Chapter Text
Había vuelto a Liyue por las festividades. Ya era costumbre tanto para ella como para Paimon celebrar juntas el Rito de la Linterna , también, visitar y disfrutar de aquellos días de gozo junto a los amigos que habían hecho en la Nación de los Contratos.
En aquellos momentos, se encontraba en los baños termales en los que Keqing muy amablemente había destinado una entrada para ella y Paimon, para que así pudiesen relajarse luego de un viaje largo y agotador de regreso desde Natlan.
No había nadie más en la sala de los baños, las personas se habían ido retirando poco a poco hasta que sólo quedó Lumine, con los ojos somnolientos y una Paimon, quejándose porque tenía hambre. Luego que la rubia le dijese que podía ir al comedor por algo de comida, la pequeña hada flotó con su toalla alrededor de su cuerpo y salió por las enormes puertas de piedra. Entonces Lumine fue rodeada por el silencio, acomodó su cuerpo contra la pared del baño de piedra y recostó su cabeza contra el borde. Se colocó una pequeña toalla húmeda contra sus ojos, y apoyó las manos sobre su pecho vestido por una gruesa toalla. Al cabo de unos segundos, se dejó llevar por el cansancio y cayó profundamente dormida.
Pero el sueño se vió interrumpido cuando las pesadas puertas de roble sonaron al cerrarse. Lumine imaginó que sería Paimon, volviendo a los baños luego de haber comido todo lo que podía. Sin quitarse la toalla de los ojos, habló.
—Tardaste mucho. Honestamente pensé que ya no vendrías.
Silencio.
—Entonces, ¿me estabas esperando?
Unos pasos entraron al agua y eso hizo detener a Lumine y enderezar la cabeza, quitándose la venda que tapaba la visión. Frente a ella encontró a un sonriente Childe, que vestía una franela blanca que se volvió transparente al momento que el pelirrojo se sentó en la piedra, quedando con el agua hasta la cintura. Extendió los brazos en el borde del baño y ladeó la cabeza. El corazón de Lumine tartamudeó y sintió su rostro enrojecer.
Lumine quitó la mirada, fijándose en las bañeras vacías que los rodeaba.
—Pensé que eras Paimon. Se fue hace un rato y…
—Si, la vi comiendo en el comedor. Parecía que no iba a salir de ahí en un largo rato.
—No sabía que estabas aquí.
—¿Y dónde más estaría, princesa ?
Lumine lo mira con cara de enojo, éste muestra una sonrisa que presume sus hoyuelos, y Lumine se enoja más.
—Childe, no te veo desde que caíste al Abismo en Fontaine… Perdiste el control de tu visión Hydro. ¿Y luego? Skirk simplemente te arrojó de nuevo al Abismo, junto al Narval Devoraestrellas. Lo más lógico para mí es pensar… —en un abrir y cerrar de ojos, Childe se mueve rápidamente hasta estar frente de Lumine, sus rodillas rozando la piel de los muslos de la rubia bajo el agua, sus manos se posaron sobre el suelo, y sus ojos, de un azul océano tranquilo, le miraban intensamente—... Que estabas herido de gravedad o…—la voz de Lumine bajó a un susurro y su mano, subió para acariciar la mejilla de Childe. Éste suspiró—. muerto.
Childe se rió, pero tomó la mano de Lumine que se posaba en su mejilla, y besó los nudillos. Sus ojos seguían observándola.
—Estoy bien.
—¿Y dónde estabas?
—En el abismo— se encogió de hombros, como si fuese nada—. Allí curé, entrené más y luego mi maestra me dejó en Snezhnaya, donde respondí ante la Tsaritza y fui con mi familia. Y antes de darme cuenta, debía irme de nuevo.
—¿Por qué?
—Porque debía venir a Liyue…
—¿Estás aquí por una misión de la Tsaritza?
Lumine intentó quitar su mano, pero Childe no la dejó. Ahora dando la vuelta y besando la palma suavemente. La chica suspiró, quería alejarse de Childe, pero no podía dejar de observar el movimiento de sus labios contra su piel. Despegó la boca a solo un centímetro del centro de la mano de Lumine, y habló.
—Estoy aquí porque celebro el Rito de la Linterna en Liyue desde aquel primer año que me designaron para robar la Gnosis Geo.
Childe soltó la mano de Lumine suavemente y se sentó a su lado, ahora apoyando su barbilla en la palma de su mano, observando a la rubia con una sonrisa, mientras ésta se sonrojaba y buscaba un lugar a dónde mirar, que no fuese el rostro del ojiazul. Claramente la aparición de Childe la había dejado descolocada, y el pelirrojo disfrutaba de aquello.
—No te vi en la ciudad cuando llegué. ¿Dónde estabas?
Childe soltó una risita.
—¿Estabas rastreándome, preciosa? —Ante el silencio de Lumine, mientras miraba a todos lados menos al rostro de Childe, éste chistó—. Cuando me enteré de tu llegada a la ciudad, estaba en una reunión con Zhongli sobre un altercado que sucedió en el Banco del Reino del Norte.
Lumine lo miró con curiosidad.
—¿Qué sucedió?
—Nada grave, un préstamo no pagado. Los soldados de Capitano que estaban en la ciudad al momento de su sacrificio, se enteraron y se habían reunido para ¿hacer qué? No lo sé, dado que estaban a miles de kilómetros de Natlan e igual no llegaron lejos, ya que Zhongli llegó en ese momento y disolvió la reunión… con una roca gigante que cayó del cielo.
—Pero… ¿qué?
Childe se encogió de hombros, restándole importancia.
—Ningún herido. Pero la mitad del Banco no está, y claramente La Tsaritsa no está contenta.
—Entonces sí estás aquí por tu arconte…
Childe estiró la mano, tomando la barbilla de Lumine entre sus dedos, atrayendo la mirada a la suya. El vapor del lugar ya había empezado a hacer efecto en la piel del pelirrojo, humedeciendo sus brazos con sudor, enrojeciendo sus mejillas y haciendo que el cabello se pegara a la piel de su rostro, haciéndolo lucir aún más atractivo. La vista de aquel hombre hizo sonrojar violentamente a Lumine, pero no podía dejar de observarlo. Y no tenía nada que ver con la mano que sostenía su barbilla.
—En estos momentos de lo que menos me apetece hablar es de la lealtad que le tengo a la arconte Cryo o sobre mi trabajo.
La voz de Lumine salió rasposa.
—¿Y sobre qué quieres hablar?
Los dedos de Childe subieron, tomando un mechón del cabello suelto de Lumine, enredándolo y soltándolo repetidas veces.
—¿Cuándo le diremos a todos acerca de lo nuestro?
—¿Lo nuestro?
Childe inclinó el cuerpo, ahora su mano tomando la nuca de Lumine, acercó su boca, besando su mandíbula. Lumine suspiró entrecortadamente, apoyando sus manos en los hombros de Childe, manteniéndose erguida. La mano perdida de Childe la tomó por la cintura, acercando su cuerpo más cerca del suyo. El pelirrojo susurró entre besos.
