Chapter 1: Prólogo.
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Ocurrió hace unos años, y al mundo entero le gustaba engañarse pensando que podría haberse evitado pero la verdad, conociendo a la humanidad, ese tipo de cosas es como contener una tormenta en un frasco.
A veces la realidad supera con creces la imaginación y llega el punto en el que te quedas estancado, asimilando el terror y preguntándote cómo es que los personajes de tantas novelas con esa temática pudieron hacerle frente sin sufrir una crisis nerviosa.
Decir que el mundo colapsó era un eufemismo, fue como si el apocalipsis hubiera sacudido la tierra en un intento de volver a empezar, aunque muchos así comenzaron a llamar a las pocas ciudades y personas que sobrevivieron, el Nuevo Comienzo.
Hubo terremotos, tsunamis, el aro de fuego hizo erupción y la falla de San Andrés terminó por colapsar. Estados Unidos fue una pérdida total; las ciudades más importantes del mundo colapsaron una tras otra hasta que no hubo nada, pequeños sobrevivientes que ya no veían caso en dividir las fronteras.
Comenzó con la mordida de un perro, ¿o era un lobo? Fue difícil saberlo, se propagó tan rápido que les fue difícil rastrear el lugar de origen antes de que tuvieran cientos de humanos contagiados.
Las personas que quedaban en el Nuevo Comienzo tenían un segundo género, haciendo que se desarrollara lo que muchos decían era un Lobo Interno , como en las películas de terror de hombres lobo; fue una enfermedad que se propagó con rapidez, hubo personas que murieron debido a ella ya que sus cuerpos no parecían ser compatibles con el virus Lobo, les daba rabia y morían, otros se terminaban matando a sí mismos porque no asimilaban esa nueva parte suya.
Los clasificaron en castas , estudiando las diferencias entre ellos para poder nombrarlos. Notaron que las poblaciones comenzaron a disminuir debido a que muchos de ellos no lograban sobrevivir a la Rabia, pero aquellos que lograron hacerlo estaban obligados a asistir a la zona segura de su punto más cercano para registrarse y lograr saber su casta.
Los sentidos de todas las castas se vuelven más agudos similares a los de un lobo, desde oído, vista y olfato.
Los Alfas , tal y como dice el nombre, son los líderes por naturaleza de las manadas.
Su genética cambió a un aroma más fuerte, sus colmillos se volvían más largos cuando la parte lobuna tomaba el control y sus ojos brillaban rojos; en alimentación se informó que seguían comiendo como cualquier otro humano, quizá un poco más debido a que su cuerpo sufría una breve alteración física al volverse más altos y más fornidos para poder proteger.
En el ámbito sexual, sufrían un periodo de apareamiento como los animales a la que llamaron Rutina , volviéndose cien veces más agresivos y territoriales con los de su casta, en el acto su pene se ensanchaba en la base lo que se denominaba como nudo, para poder reproducirse.
No obstante, hasta el momento no ha habido registros de algún bebé nacido con casta.
Los Betas son humanos que enfermaron pero no presentaron cambios tan ruidosos; se vuelven más altos, pero no tan fornidos como los alfas, su aroma sufre una breve alteración pero llega a ser sútil.
No sufrían rutinas ni se veían afectados por las de los alfas, sus ojos tenían un tenue brillo naranja cuando su lado lobuno tomaba el control y, por lo general, eran compañeros de alfas que formaban manadas.
Los Omegas , esta casta fue la más interesante para toda la medicina; la fiebre les duraba más a aquellos que se terminarían presentando como omegas, muchas veces sufrían de dolores abdominales y vómitos, así las familias ya podían ir adivinando qué resultaría. Los omegas desarrollaban un aroma más dulzón y sus ojos poseían un brillo púrpura cuando su parte lobuna emergía, sus colmillos eran más pequeños que los de un alfa o un beta.
Uno de los detalles que los investigadores notaron es que los hombres omega sufrían una alteración genética mucho más notable que las mujeres omega de la misma manera en la que las mujeres alfa lo hacían. Ambos cuerpos se adaptaban para procrear, desarrollando un aparato reproductor interno en relación con su casta. Los hombres omegas podían embarazarse de la misma manera en la que una mujer alfa podía embarazar.
Pero como se ha establecido, los registros de investigación no tienen nada sobre niños nacidos con una casta en los últimos años, sin embargo llevan un monitoreo constante en ellos en caso de presentar una fiebre sin contagio alguno.
Uno pensaría que las cosas han sido tranquilas pero, como toda enfermedad, hay cosas que empeoran con el tiempo y era por eso que se seguía trabajando para poder erradicar las cosas.
Las llamaron Manadas ; personas que se consumieron por el gen lobo y perdieron todo sentido de la humanidad, volviéndose tan salvajes que atacaban pequeñas comunas completas contagiando a aquellos que no se habían enfermado, intentaron ser controlados pero no había mucho qué hacer.
Hasta que, como una luz en la tormenta, apareció NOVUS CORP ., un laboratorio de investigación farmacéutica, el único en funcionamiento, que se dedicaba a repartir medicina a lo largo del mundo mientras intentaban desarrollar una vacuna para eliminar el gen lobo del sistema humano y poder erradicar las castas o, en todo caso, disminuirlo, dormir esa parte animal. Sus trabajadores eran las mentes más brillantes y prometedoras que quedaban en el mundo, trabajando día y noche para poder erradicar el Lobo Interno.
NOVUS se había construido en uno de los pocos hospitales privados que quedaron en buenas condiciones así que era bastante grande, incluso tenía algunos jardines bien cuidados para que los trabajadores pudieran pasar el rato y relajarse. Siendo uno de los únicos laboratorios en funcionamiento, NOVUS tenía mucho trabajo por lo que todos iban de un lado a otro.
La directora ejecutiva era Yang Heejoo, quien había sido directora de una farmacéutica antes de que el mundo colapsara. Resultó ser beta después de que su fiebre pasó, pero no así su amado hijo, Yang Jeongin, quien era alfa e investigador de NOVUS
El trabajo de Jeongin variaba dependiendo de las necesidades del supervisor; a veces se encontraba haciendo algunas mezclas en el laboratorio y otras les ayudaba a hacer pruebas de sangre a las personas que eran traídas de otras partes para confirmar su casta. Pocas veces, casi nulas, le permitían bajar al séptimo piso subterráneo para participar en las investigaciones que se hacían para controlar las castas o, en su defecto, desaparecerla por completo.
Preguntarle la ubicación exacta de NORVUS CORP era como intentar recordar cómo era el mundo antes de todo aquello, pues hace mucho tiempo que perdió el sentido de la orientación, sólo sabía que su madre se lo llevó, junto con el mejor amigo de Jeongin, Kim Seungmin, y comenzó a instalar su laboratorio en un lugar lejos de cualquier población asentada a los alrededores para que no sufrieran peligro de las Manadas.
Kim Seungmin, al igual que Jeongin, se había presentado alfa cuando la fiebre terminó, lo que significaba que sólo lidiaban de vez en cuando con su rutina o con los olores molestos del resto de sus compañeros.
Era muy extraño que dos Alfas se llevaran tan bien sin al menos un par de Betas de por medio para calmarlos en caso de conflictos, pero Jeongin no se caracterizaba por seguir la normalidad así que él y Seungmin parecían pegados de la cadera haciendo todo juntos.
…
—He estado pensando en tomar vacaciones—murmuró Seungmin jugando con un bolígrafo y girando en la silla mientras Jeongin revisaba los papeles en el escritorio—. Ir a una playa, conseguir una pareja, algo.
Se encontraban en la recepción que daba la bienvenida al séptimo piso revisando unos documentos, o al menos eso era lo que tendrían que hacer, pero Seungmin había decidido que era buena idea ponerse a hablar de sus preocupaciones de vida mientras giraba en la silla.
—Tenemos mucho trabajo aquí—recordó Jeongin con el ceño fruncido.
—Sí pero es aburrido a veces—insistió Seungmin, haciendo que su aroma a canela pícara en la nariz de Jeongin de forma desagradable—. Necesito algo entretenido.
—Estás en precalentamiento, ¿verdad?
—Mi rutina es dentro de unos días, demándame.
Antes de que siguiera ese hilo de conversación, preguntándole si lo pasaría con alguno de los omegas del trabajo, el timbre del ascensor lo interrumpió haciendo que ambos miraran hacia la entrada.
Fue la primera vez que Jeongin los vio.
Eran hermosos de una manera ridícula, caminaban con entera confianza, como si estuvieran acostumbrados a hacerlo mientras cinco guardias escoltaban a cada uno.
El que iba al frente era fornido, su cabello azul intenso brillaba sobre su cabeza, la ropa negra y ajustada decorada por cadenas hacían algún tipo de tintineo al caminar. Tenía ojos claros y risueños, sus labios parecían curvados en las comisuras en una sonrisa sarcástica mientras caminaba.
Las fosas nasales de Jeongin se dilataron cuando pasaron por enfrente del escritorio, haciendo que aquel desconocido lo mirara de reojo como si también hubiera captado su aroma. Él era un alfa, pero también parecía ser más, su aroma era incluso más fuerte que cualquier alfa que Jeongin haya olido, le hacía jadear y agachar la mirada.
El hombre que venía detrás de él parecía ser todo un contraste. También vestía de negro de pies a cabeza, una cazadora de cuero ondeando a su espalda a cada paso que daba. Sus ojos eran del mismo azul grisáceo que el alfa, sólo que su cabello era de un rojo intenso. Miró de forma brusca a donde se encontraban, sonriendo mientras lamía una paleta de caramelo, guiñandole un ojo a Seungmin antes de seguir caminando.
Él era un omega, su aroma dulzón a rosas y miel parecía tentarlos, pero al mismo tiempo su presencia parecía mucho más que eso, tan pesada como la de un alfa.
Caminaron hacia el fondo del pasillo y giraron a la izquierda, los dos alfas en la recepción se encontraron a sí mismos inclinados sobre el escritorio esperando captar cualquier detalle de ellos sin lograr percibir nada.
Era extraño que alguien fuera del personal bajará al séptimo piso, especialmente con escolta.
— ¿También lo sentiste? —preguntó Seungmin en voz baja, saliendo de detrás del escritorio y mirando el pasillo—. Eran fuertes.
—Tal vez su humor era más pesado—susurró Jeongin, estremeciéndose ante el recuerdo del alfa de cabello azul—. Era intimidante y olían extraño, había algo por debajo de su aroma. Un poco…
—Intenso.
Jeongin se encogió de hombros, su nariz arrugándose cuando recordó el aroma del alfa; no parecía ser nada del otro mundo pues sólo era chocolate, pero parecía ser más. No como el chocolate con azúcar que conseguirías en una barra de una máquina expendedora, era algo más puro e intenso acompañado de un sútil toque de tabaco. Olerlo hacía que quisiera desnudar su cuello ante él y eso era extraño para un alfa.
—Tenemos que entregar esto—sentenció Jeongin, sacudiendo una carpeta en el aire y rodeando el escritorio para ir hacia el pasillo—. Recuerda que debemos terminar el inventario en el laboratorio 4 antes de que Dawson nos empiece a joder.
—Si el mundo está de la mierda, ¿por qué tengo que trabajar? No creo que el dinero haya vuelto a circular—murmuró Seungmin, suspirando, mientras seguía a Jeongin por el pasillo hasta dar vuelta en el mismo lugar que los invitados—. ¿No te preguntas cómo funciona el mundo más allá de estás instalaciones?
Jeongin sacudió la cabeza; su madre fundó NOVUS apenas el mundo comenzó a tomar curso de nuevo, no habían abandonado las instalaciones del laboratorio porque no había mucho a donde ir.
Como se dijo antes, estaba en una zona prácticamente en ruinas sin nada habitable a kilómetros a la redonda, las personas que venían para un análisis de casta eran traídas en camiones y por puñados cada determinado tiempo porque las pequeñas poblaciones que lograron asentarse querían llevar un registro de las castas en sus tierras.
Jeongin no tenía a nadie más que a Seungmin y su madre, su padre no sobrevivió a la fiebre, así que no había nada interesante para él al otro lado de las instalaciones, tampoco tenía muchas ganas de ver cómo quedó el mundo que solía conocer así que sólo imaginaba en su habitación cuando no podía dormir.
—Creo que hacen lo mejor que pueden—aclaró, mirando hacia un costado y dudando sobre sus pasos—. Como todos.
Sentado en una silla se encontraba el alfa de cabello azul, había varias personas revoloteando a su alrededor tomando signos vitales, checando la presión y haciendo preguntas. El hombre parecía responder de manera muy formal, apenas apretando los dientes cuando una de las doctoras le colocó una intravenosa en el brazo que mantenía ligado, Jeongin podía fingir que captaba su aroma a través del cristal.
La sangre comenzó a emanar de la manguera conectada a su cuerpo, él mismo bombeando mientras intentaba llenar una pequeña bolsa de muestra. Sus ojos claros se encontraron con los de Jeongin a través de la ventana y enarcó una ceja, sonriendo de forma ladina antes de que el alfa se diera la vuelta.
—Vayamos a entregar esto—susurró Jeongin, golpeando a Seungmin en el pecho con la carpeta—. Por cierto, ¿con quién vas a pasar tu rutina?
Chapter 2: El Llamado del Alfa.
Notes:
No me lo van a creer pero me acaba de pasar algo que fue la cúspide de la miseria en el resto de mi año y estoy que me lleva la chingada que ya ni siquiera encuentro las palabras, así que una disculpa si se lee algo desordenado
(See the end of the chapter for more notes.)
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Había un Omega con el que trabajaban y en el que Seungmin parecía estar ligeramente interesado; había llegado no hace mucho pero su aroma dulzón como paleta de caramelo con un toque de uva hacía que cualquiera se sintiera cómodo en su compañía, además que tenía un aspecto jovial que combinaba con su aroma.
Su nombre era Han Changbin. Era bajito y bastante fortachón, cosa que parecía entusiasmar a Seungmin, en especial cuando estaba en precalentamiento y todo lo que podía oler en el laboratorio era su apestoso aroma a canela y pino, haciendo que Jeongin arrugara la nariz mientras intentaba concentrarse en su trabajo.
Se supone que estaban haciendo una bitácora de un suero que habían implementado para poder comenzar con el tratamiento de erradicar el lobo en los voluntarios que tenían en observación, y Changbin parecía ser bueno en su trabajo aunque, la mayoría de las veces, parecía demasiado perdido. Sin embargo, a pesar del apestoso aroma de Seungmin, Jeongin podía oler algo de frustración emanar del omega.
—Apestas—dijo Changbin hacia Seungmin, arrugando la nariz—. No deberías de venir a trabajar si estás en precalentamiento.
—Está intentando seducirte—señaló Jeongin con una sonrisa.
— ¡Oye, eso no es cierto! —Seungmin lo miró con molestia, sus ojos destellando en rojo mientras sus colmillos parecían hacerse más grandes al gruñir—. Sólo me gusta el aroma de Changbin.
El interpelado, cuyo cabello era oscuro y rizado, sonrió de forma ladina y ese amargo aroma de la incomodidad volvió a ser dulzón.
En un principio había sido un dolor de cabeza intentar adaptarse a la variedad de aromas que parecían emanar de un solo individuo, hizo que Jeongin sintiera agudos dolores de cabeza que lo hacían más irritable de lo normal por lo que su madre había comenzado a desarrollar unos bloqueadores para que las personas los tomaran y sus aromas se ocultaran. Eran un éxito, pero Seungmin siempre olvidaba tomar los suyos.
Y, al parecer, Changbin no era la excepción, por lo que dejó que el oloroso alfa lo olfateara un poco, su aroma a chupa chups y uva mezclándose durante un momento con el de Seungmin hasta hacer que Jeongin sufriera una pequeña arcada, notando cómo los ojos de su amigo aún brillaban en luces rojas al contemplar a Changbin.
Sólo para que éste le diera un ligero empujón, alejándose.
—No seré yo quien te ayude a pasar tu celo, Seungmin—le advirtió, palmeándole el pecho mientras iba a tomar unas muestras para llevarlas a refrigerar—. Soy hombre tomado.
— ¿Qué? ¿Cómo que hombre tomado?
—Sí, un alfa en especial me ha invitado a salir y está… ¿cómo le llaman?
—Cortejo—aclaró Jeongin, volviendo su atención a los sueros que revisaba en los tubos de ensayo—. Se le llama cortejo, el Lobo Interno elige a un compañero y comienza a mostrarse como el mejor candidato para la reproducción.
—Suenas a que te tragaste un libro—se quejó Seungmin, volviendo a su trabajo y dejando en paz a Changbin—. ¿En serio tenemos eso ahora?
— ¿El cortejo o el compañero? —preguntó Changbin con verdadera curiosidad—. Porque el cortejo siempre ha estado ahí.
— ¿Y qué diferencia hace el Lobo Interno?
Jeongin sintió que sus fosas nasales se dilataban y un aroma diferente le llenaba los pulmones, un chocolate tan puro y tan intenso que, por un momento, sintió su saliva espesarse en su boca y sus colmillos crecer, deseando morder tan solo un trozo del chocolate.
Miró bruscamente hacia donde Seungmin estaba trabajando, admirando algunas muestras de sangre, colocando un par de gotas en un pretil para mantenerlas en observación. El aroma era tan intenso y tenía un ligero toque a tabaco que, al distinguirlo, su nariz se arrugó.
Familiar y desconocido, como recordar el olor de un sueño.
—Bueno, el alfa que me corteja me trae comida y esas cosas—aclaró Changbin, encogiéndose de hombros—. No es muy diferente al proceso humano que había antes…aunque…bueno, una vez le rugió a otro alfa que intentó coquetear conmigo y casi se pelea.
—Ya entendí el mensaje, hombre—se quejó Seungmin, cerrando la muestra de sangre, desapareciendo el aroma que tenía a Jeongin tan hipnotizado—. Aunque correría el riesgo.
Seungmin le guiñó un ojo y sonrió, Changbin se ruborizó ante tal acción y sacudió la cabeza de manera negativa mientras Jeongin tan solo suplicaba por el día en el que pudiera hacer su trabajo de forma tranquila.
Sin embargo, esa tranquilidad no llegó ese día pues la puerta volvió a abrirse sin anunciar dando la bienvenida a Dawson.
Era un tipo que nunca se había enfermado lo que lo volvía un poco idiota si le preguntan a Jeongin, ya que parecía tener cierto aire de suficiencia al decretar que él jamás había expeirmentado una enfermedad y el resto de la población mundial ahora solo se comportaban como perritos, cosa que provocaba que cualquiera que le escuchara le gruñera.
No quería considerar racista sus comentarios, pero de alguna manera lo eran y Jeongin aún no entendía cómo era que su madre lo seguía empleando cuando la mitad del tiempo se burlaba de sus compañeros y los hacía hacer su trabajo, como parecía ser su intención al entrar al pequeño laboratorio donde trabajaban Jeongin y Seungmin.
— ¿Ya tienen listas esas muestras? —preguntó de la nada, colocando un puñado de folios sobre la mesa en la que Jeongin trabajaba.
Éste lo miró furioso, sus encías picando cuando luchó contra su necesidad de mostrar los colmillos ante la brusquedad con la que era tratado, sus ojos castaños centelleando levemente en tonos rojizos mientras un gruñido se comenzaba a formar en lo profundo de su pecho, en especial cuando el brusco movimiento de Dawson hizo que las matrices con líquidos delicados se tambalearan.
—Hola, Dawson, ¿cómo estás? —saludó Seungmin con voz cortante, mirándolo por encima de sus gafas—. ¿A qué debemos semejante cortesía? En realidad no me importa, lárgate.
—No le hables así a un superior—advirtió Dawson.
—Y tú no entras así a la oficina de un alfa en precalentamiento—tarareó Jeongin, volviendo a su trabajo.
Lo escuchó tan claro como su propia voz, haciendo que cierta satisfacción lo recorriera; Dawson tragó duro, la saliva pesada pasando por su garganta mientras su corazón aceleraba la marcha; miró de reojo en dirección al hombre, encontrando su cabello rizado y castaño algo desordenado, una gota de sudor frío se deslizaba por su sien mientras sus ojos parecían mirar directamente a donde se encontraba Seungmin.
Los humanos que no se enfermaron se quedaban tal cual como eran, así que para ellos era muy complicado notar las diferencias de aquellos que poseían una casta, como el aroma, sin embargo estaba comprobando que sí sentían un tipo de aura emanar de aquellos que poseían un lobo interno; como si sintieran el depredador, ser una presa.
Dawson podía no oler el aroma a canela ardiente que emanaba de Seungmin, pero definitivamente estaba sintiéndolo, en especial cuando su amigo se colocó protectoramente alrededor de Changbin, dispuesto a mostrar sus colmillos ante la amenaza de un desconocido acechando su lugar donde había una pareja potencial, a veces Jeongin consideraba insultante que no lo considerara amenaza, pero Seungmin ya le había dicho que su lobo lo encontraba familiar y por eso estaba acostumbrado a que rondara cerca.
—Quiero eso mañana a primera hora en mi escritorio—repitió Dawson, colocando un dedo sobre los folios que había dejado en la mesa antes de dirigirse hacia la puerta.
— ¿Siempre es así? —preguntó Changbin una vez que Dawson se fué, mirando con el ceño fruncido a Seungmin—. Oye, en serio aléjate, estás muy cerca.
—Eres el único omega en todo el departamento—se lamentó Seungmin, olisqueando de nueva cuenta al pelinegro.
—Seungmin—la voz de Jeongin se volvió más profunda, sus ojos seguían teñidos de ese tinte rojizo que conformaba un alfa—. Déjalo en paz, te dijo que no.
El interpelado gruñó un poco pero obedeció, tomando algunas de sus cosas y yendo a la mesa más alejada del pequeño laboratorio para intentar mantenerse fuera de la tentación que era el dulce aroma de Changbin.
El omega, por el contrario, pareció relajarse un poco y miró agradecido a Jeongin aunque éste consideraba un tanto innecesaria su intervención pues confiaba en su amigo, sabía que Seungmin no sucumbiría a su instinto animal sin importar que en el precalentamiento el lobo se encuentre a flor de piel.
Cuando un alfa está cercano a su rutina se volvía más territorial e irritable, el aroma era insoportable y solían ser más animales. Basado en su propia experiencia, Jeongin prefería encerrarse en su habitación desde el precalentamiento que tener que salir a trabajar porque los aromas se volvían más irritables, sus dolores de cabeza lo hacían mostrar los colmillos y sus compañeros omegas parecían parecer más atractivos de lo que realmente eran.
Jeongin podía apostar a que Seungmin no llegaría a trabajar mañana, de verdad que necesitaba recordarle sus supresores.
— ¿Qué se supone que es esto? —preguntó Changbin, mirando un soporte con tres tubos de ensayo.
Jeongin salió de sus pensamientos para contemplar lo que su amigo miraba con atención, encontrando el líquido nacarado y rosado de las diferentes sustancias a examinar.
Tomó uno de ellos, el de un color nacarado brillante, parecía un tanto espeso cuando lo movías. Estaba tapado y etiquetado como PROMETEO en una letra con rotulador negro algo desordenada, además de una fecha en la esquina superior.
—Es el suero que revisamos—aclaró Jeongin con una sonrisa, dándole el tubo de ensayo a Changbin para que le contemplara más cerca—. Al parecer se llama PROMETEO, tenemos las 3 versiones que han hecho recientemente, ya las mantuvimos en revisión el tiempo necesario así que mañana comenzarán a administrarlas a los sujetos de prueba.
— ¿Qué se supone que harán? —el omega preguntó con auténtica curiosidad.
Sin embargo, eso hizo que Jeongin lo mirara extrañado. Se suponía que su trabajo era supervisar los medicamentos que estaban desarrollando para suprimir el Lobo Interno, por lo tanto era obvio que cualquier cosa que pasara por su laboratorio significaba que su función era tratar con el Lobo Interno.
Changbin no llevaba mucho trabajando aquí, pero Jeongin suponía que a estas alturas ya debería de tener esa información bastante presente porque era bastante obvio, en especial cuando todos los informes que entregaban por escrito de cada variante se establecía que era para desaparecer el Lobo Interno.
—Aún no lo sabemos a ciencia cierta—informó, regresando su atención a su propio trabajo mientras Changbin seguía mirando las muestras—. En sí, nosotros solo tenemos prototipos que intentamos desarrollar antes de pasar al siguiente nivel, donde le terminan de dar forma para administración.
— ¿Serán pastillas o algo así?
—Me parece que es un tipo de inyección—Jeongin se sobresaltó al sentir su teléfono vibrar en el bolsillo—. ¿Puedes refrigerarlos? Seungmin, deja de molestar a Changbin.
— ¡No estoy haciendo nada! —gritó el interpelado desde el rincón donde se había relegado a sí mismo.
—Puedo olerte—le recordó el cobrizo, arrugando la nariz mientras caminaba hacia la puerta—. Pobre de ti donde llegue y huela a burdel acá.
— ¿A dónde vas? —preguntó Changbin con verdadera curiosidad.
—Un contratiempo—aclaró, tomando el puñado de folios que había dejado Dawson en la mesa—. Espero no tardarme.
Se apresuró a salir de la oficina, el aroma de Seungmin aún picando en sus fosas nasales mientras el rostro confundido de Changbin era lo último que veía al cerrar la puerta detrás de él.
…
En el último piso en dirección al ala oeste, rodeada de habitaciones vacías y flaqueada por un estrecho pasillo de paredes blancas que parecían inclinarse y cerrarse sobre ti, se encontraba una puerta de un rojo intenso con una placa que leía DIRECTORA Yang Heejoo.
Al menos tres veces por semana, Jeongin recibía un mensaje que ni siquiera necesitaba leer antes de tomar el ascensor y subir hasta el nivel de aquella oficina, daba un par de toques en aquella puerta y en seguida se invitaba a entrar, siendo recibido a un área de oficina despejada y amplia, con toda la pared sur conformada por cristal que permitía ver todos los jardines de NOVUS y, más allá, las montañas y edificios en abandono de la zona en donde se encontraban instalados.
Todo era blanco y plateado, el escritorio de Heejoo era de cristal y tenía una computadora que fácilmente podría ser una pantalla plana sobre él además de lo que parecía un puñado de artefactos. Su madre usaba su oficina como su propio laboratorio así que, al llegar, no fue sorpresa encontrarla en la mesa que tenía al fondo del lado derecho, con su propio juego de química y equipo técnico donde iba anotando sus bitácoras.
Pantallas táctiles, hologramas mientras ella arrastraba unos componentes y los integraba a otros para analizar el resultado antes de ejecutarlo en la práctica.
Heejoo era una mujer menuda y regordeta, su cabello era castaño y siempre estaba recogido en un apretado moño a la altura de su nuca; siempre usaba pantalones de vestir y camisas elegantes, pero se negaba a portar tacones ya que, a su criterio, era horrible trabajar con esas cosas puestas, además que una bata blanca parecía ser su accesorio indispensable de la misma manera que sus gafas de media luna que siempre descansaban en la punta de su nariz.
Jeongin no se parecía a ella en nada, pero adoraba a esa mujer y su fuerza para construir algo tan importante de la nada.
Incluso cuando era tan fastidioso tener que venir hasta acá a decirle personalmente lo mismo que escribía en sus reportes.
— ¿Notaste cómo el genoma del humano se vio alterado ante el Lobo Interno? —lo saludó la voz de su madre una vez que Jeongin entró a su oficina—. Destruyó 5 pares de cromosomas con la infección, eso no nos deja igual a ellos pero, de alguna manera, desarrollamos sus características debido a las alteraciones que hubo en los condones. Si lo pensamos, es un poco fascinante.
A veces le gustaría ver lo mismo que su madre en los códigos genéticos, la maravilla de la creación humana en todo aquello, pero lo cierto es que a veces le aterrorizaba cómo una pequeña variante en un sólo par de cromosomas parecía alterar a todo un ser vivo hasta volverlo diferente al resto.
Se acercó a ella intentando ver lo que aparecían en sus pantallas, la silueta de un humano y luego la de un lobo, pero tuvo que retroceder un paso cuando las luces azules que emanaba de las pantallas se apagó y su madre se dio la vuelta de forma abrupta, mirándolo con una sonrisa agradable y ojos risueños escondidos detrás de sus gafas.
—Mi pequeño Jeonginnie, ¿cómo estás?
—Bien, ¿y tú? —sabía que no iba a responderle así que sólo suspiró—. Dawson volvió a dejar estos en mi laboratorio. Sigue haciendo que hagamos su trabajo, lo cual considero insultante, tengo que estar manteniendo especial atención en PROMETEO como para tener que hacer su trabajo también.
—Dame, sabemos que Dawson es un incompetente, por eso prefiero que lo hagas tú—Heejoo tomó los folios de las manos de Jeongin, hojeándolos un poco—. ¿Qué detalles me puedes dar de PROMETEO.
—El día de hoy terminaremos de incubarlo con las muestras de sangre que nos proporcionaron—informó, colocándose derecho con los brazos entrelazados en su espalda.
Recordó el aroma intenso de chocolate, incluso le pareció saborearlo en el paladar, el alfa de ojos grises y cabello azul escoltado por cinco guardias en el subsuelo, la sonrisa ladina que dio en su dirección antes de seguir avanzando.
—Los resultados se verán al cabo de unos días—terminó de hablar, intentando deshacerse de la mirada de ojos grises que parecía brillar en su memoria.
—Perfecto, te daré quince días—anunció Heejoo, cerrando los folios y colocándolos en la mesa detrás de ella.
— ¿Quince? —repitió el chico, incrédulo, siguiendo a su madre al escritorio al otro lado de la oficina—. Necesito mínimo 20 días para ver verdaderos resultados en la incubación, en quince días los resultados serán leves.
—Tenemos candidatos aquí que están desesperados, Jeongin.
— ¿No lo estamos todos?
—Habemos quienes lidiamos mejor con esto que otros. La desesperación que algunos sienten es un paso antes de volverse parte de las MANADAS—recordó Heejoo, mirando a su hijo por encima del armazón de sus gafas—. Quince días, ¿escuchaste?
— ¿Algo más?
—Seungmin entrará en rutina pronto, ¿no es así?
Jeongin se estremeció visiblemente, sabiendo que el hecho de que su madre preguntara por Seungmin significaba que sabía la fecha en la que sería el de Jeongin, no es como si eso fuera cómodo de tener en cuenta pero era su madre quien le daba los supresores para lidiar con su rutina o, en todo caso, le encontraba algún omega que también estuviera en celo para que le acompañara.
—Le dejaré un frasco de supresores más tarde antes de dormir—aclaró Jeongin—. Su aroma es mil veces más insoportable que otras veces.
—Mmm, ¿estaban en el séptimo piso de abajo?
—Ayer, sí—asintió Jeongin, mirando con aburrimiento a su madre—. Nos pidieron ayuda con unos documentos.
—Dile a Seungmin que si necesita algún omega me llame, creo que hay unos registrados con el celo en unos días.
Jeongin asintió pero tanto él como su madre sabían que no le daría aquel aviso a Seungmin, independientemente de las necesidades de su mejor amigo, y porque en apariencia seguían manteniendo en bajo perfil que Yang Jeongin era el único hijo de la directora Heejoo, a veces se encontraba fantaseando con la idea de decirle a Dawson que, en realidad, Jeongin podía hacer que lo despidieran.
Conversó un poco más con ella mientras se mantenía de pie frente al escritorio y Heejoo revisaba lo que fuera en su computadora; Jeongin ya estaba acostumbrado a aquellas conversaciones unilaterales incluso desde antes de la enfermedad, por lo que solo subir a tenerlas con ella era un intento de su madre para seguir pasando tiempo con él a pesar de que Jeongin se sentía más como un empleado que su hijo.
— ¿Cómo has visto al nuevo que trabaja con ustedes? ¿Changmin?
—Es Changbin, y parece un poco lento pero aprende rápido—informó, encogiéndose de hombros—. Seungmin parece bastante entusiasmado con él, pero Changbin nos dijo que un alfa lo está cortejando.
— ¿En serio? Qué maravilloso. Notamos que una de las necesidades biológicas del Lobo Interno es encontrar a su compañero, sería un experimento interesante ver de cerca ese cortejo. No conozco a nadie que se haya apareado, ¿y tú?
—No, y la verdad no me interesa verlo con algunos de mis amigos.
—Te falta ser más objetivo, querido, todo por el pro de la ciencia. Pregúntale a Changmin quién es su alfa, me gustaría llevar un registro de mis empleados emparejados.
Changbin , repitió hacia sus adentros mientras asentía y se despedía, ¿que tanto le importaban sus empleados si ni siquiera podía memorizar sus nombres?
…
La oscuridad reinaba en el lugar.
Un aullido en la distancia fue lo que le hizo abrir los ojos de golpe, importunando sus horas de sueño.
Jeongin miró un momento el techo, pensando que tal vez lo había soñado o algo parecido, quizás era el viento aullando entre los árboles, pero sintió su propio corazón galopar con fuerza en su pecho y sus colmillos picando en sus encías.
Volvió a escucharlo tan claro como el agua, vibrando en las ventanas de su habitación, agitando las cortinas que las flaqueaban mientras la luz de la luna proyectaba sombras fantasmagóricas sobre sus muebles.
Se incorporó y salió por un costado de la pequeña cama, la planta de sus pies rozando el frío suelo de azulejo de la habitación mientras sus ojos se mantenían mirando fijamente hacia la ventana; no tenía un paisaje bonito, por el contrario sólo había cascarones de lo que en algún momento fue una vida. Edificios abandonados que se caían a pedazos, la naturaleza tomando posesión de lo que solía pertenecerle, puntos lejanos de luz que parecían pertenecer a otro mundo, sin embargo volvió a escucharlo como si dijera su nombre, el canto de una sirena atrayendo a Jeongin hacia sus garras.
Sintió su lobo a flor de piel, mirando el mundo a través de sus ojos, un aullido creciendo en su garganta antes de ser tragado por Jeongin, pidiéndole que fuera, que saliera.
Busca, busca.
Buscar al lobo.
Aullar.
Aullar para que nos encuentre.
Tomó la sudadera del respaldo de su silla en su camino hacia la ventana, colocándosela sin cuidado alguno y mirando a través de las cortinas, siendo recibido por las luces de seguridad, el gran muro que bordeaba todo NOVUS para mantenerlos protegidos de las Manadas.
El solo recuerdo de ellas hizo que Jeognin se cruzara de brazos de pie frente a su ventana. Tal vez eran las Manadas que siempre intentaban colarse a las instalaciones, algo sobre ser atraídos cuando una gran concentración de aromas se encontraban cerca, la verdad es que aún no analizaban bien el comportamiento de las manadas ya que el contagio era riesgoso y por eso priorizaban en desaparecer el Lobo Interno.
Miró a los guardias que paseaban por ahí, apenas un par que pululaba en los jardines cercanos a los dormitorios. Jeongin los miró durante un momento, esperando a que el sueño volviera a alcanzarlo, antes de decidir que no sería suficiente y fue por sus zapatos, colocándolos con aburrimiento antes de salir de su habitación.
En teoría, no era recomendable andar fuera de sus habitaciones a altas horas de la noche por si se tenía el desafortunado suceso de que sea el día en que las Manadas lleguen a ingresar, pero no ha sucedido por lo que Jeongin se dio el lujo de bajar hasta los jardines, agradeciendo cuando la ventisca nocturna le golpeó de lleno en el rostro.
No había tantos aromas en momentos como aquel, podía fingir que seguía siendo normal a pesar de que sus oídos y su visión eran más sensibles. Escuchaba con atención los corazones de los guardias, podía decir dónde estaba cada uno y cuántos pasos daban antes de regresar por lo que Jeongin decidió no importunar su trabajo y se sentó cerca de la oscuridad, rodeado de algunas plantas pero lejos de la vista.
Se tiró de espaldas sobre la frialdad del pasto y contempló las estrellas que se alzaban sobre su cabeza, sintiendo que desde el fin del mundo ahora las podía contemplar con más claridad, miles de ellas brillando en la oscuridad, haciendo que las constelaciones fueran más claras y las puedas trazar a simple vista.
Volvió a escucharlo, un aullido lejano que hizo cantar a su corazón, algún pobre incauto moribundo consumido por su Lobo Interno y, en consecuencia, el propio reaccionando en respuesta a su tipo, su raza.
A veces sentía que los Lobos Internos eran como una segunda personalidad, un instinto resguardado, un huésped en alguna parte de su cerebro que de vez en cuando tomaba el control, pero eso habría hecho que La Rabia sea más una enfermedad que ataca lo mental y no lo genético.
El aroma caramelo y uva lo sacó de su ensoñación, olisqueando el aire con interés, incorporándose sobre los codos para mirar a su alrededor. Pronto la uva fue acompañada por una extraña mezcla entre chocolate con menta y algo más dulce.
—Se escucha molesto—hablaba uno de ellos mientras caminaban cerca de donde Jeongin se encontraba.
— ¿Y te sorprende? No le gusta tenernos demasiado tiempo lejos.
Jeongin reconoció esa voz por lo que se apresuró a salir de su escondite, sorprendiendo de lleno a Changbin en compañía de uno de los guardias, eran casi del mismo tamaño y complextura, aunque el desconocido parecía emanar un fuerte aroma a alfa además de ese ligero aroma dulzón que le acompañaba.
Ambos se detuvieron, mirando a Jeongin con cierta alarma en sus rostros.
El equipo de seguridad tenía reglas de mantener el rostro cubierto con un pasamontañas ya que era más fácil que el traje especial se cerrara a su alrededor y les colocara el casco, el tipo parecía prescindir de su casco mientras caminaba con Changbin, pero su mano se tensó durante un par de segundos alrededor del arma que cargaba.
No era mortal, armas eléctricas que lanzaban descargas a quienes disparaban para incapacitarlos ya que tenían reglas de no matar, sólo incapacitar, en especial si eran pertenecientes a las Manadas ya que los usarían como objetos de estudio. Algo atroz si le preguntan a Jeongin, como si sólo fueran animales de usar y tirar, pero había ocasiones en las que Heejoo no entendía razones.
—Hey, pensé que era el único con problemas para dormir—saludó, un poco nervioso debido al estrés que parecía emanar de aquellos hombres.
—Jeongin, no deberías estar afuera tan tarde—lo reprendió Changbin con el ceño fruncido.
—Lo mismo va para ti—el interpelado miró al otro hombre de ojos grandes y castaños similares a los de una cervatilla—. ¿Es el alfa que te corteja? Es riesgoso que lo veas a estas horas fuera de los edificios.
Ambos se miraron durante un segundo antes de que Changbin tomara del brazo al desconocido y el aroma a uva y caramelo logró opacar a ese tono dulzón que el alfa ya poseía.
—Sí, lo lamento, es el único momento del día dónde puedo verlo—admitió Changbin con un mohín—Solemos caminar un poco, nada ha pasado, lo acompañó en sus rondas, ¿nos meteremos en problemas?
—Ah, supongo que no si nadie más les ha dicho algo—Jeongin se encogió de hombros—. Igual, creo que regresaré dentro, ¿te quedarás un poco más o…?
Un aullido rompió el silencio de la noche, y ni siquiera era fuerte o cercano, sonaba distante. Como al final de un túnel, sin embargo hizo que Jeongin mirara bruscamente en dirección al sur, como si supiera exactamente de donde emanaba, sus ojos encendiéndose en luces rojas mientras su lobo interno intentaba mostrar los colmillos, desnudar su garganta, jadear en torno a aquel aullido.
— ¿Qué fue eso? —preguntó, sintiendo la boca llena de colmillos.
—Son las Manadas—intercedió el alfa de Changbin—. A veces ya son más animales que humanos y aullan de esa manera, pasa todas las noches.
—Nunca los había escuchado—declaró Jeongin, incrédulo, mirando de nueva cuenta a sus acompañantes—. ¿Pasa a diario?
—Últimamente sí—el alfa desconocido asintió, encogiéndose de hombros—. Los dos deberían entrar, tengo que revisar que todo esté en orden y me sentiré más tranquilo si Changbin está fuera de peligro.
Changbin lo miró con ojos entrecerrados pero pareció acceder, tomando a Jeongin del brazo para dirigirlo hacia el interior del edificio mientras éste, de forma distraída, seguía contemplando hacia el horizonte, luchando contra el impulso de aullar en respuesta para hacerle saber que lo ha escuchado.
…
— ¿Algo nuevo?
—Dijo algo de PROMETEO, intentaré tomarlo, saldremos en cuanto lo tengamos.
—De acuerdo, no quiero que tarden. Háganlo pronto.
—Por cierto, el aullido.
— ¿Qué tiene?
—Nada, olvídalo. Dile a Minho que regresaré pronto.
Notes:
Lo malo de escribir es que a veces yo tengo resuleto de la mitad hacia el final, el principio no jajajasjasjas así que esto me va a tomar mucho irlo acomodando pero cuando llegue a fluir será mi mayor logro
Espero que les haya gustado! La verdad les recomiendo no escribir personajes más listos que ustedes, no entiendo ni vergas lo que hacen Jeongin y Seungmin TT-TT yo ni la tabla del 7 me sé aynooo pero bueno
GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 3: LICAÓN.
Chapter Text
Unos días después se convocó una reunión de personal en el auditorio, lo que hizo que Jeongin sintiera los nervios a flor de piel mientras caminaba en compañía de Seungmin hacia el lugar.
La rutina de Seungmin había terminado hace unos días lo que significaba que su amigo aún estaba un poco enfurruñado y cansado, su aroma resultando aún abrumador y pesado lo que hacía que, a su vez, Jeongin sintiera un ligero dolor de cabeza al estar en su compañía.
— ¿Qué crees que quiera anunciarnos? —preguntó Seungmin mientras caminaban en compañía del resto de sus compañeros hacia el auditorio.
—No tengo idea, no me dijo nada—susurró entre dientes, asegurándose de que nadie le prestara atención.
—No te ofendas, pero nunca te dice nada.
Jeongin suspiró, un gruñido de frustración tomando forma en su pecho y muriendo en sus labios porque Seungmin estaba en lo cierto.
Su madre no era la mujer más comunicativa con Jeongin en cuestión de ideas ya que, según su criterio, había cosas del trabajo que no le competían por su puesto a pesar de ser su hijo, y en cierta parte había que agradecer que Heejoo se mantuviera profesional en el trabajo sin darle preferencia a Jeongin de ningún tipo. Sin embargo, sentía que esas diligencias tan profesionales sólo aplicaban cuando ella quería y no era justo.
No es que Jeongin desconfiara de su madre, aunque admitía que a veces tomaba decisiones que no le agradaban mucho, pero seguía siendo injusto.
No respondió a las palabras de Seungmin, después de todo no tenía nada más que decir, por lo que caminaron en silencio por los jardines hacia la gran bola de cristal que se alzaba en la distancia, el auditorio.
En realidad no era una bola de cristal, era más como una cueva muy grande con todo el techo de cristal lo que permitía la iluminación sin necesidad de luces fluorescentes. Tenía una capacidad para 500 personas, aunque Jeongin asegura que sólo había unas 200 dentro de las instalaciones de NOVUS contando a los guardias, así que cuando convocaba una reunión significaba dos cosas.
Había sucedido algo malo.
O había sucedido algo muy bueno.
Por lo general, uno creería que la gran concentración de personas provocaría una inmensa cantidad de variados olores que podrían volver loco a cualquiera, en especial a los sensibles de olfato, pero Heejoo había pensado en eso por lo que el Auditorio tenía cinco extractores de aire en el interior lo que hacía que la circulación de aromas fuera manejable al ventilarse sin dejar de mantener fresco el interior.
Jeongin se estremeció en cuanto ingresaron, sus oídos inundados por las cientos de conversaciones y los vestigios de aroma que aún se mantenían en el lugar picando en su nariz. Siguió a Seungmin entre las filas hasta llegar a un solitario omega de cabello rizado que sonrió en cuanto los vio, agitando los brazos y señalando los asientos vacíos a su lado.
—Apenas venía saliendo de mi dormitorio cuando escuché el aviso—informó Changbin mientras Jeongin y Seungmin ocupaban los asientos—. ¿Tienen idea de qué será?
—Podemos hacer apuestas—sugirió Seungmin, inclinándose sobre Jeongin para mirar a Changbin—. Yo digo que dirá algo de medicina.
—Bueno, apuesto que será sobre las Manadas—el omega sonrió como si guardara un secreto y eso hizo que Jeongin le prestara más atención.
— ¿Sabes algo que nosotros no?
Changbin se encogió de hombros y de la nada su aroma se volvió un poco más espeso, dulce uva y caramelo mientras hablaba con Seungmin sobre su salud y las cosas que hicieron mientras estaba un tiempo fuera por la rutina.
Miró hacia el frente, las conversaciones se convirtieron en un sonido de fondo a su alrededor mientras sus ojos vagaban por la multitud, notando los guardias cerca del atrio, las sillas siendo ocupadas hasta que la puerta se cerró.
Todos se silenciaron, sintiendo esa presencia silenciosa pero no dominante ingresar al lugar, el sonido de unos tacones sobre el suelo, el susurro de la tela a cada paso que daba antes de que una mujer bajita y regordeta apareciera frente a todos sobre el atrio, con su bata blanca y el cabello recogido en un apretado moño.
Heejoo tenía un rostro amigable, a diferencia de Jeongin, suponía que salió más parecido a su padre que a su madre, por lo que la mujer miró a todos con una brillante sonrisa que te recordaba a una amorosa profesora del preescolar que estaba a nada de entonar una canción para enseñarte el abecedario.
Un micrófono la esperaba, las pantallas detrás de ella se encendieron con el logotipo de NOVUS CORP., el lobo aullando a la luna para recordarles el animal que todos llevaban dentro y el objetivo de la empresa: erradicar la enfermedad, liberar a lo que quedaba de la humanidad de ese lado salvaje que poco a poco les llevaba a la extinción.
Heejoo tenía la idea de que las castas, conforme avanza el tiempo, provocaban que el ser humano cayera de lleno en La Rabia ya que al tener constante contacto con ese lado animal entonces la humanidad se perdía. Jeongin consideraba que eso no era tan correcto, pero al mismo tiempo podría tener sentido así que asentía a las ideas de su madre y hacía todo lo que podía para tener los medicamentos rápido.
—Buenos días—saludó Heejoo con una sonrisa, extendiendo los brazos hacia ellos—. Los he mandado a llamar a todos aquí hoy porque tengo algo que compartir.
Señaló hacia las pantallas y pudo notar que éstas cambiaban la imagen y ante ellos aparecía una foto de lo que parecía ser un tubo de ensayo con ese familiar líquido nacarado brillante al que Jeongin se había acostumbrado los últimos días. Giraba en la pantalla mientras, en letras mayúsculas, la palabra LICAÓN se encontraba encabezando la imagen.
—En la antigua Grecia, el rey de Arcadia, Licaón, fue convertido en lobo tras ofender al gran dios Zeus por cocinar a su propio hijo y ofrecerlo en sacrificio a los dioses—informó Heejoo al micrófono, mirando a todos sus trabajadores con ojos brillantes—. Quizá este es el castigo que hemos recibido por el daño que causamos, fuimos condenados como el rey de Arcadia por sacrificar a nuestros hermanos y hermanas, hijos e hijas, infectándonos con el animal que poco a poco destruye nuestra humanidad.
“LICAÓN al fin ha sido terminada y está lista para realizar pruebas.
Jeongin sintió los ojos confundidos de Seungmin clavados en su rostro, exigiendo una respuesta que no tenía pues según sus notas a PROMETEO, al que habían terminado llamado LICAÓN, le quedaban varios días en observación con ellos antes de siquiera considerar en administrarlo a un ser humano.
Aquel medicamento costaba de dos fases, al menos en lo que Jeongin sabía, y no se debía a que necesitaba dos administraciones sino a lo que las notas que le dio a su madre hace unos días repetían hasta el cansancio. Aquello no era un dolor de cabeza cualquiera, ni siquiera era una inyección para el resfriado, pero tenía las mismas bases.
Se sabía que para hacer algunas vacunas se trataba el virus mismo pero se invertía para inyectar y LICAÓN no era la excepción, sin embargo el virus LOBO era más delicado, una mal administración podía provocar que el lado animal del humano se descontrolara y por eso Jeongin había insistido a su madre que esperara un poco más porque no sabían qué efectos secundarios podría traer, más si no está esperando el tiempo justo antes de administrarla.
Changbin parecía ajeno al intercambio silencioso entre sus dos compañeros y más concentrado en mirar cada detalle de aquella presentación que Heejoo mostraba con una sonrisa.
—Nuestros primeros sujetos de prueba serán una mujer alfa y un hombre omega—anunció Heejoo, moviendo la mano para que la imagen en la pantalla cambiará—. Los liberaremos de su sufrimiento.
Jeongin colocó las manos en su regazo y las apretó en un puño al ver el video que su madre mostraba, sorprendido de cómo el salvajismo había consumido a aquellas personas hasta quedar irreconocibles. Había algo de temor en él, sabiendo que se encontraban en alguna parte del recinto donde sólo una muy escasa cantidad de personal tiene autorización de ir.
Los tenían en dos habitaciones distintas, tan blancas que cegaban. La mujer era mucho más violenta que el hombre, salivaba espuma y sus manos se habían retorcido tanto que se asemejaban más a garras. Sus ojos brillaban en luces rojas y sus colmillos habían crecido tanto que sobresalían de sus labios.
El hombre no era tan diferente, sólo que parecía menos furioso que la mujer y más desesperado.
—Intentaron entrar al recinto hace unas semanas—informó Heejoo ante el jadeo colectivo que soltó toda la audiencia—. La Rabia los ha llevado a esto, sufren a cada segundo que pasa así que nosotros los liberaremos de ella. Las pruebas LICAÓN han sido comenzadas, se mantendrá un registro digital en nuestro puerto NOVUS accesible para todos ustedes y puedan ver el progreso.
“El primer paso de muchos, amigos míos, cada vez más cerca de la cura.
Todos aplaudieron como si Dios hubiera hablado, y tal vez lo era para ellos. Su madre solía decirle a Jeongin que ellos tenían que ser la luz en donde las personas perdían la esperanza, que los gobiernos, la política e incluso la policía eran dioses falsos porque todo recaía en ellos como investigadores farmacéuticos.
Jeongin miró a su madre, dando un par de aplausos, tomando detalle de su sonrisa, sus mejillas sonrojadas y esos ojos brillantes que pasaba los ojos por todas las personas.
¿Por qué eran tan diferentes? ¿Por qué veían dos perspectivas distintas en la medicina?
—Agradezcamos a nuestro equipo de investigación y a Dawson—anunció Heejoo, señalando a un costado donde Dawson apareció con una gran sonrisa—. Su trabajo nos ha permitido tener esto más rápido de lo que se esperaba.
— ¿Pero Dawson no hizo nada? —señaló Changbin inclinándose hacia Seungmin y Jeongin, confundido—. ¿Por qué se lleva todo el crédito?
—A Innie no le gusta ser el centro de atención—aclaró Seungmin en voz baja sobre los aplausos—. Así que usan a Dawson como imagen pública.
Changbin miró a Jeongin con un brillo de reconocimiento y algo de incredulidad que cohibió al joven alfa, removiéndose incómodo en su asiento mientras dejaba de aplaudir y procedía a ignorar lo que sea que Dawson decía al micrófono sobre al arduo trabajo de él y su equipo, principalmente de él, para obtener los resultados que nos darían la cura.
— ¿Todo este tiempo eres tú quien hace los medicamentos? —preguntó Changbin, incrédulo.
—No diría que los hago—se apresuró a aclarar Jeongin entre dientes—. Y tampoco todos, algunos los revisa Seungmin u otros departamentos. Nosotros sólo terminamos de desarrollar las bases que los bioquímicos empiezan.
—Ellos el padre que engendra y nosotros el que cría—asintió Seungmin, haciendo reír a Jeongin—. Aunque este es el hijo que más me ha dolido entregar.
— ¿Todo LICAÓN es de ustedes? —preguntó Changbin.
— ¿Por qué actúas tan sorprendido? —preguntó Jeongin en respuesta, mirándolo con confusión—. Tú estabas ahí.
Changbin se rió entre dientes, asintiendo y murmurando algo de esta tan emocionado que olvidó por completo que él había ayudado. Jeongin sacudió la cabeza, divertido, antes de volver a prestar atención al frente, feliz de ver a su madre quitarle el micrófono a Dawson.
—Agradecemos su compromiso con la causa—asintió Heejoo, manteniendo su profesional sonrisa—. Ahora, necesito darles un par de avisos de parte de nuestro departamento de seguridad.
“Las Manadas en la periferia se han estado acercando demasiado a las instalaciones así que se les pide de forma estricta y suplicante que eviten los paseos nocturnos y salir fuera del horario. Sé que esto se puede considerar un encierro, pero es por su seguridad, no podemos permitir que sean infectados por ellos.
“Les repito, procuren mantenerse a salvo, al menos hasta que podamos ahuyentar a las Manadas que rondan el recinto. Y otra petición, ha llegado a mis oídos de una pareja en cortejo—sus palabras hicieron que tanto Jeongin como Changbin se tensaran—. Y sé que esto puede pasar en más de ustedes, me gustaría que aquellos alfas que tengan la intención de cortejar a un omega pasen a la oficina de RRHH para registrarse y llevar un monitoreo.
“Nunca hemos experimentado el cortejo con nuestra nueva condición así que buscamos voluntarios que nos permitan analizar esta nueva naturaleza. Seremos respetuosos y se mantendrá en privado, en el archivo ni siquiera se pondrán sus nombres.
“De nuevo, voluntarios solamente que quieran ser la pareja pionera de los libros de ciencia para el apareamiento. Y creo que es todo, pueden regresar a sus lugares de trabajo, les agradezco su tiempo y esperemos tener buenas noticias pronto una vez que LICAÓN sea administrada.
Todos esperaron a que Heejoo saliera primero antes de comenzar a levantarse y andar hacia la salida. Jeongin se mantuvo en su lugar al igual que Changbin y Seungmin, quizá cada uno de ellos asimilando la información que acababan de recibir.
Su madre había lanzado a Jeongin a los leones al decir aquello de las parejas, sospechaba que Changbin se daba la idea, y la odiaba por eso porque no consideraba correcto analizar de esa manera las relaciones interpersonales de las personas, especialmente cuando no sabían muy bien cómo funcionaba el cortejo entre alfas y omegas, cuál era el fin de ello.
Miró a Changbin, encontrando su rostro ruborizado y ojos brillantes, el aroma a uva agría volviéndose un poco más intenso ahora que las personas comenzaban a menguar y ya no había gran concentración.
—Oye, Bin, lo siento—se apresuró a disculpar, decidiendo tomar al toro por los cuernos—. Había entregado un reporte en su oficina y se me salió.
—No estoy molesto por ello—apresuró a aclarar el omega, mirándolo con una ira escondida en sus ojos—. Olvídalo, los veo en el laboratorio.
Se levantó a toda prisa y comenzó a sortear a las personas para salir, dejando detrás de sí una estela de aroma amargo que podrían relacionar con la ira o la frustración.
Seungmin y Jeongin se quedaron en sus lugares, confundidos, mirando a su compañero desaparecer entre las personas, sopesando las posibilidades de seguirlo de manera inmediata o darle un momento antes de alcanzarlo en el laboratorio.
— ¿Crees que sí se haya molestado porque se enteró? —preguntó Jeongin, levantándose de su asiento y acomodándose la bata.
—No lo sé, Changbin es raro a veces.
Ambos comenzaron a caminar hacia la salida de manera más pausada. Jeongin estaba comenzando a acostumbrarse al pesado aroma que seguía emanando de Seungmin, el pino y la canela inundando sus fosas nasales de tal manera que, en ocasiones, le hacía sentir en medio de un bosque solitario sin ruido alguno. Quizá era una de las razones por las que le gustaba pasar su tiempo con Seungmin incluso cuando apestaba.
— ¿Cómo raro? —preguntó con curiosidad.
Lo admitía, él mismo consideraba extraño a Changbin en algunas circunstancias, pero se sentía culpable pensar en hablar de él a sus espaldas. No obstante, si alguien más lo mencionaba y sólo seguía la línea de conversación entonces ya no se sentía tan mal porque no había sido Jeongin quien inició la charla, y sobre todo confiaba en Seungmin como para temer que fuera y le contara todo a Changbin.
—No lo sé, muchas veces parece que ni siquiera sabe lo que hace, ¿tienes idea de la cantidad de ocasiones en las que he intervenido para que no arruine unas muestras?
—Bueno, Seungmin, es nuevo y lo enviaron directamente con nosotros.
—Exacto, eso es a lo que me refiero, ¿cuándo envían al personal nuevo directamente a nosotros? No quiero sonar creído, Innie, pero somos el equipo de investigación que ha desarrollado más medicamentos en relación al virus Lobo que el resto como para que nos manden a un nuevo que no sabe nada.
Jeongin lo pensó a detalle mientras andaba entre los jardines en dirección a su edificio.
No eran egocentricos ni creídos, sólo Seungmin decía la verdad y esa era que ellos dos, y tal vez a veces Dawson, eran los únicos que lograban desarrollar de forma correcta las bases bioquímicas de los medicamentos para lograr hacer una medicina que reaccione de forma favorable en cuestión del gen lobo, y sospecha que se debe a que Seungmin, en algún momento, quiso ser veterinario por lo que su conocimiento sobre caninos y la medicina en estos era extraordinario, mientras que Jeongin tenía las bases fundamentales de química y biología humana.
Eran un buen equipo ellos dos solos por eso ni siquiera sentían la ausencia de Dawson en el apoyo, y cuando les anunciaron que tendrían un nuevo compañero pensaron que estaría al mismo nivel y avanzarían más rápido en sus investigaciones con la nueva incorporación. Por el contrario, Changbin era muy lento y a veces parecía perdido así que su trabajo se había duplicado en intentar hacer el propio y cuidar que Changbin no arruine nada.
Les caía muy bien, era divertido y encajaba en el humor de ambos, pero respecto al trabajo dejaba mucho que desear.
—Siempre podemos pedir que lo muevan a otra área si decimos que no se adapta bien a la nuestra—sugirió Jeongin con un encogimiento de hombros, mirando los arbustos de flores a su costado—. O tal vez tenga que ver con eso del cortejo.
—Creo que los sentimientos humanos hacen que el cortejo se tome como algo irreal ahora que hay una parte lobuna en nosotros—murmuró Seungmin, subiéndose las gafas mientras ingresaban a su edificio y el aire acondicionado les hacía revolotear las batas—. No hay una razón exacta de qué hace que los lobos elijan una pareja, sólo se sabe que cuando se aparean se vuelve de por vida.
— ¿Quizá esa sea la razón? —preguntó Jeongin, frunciendo el ceño—. El ser humano no es monógamo por naturaleza, pero el lobo sí, ¿por eso nos lo tomamos más en serio?
—No sé—se encogió de hombros—. Con los lobos basta con lograr el acto sexual para decir que están apareados. Personalmente, he pasado algunas rutinas con diferentes omegas y no me siento apegado a ellos.
Jeongin frunció el ceño, deteniéndose junto al ascensor y presionando el botón para llamarlo. No le gustaba no saber algo, vivir en la ignorancia era como andar a ciegas con un simple bastón entre rocas afiladas y, para su desgracia, había varias cosas de esta nueva naturaleza humana que desconocía por completo y eso le molestaba. La principal razón por la que aceptó ser parte del equipo de investigación de NOVUS, más allá que su madre fuera la directora, fue para satisfacer su necesidad de información sobre cualquier cosa que desconociera.
— ¿Qué diferencia tendrían los humanos entonces? —ambos ingresaron con rapidez cuando las puertas del ascensor se abrieron, Seungmin presionando el número correspondiente de su laboratorio.
—No lo sé, y aunque no apruebo los métodos, creo que la idea de llevar a cabo una investigación al respecto—las palabras de Seungmin provocaron una mueca en Jeongin—. Lo sé, pero es por el bien de la ciencia.
—Es lo mismo que hacían los laboratorios para justificar usar animales en sus experimentos—acusó Jeongin, cruzándose de brazos y mirando a su amigo—. No lo hace mejor, Seungmin. Estamos invadiendo la vida privada de nuestros compañeros al estudiar de esa manera sus relaciones interpersonales.
—Bueno, entonces sólo preguntemos a Changbin.
Las puertas se abrieron después de unos segundos, ambos saliendo hacia los pisos de azulejo blanco y las paredes de un azul grisáceo que los llevaría a su laboratorio; Jeongin no entendía por qué los lugares como aquel tienen que inclinarse a colores tan claros que brillaban en la luz fluorescente, ¿qué malo había en un laboratorio rosa o naranja? Algo que diera vida y no los hiciera sentir en un manicomio.
Al menos el uniforme ya era blanco.
Caminaron en silencio unos momentos, dando la vuelta en su pasillo y Seungmin deteniéndose abruptamente, lo que hizo que, a su vez, Jeongin lo hiciera y ambos mirando al frente.
Changbin estaba ahí en la entrada de su laboratorio abrazando a lo que parecía ser un miembro de seguridad. Jeongin olisqueó el aire, arrugando la nariz al distinguir la menta y el chocolate envueltos por el dulce aroma de la uva aunque algo más parecía esconderse en la superficie, algo más empalagoso que el aroma de Changbin.
—Es el alfa que lo corteja—aclaró Jeongin, viendo a la pareja despedirse antes de acercarse—. Puede ser el momento perfecto.
Ambos se acercaron una vez que aquel alfa había desaparecido, Changbin mirándolos con lo que parecía fingida sorpresa y una divertida sonrisa, sus mejillas sonrojadas y las pupilas dilatadas. Si Jeongin aguidazaba el oído, podía escuchar el acelerado latido de su corazón y se preguntó ¿cómo es conocer a una pareja así? Antes de todo este desastre, él no se sentía tan apegado a alguien como para emocionarse tanto por verle, si acaso hubo un tiempo donde ese alguien había sido Seungmin antes de que se diera cuenta que eso jamás iba a funcionar.
—Hola, chicos, les tomó tiempo—señaló Changbin con una sonrisa—. ¿Todo bien?
— ¿Ese es tu alfa? —preguntó Seungmin con auténtica curiosidad.
Jeongin los dejó de pie en la entrada y se apresuró a ir a su mesa de trabajo, suspirando con desánimo al saber que ya no trabajaría en PROMETEO, no obstante, distinguió una pequeña nota adhesiva sobre su informe con la letra desprolija de Dawson que le indicaba llevar todas sus bitácoras al séptimo piso de forma casi inmediata.
Por lo general, Dawson no tenía problema en aparecerse a la hora que fuera y decirles que hicieran tal cosa, sin embargo cuando se trataba del séptimo piso solo se comunicaba por notas, como si fuera alguna especie de cosa secreta que no cualquiera puede saber. Su madre no había estado feliz cuando Jeongin le dijo a Seungmin la primera vez, por lo que ahora le ha pedido que no le diga nada a Changbin porque no es trabajo que le compete a él.
—Sí, vino a verme después de la reunión—aclaró Changbin, ingresando al laboratorio—. Quería saber si estaba de acuerdo con registrarnos en eso de las parejas.
—Que dulce—murmuró Jeongin de forma distraída, comenzando a organizar los papeles correspondientes—. ¿Cómo dijiste que se llamaba?
—Fe-Jisung—se corrigió a sí mismo, haciendo que ambos alfas con él lo miraran, confundidos—. Perdón, se llama Jisung.
—Perdona que vuelva a preguntar, pero ¿cómo funciona? —preguntó Seungmin mientras iba a su propia mesa, mirando de reojo a Jeongin agitando una pequeña nota antes de ponerse a organizar sus propios papeles—. Estábamos hablando de eso después de la reunión. Los lobos eligen a su pareja después de aparearse, ¿qué es tan diferente ahora? ¿Es igual a elegir con quién casarte?
—No, una vez que te has apareado es de por vida y romper el vínculo puede matarte—informó Changbin, distraído—. Es claro que te dicen que lo pienses bien y veas con quien te apareas, pero a fin de cuentas es un riesgo que estás dispuesto a correr por esa persona porque cuando te marca-
— ¿Qué?
Jeongin y Seungmin se miraron con extrañeza mientras Changbin se quedaba congelado en medio de ambos.
No había registros de parejas apareadas de forma permanente, las relaciones románticas con el gen lobo parecían ser todo un misterio. Como ha dicho Seungmin, muchos alfas y omegas sólo buscan con quien pasar el celo para evitar los dolores que estar en solitario conlleva, no obstante eso no significa que siempre sea la misma persona, el propio Seungmin ha tenido compañía femenina y masculina en diferentes rutinas y al finalizar no siente esa necesidad de buscarlos y permaneces a su lado.
Cualquier otra información era desconocida, nadie parecía tomar tan en serio a alguien cuando, al parecer, podían darse el lujo de tener a cualquiera que se acople a sus necesidades inmediatas, y era por eso que Jeongin decía que el ser humano no era monógamo por naturaleza sino por una estructura social que se lo solicitaba.
— ¿Marca? ¿De qué marca hablas? —preguntó Seungmin, volviendo a colocarse las gafas en su lugar—. ¿Romper un vínculo? ¿Cómo sabes esas cosas?
—Leí un libro—se apresuró a decir Changbin, el aroma de caramelo comenzando a oler a quemado—. Oigan. Dawson vino hace poco y dejó algo en tu escritorio, ¿qué quería?
—Nada, sólo que llevemos las bitácoras—aclaró Jeongin, aún un poco confundido—. ¿Qué libro leíste?
—Era sobre las relaciones animales, asumí que es igual que con los lobos, decía algo así.
Seungmin le frunció el ceño, abriendo la boca antes de que Jeongin le lanzara una mirada de advertencia desde el otro lado, decidiendo dejar el tema por el momento ya que tenían cosas más importantes qué atender.
…
—Te digo que eso no tiene sentido.
—Seungmin, deja de darle vueltas.
—No, es extraño.
Ambos se volvían a encontrar acomodando las bitácoras de PROMETEO en ese escritorio en la recepción que siempre está vacía, Seungmin daba vueltas en la silla sin parar mientras era Jeongin quien hacía todo el trabajo, no es que le molestara pero la incapacidad de Seungmin para soltar algunos temas era algo molesta.
— ¿De verdad espera que creamos que lo leyó en un libro que habla de lobos? —inquirió Seungmin, dejando de dar vueltas.
Al menos entendió un concepto de la petición de Seungmin.
—Creo que habló sin pensar—murmuró Jeongin, terminando con las carpetas.
—Exacto, eso significa que sabe más cosas, algo que nosotros no.
—Entonces no es tan estúpido como creíamos—terminó de acomodar las cosas, les pusó una pequeña nota con el nombre de Dawson y miró a Seungmin desparramado en la silla—. Vámonos, sabes que no le gusta que pase mucho tiempo acá abajo.
— ¿Por qué?
— ¿Siempre tienes que preguntar? No sé, Seungmin, trabajo o algo así.
— ¿A qué crees que se refiera Changbin con marcar? ¿Un aroma o algo así?
Jeongin lo ignoró, sabiendo que era tan terrible como él al ensañarse con un tema en específico y no descansaría hasta entenderlo por completo.
El aroma a chocolate intenso con un toque de tabaco cosquilleo en su nariz, deteniendo su caminata hacia el ascensor. Sus ojos centellearon en luces rojas mientras sus fosas nasales se dilataron intentando acaparar todo ese olor, mirando bruscamente hacia el pasillo que se extendía detrás de ellos, a esa zona que su madre no estaba tan feliz de que recorrieran a no ser que sea necesario.
Era suave, un débil vestigio de aquel aroma, pero el chocolate seguía siendo tan intenso que Jeongin sentía que podía saborearlo en la boca, sus pies moviéndose en la dirección correcta en búsqueda de la fuente de aquel olor, ignorando a Seungmin que lo seguía llamándolo de forma desesperada.
Pasaban delante de puertas cerradas, el eco de sus zapatos sobre el suelo sonaba por todo el pasillo como pisadas de gigantes, moviendo la cabeza de forma desesperada, queriendo hundir los colmillos en la fuente de ese aroma, descubrir si s sangre sabría a chocolate cuando inundara la boca de Jeongin.
Llegaron a un pasillo solitario, Jeongin dio vuelta hacia la izquierda y se detuvo abruptamente frente a una ventana. Seungmin chocó contra su costado por lo repentino del movimiento, pero ambos se quedaron congelados al mirar al otro lado del cristal.
Era una chica de largo cabello castaño algo andrajoso, su ropa era un conjunto de pants grises y una camiseta de cuello redondo blanca, se encontraba arrinconada en aquella habitación. Si olías el aire, podías distinguir que el chocolate emanaba de debajo de la puerta pero no porque se tratara de ella sino por esa bolsa de suero nacarado que se encontraba vacía junto a la chica.
Parecía adormilada, aunque sus manos estaban curvadas como garras en torno a su cabello y Jeongin distinguió que sus uñas eran tan largas como cuchillos. Jadeaba y se estremecía, parecía llorar.
— ¿Ese es…?
Seungmin no terminó de formular su pregunta mientras Jeongin asentía.
LICAÓN se encontraba en aquella bolsa.
La chica pareció sentir la presencia de ambos por lo que alzó bruscamente la cabeza, sus ojos mirándolos con salvajismo detrás del brillo rojizo que delataba su casta, labios curvados en una sonrisa cruel mientras encías sangrantes mostraban sus colmillos creciendo más a cada segundo.
Ambos jadearon al notar, con cierto terror, cómo vello comenzaba a crecerle en el cuello y las sienes; iba y venía, crecía y desaparecía a intervalos regulares mientras ella emitía gruñidos de advertencia, su rostro desgarrándose, el sonido de huesos rompiéndose mientras ella se retorcía y veían su columna sobresalir.
—Mierda—jadearon ambos.
Unos pasos resonando por el pasillo los hizo moverse, Seungmin tomando de la muñeca a Jeongin para correr por donde habían venido, el menor mirando con ansiedad aquella habitación, sintiendo que el aroma a chocolate permanecía en su nariz incluso cuando Seungmin lo metió en el ascensor.
—Ya no quiero acompañarte al séptimo piso—murmuró Seungmin, sin aliento—. Carajo, ¿qué mierda era eso?
Jeongin no tenía una respuesta por lo que sólo sacudió la cabeza de manera negativa, cerrando los ojos y recargándose en la pared del ascensor para intentar normalizar su respiración mientras subían.
Pero si sus sospechas eran correctas, esa era la chica alfa a la que comenzarían a administrarle LICAÓN, sin embargo, ¿por qué lucía como si ya estuviera acostumbrada a esas dosis?
…
—Lo tengo.
— ¿En serio?
—Me lo dio esta mañana, lo tenemos. Esperaremos un par de días para irnos sin levantar sospechas.
—Perfecto.
—Sólo hay un inconveniente. No es Dawson.
— ¿Qué?
—No es Dawson, solo lo usan de pantalla. Es otro, un alfa, así que necesitaremos un poco de apoyo para poder sacarlo.
—De acuerdo, coordinaré al resto. ¿Y Jisung?
— ¿Sí?
—Dice Felix que si vuelves a abrazarlo, te va a desgarrar la garganta.
—Mensaje recibido, Alfa.
Notes:
Creo que podemos apreciar que mi adolescencia fue durante la cúspide de Los Huegos del Hambre, Divergente y Maze Runner jejeje intento que no avance rápido pero pues igual a veces estos no hacen caso, eda, pero lo bueno es que aún tenía algunos huecos en la trama pero se están llenando así que ya sé de qué va todo este pedo
Puden comenzar a tener teorias de lo obvio que es este pedo jsjsjs pero bueno GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 4: G2D; Genoma Depredador
Notes:
La mitad de esto es información natural de los lobos y la otra mitad me lo saqué del culo, amistades, no sé que onda pero la neta siento que me quedó a toda madre jsjsjs así que espero les guste
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Veía ojos rojos brillando en la oscuridad, el sonido de huesos rompiéndose inundaba sus oídos mientras el olor de la sangre llenaba sus fosas nasales. La podía saborear en la lengua contemplando con horror el cuerpo de aquella chica retorcerse de dolor, escuchaba sus lamentos, los alaridos que soltaba mientras se retorcía en el suelo.
Notó su espalda abriéndose, la sangre manando y su piel comenzando a caer en forma de parches por el suelo y el vello castaño brotaba de ella.
—Oye, Innie.
Jeongin abrió los ojos con un gruñido atorado en la garganta, mirando ávidamente alrededor en un intento de desaparecer las imágenes de su sueño antes de enfocarse en la realidad, recordarse que estaba en su habitación y no en el séptimo piso.
Seungmin se alzaba sobre él vistiendo sudaderas y pantalones deportivos, mirándolo con brillantes ojos curiosos mientras encendía la lámpara de la mesilla de noche. Jeongin maldijo su presencia, llevándose la mano al rostro para restregarlo en espera de despejarse el sueño.
— ¿Qué haces aquí? —masculló con voz pastosa, intentando incorporarse.
—Necesitaba hablar contigo.
Seungmin se logró sentar al borde de la cama, y si Jeongin no lo conociera mejor diría que parecía tener un litro de café en su sistema por la forma en la que se movía inquieto y sus ojos parecían los de un loco.
Miró hacía el reloj despertador junto a su lámpara, notando los números rojos.
