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Bad idea right?

Summary:

Pansy ha tenido suficiente de la actitud de Draco y es por eso que decide planear su pequeña venganza: ir al baile de navidad con Harry Potter.

Para eso necesita ganarse la confianza del Gryffindor, ahora que media escuela lo odia por el fraude con la selección de campeones para el Torneo de los Tres Magos ella decide que es la oportunidad perfecta para acercarse a él y ofrecerle una mano.

Sin embargo, conforme pasan los días su interés por él se vuelve genuino y comienza a darse cuenta de que probablemente lo ha estado juzgando mal todo este tiempo.

Notes:

La historia estará enfocada principalmente desde la perspectiva de Pansy.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter Text

El Quidditch no era lo suyo, no comprendía el gran fanatismo que la mayoría de sus amigos tenían por dicho deporte. Draco y Blaise podían pasarse horas hablando de jugadas nuevas, estrategias más efectivas y un montón de otras cosas que a ella sólo le generaban dolor de cabeza. 

 

Su padre la había forzado a ser su acompañante esa noche, en consecuencia había tenido que asistir al aburrido Mundial de Quidditch, había gente gritando por todas partes, ella odiaba las grandes multitudes y sobre todo las ruidosas. Ahora que todo finalmente había terminado y se encontraba sola y en paz dentro de la carpa traída por su padre era que podía descansar, se encontraba comiendo algunas uvas cuando una conmoción proveniente de afuera llamó su atención. 

 

"¡Por Merlin, no pueden estar tranquilos incluso después del partido!"

 

Salió de la carpa con una expresión molesta sobre su rostro, pero se esfumó tan pronto como se dio cuenta de que las personas parecían huir de algo o alguien. Miró en todas direcciones en busca de su padre, pero no lograba distinguir a nadie, todos corrían con expresiones de pánico sobre sus caras, su varita seguía en su bolsillo. 

 

Todo se descontroló aún más, podía ver como las personas se empujaban con salvajismo, parecían animales. Uno de los grupos que pasó junto a ella terminó empujándola lejos de su carpa, no podía volver, era como nadar contra la corriente, a lo lejos pudo escuchar una voz que le resultó muy familiar. 

 

— ¡Harry! — Era Granger. Luchaba por moverse entre otra horda de personas. 

 

La perdió de vista rápidamente. Sus pies tropezaron con algo que la hizo caer al suelo, era Potter y parecía estar inconsciente. Se movió hacia un lado para evitar que un tipo la pisara ¿No podía dejarlo tirado ahí, verdad? 

 

¡Potter! — Lo llamó mientras golpeaba suavemente una de sus mejillas.— ¡Potter despierta! 

 

Decidió darle un golpe más fuerte, fue suficiente para hacerlo abrir los ojos con lentitud, parecía muy sorprendido de verla ahí junto a él. 

 

— ¿Parkinson? — Pronunció con confusión mientras se sentaba. 

 

— Si, Potter soy yo.— Se puso de pie y comenzó a sacudir su ropa, estaba llena de tierra.— Ponte de pie antes de que alguien más quiera pisotearte. 

 

Harry salió de su trance y se incorporó rápidamente, sacudiendo sus pantalones, estaba igual o más sucio que ella. 

 

— ¿Qué pasó? — Miró a su alrededor y notó que todo estaba destrozado. 

 

— No tengo idea, la gente comenzó a volverse loca o algo.— Todo quedó hecho un desastre. Carpas tiradas, pisoteadas y hasta quemadas. 

 

Harry notó a un hombre a lo lejos, no podía ver quien era, lo vio alzar su varita y conjurar algún tipo de hechizo que lanzó al cielo; una calavera y una serpiente en color verde pronto se hicieron visibles. 

 

— ¡Agh! — Se quejó de dolor mientras tocaba su frente. 

 

Pansy notó el cambio en el ambiente, una vibra fría la recorrió al ver la marca que ahora ondeaba sobre el oscuro cielo, aquel hombre misterioso que la había conjurado parecía haber notado la presencia de ambos, sacó su varita en caso de necesitar defenderse. 

 

— ¡Vengan por aquí! — Unas voces se escuchaban a lo lejos. 

 

El hombre misterioso huyó con rapidez al percatarse de que más personas se acercaban a la escena. Apenas pudo darse la vuelta cuando fue lanzada por Harry al suelo, les estaban lanzando hechizos de todos lados. 

 

— ¡Alto, deténganse! — Arthur Weasley intervino.— ¡Es Harry! 

 

Detrás de él, Ron y Hermione lucían igual de preocupados. Los ataques se detuvieron, pero los hombres que ahora reconocían como personas del Ministerio exigían respuestas. 

 

— ¿Quién la conjuró? — Los cuestionó con furia mientras seguía apuntándoles con la varita. 

 

— ¿Hablas enserio Barty? — El señor Weasley parecía muy ofendido por la simple suposición de que alguno de ellos fuera el responsable. 

 

— ¿Casi nos mata y ahora nos acusa de ocasionar esto? — Pansy dio un paso por delante de Harry.— ¿Así maneja el Departamento de Cooperación Mágica Internacional? Porque a mi padre le encantaría realizar una auditoría. 

 

Vio al hombre hacer una mueca de desagrado mientras apartaba la varita de ambos. Arthur se terminó interponiendo entre el grupo de adultos y los dos chicos. 

 

— Son sólo niños Barty.— Le recordó. 

 

El hombre no respondió, simplemente dio un paso atrás y se giró hacia el grupo de personas que lo acompañaban. 

 

— Continúen buscando.— Dio la orden al resto. 

 

— Espere.— Harry habló.— Vi a un hombre correr en aquella dirección, fue él quien conjuró la marca. 

 

— ¿Estás seguro? — Crouch lo miró fijamente. Harry sólo asintió como respuesta.— Bien ¡Vamos! 

 

Y sin más, se terminaron yendo en busca de aquel misterioso hombre que Harry mencionó haber visto. 

 

— ¿Ambos están bien? — Arthur se apresuró a preguntarles. 

 

— ¿Qué fue lo que pasó? — Harry miró a sus amigos. 

 

— Mortífagos.— Ron se limitó a responderle. 

 

— Esa es su marca, Harry.— Hermione se encargó de remarcar la para "su" entonces Harry entendió a lo que se refería. 

 

— ¡Pansy! — Una voz a sus espaldas llamó la atención. 

 

Un hombre alto y vestido con ropa que parecía costosa se acercó a ellos. 

 

— Papá.— Fue envuelta por los brazos de su padre antes de que pudiera preguntarle en donde había estado. 

 

— ¿Estás bien? ¿Te duele algo? — Le sostenía el rostro mientras la examinaba.— ¡¿Por qué saliste de la carpa?! 

 

Apartó las manos de su padre lejos de su rostro y lo miró con molestia ¿Ahora era su culpa? 

 

— ¿Yo? — Exclamó ofendida.— Fuiste tú quien me dejó sola. 

 

— No debiste salir.— La regañó. 

 

— En mi defensa, terminé arrastrada por la multitud.— Su padre suspiró con resignación. 

 

— Ah, Arthur ¿Tú encontraste a Pansy? — Por fin notó la presencia de los demás. 

 

— Damian.— Devolvió el saludo.— Se podría decir que si. 

 

— Nos salvó de perder la cabeza a Potter y a mí.— Señaló Pansy.— Esos tontos del Ministerio pensaron que nosotros hicimos esto. 

 

Harry notó como ahora el padre de Pansy se enfocaba en él, probablemente le diría alguna cosa hiriente, Malfoy y su padre no perdían ninguna oportunidad por demostrar lo mucho que les fastidiaba su sola existencia. 

 

— Señor Potter, creo que es la primera vez que tengo el placer de verlo en persona.— Los profundos ojos verde olivo del hombre estaban puestos en él.— Damian Parkinson.— Le extendió la mano mientras se presentaba. 

 

— Un gusto señor.— Harry respondió, estrechando su mano como saludo. 

 

— Papá, ya me quiero ir.— Pansy se quejó. 

 

— Por supuesto, cariño.— Le respondió con una sonrisa a su hija.— Yo me encargaré de los problemas con el personal del Ministerio.— Habló dirigiéndose a Arthur. 

 

— Te lo encargo.— Ambos hombres estrecharon sus manos antes de que Pansy y su padre finalmente se fueran. 

 

— ¿Qué hacías con Parkinson? — Hermione se acercó a él. 

 

— Ella me encontró inconsciente en el suelo.— Les contó a sus amigos, aún sentía pequeñas punzadas en la cabeza.— Al menos no dejó que me pisotearan. 

 

El señor Weasley se acercó a él, colocando su mano sobre su hombro, consolándolo con una suave sonrisa. 

 

— Vamos, debemos volver. 

 

Al final del día, el Mundial de Quidditch se vio opacado por el accidente con los Mortífagos. Todos recordarían el pánico, los destrozos ocasionados y la falta de seguridad por parte del Ministerio, esa parte probablemente sería la más señalada. 

 



 

──────────

 

 

 

— Aún no puedo creer lo que pasó.— Mencionó Hermione mientras leía la última edición de "El Profeta" — ¿Qué no había seguridad? 

 

— Mucha.— Respondió Ron.— Es por eso que en el Ministerio las cosas han estado algo agitadas, están preocupados. 

 

Harry permaneció en silencio, escuchando la conversación entre sus amigos. Su mente seguía repitiendo lo sucedido aquel día una y otra vez, el ataque de los Mortífagos, la marca de Voldemort y lo que todo aquello podría representar. 

 

La señora del carrito de golosinas apareció por la puerta de su compartimento, tan sonriente como siempre. 

 

— ¿Quieren golosinas? — Señaló al carrito, repleto como de costumbre. 

 

— Si, me da unas ranas de chocolate y... — Echó un vistazo a los pocos galeones que tenía en la mano.— Sólo serán las ranas. 

 

— No te preocupes, yo lo pago.— Harry intervino mientras se ponía junto a su amigo. 

 

— No, así está bien.— El pelirrojo desestimó su ofrecimiento y volvió a sentarse junto a Hermione. 

 

Harry continuó observando el carrito, en busca de algo para comprar. Tomó una caja de gomitas y más ranas de chocolate, estaba a punto de pagar cuando alguien llamó su atención. 

 

— Quisiera un pastelito de calabaza.— Era Pansy, junto a una chica rubia que Harry no identificaba. 

 

Hubo un rápido intercambio de miradas entre ambos, era la primera vez que se veían después de lo sucedido en el Mundial de Quidditch. Ni siquiera le había agradecido por haberlo salvado, muchas cosas pasaron y ella terminó yéndose poco después. 

 

— Yo lo pago.— Ofreció, aún con su mirada puesta sobre ella. 

 

— No es necesario, Potter.— Ella le respondió con extrañeza, era la primera vez que este tipo de situación se desarrollaba entre ellos. 

 

— Insisto, tómalo como un agradecimiento.— Tomó dos pastelitos en lugar de uno y se los extendió a al Slytherin.— Por ayudarme antes. 

 

— Bien.— Aceptó ambos postres y le dio una leve sonrisa. Se giró a ver a su amiga que la acompañaba y con un movimiento de cabeza le indicó que ya era hora de volver a su propio vagón. 

 

Dio un vistazo de vuelta a Harry y se topó con la sorpresa de que él seguía ahí, de pie junto a la puerta de su compartimento viéndola irse. Alzó la mano, dedicándole un último gesto de despedida antes de salir del vagón de Gryffindor. 

 

Entró de nuevo junto a sus amigos y le lanzó la caja de gomitas a Ron, el pelirrojo las atrapó sin problemas y le agradeció con una gran y sincera sonrisa. Se percató de la extraña mirada que Hermione le lanzaba, frunció el ceño lleno de confusión, ella parecía estar conteniendo una sonrisa. 

 

— ¿Qué? — Le preguntó. Ella sólo se alzó de hombros. 

 

— ¿Desde cuándo te embobas por los pastelitos de calabaza? — Había burla en sus palabras, Harry pudo notarlo sin problema. 

 

— Yo no me embobo por nada.— Se defendió de las absurdas palabras de su amiga.— Y mucho menos por pastelitos de calabaza. 

 

Ron los observaba a ambos con confusión, sentía que se estaba perdiendo de algo, pero su atención volvió a centrarse en los dulces que había sobre su regazo. 

 

— Sólo te faltó escoltarla hasta su vagón.— Hermione cubrió su expresión burlona usando el periódico, pero su suave risa la delataba. 

 

Rodó los ojos ante el comportamiento de Hermione y mejor se puso a jugar con Hedwig, no faltaba mucho para que llegaran a Hogwarts y prefería permanecer en silencio que tener que seguir escuchando las tonterías de Hermione. 



 

 

──────────

 




— ¿Qué fue todo eso? — Daphne preguntó con desconcierto.

 

— ¿Qué cosa? — Respondió sin importarle mucho, estaba más concentrada en abrir uno de los pastelitos de calabaza. 

 

— No te hagas la tonta Pans.— Se interpuso entre la puerta que daba al vagón de Slytherin, bloqueándole el paso.— ¿Desde cuándo Potter y tú son tan amables con el otro? 

 

La pelinegra rodó los ojos con fastidio ante la insistencia de su amiga por indagar en el tema. Sabía que Daphne no se callaría, insistiría hasta el cansancio y no quería lidiar con eso. 

 

— Algo pasó en el Mundial de Quidditch.— Se limitó a responder.— Lo ayudé con algo y eso fue todo ¿Ya puedes moverte? Estorbas. 

 

La rubia entrecerró los ojos, observando a Pansy con desconfianza, tenía el presentimiento de que su mejor amiga le ocultaba algo, pero hacerla hablar no sería tarea sencilla. 

 

— Bien.— Se hizo a un lado y abrió la puerta del vagón.— Busquemos a Millie, debe estar esperándonos. 

 

Respiró con tranquilidad ante el cambio de tema y la tomó del brazo, caminando en dirección al compartimento que habían tomado esa mañana. Cuándo llegaron, Millie alzó la vista de su libro y las observó a ambas, la gata sobre su regazo se movió entre los asientos, pareciendo incluso emocionada por la llegada de las chicas. 

 

— ¿Consiguieron los dulces? — Daphne asintió y le lanzó uno de los pastelitos.— ¿Sólo esto? 

 

— No te quejes, fueron gratis.— La rubia tomó asiento junto a ella, acariciando a la gata que ahora se encontraba sobre su regazo. 

 

Le restó importancia y se dispuso a comer el postre que su amiga le había lanzado. Pansy se apoyó contra el asiento y mantuvo la vista fija en la ventana, tratando de encontrar algo interesante en el plano paisaje. 

 

— Tengo el presentimiento de que éste año será más interesante.— Mencionó, llamando la atención de sus amigas.— No lo sé, mi intuición me lo dice. 

 

Daphne la observó con una pequeña sonrisa divertida marcada sobre su rostro, enfocó su vista en Pansy por escasos segundos antes de responder. 

 

— Tal vez tengas razón esta vez.— Pansy ignoró deliberadamente a su amiga. 

 

Su mente estaba enfocada en lo sucedido durante el Mundial de Quidditch. Su padre levantó una queja contra el inapropiado comportamiento que Bartemius Crouch tuvo con ella y Potter, poner en peligro la seguridad de dos menores por un error era algo que el Ministerio no podía pasar por alto. No estaba segura que tipo de consecuencias recibiría el hombre, pero esperaba que fueran lo suficientemente severas. 

 

Cuando finalmente llegaron a Hogwarts el banquete de bienvenida habitual ya los estaba esperando, todos hablaban de la aparición del enorme carruaje tirado por Abraxans y del inmenso barco que surgió de las profundidades del lago. Pansy notó como Dumbledore se ponía de pie, listo para dar alguna clase de discurso, el hombre se aclaró la garganta y todos guardaron silencio, atentos a él. 

 

— Sean todos bienvenidos a un nuevo año escolar.— Una ronda de aplausos se hizo escuchar.— En esta ocasión me complace informar que Hogwarts ha sido elegido como la sede de un legendario evento, el torneo de los tres magos. 

 

Murmullos comenzaron a escucharse por todo el Gran Comedor, algunos sabían de que se trataba y otros anticipaban algún tipo de explicación. 

 

— Tres son las escuelas que participarán y de cada una de ellas se seleccionará a un alumno o alumna que las represente.— Pansy pudo ver cómo todos se emocionaban aún más.— Debo señalar, que éste torneo no es apto para los asustadizos. 

 

El vitoreo disminuyó un poco ante la advertencia del director, el evento parecía ser mucho más serio de lo que aparentaba, en pocas palabras, no era un juego. 

 

— ¿Nos quiere animar o asustar? — Daphne se burló mientras apoyaba sus brazos sobre la mesa. 

 

— Debe avisar sobre los riesgos.— Respondió Millie. 

 

— ¿Crees que alguien de Slytherin quiera entrar al torneo? — Blaise se giró en dirección a Draco. El platinado se alzó de hombros restándole importancia. 

 

— Probablemente si alguien es lo suficientemente estúpido.— El moreno se rió ante la respuesta de su amigo.— Personas han muerto en torneos pasados, pienso que es ridículo morir así. 

 

— ¿No te gustaría entrar al torneo? — Le preguntó mientras apoyaba su mentón sobre la palma de su mano. Draco la miró con indignación. 

 

— Claro que no Parkinson.— Su rostro se torció en un gesto de desaprobación. 

 

Ella se burló de su reacción un tanto exagerada, como miembro de la familia Malfoy, Draco ya recibía suficiente atención por parte del mundo mágico, por eso dice no necesitar participar en este tipo de eventos. La realidad podía diferir un poco, probablemente no lo haría porque carecía del valor necesario. 

 

— ¡Demos la bienvenida a las bellas señoritas de la academia de magia Beauxbatons y a su directora, Madame Maxime! — Todos giraron sus rostros y enfocaron la vista a las puertas del Gran Comedor. 

 

Se abrieron dando la bienvenida a un grupo de chicas muy lindas que llevaban un elegante y bonito uniforme en color azul, ingresaron con una caminata y pronto realizaron una especie de coreografía, cuando terminaron, todos los chicos estallaron en aplausos y gritos de alabanza. 

 

— Que ridículos.— Murmuró Daphne. 

 

— ¡Ahora nuestros amigos del Norte, recibamos a los orgullosos hijos de Durmstrang y a su director Igor Karkarov! — Las miradas volvieron a posarse en las puertas. 

 

Otro grupo, está vez eran chicos altos y fornidos, daban la impresión de ser mayores. Golpeaban sus bastones contra el suelo, caminando en coordinación, entonces comenzaron a realizar acrobacias, saltaban y daban volteretas mientras otros escupían fuego. 

 

— Wow, eso sí que es un espectáculo.— Millie aplaudió con asombro. 

 

— ¿Qué talento tenemos nosotros? — Pansy preguntó a sus amigos.— Es decir, mírenlos. Unas hacen ballet y dan piruetas mientras que los otros dan saltos por todo el lugar para después escupir fuego. 

 

— Ni siquiera creo que seamos los carismáticos.— Se burló Blaise. 

 

Cuando las presentaciones de las otras dos escuelas invitadas terminaron, el banquete finalmente dio inicio. Los chicos de Durmstrang tomaron asiento en la mesa de Slytherin, no hablaban muy bien inglés, pero tampoco eran insistentes en hablar.

 

Para cuando el postre fue servido la atención de todos los presentes volvió a enfocarse en las puertas del Comedor. Cuatro hombres ingresaron cargado un artefacto grande y que parecía ser pesado, lo dejaron frente al director y se fueron sin decir nada. 

 

— ¡Atención! — La voz de Dumbledore se extendió por todo el lugar.— Todo aquel que desee participar en el torneo deberá escribir su nombre y depositar el papel dentro de este cáliz mágico. Sin embargo, hay una sola condición. 

 

Uno de los invitados en la mesa de profesores se puso de pie, caminando hasta Dumbledore y deteniéndose a su lado. Pansy lo reconoció como Bartemius Crouch, frunció el ceño levemente. 

 

— El Ministerio ha tomado la decisión de que sólo los mayores de edad serán capaces de aplicar para el torneo y... — Las palabras del señor Crouch fueron interrumpidas por abucheos y quejas de los estudiantes.— ¡Es por su seguridad! — Habló en un tono más alto, intentando resaltar entre el descontento de los alumnos. 

 

— ¡Silencio! — La profunda voz de Dumbledore fue la que finalmente los hizo callar. 

 

— Repito.— El señor Crouch retomó su discurso.— Que esto lo hacemos para garantizar su seguridad y nada más. Dicho esto, quienes deseen participar pueden empezar a poner su nombre dentro del cáliz a partir del día de mañana. 

 

Lo último interesante que pasó durante el banquete fue la llegada un famoso cazador, Alastor Moody, Pansy había oído hablar de él por parte de su padre, hacia un excelente trabajo para el Ministerio y aunque parecía ser muy antipático era buena persona. Escuchó como Daphne a su lado se quejaba del clima que posiblemente tendrían el día de mañana y suspiró con fastidio, alzó la vista de manera desinteresada y terminó topándose con la mirada de Potter. 

 

Él pareció sorprenderse al verse descubierto y apartó la vista con rapidez, enfocándose en decirle algo a Weasley que parecía más ocupado devorando una pieza de pollo que en ponerle atención a su amigo. Se rió de eso, al parecer el gran Harry Potter podía llegar a incomodarse sólo por un inofensivo intercambio de miradas.

Chapter 2: Campeón Inesperado

Summary:

Hogwarts se convierte en la sede de un interesante torneo, pero todo se vuelve caótico cuando alguien inesperado es seleccionado para participar: Harry Potter.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

— ¿Crees que el loco de Moody sea bueno impartiendo clases? — La pregunta de Daphne atrajo la atención de Pansy. 

 

— Mi padre dice que es bueno en su trabajo, como cazador.— Le restó importancia mientras seguía caminando al aula. 

 

— ¿Y? Eso no lo hace un buen maestro.— Daphne rebuscó algo entre sus cosas, terminó sacando una liga para el pelo.— Supongo que tendremos que esperar y ver. 

 

— Probablemente no vuelva para el próximo año.— Millie que iba en medio de ambas, agregó.— Ya saben sobre ese rumor, los profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras no duran en el puesto, algunos alumnos dicen que está maldito. 

 

Pansy sonrió con burla al escuchar a su amiga, era verdad que los profesores en esa materia no permanecían mucho tiempo en el puesto, pero creer que estaba maldito le parecía algo infantil. Probablemente sólo se cansaban de enseñarles temas complejos a un grupo de adolescentes ingratos, hasta ella estaría fastidiada por eso. 

 

Ingresaron al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras y tomaron asiento en los lugares que se encontraban al fondo. Pansy prefería esos lugares porque entonces así no tendría a nadie detrás de ella, Daphne tomó el lugar a su lado y Millie lo hizo junto a Tracey. 

 

Todos se quedaron en silencio cuando lo vieron entrar, Alastor Moody tenía una apariencia algo desaliñada, caminaba de manera extraña y su ojo causaba cierta incomodidad. 

 

— Alastor Moody.— Se presentó en un tono fuerte y claro.— Ex cazador, ministro inconforme y su maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras. Vine porque Dumbledore me lo pidió, fin de la historia. 

 

Pansy mantenía la vista fija sobre el hombre, le parecía interesante y muy aterrador al mismo tiempo. El resto de los estudiantes también parecían muy atentos a las palabras que salían de él, posiblemente sintiéndose igual que ella. 

 

— Cuando se trata de Artes Oscuras.— Continuó.— Aplico el método práctico. Primero, ¿Quién puede decirme cuántos maleficios imperdonables existen? 

 

— Tres señor.— Granger respondió con rapidez. 

 

— ¿Y por qué se llaman así? — Preguntó nuevamente mientras escribía en la pizarra. 

 

— Porque son imperdonables, si un mago los usara... 

 

— Se ganaría un boleto directo a Azkaban.— Moody la interrumpió.— El Ministerio cree que son demasiado jóvenes para conocer sus efectos, yo pienso que es todo lo contrario. ¡Necesitan saber a qué se enfrentan, estar preparados! 

 

Se dio la vuelta para continuar escribiendo como un loco en la pizarra, seguía diciendo que era importante aprender acerca de todo, sin importar lo que el Ministerio pudiese pensar al respecto. 

 

— ¡También debería buscar otro lugar para pegar su goma de mascar señor Finnigan! — Todos giraron sus cabezas en dirección al Gryffindor. 

 

— Le digo que ese loco puede ver de espaldas.— Respondió con impresión mientras dejaba su goma de mascar sobre su escritorio.

 

— ¡Y escuchar todo lo que dicen! — Le lanzó un pedazo de tiza. Caminó hacia el frente, deteniéndose frente a otros escritorios.— ¿Y cuál analizamos primero? ¡Weasley, de pie! 

 

El chico tembló al escuchar su apellido y se apresuró a ponerse de pie, evitaba mirar a Moody fijamente. 

 

— Menciona un maleficio.— Exigió. 

 

— Bueno, mi padre me habló de uno.— Había duda en su voz.— El maleficio Imperius.

 

— Tu padre lo conoce muy bien, hace unos años le dio problemas al Ministerio.— Se dio la vuelta.— Y ahora verán porqué. 

 

Abrió uno de los frascos que se encontraba sobre su escritorio y sacó lo que para Pansy parecía ser una clase de araña, no estaba segura. El ex cazador apuntó su varita al animal y le lanzó el maleficio imperius, la criatura comenzó a flotar por toda el aula, pasando por encima de los estudiantes que la miraban con terror.

 

— Tranquilo, si la asustas podría morderte.— Mencionó con burla mientras la ponía sobre la cabeza de Goyle. 

 

El chico llevó ambas manos a su cabeza mientras temblaba de miedo, los demás se reían. Moody volvió a moverla, esta vez dejándola sobre la cabeza de Weasley, quien lucía sumamente aterrado, al ver que todos se burlaban el hombre decidió ponerla sobre el rostro de Draco, Pansy cubrió su boca para contener la risa al verlo, Daphne por su parte se rió sin vergüenza alguna. 

 

— Muchas brujas y magos afirman que sólo siguieron las órdenes de ustedes saben quién por la influencia del Maleficio Imperius, pero ¿Cómo podríamos estar seguros? — Movió a la criatura de regreso a su mano.— ¡Otro más, vamos! 

 

Pronto, más manos comenzaron a alzarse, alumnos que sabían la respuesta y deseaban darla. Moody los examinó a todos y terminó dándole la oportunidad a Longbottom, el Gryffindor se puso de pie con algo de nerviosismo, pero respondió. 

 

— La profesora Sprout me dijo que tienes aptitudes para la herbolaria.— Longbottom asintió levemente. 

 

— Está el Maleficio Cruciatus.— El tono en su voz era algo bajo e inseguro. 

 

— ¡Correcto! Es muy doloroso.— Lo animó a acercarse a su escritorio, en donde aún se encontraba la araña.— ¡Crucio! 

 

Tan pronto como las palabras salieron de él, la criatura comenzó a emití un chillido molesto y quejumbroso, se contorsionaba en todas direcciones, era obvio que estaba sufriendo. Sin embargo, Moody parecía disfrutar de su sufrimiento, pues se reía de manera burlona del dolor del pobre animal. 

 

Longbottom comenzó a retroceder lentamente de la mesa, su rostro se había puesto pálido y su expresión se contrajo a una llena de incomodidad y dolor, como si no pudiese soportar seguir viendo el sufrimiento de la pequeña criatura. 

 

— ¡Basta, no ve que lo hace sufrir! — La voz de Granger se escuchó, fuerte y clara.

 

Moody se detuvo, apartando su varita del animal y recuperando la cordura nuevamente. Lo tomó sobre su mano y comenzó a moverse por los lugares, la mayoría evitaba hacer contacto visual con él, depositó a la torturada criatura sobre el pupitre de Granger.

 

— Tal vez quiera decirnos cuál es el último maleficio imperdonable.— La castaña negó dos veces la petición del profesor.— ¿No? ¡Avada Kedavra! 

 

Un rayo de luz verde salió de su varita, arrebatándole la vida a la pobre araña, inmóvil y fría, yacía muerta frente a todos. 

 

— El maleficio asesino.— Explicó con simpleza.— Sólo una persona lo ha sobrevivido y está en éste salón.— Caminó con lentitud hasta llegar frente a Potter.— Toda una leyenda.

 

 

 

──────────

 

 

 

— Es una pena que el truco de Fred y George no haya funcionado.— La queja de Ron hizo sonreír a Harry. 

 

Los gemelos habían fracasado miserablemente en su intento por colocar sus nombres dentro del Cáliz, en su lugar, terminaron en la enfermería. La profesora McGonagall y Madame Pomfrey no perdieron la oportunidad de reprenderlos, señalando lo peligroso que fue su actuar. 

 

— Por favor, era obvio que no funcionaría.— Hermione negó, caminando en medio de ambos chicos.

 

— Creo que fue gracioso.— Recordar las largas y canosas barbas de los gemelos provocó una tenue risa en Harry.

 

Cuando llegaron al Gran Comedor la gran mayoría de los estudiantes ya se encontraban ahí, pero no era porque estuvieran ansiosos por la cena, no, estaban ansiosos por ver quienes serían los alumnos seleccionados para participar en el torneo. El trío caminó entre las mesas buscando un lugar para sentarse, mientras llegaban a sus lugares, algo llamó la atención de Harry, Pansy Parkinson. 

 

Caminaba del brazo de una de sus amigas mientras se reía de algo. Le había estado prestando más atención de la necesaria, atribuía todo al accidente en el Mundial de Quidditch, nunca esperó que precisamente ella de todas las personas terminara salvándolo, notó como Malfoy se acercó a ella, rodeándola por los hombros, frunció ligeramente el ceño.

 

— Harry.— Volvió en sí al escuchar el llamado de su amiga.— Ven, pronto dirán los nombres.

 

Tomó asiento junto a la castaña y demás compañeros de Gryffindor. Dumbledore ya se encontraba junto al resto de profesores y directores invitados.

 

— Llegó el momento que todos esperaban.— Su voz hizo eco, llamando la atención de todos.— Los campeones serán elegidos. 

 

El fuego de las antorchas distribuidas a lo largo del comedor se volvió más tenue, brindando una atmósfera más oscura. El director de Hogwarts se abrió paso hasta la copa que se encontraba a sus espaldas, fuego azul salía de ella, cuándo Dumbledore retrocedió sólo unos cuantos pasos el fuego se volvió de un rojo intenso, un papel terminó siendo expulsado junto con las llamas. 

 

— ¡El campeón de Durmstrang es Viktor Krum! — Anunció. Aplausos y vitoreos comenzaron a escucharse. 

 

Krum se puso de pie y caminó hasta el centro, saludando a Dumbledore quién cálidamente lo felicitó con un apretón de mano. Un segundo papel fue expulsado, anunciando al segundo campeón seleccionado. 

 

— ¡La campeona de Beauxbatons es Fleur Delacour! — La chica fue felicitada y animada por sus compañeras. Al igual que con Krum, Dumbledore la felicitó y la animó a unirse con Krum. 

 

Harry aplaudió con entusiasmo al igual que todos los demás, ya sólo quedaba ver quien se encargaría de representar a Hogwarts durante el torneo. La tercera llama apareció, soltando el que sería el último trozo de papel, Dumbledore lo atrapó en el aire y leyó el nombre escrito en el. 

 

— ¡El campeón de Hogwarts es Cedric Diggory! — La mesa de Hufflepuff estalló en gritos y aplausos de felicitación para su campeón. 

 

— Parece que Hufflepuff al fin tendrá algo de protagonismo.— Ron le murmuró a sus amigos.

 

Harry se rió junto a Seamus por lo dicho por Ron, Hermione los hizo guardar silencio al ver que Dumbledore seguía hablando sobre el torneo.

