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Latencia

Summary:

Una tormenta de nieve fuera de temporada toma por sorpresa a los Spider-Man de Nueva York. Lo que parecía un simple patrullaje termina con Peter y Miles enfrentando algo que va más allá del frío: instintos, respuestas que no entienden del todo, y un vínculo que comienza a transformarse.

Latencia es una colección de fragmentos donde el sentido arácnido se intensifica, el cuerpo reacciona antes que la mente, y la conexión entre ambos Spider-Men evoluciona de formas inesperadas. No hay una línea recta, solo momentos entre la calma y el caos, entre el deber y el instinto.

pd: actualizaciones esporádicas, no tengo ni idea de a donde quiero llegar con esto pero soy completamente incapaz de hacer historias cortas asi que conociéndome a medida que escriba surgirá una trama, o quien sabe?, puede que sea la primera vez que termine una historia, la esperanza es lo ultimo que se pierde

Chapter 1: Despertar

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La tormenta los tomó por sorpresa. Hacía unas semanas había sido Navidad, la peor Navidad de Miles, pero el clima ya estaba empezando a calentar. La nieve ya no cubría todos los caminos, y usar abrigo era más una elección que una obligación. Por eso, no estaban preparados para esto.

Era un patrullaje rutinario. Peter había vuelto de Symkaria hacía unos días y quería tomárselo con calma, pasar tiempo con Miles, ayudar en lo que pudiera... ser el amigable vecino Spider-Man. Y Miles estaba encantado, de verdad. No se había dado cuenta de cuánto extrañaba balancearse por Nueva York con Peter a su lado hasta que volvió, con sus chistes terribles y acrobacias imposibles —que le daban un poco de envidia, si era sincero. No se había sentido tan relajado y feliz en... mucho tiempo.

Miles sacudió la cabeza, estirando el brazo y lanzando una telaraña. Se impulsó entre los edificios siguiendo de cerca a Peter. No quería pensar en eso, no ahora, no quería arruinar el ambiente. Por supuesto, fue entonces cuando su sentido arácnido en la parte posterior de la cabeza empezó a emitir un ligero zumbido.

Miles se detuvo de inmediato, pegándose al costado de un edificio con sus cuatro extremidades, ignorando los jadeos asombrados de las personas que lo veían a través del cristal y el ocasional flash de una cámara. Ladeó la cabeza, estrechando los lentes de su máscara, tratando de entender lo que percibía. Era extraño. Normalmente, cuando su sentido arácnido se activaba, era por un peligro inmediato y le decía la dirección de la que venía. Pero esto era diferente, se sentía diferente como si viniera... de todas partes.

Un golpe frente a Miles lo sacó de sus cavilaciones, abriendo los ojos. ¿En qué momento los había cerrado? Peter estaba frente a él, imitando su misma postura, y aunque Miles no podía ver su expresión, podía notar la tensión en sus músculos, la postura como si fuera a saltar en cualquier momento. Y fue eso, más que su sentido arácnido en aumento, lo que lo asustó.

—Bueno, tenemos buenas y malas noticias —dijo Peter.

Miles podía percibir la rigidez en su tono juguetón. Su sentido arácnido zumbó con más fuerza y la luz del sol se cubrió, haciendo que alzara la mirada. Densas nubes se estaban formando en el cielo con más rapidez de la que jamás había visto, y la temperatura cayó varios grados. Miles volvió a mirar a Peter.

—¿Cuáles son las buenas?

Preguntó. Era mejor oír las buenas noticias primero, ¿no? Peter se removió incómodo, desviando la vista ligeramente antes de volverla a fijar en Miles.

—Eh... dato curioso: tenemos la habilidad de sentir cambios en el ambiente antes de que pasen, lo que nos da tiempo de prepararnos.

Miles parpadeó, un poco estúpidamente. Porque, está bien, eso ya lo sabía. Era lo que siempre hacían cuando estaban en peligro. Aunque... ¿quizá Peter se refería a una escala más grande? Miró a Peter, inseguro.

—¿Y cuál es la mala noticia?

—Tenemos aproximadamente media hora antes de que una tormenta de nieve gigante nos golpee.

Miles lo miró fijamente. Peter le devolvió la mirada.

—Estás bromeando, ¿verdad? Dime que estás bromeando.

—Nop —dijo, haciendo énfasis en la 'p'—. Y debemos movernos ya si queremos que la mayor cantidad de gente esté protegida antes de convertirse en paletas humanas.

Miles lo miró horrorizado antes de saltar, balanceándose y llamando a Ganke. Escuchó el disparador de telaraña de Peter detrás de él.

—Tenemos una emergencia...


Media hora era un tiempo terriblemente corto, y Nueva York una ciudad enorme. Aun así, Peter y Miles hicieron todo lo que pudieron. Tuvieron que separarse para cubrir más terreno y usaron el FNSM para advertir que se avecinaba una tormenta monstruosa. Peter le dijo que el sentido arácnido solo se activaba por eventos climáticos si eran realmente extremos. Él solo lo vivió una vez, y fue por una ola de calor. Fue horrible.

Miles se estremeció. A cada minuto, el ambiente se volvía más y más frío, e incluso con el traje aislante lo estaba empezando a sentir. Los vientos también se volvieron feroces, al punto que tuvo que abandonar las telarañas en favor de saltar, pegarse a las paredes y correr por los techos. El clima cambió tan rápida y abruptamente que incluso las personas más escépticas no duraron mucho. Excepto J. Jonah Jameson, según le dijo Peter por el comunicador. Aunque Miles estaba seguro de que solo lo decía para llevarle la contraria a Spider-Man y no porque realmente no le creyera. Algunas cosas nunca cambian.

Miles acababa de asegurar a las personas en uno de los refugios FEAST cuando la cosa realmente empeoró. Los vientos eran tan fuertes que Miles tenía que usar algo de fuerza arácnida para mantenerse en pie, y podía sentir que el frío le mordía las extremidades. Las nubes habían tapado por completo el sol, dejando todo en penumbra. Su sentido arácnido ahora era una alarma fuerte y estridente en la parte posterior de su cabeza, imposible de ignorar. Y entonces empezó a nevar. Gruesos copos de nieve hicieron que el mundo se volviera blanco, limitando su visión hasta volverse casi nula. Miles dudó. Su sentido arácnido le decía que se moviera, que encontrara un lugar cerrado y cálido y que no saliera de ahí hasta que pasara la tormenta. Pero una notificación a través del FNSM sobre personas atrapadas en el tráfico lo hizo moverse. Ahora no. Tenía que asegurarse de que todos estuvieran a salvo. Era Spider-Man. Había pasado por cosas peores que algo de frío.

Su sentido arácnido decía lo contrario.


Había pasado más de una hora desde que el sentido arácnido de Miles se activara por la tormenta, varios minutos desde que la tormenta cayera de verdad, sumiendo a Nueva York en un páramo helado. Y Miles seguía afuera, aferrado a la cornisa de un edificio, sin ver a más de un metro de distancia. Su mamá estaba en el apartamento. Ganke también estaba en su casa, y Peter le había dicho que MJ se había quedado voluntariamente en el edificio del trabajo con más compañeros. Hacía tiempo que no recibían ninguna solicitud por la aplicación. Miles esperaba que fuera porque nadie lo necesitaba y no porque se hubiera caído la señal. Pero no se movía. Se sentía extrañamente separado de sí mismo, sus sentidos embotados, incapaces de captar nada además del aullido del viento y la nieve que lo golpeaba agresivamente. Su traje estaba empapado con nieve derretida, sus extremidades extrañamente rígidas. Tenía... sueño.

Su sentido arácnido era lo único que le impedía quedarse dormido, vibrando como loco. Entonces una mano se posó en su hombro, y su corazón se aceleró, devolviéndole la claridad suficiente para girarse, sus manos chispeando con Venom para neutralizar cualquier amenaza. Pero al ver el rojo y el azul, la electricidad se extinguió rápidamente.

—¡Pete! Por dios, yo... ¿qué haces aquí?

Dijo Miles, encendiendo su comunicador, ya que a pesar de estar tan cerca, el viento se llevaba sus palabras. Peter se cruzó de brazos, los lentes de su máscara estrechándose de una manera que Miles sabía que era preocupación.

—Podría preguntarte lo mismo. Ya deberías estar en casa, Miles. La tormenta se está volviendo peligrosa, incluso para nosotros.

Miles procesó eso un momento. No sabía por qué, pero se sentía lento. El pico de claridad que le dio la adrenalina se estaba desvaneciendo, y la somnolencia lo invadía.

—Miles, ¿sigues conmigo?

La voz preocupada de Peter volvió a llamar su atención. Miles gimió, descontento.

—Sí, sí, está bien, ya voy...

Pero cuando intentó levantarse, sus extremidades se trabaron, como si no pudieran soportar su peso, y Miles tropezó. Sus reflejos, normalmente rápidos, se demoraron en activarse, pero aun así logró no caer al suelo cubierto de nieve. Lo cual fue un alivio, porque no estaba seguro de que, si caía, pudiera volver a levantarse. Un momento después, la mano de Peter en su brazo lo ayudó a enderezarse, aunque su acción fue extrañamente lenta.

—Está bien. Sí, eso no va a pasar. Vamos a mi apartamento, igualmente está más cerca de aquí, a dos cuadras. Solo quédate conmigo, Miles, ¿me escuchas? Hagas lo que hagas, no te duermas.

Miles asintió lentamente, dejándose arrastrar por Peter y poniéndose en movimiento. Esto pareció ayudar un poco, ya que fue lo suficientemente consciente para saltar y correr sobre los techos hacia el apartamento de Peter sin necesidad de su ayuda. Pero estaba cansado. Quería llegar, acurrucarse en un rincón oscuro y cálido, y dormir. Miles cerró los ojos un momento. Entonces su pie resbaló con un trozo de hielo y casi se cae del techo si no fuera por sus dedos pegajosos que alcanzaron a agarrarse de la cornisa. Peter estaba en la pared de enfrente, arrastrándose hacia su ventana, aunque se detuvo ante la casi caída de Miles.

—¿Estás bien?

Preguntó. Miles asintió ligeramente, con el corazón desbocado.

—Nunca estuve mejor, no sé de qué hablas.

Peter resopló y Miles imaginó cómo sus labios se crisparon en una sonrisa debajo de la máscara. Se soltó de la pared y saltó hacia Peter justo cuando este abría la ventana y se arrojaba por ella. Él no tardó en seguirlo, dejándose caer al suelo sobre la alfombra y cerrando los ojos. La poca energía que le quedaba se agotó completamente, y su sentido arácnido, que había estado activo todo este tiempo, empezó a disminuir hasta hacerse casi silencioso. Eso le bastó a Miles, que dejó que la oscuridad lo llevara.


—¡Miles...! ¡Miles!

Peter obligó a sus piernas temblorosas a moverse para acercarse a su protegido en el suelo, que estaba terriblemente quieto. Sus extremidades se habían acercado a su cuerpo en una posición que Peter llamaría fetal, pero era demasiado flexible para eso, demasiado... antinatural. Le recordó, irónicamente, a una araña encogida. Se arrodilló a su lado, quitándole la máscara. Solo su capacidad de oír la respiración y el corazón de Miles latiendo —aunque demasiado despacio para su gusto— impidió que Peter entrara en pánico.

—Miles, Miles, despierta —dijo, sacudiéndolo, aunque sin demasiada fuerza. Ya no le quedaba mucha. Peter sentía el agotamiento y el sueño sobre él. Nunca había sentido algo así, y eso lo asustaba.

Un vendaval repentino y un montón de nieve sobre sus hombros le recordó a Peter que no había cerrado la ventana, dejando que la nieve se colara. El cansancio de Peter se duplicó, y le costó toda su fuerza de voluntad no dejarse caer al lado de Miles y unirse a él. Alzó un brazo tembloroso —y rígido a la vez, por contradictorio que pareciera— y la cerró. Aunque no ayudó mucho, ya que la calefacción del apartamento no estaba encendida. Hacía el mismo frío que afuera, y sus trajes estaban congelados, pegados a su piel, impidiéndoles retener calor.

Peter se arrancó la máscara, tomando una gran bocanada de aire, tratando de despejar su mente. Necesitaba... necesitaba algo. ¿Qué? Sus ojos vagaron por el apartamento en sombras, sus pensamientos incapaces de concretarse. Miró hacia abajo, donde Miles seguía inconsciente. Calor. Necesitaban entrar en calor. Su visión empezaba a empañarse, su cuerpo, su sentido arácnido —que había enmudecido hasta solo ser una vibración ausente—, todo estaba entumecido.

Peter intentó ponerse de pie. No lo logró. Volvió a intentarlo y, con más esfuerzo del que debería, lo consiguió. Como pudo, agarró a Miles y, sacando fuerza de donde no tenía, lo levantó en brazos. Sus rodillas se doblaron, pero aguantó. No lo dejaría caer. ¿Ahora adónde? Ahí hacía demasiado frío, las paredes parecían sudar escarcha.

Su mente nebulosa intentó recordar cómo se resolvía esto: hervir agua, buscar mantas, encender la calefacción... pero nada se consolidaba en acciones concretas.

Peter dio un paso, luego otro, y otro. Cuando volvió a parpadear, estaba en su habitación, frente a su cama. No recordaba haber llegado ahí. Miles se sentía cada vez más pesado en sus brazos. Peter no podría sostenerlo por mucho tiempo. Su respiración era lenta, profunda. Inquietantemente lenta. Él aún no sabía si solo estaba dormido o inconsciente. Debía estar inconsciente, ¿cierto? O si no, se despertaría.

Otro parpadeo. Miles estaba acurrucado en el centro de su cama, y a su alrededor estaban todas las mantas, sábanas y almohadas que Peter tenía en el apartamento. No eran muchas, pero eran suficientes para cubrir toda la cama. Estaban apiladas sin orden y pegadas por telarañas, creando una especie de capullo. Peter tampoco recordaba haber hecho eso... Eso estaba mal, ¿verdad? Era preocupante que tuviera lagunas.

El agotamiento lo recorría, impidiéndole pensar. Entonces se subió con cuidado, aún con el traje parcialmente congelado, y se acomodó contra la cabecera. Con manos temblorosas, jaló a Miles hasta su pecho, lo acunó entre sus piernas y lo envolvió con sus brazos. Sus piernas se enroscaron por reflejo alrededor del cuerpo más pequeño. Se sentía natural. Casi obligatorio.

Miles hizo un sonido, como un leve zumbido vibrante que Peter sintió a través de su espalda, resonando en su propio pecho. Algo estaba pasando. Algo importante. Pero la mente de Peter ya se estaba apagando.

Se sumió en un sueño profundo.

Notes:

escribi este capitulo de un tiron, me demore cuatro horas y decidi publicarlo inmediatamente, como dije en el resumen no tengo una idea clara de hasta donde quiero llevar esto pero tengo una hiperfijacion con este juego y especialmente la relacion de Miles y Peter y simplemente tenia que escribir algo, a medida que avance (si avanzo, ojala que si) actualizare las etiquetas segun el rumbo que tome, no escribire romance en este fic o al menos no sera el foco de la historia por eso Peter y MJ seran amigos aqui, pero puedo llegar a escribir escenas bastante graficas de accion o violencia por eso elegi no dar advertencias de archivos, esta es la primera historia que publico en este sitio, veremos como va :)

Chapter 2: Relaciones

Summary:

Bueno, la trama empieza a aparecer jajaja

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

"Así es, amigos. Estamos en el segundo día de lo que los meteorólogos llaman la tormenta de nieve más grande vista en la costa este en años. Es tan fuerte que ha causado daños y apagones en varios sectores de nuestra amada ciudad, dejando a cientos de personas afectadas. Las autoridades competentes están luchando contra el clima implacable para socorrer a quienes lo necesitan, arriesgando sus vidas como los héroes que son.

Ahora les pregunto: ¿dónde están los Spider-Men en todo este asunto? ¿Dónde están esos autoproclamados héroes? ¡Yo les diré dónde están! En el momento en que vieron que, con la tormenta, nadie podría ver sus supuestos actos heroicos, decidieron que no valía la pena el esfuerzo y se marcharon.

¡Y eso no es todo! Porque —casualmente— sabían que esto pasaría antes que cualquiera de nosotros. ¿¡No es eso sospechoso!? Aquí se demuestran los verdaderos colores de esas amenazas justicieras y yo...

