Actions

Work Header

Ocho cuarenta (840)

Summary:

“Boludo, sé que te dije que le juegues la revancha, pero eso ya pasó hace rato y lo seguís viendo igual.”

Naruto es un pibe del conurbano bonaerense que está terminando la secundaria. Su mundo gira en torno a jugar al fútbol con sus amigos en la plaza, y volver a casa a comer los fideos con tuco que le prepara su viejo.

Sasuke es prácticamente lo opuesto: vive en Capital Federal, viene de una familia cheta y sus intereses se reducen a mirar cine de culto hasta las tres de la mañana. Un snob con todas las letras, y orgulloso de serlo.

El fútbol no le interesa ni un poco, pero termina metido en un torneo intercolegial donde su camino se cruza con el de un rubio atolondrado, terco y con más corazón del que cualquiera esperaría. Y capaz, solo capaz, le muestre un lado del deporte que jamás conoció.

Notes:

Buenas a todos! este es el primer fic narusasu que escribo, pero estoy obsesionado con el ship desde que ví Naruto por primera vez con 12 años, así que prácticamente estoy saldando mi deuda con mi yo de la infancia.

Todo esto empezó como un chiste entre mis amigos, imaginándonos como serían los personajes de Naruto si fueran argentinos. Pero una cosa llevó a la otra y terminé escribiendo este fanfic, añadiendo la pareja protagonista de esta historia por supuesto.

Antes de empezar, quiero comentarles que absolutamente TODO el fanfic va a estar escrito en lunfardo rioplatense (tanto los diálogos como las descripciones). Los que no son argentinos no se asusten si no entienden! al final de cada capítulo voy a poner un pequeño glosario con varias palabras o expresiones que vaya a usar, así todos pueden seguir la historia sin problemas. Capaz pueda ser un poco tedioso, pero escribirlo en neutro le haría perder la esencia, así que me disculpo de antemano.

Sin más que decir, disfruten la lectura :)

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: ¿Fracasado yo? Ni que fuera de River

Chapter Text

"Naruto, es la segunda vez en la semana que te llaman la atención por traer la remera de Boca al colegio", reclamó Iruka al rubio, pellizcándose el puente de la nariz. "Ya te explicamos mil veces por qué quedaron prohibidas las camisetas de fútbol."

"Sí, profe, ya sé que es porque se cagaron a piñas unos de 5° C a la salida después de que River perdió el superclásico... otra vez", dijo, murmurando lo último. "Pero posta te digo que no tenía otra cosa para ponerme; como ayer llovió una banda, no se me secó la ropa que puse a lavar."

Iruka solo negó con la cabeza y lo dejó entrar al aula de una vez, soltando un suspiro pesado, no sin antes advertirle que la próxima vez le pondrían una amonestación. Sabía que su alumno no mentía, pero ya había recibido varios llamados de atención de la directora Tsunade por cosas similares. Y aunque a ella también le caía bien Naruto, no era tan indulgente como los demás.

"Parece que este año también te vas a llevar hasta el recreo, Naruto", provocó Sakura, girando el cuerpo en su dirección. Ella se sentaba en el banco de adelante desde 1.er año y era la aplicada del curso. Naruto había tenido un crush con ella desde que la conoció, aunque nunca le dio bola y todos lo descansaban con eso. Motivos no faltaban: se la quiso chamuyar repetidas veces, siendo rechazado en todas, por lo que eventualmente terminó desistiendo de la idea.

"Ey, nunca me llevé todas las materias", se defendió, cruzándose de brazos y haciendo una mueca. "Educación Física siempre la apruebo con 10", presumió, con la barbilla en alto, orgulloso de su promedio históricamente impecable.

"Sí, y todas las demás te las llevás a febrero", añadió Shikamaru, con la cabeza apoyada en su mano, mirando de reojo a su compañero de banco y mejor amigo. "No te hagas, Naruto. Yo también estaba ahí. Casi repetís como tres veces."

El chico abrió la boca para contestar, pero Sakura se le adelantó: "Para mí que te ayudaron los profes porque les caés bien nomás; Si no, no me explico cómo llegaste a 6°", teorizó divertida, solo para joderlo. Un poco de razón tenía igualmente: el rubio no era el mejor estudiante, pero al menos le metía pata. Era sabido por los directivos del colegio que el chico tenía otras responsabilidades fuera de la escuela.

Naruto revoleó los ojos y protestó: "Pero Shikamaru, no me quemés. Se supone que estás de mi lado, pero vas y te aliás con el enemigo. Vos tenés que ayudarme en esto, flaco", lo acusó con un dedo, los cachetes colorados de bronca y vergüenza, empeorados porque Sakura se reía cada vez más.

"Da igual, no es un secreto para nadie, boludo", respondió monótono, encogiéndose de hombros. "A mí también me da paja y me llevo todo, así que no soy mucho mejor que vos tampoco."

Naruto quiso seguir discutiendo, pero Iruka carraspeó con fuerza, queriendo comenzar la clase de una vez. El rubio bufó resignado y se limitó a decir a regañadientes: "Vos te las llevás nada más porque no tocás un lápiz en todo el año, pajero."

 


 

"Che, Kiba, Shino, ¿quieren ir a jugar un picadito a la salida?", preguntó el Uzumaki con una sonrisa desbordante de entusiasmo. "Ya arreglé con los de 6° B para jugar en la plaza. Lee, Chouji y Sai ya me dijeron que sí. Dale, que esta vez los hacemos."

"Eso dijiste la vez anterior, boludo", discutió Kiba con una mueca. "Y la anterior a esa también", agregó Shino, que estaba leyendo un manga sin prestar mucha atención a la conversación. Kiba coincidió con su comentario, ofendiendo a Naruto a tal punto que parecía que había chupado un limón o que se le habían pasado los fideos mientras hacía el tuco.

El chico se cruzó de brazos antes de contestar: "Ya sé, ya sé, pero esos nos re cagaron con los penales, así cualquiera". Tenía razón en lo que decía; los de 6° B eran bastante forros y no jugaban limpio, pero igualmente Naruto quería ganarles como Dios manda, sin penales truchos ni cosas del estilo. "Dale, vamos, además antes de las vacaciones de invierno tenemos nuestro último torneo intercolegial. Tenemos que praticar, incluso contra esos pecho frío del B."

Kiba terminó accediendo principalmente porque se quedó sin excusas; su compañero le tocó una fibra sensible diciéndole eso. La mayoría ya estaba pensando más en qué hacer después de terminar el secundario que en cualquier otra cosa, además de que no perdía nada yendo. "Bueno, dale, ya fue", respondió después de suspirar, y Shino, después de dudarlo un poco, también lo siguió.

Era sabido que Naruto, además, iba a un club del barrio ahí mismo en Lanús, pero igual le metía todas las ganas a jugar amistosos con los pibes a la salida del colegio. Cada vez que podía organizaba partidos con otros años, e incluso con otros colegios. Ese pibe conocía a medio mundo.

No era muy difícil deducirlo tampoco: el joven Uzumaki, con su personalidad hiperactiva y sociable —la cual Shikamaru gustaba catalogar muy acertadamente de "caradura"—, era como un imán para la gente. Era hasta esperable que para él hacer amigos fuera tan fácil como meter un gol sin arquero.

 


 

Sasuke estaba terminando de ponerse el uniforme para ir al colegio con cara de muerto, lo habitual. No había dormido prácticamente nada porque se pasó toda la noche mirando las dos películas de Kill Bill de Tarantino, uno de sus directores de cine favoritos. Era la tercera vez que las veía y cada vez le gustaban más. Por algún motivo, le atraían mucho las películas que trataban sobre venganza, quizá porque todavía le tenía bronca a Danzō, el forro del director de su colegio, que siempre le decía que su hermano mayor había sido mejor estudiante que él cuando era alumno de esa misma institución de élite. Y eso que el menor de los Uchiha tenía un promedio casi perfecto.

De igual forma, Sasuke no le guardaba rencor a su hermano; al contrario, tenía una buena relación con él y se veían cada tanto. En el último tiempo se les había hecho más difícil encontrarse, porque este se había mudado hace varios años a Puerto Madero, cuando se graduó prematuramente de la universidad y fundó su propia pyme, a la que le iba de maravilla. Tampoco iba a mentir: estaba un poco celoso de su hermano, pero cualquiera en su lugar lo estaría.

Una vez que terminó de desayunar, vio que su compañero de clase y vecino, Suigetsu, lo estaba esperando en la puerta. *‘Qué querrá ahora este’*, pensó con una mueca. Ellos no solían ir juntos a clases, no porque a Sasuke le cayera especialmente mal, sino porque el pelinegro disfrutaba de escuchar música camino al colegio. Además, Suigetsu siempre llegaba tarde y él odiaba a la gente impuntual.

“¡Buen día, Sasuke! ¿Dormiste bien?”, saludó casualmente cuando el otro abrió la puerta. Sasuke solo le respondió: “No dormí”, y pasó a su lado ignorándolo.

Durante los pocos minutos de caminata que tenían hasta el colegio, y con la sospecha del Uchiha de que su compañero tenía algo que decirle, finalmente lo confrontó, sin saber realmente si quería escuchar la respuesta. Pero tampoco soportaba la mirada del tipo de pelo color fantasía clavada sobre él.

“Cómo sabés cuándo te voy a decir algo, ¿eh?”, Suigetsu le dio un codazo juguetón, que Sasuke dejó pasar porque no quería estar de mal humor sin siquiera haber entrado a clases. “Bueno, la verdad es que, como sabrás, el mes que viene va a empezar el torneo de fútbol inter…”

“No”, lo interrumpió antes de que pudiera terminar la oración.

“Pero ni me dejaste terminar de hablar.”

“Por eso mismo digo que no”, reiteró sin mirar a su compañero mientras corroboraba en su celular que no estaba llegando tarde a su clase de Francés. “Me vas a pedir que esté en el equipo para representar a la escuela, ¿me equivoco?”, interpretó el silencio de Suigetsu como un sí.

“Dale, amigo, el entrenador Kakashi me pidió personalmente que te lo dijera a vos. Sos buenísimo jugando, y eso que hace banda que no vas al club. Si entrenás con nosotros vas a volver a ser de los mejores”, se paró enfrente, interrumpiendo el paso. “Neji se lesionó mal la rodilla en uno de los entrenamientos y no va a poder jugar. Vos lo viste cómo viene con la bota y las muletas a clase”, agregó, intentando no reírse al recordar al Hyūga cayéndose al piso cuando intentaba esquivar un caño que le querían meter.

Sasuke no respondió porque, afortunadamente, habían llegado a su destino. Soltando un suspiro aliviado, entró a su aula sabiendo que no tendría que seguir dándole la misma respuesta negativa, dijera lo que dijera.

A él realmente no le apasionaba el fútbol. Ciertamente era bueno y no le disgustaba; es más, cuando era chico le habían hecho elegir entre hacer un deporte o estudiar música en un conservatorio, y por descarte eligió el fútbol, que era la menos terrible de las opciones. Pero aun así, nunca le dio la relevancia que sus demás compañeros le daban a ese deporte. Como mucho miraba los mundiales y algún que otro partido importante de River Plate, si tenía ganas.

 


 

Cuando Sasuke salió del colegio y volvió a su casa ya era bastante tarde, con el sol comenzando a esconderse. Ese atardecer delataba de forma hermosa la inminente llegada del invierno, su estación favorita. Si quitábamos el hecho de que debía empezar a prepararse para los horribles exámenes del cierre cuatrimestral, el invierno significaba también estar más de dos semanas enteras de vacaciones, encerrado en su pieza jugando al nuevo Silent Hill o maratoneando alguna serie que tenía pendiente desde hace mucho, como Breaking Bad.

Lo que menos esperaba era que su hermano mayor, Itachi, estuviera en su casa y mucho menos en el living hablando con sus padres. “¿Itachi?”, preguntó, frunciendo el ceño. Nadie le había dicho que vendría a visitarlos. “¿Qué hacés acá?”

“¿Qué pasa, Sasuke? ¿No me querés ver?”, bromeó su hermano mientras le daba una palmada en el hombro. Sasuke revoleó los ojos y esbozó una media sonrisa. “Yo no dije eso, solo que no lo esperaba”, respondió, sentándose en uno de los sillones después de que su padre le hiciera un gesto.