 

— ¡Excelente, ya tenemos a los tres campeones! Pero al final, sólo uno pasará a la historia, sólo uno levantará éste cáliz de los campeones.— Por detrás, Barty Crouch se encargó de mostrar el artefacto mágico.— ¡Ésta vasija de la victoria, la Copa de los Tres Magos! 

 

La copa era grande y desprendía grandeza por sí misma, era tal y cómo Dumbledore lo había planteado, ganarla bien podría significar la gloria eterna. El Gran Comedor volvió a estallar en más aplausos y celebraciones, el torneo era algo que emocionaba a todo el alumnado. 

 

Sin embargo, el ambiente se tensó cuando otra llama, más grande que las tres anteriores, volvió a arder trayendo consigo la liberación de otro trozo de papel, un campeón extra. Dumbledore tomó el papel y aún en confusión se dispuso a leer lo que había escrito en el, alzó la vista en dirección a las mesas llenas de estudiantes, como si estuviera buscando a alguien. 

 

— Harry Potter...— Logró decir. Pronto todos comenzaron a buscarlo, miradas confundidas vagaban por todo el comedor.— Harry Potter.— Repitió el director. 

 

Harry, sintiéndose repentinamente observado por todos, buscó esconderse en su lugar, tratando de ignorar las miradas de sus compañeros de casa que rápidamente comenzaron a murmurar sobre él. Hermione lo tomó del brazo instándole a caminar hasta Dumbledore quien seguía esperando por él. 

 

— ¡Harry Potter! — El grito molesto de Dumbledore sólo hizo que Harry se estremeciera presa del pánico. 

 

— Ve Harry.— Hermione seguía empujando a su amigo.— ¿Qué esperas? Ve.— Le susurró con cierta desesperación. 

 

Se puso de pie, avanzando con temor entre las mesas, de pronto todas las miradas estaban nuevamente sobre él. Odio y desprecio, Harry las reconocía muy bien, su vida estaba rodeada de ellas. Más murmullos se extendieron, apretó sus puños con nerviosismo, cuándo llegó hasta Dumbledore pudo notar que hasta el director se veía molesto. 

 

No hubo palabras, le extendió el papel con su nombre y Harry lo tomó con duda. Cuando su rostro se enfocó en las mesas de la izquierda se volvió a topar con ella, Pansy le sostenía la mirada, pero había algo diferente en ella, Harry no sabía que era, podía identificar sin problemas las miradas llenas de odio y sin embargo, no podía ver dicho sentimiento en la mirada verdosa de la Slytherin. 

 

Tragó saliva y se dio la vuelta para dirigirse con el resto de los campeones, ¿Qué les diría? ¿Que de repente la estúpida copa escupió un papel con su nombre escrito en el? Harry entró a la habitación con pasos desconfiados, vio cómo Krum lo veía con extrañeza, Fleur y Cedric no tardaron en aparecer también. 

 

Voces molestas comenzaron a escucharse por el pasillo, Harry se dio la vuelta en dirección a la puerta que acababa de cruzar y notó cómo Dumbledore se apresuraba hacia él. Lo tomó fuertemente por los hombros mientras lo empujaba hacia atrás, Harry abrió los ojos con sorpresa ante la brusca reacción del director. 

 

— ¿¡ Harry, pusiste tu nombre en el cáliz de fuego?! — Estaba notablemente alterado. 

 

— ¡No, señor! — Se apresuró a responder. 

 

— ¿Le pediste a algún estudiante que lo hiciera? 

 

— No, señor. 

 

— ¿Estás absolutamente seguro? — Sus ojos estaban puestos firmemente sobre él. 

 

— ¡Si, señor! — Volvió a responder con seguridad. 

 

— ¡El muchacho miente, estoy segura! — La directora de Beauxbatons intervino en la conversación con notable inconformidad. 

 

— Claro que no.— Moody intervino a su favor.— El Cáliz de Fuego es un objeto mágico muy poderoso, sólo un potente hechizo para confundir podría engañarlo.— El hombre se puso al lado de Dumbledore.— Además de que es magia muy avanzada para un jovencito. 

 

Harry agradecía para sus adentros que al menos alguien lo estuviera defendiendo en lugar de acusarlo injustamente de haber manipulado la selección de campeones. 

 

— Parece que sabes mucho de esto, Moody.— Karkarov parecía desconfiar del ex cazador. 

 

— Por supuesto.— Ambos hombres se miraban fijamente el uno al otro.— Mi trabajo era pensar igual que lo hacen los magos tenebrosos. 

 

— Esto no nos está ayudando en nada.— Dumbledore pasó entre ambos, dirigiéndose hasta Crouch.— Tu decides Barty. 

 

— Las reglas son absolutas.— Respondió.— El Cáliz de Fuego tiene inapelablemente la decisión.— Se dio la vuelta, observando a todos los presentes.— El señor Potter no tiene salida.— Harry tuvo un mal presentimiento cuando la mirada del hombre se posó exclusivamente en él.— Es a partir de hoy, otro participante del torneo.

 

 

 

──────────

 

 

 

— Potter realmente sabe como acaparar la atención.— Draco se enderezó del sofá de cuero negro, observando a sus amigos.

 

— ¿Cómo diablos logró poner su nombre en el cáliz? — Blaise, que se encontraba en el asiento más cercano al platinado también parecía descontento.— ¿Creen que Dumbledore lo ayudó a hacerlo? 

 

— ¿Por qué haría eso? — Millicent se mostraba escéptica.— ¿No vieron su expresión cuando el nombre de Potter salió seleccionado? Estaba genuinamente confundido. 

 

— Bueno, tampoco nos hagamos los tontos.— Daphne intervino en la discusión.— La pregunta de Blaise tiene algo de sentido, estamos hablando del hombre que se la pasa regalándole puntos a Potter sólo por respirar ¿Ya olvidaron cuando nos arrebataron la copa de las casas de manera descarada e injusta? 

 

— Él no puso su nombre en el cáliz.— Su voz salió calmada, pero firme. Pansy notó como ahora todos la observaban.— ¿Qué? 

 

— ¿Por qué no lo crees capaz? — La fina ceja de Draco se alzó, cuestionándola. 

 

— ¿Acaso es un loco suicida? — Lanzó la pregunta como si fuera de lo más obvia.— Además, ni siquiera los Gryffindor reaccionaron con entusiasmo al escuchar su nombre. 

 

— Eso es cierto.— Millicent estuvo de acuerdo con el razonamiento de su amiga.— Podría jurar que incluso Weasley se veía molesto. 

 

Dejó de escuchar las quejas de sus amigos, su mente seguía repitiendo el instante en que su mirada se encontró con la de Potter durante la ceremonia en el comedor. Realmente no creía en las acusaciones de que él tuvo algo que ver, no había forma, porque ella lo vio en sus ojos, lo completamente aterrado que estaba por haber sido seleccionado campeón. 

 

— Las verdaderas víctimas aquí son los Hufflepuff.— Daphne agregó con un tono burlón.— Finalmente destacarían por algo y son opacados por Potter. 

 

— Deben estar furiosos.— Blaise se unió a la burla.— Si Potter no estuviese involucrado ¿Creen que Diggory hubiese sido capaz de obtener la victoria para Hogwarts? 

 

— Siempre fue un estudiante destacado.— Millie reconoció.— Supongo que hubiese estado bien, pero no estoy segura de si con eso bastaba para ganar. 

 

Se puso de pie, alisando su falda y enrolló su bufanda alrededor de su cuello, preparándose para salir de la Sala Común. Millie desvió su atención del resto de sus amigos para enfocarla en Pansy. 

 

— ¿A dónde vas? — La pelinegra se giró en dirección a su amiga. 

 

— A la lechucería.— Respondió con calma y una pequeña sonrisa, restándole importancia a la preocupación en el rostro de la otra Slytherin. 

 

— ¿A esta hora? — Ella simplemente asintió en respuesta.— El profesor Snape te matará si te encuentra fuera de la Sala Común. 

 

— ¿Me acusarán? — Les preguntó a todos. 

 

— Ten cuidado cuándo regreses.— Fue toda la respuesta que obtuvo de Draco, quien se terminó levantando del sofá para subir a su dormitorio. 

 

— Suerte en tu escapada nocturna.— Blaise tampoco le dio mucha importancia a sus actividades. 

 

— Ninguna palabra saldrá de mis labios, ni siquiera si me amenazan con un cruciatus.— Pansy sonrió con gratitud ante la complicidad de una de sus mejores amigas. 

 

Enfocó su mirada olivo en la figura de Millie, quien se removió incómoda ante la presión, terminó suspirando con resignación. Llevarle la contra a Pansy Parkinson no era tarea sencilla, ella siempre se salía con la suya. 

 

— Mi lealtad está contigo.— Millie respondió como si estuviera haciendo algún tipo de juramento y eso le causó cierta gracia a Pansy. 

 

— Y por eso te adoro Millie.— Le lanzó un beso a su amiga y se apresuró a salir de la Sala Común antes de que el profesor Snape regresara. 

 

 

 

 

──────────

 

 

 

La discusión que tuvo con Ron eliminó cualquier rastro de sueño, no podía creer que incluso su mejor amigo dudara de él. Le dolía, podía esperar odio y desprecio de cualquier otra persona, pero ¿Ron? En realidad se sentía decepcionado, decidió salir y escabullirse hasta la lechucería, quería enviarle una carta a Sirius, ahora más que nunca necesitaba algún consejo. 

 

Logró llegar hasta la Torre Oeste sin mayores problemas, debía admitir que con el paso de los años había adquirido cierta experiencia para escabullirse entre los pasillos del castillo. Sin embargo, estando a punto de entrar terminó topándose de frente con alguien más, llevó su mano hasta su nariz, se había golpeado fuerte. 

 

— ¡Oye, fíjate por dónde... — Las palabras de la chica se cortaron.— ¿Potter? 

 

— ¿Parkinson? — Estaba sorprendido de verla, de todas las personas, siempre era ella.— ¿Qué haces aquí? 

 

— Oh nada, vine a tomar el sol.— Sus palabras estaban llenas de sarcasmo.— ¡Es obvio que vine a enviar una carta! 

 

— ¡Bien, ya entendí! — Respondió en un tono más bajo.— No alces la voz, Filch podría estar cerca. 

 

Ella respondió haciendo una mueca, podía ver como también tocaba su nariz, habían chocado de frente y ahora que lo notaba, no había mucha diferencia de estatura entre ambos. 

 

— Lo siento ¿Te duele mucho? — Dio un paso hacia ella, intentando ver si sangraba. 

 

— No, estoy bien.— Apartó su mano, dejándolo ver su rostro y Harry se sintió aliviado al notar que no tenía ningún rasguño. 

 

Comenzó a incomodarse cuando el silencio empezó a extenderse entre los dos, el único sonido era el ulular de las lechuzas a su alrededor. Aún así, le parecía extraña la forma en la que constantemente se veía involucrado con ella, ¿Era todo eso una gran casualidad o había algo más detrás? 

 

El maullido de un gato detuvo cualquier intento de conversación que Harry estuviese dispuesto a iniciar, ambos se miraron con terror al saber lo que eso significaba, si la Señora Norris estaba cerca entonces Filch también lo estaba. 

 

— Si Filch nos encuentra aquí estamos acabados, Potter.— No tenía porque recordárselo, él lo sabía perfectamente. 

 

La tomó de la mano, guiándola hasta uno de los muros que le daban la espalda a las escaleras, le hizo una señal para que guardara silencio y evitara moverse. Vio cómo la sombra de la Señora Norris se hacía cada vez más grande, avisando su llegada. 

 

Estaba demasiado cerca de Parkinson, su perfume se colaba profundamente en sus fosas nasales, era un aroma dulce. Ignoró deliberadamente esos pensamientos y se concentró en evitar moverse, hasta ahora no había escuchado pasos que delataran la presencia de Filch, pero no podía confiarse. 

 

Cuando la gata estuvo a punto de ir en su dirección, el ulular de Hedwig resonó con fiereza, voló hacia la gata y comenzó a ahuyentarla, amenazando con picarla. Eso pareció molestar a la Señora Norris, quien bufó con molestia para después salir corriendo de la lechucería. Harry se apartó de Pansy para ir en busca de Hedwig, la lechuza se posó sobre su brazo y él la acarició en agradecimiento. 

 

— Gracias por la ayuda amigo.— Le dio un premio. Hedwig batió las alas con lo que Harry pudo atribuir era felicidad. 

 

— Eso estuvo muy cerca.— Pansy admitió. Se acercó a él y a su lechuza.— Realmente nos salvó.— Para sorpresa de Harry, Hedwig se dejó acariciar por la chica sin objeción alguna. 

 

— Vaya, creo que le agradas.— Señaló con impresión. La escuchó reír, probablemente era la primera vez que lo hacía, era una risa genuina, y se sorprendió una vez más al admitir para sus adentros que era un sonido agradable. 

 

— Deberías dejar el asunto de la carta para más tarde.— Aconsejó, mirándolo.— Demasiada adrenalina por hoy, la Señora Norris podría volver. 

 

— Tienes razón.— Dejó que Hedwig volara de regreso a su lugar.— Al menos uno de nosotros sí logró enviar su carta. 

 

— Deberías de llegar más temprano la próxima vez.— Su respuesta tenía un tono juguetón. Él simplemente sonrió, disfrutando de la pequeña interacción.— Descansa, Potter. 

 

A Harry le tomó unos minutos más reponerse por completo de lo que acababa de pasar, el perfume de Pansy aún picaba en su nariz y probablemente lo haría hasta el día siguiente, pero no le parecía desagradable en absoluto. 

 

— Que descanses, Parkinson.— Respondió, ella no pudo oírlo, pero tampoco importaba.

Notes:

Espero que disfruten del capítulo ✨

Chapter 3: Defensa Slytherin

Summary:

Harry descubre cuál será la primera prueba del Torneo. Las burlas y bromas hacia él aumentan y se ve defendido por la persona más inesperada.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Tan pronto cómo llegó la mañana se apresuró hacia la lechucería, había estado ahí la noche anterior y casi fue atrapado por la Señora Norris, tuvo suerte de que Hedwig estuviera ahí para ayudarlo. La llegada de una lechuza negra llamó su atención, sabía muy bien quién la había enviado, se acercó al ave para tomar la nota que llevaba en el pico. 

 

"Harry  

 

No podía arriesgarme a enviar a Hedwig, desde el Mundial de Quidditch el Ministerio ha estado interceptando cada vez más lechuzas y es demasiado fácil reconocerla.

 

Necesitamos hablar cara a cara. Nos vemos en la Sala Común de Gryffindor a la 1:00 de la mañana este sábado por la noche. Y asegúrate de estar solo.

 

Sirius.

 

PD. El ave muerde"

 

Sintió un pinchazo en el dedo y rápidamente alejó su mano lejos de la lechuza, su padrino debió empezar la carta con esa advertencia. Si lo que Sirius decía era verdad, la situación era mucho más seria, después de todo el Ministerio estaba involucrado. 

 

Para cuando el día llegó a su fin Harry ya se encontraba muy ansioso, logró salir de los dormitorios y bajar a la Sala Común sin alertar a sus compañeros. Como esperaba, la sala estaba vacía, notó una edición de "El Profeta" sobre uno de los sofás y lo tomó. 

 

"Harry Potter de doce años. Un sospechoso participante en el Torneo de los Tres Magos, sus ojos se humedecen con el fantasma de su pasado..."

 

Bufó con molestia mientras arrugaba el periódico, asegurándose de arrugarlo completamente antes de lanzarlo a las llamas de la chimenea. Un sonido atrajo su atención, algo se movía entre el fuego, se acercó lentamente y se sorprendió al ver como el rostro de Sirius aparecía entre las llamas. 

 

— ¿Sirius? — Se hincó frente a él.— ¿Cómo? 

 

— No tengo mucho tiempo así que vayamos al grano.— El tono en su voz era bajo, pero firme.— ¿Pusiste o no, tu nombre en el Cáliz de Fuego? 

 

— ¡No! — Respondió a la defensiva. Ya estaba cansado de repetir siempre lo mismo. 

 

— Shhh.— Sirius le pidió que controlara su tono.— Tenía que preguntarte. Ahora, cuéntame sobre tu sueño, mencionaste a Colagusano y a Voldemort pero ¿Quién era el otro hombre? 

 

— No lo sé.— Ese sueño se sentían confuso para él. 

 

— ¿No dijeron su nombre? — Insistió Sirius. Harry negó. 

 

— No. Voldemort le pidió hacer algo, algo importante. 

 

— ¿Qué quería? — Dudó por unos segundos si responder. 

 

— Me quería a mí.— Decir aquello le dejó un mal sabor de boca.— No sé porque, pero lo utilizaría para atraparme.— Miró a Sirius a través del fuego.— ¿Fue sólo un sueño, verdad? 

 

— Si, es sólo un sueño.— La respuesta de Sirius logró calmar un poco sus ansias.— Escucha Harry, los Mortífagos en el Mundial de Quidditch y tú nombre en el Cáliz no son coincidencias, Hogwarts ya no es segura. 

 

— ¿A qué te refieres? — Toda calma volvió a abandonarlo. 

 

— La maldad rodea el colegio.— Le advirtió con seriedad.— Igor Karkarov fue un Mortífago y nadie, nadie, deja de ser un Mortífago. Y Barty Crouch que tiene un corazón de piedra envió a su propio hijo a Azkaban. 

 

El ruido de una puerta abriéndose a sus espaldas alertó a Harry, quien rápidamente le lanzó una mirada a las escaleras antes de volver a enfocarse en la información dada por Sirius. 

 

— ¿Crees que alguno de ellos puso mi nombre en el Cáliz? — Había verdadera preocupación en su pregunta. 

 

— No tengo idea de quién lo puso en el Cáliz, pero quien lo haya hecho no es tu amigo.— Se tomó un segundo antes de continuar.— Muchos han muerto en éste torneo. 

 

— No estoy listo para eso.— Le confesó con miedo. 

 

— Lo sé, pero ya no tienes otra opción.

 

El sonido de unos pasos acercándose los alertó nuevamente, Harry pudo ver una sombra bajando por las escaleras. 

 

— Alguien viene.— Se apresuró a levantarse e intentar fingir que no pasaba nada.

 

— Mantén a tus amigos contigo.— Fue lo último que escuchó de Sirius antes de que su rostro se desvaneciera de la chimenea. 

 

La figura de Ron finalmente apareció en la sala, llevaba puesta su pijama y lo veía con desconfianza mientras su mirada se paseaba por todo el lugar, como si estuviera buscando algo o a alguien. 

 

— ¿Con quién hablas? — Lo interrogó. 

 

— ¿Qué? No estoy hablando con nadie.— Harry respondió, restándole importancia. 

 

— Escuché voces.— El pelirrojo insistió. 

 

— Te imaginas cosas.— Sugirió con tranquilidad.— No sería la primera vez. 

 

— ¿O practicas para tu siguiente entrevista? — Lo dijo con burla, Harry pudo notarlo. Ron se dio la vuelta, volviendo a subir por las escaleras sin dignarse a decirle nada más. 

 

Toda la situación con Ron lo tenía cansado y sumamente frustrado, si lo escuchara al menos por una vez todo volvería a ser cómo antes. Dejó salir un suspiro lleno de exasperación y decidió volver al dormitorio, desvelarse más no lo ayudaría a resolver nada.

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Entró al dormitorio mientras secaba su cabello con una toalla, vio a Daphne leyendo algo y Millie jugaba con su gata. Notó como la expresión en el rostro de su amiga se fruncía cada vez más conforme leía el contenido de aquella carta. 

 

— ¿Por qué tienes esa cara? — Preguntó mientras tomaba asiento junto a ella en la cama. 

 

— Mi madre me envió una carta.— Alzó el papel.— Dice que me estará enviando vestidos para el baile. 

 

Los padres y tutores habían sido advertidos sobre el baile de navidad que se celebraría junto con el Torneo. Su propia madre también se había puesto en contacto con ella diciéndole que pronto comenzarían a llegarle paquetes con todo lo necesario para dicha celebración. 

 

— ¿A ti tambié? — Millie se unió a la conversación.— Mamá también me está molestando con eso. Su emoción es tanta que uno pensaría que es ella quién asistirá al baile y no yo. 

 

— Confío en el gusto de mi madre, así que por mí está bien.— Dejó la toalla sobre la silla más cercana a su cama. 

 

— Tendré que asegurarme de tomar el vestido más lindo antes de que Astoria lo haga.— Millie y Pansy se rieron.— Se los digo, tienen suerte de ser hijas únicas. 

 

— ¡Oh, pero lo sabemos! — La alegría en la voz de Millie provocó que Daphne rodara los ojos con fastidio. 

 

— Por cierto.— Se acomodó mejor sobre su cama mientras les lanzaba una mirada llena de emoción.— ¿A quienes invitaran? 

 

La gatita de Millie comenzó a acurrucarse contra las piernas de Daphne, buscando atención. La rubia sonrió mientras rascaba su panza y se ganaba dulces ronroneos como agradecimiento. 

 

— No tengo idea.— Confesó la castaña.— ¿No creen que es poco romántico que nosotras tengamos que dar el primer paso? 

 

— ¿Supongo? — Pansy logró responder con algo de duda.— A los chicos les suele costar ser más expresivos. 

 

— Es porque son tontos.— La suave risa de Daphne acompañó su respuesta.— Pero aún necesitaremos a uno de esos tontos como pareja para el baile. 

 

— Lamentablemente.— Millie dejó escapar un sonoro suspiro.— Oye Pansy.— La mencionada se giró en dirección a su amiga.— ¿Irás con Malfoy? 

 

La pregunta la sorprendió un poco, ya que la noticia del baile era algo reciente no se había puesto a pensar mucho en el tema, por lo tanto, tampoco pensó en quién podría ser su pareja. 

 

— ¡Yo espero que si! — Daphne agregó con emoción. Tenía una gran sonrisa plasmada en el rostro.— A Pansy siempre le ha gustado Draco. 

 

— ¿Su primer amor? — Ahora Millie sonreía de la misma manera que Daphne. 

 

— Yo lo considero molesto, pero si esos son los gustos de Pansy ¿Qué puedo hacer además de apoyarla? — Recibió el golpe de una almohada. 

 

— Suficiente.— Las reprendió a ambas.— ¿Por qué de repente estamos hablando de mi vida amorosa? 

 

— Porque eres la única de nosotras que está enamorada.— Daphne lo señaló con obviedad. 

 

— No estoy enamorada de Draco.— Las miradas llenas de duda que sus amigas le lanzaron la molestaron.— El amor es un sentimiento muy fuerte, y no creo tenerlo por Draco. 

 

— Ok.— Daphne alzó levemente sus hombros.— Tiene algo de sentido, ¿Entonces no irás con él? 

 

— Ni siquiera me lo ha pedido.— Y podía apostar a que Draco ya estaba enterado sobre el baile, sabía que a Narcissa le fascinaban esos eventos.— Además, ¿Ustedes ya tienen pareja? 

 

Todas las preguntas incómodas y ataques a su vida privada estaban siendo dirigidos exclusivamente a ella. Pudo notar como Millie apartó la mirada con algo de pena mientras negaba suavemente, sin embargo, Daphne enderezó su postura y con aire orgulloso respondió a su pregunta. 

 

— Claro que sí.— Las observó a ambas fijamente.— Theodore Nott me invitó ayer. 

 

— ¡¿Qué?! — Pansy se levantó de la cama con impresión.— ¿Estás mintiendo? 

 

— ¡Claro que no! — La incredulidad de Pansy logró ofender a la rubia.— Nos encontramos en la biblioteca, me lo pidió y yo acepté. 

 

— No lo puedo creer.— Las palabras de Millie salieron en un tenue susurro. 

 

— Que molestas son.— Les lanzó una almohada a cada una. 

 

— Tranquila Daph.— Pansy seguía riéndose de su reacción.— Nos alegra saber que ya tienes pareja, estás un paso por delante de nosotras. 

 

— Oh sí, deberías darnos algunos consejos.— Millie le sugirió.

 

Las tres intercambiaron miradas, el silencio se extendió por sólo unos segundos antes de que terminaran estallando en carcajadas. Continuaron hablando sobre qué tipo de vestidos y peinados deberían probar, las charlas entre chicas siempre eran su momento preferido del día.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

La tarde se sentía fría y sombría, las nubes grises se extendían por todo el cielo, sin darle espacio a los rayos del sol. Harry intentaba concentrarse en el contenido del libro que sostenía entre sus manos, leía las palabras pero no las comprendía por completo, su mente estaba en otro lado. 

 

— ¡Sorprendente! — Alzó la vista hasta la figura de Neville. Se encontraba en la orilla del lago observando algo.— ¡Sorprendente! — Volvió a repetir. 

 

— Neville, lo hiciste de nuevo.— Remarcó Harry.— Plantas acuáticas mágicas de los lagos.— Leyó el título del libro.

 

— El profesor Moody me lo dio.— Respondió con cierta emoción. Alzó la mano, como saludando a alguien y Harry se dio la vuelta para ver de quien se trataba. 

 

Eran Hermione y Ron acompañados por Ginny. Parecían discutir algo en voz baja mientras lo miraban y dudaban en sí acercarse o no. Dejó el libro de lado y se puso de pie, avanzando hacia ellos, al final, fue Hermione la única que caminó en su dirección. 

 

— Ronald me pidió que te dijera, que Seamus le dijo...— Dudo un instante.— que Dean le dijo a Parvati que Hagrid te busca. 

 

— Ah, sí... — Se detuvo para mirar a su amiga.— ¿Qué? 

 

La castaña hizo una mueca de frustración mientras se daba la vuelta y volvía junto a Ron, comenzaron a susurrarse de nuevo. Hermione caminó de regreso a él, aún con una expresión de confusión sobre su rostro, como si no supiera bien que decir. 

 

— Dean le dijo a Parvati que... — No pudo terminar la oración, ni siquiera sabía cómo hacerlo.— No me hagas repetirlo.— Le pidió con derrota.— Hagrid te está buscando. 

 

— Pues dile a Ron... — Harry se vio interrumpido por la molestia de su amiga. 

 

— ¡No soy una lechuza! — Respondió la chica algo alterada. 

 

Pasó junto a Ron llevándose a Ginny con ella, por unos segundos su mirada terminó puesta sobre la del pelirrojo. Mantenía una expresión semi molesta, se planteó por un instante el hablarle directamente, ver si le respondía o no, pero no pudo hacerlo, Ron terminó yéndose también. 

 

Odiaba la sensación de estar molesto con él, era su amigo, su primer amigo. Apretó con frustración sus puños e intentó dejar de pensar en eso, al menos por el momento, Hagrid lo estaba buscando y sería bueno ver que era lo que tenía que decirle. 

 

La noche cayó mientras anticipaba su encuentro, tuvo cuidado de que nadie lo viera o lo siguiera, tal y como él se lo había pedido. Llegó hasta el bosque y lo vio esperándolo, sostenía una linterna en la mano y con la otra le hacía una seña para que se apurara. 

 

— ¿Trajiste la capa de tu padre? — El semi gigante le preguntó tan pronto estuvo a su lado. 

 

— Si, traje la capa ¿Hagrid a dónde vamos? — Seguían adentrándose aún más a la oscuridad del bosque. 

 

— Pronto lo sabrás.— La respuesta fue ambigua y no hacía más que impacientarlo.— Pon atención, es importante. 

 

Frunció levemente el ceño al notar algo raro en su amigo, ahora que le prestaba algo de atención, pudo notar que la vestimenta de Hagrid era ligeramente diferente a la habitual. 

 

— ¿Y esa flor? — Estaba justo sobre su ropa, como si fuese alguna clase de accesorio.— ¿Hagrid te peinaste? — Su usual cabello esponjado ahora aparentaba estar peinado hacia atrás. 

 

— Claro que me peiné.— Pasó una de sus manos por su copete.— Tú deberías hacer lo mismo algún día. 

 

Un fuerte sonido los hizo detenerse en seco, fue como una clase de rugido en la lejanía. 

 

— ¡Hagrid! — Ahora una voz llamaba el nombre del guardabosques. 

 

Vio cómo Hagrid avanzaba con entusiasmo hacia aquella misteriosa voz que lo llamaba y aún en confusión, decidió seguirlo. 

 

— Oh, la capa Harry, póntela.— Hizo lo que le pidió y lo siguió desde atrás, oculto en la capa de invisibilidad. 

 

Notaba las siluetas de dos personas, Hagrid y la persona misteriosa que lo había llamado. Era una figura realmente alta, entonces reconoció el acento en las palabras, era francés. 

 

— Oh, Hagrid pensé que no ibas a venir.— Se quejó con dramatismo la directora de Beauxbatons.— Pensé que tal vez, me habías olvidado. 

 

— ¿Cómo podría olvidarte, Olympe? — Harry podría jurar que Hagrid tenía una mirada rara. Nunca lo había visto ponerse así, todo el ambiente romántico le hizo sacar la lengua por el asco. 

 

— ¿Qué querías mostrarme? — La mano de la mujer se apretó contra la flor en la ropa de Hagrid.— Cuando hablamos te escuchabas tan... exaltado. 

 

— No te vas a arrepentir, créeme.— La guío detrás de unos arbustos, apartó las ramas y permitió que la mujer viera lo que se encontraba justo al frente. 

 

Los mismos rugidos de antes de hicieron más fuertes, junto a ellos, luces rojizas se extendían de unas jaulas, era fuego. Harry observó con asombro cuando comprendió lo que eran, dragones. Se quitó la capa cuando volvió a estar sólo con Hagrid. 

 

— ¡Dragones! — Expresó aún con incredulidad.— Son la primera prueba ¿Es enserio? 

 

— Tranquilo Harry, son tan sólo criaturas incomprendidas.— Claro que diría algo así, Hagrid siempre tenía algo bueno que decir acerca de las criaturas mágicas. 

 

Uno de los dragones lanzó unas grandes llamas por su alrededor, tuvieron que alejarse y agacharse para evitar ser quemados. 

 

— ¡Demonios! — Escuchó a Hagrid gritar.— Aunque, debo admitir que ese Colacuerno da miedo. Ron casi se desmaya cuando lo vio. 

 

— ¿Ron lo vio? — Lo miró con sorpresa. 

 

— Claro. Su hermano Charlie los trajo de Rumania.— Terminó explicándole.— ¿Ron no te lo dijo? 

 

— No lo hizo.— Admitió con tristeza.— Ni siquiera me habla.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Le dolía la cabeza, Daphne no dejaba de hablar sobre el baile y lo emocionada que estaba de que ese fuese el primer evento "formal" en la escuela. Millie era mejor que ella, era la única que realmente parecía escuchar todo lo que la rubia tenía que decir y participaba en la conversación. 

 

Las dejó solas en la biblioteca con la excusa de que debía buscar a Snape para preguntarle algo sobre la clase, era una mentira. Toda la escuela se había vuelto más ruidosa, con los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons pavoneándose por todos lados, el torneo los tenía vueltos locos. Notó como algunos alumnos que pasaban junto a ella reían y parecían burlarse de algo, entonces vio lo que eran, pines que mostraban la imagen de Diggory clamándolo como "El mejor" y que después cambiaban a Potter, con una leyenda mucho menos agradable "Potter apesta". 

 

Y como si lo estuviera llamando, Potter apareció del otro lado del concurrido pasillo, parecía apurado, unos Hufflepuffs aparecieron frente a él. Ambos le habían cerrado el paso y parecían burlarse de él mostrándole los estúpidos pines que llevaban sobre las túnicas. Comenzó a sentirse molesta con la situación, aún no podía creer que Potter simplemente dejara las cosas así, sin defenderse, sus pies comenzaron a avanzar hacia ellos. 

 

— ¿Algún problema con Potter? — Preguntó con firmeza poniéndose en medio. 

 

La expresión de burla flaqueó en el rostro de la chica de Hufflepuff, el otro chico simplemente la miró con molestia ante la interrupción. 