—Un carajo, Seungmin, son las 2 de la mañana, ¿no podías esperar a que fuera una hora decente? —se quejó, sentándose con la espalda contra las almohadas—. ¿Cómo entraste siquiera? Mi código-
—Es el cumpleaños de tu mamá.
Lo dijo con tanta naturalidad que Jeongin, dentro de la somnolencia que aún nublaba sus sentidos, detuvo las maldiciones por ser despertado y lo miró de nueva cuenta con el ceño fruncido.
— ¿Cómo sabes eso? —estaba bastante seguro de que nunca se lo dijo.
—Mi cumpleaños, el tuyo o cualquier mezcla de ellos sería demasiado obvio, todos saben que somos muy unidos. Por el contrario, nadie sabe quién es tu mamá—se encogió de hombros, muy quitado de la pena—. La verdad, sólo adiviné, no esperaba haber dado al blanco.
Jeongin solía olvidar lo bien que Kim Seungmin lo conocía, al derecho y al revés. Solían sentirse como las mismas partes de un todo, la misma persona a pesar de ser tan distintos en varios aspectos de su vida.
Han pasado toda su vida juntos, su madre había desistido de querer separarlos cuando sintió que Seungmin distraía demasiado a Jeongin; incluso cuando el mundo comenzó a colapsar se aseguraron de seguir juntos porque ambos sentían que alejarse era como perder una parte importante de sí mismos y eran en momentos como aquel, dónde Seungmin lo descifraba con facilidad, que se lo recordaban.
— ¿Qué quieres? —volvió a preguntar, intentando no darle demasiadas vueltas al asunto.
—Estaba pensando, ¿Sabías que los lobos sí marcan a sus parejas?
— ¿Eh?
Miró de nueva cuenta a Seungmin, tomando nota de su cabello despeinado, sus pupilas dilatadas y ese ligero temblor en sus dedos que en serio le estaba preocupando. Seungmin no era bueno manejando la cafeína, en realidad tomaba si acaso dos cafés al día y uno de esos lo rebajaba con leche, era muy estricto cuidando su salud.
— ¿Cuánto café has bebido? —preguntó sin esperar respuesta a su anterior cuestionamiento, recargando la espalda contra el cabecero de la cama y cruzando los brazos.
—Un litro, tal vez dos—Seungmin sacudió la cabeza—. Eso no es importante, sino lo que averigüé. Los lobos marcan a sus parejas oliendo sus genitales.
Jeongin parpadeó.
Y volvió a parpadear.
Y quizá lo haya hecho varias veces como para comprender lo que Seungmin estaba diciendo, volviendo a ver el reloj despertador sobre la mesilla de noche para confirmar que no estaba loco; eran las 2am y tenía a un Kim Seungmin lleno de cafeína en su dormitorio diciendo que los lobos olían los genitales de sus parejas.
— ¿Qué?
—Y escucha, no me refiero a que olfatean, sino que sus aromas se mezclan, entonces cuando la hembra emana un determinado olor, el macho sabe que es esa época de apareamiento.
—Su celo—murmuró Jeongin, bostezando—. ¿Y decidiste decirme esto en la madrugada como por…?
—Changbin dijo algo de una marca y un vínculo, ¿No? Qué lo leyó en un libro, los libros dicen que se marcan con el aroma, creo que es igual que cuando marcan territorio. Y mira, puedo no tener una buena visión pero tengo un olfato excelente, Changbin huele como a paleta de uva.
— Chupachups de uva—asintió Jeongin al recordar el aroma, arrugando la nariz—. Demasiado dulce.
—Duh, se supone ya que es un Omega. Pero su alfa no huele a eso.
— ¿Oliste al alfa?
—Bueno no, no del todo. El punto es que Changbin sabe de marcas, y sabe más de lo que parece, ¿Por qué? ¿De dónde sacó esa información?
Jeongin cerró los ojos un momento, dejando que Seungmin siguiera divagando sobre la información que, aparentemente, Changbin mantenía para sí, de los datos científicamente comprobados en relación a los lobos y cómo no podía ser como él decía.
A veces era muy, muy, muy difícil tenerle paciencia a Seungmin, en especial cuando se ponía en ese estado sólo porque algo que le dijeron no parecía concordar con la información que él sabía, especialmente cuando lo hacía en plena madrugada y Jeongin quería alrgarse a dormir.
— ¿Por qué no le preguntas mañana? —sugirió, cubriéndose la boca cuando bostezó a media oración—. Ya sabes, a una hora decente.
—Me volverá a mentir—se quejó Seungmin—. Pero, por eso vine. Necesitamos formar un plan para acorralar a Changbin y que nos diga todo de verdad.
Jeongin emitió un gruñido de frustración, echando la cabeza hacia atrás e importándole poco que ésta golpeara contra la cabecera. Tenía mucho sueño, tenía trabajo al día siguiente sobre alguna medicina anticonceptiva que su madre quería empezar a realizar pero que sirviera para los alfas y no para los omegas. Intentaba no pensar en lo que sea que vio en el séptimo piso, además que su madre ya le había pedido que se reuniera con ella por la tarde, así que estaba a nada de mostrarle los colmillos a Seungmin para que lo dejara dormir.
— ¿Y no puede esperar a mañana? Ya sabes, ¿cuando ambos estemos totalmente despiertos?
—Siempre he creído que las mejores ideas surgen en la madrugada—se excusó Seungmin, comenzando a ponerse cómodo en la cama de Jeongin.
—Las más estúpidas, querrás decir—el menor suspiró profundamente antes de mirar a su amigo—. Si comienzas así, Changbin te puede acusar de acoso laboral y tendrán que levantarte un acta administrativa que tal vez haga que te cambien de área. Y no quiero tener que trabajar con Dawson, Seungmin, ¿podrías bajar el ritmo?
El interpelado hizo un mohín mientras su ceño se fruncía de forma pensativa, como si aún hubiera cosas a considerar cuando Jeongin ni siquiera estaba abriendo a debate, si su amigo no se calmaba con el tema con Changbin, entonces tendría que cortarlo de tajo.
Entendía el interés, Jeongin también sentía que había algo extraño en su compañero pero pensaba que si no le daba demasiadas vueltas entonces no tendría que ser un problema. Y lo creía porque, principalmente, no quería meterse en problemas que lo pusieran a él en un aprieto y la relación con su madre se viera expuesta.
Cerró los ojos un momento, la imagen de la chica en el séptimo piso flasheando en sus párpados, recordando el aroma de sus sueños, podía escucharla gruñir y sentir en primera instancia el sufrimiento que estaba experimentando. Sacudió la cabeza en un intento de desaparecer la imagen en su cabeza, volviendo a mirar a Seungmin y encontrando a su amigo tan impasible que daba algo de miedo.
Parecía más enfocado, como si el efecto de la cafeína estuviera desapareciendo de su sistema así que era probable que pronto fuera a caer dormido, sin embargo estaba esa arruga entre sus cejas que delataba su confusión profunda, como si estuviera pensando a detalle lo que fuera que rondara su cabeza en ese momento.
— ¿También piensas en esa chica? —preguntó Seungmin en voz baja.
Sus dedos retorcían la sábana de Jeongin, mirando hacia cualquier otra parte, como si también fuera víctima de las imágenes que no desaparecían de su cabeza.
—No pensé que la Rabia les hiciera eso a las personas—susurró Jeongin, volviendo a pasarse las manos por el rostro, reprimiendo un bostezo—. Se veía tan salvaje.
— ¿Crees que era Rabia?
— ¿Tú no?
Seungmin se arrastró por la cama de Jeongin hasta colocarse a su lado, haciéndose un campo bajo la sábana y acomodándose en una muda señal de que se había auto invitado a dormir.
Hace años que no hacían una pijamada, Jeongin creía que la última fue antes de que ambos se presentaran como alfas, y no es como si tuvieran problemas para convivir, pero había ocasiones en las que ambos se sentían recelosos de sus habitaciones al tener a otro alfa en ellas. Jeongin no manejaba bien la invasión a su privacidad, pero Seungmin siempre era diferente así que no le sorprendió que, después de ese mal sueño, su alfa se sintiera consolado con la presencia de su mejor amigo.
—Temo que haya sido una reacción a nuestro suero—admitió Seungmin, suspirando—. No le dieron el tiempo adecuado de incubación cuando empezaron a administrarlo, aún no teníamos idea de los efectos que podrían causar y-
—No es nuestra culpa—se defendió Jeongin, mirando a su amigo con el ceño fruncido—. Dimos las advertencias, le dije que aún no estaba listo. Nosotros hicimos nuestro trabajo, Seungmin, lo demás no es nuestra culpa.
—No dejo de pensar en esa chica—admitió en voz baja—. ¿Crees que siga viva?
Jeongin habría querido tener las palabras correctas para consolar las incertidumbres de Seungmin, poder asegurar que esa chica se encontraba a salvo y que la inyección que ellos habían ayudado a crear frenó su sufrimiento, pero no hubo nada así que sólo suspiró y logró convencerlo de que se fueran a dormir.
Al cerrar los ojos aún pudo ver ojos rojos brillando en la oscuridad, escuchar alaridos de dolor y el sonido de los huesos rompiéndose.
Más allá de la inconsciencia, le pareció volver a escuchar el aullido de un alfa llamándolo.
…
Lo primero que recibió a Jeongin al entrar a su laboratorio fue el intenso aroma de chocolate, haciendo que sus pies se tambalearan y mirara ávidamente a su alrededor, intentando disimular la saliva que amenazaba con escurrir a través de sus colmillos, las fosas nasales dilatadas mientras el gruñido de su alfa comenzaba a tomar forma en su pecho.
—No puedo creer esto—se quejó Seungmin.
Jeongin miró en su dirección, encontrándolo con una bolsa de muestra de sangre en las manos mientras Changbin parecía pulular a su alrededor acomodando ciertos artefactos.
Olisqueando más el aire pudo identificar que el aroma emanaba de esa bolsa, por lo que se acercó a Seungmin y tomó dicha muestra con algo de brusquedad, leyendo ávidamente las etiquetas de identificación a ver si podía averiguar de quién era tan delicioso aroma que nublaba sus sentidos y dilataba sus pupilas.
SUJETO A.
Informaba que era un alfa pero no leía nada más, haciendo que mirara a Seungmin con la misma cara de confusión de esa madrugada.
— ¿Qué es esto?
—Al parecer quieren que hagamos más pruebas—informó Seungmin con una mueca, mirando a Changbin preparar los materiales—. Nos volvieron a mandar las donaciones del alfa de la última vez, quieren que tengamos más bases de LICAÓN para seguir administrando.
— ¿Cómo? ¿Les dieron toda la bolsa? —preguntó Jeongin, histérico—. Es a pequeñas dosis, ¿cómo es posible que les dieran todo?
Gruñó, sus ojos brillando en luces rojas, su aroma dominando por todo el laboratorio haciendo que tanto Changbin como Seungmin se sientan ahogados en el café tostado y el ardor del whiskey.
Jeongin rara vez se enojaba, principalmente porque era mucho más tranquilo que Seungmin y porque no veía caso enojarse por algunas cosas, otras veces porque sus supresores adormilaban a su alfa por lo que era más fácil de manejar, pero en ese momento fue notorio que estaba furioso, yendo a su propio escritorio y tomando un puñado de carpetas antes de salir, Seungmin haciendo una mueca porque esa mirada determinada significaba una cosa.
— ¿A dónde va? —preguntó Changbin cuando Jeongin se dirigió a la puerta.
—Iré a hablar con Dawson—tranquilizó Jeongin.
Era mentira pues cuando la puerta se cerró detrás de él fue directo a los ascensores, llevando consigo una nube de rabia a su alrededor que alertaba a sus compañeros; era una de las cosas que odiaba de las castas en su nueva realidad, lo difícil que era esconder las cosas sin que tu aroma te delatara. Ahora todo el mundo podía identificar tu estado de ánimo con un poco de práctica, si bien requería tiempo una vez que te presentas, se volvía invasivo cuando menos lo esperabas.
A Jeongin siempre le gustó ser una persona reservada, mantener sus cosas para sí (y tal vez para Seungmin) porque odiaba verse juzgado y ahora, mientras caminaba hecho una fiera por los pasillos hacia el ascensor, era obvio que todo su sector sabía de su estado de ánimo, comenzando a especular de por qué razón él estaría tan molesto.
Ingresó junto con sus compañeros a la cabina del ascensor y cuando presionó el piso superior, muchos de ellos decidieron salir de ahí en el siguiente piso, dejando que el interior se perfumara por el tostado aroma a café de su ira y el amargo sabor del whiskey de su frustración.
Trabajar con medicamentos le había enseñado que cada procedimiento era delicado, cada medicina tenía su propio trato, en especial desde que comenzaron a hacerlos para las castas ya que no sabían cómo iba a reaccionar el lado animal. Pensar en la chica del séptimo piso hizo a Jeongin estremecerse, ¿y si Seungmin tenía razón? ¿Y si era un efecto de LICAÓN? ¿Y ahora su madre quería que hicieran más?
Salió al pasillo apenas la apertura de las puertas se hizo lo suficientemente ancha para pasar, caminando a largas zancadas hacia la puerta rojo intenso al final del pasillo. Apenas deteniéndose un momento para dar un par de toques de cortesía antes de abrir, deteniéndose en el acto cuando notó cinco guardias de seguridad de pie alrededor del escritorio, Heejoo al otro lado de éste y, en frente de ella sentado en la silla de cuero como rey del mundo, un alfa de cabello azul y ojos grises.
Miró sobre el hombro hacia donde se encontraba Jeongin al igual que un par de guardias mientras que el resto se encontraba enfocado el el desconocido; la oficina/laboratorio de Heejoo siempre era carente de color, siendo más estilizado en colores monocromáticos como blanco, pleado y negro, pero aquel desconocido era el único punto de color en toda la oficina además del propio cabello de Heejoo y Jeongin.
Usaba un suéter de cuello alto de un color amarillo limón, su cabello ra tan azul como una mora y sus ojos, tan grises como las nubes de tormenta, miraban fijamente a Jeongin con una clara curiosidad que no se dignó en ocultar, alzando una ceja y estirando la comisura de sus labios llenos en una pequeña sonrisa antes de regresar su atención hacia Heejoo.
—Tu personal tiene muy pocos modales—se burló, sonaba jovial pero maduro, algo distante a pesar de la familiaridad de su tono.
—Mi personal no debería estar aquí—gruñó Heejoo, levantándose de su silla—. ¿Doctor Kim?
Jeongin se sobresaltó un poco, a veces olvidaba que frente a los desconocidos ella usaba el apellido de Seungmin para dirigirse a él y que así no comenzaran a indagar de algún parentesco.
Estuvo a punto de salir sin decir nada, disculparse con la excusa de esperar en el pasillo para hablar de algo importante, pero al volver a mirar los ojos de aquel desconocido le hizo recordar a la chica en el séptimo piso, los gruñidos y la forma en la que sufría, ver en el suelo la bolsa que leía LICAÓN y como ahora pedían que siguieran haciendo más bases como si administrarlo fuera darle jugo de cartón a un niño.
—Necesito hablar con usted—sentenció con la voz más firme de lo que pensaba, dando un par de pasos al frente.
—Estoy ocupada—murmuró Heejoo.
—No puede esperar—gruñó Jeongin, sintiendo que su alfa estaba en la superficie mientras más se acercaba al escritorio—. ¿Es en serio qué quieres más bases para LICAÓN? Te dimos un suero bastante grande, ¿cómo es que ya lo administraste todo?
—Jeongin—gruñó Heejooo.
El desconocido se rió, pero no parecía ser una risa feliz sino algo brusca, como si encontrara hilarante hasta la ironía ese momento. Se levantó de la silla, no era tan alto pero usaba botas de combate, su movimiento hizo que al menos tres guardias alzaran sus armas electromagnéticas y lo apuntaran, haciendo que Jeongin se preguntara quién era él como para provocar semejante reacción.
Su movimiento hizo que el aroma que emanaba de él llegará a las fosas nasales de Jeongin, su corazón redoblando los latidos cuando distinguió el chocolate puro en la lengua acompañado de un débil aroma a tabaco. Sus encías picaron por sus colmillos, quería gruñir, enterrar el rostro en la fuente directa del aroma y emborracharse de él, morderlo para saber si también sabría a chocolate.
Aquel alfa, porque de eso se trataba, un alfa imponente que hacía al de Jeongin luchar contra su naturaleza de mantenerse firme e inclinar el rostro hacia atrás para mostrarle el cuello, agachar la cabeza en señal de sumisión, aullar su mera existencia mientras se detenía a un palmo de distancia. Sin embargo se mantuvo impasible, mirando con curiosidad a los guardias que volvían a flaquear y los otros que mantenían las armas apuntando a su espalda.
—Mmmm, ¿estoy ante la gran mente maestra de LICAÓN? —preguntó con verdadero interés, mirando de arriba abajo a Jeongin—. Deberías presentarnos formalmente, Heejoo, eso fue grosero, es mi sangre la que usas.
Sí, Jeongin podía dar fe de ello por el aroma que estaba nublando su cabeza, desenfocando sus ojos, siendo el rostro pálido de su madre lo único que le mantenía enfocado, ¿por qué lucía tan asustada?
—Soy uno de los investigadores, no la mente maestra—aclaró Jeongin, sintiendo algo de su orgullo herido al tener que ocultar su trabajo—. Si quiere hablar con la mente maestra, le recomiendo que le presenten a Dawson, él es el líder de nuestro equipo.
— ¿Es eso así? Interesante—aquel alfa se inclinó y pareció olfatear ligeramente a Jeongin, haciendo que éste se erizara y le mostrará, por un momento, los colmillos—. Lindo.
—Chan—advirtió Heejoo, haciendo que el alfa de cabello azul lo mirara—. Regresa a tu lugar, aún tenemos cosas que hablar.
— ¿Te parece? Creo que quiero irme ahora.
— ¿Quieres que te recuerde la razón por la que aún puedes ir y venir?
El llamado Chan miró a Jeongin, una sonrisa peligrosa curvando sus labios, sus ojos resultaban los de un depredador mucho más grande mientras se giraba y miraba directamente a Heejoo, las armas seguían apuntando hacia él pero no parecían tener importancia, no como la mujer al otro lado del escritorio.
Jeongin lo sintió, un tirón de su alfa, las ganas de aullar y ponerse frente a aquel desconocido para protegerlo, y pudo ver que no sólo él se sentía así sino también los guardias por la forma en la que sus armas titubearon, bajando unos centímetros antes de volver a mantenerse firmes.
—Doctor Kim, quiero esas muestras para el viernes—sentenció Heejoo, haciendo que Jeongin volviera a prestarle atención.
—Pero-
—Es su trabajo, así que vaya y hágalo.
Jengin entrecerró los ojos, el aroma a café aumentando sobre el intenso chocolate, mezclándose, entrelazándose hasta provocar un extraño aroma a moka en compañía del whiskey y el tabaco. Esa extraña mezcla de aromas, la facilidad con la que se fusionaron, hizo que tanto Heejoo como el llamado Chan miraran a Jeongin con interés, aunque la cara de su madre era más de histeria que nada, haciendo que el joven alfa suspirara y se diera media vuelta para regresar por donde había venido.
—No vuelvas a marcar a alguien en mis instalaciones—advirtió Heejoo mientras Jeongin cerraba la puerta.
— ¿Por qué?
Caminó presuroso de regreso al ascensor, agradeciendo que estuviera vacío cuando ingresó y recargándose en la pared más alejada de éste mientras intentaba normalizar su respiración y desaparecer el aroma que parecía llenar sus fosas nasales, el chocolate adherido a su lengua, las ganas de morder para saborearlo, el tabaco cosquilleando en su paladar y la fusión de sus aromas provocando que sus piernas temblaran.
Logró llegar a su piso sin ningún inconveniente, corrió de nuevo a su laboratorio, su spies sonando contra el suelo mientras su bata se agitaba detrás de él como una estela, patinándose para llegar a su puerta y abriéndola de tirón, haciendo que Seungmin y Changbin se sobresaltar y se quedaran a medio trabajo.
—Eso fue rápido—susurró Seungmin con el ceño fruncido—. ¿Qué pasó? Hueles a-
—Chocolate.
Changbin pareció perder todos los colores del rostro pero Jeongin lo ignoró, yendo directamente a la mesa de trabajo de Seungmin y tomando algunas muestras de sangre antes de correr a la suya.
No podía deshacerse de la cabeza de ese tirón que sintió, su voluntad doblegada, el impulso de proteger al alfa como si fuera su líder.
Jeongin entendía los conceptos básicos de la formación de manadas en grupos de lobos, cómo existía una pareja alfa que era quienes mandaban a todos y una pareja beta, los segundos al mando que lideraban a los de menor rango pero igual de importantes que la pareja alfa; con las castas fue un poco difícil llamar a la estructura social manadas ya que había demasiados alfas, betas y omegas, por lo que usar el conocimiento natural de los lobos no les ayudó mucho a clasificar las nuevas relaciones sociales. Por el contrario, se dieron cuenta que los alfas eran demasiado territoriales y difícilmente compartían el mismo espacio que otro alfa.
Seungmin y Jeongin eran, hasta cierto punto, un objeto de estudio para su madre al ser los únicos dos alfas en todo el complejo que aún no se habían peleado por convivir demasiado tiempo, que incluso podrían ir a revisar al otro durante su celo para asegurarse que seguía vivo.
No había un líder por naturaleza porque todos parecían tener el mismo rango, y aún así sintió el impulso de desnudar el cuello ante ese desconocido de ojos grises, dar su vida por él cuando lo vio rodeado de armas, protegerlo a toda costa. Y si seguía la estructura natural de las manadas, él parecía ser un alfa de mayor rango que el suyo, pero lo que desconcertaba a Jeongin era ¿cómo era posible? Cualquiera que se haya infectado y presentado como alfa tiene el mismo rango, se han hecho pruebas.
Y esa misma prueba es la que Jeongin quería hacerle a esa muestra de sangre, ¿por qué sólo lo tenían registrado como SUJETO A? Su madre lo había llamado Chan, si era un voluntario entendía la ausencia de nombre pero si su madre lo conocía ¿entonces por qué ocultarlo?
Logró preparar una gota de sangre en el portaobjetos y abrió uno de sus cajones para sacar una de las plantillas para la prueba de rango; ésta prueba medía el componente G2D en la sangre de las personas con castas, ayudando a descubrir el nivel de ésta y así decretar el estatus de su alfa; hasta el momento, todos habían sacado un 45% lo que les hacía depredadores más grandes que los betas, quienes tenían un 30%, y los omegas, quienes poseían un 25%.
El componente G2D era como habían llamado al genoma depredador que los humanos con castas habían desarrollado en relación al lobo, lo que medía su nivel de depredación entre castas y eso, a su vez, confirmaba si eran alfas, betas u omegas.
Su sangre, en apariencia, no presentaba tanta diferencia a la de cualquier otra persona que hubiera analizado, pero le parecía sorprendente cómo una sola gota de sangre pudiera poseer gran intensidad de aromas.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Seungmin, acercándose.
—Tengo que saber algo—susurró Jeongin, alejándose del microscopio para preparar la plantilla antes de colocar una gota de sangre—. ¿Es la misma que usamos para el primer lote de LICAÓN?
—Sí—confirmó, viendo a Jeongin encender el equipo para medir el componente G2D—. ¿Qué te dijo He-Dawson?
—No estaba, por eso no me tarde—mintió, mirando de manera significativa a Seungmin antes de deslizar sus ojos a donde Changbin parecía congelado—. Necesito que me hagas un favor, ponle una gota de LICAÓN a la muestra que tengo en el microscopio.
Por cuestión de facilidad, ambos siempre procuraban guardar una pequeña muestra de cualquier medicamento que hicieran pro si tenían que replicarlo exactamente, les servía de punto de partida para los nuevos lotes, por lo que Seungmin fue a la nevera donde los mantenían mientras Jeongin colocaba la plantilla en la máquina correspondiente y comenzaba a vincular su computadora con el programa.
—Luces alterado—susurró Changbin, acercándose a él con curiosidad—. Nunca había visto que encendieran eso, ¿qué es?
—Mide el componente G2D en la sangre—informó Jeongin de forma distraída, tecleando en la computadora para que el programa comenzará a trabajar—. Nos dice el nivel de gen depredador que hay en la casta de alguien.
— ¿Somos depredadores?
—Admito que los lobos no son los más grandes, pero el Gen Lobo que hemos desarrollado nos víncula, en muchos aspectos, a las características animales—Jeongin hablaba de forma automática, sin pensar demasiado en esas cosas porque las había memorizado para su trabajo—. El ADN del humano se vio afectado, incluso algunas personas vieron sus cuerpos alterados físicamente por este virus, es más como una mutación. Podemos verlo como la licantropía en la mitología, hasta cierto punto somos hombres lobo.
— ¿Pero no tenemos forma animal?
—No, no lo hacemos, lo que hace que el genoma humano, hasta cierto punto, predomine sobre el Lobo—Jeongin se inclinó en la pantalla, mirando a detalle la cantidad de códigos que comenzaba a lanzar a través de la muestra que se analizaba—. Sin embargo, en el reino animal, siempre tiene que haber alguno que domine sobre otro.
— ¡No está la muestra!
Las palabras de Seungmin se sintieron como un cubetazo de agua fría sobre Jengin, haciendo que tanto él como Changbin se incorporaran y lo miraran con expresiones idénticas de alarma.
Todos ahí llevaban un inventario minucioso de cada cosa que se hacía, en especial porque manejaban medicamentos que aún no terminaban de desarrollarse o cosas que podrían ser peligrosas para consumo humano; todo lo que había en el laboratorio de Seungmin y Jeongin eran de prueba y error, separaban los resultados buenos de los malos, conservaban algunas cosas que ya se habían entregado por si llegaban a necesitarla para un nuevo medicamento o mantenían en observación algo que se descartó para saber si se daba algún cambio.
Cuando Changbin ingresó a su equipo y descubrieron que las fórmulas bioquímicas de ciertas cosas no se le daban bien, los tres decidieron que él sería el encargado del inventario de sus medicamentos y Changbin había sido muy diligente con su trabajo, casi compulsivo, por lo que Seungmin y Jeongin dejaron de presionarse con eso.
—No falta nada—defendió el omega, su aroma a uva amarga comenzando a emanar de él delatando su preocupación—. ¡Revisé ayer antes de irnos! ¡Todo estaba en orden!
—Pues no está—gruñó Seungmin, manteniendo abierta la puerta de la nevera donde guardaron la muestra de LICAÓN para que vieran la ausencia de esta—. ¿Alguien más entró? ¿La solicitaron? ¿Crees que se la llevaron para completar alguna dosis?
—No—susurró Jeongin mientras Changbin se acercaba a Seungmin—. Ni siquiera sabían que guardamos una muestra.
— ¿Cómo? ¿No notifican de esto? —preguntó Changbin, alarmado—. Si no se notifica, así cualquiera puede entrar y tomarla, ¿por qué no informaron sobre guardar una muestra de LICAÓN?
— ¡Porque lo que dimos aún no estaba listo! —gritó Jeongin al borde de la histeria—. Comenzaron a administrar algo que aún no se encontraba listo, así que Seungmin y yo guardamos una pequeña muestra para darle el tiempo de incubación correcto antes de administrar.
Las expresiones de Changbin parecían un caleidoscopio de cosas contradictorias difíciles de analizar, una aparte de él parecía asustado pero Jeongin sentía el dulzor de la felicidad y el alivio en su aroma.
— ¿Cómo podemos reportar el extravío si ni siquiera sabían que teníamos una muestra?
Antes de siquiera decir algo más, la computadora emitió un pitido notificando que el análisis estaba completo. Ignoró a Seungmin comenzando a discutir con Changbin y miró la pantalla, sintiendo que su corazón se detenía y el aliento se le atascaba en la parte posterior de la garganta mientras sus ojos recurrían tal cantidad de información hasta llegar al número final que, tal vez, se quedaría grabado en sus retinas por un tiempo.
G2D en un 89%
…
Jeongin se paseaba por la habitación de Seungmin mientras éste leía con atención todo el análisis que imprimió después de que el sistema de la computadora terminara su informe, más que nada para tener un respaldo seguro que le confirmara no estar alucinando cosas y otra para que su madre no se diera cuenta de que Jeongin estaba analizando algo que no debería.
La familiaridad con la que había dicho el nombre de aquel alfa aún molestaba a Jeongin, haciéndole creer que tal vez su madre sabía de antemano de su nivel de G2D pero no había tenido la necesidad de notificarlo, ¿era por eso que lo mantenían tan custodiado? Si bien tenía un nivel depredador más grande que el resto, no debería resultar una amenaza a no ser que se le provoque, ¿es la razón por la que su alfa sintió el impulso de someterse ante él? ¿Reconoció al alfa más fuerte?
—Esto parece imposible—susurró Seungmin, restregándose el rostro con confusión—. ¿Por qué no se notificó? ¿Por qué siquiera no lo tienen registrado? Si supiéramos de este nivel de G2D, nuestro suero-
—Lo sé, lo sé—asintió Jeongin, mordiendo su labio inferior sin dejar de caminar arriba y abajo por la habitación—. El G2D del donante es demasiado grande, eso provocará un efecto mayor al administrarse a un individuo con un componente G2D menor.
— ¿Entonces crees que la chica del séptimo piso…?
Jeongin no respondió pero eso fue suficiente aclaración, puesto que él mismo pensaba en esa chica, ¿acaso empeoraron su estado al administrarle un suero que, al parecer, tenía más genoma depredador que el propio? Ya no parecía ser una sorpresa que estuviera tan salvaje si la estaban volviendo más agresiva de lo que ya era con la Rabia; más que curarla, la estaban empeorando.
Algo en su rostro debió de haber alertado a Seungmin porque se puso en guardia, mirando con recelo cómo Jeongin había dejado de deambular por su habitación y ahora estaba de pie justo frente a la puerta, mirando a la nada pero pensando en un sinfín de cosas.
—No me gusta esa expresión—admitió Seungmin en voz baja.
—Estaba pensando-
—Odio cuando empiezas así tus oraciones, nunca sale nada bueno cuando piensas.
—Ah, si te hubieras escuchado anoche—Jeongin agitó la mano en el aire como si espantara una mosca—. De todas formas, estaba pensando en estudiar a la chica del séptimo piso.
— ¿Estudiar en qué aspecto? —Seungmin frunció el ceño, mirándolo con desconfianza—. Porque tal vez recordemos cosas diferentes, pero esa chica era más animal que persona.
—Exacto, tenemos que analizar su sangre—sugirió Jeongin, como si hubiera tenido la idea que revolucionará el futuro—. Ver cómo afectó molecularmente LICAÓN a su genoma estándar, ¿no crees que sería fantástico?
—Ya, y según yo hay gente cuya área es el séptimo piso que se dedica a eso. ¿En serio quieres que ambos vayamos al séptimo piso, nos colemos a un lugar que, en primer lugar, ni siquiera debimos haber descubierto e intentemos extraer una muestra de sangre de una mujer loca?
…
—A veces sigo preguntándome por qué somos amigos.
—Nadie más te aguanta, ahora cállate.
Ambos caminaban, ya en pijama, por los pasillos del séptimo piso subterráneo que recordaban haber pasado la última vez que habían estado ahí; habían sido precavidos, aunque Seungmin consideraba una forma elegante de decir paranoicos, y ambos se habían colocado parches inhibidores de aroma para que nadie fuera a descubrir sus olores en la zona en caso de que corrieran el riesgo de ser descubiertos.
Cuando eran niños solían meterse en problemas, más que nada por su curiosidad, pero habían creído que con el tiempo se volvieron más sensatos a la hora de buscar respuestas por su propia mano. Sin embargo, cuando se detuvieron en un pasillo y se asomaron por el borde del muro para confirmar que estaba despejado ambos decidieron que había cosas que no cambiaban, sólo que ahora enfrentarían a algo más que un simple regaño y un castigo de prohibido salir.
Habían hecho una parada en su dormitorio para lograr conseguir lo necesario, lo que también involucraba una especie de sedante porque Seungmin ya le había dicho que ni loco iba a meterse mientras ella estuviera despierta.
El aroma a chocolate comenzaba a ser más intenso mientras se acercaban, a punto de ser eclipsado por algo agrio y echado a perder, Jeongin podía suponer que en algún momento fueron naranjas y azares, aunque ahora parecía difícil distinguirlos.
Los gruñidos los alertaron de que estaban cerca, deteniéndose de nuevo frente a esa puerta y encontrando a una chica más animal que persona, sangre cubría su abrazos y parecía emanar de su boca, había marcas en las paredes, incluso pudieron jurar que uno de los rincones de la habitación lo había comenzado a usar de sanitario.
— ¿No la limpian? —preguntó Seungmin, horrorizado por el aspecto de aquella muchacha—. Sólo ha estado aquí unos días y luce así.
—No sé si es por protocolo de seguridad para los trabajadores o parte del experimento.
—A veces suenas a tu madre.
Jeongin no podía identificar si era un insulto o un cumplido, era difícil cuando venía de Seungmin, por lo que decidió ignorarlo e intentar acercarse a la puerta, siendo detenido en el acto cuando unos ojos rojos lo miraron desde el otro lado del cristal; espuma emanaba de su boca, el cabello parecía brotar y desaparecer a intervalos regulares en su cuello y barbilla, se veía similar a su sueño lo que congeló a Jeongin.
Cuando le dijo a Changbin que el virus Lobo se asemejaba a la licantropía, no mentía en lo absoluto, una parte de ellos era tan salvaje como el animal, sin embargo Changbin tenía un punto al aclarar que nadie tiene acceso a su forma animal lo que les hacía más humanos que lobos. Sin embargo, esa chica definitivamente parecía más animal que persona y lo que Jeongin quería averiguar era si se trataba de la Rabia o LICAÓN, si era este último entonces deberían de suspender su administración.
—No voy a entrar—sentenció Seungmin cuando la chica les comenzó a gruñir—. ¿Cómo piensas que le administraremos el sedante?
—Esa fue tu idea, dime tú—Jeongin lo miró enarcando las cejas.
—Tú sólo querías entrar ¿y pedirle amablemente que te dé el brazo para una muestra de sangre? Es que estás loco.
—Bueno, genio, si se te ocurre una idea mejor adelante, soy todo oídos.
—Sí, mi idea es que regresemos a nuestras habitaciones y nos vayamos a dormir—asintió Seungmin, tomando de la muñeca a Jeongin para que siguiera caminando, cosa que no logró—. Oye, en serio, sabes que estoy a favor de fastidiar a tu madre cualquier otro día, pero esto ya es un riesgo físico y no sé si tenemos un buen seguro. ¿Y si nos contagia?
—Necesito al menos una muestra, necesitamos saber si es la Rabia o el suero.
—Uno de nosotros tiene que sedarla primero para eso.
Ambos miraron de nuevo hacia la chica; estaba agazapada, su cabello sucio caía a su alrededor como una melena desordenada y sus uñas, tan largas que ya asemejaban garras, creaban surcos en el suelo de manera alarmante pues era concreto puro. Parecía estar esperando el momento oportuno para saltarles encima, lo cual sería la primera advertencia sobre como aquello era mala idea.
—Si entro yo—comenzó Jeongin, inseguro—. Tienes que prometerme que te quedarás en la puerta para abrirla en cuanto me veas corriendo hacia ella si se me lanza encima.
—No lo haré si te rasguña, te dejaré morir aquí por estúpido.
Mentía, lo sabían sin necesidad de oler la mentira en sus aromas, pero ambos estuvieron de acuerdo por lo que se detuvieron frente a la puerta, lejos de la visión de la ventana de cristal lo que sería la segunda advertencia porque ya no tenían una visión completa de la chica.
La puerta funcionaba por código de seguridad, no fue tan complicado adivinarlo ya que, usualmente, todos usan los mismos dependiendo del piso y el subterráneo no era la excepción por lo que después de oprimir una serie de números (que se equivocaron dos veces y Seungmin tuvo que hacerlo para no activar una alarma) el seguro de la puerta se corrió.
Seungmin tomó el picaporte por lo que Jeongin se colocó del otro lado para poder entrar. Ambos respiraron para calmarse, aunque Jeongin no podía disimular el temblor en sus manos, una de ellas aferrándose a la jeringa con el sedante, apretándolo en un puño para que no se le resbalara por el sudor de sus manos.
—A la de tres abriré la puerta—anunció Seungmin.
—Bien, pero ábrela en el dos para que me tome por sorpresa—pidió Jeongin, acercándose más.
—Eso no tiene lógica pero está bien. Una…dos-
Abrió la puerta, Jeongin a punto de deslizarse a través de ella pero deteniéndose cuando un gruñido lo esperaba del otro lado.
— ¡Mierda, cierra la puerta!
La chica les gruñó, colmillos escurriendo espuma y sangre, ojos rojos brillantes y las garras teñidas de carmesí estirándose hacia ellos para sujetar a Jeongin, sin embargo ambos alcanzaron a cerrar la puerta, o al menos lo intentaron pues la chica, a pesar de su aspecto salvaje, aún tenía algo de razonamiento y logró aferrarse a ella, impidiendo con las manos que la cerraran de todo. Lanzaba arañazos, intentaba alcanzarlos sin verlos mientras manos chicos intentaban mantener la puerta cerrada
— ¡Ponle el maldito sedante! —gritó Seungmin, histérico.
— ¡No puedo, si me muevo me araña!
Las largas uñas comenzaban a crear surcos en la puerta, una de ellas se clavó en un mechón de cabello de Jeongin y al retirarse se llevó varios cabellos lo que hizo que el alfa se intentara alejar más del borde de la puerta, lo que a su vez lo llevaba más hacia Seungmin y eso desequilibraba la presión que estaban ejerciendo entre ambos para cerrar la puerta, donde cada vez salía más brazo de la chica.
— ¡INYECTALA! —ladró Seungmin cuando el gruñido que emanó del interior resonó por todo el pasillo.
Jeongin intentó alzar la mano que mantenía la jeringa, pero por las vibraciones de los aporreos a los que estaban siendo sometidos, y el sudor que cubría sus palmas, ésta se le resbaló y rodó hacia el otro lado del pasillo.
— ¡Te mato! —gritó Seungmin al ver la jeringa alejarse—. ¡Me pasa por hacerte caso!
— ¡Cállate y sigue empujando!
Jeongin comenzó a analizar sus posibilidades, en especial cuando parecían tener todas las probabilidades en contra. Una parte de él quería llorar, gritar para que alguien más se diera cuenta del lío en el que se estaban metiendo porque sólo en ese momento entendía que Seungmin tenía razón, no deberían de estar haciendo eso.
Sin embargo, algo dentro de él seguía sintiendo que había información vital en esa chica, en su sangre, ¿cómo es que estaba siendo más animal que persona en tan poco tiempo? ¿La Rabia la había consumido tanto que ni siquiera su suero la pudo frenar? ¿O ese salvajismo se debía al genoma depredador más alto?
—A la de dos corremos—susurró Seungmin al ver que la chica no iba a rendirse.
— ¿A dónde? —preguntó Jeongin, alarmado, mirando el pasillo por el que venían y por donde estaban los ascensores—. ¡Traemos sandalias!
—Quítatelas de una vez, correremos descalzos—sentenció el otro alfa, tomando la mano de Jeongin y mirándolo con la misma expresión de susto que el otro sentía mientras se deshacían de las sandalias—Bien, uno-
No llegó ni al dos, tiró de Jeongin con fuerza y ambos echaron a correr del otro lado del pasillo, a su espalda el estruendo de una puerta saliendo de sus bisagras resonando en el silencio de aquel lugar.
Ambos jadearon mientras corrían despavoridos por los pasillos, luchando contra el impulso de mirar hacia atrás para asegurarse de que no los seguían; tenían la ventaja de que la chica no podría olerlos debido a sus parches inhibidores, pero más allá del rugido de la sangre en sus oídos y el acelerado latido de su corazón por el esfuerzo, Jeongin podía escuchar la carrera de un depredador, algo grande y peligroso, sus garras arañando el suelo, su cuerpo chocando en cada curva.
Sentía que les respiraba en los talones, ambos resbalando cada vez que daban vuelta pero ayudando al otro a mantener el equilibrio. Tenían una ligera noción de la estructura del séptimo piso por lo que sabían que, en teoría, tenía dos entradas de elevadores; por los que bajaban constantemente y los de la parte trasera, a los que Seungmin parecía estarlos dirigiendo.
—Ne-necesitamos que reduzca la ve-velocidad—jadeó Seungmin en medio de la carrera—. La t-tenemos…justo detrás.
—Nos…vamos a…meter en problemas—aclaró Jeongin, estirando una mano hacia la pared—. Pero…la va a distraer. ¿Qué tan bien corres en la lluvia?
Conocía bien las instalaciones así que, al volver a girar en uno de los interminables pasillos, estiró la mano y tiró con fuerza de una pequeña palanca roja que encendió la alarma contra incendios, activando los aspersores de agua en el techo, empapándolos en el acto y haciendo que Seungmin cayera de bruces, delatando que definitivamente no sabía corre bajo lluvia.
Se tomaron un momento para ubicarse, los ascensores estaban en el siguiente cruce de pasillos. Jeongin se echó el cabello húmedo para atrás mientras intentaba hacer que Seungmin se levantara.
Un aullido los congeló a ambos en el acto, mirando hacia el pasillo que habían recorrido, encontrando la silueta de una chica pero no sólo era ella. En algún punto de su carrera había logrado encontrar y liberar al otro sujeto de prueba, al hombre omega, y ahora ambos se encontraban frente a ellos dispuestos a iniciar la caza.
—Estamos jodidos—susurró Seungmin, que estaba a medio camino de ponerse de pie.
—Aún nos separan unos metros—intentó consolarlo.
El agua seguía cayendo sobre ellos, provocando que el cabello húmedo les obstruyera la visión, pero aquella pareja frente a ellos seguía sin moverse, como si intentaran oler en ellos algo más que la lluvia. Quizá fue eso lo que les salvó en ese momento, la ausencia de sus aromas, porque pronto comenzaron a oler diferentes cosas, escuchando botas chapotear en el agua.
La chica, el alfa de aquel par, miró bruscamente hacia un costado y gruñó, agazapándose de forma protectora frente al omega, mirando hacia lo que ella consideraba una amenaza mayor.
— ¡No es incendio! —gritaron desde donde Jeongin y Seungmin no podían ver—. ¡Repito, no es incendio! ¡Los sujetos LICAÓN han escapado! ¡Los sujetos LICAÓN han escapado!
La chica alfa se arrojó hacia la forma que venía en el pasillo y lo que siguió por encima del ruido del agua golpeando las baldosas fue el gorgoteo que emite la sangre al emanar de un cuello desgarrado.
Jeongin se congeló, no había otra forma de describir al parálisis total que sintió cuando notó el charco de agua comenzar a teñirse de rojo allá por donde la mujer alfa había desaparecido, el omega mirándolos un segundo antes de que el aullido de la mujer lo distrajera un segundo.
Y eso fue lo que necesitó Seungmin para levantarse y tirar de Jeongin por los pasillos.
Escucharon de forma lejana más órdenes, gruñidos y ladridos, Jeongin intentaba no pensar en esos gorgoteos que seguían después de un aullido, en el sonido de cuerpos cayendo sobre el agua que no dejaba de caer.
¿Era su culpa? ¿Aquellas muertes eran su responsabilidad sólo porque tenía curiosidad de algo? Cada una comenzaba a sentirse como una losa en su espalda a punto de aplastarlo, gritarle que no era mejor que todas esas empresas que habían experimentado con animales en antaño, que las palabras de Seungmin al compararlo con su madre definitivamente no eran un cumplido.
Seungmin se detuvo frente al ascensor y comenzó a presionar con insistencia el botón, mirando constantemente sobre su hombro para asegurarse de que seguían a salvo, su mano manteniéndose fuertemente agarrada a la se Jeongin, no sabía si por miedo o para mantenerlo de pie.
Apenas las puertas del ascensor se abrieron, Seungmin los empujó dentro, volviendo a presionar con histeria el botón hacia la planta más alta. Fue en el único momento en el que se permitió soltar la mano de Jeongin, dejando que éste se deslizara por la pared del ascensor hasta quedar sentado en el suelo, escurriendo agua, la ropa empapada, los pies descalzos y el cabello sobre el rostro.
Por un segundo le pareció ver que las gotas de agua que caían de él se teñían de carmesí al igual que en aquel pasillo. Cerró los ojos con fuerza, intentando calmar los acelerados latidos de su corazón y normalizar su respiración, el rugido de la sangre en sus oídos comenzando a volverse más como un zumbido mientras de pie, a su lado, Seungmin echaba la cabeza hacia atrás y también intentaba calmarse.
—Nos vamos a meter en muchos problemas—susurró a la nada mientras los números iban subiendo pisos.
—Me va a matar—asintió Jeongin con voz temblorosa, llevándose las manos al cabello y comenzando a tirar de él—. En serio me va a matar.
— ¿Crees que los de vigilancia estuvieran haciendo bien su trabajo? —la voz de Seungmin sonaba genuinamente curiosa, haciendo que Jeongin alzara la cabeza sólo para encontrarse con una sonrisa—. Podemos colarnos y eliminar la última hora del video de seguridad.
—Estás viendo cómo resultó la primera vez que nos colamos en algo, ¿y quieres colarte al área de seguridad?
—Bueno, ya que lo dices así.
Antes de que Jeongin le dijera algo sobre seguir teniendo ideas estúpidas por el día, el ascensor se detuvo, marcando el piso que ellos denominaban como hangar, que en realidad solo era el estacionamiento para los camiones que iban y venían a surtir el medicamento a las comunidades.
Jeongin se levantó con lentitud, aún manteniendo la espalda pegada a la pared del ascensor, mientras las puertas se abrían con un ruido metálico y les mostraban el hangar totalmente desierto, con algunos camiones estacionados en distintas áreas. Seungmin, siendo el más cercano a la puerta, colocó una mano en ellas para que no volvieran a cerrarse y se asomó.
—No parece haber alguien—informó, mirando a Jeongin sobre el hombro—. Podemos hacer el resto del camino por las escaleras para salir al jardín e ir a los dormitorios.
— ¿Por qué se detuvo aquí? —preguntó Jeongin con auténtica curiosidad, saliendo del ascensor en compañía de Seungmin y ambos comenzando a caminar hacia las escaleras.
—Bueno, activaste una alarma de incendios. Fue un milagro que siquiera nos abriera las puertas.
— ¿Corriste a los ascensores sabiendo que habría riesgo de que no se abrieran?
—En mi defensa, lo acabo de pensar, ¿bien? En ese momento sólo quería salir de ahí.
Bueno, Jeongin no podía culparlo por ello ya que habría hecho lo mismo, así que sólo lo siguió mientras se envolvía con ambos brazos, comenzando a tiritar de frío.
Los camiones de NOVUS eran blancos con el logo del lobo aullando a la luna en un costado, se encontraban estacionados de forma uniforme a lo largo del hangar y más allá de ellos, Jeongin distinguía la enorme puerta que se mantenía cerrada a cal y canto y sólo se abría cuando uno de los camiones saldría, por lo comenzó a dudar de sus pasos cuando notó que la luz roja que la mantenía cerrada se encendía a verde.
— ¿Qué?
Seungmin al ver que Jeongin ya no caminaba a su lado, se detuvo y giró para mirarlo, notando que la atención de su amigo en el portón.
—La luz cambió—aclaró, alejándose de los camiones y deteniéndose justo en el medio—. Da directamente afuera de las instalaciones, ¿no es así?
Esperaba la respuesta de Seungmin, algo sobre mejor irse antes de empeorar sus circunstancias, pero no hubo nada, ni siquiera un respiro y eso hizo que el alfa de Jeongin comenzara a inquietarse, sintiendo el salvajismo de su rabia ante la idea de que un miembro de su pequeña manada resultara herido.
Regresó sobre sus pasos, un aullido siendo ahogado en su garganta cuando no encontró rastro de Seungmin salvo las huellas húmedas de que había estado ahí. Sus ojos se encendieron en luces rojas, los colmillos de su alfa amenazaban con rasgarle las encías mientras miraba alrededor en búsqueda de su amigo, desesperado por no captar ni un atisbo de su aroma.
— ¿Seungmin?
Nada, nada salvo el intenso aroma a uva y paleta chupa chups que llenó sus fosas nasales, poniéndolo alerta y mirando bruscamente hacia atrás sólo para encontrar a Changbin con ropa oscura, un chaleco antibalas y una sonrisa ladeada.
— ¿Bin? ¿Qué haces aquí abajo?
—Antes que nada, quiero que sepas que los dos me caen muy bien—aclaró Changbin mirándolo con pesar—. Pienso que somos amigos y no estoy enojado de que creyeran que era muy estúpido para trabajar con ustedes.
— ¿De qué-?
Lo sintió, una corriente de electricidad recorriendo su cuerpo de pies a cabeza, haciendo que su corazón se saltara un latido antes de caer de bruces al suelo, sintiéndose tembloroso e incapaz de moverse mientras leves temblores lo seguían recorriendo.
Vio las botas de Changbin pararse en su campo de visión y a los segundos le acompañaron otro par.
—Nos da veinte minutos para irnos—informó el desconocido que olía a menta, chocolate y mermelada.
—La puerta ya está abierta, vendrán a recogernos en-
Apenas terminaba de hablar cuando el sonido de un vehículo lo interrumpió, Jeongin con trabajos podía parpadear, se encontraba apralizado de pies a cabeza por lo que cuando lo alzaron como si no pesara nada no pudo hacer mucho. Notó el vestigio de una camioneta negra que resaltaba a comparación de las de NOVUS.
Alguien abrió la parte de atrás y lo recostaron junto a lo que parecía Seungmin, haciendo que un poco de su ansiedad se relajara al saber que él estaba bien, aunque otra más se encendió porque cerraron las puertas y comenzaron a ingresar en la parte del frente.
¿Estaban siendo secuestrados? ¿Por Changbin?
— ¿Felix? —escuchó la voz desconocida preguntar mientras el auto arrancaba—. ¿Qué haces aquí? Se supone que sería Minho-
—Tu omega está en precalentamiento, Alfa se negó a dejarlo venir—lo interrumpió una voz profunda con un ligero toque divertido—. Changbinnie, te extrañé.
—Y yo a ti—Jeongin cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir, esperando que aquello tuviera sentido—. Vámonos de aquí, tenemos veinte minutos.
— ¿Los amarraron?
—Bueno, eso nos da quince para detenernos, amarrarlos y volver al camino.
Definitivamente, acababan de salir de una para meterse en otra peor. Se preguntaba qué tan histérica se pondría su madre cuando averiguara lo que le había pasado.
…
El sonido de los tacones resonó por el suelo húmedo, los guardias de seguridad la rodeaban mientras le abrían paso hasta donde yacían los dos ejemplares, contemplando maravillada lo grandes que eran y los destrozos que habían hecho en tan poco tiempo.
Se detuvo a un palmo de distancia y miró el desastre, los muebles destrozados, las marcas de sangre, las pérdidas que se valorarían al ver el resultado final.
—Mmm, al parecer se activa ante un agente estresante—murmuró, un poco complacida, acercándose un poco más y colocándose en cuclillas para mirar más a detalle aquel rostro—. ¿Tienen una idea de cómo se escaparon?
—Vigilancia revisa los vídeos—informó el teniente de todo el equipo de seguridad, acercándose a donde se encontraba ella—. Al parecer hubo un pequeño hackeo que estuvo yendo de cámara en cámara, como si intentaran cubrir el camino de los responsables.
—Interesante, ¿se llevaron algo?
—Nada que sepamos, y tampoco dejaron rastro de aroma.
—Mmmm, tengo una ligera noción de la identidad—susurró, levantándose y sacudiendo su pantalón—. Limpien todo, traeremos otros dos sujetos mañana para comenzar de nuevo. Lleven estos dos ejemplares a mi laboratorio en el octavo subterráneo. No quiero que les hagan nada, necesito estudiarlos en esta forma.
—Sí, señora.
Yang Heejoo miró una última vez aquellos dos ejemplares empapados y cubiertos de sangre, sonriendo satisfecha antes de darse media vuelta y salir por donde había entrado, siendo seguida por toda una escolta mientras detrás de ella se quedaba el desastre que su hijo comenzó.
Notes:
Honestamente, me emocioné con las imagenes multimedia, he hecho 1 de cada uno de los chicos así que intentaré ponerlas al principio del cap, más que nada para que los conozcamos un poco y podramos tener una idea de su personalidad (ademas que me ayudan para recordar su casta, su aroma y su habilidad jsjsjs pido perdón)
Pero en lo demás, ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO sé que me tomó algo de tiempo actualizar pero, como podrán notar, este tipo de tramas no es mi fuerte y me cuesta un poco de trabajo, además que yo tengo de la mitad al final jsjsjsjs aún me cuesta el principio pero esperemos que a partir de aquí YA SEA MÁS FACIL iiiii que emocion!!!
Anyway, GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 5: Prisionero de Luna.
Notes:
Lamento la demora! era un poco complicado organizar este pedo pero croe que ya le estoy agarrando el rollo JAJAJAJA
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
No sabría decir en qué momento, Jeongin cree que recuperó al 100 por ciento toda la consciencia, lo que sí sabía era que tenía los ojos cubiertos, una mordaza en la boca y las manos atadas a su espalda. No era la posición más cómoda, principalmente porque iban en la parte trasera de una camioneta y el terreno no parecía ser de todo uniforme, lo que significaba que él y Seungmin iban moviéndose y golpeándose contra el otro sin parar.
Por eso fue un alivio cuando se detuvieron, ambos murmurando entre gruñidos que escapaban a través de la mordaza mientras intentaban incorporarse en una posición sentada, escuchando lejanamente los murmullos de sus secuestradores. Jeongin intentaba no relacionar la imagen de Changbin con el hecho de estar secuestrado en la parte trasera de una camioneta, pero le era imposible convencerse de un mal entendido cuando el dulce aroma de la uva y chupachups llenaba sus fosas nasales.
Sentía a su alfa inquieto, luchando por mostrar los colmillos, el gruñido atorado en la parte posterior de su garganta esperando ser liberado, la necesidad de aullar para que le encontraran, ¿su madre ya sabía que había desaparecido? ¿Siquiera lo buscaría después de lo que había hecho? Suponía que sí, después de todo él y Seungmin son los únicos con el conocimiento básico para generar a LICAÓN, y tal vez esté furiosa por lo que hizo pero valoraba más el conocimiento que los lazos que les unían.
Escuchaba murmullos ahogados fuera del auto, agudizando el oído mientras sus fosas nasales se dilataron en espera de captar algún vestigio de aroma; conocía el de Changbin así que lo descartó muy rápido, durante el tiempo que llevaba consciente se había acostumbrado al aroma de los otros dos alfas.
Uno de ellos era un tanto dulzón, con matices de chocolate y menta acompañado de algo mucho más empalagoso, apenas sútil, mientras que el otro era interesante, un contraste al aroma de Changbin. Tenía el intenso olor del vino acompañado de alguna hierva y se entrelazaba con el del único omega de forma natural.
— Luna, ¿qué haces tú aquí? — escuchó hablar a uno de los alfas, un gruñido de Seungmin vibrando a su lado— . Alfa se enojará si sabe-
—Alfa aún no vuelve y Minho está en precalentamiento, Felix, no había otra opción.
Su voz era suave, aterciopelada, por algún motivo tenía el impulso de agachar la cabeza y someterse, desnudarle la garganta para que aquel desconocido la desgarrara. El ronroneo que emanaba de Seungmin podía confirmar que no era solo Jeongin quien se veía afectado por el recién llegado.
El sonido metálico de las puertas al ser abiertas trajo consigo un espeso aroma que le llenó la nariz y lo hizo ahogarse un poco con la saliva que quiso escurrir de sus labios; eclipsaba a todos ahí, era espeso, cremoso y dulce, hizo a Jeongin arrugar la nariz cuando picó demasiado mientras sentía una mano de hierro tomarlo de la barbilla y aquel aroma difícil de definir nublaba su cabeza por completo.
Sintió las uñas clavarse en sus mejillas con fuerza, el suave ronroneo que emanó del desconocido antes de soltarlo y dirigirse a donde Seungmin se encontraba, o al menos es lo que pensó Jeongin ya que no podía ver nada.
—No huelen mucho—habló el llamado Luna.
—Creemos que usan un par de parches—respondió el alfa de aroma a menta—. Pero Changbin asegura que son alfas.
La mención de Changbin hizo que tanto Jeongin como Seungmin se removieran, queriendo lanzar dentelladas, gruñendo y buscando con el olfato al omega que les había traicionado; siempre fue muy difícil que ellos dos dejaran entrar a un tercero, en especial con esto de las castas porque juzgaban mucho el hecho de ser dos alfas conviviendo sin algún beta de por medio, y aún así tanto Seungmin como Jeongin se encontraron cómodos con la presencia de Changbin, si bien no se les hacía el tipo más brillante, era divertido y no los miraba como si fueran dos bichos raros.
La traición de aquello, aunque no supieran cuál era la causa, ardía en sus pechos, hacía que sus alfas quisieran aullar hasta desgarrarse la garganta. Jeongin sentía la necesidad de clavar sus culmillos en Changbin y desgarrarlo, haciéndolo sangrar para que sintiera el mismo dolor que ellos.
—Oh, veo que toqué una fibra sensible—Luna se burló, alejándose de ellos—. Muévanlos a la otra camioneta, ya saben que hacer. Minho me dijo que más me valía llevar a Jisung pronto.
Cuando dijo “muévanlos” Jeongin en serio pensó que les permitirían bajar y caminar hacia otro vehículo, aunque eso fue un poco crédulo de su parte por lo que se culpaba a sí mismo por sorprenderse cuando otra descarga lo recorrió y lo hizo aullar detrás de la mordaza.
Cuando saliera de ahí, iba a decirle a su madre que más valía una bala en la pierna que seguir enviando descargas a la gente.
…
Olía muy mal, es lo primero que reconoció Jeongin cuando comenzó a recuperar el control de su cuerpo; olía a humedad y a viejo, además que escuchaba el constante goteo del agua en algún lugar cercano, suponía que estaba en alguna habitación bajo el suelo por lo frío que se encontraba, no obstante cuando se atrevió a abrir los ojos parpadeó rápidamente.
Una luz fluorescente se encontraba colgando sobre su cabeza lo que le permitió ver con detalle aquella habitación, confirmando que, efectivamente, parecía estar en algún lugar bajo tierra debido a la ausencia de ventanas; las paredes eran de concreto gris tan uniforme como el suelo incómodo en el que estaba sentado; ya no estaba amordazado y amarrado por lo que le fue fácil incorporarse.
Miró a su alrededor, sus fosas nasales dilatándose en un intento de acaparar un aroma más allá del de humedad y viejo, sintiendo que una parte de él se relajaba cuando confirmó que se encontraban solos, por lo que su segunda prioridad fue despertar a Seungmin, que aún se encontraba medio aturdido cerca de él, recostado sobre su costado y con los ojos cerrados.
—Seungmin, oye—Jeongin se acercó a él, sacudiendo su brazo—. Despierta, tenemos que salir de aquí.
—Cinco minutos más—balbuceó antes de girarse para el lado contrario a donde se encontraba Jeongin.
Éste bufó, sentándose con las piernas cruzadas a su lado y mirando fijamente alrededor. Si lo poníamos en palabras claras, Jeongin consideraba aquella habitación como una enorme caja de concreto en donde los habían encerrado, lo cual era un poco humillante ya que él se consideraba una de las mentes más brillantes de NOVUS como para ahora estar descalzo, en pijama y con el cerebro convertido en pudín sin tener idea de dónde se encontraba.
Se llevó una mano al cuello y buscó a tientas el parche que seguía sobre su glándula olífera, sintiéndose al menos un poco más tranquilo al saber que su aroma seguía seguro, aún no sabía muy bien por qué le causaba nervios la idea de que alguien más lo oliera, no es como si Changbin no se hubiera familiarizado con sus aromas en todos los meses que estuvo con ellos.
Pensar en Changbin hizo que algo dentro de él se retorciera con rabia, volviendo a mirar a Seungmin dormido en el suelo, acurrucado en un ovillo mientras balbuceaba cualquier cosa entre sueños. Suponía que ya ni siquiera se podía confiar en las personas que creía conocer, debió cuestionar más a su madre cuando colocó a Changbin con ellos sin hacer más preguntas, debió notar que algo estaba mal cuando el omega no entendía el trabajo que tenían que hacer.
El sonido de la puerta siendo abierta hizo que Jeongin se apresurara a colocarse protectoramente frente a Seungmin, agazapándose sobre él mientras un gruñido comenzaba a tomar forma en su garganta, sus ojos brillando en luces rojas cuando la puerta se abrió y emanó un aroma a rosas.
Por un instante se quedó congelado, los músculos de su rostro relajándose al oler aquel aroma tan suave, rosas acompañadas del dulce de la miel entrando a aquella caja de concreto, se mantenía la puerta abierta y un halo de luz lo iluminó sólo un instante antes de que la imagen ante él tuviera sentido, Jeongin teniendo que parpadear para asimilar el rostro que tenía en frente.
Era guapo, no iba a negarlo, algo en su rostro era difícil de resistir y no sabía si era por los ojos afilados o por esos labios carnosos que parecían curvarse en una cruel sonrisa cuando los miró; su cabello era largo, apenas una melena flotando alrededor de sus hombros y de un intenso color rojo similar al de las fresas. Sin embargo, fueron sus ojos los que parecieron brillar de forma extraña, más allá del gris azulado que los coloreaba parecía haber un destello dorado que pudo haber sido causa de la luz.
Vestía una gabardina de cuero caía de sus hombros y se arrastraba hasta sus pies sobre un suéter de cuello redondo color rosa, miraba a Jeongin con cierta diversión, analizando la forma en la que se mantenía sobre Seungmin.
—Interesante—habló con voz tranquila.
Era la misma voz que escuchó cuando estaban en la camioneta, ese aroma difícil de describir inundando sus fosas nasales, habiendo agradecido que cuando ingresó al lugar las rosas fueran lo primero que distinguió, sin embargo había algo más que le daba un aura peligrosa. Jeongin sabía que era un omega, la suavidad de su aroma lo delataba, pero al mismo tiempo se sentía más que eso, tan fuerte como un alfa, en especial cuando se acercó a ellos y se puso en cuclillas.
Fue una reacción involuntaria, Jeongin volvió a ponerse a la defensiva, curvando el labio superior para mostrar los dientes mientras gruñía, haciendo que Luna se riera.
—Relájate, fiera, no quieras ponerte todo alfa conmigo.
Jeongin miró hacia la puerta, encontrando a Changbin en compañía del otro alfa desconocido; éste también tenía el cabello largo, quizá por debajo de los hombros, y era de un rubio dorado que parecía brillar bajo la luz. A pesar de que tanto él como Changbin cargaban armas, el alfa estaba un par de pasos por delante del omega.
— ¿Qué quieren? ¿Dónde estamos? —preguntó Jeongin, intentando mantenerse tranquilo—. No hemos hecho nada.
— ¿Es así? —Luna se estiró y, con delicadeza, apartó los mechones de cabello que cubrían el rostro durmiente de Seungmin—. No creo que esa chica alfa y el chico omega que fueron a molestar crean eso, que no han hecho nada.
El pánico revolvió el estómago de Jeongin, mirando cómo aquel desconocido parecía acariciar el rostro de Seungmin, un brillo depredador centelleando en sus ojos, ¿cómo sabía lo que habían hecho? ¿Los condenarían por algo que fue un accidente? ¿Siquiera valía la pena justificar sus acciones diciendo que fue un accidente?
Cuando los dedos de aquel omega se deslizaron en dirección al cuello de Seungmin, Jeongin se apresuró a tomarlo de la muñeca para detenerlo, gruñendo con los ojos encendidos mientras sus dedos se cerraban con fuerza.
—No lo toques—advirtió.
— ¿O qué? —Luna sonrió, alzando una ceja en un mudo reto—. Pequeño alfa estúpido—lo miró de pies a cabeza, bufando una risa antes de incorporarse, sacudiéndose los pantalones—. Divertido, a Alfa le encantará ponerte en regla, le divierten los rebeldes.
Se sacudió el cabello, mirándolos desde arriba como si Jeongin no fuera nada más que la mierda en la suela de su zapato, ¿cómo es que se habían metido en tantos problemas sólo porque su curiosidad fue mayor? De verdad que tenía que poner más atención en esas famosas advertencias de refranes que decían las personas mayores, estaban en algo cuando decían que la curiosidad mató al gato…
E hizo que encerraran a dos alfas.
—Quiero darles la bienvenida a nuestros invitados—aplaudió con una sonrisa—. Se quedarán con nosotros un tiempo, espero no mucho, no estamos acostumbrados a recibir visitas.
— ¿Invitados? —cuestionó Jeongin, incrédulo, levantándose para quedar a la altura de aquel sujeto, odiando que todavía fuera un poco más alto—. ¡Nos secuestraron, electrocutaron y nos tienen encerrados aquí!
—De acuerdo, invitados forzosos—Luna rodó los ojos con fastidio, agitando la mano en el aire como si espantara una mosca—. Palabras más y palabras menos.
—No tengo nada que puedan querer, déjenos volver, ni siquiera diremos que Changbin estaba involucrado.
—Tal vez sí sea necesario usar palabras más—declaró el pelirrojo, juntando las manos y llevándose los dedos índices a los labios, pensativo, antes de señalarlos—. Invitados era una palabra demasiado amigable. Son rehenes, querido. Se quedan hasta que Alfa y yo decidamos que es necesario, ¿bien? Ustedes sabrán si quieren que los tratemos como invitados o como prisioneros de guerra.
Jeongin convirtió sus manos en puños, un gruñido tomando forma en su pecho, a punto de salir a voz de grito a través de sus dientes, pero el aroma a rosas se volvió denso. Lo sintió penetrar en su sistema, inundando sus pulmones y colapsando su sistema, nublando su buen juicio, haciendo que Jeongin lo comparara como un techo de cristal que comenzaba a aplastarlo hasta que se encontró de rodillas a los pies de aquel omega.
Jadeó por aire, siendo ese su principal error porque tragó todo el aroma, las feromonas de aquel omega siento tan fuertes que casi podía sentir en la lengua el pétalo de una rosa bañado en miel, colocado ahí para que lo masticara y lo tragara, nublando su cabeza, provocando que sus ojos se desenfocar y terminará con la frente apoyada en el suelo a los pies de aquel desconocido.
—No te hago lamer el suelo porque Alfa se enojaría conmigo—advirtió el omega con un tono jovial—. Venía a presentarme ¿y me recibes con gruñidos? Eso no es muy educado, cariño. Intentemos de nuevo.
“Hola, soy Hyunjin, sólo los miembros de mi manada pueden decirme así, para ustedes siempre seré Luna y son mis invitados hasta que le diga a Alfa que tengo lo que quiero, ¿bien?
Hyunjin, porque Jeongin se negaba a llamarlo Luna en sus pensamientos, volvió a acuclillarse en el suelo, el techo de cristal manteniéndose sobre él en especial cuando sintió que una mano se enredaba en su cabello y tiraba con fuerza hasta inclinar su cabeza hacia atrás, viéndose reflejado en aquellos ojos grises con un ligero subtono azul, cabello rojo enmarcando su rostro.
Era el omega más hermoso que Jeongin había apreciado, definitivamente el tipo de Seungmin, se preguntaba si cuando despertara sentiría algo de atracción al hecho de ser secuestrado por alguien como él.
—Voy a adivinar que tú eres Jeongin—supuso, mirándolo a detalle—. Lindo, Alfa definitivamente te amará.
Un tercer gruñido los distrajo a todos, Jeongin apreciando por el rabillo del ojo cómo Changbin y el otro alfa desconocido alzaban sus armas y apuntaban a donde Seungmin se había despertado, comenzando a mirar con ojos encendidos a la forma en la que Hyunjin sujetaba a Jeongin.
Jeongin centró toda su atención en el rostro del omega que le sujetaba con fuerza del cabello, notando que sus ojos parecían brillar con reconocimiento cuando miraron a Seungmin, una sonrisa curvando sus labios mientras sus pupilas se dilataban y ese aroma aplastante que mantenía aturdido a Jeongin se volvía más…dulzón, no amenazante sino atrayente.
—Despertaste—la voz de Hyunjin se volvió más amigable, soltando a Jeongin, dejando que cayera de bruces al suelo y comenzar a toser violentamente—. Estábamos haciendo las presentaciones, habría sido una pena irme sin saber tu nombre.
Seungmin no respondió, lo cual alertó un poco a Jeongin ya que, usualmente, era su boca imprudente lo que solía meterlos en problemas cuando eran más jóvenes. Intentando recuperar el aliento, colocó ambas manos en el suelo y se incorporó, logrando sentarse sobre sus talones y mirando a donde Seungmin estaba agazapado, mirando la distancia que había entre Jeongin y el desconocido.
Al no recibir respuesta alguna, Hyunjin se incorporó, caminando hacia donde lo esperaban junto a la puerta, tomándose un momento para mirarlos sobre el hombro.
—Bueno, prisioneros de guerra será—sentenció con un dejo amargo en la voz—. Tómenlo como un castigo, piensen en lo que hicieron.
Se apresuró a salir a grandes zancadas, su gabardina ondeando a su alrededor como un par de alas negras que señalaban su despedida. El alfa rubio no se movió, esperando a que Changbin saliera primero, pero la mirada castaña del omega se encontró con ellos y tanto Jeognin como Seungmin le mostraron los colmillos en señal de desprecio, traicionados después de que le dieran la bienvenida a su pequeño grupo.
Eso hizo que el aroma de Changbin se amargara, bajando el arma y apresurándose a irse detrás de Hyunjin. El alfa rubio pareció verse afectado por el comportamiento, mirando un momento al omega con una expresión lastimera antes de dirigir de nuevo su atención a sus prisioneros de forma semi permanente.
—Idiotas—les escupió, caminando hacia la puerta—. No es como si él no se sintiera mal.
—Oh, seguro—gruñó Jeongin—. Porque es él a quien encierran aquí de forma, ¿cómo dijo? Ah sí, invitados forzosos.
El rubio bufó y se fué por donde el resto se había ido, cerrando con brusquedad la gruesa puerta metálica que se sintió como el último clavo del ataúd. Haciendo que Jeongin se dejara caer boca arriba en el suelo mientras Seungmin se acercaba a él.
Definitivamente estaban jodidos.
…
Si en algún punto de su vida le hubieran dicho que sería secuestrado por un grupo que parecía más o menos de su edad, Jeongin los habría acusado de tener Rabia y seguramente ya estaban a nada de perder la razón, sin embargo su realidad le decía que, debido a los catástrofes en el mundo que han pasado en los últimos años, ya no debería de sorprenderle que sucedieran cosas tan extrañas.
Él y Seungmin pasaron el primer día intentando encontrar un modo de salir de aquel lugar. Descubrieron que la puerta sólo podía abrirse desde afuera (ahí fue el plan A para su escape) y también que no parecía tan loco llamarla una caja de concreto cuando ni siquiera pudieron encontrar una fisura, una sola grieta que pudieran usar para echarla abajo.
Eso los llevó al plan B, donde intentarían someter a cualquiera que volviera a entrar para lograr escapar antes de que se cerrara la puerta, sólo que su plan fue frustrado cuando descubrieron que dicha puerta tenía una pequeña rejilla por la que empezaron a ponerles la comida, frustrando tan maravilloso plan que parecía haber entusiasmado a Seungmin.
Y al parecer el alfabeto terminaba ahí porque se quedaron sin ideas, comenzando a contar los días por la cantidad de veces que les pasaban la comida, no los dejaban ni siquiera salir a ducharse o algo por el estilo, y cuando Jeongin tuvo la decencia de quejarse por la falta de baño, les pasaron una cubeta.
—Esto es tan indignante—gruñó Seungmin lo que bien podría ser su quinto día en aquel lugar mientras Jeongin orinaba en el rincón en donde habían colocado la cubeta—. Huele fatal, te he visto cagar más veces de las que planeaba en una vida y no he dormido bien en seis días.
—Llevamos cinco aquí—tuvo la amabilidad de señalar, terminando de orinar y volviendo a guardar su pene en sus calzoncillos—. No te sientas el único afectado. Esa cosa tiene que cambiarse pronto si no queremos que se desborde.
—No bromeaba con ser prisioneros de guerra, ¿eh? —se mofó su amigo cuando Jeongin regresó a su lado—. Además, no dormí bien la noche en la que pensaste que era buena idea colarnos.
— ¿No vas a dejar de mencionarlo?
— ¡No! Porque fuimos estúpidos, y ahora terminamos igual que ellos.
La comparación hizo que Jeongin se estremeciera, esa culpa difícil de olvidar revolviendo su estómago y haciendo que abrazara sus rodillas con más fuerza contra su pecho; aún veía el agua teñida de carmín cuando cerraba los ojos, escuchaba los gruñidos de la chica alfa, sentía el agua empaparle.
No creía que una imagen como esa fuera a desaparecer pronto de su cabeza, ni mucho menos, suponía que eran esas decisiones que efectuamos con las que muchas veces nos toca lidiar el resto de nuestras vidas y no sólo porque nos afectan como individuos, sino porque fue algo que elegimos lo que costó la vida de alguien más, un efecto dominó. Jeongin tiró de una pieza sin pensar en todas las demás que le seguirían.