—Lo nuestro. Que estamos enamorados, que nos amamos y que nos vamos a casar…
Lumine soltó una risita y empujó a Childe por el pecho. Éste la observó con una sonrisa melancólica en sus labios. Tomó la mano de ella que aún se posaba en su pecho y la apoyó en su mejilla, girando su rostro para besar el interior de su muñeca suavemente.
Lumine habló, deleitándose con las pequeñas caricias.
—Pensé que no te vería más…
Childe la observó debajo de sus pestañas cobrizas. Ahora sus labios se detuvieron en su pulso. La mirada que le dedicó casi rompió su corazón, pero las palabras que salieron de su boca definitivamente podrían haber roto un poco su alma.
—Pero no intentaste buscarme tampoco.
—Childe yo quería… pero no sabía por dónde empezar, y cuando quise averiguar, ya estaba en Natlan en medio de una guerra contra el abismo. Yo…
Él asintió con el ceño fruncido, como si sintiera dolor en el interior. Justo en su corazón. Cerró los ojos, suspiró, soltando un último beso en la palma de la mano de Lumine, y luego la dejó ir. Levantó la vista de nuevo con una sonrisa en sus labios.
—Entiendo. La heroína dorada tiene que hacer, lo que tiene que hacer.
Seguían a la misma distancia, pero Lumine sentía que estaba ahora a miles de kilómetros. Sus ojos eran de un azul tormentoso, pero él seguía sonriendo, solo que el hoyuelo se había ido. Y ella se odió por eso.
—No hagas eso.
—¿Hacer qué?
Lumine tomó el rostro de Childe entre sus manos y lo atrajo hacia sí, acariciando su nariz contra la suya, repasando con sus dedos el contorno debajo de sus ojos, los huesos de sus mejillas, la comisura de sus labios. Childe había cerrado sus ojos, entregándose a las sensaciones de sus toques.
—No sonrías de esa manera pretendiendo que ésto no te molesta. No te cierres y dime lo que sientes…
Childe susurró.
—Soy un soldado, Lumi. Se supone que no puedo permitirme sentir… ésto.
Lumine bufó una mala palabra y empujó a Childe para que su cuerpo se apoyase completamente contra la pared del baño de piedra, se sentó a horcajadas sobre él, tomando de nuevo su rostro, obligándolo a que levantase la mirada. Ambos estaban sonrojados mientras se miraban fijamente.
—Y una mierda, Ajax. Háblame.
Childe posó sus manos en las caderas de Lumine. Su agarre no era posesivo, solo estaba allí, recordándole que estaba allí .
—Durante mi estadía en el abismo realmente deseé que aparecieras. Mientras estuve en cama sanando mis heridas, en mis noches de fiebre, deliraba que atravesabas las puertas de mi habitación y te recostaste a mi lado, sólo para encontrarme la habitación vacía cuando despertaba. Te extrañaba terriblemente. Y al volver a Snezhnaya le pregunté a Tonya si había recibido alguna carta de tu parte, y su mirada me lo dijo todo. Entonces durante semanas me pregunté si realmente todo lo que hemos pasado juntos fue real, o tal vez era yo haciéndome unas ideas erróneas en cuanto a lo que significaba nuestra relación. Llegué a la conclusión de que mientras tú lo veías como algo físico, yo desarrollaba sentimientos reales por ti… Sentimientos que jamás me vas a corresponder, porque si somos sinceros, tú eres inalcanzable, lyubimaya . —Childe separó las manos de Lumine de su rostro, escondiéndose en su cuello, con las mejillas ardiendo y sus brazos abrazándola por la cintura, manteniéndola presa contra su cuerpo. Lumine no sabía qué hacer o decir con la información que acababa de escuchar. Optó por enterrar sus temblorosos dedos por entre las hebras rojas de Childe y guardar silencio—. Pero si ésto es lo único que puedo llegar a tener contigo, entonces lo tomo. Y no me importa cuánto dure, tan solo no me digas cuándo te irás… —Childe se separó suavemente, mirando a Lumine a los ojos. El mar de sus ojos estaba tormentoso y la rubia quería desesperadamente calmar ese dolor—. Por favor.
Aquella petición la rompió en mil pedazos. Sus iris dorados brillaron cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No sabía que nuestro encuentro sería de ésta forma pero te aseguro que si lo hubiese sabido, en Fontaine te habría dicho lo mucho que te quiero, que eres un idiota que me desespera, pero eres mi idiota. Y ahora solo puedo decirte que lo lamento. Siento tanto haberte herido al no aclarar mis verdaderos sentimientos por ti. Pero te quiero, Ajax. Y te extrañé una barbaridad…
Childe se inclinó hacia adelante, robando un beso de los labios de Lumine. Fue un beso casto. Ella hizo silencio cuando notó la repentina sonrisa que brillaba ahora en los labios del pelirrojo.
—Te invito a demostrarme lo mucho que me extrañaste.
De nuevo, el hoyuelo que la volvía loca hacía presencia en su mejilla. Lumine gruñó y empujó su boca bruscamente contra la de él, queriendo borrar esa sonrisa. No estaba enojada, pero él sabía cómo sacarla de quicio cuando estaban hablando algo serio y él no podía dejar la sonrisita burlona a un lado y hablar como un adulto.
La boca de ella predominaba sobre la de Childe, sus dientes mordiendo, la lengua lamiendo y los labios separando los del pelirrojo para así poder invadir su boca. Las manos de Childe, que la sostenían por la cintura, se arrastraron hasta sus muslos y luego subieron por su piel por debajo del material de la toalla, rozando el material de su ropa interior y clavando los dedos en sus caderas. Lumine gimió al sentir la dureza que se empezaba a notar debajo de ella, creciendo en los pantalones de Childe. Ella se separó del beso, mirando hacia abajo, viendo sus cuerpos juntos a través del agua, luego levantó la mirada con la ceja inclinada. Su tono de voz estaba impregnado de diversión.
—¿Ya?
Childe se recostó contra la piedra, trayendo consigo a Lumine contra su cuerpo.
—No, pero si me sigues besando así no voy a tardar mucho en inclinarte contra alguna superficie y hacerte mía.
Lumine se sonrojó y trató de borrar la sonrisa que crecía en sus labios, pero ya Childe la había notado, ahogó una risa.
—¿Con esa boca besas a tu madre?
Childe inclinó la cabeza hacia adelante, acariciando la curvatura del cuello de Lumine con la punta de su nariz, dejando besos por su piel expuesta. La rubia suspiró, estirando más el cuello. Los labios del pelirrojo bajaron, hasta llegar al valle de sus pechos, que estaban envueltos aún por la toalla, entonces besó la piel que sobresalía por encima y subió nuevamente repartiendo besos hasta el arco de su garganta, mordiendo y chupando levemente la piel. Los dedos de Lumine estaban entre las hebras del cabello de Childe, no permitiéndole que se moviese de su sitio. Éste rió contra la piel por la fuerza que la chica empleaba, y aprovechó para morder el costado de su cuello, haciéndola gemir, y luego calmar el ardor con besos.