¡Jared! ¡Dame otra maldita manta, me estoy congelando aquí!"


@BagelBoss88:
¿Alguno ha visto a @NYCWallCrawler? No lo he visto desde que empezó la tormenta.

@BXMomma3:
@BagelBoss88 @BKLNSpider42 me salvó a mí y a mi hija de quedar afuera en la tormenta. Pero... algo le pasaba. Juro que lo vi tropezar con el aire.

@HotDog_Truth:
@BXMomma3 ¡Por supuesto que algo le pasaba! Estaban afuera vestidos solo con un mono. No sé ustedes, pero yo hace rato estaría muerto.
@NYCWallCrawler @BKLNSpider42 ¿están bien? ¿Necesitan ayuda?

@SubwayDramaQueen:
No sé... yo creo que @Just_the_facts podría tener razón. Es sospechoso cómo sabían que venía la tormenta antes que cualquier instrumento.

@HotDog_Truth:
@SubwayDramaQueen ¿Qué estás sugiriendo? ¿Que de repente Spider-Man obtuvo el poder de invocar tormentas? No seas ridícula.


—Vamos, Pete... contesta —murmuró Mary Jane, mirando su celular sin respuesta.

La tormenta no daba señales de detenerse. Las calles estaban vacías: ni coches, ni peatones. Nueva York se había detenido.

La verdad, se arrepentía un poco de haberle dicho a Peter que quería quedarse en su trabajo. Sí, quería estar al tanto de lo que sucedía, ser la primera en enterarse de todo. Además, con lo mucho que se quedaba hasta tarde, ya tenía ropa de repuesto y el edificio tenía una buena calefacción, cableado eléctrico y mantas, incluso tenía comida. Pero todo eso era insignificante frente a la incertidumbre que sentía ahora.

Volvió a mirar la pantalla, como si hacerlo mil veces fuera a cambiar algo. La había estado revisando durante horas. No, desde ayer.

MJ: "¿Dónde estás? Empezó la tormenta. ¿Estás bien?"
MJ:
"Pete. Dime que estás en casa. Me estoy preocupando."
MJ:
"Voy a ir a tu casa si no contestas. En serio. No me obligues a salir con toda esta nieve."
MJ:
"Peter, por favor..."

Y para empeorar las cosas, Miles tampoco contestaba. Mary Jane se estaba volviendo loca de preocupación. Lamentablemente, era una sensación familiar para ella.

Un sentimiento amargo le cruzó el pecho con ese pensamiento, pero lo dejó de lado. Tenía que pensar en qué iba a hacer... en qué podía hacer.

La madre de Miles debía estar en su misma situación o peor ya que no tenía ni idea de quien era el otro Spider-Man o como contactarlo, lo mismo con Ganke, que —si Mary Jane recordaba bien— era el amigo de Miles que había desarrollado la aplicación de Spider-Man y que sabia su identidad.

Se mordió el labio, mirando hacia la ventana. La recibió el blanco invernal y el viento azotando con fuerza. Soltó un suspiro derrotado.

La verdad es que no había nada que pudiera hacer. Solo esperar que estuvieran bien. Tenían que estar bien. Al menos hasta que pudiera salir a buscarlos.


Rio observaba la habitación vacía de su hijo con el celular fuertemente apretado contra el pecho. La preocupación y el miedo la desgarraban por dentro.

La cuestión es que ella sabía. Lo sabía desde el momento en que vio el rostro de su hijo bajo ese traje: que esto podía pasar. No... que pasaría.

Pero también sabía que no podía detenerlo. No debía detenerlo.

Miles era demasiado parecido a su padre: siempre buscando hacer el bien para todos, incluso a costa de sí mismo. Tal vez especialmente a costa de sí mismo.

Y Rio no podía estar más orgullosa… ni más preocupada.

Ahora, lo único que sentía era miedo. Miedo de que, donde sea que estuviera, no estuviera bien. No estuviera a salvo. Solo esperaba que se le hubiera roto el celular… que no tuviera señal… o cualquier excusa que no fuera el peor escenario.

Tal vez se había quedado con el Spider-Man original.

Solo pensarlo le dolió.

La sola idea de que su hijo pudiera estar más seguro —más a salvo— con un completo desconocido que con ella, al punto de refugiarse en su casa en vez de en la suya…

Pero no. No era un desconocido, al menos no para él.

Era su mentor. Su amigo. Además, era un héroe.

Rio recordaba a Jefferson hablando maravillas de él. Antes de... todo. Y siempre había sido el ídolo de Miles, incluso después de haberlo dejado solo aquella Navidad…

No. Pensar así era mezquino. E irrelevante.

No sabía exactamente qué edad tenía el Spider-Man mayor, pero sí sabía que empezó muy joven. Tal vez incluso más joven que Miles.

¿Qué marco de referencia deja eso?

Además… ¿qué importaba dónde pasara el tiempo Miles, mientras estuviera seguro y feliz?

¿Qué importaba que últimamente lo viera cada vez menos?

Era comprensible. Su trabajo como concejala le exigía mucho. Y Miles estaba igual —o más— ocupado: estudios, vida social… Spider-Man.

No significaba que no la quisiera. No significaba que no la necesitara.

Era un pensamiento tonto.

Una vocecita molesta le susurró que él nunca le dijo nada sobre sus poderes. Que fue un accidente que se enterara.
¿Y si no hubiera pasado?
¿Se lo habría dicho alguna vez?
¿O estaría como ahora... en la habitación vacía de su hijo, pero peor?

Porque entonces ni siquiera sabría que él estaba ahí fuera.
Ni qué estaba haciendo.
Ni si…
Estaba vivo.


Ganke estaba algo ansioso.

Miles no contestaba sus mensajes, y aunque no supiera con certeza cómo sus poderes arácnidos lo afectaban, seguía creyendo que no era saludable —ni seguro— estar afuera con ese clima.

Además, por lo que sabía, Miles todavía era capaz de sentir frío normalmente… a menos que no le hubiera contado que era inmune al frío, lo cual sería increíble.

¿El Spider-Man original también era inmune al frío?

Hmm… algo sobre lo que pensar.

Pero ese no era el punto.

El punto era que Miles no respondía a sus mensajes.

Y un mensaje a la madre de Miles le confirmó que ni siquiera estaba en casa, lo que dejaba pocas opciones.

Entonces, o estaba con el Spider-Man mayor…
O en alguna parte de Nueva York, muriéndose de frío.

Ganke no quería hacerlo. Era una violación a la privacidad, si Miles no estaba en peligro.

Pero… ¿y si sí lo estaba?

Estaba conectado al sistema de la máscara de Miles. Podía ver lo que él veía cuando la tenía puesta.

Cosa que no lo estaba.
Eso fue lo primero que comprobó.

Y puede —o no— haberle dado un poco de pánico, porque:

O se la había quitado voluntariamente —lo cual era maravilloso, excepto por el pequeño detalle de que NO CONTESTABA—
O alguien se la había quitado, y su identidad estaba comprometida.

Le quedaba una opción.
Ganke podía acceder a su ubicación.
Tuviera o no la máscara puesta.

Pero si lo hacía…
Y Miles estaba con el otro Spider-Man…

Significaba que sabría dónde vivía Spider-Man.
Sin que se lo hubieran dicho.

Y eso estaba mal, hombre.

La inquietud lo carcomía mientras tenía las manos suspendidas sobre el teclado.

Miró nerviosamente hacia la puerta de su habitación, donde sus padres descansaban.

No es como si fuera a decírselo a nadie, ¿cierto?

Además, solo sabría su dirección.
No un nombre. Ni una cara.
Y definitivamente no pensaba buscarlo.

Parecía que ya había tomado una decisión.

Ganke accedió a la ubicación de Miles triangulando su posición…
…y soltó un suspiro de alivio al ver que lo llevaba a un complejo de apartamentos.

Así que, a menos que estuviera en el techo —lo cual no se descartaba del todo—, significaba que estaba con el otro Spider-Man.

…o que lo habían secuestrado.

Ganke se quejó de frustración, enterrando la cara entre las manos.

No había conseguido nada.

Notes:

Aquí estoy con el capítulo dos, más rápido de lo que pensé, y más angustioso… se volvió más oscuro de lo que quería, Rio no la tiene fácil y de aquí en adelante va a ser peor… un poco?, después de todo su hijo tiene adn de araña y apenas es la punta del iceberg… veremos cómo va, los diferentes puntos de vista están abriendo argumentos de la trama y puntos de conflicto futuro, aunque aún son nebulosos, agregue algunas nuevas etiquetas incluyendo el narrador poco confiable, es algo obligatorio debido al enorme complejo de culpa Parker, agradezco cualquier critica constructiva o si ven que algo es contradictorio, no tengo lector beta y es difícil, además, aunque los quiero desesperadamente, no tengo los juegos por lo que me guio casi exclusivamente por la historia principal, en ese contexto no tengo ni idea si Miles tiene un nombre de twitter como Spider-Man asi que le cree uno

Chapter 3: Indicio

Summary:

Algo esta pasando, Miles esta avergonzado, Peter esta en negación y MJ esta atando cabos.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Al tercer día, la tormenta por fin empezó a remitir lo suficiente para que las personas pudieran salir sin temer inmediatamente por su vida, aunque no se aconsejaba hacerlo a menos que fuera estrictamente necesario.
Mary Jane ni siquiera dudó. Tomó la ropa más abrigada que tenía y, soltando alguna excusa a su jefe, se enfrentó a las gélidas calles, ignorando el frío que le calaba los huesos.

Su trabajo no estaba precisamente cerca del apartamento de Peter —al que esperaba encontrar allí, por lo que sería el primer lugar en el que buscaría y, con suerte, el último—. Además, como no podía utilizar su motocicleta, tenía que ir a pie. Le llevó un tiempo angustiosamente largo llegar al edificio, que alguien la reconociera y la dejara entrar.

Entonces llego a la puerta y toco una vez con la ansiedad pesada en su pecho, no hubo respuesta, volvió a tocar esta vez mucho mas fuerte y espero unos segundos con el mismo resultado, Mary Jane probo a abrir el picaporte sin suerte. Se mordió el labio, mirando a su alrededor.

—Lo siento, Pete —murmuró para sí misma.

Y se arrojó contra la puerta con toda la fuerza que tenía. La cerradura se rompió con un chasquido, casi cayéndose al suelo, aunque logró recuperar el equilibrio en el último segundo. Se apresuró a cerrar la puerta a sus espaldas por si algún vecino curioso había escuchado el ruido.

Entonces, al fin, tuvo tiempo de asimilar su entorno. No fue bueno. El apartamento estaba helado, el vaho salía de su boca al respirar, la calefacción no estaba encendida y la escarcha en las ventanas y las paredes mostraba que no había estado encendida en bastante tiempo.

Un escalofrío distinto al del clima recorrió su espalda. Mary Jane acalló el miedo que este hecho le generó y se dirigió a la única habitación del apartamento.

—¡Peter! ¡Miles!

Nada. Ni un movimiento. Ni una respuesta. Ni siquiera un ruido detrás de la puerta cerrada de la habitación de Peter, aunque no era como si ella lo esperara. Si no hubo respuesta a sus golpes en la puerta o cuando la rompió, no creía que fueran a contestar a sus llamados.

Abrió la puerta de un tirón.

Y se quedó completamente paralizada. Cualquier cosa que pensara encontrar definitivamente no era eso. Parecía que hubiera pasado un pequeño tornado: las gavetas y puertas de los armarios estaban abiertas de par en par, todo su contenido desperdigado por el suelo, formando un camino claro hacia la cama en medio de la habitación.

 Encima de ella había montones de mantas, almohadas e incluso ropa, aunque parte de ella se había caído de la cama como si lo que lo sostenía unido hubiera desaparecido. Por ese espacio, Mary Jane podía ver perfectamente a Peter y Miles, aún con sus trajes de Spider-Man —aunque sin la máscara— acurrucados y apretados contra la cabecera de la cama, Peter abrazando a Miles con todo su cuerpo, con su cabeza sobre la de Miles, que estaba encajada debajo de su barbilla, su espalda contra su pecho, sus extremidades recogidas y retorcidas de una forma que le dio algo de náuseas.

Ninguno parecía respirar.

Ese hecho fue lo que logró sacar a Mary Jane de su estupor. Se acercó a ellos corriendo, arrodillándose en la cama a su lado, haciendo caer más las sábanas.

—Hey…

No hubo respuesta. Con cierta vacilación, los tocó. Estaban helados y extremadamente rígidos, no logró moverlos. Mary Jane tragó saliva y sus manos temblaron cuando bajó el cuello del traje de Spider-Man de Peter lo suficiente para tomarle el pulso. Por un segundo de infarto no lo sintió, pero entonces captó el latido bajo sus dedos, extremadamente lento pero constante.

Hizo lo mismo con Miles, con el mismo resultado. Mary Jane se desplomó contra la cama, toda la tensión en su cuerpo desapareciendo.

—Gracias, gracias…

Murmuró, sintiendo cómo el alivio la recorría. Estaban vivos, aunque no exactamente bien. Debía averiguar qué les pasaba, pero primero tenía que subir la temperatura a ese apartamento, ella misma se estaba congelando. Con una última mirada hacia ellos, fue hasta el termostato configurándolo, y luego a la cocina, calentando agua, una idea formándose en su cabeza de empapar toallas con el agua caliente e irlos calentando poco a poco.

No sabía qué pasaba, si alguien les había inyectado algo a ambos o era el frío. Tenía algunas características de hipotermia, pero su intuición le decía que eso no era correcto, era algo diferente. Peter nunca había reaccionado así al frío, aunque no es que antes hubiera estado fuera en una tormenta como esa. Su traje de Spider-Man de invierno era lo suficientemente aislante para protegerlo del frío normal, pero las temperaturas de esa tormenta superaron su umbral por mucho. Y aun así, Peter era resistente.

Mary Jane le dio vueltas a ese pensamiento, tratando de pensar en qué había pasado, mientras la temperatura del apartamento por fin empezaba a subir lo suficiente para que se sintiera cómoda, quitándose algunas capas de ropa. La escarcha dentro del apartamento también desapareció, dejando gotas de agua a su paso. Mary Jane hizo una mueca de simpatía.

Peter iba a tener algunos problemas de humedad por un tiempo.

Entonces, se escuchó un golpe en la habitación de Peter.


Miles volvió en sí lentamente. Primero tomó consciencia de sí mismo, como si saliera de un sueño muy profundo. Sentía algo de frío, de hecho, sentía mucho frío, pero estaba extrañamente cómodo. Algo estaba a su alrededor y su espalda estaba agradablemente más caliente que el resto de su cuerpo. Su sentido arácnido también se sentía raro, una vibración baja en la parte posterior de su cabeza que transmitía comodidad, seguridad, protección. Nunca había hecho eso antes, pero era… agradable. Casi sintió ganas de volver a dormir, pero estaba cada vez más consciente, lo suficiente como para abrir los ojos.

Miles lo intentó antes de volver a cerrarlos de inmediato ante la intensa luz que entraba por la ventana. Hizo un sonido de fastidio mientras intentaba alzar su mano para tapar sus ojos. Fue entonces cuando lo que lo rodeaba lo apretó más, impidiéndole moverse. Eso hizo que Miles se despertara completamente, abriendo los ojos de par en par.

No estaba en su cama, ni siquiera estaba en su habitación. Estaba… ¿dónde estaba? Parpadeó un par de veces intentando recordar cuándo se había quedado dormido… La tormenta. Recordaba tener mucho frío y mucho sueño, lo que era preocupante. Llegar al apartamento de Peter y después… después nada.

Miles volvió a mirar su entorno, esta vez reconociéndolo. Estaba en la habitación de Peter… ¿estaba en la habitación de Peter? ¿Por qué?

Otro apretón hizo que Miles se mirara a sí mismo. Sus manos estaban contra su estómago, atrapadas por sus piernas que estaban tan pegadas a su cuerpo que su rodilla tocaba su barbilla. Pero eso no era lo que llamó su atención. No, lo que lo dejó completamente paralizado fueron los familiares brazos y piernas surcados por telarañas y vestidos de rojo y azul que lo rodeaban, manteniéndolo restringido. Como si la vista desbloqueara algo en el cerebro de Miles, de repente fue consciente de la respiración lenta y profunda del pecho presionado contra su espalda y del peso en su cabeza.