Y muchas veces se ha descubierto pensando en ese momento y sintiéndose egoísta, agradeciendo que fuera un desconocido y no él o Seungmin, que la llegada de todo ese tropel de guardias hubiera distraído lo suficiente para que pudieran escapar. Suponía que el lugar en donde estaban era castigo suficiente, su egoísmo agradeció que salieran con vida y el castigo era que ahora estaban igual que la chica.
Sintió el brazo de Seungmin pasar alrededor de sus hombros, haciéndolo suspirar y echar la cabeza hacia atrás.
—Esto apesta—susurró con la voz temblorosa, odiando que estuviera al borde del llanto—. Ni siquiera sé para qué nos quieren.
—No puedo creer que no nos diéramos cuenta de Changbin—admitió Seungmin, apretando con más fuerza a Jeongin—. No era tan estúpido como nos hacía creer.
— ¿Por qué crees que hizo esto? —preguntó con auténtica curiosidad—. ¿Necesitaban medicinas? Podríamos haber ayudado, mamá no es tan cruel.
Seungmin hizo una mueca y Jeongin suspiró, sabiendo a lo que se refería, después de todo ¿no acababan de comparar su estado actual con el de la chica alfa? Ya ni siquiera se sentían humanos en aquel momento, se sentían más como animales acorralados, encerrados y maltratados, como mascotas con dueños irresponsables que sólo esperaban que menear la cola cuando les veían.
—Bueno, tal vez sí lo sea—susurró Jeongin, derrotado—. ¿Crees que nos esté buscando?
— ¿A mí? No lo creo, ¿a ti? Es seguro—Seungmin sonrió—. Y no lo digo por el lazo sanguíneo, amigo, lo digo por el gran cerebro que te cargas.
—No sé si eso deba consolarme o no.
—Oye, al menos tienes a alguien buscándote. Sé que la única persona que me buscaría si un día desapareciera serías tú—el pelinegro se encogió de hombros—. Lo cual considero una mierda, estás aquí conmigo, ¿qué clase de contacto de emergencia eres?
—No hables como si no fueras mi primera opción cuando necesito ayuda—Jeongin le dio un ligero golpe en las costillas, sonriendo—. Apestamos como contactos de emergencia.
—Creo que somos la emergencia, necesitamos un tercer amigo.
—Seguro, eso resultó bien la última vez.
Ambos suspiraron, sintiendo la ligera punzada de la traición en sus corazones; era difícil de explicar el dolor que cargaban pero podrían compararlo como si los tres hubieran sido uno solo y de la nada les hubieran arrancado una extremidad y ahora debían de aprender a lidiar con su ausencia pretendiendo que funcionaban igual de bien, y eso en sí los molestaba porque han pasado demasiado tiempo siendo ellos dos como para que Changbin destruyera si dinámica en unos meses.
Jeongin volvió a enterrar el rostro en las rodillas mientras sentía a Seungmin suspirar. Siempre creyeron que confiar en alguien incorrecto podría meterlos en problemas pero jamás llegaron a imaginar que sería así, dejándolos en un estado tan deplorable que ni siquiera era humano pero, después de todo, ¿no habían dejado de ser enteramente humanos hace mucho?
—Te dije que había algo raro en él—murmuró Seungmin.
—No es el mejor momento para decir “te lo dije”, idiota.
—Pero es que sí te lo dije, idiota.
— ¿Por qué no dejas de ser tan condescendiente y buscas un modo de salir de aquí?
—Ah, nos metes en problemas ¿y yo debo solucionarlo?
— ¡No es como si yo le hubiera pedido a Changbin que nos secuestrara!
— ¡No habría pasado si nos hubiéramos quedado en cama!
— ¿En serio lo crees?
Ambos se habían alejado un poco cuando comenzaron a discutir, mirándose con ojos encendidos y tensos, a punto de lanzarse a la yugular del otro. No podían oler la frustración en sus aromas debido a los parches que se negaban a quitarse, pero sí que podían oler el hedor que emanaba el otro y la cubeta que se encontraba en el rincón más alejado y era suficiente para que los pusiera tan frustrados.
No había nada más poético que oler a mierda cuando la situación era clasificada como, valga la redundancia, una absoluta mierda.
Sin embargo, Jeongin en serio se cuestionaba si el haberse quedado en cama esa noche habría sido suficiente para mantenerse a salvo; ¿Seguirían en el laboratorio si al menos hubieran decidido no cuestionar? ¿Habrían intentado revisar los expedientes en lugar de colarse a donde no debían? ¿Esos agentes de seguridad seguirían con vida? ¿Estarían en casa?
Casa, hace mucho que no pensaba en esa palabra puesto que vivía en donde trabajaba, ¿su habitación en aquella residencia era su casa? Parecía patético pensarlo así, pero después de todo era donde estaba su madre, la única familia (además de Seungmin) que le quedaba.
—Me gustaría creer que habría bastado con habernos quedado en cama esa noche—admitió Seungmin, un poco más tranquilo.
—Sí, lo entiendo.
La rejilla de la puerta volvió a abrirse y entró otra bandeja de comida, habían aprendido a dejar la vacía cerca de ella para que las recogieran, o quizá había sido una respuesta natural lo que les hizo dejar las cosas ahí cuando terminaban de comer. Había dos cuencos humeantes de comida y un par de galletas acompañados de dos botellas de agua.
Seungmin se acercó a la bandeja una vez que la rejilla se había cerrado detrás de su comida. Lo admitía, ninguno se quejaba, la comida era deliciosa y esas cosas, pero al menos Jeongin deseaba probarla en una mesa y no como un prisionero.
Vio a Seungmin tomar una de las galletas cuando regresaba, apenas dándole un mordisco antes de que mirara a Jeongin de forma significativa, parpadeando lentamente. El alfa pelirrojo frunció el ceño, confundido, ladeando la cabeza hacia un costado sin entender muy bien qué quería decir.
Seungmin masticó la mitad de la galleta, haciendo malabares con la charola.
—Al parecer son fideos calientes con pollo—anunció.
El estruendo de la vajilla rompiéndose en el suelo resonó por todo el lugar, un grito de terror desgarrando la garganta de Jeongin cuando vio a su mejor amigo colapsar en el suelo entre convulsiones, pidiendo ayuda a gritos mientras corría a auxiliarlo, apresurándose a colocarlo sobre su costado.
— ¡Seungmin, ¿qué pasó?! —gritó, viendo la saliva comenzar a salir de sus labios y a volverse espuma—. ¡AYUDA! POR FAVOR.
Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Jeongin, aterrado de perder a Seungmin en ese momento porque entonces definitivamente se quedaría solo, ¿siquiera a ellos les importaría si Seungmin moría ahí? ¿Dejarían a Jeongin con su cuerpo hasta que decidieran que ha dejado de ser útil?
Sollozó, volviendo a gritar por ayuda cuando los ojos de Seungmin se pusieron en blanco. Su lobo comenzó a inquietarse, sintiéndolo a flor de piel, permitiendo que Jeongin echara la cabeza hacia atrás y un aullido emanara de sus labios, tan fuerte que por un momento pudo imaginar que el concreto vibraba bajo sus rodillas y se partía a la mitad.
La puerta se abrió con un estruendo, Changbin y el alfa rubio apareciendo en la entrada mirándolos sin comprender, con rostros asustados al haber escuchado tal aullido. Notaron la escena frente a ellos, dudando un segundo antes de que Changbin se apresurara a llegar a Jeongin.
— ¿Qué pasó? —preguntó en un tono extrañamente profesional, distante.
—No sé—sollozó Jeongin, desesperado—. Él…él comió una galleta y colapsó, ¡ustedes le hicieron esto, ¿no es así?! ¡¿Planeaban matarnos?! ¡Ahora Seungminnie va a morir!
—Si los quisiéramos muertos, los habríamos matado hace mucho—gruñó el alfa en la puerta.
Jeongin ni siquiera tuvo la fuerza necesaria para gruñir, más preocupado de mantener a Seungmin con vida.
—Felix, necesito que vayas a mi oficina y traigas el medicamento contra alergia. Creo que es una reacción a algo en la galleta, ¿Seungmin sufre de convulsiones?
—No—susurró Jeongin.
—La galleta tiene nuez, puede ser una alergia severa, ¿Seungmin es alérgico a las nueces?
No .
Jeongin quiso decirlo en voz alta, aclarar que Seungmin es capaz de comerse un pudín de nuez él solo sin pestañear así que una galleta no era nada, pero algo en la expresión de su mejor amigo antes de colapsar lo detuvo, dudando durante un instante de si realmente estaba muriendo o Seungmin era un maravilloso actor, ¿alérgico a la nuez?
—Lo es—sollozó, mirando a donde el ahora llamado Felix se encontraba—. No puede estar cerca sin que se le cierre las vías respiratorias y tragó un pedazo de ella, ¡lo van a matar!
— ¡Felix, traeme la medicina ahora! ¡Luna se va a enojar si lo dejamos morir!
Felix pareció luchar contra la idea de dejar a Changbin solo con dos alfas, pero al ver el rostro lloroso de Jeongin decidió que valía la pena arriesgarse, corriendo por el pasillo en dirección a donde Changbin lo había mandado, dejando la puerta abierta de par en par.
Miró hacia el rostro de Seungmin, demasiado metido en su papel.
Eres un idiota, pero voy a regresar por ti.
Notó como la comisura de sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa, apenas perceptible para quien estuviera buscándola, como si hubiera escuchado las palabras de Jeongin a pesar de no decirlas en voz alta.
Se aseguró que Changbin estuviera enfocado en Seungmin, levantándose con la excusa de darle más espacio. No tenía demasiado tiempo, Felix podría volver en cualquier momento, y aunque sentía que lo partía a la mitad la idea de dejar atrás a Seungmin, tenía que hacerlo por lo que éste lo miró una última vez, jurando que regresaría a buscarlo con todo un escuadrón de agentes para regresar cada cosa que le hicieran en su ausencia, antes de deslizarse silenciosamente por la entrada.
Cuando traspasó el umbral supo que no podría regresar la vista atrás, al menos no aún, así que corrió por el pasillo, apenas registrando la estructura del lugar, oliendo débilmente el aire para distinguir que en cruce de pasillos Felix había ido hacia la izquierda por lo que Jeongin tomó el de la derecha y siguió corriendo.
Los parches tenían una duración de 15 días adheridos en la piel a no ser que se arranquen, por lo que Jeongin iba a aprovechar al máximo la ausencia de su aroma para poder llegar lo más lejos que pudiera. Si su madre lo estaba buscando entonces tendría escuadrones desperdigados por todos lados capacitados para captar al menos el más leve vestigio de olor de Jeongin.
Logró llegar a una pared y, a la izquierda, vio unas escaleras que llevaban al piso superior, se apresuró a subirlas en dos en dos, la cuenta regresiva corriendo sobre su cabeza en números rojos, tenía la necesidad de mirar sobre su hombro para asegurarse de que nadie lo seguía pero sería arriesgarse demasiado.
Llegó a la puerta y la abrió con facilidad, agradeciendo que no fueran tan paranoicos como para ponerle seguro, atravesándola a trompicones y sintiendo que traspasaba un portal a una realidad alterna.
Era una cocina pintoresca, un poco rústica, con cortinas de olanes rosas, una mesa de madera con sillas un tanto desiguales, electrodomesticos algo viejos que daban la apariencia de pertenecer a otra época. A través de la ventana veía un bosque extendiéndose más allá del jardín.
Jeongin se apresuró a cerrar la puerta y colocar el seguro, por si acaso colocando una silla contra ella esperando que fuera suficiente obstáculo. Agudizó el oído y respiró con profundidad, moviéndose con lentitud por el lugar para salir hacia la puerta. Escuchaba pisadas en alguna habitación de arriba, pequeños murmullos de una conversación difícil de descifrar.
Logró llegar a la entrada de la cocina y miró a su alrededor, considerando aquel lugar una casa en la que seguramente le gustaría vivir si el mundo fuera otro. Era amplia una vez que llegabas al recibidor, se abría en una enorme sala con 3 sofás y un comedor con una mesa mucho más grande y elegante con sillas pesadas. Había ventanales en toda la pared sur que daban la vista a un río que cruzaba más allá del jardín y, más allá de él, más bosque.
Una escalera en forma de caracol se extendía ante Jeongin, pero a un lado de esta, por un pequeño pasillo, se encontraba la puerta de salida por lo que se apresuró a caminar hacia ella. Su corazón latía a toda velocidad a punto de explotar en su pecho, las palmas de sus manos se cubrían de sudor a cada paso que daba, apenas registrando el suelo frío de madera bajo sus pies.
El estruendo de una puerta siendo abierta lo alertó de que el tiempo se terminaba, escuchó los pasos del piso superior así que Jeongin corrió hacia la salida, abriendo la puerta de un tirón y echándose a correr por el camino de entrada, sabiendo que no podía seguir el empedrado porque sabrían que lo haría así que atravesó como una flecha en línea recta y se adentró en el bosque.
Detrás de él escuchó un aullido, agudo y débil que le puso los pelos de punta.
Necesito volver, necesito saber cómo volver.
Quería dejar su aroma en los árboles para poder rastrear el camino más tarde, pero eso haría muy arriesgado que lo alcanzaran más rápido así que decidió acercarse a donde escuchaba el río correr pero sin salir del bosque, tropezando con raíces, sintiendo que la planta de sus pies se cortaba y se abría, sangrando sobre la tierra, ardiendo y haciendo que cada paso que daba lejos de Seungmin doliera aún más.
Probablemente se perdería si no se detenía un momento para orientarse, pero se arriesgaría demasiado así que necesitaba poner toda la distancia posible entre ellos antes de siquiera pensar en detenerse.
Jadeaba, debilitado, pero poniendo toda su fuerza en correr a través de los árboles, intentando encontrar lo más llano del suelo para no fracturarse, sería lo último que necesitaba. Un segundo aullido sonó en el bosque, lejano, poniéndole los vellos de punta y haciendo que se mordiera la lengua cuando su alfa tuvo la necesidad de responder.
Tenía que seguir corriendo, Seungmin dependía de ello.
Lo olió un segundo antes de sentirlo, haciendo que Jeongin tropezara un segundo antes de que una fuerza de la naturaleza le cayera encima, haciendo que sus dientes chasquear en el aire y se retorciera, gruñendo y vociferando, su alfa tomando control de él mientras miraba con luces rojas el mundo, sus dedos clavándose en al tierra en un intento de escapar de quien lo tackleó con fuerza.
Pateó, rasguñó, se arrastró por el barro antes de que una mano se cerrará alrededor de su tobillo y tirara de él, dándole la vuelta para ponerlo sobre su espalda, el pánico latiendo a toda velocidad en su pecho a punto de hacerlo gritar cuando una mano se cerró alrededor de su garganta y, sobre él, aparecieron unos ojos grises brillando con picardía mientras mechones de desordenado cabello azul le cubrían la frente.
Jeongin dejó de luchar durante un momento, aturdido, el aroma a chocolate y tabaco envolviéndolo mientras aquel alfa se inclinaba sobre él con una enorme sonrisa.
—Hola, cariño. Me alegra volverte a ver.
Notes:
Lo admito, lo de la cubeta para hacer del baño pasó porque olvidé colocarlo cuando describí el lugar así que tuve que improvisar JAJAJAJA pido perdón, fue como que asqueroso pero al mismo tiempo se entendía el pedo en el que estaban metidos
Pero bueno, QUIERO ADMITIR que sé que Luna, en el omegaverse, tiene un significado especial y, como sabemos, este omegaverse no es tan tradicional así que el hecho de que a Hyunjin le digan Luna se debe, más que nada, al rango que tiene dentro de su manada <3
Anyway, espero que les haya gustado y lamento la tardanza, espero que pronto pueda sentarme a escribir durante más tiempo sin sentir que me estoy quedando dormida
GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 6: Manada.
Notes:
Me emocioné un poquito, lo siento, estoy intentando que tenga sentido así que espero que esto se entienda jsjsjs
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Jeongin caminaba por el bosque, sorprendido y decepcionado a partes iguales de no haber llegado demasiado lejos antes de que lo alcanzaran; tenía las manos sujetas en la espalda por el cinturón de aquel alfa, cuyo aroma lo hizo dócil apenas ejerció algo de fuerza en él, arrastrándolo de regreso por el bosque con brusquedad.
No habló a pesar de que el alfa parecía ser muy conversador. Hablaba sobre cómo el río se extendía por kilómetros, o que cruzándose tenían un huerto, también habló de algunos osos y cosas que a Jeongin no le interesaban si no iban a ayudarlo a volver a casa, por el contrario aquel alfa, a quien su madre hace unos días había llamado Chan, le describía el lugar como si esperara que Jeongin estuviera más tiempo ahí.
Cuando los árboles comenzaron a volverse más escasos y les dieron la bienvenida a un jardín, Jeongin se frenó en el acto, su corazón latiendo de forma desbocada en su pecho a punto de explotar mientras la mano que iba dirigiéndolo del brazo se cerraba con más fuerza a su alrededor incitándolo a caminar, Jeongin clavando los pies en el suelo y negado a moverse.
Ese hombre que lo sujetaba con tanta fuerza había estado ese día en la oficina de su madre, había sido la causa por la que él y Seungmin habían bajado al séptimo piso, (vale, que fue su idiotez y no el sujeto en cuestión). Él sonreía, su madre le hablaba con familiaridad, y ahora estaba ahí en medio de la nada con…
La casa que se alzaba ante ellos era de aspecto victoriano, sus ventanas eran tan grandes que parecían puertas, techos a dos aguas de un deslavado azul, más grande de lo que parecía por dentro, pero fue su puerta abriéndose lo que detuvo los pensamientos de Jeongin, tensándose cuando un fuerte aroma a menta y chocolate le golpeó la nariz.
Sin embargo, el dulzor de algo más lo hizo mirar con atención a las dos personas que bajaban corriendo las escaleras, deteniéndose al pie de éstas cuando notaron la presencia de Jeongin y el alfa de cabello azul. Los ojos de Jeongin se vieron atraídos de forma irremediable al rostro desconocido, sus fosas nasales dilatándose para olerlo, sintiendo que la boca se le hacía agua.
Algún postre demasiado dulce, con exceso de caramelo y un toque de mermelada, pero también parecía estar un poco eclipsado con ese sútil toque de menta que hizo a Jeongin arrugar la nariz; un omega con un rostro que parecía tallado, afilado pero con ojos felinos brillantes, cabello castaño rojizo que caía de forma empalmezada por su frente. Usaba apenas un par de calzoncillos y una camisa que le caía por el hombro, a comparación del alfa que se colocaba protectoramente frente a él que sólo usaba unos pants deportivos.
—Alfa—hablaron los dos, mirando hacia abajo.
— ¿Dónde está Hyunjin?
La voz del alfa retumbó de forma brusca, una orden ladrada, aprovechando el mutismo de Jeongin para arrastrarlo hacia la casa. La fuerza de su agarre probablemente le deje moretones por días, pero suponía que si iba a regresar con el rabo entre las patas, tener moretones en el brazo sería el menor de sus problemas.
—En el bosque—anunció el alfa—. Lo sentimos, Minho y yo estábamos en-
—Lo sé, Jisung, puedo olerlo—el Alfa, Chan, se detuvo frente a ellos y tomó al omega de la barbilla para que lo mirara—. ¿Estás en tiempo refractario?
—Sí. Puedo ayudar un momento, íbamos a salir a buscarlo apenas Felix gritó.
Chan miró hacia el alfa llamado Jisung, soltando al omega y frunciendo el ceño.
— ¿Ibas a permitir que tu omega se perdiera en el bosque cuando está en celo, Jisung?
—Claro que no, Minho es terco, no quiso quedarse.
—Eres su alfa, claro que no querría quedarse en celo sin su alfa.
Los ojos de Jeongin se dirigieron hacia los dos hombres con ellos, mirando ávidamente uno y otro en espera de recopilar información para cuando lograra salir. Jisung no parecía muy alto, pero era fuerte, tenía un buen físico si sus brazos abultados y lo grande de su pecho significaba algo, aunque su cintura era estrecha y su cabello caía desordenado por su rostro hasta sus mejillas; había un tatuaje por todo un costado de su torso y otro en su pecho.
El omega parecía ser la otra cara de la moneda pues era incluso más fornido que el alfa, muslos gruesos y pómulos afilados a diferencia de las mejillas grandes del alfa. Parecía permitir que su compañero se colocara frente a él, aunque Jeongin podía jurar que era mucho más fuerte que el otro. Sin embargo, lo que más sobresalía de ambos eran las marcas en su glándula olífera, mordidas que parecían haber sido hechas por un animal a punto de arrancarles la piel, aunque ya habían cicatrizado y parecían algo sacado de una vieja película de terror.
—Minho, vuelve a tu nido—ordenó el alfa, tirando de Jeongin escaleras arriba hacia la entrada—. Lo que menos quiero es a dos alfas desconocidos peleando con Jisung por un omega.
—Puedo defenderme—gruñó el tal Minho, malhumorado.
—No quiero que los toquen, ¿de acuerdo?
Parecía una petición, pero hasta Jeongin sintió vibrar la orden en su interior, teniendo el impulso de agachar la cabeza y desnudar el cuello, tal y como hicieron aquel par antes de que el alfa tirara con más fuerza de Jeongin y lo obligara a caminar deprisa por el mismo recorrido que hace solo unos instantes había recorrido lleno de esperanza.
Atravesaron la cocina, el aroma a chocolate y tabaco volviéndose cada vez más intenso mientras se dirigían a las escaleras, provocando que Jeongin se volviera un poco más desesperado, intentando liberar de su prisión sus manos, clavando los pies en el suelo, luchando contra el avance porque sentía que aquella casa colapsaría sobre ellos si se atrevía a bajar un escalón.
—Eres muy inquieto—se quejó Chan, gruñendo.
Jeongin respondió con un rugido que fue silenciado cuando Chan lo alzó y se lo echó al hombro, manteniendo un brazo sujetándolo detrás de las rodillas mientras el resto de su cuerpo colgaba boca abajo. Vio bajar escaleras infinitas antes de andar por el mismo pasillo que recorrió Jeongin, recorriendo lo que hace unos momentos se sintió eterno en cuestión de segundos.
El aroma a vino y chupachups los recibió cuando ingresaron de nuevo a lo que había sido su prisión, también estaba acompañado del agrio aroma de orines y la meirda que tenían en una maldita cubeta, pero eso era lo de menos para Jeongin, que fue colocado con delicadeza en el suelo, girado para desatarle las manos.
Changbin y el tal Felix estaban ahí custodiando a un Seungmin que se encontraba de piernas cruzadas sobre el suelo. Sin embargo, la visión de Jeongin se tiñó de rojo al ver la sangre escurrir desde su ceja y el labio de su mejor amigo, rugiendo en dirección a los dos hombres que lo custodiaban.
Sintió una mano en su cuello para detenerlo pero eso fue todo lo que necesitó, permitiendo que su alfa tomara el control de su cuerpo, nublando su juicio. Fue como si Jeongin se fuera a alguna aparte de su cerebro mientras su alfa tomaba el control, furioso de ver a alguien tan importante, alguien de su familia, herido de esa forma, con el aroma de su sangre nublando su razonamiento al igual que el frenesí de los tiburones.
Se dio la vuelta y enfrentó al alfa de cabello azul, gruñendo, éste pareció sonreír durante un momento antes de que la pelea se desatara, gruñidos y rasguños, Jeongin rodando por el suelo mientras escuchaba a Seungmin llamarlo con desesperación. Sin embargo no se rindió, se negaba a ser un alfa débil que no puede cuidar a su manada, que no podía sacarlos de ahí ni ponerlos a salvo de una persona que profanó el lugar que creían seguro.
No obstante, tan rápido como comenzó llegó a su final, fue colocado bruscamente en el suelo boca abajo, su cabeza golpeando el concreto mientras una mano se cerraba alrededor de su garganta para mantenerlo quieto y un rugido llenaba sus oídos, tan fuerte que terminó por vibrar en sus huesos, el aroma a chocolate envolviéndolo sintiéndose que el tabaco llenaba sus fosas nasales haciéndolo jadear, cayendo laxo en el suelo mientras respiraba por la boca y sus ojos se desenfocaban.
La presión en su cuello se mantuvo unos segundos más, sintió el cuerpo que se alzaba sobre él hasta inclinarse y presionar su nariz contra la mejilla de Jeongin.
— ¿A dónde se fue tu aroma a café? —preguntó en voz baja, su voz sonando como si tuviera la boca llena de dientes—. Responde, cariño, si no quieres que te haga responder.
Jeongin estuvo tentado a quedarse callado, averiguar qué podía hacer para hacerle hablar, pero algo dentro de él consideró horrible no responder a Alfa por lo que tragó saliva y suspiró.
—Bloqueadores—habló con voz rasposa—. Parches, los usamos para bloquear el aroma.
Chan tarareó, dejando libre a Jeongin. a éste le tomó un par de segundos más poder arrastrarse a donde se encontraba Seungmin, sentándose con la espalda contra la pared y ambos acoplándose al costado del otro mientras Changbin y Felix se mantenían a sus costados.
—Eres horrible como único héroe—se quejó Seungmin en voz baja al ver a Jeongin—. Podrías correr un poco más rápido en esta ocasión, para variar.
—Me lo dices tú, te quedaste y estás más golpeado que yo—señaló Jeongin con el ceño fruncido—. Pudiste correr detrás de mí.
—Ah, eso. No fue por escapar, fue por no callarme la boca.
Un gruñido emanando de uno de sus costados hizo que Jeongin mirara al alfa rubio y pecoso que seguía mirando a Seungmin como si fuera lo peor que le ha pasado; ahora que lo miraba con atención, podía notar la zona enrojecida de uno de sus pómulos como si hubiera recibido un puñetazo.
—Creí haber dado indicaciones de no tocarlos—señaló Chan, acercándose a ambos alfas acorralados y colocándose de cuclillas—. Hyunjin no se pondrá contento, sabes que tiene debilidad por las cosas bonitas.
—Coqueteó con Changbin—gruñó Felix, un olor a especias agriando el vino que emanaba de él.
—Bueno, que sea lindo no significa inteligente—repuso Chan, sonriendo de forma ladina—. Ve a buscar a Hyunjin. No tenía que haber salido, ni mucho menos dejarlos solos con dos alfas con tendencias a la estupidez.
Jeongin y Seungmin lo miraron ligeramente ofendidos, después de todo eran las mentes brillantes en NOVUS como para que aquel desconocido los considerara estúpidos. Que bien, sí estaban teniendo tendencias a cometer actos imprudentes, pero no por eso eran idiotas, muchas gracias.
Felix dudó un segundo en obedecer, mirando a Changbin y luego a Chan, como si tuviera cierta reticencia a perder al omega de su vista, pero bastó una simple mirada del alfa de cabello azul para obedecer, asintiendo y caminando hacia la salida.
—Tienes un compañero bastante protector—murmuró Chan a Changbin, quien sólo se encogió de hombros con una pequeña sonrisa—. No puede ir golpeando gente sólo por mirarte.
—En su defensa, no sólo fue eso. Seungmin volvió a mencionar lo de querer pasar una rutina conmigo.
Desde las escaleras emanó un rugido que hizo a Chan reír; por un momento, los ojos de Jeongin se vieron atraídos hacia él, sintiendo que el dulzor del chocolate se asentaba en el paladar y podía saborearlo. Ahora que estaban más cerca y no había un shock inicial, Jeongin pudo apreciar a detalle, desde la forma en la que su cabello azul caía por su frente y sus ojos grises parecían brillar con miles de secretos a la par que una silenciosa advertencia depredadora.
—Ve arriba con él—pidió Chan, volviendo su atención a ambos alfas—. Necesito hablar con nuestros invitados.
En serio que aquellos hombres tenían muy mal concepto de la palabra “invitado”.
Changbin asintió, mirando una última vez a quienes habían sido sus amigos por meses, pero éstos se negaron a regresarle la cortesía, aún sintiendo esa herida supurante en ellos causada por la traición de Changbin.
El omega desapareció por donde su alfa había ido, dejando que aquel desconocido se quedara con ellos. Si fuera cualquier otro, Jeongin tendría la certeza de que tanto él como Seungmin podrían someterlo y volver a escapar, pero ese techo de cristal que había aparecido con el omega Luna volvía ahora con el Alfa, sia caso mucho más pesado, manteniéndolos quietos pues ninguno de los hombres armados que había estado en la habitación dudó en dejar solo al alfa con dos prisioneros en plena forma física.
Bueno, olvida eso último. Seungmin seguía sangrando y Jeongin sentía la planta de los pies en rojo vivo.
—Lamento esta brusca presentación, no estaba en mis planes llegar y ver a uno de mis invitados corriendo por el bosque.
—Ser invitado significa que me preguntaron si quería venir—respondió Seungmin con voz cortante—. Lamento decirlo, pero creo que olvidaron enviar dicha invitación.
Los ojos grises de Chan se enfocaron en Seungmin de forma rápida, haciendo que su amigo se atragantara con sus palabras al ser objeto de tanta intensidad, comenzando a acurrucarse contra Jeongin en un intento de escapar, o usarlo de carnada.
—Supongo que nos disculpamos por evadir ciertas formalidades—se burló Chan antes de volver a mirar a Jeongin—. Doctor Kim Jeongin.
Jeongin intentó mantenerse impasible, aparentar frialdad mientras miraba aquel rostro, pero el dulzor de su aroma también le hacía bajar la guardia pues lo atraía como el canto de una sirena, quería doblegarse ante él, enterrar el rostro en su cuello e inhalar el chocolate.
—Me temo que estoy en desventaja—susurró Jeongin, sintiendo la voz rasposa pero manteniendo la mirada del alfa.
—Oh, tienes razón, Heejoo no tuvo la decencia de presentarnos—se burló, aclarándose la garganta antes de extenderle el brazo—. Mi nombre es Chan, un placer.
Tanto Jeongin como Seungmin miraron la mano extendida hacia ellos, esperando ser estrechada, pero ninguno haciendo el amago de tomarla. Su acción, más que ofender a Chan, parecía divertirle por lo que sólo volvió a bajar la mano.
Su rostro adoptó una expresión más seria, sus fosas nasales dilatándose en un intento de oler a los alfas con él pero Jeongin sabía que sus intentos se verían frustrados pues los parches seguían adheridos en su lugar, aunque quería saber por qué Chan parecía tan molesto por no poder distinguir su aroma cuando lo olió.
—Me mintió, doctor Kim—señaló Chan, apuntándole con el dedo índice—. Dijo que Dawson era la mente maestra de LICAÓN.
Todos los colores desaparecieron del rostro de Jeongin, tensándose como una vara contra el muro en espera de poder desaparecer en en ella, formar parte del concreto, que aquella casa colapsara sobre ellos y los enterrara en sus escombros antes de siquiera decir una palabra más.
Su madre se había esforzado en hacer ver a Dawson como la mente maestra detrás de todo su medicamento por este tipo de situaciones, no es como si Jeongin considerara que el mundo había avanzado lo suficiente como para intentar codiciar a alguien que supiera de medicina, pero Heejoo le había dicho que hay suficientes comunidades establecidas de manera diplomática que querrían tener su propio científico bioquímico para ser los principales distribuidores de medicina y NOVUS era la única empresa que ya hacía cosas para las castas.
Fue así que aceptaron que en el sistema, Jeongin figuraría con el mismo apellido que Seungmin, además que Dawson se llevaría todo el crédito de su trabajo, y hubo una parte del joven alfa que pensó que su madre lo hacía porque era su único hijo, Seungmin decía que lo hizo para proteger su fuente de ingresos.
Nadie sabía que Jeongin y Seungmin eran quienes estaban detrás de todos los grandes descubrimientos y avances de NOVUS más que Heejoo, aunque ambos terminaron por decirle a-
—Hijo de puta—gruñó Seungmin al mismo tiempo que a Jeongin entendía que la habían cagado—. Maldito Changbin. Voy a matarlo.
—No me gusta que amenacen a gente de mi manada—advirtió Chan en tono cortante.
— ¿Manada? —repitió Jeongin, temeroso—. ¿Tienen la Rabia? ¿Por eso nos han traído? ¿Están buscando la cura?
Algo en su cuestionamiento hizo que los ojos de Chan brillarán en una chispa de incredulidad y curiosidad, la comisura de sus labios alzándose levemente, como si Jeongin fuera un niño pequeño preguntando algo tan obvio que le causaba ternura, lo cual era todo lo contrario.
El aroma a rosas emanando del pasillo hizo que Seungmin mirara con interés sobre el hombro de Chan segundos antes de que el sonido de pies descalzos resonara sobre el suelo y un pelirrojo vestido con una sudadera azul y pantalones de chándal apareciera en la entrada, sus ojos vagando por los platos tirados, el alfa de cabello azul antes de detenerse en los rostros de los alfas desconocidos.
— ¿Qué le pasó en la cara? —fue lo primero que dijo con el ceño fruncido.
—Al parecer, Felix decidió que le vendría bien un par de accesorios—se mofó Chan, tomando a Seungmin de la barbilla y mirando en todos los ángulos para analizar la gravedad de sus heridas—. Creo que hasta cierto punto se controló, sólo se aseguró de golpear en los lugares donde sangran más.
El omega no parecía muy contento con tal declaración, pero tampoco dijo nada más ni hizo el intento de acercarse.
— ¿Cuándo volviste? —preguntó Hyunjin, cruzándose de brazos y manteniéndose en la entrada.
—Hace unos 20 minutos, cuando cierto alfa importante corría por el bosque—Chan se incorporó, estirando los brazos para tronar su espalda antes de regresar su atención hacia Hyunjin—. ¿Por qué estabas en el bosque? Sabes que no me gusta que salgas cuando yo no estoy, tenías que quedarte.
— ¡Estaba todo controlado!
— ¿Lo estaba? Perseguí a Jeongin cerca del arroyo y Felix casi le rompe la nariz al otro. Minho está en celo, Jisung está con él, ¿y se te ocurre dejar solos a Felix y Changbin a cargo de los dos prisioneros?
—Ah, ¿ya ves que no somos invitados? —Seungmin dijo esas palabras para Jeongin, ganándose un codazo en las costillas para callarlo.
Hyunjin puso los ojos en blanco, el aroma a rosas emanando de él a oleadas, entrelazándose con el chocolate de tal manera que hizo a Jeongin sentir algo de arcadas pues era tal la intensidad de los aromas que comenzaba a revolverle el estómago.
—Creo que voy a vomitar—susurró Jeongin, cubriéndose la boca y la nariz para intentar oler lo menos posible.
—Oye no, lo que menos necesito además de oler tu mierda, es oler tu vomito—advirtió Seungmin en voz baja, alejándose un poco de él.
—No me hables como si fuera uno de tus perritos falderos, Chan—advirtió Hyunjin, dando un par de pasos al frente y señalándole con un dedo—. Valgo tanto como tú, no te atrevas a darme órdenes.
—No son órdenes, Hyunjin, son peticiones—Chan apartó la mano que lo señalaba—. Tenemos a la mente maestra de NOVUS, ¿sabes lo difícil que fue regresar sin que quisiera mandarme con guardias? Está vuelta loca, no puedes dejar la casa, no sé qué tanto alcance pueda tener por acá.
Jeongin los miró con reconocimiento, alzando una ceja mientras prestaba atención a aquella discusión, adivinando que no habían sido víctimas de oportunidad como habría deseado sino que todo aquello había sido planeado y, si Seungmin y Jeongin hubieran mantenido la boca cerrada, sería Dawson el primer objetivo.
Ahora tenía más lógica la reacción de Changbin cuando se enteró que eran ellos quienes estaban detrás de todo y Dawson era una pantalla; ¿su madre de verdad estaba buscándolo? ¿Habría hecho lo mismo si a quien se hubieran llevado hubiera sido Dawson? ¿Lo buscaba porque era su hijo o porque era el único que tenía el conocimiento básico para LICAÓN?
—Te dije que te buscarían a ti antes que a mí—susurró Seungmin por lo bajo mientras Chan y Hyunjin seguían discutiendo.
—Estaba decidido a volver por ti—aseguró Jeongin con el ceño fruncido.
—Hubiera deseado que fuera con ayuda, no con el alfa de todo este asunto—se lamentó el pelinegro, sonriendo cuando Jeongin le enseñó los dientes.
—De acuerdo, sugiero que para la otra tú huyas y yo me quedo a hacer una distracción.
—Dile al tal Felix que quieres follar con Changbin, se enoja muy rápido y es suficiente distracción.
Jeongin sacudió la cabeza, regresando su atención hacia la pareja que estaba ante ellos, notando que ya ni siquiera hablaban, solo se miraban el uno al otro fijamente. Se preguntó si acaso eran compañeros también, tendría sentido ya que sus castas parecían ser las más fuertes, ¿Hyunjin también tendría un 89% en su genoma depredador? Tendría sentido al poseer una presencia tan abrumadora, era tan fuerte como un alfa.
Parecía que por estar platicando con Seungmin se había perdido el resto de la discusión puesto que ninguno de aquel par dijo más, Hyunjin sólo suspiró y fue a donde Felix había dejado el botiquín cuando Changbin se lo había pedido, tomando algunas cosas antes de caminar directamente a donde Seungmin se encontraba. Se acuclilló a su lado y lo tomó de la barbilla con fuerza, Jeongin gruñéndole al verlo tan cerca de su amigo.
—Cálmate, sólo quiero limpiarlo—advirtió Hyunjin, mirando a detalle las heridas de Seungmin—. Dile a Felix que si va a pegarle, sea lejos de la cara. Sabes que me gustan las cosas lindas.
—Intentaré pasar el mensaje—asintió Chan, cruzándose de brazos y manteniéndose de pie mientras Hyunjin comenzaba a limpiar las heridas de Seungmin—. De acuerdo entonces. Volvemos a lo importante, doctor Kim.
—Me gustaba la otra conversación donde no me preguntabas nada—susurró Jeongin, alzando los hombros hasta sus orejas.
—Divertido, sigues creyendo que tienes opción—Chan sonrió antes de volver a ponerse serio—. LICAÓN.
— ¿Qué pasa con eso?
—Quiero saber todo acerca de ello. Cuál es su intención, las bases, qué hace, todo lo que haya que saber de LICAÓN me lo vas a decir.
—Ah mira, que el chismoso es Changbin y no nosotros—repuso Seungmin, siseando cuando Hyunjin presionó un algodón con antiséptico en su labio—. De hecho, deberías mandarlo a llamar, tengo unas cuántas cosas que decirle al maldito traidor.
— ¿Les afectó lo de Changbin?
— ¿Qué sí nos afectó? —Seungmin apartó a Hyunjin y se puso de pie, enfrentando a Chan—. Estoy en una maldita bóveda oliendo mi mierda y la de mi amigo, todo porque alguien decidió ¿qué? ¿Saber los secretos del mundo de una maldita inyección que aún no está en el mercado? Si Changbin era su infiltrado, puede informarles de lo mismo que nosotros.
Chan lo miró con ojos entrecerrados y Jeongin tuvo que admitir que admiraba la forma en la que Seungmin se mantuvo impasible, aunque el ligero temblor en sus dedos delató lo nervioso que estaba; no bromeaban cuando decían que era su boca lo que les metía en problemas, su amigo nunca sabía cuando callarse.
Jeongin, con las piernas aún un poco temblorosas y el dolor en sus pies, se levantó y tiró de Seungmin hacia atrás, colocándose entre él y Chan.
—Sabemos lo mismo que Changbin sobre LICAÓN, no te servimos de nada—sentenció.
—Por alguna razón, difiero—Chan se acercó a él, acariciando su barbilla—. Sabes cómo hacerla, ¿no es así? Y tienes a los dos donantes aquí presentes, decididos a darte las muestras que necesites para hacerla.
Jeongin comenzó a respirar de forma acelerada, sintiendo la tensión de su columna, la sensación de inminente peligro acechando sobre él, sabiendo que sin importar qué tan rápido corriera, Chan iba a encontrarlo y a traerlo de regreso.
LICAÓN sólo era una medicina para erradicar la Rabia, entendería si ellos estaban enfermos y querían el tratamiento ya para librarse, pero si era tan cercano a su madre, ¿no pudo haberla pedido directamente a Heejoo? Después de todo parecían conocerse, ahora se preguntaba si realmente lo hacían, Chan acababa de decir que ella estaba vuelta loca buscándolos, ¿sabría que es el hijo de Heejoo? Lo dudaba, le había llamado doctor Kim.
—No haré ni una mierda para ti—susurró, sorprendido con la firmeza de su voz.
—No te estoy preguntando, Jeongin—susurró Chan, acercándose hasta que sus narices se rozaron—. Lo harás para mí por las buenas o por las malas, ¿entendido?
—Entonces tendrá que ser por las malas.
Chan sonrió y sus ojos, durante un momento, parecieron centellear en luces doradas, aceptando el reto que acaba de lanzarle, haciendo que Jeongin sintiera una condena de muerte.
…
Había un salón que ellos denominaban “sala de reuniones” que, en otra vida fue un gran comedor para cenas elegantes. Actualmente se encontraba algo lleno ya que todos se encontraban sentados en sus respectivos lugares mientras esperaban a que el anuncio comenzará.
Hyunjin estaba sentado en la silla de Chan, con los pies arriba del asiento y un block de dibujo apoyado en sus rodillas mientras dibujaba de forma distraída los destellos de ese pedazo de bosque que visitó hace un par de días; le gustaba escaparse de aquel lugar para encontrar algo de tranquilidad, era demasiado abrumador tener a todos en su cabeza todo el tiempo, así que aprovechaba las ausencias de Chan para irse a esconder, sabiendo que nadie le llevaría la contraria.
Esperaban a dicho alfa antes de comenzar la reunión; Felix estaba sentado junto a Changbin, hablaban entre ellos en voz baja y discretas sonrisas pero el dulzor de sus aromas en conjunto hacía que Hyunjin arrugara un poco la nariz; frente a ellos, del otro lado de la mesa se encontraba Minho sentado en el regazo de Jisung.
Que estuvieran enlazados había hecho de su relación más llevadera, después de todos ellos llevaban bastante tiempo juntos y sólo les tocó acostumbrarse a que necesitaban estar cerca la mayoría de las veces. Minho había estado bastante enfurruñado los meses que Jisung tuvo que hacer el trabajo encubierto de guardia de seguridad en NOVUS antes de meter a Changbin, provocando que continuamente se escapara para verlo al menos durante sus celos arriesgando mucho la operación, pero ya habían visto de primera mano lo que provocaba separarlos de manera definitiva y Chan se había negado a arriesgarse de nuevo.
A grandes rasgos, era un riesgo que estuvieron dispuestos a correr.
Y eso los lleva al meollo del asunto, al par de alfas que tenían en la celda del sótano desde hace quince días. Seguían alimentándolos, Felix tuvo que hackear su historial médico para que no volvieran a engañarlos con posibles alergias, los alfas los escoltaban de uno en uno al baño para que se asearan e hicieran sus necesidades, aunque seguían dejándoles una cubeta en caso de emergencia.
No hablaban, ni siquiera cuando Chan y Hyunjin estaban con ellos durante horas intentando sacar información, y eso hacía que Chan comenzará a ponerse de los nervios; cada minuto que los tenían en su custodia, era un riesgo más a correr de echarse a toda la seguridad NOVUS en su espalda, contaban con los parches bloqueadores que los prisioneros traían para haberse ahorrado la persecución, y sabía que Chan siempre dejaba un rastro falso antes de volver a casa, pero aún así era un riesgo bastante alto para la manada.
Como si comenzara a sentir la ansiedad de Hyunjin (lo cuál no sería sorpresa de que así fuera) Chan apareció en el lugar, su aroma a chocolate puro y tabaco perfumando la habitación, entrelazándose con el de Hyunjin hasta ser uno solo, provocando que su omega suspirara con algo de satisfacción aunque siempre incompleto.
—Tenemos problemas—fue lo primero que dijo.
Hyunjin suspiró sin alzar la vista de su boceto, sintiendo a Chan de pie en el respaldo de la silla; sabía que sus palabras hicieron que Felix y Changbin dejarán de sonreír, pero por el contrario provocaron que Jisung abrazara con más fuerza a Minho.
—No están cooperando con nada—la voz de Chan era desesperada, apretando el respaldo de la silla e inclinándose hacia el resto—. Changbin, ¿qué es lo que sabes? Tú y Jisung trajeron la muestra pero aún no sabemos qué efectos puede tener.
—Sé lo que ya te dije, Chan—se quejó el omega, suspirando—. Ellos hacían la base de LICAÓN extrayendo el genoma depredador de tu sangre y la de Hyunjin, lo procesaban y parecían revertir algo. No me dejaban formar parte de eso, sólo sé que Jeongin estaba molesto porque administraron toda una muestra y porque, en apariencia, al suero aún le faltaba tiempo.
—No me sirve—gruñó Chan, alejándose y comenzando a caminar en círculos—. Sé que ella hizo algo con LICAÓN, tenemos a la mente maestra detrás de eso, pero necesito saber qué hicieron con el suero.
—Chan, los hemos tenido durante quince días—habló Jisung, acariciando la pierna de Minho mientras el omega recargaba la mejilla sobre su cabello—. ¿Cómo estamos seguros de tener a los correctos? Habíamos ido tras Dawson primero.
—Jeongin dijo que solo es una pantalla—repitió Changbin, mirando a Jisung—. Por alguna razón, prefieren darle el crédito a Dawson. Ellos el padre que engendra, nosotros el que cría —recordó Changbin, suspirando—. Ellos sólo desarrollan las bases que otro departamento les da.
Nada de lo que decían parecía poner feliz a Chan, cuya desesperación amargaba su aroma, por lo que Hyunjin suspiró, terminando los últimos detalles de su dibujo antes de cerrar el block y sentarse de forma correcta.
— ¿Han notado cómo reaccionan con el otro? —preguntó, mirando a los miembros de su manada—. Cuando uno de ustedes se acerca a uno, ¿cómo reacciona el otro?
Los ojos de Felix brillaron en reconocimiento, incorporándose en su asiento, con el cabello rubio sujeto en una coleta baja mientras miraba a Hyunjin con una enorme sonrisa, su aroma volviéndose dulzón al entender lo que su Luna estaba diciendo.
—Son manada.
Sus palabras resonaron por todo el comedor, daba la sensación de que todos los sonidos desaparecieron, tan solo el retumbar de sus corazones mientras los aromas de Chan y Hyunjin parecían tomar el de cada uno de los miembros de su manada y convertirlos en un matiz diferente, parte del suyo hasta formar uno solo.
— ¿Cómo? —preguntó Chan, acercándose a Felix.
—Cuando llegaron, Hyunjin intentó tocar a Seungmin—informó Felix, hablando cada vez más rápido ante la nueva información y haber unido todos los puntos—. Sólo iba a apartarle el cabello, y el otro alfa, Jeongin, le sujetó la muñeca y le gruñó, incluso cuando entramos al lugar se puso muy protector. Siempre que vamos a llevarnos a uno al baño, el otro gruñe o se pone a la defensiva. No son compañeros ni nada parecido, ¡son manada! Por eso su vínculo, por eso les-
Felix enmudeció, su boca cerrándose de forma brusca porque él no era estúpido, podía adivinar lo que sus palabras implicarían para lo que seguía y es ahí donde entra el conflicto de intereses.
— ¿Por eso qué? —insistió Chan, alzando una ceja.
—Por eso les duele tanto la traición de Changbin—completó Minho desde su lugar en el regazo de Jisung, haciendo que Felix lo mirara con ojos encendidos en luces rojas—. Era parte de su manada y los traicionó.
Chan pareció pensarlo, mirando a la forma en la que Felix comenzaba a pasar un brazo por en frente de Changbin como si ya pudiera adivinar las intenciones de ellos, lo cual no estaría tan equivocado.
—Perfecto—celebró Hyunjin, levantándose de la silla—. Mandemos a Changbin con ellos.
Notes:
No sé muy bien que les acabo de mostrar, pero espero que de verdad tenga sentido para ustedes porque de algún modo lo tiene en mi cabeza. Siento que los personajes están siendo un poco huecos así que intentré mejorar eso para la siguiente actualización ;-;
Por cierto! Es mi ultima semana de trabajo wiii seré desempleadaaaa todo porque volveré a la escuela...bueno en Julio me dicen si quedé en la carrera a la que apliqué por lo que DESENME SUERTEEEEE
Y creo que de momento es todo, GRACIAS POR LEER, acabo de recordar una escena que me muero por escribir así que ya me emocioné jeje, LES TQM <3 tomen awita
Chapter 7: Acuerdo.
Notes:
Soy una persona que sin música es una inutil, y es difícil encontrarle una banda sonora a este tipo de historia así que NO ME SALEN LAS IDEAS LPM, pero creo que al fin ya encontré algo! jeje espero me ayude
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El olor a orines había disminuido notablemente desde la llegada del alfa, pero eso no significaba que si situación se hubiera vuelto favorable, Jeongin consideraba que al menos no estaban oliendo todo el tiempo sus necesidades básicas en una cubeta del rincón, además que les habían permitido ducharse al menos una vez por semana.
Seguían sin zapatos, eso sí, se preguntaba si era una negligencia de parte de sus captores o una medida de seguridad para evitar huidas, Jeongin suponía que eso último porque aún tenía un tosco vendaje en los pies para aliviar los arañazos que se provocó en la primera huida.
Seguían en esa habitación tapizada de concreto sin ventanas ni aire acondicionado, a veces sentían sus dientes castañear y otras veces se encontraban cubiertos de sudor, pero ambos habían decidido hacer un voto de silencio ante sus captores en lo que descifrar cómo salir de ahí, lo que significaba que el otro eran la única compañía que tenían para hablar, y aunque han pasado toda su vida juntos, cuando los metes a un espacio reducido sin nada más hace que quieran arrancarse la piel.
—Quizá podamos usar una de las cucharas que nos traen y crear un túnel.
La voz de Seungmin resonó en sus oídos mientras Jeongin miraba atentamente el techo con las piernas alzadas contra la pared. La declaración de su amigo lo hizo rodar los ojos con fastidio, ¿acaso el aislamiento estaba volviendo a Seungmin más estúpido?
—Son cucharas de plástico—recordó—. Y literalmente estamos sobre concreto.
—En algún momento se desgastará y comenzará a haber grietas.
—El olor de tu orina comienza a hacerte perder neuronas.
— ¿Y cómo sabes que no es la tuya? Quizá tu orina tiene algo que vuelve estúpida a la gente.
— ¿Podrías callarte al menos cinco minutos?
— ¡Quiero salir de aquí!
Jeongin suspiró mientras Seungmin comenzaba a gritar sobre unas cuantas violaciones a derechos civiles al tener a alguien retenido en contra de su voluntad. Jeongin, con una sonrisa, le recordó que eran invitados y eso sólo hizo que Seungmin amenazara en ir por él, aunque ninguno hizo el intento de moverse de sus respectivos lugares.
Se preguntaba si estaban cerca del paso a la locura, si acaso esas condiciones haría que su Lobo Interno comenzará a volverse loco antes de comenzar a desarrollar la Rabia; podía sentirlo en al fondo de su mente, la forma en la que comenzaba a inquietarse cuando Jeongin comenzaba a ser consciente del lugar, cómo la ansiedad de crear un nido lo hacía enfurruñarse.
—Tu rutina es unas semanas después de la mía—Seungmin sonaba más tranquilo, pensativo, haciendo que Jeongin suspirara.
Así que era eso lo que tenía a su lobo tan inquieto. Era probable que pronto entrará en precalentamiento y Jeongin era muy…diferente cuando su rutina estaba cerca. Se volvía más territorial y arisco, gruñía todo el tiempo, se volvía híper sensible de los olores y su cabeza se sentía como si su cráneo fuera a partirse.
— ¿Crees que tengan supresores por aquí? —preguntó con verdadera curiosidad.
—Bueno, una cosa es que los tengan y otra que te los den.
Jeongin suspiró; nunca imaginó que en algún punto de su vida estaría encerrado en un cuarto de cinco por cinco con su mejor amigo, lejos de toda la vida que conoce, sólo por el conocimiento que aparentemente tenía.
Había sido honesto, LICAÓN era sólo una medicina que estaban formando y que habían dejado incubar mal, ni siquiera permitieron que el otro departamento lo desarrollara antes de administrarlo. Sí, tenía el conocimiento de cómo hacerlo y sí, tal vez podría hacerlo siempre que tuviera los materiales necesarios, pero hasta no saber a detalle qué intenciones tenían entonces no haría nada.
El sonido de la puerta siendo abierta los silenció de inmediato, Jeongin olisqueando el aire en espera de encontrar ese aroma a chocolate que lo hacía salivar, sintiendo que su alfa gruñía cuando distinguió el espeso dulzor de chupachups y uva.
Se incorporó en un fluido movimiento, sentándose con la espalda contra la pared y mostrando los dientes al recién llegado mientras Seungmin lo imitaba desde el otro lado, ambos guardando silencio pero dando la advertencia de que aquel omega no era bienvenido.
Desde la entrada pudieron apreciar a dos alfas, quienes ya identificaban como Jisung y Felix, y era éste último quien se consideraba inquieto ante la idea de Changbin entrando a lo que se estaba convirtiendo el refugio de dos alfas que claramente no lo querían ahí. Sin embargo, se mantuvieron impasibles en la puerta, ambos con esas armas electromagnéticas que erizaron la piel de Jeongin y lo hicieron alzar las rodillas para escudarse, manteniendo los ojos encendidos en advertencia a donde Changbin se acercaba.
Miró preocupado a Seungmin, esperando que su amigo no actuará de forma imprudente que hiciera a los dos alfas de la puerta dispararles. Sin embargo, éste había imitado la posición de Jeongin en su lado de la habitación, manteniendo los labios apretados en una tensa línea y los ojos clavados en Changbin, quien caminó hasta sentarse en medio de la habitación.
Seungmin miró a Jeongin de reojo, ambos entendiendo sin necesidad de palabras que captaron lo que estaban haciendo.
Changbin era alguien que ellos consideraban familiar, a quien conocieron durante meses, convivieron y compartieron el mismo espacio hasta el punto en el que sus aromas se mezclaron y lograron entrar en armonía, provocando que al ingresar a su laboratorio todos se relajaran porque se sentían a salvo, como volver a casa.
Así que ahora lo enviaban esperando a que ellos bajaran la guardia, se ablandaran ante el amigo que habían tenido y pudieran conseguir lo que buscaban de ellos pero no les iban a dar esa satisfacción, después de todo Changbin los había entregado sin dudarlo, los retenían en contra de su voluntad y toda la amistad que construyeron fue a base de mentiras porque, al final, el Changbin que ellos conocían no existía.
Seungmin y Jeongin no dijeron nada durante minutos que se sintieron horas, Changbin tampoco así que los tres se quedaron ahí contemplándose los unos a los otros mientras esos dos alfas en la entrada aguardaban al más mínimo movimiento para disparar.
— ¿Hay algo que necesiten? —Changbin fue el primero en romper el silencio, mirándolos a ambos con fingida preocupación—. No hemos podido traerles una cama, ¿necesitan mantas o algo?
Jeongin lo sintió antes de que pasara así que pudo evitarlo, enseñando los dientes y gruñendo en dirección a Seungmin a tiempo para que su amigo se sobresaltara un poco, mirándolo con sorpresa pues ni él mismo había sido consciente de la forma en la que su cuerpo comenzó a inclinarse hacia el frente, dispuesto a decirle algunas cosas a aquel traidor.
Seungmin suspiró y volvió a su posición similar a la de Jeongin, ambos guardando silencio pero mirando con atención a Changbin; Jeongin sentía que, hasta cierto punto, su pecho dolía por la traición, como si le hubieran arrancado una extremidad que era tan importante como el resto y ahora no podía funcionar de forma correcta. Ver a Changbin ahí frente a ellos como si no hubiera hecho nada para lastimarlos ardía en su pecho y lo hacía querer aullar, desgarrar su garganta, clavar las garras en su corazón para extraerlo y poder comerlo, así tal vez el vacío que dejó su traición fuera compensado.
—No somos enemigos—siguió Changbin, emanando feromonas calmantes que sólo crisparon a Jeongin—. Estamos intentando hacer algo bien, somos los buenos.
—Difícil compartir esa opinión cuando nos retienen en contra de nuestra voluntad y nos apuntan con armas—gruñó Seungmin, mirando de manera significativa a los alfas en la entrada.
Felix bufó y Jisung sonrió de forma ladina, como si le divirtiera el comentario de Seungmin, haciendo que Jeongin prestara atención en ellos, la forma en la que se movían como si estuvieran conectados; Jisung ya estaba vestido, aunque usaba una camiseta tank que le permitía ver destellos del tatuaje en su pecho y la monstruosa mordida en su cuello, ¿y si él y el otro omega estaban infectados con la Rabia? Eso explicaría la gravedad de sus heridas.
—Era la única alternativa—insistió Changbin, parecía tan triste que le daba nauseas a Jeongin.
— ¿En serio? —cuestionó, incrédulo—. ¿Siquiera intentaste preguntarnos? ¿Hablar con nosotros? ¡Éramos amigos!
Su alfa rugía en su interior ante el término en pasado para definir su amistad, sus ojos encendiéndose en luces rojas, sabiendo que si no fuera por el parche la habitación estaría apestando a café amargo.
—Esto es más complicado de lo que creen—argumentó Changbin con el ceño fruncido—. NOVUS los tiene en una burbuja, no saben cómo es allá afuera porque ustedes están a salvo en su maldito mundo, donde sólo les basta estirar la mano y se les dará lo que pidan—Changbin se levantó, su rostro enrojecido y su aroma volviéndose amargo—. Mientras allá afuera las personas mueren.
Jeongin sintió su corazón latir con velocidad, moviéndose mucho antes de siquiera pensarlo, poniéndose de pie y convirtiendo sus manos en puños mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Heejoo fue muchas cosas mientras Jeongin crecía, y quisiera decir que fue una buena madre pero la verdad es que estuvo ausente en varios aspectos, no podía culparla si, después de todo, tuvo que intentar salir adelante sola con un niño cuando el mundo colapsó. Su madre trabajaba para salvar a otros y Jeongin la ayudaba así que no vivían en una burbuja, no estaban a salvo.
Todos los malditos días se la pasaba haciendo medicamentos para distribuirlos a las personas alrededor del mundo, a las pequeñas comunas que lograron formarse. Buscaba soluciones, cualquier cosa, que por fin desapareciera el Lobo Interno y que el mundo pudiera volver a lo de antes. A veces no dormía nada por trabajar.
—NOVUS no es absoluto, Changbin, ni siquiera es un puto gobierno—gruñó, su voz tornándose grave al sentir el alfa a flor de piel—. Sólo somos una farmacéutica que intenta salvarnos de lo que nos pasó, pero también sabemos que no podemos salvarlos a todos, ¿nos echas a la espalda las fallas de alguien más? ¿Es nuestra responsabilidad no poder salvar a unos cuántos?
— ¡Eso! ¡Ese pensamiento es lo que les convierte en lo peor! —gruñó Changbin, planteándose ante Jeongin—. No te das cuenta de tu privilegio, de la vida que llevas a comparación del mundo allá afuera así que no, Jeongin, no podía simplemente preguntar.
Lo sentía, el Lobo a flor de piel, tiñendo su visión de rojo mientras la ira hormigueaba en Jeongin, no sabía si por las palabras de Changbin o por tener que darle la razón ya que, en cierta parte, estaba hablando con la verdad. Jeongin era ignorante del mundo más allá de NOVUS, no entendía bien las dinámicas sociales que quedaron tras la gran Catástrofe, tampoco lo que sucedió cuando el brote inicial de la enfermedad del Lobo pasó, sólo que se hacía lo que se podía con lo que tenían.
NOVUS ayudaba, no era la cosa malvada que Changbin intentaba pintar porque Jeongin y Seungmin, una vez al mes, eran llevados al Hangar con el resto del personal a cargar todos los camiones con víveres y medicinas que iban a repartir.
—No somos el monstruo que crees—repuso Jeongin, manteniendo firme sus creencias, haciendo que Changbin gruñera—. Y en todo caso, ¿qué esperan hacer? ¿Eh? ¿En seguida saldrá una chica de 17 años y me dirá que es la imagen de la Revolución? Ayudamos, somos la cura.
— ¿Lo son? ¿La cura para qué, exactamente?
—Dímelo tú, ya que parecen saber más que nosotros sobre NOVUS, la empresa que mi ma-
—Jeongin.
La voz de Seungmin lo silenció en el acto, haciéndolo apretar los dientes con fuerza mientras retrocedía, poniendo una distancia prudencial entre él y Changbin, ya que no habían notado lo mucho que se acercaron, y sólo hasta ese momento notó que el arma que mantenía Felix se encontraba apuntándole directamente al pecho.
Miró a Seungmin, su amigo de pie con la espalda pegada a la pared, determinación en su mirada pero recelo en su posición. Si bien estaban llenos de mierda, admitir que Jeongin era el hijo único de Heejoo, directora de NOVUS CORPORATION, sería como amarrarse la soga al cuello, el último clavo en el ataúd.
—Ya no digas nada—siguió hablando Seungmin con voz tranquila, mirando a Changbin de pies a cabeza—. No vale la pena.
—Estoy intentando ayudarlos—insistió Changbin, mirando hacia Seungmin—. Si cooperan, las cosas serán más fáciles.
—Nos traicionaste, nos vendiste por ellos, ¿no es así? —Seungmin señaló con la barbilla hacia el lugar donde descansaban los alfas—. Bien, no daremos la espalda a nuestros ideales de la misma manera en la que tú no le diste la espalda a los tuyos, incluso si implicaban a dos personas.
— ¿Incluso si sus ideales son erróneos?
Jeongin y Seungmin no respondieron, volvieron a mirar de nueva cuenta a los alfas en la entrada, preguntándose qué tan erróneos estaban sus ideales si consideraban correcto retener a personas en contra de su voluntad mientras les apuntaban. Y Changbin, a pesar de todo, pareció entender a lo que se referían por lo que fue a la puerta y empujó a los alfas.
—Váyanse, no estoy consiguiendo nada con ustedes aquí—murmuró el alfa, tomando la puerta.
—No—Felix le gruñó, manteniéndose en su lugar—. Estás loco si crees que te voy a dejar aquí solo con dos alfas.
—Sé cuidarme y ellos no van a lastimarme.
—Yo no lo diría tan seguro si fuera tú—murmuró Seungmin.
Eso hizo que Felix gruñera, el aroma a vino tinto y esa extraña esencia que le acompañaba llenará la habitación y envolviera a Changbin hasta desaparecer por completo el dulzor que le caracterizaba, haciendo que tanto Jeongin como Seungmin se tensaran al recibir la clara amenaza de aquel alfa.
No obstante, quien no pareció recibirla de buen modo fue Changbin, quién gruñó y empujó lejos a Felix hasta que Jisung tuvo que sujetarlo, el dulzor de la uva y el caramelo volviendo.
— ¡Odio que hagas eso! —le gritó el omega, su rostro enrojeciendo—. ¡No eres mi alfa, Felix, así que ve arriba y déjame encargarme de esto!
Fueron las palabras mágicas, o al menos eso habría pensado Jeongin si no fuera por la expresión desgarradora que cruzó el rostro del alfa rubio, cuyo aroma se amargó en cuestión de segundos haciendo que tanto Seungmin como Jeongin tuvieran arcadas, pues el olor de un alfa deprimido era aborrecible para los de su misma casta.
Sin embargo, por dolorosas que hubieran sido sus palabras parecieron surtir el efecto deseado pues Felix se dio media vuelta y desapareció por el pasillo. Jisung sacudió la cabeza, decepcionado, antes de mirar a Changbin y darle el arma.
—No tenías que ser tan idiota—lo reprendió—. Sólo se preocupa por ti.
—Me estaba marcando con el aroma—se defendió.
—Sí, idiota, es lo que un alfa hace cuando el omega ha aceptado su cortejo. Te dijo Alfa que si no estabas seguro, no deberías aceptarlo aún.
—Jisung, hay cosas más importantes que atender ahora que buscar un compañero.
El alfa suspiró y se fue por donde el otro había desaparecido, permitiendo que Changbin cerrara la puerta y se quedará con los otros dos que, hasta hace unos meses habían sido sus compañeros. Jeongin se cruzó de brazos, notando la familiaridad con la que Changbin cargaba el arma, como si fuera una segunda naturaleza.
¿Qué tanto desconocían de él? ¿Cuál era el verdadero Changbin?
—Si por ese alfa me rechazaste, que sepas que ya no estoy interesado—Seungmin fue el primero en romper el silencio, haciendo que tanto Changbin como Jeongin lo miraran con interés—. No seré el premio de consolación, tú lo rechazaste así que deberás vivir con la pérdida de un asombroso e inteligente alfa y otro que tiene un buen gancho derecho.
—De verdad no sabes cuándo callarte—susurró Jeongin, sacudiendo la cabeza de forma negativa—. Nos vas a meter en más problemas.
—No es asunto de ustedes mi relación con él—murmuró el omega, colocando el alma junto a la puerta y volviendo a mirarlos—. Necesito que de verdad nos ayuden.
Jeongin le enseñó los colmillos, indignado de que pidiera ayuda cuando había estado recibiendo el trato de un prisionero de guerra. Decían que era importante, que era la mente maestra de NOVUS y se jactaban de al fin tenerlo, pero lo trataban peor que a una mascota, ni siquiera recordaba haber visto la luz del sol desde ese intento de huída, ni recibir aire fresco que no tuviera el ligero aroma a orina.
¿Y en serio querían que les ayudaran?
—Llámame loco, pero no creo que esto sea una forma de solicitar ayuda—señaló Jeongin, mirando a su alrededor para dar énfasis—. Nos tienen en un sótano.
—He estado convenciendo a Alfa que los muevan a una habitación, pero su huída no pone las cosas a su favor—aclaró, encogiéndose de hombros—. Además que siguen siendo dos alfas ajenos a nosotros y no los quiere cerca de donde puedan lastimar a Luna.
—Luna, Alfa, Eclipse, Estrella, como sea—Seungmin sacudió la cabeza, el rostro enrojecido—. Usan esos términos, ni siquiera les dicen por su nombre cuando no están, ¿sabes lo raro que es? Necesitamos respuestas antes de siquiera pensar en ayudar.
—No puedo hablar cosas de la manada con extraños—aclaró Changbin—. Lo que sí tengo permitido decir es que hay una situación, creemos que LICAÓN no será usado para lo que la directora Yang dice.
Jeongin lo miró fijamente mientras sentía cada terminación nerviosa tensarse, un ligero sudor frío comenzando a deslizarse por su espalda mientras recordaba todas esas señales de advertencia que brillaron cuando su madre se negó a dejar incubar el tiempo necesario lo que comenzó a administrarle a las personas con Rabia, eso sin añadir que estaban usando muestras de personas con un gen depredador mucho mayor que el registrado.
Odiaba tener que darle el beneficio de la duda a Changbin, pero Jeongin debía de admitir que hasta él mismo tenía sus dudas de las decisiones de su madre.
El recuerdo de la chica alfa en el séptimo piso seguía grabado en su cabeza, la forma en la que el pelo le brotaba, cómo era más animal que persona. No se supone que el suero la fuera a empeorar, incluso si le hubieran administrado toda la dosis que debió durar días, pero tampoco era algo que Jeongin supiera porque, hasta cierto punto, no sabía qué esperar de LICAÓN.
Miró de reojo a Seungmin, sabiendo que él también tenía sus sospechas cuando no los dejaron mantener en incubación el tiempo correspondiente, ni cuando comenzaron a ocultarles información necesaria de los sujetos donadores que era vital para las pruebas. No querían morder el anzuelo, pero lo que sabían no ayudaba a defender las intenciones de Heejoo con el suero.
— ¿Por qué creen eso? —Seungmin decidió tomar las riendas de la situación.
Jeongin sabía que lo hacía para evitar que a él se le fuera la lengua de más, porque sin importar que Seungmin no se callaba, al menos pensaba un poco lo que decía. Jeongin enojado hablaba sin pensar y luego lidiaba con las consecuencias.
—Las infecciones de Rabia no son un juego—aclaró Changbin, sentándose en el suelo e invitando a los dos a imitarlo—. Las Manadas son realmente peligrosas, se han establecido en determinados puntos de las ciudades, lastimosamente es cerca de donde sueles dejar las ayudas.
“Hemos llevado un registro de cuántos infectados tiene cada Manada, y hace unos meses descubrimos que estaban menguando, desaparecían uno de cada casta.
“Por un momento pensamos que morían, después de todo se consumieron por la Rabia, pero en unas de nuestras expediciones, vimos camiones de NOVUS ser cargados con 2 infectados. Se los llevan.
— ¿Has pensado que intentan ayudar?
—Ustedes saben que no es así—recordó Changbin, sacudiendo la cabeza—. Te pusiste furioso cuando no dejaron reposar el suero el tiempo necesario, te pusiste aún peor cuando nos pidieron un lote nuevo—miró fijamente a Jeongin, quién se removió incómodo ante las acusaciones—. Sabes que es algo más, estamos intentando averiguar qué.
— ¿Por qué creen que nosotros sabemos? —preguntó Seungmin con verdadera curiosidad, dejando de lado el tono acusatorio que había estado usando—. Estabas ahí, Changbin, sabes lo mismo que nosotros.
—Quizá tienen información que yo no escuché.
El aroma a chocolate llenó los recuerdos de Jeongin, la mirada grisácea contemplándolo desde el asiento frente al escritorio de su madre, la familiaridad con la que se referían al otro. Miró a Changbin, sabiendo que todos ahí parecían hablar con respeto y respetaban autoridad hacia el alfa en cuestión.
Sin embargo, ¿por qué? Y mejor aún, si él trabajaba para Heejoo también, ¿cómo confiaban? ¿O acaso él había visto algo que lo hizo dudar? Los recordaba a ambos, a Chan y a Hyunjin, caminar con familiaridad por el séptimo piso escoltados por toda una tropa de guardias. Si le preguntaban a Jeongin, la mayor incógnita de todas las que había ahí era el papel de esos dos en todo el asunto, ya que si se relacionaban continuamente con NOVUS, entonces deberían de saber más que ellos.
Como se dijo antes, Jeongin odiaba no saber las cosas, y si bien el nuevo conocimiento lo metía en problemas, o en búsqueda de respuestas empeoraba las cosas (como podrá delatar su situación actual) consideraba que la ignorancia era una de las cosas más frustrantes que una persona puede tener, en especial si estás tan involucrado en ella como para decirle madre a quien orquesta todo el asunto.
Y cuando está metido en una situación como aquella, lo único que le queda es encontrar las respuestas, incluso si odia lo que el enigma esconde. Siente que ya no tiene nada que perder cuando ya le privaron de su libertad, lo único que queda es seguir arriesgándose a favor del conocimiento.
Y si eso lo hacía más parecido a su madre, necesitaba averiguar si era un insulto o un halago.
—Necesito hablar con Chan.
Su voz resonó por el lugar, haciendo que tanto Changbin como Seungmin lo miraran como si le hubiera crecido una segunda cabeza, y eso cohibió un poco a Jeongin pero no se retractó, alzándose en toda su altura para mantenerse firme.
— ¿Para qué? —preguntó Changbin, receloso.
—Si quieren que nosotros ayudemos en algo, primero necesito hablar con Chan.
—No funciona así.
—Ahora lo hace—declaró Jeongin, dando un par de pasos firmes para detenerse ante Changbin—. Le vas a decir que si quiere que ayude, vendrá a hablar conmigo a solas. Si me convence, ayudaremos. Mientras tanto, Seungmin y yo podemos quedarnos en silencio hasta morir.
—Tampoco me arrastres tanto—susurró Seungmin por lo bajo.
Jeongin gruñó, mostrando los dientes mientras sus ojos se encendían en luces rojas, y eso fue suficiente para que Changbin entendiera que iba en serio, el omega asintiendo a sus peticiones, después de todo no habían puesto mucha queja desde que los encerraron.
Cuando Changbin se fue, llevándose el arma con él, Seungmin se acercó a Jeongin con miles de preguntas en los ojos.
— ¿Qué pretendes?
—Buscar respuestas, porque comienzo a creer que mamá no me lo dijo todo.
…
Cuando Changbin subió al piso superior, lo primero que hizo fué oler el aire, sus fosas nasales dilatándose, recibiendo el agradable aroma de lo que comerían para la cena acompañado del dulzor de Minho y la intensidad de Jisung.
Debido a que el primer lugar al que llegaban una vez que salías era la cocina, no se sorprendió al ver a Minho de pie cocinando mientras Jisung se encontraba recargado contra el lavadero, los brazos cruzados y los ojos brillantes mirando a su compañero; a veces era un poco desesperante la forma en la que ellos no podían estar separados por mucho tiempo, aunque lidiaban bien con las ausencias temporales del otro, al final tenían que estar juntos.
Olfateó el aire esperando encontrar ese aroma familiar, notando que era tan débil que sólo significaba que no estaba en casa, haciendo que el estómago de Changbin se retorciera.