 

— Ninguno, sólo le mostrábamos la mercancía del torneo.— Tiró de su túnica para señalar los pines. 

 

Ella desvió la vista al accesorio y sonrió levemente con burla, se lo arrancó de la ropa y lo lanzó al suelo, justo al lado de su pie. Lo pisó con presumida lentitud ante la mirada nerviosa de ambos chicos. Algunos alumnos que simplemente pasaban se detuvieron para ver que ocurría una vez que la tensión comenzó a ser evidente. 

 

— Dime McMillan.— Su voz sonaba amenazante.— ¿Tienes alguna evidencia real de que Potter puso su nombre en ese estúpido cáliz? 

 

— No...

 

— ¿Entonces? — Miró a la chica.— ¿Las tienes tú? — La observó de pies a cabeza.— Lo siento, eres tan insignificante que ni siquiera puedo recordar tu apellido. 

 

— Es Abbott... — Respondió en un tono bajo y con la mirada gacha. 

 

— Ah.— Pansy sonrió, como si de repente hubiese recordado algo.— ¿Mestiza? 

 

Notó como la postura en la chica cambiaba a una más rígida y cohibida. Su sonrisa de satisfacción no hizo más que aumentar, sus ojos oliva volvieron a posarse sobre McMillan. 

 

— No sé quién tuvo la idea de crear algo tan horrendo y barato, pero no quiero volver a ver ni uno solo de esos pines o de lo contrario... — Apuntó su varita al pin pisoteado y lanzó un incendio, el pin comenzó a derretirse lentamente contra el suelo.— ¿Fui clara? 

 

Ambos chicos asintieron con lentitud. Los estudiantes chismosos que habían permanecido presentes durante el enfrentamiento comenzaron a quitarse los pines que llevaban sobre sus ropas o mochilas, escondiéndolos o simplemente tirándolos lejos. Pansy les hizo una seña con la mano, pidiendo que se largaran ahora que podían y así lo hicieron. 

 

— Gracias.— La voz de Harry sonaba sincera.— Creo que es la primera vez que alguien me defiende tan abiertamente desde que comenzó el torneo. 

 

— Te debía una.— Notó como la confusión se plasmaba sobre el rostro del chico.— Por lo sucedido en la lechucería.

 

Harry recordó rápidamente lo ocurrido, tuvo sentido. Él simplemente asintió, no había querido pensar mucho en el hecho de que seguía encontrándose con ella, incluso ahora, había aparecido de la nada para defenderlo. 

 

— Sabes.— La Slytherin continuó.— Nadie te tachará de mala persona por defenderte. Alza la cabeza Potter, si alguien tiene probabilidades de ganar el estúpido torneo ese eres tú. 

 

La pelinegra retomó su camino sin decir nada más. Harry dejó que una sonrisa apareciera sobre su rostro, de repente ya no se sentía tan solo y desconfiado, las palabras de Parkinson habían logrado subirle el ánimo.

 

Después de su encuentro con Potter, Pansy siguió con su día, pudo terminar sus tareas en paz sin tener a la ruidosa de Daphne con ella e incluso le dio tiempo para tomar una pequeña siesta antes de la cena. Despertó poco antes de que sus compañeras regresaran al dormitorio y no tardaron mucho tiempo en contarle el último chisme del día. 

 

— ¡Moody convirtió a Malfoy en un hurón! — Lo que Daphne le decía parecía no tener mucho sentido. 

 

— ¿Enserio? — Cuestionó aún con duda. 

 

— Muchas personas lo vieron.— Agregó Millie.— Creo que fue por Potter. 

 

A Pansy realmente le costaba imaginar el escenario. Moody transformando a Draco en un hurón mientras lo hacía rebotar de un lado a otro, todo porque decidió meterse con Potter, otra vez. Comenzó a reírse de verdad para asombro de sus amigas, ellas parecían algo confusas por su reacción. 

 

— Creo que Potter es el favorito de Moody.— Respondió cuando finalmente dejó de reírse.— Deberían tener cuidado, creo que a partir de ahora Potter comenzará a defenderse.

Notes:

Espero que disfruten del capítulo, gracias por leer!

Chapter 4: Capítulo 4

Summary:

Harry completa la primera prueba del torneo y su única preocupación ahora parece ser la de conseguir una pareja para el baile de navidad. Pansy, por otro lado, se ha llevado una gran desilusión.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El ambiente frío y nublado del día hacia contraste con la emoción y júbilo que irradiaba de las grandes multitudes de estudiantes que corrían y se apresuraban al lugar de la primera prueba del Torneo. Estudiantes de Hufflepuff ondeaban carteles con el nombre de Diggory, sus caras pintadas con los colores de la casa y cantos coordinados para animar a su campeón. 

 

Sin embargo, no era el único. Potter parecía haber sido perdonado por sus compañeros de casa y ahora apoyaban su participación, más carteles con su nombre, más gritos de apoyo e incluso vio a Finnigan con el rostro garabateado, en el llevaba escrito "Potter" en mayúsculas, justo en la frente. Todos los campeones contaban con apoyo; Krum era respaldado por Slytherin, Delacour tenía a Ravenclaw y tanto como Potter y Diggory contaban con Gryffindor y Hufflepuff, por supuesto. 

 

— ¡Pansy! — El grito la hizo salir de sus pensamientos. Era Draco. — Ven. 

 

Sus amigos ya se encontraban entre las gradas, expectantes por el comienzo de la prueba. Tomó asiento entre Draco y Daphne, notó como el chico parecía estar realmente emocionado. No se dio cuenta de lo mucho que lo había estado mirando fijamente hasta que sintió como Daphne le dio un ligero golpe en el brazo. 

 

— Theo me dijo que Malfoy les dijo que iría contigo al baile.— Le dijo en un susurro a su amiga.— Probablemente te lo pida pronto.— Agregó con emoción. 

 

Aquello la hizo ponerse algo nerviosa, nunca antes la habían invitado a un baile, sería la primera vez. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro, Daphne lo notó y no pudo evitar sonreír también. 

 

El sonido ensordecedor de un cañón los asustó a todos, esa era la señal que daba por iniciada la primera prueba. Diggory fue el primero en salir, se veía cauteloso y pronto Pansy entendió porqué. 

 

El pesado arrastre de unas cadenas comenzó a escucharse, de una cueva empezó a emerger una silueta enorme; cuernos, escamas azuladas y unas alas enormes, era un dragón, la primera prueba era un dragón. 

 

— ¿Realmente los harán pelear con un dragón? — Pansy miró a sus amigos. 

 

— Los del Ministerio deben estar locos.— Millie miraba horrorizada a aquella bestia. 

 

— Bueno, deben hacerlo interesante ¿No? — Habló Blaise.

 

— Supongo.— Le respondió Daphne.— Pero en Hogwarts no nos enseñan a cómo pelear con dragones. 

 

— Diggory es un alumno destacado, es mayor y probablemente tenga algunos hechizos bajo la túnica.— Bromeó el moreno. 

 

— Potter no lo es.— Las palabras simplemente se escaparon de sus labios, ni siquiera lo pensó. 

 

Daphne la miró por unos instantes, algo sorprendida por sus palabras. Escuchó como Draco se burló de eso y simplemente negó. 

 

— Que sea una lección.— Respondió alzándose de hombros.— No debió poner su nombre en esa copa. 

 

Pansy volvió a enfocar su vista en la arena, Diggory había logrado burlar al dragón transformando una piedra en un perro, recuperó el huevo y no tardó en salir de ahí, había pasado la primera prueba y ahora era el turno del siguiente campeón. 

 

Por primera vez tendría que admitir al menos para sí misma, que estaba algo preocupada por Potter.

 

 

 

──────────

 

 

Habían pasado horas, dentro de la carpa de los campeones podía escuchar los gritos y rugidos de los dragones. Sus manos permanecían unidas con nerviosismo, pensando con terror que pronto sería su turno, el sonido de un cañón lo hizo estremecerse. 

 

Viktor había terminado y él era el único que quedaba. Se puso de pie con una postura rígida y comenzó a caminar hacia la arena mientras sostenía su varita con fuerza entre su mano. No había dado muchos pasos cuando una enorme figura se erigió ante él, el Colacuerno Húngaro lo miraba directamente, era enorme y estaba cubierto de escamas negras, Harry tragó saliva con pánico. 

 

Trató de moverse meticulosamente, cuando pensó que tendría oportunidad de moverse un poco más la bestia rugió y trató de golpearlo con su cola, evitó el golpe por poco, el impacto lo hizo rodar al centro de la arena, se levantó con prisa y se ocultó detrás de unas piedras, el dragón lanzó fuego tratando de quemarlas, tuvo suerte de que aquello no funcionara. 

 

Tenía que seguir moviéndose y recuperar el huevo, sólo entonces todo aquello terminaría. Salió corriendo al otro extremo, el dragón continuaba lanzando fuego e intentaba golpearlo usando la cola. Podía sentir como el suelo retumbaba ante los golpes y piedras más pequeñas salían volando hacia todas partes, cubrió su rostro y continuó trepando por las piedras. 

 

— ¡La varita Harry! — Hermione gritaba con todas sus fuerzas desde las gradas.— ¡Usa tu varita! 

 

— ¡Accio saeta de fuego! — Gritó mientras alzaba su varita. Se mantuvo oculto entre las piedras, el dragón seguía volando sobre él, intentando alcanzarlo. 

 

Se movió, alejándose de la bestia. Cuando alzó la vista notó como su escoba se acercaba volando hacia él. Evitó el fuego de nuevo, corrió y logró saltar sobre su escoba, elevándose y escapando del dragón. Desde las gradas, los Gryffindor aplaudieron y gritaron celebrando su acción. Voló directo al huevo dorado y cuando estuvo a punto de tomarlo el dragón volvió a escupir fuego, alejándolo del objetivo. 

 

Dio la vuelta, volando aún más lejos, creyendo que estaría a salvo al menos por un momento. Sin embargo, el dragón trató de seguirlo, al verse frenado por las cadenas que lo mantenían atado a tierra, la bestia rugió en protesta y con un fuerte tirón logró romperlas. Cuando Harry dio un vistazo hacia atrás se dio cuenta de que el dragón ahora lo seguía, voló cerca de las gradas y evitó chocar con ellas elevándose con rapidez, la cola del dragón, cubierta de afiladas púas, alcanzó a romper la lona que cubría aquella sección del público. 

 

— ¡¿A dónde va?! — Hermione preguntó con exasperación mientras observaba cómo Harry se alejaba de la arena con el dragón detrás de él. 

 

Volaba entre los terrenos del castillo, evitando estrellarse contra las torres que se alzaban delante de él. El dragón continuaba justo detrás suyo, parecía ir cada vez más rápido. Terminó topándose de frente con la bestia, la cola trató de golpearlo nuevamente, cayó de su escoba justo sobre el techo de una de las torres, deslizándose por las tejas. 

 

Logró sujetarse apenas de una de las ventanas, aferrándose con fuerza con ambas manos. El dragón se posó sobre otra de las torres a su lado, saltó al techo en el que se encontraba Harry y comenzó a escalar hacia él, sus largas garras desprendían las tejas y hacían agujeros en la madera. Intentó llegar hasta su escoba, estaba atorada y jalar de ella era difícil, el dragón continuaba acercándose y estaba entrando en pánico. 

 

— ¡Vamos! — Expresó con desesperación mientras seguía tirando de la escoba. 

 

Logró sacarla justo a tiempo, evitando ser atacado por la bestia y su mordida. Mientras caía deslizándose por el techo fue capaz de montar de nuevo su escoba y volar lejos del dragón. Cambió de ruta, pasó en medio de un puente, era demasiado estrecho para que el dragón pudiera seguirlo, la estrategia le funcionó. La bestia terminó golpeándose y cayendo al vacío sin poder atraparlo, Harry aprovechó aquello y se apresuró a volar de vuelta a la arena de la prueba.

 

Las gradas se volvieron locas con aplausos y gritos de aliento en cuanto lo vieron regresar. Los Gryffindor gritaban su nombre y agitaban los carteles en apoyo a él, Harry enfocó su vista en el huevo dorado que ahora permanecía sin vigilancia y voló directamente hacia el, tomándolo y asegurando su victoria para la primera prueba.

 

Terminada la prueba, la casa Gryffindor recibió a Harry con coros, felicitaciones, abrazos y aplausos. De repente, todo el desprecio que había estado recibiendo por su participación en el torneo parecía haber desaparecido. 

 

— ¡Bravo Harry! — Fred y George lo alzaron, cargándolo mientras los demás seguían festejando. 

 

Por primera vez en días, sonrió. Se sentía mucho mejor no tener a toda tu casa en tu contra, Harry levantaba el huevo, mostrándolo a todos. 

 

— ¿Quieren que lo abra? — Preguntó con entusiasmo. Todos gritaron que si. 

 

Cuando lo hizo un sonido ensordecedor y muy agudo inundó la sala común. Los gemelos los bajaron y procedieron a taparse los oídos, igual que los demás presentes, se apresuró a cerrarlo y sólo entonces el ruido se detuvo. 

 

— ¿Pero qué demonios fue eso? — Era Ron. Acababa de entrar a la sala y el ruido lo había sorprendido. 

 

Hubo un momento de silencio, los gemelos se encargaron de disipar al resto de estudiantes, dejando que tanto Harry como Ron tuvieran la oportunidad de hablar. El pelirrojo fue el primero en acercarse, miraba en dirección al suelo con algo de pena. 

 

— Me di cuenta de que no fuiste tú quien puso tu nombre en el cáliz de fuego.— Habló con vergüenza. 

 

— Creo que te tardaste mucho.— Respondió Harry con cierta dureza. 

 

— Pero no fui el único.— Trató de defenderse.— Los demás también lo pensaban. 

 

— Vaya, eso me hace sentir mejor.— Dijo con notable sarcasmo. 

 

— Te advertí de los dragones.— Ron le recordó.

 

— Hagrid fue quien lo hizo.— Señaló Harry. 

 

— No, no, recuérdalo. Fui yo.— Colocó su mano sobre su hombro mientras caminaban por la sala.— Le dije a Hermione que te dijera que Seamus me dijo que le dijo Parvati que Hagrid te buscaba. 

 

La expresión de Harry se volvió una de confusión ¿Por qué simplemente no lo buscó el mismo? 

 

— Seamus no me dijo nada, yo soy el que lo sabía todo.— Confesó Ron.— Creí que se solucionaría todo cuando lo averiguaras. 

 

— ¿Cómo podría averiguar eso? El mensaje fue extraño.— Ambos sonrieron, era verdad que el mensaje se había distorsionado mucho. 

 

— Creo que lo compliqué demasiado.— Confesó.

 

Harry asintió mientras le sonreía a su amigo. Ron devolvió la sonrisa aún con algo de pena debido a todos los problemas que había causado. 

 

— Chicos.— Hermione quien se encontraba sentada al lado suspiró con cansancio.

 

 

 

──────────

 

 

 

— Sigo sorprendida.— Habló Daphne mientras le untaba mantequilla a un pedazo de pan tostado.— Potter realmente sobrevivió a un dragón, impresionante. 

 

— No por nada es "El niño que vivió" — Señaló Millie.— Si "Quien-tú-sabes" no pudo matarlo, un dragón no tenía oportunidad. 

 

— ¿Ahora eres su fan? — Se burló la rubia. Desvío la mirada a Pansy, que seguía en silencio.— Y tú estás muy callada.

 

— Ojalá tú lo estuvieras Daphne.— Le respondió por fin mientras rodaba los ojos.— Sigue siendo temprano por la mañana y tú ya estás con los chismes. 

 

— Hablando de chismes ¿Vieron el artículo que escribió Rita Skeeter? — Millie les colocó el periódico sobre la mesa, señalando la noticia.— ¿Creen que sea verdad? 

 

— ¿Granger y Potter? — Daphne miraba el periódico con una sonrisa divertida.— Tiene algo de sentido. 

 

— No lo tiene.— La respuesta de Pansy hizo que sus amigas la miraran con desconcierto.— Todo Hogwarts sabe que ella está terriblemente enamorada de Weasley. Potter no le haría eso a su amigo, no es tan difícil llegar a esa conclusión. 

 

— Mira Millie, ya tienes quien te acompañe en tu nueva campaña de "Alabamos a Harry Potter" — Pansy volvió a rodar los ojos. 

 

Su conversación se vio interrumpida con la llegada de los chicos. Draco tomó asiento al lado de Pansy, Blaise se sentó frente a Malfoy, Crabbe y Goyle lo hicieron junto al moreno. 

 

— Que espectáculo el de ayer ¿No? — Mencionó Draco.— Parece que Potter tiene más suerte de la que creí. 

 

— Veamos si sigue así con las próximas pruebas.— Agregó Blaise. 

 

— Shh, Blaise no digas eso frente a estas dos.— Bromeó la rubia.

 

El muchacho alzó una ceja en muestra de incertidumbre, pero en lugar de aclarar sus dudas, Daphne simplemente comenzó a reír. 

 

— Estoy empezando a sentir pena por Nott.— Millie le respondió.— Yo no sería capaz de soportarte toda la noche durante el baile. 

 

— Sólo estás celosa Millie.— Se defendió.— Porque yo si tengo pareja para el baile. 

 

— ¿Aún no tienes pareja para el baile? — Blaise se giró en dirección a la chica. 

 

Pansy notó como Millie bajaba la vista, avergonzada de que sus compañeros supieran que aún no tenía con quién asistir al baile de navidad. Estuvo a punto de decir algo, pero ella se levantó de la mesa excusándose con que tenía algo que hacer antes de clases. 

 

— Duerme con un ojo abierto esta noche Greengrass.— Le dijo a la chica sentada a su lado.— Es una amenaza. 

 

— Sólo era una broma.— Se defendió ofendida.— No pensé que se pondría tan sensible. 

 

— Ya terminé.— La voz de Blaise se sobrepuso a las suyas.— Olvidé algo en el dormitorio, volveré por eso y los veré a todos en clase. 

 

Vieron a su amigo alejarse y saliendo con prisa del Gran Comedor. Crabbe miró el lugar que su amigo acababa de dejar libre y con confusión habló a los demás. 

 

— ¿Dijo que ya había terminado? — Movió el plato y agregó.— Ni siquiera se sirvió el desayuno, su plato esta limpio. 

 

— Tal vez no tenía hambre.— Habló Goyle restándole importancia. 

 

Sintió como una mano rozó la suya por debajo de la mesa, cuando miró que era se dio cuenta de que era Draco, quien la miraba con atención. 

 

— Hay algo que quiero pedirte.— Sintió como su corazón se aceleraba.

 

— ¿Qué es? — Logró responder, apenas tragándose el nerviosismo. 

 

— ¿Podrías entregarle esto a alguien? — Sacó un pequeño sobre de su túnica.— Es una carta. 

 

— ¿Para quién? — Vio como una sonrisa juguetona apareció sobre el rostro de Draco, no le gustó. 

 

— Quiero invitar a una chica de Beauxbatons al baile.— Le confesó entre sonrisas. 

 

Sintió como su respiración se ponía más pesada, él le estaba pidiendo ayuda para invitar a otra chica. Daphne estiró la mano y le arrebató la carta a Draco mientras le lanzaba una mirada de molestia. 

 

— ¿A una de Beauxbatons? — Preguntó con indignación. — ¡Pensé que se lo pedirías a Pansy! 

 

— ¿Quién te dijo eso? — Malfoy se veía confundido. 

 

— Nadie.— Evitó mencionar que había sido Theo.— Fue sólo algo que di por hecho, después de todo ustedes... — Los observó a ambos.— Bueno, siempre han sido así. 

 

No había persona en toda la casa de Slytherin que no pensara que esos dos terminarían juntos en algún punto. Los veían juntos en todos lados, no existía nadie en Hogwarts que conociera mejor a Draco Malfoy que Pansy Parkinson. 

 

— No somos nada.— La respuesta de Draco se clavó en su pecho. Como una daga cubierta de veneno. 

 

— ¿No somos nada? — Sus ojos color oliva se clavaron en él. 

 

El platinado se removió incómodo ante el insistente contacto visual. Miró en dirección a Crabbe y Goyle en busca de apoyo, pero ambos evitaban mirarlo, Daphne lo miraba, pero parecía querer matarlo en lugar de ayudarlo. 

 

— No sé ¿Qué quieres que te diga? — Diablos ¿Por qué actuaba así con él? Sólo le había pedido ayuda para entregar una carta ¿Era mucho pedir? — Es sólo un baile. 

 

— ¡¿Sólo un baile?! — Daphne le gritó con frustración.— ¡Es una oportunidad para el romance! ¡Para ir con la persona que te gusta! 

 

— ¡Y eso haré! — Draco gritó de vuelta. 

 

Silencio. Crabbe y Goyle dejaron de masticar, Daphne finalmente se quedó callada y Pansy, se sentía como una idiota. Todo el entusiasmo que había estado cargando los últimos días con respecto al baile simplemente se esfumó. 

 

— Si quieres invitar a la chica que te gusta.— Se levantó mientras hablaba.— Al menos ten el valor para invitarla de frente y no por una carta entregada por alguien más.— Le quitó la carta a Daphne y se la arrojó a Draco.— No seas patético. 

 

Y sin esperar alguna respuesta sólo se marchó. Caminó por el castillo sin realmente tener un destino fijo, sólo quería irse del Gran Comedor, por alguna razón se sentía humillada.

 

En su apuro terminó chocando con alguien cuando dio vuelta en uno de los corredores, ni siquiera miró de quien se trataba, simplemente se disculpó y siguió con su camino. 

 

— Lo lamento.— Respondió con rapidez. Talló sus ojos humedecidos, negándose a llorar. 

 

 

 

──────────

 

 

 

— ¿Esa era Parkinson? — Cuestionó Ron al ver como la chica salía a toda prisa. 

 

— Lo era.— Respondió a la pregunta de su amigo. 

 

Harry la vio desaparecer por el largo pasillo, había chocado con ella, pero iba tan apurada que ni siquiera pareció notar que era él. No quería entrometerse en cosas que no eran asunto suyo, pero podría jurar que estaba llorando, siempre dio la impresión de ser alguien fría y desinteresada, pero en los últimos días había estado descubriendo que no lo era tanto. 

 

— Harry.— Reaccionó al escuchar a su amigo.— ¿Cómo conseguiremos pareja? Las lecciones de baile con la profesora McGonagall me matarán. 

 

— No tengo idea.— Aceptó con derrota.— Tenemos que encontrar a alguien. 

 

Estuvieron caminando por el patio. Diversos grupos de chicas de todas las casas se reunían ahí, charlaban y reía de lo que sea que estuvieran hablando. Ambos Gryffindors se acercaron a uno de esos grupos, las chicas dejaron de charlar y se giraron en dirección a los dos chicos. 

 

Ni siquiera tuvieron que abrir la boca y tratar de decir algo, las muecas de desagrado que mostraron fue suficiente para que entendieran el mensaje: no los querían cerca. 

 

— Eso fue terrible.— Habló el pelirrojo con desgano. 

 

— ¿Cómo se supone que las invitemos si siempre andan en grupos? — Harry se quejó.

 

Se detuvieron cerca de unos de los corredores que conectaba el patio y el castillo, vieron como dos alumnos de Durmstrang se acercaban a un grupo de alumnas de Ravenclaw. Se presentaron ante ellas con lo que parecía una clase de reverencia y uno de ellos invitó a una de las chicas, ella aceptó encantada mientras sus amigas reían, el chico se despidió de ella besando el dorso de su mano y terminaron marchándose bastante felices por el resultado. 

 

— Para ellos parece ser fácil, no importa si están en grupo o no.— Ambos amigos intercambiaron miradas incrédulas. 

 

— Aún tenemos tiempo para conseguir pareja.— Aseguró Harry en un intento por consolarlos a ambos.

 

Los días siguieron pasando, entre clases y tareas. Poco a poco sus compañeros empezaron a encontrar pareja para el baile, disfrutaban de alardear delante de ellos, con el evento cada vez más cerca podían sentir la presión justo detrás de ellos. 

 

— Esto es absurdo. A este paso, seremos los únicos sin pareja.— Se quejó Ron. 

 

Se encontraba sentados en el Gran Comedor, recibiendo una clase del profesor Snape. El jefe de Slytherin lo hizo voltear la cabeza de nuevo a sus apuntes, Harry se rió de aquello. 

 

— Bueno, nosotros y Neville.— Quiso burlarse. 

 

— Creo que no tiene caso que practique más.— Agregó Harry mientras ambos se reían. 

 

— Tal vez no lo sepan, pero él ya tiene pareja.— Les informó su amiga. 

 

— Eso sí me deprime.— Murmuró el pelirrojo. 

 

Uno de los gemelos les lanzó un pedazo de papel, Ron lo tomó y asegurándose de que Snape estuviera lo suficientemente lejos comenzó a leerla. 

 

"Dense prisa o las mejores chicas se les escaparán" 

 

— ¿Tú con quién irás? — Le preguntó a su hermano en voz baja mientras le regresaba el papel. 

 

Fred sonrió con gracia, hizo bolita el pedazo de papel y lo lanzó a una de las chicas sentadas al otro extremo de la mesa, era Angelina Johnson. 

 

— Angelina.— La llamó en voz baja.

 

— ¿Qué? — La chica respondió con el mismo tono, temerosa de que Snape los viera. 

 

— ¿Te gustaría... — Empezó, mientras hacía gestos con sus manos.— Ir al baile conmigo? 

 

— ¿Al baile? — Preguntó mientras sonreía encantada.— Sí, claro. 

 

Fred se giró hacia Ron y Harry, guiñándoles un ojo ante su victoria al conseguir pareja para el baile. Ron entonces decidió mirar en dirección a Hermione quien se encontraba sentada justo a su lado. 

 

— Hermione, tú eres una chica.— Comenzó. 

 

— Que observador eres.— Respondió la castaña en un tono más alto. 

 

A su lado, Harry trataba de hacer que sus amigos guardaran silencio, pero ninguno le prestaba atención. 

 

— Ve con uno de nosotros.— Le ofreció mientras imitaba los extraños movimientos que Fred había realizado para invitar a Angelina. 

 

Se vieron interrumpidos ante el repentino golpe que el profesor Snape les dio con un libro. Harry se burló, creyendo que se había salvado del mismo destino, sin embargo, al ver que se divertía, Snape decidió golpearlo a él también. 

 

— Si para un chico es vergonzoso ir solo. Para una chica sería deprimente.— Ron continuó hablando. 

 

— No iré sola porque, créanlo o no, alguien me invitó.— La chica recogió sus cosas de la mesa y caminó hacia el profesor, entregándole su trabajo.— ¡Y le dije que sí! — Terminó de decir cuando pasó junto a ellos. 

 

— Cielos.— Murmuró Ron.— Mujeres. ¿Estará mintiendo? 

 

— Pues eso creo.— Dijo Harry. 

 

— Mira, hay que darnos valor y hacerlo hoy.— Continuó su amigo. 

 

Snape detuvo sus pasos detrás de ellos al ver que aún seguían conversando, ignorando completamente sus deberes. 

 

— Cuando vayamos a la sala común ya debemos tener pareja ¿De acuerdo? — Ambos chicos asintieron. 

 

— De acuerdo.— Respondió a la propuesta de Ron. 

 

Nuevamente, Snape los tomó de la nuca y los hizo volver a enfocarse en su tarea, empujándolos hacia adelante para que no perdieran de vista sus cuadernos. Se quejaron en silencio, aceptando que debían dar por terminada primero la clase para después salir en búsqueda de una pareja.

Notes:

La escena del baile está que nos respira en la nuca.

Chapter 5: Invitaciones y clases de baile

Summary:

Harry recibe una propuesta por parte de Pansy y la acepta con el afán de que ambos se ayuden mutuamente. Es a partir de aquí que comenzaran a acercarse aún más.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Salió de la sala común ignorando las miradas que Draco le lanzaba. No habían cruzado palabra desde lo ocurrido en el Gran Comedor, tampoco es que quisiera hacerlo. 

 

— ¡Pans, espérame! — Daphne la alcanzó. Sus mejillas se veían sonrojadas debido al frío de las mazmorras.— ¿A dónde vas? 

 

— Correo.— Se limitó a responderle mientras le mostraba la carta que llevaba en la mano. 

 

La carta era una respuesta para su madre. Un agradecimiento por el vestido y todo lo demás que le había enviado para el baile de navidad, aún no sabía si asistiría, pero debía fingir que todo estaba bien. 

 

— ¿Para tus padres? — La rubia apresuró el paso hasta quedar a su lado.

 

— Para mi madre.— Corrigió.— Sólo le haré saber que ya recibí todo lo que envió. 

 

Daphne parecía querer decirle algo más, la conocía demasiado bien, podía notar que dudaba en hacerlo. 

 

— ¿Qué es? — Se animó a preguntarle.

 

— Malfoy ya invitó a la francesa al baile.— Le confesó.— La chica aceptó. 

 

Se detuvo a medio camino, fue sólo por un instante, una pequeña pausa. Ya era oficial que no la invitaría a ella, había elegido a otra en su lugar. 

 

— Me alegro por él.— Respondió con frialdad.— Eso era lo que quería, ahora lo tiene. 

 

Daphne la vio marcharse, cualquiera que la viera diría que estaba bien, que todo el asunto no le afectaba en lo más mínimo. Pero ella la conocía mejor que nadie, Pansy era experta en reprimir sus emociones, la habían criado así; no gritaba, no lloraba y no se quejaba. No en voz alta. 

 

Era por eso que daba la impresión de estar hecha de hielo. Una bonita muñeca de hielo que nunca se quejaba de nada. 

 

— Maldito Malfoy hijo de... — Se detuvo antes de terminar la frase.— No Daphne, su mamá no tiene la culpa. Seguramente ella también estaría decepcionada por sus decisiones.— Se auto reprendió.  

 

Suspiró con derrota, después buscaría a Pansy y se aseguraría de que estuviera realmente bien. Su siguiente paso era ayudar a Millie, después de que sus palabras la hiciera sentir mal se había disculpado profusamente con ella y ahora estaban bien, en compensación, se había ofrecido a ayudarla con su preparación para el baile. 

 

— Tengo mucho trabajo.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Sujetó bien su mochila mientras corría por la nieve, había comenzado a nevar y quería evitar estar afuera por más tiempo. Era por eso que decidió visitar la lechucería antes de que se hiciera más tarde, después de eso podría dedicarse a buscar a alguien que pudiera acompañarlo al baile como su pareja. 

 

Mientras se apresuraba a subir por los escalones, no se percató de que había alguien más ahí, y terminó chocando de frente con ella. 

 

— ¡Cho! — Se sorprendió al ver a la chica de Ravenclaw.

 

— Hola Harry.— Lo saludó con amabilidad. 

 

Cho era una chica muy popular en la escuela, era linda, amable y su posición como buscadora para el equipo de Ravenclaw la volvía más interesante a sus ojos. 

 

Intentó apartarse moviéndose a un lado, pero ella terminaba moviéndose en la misma dirección, evitando que avanzaran. Con una sonrisa algo incomoda ella terminó tomándolo por los hombros, empujándolo suavemente hacia la derecha mientras ella cruzaba por la izquierda, haciendo que ella saliera y él entrara. 

 

— Ten cuidado con las escaleras, están algo resbaladizas por el frío.— Le advirtió. 

 

— Bueno, gracias.— Respondió. Ella simplemente asintió y comenzó a alejarse. 

 

Se quedó de pie, pensando que hacer. Esa era su oportunidad para invitarla, lo dudó por escasos segundos, pero se dio la vuelta, atreviéndose. 

 

— Cho.— La llamó, asomándose por la puerta. 

 

— ¿Sí? — La chica se detuvo. 

 

— Quería saber si... — Titubeó.— ¿Te gustaría ir conmigo al baile? — Lo dijo tan rápido que apenas y se entendieron sus palabras. El ruido que provocaban las lechuzas tampoco ayudaba. 

