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Fandom:
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Language:
Español
Series:
Part 1 of Tinta sobre la piel, marcas en el alma
Stats:
Published:
2025-07-05
Completed:
2025-07-24
Words:
51,124
Chapters:
14/14
Comments:
84
Kudos:
129
Bookmarks:
15
Hits:
1,611

Satori. Grabados en Dorado y Sombra

Summary:

En un mundo donde todos tienen un alma gemela, con una marca que aparece entre los 18 y 20 años, Naruto Uzumaki creció con arte en sus muñecas, sabiendo quién era, pero también temiendo que probablemente lo odiaría.

- Incluso si un demonio como tú puedes tener alma gemela, seguramente te odiará toda la vida. Nadie podría amarte.

Solo, rechazado y temido en la aldea que debería ser su hogar, encuentra consuelo en el diseño grabado en su piel: una promesa silenciosa de que alguien, algún día, lo amará. Con el apoyo de Iruka, Naruto cambia su destino y el de muchos, esforzándose para ser alguien a quien su alma gemela quiera tener a su lado, tratando de superar sus temores y su creencia de que incluso alguien como él merece ser amado.

Notes:

El hilo principal de la historia ya esta terminada y tengo varios capítulos listos, así que es probable que tenga actualizaciones constantes. Probable.

Me ofende que no hayan más historias ShikaNaru con lo mucho que amo a la pareja, así que esta es mi señal de: El amor esta en todos lados y si Kishimoto no quiere verlos juntos, ¡FUERCENLO!

:)

Chapter Text

Todos tienen un alma gemela, alguien que está destinado a ser su compañero de vida, el otro lado de su alma y espíritu, el ying del yang, la contraparte de su chakra, listo para ser el ancla de su existir.

Hay miles de historias, libros escritos, romances bellamente detallados que cuentan relatos trágicos y hermosos, almas gemelas con romances épicos y finales felices. Cada persona crece con la ilusión de que su marca del alma aparezca y finalmente conocer a su persona. Pero la marca de alma gemela aparece cuando uno llega a la adultez, entre los 18 y 20 años. 

Por supuesto, las reglas no siempre se cumplen, incluso las reglas del alma y del destino. Y por supuesto, Naruto sería uno de ellos, una anomalía en el tejido de la realidad. Naruto siempre ha tenido su marca de alma gemela, desde que tiene memoria, el diseño siempre ha estado acompañándolo, una brizna de color y arte en su muñeca derecha. 

Un hermoso par de astas majestuosas, que rodeaban un sol brillante y dorado, con hermosos diseños en colores negro y dorado danzando a su alrededor, era hipnótico. Naruto podía pasar horas viendo el diseño, dibujándolo en todos sus cuadernos, memorizando las figuras con su pequeño dedo acariciando su contorno. 

Cuando le preguntó a Jiji por qué él ya tenía su marca del alma y los demás no, el anciano solo le contestó que era porque Naruto tenía mucho chakra, pero que debería mantenerla oculta. Naruto no quería sentir vergüenza de su marca ni ocultarla, pero las duras palabras de Jiji, diciendo que podría poner en peligro a su otra mitad callaron cualquier queja del niño. 

No sería hasta muchos, muchos años después que Naruto se enteraría que en realidad era ligeramente diferente, que fue por la influencia del chakra del Kyubi al cual fue sometido a tan corta edad y que se enlazó con su alma lo que sacó a relucir su marca mucho antes de lo que debería haber sido. 

 

Si bien para muchos la idea de encontrar a su otra mitad era un sueño, un suspiro de amor y felicidad, para Naruto era mucho más que eso. Naruto estaba solo, no tenía un hogar, ni familia, ni nadie a su lado. Saber que en un futuro tendría a su alma gemela a su lado consolaba al pobre niño que a veces, se acurrucaba alrededor de su marca, llorando mientras sus heridas sanaban, preguntándose porque los demás lo odiaban tanto y rogando que su alma gemela lo amara. 

Por supuesto, su vida nunca fue fácil y, cuando tenía 5 años, fue llevado a un departamento pequeño, sucio y destartalado y le dijeron que a partir de ese día viviría allí. No podría volver al orfanato. Cuando le pregunto a Yuna-San por qué, ella le siseo, enojada. 

Hemos aguantado tu presencia maligna por años, agradece que no te hayamos dejado en la calle cuando aprendiste a caminar. – Naruto retrocedió, asustado. Cuando Yuna-San se alteraba así siempre lo lastimaba, y Naruto no quería estar herido de nuevo. – Siento pena por la pobre alma que esté atada a la tuya, y ruego porque lleve años muerta, para no tener que vivir con la vergüenza de ser tu alma gemela. Incluso si un demonio como tú puedes tener alma gemela, seguramente te odiará toda la vida. Nadie podría amarte. – con esas palabras crueles, la mujer lanzó una mochila en la pequeña cama de lo que debería ser su nuevo departamento. –Irás a la oficina de asignación de misiones cada primer día de cada mes y te darán tu asignación mensual. No vuelvas al orfanato. – y con eso, la mujer se fue.

Naruto, de 5 años, se quedó solo en un departamento, para aprender a vivir por su cuenta. 

 

***

 

Esconder su marca se volvió una rutina después de eso, sus cuidadoras en el orfanato siempre vendaban la marca con mucha fuerza y su piel quedaba enrojecida o morada. 

Cuando comenzó a ir a la Academia a los 7 años, llevaba escondiendo su marca por tanto tiempo que ya era memoria muscular, levantarse cada mañana, ducharse y vendar ambas muñecas, solo para mayor seguridad. Los primeros años en la academia no fueron fáciles, exactamente, pero nada en su vida lo era, así que se adaptó. Tenía la esperanza de hacer muchos amigos pero, los niños escuchaban a sus padres, y los padres odiaban a Naruto, así que la mayoría de sus compañeros lo evitaban o molestaban activamente. Lo odiaban, lo encontraban irritante, molesto y ruidoso, sin tener miedo en gritarle que se callara de una vez, que se quedara quieto, que se fuera a la mierda. Pero eso estaba bien con él, porque Naruto se había obligado a sí mismo a ser así todo el tiempo, para que la aldea no pudiera fingir que Naruto no existía, para que supieran todo el tiempo que estaba allí, incluso si lo odiaban.

 

Es cuando tiene 9 años que, con una respiración entrecortada, Naruto descubre quién es su alma gemela. Era septiembre, el 22, el cumpleaños de Shikamaru.  El niño era perezoso, inteligente, astuto, y aunque era un heredero de Clan, no era muy popular por su pereza. Nadie quería hacer equipo con un compañero que se la pasaba durmiendo y tenía las notas tan bajas. Naruto sí, junto con Kiba y Choji, por supuesto. Eran lo más cercano a amigos que tenía y Naruto los adoraba. 

Cuando Shika les dijo el día anterior que fueran a su casa para celebrar su cumpleaños, Naruto quedó extasiado. Uso todo el dinero que tenía ahorrado para comprarle a su amigo una bonita caja de madera bellamente tallada, con un cepillo y ligas para el cabello que probablemente le vendieron el doble de lo que debería costar, pero a Naruto no le importó. Tan pronto como Shika abrió su obsequio y le sonrió, Naruto sintió que su respiración se atascaba en su pecho. Shika era muy bonito, especialmente cuando soltó su pelo y uso una de las ligas que Naruto le había obsequiado. Pasaron la tarde comiendo bocadillos y jugando a orillas del bosque de su familia, cuando un grupo de enormes ciervos se acercaron a ellos. Kiba y su compañero canino, Akamaru, estaban asombrados. Choji ya estaba acostumbrado a las criaturas y Naruto… Naruto solo pudo observar a Shikamaru, acariciando con cuidado la cabeza coronada de astas del que era obviamente el líder de la manada, las sombras se arremolinaban a su alrededor y la luz del sol atravesaba las hojas de los enormes árboles. 

Oh… Oh, Shikamaru era… era su…

 

Naruto sintió una descarga enorme de energía recorrer su cuerpo. Shikamaru, era su alma gemela, su tranquilo y agradable compañero, quien siempre invitaba a Naruto a pasar tardes soleadas observando nubes y le susurraba las respuestas en clase mientras fingía dormir, Shikamaru era su compañero, su mitad del alma, su ancla. El diseño, que Naruto podría dibujar incluso dormido, tenía sentido ahora. Shikamaru, rodeado de ciervos, con el jutsu de su clan vibrando con su chakra. Era luz y sombra, era poder oculto, era destreza. Era Shikamaru. Estuvo tan feliz que no cabía en sí mismo, quería abrazar a Shikamaru, correr por toda la aldea gritando su felicidad y presumiendo a todos sus compañeros que tenía su alma gemela, que le habían regalado a la persona más genial y que se murieran de envidia. Naruto estaba tan felíz que corrió hacia él para abrazarlo y decirle, hasta que oyó al padre de Shika llamarlo. 

– Ten cuidado de acercarte a los ciervos lentamente, Naruto. Tanta energía podría asustarlos. – el comentario fue inocente, casual e incluso preocupado, pero de repente cayó sobre Naruto como un balde de agua fría.

Shika no era como Naruto, no tenía su marca, no estaba solo y desesperado por compañía, tenía una familia que lo cuidaba y amaba, amigos agradables y era el heredero de uno de los clanes más poderosos de la aldea, inteligente, estratégico, impresionante. Y Naruto era solo… solo Naruto. Repentinamente, las palabras de Jiji volvieron a su mente, advirtiendo sobre el peligro, las palabras de la Matrona del orfanato le quitaron todo el aire de sus pulmones; – Incluso si un demonio como tú puedes tener alma gemela, seguramente te odiará toda la vida. Nadie podría amarte . – y Naruto retrocedió, un paso, luego otro. 

No, no podía decirle nada, no a Shikamaru, que no había sido más que amable con Naruto. Si todos en la aldea lo odiaban… ¿Shikamaru también lo haría, si supiera?

Te odiará toda la vida. 

No. Naruto no quería que lo odiara. Así que se quedó sentado en el cálido césped, callado, mirando a su alma gemela acariciar con suavidad y una tranquilidad que Naruto, ruidoso, caótico y problemático, jamás podría siquiera soñar poder imitar. Naruto no diría nada, ni ahora, ni después. 

 

No podía arriesgarse.  

 

***

 

Después de ese día, Naruto sintió que toda su felicidad se esfumaba. Mientras más pensaba en Shikamaru, mientras más lo observaba y pasaba tiempo con él, más se daba cuenta de que Shika nunca sería feliz con Naruto.

Shikamaru era un heredero de clan, lo cual a Naruto en realidad no le importaba, no le importaría incluso si Shika viviera en la calle, pero significaba que su alma gemela tendría muchas responsabilidades, para liderar y estar allí para cuando su padre ya no pudiera.

Naruto comenzó a pensar en todas las razones por las cuales ser el alma gemela de Shikamaru solo le traería problemas, y Shikamaru odiaba los problemas. Era el más inteligente, incluso aunque fuera perezoso, siempre lo sabía todo, era de los mejores en combate en la academia, aunque no se esforzara en absoluto y siempre estaba atento a todo a su alrededor. Mientras que Naruto en realidad no era bueno en nada, no era inteigente ni disciplinado, sus notas eran terribles no porque fuera peresozo como Shika, sino porque Naruto era estúpido, tenía demasiado chakra y no tenía ningún control para que fuera útil, no tenía un clan ni familia que lo apoyara y por si fuera poco, toda la aldea lo odiaba. Shikamaru era amable con él ahora, porque eran amigos, pero si descubría que eran almas gemelas, era muy probable que terminara odiando a Naruto del mismo modo que todos en los de la aldea lo odiaban.

Naruto no quería eso. Toda la esperanza de que algún día encontraría a su alma gemela, quién lo amaría y formarían una familia, de que Naruto ya no tendría que estar solo, se esfumó por completo.

 

Shikamaru lo odiaría, y Naruto no podía hacer nada para evitarlo.

Chapter 2

Summary:

A partir de este capítulo, el canon sale por la ventana y lo atropella un camión, no lo demasaido pero si lo suficiente para que sea relevante.
Iruka es el sensei de apoyo emocional de Naruto y lo amamos.
NUNCA DEBES CAMBIAR QUIEN ERES POR TU PAREJA, el amor no es así, pero siempre puedes intentar mejorar y superar tus puntos débiles.
¿Creo que es todo por ahora? Ni idea.

Chapter Text

Había ciertas cosas en la vida de Iruka que tenían sentido, eran obvias y tan claras como el día y la noche. Era un chunin, tenía 20 años y Naruto Uzumaki era el alumno más problemático que había tenido en sus cortos años como maestro. Ruidoso, enérgico y mal hablado, indisciplinado y con malas notas, su futuro como ninja se veía lejano y preocupante. Iruka había tratado de ser cordial y mantenerse al margen del niño, los recuerdos de la muerte de sus padres aún permanecen frescos en su mente. Así que ignora al chico, deja que haga lo que quiere y a veces le grita un poco, cuando su nivel de paciencia está demasiado bajo. Sabe que no debería hacerlo, sabe que no es justo, pero no puede obligarse a ser mejor. 

Así que, cuando pasa un día completo donde Naruto no grita, no hace berrinches ni interrumpe la clase, no desafía a sus compañeros ni corre por todos lados, Iruka casi se siente aliviado, como si el universo le estuviera dando un descanso. Observó al chico todo el día, por supuesto, casi esperando verlo impaciente y risueño, esperando por una broma, o dormido, perezoso y acurrucado al lado de Shikamaru y Choji, pero no. 

Naruto estaba sentado solo, mirando tristemente por la ventana, tan quieto que se sentía antinatural. Y de repente, día tras día, Naruto pasa de ser ruidoso y molesto, a estar callado, reservado y triste todo el tiempo. Es bastante obvio para sus colegas y los demás niños, las personas lo notan, se dan cuenta porque es Naruto. Dejó de participar en clases, gritando respuestas obviamente erróneas, dejó los entrenamientos fuera del aula, no reaccionaba cuando los maestros lo llamaban y simplemente se quedaba solo. Ni siquiera reaccionaba a Kiba, Shikamaru, Choji o el pequeño Akamaru. 

Que algo le pasaba a la amenaza residente fue bastante obvio para todos. Sus amigos parecían preocupados, a diferencia de todos los demás. Algunos de ellos se sintieron bastante aliviados, incluso escuchó a los demás niños agradecer a los dioses por el descanso, esperando que Naruto se quedara así todo el tiempo. No era bueno. Iruka se preocupó cuando ese extraño comportamiento continuó, lejos de detenerse. 

 

***

 

El cielo sobre Konoha ardía, brillantes tonos naranjas y dorados contrarrestaban la tristeza y preocupación que últimamente asaltaban a su alumno cuando Iruka finalmente lo encontró. Naruto estaba allí, sentado al borde del Monte de Hokage, con los brazos alrededor de sus piernas, abrazandose con fuerza y los ojos fijos en el horizonte, observando las nubes con una tristeza que hace un mes no sería propia de él. 

No gritaba. No se movía. No sonreía. Era tan discordante con la imagen del vibrante niño que Iruka recordaba, que ese silencio… no era normal, no se sentía bien.

Se acercó sin hacer ruido, esperando no asustarlo. Se sentó junto a él, dejando que el viento llenara los primeros segundos de compañía sin saber exactamente cómo empezar la conversación. Naruto y él no habían sido especialmente cercanos y todo era culpa de Iruka, así que no quería que su alumno se sintiera peor si metía la pata.

—Sabes… —dijo por fin, con voz suave. — Cuando un niño como tú deja de hacer ruido, uno empieza a preocuparse. – Naruto no respondió de inmediato. Sus manos rodeaban con fuerza sus rodillas, abrazándose como si temiera salir volando con la brisa. Sus ojos seguían clavados en las nubes.

—No es nada —murmuró. Luego, más bajo—. Bueno… algo. Pero no importa. Igual a nadie le importa. — Iruka lo miró de reojo. Había una sombra en su expresión, algo que le apretó el pecho.

—Inténtalo conmigo. —dijo con calma— A veces hablar ayuda más de lo que crees. – El silencio volvió. Luego, casi en un susurro, Naruto soltó:

—Creo que sé quién es mi alma gemela. – Iruka alzó las cejas, sorprendido.

—¿Ah, sí? —dijo, al principio sorprendido pero, era Naruto con quien estaba hablando, así que continuó con una sonrisa leve—. Eso suena como algo bonito, ¿no? – Naruto negó con la cabeza, sus labios apretados en lo que claramente era una gran angustia.

—No si... no si me va a odiar. – Iruka se tensó a su lado, no esperaba eso exactamente.

—¿Odiarte? – respondió con cuidado.

—Todos en la aldea me odian, Iruka-sensei —dijo, por fin mirándolo, con los ojos grandes y heridos de un niño que ya ha oído demasiadas palabras crueles a su corta edad — Dicen que soy molesto, irritante y ruidoso, que soy un monstruo… – se quedó en silencio unos segundos, casi como si esperara que Iruka le diera la razón – ¿Y si mi alma gemela también piensa eso? ¿Y si también me odia…? – Las palabras cayeron como piedras. Iruka sintió algo amargo y preocupado crecer dentro de él.

—Naruto…

—¿Qué tal si me ve igual que todos? ¿Qué si me mira y piensa que soy un error? —sus pequeñas manos se apretaron sobre sus piernas— No quiero que me odie. Pero… creo que lo va a hacer. Si ni siquiera mi alma gemela me quiere cerca, entonces yo... – Iruka sintió su respiración detenerse. Se quedó callado unos segundos, eligiendo cada palabra con el cuidado de quien sostiene algo frágil porque sabía que este momento era especialmente importante.

—Si tu alma gemela no puede verte como realmente eres y amarte por quien eres, Naruto… entonces el universo se equivocó. – Naruto parpadeó, claramente no esperando esas palabras.

—¿Eh? – el niño miró finalmente a su maestro, inclinando la cabeza e Iruka se tomó un momento para observar lo tierno que era antes de volver a su tarea de animar a su alumno. 

—Una verdadera alma gemela no está hecha para juzgarte, ni para huir de ti. Está hecha para encontrarte, incluso en tus días más oscuros. Para aceptarte… incluso cuando tú no puedes hacerlo. – Iruka se sintió hipócrita diciendo esas palabras, pero estaba allí por Naruto, no por sí mismo. – E incluso si tu alma gemela y tú no están juntos, eso no significa que haya nada malo en tí. – Grandes ojos azules se concentraron en Iruka y el maestro solo pudo darle una pequeña sonrisa. – A veces, las personas sólo están destinadas a ser parte de tu vida, incluso por un momento, y luego irse, no tiene que ser romántico necesariamente. – Iruka apoyó su hombro en Naruto, dejando que el niño se acurruque a su lado. – Mi alma gemela no es una mala persona, y no me odia, pero decidió que no quiere ser parte de mi vida, eso no significa que haya algo malo en mi, ni en él, solo que ahora mismo, no vamos a estar juntos. – Naruto hizo un pequeño ruido herido e Iruka suspiró. Tal vez él también había necesitado esas palabras. El niño bajó la cabeza, murmurando.

—¿Pero y si tiene razón la aldea? ¿Y si sí soy molesto… o tonto… si de verdad soy un monstruo? No soy inteligente, ni fuerte, tengo demasiado chakra y nunca me salen los jutsus, ni siquiera sé cómo se juega al shogi... – Naruto respondió, especialmente frustrado e Iruka intentó no demostrar lo sorprendido que estaba, así que Shikamaru... eso ciertamente haría las cosas un poco interesantes.

—Entonces mejora lo que tú quieras mejorar —dijo Iruka, colocando una mano cálida sobre su hombro e interrumpiendo rápidamente ese hilo de pensamiento antes de que Naruto volviera a caer en la tristeza —, pero hazlo por ti. No para esconderte. No para volverte alguien distinto, sino para convertirte en quien deseas ser. Si tú crees que podrías esforzarte más en clase, hazlo. Si crees que tienes demasiada energía, haz ejercicio antes de ir a la escuela. Quema un poco de chakra. – Iruka se quedó en silencio un momento, mientras Naruto procesaba sus palabras – Tú puedes transformar lo que crees que es “molesto” en fuerza. En voluntad. Y Naruto, tú no eres un monstruo. – Naruto se quedó en silencio. Luego alzó la cabeza, con ese brillo tierno y feroz que a veces le nacía de la tristeza.

—Entonces… Voy a entrenar todos los días hasta que mi alma gemela no pueda evitar enamorarse de mí —declaró, con esa determinación que sólo él podía tener. Iruka soltó una carcajada suave, llena de cariño.

—Ese es el Naruto que conozco. – Naruto le sonrió apenas, los ojos aún rojos por el llanto, pero con algo nuevo encendiéndose en su pecho. – Y además, no soy exactamente un experto a nivel de los Nara, pero juego al shogi con el Hokage de vez en cuando, no puedo prometerte que serás el mejor, pero puedo enseñarte si eso te hace sentir mejor. No se si podrás ganarle a Shikamaru alguna vez pero, al menos podrán jugar un par de partidas. – Naruto le dio una pequeña sonrisa tímida al ver que Iruka lo había descubierto. 

—Gracias, Iruka-sensei. – Iruka lo apretó un poco más del hombro. – Y solo para que sepas... – el niño continuó, con un brillo travieso en sus ojos. – Si tu alma gemela no puede verte como realmente eres y amarte por quien eres, entonces el universo se equivocó. – Iruka soltó una risa entrecortada pero feliz. 

Se quedaron en silencio un rato más, viendo cómo el sol desaparecía detrás de las montañas, mientras Konoha comenzaba a encender sus luces. Que irónico, que Iruka vino a consolar a Naruto y terminó siendo consolado él mismo.

***

El cambio no es inmediato, pero sí evidente desde el primer momento. Naruto toma muy en cuenta los consejos de Iruka-sensei, está decidido a mejorar, a ser alguien de quien Shikamaru esté orgulloso, alguien que quiera tener a su lado. El esfuerzo y el trabajo duro nunca ha sido una anomalía en su vida, así que Naruto se lanza a su nueva meta como un pez al agua; comienza a entrenar mucho más, corriendo en la mañana y en las tardes para reducir sus niveles de energía, lo que termina dando como resultado un aumento considerable en su resistencia, sus katas mejoran al igual que su puntería y como ha dejado de gritar y desafiar a todo el que se mueva -principalmente Sasuke-, sus compañeros comienzan a mirarlo más sinceramente; practica sus jutsus con una disciplina que nace de la pura terquedad, de la destreza que tiene de no rendirse ante nada ni nadie, y haciendo lo que puede para concentrarse en clase. Iruka-sensei es un buen aliado, ayudando en lo que puede, tomándose el tiempo para enseñarle más que solo dejarlo pasar, como habría hecho en el pasado, pero Naruto también se apoya en sus amigos, pidiendo a Shikamaru y a Choji que le expliquen partes de las clases que no entiende. 

Sus amigos están gratamente sorprendidos, pero felices de ver que Naruto ha vuelto, más o menos, a ser el mismo de siempre. Sigue siendo ruidoso, enérgico y molesto para muchos de sus compañeros y maestros, pero el cambio está allí. Con su entrenamiento dando frutos, su energía estabilizada y sus notas mejorando, Naruto se siente mucho más seguro de sentarse con sus amigos, con Shikamaru a su lado. 

Sin saberlo, algo que cualquiera podría decir que es tan pequeño, el cambio es solo una brisa de viento en el gran esquema de las cosas, pero es todo lo que se necesita para la formación de una tormenta, como el aleteo de una mariposa, un cambio pequeño, una conversación y una nueva meta causa que muchas vidas de repente cambien su rumbo. El destino no está escrito en piedra, por supuesto, y siempre existen personas que están destinadas a la grandeza. Sea bueno o malo. 

***

Shikamaru era bastante observador, aunque fuera perezoso. Siempre era más inteligente prestar atención a su entorno y estar listo que simplemente pasar los días en un limbo, sin saber si estaba en peligro. Así que observaba, a sus sensei, sus compañeros, sus amigos. Había notado que algo estaba pasando con Naruto, ya de por sí se había sentido desconcertado cuando Naruto de repente se había quedado callado, taciturno y triste. Ver a alguien que siempre estaba en movimiento, ruidoso y enérgico quedarse quieto y en silencio era muy desagradable, como si algo en el mundo no estuviera bien, se sentía antinatural. 

Se alegró bastante cuando, varios días después, parecía que Naruto había superado su extraño episodio de tristeza. 

Cuando finalmente volvió, no era el mismo, y eso también fue algo diferente. A Shikamaru no le gustaban las cosas diferentes, lo que no entendía, lo que se salía de su esquema y rutina, y era definitivo que algo muy extraño estaba pasando. Naruto ahora parecía mucho más dispuesto a quedarse moderadamente quieto en la banca de su lado, como si finalmente pudiera mantener toda su energía bajo la piel y no fuera como un cable vivo a punto de electrocutar a todos a su alrededor. Naruto parecía empeñado en esforzarse, realmente estaba prestando atención en clase, y se esforzaba por tomar notas, por primera vez desde que comenzaron la academia a los 7 años. 

Pero lo más importante era que se veía, oía e incluso olía diferente. Cada mañana su pelo parecía ligeramente húmedo y olía a un suave shampoo, fresco y agradable, como si acabara de darse una ducha. kiba también lo había notado, su nariz sensible y su actitud totalmente indiferente al hablar sobre los olores de los demás, y cuando le preguntó a Naruto por ello, mucho menos sutil que Shikamaru, Naruto le dijo que simplemente había comenzado a correr por las mañanas antes de la Academia, y que había adquirido el hábito de ducharse antes de venir a clase, para no estar apestoso todo el día. 

Era un conjunto de nuevas actitudes, rutinas y actividades que no representaban nada negativo, necesariamente, pero eran un cambio. La curiosidad le picaba bajo la piel, la necesidad de sacudir a Naruto por los hombros y exigir una explicación de que estaba pasando era grande, pero se contuvo. Solo quedaba seguir observando.

 

Creyó que las diferencias habían terminado ahí, pero se había equivocado. Naruto estaba comprometido a mejorar su aprendizaje, al parecer, y había pasado de gritar desafíos a todo aquel que se cruzara en su camino y que probablemente iba a perder, a reducir bastante su nivel de agresividad y solamente desafiar y entrenar con Kiba, quien sí se encontró muy emocionado de pelear con su amigo, como el alborotador que era.

Había dejado de intentar solo adivinar las respuestas a las preguntas que los maestros hacían durante la clase y se tomaba un momento para mirar sus notas, se esforzaba por analizar la pregunta y comprenderla antes de responder. La primera vez que responde correctamente, toda el aula se quedó en silencio por varios segundos. 

Naruto se estaba esforzando sinceramente y estaba funcionando, por cómo mejoraba en clases y en el entrenamiento, cómo buscaba a sus amigos para preguntarles sobre temas que no entendía, sin vergüenza alguna como antes, e incluso preguntando sinceramente a Kiba si podían entrenar, no solo jugando y bromeando, sino entrenamiento real. Sabía que a Choji no le gustaba pelear y Shikamaru era demasiado perezoso, así que Kiba era su única y segura opción.

A medida que el tiempo pasa, el misterio de Naruto solo se vuelve más curioso. A Shikamaru no le gustaban los misterios, no le gustaba no saber, pero descubrió que concentrarse en Naruto no era tan malo. Al menos, Naruto siempre acompaña a Shikamaru a observar las nubes después de convencerlo de explicarle algunas cosas. Que fastidio era todo, tanto esfuerzo, pero supuso que la compañía lo valía.

 

***

 

Aún así, hay cosas que simplemente no se pueden cambiar. Naruto tiene mucho chakra, bastante para su edad - y no es solo por ser un Jinchuriki -, sino porque es un Uzumaki. Sus reservas son monstruosas y el control fino que muchos pueden presumir se le escapa entre los dedos. No importa que tanto entrene, Naruto no puede vaciar un océano en una taza de té. Así que algunos jutsus como la Técnica de clonación simplemente no son posibles para él. 

Iruka lo sabe, lleva los últimos 3 años trabajando con Naruto, ha visto su esfuerzo y sus avances y se niega a quedarse de brazos cruzados de nuevo, su alumno ya no está solo. Así que respira profundo y toca la puerta del Hokage. 

Sarutobi no está sorprendido de verlo, si es por la frecuencia en que Iruka suele ir a visitarlo, o simplemente porque sus guardias ANBU le avisaron de su presencia, no lo sabe, pero Iruka hace una pequeña reverencia al anciano y a Shikaku-san, que está a su lado. 

– Lamento la interrupción, Sandaime-Sama, Shikaku-san.

– Siempre es un placer verte, Iruka. ¿Qué te trae por aquí? – el Sandaime sonríe mientras da una larga y profunda calada a su kiseru. Shikaku le da un pequeño saludo con la cabeza y decide solo escuchar, como es común en los Nara. Iruka hace una mueca y suspira levemente, pero endereza la espalda. Tanto Shikaku como el Hokage lo notan.

– Estoy preocupado por uno de mis alumnos en la academia, los exámenes finales se acercan y quiero solicitar autorización para enseñarle un jutsu que normalmente solo aprenden los chunin y jonin. – Iruka no estaba seguro de esto al principio pero cree en su instinto, y casi nunca le ha fallado. Asintiendo para sí mismo y dándose fuerza, Iruka mira fijamente al Hokage. – Naruto no podrá hacer un clon con la técnica de clonación, lo cual lo llevará a reprobar su examen y no graduarse. – explica. Shikaku se ve curioso y meditativo, así que Iruka continua. – Tiene demasiado chakra, y aunque el nivel de control qué tiene es bueno y no ha hecho más que mejorar, no es suficiente para las cantidades que ciertos genjutsus requieren, y ciertas técnicas sólo no serán posibles para él. – el Hokage expulsa una cantidad sorprendente de humo mientras sopesa las palabras de iruka.

–¿Qué propones entonces? – Iruka respira un poco más ligero, no es una negativa inmediata, al menos.

– Quiero obtener permiso para enseñarle el Jutsu de clones de sombra. – Shikaku parece sorprendido al inicio, aunque inmediatamente parece pensar en las probabilidades. 

– Ciertamente es un jutsu que podría beneficiarlo, con sus niveles de chakra ni siquiera sería un riesgo para él. – murmura e Iruka se siente aliviado de tener su apoyo aunque sea por pura curiosidad o como parte de una estrategia a largo plazo. No es el comandante Jonin por nada, y sabe cómo utilizar sus recursos, incluso siendo humanos.

– El examen final se acerca e incluye la creación de un clon, las notas de Naruto han mejorado, se encuentra sólidamente en medio de la clasificación de su año, así que sería una pena que no se convierta en genin solo por un jutsu que no puede hacer por tener más chakra que el promedio. – Iruka observa al Hokage considerarlo, antes de finalmente asentir.

– Está bien, tienes mi permiso. –Iruka siente la tensión desprenderse en oleadas de su cuerpo, aliviado. – Pero ten cuidado, estarás a cargo de su entrenamiento hasta que lo logre. – Iruka sonríe y asiente, listo para ir con Naruto, que lo espera abajo. 

 

***

Por supuesto, Naruto lo logra al primer intento.

 

 

***

 

Con el paso del tiempo, la graduación se acercaba, y con ello la nueva formación de los equipos Genin. La tradición de, el mejor de su generación, la mejor Kunoichi y el último de la clase se mantiene. Es una lástima que Naruto ya no sea el último de su clase.

Kiba y Shikamaru casi habían competido por el último puesto, pero Shikamaru de todos modos ya formaría parte de la triada Ino-Shika-Cho, así que no tenía sentido esforzarse por tener buenas o malas calificaciones cuando eso significaba que tendría que esforzarse y llamar la atención. Kiba estaba sólidamente en el último puesto, y ni siquiera le molestó. Naruto sabía de la tradición del equipo 7 por escuchar cada año a Iruka-sensei despotricar sobre lo difícil e idiota que era tener un equipo tan obviamente desequilibrado por algo tan estúpido como la tradición, pero realmente no le afectaba. Con su nuevo Jutsu de clones de sombra, que eran clones mucho más geniales que la simple Técnica de clonación estándar, Naruto se graduó con una calificación que su yo de 9 años no podría creer. Está muy orgulloso de sí mismo. 

Cuando Iruka los llama para la formación de los equipos, el aleteo de una mariposa cambia el destino de unos y solidifica el de otros. 

Equipo 7: Kiba, Sasuke, Sakura, liderados por Kakashi.

Equipo 8: Naruto, Hinata, Shino, liderados por Kurenai.

Equipo 10: Ino, Shikamaru, Choji, liderados por Asuma.

 

Con algo tan pequeño y a la vez monumental como la formación de los equipos, la nueva generación estaba lista para ir al campo. 

Chapter 3

Notes:

Con los cambios ligeros del canon (Naruto aprueba y aprende el jutsu clon de sombras antes) todavía hay cosas que debo cubrir de algún otro modo. Por suerte, existen basuras como Mizuki para eso :)

Oh, sí. Quiero dejar en claro que el romance entre Naruto y Shika será lento y pausado, con pequeños vistazos de ambos ya que TODAVÍA SON NIÑOS, pero sí, no quiero que sean solo amor por el destino y no por quienes son, ya saben.

Chapter Text

Konoha se veía hermosa, con luces suaves por todos lados, iluminando las calles con linternas de papel y alejando la oscuridad y dejando solo una noche tranquila y agradable. O tal vez era solo que Naruto estaba tan feliz que todo se veía especialmente hermoso para él. Brillaba con una sonrisa tan grande que le dolían las mejillas, pero no le importaba, estaba tan feliz y orgulloso que no cabía en sí. Esa noche, estaban celebrando la graduación de una nueva generación de genin, su graduación . Naruto caminaba junto a Iruka, con una risita emocionada que no podía contener. En sus manos apretaba la bandana recién recibida. Era real. Oficial y genuinamente, Naruto era ahora un ninja.

— Todavía no puedo creerlo pero… ¡Lo logré, Iruka-sensei! 

—Claro que sí, Naruto. —Iruka le revolvió el cabello, su sonrisa era suave — Estoy orgulloso de ti, te has esforzado mucho. – y era cierto. Naruto había logrado sus metas con sangre, sudor y lágrimas pavimentando su esfuerzo. 

Decidieron ir a cenar ramen, por supuesto era la única opción, cualquier otra cosa solo sería una ofensa. El aire olía al delicioso ramen de Ichiraku y a esperanza. Dos tazones grandes después, risitas esporádicas y emocionadas interrumpieron el relato del rubio al Viejo Teuchi, hasta que Iruka se disculpó por un momento para ir al baño.

Por supuesto, no todo podía salir bien.

—Naruto… —una voz áspera y conocida sonó detrás de él—. Felicidades por graduarte. - Mizuki. Naruto parpadeó.

Mizuki había sido su maestro menos favorito, con su obvio odio y desprecio hacia el rubio y la parcialidad hacia los niños de clanes poderosos, Naruto no estaba feliz de verlo cuando estaban celebrando.

—¿Mizuki-sensei? ¿Qué haces aquí? – Naruto se sintió inmediatamente incómodo, Teuchi y Ayame-nee-chan estaban ocupados con los demás clientes e Iruka-sensei no había vuelto. 

—Solo vine a darte un regalo por tu graduación. – La sensación densa en el aire, el rostro de Mizuki era todo menos amigable y algo no cuadraba. Le entregó un trozo de papel doblado que Naruto tomó con las manos ligeramente temblorosas. 

"Si quieres volver a ver a Iruka con vida, ve al bosque detrás de la academia. Solo. No le digas a nadie."

El papel temblaba en sus manos. Mizuki sonrió.

– Felíz graduación, Naruto. – y un segundo después, solo hojas flotaban donde su antiguo sensei había estado. Naruto, tembloroso y sintiéndose desorientado, corrió. 

 

 

En lo profundo del bosque, el aire era espeso, húmedo, pegándose a su piel y nublando su vista. Naruto corrió, tropezando un par de veces, sintiéndose desequilibrado y pequeño, como si fuera un niño de 9 años una vez más y los últimos años no hubieran pasado. Tenía tanto miedo, ¿y si era muy tarde, y si Iruka…?

—Llegaste, Naruto —la voz desde las sombras interrumpió sus pensamientos. Mizuki emergió, con una sonrisa torcida. Y frente a él, arrodillado, con las manos atadas, herido y magullado estaba Iruka. Mizuki lo sostenía por el cuello, un kunai sobre su garganta y hilos de sangre corriendo por su piel. 

—¡Iruka-sensei! —gritó Naruto, dando un paso adelante, la ira nublando su visión.

—¡No! ¡Aléjate! —intentó advertirle Iruka. Mizuki lo golpeó con el mango de su kunai, haciéndolo callar.

—Naruto, esto es muy simple —dijo el chunin traidor—. Quiero que entres a la oficina del Hokage y me traigas el Pergamino de Jutsus Prohibidos. Sabes cuál es, ¿no? El que guarda los jutsus más poderosos de Konoha. – Naruto apretó los puños.

— No quiero hacerlo. ¿Por qué… por qué harías esto? –Naruto temblaba, sintiendo horror al ver a su sensei, a Iruka herido de ese modo, tan callado y vulnerable. —¿Por qué estás haciendo esto? 

—¡Porque merezco ese poder! – Mizuki gritó, su rostro torcido en una mueca de desprecio. —Porque no me interesa esta aldea podrida. Solo el poder. Y tú vas a ayudarme a conseguirlo… o Iruka muere. 

—¡Eres un shinobi de la aldea! ¡Se supone que debes protegernos! – Naruto estaba desesperado, no entendía, ¿por qué Mizuki estaba traicionando a la aldea?

—¿Protegerte a ti? —escupió Mizuki—. ¿A ti, un monstruo? – Naruto parpadeó. Mizuki sonrió con veneno. — Esto es precioso, no lo sabes. – Iruka intentó zafarse, detener a su antiguo amigo y compañero, pero el agarre de Mizuki era fuerte. – Eres el contenedor del Kyūbi. El Zorro de Nueve Colas que destruyó Konoha hace años. ¡La bestia que mató a los padres de Iruka! - Naruto sintió como si el mundo se le partiera bajo los pies.

—¿Qué…? No… – pero al ver el rostro de Iruka-sensei era obvio que era cierto. El dolor en los ojos marrones era evidente y Naruto… no podía respirar.

—Eres una bomba de tiempo con forma de niño, constantemente a punto de explotar. Todos lo saben. Todos te odian. Iruka también . Solo finge aprecio por lástima. – Naruto dio un paso atrás. Su visión temblaba. Todo era ruido. La voz de Mizuki. La sangre en el rostro de Iruka. Su propio corazón latiendo como un tambor, como una bomba a punto de explotar .

—No soy… no soy un monstruo… 

—¡Eres el Kyūbi, un demonio! ¡Un error que nunca debió sobrevivir! – Mizuki rió con crueldad. – ¡Por eso jamás serás aceptado por la aldea sin importar lo que hagas! ¡Y cuando Iruka te vea por lo que eres, también te abandonará! – Naruto apretó los dientes. 

—¡Cállate! —rugió, pero su voz sonaba rota. El silencio llegó de golpe, solo roto por la respiración agitada de Naruto. Naruto temblaba de rabia y miedo. 

– Tienes una hora. – Mizuki sujetó con más fuerza el cuello de Iruka, quien soltó un pequeño sonido de dolor, recordando a Naruto lo que estaba pasando. – Tic Tac. – Una parte de él quería correr hacia Mizuki y salvar a Iruka-sensei. Otra quería gritar. Pero lo único que hizo… fue desaparecer.

Mizuki se rió.

—Bien. ¡Corre, pequeño monstruo. Trae el pergamino si quieres que Iruka viva! – El grito persiguió a Naruto incluso a metros de distancia. 

La desesperación inunda su mente, las lágrimas nublan su visión mientras corría hacia la aldea. Ahora todo tenía sentido y… ahora más que nunca, Naruto no podía robar esos pergaminos. Si lo atrapaban, matarían a Naruto por traición y Mizuki mataría a Iruka. No podía… No podía… 

La visión de Shikaku-san y Shikamaru saliendo de la torre Hokage hizo que Naruto se detuviera y se tambaleara del puro alivio. No tenía que darle a Mizuki lo que quería. No lo haría, no cuando tenía opciones, cuando su aldea todavía estaba allí. Cayendo frente al comandante Jonin y su alma gemela, Naruto, con los ojos rojos por las lágrimas, pidió ayuda con desesperación. 

– Shikaku-san, por favor ayúdame. – y le dio la nota con sus manos tan temblorosas que afortunadamente aún conservaba. Shikaku se puso inmediatamente en movimiento. 



Media hora después, Mizuki todavía esperaba, aburrido.

—¿Cuánto se puede tardar en robar un pergamino? – Mizuki hizo una mueca, Iruka quiso golpearlo.

– Eres un idiota si crees que esto va a funcionar. ¿En qué estabas pensando? ¿Qué es lo que crees que harás ahora? – su respiración era dificultosa, pero no podía callarse. Mizuki le gruño. 

– No me quedaré en esta aldea, algo mucho más grande me espera, alguien que sí valora mi talento. – Iruka estaba a punto de responder cuando un kunai pasó silbando a centímetros de su cabeza.

—¿Qué demonios…? - Naruto saltó desde la copa de un árbol, Shikaku y varios ANBU a su lado.

—¡Maldito niño tonto! —Mizuki gritó alarmado. En ningún momento pensó que el pequeño monstruo realmente pediría ayuda. 