— ¿Y cómo te fué? —preguntó Jisung, mirándolo con las cejas alzadas.
—Quiere hablar con Chan—informó el omega, estirándose y tomando uno de los melocotones en el frutero en medio de la mesa.
—Al menos valió la pena que fueras un idiota con Felix—tarareó Minho, revolviendo la olla con una cuchara de madera—. No podemos decir que nos quedamos sin nada.
—No fui un idiota, él estaba siendo un idiota.
—Difiero en este momento—Minho lo miró con burlescos ojos castaños, bufando—. Acepto que los alfas suelen ser unos idiotas, pero cuando encuentran a su compañero sólo son idiotas enamorados.
—Aún no somos compañeros, deja de decir eso—se quejó Changbin, caminando a la entrada de la cocina para mirar alrededor—. ¿Dónde están Chan y Hyunjin?
Jisung, que había decidido ocupar el espacio de Minho, se encontró rodeando la cintura de su omega por la espalda y apoyando la barbilla sobre su hombro; el dulzor de su aroma a chocolate con menta cosquilleo la nariz de Changbin, arrugándola y mirando con algo de repulsión como el aroma de Minho aumentaba hasta ser comparable en dulzor, tan espeso que te hacía tener náuseas.
—Hyunjin es probable que esté en su habitación—informó Minho, siguiendo por la cocina como si no tuviera un alfa de 70 kilos en la espalda—. Y Chan, no lo sé, creo que salió detrás de Felix. Seguro vuelven en seguida.
…
Seungmin y Jeongin habían llegado a la conclusión de quien sea que hiciera de comer, definitivamente sabía lo que hacía pues cada una de sus comidas eran magníficas. También agradecían que al menos no los torturaran con pan duro y agua.
Habían esperado que Chan bajara ese día a hablar con ellos pero no fue así.
Ni al día siguiente.
Pudieron calcular que pasó otra semana, el alfa de Jeongin comenzando a inquietarse cada vez más, gruñendo a su amigo cada vez que respiraba en su dirección y arañando de vez en cuando las paredes al sentirse sin escapatoria. Su cabeza palpitaba de vez en cuando y tenía que dormir envuelto alrededor de Seungmin para al menos conciliar el sueño.
Su rutina estaba cerca, en más días entraría en precalentamiento y de verdad necesitaba un lugar más cómodo para pasarlo si no quería ponerse violento al tenerlo en un espacio reducido con otro alfa. Aunque su Lobo Interno toleraba a Seungmin, tenerlo durante todo el celo sería horrible.
La ausencia de Chan hacía que Jeongin se molestara cada vez más, así que cuando la puerta volvió a abrirse y pudo oler el chocolate intenso emanar del pasillo pudo respirar tranquilo.
Parpadeó pausadamente; era entrada la noche, o al menos eso esperaban pues Seungmin estaba profundamente dormido junto a él. Jeongin se incorporó, mirando con ojos entrecerrados a las dos siluetas que se encontraban en la entrada, las rosas entrelazándose con el chocolate, el tabaco y la miel volviéndose uno. No eran buenos aromas combinados, no parecían encajar, pero de alguna manera mantenían la misma intensidad por lo que le parecía difícil ignorarlos.
Jeongin terminó por incorporarse, sentándose en el suelo y tallando su rostro en espera de desaparecer el sueño.
— ¿No es un poco tarde para las visitas? —preguntó con un bostezo de por medio, bajando un brazo y pasándolo por encima de la cintura de Seungmin para mantenerlo a salvo—. Podríamos esperar a mañana.
— ¿Por qué no damos un paseo? —preguntó Chan, dando un paso al frente—. Hyunjin cuidará a tu amigo.
Hyunjin sonrió mostrando todos los dientes, las rosas tornándose más dulzonas, como si las hubieran bañado en miel y colocado a la vista de todos; la luz que emanaba del pasillo creaba un halo alrededor de su cabeza así que cuando el pelirrojo dio un par de pasos al interior hasta colocarse en cuclillas ante ellos, fue que Jeongin puso más atención en su ropa y cómo sus ojos no parecían apartarse de Seungmin.
Un depredador acechando a su presa. Jeongin lo abrazó más fuerte, inclinándose hasta casi estar colocado sobre él.
—No sé si me agrada eso—admitió el alfa, mirando hacia donde estaba Chan y luego a donde Hyunjin—. ¿Cómo puedo confiar en que no intentarán matarnos?
—No lo haces—asintió Chan, encogiéndose de hombros—. Pero creo que soy una persona determinada. Si te quisiera muerto, lo hubiera hecho hace rato.
Jeongin entrecerró los ojos, teniendo que concederle eso, así que sólo debatió sus dudas de dejar solo a Seungmin junto a un omega que lo miraba como si pudiera comérselo de un bocado. Podría despertar a su amigo, pero el hombre tenía el sueño profundo, dormía mucho y sólo despertaba con el sonido de su alarma o un edificio cayendo encima.
—Si regreso y veo que le falta un sólo cabello, te desgarro la garganta—advirtió, mirando al omega.
—No le haré nada que no quiera—lo tranquilizó Hyunjin con un guiño—. Y, créeme, siempre quieren.
Jeongin bufó, ofendido, levantándose con cuidado del suelo, sintiendo que sus rodillas dolían y crujían a cada paso, un poco entumecido por la incómoda posición en la que ha estado.
Conforme más se acercaba a Chan, podía sentir el aroma de chocolate envolviéndolo, dejando de lado las rosas y la miel. Se sentía como una caricia que erizaba la piel, como poder morder un trozo y saborearlo en la lengua. Su alfa se inquietó, gruñendo de apreciación, queriendo echar la cabeza hacia atrás y aullar porque lo había encontrado.
Se detuvo de pie junto a Chan, mirando fijamente los ojos grises, el cabello azul un poco despeinado, esa sonrisa ladeada que mostraba sus colmillos antes de que éste se apartara de la pared y comenzara a caminar.
No era tan alto, aunque el aura del hombre lo hacía parecer enorme, y sus hombros eran tan anchos como el océano pacífico. Una parte de Jeongin se encontró encantada de seguirlo, entusiasmado con ir a donde él quisiera, pero la parte más sensata de él tuvo que recordarle que aún había una probabilidad de que el alfa decidiera asesinarlo y enterrarlo en el jardín, y por culpa de sus parches entonces nadie sabría dónde encontrarlo.
—No nos alejaremos mucho—aclaró Chan cuando subieron las escaleras y volvieron a salir a la cocina—. No me gusta ausentarme cuando todos duermen.
Jeongin miró a su alrededor, notando que todo estaba tal y como recordaba en esa brevedad de huida, o al menos lo suponía ya que el único medio de iluminación pasaba a través de la ventana, la luna mandando su brillo plateado sobre los muebles, creando extraños monstruos de la oscuridad que morirían cuando el sol saliera.
Siguió a Chan de cerca, esperando no tropezar con ninguna silla fuera de lugar y crear un escándalo, mirando hacia las escaleras que subían al piso superior en forma de caracol. Olfateó el aire, pero lo único que podía acaparar era el aroma del alfa con él, ningún otro se filtraba en lo absoluto.
—Ten, usa estos—Chan se agachó junto a la puerta y extrajo un par de pantuflas acolchadas—. No quiero que te lastimes de nuevo los pies.
Jeongin las tomó de forma recelosa, aún mirando con ojos entrecerrados al alfa, como si en cualquier momento fuera a sacar un cuchillo y apuñalarlo. No lo hizo cuando salieron al jardín, ni cuando comenzaron a caminar por un sendero que se perdía entre los árboles, así que le dio el beneficio de la duda.
Anduvieron durante unos minutos en silencio, uno al lado del otro; Jeongin se permitió contemplar su entorno, escuchando con atención los ruidos de la noche como el río cercano correr, los animales nocturnos en los árboles, la fresca brisa agitando las ramas que se curvaban sobre su cabeza.
—Es agradable—Chan fue el primero en romper el silencio, atrayendo la atención de Jeongin—. Me gusta el bosque, uno duerme mejor, lejos de esos sonidos urbanos como los autos o las luces que nunca se apagan.
—Hace bastante tiempo que no escucho una ciudad ruidosa—admitió Jeongin, pensativo.
—Están intentando alzarse de nuevo—asintió Chan, mirando hacia el frente—. No es fácil, hace que te preguntes cómo es que lo hicieron antes. Creo que las castas lo complican más.
Jeongin torció los labios, pensativo. Poner orden en la nueva sociedad era algo que aún costaba trabajo porque el Lobo Interno hacía más agresivas a las personas, anteponiendo las castas con G2D más alto a las que lo tenían más bajo, se decía que eso provocaba pequeñas disputas locales entre miembros de una sociedad.
Heejoo solía decirle a Jeongin que la democracia siempre era el mejor aliado porque así se escuchaban a todos los presentes, pero que muchas veces siempre existirá alguien con demasiado poder que quiera anteponerse ante los demás sin preguntar.
—Los humanos ya somos corruptos de por sí—asintió Jeongin—. Agrega algo más salvaje al sistema y los encontrarás lanzándose a la yugular del otro más veces de lo que esperas.
—Tiene sentido—asintió Chan, sonriendo—. Es un poco curioso cómo es que las personas con un genoma depredador del mismo nivel se siguen atacando, intentando imponerse, cuando se sabe que siempre debe haber alguien más fuerte en la cima. Los lobos ni siquiera eligen a su líder, sólo nace con ello.
Eso atrajo la curiosidad de Jeongin, comenzando a caminar más lento para mirar fijamente el rostro de Chan en medio de la noche.
Quería lanzar tantas preguntas, querer saber cómo es que era posible alguien como él, tan fuerte que incluso Jeongin podía sentirlo. Quería saber cómo es que llegó a su madre, por qué Heejoo no prefirió mantenerlo en NOVUS, a salvo y como un objeto de estudio de que el virus del Lobo Interno podría variar la magnitud del Genoma Depredador en las personas.
Sin embargo, no encontraba las palabras para explicarse porque ahí, en medio de la noche y rodeados de tanta tranquilidad, sentía que las palabras de Chan eran absolutas, que nada de lo que Jeongin pudiera preguntar sería suficiente para desenmascarar los misterios que rodeaban a aquel alfa de ojos como la luna y cabello como el océano.
—Tienes un 89 en tu nivel de genoma depredador—señaló Jeongin, haciendo que Chan se riera.
— ¿Lo averiguaste por tu cuenta o ella te lo dijo?
—La última vez que nos vimos, algo en ti no cuadraba—admitió, encogiéndose de hombros y volviendo la vista al frente—. Acababan de llegar más muestras para hacer más lotes, hice una prueba rápida de G2D.
—Cuando me registré para saber mi casta, creo que todos lo sentían—asintió Chan, pensativo—. Pero cuando supieron el resultado, la directora Yang en persona fue a buscarme. Era el único alfa conocido con un G2D tan alto. Como te dije hace un momento, en los lobos no se elige un líder, simplemente nace, y ella quería saber si yo sería algo así.
“Ahí conocí a Hyunjin, quién resultó ser igual que yo pero en Omega—sonrió, deteniéndose al fin y mirando a Jeongin—. Somos lo que ella considera Alfa y Omega Prime, somos los primeros y, hasta donde sé, los únicos con un G2D más alto que el promedio. Líderes por naturaleza, puedo hacer muchas cosas con mi alfa que a ella no le parecen.
— ¿Por qué no estás en NOVUS, entonces? —preguntó Jeongin con verdadera curiosidad—. Te permite ir y venir, pero si se te considera una amenaza, ella habría intentado mantenerte donde pueda vigilarte.
—Oh, lo intentó—asintió Chan con una risa—. A mí y a Hyunjin, realmente quiso que nos quedáramos para “unas pruebas” pero ser alguien como nosotros tiene sus ventajas. Podía respetarla por el cargo que tenía, pero su casta sigue siendo mucho menor que la mía, por más que lo intentara no podía hacernos quedar.
“Fue por eso que llegamos a un acuerdo—se encogió de hombros—. Iríamos de vez en cuando a cierto monitoreo y donando sangre para pruebas, y ella nos permitiría estar donde quisiéramos.
Jeongin miró hacia el camino que había recorrido, encontrando aquella casa alzándose en la distancia en medio de la oscuridad, teniendo una apariencia de cuento de hadas porque no parecía real, nada de eso.
Alfa y Omega Prime, eran términos de los que Jeongin nunca había escuchado y eso que él era dedicado a su trabajo, sentía la traición de haber sido engañado por su madre, información importante oculta porque esto lo cambiaba todo. Si Chan y Hyunjin lograron tener un G2D demasiado alto, podía haber alguien más dentro del porcentaje de personas que no se registran que estaban igual, y Jeongin lo había sentido de primera mano.
Ambos eran capaces de doblegar voluntades con sus feromonas, su presencia incluso si ni siquiera lo intentaban siempre se sentía más que cualquier otro. Jeongin estuvo a nada de colocarse entre él y el peligro la vez que lo conoció. Hasta esa noche, había estado dispuesto a seguirlo a pesar de no confíar en él.
— ¿Por qué crees que ella está haciendo algo malo? —preguntó, volviendo su atención al camino que seguía frente a él, comenzando a caminar—. La directora Yang es complicada de entender, pero no es una mala persona—intentó defenderla—. A veces su corazón está en las razones correctas.
— ¿Realmente lo crees? —Chan lo seguía de cerca, interesado—. ¿Qué lo hace por las razones correctas?
Si Jeongin era honesto, ya no lo creía.
Se detuvo cuando llegó a donde el río comenzaba a correr, las aguas pasaban tranquilas ante sus ojos, de un color cristalino que en conjunto se veía muy azul pero en medio de la noche era tan firme como ver su reflejo en el suelo.
Estaba tranquilo, silencioso, lo único que Jeongin podía captar era la presencia de Chan, su aroma mezclándose con el de media noche, siendo equiparable a estar envuelto en una cobija durante una noche de tormenta con un chocolate caliente y un cigarrillo.
Jeongin se envolvió con ambos brazos, suspirando, el peso de todas las emociones que había reprimido cayendo sobre su espalda, dándse cuenta lo lejos que estaba de casa, que hace días que no sabía nada de su madre, que ella no sabía si seguían vivos o si valía la pena seguir buscándolos, ¿y si ya no lo hacía? ¿Si ya se había rendido? ¿Jeongin se quedaría con ellos para siempre?
Peor aún, si comenzaba a indagar más y descubría cosas de su madre que no le gustará saber, ¿alguna vez podrá volver a casa? ¿Siquiera querría hacerlo después de todo? Si lo que Chan y Changbin dicen es verdad hasta cierto punto, Jeongin ya ni siquiera podría ver a la cara a Heejoo.
— ¿Qué quieres de nosotros? —preguntó, dejando caer los hombros, derrotado, sorbiendo por la nariz y pasándose una mano por las mejillas para desaparecer el llanto—. No te estamos mintiendo, no sabemos nada. Nos pidieron que lo intentáramos, se supone que estamos esperando revertir la Rabia.
— ¿Seguro que no sabes más?
—Estoy seguro—insistió, girando el cuerpo para mirar a Chan de frente—. Yo…Mira, tienes razón, Heejoo a veces comete errores, y con LICAÓN estuvo rompiendo ciertas reglas que me molestó.
—Estabas muy enojado porque te pidió otro lote—asintió Chan, recordando el primer encuentro.
—Le dimos un lote que equivaldría a 5 inyecciones, ¿bien? Y tenía que haber durado un mes y una semana, al menos es el estimado que teníamos de administración—asintió Jeongin, frustrado—. Primero no dejó incubar el suero de forma correcta, después lo administró de golpe en dos días y al final descubro que estábamos usando un genoma más agresivo lo que definitivamente habría traído más consecuencias.
— ¿Qué tipo de consecuencias?
— ¡No lo sé! La chica alfa era totalmente salvaje, casi nos asesina a Seungmin y a mí—exclamó, comenzando a caminar en círculos mientras recordaba esa noche—. Queríamos conseguir una muestra de sangre, necesitaba saber cómo la había afectado al saber que tu genoma era mucho mayor al registrado como estándar. Ella parecía más animal que humano, le brotaba pelo de todas partes y tenía garras.
— ¿Crees que era por la Rabia o por LICAÓN?
Jeongin suspiró, deteniéndose y volviendo a mirar a Chan con ojos brillantes, llenos de frustraciones y algo de desesperación. El alfa lo imitó, acercándose hasta que estuvieron a un palmo de distancia, el aroma a chocolate envolviendo a Jeongin hasta ahogar todos sus sentidos, nublando su juicio, actuando en consecuencia.
Echó la cabeza hacia atrás y desnudó su cuello, los ojos de Chan, que tenían la luna escondida en ellos, parecieron brillar en luces doradas mientras sus colmillos centelleaban en la noche cuando sonrió, alzando una mano y recorriendo con los dedos la delicada piel de su garganta, haciendo que Jeongin se estremeciera y saliera del trance, apartándose de un brinco y llevando una mano a su glándula olífera, como si intentara esconderla aunque Chan no podía olerlo.
—Me temo que no tengo respuesta para eso—admitió en voz baja, mirando hacia el río que corría junto a ellos.
Chan tarareó, pensativo, guardando silencio durante eternos momentos. Jeongin comenzaba a sopesar la idea de lanzarse al agua y nadar todo lo que la corriente le permitiera antes de que Chan pudiera alcanzarlo, tal vez cruzar al otro lado y echarse a correr, después de todo nunca habría aroma que pudiera perseguir.
Pero su necesidad de información lo mantuvo en su lugar, queriendo saber todo lo posible, tal vez estudiar al propio Chan en el proceso y entender cómo es que alguien como él podía existir en el mismo plano terrenal que Jeongin, ¿por qué tenía ganas de someterse a él apenas lo olía? ¿Por qué quería arrancarse el corazón y dárselo? ¿Por qué su alfa quería aullar tan fuerte para que Chan lo encontrara?
—Se me ocurre una idea—informó Chan, mirando a Jeongin con ojos brillantes, haciendo que éste retrocediera, receloso.
—No me agrada esto.
— ¿Y si replicamos el experimento?
Su voz resonó por todo el bosque al igual que un rugido en medio de la noche, a Jeongin le tomó un momento asimilarlas antes de que la comprensión le golpeara en la cara como bofetada de guante blanco.
— ¿Replicar? —cuestionó Jeongin, incrédulo—. Me están diciendo que Heejoo es un monstruo, juzgan la ética moral de NOVUS, ¿y quieres hacer lo mismo? ¿Acaso solo es un problema si Heejoo lo hace? —Chan se encogió de hombros, sonriendo.
Otra luz iluminó a Jeongin, gruñendo y haciendo que su alfa se crispara.
— ¡Por eso nos trajiste! —acusó, furioso—. ¡Desde un principio ya querías hacer lo mismo que ella! Nos trajeron porque somos quienes tienen la base de LICAÓN.
—En mi defensa—se intentó defender Chan, acercándose a Jeongin mientras éste seguía retrocediendo—. Quise ser amable. Changbin mencionó esa amistad entre tú y el otro alfa y decidí traerlos a ambos. El otro no me sirve para nada.
Jeongin le gruñó, sintiendo que su espalda chocaba con un árbol y quedaba atrapado entre él y Chan, que comenzaba a cernirse sobre él, su aroma volviéndose tan pesado que debilitó las rodillas del pelirrojo pero siguió mostrándole los dientes.
—Quería hacerte sentir en casa—canturreó Chan, ladeando el rostro e inclinándose hasta que la punta de su nariz tocó la de Jeongin—. Así que fui amable y accedí a que lo trajeran también, ¿no son las cosas mejores con él aquí que si hubieras estado solo?
—Idiota—gruñó Jeongin, sintiendo la boca llena de dientes.
El brazo de Chan se movió demasiado rápido, un momento colgaba en su costado y al siguiente su mano estaba envolviendo la garganta de Jeongin, inclinando su cabeza hacia atrás mientras Chan se alzaba sobre él, ahogando en su garganta el gruñido del pequeño alfa.
El pelirrojo alzó sus propias manos y sujetó con fuerza el brazo de Chan, mirándolo con ojos entrecerrados, deseando parecer más valiente de lo que se sentía.
—Sin embargo, cariño, también suelo ser cruel—la voz de Chan se había vuelto más sedosa y profunda, como el canto de una sirena mientras su aliento, mezclado con su aroma, ingresaba al sistema de Jeongin y el aturdía—. Y así como accedí a que lo trajeran, puedo hacer que se vaya—sus palabras hicieron que Jeongin le enseñara los dientes—. Y tú no quieres eso, ¿cierto?
— ¿Por qué haces esto? —preguntó, jadeando cuando los dedos de Chan se apretaron un poco alrededor de su garganta.
—Porque Heejoo amenazó lo que es mío y ya me cansé de vivir bajo sus condiciones. ¿Me ayudarás por las buenas o por las malas?
…
Al volver a su celda, Jeongin encontró a su mejor amigo muy despierto y sentado hasta el otro extremo con la cubeta de sus orines frente a él mientras, lo más cerca que el olor podría permitir, se encontraba ese omega de cabello rojo perfumando toda la habitación de rosas y miel.
Seungmin pareció aliviado de volver a verlo, a diferencia de Hyunjin que parecía molesto por su presencia.
— ¿Ya terminaste? —preguntó Chan, un poco molesto al captar el aroma del omega.
—Arruinas mi diversión—se lamentó Hyunjin, levantándose y sacudiendo su pantalón—. ¿Y bien?
—Hemos llegado a un acuerdo—anunció Chan con una sonrisa—. Y por eso he decidido llevarlos a una de las habitaciones. Nuestros invitados no pueden seguir viviendo así, es muy grosero.
Seungmin miró con el ceño fruncido a donde la mano de Chan se mantenía en la garganta de su amigo, notando que Jeongin alzaba el labio superior para mostrar los dientes mientras se mantenía tan tenso como una vara.
Estas personas y su mal uso de la palabra invitado.
Notes:
Quiero decirles que si tienen duda de los puntos que se tratan dentro de los caps, como los términos o algo que en apariencia se explico pero no quedó claro, pueden preguntarme TT-TT les juro que por más que intento, a veces ni yo misma me entiendo ;-; pero, en lo demás, espero que de verdad les esté gustando!! Me emociona el fic, siempre leo fics como estos pero no soy tan buena creando tramas tan complejas así que lo intento
En otras noticias, soy una Desemple-hada JAJAJAJA se supone que entraré a la escuela en agosto, así que este mes es pa no hacer nada por lo que espero poder escribir más seguido yeeey
anywaay, GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 8: Dinámica Familiar.
Notes:
Vamos metiendo a los demás miembros de la manada, de a poquito pa que cada uno vea su rol dentro del pdo jeje he de admitir que Seungmin se está volviendo mi personaje fav
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Jeongin suspiró mientras terminaba de salir de la ducha, tomando el parche que se deslizaba por la piel de su cuello y tirándolo en el cesto de basura, agradeciendo que al menos les hubieran ofrecido una habitación con baño para no toparse con nadie más en el pasillo.
El aroma a café y whiskey llenó sus fosas nasales casi al instante, llenando toda la habitación, distinguiendo el estrés y la ansiedad característicos de las últimas semanas. Limpió el vapor del espejo para ver su reflejo, haciendo una mueca ante la sombra gris que había en su barbilla, las ojeras casi moradas alrededor de sus ojos, la expresión agotada que delataba el mal sueño que ha tenido los últimos días.
Se apresuró a rasurarse, comenzando a sentirse más cómodo cuando el reflejo en el espejo no se sintió como un desconocido. Satisfecho con ello, salió del baño siendo rodeado por su aroma, lo que atrajo a Seungmin en primera instancia, quien ya estaba aseado y vestido sobre el único colchón en la habitación.
Cuando Chan y Hyunjin los llevaron al piso superior les ofrecieron dos habitaciones diferentes, una frente a la otra, pero dormir separados en un lugar en el que aún no confiaban del todo los ponía de los nervios por lo que ambos accedieron a compartir una sola habitación. Les dijeron que había ropa y cualquier cosa de aseo.
Jeongin aún podía sentir el aroma de Chan en su nariz, la fuerza de su mano alrededor del cuello, su aliento cosquilleando contra sus labios. Si en nivel de estrategia te entrenaban para localizar la mayor amenaza primero, Jeongin ya había localizado a Chan como la principal, pero también el rival más fuerte difícil de tocar.
No sabía qué esperar de él, un momento parecía que actuaba por las razones correctas y al siguiente quería hacer lo mismo que el supuesto enemigo, era complicado seguirle el ritmo y muy difícil resistirse a él, como si la voluntad de Jeongin fuera de arcilla, maleable a los deseos de Chan.
— ¡Hasta que sales! —se quejó Seungmin, saltando de la cama y corriendo al baño—. Ahora que sé que existe el sistema de drenaje continuo y no condicionado, no puedo dejar de utilizarlo.
Jeongin rodó los ojos, apresurándose a vestirse mientras Seungmin usaba el baño, tomando del armario unos pantalones deportivos grises y una camiseta tank negra. Siguió manteniendo una toalla para el cabello, yendo a sentarse al borde del colchón.
¿Cómo es que su vida comenzó a irse en picada? Hasta hace unas semanas estaba todo perfecto, hacía las cosas que su madre le pedía, de vez en cuando subía a charlar con ella, se divertía con Seungmin…y con Changbin en los almuerzos, a veces Seungmin se colaba a su habitación con bocadillos y se quedaban charlando de mil cosas.
Todo estaba bien y de pronto está en aquel lugar, una habitación decorada con el gusto de una anciana; demasiados estampados, olanes, esos colores claros pero que se veían deslavados que hacían a Jeongin pensar que aquella era una casa embrujada y en cualquier momento-
Las luces parpadeando hicieron que soltara un chillido agudo, subiendo con un fluido movimiento los pies a la cama y tirando de una de las mantas para cubrirse el rostro.
Lo último que faltaba, había fantasmas.
—Okay, acabo de descubrir que uno de los interruptores no sirve—anunció Seungmin, saliendo del baño—. Si lo presiono, como que apaga las luces y ¿por qué estás tapado?
Jeongin bajó un poco la manta hasta que sus ojos fueron visibles, encontrando a su estúpido mejor amigo de camino a su lado de la cama. Relajó su posición una vez que se aseguró de que ninguna luz se había apagado, ¿qué tan vieja era la casa que tenía esos problemas? Alguien debería de revisarlos, en especial si la consideraban habitable.
—Me pareció ver algo—se excusó, sacudiendo la cabeza y acomodando la manta en su regazo.
—Cómo sea—Seungmin se apresuró a subir a la cama, acostándose junto a Jeongin y mirando al frente—. ¿Qué opinas de todo esto?
—Que estamos jodidos—admitió—. Chan y Hyunjin tienen un 89% en su G2D, mamá los considera Alfa y Omega Prime, o sea que ella sabe lo que son y de lo que son capaces, no creo que sea coincidencia que usáramos su sangre para LICAÓN.
—De verdad que suena muy jodido—el pelinegro tuvo que estar de acuerdo, suspirando—. ¿Qué hacemos?
—Seguirles la corriente hasta que encontremos el modo de huir.
— ¿Y volveremos a NOVUS?
Jeongin apretó los labios; uno consideraría que cuando eres alejado de tu hogar, lo único que ansías es volver cuánto antes para poder sentirte a salvo. Pero ahora, cada vez que Jeongin indagaba más, menos cosas de su madre le gustaban, más secretos que no entendía por qué le fueron guardados si era tan importante para NOVUS.
Pero cuando lograran salir de ahí, ¿volverían a lo que se sentía una mentira? ¿A interpretar papeles con las pequeñas cosas que les daban? Peor aún, si descubría más cosas de su madre que terminarán por cambiar la perspectiva de Jeongin, ¿a dónde irían? No conocían nada más.
—Lo pensaremos más adelante—solucionó el cobrizo, recostándose—. Ahora que al fin tengo una cama, prefiero dormir.
—De acuerdo, pero no me uses de oso de peluche—advirtió Seungmin, apagando las luces desde su lado de la cama—. Me das calor, eres como una enredadera cuando duermes. Manténte en tu lado de la cama, no homo bro.
—Lo que digas. Por cierto, ¿qué tanto hablaste con Hyunjin mientras no estaba?
—No quieres saberlo—Seungmin se estremeció—. Lo que sí es claro, es que él no respetaría mi lado de la cama.
…
Después de pasar semanas bajo suelo parecía algo irreal recibir el sol en el rostro a una hora demasiado temprana para gusto de Jeongin, haciéndolo restregar el rostro en la almohada en espera de volver a conciliar el sueño, después de todo no tenía que trabajar y podía holgazanear en la cama por horas.
Unos insistentes toques en la puerta fue lo que terminó por despejar la neblina del sueño en su cabeza, habiéndo sido ese ruido lo que se coló en su inconsciencia hasta despertarlo. Parpadeó, siendo recibido por las amarillentas cortinas que cubrían la gran ventana y hacían que el brillo del sol fuera más claro. Se incorporó con lentitud, mirando alrededor, intentando entender qué estaba pasando.
Seungmin estaba completamente adherido a su espalda, con un brazo y una pierna pasadas por encima de su cadera al igual que una maldita enredadera. Jeongin bufó, deshaciéndose de sus extremidades sin cuidado alguno, provocando que el pelinegro, profundamente dormido, girara sobre su espalda hasta desparramarse sobre el colchón como estrella de mar, abriendo la boca y comenzando a roncar.
Otros toques, está vez más fuertes, hicieron que Jeongin tomará una almohada y golpeara el rostro de Seungmin, haciendo que éste se despertara sobresaltado, la canela de su aroma llenando por completo la habitación a comparación con el pino, poniéndose alerta y mirando de forma desorientada, y con el cabello que desafiaba a la gravedad, hacia todas partes.
— ¿Qué? —preguntó entre bostezos.
—Alguien toca—anunció Jeongin en voz baja.
—Pues ve a abrir.
— ¿Y si nos vuelven a electrocutar?
Por debajo de la puerta percibieron un aroma dulzón, ese postre de caramelo que Jeongin no podía recordar cómo nombrar acompañado de mermelada de fresa y un toque de menta. Parecía inofensivo, un omega, y ellos eran dos alfas, tampoco distinguían a alguien más con él.
Los dos se arriesgaron a salir de la cama, apresurándose a quitar el sueño de sus ojos antes de abrir la puerta, apenas una apertura, y asomándose como dos gatitos curiosos a lo desconocido.
Y parecía irónico que se compararan a sí mismos como gatos puesto que en el pasillo se encontraba un apuesto omega de rasgos felinos y cabello rojizo, mirándolos con grandes y oscuros ojos sorprendidos. Era tan guapo que robaba el aliento, y era una belleza diferente a la de Hyunjin, la de éste omega era más fría, artística, como apreciar una de esas célebres esculturas que existieron hace años volver a la vida.
—Hola—saludó con una pequeña sonrisa, contemplando con curiosidad la forma en la que sus invitados se mantenían detrás de la puerta—. Creo que no nos presentaron formalmente, soy Minho.
Extendió su mano en espera de que la estrecharán por lo que a los dos alfas no les quedó de otra más que abrir la puerta en su totalidad y salir al pasillo, estrechando por turnos la mano del omega; era más bajito que ellos pero fornido, Jeongin lo recordaba de su día de huida, se veía mucho más presentable ahora que en aquel momento.
Los aromas de los dos alfas se volvieron un poco dulces, interesados por el omega, haciendo que éste sonriera de forma divertida y un ligero sonrojo cubriera sus mejillas.
—Usualmente me quedo en casa con Luna y Felix así que Alfa me ha pedido que me encargue de ustedes.
— ¿Se fué? —preguntó Jeongin, frunciendo el ceño.
—Ah sí, él, Changbin y Sungie lo hacen todo el tiempo, a veces llevan a Luna con él, pero por lo general Luna se queda en casa, Alfa es muy protector.
— ¿A dónde fueron? —preguntó Seungmin, un poco brusco.
La amable sonrisa de Minho pareció borrarse ante la brusquedad con la que Seungmin cuestionaba, incorporándose en toda su altura y cruzándose de brazos, y había que admitir que lucía intimidante.
—Conseguir algunas cosas—aclaró Minho, chasqueando la lengua—. No canten victoria, Alfa me ordenó mantenerlos en estricta vigilancia así que más les vale que cooperen. No quiero tener que electrocutarlos, pero lo haré o usaré a Felix.
Seungmin sonrió, inclinándose hacia el frente y Jeongin suspiró. A veces se preocupaba por la capacidad de su amigo de juzgar a los omegas, o su desesperación por encontrar una pareja que le hacía molestar a todo el mundo ya que, en su cabeza, en algún momento alguien caería ante sus encantos y se daría cuenta de su juego.
No era un idiota, simplemente le gustaba bromear, sólo que, en constantes ocasiones, sus chistes no daban mucha risa y provocaban problemas.
— ¿Nos dejó de niñeras a dos omegas y un alfa que pesa 60 kilos mojado? —preguntó Seungmin, enarcando una ceja.
—Uno de esos omegas puede poner de rodillas a cualquiera—advirtió Minho con ojos entrecerrados.
— ¿Y tú qué haces?
Con un fluido movimiento, Minho tomó del brazo a Seungmin y pasó por debajo de él, torciéndolo en un ángulo doloroso en su espalda hasta que su amigo estuvo de rodillas y Jeongin tuvo que frenar su impulso de su alfa de defenderlo, después de todo se lo había buscado.
Hizo una mueca cuando escuchó un crujido, nada alarmante, y Minho colocó un pie descalzo vestido con un calcetín rosa y verde en el centro de la espalda de Seungmin, haciendo que se inclinara más hacia el suelo.
—Como te decía—repitió Minho, apenas se notaba el esfuerzo en su posición, mirando con diversión a un quejoso Seungmin—. Uno de los omegas puede poner a cualquiera de rodillas. El otro tiene un bonito cabello rojo.
Lo soltó, provocando que Seungmin cayera de bruces al suelo. Jeongin se elogió a sí mismo de que el análisis que les había hecho la última vez que los vio no había sido tan erróneo. Minho era fuerte, si acaso más fuerte que su alfa sin necesidad de usar el Lobo Interno como respaldo, y no es como si eso fuera a hacer una diferencia.
En los estudios que habían hecho, los Alfas y los Betas eran los más agresivos y fuertes de las Castas, después de todo se creía que, en la jerarquía de lobos, los Betas eran los segundos de los Alfas de cada manada. No obstante, el papel de los Omegas era proteger al resto de la manada cuando los otros no estaban por lo que se esperaba que fueran igual de fuertes.
No le era una sorpresa que Chan decidiera dejar a cargo a dos omegas y un solo alfa, en especial si uno de ellos era tan fuerte como el alfa estándar, aunque Minho no se quedaba atrás.
—Sólo venía a anunciarles que el desayuno está servido—informó, volviendo a ese tono agradable y amable con el que los había recibido, mirando a Jeongin con ojos brillantes—. Soy el encargado de cocina así que no se preocupen, ya tenemos su expediente médico y no habrá más envenenamientos.
— ¿Cómo obtuvieron nuestro expediente médico? —cuestionó, alarmado.
—Ups, eso es algo que no debí decir. ¡Los veo abajo!
Se fué por donde vino, dejando tras de sí una estela de su aroma que les recordaba a postres y les abría el apetito. Jeongin sintió su estómago gruñir en protesta ante la falta de alimento, mirando hacia su amigo y encontrándolo en la misma posición en la que Minho lo había dejado.
— ¿Algún día aprenderás cuándo callarte? —preguntó con verdadera curiosidad, empujándolo con su pie—. No estamos en NOVUS como para decir algo y luego correr a escondernos detrás de mamá.
—Admites que molestas a las personas y te escondes con tu mamá—gruñó Seungmin, incorporándose hasta quedar de rodillas sobre el suelo—. Sueles ser más molesto que yo, ¿por qué estás tan serio últimamente?
Jeongin, que al fin había salido de la habitación, se detuvo a unos pasos de la puerta y miró a Seungmin con extrañeza, preguntándose si acaso su amigo se daba cuenta del embrollo en el que estaban metidos. No era una cosa cualquiera, una broma de universitarios que te dejaban en la casa de una fraternidad con fiestas sin parar, tampoco se trataba de un paquete entregado por error a tu casa.
—Estábamos en un sótano—repitió Jeongin, incrédulo—. Hacíamos del baño en una cubeta.
—No es necesario recordar eso.
—Al parecer lo es, Seungmin, porque no importa que tanto nos quieran decorar la realidad, nos electrocutaron y nos echaron a la parte trasera de un auto llevándonos lejos de casa. Estamos aquí porque no tenemos opción, no olvides eso.
Seungmin suspiró, su aroma se volvió más denso, difícil de respirar a tal grado que Jeongin arrugó la nariz y se sintió sumergido en un frondoso bosque repleto de pino, con la canela ardiendo en su garganta. Estaba enojado, bien por él, Jeongin también lo estaba así que no tenía tiempo de hacer chistes estúpidos para hacer más llevadera la situación.
Ambos caminaron por el camino que recordaban haber recorrido la noche anterior, los ruidos hogareños que emanaban desde el piso inferior siendo un guía perfecto.
La casa parecía realmente antigua, Jeongin podía notarlo en el desgastado tapiz y los cuadros que la decoraban, como si hubiera permanecido estática durante demasiado tiempo y apenas, con la llegada de aquel grupo, volviera a la vida pues el polvo y las telarañas habían desaparecido pero no así los pequeños vestigios del paso del tiempo como el desgaste en la madera del pasamanos, o las manchas en el tapiz de las paredes.
Bajaron con cuidado y en completo silencio las escaleras, ambos descalzos sintiendo la textura áspera de la alfombra en la planta de sus pies hasta que volvieron a llegar al piso inferior. Mientras Seungmin se adelantaba en dirección a la cocina, Jeongin miró con anhelo la puerta que se encontraba a su derecha, notando con desagrado la cantidad de cerraduras que tenían el cerrojo puesto, ¿estaban la primera vez que huyó? Suponía que no así que Chan debió colocarlas después.
Apreciaba que les considerara lo suficiente astutos como para volver a escapar, pero Jeongin sabía que apenas pusiera un pie fuera de la casa sin supervisión, Chan ya estaría al otro lado del camino esperando atraparlo. Parecía ser importante para lo que sea que planeara, así sea replicar el experimento o sólo obtener el suero LICAÓN, y mientras fuera importante Chan lo mantendría con vida.
¿Pero qué había dicho el alfa? Sí, que para él Seungmin era bastante descartable así que Jeongin debía de comportarse para mantener con vida a su amigo.
Si su amigo no hacía que lo mataran primero.
Se apresuró a llegar a la cocina para no alarmar a nadie y que fuera a buscarlo, encontrando a Seungmin de pie en la entrada de esta, mirando con nerviosismo la imagen que tenían frente a ellos y no podía culparlo.
En esa rústica mesa de madera que había visto de forma fugaz se encontraba colocado un desayuno que fácilmente podría ser para todo un batallón; un enorme plato repleto de panqueques, un bol lleno de huevos revueltos, otro plato con salchichas asadas y algo de fruta en los tazones. Los estómagos de los alfas en la entrada rugieron con fuerza ante el olor y la vista de la comida.
En la mesa, sentado con el rostro lleno de comida, se encontraba Felix; su cabello, de un rubio dorado, se encontraba peinado en un desordenado moño a la altura de la nuca, usaba sudaderas y unos auriculares alrededor del cuello, comía de forma vertiginosa, echándose de un bocado los panqueques. Parecía que ni siquiera masticaba.
—Pueden tomar asiento—anunció Minho desde su lugar en la encimera, donde terminaba de preparar el café—. Y yo lo haría rápido, Felix come mucho.
—Eso no es cierto—se defendió Felix con la boca llena, ganándose un ligero golpe en la nuca mientras Minho pasaba por detrás de él—. Estoy en desarrollo.
Jeongin y Seungmin obedecieron en silencio, caminando con precaución alrededor de la mesa, más Seungmin que Jeongin puesto que Felix podría decidir que quería volver a darle un par de puñetazos en el rostro. Se sentaron en sillas contiguas y comenzaron a servir comida mientras Minho terminaba lo que fuera que hiciera.
Comenzaba a comprender por qué la mesa de la cocina era tan pequeña si después de todo sólo estaban 3 en casa comúnmente, incluso se sentía que no cabían con Seungmin y Jeongin agregados a la ecuación, apretados en las sillas intentando hacer espacio suficiente para Minho una vez que se acercó a comer.
Comieron con lentitud, Seungmin y Felix lanzándose miradas contínuamente por encima de los panqueques, eso parecía divertir a Minho y preocupar a Jeongin.
—Espero que no haya rencores—habló Seungmin mientras picoteaba sus panqueques—. Lo que dije sólo era por molestar. Dejé de estar interesado en Changbin cuando me dijo que había un alfa que lo cortejaba.
Felix pareció masticar más lento, su aroma dejando de ser agrio y volviéndose más neutral. Jeongin olisqueó el aire con disimulo, esperando al fin distinguir esa especie que estaba bajo la superficie del vino, parecía una planta pero era difícil diferenciarla pues Felix tenía una perfecta mezcla de aromas que no te dejaba separarlos.
Olía como a un viñedo fresco, a una copa de vino servida con elegancia mientras inclinas el rostro para definir todos sus aromas, como si fueras un maldito experto cuando, en primer lugar, ni te gustaba el vino.
—Sin problema—murmuró Felix, era sorprendente lo profunda que era su voz a comparación con su apariencia—. A Changbin le gusta jugar con los alfas, así que no estaba preocupado.
— ¿Jugar con alfas? —repitió Jeongin, interesado.
Recordaba que varios de su departamento estaban interesados en Changbin, y en un principio él les seguía el juego pero luego los descartaba bajo la excusa de ser aburridos.
—Le encanta tontear con ellos—asintió Felix, como si no tuviera importancia—. Todo el tiempo, luego que se aburre de ellos los descarta pero si no entienden, es ahí donde me meto.
—Oye, pero yo sí entendí—se quejó Seungmin, mirándolo con molestia—. ¿Por qué me golpeaste?
—Ah, esperaba que te callaras—Felix se encogió de hombros—. Eres muy ruidoso, pero no te preocupes. Luna ya me dijo que no puedo golpearte en la cara.
— ¿Gracias?
Minho se rió mientras el resto seguía comiendo.
Había que admitir que era muy buena comida, aunque llevaban tiempo comiendo lo que hacía Minho, cuando lo comes en un lugar iluminado y humano las cosas sabían mucho mejor.
Después de un rato, Felix se levantó presuroso, vertiendo lo que quedaba en la jarra de la cafetera en un termo bastante grande, tomando otro puño de fruta y echándoselo a la boca sin preámbulo.
—Si habla y no estoy conectado, me va a poner a fregar los baños—masculló Felix con la boca llena—. Gracias por la comida, Min, nos vemos luego—miró a los alfas antes de desaparecer—. Ustedes están en manos de Minho, y si crees que yo tengo un buen gancho, aún no conoces el de su alfa.
—No necesito a mi alfa para cuidarme—advirtió Minho con el ceño fruncido.
—Ya lo notamos—asintió Jeongin, recordando a Seungmin en el piso.
—Le ayudarán con todo lo que hace. Espero que se diviertan.
Lo dijo de una forma que parecía delatar que no lo harían, pero Jeongin lo dejó pasar, permitiéndose disfrutar lo que tal vez podría ser su última comida del día.
Una vez que pasabas el estrés inicial del secuestro y comenzabas a desarrollar, tal vez, el síndrome de Estocolmo, el lugar no era tan terrorífico. La cocina parecía ser un lugar tranquilo, en mucho mejor estado que el resto de la casa aunque los muebles aún tenían una apariencia rústica. Le sorprendía que tuviera una nevera funcional, de un horrible color amarillo, pero parecía que no podían desaparecer los horribles tapices.
Se mantuvieron varios minutos en silencio, ambos alfas mirando alrededor e intentando comer. La mirada de Minho nunca se alejó de ellos, ni siquiera entre bocados, su aroma cosquillear en su nariz pero, a pesar de ser dulce, había un olor en él que no lo hacía atrayente a ellos, como si les repelieran.
—Linda cocina—susurró Jeongin, intentando romper el hielo.
—Gracias, Luna se esforzó en hacerla agradable.
La forma en la que se referían a Hyunjin ponía de los nervios a Jeongin, ¿por qué no les decían su nombre cuando no estaban presentes? Había respeto en los sobre nombres, como si hablaran de la realeza, pero era algo espeluznante.
Jeongin miró hacia el lavadero, cuya ventana daba al jardín; había pequeñas cortinas con estampado floral que flaqueaban las ventanas y, en el marco de esta, se encontraban varios ramos de flores en diferentes estados,a lagunas ya lucían más secas que otras.
— ¿Usualmente qué haces? —preguntó Seungmin.
Si iban a pasar el día con Minho, estaba bien ir descubriendo qué se supone que hacía.
—Suelo ir al huerto y paso todo el día ahí—aclaró el omega, tomando su taza de café y bebiéndola de un trago—. Es un trabajo de tiempo completo, revisar todas las plantas, cultivar lo que ya se necesita cortar, mover la tierra, plantar más cosas antes de que sea invierno. Tengo buena mano para las plantas, lo cual es un alivio sino sobreviviríamos a base de carne y cualquier otro suplemento.
—Changbin mencionó que las cosas no estaban bien allá afuera—señaló Jeongin, confundido—. Pero ustedes parecen vivir bastante bien.
—Alfa y Luna se esforzaron—asintió Minho—. Muchas manadas hacen lo mismo que nosotros. Los víveres que manda NOVUS los ven como un pequeño extra, intentan conseguir lo primordial de forma natural. Alfa intentó que muchos lo hicieran porque las peleas por los recursos no paraban.
— ¿Por qué se refieren a sí mismos como manadas? —preguntó el cobrizo, comenzando a sentirse lleno.
Minho se rió, como si Jeongin hubiera hecho una pregunta estúpida, pero al ver que tanto él como Seungmin mantenían una expresión impasible parpadeó, confundido.
— ¿Es en serio? —preguntó Minho.
—Bueno, ¿luzco como si bromeara?
—No sé, a veces tienen cara de chiste—el omega se burló, Seungmin gruñendo por lo bajo—. Es que es algo natural, ¿cómo llamas al conjunto de lobos?
—No somos lobos—Seungmin tuvo la amabilidad de recordar.
—No del todo, pero creo que ese es el problema con NOVUS—Minho se encogió de hombros—. Alfa nos ha enseñado a no ver como entes separados nuestro lobo interno de nuestra parte humana, después de todo es lo que somos.
—Es un virus—recordó Jeongin, escandalizado—. Una enfermedad.
—O es sólo evolución—Minho se levantó, comenzando a apilar los trastes sucios—. Como les decía, Alfa ve como parte de uno mismo el Lobo Interno y, debido a eso, tenemos una dinámica más similar a la de los lobos en el mundo natural, es por eso que nos llamamos Manada. Tenemos una pareja líder que busca nuestro bienestar. Creo que la humanidad de Alfa hace mejor la dinámica porque él se asegura que todos estemos satisfechos antes de siquiera comer algo.
Era algo interesante, y si había algo que no debería de considerar la situación en la que estaba era, precisamente interesante porque entonces querría saber más de ellos, de su dinámica, comprender cómo es que Chan había llegado a esa conclusión para hacer funcionar a un grupo.
Tenían un orden jerárquico, una estructura social que, según Heejoo, no había podido ser establecida después de todo lo que ocurrió porque en las personas había mucho caos y salvajismo. Sin embargo, si lo que Minho decía era cierto, entonces Chan había logrado hacerlo, poner un orden que daba sentido y se mantenía funcionando.
—Siguiendo ese criterio natural—comenzó Seungmin, levantándose y ayudando a Minho con los trastes sin necesidad de que se lo pidieran—. En la naturaleza, los lobos omegas son tratados como las parías de la manada, entonces tú no serías un elemento muy valorado.
—Vaya, gracias—se burló Minho, mirándolo con una sonrisa que se asemejaba a la de un gato que se ha comido el canario—. Pero eso se debe a que Sungie es el…podemos decirlo el tercero al mando, ya que en la cima están Alfa y Luna.
— ¿Son la pareja alfa de la manada? —preguntó Jeongin, incorporándose y ayudando a limpiar la mesa.
—Bueno, algo así—Minho sacudió la cabeza—. Es complicado y no me corresponde decirlo.
Jeongin tenía más preguntas que respuestas y eso le molestaba porque entonces querría saber más y no se supone que se relacione tanto con ellos. No obstante, hasta ahora, Minho era el único que los había tratado de forma decente, si ignoraban su encuentro con Seungmin cuando salieron de la habitación.
Y era agradable charlar con él, su aroma no parecía tan empalagoso como el de Changbin ni tan insoportable como el de Hyunjin, era agradable y, al mismo tiempo, no provocaba que quisiera cortejarlo o algo parecido.
—Felix saldrá de su guarida en 3 horas—anunció Minho, dejando todos los trastes sucios en el fregadero y guardando la comida restante en recipientes—. Y lavará los platos, no lo hará si ve que hay gente a la que le puede adjudicar la tarea.
—Voy a suponer que somos nosotros—adivinó Jeongin, siguiendo a Minho fuera de la cocina.
—Es correcto. Usen estos—En la entrada, Minho les entregó un par de botas de hule desgastado—. Alfa dijo que es lo único que tienen para las tareas que harán, ¿por qué estaban en pijama el día que los trajeron?
—Ah, es que no me avisaron con antelación para ponerme mis mejores galas—se quejó Seungmin, luchando para ponerse las botas—. Olvidé ponerme los zapatos caros ese día, lo siento.
—Se supone que haríamos algo rápido antes de volver a la cama—intercedió Jeongin cuando notó que el aroma de Minho se agriaba—. La cosa se nos salió de control y perdimos los zapatos en el proceso.
—Cierto—asintió Minho, tomando 3 canastas de mimbre y comenzando a quitar la infinidad de seguros que tenía la puerta—. Liberar a 2 personas con Rabia en un recinto aparentemente secreto no fue la mejor idea de todas, pero fue entretenido, en especial cuando…—Minho terminó de abrir la puerta, frunciendo el ceño y mirando a Seungmin—. Oye, lo siento, no quiero ser grosero pero Alfa solo habla de Jeongin, ¿cuál es tu nombre?
—Soy Seungmin—gruñó, ofendido—. Estoy seguro de que se lo dije al pelirrojo.
—Ya, Luna te llama “el lindo alfa del sótano” y creo que prefiero beber lejía antes de referirme así a ti—Minho se encogió de hombros—. Entonces, andando. Les recuerdo que si corren, yo no me ando con armas electromagnéticas.
— ¿No lo haces?
Minho se demoró un segundo en responder, permitiendo que ellos salieran primero antes de extender la mano y, de dónde había sacado las botas, extrajo un rifle bastante grande, colgándoselo del hombro por la correa mientras sonreía.
—Soy francotirador, cariño. Puedo disparate desde el otro lado del bosque. No me arriesgaría si fuera tu.
…
Cuando Chan le dijo dónde se encontraba el huerto, Jeongin creyó que sólo era una caminata de cinco minutos cruzando el río, que por cierto casi se van de bruces intentando brincar las rocas que usaban de puente.
Vaya sorpresa cuando llevaban aproximadamente veinte minutos y Minho no parecía disminuir la caminata, tan sólo dirigiéndoles de si iban a la derecha o a la izquierda. Jeongin estuvo a punto de sorprenderse de que recordara el camino con exactitud cuando a él le parecía que había demasiados árboles y demasiados helechos, pero si se dedicaba a oler su entorno podía distinguir vestigios del aroma de Minho y de alguien más, el chocolate con menta y algo de fresa acompañando el camino.
— ¿Quién es Sungie? —preguntó Jeongin, un poco sin aliento y sintiendo el sudor deslizarse por sus sienes.
—El lindo alfa de mejillas llenas—informó Minho con voz algo dulce, como si el recuerdo de Jisung hiciera que su aroma se volviera más denso y empalagoso.
— ¿El que parece que necesita un buen tratamiento capilar? —preguntó Seungmin.
Minho le gruñó con fuerza, el sonido emanando desde su pecho, vibrando y mostrando ligeramente los colmillos mientras sus ojos brillaban en luces púrpuras que hicieron a ambos alfas perder el equilibrio al mirarlo, cayendo de sentón, temiendo por ver la mano del omega deslizarse hacia el arma que colgaba en su hombro.
—Les pediré amablemente que traten con respeto a mi compañero—advirtió Minho, señalandolos con las canastas de mimbre—. Su cabello está bien, muchas gracias.
—Oye, tampoco había necesidad de gruñirnos—se quejó Jeongin, levantándose y sacudiéndose el pantalón—. ¿Por qué son tan sobreprotectores con las personas con las que salen? Esas no son las bases de una relación saludable.
—Cuando encuentres a tu compañero, entenderás—Minho pasó a su lado, palmeándole el hombro—. Andando que caminan lento y me tienen retrasado, quiero volver a casa antes que Alfa.
Después de ese breve momento, Jeongin decidió que era mejor mantener la boca cerrada ya que estaban en medio del bosque y Minho cargaba un rifle, sería muy arriesgado darse el lujo de permitirle hablar a alguien como Seungmin, así que después de una mirada de advertencia con los ojos encendidos, ambos caminaron detrás de Minho en completo silencio.
Les tomó otros quince minutos llegar a lo que podría ser un jardín abierto, los árboles siendo escasos hasta que les dieron la bienvenida a otro jardín.
Parecía medir una hectárea de metro cuadrado, los árboles parecía flaquear el perímetro del lugar sin resultar asfixiante, parecía más bien como un pequeño prado privado. Estaba repleto de cultivos, matas de algún vegetal creciendo en rústicas cajas de madera o partes de tierra que fueron tratadas para la siembra; había unos cuántos árboles frutales creciendo alrededor, veía manzanas y duraznos, le pareció que también había un par de naranjos.
Al fondo, lo bastante cerca de los árboles, había un pequeño cobertizo de madera desvencijada en el que descansaba una pala y un rastrillo de tierra. Minho se encaminó hacia él mientras Jeongin y Seungmin se quedaban atrás, mirando con interés el lugar.
Cada sección estaba etiquetada con una rama clavada en la tierra y un pequeño letrero de madera pintado de forma casi artística. Conforme caminaban entre las parcelas, Jeongin se maravillaba por la variedad de frutas y vegetales que tenían. Zanahorias, patatas, calabazas y calabacines. Arbustos de fresas y moras, ejotes, tomates, cebollas, cebollines y hasta ajos.
— ¿Cómo lograron cultivar todo esto? —preguntó Seungmin con interés, mirando con atención las florecillas blancas de los arbustos de fresas.
—Alfa y Luna tenían la mayor parte cuando llegamos—admitió Minho, dejando las canastas junto a la puerta del cobertizo, extrayendo un manojo de llaves de sus pantalones para abrirlo—. Dijeron que fue un problema conseguir la mayoría de esto, pero una vez que obtienes un par, y lo sabes tratar, puede funcionar.
— ¿Sabías de agricultura antes? —preguntó Jeongin, maravillado al ver las estructuras de madera en las enredaderas.
—Tuve que aprender, creo que muchos tuvimos que hacer eso cuando sucedió todo—Minho ingresó al cobertizo y en un par de segundos salió con más herramienta—. Y ustedes van a tener que aprender de manera rápida. Changbin dijo que son las mentes brillantes de NOVUS.
—No creo que cultivar bacterias para antibióticos sea lo mismo que esto—Seungmin tomó una fresa, arrancándole con lentitud y llevándosela a la boca—. Oye, son buenas.
—Claro que son buenas.
Minho le dio un manotazo en la mano, evitando que volviera a arrancar más fresas, el gruñido del omega haciendo que tanto Seungmin como Jeongin se pararan derechos sobre sus pies.
—Regla uno, no se comen nada del cultivo hasta que se haya lavado—Minho informó mientras le daba a cada uno una cesta y un par de pinzas—. No usamos fertilizantes artificiales, y nuestros aromas mantienen alejados a la mayoría de los animales, pero existen los insectos que adoran hacer popó en las plantas.
Jeongin se rió entre dientes, viendo cómo su amigo se ponía verde del asco y sacaba la lengua, escupiendo los restos de la fresa.
—Regla dos; si tienen duda de algo, me dicen primero. He invertido mucho en este huerto y no quiero que lo arruinen, ¿de acuerdo?
Una cosa era decirlo y otra cosa llevarlo a cabo.
…
El sol comenzó a alzarse sobre ellos conforme pasaba el tiempo, ardiendo sobre su espalda, empapados de sudor y probablemente ronchas.
Jeongin sentía que su espalda y piernas ardían, el cabello comenzaba a empalmarse en sus sienes mientras intentaba seguir las instrucciones de Minho; hace bastante rato que habían terminado de cultivar lo necesario, tres canastas bastante llenas de todo lo que necesitarían para los siguientes día, sin embargo ahora tenían que plantar otras cosas, arrancar hierbas secas, asegurarse de que la tierra estuviera fresca y esas cosas.
Les había permitido tomar unas manzanas del árbol para comer algo, pero aquello se sentía como una explotación del agricultor horrible, en especial porque Minho tenía un bonito sombrero de paja y Seungmin y Jeongin no podían ni acercarse a las sombra de los árboles sin que Minho los trajera de regreso con un silbido.
Seungmin, quien habría sido el primero en quejarse en otras circunstancias, estaba inusualmente callado, concentrándose en su trabajo. O quizá se debía a que ya la había cagado cortando algo que no debía y Minho había sido terrorífico con ojos brillantes y mostrando los colmillos.
En ese instante, Seungmin se encontraba acomodando las enredaderas, alejado de donde Jeongin y Minho plantaban lo que parecían nuevos brotes de patatas. Lo habían puesto a acomodar las enredaderas de los tomates para que no se envolvieran entre sí y pudieran cosechar mejor.
En esas estaba, pasándose el antebrazo por la frente para limpiarse el sudor, cuando lo olió, sintiendo que todo su alfa se despertaba de su letargo, ronroneando ante semejante aroma. Sus fosas nasales se dilataron, olfateando el aire, siendo atraído hacia el bosque.
Dudó durante un segundo, sus manos congeladas sobre las plantas mientras su mirada iba desde el bosque a donde Jeongin y Minho se encontraban. Sabía que se metería en problemas, era probable que le dispararan y después Jeongin lo reviviría y lo volvería a matar por meterlos en aprietos cuando ya tenían la soga alrededor del cuello.
Y aunque Seungmin ya sabía de quién emanaba el olor, no pudo evitar sentir curiosidad, querer asegurarse de lo que hacía ahí, si estaba bien o necesitaba ayuda, aunque su aroma sólo emanaba tranquilidad, podría pasar desapercibido y adjudicarse a las flores del bosque. Pero ese toque de miel marcaba la diferencia.
Siguiendo la lógica, y si tomaba sus bases en las palabras de Minho, era probable en un 90% que no se metiera en problemas si la razón por la que Seungmin se había alejado del huerto era por aquel aroma, considerando las jerarquías. También era probable que Minho fuera de los que dispara y luego pregunta.
Arriesgándose a perder una extremidad, Seungmin se deslizó con lentitud hacia los árboles, permitiendo que su aroma predominara para que no notaran su ausencia antes de perderse en el bosque, siguiendo con su olfato el aroma a rosas y miel.
Conforme avanzaba sin un sendero claro, se dio cuenta que el bosque era más frondoso de lo que parecía, tropezando con algunas raíces y sus pies enredándose entre helechos que en más de una ocasión lo hicieron caer.
Se detuvo cuando el aroma se volvió demasiado intenso, opacando el olor del bosque, húmedo y a tierra mojada, hasta hacerlo sentir que las rosas florecían en su pecho y le obstruían la garganta.
Se colocó detrás de un gran roble y miró a hurtadillas, parpadeando ante el impacto de color qu ele recibió; era otro prado, más pequeño que el huerto, lleno de flores de todos los colores.
Parecía sacado de un cuadro; pequeñas florecillas blancas y moradas se veían entre el pasto que era tan largo que rozaba las pantorrillas de Seungmin, había arbustos de rosas rosas y flores moradas, tulipanes, quizá margaritas, toda una variedad donde a la mitad Seungmin no les sabía el nombre.
Y en medio del lugar, sentado sobre un pastizal tan largo que si se acostaba desaparecería, se encontraba Hyunjin, con su cabello rojo brillando bajo el sol, siendo agitado de vez en cuando por la ventisca; en su regazo parecía haber un block de dibujo y, a su alrededor, un estuche de madera con lo que parecían miles de lápices.
Seungmin se quedó ahí durante minutos, viendo a Hyunjin dibujar, fascinado por su precisión en los trazos sobre una superficie no uniforme. Era difícil saber qué dibujaba desde esa distancia, pero algo en él ponía inquieto a su alfa lo que le impidió moverse, quedándose de pie en aquel árbol bajo la excusa de mantenerlo vigilado.
Era ridículo, el tipo ni siquiera le caía bien, aunque no iba a negar su atractivo. Pero Seungmin ya los había metido en problemas e ir a coquetear con el omega del Alfa era lo último que necesitaba, apreciaba su cara donde estaba.
El viento cambió de dirección, agitando el cabello de Seungmin, haciendo que se tensara con nerviosismo cuando vio a Hyunjin detenerse a olfatear el aire. Aguantó la respiración, nervioso, pero el omega no hizo nada, sólo siguió dibujando aunque con los hombros menos tensos y Seungmin se quedó escondido junto al roble.
En un momento volvería, antes de que Minho se diera cuenta y fuera a buscarlo con el rifle cargado.
…
Mientras trabajaba junto a Minho, Jeongin sintió que sus fosas nasales se dilataron con anticipación y su alfa gruñía de apreciación, salivando cuando el aroma a chocolate intenso y tabaco llenó por completo el huerto.
Se incorporó al igual que Minho, mirando alrededor antes de que por el camino que habían recorrido aparecieran dos alfas caminando tranquilamente. Jeongin sintió que su corazón se saltaba un latido y comenzaba a acelerar la marcha al notar el cabello azul de Chan, la sonrisa amigable con la que conversaba con Jisung mientras se acercaban.
A su lado, el aroma de Minho se volvió empalagoso hasta la repugnancia, haciendo que el alfa que acompañaba a Chan lo mirara con una enorme sonrisa y mostrará el ramo de flores silvestres que tenía en una de sus manos.
— ¡Sungie, volviste!
La forma en la que Minho se arrojó a los brazos de su aparente compañero hacía que Jeongin sintiera que se había ido por años y no sólo unas cuántas horas. Contempló con curiosidad la forma en la que el alfa lo alzó en el aire, los aromas mezclados de manera perfecta, la menta y el chocolate junto con el aroma de postre y fresa que caracterizaba a Minho.
Jeongin supuso que miraba un momento públicamente privado así que regresó su atención al otro alfa, manteniéndose en guardia cuando notó que Chan ya caminaba hacia él, ojos grises fijos en cada uno de sus movimientos, su aroma a chocolate y tabaco entrelazándose con el de Jeongin, el cual al fin era libre después de tantos días con el parche.
Había que concederle calidad a NOVUS, la caja decía 15 días y les duró un poco más que eso, valía la pena, pero ahora significaba que Chan podía oler el más mínimo sentimiento en Jeongin y eso lo dejaba bastante expuesto.
—Hola, cariño—saludo Chan, deteniéndose ante él y llevando una mano a la barbilla de Jeongin, sosteniéndolo con firmeza para mantener su mirada en él—. ¿Cómo estás? ¿Disfrutas del trabajo de campo?
Jeongin entrecerró los ojos, recordándose que se metería en problemas si le escupía a la cara, aunque la sonrisa de Chan delataba que sospechaba de sus intenciones por lo que apretó con más fuerza sus mejillas, inclinándose hacia un costado y oliendo su cuello.
— ¿Sabes? Me gusta mucho el café—susurró con los labios en su oído, lamiendo su mejilla antes de soltarlo—. Venimos a buscarlos porque trajimos cosas para el laboratorio.
— ¿Qué laboratorio? —preguntó Jeongin, limpiándose el rostro con el dorso de la mano, haciendo una mueca al todavía sentir la saliva en su piel.
—Tu nueva área de trabajo, claro—aclaró Chan, sonriendo, haciendo que Jeongin alzara una ceja, aún sin entender—. Necesitas uno para que puedas trabajar en nuestra propia mezcla de LICAÓN, ¿no es así? Aún nos faltan unos equipamientos, así que necesito que le des el visto bueno y tú y tu otro perrito faldero-
—Se llama Seungmin—Jeongin se cruzó de brazos, molesto.
—Como sea, hagan una lista de cosas que les pueden faltar.
— ¿Y cómo conseguiste tú el equipo? —preguntó con ojos entrecerrados, sospechoso.
—No cuestiones mis métodos, querido, sólo mis resultados—Chan alzó una mano y le dio un ligero golpe en la punta de la nariz—. Después de todo, te tengo aquí.
Jeongin mostró los colmillos y eso pareció divertir a Chan, riendo entre dientes mientras sacudía la cabeza.
— ¿Dónde está el lindo alfa del sótano? —preguntó, mirando alrededor.
— ¿En serio le dices así? —preguntó Minho con frustración, alejándose de Jisung y caminando hacia donde había dejado su herramienta.
—Hyunjin así le llama—se defendió Chan con un encogimiento de hombros.
—Sí, también me llama idiota de mejillas grandes y no por eso me llamas así—recordó Jisung, yendo a donde estaba el omega y comenzando a ayudarlo.
—No que tú sepas.
La forma en la que lo dijo fue en un tono juguetón, jovial, que hizo reír a Minho a carcajadas mientras echaba la cabeza hacia atrás. Era un sonido agradable por lo que Jeongin no pudo evitar reírse entre dientes, disimulando con una tos fingida cuando Jisung lo miró con ojos rojos.
—Hey—Chan, repentinamente serio, le dio un ligero golpe a Jisung en la nuca—. No vuelvas a hacer eso.
El brazo de Chan pasó alrededor de la cintura de Jeongin y lo atrajo a su costado, provocando que fuera envuelto por ese aroma intenso a chocolate, haciendo que el alfa de Jeongin se sintiera menos erizo y mirara hacia el suelo, como si no tuviera permiso de alzar la cabeza hasta que Chan dijera lo contrario.
—No es la forma correcta de tratar a nuestros invitados—se burló Chan, presionando la nariz contra el costado de la cabeza de Jeongin mientras éste se tensaba—. No está bien que abuses de tu poder, Jisung, tienes que respetar a tus inferiores por igual.
— ¿Inferiores? —hablaron detrás de ellos, haciendo que Jeongin agradeciera a la vez que maldecía la presencia de Seungmin—. Por favor, Jeongin podría ganarle a ese alfa sin dudarlo.
— ¿En serio? —preguntó Jisung con una sonrisa depredadora que mostraba todos sus colmillos.
El alfa cobrizo sacudió la cabeza de forma negativa, intentando soltarse del agarre de Chan sin mucho éxito, un poco aliviado cuando Seungmin apareció a su lado regresando la herramienta a donde Minho la apilaba.
Era curioso cómo su aroma no parecía sobresalir en aquel lugar y, por el contrario, se camuflaba a la perfección con el bosque, después de todo Seungmin tenía una extraña combinación de canela y pino en su aroma, en ocasiones el pino predominaba más así que en un lugar como aquel, su presencia parecía calmante, incluso si se encontraba molesto por estar bajo el sol tantas horas.
De forma nada discreta, Seungmin tomó del brazo a Jeongin y tiró de él para colocarlo a su lado, apresurándose a perfumarlo ante la mirada fulminante de Chan; claro que ninguno de ellos se dio cuenta de lo que hacían, simplemente consideraron molesto ser apartados y que el otro comenzará a oler como ese puñado de desconocidos, como si perteneciera ahí.
—No sobre mis hortalizas—advirtió Minho.
—Sí, las hortalizas son importantes—asintió Jeongin, temeroso de que a Jisung no le importara.
Sin embargo, el alfa asintió con una sonrisa, inclinándose para tomar la herramienta. Fue ahí que Jeongin volvió a verla, por el movimiento del alfa provocando que su camisa se deslizara un poco por su hombro.
De cerca y bajo el sol se veía más horrible de lo que había sido en su momento, ya no estaba enrojecida pero la piel parecía maltratada y tenía un par de tonos más claros que el resto. Se veía como si un animal hubiera atacado a Jisung, justo en su glándula olífera.
Jeongin miró hacia otra parte, sintiendo que era bastante horrible de ver. No obstante, Seungmin se inclinó con curiosidad.
— ¿Qué te pasó? Se ve como si te dejaran a medio masticar.
Jisung y Minho se sobresaltaron, incorporándose y mirándolos con expresiones idénticas de curiosidad. Minho miró ávidamente a Jisung en espera de encontrar una herida, pero fue en esos movimientos donde su propia marca quedó relevada, casi idéntica a la que Jisung tenía.
jeongin y Seungmin los miraron atentos, ¿habrían sufrido un ataque? ¿Alguien de las Manadas los había atacado?
— ¿Te refieres a esto? —preguntó Jisung, bajando el cuello de su camisa para revelar la herida—. Es mi marca de apareamiento.
— ¿Qué?
Miraron a Chan, esperando respuestas, pero éste tenía su atención en el bosque, sus fosas nasales dilatadas y sus ojos brillando en extrañas luces doradas mientras su labio superior se curvaba hacia arriba mostrando los colmillos.
No parecía contento.
—Lo hablaremos en casa—gruñó, alejándose—. Vayan ahora, volveré en un momento.
Jeongin lo miró mientras trotaba hacia los árboles hasta adentrarse en ellos, llevándose con él el aroma a chocolate y haciendo que, con extrañeza, Jeongin se sintiera expuesto.
¿Por qué era tan difícil resistirse a Chan?
…
Hyunjin alzó la cabeza cuando el aroma lo golpeó, maldiciendo por lo bajo y apresurándose a recoger todas sus cosas.
— ¿Qué carajos haces aquí?
Chan salió de entre los árboles, ojos encendidos y gruñendo aquella pregunta, haciendo que el pelirrojo suspirara y lo ignorara durante unos segundos, el tiempo suficiente para recolectar todos sus colores y guardarlos en el estuche de madera.
—Volviste antes—murmuró por lo bajo, teniendo precisión en apilar sus colores, sintiendo a Chan dejarse caer a su lado.
—No es seguro que pase demasiado tiempo lejos, así como tu—tomó a Hyunjin de la barbilla y le obligó a mirarlo—. Te dije que no salieras de casa.
—No va a pasarme nada—gruñó Hyunjin, intentando apartarse pero Chan lo sostuvo con más fuerza.
—Hyunjin, no estoy jugando. No puedes salir sin alguno de los chicos, y lo sabes—insistió Chan, inclinándose hacia él hasta presionar la nariz en el costado de su cuello—. Apestas a feromonas, un omega normal la tiene difícil, ¿pero tú? Podrías atraer a cincuenta alfas a la redonda.
—Puedo defenderme—susurró el pelirrojo, inclinando la cabeza hacia atrás para darle más espacio a Chan.
—Te prometí que no dejaría que volvieran a lastimarte—el alfa articuló aquellas palabras contra la piel de su garganta, lamiendo su glándula olífera, permitiendo que las rosas se vieran cubiertas de chocolate—. No me hagas romper mi promesa.
Así como llegó se fué, apartándose de Hyunjin de forma repentina, tomando las cosas y cargándolas él mismo mientras se levantaba con un fluido movimiento.
Antes, esas acciones valieron para encantar a todo el mundo, creer que definitivamente estaban logrando su cometido, y quizá hasta cierto punto ellos sabían que así debía de ser puesto que no había alfa más compatible con su omega que el de Chan. No obstante, sus aromas no iban bien juntos, todos lo sabían, era difícil pasar por alto las narices arrugadas de los miembros de la manada cuando Chan perfumaba a Hyunjin.
Tomó la mano de Chan, permitiendo que lo levantara, cruzándose de brazos y mirando hacia abajo mientras caminaban hacia casa, sus ojos mirando a hurtadillas el roble que estaba al otro extremo, sintiendo desilusión cuando sólo encontró el silencio y el aroma del bosque, a pino y tierra mojada.
—Hueles a café—susurró el omega mientras seguía a Chan.
—Me gusta el café—declaró el interpelado, encogiéndose de hombros.
—Sí, lo hace—Hyunjin lo miró con una sonrisa—. Así como te gustan los alfas.
Chan lo miró y le dio un guiño, sonriendo y pasando un brazo alrededor de los hombros de Hyunjin, ambos riéndose entre dientes. Nadie conocía mejor al otro, después de todo estaban hechos el uno para el otro, de la manera más literal y real que pudiera existir.
