Chapter Text
El sol matutino se alzaba sobre Konoha, tiñendo de tonos anaranjados los techos de las casas mientras la gran puerta de la aldea se deslizaba lentamente para dejarlos partir. La brisa agitaba las hojas y despeinaba los cabellos de los tres jóvenes shinobi, ahora un equipo solo de tres desde que Minato había tomado el sombrero.
Mientras las puertas de la aldea desaparecían a sus espaldas, Obito caminaba con las manos cruzadas detrás de la cabeza y una expresión relajada, mientras Rin iba entre él y Kakashi, en una fila. El Hatake era quien lideraba el grupo con una ya habitual cara de estreñimiento, adquirida gracias a la impuntualidad crónica de años de cierto compañero Uchiha.
—Oye, Bakashi, ¿Ahora que estamos fuera de la aldea nos dirás de qué va la misión? —preguntó el Uchiha con una ceja arqueada. Decidiendo ignorar por la paz (por Rin), la pelea anterior con el Hatake, por el motivo de su tardanza.
—Ya sabes que aún no es tu asunto. Solo sigue mis órdenes y no estorbes. —La respuesta seca de Kakashi vino sin siquiera mirarlo.
Obito chasqueó la lengua poniendo los ojos en blanco con fastidio.
—Wow, qué alentador, "capitán". Me encanta la motivación que infundes en tu equipo. Llegarás muy alto, felicidades..
Rin suspiró con cansancio ante la nueva discusión que se avecinaba, solo basto ver el ceño fruncido de Kakashi para saber que tendría que volver a intervenir antes de que comenzará.
—Vamos, chicos, es demasiado temprano para una nueva pelea. Apenas nos hemos alejado unos poco metros de la aldea.— Con un suspiro cansado la Nohara intervino.— Kakashi, ¿Qué tal si al menos nos das una pista? Así sera más fácil llevarla a cabo.
El Hatake suspiró con pesadez, aunque decidido contestar llendo directamente al tema. La verdad era que ni siquiera él sabía porque le habían prohibido informarle a su equipo sobre el asunto de la misión fuera de la aldea, sería un problema que sus compañeros no estuvieran informados con anterioridad, pero supuso que algún motivo importante habría.
—Es una misión de escolta. Un equipo ya se adelantó, pero parece que algo salió mal y nuestra misión es reunirnos con ellos y así reforzar la seguridad del objetivo hasta el destino asignado.—Kakashi se había rendido, encogiéndose de hombros. No le haría mal a nadie informale a sus compañeros aquello, era un poco antes de lo que le habían indicado...pero mientras no interfiriera en la misión, podría hacer una pequeña excepción a la regla para asegurar un poco más la seguridad del equipo a su mando...
—Ugh, otra misión de escolta—se quejó Obito, estirando los brazos por encima de la cabeza. –Minato-sensei últimamente no ah parado de darnos solo misiones de bajo rango.
—Mejor eso que estar en peligro porque alguien aún con los años no sabe cómo proteger su maldita espalda, ¿No crees? —soltó Kakashi con un mal sarcasmo integrado. –Ademas, deja de seguir llamando al Hokage de esa forma...Es...descortés.
Obito lo fulminó vagamente con la mirada.
—¿Otra vez con eso? ¡Ya te dije que lo de la última misión no fue mi culpa!... ¡Y además, ya sabes que a Minato-Sensei no le importa que lo sigamos llamando así!
—Claro que lo fue. Si hubieras activado tu Sharingan a tiempo, no habríamos extendido innecesariamente una misión tan simple—Kakashi lo miró de reojo, claramente enfadado por el recuerdo poco lindo—. Pero supongo que eso es pedir demasiado de un Uchiha que ni siquiera sabe usar bien su Sharingan, aunque ya lo tienes desde hace un año.
Obito sintió perfectamente como le temblaba una ceja ante lo dicho por su compañero. Una punzada ya muy bien conocida de enojo comenzando a crecerle en el pecho.
—¡Tch! Como si los ojos lo fueran todo.
—En un campo de batalla lo son, idiota.
El ambiente se volvió tenso. Rin los miró con un poco de preocupación...los años habían hecho que esa preocupación fuera en descenso hasta que finalmente se terminó convirtiendo en cansancio.
Al final, simplemente habían continuado avanzando, aunque ahora en un silencio tenso.
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Estuvieron varias horas en movimiento hacia el destino del viaje hasta que finalmente habían decidido hacer una parada pequeña cerca de un arroyo.
Y mientras que Rin sacaba una cantimplora para tomar agua, Obito permanecía en la orilla del arroyo, mirando fijamente su reflejo en el agua cristalina, tenía el ceño fruncido y hace ya un buen rato que había estado encimismado en sus pensamientos, aún obviamente frustrado por la discusión que había tenido horas atrás con Kakáshi.
—Realmente...— La atención de Obito había viajado del arroyo, al albino no muy lejos de él—realmente no entiendo por qué sigues con esa actitud de mierda, desde que salimos de la academia. Te has relajado un poco, pero aún así...—soltó de pronto, su voz cargada de una molestia combinada con una frustración brusca que había salido de las horas que Obito había llevado dándole vueltas en su cabeza al mismo tema con el albino.
Kakashi ni siquiera se inmutó.
—¿Qué actitud?
—Esa de “las reglas lo son todo” "la misión es lo primero"—canturreó Obito, con una pésima imitación de la voz de Kakashi—. Como si dijeras que eso es más importantes que tus compañeros.
Kakashi abrió un ojo con pereza.