– Vaya, esa es definitivamente suficiente evidencia de traición. Bien hecho, Naruto. – Shikaku dejó que su mano cayera sobre la cabeza del niño, quien aún temblaba con fuerza, sus ojos no se apartaban de Iruka-sensei, todavía herido, con la mano de Mizuki aún sobre su cuello. 

—¡Si se acercan mataré a Iruka! —Mizuki gritó, viéndose superado numéricamente, no tenía muchas opciones que seguir usando al sensei herido y amarrado como rehén. Naruto esperó a ver el asentimiento de Shikaku-san antes de hacer señas con rapidez. Docenas de Narutos aparecieron al instante, rodearon a Mizuki como una tormenta de ira contenida. Mientras Mizuki era distraído por los clones, uno de los ANBU rápidamente rescató a Iruka-sensei, y Naruto pudo respirar de nuevo, sintiendo sus piernas ceder cuando el ANBU con máscara de Gato dejo con mucho cuidado a Iruka a su lado, las cuerdas que lo habían mantenido amarrado fueron rápidamente cortadas mientras los clones aplastan con golpes y rabia al traidor, ahora que su sensei estaba fuera de peligro. Uno tras otro, los clones dejaron la ira de su invocador hasta dejar a Mizuki totalmente ensangrentado e inconsciente.

Naruto se arrodilló junto a Iruka, queriendo abrazarlo pero sus manos temblaban tanto que no podía, temía que Iruka se apartara o lo odiara.

—Sensei… lo siento, yo…Lo siento, lo lamento tanto. – susurro, bajando la cabeza—. Por tus padres… por lo que el zorro hizo. Por lo que yo soy. – Iruka se acercó sin vacilar, herido pero firme mientras envolvía al niño en un fuerte abrazo.

—Naruto… no tienes que disculparte. Tú no mataste a nadie. – Naruto sollozo. 

—Pero…

—Escúchame bien —Iruka se arrodilló frente a él—. Tú solo eras un bebé. Recién nacías cuando el Kyūbi atacó. No pediste eso. No elegiste eso. Y no eres él. – Naruto temblaba, sus manos se aferraban al chaleco verde.

—Pero todos me odian… 

—Y están equivocados. – Iruka suspiro, tenía mucho dolor y Shikaku estaba justo allí, mientras los ANBU se llevaban a Mizuki. Sabía que estaba técnicamente a punto de cometer un delito, traición incluso, pero no le importo. – Están muy equivocados, porque lo único que yo veo es un niño que es valiente, testarudo, y tiene más corazón que cualquier ninja que conozca. – Iruka respira profundo. – Mi familia murió… sí. Pero si tus padres pudieran verte, ¿sabés lo orgullosos que estarían? – Naruto levantó la vista, con ojos húmedos. Iruka, aún sangrando logró sonreír.

—Pero yo… soy el Kyūbi… – Iruka negó con la cabeza.

—No. Eres Naruto Uzumaki. –Naruto parpadeó, los ojos húmedos. – Eres el hijo del Cuarto Hokage y el habanero rojo. – Iruka escuchó a Shikaku suspirar, murmurando lo problemático que era todo eso, pero lo ignoró. – Fueron héroes. Y tú también lo eres, me salvaste la vida y detuviste a un traidor de la aldea, después de todo. 

— No soy solo el zorro. - susurró e Iruka sonrió.

—No. Eres Naruto Uzumaki. Ninja de Konoha. Y yo estoy orgulloso de ti. – Naruto tragó saliva. Otra vez, y otra vez, hasta que no pudo contener las lágrimas. 

Esa noche, bajo la luz de la luna, mientras Konoha dormía, Naruto empezó a aprender quién era realmente.

 

***

 

Cuando regresaron a la aldea, ambos fueron llevados T&I para declarar. Naruto estaba exhausto, solo quería irse a casa y llorar, pero al mismo tiempo, sentía que si soltaba el chaleco de Iruka-sensei, iba a tener un ataque psicótico.  

– Naruto. – levantó la vista al oír su nombre y… 

– Shika… – Naruto no quería que lo viera llorando y probablemente se veía terrible, pero no tenía la fuerza para fingir ahora. Shikamaru avanzó y lo abrazó con fuerza. Naruto sintió que se quedaba totalmente tieso, antes de derretirse del alivio puro. Aún no había soltado el chaleco de Iruka. 

– Está bien, todo estará bien ahora, puedes relajarte. – le susurró, y Naruto asintió, enterrando su rostro en el cuello de su amigo, su alma gemela. 

– No fue tan malo, solo pateé el trasero de Mizuki bastardo. – susurró, pero no fue eso lo que realmente había destrozado a Naruto. Iruka herido, el kyubi, sus padres. Todo fue demasiado, y Naruto solo quería subir al monte Hokage y gritar de pura frustración. Shikamaru se encogió de hombros. 

– Se lo merecía. – Naruto rió ligeramente, finalmente relajándose. Iruka sonreía, el traidor, pero no le importó. Con mucho cuidado, soltó a su sensei y se aferró a su alma gemela. Se daría ese momento de consuelo, se lo había ganado.  

Chapter 4

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Las primeras impresiones son importantes, son el primer vistazo que se tiene de una persona o de un grupo y es lo que probablemente dicte la dinámica de un equipo una vez que se forma. Kiba, Sakura y Sasuke ya se conocen, llevan años siendo compañeros de clase así que no es una sorpresa, pero sus círculos sociales nunca habían congeniado. 

Kiba pasaba tiempo con sus amigos, los inadaptados, según el resto de su año, pero a ninguno de ellos realmente les importaba la opinión de los demás. Sakura formaba parte del club de admiradoras de Sasuke, pasaba sus días alabando al chico como la fanática que era y no parecía que tuviera planes más allá de enamorar y casar al último Uchiha. Y Sasuke, pues, no tenía círculo social, se la pasaba gruñendo a todos, siendo oscuro y melancólico. Ni Kiba ni Akamaru estaban impresionados.

Ahora, Kakashi Hatake era una leyenda. Kiba y Akamaru amaban a su manada y Pakkun era un alfa increíble, y su favorito, Bull, no era más que una bola de pelos llena de amor. Aunque lo admiraran por ser una leyenda, un gran ninja, evidentemente no era un buen sensei, no si decidía llegar varias horas tarde. 

La mañana era clara, pero el ambiente era bastante incómodo. Sasuke estaba recostado contra un tronco, brazos cruzados y mirada fija en el suelo, ignorando a sus compañeros de equipo. Sakura lo observaba de reojo, como si buscara el momento justo para hablarle sin parecer desesperada y poniéndose roja esporádicamente. Y Kiba... bueno, Kiba ya estaba fastidiado.

¡¿Dónde diablos estaba su sensei?! Akamaru, dormido sobre su cabeza, alzó una orejita como si sintiera su inquietud.

Cuando llegó finalmente con un puff, en medio de humo y hojas, 4 horas tarde, tuvo la osadía de poner la excusa más ridícula que se le podría haber ocurrido.

—Me perdí en el camino de la vida. – Kiba no estaba impresionado. Sakura le gritó, Kiba también por qué rayos, pero al final, Kakashi solo los mandó callar. —Cálmense —dijo, sin perder su tono aburrido— Hoy vamos a hacer una prueba. – De su bolsa sacó dos pequeñas campanas y las colgó de su cinturón. —El objetivo es simple: quitarme una campana antes del mediodía. Solo hay dos, así que uno de ustedes quedará fuera.

El silencio cayó como una piedra. Sakura miró a Sasuke con ojos brillantes casi esperando que su enamorado acudiera a ella en busca de trabajo en equipo. Kiba frunció los labios, molesto.

—¿Uno fuera? ¿Eso no es medio estúpido? 

—Bienvenidos al mundo shinobi —respondió Kakashi, sonriendo bajo la máscara.

Kakashi desapareció como si nunca hubiese estado ahí. Kiba fue el primero en actuar. Usó su olfato y Akamaru para seguir la pista de su sensei. Sakura se quedó escondida detrás de un arbusto, observando a Sasuke, que se alejaba en silencio.

—Este equipo no va a durar ni una semana —murmuró Kakashi, oculto a plena vista, más concentrado en Icha Icha.

 

 

Al final, ni uno solo estaba siquiera cerca de lograr el objetivo y el tiempo se había acabado. De nuevo donde comenzaron, Kakashi terminó amarrando a Sasuke a uno de los postes cuando no se detuvo al terminar el tiempo. Kakashi los observaba fijamente, sentado sobre una roca, leyendo su libro con calma.

—No están trabajando en equipo. Estoy decepcionado. – Kiba gruñó, molesto. 

– Estos dos no sabrían lo que es el trabajo en equipo ni si les mordiera en el trasero. – Para probar su punto, señalo a Sakura, quien aún observaba a Sasuke como si el cielo colgara tras sus ojos y Sasuke miraba todo con desagrado. 

—¡Yo no trabajo con alguien que tiene cerebro de perro! – gritó finalmente la fanática y Kakashi hizo una mueca. Los perritos eran geniales. 

—Yo tampoco quiero cargar con otro idiota —dijo Sasuke, intentando desatarse con esfuerzo. Kakashi no estaba jugando con esos nudos, no podría escapar. 

Sakura se quedó en silencio. Kakashi cerró su libro con un snap.

—¿Y qué harán en una misión real? – la pregunta era válida, pero evidentemente, los 3 miembros del equipo estaban frustrados.

El silencio los golpeó. ¿Cómo se suponía que iban a trabajar en equipo con una fanática y un emo melancólico? Kiba y Akamaru tenían más oportunidades de obtener las campanillas que esos dos. Al final, se salvan por pura suerte. Reprueban la primera vez, por supuesto, pero Kakashi les da otra oportunidad. Claro que la regla de prohibido compartir su comida era ridícula, más aún si esperaban realmente funcionar como equipo. Como Sasuke estaba amarrado al poste, no podría comer, y como Sakura era una idiota enamorada, se negaba a hacerlo si Sasuke no podía. 

– Sakura, si no comes no tendremos la más mínima oportunidad de hacer esto. – gruñó Kiba, mientras sus palillos se acercaban al rostro de un Sasuke sorprendido, acercando un trozo de rollitos primavera. - Tu también, idiota. Puede que seas un imbécil, pero si queremos que esto funcione debemos atacar juntos y no me sirven hambrientos, Akamaru y yo podemos escuchar sus estómagos gruñendo desde aquí. – Y Sakura se sonrojo. Sasuke se comió el rollito con más violencia de lo que probablemente era necesaria, pero lo hizo. En cuanto Sakura comenzó a comer y compartir su almuerzo, Kakashi apareció en medio de una furiosa nube de humo y polvo. Su expresión parecía la de un hombre cabreado, pero al final les sonrió.

—Podrían haber perdido esta prueba por no trabajar juntos desde el principio. Pero lo hicieron al final. Y eso… es un comienzo. – Sakura se sacudió.

– ¿Lo hicimos? – Kiba le pateó. – Quiero decir, claro. – Kakashi se rió. Se guardó las campanas.

—Aprobados.

Los tres se miraron, sin sonreír, sin abrazarse, sin festejar.

 

***

 

Curiosamente al equipo de Naruto le fue bastante bien. 

Fue una mañana bastante agradable y tranquila en el campo de entrenamiento número 8.

Naruto brincaba de una rama a otra, sus brazos cruzados detrás de la cabeza, sonriendo emocionado. Iruka-sensei le había dado información adelantada de quién sería parte de su equipo y a Naruto le gusto bastante. Observó a sus nuevos compañeros de equipo, no muy alejados en el campo de entrenamiento. Hinata lo observaba de reojo, los dedos retorciéndose nerviosamente, lo cual no era raro, Naruto no puede recordar un momento en que Hinata no se hubiera mostrado ligeramente incómoda o nerviosa. Shino permanecía en silencio, el cuello alto de su abrigo cubriendo la mayor parte de su rostro, como siempre, murmurando a sus bichitos.

Y frente a ellos, de pie, con una compostura serena y una sonrisa tranquila, estaba su jonin sensei: Kurenai Yuhi. Era la primera vez que Naruto interactuaba con ella. Esperaba que no fuera como Mizuki, pero además de eso, la vara estaba bastante baja. 

—Este será su equipo a partir de hoy. El equipo 8. — comenzó, llamando la atención de todos y pidiendo que se acercaran con un movimiento de su mano. Naruto cayó del árbol emocionado. — Vamos a empezar por conocernos, nuestras fortalezas y debilidades. Pero más importante aún, quiero que se conozcan entre ustedes. Un equipo fuerte no se basa solo en habilidad, sino en confianza y al menos por los siguientes años, formarán una parte importante de la vida del otro. – Naruto levantó la mano como si estuviera en clase.

—¡Puedo comenzar, sensei! Me llamo Naruto Uzumaki, tengo 13 años y me encanta Iruka-sensei y el ramen. No se si es una fortaleza o debilidad, pero ¡tengo algo que explicarles, es importante! – Hinata y Shino lo miraron. Kurenai arqueó una ceja, curiosa. – Iruka-sensei dijo que debería advertirles qué tengo demasiado chakra. – incluso sentado en el suelo con las piernas cruzadas, Naruto no estaba quieto, se balanceaba suavemente, de lado a lado, sonriendo con demasiados dientes, casi como si esperara que no le creyeran. 

—¿Demasiado? – pregunta Kurenai-sensei, pareciendo sorprendida, pero no negativamente al menos. 

—Sí, es que… bueno, es por eso que casi no puedo quedarme quieto. Siempre estoy lleno de energía. Por eso me muevo tanto y hago ruido. ¡No es que quiera ser una molestia! – Se hizo un breve silencio. Shino asintió con lentitud.

—Eso explica por qué mis kikaichu se sienten atraídos hacia ti. Tu chakra rebosa, es natural que lo busquen. – Naruto lo miró con una mezcla de asombro y emoción.

—¿En serio? ¡¿Le gusto a tus bichos, piensan que soy sabroso?! – Naruto no esperaba una buena recepción, con lo tranquilos y callados que eran Shino y Hinata, se preocupó de ser ruidoso y molesto, de no encajar con ellos. 

—No es la palabra que usaría —murmuró Shino—, pero sí. Supongo que te encuentran sabroso. – Se encogió de hombros. Hinata y Kurenai sonrieron suavemente, sin poder evitarlo. Tal vez, después de todo, ese Naruto lleno de energía no era solo ruido.

– Entonces si, soy bueno con jutsus que requieren mucho chakra, no me canso fácilmente y puedo usar clones de sombra, que son sólidos e independientes. – Naruto se quedó un segundo pensando qué más debería decir. – Mi taijutsu no es el mejor ya que Mizuki bastardo nunca me enseñó correctamente las katas, pero es decente, así que eso probablemente sea mi punto débil, pero lo compenso con fuerza bruta, supongo. ¡Oh! Y supongo que lo más importante es que soy pésimo en genjutsu, no tengo el suficiente control de chakra. – Naruto terminó de explicar rascándose ligeramente el cuello, incómodo. Sin embargo, nadie se burló de él y Kurenai-sensei no parecía decepcionada, más bien parecía estar tomando nota. 

– Me baso principalmente en mis insectos, pero son muy versátiles; pueden rastrear chakra, usarse en reconocimiento y para eliminar a enemigos, algunos son venenosos. – Shino lo demostró dejando que alguno de los insectos salieran volando de la manga de su abrigo. Volaron inmediatamente a Naruto, quien se rió por las cosquillas. – Soy decente en genjutsu, y tengo margen de maniobra en taijutsu. – después, se quedó dudando unos segundos antes de seguir. – Me gusta trabajar con plantas y no me gusta la comida picante. – y eso fue todo. Kurenai-sensei asintió, los tres mirando a Hinata a continuación. 

– Mis puntos fuertes son mi byakugan y el puño suave, así que puedo detectar enemigos y pelear a corta y mediana distancia. – comenzó, muy lentamente. – Soy muy tímida, las interacciones con civiles y extraños me son difíciles, pero me adapto con rapidez. Oh, y he estado leyendo sobre primeros auxilios, pero no soy ni de lejos una ninja medica. Me gusta la comida picante – sonrió un poco, mirando a Shino – pero no me gustan mucho los dulces – terminó mirando al suelo. Kurenai aplaudió, llamando la atención de todos. 

– Muy bien, creo que a la larga, podríamos ser un equipo bastante equilibrados con Naruto siendo el bateador de peso pesado, Hinata en del reconocimiento y taijutsu y Shino siendo el principal rastreador del equipo. – comenzó, señalando a cada uno. – Yo misma soy experta en genjutsu, así que puedo cubrir sus espaldas y puntos débiles. Me llamo Kurenai Yuhi y pueden contar conmigo para lo que necesiten. Soy amable, pero soy su jonin sensei, voy a entrenarlos y no seré indulgente, pero sabré que puedo confiar en ustedes cuando salgamos en misiones fuera de la aldea. – Naruto creyó que Kurenai-sensei era bastante genial, así que hizo lo posible por concentrarse en sus palabras. – Es todo por hoy, pero a partir de ahora, entrenaremos todos los días desde el amanecer y haremos misiones de rango D, hasta que nos autoricen salir fuera de la aldea. Nos veremos aquí mañana a las seis de la mañana, no lleguen tarde. – y luego desapareció. 

Naruto soltó una risita encantada. Realmente genial. 



***

 

Su primer entrenamiento fue sorprendentemente bien, Naruto lo tomaría como una victoria aplastante. El objetivo era sencillo: robar la campana que colgaba del cinturón de Kurenai antes del atardecer. Kurenai los obligaba a trabajar en conjunto, queriendo evaluarlos no individualmente, sino como un equipo.

Los tres se dieron un momento para sentarse y planear, tratando de establecer una estrategia que funcionara bien con ellos como equipo. Naruto propuso un ataque frontal. Hinata sugirió buscar puntos ciegos. Shino analizó el terreno. Era bastante obvio que ninguno de los tres coincidían en ideas, pero no fueron desagradables, no hubo gritos, ni peleas.

 

—Si usas clones de sombra para distraerla, mis insectos pueden aprovechar el caos para colarse en su ropa —dijo Shino, después de una lluvia de ideas.

—¡Y yo puedo ocultar un sello explosivo detrás de un clon que se deshace! —agregó Naruto.

—Yo… puedo cubrir los ángulos ciegos con mi Byakugan —murmuró Hinata, decidida.

Kurenai sonrió desde la distancia. Al parecer había obtenido un grupo que tenía potencial de volverse un verdadero equipo.

 

***

 

La batalla duró menos de diez minutos. Kurenai desaparecía, aparecía, susurraba ilusiones y sombras. Naruto caía presa de genjutsus una y otra vez… hasta que aprendió a morderse el pulgar para romperlos o pedir ayuda a los insectos de Shino que nunca lo abandonaban. Shino señalaba sin hablar, sus insectos zumbando como una segunda piel. Hinata los cubría a ambos, intentando estar calmada, centrada. Cuando finalmente Shino logró que una parte de sus kikaichu pasaran desapercibidos y le arrancaran la campana sin que ella se diera cuenta, Kurenai sonrió, impresionada.

—Nada mal para su primer intento. – y fue sincera. Fueron pacientes el uno con el otro y se esforzaron por pensar como un solo cuerpo incluso cuando individualmente no parecía que fueran a congeniar. Naruto sonrió como un sol.

—¡Y eso que todavía no me lo tomé en serio! – Naruto estaba que no se lo podía creer. No podía esperar a llegar a casa de Iruka-sensei y contarle todo. Su equipo era genial. Ayudaba que Kurenai-sensei pareciera una buena maestra, Naruto sentía que era bastante competente y equilibrada, especialmente para Naruto que no es bueno para los genjutsus. 

 

Hinata lo miró con ternura y un poco de tristeza. Porque durante el entrenamiento, al ver el brazo de Naruto mientras se limpiaba el sudor, su Byakugan había captado el resplandor suave de una marca en su muñeca bajo las vendas: dos astas rodeando un sol dorado.

La marca de su alma gemela.

Y aunque le hubiera gustado, el hermoso diseño no hablaba de ella.

 

***

 

Esa noche, Hinata lloró en silencio en su cuarto. No por dolor o por rabia. Simplemente estaba genuinamente triste. Sabía que las posibilidades de que ella y Naruto fueran almas gemelas era solo un sueño infantil y que las probabilidades nunca habían estado a su favor, sólo que, había esperado… Ahora sin lugar a dudas, el lazo que deseaba no sería suyo… y, aun así, no quería alejarse. Naruto era tan agradable, cálido como el sol que representaba su alma. Hinata no quería alejarse. Prefería ser su amiga. 

Al menos, podría ver de primera mano a su primer amor ser feliz. 

 

***

 

Al día siguiente, entrenaron más individualmente, pero de todos modos fue genial. Kurenai se había acercado a Naruto, asegurándole que le enseñaría cómo salir de los de genjutsus si no podía hacerlos el mismo, romper cualquier tipo de ilusión sería pan comido para él cuando Kurenai terminara de entrenarlo. Fue brutal, toda una mañana llena de críticas y consejos duros pero necesarios, al menos Naruto sabía que Kurenai si iba a enseñarles lo que necesitaban para ser más fuertes. Los reunió una última vez al final de la mañana.

—Voy a ser clara. Los tres tienen habilidades únicas, incluso con sus debilidades tienen el potencial de ser grandes por sí mismos. Y si trabajan juntos, formarán un equipo admirable. – Shino asintió. Hinata respiró hondo, aliviada. Naruto alzó el puño al aire.

—¡¡Seremos el mejor equipo de Konoha!! ¡Créelo! –Kurenai sonrió.

 

 

 

Más tarde, al finalizar las dos misiones rango D del día, Kurenai-sensei les permitio dispersarse. Naruto se dirigió inmediatamente al lado más boscoso del campo de entrenamiento. Todavía había luz del sol y sentía como si fuera a vibrar lejos de su piel. Necesitaba entrenar. El sol se deslizaba silenciosa entre las ramas del bosque mientras atardecía, cubriendo cálidamente el claro donde Naruto entrenaba solo con sus clones, golpeando un tronco.

—¡Otra vez! —gritó, frustrado, mientras uno de sus clones explotaba. 

Desde detrás de un árbol, Hinata lo observaba en silencio, indecisa de si debía intervenir o no. Sabía que no debía espiarlo, pero esperaba poder hablar con él. Se obligó a dar un paso. Luego otro.

—Naruto-kun…– El rubio se giró de golpe, sobresaltado, cubriéndose la muñeca por reflejo detrás del cuerpo. 

Ella se tensó. Había vuelto a ver la marca. Esas astas elegantes. Ese sol dorado.

—¡Hinata! ¿Qué hacés aquí? ¿Pensé que ya se habían ido? 

—Yo… estaba… —se frotó los dedos, como si pudiera borrar la ansiedad—. Te vi entrenando y… quería ayudar, ya sabes, ¿con el taijutsu? – terminó, indecisa si debería continuar. Naruto se encogió de hombros, cansado.

— Estoy tratando de controlar mejor el chakra para los clones, mientras me concentro en algo más y mejorar mis posturas para dar golpes más potentes. ¡Kurenai-sensei dice que lo mejor para mejorar en taijutsu es la memoria muscular! – sonrió, relajándose un poco. 

—Lo estás haciendo bien, puedo ayudar si quieres. –Naruto la observó por un segundo en silencio, había algo que le decía que había más que hablar de taijutsu en las intenciones de Hinata, aunque no parecía maliciosa, si se veía nerviosa. Se dejó caer al suelo, sentándose contra el tronco maltratado.

—¿Querés sentarte? – Hinata dudó. Luego asintió. Se sentó, muy quieta, tensa, con las manos sobre las rodillas. Naruto no dijo nada por un rato. Solo miraba los rayos de sol entre las hojas.

—Hoy Shino me dijo que mi chakra se siente como una enorme fogata, caliente y demasiado brillante. –Hinata lo miró de reojo.

—Eso… suena bastante acertado. – Naruto rió brevemente, no muy divertido.

—Tal vez. Pero a veces siento que si no los gasto todo el tiempo… voy a explotar. Como si mi cuerpo estuviera hecho de papel y mi chakra fuera a quemarme, es abrumador. – Hinata tragó saliva. No quería preguntarlo. Pero lo hizo.

—¿Sabés… lo que tenés dentro? – Susurro. Naruto la miró fijamente, buscando. No había rabia ni miedo. Solo una sombra de preocupación. Suspiró, lentamente.

—Sí. Hace poco me enteré. – Ella le sonrió, con cuidado.

—Y… ¿estás bien? –Naruto la miró en silencio, pensando brevemente en ello. Luego asintió.

—Todavía estoy aprendiendo a estarlo. – se encogió de hombros, sus manos temblaban ligeramente. – Ahora mucho tiene sentido, pero al mismo tiempo no lo hace, es raro, supongo. – Hinata sintió que el pecho se le apretaba. El recuerdo de la marca en su muñeca ardía suave tras sus ojos, como un recordatorio silencioso. Ella no era las suaves sombras que lo envolverían. Pero aún así…

—Naruto-kun, yo… estoy feliz de ser parte de tu equipo. Espero que podamos ser amigos. Y si necesitas hablar en algún momento, sobre tu, eh, ¿compañero de piso? – Naruto se tambaleo de la risa ante su descripción, de lo que en esencia era un demonio de chakra, como si fuera solo un gato molesto – O sobre tu alma gemela… – susurró, haciendo que el rubio quedara repentinamente helado. Miró a su nueva compañera con mucho temor, pero nuevamente, no vió malicia, solo tranquilidad y una suave y pequeña sonrisa. – Puedes hablar conmigo. Lamento haber visto tu marca, no fue intencional y no se lo diré a nadie, es solo que el Byakugan… – Naruto sonrió, con sus ojos un poco sospechosamente húmedos, radiante, y le ofreció un puño para chocar.

—¡Claro que somos amigos, Hinata! Y gracias…–Ella golpeó su puño con el suyo, temblando apenas. 

Hinata suspiró levemente, aún sintiendo un suave dolor en el pecho. Tal vez el destino no le había dado ese vínculo dorado que anhelaba. Pero al menos podía decir honestamente que estar a su lado como su amiga sería igual de hermoso.

Notes:

Entonces, aquí veremos un poco de la dinámica de los nuevos equipos 7 y 8, no hay Shikamaru :( pero volverá pronto.
Pienso hacer que Naruto y Hinata sean amigos, y aunque Kishimoto desarrolló horriblemente la relación entre Hinata y Naruto, ella tenía sentimientos sinceros por él. Me parece justo darle un cerre sano, donde pueda refugiarse en una amistad más que en sentimientos románticos.

También, el equipo 7 empieza con una mala base y solo empeorará a partir de ahora, así que solo *se encoge de hombros*

Eso es todo, nos vemos!

Chapter 5

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

—¿Un constructor de puentes? —repitió Naruto, con una ceja alzada. Frente al equipo 8 estaba un hombre mayor, de barba canosa y voz áspera, que sostenía un bastón y olía a sake. No se veía como un ingeniero de construcción. 

—Tazuna —se presentó, sin ocultar su tono despectivo mientras observaba con malicia a los niños y a Kurenai-sensei. — Ustedes son mis escoltas, ¿no? Bueno, espero que no mueran en el camino. – Shino entrecerró los ojos con sospecha, alguno de sus insectos volaban inquietos a su alrededor, muchos ya se habían acomodado alrededor de los brazos vendados de Naruto y entre su cabello. Al rubio no le molestó.

—¿No dijo que esta era una misión de rango C? – Kurenai-sensei miró al hombre con atención mientras respondía a la pregunta de Hinata.

—Lo es… en papel. Solo tenemos que escoltarlo hasta su hogar y asegurarnos de que llegue sano y salvo. – Naruto giró los ojos.

—¡Una misión fácil! ¡Vamos, Hinata, Shino! ¡Vamos a mostrarle a este viejo lo que podemos hacer! – Tazuna resopló.

Evidentemente, los compañeros de equipo y su sensei vigilarán al hombre. Mentiroso, mentiroso que miente.

 

***

 

Varias horas de viaje después, la bruma llegó como un suspiro, lento, sin mostrarse como un peligro hasta que fue demasiado tarde, cubriendo los árboles, apagando los sonidos, volviendo todo gris. El grupo se detuvo sobre el camino embarrado, rápidamente retrocediendo para cubrir al cliente y sus propias espaldas. El peligro ya estaba ahí, el nivel de amenaza era muy superior a lo que habían superado hace unas horas. Los hermanos demonios habían sido un chiste, incluso Hinata, eternamente tímida, había golpeado, fuerte y duro. Al parecer, fue solo el calentamiento.

—No se muevan —dijo Kurenai, calmada mientras sus ojos escaneaban la niebla con una precisión tensa. Ninjas de la Niebla, justo lo que necesitaban. Kurenai chasqueó la lengua irritada, esta misión solo iba de mal en peor y si sus alumnos terminaban lastimados (o muertos) por culpa de Tazuna y su estupidez, ella misma se encargaría de matarlo. 

A su lado, Naruto respiraba profundamente. No era miedo exactamente. Era... esa electricidad que venía antes de una tormenta. Podía sentir el chakra en el aire, sabía que había algo allí solo…

—Esta niebla no es natural —murmuró Shino, casi sin mover los labios. Sus insectos zumbaban silenciosamente bajo su chaqueta, inquietos al percibir el chakra que Naruto ya había detectado. Hinata activó su Byakugan de inmediato ante la inquietud de sus compañeros y la orden de su sensei, sus pupilas blancas atravesando la neblina.

—Hay una persona, es fuerte… no sé exactamente dónde está, pero se mueve, se acerca. – Un sonido seco rasgó el aire. Una figura se enlazaba con la niebla, como una sombra: alta, musculosa, con una espada inmensa cargada al hombro.

—Heh. Así que este es el escuadrón que mandaron. Un par de niños y una jonin de genjutsus baratos. Konoha no lo está haciendo muy bien. – Zabuza Momochi, el Demonio de la Niebla. El equipo estaba tenso, listo para saltar. Naruto tragó saliva, tratando de no mostrarse inquieto y llamar la atención del enemigo.

—Oigan… ese tipo… su chakra… es como si aplastara el aire. – Kurenai no parpadeó, pero asintió ante la nueva información. Entre la sensibilidad de Naruto al chakra, el Byakugan de Hinata y los insectos de Shino, podían detectar a casi cualquier enemigo.

—Shino. ¿Listo? – Ante el asentimiento de Shino, Kurenai se concentró en el enemigo. Era una buena sensei, e incluso si esta misión se había descarrilado tanto, aprovecharía la oportunidad para enseñarle a sus alumnos. —Hinata, mantén la visión. Naruto, tú vas conmigo. – La espada de Zabuza silbó en el aire sin previo aviso, cortando la conversación. En un parpadeo, desapareció.

—¡Izquierda! ¡Está a nueve metros, entre los árboles! – Hinata gritó advirtiendo al equipo. Kurenai reaccionó en un instante, formando sellos a una velocidad impresionante, era obvio para Naruto que ella llevaba años siendo una kunoichi en el campo.

Magen: Arboleda Espejismo . – El mundo pareció quebrarse. Las ramas se doblaron, la niebla se onduló, y por un segundo, Zabuza se detuvo… y su cuerpo se tensó, soltando su espada y sosteniéndose la cabeza con fuerza, como si algo invisible le apretara el cráneo. Naruto vio su oportunidad. 

¡Kage Bunshin no Jutsu! – Decenas de clones corrieron hacia la sombra inmóvil de Zabuza, dejarlo inconsciente y desarmado era la prioridad, las reglas de Kurenai-sensei eran claras y tenían sentido, pero la sonrisa de este fue escalofriante.

—Interesante, pero no suficiente. - Con un gruñido, Zabuza rompió el genjutsu de Kurenai con pura fuerza bruta de chakra. Su espada destruyó media docena de clones. —Eso fue mejor de lo que esperaba… pero siguen siendo niños. – sin embargo, aunque sus palabras estaban llenas de veneno, su cuerpo temblaba levemente.

—No subestimes lo que no ves. —murmuró Shino, casi en su oído. Zabuza giró bruscamente, su hombro izquierdo ya estaba cubierto de pequeños agujeros y su cuerpo se estremeció ante lo que era.

—¿Qué demonios…? – Los insectos de Shino lo estaban rodeando, metiéndose bajo su ropa, caminando sobre su piel de forma desagradable, drenando chakra lentamente.

—Kikaichu. Se alimentan de chakra. Y tú… tienes una cantidad considerable. – Zabuza retrocedió. No había esperado una trampa con insectos que devoraban chakra, ni un genjutsu que requiriera más esfuerzo del que esperaba, incluso el byakugan era una molestia.

—Impresionante —escupió mucho más irritado de lo que debería —. Pero esto apenas comienza. – La niebla volvió a espesar de golpe.

—¡Hinata! ¿Lo ves? - Kurenai volvió a acercarse a Tazuna, quien seguía detrás de Hinata.

—¡Sí! – Hinata movía los ojos con rapidez, adaptándose a los movimientos del enemigo. – ¡Se está dividiendo, clones de agua… tres… cuatro…! – Kurenai formó más sellos, Shino desplegó una cantidad impresionante de insectos devoradores de chakra, Naruto creó casi la misma cantidad de clones y Hinata lanzó indicaciones sobre cada uno de los clones y del Zabuza original. Zabuza retrocedió. Observó a la jonin, al chico de los insectos, a la Hyūga y al niño rubio.

—Tch. – Y la niebla volvió a cubrirlo todo cuando Zabuza desapareció.

 

***

 

Para cuando el equipo llegó a la aldea de Tazuna, el anciano había soltado la sopa y pidió ayuda sinceramente. A Kurenai no le gustaba, pero al ver el estado lamentable de las calles y las personas, suspiró y aceptó. Uso el tiempo para seguir entrenando a sus genin, mientras los clones de Naruto exploraban el área y los insectos de Shino alertaban ante el más mínimo indicio de chakra enemigo. El byakugan de Hinata también estaba siendo presionado.

Cuando Zabuza apareció varios días después, la batalla se volvió rápidamente violenta.

Hinata tenía su Byakugan activado, los ojos encendidos como lunas pálidas. Shino caminaba en silencio, sus insectos formando un enjambre compacto a su alrededor mientras algunos ya persiguen al enemigo frente a ellos, pegándose silenciosamente a la ropa del ninja renegado. Naruto tenía las manos listas para crear clones, los ojos ardiendo mientras observaba a la amenaza desconocida. Kurenai, al frente, evaluaba cada movimiento de su equipo y del enemigo con precisión.

Zabuza se movía como un depredador entre las sombras. Rápido. Mortal. Pero no invisible.

—Está detrás del tercer árbol, a la derecha —dijo Hinata sin dudar. Kurenai no necesitaba más. Con una señal rápida, envió a Naruto, quien corrió hacia el punto indicado. Cinco clones aparecieron en un parpadeo, rodeando la zona. Uno lanzó una bomba de humo, otro un kunai, el real se lanzó de frente.

Zabuza emergió de entre la niebla justo a tiempo para bloquear el primer kunai, pero su chakra se sentía más pesado. Los insectos de Shino seguían pegados a él otra vez, drenando de a poco su fuerza.

—¡Malditos…! —gruñó, girando la espada con la intención de atacar al silencioso genin, siendo la mayor amenaza a su fuerza. El golpe dió a Shino en el estómago, haciendo que saliera volando con la fuerza del mismo, chocando contra un árbol a varios metros. 

– ¡Shino! – Naruto lanzó otra oleada de clones y se acercó corriendo, en cuanto sus clones explotaron, Naruto intentó golpear el mismo a Zabuza, pero no sirvió. La diferencia de fuerza era enorme, sintió el puño del ninja renegado impactar contra su mandíbula, enviándolo lejos. En cuanto vió que Hinata se acercaba, envió una docena de clones más, cubriendo a su compañera mientras Hinata se deslizó entre ellos como una sombra. Esquivaba y atacaba, recibiendo varios golpes y cortes desagradables, pero logró usar el puño suave con precisión, golpeando los puntos de chakra desde los ángulos ciegos, guiada por su Byakugan. Zabuza retrocedió, su brazo derecho colgando, inutilizado.

—Kurenai-sensei —gruño Shino con dolor mientras un clon de Naruto lo dejaba con cuidado a su lado —. Está perdiendo terreno. – Ella asintió. Dio un paso al frente y cerró los ojos. Su voz fue baja, pero clara.

Magen: Ecos de Sangre –Zabuza se detuvo en seco. 

—¿Qué… qué es esto…? –Sus sentidos colapsaron. Los nuevos clones de Naruto lo rodearon. Hinata cargó hacia él, lista para dar el golpe final con una precisión que sólo un Hyūga podía manejar. Y entonces. Unas agujas silbaban por el aire. Naruto se detuvo, apartándose con rapidez mientras otra aguja voló, apenas rozando la piel de Hinata. Ella retrocedió de inmediato, alarmada.

Kurenai mantuvo el genjutsu, percibiendo una presencia nueva. Un chico enmascarado descendió de las ramas. Vestía ropas grises, cabello largo recogido en una coleta. 

—Han hecho más de lo que Zabuza-san esperaba —dijo con voz serena—. Si no llegaba a tiempo, Zabuza-san habría muerto. – Zabuza, jadeando, aún atrapado en el genjutsu. A Kurenai no le gustaba la situación, debía mantener la ilusión, no conocían el nivel de este nuevo enemigo y no quería dejar a sus alumnos desprotegidos mientras ella mantenía su jutsu, pero soltar a Zabuza significaría otro enemigo que ellos aún no podían enfrentar. El aire cambió. El chakra de Haku era muy distinto. 

—¿Quién eres tú? –Kurenai levantó una mano, deteniendo a su equipo de avanzar. La lluvia caía repentinamente y con violencia sobre el puente. Shino, aunque comenzaba a sentirse ligeramente agotado y respirando con dificultad, aún liberaba oleadas de insectos que seguían devorando el chakra de Zabuza, mientras subían lentamente por la pierna del nuevo enemigo. 

—No quiero hacer esto, pero haré lo que sea necesario para que Zabuza-san logre sus objetivos —dijo Haku, decenas de clones llenaron el puente a medio terminar. Zabuza se tambaleó, siendo atrapado por el chico enmascarado. Los insectos de Shino le cubrían los brazos. Su chakra se evaporaba. Kurenai soltó el genjutsu al ver que probablemente ya no sería un problema. Zabuza respiraba pesadamente, con el chakra casi agotado. 

– ¿Hay una razón por la cual un ninja renegado de tu calibre quiere matar a un simple constructor y evitar que se termine un puente? – Kurenai estaba sinceramente curiosa. 

– El dinero mueve el mundo. 

—Bueno, en este momento es inútil —dijo con voz clara—. Ya no tiene sentido seguir peleando cuando están en clara desventaja. – Zabuza alzó la vista, enfadado por ello. Haku era fuerte, se había asegurado de que lo fuera, pero podía ver a los malditos insectos por la piel del niño, y Zabuza estaba casi al borde del agotamiento de chakra. La batalla no era viable.

—¿Qué estás diciendo… kunoichi? – Haku parecía especialmente curioso por la opción menos violenta.

—Estoy diciendo —continuó Kurenai, sin bajar la guardia— que en lugar de matarnos, o que nosotros te matemos, deberías decirnos por qué estás aquí realmente.  

—¿Qué importa? Me pagaron por matar a ese viejo constructor de puentes. 

—¿Eso es todo? Creí que tenías más orgullo que eso. – Zabuza rió, áspero.

—¿Qué más se puede ser, cuando eres un arma y un monstruo? –Haku bajó la cabeza. Naruto dio un paso adelante, bastante molesto.

—¡Eso no es verdad! ¡No tienes que ser solo eso! –Zabuza lo ignoró, pero su mirada vaciló por una fracción de segundo. Sin embargo, algo más detuvo su respuesta. Un sonido de pasos resonó en el puente mientras varios hombres armados emergieron de la niebla, flanqueando a un hombre bajo y vestido con ropas caras.

—¡Bueno, bueno, bueno…! —rió Gato, mirando la escena con desagrado —. ¡Qué patético! Casi me dan pena, pero ya me cansé de esperar. –Zabuza entrecerró los ojos.

—Tú…– Gato sonrió con malicia.

—¿De verdad creíste que iba a seguir pagándole a un ninja que no puede cumplir una tarea simple? –Los mercenarios levantaron sus armas. Haku se tensó, mientras, a su lado Zabuza no se movió.

—¡Oye, qué rayos crees que haces! –Naruto gritó. Gato lo ignoró. Caminó lentamente hacia el centro del puente.

—Kurenai-sensei —dijo Shino con voz baja—. Si él cae, la misión termina.

—Lo sé —respondió ella, sin quitarle los ojos de encima a Zabuza. El silencio se hizo denso. Gato se giró hacia sus hombres y levantó la mano.

—Maten a todos. Que parezca un accidente. – Kurenai estaba lista para atacar, no pensaba dejar que un molesto civil desagradable amenazara a sus alumnos, pero no fue necesario.

Zabuza ya estaba en movimiento. Una ráfaga. Un tajo. Un grito seco. En un segundo, la espada de Zabuza ya estaba atravesando el cuello de Gato, quien se desplomó como un saco vacío mientras su cabeza rodaba a unos metros de forma sinceramente morbosa. Los mercenarios titubearon. Algunos gritaron. Otros huyeron al instante. Zabuza se quedó de pie en silencio, con la espada chorreando sangre.

—Las sabandijas como ésta no deberían tener tanto dinero, que molestia. —murmuró. Haku corrió hacia él, colocándose a su lado cuando Zabuza se tambaleó, aún débil pero firme. El silencio volvió. Zabuza se giró hacia Kurenai.