—¿Qué?...

La respiración en su espalda se entrecortó un momento y los brazos se apretaron aún más antes de aflojarse lentamente. Literalmente sintió el sonido de disgusto y confusión que hizo Peter en su garganta. La vergüenza que había ido creciendo dentro de Miles se disparó y se apartó de un salto, enredándose en una de las mantas a su alrededor y cayendo de espaldas al suelo con un ruido sordo.

El zumbido en su sentido arácnido se apagó. Miles ignoró la punzada de decepción que sintió ante eso. Desde la cama, Peter lo miró con los ojos igual de grandes que los de Miles. Se hizo un silencio incómodo.

Entonces, el sonido de pisadas y una fuerte exhalación hizo que Miles y Peter miraran hacia el marco de la puerta, donde Mary Jane los miraba con preocupación y alivio a partes iguales. Peter sonrió tímidamente.

—Hola, MJ. Qué sorpresa encontrarte por aquí, ¿no estabas en el Daily Bugle?

La voz de Peter sonó ronca, como si no hubiera hablado por horas. Miles agradeció la distracción y aprovechó para levantarse del suelo. Mary Jane miraba a Peter como si no pudiera identificar si estaba bromeando o no.

—Peter, eso fue hace dos días. Llevo dos días sin saber de ti ni de Miles. Cuando los encontré estaban inconscientes. Estaba muy preocupada.

El rostro de Peter reflejó sorpresa y luego preocupación. Miles no estaba seguro de qué expresión estaba haciendo en ese momento, estaba muy confundido. No se sentía mal, solo como si hubiera dormido una larga siesta. Entonces, lo que dijo Mary Jane lo alcanzó.

—¿Espera, dijiste dos días?

Preguntó incrédulo, su voz igual de ronca que la de Peter. ¿Había dormido por dos días? ¿O estado inconsciente o lo que fuera que le hubiera pasado?

—Oh, dios, mi mamá.

Sin demorarse, sacó su celular del bolsillo escondido de su traje y vio la cantidad de mensajes y llamadas perdidas de su mamá y de Ganke.

—Oh, hombre, va a matarme —murmuró Miles mientras empezaba a enviarle un mensaje a Ganke. Después iba a llamar a su madre, debía de estar muy preocupada por él.

Al estar mirando la pantalla, se perdió la mirada de alarma, preocupación y luego de confusión que le dirigió Peter.

—Un momento, chicos, voy a llamar a mi mamá —dijo Miles mientras salía de la habitación, cerrando la puerta tras él.


Peter se quedó mirando la puerta cerrada por donde había salido Miles más tiempo del que debería. Se sentía… inestable, como los primeros días cuando consiguió sus poderes, donde todo era nuevo, emocionante y aterrador a partes iguales. Sentía que algo había cambiado dentro de él, pero no sabía qué. Su nuca le picaba.

Una mano en su hombro lo sobresaltó. Mary Jane, sentada a su lado en el colchón, lo miró con ojos preocupados.

—¿Estás bien? Pareces… asustado.

Peter esbozó una sonrisa que era más falsa de lo que le gustaría, pero no quería preocuparla.

—Estoy bien, MJ, solo confundido. ¿Dijiste que estábamos inconscientes? ¿Miles y yo?

Mary Jane dudó.

—Sí, eso creo. Fue muy extraño, Pete. No respondían cuando los llamaba, no podía moverlos, no importaba lo que hiciera. Estaban muy rígidos… creo que podría tener pesadillas sobre cómo estaban doblados ustedes. Y tu respiración… era tan lenta que por un momento pensé que estaban muertos.

Peter la miró, tomando su mano gentilmente.

—Estamos bien, MJ. Un poco congelados y con mucha hambre, pero bien.

Mary Jane miró sus manos entrelazadas y se mordió el labio, como siempre hacía cuando estaba nerviosa o quería decir algo pero no sabía cómo. Peter ladeó la cabeza, haciendo contacto visual.

—¿Qué piensas?

Ella se soltó de su agarre y miró su habitación, que ahora que Peter notaba, estaba hecha un desastre. Recuerdos borrosos de él acumulando cosas encima de la cama, rodeando a Miles, afloraron en su mente, pero nada más. Frunció el ceño, tratando de recordar. Algo le decía que era importante, pero fue en vano. Era como si hubiera estado actuando en piloto automático… por instinto.

—¿Tú hiciste esto?

La voz de Mary Jane lo sacó de sus pensamientos. Realmente debía estar fuera de sí.

—Creo que sí. La verdad es que no lo recuerdo.

Ella alzó una ceja ante la respuesta.

—¿Tampoco recuerdas abrazar a Miles como si fuera un oso de peluche?

Peter sintió que un sonrojo de vergüenza subía por su cuello y orejas.

—Yo no… estaba pensando, estoy bastante seguro de que estaba más dormido que despierto.

—¿Dormido… no inconsciente?

Mary Jane lo miró inquisitiva. Peter no pudo evitar removerse incómodo ante su mirada.

—Esa es la sensación que me dio. No siento que hubiera estado inconsciente, y eso lo dice un tipo que lo ha estado muchas veces. Simplemente no se siente así.

Ella asintió lentamente, aunque su mirada calculadora no abandonó su rostro. Peter se levantó, incapaz de quedarse más tiempo quieto.

—Bueno, me muero de hambre, como si no hubiera comido en días. Y Miles también debe tener hambre. ¿Qué tal si comemos y después tratamos de entender qué fue lo que pasó?

Y sin esperar respuesta, Peter salió por la puerta.

Notes:

Estoy bastante obsesionada con esta historia y eso se nota, no se acostumbren a los capítulos rápidos, les juro que no suelo ser asi, además estos salen rápido porque tengo una idea de a donde llevarlo pero pronto voy a tener que detenerme a pensar a donde ir con la historia, como siempre si ven alguna incoherencia o contradicción por favor díganmelo,

Chapter 4: Identidad

Summary:

MJ es la jefa, Miles se divierte y Peter se asusta

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Miles apagó el agua hirviendo en la cocina de Peter, que supuso había puesto Mary Jane, con un suspiro. Hablar con su mamá fue tan bien como cabría esperar, y aún más cuando no tenía una explicación de por qué se quedó… ¿inconsciente?, ¿dormido? Podía oír la preocupación y el miedo en su voz, y no por primera vez se sintió culpable de ser el responsable de poner ese tono ahí. Igualmente, le había asegurado que estaba bien y que, cuando la tormenta disminuyera lo suficiente, se dirigiría a casa.

Un gruñido de su estómago lo sacó de su estado de ánimo decaído, mirando a su abdomen.

—Cierto, comida —murmuró.

Según Mary Jane, llevaba dos días inconsciente, algo por lo que se estaba esforzando en no pensar, y más tiempo sin comer, y su cuerpo estaba de acuerdo. Estaba muerto de hambre.

Como si le hubiera leído la mente, Peter salió de su habitación, entrando a la cocina, y sacó unas sobras de pizza de hace algunos días, pero todavía comestibles. Hablaba a tres palabras por segundo, de temas al azar, mientras esperaban que se calentara en el microondas. Parecía que ninguno de los dos quería tocar el tema evidente, y Miles estaba más que dispuesto a que siguiera así.

Mary Jane lo siguió a paso más lento, quedándose alrededor de la isla de la cocina. Miles se unió a ella, sentándose en una de las sillas. Ella le dirigió una mirada curiosa.

—¿Tú también crees que te quedaste dormido?

Miles la miró curioso antes de volver la vista hacia Peter.

—¿Eso es lo que dijo Pete? Bueno, sí, no siento dolor, ni confusión.

Mary Jane asintió ante sus palabras, luciendo pensativa.

Entonces las sobras de pizza estuvieron listas, y Peter se sentó al otro lado de Miles, empezando a comer inmediatamente. Miles no se quedó atrás, abalanzándose sobre la comida con avidez, su estómago vacío exigiendo comida. Mary Jane hizo una mueca al verlos.

—Más despacio, nadie se las va a quitar.

Peter hizo un gesto vago con la mano, debido a que tenía la boca llena, y Miles aprovechó para inclinarse sobre él, agarrar un trozo de su porción de pizza y metérselo a la boca. La mirada traicionada que le dirigió Peter lo hizo reír.

Un brillo travieso apareció en los ojos de Peter, y Miles supo que era la guerra.

Después de eso, se convirtió en un borrón de extremidades y manchas sobre la mesa cuando alguno de los dos dejaba caer algún trozo de pizza en su forcejeo. Mary Jane, sabiamente, se alejó de eso para no quedar en fuego cruzado, sus labios curvándose en una sonrisa cariñosa, hasta que solo quedó un trozo.

Peter tenía una sonrisa salvaje y Miles estaba seguro de que la suya era igual. En algún momento habían dejado de estar sentados en las sillas como personas normales, y ahora estaban acuclillados sobre ellas. Se quedaron mirando fijamente, esperando que el otro hiciera su movimiento.

Entonces Peter se lanzó. Miles hizo lo mismo al mismo tiempo, pero una tercera mano intervino y se llevó la pizza a la boca.

—Y yo gano —dijo Mary Jane con una sonrisa triunfante.

Miles parpadeó un par de veces, compartiendo una mirada con Peter, atónito, antes de que Peter empezara a reír, desplomándose en la silla. Miles lo siguió un segundo después.

Entonces miró sus manos enguantadas, manchadas de grasa, y frunció el ceño.

—Ay, hombre, va a ser un fastidio quitarlo.

Peter miró sus propias manos y su rostro adoptó una expresión de sorpresa, como si se hubiera olvidado de que aún tenía el traje puesto. Luego hizo una mueca.

—Deberíamos quitarnos los trajes… y darnos una ducha, apestamos un poco.

Miles se molestó.

—¡No apesto!

Peter le sonrió con picardía.

—Un poco sí, lo haces.

Miles balbuceó, ofendido.

—Yo no… ¿cómo puedes?

Disimuladamente, inspiró, tratando de olerse a sí mismo, pero aparte de la pizza y un ligero olor a sudor, no captó nada. Le frunció el ceño a Peter, aunque no estaba realmente enojado.

—No mientas, bro. Si alguien apesta, eres tú.

Y para demostrarlo, se inclinó en el espacio de Peter, inspirando, dispuesto a hacer una demostración desagradable, pero se quedó paralizado.

Peter no apestaba. De hecho, no olía a nada que Miles hubiera olido antes. Olía a… bueno, Peter. Miles nunca se había dado cuenta de que una persona podía oler así.

Desde la picadura, sus sentidos se potenciaron hasta el punto de ser abiertamente dolorosos a veces. Ahora podía oler muchas cosas, muchas de ellas desagradables, y las personas tenían siempre la misma combinación de olores que era: sudor, alguna fragancia química que le hacía picar la nariz si usaban algún perfume o colonia, y el aseo personal de cada una. Miles nunca podría identificar el olor de una persona u otra porque eran prácticamente iguales.

Esto… esto era nuevo.

Miles se preguntó por qué nunca se había dado cuenta de que Peter tenía un olor específico, una identidad.

El sentido arácnido de Miles empezó a hormiguear, y Miles se dio cuenta de que se había perdido en sus pensamientos y seguía demasiado cerca de Peter. Este lo miraba con preocupación mientras se frotaba la nuca.

Miles se enderezó de inmediato, avergonzado, y su sentido arácnido se silenció.

—Lo siento, me quedé en blanco… ¿qué decías?

Peter bajó la mano.

—Está bien… Voy a bañarme y cambiarme primero. Luego buscaré algo que te puedas poner. ¿Te parece bien?

Miles asintió. Mary Jane, que no había dicho nada y se había limitado a mirarlos, intervino.

—Ya que estás en eso, aprovecha para ordenar todo.

Peter se quejó, pero no dijo nada más, cerrando la puerta de la habitación tras él.

Entonces quedaron solo Miles y Mary Jane, que lo miró fijamente.

—Está bien… ¿qué está pasando?

Miles abrió los ojos de par en par por la sorpresa.

—¿Qué pasa con qué? —su voz subió una octava. Carraspeó—. No está pasando nada.

La mirada de Mary Jane era escéptica.

—Claro… Ignorando el hecho de que ustedes dos se acaban de quedar inmóviles como por un minuto...

—¿Espera, qué?

—No hemos hablado de que estuvieron durmiendo por dos días seguidos. Ahora, normalmente ustedes son los primeros en querer investigar este tipo de cosas, lo que me dice que el hecho de que no estén hablando de ello y lo estén evitando activamente es porque algo está pasando. ¿Tengo razón?

Miles la miró fijamente de vuelta.

—Das mucho miedo, MJ… ¿lo sabías?

Ella rodó los ojos, pero sus labios se crisparon en una sonrisa.

—No cambies de tema.

—No lo estoy, lo juro. Honestamente, no está pasando nada, solo es… extraño.

Mary Jane le hizo un gesto, alentándolo a hablar. Ese tipo de cosas le recordaban a Miles que era reportera, y una muy buena.

—¿Extraño cómo?

Miles frunció el ceño, pensativo, su mano subiendo instintivamente a su nuca antes de bajarla.

—Sabes, ¿como cuando tienes la sensación de que algo está fuera de lugar, pero no sabes qué exactamente?

Mary Jane asintió lentamente, entendiendo.

—¿Estás diciendo que algo ha cambiado, pero no sabes qué?

Miles asintió con entusiasmo.

—Sí, es súper raro, pero no creo que sea malo —frunció el ceño—. O no parece así...

Miles estaba tratando de no profundizar en las nuevas sensaciones que lo invadían, ni en cómo su sentido arácnido estaba diferente, pero sentía que no eran inherentemente malas… solo esperaba tener razón.


Peter se miró al espejo. Su reflejo le devolvió la mirada, el vapor del agua caliente condensándose en él, empañándolo más a cada segundo.

¿Qué estaba haciendo?

Por un momento, cuando Miles se inclinó hacia él, su sentido arácnido se volvió loco, empujándolo a… hacer algo. Lo que no tenía ningún sentido.

Desde que se despertó, nada tenía sentido. Como si el mundo se hubiera desplazado de su eje, había perdido su solidez.

MJ tenía razón. Peter estaba asustado. En realidad, estaba aterrorizado.

Pensaba que ya sabía todo lo que la picadura de araña le había cambiado. Todo lo que implicaba su mutación. Pero esa tormenta… tal vez fue un catalizador. Tal vez, desde el momento en que Miles fue picado, se generó una reacción en cadena que despertó algo latente en el ADN de Peter. Algo que estaba dormido… y ahora se estaba manifestando.

Porque no existía otra explicación para cómo reaccionaba su sentido arácnido cuando Miles estaba cerca. Para cómo podía oler a Miles y saber que era él, cuando Peter no podía hacer eso con ninguna otra persona. Ni con May. Ni con MJ. Ni con Harry.

Cuando le daban esos… impulsos, de los que ni siquiera sabía qué eran.

Él no sabía qué hacer.
No sabía si podía hacer algo.

Notes:

Si, no estoy del todo segura con este capitulo, me costo escribirlo y las cosas por ahora van un poco lentas pero mas adelante van a haber saltos de tiempo un poco mas grandes, los capítulos que escribo son entre 1000 y 2000 palabras por lo que son bastante cortos y van a pasar varios capítulos en la misma situación, lo siento por eso jaja

Chapter 5: Cambios

Summary:

Las cosas van escalando, todo es normal y MJ merece una medalla por su paciencia con estos dos.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Después de esa breve conversación, Miles cambió de tema a uno más ligero. Después de todo, no es como si pudiera contarle más a Mary Jane sobre lo que estaba pasando, y si era sincero consigo mismo, tampoco es como si quisiera hacerlo. Tal vez lo que fuera que hubiera pasado era culpa de la tormenta, y cuando dejara de hacer tanto frío, todo volvería a la normalidad… aunque nunca nada era tan sencillo para Spider-Man. Miles debería saberlo.

Peter salió de su habitación secándose el cabello con una toalla mientras le pasaba ropa a Miles para que se cambiara, tomando su lugar cuando se fue. Cuando entró en la habitación de Peter, se dio cuenta de que había organizado todo, devolviéndolo a su lugar, dejando el espacio como estaba antes de la tormenta. Una punzada de… algo… atravesó a Miles, demasiado rápido y extraño para que pudiera captar qué era, dejándolo inquieto. Pero, ¿por qué Miles debería sentirse inquieto por que Peter arreglara su habitación?