—Es porque lo son...Un ninja que no sigue las reglas, o que no pone la misión primero, pone en peligro la aldea. Es simple lógica. Solo que un idiota como tú no lo entendería.
Obito soltó un bufido incrédulo, desviando la mirada unos segundos antes de volver a centrarse en el Hatake, apretando los puños con fuerza a sus costados.
—¡Eso es una tontería! ¡Si pones primero unas reglas, por encima de tus compañeros, vas a terminar perdiendo a tus compañeros!... ¡Y sin compañeros por los que luchar, sería inútil seguir luchando por una aldea donde ya no están esos compañeros y esos amigos que dejaste atras solo por seguir unas reglas!
El ceño de Kakashi nunca había estado tan fruncido en una mueca de frustración.
—Si rompes las reglas eres escoria...punto...
—Pues entonces....si para ti aquellos que rompen las reglas son escoria… para mí aquellos que abandonan a sus amigos son peor que la escoria!
Kakashi soltó un bufido enfadado, pero Obito aún no había terminado...estaba inspirado, y con lo que estaba a punto de decir, realmente puede que se estuviera llendo muy profundo y a un extremo que ya no era de su incumbencia. Pero en ese momento, a Obito ya no le importaba.
—Y...¡Yo en verdad pienso que el Colmillo Blanco era un héroe!. ¡Así que recapacita de una vez, maldita sea, Bakakashi! ¡Se supone que tienen la misma sangre! Entonces deja de comportarte como un idiota...
El silencio que siguió a esa declaración fue denso. Rin los miró con evidente incomodidad y una mirada de evidente asombro y reproche ante los últimos comentarios de Obito...nunca habían hablado del tema del padre de Kakashi por respeto a este. Aunque en esos momentos, Kakashi le sostuvo la mirada a Obito por varios segundos antes de desviar la mirada.
—Sigamos adelante...—un claro desvío y finalización a la discusión. Sin emoción en la voz, desviando la mirada hacia el camino que les esperaba. –Nos estamos retrasando
Obito aun estaba innegablemente frustrado...aunque aún así lo siguió, con Rin pasándole por el costado y dándole una pequeña mirada de desaprobación que logro rebajar casi por completo los humos de enojo en Obito.
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El camino transcurría sin más problemas. El sol aún brillaba con todo su esplendor sobre las copas de los árboles y el viento fresco aún soplaba suavemente, agitando el cabello del trío que avanzaban con paso firme sobre las ramas. Rin nuevamente iba en el centro, con Kakashi al frente y Obito cerrando la formación.
Gracias a la última discusión mucho más subida de tono que las discusiones tontas de costumbre, ahora viajaban en un silencio inevitablemente incómodo, así que Obito al final no pudo evitar arrepentirse, y en una forma de intentar llenar la incomodidad palpable entre los tres, Obito rompió el silencio.
—Oye, Rin... ¿Tú crees que yo podría ser un buen ninja sensor?
La kunoichi parpadeó, sorprendida por la repentina pregunta. Kakashi, por su parte, no hizo comentario alguno, aunque era evidente que estaba escuchando.
—Claro que sí —al final había terminado respondiendo con una sonrisa cálida—. De hecho, ya tienes la naturaleza como tal, solo que nunca la entrenas.
Obito hizo una mueca exagerada en respuesta y rascó la parte trasera de su cabeza, levemente avergonzado.
—Es que... no sé, no es algo que me llame mucho la atención. Pero Minato-sensei dijo que, como tengo las bases de manera natural, debería entrenarlo para que no sea tan básico.
—Sensei obviamente tiene razón —habló Kakashi de pronto y sin mirarlos, sorprendiendo a ambos—. Si eres un ninja sensor natural, deberías aprovecharlo. Así ayudarías en algo en las misiones en vez de simplemente estorbar, teniendo que yo y Rin salvarte el trasero.
—¡Agh, cállate! ¡Ni siquiera estoy hablando contigo! ¡Metido!
Rin rió levemente.
—Vamos, Obito, inténtalo. Solo trata de percibir los chakras a nuestro alrededor por un rato.
El moreno hizo una pequeña mueca, pero terminó suspirando con resignación.
—Bien, bien. Lo intentaré.
Y con eso, cerró los ojos por unos momentos tratando de concentrarse en su alrededor aún con los ojos cerrados.
El chakra de Kakashi era un flujo impecable; estable, controlado con precisión casi quirúrgica. El de Rin tenía una sensación cálida, relajante, casi envolvente. Y, solo un poco más allá, podía percibir vagamente los rastros sutiles de pequeños animales y algunos insectos con una cantidad casi mínima de chakra, pero esos eran muy leves y cada cierto tiempo perdía las firmas de chakra por lo poco entrenada que tenía la habilidad, y por el hecho de que no habían parado el ritmo en absoluto.
No estaba mal... pero tampoco era impresionante como otros jutsus. Además de que lo mareaba.
–Solo puedo percibir las cosas cercanas.
—Eso es porque aún tienes que pulir la habilidad —explicó Rin con tranquilidad y de forma amable —Pero está bastante bien, por ahora solo intenta acostumbrarte a percibir sin forzar demasiado tu chakra.
Obito murmuró algo inentendible con un pequeño sonrojo en su rostro y siguió saltando sobre los árboles detrás de sus compañeros.
Y bueno, todo cambió de forma brusca.
La emboscada fue tan rápida y precisa que ni siquiera Kakashi la vio venir. Ni siquiera la pudo percibir.
Un shuriken pasó silbando junto a él. Rin apenas tuvo tiempo de lanzar un kunai hacia la dirección del enemigo antes de que los rodearan al menos diez figuras vestidas de negro, con bandas ninja rasgadas.