—Tu tenías razón, no tengo razón para seguir esta pelea. - Kurenai no asintió ni sonrió. Solo lo miró, con desagrado.

—Entonces vete. –Naruto abrió los ojos, sorprendido.

—¿Qué? ¿Así y ya? – Miro a sus compañeros, claramente agotados y ligeramente golpeados.

—¿De verdad crees que todavía son nuestros enemigos, Naruto? –Naruto se quedó callado. Miró a Haku, luego a Zabuza y se encogió de hombros. Zabuza se apoyó en Haku con una mano sobre el hombro.

—No me deben nada. Ni yo a ustedes. – Naruto gritó, aún irritado:

—¡Oye, espera! - Zabuza se detuvo.

—¿Qué? – estaba al borde de la inconsciencia, el agotamiento de chakra era evidente.

—¡No trates a tu compañero como un arma, no le gusta! – ese comentario le había sentado fatal al rubio, era un golpe demasiado cerca de casa. Zabuza no respondió, pero se fue en silencio.

La niebla se disipó. Y el puente por fin quedó en paz.

Horas después, el puente estaba cubierto por el sol. Gato había sido brutalmente derrotado –Tazuna había pateado la cabeza cortada al agua, con mezquina violencia –. El equipo se preparaba para marcharse. Naruto pensó que para ser su primera misión fuera de la aldea, no había sido tan mala.

Notes:

La misión de las Olas versión equipo 8 2.0. Entonces, siento que los insectos de Shino tienen muchísimo potencial, así que mi niño silencioso será un BAMF total. Hinata también, merece más tiempo en pantalla. Kurenai es genial. Naruto no necesita mucho para cambiar vidas, mi niño hermoso.

Oh, casi lo olvido, la longitud de los capitulos probablemente varíe bastante. Pueden tener algunos vistazos de 3000 palabras a unas bestias de 10k. Todo sea por la musa y todo eso.

Nos vemos!

Chapter 6

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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Sasuke estaba harto. Harto de las misiones inútiles. Harto de estar encerrado en la aldea.
Y harto de perder el tiempo con un equipo que solo lo arrastraba hacia abajo. Habían pasado cuatro meses desde que se graduaron de la academia y aún no aprendía nada, no habían hecho misiones importantes fuera de la aldea, y su equipo era un lastre.

Kakashi llegaba tarde e incluso cuando llegaba, no les había enseñado nada. Sakura lo seguía como una sombra fanática e inútil. Y Kiba… era un perro rabioso que no sabía cuándo callarse. Quería hacerse más fuerte, necesitaba hacerlo. Pero cada día se sentía más oxidado. Ni siquiera podía entrenar por su cuenta, con las jodidas misiones de rango D. Era frustrante.  

Cuando finalmente los llamaron para una misión de rango C, no era más que reconocimiento en una aldea no muy lejos de Konoha. ¡Volverían el mismo día! Mientras esperaban en la oficina de asignaciones, una carcajada familiar lo sacó de su furia interna.

—¡Te dije que mi idea con los sellos explosivos funcionaría! — Sasuke alzó la mirada. Naruto venía entrando al edificio junto al resto de lo que parecía era el equipo 8. 

Tenían cortes, tierra en el rostro, manchas de sangre seca, sonrisas tranquilas y relajadas, aunque se veían bastante agotados. Kurenai hablaba con un chunin, mientras Naruto caminaba entre Shino y Hinata, animado pero sereno. Naruto actuaba y se veía diferente. Sasuke no sabe si el cambio de estilo es por orden de su jonin sensei o decisión propia, pero el estilo colorido, chillón y llamativo de Naruto parecía haberse esfumado. Ya no usaba esa ropa naranja ridícula. Negro. Vendajes. Malla de combate. Sus manos y brazos seguían completamente vendados, hasta por encima de los codos. Una expresión relajada, tranquila y sonriente.

Naruto… se veía como un shinobi.

—Necesito al menos diez tazones de ramen de Teuchi-san para funcionar de nuevo antes de la siguiente misión. —bromeó, apoyando un brazo en el hombro de Shino.

Sasuke sintió cómo algo oscuro le apretaba el estómago, una rabia profunda y venenosa. ¿Siguiente misión? ¿Acababan de llegar y ya tenían otra misión? ¿Cómo es que el idiota de la aldea tenía más misiones que él? Había escuchado los rumores. El equipo 8 no solo había enfrentado a Zabuza Momochi. Lo habían derrotado. Desde entonces, hacían misiones más difíciles. Algunas fuera de la aldea, incluso algunos rangos B. Para asombro de los demás shinobi, les iba bien en el sigilo, a pesar de que Naruto era ruidoso y desagradable, era muy útil con sus clones de sombra. 

Todos los shinobi hablan del equipo 8, mientras Sasuke sigue atrapado en un equipo inútil y dentro de una aldea que lo sofoca.

Naruto se hacía más fuerte cada día. Y él… él seguía atascado.

—Qué idiota… —masculló, pero sus manos estaban apretadas con rabia. Naruto se giró un momento al notar su mirada. Sus ojos azules lo buscaron… y lo ignoraron. Como si Sasuke ya no importara. Ese simple gesto fue como un golpe. Le cabreó, mucho más de lo que esperaba. 

 

***

 

La misión había sido un desastre. Desde el inicio, Sasuke y Kiba se la habían pasado discutiendo y Sakura estaba demasiado nerviosa por estar fuera de la aldea por primera vez para intentar tranquilizarlos y mediar entre ellos. Kakashi-sensei solo les daba una sonrisa escalofriante cuando gritaban demasiado y luego, cuando se callaban, seguía leyendo como si no estuvieran allí.

Los comentarios de Sasuke habían escalado y eran cada vez más venenosos, pasando de ser solo sarcástico, como solía ser, a ser francamente cruel, alcanzando incluso a Sakura, que ni siquiera se había metido.

Y la misión, cuando encontraron al objetivo después de seis horribles horas de caminar y luego correr - cuando Kakashi-sensei se había cansado de escucharlos - había sido terrible. Ni siquiera había sido difícil. No por los enemigos que no eran más que bandidos civiles con muchas armas, pero el supuesto trabajo en equipo no solo era inexistente. No eran un equipo en absoluto. Sasuke se había adelantado otra vez, ignorando a todos y desobedeciendo a Kakashi. Kiba había terminado con una herida fea en el brazo por ayudar a Sakura con tres de los bandidos, y Sakura había usado casi todo su botiquín para detener la hemorragia.

Ahora, estaban sentados en una pequeña cueva, resguardados de la lluvia, esperando que el Uchiha regresara de buscar madera. Sakura tiene la impresión de que su sensei solo quería alejarlo unos minutos, porque ya había una pequeña y cálida fogata en la cueva y de todos modos, la madera afuera estaba mojada por la lluvia. Ella, por supuesto, no diría ni pío. Kakashi-sensei estaba en la entrada de la cueva, dando indicaciones a sus invocaciones para establecer un perímetro. 

Kiba tenía el brazo vendado y Akamaru dormía en su regazo mientras su compañero secaba su pelaje con una de sus camisas de repuesto. Sakura estaba frente a él, con los hombros caídos. Estaba enfadada, frustrada.

—No me lo agradezcas —dijo ella, adelantándose a sus palabras cuando lo vió mover el hombro vendado con cuidado. Kiba la miró de reojo.

—No iba a hacerlo —respondió con una sonrisa burlona—. Pero igual… gracias. – Ella rió suavemente, sumamente cansada.

—Eres un idiota. – murmuró. No esperaba la respuesta de Kiba.

—Y tú eres genial. – Sakura se quedó callada. – No sabía que podías curar heridas, al menos yo no tenía idea y dudo que el príncipe del hielo se digne a tocarme incluso si estuviera muriendo en un barranco. – respondió con un gruñido. El sonido de la lluvia llenaba el silencio entre ellos. Después de un rato, fue ella quien habló, con la voz más baja.

—A veces me pregunto si estoy hecha para esto. – Estaba cansada, no sólo físicamente. Todo había salido tan mal .

—¿Ser ninja? – pregunta Kiba. 

—No. Ser parte de este equipo. – Kiba bajó la mirada.

—¿Por Sasuke? – Ella no respondió enseguida.

—Desde la academia siempre quise estar a su lado, estaba eufórica cuando dijeron que estaríamos en el mismo equipo. Pensaba que si me volvía más fuerte, si era mejor, me vería. Me trataría diferente. – sus manos apretaron la tela de su falta para esconder el temblor en ellas – Pero no importa lo que haga, siempre me mira como si fuera un estorbo. – Kiba apretó los dientes.

—Porque es un imbécil. No creo que entienda que está en un equipo, por como yo lo veo, el único estorbo es él. – Sakura lo miró, sorprendida por lo directo del comentario. — no eres un estorbo, Sakura. Eres rápida, precisa y no podría ni soñar con tener el buen control de chakra que tienes. ¡Incluso sabes primeros auxilios avanzados! Eres más útil que él, porque piensas en el equipo, piensas en los demás antes de actuar. – Ella tragó saliva.

—Tú también piensas en los demás. – susuró, Kiba se encogió de hombros.

—No lo hago por nobleza. Lo hago porque somos un equipo, al menos, se supone que lo somos. Porque cuando uno cae, los demás tienen que estar ahí. Eso debería incluir a Sasuke… pero no lo entiende. Está solo porque quiere estarlo y si sigue de este modo, nos arrastrará con él. Si tengo que elegir entre Sasuke y tú, te elegiría. Al menos tu no pisarías mi cadaver. – Sakura bajó la mirada. Algo dentro de ella se rompía y se reconstruía al mismo tiempo.

—Gracias, Kiba. – se sorprendió por lo sincera que sonaba su voz.

—De nada. – se encogió de hombros con una mueca. – Pero no te estoy diciendo esto para que te sientas mejor. Lo digo porque a pesar de que no te agrado, aún así trabajas conmigo y me curaste aunque no tenías la obligación de hacerlo. – Ella levantó la mirada y lo vio. No era una mirada de condescendencia. Era respeto. Kiba respetaba a Sakura.

- Es porque somos un equipo. - respondió. Kiba le dio una sonrisa con demasiados dientes. Akamaru se estiró, medio dormido, y apoyó la cabeza en su pierna, rompiendo el ambiente serio con un adorable bostezo perruno. —¿Eso es una señal? —preguntó ella, sonriendo.

—Claramente —rió Kiba—. Si Akamaru te acepta, ya eres familia. – Sakura rió más fuerte de lo que esperaba.
Cuando Sasuke volvió, irritado, mojado hasta el alma y viéndose como un gato ahogado, Sakura ni siquiera se levantó para ayudarlo. Mientras Sasuke le gritaba a su sensei por enviarlo a la lluvia por nada y Kiba se reía hasta que no podía respirar, Sakura sonrió. 

De repente, Sasuke ya no se veía tan atractivo. 

 

***

 

El claro en el bosque estaba muy animado para ser una tarde tan calurosa. Los insectos de Shino zumbaban animadamente entre los miembros del equipo, se desplazaban perezosamente entre los troncos mientras Naruto se sacudía el polvo de la espalda y se volvía a poner de pie con una mueca.

—¡Otra vez me diste justo en el diafragma! —se quejó, frotándose el estómago—. ¿Cómo podés pegar tan suave y que duela tanto? ¡No tiene sentido! – Hinata se acercó con expresión preocupada.

—Es porque no golpeo el músculo. Golpeo tu chakra. —Ayudó a su amigo a corregir su postura, con las palmas abiertas—. El puño suave no necesita fuerza. Solo precisión. – Shino observaba desde una rama, con los brazos cruzados. —Tu mayor problema es que dependes demasiado de la fuerza bruta, Naruto. Si aprendes precisión y corriges tus posturas vas a volverte mucho más eficiente. – Naruto se rascó la nuca, frustrado pero curioso.

—Sí, bueno… nadie me enseñó estas cosas en la academia. Aprendí las katas básicas viendo a los demás y luego Shikamaru y Kiba me enseñaron un poco, pero Mizuki bastardo nunca me corregía o ayudaba, el maldito lamebotas. – Hinata sonrió apenas. Era verdad. A veces todavía les sorprendía lo animado que estaba su amigo, mientras más aprendían de su vida. 

—Yo… puedo ayudarte —dijo, bajando la mirada un momento—. No todo, claro. Algunas técnicas del clan Hyuga son secretas. Pero sí puedo enseñarte lo básico del flujo de chakra, cómo sentirlo y cómo defenderte. El taijutsu básico del clan es bastante efectivo y usa el poder del enemigo en su contra. No podrás dañar los puntos de chakra, pero podrás esquivar y atacar. – Naruto se quedó mirándola.

—¿En serio? ¿Me vas a enseñar el estilo Hyūga? ¿No te meteras en problemas y todo eso? – Ella negó con la cabeza.

—Solo si prometes no enseñarselo a nadie más, y en realidad, siempre que solo sea taijutsu, no hay problema. Cualquiera con buena memoria y observación puede imitar las katas de los clanes. Solo no hables de eso con cualquiera y estaremos bien. – Naruto abrazó a su amiga con fuerza. 

—¡Lo juro! ¡De verdad, muchas gracias! – Hinata rió suave, feliz por su amigo. Shino bufó un suspiro desde su rama.

—Empecemos con los puntos básicos —continuó Hinata, levantando el brazo de Naruto—. Tienes que aprender a sentir el flujo de movimiento de la batalla. – Naruto asintió, aunque hizo una mueca graciosa.

Hinata, con lentitud y mucha suavidad, comenzó a mostrar sus movimientos para que su amigo entendiera a lo que se refería. 

– Observar el centro de gravedad del contrincante y tratar de desequilibrar es la mejor opción. Muévete con el enemigo, busca la oportunidad y ataca los puntos de presión, así puedes inutilizar los brazos y músculos o incluso dejarlos inconscientes con golpes suaves pero contundentes y terminar la pelea mucho más rápido. – Hinata obligó a Naruto a imitar sus movimientos, casi como si practicaran una coreografía, mientras más suave aprendiera a moverse, mejor podría adaptarse. 

—¿Y después voy a poder hacer esa técnica que me deja sin respiración? – Naruto sintió el sudor deslizarse por su piel, pero lo ignoró. Quien diría que moverse suavemente sería tan difícil. 

—Sí y no —dijo ella, sonriendo — No puedes dañar los puntos de chakra. Pero podrás esquivar la próxima vez e incluso contraatacar. – Shino habló desde arriba:

—Y si aprendes bien, tal vez incluso podrías bloquear un ataque antes de que te toque. La mayoría de los clanes tienen katas dedicados a desviar, aún los que suelen concentrarse en atacar. La defensa es tán importante como el ataque. – Naruto sonrió con entusiasmo. 

—¡Esto es genial! ¡Vamos otra vez! – Hinata asintió.
Y mientras tomaban posiciones de nuevo, por primera vez, se sintió segura de sus conocimientos. Ni Naruto ni Shino la juzgaban. Escuchaban, aprendían y confiaban en sus enseñanzas. Y Naruto por fin estaba aprendiendo a pelear.

 

***

Cuando Kurenai-sensei les dijo que evaluaría sus avances, Naruto realmente no se esperaba esto. Gai-sensei sonreía con los brazos cruzados, mientras Kurenai observaba en silencio con la atención de un halcón especialmente hambriento de sangre. La kunoichi se había mostrado extasiada de ver a sus tres alumnos compartir sus estilos de taijutsu. Y que mejor manera de evaluar su crecimiento que con Gai. 

—¡Oh, juventud compartida! ¡Nada como el sudor y los puños para forjar lazos indestructibles! —el grito de Gai-sensei se escuchaba desde el otro lado del campo de entrenamiento.

—Esto es por el bien del equipo —respondió Kurenai-sensei, casi como si tratara de convencerse a sí misma. — Naruto y Shino pueden beneficiarse del entrenamiento con oponentes físicos. Y a Hinata le irá bien peleando con alguien tan explosivo como Tenten. Si su evaluación es buena, los inscribiré a los exámenes Chunin, será una buena experiencia incluso si no aprueban. – Naruto podía ver que se preocupaba por ellos, pero sabía que les iría bien, como les fue en las misiones y entrenamientos.

En el centro del campo, los equipos 8 y Gai se alineaban para comenzar los ejercicios por parejas. Rock Lee ya se medía con Shino, ambos desplazándose con velocidad y precisión. Hinata avanzó y se puso en posición de batalla en frente de su compañera de entrenamiento. Y por otro lado…

—¡Naruto, vas contra Neji! —llamó Gai. Neji cruzó los brazos.

—Pensé que la finalidad de este encuentro era el entrenamiento. No aprenderé nada de un contrincante como Uzumaki que es mejor gritando que pelenado. – Naruto simplemente cruzó sus brazos detrás de su cuello, tranquilo, avanzó sin perder la sonrisa.

—Tranquilo, ¡no tengo pensado hablar mucho! – Neji lo ignoró, activando su Byakugan con desdén. 

— Esto no va a tomar mucho tiempo. – Naruto se sintió irritado. Esto se sentía como pelear contra Sasuke de nuevo, solo que peor. Contra Sasuke, Naruto solo había sido ladrido sin mordidas. Neji no lo conocía, en absoluto, y menos al Naruto miembro del equipo 8.

Hinata tragó saliva observando que su amigo se enfrentaría a su primo. Kurenai miró todo con calma. El enfrentamiento comenzó.

Neji se lanzó con un movimiento veloz, directo a cerrar uno de los puntos de chakra del brazo de Naruto. Naruto lo esquivó. 

—¿Qué…? – Naruto giró, empujando con una patada baja, justo como Hinata le había enseñado: sin usar fuerza excesiva, buscando la base, no el impacto. Neji retrocedió, frunciendo el ceño.

—¿Cómo te atreves a mancillar el estilo Hyuga? – Neji se veía alterado, pero su postura no había flaqueado.

—Qué, ¿asustado de perder con un principiante? —respondió Naruto, sonriendo con arrogancia, su única finalidad era molestar. Neji atacó de nuevo, aumentando considerablemente su velocidad. Intentó cerrarle el flujo en las piernas, pero Naruto giró sobre su centro y lo forzó a retroceder otra vez, usando clones de sombra para rodearlo.

—Tus trucos son inútiles, no tienes la fuerza necesaria —dijo Neji, destruyendo uno con un golpe— Tus clones no pueden igualarme. – Neji replicó, destruyendo casi por completo a todos los clones invocados. 

—Tal vez no —respondió una voz a su espalda—. Pero yo sí. - Naruto lo golpeó con el puño abierto, imitando la forma del puño suave, y aunque no tuvo la precisión de un Hyuga, sí logró impactar justo en el centro del pecho, forzando a Neji a retroceder con el aire cortado. El campo quedó en silencio. Neji apretó los dientes.

—El estilo Hyūga es un arte milenario. No tienes ningún derecho a mancillar nuestro legado utilizando una copia barata. – Naruto bajó las manos, sin perder la postura.

—No intento copiar. Solo estoy aprendiendo a usar lo que tengo para protegerme. Si te molesta ¡no es mi problema! – Gai rompió el silencio con una carcajada explosiva.

—¡Maravilloso! ¡Es como ver a dos llamas de voluntad arder en direcciones opuestas! – Kurenai simplemente sonrió con orgullo.

—Buen trabajo, Naruto. – el entrenamiento continuó.

Naruto sabía que las posibilidades de ganar contra alguien como Neji, quien tenía años de entrenamiento y disciplina a su lado eran nulas, pero fue divertido pelear contra alguien más que Hinata y Shino. Además, en ningún momento dijo que solo utilizaría el estilo Hyuga y la idea de cabrear al estirado primo de Hinata era deliciosa. Molestar a un bully siempre era divertido.

Neji se veía lívido mientras veía a Naruto cambiar entre katas Hyuga a Aburame con tanta facilidad como respirar. Incluso algunos golpes al estilo de su sensei y algunos enseñados en la academia. A veces, no tenía forma en absoluto y solo golpeaba cuando se le presentaba la oportunidad, esquivando como si peleara con un estilo callejero. Era frustrante y desconcertante, un estilo tan caótico que marea a Neji.

Era justo lo que el equipo había planeado. La estrategia de mezclar sus estilos de lucha nació de la frustración de Naruto y las observaciones de Shino. Fue glorioso. 

Cuando la victoria de Lee sobre Shino y la de Neji sobre Naruto se anunció, Hinata se acercó a sus compañeros mientras sacudía el polvo. Su propia batalla había terminado hace unos momentos

—Lo hicimos muy bien. – susurró, sin temer acercarse a sus amigos y alejarse de su primo. 

– ¡Fue una muestra magnífica de su juventud! ¡Naruto, debes pelear conmigo ahora! – Lee se veía extasiado y Naruto rió ligeramente.  

—Fue un trabajo en equipo, de no ser por ustedes dudo que hubiera durado ni cinco segundos. El puño suave todavía me parece frustrante, pero creo que estoy empezando a entenderlo. – Hinata sonrió, esta vez con un poco de orgullo, no con timidez.

—Eso es lo que hacen los equipos. Nos ayudamos a crecer. – contestó Shino, tan silencioso como siempre mientras sus insectos volaban a su lugar habitual en el cabello de Naruto, como siempre hacían.

A Naruto le encantaba su equipo. 

 

***

 

Shikamaru siempre pensó que las tardes tranquilas, soleadas con agradables nubes que observar eran un tesoro. La brisa suave. Las nubes lentas. El sol medio escondido entre los árboles. Era un pequeño paraíso en su hogar. 

Estaba sentado sobre un tejado bajo del campo de entrenamiento 17, brazos detrás de la cabeza, mirando al cielo y pensando lo mismo de siempre: Todo sería mejor si fuera una nube, ahí flotando como si nada, solo yendo dónde el viento me lleve. Los días se habían vuelto tan problemáticos, llenos de misiones y entrenamiento. Extrañaba las tardes de solo existir, sin esfuerzo ni responsabilidades en la academia.

Y entonces escuchó gritos, golpes y explosiones de clones. Se asomó apenas, con pereza. Y lo que vio lo obligó a sentarse derecho.

Naruto.

Pero no ese Naruto, su compañero de observar nubes después de tardes de luchar con las lecciones de la academia y la memorización. Este Naruto era distinto. Vestía de negro, vendajes bien sujetos en los brazos, postura firme. Era la primera vez que lo veía en mucho tiempo, ¿tal vez desde la traición de Mizuki? No habían tenido tiempo juntos más allá de un saludo rápido entre misiones o un vistazo entre entrenamientos. 

Había cambiado. Parecía un shinobi en pleno derecho. Y no solo eso. Estaba en medio del campo peleando con Neji Hyuga, y aún no estaba perdiendo.

—¿Qué…? – Desde su lugar en lo alto, Shikamaru observó cómo Naruto esquivaba un golpe directo con una agilidad que no recordaba haber visto nunca. Sí, Naruto había cambiado, se había esforzado mucho en los últimos años de la academia, habían entrenado (con Kiba, Shikamaru no necesitaba el cansancio) pero esto era diferente. Contraatacaba con una suavidad que no era común en él, patadas bajas, luego usaba un clon para distraer a Neji, y volvía a girar con un movimiento circular que parecía aprendido, no improvisado. No era solo fuerza bruta. Era ritmo. Técnica. Entrenamiento real. Y luego , de repente cambiaba. Nadaba entre estilos para confundir a su contrincante, un estilo propio tan caótico y a la vez suave que Shikamaru jamás pensó que Naruto tendría la mentalidad o estrategia de implementar. Shikamaru entrecerró los ojos.

¿Desde cuándo pelea como si supiera lo que hace? Recordaba haber oído rumores. El equipo 8 había tenido una misión que escaló al rango A. Habían enfrentado a Zabuza Momochi y sobrevivido. Naruto y su equipo habían comenzado a avanzar de misión en misión. Pero eso eran rumores, vistazos de la vida de su amigo a través de los ojos de los demás. Lo que estaba viendo ahora era otra cosa completamente diferente. Naruto se movía como alguien acostumbrado a entrenar por horas, que había aprendido a adaptarse, que escuchaba a sus compañeros. Qué pensaba antes de solo actuar. Su amigo era apasionado y había desarrollado una disciplina admirable en la academia, pero esto era distinto. Naruto aprendía en medio del combate y se adaptaba.

Un clon de sombra atrapó a Neji desde atrás por sorpresa, justo cuando parecía que iba a tocar un punto de chakra en el torso de Naruto. El verdadero giró y lo empujó con un golpe de palma al estilo Hyuga. Neji se apartó, recuperando el aire perdido con la rapidez de alguien acostumbrado al estilo, pero el impacto había dado, justo en el blanco. 

—¿Puño suave? – Hinata. Hinata estaba en su equipo. Y Naruto estaba aprendiendo de ella. De Shino. De Kurenai. 

Impresionante. Naruto estaba cambiando. Ahora le estaba aguantando el ritmo al genio del Byakugan. Había perdido, claro, pero el hecho de que su combate hubiera durado tanto de por sí fue impresionante. Por si fuera poco, cuando su encuentro con Neji acabó, Naruto inmediatamente comenzó a pelear contra el fanático del taijutsu.

Naruto no solo era bueno, era competente . Y no por accidente.

Una vez más, Shikamaru sintió una pequeña punzada de curiosidad. Naruto no había dejado de cambiar desde los 10 años, había destrozado la imagen que Shikamaru tenía de él y no hacía más que sorprenderlo. La curiosidad, la necesidad de saber, de entenderlo le picaba. Era molesto, irritante. Naruto había pasado de ser un simple peón a volverse un alfil con el paso de los años, justo en frente suyo. 

Cerró los ojos de nuevo, esta vez sin pensar en las nubes, aunque pensó en su amigo y Naruto siempre le había recordado a un cielo soleado, con el dorado de su piel, el oro de su cabello y el azul cielo de sus ojos. 

Que molestia

 

***

Notes:

¡Un vistazo de las dinámicas y entrenamientos de equipos! ¡Shika por fin regresa!

Los puntos de vista de Sasuke serán un poco constantes mientras superamos el canon de Naruto chiquito, pero se detendrán después de Orochimaru. Sin embargo, será importante cuando veamos como su visión de la vida de Naruto envenena sus pensamientos. No sabía si debería haber puesto lo de la misión del equipo 7, pero la eroción del equipo será importante más adelante y la incipiente amistad entre Kiba y Sakura, así que, sip.

También, me parece ridículo que Naruto nunca haya aprendido un estilo propio de pelea más allá de solo atacar a lo bestia con rasengan y clones, así que esta soy yo sacándole el dedo medio al canon.

Chapter 7

Notes:

¡Aquí vamos con el capítulo 7! A veces es dificil recordar que detalles pequeños he cambiado con respecto al canon, hasta que tengo que escribir unas escenas y se siente como, oh no, eso ya no funciona.
EN FIN, Sasuke va de mal en peor, no se preocupen, solo va a empeorar :D
Ah sí, me disculpo por las cursiva excesivas en este capítulo, pero las necesitaba para marcar partes importantes del pensamiento del niño cabello de pato.
Anyway, vamos a por ello.

Chapter Text

La sala del examen escrito estaba llena de ruido. Susurros, codazos, miradas de reojo. Todos intentando aparentar confianza mientras copiaban descaradamente. Todos, menos él, no se rebajaría a que lo descubrieran copiando de forma tan vergonzosa, el tenía orgullo, muchas gracias. Sasuke permanecía en su asiento, brazos cruzados, observando a los otros equipos terminar. El examen escrito era solo una pantalla. Lo sabía. Lo importante no eran las preguntas. Era la presión. El control. La estrategia.

A Sasuke no podía importarle menos si todos los demás participantes se prendían fuego repentinamente. Su atención estaba centrada en algo más. Al fondo del aula, el equipo 8 estaba sentado junto a una de las ventanas. Naruto estaba en el centro, pero no parecía molesto ni desesperado. Ni siquiera se veía nervioso. Escribía con rapidez y por el movimiento de los insectos de Shino y los ojos de Hinata, estaban trabajando en conjunto para obtener todas las respuestas. 

¿Desde cuándo sabía ese idiota lo que era estarse quieto? No ha sido más que una molestia en la academia, sin poder quedarse quieto y concentrado ni un solo minuto. Había sido irritante, siempre en movimiento, siempre brillando con su chakra exesivo, siempre distrayéndolo, tan molesto. 

Pero eso no era necesariamente cierto. No, incluso en la academia Naruto había tenido un cambio radical, pero en ese entonces Sasuke solo estaba feliz y de que el rubio dejara de desafiarlo y seguirlo por todos lados. Su cambio había significado paz para Sasuke y el rubio había sido expulsado de su radar, lo había sido. Ahora, Sasuke no podía sacárselo de la cabeza. 

Shino a su lado escribía tranquilo, y Hinata observaba el entorno con calma. Naruto ya no escribía pero parecía susurrar a sus compañeros, aunque el movimiento de su boca era mínimo.

—Qué extraño —murmuró Sakura, a su lado, notando su mirada—. ¿Naruto concentrado y escribiendo?

—Ese idiota junto con Shino y Hinata ya deben haber encontrado todas las respuestas del exámen —espetó Kiba, sin molestarse en bajar la voz pero sin dudar de su amigo. Sasuke seguía observando. Naruto no parecía perdido o molesto por estar en un examen. Parecía seguro mientras obviamente trabajaba con sus compañeros.

¿Desde cuándo? El Naruto de sus recuerdos era un ruido sin contenido. Golpes sin dirección. Sueños sin futuro. Ahora era distinto. Demasiado distinto. Este Naruto escapaba de los cálculos de Sasuke y no le gustaba, para nada. 

Una voz cortó sus pensamientos. Ibiki Morino, el examinador, caminaba por la sala como una sombra afilada.

—Cinco minutos más —anunció. Kiba chasqueó la lengua. Sakura suspiró. Y Naruto solo sonrió, chocando los puños con sus compañeros mientras los tres dejaban sus lápices.

¿Por qué sonríe? ¿Qué sabe que yo no?

Sasuke sintió cómo la incomodidad se arrastraba bajo su piel como una serpiente. No le gustaba no entender. Naruto había pasado de ser nada a ser formidable, estaba superándolo. Naruto no lo miró ni una sola vez. A Sasuke no le gustó. 

 

***

El Bosque de la Muerte era oscuro, húmedo y lleno de animales desagradables. Era el tercer día de la Segunda Prueba y Sasuke se movía como un depredador frustrado. Llevaban tres días en el bosque y no habían encontrado el segundo pergamino. O mejor dicho, Sasuke no había encontrado el segundo pergamino, porque, por supuesto, él tenía que hacerlo todo. Kiba había tratado de rastrear un equipo, pero el olor de los depredadores y tanto chakra enemigo parecía interferir con su rastreo, la humedad y podredumbre del bosque no ayudaban. Sakura, por su parte, intentaba mantener la calma, a pesar de que Sasuke la callaba cada vez que abría la boca.

—¿No pueden cerrar la boca?—escupió irritado por tercera vez esa tarde. Sakura apretó los labios, sin poder terminar la estrategia que ofrecía a sus compañeros. Kiba gruñó.

—Sería más fácil encontrar enemigos ¡si dejaras de actuar como si fueras el único con habilidades de rastreo! Esto es un ejercicio de equipo, no puedes seguir callando a Sakura cuando sus ideas son mejores que las tuyas. – Sasuke lo ignoró. La tensión entre ellos era espesa y su relación era cada vez peor. El silencio antinatural se extendió y como si el destino esperara ese momento, llegó una niebla que no pertenecía al bosque de la muerte.

Fría. Espesa.

Y luego, una enorme serpiente morada irrumpió en el claro. Una figura alta estaba sobre el monstruo descomunal, deformada por una transformación grotesca, como si su piel se estuviera derritiendo, se deslizó entre los árboles con gracia antinatural. Ojos dorados. Lengua larga y desagradable. Un rostro que no era del todo humano los observaba como si no fueran más que insectos que no tenía el ánimo de aplastar.

—Sasuke Uchiha, el hermano menor de Itachi. —La voz era un susurro entre carcajadas. Sasuke sintió su sangre arder al escuchar el nombre de ese traidor.

— ¡No menciones a ese asesino frente a mi! - grito, sintiendo su chakra hervir. – ¡¿Quién eres?! —grito, de inmediato poniéndose en guardia.

—Alguien que puede darte lo que más deseas, lo que ellos jamás podrán. —respondió Orochimaru, sin mirar ni a Sakura ni a Kiba. 

– ¿Qué te hace creer que tienes algo que yo quiero? – respondió con desdén, aunque la curiosidad había aumentado considerablemente. El hombre serpiente soltó una risa escalofriante, antes de saltar de lo que parecía ser su invocación. A su lado, el resto del equipo se movió.

—¡Sakura, Sasuke, hay que irnos! ¡Ese tipo no es parte del examen! – Kiba reaccionó primero. Akamaru ladró, el chico se colocó delante de Sakura sin pensarlo.

—Tch… ¡No interfieran! Puedo con esto. —Sasuke gruñó

—¡No es parte del examen, imbécil! ¡Ese tipo es un Sannin! —gritó Kiba.

Pero Sasuke ya había cargado. La batalla fue breve y brutal. Probablemente ni siquiera podría llamarse una batalla. Sasuke no alcanzó siquiera a rozar al enemigo, Orochimaru lo dominaba con una facilidad humillante. Cada golpe fallaba. Cada kunai era desviado como si no fuera más que una mosca molesta. Hasta que, de la nada, la serpiente invocada atrapó a Sasuke por la pierna y lo estampó contra un árbol.

Kiba y Sakura se lanzaron hacia él.

—¡Sasuke! —gritaron ambos, intentando alcanzarlo. Kiba bloqueó el ataque de una de las serpientes con Akamaru y giró para protegerla.

—¡Sakura, corre! ¡Llévatelo si puedes, Akamaru y yo vamos a cubrirlos! – Sin embargo, Sasuke ya se había levantado y empujó a Sakura, quien intentaba ayudarlo. 

– ¡No me estorbes! – Sasuke se adelantó, listo para seguir luchando. Mirando a su compañero... No, mirando a Sasuke con incledubilidad, tomándo rápidamente una desición.

– ¡Esto es inútil, vámonos! – Kiba intentó llevarse a Sakura, pero su compañera se resistía. 

—¡¿Qué?! ¡No podemos dejarlo! – Kiba sacudió a su amiga por sus hombros.

— ¡Nos arrastrará con él! —gritó desesperado, el chakra del legendario Sannin serpiente llenaba el claro, haciendo que respirar fuera difícil, mirando hacia Sasuke, Kiba tomó una decisión con dolor en el pecho. —. ¡Si quiere morir solo, que lo haga! ¡No te dejaré morir! 

—¿Qué querés de mí? – Sasuke sonrió con sangre en la boca, mirando al enemigo. Orochimaru sonrió con veneno.

—Quiero darte lo que buscas. - Su voz se arrastraba con un siseo, casi al compaz de su serpiente. - Poder, el poder que te niegan, el que ni siquiera tu sensei te ofrece. Puedo darte el poder que quieres para matar a tu hermano. – Sasuke respiraba con dificultad.

—No necesito tu ayuda. – respondió finalmente. Sentía la sangre correr por su cuello, ¿una herida en la cabeza? 

—¿Seguro? ¿Y por qué tu cuerpo tiembla cuando ves a esa plaga Uzumaki siendo elogiado? ¿Por qué tus puños se cierran cuando él consigue lo que tú deseas? Te he observado, se cuanto odias que te supere. – Sasuke apretó los dientes. No respondió. No hacía falta. 

Kiba y Sakura, quienes se habían detenido al borde del claro, escondidos tras unos árboles, escuchaban la interacción con un terror que helaba su sangre. Incluso con la amenaza de muerte, no podían abandonar por completo a Sasuke, a pesar de que su compañero no había dedicado ni una sola mirada hacia ellos. 

—Cuando quieras dejar de ser arrastrado y obtener el poder que deseas, Sasuke —siseó Orochimaru, deslizando su lengua anormalmente larga de forma escalofriante —. Ven a buscarme. Te daré lo que ellos no pueden darte. Sabrás cuando el tiempo de tomar una decisión haya llegado. – Y entonces, a una velocidad que ninguno de ellos podía registrar, su cuello se alargó, y dientes enormes, llenos de veneno y malicia se incrustaron en el cuello de Sasuke, marcándolo.

Una punzada de ardiente dolor en el cuello. Un grito sofocado por la sangre y la adrenalina. Y Orochimaru se desvaneció con la niebla que lo trajo.

Kiba y Sakura salieron de su escondite cuando escucharon el cuerpo de Sasuke caer de rodillas. 

—¡¿Qué fue eso?! — susurró Sakura aterrada, su botiquín en sus manos, ya lista para curar a Sasuke, cuando este apartó su mano con un golpe. Sasuke no los miró.

—No se metan en mi camino. —Su voz era baja. Cortante. Quemada por el veneno de la marca recién hecha. 

Kiba lo miró incrédulo, listo para gritarle que se fuera a la mierda, cuando el cuerpo de Sasuke finalmente colapsó, cayendo inconsciente.

—Esto es una jodida mierda, está podrido desde la maldita médula. – gruñó con impotencia, sus puños cerrados temblaban por el puro terror de lo que habían pasado solos segundos antes. 

Al final, Kiba y Sakura tomaron a Sasuke, corrieron hasta encontrar un equipo, arrebatándole su pergamino con tal vez más agresividad de la que deberían y corriendo a terminar el exámen. Alertaron a los examinadores de la presencia de Orochimaru y se acurrucaron en una de las esquinas. Los sanadores se llevaron a Sasuke.

Sakura no lo curó. 

***

Despertar en el hospital el último día de la segunda prueba se sintió humillante. Sasuke ni siquiera intentó descubrir qué había pasado, solo tomó sus cosas, listo para irse, cuando una de las enfermeras entró para llevarlo a lo que al parecer serían los combates preliminares. 

A Sasuke no le habían importado los demás combates, destrozó a su contrincante y se desconectó de lo demás, hasta que el nombre de Naruto Uzumaki resonó en los altavoces. Estaba listo para ver esa pelea, pero para sorpresa de todos, Kiba se retiró.

– He terminado con esta mierda. – respondió cuando Naruto le preguntó por qué. Ni siquiera habían bajado a la arena. El rubio solo se encogió de hombros, aceptando tranquilamente su respuesta, chocando suavemente su hombro con su amigo y prometiendo llevarlo a cenar para animarlo, cuando años antes hubiera desafiado a Kiba y hecho un escándalo. Sasuke sintió el sabor de la bilis amarga subir por su garganta. Para asombro de los demás, Sakura también se retiró. 

Sasuke no les dedicó ni una sola mirada.


***

 

Varios días después, el sol caía sobre Konoha con esa calidez traicionera de las tardes tranquilas. Todo parecía en calma, pero por dentro, Sasuke ardía.

Ya no sabía qué dolía más: el ardor en su cuello por la maldita marca o el peso de saberse estancado, mientras esperaba que el inútil de Kakashi se dignara a aparecer para su supuesto entrenamiento. Estaba sentado en el borde de un muro bajo, cerca del edificio donde asignaban el alojamiento temporal de los evaluados de otras aldeas. Kiba y Sakura estaban en algún lado, hablando con otros genin. No lo buscaban, tampoco lo esperaban. Ya no.

Sasuke estaba perfectamente bien con ello, prefería estar solo. Hasta que los vio.

A la distancia, al otro lado del patio, Naruto estaba frente a un hombre alto, con largo cabello blanco y una capa llamativa.
Ese rostro… Sasuke lo reconoció de los libros. Jiraiya. Uno de los tres Sannin legendarios. 

El hombre hablaba con movimientos exagerados y se señaló a sí mismo. Naruto parecía pensativo, serio por un instante, y luego hizo una reverencia y se fue, acompañado por Iruka y Anko. El maldito Sannin se quedó allí, mirando la espalda de Naruto con la boca abierta, casi como si fuera a perseguir al rubio.

Sasuke sintió cómo su estómago se contraía.

¿Por qué? ¿Por qué Naruto? ¿Por qué? ¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?

Ese idiota. Ese fracaso. Ese payaso inútil… ¿por qué ahora lo miran todos? ¿Por qué lo respetan? ¿Por qué lo eligen? Su respiración se aceleró. El sudor frío en la espalda. El zumbido venenoso en el cuello. El ardor de la marca crecía mientras el sello se extendía por su cuello. Kakashi no lo entrenaba. Kiba no servía. Sakura era una carga. Mientras Sasuke está atorado con un chiste de compañeros, Naruto tiene un equipo, un maestro, un futuro…

Y él, él tenía… tenía…

la marca.

Cerró los ojos. Recordó la voz de Orochimaru como un eco húmedo. Puedo darte el poder que quieres para matar a tu hermano , había prometido. Cuando abrió los ojos, Naruto ya no estaba.

Y Sasuke había tomado una decisión.

Kiba lo vio marcharse desde el otro lado del patio. No lo detuvo. Solo lo observó en silencio, un peso extraño en su estómago, un dolor en su pecho.

Sakura lo notó también. Sus labios se separaron, apenas. Pero no dijo su nombre.

Los tres lo sabían, sin necesidad de decirlo: ya no eran un equipo.

Chapter 8

Notes:

Oh, chico. Este capítulo tiene dos cosas importantes: Jiraiya y Shikamaru.
Jiraiya y yo tenemos una relación dificil, en el anime tiene mucho peso pero sus desiciones son muy cuestionables, desde dejar a sus alumnos en Ame, en una tierra de guerra cuando aún eran jóvenes y esperar a que solo sobrevivan y ya, a, ya saben, ignorar la existencia de Naruto durante 13 años.
Sí, aquí no perdonamos la negligencia infantil.
Hiruzen, todavía te estoy mirando.