Itachi le explicó que había tenido una reunión importante con un ejecutivo de otra empresa cerca de la zona, así que decidió pasarse a saludar. Sin embargo, prefirió quedarse hasta que Sasuke volviera de la escuela para hablar sobre algo “importante”.

“El director del colegio me llamó hoy al mediodía”, comenzó Fugaku, su padre. La sangre del menor se congeló. *‘¿Qué le dijo ese viejo de mierda ahora?’*, pensó, intentando mantener la menor expresividad posible en su rostro. No había hecho nada malo; sin embargo, no tenía idea de lo que podría llegar a inventar ese tipo con tal de joderlo. “Me dijeron que te negaste a participar en el torneo provincial de este año. ¿Es en serio, Sasuke? ¿Para qué te mandamos todos estos años con los mejores entrenadores si al final no vas a usarlo para nada?”, lo reprendió, acentuando la decepción en cada palabra. A pesar de que Mikoto, su madre, intentó calmarlo, Fugaku continuó igual de severo.

Antes de que la situación escalara más, Itachi, que había estado pendiente, decidió intervenir y llevó a su hermano a su habitación para que pudieran hablar más tranquilos. No era la primera vez que una discusión entre ellos comenzaba de forma similar, y sabía muy bien que no llevaría a nada, así que la mejor opción era separarlos.

“Seguro Kakashi le dijo todo a Danzō para que yo terminara yendo aunque no quiera”, se quejó entre dientes, con la mandíbula apretada. “No les importa otra cosa más que ganar y poner otra copa de mierda en exhibición.”

“Puede ser”, concordó, comprensivo. “Pero pensá en tus compañeros y amigos, que realmente quieren ganar ese torneo, y muy probablemente sin vos no puedan”, señaló mientras agarraba una foto vieja de Sasuke con su equipo el día que ganaron un torneo.

“Y si no ganamos aunque esté yo, no serviría de nada”, replicó, indiferente. “Además, hace un montón que no juego.”

“Eso no lo sabés hasta que lo intentés”, insistió con una postura más relajada. “Quiero ir a ver a mi hermanito jugar antes de que se egrese.”

El menor de los Uchiha entrecerró los ojos con fastidio ante la evidente carta de apelación emocional que su hermano usó para convencerlo. No es como si Itachi intentara ocultarlo tampoco; era consciente de las aptitudes de Sasuke. Usara la estrategia que usara, la decisión sería solamente de él, y tampoco podría hacer mucho al respecto, por lo que decidió ser lo más honesto y directo posible.

“Además, ahora que terminás el secundario, sabés que papá no te va a insistir más con el tema. Solo quiere tener otra cosa para enorgullecerse de vos.”

Sasuke permaneció en silencio unos segundos. “...Ya lo sé”, respondió, dándose por vencido, pero solo porque se lo pidió él. Aunque Sasuke no estaba seguro de si realmente le importaba ser ‘bueno’ en algo que nunca eligió del todo, a pesar de lo que le dijeran.

 


 

“¡Naruto, venís progresando muchísimo durante estos últimos meses! Tuve buen ojo cuando decidí hacerte capitán del equipo”, reconoció Guy, su entrenador del club del barrio que fue designado como director técnico durante el torneo. Con un pulgar arriba y una sonrisa brillante, continuó: “Y vos también, Lee, con ese pase potente de media cancha. Los demás igual, sigan así y la van a romper en la final. ¡Háganme sentir orgulloso… y a su escuela también!” Todo el equipo gritó eufórico, ardiendo en furor por la última victoria que habían conseguido en el torneo.

Sin embargo, ahora era momento de analizar al futuro rival, que estaba cerca de definirse; aún faltaba un segundo partido entre otros colegios que revelaría contra quién se enfrentarían en la final los chicos de Lanús.

Naruto solo quería que no fuera contra los chetitos de Recoleta. Todo menos eso.

“Che, yo sé que les dije a los del 6° B pecho frío, pero estos se pasan”, comentó Naruto, haciendo una mueca de disgusto mientras charlaba con Shikamaru por un pasillo. El rubio había visto los partidos anteriores de los equipos que habían llegado a la semi y no podía creer cómo su estilo de juego era tan diferente al suyo, “como si tuvieran miedo de embarrarse los botines”, según palabras del propio Uzumaki.

Shikamaru se encogió de hombros y se limitó a decir: “Tinchos”, después de bostezar, cansado porque tuvo que “madrugar” para ir a ver a Naruto jugar. Claramente Shikamaru no jugaría ni aunque le pagaran, pero el hecho de que fuera solo para sentarse a ver a sus amigos carrearse el partido era suficiente para subirles la moral. En realidad, nadie madrugó nada (para los estándares de la gente normal), porque el partido fue a las 10:30 a. m. Pero ellos eran del turno tarde, así que para despertarse a esa hora, como mínimo, una grúa tendría que levantarlos.

“Fua, yo pensé que te ibas a quedar dormido y no ibas a venir”, comentó alegremente Chouji mientras comía un merecido paquete de papas fritas después del partido.

Shikamaru no tuvo tiempo de responderle nada a su amigo porque Naruto inmediatamente vio una oportunidad que no iba a desaprovechar. “Mirá si se va a quedar dormido este”, señaló con el dedo pulgar, con la típica sonrisa que ponía antes de decir algo para romper las bolas. “Ahora está por jugar la categoría femenina, y nuestro simpático amigo no se perdería por nada del mundo el partido de su novia.”

“Qué decís, tarado, ¿por qué no te callás un rato? Te haría bien”, dijo alzando el tono de voz, algo completamente inusual en él. Segundos después, al darse cuenta de eso, se empezó a poner colorado. “También vine a verlos a ustedes, no se hagan.”

“O sea que la atracción principal siempre fue ella”, murmuró Sai, que estaba atrás de todos pero lo escucharon igualmente. El colmo fue cuando Kiba, seguido a eso, le gritó “pollera” entre risas. “Qué rompe pelotas que son, la puta madre”, dijo Shikamaru adelantándose, con las manos cerradas en puños y el ceño fruncido, poniéndose más colorado de lo que ya estaba.

Naruto, queriendo alcanzar a su amigo, no notó que había más gente en el camino, chocando así con alguien y cayéndose al piso con un golpe seco.

“Uff, perdoname, no te vi”, dijo el rubio mientras se restregaba el hombro por el dolor del impacto. Unos ojos oscuros lo miraron con disgusto, como si fuera un insecto al que quisiera aplastar. “Fijate por dónde caminás, tarado”, le respondió secamente, apartando la mirada con indiferencia.

“Qué te pasa, flaco, no fue a posta y te pedí perdón”, gruñó, pero el otro ya se estaba yendo como si nada, sin detenerse a escucharlo. Naruto, sin pensárselo dos veces, fue tras él con toda la intención de plantarle cara, pero se detuvo cuando un hombre que usaba barbijo negro y tenía el pelo gris se le acercó. “Perdoná a Sasuke, viene de jugar un partido y justo lo chocaron feo en ese mismo brazo hace un rato. Estamos volviendo de la enfermería por eso”, explicó el hombre, que tenía toda la pinta de ser su entrenador.

La bronca de Naruto se disipó levemente después de eso, pero aun así sabía que no era excusa para que ese tipo… ¿Sasuke? le hablara así. Además, el que se tenía que disculpar era el pelinegro con cara de culo, no su entrenador.

Los amigos de Naruto, que estaban presenciando toda la situación sin saber si involucrarse o no, vieron cómo el rubio aceptaba las disculpas a regañadientes. No era tan estúpido como para meterse en una pelea con el entrenador del equipo contrario presente, aunque ganas no le faltaban tampoco. Sasuke tenía toda la pinta de ser uno de esos pendejos chetitos que se sentían superiores al resto por tener más guita nomás. Con tan solo verlo cinco segundos se notaba: la ropa deportiva original, los botines de marca y las típicas facciones de nene carilindo que tanto detestaba. Y a Naruto, que había nacido y crecido en un barrio humilde del conurbano, no le cabía una ese aire de prepotencia.

Con los brazos detrás de la cabeza, con fingida indiferencia, Naruto volvió adonde estaban sus amigos. “Esos chetitos no saben lo que es el fútbol de verdad, los vamos a hacer mierda”, afirmó, asegurándose de que Sasuke lo escuchara. “Si es que llegan, claro”, agregó sin mirar atrás mientras se iba hacia la salida.

 


 

“Bueno, parece que sí llegaron”, comentó Sai a su amigo rubio, ambos escondidos entre la tribuna. Después de ese encuentro que tuvo con su potencial oponente, Naruto se había quedado con curiosidad por ver cómo jugaba, y su compañero, al verlo, decidió acompañarlo también, principalmente para asegurarse de que no se metiera en bardo innecesario.

“Gracias por la observación, Sai”, respondió fastidiado. Por más que no quería tener como rivales en la final a un equipo de nenes ricos de Recoleta, debía reconocer que no jugaban nada mal. Pero sabía que les faltaba algo. Incluso el equipo perdedor contra el que jugaron se había ganado más el respeto de Naruto por demostrar que lo habían dejado todo en la cancha.

‘Como boquita. Ellos sí que se dejan el alma en cada partido’, pensó Naruto mientras su pecho se inflaba de orgullo por el club del que era hincha.

“¿Naruto?”, llamó el chico pálido, ya de pie y con su bolso en la mano. El rubio ni se había dado cuenta en qué momento el otro se había parado. “El partido ya terminó, ¿nos vamos?” Después de asentir, bajaron las escaleras hasta que, por segunda vez en el día, Naruto se encontró con los mismos ojos fríos de antes, aunque la diferencia ahora era que el pelinegro esbozaba una media sonrisa, que parecía más una mueca que otra cosa.

Naruto ni se molestó en ocultar su desagrado, aunque tampoco tenía ganas de pelear realmente. Además, Sasuke estaba acompañado de casi todo su equipo y él solo estaba con Sai. Aunque no era como si una banda de porteños chetitos que probablemente nunca pisaron una calle de tierra pudieran hacerles mucho.

“Vos, el rubio”, dijo el pelinegro antes de que Naruto pudiera irse. Aún mantenía esa media sonrisa estúpida en la cara y un tono amenazante que casi no parecía de un adolescente. Naruto solo levantó una ceja. Para alguien criado en plena zona sur, la intimidación verbal era una boludez. “¿Qué fue lo que habías dicho antes…?”, preguntó con evidente sarcasmo. “¿Qué no sabíamos lo que era el fútbol de verdad?” Sus compañeros los miraban con desprecio ahora.

Con las manos detrás de la cabeza, en una postura relajada, simplemente respondió que sí, sin inmutarse en lo más mínimo. La media sonrisa de Sasuke flaqueó un poco, pero rápidamente se recompuso mientras se limpiaba con una toalla el sudor que le corría por el cuello. “Vamos a ver si volvés a decir lo mismo la semana que viene, fracasado.”

El chico soltó una carcajada. “¿Fracasado? ¿Yo?” Naruto levantó las cejas con incredulidad. “Ni que fuera de River, amigo”, se burló, apuntando con la mirada a la campera de dicho club que Sasuke llevaba colgada en el brazo.

Bueno, capaz Naruto sí tenía ganas de pelear. Y todo indicaba que una pelea era lo que iba a tener, no solo contra Sasuke, sino con prácticamente todo su equipo. Como era de esperarse de un colegio privado, todo lleno de gallinas.

“Sasuke, se está pasando de vivo este”, le dijo Suigetsu, mirándolo al rubio como si fuera mierda que acababa de pisar. “¿Decís que el profe Kakashi se enoje mucho si se entera que…?”

“No, no, dejémoslo”, respondió Sasuke, haciendo un ademán con desdén y volviendo a esbozar una media sonrisa maliciosa. “Va a ser mejor cuando quede llorando después de la final; ni hace falta que nos gastemos acá.” Suigetsu no pareció del todo convencido, todavía con claras ganas de encajarle una piña al bostero de Lanús.

Decepcionado, se encogió de hombros y comenzó a seguir a Sasuke, que ya se había puesto en marcha, pasando justo al lado de su futuro contrincante, lo suficientemente cerca como para que sus hombros se rozaran, pero sin llegar a chocar como la otra vez.

Chapter 2: ¿No te olvidás de algo?

Summary:

Naruto solo quiere ganar como dios manda.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

“¿Cómo está tu hombro, Sasuke?” intentó corroborar Kakashi durante el calentamiento, a tan solo unos pocos minutos antes de que empezara la final. “No quiero que te sobreesforcés”.