—Son renegados de Konoha —murmuró Rin para ellos, reorganizando su posición en automáticon en una posiciones de combate
Los ninjas enemigos no dijeron nada de inmediato, parecía que los estaban estudiando de arriba a abajo, pero su postura dejaba claro que no eran simples bandidos. Eran experimentados. Y algo obviamente estaba mal.
—Tengan cuidado —Murmuró Kakashi—. Algo no me cuadra...
Obito chasqueó la lengua, maldiciendo para sus adentros mientras activaba su Sharingan al instante, frustrado consigo mismo por no haberlos percibido antes.
—¿Dónde estaban escondidos?...No los sentí.
—Usaron técnicas de supresión de chakra—gruñó Kakashi rápidamente—. Esto no es una emboscada al azar...
Entonces, uno de los renegados habló.
—Buscamos al hijo del Colmillo Blanco.
El aire se volvió pesado.
Kakashi apenas parpadeó sin sorprenderse demasiado.
—Ríndete y vendrás con nosotros sin sufrir daño...solo queremos información– Una obvia mentira mal disimulada, el tipo no siquiera lo intento–No queremos más problemas de los necesarios.
La respuesta había sido un Kunai con precisión quirúrgica lanzado hacia el hombre que hablo.
Y con eso la batalla estalló en un instante.
Los primeros tres renegados cayeron sin problemas, pero los demás se movían con demasiada experiencia para ser simples renegados, obligándolos a mantenerse en movimiento constante.
Kakashi peleaba con un intento de su gracia habitual, pero algo no era igual. Algo en su postura delataba que estaba distraído, rígido, automático, con la mente en otro lado.
Era por las palabras que había escuchado.
"Buscamos al hijo del Colmillo Blanco."
"No queremos más problemas de los necesarios."
Esa pelea no tenía que ver con la misión. No tenía que ver con la aldea.
Tenía que ver con su padre...con su cobarde padre.
Y esa distracción fue suficiente.
Kakashi no vio el repentino golpe venir por su espalda hasta que fue demasiado tarde.
Pero Obito sí lo había visto.
Se había movido sin pensar.
Sin dudar.
—¡Bakakashi!
Se interpuso.
Lo empujó fuera del camino.
El impacto fue directo y brutal sin poder evitarlo o bloquearlo.
Todo ocurrió en menos de un segundo, pero se sintió como una eternidad.
Obito sintió la descarga de dolor y electricidad cuando el golpe lo lanzó varios metros hacia atrás impactando contra un árbol. Sintió el sabor metálico en su boca cuando cayó al suelo de cara. Sintió el temblor y sacudidas en el cuerpo cuando sus fuerzas flaquearon y sus músculos prácticamente se entumecieron, sus estremidades habían quedado inútiles, flácidas a los lados de su cuerpo.
—¡Obito! —la voz de Rin había sonado lejana, como si estuviera debajo del agua.
—Carajo... —murmuró uno de los renegados— ¡No queríamos a ese!
—Da igual. Nos sirve. Es un Uchiha
Fueron las últimas palabras que Obito escuchó antes de que la oscuridad lo envolviera por completo
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Todo había sucedido demasiado rápido para Kakashi. Una estúpida distracción, producto de su propia mente traicionera, lo dejó a merced del enemigo… pero el aún más estúpido Obito se había interpuesto. Lo había empujado fuera del impacto del Jutsu eléctrico, recibiendo todo el impacto en su lugar. Y en un abrir y cerrar de ojos, el Uchiha había sido arrastrado por el mismo ninja que lo había golpeado.
Kakashi, había permanecido aturdido, alcanzó a verlo vagamente en la distancia. Obito ahora parecía estar inconsciente, colgado sobre el hombro del enemigo como un costal de papas. Rin gritó su nombre, tratando de interceptar al renegado, pero los demás ninjas enemigos la bloquearon con habilidad, discutiendo entre ellos antes de finalmente retirarse a toda velocidad. Se llevaron a Obito, mientras Kakashi seguía tirado de forma patética en el suelo, inmóvil, como un trozo de tronco cortado.
Tardó demasiado en reaccionar. Cuando finalmente se puso torpemente de pie, se pasó una mano temblorosa por el rostro enmascarado, tratando de aparentar estabilidad.
Rin, por su parte, ya se había adelantado unos pasos, dispuesta a perseguir a los renegados. Sin embargo, al notar que Kakashi seguía pasmado y no la seguía, se detuvo en seco. Se giró rápidamente y lo vio ahí, parado en el mismo lugar.
Frunció el ceño.
Sin otra opción, se acercó con rapidez a su compañero pasmado, observando con claridad la máscara de indiferencia que intentaba mantener. Fría, firme, como siempre. Pero el caos interno en el Hatake era palpable. Kakashi intentaba no mostrar señal externa de que algo estuviera mal, y eso solo logró alterar más a Rin, por mucho que intentara mantener la calma.
—¡No puedes quedarte ahí parado como si nada! ¡Muévete! ¡Tenemos que ir por Obito! —la mujer había gritado, con los ojos brillando de frustración y angustia.
Kakashi la miró de reojo, sin cambiar su expresión. Seguía inmóvil, luchando mentalmente con algo que no quería admitir.
—Rin… no...no tenemos tiempo para eso. La misión es lo primero...Yo... Ya nos atrasamos demasiado —respondió, tratando de aparentar sin éxito su habitual tono firme. Pero era totalmente obvia la vacilación.