Miles apartó la vista y entró al baño.

No, Miles no estaba inquieto. Era ridículo.

El agua caliente era celestial después de tanto tiempo en el frío. Miles sentía que se derretía, podía quedarse ahí durante horas. Sentía que una tensión en su pecho se relajaba, casi como si un músculo que no sabía que tenía se moviera. Fue tan abrupto que lo despertó del letargo en que había caído, y cerró la llave del agua rápidamente, tocándose el pecho con la mano, pero nada se sintió diferente.

¿Qué fue eso?

Miles esperó unos segundos más, pero fuera lo que fuera, no volvió a pasar.

—Cálmate, Miles, solo estás nervioso —murmuró para sí mismo, cambiándose con la ropa que le prestó Peter.

A pesar de haber crecido desde que se conocieron, cuando Miles tenía quince, aún era más bajo y pequeño que el Spider-Man original, por lo que la ropa le quedaba un poco grande. Pero Miles no se fijó en eso, pues en el momento en que se vistió, el olor que había notado antes en Peter invadió sus sentidos, ahora más fuerte, como si lo rodeara. Algo se movió en su pecho y sintió una leve vibración antes de que todo su cuerpo se tensara en respuesta al pánico. Ahora estaba seguro: no lo había imaginado.

Miles recogió su traje y prácticamente corrió saliendo del baño, pero cuando iba a abrir la puerta de la habitación, dudó. ¿Qué exactamente debería decir?

Hola, Pete, ¿sabes esa cosa de la que no queremos hablar y no sabemos que es?, bueno, aparentemente tengo un musculo nuevo en el pecho, es eso o algo que se mueve y prefiero pensar que es un musculo, ah, además ¿creo que vibra?, pero no te preocupes, no creo que me haga daño, al menos no me duele

Sí… no. Prefería no hacerlo. Sobre todo porque Peter tenía sus propios problemas. No era nada con lo que Miles no pudiera lidiar…

Respiró profundamente, calmando su corazón acelerado, inhalando accidentalmente más del olor de Peter. Miles se detuvo, esperando que lo que fuera en su pecho se moviera, pero no sintió nada. Lentamente soltó el aire y frunció el ceño. ¿Qué exactamente desencadenaba el movimiento? Y la vibración… ¿era un efecto secundario del movimiento en su pecho o el movimiento lo causaba directamente?

Un sonido fuerte detrás de la puerta sacó a Miles de sus pensamientos, recordándole dónde estaba. No tenía tiempo de pensar en eso si no quería que Peter sospechara. Ya lo averiguaría cuando estuviera solo en su casa. Si se le complicaba, podría llamar a Ganke… o tal vez no. Realmente no quería explicarle esa sensación a nadie.

Ya más tranquilo, abrió la puerta, sus ojos buscando a Peter antes de darse cuenta de que lo hacía. En serio debería irse a casa para poder resolver lo que le estaba pasando. Un escalofrío le recorrió la espalda ante el pensamiento, pero lo ignoró.

Peter y Mary Jane estaban hablando de las consecuencias de la tormenta cuando Miles se acercó. Peter se interrumpió, mirando a Miles como lo hacía cuando terminaban una patrulla especialmente difícil, buscando heridas que Miles no le había dicho. Como si Miles hubiera podido herirse en los minutos que estuvo fuera de su vista. Algo muy dentro de Miles se regodeó ante la atención. Miles aplastó el sentimiento.

Ahora sí que tenía que irse. No quería comportarse raro con Peter, o que pensara que era raro. Ya toda esa situación era extraña.

Miles se aclaró la garganta, moviéndose en su sitio, de repente con demasiada energía.

—Creo que ya es seguro que me vaya. He estado mucho tiempo fuera y no quiero preocupar más a mi mamá.

Peter se irguió, abriendo mucho los ojos. Si Miles no lo conociera, diría que parecía casi alarmado. Pero eso era una tontería. ¿Por qué Peter estaría alarmado porque Miles se fuera? El clima se había controlado después de tres días de frío extremo. Ya no había peligro para las personas normales, mucho menos para Miles. No había razón para que le pasara nada… ni que volviera a entrar en ese estado de coma.

—¿Te vas? Pero… quiero decir, ¿no quieres esperar a que caliente más? ¿O al menos a que quiten la nieve de las calles? Si te vas ahora tendrías que irte caminando porque no hay manera de que salgas como Spider-Man todavía.

Miles reprimió una mueca. Todas eran preocupaciones válidas, y su apartamento no quedaba precisamente cerca del de Peter. Sería una larga caminata en el frío, pero no podía quedarse más y tampoco podía explicarle a Peter por qué no podía hacerlo.

—No creo que se vuelva menos frío que esto, Pete —intervino Mary Jane, mirando fijamente a Miles—. Y Miles tiene razón, no me imagino lo preocupada que debe estar su madre.

Por un momento pareció que Peter quería protestar, aunque no había motivo para hacerlo, antes de suspirar.

—Bien, déjame buscarte algo más abrigado. Y también para guardar tu traje —dijo, pasando por el lado de Miles y desapareciendo de nuevo en su dormitorio.

Miles lo siguió con la mirada, ignorando deliberadamente a Mary Jane, que seguía observándolo. Era demasiado perspicaz.

Cuando Peter regresó, no solo llevaba un abrigo y una bolsa, él también se había cambiado. Peter debió percibir la confusión de Miles, porque se explicó:

—Te acompaño. Igualmente debo conseguir algunas cosas.

Miles dudaba que hubiera algo abierto con la tormenta tan reciente, pero no dijo nada. El hecho de que Peter lo acompañara calmó una ansiedad que ni siquiera se había dado cuenta que estaba ahí. Bueno, eso ya se estaba poniendo ridículo.

Mary Jane se levantó también, recogiendo sus abrigos.

—Supongo que entonces todos vamos.

Peter frunció el ceño.

—¿Qué?, no, MJ, quédate aquí, no tiene caso que todos salgamos al frío.

—De ninguna manera voy a dejarlos solos con lo que pasó la última vez.

La mención casual de algo no tan casual puso nervioso a Miles, y se dio cuenta de que también incomodó a Peter, porque solo murmuró un vago acuerdo antes de ir hacia la entrada. Pero antes de siquiera llegar a ella, la puerta se abrió sola sobre sus goznes, mostrando la cerradura destrozada.

Peter sonrió con ironía.

—Supongo que debo agregar una cerradura nueva a las cosas que necesito.


Peter intentó que su puerta se mantuviera cerrada como pudo antes de poder abandonar el apartamento, tranquilizando a Mary Jane, asegurándole que no estaba enojado. Quién sabía cuántas veces él había destrozado propiedad privada en su afán de salvar a alguien; realmente, una cerradura era un pequeño precio a pagar si con eso Mary Jane consiguió despertarlos a él y a Miles.

Y hablando de Miles, Peter no estaba preparado para la oleada de ansiedad que lo invadió al escuchar que quería irse tan pronto. Una cantidad de pensamientos invadieron la mente de Peter al escucharlo, llenos de situaciones hipotéticas de peligro, cada una más absurda que la anterior. Fue cuando estaba pensando en palomas que se obligó a detenerse y calmarse.

Miles iba a estar bien, era un adolescente fuerte e independiente. Era Spider-Man, la definición de resiliencia para algunos.

Peter terminó acompañándolo igualmente, si no por Miles, por su propia cordura, que aparentemente decidió que Miles podría estar en peligro de... palomas. Si Peter quería que fuera más evidente que los cambios que estaba experimentando tenían que ver con su mutación arácnida, ahí estaba.

Y por si fuera poco, en el momento en que Peter puso un pie en la calle, sus sentidos se volvieron hipersensibles, reaccionando a cada persona, cosa o animal en un radio de varios metros a su alrededor. Casi pensó que estaba experimentando una sobrecarga sensorial, pero no, solo estaba consciente de… aparentemente todo. Agradecía mucho que las calles estuvieran casi vacías.

Si Miles y Mary Jane notaron lo tenso que estaba, no lo mencionaron, lo cual Peter agradeció, porque sentía que estaba a punto de perder la cabeza. Dios mío, se sentía peor que cuando lo picó la araña. Lo único que lo mantenía tranquilo era el brazo de Miles que rozaba con el suyo cuando caminaba a su lado.

Peter no sabía si Miles era consciente de lo cerca que estaban uno del otro, pero no iba a ser él quien llamara la atención sobre eso. Si por él fuera, nunca se hablaría del tema.

Peter lo superaría, aprendería todo lo que era diferente ahora, lo controlaría y se olvidaría de todo. Después de todo, parecía que solo él había sido afectado; Miles parecía bastante tranquilo, casi relajado, hablando con Mary Jane de algo que Peter no había captado, demasiado ocupado evaluando amenazas potenciales… como la persona que estaba demasiado cerca para su gusto.

Tenía muchas ganas de agarrar a Miles y saltar a un tejado. Casi se arrepentía de no haber salido como Spider-Man, pero Peter sabía que en realidad era su lado araña el que le hacía pensar eso, así que desechó el pensamiento.

Contrólate, Peter, tú puedes con esto, no seas espeluznante.

De algún modo, a pesar de su vigilancia, Peter logró perderse que ya habían llegado al edificio de Miles y debía despedirse. La ansiedad que sintió antes regresó y se multiplicó por diez, pero Peter la ignoró, forzándose a sonreír. No quería que Miles se preocupara, o pensara que era raro… definitivamente estaba siendo raro.

—Bueno, nos vemos por ahí, o cuando quieras en realidad.

Peter casi se encogió por lo incómodo que sonaba. Miles le dirigió una sonrisa, aunque no lo miró a los ojos.

—Sí, hombre, nos vemos —respondió, pero no hizo ningún movimiento para irse.

Ambos se quedaron torpemente parados frente al otro sin decir nada, mientras Mary Jane, que ya se había despedido de Miles antes, escribía algo en su celular. Después de unos segundos más, Miles se movió.

—Supongo que debería…

Murmuró dándose la vuelta para marcharse. Peter sintió el pánico subiendo e, involuntariamente, dio un paso adelante.

—Miles, espera…

Antes de terminar de llamarlo, Miles se dio la vuelta.

—¿Sí?

Por un momento, Peter no supo qué decir, pero sabía que no debía dejar ir a Miles así. Si por alguna razón Miles estaba experimentando, así fuera una fracción de lo que sentía Peter, no quería que lidiara con eso solo.

—Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad?

Algo cambió en la expresión de Miles por un segundo, antes de volver a su expresión normal, tan rápido que Peter dudó de haberlo visto.

—Lo sé, y si pasa algo te llamaré, lo juro. Nos vemos, Pete.

Dijo, desapareciendo en el interior del edificio. Peter se quedó mirando fijamente el lugar donde había estado hasta que Mary Jane habló.

—¿Entonces vamos a comprar lo que necesitas o vas a decirme qué te pasa?

Peter parpadeó varias veces, ignorando las sensaciones que estaba empezando a reconocer que causaba su lado arácnido, antes de girarse a mirarla con una sonrisa.

—No me pasa nada, MJ. Y creo que me debes una puerta.

Notes:

ha pasado un tiempo, constantemente he estado pensando en esta historia pero no sabia como continuarla, por cierto, la etiqueta hurt/comfort y emotional hurt/comfort esta ahí por una razón asi que puede llegar a ser bastante oscuro en algún momento pero todo se resolverá... eventualmente, no tengo idea de cuando vuelva a publicar :)

Y por que siempre termino publicando los capítulos a la 1 de la mañana?, dejenme dormir!

Chapter 6: Mutación

Summary:

Miles entra en pánico, Rio esta preocupada y MJ hace lo que puede

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El corazón de Miles latía frenéticamente y sus ojos se movían en todas direcciones, sobresaltándose ante el más mínimo ruido —que era mucho—, ya que podía escuchar a las personas dentro de sus apartamentos: hablando, moviéndose, respirando… Mientras subía lo más rápido que podía sin llegar a correr a su apartamento, la tentación de subir por las paredes y arrastrarse por el techo era abrumadora, pero Miles la ignoró como todas las demás cosas extrañas que llevaba sintiendo.

En el momento en que dejó de sentir los ojos de Peter sobre él —y, al parecer, ahora eso era una cosa que podía sentir—, sus sentidos se dispararon, como si, ahora que no estaba con el Spider-Man mayor, Miles estuviera en peligro. De nuevo, eso era ridículo. Incluso su sentido arácnido estaba en silencio. ¿Por qué sus sentidos no podían calmarse?

Le sudaban las palmas de las manos, y Miles podía sentir cómo partes de su cuerpo se mimetizaban antes de obligarse a volver al espectro visible. El hormigueo en su pecho —indicio de su electricidad— luchaba por expandirse. Ni siquiera cuando descubrió sus nuevos poderes estaban tan inestables. No pudo evitar el suspiro de alivio que se le escapó al ver la puerta de su apartamento.

No perdió tiempo: entró rápidamente y cerró la puerta más fuerte de lo que quería, apoyando su espalda contra ella, casi desplomándose. Inclinó la cabeza hacia atrás, soltando el aire lentamente.

Da-Thum Da-Thum

Inspira

Da-Thum Da-Thum

Expira

Da-Thum Da-Thum

Inspira

Da-Thum Da-Thum

Expi—

—¿Mijo, eres tú?

Miles abrió los ojos de golpe. Su corazón, que se había desacelerado, volvió a latir incómodamente rápido, y de sus dedos brotaron chispas amarillas antes de que él las apagara. Le sonrió a su mamá, que lo miraba desde la entrada de la cocina al otro lado del pasillo, pero lo sintió más como una mueca, y, a juzgar por el ceño fruncido que apareció en el rostro de ella, no muy convincente.

—Hola, ma. ¿Qué tal? —dijo con voz débil, impulsándose de la puerta, que hizo un crujido ominoso.

Miles dudó un momento antes de seguir moviéndose. No la había cerrado tan fuerte como para romperla… ¿verdad?

Su madre se acercó y le dio un abrazo fuerte. Miles se quedó rígido; sus manos se levantaron automáticamente para devolverle el abrazo, pero, antes de tocarla, sus dedos volvieron a chispear, la energía amarilla surgiendo sin su autorización. Miles se sobresaltó y se apartó con cuidado de sus brazos, dolido. Sus poderes estaban tan descontrolados que no quería arriesgarse a hacerle daño.

Además, había una pequeña parte de él —esa que se despertó con él después de la tormenta, de la que surgían todos esos impulsos y pensamientos extraños— que no reconocía a su mamá. Su olor era tan anodino como el de cualquier otro humano. Miles se estremeció violentamente ante el pensamiento, el asco surgiendo ante la palabra humano, como si él no lo fuera…

Su mamá retrocedió, su expresión confundida y dolida. El corazón de Miles se retorció.

—¿Estás bien? ¿Te lastimaste en alguna parte? ¿Tienes frío? ¿Hambre?

Preguntó, recorriendo con sus manos los hombros y brazos de Miles como si pudiera saber a través de la tela si estaba herido. Miles dio otro paso atrás, evitando que lo tocara, acercándose a su habitación por el pasillo, esbozando una sonrisa nerviosa.

—Estoy bien, ma, en serio.

Su mamá se cruzó de brazos, la preocupación aflorando con toda su fuerza en el rostro.

—No estás bien, Miles. Estás actuando muy raro. Además, no me contaste qué te pasó en realidad estos días. ¿Por qué no me contestaste? No me dijiste dónde ibas o dónde estabas. Pensé…

Miles retrocedió un poco más, su sonrisa decayendo. Podía escuchar su sangre rugir en los oídos, el pulso acelerado, su electricidad crepitando por el cuerpo.

¿Qué le pasaba?

Miles estaba comenzando a asustarse, y eso no ayudó en nada a su situación. Una niebla de pánico pareció invadir su mente, confundiendo sus pensamientos. Su mamá se acercó más.

—Miles…

—¡Dije que estoy bien!

Gritó Miles, enseñando los dientes, como un animal. Un silbido tan suave que solo él oyó salió de su pecho, que se iluminó con su electricidad. Ahora fue su mamá la que se alejó varios pasos, con los ojos abiertos de par en par. Miles pudo ver el miedo en ellos, y eso le hizo reaccionar.