“El médico dijo que estaba todo bien, ¿no?” retrucó, indiferente. En realidad, sí estaba preocupado por el golpe de días atrás, pero solo era una pequeña molestia que se transformaba en dolor si hacía movimientos demasiado bruscos. Podía jugar, sí, pero debía ser cuidadoso. Aparte, Itachi había venido a verlo, y Sasuke prefería morir antes que estar en la banca.

Ambos bandos estaban listos para jugar; solo quedaba esperar la señal del árbitro para ir a sus posiciones.

El entrenador suspiró, resignado, después de las palabras de su alumno y comenzó a dar un par de indicaciones para asegurarse de que todo estaba en orden. Por unos instantes, desvió la mirada fugazmente hacia el equipo rival; el otro entrenador parecía estar encendiendo la moral de los chicos con mucha efectividad.

Curioso por la atención desviada de Kakashi, el Uchiha miró de reojo en la misma dirección, hasta que se encontró al mismo rubio tarado con el que se chocó en los pasillos anteriormente. Cuando notó que el otro también lo estaba mirando, apartó la mirada casi por instinto. Al percatarse de lo que había hecho, simplemente frunció el ceño, sin tiempo para pensar en nada más, porque el silbato del árbitro sonó, llamando a los capitanes de sus respectivos equipos para participar en el sorteo.

Poco y nada le sorprendió cuando ese mismo bostero engreído fue el que se acercó también. ‘Así que este también es el capitán del equipo rival, ¿eh?’ pensó, sin poder evitar hacer algo similar a una mueca satisfactoria. No podía pedir una mejor oportunidad para borrarle esa sonrisa de estúpida seguridad de la cara.

Después de saludarse en señal de respeto, como era costumbre, ambos se miraron, desafiándose mutuamente sin mediar palabra. El árbitro entonces lanzó una moneda al aire. Todos los demás jugadores ya estaban en sus posiciones, atentos y listos para comenzar.

La sonrisa de su oponente se agrandó al ver que había salido su cara en la moneda, dando comienzo al partido.

 


 

“Dale, levantate” dijo el rubio, provocadoramente. “¿O me vas a dar la razón, eh?” continuó, entrando en contradicción con el gesto que hizo después.

Le estaba ofreciendo su mano.

Sasuke acababa de caerse después de interceptar un pase que muy probablemente hubiera terminado en gol si no intervenía. Era desconcertante la aparente inexistencia de malicia por detrás de sus palabras… lo que veía era más como ¿diversión? en vez de burla o menosprecio. Por lo que, entrecerrando los ojos, dudó unos instantes antes de finalmente aceptar la ayuda de su contrincante, agarrando firmemente su muñeca al momento de incorporarse.

Estaban en el segundo tiempo y el partido estaba peleadísimo, 2 a 2. Si seguían así, iban a tener que ir a penales, y a ninguna de las dos partes parecía agradarle mucho la idea. Del lado de Sasuke, la estrategia de su equipo se basaba en una fuerte ofensiva, y parecía que la de sus contrincantes era muy similar. Una batalla de fuerza y estrategia total, que sería determinada por quien atacaba con más fuerza.

Para su sorpresa, ambos estaban bastante parejos en habilidad, y aunque era evidente que el joven Uchiha tenía una mayor técnica y control de la pelota, el rubio lo compensaba con una fuerza y energía que parecía casi infinita. ‘¿Cómo mierda hace para correr tanto y no cansarse?’ se cuestionó, boquiabierto, mientras lo veía burlar a los defensores como si nada.

Tenía que admitirlo: aunque era tosco y carecía de una técnica pulida, era bueno.

Faltaba poco menos de 15 minutos para que el segundo tiempo llegara a su fin, pero el hombro de Sasuke parecía no poder soportar mucho más. Claramente no se había recuperado de esa última caída; impactó directamente en su hombro lastimado y ahora sufría las consecuencias. Con cada movimiento que hacía, el dolor solo empeoraba. Apretando los dientes, empeñó todas sus fuerzas en continuar, ignorando el doloroso palpitar de su articulación, que lo hacía sudar frío.

Tan solo fue necesario un pequeño choque contra un jugador rival para que Sasuke se desmoronara contra el pasto de la cancha, siendo incapaz de levantarse después de eso. Se escucharon discusiones a lo lejos, aparentemente del árbitro con los jugadores. Estaba demasiado adolorido y mareado en esos momentos para entender realmente de lo que hablaban. ‘Seguro les están cobrando falta por…’ supuso, antes de que su línea de pensamiento se cortara. Lo estaban agarrando entre varias personas para ponerlo en una camilla, pero apenas lo registró.

Lo último que vio antes de que se lo llevaran fuera de la cancha fue la expresión totalmente pasmada de su hermano mayor desde las gradas.

“La puta madre” murmuró para sí mismo, gimiendo de dolor.

 


 

“Che, ¿qué onda con el pibe ese que se lo llevaron en camilla?”, preguntó Kiba en los vestuarios, una vez finalizado el partido. “Parecía hecho mierda, y eso que Lee ni lo chocó tan fuerte”.

Sus compañeros asintieron. Era muy raro lo que había pasado ahí. Al principio, casi todos pensaron que se estaba haciendo el gil, pero cuando pasó el tiempo y vieron que el pibe no se levantaba, se empezaron a preocupar, aunque también se quedaron calientes por la amarilla injustificada que le metieron al pibe de cejas pobladas.

“Pasa que se la dio mal en un partido anterior” explicó Naruto, chasqueando la lengua. Era normal que se preocupara por alguien lesionado, independientemente de que fuera de su equipo o no, pero esta vez estaba… ¿Frustrado? ¿Por qué? Masticó ese pensamiento en cuanto sacaba ropa limpia de uno de los lockers.

“Parece que alguien no aceptó su derrota dignamente” señaló Shikamaru, que se había infiltrado en los vestuarios. Apoyado de espaldas al marco de la puerta y cruzado de brazos, escuchó al rubio gruñir con fastidio. “Capaz deberías ir a ver qué onda” agregó.

Volteándose hacia su mejor amigo, con la remera mal puesta, ni se molestó en acomodársela cuando procesó lo que le dijo. “¿Eh? ¿Por qué?”.

Shikamaru solo se encogió de hombros y habló: “A ver, a mí me chupa bastante un huevo, pero se nota a kilómetros que no te gustó cómo terminó la cosa”. Hizo una pausa para bostezar. “Siempre te pones chinchudo si las cosas no te salen como querés”.

Los demás pibes que estaban escuchando atentamente también concordaron. Qué metiches.

“¿Desde cuándo vos sos el que me dice que hable con gente, Shika?” retrucó con una risa seca, sin saber por qué lo miraban como si estuviera evadiendo el tema. “Normalmente solo me dirías que es una paja, pero que ya fue”.

El pibe solo revoleó los ojos y metió las manos en los bolsillos de su pantalón. “Hacé lo que quieras, boludo. Yo solo hice una observación. No sé por qué te da cosa ahora pedirle la revancha a alguien”.

“Cualquiera decís” negó entre dientes, más ofendido de lo que debería estar por algo así. Shikamaru solo lo miró de reojo, con una ceja levantada, haciendo énfasis con cada gesto para demostrarle a propósito lo poco que le creía. Era obvio que lo estaba retando y eso lo jodió más.

“Qué hinchapelotas que es este a veces, loco” se quejó entre rezongos, acomodándose bien la remera y yendo a la enfermería.

A Naruto Uzumaki nunca le daba ‘cosa’ hablar con alguien. Y esta no sería la excepción. Solo era un tinchito creído que, aunque no le gustara admitirlo, le había dado un buen partido.

 


 

“Y eso que te dije que no te zarpes” Kakashi negó con la cabeza pesadamente, intentando camuflar la preocupación en su voz por detrás de una mirada indiferente.

“No importa ahora, ya está” respondió Sasuke secamente. “El partido terminó y ni hizo falta que estuviera ahí. Hubiera sido mejor no hacerte caso y quedarme en mi casa”.

El entrenador miró a su alumno de soslayo. Tenía el brazo izquierdo vendado y descansaba en una camilla de enfermería, su mandíbula tensa. “Sé que no accediste a jugar solo porque te lo pedí yo, Sasuke”. La forma en la que su entrenador parecía ver fácilmente a través de él siempre lo dejaba incómodo. “Te conozco desde que empezaste el secundario. Normalmente, nunca habrías llegado al punto de terminar así por un partido” señaló hacia su hombro, levantando el mentón.

El pelinegro esbozó algo parecido a una sonrisa, sin humor. “Capaz no me conocés tanto como creés, entrenador” dijo, acentuando sarcásticamente la última palabra. Kakashi solo volvió a suspirar y se cruzó de brazos, murmurando para sí mismo que no había cambiado nada. Sasuke lo escuchó, pero optó por ignorarlo. Muy probablemente la respuesta no le gustaría en lo más mínimo. Su relación nunca había sido muy comunicativa, pero igualmente, a veces parecía entenderlo con una precisión que le asustaba e irritaba en partes iguales.

Rompiendo el silencio que se había instalado en el lugar, se escuchó repentinamente el ruido de una puerta abriéndose. Ambos se giraron con curiosidad, viendo a nada más ni nada menos que al mismo rubio gritón de antes, cuyo nombre Sasuke había olvidado a pesar de haber jugado contra él hacía poco más de una hora atrás.

Este pareció desorientado por unos segundos, como si estuviera buscando algo, hasta que sus ojos se encontraron con los de Sasuke. Pestañeando por unos instantes, no pudo evitar contemplar la intensidad del azul de los ojos ajenos. No era como si no hubieran hecho contacto visual antes, pero era la primera vez que el pelinegro lo veía sin algún objetivo de por medio previo, ya fuera para pelear o ganar un partido.

El chico pareció dudar por unos segundos antes de comenzar a acercarse, la incomodidad evidente en cada paso que daba y las manos metidas en los bolsillos de su campera de Boca. Sus labios trazaban una línea apretada y su ceño estaba levemente fruncido. Sasuke levantó una ceja con precaución, pero también curioso.

“Er, vos sos Sasuke, ¿no?” preguntó una vez frente a la camilla, mirando de reojo y haciendo una seña torpe a modo de saludo para Kakashi, para después devolver su mirada hacia él. Su entrenador solo asintió y contempló la escena con curiosidad.

“Ajam” respondió, sonando más como una interrogación que otra cosa. Toda la situación era medio rara: no parecía querer burlarse de él por haberse ido antes de que terminara el partido. ¿Capaz estaba molesto porque perdieron y solo venía a romperle las bolas? Era lo único que podía teorizar.

El rubio se sacó una mano del bolsillo y se rascó la nuca. “Bueno, seguro te acordás, pero soy Naruto Uzumaki, capitán del equipo contra el que jugaste recién…” hizo una pausa como si estuviera pensando en qué decir. “Vine a ver cómo estabas. Digo, posta te diste un re palo contra el piso cuando chocaste con uno de mis compañeros”.

Si de partida Sasuke no sabía qué carajo quería el tipo enfrente suyo, ahora no tenía ni la más remota idea. Y por lo visto, Kakashi estaba igual de perdido que él, ambos con el ceño fruncido de forma casi cómica. Aunque bueno, a diferencia del Uchiha, el otro hombre se veía completamente entretenido, apoyándose cómodamente contra la pared para expectar la escena.

“O sea, mis compañeros y yo nos preguntamos cómo estabas, por eso”.

“Estoy bien” respondió secamente. Si bien durante el partido Naruto había demostrado un espíritu deportivo puro, eso no sacaba el hecho de que era completamente extraño que lo fuese a ver a la enfermería, teniendo en cuenta que antes de eso parecía que lo quería cagar a piñas. “¿Solo a eso viniste?” interrogó, sonando más tajante. Toda esta situación era demasiado sospechosa. Si le quería ver la cara de boludo, iba a dejar en claro que perdía el tiempo.

“No, no vine solo a preguntarte eso” se sinceró, respirando hondo antes de continuar. Casi parecía que le costaba físicamente hablar. “Como no pudiste jugar hasta que terminara el partido, quería saber si te pintaba jugar una revancha, cuando te cures del hombro, digo”.

Okay, esto era cada vez más raro. Pero lo más raro era que ni parecía que se lo estaba diciendo en joda.