 

— Lo siento, pero no te entendí.— Se veía algo apenada. 

 

— Lo que dije fue, que quería saber si te gustaría ir al baile conmigo.— Está vez lo dijo bien, claro y sin prisas. 

 

— Oh.— No se veía exactamente emocionada, más bien parecía estar incómoda.— Harry, lo lamento, pero alguien ya me invitó. Y le dije que sí. 

 

En definitiva se podía sentir la incomodidad alrededor de ambos. Harry asintió en dos ocasiones, con una expresión algo apenada sobre su rostro. 

 

— Descuida. Sí, entiendo.— Trató de sonar lo más relajado posible.— No hay problema. Gracias. 

 

No sabía que más decir o hacer ahora que lo habían rechazado, así que comenzó a caminar en dirección a las lechuzas. 

 

— ¿Harry? — La voz de Cho lo hizo detenerse y girarse en su dirección.— En verdad, lo lamento. 

 

Esbozó una leve sonrisa y volvió a darse la vuelta, yéndose por las escaleras. Harry suspiró con derrota, pasó sus manos por su cabello, alborotándolo aún más. 

 

— Eso fue terrible.— Otra voz llamó su atención. 

 

— Parkinson.— Respondió. Llevaba puesto un largo abrigo en color negro y la bufanda de Slyhterin se encontraba sobre su cuello. 

 

— No quise interrumpir la conversación así que esperé en las escaleras.— Así que ella había escuchado todo, genial. Ahora quería que la tierra se lo tragara. 

 

— Sí, bueno, no me fue muy bien.— Admitió con resignación.— Conseguir pareja para el baile esta siendo más complicado de lo que creí. 

 

Pansy terminó de subir el último escalón y pasó junto a él para entrar a la lechucería. Una lechuza de plumaje tan blanco como la nieve se aproximó a ella tan pronto como la vio llegar, la chica la acarició en respuesta. Le dio un bocadillo y después le entregó un sobre, la lechuza se alejó emitiendo su característico ulular. 

 

— Bueno, media escuela te odia ahora ¿No es así? — Se giró para verlo, pudo notar una pequeña mueca de molestia en el rostro del chico. Sonrió ligeramente y se cruzó de brazos.— Llévame a mí.

 

— ¿Qué? — La miró con asombro e incredulidad, para su sorpresa, Parkinson parecía estar diciéndolo en serio.— ¿Qué quieres...

 

— No tienes pareja para el baile.— Recalcó con obviedad pero sin burla.— Eres un campeón, no puedes aparecerte solo, sería patético. 

 

Harry rodó los ojos con molestia al escucharla, claro que debía insultarlo, ya llevaban más de dos segundos de conversación y ella se había estado comportando demasiado amable en todo ese tiempo. 

 

— Ya que soy patético deberías considerar buscar otra pareja.— Sujetó su mochila con la intención de darse la vuelta e irse. 

 

— Nunca dije que tú fueras patético.— Lo corrigió.— Dije que si llegabas sin acompañante sería algo patético. Por eso deberías invitarme a mí. 

 

— ¿Por qué? — La curiosidad siempre fue una de sus emociones más constantes.— ¿No arruinaría tu reputación aparecer conmigo en el baile? Soy un mentiroso necesitado de atención, después de todo. 

 

— Sólo los estúpidos creen que realmente pusiste tu nombre en ese cáliz.— Su respuesta lo tomó por sorpresa. 

 

Había recibido insultos y miradas cargadas de desdén desde que su nombre salió del estúpido cáliz, pero él nunca quiso eso en primer lugar. Los profesores no le creían, sus compañeros de casa no le creían, incluso Ron, a quien consideraba un hermano se había negado a creerle y luego estaba Pansy Parkinson, una Slytherin, diciéndole que le creía cuando decía que él no tuvo nada que ver con lo sucedido en la selección de campeones. 

 

— ¿De verdad crees que no tuve nada que ver con la selección de campeones? — Preguntó nuevamente.

 

— Potter, aún recuerdo la expresión de horror en tu rostro cuándo Dumbledore mencionó tu nombre en la selección.— Metió las manos a los bolsillos de su abrigo antes de continuar.— Por cierto, felicidades por haber superado la primera prueba. 

 

— Gracias.— Recordar al dragón le revolvió un poco el estómago, Hagrid podría amar a esas bestias, pero él prefería tenerlas lejos. 

 

— ¿Entonces? — Continuó la chica.— ¿Me invitarás o no? 

 

— ¿Por qué quieres ir conmigo? — Realmente tenía curiosidad. Ella era Pansy Parkinson, seguramente ya una docena de chicos la habría invitado.— ¿Qué pasa con Malfoy? 

 

Pansy hizo una suave mueca y dio unos cuantos pasos hacia él. El color olivo de sus ojos logró distraerlo momentáneamente. 

 

— Draco es un idiota.— Casi quiso reír ante sus palabras. Ella volvió a cruzarse de brazos.— Escuché que te molestó el otro día, aunque el profesor Moody se encargó de reprenderlo. 

 

Una sonrisa llena de diversión apareció sobre su rostro al recordar aquello, Draco Malfoy transformado en un hurón, lo mejor que vio en lo que va del año. 

 

— Se lo merecía.— Agregó Harry aún sonriente. 

 

— Definitivamente.— Pansy estuvo de acuerdo. — Que entremos juntos al baile será la venganza perfecta ¿Qué dices? 

 

Lo pensó. Él necesitaba una pareja para el baile y ella quería, por alguna razón, vengarse de Malfoy. Le parecía un plan maravilloso. 

 

— Pansy.— La llamó, usando su nombre por primera vez.— ¿Te gustaría ir conmigo al baile de navidad? 

 

La vio sonreír y algo en él se sintió diferente. Fue una sensación extraña, algo le burbujeó en el estómago, era la primera vez que experimentaba algo similar. 

 

— Me encantaría ir contigo.— Aceptó con gusto.— Harry.

 

El burbujeó empeoró, sujetó fuertemente su mochila contra su estómago, como si con eso pudiera controlar aquella sensación. 

 

— Perfecto.— Finalmente tenía una pareja. No había esperado que fuese la mismísima Pansy Parkinson, pero al menos ya no iría solo. 

 

— ¿Cómo van tus clases de baile? — Notó como el rostro del chico se torcía con incomodidad.— ¿Así de mal? 

 

— La profesora McGonagall es muy exigente.— Y no mentía, las lecciones fueron desastrosas, los chicos, o al menos la mayoría, simplemente no podían seguir el paso.

 

— ¿Quieres que te ayude con eso? — Ofreció con tranquilidad. 

 

— ¿Qué? — La vio burlarse por el tono de asombro en su pregunta. 

 

— Para practicar ¿Quieres que te ayude? — Notó como se debatía en aceptar su oferta.— Soy muy buena, lo juro. Practiqué ballet gran parte de mi infancia. 

 

— Está bien.— Con esos antecedentes ¿Cómo podía negarse? Además, realmente necesitaba esas lecciones y sería mejor aprender de Pansy que de McGonagall. 

 

— Entonces yo te busco.— Comenzó a caminar hacia la salida de la lechucería.— Lleva los zapatos que usarás para el baile, necesitas acostumbrarte a ellos. 

 

— Como órdenes.— No iba a contradecirla, ella era la que tenía más experiencia en ese tipo de eventos. 

 

La vio sonreír con diversión ante sus últimas palabras, alzó la mano para despedirla y ella le devolvió el gesto. Ahora debía contarle a Ron, esperaba que su amigo hubiese tenido suerte al encontrar a alguien.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

— Olvídalo Daphne.— Refunfuñó Millie, lanzando una prenda de ropa sobre su cama.— Soy una pérdida de tiempo. 

 

La rubia negó ante las palabras de su amiga y se acercó a ella, sentándose a su lado. 

 

— Estas siendo cruel contigo misma.— Su voz estaba llena de suavidad.— Te la pasas diciéndonos cosas lindas a Pansy y a mí, pero nunca te las dices a ti misma. 

 

El rostro de Millie se torció en una expresión de incomodidad, la mirada de Daphne seguía puesta en ella, esperando alguna clase de respuesta a sus palabras. 

 

— No soy como ustedes Daphne.— Admitió con dolor en su voz.— No soy sangre pura, mi familia no cuenta con las mismas conexiones o riquezas que las suyas , y tampoco soy excepcionalmente bonita, mi rol es pasar desapercibida. 

 

Algunas personas nacían con la habilidad de brillar sin hacer mucho esfuerzo en ello, simplemente tenían "algo". Daphne era muy popular entre los estudiantes de Slytherin, su familia tenía prestigio y tanto ella como Astoria no tenían que envidiarle belleza a nadie, luego estaba Pansy, que era reconocida como la "Princesa de Slytherin" por prácticamente todo Hogwarts, con sus calificaciones seguramente sería prefecta, era hermosa y su padre gozaba de tanta influencia en el Ministerio de Magia que hasta el propio Ministro debía tener cuidado con lo que hacía o decía en su presencia. 

 

— Millie.— Daphne la llamó con ternura.— ¿Te estás escuchando? Nosotras jamás te vimos como alguien inferior, eres nuestra amiga, por Merlín. 

 

— Lo sé, sé que ustedes son mis amigas y jamás me han dicho algo para pensar lo contrario, pero... — Bajó la mirada al suelo.— Es sólo que así me siento. Y me odio por eso. 

 

Era la peor amiga del mundo, ¿Cómo se atrevía a sentir celos de sus amigas cuando ellas no han sido más que buenas con ella? No las merecía. Daphne la rodeó, abrazándola para consolarla, pudo sentir como Millie le devolvía el gesto, abrazándola con fuerza. 

 

— Millie, tú eres increíble, así que no dejes que nada ni nadie te haga sentir lo contrario ¿De acuerdo? — Daphne la estrujó aún más, haciendo que Millie se riera un poco.

 

— Me dejas sin aire, Daph.— Se quejó entre risas. 

 

— Respóndeme y te suelto.— Ambas chicas comenzaron a reír. 

 

— Bien.— Aceptó.— Soy increíble y quien piense lo contrario no es más que un imbécil. 

 

— Correcto.— La rubia finalmente la soltó.— Ahora, volvamos al asunto del baile.— Se puso de pie mientras señalaba la cama.— Elige un vestido. 

 

La chica observó las diferentes opciones que se encontraban puestas sobre su cama, antes de su pequeño colapso había pasado horas tratando de decidir qué vestido usar. Daphne se había ofrecido a ayudarla, apreciaba sus consejos, pero también reconocía que su amiga era muy exigente con la ropa. 

 

— Me gusta éste.— Tomó el vestido violeta que se había probado antes.— Es bonito. 

 

— ¡Te quedará perfecto, Millie! — Aplaudió la rubia. La emoción de Daphne la hizo sonreír.— Ahora debemos ver los peinados. 

 

El sonido de la puerta abriéndose las hizo girar, era Pansy. Las miró a ambas con extrañeza y fue entonces que notó los vestidos sobre la cama. 

 

— ¿Son sus vestidos? — Se acercó a ellas con emoción en sus ojos.— Son lindos.— Remarcó mientras sonreía al verlos. 

 

— Lo son.— Daphne estuvo de acuerdo.— Estuve pensándolo, y creo que iré de azul. 

 

— ¿Azul? — La rubia asintió.— Te quedará bien. 

 

— ¿Qué hay de tu vestido, Pansy? — Preguntó Millie con curiosidad. 

 

Daphne intercambió miradas nerviosas con sus amigas, se había olvidado de mencionarle a Millie lo que había pasado entre Draco y Pansy. 

 

— Millie... — Sus palabras fueron interrumpidas. 

 

— Quiero que sea una sorpresa, así que tendrán que esperar hasta el día del baile.— Agregó Pansy con entusiasmo.— Aunque sí hay algo que quiero decirles. 

 

— ¿Qué es? — Preguntaron ambas al mismo tiempo. 

 

Una expresión de victoria y diversión apareció en el rostro de Pansy, comenzó a caminar por el dormitorio, Daphne y Millie la miraban como si de repente se hubiese vuelto loca. 

 

— Iré al baile de navidad con Potter.— Finalmente les confesó. 

 

— ¡¿Qué?! — Gritó Daphne. Millie quien estaba a su lado se asustó ante su reacción. 

 

— ¡Daphne! — Regañó a la rubia.— Por Merlín, ten piedad de mis tímpanos. 

 

— ¡Pues lo lamento, pero creo que mi reacción está justificada! — Alegó. Volvió a fijarse en Pansy.— ¿Lo dices en serio? ¿Potter? 

 

— Fue un acuerdo entre ambos.— Trató de explicarles.— Él necesitaba una acompañante y yo quería vengarme de Draco. 

 

— ¿Qué hizo Malfoy? — Millicent preguntó confundida. 

 

— Invitó a una chica de Beauxbatons al baile.— Daphne respondió con una mueca. 

 

La confusión de Millie pasó a convertirse en ofensa ¿Cómo se atrevía Draco Malfoy a llevar a una chica de Beauxbatons, teniendo a Pansy Parkinson justo a su lado? 

 

— Es un idiota.— Murmuró la castaña. 

 

— Ya no importa.— Pansy le restó importancia. Se sentó sobre su propia cama y comenzó a balancear los pies.— No creo que ir con Potter sea algo malo, él... — Pensó que decir.— Es buena persona.— Concluyó con una leve sonrisa. 

 

— Bueno, al menos ir con él te garantiza protagonismo.— Daphne señaló el punto a favor.— Entrarás del brazo de un campeón. 

 

— Y Malfoy lo estará viendo todo.— Millie se encargó de agregar mientras sonreía con diversión. 

 

Las tres intercambiaron miradas silenciosas, pero sabían muy bien lo que pensaban; sería todo un escándalo. Pero al mismo tiempo, valdría la pena todo el drama ocasionado, Daphne dejó escapar una pequeña carcajada que pronto dio paso a que todas comenzaran a reír de manera escandalosa.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Había permanecido recostado sobre uno de los sofás de la sala común, abrazando el huevo que ganó durante la primera prueba, aún seguía repitiendo en su cabeza la interacción que había tenido con Parkinson. ¿Realmente iría con ella al baile? ¿No era alguna clase de trampa o sí? Una parte dentro de él lo dudaba, ella se había mostrado seria y sincera. 

 

— Tranquilo Ron.— Ginny acababa de entrar a la sala común acompañada por Ron y otras chicas de años menores. El chico se veía pálido y era prácticamente llevado por su hermana, como si no pudiese moverse por si mismo.— Cálmate, no pasa nada. 

 

— ¿Qué te pasó? — Le preguntó mientras se levantaba del sofá y caminaba hacia él. 

 

— Es que invitó a Fleur Delacour.— Explicó Ginny con preocupación. 

 

— ¿Qué? — Hermione estaba impactada. Se hincó para ver a Ron, quien seguía en shock sentado sobre uno de los sofás. 

 

— ¿Qué te dijo? — Preguntó Harry completamente curioso por saber si su amigo había tenido suerte. 

 

— Que no, por supuesto.— Hermione respondió por el pelirrojo. Sin embargo, Ron negó con lentitud.— ¿Te dijo que sí? — Volvió a preguntar, esta vez con asombro en su voz. 

 

— No seas tonta.— Ron finalmente habló.— Ella iba caminando. Con lo que me gusta verla caminar.— Dijo en un tono casi soñador.— Y no pude evitar preguntarle. 

 

— De hecho, se lo gritaste.— Ginny lo corrigió.— Fue algo aterrador. 

 

— ¿Y luego que hiciste? — Harry lo animó a continuar con su relato. 

 

— ¿Qué hice? Salí huyendo.— Narró con derrota.— No estoy hecho para esto. 

 

Ver lo abatido que se sentía Ron lo hizo tener simpatía por él, pasó por lo mismo cuando se atrevió a pedírselo a Cho y ésta lo rechazó diciendo que ya había aceptado la propuesta de otro chico. Sin embargo, la oferta de Parkinson lo había salvado, su amigo necesitaba que alguien también lo salvara. 

 

— Hola, Harry.— Las gemelas Patil lo saludaron al unísono, pasando por detrás de él. 

 

Las vió irse mientras compartían miradas y sonrisas cómplices, él no dijo nada, simplemente volvió a dirigir su atención a Ron y entonces, una idea surgió en su cabeza. 

 

— ¡Oigan! — Las llamó mientras caminaba tras ellas.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Pasar las tardes en la biblioteca no era algo que le fascinara, obviamente Hermione era la única que tenía una opinión diferente. Ron estaba casi dormido sobre los libros y pergaminos, quería irse, pero no sabía a donde. 

 

— ¿Ya terminaste Harry? — La mirada de Hermione se clavó en él con curiosidad. 

 

— Sí.— Mintió.— Sólo estoy esperando a Ron.— Señaló a su amigo, que estaba prácticamente babeando sobre un libro. 

 

Ella le lanzó una mirada de "¿Es en serio?", rodó los ojos y volvió a enfocarse en su ensayo. Harry suspiró con resignación y se recargó contra el respaldo de la silla, dio un vistazo por los alrededores de la biblioteca y notó algo, era Pansy. Se encontraba junto a las mesas del fondo y parecía estar despidiéndose de sus amigas, Greengrass y Bulstrode. 

 

Sus miradas se cruzaron por casualidad, la vio hacerle una señal para que se acercara, se puso de pie tan rápido que terminó asustando a Hermione. 

 

— ¿Qué haces? — Le murmuró con molestia mirando en dirección al escritorio de Madame Pince.

 

— Lo siento.— Se disculpó usando un tono más suave.— Iré a buscar algo, me voy a tardar así que no tienen que esperarme. 

 

— ¿Algo? — Podía notar la duda en la mirada de Hermione. 

 

— Dragones.— Dijo.— Tal vez así descubra cómo abrir el huevo. 

 

Eso pareció convencer a su amiga, simplemente le dio un pequeño movimiento de cabeza y volvió a lo suyo, Harry agradeció eso. Caminó en dirección a Pansy, tratando de actuar lo más normal posible, llegó y tan pronto lo hizo, ella lo jaló hacia los estantes. 

 

— Que difícil es encontrarte solo.— Se cruzó de brazos.— Tenemos poco tiempo antes de baile ¿Lo sabías? 

 

— Bueno, sí... — No sabía que decirle. Ron no lo dejaba en paz y se la pasaba preguntándole por quien sería su pareja.— Lo lamento. 

 

— Te perdono.— Le respondió con una pequeña sonrisa.— Debemos practicar o de lo contrario no estarás listo a tiempo. 

 

— ¿Y en dónde? — Eran de casas diferentes y encontrarse podría ser difícil. 

 

— En el tercer piso. Hay un aula vacía cerca de la sala de trofeos, podemos usarla.— Se había inclinado un poco hacia él, para evitar que alguien los escuchara. 

 

Harry apenas y pudo escucharla, estaba más concentrado en lo bien que olía su perfume. La primera vez que lo notó fue cuando ambos se habían encontrado en la lechucería y el olor lo siguió por días. 

 

— ¿Harry? — Lo llamó por su nombre al ver que permanecía quieto y sin decirle nada. 

 

— ¿Sí? — Sus ojos la miraban con agitación. 

 

— ¿Escuchaste lo que dije? — Él sólo atinó a asentir en respuesta.— De acuerdo, te veré ahí ésta noche. Recuerda llevar tus zapatos. 

 

La vio pasar a su lado, yéndose con completa calma y rectitud. Y luego estaba él, que sentía como el aroma de su perfume lo ponía inquieto y le provocaba aquella sensación de burbujeó en la boca del estómago. 

 

— Debería visitar a Madam Pomfrey.— Dijo para sí mismo.

 

Algunas horas pasaron desde su encuentro con Pansy en la biblioteca. Se había escapado con dificultad de sus amigos, más bien de Hermione, lo había estado observando de forma extraña desde lo sucedido en la biblioteca. 

 

Terminó de subir las escaleras justo cuando éstas comenzaron a cambiar de lugar, llegó al pasillo y no tardó mucho en encontrarla. Estaba de pie, recargada contra la pared y con sus brazos cruzados, aún llevaba puesto su uniforme, pero se había quitado la túnica. 

 

— Pansy.— La llamó. Ella se giró en su dirección y se enderezó. 

 

— Hola, Harry.— Se encargó de saludarlo mientras le brindaba una leve sonrisa.— ¿Estás listo? 

 

Asintió con tranquilidad. Ella se dio la vuelta y abrió la puerta usando alohomora, curiosamente el aula se encontraba completamente vacía, no había mesas o sillas, aunque tampoco se veía sucia o abandonada. 

 

— ¿Lo haremos sin música? — Vio como Pansy se ponía en medio del aula. 

 

— Ven.— Extendió su mano para que él la tomara.— Los vals llevan un tiempo sencillo, basta con seguir un patrón de "uno, dos, tres" 

 

Harry se acercó a ella, tomando la mano que le había ofrecido la chica. Pansy colocó su otra mano sobre el hombro de Harry, aumentando aún más la cercanía entre ambos. 

 

— Debes colocar tu otra mano sobre mi cintura.— Lo vio dudar, pero finalmente lo hizo. La tomó por la cintura.— Empezaremos lento, sólo intenta seguir mis pasos. 

 

Comenzó a moverse lentamente, tratando de mostrarle cómo debía seguirla, acentuó el primer paso y los dos siguientes fueron más suaves, el chico se enredó un poco la primera vez, pero conforme continuaban lo hacía bastante mejor. Pansy desvió la mirada a los pies de Harry, sus zapatos de gala brillaban, como si estuvieran recién lustrados, los había llevado, tal y como ella se lo había pedido. 

 

— Aprendes bastante rápido.— Halagó su esfuerzo. 

 

— Es por ti, tenías razón al decir que eras buena enseñando.— La elogió de vuelta mientras sonreía. 

 

— Debía asegurarme de que no terminemos haciendo el ridículo.— Pansy le respondió con un tono divertido. 

 

Progresaron con rapidez, el chico ya era capaz de llevar el ritmo por si mismo sin problema alguno. Estando tan cerca de ella pudo notar algunas cosas; tenía pestañas largas, su piel lucía tersa, sin ninguna peca o marca de nacimiento y sus ojos, había algo en ellos que parecía hipnotizarlo. 

 

— ¿No te molesta que te vean conmigo en el baile? — Era una pregunta que había estado albergando en lo más profundo de su mente. 

 

— No.— Respondió, tal vez con demasiada rapidez.— Con quién asista al baile es sólo asunto mío. 

 

Otra cosa que había descubierto recientemente sobre Pansy Parkinson, era lo segura y firme que se mantenía cuando se trataba de sus decisiones. Le gustaba eso, demostraba carácter, entonces recordó momentáneamente la ocasión en la que ella había salido en su defensa contra los Hufflepuff.

 

— Espero con ansias el día del baile.— Las palabras se le habían escapado de imprevisto. Fueron un pensamiento impulsivo, algo que venía de lo más profundo de él. 

 

— Yo igual.— Replicó con una sonrisa sincera. 

 

Él le sonrió de vuelta, cada vez que la veía sonreír de esa manera; tan sincera, tan pura y hermosa, sentía que algo en él podía explotar. Se veía realmente bonita cuando le sonreía así, de repente, su impaciencia por el baile no hizo más que crecer.

Notes:

¡Muchas gracias por seguir leyendo mi historia! ✨

Chapter 6: Yule Ball: baile de navidad

Summary:

El día del baile finalmente ha llegado y con el nuevos recuerdos maravillosos.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

No dejaba de contemplar la imagen que le mostraba el espejo frente a él, intentaba arreglar su ridículo moño, los olanes en la parte frontal de su camisa lo hacían ver ridículo. 

 

— ¡Maldición! — Se quejó en un murmullo mientras observaba su reflejo.— Maldición... ¿Qué es esto? 

 

Harry ingresó al dormitorio con su cepillo de dientes aún en la mano, se topó con que Ron ya se encontraba vestido y no parecía muy feliz. Vio por el espejo como el moreno entraba a los dormitorios y observándolo de pies a cabeza se giró bruscamente para encararlo. 

 

— ¿Qué es eso? — Preguntó alarmado. Harry comenzó a observarse a sí mismo con preocupación.— ¿Qué traes puesto? 

 

— Mi traje de gala ¿Por qué? — Respondió confuso. 

 

— Porque luce genial.— Se quejó Ron.— Sin encajes u olanes. 

 

— Bueno, Ron.— Se acercó a su amigo, examinando su vestimenta.— El tuyo es más tradicional.— Trató de halagarlo. 

 

— ¿Tradicional? ¡Es arcaico! — Reprochó el pelirrojo.— Luzco como mi tía abuela Tessie.— Alzó uno de sus brazos para poder olerlo.— Apesto como mi tía abuela Tessie.— Se giró de nuevo al espejo, contemplando una vez más su vestimenta.— Mátame, Harry. 

 

No tenía caso que siguieran quejándose, no podían escapar ahora. Ambos se apresuraron al Gran Comedor, el lugar había sido decorado acorde al evento, un bello baile de navidad. Mientras bajaban por las escaleras se percataron de que ya la mayoría de los asistentes habían llegado y se apuraban para poder entrar. 

 

— Ya deja eso.— Harry reprendió a Ron, quien no dejaba de moverse el moño de la túnica. 

 

— Pobre.— Comenzó Ron.— Apuesto a que debe estar sola en su habitación llorando. 

 

— ¿Quién? — Harry lo miró confundido. 

 

— Hermione.— Respondió su amigo.— Piénsalo, Harry ¿Por qué crees que no nos dijo con quién vendría? 

 

— Porque nos habríamos burlado de ella.— Contraatacó. 

 

— Porque nadie la invitó.— Ron lo corrigió.— Yo la habría invitado si no fuera tan orgullosa. 

 

Notaron como un grupo de tres personas se acercaba a ellos, eran las gemelas Patil y Seamus. Harry había logrado que Padma aceptara ser la pareja de Ron, Parvati le había insinuado que quería ir con él, pero Harry tuvo que decirle que ya tenía una pareja, para suerte de todos, Seamus terminó invitándola después, así que ambas hermanas y Ron terminaron encontrando con quién asistir al baile. 

 

— Hola muchachos.— Ambas los saludaron. 

 

— Ron.— Seamus lo miró atentamente.— Que exótico, me gusta.— Dijo con una sonrisa sincera. 

 

— Te da un aire...— Padma se detuvo por unos segundos.— Elegante. 

 

Su charla se vio interrumpida por la profesora McGonagall, quien se acercó con prisa a ellos, o más específicamente a Harry. 

 

— Ahí está. ¿Ya está listo? — Su pregunta fue dirigida a Harry. 

 

— ¿Listo para qué? — Su confusión fue más que obvia. 

 

— Para bailar.— Respondió la profesora.— Es tradición que los tres campeones, o en este caso cuatro, abran el baile. Estoy segura de que se lo dije. 

 

— No.— Su tono fue apenas notable. Los nervios estaban volviendo. 

 

— Bueno, pues ahora ya lo sabe.— Observó al resto de Gryffindors a su alrededor.— Y usted, señor Weasley, junto con el señor Finnigan, pasen al Gran Comedor junto a las señoritas Patil. 

 

Los dejó para darse la vuelta y buscar al resto de campeones. Ron se despidió de él con un pequeño movimiento de cabeza y en compañía de Seamus escoltaron a las chicas al interior del Gran Comedor. 

 

Vio como la profesora se encargaba de acomodar a los otros tres campeones y a sus acompañantes frente a la puerta del Gran Comedor. Se dio cuenta de que Fleur Delacour iba acompañada por Roger Davies, notó también, que fue Cedric quién había invitado a Cho. 

 

Se dio la vuelta, ansioso por la procesión de apertura para el baile. Cuando enfocó su mirada en las escaleras sintió un nudo en la garganta, Pansy había llegado y se veía hermosa, aunque probablemente se quedaba corto de palabras. Se veía simplemente magnífica, llevaba puesto un lindo vestido en color rosa pálido con pequeños detalles de flores y lo que parecían ser perlas. El cabello lo llevaba recogido en un moño que desbordaba elegancia, era como ver a una princesa sacada de un cuento de hadas. 

 

— Lamento la espera.— Habló apenada.— Pero Daphne no me dejaba ir. Dijo que tenía que estar perfecta. 

 

— Y lo estás.— Le respondió sin pensarlo.— Estás muy bonita.— Extendió su mano. 

 

— Gracias.— Le agradeció con una suave sonrisa y aceptó sin dudar la mano que le había ofrecido. 

 

Ambos se acercaron hasta dónde se encontraba la profesora McGonagall, la mujer les lanzó una mirada que Harry no supo bien cómo descifrar, era entre asombro y emoción. 

 

— Señor Potter, Señorita Parkinson.— Los saludó.— Por favor, colóquense detrás del Señor Diggory y la Señorita Chang. 

 

Obedecieron la indicación de la profesora, Cedric y Cho los saludaron con una sonrisa cuando pasaron a su lado. Pensó, ingenuamente, que su nerviosismo no podría aumentar más, pero se había equivocado. Tener a Pansy tomada de su brazo lo estaba poniendo más nervioso que el mismo evento en sí. 

 

— ¿Estás nervioso? — Se sorprendió al sentir como le susurraba aquella pregunta.

 

— La profesora McGonagall olvidó mencionar el hecho de que tendríamos que abrir el baile para los demás.— Ella solamente asintió al escucharlo.— ¿Lo sabías? 

 

— Era obvio.— Se burló.— Creo que eras el único que no tenía idea. 

 

— ¿Por qué no lo mencionaste antes? — Apartó la vista de enfrente para poder verla a ella. 

 

— ¿Qué te preocupa? Vienes conmigo, no dejaré que falles.— Le prometió con una gran sonrisa y un guiño. 

 

A veces sentía que estar cerca de ella lo volvía loco, sentía cosas raras a las que no estaba acostumbrado y se ponía demasiado observador a los pequeños detalles relacionados con ella. Frente a él, notó cómo Hermione se encontraba junto a Viktor Krum, vio a su amiga sonreírle de manera complice, probablemente estaba sorprendida de verlo junto a Pansy. 

 

Las puertas del Gran Comedor se abrieron de par en par, empezaron a avanzar al interior, todo el lugar estaba bellamente decorado, estatuas de hielo y decoraciones que dejaban ver la magia. Al ser los campeones fueron recibidos por un montón de aplausos, conforme avanzaban hacia la pista de baile, Harry pudo notar como las miradas de asombro y murmullos comenzaban a notarse. 

 

Entre el público de estudiantes, Ron observó con inmenso asombro como sus amigos ingresaban del brazo de Viktor Krum y Pansy Parkinson. 

 

— ¿Es Hermione Granger? ¿Con Viktor Krum? — Padma los miraba incrédula. 

 

— ¿Y Harry junto a Pansy Parkinson? — Parvati se unió a su hermana.— Ella se ve espectacular. Ambas lo hacen, realmente. 

 

La pista comenzó a despejarse, el resto del alumnado se había apartado para dejarle espacio a los protagonistas de la noche, los cuatro campeones. Tomaron lugar en la pista, justo donde todos podían verlos, el profesor Flitwick estaba a cargo de la orquesta y lucía muy contento de estarlo. 

 

— ¿Listo, Harry? — Pansy ya se había acercado a él, colocando su mano sobre su hombro.— Sólo recuerda nuestras prácticas. 

 

Dejó escapar un suspiro, recomponiéndose de su nerviosismo. Llevó su mano hasta la cintura de la Slytherin, listo para comenzar. Las manos del profesor Flitwick se alzaron, dándole a la orquesta la señal para que comenzaran a tocar la melodía que le daría inicio al baile. 

 

El ritmo era muy similar al que Pansy le había enseñado a bailar, seguirlo fue más sencillo de lo que pensó. Ambos estaban moviéndose con una fluidez tan natural que hasta él mismo estaba sorprendido, alzó a Pansy en una de las vueltas y la escuchó reír suavemente debido al gesto. 