Tan rápido como empezó, terminó. Miles se encogió sobre sí mismo, el arrepentimiento y la vergüenza invadiendo todo lo demás.

—Yo… lo siento, mamá. No quise… ¿Estás bien?

Miles podía oír su corazón acelerado. La había asustado. Él la había asustado. La expresión de su madre se relajó lentamente, aunque aún lo miraba con cierto recelo. El corazón de Miles se encogió. Lo merecía.

—¿Qué te pasa, Miles?

¿Y no es esa la pregunta?

—Solo… han sido unos días extraños. Estaré bien, lo prometo.

Miles puso toda su convicción en esa promesa, mirándola directo a los ojos. Porque él estaría bien. Tal vez no ahora, pero eventualmente. Volvió a aferrarse a la ilusión de que, tal vez, lo que le pasaba era algo temporal, causado por el frío.

En el rostro de su madre se mostraron varias emociones rápidamente antes de asumir una expresión neutral: la que usaba para sus reuniones de concejala. Una que nunca había usado con él, y de la que Miles no podía saber qué estaba pensando en realidad.

—Está bien.

Miles parpadeó, desconcertado por el acuerdo. Esperaba más resistencia.

—¿Está… bien?

Su mamá asintió. Entonces su expresión se resquebrajó, dejando a la vista su tristeza.

—Sabes que estoy aquí para ti, ¿no? Puedes hablar conmigo, de lo que sea.

Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad?

Y Miles sufre, porque, ante las palabras de su mamá, todo lo que puede pensar es en Peter. Y en cómo desea que esté ahí. Lo desea desesperadamente desde el momento en que se separaron. Él sabría qué hacer.

Pero Miles no puede hacer eso. No puede cargarlo con sus problemas también. Además, no quiere ser tan dependiente… no quiere asustar a la gente.

Entonces fuerza una sonrisa, y le dice a su madre lo que quiere oír, antes de retroceder del todo encerrándose en su habitación.


Mary Jane no era tonta. Sabía cuándo algo no estaba bien, cuándo le faltaba un pedazo a la historia o cuándo había una historia en primer lugar. Además, ella conocía a Peter, tal vez mejor que él mismo. Sabía lo que hacía cuando no quería afrontar un problema suyo: bromeaba, desviaba, ignoraba… y tal vez desaparecía. Tal vez el problema se resolvía mágicamente. O tal vez le estallaba en la cara después, lo que era más probable.

Y aunque no conocía muy bien a Miles, parecía que él era igual. Ambos cortados por la misma tijera en más maneras de las que Mary Jane creía posibles en dos personas no relacionadas. Tal vez era cosa de personas araña.

Además, ninguno de los dos era sutil. Caso en cuestión: Mary Jane llevaba viendo a Peter mirar fijamente las cerraduras en sus manos desde hacía varios minutos. Su mirada vidriosa delataba que no estaba realmente presente, atrapado en su mente de una manera que Mary Jane nunca había visto.

Y eso era otra cosa. Conocía a Peter, pero esto... esto era nuevo. Un misterio que ella anhelaba desentrañar. Algo pasaba con Peter. Algo pasaba con Miles. Y algo pasaba entre ellos. Era evidente incluso para alguien que no los conociera.

Y eso la desconcertaba.

Peter podía ser bastante descuidado consigo mismo, pero nunca haría nada que tuviera siquiera la posibilidad de dañar a Miles. Entonces, ¿por qué actuaba como si el único afectado fuera él?

Mary Jane se moría por saber. Pero sabía que no podía. Incluso si le preguntaba, Peter se había cerrado, y cualquier intento de hacerle hablar solo conduciría a que él lo negara todo… o peor, lo ocultara.

Él no diría ni una palabra a menos que hubiera alguien en peligro además de sí mismo.
Mary Jane solo esperaba que no llegara a esos extremos.

Notes:

Estoy bastante inspirada, tengo una idea en mente para la continuación, me falta es saber como conectarla jaja

Como aclaración Miles ama a su mamá y ella lo ama a él eso no esta en duda, pero cuando tu hijo es un hibrido araña-humano la cosa se complica un poco XD

pd: por fin una actualización que no acaba con mi horario de sueño.

Chapter 7: Lenguaje

Summary:

Peter deja de estar en negación, por fin

Notes:

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Chapter Text

Peter caminaba de un lado a otro en su pequeño apartamento, limpiando y organizando todas las compras que había hecho. Ya había arreglado la cerradura en su puerta y, de paso, le había dado una copia de la llave a Mary Jane, tartamudeando un poco sobre la seguridad y sobre si, por alguna razón en un futuro, Mary Jane necesitaba entrar en su apartamento, no le destrozara la puerta cada vez.

Peter también se aseguró de que supiera que no estaba presionándola por su relación: era un gesto de amistad. Ellos eran amigos, los amigos podían tener llaves del apartamento del otro… totalmente platónico. Mary Jane solo rodó los ojos y le dirigió una sonrisa juguetona, diciéndole que esperaba no tener que volver a irrumpir en su apartamento, antes de aceptar la llave. Aunque su tono era ligero, Peter captó el matiz de seriedad e hizo una mueca. Ninguno de los dos comentó la gran probabilidad que había de que eso pasara.

Mary Jane hacía horas que se había ido, después de un almuerzo temprano con Peter, por una llamada de su jefe. Aun así, le hizo prometer a Peter que la contactara si sucedía algo. Se sentía un poco mal ya que no tenía ninguna intención de hacerlo: lo que estaba pasando no era algo con lo que Mary Jane pudiera ayudarlo. No era nada con lo que ninguna persona pudiera ayudarlo, a menos que Peter se sometiera a un examen exhaustivo de su genética, lo que nunca iba a hacer. Estaba perfectamente feliz de ser ignorante de cuánto de su ADN era arácnido y cuánto era humano.

Y eso lo llevaba a donde estaba ahora: contemplando su apartamento, parado en el techo sin nada que hacer y todavía con demasiada energía dentro. Pensó por un momento en ocuparse manipulando alguno de sus inventos, a ver si podía perfeccionarlos, pero con la misma rapidez lo descartó. Su mente no estaba lo suficientemente lúcida para concentrarse en cálculos y tecnología, mucho menos en fórmulas químicas, ya que gran parte de su concentración estaba enfocada en evitar un tema específico… lo que inevitablemente lo llevaba a pensar en ese tema. Era un bucle del que Peter no podía salir.

Las primeras horas comprando con Mary Jane fueron insoportables, con Peter distrayéndose constantemente pensando en Miles: si estaba bien, si estaba a salvo, ¿tenía hambre?, ¿tenía frío? Sus pensamientos se volvían cada vez más salvajes e incoherentes hasta que se obligaba a detenerse y concentrarse en lo que decía Mary Jane o en lo que estaba comprando. Y si al final llevaba más comida de la que normalmente hacía, eso era solamente asunto suyo.

Otra cosa que descubrió es que sus sentidos habían vuelto a la normalidad. Al parecer Miles era el que hacía que estuviera hiperalerta, lo que en cierto sentido lo explicaba… pero también no. Peter sabía que Miles podía cuidarse solo. Dios, incluso hacía unas semanas lo había dejado solo para que cuidara la ciudad. Entonces, ¿por qué ahora Peter sentía que si lo perdía de vista podía morir? Si Peter se refería a Miles o a él mismo era debatible.

Peter parpadeó, deteniéndose de golpe al darse cuenta de que estaba caminando en círculos por el techo. Resopló de frustración, pasándose una mano por el pelo antes de saltar al suelo, tomando una decisión: no podía quedarse en su apartamento así, se volvería loco con sus pensamientos y sus teorías. Sabía que lo mejor era que se sentara a investigar sobre las arañas, saber todo lo que pudiera lanzarle los nuevos rasgos de su mutación, pero…

Una patrulla sonaba bien. Aunque todavía era temprano en la tarde, Peter vio varias solicitudes de ayuda en la aplicación y, sin demorarse más, se cambió al traje, arrojándose por la ventana y balanceándose.

Y no: quien dijera que Peter estaba huyendo de sus problemas era un gran mentiroso.


La patrulla empezó bastante tranquila. La mayoría de las solicitudes tenían que ver con los daños que causó la tormenta, así que Peter solo tuvo que levantar cosas pesadas, subir a sitios de difícil alcance para quitar nieve o escombros, cosas que no requerían mucho de su atención. Lo que, desgraciadamente, no era lo que necesitaba en ese momento.

Su cuerpo estaba a rebosar de energía ansiosa; lo notaba en sus movimientos espasmódicos, demasiado rápidos y antinaturales. Peter era consciente de que, desde la picadura, adoptaba posturas que se sentían bien —correctas para él—, pero que eran extrañas para los demás: sentarse en sus talones, colgarse de una telaraña al revés o arrastrarse por superficies con sus cuatro extremidades.

Las primeras veces que lo hizo solo se dio cuenta cuando terminó el movimiento; ni siquiera lo pensó, solo sucedió. Desde entonces era tan natural como respirar. Pero había más cosas, más sutiles, como su forma de moverse, que Peter sabía que inquietaba a la gente si lo hacía de la manera que se sentía natural para él. Cuando estaba luchando con criminales, era perfecto; con las personas del común, no tanto, ya que dañaba su imagen de “vecino amigable”. Por eso, normalmente se controlaba, manteniéndose en la velocidad y el rango de movimiento de una persona normal.

Ahora no podía controlarse.

Y entonces, escuchó disparos. Peter ni siquiera lo pensó: se retorció en el aire, lanzó una telaraña en la dirección contraria a la que se dirigía, directo hacia los disparos, y tiró con fuerza propulsándose. Todo en cuestión de segundos.

Su alegría por tener algo que hacer que le impidiera pensar no duró mucho. Al llegar y asimilar rápidamente la situación desde un lugar alto, todo su cuerpo se tensó, quedándose mortalmente quieto, y su corazón se encogió.

Una mujer y un niño pequeño —que debía ser su hijo, de no más de cuatro o cinco años— se encontraban rodeados por cinco hombres armados en un callejón. A sus pies había unas bolsas de compras rotas de las que se habían salido varias cosas. La madre estaba aterrorizada, manteniéndose delante de su hijo, que lo observaba todo con ojos grandes y asustados.

Esto era malo.

Peter saltó detrás de los hombres, que no lo vieron, pero la mujer y su hijo sí. La esperanza floreció en sus rostros. A los hombres no les gustó.

—Vamos chicos, ¿no está demasiado frío para que hagan esto? Quiero decir, hasta los criminales se enferman… ¿o son demasiado duros para un resfriado?

Los hombres se sobresaltaron y se dieron la vuelta, ahora apuntando a Peter, lo que había sido su intención desde el principio. Lamentablemente, la mujer no tenía a dónde huir, ya que la única salida era atravesando a los hombres y a Peter.

—Araña —gruñó despectivamente el más cercano a la mujer.

Peter hizo un gesto con los brazos; los lentes de su máscara se ensancharon.

—Cinco hombres armados contra una mujer y su hijo… Se deben sentir muy intimidados. Lo entiendo, las mujeres son aterradoras, no hay necesidad de sentirse avergonzados… o espera, sí la hay.

El hombre hizo una mueca, desfigurando su rostro aún más.

—¡A él!

Las armas se dispararon todas a la vez en una ráfaga, que Peter esquivó con maestría, su sentido arácnido zumbando. Lanzó una telaraña contra el hombre más cercano y le dio un rodillazo lo suficientemente fuerte para noquearlo de inmediato.

—Uy, ¿toqué un punto sensible? Si tu propósito en la vida es amenazar a un niño, qué vida tan triste. ¿No han considerado hacer algo más como… no sé, yoga? Escuché que es muy bueno para los problemas de ira.

Mientras hablaba, se encargó de dos más, envolviéndolos en telarañas y pegándolos a la pared mientras esquivaba disparos haciendo una voltereta hacia atrás.

—Y si el problema es el dinero, amigo, conozco varias agencias de construcción que les encantaría contar con su músculo. Lamentablemente, no cuenten con su cerebro.

Lanzó un puñetazo al otro hombre y luego una patada que lo hizo doblarse de dolor antes de atraparlo con más telarañas. Entonces, Peter se giró buscando al último hombre, el único que había hablado. Lo que vio lo hizo detenerse.

En algún momento de la pelea, se había escabullido de vuelta hacia la mujer y ahora la apuntaba con el arma, justo entre los ojos. El niño, aferrado a las piernas de su madre, lloraba silenciosamente, demasiado asustado para hacer ruido.

—Quieto, Araña. A menos que quieras dejar a este niño huérfano.

Ese tipo…

La ira lo golpeó de repente: candente, salvaje. Peter estaba furioso. Su cuerpo se movió solo, enderezándose y alzando sus brazos mientras un silbido, que salía de lo más profundo de su pecho, desgarraba el aire.

El tiempo se detuvo. La mujer lo miró, el niño dejó de llorar por un momento, y el hombre vaciló, confundido, bajando ligeramente su arma. Peter lo aprovechó, lanzando una telaraña que apartó la mano del atacante. Más tarde, lo pensarás más tarde, se dijo, antes de lanzarse hacia el hombre.

El hombre no tuvo oportunidad.

Entonces todo terminó. Peter los reunió a todos y los ató con más telarañas, llamando a la policía. La mujer —Jane, que efectivamente era la madre del niño— le agradeció efusivamente su ayuda. El niño, Steve, sonreía, mirándolo con asombro, sus lágrimas ya olvidadas por la emoción de conocer a Spider-Man.

Las compras afortunadamente no estaban muy dañadas, aunque las bolsas eran inutilizables. Peter les preguntó si necesitaban ayuda con eso, pero Jane se negó, diciéndole que ya se las arreglaría. En todo momento, Peter pudo ver la curiosidad en sus ojos y supo que se moría por preguntar, pero no lo hizo. Lo cual estaba bien: él ya estaba enloqueciendo lo suficiente solo.

Peter se fue en cuanto llegó la policía. No llegó muy lejos: se detuvo en el techo de un edificio a unas cuadras del lugar y se permitió entrar en pánico.

—Está bien, está bien, está bien. Eso fue muy normal, súper normal, nada raro que ver aquí, nada fuera de lo común. Solo… una nueva postura arácnida, sí. Y… ¿un nuevo sonido? ¿Puedo hacer eso? Bueno, aparentemente sí, porque lo hice. Pero no vino de mi garganta, sino de mi pecho… ¿tengo una segunda laringe en el pecho?... No, no pienses en eso.

Una vibración en su traje sacó a Peter de su pánico y lo hizo revisar su celular. Miles había enviado un mensaje. Inmediatamente todos los pensamientos anteriores de Peter se olvidaron y su pánico se calmó.

Miles: “Ey, vi que saliste de patrulla por la app, ¿necesitas ayuda?” — 4:00 pm
Miles: “Pete, voy a salir con Ganke a comer, y más tarde salgo a patrullar. ¿Crees que nos crucemos?” — 7:00 pm

El pánico regresó con toda su fuerza. Miles iba a salir como Spider-Man. No podía. No cuando podría lastimarse, y si… y si… y si…

Un chirrido se escuchó desde el pecho de Peter, sacándolo de sus pensamientos y recordándole por qué había entrado en pánico en primer lugar.

Este fue diferente. ¿Por qué era diferente?

Peter suspiró, dejándose caer de cuclillas. No podía impedir que Miles saliera, no cuando Peter había estado haciendo lo mismo. Y no podía acompañarlo, no cuando se comportaba de forma tan extraña a su alrededor.

No. Tenía que resolver lo que le estaba pasando primero.

Tenía que investigar.

Notes:

Este capitulo muestra solamente el punto de vista de Peter pero el próximo empezara con Miles, no creo que haya nada mas que decir jaja solo que Peter lo esta pasando mal

Chapter 8: Veneno

Summary:

Miles la pasa mal, Ganke es un gran amigo

Notes:

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Chapter Text

Miles tarareó distraídamente mientras daba golpecitos a la hoja en blanco del cuaderno con su lápiz.

Estos eran los hechos: hubo una tormenta gigantesca hace tres días. Miles y Peter se durmieron después de estar expuestos a ella, hasta que Mary Jane los despertó… tres días después, al despertar, varias cosas eran diferentes: su sentido arácnido estaba raro, podía identificar a Peter por su olor, tenía un músculo en su pecho que vibró, tenía extraños impulsos alrededor y relacionados con Peter, y sus poderes estaban inestables.