“...¿Y por qué querés jugar conmigo?” preguntó Sasuke, fingiendo desinterés con una expresión neutral, todo para ocultar el hecho de que no sabía cómo reaccionar realmente. Estaba simple y llanamente desconcertado.

“Pará, o sea, sí quiero jugar contra vos porque quería ganar y probar mi punto” admitió. Sasuke supuso que se refería a lo de que él no sabía lo que era el fútbol de verdad. Hablaba demasiado rápido como para estar seguro. Sus pensamientos estaban igual de desordenados que sus palabras. “Pero también perdimos por penales, así que pensé que estaría bueno, para ambos equipos digo”.

Antes de que Sasuke pudiera responder —aunque honestamente ni sabía qué decir—, Kakashi se le adelantó, sonriendo detrás del barbijo. “¡Qué buena idea, Naruto! Seguro que a Sasuke le encantaría” afirmó, chasqueando los dedos.

Lo único en lo que podía pensar Sasuke mientras miraba con aborrecimiento a su entrenador, era qué tan malo sería cometer homicidio estando a un par de meses de cumplir la mayoría de edad.

Al pelinegro no le interesaba en lo más mínimo seguir jugando al fútbol, y sobre todo después de quedar con el hombro así. Kakashi estaba loco si pensaba que iba a ceder solo por ese comentario que tiró. La presión social era una carta que nunca iba a servir contra él.

Después de apartar furiosamente la mirada de su entrenador, volvió a encontrarse con esos ojos cerúleos llenos de expresividad, que lo miraban expectantes a través de unos mechones de pelo dorado que caían sobre su frente. ‘Estos descendientes de europeos y sus rasgos hegemónicos’ se quejó en segundo plano. Estaba más ocupado tratando de entenderse a sí mismo y por qué no había rechazado la propuesta todavía. No era propio de él.

Después de dudarlo internamente, tragó saliva, sabiendo que probablemente iba a arrepentirse de lo que estaba por decir. Por lo que, volviendo a su cómoda media sonrisa sarcástica, finalmente habló. “No sabía que tenías tantas ganas de volver a perder”.

Naruto puso los ojos en blanco por unos instantes, pero de inmediato su rostro se relajó y una amplia sonrisa llena de seguridad se dibujó en su lugar. “Quedate tranquilo, maestro, que la próxima vez que juguemos, cuando estés curado, no te voy a tener tanta consideración como hoy” y señaló su hombro lesionado.

Sasuke solo chasqueó la lengua con disgusto. Hasta un tarado podría decir que era puro chamuyo lo que estaba diciendo, así que lo omitió. “Incluso estando en pedo podría ganarte a vos y a tu equipo de cuarta”.

El rubio soltó una carcajada seca y revoleó los ojos mientras asentía condescendientemente. “Ya vamos a ver” respondió, mientras se despedía con un gesto en cuanto caminaba hacia la salida como si nada.

Cuando estaba por abrir la puerta, se topó con alguien más, y no era nada más que Itachi, que lo miró con curiosidad cuando el rubio murmuró una disculpa porque casi lo choca.

“Che, ¿no te estás olvidando algo, Naruto?” preguntó Sasuke burlonamente, con un celular en mano. Eso hizo que Naruto se detuviera en seco, por lo que solo frunció el ceño y revisó sus bolsillos instintivamente. Al sacar su celular, se devolvió para mirarlo con cara de que no entendía nada.

Fue casi cómico ver cómo la chispa de realización se filtraba en toda su cara. Casi podía escucharlo cuestionarse internamente cómo se suponía que iba a contactarlo para arreglar un día para jugar la revancha si no tenía su número. Mientras trataba de disimular sin éxito la vergüenza que se filtraba en sus cachetes colorados, el pelinegro esperó a que volviera a acercarse.

Después de intercambiar sus números rápidamente, se fue lo más rápido posible de ahí, tropezando con la pata de la camilla, y Sasuke contuvo una sonrisa que casi se le escapa. Qué tarado.

Era impropio de él entretenerse por algo tan boludo; seguramente eran los analgésicos que le dieron antes.

“Sasuke, ¿ese chico no era el capitán del equipo contra el que jugaste?” preguntó Itachi, ahora a su lado. Finalmente había vuelto a la enfermería, estando un buen rato atendiendo una llamada urgente de uno de sus empleados. Sasuke solo asintió con indiferencia. “¿Por qué le diste tu número?” indagó nuevamente, no pareciendo satisfecho con esa respuesta.

Un tanto irritado por el inminente interrogatorio de su hermano, el menor de los Uchiha desestimó la pregunta y dijo que lo hizo para que deje de joder. Su hermano no pareció convencido con la respuesta, pero afortunadamente no tocó más el tema.

Mientras Kakashi se despedía de ambos, alegando que tenía que hablar con un amigo que estaba ahí, Sasuke apenas lo miró con recelo, sin decir nada. Le encantaba meter mano cuando nadie se lo pedía.

Con su celular en mano, abrió la foto de perfil de Naruto por mera curiosidad: era él de espaldas con una remera de Boca y en la Bombonera. Quién lo diría. Poniendo una mueca, agendó su número y se puso a charlar con Itachi, que le preguntó sobre su estado y lo que le dijo la enfermera mientras él no estaba.

Notes:

No morí gente! estuve bastante ocupado, pero también me la pasé escribiendo y editando, así que en breve voy a estar publicando los siguientes capítulos :)

Y ahora les dejo la segunda parte del glosario de lunfardo:

-Bostero: Hincha de Boca Juniors. Puede usarse de forma despectiva.

-Pibe: Chico, muchacho.

-Hecho mierda: Muy golpeado o en mal estado. (Vulgar)

-Hacerse el gil: Fingir desentendimiento para zafar.

-Quedarse caliente: Enojarse por algo injusto o molesto.

-Chinchudo: Que se enoja fácil o está molesto.

-Me chupa un huevo: No me importa en lo más mínimo. (Vulgar)

-Es una paja: Da fiaca, es molesto o poco motivador. (Informal)

-Hinchapelotas: Persona muy molesta o insistente. (Vulgar)

-Te da cosa: Te incomoda, te da vergüenza o reparo.

-Zarparse: Pasarse de la raya o te excederse.

-Romper las bolas: Molestar o fastidiar mucho. (Muy vulgar)

-Te pintaba/te pinta: Tenías ganas o te daban ganas.

-Posta: En serio, de verdad.

-Darse un palo: Caerse o golpearse fuerte.

-Chamuyo: Verso, intento de convencer con labia. Puede ser mentira o exageración. (Acá no tiene que ver con intentar seducir o conquistar, pero depende del contexto).

-En pedo: Borracho.

-Meter mano: Intervenir sin que te lo pidan o sin permiso.

-Bombonera: Estadio de Boca Juniors

Chapter 3: Revancha... de la revancha

Summary:

Es difícil joder tanto a Sasuke hasta el punto de que sea comparable con que le quemen su colección de libros de Lovecraft, pero no imposible.

Notes:

Volví mi gente! La verdad es que quería publicar este capítulo antes, sobre todo teniendo en cuenta de que es bastante corto, pero la verdad es que soy un colgado, ojalá no me maten (?

Como sea, espero que si son hinchas de algún club no me salten a la cabeza (soy neutral futbolísticamente, aclaro), así que si alguno de mis personajes bardea su equipo no se la agarren conmigo... por favor jajjaja

Espero que disfruten el capítulo!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

"¡Neji, amigazo!", saludó Suigetsu estando junto a Sasuke, andando por los pasillos del colegio. "¿Cómo está tu herida de batalla?", preguntó, refiriéndose a su pie. Era evidente por su tono de voz que le chupaba un huevo realmente, pero aun así la pregunta despertó la curiosidad del Uchiha. Él nunca hablaba con Neji por fuera de los entrenamientos.

Definitivamente, algo estaba maquinando, y eso nunca eran buenas noticias.

El chico de pelo largo los miró con recelo a ambos y, cruzado de brazos, contestó: "Bien, para la semana que viene vuelvo a los entrenamientos".

"Fua, qué coincidencia, ¿no, Sasuke?", preguntó, dándole un codazo juguetón, cosa que no le hizo ninguna gracia. "¿El profe Kakashi te contó que nuestro querido hijo pródigo regresó a casa?".

Suigetsu hijo de puta.

Neji parpadeó un par de veces en sorpresa. "¿En serio? Pensé que lo ibas a dejar después de cubrirme durante el torneo". El Hyuuga bufó con disgusto cuando el otro quiso irse sin responder, pero su amigo se lo impidió.

Suigetsu esbozó una sonrisa maliciosa. "Pasa que se hizo 'amigo' de uno del torneo, así que, antes de que empiecen las vacaciones, le va a jugar la revancha".

"Y querés que yo también juegue", se anticipó, antes de que el otro pudiera decirlo.

"¡Tan inteligente como siempre, Neji!", aplaudió efusivamente, aunque ninguno parecía compartir la emoción. "No esperaba menos de nuestro capitán".

"No sé qué te hace creer que tengo ganas de participar".

Fue entonces que la sonrisa de Suigetsu cambió a una mueca más desagradable. "Mmm, tenés razón", Empezó, resaltando la ironía en cada palabra. "Porque para nada es el mismo equipo contra el que perdimos en las semis del año pasado".

Neji pareció estar igual de boquiabierto que Sasuke. ¿Ese equipo de mierda les había ganado el año pasado? Bueno, él ya había dejado el club por esas fechas, así que tenía sentido que no lo supiera. Pero la coincidência no déjaba de ser enorme.

"Sí, Kakashi se quedó re caliente después de perder contra el entrenador del otro equipo... ¿Guy?, creo que se llamaba". Su mirada satisfactoria se agrandó al ver que tenía la total atención de ambos ahora. "Parece que tienen una rivalidad desde hace rato, por lo que me contó".

Ahora todo tenía sentido. Así que, por eso Kakashi parecía estar encantado con la idea de la revancha: era una cuestión personal. Qué hijo de...

"¿Les ganamos a esos mismos villeros y yo no pude estar?", la voz de Neji sonó más como un murmullo. Pocas veces se había mostrado tan indignado. El capitán se descruzó de brazos. "Contá conmigo".

Esto iba a ser interesante.

 


 

Naruto prácticamente se estaba durmiendo en medio de su clase de economía, y ya la había dado por muerta a la materia porque no entendía una goma. Así que sacó su celular con desinterés para revisar sus redes. Al cabo de unos minutos, fue como si le hubiera prendido la lamparita: romperle las bolas al tincho de Recoleta y arreglar el día de la dichosa revancha. Dos pájaros de un tiro.

 

'¿Y? Qué onda, señor porteño'
'Ya te curaste y no me dijiste porque no querés que te gane seguro'

 

Aunque pensó que la respuesta iba a tardar en llegar, fue todo lo contrario. A los pocos minutos le llegó una notificación del mismo, y, cuando entró nuevamente al chat, vio que seguía escribiendo.

 

—Tincho peloduro

'Normalmente, cuando le escribís a alguien lo saludás primero'
'Y respecto a mi hombro, no, todavía tengo que hacer una semana más de reposo'

'No sé, a mí me suena más como una excusa, la verdad'

'¿Cuántos años tenés?'

 

El sarcasmo en ese último mensaje era evidente, haciendo que el rubio levantara involuntariamente una comisura de sus labios mientras escribía una respuesta.

 

'17'
'Y en exactamente 3 meses, 18'

‘...’

'Dale, que no te dé cosa'
'Si no querés jugar, decímelo'
'Pichón'

'Quisiera saber de dónde sacás tanta confianza'
'Para el sábado que viene ya debería poder jugar'

 

La sonrisa de Naruto se ensanchó con expectativa. Había pasado casi un mes desde el torneo y tenía terribles ganas de jugar a la pelota. Después de todo, ese último partido había terminado en penales y absolutamente nadie estaba satisfecho con el resultado. Ahora tenía la posibilidad de ganar y sacarse eso de encima.

Claramente, era más una cuestión de orgullo que otra cosa, pero no iba a negar que se sentía especialmente emocionado por este partido.

 

'Je'
'Bueno, joya, le digo a los pibes'
'Espero que no arrugués nomás'

'Hablá por vos'
'Qué ansioso estás por jugar la revancha'
'¿Tanto te dolió perder?'
'Aunque bueno, siendo de Boca debés estar acostumbrado'

 

Su sonrisa se desvaneció de un momento para el otro y arrugó la nariz con disgusto. Casi se lo podía imaginar al gallina ese mirarlo con esa sonrisa altanera que tanto detestaba. Encima bardeó a Boca. Estaba para meter una buena trompada a esa linda cara y bajarle todo el comedor.