Rin lo notó de inmediato.
—¡Kakashi…por dios... mírame a los ojos y dime que de verdad quieres dejarlo ir y seguir la misión!
Dio un paso más, acortando la distancia entre ellos. Su voz desesperada cortó el aire como una kunai.
...Solo estaban perdiendo tiempo...
Kakashi cerró los ojos por un momento, apretando los dientes. Las palabras anteriores de Obito resonaban en su cabeza. Su sacrificio. Su voz insistente, hablándole una y otra vez de no abandonar a sus amigos, de seguir adelante juntos...maldición.
Le quemaba por dentro.
Pero aun así, intentaba aferrarse a su creencia de años, de que el deber estaba por encima de todo. Que los lazos personales solo lo debilitarían, que lo harían un mal shinobi.
Rin no le dio tiempo a seguir peleando consigo mismo.
Le propinó una fuerte cachetada.
El sonido resonó en el claro del bosque, ahora silencioso.
—¡Despierta, Kakashi! ¡Esto no se trata de seguir las malditas reglas! ¡Obito está en peligro y nosotros estamos perdiendo el tiempo en vez de ir tras él!
Kakashi sintió el ardor en su mejilla. Abrió los ojos de par en par. Y, finalmente, la decisión cruzó por su mente como un puñetazo.
La misión podía esperar un rato más...
Maldición… la misión no importaba si el idiota suicida de Obito no estaba ahí para continuarla con ellos.
—…Vamos.
Rin lo miró con una mezcla de alivio y preocupación latente. No dijo nada más, solo asintió.
Kakashi sacó un kunai. Sus dedos temblaban ligeramente, pero logró controlarlos. No había vuelta atrás.
Se hizo un pequeño corte rápido en el dedo índice y formó los sellos para el jutsu de invocación.
—Voy a necesitar a Pakkun —murmuró más para su mismo, sin mirar a Rin.
En cuestión de segundos, el pequeño perro pug apareció frente a ellos con la actitud tranquila de siempre.
—Jefe, ¿qué pasa ahora? —preguntó, olfateando el aire con desinterés.
—Pakkun, necesito que rastrees el olor de Obito y nos lleves rápido hasta él. Ahora… por favor.
El perro asintió sin decir nada y hundió su nariz en la tierra y en la ropa de Rin y del Hatake, captando rápidamente el olor (ya conocido) y rastro del Uchiha antes de comenzar a correr con rapidez en una dirección específica. Kakashi y Rin lo siguieron de inmediato.
Mientras avanzaban, el bosque se hacía cada vez más denso. La vegetación parecía absorber cualquier rastro de los enemigos, y con ello, el olor de Obito.
—Su olor se vuelve más débil… —advirtió Pakkun.
Kakashi apretó los labios. Solo pudo asentir. Rin, a su lado, parecía cada vez más nerviosa.
Kakashi bufó por lo bajo. No pasaría nada demasiado grave. Encontrarían a Obito, matarían al enemigo y luego volverían a la misión. Solo estaban teniendo un pequeño desvío.
Hasta que Pakkun se detuvo bruscamente en medio de la maleza.
Frente a ellos, un acantilado enorme.
—Aquí se pierde por completo el olor… prácticamente desapareció.
La voz de Pakkun sonó clara y firme. Rin y Kakashi miraron fijamente al pug.
El peliplateado no tardó en darse cuenta de que, por primera vez desde que inició la misión, no tenía ni idea de qué hacer. Sintió náuseas
Chapter 2: Un nuevo despertar, un nuevo día, un nuevo recuerdo.
Summary:
Segundo capítulo!
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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La conciencia y la visión de Obito regresaron lentamente, con una pesadez abismal en el cuerpo. Normalmente, solo solía sentirse de esa forma los días siguientes a algún entrenamiento o misión particularmente pesada y/o demandante... pero Obito no recordaba haber hecho o completado alguna de esas cosas en las últimas veinticuatro horas. Su cuerpo se sentía pesado, entumecido, y el dolor latía de manera constante en zonas específicas de su cuerpo. Trató de moverse, de llevarse una mano al rostro para intentar despejar el letargo, pero algo lo detuvo. Específicamente, sus muñecas. Estaban atadas...
Joder... Joder... Joder... ¡Joder!
El sueño había desaparecido de golpe.
Sus ojos se abrieron de par en par, el corazón ahora martillando contra su pecho como un tambor. El instinto de supervivencia lo invadía de golpe. Parpadeó, tratando de adaptarse a la penumbra de la habitación desconocida en la que ahora se encontraba. No había ventanas, solo la tenue luz de una lámpara colgada sobre su cabeza, que apenas iluminaba lo suficiente para reflejar la silueta de la vieja silla metálica en la que estaba firmemente inmovilizado.
Cada una de sus muñecas estaba asegurada a los reposabrazos con gruesas correas de cuero supresor de chakra, y lo mismo ocurría con sus tobillos, amarrados con fuerza a las patas de la silla. La parte superior de su cuerpo estaba completamente al desnudo; su chaleco táctico de Konoha y su camisa habían desaparecido sin dejar rastro, dejando su torso completamente expuesto y vulnerable al frío ambiente que se sentía en la habitación, a la vista un par de nuevos sellos que se extendían por su torso hasta llegar a su cuello. La sensación y el momento eran sofocantes; tuvo que hacer un esfuerzo para controlar su respiración en un vano intento de calmarse, controlarse a sí mismo... Sabía que la situación no era precisamente la indicada para mostrarse tan abiertamente vulnerable.