—Con ésta boca, cariño… —Lumine permitió que Childe moviese la cabeza, haciendo que se mirasen. Ambos respiraban erráticamente—. te voy a besar a ti, hasta que lo único que salgan de tus labios sea mi nombre.
Lumine sintió su centro arder e involuntariamente se meció en el regazo de Childe, éste jadeó por el movimiento y sus ojos se oscurecieron.
El beso que siguió después fue más impaciente, depravado, salvaje y más desordenado. Se necesitaban mutuamente y se lo estaban demostrando.
Y en medio del beso, Childe soltó: —Sostente a mí.
Lumine no supo a qué se refería hasta que sintió a Childe moverse debajo de ella, poniéndose de pie. Lumine chilló y se abrazó a su cuello con sus brazos y a su cintura con sus muslos, Childe la sostuvo con sus grandes manos por la parte baja de su espalda, mientras subía las escaleras que lo conducirían fuera de la bañera.
—¿A dónde me llevas? —preguntó Lumine. Childe no contestó, ya que estaba ocupado besando el cuello y el hombro de la rubia, sin mirar realmente a donde iban —. ¡Childe presta atención, nos podemos caer!
Childe se separó de ella, con la vista nublada y de repente, la húmeda pared de piedra se clavaba en la espalda de Lumine. Su cuerpo se estremeció cuando sintió la dura longitud de Childe contra su entrada.
—Tienes razón, debo prestar atención a lo que hago.
Susurró Childe y luego su boca y sus dientes estaban de nuevo en el cuello de Lumine, una de sus manos se posaba en el muslo de la rubia, apretando y amasando la carne. La otra se dirigió al húmedo nudo de la toalla de baño que colgaba entre ambos cuerpos y cubría la parte superior del cuerpo de Lumine. La toalla cayó en un ruido sordo y la rubia gimió. Childe observó el pequeño top negro que apenas cubría sus pechos y la tanga de baño que cubría su parte inferior. Jadeó y apoyó la frente contra el hombro de ella.
—¿Tú ibas caminando por allí luciendo… así?
—Estaba envuelta en una toalla…
—Eso lo hace aún peor.
Childe bajó la pequeña tela que cubría sus pechos, dejándolos rebotar al aire libre. Una de sus manos se movió a la espalda de Lumine, pegando su cuerpo más al suyo, y que él pudiese agachar la cabeza para tomar uno de los pezones rosados en su boca, su mano libre tomó el otro pezón entre sus dedos, acariciando, pellizcando, amasando el pecho. La chica gimió y arqueó la espalda, dándole más espacio al pelirrojo para hacer lo que quisiese con ella.
Aquello era maravilloso, y hace mucho que no se sentía así. Pero cualquiera podía entrar y atraparlos en el acto y eso hizo a Lumine a despertar del trance.
—Childe… —Lumine comenzó hablar, y el pelirrojo se alejó de sus pechos para observarla, pero la rubia se detuvo cuando sintió los dedos de Childe presionando su estómago bajo. Jadeó cuando los sintió serpentear hasta perderse debajo del material de su ropa interior. Y el roce de su palma contra su clítoris la hizo gemir.
—¿Qué tenías para decirme?
Lumine meció las caderas cuando sintió los largos dedos acariciando los labios alrededor de su entrada. Childe soltó una ronca risa mientras continuaba con la tortura en su húmedo centro, escondió el rostro en su cuello, besando y lamiendo su curvatura, y subiendo más arriba, hasta que sus dientes encontraron el lóbulo de su oreja, jaloneando la sensible piel.
—Childe nos pueden… Mmmm… puede entrar alguien… ver… ah … encontrarnos… ¡si!
Childe empujó dos dedos hacia el calor y gimió contra la piel del cuello de Lumine cuando sintió cómo su interior se apretó alrededor.
—Sería un placer para ellos escucharte mientras te hago gemir…
Lumine rió con la voz ronca. El pelirrojo salió de su escondite para observarla, ella lo miraba con los ojos entrecerrados y una sonrisita en sus labios.
—¿De verdad quieres que otras personas me escuchen gemir?
Childe pestañeó dos veces, sus dedos deteniendo su movimiento. De repente, dejó a Lumine en el suelo, las rodillas de la rubia flaquearon, pero las manos de Childe la tomaron por la cintura, haciéndola girar de cara a la pared, con sus palmas apoyadas contra la piedra. Lumine quiso girar para Childe qué hacía, pero éste apoyó una mano en su garganta, haciéndola girar su cabeza para poder tomar su boca en un beso dolorosamente agresivo.
La rubia sintió que la mano libre de Childe invadía su ropa interior nuevamente, guiando tres de sus dedos nuevamente hacia adentro, estirando sus paredes, mientras a su vez, se movía contra su espalda, rozando su miembro, dolorosamente caliente y palpitante, contra su espalda baja.
El beso fue interrumpido por Childe, dejando a una jadeante Lumine apoyada contra su hombro. La rubia sollozó del placer cuando sintió los dientes dejando otra marca roja contra su cuello.
—Eres mía. Nadie puede escucharte gemir más que yo. Nadie puede tocarte más que yo. Nadie te hará sentir jamás como yo te hago sentir. ¿Entendiste? —Lumine se sentía sobrestimulada mientras sentía a Childe frotándose contra ella a sus espaldas, la mano que estaba en su garganta, ahora amasaba sus pechos, sus labios contra su cuello susurrando palabras calientes, y sus dedos bombeandola, llevándola al límite—. Te hice una pregunta, lyubimaya .
Lumine asintió, los dedos de Childe empujaron más profundamente, rozando su dulce punto. La rubia lanzó un chillido, meciendo sus caderas contra la mano del pelirrojo.
—No te escuché…
—S…sí… —de repente un giro de muñeca hizo que Lumine apretase el antebrazo del pelirrojo, enterrando sus uñas en la carne—. ¡Childe! No pares, no pares, no pares … ¡ah! Allí…
El movimiento de los dedos se intensificó. Y a ese punto, Lumine era un saco de gemidos y palabras sin sentido. Childe giró la cabeza de la gimoteante rubia, bajando su boca hasta sus labios, mordiéndolos y tragando sus gemidos. Cuando se separó, la miró directamente a los ojos. Su voz había bajado una octava.
—Cuando estés por llegar, grita mi nombre.
Lumine mordió sus temblorosos labios.
—Childe…
Childe gruñó y movió su dedo pulgar hacia arriba, empujando el dolorido clítoris. Lumine cerró fuertemente los ojos y sollozó, pero aún así giró sus caderas contra la mano de Childe.
—Mi verdadero nombre, princesa.
Childe observaba a la rubia, esperando una respuesta. Lo único que obtuvo fue un fuerte jadeo cuando la punta de los dedos rozaron su dulce punto. Lumine sintió que se acercaba al abismo cuando sus piernas empezaron a temblar, sus brazos ya no podían sostenerla más y luego el brazo de Childe se apretaba en su cintura, haciendo que apoyase sus pechos contra la fría pared y temblando por la textura rasposa contra sus pezones. Su cabeza estaba apoyada contra el hombro de Childe, quien había decidido esconder su rostro en el cuello de la rubia, marcando su territorio con sus dientes. Lumine enterró sus dedos en su cabello, buscando otra manera de sostenerse a él.