Miles frunció los labios leyendo lo que había escrito. No, Mary Jane no los había despertado, ella estaba fuera de la habitación. Entonces, ¿qué fue? Además, ¿qué fue lo que desencadenó la vibración en su pecho? Desde que se había encerrado en su cuarto no lo había vuelto a hacer, ni siquiera inspirando el aroma de la ropa de Peter, que lo había desencadenado antes, lo que tuvo que admitir, hizo varias veces… por la ciencia.

Y respecto a sus impulsos, estaba completamente perdido en ese sentido. Sus poderes también se habían normalizado; Miles ya no se sentía como si estuviera a un paso en falso de dar una descarga o de desaparecer en el aire camuflándose. Aunque tampoco estaba del todo tranquilo: su reacción a la preocupación de su madre todavía lo atormentaba.

A medida que pensaba y descartaba teorías lo iba escribiendo en su cuaderno, llenando página tras página. Algo estaba claro: lo que fuera que estuviera pasando tenía que ver con sus poderes, era lo único que tenía sentido. Pero ¿cómo? Y ¿por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no pasó cuando Miles fue mordido por la araña? ¿Peter estaba experimentando lo mismo que Miles? Pero Peter no tenía los mismos poderes.

Miles solo tenía preguntas y ninguna respuesta concreta. Entonces, una notificación en su celular interrumpió su proceso de pensamiento: era una alerta de FNSM que le avisaba que Peter estaba cumpliendo solicitudes. Miles dudó, inseguro. Si Peter estaba sintiendo lo mismo que él, no debería estar de patrulla en ese momento. Así que, que lo estuviera significaba que Peter no estaba tan afectado… ¿verdad?

Le escribió un mensaje por si necesitaba ayuda y volvió a lo que estaba haciendo, tratando de no ser consciente de la respuesta de Peter. O, más específicamente, de la falta de la misma. Estaba bien: a veces no miraba los mensajes escritos. Por eso la mayoría de las veces se contactaban por llamadas al comunicador de los trajes. Pero Miles no tenía que hacerlo, porque ya le había escrito un mensaje. No tenía por qué llamar a Peter. Absolutamente no.

Una incomodidad lo invadió y lo hizo levantarse de donde estaba sentado en su cama, dejando su cuaderno a un lado. Frunció el ceño, meditando profundamente sobre sus sentimientos mientras iba de un lado a otro en su habitación.

Y eso era otra cosa: su… necesidad de contactar con Peter, de tenerlo a su lado, era abrumadora. Afortunadamente ya no se sentía tan descontrolado como antes, pero solo en el sentido de que Miles podía actuar con normalidad si así lo necesitaba. Debajo de todo eso, no había disminuido en absoluto. Antes diría que estaba aumentando, y puede que eso lo asustara un poco… tal vez más que un poco.

Mira, Miles era consciente de que después de su papá y Phin… tenía un problema. No era nada grave, solo tenía miedo de alejar a las personas… o que se alejaran de él. Era un miedo absurdo, irracional, pero ahí estaba. Y ahora, con toda esa situación…

Su celular sonó con la notificación de un mensaje nuevo y Miles saltó de la esquina de la pared en la que estaba aferrado —y de la que ni siquiera se había dado cuenta—. Abrió sus mensajes, solo para decepcionarse cuando vio que no era Peter, y luego recriminarse por estar decepcionado.

Ganke: “Bro, hace siglos que no nos vemos, ¿qué te parece ir a Mandy’s?”

Miles vaciló, indeciso. No sabía si debía salir con sus poderes tan erráticos.

Ganke: “Tenemos mucho de qué hablar, y ni siquiera pienses en negarte porque iré a tu casa, lo juro”.

Con un suspiro, Miles confirmó que iría. Cualquier conversación que tuvieran no quería que fuera en su apartamento, no con su mamá presente. Al mismo tiempo, le escribía otro mensaje a Peter explicándole que iba a ir más tarde a patrullar, aunque aún no estuviera seguro de si al final lo haría. Todo dependía de cómo sus poderes reaccionaran a su salida con Ganke… pero no había necesidad de decirle eso a Peter.

Miles ya estaba listo para irse cuando recibió la respuesta de Peter.

Peter: “Qué bien, ve a divertirte Miles.”
Peter:
“No creo que nos veamos en la patrulla, tengo que hacer algunas cosas.”
Peter: “Ten cuidado.”

El último mensaje fue enviado con unos minutos de diferencia, como si Peter hubiera dudado en decirlo. Miles sonrió ligeramente, sintiéndose animado.

—¿Vas a algún lado, mijo?

La sonrisa se le borró del rostro mientras se giraba a mirar a su madre.

—Voy a salir con Ganke a comer… estas… eh, ¿estás de acuerdo? Si quieres, puedo quedarme.

Lo último que quería Miles era quedarse a solas con su madre; tenía miedo de que lo que fuera que le hubiera hecho actuar así antes volviera. Aún no había resuelto lo que le había pasado.

Su madre lo miró con expresión ilegible antes de sonreír débilmente.

—Está bien, no te quedes hasta tarde, avísame cuando vuelvas.

Miles asintió y salió por la puerta sin mirar atrás.


Miles estaba raro. O sea, siempre había sido un poco extraño y, desde que consiguió sus poderes, aún más. Pero ahora estaba más raro de lo normal. Desde que se encontraron frente al restaurante, Ganke notó que estaba distraído: se balanceaba sobre sus pies, miraba en todas direcciones y tenía un tic de ladear la cabeza, como si escuchara algo que él no… lo cual, teniendo en cuenta sus sentidos mejorados, tenía sentido. Pero aun así, algo pasaba. No por nada Ganke era su mejor amigo: sabía todo sobre él, incluso lo que Miles no sabía de sí mismo.

Y no, eso no era nada espeluznante; solo eran así de cercanos.

Cuando se saludaron, Miles ni siquiera le ofreció el puño, mantuvo las manos en los bolsillos. Si antes Ganke estaba preocupado, ahora estaba abiertamente alarmado. Pero Miles no le dio tiempo de decir nada, porque entró a Mandy’s sin él, obligándolo a seguirlo. Fueron a su mesa de siempre en la esquina: Miles eligió la silla contra la pared y Ganke se sentó frente a él, sin quitarle los ojos de encima. Fue porque estaba tan concentrado que captó el instante en que Miles frunció el ceño, encogiendo la nariz mientras miraba alrededor.

—¿Demasiados olores? —preguntó Ganke sin poder evitarlo, la curiosidad brotando.

Miles lo miró desconcertado.

—¿Qué?

—Quiero decir, ¿estás sufriendo una sobrecarga sensorial? Porque he escuchado que eso les puede pasar a los que tienen sentidos agudos como tú, y me preguntaba…

—Ganke —lo interrumpió Miles, con una sonrisa entre divertida y exasperada—, no estoy teniendo una sobrecarga. De hecho, nunca me ha pasado.

Ganke lo miró sorprendido y bastante complacido al darse cuenta de que Miles no estaba tan tenso como antes.

—¿En serio? ¿Nunca has sentido que tus sentidos se abruman? ¿Que todo es demasiado? He escuchado que puede provocar estrés, ansiedad, confusión y otros síntomas desagradables.

—Yo no… —la voz de Miles se apagó y sus ojos se desenfocaron, como si recordara algo. Ganke se inclinó hacia adelante, intrigado. Miles se sacudió despertándose, y lo miró con sospecha—. ¿Cómo sabes tanto de eso, de todos modos?

Ganke se encogió de hombros, decidiendo no presionarlo sobre lo que fuera que estuviera pensando.

—Investigué cuando me dijiste que los sentidos mejorados eran parte de tus poderes. ¿El Spider-Man OG tampoco ha tenido sobrecargas? Me parece raro.

Miles abrió la boca para responder, pero la cerró de golpe, adoptando una expresión pensativa.

—Sabes, no estoy seguro… —murmuró, dubitativo—. No hablamos de esas cosas.

Ganke lo miro incrédulo.

—¿No hablan de los posibles efectos secundarios que pueden tener sus poderes?

Miles frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder llegó el mesero a tomar su orden. Ganke ni siquiera preguntó las opciones: ya sabía lo que quería, siempre pedía lo mismo en Mandy’s. Su hamburguesa era para morirse. Miles, en cambio, siempre prefería variar y escuchó sus opciones; al final pidió un batido, el más espeso que había.

Ganke sintió cómo sus cejas se arqueaban. Cuando el mesero se fue, Miles volvió a mirarlo y se cruzó de brazos.

—¿Qué?

—Amigo, juraste que nunca ibas a pedir esa monstruosidad de nuevo, ni aunque te amenazara o te sobornara. Además, ni siquiera es comida.

Miles desvío la mirada.

—Bueno, cambié de opinión. Y no tengo tanta hambre.

Las cejas de Ganke subieron todavía más.

—Te ahogaste con eso la última vez. Pensé que ibas a morir.

Miles lucía incómodo, hundiéndose más en su silla.

—¿Podemos hablar de otra cosa que no sea mi elección de comida?

Ganke se recostó.

—Está bien… ¿entonces me dirás qué pasó o tengo que preguntar?

Miles parecía genuinamente confundido.

—¿Preguntar qué?

Ganke resoplo.

—¿Qué pasó en la tormenta? Desapareciste del mapa, incluso tuve que hackear tu ubicación. Aunque, bueno, no es que me sirviera de mucho.

Murmuró lo último, aunque con el súper oído de Miles no sirvió de nada. Él lo miró con incredulidad.

—¿Viste dónde estaba? ¡Amigo!

Ganke alzó los brazos agitándolos en su defensa.

—No es como si tuviera otra opción. Estaba preocupado, hombre, no contestabas… podía haberte pasado cualquier cosa.

El rostro de Miles adoptó una mezcla de compasión, comprensión y reproche. Alzó las manos para cubrirse la cara y suspiró.

—Spider-Man va a matarme.

Ganke se removió en el asiento. Una cosa era sospechar que ahora sabía la dirección del Spider-Man mayor, y otra muy distinta era tenerlo confirmado.

—No le diré a nadie, Miles. Ni siquiera he buscado quién vive ahí. Solo quería saber si estabas bien.

Miles lo miró entre los dedos antes de enderezarse.

—No pasa nada… bueno, sí pasa, pero estaba exagerando antes. P… Spider-Man sabe quién eres y confía en ti. Después de todo, has guardado mi secreto.

Ganke se enderezó de inmediato.

—¿Hablas de mí con Spider-Man?

Miles sonrió con picardía.

—Claro. Y está muy impresionado con la aplicación.

El orgullo inundó a Ganke. ¡Spider-Man estaba impresionado con él!, ÉL Spider-Man. Miles también lo era, pero era ante todo su amigo. El otro Spider-Man, en cambio, era una leyenda: intocable, mítico, tan importante que casi le hacía olvidar lo que estaba discutiendo antes.

—Buen intento, Miles. Pero aún me debes una respuesta.

La sonrisa de Miles desapareció. Observó algo por encima del hombro de Ganke antes de mirarlo otra vez y sonreír.

—Primero comamos.

Les sirvieron la comida. Ganke lo observó con recelo, pero Miles parecía felizmente concentrado en su batido. Sujetaba el vaso enorme con ambas manos y, por un momento, sus muñecas temblaron en un movimiento espasmódico antes de quedarse quietas. Miles no pareció notarlo. Ganke parpadeó lentamente, inseguro de haber visto bien.

Tomó su hamburguesa, pero no la mordió. Estaba demasiado enfocado en la apariencia de su amigo: la extrañeza que lo había rodeado al entrar al restaurante parecía haber regresado, aunque no podía identificar qué era. Y eso lo exasperaba.

Después de unos segundos, Miles levantó la vista y se apartó de su batido, frunciendo apenas el ceño.

—¿No vas a comer?

Ganke ni siquiera escuchó la pregunta, demasiado concentrado en los finos hilillos de líquido transparente que salían de las comisuras de la boca de su amigo.

—¿Ganke?

Levantó la mirada, encontrándose con los ojos desconcertados de Miles, y volvió a fijarse en su boca.

—Estás… estás babeando, amigo.

Miles abrió mucho los ojos y se tocó los labios, manchándose los dedos con el líquido.

—Yo no… esto no es… no puedo detenerlo.

Agarró varias servilletas y las presionó contra su boca, quitándolas después para ver si se había limpiado. Los hilillos no aumentaron, pero tampoco disminuyeron, resbalando por su barbilla y su cuello. Definitivamente no era saliva.

Ganke se inclinó, la sorpresa cediendo lugar a la curiosidad.

—Déjame intentarlo.

Agarró una de las servilletas usadas e intentó detener el flujo… su mano se entumeció.

—¿Ganke?

La voz de Miles ahora sonaba abiertamente asustada. Ganke, en cambio, miraba la mano que colgaba flácida, ya sin fuerza, fascinado, antes de volver a mirarlo.

—Tienes veneno.

Miles salió corriendo.

Notes:

Eh, el capitulo se hizo mas largo de lo que quería, originalmente tenia pensado agregar mas escenas pero se extendió mas allá de las 2000 palabras, wow, entonces me toco dividirlo en dos, no he escrito la siguiente parte y como ya entre a la Universidad no se cuando tenga tiempo de continuar, hare mi mejor esfuerzo jaja

Por cierto, ¿captaron todas las referencias a las arañas que hice?, hay mas cosas que el veneno en la escena guiño*, guiño*

Chapter 9: Ronroneo

Summary:

Ganke hace lo que todos querían, Miles toma una decisión y Peter busca respuestas.

Notes:

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La mente de Miles estaba desbocada, sus pensamientos saltaban de un lado a otro sin detenerse. En lo único que podía enfocarse era en el pánico en su pecho, que crecía a cada segundo. Su respiración estaba agitada, pero aun así sentía que le faltaba el aire. Él había… a Ganke…

No podía concretar sus pensamientos.

Su cuerpo era distinto, había cambiado y ya no se reconocía a sí mismo. Pasó la lengua por sus dientes, tenía que saber. Sintió sus caninos más afilados de lo que deberían ser y, en ellos, un pequeño orificio del que ni siquiera había sido consciente. Ya no salía nada de ellos, pero Miles sabía que el líquido, el veneno, salía de ahí.

Sus manos se apretaron, agrietando la superficie sobre la que estaban posadas, y se encorvó más sobre sí mismo.

Veneno. Miles tenía veneno. ¿Qué más había cambiado en él? Hasta ahora había pensado que se trataba solo de nuevos comportamientos e instintos: sorprendentes, pero manejables. Pero parecía que su cuerpo había mutado junto con ellos. ¿Y si lastimaba a la gente? Ya lo había hecho con Ganke, ya había asustado a su madre…

—¡Miles!, respira, amigo, solo respira, concéntrate en mí.

Miles parpadeó y miró hacia abajo. En algún momento había llegado al callejón detrás del restaurante. Estaba a varios metros del suelo, pegado a la pared y contra un aire acondicionado, de espaldas al muro, sostenido por sus pies y manos. Ganke estaba en la calle, mirando ligeramente desviado a donde se encontraba Miles.

—Está bien, no me hizo daño. De hecho, ya siento mi brazo… Vamos, bro, no puedo verte en este momento y me preocupas.

Miles soltó su camuflaje, que ni siquiera había notado activado. Ganke lo miró fijamente, con expresión preocupada. Miles saltó, aterrizando justo frente a él. Tampoco sabía en qué momento se había puesto la máscara de Spider-Man, pero tenía que asegurarse de que Ganke estuviera bien.

—Woa, ¿estas bien?

—¿Tienes las servilletas?

—¿Qué?

—Las servilletas que use para limpiarme, ¿las tienes?

Miles apenas era consciente de lo desesperado e incoherente que sonaba. Todavía respiraba demasiado rápido, al punto de hiperventilar, pero necesitaba saber.

Ganke lo miró un momento, evaluándolo, antes de sacar varias servilletas usadas, envueltas en otras limpias.

—No quería que mis manos se durmieran, entonces…

Se encogió de hombros. Miles se las arrebató, ignorando la protesta de su amigo, y usó el escáner de su máscara. Su corazón latía a toda velocidad. Rezaba con todas sus fuerzas para que lo que temía no se confirmara.