 

'Ahre'
'Flasheaste cualquiera, flaco'
'Te recuerdo que, a diferencia de ustedes, nunca descendimos'

 

Antes de que pudiera escribir otro mensaje, levantó la mirada de su celular al escuchar a alguien carraspear fuerte. Era Iruka, que lo miraba fijamente con cara de culo y cruzado de brazos. Se iba a comer una linda a pedos.

Por lo menos, ya tenía fecha para el partido.

 


 

Sasuke no podría haber pedido una mejor revancha. Su hombro ya estaba como nuevo y no le vino nada mal salir a tocar pasto después de estar encerrado en su casa estudiando para esos exámenes de mierda.

Había aprobado todo con excelentes notas, por supuesto.

Lo mejor de todo fue que esta vez le ganó por goleada al rubio ese y a sus amigos del Congourbano*. Con Neji como capitán de nuevo, el partido estuvo mucho mejor articulado y les fue más fácil romper las defensas del equipo rival. No iba a negar que había sido un poco satisfactorio ver la cara de frustración de sus oponentes, sobre todo ahora que habían vuelto a la vieja formación que tenían cuando Sasuke todavía era parte del equipo.

“¿Qué era lo que habías dicho antes?”, se acercó hacia Naruto al finalizar el partido con total seguridad. Este mismo estaba sentado en un banco mirando al piso, derrotado. “¿Que nos ibas a qué?”, preguntó retóricamente, recordando satisfactoriamente cuando, antes de empezar a jugar, les dijo que les iban a 'romper el orto'.

Levantando la vista, se encontró con unos ojos azules que, en vez de demostrar bronca o frustración, decían otra cosa que no llegó a descifrar. Primero negó con la cabeza y después hizo un chasquido con la lengua. “Bue, re fácil te inflás”, dijo, soltando aire por la nariz e incorporándose. Todo apuntaba a que iba a haber un bardo entretenido y se preparó para eso. Pero mierda que el Uchiha se llevó una sorpresa al ver que había una sonrisa pintada en la cara del otro. “Fue un buen partido, tengo que admitirlo”, y extendió su mano hacia él.

Este tipo no era raro, era lo siguiente a eso.

Levantando una ceja en desconcierto, tardó unos segundos en corresponder el gesto. “Hm”, fue lo único que respondió. Era la primera vez que estrechaba sus manos después de un partido por fuera del protocolo tras la finalización del mismo.

“Lo único que me da paja es que no pudieron venir todos mis amigos acá”, agregó cuando soltó el agarre. Su mandíbula se notaba tensa, pero no parecía hostil.

“¿Ah, no?”, preguntó desinteresadamente, mirando a su alrededor. No registraba ninguna cara más que la del chico que estaba frente suyo, pero los demás jugadores se les hacían conocidos.

“No, Kiba y Chouji no pudieron venir porque laburan, aunque tenían unas re ganas de jugar”, comentó mientras se agachaba para agarrar una botella de agua. Naruto pareció notar que él no registraba sus nombres, así que agregó: “Estaban conmigo cuando nos conocimos”. Sasuke asintió emitiendo un sonido, indiferente, hasta que sintió un peso molestamente familiar sobre sus hombros.

“¡Sasuke! Te andaba buscando”, exclamó Suigetsu sonriente, con el brazo apoyado sobre el hombro del Uchiha, y este lo apartó de inmediato. No pareció importarle mucho, porque desvió la mirada hacia el rubio y lo escaneó sin siquiera disimular su desagrado, como si nada. “¿Y vos sos…?”.

Incluso para Sasuke, era difícil adivinar si en ese momento Suigetsu se estaba haciendo el boludo o genuinamente lo era. Probablemente ambas.

“Flaco, acabo de jugar contra vos”, bufó, cerrando con fuerza la tapa de su botella.

“Sí, sí, eso ya lo sé, maestro. Difícil olvidarme de vos si te la pasás gritando”, revoleó los ojos, como si fuera obvio. “Digo tu nombre”.

"Naruto", respondió, masticando bronca y sospecha en partes iguales. No lo culpaba: si fuera él, también reaccionaría de la misma manera. En términos de socialización, Suigetsu era el tipo más anormal y sin filtros que conocía. "Naruto Uzumaki".

Esbozando una amplia sonrisa en la que mostró todos los dientes, Sasuke intervino antes de que este pudiera hablar. "¿Qué querés, Suigetsu?", escupió, cortante. Con lo mecha corta que eran esos dos, todo apuntaba a que iba a terminar mal.

"¿Yo? Nada en realidad", desestimó casualmente, ignorando la mirada amenazadora de su amigo. "Nomás venía a comentar que Kakashi está arreglando con su profesor para jugar otro partido", y apuntó al rubio con la barbilla.

"¿Qué?", dijeron los dos al mismo tiempo. Sasuke se giró para verlo como si le hubiera tirado toda su colección de libros de Lovecraft a la basura.

"Qué decirte. Parece que están reviviendo viejos tiempos", comentó divertido, encogiéndose de hombros. Mirándolo de reojo, devolvió su atención a su objetivo original. "¿Qué decís, Nardo? ¿Querés venir otra vez a jugar contra nosotros?", dijo haciendo claro énfasis en la última palabra.

Claramente, estaba incluyéndolo, y eso no le gustaba ni mierda.

"Naruto", corrigió, cruzado de brazos, con un deje de fastidio en su tono de voz. Normal. "Y sí, da por hecho que voy a estar", aseguró, mirándolos a ambos sin dejarse intimidar.

Ahora que lo veía nuevamente, Sasuke comprendió un poco más la emoción detrás de sus ojos: determinación. ¿Por qué? Eran solo unos partidos de mierda. ¿Qué era lo que hacía que tuviera tantas ganas de jugar contra unos extraños? Y, para peor, en un lugar donde no pintaba nada.

La curiosidad incipiente en él no significó que aceptara como si nada, pero no lo rechazó tampoco. Normalmente, se habría negado a participar, y por más que Suigetsu intentara meterle algún tipo de presión, al igual que Kakashi, no podía chuparle más un huevo.

Algo andaba mal.

Notes:

Como muestra de buena fe, y de que soy un hombre que cumple su palabra, acá les dejo la 3ra parte del glorsario definitivo del lunfardo Argentino:

-Joder: Molestar, hinchar.

-Fua: Exclamación de sorpresa o énfasis.

-Joya: Perfecto, excelente.

-Arrugar: Echarse atrás, tener miedo.

-Flashear: Alucinar, decir cualquiera o exagerar.

-Inflar/se: Enojarse o presumir/agrandarse

-Bardear: Insultar, molestar.

-Bardo: Pelea o lío.

-Trompada: Golpe de puño.

-Cagada a pedos: Reto fuerte.

-Tocar pasto: Salir de casa tras mucho encierro.

-Romper el orto: Ganar ampliamente. (Muy vulgar)

-Mecha corta: Persona que se enoja fácil.

-No pintaba nada: No tenía sentido que estuviera allí.

-Congourbano*: Versión humorística/despectiva de “conurbano” (periferia de Buenos Aires).

 

Esta vez puse menos definiciones porque otras palabras que usan los personajes ya las puse en las partes anteriores del glosario, así que si tienen alguna otra duda vayan a revisar en los caps anteriores ;)

Chapter 4: ¿Qué te pasa, boludito?

Summary:

Sasuke entra por primera vez en las oscuras aguas del Conurbano Bonaerense.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

5 victorias contra 7 derrotas. Bueno, en realidad 8, si la final del torneo intercolegial contaba.

El panorama iba mejorando para Naruto, que había empezado con 4 derrotas contra 0 victorias de su parte. Al principio, cuando empezaron a jugar partidos amistosos, Sasuke le ganaba por goleada, y la bronca que sentía no hacía más que aumentar. Pero, durante el último mes, su rival no le pudo sacar la pelota casi en ningún momento.

El pecho del rubio se inflaba con orgullo cada vez que recordaba a su entrenador elogiar su progreso, y con razón: se había estudiado a la perfección los movimientos y el modo de juego del Uchiha, creando así nuevas formas de contraataque que le resultaban cada vez más efectivas.

Hacía rato que no se lo tomaba tan en serio.

Mientras Naruto organizaba sus pensamientos respecto al siguiente encuentro, ni bien salieron del colegio, Shikamaru se prendió un pucho con un encendedor al que casi ni le quedaba gas. “Boludo, ¿en serio no te da paja ir hasta Recoleta todos los fines de semana para jugar contra el chabón ese?”, preguntó su amigo, y Naruto arrugó la nariz cuando el humo le pegó de lleno en la cara por el viento. Desde que su padrino, Asuma, había fallecido en un accidente de moto el año anterior, había agarrado ese mal hábito de fumar. “Sé que te dije que le juegues la revancha, pero eso ya pasó hace rato y lo seguís viendo igual”.

“Nah, estoy acostumbrado”, respondió casualmente, encogiéndose de hombros. “Igual, justo no voy a poder ir mañana. Yamato me pidió que lo ayude en la carpintería”. Y sacó su celular, abriendo el chat de Sasuke para decirle eso mismo. Se había hecho casi una tradición que se vieran todos los findes para jugar. “Aparte, si Sasuke quisiera venir para acá, fijo lo duermen al toque”, agregó.

Shikamaru lo miró de reojo por la omisión que hizo. “Ni tanto, estás vos y todos en el barrio te conocen”, desestimó, dándole otra calada al pucho. “Si estás con él, dudo que le rompan las bolas”.

Naruto concordó con eso porque era verdad: hasta a los chorros les caía bien, y eso que ni se hablaba con ellos. Con quienes sí se llevaba era con sus viejas, que lo saludaban siempre que salía a hacer los mandados, iba a cortarles el pasto de sus casas o a hacer alguna otra changa cuando se le daba la oportunidad.

Cambiando repentinamente de tema, pasaron a hablar sobre el trabajo práctico que tenían que entregar para el lunes siguiente —que ninguno había hecho—. Lo cual era completamente extraño viniendo de Naruto, teniendo en cuenta que la mayor parte de las veces colgaba con eso hasta la noche anterior. Así que ambos estuvieron discutiendo al respecto mientras caminaban hacia sus respectivas casas. La de Naruto quedaba un par de cuadras más al fondo que la de Shikamaru; o sea, prácticamente al lado de la zona más jodida del barrio. Afortunadamente, nunca le había pasado nada a él ni a su vieja, porque Minato, su padrastro, era el panadero del barrio desde antes de que él naciera. Todos ahí lo amaban porque era la clase de tipo que regala $500 de bizcochitos cuando solo le pedís 1 kg de pan, así que estaban prácticamente inmunizados.

Después de que Naruto se despidiera de su mejor amigo y llegara a su casa, al entrar vio a su vieja sentada cómodamente en un sillón, así que se acercó y la saludó alegremente con un beso en el cachete. Ella estaba tomando mates en el living mientras miraba una de sus novelas turcas de la tarde, como siempre.

Kushina le sonrió de vuelta y, después de preguntarle cómo fue su día en el colegio, le comentó: “Hijo, hice una torta de manzana para que meriendes. La dejé en la cocina”, e hizo una seña hacia dicho lugar.

“¡¿Posta?!” La expresión del rubio se iluminó casi instantáneamente mientras corría y agarraba una porción. “Qué rico, má, la puta madre, gracias”, dijo con la boca llena, saboreando con placer la masa con manzanas recién horneadas. Claro, sin darse cuenta de cómo los ojos de su vieja estaban bien abiertos y mirándolo fijamente, con una expresión que haría a cualquiera cagarse hasta las patas.

“¡LA BOCA, NARUTO!”, rugió desde el sillón, levantándose abruptamente. El pibe se congeló en ese mismo instante, atragantándose con el pedazo de bizcochuelo que estaba masticando. “¡YO NO TE ENSEÑÉ A HABLAR ASÍ!”.

Tosiendo y con puro terror pintado en su rostro, intentó hacer lo posible para poder contestar: “Perdón, má, se me escapó”, se disculpó. Pero poco y nada pareció servir, porque se veía igual de enojada, y para peor, ahora tenía una ojota en la mano. En un intento desesperado para no sufrir el inminente impacto, levantó las manos con inocencia teatral y ojos suplicantes. “¡En serio!”.

