone de buenas contigo... me lo vas a deber a mí.

Víktor gruñó entre dientes, cruzando los brazos antes de extender la mano a regañadientes.
—Está bien... trato.

Lucy le apretó la mano con fuerza, con una sonrisita maliciosa.
—Eso pensé... Awww, mi hermanito está enamorado —canturreó con burla, disfrutando de verlo sonrojado.

Víktor apartó la mirada, apretando la mandíbula.
—Lucy, de paso... ¿por qué no coses también esa sucia boca tuya que usas para decir tantas estupideces?

Ella rodó los ojos, dándose media vuelta hacia su habitación.
—Nah, no gracias. Y, Víktor... ten cuidado al entrar a tu cuarto. Puse un tarro de pintura negra en la puerta para que te caiga encima como venganza, pero ahora, como estamos de buenas, te lo advierto. Ups...

Lucy cerró la puerta de golpe, dejándolo solo en el pasillo. Víktor quedó mirando la madera con frustración antes de soltar un bufido.

Dentro de su cuarto, Lucy ya estaba sentada con aguja e hilo en mano. Miró el peluche y pensó con sarcasmo:
"Qué peluche tan raro... siento como si me mirara al alma. Será fácil de reparar. Y pff, con tal de que él limpie el arenero por una semana, es pan comido. Todos ganamos".

Mientras tanto, Víktor abrió con cuidado la puerta de su habitación. Por la advertencia de Lucy se apartó rápido, y el tarro de pintura cayó al suelo haciendo un estruendo.
—Agg... después limpio esto. Lucy, estás loca... —masculló, bajando las escaleras rumbo al sótano, donde lo esperaban Brief y los demás.

Mientras tanto, Stocking atendía en la tienda. Una punzada de migraña en un ojo la estaba matando, y el constante tic-tac del reloj la desesperaba. Miraba la hora con rabia, esperando que llegaran las 6:30 para terminar su turno. Los minutos parecían eternos, y cada pregunta absurda de un cliente era un clavo más en su paciencia.

Cuando por fin vio que eran las 6:30 en su celular, pensó para sí misma: "Yey". Acto seguido, soltó con sequedad:
—Ya no es mi problema. Pregúntale a la del turno de tarde.

Metió un dulce de los que sobraban en su turno en la boca con rabia, agarró sus cosas y salió de la tienda. Afuera, se movía impaciente mientras tecleaba un mensaje a Panty:

Stocking: "¿No estás haciendo nada?"

La respuesta tardó tres minutos en llegar:
Panty: "Le escondí las llaves del coche de mierda a las hermanas culo rojo. Las muy putas las están buscando por todas partes, jiji. ¿Por qué preguntas? ¿Quieres que te pase a buscar de nuevo?"

Stocking contestó con un simple:
Stocking: "SI"
(seco, sin stickers ni nada más).

A los segundos llegó otra respuesta: una foto de Scanty buscando bajo el sofá mientras Kneesocks lo levantaba.
Panty: "Nah, mira, es divertido ver cómo buscan las llaves las muy putas. Camina, así bajas un poco los dulces que te tragas."

Stocking tecleó con fastidio:
Stocking: "Panty, no estoy para mierdas. Me pasó algo grave, de verdad ven. Además, dice la leyenda que la hermana mayor que deja sola a su hermana menor tendrá mal sexo por 100 años."

Panty: "Ya, ya, ya voy. Y sé que acabas de inventar esa mierda... pero igual voy, por si acaso."

Diez minutos después, Panty llegó en el See-Through y gritó con descaro, hurgándose la nariz:
—¡Sube, lonjas de azúcar!

Stocking entró al auto sin decir nada. Panty la miró de reojo y preguntó con su tono burlón:
—¿Qué es eso tan horrible que te pasó? ¿Se te cayó un helado mientras lo comías? Oye... ¿y el peluche horrible ese? ¿Se te quedó adentro? Ve a buscarlo rápido, no tengo todo el día.

Stocking respondió seria, con tristeza en la voz:
—Esa mierda pasó... Honekoneko se rompió.

Panty arqueó una ceja.
—¿Y? Pues cómprate otr—

—¡Es que no entiendes, bruta! —la interrumpió Stocking con furia, imitando la voz de Panty para burlarse— "cumprateh utroh". ¡No quiero otro! ¡Quiero el mío! No sabes todas las cosas que viví con él, y me dices "cómprate otro"...

Panty la miró con desgano, sin tomárselo muy en serio.
—Ya, ya, sí sí, como sea... Stocking. ¿Y dónde lo dejaste, si se rompió?

—Ahora mismo lo están operando... para ver si tiene arreglo —respondió Stocking con voz fría.

Panty soltó una carcajada.
—¿"Operando"? Ja, puta exagerada, como si fuera una perso—

Se calló al ver los ojos de su hermana: una mezcla de furia y tristeza que no solía mostrar. cambiando el tono, encendió el auto.
—Bien, bien... mejor cambiemos de tema. —Y pisó el acelerador, saliendo disparada.

Stocking seguía mirando por la ventana, seria, mientras el paisaje pasaba como si nada.

Panty, que no soportaba el silencio mucho rato, intentaba pincharla.
—Oye, Stocking, mira lo que tengo aquí —dijo, con una mano en el volante y con la otra agitando las llaves del G-String con una sonrisita maliciosa—. Jajaja, las perras esas si quieren salir van a tener que pagar el puto bus o caminar. ¿Te imaginas? ¿Scanty y Kneesocks con sus caras de estreñidas subidas en un autobús? ¡Wuajajaja!

Stocking solo respondió con un "seh" apagado, sin siquiera girar la cabeza.

Panty rodó los ojos.
—Bien... si para ti es tan importante... hablemos de eso, a ver si de una vez abres la boca. ¿Quién lo está "operando"?

Stocking dudó un segundo, pero contestó con un hilo de voz:
—Goth b... digo, Víktor.

Panty giró la cabeza, incrédula.
—¿Qué? ¿El inútil ese sabe coser? Pfff. O sea, se ve afeminado, y ahora resulta que también se maneja con aguja e hilo. ¿Segura que no es gay?

Stocking apretó los labios, fulminándola con la mirada.
—¡No es gay! Y no es que él sepa coser, me dijo que conoce a alguien que puede arreglarlo. Además... aunque suene raro, confío un poco en él.

Dijo esto último mientras miraba la pequeña figura de Litwick que Víktor le había comprado, acariciándola con el pulgar como si fuera un recordatorio silencioso.

Panty se percató del detalle y entrecerró los ojos, dándose cuenta de algo.
—Ah, ya... —dijo con tono socarrón—. ¿Ahora te lo quieres coger o qué?

Stocking bufó indignada.
—Panty, en serio... te voy a dar una patada que te va a sacar volando del coche, y después conduciré yo, dejándote tirada.

Panty se rió como si nada.
—Pues bien, no importa. Después hago que me recoja un chico guapo, me lo cojo, y llego a la iglesia más feliz que tú con tu peluche.

Stocking giró los ojos y volvió a mirar la ventana, intentando ignorarla.

Panty, sin embargo, la observó de reojo. La veía con la figurita como si fuera algo frágil, distinto al sarcasmo con el que siempre se escudaba. No dijo nada más, pero en su cabeza pensó:
"Mierda... esto quizá sea como la ultima ves... sí va en serio para ella."

Panty seguía conduciendo, echando vistazos rápidos a su hermana. El silencio en el auto se hacía raro, incómodo incluso para ella.

—Oye, Stocking —soltó al fin, con un tono burlón pero no tan exagerado como antes—. Si confías en ese Víktor para arreglar a tu muñeco... no será porque empiezas a confiar en él para más cosas, ¿o sí?

Stocking giró apenas la cabeza, arqueando una ceja.
—¿Qué mierda quieres decir con eso?

Panty sonrió, pero su mirada era más calculadora que bromista.
—Nada, nada. Quizá..esta ves si lo apruebo..

—Solo cállate —respondió Stocking seca, sin siquiera girar la vista.

Panty levantó una ceja sonriendo, pero no insistió más. El resto del camino transcurrió en silencio hasta que llegaron a la iglesia.

Subieron juntas por el ascensor y, al abrirse las puertas, se toparon con un desastre en la sala principal. Scanty y Kneesocks estaban como locas, revolviendo muebles y tirando cojines por el suelo mientras discutían entre sí.

Scanty, con el rostro mas rojo de lo habitual por la frustración, gritó:
—¡Ay, mierda, querida hermana! ¿Dónde dejamos las llaves? ¡Me estoy desesperando!

Kneesocks levantaba sofás con una fuerza impropia de alguien tan elegante, revisando cada rincón con desesperación.
—Ya revisé tres veces la mesa de entrada, el escritorio y hasta la cocina. ¡No están en ningún lado!

Panty se cruzó de brazos, disfrutando de la escena como si fuese un show privado.
—Oh, qué tragedia... ¿las princesitas tendrán que tomar el bus? —dijo en tono burlón, sacando las llaves del G-String de entre sus pechos y agitándolas disimuladamente detrás de la espalda para que Stocking lo notara.

Kneesocks, con un destello de triunfo en los ojos, señaló con fuerza:
—¡Scanty, mira! ¡La perra rubia indecente las tiene escondidas detrás de ella! ¡Era obvio!

Scanty, con su cabello verde agitándose de la rabia, lanzó un grito furioso y se abalanzó sobre Panty.
—¡Dámelas ahora mismo, zorra descarada!

Panty reía descaradamente mientras agitaba las llaves en el aire.
—¡Wuajajaja! ¡Ven a buscarlas, puta con olor a vino barato¡

El forcejeo se volvió un caos: Kneesocks se lanzó para ayudar a su hermana, entre las dos intentaban sujetar a Panty, pero la rubia pataleaba y gritaba insultos mientras se revolcaban en el piso como si fuera una pelea callejera barata.

—¡Stocking, ayúdame, mierda! —gritó Panty desde abajo, con la cabeza casi aplastada entre las rodillas de Scanty.

En un movimiento rápido, como un pase de fútbol americano, Panty lanzó las llaves en dirección a su hermana. Stocking, con una expresión de hastío, apenas las atrapó. Miró a las tres forcejeando como animales y bufó, ya harta de todo el día.

—Este día es una puta mierda y joden mas... —murmuró con los ojos encendidos de furia.

De pronto, sin pensarlo dos veces, abrió de golpe la ventana y con rabia lanzó las llaves al exterior, rompiendo el vidrio en el proceso. El sonido del cristal estrellándose resonó en toda la sala.

Las demonio se quedaron congeladas un segundo, antes de soltar a Panty y correr desesperadas hacia la ventana rota.
—¡N-no puede ser! —exclamó Scanty con el rostro desencajado.
—¡Querida hermana, debemos recuperarlas! —añadió Kneesocks, y ambas salieron a toda prisa como si su vida dependiera de ello.

Panty, despeinada y con la ropa arrugada por el revolcón, se levantó del suelo muerta de la risa.
—Wuajajaja, ¡qué genia eres, Stocking! Ahora sí que se van a arrastrar esas pendejas para encontrar sus putas llaves del coche.

Stocking, en cambio, solo le dio la espalda y se fue directo a su habitación, cerrando la puerta de un portazo cansada del día.

Mientras tanto, en la casa de Viktor el abrió la puerta de su sótano. El lugar estaba lleno de pósters de cosas geeks que encantaban al grupo: videojuegos, películas, anime y cómics. En el centro había una mesa. Las sillas de Rod, Darnel y Brief eran simples, baratas, pero la de Viktor destacaba: un sillón negro destartalado, con partes de la felpa saliendo por los costados, como si fuera un trono decadente.

Viktor se sentó en su sillón con aire de jefe mafioso de caricatura. Mientras tanto, Darnel, Rod y Brief conversaban de manera banal.

—Oye, Brief —preguntó Rod con una sonrisa pícara—, ¿en las mujeres qué te gusta más? ¿Las tetas o el culo?

Brief, nervioso y ruborizado, respondió tartamudeando:
—E-emm... no sé... mientras sean las de Panty... l-las dos.

Rod giró la cabeza hacia Viktor.
—¿Y tú, Viktor?

Él, encogiéndose de hombros, dijo con indiferencia:
—No sé... ¿las tetas quizá? Nunca me lo pregunté mucho.

Rod soltó una carcajada sarcástica.
—Pfff, qué mal gusto. Las tetas son para los bebés....literalmente... El culo es para los hombres.

Viktor, ofendido, le replicó con el ceño fruncido:
—No me digas "bebé", payaso de porquería.

Rod lo ignoró con una sonrisa burlona y cambió el tema:
—¿Y tú, Darnel? ¿Qué prefieres?

Darnel lo miró con esa frialdad característica y respondió:
—Las bocas cerradas... para no escuchar mierda molesta como la tuya.

Rod puso cara de burla y se inclinó hacia él.
—¿Ah, Darnel? ¿Eres del otro bando entonces? ¿Te gusta mi boca?

Antes de que siguiera, Viktor golpeó la mesa con el puño, harto de la estupidez.
—¡Ya, ya fue!

Se inclinó hacia Brief, mirándolo con severidad.
—Bien, Brief. Supongo que ya te explicaron qué carajos solemos hacer aquí, ¿no?

Brief parpadeó, pensativo, y luego sonrió nervioso.
—Mmm... no mucho. Solo hablamos de videojuegos y películas... discutimos quién ganaría entre Batman e Iron Man.

Rod levantó la mano rápidamente.
—Y sostengo que gana Iron Man.

Darnel bufó.
—Pero ¿cuál versión, pendejo? Ya te expliqué que tienes que escoger una versión concreta del personaje para tomar en cuenta sus hazañas. Yo creo que, usando las versiones más regulares, ganaría Batman con plan—

Rod lo interrumpió exagerando la voz en tono de burla:
—"¡Butman con plianazión!", eso siempre dicen los tontitos como argumento. Piensa en uno nuevo.

Viktor se agarró la cabeza, exasperado, y gritó:
—¡Ya y ya! O sea, ¿no te explicaron nada y perdieron el tiempo en esa mierda?

Brief se encogió de hombros y sonrió, inocente:
—Pues... sí.

Viktor agitó la mano con gesto teatral, fastidiado.
—Ok, ok... repasemos la situación. Ya que Brief es el nuevo, necesito incluirlo al server de Discord. ¿Tienes Discord, Brief?

Brief asintió con una sonrisa nerviosa.
—Sí... lo tengo. Pero ya no lo uso tanto, solo para cosas concretas...

—Perfecto, zanahorio —dijo Viktor, inclinándose hacia él—. ¿Me lo podrías pasar para agregarte al ser—

Rod lo interrumpió con tono burlón:
—Ay... Viktor, eso no se va a poder.

Viktor frunció el ceño.
—¿Y por qué no? ¿Qué carajo pasó ahora?

—Porque el server ya no existe —soltó Darnel con su voz fría.

Viktor los miró con sospecha, apretando los dientes.
—¿Cómo que ya no existe? ¿Qué carajos? ¡Hace rato que no me meto, y lo primero que me dicen es que el server en el que me saqué la mierda trabajando ya no existe!

Rod levantó las manos en un gesto de calma.
—A ver, a ver... existir, existe. Pero... lo raidearon.

—¿¡Cómo que lo raidearon!? —Viktor casi gritó.

Darnel señaló a Rod sin pestañear.
—Fue culpa de este imbécil. Se quiso hacer el gracioso, se metió a otros servers a joder, conoció a alguien ahí, la metió al nuestro... y nos raidearon.

Rod levantó la mano como alumno en clase. Viktor bufó.
—Ag... está bien. Habla, Rod.

Rod se aclaró la garganta tosiendo antes de empezar.
—En mi puta defensa, la tipa decía que intercambia y vendia cartas baratas si la unía al server. Y además yo—

—Ohh, vaya, qué brillante —lo cortó Darnel, sarcástico—. ¿Y vas y le crees? ¡Genio!

—Darnel —intervino Viktor con severidad—, para no pisarnos al debatir, levanta tu puta mano si quieres hablar.

Darnel lo miró con desdén, pero levantó la mano de mala gana.
—Así me gusta —dijo Viktor, con una sonrisa torcida—. Ahora sí, habla.

—Lo mismo que ya dije: no deberíamos meter gente que no conozcamos. Solo gente de la vida real. No podemos confiar. Pero claro, este pendejo, por conocer a una mujer que "vendía" cartas baratas, va y la mete. Resultado: nos raidean.

Brief, tímido, levantó la mano. Viktor lo miró desde su sillón, con una pierna sobre la mesa y la mano sosteniendo la cabeza pensativo.
—Habla, Brief.

—Ejem... yo digo que, en vez de seguir peleando y echarnos culpas, hagamos un server nuevo. ¿No? Así empezamos de cero.

Viktor suspiró y asintió.
—Está bien... zanahorio tiene razón. Haremos uno nuevo. Ya está, debate resuelto.

Brief sonrió, sintiéndose útil.
—Bueno... al menos sirvo para algo —murmuró con un dejo de satisfacción.

Rod aplaudió una vez, buscando retomar la charla.
—Oigan, falta poco para Halloween. ¿Alguna idea de qué podríamos hacer? Yo tengo varias: por ejemplo—

De pronto, se escucharon fuertes golpes en la puerta del sótano. Una voz chillona y molesta irrumpió:
—¡Víktor! —gritó Lucy desde arriba—. ¡El peluche ya está, quedó como nuevo! No me costó nada, así que sal de esa cueva de mierda donde pretendes reinar y ven a buscarlo.

Víktor dio un respingo, salió disparado, abrió la puerta de un tirón y, sin mirar siquiera, le arrebató el peluche.
—Gracias —soltó rápido, casi seco, y le cerró la puerta en la cara.

Regresó a toda velocidad y dejó el peluche sobre la mesa con cuidado, sacando el celular para fotografiarlo.

Darnel lo observó arqueando una ceja.
—¿De verdad es necesario sacarle una foto a... eso?

Víktor, sin apartar la vista de la pantalla, respondió:
—Seh. Así ella queda con la conciencia tranquila...

Brief ladeó la cabeza con una sonrisa tímida.
—Je... es un poco considerado de tu parte.

—Bueno, como decía... —intentó retomar Rod, pero Víktor lo ignoraba, ajustando la luz y el ángulo como si estuviera haciendo una sesión profesional al peluche.

El tiempo pasó entre charlas dispersas, hasta que el grupo terminó por irse. Cuando se quedó solo, Víktor subió a su habitación. Todavía estaba lidiando con los restos de pintura en la puerta, limpiando a medias. Al fin, exhausto, se recostó en la cama.

Sacó el celular, abrió el chat y mandó la foto del peluche a Stocking. Se quedó mirando la pantalla, esperando.

En su cuarto, Stocking estaba hecha un burrito entre las sábanas, desanimada, pero al ver el mensaje abrió los ojos con un destello de esperanza. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro: su peluche estaba allí, entero.

Víktor escribió:
Ya está tu peluche... ¿ves? No fue para tanto. Eres una dramática.

Stocking respondió mandando un corazón junto con un:
Buen trabajo

Al ver el corazón, Víktor se sonrojó, su pecho se llenó de ilusión. Pero el golpe vino rápido.

Otro mensaje apareció enseguida:
Ah, y el corazón es para Honekoneko, no para ti. No te hagas ilusiones.

El rostro de Víktor cambió en un instante: rabia y decepción mezcladas. Tecló con brusquedad:
Sí, ya sabía. No soy un tonto. Mañana te lo paso.

Luego dejó el celular a un lado, hundiéndose en la almohada, murmurando para sí mismo:
—Sí, sí... mañana se lo paso.

Chapter 14: Goth boy entra al templo del señor

Chapter Text

Viktor se levantó temprano, se duchó y se vistió con sus pantalones de cuero negro, botas y cinturón con hebilla plateada. Esta vez no llevaba chaqueta: solo un suéter negro con las mangas arremangadas, como si estuviera listo para arreglar un motor... o iniciar una revolución. Tomó su mochila y se dirigió al instituto.

Odiaba ese lugar. Sentía que ahí perdía su "rol" de líder natural. Ahora solo era un geek más en medio de normies que probablemente lo miraban como si fuera un simple goth edgy rarito.

Sacó el celular y escribió a Stocking:

Viktor: No puedo ir de inmediato, tengo que venir a este puto instituto de mierda. Supongo que después de clases paso a tu trabajo.

Stocking, que estaba en pleno sueño reparador, abrió un ojo con fastidio y respondió entre bostezos:

Stocking: Hoy no trabajo.

Viktor levantó una ceja.

Viktor: Oye, supongo que tampoco vienes aquí al instituto, ¿no? Digo, eres un ángel... ¿para qué?

No hubo respuesta. Se mordió el labio, pensando:
"Bah... seguro no quiere que la moleste. Pero necesito saber dónde carajos vive. Hmmm..."

Acto seguido, le escribió a Brief:

Viktor: Estoy en el comedor. Búscame y siéntate conmigo ahora.

Se dejó caer en una mesa con teatralidad, arrojando la mochila como si estuviera cansado de cargar el peso del mundo. Al poco rato apareció Brief, radiante como un cachorro con dueño nuevo.

—¡Hola, Vik! ¿Te sentías solo? Me alegra que recurras a mí —dijo sonriente—. Pensé que estabas con Rod y Darnel.

—Te necesito, Brief —respondió Viktor con solemnidad—. Tu líder tiene una misión muy importante para ti.

Brief lo miró entusiasmado.
—¿En serio? ¿Cuál?

Viktor abrió su mochila y levantó a Honekoneko como si fuera Excalibur.
—Necesito que me lleves donde vive Stocking. Y amigo tú conoces el camino.

Brief asintió.
—¡Claro! Siempre paso por ahí. Será divertido que vengas, seguro hasta conoces mejor a Panty, Garterbelt y las demás.

—Oye, oye, tranquilo —gruñó Viktor—. Solo me interesa darle el peluche a Stocking... bueno, y ver a esas demonios que me contaste. Me las imagino como Spawn o Hellboy.

Brief carraspeó.
—Eh... seh... mejor descúbrelo tú mismo.

En ese momento, el celular de Viktor vibró. Casi se le cae de las manos, pero lo atrapó justo a tiempo, intentando disimular el susto con una sonrisita nerviosa. Era Stocking.

Stocking: Me acabas de despertar de nuevo, tonto.
Solo trae mi maldito peluche. ¿Quieres que te dé la ubicación?
Y sobre ese circo que llaman "instituto": solo voy cuando el director nos ruega que matemos algún espectro. Pasamos como si fuéramos estudiantes, nada más.

Viktor: Vale, no hace falta que mandes ubicación. Ya sé cómo llegar a tu casa. Lo tengo planeado todo como siempre.

Stocking: Ajá. Déjame adivinar: ahora que eres amiguito de Brief, solo le preguntaste dónde vivo, ¿no?

Viktor: No.
Viktor: Bueno sí, quizá... pero un buen líder aprecia la información de sus seguidores.

Stocking: ¿Adiviné? Ja... deja de hacerte el payaso arrogante. Trae el peluche y déjame dormir. Me estoy poniendo de mal humor.

Viktor suspiró y guardó el celular. Brief lo miraba curioso.
—¿Qué lees tan atento, Vik?

—Nada... —respondió, encogiéndose de hombros—. Oye, ¿cómo conociste a Panty y Stocking?

—Pues aquí mismo, en el instituto. Vinieron a derrotar a un espectro.

Viktor chasqueó la lengua.
—Tsk. Ojalá me hubiera mudado antes para ver toda esa mierda.

De repente, dos jugadores del equipo deportivo empezaron a darse pases con una pelota en medio del comedor. Uno de ellos, con intención de molestar, se la lanzó directo a la cabeza de Brief justo cuando mordía su sándwich. El pobre casi se atraganta y empezó a toser como loco.

Viktor primero señaló con el dedo y se rió:
—¡WUAJAJA! Te dieron en toda la frente... —pero al ver que Brief se estaba asfixiando, cambió de tono— ¡Oh, mierda! ¡No te mueras ahora! ¡Te necesito vivo! ¡Si quieres, muérete después de decirme dónde vive Stocking!

Brief golpeó la mesa tosiendo hasta que finalmente escupió lo atorado. Viktor le dio unas palmaditas en la espalda y añadió:
—Idiotas de mierda... —diría mientras levantaba el dedo del medio—. Después ya veré cómo vengarte. Este tipo de cosas me hace recordar por qué el puto instituto de mierda no es para gente como yo, Brief...

Aún con lágrimas en los ojos, Brief lo miró confundido.
—Vik... ¿gente como tú? ¿A qué te refieres con eso?

—Pues eso, ya sabes... —respondería Viktor con una arrogancia estúpida— un jodido genio, soy muy inteligente para esta mierda. Este instituto no es para genios. La mayoría de los genios dejan los estudios para aprender por su cuenta.

Brief lo observó, dudoso, pero para no discutir solo respondió alargando la palabra con una sonrisita incómoda:
—Claaaaaroooo... lo que tú digas.

Después de unas increíbles clases, dignas de un sistema educativo de primer mundo, Viktor y Brief salieron caminando rumbo a la iglesia.

Viktor, cargando la mochila como si pesara cien kilos, resopló:
—¿Todavía falta mucho? ¿Cómo carajos va a quedar tan lejos?

Brief sonrió con calma.
—Sí... un poquito. Vamos, no te quejes tanto.

Viktor lo miró de reojo.
—No me estoy quejando... estoy declarando verdades. Maldito sol ¿cómo es posible que haga calor en octubre?

Se secó el sudor de la frente con el antebrazo, exagerando como si estuviera cruzando el desierto. Luego añadió con solemnidad dramática:
—¿Sabías que el sol es la kriptonita de los góticos Briefer?

Brief frunció el ceño, pensativo, y luego asintió despacio.
—Mmm... supongo que tiene sentido.

Viktor levantó la mano hacia el cielo, teatral:
—¡Exacto! ¡Nos consume la energía vital! ¡Es como si Dios mismo hubiera instalado un foco gigante para jodernos!

Brief se rió, tratando de no llamar la atención de los transeúntes.
—Bueno, entonces considéralo entrenamiento... para que cuando llegues con Stocking no estés todo derretido.

Viktor lo miró con ojos entrecerrados.
—Touché, Brief. Touché.

Llegaron finalmente a la iglesia. Brief, con la naturalidad de alguien que va todos los días, tocó la puerta.

Viktor estaba un paso atrás, brazos cruzados, mirada fija en la entrada. Su rostro mostraba molestia, pero en realidad era más inseguridad que enojo. No tenía idea de qué iba a encontrar dentro.

La puerta se abrió y apareció Garterbelt, acomodándose el afro.
—Ah, eres tú, Brief y... —al ver a Viktor detrás, levantó una ceja—. ¿Un amigo emo?

Viktor apretó la mandíbula, molesto.

Brief intervino rápido, nervioso:
—Oye, no le digas emo... le molesta mucho. Además, es amigo de Stocking también.

Garterbelt chasqueó la lengua y sonrió burlón.
—Ahhh, ya... eso sí tiene más sentido. Entre emos se entienden, supongo.

Viktor lo fulminó con la mirada. El cura, examino a Viktor de pies a cabeza con una sonrisa, luego simplemente soltó:
—Ya pasen, pasen. Un buen cura siempre permite que los hijos del Señor conozcan el templo... desde adentro.

El comentario dejó un silencio incómodo. Brief carraspeó y tiró de Viktor para entrar.

Viktor y Brief subieron en el ascensor que conectaba con la sala principal. El ambiente metálico hacía eco con cada movimiento. Viktor, aún con los brazos cruzados, se inclinó hacia Brief y dijo curioso:

—Oye... ¿ese padre con afro es como... el que las cuida o algo así?

Brief sonrió tranquilo.
—Sí, más o menos. Es como... el encargado.

Viktor frunció el ceño.
—Pues me miró raro...

Brief se rió un poco.
—Ay, confía, Viktor. Conmigo siempre ha sido buena onda.

Viktor resopló, mirando el panel de botones.
—Mierda, ¿este ascensor funciona a base de pilas o qué? He visto vacas pastar más rápido que esto.

Brief trató de aguantarse la risa.
—Es viejo, Viktor... ten paciencia.

Viktor se acomodó la mochila en el hombro.
—Viejo es poco... esta chatarra vibra como si en cualquier momento fuera a abrirse el piso y caigamos al infierno. Aunque pensándolo bien, ¿qué diferencia hay? Ese cura ya da miedo... ya sabes lo que dicen de los curas, ¿no?

Brief rió bajito.
—No seas así, Garter es buena persona.

Viktor arqueó una ceja.
—Ajá...

Brief ya no pudo aguantarse y se rió.
—Vaya, eres todo un caso, Vik.

Viktor se encogió de hombros, orgulloso.
—No soy un caso, Brief... soy la voz de la verdad.

El ascensor se abrió con un "ding".

En la sala, Panty estaba en calzones comiendo papas en el sillón; Kneesocks leía un libro con seriedad, y Scanty tomaba té con postura elegante frente a la tele.

—¡Hola, chicas! —saludó Brief con entusiasmo.

Panty ni lo miró mucho.
—Geek boy, viniste como siempre... yey. —Le lanzó ropa arrugada—. ¿Puedes lavar esto, por favor?

Entonces notó a Viktor.
—Vaya, vaya... también está el goth boy. ¿Vienes a cogerte a Stocking? Menos mal... últimamente está irritable.

—Cállate... —respondió Viktor, molesto.

Brief, recogiendo la ropa que Panty le tiró y tomándola en sus brazos, trató de mantener la calma y cambiar el tema.
—Viktor, ellas son Scanty y Kneesocks... son demonios reales como los que querías ver —dijo con orgullo al presentarlas.

Viktor se adelantó, observando a Scanty y a Kneesocks como si estuviera evaluando el diseño de personajes de un cómic o un videojuego.
—Hmm... los cuernos, eso está muy cool, la verdad. Y el color de cabello, nada común: llamativo, distinto. —asintió con aprobación.

Las dos demonio se miraron entre sí, sorprendidas por lo que parecía un halago.

Pero Viktor siguió:
—La piel roja es un detalle bad ass, les da presencia. Peeero... un poco cliché. —se inclinó hacia Kneesocks—. ¿Los demonios tienen problemas oculares? No me lo esperaba... ¿así que también usan lentes? Raro eso. Y los uniformes... sí, elegantes, pero meh, esperaba algo más intimidante, tipo armaduras, cadenas, fuego, algo así... —hizo un gesto desganado y remató seco—. Pff, un poco decepcionante de lo que esperaría de demonios... parecen más unas Monster High.

Scanty y Kneesocks pasaron del orgullo al enfado en un segundo.
—¿¡Disculpa!? —saltaron al unísono, molestas.

Scanty, con los dientes apretados, lo señaló con furia:
—¡Niño gótico de mierda insolente!

Kneesocks, en cambio, se acomodó las gafas con calma, aunque sus ojos brillaban de fastidio.
—Qué interesante... un mortal que cree que tiene derecho a criticar nuestra estética como si fuéramos figuritas coleccionables. Qué patético.

Brief, sudando frío, intentó mediar.
—Ejem, ejem... calma, calma... todavía está aprendiendo las reglas del lugar...

Viktor apartó su mano con brusquedad.
—No me mandonees, Brief.

Panty estalló en carcajadas desde el sillón.
—¡JAJAJA! No puede ser... ¿en serio? El goth boy las trato como si fueran personajes de un puto videojuego de mierda. —miró a Viktor con burla—. ¿Esperabas que Scanty fuera intimidante solo por ser demonio? ¡Más intimidante es entrar al baño después de que alguien con diarrea lo use!

—¡Cierra la boca, rubia indecente! —bufó Scanty. Luego señaló a Viktor—. Y tú, mocoso gótico, será mejor que aprendas las Reglas de convivencia de aquí dentro.

Kneesocks asintió con elegancia, aunque furiosa.
—Bien dicho, querida hermana. Cómo se atreve a faltarnos el respeto así... el mocoso no tiene modales.

Viktor resopló, aburrido.
—Agh, como sea... oye, Brief, ¿puedes traerme un vaso de agua? Tengo sed de tanto caminar... y no sé dónde está la cocina.

—Claro... —dijo Brief, a punto de moverse.

Panty lo detuvo:
—¡Epa! Geek boy, primero lava mi ropa.

Brief quedó atrapado entre ambos, mirándolos sudando frío.
—Ay... ¿qué hago primero? —balbuceó—. Olvídalo, voy a lavar la ropa rápido. ¡Ya vuelvo, Viktor!.

—Mierda, Brief... —gruñó Viktor, rodando los ojos—. ¡No te regales así! No seas simp, ¡sé mejor que eso!