Era demasiado para Lumine, el raspar de los dientes contra la piel de su cuello, los dedos de Childe entrando y saliendo con rapidez, su pulgar contra su clítoris y las caderas del pelirrojo moviéndose contra ella, buscando alivio mientras le daba exceso de placer a ella. Y se sintió mal por aquello, pero cuando el nudo en su estómago se desenredó y un grito salió de sus labios con el nombre de Ajax, se olvidó de todo lo que rondaba por su cabeza en aquellos momentos. Tan solo se concentró en aquel placer infinito, la sobreestimulación de los dedos del pelirrojo aún en su interior, la explosión de calor que ahora se derramaba de entre sus piernas y en la suave risa de Childe contra el hueco de su cuello.
Cuando volvió a sí, sus extremidades temblaban aún, pero la sostenía Childe contra sí, nunca separando sus labios de su piel expuesta. La respiración de Lumine temblaba y como pudo volteó a ver al pelirrojo, que la observaba con una sonrisa en sus labios y una expresión petulante. Ella quiso borrar aquella mueca de superioridad, pero no tenía fuerzas para aquello, entonces solo dejó que él acariciara sus labios con el roce de los suyos, suspirando por aquel suave gesto.
—No creas que he acabado contigo, preciosa. —Lumine gimió cuando sintió las manos de Childe contra sus pechos, amasando la sensible piel, y cuando se movió contra él, lo encontró que aún estaba duro. Un sonido entrecortado salió de su garganta—. Pero no hagas esos sonidos, te lo pido…
Lumine apartó sus manos como pudo y giró entre sus brazos, tomando el rostro de Childe y besándolo. Debería haberse sentido expuesta al estar casi desnuda en su totalidad, en un salón de baños en el que en cualquier momento podría entrar alguien y ver lo que ambos hacían, pero no se sintió para nada expuesta, mucho menos cuando solo podía concentrarse en las manos de Childe, que la tocaban bruscamente, sin dejar una extensión de piel sin explorar. Y cuando sus dedos volvieron a explorar la tira de su ropa interior, Lumine gimió en el beso. La rubia se separó de sus labios, observando aquellas pupilas del color del mar abierto, ahora con una tormenta en ellos.
—Childe… —los dedos se apretaron sobre la carne. Lumine se mordió los labios para tragarse una risa—. Ajax… te deseo y te necesito…
Antes de que pudiera terminar de hablar, Childe ya le sostenía las rodillas con un brazo, y una mano en su espalda, caminando en dirección al cuarto de vapor situado al fondo del salón de baño. Lumine chilló por la sorpresa y se sostuvo a él, escuchó al pelirrojo reírse y volteó la cabeza en su dirección, se sorprendió cuando éste tomó su boca en un suave beso, y se derritió en la dulzura que le transmitía con el toque de sus labios.
—Y eso no es sorpresa, Lumi. —Childe susurró, separándose del beso y regando caricias por su mandíbula.
—¿El qué? —Lumine preguntó y sintió que Childe se reía de nuevo. Su boca subió, plantando un beso en la comisura de su boca, luego se miraron.
—Que me deseas y…—su boca se acercó a sus labios, la punta de su lengua saliendo a saludar, tocando su labio inferior. Lumine entreabrió su boca, esperando su próximo movimiento—. que me extrañaste.
—No dije que te extrañé… —Lumine apartó el rostro, sonrojada.
—Viene siendo lo mismo, cariño.
La puerta del cuarto de vapor se cerró a sus espaldas, y Lumine no sabía en qué momento habían entrado, pero ahora estaban rodeados por el aire espeso y la luz tenue. Childe quitó la mano que sostenía a Lumine por la espalda para chequear la puerta y asegurarse que estaba bien cerrada. Luego la llevó hasta las bancas, apoyándola sobre su espalda y luego se sentó entre sus piernas, acariciando la extensión de piel pálida hasta que sus dedos rozaron el material de la ropa interior. La rubia respiraba entrecortadamente y todo su rostro estaba colorado. El pelirrojo se estiró sobre el cuerpo de Lumine, repartiendo besos por el valle de sus pechos y subiendo hasta su cuello, entonces gimió contra la piel cuando sintió las manos de Lumine tocándole por sobre la ropa, tratando de desnudarle.
Childe apartó sus manos y se las colocó sobre la cabeza, sosteniéndolas con una de sus manos. Besó sus labios con besos cortos.
—Aún no, lyubimaya . Tenemos tiempo y necesito… —Childe posó un último beso sobre los labios entreabiertos de Lumine antes de susurrar: —saborearte.
Lumine no replicó. Le dejó besar lo que quisiese, lamer sus pezones, marcar su piel donde quisiese, sólo se dedicó a convertirse en un charco de gemidos bajo sus cuidados, arquear la espalda y apretar los muslos alrededor de su cintura. En medio de la deliciosa fricción de los dientes de Childe contra sus costillas, sintió un golpe contra el suelo y levantó la cabeza para encontrar al pelirrojo de rodillas en el suelo frente a sus piernas abiertas, mirando su entrepierna con ojos nublados de deseo. Levantó aquella mirada hasta la de ella y luego le quitó la ropa interior, sus brazos se posaron debajo de sus muslos, sosteniendo sus caderas con las manos. Sus ojos seguían en los de ellas cuando plantó un beso en el interior de sus muslos, la mano de Lumine se movió rápido en dirección a la maraña de cabello rojizo y alborotado para apretar fuertemente.
— Childe…
Childe habló en un susurro, arrastrando los labios por la piel, hasta que su boca estaba posada sobre su calor húmedo. Lumine lo observó, jadeando por aquella maravillosa vista.
—Bonita, ¿puedes decirme nuevamente lo mucho que me extrañaste?
Childe no le dio tiempo para contestar, porque ya sus labios estaban sobre el hinchado clítoris, succionando y acariciando con su lengua. El primer contacto para Lumine fue como un sorbo de chocolate caliente en un día helado de invierno. El calor recorrió su espalda hasta posarse sobre su vientre bajo, y con cada roce, lenguetazo o beso, el charco se calentaba poco a poco.
Lumine sintió a Childe arrastrar la lengua entre los labios vaginales para separar su piel, saboreando los fluidos de su anterior intercambio. El pelirrojo gruñó al probar su sabor y movió su lengua nuevamente por la zona, limpiando la piel y recogiendo los nuevos fluidos que salían de ella. Su mano se movió, acariciando con su pulgar el clítoris mientras su boca se encargaba de darle placer a su entrada. La otra mano que mantenían las caderas en su lugar, se dirigió a la espalda de la rubia, acercando aún más el cuerpo a su boca. Lumine gimió por movimiento brusco, pero giró sus caderas, buscando las caricias de Childe.