“¡En serio las bolas!”, dijo revoleándole dicho calzado, que Naruto logró esquivar milagrosamente, sintiendo el viento rozarle el cachete. Ahora ella estaba diciendo malas palabras. “¡Que no te vuelva a ver hablando así! ¡¿Me escuchaste?!”.

Por unos instantes, Naruto evaluó seriamente si decirle que ella también acababa de hacer lo mismo por lo que lo estaba retando, pero sabía que iba a ser peor. Él nunca ganaba una discusión contra su vieja, independientemente de si tuviera la razón o no. “Bueno, bueno, te escuché”, asintió con la boca todavía llena, en cuanto agarraba otra porción para llevársela a su pieza. La mujer pelirroja suspiró de brazos cruzados, negando con la cabeza. Finalmente, pareciendo relajarse de nuevo, se sentó para seguir viendo la novela como si nada.

Antes de que Naruto pudiera hacer cualquier otra cosa, sintió su celular vibrar desde el bolsillo de su pantalón, por lo que, al sacarlo y desbloquear la pantalla, vio que era un mensaje de Sasuke. Nada raro. Lo que sí lo era fue lo que le había respondido, cosa que lo hizo fruncir el ceño al leerlo en cuanto masticaba.

 

-Tincho peloduro

‘A mí se me hace que no querés perder tu fugaz racha de suerte conmigo’
‘Cagón’

 

Naruto casi escupe la comida de la risa. ‘¿Justo yo cagón? Está falopeado este’, pensó haciendo una mueca, mitad divertido, mitad fastidiado.

Mientras escribía una respuesta, pasando por el living en dirección a su pieza, Kushina giró su cabeza en su dirección. “¿No vas a querer un mate, hijo?”, ofreció casualmente, con dicha bebida en la mano, como si no acabara de amenazarlo hacía tan solo unos minutos atrás.

“No, gracias, má”. El chico negó con la cabeza, apenas despegando la mirada de la pantalla de su celular antes de cerrar la puerta. Ella solo asintió, tomándose ella el mate que le había ofrecido.

 

‘????’
‘Dale, venite a mi barrio a ver quién es el cagón acá’

 

La respuesta de Sasuke tardó unos segundos en llegar, aunque había visto el mensaje, como si estuviera pensando qué decir.

 

-Tincho peloduro

‘Bueno’

‘Eh?’
‘En serio decís?’

‘Sí’
‘¿Por qué? ¿No puedo?’
‘¿O te da cosa que te gane en tu territorio?’

 

Naruto casi podía ver a Sasuke levantando una ceja para provocarlo a través de la pantalla. Igual de rompebolas que siempre.

 

‘No dije que no podés’
‘A ver, venite si querés’
‘Pero yo voy a estar libre a partir de las 4 de la tarde, y para cuando te vuelvas se pone jodida la cosa acá’
‘y cuando te tomes el tren para Retiro también’

‘Tengo auto.’

 

Naruto revoleó los ojos exageradamente, aunque no podía negar el pinchazo de envidia que sentía en ese momento. ¿Sasuke tenía auto? Debía ser de sus viejos, seguramente. Aunque bueno, teniendo en cuenta la guita que tenía ese pendejo mimado, no era demasiado flashero pensar que tuviera un auto propio. Y eso que iba al secundario. Amargado, Naruto escribió una respuesta.

 

‘Ah bueno, PERDONAME’
‘Te paso la dirección de mi casa, así vamos juntos’

‘¿Y por qué no me decís dónde queda la plaza directamente?’

‘¿Cómo que por qué?’

‘Sí’
‘¿Por qué?’

‘Decime, flaco, ¿qué vas a hacer si te perdés o empezás a dar vueltas por un barrio que no conocés y yo no estoy?’

‘...’
‘¿Me vas a pasar la dirección o no?’

 

Por más que estaba un poco molesto por la obviedad del asunto, una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Sasuke estaba tan ajeno a esas cosas. “Este no dura ni dos días en el conurbano”, murmuró para sí mismo, chasqueando la lengua con un deje de diversión mientras escribía la dirección.

 


 

“¿Flaco, en dónde carajo estás?”, reclamó Naruto acusatoriamente cuando el pelinegro atendió finalmente su llamada. Eran pasadas las 5 de la tarde y todavía no llegaba. Eso era lo más preocupante de todo: él nunca llegaba tarde a ningún lado.

“Donde me dijiste”. Su voz monótona a través del altavoz del celular sonaba aún más irritante que de costumbre. El rubio frunció el ceño, mirando por milésima vez a través de la ventana del living-comedor, que daba para la calle. No estaba ahí.

“No, claramente no estás”. Salió un segundo de la pantalla de la llamada para sacar una foto a la calle. “Mirá lo que te mandé”.

Hubo una pausa antes de que Sasuke hablara de nuevo. “Pasame tu ubicación”. Fijo se fue para cualquier lado. Naruto le hizo caso y, después de unos segundos más de silencio, volvió a escuchar su voz. “En 10 llego”. Y cortó sin esperar una contestación.

Bueno, por lo menos eso significaba que no estaba tan en la loma del orto, como llegó a imaginar en uno de los tantos escenarios catastróficos que maquinaban en la cabeza del rubio.

 


 

Cuando Sasuke llegó y se bajó de su auto después de estacionar, Naruto no hizo otra cosa que reírse en su cara, porque aunque tratara de parecer indiferente, era obvio que la había pasado considerablemente —muy— mal cuando se perdió. ¿Cómo mierda no había hecho algo tan simple como corroborar que la dirección estaba bien puesta en Google Maps?

“El GPS me llevó para cualquier lado”, mintió. Y aunque el chico frente suyo fuera bastante boludo, hasta él sabía que ese no era el caso.

“Sí, sí, lo que vos digas”, asintió condescendiente con una sonrisa pícara. Fue tan solo un segundo, pero Sasuke se puso rígido cuando sintió la mano de Naruto palmeando su hombro, como si fuera de lo más natural del mundo. Sasuke detestaba el contacto físico, y ese gesto lo dejó bastante en trance.

Pero lo que realmente lo descolocó fue el hecho de que no lo odió. Era extraño, sí, pero no horrible.

No era la primera vez que había tenido contacto físico con el rubio; lo habían hecho varias veces durante los partidos, en medio de algún pase, choque o caída accidental. Pero era la primera vez que lo hacía por fuera de estos, de forma totalmente intencional. Lo peor de todo fue la naturalidad con la que lo hizo, como si fuera algo que hiciera todo el tiempo. Aunque bueno, Naruto sí lo hacía con los demás, pero no con él. Tampoco eran tan amigos. Apenas eran conocidos amistosos que habían desarrollado una pequeña rivalidad futbolística durante los últimos meses.

Sus miradas se encontraron por un momento, y después de carraspear, Naruto se rascó la nuca y desvió la mirada. “Em, bueno, ¿vamos? Los pibes deben de estar en la plaza desde hace rato”, comentó. ¿Había sido tan obvio lo incómodo que lo dejó ese gesto? En un intento por alivianar el ambiente, el Uchiha asintió con tranquilidad, borrando cualquier rastro de tensión o emoción que podría haber dejado entrever por accidente. El chico a su lado también pareció relajarse y después se giró hacia la puerta de su casa, que todavía estaba abierta.

“¡MA, ME VOY A LA PLAZA A JUGAR CON LOS PIBES!”, gritó en dirección a la misma. Sasuke quedó aturdido por unos segundos. ¿Hacía falta gritar tanto para que lo escuche? Ya de por sí su voz era normalmente alta y muy ruidosa, pero parecía que podía ser diez veces peor, para desgracia de cualquiera que estuviera cerca y tuviera oídos sanos.

“¡BUENO, PERO NO VUELVAS TARDE!”, respondió una voz femenina desde adentro, que supuso que era la mamá de Naruto. Ya veía de dónde había sacado ese vozarrón.

“¡DEPENDE A QUÉ HORA TERMINE EL PARTIDO, MÁ, YA TE DIJE!”, replicó, dejando a Sasuke aún más aturdido de lo que ya estaba. En esos momentos pensó en meterle un saque a ver si bajaba un par de decibeles antes de que sus tímpanos estallaran.

“¡BUENO, ENTONCES NO TE QUEJÉS SI LLEGÁS Y NO QUEDAN LOS FIDEOS CON TUCO QUE VA A HACER TU PAPÁ!”.

Silencio.

Sasuke frunció el ceño al ver la expresión horrorizada de Naruto. ¿Ya está? ¿Eso significaba que se iban a ir?

Error.

El rubio desapareció de su lado en un abrir y cerrar de ojos, estando ahora con un pie dentro de su casa. El mismo giró la cabeza para verlo, con una expresión totalmente seria e impropia de él. Teniendo en cuenta que Naruto solía tener cara de tarado la mayor parte del tiempo, eso lo chocó todavía más, mientras le hacía una seña con la mano a modo de decirle que lo esperara. Confuso, solo asintió sin decir una palabra, aguardando de brazos cruzados.

“¡¿Cómo que papá va a hacer fideos con tuco y no me dijiste?!”, se escuchó la voz de Naruto ya adentro. Si su objetivo era que no escuchara la discusión extraña que tenía con su mamá, había fallado totalmente.

Sasuke no sabía si reír desconcertado o preocuparse por la situación. Era tan bizarro. Él nunca podría hablar así con su familia, y mucho menos con alguno de sus padres; hacerlo implicaría quedar prácticamente desheredado y vetado de su casa.

La —muy ruidosa— discusión entre ambos Uzumaki continuó durante unos minutos más, hasta que finalmente el rubio salió con una expresión triunfante en su cara, con una sonrisa enorme que mostraba todos los dientes. El pelinegro, que todavía estaba de brazos cruzados, soltó un suspiro contenido y negó con la cabeza en un intento de enterrar la sonrisa que amenazaba asomarse. Era un payaso ese tipo. ¿Cómo podía cambiar de humor tan rápido por un simple plato de fideos a la boloñesa?

Bueno, por lo menos tenía que reconocer que nadie podría llamar a Naruto un tipo aburrido.

“Bueno, ahora sí, ¡vamos!”, anunció casualmente, como si nada hubiera ocurrido, solo que no podía sacarse esa sonrisa boluda de la cara. “Aunque no nos podemos quedar hasta muy tarde, es medio jodido el barrio a la noche, ¿viste?”, agregó.

El joven Uchiha hizo una mueca por lo estúpidamente obvio que era el motivo verdadero detrás de sus palabras, pero no hizo ningún comentario al respecto. Únicamente suspiró una vez más y murmuró “tarado”, de forma inaudible mientras lo seguía.

 


 

Cuando llegaron a la plaza, los compañeros y amigos del barrio de Naruto ya habían empezado el partido. Aunque el susodicho estaba un poco ofendido y medio lo cagaron a pedos por llegar tarde también, nadie pareció darle mucha importancia al asunto y ambos chicos se sumaron al partido sin problemas.

Desde que tenía memoria, si Sasuke llegaba tarde aunque fuera por 5 minutos en un partido amistoso, estaba casi asegurado que iba a quedarse en la banca de suplentes. Pero acá no existía eso, no había ni siquiera límite de jugadores o siquiera un mínimo. Jugaban con los que había.

Esa informalidad y adaptabilidad de todos, que solo jugaban por gusto y ganas de competir, sin ningún otro objetivo de por medio, dejó a Sasuke altamente desconcertado.

Él nunca había visto el fútbol así.

El deporte para él no era otra cosa más que disciplina, reglas, estrategias, planificación y, sobre todo, deber. Nunca lo hizo realmente por gusto, y estaba seguro de que la mayoría de sus compañeros de equipo lo veían de forma similar también, jugando por costumbre o búsqueda de reconocimiento. Acá no parecía haber eso. Aunque alguno que otro era medio odioso, llevando la competitividad a otro nivel, no podía negar el hecho de que tenían genuinas ganas de jugar.

Y el mayor exponente de esa pasión estaba personificada en Naruto. Sus intensos ojos de azul cerúleo estaban concentrados en la pelota en todo momento, sus movimientos rápidos y certeros hacían que rebasara las defensas a pesar de ser toscos. Y por más que al pelinegro le doliera admitirlo, cada vez estaba más impresionado.