Por otro lado, ¡Shika vuelve! :D
A partir de acá, Shika tendrá más protagonismo de nuevo, lo estaba esperando con ansias :3

Chapter Text

Jiraiya es muchas cosas; un sannin, ninja legendario, héroe de Konoha, un pervertido y un escritor con grandes ventas. Es un maestro y un compañero. Puede que en su juventud hubiera sido terco, pero nunca fue un tonto. Tenía esperanzas y sueños, pero no era ingenuo, conocía lo bueno y lo malo del mundo, había visto de todo en sus viajes. 

Así que nadie puede juzgarlo por haber dejado que su imaginación volara al pensar en su primer encuentro con Naruto Uzumaki, muchas versiones de ese primer encuentro se repitieron en su mente una y otra vez durante los últimos 13 años, cada una de ellas llena de asombro, calidez y felicidad. En todas ellas, el chico lo miraba con admiración.“¡¿Eres el gran Jiraiya?!” o “¡Entréneme, por favor Jiraiya-san!” y uno de sus favoritos “¡Usted es un héroe!”. Había soñado con esos ojos azules brillando de emoción y felicidad al verlo. 

Lo que no había previsto era ser sorprendido por su objetivo mientras realizaba su investigación en los baños de Konoha. Puede que debería haber ido primero a reportarse con el Hokage, entregar sus informes y nuevas informaciones o saludar a sus colegas antes, ¡pero no había estado en la aldea en años! ¡Tanta carne nueva! Realmente no esperaba cruzarse tan pronto con el niño, y mucho menos que el chico en cuestión lo apuntara con el dedo y gritara:

—¡Pervertido! ¡Voy a llamar a un jōnin! 

¿Qué demonios?

¡Ni siquiera tuvo tiempo de explicar que era investigación profesional ! Naruto desapareció en una nube de humo naranja, y para cuando Jiraiya salió del arbusto —con hojas enredadas en el cabello y el orgullo hecho trizas—, ya lo esperaban Naruto, Iruka y una Jonin que se parecía sospechosamente a la niña que fue alumna de Orochimaru… ¿cómo se llamaba? ¿Algo como Akio, Sango? No lo sabía, pero los tres lo observaban con molestia, de brazos cruzados (Naruto e Iruka) y diversión (¡Oh, se llamaba Anko!).

Jiraiya carraspeó, tratando de recuperar la compostura y su imagen, o lo que quedaba de ella.

—Bueno, bueno, muchacho. ¡No hace falta tanto escándalo! Sabés quién soy, ¿no? El gran Jiraiya, uno de los tres Sannin Legendarios. – Naruto ciertamente no parecía impresionado… Está bien, plan B. 

— Anko, ¿espera el Hokage a Jiraiya-san? — es Iruka quien pregunta, mientras Naruto seguía mirándolo con los ojos entrecerrados, sin el más mínimo brillo de emoción, más bien con sospecha.

— Supongo que sí, pero lo esperaban para la segunda prueba. — Anko masticaba animadamente el palillo de un dango, extremadamente feliz de observar.

— Bueno, pasaron algunas cosas así que por eso llego tarde. — responde por fin, tratando de que la conversación no se desvie de nuevo. — Iré con Hiruzen-sensei luego, estaba ocupado así que-

— ¿Ocupado espiando y siendo un pervertido? — El niño seguía molesto y Jiraiya no podía dejar que eso continuara, así que decidió usar un as bajo la manga. 

— Observando las preliminares de los exámenes, niño. — Jiraiya continuó — Vi tu desempeño en la segunda fase de los exámenes y debo decir que tienes un potencial inmenso, además de chakra ridículamente alto. ¡Y además dominas los clones de sombra! No sabía que eso fuera legal, — Jiraiya observa disimuladamente a Iruka y continúa — pero aún así, nada mal, chico. ¿Ya tienes un maestro designado? Podría ofrecerte entrenamiento para la tercera fase de los exámenes, ayudarte a llegar al siguiente nivel, enseñarte técnicas que pocos dominan. — Jiraiya estaba muy orgulloso, inflando el pecho mientras veía lo sorprendidos (y sospechosos) que estaban Iruka y Anko. Esperaba ver los ojos brillar y la emoción inundar a su futuro alumno. — ¿Qué dices, niño? — Naruto no respondió. Jiraiya se quedó esperando mientras el niño lo miraba durante un largo, silencioso e incómodo segundo.

Y luego… hizo una leve inclinación. Una reverencia.

—Gracias por la oferta, Jiraiya-san —dijo con una expresión de frío respeto, sin entusiasmo y muy poco sincero. — Pero debo decir que no. Kurenai-sensei ya organizó nuestro entrenamiento. Estaremos trabajando con el equipo del Super Cejas Sensei. Ya tenemos un plan. — Jiraiya parpadeó. Su sonrisa se congeló. Su mandíbula bajó una fracción. Los acompañantes de Naruto no se veían tan sorprendidos. 

—¿Eh? — Jiraiya cree que lo escuchó mal… el niño, ¿dijo que no? ¿Le dijo que no, a Jiraiya?

—De todos modos, gracias. Puede continuar con su… lo que sea que haga, pero ya no acose a las mujeres, eso es grosero y pervertido, y Anko-nee-san le cortará las pelotas si se sobrepasa. Que tenga un buen día. — Naruto se dio vuelta, dejando a Jiraiya inmóvil como una estatua a medio derrumbar. Anko parecía encantada con la respuesta que le dió. Iruka lo observó por un segundo, entre divertido y avergonzado, y como conocía bien a Naruto, había notado de inmediato algo raro en su comportamiento y en toda la interacción, pero sospechando que era lo que atormentaba al niño, decidió seguirlo. 

—No se lo tome personal — Iruka le dijo al pasar — Para Naruto, sus seres queridos y la lealtad que les tiene pesa más que la fama y el poder. — Jiraiya se quedó allí, rodeado de hojas, con su ego seriamente golpeado y el sonido del rechazo aún resonando en el aire.

En definitiva, el primer encuentro con su ahijado no fue lo que esperaba. 

 

***

Naruto caminaba despacio, con los hombros tensos y los pasos pesados, su mente se sentía extrañamente embotada, como si una enorme cantidad de algodón se envolviera alrededor de su cerebro, como si algo invisible le pesara sobre la espalda y estuviera a punto de aplastar lo último que quedaba de él. 

El aire olía a césped y a hojas arrastradas por el viento. Era una tarde suave, silenciosa… casi amable. Subió la colina trasera de la academia sin pensar, la memoria muscular era fuerte mientras sus pies subían por el camino. Lo había hecho antes. Varias veces, en silencio, cuando el ruido de la aldea era demasiado fuerte. Cuando llegó a la cima, sintió que respiraba y, al mismo tiempo, que todo el aire en sus pulmones se había evaporado: Shikamaru, su Shika estaba allí, acostado entre las sombras manchadas por el sol, brazos cruzados tras la cabeza, mirando al cielo como siempre.

Y esto, él era justo lo que necesitaba.

Shikamaru, que había estado agradeciendo mentalmente a los dioses por la felicidad que le daban las tardes tan hermosas y tranquilas como esas, escuchó pasos aproximándose por detrás.

No hizo ningún movimiento. No era necesario.

Naruto se dejó caer a su lado sin decir una sola palabra. Se veía extrañamente sereno, casi artificialmente, sin la energía de siempre ni el alboroto habitual. Shikamaru levantó una ceja, pero no dijo nada. Naruto no lo miraba. Y en su expresión… había una quietud forzada. Como si estuviera conteniendo algo. Naruto no dijo nada. Solo se quedó allí a su lado, bajando la mirada un momento antes de elevarla al cielo. Pasaron varios minutos en silencio. Shikamaru ladeó la cabeza apenas.

—¿Qué hacés aquí? —preguntó cuando su curiosidad superó su pereza. Naruto apretó las manos entre sus rodillas. Su garganta se sentía extraña, cerrada.

—Solo necesito… —inhaló despacio, como si el aire le costara entrar—. Solo… un minuto. Dame un segundo, yo solo… Nada más. — los ojos del Nara se abrieron ante lo obviamente abrumado que estaba Naruto. No respondió. No le preguntó por qué. No le pidió explicaciones. Y eso estaba bien. Eso era perfecto.

Naruto se dejó caer hacia atrás sobre la hierba, cruzó los brazos tras la cabeza, imitando la posición de su Shika y cerró los ojos un segundo. No pensaba en el hombre de la capa blanca ni en lo que debería haber sido. No pensaba en un pasado que no fue, en las noches… en días… no. No pensaba en preguntas sin respuesta ni en la rabia que le quemaba los bordes del pecho con tanta devoción que se preguntó si su alma intentaba escapar, si un katon explotaría por sus labios en cualquier momento. 

No fue hasta casi una hora después que Naruto habló. Shikamaru ya casi esperaba que se hubiera quedado dormido, pero él mismo no podía dormir, no con los pensamientos, las preguntas que asaltaban su mente inquieta. Quería preguntar, exigir respuestas a tantas interrogantes, pero ante todo, Naruto era Naruto, su amigo, y era bastante evidente que necesitaba esto, lo que fuera que estaba pasando. Shikamaru podía esperar. 

—Jiraiya… me encontré con el viejo en la aldea hoy, estaba espiando baños y riendo como un espeluznante pervertido — Shikamaru tarareó, tratando de no demostrar lo felíz que estaba de escuchar la voz de Naruto y de obtener respuestas. — Se ofreció entrenarme. —Naruto soltó una risa seca, sin humor. — Han pasado 13 años, Shika, y aparece de repente, ni siquiera me busco cuando llego a la aldea, estaba espiando baños y… ¿Entrenamiento? ¿De verdad? Yo solo… — se veía terriblemente frustrado, su cuerpo estaba tenso y su pecho subía y bajaba con la velocidad rápida de su respiración. 

Shikamaru no respondió. Esperó, sintiendo que había mucho más que necesitaba decir.

— Era el sensei de mi padre. Era… es mi padrino y ahora aparece, esperando ¿qué, exactamente? Yo no puedo, yo…— sus manos cubren sus ojos con agresividad, alterado. — Era parte de mi familia, debería de haberlo sido. Y sin embargo… nunca estuvo. Ni una carta. Ni una visita. Ni un “hola, ¿estás vivo?”. Podría haber muerto y no le habría importado. — Naruto se tragó un sollozo abrumado — ¿Sabés como se sintió verlo cuando crecí sin nadie? ¿Saber que había alguien allí que podía estar y no lo hizo? ¡Pense que estaba solo, todo este tiempo yo…! — Naruto se giró hacia Shikamaru.

Se acurrucó hecho un ovillo sobre el césped, con las rodillas apretadas contra el pecho y los brazos enredados alrededor de sí mismo como si intentara no deshacerse. Sus brazos cruzados ocultaban su rostro, mientras su respiración era apenas un susurro en el silencio compartido. No sollozaba. Pero algo en la tensión de su cuerpo, en la forma en que se mantenía tan pequeño y contenido, gritaba más fuerte que cualquier palabra.

No tocaba a Shikamaru, no creía que pudiera soltarlo si lo hiciera y aún no era tiempo, no era tiempo . No, solo quería estar cerca . sentir que no estaba tan solo que el universo podría tragarselo y nadie lo notaría, nadie lo buscaría porque no lo había buscado, ¿cierto? No lo hizo, no lo hizo, no lo hizo . Se quedó allí, respirando y captando un poco del aroma de su alma gemela, tratando de no quebrarse por completo, porque a veces, eso era todo lo que podía sostenerlo en un mundo que no dejaba de doler.

Se obligó a no pensar. Solo eran Naruto, el viento, el sonido de los árboles meciéndose y Shikamaru, acostado a su lado, respirando tranquilo.

Estar ahí… simplemente estar , era suficiente.

Por ahora, era todo lo que Naruto se obligaría a pensar.

Shikamaru solo dejo que su amigo se acurrucara a su lado y llorara en silencio. Sin darse cuenta, se inclinó hacia el rubio, compartiendo su calor y comenzó a pasar sus dedos por los cabellos color del sol. Si lo que Naruto necesitaba era esto, a Shikamaru y un poco de consuelo, se lo daría sin dudar. 

 

***

 

Cuando despertaron, varias horas después, Shikamaru no dijo nada y Naruto estaba agradecido. Se separaron tranquilamente en medio de la aldea y cada uno fue a su hogar. Naruto durmió tranquilamente el resto de la noche, sintiendo que sus pesares podían esperar. 

 

***

Chapter 9

Notes:

Este capítulo es un poco más largo, toma varias escenas, perspectivas y acontecimientos, pero quería pasar esta parte lo más rápido que pudiera, sin dejar de lado personajes importantes.
No les voy a mentir, luche con los diálogos de esta mierda y aún no me gusta del todo, pero es el interludio que necesito para el siguiente gran evento, así que aniway.

Me preocupa que parezca que Naruto no es Naruto, pero la realidad es que ha cambiado mucho, tiene un sistema de apoyo y metas personales que son más importantes para él que solo encajar en la aldea, así que probablemente por eso algunas escenas resuenen pero espero que no sea demasiado malo.

En fin, todo esto con Jiraiya es importante y explotará pronto.

¡Gracias por leer, espero que les guste!

Chapter Text

El comienzo de la tercera fase pasó en un parpadeo, las los contrincantes fueron llamados, las peleas comenzaron y antes de que cualquiera pudiera hacer algo, todo explotó. En un borrón, la tranquila y emocionante tarde se convirtió en un campo de batalla, los gritos llenaron el estadio. La arena se levantaba en nubes espesas. Las miradas perdidas del público mientras los genjutsus envolvían el cielo. Explosiones. Humo. Caos absoluto.

Sasuke apenas sentía su cuerpo. Estaba en movimiento, siempre en movimiento. Pero no por impulso de voluntad, sino como una marioneta que avanzaba por inercia. Casi sentía como si su cuerpo fuera a desplomarse y su alma se dispersara en el aire.  No recordaba el final del combate. No recordaba si ganó, si perdió, si alguien siquiera lo estaba mirando. Todo lo que importaba, ese recuerdo, esa imagen, estaba clavado como una espina en su mente: Naruto, de pie, hablando con Jiraiya, recibiendo atención, oportunidades, poder.

Poder que debería haber sido suyo.

—Te estas quedando atrás —le había dicho Orochimaru días antes, con esa voz suave y envenenada—. Konoha nunca te dara lo que necesitas. 

Ahora lo entendía. Demasiado bien. 

En medio del estruendo, las explosiones y del cielo rasgado por el chakra, una figura lo encontró. Silenciosa. Precisa.

—Es hora. —Kabuto, con su rostro calmado. Sasuke no dudó. No preguntó. 

Saltaron por los techos rotos, se deslizaron entre sombras y rutas selladas aprovechando el caos, la locura, las peleas y explosiones, ocultos a plena vista como un árbol en un bosque. Mientras, al otro lado del pueblo, Orochimaru alzaba la mano y sellaba el destino del Tercer Hokage con una sonrisa de serpiente. Cuando por fin se detuvieron, muy lejos del corazón de Konoha, el silencio era absoluto. Solo entonces Sasuke se atrevió a mirar atrás. Las columnas de humo subían como agujas negras al cielo. Nadie lo había detenido. Nadie lo había buscado. Nadie lo había salvado.

Kakashi no lo encontró. Sakura no lo detuvo. A Kiba no le importó.

Y Naruto… probablemente ni siquiera sabía que se había ido.

Perfecto.

Sasuke giró el rostro hacia el frente, y siguió caminando, ignorando el pequeño dolor en su pecho.

 

***

 

El caos vibraba en el aire como un tambor lejano. Explosiones, gritos, fuego era todo lo que podía ver, no importaba a donde mirara. Naruto corría entre los escombros del examen Chuunin, con el sudor pegado a la frente y la respiración irregular. El equipo se había dividido temporalmente. Shino estaba ayudando a evacuar a civiles, Hinata… Naruto no sabía dónde estaba Hinata. Estaba buscando desesperadamente a su amiga, al menos cincuenta clones repartidos por toda la aldea, o bueno, lo que quedaba de ella. 

Fue entonces cuando sintió una presión, una presencia dolorosamente familiar, algo en su interior cantaba en reconocimiento, su chakra vibraba de forma que nunca lo hizo. Se giró bruscamente hacia uno de los muchos agujeros que ahora formaban parte de los muros destruidos. Desde allí, vio arena danzando en espirales turbias, cayendo y volviendo a subir, sin patrón ni control, y más allá, dos figuras: Temari, temblando, y Kankuro, tirado en el suelo con un corte sangrante en el costado.

Y en el centro de todo estaba Gaara. De pie, tembloroso, su rostro se dividía mientras parecía querer alejarse y avanzar, soltando gruñidos y risas simultáneas. Su piel estaba agrietada, y una capa de arena comenzaba a cubrirle la mitad del rostro como una máscara demente.

—¡Gaara! —gritó Temari, con el miedo hecho nudo en la garganta—. ¡Por favor, para! ¡Nos estás lastimando! — Gaara no respondía. Solo jadeaba, con los ojos desorbitados. Naruto dio un paso adelante, y el chakra lo golpeó como un puñetazo seco al pecho. Oscuro. Hambriento. Shukaku resonó en su mente, como si conociera ese nombre de toda la vida, de una existencia lejana .

—¡Hey! —gritó Naruto, colocándose entre él y los hermanos. Gaara giró la cabeza como un animal salvaje, y la arena comenzó a agitarse a su alrededor completamente fuera de control. — ¡¿Que crees que estas haciendo?! ¡Son tus hermanos! — estaba muy enojado. Gaara solo miró fijamente, como si le costara concentrarse.

—Tú… tú eres como yo, te sientes como yo, como madre. —dijo Gaara, la voz ronca, destrozada como si nunca en su vida hubiera bebido una gota de agua—. Un monstruo ¿No es así? — Naruto no se movió, aunque las palabras rasguñaron viejas heridas, ya no sentía tal desesperación, ya no.

—Tal vez. Pero al menos yo no lastimo a las personas que se preocupan por mí. — apretó su puño, sintiendo una importencia y un dolor que no había sentido desde que era niño — Tienes hermanos, tienes una familia ¿y estas tratando de matarlos? ¿Qué demonios pasa tontigo? — Naruto pudo ver cómo las palabras hicieron más daño que bien. 

—¡No soy su familia! ¡NO SE PREOCUPAN! ¡TIENEN MIEDO! ¡TODOS TIENEN MIEDO! —bramó Gaara, y la arena se lanzó como una lanza, arremetiendo por todos lados. — ¡Y mientras tenga poder, los obligaré a que me respeten! — Naruto saltó, esquivó, aterrizó torpemente. La arena lo seguía sin importar a donde corriera.

—¡¿De verdad crees esa mierda?! —gritó, formando clones de sombra que atraparon la arena antes de que lo envolviera—. ¡Esto no es poder! Es desesperación. ¡Estás solo y asustado y piensas que nadie puede entenderlo y estas aterrorizando a tu familia, los estás alejando! Pero yo . — Gaara se detuvo, los ojos temblando. La máscara de arena comenzaba a romperse.

—Madre… me habla. Me dice que los mate. Ella es todo lo que tengo, lo haré si lo exige. — Naruto apretó los puños.

—Entonces dele que se calle . — Los ojos de Gaara se abrieron, como si la sola idea nunca se le hubiera ocurrido. —Tienes a tu familia frente a tí y ¿prefieres escuchar a quién te pide que los mates? — pero el momento pasó, y la ira volvió a nublar su vista.

—¡No puedo! ¡Quiere sangre, y no se detendrá hasta que la tenga! — la arena caía y se alzaba en intervalos, casi como si Gaara realmente estuviera tratando de parar.

—¡Tienes que hacerlo! ¡O vas a perderlo todo! — La arena colapsó. Gaara cayó de rodillas, clavando sus propias uñas en la piel de sus mejillas, tratando desesperadamente de detenerse, de respirar, pero no podía. Temari se lanzó hacia él, sujetándolo por los hombros.

—Ya está, ya está, Gaara. Respira hermanito, vamos tú puedes. — Naruto respiraba con dificultad. Se acercó con pasos lentos, con los ojos aún alerta, listo para tomar a los hermanos y sacarlos del fuego cruzado. Gaara alzó la mirada. En los ojos azules de Naruto solo pudo ver su propio reflejo. Lo entendía, y lo odiaba por eso. Tenía todo lo que él había perdido. Pero no lo despreciaba.

—¿Por qué no me matas de una vez? Somos enemigos, atacamos tu aldea. Traté de matar a mis hermanos. —murmuró Gaara.

—Porque yo también pensé que matar me haría sentir mejor —dijo Naruto, bajando la mirada—. Pero no lo hace. Nunca lo hace. —Gaara asintió apenas. Temblando. Naruto dio media vuelta y comenzó a alejarse.

—No te voy a perdonar por atacar la aldea —dijo sin girarse—. Pero no te odio. Y si alguna vez querés dejar de estar solo, recuerda que a diferencia de muchos, no tienes que estar solo, tienes hermanos, y si eso no funciona, bueno, yo estaré ahí para sacarte la estupidez a golpes. — Temari miró a Naruto como si hubiera visto un espejismo. Gaara cerró los ojos y por primera vez en lo que se sentía como años, respiró .



***

 

La reconstrucción de los restos humeantes de la aldea comenzó casi de inmediato. Como siempre, no tenían tiempo que perder. Los shinobi limpiaban los escombros con rapidez silenciosa, los comerciantes reparaban sus puestos con manos calladas, y la gente de Konoha sobrevivía, como solo personas que viven la pérdida y la superan pueden hacerlo. Lo hacían porque no conocían otra cosa. Porque después del caos, lo único que quedaba era seguir.

El funeral del Tercer Hokage fue breve. No hubo discursos largos, ni promesas huecas. Solo el silencio de una aldea en duelo y un fuego que ardía en lo alto del monumento de los Hokages, consumiendo incienso y memorias.

Naruto lo vio todo desde la distancia, sobre una azotea, con el viento agitando su chaqueta oscura y los brazos cruzados sobre el pecho. No lloró. Ya no sabía si podría hacerlo, no por Hiruzen Sarutobi. Supuso que algo más se había ido con ese viejo. Tal vez una parte de la infancia rota y deshinchada que le quedaba. Tal vez solo la costumbre de tener siempre un Hokage en la torre y el aroma del tabaco de su kiseru.

 

***

La lista de ascensos se entregó sin la tradicional ceremonia. No tenían tiempo que perder y muchas visas se perdieron en la invasión, no solo la del hokage. Necesitaban mano de obra con urgencia. Iruka había leído en voz alta frente a la clase, con su tono usual, sin emoción aparente. Solo un nombre fue pronunciado, y Naruto lo escuchó como si lo hubiera gritado el viento: Nara Shikamaru.

Los demás comenzaron a murmurar, sorprendidos, decepcionados, indignados, pero Naruto sonrió sin siquiera sorprenderse. Desde su lugar en la parte de atrás del aula, se inclinó hacia adelante y apoyó el mentón en sus brazos cruzados sobre la mesa. Observó cómo su alma gemela alzaba apenas una ceja mientras su cuerpo se acurrucaba sobre sí mismo, como si el título le pesara más que lo emocionara. Como si hubiera preferido dormir la tarde en vez de ser ascendido.

Naruto rió suavemente para sí mismo.

Estaba orgulloso. Si había alguien que estaba listo para ser chunin, era él. Shikamaru lo merecía, era inteligente, equilibrado, tranquilo, lo opuesto a él en muchos sentidos. Y aun así, de alguna manera, eran parte de un mismo lienzo. Por un segundo, pensó si debería sentirse mal. Si el hecho de que él no hubiera ascendido significaba algo. Pero luego alzó la vista y lo descartó con rapidez, se dio cuenta de que ninguno de sus compañeros lo había hecho. Solo Shikamaru. Solo uno. Se encogió de hombros.

—Tenemos tiempo —murmuró al lado de Hinata y Shino.

Y cuando Kurenai llamó a su equipo para una misión, Naruto se levantó, se sacudió el polvo de los pantalones y salió por la puerta con una sonrisa tranquila. Tiempo, después de todo, era justo lo que necesitaban.

 

***

 

Shikamaru tenía la frente apoyada contra la mesa, los brazos colgando a ambos lados de su cuerpo mientras sentía el cansancio y la pereza inundar sus músculos atrofiados, como si el peso del universo descansara en sus hombros. A veces, honestamente, sentía que así era. Desde el funeral del Hokage, las cosas en la aldea estaban caóticas, tan problemáticas, un enjambre de tareas administrativas menores, porque acababa de ascender, pero ya era un chuunin, misiones urgentes, informes, evaluaciones, más informes. No importaba si era de día o de noche, los pedidos y los reclamos llegaban por igual. Extrañaba dormir, por los dioses, cómo lo extrañaba.

Había pensado que ser chuunin le daría algo de respeto, algo de libertad. Pero lo que había conseguido era trabajo. Trabajo molesto. Trabajo constante. Tanto trabajo agotador. Cuando escuchó unos pasos acercándose, no alzó la vista. Solo gruñó, queriendo que cualquiera que viniera a darle todavía más trabajo se fuera. 

—Si es otra misión de patrullaje, puedes hacerla llegar por pergamino. Estoy a punto de hacerme humo —le gruñó a la madera bajo su rostro.

—¿En serio, Shika? —la voz alegre y algo ronca hizo que Shikamaru abriera un ojo a pesar de lo titánicamente pesados que se sentían. Frente a él, con una sonrisa brillante y pícara, junto con una bolsa de comida en la mano estaba Naruto. No como un ninja con una nueva y muy, muy urgente misión para él, que no, Shikamaru, no puede esperar unas horas, es urgente . No como el demonio exhausto que era su padre, dando misiones a diestro y siniestro. Solo Naruto, agradable, sonriente y soleado Naruto.

Shikamaru parpadeó. 

—¿Qué haces aquí? —Creía que el rubio tenía unas misiones hoy. —¿Te estás escapando del trabajo? —preguntó casi esperanzado. Naruto se rió. 

—Ni que fuera tú. No, hemos terminado las misiones de hoy. Te estoy salvando de una muerte segura por cansancio. —Le tiró la bolsa. Shikamaru la atrapó de puro reflejo— Come algo. Después, me acompañaras.

—¿A dónde? —Shikamaru no tenía ganas para bromas o travesuras, pero los gyoza y onigiri que le trajo estaban deliciosos. No se había dado cuenta de lo hambriento que estaba hasta que comió. ¿Cuándo fue la última vez que comió?

—Ya verás. Vamos. —Shikamaru tuvo que admitir para sí mismo que su curiosidad sería su fin, incluso más que su pereza. Se levantó y siguió a Naruto, contra todo buen juicio.

Varios minutos después, estaban subiendo la colina detrás de la academia mientras Shikamaru se comía otro onigiri, el mismo lugar donde tantas veces habían escapado del ruido del mundo. Shikamaru caminaba más lento de lo normal a causa del cansancio, más que a su pereza habitual. Naruto, en cambio, parecía tener tanta energía como siempre.

—¿Cuántas misiones hiciste esta semana? —preguntó de repente, rompiendo el agradable silencio y mirándolo con preocupación.

—Catorce. Más tres informes. Y me mandaron a revisar estrategias de defensa para la zona norte. Dos veces. Porque a alguien se le perdió el primer informe. —Naruto silbó, impresionado.

—Por eso te ves tan agotado. Si quieres, puedo ayudarte con los informes y algunas de las patrullas. Mis clones no son muy listos, pero copian bien y tienen la ventaja de que si son atacados durante la patrulla, nos enteramos y podrán invocar a más si se pone peligroso. —Naruto se encogió de hombros, como si nada. Shikamaru se detuvo de repente, mirando al rubio con mucha más intensidad de como lo hubiera hecho estando menos cansado.

—¿De verdad te ofreces a hacer mi trabajo? ¿Por qué? —Naruto encogió los hombros de nuevo.

—Porque eres mi mejor amigo. Y porque no quiero que te apagues como vela mojada, te ves terrible, como si no hubieras dormido en días, es tan raro. — el idiota tuvo la osadía de reírse de Shikamaru, en su propia cara. — Además, me gusta pasar tiempo contigo y no hemos podido hacer nada en días por tu explotación laboral. — Shikamaru lo miró fijamente. 

—Eres un idiota —murmuró Shikamaru finalmente, pero se dejó caer sobre la hierba en cuanto llegaron en su claro habitual, soltando un largo suspiro de alivio mientras se tumbaba boca arriba y sacaba una croqueta de arroz de la bolsa. Naruto se echó a su lado, con los brazos bajo la cabeza y la mirada clavada en las nubes.—¿No quieres entrenar hoy? —preguntó, entre bocado y bocado.

—No. Hoy solo quiero ver nubes contigo. — susurró, adormilado por el sol.

—Molesto. — respondió, por pura costumbre. Luego, reinó el silencio.

La brisa agitaba las hojas sobre sus cabezas. El mundo, por un momento, parecía detenerse y calmarse , finalmente. El caos, el dolor, el luto y el cansancio de toda la semana, todo se disolvió, en ese pequeño rincón de paz.

Shikamaru cerró los ojos. Tal vez ser chuunin no era tan terrible. No si tenía a Naruto al lado para cuidarlo.

 

***

 

La oficina temporal del comandante jonin, justo al lado de la oficina del Hokage, estaba silenciosa. Apenas filtraba algo de luz a través de las persianas cerradas, y el olor a té amargo se mezclaba con el papel viejo y el polvo acumulado en las esquinas de los últimos días ajetreados. Shikaku Nara tenía los brazos cruzados sobre el escritorio y la mirada fija en el mapa extendido frente a él, tratando de evitar que el cansancio le superara.

Shikamaru entró sin tocar la puerta, Shikaku ya no lo esperaba de otra forma, incluso si ahora era la persona con mayor poder en la aldea, tomando el mando temporal mientras alguien tomaba el sombrero.

—Te ves más muerto que vivo —comentó el padre, sin apartar los ojos del mapa.

—Me siento igual —gruñó Shikamaru, dejándose caer en una silla— Pero al menos me tomé un descanso con Naruto, me trajo comida y me obligó a dormir una siesta. — El ceño de Shikaku se frunció apenas, casi con envidia, sin embargo, apartó esos pensamientos por ahora con un suspiro. Anotó algo en una hoja y luego levantó la mirada con una seriedad que no se molestó en disimular.

—Justo de él quería hablarte. — Shikamaru entrecerró los ojos.

—¿De Naruto? — ¿había algo de lo que no se había enterado? El rubio parecía bastante bien cuando lo vió. 

—De Naruto y Jiraiya. — El nombre bastó para despertar su atención e hizo una mueca. Shikamaru se incorporó, el cuerpo en tensión.

—¿Está intentando algo? — Shikaku asintió con cansancio.

—El consejo solicitó una misión oficial y han pedido que Jiraiya vaya de inmediato: buscar a Tsunade Senju para que regrese a la aldea y tome el puesto de Hokage. —Se quedó en silencio un momento, evaluando la reacción de su hijo—. Jiraiya pidió llevar a Naruto con él. Dijo que sería útil, que necesita protegerlo. — Shikamaru arrugó el entrecejo. No le gustaba eso para nada. No después de lo que había visto hasta ahora, después de lo que Naruto le había dicho y de lo que había averiguado. No pintaba nada bien. 

—Naruto se negará a ir con él —dijo al fin, seguro. Shikaku lo observó un largo rato, en silencio.

—Lo sé. Pero es una misión del consejo y fue solicitado por el Sannin, no tiene opción. — A Shikamaru esto le gustaba cada vez menos. — Sin embargo, esperaba poder convencerlo si alguien más los acompaña, de ese modo no tendrían que estar solos y no tendría razones para negarse, aunque quisiera. No es lo ideal y el consejo argumentará en contra, con la falta de personal, pero al fin y al cabo, es una misión de rango S, no hay tiempo que perder. — Shikamaru alzó una ceja, sospechando inmediatamente ante las palabras y la mirada que le dió su padre.

—¿Me estás dando la misión? — preguntó, harto de las indirectas, no tenía tiempo ni ganas para descifrar a su padre, aunque pudiera hacerlo, no quería. 

—No —respondió Shikaku, sin alterar el tono—. Te estoy dando una excusa. — Shikamaru lo observó, entendiendo más de lo que el hombre decía en voz alta. No era una orden. No era una obligación. Era una oportunidad. Una forma de cuidar a Naruto sin que pareciera que estaba rompiendo las reglas, dando un trato especial o siguiendo como un guardaespaldas. Un permiso velado para hacer lo que ya estaba decidido a hacer desde que el nombre de Jiraiya fue mencionado.

El silencio entre ellos se alargó. Entonces, con un suspiro cansado, Shikamaru se puso de pie.

—Voy a preparar mi equipo. ¿Cuándo salimos? — su padre le dió una sonrisa que Shikamaru odiaba, era esa que le decía “Sé todos tus secretos, niño” Shikamaru fingió no verla.

—Mañana al amanecer. — Shikaku asintió con aprobación ante su aceptación, pero antes de que su hijo se retirara, añadió:—No dejes a tu corazón nublar tu juicio. Sé que Naruto es importante para tí, pero si las cosas se complican… 

—No va a pasar —interrumpió Shikamaru con una firmeza que no era usual en él— No voy a dejar que pase nada malo. — Cerró la puerta tras de sí y bajó las escaleras del edificio con paso firme. 

Afuera, la aldea seguía reconstruyéndose lentamente en medio de la rutina, el polvo y la persistente sensación de preocupación que había dejado la muerte del Tercer Hokage.

Shikamaru apretó los puños.

Si ese sannin pensaba que podía volver a aparecer como si nada, tenía mucho que aprender. Naruto no iba a verse tan destrozado, Shikamaru no dejaría que ese hombre lo lastimara de nuevo, no estaba solo, nunca más, no si Shikamaru tenía algo que decir.

***

El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando Shikamaru tocó la puerta destartalada y repintada del departamento de Naruto, una bolsa de pan de carne recién horneado colgando de una mano y el pergamino de misión en la otra. Su mano se apretó en un puño molesto. No le gustaba nada todo esto. Esperó en silencio hasta que escuchó pasos lentos al otro lado. La puerta se abrió con un quejido.

Naruto tenía el cabello alborotado, los ojos entrecerrados y la expresión cansada, pero su expresión se ilumino y su rostro se partió en una sonrisa al verlo. Aún llevaba puesto su pijama anaranjado, pero pareció más despierto.

—¡Shika! ¿Qué emergencia te sacó de la cama tan temprano? —aunque bromeaba, Shikamaru notó que sus ojos estaban más alerta mientras observaba su entorno, como si esperara que la emergencia les cayera encima en cualquier momento.

—Buenos días —murmuró Shikamaru, alzando el pergamino como si eso explicara todo— Misión, urgente. Traje desayuno. — Naruto lo observó por unos segundos, luego se hizo a un lado para dejarlo pasar. Shikamaru entró y dejó la bolsa sobre la pequeña mesa mientras Naruto se dejaba caer en una silla. Shikamaru lo observó en silencio un momento, luego abrió el pergamino y lo colocó frente a él. —Es un rango S. Salimos hoy. — Naruto tomó el pergamino. Le bastó un instante para leerlo. Su postura cambió de inmediato: ya no había rastro de sueño. Los hombros se tensaron, y sostuvo el papel durante un largo rato, abriendo y cerrando las manos en impotencia.

—¿Vas a venir también? —preguntó al fin, en voz baja.

—Sí. —Shikamaru se sentó frente a él y abrió el paquete de pan— No iba a dejarte solo con él. — Naruto levantó la mirada tan rápido que debió dolerle. Sus ojos azules se clavaron en los de Shikamaru, quien le sostuvo la mirada con toda la calma que podía transmitir. Naruto apretó los labios, y por un instante pareció que iba a decir algo, pero solo asintió. Un par de minutos pasaron en silencio, hasta que empezó a vestirse sin decir nada, y Shikamaru lo ayudó a preparar su equipo.

Normalmente, Shikamaru no haría esto ni por Chouji, pero el ambiente era frágil, y se había prometido cuidarlo. Era un perezoso, no un mentiroso. No iba a cambiar de opinión ahora.

Cuando estuvieron listos, salieron juntos. El camino hacia las puertas de la aldea fue tranquilo, las calles aún estaban vacías a esa hora, y las primeras luces se filtraban entre los techos destruidos de las casas en reparación. Naruto caminaba con las manos en los bolsillos para esconder los puños cerrados. Shikamaru lo seguía a un paso de distancia, cubriéndole la espalda.

Cuando llegaron a la entrada, Jiraiya ya los esperaba. Estaba de pie junto al portón principal, brazos cruzados y expresión relajada. Se veía feliz de ver a Naruto, y claramente no al ver a Shikamaru. Disimuló mal la molestia. Naruto frenó apenas, Shikamaru sintió cómo su cuerpo se tensaba por completo.

—Llegan temprano, eso es prometedor para el bromista de la aldea y un Nara. No tenía muchas esperanzas —dijo Jiraiya, riendo. Naruto no respondió. No sonrió. Solo lo miró, sin bajar la cabeza ni mostrar respeto, pero tampoco con rabia. Era una expresión neutra y cortante. Shikamaru alzó una ceja, incómodo, pero no dijo nada. —Bueno, seguro ya lo saben, pero este viaje es importante —continuó Jiraiya—. Buscaremos a Tsunade. Si todo sale bien, la aldea tendrá una nueva Hokage. Todo depende de nosotros ahora, así que…

—Shikamaru, ¿tenés agua en tu cantimplora? —interrumpió Naruto, sin siquiera mirar al Sannin, mientras comenzaba a caminar, saliendo lentamente de la aldea.

—Sí, llené ambas —respondió Shikamaru sin dudar y siguiendo a su amigo. Jiraiya también avanzó

—¿Empacaste las píldoras de emergencia? —siguió Naruto, revisando los sellos en su mochila con rapidez.

—Tres por cabeza. —Shikamaru le lanzó una rápida mirada, entendiendo el gesto: desviar la conversación, ignorar al otro hombre. Jiraiya parpadeó, cortado en seco, y carraspeó. Pero no volvió a intentarlo. —Bueno —murmuró el Nara, girándose hacia el camino—. Si vamos a caminar con esta presión sobre los hombros, al menos que sea temprano y con la brisa fresca.

Naruto asintió a su lado, hombro con hombro. Ni una sola palabra, ni una sola mirada hacia el Sannin. Jiraiya los siguió, en silencio.

***

Decir que el resto del viaje fue tan incómodo como el inicio era quedarse corto. Cada intento de Jiraiya de hablar con Naruto o de acercarse a ellos era rápidamente cortado, y el sannin se veía cada vez más frustrado. Finalmente, después de un tenso viaje, llegaron al pueblo. Era pequeño, polvoriento, y olía a madera vieja y sopa caliente, apenas media docena de casas rodeando una posada modesta y una tienda general, no había taberna, para la profunda decepción de Jiraiya.

—Voy a… investigar un poco —dijo el sannin, lanzando una mirada significativa al cartel de la posada donde había dos mujeres sirviendo té. Naruto no lo miró, solo se encogió de hombros y se dirigió al pozo en la plaza central, con Shikamaru siguiéndolo de cerca.

—Puedes ignorarlo todo lo que quieras —comentó mientras caminaban— pero el tipo tiene más energía que tú y yo juntos. No va a desaparecer solo porque no le hables. — Naruto apretó los labios, frustrado, pero se obligó a calmarse. No iba a desquitar su ira en su alma gemela, su rabia era con Jiraiya, no con Shikamaru.

—No quiero que desaparezca —murmuró Naruto, girando la manivela del pozo—. Solo… no sé cómo no odiarlo. — Llenó su cantimplora en silencio. El sonido del agua cayendo al fondo del recipiente era extrañamente tranquilizador.

—Entonces puedes odiarlo todo lo que necesites, no le debes nada —dijo Shikamaru mientras se sentaba en el borde del pozo bostezando, con los codos apoyados en las rodillas— Dejalo ser quien es, es su problema no captar la maldita atmósfera. —Naruto lo miró un momento, con los ojos entrecerrados antes de reír un poco. El cielo se teñía de naranja, y por primera vez desde que dejaron la aldea, su cuerpo pareció aflojarse un poco.

—Pareces un anciano, cansado, harto y demasiado sabio para tu edad. — Shikamaru solo suspiró, pero había una pequeña sonrisa en sus labios. A Naruto le gustó.

—No, solo estoy cansado. — Se sentaron un rato allí, compartiendo el cansancio, el silencio y la tibieza de una tarde que por ahora, no les exigía nada. Naruto bajó la vista a sus manos.

—Yo no soy nada suyo, no le debo nada, ¿verdad?. — su voz sonó tan desequilibrada como se sentía. 

—No. Eres Naruto, puede que lo necesitaras cuando eras pequeño, tal vez incluso ahora, pero no le debes nada. Siempre has podido con todo, eso es suficiente.

 

Esa noche durmieron en futones junto al fuego de la chimenea. Jiraiya volvió tarde, olía a sake y Naruto se preguntó cuánto dinero había gastado, cuánto bebió, cuanto comió, pero no dijo nada. Shikamaru ya dormía, no muy lejos del rubio. Naruto estaba despierto aún, mirando el techo de madera de la habitación que habían alquilado. No dijo nada, casi sintiéndose libre con sus pensamientos. Solo sintió que el silencio era cómodo y que, por primera vez en mucho tiempo, no estaba tan enojado.