Childe se aventuró entrando con su lengua, ahora ganándose un gemido alto y fuerte de Lumine, quien también arqueó la espalda y apretó los muslos alrededor de la cabeza del pelirrojo. Éste rió con la boca pegada a la entrada de Lumine, y el sonido reverberó en cada esquina del cuerpo de la rubia, ya podía sentir como el calor líquido en su vientre bajo burbujeaba, indicándole que estaba cerca de la erupción.
Lumine fijó sus manos en el cabello, apretando y jalando los mechones rojos, mientras ella se mecía contra su lengua que seguía haciendo movimientos sincronizados con los dedos que le torturaban el clítoris. Su cuerpo estaba más caliente de lo que alguna vez pensó que sería recomendado por un experto de la medicina, pero no le importó. Quería aliviar la presión en su estómago mientras montaba la lengua de Childe. Y tampoco le importaban los sonidos que salían de sus labios ni lo vulgar que se escuchaba, solo necesitaba sentir a Childe poseyéndola en cada rincón de su cuerpo.
Su cabeza se llenó de ruido sordo cuando sus extremidades empezaron a temblar, sus dedos apretaron el cabello y sintió que el movimiento de los dedos de Childe se detuvieron, pero ya era tarde, la erupción llegó y se derramó caliente sobre la lengua que aún la llenaba. Y para cuando su espalda tocó de nuevo el banco, tembló por lo frío que ahora le resultaba la madera contra su piel caliente.
No sintió cuando Childe se levantó del suelo, tan solo lo sintió apoyándose contra su cuerpo y escondiendo su rostro en su cuello, dando besos perezosos mientras sus manos acariciaban sus costados.
—Ahora sí puedo estar consciente… —la mano bajó, acariciando el muslo tembloroso de Lumine—. de lo mucho que me extrañaste, Lumi.
Ella rió, subiendo sus manos a sus hebras coloradas, peinando y acariciando los cabellos salvajes, disculpándose en silencio por el maltrato. Entonces sintió la longitud apoyada en su estómago y una renovada energía la invadió. Quería hacerlo sentir bien, así como él la hizo sentir bien, no una, sino dos veces. Lo empujó por los hombros, hasta que éste se sentó en el banco, y al leer la expresión en su rostro, entendió lo que ella quería hacer, por lo que retrocedió hasta que la espalda estuvo contra la pared.
Lumine colocó las rodillas a los lados de la cintura de Childe, y tomó la base del miembro, alineandolo con su entrada. Las manos del pelirrojo subieron, sosteniendo a Lumine por la cintura. Se miraron en silencio, hasta que la rubia empezó a bajar, entonces estuvo sentada sobre el regazo de Childe, y éste estuvo hasta el fondo de ella. Ambos se miraron mientras gemían al unísono, el pelirrojo se inclinó hacia adelante, besando el valle de los pechos de Lumine, mientras arrastraba sus manos por sus caderas y cintura. La rubia jadeó entre sus brazos, y movió las caderas, sacando un gemido de ambos.
—Extrañaba ésto… —Childe susurró contra su piel, mientras continuaba acariciando su piel, animándola a moverse.
Lumine hizo girar sus caderas y ambos gimieron. La rubia se levantó sobre sus rodillas, hasta que sólo la cabeza del miembro de Childe estaba en su entrada. Las manos de ella subieron, sosteniéndose de los hombros del pelirrojo, quien subió la mirada. Aquella vista lo hizo jadear y presionar más fuerte sus dedos contra su piel.
—¿No te cansas de hablar nunca? —cuando Childe estaba por replicar, Lumine bajó las caderas, haciendo que Childe se enterrase fuertemente en ella. Ambos gimieron, y mientras Childe asimilaba la sensación de aquello, Lumine se movió en su regazo, marcando una velocidad constante de sus movimientos. Una mano de ella se dirigió al rostro de Childe, tomando sus mejillas, y atrayéndolo para un beso. La rubia sonrió cuando se separó, deleitándose con el ceño fruncido de concentración mientras Lumine se movía sobre él—. Al fin logré que hicieras silencio, bonito.
El pelirrojo gruñó y la tomó de la cintura mientras ayudaba a aumentar el ritmo de las embestidas. Entonces, los gemidos no tardaron en sonar por el pequeño cuarto mientras ambos se deleitaban mutuamente con los toques en sus cuerpos, besos desesperados, palabras susurradas y el sonido pecaminoso de sus cuerpos encontrándose.
Las manos de Childe subieron, cubriendo los pechos de la rubia y jugando con sus pezones mientras se encargaba de pintar su cuello con pequeñas marcas rojas. Lumine gimió, jaloneando las hebras rojizas a la vez que movía sus caderas sobre el regazo de Childe, creando un vaivén deliciosamente tortuoso. El pelirrojo rozó el arco del cuello de Lumine con sus dientes a la vez que apretaba los pechos entre sus dedos, luego atrajo el cuerpo de la rubia contra el suyo con un brazo abrazando su cintura y su mano libre sostuvo su cadera, deteniendo los movimientos de la chica.
Lumine bajó la mirada, los irises dorados encontrándose con los azules. Ella frunció el ceño, pero fue recompensada con una sonrisa ladeada que decoraba los labios de Childe.
—Ahora me toca tener el control, princesa .
Con la mano en la cadera de ella, la guío hasta que estuvo unos centímetros separada del regazo de él, luego Childe empujó sus caderas hacia arriba, enterrándose en ella de manera deliciosa. Lumine gimió y se sostuvo a sus hombros mientras sentía que con cada embestida, Childe llegaba aún más profundo en ella, haciendo que su orgasmo se arremolinase en su vientre bajo. Y Childe, a su vez, se sentía a punto de explotar nada más de tener aquella gloriosa vista: la princesa dorada sobre él, gimiendo su nombre sin pudor, rogando por más, su cabello rubio desparramado por sus hombros y sobre sus pechos, los cuales rebotaban a centímetros de su cara. Sentía su orgasmo llegar, pero un solo pensamiento ralentizó las erráticas embestidas. Lumine lo observó con la vista nublada y Childe casi llegó al éxtasis ahí mismo.
—Lumine… no tengo… protección…
La rubia gimió y tomó su boca en un beso urgente. Solo se separó un instante para susurrar: “No te detengas”. Y eso fue señal suficiente para follarla hasta que llegó al orgasmo violentamente, susurrando el nombre de su amada y derramándose dentro de ella. Y luego, sentir el orgasmo invadir el cuerpo de Lumine, quien se abrazó a él por el cuello, nunca abandonando su boca mientras ambos gemían entre besos.
Las embestidas se detuvieron, pero los temblores continuaban y Childe aún estaba enterrado profundamente en ella, sintiendo como las paredes vaginales se contraían alrededor de su miembro, sacando jadeos de sus labios. Lumine se separó del beso, y tembló nuevamente cuando intentó inclinarse lejos del cuerpo de Childe, producto de la sobreestimulacion y orgasmo más reciente. El pelirrojo acarició sus muslos con la punta de sus dedos, subiendo por sus caderas y moviendo los dedos pulgares sobre los huesos, luego pasando por el costado de sus pechos, disfrutando de la suavidad de la piel expuesta. Sus pulgares viajaron hasta las clavículas, siguiendo su extensión hasta la punta de los hombros y bajando por sus brazos, hasta sus manos, tomándolas suavemente y besando cada uno de sus dedos hasta el interior de las muñecas.