—Mierda… —murmuró para sí, frustrado después de haber forcejeado un rato con las correas que lo ataban a la silla, sin lograr nada en absoluto más que lastimarse las muñecas.
Ahora lo recordaba. La pelea. El ataque. Kakashi. Rin. La imagen de su propio cuerpo lanzándose sin ceremonia para proteger a su compañero le llegó de golpe, aquella imagen siendo seguida por un destello de luz y la sensación de su conciencia apagándose.
Y ahora estaba aquí... Genial.
Antes de que pudiera seguir procesando su situación poco favorecedora, un sonido lo sobresaltó. La puerta que daba a la habitación en la que él estaba se abrió con una tranquilidad y un rechinido espeluznante.
Dos figuras masculinas entraron con paso firme. Ambos hombres eran grandes, mucho más altos y corpulentos que él. Uno de ellos, el que iba por delante, tenía unos reconocibles ojos verde esmeralda, tan intensos que resaltaban incluso en la oscuridad de la habitación.
Obito tragó en seco.
—Mmm… parece que nuestro querido invitado por fin despierta —murmuró el de ojos verdes con una voz ronca y áspera, arrastrando una silla desde la esquina de la habitación, solo para colocarla frente al Uchiha. Y al completar su cometido, el hombre simplemente se sentó con una calma casi teatral mientras se relamía los labios antes de continuar—. Vaya siesta tomaste, ¿Eh?
Obito no dijo nada, pero era evidente a simple vista que su cuerpo entero estaba tan tenso como una cuerda de violín.
—Mira, Uchiha… realmente no te queríamos a ti en un inicio. Nuestro objetivo principal era tu compañero —continuó el hombre, tallándose la barbilla a la vez que se inclinaba ligeramente hacia Obito—. Como te habrás dado cuenta al interponerte en nuestro objetivo principal… qué noble e idiota de tu parte haber tomado su lugar.
Obito no pudo evitar estremecerse cuando, sin ceremonia, una mano áspera y fría recorrió su mejilla. Por inercia, retrocedió y alejó su rostro de la mano todo lo que las ataduras le permitieron, sintiendo el asco en cada fibra de su ser solo por aquella acción, lo cual se dejó reflejar fácil y claramente en las expresiones de su rostro.
—Pero, oye… —La voz del hombre bajó algunos tonos, tornándose más burlona, sin verse afectado en absoluto por las reacciones del Uchiha—. Aún así, eres de bastante utilidad. Y nos sacamos la lotería con el hecho de que, ya sabes… Seas un maldito Uchiha...
El tono de la voz del hombre había cambiado casi de inmediato, de burlón a colérico, elevándose un quinto en la última frase. La mano que antes acariciaba con insistencia la mejilla del Uchiha se había convertido bruscamente en un puño cerrado que terminó estrellándose con violencia contra el rostro del adolescente, tomándolo completamente desprevenido.
El dolor fue como un latigazo. La cabeza de Obito giró bruscamente hacia un lado, su visión se llenó de destellos por unos momentos, y un leve quejido de dolor se escapó de su garganta antes de que pudiera intentar contenerlo.
—¡Así que no te preocupes, querido Uchiha! —La voz del hombre volvió a su tono anterior, casi alegre—. Podrás quedarte aquí como un querido huésped hasta que respondas todas las preguntas que te haremos. ¿No es un trato excelente?
Obito bufó, sintiendo el ardor en su mejilla, aún levemente desorientado y aturdido por el repentino golpe directo que había recibido.
—Solo tienes que responder de una forma amable, linda y correcta —canturreó el hombre que evidentemente sería el torturador del adolescente, revolviendo el cabello de Obito en un gesto casi paternal, el hombre continuó—. Pareces un niño listo, así que solo sigue las órdenes que te demos al pie de la letra y no saldrás tan mal parado.
Obito alzó la vista lentamente, su mirada visiblemente enfurecida encontrándose con la del contrario. —Vete a la mierda… imbécil —escupió sin filtro y con la voz ronca.
El silencio en la habitación fue inmediato.
El hombre de ojos verdes parpadeó, fingiendo sorpresa, como si no hubiera escuchado bien. Su sonrisa se desvaneció lentamente.
—Creo que no me entendiste bien, campeón... —Exclamó enojado, poniéndose bruscamente de pie. La silla detrás del hombre se volcó con un ruido seco mientras sus dedos se cerraban en un puño alrededor del cabello de Obito, jalándo al Uchiha hacia atrás con una fuerza y fastidio que no contrastaba en absoluto con la mirada de satisfacción en el rostro del hombre... Y aún en su situación, Obito no pudo evitar notar vagamente que quien se suponía sería su torturador... era un maldito inestable de mierda.
Pero en otras noticias, la nuca de Obito había terminado golpeando con fuerza el respaldo de la silla, obligándolo a mirar hacia arriba. En consecuencia, su respiración se había acelerado, pero siendo el terco que era, el Uchiha se negó mentalmente a mostrar debilidad frente al loco...
Detrás del hombre, el segundo shinobi, que hasta ahora se había mantenido en silencio, soltó un murmullo desenfadado antes de sacar de su bolsillo un martillo mediano de hierro. Su mango era de un gastado color rojo oscuro, visiblemente desgastado por el uso.
Obito sintió un nuevo escalofrío recorrerle la espalda.
—Uh, uh, uh… entonces tomaré ese silencio como un entendimiento, campeón —murmuró el torturador, con una sonrisa de oreja a oreja mientras le arrebataba el martillo a su compañero con una facilidad espeluznante, solo para después indicarle con gesto vago que se retirara—. Yo puedo solo con este. Anda, ve a descansar.