En ese momento, la puerta del pasillo se abrió y apareció Stocking, con un ovillo de hilo en las manos.
—¿Qué tanto escándalo hacen? Estoy intentando coser y con todo ese ruido no me puedo concentrar —preguntó con fastidio. Luego vio a Viktor—. Oh, viniste. Estaba practicando costura. Sígueme.....Ahora.

Viktor se cruzó de brazos.
—Ah, sí, sí vine. ¿Ni un "gracias" ni nada? Hmpf. —Intentó sonar orgulloso, pero la siguió enseguida sin rechistar.

Entró a la habitación de Stocking con los brazos cruzados, simulando una falsa molestia.

—¿Trajiste el...? —iba a preguntar Stocking, pero Viktor la interrumpió levantando a Honekoneko.

—Más te vale decirme gracias, al menos... inepta. Me tragué el orgullo con mi hermana, le pedí disculpas, tuve que caminar un montón, me estaba derritiendo y—

Stocking no lo dejó terminar: tomó a Honekoneko, lo examinó mientras Viktor hablaba, lo abrazó con ternura... y luego abrazó también a Viktor.

—Está como nuevo, goth boy. Gracias... este peluche es muy importante para mí.

Viktor, torpe, intentó corresponder el abrazo, esta vez sin quedarse tieso como la última vez.

—D-de nada... pero te dije que no me dijeras goth boy...

Stocking sonrió con la ternura que solía mostrar con sus dulces o peluches.

—Je, ya pasó el día, así que puedo llamarte como a mi mente caprichosa le dé la gana.

En ese momento, Panty abrió la puerta de golpe.

—Stocking, ¿viste dónde quedaron las llaves del See? —se detuvo al verlos abrazados y se llevó una mano a la cara con fingida arcada—. ¡Puaj! ¿Qué mierda tan cursi es esta? ¿Es un drama adolescente o qué? ¡Paren que me va a dar diabetes!

Al instante, Viktor y Stocking se separaron rápido y se cruzaron de brazos, fingiendo indiferencia. Stocking respondió con molestia pero también con algo de vergüenza:

—Ni idea, siempre pierdes las cosas con lo sucia y desordenada que eres, Panty. Quizá las demonio te las escondieron para vengarse de ti.

Panty abrió los ojos como si de pronto todo tuviera sentido.

—Mierda... puede ser. Tendré que ver qué carajos hago ahora. Como esas putas zorras me hayan tocado las llaves... juro que las depilo con papel de lija.

Y salió de la habitación resoplando. Viktor se rascó la cabeza, incómodo, mientras Stocking miraba a Honekoneko feliz.

—Y... ¿cómo que estabas practicando costura? —preguntó Viktor.

Stocking respondió retomando su actitud habitual:

—Pues se puede volver a romper, ¿no? Si alguien lo va a arreglar la próxima vez, prefiero ser yo.

Se sentó en una silla y apoyó la aguja y el hilo sobre su mesa con forma de calabaza. Viktor dijo con sinceridad al estar ilusionado por la estética de la habitación de Stocking:

—Bonita mesa... bueno, tu habitación está bien en general. —Miraba curioso y analizaba cada detalle—. Digo, tu cama está en una puta jaula... bastante goth, si me preguntas.

Stocking lo miró sorprendida, igual que la primera vez que él había elogiado su blog de dulces.

—Supongo que gracias, Goth boy.... hmpf. Sabes, coser no es tan difícil... debí aprender bien hace tiempo.

Viktor suspiró.

—Pues sí, debiste. Pero al menos este error sirve para evitarte futuros peluches rotos...o algo asi.

Stocking lo miró con atención mientras acariciaba a Honekoneko.

—Dijiste que te disculpaste con tu hermana... así que deduzco que tu hermana lo cosió, ¿no?

Viktor bufó, rascándose la nuca.

—Pues, eh... tiene experiencia cosiendo mierdas. Ojalá fuera tan buena también haciendo galletas. Ella insiste e insiste, pero siempre le quedan para la mierda. Les digo veneno para ratas más que galletas.

Stocking arqueó una ceja, divertida.

—Bueno, goth boy... en ese caso, invítame a tu casa a probarlas, para juzgarlo yo misma.

Viktor la miró confundido, sin entender la insinuación.

—Bah... ¿Para qué? ¿Para que mueras envenenada?

Stocking parpadeó, tragándose un comentario sarcástico, y solo pensó mientras lo observaba con fastidio:
"El muy idiota no entendió que le di la oportunidad de invitarme a su casa... Y así se cree tan inteligente."

Viktor notó que Stocking lo miraba raro, con cara de molestia y algo más que no terminaba de descifrar.

—¿Qué carajos? ¿Ahora por qué me miras así?

Stocking resopló.

—Ag, nada... idiota.

Viktor arqueó una ceja y respondió con tono seco:

—Inepta.

—Idiota. —repitió Stocking.

—Inepta. —contestó Viktor, sin inmutarse.

Se quedaron un momento en silencio, lanzándose miradas luego del intercambio infantil, hasta que Stocking bufó y abrazó a Honekoneko otra vez con exagerada ternura. Viktor solo chasqueó la lengua y murmuró entre dientes:

— que caprichosa eres....

Viktor se acomodó el cuello del suéter negro, un poco fastidiado.

—Bueno...¿Puedes guiarme a la cocina? Quiero beber agua. Le pedí a Brief que me trajera, pero prefirió hacerle caso a Panty... ese tipo necesita tener sus prioridades en orden. ¿Cómo se deja controlar así por una mujer? Le hace caso en todo.

Stocking lo miró de reojo, con una pequeña sonrisa burlona, y murmuró casi en voz baja:

—Mira quién habla...

—¿Qué dijiste? —preguntó Viktor, frunciendo el ceño.

—Nada, vamos. —contestó Stocking, dándose media vuelta.

Al salir, se toparon con Panty discutiendo con Scanty y Kneesocks en medio del pasillo, casi gritándoles mientras las dos demonio se defendían con elegancia forzada. Viktor arqueó una ceja.

—...¿Es normal que peleen tanto?

Stocking asintió como si fuera lo más cotidiano del mundo.

—Seh, bastante. Bueno, Panty pelea con todos. Ya viste contigo, conmigo a veces... y con Scanty ni hablar.

Llegaron a la cocina. Stocking tomó un vaso, lo llenó y se lo entregó con un gesto exagerado.

—Aquí tienes tu agua, "héroe".

Viktor la miró con cara de fastidio.

—Qué graciosa, ¿eh?

Stocking sonrió apenas y se encogió de hombros.

—Más que tú, seguro.

Viktor dio un sorbo largo al vaso, luego lo miró como si fuera crítico gourmet.

—Al menos esta agua sabe mejor que las galletas de mi hermana... esas sí son un atentado a la vida.

Stocking rodó los ojos.

—Sigues con lo mismo, ¿eh? Deberías agradecer que alguien te cocine algo.

—¿Agradecer? —Viktor soltó una risa corta—. Stocking, esas galletas deberían venir con advertencia de riesgo biológico.

En ese momento, Panty entró a la cocina de golpe.

—Bueno, al final no las tenían... resultó que estaban entre mis putas sábanas. Cosas de la jodida vida. —Se detuvo, los miró y arqueó una ceja con burla—. ¿Y ustedes qué? ¿Ya terminaron de coger? Qué precoz es el goth boy.

Viktor estaba a punto de defenderse irritado como siempre, pero Stocking alzó la voz primero, sorprendiéndolo:

—Panty, ¿quieres callarte? A veces eres demasiado irritante, parece que la única forma en que cierres la boca es con un jodido pene que te la tape.

Panty arqueó una ceja y sonrió con picardía.
—Vaya, Stocking... parece que de verdad te arde el culo que lo joda ahora, ¿eh? Hmmp... ¿por qué será? —Se encogió de hombros y añadió mientras sacaba una salsa picante del refrigerador para las papas que antes estaba comiendo—. Está bien, ya te dije que esta vez sí lo apruebo. Y aunque no lo parezca, aunque lo trato para la mierda... me cae bien tu goth boy. Es divertido joderlo y verlo enojado.

Panty salió de la cocina murmurando:
—Aagh, qué se demora en lavar la ropa Brief... tampoco era tanta... creo.

Viktor, rascándose la cabeza, dijo:
—Mmm... ¿dónde estará el zanahorio?

Caminó hacia la sala y, al mirar por la ventana, vio a Brief tendiendo la ropa de Panty.
—Ah, ahí está. Bueno... emm, ahí tienes tu peluche, Stocking, disfrútalo... voy a ayudarlo a que tienda esa mierda más rápido. Es una tortuga...

Stocking lo miró con sorpresa.
—¿Ayudarlo? ¿Tú? ¿Qué te picó, goth boy?

Viktor se cruzó de brazos, mirando a otro lado, intentando sonar orgulloso:
—Mmm, a ver... es que lo está haciendo mal. Y además... —hizo una pausa, incómodo—. Me ayudó a llegar aquí. Siento que se lo debo en parte, y un buen líder también ayuda a sus seguidores... seh...

Stocking soltó una risita divertida.
—Es que simplemente no puedes ser amable sin meter tu estúpido orgullo de por medio, ¿verdad?

—No es eso... —replicó Viktor con fastidio.

Sin decir más, bajó y se acercó a Brief. Le tocó el hombro de golpe, haciéndolo saltar del susto.

—¡Ay! —chilló Brief—. Panty, ya estaba terminando y—... oh, eres tú, Vik.

Viktor arqueó una ceja.
—¿Te ayudo? Te estás demorando.

Brief lo miró sorprendido, parpadeando varias veces.
—Oh... gracias. Perdón por olvidar lo del agua, es que ya—

—Nah, no importa —lo interrumpió Viktor, incómodo—. Y... a ti gracias por traerme aquí... y enseñarme todo y esa mierda.... De verdad me has sido muy útil.

Brief se quedó boquiabierto.
—¿En serio? Vaya..pues de nada, no me esperaba algo así viniendo de ti, Vik.

Viktor chasqueó la lengua, irritado.
—Ugh, en ese caso me podría ir.

—¡No, no, espera! —se apresuró a decir Brief, nervioso—. Sí me hace falta ayuda, je...

Viktor resopló, rodando los ojos.
—Está bien. Pero muévete, zanahorio, lo estás colgando todo como si fueran banderas en el velorio de un militar.

Y así, medio mandoneándolo, medio colaborando, Viktor terminó ayudando a Brief a acabar mucho más rápido. Aunque su "ayuda" sonaba más a órdenes, al final el trabajo salió hecho.

Chapter 15: Salida Estratégica

Chapter Text

Al día siguiente, en la "prestigiosa" Academia de Dante City,

 

El grupito de geeks estaba reunido en el comedor. Brief se había sentado al lado de Viktor, mientras que Rod y Darnel ocupaban los asientos de enfrente, hablando de cosas súper "interesantes" (como siempre).

Rod, apenas dio el primer bocado de su comida, sonrió con malicia.
—Entonces... ¿ya le entregaste el peluche espantoso ese a la Wednesday diabética?

Viktor levantó la mirada con gesto seco.
—Se llama Stocking... y sí. ¿Qué tiene? ¿Por qué te importa, metido...?

Rod se inclinó hacia adelante, empujando a Darnel con el codo como si necesitara de cómplice.
—¡Vamos, suelta el chisme! ¿Metido me dices? Y tú, ¿se la metiste o no?

Darnel soltó un suspiro resignado, dejando que lo empujaran, mientras Viktor fruncía el ceño.
—Hmpf... relacionarse con una mujer va más allá de tener sexo, ¿sabes? —replicó Viktor, cruzado de brazos con tono arrogante.

Rod sonrió de medio lado.
—Qué forma más pretenciosa y marica de decir: "no pasó nada porque me puse nervioso y me fui a mi casa a escuchar Evanescence".

Viktor golpeó la mesa con la mano, irritado.
—¡Cierra la boca! Además, para tu información, escucho otras cosas menos posers... como Murderdolls.

Darnel masticó en silencio, levantando un poco la vista del plato para observar a Viktor.
—Patético.

Rod se echó a reír a carcajadas.
—¡JA! ¿Lo ves? Hasta el "bolas tristes" concuerda conmigo.

—Rod... —gruñó Viktor, fulminándolo con la mirada—. Si no tuvieras esa cosa horrible a la que osas llamar hocico, con la que vociferas tantas estupideces, quizá serías un ser humano... tolerable.

Rod alzó una ceja, divertido.
—Pues mira, tienes razón, Vik. Te creo que no pasó nada.

Viktor lo miró con desconfianza.
—¿Hmm?

Rod se acomodó en su silla, confiado.
—Porque si de verdad hubieras mojado el churro, estarías presumiéndolo a los cuatro vientos, y burlándote con un: "ya no soy virgen como ustedes, ineptos", o alguna mierda así.

Darnel dejó caer el tenedor sobre el plato con un clank.
—Sí... suena exactamente a algo que harías.

Viktor apretó los dientes, conteniendo la rabia.
—Me dan ganas de partirles la cara a los dos, agg... O una mejor idea: contratar a un puto hacker que les joda las cuentas donde juegan.

Rod lo señaló con satisfacción.
—¡Ahí está! La típica reacción de un virgen frustrado.

—Por favor... —intervino Brief, incómodo—. ¿Mientras comemos podemos no hablar de "churros"?

Rod lo miró de inmediato.
—¿Por qué? ¿Acaso tu churro también es virgen, querido Brief?

Brief suspiró y se rascó la cabeza con una sonrisa incómoda.
—Bueno, si me consideran parte de este grupo, supongo que el único que no es virgen soy yo.

Rod abrió los ojos como platos.
—¿¡Qué!?

Darnel frunció el ceño, desconfiado, mientras Viktor arqueaba una ceja. Tras un silencio incómodo, soltó con tono seco:
—Brief... la paja no cuenta. Por muy buena que haya sido.

—¡No, no! —replicó Brief enseguida, agitando las manos—. Hablo en serio. Fue hace tiempo... con Panty. Fue raro, y en un contexto en el que, si no lo hacía, todo se iba al carajo.

Rod lo miró como si escuchara a un niño presumir que conoció a Batman en la feria.
—Claro, campeón... y después te despertaste. Cuéntanos, ¿Qué más soñaste, Brief?

Darnel, por primera vez en la conversación, se mostró pensativo.
—Mmm... igual puede ser cierto. Técnicamente, no hay nada que diga que no pudo haber pasado.

—Sí, claro —Rod puso los ojos en blanco—. Y a mí ayer me regalaron un Ferrari, lo tengo acá afuera de la escuela, después los llevo, chicos jaja. Ahora sí, hablando en serio, soñar es gratis, Brief, pero no me lo vendas como realidad. Ni aunque me lo ofrecieras en oferta lo compraría.

—¡Es en serio, Rodny! —respondió Brief, nervioso.

Para cortar la tensión, Darnel cambió abruptamente de tema.
—Oigan... ¿y los dos brutos que siempre juegan a hacerse pases de pelota aquí en el comedor?

Viktor respondió con calma sospechosa.
—Uno está en el baño. Creo que tiene diarrea.

Rod lo miró con intriga.
—¿Y cómo lo sabes?

Viktor sonrió de lado, mirando a Brief.
—Je... jeje, ¿no recuerdas que te dije "ya te vengaré después", Brief?

Brief se cubrió la cara con las manos.
—Ay no, Vik... mejor ni quiero saber qué hiciste.

Después de esa conversación tonta, el grupo caminaba por los pasillos rumbo a clases. Rod y Brief se adelantaron un poco, con Rod molestando a Brief sin descanso por haber confesado lo de Panty.

Mientras tanto, el celular de Viktor sonó. Lo sacó de inmediato, casi ilusionado con la idea de que fuera Stocking... pero solo era una notificación de spam. Publicidad basura. La sonrisa se borró de su cara en un segundo.

—¡Mierda! —murmuró apretando el celular.

Darnel, que caminaba a su lado, lo miró con duda y movió los dedos en el aire como si marcara comillas.
—¿Qué pasa ahora, "jefe"?

—Nada que te importe, Darnel...

Darnel lo observó un momento y dijo con calma:
—Viktor, ¿sabes? Te desconozco desde que te gustó esta tipa. No lo digo de mala manera, más bien de buena. Antes solo estabas en tu nube de ego trip creyéndote el goth jefe nerd, y ahora... parece que tienes más cosas en las que pensar. O esforzarte. Supongo que eso está bien.

Viktor giró hacia él con cara molesta y desconfiada.
—Toda esa mierda que dijiste me sonó a manipulación para que me abra y te cuente más cosas, y luego molestarme.

Darnel soltó un respiro cansado y lo miró con seriedad.
—¿Acaso soy yo el que se burla de ti con el tema? No. Ese es Rodny. A mí no me interesa lo suficiente como para burlarme. Yo solo di mi opinión. No te pongas tan a la puta defensiva.

Hubo un silencio breve. Viktor apretó la mandíbula, pero terminó mascullando:
—Hmpf... supongo que tienes un punto.

Viktor bajó la voz, frustrado, casi como si hablara para sí mismo:
—Se siente extraño... ¿por qué mierda me pasa esto? Sentirme tan... emocionado pero débil cuando pienso en ella, y lo peor es que me está empezando a gustar esa jodida sensación.

Darnel lo miró de reojo y contestó sin cambiar el tono:
—Se llama ser un ser humano, Viktor. Con inseguridades. Solo deja de ser tan edgy y acepta que las tienes. En lo personal, yo creo que tienes un complejo de inferioridad enorme... y para sentirte mejor, te haces el "jefe engreído". De hecho, en el fondo eres bastante cursi... solo mira las cosas que eres capaz de decir sobre ella.

El comentario le caló a Viktor. Frunció el ceño y replicó, molesto:
—¿Te crees un puto psicólogo? Lo que tengo se llama ser un genio consciente de sus capacidades.

Darnel rodó los ojos, con un suspiro pesado.
—Gracias por darme la razón.

Y sin más, se adelantó en el pasillo, dejándolo atrás.

Ellos entrarían a tener las típicas clases aburridas... digo, educación de calidad. Mientras pasaban la lista de los presos... quiero decir, alumnos, el celular de Viktor vibró en su bolsillo.

Estaba aún pensativo y molesto, cuando lo sacó sin muchas ganas de mirar. Pero al ver el nombre en la pantalla, su expresión cambió: era Stocking.

Abrió sus ojos azul hielo como si hubiera pasado algo épico, como si dentro de un sobre de cartas le hubiera salido una carta legendaria o algo así de nerd, y una sonrisa discreta se dibujó en su rostro mientras abría la notificación.

El mensaje decía:

"Mira, ya va a salir la parte 2 de la película de la que hablamos cuando me ayudaste con las cajas. Y sí, el puto monstruo dildo sigue igual de ridículo. Vi el tráiler y me acordé de ti. Ahí está el link, por si te interesa... aunque probablemente te decepciones otra vez, algo que sería bastante divertido de ver."

Viktor soltó una risa breve por lo bajo, ignorando la lista y los nombres que pasaban. Se quedó mirando el mensaje un momento, luego escribió con rapidez:

"Meh, la veré igual aunque sea una mierda. ¿Cuándo se estrena?"

La respuesta no tardó en llegar:

"¿Qué no lees, goth boy? Ahí mismo en el título del video dice: 27 de octubre."

Viktor apenas recibió la respuesta, escribiendo otra vez:

"Sí lo había leído, solo hice una prueba, para ver si estabas atenta... tonta."

En la iglesia de Daten City Stocking estaba tirada en el sillón, con el celular en mano, mientras Panty veía televisión a su lado.

Al leer el mensaje, Stocking soltó una risita involuntaria y murmuró para sí:
—Je... idiota.

Panty giró la cabeza con curiosidad.
—¿Qué? ¿Me insultas de la nada perra? Si no he dicho ni mierda.

Stocking negó con fastidio, volviendo al celular.
—Ag... no era para ti.

Panty buscaría algo medianamente divertido que ver en la tv pero al no encontrar nada decide molestar a Stocking, y aburrida en el sillón, empezó a darle toquecitos molestos con el dedo.

—Entonces, ¿para quién era esa risita, eh? Vamos, hermanita, dime, dime, dime...

Stocking soltó un bufido, todavía mirando su celular.
—Agg... ¿Quién crees? Con eso digo todo, no hace falta que te explique más.

Panty soltó una risa seca y se recostó de lado, agarrando el control remoto para saltar de canal en canal.
—Sí, ya lo sé. Pero en serio, Stock, ya déjate de novelitas. Hazlo simple: follátelo de una vez y ya está, lo tendrás domesticado a tus pies. Tanto drama me aburre.

Stocking la miró de reojo con una mezcla de fastidio y rubor, mientras Panty seguía cambiando canales sin prestarle atención.
—La puta tele de mierda hoy no tiene nada divertido... mejor me río viendo tu "romance gótico" en vivo.

Stocking frunció el ceño y le contestó sin despegar la vista del celular:
—No todos somos tan simplones como tú. Además, es solo un amigo un poco idiota, y ya está.

Panty alzó una ceja con una sonrisa socarrona.
—¿Ah, sí? Qué lindo. Antes decías "conocidos que se toleran"... y ahora resulta que ya es "amigo". Vaya, Stocking, ¿qué sigue? ¿Mi folla-amigo? ¿Mi casi algo? ¿Mi novio? ¿Mi esposo? tendré que empezar a ahorrar para la puta boda,

Stocking apretó el celular con fuerza, bufando, mientras se giraba un poco para no darle el gusto de ver su cara roja.
—¡Cállate, ya!

Panty soltó una carcajada satisfecha y volvió a cambiar de canal como si nada.
—Jajaja, lo sabía.

Mientras tanto, en la academia, la lista corría y corría. Viktor, con el celular en mano, esperaba otro mensaje de Stocking como si de eso dependiera su oxígeno. Estaba tan abstraído que apenas notó cuando un papel arrugado le cayó directo en la cabeza, bajándolo de golpe de la nube.

—¡Ug! ¿Quién fue el jodido idiota? —diría, mirando para todos lados.

—Oye, te hablan —dijo un compañero entre risas.

El profesor, con cara de puro desgano y voz monótona, repitió:
—Viktor Laer.

—¡Ah! Sí, sí, presente —diría, moviendo la mano con desgano y arrogancia.

El docente lo miró con cejas caídas, cansado hasta el alma.
—¿Seguro que estás presente? Porque parece que tu mente está en ese celular.

Viktor se acomodó en la silla, fastidiado.
—Ag, sí, sí... lo estoy.

El profesor suspiró y continuó con la lista.
—Sigo... Rodney Biuffoon.

Rod se levantó teatralmente, alzando la mano con exageración.
—¡Presente! Preparado y listo para la sesión de estudio, querido profesor.

el profesor parpadeo tres veces y lo miró con una paciencia ya inexistente.
—Solo di "presente" y basta.

En la iglesia, Stocking miró la hora en su celular y frunció el ceño.
—Ag... como sea, es mi turno. Tengo que ir a trabajar a ese horrible lugar... justo turno de tarde en un día de semana. Lo peor. Se juntan todos los nerdos después del instituto, y no es que huelan muy bien

Panty, recostada en el sillón, sonrió con burla.
—Hasta que llega tu puto novio el goth boy. Ahí supongo que te suben los jodidos ánimos.

—¡Panty, ens—! —empezó Stocking, irritada.

Panty levantó la mano para interrumpirla, con total desfachatez.
—Ya, Stocking, no me des un puto sermón. ademas te voy a llevar a ese lugar de mierda. De todas formas tengo que juntarme con alguien a follar cerca de ahí.

Con las llaves del See Through girando en su dedo, Panty salió caminando como si todo fuera un juego. Se subió al auto y arrancó con música a todo volumen.

Durante el trayecto, Stocking iba en silencio, mirando por la ventana con cara de fastidio. Al llegar, Panty frenó en la entrada de la tienda.
—Listo, Lonjas de azúcar. Suerte en tu novela con el goth boy.

Stocking suspiró con pesadez, se bajó del auto y entró al local. Apenas la puerta se cerró detrás de ella, Panty pisó el acelerador y salió disparada con el coche hacia otro lugar.

Stocking entró a la tienda, repleta de gente ganadora e increíble... al menos en su mente sarcástica. Se sentó en el mostrador a atender, sacando el manga shōjo que siempre hojeaba para no morirse de aburrimiento en ese lugar, y comenzó a leer mientras los clientes entraban y salían.

El tiempo pasaba, ella hojeaba páginas distraídamente, hasta que se topó con un diálogo que decía: "Soy un hombre de palabra".

De inmediato, Viktor se le vino a la cabeza. Stocking torció la boca, pensando involuntariamente:
"Mierda, goth boy... ojalá estuvieras aquí para molestarte... o para hablar de cualquier estupidez. Al menos... al menos me das risa."

Mientras tanto, en la calle, los cuatro caminaban juntos. Viktor iba fumando, gesticulando con su cigarro en la mano mientras discutía con Rod.

—Ag, Rod, ya te dije: Darth Maul en Clone Wars es el mejor puto personaje de Star Wars.

Rod lo miró con cara de flojera.
—Bah, pero si no dice ni mierdas. En La Amenaza Fantasma apenas abre la boca.

Viktor resopló, dando una calada al cigarro.
—No, idiota. Me refiero a la puta evolución que tuvo en Clone Wars. ¡Inepto! Tienes que ver esa mierda...

Antes de entrar a la tienda, Viktor botó el cigarro, lo pisó con desgano y empujó la puerta.

Rod cruzó los brazos, aburrido.
—Qué flojera verme esa mierda.

—Bien, si prefieres ser un puro ignorante, allá tú —respondió Viktor con una sonrisa arrogante, sacándole la lengua de manera infantil.

Stocking, en el mostrador, reconoció de inmediato esa voz cargada de arrogancia mezclada con ñoñería. Bajó un poco el manga. Justo la viñeta que leía antes mostraba una escena de un beso... y al apartar la vista, se encontró con Viktor entrando.

Al verla, Viktor se puso nervioso y tosió, como si intentara disimular. Apenas dio un paso hacia ella, Rod levantó la voz:
—¿Viktor, "líder", a dónde vas?

Darnel, sin ganas de aguantar estupideces, lo empujó para callarlo.
—Déjalo.

Viktor continuó hacia el mostrador, pero Stocking rápidamente hundió el rostro en su manga, fingiendo indiferencia. Solo murmuró, seca:
—Hey, goth boy... ¿cómo estás? ¿La academia te hinchó mucho las bolas?

Viktor soltó un suspiro cansado.
—Sí, es una mierda... Ya le dije a Brief, ese lugar no es para mí. Soy muy listo para esas porquerías.

Stocking dejó escapar un pfff, divertida.
—Claro, goth boy... .

El comentario lo pinchó.
—¿Qué, no me crees?

Stocking giró el libro entre sus manos y lo miró de reojo.
—Pues no lo sé, goth boy. ¿Te imaginas que sí lo seas? Yo creo que eres un idiota molesto... pero un idiota molesto divertido, a fin de cuentas.

Mientras lo decía, jugueteaba con la cola remendada de Honekoneko. Viktor cruzó los brazos, a la defensiva.
—Pues este idiota molesto te ayudó en muchas cosas.

Stocking arqueó una ceja y sonrió con un matiz sincero escondido en su sarcasmo.
—Lo sé. Por eso me caes bien.

Dejó el manga a un lado, mirándolo directamente.
—¿Viste el puto tráiler de esa mierda? Se ve igual de mal que la primera... pero haré como tú: la veré igual.

Por dentro, pensó con fastidio:
"Te dejé otra puta puerta abierta, idiota. Invítame ahora o te juro que te castro si no entiendes la indirecta."

Viktor se rascó la nuca, torpe.
—Ya veo... igual la veré... yo...

Pero antes de que pudiera terminar, un cliente de la fila interrumpió, alzando la voz:
—Oye, niño emo, muévete de una vez. Queremos que nos atienda.

Viktor giró con una mueca de irritación.
—¡Ag, que no soy un puto emo!

Se apartó de mala gana y fue a sentarse con sus amigos, mascullando insultos.

Stocking siguió con la mirada al cliente que acababa de abrir la boca, lanzándole una mirada fría y asesina. Le hervía la sangre por haberle arruinado su momento de diversión después de su aburrido día de trabajo.

Brief miró a Viktor con una mezcla de ingenuidad y entusiasmo.
—Oye, ¿y qué pasó, Vik? ¿Hay esperanzas con Stocking?

Viktor lo miró, arqueando una ceja, con esa mezcla de arrogancia y torpeza que lo caracterizaba.
—¿A qué te refieres, mi zanahorio?

Antes de que pudiera añadir algo más, tropezó con una esquina de la silla y cayó de hocico al suelo.

Rod no perdió la oportunidad. Se carcajeó a todo pulmón:
—¡Wuajaja!

Viktor, enfurecido, se levantó rápidamente, frotándose la frente.
—¡Hijo de puta! ¿Tu primera reacción ante el error de un amigo es reírte? ¿Ante la desgracia de tu compañero?

Rod levantó las manos, tratando de calmar la situación.
—Ya, ya, cálmate... perdón, perdón. Se vio ridículo, entiéndelo... seguro tú te reirías igual si me pasara algo así.

Viktor suspiró y finalmente se sentó, rumiando la situación.
—Sí... supongo que tienes razón. Lo haría. Y ahora, cuando pase, me reiré con más gusto. Me reiré tanto... ¡pero tanto de ti! Que se escuchará por todo el lugar como una alarma de bomberos ante un fuego que no se puede extinguir.

Rod interrumpió su monólogo de "villano".
—Bueno, bueno... ¿y qué pasó con Stocking? ¿Hablaron? ¿Qué te dijo?

Viktor miró de reojo a Darnel, recordando la conversación que habían tenido sobre sus inseguridades. Suspira y decide hablar con sinceridad.
—Hablamos sobre una película que yo quería ver. Ella también la verá... supongo que después podré hablar con ella sobre esa película... o algo así.

Darnel lo observó, con la mirada cargada de incredulidad y resignación.
—Viktor, eres un pendejo. Te dijo de manera indirecta: "invítame y la vemos juntos". De verdad, eres listo para algunas cosas, pero también... eres una mierda entendiendo interacciones sociales. Más que para conseguir objetivos y mandonear.

Viktor masculló entre dientes, claramente consciente de su torpeza social, pero sin perder del todo su arrogancia. Una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios mientras pensaba en cómo podría invitarla sin parecer desesperado... lo cual era imposible, porque ya estaba desesperado.
—...Ya, ya... tal vez tengas razón, ¿qué debería hacer... la invito, no? ¿Eso se hace?

Brief asintió emocionado y le levantó el pulgar.
—¡Sí! Hazlo, Vik. Seguro le encantará.

Rod lo miró con una sonrisa burlona.
—Obvio, no hay misterio.

Darnel asintió con una sonrisa satisfecha, disfrutando de poder sacar un lado de Viktor que no mostraba. Ahora Viktor era quien pedía consejos, y no quien daba órdenes.

Viktor suspiró, tratando de calmar los nervios que se le revolvían en el estómago, y pensó en Stocking una vez más. Esa chispa en sus ojos, esa mezcla de sarcasmo y ternura, todo lo que ella representaba lo desconcertaba y lo atraía al mismo tiempo. «Maldita sea...», murmuró mentalmente, «cómo puedes hacer que alguien tan jodidamente arrogante como yo pierda la cabeza».

Se levantó, decidido. Quizá era hora de dejar de analizar todo y simplemente... hacer lo que tenía que hacer. Se acercó ante Stocking con seguridad y empezaría a preparar qué decir, pero toda esa ilusión solemne se rompería con Stocking riendo al verlo y diciendo con tono seco:

—Hey, goth boy, ¿qué se te ofrece ahora? ¿Un pañuelo para secar tus lágrimas? Te caíste muy fuerte, ¿eh? Te viste ridículo, pero fue divertido, eso seguro.

Viktor la miró con los ojos abiertos, nervioso, pensando: "Mierda, vio esa estupidez". Luego tosió e intentó recomponer la compostura.

—Estaba pensando y... estratégicamente, tiene más sentido que veamos la película juntos, ¿no crees? Es mejor eso a esperar a que los dos la veamos por separado, así podremos hablar de la película sin miedo de que el que la vio primero le haga un spoiler al otro. Mejor veámosla los dos al mismo tiempo.

Stocking levantó la ceja, sonriendo un poco burlona por la extraña manera de Viktor de pedirle salir, y pensó: "¿Por fin lo captas, no, goth boy? Parece que no te voy a tener que castrar... aún". Luego retomó su sarcasmo e indiferencia:

—Bah... supongo que tiene sentido, pero... ¿no es una extraña manera de pedir una cita?