 

Pronto, más personas comenzaron a unirse, el profesor Dumbledore había sacado a bailar a la profesora McGonagall e incluso Igor Karkarov invitó a otra profesora a la pista. Todos parecían disfrutar del festivo ambiente, la música no tardó mucho en cambiar a algo más movido y "moderno" para adolescentes de su edad, la banda logró hacerlos saltar y gritar mientras disfrutaban de su acto, incluso el profesor Flitwick que había sido alzado era pasado entre la ola de estudiantes que vivían el momento.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Cuando llegó escoltando a su cita al Gran Comedor, pensó que la noche sería espléndida. Su madre se había encargado de conseguirle una elegante y costosa túnica de gala, adecuada para su primer evento formal en Hogwarts. Camille, la estudiante de Beauxbatons a quién había invitado, llevaba puesto un bonito vestido plateado, pensó que causaría envidia al resto de estudiantes. 

 

Pero entonces la vio entrar a ella, del brazo de Potter, con una estúpida sonrisa sobre su rostro, completamente feliz. Vio como bailaba con el tipo a quien más odiaba en todo Hogwarts, todos mantenían la vista sobre ambos, eran el centro de atención. 

 

— ¿Está todo bien, Draco? — El marcado acento francés de Camille en su pregunta llamó su atención. 

 

— Sí.— Respondió de manera algo tajante.— ¿No quieres tomar algo? 

 

La chica ladeó levemente el rostro, intentando comprender el cambio de humor en el chico. 

 

— De acuerdo.— Le sonrió tenuemente por mera educación. 

 

Caminaron hasta una de las mesas más cercanas y la chica tomó asiento en una de las sillas. Draco seguía buscando con la mirada a Pansy y a Potter entre la multitud de personas que se movían por la pista, los encontró rápidamente, bailando y sonriéndose mutuamente. 

 

— ¿Traerás la bebida? — Camille preguntó. No obtuvo respuesta de Draco, él continuaba con la vista clavada en la pista de baile.— ¿Draco? — Lo llamó con un volumen más alto. 

 

El platinado se dio la vuelta para mirarla, había cierto desinterés en sus ojos, la chica pudo notarlo. 

 

— ¿Te molestaría si me uno a mis amigas? — Señaló un grupo de chicas al otro lado de la pista. 

 

— Para nada, adelante.— Su respuesta fue una confirmación a lo que ella ya temía. 

 

Cuando él tuvo la iniciativa de invitarla al baile, se sintió soñada. Draco Malfoy cumplía con las características que ella buscaba en una pareja; era alto, guapo y poseía un porte elegante. Pensó que sería un acompañante perfecto y por un rato lo fue, hasta que comenzó a actuar de manera extraña. 

 

Se levantó de la silla con lentitud, esperando a que él le dijera algo, pero se mantenía estoico. Comprendió entonces que sólo perdería su tiempo, se despidió del chico con un pequeño gesto y se apresuró a ir con sus amigas. 

 

Draco la vio alejarse, atravesando la pista para llegar junto a las otras chicas de Beauxbatons, ellas la recibieron alegremente y comenzaron a bailar en grupo, de manera desordenada, pero se veían contentas. 

 

— ¿Te diviertes? — Blaise acababa de llegar junto a él. 

 

— Claro, es la mejor noche de mi vida.— Expresó con sarcasmo. 

 

— Bueno, eres tú quien decide si pasarla bien o no.— Comentó su amigo antes de darle un sorbo a su bebida.— ¿Y tu pareja? — Cuestionó al no ver a la chica junto a su amigo. 

 

— Con sus amigas.— Metió las manos a los bolsillos de su pantalón.

 

— ¿No debería estar junto a ti? — Blaise notó que Draco seguía observando la pista. 

 

— ¿Por qué aceptó venir con él? — Malfoy le preguntó a su amigo, girándose hacia él. 

 

El moreno frunció el ceño, sin tener idea de lo que Draco quería decir. Entonces apuntó a la misma dirección en la que lo hacían los ojos del peliplateado, Pansy bailando junto a Potter, saltando y alzando las manos mientras animaban a la banda. Se dio cuenta de que incluso Daphne, Millicent y Nott parecían celebrar junto a ellos, eso sí que era una sorpresa. 

 

— Porque él sí tuvo el valor de invitarla.— Su respuesta causó molestia en Draco. 

 

Desconocía en qué momento Pansy y Potter se habían vuelto tan cercanos, pero si tenía que ser honesto, ahora que los observaba desde lejos podía notar lo cómodos que se veían uno junto al otro. Su respuesta a la pregunta de Draco también fue una manera de reprenderse a sí mismo, él tampoco había tenido el valor suficiente para invitar a Millicent, lo había intentado, pero se terminó acobardando. 

 

Ahora debía ver como algún idiota de Durmstrang la tomaba de la mano para invitarla a bailar, el único culpable de eso era él. En el fondo sabía que Malfoy estaba pasando por lo mismo, sólo que Draco era demasiado orgulloso como para aceptarlo, aunque fuese sólo para sí mismo.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Hizo girar a Pansy una vez más, provocando que ésta soltara una risa llena de júbilo. Sus ojos parecían estrellas, vibrantes, resplandecientes y sus mejillas, ahora más sonrojadas debido a lo mucho que había bailado. La imagen de ella sonriendo, disfrutando del momento y luciendo completamente hermosa parecía grabarse a fuego en su mente, con la intención de recordarla por siempre. 

 

Se alejó de él, soltando su mano, una clase de despedida momentánea, la vio ir en dirección a sus amigas, uniéndose a ellas para bailar al ritmo de la música. Él mismo se tomó un momento para descansar, logró ver a lo lejos como Ron se encontraba sentado, solo en una de las mesas del rincón. 

 

— ¿Qué pasa? — Le preguntó una vez que estuvo frente a él. 

 

El pelirrojo elevó la vista, tenía el ceño fruncido y no parecía estar muy contento, terminó cruzándose de brazos en expresión de enfado. 

 

— Hermione y tú parecen estar disfrutando mucho del baile.— Declaró con obvia molestia.— Pavoneándose por todos lados con el enemigo, ambos. 

 

La expresión de Harry decayó al escuchar las palabras de Ron. Otra vez se ponía amargado con él, molesto sin ninguna razón. 

 

— ¿Enemigo? — Repitió con frustración.— ¿El enemigo de quién, Ron? 

 

— ¡Pues tuyo, claro! — Respondió exasperado.— Krum compite contra ti en el Torneo.— Señaló.— Y Parkinson... ¿Ya se te olvidó que se la pasaba detrás de Malfoy? 

 

— Pero ella no vino con él ¿O sí? — Defendió Harry.

 

Hermione, ajena a la tensión que se cernía sobre sus amigos, se aproximó a ellos con una sonrisa radiante, pero se desvaneció al ver que algo estaba pasando entre ellos. 

 

— ¿Por qué tienen esa expresión? — Los miró a ambos. 

 

— Ron está molesto con nosotros.— Le informó Harry, su tono fue frío.— Aparentemente ahora somos unos traidores. 

 

— ¿Por qué dirías algo así Ronald? — Había dolor en sus palabras e incluso en la manera en la que veía al chico. 

 

— ¿Por qué? — Se puso de pie.— Porque ambos parecen muy felices de estar junto a... — No terminó sus palabras. 

 

— Ron, escúchame bien.— El tono cubierto de seriedad en su voz era una advertencia.— Fui yo quién invitó a Pansy, yo la busqué a ella.— Era una mentira, pero tampoco dejaría que Ron estuviese hablando mal de la chica.— Si tienes algo malo que decir, será meramente en mí contra. No ella, sólo yo. Te recuerdo, por si lo olvidaste, que hace no mucho te disculpaste conmigo por ser un mal amigo, y te perdoné, porque eres mi amigo. 

 

Ron bajó la mirada, frunció sus labios con frustración, sus manos se habían aferrado a su túnica. Finalmente, volvió a dejarse caer sobre la silla, tuvo la valentía de encararlos nuevamente, con una mirada cargada de pena. 

 

— No me hagan caso. Me estoy volviendo loco.— Llevó sus manos hasta su cabeza, alborotando su cabello.— Sólo tomen algunos bates y golpéenme como a una bludger. 

 

Hermione le sonrió sin ganas, pero aparentemente tranquila de que la situación se hubiese resuelto. 

 

— Está bien.— La castaña trató de consolarlo.— Padma sigue en la pista, no te hará mal bailar con ella un poco. Después de todo es tu cita. 

 

Los tres caminaron de regreso al centro de la pista, Harry vio como Pansy lo saludaba alzando su mano. Se separó de sus amigos en silencio, le dio una pequeña sonrisa cuando llegó junto a ella, pero notó que la Slytherin lo miraba fijamente. 

 

— ¿Agotado? — Le preguntó al ver su expresión. Él negó. 

 

— No realmente, creo que sólo necesito algo de aire fresco.— La banda había reanudado su actuación, todos parecían estar lo suficientemente recargados como para seguir con la fiesta.

 

— Perfecto, vamos.— Se aferró a su brazo y comenzó a arrastrarlo fuera del Gran Comedor. 

 

Harry no opuso resistencia, simplemente se dejó llevar. Pasaron por la puerta, evitando chocar contra las otras personas que se encontraban junto a las escaleras cercanas al Comedor. 

 

Caminaron por los pasillos, llegando hasta el patio principal, había un silencio agradable entre ambos, no era incómodo. El aire frío de la noche los golpeó, haciendo que Harry notara que Pansy no llevaba nada que la cubriera del gélido clima, retiró suavemente su brazo, deshaciendo el agarre de la chica y antes de que ella pudiera preguntar qué pasaba, él se despojó de su túnica, colocándola con delicadeza sobre sus hombros desnudos. 

 

— Gracias.— Sus miradas volvieron a enfocarse la una sobre la otra. Dos tonos de verde, ambos brillando ante la premisa de algo más. 

 

Otra silenciosa ventisca llegó hasta ellos, pronto, pequeños y delicados copos de nieve comenzaron a caer del cielo, cubriendo de a poco el suelo. Ella volvió a tomarlo de la mano, llevándolo al centro del patio, junto a la gran fuente que ahí se encontraba, la nieve comenzó a caer sobre ellos, tintando su vestimenta de pequeñas manchas blancas. 

 

— ¿Has tenido una guerra de nieve antes? — Ella estaba muy sonriente mientras se agachaba y comenzaba a juntar nieve entre sus manos, moldeándola en pequeñas bolas.— Solía tenerlas con mis padres cada invierno, en mi infancia. 

 

No tuvo oportunidad de responderle, ella le había lanzado la bola de nieve directo al pecho, se sorprendió por unos instantes, pero se compuso con rapidez mientras esbozaba una sonrisa colmada de diversión. Hizo lo mismo que ella, comenzó a juntar nieve con sus manos, listo para lanzársela, pero Pansy no estaba dispuesta a ser un blanco fácil, empezó a correr lejos de él, rodeando la fuente, riendo con alegría. 

 

Harry la siguió, corriendo detrás de ella. Su primer tiro había fallado, estuvo muy lejos de poder darle. 

 

— ¡No es justo! — Exclamó entre risas.— Yo estaba quieto la primera vez que me diste con la bola de nieve. 

 

— Deberías darle un poco de ventaja a la dama.— Le respondió con una expresión de suficiencia. Sus manos se encontraban tras su espalda mientras se acercaba peligrosamente a él. 

 

Cuando pensó que estuvo lo suficientemente cerca, mostró lo que llevaba entre las manos, era otra bola de nieve, quiso correr hacia él, acortando aún más la distancia entre ambos y lanzarle la nieve en la cara. Sin embargo, debido a la nieve acumulada en el suelo terminó resbalándose, y gracias a sus rápidos reflejos, Harry logró sostenerla. 

 

Estaba envolviéndola entre sus brazos, casi acurrucada contra su pecho, como si fuera un tipo de abrazo. Sus ojos parecían estar destinados a siempre encontrarse, Harry había comenzado a creer que podría verlos por el resto de su vida y no le molestaría, era un sentimiento difícil de explicar. 

 

Había algo, un tipo de fuerza invisible que siempre lograba atraerlos hasta el otro, se preguntaba si sería el destino. Estando tan cerca no pudo evitar bajar la vista hasta sus labios, brillaban débilmente, seguramente se debía al maquillaje. 

 

— Parece que siempre tienes la ventaja.— No lo dijo en referencia al juego, no. Era porque, sin importar la situación, ella siempre parecía tener la ventaja sobre él; colmándolo de sentimientos y sensaciones que no entendía, cosas nuevas que lograban emocionarlo y asustarlo. 

 

Poco a poco sus rostros comenzaron a acercarse, eliminando consigo la poca distancia que los separaba. Fue un roce suave, inocente y lleno de expectativas, y después vino el beso; inexperto pero dulce. El primero de ambos.

Notes:

¡Finalmente la escena del baile! No saben cómo disfruté escribirla, espero que la disfruten tanto como yo ✨

Chapter 7: Lago Negro

Summary:

Harry se enfrenta a la segunda prueba del Torneo y a las dificultades que trae consigo.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

No sabía en dónde se encontraba, había un montón de nieve por todas partes, el lugar emitía una sensación sombría y desolada. Podía ver algunas estatuas, una en particular provocó que un escalofrío le recorriera la espalda, era la muerte, con un par de alas y una afilada hoz. 

 

La miró directo a los ojos, las cuencas estaban vacías, oscuras. De repente sintió que se transportaba a otro lugar, uno que de alguna manera le resultaba familiar. Reconocía esas escaleras, reconocía la puerta al final del pasillo y definitivamente reconocía a las personas que se encontraban tras de ella. 

 

"¡Harry, por fin!" Una voz apagada y rasposa lo llamaba. Un hombre bajito, gordo y feo se puso frente a él, era Colagusano. 

 

"Hazte a un lado, Colagusano, para que reciba bien a nuestro invitado" Cuando el hombre se apartó, siguiendo las órdenes de aquella tenebrosa voz, un rayo verde salió disparado directo hacia Harry, asustándolo y haciendo que despertara abruptamente de su sueño. 

 

Se incorporó de manera repentina sobre la cama, con los ojos bien abiertos y la frente cubierta en sudor. Neville, quién recientemente había llegado al dormitorio se sorprendió al verlo en ese estado. 

 

— ¿Estás bien, Harry? — Había preocupación en su mirada. Pero fue rápidamente sustituida por una sonrisa.— Acabo de llegar. ¡Yo! 

 

Harry simplemente asintió a su amigo, frotando su rostro con ambas manos, aún podía sentir como su piel seguía erizada debido al sueño, o más bien, pesadilla que tuvo. Neville se alejó de la cama de Harry para poder ir a la suya, se encaminó al otro lado de la habitación con una sonrisa boba aún sobre su rostro. Él volvió a recostarse, tratando de conciliar el sueño nuevamente, haciendo lo posible por olvidar aquella pesadilla. 

 

La mañana no se hizo esperar, el baile había terminado y ahora debía enfocarse en la siguiente prueba del Torneo, o eso era lo que Hermione le decía. 

 

— ¡Harry, me dijiste que estabas descifrando lo del huevo! — Ambos se encontraban caminando por el puente del castillo.— ¡La prueba será en dos días! 

 

— ¿En serio? No tenía idea.— Le respondió con notable sarcasmo. Se apoyaron contra el barandal, observando el horizonte.— Supongo que Viktor ya descifró la pista. 

 

— No lo sé, nunca hablamos del Torneo.— Confesó la chica.— Ni de eso ni de nada. A Viktor le importa más lo físico. 

 

La manera en la que lo dijo provocó que Harry pensara en varias cosas, se rió. Hermione pareció darse cuenta de que sus palabras podrían ser malinterpretadas y comenzó a notarse apenada. 

 

— Me refiero a que es muy expresivo.— Aclaró mientras reía levemente.— Se la pasa viéndome estudiar. Es algo molesto, de hecho. 

 

Recuerdos de la noche anterior comenzaron a llegar a él, bailar con Pansy, darle su túnica para cubrirla del frío, la guerra de bolas de nieve y el beso, su primer beso. Se preguntaba si debería contárselo a Ron y Hermione, descartó la idea por el momento, aún no sabía que era lo que Pansy pensaba sobre ese beso, ambos se habían despedido en silencio, no hubo palabras, pero tampoco fueron necesarias, las acciones habían sido más que suficientes. 

 

— Harry.— Hermione lo llamó suavemente al ver que se había quedado callado.— ¿De verdad estás tratando de descifrar lo del huevo? 

 

— ¿Qué significa eso? — Le lanzó una mirada ofendida a su amiga. 

 

— Las tareas fueron diseñadas para ponerte a prueba... de una manera brutal. Son casi crueles.— Desvió su mirada de ella. Hermione se movió al otro lado, buscando de nuevo su mirada.— Me da miedo que te pase algo.— Harry tragó saliva.— Venciste al dragón a base de valor. No sé si esta vez eso vaya a ser suficiente. 

 

Le aterraba la manera en la que Hermione usualmente tenía la razón, y esta no era la excepción. 

 

— ¡Oye, Potter! — Alguien gritó su nombre. Se percató de que era Cedric, se apartó de Hermione, y comenzó a caminar en dirección opuesta, alejándose tanto de ella como de Cedric.— ¡Potter! 

 

— Cedric.— Finalmente le respondió cuando logró alcanzarlo. 

 

— ¿Cómo estás? — El Hufflepuff preguntó con torpeza.

 

— Espectacularmente bien.— Respondió Harry con una expresión de completo desconcierto. 

 

— Escucha, creo que nunca te di las gracias por avisarme sobre los dragones.— Había sinceridad y algo de pena en sus palabras. 

 

— Ni lo menciones. Tú hubieras hecho lo mismo por mí.— Respondió sin mucho interés. 

 

— Exactamente.— Agregó el mayor.— ¿Conoces el baño de los prefectos del quinto piso? — Harry asintió levemente.— No es un mal lugar para darse un baño. Sólo lleva tu huevo y... medita todo con agua caliente. 

 

Le sonrió de manera cómplice, alejándose de él una vez que terminó de expresarle el mensaje que quería. Harry se quedó confundido, no sabía si realmente debía confiar en las palabras de Cedric o no, pero la prueba era en dos días, no tenía idea de que más hacer con el huevo y sinceramente no perdía nada con intentarlo.

 

Cuando el sol había empezado a ocultarse y la noche finalmente reclamó su lugar, Harry se había asegurado de escabullirse con suma precaución hasta los baños de prefectos. El lugar era espacioso, los vidriales era coloridos y las imágenes en ellos se movían, tal y como lo hacían los retratos que se encontraban por todo Hogwarts. 

 

Abrió las llaves, dejando que toda el agua corriera como una cascada colorida, le parecía curioso que el agua fuese de los colores de cada casa. La gran bañera comenzó a llenarse, espuma y burbujas comenzaban a aparecer. 

 

Se despojó de su bata de baño y entró a la bañera, giró su rostro en dirección al huevo dorado que había dejado sobre el suelo de mármol, cerca de la orilla. 

 

— Debo estar loco.— Se dijo a sí mismo mientras abría el huevo. Como era de esperarse, el molesto ruido comenzó a emanar nuevamente del huevo, lo cerró con rapidez.— Definitivamente estoy loco. 

 

El reflejo que se presentó sobre el espejo a su lado lo asustó, era Myrtle, sobresalía de una de las tazas de baño, observándolo con una sonrisa que lo hizo sentir incómodo. 

 

— Yo lo metería en el agua si estuviera en tu lugar.— Le aconsejó con su voz chillona y melosa.— Hola Harry. Tanto tiempo sin verte.— Alzó la cabeza, como si tratara de ver algo. 

 

Harry comenzó a tratar de cubrir su cuerpo desnudo usando las grandes cantidades de espuma que había dentro de la bañera. 

 

— Estuve dando vueltas por una tubería obstruida el otro día... — Salió flotando de la taza.— Y podría jurar que vi un poco de poción multijugos. ¿Te estás portando mal otra vez, Harry? 

 

— ¿Poción multijugos? — Repitió confundido.— Yo no fui. Myrtle, ¿Dijiste que lo metiera al agua? 

 

El fantasma emitió un chillido realmente molesto y saltó directo a la bañera, su cabeza volvió a asomarse, mirando a Harry fijamente. 

 

— Fue lo que él hizo.— Contó.— El otro muchacho. El guapo. Cedric.— Por cada palabra que decía se acercaba cada vez más a él. 

 

Harry tomó el huevo y lo colocó frente a él, como si con eso pudiera generar distancia con Myrtle. 

 

— Adelante. Ábrelo.— Lo animó. 

 

Sumergió el objeto y lo abrió, seguía emitiendo una luz brillante, pero ya no se escuchaban esos molestos gritos ensordecedores de antes. Tomó un poco de aire antes de sumergirse él también. Ahora podía escuchar con claridad, el mensaje que el huevo ocultaba, era una dulce melodía. 

 

"Dónde nuestras voces suenan ven a buscarnos, que sobre la tierra no se oyen nuestros cantos, nos hemos llevado lo que más valoras y para encontrarlo tienes una hora" 

 

Salió del agua, agitado y tratando de procesar lo que había escuchado. Myrtle lo imitó, saliendo del agua y fingiendo toser mientras se apegaba a él. 

 

— Myrtle.— La chica mantenía su escalofriante mirada sobre él.— Hay criaturas submarinas en el Lago Negro, ¿Verdad? 

 

— Muy bien.— Ella lo felicito. Inclinándose un poco más hacia su cuerpo.— A Cedric le tomo siglos resolver el acertijo. Ya casi no había burbujas en la bañera. 

 

Él continuaba moviéndose lejos de ella, recorriendo toda la orilla de la bañera. Pero Myrtle continuaba insistiendo en estar más cerca suyo, emitía sonidos que no lograban más que incomodarlo horriblemente, estaba feliz de finalmente haber resuelto el problema con el huevo, y si bien la propia Myrtle le fue de ayuda al decirle que sumergiera el huevo en el agua habría preferido no toparse con ella.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

La leña en la chimenea crujía entre el fuego, agregando una sensación de comodidad y calidez a la atmósfera. Pansy se encontraba recostada, con su cabeza sobre las piernas de Millie, quién estaba sentada cómodamente sobre uno de los sofás, leyendo un libro. 

 

Daphne ingresó a la sala común, alzando una mano mientras agitaba un papel y se acercaba a ambas con una gran sonrisa. Se detuvo frente al sofá en el que se encontraban y lanzó lo que llevaba sobre la mesita de centro. 

 

— ¡Rita Skeeter escribió sobre ti! — Expresó con emoción, mirando directamente a Pansy. 

 

— Por Salazar ¿Ahora que escribió? — Millicent apartó la mirada de su libro. 

 

— ¡Una página completa sobre Pansy y Potter! — Pansy se incorporó rápidamente, tomando el periódico para verlo por sí misma. 

 

"El tan aclamado baile de navidad; una celebración que va de la mano con el Torneo de los Tres Magos. Los campeones de éste año tuvieron el honor de abrir el baile, todas las parejas destacaron. 

 

Aunque si debo ser completamente objetiva, quienes se robaron mi atención fueron el señor Potter y la señorita Parkinson. Una pareja sin duda inesperada, pero espléndida. El señor Potter tuvo la dicha de ir acompañado por la que sin dudas fue la chica más bella del baile" 

 

— La única foto relacionada con el baile es una de ambos.— La foto en movimiento los mostraba a ella y a Harry, bailando y sonriendo con alegría. 

 

— Definitivamente fueron las estrellas de la noche.— Agregó Millie con una pequeña y divertida sonrisa.— Y ahora toda la sociedad mágica lo sabe. Después de todo el Profeta es leído por muchos. 

 

Un alumno más joven se acercó a ellas, se notaba algo nervioso, pero aún así entregó el mensaje que le habían encomendado. 

 

— Señorita Parkinson, el profesor Snape la está buscando, quiere que lo vea en el aula de Pociones.— Al terminar, simplemente se fue directo a los dormitorios. 

 

— ¿Hiciste algo? — La interrogó Millie. 

 

— No que yo recuerde.— Las observó a ambas con desconcierto.— Pero será mejor que vaya o la poca paciencia de Snape se agotará. 

 

Se despidió de sus amigas, saliendo de la sala común con prisa. Millie intercambió una mirada interrogante con Daphne, la rubia alzó una ceja ante su mirada. 

 

— ¿Crees que Malfoy lo vio? — Señaló el periódico. Daphne sonrió de manera casi aterradora. 

 

— Claro, me aseguré de gritarlo en el Gran Comedor, a pocos lugares de él y los otros.— Se dejó caer sobre el sofá, justo a un lado de Millie.— Juro que lo vi ponerse aún más pálido. 

 

— ¿Te imaginas la reacción de sus padres? — Millicent se burló.— ¿Está mal que me agrade más Potter? 

 

— ¿Desde cuando lo admiras tanto? No haces más que hablar maravillas de él.— La rubia miró a su amiga con curiosidad. 

 

— Se ganó mi respeto.— Ella se alzó de hombros.— Mira por todo lo que ha pasado y sigue en pie, es digno de admirar. 

 

Lo meditó por unos instantes, se enfrentó a un profesor loco durante el primer año, para el segundo venció a un basilisco y sólo el año pasado un criminal prófugo de Azkaban trató de matarlo, y ahora, ahora debía sobrevivir al Torneo de los Tres Magos. 

 

— Ahora me siento mal por él.— La chica se quejó. 

 

— No creo que él quiera eso.— Continuó Millie.— Sólo respétalo, se lo ha ganado.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

Había recurrido a sus amigos para que lo ayudaran con el mensaje que escuchó salir del huevo, llevaban horas en eso. La biblioteca se encontraba prácticamente vacía ahora, Ron apenas y lograba mantenerse despierto, él perdía lentamente la paciencia y Hermione continuaba pensando en una posible respuesta. 

 

— Harry, dímelo otra vez.— Insistió la castaña mientras caminaba por el pasillo. 

 

— "Dónde nuestras voces suenan, ven a buscarnos" — Repitió las palabras con cansancio. 

 

— El lago negro, eso es obvio.— Le respondió Hermione. Movió a Ron por el hombro para despertarlo y le entregó el huevo dorado, el chico lo tomó aún algo confundido.

 

— "Y para encontrarlo tienes sólo una hora" — Terminó de recordar Harry. 

 

— También es obvio y a la vez muy problemático.— Se recargó contra la mesa en la que Harry se encontraba recostado. 

 

— ¿Muy problemático? — Repitió con ligera molestia.— ¿Cuando fue la última vez que aguantaste la respiración debajo del agua por una hora? 

 

Ella desvió un poco la mirada, claro que Harry también estaría preocupado por encontrar una solución para la siguiente prueba. 

 

— Escucha, Harry.— Se puso de cuclillas y lo tomó por el hombro.— Hay una solución, la encontraremos juntos. 

 

— Lamento la interrupción.— Una voz a sus espaldas llamó su atención. Era Moody.— Pero la profesora McGonagall quiere verlos en su oficina.— Detuvo a Harry.— A ti no, Potter. Sólo a Weasley y Granger. 

 

— Pero es que.— Hermione miró a sus dos amigos antes de continuar.— La segunda prueba es sólo en unas horas...

 

— Exacto.— El profesor la interrumpió.— Potter ya debe estar bien preparado y ahora necesita dormir. Váyanse.— Al ver que no se movían continuó.— ¡Ahora mismo! — Les terminó gritando. 

 

Ron dejó el huevo dorado sobre la mesa en la que Harry tenía algunos libros, Hermione le dio un último vistazo a su amigo y comenzó a caminar junto a Ron, con dirección a la oficina de McGonagall. Ojoloco se fijó en él, observando cuidadosamente sus movimientos, Harry empezó a guardar sus pergaminos y libros. 

 

— ¡Longbottom! — Neville salió detrás de un estante.— Ayúdale a Potter con esos libros.— El hombre se fue después de ordenar aquello. 

 

Neville se aproximó a Harry con unos libros entre las manos, el muchacho notó el tipo de libros que Harry tenía sobre la mesa. 

 

— Oye, si te interesan las plantas, deberías leer "La Guía de herbología de Gowshawk" — Le aconsejó.— ¡Hay un mago en Nepal, que cultiva árboles anti gravedad! 

 

— Neville.— Interrumpió su emocionante anécdota.— No te ofendas, pero la verdad no me interesan las plantas.— El Longbottom bajó la cabeza levemente.— Sólo si se trata de un nabo tibetano que me permita respirar una hora bajo el agua, sería excelente. 

 

— No sé si un nabo. Pero hay branquialgas.— Le dio a Neville una mirada reveladora, esa era la solución que había estado tan desesperado por encontrar. 

 

Los grupos de estudiantes caminaban en grandes grupos hasta las orillas del lago, ahí ya se encontraban los botes que los transportarían a la siguiente locación de la segunda prueba. 

 

— ¡Hagan sus apuestas! — Las voces de los gemelos Weasley se hacían oír por todos lados.— Cuatro se sumergen. ¿Pero quién sobrevivirá? 

 

— Que malos son.— Ginny pasó entre ambos con una expresión decepcionada. 

 

Ambos ignoraron el comentario hecho por su hermana menor y continuaron orquestando las apuestas. 

 

— ¡Tenemos buenas probabilidades! — Mencionó George. 

 

— ¡Fleur, 10-1! — Continuó Fred. 

 

Harry se encontraba junto a Neville, rumbo al lago. Seguía nervioso, había muchas criaturas marinas dentro del Lago Negro y fuera de eso, no contaba con más pistas sobre la prueba. 

 

— ¿Seguro que funcionará? — Preguntó mientras tomaba las branquialgas que Neville le ofrecía. 

 

— Por supuesto.— Respondió él.

 

— ¿Durante una hora? — Insistió Harry.

 

— Más o menos.— Dijo con un leve tono de preocupación. 

 

— ¿Más o menos? — Lo observó con pánico.

 

— Es que los herbolarios difieren de sus efectos en agua dulce y salada, y la verdad no... — Harry se detuvo, mirándolo sin poder creerlo. 

 

— ¿Y me lo dices ahora? ¡Estás bromeando! — Reclamó con molestia. 

 

— Sólo quería ayudarte.— Se defendió. 

 

— Bueno, fuiste de más ayuda que Ron y Hermione.— Le dijo mientras caminaban por el puente. Se dio la vuelta para ver si podía encontrar a sus otros dos amigos.— ¿Dónde estarán? 

 

— Te veo muy nervioso, Harry.— Agregó Neville. 

 

— ¿Tú crees? — Continuaba viendo a la multitud de gente que venía detrás de ellos, no veía a sus amigos por ningún lado. En cambio, se percató de algo más, las amigas de Pansy también se dirigían a observar la siguiente prueba. 

 

Alzó más la vista, pero no lograba verla a ella, había otro grupo de Slytherins, pero eran estudiantes de años menores. Antes de que se diera la vuelta otra cosa llamó su atención, Malfoy estaba ahí, junto a Zabini, Crabbe y Goyle, decidió ignorarlo. 

 

Las plataformas sobre el Lago Negro se encontraban repletas de todos los estudiantes que habían ido a presenciar la segunda prueba, Dumbledore dio un paso al frente, como director de la escuela sede. 

 

— ¡Bienvenidos a la segunda prueba! — Su voz se hizo escuchar fuerte y clara, amplificada con ayuda de un hechizo.— ¡Anoche, a nuestros cuatro campeones les fue robado algo, un tesoro invaluable. Ahora estos cuatro tesoros, uno por cada campeón, yacen en el fondo del Lago Negro. Para poder ganar, cada campeón debe encontrar su tesoro y regresar a la superficie! 

 

Harry se colocó al frente, junto al resto de campeones. Vio a Ron detrás de él, su amigo se acercó con rapidez y lo miró preocupado. 

 

— Harry, algo extraño pasó anoche.— Informó con preocupación en su voz. 