Una serie de fórmulas químicas apareció en las lentes de su máscara y Miles sintió que un peso se levantaba de encima: era un veneno paralizante, aunque bastante potente y letal en grandes dosis, pero relativamente inofensivo en pequeñas cantidades.

Miles se desplomó en el suelo, sentado sin importar la suciedad, repentinamente exhausto. Ganke soltó un grito alarmado, agachándose junto a él.

—Háblame, Miles, empiezas a asustarme.

Miles lo miró a través de los lentes de su máscara y, de pronto, toda la confusión, el miedo y el dolor de las últimas doce horas —¿tan poco tiempo había pasado?— se desbordaron. Se encontró contándole todo a Ganke, o al menos lo que podía poner en palabras.

Ganke no lo interrumpió, con los ojos abiertos de par en par, claramente sorprendido. Miles habló y habló, durante lo que parecieron horas, aunque seguramente fueron unos minutos. Solo al llegar al tema de su necesidad de Peter dudó, avergonzado, y decidió guardárselo. Era demasiado personal, demasiado… dependiente.

—Amigo, eso es… una locura. Nunca pensé… pero tiene sentido. Los mordió una araña, ¿verdad? Tiene sentido que obtengan… cosas de araña.

Miles frunció el ceño.

—¿Cosas de araña?

Ganke asintió frenéticamente.

—Quiero decir, obviamente eso es lo que esta pasando aquí. Estas consiguiendo más rasgos arácnidos. Eso es genial amigo.

Miles se encogió sobre sí mismo.

—… ¿O no?

Ganke dudó, retorciéndose las manos.

—No es genial, Ganke, es…

Aterrador

Hubo un momento de silencio en el que ninguno dijo nada. Entonces, Ganke suspiró.

—Mira, sabes que estoy aquí para ti amigo. Me alegra que hayas confiado en mi con esto, pero no soy la persona que puede ayudarte. O sea, puedo escucharte, no sientas que no puedes decirme estas cosas. Pero no… te entiendo, ¿Me entiendes? No se por lo que estas luchando ni como aliviarlo. ¿Pero sabes quién sí?

Miles capto su insinuación inmediatamente.

—No. No puedo hacerlo. Él tiene sus propios problemas, no puedo cargarlo con los míos. Además, no quiero…

No quiero asustarlo. No quiero alejarlo. No quiero que me mire como mi madre, como Ganke, como Phin...

—No quiero preocuparlo.

—Oye, si el Spider-Man OG es la mitad de lo que me has dicho, no tendrá ningún problema en ayudarte. Es más, creo que querría ayudarte. Vamos, Miles, no puedes hacer esto solo.

Miles se irguió un poco, pero Ganke negó con la cabeza, exasperado.

—Bueno, puedes hacerlo solo, pero no tienes por qué. Y si aparece otro rasgo arácnido más…

Se detuvo, mordiéndose el labio. Miles se tensó.

—¿Mas qué?

La frase salió mas agresiva de lo que quería.

—…Mas peligroso. No digo que seas peligroso… o sea, lo eres, pero no para nosotros. Solo para los malos, ya sabes…

Miles suspiró, derrotado. Ganke tenía razón. Estaba descontrolado y no sabía qué otro rasgo aparecería a continuación. Ya era un peligro para los demás.

—Yo… le preguntare.

Ganke lo miro expectante, Miles sostuvo su mirada.

—Vamos, sé que si no lo haces ahora lo irás posponiendo hasta que ya no puedas.

Miles volvió a suspirar


Peter se encontraba en su apartamento, sentado en la isla de la cocina, con su computador abierto en el navegador y en un documento guardado en una memoria USB donde escribía lo que hallaba. Estaba tomando un descanso de la búsqueda de información de “Posibles rasgos arácnidos que podría llegar a desarrollar Peter”.

Acababa de leer sobre las costumbres caníbales de ciertas crías de arañas hacia sus propios padres cuando decidió detenerse.

Peter llegó a la conclusión de que las arañas eran aterradoras y ahora les tenía un nuevo nivel de respeto.

La información hasta ahora era… extraña. Identificó que los sonidos que ahora era capaz de emitir eran estridulaciones —adaptadas a su biología humana— que hacían algunas especies de arañas, pero eso era lo único de lo que estaba seguro. Tal vez el aroma que captaba de Miles eran, en realidad, feromonas: señales químicas que se enviaban entre ambos Spider-Man para comunicarse. ¿Qué se estaba transmitiendo exactamente? No tenía idea.

Mas o menos.

La mayor parte.

Porque si su sospecha era cierta, solo sería la suerte de Parker que su cuerpo decidiera licuar sus entrañas para dárselas de comer a Miles. Peter se estremeció ante el pensamiento.

Esto sería más fácil si supiera qué especie había sido la araña que lo mordió, excepto que estaba casi seguro de que era un híbrido de muchas especies, así que podría desarrollar los rasgos de cualquiera en realidad.

Peter suspiró pesadamente, pasando sus manos por el rostro, con toda la información sobre arácnidos flotando en su mente.

Esto era absurdo. Había vivido nueve años de su vida sin este tipo de cosas, ¿por qué tenían que empezar ahora? Tenía veintitrés años; no debería estar preocupándose por rasgos animales o por haber adoptado accidentalmente a un adolescente cuya muerte del padre era, en parte, su responsabilidad. ¿Cómo era esta su vida?

Por otro lado, tampoco debería estar preocupándose por combatir el crimen en Nueva York o balancearse por la ciudad. Su vida estaba lejos de ser normal desde los catorce.

Un cosquilleo en su sentido arácnido lo hizo levantar la cabeza de sus manos, fijando la vista como un imán en la ventana. Miles lo saludaba rígidamente al otro lado del cristal, vestido con su traje de Spider-Man, una mano levantada como si hubiera estado a punto de tocar.

Peter se levantó de inmediato, golpeándose la rodilla con fuerza contra una esquina del mueble. Hizo una mueca, encorvándose para frotarse suavemente. Vio cómo los hombros de Miles temblaban en una risa silenciosa, lo que hizo que Peter sonriera también.

Miles abrió la ventana y entró en el apartamento. La satisfacción invadió a Peter y un músculo en su pecho se contrajo levemente, recordándole por qué no quería encontrarse con Miles todavía. Su sonrisa desapareció y se obligó a quedarse quieto, a no acercarse a Miles como deseaba.

—Llegas temprano, ¿pasó algo en la patrulla?

Peter frunció el ceño mientras sus sentidos se agudizaban, intentando detectar si tenía alguna herida o dolor. Miles se removió incómodo, cambiando el peso de un pie al otro.

—En realidad, no fui a patrullar.

Peter sintió cómo sus cejas se alzaban en sorpresa. Miles continuó:

—Dijiste…eh, ¿dijiste que podía decirte cualquier cosa, verdad?

Las alarmas empezaron a sonar en la mente de Peter. No sabía qué expresión estaba poniendo, pero Miles se estremeció y dio un paso atrás hacia la ventana. Peter avanzó uno hacia adelante.

—Miles… ¿qué paso?

Su voz se suavizó. Seguramente no…

—Yo, yo…

Se quedó callado, abriendo y cerrando los puños. No se había quitado la máscara todavía. Peter dio un paso más; Miles permaneció inmóvil.

—Yo no… Ganke…

Peter podía ver cómo destellos de su electricidad comenzaban a aparecer mientras su caja torácica se iluminaba ligeramente desde dentro. Avanzó otro paso más. Ahora estaba tan cerca que podía olerlo. Su sentido arácnido cantaba: cuidar, proteger, ayudar. Su lado humano estaba de acuerdo.

—¿Puedes quitarte la máscara?

Peter mantuvo el tono suave, una petición. Miles obedeció. El corazón de Peter se encogió: lucía tan asustado, tan preocupado, tan inseguro. Los sentidos de Peter se dispararon. ¿Cuál era la amenaza? ¿Dónde estaba? ¿Quién lo había hecho lucir así?

Abrió la boca para preguntar, cuando un peso se alojó en su pecho tan fuerte que lo empujó hacia atrás. Recuperó el equilibrio rápidamente; sus brazos, automáticamente, rodearon a Miles, que se aferraba con fuerza a sus costillas.

Su sentido arácnido hormigueó con lo que solo podría llamarse placer, y el músculo en su pecho se estremeció. Un sonido fuerte e inesperado resonó en la habitación. A Peter le tomó un momento darse cuenta de que era parecido a un ronroneo; otro más para comprender que venía de él, con vibración y todo; y un tercero para notar que tenía respuesta.

Miles estaba ronroneando con él.

Peter apretó su abrazo de forma inconsciente, y su protegido se derritió contra su cuerpo, volviéndose flácido, obligándolo a cargar con todo su peso. Los pensamientos de Peter se descarrilaron, y cuando volvió a parpadear estaba sentado en el sofá con Miles en su regazo, aún aferrado a sus costillas, su cabeza bajo su barbilla.

El ronroneo se había asentado, aunque todavía sonaba con fuerza; el de Miles, ligeramente más agudo y bajo que el de Peter. Y a Peter le encantó. Una ligera niebla invadía sus pensamientos.

—Miles.

Lo llamó, parpadeando lentamente. Le había empezado a dar sueño. Sentir a Miles sobre él, vivo, bien y sano, a salvo en su casa, se sentía tan bien, tan correcto. Su ronroneo era el mejor sonido que había escuchado; podría oírlo eternamente.

—¿Mmmm? —dijo Miles en tono interrogativo, acurrucándose en sus brazos.

—¿Esto es lo que querías decirme?

Peter estaba perdiendo rápidamente la batalla con la consciencia.

—Mmmm.

Respondió afirmativamente y luego se encogió de hombros. Peter quería preguntar más cosas, pero el sueño lo venció, escuchando las dulces melodías del ronroneo y las sensaciones de su sentido arácnido comodidad, seguridad, protección, guarida.

Notes:

Volví a arruinar mi horario de sueño jaja, son las doce de la noche cuando subo este capitulo, bueno, ¿Qué puedo hacer?

Tenia este capitulo pensado desde hace rato, ahora me toca pensar como será la continuación, aunque tengo un par de ideas, quien sabe cuando pueda volver a publicar.

Chapter 10: Conocimiento

Summary:

Miles y Peter hablan, mas o menos...
También conocido como la calma antes de la tormenta.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La vibración fue lo que despertó a Peter, que parpadeó un par de veces para aliviar la somnolencia. Era el mejor descanso que había tenido en mucho tiempo: estaba caliente y cómodo, con un agradable peso en su regazo, y lo único que quería era continuar durmiendo. No le importaba la luz que iluminaba desde la cocina ni estar sentado en el sofá.

Pero la vibración del celular no paraba, obligándolo a retomar la consciencia. El peso en su regazo también empezó a moverse, gruñendo disgustado y apretando sus brazos alrededor de Peter. Él frotó la espalda de Miles, consolándolo y soltando un ronroneo ligero.

Ambos se congelaron al mismo tiempo, el ronroneo enmudeciendo de golpe.

Miles se retiró apresuradamente, desenredándose de sus brazos y observando a Peter con los ojos abiertos de par en par. Peter no se encontraba mejor, tratando desesperadamente de recordar cómo había llegado a esa situación. Pero antes de que Miles pudiera apartarse del todo, Peter activó su poder, adhiriéndose a él e impidiendo que se moviera.

Hubo otra pausa donde ninguno de los dos se movió. Entonces Peter retiró sus manos, soltándolo súbitamente, y Miles terminó en el suelo.

El silencio que le siguió solo fue roto por la vibración del celular de Miles, mientras Peter miraba a todas partes menos a su protegido, su amigo, su compañero araña de forma bastante literal. La vergüenza lo quemaba por dentro, completamente mortificado. Se había prometido que no iba a ceder a esos nuevos impulsos, y ahí estaba, habiendo cedido a ellos sin siquiera darse cuenta.

La vibración se detuvo, haciendo que Peter volviera a mirar a Miles. Este se había levantado del suelo y tenía el celular pegado a su oreja. Tampoco lo miraba, lo que solo hizo sentir peor a Peter.

La voz de Rio Morales se escuchó por el micrófono:

Mijo, ¿dónde estás?, ¿estás bien?

Miles se aclaró la garganta.

—Hola, Ma, estoy bien, no estoy herido.

Se escuchó un suspiro de alivio al otro lado de la llamada.

¿Tienes idea de qué hora es, Miles? Debías haber llegado de la patrulla hace horas. Sabes que solo quedan unos días para que entres a la academia. ¿Dónde estás?

Miles, que se había despegado el celular para ver la hora en la pantalla —que mostraba que eran pasadas la una—, miró a Peter por primera vez desde que se habían despertado. Peter sintió un déjà vu con toda la situación. Miles claramente no tenía idea de qué decir.

¿Miles?

—Estoy… estoy en la casa del otro Spider-Man.

Miles se encogió visiblemente al final, haciendo una mueca que Peter imitó.

¿Por qué estás…?

Rio no terminó la pregunta. Se hizo un silencio. Peter escuchó cómo las pulsaciones de Miles se aceleraban y casi pudo sentir físicamente cómo aumentaba su estrés. El sentido arácnido de Peter empezó a hormiguear en respuesta y sus sentidos se agudizaron, buscando la amenaza.

Hablamos más tarde.

Rio colgó la llamada. Miles miró el celular, incrédulo.

—Está enojada, olvídalo, está furiosa.

Se hizo otro silencio. Peter se movió incómodo, tratando de suavizar sus sentidos y convencer a su instinto de que Miles no estaba en peligro, o no de un peligro del que Peter debiera protegerlo.

—¿Estás bien? —preguntó finalmente.

Miles resopló en respuesta.

—Totalmente bien, pregúntale a Ganke… ¡Oh, diablos, Ganke!

El grito inesperado hizo saltar un poco a Peter.

—¿Qué pasa?, ¿le pasó algo a Ganke?, ¿está en peligr…?

—Tengo veneno.

La interrupción de Miles sacó a Peter de su línea de pensamiento y dejó su mente en blanco.

—Y no me refiero a mi bioelectricidad. Tengo veneno de verdad, el de una araña.

Peter abrió y cerró la boca varias veces. Entonces se enderezó en el sofá, mirando su portátil abandonado encima de la isla de la cocina, donde tenía la lista de comportamientos o instintos arácnidos.

—Cuéntamelo desde el principio.


¿Como era posible?

Peter había reflexionado que lo que estaba sucediendo eran instintos que se habían despertado de su ADN de araña, pero lo que decía Miles refutaba esa idea. Se metía con su morfología directamente.

Solo había dos explicaciones posibles para eso: o Miles siempre había tenido la capacidad de inyectar veneno, solo que estaba latente, o… —Peter tragó saliva— o estaban cambiando físicamente.

Y, en ese caso, Peter no sabía hasta dónde terminaría su metamorfosis.

Pero primero…

Peter se levantó caminando hacia la cocina, sobresaltando a Miles que se había sentado en uno de los brazos del sofá. Miles se puso de pie siguiéndolo, aunque dejando una distancia entre ellos. Peter ignoró la punzada de dolor y pérdida en su pecho. Lo entendía: Miles no le había contado más allá de que tenía veneno, pero Peter podía conectar los puntos.

Sobre todo con su reacción de antes de quedarse dormidos. Era muy seguro de que lo que sentía Peter por Miles lo sentía él, pero a la inversa. Si Peter era su cuidador, su… Papá Araña —se estremeció ante el pensamiento— aunque, en cuestión de comportamiento, sería más bien su Mamá Araña

De todos modos, si Peter sentía eso por Miles, Miles debía sentirse cuidado, protegido, como la cría de araña. La imagen de las arañas lobo llevando a sus crías volvió a la mente de Peter, pero él la apartó con fuerza. No, se iba a centrar en una cosa a la vez, o entraría en pánico… Ya estaba en pánico.

—Eh, Pete, ¿qué haces?

Inmerso en sus pensamientos, Peter se había estado moviendo mecánicamente por la cocina, sacando todo lo que necesitaba para hacer pancakes, y se había olvidado de que no le había dicho a Miles lo que iba a hacer. A menos que desarrollaran de repente telepatía… lo que, como iban las cosas, no estaba descartado.

Concéntrate, Peter.