Lumine seguía atentamente el movimiento de sus dedos y luego la boca, cuando subió la mirada, Childe la observaba con la mirada brillante y pestañas bajas.
—Eres tan hermosa, ya debes saberlo. Atraes la mirada de cualquier persona, y como soy un simple mortal, no puedo dejar de sentirme atraído por tu hermosa luz. Eres mi luz de luna. Mi sol. Mis estrellas... Ya tebya lyublyu, lyubimaya…
Ella conocía esas palabras muy bien, Childe las había dicho en otra oportunidad luego de que habían estado juntos, así que se sonrojó, alejando la mirada y queriendo apartar las manos de su toque. Pero él no lo permitió, empujándola hacia su pecho y encerrándola entre sus brazos. Lumine escondió su rostro en el cuello de Childe y suspiró contra su piel enrojecida, mientras susurraba.
—¿Te estás quedando en las habitaciones de los baños termales?
Childe repartió besos perezosos por su sien y cabello.
—Si, cariño. ¿Por qué?
La rubia se removió, sacando gemidos de ambos cuando el miembro de Childe palpitó dentro de la rubia.
—Vamos a tu habitación…
Él rió y se separó de ella, finalmente ayudándola a levantarse y poder salir de su interior. Luego procedió a salir del cuarto de baño a por toallas y una bata de baño, sorprendiéndose de encontrar unos cuantos fisgones dentro del baño más cercano al cuarto de sauna. Las personas voltearon la mirada al notar que estaba desnudo, pero a él no le importó. Se apresuró a volver por Lumine con las toallas en mano, y al estar de nuevo con ella, la ayudó a limpiarse con una toalla húmeda, arrodillándose frente a ella. Luego la envolvió en una bata blanca de paño y se envolvió en la suya propia.
La rubia, ya en su bata cerrada, estaba apunto de salir por la puerta, pero Childe aprovechó que le daba la espalda para tomarla en sus brazos y sacar un chillido de ella. Lumine se abrazó a su cuello y observó a Childe, con una pregunta en su mirada.
—Childe, puedo caminar.
—Ya sé, pero prefiero llevarte…
Al salir del cuarto de sauna, y al ver a Lumine en brazos de Childe, los fisgones murmuraron en voz alta y llamaron la atención de la rubia. Ésta volteó a observar y se sonrojó al notar a las personas, pero inmediatamente escondió su rostro en el pecho de Childe, golpeándolo con la palma abierta.
—Idiota…
Childe soltó una carcajada, bajando la boca para soplar un beso en la frente de la rubia.
—Pero tú idiota.
Lumine, a pesar de sentir el rostro acalorado y el corazón desbocado, sonrió contra la piel del chico, dejándole que la guiara hasta su habitación.
Notes:
La frase que le dice Childe a Lumine «Ya tebya lyublyu» significa «te amo» en ruso. «Lyubimaya» es una palabra rusa que se usa mucho en las fics chilumi, y significa «amada, amor, cariño», y amo el headcanon de Childe diciéndole las frases más románticas del mundo a Lumine en su lengua materna <3
Chapter Text
El día que se celebraría el Rito de la Linterna, fue ajetreado para todo el mundo el Liyue, desde terminar los preparativos, hasta buscar la ropa adecuada para atraer energías positivas para el resto del año. Lumine caminaba por las calles empedradas junto a Paimon. La pequeña vestía con orgullo su gorro de Suanni, casualmente muy parecido a Man Chai, el suanni-mascota de Gaming, quien a su vez le había regalado aquello. Las borlas del gorro colgaban a los lados de la cabeza, pero cuando se acercó al rostro de Lumine, le golpeó su mejilla.
—Vamos tarde, Lumine. ¡Vamos al puerto! ¡¿A quién buscas?!
La rubia giró la cabeza de nuevo a su alrededor, esperando ver una cabellera roja, pero falló en el intento.
—A nadie, Paimon. Vamos, busquemos a todos.
Bajaron las escaleras que las llevaría a la parte del puerto que tenía los puestos de juegos, a las personas acumuladas buscando un lugar para observar el cielo despejado para el momento que las linternas encendidas flotasen en el aire. Paimon apuntó a un lugar a lo lejos y Lumine pudo visualizar a Keqing, Ningguang, Zhongli, Xianyun y sus discípulas, y varios otros de los más jóvenes del grupo cuchilleando entre sí en una esquina de una plataforma alejada del tumulto de gente, mientras sostenían sus linternas en sus manos. Ambas viajeras llegaron al grupo saludando a todos y mientras Keqing elogiaba el vestido rojo con dorado de Lumine, admirando las diferentes capas de la falda, un invitado llegó al lugar, saludando a Zhongli. La rubia no lo registró hasta que Paimon habló.
—¡Tú! ¿Qué estás haciendo aquí? Éste no es lugar para un Fatui…
—Ah, me lastimas Paimon. ¿No que éramos amigos?
Lumine se giró, observando a Childe, sentado en una de las sillas de la mesa de té, con su camisa roja con bordados dorados y arremangada hasta los antebrazos, su cabello caía libre en su frente, las puntas rozando las pestañas, y sus manos estaban enguantadas. Estaba increíblemente guapo, y a Lumine se le aceleró el corazón.
Paimon se cruzó de brazos y bufó.
—No podría ser amiga de alguien como tú…
—¿Y qué tal si te compro la cena?
La pequeña hada volteó a observarlo, con renovada atención. Revoloteó a su alrededor y luego se rió.
—Está bien, quiero comer…
—Paimon… —Lumine llegó a la mesa, Zhongli se veía indiferente a la charla mientras tomaba su taza de té, pero sabía que escuchaba con atención, para luego hablar de ello con Hu Tao—. Deja de ser tan interesada. —Paimon se sonrojó y se alejó hasta el grupo de Chongyun, Gaming, Xingqiu, Xiangling y Hu Tao. Lumine volvió la mirada hasta el pelirrojo, que la observaba con su mentón apoyado en la palma de su mano—. Está de mal humor porque no la dejé comer dulces, no le hagas caso.
Childe sonrió y negó con la cabeza.
—¿Y tú?
Lumine ladeó la cabeza, frunciendo el ceño. Le lanzó una mirada a Zhongli antes de volver la mirada al pelirrojo.
—¿Yo qué?
La sonrisa que le mostró fue peligrosa.
—¿Estás interesada en la cena?
Lumine se sonrojó pero rápidamente negó con la cabeza. Respondió mientras se alejaba.
—No, gracias. Ya cené.
La rubia pudo escuchar la suave risa del pelirrojo aún cuando se encontró apoyada en la barandilla, esperando que el aire frío del mar calmara el sonrojo de su rostro.