 

— ¿De qué hablas? — Notó a su amigo luchar con las palabras. 

 

— No tengo idea.— Ojoloco apareció a un lado del pelirrojo. 

 

— Weasley, deja de distraer a Potter, esto es de vida o muerte.— Lo tomó por el brazo y comenzó a alejarlo de Harry.— Concéntrate, Potter. 

 

Asintió, tomó las branquialgas entre sus manos y no perdió tiempo, las comió, masticándolas y forzándose a tragarlas. 

 

— ¡Tienen una hora para hacerlo, una hora nada más! — Continuó Dumbledore.— ¡Después estarán solos y ninguna magia los salvará! La prueba comenzará al sonar el cañón. 

 

Terminada aquella frase, el estruendo de un cañón se hizo escuchar. Sin perder tiempo todos los campeones se lanzaron al agua, dándole inicio, finalmente, a la segunda prueba del Torneo. 

 

Tan pronto como entró en el agua, Harry comenzó a sentir como un dolor punzante atravesaba todo su cuerpo, luego, sintió como se concentraba en su garganta. Llevó sus dedos a su cuello, y tocando aquella zona se percató de que le habían salido un par de branquias, cuando observó sus manos y pies vio como estos ahora eran palmeados. La idea de Neville había funcionado, ahora podía respirar bajo el agua. 

 

En la superficie, los compañeros de Harry esperaban por alguna señal suya, Seamus y Dean no apartaban la mirada del agua. 

 

— ¿Qué le pasó? — Seamus se mostró preocupado. 

 

— No sé, no lo veo.— Respondió Dean. 

 

Neville le dio la espalda a sus amigos, en un estado cercano al shock, llevó sus manos hasta su cabeza. 

 

— ¡Oh por dios! ¡Maté a Potter! — Exclamó casi en lágrimas. 

 

Sin embargo, Harry pronto dio señales de que todo estaba bien, nadó hasta la superficie, saltando alto y haciendo una voltereta, como si fuese alguna clase de animal marino. Las plataformas estallaron en aplausos y gritos, todos alegres de verlo. 

 

Comenzó a nadar en dirección a lo más profundo del lago, el fondo se veía oscuro e incluso algunos de los peces que lo habían estado siguiendo decidieron no bajar con él, notó que una clase de algas cubrían gran parte del paisaje, se le dificultaba poder ver hacia adelante, nadó a través de ellas, apartándolas de su rostro mientras avanzaba. 

 

De pronto, una melodía armoniosa comenzó a escucharse a la lejanía, se dio la vuelta al sentir como algo pasaba junto a él, pero las algas le impedían ver con claridad, enfocó la vista y logró ver que se trataba de Fleur. Harry no pudo verlo, pero algo tiró de la chica, arrastrándola hasta el fondo, todo mientras él mismo seguía con su camino, algo pasó con rapidez a su costado, logrando asustarlo. 

 

Vio una aleta, enorme. No sabía porqué, pero tomó la decisión de seguir a la criatura, ver hasta dónde lo llevaría. Había restos de lo que antes pudo ser algún tipo de construcción submarina, todos cubiertos por algas verdes y espesas. Mientras continuaba avanzando, se percató de que las criaturas a su alrededor eran sirenas, de repente, frente a él aparecieron cuatro cuerpos flotantes, reconoció a algunos de inmediato; Cho, Hermione y Pansy. 

 

Nadó directamente hacia ella, observándola de arriba a abajo, tomó su rostro entre sus manos y lo acarició, tratando de ver que se encontrara bien. Bajó hasta sus pies, deshaciendo el nudo que la mantenía anclada en la profundidad, el ruido de las sirenas lo hizo ver hacia arriba, Cedric había llegado y había logrado liberar a Cho. 

 

El chico le hizo una seña, apuntando a su reloj, un aviso de que les quedaba poco tiempo. Sacó su varita y la apuntó en dirección a Hermione, sin embargo, las sirenas tenían otros planes, rápidamente lo rodearon apuntando sus afilados tridentes contra él. 

 

— ¡Ella es mi amiga! — Intentó razonar con las criaturas. 

 

— ¡Sólo uno! — Le respondieron con molestia, los tridentes aún apuntando a su cuerpo. 

 

Algo en la expresión de las sirenas cambió, alejaron sus tridentes y empezaron a huir lejos de él, cuando se dio la vuelta un enorme tiburón iba directamente hacia él. Nadó lejos de su alcance y se dio cuenta de que se trataba de Krum, lo supo en cuanto notó como se llevaba a Hermione, salvándola. 

 

Nadó de regreso a Pansy, aferrándose a su brazo, listo para por fin volver a la superficie. Entonces, su vista terminó topándose con el único de los tesoros que no había sido reclamado, la niña que debía ser salvada por Fleur seguía ahí, miró en todas direcciones, las sirenas seguían lejos y nadie más se acercaba para ayudarla, no podía dejarla ahí, moriría. 

 

Por otro lado, los campeones que ya habían conseguido salvar a sus respectivos tesoros comenzaron a emerger del lago. Cedric y Cho fueron los primeros en salir, siendo aplaudidos por todos en el público, los siguientes fueron Krum y Hermione, mientras los alumnos de Durmstrang coreaban el nombre de Viktor, los de Beauxbatons hacían todo lo posible por consolar a Fleur, quien se notaba mortificada por su hermana. 

 

De regreso en las profundidades del Lago Negro, Harry se apresuraba para poder llegar a la superficie a tiempo, sostenía a Pansy y a la niña, una de cada lado. Podía sentir como el efecto de las branquialgas comenzaba a terminarse, sus manos y pies estaban volviendo a la normalidad y pronto le sería imposible seguir respirando bajo el agua. 

 

Sintió como algo se aferraba a su pierna, tirando de él con fuerza, eran grindylows, los pequeños demonios del agua trataban de llevarlo de vuelta a lo más profundo del lago. Las branquias estaban comenzando a desaparecer, soltó a Pansy y a la niña, dejando que estas flotaran hasta la superficie, él continuó luchando contra los grindylows, forcejeando con ellos para liberarse y finalmente aturdiéndolos con un hechizo. 

 

El reloj marcó la hora, el tiempo establecido para la prueba había llegado a su fin. Al mismo tiempo, Pansy y la otra niña salían del agua, respirando aire con algo de dificultad, pero sanas y salvas al final. Los aplausos y gritos se hicieron aún más fuertes, en las plataformas, Fleur corría a la orilla para poder tomar a su hermana y los Slytherin veían con asombro y confusión como Pansy también había formado parte de la prueba. 

 

Harry luchaba por seguir consciente, su vista estaba comenzando a nublarse y su cuerpo se sentía sutilmente entumecido, en un último intento, apuntó su varita hacia arriba y logró pronunciar el hechizo que necesitaba. 

 

— ¡Ascendio! — Logró elevarse de vuelta a la superficie, cayendo directamente sobre el suelo de una de las plataformas. 

 

— ¡Harry! — Dumbledore se acercó a él rápidamente.— Estarás bien.— Le aseguraba mientras continuaba escupiendo agua. 

 

A sus espaldas, Seamus se había encargado de colocar una toalla sobre él, cubriéndolo del frío. Mientras todos se alejaban para darle espacio, Fleur se acercó a él, con la niña a la que había salvado a su lado. 

 

— Tú la salvaste, aunque no te correspondía hacerlo.— Lo dijo con agradecimiento.— ¡Es mi hermanita! ¡Gracias! — Le tomó el rostro y besó sus dos mejillas como agradecimiento. 

 

La campeona de Beauxbatons se alejó, llevándose a su hermanita con ella, Seamus le dio una suave palmadita en la espalda. Aún intentaba recuperar el aliento, casi se había ahogado, pero entonces notó como alguien volvía a ponerse frente a él, alzó un poco la vista, topándose con la mirada preocupada de Pansy. 

 

Se encontraba igual de mojada que él, sostenía una toalla entre su cuerpo, abrigándose bien con ella, estuvo a punto de preguntarle cómo estaba, pero sus intenciones de hacerlo se vieron interrumpidas cuando ella se agachó para abrazarlo. 

 

— Me alegra que estés bien.— Le susurró suavemente mientras se aferraba a él. 

 

Ella lo soltó, lentamente. Harry esbozó una leve sonrisa, feliz de notar que ella se había preocupado por él, le provocaba una sensación de calidez en el pecho. 

 

Dumbledore volvió a llamar la atención de todos los presentes en la prueba, alzando la voz para dar un comunicado. 

 

— ¡Atención! — Exigió.— ¡El ganador es el señor Diggory! — Los aplausos resurgieron, fuertes y bien merecidos.— Quien utilizó el encantamiento casco-burbuja. Y ya que el señor Potter pudo haber llegado primero, pero tuvo la determinación de rescatar no sólo a la señorita Parkinson sino también a la niña, se acordó otorgarle el segundo lugar. ¡Por sus excelentes valores morales! 

 

Los estudiantes de Gryffindor y amigos de Harry aplaudieron por él, felicitándolo por el increíble giro de los acontecimientos, había pasado de una posible eliminación a terminar en segundo lugar, desplazando a Krum al tercero. Pansy también aplaudió, luciendo hasta orgullosa de él y su victoria, había sobrevivido a otra prueba, y estaba cada vez más cerca de llegar a la final del Torneo.

Notes:

Espero que disfruten del capítulo ¡Muchas gracias por leer mi historia! ✨

Chapter 8: Laberintos y amuletos de buena suerte

Summary:

Ha llegado el momento de que Harry se enfrente a la última prueba del Torneo, pero antes de eso una Slytherin de ojos olivo necesita decirle algo.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Todo el trayecto en bote de regreso al castillo sus compañeros se la pasaron coreando felicitaciones para él, orgullosos por su victoria en la prueba del Torneo. Bajó con la mirada puesta en la multitud de estudiantes que pasaban a su lado, buscaba a Pansy, pero no la veía por ningún lado. 

 

— Muchas felicidades, Potter.— Una voz grave resonó a sus espaldas. Era Barty Crouch.— Buen trabajo. 

 

— Gracias, señor.— Respondió en tono amable. 

 

— Nos vemos más tarde con Hagrid.— Ron se despidió de él, siguiendo a sus hermanos. 

 

El hombre le hizo una señal para que caminaran juntos, se movían entre los dispersos grupos de otros estudiantes que iban camino al castillo. 

 

— Lo cierto es que tu historia la he escuchado algunas veces.— Comenzó con un tono que Harry sólo podía relacionar al de un hombre que ha ganado sabiduría con el paso de los años.— Es admirable y trágica a la vez. Cuando se pierde a la familia ya nada es igual, aunque la vida debe continuar. 

 

Había un vacío en las palabras del señor Crouch, algo que sonaba casi doloroso. Se preguntó si acaso el hombre habría sufrido alguna perdida significativa en su vida. 

 

— Tus padres estarían muy orgullosos de ti.— Expresó con sinceridad y una leve sonrisa. 

 

Harry también sonrió, esperanzado de que las palabras del señor Crouch tuvieran algo de verdad. Ojalá sus padres pudieran ver todo lo que había logrado, sí seguramente estarían preocupados, pero orgullosos de verlo ganar. 

 

— ¡Bartemius! — Gritó otra voz. Se trataba de Moody.— No tratarás de convencerlo para que trabaje en el Ministerio ¿Verdad? 

 

La atmósfera entre la conversación comenzó a sentirse algo hostil, Harry podía notar sutilmente que ni la voz o la expresión en el rostro de Moody parecían ser agradables, era todo lo contrario, como si tuviera una mala relación con el señor Crouch. 

 

— ¡El último chico que entró al Departamento de Misterios nunca salió! — Continuó el profesor. 

 

Un extraño tic en la lengua de Moody hizo que Barty Crouch abriera con impresión sus ojos, su rostro se congeló y adquirió un leve tono de palidez, se acercó a Moody, observándolo fijamente por algunos segundos y cuando volvió a notar el pequeño tic en el ex Auror se alejó de él, caminando en la dirección contraria. 

 

— Y dicen que yo estoy loco.— Se quejó Moody. 

 

Harry encontró toda aquella interacción completamente extraña, tenía el presentimiento de que algo más estaba pasando pero no tenía evidencia de nada, era mejor no prestarle atención. Algunas horas después, él y sus amigos fueron a la cabaña de Hagrid, charlaron sobre lo que estuvo pasando durante los últimos meses, más que nada relacionado al Torneo, se oscureció antes de que lo notaran. 

 

— Aún recuerdo la primera vez que los vi.— Mencionó el semi gigante con entusiasmo.— Jamás había visto muchachos tan raros, me imagino que ustedes también lo recuerdan. Y henos aquí, cuatro años después. 

 

— Seguimos siendo raros.— Se burló Ron. 

 

El cielo se había tornado oscuro, pero andar por el bosque en compañía de Hagrid los ayudaba a mantenerse lejos del peligro. 

 

— ¡Harry pronto será el campeón más joven del Torneo en la historia! — Hagrid alzó la voz, cargada de alegría y entusiasmo. 

 

Harry sonrió al ver lo feliz y emocionado que estaba, nunca había dejado de apoyarlo, desde que su nombre salió seleccionado hasta ahora. Cuando su vista volvió al frente notó algo extraño en el suelo, había un sombrero entre las ramas, y le resultaba familiar.

 

Continuó avanzando hasta que se topó con un gran árbol, el tronco era muy ancho, cuanto más se acercaba un dolor comenzaba a emanar de su cicatriz, similar a lo que sintió durante el ataque en el Mundial de Quidditch. Dio la vuelta al tronco, y vio algo que lo dejó paralizado, había un hombre tirado, cuando logró verle el rostro un escalofrío le recorrió el cuerpo. 

 

— ¿Señor Crouch? — Murmuró temeroso.

 

La sensación de malestar seguía atormentando a Harry, le habían advertido al comienzo del año que las probabilidades de morir durante el Torneo eran muy altas, pero pensó que eso sólo involucraría a los participantes, no a alguien ajeno, Bartemius Crouch el director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional estaba muerto. 

 

Cuando fue a la torre del director no sabía que esperar, muy en el fondo sentía que la muerte de Barty Crouch no podía ser una coincidencia, definitivamente alguien lo había matado, pero probablemente Dumbledore no le diría nada. Escuchó voces, había más personas ahí y parecían estar discutiendo, reconoció una de las voces como la de Dumbledore. 

 

— Un hombre ha muerto aquí.— Lo escuchó decir.— Y no será el último. Debemos hacer algo. 

 

— ¡No se hará nada! — Respondió con molestia alguien más.— ¡En tiempos como éstos, los magos buscan fortaleza en sus líderes! 

 

— ¡Pues entonces demuéstralo! — Dumbledore estaba verdaderamente alterado. 

 

— El Torneo no será cancelado.— Sentenció con firmeza el otro hombre.— ¡No quedaré como un cobarde! 

 

— Un verdadero líder hace lo correcto, sin importar lo que otros piensen.— Contestó el director de Hogwarts. 

 

— ¿Qué dijiste? — Lo retó el hombre con molestia. 

 

— Disculpen caballeros.— Reconoció la tercera voz como la del profesor Moody.— Les informo que esta conversación ya no es privada. 

 

Y antes de que él siquiera pudiera moverse la puerta de la oficina del director se abrió, delatando su presencia ante los tres hombres dentro de la sala. 

 

— Harry, qué gusto verte aquí.— Ahora podía ver que el otro hombre era nada menos que el Ministro de Magia, Cornelius Fudge. 

 

— Puedo volver más tarde, profesor.— Habló dirigiéndose a Dumbledore. 

 

— No es necesario.— Respondió el director.— El Ministro y yo ya nos íbamos, vuelvo en un momento.— Y comenzó a caminar por su oficina.— Ministro, después de usted. 

 

Dumbledore se encontraba más tranquilo, su semblante había cambiado ante su presencia. Le devolvió su sombrero al Ministro y ambos emprendieron camino a la puerta, Moody los siguió de cerca. 

 

— Te aconsejo que pruebes los dulces de regaliz, Harry.— Dumbledore le ofreció.— Pero te advierto que pueden ser algo picantes. 

 

Y la puerta se cerró, se habían marchado dejándolo solo en la oficina, observó el lugar sin prestarle realmente demasiada atención, simplemente buscaba entretenerse con algo hasta que el director regresara. Tomó uno de los dulces que le había animado a probar y para su horror vio como les salían dientes y mordían su mano, los lanzó al suelo y comenzó a aplastarlos, resbaló con uno y terminó chocando con una de las repisas que se encontraba a sus espaldas. 

 

Trató de volver a tomar los dulces que habían caído al suelo, pero eran irritantemente escurridizos, entonces un ruido llamó su atención, se dio la vuelta y observó como la repisa con la que había chocado antes se abría, mostrando una clase de lavabo extraño, los espejos estaban muy sucios y el agua que se encontraba en el ni siquiera parecía agua del todo. 

 

Algo parecido a unas pequeñas siluetas se movían por el agua, eran blancas y borrosas. Dejándose llevar por la curiosidad, Harry sacó su varita de los bolsillos de su pantalón y comenzó a tocar el agua usando la punta, entonces el color de aquello empezó a cambiar, algo comenzó a manifestarse, una especie de escena y entonces una fuerza misteriosa pareció absorberlo, arrastrándolo hasta ese preciso momento. 

 

Cayó en una sala muy iluminada y llena de personas, se sorprendió al ver que sentado a su lado estaba el profesor Dumbledore. 

 

— ¿Profesor? — Lo llamó con confusión. Pero el hombre no respondió, seguía estoico en su lugar. 

 

Entonces, otro hombre llegó y lo saludó, su mano había atravesado el cuerpo de Harry, como si fuese sólo una capa de humo ¿Era alguna clase de ilusión? 

 

Seguía examinando el lugar, montañas de papeles y carpetas estaban dispersas por el centro de aquella sala, hombres y mujeres sentados alrededor murmurando y con la vista puesta en una clase de jaula que se encontraba en medio. Parecía la clase de jaula que se usaría para encerrar a una bestia, era probable que estuviera hecha de acero y tenía picos y púas por todos lados, sería aterrador estar dentro. 

 

Antes de que su mente pudiera formular alguna otra pregunta una persona subió desde las profundidades de la jaula, Harry abrió mucho los ojos al reconocer a aquel hombre.  

 

— Igor Karkarov, solicitó salir de Azkaban para presentar evidencias a este consejo.— Era Barty Crouch.— Si su testimonio resulta ser de ayuda el consejo está preparado para ordenar su inmediata liberación. Hasta entonces, ante el Ministerio continúa siendo un Mortífago ¿Acepta estas condiciones? 

 

— Sí, señor.— Respondió con una voz rasposa. 

 

— ¿Cuál es su información? — Interrogó Crouch. 

 

— Tengo nombres, señor.— Continuó.— Estaba Rosier, Evan Rosier. 

 

Un hombre al lado de Crouch revisaba una pila de papeles, se lo entregó una vez que encontró el archivo correcto. 

 

— Rosier está muerto.— Dijo con seguridad.  

 

— Sí y se llevó una parte de mí.— Respondió Moody con cautela junto a Dumbledore mientras señalaba su ojo, que ahora era sólo un objeto de vidrio. 

 

— Si es todo lo que tiene que declarar... — El hombre fue interrumpido por las súplicas desesperadas de Karkarov. 

 

— ¡No, no, no! — Su voz estaba llena de desesperación.— ¡Estaba Rookwood, él era un espía! 

 

— ¿Augustus Rookwood? — Crouch alzó una ceja.— ¿Del Departamento de Misterios? 

 

— ¡Sí, sí, el mismo! — Asintió desesperado.— Daba información a Ya-Sabe-Quién sobre el Ministerio. 

 

— Muy bien. El consejo deliberará.— Sentenció Crouch.— Mientras tanto regresará a Azkaban. 

 

— ¡No, espere! — Suplicó.— ¡Espere, hay más nombres! ¡También Snape, Severus Snape! 

 

— El consejo es consciente de la evidencia que proporcioné demostrando que Severus Snape fue un Mortífago que antes del declive de Lord Voldemort se convirtió en nuestro espía pese a los riesgos que corría.— Dumbledore salió en defensa de Snape. 

 

— ¡Es mentira! — Bramó Karkarov. 

 

— ¡Silencio! — Ordenó el señor Crouch.— Ya que el testigo no proporcionó información que sea relevante se cierra esta sesión. 

 

— Ah, no, no, no.— Habló Karkarov, esta vez más calmado, pero escalofriante.— Sé de alguien más. 

 

— ¿Quién? — Cuestionó Crouch. 

 

— El nombre... — Karkarov parecía sonreír sin ganas mientras pensaba si hablar o no. 

 

— ¡Hable! — Le exigió Crouch. 

 

— Esta persona participó en la captura y por medio del maleficio Cruciatus... ¡Torturó al cazador Frank Longbottom y a su esposa! — Vociferó con rabia. 

 

— ¡El nombre! — Volvió a exigir Crouch.— ¡Deme el maldito nombre! 

 

— ¡Barty Crouch... — La sala quedó en silencio.— Junior. 

 

El hombre, que había intentado salir sigilosamente de la sala una vez que Karkarov comenzó con la revelación de lo sucedido a los Longbottom quedó petrificado en su lugar, todas las miradas cayeron inmediatamente sobre él. Trató de correr, pero Moody fue más rápido y lo aturdió lanzándole un hechizo que lo hizo salir volando hasta una pila de papeles, rápidamente, otros magos que estaban más cerca se encargaron de atraparlo antes de que intentara escaparse otra vez. 

 

Se armó un alboroto dentro de la sala, todos gritaban que lo atraparan, pero Bartemius Crouch parecía estar en shock, incapaz de creer lo que sus ojos veían. 

 

— ¡Quítenme sus asquerosas manos de encima! — Barty Jr. gritaba mientras forcejeaba.— Hola, padre.— Lo saludó con burla cuando lo llevaron ante él. 

 

— Tú no eres mi hijo.— Fue lo único que respondió. 

 

Cuando la escena finalmente terminó, Harry se apartó con brusquedad de aquel objeto mágico, alterado y confundido observó todo a su alrededor, había regresado a la oficina de Dumbledore. 

 

— La curiosidad no es un pecado.— Y él ya se encontraba ahí.— Pero tienes que ser cauteloso. Es un pensadero. Algo muy útil, si como yo, tienes mucha información relevante en la mente.— Le explicó. 

 

Harry lo vio moverse inquieto por la sala, caminando sin dirección fija, simplemente desplazándose sin más. 

 

— He estado tratando de encontrar algo, un pequeño detalle, algo que tal vez omití.— Parecía estar pensando en voz alta.— Algo que explique por qué estas terribles cosas están pasando ¡Pero cada vez que creo encontrar algo, se me vuelve a escapar! — Se dejó caer sobre los escalones.— Es frustrante. 

 

— Señor.— Comenzó Harry.— A Barty Crouch Jr. ¿Qué fue lo que le pasó? 

 

— Lo enviaron a Azkaban.— Reveló.— Eso a Barty lo destrozó. Pero no tenía opción, la evidencia era contundente ¿Por qué preguntas? 

 

— Es que... soñé con él.— Dumbledore lo observaba fijamente.— Fue en el verano, antes de regresar a la escuela. En el sueño yo estaba en una casa y Voldemort estaba ahí, pero no parecía humano. Y también estaba Colagusano y Barty Crouch Jr. 

 

— ¿Te sucedió antes? — Preguntó. 

 

— Sí, y siempre es el mismo sueño.— Dumbledore pasó junto a él, en dirección al pensadero.— Señor, estos sueños, lo que veo ¿En realidad no está pasando, verdad? 

 

— Creo que no deberías pensar en esos sueños Harry.— Concluyó el director con un tono serio.— Lo mejor es que simplemente... — Vio como usaba su varita para extraer algo de su cabeza, una pequeña forma blancuzca, parecido a lo que se encontraba dentro del pensadero.— Los elimines.

 

Salió de la oficina del director con mucho que procesar en su cabeza, los sueños recurrentes que había estado teniendo por meses comenzaban a sentirse cada vez más reales, Sirius y Dumbledore insistían en que no eran más que simples sueños, pero él no lo sentía así. Se encontraba de camino a la torre de Gryffindor cuando volvió a escuchar unas voces, alguien parecía estar discutiendo. 

 

— Es una señal, Severus. Y sabes lo que significa.— Una puerta se abrió, tomándolo por sorpresa. Dentro del pequeño armario se encontraban Igor Karkarov junto al profesor Snape. El director de Durmstrang tenía la manga arremangada y en su brazo podía distinguirse una figura que Harry ya había visto antes. 

 

El hombre lo miró interrogante, bajó su manga y salió del armario a toda prisa, sin decir ninguna palabra. 

 

— ¡Potter! — La voz de Snape lo detuvo antes de que pudiera continuar con su camino.— ¿Por qué tanta prisa? 

 

Se dio la vuelta, dirigiéndose directo a su profesor de pociones. Snape mantenía la mirada fija en él, con su porte firme de siempre. 

 

— Tu actuación en la prueba de hoy fue inspiradora.— Lo felicitó con su habitual tono indiferente.— Como jefe de la Casa Slytherin, agradezco que haya salvado a la señorita Parkinson. 

 

La mención de Pansy lo hizo sobresaltarse, fue apenas una reacción involuntaria, pero seguramente Snape lo notó. 

 

— ¿Cómo está ella? — Realmente quería saberlo. En serio quería verla. 

 

— Bien.— Fue todo lo que Snape respondió.— Utilizó branquialgas ¿Correcto? — Volvió al tema del Torneo. 

 

— Sí, señor.

 

— Qué ingenioso. 

 

Entró de nuevo al pequeño armario lleno de frascos, subió por una escalera que se encontraba dentro y alcanzó uno de los muchos frascos que había dentro sobre las repisas. 

 

— Son bastante raras, las branquialgas. Una planta difícil de encontrar, igual que esto.— Alzó levemente el frasco que recién había tomado. Bajó de la escalera y volvió a quedar frente a Harry.— ¿Sabe qué es? 

 

— ¿Burbujas, quizás? — El pequeño interrogatorio de Snape lo estaba empezando a fastidiar. 

 

— Veritaserum.— Lo corrigió.— Poción de la verdad. Un poco y Usted-Sabe-Quién revelaría sus más oscuros secretos. Usarlo en un estudiante esta, lamentablemente prohibido. Pero... si vuelve a robar algo de aquí puede que aparezca un poco en su jugo de calabaza. 

 

— No he robado nada.— Se defendió. 

 

— No trate de engañarme.— Contraatacó el profesor.— Las branquialgas son inofensivas ¿Pero la piel de serpiente herborea africana? Usted y sus amigos están preparando una poción multijugos y créame que voy a averiguar para qué. 

 

Le había cerrado la puerta en la cara, dejándolo molesto en el desolado pasillo, uno de los retratos en la pared le pidió no hacer ruido y Harry simplemente suspiró con resignación. 

 

 

 

 

──────────

 

 

 

El castillo volvía a ser ruidoso, los grupos de estudiantes ya empezaban a moverse con emoción por todos lados, listos para presenciar la última prueba del Torneo. Pansy por su parte, no dejaba de pensar en la sensación de inquietud que la aquejaba, no dejaba de juguetear con la delicada argolla de plata que se encontraba en su dedo índice, una clara señal de nerviosismo. 

 

— Pansy.— Alzó la vista al escuchar su nombre.— ¿Estás bien? No has tocado tu desayuno. 

 

Los preocupados ojos marrones de Millie se encontraban fijos en ella, pero no eran los únicos, Daphne también la observaba. 

 

— No tengo tanta hambre, es todo.— Respondió tratando de restarle importancia. 

 

— No mientas.— Habló Daphne.— Estas preocupada por Potter ¿Verdad? 

 

La perspicacia de Daphne la tomó por sorpresa. ¿Podía preocuparse por él? Su cercanía había empezado hacia sólo unos meses, sí, se estaban salvando y ayudando mutuamente de manera constante pero... ¿Eso los volvía amigos? 

 

Los amigos no se besan. 

 

La rapidez de ese pensamiento la sobresaltó. Ya se habían besado. Ella y Harry se habían besado durante el baile de navidad. 

 

Pudo sentir como su rostro se ponía cada vez más caliente, debía estar muy roja. Escuchó una risita y esa era toda la confirmación que necesitaba para saber que Daphne se estaba burlando de ella. 

 

— Ve a hablar con él.— La animó. 

 

— ¿Qué? — La miró confundida. 

 

— Habla con él antes de la prueba.— Insistió la rubia.— No estarás tranquila si no lo haces, te conozco. 

 

— Estoy de acuerdo con Daphne.— Millie se unió.— Tengo el presentimiento de que él también quiere verte.— Agregó con una sonrisa. 

 

— ¿Y qué se supone que diga? — Se ponía aún más nerviosa de sólo pensarlo. 

 

— Lo que sientas.— Le respondió Millie.— Es mejor si no lo piensas tanto. 

 

Trató de mirar en dirección a la mesa de Gryffindor, pero había muchas personas interponiéndose en su camino. Entonces lo vio, se había levantado y ahora caminaba rumbo a las puertas del comedor, se iba. 

 

— Las veo después.— Se despidió de sus amigas, sin darles oportunidad de responderle. Tenía que alcanzar a Harry. 

 

Daphne y Millie la vieron salir con prisa del Gran Comedor, una imagen nunca antes vista, Pansy Parkinson yendo detrás de Harry Potter. 

 

— Tres.— Dijo Millie para después beber de su jugo de calabaza. 

 

— ¿Tres qué? — La rubia preguntó confundida. 

 

— El número de hijos que tendrán.— Respondió despreocupada. 

 

— ¿No crees que te estás adelantando un poco? — Daphne vio como la castaña simplemente se alzó de hombros. 

 

— Me darás la razón dentro de algunos años.— Agregó con una gran sonrisa. 

 

Salió del comedor con prisa, los pasillos estaban llenos de estudiantes, grupos conformados por alumnos de Durmstrang, Beauxbatons y Hogwarts. Corría esquivándolos a todos, podía sentir como el aire frío le golpeaba la cara, calándole en los ojos, su apuro era tal que incluso había olvidado su abrigo. Logró verlo, cerca del final del pasillo, probablemente estaba dirigiéndose a la arena de la última prueba, los campeones debían llegar primero para prepararse con antelación. 

 

— ¡Harry! — Gritó su nombre, logrando llamar su atención. 

 

Él se detuvo, dándose la vuelta y topándose con su mirada. Llegó hasta él y se tomó un momento para recuperarse después de haber corrido para alcanzarlo. 

 

— Pansy.— La observó atentamente. Su cabello estaba ligeramente alborotado, sus mejillas estaban muy sonrojadas y sus ojos algo llorosos. También notó que pese al frío, no llevaba nada más que una sencilla chaqueta. 

 

— ¿Te diriges a la última prueba? — Se percató de lo mucho que la miraba ¿Se veía mal? Debía estar despeinada, después de todo había corrido para poder alcanzarlo. Pasó las manos disimuladamente por su cabello, tratando de arreglarlo. 

 

— Sí. Ya no tenía nada que hacer y sólo los campeones están autorizados para llegar antes a la arena.— Había estado desanimado debido a que Ron y Hermione sólo podrían verlo desde las gradas, pero ver a Pansy lo hacía sentir mejor.— ¿Irás a verme? 

 

Sus orbes color olivo se fijaron sobre los suyos, siempre que ella lo miraba de aquella manera Harry perdía cualquier fuerza ¿Cómo podía tener unos ojos tan bonitos? ¿Cómo podía ella ser tan bonita? 

 

— Estaré en primera fila.— Le aseguró con una sonrisa. 

 

Por Merlín, hasta su sonrisa es bonita. Me gusta. 

 

De nuevo aquella sensación en el estómago, lo aquejaba cada que se trataba de ella, Pansy. No creía estar enfermo, definitivamente no era eso ¿Entonces? 