Miles se había sentado en la isla de la cocina, dejando a un lado su máscara y los guantes de su traje. Parecía inseguro y seguía sin mirar a los ojos a Peter. Él hizo un gesto a su alrededor.

—Estoy cocinando.

Miles le dio una mirada poco impresionada.

—Puedo ver eso, pero ¿por qué?

Peter volvió a lo que estaba haciendo al tiempo que le contestaba:

—Dijiste que empezaste a segregar veneno cuando estabas comiendo y, bueno, ambos fuimos picados por una araña, por lo que si tú lo tienes…

Peter no continuó, pero no era necesario.

—Tú también lo puedes tener —completó Miles, luciendo completamente sorprendido, como si la idea ni siquiera se le hubiera pasado por la cabeza.

Peter asintió y luego sonrió.

—Además, no has comido y no, un batido no cuenta… ¿crees que ahora nos darán antojos de comida líquida? Porque me muero por un batido de mango en este momento.

Miles gruñó algo ininteligible dejando caer su cabeza sobre la mesa. Peter se rió disimuladamente, sintiendo cómo ambos se relajaban…

Se detuvo, volvió a comprobar.

Sí, podía percibir a Miles relajándose. No solo era su lenguaje corporal, había algo más en el aire que Peter captaba.

…Feromonas.

Peter decidió no mencionarlo por ahora. Una cosa a la vez.

Se hizo un silencio mucho más cómodo que los anteriores mientras Peter hacía la mezcla. Pero al momento de verterla en la sartén y que el olor se extendió por la pequeña cocina, percibió cómo Miles se tensaba y sintió su mirada fija en su espalda.

Obligándose a ignorar todo lo demás, Peter se centró en sí mismo, especialmente en su boca y en su sentido del olfato captando el olor a comida directamente. Pasaron unos segundos en que no pasó nada. Peter le estaba dando la vuelta en la sartén, sintiendo cómo se le hacía agua la boca y su estómago gruñía, cuando algo se movió encima de sus caninos —aunque, por su agudeza, sería más correcto llamarlos colmillos— y un líquido llenaba su boca.

Inmediatamente dejó lo que estaba haciendo, apagó la estufa y agarró un vaso de vidrio vacío de la encimera. Se lo llevó a la boca, dejando que el líquido —el veneno— se derramara en su interior.

Una imagen de una serpiente mordiendo un vaso para extraer su veneno pasó por la mente de Peter… veneno de araña.

Miles se sobresaltó por el repentino movimiento y abrió la boca sorprendido. Después de un momento en que no dejaba de salir veneno, Peter miró a Miles en busca de ayuda. Miles seguía observándolo asombrado, más específicamente el vaso que se llenaba lentamente. Se encogió de hombros.

—No sé cómo detenerlo, pasó solo cuando salí corriendo.

Peter entornó los ojos, tratando de recordar lo que había sentido cuando empezó a segregar veneno. Algo se había movido en su boca. Entonces, tal vez, si lograba moverlo de vuelta se detendría.

Pasaron otros segundos más. El vaso ya se había llenado hasta la mitad cuando Peter lo logró: algo se movió y el flujo se detuvo. Retiró su boca del vaso, sintiéndose algo satisfecho.

—¿Cómo lo hiciste? —preguntó Miles, con la vista pegada al vaso. El líquido era transparente y de una consistencia parecida al agua, tal vez un poco más espesa.

—Es como un músculo, creo que con práctica puedes moverlo a voluntad.

Peter tampoco desviaba su mirada del vaso mientras caminaba de espaldas hasta donde había dejado su máscara de Spider-Man, para poder utilizar su escáner e identificar qué tipo de veneno era.

Cuando la consiguió, no demoró en ponérsela con una sola mano, y Miles hizo lo mismo con la suya. Inmediatamente aparecieron varias fórmulas químicas, y Peter casi deja caer el vaso; solo con su adherencia pudo salvarlo de que se estrellara contra el suelo.

Al otro lado, las lentes de la máscara de Miles se ensancharon mostrando también su sorpresa, sorpresa que Peter percibía en el aire. Se quitó la máscara de un tirón, sintiéndose muy cansado.

—Tenemos mucho de qué hablar

Dijo, mirando el cóctel mortal de veneno que sostenía en su mano.

Notes:

Me costo muchísimo pensar en que iba a escribir, pero por fin tengo una idea de a donde llevar esta historia y es...
Se frota las manos malvadamente.

Chapter 11: Aprender

Summary:

Peter y Miles hablan, algunas cosas se descubren

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Miles miró fijamente la comida frente a él con el ceño fruncido, sin verla realmente. Sus ojos se desviaron brevemente al vaso de vidrio que todavía contenía el veneno de Peter, antes de volver a fijarse en su plato, frunciendo aún más el ceño.

…El veneno de Peter. Qué pensamiento más extraño, y aún más extraño el hecho de que no fuera extraño.

—¿Miles?, ¿estás bien?

Miles miró a Peter, que estaba sentado al otro lado de la isla de la cocina comiendo su desayuno improvisado —¿se podía llamar desayuno si eran casi las dos de la madrugada?— y lo observaba con preocupación. Miles esbozó una ligera sonrisa.

—Estoy bien, solo que… es mucho, ¿sabes?

Miles no estaba seguro de qué era lo que quería expresar, pero Peter pareció entenderlo, porque su expresión se suavizó y asintió lentamente.

—Totalmente. Esto —hizo un gesto entre los dos— es una locura. Incluso más que haber sido picados por arañas y ganar poderes.

Peter soltó una risa incómoda. Sus ojos se desviaron hacia el vaso, y por un momento una sombra de profunda preocupación apareció en su expresión, aunque desapareció igual de rápido. Miles se removió inquieto, jugueteando con sus pancakes.

—Sí… —murmuró, inseguro.

Peter lo observó por un momento antes de suspirar y dejar a un lado su comida —a la que apenas le había dado un par de bocados—, y arrastró un computador que Miles no había notado al centro de la isla, de una manera que ambos pudieran ver la pantalla, y lo encendió.

—Quería que comieras algo antes de hablar de… esto. Pero parece que no tienes mucha hambre.

Miles también dejó su plato. Sentía un nudo en el estómago; realmente no quería nada. Además, Peter le había servido una cantidad exorbitante incluso para ellos, mientras que él solo tenía dos en su plato. No pudo continuar con esa línea de pensamiento, porque Peter siguió hablando.

—Yo… ya había teorizado que los cambios tenían que ver con nuestra “parte araña” —hizo comillas con los dedos, con expresión dubitativa—, pero pensaba que solo me afectaba a mí. Si hubiera sabido que estabas pasando por lo mismo, no te habría dejado solo, Miles.

Dijo esto con tono arrepentido y culpable. Miles se irguió un poco.

—No, está bien. Igualmente, yo no quería que lo supieras. No porque no confiara en ti —se apresuró a agregar cuando vio la expresión herida de Peter—, solo…

¿Cómo le explicaba lo confundido que había estado, que seguía estando, lo necesitado y dependiente que se sentía, y que eso lo había asustado? ¿Cómo le explicaba todos sus miedos y preocupaciones?

—Solo… no parecía tan importante.

Finalizó con tono más de pregunta que de afirmación, y Peter se puso serio.

—Claro que es importante. Se trata de ti. Cualquier cosa que te pase me importa.

Ante esa afirmación, Miles sintió una avalancha de sentimientos: agradecimiento, alivio, culpa, vergüenza… y unos más extraños, una satisfacción presumida que se sentía casi animal. Como si eso fuera lo que esperaba de Peter, pero oírlo decirlo en voz alta, dirigido a él, despertara algo, tocara un nervio.

Miles parpadeó rápidamente, dirigiendo su atención a lo que Peter quería mostrarle en la pantalla. Peter pareció entender que Miles no iba a decirle nada más al respecto, y también centró su atención en el computador.

—Recopilé toda la información que pude de las arañas y su comportamiento, comparándolas con lo que hemos pasado hasta ahora. No creo que todo lo que encontré lo manifestemos… pero tampoco puedo estar seguro.

Peter parecía molesto por ese hecho, pero Miles ya no lo estaba escuchando, más concentrado en leer la parte del documento que Peter creía que ya habían, o al menos él, manifestado.

—¿Hibernación? ¿Las arañas hibernan? —preguntó desconcertado.

Peter asintió.

—Algunos tipos de arañas lo hacen, y parece que también nosotros. Aunque no creo que lo volvamos a hacer: para que entremos en hibernación, tiene que hacer un frío extremo que mataría a la mayoría de las personas.

Miles asintió distraídamente, ya pasando al siguiente elemento de la lista.

—Estridulación… ¿Así hacemos el ronroneo? ¿Las arañas ronronean?

Miles no recordaba mucho de cuando llegó al apartamento de Peter a contarle sobre su veneno; solo que estaba angustiado, y que estar cerca de él lo hacía sentir seguro. Pero sí recordaba la vibración y el sonido que había hecho, iniciando en alguna parte de su pecho y extendiéndose por su caja torácica: un ronroneo.

Peter frunció el ceño, haciendo un gesto de “más o menos” con la mano.

—No es exactamente así. Se adaptó a nuestra biología. Las arañas no ronronean, pero… suena así para nosotros.

—¿Y por qué… por qué lo hacemos? —preguntó Miles, tocándose el pecho inconscientemente.

—Las arañas lo hacen para encontrar pareja. Más específicamente, las arañas macho.

Miles levantó la vista bruscamente, mirando a Peter horrorizado, y su expresión debió reflejarlo.

—Pero nosotros no lo hacemos por eso. Es más parecido a los gatos: cuando estamos contentos o nos sentimos seguros o algo por el estilo —se apresuró Peter a calmarlo.

—Sabes bastante sobre esto.

Peter resopló.

—En realidad es todo circunstancial y teórico. Sé que el ronroneo sucede así porque me sentí así cuando lo hice. Tú también lo sabrías, pero parecías… bastante fuera de ti en ese momento. También sé que el silbido es cuando me siento amenazado… o tal vez cuando quiero amenazar. No estoy seguro.

—Espera, espera, ¿silbido?

Peter parpadeó, desconcertado.

—¿No has hecho ningún otro sonido aparte del ronroneo?

Miles recordó todo lo que había pasado desde que se despertó, tratando de encontrar alguna situación en la que hubiera hecho un sonido extraño. De repente, una imagen de su madre apareció en su mente, junto con el pequeño silbido que en ese momento pasó desapercibido. Miles se encogió, sintiéndose de nuevo culpable.

—…Puede que sí. —admitió.

Peter lo miró fijamente. Miles se negó a devolverle la mirada.

—¿Quieres… quieres hablar de eso?

Miles suspiró, acercando sus rodillas a su rostro y rodeándolas con sus brazos, haciendo equilibrio en la silla.

—Cuando nos separamos esta mañana, estaba… paranoico. No dejaba de ver peligros en todas partes, aunque no había nada. Mi sentido arácnido estaba tranquilo, pero mis sentidos se pusieron muy intensos. Y mi mamá estaba ahí, y… la asusté, Peter. No iba a… no iba a atacarla, pero por un momento… por un momento no vi a mi madre.

A medida que Miles explicaba, su voz se iba haciendo cada vez más baja, hasta que fue solo un susurro. Estaba seguro de que Peter solo podía oírlo por sus sentidos agudizados.

—Y luego con Ganke. No era mi intención, pero aun así lo afecté con mi veneno. Tenemos suerte de que solo fuera un veneno paralizante, pero… ¿qué hubiera pasado si fuera letal? ¿Si solo con el contacto estabas muerto? Pude haberle hecho daño. Pude matarlo. A él y a mi madre. No quiero… no quiero hacerles daño, Pete, no. No puedo, no como lo hice con Phin. Y ahora, con todo esto…

Miles no se había dado cuenta de cómo su respiración se estaba acelerando, ni de cómo partes de sí mismo se estaban camuflando lentamente. Entonces fue envuelto en un abrazo, y una gran calma lo invadió, dominando sus emociones y devolviéndolo al presente.

—Está bien, Miles. Yo… nosotros lo vamos a superar. No le harás daño a nadie, te lo prometo.

Hubo un segundo de silencio.

—Al menos, a nadie que no se lo merezca. Porque, ya sabes, somos Spider-Man. Es un poco complicado no lastimar a un criminal cuando peleas con ellos.

Miles no estaba escuchando demasiado concentrado en la calma que lo rodeaba.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, inclinándose un poco más hacia el abrazo.

Casi pudo sentir a Peter dudando.

—Eh… ¿un abrazo? Perdón si te hice sentir incómodo, pero parecías necesitarlo. Aunque, si necesitas espacio… —dijo, empezando a soltarlo.

Miles sintió una punzada de pánico que atravesó la calma, y levantó las manos, aferrándose a los antebrazos de Peter, adhiriéndose instintivamente. Peter lo miró confundido, pero dejó de moverse.

—No, estás… —Miles frunció el ceño, tratando de expresarlo con palabras— estás calmándome. Literalmente, estás calmándome.

Peter lo observó un momento cuando pareció entender algo, entonces fue él quien entró en pánico, colocándose visiblemente nervioso. Ahora no era calma lo que invadía a Miles, sino miedo y ansiedad en oleadas, antes de que todo desapareciera de repente, dejándolo desequilibrado.

—¡Lo siento! Lo siento mucho, Miles, no era mi intención, te lo juro. Ni siquiera sabía que podía hacer eso, y aunque lo supiera, nunca te lo habría impuesto. En serio, sería una violación terrible. Oh Dios… yo acabo de hacer eso…

Ver a Peter en pánico generó una dicotomía en Miles. Por un lado, su parte más instintiva también entró en pánico, sintiéndose en peligro e inseguro; pero la mayor parte de él —esa que era Miles, que era Spider-Man— se impuso.

—Oye, Pete, tranquilo. Lo que sea que hayas hecho me ayudó. Estamos bien. No me hiciste daño. —dijo Miles, apretando ligeramente los antebrazos de Peter antes de obligarse a soltarlo para darle espacio.

Peter no tardó en dar varios pasos hacia atrás con cautela, todavía visiblemente alterado.

—No se trata de si te ayudó o no, Miles. Lo hice sin tu consentimiento. No está bien.

Miles apretó los labios, frustrado. Había sido un día muy largo —ahora dos días, técnicamente—. Sentía que en todo momento sus emociones estaban a flor de piel, haciéndolo reaccionar abruptamente y tal vez arremeter. Lo que fuera que hubiera hecho Peter para calmarlo, aunque fuera por un momento, fue lo más parecido a un descanso que había tenido desde que se despertó después de la tormenta.

—Ni siquiera sé lo que hiciste.

Peter cerró la boca antes de soltar lo que fuera a decir —seguramente más disculpas—, pasando sus manos por su rostro cansado. Miles sintió una profunda empatía: él también estaba cansado, harto de todas esas cosas nuevas.

—Yo… bueno, está bien, eh… algunas arañas se comunican por señales químicas. Feromonas. ¿Notaste que nuestro sentido arácnido estaba más… reactivo entre nosotros? Es por eso. Es una forma de comunicación bastante ambigua, y no creo que se pueda traducir del todo a un lenguaje humano, así que muchas veces no sé lo que quiere que haga hasta que lo hago. Tal vez varias de nuestras acciones han sido dictadas por eso…

Peter hizo una pausa.

—Lo siento, estoy divagando. Hace poco —de hecho, cuando estaba cocinando— me di cuenta de que puedo captar… tus emociones. Al menos las más fuertes. Si estás alterado, que admitámoslo, hemos estado alterados todo este tiempo…

Miles trató de procesar el balbuceo de Peter, mientras este tomaba un respiro para calmarse.

—Entonces, parece que, eh… ¿también puedo proyectar mis emociones en ti? ¿Enviarlas?

Peter suspiró, sonando derrotado.

—Sinceramente, no lo sé.

Notes:

Escribir este capítulo fue MUY difícil, ni siquiera sabia como empezar, además de que me surgieron obligaciones que no me dejaban concentrarme en esta historia pero aquí esta, espero que les guste :)

Este fue desde el punto de vista de Miles, creo que el siguiente es el de Peter pero quien sabe XD

Estoy pensando en traducir esta historia al ingles y publicarla a parte, ¿les interesaría?, mi ingles no es muy bueno y probablemente tenga un montón de errores jaja