Y sin complicación, el silencioso hombre asintió con calma y gratitud, dándole una pequeña palmada en la espalda a su compañero en forma de despedida antes de encaminarse con tranquilidad a la salida de la habitación, cerrando la puerta al salir, con un rechinido oxidado que resonó en la penumbra.
El Uchiha tragó con dificultad, su mente corriendo a mil por hora en un intento de encontrar alguna manera o forma de salir de la tortura que posiblemente le esperaba. Intentó volver a deshacerse de las ataduras, pero fue el mismo resultado del principio: simplemente forcejeó de forma inútil y se ocasionó pequeños daños... Aún así, Obito hizo el intento de no mostrar nada en su expresión más allá del enojo. No iba a mostrar miedo ni debilidad... No iba a darles el placer de verlo temblar...
Pero la simple verdad era que estaba aterrado... y Obito se odiaba profundamente por eso. Se supone que era un shinobi, se supone que era un Jounin, se supone que era un Uchiha... Había pasado por cosas peores; él no quería sentirse aterrado por la situación, no debería sentirse aterrado por la situación... no podía mostrarle vulnerabilidad al enemigo. Estaba dictado en las reglas.
El adolescente se contuvo lo mejor que pudo, se obligó a concentrarse en otra cosa, a pensar en otra cosa mientras miraba fijamente los profundos ojos esmeralda. Se obligó a pensar en Kakashi y Rin. Ellos vendrían por él. Tenían que venir. En cualquier momento irrumpirían en la habitación y todos saldrían de ahí. Sería fácil; solo tendría que aguantar un rato y después de eso todo terminaría y regresaría a Konoha con sus compañeros.
Tenía que creer en eso. Tenía que aferrarse a eso. Tenía que aferrarse a aquella verdad.
—Bien, bien, bien… —El hombre hizo girar el pesado martillo en su mano como si solo fuera un juguete—. Vamos a empezar con algo simple.
Obito lo miró fijamente. No pensaba hablar. No importaba lo que hicieran, él jamás traicionaría a Konoha. Él jamás traicionaría a sus compañeros y amigos.
—¡No te diré nada, infeliz! —espetó con una mezcla de ira y desesperación que se fusionaron como una mezcla tóxica en su garganta—. ¡Yo soy Uchiha Obito, fiel soldado de Konoha! ¡Jamás traicionaría a mi aldea!
El hombre había inclinado la cabeza, con una expresión casi divertida.
—Oh… qué lindo.
El martillo dejó de girar.
—Pero creo que no entendiste bien las reglas.
Y, antes de que Obito pudiera reaccionar, el hombre levantó el arma y la dejó caer con toda su fuerza.
El dolor estalló.
Y su mundo comenzó a contorsionarse.
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—¿Por qué…? ¿¡Por qué carajos no hablas!? ¡Maldito niño estúpido!... Lo estás haciendo demasiado difícil.
El grito había desgarrado la habitación como un cuchillo, seguido por el ruidoso sonido metálico del martillo golpeando contra la pared antes de caer con un estruendo en el suelo de piedra. El eco del impacto se extendió por el húmedo espacio oscuro y cerrado, mezclándose con la respiración temblorosa de Obito, quien apenas logró contener el gemido de dolor que amenazaba con escapársele de entre los labios partidos. Le dolía todo.
Hacía un rato que Obito había dejado de sentir los dedos de manos y pies. Sabía que había sangre en los reposabrazos de la silla; estaba húmedo y mojado, sentía la sangre pegándose a su piel y secándose ahí de manera incómoda. El dolor punzaba horrible con solo el mero hecho de intentar mover los dedos. Todo era una mierda... Lo habían roto, dislocado, reparado y recolocado las extremidades, una y otra vez, de forma repetitiva, por el mismo hombre que ahora se paseaba de un lado a otro, exasperado y visiblemente estresado.
Era un ciclo cruel y sin sentido: romper, sanar, romper, sanar, romper de nuevo... Como si lo estuvieran moldeando, como si su carne y huesos fueran arcilla con la que el hombre pudiera jugar hasta que estuviera cansado y satisfecho.
El respaldo metálico le enfriaba la nuca sudorosa al Uchiha, Obito había dejado caer la cabeza hacia atrás contra el respaldo de la fría silla metálica que le enfriaba los pensamientos; tenía la vista nublada y la mente tambaleándose entre el dolor y el agotamiento, peleando constantemente por cuál sentimiento ganaría... probablemente terminaría en un empate que llevaría a Obito a volver a desmayarse.
Y justo en la esquina de la habitación, el hombre de ojos esmeralda respiró hondo mientras se recargaba contra una de las paredes, dejando escapar una risa apagada, pasándose vagamente una mano por el cabello sudoroso... La habitación era muy húmeda. Era incómodo.
—Está bien… está bien… Jaja. ¿No te parece gracioso? Dios, me exalté un poco. Lo siento mucho, chico. —El hombre había vuelto a encaminarse hacia él, tambaleándose levemente mientras se acercaba; incluso parecería que estaba borracho, casi cayéndose al volver a sentarse frente a Obito, exhalando con una tranquilidad fingida mientras relajaba el cuerpo contra la silla, como si nada hubiera pasado—. Ya sabes, es un poco cansado… pero yo realmente amo mi profesión.