Notes:
Okay, no cunda el pánico, como se podrán ver en las etiquetas hay un ligero HyunChan en el subtexto AUNQUE NINGUNA DE LAS DOS PARTES ES CORRESPONDIDO, tiene su razón de ser! les aseguro que es importante para la trama y para que el Chanin y el Seungjin se dé, sé que a veces no confían en el proceso pero por esta ocasión les pido que lo hagan ;-; la mayoría de las veces sé lo que hago
Las dinámicas de manada las he tomado, hasta cierto punto, del comportamiento natural de los lobos (si hay algún veterinario o biologo por acá no me desviva, hago lo mejor que puedo TT-TT) lo que he leído en libros de hombres lobo (y por libros se refiere a 1 saga, tqm TJ Klune) y a lo que se acomoda a mis necesidades así que es por eso que acá jerarquicamente se les da más importancia a los betas que a los alfas, y como la manada de Chan no tiene betas, usan a uno de los omegas como uno c: espero que se haya entendido, que no se notquque explico con el culo ;-;
Espero que les esté gustando! Es divertido y entretenido de escribir, en especial si me concentro solamente en intentar que la idea tenga sentido. Me entusiasma un omegaverse así y espero que para ustedes también sea una experiencia agradable!
GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 9: Lobo Interno.
Notes:
La cantidad de veces que escuché ESCAPE, Railway, HALLUCINATION y Red Lights mientras escribía esto podrían justificar gran parte de mis palabras, el otro 50% de justificación es que no pude evitarlo jeje
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
It's only us, but something's saying 'more please'
Changbin gruñó mientras colocaba con cuidado la caja que cargaba sobre la mesa metálica, jadeando de alivio cuando el peso desapareció de sus brazos y parte de su espalda.
Comenzó a sacar pequeños paquetes perfectamente envueltos que contenían utensilios de vidrio, los mismos artefactos a los que Changbin se acostumbró los últimos meses mientras trabajaba con Jeongin y Seungmin, conseguirlos ahora del otro lado de la moneda no había sido nada sencillo, y aún les faltaban demasiadas cosas, pero Chan aseguraba que al menos era un comienzo.
Su nariz cosquilleo cuando olió el dulzor del vino emanar por la puerta, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa sin mirar atrás, sabiendo que el propio dulzor que emanaba su aroma era respuesta suficiente para darle la bienvenida a su visitante, escuchando el susurro de sus pies descalzos por el suelo hasta que sintió un par de brazos delgados envolver su cintura y su cabeza presionar contra su espalda.
Chan solía decir que le sorprendía, y a la vez no, la forma en la que sus aromas parecían ser exactamente iguales pero ligeramente diferentes. La probabilidad de que la base de ambos sean uvas y sean compañeros eran casi nulas, pero ahí estaban, el ligero amargor de la uva del vino y el dulzor de la uva en un dulce.
Solía decir que el simple aroma de Felix podía ponerlo ebrio, lo habían intentado comprobar debido a la locura de Jisung, pero resultó que sólo lo puso en celo y Jisung se sintió muy decepcionado de no poder experimentar estar ebrio con un solo aroma, pero para Changbin así era, sentir que sus sentidos se revolvían con su simple presencia, era tenerlo en su espalda y olvidar lo que se supone que estaba haciendo y perderse en la sensación de su abrazo como si no lo hubiera tenido durante meses.
Ladeó ligeramente la cabeza, tan sólo viendo mechones de cabello rubio mientras un débil ronroneo emanaba del alfa en su espalda. Colocó una mano sobre las de Felix, que descansaban en su vientre, y les dio un ligero apretón.
— ¿Me extrañaste? —se atrevió a preguntar, recibiendo un murmullo como respuesta—. ¿Y tu alfa me extrañó? ¿O sigue molesto conmigo?
—Sigue molesto, pero también se molesta si no estás. Es confuso.
La voz de Felix sonaba lastimera, agotada, haciendo que Changbin pudiera comprender a lo que se refería y sólo dejará caer un poco su peso en el pecho de Felix, siendo recibido con facilidad.
Desde el Nuevo Comienzo y la forma en la que las personas fueron obligadas a tratar el Lobo Interno, se les enseñó que era una enfermedad, algo dentro de ellos que debía ser controlado y mantenerlo a raya si no querían perder su humanidad. Se repartieron supresores en todas partes para mantener al lobo sedado, NOVUS no dejó de dar propaganda que alentaba a dividir al hombre del lobo, una enfermedad, algo que debería de extirpar y estaban trabajando en ello.
Cuando encontró a Chan, éste parecía en bastante sintonía con su lobo haciendo de él algo intimidante y admirable así que les había enseñado a aceptar su Lobo Interno, no verlo como una enfermedad sino como una nueva parte de ellos que podría salvarles la vida si se lo permitían.
Changbin aprendió a que su lobo era bueno en el sigilo y pasaba desapercibido, además que parecía tener una habilidad innata para la caza, así que permitirle fusionarse consigo mismo hacía que estuviera más en sintonía con sus sentimientos y necesidades.
Conoció a Felix en una de sus misiones en búsqueda de información y algo de mercancía, Chan lo había mandando a una de las Manadas instaladas en la periferia para ello y Felix solía vivir ahí. Había dicho que, al conocerlo, sintió que no existía nadie más, Changbn aún pensaba que era ridículo y romántico, pero cuando Jisung hablaba de cómo conoció a Minho parecía que eran cosas de compañeros.
En teoría, Felix era el miembro más reciente de su manada así que aún era nuevo en relacionarse con su alfa, quien resultaba demasiado agresivo y posesivo a comparación con el mismo Felix, que solía sentirse culpable por gruñir a las personas que se acercaban demasiado a Changbin.
—Hace que me duela la cabeza—continuó Felix, suspirando—. Quiero abrazarte con la misma fuerza que él quiere desgarrarte la garganta, ¿es normal tener pensamientos tan violentos?
—Bueno, Jisung decía que fantaseaba con comerse a Minho y no de la forma sexy—lo intentó tranquilizar, girando en sus brazos para mirarlo de frente—. ¿Está muy enojado conmigo aún?
—No tanto, creo que está triste—Felix se alzó en toda su altura, presionando un suave beso contra la frente de Changbin mientras éste colocaba las manos sobre sus hombros—. No le gusta que te vayas lejos, y yo entiendo tu independencia como persona y que eres un miembro muy importante de la manada, pero la mayor parte del tiempo también deseo que vaya Minho en tu lugar.
—La verdadera razón por las que no mantenemos juntos a Minho y Jisung es-
—Porque sus prioridades se ponen en conflicto, ya lo sé—repitió, rodando los ojos antes de hacer un mohín—. Ni siquiera estamos marcados y mis prioridades ya están en conflicto.
—No debí gritarte así la otra vez, sé que es complicado.
—No dijiste nada que no fuera cierto—lo tranquilizó, alzando un hombro como si no tuviera importancia antes de inclinarse y esconder el rostro en el cuello de Changbin—. Me gustas más cuando te pones así.
Changbin se soltó riendo, deslizando las manos por el cuello de Felix hasta enredarlas en los largos mechones rubios que mantenía sujetos en un desordenado moño a la altura de su nuca, deshaciéndose de la liga que lo mantenía en su lugar para poder disfrutar de todo el cabello deslizándose por su rostro.
Fue como ser golpeado por una botella del vino más puro y añejo que seguramente ha tenido el placer de probar, saboreándolo en el paladar cuando los mechones rubios cosquillear en su nariz y sintió los labios de Felix presionar contra su glándula olífera.
Suspiró, ladeando aún más la cabeza para darle espacio suficiente a los pequeños besos y mordiscos que Felix dio con una sonrisa, subiendo por la piel de su garganta hasta su mandíbula.
—Tengo que acomodar esto antes de que llegue Chan—se quejó Changbin, jadeando cuando Felix presionó sus caderas juntas y tomó su labio inferior entre sus dientes.
—Te ayudaré más tarde—aseguró Felix con una sonrisa.
—De acuerdo.
La facilidad con la que Changbin se rendía a sus brazos podría ser insultante en cuestión de independencia, pero Minho ya se había burlado de él diciendo que era la perra de Felix y no iba a corregirlo.
Felix lo besó de forma pausada, moviendo sus labios con lentitud. Su lengua buscaba a la de Changbin, tocaba sus dientes y luego lamía sus labios antes de mordisquearlos, haciendo que el omega se aferrara a él con fuerza, sintiera el metal de la mesa clavarse en su espalda baja.
— ¿En serio? ¿Qué les he dicho de marcar lugares públicos?
La voz de Chan se sintió como un cubetazo de agua fría, haciendo que la pareja se separará de forma brusca, sin aliento, mirando asustados a la entrada en donde Alfa se encontraba de pie de brazos cruzados y una divertida sonrisa mientras que, a sus lados, estaban Jeongin y Seungmin mirando a hurtadillas.
Un gruñido brotó de la garganta de Felix, sus ojos iluminándose con luces rojas mientras sus manos se aferraban con más fuerza a Changbin, como si sintiera la amenaza de que podrían quitarle a su omega, y eso hizo que Chan rodara los ojos con fastidio, adentrándose al lugar y dándole un ligero golpe en la cabeza al rubio para que dejara de mostrarle los colmillos.
—Cálmate, nadie aquí está interesado en Changbin.
Los ojos de Felix se dirigieron sútilmente a donde Seungmin se asomaba sobre la cabeza de Jeongin por el borde de la puerta, curvando sus labios en una mueca de desprecio y advertencia que pareció ser recibida por el pelinegro, quien tragó duro y se escondió más en Jeongin.
—Necesito que Changbin se quede cinco minutos más—informó Chan, desempacando las cosas—. Luego podrá ir contigo.
—No dispongas de mi tiempo así, hombre—se quejó el omega con el ceño fruncido, acariciando el cabello de Felix para calmarlo—. ¿Para qué me necesitas?
—Cosas—Chan los miró, manteniendo una ceja alzada—. Felix, te pedí que revisaras…eso que tenemos pendiente.
—Llevo ahí todo el día, Chan, quería salir a estirar las piernas.
— ¿Y restregarse con Changbin entra en el ejercicio?
—Jisung y Minho son peores que nosotros—se defendió el rubio, dándole un último beso a Changbin antes de soltarlo—. Esto es opresión y abuso de poder.
—Jisung y Minho están apareados.
—Llevas diciendo eso desde que lo hicieron—la voz de Hyunjin sonó desde la entrada, donde se recargaba perezosamente contra el marco de la puerta usando una sudadera de Chan—. Y de eso hace un tiempo.
Chan bufó, agitando la mano en dirección a la puerta a lo que Felix sólo gruñó una sarta de palabrotas y se apresuraba a salir del lugar, mostrándole los colmillos a Seungmin y Jeongin en su paseo por el pasillo.
Jeongin lo miró desaparecer por el pasillo; le había sorprendido que en la parte inferior de la casa, cerca de donde habían estado prisioneros, estuviera lo que parecía ser otro laberinto de pasillos construidos de forma un poco tosca, como si hubieran excavado y cimentado todo sin más, volviendo el lugar como entrar a otra casa totalmente distinta.
Todo parecía más moderno, una extensión del séptimo piso de NOVUS, si Jeongin lo pensaba a detalle por las luces fluorescentes, el piso liso, los cuartos que pasaron y que parecían ser adaptados para determinadas cosas. Le pareció que pasaron por una enfermeria y un gimnasio.
Felix desapareció por un lugar al que aún no habían ido, haciendo que Jeongin lo mirara con curiosidad. Aún no sabía qué se supone que hacía en relación con la manada, y si la forma en la que Chan había omitido lo que hacía significaba algo, entonces no era como si fueran a decirle de manera próxima.
— ¿Se van a quedar ahí? —preguntó Chan, mirando a los hombres en la puerta.
Jeongin y Seungmin se miraron un segundo antes de caminar, pasando junto a un Hyunjin algo apagado a su costumbre, o al menos lo creían puesto que no había intentando coquetear con Seungmin en los últimos diez segundos más allá de darle una sonrisa cansada que preocupó al pelinegro.
—Necesito que revisen todo esto—pidió Chan, señalando los artefactos que había colocado en la mesa—. El equipo de laboratorio está muy bien custodiado, tendremos algo de dificultad en equiparlo por completo.
— ¿Y han intentado ir al depósito?
Las palabras de Jeongin emanaron con naturalidad de su boca mientras alzaba los objetos de vidrio soplado que Chan había conseguido, admirando los matraces, haciendo algunas muecas cuando notó tubos de ensayo que no sobrevivieron al viaje pero decidiendo que los intactos eran más que suficientes.
Fue una pregunta involuntaria, después de todo siempre la hacían cuando alguien en el departamento le hacía falta un material y no tenía tiempo de pedirlo con propiedad. Ignoraba si su madre sabía que los investigadores abusaban del depósito cuando estaban ante una emergencia, después de todo eran materiales descartados por alguna razón pero que, con una buena lavada y a veces algo de pegamento lograban funcionar.
Sintió un ligero golpe en su costado de parte de Seungmin, haciéndolo alzar la cabeza y mirarlo confundido, ¿había dicho algo mal? Miró hacia Chan, tragando un nudo en su garganta cuando los ojos grises del alfa aparecieron oscurecerse en su dirección y sus labios se curvaron en una siniestra sonrisa que puso sus vellos de punta.
— ¿El depósito? —repitió, estirando los brazos sobre la mesa y apoyando su peso en ellos mientras parecía querer acercarse más a Jeongin del otro lado.
Ay, mierda. La había cagado.
Jeongin retrocedió un paso lamiéndose los labios mientras una ligera capa de sudor le cubría la frente, su aroma se agrió levemente, el café y el whiskey resultando un poco molestos, pero tal vez eran las luces jugándole una mala pasada a Jeongin pues notó que las pupilas de Chan se dilataban al mismo tiempo que olfateaba el aire.
Miró, nervioso, a Seungmin pero éste, por una vez, no parecía tener nada que decir que pudiera ayudarlo y, por el contrario, fingía demencia desenvolviendo los matraces y los soportes, dando furtivas miradas hacia la puerta y la forma en la que Hyunjin parecía haberse acomodado para impedir una huida.
— ¿Dije el depósito? No, no dije, dije que si has intentado devolverlos. Sí, eso—asintió, haciendo que Seungmin sacudiera la cabeza, decepcionado.
—Eres tan malo limpiando tu mierda—lo reprendió.
—Podrías ayudar en algo, para variar. Te quedas ahí parado mirándome como un padre decepcionado.
—Soy un padre decepcionado—exclamó, mirándolo mientras llevaba una mano a su pecho en una expresión exagerada—. Nos he salvado tantas veces ¿y no me has aprendido nada?
—Siempre son así—aclaró Changbin con aburrimiento, atrayendo para sí la caja para terminar de desempacar el material—. Son las mentes más brillantes pero siguen siendo un par de idiotas.
El aroma a chocolate denso los silenció, porque en esta ocasión era más que chocolate, Jeongin sentía el humo denso del tabaco en la parte posterior de su garganta, ardiendo en sus ojos, saboreaba las cenizas en la lengua mientras miraba de forma desenfocada a Chan, que volvía a alzarse en toda su altura y caminaba rodeando la mesa.
No lo tocó pero Jeongin lo hubiera preferido a ser sometido de esa manera, temeroso de mirarlo a los ojos y enojado por esa sumisión.
—No me gustan mucho los secretos, Jeongin—su voz seguía siendo jovial, juguetona, pero su aroma demostraba un dominio absoluto que se preguntaba cómo es que nadie se postraba a sus pies—. En realidad, los detesto. Y yo he sido bastante honesto contigo, ¿por qué no me devuelves el favor?
Jeongin tragó el nudo en su garganta, obligando a su alfa a no dejarse vencer, aquel sólo era un hombre como cualquier otro, quizá con un poco más de gen depredador, peor humano a fin de cuentas y no iba a permitir que lo doblegara así. Jeongin siempre se sintió muy orgulloso de sí mismo del control absoluto que tenía en su lobo, como jamás tuvo miedo de caer en sus instintos animales y volverse salvaje.
Recurriendo a esa fuerza de voluntad que le hizo tomar a su alfa y mantenerlo relegado en lo profundo de su mente, cuadró los hombros y alzó el mentón de manera desafiante, mirando fijamente los ojos tormentosos de Chan, sintiendo que el Lobo en su interior se agitaba con violencia, a punto de mostrar sus ojos enrojecidos.
Pero lo olió, la suavidad de las rosas, la dulzura de la miel filtrándose y haciendo que la intensidad del aroma de Chan bajará. Jeongin suspiró, aspirando por la boca y sintiendo que se llenaba de rosas que le obstruyeron la respiración, saliendo de su ira y pudiendo responder más tranquilo, casi derrotado.
—Hay un depósito, cerca del centro de investigación—aclaró, dejando caer los hombros y revolviéndose el cabello—. Pedir material nuevo es muy tedioso y tiene que hacerse con meses de anticipación, luego tenemos que llenar una forma y el supervisor nos la tiene que aprobar—rodó los ojos—. Un fastidio.
—El depósito es como el “usar en caso de emergencia” —asintió Seungmin, mirando constantemente a Hyunjin antes de centrarse en Chan—. A veces tenemos mucho trabajo y no hacemos el inventario de forma correcta, por lo que no pedimos el material a tiempo, así que recurrimos ahí.
— ¿Ese depósito está dentro de las instalaciones? —preguntó Chan, interesado.
—No, es un viaje en carro de quince minutos—Jeongin se rascó la nuca, pensativo—. Sé llegar, pero no sé dar indicaciones.
Chan lo miró un momento más, con ojos entrecerrados, como si pudiera descubrir alguna mentira en sus palabras. Compartió una mirada con Changbin y Hyunjin, Jeongin no sabría decir con exactitud lo que vio en ellos que lo hizo suspirar y sólo pedirle que le diera una lista detallada a Changbin de cada cosa que le faltaba.
Se despidió de ambos y fue directo a donde Hyunjin lo esperaba.
El pelirrojo no dijo nada cuando Chan lo tomó de la mano y lo sacó de ahí, tan sólo mirando una última vez a donde Seungmin se encontraba, con una pequeña sonrisa como si compartieran un secreto que hizo al pelinegro suspirar.
Quizá no debió quedarse demasiado tiempo escondido en aquel viejo roble.
—De acuerdo, entonces—comenzó Changbin, alcanzando un cuaderno y una pluma—. Revisen y díganme que más necesitan para su laboratorio de científico loco.
Jeongin respiró profundo, los últimos vestigios de su aroma mezclado con el chocolate llenando sus fosas nasales hasta hacerlo calmarse, el ligero dolor de cabeza que amenazaba con tomar forma desapareciendo mientras su alfa parecía ronronear, tranquilo, permitiendo que Jeongin bajará la guardia al menos unos momentos.
Era bastante agotador estar a la defensiva todo el tiempo pero, siendo francos, desde el momento en el que recibió la primer descarga eléctrica, Jeongin había estado en modo supervivencia y aunque todo el mundo parecía ser…humanamente decente, no olvidaba el modo en el que los trataron las primeras semanas así que se negaba a confiar en ellos.
Por lo que él sabía, en un parpadeo podían volver a encerrarlos en el sótano o quizá Chan cumpliría su amenaza y se desharía de Seungmin.
Miró hacia su amigo, que parecía más concentrado en deletrear bien a Changbin el nombre de algunos artefactos que en su situación; siempre fue bueno para adaptarse, desde que el mundo se fue a la mierda y eran solo unos niños hasta el día en que sus padres no sobrevivieron a la enfermedad. Se adaptó a Heejoo y aprendió a salirse con la suya sin molestarla tanto, incluso lo hizo a Jeongin, quién siempre fue muy consciente de lo diferentes que eran pero maravillado de funcionar tan bien.
En momentos como aquel, donde Jeongin dudaba hasta de su sombra, Seungmin volvía a adaptarse, acoplándose a las personas. Dicen que la teoría de Darwin explica que las especies aprendieron a evolucionar para poder adaptarse al entorno en el que vivían, Jeongin tenía la sospecha de que Seungmin sería la mejor especie de supervivencia por su facilidad de acoplarse a nuevos entornos y aparentar que nada estaba pasando.
A veces envidiaba su facilidad para ignorar las situaciones, su habilidad de hacer pasar por chistes momentos en donde Jeongin sentía que iba a morir. Y otras veces se preguntaba cómo es que era tan estúpido.
—Necesitan ¿qué? —preguntó Changbin, confundido.
—Es-pec-tro-fo-tó-me-tro—repitió Seungmin, articulando cada letra como si hablara con un niño—. Es de suma importancia, me temo que ese sí que tiene que ser nuevo si no queremos cometer errores.
—No soy estúpido—Changbin apartó de un manotazo las manos de Seungmin, bufando—. Sé deletrear Espectro eso.
—Sí, se nota—Jeongin intervino antes de que Seungmin dijera algo peor—. También necesitamos equipos de PCR, son más importantes que lo que te dijo Seungmin.
—La verdad, creo que nos iría mejor si sólo nos dejan volver a NOVUS, hacemos lo que sea que necesiten y se las pasamos de contrabando—sugirió Seungmin, una idea bastante creativa de su parte, recargándose de forma perezosa en la mesa—. Hay cosas que dudo puedan conseguir.
—No nos retes—Changbin lo señaló con un bolígrafo, suspirando—. Ese era el plan en un principio, yo sería quien lo haría. Pero Alfa lo consideró arriesgado, no sabíamos que haría la directora Yang si nos descubría.
— ¿Y decidieron secuestrar a dos de sus principales científicos para que sea menos arriesgado?
Jeongin apretó los labios en una tensa línea para ocultar su sonrisa, porque dicho así era definitivamente más estúpido. Miró de reojo a Changbin, encontrándolo con las mejillas sonrojadas y haciendo muecas de desagrado ante las palabras de Seungmin, y por un momento pudo pretender que nada había cambiado.
Eran amigos, hacían el inventario de las cosas que faltaban, pronto se irían a comer y Jeongin se divertiría al ver a Seungmin molestar a Changbin, después subiría a ver a su madre y-
El pensamiento de Heejoo lo hizo hacer una mueca, regresando a su realidad sacada de sus pesadillas, donde se encontraba muy lejos de lo que él consideraba hogar y el amigo que creía tener en realidad los traicionó por un bien mucho mayor, según sus palabras.
—No se te olviden las pipetas—pidió Jeongin, somnoliento—. No quiero tener que improvisar con popotes.
…
Era bien entrada la noche cuando Jeongin se despertó, sintiendo la garganta seca, como lija, y un sordo dolor de cabeza palpitando sin parar, su cerebro amenazando con explotar dentro de su cráneo y deslizarse por sus orejas. Además que hacía calor, pero eso podría adjudicarse a Seungmin, que volvía a estar aferrado a Jeongin como una enredadera.
Suspiró, sintiendo náuseas al olerlo, maniobrando con delicadeza hasta salir de su agarre y entregarle una almohada. ¿En serio tenía el descaro de decir que Jeongin era la enredadera? Deseaba tener forma de tomarle una foto y mostrársela para que viera quién era el verdadero acaparador.
La cabeza se le partía en dos y su Lobo Interno se agitaba, nervioso, haciendo que Jeongin no pudiera dormir tranquilo por lo que se aventuró a salir de la habitación, mirando a los pasillos antes de asegurarse de que no había nadie cerca.
Caminó guiándose por la escasa luz que entraba de los ventanales, deteniéndose durante un momento junto a un enorme ventanal que daba al patio delantero, viendo la luna alzarse en medio de la noche e iluminando todo con su luz platinada. Esperaría que, desde esa altura, pudiera ver más detalle de su alrededor pero lo único que alcanzaba a ver era infinidad de bosque, que se extendía kilómetros y kilómetros alrededor del lugar.
Siguió caminando intentando hacer el menos ruido posible, pasó frente a dos puertas, en una emanaba el suave aroma del chocolate con menta, postre de caramelo y fresas, y de la otra el aroma a uva variaba entre ser empalagosamente dulce o estar fermentado.
Logró llegar a las escaleras sin ser sorprendido por alguna trampa mortal que lo mantuviera prisionero o un alfa furioso por verlo fuera de su habitación, por lo que decidió que era bastante seguro bajar las escaleras.
Una vez que llegó al piso inferior, sus ojos se vieron atraídos hacia la puerta, sintiendo que sería demasiado fácil ir a ella, abrir y correr todo lo que pudiera hasta perderse en el bosque. Correría sin parar, tal vez seguiría el río, correría hasta llegar a algún lugar donde hubiera más personas y pediría ayuda, tal vez los guardias de NOVUS vendrían a él primero y después haría que regresaran por Seungmin.
Incluso podría volver al piso superior, despertar a su amigo y hacer que los dos huyeran en completo silencio, en medio de la noche. Para cuando se hubieran dado cuenta, ya estarían lo suficiente lejos como para que les fuera imposible darles alcance.
¿Y a dónde irían? Eso aún no lo sabía, pero lo resolverán en el camino.
Sin embargo, mantenía muy fresco el recuerdo de Chan golpeando con fuerza contra él en medio del bosque, su facilidad para encontrarlo a pesar de que Jeongin llevaba un parche, la forma depredadora que tenía al mirarlo brindando el constante recordatorio de que sin importar a donde fuera, Chan podría encontrarlo.
Suspiró, dejando de mirar la puerta y dirigiéndose a la cocina, recordando donde Minho le había dicho que se encontraban los vasos y tomando uno antes de servirse algo de agua del grifo, recargándose en contra la encimera mientras bebía el agua a pequeños sorbos.
Era como refrescar el ardor en su interior, apagar las llamas que amenazaban con incendiarlo. El precalentamiento siempre era una tortura para él, la cantidad de emociones lo abrumaban, los olores le molestaban y siempre se sentía con mucho calor que parecía imposible aplacar.
Habían descubierto que su alfa era demasiado agresivo durante su rutina, Jeongin intentó pasarlas con un par de omegas y al final resultaron muy malheridos por lo que Heejoo sugirió que era mejor que lo pasara solo y con supresores.
Ahora, los supresores actuaban como somníferos para el Lobo Interno, sedantes que hacían más llevadera la situación; había personas cuyo Lobo resultaba demasiado agresivo, así como Jeongin, por lo que les daban supresores con un gramaje más alto que el estándar.
La ansiedad combinada con su precalentamiento provocaba que el alfa de Jeongin estuviera intranquilo, solo era cuestión de tiempo para que se pusiera peor y eso le estaba causando conflicto. No le gustaba lastimar personas sólo por no poder controlarse, que sintieran que era demasiado agresivo y tuvieran que sedar, pero tampoco sabía cómo controlar a su alfa en su estado salvaje más puro, donde lo único que quería era clavarle las garras a algo y poseerlo, aún si era en contra del consentimiento.
Daba miedo ser tan salvaje.
Lo olió antes de que entrara, pero no lo miró, se dedicó a ladear el rostro y contemplar la noche a través de la ventana mientras Chan aparecía en el marco de la puerta, mirándolo como si Jeongin hubiera interrumpido alguna rutina nocturna.
—Hueles tanto que tu aroma me mantiene despierto—fueron las palabras del alfa, mirando de pies a cabeza a Jeongin—. En serio, es como si respirara directamente mi café.
Jeongin suspiró, dejando el vaso vacío sobre la encimera y mirando a Chan con una ceja alzada. Usaba una camisa sin mangas en color negro, pantalones de chandal que caían flojamente de sus caderas mientras su cabello, de un azul que comenzaba a verse más sucio, parecía revuelto apuntando en todas direcciones.
Veía la complextura de sus brazos, el ancho de su espalda, las suaves marcas de cicatrices que recorrían la pálida piel, apenas perceptibles a no ser que contemplaras fijamente, tal y como Jeongin lo estaba haciendo. Era fornido, caso musculoso sin resultar exagerado, suponía que era obvio por la forma en la que le fue fácil someterlo o echárselo al hombro, y emanaba un delicioso aroma a chocolate intenso que sintió su saliva aglomerarse en la boca, teniendo que tragar con fuerza.
— ¿Te desperté? —se atrevió a preguntar.
Miró los pies descalzos de Chan caminar hacia su dirección, tomando un vaso de cristal del anaquel antes de abrir el refrigerador y extraer una enorme jarra llena de jugo de naranja.
—Si digo que sí, ¿te sentirás culpable?
—No, pero puedo fingir que sí, si te hace sentir mejor.
Su lobo se agitaba en su interior, en los recónditos de su mente amenazando con usar su cuerpo para cosas malas, como clavarle las uñas a Chan, desgarrarle la piel sólo para profanar la perfecta blancura de ésta y teñirla de carmesí. Sintió sus encías picar, su aroma volverse más denso y casi aulló cuando escuchó la pequeña risa de Chan ante sus palabras.
Se aferró con más fuerza a la encimera, sintiendo que el granito de ésta parecía pulverizarse bajo su agarre, pero se mantuvo quieto para no agravar su situación. Chan pareció terminar de servirse el jugo y regresó todo a su lugar, recargándose en el otro extremo de la encimera y mirando fijamente a Jeongin por encima de su vaso.
Sus ojos brillaron bajo la luz de la luna que se colaba por la ventana junto a Jeongin, volviéndose cristalinos, iridiscentes. Bajo aquella iluminación parecía que el propio lobo de Chan se encontraba en la superficie y sonreía usando su rostro, amenazando a Jeongin de que más le valía mantenerse a raya porque sin importar qué tan violento fuera su lobo en esas circunstancias, Chan siempre sería el mayor depredador de todos.
—Cómo te decía, tu aroma es fuerte—prosiguió, dejando su vaso a un lado y cruzando los brazos a la altura del pecho—. Y hueles a una especie de café cargado y un toque de whiskey, parece imposible dormir con ello rondando tu nariz.
—Nadie en esta casa parece tener problemas además de ti y de mí—señaló, manteniendo la voz baja sin saber muy bien por qué.
Chan sonrió, tan grande que por un momento aparecieron un par de hoyuelos, no obstante la forma en la que mostró los dientes no le parecía un gesto amable, en especial cuando sus colmillos parecieron centellear.
Jeongin sintió que el precalentamiento estaba nublando su razón pues tuvo el impetuoso deseo de inclinarse y lamerlos, preguntándose si su saliva también tendría ese aroma a chocolate tan intenso o sería el tabaco que le acompañaba.
—Me estaba preparando para una persecución en medio de la noche. Recordé que no cerré la puerta.
Jeongin bufó, imitando la posición de Chan y mirando hacia un costado.
Parecía una broma del universo que aquel hombre mencionara una posible huida cuando Jeongin estuvo tentado a largarse, volviendo a recordarle que nunca podría escapar de Chan, y parecía molesto pues apenas conocía al tipo y ya le había mostrado a Jeongin que tenía todo en su poder para hacerlo cumplir sus exigencias.
Eso lo hizo pensar en las palabras de Changbin, mirando de reojo a donde Chan no parecía quitarle la vista de encima.
—No voy a huir, si es lo que piensas—lo calmó.
Era una mentira y esperaba que no pudiera olerla, escaparía con Seungmin en la primera oportunidad que se le presentara, no sin antes asegurarse de que Chan no iba a perseguirlo.
—Dudaré de tu palabra durante un momento.
—Si lo hiciera, ¿a dónde crees que iría? —cuestionó, enarcando una ceja y mirándolo con atención—. NOVUS ya no parece ser una opción para nosotros, si algo de lo que dices es cierto.
—Lo es.
—Y Seungmin y yo no somos muy buenos sobreviviendo por nuestra cuenta en el mundo exterior, si la cantidad de veces en la que nos tropezamos en el bosque siguiendo a Minho significan algo—eso hizo que Chan se riera—. Puedes creer que nos quedamos por una buena causa, pero la verdad es que ya no tenemos a donde ir.
—Pero, si no hubiéramos hecho lo que hicimos, seguirías en NOVUS, ¿no es así?
Jeongin se encogió de hombros, negándose a delatar que ya estaba dudando de su madre la noche en la que Changbin y Jisung los raptaron, después de todo solo habría sido cuestión de tiempo para que Heejoo viera las cámaras y descubriera que fueron ellos dos los que liberaron a los sujetos LICAÓN.
Que, en su defensa, aún no entendía en qué momento la mujer alfa logró sacar al hombre omega, pero tampoco es que Jeongin se hubiera detenido entre pasillos para asegurarse de ser perseguido.
—Así que te preparabas para perseguirme por el bosque—cambió el rumbo de la conversación, mirando a Chan de pies a cabeza—. Interesante elección de calzado.
—No quería perder tiempo—el alfa se encogió de hombros—. Estás en precalentamiento, ¿no es así?
La acusación hizo que Jeongin se tensara, estremeciéndose ante las implicaciones mientras su lobo rugía satisfecho.
Se suponía que, según sus investigaciones, durante el precalentamiento los lobos buscaban una pareja potencial para pasar su celo y, tal vez, procrear y tener una pareja. Bueno, Jeongin había descubierto que en los humanos no era tan diferente, Heejoo y Seungmin decían que era como la etapa de la ovulación en las mujeres antes de la enfermedad. Sí, el precalentamiento era algo así, buscaría a alguien, intentaría conseguir algo.
No estaba entusiasmado de pasar una rutina en aquel lugar, más aún sin sus supresores, así que Chan diciéndolo como si hablara de una cita médica en el calendario para que no lo olvidará hacía que Jeongin se pusiera nervioso porque algo muy dentro de sí, más allá del lobo y lo que podría considerar correcto, sentía que ya había encontrado a un potencial acompañante para su rutina.
—No atacaré a los omegas, si te preocupa—se apresuró a aclarar, sabiendo que ese era uno de los principales temores cuando se acercaba la rutina de un alfa—. Seungmin incluso usará la otra habitación que nos ofrecían, si no es molestia.
—No lo es.
—Perfecto, sé que se me están encomendando (ordenando) hacer algunas tareas, pero incluso en el precalentamiento soy…
— ¿Molesto?
—Por decirlo de alguna manera.
—No te preocupes—lo tranquilizó Chan con una pequeña sonrisa—. Jisung suele ser muy quejoso, Felix protector…yo soy territorial, es normal.
Jeongin hizo una mueca, preguntándose qué nivel territorial manejaba Chan durante el precalentamiento para decirlo como si nada, después de todo era el más agresivo de los alfas en el lugar.
—Sobre eso… ¿habrá una forma de conseguir supresores?
Sus palabras parecieron borrar la sonrisa de Chan, frunciendo su ceño y tensando la mandíbula. Jeongin casi sentía que le estaba pidiendo algunas drogas o algo parecido.
— ¿Supresores? —repitió, y Jeongin se preguntó si se daba cuenta del tono ofendido de su voz o acaso eran imaginaciones suyas.
—Eeeeh, sí. Suelo tomar supresores durantes mis rutinas y-
— ¿Por qué?
— ¿Porque qué?
— ¿Por qué tomaría supresores durante tus rutinas?
Jeongin se tensó, cruzando con más fuerza los brazos mientras miraba bruscamente hacia un costado.
—Eso no es asunto tuyo.
—Me temo que lo es, si quieres que lo consiga. Tengo prohibidos los supresores dentro de los miembros de mi manada.
—No soy miembro de tu manada—gruñó, mirándolo con ojos encendidos mientras le enseñaba los colmillos.
—Ya lo creo, sino ya habrías dejado de responderme así.
Chan se apartó de su lado de la encimera y Jeongin se incorporó en toda su altura, más nervioso cuando lo vio caminar hacia él. Si bien aún le sacaba unos pocos centímetros de altura, su presencia siempre hacía que Jeongin se sintiera diminuto.
Si imaginaba a su Lobo interno como lo que era, Jeongin podría jurar que en ese instante estaba moviendo la cola con violencia mientras salivaba al ver a Chan cernirse sobre ellos y envolverlos con su aroma, con toda esa piel al descubierto que hacía a Jeongin luchar contra su necesidad de morder, desgarrar, clavarle las garras tan profundo para llegar al centro de su ser y así asegurarse de que sería suyo.
Chan lo tomó de la barbilla y lo hizo mirarlo, deslizó su mano por la garganta de Jeongin hasta envolver sus dedos alrededor de ella.
—Hay algo que no me estás diciendo—susurró, contemplándolo fijamente—. Lo huelo, como si tu aroma quisiera hacerse más fuerte para esconder la mentira.
Bueno, había que darle crédito al alfa de Chan, era muy bueno leyendo a las personas…u oliéndolas, lo que fuera.
—Las personas merecen tener secretos—susurró Jeongin, sintiendo la presión de los dedos de Chan ante el movimiento de su garganta.
—Lo hacen, sí—asintió, mirándolo como si pudiera comerlo de un bocado—. Pero, a veces, hay secretos que pueden matarnos, ¿no lo crees?
—No voy a morir por tomar supresores.
—Tal vez tú no, ¿pero le has preguntado a tu lobo como se siente al respecto?
Jeongin parpadeó, confundido, ¿su lobo? ¿Cómo le preguntaría a su lobo algo así? Su desconcierto parecía ser palpable en el rostro lo que hizo que Chan sonriera aún más, inclinándose hasta que sus rostros estuvieron a un palmo de distancia, respirando el aire del otro, saboreando el café y el chocolate en la lengua, acompañado de ese picor del whiskey y el tabaco.
Los ojos de Chan brillaron en luces doradas y, por un momento, su pupila empequeñeció tanto que estuvo a nada de desaparecer, curvó su labio superior para mostrar cómo sus colmillos se alargaban y eso fue como abrir una puerta que Jeongin parecía tener cerrada.
Sintió que un desconocido se hacía cargo de su cuerpo, adormeciéndolo. Se relegó a sí mismo en las profundidades de su mente mientras contemplaba en tercera persona lo que sucedía ante él, la forma en la que su alfa sonreía y mostraba sus propios colmillos, inclinándose hacia el frente, jadeando cuando el agarre de Chan se apretó con fuerza en torno a su cuello y le gruñó.
El aroma a café se había vuelto más dulzón y Jeongin parecía mirar a Chan de forma juguetona, depredadora, con sus ojos brillando en luces rojas en un par de rendijas mientras se lamía los labios. El rostro de Chan se veía reflejado en sus ojos y su aroma se volvía más espeso.
Chan se acercó más a él y Jeongin aprovechó para lamerle los colmillos, ronroneando ante el sabor engañoso del chocolate en su lengua.
—Oh, eres juguetón—se burló Chan, apretando con más fuerza el cuello de aquel alfa, haciendo que el cobrizo echara la cabeza hacia atrás y jadeara—. Aunque también algo desobediente.
— Alfa —gruñó aquel chico, su voz gutural ardiendo en su garganta mientras alzaba las manos y clavaba las uñas en la piel de su brazo—. Mío .
—Parece que eres más expresivo que Jeonginnie—tarareó, mostrando más los colmillos y gruñendo.
El alfa jadeó y las luces rojas se fueron.
Jeongin parpadeó, desorientado, jadeando cuando sintió el fiero agarre de Chan alrededor de su garganta y vio sus propias manos aferradas al brazo de éste, con pequeñas gotas de sangre saliendo de donde tenía clavadas sus uñas.
—Mierda—jadeó el cobrizo, soltando el brazo de Chan para que éste lo liberara.
Comenzó a toser, intentando respirar de forma acompasada pero sintiendo el ardor en su garganta debido a la asfixia a la que fue sometido, y sin su consentimiento cabe aclarar.
—Bebe esto—ordenó el alfa de cabello azul, colocando frente a Jeongin su vaso de jugo.
Lo tomó con manos temblorosas y lo bebió de un trago, ojos llorosos cerrándose mientras se aclaraba la garganta y podía respirar más tranquilo. Le devolvió el vaso a Chan sin mirarlo, pasando una mano por el rostro para deshacer la evidencia del llanto, oliendo el chocolate en sus uñas, en las pequeñas gotas de sangre que había logrado sacar del alfa.
—Lo siento—se disculpó, incorporándose—. Mi alfa es agresivo en mi rutina, por eso ingiero los supresores.
— ¿Qué tan agresivo?
—Bueno, la última vez que pasé mi rutina en compañía dijeron que desgarré la piel de su espalda—admitió, avergonzando—. Y creo que le di una buena mordida a una de sus piernas.
Esperaba cualquier reacción menos la risa de Chan, profunda y cálida, brotando desde su pecho a unos pasos de distancia de Jeongin. Alzó la cabeza, contemplándolo con atención, encontrando sus ojos convertidos en medias lunas y de nuevo el destello de esos dos hoyuelos que enmarcaban su sonrisa.
Admitiría solo bajo tortura, y tal vez volviendo a defecar en una cubeta con Seungmin a un palmo de distancia, que Chan era atractivo cuando no estaba intentando imponerse sobre cualquiera.
—Demasiado rudo entonces—se mofó, cruzándose de brazos—. ¿Seguro que no atacarás a ninguno de nuestros omegas?
—Sin ofender a los no presentes, no son mi tipo—se encogió de hombros.
— ¿Y cuál es tu tipo?
Jeongin lo miró con ojos entrecerrados.
—No te interesa.
—Pensaba que tú y ese tipo-
—Seungmin, deberías aprenderte su nombre—lo reprendió—. Tu omega ese, Luna, parece bastante interesado en él.
—Hyunjin se interesa ante cualquiera, eso no significa que los tome en serio—se burló Chan, pero Jeongin notó la forma en la que su mandíbula se apretó y eso lo hizo sonreír.
— ¿Estás celoso de Seungmin?
Chan bufó, mostrando los colmillos.
— ¿Por qué lo estaría?
—Ha atraído la atención de tu omega, ¿no es así?
—Cariño, deja te aclaro un par de cosas—se rascó debajo de la nariz, mirando a su alrededor como si temiera que alguien los escuchara antes de bajar la voz—. Hyunjin podrá estar interesado en Seungmin, podrá enrollarse con él si logra salirse con la suya, pero nunca será más que uno de sus juguetes favoritos.
“Quiero a mi omega, no le negaré la diversión—volvió a tomar de la mandíbula a Jeongin, mirándolo de pies a cabeza mientras se lamía los labios y sonreía—. Nos encanta tener juguetes, pero al final son solo eso, juguetes. No importa cuánto le interese Seungmin, Hyunjin sigue siendo mi omega.
…
Bajo a desayunar detrás de Seungmin con un intenso dolor de cabeza, sintiendo que cualquier vistazo de luz lo hacía entrecerrar los ojos y mirar de forma acusadora a cualquier parte.
No tenía una gorra, por lo que se conformaba con ir detrás de su amigo esperando esconderse de la luz con su espalda.
Ingresar a la cocina bajo la luz de la mañana lo hizo sentir que la noche anterior había sido parte de un sueño, después de todo Chan se sentía algo irreal en medio de la noche, donde sus conversaciones (que al recordarlas carecían de sentido en su mayor parte) parecían parte de uno de sus más locos sueños.
Minho ya los esperaba con el desayuno, y para sorpresa de todos usaban la mesa grande así que les pidió ayuda para llevar algunas cosas. Changbin y Jisung se encontraban sentados junto a Felix y Hyunjin, quien alzó la cabeza y sonrió al ver a Seungmin aparecer.
—Hola—lo saludó con una sonrisa y el empalagoso aroma a miel y rosas rodeándolo—. ¿Cómo dormiste?
— ¿Yo? —balbuceó su amigo, confundido—. Bien, como roca, el ejercicio de campo es doloroso.
—O sólo estás fuera de forma—se burló Jisung, apresurándose a llenar su plato del tazón repleto de huevos revueltos que Minho estaba poniendo en la mesa.
—Soy investigador, no atleta.
—Pudimos notarlo por la forma en la que suelen huir del problema.
Jeongin regresó a la cocina mientras Seungmin peleaba con Jisung y Changbin sobre cómo su trabajo en el laboratorio no lo hacía un mal atleta, pero tampoco lo hacía un buen soldado. Minho terminaba de preparar lo que parecían algunas tostadas con mermelada así que Jeongin se apresuró a desmontar la jarra de la cafetera y luego abrir el refrigerador.
—Tu amigo es algo idiota—señaló Minho en voz baja, tomando la charola con las tostadas mientras Jeongin lo seguía con las dos jarras.
—Es parte de su encanto.
Para reforzar las palabras, la risa escandalosa que podía identificar como Hyunjin sonó por todo el lugar, viendo al pelirrojo con mejillas enrojecidas contemplando con ojos brillantes a donde Seungmin seguramente decía algo divertido sin intención.
Minho sacudió la cabeza por el escándalo, pero Jeongin apreció la pequeña sonrisa que curvó sus labios, en especial cuando se acercó a su compañero y le besó una de sus abultadas mejillas, definitivamente parecía una ardilla al comer.
Mientras Jeongin colocaba las jarras en su lugar, la puerta de entrada se abrió haciendo que todos en la mesa se silenciaran de forma inmediata, Hyunjin borrando su sonrisa y mirando con el ceño fruncido su plato mientras el aroma a tabaco predominaba sobre el de chocolate, enroscándose entre ellos al igual que el humo.
Chan apareció, bañado en sudor, con la misma ropa que ayer en la noche, recordándole a Jeongin que tal vez, sólo tal vez, no había sido un sueño nada de lo que hablaron, pero tampoco quería darle demasiadas vueltas a la conversación porque aún no sabía si Chan era alguien en que confiar o que sólo buscaba salirse con la suya.
La forma despectiva en la que se refirió a Seungmin lo hizo apretar los dientes, colocando de forma brusca la jarra de jugo contra la mesa, viendo un par de gotas salpicar la madera mientras aquel alfa se acercaba a ellos.
Sin más preámbulos, arrojó una pequeña caja rectangular de color violeta a la emsa, cayendo con un ruido sordo junto a la jarra de jugo que Jeongin acababa de colocar. La miró, confundido, tomándola al vuelo cuando notó lo que era y miró con grandes ojos sorprendidos a Chan.
—Tienes prohibidos los supresores—habló Hyunjin de forma acusadora al distinguir la caja en las manos de Jeongin.
—Su lobo está acostumbrado—se defendió, encogiéndose de hombros—. Comenzaré a regularlo.
Jeongin volvió a mirar la caja en sus manos, era exactamente el gramaje que Heejoo le había conseguido.
— ¿Cómo…?
—No vayas al huerto si crees que tu rutina podría llegar estando ahí—advirtió el alfa, tomando una de las tostadas de la charola y dándole un mordisco—. Hyunjin, necesito hablar contigo.
El interpelado miró a Jeongin un segundo más antes de asentir, levantándose de la mesa con el plato a medio comer para seguir a Chan a la cocina. Jeongin notó cómo, al pasar detrás de Seungmin, sus dedos rozaron la piel de su cuello, provocando un estremecimiento a su amigo, pero no hubo otra reacción además de una pequeña risa.
Jeongin volvió a mirar los supresores en su mano, sin saber muy bien cómo tomarlos, ¿era una oferta de paz? ¿Una amenaza? ¿Ahora le debía un favor? Mejor aún, ¿cómo carajos los consiguió cuando suelen estar bastante controlados ante la población? ¿Y por qué parecía que había ido por ellos apenas Jeongin se fue a acostar después de hablar?
—Alfa te trajo supresores—señaló Jisung, sorprendido—. Eso significa dos cosas.
— ¿Qué? —preguntó Seungmin, curioso.
—Uno, el lobo de tu amigo es más agresivo de lo que aparenta.
—No te equivocarías mucho—admitió Jeongin, tomando asiento.
—Y dos; alfa ha encontrado un nuevo juguete para morder—eso último lo dijo con una enorme sonrisa, ganándose un ligero golpe de parte de Minho—. ¿Qué? Sabes que es así.
—Cómo digas—gruñó Jeongin, comenzando a servir su desayuno.
Miró de reojo a Seungmin al otro lado de la mesa y supo que su amigo estaba pidiendo explicaciones, pero no podría dárselas hasta que estuvieran de nuevo en su habitación, lo que menos necesitaba es que los miembros de esa “manada” escucharan lo que tenía para decir.
Un juguete, sí cómo no. Jeongin le iba a demostrar quién era el juguete de quien.
Notes:
Personalmente, creo que cuando escribo OMEGAVERSE o de hombres lobo, sin querer comienzo a meter la idea del canibalismo como expresión de amor al retratar la ferocidad del lobo y su desesperación por marcar al compañero, y es por eso que volví a actualizar las etiquetas. No lo haré tan explícito, es más la idea, el deseo de morder y destrozar, como el pensamiento de Jisung queriendo comer a Minho de forma no sexy jsjs pero por si a alguien esas situaciones le incomodan...creo que igual cambiaré la clasificación del fic ¿?
Anyway, la mitad del tiempo escribo con la idea y luego resulta en otra totalmente diferente. el drama del hyunchan nos va a dar salseo para las otras dos parejas MUAJAJAJAJAJAJA ME ENCANTA SER TAN EXAGERADA pido perdón, pero la verdad es que me emociona lo que planeo más adelante (apenas voy en el cap 8 y ya ando pensando en los arcos) perdonen, soy avorazada, pero espero que les esté gustando tanto como a mí escribirlo, aunque suelo quedarme viendo a la nada mientras imagino lo que sucederá en lugar de escribirlo ;-;
GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 10: Compañeros
Notes:
No sé cómo hacer una advertencia a continuación...dejen organizo el pedo
ADVERTENCIA: Mención de abuso físico en el pasado, no se explica SÓLO SE MENCIONA; También hay una escena de algo de agresividad en la intimidad como lo es la asfixia PERO dura apenas unos renglones, qiero decirles que es el tipo de dinámica que estaremos manejando (usualmente es con consentimiento) pero procuraré hacer una advertencia cada vez que haya una
Agregue otra etiqueta en las parejas porque creí necesario, repito al final serán CHAN/JEONGIN y SEUNGMIN/HYUNJIN pero recurriremos al CHAN/HYUNJIN para darle algo de drama a la historia
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Cuando Chan dijo esa mañana que Hyunjin iría al huerto con ellos, Jeongin creyó ilusamente que sería de ayuda para terminar de llenar los grandes cestos que Minho sacaba del pequeño cobertizo para los cultivos, además de ayudarlos a sembrar nuevos o, en todo caso, deshacerse de las malas hierbas.
Pero podrían echar la culpa de sus ilusas ideas a la fiebre de precalentamiento que padecía en ese momento porque actualmente Hyunjin no estaba haciendo nada y Minho tampoco se lo pedía, lo dejaba sentarse bajo un manzano en la sombra mientras Jeongin y Seungmin sudaban la gota gorda en el sol, con dolor de espalda y arrancando las malditas hortalizas.
Jeongin miró hacia Minho, encontrándose feliz de la vida retorciendo hojas y tirando de ellas para revelar algún tubérculo escondido en la tierra, tarareaba de vez en cuando, y aunque usaba un enorme sombrero de paja que le cubría del sol, su movimiento hizo que Jeongin volviera a distinguir la horrible marca en la unión de su cuello y hombro.
Le parecía imposible apartar la vista, en especial porque no lucía humana como para creer que Jisung pudo haber sido capaz de hacerla, aunque también era extraño que ambos la tuvieran en el mismo lugar, casi iguales, aunque si prestaba atención, la que Minho tenía en el cuello era más grande.
— ¡Seungminnie!
La voz algo aguda, chiclosa, de Hyunjin lo distrajo de sus pensamientos, haciendo que los tres trabajadores se incorporarán y notaran al larguirucho pelirrojo que había decidido dejar su pequeño refugio bajo la sombra del manzano para ir hacia ellos.
Jeongin miró al extremo más alejado del huerto, cerca de donde habían aparecido y al otro lado de donde se encontraban los árboles; Seungmin estaba recolectando moras y fresas en una canasta, estaban sorprendidos de que hubieran tantas de un día para otro así que Minho le había encomendado la tarea de podar todos los arbustos de cualquier fruto bueno, Seungmin no se había quejado porque eso estaba bastante lejos de la posición actual de Hyunjin, pero incluso desde la distancia que los separaba, Jeongin pudo notar cómo su amigo se ponía en alerta ante el llamado.
— ¿Me acompañas a cortar flores? —pidió, deteniéndose junto a Minho y colocando una mano sobre sus ojos a modo de visera.
—Alfa no quiere que te alejes demasiado—recordó Minho en voz baja, mirando al otro omega con extrañeza.
— ¿Y de cuándo acá hago lo que Alfa quiere? —Hyunjin lo contempló con una sonrisa, arrugando la nariz y volviendo a mirar en dirección a Seungmin—. A Chan le molesta que ande solo, ¿me puedes acompañar?
Jeongin miró hacia donde se encontraba Seungmin; aún los separaban varios metros de distancia pero siempre habían tenido esa habilidad de comunicarse sin palabras, y en parte era extraño porque solían decir que era como si se leyeran el pensamiento, y no textualmente sino como si supieran de antemano cómo se sentía el otro tan solo con mirarse.
Seungmin estaba preocupado, inseguro, tal vez hasta intimidado, en especial porque el aura de Hyunjin era pesada incluso si no estaba intentando someter a alguien con el poder de sus feromonas, Jeongin sentía el picor de su aroma en la nariz de forma desagradable, pero ni a él se le pasaba de forma desapercibida en la que MInho le hablaba con un dejo de respeto a Hyunjin.
—Puedo ir contigo—ofreció al ver cómo Seungmin dudaba en acercarse—. Seungmin no es muy bueno con las flores y-
—Tu olor me está dando dolor de cabeza—lo interrumpió Hyunjin con voz cortante, alzando una mano y colocándola frente al rostro de Jeongin—. La verdad es que sólo pretendía ser amable. Seungmin, ven conmigo.
Minho suspiró mientras el pelinegro se acercaba a ellos y dejaba a sus pies una canasta llena de moras, fresas y arándanos, se apartó el cabello de su frente sudada y se encogió de hombros, compartiendo una mirada con Jeongin que significaba que poco podían hacer, después de todo tanto Chan como Hyunjin les habían dejado bastante claro que nada de lo que hicieran los haría ganar contra ellos.
Consideraba injusto que les sometieran de esa manera, como si doblegaran su voluntad a base de coacciones y amenazas hasta que Jeongin y Seungmin ni siquiera sintieran dentro de sí las ganas de defenderse y volver a casa; si bien ya no querían volver a NOVUS, tampoco querían quedarse ahí donde su opinión no parecía importar.
—No te alejes demasiado—pidió Minho mientras Hyunjin tomaba a Seungmin del brazo—. Y no le hagas nada, resulta útil cuando no está quejándose.
—Eso es ofensivo—se defendió Seungmin, dando traspiés mientras intentaba seguir a Hyunjin—. Y que hablen de mí como si no estuviera es de mala educación.
— ¿Escuchas eso? —Minho se llevó una mano al oído, sonriendo de forma felina—. El ruido de ese molesto mosquito que al fin se va.
—Cabrón—gruñó Seungmin, mirándolo con ojos encendidos mientras Hyunjin lo hacía adentrarse entre los árboles.
Jeongin sonrió, un poco, sintiendo que la preocupación revolvía su estómago y atenazaba su pecho ante la idea de estar separado de Seungmin con personas en las que aún no confiaban, en medio del bosque, ¿y si había sido idea de Chan? Ya le había advertido que Seungmin no le era de utilidad y sólo era un medio para que Jeongin se quedara sin oponer resistencia, ¿y si había cambiado de opinión?
—Descansemos un poco—anunció Minho, colocando una mano en su hombro, dándole un apretón antes de dirigirlo hacia uno de los árboles que proyectaban más sombra—. Igual ya casi terminamos, cuando regresen podemos volver a casa.
Jeongin hizo una mueca pero lo siguió, en especial porque sentía a su lobo algo inquieto, atolondrado por el medicamento después de todo.
Minho lo dirigió hacia el mismo manzano en el que había estado descansando Hyunjin, palmeando el pasto a su lado mientras recargaba la espalda contra el tronco y se deshacía de su sombrero. Jeongin lo siguió con un suspiro, sintiendo que su cuerpo le agradecía el descanso en cuanto su trasero tocó el suelo, suspirando e imitando la posición de Minho.
Su aroma no era apabullante, en realidad lo encontraba agradable una vez que se acostumbraban a él. Era dulce, es claro, olía a fresas y a ese postre que Jeongin no le recordaba el nombre, pero tampoco era todo, había ese extraño ardor al olerlo, la menta mezclándose e intentando pasar desapercibida pero sobresaliendo. Y era extraño porque Minho olía bien pero, al mismo tiempo, no resultaba atractivo a Jeongin.
Mirándolo con curiosidad, volvió a distinguir esa marca en su cuello, el desgarro de la piel, la clara evidencia de colmillos y algo más mientras la piel rugosa de esa área se encontraba blanquecina por la cicatriz.
— ¿Tu alfa de verdad te hizo eso? —preguntó con verdadero interés, atrayendo la atención de Minho.
El omega parpadeó, confundido, mirando con grandes ojos castaños a Jeongin antes de dirigir su atención al mismo lugar que él, tirando de su camisa hacia abajo para mostrar en todo su esplendor aquella marca que causaba escalofríos.
— ¿Esto? —preguntó Minho, divertido—. Sí, lindo ¿no es así? Deberías de ver la suya, Jisung jura que le raspé el hueso, yo digo que es dramático.
—La que tú tienes es más grande.
—Tiene sentido, Jisung es alfa—Minho volvió a cubrirse, encogiéndose de hombros.
— ¿Cómo sucedió? —cuestionó, la curiosidad impregnaba cada palabra pues Jeongin no podía evitar sentirse atraído por los misterios, queriendo saber todo—. ¿Cómo supieron que tenían que marcarse si querían ser compañeros?
Una manzana cayó cerca de ellos, tan roja que parecía irreal, balanceándose sobre el pasto mientras brillaba bajo los rayos del sol que se colaban entre las ramas. Minho no respondió en seguida, por el contrario se estiró a tomar el fruto, mirándolo desde todos los ángulos.
De sus bolsillos extrajo una pequeña navaja, cortando la manzana a la mitad, permitiendo que gotas de jugo se deslizaran por su muñeca antes de ofrecerle una de las partes a Jeongin, y tal vez habría rechazado el fruto si no hubiera visto el instante en el que se había caído del árbol.
Le dio un mordisco, la explosión de azúcar y ese sabor característico de la manzana llenando su paladar, maravillado con la facilidad con la que sus dientes atravesaban la fruta, como mantequilla.
—Fue un accidente—habló Minho después de un rato, dedicándose a cortar pequeños trozos de manzana con la navaja antes de llevárselos a la boca—. No creo que alguien en nuestro nuevo mundo haya entendido que la unión entre compañeros se formaliza con una marca como esta, y no los culpo, ni siquiera yo lo habría imaginado.
— ¿Jisung te marcó por accidente? —repitió, incrédulo—. Me parece difícil de entender, notaría si alguien me está dando una mordida como esa.
Minho se soltó riendo, divertido, sus mejillas coloreándose de rosa mientras mantenía un trozo de manzana entre dientes, mirando con diversión a Jeongin.
—Eres gracioso—elogió, Jeongin sonrió con suficiencia y dio otro mordisco a su parte de la manzana—. No me refería a ese tipo de accidente. Sabía lo que Jisung hacía, pero no sabíamos que tendría grandes consecuencias.
“Jisung y yo nos conocimos en una de las comunas que hay hacia el norte—señaló en la distancia, haciendo que Jeongin mirara en esa dirección como si pudiera llorar a distinguir lo que había—. Él venía con un puñado de refugiados, yo ya llevaba tiempo ahí. Nos llevamos bien desde el principio, sumado al hecho de que a ninguno le quedaba familia así que teníamos más libertades que otros; sin embargo, nuestra comuna no era la mejor.
“En apariencia, las comunas se rigen por la “democracia” para elegir a un representante—Minho hizo las comillas en el aire mientras narraba la historia, haciendo que Jeongin se sintiera totalmente interesado en sus palabras—. No es verdad, claro, porque después de todo somos humanos. Ahora, añade la parte animal y la llevas clara, nuestro líder era un idiota que fantaseaba con ser el representante máximo de las comunas vecinas, no le importaba mucho que hubiera Manadas cerca de donde estábamos, mandaba centinelas y todo eso.
“Tenía una hija alfa de mi edad, ella estaba interesada, yo no—se burló, sacudiendo la cabeza—. Jisung y yo éramos amigos, pero siempre se sintió más entre ambos, ¿sabes? Me pregunto si fue cosa del lobo o éramos solo nosotros, supongo que hay cosas que aún desconocemos de nuestra naturaleza. Chan dice que debemos dejar que nuestro lobo nos ayude a comprender eso que no entendemos, pero en aquel entonces yo sólo podía pensar que el aroma de Jisung era woah, como ver fuegos artificiales.
En cierta parte, a Jeongin le sorprendía el cariño y la devoción que destilaba la voz de Minho cuando hablaba de Jisung; aún no convivía mucho con su alfa, y lo poco que conocía de Minho había notado que era bastante serio y retraído a no ser que algún otro miembro de esa extraña manada estuviera cerca.
Era amable, sí, pero parecía ser el tipo rudo que no se dejaba distraer, después de todo era francotirador. Pero cuando hablaba de Jisung su aroma parecía encajar con su personalidad. La verdad daba envidia, en especial por la adoración en sus ojos cuando el otro ni siquiera se encontraba presente.
Y, escucha, Jeongin nunca se detuvo a pensar en parejas y compañeros, después de todo su alfa era demasiado agresivo en la intimidad y muchos omegas no le llamaban la atención, así que no era algo que le preocupara. No obstante, al escuchar a Minho hablar de Jisung, se preguntó cómo sería encontrar a alguien que se exprese de ti de esa manera incluso cuando no estás para escuchar.
—No sabía muy bien lo que teníamos en ese entonces—continuó Minho, el dulzor de su aroma comenzando a amargarse ante los recuerdos de aquel entonces—. Y entenderás que todo lo que pasó provocó muchos desastres socialmente hablando. Varias personas se hicieron a la idea de que la estructura que teníamos antes fue una de las causantes así que podían comenzar de nuevo usando sus propias ideas. Si lo pensamos a detalle, se volvieron algo…
—Tribales—adivinó Jeongin, ganándose la sonrisa de Minho—. Me suenan a tribus tradicionales poco convencionales, lo siento.
—No estás tan equivocado—se encogió de hombros—. En la naturaleza, las manadas de lobos se rigen por un alfa de nacimiento, ¿no? Bueno, te sorprendería la cantidad de personas que llegaron a esa conclusión así que bastaba con que uno de ellos fuera un poco más fuerte que otro para proclamarse líder. Y el jefe de nuestra comuna sabía que su hija estaba interesada en mí—miró hacia abajo, los ojos nublados de recuerdos que había preferido evitar.
“Ella tendría una rutina pronto y exigió que yo le ayudará. Me negué pero cuando le das poder a una persona piensa que está sobre tu propia voluntad así que tu negativa no vale—se encogió de hombros, como si no importara, y Jeongin sintió un ardor en el pecho—. Fueron tres días muy largos y cuando al fin me dejó ir, descubrí que tenían a Jisung amarrado en un poste en medio de todo, sin camisa y lleno de golpes—se rió, sacudiendo la cabeza.
“Ese idiota peleó contra todos los centinelas que se le pusieron en frente para sacarme de ahí, pero no fue suficiente.
—Lo siento—susurró Jeongin, pues no sabía qué más decir cuando descubres ese tipo de cosas.
Se atrevió a palmear la pierna del omega, sintiendo que el dulce sabor de la manzana en su mano se volvía amargo en la boca, casi podrido, suspirando cuando comenzó a oler a fresa fermentada de manera desagradable y a menta, mucha menta.
—Está bien—se burló Minho, palmeando el brazo de Jeongin—. No te lo digo por lástima sino para ponerte en contexto.
—Aún así, Minho, lo que pasó no es justo. Me sorprende cómo es que las personas se dejan controlar por el animal y justifican ese tipo de actos.
—Lo hacían antes de tener al lobo, Jeongin—recordó Minho, ladeando la cabeza—. Y no muchas veces se tenía justicia. Creo que el lobo lo usan ahora para justificarse mejor y no ocultar sus intenciones—se encogió de hombros—. Y esa vez fue como la gota que derramó el vaso, ¿sabes? Liberé a Jisung, me aseguré de limpiar las heridas sangrantes y nos largamos en medio de la noche.
— ¿Incluso con las Manadas cerca?
—Era un riesgo que estaba dispuesto a tomar si con eso nos sacaba de ahí—asintió Minho, desapareciendo la tristeza en sus facciones y volviéndose un poco más salvaje—. No sabía qué teníamos, pero lo sentí en lo profundo de mí cuando lo vi ahí amarrado. Mi lobo, mi omega, estaba vuelto loco, temí haber contraído la Rabia por la forma en la que estuvo a flor de piel días completos, desesperado, furioso, frustrado de no haber podido evitar que Jisung se lastimara.
“Nos escondimos en un viejo edificio, lo suficientemente retirado de nuestra antigua comuna, pero aún así me ponía nervioso—sonrió ante sus recuerdos—. Pasamos algo de tiempo deambulando así, refugiándonos en viejos edificios, escondiéndonos de los infectados con la Rabia, esperando algo, llegar a algún lugar. Perdimos la noción del tiempo y mi celo llegó junto con la rutina de Jisung.
Jeongin vio cómo llevaba la mano hacia la cicatriz de la mordida, la recorría con la yema de los dedos de forma delicada, como si aún doliera pero suponía que era más que eso, era el significado, lo que representaba.
Apartó la mirada, sintiéndose ligeramente avergonzando mientras su lobo parecía incluso más interesado. Ahora sentía que la marca que ambos tenían en el cuello era algo que no cualquiera debería contemplar, como si se tratara de algo muy íntimo y personal.
—Jisung dice que fue cosa de su lobo—siguió Minho riéndose—. Que estaba tan metido en ello que, cuando le mostré el cuello su lobo no pudo evitarlo. Te lo admito, dolió como los mil infiernos, sangré mucho a pesar de que Jisung lamía la herida, y parecía bastante entusiasmado con ello, dijo que se sentía como si pudiera comerme, que casi arrancarme el cuello era sólo una muestra de todo su amor—sacudió la cabeza.
“Días después de nuestro…digamos apareamiento, Hyunjin y Chan nos encontraron. Ellos siempre se sintieron más, su sola presencia era como poder respirar. No creo que lo entiendas, dado lo difícil que es que bajes la guardía, pero cuando Chan y Hyunjin aparecieron se sintió como si algo en nuestro interior tuviera más espacio, mi lobo podía estirarse y disfrutar, ya no me sentía tan estresado.
“Chan se asustó cuando vio la mordida, pero le aclaramos que había sido Jisung y hasta el momento ninguno tenía Rabia. Nos llevaron con ellos y nos trajeron acá, poco después trajeron a Changbin y comenzamos a formar una manda.
“Pero cuando al fin me sentí a salvo comencé a ser consciente de lo demás. Jisung y yo siempre fuimos muy unidos, pero después era como si sintiéramos un eco del otro—sacudió la cabeza—. No puedo comunicarme textualmente con él, se asemeja más a lo que tenemos todos como manada pero es como si tuviéramos una línea más directa.
— ¿Se comunican entre todos como manada? —preguntó Jeongin, confundido.
—No de esa forma sino más bien como si fuéramos conscientes de la presencia del otro. Tipo…Chan puede saber dónde estamos sin problema, incluso cuando está tan lejos, no sabe la posición exacta pero sí un aproximado. Es útil cuando estamos en problemas y aullamos.
“Pero Jisung y yo nos sentimos el uno al otro. Sé cuando está triste, frustrado, molesto, incluso siento su preocupación cuando estamos separados. Pensábamos que sólo era una conexión emocional por el tiempo que hemos estado juntos hasta que en una de sus misiones le dispararon.
—NOVUS sólo usa armas electromagnéticas—murmuró Jeongin, confundido.
—Las usa dentro del área de los laboratorios—corrigió Minho, burlesco—. Usan armas de fuego lejos, ¿cómo crees que conseguí el rifle?
—No, no puede ser—se negó en rotundo—. NOVUS tiene prohibido lastimar a quien sea, en especial si tienen Rabia, porque-
—Vaya, Changbin no mentía sobre eso de vivir en una burbuja—se burló Minho, terminando su manzana, recargándose sobre el tronco y señalando a Jeongin con su navaja—. Te estoy diciendo todo lo que pasamos, ¿y te sorprende que NOVUS use armas de fuego? Que, por mi experiencia, no siempre es contra las Manadas.
— ¿Le dispararon a Jisung? ¿Qué estaba haciendo? —Jeongin se cruzó de brazos, alzando una ceja.
Minho entrecerró los ojos de forma acusadora, un breve destello púrpura reflejándose en su mirada en una advertencia, previniendo a Jeongin de mantener la boca cerrada y porque era de mala educación interrumpir la historia de alguien obedeció, no porque estuviera asustado de Minho ni nada parecido.
Es francotirador y tiene una navaja en la mano, se dijo para sus adentros, repitiéndolo como un mantra para no ser tan imprudente.
—Te concedo eso—asintió Minho, golpeando con la punta de su navaja el labio inferior, pensativo—. Chan, Changbin y Jisung se volvieron los principales…digamos exploradores, de nuestra manada. Por lo general tendrían a un beta, pero Changbin es más listo por su cuenta, y es experto en armas así que Chan decidió que Hyunjin y yo nos quedáramos atrás, también porque así protegeríamos nuestro hogar.
“Pero aún nos faltaban muchas cosas, equipamiento táctico, y NOVUS tiene eso a las afueras, cerca del este. Lo admito, estaban intentando robar armas, no salió tan bien y le dispararon a Jisung. No podrías ver la cicatriz, fue en su tatuaje—señaló su propio pecho, donde Jeongin recordaba que Jisung tenía el tatuaje de una brújula y algunas palabras—. Y, ¿la verdad? No recuerdo mucho.
“Estaba con Hyunjin, intentábamos arreglar la estufa, volverla de leña, y él dice que de la nada me desplomé y grité. Sé que me dolía, ¿sabes? Como si me estuvieran quemando en el hombro—seguía acariciando esa zona, intentando aliviar el recuerdo fantasmal del dolor—. Hyunjin dijo que aullé; nunca lo había hecho, era él quien se encargaba de aullar a Chan si necesitábamos que volviera, pero dice que vio las venas de mi cuello hincharse, mis ojos brillaban violetas y aullé de tal forma que parecía sacudir la casa.
“Donde los teníamos a ustedes, cerca, está nuestra ala médica. Es un pequeño cuarto con algunos gabinetes con antibióticos y una camilla. Hyunjin me llevó ahí y después fue a llamar a Chan. Temía que algo me hubiera pasado, dice que me desmayaba y volvía sólo para volver a aullar.
“Como estaban algo lejos, les tomó medio día volver. Cargaban a Jisung, quien estaba más pálido que nada, y dicen que me veía igual y eso asustó a Chan a tal punto que usó su voz para hacer que Changbin sanara a Jisung. Él nunca usa su voz de alfa en nosotros—se estremeció—. Recuerdo eso, débilmente, fue como un cosquilleo pero no tenía la fuerza para reaccionar.
Jeongin suspiró, asombrado, comenzando a comprender a donde llegaba todo eso, maravillado y a la vez aterrado. ¿Cómo siquiera era posible algo así? ¿Cómo podrían explicar esas cosas? ¿Hasta qué punto había evolucionado la infección que parecía conectar la vida de dos personas?
—Cuando Jisung estuvo mejor yo también lo estuve—terminó su relato, encogiéndose de hombros—. No nos tomó mucho unir hilos para saber de qué se trataba. Creo que es una de las razones por las que, después de todo, Chan no ha marcado a Hyunjin, y quizá sea por la que Changbin aún no está listo para aparearse con Felix.
— ¿Tú y Jisung están conectados a ese nivel? —preguntó, asombrado—. ¿Si a uno le pasa algo el otro también lo sufre?
—Sí y no—corrigió Minho, maniobrando su navaja entre sus dedos—. Como te dije, siento un eco de los sentimientos de Sungie, pero cuando es algo físico se siente con más fuerza. Hemos hecho varias hipótesis, después de todo él sale continuamente y a veces regresa con heridas, y descubrimos que aunque se siente como si también me hirieran, no sangro ni me queda marca.
“Chan cree que es un eco más físico de lo que Jisung experimenta, Changbin tiene la teoría de que si uno muere, el otro lo sentiría pero no moriría—bufó—. Lo cual considero una tortura, ¿sentiré que el amor de mi vida muere pero al final yo seguiré vivo? Sí, eso no está muy bien que digamos.
“Y a Jisung se le ocurrió que era mejor que yo también lo mordiera, él no me sentía de la misma manera que yo, después de todo si tenía un accidente en casa, Jisung no se daba cuenta hasta que llegaba y eso comenzó a preocuparlo, en especial cuando acompañé a Chan a un mandado y nos tardamos en regresar.
—Pensé que se habían marcado al mismo tiempo.
—Ah no, marqué a Jisung tiempo después, y por eso Chan no nos pone en equipos para ir a hacer mandados juntos.
— ¿Conflicto de intereses?
—Exactamente. Así que, en teoría, descubrimos que los lobos se aparean y ligan sus vidas con una mordida. Todo por accidente. Anota eso en tu bitácora, soy un importante descubrimiento de nuestra nueva naturaleza.
Jeongin podía verlo, se preguntó qué haría su madre si descubre ese tipo de conexión en personas que estaban apareadas ya que ellos tenían la idea de que cuando un lobo elige a su compañero era igual que en las relaciones humanas sólo que más permanente. Y ahora Minho acababa de revelar el mayor secreto.
Entendía mejor la histeria de Changbin al decir que debían de pensar muy bien con quién aparearse, pero también sentía un nuevo aluvión de preguntas sin respuesta, ¿cómo era posible esa conexión? ¿Y cómo Changbin aseguraba que uno moría y el otro no? ¿De verdad era permanente?