***

Tanzaku Gai estaba llena de vida, con gente entrando y saliendo de tabernas, música callejera en cada esquina, anuncios y decoraciones brillantes colgando por doquier.

—Ah, me extrañabas, ¿eh, Tanzaku? —Jiraiya suspiró con una sonrisa soñadora mientras olfateaba el aire como si fuera vino caro—. ¡Esta ciudad es un oasis! Podemos empezar por el balneario más grande, o quizás—

—¿Vinimos a buscar a Tsunade o a perseguir geishas? —preguntó Shikamaru sin rodeos, manos en los bolsillos y una expresión de molestia, finalmente se había cansado de los comentarios salidos de tono del anciano y ya no necesitaba disimular su desagrado. Naruto bufó, visiblemente encantado con la actitud de su alma gemela, mientras veía la emoción destilarse del sannin.

—Yo paso de ver a este viejo babeando en cada esquina. Esa Tsunade es famosa, ¿no? Alguien debe haberla visto. — La idea de alejarse del viejo por un par de horas era demasiado tentadora para ignorarla. — Deberíamos explorar. — sus ojos se iluminaron, tomando el brazo de Shikamaru y comenzando a alejarse.

—¡Oigan! ¡Ese tipo de actitud es irrespetuosa con su maestro! —protestó Jiraiya.

—No eres mi maestro —replicaron Naruto y Shikamaru al mismo tiempo, en perfecta sincronía. Shikamaru incluso levantó una ceja, divertido. Antes de que Jiraiya pudiera contraatacar, Naruto ya se estaba subiendo por la calle del mercado, mirando alrededor con la mano en la frente. Llegó a un puesto de comida bastante concurrido. 

—¡Oigan! ¿Alguien ha visto a una mujer rubia, pechos grandes, probablemente en deuda con todos los casinos de la ciudad? — las personas parecían confundidas ante el niño que gritaba.

—¡Naruto! —gritó Jiraiya, escandalizado.

—¿Qué? ¡Es verdad! Dijiste que si tenía mala suerte apostando y debía dinero por todos lados, ¿no? Bueno, eso no desaparece en ciudades como esta. — Su sonrisa era afilada, y Shikamaru asintió.

—Es una descripción bastante precisa —admitió Shikamaru encogiéndose de hombros. Un anciano que pasaba junto a ellos se detuvo.

—¿Se refieren a Tsunade-sama? La vi en el salón de apuestas hace dos calles. — Naruto sonrió al hombre.

— ¡Gracias! — luego, se dirigió a sus acompañantes, con las manos entrelazadas tras su cabeza. — ¿Ves? Más rápido que tus instintos legendarios, viejo pervertido. — Jiraiya chasqueó la lengua. No porque no tuvieran razón, sino porque no soportaba que lo dijeran así. Como si fueran más competentes que él.

Cuando llegaron al casino, una figura rubia se encontraba frente a la casa de apuestas, tirando los dados con una sonrisa despreocupada, hasta que murmuró una maldición y azotó la mesa con furia. Una joven morena preocupada a su lado, tratando de calmarla.

—Esa debe ser ella y su asistente —dijo Shikamaru en voz baja, observando a la mujer con la chaqueta abierta y las mangas subidas, como si estuviera lista para golpear a alguien. Naruto entrecerró los ojos.

—¿Esa es la legendaria Sannin? Vaya. Parece más bien una tía molesta con problemas de manejo de la ira —dijo, cruzado de brazos, sintiéndose decepcionado. Conociendo a dos de los tres sannin y viendo el desastre que era, se preguntó qué tan jodido estaba Orochimaru.

Jiraiya avanzó un paso, pero antes de que pudiera decir algo, la mujer recogió sus cosas con violencia y salió con paso firme, sus tacones resonando contra la piedra mientras la morena se disculpaba e iba a pagar las cuentas de su maestra. Pasó junto a ellos sin siquiera mirarlos, hasta que Naruto la llamó.

—¿Tsunade Senju? — Ella se detuvo de repente. Giró la cabeza apenas, un destello de alerta y molestia en sus ojos dorados.

—Depende de quién pregunte. — Naruto no respondió de inmediato. Solo sostuvo su mirada con una seriedad que no parecía encajar a su edad.

—Alguien de Konoha, queremos hablar un momento, nada más. — Y Shikamaru, con las manos en los bolsillos, añadió con pereza —Si tiene un minuto, o si no está demasiado ocupada perdiendo su dinero. —La rubia alzó una ceja. Luego los miró, evaluando. Y sonrió, apenas. Una sonrisa irónica, peligrosa.

—Un Nara y un Uzumaki perdidos, quién lo diría. — Luego miró más allá de sus hombros y vió a Jiraiya. Su sonrisa desapareció. — Siganme. —dijo, y comenzó a caminar a pasos rápidos. Jiraiya parpadeó.

— ¿Qué acaba de pasar? — Naruto le dio una palmada en la espalda, condescendiente.

 

El salón privado del pequeño restaurante al que la rubia los había llevado había quedado en silencio. Tsunade los miraba con una ceja arqueada, los brazos cruzados y la copa de sake a medio terminar.

—Así que el viejo consejo de momias quiere que vuelva a Konoha para tomar el sombrero nada menos, que grupo de locos. —murmuró con desdén— ¿Y ustedes son sus pequeños mensajeros? — Shikamaru se encogió de hombros.

—Más bien, fuimos arrastrados —respondió, sin preocuparse por sonar respetuoso. Naruto no dijo nada. Sus ojos estaban fijos en Tsunade, pero no con desafío. Solo observaba.

—¿Y tú qué? —lo apuntó Tsunade con la barbilla— ¿Otro niño tonto y desagradable que sueña con ser Hokage? — Naruto entrecerró los ojos, abrió la boca, y por un segundo pareció que iba a negar rotundamente. Pero se quedó quieto.

—No lo sé, no lo creo —respondió al fin, encogiéndose de hombros. Su voz era suave, casi ausente—. No estoy seguro de querer ser Hokage. No estoy seguro de amar Konoha lo suficiente para ello. — Eso llamó la atención de ambos adultos. Jiraiya frunció el ceño. Tsunade ladeó la cabeza, interesada.

—¿Entonces por qué estás aquí? — se inclinó hacia el rubio, más curiosa que nada.

—Porque son órdenes, supongo. — comenzó, luego suspiró y se rascó el cuello, incómodo. — Porque hay personas en esa aldea que sí amo —dijo, mirando de reojo a Shikamaru, pensando en el equipo 8, en Iruka—. Y si hacer que vuelva a Konoha y asuma el cargo puede ayudarlos, entonces supongo que vale la pena el esfuerzo y la molestia. — Shikamaru suspiró como si ya supiera que Naruto diría algo así. Tsunade, por el contrario, parecía confundida.

— Oh, ¿solo eso, niño? — Nauro solo volvió a encogerse de hombros. — Qué noble, cuidando de Konoha incluso cuando no quieres. Dime, ¿crees que si llevas al nuevo Hokage, los aldeanos que tanto te odian van a recibirte con los brazos abiertos? — Shikamaru se puso firme, listo para arremeter con palabras filosas, pero la mano de Naruto sobre la suya, debajo de la mesa, lo detuvo. Naruto iba a responder, pero en ese momento, un movimiento en la ventana llamó su atención.

Del otro lado del callejón, una niña pequeña, apenas más joven que él cuando estaba solo en Konoha, jugaba sobre un muro bajo, resbaló. Su grito fue suave, pero bastó. Antes de que nadie pudiera detenerlo, Naruto desapareció. Unos segundos después, volvía a entrar por la puerta lateral con la niña en brazos. Tenía una rodilla raspada y un sollozo atorado en la garganta, pero estaba sonriendo, mientras Naruto le hablaba con suavidad, revisando su herida, bromeando apenas, como si fuera lo más normal del mundo. La madre de la niña llegó corriendo y se la llevó con una disculpa. Naruto solo sonrió. Luego volvió a su asiento, sin una palabra. Shikamaru lo miraba como si ya conociera esa parte de él. Jiraiya bajó la cabeza con un suspiro lento. Y Tsunade… Tsunade tenía el ceño fruncido. 

—No estoy tratando de impresionar a nadie, Tsunade-baa-chan —dijo Naruto, limpiándose las manos en sus pantalones— La aldea me ha odiado los últimos 13 años, ya no me importa, lo peor ya ha pasado. — miró a la mujer con firmeza. — No me importa lo que piensen de mí, ese barco se ha hundido hace mucho, pero la aldea necesita un líder fuerte y al parecer, por más triste que suene, eres la mejor opción. — Tsunade no respondió de inmediato. Se quedó mirando al muchacho. A ese niño extraño que no hablaba de poder, ni de sueños, ni de grandes títulos. Parecía no tener fe en sistemas o en ellos, pero aún así hacía lo correcto porque había personas que podrían necesitarla.

Shikamaru dio el golpe final:

—¿De verdad cree que puede seguir huyendo e ignorando todo el daño que la aldea ha sufrido? — y ambos sabían que no hablaba del ataque. Ambos miraron al rubio.

***

El camino de regreso a Konoha está siendo, para sorpresa de todos, mucho más tranquilo que el primer viaje, cubierto por los sonidos rítmicos de pisadas, hojas agitadas por el viento y el canto tenue de los grillos escondidos entre los arbustos. El grupo se movía sin prisa, pero sin pausas. Más adelante, Shikamaru caminaba en silencio, observando de reojo a Naruto. El sol de media tarde se colaba entre los árboles y le pintaba reflejos dorados al cabello rubio. Naruto no hablaba demasiado. Estaba sereno, con los ojos cerrados hacia el cielo, sintiendo la brisa.

—Sabes... —empezó Shikamaru, con tono suave— Pensé que habías cambiado. — Naruto parpadeó y lo miró.

—¿Eh? 

—Cambiaste. Mucho. Pero al mismo tiempo no lo has hecho, no realmente, o al menos, no en lo que importa. — Naruto frunció el ceño, confundido. —Sigues siendo tú mismo, solo que ahora eres menos ruidoso y caótico. Pero cuando te ríes... —Shikamaru entrecerró los ojos, como recordando algo cálido— Cuando te ríes, todavía suena como los días soleados. — Naruto sonrió, sus ojos brillando ante el elogio, sintiendo su pecho cálido. Caminaron unos pasos más en silencio, hasta que Shikamaru agregó en un susurro, solo para ellos — Me alegra poder verlo. — Naruto chocó sus hombros, feliz de estar con su alma gemela a pesar de todo el fiasgo que había sido esta misión.

 

Faltaban pocas horas para que llegaran. El bosque comenzaba a despejarse, dejando ver la silueta lejana de Konoha entre la niebla de la tarde. El cielo se teñía de naranja y púrpura, y los árboles proyectaban sombras largas sobre el camino. La luz dorada hacía brillar el cabello rubio de Naruto, que caminaba con las manos en los bolsillos unos pasos por delante de los adultos, chocando los hombros con su amigo de vez en cuando, sonriendo y platicando, como si ellos no estuvieran allí. Tsunade lo observó en silencio. Llevaba un rato notando la misma dinámica: el chico caminaba a su ritmo, pero más cerca de Shikamaru que de ellos. Y aunque respondía si lo llamaban, no había dirigido ni una sola palabra a Jiraiya en todo el día. Ni una.

La Sannin ladeó la cabeza hacia su compañero y murmuró:

—¿Qué pasó? — Shizune y Jiraiya, quien había estado mirando a los niños, se giraron hacia ella.

—¿Eh?

—Con Naruto —aclaró, sin dejar de observar al chico. Jiraiya suspiró, cansado, frotándose la nuca.

—No lo sé —admitió, sincero. Sus cejas se fruncieron con un dejo de frustración— Cuando nos vimos en la aldea, me rechazó. Le ofrecí entrenarlo para los exámenes y me dijo que ya tenía a su equipo. — Tsunade lo miró de reojo.

—¿Esperabas que te recibiera con una sonrisa y los brazos abiertos?

— ¡Soy su padrino! ¿No debería eso significar algo?—hizo un gesto impotente con las manos.

—¿Lo sabe siquiera? ¿Ha importado eso en el pasado, si no lo habías conocido hasta ahora? —respondió ella, con tono calmo. Jiraiya frunció el ceño, sin saber qué responder. Bajó la mirada. Tsunade suspiró.—No sabes qué hiciste mal, desde tu punto de vista, recién están empezando. Pero llegas trece años tarde. —Jiraiya cerró los ojos un momento. Respiró hondo.

—No sabía que sería tan grave —murmuró.

—Lo es —respondió, antes de seguir caminando—. Tienes que ganarte el derecho de un lugar en su vida, y empezar por reconocer que no tienes ninguno, ni el derecho de exigir nada. — Frente a ellos, Naruto se detuvo a mirar el atardecer, sabiendo que era observado. La brisa le alborotó el cabello y por un momento, pareció más un recuerdo que una persona.

Jiraiya lo miró con tristeza. Siguieron caminando, el aire lleno de palabras no dichas.

 

 

 

Chapter 10

Notes:

Okey, no sabía si separar o no este capítulo en dos, pero al final, me pareció que quedaba bien así.
Vemos finalmente lo que pasa después de Sasuke... no esperen mucho de él, bye, no te extrañaremos.
Entonces... si, Jiraiya. Se que es un personaje muy amado por el anime y el fandom, pero él y Hiruzen me causan la misma sensación que Dumbledore en Harry Potter, con el poder de hacer mucho y las excusas para no hacerlo.
Así que en este capítulo vuelco un poco de eso.

Mi niño se merece mucho y obligaré a todos a darselo.
También, me gusta la idea de que la relación de Naruto y Shikamaru crezca lentamente, no importa que sean almas gemelas, el amor no aparece de repente, en palabras de Garnet, el amor lleva tiempo y trabajo. Así que si, Shikamaru es una de las mayores fuentes de paz de Naruto y queda claro por qué. Viva la union de amistad y amor, e Iruka paternal, lo amamos.
Un pequeño cameo de Kakashi que luego será importante, no se desesperen.

Les amo, cuidense mucho <3

Chapter Text

La aldea se veía diferente al volver. No era solo que muchas calles estuvieran parcialmente reconstruidas, ni que la torre del Hokage tuviera andamios y techos improvisados cubriendo sus partes más altas. Era el aire. Espeso, tenso, como si todos en Konoha contuvieran la respiración desde hacía días.

Naruto se detuvo un segundo antes de cruzar las puertas. Observó a los ANBU que revisaban documentos, a los civiles con pasos apresurados y a los niños que ya no corrían por las veredas como antes, incluso ellos entendiendo la tensión en el ambiente. Shikamaru, a su lado, no dijo nada.

Dentro de la aldea, Tsunade, Jiraiya y Shizune se separaron de los chicos rápidamente: había demasiado por hacer, desde reorganizar informes, nuevos hogares y, ya saben, hacerse oficialmente con el mando de la aldea. Apenas cruzaron palabras antes de alejarse hacia la torre. Finalmente, finalmente se separaron.

Y fue entonces, cuando se quedaron solos en la entrada de la aldea que los vieron. Sakura y Kiba, Chouji e Ino estaban esperándolos en la calle principal. Ninguno sonreía. Kiba fue directo al grano. Sus ojos estaban oscuros, y su mandíbula tensa de una manera que Naruto no recordaba haberle visto nunca.

—Sasuke se fue —dijo. Naruto parpadeó.

—¿Cómo que se fue? ¿A donde? 

—Durante la invasión… uno de los hombres de Orochimaru vino a buscarlo. Se fue con él. Lo eligió a él. —Kiba hablaba como si masticara cristales. — Le dijimos a los evaluadores del examen que Orochimaru había tratado de convencerlo y Kakashi-sensei trató de ayudar con el sello maldito en su cuello, solo pensamos que… — Kiba pasó sus manos agresivamente por su pelo desordenado, Akamaru a sus piés se veía triste. — No pensamos que realmente se iría.

— Se supone que se enviará un equipo a buscarlo, pero no lo notaron hasta días después, con todo el caos. Probablemente el rastro ya se haya enfriado. — Siguió Sakura, junto a Kiba. Ino se mantenía callada, con las manos entrelazadas tan fuerte que sus nudillos estaban blancos. 

El silencio que siguió fue pesado. Shikamaru se frotó las sienes, ya imaginando todo el papeleo y las consecuencias que de algún modo solo sabía que caerían sobre él. Naruto simplemente bajó los hombros, exhalando muy despacio.

—Bueno, al menos no pasé el examen y aunque suene jodido, no será problema mío. —dijo finalmente. Nadie supo si era sarcasmo o resignación. Tal vez ambas. Se giró hacia su alma gemela con una media sonrisa cansada. —Buena suerte siendo chuunin —bromeó mientras le daba un medio abrazo por los hombros. El Nara gruñó en respuesta, sin rechazar el gesto.

—Esto va a ser tan problemático… —murmuró, aunque no hizo ademán de alejarse.

Durante un segundo, todo estuvo en pausa. Un breve momento de calma entre el caos. Porque a pesar de que uno de sus compañeros al parecer había elegido el lado oscuro, todavía estaban juntos, en una aldea rota en recuperación, con un futuro incierto, pero juntos. Y a veces, eso era suficiente.

***

Habían pasado algunos días desde que Tsunade volvió a la aldea y parecía que finalmente todo comenzaba a estabilizarse. La reconstrucción avanzaba, los puestos fronterizos eran reforzados y las misiones empezaban a organizarse con un poco más de coherencia que sólo la locura del caos y la necesidad apremiante de que todo debería hacerse ya. La Quinta Hokage había asumido oficialmente, y aunque algunos aún murmuraban por lo bajo sus dudas ante su reputación y sus compañeros sannin, era claro para todos que Konoha ya no tenía tiempo para dudas.

Esa mañana, el sol apenas despuntaba cuando Naruto fue llamado a la totalmente reparada torre del Hokage. Aún con el pelo revuelto y las vendas mal atadas en sus antebrazos, subió las escaleras corriendo, murmurando cosas poco halagadoras sobre lo temprano que era para que alguien se muriera o para que Kurenai le diera otra misión interna ¿no podían esperar al menos al medio día? Pero cuando entró a la oficina, no encontró a Iruka, ni a su maestra o a su equipo. Solo a Tsunade, de pie junto al ventanal, tomando té con una expresión cansada, pero decidida.

—¿Me llamaste, Obaa-chan? —preguntó, medio bostezo, medio saludo.

—No me llames así, mocoso —refunfuñó — Cierra la puerta. — Naruto obedeció. Algo en su tono lo descolocó. No era una misión. No parecía un regaño. En su experiencia, los adultos no lo llamaban a menos que fuera por algo malo. Tsunade se giró y lo observó unos segundos en silencio. Con más atención de la que él esperaba. Como si buscara algo más allá de sus ojos o su postura desordenada.

—¿Todavía vives solo, verdad? —preguntó de pronto.

— Sí —respondió, desconcertado, tratando de saber cuál era el punto de todo esto. 

— ¿Qué piensas de tu edificio? — Naruto solo sospechaba más con cada pregunta.

— Está bien, supongo. — respondió, encogiéndose de hombros. — No es el lugar más bonito, pero al menos no es un puente, ya me acostumbré. El departamento es pequeño y definitivamente le faltan algunas reparaciones, pero ya no me molesta y últimamente solo voy allí a ducharme o dormir, con suerte, entre misiones. — término. Tsunade no parecía feliz. 

—¿Te acostumbraste? ¿A vivir en un lugar con goteras, donde las cañerías no funcionan bien, las ventanas no cierran y la mayoría de tus vecinos te miran como si fueras una bomba a punto de estallar? — Naruto tragó saliva. No respondió. Tsunade se acercó a su escritorio, dejó la taza a un lado y suspiró. —Estuve revisando los informes y planos. También pedí un recorrido por los barrios bajos, quería saber cómo estaban las cosas después del ataque. Fue ahí donde vi tu departamento. Me dio vergüenza —admitió con crudeza— por lo que la aldea te ha hecho pasar. — Naruto sintió un nudo caliente en el estómago. No sabía si era rabia o algo más, o tal vez esa sensación vieja y oxidada que aparecía cada vez que alguien lo veía de verdad. No sabía qué hacer con ello. —Hay un nuevo complejo cerca del distrito sur —continuó, ignorando el caos en su interior y tomando un sobre del escritorio— Es pequeño, limpio, y tiene una vista decente. Tiene dos habitaciones, por si quieres guardar cosas o invitar a alguien. Lo gestioné yo misma. Nadie puede echarte. Y está completamente pagado. — Naruto parpadeó. Abrió la boca para protestar, para decir algo. Pero no supo qué decir.

Tsunade le acercó el sobre.

— Yo… ¿qué? — ¿qué estaba pasando?

—Tienes derecho a algo mejor que sobrevivir, no tienes por qué estar acostumbrado a esa mierda. No me importa lo que piense el consejo, ni los viejos que aún creen que eres una amenaza. La verdad es que eres parte de esta aldea, y mientras yo sea Hokage, eso significa que te vamos a cuidar, aunque llegue unos años demasiado tarde. ¿Entendido? — Naruto asintió lentamente, demasiado aturdido, sus dedos temblando cuando tomó los papeles. No estaba llorando. No realmente. Pero su voz salió algo ronca.

— Yo…Gracias, Tsunade-obaa, digo, Tsunade-sama. — Ella sonrió, sin ironía esta vez. Como si por primera vez, compartieran el mismo idioma.

—Vete ya. Recién limpiaron el lugar, puedes mudarte hoy si quieres. — Naruto hizo una reverencia extrañamente solemne y salió con el corazón latiendo fuerte.

Había pasado su vida entera sintiéndose no querido, no visto. Pero esa mañana, en una oficina soleada y cargada del aroma del té, alguien le había dicho que merecía algo mejor. Y por primera vez en mucho tiempo, creyó que tal vez era verdad.

Eso no ayudó a que el dolor en su pecho desapareciera, pensando en el anciano y como nunca… los últimos 13 años, pensando en Jiraiya y… El dolor no desapareció, pero el peso de los papeles ayudó un poco.

 

***

Naruto no sabía qué se suponía que debía sentir. Agradecido, sí. Feliz, tal vez. Pero todo se sentía amortiguado. Las palabras de Tsunade todavía daban vueltas en su cabeza como si no pudieran encontrar lugar donde asentarse.

— Tienes derecho a algo mejor que sobrevivir. 

¿Él? ¿De verdad Naruto podía? El sobre con las llaves y los documentos que lo hacían oficial, que decían sin lugar a dudas que ese departamento era suyo, pesaba más de lo que debería en sus manos. Esa tarde, Naruto no fue a Ichiraku. No fue con su equipo a entrenar. Solo se sentó en los escalones de piedra que daban al edificio de la Academia y esperó. El sol del mediodía le quemaba, las últimas horas sentado allí, solo pensando, comenzaban a pasarle factura cuando finalmente vio salir a Iruka, con su carpeta bajo el brazo y la frente perlada de sudor.

Iruka lo vió algo sorprendido, pero sonrió. Esa sonrisa que siempre se había sentido como en casa.

—Naruto. ¿Qué hacés aquí? Pensé que entrenarías con tu equipo hoy. — Naruto se encogió de hombros. Tenía ojeras. Su cabello estaba desordenado, como si no se hubiera molestado en pasarse la mano por él en todo el día. Iruka lo notó de inmediato. —¿Está todo bien? — Naruto dudó. Bajó la mirada.

—Me dieron un departamento nuevo —dijo, casi sin emoción. Extendió el sobre como si no supiera qué hacer con él—. Tsunade me lo dio. Dice que ahora nadie puede echarme. — Iruka lo observó unos segundos más. Luego, muy lentamente, tomó el sobre entre sus dedos.

—Eso es increíble, Naruto. Es lo mínimo que mereces. ¿Lo has visto ya? — Naruto asintió, lentamente

— Es lindo. Limpio… Es mío, incluso tiene mi nombre en la puerta, una placa de bronce —dijo, como quien recita una lista. Luego, tragó saliva—. Pero, no puedo… no quiero ir solo. — Iruka alzó una ceja.

—Podrías usar tus clones —dijo, casi como una broma. Naruto asintió.

—No quiero estar solo. Hoy no. — Iruka sintió que algo se le partía un poco adentro. No era que Naruto estuviera llorando, no realmente. Pero ese cansancio en su voz, ese dejo de vulnerabilidad, como si alguien le hubiera quitado la armadura sin preguntarle, lo conmovió de una forma que no podía explicar.

—Entonces no tienes que estarlo. Vamos. Te ayudo a empacar —respondió sin vacilar, poniendo la mano en su hombro. Naruto no dijo nada, pero sus hombros se relajaron un poco, como si pudiera respirar de nuevo.

Fueron en silencio al viejo departamento, el brazo de Iruka alrededor de los hombros de Naruto. Hizo un par de bromas mientras recogían las pocas pertenencias de Naruto, la mayoría dentro de cajas mal cerradas y bolsas de papel recicladas. Nada parecía tan importante. Pero Naruto las miraba como si cada una tuviera un pedazo de él. Iruka lo entendió, también era un huérfano que se había quedado solo, después de todo.

Cuando terminaron, Iruka lo siguió hasta el nuevo lugar. Era luminoso, amplio, con un pequeño balcón perfecto para sus plantas y una cocina que no olía a humedad ni goteaba. Naruto dejó las cajas en el suelo y se quedó en medio del lugar, sin saber qué hacer.

—¿Querés que prepare algo de comer? —preguntó Iruka, entrando como si fuera su propia casa. Naruto asintió, terriblemente agradecido de tener a su sensei allí.

Comieron juntos sobre el piso, con platos de ramen instantáneo y té tibio. Iruka le habló de sus alumnos, de la clase del día, de lo torpes que eran algunos con el henge, y Naruto se rió con suavidad. Un poco. Pero lo hizo.

Cuando el sol comenzaba a descender, varias horas después, Iruka se puso de pie para irse.

—Gracias por ayudarme —dijo Naruto en voz baja. Iruka le revolvió el pelo, con ese gesto de siempre.

—Gracias por dejarme hacerlo. — Cuando se fue, Naruto no se sintió tan solo. Por primera vez, sintió que tal vez, estaba comenzando .

 

La puerta se cerró suavemente detrás de Iruka, dejando al nuevo departamento sumido en un silencio distinto. No era el silencio húmedo y frío del viejo apartamento con goteras. Este era tibio. Acogedor. Pero todavía demasiado nuevo. Todavía ajeno, desconocido.

Naruto se quedó quieto por un largo rato, sentado en el genkan sobre el suelo con la espalda apoyada contra la pared y las piernas estiradas. El ramen instantáneo ya frío seguía sobre el plato a medio comer en la sala, olvidado.

— Tienes derecho a algo mejor que sobrevivir.

Las palabras de Tsunade volvían una y otra vez. Y también lo hacía el rostro del Tercer Hokage. El anciano que lo había mirado, pero nunca se interesó lo suficiente para hacer algo realmente. Que le trajo dinero cuando era pequeño, pero nunca se quedó. Que dejó que viviera así, solo, en ese lugar.

Apretó los puños sintiendo un dolor que no había sentido en mucho tiempo. Hubo una época, cuando tenía 7, 8, 9 años, donde todas las noches trataba de descubrir por qué no tenía una familia, por qué los padres alejaban a sus hijos, por qué las tiendas no lo dejaban entrar, por qué vivía solo y su departamento apestaba. Había estado tan enojado, tan triste todo el tiempo.

Ahora tenía la oportunidad de tener un nuevo hogar. El viento entraba por su nueva ventana, moviendo suavemente las persianas. Era una tarde hermosa. Y sin embargo, Naruto solo podía pensar en el pasado…

Un golpe suave en la puerta lo sacó del trance. Se irguió de golpe, confundido. ¿Iruka se había olvidado de algo? 

Abrió la puerta.

—¿Cuánto tardas en poner unas cortinas? —dijo Shikamaru, con las manos en los bolsillos y una sonrisa perezosa. A su lado estaban Hinata, con una pequeña caja envuelta en papel, y Shino, cargando bolsas.

—¿Qué…? — Naruto parpadeó, confundido.

—Iruka-sensei nos dijo que te mudabas hoy —interrumpió Hinata con suavidad, sonrojada pero sonriente—. Kurenai-sensei no pudo venir, pero mandó esto. —Le tendió la caja con ambas manos— Naruto la recibió sin saber bien cómo reaccionar.

—Yo traje bocadillos y más comida que solo ramen instantáneo, ya sabes, esas cosas llamadas verduras —dijo Shino, entrando sin esperar invitación, sus insectos volaron a Naruto inmediatamente, como si lo hubieran extrañado. Shikamaru le siguió con paso lento, observando el espacio.

—No está mal —murmuró, mirando el techo— Es más grande que el mío. Qué problemático. — Naruto parpadeó una vez más, como si aún no procesara todo lo que estaba pasando. Shikamaru se giró hacia él y lo vio claramente: los ojos algo húmedos, los hombros tensos. Estaba feliz. Y terriblemente abrumado. —Vamos —dijo el Nara, dándole una palmadita en el brazo y tomando suavemente su mano — Es hora de poner ese lugar en orden. Quiero cenar sentado en una caja vacía antes de que termine la tarde. — Naruto rió, al fin. Nadie mencionó la humedad en sus ojos.

Durante las siguientes horas, abrieron cajas, discutieron sobre dónde poner las cosas, Hinata limpió los estantes con magia silenciosa y meticulosa, y Shino acomodó las provisiones y platos en la alacena nueva. Shikamaru se encargó de desarmar cajas con jutsus de fuego bajo y calcular cómo poner los muebles para que la brisa entrara bien para cuando eventualmente viniera de visita, no pensaba estar en un departamento mal ventilado.

Para cuando el sol comenzó a esconderse, todo estaba en su lugar. Y Naruto, con las mejillas sonrojadas y el estómago lleno de bocadillos dulces, los miraba con una sensación nueva en el pecho. No eran una familia como tradicionalmente se conocía, no exactamente. Pero sí eran su hogar.

Después, cuando su equipo ya se habían ido, Shikamaru fue el último en levantarse.

—Este lugar te queda bien —dijo, mirando la ventana abierta. Naruto asintió.

—Gracias por venir. — miró a su alma gemela con todo el amor que siempre trataba de ocultar, aprovechando que Shikamaru no lo miraba. Finalmente, varios minutos después, Shikamaru continuó.

—Naruto — comenzó, sus ojos oscuros finalmente fijos en su mejor amigo — ¿Estás bien? — Naruto se lo pensó seriamente antes de contestar. Y por primera vez en mucho tiempo, dijo la verdad sin dudar:

—No del todo. Pero hoy… sí. Creo que hoy sí estoy bien. — Shikamaru sonrió, y con eso fue suficiente.

Cuando se fue, Naruto se quedó solo otra vez. Pero ya no pesaba igual. El silencio no estaba vacío. Estaba lleno de cosas suyas. De amigos. De pertenencia. De futuro.

Sonrió mientras abría el regalo de Kurenai: una pequeña tetera y una enorme manta suave, con una nota escrita con tinta firme.

“Porque todos necesitamos algo cálido al final del día. Bienvenido a casa.”

Naruto la sostuvo entre sus manos un segundo y supo que, sin importar lo que viniera después, ya no estaba solo.



***

Shikamaru bostezaba mientras caminaban por las calles tranquilas de Konoha. A su lado, Naruto hablaba con entusiasmo contenido sobre lo bueno que sería cenar ramen en Ichiraku después de un día tan pesado. Era un hábito compartido, simple, pero reconfortante. Shikamaru había notado, desde que habían regresado de la misión con Jiraiya y Tsunade, que Naruto estaba más callado de lo usual. Aún sonreía, aún se reía, su energía aun se desbordaba cuando los insectos de Shino no estaban allí para comerse el exceso, pero había algo contenido en sus gestos, una tensión invisible pero constante. Y esa tensión se hacía aún más evidente cada vez que el nombre de Jiraiya salía en la conversación. Naruto se congelaba, desviaba la mirada, o simplemente cambiaba de tema. Shikamaru no dijo nada al respecto. No necesitaba hacerlo. No con Naruto.

Cuando un ninja mensajero apareció, deteniéndose justo frente a ellos, Shikamaru supo que algo estaba mal. El hombre se dirigió directamente a Naruto con voz neutra:

—Tsunade-sama y Jiraiya-san quieren verte. Ahora. —Shikamaru sintió cómo Naruto se ponía tenso a su lado. No fue un cambio físico grande, pero Shikamaru era un observador experto. 

—Claro —respondió Naruto, con una voz demasiado tranquila. Y sin embargo, sus manos temblaban. Lo suficiente para que Shikamaru lo notara.

—Te espero en Ichiraku —dijo Shikamaru, con una mirada que decía todo lo que las palabras no podían. Naruto solo asintió antes de desaparecer por el tejado.

 

 

*

La oficina del Hokage estaba tranquila. Demasiado tranquila.

Jiraiya y Tsunade se encontraban discutiendo cuando Naruto llegó. Su entrada fue silenciosa, pero la tensión que llenaba la sala lo inundó al instante. Jiraiya sintió un leve escalofrío. Al verlo, Tsunade le dedicó una sonrisa leve y preocupada, pero Naruto apenas la devolvió.

—Queríamos hablar contigo sobre tu entrenamiento —dijo ella con voz suave, como si ya pudiera prever la tormenta que se avecinaba.

— ¿Qué pasa con mi entrenamiento? Kurenai-sensei no es suave con nosotros, al equipo 8 le va bien. — responde, sintiéndose extrañamente a la defensiva.

— El consejo y Jiraiya creen que es necesario que comiences a pensar seriamente en tu entrenamiento y que la mejor manera es dejar la aldea por unos años para entrenar con él. — Tsunade no parece feliz con ello y no era la única. No fue difícil notar el cambio de expresión en el rostro de Naruto. Su mirada se endureció.

—No dejaré la aldea y definitivamente no iré a un viaje de años con este pervertido. — El apodo golpeó a Jiraiya como una bofetada e hizo una mueca. Abrió la boca, dispuesto a responder, pero solo suspiró, llevándose una mano al cuello como si de pronto la ropa le molestara.

—Naruto, creo que no estás entendiendo la gravedad de la situación —dijo finalmente Jiraiya con una paciencia forzada por las últimas interacciones que habían tenido. Nada salió bien. — Necesitarás el entrenamiento que te daré. Sé lo que es mejor para ti así que si pudieras colaborar... — La mirada que recibió como respuesta podría haberlo matado. Tsunade, sentada en su escritorio, se irguió lentamente al sentir el instinto asesino inundar la oficina. Algo estaba a punto de romperse.

Naruto entrecerró los ojos obligándose a calmarse.

—¿Sabes por qué el naranja es mi color favorito? — Jiraiya parpadeó. Se le escapó un gesto de confusión. —¿Sabes por qué el ramen es mi comida favorita? ¿Sabías por qué usaba solo ropas coloridas y brillantes por años, aunque era un ninja y debería usar colores oscuros? ¿Sabías siquiera dónde vivía antes de que Tsunade-sama me diera un nuevo lugar? ¿Sabés por qué no celebro mi cumpleaños? ¿Sabés cuántos años tenía la primera vez que me rompí un hueso, o cuando el primer aldeano trató de matarme? — Cada pregunta fue un golpe, cada palabra, un puñal. Jiraiya se quedó sin respuesta. Miró a Tsunade, como un niño buscando ayuda. Pero ella no se movió. Solo observaba a Naruto con una tristeza e impotencia tan densa que parecía pegarse al aire.

—Yo… no lo sé —murmuró Jiraiya. Naruto asintió.

—Mi color favorito es el naranja porque es la mezcla de los colores de mis padres. Me enteré de quiénes eran después de que un maestro intentara secuestrarnos a Iruka-sensei y a mí para obligarme a robar pergaminos de la Torre Hokage. También me gritó que todos me odiaban. Que me abandonarían. Porque tenía al Kyūbi dentro. — Jiraiya trató de decir algo, pero se atragantó con el aire. Tsunade apretó los puños. —Mi comida favorita es el ramen porque Teuchi-san fue quien me salvó de morir de hambre en numerosas ocasiones. Más aún cuando tenía 5 años y me expulsaron del orfanato. No tenía qué comer porque los aldeanos no me dejaban comprar en sus tiendas. Y no sabía cocinar porque tenía 5 jodidos años. De no haber sido por Teuchi-san y Ayame-nee-chan habría muerto de hambre. 

Naruto podía sentir sus brazos entumecidos por lo fuerte que sus puños se apretaban, sus uñas le cortaban la piel de la palma de la mano, sus ojos todavía fijos en el sannin.

—Siempre usaba colores brillantes porque Hanae-san, la única que me vendía ropa, vivía en el barrio rojo. Su tienda era la única que me dejaba entrar. Vivía al lado, porque Jiji me dejó allí cuando me echaron del orfanato. ¿Sabés cómo es ese barrio de noche? Yo sí. No es agradable. — Jiraiya se puso pálido. Trató de moverse, pero sus piernas parecían de piedra. —No celebro mi cumpleaños porque es el aniversario del ataque del Kyūbi. Ese día mucha gente murió. Y muchos me odian por eso. Cada año tengo que esconderme porque los aldeanos intentan matarme, ebrios, en medio de la noche. Una vez, cuando tenía 6…me alcanzaron. Me rompieron una pierna y unas costillas. Fueron los ANBU quienes me salvaron. — Naruto hizo una pausa, obligándose a respirar hondo. Pasó su muñeca vendada, vestida de naranja con agresividad por sus ojos para eliminar las lágrimas que se le han escapado por la frustración que siente por tener que explicar todo esto, por el hecho de que lo vivió . Pero no logró contener todo. La rabia vibraba en su voz.

—Yo… no lo sabía. No sabía… —murmuró Jiraiya, temblando—. El sensei me dijo que todo estaba bien… yo confié en que…

—No lo sabías porque no estuviste aquí. — El silencio que siguió fue absoluto. Jiraiya abrió la boca. Nada salió. —Tienes la osadía de decir que sabes lo que es mejor para mí. Lo que necesito —la voz de Naruto bajó un tono, pero se volvió más densa, más cruel. Sus puños se abrían y cerraban, como intentando retener su control y no golpear al legendario ninja frente a él—. ¿Sabes qué era lo que realmente necesitaba, hace trece años? — Jiraiya lo supo antes de oírlo. Y aún así, dolió como un sello ardiendo. —Necesitaba que mi maldito padrino se quedara y me diera una familia. Pero no estabas aquí. — El sannin retrocedió un paso, como si lo hubieran golpeado.

—No podía quedarme. Tenía responsabilidades como jefe de espías… si los enemigos de tus padres se enteraban de ti, no podía protegerte. Tenía que investigar a Akatsuki, y… había perdido a Minato. No pude…

—Yo perdí a mis padres. — Naruto se encogió de hombros. Frío. Indiferente. Repentinamente, se siente muy cansado. —Eras la única familia que me quedaba. Pero te fuiste. No eras el único que podía hacer ese trabajo. No eras el único espía de Konoha. No es que no pudieras quedarte. No quisiste. No fui suficiente para que quisieras hacerlo.

Jiraiya dio un paso hacia él. Su instinto, su culpa, su desesperación por arreglarlo. Pero Naruto dio un salto hacia atrás, alejándose varios metros, tanto como la oficina le permitía, como si lo hubieran amenazado con un kunai. Estaba temblando.

—No te acerques, carajo. — Su voz, rota, gritó. Estaba enfadado, tan enfadado. — Si no pudiste protegerme entonces… ¿por qué debería creer que puedes protegerme ahora? No hiciste nada. Nada para que confíe en ti. Para que te confíe mi vida, mi seguridad. Así que no, Jiraiya de los Sannin, Legendario Sabio Sapo. No iré contigo. — Tsunade estaba de pie ahora. Los ojos húmedos. Las manos en el escritorio. Naruto se giró hacia ella. Hizo una reverencia. —Gracias por su tiempo, Hokage-sama, lamento el alboroto. — Y se fue.

Jiraiya no lo siguió.

No podía.



***

 

En el tejado de la torre Hokage, unos minutos antes, Kakashi había llegado temprano a la citación de la Godaime, como siempre cuando no sabía qué hacer. Se había detenido junto a la ventana del tejado, donde el aire era fresco y los sonidos de la aldea quedaban lejanos. No planeaba espiar, nunca lo hacía. Pero cuando reconoció las voces al otro lado del cristal —Jiraiya, Tsunade, y... Naruto— algo en él se congeló.

No se movió. No parpadeó. Cada palabra se clavaba en él como senbons lanzados con precisión quirúrgica.

“¿Sabes por qué el naranja es mi color favorito?” Sintió cómo se le cerraba el estómago.

“¿Sabías siquiera dónde vivía antes de que Tsunade-sama me diera un nuevo lugar?” Cada frase lo golpeaba con una crudeza dolorosa que no esperaba. Había pensado que sabía… que comprendía. Pero no lo sabía. No. Ni siquiera se acercaba .

Kakashi no se consideraba una buena persona ni un buen maestro, nunca fue algo que quiso, solo una orden más y en ese momento, más que ninguno, se lo confirmaba. Cuando Naruto gritó “ ¡No eras el único que podía hacerlo! ”, Kakashi sintió como si estuviera de nuevo frente a la tumba de Obito, sintiendo que había fallado a alguien nuevamente, demasiado como para repararlo. Pero esta vez… esta vez era peor. Porque no había muerto. Porque Naruto seguía allí. Cargando todo eso. Y nadie lo había visto.

Ni siquiera él.