—N-no es una cita... es una salida estratégica... —respondió Viktor, nervioso.

Stocking rodó los ojos, pero aún sonriendo, replicó de forma irónica:

—A ver, a ver, deja que le pregunte a mi mente caprichosa si es buena idea esta "salida estratégica".

Hizo un gesto de pensar y luego soltó:

—Pues me está diciendo que no, porque no estás siendo sincero con tus intenciones.

—Está bien, está bien... lo admito... sí es una cita... ¿te gustaría salir conmigo a ver esa película al cine... como una cita... seh? —soltó Viktor, rindiéndose finalmente.

Stocking sonrió al haberle arrancado esa estúpida máscara de arrogancia y dijo:

—Wouh, goth boy... Bueno... como te has portado bien, me has ayudado, creo que podría aceptar, pero... con una condición.

Viktor soltó con molestia, mirando a un lado para fingir fastidio, pero aún la observaba de reojo, abriendo un ojo ilusionado.

—¿Y cuál sería esa condición, Stocking?

—Te gusta burlarte del manga de mierda que estoy leyendo, ¿no? —diría Stocking con sarcasmo—. Pues vas a tener que leerlo igual... completo. Será muy divertido verte sufrir leyendo esa mierda... además podré hablar con alguien sobre eso, así no me aburro tanto. Entonces... ¿aceptas?

Viktor suspiró.

—Sí, sí... acepto... puedo hacerlo.

—Bien, entonces acepto tu cita... ah, digo, tu "salida estratégica" —dijo Stocking con ironía.

Stocking levantó el manga de nuevo, como si nada hubiera pasado, pero no pudo evitar que en su rostro quedara una ligera sonrisa satisfecha. Viktor, por su parte, regresó con paso firme hacia la mesa, aunque por dentro sentía que las piernas apenas le respondían.

Rod lo recibió con una ceja arqueada, mientras Darnel lo observaba en silencio, casi analítico. Brief, en cambio, no aguantó su curiosidad y preguntó con entusiasmo:
—¿Y? ¿Qué dijo Stocking?

Viktor se dejó caer en la silla con su aire arrogante habitual, cruzando los brazos como si todo hubiera estado bajo control desde el principio.
—Obviamente aceptó. ¿Qué esperabas, zanahorio? —replicó, intentando ocultar la pequeña sonrisa que se le escapaba al recordar la respuesta de Stocking.

—¡Sii! ¡Sigue así, Vik! —dijo Brief, feliz por el avance de su nuevo amigo.

Rod soltó una risa incrédula.
—Jajaja, se nota que los shipeas, Brief Pff. Y "obviamente" dices, Viktor. Seguro estabas temblando más que alguien con párkinson comiendo una gelatina montado en un toro mecánico.

—Cállate, imbécil —resopló Viktor, aunque en su mirada se notaba un deje de triunfo.

Darnel negó con la cabeza, casi divertido.
—Al final, hasta un pendejo puede tener suerte.

Luego Viktor dijo, después de pensar un poco y dejando su ego de lado:
—Supongo que gracias... por... aconsejarme...

Darnel y Rod lo miraron sorprendidos por eso, mientras que Brief solo sonrió al ya conocer ese lado de Viktor.

Viktor los ignoró, recostándose en la silla como si estuviera en su trono, decidido a mantener la fachada de seguridad... aunque todos sabían, por la forma en que no dejaba de mirar de reojo hacia el mostrador, que en realidad estaba más que satisfecho.

Desde el otro lado, Stocking seguía con su manga abierto, fingiendo leer. Pero cada tanto, sus ojos se alzaban un segundo para mirarlo entre las páginas. Lo vio fanfarroneando con sus amigos y bufó en silencio.
—Idiota arrogante... —una media sonrisa, mientras escondía el rostro tras el manga para que nadie notara el rubor en sus mejillas.

Chapter 16: Los Basaditos han llegado

Chapter Text

En la tienda Geek CardGame

Los cuatro estuvieron jugando Magik un buen rato, entre risas, burlas y discusiones absurdas, hasta que poco a poco cada uno se fue despidiendo a su manera particular. Al final, solo quedaba Viktor, que había decidido quedarse y ser el último en irse.

Mientras tanto, Stocking, tras terminar su turno de tarde, fue a buscar algún dulce que pudiera haber sobrado. Caminó entre los estantes vacíos, revisando cada rincón, pero nada. Con fastidio pensó: "Agg, puto día de mierda... al menos algo bueno pasó."

En ese momento, sintió un leve toque en el hombro.

—Déjame adivinar, inepta... ¿buscas esto? —dijo Viktor, mostrándole un chocolate—. Lo guardé para ti, por si acaso. ¿Te dije o no? Soy un geni...

Stocking se lo arrebató de la mano, interrumpiéndolo con sarcasmo.

—¿Un genio, no? Goth boy... no sé cómo haces para soltar idioteces arrogantes y, aun así, no irritarme... gracias, supongo.

—Al menos ahora agradeces... —replicó Viktor con tono burlón—. ¿Tu hermana viene a buscarte en ese auto rosado? Sabes, cuando veo a tu hermana en ese coche rosa, con su cabello rubio, es como ver a una muñeca Barbie en la vida real.....pero en versión perra. Como una Barbie edición prostituta o alguna mierda así.

Stocking no pudo contenerse y soltó una carcajada.

—Jeje, de echo, ahora le voy a preguntar a la "Barbie edición prostíbulo" si vendrá a buscarme.

Sacó el celular y comenzó a escribirle a Panty. Mientras tanto, la tienda quedó en silencio. Panty, en ese momento, estaba en "asuntos muy importantes" —ya se pueden imaginar cuáles— en la iglesia.

—Oye, Karin, ¿Quién mierda te manda tantos mensajes? —preguntó el tipo con el que estaba, interrumpiendo su diversión.

—Agg, no sé... debe ser la empresa para pagar el plan de mi teléfono o alguna mierda así. Ignoremos esa puta mierda. Y es Panty, no Karin, que quede claro eh.

—Está bien, como digas, Katy —respondió el tipo sin prestar demasiada atención a la corrección de Panty.

Panty rodó los ojos con fastidio y siguió en lo suyo, sin darle más importancia al celular.

—¿Y? —preguntó Viktor con curiosidad, apoyándose contra la puerta de la tienda mientras esperaba la respuesta—. Pues apuesto que está haciéndole honor al puto sobrenombre que acabo de ponerle...

—Que acabamos de ponerle -corrigió Stocking, y después suspiró—. Dale tiempo, siempre se demora como cinco minutos en responder. Tengo fe... más o menos... bueno, quizá no tanta...

—Como quieras... yo ya me largo —dijo Viktor, saliendo de la tienda con paso tranquilo.

Pero se asomó de nuevo, metiendo medio cuerpo para mirar a Stocking.

—Ah, y recuerda lo de nuestra cita...

Se fue otra vez, pero al instante volvió a entrar para añadir con un gesto exagerado:

—Ah, también recuerda que la hora es como a las 4.

Stocking lo miró con una sonrisa ladeada, arqueando una ceja.

—¿Te vas a ir o no, goth boy?

—Por si acaso, voy a estar fumando afuera —dijo Viktor antes de salir definitivamente.

Se acomodó en una esquina de la acera, bajo la luz amarillenta de un farol, y encendió un cigarro.

Mientras tanto, Stocking esperaba todavía la respuesta de Panty, jugueteando con la lengua de Honekoneko. Pasaron varios minutos y el celular permaneció en silencio. Soltó un suspiro con fastidio y salió de la tienda.

Afuera, se encontró con Viktor fumando. Él la miró, arqueando una ceja con curiosidad.

—¿Y ahora qué mierda pasó? ¿No te va a venir a buscar?

—Nah, tal parece que no... —respondió Stocking, encogiéndose de hombros—. ¿Sabes? Cuando tengamos nuestra cita voy a decirle que me deje el auto. Lo voy a reservar para ese día... más le vale no joder nada cuando pase...

—¿Quieres que te acompañe a la iglesia, Goth Girl? —preguntó Viktor con tono burlón.

—No me digas Goth Girl, a ti no te sale... —replicó Stocking.

—Ugg ¿quieres que te acompañe si o no? —Contesto Viktor irritado

Stocking sonrió, divertida por verlo perder la paciencia.

—Claro, ¿por qué no? Aunque pensándolo, ¿qué vas a hacer tú? Si la ángel con poderes soy yo... así que tranquilo, si alguien intenta violarte yo te defiendo —dijo con sarcasmo.

—Ja... como digas... inepta... —respondió Viktor en un tono seco, encogiéndose de hombros.

Los dos comenzaron a caminar juntos hacia la iglesia. La calle estaba casi vacía, con un par de autos pasando a lo lejos y el zumbido eléctrico de los postes como único acompañamiento.

Stocking pensó, con una sonrisa apenas disimulada: Goth boy, de verdad eres un maldito soberbió pero me divierto contigo.

Mientras tanto, Viktor la miró de reojo y se dijo a sí mismo: Tssk... como si necesitara que me defendiera... pero joder, no está tan mal caminar a su lado.

En eso, Viktor intentó tomar la mano de Stocking torpemente, pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, recibió una llamada. El celular vibró con fuerza y sonando de tono de llamada 197666 de Murderdolls, rompiendo la tensión.

—Ay... -dijo Viktor nervioso, quitando la mano con rapidez.

Stocking lo miró curiosa, arqueando una ceja.

—Hmm... ¿te llaman? Espero que no sea otra chica o cancelo la cita...

—Ay, cómo se te ocurre eso, inepta...

Contestó, y se escuchó la voz de Rod gritando en el altavoz:

—¡OYE VIK!

Stocking, con una sonrisa sarcástica, comentó:

—Bueno, no era una chica, pero casi... es uno de tus novios je...

—Ay, cállate... -respondió Viktor, moviendo su cabello negro con fastidio.

En ese gesto, Stocking notó que en las raíces del cabello de Viktor asomaba un tono rubio. Él volvió a la llamada, llevándose el celular a la oreja mientras caminaban.

—¿Qué pasa ahora? ¡Estoy jodidamente ocupado!

-Parece que mañana no hay clases, Vik, y estaba pensando que podríamos juntarnos todos a jugar Mario Party o alguna mierda así

—Agg, Rod, esas mierdas más generales dilas en el puto server de Discord, que para eso existe, no solo a mí,

—Ay, ay, calmante. Lo haría, pero recuerda que no existe, Viktor.

—Ah, verdad. Cuando llegue a casa armamos el otro que sugirió el zanahorio y me ayudas. Chao.

Viktor le cortó antes de escuchar todo lo que Rod tenía que decir.

—Humph... -Stocking frunció los labios, pensativa-. "Jodidamente ocupado"... me gusta que lo digas de esa manera. Suena como si yo fuera tu prioridad ahora, ¿no?

—¿Y si lo eres, qué tiene? -respondió Viktor cruzando los brazos, cerrando los ojos con fastidio, aunque un leve sonrojo se le escapaba en el rostro.

Luego de caminar un rato más, Viktor y Stocking llegan a la iglesia. El edificio se levantaba imponente, iluminado por la tenue luz de las farolas, con el cementerio extendiéndose a un costado.

—Bueno, hasta aquí llegamos. Gracias por acompañarme, goth boy. Nos vemos después.

Viktor suspiró.

—Seh, nos vemos después...

Stocking cerró las pesadas puertas de la iglesia detrás de ella, dejando a Viktor solo frente al cementerio en medio del anochecer. El aire estaba frío y denso, cargado de un silencio lúgubre que lo envolvía todo.

—Maldición... nunca pensé que acompañaría a una mujer como un simp de mierda. Caíste bajo, Viktor... -murmuró para sí mismo, mirando de reojo las cruces alineadas entre las tumbas.

El viento silbó entre los árboles y el ambiente se tornó aún más pesado. De pronto, un aullido largo y lejano se escuchó en la noche.

—¡¿Cómo carajos se va a escuchar eso si no estamos en un puto bosque?! —gritó irritado, aunque con un dejo de miedo.

Resignado, hundió las manos en los bolsillos de su abrigo y empezó a caminar hacia su casa, mascullando insultos entre dientes, mientras la noche cerraba sobre él.

Mientras tanto, Stocking subía en el ascensor con una sonrisa tierna. pensaba en Viktor, en cómo la relación con él había cambiado, y estaba decidida a compartirlo con su hermana.

Las puertas se abrieron y avanzó con decisión.

—¡Panty, creo que tienes razón y yo...!

La ilusión se quebró al instante: frente a ella, un hombre se vestía torpemente, apurado por recoger sus cosas. Se subió la camiseta a medio poner, se ató el cinturón del pantalón sin mirar y, al salir casi chocando con Stocking, soltó sin interés:

—Ups, perdona, E-girl...

Stocking parpadeó, con la sonrisa borrada de golpe.

Panty, mientras tanto, recostada en el sofá y cubierta con una manta, agitaba la mano con un gesto satisfecho, como si nada.

—Adiooos, guapo -canturreó con tono burlón y victorioso.

El silencio posterior fue casi cruel. Stocking se quedó de pie con cara de póker, tragándose las palabras que había traído listas, mientras Panty se estiraba con descaro.

—¿Qué? -dijo al verla-. ¿Qué haces ahí parada mirándome? Si querías contarme algo, zorra, pues ven.

Se hizo a un lado en el sofá, dándole espacio como si todo fuese lo más normal del mundo.

Stocking la miró con fastidio y dijo:

—No voy a sentarme ahí... después de que lo hicieron, ¿sabes?

Panty apenas la miró, acomodándose la manta con indiferencia.

—Bah, como quieras, lonjas de dulce. Si quieres estar parada como una burra, allá tú.

Resignada, Stocking se dejó caer en el sillón del frente, cruzando los brazos.

—¿Vas a decirme? —insistió Panty—. Dijiste que tenía la razón, ¿no? Bueno, explícame exactamente en qué mierda, porque la tengo en varias cosas.

Stocking desvió la mirada y murmuró con frialdad:

—Nah, olvídalo...

Hubo un silencio incómodo. Luego, sin mirarla, añadió:

—Pero sí te voy a decir que no toques las llaves del See-Though. El 27 de octubre lo voy a usar yo. Es importante.

—¿Ah, y por qué? -respondió Panty, con media sonrisa—. ¿Van a vender un dulce super exclusivo para cuando llegue Halloween o una mierda así? Bah, me da igual, úsalo.

—Bien. —Stocking respondió seca, poniéndose de pie. Sin esperar nada más, se encerró en su habitación, dejando a Panty sola en la sala.

Mientras tanto, Viktor llegó a su casa y, como de costumbre, apagó el cigarro en la entrada y Pensó con una sonrisa confiada:

jeje, Lucy, no sabes que ya saqué copia de las jodidas llaves. Así que no hace falta que me abras... soy un genio.

Metió las llaves en la cerradura, pero de pronto se partieron. Se quedó con cara de póker y soltó un grito:

—¡MIERDA! ¡Nunca más confío en las más baratas!

Suspiró, resignado, y comenzó a tocar el timbre con rapidez, haciéndolo sonar una y otra vez.

Al rato, Lucy apareció en la puerta abriéndola.

—Contraseña... —dijo con ironía.

—Jódete, zorr... —empezó Viktor, pero ella lo interrumpió cerrándole la puerta en la cara.

—Agg... -gruñó él—. ¿Me dejas entrar, querida hermana, por favor?

Lucy lo dejó pasar sin más.

—Y bien, ¿Cómo te fue con la gótica?

Viktor caminó hacia su habitación, sin detenerse.

—Bien...bastante bien de echo... gracias, fuiste útil.

Lucy lo miró de reojo, arqueando una ceja.
—¿Y eso? ¿Agradecimiento? ¿Qué te picó? Tampoco me desagrada que lo hagas je... Ah, y "señor oscuro", vas a tener que comprarte más tinte negro. Tu cabello esta volviendo a su tono natural.

Viktor se detuvo un segundo, molesto, y luego se encerró en su habitación. Se miró al espejo inspeccionando la raíces de su cabello y murmuró:

—Mierda, es verdad... bah, después lo hago.

Le arrojó comida a su rana.
—Toma, Pacman, atragántate. Supongo que me tendré que acostumbrar a gastar dinero en alimento, si después gastare para otra glotona también...

Se dejó caer en el escritorio, llama a Rod y comenzó a armar el nuevo servidor de Discord, mientras jugaba con el Haven Coin entre sus dedos. Ese mismo que nunca le entregó a Stocking.

Al día siguiente.

El grupo llegó a la casa de Viktor.

—¡Ya llegaron los malos, arriba las manos! -gritó Rod apenas cruzó la puerta, con su energía habitual.

Darnel, serio y sin perder tiempo, le soltó un golpe seco en la cabeza.

—Cállate.

Rod se quejó, sobándose, mientras Brief entraba un poco tímido a la casa, ajustando el flequillo que suele taparle los ojos como si buscara fuerzas para hablar.

—Oye, Vik... estaba pensando y.....Conozco a una chica que también tiene nuestros gustos. Quizá podrías invitarla, ¿no crees?

Viktor, sentado en el marco de la ventana abierta de la sala y con los brazos cruzados, lo miró de arriba abajo con expresión seria. Respondió con un tono seco e irónico, pero también como si diera una orden:

—Las fuerzas oscuras de mi sótano no aceptan mujeres. Mala suerte por ella.

Brief bajó los hombros, dejando escapar un suspiro resignado mientras murmuraba:

—Vaya... qué mala suerte... quizá esas "fuerzas oscuras" deberían ser más abiertas de mente.

Rod, que ya iba camino al sótano, no pudo evitar soltar una risa burlona.

—Ah, pero si fuera la Stocking, fijísimo que la dejas entrar. ¡Y le armas un trono al lado del tuyo!

—Cállate jodido idiota,... ¿puedes mejor ir a buscar las papas que están en mi habitación? —replicó Viktor, frunciendo el ceño.

—Vale, vale, ya voy, "jefe"... —dijo Rod con fingida obediencia, subiendo las escaleras mientras silbaba.

Darnel, por su parte, ya había bajado al sótano en silencio, como siempre, sin gastar una palabra de más.

En la sala solo quedaron Brief y Viktor. El ambiente se volvió más tranquilo, aunque el aire cargado de tensión aún flotaba.

Brief dio un pasito hacia adelante, animándose otra vez:

—Ay, Viktor, de verdad... es una chica divertida, sabe muchas cosas. Deberías conocerla.

—Que no, Brief... no acepto mujeres. -Viktor respondió sin mirarlo, mientras prendía un cigarro. Se inclinaba de espaldas mientras estaba sentado en el marco de la ventana, dejando escapar el humo del cigarro al exterior, con gesto sereno y distante.

—Pues ella tiene que ver con el tema de los ángeles, ¿sabías? Ella sabe de esas cosas, aparte de gustarle lo mismo que a nosotros. —Brief insistió, con un tono esperanzado.

Viktor se incorporo quedó en silencio por unos segundos, mirando el suelo con expresión pensativa. Finalmente, dijo en voz baja:

—...En ese caso... lo pensaré.

Brief lo observó fumar, intrigado, siguiendo con la mirada cómo el humo se perdía afuera de la ventana.

—Oye, Vik... ¿tu mamá no se va a molestar si te ve fumando aquí adentro?

—No está... —respondió Viktor con calma—. Fue con mi hermana al centro comercial a comprar o hacer otras actividades de mujeres.

—Ah... ¿y tu papá qué? ¿No se enoja? El mío me mataría... —preguntó Brief, curioso.

—Te dije la otra vez que estaba en servicio, genio. No sé en qué parte... Es militar, así que no lo veo mucho.

—Aaaah... -Brief alargó el sonido como si de pronto se le hubiera iluminado la mente. Recordó las veces que Viktor los había mandoneado como líder militar y soltó una sonrisa, como si acabara de resolver un puzle.

—Ahora todo tiene sentido...

Viktor dio otra calada profunda al cigarro y, con una media sonrisa cargada de ironía, soltó:

—Además... fumar me hace más patriota con esta jodida ciudad. Solo estoy cumpliendo mi deber como buen ciudadano.

—¿Eh? -Brief lo miró confundido, ladeando la cabeza-. ¿A qué te refieres?

—¿Sabías que Daten City tiene una de las jodidas empresas de tabaco más grandes del país? Bueno, estoy fumando su marca. Así que, de cierta forma, estoy comprando producto nacional. Si eso no es patriotismo y orgullo por mi ciudad... no sé qué carajos lo sea.

Brief parpadeó un par de veces, sin saber si Viktor hablaba en serio o solo se burlaba.

—Eso suena como la peor excusa del mundo, Vik.

Viktor exhaló el humo hacia el cielo con un gesto solemne.

—¿Excusa? Para nada.. es entender el mercado...Cosas de genio ya sabes.

Luego, con una chispa burlona en los ojos, añadió:

—Así que ya sabes, Brief. Si alguna vez compras una puta porno grabada aquí, no te sientas como un simple pervertido. O sea, lo serás... pero al menos uno patriota, uno que ayuda a que la economía local funcione jaja.

Brief se quedó congelado un segundo, sin saber cómo reaccionar. Soltó una carcajada incómoda, inseguro, y luego murmuró:

—Emm... ¿lo dices porque espiándome pudiste verme salir de... ya sabes... ese tipo de tiendas alguna una vez?

Viktor arqueó una ceja, desconcertado, girando la cabeza para mirarlo con genuina confusión.

—¿A qué carajos te refieres?

—Ah, a nada, nada... -respondió Brief de inmediato, poniéndose nervioso, moviendo las manos como si intentara borrar lo que acababa de decir.

Brief, todavía con la risa incómoda colgando, buscó cambiar de tema. Sus pasos lo llevaron a un estante polvoriento, donde descansaban varios marcos con fotos antiguas, algunas torcidas por el tiempo y cubiertas de una fina capa de polvo. Al tomar una, parpadeó sorprendido: en la imagen, un niño de cabello rubio claro, de ojos azul hielo, sonreía con timidez. Esa expresión no encajaba en nada con el Viktor soberbio y inquisidor que conocía ahora.

—Em... ¿este eres tú cuando eras más niño, no? —preguntó, mostrando la foto.

Viktor levantó la vista, frunciendo apenas el ceño al notar qué foto tenía en las manos

-...Sí. —respondió con desgano, cruzándose de brazos—. Antes de teñirme el pelo.

Brief lo miró un segundo más, confundido, y soltó con toda la ingenuidad del mundo:

—¿Entonces eres rubio natural? ¿Por qué lo tiñes de negro?

Viktor cruzando los brazos con fuerza y mirando a Brief directamente responde.

—Porque ser rubio no es muy goth que digamos. Y... —hizo una pausa, bajando la mirada mientras el humo del cigarro se apagaba en sus dedos—. No quiero parecerme a mi papá.

La sala quedó en silencio, cargada, solo por el tic-tac del reloj de pared.

Brief bajó la foto lentamente y, con la sinceridad torpe que lo caracterizaba, dijo sin pensarlo mucho:
—Pues... en esa foto te pareces más a tu mamá. Si eso te hace sentir mejor.

Viktor se quedó inmóvil, sorprendido por lo directo del comentario. Una sonrisa leve e involuntaria se le escapó, apenas un gesto en la comisura de sus labios. Enseguida se recompuso, poniéndose serio otra vez y murmurando casi para sí mismo:

—...Tonto.

Brief sonrió satisfecho. Había logrado que Viktor mostrara de nuevo otra faceta, aunque solo fuera por un segundo.

—Oye... -empezó Brief con su voz tímida, jugueteando con el borde de la foto antes de volver a mirarlo—. Sabes... yo suelo ocultar mis ojos con el flequillo. A veces por flojera, otras porque no me arreglo...

Viktor arqueó una ceja, observándolo de reojo sin entender del todo a dónde quería ir con eso.

—Pero... -continuó Brief, tragando saliva antes de animarse—, las pocas veces que la gente los ha visto, me han dicho que se ven bien.

Un silencio incómodo flotó en la sala.

—Entonces... —siguió, con nerviosismo pero también con cierta firmeza—. ¿Qué tal si tú dejaras que la gente vea tu cabello rubio en ves de teñirlo de negro? Seguro también te verías bien.

Viktor se quedó callado, sorprendido. Ese comentario no sonaba a reproche ni a burla.

Cruzó los brazos con gesto defensivo, mirando hacia un lado como si evitara enfrentarse a la honestidad del momento.

—Hm... —murmuró al final, con un tono ambiguo—. Tal vez... lo tendré en mente.

Las escaleras crujieron y, de pronto, apareció Rod bajando las escaleras cargando las papas contra el pecho como si fueran un tesoro.

—¡A ver...! —soltó Viktor, frunciendo el ceño apenas lo vio—. ¿Por qué mierda te demoraste tanto, eh? Dale, invéntate una excusa tonta...

Rod, con toda la cara de descaro, se encogió de hombros y respondió sin titubear:

—Bueno... te daría una excusa pendeja, si la tuviera. Pero no. Los estaba espiando mientras hablaban.

Viktor se enderezó de golpe, chasqueando la lengua con molestia.

—¡Jodido idiota, no hagas eso!

Rod ladeó la cabeza, con una sonrisa desganada y un tono entre cínico y perezoso:

—Con la verdad ante todo, amigo. Perdona por ser sincero y admitirlo.

Dio media vuelta hacia el sótano, bajando un par de escalones con calma exagerada. Antes de desaparecer, giró apenas el rostro hacia Viktor, mostrando esa sonrisa de burla que tanto lo sacaba de quicio.

—Bueno... voy a bajar. Allá los veo. Y Viktor baja cuando estés listo... cuando hayas terminado de descubrir el verdadero significado de la amistad.

Con una risita apenas audible, desapareció en la penumbra de las escaleras, dejando a Viktor con una vena palpitándole en la frente y Brief tragando saliva para no reírse.

Viktor y Brief cruzaron una mirada silenciosa antes de moverse. Viktor dio un pequeño salto desde el marco de la ventana donde estaba apoyado, y con un gesto distraído tiró el cigarro encendido hacia afuera. Luego, sin decir nada, se encaminó hacia el sótano con Brief siguiéndolo de cerca.

Abajo, el aire olía a humedad, mezclado con cables viejos y bolsas de papas abiertas. Darnel estaba agachado frente al televisor, golpeando un costado con la palma para hacer que la imagen dejara de parpadear. Apenas escuchó los pasos, soltó con su tono seco:

—Vaya que se demoraron... ¿Cuál es el gusto de perder el tiempo en subnormalidades?

Rod, que estaba tirado en su silla con una bolsa de papas en la mano, se inclinó hacia adelante con una sonrisa descarada.

—Y hablando de perder el tiempo... para Halloween, ¿vamos a hacer algo este año?

—Yo voto por repetir lo del año pasado -dijo con entusiasmo, levantando la mano como si estuviera en clase-. Escondernos en los arbustos y tirarle huevos podridos a los disfraces más cringe.

Darnel lo miró con el ceño fruncido y sin piedad:

—En ese caso, deberíamos tirarte a ti huevos todos los putos días.

Rod puso cara de ofensa fingida, pero antes de responder, chasqueó los dedos como si se le hubiera ocurrido algo brillante.

—Mejor idea: veamos una película de terror... qué tal la película llamada... "el payaso que se esconde de los maricas" ¿la haz visto Darnel?

El comentario cayó como un anzuelo en medio del ambiente. Darnel parpadeó, procesando lento, hasta que lo entendió.

—...Seh Estoy hablando con él mismísimo payaso ese en persona.

Rod abrió mucho los ojos y se señaló a sí mismo con una mezcla de burla y defensa.

—¡Mentira! No lo soy... si lo fuera, me estaría escondiendo de Viktor.

Viktor estaba a punto de estallar de rabia, apretando los dientes, pero se detuvo cuando miró de reojo a Brief. Se notaba que estaba disfrutando del ambiente de bromas tontas. Entonces, en vez de explotar como siempre, Viktor respiró y contestando la broma agrego:

—Después de esta junta, Rod irá a buscar la "maravillosa" pelicula del payaso que se esconde de los maricas para comprobar si existe.

—Spoiler: el cabron nunca lo encontró.

Rod agitaba las manos fingiendo estar indignado.

Entre ese caos, Brief, todavía con la sonrisa en el rostro, preguntó tímidamente:

—Oigan... si en la academia hacen una fiesta y vamos disfrazados, ¿de qué irían?

Viktor, acomodándose en el respaldo de su sillón, lo pensó con sarcasmo y contestó:

—Pues no lo sé... ya que les gusta tratarme de dictador, quizá de la SS.

Darnel lo miró con incredulidad, abriendo los ojos.

—¿Es una jodida broma? Ahí sí que te hiper mega funan.

—Bah, es broma... -gruñó Viktor, encogiéndose de hombros como si no le importara-. Rod, ¿y tú? ¿De qué te disfrazarías?

Rod sonrió, abriendo la boca para soltar lo obvio:

—De un payaso que se esconde de los ma-

—¿Dónde viste ese puto chiste de mierda? —lo interrumpió Viktor, harto—. ¡Ya estuvo, se acabó el puto chiste de mierda ese!

El grupo siguió con la dinámica hablando entre ellos.

Mientras tanto, el director de la Academia de Daten caminaba con paso firme hacia la iglesia, con el ceño fruncido y una carpeta llena de informes bajo el brazo. Había demasiadas desapariciones extrañas de estudiantes en tan poco tiempo. Si hay un espectro poderoso detrás, las únicas que pueden ayudar son las hermanas Panty y Stocking, pensaba con preocupación.

Antes de llegar a tocar la puerta, el director se detuvo al notar un par de siluetas agazapadas junto a una ventana, intentando espiar hacia dentro.

Uno de ellos murmuraba con fastidio, apretando los dientes:

—Bro, ya sé que somos muy buenos trabajando y que estamos más basados que los demás ángeles, pero en serio... estoy harto de intentar sacar información de esos vegestorios. ¡La cama de Pantiel tenia una especie de maquina con consoladores que casi me viola cuando logramos entrar! Eso merece una funa.

El otro soltó un largo suspiro, llevándose la mano a la frente:

—Vaya que sí... Ya sé que somos los GOATS y que por eso papá recurre a nosotros, pero... no quiero volver a atragantarme con esa máquina de dulces de nuevo.

El director ladeó la cabeza, sorprendido, y se aclaró la garganta con desconfianza:

—Em... mocosos... ¿Es normal que estén husmeando en la iglesia?

Las dos figuras se incorporaron de golpe, como si las hubieran atrapado en plena travesura. Se colocaron frente al director con una actitud forzada, intentando parecer imponentes.

Uno de ellos, vestido de blanco con un spandex ceñido, dio un paso al frente con aire de superioridad y chasqueó la lengua:

—¿Escuchaste? El boomer nos dijo "mocosos". ¿En serio no nos conoce o qué?

El otro, enfundado en un traje negro estilizado, suspiró exagerado y lo corrigió con tono condescendiente:

—Ay, no seas tan rudo con él... -luego se giró hacia el director y añadió, inflando el pecho-. Nosotros no somos simples mocosos, humano promedio.

El de blanco arqueó un brazo con dramatismo,.
—¡Yo soy Polyester!

El de negro lo imitó con el mismo entusiasmo:
—¡Y yo, Polyurethane!

Quedaron en silencio unos segundos, esperando que el director se impresionara con su presentación.

El director, en cambio, solo parpadeó un par de veces, arqueando una ceja, sin saber si estaba frente a héroes, lunáticos... o simplemente estudiantes disfrazados.

Polyester se cruzó de brazos, hinchando el pecho con arrogancia:

—Somos ángeles. Venimos del cielo para ayudar a los mortales como usted, ya sabe.

Luego miró su reloj con impaciencia, acto seguido intento volver a espiar por la ventana, y añadió con fastidio:

—Estamos en horario laboral ahora, así que le pediré que no moleste... sea un buen humano o algo así y déjenos trabajar.

El director, tras la sorpresa inicial, recuperó la compostura. Levantó la mano como quien toma una decisión firme:

—¡Ah, son ángeles! Justo lo que necesitaba. Si es cierto, necesito su ayuda... En la academia están desapareciendo estudiantes. Sospecho que podría ser obra de un espectro. Iba a recurrir a las ángeles de siempre, pero si ustedes también lo son, supongo que no tendrán problemas, ¿no?

Polyurethane se encogió de hombros, con calma:

—Pues... F en el chat por los estudiantes desaparecidos. Supongo que podríamos ir a la academia, a matar al espectro... es parte del trabajo, ¿no, bro?