Pensamientos crueles comenzaron a llenar la mente de Jeongin en pro del conocimiento científico, sintiéndose avergonzado de ellos pero no así menos curioso. Suponía que ese tipo de pensamientos era lo que Seungmin tanto adjudicaba a Heejoo, pero a la vez le permitía saber con más certeza todo lo que haría su madre si lograba enterarse de esa información.
Se vio reflejado en los ojos de Minho durante un segundo, risueños pero amenazantes, con el dulzor de su aroma volviendo en todo su esplendor hasta hacer que saborearas el postre de caramelo en el paladar. Una suave brisa agitó mechones de su cabello lejos de su rostro, notaba el sudor frío en su frente y ese amor que siempre tenía al pensar en su alfa manteniendo sus labios curvados en una pequeña sonrisa.
Lo imaginó encerrado en un cuarto igual que el de la chica alfa; pruebas de sangre, sometido a varios exámenes, muchos de ellos intrusivos. Los imaginó a ambos en algún cuarto del séptimo piso subterráneo, viendo cómo herían a uno para ver y monitorear la reacción del otro en espera de comprender esa unión celular sólo por una mordida.
—Esa es una información importante—susurró Jeongin, mirando hacia su regazo de forma avergonzada—. Cualquiera ajeno a ustedes podría usarla en su contra.
—Es cierto, ¿no? —la voz de Minho no había perdido su jovialidad, seguía mirando a Jeongin con alegría, tanta que parecía un loco—. Creo que también es la razón por la que Chan nos prefiere mantener separados en situaciones importantes.
—Una información que acabas de compartir conmigo—susurró Jeongin, mirando a Minho con ojos entrecerrados—. A alguien ajeno a tu manada.
—Eso también es cierto—se encogió de hombros, mirando de forma brusca hacia el bosque—. Me alegra que tus dotes de observación estén intactos—le palmeó la pierna antes de levantarse, manteniendo la navaja en sus manos.
— ¿Por qué? Nada me impide compartirlo con alguien más.
Minho se detuvo frente a él a unos pasos de distancia, el sol brillando sobre su cabeza dándole algunos reflejos rojizos muy similar a la caoba. Sus ojos tenían un color similar si los veías bajo el sol, pero el destello púrpura en ellos que delataba la casta de Minho parecía opacarlos por completo.
Estaba ahí frente a él, con una camiseta llena de tierra y sudor, pantalones cortos que mostraban sus rodillas raspadas con ese aroma dulzón y, aún así, Jeongin sintió la muda amenaza que era. Su lobo no lo consideraba fuerte, pero sí advertía sobre un peligro potencial.
No pudo verlo venir a pesar de que su lobo le había advertido, un momento Minho estaba ahí parado y al siguiente Jeongin veía una navaja clavarse con fuerza en el tronco del árbol, junto a su cabeza, sobresaltándose y arrastrándose por el pasto lo bastante lejos para mirar la navaja y a Minho, que mantenía el brazo estirado a su dirección con una sonrisa.
—Chan tiene su propio código moral—habló con voz risueña—. Pero ha aceptado que yo no me rijo por ese mismo código. Lo hice llevarme al norte y asesiné a cada centinela que se atrevió a ponerle las manos encima a Jisung—informó, sus ojos llenos de púrpura casi neón, cortándole el aliento—. Si llegas amenazar a mi compañero, me aseguraré que sea lo último que hagas.
…
Ser un Omega Prime significaba que sus sentidos estaban aún más desarrollados que los de un omega común, y eso a grandes rasgos le daba un olfato sensible a Hyunjin lo que, en la mayoría de las ocasiones, le provocaba dolor de cabeza.
Se había acostumbrado a los olores de los miembros de su manada porque abajo todos sus matices, más allá de lo que los demás pueden llorar percibir, Hyunjin distinguía las rosas y el chocolate que los marcaba como suyos así que se volvía manejable, sin embargo se volvía abrumador y era la principal razón por la que solía escaparse al bosque cuando Chan se iba.
Sospechaba que también es la razón por la que Chan le había otorgado ese…digamos jardín, aunque no lo dejara salir sin su supervisión. Estaba cerca del huerto, para su seguridad, pero Hyunjin nunca permitía que alguien que no fuera Chan se acercara, así que traer a Seungmin con él lo había sorprendido.
Hyunjin tenía una gran comunicación con su lobo interno, han pasado tanto tiempo juntos que prácticamente han sido uno desde que puede recordar por lo que era fácil entender sus deseos, incluso si en ocasiones Hyunjin no estaba tan agusto con la idea.
Seungmin era una contradicción para Hyunjin y un deseo para su lobo.
Caminaban separados, Hyunjin por delante pero perfectamente consciente de la presencia silenciosa del alfa a su espalda, y debería ser más precavido con la idea de dejar que desconocidos le cubran las espaldas, pero se sentía tan seguro en su silenciosa compañía que se permitió respirar con calma.
No había muchos aromas ahí salvo el del bosque; la tierra mojada, las plantas, la inmensidad de los árboles. Sobresalía ese picor resinoso, herbal del pino que parecía abarcar todo, haciendo que el bosque se sintiera más grande de lo que realmente era, más frondoso aunque tenía un toque de bosque antiguo.
—No hablas mucho, ¿verdad? —preguntó con jovialidad.
Como era de esperar no recibió respuesta, pero agradeció sus sentidos desarrollados porque distinguió la burla e ironía en el aroma de Seungmin aunque éste no hablara, haciéndolo reír entre dientes, dando un par de saltos una vez que llegó a su pequeño paraíso.
Había flores de todos los colores, Chan se esforzó demasiado en conseguirlas, incluso si algunas de ellas fueron donaciones de Heejoo cuando decidía que habían sido ejemplares en su comportamiento, Hyunjin odiaba pensar que varias de sus cosas favoritas eran “recompensas” de esa mujer después de todo lo que había hecho, pero gracias a Minho y Jisung había aprendido a solo quedarse con lo bueno de las malas experiencias.
Miró hacia atrás, encontrando a Seungmin de pie entre dos de sus rosales favoritos, mirándolo con sospecha mientras su cabello despeinado apuntaba a todas partes, había un saludable sonrojo en sus mejillas debido al esfuerzo de su caminata, la ropa se le adhería al cuerpo por el sudor y tenía algunos arañazos en los brazos.
Hyunjin respiró profundo, intentando abarcarlo todo pero sólo estaba ese aroma a bosque y flores que tanta paz le traía.
Jisung una vez le dijo que cuando olió a Minho por primera vez, fue como colores neón. No tenía sentido, ¿cómo olerías colores? Pero Jisung dijo que no se refería a eso sino a lo que sintió y el aroma de Minho fue colores neón.
Cuando le preguntó a Minho, dijo que Jisung se sintió como fuegos artificiales.
Después de una misión por el sur, Changbin apareció con un rubio alfa sonriente que no se le separaba bajo ninguna circunstancia alegando que Changbin era como oler el sol, Jisung se burló diciendo que no era cierto ya que olía a caramelo de uva, pero pareció compartir un secreto con Minho.
Hyunjin comenzaba a formar una hipótesis desde la llegada de Felix, una pequeña teoría que le avergonzaba compartir y que, en cierta parte, le entristecía porque olía a Chan en todas partes; en su ropa, su nido, su casa. Lo olía cada rutina y cada celo que compartían, lo tenía impregnado en la piel, memorizado desde el primer instante y, para Hyunjin, Chan siempre ha olido a chocolate puro y tabaco.
No se sintió como luces neón ni fuegos artificiales.
No era como oler el sol ni embriagador.
Era fuerte, abrumador, era chocolate puro y tabaco así que durante todos esos meses había un fallo en su hipótesis sobre el aroma y los compañeros porque, después de todo, Chan era su compañero, su alfa. Lo ha sido desde siempre y ambos sabían que no pertenecerían a nadie más, incluso cuando en su momento no sabían lo que eso significaba.
—Tu aroma pasa desapercibido en un ambiente como este, ¿no lo crees? —preguntó en dirección a Seungmin mientras caminaba hacia donde tenían plantados los lirios del valle, colocándose en cuclillas y acariciándolos con delicadeza—. Es como si pertenecieras aquí.
Seungmin no respondió, se quedó en silencio entre los rosales, mirando con atención a Hyunjin pero sin hacer ningún gesto de reconocimiento.
—Es de mala educación no responder si te hacen una pregunta directa—lo reprendió, sacando de sus bolsillos sus tijeras de jardín para cortar unos cuántos lirios—. No te voy a morder…a no ser que tú quieras eso. El consentimiento es importante en esta casa.
Agrupó un puñado de lirios del valle, eran sus favoritos porque parecían pequeñas campanitas. Habría preferido otros colores, pero Chan sólo había conseguido blancos así que Hyunjin se daba por satisfecho.
Cuando estuvo conforme con la cantidad, se encaminó hacia la lavanda y arrancó un par, nada más por el aroma.
—No me gusta el bosque.
Hyunjin suspiró, su Lobo interno agitándose con emoción cuando escuchó a Seungmin a su espalda; su voz era tan cálida como un té en la mañana, se sentía como una caricia en su espalda, un suave consuelo a la par de armoniosa. Hace mucho que Hyunjin no escuchaba música, no desde que dejaron NOVUS y no consiguieron bastantes privilegios para volver a escucharla.
Miró sobre su hombro al joven alfa que se encontraba entre rosas rosadas y cremosas, miraba con atención las flores pero no parecía relajarse; pertenecía ahí, Hyunjin no entendía cómo lo sabía, pero su omega estaba bastante seguro de ello, aullaba ante la posibilidad de que él se sintiera bienvenido a su lugar sagrado.
—Tú mismo hueles a bosque—señaló con diversión, regresando a su tarea de armar un ramo—. Aunque la canela sobresale, no hay árboles de canela en esta zona, están más hacia abajo, siguiendo el río.
—Huelo a pino—corrigió Seungmin, su ceño frunciendo. Se cruzó de brazos sobre el pecho apartando sus curiosos dedos de las rosas, haciendo que Hyunjin sonriera—. Pino y canela.
—A grandes rasgos, supongo—asintió, incorporándose.
Se detuvo a un par de metros de distancia de Seungmin, con el largo césped acariciando sus pantorrillas, florecillas de colores entrelazándose entre la hierba mientras algunos rayos de sol lo iluminaban.
Hyunjin solía ser ajeno a su propio aroma, en especial en ese lugar porque lo único que podía sobresalir era la dulce y empalagosa miel, en su puño se encontraban algunas flores de colores, los lirios del valle con la lavanda, logró cortar algunas margaritas y un puñado de manzanilla, y aún así se sentía empapado en rosas, miraba a Seungmin y quería atraerlo como las flores atraen a las mariposas, esperando que él pudiera revolotear a su alrededor y quisiera quedarse.
Pero no lo hizo, Seungmin se quedó de pie a la defensiva mientras Hyunjin lo miraba con anhelo. Sintió a su omega ronronear, por un momento lo dejó tomar el control, permitir que Seungmin viera su brillo a través de sus ojos, destellos plateados antes de desaparecer de nuevo.
—Hay más matices en el aroma de una persona—se defendió Hyunjin, caminando hacia donde Seungmin aguardaba, deteniéndose junto a los rosales—. Puedes individualizar o, por el contrario, unificarlos.
— ¿Cómo unificarías tu aroma? —la curiosidad destelló en los ojos del alfa.
—Depende, ¿cómo lo describirías?
Hyunjin lo miró fijamente mientras cortaba una rosa, el corazón en la garganta y la expectativa a flor de piel. Su esperanza se encontraba sobre una fina capa de hielo que podría romperse con las palabras que estaban por salir de aquel alfa.
Seungmin abrió la boca pero la cerró enseguida y su rostro se desfiguró en una mueca pensativa, luchando con sus propias palabras antes de suspirar, dejando caer los hombros.
No habría significado nada si no fuera por el rubor que subía desde su cuello hasta sus orejas.
—Son rosas y miel—murmuró, mirando hacia un costado.
— ¿Sólo a rosas con miel? —preguntó con diversión, terminando de acomodar las rosas en su pequeño ramo—. Bueno, ¿cómo unificarías eso?
Seungmin frunció el ceño, Hyunjin podía escuchar los engranajes mientras pensaba en ello así que lo dejó ahí de pie y fue a buscar algunas hierbas para darle más volumen a su ramo.
Le gustaba hacerlos, eran algo así como su terapia, además que fue una de las pocas cosas que le permitieron cuando estuvo en NOVUS. Dolía pero fue en esos pequeños momentos de libertad donde Hyunjin sintió que podía tener algo bueno en todo lo malo, tal y como Minho decía, y Chan entendía lo significativo que era para él por eso había trabajado mucho para darle ese pequeño pedazo de jardín.
—Es como un tipo de té—la voz de Seungmin sonó después de un rato, haciendo que Hyunjin volviera a él una vez que tuvo el ramo listo—. O algo así. Tu olor es abrumador, difícil describirlo.
—Gracias, creo que es lo más bonito que me has dicho—sonrió, deteniéndose a un palmo de distancia y mostrándole el ramo—. ¿Qué opinas? ¿Te gusta?
— ¿Chan es tu alfa?
Sus palabras hicieron que la sonrisa de Hyunjin se tensara en los bordes, rosas marchitas perfumando el lugar mientras sus manos llevaban el ramo que había extendido hacia su pecho, pasando la yema de los dedos por los pétalos con delicadeza, retrayéndose en sí mismo e intentando frenar la molestia.
—Sí, algo así—asintió, suspirando.
—Pero ustedes no tienen una marca como Jisung y Minho—Seungmin extendió el brazo, señalando con el dedo esa zona entre cuello y hombro donde usualmente se encuentra la glándula odorífera.
Hyunjin se rió entre dientes, un timbre de histeria tiñendo el sonido mientras contemplaba al pelinegro con ojos desorbitados, como si acabara de decir la cosa más terrorífica de todas.
Y lo era. Durante mucho tiempo, tanto él como Chan creyeron que con pasar sus celos juntos era suficiente para considerarse apareados, en especial si no los pasaban con nadie más, así que Hyunjin se decía apareado porque tenía en la piel el aroma de Chan, pero era debido a la exposición constante.
—Lo de Minho y Jisung fue un accidente—informó, nervioso—. Ni siquiera…ellos no…es diferente.
— ¿Por qué? —la curiosidad refulgía en esos ojos de cachorro, sin juicio ni acusación, sólo su interés por el conocimiento—. Si son compañeros, ¿no deberían tener algo igual?
—Una marca es importante—informó Hyunjin, bajando los brazos mientras miraba fijamente a Seungmin—. Estás compartiendo tu vida con la de alguien.
—Pero tú y Chan son compañeros, ¿no es así?
Compañeros.
Parecía ser una palabra que dirías a un novio, una pareja estable, pero sus lobos lo consideraban insultante, como si un compañero significara más de lo que ellos podrían llegar a comprender y era una grosería darle esa etiqueta a una persona con la que no compartías un vínculo.
Sin embargo, Hyunjin y Chan eran diferentes. Alfa y Omega Prime, no existiría nadie más que comprendiera al otro, que lo complementara tan bien como ellos hacían porque no había nadie como ellos. Que fueran las dos caras de una moneda sólo significaba que eran el uno para el otro, como el sol y la luna, las nubes y las estrellas.
Pero Chan olía a chocolate puro y tabaco, variaba según su estado de ánimo pero siempre ha sido el mismo.
Y Seungmin…
Seungmin.
—Ten esto—gruñó Hyunjin, estrellando el ramo de flores contra el pecho de Seungmin—. Volvamos antes de que Minho decida venir por nosotros. Odio que vengan a mi jardín.
— ¿Y por qué estoy yo aquí?
Hyunjin caminó por el bosque teniendo la certeza de que Seungmin iba a seguirlo sin dudarlo. Se basó en el sonido de sus pisadas, el latido de su corazón, en su respiración porque su aroma era absorbido por todo el lugar, perteneciendo a él.
—Me pregunto lo mismo—murmuró por lo bajo, cruzándose de brazos.
…
Al volver a casa, Jeongin tomó su segundo supresor en la privacidad de su habitación mientras que Seungmin volvía de la cocina con un recipiente con agua. Miró por encima de su hombro antes de que cerrara la puerta, aliviado al no ver rastro de Chan en el pasillo.
Apenas habían regresado del huerto cuando se excusó con un dolor de cabeza inexistente y subió a encerrarse a su habitación. Se sentía algo abrumado por la información que Minho le había brindado, sintiendo que podía comenzar a desarrollar sus propias investigaciones en base a eso sin tener que poner en peligro la integridad de ninguno de ellos y la propia, ¿y si analizaba su sangre? Tal vez algo en la saliva al morder había producido una especie de infección no dañina que provocaba que ambos estuvieran así de conectados, como cuando los hongos liberan esporas.
Vio a su amigo acomodar aquel ramo de flores silvestremente bonito, no era tan elegante pero parecía atractivo de ver, en especial para Seungmin que no dejaba de golpear con sus dedos los pequeños lirios del valle como si esperara a que sonaran como campanillas. Tenía base de colores claros, blancos y cremas, un aroma a lavanda opacaba al resto pero no de forma molesta, Jeongin se sentía relajado.
—Pensé que lo dejarías en la cocina—murmuró con curiosidad, dejando el vaso de agua en su mesilla de noche mientras Seungmin se sentaba en el colchón.
—Minho me dijo que podía quedarmelo, Jisung le trajo uno ayer y no quería tantas flores en la cocina.
— ¿Y qué dijo Hyunjin?
—No sé—se encogió de hombros—. Se fue a buscar a Chan apenas llegamos.
Jeongin hizo una mueca, pensando en las palabras de anoche del alfa; no quería que nada le pasara a Seungmin, aún si eso significaba ser el juguete de un omega o que lo lastimaran para coaccionarlo.
Quería decirle algo, pero ya lo había hecho. Pedirle que tuviera cuidado, que no bajará la guardia, que ellos eran desconocidos y ese no era su lugar pero mientras estuvieran juntos estarían a salvo. Quiso decirle que no se dejara engañar por un omega que ya tenía pareja, que él encontraría un mejor compañero.
—Es extraño—susurró el pelinegro antes de que Jeongin pudiera decir algo—. Ellos son extraños.
— ¿Apenas lo notas? —se burló, dejándose caer en la cama—. Después de todo tienen una forma bastante peculiar de invitar a la gente a su casa.
—Sí, pero es más que eso—arrugó la nariz—. Los lobos naturalmente son monógamos a diferencia de los leones, que es un solo león en un harem de leonas, o los gorilas, que vienen siendo igual a los leones.
—Sabes que siempre encuentro interesante tus conocimientos sobre el reino animal—murmuró de forma distraída, mirándose las uñas y haciendo una mueca al ver tierra bajo ellas—. Pero no entiendo-
—Si Chan y Hyunjin son más lobo que el resto de nosotros, ¿no deberían ser más protectores con el otro? —la curiosidad impregnaba las palabras de Seungmin, silenciando a Jeongin haciendo que éste sopesara con atención su cuestionamiento—. Y sé que no los conocemos del todo, pero no parecen muy partidarios de la monogamia.
Jeongin frunció el ceño, pensativo, bajando las manos y entrelazándolas sobre su vientre mientras asimilaba tal cuestión.
Comparando a Chan y Hyunjin con Minho y Jisung, la relación de los primeros parecía más superficial que nada, a ojos de extraños como ellos desde luego. Jeongin había notado la ferocidad con la que Minho estaba dispuesto a proteger a Jisung, la forma en la que hablaba de él incluso sin estar presente; era posesivo, protector, no tenía miedo de declarar que Jisung era su compañero y es claro que estaba fuera de los límites.
Cuando Chan habló de Hyunjin siendo su omega no había ese tono, era más como si dijera un hecho, en especial si tomábamos en cuenta el contexto de la explicación y declaraba que no tenían problema en compartirse con alguien más.
—Los lobos son monógamos—repitió Jeongin en un murmullo—. Las marcas en el cuello de Minho y Jisung son mordidas, ellos lo denominan como marca de apareamiento—informó, sintiendo el peso de Seungmin cuando se dejó caer a su lado, con la cabeza sobre el hombro de Jeongin en una posición paralela a la suya—. La forma en la que lo explicó da a entender que están ligados física y emocionalmente.
—Eso fortalece mi argumento.
—Sí, pero abre más cuestiones hacia Chan y Hyunjin—sacudió la cabeza—. Anoche Chan dijo que no tienen problema en compartir, lo dijo de forma más grosera, pero a grandes rasgos se refería a eso.
—Hyunjin parece interesado en mí—admitió Seungmin, contrariado—. Pero sigue diciendo que Chan es su alfa.
—No quiero que te hagan algo sólo porque te metiste con quien no debías—confesó el cobrizo, preocupado por la integridad de su amigo—. Tal vez, cuando logremos salir de aquí, podamos ir a otra parte, lejos. Conoceremos más personas y tal vez encontremos un compañero.
El aroma de Seungmin se volvió suave, cosquilleaba en su nariz de manera agradable así que el de Jeongin lo imitó, perfumando aquella habitación como solían hacer en su laboratorio o sus respectivas habitaciones, sabiendo que ambos estarían bien siempre que se tuvieran el uno al otro.
…
Hyunjin se incorporó en el colchón, permitiendo que las sábanas se deslizarán hasta convertirse en un revoltijo alrededor de su cadera.
Se apartó el cabello del rostro, cortinas rojizas cayendo con la misma rapidez apenas las apartó. Miró hacia la ventana, un tragaluz circular en el ático que le permitía ver las copas de los árboles y más allá, pequeñas luces en la distancia que le recordaban cada noche que sin importar qué tan lejos se mantuvieran, no eran únicos.
Apoyó el codo en el alféizar y acunó la barbilla en la palma de su mano mirando con anhelo y algo más, soñando con perderse en un bosque donde nunca lo encontrarían, pertenecería a él y no habría aullidos que le pondrían los pelos en punta, no se sentiría como una prisión más amplia al que le sometieron por el miedo de que algo pasara.
El bosque era su adoración desde que se encontraba en NOVUS; no le permitían salir a los jardines mas que una vez al año, que casualmente era en su cumpleaños, así que Hyunjin lo disfrutaba pero fue ahí que lo vio en la distancia, alzándose como un guardián silencioso que prometía seguridad en cuanto te adentraras a él.
Tan grande e inmenso, sin aromas apabullantes ni ruidos insoportables. Misterioso, miles de secretos guardados entre los doseles de sus ramas, ¿cuántos años tendría el árbol más viejo? ¿Qué secretos podrían contarle si hablaran?
Bajó el brazo y colocó ambos entrelazados sobre el alféizar, descansando su rostro en ellos mientras sentía el frescor de la noche deslizarse por su piel desnuda como una silenciosa caricia, el consuelo de no estar solo a pesar de sentirse así.
Cerró los ojos al sentirlo, la suave presión de unos labios en su columna, que fueron subiendo hasta su hombro mientras el denso olor a humo de tabaco lo envolvía acompañado de esa dulzura casi empalagosa. La tenía impregnada en la piel todo el tiempo, sólo una buena ducha la borraría pero se asegurarían de que volviera a tenerla; suspiró ladeando ligeramente la cabeza, recibiendo las pequeñas caricias en la piel de su garganta antes de sentir sus brazos envolver su cintura.
El peso de su pecho en su espalda lo envolvió brindándole calor instantáneo que sólo lo hizo suspirar, volviendo a mirar hacia el bosque frente a él, tan cerca y tan lejos de su alcance.
—Lamento si te desperté—susurró sin girarse a ver a su acompañante, volviendo a quitarse el cabello del rostro con un brusco movimiento.
— ¿No puedes dormir? —preguntó Chan, su voz tornándose gutural al ser acompañada del débil ronroneo del lobo interno.
—Mucho ruido acá arriba—suspiró, sonriendo débilmente cuando Chan presionó un beso en su sien, como si intentara silenciar sus pensamientos con ese simple gesto—. ¿Cuándo tenemos que volver?
—En un par de semanas si no queremos levantar sospechas—informó el peliazul, abrazando con fuerza a Hyunjin y manteniendo los labios en contacto con su piel—. Ha habido bastante movimiento. Ayer, los chicos y yo, notamos demasiados Centinelas en áreas que usualmente no vigilan, parece ridículo que se esfuerce tanto por ellos.
—No deberías de permitir que salgan de casa—señaló, ladeando el rostro para encontrarse con los ojos grisáceos de Chan—. Es peligroso, no estás la mayor parte del tiempo y a mí no me permites ir con ellos. Si algo le pasa a Minho-
—No van a encontrarlos aquí—lo tranquilizó el alfa, apartando una mano de su cintura para llevarla a su rostro, sujetándolo de la barbilla con fuerza—. No puede, lo sabes.
—No lo sé, Chan, porque resulta que se está esforzando más de lo que creíamos por encontrarlos—reclamó, apartando la mano de éste de su rostro, molesto—. Estás arriesgando mucho por ellos y ni siquiera confían en nosotros.
—Lo harán a su debido tiempo—lo consoló, tomando la mano de Hyunjin y llevándola a sus labios—. Ya no tienen a dónde más ir, Hyunnie, sólo les queda confiar en nosotros. Con algo de tiempo cambiarán de parecer y se quedarán, Heejoo no puede buscarlos para siempre.
Hyunjin lo miró fijamente, encontrando su reflejo en sus pupilas bajo la luz de la luna. Su omega se movía con interés pero no demasiado, después de todo estaba bastante en sintonía con Chan así que la conexión entre sus lobos era algo natural.
Suspiró cuando Chan lo besó, moviendo los labios de forma automática contra ellos, sintiendo que su omega lloraba lastimeramente porque no era suficiente, nunca lo era. Sabía que no existiría cualquier otro alfa que pueda soportar sus celos o al lobo en él, nadie que comprendiera todo lo que significaba tener una casta como la suya, pero cuando Chan lo besaba hacía que Hyunjin sintiera la necesidad de más.
Nunca se besaban fuera de la cama, eran cosas que preferían mantener en la privacidad de su nido; no los encontrarían en la cocina compartiendo pequeños besos como Minho y Jisung, ni los verían persiguiéndose el uno al otro en búsqueda de algún beso como recompensa como Felix y Changbin; la única muestra de cariño que los demás verían sería la forma en la que Chan acariciaba su cabello o Hyunjin se aferraba a su brazo.
No así, no con besos pausados y caricias delicadas. No olerían sus aromas entrelazados de la manera más dulce y empalagosa.
Chan volvió a recostarlo contra el colchón y Hyunjin abrió las piernas para hacerle espacio, sintiendo que aún quedaban rastros de humedad en sus muslos y que Chan parecía disfrutar.
Suspiró mirando fijamente el techo mientras el alfa besaba su cuello; había guirnaldas de papel en la cima, luces de hada apagadas que creaban extrañas formas en la oscuridad y que solían encender en las noches que Hyunjin se sentía muy triste.
—Fui a cortar flores—susurró, jadeando cuando sintió a Chan mordisquear sus clavículas.
—No vi el ramo—susurró, lamiendo sus pezones mientras su erección volvía a encontrar su hendidura—. ¿Dónde lo pusiste?
Hyunjin cerró los ojos con fuerza, su corazón latiendo a toda velocidad mientras pensaba en el bosque al otro lado de la ventana.
—S-Seungmin me acompañó, se las di.
Chan se quedó quieto, las rodillas de Hyunjin presionando en sus caderas mientras sentía la punta de su erección quedarse en el borde de su entrada.
Chocolate quemado llenó la habitación haciendo que un lloriqueo quedará ahogado en la garganta del omega, manteniendo los ojos cerrados cuando sintió que Chan se incorporaba y colocaba ambas manos a los costados de su cabeza, alzándose sobre él.
— ¿Qué? —cuestionó, el lobo manteniéndose a flote.
—Estoy seguro de que no balbuceé—masculló el pelirrojo, girando la cabeza y mirando hacia un costado.
—No lo hiciste, pero sonó tan ridículo que dudé de ello.
Sintió más que ver cómo Chan apartaba una mano del colchón para sujetarlo de la barbilla, obligando a que lo mirara. Sus ojos se encontraron y ambos sintieron cómo sus lobos se ponían a la defensiva, dorado y plateado brillando en la oscuridad, gruñidos atorados en sus gargantas.
Hyunjin alzó una mano y sujetó con fuerza la muñeca de Chan, aquella que estaba en el brazo que usaba para sujetarlo, clavando las uñas en su piel hasta crear medialunas y que pequeñas gotas de sangre comenzaron a deslizarse por ella.
—Suéltame—gruñó sintiendo la boca llena de colmillos.
— ¿Qué hacía Seungmin en tu jardín? —el lobo parecía a nada de salir, y aunque Hyunjin tuviera un omega fuerte, Chan siempre sería más.
—Lo llevé conmigo—admitió, moviéndose.
La otra mano de Chan envolvió su garganta y apretó con fuerza, robándole el aliento. Hyunjin jadeó, sus rodillas apretándose con más fuerza contra los costados de Chan mientras la mano que no sujetaba su muñeca se clavaba en su pecho e intentaba empujarlo, mostrándole los dientes, gruñendo con ojos llorosos porque sabía lo que esa reacción significaba.
El alfa de Chan no estaba contento, ignoraba si era por la mera existencia de Seungmin, porque Hyunjin lo mencionara en la privacidad de su nido o por lo que la presencia del otro alfa en su jardín significaba.
Ese pequeño espacio era su lugar sagrado, un lugar al que sólo Chan había tenido acceso. Jisung y Changbin bromeaban diciendo que era el nido de Hyunjin porque el que tenían en casa era el de Chan, y aunque eran bromas creativas muchas veces se encontraba pensando en ello a tal punto de sentir que podía ser cierto, tal vez, así como los lobos tienen madrigueras, Hyunjin había hecho un nido en ese pequeño jardín y por eso no dejaba que nadie más se acercara.
Nadie que no fuera su alfa, es claro, entonces ¿por qué llevó a Seungmin? ¿Por qué el alfa de Chan se encontraba tan furioso con la idea?
— ¿Por qué? —exigió, incrédulo—. Es tu…tú nunca… ¿por qué?
—Huele a bosque—sollozó.
El agarre de Chan se aflojó, lo sintió alejarse hasta que estuvo de rodillas entre las piernas de Hyunjin, alzándose en toda su desnudez mientras la luna coló algunos rayos plateados sobre su rostro y Hyunjin sólo pudo ovillarse y sollozar, llevándose una mano alrededor de la garganta mientras el ardor en su interior, la frustración de su omega, salía a raudales de sus feromonas, ahogando a Chan en rosas y miel.
No era un aroma agradable como el de hace rato, por el contrario se asemejaba al agua de rosas y miel tan líquida que no podría considerarse miel.
—Él huele a bosque—repitió entre sollozos.
—Su aroma es pino y canela—asintió el alfa tallándose el rostro con exasperación—. No debes permitir que desconocidos vayan a lugares así, tú dijiste que aún no confían en nosotros, pudo hacerte algo.
—No lo entiendes.
—Lo que no entiendo es cómo se te ocurrió—gruñó Chan, saliendo de la cama y comenzando a vestirse—. Lo próximo que harás será traerlo a nuestro nido.
— ¿Tú no lo has pensado con Jeongin? —acusó, volviendo a incorporarse.
Su cabello estaba desordenado, el rostro manchado en llanto y los ojos brillando en luces plateadas que delataban que tanto él como su lobo estaban furiosos.
Miraba a Chan vestirse en la oscuridad mientras Hyunjin se quedaba en la cama, con las sábanas que olían a ambos a su alrededor, sintiendo que de pronto su piel picaba, deseando enterrar las uñas y arrancarse ese aroma a chocolate y tabaco.
—No tiene nada que ver en esto—gruñó Chan, señalándole con el dedo—. Es completamente diferente.
— ¿Lo es? —importándole poco su desnudes o el temblor de sus piernas, Hyunjin salió de la cama y se plantó ante Chan—. Puedes mentirles a los demás pero sabes que a mí no, ¿a qué carajos estás jugando?
— ¿A qué estás jugando tú? —Chan se adelantó un par de pasos, mirándolo con ojos dorados—. ¿Lo llevas a tu jardín? ¿En serio? ¿Desde cuando llevas ahí a tus pequeños juguetes?
Hyunjin rugió, mostrándole los colmillos y sintiendo que las uñas de sus manos se alargaban, su voz volviéndose más gutural ante aquella acusación.
— ¿Y tú desde cuando le consigues supresores a los tuyos? —sentía la boca llena de colmillos y la lengua espesa.
—Su alfa está acostumbrado.
—Suenas tan ridículo—se burló Hyunjin mientras se cruzaba de brazos—. ¿A qué huele Jeongin?
— ¿Qué?
—Dime a qué huele—exigió, dando un par de pasos hasta colocarse a un palmo de distancia de Chan, escuchando a su alfa gruñir desde lo profundo de su pecho—. Y si me dices que a café, estás mintiendo.
— ¿De eso se trata?—se burló Chan, exasperado—. ¿Cuándo vas a dejarlo estar? No somos como ellos—señaló hacia la salida, mirando a Hyunjin con desesperación—. Lo sabes, y me parte el corazón tener que decírtelo, Hyunnie, pero así son las cosas. Somos compañeros, tú y yo.
Los ojos del omega volvieron a llenarse de lágrimas, su aroma marchitándose como las flores cuando no les das los cuidados correctos, haciendo que su omega emitiera un gemido lastimero porque nada de eso podía ser posible.
— ¿Entonces por qué no me has marcado?
La pregunta quedó flotando entre ambos, tan pesada que cayó entre ellos y se quedó ahí, esperando a que al fin la respondieran. ¿Por qué no se habían marcado? ¿Por miedo? Sí, eran conscientes de las consecuencias de una marca, las habían estado viviendo a través de Minho y Jisung desde que estaban con ellos, pero al mismo tiempo notaban lo felices que eran.
Minho decía que era como si en su interior siempre hubiera un pedazo de Jisung, que su marca era como esa parte de él que le pertenecía. Tal vez Hyunjin estaba cansado de sentirse así, de tener un compañero pero al mismo tiempo sentirlo insuficiente, de que ellos no fueran como el resto de las parejas.
De que Chan oliera a chocolate puro y tabaco.
—Sabes por qué—murmuró, retrocediendo—. Es peligroso, más si Heejoo se entera de lo que significa una marca. Nos arriesgamos a que no volvamos a salir de NOVUS si te llego a marcar, ¿quieres eso? ¿Más pruebas? ¿Más exámenes?
—No—susurró mirando hacia sus pies.
— ¿Por qué vuelves a insistir con el tema, entonces?
—Porque él huele a bosque—sollozó, labios temblorosos. Se rodeó con ambos brazos, encorvándose sobre sí mismo mientras sentía que su lobo aullaba—. Él huele a bosque y tú…tú hueles a chocolate y tabaco.
Notes:
La frustración que me da tener que escribir escenas hyunchan para poder llegar a las chanin y las seungjin AH QUE CORAJE ME DOY pero confío en mi proceso así que aquí andamos
Como podrán ver, Hyunjin sí tiene una nocion de lo que encontrar su compañero se refiere pero es complicado, creo que este cap les dice más o menos de qué va el pdo respecto a las relaciones y tal vez dan ideas de la problemática que tendrán en un futuro. Aunque tampoco sé si es bastante claro o no, así que si tienen dudas pueden dejarlas <3 me alegra sus comentarios, perdonen por no responderlos a veces no sé que decir TT-TT soy una ostra emocional social
Pero muchas gracias por leer!! este se está volviendo mi fic fav, en especial por la dinámica, así que agradezco que ustedes también lo disfruten
GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 11: Rutina.
Notes:
jejejeeeeee
Advertencia, hay una escena sexual que me quedó pal orto así que de ante mano les pido perdón, EN ESPECIAL PORQUE APENAS VAN COMO 10 CAPS Y YA SE ANDAN FOLLANDO AY NO QUE CORAJE
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Chapter Text
La tensión podía cortarse con un cuchillo.
Jeongin se encontraba sentado junto a Seungmin, ambos en completo silencio mientras miraban con atención a sus captores, pues esa mañana estaban los 6 miembros de esa extraña manada desayunando juntos, y uno pensaría que sería un desayuno familiar lleno de charlas y chistes internos que los dos extraños no entenderían, pero la verdad es que ni siquiera se miraban a los ojos.
El sonido de los cubiertos al raspar los platos ponía nervioso a Jeongin, la ausencia de aromas lo habría asustado, pero en realidad no es que hubieran desaparecido sino que habían sido camuflados bajo una intensa nube de feromonas con olor a chocolate quemado y flores marchitas.
Sintió la rodilla de Seungmin golpear la suya con suavidad, atrayendo la atención de Jeongin lo suficiente como para hacer un sútil movimiento de barbilla hacia enfrente. Minho y Jisung estaban ocupando las sillas frente a ellos, parecía difícil de pasar desapercibido cuando el alfa tenía una torre de panqueques bañados en miel ante él mientras que el omega, contra todo pronóstico, estaba dormitando en su hombro.
No llevaban mucho tiempo ahí, en realidad apenas llevaban tres días conviviendo libremente con los miembros de la manada, pero habían descubierto que era muy difícil seguirle el ritmo a Minho, en especial cuando en el huerto no parecía cansarse, así que verlo dormido frente a ellos, cuando por regla general siempre está despierto robando la comida de Jisung y molestando a Felix, parecía encender las alarmas en los dos alfas, ¿y si los mandaban a trabajar al huerto con otro de los alfas? O peor, ¿y si los mandaban con Hyunjin?
— ¿Está bien?
La voz de Jeongin resonó como un trueno en el interior del comedor, haciendo que todos detuvieran su interesante tarea de llevar comida a su boca para mirarlo, Jisung deteniéndose a medio bocado con las mejillas abultadas, notando que la mirada de ese alfa de cabello cobrizo estaba en él.
Lo vio fruncir el ceño con contrariedad, parpadeando lentamente antes de mirar hacia el omega que estaba dormitando contra él, su expresión pasando de la confusión a la comprensión, apresurándose a tragar antes de hablar.
—Sí, sólo fue una noche larga—aclaró Jisung, ladeando el rostro para presionar un beso sobre la cabeza de Minho.
— ¿Larga de la forma divertida o de la no divertida? —preguntó Seungmin con auténtica curiosidad, haciendo que Hyunjin y Felix bufaran una risa mientras Jeongin le daba un codazo a su impertinente amigo—. ¿Qué? Tengo curiosidad.
— ¿Por qué tendrías curiosidad? —cuestionó Jeongin, mirándolo con ojos desorbitados—. No puedes ir por ahí preguntando la vida sexual de los desconocidos.
— ¿Y qué diferencia habría para ti? —preguntó Felix, mirando a Seungmin desde un costado—. ¿Por qué la curiosidad?
—Ah, es que si fue de manera divertida, no puede usarlo de excusa para no ir a trabajar al huerto con nosotros. Pero si es de la no divertida, puedo conceder que nos manden sin Minho.
Una vez que lo expresaba así Jeongin podría justificar las imprudentes preguntas de su amigo, la mayoría de las veces había una razón de las estupideces que decía, no muchas personas lograban entenderlo pero la verdad es que no siempre se toman el tiempo de cuestionar a Seungmin para comprender por qué su comentario.
O tal vez Jeongin se había acostumbrado atento que ahor alo justificaba para que las personas no lo creyeran tan estúpido en torno a las relaciones sociales.
—Minho tuvo pesadillas toda la noche—aclaró Jisung, volviendo su atención al par de alfas que tenía en frente—. Yo diría de forma no divertida, pero tal vez tengamos conceptos diferentes de la definición de diversión.
—Me ofendes—gruñó Seungmin, señalándole con el tenedor—. No somos nosotros los que insistimos en clasificar como invitados a nuestros prisioneros.
—Invitados forzosos—recordó Felix, estirándose para tomar la jarra de jugo.
Jeongin rodó los ojos con fastidio, sabiendo que nada de lo que dijeran les haría comprender que privar a dos personas de su libertad y disfrazarlo de buena fe no iba a quitar que estaban cometiendo bastantes crímenes.
Volvieron a sumergirse en un tenso e incómodo silencio que estaba a nada de volverlo loco y hacerlo trepar por las paredes si con eso podía tener una reacción de los cabecillas de aquella extraña “manada”.
Chan y Hyunjin no habían dicho nada cuando aparecieron esa mañana, seguían sentándose juntos pero apenas si se miraban o se tocaban, era extraño ya que Jeongin miraba cómo, incluso dormido, Minho buscaba a Jisung y Changbin parecía tener que tener una parte de su cuerpo en contacto con Felix, si Chan y Hyunjin eran pareja no lo parecían, por el contrario creía ver un destello de furia asesina en los ojos de ambos cuando lograban cruzar miradas.
—Después de desayunar los quiero a todos en el jardín trasero—la voz de Chan fue contundente, sin lugar a réplicas mientras terminaba de comer—. Será día de entrenamiento.
Pareció ser algún tipo de palabra mágica porque regresó a la vida a todos, incluso Minho despertó de su letargo y miró a Chan como si le hubieran salido orejas y una cola.
Jeongin y Seungmin no sabían muy bien a qué se refería, ni siquiera estaban seguros de que existiera un jardín trasero, pero las quejas no les daban buena señal, además que siempre que se usaba la palabra “entrenamiento” significaba correr durante diez minutos y, no es por nada, pero Jeongin ni siquiera corría cuando iba tarde, él prefería caminar rápido.
— ¿No pudiste decirlo antes de que me comiera 10 panqueques? —preguntó Jisung, aún con la boca llena.
—Siempre te comes 10 panqueques—recordó Felix.
—Sí, pero habría comido más lento de haberlo sabido.
—No hemos entrenado en bastante tiempo—declaró Chan, levantándose de la silla—. Además que tenemos dos miembros nuevos y-
—Ah, sí es por nosotros no se preocupen—lo tranquilizó Seungmin, agitando una mano en el aire—. Somos material de carnada, distraemos al enemigo mientras ustedes corren.
—Vaya, gracias—Jeongin lo miró con el ceño fruncido—. ¿Ahora sí somos ambos? Y cuando dije que preferiríamos morir, te enojaste.
Hyunjin se rió, divertido, pero su risa se extinguió tan rápido como inició por lo que prefirió volver a comer. Chan parecía tan frustrado como Jeongin se sentía, aunque el cobrizo comenzaba a experimentar ese insoportable dolor de cabeza que amenazaba con abrir su cráneo por la mitad y tal vez su cerebro explotaría.
Se rascó el cuello, nervioso. Su rutina iniciaría esa noche, podría sentirlo, en especial por como el lobo, incluso con supresores encima, no parecía estar tranquilo, por el contrario se removía inquieto, acechando, sus fosas nasales dilatadas para mantenerse alerta a pesar de que podía saborear el amargor del chocolate y sentía que tenía la nariz enterrada en un manojo de hierbas putrefactas.
—En este lugar, todos saben defenderse—informó Chan, cruzándose de brazos—. Ustedes son un par de alfas que salen continuamente con uno de nuestros omegas, ¿qué harían si ocurre algo? ¿Dejarían solo a Minho?
—Minho nos ha dejado bastante claro que es capaz de defenderse por su cuenta.
El interpelado sonrió por el cumplido, recibiendo un beso en la mejilla de parte de su compañero mientras le susurraba un elogio, pero la respuesta de Seungmin no parecía estar bien para Chan, que lo miraba como si quisiera saltar sobre la mesa y asfixiarlo.
Jeongin le dio un ligero golpe a su amigo para que dejara de hablar, esperando que fuera suficiente, sólo tenía un determinado límite de paciencia en cuanto a las estupideces de Seungmin se refería, y tener que lidiar con un Chan claramente cabreado sólo porque su amigo no se callaba la boca no era algo que quisiera a semejantes horas de la mañana, ese día precisamente.
—Están fuera de forma, tienen que aprender a protegerse—respondió Chan sin dar lugar a discusiones—. Así que no es opcional, no quiero que si el día de mañana nos atacan algunas Manadas, ustedes sean los primeros en caer. Son útiles.
—Vaya, gracias—masculló Jeongin, perdiendo el apetito—. Siempre me consuela saber con contribuyo a la comunidad.
—Jisung, Felix, tendrán que prestarle algo de ropa a nuestros invitados—esa última palabra Chan la dijo con una sonrisa, sabiendo que Seungmin tuvo que morderse la lengua para no responder—. Creo que la que hemos otorgado no es apta.
—Son un poco más altos que nosotros—señaló Felix, mirándolos fijamente—. Pido a Seungmin, se ve que va a quejarse y podré tener oportunidad de volver a pegarle—un gruñido emanando de alguien frente a él lo hizo suspirar—. Bien, aguafiestas.
…
La definición de ropa adecuada se había reducido a un par de pantalones cortos y camisetas holgadas que olían demasiado a los otros alfas, haciendo que Jeongin sintiera un gruñido atorado en la parte posterior de sus dientes mientras su propio lobo se retorcía, intrigado.
El sol ardía sobre ellos con intensidad, comenzaban a sudar la gota gorda mientras intentaban seguir el ritmo de los ejercicios que les ponían. Había lucido como una rutina estándar, algo que bien podrían haber hecho en NOVUS de haberlo intentado, pero para dos personas que no estaban acostumbrados a ejercitarse más allá de correr por los pasillos para pedir muestras…
—Me voy a morir—se quejó Seungmin, dejándose caer sobre el pasto con los brazos extendidos a los costados.
Jeongin, a su lado, sólo pudo jadear, sintiendo que su visión se tornaba borrosa en los bordes y motas de luces la llenaban, tenía los labios secos, su nariz ya no era suficiente para respirar así que jadeaba agitadamente a través de los labios intentando, sin mucho éxito, hacer que sus pulmones funcionaran correctamente.
—De verdad lucen como si fueran a morir—Felix se alzaba sobre ellos, proyectando una sombra en sus cabezas.
Apenas si tenía la respiración acelerada, un ligero sonrojo coloreaba sus mejillas y sonreía como si no estuvieran a nada de dejar el corazón en ese pequeño jardín.
—Sería un infortunio—escucharon a Minho lejanamente, sobre el zumbido de sus oídos—. No tengo ánimos de cavar dos tumbas.
Otra silueta se alzó sobre ellos, pero Jeongin no hizo el intento de darle un hombre, en especial porque en ese instante su cabeza se encontraba lo suficientemente embotada como para saber distinguir entre un árbol, Dios o ¿Changbin?
Un chorro de agua lo suficientemente fresca para causar sobresalto les cayó directamente en el rostro, haciendo que tanto Seungmin como Jeongin se incorporaran de su lugar en el suelo, jadeando mientras chorros de agua caían por su rostro terminando de empapar su cabello y la ropa.
—Maldita sea—jadeó Seungmin, pasándose la mano por el rostro—. ¿A qué se debe?
—Creo que voy a vomitar.
Jeongin se levantó a tropezones de su lugar en el pasto y corrió al perímetro, cerca de los árboles que parecían rodear la propiedad, apoyando una mano sobre el tronco más cercano mientras regresaba todo el desayuno en una arcada, profanando los pobres helechos que crecían con su vómito.
—Qué asco—escuchó a Minho lejanamente.
—No, bebé, espera.
Pudo escuchar lejanamente el sonido de otra arcada que coreaba las suyas, pero Jeongin sólo podía regresar la comida sin parar, sintiendo que su estómago se retorcía mientras su cerebro seguía enviando ese sentimiento de hiperventilación porque no parecía estar oxigenando lo suficiente y necesitaba hacer algo.
— ¿Minho tiene emetofobia o algo así? —sintió la mano de Seungmin en su espalda, dándole pequeños golpes en la espalda mientras Jeongin sentía que ya había sacado todo.
—No lo habíamos sabido hasta ahora—Felix, del otro lado del jardín, le daba una botella de agua a Jisung mientras que Changbin se acercaba a Seungmin y Jeongin con la misma intención—. Nunca hemos vomitado antes, que yo recuerde. De verdad están en pésimas condiciones.
—Yo sí sabía—informó Jisung—. Una vez vomité por algo que me cayó mal y Minho se vomitó encima.
Jeongin se incorporó, sintiendo que su cabeza daba vueltas sin control por lo que logró recargarse en el tronco, intentando no pisar donde había vomitado mientras esperaba a que su cerebro dejara de amenazar con deslizarse a través de sus orejas como un líquido viscoso rosado mientras sus ojos esperaban a que dejara de ver borroso.
Lo olió antes de sentirlo, la comodidad, el consuelo, una manta sobre sus hombros en pleno invierno mientras sus manos acunaban una taza de chocolate caliente frente al fuego.
Sintió en el centro de su pecho un murmullo profundo y ronco, similar a un ronroneo, cuando unas firmes manos le peinaron el cabello lejos de la frente y se deslizaron por su mandíbula; la firmeza con la que fue sujetado era familiar a pesar de haber transcurrido pocos días por lo que no se resistió y, por el contrario, respiró profundamente intentando acaparar todo ese olor antes de abrir los ojos, sintiéndose más centrado y menos mareado.
Lo primero que le recibió fueron los ojos grisáceos de un alfa preocupado que parecía alzarse sobre él, tan grande como un roble que se interponía entre los demás y Jeongin, su cabello azul cayendo en mechones empelmezados sobre su frente; un ligero sonrojo cubría sus mejillas, también parecía respirar rápido por el ejercicio, pero parecía más entrenado de lo que Jeongin llegaría a ser.
Sintió a su lobo moverse con interés, al igual que un depredador que ha encontrado la presa perfecta, pero Jeongin se sentía tan mareado que ni siquiera tenía fuerza para permitirle salir, además que el dolor de cabeza había incrementado por el ejercicio y la vomitada que acababa de tener.
—Supongo que por hoy pueden quedarse sentados y observar—sugirió Chan cuando aseguró que Jeongin no iba a desplomarse—. Ponerlos a combatir puede terminar con ellos vomitando a alguien.
Minho respondió con otra arcada al otro lado del jardín, Hyunjin parecía estar con él, así que Jeongin asintió.
—Mientras me pueda sentar en un lugar que no tenga mi desayuno—masculló.
—Tú y Seungmin pueden sentarse en las escaleras.
Changbin les dio una botella de agua antes de que ambos alfas se tambalearan en dirección al pequeño porche que se encontraba en la puerta trasera de la casa.
El jardín era, exactamente, un jardín en toda la extensión de la palabra; no parecía tener tantos arbustos florales, apenas un par y nada extravagantes, por el contrario se conformaba por todo un cuadrado de aproximadamente 6 metros cuadrados de pasto perfectamente cortado, de un verde tan irreal que Jeongin tuvo que recordarse la textura bajo sus manos cuando se tiró sobre él para confirmar que era natural y no sintético.
El sol golpeaba con fuerza sobre él al encontrarse en su punto más alto, el cielo era de un azul cerúleo tan irreal que le recordaba que el mundo iba más allá de las paredes blancas y los suelos de azulejo que conformaban a NOVUS; había esponjosas nubes en el cielo, lejanas unas de las otras, y por un momento Jeongin se perdió en el clima tan asombroso que hacía antes de que sus ojos volvieran a caer a ese jardín.
Todos los miembros de la manada ya parecían estar ahí, Chan y Hyunjin se encontraban dándoles la espalda a Seungmin y Jeongin por lo que el cobrizo pudo apreciar de primera mano la forma de la espalda de Chan, la línea de sudor que se marcaba en su camiseta recorriendo su columna mientras una mancha más grande abarcaba caso todo lo ancho de sus hombros.
Sintió la saliva espesa así que se obligó a concentrarse, apretando los dientes cuando su lobo interno estuvo a nada de gruñir de apreciación.
—De acuerdo entonces, volvemos a los enfrentamientos—la voz de Chan era clara y firme, no había lugar a discusiones cuando él hablaba—. Como ya tenemos presente, Felix es nuevo en esto así que hoy sigue con Minho.
Jeongin notó que Jisung daba un paso al frente en un intento de cubrir a su pareja, el omega pareció sentirse ofendido por ese gesto pero sólo curvó los labios en una mueca de desprecio y lo dejó estar.
—El alfa de Felix aún es muy agresivo—intervinó Jisung, claramente mortificado con la idea de que su compañero se viera sometido a algo así.
—Y por eso sé que Minho podrá con él—asintió Chan—. Tú irás con Changbin, así que si uno lastima a la pareja del otro se lo pueden cobrar.
—Eres un idiota—masculló Hyunjin, sacudiendo la cabeza—. Vamos a intentar no intervenir, no siempre estaremos para poner a su lobo a raya así que deben de mantener el control.
— ¿Y si no puedo? —preguntó Felix con auténtica mortificación.
—Confíamos en ti, Lix, pero seguiremos aquí—lo consoló Chan, permitiendo que su aroma llenará el lugar—. Decidan quiénes empiezan.
Hyunjin fue el primero en alejarse, caminando hacia ellos con una sonrisa antes de sentarse junto a Seungmin, aunque un par de escalones más abajo; su aroma volvía a sentirse juguetón, como si te atrajera y le divirtiera hacerlo. Las rosas no parecían tan cremosas y, por lo tanto, predominaba la miel de una forma no líquida sino como si Jeongin pudiera masticarla.
Él y Seungmin decidieron no hablar entre ellos, después de todo Hyunjin estaba lo bastante cerca como para echar la cabeza hacia atrás y recargarla sobre la rodilla de Seungmin, por lo que se dedicaron a ver en silencio a aquellos desconocidos; claro que una persona con más entrenamiento y una idea de lo que hacían, se habría dicho que estaría estudiando a los enemigos para saber cómo enfrentarse a ellos.
Entenderás que el mayor enemigo al que Seungmin y Jeongin se han enfrentado ha sido una cucaracha que se coló una vez en el laboratorio y que casi hacen que lo exploten en su intento de encontrarla.
Así que sólo contemplaron en silencio. O al menos eso fue al principio pero cuando vieron a Changbin y a Jisung rodearse, con los ojos encendidos en luces violetas y rojas respectivamente, Jeongin se encontró a sí mismo interesado, sintiendo que los aromas de ambos se volvían más intensos, como si se hubieran desecho de algún tipo de protector que había impedido olerlos bien.
Notó los colmillos de ambos alargarse, su cuerpo curvado de tal manera que parecían medio agazapados antes de lanzarse contra el otro. De forma involuntaria, Jeongin casi se lanza al frente, ¿para hacer qué? no lo tenía muy claro, pero por alguna extraña razón temía que alguno de ellos fuera a lastimarse si se atacaban de esa forma pues lo único que podía escuchar eran chasquidos y gruñidos, algunos gemidos de dolor cuando un golpe era acertado.
—No les va a pasar nada—habló Hyunjin con un ligero tono burlón, haciendo que ambos alfas con él lo miraran—. Hemos hecho esto desde siempre, mejor guarden la preocupación cuando sean Minho y Felix.
— ¿Qué hacen específicamente? —preguntó Seungmin, inclinándose hacia él mientras apoyaba los codos sobre las rodillas.
Hyunjin lo miró con una sonrisa, Jeongin notó que sus fosas nasales se dilataban cuando Seungmin estuvo relativamente más cerca, y supuso que eso bastó para que les dijera algo que en realidad no necesitaban saber.
—Liberan el lobo—murmuró como si no fuera obvio—. Eso ayuda mucho; tus sentidos se agudizan, tu fuerza incrementa. A veces tu lobo tiene cualidades de las que tú careces.
—Creo que ya nos habían dicho algo así—susurró Jeongin, volviendo a mirar hacia el enfrentamiento.
Jisung parecía estar en desventaja ya que la masa muscular de Changbin claramente era mayor a la suya, pero con un fluido movimiento el castaño se aferró al brazo que le atenazaba la garganta y enredó las piernas alrededor del cuello de Changbin haciéndolos caer a ambos al pasto. Jisung tomó el brazo que lo aprisionaba y lo retorció en un ángulo doloroso que hizo a Changbin aullar.
—En un combate cuerpo a cuerpo sin el lobo Changbin destroza a Jisung—comenzó a hablar Hyunjin, inclinándose más cerca de Seungmin mientras señalaba a los contrincantes—, lo digo en serio porque ya ha pasado. Chan suele ponerlos juntos porque la fuerza física de Changbin es equiparable a la fuerza del alfa de Jisung, a grandes rasgos es una pelea justa.
— ¿El lobo de Changbin no es más débil al tratarse de un omega? —preguntó Seungmin con verdadera curiosidad.
—Sí y no—Hyunjin apoyó los codos en el escalón que tenía atrás y dejó caer su peso sobre él, siendo la imagen de la tranquilidad absoluta—. El error de todos es creer, precisamente, que al ser un omega es un eslabón débil. Si lo vemos ahora, parece que Jisung lo ha derrotado, pero en todo el tiempo que llevamos haciendo esto, no ha habido pelea entre ellos en la que Changbin pierda.
Con el rostro enrojecido, el omega pareció liberar su brazo y levantarse del pasto sin problema, aún con Jisung alrededor de su cuello, el alfa gruñía pero, a la vez, parecía divertirse; la menta y la uva se arremolinaban en el aire en una espesa nube de competitividad y júbilo que parecía divertir a las parejas de cada uno que se encontraban cerca del borde mientras Chan bordeaba a quienes estaban peleando a una distancia prudencial.
Jeongin no sabía cómo Changbin lograría deshacerse de Jisung, que parecía apretar con tal fuerza que el rostro del omega comenzaba a ponerse morado.
—Tiene fuerza en las piernas—elogió Seungmin, asombrado.
—Ya te digo—Minho, que se encontraba junto a Felix cerca de ellos, los miró con una enorme sonrisa—. Tiene la fuerza suficiente para soportar setenta kilos contra la pared.
—Ugh, qué grotesco—se quejó Hyunjin mientras Jeongin y Seungmin hacían una mueca.
Pudieron ver el momento exacto en el que Changbin, con todo su peso, se dejaba caer de espaldas contra el pasto sacándole un gruñido a Jisung. El impacto lo hizo aflojar el agarre que mantenía alrededor del cuello de Changbin así que el omega lo usó de ventaja y, tomándolo de los tobillos, se liberó de su agarre, girando con maestría para retorcer las piernas de Jisung, dándole la vuelta con brusquedad.
De la nada el olor a menta se mitigó y la risa de Jisung sonó por todo el jardín.
—Maldita sea, casi te gano—se lamentó, sus ojos volviendo a tener ese familiar color castaño de siempre.
Tomó un par de segundos más para que el olor a uva volviera a bajar de intensidad y la risa de Changbin acompañará a la de Jisung, soltándolo con cuidado antes de levantarse; ambos estaban sin aliento, empapados de sudor y con el rostro enrojecido, parecía que un moretón comenzaba a tomar forma en la mandíbula de Jisung mientras que la garganta de Changbin se veía tan roja como la sangre.
—Luces más flaco de lo que pareces—se quejó Changbin con voz rasposa, caminando hacia donde estaba Felix—. Si hubiera sido Minho-
—Estarías desmayado en cuestión de segundos—alardeó el omega en cuestión, tirando de Jisung para revisar las heridas que Changbin logró dar—. Eso dejará una marca.
—Ni digas nada—advirtió Felix con un gruñido mientras revisaba la garganta de Changbin—. Lo asfixiaba sin su consentimiento. Si lo conociera mejor, sabría que eso le gusta.
— ¡Oye!
Jeongin y Seungmin estaban sonriendo antes de que el aroma a chocolate volviera a predominar sobre ellos, silenciando las conversaciones mientras el alfa de cabello azul se acercaba al pequeño grupo y parecía revisar durante unos segundos a cada uno, tarareando con satisfacción al ver las heridas nada graves que parecían haber sufrido.
—Pudiste haberlo asfixiado—asintió Chan al ver el cuello de Changbin.
—Estaba intentando no apretar fuerte—aclaró Jisung—. Mi alfa quería hacerlo.
—Muy bien, tienes control. Esto es lo que quiero, que sepan el daño que pueden causar pero no lo hagan entre ustedes—aclaró, mirando a Minho y Felix—. Deben confiar en el otro, nunca lastimamos a los miembros de nuestra manada, pero estos enfrentamientos nos hacen ser conscientes de la fuerza del otro en caso de necesitarla.
—Suena a esa charla motivacional que dan en los batallones—susurró Seungmin por lo bajo, inclinándose hacia el oído de Jeongin—. Por el honor y la victoria y así.
Tanto Hyunjin como Jeongin apretaron los labios para no reírse mientras la siguiente pareja ocupaba ese lugar en medio del jardín; Chan se colocó un poco más cerca pero aún aguardaba la distancia y Jeongin sólo podía verlo a él, ya fuera por el cabello azul brillando bajo el sol, por los ojos grisáceos que parecían tomar detalle de cada pequeño movimiento, o la forma en la que su cuerpo se movía con agilidad aunque estuviera dando vueltas.
Como un depredador, uno mucho más grande. No era un lobo alfa en el bosque, parecía ser algo más difícil de escapar y eso hacía que algo dentro de Jeongin se viera irremediablemente atraído a él. Lo sentía llenar sus sentidos, desde el sonido que hacían sus pies al pisar el pasto hasta el aroma intenso que emanaba, que parecía entrelazarse con el de Minho y Felix.
Romero , pensó cuando regresó su atención hacia la pareja, Felix olía a romero ya que es el aroma que predominó cuando el alfa tomó control de él mientras que Minho olía a mermelada de fresa. Felix fue el primero en lanzarse hacia el frente pero el omega parecía tener experiencia con ello así que se deslizó por el pasto y lo barrió con las piernas.
Era sorprendente pues en su día a día veían a Felix como alguien tranquilo, se asemejaba a ver un pequeño cervatillo corriendo en la pradera. Minho, por el contrario, les daba la sensación de ser agresivo, además que su forma de lanzar advertencias a cualquiera que dudara de él eran claras demostraciones de fuerza.
En ese momento fue como si invirtieran papeles.
La agresividad de Felix era para que Jeongin y Seungmin se encontraran tensos en sus asientos, conteniendo la respiración cuando sus golpes casi tocan a Minho; atacaba sin piedad, gruñía y su rostro se desfiguraba en una furia asesina mientras sus colmillos se mostraban brillantes de saliva espesa que parecían causar estremecimiento.
Minho se movía con fluidez y agilidad, casi delicadeza, era difícil seguirle el ritmo porque no sabía si sólo se trataba de evitar los golpes de Felix o en realidad estaba peleando, apenas si tenía un par de rasguños, bañado en sudor pero Felix no se encontraba mejor.
—Felix no tiene mucho con nosotros—informó Hyunjin en voz baja, atrayendo la atención de Seungmin y Jeongin—. Llegó hace unos meses con Changbin así que es nuevo en eso de controlar a su alfa.
— ¿Por qué lo emparejó con Minho? —preguntó Jeongin, mirando con preocupación la forma en la que Felix casi le suelta un mordisco a Minho en la pierna y recibía una patada para soltarse—. Jisung se enojará si lo lastima.
—En realidad, Minho es el único que puede seguirle el ritmo—lo tranquilizó Hyunjin, moviéndose hasta colocar la cabeza contra la pierna de Seungmin—. El alfa de Felix se niega a lastimar a Changbin, casi le desgarra la garganta a Jisung la última vez, así que Minho fue la opción más viable antes de tener que ser uno de nosotros. Si se fijan, nunca puede atraparlo.
— ¿Entonces Minho sólo lo cansa? —preguntó Seungmin.
Jeongin notó como, de forma despistada, Seungmin comenzaba a peinar el cabello de Hyunjin con suavidad, tomando los mechones de cabello rojo entre sus dedos y retorciéndolos en el aire, provocando que una nube de rosas silvestres los envolviera a ambos, tan fuerte que el alfa de Jeongin se inquietó, agitándose y provocando que sus colmillos ardieran con la idea de clavarlos en algo.
—Chan cree que, hasta cierto punto, pone a raya a Felix—aclaró el pelirrojo, suspirando al sentir las manos de Seungmin en su cabello—. O lo intenta.
Notaron cómo Felix lograba sujetar a Minho clavándole en el suelo, el omega mantenía las manos alrededor de la garganta del alfa mientras le mostraba los colmillos pero este seguía insistiendo en intentar morderlo sin mucho éxito.
Jisung y Changbin se acercaron, dispuestos a intervenir. El aroma a mermelada bajó de intensidad, los ojos de Minho volvieron al castaño y sonrió con nerviosismo.
—Bien, me tienes, tú ganas.
Sin embargo, Felix no pareció escuchar, el alfa tomando el control de él por completo, con ojos encendidos en luces rojas, los colmillos brillando bajo la intensidad del sol, mechones de cabello rubio cayendo por su rostro mientras seguía lanzando dentelladas hacia la cara de Minho y éste seguía manteniendo el agarre alrededor del cuello.
No obstante, Jeongin podía distinguir el temblor de sus brazos, lo agotado que estaba intentando mantener a Felix sobre él para que no lograra morderlo, cediendo centímetro a centímetro cada vez más.
— ¡Felix, ya basta! —gritó Minho, intentando empujarlo con las piernas.
Changbin fue el primero en moverse, teniendo una reacción más rápida que la del propio Jisung, resultando incluso más ágil de lo que hubieran imaginado cuando embistió con fuerza el cuerpo de Felix rodando por el pasto hasta que se colocó a horcajadas sobre él y, con una mano alrededor de su garganta, le rugió.
No fue un gruñido de advertencia ni algo calmante, fue realmente un rugido similar a un ladrido que emanó del cuerpo del omega, silenciando por completo los gruñidos y el forcejeo del alfa, que se quedó recostado en el pasto desapareciendo el aroma a romero.
— ¡Y una mierda, Chan, ¿qué carajos hacías?! —El primero que gritó fue Jisung.
La menta olía a quemado. Jeongin se levantó con lentitud mientras veía a Jisung de pie con Minho en su abrazos, el alfa mirando enfurecido al de cabello azul que se paseaba con tranquilidad por el jardín hasta donde se encontraba Changbin con Felix.
—Estaba bien—murmuró Chan, desinteresado.
— ¿Bien? ¿En serio? —el alfa dejó a su pareja atrás y se acercó a Chan a largas zancadas—. ¡Dijiste que intervendrías! ¡Minho no durmió bien, acaba de vomitar!
—Deberías tener más confianza en la fuerza de tu omega si crees que esas cosas lo debilitan.
Jeongin se estremeció ante la frialdad de su voz, sintiendo que Seungmin tiraba de sus pantaloncillos para regresarlo al lugar a su lado, prefiriendo pasar desapercibidos si ese par de alfas se llegaba a pelear. Aunque era algo que atraía la viva curiosidad de Jeongin, ¿cómo era Chan en esos enfrentamientos? ¿Qué aroma predominaba más cuando liberaba a su alfa? ¿Cómo se siente estar bajo su dominio en esas cosas?
—Jisung, basta.
La voz de Hyunjin parecía tener el mismo peso que la de Chan, haciendo que el interpelado gruñera por lo bajo y regresara sobre sus pasos a donde se encontraba su compañero, inclinándose y presionando la nariz sobre la marca de mordedura que ahora se veía por los tirones que había sufrido. Changbin y Felix se acercaban desde el otro extremo del jardín, el omega no parecía muy contento pero dejaba que el alfa se aferrara a su brazo y permaneciera medio escondido detrás de él.
—Lo siento—susurró Felix cuando llegó a donde estaba Minho—. No te escuché.
—No te preocupes—Minho le sonrió, palmeando su brazo—. Lo tenía controlado, pero no quería lastimarte de más.
—Aunque puedes hacerlo si me vuelvo a poner así.
—Nah, confío en que Changbin siempre llega por ti.
Hyunjin no parecía haberse movido ni un milímetro de su posición contra la pierna de Seungmin, y éste seguía tocando su cabello como si fuera lo más interesante de todo. Jeongin estaba preocupado, no era normal que su mejor amigo se encariñara tan rápido de las personas, y no sabía a ciencia cierta cuánto de eso era por voluntad de Seungmin y cuánto por la cantidad de feromonas que emanaban de Hyunjin, eso sin tomar en cuenta que su omega era más abrumador que el de las personas promedio.
Lo volvió a sentir picando su nariz de forma molesta, una advertencia, y al mirar al frente sólo encontró el destello de unos ojos dorados en un rostro contrariado por la molestia mientras miraba fijamente a donde Hyunjin parecía reposar sin preocupaciones. Y al aparecer el aroma le golpeó al mismo tiempo que a Seungmin y Jeongin porque se incorporó con lentitud hasta levantarse, estirando los brazos al cielo.
—Esto es más interesante—Changbin, sentado en el pasto con Felix a su alrededor, sonrió—. Luna y Alfa.
Jeongin se rascó el cuello, de pronto sintiendo que utilizaba la piel de un extraño, algo caminaba bajo ella y lo hacía sentir que se le abriría para salir.
Hyunjin parecía tomarse las cosas con calma, estirando los brazos y las piernas, tomando de su muñeca lo que parecía una liga para apartarse el cabello del rostro en una media coleta. De pronto, el resto de los hombres se congregó en las escaleras, haciendo que Seungmin y Jeongin se apretaran a los costados del otro mientras miraban con atención a aquella pareja.
La camisa de Chan se le pegaba como una segunda piel cuando se acercó así que se limpió el sudor con ella antes de quitársela ganándose las burlas de Jisung y Changbin.
—Se puso serio—murmuró Minho, acomodándose contra el costado de su alfa—. Alfa va a demostrar como se hace.
Jeongin miró a Chan cuando se acercó a él, su propio rostro ruborizándose, su lobo interno gruñendo de apreciación al ver el torso del alfa; fornido, marcado, había débiles rastros de cicatrices surcando sus abdominales mientras una fina pelusilla de vello corporal marcaba el camino bajo su ombligo hasta perderse en los pantaloncillos que usaba.
Se encontró jadeando, el corazón acelerado, la ansiedad de clavarle los colmillos, desgarrar la piel en espera de encontrar el sabor a chocolate, empaparse de su sangre deseando pertenecer, que no quedará duda de que Jeongin era de Chan al oler a él. Y eso pareció divertir al alfa, tal vez distinguía la desesperación, u olía cómo la rutina de Jeongin se encontraba cada vez a flor de piel.
Chan arrojó la camisa a la cara de Jeongin, provocando que casi todos rieran. Seungmin hizo una mueca de desagrado y Hyunjin pareció mirar a Chan con ojos entrecerrados, molesto. Sin embargo, Jeongin sólo la tomó entre sus manos, su cabeza sintiéndose borrosa cuando notó el aroma mucho más cargado, con apenas un débil vestigio del tabaco en la prenda, siendo chocolate todo lo que podía oler.
Y Chan no era el tipo de chocolate en una barra de caramelo que podía comprar en una máquina expendedora en los pasillos de NOVUS, olía más intenso que eso, como el chocolate de un molino mientras aún había semillas de cacao esperando ser molidas, parecía desafiar la física porque se asentaba en tu paladar y podrías saborearlo como si de un pedazo de chocolate se tratara.
Las manos de Jeongin se cerraron con fuerza en la camisa, sintiendo que por un momento su alfa salía a la superficie y miraba a Chan, recibiendo un guiño del alfa mientras se alejaba hacia el centro del jardín con Hyunjin siguiéndolo de cerca.
—No se asusten si ven sangre—advirtió Changbin, rompiendo la nube en la que Jeongin se encontraba y haciéndolo aterrizar de bruces—. Es bastante normal.
— ¿Qué? —Seungmin lo miró, alarmado—. ¿Sangre? Ninguno de ustedes-
—Los lobos de ellos son mucho más agresivos de lo que puedes imaginar—murmuró Minho desde la parte de atrás—. Nunca pelean contra nosotros por lo mismo. Por cierto, tal vez se sientan abrumados, intenten mantenerse centrados, es bastante normal la primera vez.
Jeongin no sabía a lo que se refería hasta que sintió un tirón dentro de él que deseaba ser liberado y correr hacia las dos personas en medio de aquel jardín. Olía las rosas con un subtono salvaje que no podía identificar mientras el humo parecía dar la sensación de tener cenizas en la boca, ardor en sus pulmones semejante a la primera calada del cigarro…no, era más que eso, no se trataba de un cigarrillo cualquiera.
Era más como un puro, de esos elegantes importados que solían vender antes a precios elevados.
Se sintió como la calma antes de la tormenta, Jeongin se mantuvo atento a los cambios sutiles; los ojos de Chan brillando en luces doradas y los de Hyunjin en luces plateadas, los colmillos de ambos se alargaron lo que parecía aún más que el promedio y, para asombro de los dos científicos, las uñas de ambos parecieron crecer y endurecerse hasta convertirse en verdaderas garras.
La tensión que parecía haber estado sobre ellos desde el desayuno pareció romperse en ese momento, siendo atravesada en forma de zarpas y gruñidos. Hyunjin parecía moverse de forma grácil, similar a un baile mientras que Chan era mucho más agresivo, lanzaba zarpazos al aire intentando acorralarlo contra un árbol, siseando cuando sólo lastimaba el tronco de los árboles mientras Hyunjin se le deslizaba por las piernas.
Jeongin se sentía hipnotizado, embelesado al ver los músculos de Chan moverse con total libertad, hincharse por cada movimiento, cubriéndose con una capa de sudor que hacía su piel brillar bajo el imponente sol. Pronto esa exquisita piel fue profanada por líneas rojas y el olor a óxido, surcos profundos mientras que la camisa de Hyunjin se comenzaba a parecer más a un puñado de jirones de tela.