A medida que avanzaba la velada, las conversaciones fluían, los platos de comida llegaban llenos de comida y se iban sin una sola migaja, las risas resonaban a través del círculo de personas en la plataforma y también a través de la calle y todo el puerto de Liyue. Entonces, llegó el momento que todas las luces de las calles bajaron, volviéndose tenues, y las lámparas de las personas subieron por sobre sus cabezas, con las llamas encendidas.
Lumine ayudó a Paimon a encender su linterna, ayudándola a tomarla sin que se quemase sus manos, luego procedió a encender la suya propia, observando la llama naranja mantenerse estable dentro de la protectora jaula de papel. Miró al cielo, ya varias linternas adornaban el cielo oscuro, parpadeando por sobre el agua e iluminando las torres de vigilancia cuando pasaban por un lado. Observó a sus compañeros de velada cerrar sus ojos para hacer sus plegarias, y luego soltar suavemente la linterna, dejando que ella sola marcase su rumbo. Volvió la mirada a su propia linterna, recordando a Aether, a la última vez que lo vió, y en lo mucho que lo extrañaba. Quería pedir por él, quería que su linterna flotase tan alto, que los dioses en el cielo escucharan las plegarias susurradas en el papel de pergamino, y la ayudasen a reencontrarse con su hermano, aunque habían sido ellos en primer lugar los que ocasionaron este desastre, pero no le importaba. Si había que arrodillarse frente a los Celestiales y rogar por el regreso de Aether, Lumine lo haría. Pero, la rubia se dio la vuelta y buscó con la mirada al dicho pelirrojo que había puesto su vida de cabeza desde que había aterrizado en el continente. Childe tenía sus manos en los bolsillos mientras observaba el cielo, la linterna apagada yacía a su lado en la barandilla, y se preguntó por qué no pedía una plegaria. Y antes de que pudiese procesar qué hacía, caminó hacia él.
Nadie la notó, solo Childe cuando estaba a pasos de él. Y se observaron en absoluto silencio.
—¿No estás pidiendo nada?
Lumine apuntó con la barbilla a su linterna apagada. Childe negó con la cabeza.
—Nunca lo he hecho. Solo disfruto del espectáculo visual.
—Típico de ti…
Ella murmuró para sí misma observando al otro lado, pero levantó la mirada cuando sintió la mano de Childe tocando su mano con la que sostenía su linterna encendida. Lumine visualizó las sombras de aquel azul marino contra la luz amarillenta de las velas.
—¿Y tú linterna, no volará éste rito?
Mirando aquellos ojos, Lumine pensó que tal vez una vida a su lado no sería tan mala, como cuando ella se visualizó muchas veces cuando venía a la cabeza la posibilidad de enamorar de alguien. Tal vez si abandonaba su inmortalidad podría disfrutar de aquel hombre. Se recordó hace varios días, recostada en la cama de su habitación, con la cabeza apoyada en su pecho, mientras la respiración calmada de Childe, apaciguaba su atormentado corazón. Se recordó de haberlo observado por horas, las líneas suaves de su rostro, su cabello brillando en la oscuridad, su mano sosteniéndola contra su cuerpo, las ondulaciones de los músculos, la manera en la que reaccionaba cuando lo tocaba.
Claro que quería encontrar a su hermano, pero ¿y si por una vez, escogía su felicidad propia? ¿Escogía su futuro? ¿Escogía un pedazo de felicidad momentánea en la eternidad que era su propia existencia?
Su mano se apoyó en el pecho de Childe, acercándose un paso hacia él. Éste se alarmó, levantando la mirada hacia el grupo de personas cercanas, registrando que nadie estuviese viendo lo que hacía la viajera. A ella no le importó, sólo lo necesitaba a él. Por lo que subió sus dedos hasta el cuello de la camisa, jaloneando hasta que sus rostros estuvieron a centímetros. Las manos de Childe se posaron en las caderas de la rubia, sosteniéndose a ella como un salvavidas.
La mirada de Childe cayó a los labios abiertos de Lumine, y soltó un suave suspiro.
—Lumi… ¿Qué haces?
Intentó alejarse, pero Lumine arrastró su mano hasta la nuca, manteniéndolo en aquella posición. La rubia acarició su nariz contra la de él y habló suave, su aliento rozando los labios del pelirrojo.
—Por una vez, tomando el rumbo de mi vida.
La mano de Lumine se abrió, soltando la linterna a la vez que sus labios chocaban contra la boca de Childe. Enredó ambos brazos alrededor del cuello del pelirrojo, no permitiendo que escapara de sus manos nuevamente.
El beso fue suave y pausado, viajando por zonas que anteriormente ya había visitado, pero siempre de una manera salvaje y desenfrenada, el detalle es que ésta vez sería diferente, porque Lumine sabía que habría tiempo de sobra para explorar aquellos labios, y no se cansaría de hacerlo. La rubia sonrió contra el beso y Childe lo notó, separándose de su boca, y ahora tomando sus mejillas con ambas manos. El pelirrojo la observó sonreír y acarició el borde de su boca con los pulgares, luego subió la mirada a sus ojos.
—¿Estás segura de ésto?
Lumine bajó sus manos al pecho del Childe, sintiendo el rápido latido de su corazón bajo su palma.
—¿Crees que si no hubiera estado segura, te habría besado frente a todos, durante el Rito de la Linterna?
Childe soltó un suspiro tembloroso. Juntó sus frentes y cerró los ojos. Su voz salió temblorosa.
—Lyubimaya, ¿estás segura?
Lumine se enojó, pero mantuvo un tono de voz tranquilo, no queriendo perturbar aquel momento.
—¿Por qué preguntas tanto? Childe ya te dije…
—Esto significa que ahora tengo permiso de besarte cuando yo quiera, donde quiera, recordándoles a todos que eres mía, y yo soy tuyo. Todo tuyo. Y, en cualquier región que nos encontremos, podré decirte cuánto te a…
Un grito interrumpió su momento, haciendo que se separasen el uno de la otra, buscando la fuente del estruendo. Se encontraron con que todos en la plataforma los observaban. Algunos con cara de asombro, otros con aprobación, otros —Xiangling y HuTao— susurrándose «ya sabía», y luego estaba Zhongli, que levantó la taza de té en su dirección con una sonrisa en sus labios, aprobando a la pareja en cuestión. Lumine se sonrojó, pero antes que pudiese decir nada, Paimon se estrelló contra ella, apretando sus mejillas entre sus manitas.
—Lumine, ¡¿qué haces?! ¡Es el enemigo!
La rubia se rió por el teatro de su pequeña amiga, pero negó con la cabeza ante su diatriba.
—Hasta los enemigos pueden volverse amantes.
Los brazos de Childe se enredaron en la cintura de Lumine, apoyando la barbilla en su hombro.
—Entonces, seremos los enemigos que se pelean por el día y por la noche…
Paimon pateó el aire, atrayendo la atención de ambos. Tenía los brazos en jarra y hacía pucheros.
—¡Te está usando, esa es la naturaleza de los Fatuis! Te usan y luego te abandonan.
Childe se alejó del cuerpo de Lumine.