 

Lo sabes bien, no te hagas el tonto. 

 

Debatir mentalmente consigo mismo lo llevaría a la locura. 

 

Creo que ella me gusta. 

 

— Harry.— Ella volvió a llamarlo. Dio un paso más cerca de él y tomó su mano.— La verdad es que estoy preocupada. No lo digo para ponerte nervioso, esa no es mi intención, es sólo... 

 

— Lo sé.— Intervino, apretando suavemente la mano que sostenía la suya.— Me pone feliz saber que te preocupas por mí ¿Es raro, verdad? 

 

Ambos intercambiaron radiantes sonrisas, ya era algo habitual para ellos el compartir momentos así, colmados de palabras sinceras y sonrisas espontáneas. Pansy bajó la mirada a donde sus manos se unían, apartó su mano de la de Harry con suavidad, y con calma se quitó el anillo que llevaba puesto. 

 

— Éste anillo era de mi madre, me lo obsequió cuando ingresé a Hogwarts.— Le mostró la sencilla argolla de plata.— Solía decirme que me protegería de cualquier peligro. A decir verdad no suelo usarlo con frecuencia, pero me gustaría que lo llevaras durante la prueba, como algo simbólico. 

 

Harry podía notar como los ojos de Pansy parecían brillar, una clase de súplica silenciosa para que aceptara su petición. La verdad era que ella no necesitaba suplicarle por absolutamente nada, no se creía capaz de negarle algo, no a ella. 

 

Definitivamente me gusta. Me gusta mucho.

 

Asintió con lentitud, aceptando la petición. La vio sonreír complacida con su respuesta, verla feliz lo hizo sonreír de manera inconsciente. Pansy tomó suavemente su mano izquierda y empezó a deslizar la argolla por su dedo medio, la pieza de plata entró sin problemas. 

 

— ¿Cómo lo sientes? — Preguntó mientras aún sostenía su mano.— ¿Se sale? 

 

— No, es perfecto.— Le era difícil apartar la vista de su rostro.— Gracias. 

 

— Dame las gracias hasta que regreses victorioso e ileso.— Tomó la mano de Harry entre las suyas y llevó sus labios hasta la argolla que acababa de colocarle, besándola.— Suerte. 

 

El corazón de Harry se aceleró, de repente empezó a sentir como se le secaba la boca, las palabras también quedaron atrapadas dentro de su garganta. Podía sentir un ligero cosquilleo en la zona que ella había besado, sus labios seguían tan suaves como la última vez. Quería besarla de nuevo, en los labios. 

 

Apretó suavemente el agarre que ella mantenía entre sus manos, estaban un poco frías ¿Acaso tenía frío? Sus mejillas seguían sonrojadas y aunque se veía hermosa así, le preocupaba que se fuese a enfermar. La soltó momentáneamente para poder quitarse la bufanda con los colores de su casa y con delicadeza la envolvió alrededor de su cuello. 

 

— Úsala.— Le pidió en un tono suave.— No quiero que te enfermes.

 

Sostuvo sus manos una última vez, tenía razón, Pansy tenía las manos frías. Las sostuvo entre las suyas para brindarle algo de calor y también besó sus nudillos. 

 

— Tengo que irme ahora.— Aún debía cambiar su ropa para la prueba y seguramente era el único campeón que faltaba por llegar. 

 

Ella asintió en silencio. Sus manos se soltaron, apartándose las unas de las otras y sólo hasta ese instante Harry empezó a sentir que se le enfriaban. Intercambiaron miradas por última vez y él emprendió camino hasta el lugar de la tercera y última prueba del Torneo. Tal vez, por primera vez estaba realmente dispuesto a ganarlo.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

La banda de Hogwarts era la encargada de ambientar el lugar en donde se llevaría a cabo la última prueba, las gradas ya estaban repletas de estudiantes gritones y sus grandes pancartas con el nombre de su campeón favorito escrito en ellas. 

 

También se encontraban presentes algunos funcionarios del Ministerio de Magia, todos invitados a presenciar el acto final del aclamado Torneo de los Tres Magos. Amos Diggory entró emocionado al terreno, presentando con bastante orgullo a su hijo, quien a ojos de muchos era el único y legítimo campeón de Hogwarts. 

 

Detrás de ellos no tardaron en aparecer Fleur Delacour en compañía de la directora de Beauxbatons, Madame Olympe. Viktor Krum fue escoltado por Igor Karkarov, el encargado de dirigir Durmstrang y Harry, él entró acompañado de Dumbledore. 

 

Miró en dirección a las gradas, el ambiente era bueno, era notable lo emocionados que estaban todos por descubrir quién se coronaría como el campeón del Torneo. Harry buscó entre la multitud a Pansy, le había dicho que estaría en primera fila y lo estaba. Se encontraba en la primera sección de las gradas designada a los profesores y funcionarios del Ministerio, se dio cuenta de que un hombre a su lado lo observaba fijamente, lo reconoció como el padre de Pansy, lo había conocido antes durante el ataque en el Mundial de Quidditch. 

 

Ella alzó el brazo, saludándolo con entusiasmo. Sonrió al ver que aún llevaba puesta su bufanda, involuntariamente tocó el anillo que llevaba puesto. 

 

— ¡Sonorus! — Exclamó Dumbledore ante la multitud enloquecida.— Hoy en la mañana el profesor Moody colocó la Copa de los Tres Magos en el laberinto. Sólo él conoce su exacta posición. Ya que el señor Diggory... — Aplausos y gritos comenzaron a escucharse por parte de los Hufflepuff.— Y el señor Potter.— Ahora fueron los Gryffindor quienes comenzaron a gritar y aplaudir por él.— Están empatados en primer lugar serán los primeros en comenzar, seguidos por el señor Krum y la señorita Delacour. 

 

Moody emergió de las profundidades del laberinto, cojeando como era habitual y con una expresión poco amigable. 

 

— ¡El primero que toque la Copa será el ganador! — Los gritos del público continuaron.— Los profesores se encargarán de patrullar el perímetro. Si algún campeón desea retirarse antes de terminar, sólo necesita lanzar chispas rojas de su varita.— Concluyó con las instrucciones.— ¡Campeones! Acérquense ¡Rápido! — Los cuatro jóvenes obedecieron, aproximándose al director de Hogwarts para escuchar lo que tuviera que decirles.— En el laberinto no habrá dragones ni criaturas marinas. Ahí enfrentarán algo mucho más desafiante. Las personas estando ahí dentro se transforman, si pueden busquen la Copa, pero sean cautelosos o podrían perder la razón en el trayecto. 

 

Terminadas sus advertencias, Dumbledore se alejó de ellos para volver a enfocarse en el público, listo para comenzar con la prueba. 

 

— ¡Campeones! — Gritó, llamando la atención de todos nuevamente.— ¡Prepárense! — Cada uno se colocó en una de las cuatro entradas al laberinto.— A la cuenta de tres. Uno... — Y el cañón se disparó. 

 

La última prueba había comenzado, el final del Torneo y su campeón indiscutible estaban a punto de ser revelado. Si es que lograban superar los obstáculos sin mayor problema.

 

Harry empezó a adentrarse al laberinto, había niebla por todas partes y eso lograba dificultar un poco la vista. Se dio la vuelta, observando que el profesor Moody apuntaba discretamente en una dirección ¿Le estaba dando una pista? Bueno, fue él quien escondió la Copa después de todo, aceptaría su ayuda. 

 

La entrada por la que había ingresado comenzó a cerrarse, los arbustos se cerraban contra ella, eliminando una posible salida, ahora estaba oficialmente por su cuenta. Hubo un silencio, ya no podía escuchar el alboroto provocado por la banda o los gritos de los otros estudiantes, comenzó a caminar hacia adelante. 

 

Ya que se trataba de un laberinto era muy difícil elegir por donde avanzar, algunos caminos llevaban a callejones sin salida y otros parecían no tener fin. Harry miraba en todas direcciones, tratando de encontrar algún detalle que lo ayudase a llegar primero a la Copa. 

 

Podía escuchar pequeños ruidos que no hacían más que ponerlo nervioso, cada que giraba el rostro no lograba ver nada, como si el sonido sólo estuviera en su cabeza. Luego, hubo un grito, demasiado fuerte y demasiado claro para ser invención suya. Algo había pasado. Empezó a correr como loco, presa del pánico por ser el siguiente en ser atacado, cuando dio la vuelta en otra de las salidas se detuvo al ver como un humo blanco parecido a la niebla comenzaba a expandirse cada vez más. 

 

Se percató de que Krum estaba ahí, se movía con lentitud y llevaba la varita en la mano, listo para usarla. En algún momento hizo un pequeño ruido al pisar una rama y terminó dándose la vuelta en dirección a Harry, quién se sorprendió al ver que sus ojos estaban nublados, Krum no podía verlo. Se mantuvo quieto y en silencio, el búlgaro terminó yéndose al ya no escuchar ruido alguno. 

 

Harry continuó con su camino, corría por uno de los sectores del laberinto cuando vio como unas enormes raíces estaban envolviendo y arrastrando algo, era Fleur ¿Qué debía hacer ahora? Entonces recordó las instrucciones de Dumbledore. 

 

— ¡Periculum! — Chispas rojas salieron expulsadas de su varita, iluminando el oscuro cielo y dando aviso del problema. 

 

Una fuerte ráfaga de viento comenzó a formarse, los arbustos que lo rodeaban empezaron a moverse con brusquedad, Harry corrió de nuevo, luchando por alejarse. Cuando alzó la vista notó como algo brillaba al final del camino, estuvo a punto de llegar pero un grito lo alertó. 

 

— ¡Diggory! — Krum apuntaba su varita hacia Cedric. 

 

— ¡Agáchate! — Le gritó Cedric antes de responder al ataque. Harry siguió la orden y se tiró al suelo.— ¡Expelliarmus! — Lanzó Cedric y Krum salió disparado hacia atrás, quedando inconsciente. 

 

El Hufflepuff corrió directamente hacia el estudiante de Durmstrang y pateó su varita lejos de su mano. Estuvo a punto de lanzarle otro hechizo, pero Harry pudo darse cuenta de sus intenciones y lo detuvo de hacerlo. 

 

— ¡No, no lo hagas! — Lo empujó lejos de Krum.— ¡Está hechizado, Cedric! 

 

— ¡Déjame en paz! — Cedric lo empujó de vuelta mientras se alejaba de él. 

 

Ambos comenzaron una carrera llena de empujones y tirones, cada uno intentaba llegar primero hasta la Copa. 

 

— ¡Sí! — Cedric exclamó con emoción cuándo finalmente fue capaz de verla. 

 

Volvieron a empujarse, tirando de las ropas del otro. Las raíces que habían atacado a Fleur reaparecieron, ahora huían de ellas, estarían acabados si los atrapaban. Para su desgracia, Cedric fue el primero en caer, una de las raíces se enredó en su pie y logró derribarlo, Harry continuó corriendo, directo a la Copa, pero se detuvo cuando decidió dar un vistazo atrás. 

 

Cedric estaba siendo arrastrado por las raíces y aunque intentaba resistirse su varita estaba lejos de su alcance. Harry se debatió, tenía la Copa justo enfrente a escasos metros, pero su consciencia le decía que no podía dejar a Cedric así. 

 

— ¡Harry! — Gritaba su nombre en busca de ayuda. Vio como algunas raíces comenzaban a enredarse alrededor del cuello del chico.— ¡Harry! — Volvió a gritar, esta vez con más desesperación. 

 

Alzó su varita, apuntándola directamente hacia el cuerpo de Cedric. 

 

— ¡Reducto! — Conjuró. Las raíces retrocedieron un poco, pero aún se aferraban a Cedric. 

 

Fue hacia él y comenzó a tirar de las raíces que habían sido afectadas por su hechizo, Cedric logró alcanzar su varita entre el forcejeo y empezó a hacer lo mismo. Cuando finalmente lograron deshacerse de ellas, ambos estaban revolcados y llenos de rasguños por el rostro y otras partes del cuerpo, sin mencionar que sus ropas estaban rotas en algunos lugares. 

 

— Gracias.— Diggory le agradeció. 

 

— No hay de qué.— Le respondió Harry. 

 

— Oye, por un momento creí que no ibas a ayudarme.— Dijo con dificultad. 

 

— Sí, también yo.— Confesó. 

 

— Oye Potter, está difícil ¿No? 

 

— Sí, mucho. 

 

Cuando todo parecía estar tranquilo, el mismo viento indomable de hace un rato regresó, empujándolos a correr en una sola dirección. Terminaron llegando justo a donde se encontraba la Copa, ahora la tenían justo frente a sus ojos. 

 

— ¡Anda, tócala! — Cedric lo animó. El viento seguía igual, debían salir del laberinto cuanto antes.— ¡Me salvaste, tócala! 

 

— ¡Juntos! — Propuso Harry.— ¡Uno, dos... 

 

— ¡Dos! — Cedric continuó el conteo. 

 

— ¡Tres! — Finalizaron al mismo tiempo mientras corrían directo a la Copa y desaparecían.

Notes:

Debo admitir que mi "Love language" favorito es el contacto físico y eso lo dejo ver en la dinámica de Harry y Pansy.

¿Cuál es su favorito? Los quiero leer.

Chapter 9: Trampa

Summary:

La victoria de Harry y Cedric se ve afectada por una situación peligrosa.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Cayeron sobre el suelo cubierto de césped, el golpe los había dejado algo adoloridos, cuando Harry pudo enfocar la vista en las sombras que lo rodeaban se dio cuenta de que las figuras de piedra le resultaban tenebrosamente familiares. 

 

— ¿Estás bien? — Le preguntó Cedric una vez que ambos lograron ponerse de pie. 

 

— Sí, ¿Y tú? — El Hufflepuff respondió con un simple asentimiento. 

 

Harry continuó observando a su alrededor, estaban en algún lejos de Hogwarts, eso era seguro. Sentía el ambiente frío, como si fuese alguna clase de señal de que algo estaba mal. 

 

— ¿Dónde estamos? — Cuestionó Cedric mientras observaba el lugar junto con él. 

 

Harry avanzó algunos pasos, rodeando lentamente una de las tantas estatuas que se encontraban alrededor. Algo dentro de él le decía que no debía estar ahí, seguía con la sensación de que aquel lugar le era familiar. 

 

— Ya había estado aquí.— Logró responder en un tono bajo. 

 

Cedric se agachó junto a la copa del Torneo, observando con impresión al objeto que los había llevado de manera imprevista hasta ese lugar remoto y desconocido. 

 

— Es un traslador.— Señaló con fascinación.— ¡La copa es un traslador! — Mencionó en tono más alto, avisándole a Harry de su descubrimiento. 

 

— Yo ya había estado aquí, en un sueño.— Respondió Harry con cierta preocupación en su voz. 

 

Una inscripción en la piedra junto a la estatua lo hizo detenerse en seco, sintió como se le heló la sangre al leer aquel maldito nombre "Tom Riddle".

 

— ¡Cedric, tenemos que volver a la copa, ahora mismo! — Le expresó con desesperación al chico. 

 

— Harry ¿De qué hablas? — Se giró para mirarlo con extrañeza. 

 

Pudo percibir a una persona, y entonces un dolor punzante comenzó a taladrarle la cabeza, su cicatriz empezó a doler. El caldero que se encontraba cerca de ellos comenzó a arder, Cedric no sabía que ocurría, pero se apresuró a ayudarle. 

 

— ¿Qué sucede? — Trató de sujetarlo. 

 

— ¡Toma la copa! — Le gritó Harry. 

 

La figura que había logrado ver por el rabillo del ojo se presentaba ante ellos con un rostro bien conocido para Harry, Colagusano. Llevaba algo en brazos, un bulto envuelto en una clase de prenda negra, lo vio moverse y entonces la horripilante criatura apareció, era Voldemort, pero más pequeño, se veía incluso enfermizo y era simplemente asqueroso de ver. 

 

Cedric tomó su varita y se colocó delante de Harry, sin saber quiénes eran las personas a las que valientemente les estaba haciendo frente para proteger a su compañero herido. 

 

— ¿Quién eres? ¿Qué quieres? — Lanzó las preguntas con su varita alzada ante aquellos extraños. 

 

— Mata al intruso.— Una voz carrasposa se hizo escuchar. 

 

Colagusano alzó su brazo con varita en mano y sin miramiento alguno, obedeció la orden que le habían dado. 

 

— ¡Avada Kedavra! — Conjuró la maldición con claridad y sin titubeos. 

 

— ¡Cedric, no! — El grito desgarrador de Harry acompañó al imponente destello de luz verde que se estampó contra el cuerpo de Cedric, arrebatándole la vida. 

 

El impacto de la maldición lo había arrojado algunos metros atrás, cayó inmóvil sobre el césped, frío y con los ojos abiertos. Antes de que Harry pudiera correr hacia él, Colagusano lo inmovilizó con magia, aprisionándolo junto a la fría estatua que se encontraba a sus espaldas. 

 

— ¡Hazlo ahora! — Voldemort exigió con impaciencia. 

 

El Mortífago caminó hasta el caldero que contenía una clase de brebaje desconocido y sin más, lanzó el cuerpo de su señor dentro. Pero parecía que ese era sólo el principio, el que alguna vez fue un buen amigo de su padre se dio la vuelta para mirarlo, y con una sonrisa perversa continuó. 

 

— El hueso del padre.— Habló mientras sacaba un hueso de la tumba junto a él.— Tomado sin permiso. 

 

Harry vio con horror cómo colocaba aquello dentro del caldero, el hueso ardió antes de caer y lo que sea que se encontraba dentro comenzó a hervir. 

 

— La carne del sirviente.— Prosiguió. Sacó una daga de entre sus ropas y acercó su mano al caldero.— Entregada voluntariamente.— Y de un sólo tajo se la cortó. 

 

Harry se quejó, adolorido. El dolor punzante proveniente de su cicatriz seguía aumentando, Colagusano se dio la vuelta, mirándolo fijamente mientras avanzaba hacia él. 

 

— Y la sangre del enemigo...— Rasgó la manga de su camisa, exponiendo la piel de su brazo.— Tomada a la fuerza.— Dijo antes de hacerle un corte. La cuchilla de la daga se llenó de su sangre, la dejó gotear sobre el caldero.— Resucitará al Señor Tenebroso. 

 

Otro grito de dolor emanó desde lo más profundo de Harry, el dolor que originalmente provenía de su cicatriz se había extendido a todo su cuerpo, era una sensación pesada y asfixiante. El caldero que servía como recipiente para aquel extraño ritual se prendió fuego por completo, el líquido ardía, desprendiendo grandes llamas de su interior. 

 

Con absoluto horror, Harry presenció como una figura deforme comenzaba a aparecer delante de él, tenía un aspecto huesudo y poco a poco tomaba más la forma de un cuerpo humano. Finalmente, Voldemort había vuelto. 

 

La figura pálida y vestida de negro se aproximó con lentitud hacia el otro hombre presente en aquel momento, Colagusano bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a su señor.

 

— Mi varita.— Le pidió. El fiel seguidor la sacó de entre sus ropas y se la extendió con sumisión, bajando la cabeza. 

 

Voldemort la tomó, analizándola brevemente, acariciándola, casi como si quisiera tomarse el tiempo para reconocerla. 

 

— Extiende tu brazo.— Le habló a su sirviente. 

 

— Amo, gracias amo.— Ingenuamente, el hombre pensó que su señor se apiadaría por el sacrificio que había hecho en su nombre. 

 

— El otro brazo, Colagusano.— La gélida voz de Voldemort lo interrumpió. 

 

Lo extendió con leve desconfianza, temeroso de lo que pudiera pasarle. Voldemort, sin embargo, lo sujetó por la muñeca, torciéndola sin cuidado alguno, revelando la marca tenebrosa, su marca. Apuntó su varita sobre ella, haciendo que la serpiente comenzara a moverse, una nube negra apareció sobre el cielo, la misma marca que había aparecido meses atrás durante el Mundial de Quidditch, y sólo segundos después, como un montón de sombras, los Mortífagos aparecieron, reunidos ante su señor. 

 

— Bienvenidos, amigos míos.— Voldemort los recibió, dándose el tiempo para mirarlos a todos.— Han pasado trece años, y aún así, aquí están frente a mí. Como si todo hubiera sido ayer. 

 

Empezó a moverse en medio del círculo que sus seguidores habían formado a su alrededor, cada que pasaba frente a alguno de ellos, estos bajaban la mirada. 

 

— La verdad me siento muy... decepcionado.— Su tono estaba lleno de severidad.— Ninguno trató de encontrarme.— Se acercó a ellos, arrancando sus máscaras plateadas.— ¡Crabbe! ¡Macnair! ¡Goyle! — Detuvo sus pasos y se dio la vuelta, acercándose a otra figura encapuchada.— Ni siquiera tú... Lucius. 

 

— Mi señor, si hubiera detectado una señal o pista de su paradero... — Malfoy fue interrumpido. 

 

— Hubo señales, mi evasivo amigo.— Cortó sus excusas.— Y más de una pista. 

 

— Le aseguro, mi señor, que yo nunca he renunciado a la magia tenebrosa.— Se deshizo de su capucha, mostrando libremente su rostro.— Ésta cara que me he visto obligado a mostrar cada día desde su ausencia... es mi verdadera máscara. 

 

— Yo sí lo ayude.— La temblorosa voz de Colagusano se escuchó desde el fondo. Se encogió sobre sí mismo al ver que Voldemort se acercaba a él, de nuevo, evitó hacer contacto visual con su señor. 

 

— Sólo por miedo, no por lealtad.— Le escupió él.— Pero aún así, me has sido útil los últimos meses, Colagusano.— Y con un movimiento de su varita, le hizo aparecer una mano de plata, en recompensa por la que había perdido al traerlo de vuelta. 

 

— ¡Gracias, amo! — Exclamó con gratitud.— ¡Gracias! 

 

Voldemort caminó por el cementerio, deteniéndose junto al inerte cuerpo de Cedric, tuvo la osadía de incluso tocar su rostro usando uno de sus pies, como si Cedric no fuese más que algún tipo de cosa u objeto. 

 

— Era un muchacho apuesto.— Se lamentó mientras volteaba el rostro de Cedric usando su pie. 

 

— ¡No lo toque! — Harry gritó encolerizado. Aquello hizo que Voldemort concentrara su atención en él.

 

— Harry.— Lo llamó con una tranquilidad petulante.— Por poco olvido que estabas ahí, parado sobre los huesos de mi padre. Sí.— Avanzó hasta quedar frente a él.— Te presentaría pero sé que últimamente ya eres casi tan famoso como yo. 

 

Se giró en dirección a sus seguidores, y esbozó un tétrico intento de sonrisa, se podía notar la burla en su expresión. 

 

— El muchacho que sobrevivió.— Mencionó su alias más conocido.— Que gran mentira es tu leyenda, Harry. ¿Quieres que revele lo que pasó esa noche hace trece años? ¿Quieres que divulgue cómo perdí en realidad mis poderes? Sí, debo hacerlo. 

 

Mientras divagaba consigo mismo, Voldemort se alejaba, caminando sin rumbo fijo entre los Mortífagos que permanecían tan inmóviles como las estatuas que decoraban aquel cementerio. 

 

— Fue el amor.— Continuó.— Verán, cuando la querida Lily Potter dio su vida por la de su único hijo... le proporcionó la máxima protección.— Siguió moviéndose en círculos.— No pude tocarlo. Era magia antigua.— Reconoció con desprecio.— Debí saberlo. Pero ya no importa. Las cosas han cambiado. 

 

Se acercó de nuevo, demasiado cerca de él, estaban prácticamente cara a cara, Harry podía ver como se mostraba emocionado, era tétrico. 

 

— Ahora puedo tocarte.— Respondió con una satisfacción retorcida. Alzó la mano, su dedo índice se movía en dirección a su cicatriz, finalmente tocándolo. 

 

Harry volvió a gritar, la expresión en el feo rostro de Voldemort se torció en otro gesto de disfrute, pero entonces se esfumó, fue sutil, pero incluso en su dolor Harry fue capaz de notarlo. Voldemort se apartó de él, como si ahora el poder finalmente tocarlo le quemara, no tardó en recomponerse, pero algo había cambiado. 

 

— Es sorprendente lo que puede hacer un poco de tu sangre.— Lo liberó de la estatura, dejándolo caer sin reparo sobre el duro suelo.— ¡Toma tu varita, Potter! ¡Tómala, Potter! ¡Tómala, tómala! 

 

Harry se arrastró hasta donde se encontraba su varita, tirada junto a la tumba del padre de Voldemort. 

 

— ¿Te han dado clases de duelo, sí? — Le dijo de la nada, girándose de nuevo en su dirección.— Primero, la reverencia. La cortesía es muy importante, a Dumbledore no le gustaría que olvidaras tus modales. ¡Dije, haz una reverencia! — Le apuntó con su varita.— ¡Imperio! 

 

Harry terminó moviéndose en contra de su voluntad, aunque trataba de luchar por no hacerlo, su cuerpo parecía no escucharlo. 

 

— Bien, ahora.— Se movió hacia el otro extremo.— ¡Crucio! — Harry comenzó a retorcerse presa del dolor.— Muy bien, Harry. Tus padres estarían muy orgullosos. Sobre todo tu despreciable madre muggle. 

 

— ¡Expelliar...! — Su hechizo fue interrumpido por otro ataque de Voldemort. 

 

— Voy a matarte, Harry Potter.— Le dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca.— Voy a destruirte. A partir de hoy nadie jamás volverá a cuestionar mis poderes.— Se agachó para quedar a su altura. Harry seguía tirado sobre el césped, aún adolorido por el duelo.— A partir de hoy si hablan de ti hablarán sólo de cómo me suplicaste morir, y yo como soy muy piadoso te complací. 

 

Hubo un pesado silencio después de aquellas palabras, fueron sólo segundos, pero para Harry todo se sentía eterno. 

 

— ¡Levántate! — Voldemort volvió a exigirle. Lo alzó, dejándolo de pie una vez más. 

 

Harry corrió, refugiándose detrás de una de las tumbas que se encontraban más cercanas a él. 

 

— ¡No me des la espalda! — Gritó Voldemort mientras lanzaba un hechizo contra Harry, había fallado.— ¡Quiero que me mires cuando te mate! ¡Y quiero ver cuando la luz escape de tus ojos! 

 

Apretó los puños con fuerza, harto y cansado de todo, si lo que quería era pelear, bien, le daría la cara. Y con toda la valentía que cargaba se puso de pie, saliendo de su escondite con la frente en alto. 

 

— Como tú quieras.— Le habló con firmeza. 

 

El intercambio de miradas duró menos que un parpadeo, ambos alzaron sus varitas al mismo tiempo y se apuntaron el uno al otro, lanzándose un hechizo. 

 

— ¡Expelliarmus! — Conjuró Harry, un resplandor rojo salió de su varita. 

 

— ¡Avada Kedavra! — Lanzó Voldemort, con un resplandor verde emanando de la suya.

 

Ambos hechizos chocaron contra el otro, era una batalla de empuje, pronto, el hechizo de Voldemort pareció tomar ventaja, superponiéndose sobre el de Harry, quién tuvo que sostener su varita con ambas manos para seguir resistiendo. No pensaba rendirse ahora, Harry se mantuvo lo más firme que pudo, avanzando algunos pasos hacia adelante, logrando impulsar su hechizo un poco más sobre el de Voldemort. 

 

— ¡Quietos! — Les ordenó a sus seguidores.— ¡Yo acabaré con él! ¡Es mío! 

 

De repente, una clase de campo de luz empezó a rodearlos, separando a los Mortífagos de Voldemort, parecía una aurora boreal, era brillante. La varita de Voldemort comenzó a temblar y de ella emergió otra luz, Harry la vio moverse hasta quedar a su lado, fue entonces que la imagen de Cedric se materializó frente a él, pero no fue el único, otra luz apareció, era un hombre, uno al que Harry no reconocía. 

 

Pudo sentir como el suelo temblaba bajo sus pies, la tierra se abrió y una figura surgió de las profundidades, una mujer mayor con largo cabello blanco y vestimenta oscura. Alzó su mano y apuntando su dedo índice hacia Voldemort logró empujarlo lejos de Harry, debilitando aún más el ataque del Señor Tenebroso. 

 

Tú no llevas nuestra sangre, pero uno de los nuestros te ha dado nuestra protección.— La mujer habló en un idioma que Harry no pudo entender.— He cumplido con mi deber.— Y de la nada su figura se desvaneció. 

 

Voldemort se notaba visiblemente molesto, no tenía planeado que nada de esto se desarrollara de la manera en la que lo estaba haciendo. Pero aún no había terminado, dos luces más salieron de la varita del mago tenebroso y se posicionaron cada una al lado de Harry, las figuras comenzaron a esclarecerse mostrándole a sus padres. 

 

— ¡Harry, cuando la conexión se rompa debes correr hacia el traslador! — Habló James.— ¡Lo detendremos por un momento para darte tiempo pero sólo por un momento! ¿Entendiste? 

 

— Harry, llévate mi cuerpo, por favor.— Le pidió Cedric.— Llévaselo a mi padre.— Harry asintió con dolor ante la última voluntad de su compañero. 

 

— ¡Suéltate! — Pidió la voz de su madre.— Suéltala. Corazón, estás listo.— Insistió Lily.— ¡Suéltala! 

 

Miró por última vez a su madre y obedeció sus palabras, bajó su varita y las figuras de sus padres junto a la de Cedric y el otro hombre se abalanzaron contra Voldemort. Corrió hasta el cuerpo de Cedric y usando accio atrajo la Copa del Torneo hacia él, trasladándose fuera de aquel cementerio.

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

No apartaba la mirada de la arena y sus diferentes entradas, Harry y Cedric eran los únicos campeones que seguían dentro del laberinto. Pero no había señales de ninguno de los dos, mientras todos esperaban sentados en las gradas, ella seguía de pie, esperando ver alguna señal. 

 

— Tu desesperación no lo hará aparecer mágicamente, cariño.— Le explicó su padre, Pansy podía notar la leve burla en su tono. 

 

— Han pasado horas.— Se quejó.— No me gusta esperar. 

 

— No necesitas recordarme lo impaciente que eres, yo te estoy criando.— La tomó suavemente del brazo y la hizo sentarse a su lado.— Bonita bufanda, no sabía que Slytherin había cambiado sus colores por los de Gryffindor. 

 

Pansy tocó la bufanda que llevaba puesta y una pequeña sonrisa apareció sobre su rostro, la prenda desprendía un leve aroma, olía a Harry, aquello la hacía sentir menos nerviosa. 

 

— ¿Te gusta? — Le preguntó a su padre con una expresión llena de complicidad.— Creo que me queda bien. Me gusta. 

 

— ¿Seguimos hablando de la bufanda, corazón? — Él también terminó sonriendo. Damian atrajo la cabeza de Pansy y besó tiernamente su sien.— Si eso te hace feliz, lo acepto. 

 

El rostro de Pansy pareció iluminarse de la emoción por unos escasos segundos, Harry y ella seguían teniendo una relación ambigua, tuvo la oportunidad de conocerlo más durante los últimos meses y habían pasado algunas cosas entre ambos, sabía que él le gustaba y sinceramente esperaba que él también gustara de ella, era por eso que necesitaban hablar, sincerarse mutuamente. 

 

— Tengo al mejor papá de todo el mundo mágico.— Presumió con alegría mientras se aferraba al brazo de su padre y se acurrucaba junto a él. 

 

— Sí, lo tienes.— Respondió Damian con obviedad y diversión en sus palabras. 

 

Padre e hija intercambiaron algunas risas cómplices, esa era la clase de relación que tenían. Pansy era su única hija, su heredera, su sol, su tesoro más grande, la niña de sus ojos, para Damian y Katerina Parkinson no existía nada más importante que su adorada hija. 