Polyester se apartó de la ventana y adoptó un gesto aún más arrogante, levantando un dedo con aire de "sabio":

—Pfff... ¿de verdad esperabas recurrir a las "Karens"? Bah. Mejor nosotros nos encargamos, será un trabajo EZ. Pero ojo: nuestro horario laboral es de 10 a. m. a 7 p. m. Después de eso, no trabajamos.

Chapter 17: La Cacería Comienza

Chapter Text

Al día siguiente

Viktor se levantó temprano. Se duchó, se vistió. Tomó su mochila y partió rumbo a la Academia de Daten City.

Caminaba por la vereda mientras los autos pasaban a toda velocidad, levantando ráfagas de aire caliente a su alrededor. Entre las manos sostenía el manga shōjo que leía Stocking. Hojeaba con gesto ceñudo, frunciendo el entrecejo cada vez que pasaba una página. Lo leía porque se lo había prometido, aunque cada pensamiento que cruzaba su cabeza era una crítica mordaz especialmente después de leer un dialogo que decía "tus labios son mas dulces, que el chocolate:

"Vaya mierda."
"¿En serio alguien habla así en la vida real?"
"El protagonista es tan plano que parece de cartón."

Empujó con el hombro las pesadas puertas dobles de la academia, y el sonido del tráfico quedó atrás, reemplazado por el murmullo constante de estudiantes conversando y el chirrido metálico de los casilleros.

Darnel estaba frente a un casillero, sacando libros con su expresión habitual de fastidio perpetuo. A su lado, Rod estaba recostado contra la pared, sorbiendo una soda con una pajita de manera exageradamente ruidosa.

Ambos levantaron la vista al verlo entrar. Darnel lo observó en silencio, aunque en su mente solo pensó con frialdad: "Ese manga con tu estética no pitan nada juntos"

Rod, en cambio, sonrió con descaro.

—¡Waouh, Viktor, ¿qué haces? ¿Estás leyendo a Nietzsche como sueles presumir? —dijo con sarcasmo—. Está rara la portada de Nietzsche... No recuerdo que haya escrito sobre un fantasma y una chica adolescente enamorada.

Viktor enrolló el manga y le dio un golpecito en la cabeza con él.

—Calla, ignorante... estoy cultivando mi mente, abriéndome a nuevos horizontes y géneros.

Rod chasqueó la lengua, y dijo con un tono divertido.

—Los únicos horizontes que quieres abiertos son las piernas de Stocking... por eso lees esa mierda.

Los tres comenzaron a caminar por el pasillo, dirigiéndose al comedor, esperando que las clases del "primer mundo" (esas que en teoría les asegurarían un futuro brillante) comenzaran pronto.

—Oigan... ¿dónde está Brief? —preguntó Viktor.

Rod y Darnel siguieron hablando entre ellos, ignorándolo olímpicamente. Rod dio otro sorbo largo a su soda, y Darnel revisaba distraído su teléfono.

Viktor apretó los dientes, irritado.

—¡¡Respondan!!. El líder solicita información sobre el paradero de un seguidor.

Darnel rodó los ojos con desgano, guardando el celular en el bolsillo.

—Lo vi hablando con otros tipos por ahí.

Rod sonrió con tono burlón.

—¿Ya echas de menos a tu mascota, Vik?

—Nah... aún me quedan ustedes dos —replicó Viktor con una media sonrisa sarcástica—. Solo me falta ponerles la correa para confirmarlo.

Rod arqueó las cejas, sin perder la oportunidad.

—A la única que quieres ponerle correa es a Stocking. ¿Te imaginas?

Viktor se llevó una mano a la cara, y irritado responde.

—Dios... cállate. Estoy a punto de implementar una nueva regla que beneficiará al grupo: se llama "no nombrar a Stocking para molestarme".

Rod rió por lo bajo, agitando la soda.

—Ajá... siéntete orgulloso: tendrás una cita con ella... y si es verdad que Panty y Brief tuvieron sexo, ya estoy empezando a creer que Dios tiene a sus favoritos. Lo cual es raro, porque tú no eres muy devoto que digamos.

Darnel levantó la vista apenas, con expresión neutra.

—Si Dios tiene favoritos, definitivamente no estamos en la lista —dijo, antes de volver a mirar su teléfono como si nada.

Rod volvió a sorber ruidosamente y luego suelta como una duda genuina.

—Bueno, Viktor, supongo que ya no eres un ateo edgy o algo así...¿no?, si existen los ángeles,

Viktor cruzó los brazos, cerró los ojos y respondió con una sonrisa arrogante.

—Ugh... si existe Dios, entonces por lógica también Satán, ¿verdad? Y eso es más oscuro y goth, así que tiro más para ese lado.

Rod alzó la mano como un pastor en pleno sermón.

—¡Aleluya, hermano! Pero recuerda: si te estás cogiendo a un ángel, dale las gracias a Dios y no a Satán... aprende.

El grupo se sentó en una de las mesas del comedor. El murmullo de estudiantes desayunando llenaba el ambiente junto al olor a café recalentado y pan barato. Viktor abrió el manga otra vez, fingiendo concentrarse, aunque lo hojeaba con desgano.

En medio de la multitud apareció Brief, que se dejó caer en la silla junto a Viktor.

—Hola chicos —saludó, algo tímido—. Estaba hablando con otros amigos... Bueno, ¿de qué hablaban ustedes?

Rod, con media empanada en la mano y la soda al lado, habló con la boca medio llena.

—De la jodida suerte que tienen ustedes dos —dijo, masticando antes de darle otro mordisco.

Brief frunció ligeramente el ceño, confundido.

—Eh n-no entiendo ¿A qué te refieres Rod?

Rod lo miró de reojo, apoyando el codo en la mesa y sonriendo con burla.

—Ay, no te hagas el santo... según tú, te cogiste a un ángel como Panty.

—¡O-oye... eso fue... diferente! —exclamó Brief, poniéndose rojo al instante, bajando la voz y apartando la mirada.

Rod se cruzó de brazos con exageración dramática.

—Bah, injusto. Ustedes dos con sus ángeles guerreras sexys, y yo aquí sin nada... ¡No lo tolero!

Juntó las manos para rezar, cerró los ojos con cara solemne y puso voz de falso religioso.

—Señor todopoderoso, concédeme también una angelita buenorra que me baje del cielo directo a la cama...

Abrió un ojo, le dio un codazo a Darnel y añadió:

—¡Darnel, ayúdame! Dios no escuchará mis plegarias si rezo solo.

Darnel, sin levantar la vista de su plato de comida, contestó seco:

—Reza todo lo que quieras, Rodney. Igual te vas a ir al infierno y no te darán nada.

Darnel movía la comida en su plato con desgano cuando soltó, sin mirar a nadie:

—Además... si Dios existe, seguro está cagándose de la risa de ti... por solicitar una petición tan absurda.

Rod no respondió, dejo de rezar y se limitó a seguir sorbiendo su bebida, haciendo un ruido insoportable que llenaba los silencios.

Darnel alzó la vista por fin, con expresión seria:

—Y díganme una cosa... ¿no les parece raro que ayer no hubiera clases? Supuestamente porque estaban "arreglando" las tuberías.

Pinchó un pedazo de su comida con el tenedor y lo giró en el aire, pensativo:

—Como si en primer lugar a alguien le importara el estado de esas tuberías...

Viktor bajó el manga, lo miró de reojo, medio sarcástico:

—Pfff... ¿te imaginas que fuera solo para cubrir que hubiera un espectro rondando?

Brief, en cambio, se quedó callado, mirando su bandeja de comida con el ceño fruncido. La idea había prendido en su cabeza.

—No sería la primera vez... ya lo han hecho antes —murmuró, con seriedad.

Viktor abrió la boca para responder, pero un ruido lo interrumpió: Rod hacía sonar la pajita más fuerte que nunca, exprimiendo hasta el último eco del vaso vacío.

—¡Ya! ¡Estoy harto! ¿Quieres parar con ese ruido? ¡Es una orden! —estalló Viktor, golpeando la mesa.

Darnel levantó una ceja, sin siquiera despegar la mirada de su plato.

—Es verdad... ¿Cómo carajos aún te queda bebida en ese vaso?

Rod se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

—De hecho, se me acabó hace como cinco minutos. Solo estaba molestando a propósito.

La respuesta hizo que Viktor se crispara de pura rabia. Le arrebató el vaso vacío, lo arrugó con fuerza y la tiró directo al basurero.

—Qué ardido... —dijo Rod, riendo mientras se acomodaba en la silla—. No te mereces postre hoy..... Además, aún me queda mi empanada.

Rod le dio un mordisco exagerado a la empanada y, con descaro, juntó las manos en gesto solemne:

—Bueno... voy a seguir rezando para que me caiga una ángel sexy.

No alcanzó a terminar el "amén" cuando un agujero se abrió en medio del comedor con un rugido de motor. Un camión blanco emergió de la nada, frenó de golpe y de la puerta del double low riser bajaron Polyester y Polyurethane, rodeados de humo y actuando como si fueran estrellas de rock bajando de su jet privado.

El comedor entero quedó en silencio. Estudiantes y profesores los observaban boquiabiertos; varios ya grababan con sus celulares.

Viktor, que seguía ensimismado en su manga, no levantó la vista hasta que Rod, al ver a los ángeles, escupió la empanada de puro shock. El bocado salió volando y se estampó directo en los ojos de Viktor, el cual justo habia bajado el manga para ver lo sucedido.

—¡Agggh! ¡Rod, jodido idiota! ¡No veo! —gritó Viktor, limpiándose furioso.

Rod, todavía en shock, alzó las manos en disculpa con una sonrisa nerviosa:

—Ups... perdón... pero, ¡hey! Yo pedí una ángel sexy, no estos dos. Querido dios, se supone que soy hetero ¡¿Por que trajiste 2 hombres!?

En ese momento, Polyester saltó hacia el frente parándose encima de una mesa con los brazos abiertos, sonriendo con arrogancia.

—¡Estudiantes de Daten City! Prepárense para ser salvados, porque llegaron los GOATs de esta diciplina.

Polyurethane lo imitó, levantando los brazos en V mientras el humo se disipaba.

—Sí ahora somos los main characters de esta temporada, así que tranquilos, NPCs, estamos aquí para asegurarnos de que todo esté bajo control.

Mientras todos aplaudían, grababan o murmuraban, Viktor, aún con los ojos irritados por la comida escupida, intentó abrirse paso a tientas hacia el baño para limpiarse.

—Puto Rod de mierda... agradece que no estoy de tan mal humor —masculló, levantando las manos para no tropezar.

Pero en medio del caos terminó chocando de frente con Polyurethane. Aturdido y con la vista borrosa, se aferró de sus hombros y lo miró fijamente.

—Stocking... ¿eres tú? ¿Qué haces aquí? ¿De verdad hay un espectro?

Polyurethane, con cara de asco y sorpresa, lo apartó de un empujón.

—Bro... el NPC E-boy me tocó con sus mugrosas manos...

Viktor se frotó los ojos, para aclarar la vista. Miró a Polyurethane con vergüenza y tartamudeó:

—Ah... te confundí con otra persona.

Lo miró de pies a cabeza analizándolo, después soltó con desprecio:

—Pff... ¿Y después dicen que yo me veo afeminado?.

Polyester, con esa sonrisa de cazador dibujada en el rostro y los ojos brillando de curiosidad, dio un paso adelante.

—¿Dijiste Stocking? ¿La conoces? ¿Eres su amigo, su novio, su esposo... su crush? Bah, da igual que seas de ella, importa que la conoces, NPC gótico —añadió, cruzando los brazos con fingido desdén—. Hazme un favor vuélvete basado y piensa: ¿Cuál es la debilidad de Stocking? Sé un buen humano, sigue los mandatos del cielo y dímelo.

Viktor arqueó una ceja, esbozando una sonrisa helada.

—¿Su debilidad? Hmp... creo que es... a ver si lo recuerdo.

Los dos ángeles contuvieron el aliento, inclinándose apenas hacia adelante, con la ilusión de que por fin iban a obtener información valiosa.

Viktor, con los brazos cruzados y una mueca de aburrimiento, remató con sequedad:

—Su debilidad es... morirse. Como la de todos.

La expresión de emoción se les apagó al instante a ambos.

Polyurethane resopló, decepcionado:

—Pff... creo que nos está trolleando, hermano. No le hagamos caso. Vamos a matar al espectro, es nuestro trabajo.

Sin darle más importancia, los dos ángeles se giraron y siguieron caminando por el comedor, ignorándolo por completo.

Viktor chasqueó los dedos con fuerza.

—¡Brief, ven aquí!

El pelirrojo apareció corriendo, frenando de golpe al ver a los recién llegados.

—Oh, mierda... tenían que ser ellos.

—Exacto, zanahorio. Por eso te llamé. Suelta la info: ¿Quiénes carajos son? —preguntó Viktor con tono seco.

Brief tragó saliva, incómodo.
—Son... primos de Panty y Stocking. Y créeme, es una laaarga historia.

Viktor suspiró pesadamente y se pasó una mano por el rostro.

—Perfecto... explícame mientras vamos al baño.

Ambos salieron del comedor, cruzando los pasillos abarrotados de estudiantes hasta llegar al baño masculino. El murmullo de la multitud se apagó en cuanto la puerta se cerró tras ellos.

Viktor se inclinó sobre el lavamanos, dejando correr el agua fría y salpicándose el rostro. Se enderezó lentamente, dejando que el agua resbalara por su barbilla mientras se miraba al espejo con gesto pensativo.

Brief, apoyado en la pared, continuó explicándole todo el contexto sobre aquellos dos nuevos ángeles mientras Viktor escuchaba en silencio.

Viktor pasó una mano por su cabello húmedo para apartarse el flequillo.

—A propósito... —comentó Brief con una pequeña sonrisa—. Tu cabello tiene más detalles en rubio.

Viktor se observó un segundo más en el espejo, la luz blanca resaltaba los reflejos rubios de su pelo.
—Seh... decidí seguir tu consejo —respondió con voz firme—. No me lo voy a volver a teñir de negro... Ahora solo queda esperar a que vuelva completamente a su tono natural.

Luego se apartó del espejo y sacudió las manos para secarlas.

—Volviendo al tema de esos dos... —añadió, sacando su celular mientras se dirigía a la puerta—. Le voy a avisar a Stocking.

Al salir, apuntó con el teléfono y les sacó una foto rápida a Polyester y Polyurethane desde lejos, mientras ellos seguían discutiendo algo en el comedor. Estaba a punto de enviarle la imagen a Stocking cuando una voz apareció justo detrás de él:

—Hey, ¿qué pasa? —dijo Rod, asomando por encima de su hombro—. ¿Por qué les sacas fotos? ¿Vas a reemplazar a Stocking con uno de esos dos? ¿Eres bi, Viktor?

Viktor entrecerró los ojos y enojado respondio.

—Jaja... muy chistoso bruto de mierda. Se la voy a mandar a Stocking para avisarle, genio.

Estiró el pulgar para enviarla, pero Rod le sujetó la muñeca con dramatismo fingido.

—¡No! Qué aburrido eres... —Rod señaló la pantalla con una sonrisa traviesa—. ¿No ves que justo en esa foto uno salió con la boca abierta? Dibújale un pene cerca de la boca con un editor de imágenes.

Viktor lo miró por un momento, y luego dejó escapar una risa breve y contenida.

—Eres un idiota... pero... jiji... buena idea.

Mientras tanto....

El centro comercial estaba lleno de luces brillantes, música pop saliendo de los altavoces y gente cargada de bolsas de compras que parecían pesar más que su dignidad.

Sentada en una pequeña mesa decorada con florecitas falsas, Stocking disfrutaba de un enorme pastel de frutillas, con una felicidad tan inconmensurable que rozaba lo obsceno. Cada bocado era como un pequeño triunfo personal, una celebración de que, por fin, le habían pagado.

A unos metros, Panty coqueteaba descaradamente con el vendedor de la tienda de perfumes, inclinándose sobre el mostrador.

—Jiji, qué rico... —murmuró Stocking, sacándose una selfie con un trozo de pastel a medio camino de su boca.

Cuando miró la foto, notó que, en el fondo, aparecía Panty en lo suyo.

Stocking rodó los ojos. Luego abrió el chat y vio una notificación de Viktor:

Viktor: Hey inepta, tengo que mostrarte algo importante.

Stocking contestó al instante:

Stocking: Yo también, mira esto.

Adjuntó la selfie y añadió: Ya me pagaron, así que después te devuelvo el dinero de las donas.

Viktor: No hace falta que me pagues, ya fue... o quizá podríamos usar ese dinero en la cita para otras cosas.

Stocking entrecerró los ojos y sonrió apenas, mientras escribía con los dedos manchados de crema:

Stocking: Je, vaya goth boy, ¿estás desesperado por el día de la cita, eh? Parece que eso no sale de tu mente.

Rod, que estaba junto a Viktor y había estado mirando de reojo la pantalla, frunció el ceño.

—¿Vas a coquetear o mandar la jodida imagen? —bufó, cruzándose de brazos.

—Sí, sí, ya voy. Lo tengo calculado...ya sabes...soy un genio... ¿quién es el líder aquí? —replicó Viktor con fingida seriedad, enviando finalmente la foto.

Al recibirla, Stocking la abrió y, al ver la imagen editada, soltó una pequeña risa.

Stocking: Algo infantil la edición, ¿no, goth boy? Igual fue un poco chistoso. Así que esos idiotas están ahí... ¿Qué pretenden? ¿Robarnos el trabajo de matar espectros en la academia? Ya voy en camino.

Stocking empezó a devorar el pastel con la desesperación de alguien que no había comido en días, engullendo los últimos bocados a toda velocidad.

Cuando por fin terminó, se recostó hacia atrás, respiró hondo y, con una calma repentina, tomó un pequeño pañuelo de encaje para limpiarse los labios con elegancia. La delicadeza de ese gesto contrastaba con la gula frenética que había mostrado segundos antes.

Se puso de pie y caminó con paso ligero hacia la tienda de perfumes, donde Panty estaba inclinada sobre el mostrador, riendo y lanzándole miradas insinuantes al vendedor.

Stocking le dio un golpecito en la cabeza para llamar su atención, alzando su celular.

—Hey, Panty, mira esto —dijo, mostrándole la pantalla.

En el celular brillaba la imagen que Viktor le había enviado desde la academia: los dos ángeles, Polyester y Polyurethane.

—Pff, la editaste chistoso...así que... ¿Están en la academia? ¿En mi puta academia? ¿Qué pretenden?

—Goth boy me lo mandó, ¿extraño, no? Tal parece que nos quieren quitar el trabajo... —añadió Stocking.

Panty, irritada, respondió:

—¿Qué se creen? ¿Inmigrantes? Que se jodan. Las únicas que pueden matar espectros y destacar en esa academia de mierda somos nosotras... Vamos a joderles la fiesta.

Las dos ángeles se subieron al See-Through, y en cuanto Panty encendió el motor, el rugido del coche sonó como un grito de guerra en medio del estacionamiento del centro comercial. Sin perder ni un segundo, hundió el pie en el acelerador y el auto salió disparado, dejando tras de sí un chirrido de neumáticos.

La expresión de Panty se había endurecido; sus gafas de sol reflejaban la luz del cielo mientras sus labios se curvaban en una sonrisa competitiva. Si Polyester y Polyurethane estaban intentando usurpar su trono, no pensaba quedarse de brazos cruzados. Su estatus, su reputación y —sobre todo— su ego como diva indiscutida del instituto estaban en juego, y eso era algo que simplemente no podía permitir.

Stocking, sentada en el asiento del copiloto, apenas alcanzó a sujetar un chocolate a medio terminar mientras el viento le revolvía el cabello.

El comedor de la academia estaba vacío a esa hora. Las mesas metálicas reflejaban la luz amarillenta de los tubos fluorescentes, eco de los pasos de los hermanos resonaba en el amplio espacio. Un par de bandejas olvidadas yacían sobre una mesa, con restos de comida fría y sin gracia. El aire olía levemente a desinfectante barato y pan recalentado.

Polyester entrecerró los ojos, dejando que un brillo tenue recorriera sus pupilas mientras escaneaba el lugar en busca de cualquier rastro de energía espectral. Tras unos segundos, frunció el ceño y soltó un pequeño quejido.

—Vaya... no puedo detectar al espectro. ¿Qué pasa? Normalmente puedo.

Polyurethane, apoyado con calma contra una mesa, alzó una ceja y le respondió con voz tranquila:

—No te preocupes, ya lo encontraremos y GG.

Viktor los observaba desde una esquina del comedor, apoyado contra la pared, con su grupo reunido a su alrededor.

Darnel lo miró de reojo, con su habitual escepticismo.

—Viktor... según tu ya le avisaste a Stocking sobre esto ¿Para qué te involucras? ¿Qué te importa? —preguntó con frialdad.

Viktor se encogió de hombros, sin apartar la vista.

—Curiosidad —respondió escuetamente.

Rod con una sonrisa suelta.

—Na ah... —diría de forma infantil—. Tú solo quieres que Stocking te vea y te felicite.

—Ugh, cállate... Es curiosidad, y admito que también un poco de eso pero... —Viktor se llevó un dedo a los labios, haciendo un sonoro "shhh" con exageración teatral.

Antes de que Rod pudiera replicar, un rugido de motor resonó a lo lejos. La pared lateral del comedor estalló en una lluvia de ladrillos y polvo: el See-Through irrumpió atravesando la pared, derrapando sobre el suelo encerado y chocando de lleno contra un basurero metálico.

—Ya llega—... empezó a decir Viktor con una sonrisa, justo cuando el basurero metálico salió disparado como proyectil hacia el grupo.

Rod y Darnel se apartaron de un salto. Brief, en cambio, se quedó paralizado como un ciervo ante las luces de un camión.

El contenedor lo golpeó en la cabeza con un clang seco y, por el rebote, salió despedido hacia atrás... cayendo de lleno sobre el rostro de Viktor, como un casco improvisado.

—...garon... —terminó de decir Viktor desde dentro del eco metálico, con voz apagada—. Ah, y no me dolió...

Rod ayudaría a Brief a levantarse, mientras Darnel le quitaba el basurero de la cabeza a Viktor.
Viktor, irritado, se frotaba la cabeza por el dolor.

Darnel lo miró con una sonrisa sarcastica y preguntó:

—¿En serio no te dolió?

Viktor, molesto y frotándose la cabeza mas rápido, respondió:

—¡Sí, no me dolió! Me froto la cabeza solo porque me despeine...

Panty y Stocking bajaron del See-Through envueltas en un remolino de luz celestial que disipaba el polvo a su alrededor.
Panty, con una sonrisa descarada pintada en el rostro, alzó su pistola y disparó un tiro al cielo; el estruendo retumbó como un trueno de advertencia que hizo estremecer el comedor.
A su lado, Stocking arrastró el filo de su katana contra el suelo, haciendo que soltara un chirrido metálico mientras avanzaba con pasos lentos pero firmes.
Ambas caminaban hacia ellos con la determinación de un castigo inevitable.

Polyester y Polyurethane solo las miraban con una expresión burlesca mientras se acercaban, como si todo aquello les resultara un espectáculo.

—Vaya... parece que son las Karens... —murmuró Polyurethane, con una sonrisa ladeada.
—Sep —respondió Polyester con fingido desinterés—. ¿Qué pretenden aquí? ¿Acaso no soportan que haya otros MVPs?

Se colocaron frente a frente, cada uno desafiando al otro con la mirada como si midieran fuerzas invisibles. Panty inclinó un poco la cabeza hacia un lado y, sin borrar su sonrisa provocadora, le escupió palabras a Polyester:

—Hey, Adolf Twinkler, matar espectros en esta jodida escuela es mi trabajo... No me jodas y lárgate. ¿Acaso tu papi no te dijo que dejaras de romperme mis putos ovarios celestiales?

Polyester encogió los hombros con falsa calma, aunque sus labios se curvaron en una mueca de burla:

—Típico de las Karens... creen que tienen más derechos de los que realmente poseen. Solo estamos trabajando igual que ustedes.

Panty entrecerró los ojos y, con una risa seca, replicó:

—Corrección, putito: me estás robando trabajo en este instituto, el cual es mi puto territorio.

Polyurethane dejó escapar una carcajada nasal y, con una sonrisa burlona pintada en el rostro, replicó:

—Vaya, parece que mezclas el trabajo con tu ego personal... eso es tan siglo pasado.

Luego, lanzándole una mirada cómplice a Polyester, añadió:

—Hermano, yo creo que les arde que seamos más profesionales que ellas.

Stocking, que había mantenido su katana firme a su lado, frunció el ceño y soltó con desprecio:

—En lo único que son profesionales, par de mocosos, es en ser unos odiosos de mierda.

Brief corrió hacia Panty, agitando los brazos con nerviosismo.

—¡Ay, Panty, pelear no tiene sentido! —exclamó apresurado—. ¡Solo van a perder tiempo mientras el espectro sigue por ahí!

Panty lo miró con fastidio, cruzándose de brazos, mientras Stocking arqueaba una ceja, claramente escéptica y con los labios torcidos en una mueca de desdén.

Antes de que Panty pudiera soltar una respuesta, Brief continuó, intentando sonar convincente:

—¡Se me ocurrió una mejor idea!

Los cuatro lo miraron al unísono y dijeron con distintos tonos.

—¿Cuál?

Brief se irguió un poco, tragó saliva y sonrió, tratando de parecer ingenioso:

—¿Qué tal si hacen una competencia? El que encuentre primero al espectro y lo mate gana... Así miden su ego, y el espectro muere, que es lo importante.

Polyester soltó un bufido exagerado, cruzándose de brazos con arrogancia:

—Puff... qué aburrido. Ganaríamos de cualquier forma... sería un GG izi.

Panty, visiblemente molesta, frunció el ceño y le respondió:

—¡Métete tu GG izi por el culo! Claramente nosotras mataríamos al espectro de mierda primero.

Polyurethane soltó una carcajada burlona, golpeándose la pierna con la mano, disfrutando la intensidad de su hermano y el enfado de las chicas:

—Bah.. como se nota que están ardidas por el Cringe que generan, acéptenlo...mataríamos al espectro primero...estamos en nuestro Prime y el suyo ya paso

Stocking rodó los ojos con una mezcla de irritación, ajustándose el flequillo mientras sostenía su katana con firmeza:

—Tsk... inútiles. Pero... bien, me gusta la idea. Esto puede ser divertido si no terminan haciéndose daño ustedes solos en primer lugar.

Bien comencemos dirían los 4 al unisonó

Polyester y Polyurethane caminaban con una confianza exagerada, con los brazos cruzados y sonriendo burlonamente, confiando en que su superioridad tecnológica les daría la ventaja. Polyester activaba sus sensores integrados en los ojos, escaneando el comedor mientras murmuraba:

—Nada... aún no detecto al espectro.

Polyurethane asintió con calma, fingiendo paciencia:

—No te preocupes, hermano, lo encontraremos y ganaremos... F por ellas.

Mientras tanto Panty y Stocking se movían con velocidad y coordinación, buscando señales del espectro.

Polyester y Polyurethane, confiados en sus habilidades, se separaban estratégicamente, revisando cada rincón y esquina del comedor. La diferencia era clara: las hermanas Anarchy combinaban instinto y agilidad, mientras los "Goats" dependían de la tecnología y de su confianza en sí mismos, con poca consideración por lo que no entrara en sus lecturas de sensores.

Darnel observaba con escepticismo a los cuatro mientras se movían por la cafetería, buscando al espectro. Su expresión neutra se volvía más crítica a cada instante.

—¿Por qué siguen buscando aquí, en la cafetería? —preguntó con voz calmada—. Quizá el espectro está en otra parte... o quizá ni existe y están cazando fantasmas también en sentido figurado.

Brief, nervioso, tragó saliva y dijo:

—¡Ay! Tiene que existir, Oye Rod... puedes buscar en las noticias por Internet...por favor... algo sobre estudiantes desaparecidos. ¡Vamos, busca! —su voz se quebraba ligeramente por la ansiedad.

Viktor, pensativo, permanecía unos pasos atrás, con los brazos cruzados y la mirada fija en el escenario del conflicto. Observaba cómo cada grupo se movía con determinación, evaluando sus tácticas.

De pronto, Rod alzó la vista del celular con una sonrisa:

—Ah, lo encontré —dijo—. Sale que la mayoría de los estudiantes que desaparecieron eran del equipo deportivo.

Polyurethane se giró hacia Polyester, frunciendo ligeramente el ceño mientras revisaba su reloj.

—Bro... los censores oculares no detectan nada... —murmuró con un tono impaciente—. Ya vámonos de la cafetería, debe estar en otra parte.

Acto seguido, ambos ángeles salieron de la cafetería por una de las puertas, moviéndose con pasos decididos.

Panty, molesta, alzó la voz:

—¡¿Dónde van, maricas?!

Stocking, más calmada pero firme, respondió:

—Panty, dejemos de perder el tiempo, el espectro debe estar en otro lugar.

Las dos se dirigieron hacia otra puerta con pasos rápidos.

Brief se quedó un momento paralizado, y luego gritó con nerviosismo:

—¡Panty, dónde vas? ¡Espérame!

Sin darle tiempo a más, salió tras ellas corriendo.

Viktor, permaneciendo un instante observando la escena, se volvió hacia Rod, con una expresión más seria:

—Equipo deportivo, dijiste... —murmuró mientras guardaba mentalmente la información—. Guardaré el dato, ya vuelvo.

Sin perder tiempo, corrió tras Brief.

Chapter 18: Los planes absurdos pueden funcionar

Chapter Text

Brief corría torpemente detrás de Panty, agitando los brazos mientras gritaba con desesperación:

—¡Panty, espera!

Panty y Stocking se frenaron de golpe, levantando una pequeña nube de polvo. Panty se giró con una ceja arqueada y los labios fruncidos en una mezcla de fastidio y cansancio.

—Ugh, geek boy, deja de joder. ¿No ves que estamos ocupadas? —espetó con un suspiro, apoyando una mano en la cadera.

Detrás de Brief, Viktor llegó al fin, inclinándose hacia adelante con una mano en la rodilla mientras intentaba recuperar el aliento, el pecho subiendo y bajando con fuerza.

Panty rodó los ojos, luego le dio un leve golpe en el hombro a Stocking con el codo, hablándole en un tono cómplice y burlón:

—Bien, Stocking, ahora es tu turno, dile a tu geek boy que no joda.

Stocking chasqueó la lengua, desviando la mirada un segundo mientras sus mejillas se coloreaban apenas, y replicó con un suspiro resignado:

—Ah, cállate... nuestra relación es diferente, pero... —desvió la vista hacia Viktor con el ceño fruncido—. Goth boy, no te metas en esto.

Viktor entrecerró los ojos y dejó escapar una leve risa nasal, aún tomando aire por la carrera.

—¿Qué, no me meta? Pero si tengo... —repitió, antes de mirar a Brief y añadió, tosiendo levemente—. Digo, yo y Brief... tenemos información útil.

Alzó un dedo con arrogancia, como si diera una clase:

—Resulta que el espectro atacaba a los del equipo deportivo. Tengo una teoría al respecto... pero como quieren que no joda, no la diré.

Panty frunció el ceño y puso las manos en la cintura, chasqueando la lengua.

—Tch... maldito engreído de mierda, siempre con tus jueguitos.

Stocking lo miró de reojo, suspirando con fastidio mientras se cruzaba de brazos.

—Solo dilo de una vez, drama queen, antes de que se te caiga la corona.

Viktor alzó una ceja y, con una sonrisa engreída, respondió:

—Bueno... ¿qué tal si el espectro en vida era alguien como Brief o yo? Ya saben... un nerd, un rarito rechazado. Por eso ataca a los del equipo deportivo, quizá le trae malos recuerdos y busca vengarse o algo así.

Panty lo interrumpió con un bufido y un gesto impaciente de la mano:

—Bonita tu teoría, goth boy. ¿Quieres que Stocking te la chupe como premio por decir lo obvio? Además... ¿Cómo mierda eso hará que encontremos al puto espectro fracasado?

Viktor sonrió apenas, mirando de reojo a Brief, y dijo:

—Tengo un plan... se me ocurrió mientras corría.

Mientras tanto...

Los pasillos del instituto se extendían silenciosos y sombríos, apenas iluminados por lámparas fluorescentes que parpadeaban de vez en cuando con un zumbido molesto. El suelo estaba cubierto de baldosas grises llenas de marcas de zapatos y papeles arrugados que el viento colaba por alguna ventana mal cerrada. Viejos casilleros metálicos se alineaban a ambos lados, algunos con puertas abolladas y grafitis apenas visibles a la tenue luz.