Cuando Naruto salió, no lo notó. Kakashi ya se había apartado del marco, dándole la privacidad que merecía. No se iría todavía. El sol era tibio y la sombra sobre su rostro se sentía merecida.

—Lo lamento, Naruto, sensei. —susurró, solo para el viento.

No sería la última vez.



***

 

Naruto no fue por ramen. Shikamaru estaba preocupado, pero eran shinobi ante cualquier cosa, y si habían llamado a Naruto, podría haber sido algo importante. Aun así, no le gustó.

Horas después, el cielo ya completamente oscuro y las farolas encendidas proyectando sombras tenues sobre el pavimento, la ventana de su habitación se deslizó sin esfuerzo. Shikamaru no se sobresaltó. En lugar de eso, liberó su chakra con calma, extendiendo su sombra hacia la figura que entraba. Solo cuando sintió la inconfundible calidez brillante y familiar del chakra de Naruto, suspiró y relajó el jutsu.

Sin abrir los ojos, levantó un extremo de la sábana.

Naruto no dijo nada. Se quitó las sandalias, el chaleco y los guantes con movimientos mecánicos, cuidadosos. Luego se deslizó bajo la manta, acurrucándose con un sollozo apenas audible contra el pecho de su mejor amigo.

Shikamaru, sin abrir los ojos, simplemente lo rodeó con los brazos. Lo sostuvo con fuerza, sin hacer preguntas, sin necesidad de respuestas. Naruto temblaba mientras se aferraba a su alma gemela con fuerza, como si aún estuviera conteniéndose, como si el peso de las emociones no tuviera espacio para liberarse.

Y Shikamaru lo sostuvo.

Hasta que ambos se quedaron dormidos, juntos, como si el mundo fuera un poco menos problemático así.

 

 

 

Chapter 11

Notes:

Entonces... sip, necesitaba que los 3 años donde canónicamente Naruto desaparece (y Jiraiya no le enseña una mierda, por cierto, lo investigué) pasara en un vuelo, ya que tengo planes. Las escenas ShikaNaru simplemente se colaron en medio (MENTIRAS, TODAS ESTABAN PLANEADAS, QUE VIVA EL AMOR)
En fin, no pienso escribir de nuevo todo lo que pasa en la guerra, pero hay eventos que son importantes, así que les daremos una pincelada y tal, mientras tanto, disfruten del drama, les quiero <3

Chapter Text

Los primeros días tras rechazar el viaje de entrenamiento con Jiraiya fueron extraños. Naruto no habló mucho al respecto más allá de decirle a su equipo, no discutió, ni siquiera pareció molesto para cualquiera que no lo conociera, se veía exactamente igual. Para los que sí lo conocían, se veía triste, apagado, ligeramente cansado. 

Pero el enfrentamiento con el sannin no solo le trajo ira y amargura, Naruto tenía una nueva razón para entrenar todavía más duro, un gran jódete para las personas que siguen subestimándolo y causando problemas. Naruto cuidaría de su gente, se haría tan fuerte que los sannin serían un chiste. Se levantó más temprano, entrenó más tiempo y regresó más tarde. Había tomado una decisión y nada podría sacarlo de ese camino.

Kurenai observaba a Naruto desde el borde del campo de entrenamiento. El sol ya comenzaba a caer, pero él seguía entrenando con la misma intensidad desde hacía horas. Sus clones se deshacían uno tras otro en una nube de humo, mientras el original caía de rodillas, jadeando, solo para ponerse de pie otra vez con las piernas y los brazos temblorosos. 

Llevaba semanas así. Constante, concentrado, incansable. Kurenai cruzó los brazos, preocupada por su alumno. Lo conocía bien, a todos ellos. Desde el día en que se unió a su equipo, Naruto había sido honesto, leal, un torbellino de energía desordenada, ruidoso y tormentoso. Pero ahora, ahora era otra cosa, se sentía diferente, desequilibrado, alterado. Esa misma energía seguía ahí, pero ardía como una llama descontrolada, lista para reducir a Naruto a nada más que cenizas.

Y eso le preocupaba. Naruto podría lograr lo que estaba buscando, creían en él, pero le preocupaba su bienestar, todo lo que podía perder si no se le guiaba bien. Por suerte para ellos, era su trabajo guiarlo con suavidad a donde necesitaba, así que eso hizo. No iba a perder a sus alumnos, ni siquiera ante sus propios demonios.

***

Conocer a Kakashi Hatake se sintió extrañamente surrealista. Había escuchado del shinobi legendario, por supuesto, era el sensei del equipo 7, Kiba y Sakura se quejaban constantemente de él y sus excentricidades, pero eso no lo preparó para que se volviera uno de sus maestros, por insistencia de Kurenai.

— Necesitas un maestro versátil que te enseñe sobre tu afinidad de viento, y con mi afinidad de fuego, solo somos una granada lista para incendiar la aldea. — le explicó cuando Naruto le preguntó al respecto. 

Aceptó, por supuesto, porque los consejos de Kurenai-sensei nunca lo habían llevado por mal camino, por curiosidad y por su necesidad de mejorar, avanzar, ser más fuerte. No esperaba que los primeros entrenamientos fueran tensos e incómodos. Kakashi siempre se escondía detrás de su libro pervertido y evitaba su mirada, no lo corregía con dureza, ni con suavidad, lo observaba como si le pesara algo, como si entrenarlo fuera un recordatorio doloroso de algo que no quería enfrentar.

Naruto no era idiota. Había aprendido a leer a las personas para sobrevivir y Kakashi lo trataba como a un fantasma. Como si cada vez que abría la boca escuchara una voz distinta. Kakashi veía a Naruto como si estuviera muerto o en camino. Era un buen maestro, para sorpresa de Kiba y Sakura, quienes vinieron a ver su entrenamiento, solo por diversión, p ero era distante, llegaba tarde y se iba inmediatamente al terminar. Había historia allí que Naruto no sabía, así que investigó. No le gustó lo que encontró, pero tenía a Shikamaru para ayudarlo a procesar las cosas y pensar con la cabeza fría, así que comprendió . Al principio, dejó pasar las evasivas, los silencios. Pero con el tiempo, esa actitud se volvió irritante. 

La siguiente vez que Kakashi decidió ser distante y frío, Naruto explotó, dejando en claro que si el ninja copia no quería entrenarlo, podría irse al diablo. Kakashi parecía sorprendido y un poco avergonzado. Por una vez, no fingió estar leyendo su estúpido libro. Y después de lo que parecieron horas de tensión, finalmente, se tomaron una tarde para conversar, por insistencia de Kurenai-sensei, quien había visto el inminente choque desde hacía días, esperando a que ocurriera. 

Kakashi habló. De sus padres, de Kushina, de Minato. De la promesa rota, de la culpa. Naruto escuchó en silencio, de como Kakashi habría sido como un hermano mayor para Naruto si sus padres no hubieran muerto y cómo, al igual que Jiraiya, había dejado que su propio dolor lo alejara, dejando que Naruto viviera solo, apartado y lastimado. Kakashi creía que no tenía derecho a querer formar parte de su vida, no cuando le había fallado tanto. Naruto se quedó en silencio unos minutos, antes de patear a su sensei justo en la espalda. Mientras Kakashi se lamentaba por él obviamente exagerado dolor que sentía, Naruto habló. 

— La diferencia entre Jiraiya y tú es que lo perdiste todo, eras un adolescente que fue criado para la guerra y no sabías que hacer. No tenías un sistema de apoyo, tu sistema acababa de morir, así que no es lo mismo. Eras un niño, no tenías por qué cuidar de otro. — Kakashi parece sorprendido por sus palabras, pero al final del día, su relación había sanado un poco. 

No lo resolvió todo, pero fue suficiente para que la grieta se volviera un puente. Kakashi no volvió a llegar tarde. Y Naruto empezó a llamarlo “sensei” sin sarcasmo.

Estarían bien. 

Después de eso, Kakashi-sensei pasa a formar parte de su vida. No es tan malo.

 

****

 

Varias semanas después de ese enfrentamiento, Kakashi se encontraba en la oficina de la Godaime. Esa mañana, entrenaron juntos durante horas como los últimos días, pero Naruto se fue con su equipo para una misión, así que Kakashi fue llamado a la torre Hokage para entregar su informe de avance. Se sorprendió de encontrar a Yamato allí.

Tsunade tenía el ceño fruncido mientras hojeaba los informes frente a ella. Apenas había dormido, pero eso no era raro últimamente. Desde que Naruto rechazó el viaje con Jiraiya, lo había observado con mayor atención, tratando de desviar la atención del consejo de ancianos sobre el niño. El chico estaba avanzando, sí, pero si su identidad como jinchuriki seguía filtrándose, sus avances no serían suficientes en cuanto los enemigos entraran en la aldea.

Lo necesitaba fuerte, rápido. Kakashi estaba ayudando con eso, pero no era suficiente. Necesitaban aumentar la intensidad y con ello, necesitaban a alguien que supiera cómo actuar si el chakra del Kyubi se salía de control, como inevitablemente ocurriría.

Suspiró y se volvió hacia los ninjas que esperaban pacientemente al otro lado de su escritorio.

— Kakashi, espero que no te moleste compartir a tu nuevo alumno. — por supuesto, no era una solicitud, su palabra era ley, y Kakashi lo sabía. Asintió, con su ojo curvado en su característica sonrisa oculta. —Confío en que podrán manejarlo, Yamato. — El shinobi de ANBU, ahora con su nombre civil activo y el rostro visible, asintió con calma.

—Lo haremos. — Tsunade asintió, complacida. 

—No lo estás vigilando —aclaró ella, con severidad— Lo estás guiando, a partir de ahora, tu y Kakashi son sus maestros y deben dar lo mejor de sí, Naruto no aceptará nada menor. 

—Lo entiendo. — Yamato desapareció. Kakashi suspiró en cuanto los ojos de su Hokage se enfocaron en él.

— Si, si, nos encargaremos. — y luego, él también se fue.

 

Yamato se unió una semana más tarde, cuando Naruto y el equipo 8 regresó de su misión. Al principio sólo estaría allí como apoyo, pero terminó siendo esencial para mantener bajo control el chakra de Kyubi cuando Naruto comenzaba a empujar sus límites. Naruto no tardó en aprender a notar los desencadenantes, a detenerse y pensar, a no solo explotar. No tenía tiempo para fallar.

El entrenamiento con Yamato-sensei fue bastante intenso. Empezó con lo básico, pero llevado al extremo. Control de chakra constante, ejercicios en madera suspendida, concentración al límite con clones entrenando simultáneamente y pruebas de coordinación bajo presión. Fue intenso, aprendiendo no solo jutsus de viento. Yamato-sensei dejó en claro que un ninja que se respete debe al menos conocer dos jutsus de cada elemento, además de su afinidad. 

Pero Naruto no solo entrenaba con ellos. Había días en que aparecía en el campo de entrenamiento de Gai-sensei, haciendo carreras con Lee hasta desplomarse. O en sesiones de meditación guiada con Kurenai, aprendiendo a controlar sus emociones para evitar explotar con la nueva afluencia del chakra Kyubi al que tenía acceso, eso lo llevó a refinar su percepción y mejorar su sensibilidad al chakra. A veces, entrenaba en silencio con Hinata y Shino, practicando taijutsu más suave, centrado en la precisión.



Los meses pasaron con rapidez, llenos de entrenamientos, misiones, evaluaciones. Naruto seguía siendo una batería con demasiada energía, pero con el entrenamiento constante y la compañía de los insectos de Shino cuando no lo hacía, Naruto se sintió más centrado y calmado que en años. Ese equilibrio se sintió liberador. 

Cuando finalmente llegó el siguiente examen chuunin, el equipo 8 fue uno de los primeros en inscribirse. Hinata, Naruto y Shino se habían mantenido como uno de los equipos más sólidos desde el inicio, su historial de misiones era impresionante y Kurenai se mostraba muy orgullosa de sus niños. 

Su participación fue impecable, el viaje a Suna, donde se hicieron los exámenes este año fue divertido y antes de que se dieran cuenta, habían vuelto a la aldea, con resultados muy positivos. Observaba con ojos brillantes cómo Kurenai se acercaba al equipo 8 con un sobre en la mano y tres chalecos verdes tácticos. Hinata lo recibió con ambas manos, temblorosa pero sonriente. Naruto alzó el brazo en señal de victoria, probándose el chaleco con tanta rapidez que casi se cae. Shino solo asintió con tranquilidad. 

Chuunin. Todos eran chuunin ahora. 

—¡Lo logramos! —gritó Naruto, abrazando a sus compañeros. — ¡Lo sabía! ¡Hinata, te dije que lo harías! —Hinata se puso tan roja que parecía que iba a evaporarse. Naruto, sin perder el ritmo, dio un golpe suave y amistoso en el hombro de Shino—. ¡Los tres! ¡Somos increíbles!

—Por supuesto, no había duda de que lo lograríamos.  —dijo Shino, apenas audible.

 

 

Poco después, se hizo el anuncio más esperado en la oficina del Hokage: Shikamaru Nara ascendía oficialmente a jonin. Naruto estaba allí, sonriendo de oreja a oreja con orgullo y calidez. No dijo nada, solo chocó los puños con él cuando salieron.

—Sabía que lo lograrías, sombra perezosa —dijo, con una chispa de alegría en los ojos.

—Y yo sabía que estarías aquí para molestar  —respondió Shikamaru, conteniendo una sonrisa.

Habían crecido mucho. Pero seguía siendo Naruto. Solo que más fuerte. Más centrado. Y no estaba ni cerca de haber terminado.

 

***

El décimo cuarto cumpleaños de Naruto llegó y se fué sin gran fanfarria. Había estado en una misión con su equipo, y en cuanto regresó, fue felicitado por sus seres queridos, antes de seguir entrenando, como si no fuera nada. No lo fue, para Naruto y el resto de la aldea, el 10 de octubre solo significaba malos recuerdos. Estaba bien. ¿Que importaba si entrenaba mucho más duro que otros días? Solo se estaba esforzando, eso era todo. 

La tarde caía sobre la aldea con una calidez que inundaba su habitación cuando finalmente fue arrastrado a casa, las puertas corredizas de su balcón estaban abiertas de par en par para dejar entrar la calidez y la brisa. Adentro, el ambiente era otro: húmedo, tibio, y cargado del inconfundible olor a ungüento medicinal.

Naruto estaba sentado en el borde de su futón, encorvado hacia adelante con los músculos de la espalda visiblemente cansados y las piernas marcadas con moretones amarillentos y cortes recientes que ya se estaban curando, tan rápido como siempre, aunque su piel y músculos aún estaban sensibles. Su camisa descansaba hecha un ovillo a un lado, y sus brazos seguían cubiertos con sus vendas, perfectamente ajustadas.

—No tienes remedio, eres un desastre. —murmuró Shikamaru, arrodillado frente a él con una expresión que oscilaba entre el fastidio y la preocupación genuina, mientras terminaba de colocar un vendaje fresco sobre el muslo derecho de Naruto.

—Estoy bien. —respondió Naruto, en voz baja, tratando de que la calidez en su pecho no se mostrara en su voz. Lo dijo más por costumbre que por convicción, porque sabía que Shikamaru no se lo iba a creer. No importaba, Naruto se estaba volviendo más fuerte y si podía tener a su alma gemela a su lado, cuidándolo, no iba a quejarse. 

—Claro que sí —bufó Shikamaru — Por eso tienes una fractura leve, cuatro cortes de kunai, y ni siquiera puedes doblar la pierna. — Naruto hizo una mueca. Sus ojos se desviaron hacia la ventana, donde las sombras de las nubes comenzaban a oscurecer el cielo. Este era un baile que danzaban constantemente, Naruto sobrepasandose, Shikamaru preocupado. No era la primera vez y probablemente no sería la última.

—Gai-sensei dice que el cuerpo tiene que romperse un poco antes de fortalecerse. —murmuró al fin, casi como si se disculpara. Shikamaru resopló.

—Gai-sensei también salta sobre las manos alrededor de Konoha por diversión. No es un parámetro confiable de salud y autocontrol. — El silencio cayó entre ellos mientras Shikamaru recogía las gasas manchadas y doblaba cuidadosamente las vendas limpias. Naruto lo observó de reojo, permitiéndose robar unas miradas mientras pudiera. Le gustaba cómo se movía Shikamaru, con esa calma suave que contrastaba con el frenesí de sus entrenamientos. Le gustaba que no tratara de detenerlo, solo estaba allí para regañarlo y cuidar de él. Shikamaru lo entendía.

—O puedes solo dejarlo —dijo Naruto de pronto, medio en broma, medio en serio. Nunca obligaría a su alma gemela a estar a su lado, si Shika creía que Naruto era demasiado, daría un paso atrás. — No tienes que venir a verme cada vez que me lastimo. — Shikamaru se detuvo, casi como si pensara en ello, antes de suspirar y mirarlo. 

—¿Y perderme la oportunidad de regañarte? Ni lo sueñes. — Naruto sonrió. Estaba cansado, más que de costumbre, pero esa sonrisa fue honesta. Su cuerpo dolía, su mente estaba al límite por todo lo que había aprendido con sus clones ese día, pero Shikamaru estaba ahí, arrodillado a su lado como si eso fuera lo más natural del mundo.

—Gracias —dijo finalmente, bajito. — Pero si vas a seguir apareciendo cada vez que me lastimo, sería más fácil que te mudaras conmigo. Te ahorrarías el viaje. — Shikamaru se quedó en silencio, luego lo miró con una mezcla de resignación y ternura extrañamente suave en su expresión.

—Eres un dolor de cabeza, Naruto. — Naruto solo sonrió, feliz de tenerlo cerca. 

—Y tu eres la mejor enfermera — Naruto resopló, con una sonrisa— Aunque tengas las manos frías.

—Las manos frías ayudan a desinflamar, genio —replicó Shikamaru, pero no se apartó cuando Naruto apoyó la frente contra su hombro, exhausto.

Así se quedaron unos minutos, sin hablar. El mundo podía esperar. Los enemigos, los entrenamientos, las expectativas... todo eso podía esperar. De repente, Shikamaru se apartó suavemente y se levantó, diciéndole que se quedara allí mientras se iba corriendo a la cocina. Naruto estaba a segundos de quedarse dormido, pero la curiosidad le ganó. 

Shikamaru regresó unos minutos después, un enorme pastel naranja en sus manos, con unas velas ya encendidas. Naruto sintió que el aire se atoraba en su pecho, mientras veía el rostro sonrojado de Shikamaru, iluminado por las velas.

— Feliz cumpleaños. — le dijo. Naruto no pudo pensar en nada más que lo hermoso que eran los ojos oscuros de su alma gemela. Cuando respiró, después de lo que parecieron horas, Naruto sintió que todo en el mundo podría explotar y no le importaría. No ahora, no con Shikamaru allí, frente a él, porque tenía todo lo que podría desear, en ese mismo momento, en ese cuarto pequeño y desordenado, con vendas viejas en el suelo y ungüento impregnando el aire, Naruto podía respirar. Porque él estaba ahí, su alma gemela estaba a su lado. Para Naruto, ese momento representaba su mayor felicidad. 

 

***

 

Los secuestros comenzaron a volverse una verdadera amenaza para Naruto cuando su identidad como jinchuriki del kyubi fue totalmente publicada. No pintaba bien, para nada y el trato de la aldea hacia Naruto no hacía más que empeorar cuando los ataques ocurrían cada vez más, claro que no al nivel de Orochimaru, pero los cazarrecompensas llegaban más rápido de lo que les gustaría. Jiraiya seguía enviando información, pergaminos y consejos, pero lo más memorable fue cuando le envió su contrato con los sapos, con una carta explicando que su padre lo había firmado también y que Naruto tenía derecho a firmarlo. Los sapos eran geniales y no, Sakuka, las babosas de Tsunade-sama no son mejores, ¿qué te pasa?

Naruto se encariña mucho con varios de los pequeños y al final, es Tsunade-sama quien le habla del modo sabio. Cuando Naruto cumple 15 años, conoce a Ma y Pa y comienza su entrenamiento. Ha tenido años para aprender a controlar su energía y chakra, Kurenai-sensei le ha enseñado a meditar, pensar y relajarse incluso sin los insectos de Shino, así que cuando Pa decide que aprender el modo sabio era fundamental, Naruto se adaptó al modo de los sapos como si hubiera nacido para ello. 

Su avance fue lento ya que no podía quedarse tanto tiempo en el monte Myoboku, pero solía ir varios días o los fines de semana. Naruto no lo sabía, pero ese entrenamiento sería fundamental en el futuro, no solo para él, sino para su aldea, su familia, sus amigos.

Con el paso de los meses, incluso de los años, Naruto se había centrado un poco más, la ira y el resentimiento aún estaban presentes, pero había sanado. Su entrenamiento ya no es solamente para demostrar algo, para subir de rango y obtener respeto, sino para protegerse a sí mismo y a sus demás compañeros.

Va a tantas misiones como le sea posible, pasa tanto tiempo como puede con Shikamaru, tratando de distraer a su alma gemela de la cantidad absolutamente desconcertante de trabajo que le dan como Jonin. Con su linaje e inteligencia tiene mucho más trabajo del que le gustaría. A veces, Naruto y Shikamaru van en misiones juntos y Naruto está bastante feliz de pasar tiempo con él incluso si técnicamente estaban trabajando. 

 

Es justo a una misión a dónde se dirigen ahora. 

Tsunade extendió el pergamino sobre la mesa y lo giró hacia Naruto y Shikamaru. Su expresión era seria, casi sombría.

—Un chuunin desertó. — La Hokage se veía agotada, Naruto supuso que el cargo traía consigo más problemas de lo que valía, no la envidiaba para nada. — Estaba fuera del campo por una lesión y trabajaba en el departamento administrativo, escapó hace dos noches con información clasificada, había pedido unos días libres así que nadie noto su ausencia hasta que los documentos que robó fueron solicitados y no los encontramos. No sabemos cuál es su objetivo, quién es su cliente, así que deben ser muy cuidadosos. — Shikamaru entrecerró los ojos.

—¿Qué clase de información exactamente? — Tsunade le dio una sonrisa demasiado afilada para su gusto. 

—Lo suficiente para causar problemas si cae en manos de la persona equivocada. Se cree que lleva copias de mapas defensivos de Konoha y registros de misiones especiales, con los perfiles de varios de nuestros shinobi. El último rastro que se tiene de ellos es en la frontera con el País del Río. —Tsunade los miró, deteniéndose especialmente en Naruto— Ustedes dos trabajaron bien en misiones anteriores. Se necesita velocidad, análisis y fuerza. Y alguien que pueda improvisar si las cosas se tuercen. — Naruto sonrió, apenas.

—Ese soy yo, ¿no?

—Sí, cabeza hueca, ese eres tú. —resopló Tsunade, aunque se suavizó un poco— No subestimen esta misión. No sabemos si trabaja solo. Por el camino que ha tomado, no podemos descartar que sus contactos sean otras aldeas. — Shikamaru tomó el pergamino, lo enrolló con cuidado y asintió.

—Entendido. ¿Algo más?

—Viajarán ligeros, en sigilo. El contacto en el País del Río les dará más detalles si el objetivo cambia de dirección. Salen al amanecer. — Naruto ya estaba girando hacia la puerta.

—Iré a preparar mis cosas. ¡Vamos, Shika! — Shikamaru suspiró, pero lo siguió.

—Tan problemático…

 

***

Llevaban dos días de viaje cuando decidieron descansar un momento por la noche. Naruto envió tantos clones bajo henge como pudo, tratando de obtener información, pero el desertor ya les llevaba días de ventaja. Tenían a su favor que al parecer estaba herido, pero como no sabían si tenía compañía, no podían bajar la guardia. 

La fogata chisporroteaba con suavidad, Naruto dormitaba a un lado envuelto en su saco. Shikamaru, con la espalda apoyada en un tronco, analizaba en silencio el mapa que habían trazado esa tarde, marcando las posibles rutas que los clones habían rastreado y la información que obtuvieron con carboncillo.

El canto nocturno de los grillos fue interrumpido por un leve crujido. Apenas perceptible, pero suficiente. Shikamaru alzó la cabeza, su mirada clavada en la oscuridad del bosque.

—Naruto. —murmuró apenas, pero el rubio ya estaba despierto. 

—Lo tengo. —dijo en voz baja, incorporándose con rapidez y quitándose el saco. En silencio, hizo una señal con la mano: tres enemigos, aproximación por el norte. Shikamaru asintió. 

El primer kunai cortó el aire. Naruto se giró y lo desvió, sus clones brotando como una ola. Shikamaru ejecutó su jutsu sin demora. Una de las sombras se alargó velozmente, atrapando al enemigo más cercano justo cuando intentaba lanzar una bomba de humo. Shikamaru ejecutó con rapidez su jutsu de estrangulamiento de sombras, dejando al enemigo fuera de combate.

—Enemigo uno neutralizado.—informó Shikamaru.

—Enemigo dos fuera. —gritó Naruto después de ver al enemigo caer, una enorme herida en el pecho causada por una espada de viento. El tercero intentó escapar hacia el oeste. Mal movimiento. Naruto ya había dejado trampas en el bosque a su alrededor antes de dormir, un sello en un árbol, preparado horas antes fue su final. Activó el jutsu en su palma, y una explosión sorda lo hizo caer al suelo. No fue letal, pero sí suficiente para romperle la pierna. El enemigo gritó. —Lo tenemos. —Naruto corrió hacia él y lo eliminó con un corte certero en la nuca. Cuando el silencio regresó, Shikamaru soltó un largo suspiro.

—Demasiado problemático para ser simples bandidos —dijo, acercándose a Naruto, que ya revisaba los pergaminos del enemigo inconsciente. No se veía contento mientras más revisaba y leía, dándole los pergaminos a Shikamaru. 

—No son bandidos. Espías del País del Agua. — Shikamaru frunció el ceño.

—Vamos a necesitar reportarlo. Pero no hasta que estemos seguros de que no hay más siguiéndonos. ¿Uno de tus sapos puede enviar la información? — Naruto asintió, lanzando a su compañero unos pergaminos para sellar los cuerpos. 

— Claro, Gamayuna-chan puede llevarlo, solo escribe el pergamino y Tsunade-sama lo sabrá antes que amanezca. — Shikamaru asintió, y por un momento se quedó en silencio, sentado junto al fuego, respirando con calma. Su concentración volvió a Naruto cuando lo escuchó soltar una risita.

— A veces todavía me sorprende lo bien que trabajamos juntos. — dice. Shikamaru se sentó a su lado y lo empujó suavemente con el hombro.

—Claro que sí. Eres el músculo, yo soy el cerebro. Mientras puedas pelear y yo pensar estaremos bien. — Naruto empujó de nuevo en venganza, pero sonreía.

—¡Hey! También puedo ser una mente maestra. — gruñó entre risas, y Shikamaru se encogió de hombros. 

—También eres una manta extra en las noches, tu chakra irradia como un horno. — respondió, mientras se acurrucaba un poco a su lado. Naruto se rió, agachando la cabeza con las mejillas encendidas.

—Dormilón.

—Molesto.

La fogata crepitó una vez más. Afuera, la noche seguía acechando. Pero bajo el cielo estrellado, rodeados de las sombras de Shika y el cálido chakra de Naruto, todo estaría bien.

***

El décimo sexto cumpleaños de Shikamaru los golpea con nueva información sobre Akatsuki, más patrullaje y raciones que saben horribles. Naruto secuestra a su alma gemela en cuanto pone un pie en la aldea, casi una semanas después de su cumpleaños y se lo lleva a su departamento. Aun con las quejas de Shikamaru, Naruto lo empuja a su baño, le lanza ropa limpia a la cara y lo deja allí, como un idiota.  Shikamaru está demasiado cansado para esa mierda, así que se toma una muy larga y merecida ducha y se viste con lo que aparentemente es su ropa limpia que probablemente dejó allí en alguna de las ocasiones que se quedó a dormir. 

Cuando sale de la habitación de su mejor amigo, el aroma de la comida inunda el departamento y Shikamaru camina con pesadez a la cocina. Se encuentra con la imagen de Naruto sirviendo varios de sus platillos favoritos y un pastel de chocolate, su favorito. 

— Feliz cumpleaños, supuse que querrías pasar un momento tranquilo antes de volver al trabajo, envié tus informes a la Torre Hokage con un clon así que no te preocupes. — Shikamaru suelta un pequeño ruido, su frente descansa sobre el hombro de Naruto y deja que el rubio lo sostenga mientras simplemente respira. 

Cree que así se siente el hogar. 

 

***

 

Su tranquilidad y sensación de calidez se ve totalmente despedazada cuando la amenaza de Akatsuki se vuelve imposible de ignorar. Akatsuki ataca a Suna, secuestrando al Kazekage, envenenando a varios de sus mejores ninjas y causando pánico total. 

Naruto corre a ayudar, claro, Kakashi-sensei, Kurenai-sensei y Gai-sensei están allí, los equipos listos para dar apoyo a la aldea de la arena, pero resulta en vano. Gaara termina moribundo y la visión de su amigo llena a Naruto de una oscuridad que nunca pensó experimentar. Es la primera vez que Naruto pierde totalmente el control del chakra del Kyubi al ver a su amigo siendo tratado como basura, humillado por los miembros desagradables de esa asociación terrorista incluso cuando está muerto, por los dioses está muerto, Naruto llegó tarde .

Al final, tras unas batallas desagradables logran traer de vuelta a Gaara, a costa de la vida de la anciana Chiyo pero no sin haber aniquilado brutalmente tanto a Deidara como a Sasori. Sasori es eliminado por Sakura y la anciana Chiyo, con el apoyo de Hinata y Kiba, Kurenai-sensei lista para dar apoyo si lo necesitan, pero es Sakura quien da el golpe final, el entrenamiento con Tsunade-sama ha dado frutos mientras ven a su amiga destrozar al enemigo a puño limpio. Mientras, Deidara cae ante Naruto y Shino. Naruto no es más que ira, instinto y odio puro mientras su velocidad y fuerza aumenta tanto que incluso Kakashi-sensei y Gai-sensei no pueden seguirle el ritmo. Al final, los insectos de Shino y los ataques brutales de Naruto son el final de Deidara. Nadie llorará su muerte. 

Al final, todos vuelven a Suna, Gaara está vivo y Naruto siente el peso del futuro sobre sus hombros. 

En el segundo en que Naruto regresó a casa, aún vivo e ileso, Shikamaru aplastó al rubio en un abrazo que nadie se atrevió a interrumpir; ambos comprenden que el peligro no había pasado, en lo absoluto, solo estaba comenzando, la amenaza era palpable y la imagen del destino que le esperaba a Naruto si Akatsuki alguna vez lo atrapaba era demasiado, el milagro que salvó a Gaara no volvería a repetirse, no habría segundas oportunidades. Naruto no había podido procesar ese hecho hasta ese momento, la fatalidad, la muerte de su amigo … de repente, la comprensión lo golpeó con tanta fuerza que se tambaleó. Temblando ligeramente entre los brazos de Shikamaru, mientras su alma gemela frotaba círculos reconfortantes en la espalda del ninja normalmente hiperactivo. Naruto sollozó suavemente, tratando de contener las lágrimas de miedo y frustración.

 

***

 

Los ataques de Akatsuki contra los jinchuriki no dejan de aumentar, las bestias con cola caen una a una, y en medio de todo el caos, Naruto es enviado con Yamato-sensei, Sakura, Kiba y Sai, el aparente nuevo miembro del equipo 7 a buscar a su descarriado ex-compañero.

El silencio de la base subterránea fue roto apenas por el eco de las pisadas mientras todos corrían hacia el derrumbe. Más adelante, Sasuke Uchiha los esperaba, con su espada a un costado, su mirada era una mezcla de indiferencia y superioridad, como si el solo hecho de que hubieran llegado hasta allí fuera una molestia menor. Naruto lo miró sin cambiar su expresión, Sasuke se veía disgustado de verlo.

—Así que este es el escuadrón de rescate —murmuró, con una media sonrisa desagradable. Sus ojos se posaron en Naruto— Curioso. No esperaba que te mandaran a ti, ni que aún siguieras vivo. — Naruto tenía las manos entrelazadas detrás de la cabeza, no se veía especialmente impresionado.

—No es un rescate, te fuiste por tu propia voluntad. —La voz de Naruto fue seca, cortante— Vine a detenerte, si es que sigues siendo un problema. — El ambiente se tensó. Sakura entreabrió los labios, como si quisiera interceder, pero Kiba la detuvo, diciéndole con un gesto que esperara. Sasuke entrecerró los ojos. Dio un paso adelante, apenas.

—Quién diría que el favorito de los jonin, el prodigio de Kurenai no trataría de ayudar a un viejo compañero. No es de extrañar que no puedas detenerme, puede que los demás crean que eres especial, pero no he olvidado lo débil que eras, lo patético que aun eres. — Naruto no se inmutó. 

—No necesitas que nadie te salve, elegiste tu propio camino. Sigue caminando. Solo asegúrate de no cruzarte en el mío. — En el momento en que Sasuke sonrió, Naruto se puso en guardia. Conocía ese tipo de sonrisas, las personas que lo veían así nunca tenían buenas intenciones.

—¿Y si lo hago? —Sasuke desenfundó lentamente su espada, de haber sido otra persona y en otro contexto, casi habría sido artístico, el sharingan girando con calma en sus ojos—. ¿Qué vas a hacer, Uzumaki? — Naruto no desenvainó nada. Sus manos estaban listas, su chakra vibraba con la fortaleza contenida de tres años de trabajo.

—Te voy a detener. No porque me interese una mierda lo que hagas, sino porque si pones en peligro a las personas que quiero, te voy a matar sin pensarlo. — Por un segundo, los ojos de Sasuke parpadearon. Una sensación desagradable subió por su garganta. Naruto estaba ahí no por él, seguía viendo a través de Sasuke, como si no fuera nada.

— Pareces creer que puedes detenerme. Nadie me detendrá hasta que Itachi esté bajo tierra, menos tú. — Naruto hizo una mueca, recordaba lo fuerte que era Itachi, Sasuke no podría con su hermano. 

—No eres como Itachi —dijo Naruto—Te escapaste para obtener poder de un desertor sin honor e incluso años después, sigues sin tener el poder que él tiene. — Era verdad, Naruto recordaba la locura que había causado Itachi en Kurenai-sensei y Kakashi-sensei cuando fue a la aldea a intentar secuestrarlo hace años. A Sasuke no le gustó escuchar eso. 

—No tienes idea de lo que estás diciendo. —escupió Sasuke, dando un paso más. Naruto clavó los ojos en los suyos.

—Y tu no tienes idea de las consecuencias que tendrán tus decisiones, venganza y una mierda, solo eres un idiota. — La tensión no dejo de crecer, Kiba y Akamaru se removían inquietos, al igual que Sakura. Sai no había quitado sus ojos de Naruto. La electricidad era casi visible en el lugar.

Sai intervino, finalmente.

—Tenemos lo que vinimos a buscar. No vale la pena gastar más chakra en esto.

Sasuke se movió, en un parpadeo, estaba justo frente a Naruto, sus rostros estaban más cerca de lo que al rubio le gustaría, pero cuando intentó retroceder, Sasuke envolvió su brazo alrededor de su cuello. Sonrió de lado, con esa sonrisa torcida, vacía y espeluznante.

—Nos volveremos a ver. Ese día, quiero ver si hablás con la misma seguridad cuando estés suplicando por tu vida, me dará mucha alegría romper tu espíritu y verte llorar. — Naruto solo le sostuvo la mirada, sin impresionarse. 

Sai levantó su tanto para bloquear el ataque que la katana de Sasuke les envió cuando Sai y Sakura intentaron acercarse.

—Entonces más te vale no fallar. — Naruto no necesitó ningún jutsu, Sasuke se alejó por su cuenta al ver que no obtenía una reacción. 

Luego, desapareció. No hubo batalla. Al final, la conclusión era la misma que el equipo 7 ya conocía desde que tenían 13 años, la frustración llenó el pecho de Kiba mientras veía a Sakura entristecer. Sasuke no era un compañero, no había sido llevado por la fuerza, no volvería por gusto.

La misión había sido un total fracaso.

Al final, regresaron a la aldea y presentaron un informe, y eso fue todo. A Naruto no podría importarle menos con todo el caos que estaba ocurriendo, sus realidades eran demasiado diferentes y no estaba dispuesto a dejar de lado a sus seres queridos en medio de una guerra por alguien que se rindió a los 13 años. 

 

Chapter 12

Notes:

Cuando le pregunte a una amiga sobre que hacer con las muertes del canon me dijo: NO TE ATREVAS, si quiero verlos morir, me voy a ver el canon.
Obviamente, su palabra es ley.
Este capítulo mete mucha información de una, pero me gustó como quedo, la guerra fue difícil pero al mismo tiempo sabía exactamente que quería que pase y como, solo faltaba sacarlo de mi cabeza y escribirlo, todo un martirio.

Quiero dejar en claro que me parece absurdo que solo un equipo de dos Jonin y dos Chuunin vayan a buscar a DOS NINJAS CLASIFICADOS COMO ENEMIGOS NIVEL S, QUE CARAJO, así que con el poder del fanfic, haré lo que me plazca.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Shikamaru la pasa muy mal cuando su equipo es enviado a buscar a Hidan y Kakuzu. La misión no pintaba bien desde el inicio; él es un jonin, pero no tiene tanta experiencia con pesos pesados como los Akatsuki, no como Asuma. Kotetsu, Izumo, Raido y Genma son un gran apoyo, pero la diferencia de poder es abrumadora desde un inicio, los enemigos no son Ninjas de clase S por nada y son brutalmente superados, la solicitud de refuerzos pasa de ser una opción a ser una necesidad. 

El enemigo se movía con una coordinación antinatural, como si supiera exactamente qué movimientos harían antes de hacerlos, lo que habla de compañeros que llevan mucho tiempo trabajando juntos y observándose mutuamente. Hidan y Kakuzu eran letales por separado, pero juntos eran casi imposibles de contener.

Shikamaru lo supo en el instante en que Asuma se lanzó a evitar que Kotetsu fuera empalado en un ataque, lo vio en cámara lenta, como si el tiempo se hubiera ralentizado.

—¡Asuma! —gritó. El arma de Hidan, teñida con su propia sangre maldita, encontró su objetivo y la batalla se había perdido. En un instante, el cuerpo de Asuma fue atravesado por su propia técnica, su piel se vio ampollada por la quemadura. Se desplomó, convulsionando, la maldición ejecutándose con cruel precisión. —¡NO! —Shikamaru se abalanzó hacia él, pero fue Kakuzu quien se interpuso, lanzando un golpe que lo arrojó hacia atrás con un chasquido seco en el pecho. Sintió el aire irse de sus pulmones y el dolor familiar de las costillas rompiéndose. A lo lejos, escuchó a Genma gritar su nombre.

Asuma aún respiraba, pero apenas. Tenía una pierna destrozada desde la cadera, el pecho hundido por las costillas rotas, y un charco oscuro se extendía desde su abdomen. Izumo estaba sangrando, inconsciente. Shikamaru no podía respirar. Su mente giraba, creando estrategias incluso en medio del caos y en la situación imposible en que se encontraban, buscando la mínima ventaja. Pero el miedo... el miedo lo devoraba .

Hidan se burló mientras alzaba su guadaña nuevamente.

—¡Vamos! ¡Otra ronda, ateos de mierda! ¡Acepten a Jashin-sama! ¡Les haré creer en su gloria desde la muerte! — Pero entonces, los árboles estallaron en un rugido de viento. La técnica de Naruto impactó contra Kakuzu con un chillido de chakra puro, rompiendo la formación enemiga. Detrás de él, los equipos 7 y 10 aparecen, Kakashi, seguido por Ino, Choiji, Sai, Kiba y Sakura. Los refuerzos finalmente habían llegado.

Shikamaru cayó de rodillas junto a su maestro, sin importarle los enemigos, sin notar su desaparición.

—Asuma... — El hombre apenas podía mantener los ojos abiertos. Jadeaba, su respiración era burbujeante.

—S-shikamaru... — Sus manos temblaban, como si tuviera 5 años y no supiera que hacer. Shikamaru estaba entrando en pánico.

—¡No digas nada! ¡Sakura! —gritó, sin dejar de presionar las heridas con manos ensangrentadas. Sakura llegó al instante, con Ino a su lado, sus manos brillando en verde inmediatamente. Ambas comenzaron a trabajar sin perder un segundo porque no tenían ni uno solo para desperdiciar.

—La pierna esta perdida, debemos priorizar su vida a su movilidad, parte del estómago está destrozado, hay daño en el pulmón izquierdo, ¡y el hígado está colapsando! —gritó Sakura, ya con chakra en las manos. —¡Ino, estabiliza su circulación! ¡Rápido!

Shikamaru no se apartó. No podía. Lo miraba todo como si su alma hubiera abandonado su cuerpo. Su mente no se detenía. No podía parar. Tomaba notas de las heridas, del ritmo cardíaco, pero su alma solo gritaba una cosa: No te mueras.

Naruto se paró a su lado, jadeando.

—¿Está...? —comenzó. 

—Vivo. —respondió Shikamaru, con la voz rasgada. No lloraba. No ahora. No podía permitírselo. Naruto cayó de rodillas a su lado, guiando con cuidado a su amigo para que se sentara y tratando de darle primeros auxilios, pero Shikamaru no colaboraba. Al final, sus manos tomaron el rostro de Shikamaru con mucho cuidado, sus ojos azules se enfocaron en los negros de Shikamaru con una suavidad que le era ajena mientras trataba de apartar a su alma gemela de la visión de su maestro mutilado. 