Obito logró mover la cabeza lo suficiente, tratando de enfocar al hombre frente a él entre toda la oscuridad de la habitación. No esperó sentir en absoluto un dedo recorrerle el pecho desnudo, trazando los patrones de supresión que estaban dibujados sobre su piel sudorosa y magullada. Bajó hasta su ombligo, el dedo convirtiéndose en una mano que presionaba su estómago, la voz del hombre volvía a resonar, a escucharse en la habitación, esta vez con un tono más bajo, más peligroso.
—Aunque sinceramente es un poco complicado trabajar con un Uchiha… Joder... realmente los detesto. Te detesto tanto. Odio tanto a toda tu familia.
El hombre de ojos esmeralda rió suavemente, su aliento cálido rozando la piel desnuda del pecho del Uchiha. La sonrisa perturbadora que parecía grabada en su cara se había hecho mas evidente y notoria al estar tan cerca del Uchiha.
—Estás un poco regordete para ser un Uchiha, ¿no crees? —Un comentario vago y tonto que no tenía nada que ver con la situación. La voz del hombre mayor se había reducido en intensidad mientras su rostro se acercaba peligrosamente al rostro de Obito, quien había comenzado a mirarlo con un asco palpable que intentaba esconder un miedo casi igual o mayor que el asco—. No... no te preocupes. Con mi ayuda, bajarás esos kilos de más y tendrás un cuerpo lindo y flacucho, como cualquier otro Uchiha promedio...
Los ojos del adolescente se habían terminado abriendo como platos al sentir repentinamente el acercamiento brusco acompañado del aliento cálido del hombre contra sus labios, así que, sin pensarlo en absoluto y de manera automática, Obito le había proporcionado un cabezazo al contrario... Obito probablemente había terminado llevándose la peor parte al sentir cómo le daba vueltas la cabeza y le palpitaba el lugar del golpe, pero aquello no le importó en absoluto al ver cómo, en consecuencia, el hombre de ojos esmeralda retrocedía casi cayéndose ante el repentino golpe en el rostro, una fina línea de sangre saliendo de la nariz del mayor, lo que logró provocarle una sonrisa de oreja a oreja. Sonrisa que vaciló al escuchar una ruidosa carcajada salir del hombre de ojos esmeralda, quien ni siquiera se molestó en limpiar la sangre que le escurría por la nariz mientras volvía a acercarse a Obito. Pero lo que sí borró por completo la sonrisa del rostro del Uchiha fue el puño que se hundió en su estómago con una fuerza brutal que logró sacarle el aire en un jadeo sofocado. Respiró entrecortadamente, sintiendo cómo el sudor frío se mezclaba con la sangre en su piel.
La mano fría y áspera del hombre mayor se había movido para inmovilizar el rostro del adolescente, sus dedos presionando con fuerza las mejillas y barbilla del Uchiha, manteniéndolo completamente quieto mientras volvía a acercarse a él.
—Mira… te lo preguntaré una última vez, chico. —La voz del mayor volvió a adoptar un tono amistoso mientras se acercaba lo suficiente para que Obito pudiera oler su aliento putrido a nicotina. Y aunque el Uchiha había tratado de soltarse del agarre de hierro, fue imposible, y no le quedó de otra más que quedarse observando fijamente los penetrantes ojos verdes que no reflejaban nada más que vacío—. ¿Dónde carajos está el equipo 13 al que iban a apoyar? Sabemos que de eso trataba su misión, así que sería de mucha ayuda que nos lo dijeras...ya sabes, para que no hubiera sido un completo desperdicio tu captura.
Y Obito realmente no lo sabía; Kakashi no le había dado específicamente esa información... pero aunque lo hubiera sabido, no hubiera dicho nada en absoluto. Primero muerto que traicionar a sus compañeros...
—Y entonces yo te lo diré una última vez… —La voz de Obito salió ronca, pero firme—. Vete a la puta mierda.
La respuesta; un largo suspiro cansado proveniente del hombre mayor, el oloroso aliento golpeando de lleno el rostro del adolescente, dejando caer su rostro contra la unión entre el cuello y el hombro del Uchiha, quien en consecuencia se estremeció violentamente, tratando inútilmente de alejarse de aquel acercamiento y contacto repentino y completamente innecesario.
—¡¿Qué carajos te pasa, maldito enfermo de mierda!? —Obito había elevado la voz lo suficiente para que el eco se escuchara estridente en la habitación; sus manos se retorcieron de manera salvaje en las ataduras de cuero.
El hombre de ojos esmeralda simplemente había respondido con una risa ahogada contra la piel de Obito, la mano que sostenía la cabeza del adolescente movilizandose para tapar la boca de Obito, silenciando con fuerza al Uchiha. Y por fin con el silencio, el mayor se dispuso a distraerse y castigar de una forma distinta al adolescente; comenzando a abrir la boca contra el hombro desnudo del Uchiha, trazando lentamente un camino húmedo con la lengua.
El mayor se movía con agilidad, dejando besos e incluso un par mordidas y chupetones por aquí y por allá en el cuello y torso desnudo de Obito, quien se tensó momentáneamente en shock antes de comenzar a temblar contra el metal de la silla, farfullando frases ahogadas y agresivas contra la mano del hombre de ojos esmeralda, a quien no parecía importarle en absoluto cómo el adolescente se retorcía bruscamente contra las firmes agarraderas de la silla y su mano.
Sin detenerse ahí, la mano libre del hombre de ojos esmeralda se había movido para sostener una de las muñecas atadas del Uchiha, acariciándole vagamente la mano antes de volver a hablar, aunque sin intenciones de separarse del adolescente.