Polyester y Polyurethane avanzaban por el corredor con pasos lentos y una expresión de fastidio dibujada en sus rostros. Sus pisadas resonaban huecas en el pasillo vacío, como si cada eco se burlara de su búsqueda infructuosa.

—Ag... ¿Cómo puede ser que nuestros Ghost Vision Pro Max no funcionen? —refunfuñó Polyester, lanzando un suspiro cargado de frustración mientras sus ojos cibernéticos emitían un destello.

Polyurethane se encogió de hombros, con una sonrisa ladeada, sin dejar de mirar con desgano los casilleros:

—Quizá el poder del espectro sea tener una especie de camuflaje, invisibilidad o algo así... y tal vez está campeando como un noob cobarde.

Polyester se frotó la barbilla con aire pensativo, aunque su tono sonaba más irónico que serio:

—Puede ser... puede ser...

Se detuvo un momento y miró a su alrededor con fingida solemnidad, antes de soltar con sarcasmo:

—Aunque también puede ser que nuestros sensores sean demasiado avanzados para detectar algo tan básico.

Polyurethane soltó una risita nasal y asintió.

Una ráfaga de aire frío recorrió el pasillo, haciendo que uno de los fluorescentes titilara aún más fuerte, pero ninguno de los dos pareció notarlo: seguían caminando como si todo el instituto fuera solo un escenario aburrido para su espectáculo de superioridad.

Mientras caminaban, un estruendo metálico sacudió el silencio del pasillo. El sonido rebotó por las paredes como un rugido contenido. Polyester y Polyurethane se miraron, los ojos muy abiertos, y sin decir palabra salieron corriendo en dirección al ruido.

Las luces del techo parpadeaban mientras avanzaban a toda velocidad, hasta que llegaron a la puerta del baño. Estaba entreabierta, colgando de una bisagra torcida, y un hilo de agua sucia se filtraba desde el interior. Polyester empujó con el hombro y entraron.

El hedor a óxido y humedad los golpeó de inmediato. En el suelo de baldosas agrietadas y manchadas yacía el cuerpo inerte de un jugador del equipo de fútbol americano, su casco rodado a un costado y el rostro congelado en una mueca vacía.

Encima de él, agazapado como un depredador sobre su presa, estaba el espectro: una figura distorsionada, sin forma definida, hecha de sombras líquidas que parecían retorcerse contra la luz.

Ambos se quedaron paralizados, el tiempo detenido por un instante.

Desde el punto de vista de Polyester, sus sensores oculares se encendieron con un zumbido eléctrico. Los datos se desplegaron en su visión en forma de retículas rojas, sacándolo de golpe de su shock inicial. Con un gruñido, alzó su guante y lo apuntó directo al espectro.

Pero justo cuando estaba a punto de disparar, la criatura se desvaneció: su silueta se disolvió en el aire, tornándose transparente hasta desaparecer por completo.
Y, al mismo tiempo, todos los datos proyectados en los ojos de Polyester se apagaron de golpe, como si nunca hubieran estado allí. Solo quedó el vacío negro en su visión.

—¡Tch! —bufó Polyurethane, lanzándose hacia adelante. Su bota trazó un arco letal, intentando cortar el lugar exacto donde el espectro había estado segundos antes... pero solo encontró aire. Ni un rastro, ni un destello.

Polyester bajó el brazo y apretó los dientes con rabia.

—¡Oh dios, oh dios... mierda! —escupió con frustración, golpeando el suelo con el puño—. ¡Cómo carajo se nos escapó!

El baño quedó en silencio otra vez, salvo por el goteo constante de una cañería rota... y el cadáver inmóvil que parecía mirarlos desde el suelo con sus ojos apagados.

De pura frustración, Polyester comenzó a disparar en todas direcciones, y cada detonación retumbaba con un eco ensordecedor entre los azulejos agrietados del baño. Las balas arrancaban pedazos de cerámica de las paredes y hacían estallar los espejos en una lluvia de fragmentos brillantes que chisporroteaban al caer.

Al mismo tiempo, Polyurethane descargaba patadas salvajes con su bota afilada, haciendo saltar chispas al atravesar bisagras oxidadas y astillas de madera podrida. Las puertas de los retretes caían una tras otra como cadáveres desplomados.

Pero no había rastro del espectro. Solo el humo flotando en el aire y el silencio denso que quedó tras la tormenta de violencia.

Cuando por fin ambos lograron calmar su berrinche, el silencio pesaba en el baño destrozado. Polyester bajó el brazo aún humeante de su guante y miró a Polyurethane con el ceño fruncido.

—Tenías razón, bro —admitió, con un suspiro—. Se hace invisible...

Polyurethane se encogió de hombros, con una mueca triunfante.

—Pues sí... terminé soltando facts.

Polyester lo observó unos segundos y luego miró al cadáver, soltando una risa seca.

—¿Acaso en vida el fantasma era tan inexistente para las mujeres que su poder de espectro es ser literalmente invisible? Patético...

Polyurethane, para seguir el chiste de su hermano, respondió con una sonrisa burlesca:

—En vida fue tan irrelevante que ni el algoritmo lo detectaba. Ahora tiene el superpoder de seguir siendo irrelevante y pasar desapercibido, pff.

Rascándose la cabeza, Polyurethane le dio una leve patadita al cadáver del jugador.

—F por el... ¿no deberías avisar o algo así? —dijo, medio en broma.

—Nah —respondió Polyester—. La prioridad es el espectro; el cadáver es problema de los humanos. Además, después llevaremos su alma al cielo, si es que nos corresponde...

—Sí —asintió Polyurethane—. Tienes razón.

—Pero, ¿por qué no nos atacó mientras estaba invisible? —preguntó Polyester, frunciendo el ceño—. Eso es raro, ¿no crees? Quizá solo pueda atacar cuando se hace visible.

Polyurethane lo miró, pensativo un segundo, y luego se encogió de hombros con aire práctico.

—Hmp... podría ser. Si es así, podríamos sacarle ventaja. Forzarlo a mostrarse y luego rematarlo.

Polyester asintió, ya perfilando una estrategia en su cabeza. Arriba, dentro del entramado metálico de los conductos de ventilación, algo se movía: una sombra que no era del todo sombra, una figura pegaba al interior del ducto como si fuera parte del techo mismo.

El espectro los observaba desde arriba, encogido en la penumbra, ojos amarillos clavados en las dos figuras humanas que discutían abajo. Sus pensamientos eran una mezcla de odio y algo parecido a orgullo taciturno.

Pedazos de ángeles bastardos, masculló en su interior. Estoy limpiando este lugar de gente asquerosa. Estoy defendiendo a los estudiantes inocentes de los brutos sin cerebro. Jódansen.

Con un siseo apenas audible, la criatura se arrastró por el conducto, buscando un escape, un lugar donde recomponerse y pensar su siguiente movimiento. Sus garras se aferraban a las paredes metálicas; su piel cambiaba de tonalidad y textura, adaptándose al metal sucio, hasta hacerse casi indistinguible del propio ducto.

 

Mientras tanto en el gimnasio de la academia.

Entre colchonetas y pelotas olvidadas, Viktor registraba el armario del equipo de la academia con una concentración casi teatral.

Brief y las hermanas lo observaban con una mezcla de escepticismo y curiosidad. Panty estaba apoyada en una viga, con los brazos cruzados; Stocking a su lado, silenciosa pero atenta.

—Bueno —dijo Viktor sin mirar atrás—, si mi teoría es cierta y solo ataca al equipo de deportes, haremos que el espectro venga a nosotros y no nosotros a él.

Brief tragó saliva, nervioso.

—E-eh... ¿puedes ser más claro, Viktor? —preguntó con voz temblorosa.

Viktor lo miró serio, como si hablara de una táctica militar.

—Sí —respondió—. Cuando mi papá me llevó a cazar una vez, porque supuestamente me haría más "hombre", pusimos carnada, él esperó paciente al ciervo y... ¡PAM!

Dicho eso, Viktor le lanzó a Brief un casco de fútbol americano que pegó con un golpe seco en el pecho del pelirrojo.

Panty soltó una risita burlona.

—¿Me estás diciendo que vas a usar al puto geek boy como cebo? —señaló con sarcasmo.

Stocking rodó los ojos, pero no negó.

—Espero que tu "plan maestro" funcione.

Brief, aún con el casco en las manos, miró a Viktor y murmuró:

—V-vik... ¿yo seré el cebo?

—Sí —contestó Viktor con voz seca—. Bueno, ya verás. Ponte el casco y el equipo de jugador, ¿quieres? El espectro ataca a jugadores.... Cebo perfecto.

Brief se puso el traje de jugador, que le quedaba ridículamente grande.

Panty lo miró un segundo y estalló en carcajadas.

—¡Jajajaja! ¡Oh, dios! ¿Qué es esta mierda? ¡Parece una puta piñata con patas!

Stocking se cruzó de brazos, apretando los labios para no reír, aunque sus mejillas se inflaron apenas.

—Ugh... ridículo. Esto no funcionará. Los espectros no son tan estúpidos.

Viktor ignoró el comentario, ajustándole las hombreras a Brief.

—No subestimes la genialidad de mi estrategia, inepta. Los espectros se guían por patrones. Y él... —le dio un golpecito al casco de Brief— es el patrón perfecto.

Pero al notar que el casco no le quedaba bien, se lo sacó, dejándole solo el traje de fútbol americano.

—Espera un momento... —murmuró, entrecerrando los ojos—. Dijiste que casi nadie te ha visto sin ese flequillo que te tapa los ojos, ¿no? Tal vez el espectro tampoco.

Antes de que Brief pudiera protestar, Viktor alzó la mano y, con un gesto decidido, le apartó el mechón que le cubría media cara. El cabello se acomodó hacia un lado y, de golpe, los ojos verdes de Brief quedaron expuestos.

Panty abrió los ojos, sorprendida, y se sonrojó apenas.

—Wow... Geek boy, ya recordé cuando te vi así... mmm jeje. Ahora sí pareces el mariscal de campo buenorro de una película.

Stocking arqueó una ceja, observándolo con curiosidad.

—Hmph... admito que ahora sí parece creíble... como un deportista popular o algo así.

Brief, rojo como tomate por los halagos de Panty, bajó la mirada mientras murmuraba incómodo:

—Ehh... yo... ¿en serio me veo bien?

Viktor, con los brazos cruzados, sonrió satisfecho.

—Ahora sí... perfecto. Mucho más creíble. El espectro no dudará en ir por ti. Seguro creerá que eres un bully popular.

—Ahora ustedes dos, esperen escondidas. En cuanto vean al espectro aparecer, no duden: ataquen con todo... —dijo Viktor con firmeza, luego giró la vista hacia Stocking y añadió con un tono algo más suave—. Confío en ti, Stocking.

Después se volvió hacia Panty, suspirando.

—Bueno... tú intenta no cagarla.

Panty abrió los ojos con furia, llevándose una mano a la cadera.

—¡¿Qué carajos quieres decir con eso, goth boy?!

—Nada, nada... agh, solo escóndanse ya, ¿sí? —replicó Viktor rápido, levantando las manos como si se rindiera.

Panty y Stocking se deslizaron por debajo de las sillas de las gradas, agachándose entre las sombras mientras observaban el gimnasio casi en penumbras. El olor a sudor rancio y a polvo atrapado en las colchonetas flotaba en el aire.

Panty, con el ceño fruncido y la voz cargada de fastidio, murmuró mientras se acomodaba el cabello rubio con impaciencia:

—Ag... ojalá el plan de mierda de tu novio funcione. A lo mejor... los twink twins ya mataron al espectro.

Stocking ladeó la cabeza, sus ojos cian brillando apenas bajo la tenue luz que se colaba por las rendijas de su escondite. Contestó con calma, aunque sin apartar la vista del gimnasio:

—Nah... ¿has escuchado las campanas de la iglesia sonar? No lo han matado. Creo que confían demasiado en esos patéticos escáneres suyos.

Panty sonrió de forma burlona, inclinándose un poco hacia ella y susurrando con malicia:

—Vaya, Stocking... dije "tu novio" y no te quejaste. Ya lo estás aceptando.

En respuesta, Stocking, sin siquiera girar el rostro, alzó a Stripe I y le dio un golpe ligero con el pomo de la katana a Panty. Sus labios se curvaron en una sonrisa seca mientras replicaba:

—Mira al cebo, tonta... estate atenta, puede aparecer el espectro.

Viktor y Brief estaban en el centro del gimnasio. Brief se acomodó el flequillo con manos temblorosas peinándolo, asegurándose de que sus ojos quedaran a la vista para que la puesta en escena funcionara.

—¿Y tú qué harás? —preguntó con duda, mirando a Viktor.

Viktor suspiró, serio, como si estuviera dictando una orden de campo.

—Yo seré yo —respondió con voz grave—. Actuaré como un gótico raro, pero fingiré debilidad.

Brief ladeó la cabeza, confundido.

—Pero... ¿al que atacarán será a mí, no? Y ti... el espectro te defenderá si finjo molestarte.

Viktor lo miró con una mezcla de impaciencia y algo parecido a cariño estratégico.

—Brief, Brief, Brief... no lo entiendes. Mientras tú pones en juego tu integridad física, yo pongo en juego mi orgullo. Tendré que fingir que soy vulnerable y que me acosas. ¿No te parece humillante?

Se le notó la sinceridad en la palabra «humillante»: para él no era un detalle menor.

—Las heridas físicas pueden sanar —continuó, bajando la voz con casi teatral solemnidad—, pero un orgullo destrozado es más complejo. Nosotros dos estamos sacrificando algo.

Brief lo miró, arqueando una ceja, intentando medir la gravedad en lo que parecía una broma a medias.

—Supongo que sí... supongo.

Viktor señaló a Brief con un dedo autoritario.

—Bien... moléstame.

Brief parpadeó, confundido.

—¿Qué? ¿Molestarte?

—¡Sí, sopenco! —replicó Viktor, exasperado—. Si quieres que esto sea creíble, tienes que actuar como un maldito deportista idiota que se burla del rarito del curso. ¡Así que hazlo, imbécil!

Brief frunció el ceño, incómodo, rascándose la nuca.

—Quizá... quizá deberías haber sido tú el falso deportista. Al menos sabes actuar arrogante.

Viktor soltó una risa nasal, sacudiendo la cabeza.

—Nah. No funcionaría. Tengo las uñas pintadas de negro, eso no se ve muy "masculino", ¿no? Así que cállate y haz tu parte.

Se inclinó un poco hacia él, empujándolo con un dedo en el pecho.

—Moléstame ahora, joder.

Brief dudó un instante, luego lo empujó con torpeza y dijo:

—Oye, emo estúpido... ¿ya escribiste un poema en tu diario sobre cómo nadie te entiende?

Viktor se irguió con cara de fastidio, chasqueando la lengua.

—¡No! ¡Tienes que decir "emo de mierda"! ¡Se más grosero, Brief! Si no suenas cruel, nadie te va a creer.

Brief apretó los labios, visiblemente incómodo.

—Es que... suena muy fuerte y no quiero ser malo contigo. Pero bueno lo intentare...

Brief tragó saliva, respiró hondo y por fin lo soltó:

—¡Oye, emo de mierda! ¿ya escribiste un poema marica en tu puto diario sobre cómo nadie te entiende? supongo que si mientras llorabas como un jodido depresivo.

La voz retumbó en el gimnasio, mucho más fuerte y convincente de lo que cualquiera esperaba. Panty abrió los ojos sorprendida desde su escondite, Stocking arqueó una ceja, y hasta Brief mismo se llevó las manos a la boca, horrorizado por lo convincente que le había salido.

Viktor se llevó una mano dramáticamente al pecho y dio un par de pasos hacia atrás como si lo hubieran apuñalado.

—¡Aghhh! —gimió, tropezando exageradamente hasta caer de rodillas—. ¡Me has herido en lo más profundo de mi oscuro corazón incomprendido! ¡¿Por qué, maldito deportista popular?!

Se dejó caer de espaldas con los brazos extendidos como si se tratara de una muerte shakesperiana.

Desde las gradas, Rod, que había llegado al gimnasio de la academia y observaba toda la escena, con una carcajada.

—¡JAJAJAJA! ¿Qué carajos estoy viendo? —gritó entre risas—. Brief se ve como un jodido quarterback de película, y Viktor parece que está actuando en una puta telenovela barata.

Viktor, todavía en el suelo, levantó un dedo acusador en dirección a Rod.

—¡Silencio, espectador de mierda! Esto se llama estrategia.

Rod se tiró de espaldas en las gradas, riendo sin parar.

Panty, tapándose la boca desde su escondite para que no se oyera su risa, murmuró a Stocking:

—Ok, admitiré que esto es más divertido que cualquier mierda de la tele.

Stocking, con la katana apoyada en el hombro, sonrió de lado.

—Sí... aunque dudo que el espectro se lo tome en serio.

Viktor seguía tirado en el suelo, dramatizando su "derrota", cuando de repente se levantó de golpe y gritó con furia:

—¡Estaba bien hasta que viniste a cagarla, Rod! ¡Tú y tu estupidez!

Rod, aún doblado de la risa en las gradas, levantó las manos en defensa con su sonrisa burlona de siempre.

—Es que es chistoso, bro. Si esto lo viera una fujoshi, los shipearía al instante. Brief sería el seme y tú el uke.

Viktor lo fulminaba con la mirada y respondió enojado.

—¿De dónde carajos sacaste esos términos de mierda? —gruñó, incorporándose con el ceño fruncido—. ¿Qué tipo de mangas lees, imbécil?

Rod rascó su nuca con nerviosismo, desviando la mirada mientras mantenía la sonrisa culpable.

—Ehh... de los... buenos... ya sabes...

Panty, desde las sombras, casi se atraganta de la risa y murmuró para Stocking:

—Joder, este grupo de mierda está peor que nosotras.

Viktor, aún molesto, lo señaló con un dedo acusador:

—¡Ya basta, Rod! Ahora sí... tengo un papel importante para ti.

Rod arqueó las cejas, ilusionado.

—¿Oh, sí? ¿Qué papel?

Viktor lo apuntó hacia la esquina del gimnasio.

—Actúa como un poste de luz... ya sabes, parado, callado, sin hacer nada, en esa esquina.

Rod abrió la boca, ofendido

—¿Qué? ¡¿Ese es mi rol?!

Viktor lo interrumpió con firmeza, alzando la voz:

—¡Exacto! Te queda perfecto. Quédate ahí de decoración.

Rod lo miró con los brazos cruzados, murmurando entre dientes:

—Pff... cabrón... si fuera un poste, al menos tendría más utilidad que tú fingiendo que te golpean.

Rod se dejó caer en la esquina, sacó su celular y empezó a scrollear sin mirar.

—Ni puta idea de qué están tramando... —murmuró para sí—, pero bueno...

Brief lo miró con duda y preguntó.

—Oye Vik... ¿Cómo sabes que el espectro va a venir justo aquí? Podría estar en la otra punta de la escuela...

Viktor se quedó inmóvil un segundo, con los ojos bien abiertos. Luego se llevó una mano a la cara, incrédulo.

—Buen punto.

Viktor se quedó pensativo unos segundos, luego alzó la mirada con una chispa repentina en los ojos.

—Rod. —Lo señaló con el dedo, una sonrisa ladeada apareciendo en su rostro—. Ahora sí que tengo una misión para ti.

Rod parpadeó, desconcertado.

—¿Eh?

—Escucha —dijo Viktor, acercándose—. Ve a los pasillos, por las zonas donde suelen andar los jugadores del equipo de mierda este. Quéjate en voz alta... algo que suene bien cargado de rabia. Di, no sé...

Viktor hizo un gesto teatral con las manos mientras improvisaba:

—«Mierda... en el gimnasio hay un jugador pelirrojo que se cree el dueño de todo... me echó de allí. Ojalá pudiera hacer un tiroteo y matarlo».

Se irguió, con el ceño fruncido.

—Si el espectro te oye decir eso, vendrá. Seguro. Querrá ver lo que pasa... y atacará.

Rod lo miró en silencio unos segundos, y luego sonrió con sorna.

—Bueno... hablar mierda es mi especialidad.

Y sin decir más, salió corriendo por el pasillo.

Mientras tanto, el espectro se deslizaba silencioso por los estrechos ductos de ventilación, su forma nebulosa arrastrándose como humo líquido entre las sombras. El metal oxidado crujía apenas bajo su peso espectral mientras avanzaba, serpenteando con una paciencia enfermiza.

Sus ojos —si es que podían llamarse así— se encendieron con un fulgor apagado al ver, a través de una rejilla polvorienta, las estanterías donde se alineaban los trofeos del equipo deportivo de Dante City. Copas doradas y placas relucientes se amontonaban allí como ídolos huecos, bañados en un polvo que brillaba débilmente bajo las luces fluorescentes.

«Ag... seguro debe haber otro bruto de mierda ahí, presumiendo cómo ganaron...» pensó con un deje de asco, mientras se deslizaba más cerca.
«Como si esos logros fueran relevantes en primer lugar... solo son copas vacías.»

Su mirada espectral se movía como una cuchilla por entre las rendijas, cuando de pronto lo vio: Rod, caminando solo por el pasillo. Su voz resonó con fingida indignación, escupiendo palabra por palabra el mismo discurso que Viktor le había ordenado decir:

—Mierda... en el gimnasio hay un jugador pelirrojo que se cree dueño de todo... me echó de allí. Ojalá pudiera hacer un tiroteo y matarlo primero...

Las palabras atravesaron al espectro como un anzuelo en carne viva. Se quedó inmóvil unos segundos, estremecido por una cólera repentina que chisporroteó en su esencia sombría.

«Ok... ya tengo dónde ir», pensó, con una sonrisa invisible.
«¿Ese jugador pelirrojo cree que tiene el derecho de jodernos?... Voy a hacer que se atragante con su propia sangre.»

Y con un chillido metálico apenas audible, el espectro se movió por los conductos, desplazándose como una ráfaga oscura en dirección al gimnasio.

Al llegar Sin emitir ruido alguno vio a Brief y a Viktor en su teatro Brief "amenazado" a Viktor mientras que este ultimo estaba en el piso fingiendo una cara de miedo por las "amenazas" de Brief

El espectro emergió de la ventilación, deslizándose en silencio hasta colocarse justo detrás de Brief.
Con un movimiento fluido, desactivó su invisibilidad, revelando sus garras alzadas, listas para desgarrarlo.

La expresión de pánico en el rostro de Víktor se desvaneció de golpe, como una máscara cayendo.
Una sonrisa pícara y burlona apareció en su lugar mientras gritaba con voz firme:

—¡Chicas!, ahora!

El grito de Víktor alertó al espectro, que se desvaneció al instante en un destello de invisibilidad.

Panty y Stocking salieron de su escondite; Panty disparó varias veces hacia donde el espectro había estado, mientras gritaba:

—¡Mierda, goth boy! —exclamó irritada—. ¡Tenías que gritar para hacerte el rudo, lo alertaste!

—¡Goth boy, por qué gritas así! —reclamó Stocking.

Víktor, en su mente, repetía frenéticamente: «¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago...?», hasta que sus ojos se posaron en un extintor cercano.

—¡Stocking, el extintor! —gritó de pronto—. ¡Tíralo por donde estaba el espectro!

Sin dudar, Stocking le hizo caso y lanzó el extintor con fuerza hacia la zona indicada.

—¡Panty, dispárale al extintor! —ordenó Víktor.

Con un disparo preciso, Panty hizo estallar el extintor. Una nube de espuma salió disparada, cubriendo el área y cayendo sobre el espectro, revelando su silueta y dejando inútil su camuflaje.

—¡Stocking, córtale las jodidas piernas! —ordenó Víktor.

Antes de que el espectro pudiera huir, Stocking se lanzó con velocidad felina, su espada trazando un destello en el aire. De un solo movimiento limpio y certero, le cortó ambas piernas.

El espectro cayó al suelo con un golpe seco. Ya sin el afán de escapar, resignado a su destino, comenzó a arrastrarse lentamente, dejando un rastro oscuro mientras se acomodaba de espaldas contra la pared, derrotado.

Stocking lo miró con el ceño fruncido.

—¿Por qué las piernas, goth boy? ¿Qué planeas? —preguntó, confundida.

—Tu novio es un jodido idiota, Stocking —gruñó Panty, apuntando con su arma directamente a la cabeza del espectro.

—¡Panty, mátalo después! —replicó Víktor, alzando la voz—. Quiero verlo bien.

Dicho esto, comenzó a acercarse lentamente al espectro, con los ojos entrecerrados y una mezcla de curiosidad y frialdad en la mirada.

El espectro alzó la cabeza, sus ojos brillando con un odio quebrado.

—¡Idiota! Yo estaba defendiendo a los inocentes... estaba limpiando esta escuela de escoria... ¡Deberías entenderlo! ¡Deberías entender! —gritaba, frustrado, su voz distorsionada por la rabia.

Víktor lo observó unos segundos, analizándolo como si fuera un insecto bajo una lupa, en silencio... y luego suspiró.

—Ya vi suficiente. Mátenlo.

Stocking giró la cabeza hacia Panty, con una ceja arqueada.

—¿Haces los honores?

—Con gusto —respondió Panty, esbozando una sonrisa ladeada mientras apuntaba su pistola—. Bueno... arrepiéntete. Come mierda.

De pronto, las puertas del gimnasio se abrieron de golpe.
Polyester y Polyurethane entraron con paso decidido, atraídos por todo el escándalo.

Polyurethane, sin perder tiempo, lanzó una patada que obligó a Panty a retroceder, apartándola de su objetivo.

—Vinimos aquí por todo el ruido que hicieron, Karens... —dijo Polyester, alzando su guante mientras apuntaba directo al espectro—. Gracias por hacer el trabajo sucio. Ahora...

—.¡Ahora es nuestro! GG izi —remató Polyester, preparándose para disparar.

Pero en ese instante, un pitido agudo sonó desde sus relojes. Polyester bajó el brazo, mirando la hora con calma.

—Ups... son las siete. Terminó el horario laboral.

—Qué bien. Ya estaba aburrido de esta horrible academia —añadió Polyurethane, encogiéndose de hombros.

Ambos se dieron media vuelta y comenzaron a marcharse, diciendo al unísono mientras salían:

—Todo suyo.

Panty se quedó mirándolos, frustrada, con el ojo temblándole de furia.

—¡Maricas, ¿a dónde van?! ¡Teníamos una competencia! ¡Ganamos! ¡Vean cómo ganamos! ¡No se vayan!

Panty apretó los dientes, aún mirando la puerta por donde se habían ido los gemelos. Luego giró bruscamente la cabeza hacia el espectro, que seguía tirado sin piernas contra la pared, respirando como un fuelle roto.

—¿Sabes qué? —dijo, bajando su Backlace por un segundo—. Estoy harta. Harta de que esos dos aparezcan, hagan un puto desastre y se larguen como si no hubiera pasado ninguna mierda.

El espectro la observó en silencio, temblando.

—Ni siquiera vales el tiempo que hemos perdido aquí... —continuó Panty, levantando de nuevo su Backlace con un suspiro pesado—. Pero alguien tiene que cerrar este puto show de mierda.

Apuntó directamente a su frente, con una sonrisa torcida.

—Así que... adiós, perdedor. Y arrepiéntete, hazme el puto favor.

El disparo resonó como un latigazo en el gimnasio vacío.
El cuerpo del espectro estalló, y a lo lejos, las campanas de la iglesia comenzaron a sonar, como de costumbre.

Panty giró el arma en su mano, dándole un vistazo burlón a Víktor y agregó:

—¿Feliz ahora, goth boy?.

Tras la explosión, cayeron al suelo dos Heaven Coins que tintinearon débilmente al chocar con las baldosas.

Panty los miró con una mueca de frustración e incredulidad.

—¡Mierda...! —exclamó—. ¿Dos mugrosos Heaven Coins...? ¿Me estás jodiendo? ¡Todo este tiempo perdido por esto! —se tiró el cabello hacia atrás con dramatismo—. ¡Cuando podría estar atragantándome con un pene en la boca!

Stocking, con Stripe I apoyada en el hombro, rodó los ojos y suspiró.

—¿De verdad tienes que decirlo en voz alta? —murmuró, más por costumbre que por fastidio real.

Brief, a su lado, arqueó una ceja y luego soltó con inocencia:

—Supongo que esto confirma que el verdadero premio de la misión fue salvar la academia.

Panty bufó, tirando las monedas con desprecio al suelo:

—¡Bah! Esto es puto ridículo. ¿Dos Heaven Coins de mierda?... ¡no, gracias!

Brief recogió los Heaven Coins del suelo, sosteniéndolos con cuidado:

—Panty, cálmate —dijo con un suspiro nervioso—. Salvamos la academia, el espectro está muerto.

Stocking, por su parte, se acercó a Víktor, sonriendo:

—Tu plan de mierda no era tan mierda después de todo... quizá... realmente eres un poco listo —dijo, y le plantó un besito rápido en la mejilla.

Víktor abrió los ojos sorprendido y se frotó la mejilla.

Luego, caminando hacia la salida, se volvió hacia Panty:

—Ya deja de llorar, Panty. Voy al See-Through para largarme. Si no me acompañas, allá tú.

Panty frunció el ceño, cruzando los brazos con dramatismo:

—¡Mierda...! Siempre me dejas al último, ¿eh? —bufó, pero finalmente siguió a Stocking con resignación y un gesto exagerado de fastidio.

Brief suspiró, mirando a Víktor con una mezcla de alivio y diversión:

—Bueno... al menos alguien se divirtió hoy.

Víktor respondió, observando cómo Brief se acomodaba el flequillo, recuperando su apariencia de siempre:

—¿Tú? Porque la verdad yo no...

Brief lo miró y con un tono de duda preguntó:

—¿No, Vik?

—Bueno, quizá sí, un poco —rectificó Víktor, acariciándose la mejilla donde Stocking le había dado el beso.

Rod apareció corriendo, llegando al gimnasio cansado, con respiración agitada:

—Dios... ¿Qué pasó? ¿Ya mataron al espectro? ¿Me lo perdí?

Víktor, mirándolo con escepticismo, respondió con un seco:

—Seh.

Rod, frustrado, simplemente gritó:

—¡NOO, me cago en todo! ¡La puta madre, quería ver cómo lo mataban!

Chapter 19: La maldita tele nueva

Chapter Text

Panty y Stocking subieron al See-Through, que rugió con un bramido metálico antes de salir disparado hacia la iglesia de Daten City. El auto cortaba la noche como una flecha de neón, iluminado por la mezcla vibrante de faros callejeros y los destellos eléctricos de los edificios que se erguían a ambos lados de la carretera.

Panty conducía con una expresión claramente irritada, los labios fruncidos y las cejas arqueadas, todavía mascando la frustración por lo ocurrido en el gimnasio. Sus dedos tamborileaban contra el volante con un ritmo impaciente, como si el solo acto de manejar no bastara para desahogar su enojo.

Stocking, en contraste, descansaba la cabeza contra el cristal de la ventana. La ciudad se reflejaba en sus ojos, teñidos de luces azules y rosas, mientras una sonrisa ligera y casi imperceptible curvaba sus labios. Su mirada estaba perdida en la distancia, ensimismada en pensamientos que parecían llevarla más allá de Daten City. Un aire soñador la envolvía, como si, por un instante, todo el caos y vulgaridad de su mundo hubiera quedado suspendido en un recuerdo íntimo.

Panty, todavía con el ceño fruncido, apretaba el volante mientras los faros del See-Through cortaban la oscuridad de Daten City. Entre dientes, masculló con rabia.

—Puta madre, Stocking... ¿no estás cansada de esos dos? ¿Qué mierda se creen? Siempre vienen a joder con sus sonrisas de mocosos malcriados... con sus términos de mierda. ¿"Funar"? —escupió la palabra con asco—. Con gusto me llevaría una funa después de partirles el hocico.

Stocking, sin embargo, ni se inmutaba. Seguía con la mirada perdida en la ventana, ensimismada en sus pensamientos, como si las quejas de su hermana fueran parte del ruido de la ciudad.

Panty golpeó el volante, exasperada.

—¡Stocking! ¿Me estás escuchando? ¿Stocking?

Stocking parpadeó, reaccionando de golpe, y volteó con fastidio.

—¡Mierda, Panty! ¿Qué quieres?

Panty la miró de reojo, con una media sonrisa burlona, sin quitar la mano del volante.

—¿En qué piensas tanto, huh? —preguntó con sarcasmo, alargando la frase como si saboreara la provocación.

Panty entrecerró los ojos, ladeando la cabeza con esa sonrisa venenosa que usaba siempre que olía chisme fresco.