—Auch…
La rubia se enfureció y enfrentó a su amiga.
—No Paimon. Childe ha demostrado que me quiere y se preocupa por mi, y deberás aceptar que yo también me preocupo por él y… lo quiero. Y como mi amiga, debes entender que yo sé cuidarme sola, estar feliz por mi, porque él me hace feliz.
Paimon se quedó mirando atónita a Lumine, luego se sonrojó y bajó la mirada al suelo con arrepentimiento.
—Lo siento, Lumine…
—No es a mi a quien le debes una disculpa.
Paimon se apretó los dedos, nerviosamente.
—Lo siento, Childe… No fue mi intención herirte.
Childe caminó hasta detenerse a un lado de Lumine y negó con la cabeza en dirección a la pequeña. Le regaló una sonrisa y habló.
—No te preocupes, pequeña Paimon, entiendo que desconfíes de mí. Pero cuando se trata de Lumine, puedes estar segura de que me enfrentaré a los mismísimos dioses por ella…
Paimon revoleó los ojos, haciendo pucheros.
—Y te darían una paliza…
—Y me volvería a levantar, solo por Lumine…
La rubia se sintió sonrojada y Paimon, por primera vez, leyó el ambiente.
—Bueno, ¡está bien! Está bien, pero más tarde hablaremos, ¿ok?
Lumine observó a Childe y sonrió.
—Más tarde tal vez esté ocupada..
—¿Haciendo encargos?
—Posiblemente…
—¿Katherine coloca encargos en días feriados? Bueno te ayudaré.
—Debo hacerlos sola, Paimon…
Antes de que Paimon pudiese contestar, Xiangling la llamó desde la esquina más alejada y Lumine agradeció por la intervención divina. Y cuando se dió la vuelta para encarar a Childe, éste fue más rápido, envolviendo su cintura con un brazo para acercarla a su cuerpo. La mano libre se dirigió a su mejilla, acariciando el pómulo, y Lumine se inclinó ante la caricia.
—¿Dónde estábamos? Creo que…
—Te amo. —Lumine soltó aquella frase, haciendo que Childe la observase con sorpresa.
—No creí que la dirías tan pronto…
—Es como me siento hace mucho tiempo. Y merecías saberlo.
Childe soltó un suspiro tembloroso y acarició su mandíbula con dedos rasposos.
—Repítelo.
Lumine bajó su voz a un susurro, sus dedos acariciando suavemente el cabello de la nuca.
—Te amo…
Childe acercó su rostro al de Lumine, rozando sus labios con los suyos.
—Dilo de nuevo.
Lumine sonrió, sus dedos acariciando suavemente el cuello de Childe, subiendo por su mandíbula y tomando sus mejillas.
—Te amo, Ajax… Te amo, ya lo sabes pero por favor, ahora bésame. ¿Puedes…?
Childe cerró la distancia que quedaba con un beso hambriento, pero lo suficientemente controlado por el lugar donde se encontraban. Las manos del pelirrojo sostenían a Lumine por la cintura, y ésta estaba sobre las puntas de sus pies, para alcanzar la altura de Childe todo lo que pudiese. Lumine soltó un gemido cuando Childe mordió sus labios, pero se interrumpieron cuando alguien gritó que consiguiesen una habitación. La rubia se sonrojó, alejándose del beso y escondiendo el rostro en la tela de la camisa de Childe. El pelirrojo sonrió y le besó la coronilla, entonces habló en un susurro bajo.
—El color rojo te queda realmente bien, lyubimaya.
Lumine apenas se separó, inclinando la cabeza hacia arriba para observarlo.
—¿Por qué lo dices? —Childe acarició el cuello suelto del vestido de Lumine—. Lo hizo para mí una amiga de Fontaine.
—¿Y lo mandaste a hacer por el Festival o para impresionarme a mi?
Lumine se alejó ahora, soltando un bufido mientras apoyaba las manos en su pecho.
—Estás tan lleno de ti mismo…
—No tiene nada de malo tener ego alto. —Childe se inclinó, besando la piel debajo de su oreja y susurrando—. Pero si tu también quieres sentirte llena de mi, puedo ayudarte con eso más tarde…
Lumine jadeó y luego se soltó de sus brazos. Childe se rió cuando la vió tapándose las sonrosadas mejillas.
—Puedes guardarte ese tipo de comentarios para más tarde…
—Claro, porque pretendo descubrir si debajo del vestido que hiciste para mi, también hay un conjunto de ropa interior hecha para sorprenderme…
Lumine se tapó la boca con una mano, riéndose. Se acercó a él, acomodando el cuello de su camisa, buscando cualquier excusa para tocarlo, y luego lo miró a los ojos.
—Creo que acabo de despertar a un monstruo que no sabía que existía.
—Si, se llama coquetear en público porque amo hacerte sonrojar.
Ambos se comportaban como un par de adolescentes hormonales que no podían mantener sus manos lejos del otro, pero la verdad era que habían esperado tanto para poder estar de aquella forma, que no escatimaron en la manera en la que otros podían llegar a percibirlos como un par de tórtolos insoportablemente pegajosos. Pero realmente no les importaba, solo querían recuperar el tiempo perdido, disfrutar el uno de la otra, y demostrarse lo mucho que se querían tanto como pudiesen. Y el tiempo se los permitiese.
…
La linterna de Lumine, contenía las palabras susurradas en el papel que mantenía la llama encendida, y los deseos más profundos del corazón de la rubia eran el verdadero fuego que parpadeaba mientras se desplazaba por el mar abierto hasta los archipiélagos de la distancia, chocando contra las piedras de la orilla, donde una persona la encontró aún encendida.
Procedió a tomarla, acariciando el fino material del papel, como si realmente pudiese escuchar las palabras que le fueron susurradas como un secreto, antes de dejar volar la linterna. El desconocido acercó la mano al fuego, dejando que las llamas tocasen su piel, sin llegar a quemarse. Un susurro bajo procedente del fuego se escuchó alrededor de aquella persona, lo que hizo que levantase la cabeza, observando cómo la capital de Liyue brillaba con las linternas que aún volaban a su alrededor. Una sonrisa melancólica adornó sus labios, entonces caminó hasta una piedra bajo un árbol, y apoyó la linterna en la superficie, brindándole protección para que la llama viviese un tiempo más antes que las lluvias la apagasen.
El viajero se dió la vuelta, desapareciendo en la oscuridad del abismo.
Notes:
éste es mi primer fic chilumi (acabada) que publico, y tuve un brainrot chilumi en medio del Rito de la Linterna e intenté con todas mis fuerzas acabarla antes de que se fuese febrero, pero fue un intento fallido. Aún así luego que me convencieron de publicarla (tqm mik) lo hice y aquí está. espero que la disfruten tanto como yo disfruté hacerla 🩷

vanitaless on Chapter 2 Sat 15 Mar 2025 05:08AM UTC
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vanitaless on Chapter 2 Sat 15 Mar 2025 05:09AM UTC
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Alessa_801 on Chapter 2 Sat 18 Oct 2025 01:14AM UTC
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