El joven Uchiha sintió un pinchazo en su pecho que identificó como… ¿Envidia? No, eso era imposible. Bajo ningún contexto sentiría eso por alguien como el tarado de Naruto. Sasuke era mucho mejor y tenía una técnica mucho más pulida y elegante que no tenía nada de mediocre.

Mientras divagaba en sus pensamientos, Sasuke, que corría con la pelota, no se dio cuenta de que el rubio estaba ahora a su lado y, con una sonrisa pícara, ágilmente le sacó dicho objeto y salió corriendo con ella tan rápido como llegó, dejándolo perplejo por unos instantes.

Mierda que lo había agarrado en bolas.

“¿Qué hacés, flaco?”, acusó una voz muy poco amable detrás suyo. “Dejaste que te sacara la pelota como si le hubieras hecho un pase. ¿Sos o te hacés?”. Reclamó un tipo de su equipo que parecía varios años mayor que él y nunca había visto en partidos anteriores. Sasuke no le respondió, solamente lo miró poniendo los ojos en blanco y apretando la mandíbula, saliendo de ese extraño trance en el que estaba previamente.

El tipo pareció molestarse todavía más por la falta de respuesta, por lo que después de chasquear la lengua con fastidio lo empujó, haciéndolo tambalear hasta el punto de casi caerse al piso, si no fuera porque su pierna derecha soportó todo su peso. “¿Qué mierda te pasa?”, escupió finalmente el pelinegro con hostilidad, no estando dispuesto a dejar pasar una provocación física como si nada.

“A vos qué te pasa, boludito”, respondió el otro con el mismo nivel de agresividad. “Si no vas a jugar, para eso ni vengas. Pedazo de manco”.

Este sí que se la estaba buscando.

Los demás, al ver la discusión, detuvieron el partido e intentaron intervenir lo más rápido que pudieron, pero el de pelo gris y peinado hacia atrás parecía estar buscando comerse una buena trompada, mirándolo a Sasuke desde arriba como si fuera el dueño del barrio.

Antes de que pudiera responder, Naruto apareció entre sus compañeros y se interpuso entre ambos, en un intento de calmar las cosas. Por desgracia, eso solo pareció darle un motivo más al provocador para joderlo a Sasuke y hacerlo perder el poco autocontrol que conservaba en esos momentos.

“Dale, Naruto, no me vengas a decir que ahora te vas a poner a defender a este gil”. Desafió con una sonrisa desagradable formándose en su rostro. “No me digas que es tu noviecito ahora”.

Las facciones del rubio se endurecieron, cambiando hacia una mueca de asco, haciendo que a Sasuke se le formara un nudo en el estómago por alguna razón. Antes de que Naruto, que ahora apretaba los puños con fuerza, hablara, uno de los chicos que el Uchiha reconoció, cuyo nombre creyó recordar que era Lee, intervino con un tono serio pero mediador. “Hidan, calmate. Solo le sacaron la pelota y ya, no te pongas a pelear por esta boludez”.

Bufando con fuerza, respondió señalando al pelinegro con asco. “Este ni es de acá, loco. Ni sé por qué vino en primer lugar”.

“Es mi amigo”, sentenció Naruto con una severidad que nunca había escuchado antes salir de su boca, haciendo que la piel de Sasuke se erizara en respuesta, enviando un escalofrío por su columna vertebral. “Y yo lo invité, Hidan. Como dijo Lee, no hagás quilombo al pedo”.

El tipo levantó una ceja, su sonrisa engreída dejada atrás. El ambiente era evidentemente tenso, pero Sasuke no podía adivinar si lo que se venía ahora era una pelea o no. Fue entonces que, después de unos segundos, Naruto suspiró fuerte ante la falta de respuesta del otro y puso una mano sobre el hombro de Sasuke, sorprendiéndolo en el proceso.

Pero no intentó apartarlo tampoco.

Hidan solo chasqueó la lengua al ver que casi todos parecían estar del lado del Uzumaki, a la espera de que hiciera el más mínimo movimiento para saltarle encima y defenderlo en caso de que fuera necesario.

Una vez que desistió y se fue después de patear con fuerza un cascote tirado por ahí, Naruto se giró hacia Sasuke. “Mejor nos vamos. Perdonen, chicos, sigan jugando si quieren”, anunció con una gentileza que parecía difícil de asimilar, teniendo en cuenta que hace tan solo unos instantes no había nada más que bronca y disgusto previo. “Aparte, ya se está haciendo tarde”.

El pelinegro solo asintió, sin saber qué responder realmente, así que se limitó a seguirlo hasta que salieron de la plaza. Fue recién ahí que Sasuke pudo liberar la respiración que ni sabía que estaba conteniendo.

Aunque tardó en darse cuenta de que el verdadero motivo era porque Naruto solo recién ahí sacó la mano de su hombro.

 


 

Había pasado demasiado en un solo día, y eso que todavía no terminaba.

El camino de vuelta a la casa de Naruto había sido silencioso, ambos aún tensos por lo que acababa de pasar hacía tan solo unos minutos. Se sentía en el aire que querían decir algo, pero no encontraban las palabras. El pelinegro se encontraba completamente fuera de su zona de confort, sin saber cómo reaccionar. Eso lo jodía ampliamente.

Una vez que llegaron, Sasuke se subió a su auto y se despidió incómodamente, sin mirar a su amigo a los ojos. Ridículo. Sasuke no evitaba la mirada de nadie, por más amenazadora que fuera.

Pero Naruto era lo opuesto a amenazante… ¿Entonces por qué?

No era propio de él. Nada de esto lo era.

Si hacía unos meses le hubieran dicho que estaría en una situación similar a aquella, probablemente se habría reído cínicamente por lo estúpido que sonaba. Pero ahí estaba: a las 8 de la noche de un sábado en el conurbano por voluntad propia, con el chabón que lo había llamado “pecho frío” el día que se conocieron y con el que casi se pelea a golpes.

Fue en ese instante de realización, estando solo en su auto y viendo al rubio entrar a su casa, que, sin darse cuenta, su rutina de los fines de semana había cambiado: de estar encerrado en su pieza, maratoneando películas de culto hasta altas horas de la madrugada… a esto.

Y la peor parte era que no lo odiaba.

Capaz que Sasuke, durante ese torneo meses atrás, se había lesionado la cabeza y no el hombro, como creyó.

Casi derritiéndose en el asiento del conductor, encendió su auto al igual que sus parlantes, que empezaron a reproducir su playlist favorita de R&B, decidido a no pensar en absolutamente nada más durante lo que restase del día.

Notes:

¡Hola una vez más! En vistas de que la mayoría de las palabras del lunfardo ya las expliqué en las notas de capítulos anteriores, voy a dejar un par de aclaraciones cuando el contexto de dichas expresiones cambian de tono.

En Argentina, por lo general cuando le agregamos la abreviación "-ito" después de un insulto, es básicamente como una declaración de guerra jajajja (por ej: boludito, taradito, tontito, etc). En vez de suavizar el insulto, acá empeora y se vuelve totalmente personal.

Con eso dicho, les dejo las palabras nuevas del lunfardo que usé en este cap:

-Chorros: ladrones, delincuentes

-Lo duermen al toque: lo asaltan enseguida

-Zona jodida: zona peligrosa.

-Ojota: sandalia de goma, chancla, chancleta, etc.

-Falopeado: drogado o, en sentido figurado, alguien que dice o hace boludeces.

-Chabón: tipo, flaco, sujeto cualquiera.

-Cagón: persona cobarde.

-Manco: insulto futbolero para alguien que juega muy mal.

-En bolas: desnudo o desprevenido

Chapter 5: Piedras no, cascotes

Summary:

Viaje largo en trasporte público y día de tormenta casi nunca son una buena combinación.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Hacía un frío de la puta madre, pero Naruto había ido igualmente a Recoleta para jugar otro fin de semana más, sin contar con la inminente odisea a la que se enfrentaría para volver a su casa.

Pero lo que realmente importaba era que se iba con una satisfactoria victoria contra cierto chetito de la zona.

Eso sí, no contaba con el hecho de que iba a empezar a llover a cántaros ese día. Claramente no llevaba paraguas. Además, el único que tenía se le había roto hace rato, y con lo colgado que era el rubio, nunca se acordaba de comprarse otro. Bueno, ahora que estaba todo empapado esperando el bondi para ir a Retiro, sí que lo hacía.

La parada en donde estaba no tenía techo, así que se refugió como pudo debajo de un árbol cercano. No sirvió de mucho, pero era mejor que nada. Lo único que le preocupaba era que empezara a granizar; ahí sí que se iba a poner jodida la cosa.

Y efectivamente, así fue.

‘Buenísimo, la concha de mi madre’. Además de llegar empapado a su casa, también iba a hacerlo con la cabeza abierta por un piedrazo, si es que era capaz de volver siquiera, claro. Lanús tenía fama de ser la Venecia tercermundista por algo.

Viendo que el árbol ya ni le servía como reparo, cruzó la calle corriendo hasta un supermercado. Al entrar, una de las empleadas lo miró con cara de culo, probablemente por dejar todo el piso embarrado. Pero bueno, era mejor eso que ser atacado brutalmente por la madre naturaleza.

Tampoco tenía un mango encima, así que vagó por los pasillos por un rato, sin intención de comprar nada en particular. Fue entonces que sintió su celular vibrar en su bolsillo, interrumpiendo su recorrido.

Era una llamada de Sasuke.

“¿Hola?” preguntó el rubio después de contestar.

“Che, ¿te tomaste el colectivo?” preguntó sin rodeos, su voz sonando monótona como siempre.

Una sonrisa burlesca se pintó automáticamente en su cara. “¿Qué pasa, Sasuke? ¿Estás preocupado por mí?”, bromeó, suavizando su voz teatralmente conmovido. Joderlo le salía natural, y no pensaba desaprovechar ni la más mínima oportunidad para hacerlo.

Lo que sí no era natural, era el extraño pinchazo en el pecho que le siguió a eso.

Se escuchó un suspiro fastidiado del otro lado. “Dale, tarado, ¿te lo tomaste o no?”.

“No, estaba esperando el bondi, pero cuando empezó a granizar me tuve que meter en un Carrefour que estaba enfrente”.

Justo cuando terminó de decir eso, el rubio abrió los ojos de par en par, contemplando con total horror cómo el mismo colectivo que tenía que tomarse pasaba por enfrente. Naruto puteó tan alto que otras personas que estaban comprando se giraron a verlo, alarmados, y después con disgusto. Avergonzado, se restregó la cara con frustración y respiró fuerte por la nariz.

“¿Qué pasó?” La preocupación de Sasuke ahora era evidente. Otra vez ese pinchazo.

Soltando un gemido en agonía respondió: “Acaba de pasar justo”. Se pasó una mano por el pelo y gotas de agua cayeron al piso. “El próximo va a pasar como dentro de media hora más o menos, pero una empleada de acá me está mirando con cara de orto y me da miedo”, dijo, tragando en seco mientras la veía de reojo. Efectivamente, seguía mirándolo.

No hubo respuesta por parte de Sasuke por unos segundos, por lo que Naruto creyó que le había cortado, pero cuando lo corroboró, vio que la llamada seguía conectada, así que volvió a apoyar su celular en su oído.

“Sas…?”

“Pasame tu ubicación”, dijo el Uchiha finalmente.

“¿Eh?” Naruto frunció el ceño, sin comprender. “¿Por qué?”

“Te paso a buscar”, respondió fastidiado, como si fuera lo más obvio del mundo. Bueno, capaz sí lo era, pero no para Naruto. “¿O te querés quedar ahí hasta que te echen, un cascote te reviente la cabeza y te deje más boludo de lo que ya estás?”.

El rubio soltó un bufido por el insulto innecesario del final, pero eso no quitaba el hecho de que Sasuke se estaba ofreciendo a ayudarlo. Por lo que, después de dudar unos segundos, le replicó de igual forma: “Pero se te puede hacer percha el auto, boludo, no te hagás drama, no es la primera vez que me pasa algo así”.

“No deberías estar a más de diez cuadras de acá”, dijo simplemente, como si le chupara un huevo la situación. Aunque sus palabras se contradijeron con su actitud. Naruto abrió la boca para responder, pero el pelinegro continuó: “Te podés quedar en mi casa hasta que pare de llover un poco”.

Un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo vino sin previo aviso. No sabía si era por la amabilidad aterradoramente sospechosa e inusual del otro, o bien porque estaba cagado de frío. Ambas opciones eran completamente posibles en ese momento, pero no había tiempo para determinar cuál de ellas era.