—Es el goth boy, ¿verdad? —soltó con burla—. Vamos, confírmame lo obvio. Le diste un beso en la mejilla como una puta adolescente enamorada. No me jodas, hermanita... lo vi con mis propios ojos de perra.

Panty se inclinó un poco hacia ella, empujándola con el codo.

—No lo niegues...

Stocking parpadeó, sorprendida un segundo, antes de fruncir el ceño y apartar la vista con un bufido.

—Cállate.

Panty dejó de ponerse en modo veneno por un segundo y respiró hondo, como obligándose a sonar seria.

—Mira —dijo bajando la voz—. Me gustaría que me contaras más lo que sientes por dentro. ¿Por qué no te abres conmigo, Stocking? Kneesocks y Scanty se cuentan toda la mierda que viven; y, pensándolo, admito que aprendí un poco a ser mejor hermana cuando ayudé a Kneesocks en su cumpleaños 666.

Stocking la miró de reojo, incómoda, con el reflejo de las luces de la ciudad titilando en los ojos. Al principio soltó el típico bufido defensivo.

—No es asunto tuyo, Panty.

—No, no lo es en sí, pero me gustaría que me dijeras, "joder Panty, sí que me gusta este imbécil", y hablar de mierdas como esas. Desde que estás trabajando en ese jodido lugar geek de cagada no te veo tanto como antes y nunca pensé que lo admitiría, pero... es jodidamente aburrido estar... sola.

Stocking respondió con sorna, alzando una ceja.

—¿Que te aburres sola? Pero si te la pasas cogiendo con cualquier hombre que se te cruce... vaya manera más rara de estar "sola".

Panty chasqueó la lengua, rodando los ojos.

—¡Ag! No es lo mismo, Stocking. Eso solo es jodida diversión pasajera, la cual, ¡vaya! sí que me encanta. Pero yo hablo de complicidad entre las dos, ya sabes... hablar mierdas, reírnos de putas estupideces... pero repito, trabajas ahí, estoy sola y me aburro.

Stocking soltó un suspiro resignado, dejando caer los hombros.

—Está bien, está bien... hablemos. ¿Toda esta charla tonta es para que te cuente más cosas sobre mí y el jodido goth boy? Eres una zorra chismosa... —dijo, girándose apenas hacia ella con una mueca cansada—. Pero bueno...

Panty sonrió de lado mientras seguía conduciendo.

—Jeje... cada vez que los veo juntos pienso: "silencio, empezó mi jodida novela".

Stocking rodó los ojos, apretando los brazos contra Honekoneko.

—Estás haciendo que me arrepienta de querer contarte...

—Ok, ok, perdón ja, no te ardas tanto, Stocking —soltó Panty entre risas.

Stocking respiró hondo, como si se estuviera sacando un peso de encima, y murmuró.

—Creo que puedo decir con seguridad que ahora mismo... sí me está gustando Viktor... bastante —diria mientras agachaba la cabeza con ternura al terminar de pronunciar esa última palabra, para después seguir hablando con firmeza—. Pero mi instinto me dice que no me haga demasiadas ilusiones tampoco porque puede acabar mal como... ya sabes...

Panty arqueó una ceja, bajando un poco el tono.

—No es necesario hablar del puto pasado si no quieres, ¿pero quieres la opinión de esta zorra que llamas hermana? Yo creo que no puedes seguir huyendo de esa mierda para siempre... solo supéralo y ya, no te quedes en el jodido pasado y vive el puto presente como yo. Yo lo hago y me va estupendo.

Stocking soltó un suspiro largo, bajando la mirada.

—Sí, sí, lo sé... hump... Panty, no espero que lo entiendas porque nunca te has enamorado y te pido que no te burles por lo que diré, pero... siento un poco de miedo.

Panty miró a Stocking con duda mientras conducía, sin entender el punto con exactitud.

—¿Miedo?

—Sí, miedo... —continuó Stocking, pero esta vez mirando a Panty directamente—. No quiero enamorarme y perder lo que me importa de nuevo. ¿Entiendes? Volver a estar sola como una burra estúpida si sale mal de alguna forma... como esa maldita vez.

Panty se encogió de hombros, con su típica sonrisa traviesa, y respondió.

—Yo creo que esta mierda es diferente, Stocking. ¿Por qué mierda saldría mal ahora? ¿Por qué acabaría mal esta vez? No tengas miedo... tú no le tienes miedo a casi nada y haz que siga siendo así. —Luego, para aligerar el ambiente, soltó con descaro—: Pff, qué complicado es el puto amor... menos mal que yo me conformo con coger y ya.

Stocking se reiría un poco por el último comentario y luego diría de forma cómplice.

—Jeje... eres una tonta... no cambias para nada...

Luego Stocking dejó que sus pensamientos se deslizaran, como luces difusas que titilan en la ciudad mientras pasaban, atrapando en su mente las preguntas de Panty: "¿Por qué mierda saldría mal ahora?" "¿Por qué acabaría mal esta vez?", dejando en ella la sensación extraña de que quizá, esta vez con Viktor, todo podría ser distinto.

Las dos hermanas llegaron a la iglesia y subieron en el ascensor como de costumbre. Al abrirse las puertas en la sala principal, Panty entró a paso firme y gritó:

—¡Garter, ya llegaron tus jodidas ángeles guerreras! ¡Adivina qué! Matamos a un puto espectro, así que dinos qué hay para cenar, ¡me estoy cagando de hambre!

—¡Yo también, Garter! —dijo Stocking con voz plana, aunque firme.

Panty la miró con incredulidad y respondió:

—¿Tú? Pero si te comiste un puto pastel enorme en el centro comercial. ¡No jodas!

De la cocina emergió Garter, luciendo un delantal que contrastaba con su porte habitual. Su expresión estaba cargada de fastidio mientras replicaba.

—¡Cállense, par de guarras! Me distraen de la cocina. Un buen chef necesita silencio para trabajar bien.

Panty arqueó una ceja y, con una sonrisa venenosa, hizo un gesto exagerado como si buscara alrededor.

—¿Un buen chef? —dijo con burla—. ¿Dónde está? Porque no lo veo.

Garter solo rodó los ojos con resignación y volvió a la cocina, murmurando para sí mientras retomaba lo suyo.

En ese momento, el ascensor volvió a abrirse. Scanty y Kneesocks salieron tambaleándose, cubiertas de basura, con el cabello despeinado y la expresión agotada. Sus impecables trajes habituales estaban manchados y rotos, lo que les daba un aspecto casi cómico pese a la furia contenida en sus rostros.

Stocking se llevó una mano a la boca, conteniendo la risa mientras sus hombros temblaban por la fuerza con la que intentaba aguantarse. Sus ojos brillaban con diversión maliciosa al ver el estado lamentable de sus rivales.

Panty, en cambio, no se contuvo ni un segundo: estalló en carcajadas, doblándose hacia adelante y señalándolas con el dedo como si hubiera visto la mejor comedia del mundo.

—¡Wuajajaja! —rió con fuerza—. ¡Qué carajos les pasó a ustedes?

Chuck, curioso como siempre, empezó a olfatear a las demonios, atraído por el olor a basura que emanaba de ellas. Scanty, visiblemente molesta, agarró a Chuck por el cuello con gesto seco y, sin pensarlo demasiado, lo lanzó por la ventana con un bufido de irritación.

—Estábamos trabajando, obvio... —dijo con tono cortante—. Nosotras, como buenas guerreras, matamos a un espectro. Agg, estaba hecho de basura, pero al menos nos dejó muchos Hellcoins. Todo gracias a nuestro impecable trabajo en equipo.

—Eso es cierto, querida hermana —diría Kneesocks, acomodándose los lentes con aire de superioridad—. Nosotras sí sabemos cómo trabajar correctamente en equipo, de una forma impecable.

Stocking, con sarcasmo al verlas cubiertas de basura, soltó mientras cruzaba los brazos.

—Pues no las veo muy "impecables", la verdad.

Panty arqueó una ceja y agregó, con tono de duda.

—¿Muchos Hellcoins, eh? Vaya suerte... a nosotras, el que matamos en la academia nos dejó dos putos Heavens.

Scanty apretó los puños, diciendo entre sorpresa y burla con aires de superioridad.

—¡¿Dos Heavens?! ¿Eso es todo lo que valía su espectro patético? Qué pérdida de tiempo...

Kneesocks dejó escapar una risita nasal, ajustándose de nuevo los lentes con elegancia.

—Querida hermana, parece que nuestras rivales se esfuerzan demasiado para solo recibir migajas celestiales.

Panty se mordió el labio para no soltar una carcajada y contestó con sorna.

—Bueno, al menos no terminamos oliendo como un basurero andante lleno de mierda como ustedes, putas "demonios impecables".

Stocking asintió despacio, sin apartar la mirada de las demonios, y agregó con una sonrisa seca.

—Sí... lo nuestro fue menos rentable, pero al menos no necesitamos ambientador para entrar a la jodida iglesia.

Garter gritó desde la cocina, su voz retumbando por toda la iglesia como un cañonazo.

—¡La cena está lista! ¿Qué tal si dejan de pelear como si fueran prostitutas en medio de la calle y vienen a comer?

El eco de sus palabras resonó en las paredes mientras el aroma de la comida recién hecha comenzaba a colarse por el aire, obligando a todos a callar por un instante.

Scanty, Kneesocks y Stocking respondieron al mismo tiempo, con perfecta sincronía.

—¡Hey, la única prostituta aquí es Panty!

Panty abrió los ojos de par en par, irritada.

—¿¡Qué?!

Intentó buscar un argumento en contra, mirando a cada una con furia... pero al no encontrar ninguno, solo bufó y soltó con fastidio.

—Meh... ¿Y qué tanto si lo soy?

Se resignó, echándose hacia atrás con las manos entrelazadas detrás de la nuca en un gesto relajado, y caminó hacia la cocina junto con las demás, aunque con el ceño fruncido y mascullando insultos entre dientes.

 

Al día siguiente en la mañana

Viktor se detuvo frente al espejo de su habitación antes de bajar a desayunar. La luz tenue de la mañana se colaba por la ventana, iluminando su reflejo con un matiz casi melancólico. Pasó una mano por su cabello y frunció el ceño; cada vez se asomaban con más fuerza los tonos rubios de su color natural.

—Hmph... —murmuró con fastidio—. Mejor me quito este maldito tinte negro de una vez.

Entró al baño y, tras unos minutos de enjuagues, el negro artificial desapareció, revelando el rubio claro natural que había escondido durante años. Se quedó mirando el espejo en silencio, con una expresión extraña, mezcla de resignación, nostalgia y aceptación.

"Supongo que ya era hora..." pensó, antes de salir del baño.

Al bajar al comedor, su madre y Lucy lo miraron de inmediato.

—¡Ay, Viktor, hijito! —exclamó la madre con ternura, llevándose las manos al pecho—. Te ves como cuando eras un niño... me trae tantos recuerdos.

Lucy arqueó una ceja y soltó una risa socarrona.

—Hmph... así que por fin aceptas tu identidad dentro de esta familia, ¿eh? Ahora sí que parecemos hermanos.

Viktor rodó los ojos y masculló algo ininteligible, sentándose frente al plato intacto. Apenas tocaba la comida, perdido en sus pensamientos sobre la cita que tendría mañana con Stocking, con la ansiedad y la expectativa mezclándose como un torbellino imposible de ignorar.

—Viktor, hijito, no has tocado tu desayuno —dijo la madre con cierta preocupación.

—Nah... no tengo mucha hambre de tocino —respondió él, distraído.

—¿Y de qué tienes hambre, entonces? —preguntó la madre.

Lucy no tardó en aprovechar la oportunidad, inclinándose hacia adelante con voz burlona y cómica.

—Tienes hambre de Stocking, ¿no? Jejeje.

—Ay, cállate... —replicó Viktor con fastidio, dándole una mirada fulminante.

—¿Stocking? ¿Quién es Stocking? —preguntó la madre, confundida—. Oh... ¿es la chica que vi a tu lado hace un tiempo? ¿La niña emo de las donas?

—Es gótica, mamá... no es emo —corrigió Viktor con un suspiro, sin apartar la mirada de su plato.

Lucy ya estaba por lanzar otro comentario venenoso, pero al ver la expresión de Viktor —esa mirada asesina que le decía "inténtalo y mueres"—, levantó las manos en señal de paz.

—Ok, ok, perdón... respetaré que estamos en buenos términos, edgy.

Viktor la ignoró, hundiéndose de nuevo en sus pensamientos sobre Stocking.

Lucy, aburrida de pincharlo sin éxito, se levantó de la mesa.

—Ya terminé, mamá. Voy a salir, los veo después.

al levantarse de la mesa, Lucy se pondría una chaqueta bomber rosa de mangas blancas, que tendría las letras de la academia de Daten City bordadas en esta, tomó su skate decorada con estampas de flores y salió. El golpe seco de las ruedas contra el pavimento resonó mientras se alejaba calle abajo.

Viktor terminó de comer. Acto seguido, se sentó en el sofá y escribió a Brief:

Viktor: Oye, zanahorio, ¿me vas a prestar el juego que dijiste? El líder te espera en la base para recibir el aparato de entretenimiento digital y poder probar su funcionamiento.

Brief: Vik, no hace falta que me escribas como si fuera una especie de clave militar.

Viktor: Oye, le quitas el misticismo al asunto.

Brief: Ja, supongo que sí. Después te veo.

Un rato después, Brief caminaba hacia la casa de Viktor acompañado por una chica morena de cabello verdoso que avanzaba a su lado.

Sacó su celular y escribió rápido:

Brief: Vik, estoy cerca de tu casa para que probemos el juego que me pediste. Ah, también llevo a alguien para que lo conozcas.

La respuesta de Viktor no se hizo esperar: un GIF de una calavera en llamas acompañado de un simple "Entendido, fiel seguidor".

Brief miró el mensaje con una sonrisa nerviosa, guardó el celular y, al llegar frente a la puerta, tocó el timbre.

Segundos después, Viktor abrió.

—¿Lo trajiste para que juguemos de una puta vez? A ver, presta —le arrebató el juego de las manos, revisándolo como si fuera un artefacto nuclear—. Buen trabajo.

Brief, sorprendido por el cambio de color en el cabello de Viktor, comentó:

—Wow, Viktor, ¿entonces sí seguiste mi consejo? Te ves bien, en serio... je.

Viktor lo miró de reojo con arrogancia y murmuró.

—Hmph... no exageres, zanahorio...

Hizo una pausa dramática, respiró hondo y añadió:

—Pero gracias. Me has ayudado bastante con Stocking... y también a mejorar mi actitud un poco supongo... Creo que eres un buen amig-...

Se detuvo en seco al notar a la chica al lado de Brief. Morena, gafas redondas brillando, cabello verdoso y una sonrisa relajada.

Viktor arqueó una ceja, señalándola con frialdad.

—¿Y esta qué?

Brief, con entusiasmo, empezó a presentar a la chica hablando con rapidez y cierto toque de nerviosismo:

—Es la chica de la que te hablé. La armera que fue de gran ayuda en muchas ocasiones, como cuando llegaron Polyester y Polyurethane a joder la primera vez. La que tiene nuestros gustos, la que te dije que podrías conocer e integrarla al grupo. ¡Es ella!

—¡Hola! —dijo ella con entusiasmo usando su apariencia de chica geek, saludando como si nada.

Viktor la observó unos segundos, ladeó la cabeza y bufó.

—Hmph... también recuerdo haber dicho que lo iba a pensar... no que fuera un sí definitivo...No recuerdas el "No acepto mujeres por que a las fuerzas oscuras de mi sótano no las permiten"

La chica se ajustó las gafas con un dedo y, con una sonrisa burlona, lanzó:

—Pues un poco homosexuales esas "fuerzas oscuras" Oye, Brief, ¿no me habías dicho que este dejó de ser incel después de conocer a Stocking?

El rostro de Viktor se endureció en automático. Giró hacia Brief con una mirada de villano de anime barato.

—¿Qué dijiste qué?

Brief levantó las manos, sudando frío.

—¡No, no, no! ¡Yo no lo dije así!

—Bah, da igual... pasen, si quieren... tengo cosas más importantes en las que pensar la verdad... mierda infinita que me carcome el alma, sombras que no me dejan en paz, cadenas de tormento interminable... —empezó Viktor, dejándose llevar por su dramatismo de gótico adolescente.

La armera lo ignoró olímpicamente, pasó de largo y bajó al sótano agarrando su mochila, con Brief siguiéndola.

—¡Oigan, agg! —gritó Viktor, siguiéndolos con cara de perro ofendido por ignorarlo.

La chica, al bajar al sótano, analizó la estética del lugar, pero se quedó mirando la tele que tenía Viktor y preguntó:

—Oye, ¿no es un poco antigua? ¿Van a jugar ahí? ¡La mía es mucho mejor, la verdad!

Viktor, molesto, responde:

—¡Oye, respeta esa tele! Ha sobrevivido a muchas mierdas y ha pasado por muchas consolas... ¡es una guerrera! ¡una superviviente¡

Luego giró hacia Brief y exclamó con frustración:

—¡¿Ves, Brief?! ¡Acaba de demostrar mi punto! ¡Por eso no traigo mujeres acá! T-te... ¡te critican todo! ¡Para ellas todo está mal!

Brief, algo incómodo, solo murmuró:

—Eem... yo...

Por un momento pensó en sacar a relucir la relación de Stocking y Viktor como contraargumento para desarmarlo, pero decidió no hacerlo. En su lugar, soltó con calma:

—¿No que según tú habías mejorado tu actitud un poquito?

Viktor lo miró desafiante, pero luego suspiró, rascándose la nuca.

—Seh... lo dije... touché, tienes razon Brief.

Brief, intentando cambiar el tema para evitar más confrontación, diría

—Oye, ¿mañana no tienes nada que hacer, no?

Viktor responde, algo incómodo jugando con su pelo.

—Em... seh, tengo la cita con, ya sabes... Stocking... y eso. Nunca había tenido una antes... no sé qué carajo hacer exactamente, pero igual tengo medio planeado algo. Además, le entregaré por fin el Heaven Coin, que siempre se me olvida darle... —mostrándolo con orgullo en su mano.

Brief comenta con un suspiro soñador y algo melancolico.

—Oh, vaya... ya me gustaría a mí tener una cita con Panty algún día...

Viktor voltea la cabeza y nota que la armera había desapareció, en su lugar había un portal blanco con rayas negras. Sorprendido, se acerca, tocando el portal con el Heaven Coin en la otra mano.

—¡¿Qué mierda...?!

De repente, del portal cae una tele más grande y moderna encima de Brief, aplastándolo. La chica, con su apariencia de armera, también sale del portal y exclama con orgullo.

—¡Listo! Te conseguí una mejor tele para tu "base geek".

Al ver el Heaven Coin en la mano de Viktor, que estaba paralizado por la sorpresa, se lo quita con rapidez.

—Esto cubrirá un poco el precio de la tele nueva que te conseguí, edgy lord —dijo, saliendo completamente del portal y tirando el coin dentro antes de que se cerrara.

Viktor grita desesperado.

—¡Nooo! ¡Espera! ¡Eso era para Stocking!

La armera, con una cara de satisfacción y orgullo, replica.

—De nada por la nueva tele, por cierto. ¿Sabes lo que cuesta transportar electrodomésticos? Pero como no es un arma y solo es una tele, no te cobré tan caro.

Abajo de la tele, medio aplastado, Brief apenas logra alzar el pulgar y murmura con voz débil

—Vik... estoy bien... no te preocupes por mí...

Viktor empuja con fuerza la tele, intentando liberar a Brief, mientras lanza una mirada llena de frustración hacia la armera.

—¡Maldita puta, armera de mierda!

Ella sonríe con descaro y replica con toda la calma del mundo.

—Pues sí... así me hago llamar: Putiarmera. Dah.

—Y el nombre te queda perfecto... —gruñe Viktor, logrando sacar finalmente a Brief de debajo de la tele.

La Putiarmera se cruza de brazos, orgullosa con una sonrisa, y añade.

—Bueno, también puedes decirme Gunsmith Bitch... depende del idioma en el que se haya visto la serie. Bueno... eso es algo que solo el lector de esto entenderá.

Viktor frunce el ceño, alzando una ceja incrédulo.

—¿La serie? ¿El lector?... ¿Qué carajos dices?

—Ups —responde ella, haciendo un gesto como quien se le escapa un secreto—. Cosas que tu mente de adolescente no entendería... olvida eso.

De pronto gira hacia Brief y lo señala con burla

—Oye Brief, ¿tú tienes un fetiche con las rubias escandalosas? Primero Panty... y ahora te juntas con este tipo. Dos veces ya es sospechoso, eh...

Viktor resopla, mientras Brief, aún adolorido, solo mira al suelo.

La armera, en un parpadeo, cambia de ropa, adoptando su "modo geek". Y con voz entusiasta anuncia

—Bueno, ¿vamos a jugar o no?

Chapter 20: ¡Gracias a Satán!

Chapter Text

En la iglesia de Daten, en Cemetery Hills. El cuarto de Panty olía a alcohol y a sudor. Ella roncaba sobre una pila de hombres dormidos, envuelta apenas en sábanas arrugadas; el sol de la mañana se colaba a trozos por las cortinas.

En otra habitación, Stocking se peinaba frente al espejo con calma medida, pasando los dedos por su flequillo y ajustando su atuendo con gesto distraído. Salieron al pasillo casi al mismo tiempo y se cruzaron en la sala principal.

—Hey, Panty... ¿Dormiste bien? —dijo Stocking, seca—. ¿Me pasas las llaves del See-Through? Necesito ir a trabajar a ese santuario de vírgenes, y no creo que me vayas a pasar a buscar después, mejor me lo llevo yo y te dejo de molestar.

Stocking olfateó el aire y frunció el ceño.

—Agg, zorra de mierda... ¿Qué estabas haciendo? Apestas a hormonas.

Panty bostezó, acomodándose el sujetador entre risas flojas.

—Estaba cogiendo lonjitas de dulce, qué más... ¿Envidia?

Stocking rodó los ojos con un gesto de fastidio contenido.

—Envidia me dan Scanty y Kneesocks, que no tienen que olerte por las mañanas.

—Qué amarga —bufó Panty, arqueando una ceja—. ¿Sabes qué aprendí? Que coger con un Tiktoker es una mierda. Con esos idiotas arrogantes no puedes parar para nada; si paras medio segundo se aburren y te mandan a la mierda... además de cancelarte en Twitter, claro está...

Stocking la miró seria, sin inmutarse.

—La que te mandará a la mierda seré yo si no me das las llaves ya.

Panty levantó las manos con una sonrisa burlona.

—Ok, ok, aquí están je, je.

Le lanzó las llaves. Stocking las atrapó sin esfuerzo y ya iba a irse cuando se detuvo, mirando por encima del hombro con voz baja pero firme.

—Ah, mañana también lo usaré, recuerda que te lo dije... mañana es un día importante para mí... tiene que ver con lo que hablamos ayer, no seas una cerda egoísta y respeta lo que te pedí.

Panty, sin prestar demasiada atención y con la voz aún áspera de la noche anterior, respondió distraída mientras se dirigía a la cocina.

—Sí, sí, ya me imagino qué es... tranquila.

Entrando en la cocina, gritó con la boca llena de pereza:

—Garter, hazme unos putos huevos revueltos, ¿quieres?...

Luego, pensativa, añadió:

—No, mejor no, estoy harta de ver "huevos revueltos". Ya vi muchos en mi habitación. Mejor hazme tocino.

Stocking subió al coche; llevaba un traje sailor lolita negro con encaje blanco, gafas de sol que apagaban su mirada. Arrancó el motor y, al salir de la iglesia, el See-Through avanzó a toda velocidad.

En medio del camino, una pelota rodó; Chuck jugaba con ella despreocupado. El coche pasó y lo golpeó, haciendo que saliera despedido por el aire.

Al llegar a la tienda, estacionó el coche y siguió su rutina habitual: sentarse en el mostrador y abrir su manga shōjo, lamiendo una paleta mientras escuchaba, de fondo, a los geeks hablar estupideces como saberse de memoria el tamaño de los pechos de algún personaje de anime.

Extrañamente, ese día no podía leer tranquila. Cada pensamiento mínimamente romántico hacía que se le viniera a la cabeza Viktor. A veces, cuando la puerta se abría, levantaba la mirada con entusiasmo, pensando que podría ser el gótico arrogante que venía a salvarla del aburrimiento.

Pero no... solo eran más clientes que atender en ese infierno personal. Y, aun así, en su mente se repetía como un mantra: "Hey, pero al menos me quedan los dulces, ¿no?"

La puerta se abrió como de costumbre y Stocking volvió a alzar la vista, pensando con su sarcasmo habitual:

"Veamos qué clase de ganador tendré que atender ahora..."

Para su sorpresa, quien entró fue una chica rubia a la que reconoció al instante: la hermana de Viktor, Lucy.

Stocking arqueó una ceja, extrañada.

"Tú no tienes pinta de venir aquí... ¿qué carajos haces en este lugar?"

Entonces se quedó en silencio, con un gesto pensativo.

"Mierda... acabo de sonar como Viktor."

Recordó aquel primer encuentro: la discusión, los choques de ego. Pero, curiosamente, no lo rememoraba como algo malo. Más bien le provocaba una especie de nostalgia extraña y confusa.

"¿Cómo se supone que una pelea terminó llevándonos a lo que pasó después?"

Sacudió un poco la cabeza, regresando a la realidad.

"¿Le pregunto por él... o no? Nah... no quiero parecer desesperada. No es mi estilo."

Lucy caminaba entre las estanterías, sosteniendo el skate sobre su cabeza como si quisiera esconderse, avergonzada de estar en aquel lugar y deseando no ser reconocida.

Mientras tanto, el encargado observaba la escena y se dirigió a Stocking con tono confiado.

—Hey, niña emo, ¿sabes por qué te contraté?

Stocking, sin apartar la vista de su manga, respondió con sarcasmo:

—¿Por qué nadie en su sano juicio querría trabajar aquí?

—Oye, más respeto con el puesto —replicó él, fingiendo seriedad—. Y en parte sí, pero también porque eras una mujer atractiva. Eso significa atraer más clientes que vendrán a comprar mierdas, lo cual es más dinero. Mientras más dinero, mejores sueldos. ¿Te doy un consejo, niña emo? Estudia, saca una carrera y trabaja en algo que sea muy solicitado y que pocos hagan... eso se llama capitalismo.

Stocking cerró el manga con un golpe seco, visiblemente harta de la charla aburrida.

—¿Y el punto de todo esto es...? —dijo irritada.

El encargado señaló con la barbilla hacia Lucy.

—El punto es que vayas a atender a la skater rubia esa antes de que se vaya. Atiéndela bien para que quiera volver. Si se queda más tiempo y vuelve, atraerá a más clientes. Dah... ve, niña emo.

Stocking rodó los ojos y masculló con fastidio.

—Seh, ya voy... —luego murmuraría para sí misma—. Puto avaricioso...

Stocking se acercó con pasos lentos, todavía con el manga en la mano como si le costara soltarlo. Se plantó frente a Lucy y dejó escapar un suspiro pesado antes de hablar.

—Hola... ¿qué se te ofrece? —preguntó con un tono cansado, entre la apatía y un intento de amabilidad forzado, tan artificial que sonaba casi sarcástico—. ¿Buscas algo específico?

Lucy volteó la cabeza con una sonrisa traviesa y pensó al reconocer a Stocking.

"¡Bingo! Como si me hubiera caído del cielo una oportunidad"

—¿Stocking, no? Soy la hermana de hitl... —tosió exagerado, corrigiéndose enseguida—. Ejem, digo, de Viktor.

Stocking arqueó una ceja, cruzándose de brazos.

—¿Y qué se supone que quieres aquí?

Lucy levantó el skate para cubrirse un poco la cara, como si aún le diera vergüenza estar ahí, y contestó:

—Vine a comprar el regalo de Navidad de Viktor... seh...

Stocking la miró incrédula.

—¿En octubre? ¿Por qué carajos tanta prisa?

Lucy rodó los ojos, encogiéndose de hombros.

—Porque en octubre todo es Halloween. Más fácil encontrar cosas dark, goth o lo que sea que le guste al idiota. Plan de genio, ¿no?

Stocking soltó un bufido, arqueando una ceja.

—Pff... eso es algo que diría él. Vaya que sí eres su hermana...

Lucy se encogió de hombros, usando su skate como escudo sobre la cabeza.

—Oye, solo aprovecho que la tienda está con la temática de Halloween... dame un consejo. Tú eres como su novia, ¿no? Entre todas estas mierdas geeks de Halloween, ¿qué crees que le gustaría?

Stocking la miró con frialdad, cruzándose de brazos.

—No soy su novia... aún, ¿sabes?

Lucy arqueó las cejas con picardía.

—¿Aún?

Stocking soltó un bufido, con una mueca entre fastidio y sarcasmo.

—Em... digo, no soy su novia. Y además, ¿no eres su hermana? ¿Cómo mierda no vas a saber qué comprarle?

Lucy chasqueó la lengua, bajando la mirada hacia los estantes.

—Bah, ¿tienes hermana o hermano? ¿Él o ella sabría qué regalarte acaso?

Stocking puso cara pensativa, mientras Lucy remató diciendo.

—Exacto. Así que no jodas. ¡Apúrate, me están mirando raro aquí!

—Bien, bien... déjame pensar —soltó Stocking con un suspiro, mientras observaba las estanterías.

Mientras tanto, en el sótano de Viktor,

El y la armera estaban probando la televisión mientras jugaban. Brief los observaba desde un rincón, entre aburrido y ansioso, luego diría mirando a Viktor.

—Viktor, ya sé que la retaste a que, si ganabas, ella te devolvía el Heaven de Stocking, pero ya perdí la cuenta de cuántas veces te ha estado rompiendo el culo... ¿Puedo jugar ya? —dijo con un suspiro.

—No, hasta que recupere el Heaven, zanahorio —respondió Viktor, concentrado.

Segundos después, perdió otra vez. Furioso, arrojó el control contra la pared, rompiéndolo en pedazos.

—¡Mierda! —exclamó, mientras los restos caían sobre una pila de controles rotos que ya decoraban el lugar.

La Putiarmera, sin inmutarse, metió la mano en un pequeño portal que abrió frente a ella. Con rapidez sacó un control nuevo y se lo tendió a Viktor, como si lo hubiera hecho mil veces antes.

—Oye, Edgylord, ¿quieres rendirte ya? ¿Tanto necesitas ese Heaven? —preguntó la putiarmera con calma, sin apartar los ojos del juego—. Stocking puede matar un espectro, tendrá uno nuevo... ¿por qué te importa tanto?

Viktor no respondió. La miró con el ceño fruncido, entre molesto y melancólico.

La armera, al notar su expresión, soltó una risita burlona.

—Aah... ya lo entiendo. No es que sea para ella... ¿lo quieres para ti? ¿Tan enamorado estás que usas ese Heaven para recordarla cuando te sientes solo? Jiji.

Los ojos de Viktor se abrieron un instante, sorprendido.

—Mierda... ¿cómo sabes exactamente qu—? —se detuvo en seco, carraspeó y volvió a forzar su actitud confrontativa—. Ag, no es eso...

La armera sonrió de lado, apoyando el control sobre su pierna.

—Oye, je... conmigo no funcionan los secretos. Yo lo sé todo, ¿sabes? No puedo decirte exactamente el porqué... pero, ¿acaso importa el porqué?

Se inclinó hacia él con tono desafiante.

—Solo deja de llorar y concéntrate en el juego.

Jugarían otra partida. La armera lo hacía con cara de aburrimiento, mientras Viktor jugaba como si le fuera la vida en ello... hasta que volvió a perder.

—¡Me cago en todos mis putos antepasados! —gritó, arrojando el control con rabia.

Brief levantó la mano con nerviosismo.

—¡Oigan, oigan! ¡Se me acaba de ocurrir una idea!... ¿qué tal si me dejas jugar? Y em... si gano, le devuelves el Heaven a Viktor. C-creo que es un buen trato... uno divertido, ¿no crees?

La putiarmera lo miró sonriendo de manera amistosa.

—Pues es una buena idea, Brief. Juguemos los dos, ya me aburrí de jugar con el edgylord.

Viktor lo observó con desconfianza, frunciendo el ceño.

—Zanahorio... ¿estás seguro de que puedes ganar? No sé, no te creo. Va a pasar el mismo puto ciclo: te va a ganar una y otra y otra vez y otra vez y otr...