 

La animada atmósfera que compartían se vio interrumpida ante la aparición de dos figuras sobre la arena, el público comenzó a aplaudir y a ponerse de pie una vez que se percataron que se trataba de Harry y Cedric, la banda comenzó a tocar una canción que ostentaba victoria. Pero algo andaba mal, Harry y Cedric no parecían poder levantarse, Pansy sintió como su padre la jalaba fuertemente del brazo al ver su intento por acercarse, en su lugar, fue él quien se puso de pie. 

 

— No te muevas de aquí.— Le ordenó con seriedad y bajó de las gradas. 

 

Fleur que se había acercado para ver qué era lo que pasaba con los campeones de Hogwarts dejó escapar un grito de absoluto horror cuando se percató de la situación. Dumbledore se levantó de su lugar, luciendo preocupado, aquellos que estaban más próximos a la arena detuvieron sus vítores de alegría al ver que algo había salido terriblemente mal. 

 

— ¡Harry! — Dumbledore lo llamó con urgencia, sosteniéndolo en el suelo. Trataba de apartarlo de Cedric, pero él se resistía entre llantos desesperados. 

 

El Ministro fue el segundo en llegar hasta ellos, dejando lejos la Copa del Torneo y observando la escena con pánico. 

 

— Por dios, Dumbledore ¿Qué pasó? — Preguntó consternado. 

 

— ¡Ha vuelto! ¡Ha vuelto! — Gimoteaba Harry con dificultad.— ¡Voldemort ha vuelto! Cedric me pidió que trajera su cuerpo ¡No podía dejarlo ahí, no con él! 

 

— Tranquilo, Harry.— Dumbledore tomó su rostro entre sus manos.— Ya pasó, ambos volvieron. Están aquí.— Le repitió. 

 

— ¡Que permanezcan en sus asientos! — El Ministro ordenó a todos en las gradas.— El muchacho está muerto.— Les informó por lo bajo a Snape y McGonagall. 

 

En las gradas, todos sabían que algo sumamente grave había pasado, pero nadie decía nada, evitaban causar más pánico. Damian se acercó, pasando al lado del Ministro, cuando vio a Harry aferrado al cuerpo sin vida del muchacho Diggory, sintió pena por él. 

 

— Debemos retirar el cuerpo de aquí.— El Ministro hablaba en voz baja.— Hay mucha gente. 

 

Damian sólo pudo lanzarle una mirada fulminante a aquel hombre, se abstuvo de responder algo porque no era el momento. 

 

— ¡Déjenme pasar! — Amos Diggory trataba de abrirse paso entre la gente.— ¡Déjenme pasar! — El grupo de personas que rodeaban la escena se movieron con lentitud, todos ellos con la pena marcada en sus rostros.— ¡Mi hijo! — Arthur trató de sostenerlo, pero el señor Diggory se apartó.— ¡Es mi muchacho! 

 

Y con el corazón hecho trizas, el dolorido padre dejó que sus piernas cedieran, cayendo de rodillas junto al cuerpo de su hijo, sus manos temblorosas acariciaba el rostro de Cedric, incapaz de creer lo que estaba viendo. 

 

Damian se acercó a Harry, sosteniéndolo entre sus brazos mientras trataba de tranquilizarlo, seguía muy alterado debido al trauma. El muchacho continuaba retorciéndose, pidiendo que lo soltaran, buscó entre el público a su hija, Pansy miraba la escena junto a sus amigos, él simplemente negó con la cabeza, le estaba diciendo que se quedara en donde estaba. 

 

— Cálmate, Harry.— Pronunció aquellas palabras en un volumen bajo, destinado a que sólo el muchacho pudiera escucharlo.— Si quieres que te suelte necesito que te tranquilices ¿De acuerdo? Inhala por la nariz y exhala por la boca y hazlo despacio. 

 

Pudo sentir como trataba de seguir sus instrucciones, ya no forcejeaba y hacía el intento por calmarse. Vio como Ojoloco se acercaba a ellos, se detuvo y observó a Harry, quién ahora se notaba más tranquilo que antes. 

 

— Ven conmigo, Potter.— Pidió el profesor.— Necesitas alejarte de todo esto, será lo mejor. Yo me haré cargo desde aquí, Parkinson. 

 

— Está bien, Harry me pidió que lo acompañara hasta el castillo.— Respondió Damian.— Vayamos los tres, Dumbledore nos buscará después. 

 

No esperó respuesta y se dio la vuelta, escoltando a Harry fuera de la arena, Ojoloco no pareció querer discutir el tema y los siguió en silencio. Mientras se alejaban podían escuchar el llanto y los gritos desgarradores de Amos, el Torneo no terminó como se supone que debería. 

 

 Cuando estuvieron dentro del castillo, Ojoloco ofreció su despacho como lugar para que Harry pudiera tener un momento de paz. Damian observó el lugar con curiosidad, Ojoloco seguía sus movimientos desde la puerta. 

 

— Éste castillo no cambia nada, ni siquiera con los años ¿No lo crees, Alastor? — Se dio la vuelta para mirarlo mientras esbozaba una leve sonrisa. 

 

— Tal vez se deba a que te graduaste hace no tantos años, Parkinson.— Respondió a su pregunta sin más. 

 

— Sí, debe ser eso.— Concluyó Damian. Miró a Harry y se acercó a él, colocando su mano sobre su hombro.— Te ves mejor ahora, le avisaré a Dumbledore que estás aquí, seguramente querrá hablar contigo. 

 

— Gracias, señor.— Fue un agradecimiento sincero. 

 

— No hay problema.— Le dio un suave apretón a su hombro y se despidió de él.— Nos veremos después, Alastor.— El mencionado simplemente asintió en silencio.

 

 

 

 

 

──────────

 

 

 

 

 

La puerta se cerró detrás del señor Parkinson, aún tenía la sensación de que todo era una pesadilla, un horrible sueño del que deseaba despertar pronto. La escena de Colagusano matando a Cedric se repetía una y otra vez en su cabeza, no había podido hacer nada para salvarlo, de no haber estado con él no estaría muerto, una vez más todo era culpa suya. 

 

— ¿Estás bien, Potter? — Moody le preguntó, bajando la vista hacia él.— ¿Te duele? El brazo. 

 

— Menos que antes.— Se limitó a responderle. 

 

— Déjame echarle un vistazo.— Observó el rasgado en la manga y el corte que tenía en el brazo, no parecía ser tan profundo. 

 

— La copa era un traslador.— Comenzó a narrar Harry, aún con la voz algo temblorosa.— Alguien la hechizó. 

 

— ¿Qué sentiste? — Preguntó Moody.— ¿Cómo era? 

 

— ¿Quién? — Harry lo observaba confundido. 

 

— El Señor Tenebroso.— Le dijo con la mirada puesta sobre la de él. Él no respondió de inmediato y entonces Moody soltó su brazo, dándole la espalda.— ¿Qué se siente estar frente a él? 

 

— No lo sé.— Le respondió Harry.— Fue como estar en uno de mis sueños... 

 

Mientras Harry trataba de relatar lo que había pasado con Voldemort, ignoraba completamente lo que sucedía con su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

 

— Una de mis pesadillas.— Harry se corrigió. Vio como Moody se movía impaciente y con prisa por el aula. 

 

— ¿Había otros? — Continuó preguntándole.— En el cementerio ¿Había otros? 

 

No respondió, permaneció en silencio analizando lo que su profesor le había preguntado. 

 

— Yo no he dicho nada sobre un cementerio.— Otro silencio volvió a extenderse. Vio como Moody regresaba del otro cuarto. 

 

— Maravillosas criaturas son esos dragones.— Mencionó.— ¿Crees que ese miserable te habría advertido si yo no se lo hubiera sugerido? 

 

Continuó moviéndose por la habitación, abriendo y rebuscando algo entre las vitrinas que se encontraban ahí. 

 

— ¿Crees que Cedric Diggory te habría dicho que abrieras el huevo debajo del agua si yo no se lo hubiera insinuado? — Siguió buscando con furia entre sus cosas.— ¿Crees que Neville Longbottom te habría mencionado las branquialgas si yo no le hubiera dado el libro adecuado? — Le gritó en su cara, el tic en su lengua volvió a aparecer. Se dio la vuelta, volviendo a revolver sus pertenencias. 

 

— Entonces fue usted quien puso mi nombre en el Cáliz de fuego.— Lo acusó.— Y hechizó a Krum, pero... 

 

— Pero, pero, pero... — Lo interrumpió, burlándose de él.— Ganaste porque yo te lo facilité. Terminaste en el cementerio porque así estaba planeado y el objetivo se logró.— Lo tomó por su brazo herido y apretó sobre el corte, logrando que Harry se quejara por el dolor.— La sangre que corre por estas venas también corre en las de él.

 

Se alejó de Harry, dandole la espalda mientras observaba brevemente la repisa frente a él, volvió a girarse, la piel de su rostro parecía estar derritiéndose, continuó acercándose a Harry. 

 

— Imagina cómo me recompensará cuando sepa que de una vez por todas... — Su cuerpo se retorció en un espasmo. Harry estaba prácticamente arrinconado.— Destruí al gran Harry Potter.— Ya tenía la varita alzada y lista. 

 

— ¡Expelliarmus! — La puerta se abrió con fuerza. Algunos pedazos de madera salieron volando por la habitación. 

 

El hombre terminó rebotando contra una silla, la cual se estampó contra la fría pared del cuarto, Dumbledore no perdió tiempo y lo tomó por el cuello, apuntando su varita contra su rostro. 

 

— Severus.— Lo llamó. El profesor Snape se apresuró a darle una poción. La profesora McGonagall y el padre de Pansy también estaban presentes.— ¡Bébela! — Amenazó Dumbledore.— ¿Sabes quién soy? 

 

— Albus Dumbledore.— Respondió con desprecio. 

 

— ¿Eres Alastor Moody? ¿Lo eres? — Continuó con el interrogatorio. 

 

— No.— Admitió el impostor.

 

— ¿Está aquí? ¿En esta habitación? — El hombre parecía negarse a responder verbalmente, pero el ojo artificial lo delató al mirar fijamente en una dirección, el baúl que se encontraba delante de Harry.— ¡Harry, aléjate de ahí! 

 

El padre de Pansy lo tomó del brazo y lo hizo ponerse detrás de él, todos apuntaban sus varitas directo al baúl que había sido señalado. Fue el profesor Snape quien lanzó el hechizo para abrirlo, el mecanismo del baúl comenzó a sonar y se abrió nivel por nivel. 

 

— ¿Estás bien, Alastor? — Dumbledore se asomó dentro, no era un baúl normal. El verdadero Ojoloco yacía en el fondo de aquel artefacto. 

 

— Lo lamento, Albus.— Se logró escuchar desde el fondo. 

 

— Es Moody.— Señaló Harry.— ¿Entonces quién es él? 

 

Snape tomó la botella que el falso Ojoloco siempre llevaba consigo y la olió, detectando lo que era enseguida. 

 

— Poción multijugos.— Le informó a Dumbledore. 

 

— Ahora sabemos quién te ha estado robando.— Respondió el director.

 

El falso Ojoloco comenzó a quejarse de nuevo, movía su cabeza de manera extraña y su rostro empezaba a deformarse, cambiando de apariencia, era grotesco de ver. El ojo artificial terminó cayendo de su rostro, rodando por el suelo, y entonces, la verdadera identidad del impostor se reveló ante todos. 

 

— Barty Crouch Jr.— Dumbledore lo reconoció.

 

 

Notes:

Escribir la escena de Cedric me dolió

Chapter 10: Despedidas

Summary:

El Torneo ha llegado a su fin y en el colegio todos se toman un momento para recordar a Cedric. Harry teme por lo que se avecina, y su relación con Pansy da un paso más.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

— Te enseñaré la mía si me enseñas la tuya.— Respondió el Mortífago con una sonrisa tétrica mientras mostraba la marca tenebrosa.

— Tu brazo, Harry.— Dumbledore se mantuvo serio, se dio la vuelta y tomó a Harry por su brazo herido, colocándolo al lado del de Barty.

No tenía la marca, sólo el corte que Colagusano le había provocado con la daga mientras estuvo en el cementerio. La marca en el brazo del mago tenebroso parecía moverse, la señal de que cosas terribles se avecinaban.

— Sabe que significa esto ¿Verdad? — Preguntó con una emoción retorcida.— Ha vuelto.— Aseguró.— Lord Voldemort ha vuelto.

— Lo siento, señor. No pude evitarlo.— Se disculpó Harry.

— Notifiquen a Azkaban que encontramos a su prisionero.— Ordenó Dumbledore.

— Me recibirán como a un héroe.— Se jactó el hombre.

— Tal vez, pero yo no tengo tiempo para héroes.— Lo interrumpió el director.

— Déjamelo a mí, Albus.— Damian intervino.— Los Aurores y yo lo escoltaremos con gusto hasta su celda.

Barty comenzó a removerse con brusquedad sobre la silla a la que se encontraba atado, gruñía y emitía sonidos que serían más característicos en un animal salvaje que una persona.

— Siempre creyéndote mejor que el resto ¿Verdad, Parkinson? — Realizó su típico gesto con la lengua. Parecía un loco.

— Ese es tu problema, Barty.— Se burló Damian.— ¿Tienes idea de cómo supe que no eras el verdadero Alastor Moody? — Notó como fruncía el ceño.— Ninguno de mis colegas me llama Parkinson.

Cuando le había pedido dejar a Harry con él después de lo ocurrido en la última prueba cometió el error de llamarlo por su apellido, ninguna de las personas con las que trabajaba en el Ministerio de Magia lo hacía. Su puesto como director del Departamento de Abogacía Mágica lo obligaba a trabajar de cerca con personas como Alastor y el Departamento de Aurores, más de una década trabajando junto al cazador y nunca lo había escuchado llamarlo por su apellido.

— Pensar que cometerías un error tan estúpido.— Sonrió al ver como el rostro del mago tenebroso se contraía con odio.— Tu falta de astucia es una vergüenza para Slytherin.

Crouch comenzó a lanzar insultos, lo tachaba de traidor por no seguir el camino de las Artes Oscuras y unirse a la causa de Voldemort. Damian esbozó una expresión cargada de asco hacia él y con un movimiento de su varita le lanzó un desmaius, por fin se había quedado callado.

Dumbledore rodeó a Harry por los hombros, llevándolo lejos de aquella aula y de la escena en general, el pobre muchacho ya había tenido suficiente.

La mañana llegó sombría y pesada, se suponía que esa sería la mañana en la que Hogwarts celebraría a sus campeones, todos estarían felices por la victoria y Dumbledore daría uno de sus famosos discursos señalando el esfuerzo que sus alumnos tuvieron durante las pruebas, en su lugar, el comedor se encontraba envuelto en el luto, las banderas que anteriormente ondeaban con los colores brillantes de cada casa habían sido reemplazadas por unas en color negro.

— Hoy.— Comenzó Dumbledore, la voz levemente decaída.— Sentimos una terrible pérdida.— Se levantó de su silla y caminó hasta el podio.— Cedric Diggory era, como saben, un trabajador incansable, infinitamente honesto y lo más importante, un fiel, fiel amigo.

El resto de los estudiantes permanecían en silencio con respeto, la tristeza notable en sus rostros e incluso, algunas lágrimas en aquellos que tenían un corazón más sensible.

— Por tanto creo que tienen derecho a saber cómo murió.— El silencio siguió presente.— ¡Cedric Diggory fue asesinado por Lord Voldemort!

La mención de aquel nombre acentuó aún más el pesar y lúgubres en el ambiente, nadie quería escuchar aquello, pero la verdad no era algo que pudiera permanecer oculta.

— El Ministerio no quería que se los dijera.— Les reveló el director.— Pero el no hacerlo lo considero un insulto a su memoria. El intenso dolor que sentimos ante esta pérdida me recuerda, nos recuerda, que aunque venimos de diferentes lugares y hablamos diferentes lenguas, nuestros corazones laten como si fueran uno solo. Recuerden esto y Cedric Diggory no habrá muerto en vano.

Después la ceremonia en honor a la memoria de Cedric, Harry había optado por mantenerse aislado en su dormitorio, con todo lo que había pasado hasta ahora no estaba seguro de que volver el próximo año fuera lo correcto. Sus compañeros de habitación ya habían empacado todo lo necesario para su regreso a casa, sin embargo, él continuaba con la maleta apenas a la mitad, escuchó la puerta abrirse a sus espaldas, se levantó de la cama al ver que se trataba de Dumbledore.

— Nunca me gustaron estas cortinas.— Mencionó de la nada mientras observaba una de las camas.— Les prendí fuego en mi cuarto año. Por accidente, claro.

Se acercó unos pasos más a él, sentándose con lentitud sobre la cama de Harry, había cierto arrepentimiento en su mirada, muy fácil de notar.

— Te puse en un terrible peligro este año, Harry. Lo siento.— Expresó con remordimiento.

— Profesor, cuándo estaba en el cementerio hubo un momento... — Dudó de lo que iba a decir.— En el que... La varita de Voldemort y la mía como que se conectaron.

— Priori incantatem.— Respondió el hombre en un murmuro.

Harry lo miraba con confusión, esperando a que el director pudiera explicarle que fue lo que sucedió durante aquel duelo. Dumbledore volvió a ponerse de pie, colocándose frente a él, había algo en su mirada.

— Viste a tus padres esa noche, ¿Verdad? — Lo interrogó.— Reaparecieron.

Él asintió con una leve sonrisa, recordando con una emoción anhelante el como sus padres lo habían ayudado a salir con vida de aquel cementerio.

— Ningún encantamiento puede despertar a los muertos, Harry y creo que lo sabes.— Su sonrisa se desvaneció ante las palabras del director.— Tiempos difíciles y oscuros nos aguardan. Pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil.

Como si tuviera que recordarle aquello, él más que nadie era consiente de que todo lo que conocía estaba a punto de cambiar, Voldemort había regresado y sus intenciones de querer matarlo se las había dejado muy claras.

— Pero recuerda esto.— Dumbledore lo tomó suavemente por los hombros, dándole un apretón casi paternal.— Aquí tienes amigos. No estás solo.


 

 

──────────


 

 

Después de la ceremonia organizada en el Gran Comedor, todos los estudiantes de Hogwarts se habían reunido en el patio principal del colegio para poder despedir a las otras escuelas mágicas que habían sido sus invitadas durante el Torneo. Pansy vio como algunos intercambiaban pequeños trozos de papel, posiblemente para seguir en contacto incluso después, se preguntó si podría hacer eso con Harry.

Hablando de Harry, pudo distinguirlo entre la multitud de personas que los separaban, se veía mejor, sonreía por algo mientras conversaba con sus amigos, se sintió más tranquila al ver que ya no se mostraba tan decaído. Antes de que pudiera tratar de acercarse a él, notó como alguien se ponía a su lado, era Draco, permaneció en silencio con la espalda recargada contra la pared, mantenía ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

— Lo siento.— Declaró con suavidad.— Por todo. Me he comportado muy mal contigo, diciendo cosas que realmente no sentía y que te lastimaron.

Pansy lo observaba con detenimiento, conocía a Draco desde hacía años y podía decir por su expresión y sus palabras que realmente lo sentía. Sonrió con suavidad y asintió levemente, Daphne probablemente le daría un sermón por esto, pero Draco seguía siendo una parte importante de su vida, compartían una infancia y muchos recuerdos.

— Quiero que sepas que dije muchas cosas malas de ti a tus espaldas.— Le confesó la ojiverde con una sonrisa.

— Lo tenía merecido.— Respondió Draco con otra sonrisa. Sacó algo de su bolsillo, una pequeña bolsa de terciopelo negro y se la extendió.— Un regalo de navidad atrasado.

— ¿Es un soborno? — Bromeó mientras tomaba la bolsita y la abría. Dentro había una fina gargantilla de perlas.— Esto... — Ella no sabía que decir.

— Es parte de mi disculpa.— Sonrió al ver que ella parecía feliz por su regalo.

— La verdad es que no tengo ningún regalo para ti.— Admitió con pena.

— ¿Qué tal decir que me perdonas por ser un tonto? — Insinuó mientras se inclinaba levemente hacia ella.

— Bien.— Suspiró con falsa resignación.— Te perdono por ser un tonto.

El rubio sacó las manos de sus bolsillos y abrió los brazos, mirándola con las cejas alzadas y una expresión infantil, ella rodó los ojos con diversión pero terminó rodeándolo, compartiendo un abrazo de reconciliación. Se despidieron con la promesa de que Pansy visitaría la mansión Malfoy durante las vacaciones, Daphne y Millie no tardaron mucho en regresar, la rubia parecía estar riéndose de algo pero su otra amiga tenía una expresión más bien nerviosa.

— ¿Qué les pasa a ustedes? — Preguntó con cierta gracia.

— El chico de Durmstrang que invitó a Millie al baile le pidió intercambiar cartas durante las vacaciones.— Le explicó Daphne con emoción.

— Ya basta, Daph.— La castaña le pidió con pena.— ¿Creen que debería escribirle?

— ¡Sí! — Daphne respondió casi en un grito.— Guapo, educado y caballeroso ¿Qué más podrías pedir?

— No la presiones.— Intervino Pansy.— La decisión depende de ti, Millie.

— La pasé bien durante el baile.— Recordó con una sonrisa.— Y Daphne tiene razón, fue muy educado y caballeroso, me gustó eso. Le escribiré.

— Que lindo, ustedes dos con novio y yo aquí sola.— Se quejó Daphne.

— ¿Qué hay de Theo? — Preguntó Millie.

— ¿Theo? — Pareció pensarlo por unos segundos.— Es lindo.

— ¿Y qué más? — Pansy la tomó del brazo, abrazándose a ella mientras le sonreía con complicidad.

— También la pasaste bien en el baile ¿Verdad, Daphne? — Millie imitó a Pansy, abrazándose a la rubia.

— Podríamos tener algo.— Les respondió con ambigüedad. Las otras dos chicas de Slytherin se burlaron de su amiga al notar como su rostro se sonrojaba sutilmente.

— Vengan a visitarme durante las vacaciones.— Pidió Millie con un puchero.— Tenerlas en la granja me haría menos miserable.

— Sólo admite que quieres arrastrarnos a hacer tus tareas.— Daphne le respondió con cansancio.

— Me encantaría, Millie.— Agregó Pansy.— Pero aún sigo en guerra con Bruce.

Bruce era un semental que la familia materna de Millie poseía en su granja, por alguna razón que aún no estaba clara, el animal desarrolló un tipo de desagrado por Pansy y sólo con ella. Daphne incluso lo había montado con ayuda de Millie, pero cuando fue el turno de Pansy para intentarlo casi la había dejado caer. Desde entonces se habían convertido en enemigos.

— Ese animal te odia.— Se burló Daphne.

— Mejor olvídalo.— Millie descartó su propia invitación.

Las tres siguieron conversando sobre algunas otras trivialidades y los planes que tenían para las vacaciones. No muy lejos de ellas, alguien las observaba con cierta impaciencia, buscando la oportunidad para poder acercarse a la ojiverde.


 

 

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Presenció como sus amigos y compañeros se despedían con emoción y promesas de volver a reencontrarse al inicio del próximo año escolar. Sonrió con diversión al ver como Fleur y su hermana se despedían de Ron con un beso y otro agradecimiento por haber ayudado a su hermana menor.

Hasta Viktor se había despedido de Hermione con una sonrisa y una nota que le entregó a su amiga, ella le había devuelto la sonrisa, y tan pronto como el chico se dio la vuelta para marcharse las demás chicas que estaban junto a ella se acercaron para ver que era lo que él le había dado. Pudo burlarse de lo cursi que le pareció aquel gesto, pero entonces recordó que Pansy le había entregado el anillo de su madre como un amuleto de la suerte para la última prueba del Torneo, sonrió al recordarla.

Comenzó a buscarla con la mirada entre las olas de estudiantes que se movían a su alrededor, le tomó un momento el poder encontrarla y cuando lo hizo, vio algo que le desagradó. Pansy, su Pansy, abrazando a Malfoy con una familiaridad que lo incomodó, la interacción duró apenas unos instantes y la presencia del chico no tardó en ser sustituida por la de sus amigas, charlaban y se reían de algo, quería hablar con ella.

No lo pensó mucho y comenzó a avanzar hacia ella y su grupo, notó como Daphne y Millicent se percataron primero de su acercamiento. Se aclaró la garganta cuándo estuvo detrás de ella, llamando así su atención.

— Nos vemos en el tren, Pansy.— Daphne tomó a Millie del brazo.— Hasta luego, Potter.— Ambas Slytherin se alejaron, dándoles espacio para hablar.

— ¿Cómo estás? — Fue lo primero que Pansy le preguntó.

— Mejor.— Respondió. No estaba totalmente bien, no después de todo lo que pasó, pero era verdad que estaba mejor.— Tú y tu padre me ayudaron mucho.

— Mi padre me contó lo de Barty Jr. haciéndose pasar por el profesor Moody.— Se notaba la preocupación en su mirada.— Pensar que pasaste tanto tiempo junto a ese loco. Me alegra que no haya podido lastimarte.

— Fue suerte.— Mencionó mientras alzaba su mano y apuntaba a la argolla plateada que aún llevaba puesta.

La vio esbozar una tímida y tenue sonrisa, esas que a él tanto le gustaban. Se dio cuenta de lo mucho que disfrutaba hacerla sonreír, se veía preciosa, un leve silencio se apoderó de la atmósfera, ambos parecían querer decir algo, pero no se atrevían.

— Yo... — Empezó Harry.— ¿Puedo escribirte durante las vacaciones? — Soltó la pregunta con la expectativa presente en su mirada.

— Claro que puedes, Harry.— Se burló ella.— Me gustaría que lo hicieras.

Asintió con lentitud, sonriendo con alegría al saber que ella también quería seguir en contacto con él, alzó la vista de nuevo, aún tenía su anillo.

— Debería devolverte esto.— Mencionó mientras trataba de quitárselo.

— Quédate con el.— Lo detuvo sosteniendo sus manos.— Si realmente funciona te mantendrá seguro hasta el inicio del próximo año.

— ¿Segura? — Le insistió.— ¿Tu madre no dirá nada? Después de todo te lo obsequió a ti.

— Está bien.— Le aseguró Pansy.— Que sea un intercambio, yo me quedó con tu bufanda y tú con mi anillo.

Ella aún conservaba su bufanda, lo había olvidado por completo. Aquello era el equivalente a dejar una parte de él junto a ella y era lo mismo con el anillo de Pansy, tendría una parte de ella.

— Pansy... Yo.— Las palabras se detuvieron ¿Ahora qué? — Tú... Me gusta pasar tiempo contigo. Sé que antes de todo esto no teníamos la mejor relación, pero me alegra que me hayas ayudado durante el Mundial de Quidditch, eso me ayudó a conocer otra versión de ti.

La rivalidad entre casas era algo que seguía muy vigente dentro de Hogwarts, todos los alumnos tenían orgullo y eso no era precisamente malo, pero Pansy debía reconocer que las maneras que los Slytherin y los Gryffindor tenían para competir mutuamente no eran las más sanas o adecuadas, unos comenzaban y los otros respondían, era un ciclo sin fin.

— No fui muy agradable, lo admito.— Lo pensó unos momentos.— Lo lamento, Harry. Ya que tuvimos la oportunidad de conocernos mejor éste año fui capaz de percatarme de lo injustas que las personas han sido contigo y eso nos incluye a mis amigos y a mí.

— Bueno, ambos reconocemos que las cosas han cambiado.— La miró directamente a los ojos.— Nosotros hemos cambiado.

— Iba a sugerir que podríamos ser amigos.— Desvió la mirada con una leve sonrisa.— Pero ya nos hemos besado ¿Y sería raro, no?

Harry abrió y cerró la boca, incapaz de responder con astucia a su recordatorio del beso que habían compartido la noche del baile de navidad, ese había sido su primer beso. Tenía razón en algo, después de esa experiencia y los propios sentimientos desbocados que tenía por ella ¿Cómo podrían ser amigos?

— Creo que hemos pasado esa línea ¿No? — Rascó su nuca con nerviosismo mientras evitaba mirarla.

— Te propongo algo.— La mirada verde brillante de Harry volvió a alzarse.— Usemos el tiempo de las vacaciones para pensar y aclarar nuestros sentimientos. Y podremos hablarlo con madurez una vez que comience el quinto año.

— ¿Siempre sabes que decir y cómo actuar? — Admiraba eso de ella. No parecía dudar de lo que quería.

— Mi padre siempre ha dicho que hablar es la clave para todo.— Contó Pansy.— Di lo que sientas y evítate problemas. Los abogados no se la complican.

— Puedo notar que eso lo heredaste de él.— Agregó Harry con una leve sonrisa. La familia de Pansy parecía ser más agradable que las otras familias de sangre pura promedio.

A sus espaldas, Pansy pudo notar como Granger y Weasley se debatían sobre si acercarse o llamar a Harry, ya debía ser hora de ir a la estación. Se hizo un recordatorio mental de que también debía disculparse con ellos cuando tuviera la oportunidad, después de todo eran los amigos de Harry, lo mejor sería ser cordiales.

— Creo que te están esperando.— Le avisó mientras miraba por detrás de él. Harry se dio la vuelta, encontrando que sus amigos ya lo estaban esperando.

— Sí, eso parece.— Ojalá pudiera hablar un poco más con ella antes de irse.

— Ten en unas lindas vacaciones, Harry.— Se acercó a él, abrazándolo. Harry hizo lo mismo, la rodeó en un abrazo mientras esbozaba una suave sonrisa.

— Tú también, Pansy.— Respondió él por lo bajo.

La observó marcharse, ni siquiera había terminado de cruzar el jardín para ingresar al castillo y él ya estaba pensando en lo mucho que la extrañaría una vez que estuvieran lejos del colegio, si admitía eso en voz alta Ron se burlaría de él, estaba seguro. Sintió como sus amigos llegaban a su lado, más animados ahora que todos se habían despedido.

— ¿Creen que alguna vez tengamos un año tranquilo en Hogwarts? — Ron lanzó la pregunta mientras reía.

— No.— Respondió Hermione con otra sonrisa.

— Para nada.— Dijo Harry.

— Ya me lo imaginaba.— Continuó el pelirrojo.— ¿Qué es la vida sin unos cuantos dragones?

Ron y Harry comenzaron a avanzar mientras se reían de lo dicho por el Weasley, notaron como Hermione permanecía quieta junto a una de las paredes, con el rostro mirando al suelo.

— Todo va a cambiar ahora ¿No? — Habló la castaña con una resignación apagada.

Harry se acercó a ella, colocando su mano sobre su hombro dándole un pequeño apretón en señal de comprensión.

— Sí.— Le respondió a su amiga con simpleza. Ella asintió levemente, comprendiendo.

Volvió a sonreír mientras los tomaba a ambos de los brazos y los jalaba para seguir con su camino hacia el castillo, con una voz más animada les hizo una petición.

— Prométanme escribirme este verano. Los dos.— Vio a Ron hacer una mueca.— Por favor.

— Yo no. Sabes que no escribo.— Le recordó el chico mientras se reía.

— Harry, tú lo harás ¿Verdad? — Se giró a su otro amigo.

— Sí. Cada semana.— Habló con sarcasmo mientras miraba a Ron y se reía junto con él.

Hermione rodó los ojos con derrota mientras sonreía y continuaba caminando en compañía de sus amigos. Terminar el año con sonrisas y bromas era mejor que recordar todo lo malo que había pasado durante el mismo, los años pasaban y nuevos cambios los acompañaban, bueno y malos, lo importante para los tres era que sin importar qué, siempre estarían ahí para apoyarse.


Notes:

Bueno, oficialmente hemos llegado al final de esta historia, me base exclusivamente en la película (aunque probablemente lo hayan notado) tengo pensado seguir con la historia teniendo como continuación los sucesos de la orden del fénix, así que sus comentarios me animarían a hacerlo.

Notes:

Gracias por leer mi historia <3