Rezando internamente para que no se arrepintiera, cuestionó nuevamente: “¿Seguro?”. Intentó sonar lo más neutral posible, pero el calor que se expandía en su pecho y la sonrisa esperanzada que amenazaba con escaparse de su cara no ayudaban.

“Si seguís dando vueltas, no”, le contestó cortante, y Naruto casi pudo imaginarse a Sasuke revoleando los ojos como le encantaba hacer casi siempre. Era una amenaza vacía, pero igualmente fue lo que necesitaba escuchar en ese momento.

Sin poder contener más su expresión, soltó una pequeña risa entre dientes en cuanto entraba a su chat, haciendo caso a su pedido. “Bueno, bueno, ahí te la pasé”.

Sasuke murmuró un “Okay” casi inaudible, y antes de que el susodicho cortara la llamada, el rubio suavizó su tono de voz y agregó: “Gracias, Sasuke”.

Hubo unos segundos de silencio antes de que se escuchara un simple “Hm” como respuesta. Y cortó.

Extrañamente, se le había ido un poco el mal humor.

 


 

Alrededor de cinco minutos después, Naruto vio el auto de su más reciente amigo estacionarse enfrente. Apurado, agarró un paquete de Pitusas y fue rápido a la caja para pagarlo. No tenía un peso en efectivo, así que, con un suspiro, abrió la aplicación de Mercado Pago, rezando para que le alcanzara la plata para comprarlo. Hubo un silencio incómodo mientras la misma cajera de antes esperaba que el otro pudiera abrir dicha aplicación, que no quería cargar porque no le llegaba la señal. ‘Si se me llegan a acabar los datos, me mato’, pensó, clavando la mirada en la pantalla de su celular a modo de amenaza silenciosa.

Afortunadamente, cargó después de unos segundos. Llegó justo de plata para pagarse eso, y ahora estaba totalmente seco. “Y eso que cobré la semana pasada”, se lamentó entre murmullos, arrastrando los pies hacia la salida.

Mentalmente preparado para volver de lleno a la tormenta, una vez abrió la puerta, fue corriendo en dirección al auto estacionado, casi cayéndose al pisar una baldosa rota durante el corto trayecto. Si sus zapatillas ya estaban llenas de agua, ahora eran prácticamente una pecera. Por lo menos, se pudo estabilizar antes de que pudiera volverse un escenario más humillante y probablemente doloroso.

Casi podía ver a Sasuke burlándose de él a través de los vidrios polarizados del coche. Y efectivamente, era así. Cuando entró, lo vio sonriendo con malicia, dejando en claro que había visto en primera fila lo que acababa de ocurrir. No dijo nada, lo que lo hizo todavía más humillante.

Por más que la sonrisa de Sasuke fuera burlona, Naruto desvió la mirada automáticamente, sintiéndose estúpidamente nervioso, o mejor dicho, estúpido y ya. “Hola de nuevo a vos también”, respondió sarcásticamente después de chasquear la lengua, deseando que se le hubiera ocurrido una mejor respuesta. Avergonzado, frunció los labios con fuerza y se cruzó de brazos, acomodándose en el asiento del pasajero y contemplando la tormenta que caía con furia.

Recién cuando el auto arrancó, se dio cuenta de que su asiento estaba cubierto con un toallón enorme. Sasuke lo miró de reojo y habló: “No quiero que me dejés el auto hecho un desastre, le cambié la tapicería el mes pasado”. Tenía sentido. Entonces, el pelinegro después señaló con la mano que no estaba agarrando el volante, otra toalla más chica que estaba en el asiento de atrás. “Esa es para el pelo”.

La confusión de Naruto solo pareció aumentar. “¿Cómo sabías que iba a estar todo empapado?”

Sasuke hizo una mueca burlona, sin desviar la mirada del camino. “Es obvio que no ibas a ser capaz de acordarte de traer un paraguas ni aunque te pagaran”.

“¡Ey! el que tenía se me rompió”, se defendió, obviando el hecho de que eso había sido hace más de un año. El conductor solo lo miró de reojo, sin creerle realmente.

 


 

Al cabo de unos minutos, llegaron a la casa de Sasuke, y Naruto no pudo evitar mirar asombrado cómo el portón se abría automáticamente, después de que una cámara escaneara la patente del auto. ‘Qué elegancia la de Francia’, revoleó los ojos cuando Sasuke estacionaba en el garaje, donde ya había un auto y una camioneta.

El Uzumaki murmuró un permiso antes de entrar, un poco intimidado por la situación. Después de todo, era la primera vez que entraba a la casa del otro. Al no escuchar ninguna respuesta, y ver todas las luces apagadas, preguntó: “¿Tus viejos no están?”

“No”, negó con la cabeza, encendiendo las luces con un control remoto. “Los fines de semana se van a Puerto Madero”.

“¿Por laburo?”

Sasuke negó con la cabeza. “Van a visitar a mi hermano”.

El chico parpadeó. “¿Y te quedás vos solo?”, indagó, con las cejas levantadas, todavía secándose el pelo con la toalla prestada. El menor de los Uchiha asintió inexpresivamente, con total naturalidad.

Su tajante indiferencia lo desconcertó. ¿Realmente le daba igual? ¿Desde hace cuánto se quedaba solo durante varios días? Quiso preguntarle, pero por algún motivo esas palabras no salieron de su boca.

Un silencio un tanto incómodo se asentó cuando Naruto no supo qué más decir; solo había asentido con un sonido, hasta que cuestionó por qué el pelinegro ahora miraba con disgusto en dirección al suelo. El rubio tardó unos instantes hasta que también bajó la mirada y se dio cuenta de que era por sus zapatillas empapadas. “Uh, perdón, boludo. ¿Querés que me las saque?”, preguntó, rascándose la nuca. Pero Sasuke ya se había ido.

Sin saber qué hacer, e incapaz de sentarse en algún lado porque a donde iba dejaba rastros de agua, se puso a chusmear el living con la mirada. Era muy lindo, como era de esperarse; todo estaba limpio y perfectamente ordenado, hasta las plantas de interior que adornaban el lugar estaban bien verdes y cuidadas. En las paredes había un par de cuadros colgados que, al observarlos más detenidamente, tenían la firma de Sasuke. Quién lo hubiera dicho. Una media sonrisa divertida se asomó por sus labios al imaginarse al chico medio sombrío, pasando horas pintando en un lienzo mientras escuchaba probablemente música pretenciosa.

Bueno, todo en el lugar parecía un poco pretencioso en su opinión, sobre todo cuando vio a lo lejos que en el comedor había un candelabro enorme colgando arriba de la mesa. Pero bueno, tenía que admitir que esos cuadros adornaban muy bien, realzando ese toque sofisticado al ambiente, y eso que Naruto no sabía una goma de arte.

La observación del Uzumaki se vio interrumpida cuando algo impactó repentinamente contra su cabeza. ¿Otra toalla? No, era ropa que Sasuke le acababa de tirar a la cara sin la menor sutileza. “Tomá, cambiate que me embarrás todo”, señaló entonces al piso, donde dejó un par de pantuflas negras idénticas a las que estaba usando él mismo ahora.

“Ah, ¡no hace falta! Total, apenas pare de granizar me voy”, respondió, desconcertado por el gesto y agarrando rápidamente la ropa que el otro le dio antes de que se cayera.

Sasuke levantó una ceja cuestionadora. “¿Y vas a volver a tu casa así?”, señaló, mirándolo de arriba a abajo con los brazos cruzados. Naruto tragó en seco. “Te vas a cagar enfermando”.

Por más que quiso hacerse el boludo a pesar de estar incómodo y cagado de frío con esa ropa, le contestó entre dientes: “...ese es mi problema”. Contradiciéndose, porque después de decir eso, le preguntó dónde estaba el baño para poder cambiarse. Sasuke se descruzó de brazos y descansó una mano sobre su cintura, pareciendo irritantemente divertido al ver a Naruto sacarse las zapatillas mientras este iba al baño refunfuñando, como un nene chiquito.

Como Naruto y Sasuke tenían prácticamente el mismo talle, la ropa que el otro le dio se acomodó perfectamente en su cuerpo. El chico hizo una mueca cuando se miró al espejo. ¿Absolutamente todo tenía que ser negro? Parecía que iba a un entierro con esas pintas, o que era un emo en el mejor de los casos. Era cómodo por lo menos, concluyó, encogiéndose de hombros. Eso sí, había un problema que notó cuando terminó de ponerse la remera. El olor.

Toda la ropa olía a Sasuke.

Y por más extraño que fuera tener su olor encima… no era realmente incómodo. A ver, Sasuke había sido un tipo limpio desde que lo conoció, y era normal que su ropa oliera igual de bien que él. Menta y un toque de… ¿lavanda capaz? No sabía, pero era rico.

El tema acá era que Naruto nunca le había prestado atención a esas cosas cuando usaba prestada la ropa de Shikamaru, Kiba o algún otro de los pibes. A menos que oliera a mierda, claro. Pero en este caso era todo lo opuesto a eso.

Fue entonces que cayó en cuenta de que, si el chico en la habitación de al lado supiera lo que estaba pensando, probablemente lo miraría con cara de asco y le diría que era un puto raro. Bueno, capaz sí era raro, pero no puto. A Naruto le gustaban las minas, de eso no había dudas, Sakura le había gustado durante años aunque no le diera bola, así que no iba por ese lado.

Horrorizado por la línea de pensamiento tan bizarra que estaba teniendo, se miró una última vez en el espejo y se golpeó los cachetes colorados antes de salir del baño.

Capaz sí se estaba por engripar.

Notes:

Capítulo corto, lo sé, pero les prometo que antes de que termine el mes voy a estar subiendo el siguiente!

Y como siempre, les dejo el glosario:

-Frío de la puta madre: Hace muchísimo frío.

-Chetito: Chico con aires de rico o superioridad.

-Bondi: Autobús / colectivo.

-Colgado: Despistado, olvidadizo.

-Cascote: Piedra o trozo de ladrillo (usado humorísticamente por granizo grande).

-Cara de culo / cara de orto: Gesto de enojo o mal humor.

-Mango: Dinero. “No tener un mango” = no tener plata.

-Hacerse el boludo: Fingir no entender o no darse por aludido.

-Percha / hacerse percha: Dañarse, arruinarse.

-Chusmear: Curiosear, mirar sin mala intención.

Notes:

Lo prometido es deuda, así que les dejo el glosario de lunfardo y expresiones argentinas:

-Remera de Boca: Camiseta del Club Atlético Boca Juniors, uno de los equipos de fútbol más populares de Argentina.

-Cagarse a piñas: Pelearse a golpes.

-Superclásico: Partido entre Boca Juniors y River Plate, los dos clubes más grandes del país.

-Una banda: Mucho. Ej: "llovió una banda" = llovió muchísimo.

-Amonestación: Sanción o advertencia formal que queda registrada en el boletín escolar.

-Dar bola: Prestarle atención o interés romántico a alguien.

-Chamuyar: Intentar seducir o conquistar a alguien mediante charla.

-Meterle pata: Le ponía esfuerzo, se esforzaba.

-No me quemés: No me delates / no me expongas frente a otros.

-Flaco: Forma informal de referirse a alguien, sin relación con el peso. Ej: "Ey, flaco" = "Che, vos".

-Pajero: Puede significar "vago" o "tonto", depende del contexto. También puede significar pervertido o degenerado.

-Picadito: Partido informal de fútbol, generalmente en la calle o en una plaza.

-Hacerlos bosta: Ganarles ampliamente / destrozarlos.

-Boludo: Término muy común en Argentina. Puede ser un insulto leve o un modo afectivo entre amigos, según el tono.

-Nos re cagaron: Nos hicieron trampa / nos engañaron.

-Forro/s: Persona molesta, desagradable o injusta.

-Pecho frío: Persona que no demuestra pasión o entrega (muy usado en contexto futbolero).

-Carrear: Termino gamer adaptado; significa cargar con el peso de la victoria, hacer todo por el equipo.

-Caradura: Persona sin vergüenza, desfachatada. También puede decirse con cariño.

-Pollera: Apodo para alguien que está muy pendiente de su pareja

-Que no te cabía una: No te gustaba para nada.

-Hacerse el vivo: Hacerse el canchero, creerse superior o hacerse el listo.

-Gallina/s: Apodo burlón para los hinchas de River Plate (rival de Boca).