Brief tragó saliva, pero lo interrumpió mirándolo serio.

—Viktor, confía en mí. Y-yo co-confié en tu plan cuando acabamos con el espectro de la academia y me arriesgué. Ahora te pido que tú confíes en mí.

Su voz sonó insegura al principio, pero había algo extraño en ella, una convicción que lo hizo sonar convincente. Viktor suspiró, cerró los ojos un momento y luego murmuró:

—Bien... confío en ti, Brief. Hasta ahora me has dado razones para confiar en ti...

Dicho eso, se apartó hacia una esquina y se apoyó contra la pared, observando entre enojado y curioso cómo se preparaban para jugar.

La armera, tranquila, sacó otro control del portal y se lo entregó a Brief. El muchacho lo tomó con cierto nerviosismo; luego volteó a mirar a su amigo. Observó a Viktor en silencio unos segundos, suspiró y finalmente desvió la mirada hacia la pantalla, concentrándose en el juego.

La partida comenzó. Brief perdió la primera ronda, aunque dio más pelea que Viktor. El rubio, frustrado, estuvo a punto de soltar un comentario, pero se contuvo. Prefirió guardar silencio y depositar su confianza en Brief, que sonaba extrañamente seguro de sí mismo.

En la segunda ronda, para sorpresa de todos, Brief logró imponerse por muy poco. La armera abrió los ojos, sorprendida, mientras Viktor le dedicaba una sonrisa genuina a su amigo emocinado.

—¡Vamos, Brief! ¡Joder, tú puedes! Lo admito, en ese juego de mierda eres mejor que yo. ¡Eres el puto goat del juego!

Brief volteó hacia él, nervioso.

—Wouh... Viktor... ¿en serio... tú crees?

Viktor, al ver que la tercera ronda estaba por empezar, se inclinó hacia él con seriedad.

—Sí, sí lo creo. Pero no te desconcentres, estúpido. ¡La tercera ronda va a comenzar, ponte focus!

—¡Sí! —respondió Brief, esta vez con una seguridad poco habitual en él.

El ambiente se tensó mientras los dos avatares chocaban en la pantalla. La pelea estaba igualada. Viktor agitaba las manos, exaltado, como si estuviera viendo una final de mundial. Y entonces, contra todo pronóstico, ¡Brief ganó!

La putiarmera soltó un suspiro, le tomó el hombro y, con una sonrisa casi resignada, murmuró:

—Ok, ok, perdí... por fin. A veces es aburrido ganar todo el tiempo, ¿sabes? Pero felicidades.

Viktor, radiante y con una chispa de inocencia infantil poco común en él, tomó a Brief por los hombros y lo agitó con entusiasmo.

—¡Brief, eres el puto amo! ¡Eres el mejor! ¡La puta cabra, Brief, la puta cabra! ¡Gracias por recuperar el Heaven! ¡Eres un héroe, el puto Superman, Brief! ¡E-eres el jodido Superman!

—O-oye, Vik... deja de agitarme, me mareas —se quejó Brief, aunque no podía evitar sonreír.

—Ah, perdón —dijo Viktor, soltándolo, todavía eufórico. Le limpió el hombro casi con ternura.

Brief, recuperando el aliento, añadió entre risas nerviosas.

—No sabía que ese Heaven era tan importante para ti... pero, ¿sabes? Yo tenia guardados unos calzones de Panty para recordarla, así que supongo que entiendo cóm—

—Ok, ok, suficiente información, Brief —lo interrumpió Viktor con rapidez—. No hacía falta que dijeras eso. Pero dime, ¿Cómo carajos ganaste?

Brief sonrió con calma.

—Pues... verte perder tantas veces hizo que notara el patrón de cómo atacaba ella. Fue imposible no memorizarlo. Vi tantas derrotas tuyas que al final aprendí su estilo de juego.

Viktor chasqueó la lengua, medio ofendido.

—Je, je... muy listo de tu parte. Pero no hacía falta recalcar cuánto perdí...

Desde arriba, la voz de la madre de Viktor interrumpió la escena.

—¡Viktorsito, hijo, voy a salir al supermercado! ¿Quieres algo?

—¡No, mamá, no quiero nada! ¡Que te vaya bien! —respondió él.

Luego miró a Brief con aire de conspiración.

—Bien, campeón. Ahora que mi mamá salió, ¿puedes ir a buscar mis cigarros? Los escondo entre el colchón.

Brief frunció el ceño, incómodo.

—¿Vas a fumar en serio, Vik? Es que el olor es desagradable...

Viktor no dijo nada, solo lo miró con esa expresión que significaba "hazle caso a tu líder".

—Bien, Vik... ya voy —aceptó Brief, subiendo las escaleras con pasos rápidos.

La armera observaba todo con diversión, una sonrisa en los labios.

—Je, admito que fue divertido. ¿Sabes? El Brief de aquí hizo una buena elección... —comentó con aire casual.

Viktor, cruzado de brazos, arqueó una ceja.

—Hmpf... me gustaría que te explicaras mejor. ¿A qué te refieres?

—Pues en verte y escogerte como su mejor amigo, claro está, je —respondió ella, apoyando el rostro en su mano, como si hablara de algo obvio.

Los ojos de Viktor se abrieron un instante, sorprendido, aunque rápidamente se recompuso.

—¿Y cómo mierda sabes que él piensa eso? ¿Por qué estás tan segura?

Ella se recostó aún más en la silla, despreocupada.

—Porque yo lo sé todo, te lo he dicho ya. Además, es obvio. Bueno, cambiando de tema... ¿de verdad pretendes tener una cita con Stocking? Felicidades, supongo. Pero dime, ¿tienes idea de qué hacer?

—Pff, claro que lo sé —respondió Viktor con arrogancia—. Veremos una película en el cine.

—¿Y después? —lo pinchó la armera.

Viktor se rascó la cabeza, incómodo.

—Pues... mmm... a ver...

Ella rio divertida.

—No tienes idea, jaja.

—Ay, calla... —gruñó Viktor, irritado—. ¿Alguna recomendación en vez de burlarte? Vamos, sé útil.

La armera lo fulminó con una sonrisa burlona.

—Vaya, Vickty... ¿no que "no aceptabas mujeres aquí"? Y ahora me pides consejo. Si admites que era una regla estúpida, te doy una recomendación de puta madre.

Viktor suspiró, resignado.

—Mierda... ok, lo admito. Me divertí un poco. Quizá fue una regla estúpida. Con Stocking me pasó lo mismo... la juzgué sin conocerla y mírame ahora. Sería una idiotez negar la realidad, intento se consecuente con ella...

—Bien, sigue así y te irá bien —dijo ella, cambiando a su forma de putiarmera y sacando de su guante un holograma brillante que decía Lingerie Land—. ¿Conoces este lugar? Es un parque de diversiones. Y como es octubre, seguro ahora tendrá temática de Halloween. Dicen que si confiesas tu amor en lo más alto de la rueda de la fortuna, tus posibilidades de ser correspondido aumentan exponencialmente.

Viktor arqueó una ceja, pensativo.

—¿Con que Lingerie Land, eh? Y si la llevo ahí... ¿Cuánto podrían aumentar mis posibilidades?

Ella sonrió con malicia.

—Podría decírtelo... pero no quiero arruinar la sorpresa.

Viktor asintió con seriedad.

—Ok. Confío en tus palabras.

La armera abrió un portal, lista para marcharse.

—Bueno, me divertí viéndote enojar y dándote palizas en el juego, pero ya tuve suficiente. ¡Adiooos! —canturreó.

—¡Espera! —la detuvo Viktor.

Ella se giró con una sonrisa curiosa.

—¿Y ahora qué, edgylord?

—Aún no me entregas el Heaven. Y... dijiste que Brief me ve como su mejor amigo. Quiero pedirte un favor: si algún día se arma de valor para invitar a Panty, dile lo mismo que me dijiste a mí. Ayúdalo. Menciónale ese parque de diversiones, dale consejo...

Ella parpadeó, sorprendida.

—¿Y por qué no se lo dices tú?

—Porque tú tienes más tacto y carisma para esas cosas. Además, Sabes mejor sus probabilidades con Panty, ¿no? Solo... ayúdalo si algún día lo intenta.

La armera sonrió con complicidad.

—Je, quizá el trabajo de cupido no se me da tan mal. Adiós, edgylord.

Entró al portal. De este salió rodando un Heaven Coin, que Viktor atrapó al vuelo. Lo miró fijamente, murmurando.

—Confío en que sea el mismo.

Unos segundos después, Brief bajó las escaleras apresurado.

—Aquí están, Viktor. Me costó encontrarlos... busqué donde me dijiste, pero no estaban. Luego debajo de la cama, en el escritorio, en el—

Se detuvo al notar que la armera ya no estaba.

—Oh... oye, ¿adónde se fue?

—Ella... pff, dijo que se iba. Seguro tenía mejores cosas que hacer. Vende armas, ¿no? Quizá fue a traficarle unas a algún ángel terrorista, qué sé yo... —respondió Viktor con indiferencia.

Tomó los cigarros, los observó un instante y, en vez de encender uno como solía hacer, los guardó.

—¿Eh, Viktor? ¿No vas a fumar? —preguntó Brief.

—Tranquilo... nah. A ti no te gusta el olor, ¿no? Lo haré después, cuando esté solo. Respetaré que no te guste ahora.

—La verdad, ya me aburrí de jugar esa mierda —diría Viktor mientras desconectaba la consola de la tele y se la llevaba en brazos—. ¿Dónde encontraste el juego, de hecho? ¿No se supone que era como súper exclusivo o algo así? Cuando te lo pedí pensé que no lo tendrías, pero luego me acordé de que eres un cabrón millonario y dije: "Va, debe tenerlo el zanahorio".

Brief respondió mientras subían la escalera y salían del sótano.

—Oh, de hecho lo encontré de alguien que lo vendía de segunda mano, pero no le di mucha importancia.

Una vez fuera, los dos se sentaron en la sala principal. Brief, curioso, preguntó.

—¿Por qué trajiste la consola, Vik?

Viktor respondió con calma, apoyándola sobre la mesa.

—Porque la voy a limpiar. Me gusta tener mis cosas limpias y ordenadas.

Después se fue a buscar algo para limpiar la consola, dejando a Brief solo sentado en el sofá.

Brief sacó su celular para scrollear, para momentos después ver cómo la consola empezaba a moverse sola, usando sus cables como si fueran una especie de tentáculos para arrastrarse y deslizarse de vuelta hacia el sótano.

Los ojos de Brief se abrieron como platos mientras la seguía con la mirada.

Un momento despues, Viktor bajó de nuevo y preguntó.

—Oye, Brief, ¿qué hiciste con la...?

Brief lo interrumpió, nervioso, casi tartamudeando.

—¡L-la-la jodida consola se movió al sótano! ¡Se movió sola! ¡Tiene que ser un espectro, tiene que serlo! ¡Llamaré a Panty de inmediato! —dijo efusivo, tomándolo por los hombros y agitándolo con fuerza, casi gritándole en la cara.

Acto seguido, lo tomó del brazo e intentó correr arrastrándolo hacia la salida de la casa. Pero justo cuando estaban a punto de salir, del sótano emergió la consola, conectada a la tele, irradiando los colores icónicos de los espectros. La escena era grotesca: parecía una especie de pulpo, con la televisión como cabeza y los cables de la consola extendiéndose como tentáculos vivos.

La criatura les cortó el paso con rapidez, apoyando los cables contra el marco de la salida como si fueran barrotes vivientes.

Brief, con el rostro desencajado, cambió de dirección en un segundo. Tirando del brazo de Viktor, corrió escaleras arriba a toda prisa, el corazón golpeándole el pecho como un tambor. Se metieron en el baño y cerraron la puerta de golpe, jadeando.

Brief, temblando como una hoja, apenas podía hablar.

—¡M-mierda, mierda!

Viktor se soltó con brusquedad, sacudiéndose el brazo.

—¡Ag, idiota, dolió como me tiraste! —exclamó con fastidio, pero luego abrió los ojos de par en par—. ¡Pero mierda, si era un espectro! ¡Y ahora está en mi puta casa! ¡Me cago en todo!

Se llevó las manos al cabello, caminando en círculos por el baño estrecho.

—Seguro fue el juego... ¡el puto juego! ¡Por eso estaba de segunda mano! —gruñó, mirando a Brief con rabia—. ¡Brief, ¿acaso no ves creepypastas?! ¡Cómo que no le diste mucha importancia! ¡Tienes que darle mucha importancia, Brief, tienes que darle mucha importancia!

Los dos contuvieron la respiración al escuchar el crujido de la madera en el pasillo. Los pasos... si es que podían llamarse así... subían lentamente las escaleras, cada golpe resonando con un eco húmedo y metálico, como si el espectro disfrutara intensificando el miedo.

Brief, con las manos temblorosas, sacó su celular a toda prisa y marcó desesperado.

—¡Ay, Panty, por favor, contesta, contesta, contesta!

Mientras tanto, Panty dormía en su habitación, tendida sobre la misma pila de hombres del principio. Entre sueños, apenas abrió los ojos para ver quién llamaba.

—Ay, geek boy... no jodas... —murmuró con fastidio antes de cortar la llamada y volver a hundirse en la cama.

—¡Viktor, Panty no contesta! —chilló Brief, casi al borde del llanto—. ¡Vamos, llama a Stocking!

—¡Seh, ya voy! ¡Cálmate! Ponerte tan nervioso empeora las cosas —replicó Viktor, sacando su celular. Sus dedos apretaban la pantalla con ansiedad, mientras murmuraba entre dientes: —Ay, inepta, contesta, por favor...

Pero Stocking, en ese momento, estaba en la tienda geek junto a Lucy, revisando estanterías. Su celular vibraba sobre el mostrador, olvidado, sin que ella se diera cuenta de la llamada.

—Ah, mierda... tiene que estar trabajando —dijo Viktor, apretando los dientes.

Los pasos sonaban más cerca. Algo pesado rozaba el pasillo frente al baño, como tentáculos golpeando suavemente las paredes.

Brief se dejó caer contra la puerta, derrotado.

—Uff... bien, Viktor, fue un gusto conocerte. Me divertí... hasta aquí llegamos.

—¡No! ¡Tiene que haber una solución! —gritó Viktor, frotándose el cabello con desesperación—. ¡No voy a morir sin antes tener la puta cita de mierda!

Caminaba en círculos, mascullando.

—Piensa, piensa, piensa...

Y de pronto, como un rayo, se iluminó su mente.

—¡Brief, las jodidas Monster High, Brief! ¡Las Monster High, Brief! ¡Son clave, Brief!

—¿Las... Monster High? —repitió Brief confundido, pero al instante recordó: era el apodo que Viktor les había puesto a las hermanas demonio. Sin perder más tiempo, marcó a Kneesocks.

En la plaza de la ciudad de daten, Scanty y Kneesocks estaban alimentando palomas mientras tomaban té. El celular vibró y Kneesocks contestó con elegancia.
—¿Diga?

—¡Scanty, Kneesocks, vengan a ayudarme! ¡No quiero morir! ¡Hay un jodido espectro aquí! —gritó Brief, desesperado.

Scanty frunció el ceño, molesta.

—Ay, ¿quién es? Se escucha como un orangután en celo gritando...

Kneesocks, con calma, respondió a su hermana mientras cubría el telefono con la mano.

—Es el geek boy.

Luego tosió suavemente y replicó al teléfono.

—¿Podrías repetir, mortal? No entiendo nada.

—¡Bah, córtale ya! —bufó Scanty, irritada—. Odio que interrumpan mi té.

—¡Noo, no corten! —suplicó Brief con la voz rota.

Viktor, harto, le arrebató el celular de un tirón.

—¡Hey, estiradas de culo rojo! ¿Quieren ganar coins? Pues vengan, porque hay un espectro que se ve jodidamente poderoso en esta dirección —dictó rápido la dirección de su casa—. ¡No creo que sean tan estúpidas como para perder esa oportunidad!

Scanty escupió el té de la rabia, limpiándose con un pañuelo mientras miraba a su hermana.

—Reconozco esa voz... ¡es el mocoso emo que se burló de nosotras! Vayamos, ganamos los Hellcoins y de paso le enseñamos modales al emo irrespetuoso.

Desde el celular de Kneesocks todavía se alcanzó a escuchar la voz de Viktor.

—¡Ah, oye! ¡Que conste que no soy emo!

Kneesocks cortó la llamada con una sonrisa helada.

—Querida hermana, me encanta cuando te pones tan competitiva. Vamos a ganarnos unos Hellcoins.

Scanty, subiéndose al G-String con furia, exclamó.

—Querida Kneesocks, ¿recuerdas la dirección que dijo el niño "no emo"?

—Sep —dijo Kneesocks con confianza, ajustándose los lentes con un brillo de arrogancia en la mirada.
Repitió la dirección con lujo de detalle, cada número y cada calle, su tono cargado de soberbia, como si recitar direcciones fuera un arte reservado a las mentes prodigiosas.

Scanty sonrió satisfecha, inclinándose hacia ella para acariciarle la cabeza con una ternura inesperada.

—Por eso creo que eres una prodigio, querida Kneesocks.

Las mejillas de Kneesocks se tiñeron de un leve sonrojo.

Ambas subieron al G-String. El rugido del motor demoníaco cortó el aire, y en cuestión de segundos salieron disparadas hacia la dirección que habían memorizado, dejando tras de sí una estela de humo.

El espectro, al escuchar cómo Viktor le había avisado a las demonio, se apresuró con un estruendo: la puerta del baño se abrió de golpe, reventando la cerradura contra la pared.

Brief dio un salto hacia atrás, temblando.

—¡Ya estamos jodidos, Viktor! —balbuceó con la voz quebrada.

Los cables del espectro se alargaron como tentáculos y se enredaron en las muñecas de Viktor, levantándolo del suelo como si fuera un muñeco de trapo. El televisor —su grotesca "cabeza"— chisporroteaba con interferencia, mientras de sus parlantes salía una voz distorsionada, de mala calidad, como si hablara desde un canal estático.

—Mocoso emo de mierda... ¡me hiciste recordar cuando estaba vivo y perdía en el puto juego!

Viktor, colgando y pataleando, gruñó irritado.

—¿Cómo que emo, imbécil? ¡Ya dije que no soy un emo, maricón! —espetó, sacudiéndose—. ¿Y cómo que perdías tanto? ¿Tan malo eras en vida? ¿Te moriste por suicidio? ¿Por qué no podías pasarte el puto juego o qué?

El espectro se agitó, sacudido por la rabia, y empezó a soltar su historia con voz chillona y distorsionada, que se mezclaba con el zumbido eléctrico de los cables. Un relato aburrido y caótico sobre frustraciones de jugador, partidas perdidas y humillaciones en línea.

Mientras tanto, Viktor entrecerró los ojos y giró la cabeza apenas lo suficiente para mirar a Brief, dándole un guiño rápido.

Brief entendió la señal al instante. Aprovechando que el espectro estaba ocupado con su verborrea, se escabulló del baño a hurtadillas y salió corriendo por la puerta principal.

Al llegar a la calle, jadeando, levantó los brazos con desesperación al ver el G-String aproximarse rugiendo como un demonio de metal cromado.

—¡Es aquí, es aquí! —gritó agitando los brazos—. ¡Scanty, Kneesocks, gracias a Dios que lleg—!

No alcanzó a terminar. El G-String se frenó con elegancia frente a la casa y, de la puerta lateral, se desplegó una lujosa alfombra roja que avanzó con solemnidad... directo sobre Brief, aplastándolo contra el pavimento.

Scanty, bajando del coche con aires de diva infernal, comentó con sorna y una soberbia solemne.

—¿Dios? yo veo que Dios los acaba de abandonar.....con nosotras seria gracias a Satán.

Miró a su alrededor con desdén.

—Eeh... ¿y adónde se metió?

Kneesocks, con calma matemática, ajustó sus lentes y señaló con un dedo fino hacia la alfombra roja, que se movía inquieta.

—Querida hermana... lo aplastaste.

Scanty arqueó una ceja, ladeando la cabeza con una sonrisa arrogante.

—Ups...

Sin prisa, levantaron la alfombra, y debajo de ella emergió Brief, medio aturdido.

Scanty lo miró de arriba a abajo y preguntó con aire de burla, colocando una mano en la cadera.

—Bien, chico nerd... ¿Dónde está el espectro?

Brief, todavía tambaleante después de haber sido "aplastado con elegancia", señaló con un dedo tembloroso hacia la casa.

—E-e-está dentro... ¡en el baño! ¡Tiene a Viktor!

Scanty bufó con fastidio, acomodándose el cabello con un movimiento dramático.

—Tsk, un espectro asqueroso encerrado en un baño... qué patético.

Kneesocks ajustó sus lentes con calma quirúrgica, el brillo de los cristales reflejando la luz de la calle.

—Querida hermana, no olvides que incluso la basura puede ser peligrosa. Mejor entremos y lo exterminamos.

Scanty sonrió de oreja a oreja, sacando sus Double Gold Lacytanga con un movimiento digno de un western.

—Oh, lo exterminaremos, querida. Y cuando acabemos, le enseñaremos a ese "no emo" insolente lo que significa subestimarnos.

La alfombra roja, como parte del espectáculo, se recogió sola y volvió a enrollarse dentro del G-String. Las dos hermanas avanzaron hacia la puerta, y sus tacones resonaron contra el suelo como golpes de martillo, marcando un compás infernal.

Brief intentó advertirlas, con voz quebrada.

—¡P-pero tengan cuidado! ¡Es fuerte!

Scanty lo silenció con un gesto elegante de la mano.

—Cállate, nerd. Nosotras no necesitamos consejos de un mortal débil.

Abrieron la puerta con brusquedad y se quedaron plantadas en medio de la sala como estatuas.

Brief, confuso y más nervioso que nunca, apremió.

—Oigan, chicas, apúrense, no quiero que Viktor muera. ¡Por favor, dejen de farmear aura ahí paradas y vayan a matar al espectro, se los pido!

Las demonio, por un segundo, vacilaron —como si algo de su fachada se resquebrajara— y, con una voz que sonó extrañamente tímida, dijeron al unísono para sorpresa de Brief.

—Es que se nos olvidó preguntar... ¿Dónde está el baño?

Brief, en pánico, señaló hacia arriba.

—¡Arriba! ¡Arriba!

Las dos demonio reiniciaron su marcha, solemnes y confiadas, subiendo las escaleras con paso medido. Al llegar al pasillo, Scanty fue la primera en ver la puerta entreabierta del baño; su mano se clavó en la empuñadura del arma y, sin dudar, abrió fuego.

El disparo impactó con fuerza en la silueta del espectro; la bala no hizo daño letal, pero sí provocó que la criatura, sorprendida, soltara a Viktor.

Viktor, tendido en el suelo del baño, alzó la vista al verlas en el pasillo y dejó escapar una risa irónica.

—Oh, genial... las Monster High llegaron a la fiesta. Ahora maten al puto espectro gamer que se cree un puto tryhard.

Scanty empezó a disparar al espectro sin piedad, sus Double Gold Lacytanga brillando con destellos infernales en cada ráfaga. A su lado, Kneesocks intentaba cercenar los cables del ente con cortes precisos de sus Double Gold Spandex, moviéndose con la elegancia de una duelista.

Mientras la atención del espectro estaba en ellas, Viktor se escabulló con sigilo, arrastrándose por el suelo hasta quedar detrás de Scanty. Se incorporó y alcanzó a Brief, que lo miró desorbitado.

—¡Oh, Dios, estás vivo! —exclamó Brief, con la voz quebrada entre alivio y nerviosismo.

—Sep —respondió Viktor con total simpleza, sacudiéndose el polvo de la ropa.

Scanty continuaba disparando sin descanso desde el pasillo, cada impacto resonando en las paredes. Kneesocks, a su lado, lanzaba cortes relucientes, cada movimiento milimétrico como si fuera una coreografía demoníaca.

El espectro, sin embargo, parecía divertirse. Con un par de cables enredados en tentáculos grotescos, bloqueaba los disparos de Scanty como si fueran simples chispas. Con otros, entrelazaba los filos de Kneesocks, desviando sus ataques con un chirrido metálico.

Scanty, con el ceño fruncido y los colmillos al descubierto, apretó los gatillos con más rabia, aumentando la cadencia de disparos. El eco de las ráfagas hacía temblar las paredes.

—¡Mierda! ¡Realmente es fuerte! —rugió, disparando con furia.

Kneesocks, ágil como una sombra, esquivaba los cables que azotaban como látigos eléctricos. Cada vez que pasaban rozando su rostro o sus piernas, respondía con un corte preciso de sus Double Gold Spandex, buscando una abertura en la defensa de la criatura.

—Querida hermana, pensemos en algo —exclamó con la voz firme, pero sin perder la compostura—. ¡Tiene que tener una debilidad! ¡No creo que sea invencible!

El espectro soltó una carcajada distorsionada, su voz saliendo del televisor con un eco chirriante, como una cinta VHS rebobinándose. Los cables se agitaban en todas direcciones, bloqueando disparos y acuchillando el aire con violencia.

Mientras tanto, Viktor y Brief observaban desde atrás, protegidos momentáneamente por la ofensiva de las demonios. El rostro de Viktor reflejaba impaciencia, como si la idea de quedarse quieto mientras otros peleaban le resultara insoportable.

Brief le sacudió el brazo con las manos temblorosas, la voz afónica de miedo y súplica:

—¡Viktor, tú te luciste con el plan para matar al espectro de la academia! Sé que eres listo, por favor... ¡piensa en algo! Una estrategia, alguna mierda así de las tuyas. ¡Por favor, Viktor!

Viktor se quedó un segundo en silencio, la mano en la barbilla. Su pie daba golpecitos nerviosos contra el piso. Su voz salió baja, casi quebrada.

—Lo hago... lo hago... pero no tengo una base. No sé cuál es su debilidad para explotarla...

La palabra rebotó en la cabeza de Brief: "debilidad". La murmuró, y el sonido le dio un clic mental.

—Viktor, lo tengo... sonará estúpido, pero no se me ocurre nada más —dijo Brief—. Si te fijas, mientras pelean, el espectro defiende mucho el botón de la consola para sacar el disco. ¡El disco del juego es su debilidad! ¡Imagino que es como su corazón, eso originó todo, ¿no?! Hay que descubrir una forma de sacar el disco de la consola.

Viktor lo miró y pensó con una sonrisa por un momento. Después de hilar su estrategia, dijo con orgullo:

—Bien... ahora que lo dices, se me ocurrió algo. Necesito que lleves a Scanty a la cocina, ¡ahora!

—Oye, Vik, no es momento de hacer chistes machistas... —replicó Brief.

Viktor, enojado, contestó como una orden:

—¡No es un puto chiste, llévala a la cocina! Mientras Kneesocks distrae al puto espectro.

Brief se acercó entonces y, con prisa, le dijo a Scanty que lo acompañara a la cocina. Viktor entró en la habitación de Lucy, tomó su secador de pelo, bajó las escaleras y fue directo a la cocina.

Scanty, con dudas, preguntó:

—¿Qué carajos? ¿Por qué me trajeron aquí? ¡Mi querida hermana está peleando sola arriba en el pasillo de esta puta casa!

Viktor respondió sin perder tiempo:

—Tengo una idea... Brief, toma ese balde y llénalo de agua; y tú, Scanty, posiciónate donde creas que tengas buena puntería.

Viktor enchufó el secador de pelo; Brief llenó el balde de agua a toda prisa. Viktor, suspirando, dijo como un profesor dictando una clase.

—Bien, escuchen: no tengo idea si este puto plan va a funcionar... pero es lo que se me ocurre. Brief, cuando el espectro llegue a la puerta de la cocina, le tiras el balde de agua; yo dejaré caer el secador de pelo cerca del espectro, se electrocutará por estar empapado y quedará paralizado; y, en ese momento en que el putito esté quietito, Scanty, tú le disparas al botón de expulsión de la consola para sacar el disco. ¿Me di a entender o lo tengo que repetir?

En el piso de arriba, Kneesocks, inquieta por no ver a Scanty, gritó mientras esquivaba ataques:

—¡Scanty, querida hermana! ¿Dónde estás? ¿Por qué me dejas sola?

Viktor agregó con rapidez, entre nervioso e irritado:

—Si lo paralizamos aunque sea un segundo, su defensa caerá... y ahí podremos darle al botón y sacaremos el puto disco maldito.

Scanty, nerviosa, gritó para que Kneesocks escuchara.

—¡Kneesocks, estoy en la cocina, baja y ven para escapar... no podemos con el espectro!

Luego, mirando a Viktor, añadió de mala gana.

—Esperemos que el jodido plan rebuscado funcione... por tu bien, mocoso "no emo".

El grito falso de Scanty resonó por las escaleras.

Arriba, Kneesocks no esperó. Tras el grito de su hermana, abandonó el pasillo y comenzó a descender las escaleras a toda velocidad, sin perder un ápice de su dignidad demoníaca. El espectro, que había escuchado el grito, soltó una carcajada distorsionada desde sus parlantes de televisor.

—¡Ja, ja! ¡Las putas demonios huyen! ¿Adónde vas? ¡Me estaba divirtiendo!

La criatura se lanzó escaleras abajo, persiguiendo a Kneesocks.

Kneesocks llegó a la sala principal y se deslizó con elegancia hacia la cocina, su traje sin un solo pliegue fuera de lugar. Justo a sus talones, el espectro abrió la puerta entrando a la cocina, con sus cables extendidos.

—¡Ahora! —gritó Viktor.

Brief reaccionó por instinto, lanzando el balde de agua. El chorro impactó de lleno en el rostro de televisor y el cuerpo de cables del espectro.

El gótico soltó el secador de pelo enchufado a tiempo; cayó al charco de agua cerca del espectro. Hubo un estruendo seco y una ráfaga de humo. La criatura se sacudió violentamente por el cortocircuito mientras Viktor observaba con una sonrisa de satisfacción, diciendo.

—¿Con que emo, eh?

Sus cables, como tentáculos, se paralizaron por completo, y el televisor emitió un chillido agudo de estática total.

—¡Scanty! ¡Dispara al botón! —gritó Brief.

Scanty, que ya apuntaba, disparó. Un tiro dorado salió de sus Double Gold Lacytanga, impactando de lleno en el diminuto botón de expulsión. El plástico se rompió, pero el mecanismo cedió: el lector escupió un disco polvoriento que giró torpemente en el aire.

Los cables se relajaron de golpe y el televisor se inclinó con un sonido de cristal roto al caer al piso, volviendo a su apariencia normal.

Antes de que el disco pudiera tocar el suelo, Scanty disparó de nuevo al disco.

El disco explotó en stop motion y las campanas de la iglesia sonaron. Una lluvia de Hellcoins salió disparada, rebotando ruidosamente por todo el piso de la cocina. El cuerpo de la consola se desinfló; los cables volvieron a ser inofensivos. La criatura se había ido.

Scanty bajó las armas con una exhalación de alivio, pero su soberbia regresó al instante.

—Hmpf. Un plan sucio y desordenado. Pero admito que funcionó, "no emo"... digo, gótico...

Viktor, que había pasado de la tensión a la victoria en segundos, sonrió con arrogancia.

—¿Lo ves, Brief? Sabía que funcionaría... soy un genio.

Brief, todavía temblando, se dejó caer contra la pared, agotado, pero con una sonrisa genuina. Miró a Viktor.

—¡Sí, sí lo eres! ¡Lo hicimos! Dijiste que yo era el puto Superman, entonces tú eres el puto Batman.

Las demonios ignoraron olímpicamente a los dos geeks hablando de sus cosas.

Kneesocks, por su parte, se acercó al charco de Hellcoins con la concentración de una arqueóloga.

—Un excelente botín. Y lo mejor de todo, lo conseguimos sin la ayuda de esas suripantas celestiales.

Scanty sonrió de oreja a oreja mientras miraba el desastre: el charco de agua, el secador quemado, junto con el televisor y la consola rotos.

—Bien dicho, querida hermana. Lo que importa es que ganamos. Y este desastre apestoso... bueno, ellos lo limpiarán.

Las dos demonios recogieron las monedas con elegancia antes de irse. Scanty miró a Viktor y dijo más tranquila.

—Ok, ok... estás perdonado por la "crítica" que nos hiciste esa vez.

Viktor respondió con calma.

—Bueno... y yo admito que sí son bastante badass. Si las hubiera visto en acción antes, seguramente no hubiera dicho todo lo que les dije esa vez...

Ellas sonrieron al escuchar eso y se marcharon tranquilas al G-String. Antes de salir, Kneesocks se giró levemente hacia Viktor.