—Se va a quedar con nosotros, Shika. Puede con más que esto, pero necesito que respires conmigo, estás herido, déjame curarte, por favor. —La voz de Naruto era suave y temblorosa, pero no vacilaba. Shikamaru asintió, su mirada regresó inmediatamente a su sensei. 

Naruto lo guió con cuidado mientras escuchaba a los demás organizarse, buscando rastros del enemigo, aplicando primeros auxilios, mientras él se concentraba en su alma gemela. Después de casi una hora, Sakura levantó la cabeza, empapada en sudor.

—Va a vivir. No volverá al campo, pero vivirá. — Shikamaru no respondió. Solo cayó hacia adelante, apoyando la frente contra el brazo vendado aún caliente de su maestro. Ino lo abrazó con cuidado. Chouji lloró al ver a Asuma aún respirando.

Naruto observó todo en silencio. Sabía que ese momento los marcaría a todos y prometió que no dejaría que nadie muriera mientras pudiera detenerlo.

***

Shikamaru no se sentiría cómodo o seguro hasta que se encargara de Hidan el mismo, cuidando obsesivamente a su sensei y a su familia. Kurenai-sensei y Asuma siempre pasaban tiempo juntos, así que Naruto le tenía cariño al perezoso jonin, se alegró de que siguiera vivo, aunque probablemente lo tendría difícil con todo el daño que había recibido. 

Shikamaru no durmió bien durante los siguientes días, las imágenes de su sensei siendo casi asesinado no dejaban de aparecer tras sus párpados y el sueño lo evadía constantemente. Aunque Asuma estaba vivo, respiraba con dificultad, su estado era frágil. Kurenai pasaba los días y las noches junto a la cama de su pareja, en silencio, los equipos 8 y 10 estaban allí todo el tiempo, llevando mantas, ropa, comida. Shikamaru, en cambio, no se quedaba mucho. Iba a verlos, escuchaba el diagnóstico con el rostro tenso, y luego salía a entrenar, a planear, a desaparecer del mapa por horas sin dejar que nadie se acercara, ni siquiera Naruto.

Naruto lo notó, por supuesto, Shikamaru estaba más callado de lo normal, más frío, más enfocado. Una parte de él se preocupaba, pero podía entenderlo. Shikamaru no se sentiría seguro hasta encargarse de Hidan él mismo, eso estaba claro. Se convirtió en una obsesión silenciosa: asegurarse de que su sensei estuviera a salvo, que Kurenai no tuviera que llorar. Se encerró con pergaminos, tácticas, sellos y bombas explosivas. Cuando salió, no era el mismo.

—Lo mataré. —dijo simplemente una tarde cuando Naruto fue a buscarlo al campo de entrenamiento luego de dejarlo procesar su ira y su rabia como necesitaba, donde ya había pulverizado más de media docena de maniquíes con sombras afiladas como cuchillas.

Naruto asintió. No intentó detenerlo, no necesitaba hacerlo, confiaba en la fuerza y en la mente de su alma gemela. Solo dijo que iría con él. Cuando el equipo fue conformado —Shikamaru, Ino, Chouji, Kakashi y Naruto—, nadie discutió su presencia. No podían evitar que fuera, dejar solo a Shikamaru no era una opción, aunque él actuara como si pudiera con todo, no dejaría que lo hiciera. Shikamaru no lo había dejado solo en sus momentos más oscuros, y no pensaba dejarlo solo ahora. Nadie dudaba que tuviera un plan, pero nadie dejaría que lo hiciera solo.

Durante la misión, el grupo se separó, Kakashi y Naruto se encargaron de Kakuzu con dificultad, la pelea fue dura y agotadora, Kakuzu era una bestia hecha de odio y corazones robados, pero Naruto tenía clones, jutsus de viento y una cantidad de chakra que no temía utilizar contra sus enemigos. Usó su Rasenshuriken, había tenido años para perfeccionarlo, el apoyo de Ma y Pa en el monte Myoboku fue fundamental y ahora era perfecto.

Ver a Shikamaru vengarse fue… Fue peligroso para Naruto, quien siempre había sabido lo atractivo e inteligente que era su alma gemela, pero verlo así fue una historia completamente diferente, verlo en su elemento, con su inteligencia brillando en cada paso. Impresionante. Había estado peleando con Kakuzu, pero envió a varios clones tras su alma gemela, no permitiría que le pasara nada. Siempre supo que Shikamaru era inteligente, un estratega, un genio. Verlo en batalla fue muy diferente.

No estaba preparado. 

Naruto lo siguió desde las sombras sin intervenir, sabía que esto era algo que Shika necesitaba, a menos que su vida corriera peligro, no intervendría, confiaba en la mente de su alma gemela y no le fallaría. Lo vio arrastrar a Hidan hasta el bosque, lejos de todo. Lo vio jugar con él, manipularlo, trazar cada movimiento como si fuera una partida del shogi que tanto disfrutaba.

Lo vio encender uno de los cigarrillos de Asuma y arrojarlo a Hidan, haciendo estallar las trampas preparadas con días de antelación, convirtiendo el lugar en una prisión. Lo vio enterrarlo. Vivo.

Naruto sintió que algo dentro de él respiraba, se expandía y explotaba con el enemigo. Sabía que Shikamaru era brillante, sabía que era fuerte, protector, leal hasta la médula. Pero verlo así, cruel en busca de una justicia que se había ganado el derecho de exigir, calculador y elegante en medio del caos fue demasiado.

De no haber estado ya profundamente enamorado, habría caído entonces.

Fuerte. Letal. Hermoso.

Y Naruto, jadeando aún por la batalla anterior, con la piel quemada y los músculos vibrando de chakra residual solo pudo sonreír mientras lo miraba, con los ojos llenos de un profundo cariño  y las mejillas sonrojadas. Por suerte, tenía la excusa de la batalla para disimular lo mal que lo tenía.

Shikamaru, su alma gemela. Naruto lo protegería como fuera.

—¿Terminaste? —preguntó finalmente cuando Shikamaru emergió del humo, su silueta recortada entre árboles carbonizados y fumando uno de los cigarros, jugando con el encendedor de su sensei, abriéndolo y cerrándolo. 

Shikamaru asintió, sin decir nada, parecía que por fin podía respirar.

—Bien. —Naruto caminó hacia él. Tenía un corte en el labio, y otro más arriba de la ceja, pero no se quejaba. — Ahora volvamos a casa. — Shikamaru no respondió, pero cuando Naruto le pasó el brazo por los hombros y lo ayudó a caminar, no se apartó. Shikamaru se acurrucó a su lado, dejando que por fin, por fin su mente se quedara en silencio.

***

Días después de la misión con un sorprendente final feliz, el sol comenzaba a ponerse sobre Konoha, pintando el cielo de naranjas suaves. En el departamento de Naruto, las puertas corredizas de su balcón estaban abiertas y una suave brisa entraba, moviendo apenas las cortinas. Shikamaru estaba apoyado en la baranda, con un cigarrillo en mano, mientras el humo se deslizaba perezoso hacia el cielo. Naruto lo observaba desde la mesa baja, aún con la camiseta sin mangas del entrenamiento, mientras guardaba los últimos vendajes que Shika había usado para curar su hombro derecho. Estaba revolviendo lentamente un tazón de ramen, aunque ya se le había enfriado. No lo decía, pero no podía dejar de mirar a Shikamaru.

—Tuvimos suerte. Más allá de salvar a Asuma, estuvieron bastante cerca. —dijo al fin, casi sin querer iniciar una conversación, estaba feliz de solo observar la imagen de Shika rodeado de luz y humo, era hipnótico, pero el pensamiento no dejaba su mente y solo necesitaba verbalizar su preocupación que no se le iba. Shikamaru soltó el humo con un suspiro, con maestría, como si hubiera fumado toda la vida y no hubiera comenzado con el ataque a Asuma hace unas semanas.

—No fue suerte. —murmuró, sin arrogancia, solo una verdad fría— Fue cálculo. Planeé cada movimiento. Cada trampa. Cada paso. Cada posible escenario estaba calculado, no iba a dejarlos escapar.  — Naruto lo observó en silencio unos segundos. — Aunque eso no evitó que enviaras clones tras de mí. — Shikamaru giró el rostro apenas, el cigarrillo brillando en la penumbra. Naruto no dijo nada, no se disculpó ni pareció avergonzado, la seguridad de su alma gemela siempre sería su prioridad, no importaba lo preparados que estuvieran. Shika solo lo miró. Luego se volvió otra vez hacia el cielo. — No era una sensación mala, pero había algo. Como si tuviera una sombra además de la mía. No me molestó, creo que en medio de la batalla reconocí tu chakra. —hizo una pausa, luego murmuró— Me hizo sentir anclado. — Naruto sonrió, un gesto pequeño y cálido.

—Nunca vas a estar solo, ¿sabes? — lo dijo medio en broma, medio en amenaza. Shikamaru no respondió. No tenía que hacerlo.

Se quedaron en silencio unos segundos más, luego apagó el cigarrillo en un pequeño frasco con arena que Naruto le había dejado preparado desde la primera vez que lo vió fumar, y esa había sido una revelación impresionante. Bajó del balcón y cruzó la habitación hasta dejarse caer junto a su mejor amigo, a su alma gemela, aunque él aún no lo supiera.

Naruto se tensó apenas al sentirlo tan cerca, pero no se apartó. Solo bajó la cabeza, ocultando una sonrisa.

—¿El ramen se enfrió? —preguntó Shikamaru, señalando el tazón.

—Y no pienso recalentar esa porquería —replicó Naruto, pero se movió para acercarle un cuenco nuevo que ya tenía preparado desde antes, sabiendo que terminarían compartiendo la comida.

Shikamaru comió sin quejarse, Naruto lo observó en silencio. Estaba entero. Vivo. A salvo en su hogar, a su lado, comiendo su comida. Naruto sintió que podía respirar un poco más tranquilo. Aunque aún le costara no tomarle la mano, no envolverse a su alrededor, no respirar en la piel de su cuello y compartir su espacio más de lo que ya lo hacía. Aunque aún doliera un poco no poder decirle todo, decidió que valía la pena esperar por Shikamaru.

Justo cuando creía que el silencio iba a quedarse entre ellos como siempre, Shikamaru dejó los palillos sobre el tazón y lo miró de reojo.

—¿Siempre te preocupas así por todos, o es solo conmigo? —preguntó en voz baja, sin sarcasmo, sin ironía. Naruto se congeló un segundo, sintiéndose extrañamente acorralado, sintiendo cómo se le subía el calor a la cara. Intentó disimular con una mueca. 

—Eres el más problemático. —respondió rápido, como una defensa. Shikamaru lo observó un momento, como si pudiera ver más allá, pero solo suspiró y se recostó contra el futón de Naruto, como tantas veces había hecho.

—Problemático —murmuró, pero esta vez, sonaba un poco más suave.

Naruto solo sonrió, con el corazón latiendo fuerte en el pecho.



***

 

El tiempo y la guerra no se detuvo por más que les hubiera gustado. La noticia de la muerte de Orochimaru a manos de Sasuke fue impactante, pero no sorprendente. Sasuke nunca dejaría que el viejo serpiente usara su cuerpo, tan vanidoso y altanero como era, no dejaría de ser el protagonista de su propia historia. La muerte de Itachi, por otro lado, fue mucho más impactante. Naruto lo conoció cuando llegó a su departamento una mañana, tocó la puerta e intentó secuestrarlo. Puede que sea un terrorista, pero tenía modales. Sabe lo fuerte que es, era, no pensó que Sasuke podría lograrlo e incluso se lo había dicho en la cara. Cuando finalmente se reveló la verdad de Itachi, su muerte se sintió amarga, trágica e innecesaria y fue la confirmación de que se dejó ganar.

La muerte de Jiraiya es… es dura, pero Naruto no puede evitar sentir que debería estar más triste. ¿Debería sentirse mal al no estar devastado? No lo sabe. Al mismo tiempo, no puede encontrar en sí mismo el estarlo. Consuela a Tsunade-sama porque para ella el dolor es enorme, se emborracha con su hokage, devolviéndole el consuelo que la mujer le ha dado en el pasado y luego va y abraza a Shikamaru porque está triste pero no de luto, y no sabe que se supone que debe hacer o sentir, pero eso es todo. 

Al final, Kakashi descubre el mensaje oculto que el sannin les dejó como única advertencia a Pain.

El ataque de Pain es duro, es muy malo, es terrible. La devastación fue total, Hinata, su compañera, su amiga, utilizada y herida en la batalla. El chakra del Kyubi rugió dentro de Naruto, la voz de la bestia llamándolo a desatar destrucción sin medida, a rendirse al poder oscuro. Naruto enloquece totalmente. Lo único que lo detiene de rasgar el sello y liberar su odio sobre su enemigo es la marca brillante en su muñeca, el negro y el dorado se envuelven a su alrededor, espantando la tormenta. Shika, Shikamaru está allí afuera, Naruto no puede darse el lujo de ceder a la destrucción. 

La aparición de Minato, su padre, fue un golpe a su corazón, una chispa del amor perdido, un recordatorio doloroso de lo que nunca tuvo y de lo que podría ser. Se siente vacío cuando lo último de su chakra se desvanece frente a él. Nunca tuvo una familia pero saber que sus padres lo amaban sana una profunda herida en su corazón, aunque aún es muy difícil. 

Cuando todo está dicho y hecho, Pain, más bien Nagato, es derrotado, se sacrifica y Konan se va, Naruto se siente repentinamente agotado, está tan malditamente cansado , pero no hay tiempo

Ser el héroe de la aldea se siente agridulce, el Naruto de la academia estaría encantado por eso, hasta hace poco, deseaba con todas sus fuerzas ser reconocido por la aldea, ser amado por ella. Ahora mismo, solo quiere encontrar a Shikamaru y acurrucarse agresivamente, viendo nubes e ignorando que el mundo estaba tratando de matarse a sí mismo. Se lo ha ganado, maldita sea. 

 

Pero la vida no es tan fácil, la paz fue efímera, Tsunade cayó en coma y Danzo, ese hombre peligroso y espeluznante tomó el mando como Hokage. La cumbre de Kages está a la vuelta de la esquina. 

Que Sasuke y ese tal Tobi ataquen es solo la cereza del pastel.  Naruto cree que todos están malditos, no pueden tener todos tanta mala suerte. 

Luego, la cuarta guerra ninja es anunciada. 

Naruto debería haber cerrado la maldita boca. 

 

***  

 

Conocer a Killer Bee es una experiencia asombrosa. Naruto no es idiota y sabe que algo más esta pasando, que Iruka y Yamato están tratando de esconderlos, pero Naruto no estaba escatimando en chakra, se encargó de dejar suficientes clones de sombra para seguir a todos sus seres queridos, con Shikamaru, con Kurenai y Kakashi, con Hinata y Shino, con Tsunade, para protegerlos en caso de emergencia si no puede estar allí, no piensa dejar las cosas a la suerte, no a la suya. 

La isla, sin embargo, ofrecía más que secretos. Le ofrecía respuestas. Kurama no había sido un compañero amable. Era odio condensado después de años de encierro y soledad, era rabia, era la voz que lo empujaba a destruir cuando más frágil estaba. Así que, por difícil que fuera, decidió que si iban a estar juntos hasta el final, lo harían en paz. Iba a encontrar la forma de entenderlo. Conoció su interior, y también a sus padres. El encuentro con Minato y Kushina lo partió en mil pedazos y lo volvió a construir desde cero. Naruto ya no era el niño huérfano de la aldea. Ahora sabía que era amado. 

Y lo hizo. Peleó con todo su ser para resistir el odio, la oscuridad, y al final, Kurama lo vio. No como un contenedor o una cárcel. Lo vio como el chico solitario y testarudo, fuerte y leal que no iba a rendirse. Ni siquiera con una bestia como Kurama. Quisiera o no, es la razón por la cual Naruto está vivo, su chakra le ha salvado la vida más veces de la que debería, desde que era un niño herido y angustiado, incluso más cuando se volvió ninja, su chakra siendo la razón por la que sigue aquí. Nada es intencional, claro, el kyuubi lo odiaba por ser su cárcel, pero es su compañero y lo será hasta que muera, así que Naruto hará lo que pueda para que se lleven bien.

Eso no impide que cuando uno de sus clones explote, Naruto caiga de rodillas mientras toda la información se volcaba en su mente; ninjas resucitados, Edo tensei, Zetsus blancos y el inicio de la maldita guerra, Naruto tome a Killer Bee del brazo.

—Vamos. — Naruto respira con dificultad.

—¿Qué pasa, hermano? — Killer Bee podía sentir el dolor en Naruto, así que no lo detuvo.

—Ya comenzó. — Aparecieron justo antes de que el mundo se partiera en dos.

 

***

 

Escuchar el discurso de Gaara de cómo están allí para cuidarlos se siente agridulce. Está feliz de tener amigos, familia, un sistema de apoyo, pero no los verá morir por él cuando ha pasado los últimos años de su vida luchando y entrenando para poder cuidar de ellos. La discusión que tiene con los kage sobre su participación es legendaria, porque van a luchar, de nada serviría el sacrificio de todos si solo quedan ellos. Naruto y Killer Bee se quedan, y la guerra avanza de forma muy diferente. 

El modo bijuu es impresionante, Kurama es un gran compañero que se deleita con la oportunidad de finalmente estirarse un poco después de estar encerrado tanto tiempo, conectar con el mundo y pelear codo a codo con su jinchuriki. Kurama rugía de alegría. Por fin podía correr, luchar sin cadenas. Y Naruto… Naruto sonreía, feroz y decidido. Tenía a Kurama. Tenía a su equipo. Tenía a sus personas. No iba a fallar.

Obito, no, Tobi, Madara. Todo estaba mal. El terreno, las estrategias, el Edo Tensei, las Bestias con Cola controladas… todo. Aun con Kurama, aún con Killer Bee, aun con el ejército unido, el mundo parecía inclinarse hacia el abismo, y el jodidamente jodido Madara, porque por supuesto que sí, ¿cuando las cosas les han salido bien? Que carajo. 

Al final, la llegada de Sasuke es… no sabe que se supone que es, porque su llegada causa problemas y beneficios, pero al final no le importa. Su amenaza de que será Hokage hace que Kiba y Akamaru se queden boquiabiertos. Incluso sus demás compañeros parecen desconcertados. La tierna Hinata le saca el dedo del medio, fue glorioso.

 

Sin embargo, algo que nunca olvidará en su vida fue el pavor absoluto que inundó su ser. Naruto giró la cabeza con fuerza. No podía ver dónde estaba en medio de todo el caos, pero lo sintió. Su alma gemela, su Shikamaru, estaba muriendo. No. No. No. No. Desapareció del campo de batalla con un destello, dejándolo todo atrás sin importarle el enemigo a quien acababa de dejar plantado. ¿Sentir a Shikamaru al borde de la muerte, su chakra drenandose? Joder no , no lo permitirá.

Shikamaru no puede morir, no aquí. Encontró a Shikamaru, pálido, cubierto de sangre, respirando con dificultad. Tenía una herida profunda en el abdomen y su chakra era apenas un susurro.

Naruto cayó de rodillas frente a él.

—No, no, no. Shika. Shika, no te atrevas —murmuró. Puso sus manos sobre él, su chakra dorado cubriéndolo como un manto. Le pasó todo lo que tenía. Todo. Kurama gruñó dentro de él, pero no se resistió. También sabía. Lo entendía.

El chakra sanó lo que pudo. Cerró heridas, estabilizó el pulso, mantuvo a Shikamaru anclado a la vida. Naruto besó su frente sin pensarlo, demasiado abrumado por la terrible experiencia de su casi muerte, temblando. Se quedó un minuto más. Solo uno. Entonces se levantó, su rabia ardiendo como el sol. Se va, sin importarle las miradas que le dan sus amigos, ya tendrá tiempo para eso cuando el inminente fin del mundo no les respire en el cuello. Tiene una guerra que terminar. 

Pero nada era suficiente.

Al final todo sale terriblemente mal; Kaguya, el Tsukuyomi infinito cayó como una manta venenosa sobre el mundo, el maldito Sabio de los seis caminos apareció como una alucinación divina, que demonios, Naruto no se inscribió para esto. No. No lo hizo. Pero allí estaba. Peleando con Sasuke, con Sakura, con Kakashi, con Obito.

Y cuando todo finalmente acabó, cuando Kaguya fue sellada, cuando el Tsukuyomi fue roto, Naruto solo quería dormir durante mil años y probablemente llorar unos días. Pero no podía. Los heridos eran muchos. Las bajas monumentales. Pero no todo estaba perdido.

Cuando el ejército se reagrupó, Naruto hizo lo que no había tenido tiempo de hacer hasta ese momento.

Corrió. Buscó a Shikamaru como había querido hacer desde que salió de la isla con Killer Bee. Lo encontró, sentado entre Ino y Chouji, sus amigos a su alrededor, cubierto de vendas, pero vivo. Naruto se detuvo frente a ellos, y luego, sin decir nada más, se arrodilló e hizo una reverencia profunda que dejó a todos sus amigos allí reunidos bastante sorprendidos.

—Lamento mucho lo de sus padres —susurró con una voz apagada— De verdad. Lo intenté.— Ino parpadeó, desconcertada mientras las lágrimas aún corrían por sus mejillas. Shikamaru frunció el ceño y suspiró.

—Está bien —respondió en voz baja—. Bueno… no lo está, pero sabíamos en lo que nos metíamos. Las bajas son comunes en una guerra. — Naruto hizo una mueca rara, como si no supiera de que estaban hablando.

—¿Qué? ¿Bajas? No, no. Me refiero a que Inoichi-san perdió un ojo y una oreja, y su pelo quedó… raro . Y tu papá perdió un brazo, pero seguro se acostumbra. Quiero decir, no fue fácil sacarlos de ahí, pero… — Tanto Shikamaru como Ino se quedaron repentinamente congelados. No podría ser, no era posible… no, ¿verdad?

—¿Qué? —preguntó Ino, abriendo los ojos de par en par. Naruto alzó las manos, repentinamente nervioso.

—¡No los dejé morir! Deje clones, muchos clones en la base de comunicación y operaciones. Nunca iban a estar solos, eran nuestros estrategas, como centro de mando sabía que estarían en peligro, no soy tan idiota como para no saber que serían atacados, no siendo tan importantes. Aseguré cada salida y en el momento en que Madara decidió que atacaría, los saqué a todos. Me aseguré de que todos vivieran pero la explosión y la onda expansiva nos alcanzó igual y… — Ino lanzó un grito ahogado y lo tumbó con un abrazo mientras lloraba, repitiendo “gracias” una y otra vez entre sollozos, con una fuerza que solo alguien salvado de la pérdida total podía tener.

Shikamaru se quedó allí aturdido, sin saber cómo, sin entender… simplemente lo miraba.

Naruto, despeinado, con la ropa rasgada, el rostro agotado, cubierto de polvo sonreía a través de las lágrimas de Ino mientras abrazaba a su amiga y trataba de tranquilizarla. Se dejaba abrazar, como si no pensara que merecía el agradecimiento, pero aceptándolo igual.

Joder, iba a comprarle todo el maldito ramen de Konoha, de toda la Tierra de Fuego. Iba a alimentarlo hasta que no pudiera moverse y luego iba a besarlo hasta que olvidara su nombre y… 

Espera. ¿Besarlo?

Y Shikamaru lo supo, mientras una respiración profunda inundaba sus pulmones. Lo supo con todo su ser, con el cansancio pegado a los huesos, con el corazón latiendole en la garganta.

Estaba enamorado de Naruto. Completamente. Absolutamente. De forma irreversible.

Ah, mierda. Shikamaru estaba en problemas.

 

***

La guerra había terminado. Naruto solo quería secuestrar a Shikamaru y dormir viendo nubes con él durante un año entero. Estaba agotado, pero estaba feliz.

Por supuesto, Sasuke el maldito idiota no podía dejar las cosas así. Siempre tenía que joderlo todo incluso después de que, de algún modo, habían ganado una maldita guerra. Frente a lo que quedaba del ejército, frente a Kakashi, a Sakura, a Kiba, a Naruto, a todo Konoha y las demás naciones shinobi, desafió a la aldea.

Exigió venganza. Por su hermano. Por lo que Itachi había hecho por ordenes de sus líderes, por su familia, su honor. Por todo. Juró que él sería el que cargaría con el odio, que el sistema iba a caer, que solo él podía cambiar el mundo. Desafió a Naruto, a Kiba, a Kakashi, incluso a Tsunade-sama.

Sakura lo escuchó un momento. Y luego, le rompió la cabeza con un solo golpe. Literalmente. Un golpe de tal fuerza que habría pulverizado un meteorito. Sasuke cayó como una piedra, inconsciente.

Naruto se quedó mirando fijamente al idiota inconsciente en el suelo, cubierto de tierra y con un pequeño charco de sangre bajo su cara. Miró a Sakura, levantó lentamente su puño hacia ella. Sakura lo chocó con una sonrisa.

—Eso fue hermoso. Estoy asustado y profundamente impresionado. — le dijo a su amiga, quien solo se encogió de hombros.

—Tenía años acumulándolo. — respondió, antes de que Kiba apareciera de repente, abrazándola, haciéndola girar con alegría antes de besarla con tanta fuerza que casi se cayeron al suelo.

Ah sí, el poder del amor.

Notes:

Ese beso al final no estaba para nada en mis planes pero tomaron el control y realmente no encuentro en mí que me moleste, la verdad.

Si tienen ideas para las demás parejas secundarías, diganme y veremos que hacemos, no me concentré mucho en los otros, la verdad, pero tengo planeado escribir una historia (corta, como dos o tres capítulos como mucho) explicando la historia de Iruka y Kakashi, podría hacer uno más donde veamos a otras parejas si todo sale bien.

Chapter 13

Notes:

He sido muy buena, muy amable.
>:3

Chapter Text

La reconstrucción de Konoha fue lenta, todo el mundo ha sufrido pérdidas y los recursos escasean, pero lo están haciendo lo mejor que pueden. El aire olía a polvo y yeso, a madera recién cortada y a las cenizas que aún no se habían disipado del todo. Algunos tejados seguían caídos, otros se sostenían con vigas improvisadas, como si los hogares mismos estuvieran tambaleándose entre recuerdos, esperanza y en algunos casos, la pérdida absoluta. Pero la gente sonreía más, hablaban entre ellos con voz suave y compartían lo poco que tenían. Cada clavo martillado era una promesa. Cada piedra levantada representaba un nuevo comienzo. 

Naruto es ascendido a jonin junto con muchos de sus amigos (aunque técnicamente puede reclamar el título del sabio sapo) ( no lo hace).  Los nuevos veteranos de guerra se establecen en una nueva y tranquila paz.

 

Esa tarde, en el jardín interior del clan Nara, unas cuantas linternas de papel colgaban flojamente de ramas altas. No había música estridente ni gritos desagradables. Solo murmullos, risas tranquilas y el crujido de las bandejas cuando Ino las dejaba sobre la mesa.

Shikamaru, en el centro del círculo, parecía incómodo. Siempre lo era en celebraciones, y más ahora que la celebración era en su nombre. Dieciocho años. Héroe de guerra. Jonin. Alma gemela… en espera. La maldita espera lo estaba matando, y el temor que siempre venía con el hecho de que Shikamaru ya estaba malditamente enamorado, joder. 

—Podrían dejar de mirarme como si estuviera por desmayarme. —dijo, arrastrando las palabras con su típico tono. Chouji rió. Ino lo golpeó en el brazo con cariño.

—Es tu cumpleaños, idiota. Disfrútalo, o al menos finge que no quieres meterte bajo un árbol y nunca salir. — Shikamaru suspiró, pero no negó nada.

Naruto llegó tarde. Su ropa aún estaba algo sucia con polvo seco, y sus mejillas rosadas hablaban de haber corrido para llegar. Saludó rápido a todos los invitados con una sonrisa demasiado amplia para no ser nerviosa, y apenas se sentó, sus ojos buscaron a Shikamaru. Se quedaron ahí más de lo necesario.

Hablaron, comieron, compartieron recuerdos entre los amigos, celebrando el hecho de que todos estaban allí todavía, de algún modo. En un momento, la conversación giró en torno a lo que cada uno haría ahora que la guerra había terminado. Algunos seguirían entrenando, otros buscaban concentrarse en misiones diplomáticas. Shikamaru solo dijo que se quedaría en la aldea porque maldita sea, iba a descansar aunque tuviera que desertar como ninja.

Naruto no habló.

Cuando la velada terminó y los demás comenzaron a retirarse, Naruto se quedó un momento más. Sacó un paquete doblado con cuidado de su mochila.

—Feliz cumpleaños. —dijo. No lo miraba directamente, lo cual fue solo una gota más en el extraño comportamiento de su amigo durante toda la noche. Shikamaru frunció el ceño, curioso, mientras desenvolvía la tela suave.

Era una bufanda, una bufanda tejida a mano. Era perfecta, de un suave color verde y detalles en negro, suave al tacto y cálida. Naruto la había tejido con hilo de chakra entrelazado con energía natural. Una protección, pero más allá de eso, se sentía justo como el chakra de su amigo, como acurrucarse a su lado en las noches frías en medio de misiones jodidas.

—La hice yo. —dijo Naruto, bajando la mirada— Sé que no es gran cosa, pero… pensé que te haría bien, ya que siempre te quejas del viento y del frío. — Shikamaru la sostuvo con ambas manos. No dijo nada al principio. Luego, con una media sonrisa, se la puso alrededor del cuello con torpeza.

—Gracias. — Naruto rió, pero sus ojos estaban húmedos.

Naruto lo abrazó. No un abrazo corto. No uno amistoso. Lo envolvió como si fuera a sostenerlo para siempre. Como si fuera una despedida . Como si al soltarlo, algo dentro suyo fuera a romperse para hacerse añicos y nunca volver a repararse. Shikamaru no dijo nada. Solo le devolvió el gesto, con una mano suave en la espalda de Naruto. Y durante ese instante, todo el mundo pareció quedarse en pausa.

 

Luego, Naruto se fue, huyendo como el cobarde que era. No se despidió. Tomó la misión más larga que encontró y se aseguró de que nadie más que Tsunade-sama supiera que se iba.

Ahora que Shikamaru ha cumplido 18 años, era solo cuestión de tiempo para que su marca del alma aparezca. Naruto no cree que pueda estar allí cuando eso pase. Las cosas han cambiado, claro, Naruto es un jonin, es fuerte, reconocido, es un héroe en todas las Naciones Elementales y ya no es odiado por todos en la aldea, pero no puede quitarse de la cabeza que Shikamaru aun podría no quererlo como su alma gemela. Es ridículo, lo sabe. Shikamaru no es cruel, no con sus seres queridos y son amigos hace mucho tiempo, se conocen casi mejor que nadie, Naruto lo ama… pero eso no significa que Shikamaru vaya a sentir lo mismo por él. 

Y Naruto sabe que está siendo injusto, escuchó a Shikamaru en la guerra, a punto de morir. Lo escuchó decirle a su padre, creyendo que estaba muerto, que no podía morir, no aun, porque debía quedarse para estar al lado de Naruto, cuidarlo y ser su sombra cuando se convierta en Hokage. Naruto no ha querido ser hokage en años, ¿pero ahora? es todo lo que anhela, porque eso significará tener a su alma gemela a su lado.

Aun así, no es tan valiente y se va a una misión de reconocimiento, buscando armas legendarias, peligrosas y olvidadas en el campo de batalla, lleno de huesos de hierro, después de todo, alguien debía hacerse cargo. Espadas rotas, kunais oxidados, bandanas enterradas en barro seco. Las nubes cubrían el cielo en una capa constante de gris, no tenía ganas de verlas. Naruto caminaba en silencio, saltando entre ramas bajas y montones de tierra. Sus clones trabajaban por todo el territorio: buscaban sellos activos, armas con chakra residual, trampas ocultas.

Él solo caminaba.

Kurama, desde dentro, observaba como el enorme gato gruñón y sobredesarrollado que era.

¿Entonces, tu magnífico plan es seguir evitando esto por mucho tiempo más? —preguntó con esa voz grave y cansada que usaba cuando no quería sonar paternal pero inevitablemente terminaba haciéndolo. Naruto no respondió. —Estás haciendo esto para castigarme con todo este drama adolescente y la angustia innecesaria. —continuó Kurama— ¿Exáctamente qué es lo que te da miedo? — Naruto se sentó en una roca, las partes imperfectas, los primeros intentos de la bufanda que había tejido aún anudadas en su cinturón como si le costara dejarla atrás del todo.

—¿Y si no me quiere, Kurama? — pudo sentir el suspiro exasperado del zorro incluso desde afuera.

Ya te quiere, eres literalmente su mejor amigo, mataría a un cachorro para salvarte si fuera necesario. — Naruto hizo una mueca ante la referencia.

—Es diferente, ¿qué pasa si cambia de idea cuando vea la marca? Ser mejores amigos no se traduce en amor romántico. — Kurama resopló.

Entonces será un imbécil. Pero no lo es. Lo sabés mejor que nadie. — Naruto apretó los puños sobre sus rodillas. La tierra olía a sangre seca y maleza. Y aun así, su corazón latía con más fuerza, pensando en los ojos de Shikamaru en vez de todo lo que lo rodeaba.

—Me dijo que quería ser mi sombra —murmuró— Que no podía morir, porque tenía que quedarse conmigo. Habría destruido el mundo si lo hubiera perdido. — Kurama no dijo nada. Solo lo acompañó en silencio.

***

La misión debía durar tres meses.

Naruto volvió en nueve días. La maldición de la eficiencia de los clones de sombra, trabajan como un ejército. Bueno, al menos la paga es buena. 

Los puestos de control de la aldea ni siquiera tuvieron tiempo de actualizar los registros antes de que regresara. Nadie lo esperaba, sabiendo que probablemente la misión tomaría unos meses. Nadie pensó que le tomaría menos, excepto una persona.

Shikamaru estaba bajo el árbol más viejo del camino norte, con la bufanda anudada en el cuello, las manos en los bolsillos y los ojos cerrados mientras disfrutaba de la brisa fresca y el aire limpio.

Cuando Naruto apareció, cubierto de tierra y ojeras, él solo abrió los ojos con calma.

—Nueve días —dijo. Naruto bajó la cabeza, avergonzado.

—No podía estar más tiempo lejos. — respondió. Shikamaru asintió.

—Ya lo sabía. Vamos, te cocinaré la cena mientras te duchas, hueles tan mal que resucitarías a los muertos. — Naruto no tiene la suficiente fuerza de voluntad para negarse. 

 

***

 

Shikamaru nunca había necesitado tocar para entrar al departamento de Naruto.

El balcón siempre estaba abierto, cubierto de plantas y enredaderas rebeldes que colgaban como brazos perezosos buscando sol. Subir por las sombras y deslizarse entre la maleza no era un desafío. De hecho, se sentía tan natural como respirar.

Esa madrugada lo hizo con la facilidad de siempre. Una misión de recuperación urgente, sin tiempo para protocolos ni cortesías. La vida ninja seguía, incluso después de la guerra, incluso después de las epifanías al borde de la muerte. Aunque nada había cambiado realmente para Shikamaru todo lo había hecho .

Cayó en la habitación con una sombra densa y suave, sin un solo ruido. Las sombras tragaron su silueta mientras avanzaba, fundiéndose con la oscuridad del cuarto como había hecho tantas veces. Naruto estaba extendido sobre su cama, boca arriba, como una estrella de mar. Sin camisa, solo con un pantalón corto negro que apenas llegaba a mitad de sus muslos, con una pierna colgando fuera del colchón y el cabello rubio revuelto contra las almohadas. Ahora que había admitido para sí mismo que estaba enamorado, ver a su amigo así era una tortura. Shikamaru sintió su boca seca, siempre había sabido lo atractivo que era Naruto, pero ahora, no podía apartar la mirada. Naruto ha hecho un lugar en su corazón, no es de extrañar que lo encuentre tan atractivo. 

Las vendas en sus muñecas estaban flojas, casi a punto de deshacerse, sus ojos y su mente se enfocó de inmediato, listo para desenredar uno de los misterios que representaban parte de su amigo. El resplandor azul de la luna entraba por el vidrio empañado del balcón, bañando su cuerpo en una calma que parecía irreal.

Y entonces Shikamaru la vio.

Una pizca de color, oscura y dorada, curva, apenas visible bajo una venda desplazada. Justo por encima del hueso de la muñeca, como si se deslizara por la piel desde dentro. ¿Una marca de alma? No, imposible. Naruto no había cumplido los 18 aún. ¿Un tatuaje? ¿Desde cuándo Naruto tenía uno?

Shikamaru se inclinó hacia el joven dormido sin poder evitarlo, curioso. El chakra a su alrededor fluyó, lento y contenido. Pero antes de que pudiera ver mejor, Naruto se tensó de golpe. Su cuerpo reaccionó instintivamente: un rasengan brillante creció en la palma de su mano con un zumbido feroz.

—¡¿Quién…?! —su voz era ronca, defensiva, los ojos azules abiertos en alerta. Las sombras se disiparon al instante. —Oh. ¿Shika? —Naruto parpadeó, y el rasengan desapareció con un suspiro de chakra. Se pasó la mano libre por los ojos, tratando de enfocarse y alejar el sueño. — ¿Qué hacés aquí? ¿Qué hora es? — Shikamaru se apoyó en el marco de la ventana, como si no acabara de estar a punto de ser pulverizado o de invadir terriblemente la privacidad de Naruto.

—Misión de recuperación. En media hora. Nos asignaron a los dos. — Naruto asintió, todavía adormilado. Se sentó en la cama, se frotó el rostro y con un movimiento automático, volvió a ajustar las vendas de sus muñecas, cubriendo lo que sea que había ahí.

Shikamaru no preguntó aunque quería . Esa profunda curiosidad que siempre lo mantenía alerta ante todo consumía sus pensamientos. Quería saber, quería verlo, tocarlo El aire vibraba con algo extraño, la sorpresa de verlo así, tan expuesto.

—¿Solo nosotros? — Naruto se puso de pie con un estiramiento que hizo crujir su espalda.

—Solo nosotros —repitió Shikamaru, con voz ronca, afectada. Sus ojos no se apartaban del movimiento de los omóplatos del rubio cuando éste buscó su ropa, siguiendo cada uno de sus movimientos por la habitación familiar con la precisión de un lacer.

Naruto ya tenía una mochila preparada, claro. En un torbellino de movimientos, se cambió la camiseta, ajustó su protector, se calzó las botas, y en menos de diez minutos estaba listo.

Quince minutos después, ambos desaparecían en la noche.

***

El viaje fue largo y tranquilo. Demasiado tranquilo. Naruto, acostumbrado al bullicio de su energía crepitando por todos lados, al ruido de Kurama refunfuñando, sentía ahora un silencio casi insoportablemente tenso. Pero no podía escucharse a sí mismo, ni a sus pensamientos. No con Shikamaru tan cerca.

Desde que salieron, algo en el comportamiento de su amigo se sentía raro. No mucho, no lo suficiente como para que otros lo notaran, pero Naruto sí lo notaba. Siempre había sido bueno leyendo gestos, tonos, silencios. Era lo que uno desarrollaba cuando pasaba la vida entera intentando adivinar lo que otros pensaban de uno para sobrevivir.

Y ahora, Shikamaru se acercaba más de lo habitual. Cuando caminaban, sus hombros se rozaban. Cuando descansaban, se sentaba a su lado, tan cerca que Naruto podía sentir el calor de su cuerpo. Le pasaba la cantimplora con una mirada fija, sonriendo. Le acomodaba la mochila en la espalda con una mano fuerte y segura. Lo tocaba al pasar, todo el tiempo .

Y no dejaba de mirarlo, Naruto podía sentir el peso de sus ojos sobre él. En la nuca. En el perfil. Cuando hablaba, cuando callaba. Shikamaru lo observaba como si lo estuviera viendo por primera vez.

Y él... él no sabía qué estaba pasando.

Kurama se reía por dentro, pero no decía nada. Como si, por primera vez, incluso el zorro estuviera conteniendo el aliento y solo feliz de ver el espectáculo.

 

***

 

Desde niño, Shikamaru había sido bueno observando su entorno y leyendo patrones. Descubrir las estrategias, las intenciones, las mentiras piadosas era un juego para el que había sido entrenado. El tablero de la vida, como lo llamaba su padre. Pero Naruto era una excepción. Siempre lo había sido.

No porque fuera impredecible, sino porque era contradictorio. Porque sonreía cuando quería llorar, porque ayudaba a otros sin esperar nada a pesar de que debería aprovechar su poder para sí mismo. Porque gritaba en sus sueños pero callaba su dolor. Era un mar agitado. Y eso fue lo que captó su atención, al principio.

Todos lo subestimaban. Todos veían al tonto gritón, al desastre andante. Pero Shikamaru… Shikamaru lo miró desde la sombra, notando los cambios, las contradicciones, los patrones y se preguntó qué estaba pasando, la curiosidad de quién era Naruto, de todos sus secretos quemaba un lugar en su mente que el rubio nunca abandonó.

Desde entonces, no dejó de mirar. No podía hacerlo.

Y después llegó el entrenamiento con el equipo Gai, el vínculo con Kurenai y sus compañeros, la forma en que Naruto se convirtió en uno de los pilares de la aldea sin hacer ruido y sin siquiera buscar su reconocimiento. 

Y ahora que lo amaba, ahora que lo sabía… Era más difícil que nunca guardar silencio.