Se encontró jadeando cuando Chan tiró del cabello de Hyunjin y lo hizo caer al pasto; lo vio inclinarse sobre él, gruñendo contra su rostro, vio con atención las manos de Hyunjin empujando, arañando la piel de su pecho creando surcos en ella de los que comenzó a emanar sangre.
Lo sintió, pudo adivinar que todos lo hicieron por la forma en la que dejaron de prestar atención a la pelea y las miradas se concentraron en él; café intenso, como un trago de expresso, el picor del alcohol del whiskey acompañándolo, haciendo que los omegas se movieran con interés mientras, para sorpresa de todos, los alfas se veían atraídos.
—Estás en rutina—exclamó Seungmin, alarmado.
—No, sucedería hasta hoy en la noche—murmuró, alarmado.
Lo sentía, la pesadez en sus pantalones, el picor de sus encías, la necesidad de desgarrar, marcar, comer.
Tuyo, tuyo, tuyo.
Buscar, morder, esconder.
—Lamento decirlo—habló Jisung, inclinándose desde atrás—. Pero definitivamente estás en rutina. Hueles bien.
Jeongin le había asegurado a Chan que no atacaría a sus omegas, y en cierta parte estaba en lo cierto porque no tenía el impulso de perseguir a Changbin o Minho, sin embargo no podía asegurar lo mismo de los alfas.
Seungmin fue el primero en reaccionar, siempre siendo una extensión de Jeongin y tomando la batuta de la situación cuando lo requería; lo sujetó con fuerza de la muñeca y tiró de él hacia el interior de la casa, corriendo más que caminando mientras Jeongin se dejaba llevar aún con la camisa de Chan entre sus dedos, sintiendo su cuerpo bañado en sudor, el calor arremolinándose en su vientre, el lobo a flor de piel queriendo salir.
—Me mudaré a la habitación de enfrente—anunció Seungmin cuando abrió la puerta del dormitorio que les habían otorgado—. Te voy a encerrar para que no hagas locuras.
—No haré nada—lo tranquilizó Jeongin con los dientes apretados—. Mierda, duele.
—Supresores en la mesilla de noche, iré a traer más agua. Intentaré traerte comida entre tiempos para que no mueras aquí dentro.
Jeongin se apresuró a regresar a la cama, permitiendo que su aroma mezclado con el de Seungmin lo relajara; olía a casa, a seguridad, han sido un conjunto desde que se presentaron con días de diferencia, Heejoon creía que era la razón por la que sus rutinas llegaban con apenas unas semanas entre la otra, Jeongin creía que su madre esperaba que alguno de ellos fuera un omega para formar la pareja.
¿Ella qué reacción tendría si supiera que a Jeongin no le gustaban los omegas? Era extraño, como si volviera a salir del clóset ante su madre al admitir su gusto personal; y en todo caso no es como si hubiera rechazado estar con algunos, porque lo había hecho, y al final los lastimó tanto que todos asumieron que su alfa era bastante agresivo, incluso era lo que Jeongin decía cuando le preguntaban si podía ayudar en el celo de algún omega.
Enterró el rostro en la almohada de Seungmin, jadeando al encontrar el aroma de pino y canela más intenso que en el resto de la cama. Sudor escurría en gruesas gotas por su frente y su nuca empapando su cabello, sus manos se aferraron con fuerza a las sábanas mientras inhalaba intentando calmarse, que el aroma de Seungmin cumpliera su propósito y aliviará los dolores.
Sus fosas nasales se dilataron, el lobo parecía cada vez más real y quizá fue por eso que los sentidos de Jeongin se agudizaron y pudo olerlo, el intenso aroma a chocolate llenando la habitación, haciendo que se incorporara de la cama y mirara ávidamente entre las sábanas revueltas hasta distinguirla al pie del colchón.
La tomó y se la llevó al rostro, respirando el aroma que emanaba de ella, un profundo gruñido emanando desde el centro de su pecho, la saliva escurriendo de entre sus dientes mientras restregaba el rostro por aquella prenda tan sucia. Se dejó caer de nuevo en las almohadas pero mantuvo la camisa contra su rostro, respirando en un intento de normalizar su respiración.
Aún no estaba tan sumido en la locura, su erección todavía no se volvía insoportable y no quería que Seungmin volviera y lo encontrara follando las almohadas, por lo que se quedó recostado mientras respiraba por la boca intentando calmarse, mantenerse enfocado.
—Te dije que está bien.
—Se adelantó la rutina, ¿no es así?
El alfa de Jeongin se movió con interés al escucharlo, ronroneando mientras se volvía a sentar en la cama y dejaba caer la camisa en su regazo.
Seungmin apareció en la habitación cargando lo que parecía fruta, algo de pan tostado y una jarra completa de agua; siguiéndolo de cerca se encontraban Chan y Hyunjin, que se invitaron a entrar y apenas si parecieron afectados por el aroma de Jeongin.
Sus ojos irremediablemente se vieron atraídos al omega; no usaba camisa y su cabello estaba desordenado, había algunos rasguños surcando su pecho y brazos, y parecía mirar con algo de interés a Jeongin en la cama arrugando la nariz. No se sintió ofendido porque el sentimiento fue mutuo, un gruñido de advertencia emanando de Jeongin, deseando sacar al intruso de ahí.
Pero el mundo se redujo a una sola persona, como si fuera el centro del universo, quien hace salir el sol cada mañana. Sus heridas habían dejado de sangrar pero aún había rastros del carmesí tiñendo su piel, miraba con ojos oscuros a Jeongin en la cama, sus fosas nasales dilatadas; lo llamaba, no sabía de qué forma pero lo sentía vibrando en sus venas. Quería tanto desnudar la garganta, echar la cabeza atrás y aullar para decirles a todos que lo había encontrado.
Mío, mío.
Te encontré, te encontré.
Ven a encontrarme.
Ven, quiero morder, matar. desgarrar.
Se colocó sobre sus rodillas en el colchón, sintiendo que miraba hasta cada poro de aquella piel; cada gota de sudor que se deslizaba desde su cuello hasta su pecho, el recorrido del vello corporal que se perdía bajo la cinturilla de sus pantaloncillos, las líneas en su abdomen, el hueso de su cadera. Quería recorrerlo con las manos y memorizarlo con su lengua, desgarrar aquellas partes que aún no tenían marcas para que perteneciera a él.
—Jeongin me dijo que su alfa es agresivo—su voz era como el impacto de un rayo sobre la tierra, sabiendo que ahí donde caía tal vez nada vivo volviera a pisarla—. Algo de lastimar a otros omegas.
—Es más que eso—murmuró Seungmin, dejando las cosas sobre el tocador y volviéndose a colocar entre ellos y Jeongin—. No sé qué pretenden, Innie odia pasar sus rutinas en compañía.
—Tal vez porque ningún omega ha estado a la altura—murmuró Hyunjin, mirando a Seungmin como si fuera él quien estuviera en rutina.
—Hyunjin y yo lo hablamos—volvió a hablar Chan, haciendo que Jeongin se moviera con lentitud por el colchón para acercarse más a él, acechando—. Creemos que estar con él podría ayudar a que su alfa se vuelva menos agresivo en estos momentos. Si se van a quedar con nosotros, no podemos arriesgarnos, Hyunjin es-
—No.
La voz de Seungmin sonó más profunda, una advertencia, y se acercó lentamente a ellos mientras, detrás de él, Jeongin seguía acechando, mirando el espacio que separa a Chan de la cama sintiendo que su lobo comenzaba a desesperarse, ¿por qué estaba tan lejos? ¿Por qué aún no estaba en el colchón?
—Es tu compañero, ¿cómo puedes ofrecerlo así como si fuera cualquier cosa? —exclamó, indignado, haciendo que Hyunjin se sobresaltara—. ¿Y a un alfa que no conoces?
—Confío en mi omega—advirtió Chan.
La palabra hizo que un gruñido comenzará a tomar forma en la boca de Jeongin, sus manos agarrando con fuerza las sábanas ante la idea de que Chan ya perteneciera a alguien más, arruinarían el olor, quizá hasta el sabor. Debía permanecer limpio para Jeongin, no podían ponerle las manos encima.
—No se trata de confianza o no—Seungmin se pasó la mano por el rostro, frustrado—. ¿Y si lastima a Hyunjin? ¿Te enojarás con Jeongin por tocar a tu compañero?
—No es la primera vez que ayudo a un alfa—Hyunjin intentó tranquilizarlo pero resultó contraproducente.
— ¡No vas a ayudarlo! ¡¿Qué clase de compañeros son?! ¡Si fueras mío no permitiría que nadie te pusiera las manos encima si no soy yo! —exclamó, frustrado—. Jeongin no es agresivo sólo porque sí, es más que eso.
— ¿Qué es más que eso? —preguntó Chan, frustrado—. No es un Prime , lo habría sabido desde el primer momento, si es como Felix entonces sólo un omega Prime o su propio compañero pueden calmarlo.
—No tienes de qué preocuparte, Seungmin—Hyunjin se acercó, tomándolo del brazo mientras sonreía—. Confía en mí, cuidaré bien a Jeongin. Tal vez luego dejes que te cuide a ti.
— Alfas .
Ninguno de ellos tres habló por lo que se sobresaltaron, mirando en dirección a la cama mientras encontraban a un cobrizo de pie junto a ella, con ojos rojos y colmillos brillantes de saliva. Los miraba con el rostro ruborizado, una clara erección presionando contra sus pantalones, la piel brillante de sudor y los puños a sus costados.
Una camisa se balanceaba en una de ellas, emanando un intenso aroma a chocolate.
— Prefiero los alfas —volvió a hablar.
Su voz sonaba gutural, como si tuviera la boca llena de dientes, sus labios brillando mientras mantenía los ojos fijos en Chan, sonriendo con satisfacción cuando olió el interés, la emoción, la adrenalina haciendo de su aroma a chocolate algo más azucarado.
Pasó la lengua por su labio superior, lamiéndole antes de sonreír abiertamente.
Dio tentativos pasos al frente, borracho con el aroma que emanaba del alfa antes de que fuera profanado por algo más, mirando con furia asesina hacia la pareja restante en la habitación, más específicamente al omega de cabello rojo que ahora se aferraba a Seungmin como si quisiera usarlo de escudo.
—Largo—gruñó—. ¡Todos fuera! —miró a Chan, quien parecía a punto de moverse hacia la puerta mientras Seungmin se apresuraba a sacar a Hyunjin de ahí—. Tú no. Tú te quedas.
Esperaba resistencia, gruñidos inconformes y molestos pues, en su experiencia, ningún alfa aprecia cuando otro le da órdenes. No obstante, lo único que hizo Chan fue sonreír ladinamente, mirándolo con ojos entrecerrados mientras echaba la cabeza hacia atrás y se cruzaba de brazos después de que la puerta se cerrará.
Ni siquiera registró la mirada preocupada de Seungmin.
Se quedaron de pie a un palmo de distancia del otro, permitiendo que la habitación se perfumara con el aroma de ambos, el chocolate mezclándose con el café hasta dejar ese dulzor en el paladar de un café moka, el tabaco y el whisky recordándoles a un viejo bar; era privado, como sentarse en una pequeña mesa bajo luces tenues. Uno tendría una bebida caliente, el otro tendría el ardor en la garganta, la nube del humo de su cigarro rodearía sus cabezas mientras sólo se miraban el uno al otro deseando subirse sobre la mesa.
Chan bufó una pequeña risa, mirando hacia abajo mientras sacudía la cabeza con algo de incredulidad.
—Un alfa que sólo se siente atraído a alfas—murmuró, divertido, reduciendo la distancia que los separaba hasta que sus brazos rozaron el pecho de Jeongin—. Nunca pensé ver algo así.
Jeongin no respondió, sólo se dedicó a mirar a Chan en completo silencio, paseando sus ojos por la extensión de su cuello, sus clavículas, la forma de sus brazos y las venas de sus manos. Sentía la saliva espesa y el nudo en su erección pesado mientras la humedad comenzaba a filtrarse de su glande, sabiendo que eso añadía un olor almizclado a sus feromonas que hicieron los ojos de Chan brillar débilmente en dorado.
— ¿Qué sentido hay en eso? —preguntó Chan, mirándolo con interés—. No puedes criarme.
—Aún puedo anudarte—advirtió Jeongin, tenso.
Chan sonrió, tan grande que sus ojos se convirtieron en medias lunas y hubo un par de hoyuelos que enmarcaron su sonrisa; tan azucarado, tan intenso, abrumador. Jeongin respiraba y saboreaba a Chan sin siquiera tocarlo, lo sentía en cada centímetro de su piel a pesar de aún tener ropa de por medio, parecía que sus células ardían bajo su mirada y se sometían bajo su aroma.
Se inclinó ladeando la cabeza, la punta de su nariz tocando la de Jeongin, su respiración golpeando contra sus labios mientras el mundo se reducía a sus ojos, con las pupilas tan dilatadas que parecían desaparecer por completo el gris en ellos, provocando un gruñido de satisfacción de parte del cobrizo, que al lamerse los labios sintió que su lengua tocaba suavemente el labio superior de Chan.
—Inténtalo, entonces.
Era como si, a pesar de estarse volviendo loco, su alfa aún esperará el consentimiento de Chan antes de poder tomar lo que deseaba, saber que tenía su entera autorización para que Jeongin pudiera desgarrarlo.
Llevó una de sus manos al cabello de Chan y tiró con fuerza de él hasta que sus labios colisionaron, el sonido de un gemido y el chasquido de los dientes, la satisfacción de tener lo que desea explotando en su lengua cuando buscó la de Chan y éste se la otorgó. Sintió sus manos sujetarlo de la cintura así que llevó una a su espalda y arañó con fuerza, adhiriéndose a su pecho intentando conseguir todo lo posible de él.
Chan gruñó una advertencia cuando Jeongin mordió su labio inferior con tal fuerza que el sabor de la sangre explotó entre ambos, el alfa cobrizo sólo tiró con más fuerza de su cabello, soltándolo de a poco mientras deslizaba los dedos por su columna hasta la piel de su espalda, maravillado con lo ancho que era, deseoso de verla teñida de carmesí, que sus aromas se mezclaran tanto que no pudieran ser percibidos como entes separados.
Chan comenzó a dirigirlo hacia la cama hasta que cayeron sobre el colchón, Jeongin gruñó al recibir el peso, jadeando cuando el peliazul se apartó de él, un hilillo de saliva espesa aún uniendo sus bocas mientras ojos dorados lo contemplaban con una sonrisa sardónica y el destello de unos colmillos.
—No tan rápido, lobito—se mofó Chan, su mano envolviendo la garganta de Jeongin para mantenerlo en el colchón—. No creas que te la iba a poner tan fácil—el cobrizo emitió un gemido angustiado, clavando las uñas en los muslos de Chan y arañando con fuerza—. ¿Es eso, pequeño alfa? ¿Demasiado agresivo con los omegas porque querías a alguien más fuerte que tú?
Jeongin lanzó una dentellada, volviendo a sujetar del cabello a Chan y tirando con tal fuerza mientras se movía hasta tenerlo contra el colchón, el agarre alrededor de su cuello apretándose pero sin ser suficiente como para cortarle el aliento mientras se hacía espacio entre las piernas del peliazul. Jadeando, mirándolo con desesperación, queriendo enterrarse en él, bajo su piel, que lo tomara y le hiciera pertenecer, aullarle a la luna.
Te encontré.
Te encontré.
Encuéntrame.
Chan le mostró los colmillos así que Jeongin se inclinó y los lamió, sin detenerse sólo en ello y pasando por toda su boca, ronroneando cuando Chan sólo sacó la lengua y dejó que siguiera lamiendo, deteniéndose lo suficiente para juntar saliva antes de permitir que escurriera de entre sus labios para que cayera sobre la lengua de Chan, sonriendo satisfecho cuando el alfa emitió un murmullo antes de tragarla.
—Eso es asqueroso si lo hace alguien más—se burló Chan, apretando las piernas alrededor de las caderas de Jeongin.
—Si crees que te voy a permitir tocar a alguien más después de esto estás equivocado —no era Jeongin quien hablaba sino su alfa, con voz profunda y grave.
Chan sonrió, usando la fuerza de sus caderas para volver a darles la vuelta y quedar montado sobre el regazo del cobrizo, soltando su cuello a favor de tomar la camisa que usaba con ambas manos y tirar de ella hasta que la tela se desgarró y terminó hecha jirones de tela en la cama.
—Que pienses que puedes darme órdenes es adorable.
Jeongin colocó ambas manos en el pecho de Chan, recorrió con admiración la pendiente de sus clavículas, las pequeñas heridas que había sufrido deseando provocar las suyas; acarició con sus pulgares ambos pezones, sonriendo cuando escuchó a Chan suspirar y echar la cabeza hacia atrás, sus caderas balanceándose contra las de Jeongin, ambos comenzando a ser conscientes de las erecciones que presionaban contra la tela, pero en esa situación ¿quién llevaría las riendas?
El alfa de Chan era fuerte, la fuerza de sus feromonas ha puesto de rodillas a cualquiera apenas entra a una habitación; los alfas con los que ha estado en el pasado desnudaron su garganta ante él y dejaron que Chan los dominará de maneras que seguramente se avergonzarían de admitir.
Pero por algo no ha funcionado con nadie más para Jeongin.
Pelearon otro poco, rodando por la cama hasta caer en el suelo con golpe sordo; gruñeron, se arañaron, Chan intentó no sacar las garras para no lastimarlo de más pero era difícil que Jeongin tuviera la misma consideración, pareciendo tan satisfecho cuando conseguía sacar pequeñas gotas de sangre entre sus arañazos que le fue entretenido.
En un fluido movimiento para alguien que había vomitado por hacer ejercicio, Jeongin logró poner a Chan bocabajo en el suelo, sujetándole ambas manos en la espalda con una sola mientras usaba la otra para presionar con fuerza su cabeza contra la alfombra, alzándose sobre él mientras lo miraba con desesperación, maravillado con la fuerza de aquel hombre y cómo, sabiendo que podía someter a Jeongin con solo liberar feromonas, le permitía mantener el control.
Chan gruñó, ladeando la cabeza para que fuera su mejilla la que quedará presionada contra aquella alfombra, sonriendo ladinamente cuando Jeongin pasó la lengua por toda su columna.
—No lubrico como los omegas—advirtió, moviéndose al sentir que dejaban de presionar su cabeza contra el suelo y comenzaban a bajarle el pantalón—. Y tampoco hay lubricante en esta casa.
—Es tu problema, no mío.
Chan se rió, la adrenalina aún bombeando en su corazón, tirando del agarre en sus manos, jadeando con sorpresa al notar que no podía liberarse, las uñas de Jeongin estaban clavadas en su piel, y aunque sangrar no sería un problema para él, sintió que ya no quería resistirse así que se apoyó sobre sus rodillas y alzó el trasero.
Eso pareció ser recompensado con un beso en el centro de su espalda, la única suavidad que ha recibido desde que comenzó todo, jadeando cuando los besos fueron bajando cada vez más y los sustituyeron los dientes, fuertes mordidas en la tierna piel de sus glúteos que le hicieron gruñir en advertencia y fue abiertamente ignorado, recibiendo otro mordisco en la piel bajo su trasero, en una de sus piernas.
Jadeó, arqueando la espalda, sintiendo su pesada erección escurrir sobre la alfombra, sintiendo que cada inhalación se sentía como inyectarse cafeína directamente en las venas, ebrio de whiskey, pulmones repletos de humo y ese dulzor que sólo el chocolate te deja en la lengua.
Era como respirar.
Era privado pero a la vista de todos.
Un rincón en un bar.
Una mesa compartida en una cafetería.
El vértigo que sintió cuando tomó la mano de Hyunjin y corrió sin mirar atrás apenas tuvieron la oportunidad; el golpeteo de su corazón en medio de la noche mientras corrían sin parar a descansar, deseando irse lo más lejos que pudieran.
Cerró los ojos, gimiendo cuando la lengua de Jeongin lamió su borde, su saliva comenzó a deslizarse por la comisura de sus labios creando una mancha en la alfombra. Volvió a tirar del agarre de sus manos, gruñendo, jadeando desesperado por escapar cuando el suave músculo de la lengua lo penetró y Jeongin succionó.
Cerró los ojos con fuerza y ahogó un aullido, sintiendo que detrás de sus párpados se encendían fuegos artificiales, ¿eran las luces de la ciudad cuando Hyunjin y él lograron salir? ¿Eran las luces de los laboratorios a los que se acostumbró? ¿Eran las luciérnagas cuando llegaron al campo? ¿Eran las estrellas que veía en la noche desde su nido?
Se descubrió a sí mismo balanceando las caderas mientras Jeongin seguía comiéndolo, jadeando y gruñendo, dejando que sus ojos se encendieran en luces doradas; hace mucho tiempo que su lobo y él se volvieron uno solo, ya no había diferencias entre ambos cuando tomaban el control, suponía que venía con quien era, y pensaba que su parte alfa se sentiría indignado de que estuviera de esa manera con otro alfa de menor rango.
Volvió a sentir la mano de Jeongin contra su cabeza, sus dedos enredándose en su cabello y tirando de él con fuerza estirando su cuello en un ángulo doloroso hacia atrás, tirando también de sus muñecas provocando que su pecho se despegara unos centímetros del suelo y su columna se arqueara en un ángulo doloroso.
Lo sentía en cada centímetro de su piel, bombeando en su torrente sanguíneo como una infección. Lo hizo jadear, sentir su visión borrosa y su cabeza nublada, saliva escurriendo a través de sus dientes creando una mancha oscura en la alfombra bajo él. Café, tanto café que sentía la adrenalina, el temblor, el exceso de cafeína zumbando en su cuerpo.
—Separa las rodillas.
Era una orden que le hizo gruñir; él era el alfa de todos, líder por naturaleza, podía someter a cualquiera con una simple mirada ¿y en serio aquel alfa pensaba que Chan obedecería sin rechistar? En serio que la llevaba clara si lo esperaba, o de verdad se tenía en tan alta estima.
Le gustaba el sexo sucio, en especial si era con alfas, le divertía cómo siempre creían que podían someter a Chan y que, tal vez, sólo era un fanfarron que mentía sobre su poder. Le gustaban las mordidas, las viejas cicatrices como trofeos de guerra que le recordaban esa diversión que suele tener.
Se mantuvo con las rodillas juntas, sintiendo el escozor del cuero cabelludo, el ardor de sus músculos al ser estirados en un ángulo doloroso mientras se obligaba a mantenerse tranquilo, deseoso de ver qué haría Jeongin a continuación si no le obedecía.
Y claro que no le decepcionó.
Lo hizo caer bruscamente contra el suelo antes de obligarlo a dar la vuelta, provocando que Chan se echara a reír sin aliento, su estómago cosquilleando mientras su pesada erección se curvaba sobre su vientre, la punta enrojecida y brillante de presemen, su base comenzando a hincharse en un nudo perfecto.
Jeongin se alzaba sobre él con ojos rojos y una sonrisa depredadora, sus labios enrojecidos por las mordidas a las que había sometido a Chan que seguramente cubrían toda su espalda; había rastros de saliva brillando en su labio inferior, rostro sonrojado y algunos rasguños surcando su pecho.
No parecía ser tan musculoso, pero tenía esa estructura casi artística que se asemejaba a una escultura tallada en mármol, además que su sonrisa lo hacía parecer como el pecado mismo tocando la tierra. El sol a su espalda le daba un aspecto angelical, pero la forma en la que sus manos tomaban los muslos de Chan y los abría con fuerza le demostraba que no era así, definitivamente no.
Jeongin comenzó el recorrido, sus manos pasando por sus piernas a su cadera, trazando con lentitud el camino de las viejas cicatrices que surcaban la piel pálida de Chan, su lengua siguiendo el sendero, deteniéndose un momento en bajo su ombligo, donde un pequeña cantidad de líquido preseminal se concentraba, pasando a su ombligo y subiendo con lentitud hasta su pecho.
Chan gruñó, llevando ambas manos al cabello cobrizo y tirando con tal fuerza que algunos cabellos se quedaron en su mano cuando Jeongin cerró los labios en uno de sus pezones y succionó fuerte, tirando de él con los dientes, clavándolos en la suave piel hasta que las lágrimas picaron en los ojos de Chan, envolviendo ambas piernas alrededor de las caderas de Jeongin y arqueandose contra el suelo.
Logró arrancar a Jeongin de su pecho y le hizo mirarlo, sus ojos encontrándose con las luces rojizas de los del cobrizo, viendo sus caninos ser lamidos después de haberle mordido con fuerza.
En ese pequeño momento robado, Chan fue consciente de cada línea y cada plano que conformaba a aquel hombre; su rostro era más anguloso y afilado, su mandíbula cuadrada sobresalía, un ligero rubor cubría sus mejillas y le daba un brillo febril.
Tenía ojos pequeños y afilados, pero con una intensidad que podías sentir la caricia de su mirada recorrer tu cuerpo con la misma facilidad con la que sentías sus manos o sus labios. Su cabello estaba revuelto y rizado, quizá por el ejercicio o por la pelea entre ellos en el dormitorio, y era fácil que los dedos de Chan se enredaran en él, perdiéndose como si estuviera metiendo las manos en un caldero repleto de cobre líquido.
Mantuvo la boca entreabierta, respirando con dificultad cuando las manos de aquel alfa se colocaron a los costados de su cabeza, enjaulándolo. Lo sentía, quería echar la cabeza hacia atrás y aullar tan fuerte que pudiera escucharse en NOVUS para que Heejoo supiera que era libre después de todo, que ella nunca podría volver a sujetarle la correa porque estaba dispuesto a entregársela a ese hombre.
Y era aterrador como emocionante. Era tan ridículo que resultaba lógico.
Corriendo, siempre corriendo, siempre mirando hacia las estrellas, acechando en medio de la noche, esperando romper las cadenas que le impedían irse demasiado lejos por temor a que algo pudiera pasarles. Pero Jeongin se inclinó sobre él como un dios misericordioso, su nariz rozando la de Chan mientras su lengua delineaba la forma de sus labios, y sintió que al fin era libre.
— Te encontré.
El lobo, la parte más primitiva de Jeongin, la más salvaje saliendo a la superficie, miraba a Chan como si hubiera estado deseando ese momento, viviendo por la imagen de un alfa bajo él dispuesto a darle lo que ningún otro ha querido por temor a ser doblegado y ser considerado débil.
Chan aflojó el agarre de su cabello y llevó una de sus manos al rostro de Jeongin, acariciándolo con firmeza, presionando el pulgar contra su labio inferior mientras liberaba a su alfa, ojos dorados y colmillos más grandes que los de Jeongin, uñas convirtiéndose en garras que rasparon un poco la piel del alfa sobre él.
—Lo hiciste—tarareó con orgullo, acostándose cómodamente contra el suelo—. ¿Qué harás ahora, cariño?
Jeongin no respondió, suponía que estaba más allá de las palabras, pero si emitió un bramido desde lo profundo de su pecho, vibrando entre ambos. Lo sintió más que verlo, tomándolo por sorpresa pues no había notado el momento en el que Jeongin se había deshecho de sus pantaloncillos.
Gruñó mostrando los colmillos, ojos centelleando en advertencia, y eso parecía divertir a Jeongin pues éste sólo sonrió y volvió a presionar, la punta de su erección atravesando el borde de Chan, haciendo que el alfa por fin se rompiera, echando la cabeza hacia atrás y aullando tan fuerte que pareció vibrar en toda la casa, sacudiendo las ventanas, asustando a las aves del bosque.
Las venas de su cuello se hincharon hasta casi reventar, sus manos se aferraron a la espalda de Jeongin, olvidando que sus garras estaban ahí así que el cobrizo jadeó al sentirlas atravesando su piel, un ardor similar al que Chan sentía en su interior cuando el pene de Jeongin se abrió paso en él.
El ardor de la rutina no permitió que Jeongin le diera demasiado tiempo a Chan para acostumbrarse, por lo que de manera inmediata comenzó a embestirlo con fuerza, rodeándolo con ambos brazos mientras escondía el rostro en la curva de su cuello, oliendo directamente su glándula olífera, lamiéndola y jadeando sobre ella mientras Chan sólo se aferraba a su espalda e inclinaba la cabeza hacia atrás para darle más espacio.
Luces llenaban su visión, motas que bailaban mientras sentía su interior ser reorganizado; cada cresta, cada vena, la punta golpeando contra un punto en su interior que le hizo soltarlo y aferrarse al suelo, desgarrando la alfombra hasta descubrir la madera bajo ella. Se sentía mareado, el café llenando sus sentidos hasta saborearlo en la parte posterior de su garganta ahogándose con él.
Sentía las manos de Jeongin aferradas a su espalda, sus dientes mordisqueando la piel de su garganta. Lo sentía formando parte de él, en su interior, y jamás se había sentido tan cerca de lo salvaje. Había aprendido a controlarse, en especial después de su primera rutina y de que Hyunjin terminara tan lastimado, una parte de él creía que más bien lo habían obligado a controlarse pero ahora no había necesidad.
El sonido de sus pieles golpeando, la presión de un nudo contra su entrada irritada, el peso del propio oscilando entre ambos; olió el sudor y las lágrimas, la sangre y el semen, olía cada cosa que los conformaba en ese momento y cómo se mezclaba a la perfección con el aroma de la habitación hasta parecer imposible que fueran entes separados.
La sensación de unos dientes queriendo atravesar la piel de su glándula olífera fue suficiente para hacerlo volver, moviendo una mano hasta envolverla alrededor de la garganta de Jeongin, apretando con fuerza para alejarlo de ese lugar, recibiendo dentelladas de advertencia y una embestida particularmente fuerte.
—No tan rápido—advirtió Chan con una enorme sonrisa.
— Mío .
Lo volvía a decir con esa confianza, la certeza, e hizo que el placer recorriera a Chan de pies a cabeza, llevando su mano libre a su propia erección para envolverla y comenzar a masturbarse, jadeando, sintiendo que sus dedos se apretaban alrededor de la garganta de Jeongin de forma involuntaria, intentando imitar el agarre que mantenía en su propia polla.
—Demuéstrame que vale la pena—ordenó con diversión, manteniendo los ojos fijos en Jeongin—. Tendrás que esforzarte mucho si quieres tener el privilegio clavarme los colmillos de esa manera—el alfa sobre él gruñó, la saliva escurriendo entre sus colmillos y sus manos sujetando las caderas de Chan mientras aceleraba sus embestidas—. Eso, así. Tan buen alfa, bebé . Me siento tan bien.
Chan sintió que su cabeza caía hacia atrás, sus ojos rodando en sus cuencas mientras su boca se mantenía abierta, pequeños jadeos emanando de ella sintiendo a Jeongin en su interior, más fuerte, más rápido, los gruñidos resonando en toda la habitación, el ardor de su espalda al raspar contra la alfombra, el temblor de sus piernas al mantener la misma posición durante tanto tiempo.
Sentirlo presionando lo hizo ser más vocal, gritando, gimiendo, dejando que su lado más salvaje tomara el control después de tener que mantenerlo en nivel bajo por su propia seguridad. Ignoraba cómo sería para el resto de los que habitaban aquella casa, pero Chan sabía que se escuchaba fuerte, no tenía vergüenza en hacerles saber lo bien que se sentía en ese momento, la libertad que estaba experimentando, esa adrenalina corriendo en sus venas que le hace aullar a la luna.
Se corrió sobre su estómago, teniendo que envolver en su puño su nudo para que no doliera, apretando con más fuerza la mano alrededor de la garganta de Jeongin, obligándose a mirarlo con atención, sintiendo que podría volver a correrse cuando los ojos del hombre giraron en sus cuencas y gimió echando la cabeza hacia atrás, su nudo terminando por estirar a Chan, corriéndose con fuerza en su interior antes de caer desplomado sobre el peliazul, aún temblando y agitando las caderas por las represalias de su orgasmo.
Chan se rió, divertido, apartando con lentitud la mano del cuello de Jeongin y colocándola con cuidado en su espalda, escuchando los gimoteos y los gruñidos de satisfacción del alfa cuando ya no pudo moverse y se quedó en el interior de Chan; dolía, era bastante incómodo, sentía que su espalda baja se abría por la mitad, pero también era como corrientes eléctricas recorriendo su cuerpo.
Miró fijamente el techo, cerrando los ojos mientras una enorme sonrisa curvaba sus labios y mantenía a Jeongin en sus brazos, dejando que el aroma a café llenara sus pulmones y, tal vez, sólo entonces embriagándose con el whiskey que le acompañaba.
—No puedo creer que de verdad me acabas de anudar—se mofó entre risas, sintiendo a Jeongin gruñir contra la piel de su garganta—. ¿Qué? ¿En serio piensas que esta cosa tan pequeña me mantendrá contigo?
Jeongin se incorporó con lentitud para mirarlo, teniendo cuidado de no tirar demasiado de su unión para no lastimar a ninguno; sus ojos estaban añejados de lágrimas, el rostro ruborizado y empapado de sudor mientras alrededor de su cuello comenzaban a florecer manchas rojizas con la forma de los dedos de Chan. El alfa peliazul tarareó, satisfecho, esperando que al final de aquella rutina se quedará su mano marcada como un moretón permanente en la garganta de Jeongin.
— Mi nudo no es pequeño —respondió con un mohín, luciendo mil veces más adorable de lo que pretendía—. Lo tienes dentro, ¿no es así? Entonces es lo suficiente grande para que lo hayas aceptado.
— ¿Crees que es así? —se mofó Chan con una sonrisa ladeada.
La mano que mantenía en la espalda de Jeongin la colocó en su mandíbula, sujetándola con firmeza para mantener sus ojos al mismo nivel, viéndose reflejado en aquel color tan intenso como la sangre, las luces de emergencia que iluminaron su cuerpo cuando logró salir, la sangre que empapó su mano cuando le desgarró la garganta a quienes intentaron sujetar a Hyunjin.
—Cariño, pronto te voy a follar tan fuerte que cuando te obligue a tomar mi nudo, sabrás lo que es estar con un verdadero alfa.
El lobo de Jeongin sonrió usando su rostro, tan grande que convirtió sus ojos en pequeñas rendijas.
—Quiero ver que lo intentes.
Notes:
que pnche frustración que éste wey ya se haya follado a Chan no puede ser posible, me quiero dar de topes en la pared. PERO LO VOY A ARREGLAR, SLOW BURN NO ES FOLLAR EN EL CAPITULO DIEZ, MALDITEEEEES ya que hicieron su cagadero ahora tendre que limpiarlo ptm
Bueno, como datazo, los diálogos de Jeongin están en negritas y cursivas porque no es él en sí sino su alfa quien está hablando, ha liberado el lobo y a diferencia del resto, tanto él como Seungmin aún los ven como entes separados y por eso se distancian cuando uno toma el control c:
Espero que les haya gustado y de verdad perdón si ese smut es el peor que han leído TT-TT me encanta leerlo pero cuando lo tengo que hacer yo es complicado, ¿cómo lo hacen? tantas partes de el cuerpo seguro se me olvida que tienen pies y dedos en algún punto xc pero quiero aclarar que yo no quería que follaran, pero si no lo escribía definitivamente me iban a atrasar el cap porque estos qleros lo habían decidido antes que yo (muy mal servicio como personajes) pero espero que les haya gustado!!
anyway, GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 12: Toda Rosa tiene Espinas.
Notes:
el chisme se puso tan bueno que no pude dejar de escribir, y no jodan, creo que es uno de los capitulos más largos que he escrito AAAHHHH pero espero que les guste, la verdad me emocioné jiji
Pude haber hecho dos caps con este, pero como soy una desesperada decidí soltarlo todo en uno, pido perdón
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El sonido de la puerta principal cerrándose con un portazo hizo que Seungmin se estremeciera en su lugar en la escalera, sintiendo que sólo quedaba una suave neblina agria de flores marchitas inundando el recibidor antes de desaparecer.
Se quedó contemplando fijamente la puerta de entrada durante unos segundos, a un par de escalones antes de tocar el suelo; sentía la amargura, la furia, también la acompañaba el deseo y la curiosidad que se quedó en aquella habitación, y tenía el impulso de correr a la puerta y seguirlo, asegurarse de que estaba bien.
No lo culpaba por sus reacciones, por el contrario podía entender que no debe ser agradable que tu compañero te ofrezca como pedazo de carne o, en todo caso, ver que no pone resistencia alguna de ser él quien se quede a tomar tu lugar.
Sin embargo, Seungmin no era cercano a nadie ahí, y siempre le daba algo de ansiedad dejar a Jeongin demasiado tiempo sin supervisión cuando se encontraba en celo, sin importar que actualmente estuviera ocupado. Tenía que asegurarse de que comiera entre oleadas y el lobo de Jeongin sólo reconocía como amigo al de Seungmin.
—No puedo decir que resultó opuesto a lo que esperaba—la voz de Felix hizo que Seungmin mirara en su dirección.
El rubio se encontraba de pie cerca de la escalera con lo que parecía un gran tarro de café; seguía usando la ropa sucia y algo rasgada de la práctica, sus mejillas poseían el saludable sonrojo del ejercicio y hacía resaltar sus pecas y ese extraño color hazel en sus ojos que parecían brillar con cierta picardía al contemplar la forma en la que Seungmin aún se debatía sobre quedarse o ir tras Hyunjin.
— ¿A dónde va? —se atrevió a preguntar, terminando de bajar las escaleras y alejándose de la puerta.
—Lo más probable es que a su jardín—se encogió de hombros, bebiendo un trago de su café—. No te preocupes, siempre regresa al atardecer.
— ¿No se supone que a Chan le molesta que vaya solo?
—Que a Alfa le gusten o no ciertas cosas no significa que a Luna le importe—suspiró, regresando a la cocina con Seungmin detrás—. Además, Luna odia que le impida ver su jardín, siempre encontrará la forma de escabullirse.
— ¿Ya se fué? —Jisung, que estaba terminando de fregar los platos del desayuno, los miró sobre el hombro antes de seguir su tarea—. Me pareció verlo de reojo desde la ventana pero no estaba seguro.
—Lo hizo.
Seungmin se sentó con lentitud en una de las sillas alrededor de la pequeña mesa que tenían en la cocina, Changbin estaba recargado en la encimera sosteniendo una compresa fría contra su cuello mientras que Minho parecía haber desaparecido, con lo cansado que se sentía no le sorprendería a Seungmin que se haya ido a dormir en alguna parte.
Tamborileó con sus dedos sobre el mantel de patrones cuadrados que se encontraba sobre la mesa; había un pequeño ramo de flores en un vaso de cristal, algo soso en comparación con el que Hyunjin había formado el día anterior, pero ya entendía que Jisung suele traerle flores a Minho cuando se va en una misión y éste las tiene en la cocina.
Parecían charlar de algo totalmente diferente a lo que se sucedía arriba, ni siquiera parpadeaban por el ruido que emanaba desde la habitación que seguramente estaba siendo destrozada al encerrar dos alfas; la principal razón por la que Jeoingin nunca pasaba su celo en compañía era, exactamente, porque su alfa sólo pedía alfas.
Era algo extraño de por sí ya que un alfa era demasiado territorial en un día normal, a eso le agregaban el celo y era ver dos lobos lanzarse a la yugular del otro hasta casi matarlos. También era el principal motivo por el que los omegas terminaban tan heridos cuando Jeongin intentó pasar algunos celos con ellos, sin embargo habían aprendido a vivir con ello, otra de sus particularidades.
—Iré a despertar a Minho e iremos al huerto—anunció Jisung, atrayendo la atención de Seungmin.
—Pensé que no iríamos—admitió, confundido.
—Y era así—asintió el alfa castaño, tomando un trapo de la pared para secarse las manos—. Quería que Minho descansara, pero no esperaba que tu amigo entrara en celo y Alfa accediera a ayudarlo.
—Tampoco es sorpresa—murmuró Changbin, sonriendo débilmente cuando Felix se le acercó a revisar su cuello—. ¿Siquiera lo olías cuando Jeongin estaba en la habitación? O sea, le trajo supresores cuando al resto nos los prohibió.
—El sacrificio que hizo al ofrecer a Hyunjin primero—murmuró Felix, abrazando a Changbin de la cintura y recargando la cabeza contra su hombro—. Ya me parecía que si aceptaba, Alfa se iba a enojar.
Seungmin apretó los labios, confundido.
Felix parecía fundirse alrededor de Changbin, podía percibir el vino y el dulzor del omega entrelazándose hasta dar la noción de un vino muy dulzón a su alrededor; notaba la preocupación de Jisung porque Minho descansará, la forma en la que no podían pasar demasiado tiempo separados.
No imaginaba a ninguno de ellos ofreciendo a su compañero para ayudar en el celo de alguien más, después de todo se cree que los lobos se aparean de por vida, son monógamos por naturaleza, ¿no se supone que protegen a su pareja? ¿La cuidan y no la andan ofreciendo como moneda de cambio? Le indignaba bastante que Chan hubiera ofrecido a Hyunjin como si fuera cualquier cosa.
Un gruñido emanó del piso superior, sonaba similar a un ladrido de advertencia e hizo que su lobo interno se agitara con violencia, nervioso. Quería ir a revisar que Jeongin estuviera bien, que Chan no lo lastimara sólo porque el lobo de su amigo era algo…tosco al momento de tomar una pareja para el celo. No obstante, había otra parte de él que se acobardaba ante la idea de subir las escaleras, cómo si temiera ser descubierto no por Jeongin sino por el alfa que estaba con él.
A veces era fácil olvidar que Chan era un alfa prime cuando era tan molesto durante el día.
—Sí, iré a despertar a Minho justo ahora—anunció Jisung, arrojando el trapo sobre la mesa al pasar a su lado—. Estoy acostumbrado pero eso no significa que no me incomode.
—Eres más insoportable con Minho—se burló Changbin, rodeando con ambos brazos los hombros de Felix y presionando un beso en su frente—. Y eso que la mitad del tiempo ni siquiera tienen excusa con el celo.
—Considero que somos menos ruidosos—se defendió de pie en la entrada—. La mitad de las cosas que hemos hecho ni siquiera las notaron. Minho sabe quedarse callado—les guiñó un ojo antes de desaparecer.
Seungmin arrugó la nariz con repulsión, bloqueando la imagen mental de esas personas compartiendo libremente su vida sexual, que los entendía pues solía tener esas charlas con Jeongin, pero parecía extraño que ellos las tuvieran con alguien desconocido ahí sin vergüenza alguna.
Miró en dirección a la otra pareja en la cocina, su estómago revolviéndose al verlos decirse algo que sólo estaba destinado para los oídos del otro; Changbin sonreía ladinamente mientras que el rostro de Felix parecía partido a la mitad por la enorme sonrisa que curvaba sus labios, sus narices se tocaban y sus labios se movían articulando palabras que Seungmin prefirió ignorar.
Aunque sus aromas no eran tan molestos como los de Minho y Jisung cuando se juntaban, por el contrario tenían ese aire silvestre, como estar en un viñedo bajo el sol en una tarde de verano, y era extraño pues Seungmin nunca ha estado en un viñedo antes, pero el aroma del vino se entrelazaba a la perfección con el de la dulce uva de Changbin, además que estaba esa connotación de alegría infinita.
Definitivamente, eran como una tarde de verano.
Como…
Sacudió la cabeza y miró hacia la pequeña ventana que estaba sobre el fregadero; las cortinas enmarcaban un cielo tan irreal que daba la apariencia de ser una simulación, miraba a través de los árboles en espera de distinguir un vestigio de color, un destello de algo corriendo para calmar la ansiedad de ir tras él.
Un aullido resonó por toda la casa, sacudiéndose hasta sus cimientos, hizo a Seungmin estremecer de pies a cabeza, notó cómo los ojos de Changbin y Felix se encendían en luces mientras que el interior del alfa en la mesa parecía vibrar, alarmado, sintiendo el tirón desde el centro de su pecho como si le hubieran clavado un gancho y ahora tiraran de su esternón.
Lejanamente, en alguna parte de su cerebro cerca de donde solía relegar al lobo interno, sintió satisfacción, dicha, una gracia absoluta que volvió a mandar escalofríos por su columna vertebral.
—Esa es nuestra señal—murmuró Felix, separándose de Changbin lo suficiente para entrelazar sus manos—. Al parecer Alfa se está divirtiendo y no es agradable escucharlo aullar.
— ¿Irán al huerto con nosotros? —preguntó Seungmin mientras se levantaba con lentitud de la mesa.
—A Minho no le gusta que varios estemos en el huerto—aclaró Changbin con una sonrisa—. Además que dice que tengo tan mala mano para las plantas que terminaría por secar la tierra, lo que sea que eso signifique.
— ¿Y qué haces usualmente? —en esta ocasión se refería a Felix, que se dirigía a la puerta que estaba entre el refrigerador y la encimera, abriéndola antes de mirarlo—. Nunca he visto que hagas algo que requiera…esfuerzo.
—Ah, sólo vigilancia interna—lo tranquilizó Felix con una sonrisa—. Nos vemos más tarde.
Seungmin los vio desaparecer escaleras abajo, intrigado con qué tipo de vigilancia haría Felix en esa parte de la casa cuando, tenía entendido, que no había mucho. Sin embargo, poco tiempo tuvo para curiosear pues Minho y Jisung regresaron en ese instante con la misma urgencia por desaparecer como Felix y Changbin.
Minho se veía mucho mejor, aunque dudaba que hubiera dormido más de cinco minutos, en especial con todo el ruido que emanaba del piso superior.
—Andando que quiero hacer estofado para la cena—sentenció, apurando a Seungmin hacia la salida—. Tu amigo va a necesitar mucha comida.
—Van a ser cuatro días muy largos—murmuró.
—Definitivamente. Igual el primer día siempre es el peor—le palmeó la espalda en un gesto de consuelo mientras salían de la casa—. Asegúrate de decirles que bajen el volumen cuando los revises.
…
En el piso subterráneo, lo bastante lejos de la entrada y entre giros bastante complicados, se encontraba una habitación apenas lo suficientemente grande para que dos personas pudieran coexistir sin tener que estar chocando con la otra.
Había sido el lugar de Hyunjin primero, por lo que las paredes tenían algunos cuadros del bosque y el río, además de flores en su intento de darle vida a un lugar tan sombrío; la mitad de las cosas que se encontraban en el lugar las habían conseguido en un tiradero, otras más nuevas habían sido regalos de NOVUS después de que Hyunjin las pidiera simplemente porque “estaba aburrido” y eso provocaba que estuviera bien equipado antes de que llegara Felix.
No era la gran cosa, en realidad tenía un aspecto bastante rudimentario, pero servía de momento así que lo consideraban suficiente. Changbin decía que era su madriguera, lo que significaba que sólo él, Chan y Hyunjin tenían permitido entrar sin recibir invitación alguna, en especial para cerciorarse que siguiera vivo y, en otros casos, para que Felix diera reporte de lo que veía.
Estaba decorado con latas.
Sí, exacto, latas; desde refrescos a bebidas energéticas que habían dejado de producirse hace bastante tiempo, Felix las había estado recolectando en su tiempo antes de llegar a la manada de Chan así que ahora tenía algunas regadas en determinados lugares que usaba como portapapeles, lapiceros o pequeños floreros; hasta hace poco Changbin comenzó a traerle latas de sus expediciones, asegurándose de que fuera de una bebida que Felix no tenía para su colección.
Siempre era algo extraordinario entrar en esa habitación pues las luces eran tenues, daban un reflejo azul sobre la piel para no sobrecalentar el equipo, y en un escritorio al fondo se encontraban 3 monitores de computadora, una televisión de plasma contra la pared y además una pequeña laptop por si no fuera suficiente.
Felix tenía cada una de las máquinas en diferentes cosas; documentos, archivos, medicamentos, y en la televisión dividido en pequeños recuadros se encontraba todo el programa de seguridad de NOVUS Corporation, cada pequeño rincón, cada cámara que había en las instalaciones se encontraba en ese televisor y Felix, como era su trabajo, iba de cuadro en cuadro continuamente para revisar que todo estuviera en orden.
Durante meses se la pasó sólo buscando a Changbin entre los pasillos, sonriendo cuando lo encontraba mirando a la cámara de seguridad con una sonrisa o un guiño, sabiendo que era para que él lo viera. Lo había extrañado tanto que ahora quería tenerlo junto a él en todo momento así que eso explicaría la presencia de Changbin en su lugar.
El omega estaba sentado en su propia silla giratoria junto a la de Felix, tenía la laptop en su regazo mientras se entretenía con el programa de estrategia y ataque que Felix había creado en su ausencia para que no se aburriera estando con él mientras alfa seguía revisando las cámaras de seguridad de NOVUS cuadro por cuadro.
— ¿Has visto algo interesante? —preguntó Changbin después de un rato.
—Definitivamente está algo alterada—murmuró Felix sin dejar de mirar el monitor—. Va y viene más que de costumbre. Va al laboratorio de ellos, luego al séptimo piso bajo tierra y después a la habitación de Jeongin.
— ¿No es eso extraño?
Felix suspiró sin saber qué responder.
Había mantenido en estricta vigilancia a Heejoo desde que Changbin y Jisung habían regresado de su misión con dos de los científicos más importantes en NOVUS, Chan quería saber cada movimiento de la mujer para poder adelantarse a cualquier cosa, sin embargo el problema era que ella no hacía mucho.
Trabajaba, eso es claro, y parecía que habían logrado replicar LICAÓN con éxito pues hace un par de días habían llegado otros dos sujetos de prueba al séptimo piso, Felix intentaba mantener la cordura cuando le tocaba ver lo que ella hacía, pero lo consideraba tan inhumano que en ocasiones prefería llamar a Chan para que él la vigilara.
Sin embargo había notado, no sin cierta extrañeza, que había momentos del día donde Heejoo iba a la habitación que habían identificado como la de Jeongin y se sentaba en sobre la cama largo rato, no hacía nada, ni siquiera parecía hablar, simplemente se quedaba ahí sentada mirando hacia las cosas de Jeongin antes de levantarse con más determinación e ir al séptimo piso a continuar con la tortura que hacía en nombre de la ciencia.
Aún no tenía muy claro si de verdad estaban intentando controlar la Rabia y sólo tenían muy mala suerte en ello o planeaban otra cosa, los sujetos de prueba sólo parecían volverse más salvajes y Felix sospechaba que los movería a un lugar sin vigilancia en algún punto para que no quede evidencia.
Si lo hacía, entonces Chan encendería sus alarmas. Ya estaba receloso por la forma en la que Heejoo pasaba tiempo en la habitación de Jeongin, su plan era al menos duplicar el suero y averiguar qué planeaba, pero Felix sabía que su idea de secuestrar a la mente maestra era sólo un intento de frenarla el mayor tiempo posible.
No le tomó más de quince días a la mujer, al parecer.
—Da la apariencia de que pudieran tener una relación más cercana—asintió Felix, buscando en los recuadros la cámara donde estaba Heejoo.
—Qué asco, ¿no tiene como cincuenta años la mujer?
—Tiene cincuenta y tres—asintió, sonriendo por el gesto despectivo de Changbin—. Pero no me refiero a eso, tú idiota. Sino a que, tal vez, Heejoo lo consideraba su segundo, ¿cómo un subdirector?
—Tendría sentido—miraron la cámara, encontrando a Heejoo en su oficina—. ¿Ella aún no sabe que fueron Jeongin y Seungmin los que liberaron a los primeros sujetos?
—Creo que lo sospecha—asintió Felix, reclinándose sobre su asiento, sabiendo que Heejoo no saldría de su oficina en un rato al verla concentrada en su computadora—. Me aseguré de cubrirlos. Si no fuera porque activaron la alarma de incendio, creo que ni siquiera se habrían dado cuenta que los habían liberado.
—No sé si eso es mejor o peor—admitió Changbin, acercando su silla hasta estar junto a Felix para poder recargar la cabeza en su brazo—. ¿Qué crees que quiera?
—No lo sé, ¿la conociste cuando estuviste ahí?
—Brevemente, no creo que intercambiáramos más de 3 palabras, pero todos parecen adorarla. Es beta, lo sé, y aún así la siguen. Además que tiene una forma de hablar como si fuera una maestra de preescolar refiriéndose a sus niños—se estremeció débilmente, sacudiendo la cabeza—. Nunca me dejaban bajar al séptimo piso.
Felix tarareó, tomando a Changbin de la barbilla para besarlo brevemente antes de seguir con su trabajo, sonriendo cuando sintió que el aroma del omega se volvía más dulzón, como si adorara esas pequeñas muestras de afecto en la pequeña privacidad que ofrecía aquel lugar.
A veces se preguntaba si en otras circunstancias hubiera logrado conocer a Changbin, ¿sentiría que estar con él era como un día soleado? ¿Al verlo sabría que era con él con quien quería estar toda su vida? Sabía que no, que tal vez le habría tomado más tiempo darse cuenta que Changbin era todo lo que había estado buscando, así que podía agradecer a su lobo interno por hacerlo encontrar el camino hasta él.
No tenían mucho tiempo juntos, apenas unos meses, pero sabía que su amor no desaparecería en el tiempo, si acaso se volvería más fuerte e inquebrantable. Sin embargo, ninguno había querido la marca en su cuello, no con todo lo que parecía venirse encima así que después de algunas charlas llegaron a la conclusión de que lo harían cuando todo hubiera terminado.
Felix no era un buen peleador, tampoco salía mucho de la casa a misiones importantes como Changbin, así que se dijo a sí mismo que posponer una marca era algo para anhelar pero, en realidad, era un acto egoísta. Sentía que se mataría si marcaba a Changbin y luego sentía en carne propia que algo le había pasado.
Aún no sabía cómo es que Minho y Jisung vivían con ello todos los días al separarse, Felix definitivamente no podría.
Suspiró, permitiendo que la uva llenara sus pulmones mientras el sabor del caramelo chupachups le empalagaba la lengua, sintiendo que oler a Changbin era como recibir un golpe de azúcar directo que le daba la misma energía que todas esas bebidas de las que ahora tenía una simple lata vieja.
Volvió a centrar su atención en la pantalla, notando que Heejoo abría uno de los cajones cercano a su escritorio y extraía un viejo celular demasiado familiar para Felix, maldiciendo entre dientes y llevando su silla hasta el otro extremo de su lugar, sobresaltando a Changbin en el proceso, abriendo todos los cajones hasta dar con el correcto.
— ¿Qué sucede? —preguntó Changbin, curioso, mirando el monitor y luego a Felix—. Viste algo.
—A buena hora Chan accede ayudar en el celo de alguien—maldijo, volviendo a arrastrar la silla hasta el omega—. Tenemos que ir por Hyunjin.
En su mano se encontraba un teléfono celular algo anticuado, era uno de los pocos que seguían en funcionamiento y con una línea telefónica a la que podías llamar. Sin embargo, según tenía entendido Felix, sólo podía recibir y enviar cosas a un sólo número, fue una de las pocas condiciones que accedieron cuando Chan y Hyunjin lograron salir de NOVUS.
En la bandeja de entrada había un mensaje de Heejoo anunciando que iría a verlos al atardecer.
—Estamos en problemas—asintió Changbin, levantándose de la silla—. ¿Le diremos a Chan?
—No creo que sea buena idea ahora, no sé cómo se va a poner Jeongin si le quitamos al alfa—admitió Felix, guardándose el teléfono en el bolsillo antes de levantarse—. Tendrá que ir Hyunjin solo.
—Sí, Alfa se va a cabrear.
…
El sol ardía sobre su espalda, haciendo que el sudor se sintiera como gotas de lava ardiendo recorriendo su piel. Sentía que olía a tierra y humedad, tan sucio que seguro su piel comenzaría a desprenderse en cuanto se metiera a bañar.
Se incorporó, sintiendo que sus músculos protestaban mientras miraba a su alrededor con ojos entrecerrados, peinando el cabello hacia atrás para mirar mejor; Jisung estaba cerca de él mostrando en toda su gloria el torso desnudo, empapado de sudor y sin intentar esconder la grotesca marca de mordedura que estaba entre su cuello y hombro.
Destilaba un insoportable olor a chocolate con menta, tan fuerte por el esfuerzo físico que Seungmin arrugaba la nariz de vez en cuando. Minho había dicho que Chan aseguró traer pronto semillas de calabaza, sandía y tal vez algo de lentejas así que el plan era hacer una nueva sección para plantarlas. Y se supone que sería un trabajo de tres pero Minho volvió a sentirse cansado en medio del trabajo y ahora yacía bajo el manzano hecho un ovillo con la cabeza sobre la camiseta de Jisung profundamente dormido.
Suspiró, el viento agitando su cabello, trayendo consigo un aroma similar a agua de rosas, tan denso que si cerraba los ojos podría imaginarse a sí mismo sumergido en una tina con pétalos flotando sobre él. Miró en dirección al bosque, reconociendo un camino que no sabía, sabiendo perfectamente qué árboles debía de pasar antes de llegar a ese pequeño pedazo de Edén, tan cerca y tan lejos que parecía irreal.
— ¿Puedo preguntarte algo? —habló con verdadera curiosidad, regresando su atención a Jisung.
El alfa de piel dorada detuvo su trabajo y se incorporó, mirándolo bajo el ala de ese enorme sombrero de paja que solía usar Minho cuando estaba en el huerto; la luz del sol brillaba sobre su piel dándole una apariencia de oro fundido extraño, se preguntaba cómo había conseguido los tatuajes en su pecho y costado y si habían dolido más que la mordida en su cuello. Miró a Seungmin a través de mechones castaños algo desordenados, enarcando una ceja.
—Puedes, pero no te aseguro responder—advirtió, clavando la pala que usaba en la tierra y apoyándose en ella—. ¿Qué pasa?
—Tú y Minho son compañeros, ¿verdad?
—Sí, creo que resalta lo obvio—se burló, señalando la mordida en su cuello con una sonrisa—. Supongo que una segunda confirmación no le hace mal a nadie.
— ¿Tú ofrecerías a Minho para que ayude a otro alfa en su celo?
Jisung se tensó, sus ojos se encendieron y su aroma se volvió más denso pero Seungmin no tomó importancia porque necesitaba comprender. Dicen que encontrar un compañero es cosa natural ahora que algunos tienen lobos internos, que se espera eso de ellos ya que así, tal vez, mantengan en pie a la humanidad y pronto puedan volver a ser lo de antes.
NOVUS llevaba un registro minucioso de los nacimientos en la última década, más que nada porque querían asegurarse que ningún niño naciera con una casta porque eso definitivamente comenzaría a condenar a la humanidad, aún se tenía la esperanza de poder erradicar el Lobo y seguiría así mientras nadie naciera con casta.
Heejoo no investigaba muy a fondo el ámbito de los compañeros por lo que en NOVUS no había mucha información al respecto, pero si en algo se parecían a los lobos entonces Seungmin sabía que se apareaban de por vida, la reacción de Jisung ante la idea de compartir a Minho se lo confirmaba y es ahí donde radica la cuestión.
—Soy capaz de arrancarle las manos a quien se atreva a tocar a Minho—advirtió Jisung con el ceño fruncido—. Casi lo hice en el pasado, lo volvería a hacer con gusto ahora que es mi compañero.
—Estoy seguro de eso, entonces mi pregunta es. Si Chan es compañero de Hyunjin, ¿por qué lo ofreció para ayudar en el celo con Jeongin? ¿Por qué está él ayudándolo?
Jisung volvió a guardar el lobo, mirándolo con perplejidad al hombre frente a él, como si no hubiera anticipado ese tipo de pregunta; suponía que para ellos era bastante normal la dinámica de las dos cabezas de aquella manada, a saber cuánto tiempo llevaban haciendo ese tipo de cosas, como para que alguien totalmente ajeno a ellos llegara a cuestionarlo.
Seungmin no creía que fuera una falta de respeto, en su defensa era auténtica curiosidad, dirá que tal vez era en nombre de la ciencia, ¿pero de verdad lo era? ¿O sólo se trataba de la curiosidad que despertaba ese aroma en específico?
—En defensa de ellos, no están apareados como Minho y yo—intercedió Jisung, rascándose la barbilla de forma pensativa—. Es complicado, ellos son complicados, alfa y omega prime y esas cosas.
— ¿Son compañeros sólo por ser prime?
—Es más que eso, Seungmin.
—Entonces explícame.
—Son cosas que no le concierne a nadie más que a ellos—sentenció Jisung, volviendo a tomar la pala para seguir con su trabajo.
—No lo hace, ya no—gruñó, sintiendo su propio lobo a punto de salir—. Chan está follando con mi mejor amigo y Hyunjin siempre me mira como si fuera a saltarme encima, ¿qué clase de compañeros son? Creo que ha dejado de ser problema de ellos cuando claramente están interesados en nosotros.
Sus palabras parecieron surtir efecto en Jisung, aunque no el que esperaba ya que el castaño se soltó riendo entre dientes, sacudiendo la cabeza mientras volvía a mirarlo; no se reía como si Seungmin le hubiera contado un chiste, por el contrario era como si el alfa frente a él fuera la auténtica burla.
Eso le estaba molestando; parecía tener en su interior varias emociones que no entendía cuáles eran suyas y cuáles habían plantado ahí; sentía la molestia así como la frustración, pero también había diversión y felicidad. Parecía una exploción azucarada en su boca similar al sentimiento de libertad cuando la hora de salida ha llegado y puedes correr a tu habitación.
—Ya entiendo—asintió Jisung entre risas, mirándolo—. No te culpo, es normal, es difícil resistirse a Hyunjin si no has encontrado a tu compañero.
— ¿Qué?
—Las feromonas de Luna son fuertes, atraen a los alfas como polillas a la luz—se burló, sacudiendo la cabeza—. Huele bien, no tiene tanto efecto en mí porque estoy apareado, pero he visto las reacciones cuando él entra a la habitación, es la presencia de Chan la que evita que le salten encima—se encogió de hombros—. Y cuando encuentra un alfa que le interesa, siempre es lo mismo.
“El tipo se cree lo suficiente especial, asegura que deberían aparearse porque Chan no lo respeta y Hyunjin los desecha porque sin importar cuántos pasen, siempre elige a Chan—se acercó para palmear el hombro de Seungmin, consolándolo—. Como consejo, sólo disfruta la atención, nunca he visto que nadie se queje de estar con él. Sólo no te encariñes demasiado, Alfa odia cuando los…juguetes de Luna se creen con más libertades sólo por llamarle la atención durante una temporada.
Las palabras se sintieron como garras entrando a su pecho y envolviendo su corazón, desgarrándolo y arrancándolo de tajo antes de arrojarlo a sus pies para que lo viera sangrar, recordándole que la idea de tener un compañero tal vez no era para él.
Miró de nuevo hacia los árboles al otro lado del huerto, ¿cuánto de lo que sentía era suyo y cuánto culpa de las feromonas de Hyunjin? Aún escuchaba la advertencia de Jeongin sobre andarse con cuidado pero quería entender, saber por qué ellos eran diferentes pero nadie decía nada, y al mismo tiempo quería tomar sus cosas y largarse, volver a su vida tranquila en el laboratorio sin sentir su cabeza hecha un nudo de sentimientos que no sabían cuáles le pertenecían y cuáles no.
Se encontró caminando hacia los árboles, buscando el vestigio de aquellas rosas que florecían no muy lejos de ahí, la dulzura que ahora parecía amarga, el agua de rosas que corría como un río entre los árboles y que provocaba un nudo en la garganta de Seungmin, ¿por qué se sentía así? ¿Por qué parecía tan triste?
—No le gusta que vayamos a su jardín—advirtió Jisung detrás de él, deteniéndolo junto a un abeto que marcaba el límite del huerto—. Y tampoco tengo ganas de perseguir gente. No me hagas ir tras de ti mientras Minho está dormido.
—No iré a ningún lado, sólo iré a revisar que esté bien.
—De acuerdo, pero que sepas que incluso con sueño, Minho es capaz de darte en una pierna con su rifle.
—Lo tendré en cuenta.
Miró a donde el omega seguía profundamente dormido, parecía una posición dolorosa de mantener demasiado tiempo, pero tenía la nariz enterrada en la camisa de Jisung y se preguntó qué seguridad le daba su aroma como para permitirse un sueño tan profundo en un lugar así.
¿Cómo era encontrar eso? ¿Qué se sentía encontrar un aroma que te daba consuelo incluso en la inconsciencia?
— ¿Cómo supiste que Minho era tu compañero? —preguntó de pie junto al abeto, colocando una mano contra el tronco, sintiendo la textura bajo sus dedos, el aroma similar al suyo envolviéndolo.
Jisung lo miró desde la distancia un segundo antes de que su atención regresara a ese omega bajo el manzano; unos débiles rayos de sol se colaban a través de las ramas y acariciaban la piel de Minho dándole un aspecto irreal, su cabello adquiría el color de la caoba bajo los rayos, y parecía tan en paz que sería un crimen importunarlo.
Notó a Jisung respirar con profundidad, como si quisiera acaparar el aroma de Minho desde la distancia, tal vez lo hizo y por eso sonrió como un idiota.
—Cuando lo vi por primera vez pensé que era el tipo más guapo que quedaba sobre la tierra—informó manteniendo la sonrisa—. Y al olerlo fue como luces neón.
Eso hizo que Seungmin lo mirara, confundido, sin entender muy bien a qué se refería ya que estaba bastante seguro de que Minho olía a pudín y mermelada de fresa con un toque de menta.
— ¿Huele a luces neón para ti?
—No, no así—Jisung se rió, divertido—. Me refiero a que su aroma se sintió que encendía todo en luces neón, ¿sabes? Como si hubiera estado recibiendo todo en colores opacos y él los volviera a la vida.
Seungmin parpadeó, asimilando la declaración.
Hueles a bosque.
Se encogió de hombros y regresó a su camino entre los árboles, siguiendo el vestigio de agua de rosas y miel agria que picaba en su nariz, sabiendo que al final llegaría a ese pequeño pedazo de paraíso.
Sólo se dedicaría a esconderse detrás del viejo roble para asegurarse de que estuviera a salvo, Hyunjin ni siquiera notaría que estaba ahí.
…
Lo olió antes de que pudiera verlo, era tan intenso que por un momento pensó que habría una fuente de chocolate al otro lado de la puerta, pero no era así. Sólo había un niño de no más de 10 años, delgaducho y de cabello crespo, mirándolo con la misma curiosidad que Hyunjin al encontrarse.
—Bien, Hyunjin, no te pongas tímido—sintió un ligero empujón en la espalda para acercarlo, tirando de las mangas de su suéter para cubrir sus manos temblorosas—. Él es Chan y es igual que tú, pero es alfa.
— ¿Alfa? —preguntó curioso.
Le habían enseñado que él era un omega y que pronto conocería a un alfa que era igual que él, en un principio no entendía a lo que se refería hasta ahora que lo tenía frente a él, acercándose con lentitud mientras varias personas se mantenían alrededor del otro niño, ¿por qué había guardias y no doctores?
—Sí, Hyunjin, es un alfa—sintió una mano en su cabeza, acariciando su cabello—. Él es tu compañero.
Hyunjin abrió los ojos, mirando el cielo extenderse sobre su cabeza, recortado por las copas de los árboles que le rodeaban como si estuvieran custodiándolo, manteniéndolo a salvo de cualquiera que quisiera lastimarlo.
Sentía el ardor de las lágrimas en sus ojos, un aguijonazo en el pecho mientras veía las nubes pasar e intentaba encontrarles forma en un intento de silenciar lo que sentía en alguna parte de su interior.
Siempre había sido así con ellos, siempre juntos, siendo todo lo que tenían en un mundo que no estaba listo para ellos, incluso cuando las cosas salieron mal y lograron escapar, y eso de alguna manera les había forjado un vínculo que intentaron mantener en secreto pero que, con tantos exámenes, Heejoo terminó por encontrar.
No lo hablaban por temor a que fuera usado en su contra pero estaba ahí. No tenían una marca en su cuello pero sí un lazo que les unía de forma metafísica, que les hacía saber cuánto dolor estaba sintiendo el otro, cuánta felicidad, dónde estaban y si estaban bien. Así que a veces no sólo venía con escucharlo sino también con sentirlo, y dentro de Hyunjin se sentía como si una parte de él estuviera deshilándose mientras que la otra respiraba de alivio porque sólo quería dejar de sufrir.
No estaba enamorado de Chan, al menos creía que no, pero se asemejaba el sentimiento más allá de su nivel físico. Eran compañeros de la forma más literal posible, fueron hechos el uno para el otro así es claro que solían ser territoriales con el otro aunque sus sentimientos no fueran los de compañeros como Minho y Jisung.
Suspiró, permitiendo que el aroma de las flores penetrara en su sistema y floreciera en sus pulmones hasta sentir que podía escupir pétalos; lo había escuchado en la distancia, sintió que sacudía los árboles y la brisa le traía consigo hasta agitar el pastizal y hacer temblar sus flores. Aún podía saborear la sangre por morderse la lengua para no responder.
Se sentía molesto, su omega estaba indignado porque Chan, por lo general, no dejaba que nadie le tocara si el día anterior se había acostado con él Anoche estaba ante él gritándole que Jeongin era diferente, que ellos no eran como el resto y que debía de desaparecer sus esperanzas, y ahora Hyunjin volvía a estar escondido en el bosque mientras su aparente compañero había aullado como si al fin hubiera encontrado lo que tanto había buscado.
¿Se le permitía tener los mismos deseos que los demás? ¿Podía anhelar las mismas cosas? Le repitieron hasta el cansancio que ellos eran diferentes, especiales, con la misma intensidad en la que recalcaron que eran compañeros, fueron hechos para ello, y aún así sentía dentro de sí que el lobo de Chan estaba descartando esa idea porque ahora estaba donde se suponía que debía, ¿pero realmente lo hacía? ¿Era verdad que se encontraba un compañero con el olfato?
Volvió a cerrar los ojos, permitiendo que sus sentidos fueran inundados con el bosque que le rodeaba, sabiendo que sólo ahí se sentiría a salvo y en libertad. Permanece oculto pero, al mismo tiempo, sabe que puede ir a donde desee; las aves cantaban en los árboles, el viento acariciaba su piel y entrelazaba mechones de su cabello con la hierba, lejanamente el agua del río corría sin fin.
El intenso aroma de los pinos llenó sus pulmones, haciendo que su corazón se saltara un latido antes de que la molestia y el resentimiento desapareciera en un suspiro de su sistema. Sentía que sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa y volvió a abrir los ojos, mirando fijamente el cielo, ¿es esa la respuesta a todas sus dudas?
—No tienes que quedarte ahí—habló en voz alta, riendo cuando escuchó lo que parecía el aleteo de un colibrí—. Puedes acercarte más.
El colibrí pareció dudar antes de acercarse con lentitud, trayendo consigo el aroma picante de la canela mientras la intensidad del pino se fusionaba con su entorno, pasando desapercibido si no fuera por ese subtono de preocupación y curiosidad que hacía predominar la canela.
—Ya te dije que no muerdo a menos de que me lo pidas—se burló sin levantarse de su lugar en el pasto.
Escuchó sus pisadas presionar la hierba hasta que estuvo a un costado de él, separado por lo que parecía un metro de distancia, así que ladeó la cabeza en esa dirección y encontró lo que bien podría ser su propio milagro personal; su cabello estaba crespo y sucio, había manchas de sudor por su frente y en su camisa, aún usaba pantalones cortos después del ejercicio y sus rodillas parecían tener algunos cortes y manchas de tierra.
Y aún así hizo que el corazón de Hyunjin se acelerara y su lobo agitara la cola en un gesto de entusiasmo porque él estaba ahí, pertenecía a ese pequeño rincón que Hyunjin tanto protegía de los demás, su aroma se entrelazaba con el de las rosas, era como si el bosque se volviera mucho más grande y alejará aún más a Hyunjin de las personas que querían poner las manos en él, de un corazón roto o de un compañero a medias que no entendía que ya no era suficiente.
— ¿Por qué haces eso? —preguntó Seungmin con el ceño fruncido y la cabeza ladeada.
Hyunjin casi ríe, divertido, ¿sabría del increíble parecido que tenía con un cachorro cuando hacía eso?
— ¿Hacer qué? —preguntó en respuesta, confundido.
— ¿Por qué coqueteas conmigo de esa manera si tienes compañero?
El pelirrojo puso los ojos en blanco, fastidiado con la insistencia de Seungmin con ese tema, aunque también le sorprendía porque antes eso no fue un problema en otros alfas. Nunca les importó si Chan era o no su pareja oficial siempre que pudieran llevárselo a la cama, como si fuera lo mejor que pudiera pasarles, tener un privilegio.
Y muchos de ellos esperaron conseguir más sólo porque Hyunjin los encontró lo suficiente interesantes como para mantenerlos por una temporada, algunos hasta desafiaron a Chan de ser mejores alfas porque tenían a Hyunjin. Siempre como si fuera algo para poseer.
Si fueras mío no permitiría que nadie te pusiera las manos encima.
¿Era así? ¿Por eso insistía tanto con el tema de los compañeros? ¿Olería a algo más que rosas y miel para él?
—Bueno, dicho compañero está follando con tu amigo—murmuró, mirando de nuevo hacia el cielo—. Así que creo que puedo tomarme ciertas libertades, ¿no crees?
—Tú coqueteabas conmigo desde que llegué—recordó.