—Shh... Shh, tranquilo, campeón, tranquilo... creo... creo que lo mejor para ambos será cambiar de método... Este te gustará mucho más. —Y sin más ceremonia, el hombre mayor había terminado fracturándole la muñeca izquierda; el grito de dolor de Obito acabó siendo ahogado por la mano del hombre de ojos esmeralda—. Esto es solo... solo por seguridad, ya sabes... las cosas se pueden salir de control si no tomo precauciones...
Dicho eso, la muñeca derecha de Obito había sufrido el mismo destino que la izquierda, y también había provocado la misma reacción de dolor en el adolescente que, al retorcerse en sus ataduras, solo se provocó más dolor...
—Veamos... —El mayor murmuró para sí mismo, dejando un casto beso en el pecho tembloroso del Uchiha mientras su mano libre ahora bajaba por el cuerpo de Obito, pasando por detrás de las piernas del Uchiha, su recorrido terminando justo sobre el tendon de Aquiles... Sería lo necesario para dejar al Uchiha lo suficientemente discapacitado para que este no pudiera defenderse aún sin ataduras...
Había ocurrido casi el mismo proceso que con las muñecas; sinceramente, era un milagro que el adolescente aún no se hubiera desmayado por el dolor... El Uchiha incluso tuvo la intención de intentar levantarse o intentar defenderse cuando el hombre mayor le quitó las ataduras antes de tirarlo bruscamente al frío suelo de la habitación. Claro que, al intentar defenderse, lo único que Obito había logrado había sido recibir una patada en todo el rostro, patada que, además de dejarlo completamente atontado en el suelo, también le había roto la nariz.
—Tú te buscaste esto, niño... Que te quede claro; podrías haber confesado, y esto... esto probablemente no estaría sucedie—
La respuesta de Obito había sido una maldición entrecortada... maldición que se había desvanecido en el shock mismo al sentir cómo, de un momento a otro, le bajaban de golpe los pantalones. Su reacción principal ante aquello había sido intentar defenderse, conectar una patada, pero en el momento exacto en que su pie conectó contra el hombre mayor, un dolor sordo lo había golpeado; las heridas recién causadas aún punzaba con fuerza, y el intentar patear solo había aumentado el dolor y probablemente empeorado la herida en su pierna...
...Y esta vez, el sollozo entrecortado y desesperado había sido imposible de contener al entender lo que probablemente le pasaría; contener las lágrimas fue un intento inútil, igual de inútil que intentar escapar. Lo máximo que Obito había logrado había sido encajar un golpe con el codo, y eso le había costado la poca movilidad que le habían concedido.
La situación había escalado demasiado pronto. Demasiado repentino...
El hombre de ojos esmeralda no había tardado en sostenerle los brazos por encima de la cabeza con una sola mano, usando la otra para terminar de bajar los sucios pantalones y ropa interior del adolescente. Dejándolo completamente vulnerable y sin nada que lo cubriera.
—No... no, por favor, por favor, eso no... por favor ¡NO, JODER! ¡Por favor, no! —Obito sabía lo que vendría, sabía lo que sucedería... los ojos se le empañaban en lágrimas que ya no se molestaba en contener y su cuerpo ya no paraba de temblar—. ...Te juro que yo no sé nada. ¡Por favor, no lo hagas, por favor! ¡Yo no sé nada! ¡Lo prometo!
—Y todavía tienes las agallas para mentirme en la cara... —El murmullo había provenido justo contra el oído del Uchiha, quien solo pudo mantener su mirada temblorosa y nublada fija en el suelo sucio. No quería voltear, no quería ver el rostro del hombre que se apoyaba contra su espalda, no quería ver el rostro de la persona que había comenzado a tallarse contra él. Solo quería pensar en otra cosa, solo quería que aquello parara, que aquello no subiera, que las lágrimas dejaran de caer en el suelo frente a sus ojos... solo quería que todo parara, que alguien irrumpiera en la habitación y parara todo... solo...solo...
—Sera mejor que te relajes, campeón...—
Un sollozo ahogado con una súplica balbuceada había sido acompañado por el sonido demasiado ruidoso de una cremallera abriéndose.
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La sonrisa en el rostro satisfecho y sudoroso del hombre mayor se había ensanchado de nuevo. Su respiración acelerada comenzaba a calmarse a medida que se relajaba. Sus dedos habían atrapado la mejilla húmeda de Obito en un gesto casi cariñoso, dándole un ligero apretón antes de levantarse por completo del suelo.
—Uh, fue un buen comienzo, aunque creo que me sobrepasé un poco. Lo siento, chico, pero a veces me emociono, y más con los nuevos como tú —El hombre de ojos esmeralda había comentado con una pequeña risa avergonzada, acomodándose los pantalones sin apartar la vista del desastre sucio que continuaba temblando y sollozando en el suelo.
—Bueno, eso sería todo entre tú y yo, por el momento, claro. —La sonrisa no se había desvanecido del rostro iluminado del mayor, quien ya le había dado la espalda al Uchiha, dirigiéndose directamente a la salida sin mirar atrás—. Llamaré a alguien para que no mueras desangrado... apenas es el comienzo, y no quiero que te vayas tan pronto.
Con aquella despedida, el mayor había abierto la puerta.
Y la luz que había entrado a la habitación había dado casi de lleno al cuerpo maltrecho en el suelo. Y pronto aquella luz había desaparecido junto con el satisfecho hombre de ojos esmeralda.
Y el silencio se extendió.
Notes:
Los comentarios y los kudos realmente se agradecen 💚
Akira_king on Chapter 1 Sat 06 Sep 2025 06:05AM UTC
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XPotato_777 on Chapter 1 Sat 06 Sep 2025 04:24PM UTC
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