—Espero que la próxima vez que abras la boca, lo hagas con datos y no con prejuicios, "no emo".

Remarcó con ironía fina, antes de seguir a su hermana.

Viktor y Brief se quedaron entre el humo que salía del televisor y el agua, celebrando como idiotas su victoria improvisada.

Chapter 21: El Inicio de una Extraña Cita

Chapter Text

Lucy salió de la tienda después de comprar el regalo de Viktor. Subió a su skate con un impulso ágil y, antes de partir, hizo señas para despedirse de Stocking, que la observaba desde el marco de la puerta, apoyada con aire despreocupado, pero en el fondo, algo curiosa.

La brisa fría de la tarde acariciaba las calles de Daten City mientras Lucy rodaba por el asfalto. Al llegar al frente de su casa, frenó en seco: desde la puerta, vio a Scanty y Kneesocks saliendo como si nada, caminando con su elegancia infernal habitual, subiendo al G-String y alejándose entre el ruido del motor.

Lucy parpadeó, confundida.

—¿Qué carajos...? —murmuró, antes de empujar la puerta y entrar.

Lo que encontró la dejó aún más desconcertada.
La cocina era un desastre: agua por el suelo, un charco en el centro y una tele rota tirada al lado de una consola que chispeaba tenuemente.
Brief fregaba el piso con expresión de trauma postguerra, mientras Viktor, sentado sobre el mesón, tenía en la mano su secador de pelo, chamuscado y oliendo a plástico quemado. Al ver a Lucy, rápidamente lo escondió detrás de su espalda, dándole una sonrisa forzada.

Lucy se cruzó de brazos y arqueó una ceja.

—Hola, Lucy... ¿se te ofrece algo? —dijo Viktor con tranquilidad fingida.

—Sí, una jodida explicación. ¿Qué carajos, Viktor? Huele a quemado... —se inclinó un poco—. ¿Y esa tele en el piso?

Brief levantó la cabeza apenas, con la mirada de alguien que preferiría no hablar del tema. Viktor, con su pedantería habitual, dijo:

—Ah, maté a un fantasma, ya sabes... cosas de genio. No creo que tu mente dé para entenderlo.

Lucy frunció el ceño, incrédula.

—¿Qué carajos hablas? ¿Cómo que mataste a un fantasma? No me digas que con tu nuevo amiguito pelirrojo consumen LSD o alguna mierda así.

Brief, ansioso y moviendo los brazos de forma exagerada por los nervios, respondió.

— ¡No!, nada de eso. A mí no me gustan esas cosas, ¡en serio!... Es que había un espectro...

Viktor se encogió de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.

—Sí, había un espectro gamer o algo así... lo electrocutamos y mis colaboradores lo terminaron de rematar.

Lucy lo miró sin palabras durante unos segundos.

—...Ya. Claro. Y déjame adivinar —añadió con ironía—, ¿esas tipas disfrazadas de demonio que iban saliendo eran tus "aliadas sobrenaturales"?

Brief soltó un bufido nervioso.

—No lo creerías aunque te lo contáramos...

Lucy lo miró con el ceño fruncido. Viktor, notando por fin la bolsa que ella traía colgando del brazo, preguntó curioso:

—Oh... ¿y esa bolsa que traes ahí? ¿Para quién es?

Lucy apretó el agarre del skate contra su hombro, desviando la mirada.

—Qué te importa... —murmuró con fastidio—. Además, ¿sabes qué? Mira la cagada que hiciste —dijo, señalando el piso empapado y la tele con la consola chamuscadas.

Viktor suspiró, alzando las manos.

—Seh, seh, lo sé... sabía que dirías eso. Qué predecible eres... —respondió con resignación. Luego giró la cabeza hacia Brief—. Colorado, amigo, no hace falta que sigas limpiando. Ya termino yo.

Brief se detuvo, dejando el trapo empapado en el balde.
Miró a Lucy, que lo observaba con expresión de puro enojo, y tragó saliva.

—Eh... emm... adiós, Viktor, nos vemos otro día —balbuceó con torpeza antes de salir a toda prisa por la puerta.

Viktor lo miró y alzó una mano, moviendo los dedos a modo de despedida. Luego, volvió la vista hacia Lucy.

—Yo también tengo que salir, de hecho... necesito ir a comprar unas entradas para el cine y para un parque de diversiones. Ahora soy un hombre nuevo y ocupado.

Lucy lo miró un poco sorprendida y luego, solo para picarlo, dijo.

—¿Tienes una cita con el pelirrojo que tienes de amigo?

Viktor, más irritado, respondió.

—Agg, ¿quieres callar esa puta boca?... Digo... te pido que no molestes...¿quieres? —dijo, algo arrepentido por su actitud. Luego, recomponiendo la compostura, añadió con aire solemne—: Lo que yo tengo es una cita con el destino... y no pienso cagarla, considerando lo jodidamente lejos que he llegado.

Lucy suspiró y dijo:

—Sí, lo sé... es con Stocking, ¿verdad? Hablé con ella, de hecho. No la había visto bien hasta hoy... es linda, como una muñequita de porcelana. Tienes suerte.

Luego lo miró con curiosidad, arqueando una ceja.

—Pero... ¿Quiénes eran esas tipas disfrazadas de demonio?

Viktor, intentando sonar convincente, respondió con una sonrisa tensa:

—Ah, ellas... son conocidas de Brief. Fueron una especie de colaboradoras mías. No creo que vuelvan, de todas formas. Pero son útiles... me di cuenta de que son personas que vale la pena conocer. No te preocupes por ellas.

Lucy, al escuchar la respuesta, simplemente señaló el desastre con un gesto cansado.

—Solo asegúrate de limpiar esta mierda antes de salir, ¿quieres?

Viktor no respondió. Permaneció sentado en el mesón, mirando en silencio hacia el horizonte a través de la ventana, con el secador aún escondido detrás de su espalda.

Lucy lo observó, frunciendo el ceño.

—Oye, Viktor, ¿me estás escuchando?

—Sí, Lucy, sí te estoy escuchando —respondió él, sin mirarla—..Es que me estaba imaginando en un edit.

Lucy rodó los ojos y soltó un suspiro resignado.

—Parece que Stocking te fundió el cerebro...

Sin decir nada más, giró sobre sus talones y se fue hacia su habitación, dejando a Viktor solo entre el silencio, su autismo, y el olor a quemado y el charco que aún reflejaba el caos reciente.

Mientras tanto...

Scanty y Kneesocks iban sentadas en la parte trasera del G-String, mientras Fastener conducía.
El rugido del motor se mezclaba con el sonido suave de la música clásica que salía del estéreo.

Kneesocks, con elegancia impecable, servía vino en la copa de su hermana.

—Querida hermana —dijo con su tono sereno habitual—, admito que esta misión resultó más entretenida de lo que esperaba.

Scanty, recostada con las piernas cruzadas y una sonrisa de superioridad, aceptó la copa sin apartar la mirada del horizonte.

—Hmpf. Entretenida, sí... aunque un tanto sucia para mi gusto.

Tomó un sorbo de vino y luego añadió con su clásico tono altivo.

—Me pregunto cuántos heavens tienen esas suripantas... Seguro nosotras tenemos más hells.

Kneesocks sonrió con elegancia, apoyando la mejilla en su mano mientras observaba el paisaje pasar por la ventana.

—Es lo más probable... esas suripantas nadan en un mar de incertidumbre, mientras nosotras nos bañamos en el lago de la sabiduría.

Scanty soltó una risita nasal antes de replicar con burla venenosa:

—¿Mar de incertidumbre? Ja, la muy golfa de Panty seguro nada en un mar de esperma.

Las dos rompieron en carcajadas al unísono: la risa de Kneesocks era suave y melódica, mientras que la de Scanty resonaba fuerte y maliciosa.
Scanty se llevó una mano cerca de la boca mientras reía, con la elegancia de una reina malvada.
Ambas se perdieron en aquella risa triunfal que llenó el interior del G-String, el cual avanzaba rumbo a Cemetery Hills.

Cuando el vehículo se detuvo, las hermanas aún reían como villanas de anime barato.
Entraron al ascensor, y su risa siguió rebotando por las paredes metálicas hasta que las puertas se abrieron.

En la sala principal de la iglesia, Panty —que en ese momento se estaba cambiando de ropa con total descaro— las miró con curiosidad y una ceja arqueada.

—Oigan... ¿cuál es el chiste? —preguntó con desinterés.

—¿Oh, el chiste? —repitió Scanty con una sonrisa maliciosa.

Tanto ella como Kneesocks metieron las manos en los bolsillos de sus uniformes y, con gesto teatral, dejaron caer un chorro de Hellcoins que tintinearon al chocar contra el suelo de mármol.

Panty, que al principio las miraba con desdén, abrió los ojos como platos.

—¡Mierda, me cago en la puta! —exclamó, boquiabierta.

Luego, intentando recuperar su dignidad, giró la cabeza hacia un lado con fingida indiferencia.

—Pero meh, puedo conseguir el doble de eso en un solo día.

Kneesocks ajustó sus lentes con gesto frío y calculador.

—¿Y por qué no lo has hecho, entonces? —preguntó con tono suave pero cortante.

Panty entrecerró los ojos; su sonrisa se volvió desafiante.

—Porque no me ha dado la puta gana, así de simple. No tengo que darle explicaciones a dos pedazos de mierda engreídos.

Las demonio se tensaron de inmediato. Sus ojos ardieron con fuego infernal.

—¿Cómo nos llamaste, golfa rubia? —gruñó Scanty, mientras Kneesocks miraba a Panty molesta.

En ese momento, el ascensor sonó, interrumpiendo la inminente pelea.
Las puertas se abrieron y de él salió Stocking, tomando una malteada extra azucarada con total calma.

—Vaya día mierdero más aburrido... —dijo, caminando hacia la sala sin siquiera mirar el chorro de monedas—. ¿Y ustedes? ¿Algo que contar?

Panty, mirando a Stocking con descaro y una sonrisa satisfecha, soltó.

—Sep, acabo de romper mi récord de hombres con los que cogí hoy. Fueron... emm... fueron... emm... mierda, perdí la cuenta. Debí anotarlo...

Stocking la observó sin expresión, soltando con su sarcasmo filoso habitual.

—¿Alguien que tenga algo verdaderamente interesante que contar?

Panty arqueó una ceja y sonrió de lado.

—Ay, Stocking, ¿acaso tú tienes alguna mierda interesante que contar? Vamos, si tu puto trabajo es tan jodidamente apasionante, dinos... ¿al menos viste al goth boy? ¿Te lo cogiste por fin?

Stocking tomó un sorbo de su malteada, respondiendo con calma, aunque su tono destilaba orgullo contenido.

—Nah, no lo vi hoy. De hecho, tengo una llamada perdida de él, pero no quise devolverla enseguida. No me gusta parecer una zorra desesperada... como otras.
Levantó una ceja, enfatizando la última palabra con un veneno sutil.

—Ahora iba a llamarlo para saber qué carajos —añadió, dejando el vaso sobre la mesa con un suave golpe.

Kneesocks, aburrida de la conversación trivial, tomó los Hellcoins que llevaba consigo y se levantó.

—Querida hermana, si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer que escuchar estupideces —dijo con elegancia fría mientras se alejaba.

Scanty la observó de reojo y decidió hacer lo mismo, inclinándose para recoger sus propias Hellcoins. Mientras lo hacía, soltó sin pensar demasiado en cómo sonaban sus palabras.

—Ah, de hecho, el mocoso "no emo" estaba ocupado, por eso no lo viste hoy.

Panty, al notar la mala elección de palabras y viendo la oportunidad de echar fuego a la situación, sonrió con descaro.

—Uuh, ¿así que estaba ocupado...? ¿Cómo sabes eso, Scanty? ¿Estaba ocupado contigo? Oye, Stocking —canturreó con tono burlón—, parece que te salió competencia. Debe ser una mierda eso para ti.

Scanty la miró molesta mientras terminaba de recoger las monedas.

—¿Qué insinúas, rubia golfa? Yo soy una completa señorita refinada, no una regalada como tú.

Stocking levantó la vista lentamente hacia Scanty, con una mirada asesina mientras absorbía su malteada con fuerza, haciendo sonar el popote con intención.
El silencio que siguió pesó como plomo.

Scanty se aclaró la garganta, algo incómoda por la tensión, y añadió apresurada.

—Oye, gótica, en serio, no malinterpretes... ¿De dónde crees que salieron los Hellcoins? Matamos a un espectro. Le salvé el culo a tu novio; gracias a mí está vivo el gremlin ese. Si no fuera por mí, estarías con un cadáver... deberías darme las gracias.

Terminó con arrogancia, llevándose la mano al pecho como si esperara una ovación.

Scanty bufó, mirando a Stocking cansada de sus miradas de sospecha.

—Agg, ahí ves tú si me quieres creer o no. Pero por Satán te juro que el no me interesa en lo más mínimo. Mejor pregúntale directamente que estábamos haciendo, o a mi querida Kneesocks, o al nerdo de Brief —dijo mientras recogía los últimos Hellcoins—. De todas formas, yo me largo.

Se enderezó, sacudiendo con elegancia el polvo inexistente de su uniforme, y lanzó un grito hacia el pasillo.

—¡Kneesocks, prepárame la bañera, por favor! ¡Estoy harta del olor a humano!

Con su porte altivo, salió del salón sin mirar atrás, dejando tras de sí el eco de sus tacones resonando en el piso.

Stocking la observó marcharse, su rostro inexpresivo, aunque en su mirada se adivinaba cierta molestia contenida.

Panty, mientras tanto, bostezó, se sacó un pelo de la lengua y lo escupió con desdén.

—Mierda no vuelvo a lamer testículos..o quizá si cuando me vuelvan las ganas...oye, Stocking, dame de esa mierda —dijo, señalando la malteada que su hermana sostenía.

Stocking la miró sin mucho interés y se la extendió. Panty tomó un trago generoso... y casi al instante empezó a toser y retorcerse en el suelo.

—¡Mierda, mierda! ¡Está muy dulce, joder! —gimió entre arcadas—. ¡¿Qué carajos le echaste?!

Stocking observó la escena con calma y sonrió con aire burlón.

—Le eché todos los sabores que estaban disponibles —respondió con dulzura venenosa—. Eso te pasa por ser una hocicona, Panty.

Le dio un último sorbo a su propia malteada antes de irse con elegancia.

—Ahora, si no te importa, tengo una llamada que hacer —murmuró.

Subió a su habitación con paso tranquilo. Una vez allí, se dejó caer boca arriba sobre la cama, moviendo las piernas en el aire con un leve vaivén mientras sostenía el teléfono entre los dedos.
El número de Viktor ya estaba en la pantalla.

Suspiró, indecisa por un segundo, antes de presionar llamar. No quería parecer una chica desesperada, pero en el fondo no podía evitar sentirse un poco ansiosa... especialmente después de toda la leña que Panty había echado más temprano.

Marcó.

Viktor estaba en el centro comercial, haciendo fila para comprar las entradas de Lingerie Land, mientras en su otra mano sostenía las del cine que ya había comprado antes.
De repente, su celular vibró.
Al ver que era Stocking, se le iluminaron los ojos; empezó a presionar la pantalla con torpeza para contestar. Luego tosió, intentando sonar más intimidante, y soltó un seco:

—Hola.

—Hola, goth boy —respondió Stocking con un tono entre burlón y serio—. Así que hoy no viniste a la tienda, ¿eh? ¿Qué hacías? ¿Jugando con tus juguetes de nerd?

—Son figuras de acción, no juguetes —replicó Viktor con falsa dignidad—. Y, Dios, tengo mucha mierda que contarte. Fue una puta locura este día.

—¿Ah, sí? —dijo Stocking, arqueando una ceja, divertida—. Pues ilústrame... ¿qué hacías?

Viktor sonrió, animado, y comenzó a relatar con entusiasmo exagerado, moviendo una mano mientras hablaba, como si ella pudiera verlo:

—Primero conocí a la putiarmera, o algo así se llamaba. Me la presentó el zanahorio, me partió el culo en un juego, pero resulta que el juego estaba maldito: era un espectro. De hecho, por eso te llamé, pero no contestaste...

—hizo una pausa, como si buscara dramatismo—.

Pero ya sabes, no soy un estúpido: soy un genio. Me las arreglé para sobrevivir con la ayuda de Brief, sus contactos y, obvio, mi ingenio. Todo salió de puta madre...

—añadió luego, con frustración—

. ¡Ag, salvo que me quedé sin mi puta consola! Y yo que quería jugar el jodido fin de semana... pero tengo un plan de genio para tener el dinero y repararla o comprar otra.

Stocking rodó los ojos al escuchar todo ese relato, pero aun así mantuvo una sonrisa genuina, como si en parte disfrutara escuchar toda esa verborrea absurda cargada de arrogancia y estupidez.

Un tipo detrás en la fila lo miró raro, luego miró a su pareja y giró un dedo en la sien, susurrando:

—Ese emo está loco o drogado.

Stocking soltó un leve suspiro de alivio. Al menos, lo que Scanty había dicho resultaba ser verdad. Luego, con una sonrisa ladina, dejó caer su comentario cargado de sarcasmo.

—Wouh, goth boy, muy bien... ¿quieres un premio o algo así por ser un buen chico?

Viktor sonrió de medio lado, cruzando un brazo mientras sostenía el teléfono con el otro.

—Pff, pues yo creo que sí me lo merezco, de cierta forma...

—¿Ah, sí? —respondió ella con picardía—. Eso se verá mañana, goth boy. Espero que, después de toda la mierda que supuestamente viviste, no se te haya olvidado la cita.

Viktor soltó una risa corta.

—Pff, claro que no. Eres mi prioridad ahora... ¿Cómo se me va a olvidar eso, inepta? ¿No era yo el desesperado, acaso? Analízate.

—Tsk, no me malinterpretes, goth boy —replicó Stocking con una mezcla de frialdad y coquetería—. No me gusta que me dejen plantada como una tonta, eso es todo.

 

Hizo una breve pausa, y luego añadió, con tono burlón pero suave.

—¿Así que soy tu prioridad, eh? Vaya... qué tierno eres. Dejando de lado lo jodidamente arrogante que puedes llegar a ser, claro.

Viktor se rascó la nuca, visiblemente avergonzado, aunque intentó mantener la compostura.

—Ag... no soy tierno, soy sincero. Es diferente, ya sabes... escupo verdades —protestó, intentando sonar firme.

Stocking soltó una risita apenas audible, una de esas que deslizaba cuando no quería admitir que algo le había gustado.

—Bueno, cámbiale el significado si eso te hace sentir un poco mejor. —Luego, en un tono más suave, añadió—: Nos vemos mañana, goth boy. Y no mueras... aún.

Antes de que él pudiera responder, cortó la llamada con un leve toque.

Viktor se quedó mirando la pantalla un momento, con una sonrisa que no podía esconder. Dio un paso adelante: ya era su turno en la fila.
Respiró hondo y, antes de comprar las entradas de Lingerie Land, murmuró en voz baja, casi como un pensamiento dirigido al vacío.

—Putiarmera, o como te llames... confío en ti.

Stocking agitó el vaso vacío en el que había estado tomando su malteada y murmuró para sí, con fastidio.

—Mierda... se acabó. No debí darle a Panty.

Abrió la puerta de su habitación y, apenas lo hizo, Panty cayó de hocico al suelo, soltando un quejido. Había estado pegada a la puerta, escuchando.

—Agg... —gruñó, sobándose la cara con una mano—. Me dolió, joder...

Stocking la miró con el ceño fruncido, una ceja arqueada y una mezcla de incredulidad y hastío.

—¿Qué mierda, Panty?

—Ey, Stocks... —dijo Panty con una sonrisa descarada mientras se incorporaba—. ¿Y qué te dijo?

Stocking suspiró con fastidio.

—¿Es que no tienes nada mejor que hacer que ser una perra chismosa?

Panty se encogió de hombros, sin perder el descaro.

—Perra lo soy siempre. Chismosa... mmm, nah, la verdad es que no tengo nada mejor que hacer ahora que ser una. —Sonrió con picardía—. Y bien, ¿qué te dijo el putito? ¿Yo tenía razón? Supongo que todo bien, ¿no? Digo, te escuchabas como una puta colegiala enamorada a punto de abrirle las piernas a su crush.

Stocking rodó los ojos y respondió con desdén.

—Pff, me dijo prácticamente lo mismo que Scanty. El geek boy también estaba ahí cuando mataron al espectro.

—Aaah, por eso me había llamado el nerdo —dijo Panty, chasqueando los dedos como si todo encajara—. Seguro quería que fuera a ayudar.

Stocking la miró con duda.

—¿Y por qué no fuiste?

Panty soltó una carcajada y, con total naturalidad, respondió.

—Porque estaba cogiendo, ¡dah!

Stocking la miró con una mezcla de asco y resignación.

—Eres un asco, en serio. No sé cómo no te han hecho una estatua en honor a las ETS.

Panty, riendo, se dejó caer sobre el marco de la puerta.

—Ay, vamos, Stocks, no me mires así. Al menos alguien en esta casa se divierte. Tú, en cambio, te la pasas tragando azúcar como si fuera una carrera de a quién le da diabetes primero.

—Prefiero morir de diabetes a morir usada siendo una zorra —replicó Stocking sin levantar la voz, cruzándose de brazos.

Panty la señaló, fingiendo estar ofendida.

—Tch, qué boca más venenosa, hermanita. No entiendo cómo ese chico raro te soporta.

Stocking ladeó la cabeza, sonriendo apenas.

—Debe de ser porque no soy tú.

Panty se quedó callada por un instante y luego soltó una risa ruidosa.

—Touché. —Le dio un golpecito en el hombro con el dedo y añadió con una sonrisa maliciosa—. Pero me alegra que ya lo aceptaras de una ves, Stocking. El goth boy te trae de cabeza.

Stocking se giró hacia ella, con el rostro levemente sonrojado, pero manteniendo su compostura habitual.

—Lo único que me trae de cabeza es tu voz, que no para de irritarme.

—Ohhh, claro, claro —canturreó Panty con burla—. Lo que tú digas albóndigótica.

Stocking entrecerró los ojos, sin perder su tono gélido.

—Una palabra más y te meto ese teléfono por donde no te da el sol.

Panty levantó las manos en rendición, reprimiendo otra carcajada.

—Vale, vale, ya me callo. —Sonrió de medio lado antes de marcharse al pasillo—. Pero igual te lo digo... si mañana vas a tu cita, al menos ponte algo decente. No querrás que el chico piense que vas a un funeral.

—Si fuera tu funeral, iría encantada —respondió Stocking con una sonrisa afilada.

Panty solo se echó a reír mientras se alejaba, lanzando un beso al aire.

—Te quiero, lonjitas de dulce.

Stocking fue a la cocina a buscar un trozo de chocolate y luego volvió a su habitación. Cerró la puerta con un suspiro pesado y se dejó caer en la cama nuevamente, mirando al techo.

Al día siguiente

 

Viktor estaba frente al espejo del baño, observándose con aire pensativo.

El reflejo que lo miraba de vuelta parecía más confundido que decidido. Tenía los brazos apoyados en el lavamanos, la cabeza ligeramente inclinada y una expresión tan concentrada que casi parecía estar tratando de invocar sabiduría ancestral.

Pensaba en el incierto futuro que lo esperaba... en cómo podría terminar la cita.
Después de todo, era la primera vez que hacía algo así.

Sus pensamientos se interrumpieron abruptamente cuando Lucy gritó desde el otro lado de la puerta.

—¡Hey, señor oscuro! ¡Llevas como diez minutos ahí dentro! ¿Qué haces? ¡Esta familia no tiene riñones con capacidad infinita, sabes!?

Viktor respondió con dramatismo, sin apartar la vista del espejo.

—Ay, Lucy, ¿no ves que estoy ocupado con mis lúgubres pensamientos?

—¡Me importan una mierda tus lúgubres pensamientos, Viktor! —replicó ella, golpeando la puerta con el puño.

Viktor rodó los ojos con un bufido y finalmente abrió la puerta.
Salió con su atuendo habitual de cuero negro, aunque esta vez llevaba un blazer —también de cuero, por supuesto— en un intento de verse más formal.
Para completar el cuadro, se colocó unas gafas de sol negras estilo aviador, mirándose una vez más en el espejo del pasillo con aire autosatisfecho.

Lucy lo vio y arqueó una ceja.

—Dios, por fin... —dijo, entrando corriendo al baño—. Estoy que me meo.

—Se dice "gracias", cerda malagradecida —respondió Viktor con tono pomposo mientras bajaba las escaleras.

Lucy, desde dentro del baño, alcanzó a gritar:

—¡Sí, como sea! ¡Hey, y esa ropa! ¿Intentas verte más formal o qué? ¡Pareces salido de Matrix, pero versión masoquista!

Viktor soltó un resoplido, sin detenerse.

—Ja, ja, muy chistosa —replicó con sarcasmo mientras descendía los últimos peldaños, ajustándose las gafas con aire solemne.

Viktor llegó afuera de la tienda Geek.
Ahí habían acordado encontrarse para ir al cine: el mismo lugar donde todo había comenzado.
Esperaba en la entrada, revisando una y otra vez la hora en su celular, mientras movía el pie con ansiedad, golpeando rítmicamente el asfalto.
Aunque intentaba aparentar calma, se le notaba la tensión en los hombros.

De pronto, un coche rosa apareció a lo lejos.
Lo reconoció enseguida.

—Oh, mierda... —murmuró, carraspeando mientras se enderezaba de golpe.
Intentó recomponerse, se ajustó el blazer y tosió un par de veces, como si eso lo hiciera verse más digno.

Stocking se estacionó delante de él y comenzó a mirarlo de pies a cabeza, extrañada por el cambio en el color del cabello de Viktor.

Viktor se quitó lentamente las gafas de sol, levantándolas con un movimiento dramático que dejaba ver sus ojos.

—Eem... inepta, hola. ¿Por qué me miras así? —dijo, fingiendo naturalidad, aunque un leve rubor le subía al rostro.

—¿Goth boy...? —preguntó ella con incredulidad—. ¿Eres tú? Pff... ¿por qué ahora eres rubio?

Viktor suspiró con frustración.

—Em... porque así nací, ¿sí? El cabello negro era un tinte. Seh... cosas de juventud rebelde.

Hizo una pausa, mirando el auto con impaciencia.

—¿Puedo subir o no? Estoy harto de estar parado aquí como un burro de carga al sol.

Stocking giró los ojos, pero una sonrisa traviesa se asomó en sus labios.

—Pues sube. ¿Esperabas una invitación formal o qué? —respondió con su sarcasmo habitual.

Viktor abrió la puerta del copiloto y subió, acomodándose con torpeza antes de cerrar.
Mientras el coche arrancaba, el ambiente se llenó de esa mezcla de incomodidad y tensión eléctrica que solo ellos dos sabían crear.

El motor del coche rugía suavemente mientras avanzaban por las calles iluminadas de Daten City.
Dentro del vehículo, el ambiente estaba cargado de una tensión extraña: ni incómoda ni romántica, algo en medio... tan rara como ellos dos.

Viktor, sentado en el asiento del copiloto, miraba de reojo a Stocking. La luz de los faroles se reflejaba en su cabello y en el brillo azulado de sus ojos.
Tragó saliva. No era precisamente un experto en citas... pero algo dentro de él le decía que debía intentarlo.

—Eem... tú, Stocking... te ves bien, c-com—

—Como siempre, ¿no? —lo interrumpió ella con una sonrisa ladeada, sin apartar la vista del camino—.
Oye, goth boy, no seas condescendiente. No te sale. Solo sé tú... como te conocí. Siendo tú.

Viktor parpadeó, descolocado, y luego asintió despacio.

—Hump... bueno, tienes razón. Si estoy aquí contigo, supongo que es por cómo soy normalmente, ¿no?

Stocking soltó una pequeña risa nasal mientras giraba el volante.

—No me malinterpretes —dijo con tono tranquilo—. No te estoy diciendo que seas un idiota arrogante... solo que le bajes un poco a tus jodidos defectos y trates de mostrar tus virtudes.
—Hizo una pausa y añadió con una media sonrisa—: Pero me refiero a tus virtudes, no a que sueltes diálogos baratos del manga que te obligué a leer.

Viktor se llevó una mano a la nuca, algo avergonzado.
—Aah... creo que entiendo.
Miró por la ventana un segundo antes de continuar, con un tono más serio de lo habitual.

—Mira, me puse a reflexionar sobre esa mierda... y sí, fui un tonto con mis prejuicios. No lo digo solo por ti, ¿sabes? Lo digo porque en las últimas 24 horas... dos tipas me salvaron el puto culo, otra me soportó todo el drama y me aconsejo. Negar que las mujeres pueden ser útiles, o decir que son peores que yo, sería una estupidez...admito que fui algo tonto... a un que me duela el orgullo admitirlo.

Stocking lo miró de reojo, sin decir nada por unos segundos.
La luz del semáforo en rojo bañaba su rostro, dándole un aire sereno, casi suave.
Sus labios se curvaron apenas.

—Sí, lo fuiste —dijo finalmente, con su tono calmado y su ironía intacta—. Pero al menos lo admites, goth boy. Eso ya es un progreso.

Viktor la miró un momento y, tras unos segundos de silencio solemne, volvió a ser el Viktor normal.
Su tono se llenó de su habitual dramatismo arrogante.

—¡Ah, pero de lo que sí no me arrepiento es de tirarle mierda a tu hermana! —exclamó, moviendo las manos con énfasis.—

Stocking, ella es el maldito epítome de lo que yo pensaba de las mujeres. ¿Entiendes, no? Es la suciedad encarnada, la "mujer de alto valor" definitiva... la Barbie prostituta, la traga sables de la esquina, ¡las frutas manoseadas del supermercado!

—agitó la cabeza indignado.—

—Menos mal que un genio intelectual como yo se dio cuenta de eso a tiempo...

Por unos segundos, el auto quedó en silencio.
Luego, Stocking estalló en una carcajada tan repentina que casi se sale del carril. Se cubrió la boca con la mano, riendo entre respiraciones.

—Sí, sí... entiendo lo que quieres decir —dijo al fin, con una sonrisa divertida que apenas podía ocultar.—
Pero, ¿sabes? Panty tiene su encanto... a veces. —Soltó una risita nasal y añadió—. Y, de cierta forma, fue ella quien apoyó a su manera tan jodidamente extraña que pasara esto.

Viktor arqueó una ceja, curioso.

—¿Esto... como esto de nosotros?

Stocking le lanzó una mirada de reojo, ladeando una sonrisa apenas perceptible.

—Exacto, esto. No te emociones, goth boy. No todos los días me rebajo a salir con un idiota con complejo de genio incomprendido.

Viktor sonrió con aire satisfecho.

—Hey, pero aún así aceptaste la cita, ¿no? Algo estaré haciendo bien.

Stocking resopló, intentando no sonreír.

—O algo estaré haciendo mal.

Viktor la miró un poco más serio, aunque en el fondo no perdía ese toque arrogante que lo caracterizaba.

—Supongo que estás disfrutando "hacerlo mal", ¿no? —dijo con una media sonrisa, cruzando los brazos.

Stocking le lanzó una mirada de reojo, los labios curvándose apenas en una sonrisa.

—Seh... la verdad es que sí —respondió con total tranquilidad, sin apartar la vista del camino.

Durante unos segundos reinó el silencio, roto solo por el murmullo del motor y el sonido del viento filtrándose por la ventanilla entreabierta.
Viktor se acomodó en el asiento, intentando parecer relajado, pero el leve temblor de su pierna lo delataba.
Stocking, notándolo, sonrió apenas más.

—Relájate, goth boy —dijo en tono burlón—. No te voy a morder... a menos que me lo pidas.

Viktor tosió disimuladamente, mirando hacia otro lado mientras un leve rubor se asomaba en su rostro.

—Heh... qué graciosa... Y es el centro comercial del norte de la ciudad, no el del sur... ahí quiero ir.

Stocking lo miró de reojo, arqueando una ceja.

—¿Hmp? ¿Y por qué específicamente en ese lugar, goth boy? —preguntó con curiosidad genuina, aunque su tono seguía teñido de ironía.

Viktor sonrió con un aire misterioso, mirando por la ventana del auto mientras el paisaje urbano pasaba lentamente.

—Ya verás, Stocking... ya verás —respondió en voz baja, casi con satisfacción contenida.

Ella lo observó unos segundos más, tratando de descifrar qué tramaba, pero al ver su sonrisa confiada solo soltó un suspiro y volvió la vista al frente.

—Más te vale que no sea una estupidez —dijo finalmente, con un toque de diversión en la voz.