Por eso lo tocaba, aprovechándose de la familiaridad que habían cultivado. Porque no podía decir lo que sentía, pero su cuerpo ya no obedecía y no podía detenerse. Necesitaba confirmarlo: que Naruto estaba ahí, que después de todo lo vivido, seguía siendo ese idiota increíble que lo había atrapado sin que siquiera se diera cuenta.

No podía dejar de verlo, porque en algún momento de los últimos años, Naruto le había robado el corazón y Shikamaru no necesitaba tenerlo de regreso.

 

***

 

La posada en la que decidieron quedarse a descansar después de varios días de viaje era pequeña y de madera vieja, con olor a pino seco y sopa caliente. No había muchos viajeros esa noche, así que el dueño les ofreció una habitación doble con futones separados y una mesa baja entre ambos. El clima afuera se había vuelto pesado, con una humedad que pegaba sus uniformes a su piel.

Naruto encontró un juego viejo de shogi en una de las estanterías de la sala común. Era simple, con piezas gastadas y una caja maltratada, pero bastó con que lo sacara para que Shikamaru inmediatamente la tomara, necesitando la familiaridad y la distracción. Naruto sonrió, habiendo esperado que lo hiciera. 

—Creí que no íbamos a trabajar. — dijo con una sonrisa torcida.

—Esto no es trabajo —respondió Shikamaru— Es distracción. — Shikamaru esperaba hacer unos juegos y simulacros él solo, pero se sorprendió cuando Naruto se sentó frente a él, la luz cálida del farol temblando entre ellos. Levantó una ceja en cuanto su amigo tomó una de las piezas, Naruto solo se encogió de hombros.

Y jugaron. Jugó bien. No como un maestro, por supuesto, no con estrategia impecable, pero sí con intuición que detallaba sus pensamientos en la batalla. Con movimientos osados, con una lógica que no era lógica y aun así, funcionaba. Shikamaru perdía piezas que no debería perder. Sonreía sin darse cuenta, encantado con la situación, se apoyaba en la palma de la mano y lo miraba sin molestarse en disimularlo.

—¿Quién te enseñó? —preguntó en voz baja, después de un movimiento complejo. Naruto se comió a una de sus piezas y levantó la vista.

—Iruka decía que me ayudaría a pensar antes de actuar. Aunque no sé si funcionó como él esperaba. — Shikamaru se rió. Una risa suave, honesta, que apenas se oyó por encima del crujido de la madera.

—Funcionó más de lo que crees.

Cuando la partida terminó, Naruto perdió, claro, aunque fue un juego emocionante y divertido, ambos se quedaron sentados en silencio. El tablero entre ellos. Las manos cerca. El calor del otro apenas al alcance.

Shikamaru solo pudo pensar en todas las veces que Naruto y su calidez lo alejaron del frío y la oscuridad.

Preparó el tablero de nuevo. Volvieron a jugar.

 

***

 

La misión salió evidentemente mal. No eran los únicos buscando el rollo de sellos que ocultaba el cadáver de uno de los ninjas de la Hoja, que yacía entre las ruinas del norte. Algunos ninjas renegados, atraídos por la misma información, llegaron antes y no estaban interesados en una solución diplomática.

El combate fue brutal.

Eran seis contra dos, y aunque la diferencia de nivel era evidente, sus enemigos eran implacables. Uno de ellos, un usuario de fuego, lo cubría todo en un infierno de llamas. Naruto se dio cuenta de que usar sus jutsus de viento solo intensificaría el calor y el peligro. Tuvo que recurrir a taijutsu, clones, trabajo cuerpo a cuerpo y a los jutsus de otros elementos que Yamato-sensei había insistido tanto en que aprendiera. Shikamaru lo cubría desde las sombras, manteniendo a raya al de los sellos explosivos y derribando a dos más con precisión.

En medio del caos, algo estalló muy cerca de Naruto.

Una explosión pequeña pero certera, directo contra su pecho. El chaleco jonin se prendió fuego por un instante. No era grave, pero el material ardía con rapidez. Con una mueca de fastidio, Naruto se lo quitó en medio de la pelea y lo arrojó a un lado. No tenía tiempo para medir los daños.

No notó que sus vendas también ardían. Una a una, comenzaron a soltarse, quemadas por el roce del fuego, en medio de la batalla, caían dejando al descubierto su piel dorada, sus brazos marcados y lo que se escondía debajo.

Shikamaru sí lo notó.

Fue después. Cuando el último enemigo cayó, tras un kunai a la garganta lanzado desde las sombras, el silencio regresó al bosque con un zumbido en los oídos. Naruto, exhausto, se estiró haciendo explotar sus articulaciones con cansancio, entrelazando las manos por detrás de la cabeza, sonrió victorioso, mientras Shikamaru encendía un cigarrillo, harto de todo y cansado. El humo que inundaba sus pulmones le ayudaba a pensar. Mira entonces a su compañero, Naruto soltaba pequeñas risitas que le recordaba a cuando ambos eran niños, aún en la academia. Tiene una enorme sonrisa de oreja a oreja, mostrando todos los dientes, con los ojos cerrados por la expresión alegre. 

—¡Finalmente! —exclamó. 

Las muñecas del rubio estaban al descubierto. Y ahí, visible, viva, latente estaba la marca. Las muñecas de Naruto estaban descubiertas, las vendas que siempre las envuelve se habían quemado en la batalla y ahora era solo piel marcada por el sol, cubierta de color y… oh . Eso, eso no era un tatuaje. Shikamaru no podía dejar de mirar lo que obviamente era una marca de alma gemela. ¿Cómo es posible? Naruto aun no tiene 18 años, ¿aunque cuando algo como las reglas de la naturaleza han detenido a su amigo? 

Un diseño complejo, hermoso, como fuego contenido en tinta. Oro líquido entrelazado con sombras profundas. Y en el centro, un sol brillante, enmarcado por dos astas de ciervo, estilizadas, protectoras, majestuosas. Shikamaru dejó caer el cigarrillo.

—¿Qué ocurre? —Naruto ahora se ve irritado, la batalla había terminado y Shika ni siquiera estaba sonriéndole. Dejó caer los brazos y frunció el ceño—. ¿Por qué me miras así? — Pero Shikamaru no respondió, solo avanzó.

Con pasos decididos, cruzó la distancia que los separaba y tomó su muñeca derecha con una delicadeza firme. Los dedos callosos acariciaron con reverencia la piel finalmente revelada. Naruto dio un respingo, sorprendido, e intentó apartarse.

—¡Shika! ¡Qué demonios! — Demasiado tarde. Shikamaru ya la estaba viendo de cerca. Sus dedos acariciaron con suavidad la piel marcada. Podía sentirla vibrar, caliente, viva. Su corazón latía tan fuerte que lo oía en los oídos.

—¿Por qué tienes tu marca del alma? —murmuró. Su voz sonaba incrédula, casi dolida. Naruto trató de liberarse, el pánico subiéndole por el pecho como una marea que no podía contener.

—¡No es…! ¡Yo no…! — Naruto parecía frenético.

—¿Esto es…? —La voz de Shikamaru se quebró apenas.

Naruto jadeó. Se detuvo, en ese momento, justo cuando el agarre de Shikamaru se afianzó sobre su muñeca, algo cambió. Un suspiro de viento recorrió la piel de ambos, como agua fresca escurriéndose entre sus dedos. Y entonces la marca de Shikamaru empezó a aparecer. Sintió que algo en su pecho, en su corazón, encajaba. Sintió una brisa en su muñeca, la misma mano que sujetaba con fuerza la muñeca marcada de Naruto comenzaba a brillar suavemente, un tenue resplandor, y luego sangró tinta, oscura y dorada, idéntica a la de Naruto. Las astas. El sol. Las líneas curvas y protectoras. Todo estaba allí, grabándose en su piel como si siempre hubiera estado esperándolo. Naruto jadeó, sus manos temblando y Shikamaru no podía apartar la mirada mientras las dos marcas se completaron y brillaban suavemente. 

Shikamaru suspiró, un pequeño sonido sorprendido y casi anhelante mientras solo podía ver lo que era su marca de alma gemela, idéntica al precioso diseño en la piel de Naruto. 

Naruto lo miró, paralizado. Shikamaru lo miraba como si acabara de ver un milagro.

Y en ese instante, todo encajó. El chakra se armonizó. El aire se hizo más liviano. Las marcas brillaban entre sus cuerpos, como si no necesitaran palabras. Shikamaru suspiró. Un sonido pequeño, asombrado.

Y luego levantó la vista. Naruto estaba al borde del colapso. Sus pupilas dilatadas, su respiración acelerada. La mano temblando. Shikamaru supo que si decía algo más, Naruto se rompería.

Así que no dijo nada. Solo aflojó ligeramente su agarre y dejó que Naruto se apartara, temblando.

Chapter 14

Notes:

Bueno, esto es todo, no puedo creer que lo haya terminado de escribir, esto no suele pasar pero estoy feliz de haberlo logrado, ¡me he divertido mucho escribiendo!
Muchas gracias a tod@s por leer, espero que les haya gustado tanto como a mi.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Naruto temblaba, cada parte de su cuerpo se sentía agotado con las secuelas de la batalla reciente. Pero no era la batalla lo que lo hacía temblar. No eran las heridas, ni el dolor, ni el cansancio que ya se había vuelto parte de su existencia diaria. Era el miedo . Un miedo antiguo y visceral, que se enroscaba en sus entrañas como un viejo amigo que lo había acompañado por años.

Sus piernas apenas lo sostenían, sentía los músculos tensos, el peso de los últimos 17 años de su vida, de esconderse, de huir caía sobre él como una montaña, imposible de soportar. La adrenalina del combate se había ido, pero en su pecho, su corazón latía con el temor de alguien a punto de morir, como si aún estuviera en medio de una explosión, pero mucho, mucho peor. Hacía mucho que no sentía tanto miedo

Las marcas, marcas , en plural , seguían brillando tenuemente, como fuego bajo su piel, se sentían así, mientras la calidez los envolvía, dorado sobre dorado, el negro arremolinándose, como si el universo hubiera decidido que había terminado con él, mostrándolo a la única persona de quien siempre se había ocultado, sacando a la luz la verdad que tanto tiempo había tratado de esconder.

Frente a él Shikamaru lo miraba, sus ojos oscuros no se apartaron de él mientras Naruto miraba a todos lados, desesperado por una salida, una solución, algo. Shikamaru esperó, quieto, silencioso, como si verlo respirar fuera lo único que importara ahora mismo, la intensidad de su mirada le quemaba la piel, Naruto quería revolcarse en la atención y al mismo tiempo esconderse para nunca volver a ver la luz del sol.

Shikamaru avanzó, Naruto retrocedió un paso. Pero no había escapatoria , no había un lugar en el mundo a donde pudiera huir, nada que pudiera decir, hacer o invocar que deshiciera lo que Shikamaru acababa de ver.

Lo único que podía hacer era hablar, romper el silencio antes de que lo aplastara.

—No… no era así como tenía que pasar. — Comenzó finalmente, después de lo que parecieron horas pero fueron solo segundos , palabras arrancadas de su garganta como con garras. — No quería que lo supieras así. ¡Maldición, mierda, no se suponía que…! —Su voz era ronca, apresurada, sentía la boca seca, una ansiedad como nunca lo asaltaba. Se sentía vulnerable, en medio del campo de batalla, los enemigos muertos a su alrededor, sucio y cansado. No era el lugar ideal para una confesión así.

Y Naruto no podía esconderse  

Su respiración era errática, como si el aire se negara a entrar del todo en sus pulmones. Estaba atrapado en ese momento, entre el dolor del pasado y el miedo de perderlo todo ante un futuro incierto.

— ¿Desde hace cuánto lo sabes? — susurró de repente. Shikamaru seguía mirando, sólo mirando . Naruto no podía aguantar más, sintió que el mundo se detenía.

—¡Yo no…! ¡No quería forzarte a nada, Shika! —gritó Naruto, con los puños apretados a los costados como si con eso pudiera contener los trozos de su ser mientras sentía que se rompía en mil pedazos cuando finalmente todo lo que llevaba reprimiendo por años explotó. — ¡Por eso escondí la marca, no podía arriesgarme a ponerte en peligro y… y éramos muy jóvenes, no podía esperar a que me quisieras, no valía nada y tú solo…! 

Sus ojos ardían. No podía… no podía

— ¡Por eso me fui a esa misión en tu cumpleaños! Porque… porque te mereces elegir y yo no soy, no podía obligarte a quedarte y... Mereces tener la opción de quererme o no. No podía… — La voz se le rompió, tragó saliva con dificultad, sintió las lágrimas nublar su visión mientras amenazaban con caer. —Y yo… yo no podía soportar la idea de que no quisieras, de que no me eligieras y, eres todo para mí, desde que éramos niños has sido toda mi esperanza, eres mi paz y mi lugar seguro, eres mi hogar y yo solo…si me decías que no, no podía soportar la idea de perderte

El silencio se volvió tan espeso que Naruto sintió que no podía respirar, se estaba ahogando . Solo el murmullo del viento entre los árboles llenaba el espacio entre ellos y lo estaba matando. Pero ahora que había comenzado, no podía callarse, no podía parar. 

—Pasé años queriéndote —continuó, su voz ahora apenas un susurro lleno de urgencia mientras trataba de explicar, rogando… cada palabra saliendo apresurada, temblorosa— No sabes cuánto. Me esforcé tanto, tanto para ser digno de estar a tu lado, para que pudieras estar orgulloso. No quería que solo me vieras como tu alma gemela....

No se dio cuenta de que Shikamaru se había acercado hasta que lo tuvo a un paso. Su sombra se envolvía a su alrededor, sobre él, tan familiar como siempre, como tantas veces. Estaba a punto de explotar, Naruto respiró hondo, temblando de pies a cabeza.

— Si no me quieres… si no lo sientes, está bien. Está bien . No voy a obligarte a nada, Shika, nunca podría. Te juro que no voy a- No pudo terminar.

Shikamaru avanzó, cruzó el pequeño espacio que los separaba en un segundo y lo abrazó, con fuerza, envolviéndose a su alrededor, con desesperación, como si su cuerpo se hubiera estado rompiendo lentamente por dentro y sólo ahora, al tocarlo, empezaba a encajar de nuevo. Naruto se quedó quieto, su cuerpo rígido mientras el calor del abrazo lo inundaba, lo era todo mientras sentía el temblor contenido en los brazos del otro, el sonido acelerado de su respiración y su corazón.

Sus propios dedos se cerraron con desesperación sobre la tela de la camisa de Shikamaru cuando finalmente habló.

—Idiota —susurró con la voz rota, respirando contra su cuello, sus labios se sentían como una suave caricia contra su piel. — ¿Cómo, en qué universo podría no quererte? — Naruto jadeó, su cuerpo se estremeció.

—¿Qué? — Shikamaru se separó apenas, lo justo para mirarlo a los ojos mientras su mano izquierda, su mano marcada por el destino temblaba mientras sostenía con dulzura su rostro, su pulgar temblaba mientras rozaba su mejilla, obligándolo a verlo, a concentrarse en los hermosos ojos oscuros que lo miraban con devoción , su mano derecha estaba firmemente en su cintura, obligándolo a acercarse aún más, lo sostenían como si temiera que se esfumara como el humo entre sus dedos si lo soltaba, como si al soltarlo, el mundo se deshiciera.

—Te amo, Naruto, no por la marca, aunque realmente estoy agradecido por ella, no habría podido verte con otra persona. — Su voz se tensó, un borde afilado en su tono, como si la sola idea lo irritara hasta el alma. Shikamaru se veía peligroso mientras la siquiera idea de que Naruto perteneciera a alguien más le quemaba.

—Pero…

—Me había enamorado de tí incluso antes de esto. Te he amado desde antes de saber que te amaba. Desde que te convertiste en lo único que me importaba proteger, fuiste el hogar al que esperaba volver cada día. — Naruto no podía responder, no podía respirar. Shikamaru sonrió, era suave, y tan llena de un alivio crudo e intenso que a Naruto se le llenaron los ojos de lágrimas— No tienes idea del alivio que siento de que seas tú, solo podrías haber sido tu. — Y entonces, sin más palabras, lo besó.

El mundo se volvió una explosión de luz. El corazón de Naruto estalló en su pecho como un tambor, como un mar embravecido, se sintió abrumado porque Shikamaru lo era todo , el aire en sus pulmones, el latido de su corazón, el color en su piel. Lo era todo, y lo amaba. Las marcas en sus muñecas brillaban suavemente, como si el chakra mismo celebrara la unión largamente esperada.

Por fin, después de tanto tiempo, Naruto tenía su hogar. 

 

***

Volver a la aldea tomó varios días. Cinco días, doce horas, dieciocho minutos y quince segundos, pero quien llevaba la cuenta, Shikamaru evidentemente no lo hacía. No por la distancia exactamente, sino porque esta vez no tenían prisa, ahora que parecía que finalmente todo había encajado. Se movían a paso lento, sin necesidad de correr por las ramas de los árboles, decidiendo aprovechar el buen clima, caminado al lado del otro, compartiendo el mismo ritmo. La tensión de la batalla había quedado atrás, y también la de los sentimientos finalmente confesados. Ya no había marcas ocultas tras vendas apretadas, ni silencios forzados o miradas intensas.

Solo estaban ellos.

La primera noche – después de encargarse de la misión y de los enemigos, claro, eran profesionales, muchas gracias – acamparon cerca de un arroyo para cenar y descansar un poco. Shikamaru había armado el campamento sin esfuerzo, mientras Naruto revolvía la mochila buscando ramen instantáneo como si su vida dependiera de ello, en su defensa, tenía hambre, había sido una misión larga. Cuando se sentaron juntos frente al fuego, con las espaldas apoyadas en un gran árbol, con las piernas rozándose y las tazas humeantes en las manos, Shikamaru fue el primero en hablar.

— ¿Cuándo lo supiste, exactamente? — Naruto tarareó, dejando que su cabeza cayera sobre el hombro de Shikamaru mientras se acomodaba.

—¿Lo de la marca? — Shikamaru lo miró con intensidad, como siempre lo hacía, como lo había hecho desde que eran niños y Naruto no lo había notado , ladeando apenas la cabeza. Naruto sonrió. — Me enteré de que eras mi alma gemela cuando teníamos nueve años. — Shikamaru parecía sorprendido pero continuó en silencio. —Fue el día de tu cumpleaños —dijo, esbozando una pequeña sonrisa triste— Estábamos en el bosque, jugando con Kiba y Chouji, y justo cuando te vi acariciar a ese ciervo, estabas jugando con tus sombras y había tanta luz y solo, lo supe, podía sentir una calidez en mi pecho, solo supe que eras mi otra mitad.

—Pero no dijiste nada. — Shikamaru no parecía enojado, era inteligente, podía atar cabos con rapidez. Naruto respiró profundo y negó con una sonrisa incómoda.

—¿Cómo iba a hacerlo? —Naruto soltó una risa nerviosa— No podía llegar a tu casa y decirte: “¡Hola! Soy tu alma gemela, no te asustes, aunque todavía no es legal, pero mirá qué marca más linda tengo…” — Shikamaru sonrió con la taza en los labios.

—Eso habría sido bastante tú. 

—¡Exacto! Y por eso no lo hice. — Naruto miró el fuego, luego susurró. — No podía, la verdad. A pesar de que era un niño, muchas personas me habían dicho que debía ocultar mi marca, que no era natural que hubiera aparecido cuando nací, que estarías mejor sin mi y no fue hasta hace poco que Kurama me dijo lo que en realidad había pasado, que probablemente fue la influencia de su chakra lo que hizo que nuestra marca floreciera tan pronto, pero nadie más lo sabía, y la gente ya me odiaba en ese entonces. — Naruto revolvió su ramen, sin ganas de comer. — Tenía miedo de que no me quisieras, miedo de que me vieras como alguien molesto, odioso y ruidoso como todos los demás, alguien que no merecía estar a tu lado. Así que escondí mi marca como me enseñaron, me acostumbré a ocultarlo desde entonces.

—¿Y por eso te fuiste cuando cumplí 18? — Naruto levantó la vista y encontró los ojos tranquilos de Shikamaru.

—Sí —admitió Naruto, un poco avergonzado — Fue una cobardía, pero no soportaba la idea de que me miraras como si… como si te hubiera robado la libertad. Pensé que, si estaba lejos, tal vez tardaría más. Pensé que si sabías que era yo tal vez... tal vez te alejarías. Por eso me fui, porque tenía miedo de que tu marca apareciera de repente, que lo sabrías , estaba aterrado de perderte. — Shikamaru dejó de lado su taza vacía y entrelazó sus dedos, apretó suavemente su mano.

—Idiota —murmuró Shikamaru. Naruto levantó la cabeza, sorprendido, Shikamaru ya estaba sonriendo, esa sonrisa suya, medio cansada, medio tierna. — Pero lo entiendo, supongo. Recuerdo que las cosas no fueron buenas para ti cuando éramos niños, supongo que tiene sentido, empezaste a cambiar después de eso. — Shikamaru hizo una mueca, como si recordara algo molesto. — No lo entendía, de repente te veías callado y triste y luego de repente habías cambiado tanto y, uf, no lo entendía . — Naruto rió suavemente. 

— Siempre te molestaba cuando no entendías algo. — Shikamaru asintió, irritado. Pero una calidez lo envolvió, pensando en un pequeño Naruto, solo en el mundo con solo una vaga esperanza, superado por el temor. 

—Yo ya estaba enamorado para entonces. — respondió con una voz calmada, encogiéndose de hombros con cuidado para no alejarlo.  Naruto parecía sorprendido. —No fue un momento específico, supongo, fue lento. Un día solo me di cuenta que estabas ahí siempre, me ayudabas sin que yo lo pidiera y me hacías reír. Me frustraba mucho no entenderte, me desarmabas. Y me conocías sin hacer preguntas, supongo que solo pasó. — Shikamaru se concentró en el fuego mientras sus recuerdos lo inundaban. — No fue hasta la guerra que no pude negarlo más. Cuando estuve a punto de morir, supe que tenía que quedarme para protegerte, para estar a tu lado. Cuando me dijiste que salvaste a mi padre, solo… No había nada que quisiera hacer más que besarte. — Había lágrimas en sus ojos azules, pero también una sonrisa, Naruto sintió que se relajaba mientras sus orejas se ponían rojas por la vergüenza.

—Shika…

—¿Hm? — Naruto se inclinó y escondió su rostro en el cuello de su alma gemela.

—Gracias por elegir quedarte. 

Shikamaru no dijo nada, solo giró el rostro y apoyó su mejilla contra los cabellos revueltos de Naruto. El fuego crepitaba, la brisa movía las copas de los árboles, los búhos ululaban en la noche. 

El universo por fin respiraba con ellos.

 

*

 

Al día siguiente, mientras caminaban juntos de regreso a casa, Naruto no dejaba de hablar cuando de repente se detuvo, haciendo que Shikamaru también lo hiciera y lo mirara fijamente.

—¿Te das cuenta de que ahora tengo que explicarle esto a Iruka-sensei? Y a Kurenai y al resto de los chicos. Y probablemente a Tsunade-sama. Y Kakashi-sensei. Y—

—¿A Gai? — Shikamaru sonrió con sorna y Naruto gimió. 

—¡Ay por favor no, Gai no! Ese tipo va a hacer una ceremonia con fuegos artificiales y discursos y probablemente llore y haga llorar a Lee, y luego Kiba va a burlarse muchísimo. — Shikamaru ni siquiera intentó ocultar su suave risa. 

—Siempre podemos fingir que nada ha pasado aún. —respondió Shikamaru, pero ambos hicieron una mueca. Esa definitivamente no era una opción. — Aunque tengamos una marca brillante en la muñeca. — Naruto levantó sus manos entrelazadas y las marcas que aún brillaban suavemente.

—Es una linda marca, sería una pena ocultarla más tiempo, ¿no crees? — Shikamaru solo murmuró un pequeño sonido de acuerdo. — ¿La tuya también pica a veces? — Naruto preguntó, mientras comenzaban a caminar de nuevo.

—Solo cuando te alejas mucho. — Shikamaru respondió. Naruto se detuvo de nuevo y lo miró fijamente antes de sonreír con suavidad.

—Entonces hay que asegurarnos de que no me aleje de ahora en adelante. — Shikamaru apretó los dedos alrededor de los suyos.

—Ya pensaba hacerlo.

 

***

La aldea se veía igual y diferente al mismo tiempo cuando regresaron, el aire tenía una calidez renovada o tal vez era solo que estaban felices de volver a casa.  Naruto y Shikamaru caminaban juntos por la calle principal de camino a la torre hokage. Las marcas en sus muñecas ya no eran un secreto, llamaban la atención por el hecho de que ambos caminaban con tranquilidad, tomados de las manos mientras los colores vibrantes, visibles, brillaban levemente. Eran un faro silencioso.

El primero en verlos fue Iruka, quien salía de la reconstruida academia. Sus ojos se iluminaron al ver a Naruto y a Shikamaru, por la mirada tímida en el rubio y sus manos enlazadas entendió que finalmente se habían reunido, y sin mediar palabra, los envolvió en un fuerte abrazo.

—¡Me alegro de verlos juntos! —exclamó, con voz temblorosa de emoción— ¿Ya lo sabe, verdad? ¿Está todo bien? — Se apartó apenas para mirar la marca en la muñeca de ambos, luego posó la vista en Shikamaru. Su sonrisa se suavizó. —Me alegra tanto por ustedes, Naruto merece tener a su lado a alguien que lo cuide. — Shikamaru asintió con una leve inclinación de cabeza. Naruto, en cambio, sonrió abiertamente, y luego, con cuidado, ambos hicieron una suave reverencia a su sensei, quien se veía desconcertado.

— Naruto me contó que de no haber sido por tu ayuda, las cosas habrían sido mucho más difíciles para él, Iruka-sensei. — Iruka trató de negarlo, pero Shikamaru no se lo permitió. — Gracias por estar para él y cuidarlo cuando yo no pude. — Iruka solo suspiró, sonriendo. 

— Eran unos niños, mis alumnos, pero incluso si no lo fueran, lo hubiera hecho. — Iruka dejó que su mano cayera sobre los suaves cabellos rubios de Naruto, quien ya era más alto que él y le sonrió. — Estoy muy orgulloso de ambos, me alegra que finalmente se hayan reunido, espero que sean muy felices y se cuiden mutuamente. — ambos asintieron y justo en ese momento, oyeron pasos acercarse.

Kurenai-sensei se acercaba con su pequeña hija en brazos, se detuvo a saludar pero al observar la escena, su rostro se iluminó con una sonrisa traviesa. Sus ojos recorrieron sus manos entrelazadas, la marca en la piel, y luego a Naruto, divertida.

—¿En serio, Naruto, un Nara? — Naruto se rió, abrazando a su sensei y a su pequeña hija mientras Shikamaru, irritado respondió con sorna. 

— No eres quién para hablar, Kurenai, te llevaste a Asuma-sensei. — Naruto soltó una carcajada al ver la mirada derrotada en el rostro de Kurenai, antes de que la mujer les sonriera.

— Supongo que podría ser peor, al menos sabré que estás en buenas manos. — Kurenai dejó caer su mano sobre el hombro de Shikamaru, sujetándolo con más fuerza de la necesaria y tal vez su sonrisa era un poco más afilada de lo que debería, pero Naruto estaba concentrado con la pequeña Mirai y no lo notó. — De cualquier modo, me alegra que terminaran juntos, Shikamaru es un buen partido después de todo.  —comentó con tono burlón, la amenaza era ligera, pero el Nara la captó. — Me alegra que lo hayas atrapado, Naruto. Aunque ya sabes… es un poco mandón.

Naruto soltó una carcajada al devolver a la niña con su madre y le dio un codazo suave a Shikamaru, que solo alzó una ceja, como diciendo “lo que tengo que aguantar”, aunque estaba sonriendo. No engañaba a nadie.

 

***



Fueron al clan Nara al día siguiente. La casa de Shikaku y Yoshino estaba tranquila. El ex comandante jonin estaba sentado en el engawa disfrutando de la cálida brisa, jugando shogi con su esposa. Había dejado el servicio activo tras la guerra y, aunque aún se recuperaba lentamente de sus heridas, por fin podía disfrutar de la calma que tan duramente habían buscado. Que siguiera con vida después de todo lo que había pasado seguía pareciéndole un pequeño milagro. Yoshino, quien siempre había sido su roca y su fortaleza, firme como siempre, lloraba en silencio a veces, mientras lo ayudaba con manos firmes, con los medicamentos y la fisioterapia. Era duro, adaptarse a esta nueva vida era difícil, pero estaban vivos. Estaban juntos. Y todo eso se lo debían a una sola persona.

Shikaku era muchas cosas, pero por encima de todo, era un hombre observador. Había notado desde hacía tiempo que Naruto no era un niño cualquiera, especialmente desde aquella noche, cuando Iruka lo había respaldado en la torre Hokage y luego, cuando pidió ayuda desesperado por la vida de su sensei y el terror de un traidor en las tierras de Konoha. Era un Uzumaki, el jinchuriki del Kyubi, pero por sobre todo, un joven con un corazón inquebrantable y amable, por sobre todo, era el mejor amigo de su hijo, junto con Chouji. Aunque, sinceramente, lo que unía a esos dos iba mucho más allá de la amistad, y Shikaku no era tan necio como para no verlo. Pero no pensaba interferir. Todo debía surgir a su debido tiempo, dejar que se reunieran de forma natural sería lo mejor. 

Escuchó pasos acercarse por el pasillo de madera y alzó la vista justo a tiempo para ver a su hijo entrar acompañado. Shikaku sonrió, piensa en el diablo y este aparece.

—Shika, no nos avisaste que tendríamos visitas. — Yoshino le dió a su hijo una sonrisa irritada y Shikamaru solo suspiró levemente, como si volviera a tener diez años y lo hubieran atrapado en medio de algo. A su madre siempre le tendría respeto… y un poco de miedo.

— Lamento la intromisión Yoshino-San. — Naruto saludó con cuidado mientras ambos se sentaban frente a los jefes del clan, estaba muy nervioso a pesar de que había estado en esa casa un montón de veces y conocía a los padres de Shikamaru desde que era niño, esta vez era diferente. Muy diferente.

— Mamá, papá, quiero presentarles a alguien. — Shikamaru señaló con cuidado a Naruto, ignorando la mirada confusa que ambos padres le dieron. Entonces, con suavidad, dijo — Él es Naruto Uzumaki, mi alma gemela. — Shikamaru y le tendió la mano, entrelazando sus dedos y ambos hicieron una pequeña reverencia. 

— Oh. — susurró Yoshino. Naruto tuvo un segundo de pánico donde se esperó que la mujer se enfadara o lo rechazara, pero para sorpresa suya, la madre de Shikamaru sonrió con una suavidad que solo las madres podían mostrar. — Bueno… no puedo decir que me sorprenda tanto, pero sí que me alegra mucho por ustedes. Bienvenido a la familia, cariño. — y luego, los estaba abrazando. Naruto ni siquiera se avergonzó de sentir sus ojos ligeramente húmedos, Shika no soltó su mano en ningún momento.

Cuando miró a Shikaku, tenía una sonrisa serena y agradable en su rostro.

— Me alegra saber que mi hijo tendrá a su lado a alguien como tú, a quien puedo confiar su vida y su felicidad. —dijo Shikaku.

— Le prometo que la vida de Shika es lo más importante para mi, y mientras yo viva, haré lo que esté en mis manos para hacerlo feliz. — Naruto no mentía y los Nara frente a él podían sentirlo. Shikaku asintió, como si ya lo supiera.

—Nunca lo dudé. — respondió, y antes de que el chico intentara escabullirse con modestia, como tantas otras veces, Shikaku le tendió la única mano que le quedaba. Naruto la tomó con cuidado, un poco confundido. — Gracias por salvarme en la guerra, el hecho de que pueda estar aquí para ver la felicidad de mi hijo es gracias a ti, no puedo pedir nada más en la vida, pero me alegra que formes parte de esta familia. — Naruto sonrió con timidez, pero le devolvió el apretón de manos sin dudar.

—Solo hice lo que tenía que hacer, señor. Haría lo que fuera para proteger a la familia… a nuestra familia. — sintió su rostro arder suavemente y su pecho cálido ante la idea de tener una familia más allá del recuerdo de sus padres.

La palabra le ardió en el pecho, como un sol naciendo. Por primera vez en mucho tiempo, la idea de tener una familia real se sentía… posible.

Shikamaru observaba todo en silencio, con una calma satisfecha. No había dudado, y aun así, ver la escena con sus propios ojos lo llenaba de alivio.

—No puedo esperar a que vivan juntos —dijo Yoshino de pronto, guiñandole un ojo a su hijo.

Naruto soltó una carcajada, y Shikamaru dejó escapar un quejido bajo mientras su madre comenzaba a molestarlos sin piedad.

Shikaku los observó a los tres, dejando que la escena se grabara en su memoria. Su esposa, su hijo, y el alma gemela de su hijo.
De repente, las cicatrices y las heridas de la guerra dolían un poco menos.



***



Una noche, varios días después, mientras Naruto acompañaba a Shikamaru de regreso a su departamento, ambos terminaron sentados en el sofá, acurrucados como solían hacerlo.

—No bromeabas cuando dijiste que tu departamento era más pequeño. —comentó Naruto, echando un vistazo alrededor.

—Ya lo sé —bufó Shikamaru, visiblemente irritado — Los departamentos jonin son lo peor, ni siquiera después del ataque de Pain los ampliaron, es un fastidio. — Naruto tarareo con cuidado. Luego, con cuidado de no sonar demasiado nervioso, dijo:

—Siempre podrías mudarte conmigo, tengo una habitación extra si no quieres compartir la mía, claro, o puedes usarla como oficina… O, ya sabes, como quieras. — su rostro estaba un poco rojo mientras hacía lo posible para evitar la mirada de Shikamaru. 

Shikamaru lo observó con una sonrisa suave y asintió, pensativo.

—No es mala idea, de todos modos paso más tiempo allí que en esta pocilga, y está más cerca de la torre Hokage. — ambos fingían indiferencia, aunque por dentro se morían de la emoción.

— Pero más te vale juntar tu ropa sucia, el hecho de que incluso yo sea más ordenado que tú es una vergüenza, y sinceramente preocupante, que demonios. — regañó señalando el uniforme, los kunai desperdigados por el suelo y la ropa sucia esparcida por la habitación. 

— Que fastidio, para eso tenemos a tus clones, ¿no? — murmuró Shikamaru con una sonrisa, justo antes de recibir un codazo que le quitó el aire. 

— Ni lo sueñes. —respondió Naruto con una media sonrisa mientras Shikamaru se dejaba caer sobre él, totalmente derretido.

Ambos rieron, envueltos en una comodidad que parecía hecha a medida para ellos. Por primera vez en mucho tiempo, se sentían realmente en casa.

 

***

 

Shikamaru era un adulto, un adulto de 19 años perfectamente saludable, un adulto con exceso de trabajo, estrés crónico y con unas ganas ocasionales de estrangular a su jefe de vez en cuando, porque por alguna razón, alguien decidió que hacer a Kakashi Hatake el Rokudaime hokage era una buena idea, y como Kakashi no quería ser Hokage, decidió hacerlo el problema de todos. El muy infeliz había decidido transformar Konoha en el centro tecnológico y médico más avanzado del continente, y sí, lo estaba logrando, pero al parecer el hombre no conocía el concepto de "horario de sueño" ni, ya saben, "decencia humana básica".

Así que sí, Shikamaru estaba estresado, ¿está bien? Tiene derecho a estarlo, solo necesitaba fumar un poco mientras tomaba la decisión ejecutiva de, al diablo, esos planos podían esperar a mañana, así que salir al balcón a fumar medio paquete era francamente un acto de autocuidado, perfectamente aceptable, muchas gracias. El ambiente parecía estar de acuerdo con él, era bastante ameno, la vista desde el balcón también lo era, una suave noche de otoño que le permitía disfrutar de una noche fresca y agradable sin llegar al frío del invierno ni al calor asfixiante del verano. Perfecta. Justo como a él le gustaba. 

Se sintió en paz, finalmente logrando relajarse un poco después de unos segundos de inhalar el humo de un cigarrillo. Unos minutos después un Naruto sin camisa, con un pantalón deportivo claramente demasiado grande que estaba seguro que en realidad era suyo, lo cual hacía que colgaran peligrósamente de sus caderas, revelando demasiado y dejando poco a la muy vivida y emocionada imaginación de Shikamaru y que vista más tentadora, muchas gracias, se acomodó a su lado y le quitó el cigarrillo de los dedos con un movimiento suave.

— Un día de estos te quedarás sin cigarrillos en una misión y terminarás matando a alguien. — murmura y Shikamaru ni siquiera puede negarlo porque la probabilidad es alta. 

— Bueno, solo tienes que evitar que me quede sin cigarrillos. Ya sabes, como el mejor novio del mundo que eres. — respondió, alargando la mano para recuperar su pequeño vicio, pero Naruto se apartó con una sonrisa.

— O podrías, ya sabes, intentar fumar un poco menos. No es bueno para tu salud. — murmuró, intentando sonar preocupado pero sin poder ocultar su sonrisa. Naruto sonrió y se encogió de hombros ante la mueca de desprecio que le dijo, e inmediatamente colocó el cigarrillo entre sus labios, dando una larga y profunda calada. 

Shikamaru esperaba que empezara a toser desesperadamente y se viera ridículo, solo Naruto siendo Naruto, que se lo devolviera con lágrimas en los ojos pero no, para su sorpresa el rubio lo tomó con destreza y dio una profunda calada, llenando sus pulmones del humo tóxico sin apartar la vista de Shikamaru.

El rubio le dio una sonrisa pícara mientras expulsaba suavemente el humo que había aspirado.

—No es tan malo al menos. —dijo Naruto con un guiño— Aunque tampoco exageres, o voy a confiscar todos los paquetes y prohibiré a cualquier comerciante de Konoha que te vuelva a vender uno. — con un guiño, Naruto se alejó, sin devolverle el cigarrillo.

Shikamaru se quedó mirándolo y ni siquiera se sintió avergonzado de quedar boquiabierto. Naruto siempre había sido atractivo, con esa piel dorada por el sol, esos ojos del color del cielo y el cabello brillante que parecía captar cada rayo de luz. Pero ahora, sin camisa, relajado, con el pantalón colgando de las caderas y burlándose con esa sonrisa traviesa dirigida solo a él, Shikamaru se sintió afortunado, más que nunca y agradeció el hecho de que podía ver esa imagen.  El universo había sido generoso, dándole a ese hombre como su alma gemela.



** Epílogo**

 

Los años habían pasado con la misma rapidez con la que caían las hojas en otoño, pero para Naruto y Shikamaru, cada día había sido un paso firme hacia el futuro, uno donde eran felices y estaban juntos.

Naruto Uzumaki, el Nanadaime Hokage observaba la aldea desde el balcón de su oficina en la  torre Hokage, la misma aldea que sinceramente, durante muchos años le había costado aprender a amar, la misma que ahora deseaba de corazón proteger. A su lado, como siempre, estaba Shikamaru Nara; su sombra, su ancla, su mano derecha y su alma gemela. No solo era el estratega más brillante de Konoha, sino el hombre que le había robado el corazón desde que tenían nueve años.

—A veces todavía me sorprende que hayamos llegado tan lejos, la verdad —murmuró Naruto, con una sonrisa tranquila — Pensé que no quedaría suficiente Konoha para gobernar después de Kakashi-sensei. — Shikamaru esbozó una sonrisa suave y apoyó una mano en la cintura de Naruto antes de simplemente encogerse de hombros. 

—Siempre supe que podías hacerlo. El hecho de que tuviera que manipularte sutilmente también estaba en los planes, he ganado, mi malévolo plan está completo, muajajajaja. — Naruto rió encantado, apoyando su cabeza en el hombro de su esposo.

—Y aun así te amo —susurró, entre divertido y enternecido.

— De todos modos, sabía que serías el indicado y no pensaba dejarte solo. — añadió Shikamaru, en voz baja, con una ternura que solo él podía esconder tras tanta calma.

Ambos compartieron un silencio cómodo, en el horizonte, los rayos del sol comenzaban a pintar el cielo de tonos dorados y rosados. Era un nuevo día para Konoha. Para ellos.

Para el amor que, como sus marcas en la piel, había resistido el tiempo, la guerra y los miedos para brillar con toda su fuerza.

Después de todo, Naruto siempre había sido un día soleado y cálido, capaz de alejar el frío y la oscuridad de la vida de Shikamaru. Y Shikamaru siempre fue la calma que estabilizaba el sol dentro de Naruto. Ambos, eran el equilibrio del otro, y siempre lo habían sido.

 

 

 

Notes:

Y vivieron felices para siempre, el fin <3

O sea sí, pero no JAJAJA No, en serio, Shika y Naru vivieron felices para siempre.

Pero no será el final, aún no. Tengo planeado (hasta ahora) 3 OneShots, que abarcan la historia de Iruka y Kakashi, proque les daré un final feliz, pero simplemente no pude añadirlo en esta historia en ningun momento, no se, esto es solo Shika y Naru <3
Pero si, tendrán su final feliz.

También tengo planeada un oneshot de Shikamaru celoso que necesito en mi vida y hay una posible posibilidad de que tenga o no obsenidad, no lo se.

La otra será una historia de Gaara con su alma gemela que, francamente no lo tenía planeado, pero decidió clavarme sus garras y no me suelta! Así que lo haremos. Con eso probablemente cierre este pequeño universo que me ha dado tanto amor <3

Les amo, gracias por leer y espero que les haya gustado, nos vemos en los siguientes trabajos.

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