Lo sintió sentarse en el pasto a una distancia prudencial de donde Hyunjin se encontraba, lo suficiente lejos para una conversación pero lo demasiado cerca para poder estirar la mano y tocarlo, así que suspiró antes de incorporarse, acomodándose sobre el pasto para mirarlo de frente; estaba ahí recortado por rayos dorados del sol que se colaban entre los árboles que le rodeaban, acompañado de las pequeñas florecillas púrpuras y azules que creían entre el pastizal, con las rozas a su espalda, las margaritas a un lado y la lavanda del otro.
— ¿Por qué es tan relevante que lo haga? —preguntó mientras enarcar una ceja.
—Porque lo es—masculló, frustración haciendo que su aroma se volviera húmedo, como el bosque en medio de la tormenta—. No entiendo por qué nadie lo ve extraño. Dicen que son compañeros pero al mismo tiempo no se comportan como tales.
Sus palabras hicieron jadear a Hyunjin, llevándose una mano al pecho de forma dramática mientras lo miraba totalmente ofendido aunque su aroma después de todo, se volvía dulzón.
— ¿Estás juzgando mi vida privada, Seungmin? —cuestionó, escandalizado, haciendo que el alfa pelinegro lo mirara con ojos entrecerrados provocando risas divertidas en el omega—. Qué descaro, caballero, ventilar esas cosas en voz alta.
—Eres ridículo—se quejó, cruzándose de brazos y mirando bruscamente hacia un costado—. No estoy juzgando tu vida privada, sólo quiero saber los detalles. No soy partidario de ser un tercero en discordia.
—No tendrías qué preocuparte, tu amigo se te adelantó.
Seungmin se estremeció y eso pareció divertir a Hyunjin, mirándolo con ojos brillantes, prestando atención a cada gesto de él, en especial cuando sus orejas se tiñeron de un rojo tan profundo que parecían hacer juego con el cabello del omega.
— ¿Sabes que hay cosas que Chan nunca me niega? —habló de la nada, arrancando un par de briznas de pasto y comenzando a trenzarlas—. Este jardín, por ejemplo, o conseguir melocotones porque son mis favoritos.
— ¿Y eso qué tiene que ver?
—Los recuerdo en el séptimo piso—informó, mirándolo de reojo antes de seguir concentrándose en su tarea—. Te olí en esa ocasión, estabas en precalentamiento. Teníamos la vista en Dawson y días después Changbin nos notifica que era Jeongin, a quien vimos esa vez en el séptimo piso—sonrió por el recuerdo—. Y resulta que había otro alfa pegado a la cadera de Jeongin.
—Chan le dijo a Jeongin que me trajeron como un modo de hacer que se quede—recordó el alfa, confundido.
— ¿Sabes, querido? No siempre creas en todo lo que dice Chan—lo reprendió Hyunjin, mirándolo con una chispa depredadora en los ojos—. Las personas mienten para proteger a sus seres queridos, ¿no es así? Tal vez justo ahora Chan esté revolcándose con tu amigo, pero sé que si algo sucede el día de mañana, no dudará en sacrificarlo por mí.
— ¿Harías lo mismo por él?
—Mmm, creo que sí—murmuró, estirándose para tomar la mano de Seungmin, tirando de ella con fuerza hasta ponerla sobre su pierna y amarrarle la pequeña trenza de hierba que había hecho alrededor de la muñeca—. Aunque nunca he tenido algo que quiera más que a Chan, y sin embargo ahora parece que hice que me lo trajera incluso cuando él no quería—sonrió al ver la pequeña pulsera alrededor de la muñeca de Seungmin.
“No sé cuánto puedo decirte de mi historia sin que vayas corriendo a decirle a Jeongin y eso haga que Chan se enoje conmigo.
— ¿Sabes? Nos piden mucha confianza pero no creo que nos regresen algo.
Hyunjin lo miró fijamente, encontrándose reflejado en los orbes chocolatosos de aquellos ojos, sintiendo que fácilmente podría echar la cabeza hacia atrás y aullar con la misma ferocidad con la que Chan había hecho, esperando que lo escuchara, que ese vínculo que aún los unía se terminará por romper y así dejaría de sentir un eco de lo que él sentía.
¿Cuánto de esa dicha era suya y cuánto de Chan? ¿Cuánta de esa felicidad emanaba de Hyunjin y cuanta del alfa que se encontraba en casa? Hace bastante tiempo que se acostumbraron a ello que ahora deseaba separarse, aislar sus sentimientos porque la curiosidad, la esperanza que había en torno a la sola existencia de Seungmin era algo que Hyunjin quería mantener para él.
—Supongo que tienes razón—concedió el pelirrojo, aún manteniendo la mano de Seungmin entre las suyas—. Chan es un Alfa Prime y yo soy un Omega Prime, nuestros lobos son más agresivos, territoriales e imponentes que el estándar, no hay registro de nadie igual a nosotros. ¿Qué más explicación quieres de por qué somos compañeros?
—Suena ridículo pensar que serían compañeros sólo porque ambos son Prime—se burló Seungmin con un bufido, permitiendo que Hyunjin siguiera sosteniendo su mano.
— ¿NOVUS tiene una mejor respuesta para eso?
—NOVUS no ha estudiado el vínculo de compañeros simplemente porque no ha llegado a nosotros lo que eso implica—aclaró, encogiéndose de hombros—. Minho y Jisung parecen ser el único caso que pudiera existir de un apareamiento en toda la regla.
—Y son el claro ejemplo de que esas cosas no deberían de tomarse a la ligera—Hyunjin frunció el ceño, de pronto borrando toda diversión de su rostro—. Tal vez no confíen en nosotros, y no es tu culpa del todo, pero te aseguro que preferiría cortarme el cuello antes de ser marcado por Chan y que Heejoo se dé cuenta.
Seungmin apretó los labios en una tensa línea sin tener el impulso de defender a la doctora Yang, para sorpresa de Hyunjin pues Chan ya le había dicho que Jeongin siempre la defendía cuando intentaba hablar con él de las cosas que Heejoo podría hacer.
— ¿Por qué no me habían dicho sobre esto? —preguntó en tono jovial mientras conectaba los sensores en Chan y mantenía a Hyunjin al otro lado de la habitación—. Estoy muy decepcionada de ustedes dos.
Su aroma se volvió marchito al recordar el dolor, sus gritos en la habitación de al lado, su desesperación por escapar mientras Heejoo sonreía y registraba en una maldita gráfica cómo Chan reaccionaba al dolor de Hyunjin.
Cuando supieron que Minho y Jisung estaban vinculados de una forma mucho más física que ellos, se alarmaron de que Heejoo pudiera descubrirlo, después de todo sería capaz de volver a encerrarlos si en algún punto Chan marcaba a Hyunjin, pues hasta ahora no podían escapar de los exámenes así que no podrían ocultarlo jamás.
Recelaba de Jeongin por defender a esa mujer aunque Chan siempre intercedía porque ellos no sabían lo que hacía, y tal vez nunca lo harían…al menos él, porque cuando Hyunjin veía los ojos de Seungmin quería decirle toda la verdad y preguntarle si, tal vez, él también olía a algo más que rosas y miel.
—No la defiendes—murmuró, confundido.
— ¿Todo lo que diga será usado en mi contra? —preguntó Seungmin, divertido, haciendo reír a Hyunjin.
—Aquí no, al menos.
—Bueno, ya que me has dicho algo…que podría considerarse personal, aunque no dijiste mucho, debo admitir que la doctora Yang a veces tiene actitudes que no son de mi gracia—se encogió de hombros, restándole importancia—. Además que, para ella, soy algo más como una molesta distracción, perfectamente descartable—se burló—. Te aseguro que no me está buscando.
— ¿En serio lo crees?
—Soy más rápido que Jeongin—fue su respuesta, haciendo que Hyunjin lo mirara confundido—. Salía a correr antes, una vez a la semana, mientras estaba en NOVUS, suelo ser más rápido pero cuando intentamos escapar, deje que Jeongin fuera quien huyera.
— ¿Por qué?
—Porque sabía que sería el único que regresaría por mí. Seamos honestos, Luna, estoy aquí como una coacción para Jeongin, si no hace lo que Chan quiere, se la cobrará conmigo, ¿no es así?
Hyunjin no respondió en seguida, se dedicó a mirarlo en silencio durante unos segundos, viendo su cabello agitarse por la suave brisa como los pastizales, su aroma envolviéndolo, siendo tan fuerte, tan intenso que Hyunjin se sentía seguro después de todo, escondido, nunca nadie podría volver a encontrarlo.
Era él, no importaba que Chan estuviera seguro que no eran como el resto, que esas cosas no iban a pasarles porque eran diferentes. Ni siquiera tenía miedo de los riesgos que podría implicar respecto a Heejoo, sólo lo sabía, lo sentía. ¿Era esto lo que sintieron los demás cuando lo encontraron? ¿Seungmin sentiría lo mismo que él?
—Estás aquí porque le dije a Chan que te quería—informó Hyunjin, ojos brillando en luces plateadas, su lobo saliendo a la superficie a reclamar lo que le pertenecía—. No me importa lo que significas para Jeongin, estás aquí porque yo lo quería y Chan sabe que no podrá ponerte la mano encima si no quiere discutir conmigo—se inclinó hacia él, apretando con fuerza su mano mientras sonreía—. Te dije. Mi alfa siempre me da lo que yo quiero.
Hyunjin parpadeó, mirando por encima de su hombro, frunciendo el ceño y levantándose con un fluido movimiento, dejando que la mano de Seungmin cayera con delicadeza sobre el pasto, haciendo que la tomara y mirara la pequeña pulsera hecha de hierba que le había colocado, parecía tan frágil que ni siquiera se atrevía a tocarla.
— ¿Qué pasa? —preguntó, imitando a Hyunjin.
El omega estaba de pie entre los rosales con los brazos cruzados, su cabello rojo brillando como una llamarada entre las flores, despeinado y decorado con algunas briznas del pastizal entre mechones. Era alto y tenía hombros anchos aunque parecía tener un aspecto escuálido.
Se había puesto una sudadera que había estado colgada junto a la puerta antes de que hubiera salido por completo de la casa, parecía que le quedaba demasiado grande y, aún así, Seungmin seguía sintiendo que él era más, tan grande como los árboles, tan grande como todo el bosque reducido en una sola persona pero, a la vez, tan frágil como las rosas a sus costados.
Lo olió segundos después, la desesperación acompañada de uvas, menta y mermelada, el lejano sonido de ramas siendo aplastadas bajo las pisadas de alguien que se detuvo a metros de distancia, tan alejados que Seungmin tuvo que acercarse a Hyunjin para ver.
Jisung, Minho y Changbin se encontraban de pie a unos cinco metros de distancia de donde empezaba el jardín de Hyunjin, con el omega de pie en ese espacio marcando un límite para ellos.
Si se sorprendieron de ver a Seungmin a su espalda, mirando sobre el hombro del pelirrojo mientras sus dedos rozaban ligeramente el arbusto de rosas, lo disimularon bastante bien, o quizá era que lo que había sucedido era mucho más importante que cuestionar la presencia de aquel alfa en lo que consideraban el nido de Luna.
— ¿Qué pasó?
La voz de Hyunjin sonaba grave, tensa, perdiendo ese tono juguetón con el que siempre hablaba cuando se refería a Seungmin y en cambio volviendo a imponerse sobre todos ahí, su aroma envolviéndolos con feromonas calmantes y, a la vez, con una ligera preocupación que revolvió el estómago de Seungmin.
¿Chan y Jeongin estaban bien?
—Llegó un mensaje—anunció Changbin, tenso—. Irá a verlos al atardecer.
Eso pareció hacer que Hyunjin regresará a la vida, moviéndose como un rayo lejos de su jardín, corriendo por el bosque en dirección a casa seguido de cerca de Changbin y Jisung mientras Minho se quedaba ahí a esperar a que Seungmin saliera de su confusión, mirándolo con curiosidad.
— ¿Quién mandó un mensaje? —preguntó, confundido.
—La doctora Yang, claro.
Eso hizo que Seungmin corriera detrás de ellos, esperando obtener más respuestas.
…
Por términos de seguridad, que en realidad podría traducirse a control total de sus movimientos, NOVUS había aceptado que Chan y Hyunjin vivieran lejos de las instalaciones siempre que fuera en una de las pocas casas que quedaban de pie habilitada para su vivienda a una hora de las instalaciones.
No había seguridad, porque Chan lo había exigido, pero se encontraba lo suficiente cerca como para que de vez en cuando Heejoo se paseara por ahí para saludar, lo que en realidad era una manera constante de vigilarlos y asegurarse de que no estuvieran haciendo algo que ella desaprobaba.
Habían acordado enviar un mensaje, por si acaso ellos no se encontraban en casa ese día en un intento de “explorar” a los alrededores así que Heejoo estaba obligada a mandar un mensaje si no quería poner de malas a Chan, les daba el tiempo suficiente para que pudieran llegar a aquella casa a tiempo para fingir que vivían ahí sin problema.
El detalle estaba que Hyunjin nunca se reunía a solas con Heejoo, jamás, pero en ese instante Chan estaba…ocupado como para acudir, y no presentarse bajo la excusa de que estaban demasiado lejos como para llegar a tiempo no era posible después de que Jeongin desapareciera así que sólo había una opción.
—Estás completamente loco—exclamó Minho mientras Hyunjin bajaba las escaleras, perfectamente cambiado y peinado—. Es muy arriesgado, ¿y si te lleva?
—Quiero ver que lo intente—murmuró el omega, ajustando las hebillas de sus botas mientras terminaba de bajar—. Jisung irá conmigo, estaremos bien.
—Chan se va a enfurecer si se entera—susurró Changbin desde la entrada de la cocina, comiendo una manzana.
—No sé si lo escuchan—se burló Hyunjin, señalando el piso superior donde, lejanamente, se escuchaba el rechinar de un colchón y el golpeteo de la madera contra la pared—, pero creo que Chan está un poco ocupado para preocuparse.
—El alfa de Jeongin no lo va a dejar ir hasta que la rutina termine—asintió Seungmin, escondido junto a Changbin mientras miraba con atención a Hyunjin—. ¿La doctora Yang hace ese tipo de visitas a menudo?
—Dos veces al mes cuando mucho—asintió Minho, mordisqueando su pulgar con nerviosismo—. No me agrada mucho que la veas sin Alfa. Sé que puedes contra ella, pero es una perra, te subestima y si te lastimas, Chan se pondrá como loco.
—Sería la excusa perfecta, ¿no es así? —Hyunjin sonrió, acariciando la mejilla de Minho antes de caminar hacia la puerta.
Jisung bajó en seguida las escaleras, en su mano daba vueltas lo que parecía un cuchillo dentado táctico de color negro, brillando como obsidiana bajo la luz antes de guardarlo en su funda alrededor de la pierna.
Por regla general, Chan no consentiría que saliera sólo con Jisung en casos como ese, pero Hyunjin consideraba estrategia llevar a un solo hombre, que es capaz de lanzar un cuchillo de un extremo a otro y dar justo en el blanco, además que se esforzaría por sacarlos a ambos con vida sin ningún rasguño por temor a que Minho resulte herido por sus imprudencias.
Era el detalle con Jisung, no se le daba muy bien las órdenes si estas podían provocar un daño a su compañero en un intento de conseguir lo que se esperaba. Jisung anteponía su propia seguridad porque con ello garantizaba la de Minho, así que Hyunjin tenía consuelo en llevarlo con él.
—No hagas estupideces y vuelve a casa conmigo—le advirtió Minho con el ceño fruncido, tomando el rostro de Jisung con firmeza.
— ¿Cuándo he hecho algo estúpido? —Jisung lo sujetó de la cintura, besándolo bruscamente—. Me portaré bien, incluso cuidaré a Hyunjin.
Changbin hizo una mueca cuando el dulzor de sus aromas los sobrepasó, regresando a buscar a Felix mientras que Hyunjin suspiraba, mirando más allá de Minho y Jisung, hacia el pelinegro que lo contemplaba de forma nerviosa junto a la entrada de la cocina con una mano aferrada al marco.
Siempre era todo un acontecimiento tener que separar a Minho y Jisung aunque sea durante un par de horas, Hyunjin suponía que la ansiedad de lo que pudiera pasarle al otro mientras estaban separados los hacía besarse como si fuera la última vez, y era una de las cosas que Hyunjin no envidiaba de su marca, si es totalmente honesto.
Pero la luz pareció reflejarse en una pulsera hecha de pasto alrededor de la muñeca de Seungmin mientras le contemplaba con ojos de cachorro, llenos de curiosidad por lo que estaba pasando, su aroma parecía querer envolver a Hyunjin pero éste no podía permitirlo, por algo se había duchado a conciencia y conseguido ropa recién lavada, no quería llevar un vestigio de aroma que Heejoo pudiera reconocer.
—Jisung, vámonos—exigió, abriendo la puerta.
Jisung besó a Minho una última vez antes de seguir a Hyunjin, el omega acompañándolos hasta la puerta para verlos desaparecer por el camino en dirección a donde solían esconder los vehículos.
—Minho—Hyunjin regresó sobre sus pasos, mirando con ojos platinados al interpelado, haciendo que éste se tensara y sus ojos se encendieran violetas en respuesta—. Cuídalo .
Minho parpadeó, aturdido, y Hyunjin sólo se demoró un par de segundos antes de volver a alejarse por el camino de tierra, siguiendo a Jisung de cerca para perderse en la distancia.
Extrañamente, Minho entendió que no se refería a Chan.
…
Hyunjin detestaba esa casa.
Era de un solo piso, sólo había una habitación y un baño, una sala, un pequeño comedor y una cocina integral pintada de un verde menta sucio que le provocaba la sensación de estar en un ala médica o un manicomio.
Es claro que aquella casa estaba diseñada para una pareja, más que nada debido a la falta de espacio, y quizá era una de las miles de razones por las que Hyunjin la detestaba más allá de las rústicas decoraciones que le hacían arrugar la nariz cada vez que tenía que volver.
—Ponte esto mientras estás aquí—exigió Hyunjin, dándole a Jisung su chaqueta mientras se adentraba a la casa y comenzaba a perfumar el lugar—. Abre todas las ventanas, enciende la luz del pasillo.
Jisung obedeció sin rechistar, sabiendo que todas esas eran medidas para camuflar la falta de uso del lugar; Heejoo era una beta, sus sentidos eran desarrollados por encima del humano que no enfermó, pero no tan agudos como los de un alfa y mucho menos que los de un omega como Hyunjin, así que sería sencillo engañarla. No obstante, no estaba arriesgándose a que oliera a Jisung por lo que le dio su chaqueta para disfrazar el olor.
El lugar era frío, les tomaba al menos quince minutos convertirlo en un hogar aparentemente funcional así que Hyunjin se puso a revisar los anaqueles y la nevera, tirando lo que estaba echado a perder y colocando hasta el frente lo de mejor aspecto.
NOVUS les enviaba un lote de suministros dos veces al mes con cosas que eran difíciles de conseguir como el café, productos enlatados y ese tipo de cosas. En un principio quisieron llevarse todo a la casa grande, pero Changbin los frenó ya que sería extraño si en las visitas de Heejoo ella se daba cuenta de que no tenían nada.
Comenzaron llevándose el café y algunos productos enlatados, incluso trajeron algo de fruta y mermeladas que hacían de su propia cosecha para llenar los anaqueles. Heejoo también les daba pan, harinas, pastas, papel de baño y hasta cajas de pasta dental junto con cepillos. Cosas para baño, los esenciales que Hyunjin y Chan se llevaban a la casa grande y dejaban muy poco en aquel lugar.
—Deberíamos venir a cortar el pasto a lo largo de la semana—señaló Jisung al volver—. No parece alarmante, pero si vuelve a venir llamará la atención.
—Lo sé, hemos estado concentrados en los recién llegados estos días que se me olvidaban las visitas—asintió Hyunjin, apartándose el cabello del rostro mientras sacaba una tetera de uno de los gabinetes y la llenaba en el grifo—. Tenemos exámenes en un par de semanas.
—Deberías pedirle parches bloqueadores—sugirió el castaño, alcanzando una manzana de la mesa, mirándola de todos los ángulos antes de darle el visto bueno y morderla—. Aún huelo a Seungmin en ti.
—Nada que un paseo por el bosque no pueda disimular—murmuró, encendiendo la estufa y poniendo la tetera en el fuego—. Lo he pensado pero creo que sería sospechoso. Quizá ustedes puedan robar algunos en una de sus andanzas.
—Pff, ni siquiera sé cómo Chan consiguió los supresores—murmuró Jisung con la boca llena de manzana, mirando a Hyunjin—. Parecías enojado por ello—el omega se encogió de hombros—. ¿Te molesta que le guste Jeongin?
—Sería un poco hipócrita de mi parte, ¿no lo crees? —se burló, cruzándose de brazos mientras se recargaba contra la encimera, cerca de la estufa.
—No se destacan por ser convencionales, precisamente—Jisung imitó su posición contra el refrigerador, manteniendo la manzana en una de sus manos—. Minho dijo que le contó a Jeongin cómo nos conocimos, creo que por eso tuvo pesadillas anoche.
—Seguro ya se lo dijo a Seungmin—adivinó.
—Sí, ambos parecen bastante interesados con la idea de que sean compañeros pero se comportan diferente. Algo sobre monogamia—Jisung se encogió de hombros, dándole otro mordisco a la manzana—. ¿Les dirán en algún punto?
—No lo sé—admitió en voz baja, apretando los brazos a su alrededor con fuerza—. Jisung, ¿si te digo algo me creerías?
Jisung guardó silencio, siendo objeto de atención por los ojos grises de Hyunjin desde el otro extremo de la pequeña cocina.
Era extraña la forma en la que ellos encajaban a pesar de ser tan distintos, sentía que era lo más cercano que tenía a un mejor amigo a pesar de convivir más tiempo con Minho, y era principalmente porque Jisung no lo trataba con pinzas o como si fuera algún tipo de realeza, sólo eran dos idiotas que se molestaban el uno al otro antes de sucumbir a las risas, quien se aseguraba de llevarle flores silvestres a Minho sabiendo que Hyunjin conseguiría las semillas cuando éstas se secarán.
Sabía que nunca lo juzgaría, en especial porque conocía toda su historia, al pie de la letra sin secretos ni traumas disfrazados con otras cosas. Fueron los primeros miembros de su manada, sería ilógico que no lo supieran.
—Puedo creer casi cualquier cosa que me digas—consoló el alfa, sonriendo con confusión—. ¿Es sobre Seungmin?
— ¿Cómo lo sabes?
—Mi olfato no es tan malo, ¿sabes? Todos pueden olerte cuando él entra a la habitación—se burló, terminándose la manzana antes de arrojarla a un pequeño cesto de basura junto al fregadero—. Eso sin mencionar que estaba en tu jardín. Ni siquiera dejas que Minho se acerque.
—Cuando lo vi por primera vez fue como oler el bosque, Jisung.
—Bueno, tiene sentido—asintió el castaño, peinándose el cabello hacia atrás—. Huele a una especie de pino bastante fuerte, aunque la canela lo hace algo molesto.
—No, Jisung, no es…no así—Hyunjin sacudió la cabeza y lo miró con ojos brillantes y el rostro ruborizado—. Era como oler el bosque completo; con montañas, helechos, riachuelos y raíces, la tierra. Era todo un bosque.
Jisung parpadeó, un jadeo de sorpresa escapando de sus labios mientras lo miraba en completo shock.
Él entendía, Hyunjin lo sabía, podía verlo en el brillo de sus ojos al recordar su propia experiencia la primera vez que olió a Minho, aunque también podía sentir su preocupación por lo que sea que eso significara porque eso quería decir que tal vez algo había salido mal en los planes de NOVUS, algo estaba mal en la evolución de la especie humana, quizá una cosa que no lograrían a comprender jamás hasta que la experimentaran de primera mano.
Pero no hubo tiempo de decir nada, Hyunjin lo escuchó en la distancia, aún lo demasiado lejos como para que Jisung pudiera apreciarlo, pero fue suficiente para alejarlo de la encimera.
—Ya viene—anunció, sobresaltando a Jisung—. Escóndete en la habitación, tiene prohibida la entrada porque es nuestro nido.
— ¿Cómo te voy a cuidar ahí encerrado? —gruñó Jisung, dudando en la sala.
—Lo sabrás, me aseguraré de ello—lo tranquilizó, acariciando su mejilla antes de empujarlo hacia el pasillo que daba a la única habitación—. Anda, Minho me matará si algo te pasa.
Jisung se quedó de pie un segundo más en el pasillo y Hyunjin sonrió al sentir su preocupación, la silenciosa súplica de mantenerse a salvo, sólo hasta ese momento dejaba salir lo asustado que se encontraba porque aquella era una situación arriesgada. Si algo pasaba, Minho sufriría las consecuencias y era probable que Chan se volviera loco.
Hyunjin le sonrió para tranquilizarlo, y parecía que en ese momento Jisung distinguió el rugido del motor de dos camionetas en el camino por lo que se apresuró a encerrarse en la habitación mientras Hyunjin tomaba un cuaderno de uno de los muebles del lugar, un lápiz y regresaba a la cocina.
En ella había una pequeña mesa de tres sillas algo desgastadas, al menos una se balanceaba precariamente sobre una de sus patas, pero parecía ser funcional. Dejó el cuaderno sobre la mesilla junto con el lápiz y volvió a abrir uno de los gabinetes, tomando dos tazas de cerámica, de otro gabinete sacó un frasco lleno de bolsitas de té que le sorprendía su existencia pero no había querido preguntar cómo es que Heejoo las había conseguido.
Colocó sólo una en una taza y después de apagar la estufa, tomó un trapo para tomar la tetera y verter el agua caliente. Ignoró la forma en la que las luces de las camionetas lo iluminaron a través de las ventanas, apenas si prestó atención al ruido de botas pisando el jardín, de los olores que comenzaban a rodearlo.
Colocó la taza de té junto al cuaderno y se dejó caer en la silla, abriendo el cuaderno y tomando el lápiz, deteniéndose en la primera hoja en blanco que encontró y comenzando a dibujar de manera aburrida las flores que había cortado el día anterior. Sonrió ladinamente, permitiendo que el ruido del grafito sobre el papel disfrazara el sonido de los tacones al otro lado.
Tres guardias atrás, dos a cada costado, cuatro junto a la puerta. ¿Tanta seguridad por una visita de cortesía?
La escuchó, suave y gentil, un par de toques en la puerta que pretendían ser educados antes de que la abriera sin esperar a que Hyunjin fuera a recibirla, después de todo Heejoo siempre se había dado demasiadas libertades en lo que a la privacidad de ellos respecta.
Tic, tic, tic, el sonido de sus tacones sobre el suelo parecía provocar una respuesta pavloviana en Hyunjin, queriendo correr a esconderse o, en todo caso, parándose derecho y esperando a que las agujas penetraran su piel. Chan odiaba que Heejoo se reuniera a solas con Hyunjin, o que le hicieran exámenes por separado, habían acordado que él siempre estaría presente porque no confiaba en ella, lo dejaron bastante claro cuando prefirieron escapar y hacerla luchar por encontrarlos.
Y es extraño, dicen que uno debe respetar la mano que les da de comer, pero hace bastantes años que Hyunjin ha querido morder la mano de Yang Heejoo.
Era menuda y regordeta, tenía grandes mejillas y ojos redondos, siempre usaba trajes impecables que parecían quedarle a la perfección, sólo cuando asistía a esas visitas usaba tacones ya que parecían un fastidio en su trabajo; su cabello siempre se encontraba sujeto en un apretado moño a la altura de la nuca, y siempre lo miraba con esa sonrisa de madre manipuladora que iba del orgullo a la decepción que hacía su piel estremecer.
Emanaba un débil aroma a naranjas, apenas lo suficiente fuerte para delatar que era una humana con casta, y tan fresco que te hacía bajar la guardia porque ella era agradable, se preocupaba por todos, buscaba una solución para la enfermedad. Sin embargo, Hyunjin era lobo en un 89%, más de lo que ella sería, así que podía distinguir a los suyos incluso si usaban una piel de cordero para pasar desapercibidos.
Heejoo sonrió al verlo, sus dientes reluciendo bajo la luz de la cocina mientras entraba en el pequeño espacio, Hyunjin manteniéndose en su lugar en la silla con el lápiz presionando contra la hoja, dejando de dibujar mientras le miraba fijamente, sintiendo que era acechado por la forma en la que Heejoo se paseaba por la cocina mirando todo con atención, abriendo los gabinetes para sacar el frasco de café, llenando la segunda taza con agua caliente.
—Hyunnie, cariño, siempre es agradable verte—saludó con voz cantarina, divertida.
Hyunjin no respondió, por el contrario sintió que sus ojos se llenaban de esa luz plateada que caracterizaba a su omega, quería mostrarle los dientes, gruñir, lanzarse sobre su espalda y desgarrarle la piel, devolverle cada una de las cosas que le hizo por años y disfrazó por el bien de la ciencia y la preservación humana.
Se obligó a mantener la calma, respirando con profundidad, sintiendo la ansiedad de Jisung emanar desde la habitación así que si notaba que estaba alterado era capaz de salir y terminar con esto de una sola vez. Sería tan fácil que podía saborearlo mientras Heejoo se preparaba el café.
Liberaría sus feromonas, tomaría a los guardias y doblegaría su voluntad para que hicieran lo que él deseaba, permitiría a Jisung salir de la habitación y dejar que corte el cuello de Heejoo con su cuchilla dentada y luego se irían juntos, dejando el cuerpo de la mujer en ese lugar desangrándose sin que a nadie le importe.
Suspiró, dejando que su lobo se calmara al pensar en todo lo que tenía que perder por una imprudencia, la manada que protegían en casa; tenía que pensar en Minho y su huerto, en Changbin y su risa que llenaba el lugar, en Felix y el aroma de las galletas que hacía cuando estaba estresado, en Jisung y las flores que traía a casa.
Pensó en Chan, tan fuerte e imponente, siempre protegiéndolos hasta el desvelo, asegurándose que nunca nadie volviera a lastimarlo, dándole un huerto, una casa, un jardín.
A Seungmin.
Cuando Heejoo volvió para sentarse en la silla frente a él, Hyunjin la miraba con ojos grises carentes de emoción alguna, un bosquejo de unos lirios del valle en la hoja de su cuaderno mientras la fuerza con la que había presionado el lápiz había dejado una mancha de grafito cerca del tallo.
— ¿Cómo has estado? —preguntó la mujer como si estuviera poniéndose al corriente con un viejo amigo.
—Bastante bien—la voz de Hyunjin era profunda, el lobo acechando bajo la superficie.
Odiaba que Heejoo no se dejará intimidar por lo que era, después de todo ella sabía lo que era capaz de hacer aunque Hyunjin tenía la certeza que aún no sabía su alcance.
— ¿Dónde está Chan? —miró alrededor, interesada—. Necesitaba ver cómo están ambos.
—Chan fue a cazar—las mentiras salían con naturalidad de sus labios y sin vestigios en su aroma, manteniendo el tono informal mientras bebía de su té—. Le dije que quería carne para la cena, pero a veces olvido que llega hasta tarde. Se perdió tu mensaje.
Heejoo parecía brillar ante sus palabras, como si la idea de Chan comportándose como un verdadero lobo alfa fuera emocionante.
—Es un buen proveedor, el mejor de todos los alfas—asintió, complacida, colocando sus manos entrelazadas sobre la mesa, manteniendo su taza de café entre ellas—. ¿Te está cuidando bien? ¿Es bueno contigo? Sabemos que Chan puede ser-
—Chan nunca haría algo que me lastimara—la cortó, un gruñido atorado detrás de sus dientes en una advertencia—. No hables de él así.
—Hyunjin, cariño, sólo estoy asegurándome de que ambos se encuentren bien—se disculpó, agitando una mano en el aire antes de regresarla a su lugar para mantener esa dulce sonrisa de una madre preocupada—. Los últimos exámenes salieron bastante bien y temo decir que sea mi desconcierto.
Comenzaba a sospechar a donde iba el asunto, y en parte maldecía tener que lidiar con ello a solas.
Nunca se reunía con Heejoo sin que Chan estuviera de por medio, en especial porque el alfa odiaba la idea de aquella mujer tan cerca de Hyunjin después de todo lo que les había hecho. A veces parecía olvidar que fueron ambos los que pasaron las mismas cosas, pero suponía que era el instinto protector de alfa de Chan en relación con el omega de Hyunjin.
— ¿Por qué sería malo que salieran bien? —preguntó Hyunjin con verdadero interés, regresando su atención a su dibujo—. De todas formas, tenemos pruebas en unas semanas, ¿no podías esperar?
—Tienes exámenes en dos semanas y tus celo es en tres—recordó Heejoo, haciendo que Hyunjin suspirara—. Sé que no te gusta, pero sabes lo que significa, querido. Me alegra que Chan no esté, así podremos hablar de estas cosas sin que un tonto hombre alfa nos interrumpa. Sé que suele ser incómodo.
—Es incómodo porque es un tema que no me gusta—le respondió, mirándola con molestia—. Acepté en un principio pero nada ha sucedido.
—Y eso es lo que me preocupa, Hyunjin—Heejoo mantenía la calma, inclinándose sobre la mesa para acercarse a él—. Estamos bastante preocupados.
La odiaba.
Odiaba tanto que luciera tan linda y amigable.
Odiaba que su voz sonara con el cansancio de una madre que explica a un niño que no puede comer tierra porque le haría daño, como si Hyunjin fuera un niño que aún no se conoce a sí mismo, rodeado de paredes blancas y sin idea de cómo luce afuera.
No debió asistir sin Chan, debió arriesgarse a dejar solo a Jeongin, ¿no se supone que Hyunjin era más importante? ¿Que aquella causa era primordial y no necesitaban distracciones? ¿Cómo es que Chan aún no se había dado cuenta de que se había ido? Quería aullar, tan fuerte que rompería las ventanas en miles de astillas de vidrio, que las aves en el bosque emprenderían el vuelo y Chan lo sentiría en sus huesos y no tendría más opción que ir por él.
Pero suponía que, si lo hacía, le estaría dando el gusto a Heejoo, así que se mantuvo en su lugar con clara molestia desfigurando sus rasgos mientras la fingida preocupación de la mujer estaba ante él.
Las naranjas nunca cambiaban, siempre dulces y frescas, a jugo recién exprimido, frutos que cortaban del árbol a primera hora de la mañana. Ni siquiera dejaba un vestigio de amargura o acidez de molestia. Era tan plano que hacía a Hyunjin ponerse de los nervios.
— ¿Lo estás? —preguntó Hyunjin, ladeado el rostro hacia un costado—. ¿O sólo estás molesta porque no estás obteniendo lo que deseas?
—Ya están en óptimas condiciones—respondió Heejoo, poniéndose a la defensiva—. Ha pasado un año desde que te dejamos de administrar los anticonceptivos, Hyunjin, y Chan pasa contigo tus celos. Ninguno es estéril, lo hemos asegurado.
—Quizá no tenemos tanta suerte—murmuró, encogiéndose de hombros—. ¿No dicen que hay parejas a las que se les dificulta concebir?
Pudo apreciar el débil destello anaranjado del lobo de Heejoo en sus ojos haciéndolo sonreír, buscando cualquier excusa para liberar a su lobo, llenarla de tantas rosas que florecerían en sus órganos y explotarían su corazón, haría que los guardias que estaban afuera se encontraran enredados en filosas espinas y la miel se espesara en sus vías respiratorias hasta asfixiarlos.
Mirando por encima del hombro de Heejoo, más allá de la sala y el pasillo, vio la puerta de su habitación abrirse en completo silencio, apenas una ranura, y vio un par de ojos rojos mirando desde el interior, casi a la altura del suelo, seguro se había puesto a gatas al notar los guardias de la parte trasera.
Sin embargo, el vistazo de Jisung fue suficiente para que Hyunjin se calmara, dejándose caer contra el respaldo de la silla para alejarse todo lo que podía de Heejoo y así no arrancarle los ojos del rostro.
—Ustedes no deberían tener problemas para eso—lo reprendió, sólo entonces Hyunjin pudo oler su frustración—. Son compatibles, las pruebas concuerdan, se relacionan libremente y están sanos.
—Pero no hay bebé aquí—murmuró, señalando su vientre—. Hemos pasado todas las pruebas, aceptamos cada una de ellas. Tal vez algo esté mal.
Heejoo gruñó, frustrada.
Hace un año, ella había hecho una serie de pruebas y, con una sonrisa, se plantó ante ellos en aquel cuarto familiar y les dijo que había llegado el momento en el que deberían tener un bebé.
Se negaron en rotundo, como es obvio. Hyunjin y Chan tenían tantos planes por debajo de las narices de Heejoo y un bebé los condenaría, en especial porque sabían que sería el clavo en su ataúd y la mujer se aseguraría de volver a encerrarlos en las instalaciones bajo la excusa de monitorear el embarazo, luego al bebé, y quizá Hyunjin jamás lo conocería tal y como habían hecho con ellos.
Le habían disparado a Chan con esas malditas pistolas de descargas cuando se enfrentó a Heejoo, tuvieron que recurrir a siete alfas para someterlo y sólo con la idea de que fuera lastimado ante sus ojos como antes, Hyunjin accedió a que le quitaran los anticonceptivos. Después de todo, ya habían aceptado que eran temporales, sabían que en algún punto Heejoo querría que se reprodujeran para saber qué saldría de ellos y habían acordado idear planes para evitar un bebé.
Pero no había preservativos que no estuvieran monitoreados por NOVUS, ni siquiera condones, y el celo de Hyunjin era el mes siguiente. Vivió con un nudo en la garganta durante los primeros tres meses antes de que le volvieran a hacer los exámenes y confirmaron que, definitivamente, no estaba embarazado. Heejoo pareció algo molesta pero decidió esperar a la rutina de Chan, obteniendo el mismo resultado.
No sabían si era una especie de milagro o una señal, pero conforme cada prueba arrojaba un negativo mientras que su nivel de fertilidad seguía perfecto, Hyunjin comenzó a relajarse, sintiendo que no importaba los intentos de Heejoo, no habría un bebé. Y no entendía cómo, ni siquiera sabría explicarlo, pero eso pronto se volvió una cosa sin importancia en todas las demás que eran importantes actualmente.
— ¿No has tenido abortos espontáneos?
Su pregunta, algo brusca, sobresaltó a Hyunjin, que seguía manteniendo una mano sobre su vientre, como si intentara proteger esa parte de él que lo estaba condenando a ser el conejillo de indias de Heejoo, aunque su lobo gruñía recordando que lo han sido durante toda su vida.
—No—gruñó, pasándose la otra mano por el cabello—. ¿Qué sigue? ¿Entrarás al baño a revisar? ¿Me harás un ultrasonido con fibra óptica?
—Hyunjin, cielo, entiende que esto es alarmante de por sí—lo consoló Heejoo, volviendo a su dulce sonrisa de comprensión—. Ustedes son la pareja perfecta, no es normal que en un año no hayan concebido.
—A las personas les pasa—gruñó, frustrado—. Tener un bebé no es fácil. De todas formas, ¿a qué se debe la urgencia? ¿Sólo viniste a asegurarte que ya le abrimos encargo a la cigüeña?
—Han sucedido cosas.
De pronto, Heejoo volvía a tener esa apariencia profesional digna de una directora del único laboratorio en el mundo que seguía funcionando; sabía que la gloria de NOVUS partía, principalmente, porque ellos estudiaban a profundidad el Lobo Interno, además que las medicinas que habían desarrollado en el último tiempo habían sido exitosas.
A veces era impresionante todo lo que Heejoo había conseguido sola, y en otro contexto tal vez Hyunjin pudiera admirarla por su trabajo, pero como el dichoso trabajo era la razón por la que ahora la odiaba entonces se reservaba las opiniones.
— ¿Qué cosas? —mantuvo un tono desinteresado, volviendo a alcanzar su taza de té para beber.
La puerta de la habitación se había vuelto a cerrar cuando Hyunjin se calmó, no sabía qué tanto estaba escuchando Jisung pero esperaba que lo mantuviera entre ellos al volver a casa, Chan se cabrearía mucho si de pronto toda la manada sabía lo que Heejoo les hacía para dejarlos tranquilos.
—Hubo una especie de ataque en las instalaciones—murmuró Heejoo, suspirando mientras se tallaba la frente, agotada—. Creemos que son infectados de Rabia que aún no se consumen por completo por el animal. ¿No han notado nada extraño por aquí?
Hyunjin hizo un mohín, sacudiendo la cabeza como si no pudiera comprender que algo así pasara cuando todo iba bien. Dejó la taza en la mesa y volvió a tomar el lápiz comenzando a dibujar alrededor de los lirios del valle, trazando líneas de forma distraída, un par de ojos brillantes, una pequeña sonrisa tímida, manos entre las suyas con una pulsera de pasto alrededor de su muñeca.
—Los aromas mantienen a las Manadas lo bastante lejos de nosotros—informó encogiéndose de hombros—. Se acercan curiosos, pero nunca demasiado. ¿Buscaban algo en tus instalaciones?
—No sabemos con exactitud. Quiero que tengan cuidado—suplicó Heejoo, extendiendo un brazo sobre la mesa y colocando con delicadeza su mano sobre la de Hyunjin, deteniendo su dibujo—. No sé qué buscan o qué quieren, se llevaron a dos de mis principales investigadores y no puedo permitir que algo les pase a ustedes.
La forma en la que apretó los dientes y su aroma, por primera vez en años, se volvió amargo hizo que Hyunjin se sobresaltara; Heejoo siempre se aseguró de mantener esa máscara de carisma, de ser una dulce madre que orienta y se preocupa por tu bienestar, quizá es la razón por la que les tomó tanto tiempo verla como lo que realmente era.
Pero en ese momento era como si ya ni siquiera le importaran las fachadas, apretando con fuerza la mano de Hyunjin mientras el destello anaranjado de sus ojos hacían que los colmillos del omega picaran en sus encías, amenazando con mostrarse y gruñir si aquella mujer no lo soltaba.
La puerta al fondo del pasillo volvió a abrirse, ojos rojos mirando, una figura agazapada lista para lanzarse si Hyunjin lo necesitaba.
— ¿Querrán medicina? —intentó adivinar.
—Imposible, Jeongin sólo hace las bases de ello, el medicamento lo procesan en otro departamento—informó, frustrada—. Necesito que me digan cualquier cosa, por pequeña que sea. Si saben algo que nosotros no, podrían venir a buscarlos a ustedes ahora que entrar a NOVUS no les fue un problema. Es muy riesgoso que estén fuera de las instalaciones ahora, ¿crees que Chan acceda a moverse más cerca?
— ¿Que vivamos más cerca? —se mofó Hyunjin, soltándose de su agarre—. Sí, buena suerte convenciéndolo.
—Es por tu seguridad, Chan no se arriesgaría-
—Siempre dices que Chan es el mejor alfa de todos, ¿no es así? —la interrumpió, cruzándose de brazos y enarcando una ceja—. Necesitas casi 10 de tus hombres para someterlo, ¿en serio crees que él se toma a juego mi seguridad? —se inclinó hacia el frente, permitiendo que su aroma llenará el lugar.
Salvaje, asfixiante, miel deslizándose en su boca, tan dulce, tan pegajosa, hacía que fuera difícil despegar los labios para formar una sola palabra. Porque sin importar cuánto poder pudiera tener Heejoo, ahí era una simple beta y Hyunjin el Omega principal, tan fuerte como su alfa y ella lo sabía, pero tal y como Minho dijo, tenía la mala costumbre de subestimarlo.
Su cabello brilló bajo la luz como una llamarada, sus ojos mostraron el lobo que tanta admiración le causaba a Heejoo, y pudieron apreciar con satisfacción que ni ella era inmune a eso, con ojos naranjas, su mandíbula tensándose mientras luchaba por no desnudar el cuello en señal de sumisión.
—Vas a tener que llevarme en pedazos si quieres que regrese—advirtió Hyunjin, y Heejoo pudo saborear la amenaza en la lengua—. ¿Algo más que quieras discutir?
Se alejó de ella, calmándose y volviendo a dejar que su aroma se volviera ligero mientras Heejoo respiraba profundo, seguramente molesta porque Hyunjin hiciera algo así.
Vio sus ojos deslizarse hacia el cuaderno de dibujo, tomándolo y girándolo en su dirección para contemplar con detalle lo que había hecho a lo largo de esa conversación; no era sorpresa que Heejoo tuviera cierta admiración por su arte, después de todo había logrado conseguir algunos cuadros para decorar su oficina y, a cambio, le seguía regalando pinturas y todo tipo de materiales para dibujar.
—Sólo que tengan cuidado—murmuró, mirando fijamente el dibujo—. ¿Dibujaste a Chan?
Sólo entonces Hyunjin sintió que el estómago se le caía a los pies, luchando contra el impulso de arrebatarle el cuaderno y esconderlo, manteniéndose tranquilo.
—Sí, salimos a pasear por la mañana—mintió, aburrido—. Tendremos cuidado entonces.
—Por favor—suplicó, levantándose—. Ya tengo muchos problemas en el trabajo, aún no encuentro a mi hijo y lo que menos necesito es que los lastimen a ustedes—se inclinó y, en contra de toda la voluntad de Hyunjin, presionó un beso sobre su frente—. Llamen si necesitan o ven algo, cualquier cosa.
Se fue por donde había venido, el tic, tic, tic de sus tacones acompañándola hacia la salida mientras Hyunjin se quedaba ahí sentado largo rato, sabiendo que primero se iría ella y veinte minutos después toda la escolta, por si acaso.
Frente a él seguía su cuaderno de dibujo y un café sin beber, el débil aroma a naranjas quedándose como una suave nube a su alrededor mientras el eco de las últimas palabras de Heejoo aún resonaba en la cabeza de Hyunjin.
…
Era bastante tarde cuando volvieron a casa, Hyunjin caminaba a larga zancada por el sendero hasta llegar a ella, Jisung siguiéndolo de cerca sin decir ni una palabra.
Los dos se deslizaron en completo silencio, seguro Minho estaba en el piso superior dando vueltas en la habitación hasta que Jisung llegara, y tendrían un momento antes de que el omega bajara a buscarlo si su alfa no subía de inmediato, pero ni siquiera se deshicieron de los abrigos y, por lo tanto, caminaron frenéticamente hacia la puerta en la cocina.
Las rosas florecían, se cubrían de miel y algo más, era como ahogarse en agua mientras una amalgama de emociones apretaba su pecho, ¿la felicidad al fondo era suya? ¿La desesperación era de Chan? ¿La frustración y la excitación? ¿Qué tanto era suyo y qué tanto era de su compañero? ¿Siquiera se daba cuenta de todo lo que estaba pasando o estaba demasiado distraído como para importarle?
Caminó entre los pasillos hasta llegar al indicado, Jisung de cerca con el ceño fruncido, la menta en su aroma ardiendo con fuerza. Minho lo sabría, que algo estaba pasando, bajaría como un rayo si Jisung no se controlaba.
Tuvo la decencia de dar un par de toques antes de entrar a aquella pequeña habitación, tirando de Jisung con él.
—Changbin, ve arriba—ordenó, la boca llena de dientes.
Changbin, que estaba sentado en el regazo de Felix mientras éste le enseñaba cómo codificar algo, se levantó de un salto, mirando con sorpresa y alarma los rostros impasibles de Hyunjin y Jisung de pie junto a la puerta.
— ¿Sucedió algo?
—No. Sólo largo—ordenó Hyunjin, señalando la puerta, histérico—. ¡Ahora!
Hyunjin rara vez usaba la voz de mando, en especial porque se suponía que los omegas no tenían una pero, claro, Hyunjin no era como el resto así que su voz provocaba la misma reacción que la de un alfa, haciendo que Changbin se apresurara a obedecer mientras Felix se quedaba quieto en la silla, confundido.
Jisung cerró la puerta detrás de Changbin, e incluso colocó el seguro antes de volver a donde Felix se encontraba.
— ¿Qué sucede? —preguntó, preocupado.
—Necesito que investigues a fondo a Jeongin—ordenó Hyunjin, sujetando el respaldo de la silla de Felix para girarlo de cara al monitor, inclinándose sobre su hombro mientras miraba las pantallas—. Todo de él, Felix, no un expediente cualquiera, quiero hasta registros dentales, a qué edad se presentó, todo.
— ¿Por qué? —murmuró mientras comenzaba a teclear—. Puedo hacerlo pero hasta cierto punto antes de que noten que estoy en su sistema.
— ¿Estás seguro de esto, Hyunjin? —preguntó Jisung desde el otro lado de Felix—. Sabríamos algo si es verdad.
—La escuchaste—recordó con ojos llenos de la luz de la luna—. Fue un accidente, no creo que se haya dado cuenta, y eso explicaría por qué visita su habitación continuamente.
— ¿La doctora Yang? —preguntó Felix mientras, por su rostro, se deslizaban lo que parecían cientos de programas y algoritmos en letras que solo él entendía—. Regresó hace rato, se encerró en su oficina.
—Dijo que habían secuestrado a su hijo—aclaró Jisung, haciendo que Felix lo mirara alarmado—. Algo así dio a entender. Hyunjin está seguro que se refiere a Jeongin.
Miró al interpelado, que contemplaba con familiaridad los códigos que Felix había deslizado, como ahora estaba esperando una respuesta del algoritmo para que le arrojara todo lo que tuviera que ver con Kim Jeongin en el sistema de NOVUS, también añadiendo Heejoo e Hijo después de que Jisung hablara.
Ese solía ser su trabajo antes de que Felix apareciera, y parecía ser mucho más rápido que Hyunjin pues en cuestión de meses había logrado ingresar a Jisung y Changbin al sistema para que se hicieran pasar por el personal y nunca los descubrieron, era una joya encontrada y Chan siempre agradecería al destino por lo que fuera que hiciera que se encontrara con Changbin.
— ¿Cómo sabes que no es Seungmin? —preguntó el rubio con verdadera curiosidad—. ¿O especificó a Jeongin?
Jisung miró a Hyunjin, delatando su curiosidad, y lo pensó durante un momento, en especial por la forma en la que Heejoo había visto su dibujo.
—Además que, para ella, soy algo más como una molesta distracción, perfectamente descartable. Te aseguro que no me está buscando.
—No es él—aseguró con convicción.
—Si estás tan seguro—Felix se encogió de hombros—. Esto podría tomar unas horas, tal vez tenga algo al amanecer.
—Perfecto—Hyunjin le acarició el cabello—. Ni una palabra a nadie. No Minho, no Changbin y, sobre todo, no Chan.
Los dos alfas lo miraron, alarmados, las réplicas en la punta de la lengua porque Hyunjin les estaba pidiendo imposibles; iba en contra de su naturaleza esconderle cosas a sus compañeros y, peor aún, iba en contra de la manada omitir información importante al alfa.
—Pero Alfa-
— Dije a nadie, Jisung —advirtió, mostrando los colmillos—. Y no te lo pido como tu amigo.
Los dos alfas asintieron, agachando la cabeza y desnudando la garganta. Hyunjin los acarició ambos en la tersa piel del cuello antes de calmarse.
Chan la había cagado y en grande.
Notes:
Me cae super mal la Heejoo, les juro que apenas habla y ya le quiero pegar, pero TREMENDO CHISME NOS ACABAN DE SOLTAR, NO SÉ QUE HACER CON TANTA INFORMACIÓOOOON, esa vieja se me apareció y pensé que la había cagado pero en realidad me resolvió media trama jeje
las cosas comienzan a cocinarse y de verdad que no puedo con mi emoción!!! Y espero que esto les haya gustado, no creo que les haya volado la cabeza como a mí (o tal vez sí, de ser así podemos gritar juntes y hacer teorías) ya podemos ver un poco de destellos del pasado de Hyunjin y Chan con NOVUS, aún hay como huecos pero ahora me hace preguntarse quién le dirá primero a quién, si Hyunjin a Seungmin o Chan a Jeongin, ¿y qué hará Hyunjin con la nueva información? AYNO, YA EMPECÉ MI DESMADRE
Bueno, de todas formas, MUCHAS GRACIAS POR LEER y por todos sus comentarios, aunque a veces olvido responder creanme que los agradezco con todo mi corazon c:
Les tqm <3 tomen awita
Chapter 13: Los Hilos de una Manada.
Notes:
He vuelto de entre los muertos, lamento la tardanza, había estado medio atascada y como siempre el chisme que estos se cargan es mi motivación para escribir así que aquí tieneeen
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Chapter Text
Lo supo segundos antes de abrir los ojos, en especial porque ya no sentía que el olor de su acompañante lo aplastaba y le asfixiaba.
Suspiró mientras estiraba los músculos antes de abrir los ojos, parpadeando mientras miraba el techo de un blanco amarillento sobre él, era extraño encontrarlo sin luces de hadas. Sentía cada parte de su cuerpo protestar ante el más mínimo esfuerzo físico, así fuera rodar sobre su costado y respirar.
Olía el óxido de la sangre seca, el sudor, el almizclado aroma del semen combinado en aquellas sabanas que se retorcían alrededor de sus caderas mezclándose con su aroma y el de algo más, el de la libertad que entraba por la ventana acompañada de esas notas de café y whiskey que podían emborracharte si no tenías cuidado.
Recostado a su lado, profundamente dormido, se encontraba Jeongin con el cabello crespo y sucio del sudor; tenía el cuello lleno de marcas de mordidas y algunos moretones, veía la silueta de sus dedos tomar forma alrededor de su garganta y sospechaba que los surcos de sus garras bajaban por su espalda, si las líneas rojizas que se alcanzaban a ver en su hombro significaban algo.
Tenía una expresión tranquila, lucía mucho más joven en ese momento, su pecho subía y bajaba al ritmo cadencioso de su respiración que parecía adormilar a Chan durante unos segundos. Se acomodó lentamente sobre su costado y se dedicó a contemplarlo en silencio maravillado por cada plano, cada curva; veía las pestañas, las sombras de mechones de su cabello que caían sobre su frente, el rastro de sí mismo que dejó sobre él, satisfecho con el resultado.
Sintió un extraño peso en su pecho, como si le dejaran caer todo un edificio encima, sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas por algún tipo de frustración y dolor interno que no sabía cuánto era suyo y cuánto era de alguien más, sin embargo el anhelo, el deseo y la desesperación también estaban ahí y Chan temía averiguar que fuera sólo suyo.
Alzó una mano y, con delicadeza, acarició el rostro de Jeongin desde la frente hasta su mandíbula, pasando el pulgar por su labio inferior, sonriendo cuando el alfa inconsciente suspiró y restregó su rostro contra su mano antes de abrazarse a la almohada con fuerza y volver a dormirse.
Esa pareció ser su señal, decidiendo deslizarse de la cama en silencio, mirando el desastre de ropa y almohadas destrozadas. Hizo una mueca al ver lo que parecía un pequeño jarrón destrozado y un ramo de flores pisoteadas, vio los rasguños en la alfombra y en los muebles de madera.
Hyunjin iba a matarlo por destrozar los inmuebles.
Se levantó de la cama y tuvo que agarrarse de la pared antes de caer de bruces, cerrando los ojos con fuerza mientras una maldición se quedaba atorada entre sus dientes; sus piernas casi cedieron bajo su peso, su espalda baja envió pinchazos de dolor por toda su espina dorsal haciéndolo gruñir y llevar una mano hacia la zona lumbar.
Le tomó horrores lograr pararse derecho sin sentir que se le desgarraba la parte baja de la espalda, mil dolores más conseguir sus pantalones, dándose por satisfecho con al menos cubrir sus partes íntimas antes de salir de la habitación.
Habían pasado 4 días encerrados en esa habitación, de vez en cuando había entrado Seungmin para darles algo de comida y asegurarse que aún no se mataban, pero su presencia siempre puso nervioso a Chan, por breve que fuera, pero Jeongin incluso en plena rutina se aseguró de tranquilizarlo, a veces gruñendo si Chan se atrevía a mostrarle los dientes a Seungmin.
Nadie más se acercó a la habitación, ni siquiera por la puerta, y eso hizo que en algún momento Chan se sintiera inquieto ¿estaban todos bien? Los sentía en el fondo de su cabeza, sabía con exactitud dónde estaban, se aseguraba de revisarlos de vez en cuando, en especial cuando Jeongin no estaba sobre su espalda, pero no solía ausentarse tanto a no ser que él mismo estuviera en rutina.
Caminó descalzo por los pasillos tenuemente iluminados, teniendo cuidado de no chocar contra algunos de los muebles o tirar otro florero que despierte a la casa completa, deteniéndose cada determinados pasos para respirar y calmar el dolor que recorría su trasero y espalda. Llegó a esa puerta de madera desprolijamente pintada de blanco y la abrió de un tirón, subiendo con cuidado las escaleras hasta llegar a una especie de ático.
Las luces de hada estaban encendidas, emanaba un suave aroma a rosas dulces y había un pequeño vestigio de chocolate. Al llegar a la cima encontró un armario con las puertas mal cerradas, había algunos zapatos y calcetines en el suelo, un pequeño escritorio en el fondo y ahí junto a la única ventana estaba su nido.
No tenía una base como una cama, por el contrario eran dos colchones encimados y cubiertos de mantas, pieles y almohadas acomodados de determinada manera que asemejaba un nido. Sentado, con las piernas cruzadas en forma de mariposa y un bloc de dibujo balanceándose en una de sus rodillas, se encontraba Hyunjin con el cabello sujeto en un desordenado moño a la altura de su nuca del cual se escapaban algunos mechones.
Usaba una de las sudaderas de Chan, no parecía traer puestos los pantalones y de vez en cuando veía los dedos de sus pies moverse. La luz no parecía ser suficiente, y podría preocuparse de que lastimara su vista, pero sabía que los sentidos de ambos eran mucho más agudos que los de alguien normal o de una casta estándar, así que sólo suspiró mientras se acercaba con las palabras aglomeradas en garganta.
—No te atrevas—la voz de Hyunjin resonó en el silencio de la habitación como un látigo surcando el rostro de Chan de un lado a otro, deteniendo al alfa en el acto—. Aún huelo el semen en ti, no vas a entrar a nuestro nido oliendo a él.
Había acusación en cada una de sus palabras, cuchillos clavados en el pecho de Chan que lo hicieron querer arrodillarse, sin embargo se mantuvo ahí de pie en medio de la habitación, aguardando, hasta que Hyunjin dejó de dibujar y alzó la cabeza.
Tenía manchas de carboncillo en la mejilla y la mandíbula, sus ojos lucían algo cansados y miraban con frialdad hacia la figura de Chan de pie en medio de la habitación; parecía que había estado ansioso por la forma en la que sus labios estaban destrozados de tanto morderlos.
Quería salvar la distancia que les separaba, asustado de haberse perdido el sufrimiento de Hyunjin. Han estado juntos técnicamente desde siempre, incluso si apenas a los 10 años supieron el nombre del otro, su vínculo iba más allá de lo físico, y por 4 días no hubo absolutamente nada.
Era como si no pudiera sentir a Hyunjin en lo profundo de su mente, no tuviera idea de dónde estaba ni si se encontraba a salvo, y quiso preocuparse pero, si es honesto, es muy difícil concentrarse en otras cosas cuando hay un alfa anudándote cada que tiene oportunidad.
—Lo siento—susurró.
Parecía tan poco después de todo y, aún así, era lo único que podía ofrecerle en noches como aquella, cuando ni siquiera él mismo sabía por qué le había sido tan imposible negarle algo a Jeongin; la sola idea del alfa retorciéndose de dolor lo llevó a preguntarle a Hyunjin si sería capaz de ayudarlo con su Rutina cuando sucediera, y el pelirrojo lo había pensado un momento antes de encogerse de hombros, aliviando la carga de Chan.
Hyunjin no respondió, se quedó ahí sentado iluminado por las luces de hada, aligerando su expresión de resentimiento y dejando caer los hombros, pero eso fue respuesta suficiente para Chan, quien deseaba tener algo más para ofrecer, cualquier cosa, para compensar su ausencia y aliviar el extraño sentimiento que comenzaba en su pecho sin saber que partía más de sí mismo que de Hyunjin.
Han estado juntos lo que parece siempre, demasiado tiempo como para imaginar pertenecer a alguien más, pero en momentos como aquellos la culpa de que el otro no sea del todo suficiente corría bajo su piel como hormigas rojas mordiendo. Chan, ciertamente, prefiere dejar que Hyunjin le abra el pecho y le arranque el corazón antes de lastimarlo como hicieron en el pasado.
Había jurado, en medio de la noche y con el aroma de agua de rosas envolviéndolo, que jamás permitiría que Hyunjin volviera a sufrir de esa manera, y quizá era la razón por la que Chan nunca buscaba muchos rollos ocasionales en comparación con Hyunjin, porque sabía cómo se ponía el omega cuando sucedía.
Lo escuchó suspirar en la cama, volviendo a agachar la cabeza para continuar su dibujo, y esa fue la señal de Chan para tomar algo de ropa y bajar de nuevo al baño que se encontraba en el pasillo.
—No lo lamentes—la voz de Hyunjin lo detuvo antes de que comenzar a bajar, mirándolo—. Ya no lo lamentes, por favor.
— ¿Sucede algo?
—Muchas cosas, pero por favor ve a ducharte primero. Hueles fatal.
Chan aguardó por ello, quedándose de pie en la escalera hasta que Hyunjin volvió a alzar la cabeza y le sonrió débilmente, cansado, siendo suficiente consuelo para que Chan se fuera a duchar antes de volver a la cama con él.
…
Lo despertó la ausencia de calor.
Sentía su cabeza a punto de explotar, la garganta reseca y todos sus músculos adoloridos. Le tomó lo que bien pudo ser una eternidad poder abrir los ojos, parpadeando para despejar su visión del sueño, sintiendo que aún había una ligera neblina que nublaba su cabeza y le hacía saborear sangre en la lengua.
El Lobo volvía a su lugar, relegado en las profundidades de su mente mientras Jeongin tenía que lidiar con las consecuencias de sus decisiones. Se incorporó con lentitud, jadeando al sentir el ardor de sus músculos, el doloroso momento en el que las sábanas se despegaron de su piel y, al voltear, notó rastros de sangre en ellas.
El aroma era intenso, concentrado, café con chocolate, un whiskey acompañado con un cigarro. Los saboreaba en la lengua y los sentía en la piel como una caricia, hacía que su cabeza diera aún más vueltas intentando recordar exactamente lo que había pasado, pero a su memoria sólo venían flashes de imágenes sin sentido.
Un cuerpo cálido contra él, ojos grisáceos mirándolos con diversión, el sabor del chocolate explotando en su boca, la desesperación de querer adherirse a su piel para que no se lo llevaran lejos.
Miró a su alrededor, su estómago revolviéndose al contemplar el desastre; zarpazos en el suelo y los muebles, cristales de lo que pudo haber sido un jarrón, pétalos de flores aplastados, tallos quebrados por la mitad, jirones de tela que pudieron haber pertenecido a una almohada o a una manta.
Parpadeó, pasando una mano por el rostro en un intento de despejarse, sintiendo que en su cerebro había unas garras a punto de destrozarlo, tomando su cráneo a punto de partirlo por la mitad. Sentía la garganta como una lija, la lengua pegada al paladar y, al lamerse los labios, sintió el escozor de heridas abiertas que le hicieron estremecer.
En ese momento la puerta se abrió, apenas una rendija, y Jeongin miró en esa dirección con el corazón en la garganta, sus manos aferrándose a lo que quedaba de las sábanas, de pronto siendo muy consciente de su desnudez sólo para relajarse al notar los ojos castaños y curiosos de Seungmin, mirando alrededor antes de asegurarse de que era seguro entrar, en especial cuando vio que no había nadie más alrededor.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó Jeongin con la voz destrozada.
—Supuse que ya había terminado—adivinó el alfa, adentrándose—. Uff , cómo huele aquí—gruñó, tapándose la nariz—. Apesta a él, me dan ganas de vomitar.
Jeongin parpadeó lentamente, asimilando dicha información.
Como bien se ha dicho anteriormente, él era sensible a los olores, en especial cuando estaba en rutina, así que le parecía extraño convivir con el aroma de un alfa desconocido sin sentir que se le revolvía el estómago o algo peor, aunque quizá eso explicaría el dolor de cabeza que estaba martillándole constantemente.
— ¿Dónde está? —se atrevió a preguntar mientras Seungmin iba a abrir la ventana para ventilar la habitación.
—No tengo idea, supongo que en su habitación—el alfa pelinegro se quedó de pie junto a la cama, suspirando—. Estás muy herido.
Jeongin se aferró a la sábana que se mantenía alrededor de sus caderas, mirando con ojos entrecerrados hacia la ventana; el cielo apenas comenzaba a iluminarse con el anuncio de un amanecer, una brisa fresca hacía danzar las cortinas y, con ese baile, comenzaba a llevarse el aroma provocando que algo en su interior se sintiera pesado.
Deseaba mantenerlo un par de segundos más, quizá el resto del día, revolcarse en aquella cama hasta asegurarse que todo lo que quedaba de él ha sido tomado por Jeongin, sin embargo también recelaba de ese sentimiento, ¿cuál era la razón por la que su lobo estaba tan desesperado de pronto?
—No se ve tan mal—murmuró, notando los rasguños que surcaban sus brazos y las marcas en su torso.
—No estás viendo lo mismo que yo—murmuró Seungmin, acercándose—. Anda, vamos al baño.
Desde que se presentó como Alfa, después de cada rutina Seungmin aparecería en su habitación y lo cuidaría hasta que Jeongin volviera a estar decente, quizá lo hacía porque se preocupaba por él, o tal vez para que no tuviera que cargar con la culpa de lastimar a otros o para recordarle que siempre habría alguien a quien le importaba lo que podría pasarle.
Su madre solía enviarle un botiquín para las heridas, medicamento y comida, pero era Seungmin quien se tomaba la molestia de limpiar cada herida, de ayudarle a lavarse y asegurarse de que comiera. Eso, en el pasado, hizo que Jeongin ilusamente creyera que podría existir algo más entre ellos sólo para que, con el tiempo, se diera cuenta que los sentimientos de Seungmin siempre bailaban en lo familiar.
Suspiró y se arrastró hacia el borde de la cama, dejando que Seungmin lo tomara de la mano para ayudarlo a levantarse. Sus músculos protestaron un poco cuando se sostuvo sobre sus pies, pero pudo andar sin ayuda hacia el baño, intentando ignorar las manchas carmesí que profanaban las sábanas.
El pequeño baño que acompañaba su habitación tenía una bañera en la ducha, así que aguardó a que Seungmin la preparara antes de meterse y quedarse ahí sentado, cerrando los ojos con fuerza cuando el agua comenzó a volverse rosada.
—Huele a rosas—susurró el cobrizo, respirando con profundidad.
— ¿El qué?
—No sé, huele como a agua de rosas.
Seungmin ya no respondió por lo que sólo se dedicó a verter agua por su espalda y cabello. Jeongin se quedó ahí sentado en el interior de la bañera, mirando gotas carmesí y rosadas deslizarse por su cuerpo hasta pintar el agua a su alrededor. Su propio aroma seguía siendo fuerte, sabía que le tomaría un par de días calmarse por completo, pero las marcas se quedarían.
No recordaba muy bien lo que sintió cuando lo lastimaron, aunque tampoco recordaba mucho de sus rutinas y es lo que suele pasar cuando permites que el lobo tome control sobre ti; NOVUS consideraba como entes separadas el Lobo Interno del humano, así que la mayoría de las veces no podían culpar a alguien cuando fue su lobo quien se salió de control y esa era la causa principal por la que estuvieran tan desesperados de buscar una cura.
Cuando las personas se registraban en la zona segura para monitorear su casta se les aplicaba una inyección y se le daba una administración de supresores, que funcionaban como sedantes para que su lobo pudiera mantenerse bajo control dentro de su ser y no lastime a otros. Jeongin aún sospechaba que podría tratarse de una enfermedad mental ligada a la modificación genética, que tal vez tenía su origen en el cerebro, pero para indagar aún más en sus investigaciones debería volver a su laboratorio.
—Quédate aquí en lo que limpio la habitación—pidió Seungmin, volviendo a abrir la llave de la bañera—. Tira el agua.
Jeongin sintió, quitando el tapón de la bañera viendo el agua rosada deslizarse por el desagüe mientras escuchaba a Seungmin salir del baño.
Miró fijamente el azulejo de la pared, intentaba buscar patrones inexistentes que mantuvieran su mente ocupada mientras se sentía tan desdichado que deseaba enterrar las manos en su pecho y arrancarse el corazón.
La tristeza abrumadora siempre venía de la mano con la mañana siguiente, la suciedad bajo la piel después de permitir que su lado más salvaje saliera a flote; recordaba el llanto de los omegas en el pasado, los lamentos que hicieron que Seungmin tirara la puerta de su habitación para quitarle al omega. Su alfa nunca estaba satisfecho y cuando terminaba la rutina era Jeongin quien tenía que lidiar con lo demás, la culpa sobre su espalda, el remordimiento en su corazón que le hacía jadear sin aire mientras se encorvaba sobre sí mismo hasta desaparecer.
Sin embargo, ¿cuánta culpa era suya y cuánta de alguien más? ¿Siquiera podía notar la diferencia?
Cuando el agua dejó de verse rosada volvió a poner el tapón en su lugar y dejó que volviera a llenarse un poco, moviéndose con cuidado en la bañera hasta lograr cruzar los brazos sobre el borde y colocar la barbilla sobre ellos; Seungmin había dejado la puerta del baño abierta, seguramente para mantenerlo en vigilancia, así que podía verlor recoger la habitación, quitando las sábanas de la cama, recolectando los pedazos de vidrio del suelo.
Sintió que un inmenso pesar embargaba a su amigo cuando tomó los destrozados lirios del valle en el suelo, Jeongin sintió aún más culpa, sabiendo que el ramo le pertenecía a Seungmin.
—Lo lamento—habló en voz alta, atrayendo la atención de Seungmin—. Debí tener más cuidado.
— ¿Esto? No es nada—Seungmin sonrió, desechando de nuevo las pequeñas florecillas al suelo—. No te preocupes, sólo son flores.
Por alguna extraña razón mentía, Jeongin pudo darse cuenta por el olor que emanaba de él, y se sintió culpable de haber orillado a Seungmin a esconder lo que realmente sentía, si es que sabía que lo hacía.
Estaba preocupado, se sentía incómodo de haber tenido una rutina en un lugar desconocido, no saber si Seungmin estaba bien o lo habían vuelto a encerrar en el sótano, permitir que su Lobo saliera a la superficie en un ambiente hostil y, peor aún, acceder a su deseo de tener a alfa cabecilla de esa manada.
—Quiero volver a casa—admitió con voz quebrada.
Pero, ¿qué era casa para ellos? ¿Deseaba volver a los fríos pasillos de NOVUS? ¿A la indiferencia cortés de una madre demasiado ocupada como para importarle? ¿A la habitación solitaria de un edificio mientras la vida parece salir por la ventana?
O quizá sólo extrañaba la normalidad sin sentir que su corazón estaba confundido; al horario predeterminado, las comidas compartidas con Seungmin entre risas y planes de un futuro poco probable. Extrañaba la libertad de poder ir a donde quisiera sin sentir que le seguían en todo momento.
Seungmin pareció darse por satisfecho con la habitación y se apresuró a regresar al baño, cerrando la llave y mirando a Jeongin con una expresión mortalmente seria.
—Te dejó muy herido—murmuró, molesto, al ver la espalda de Jeongin—. ¿Recuerdas algo?
—Sé que fue Chan—lo tranquilizó—. Pero no recuerdo mucho.
—No me sorprende.
— ¿Sucedió algo mientras no estaba?
—No mucho. Seguí trabajando en el huerto, y al parecer tienen un cuarto de lavado, es sorprendente que aún funcione la lavadora. Ah, y al parecer tu madre hace visitas recurrentes a Hyunjin y Chan.
— ¿Qué? —se incorporó bruscamente, sintiendo el tirón de la piel de su espalda haciéndolo quejarse—. Mierda, ¿qué me hizo en la espalda?
—Te recuerdo que Chan tiene garras—murmuró Seungmin, revisando por encima de su hombro las marcas en Jeongin—. Luce como si te hubieran latigado, a veces no sé si en estos tiempos follas o sólo te dedicas a practicar el sadomasoquismo extremo. El lado bueno es que parece que no fue más allá de desgarrar la dermis, un poco de ungüento y vendaje bastará supongo.
—Olvida eso, ¿qué decías de mamá?
Seungmin, que se encontraba de rodillas junto a la bañera, suspiró y se sentó sobre sus talones, mirando con expresión sombría el rostro de su mejor amigo.
—Al parecer siempre hace visitas un par de veces al mes a Hyunjin y Chan—murmuró en voz baja, peinando el cabello de Jeongin hacia atrás.
— ¿Vino aquí?
—No, Minho dijo que tienen una casa cerca de las instalaciones a la que Heejoo va. Quiero creer que, tal vez, no estamos tan lejos del laboratorio si ellos van y vienen a esa casa.
A Jeongin se le iluminaron los ojos ante las probabilidades, después de todo ¿no sería lo más lógico que Chan los tuviera tan cerca de NOVUS sin darles una pista? Así, en teoría, Heejoo jamás buscaría por ahí.
Podrían hacer planes para volver, encontrar el modo de sortear a Minho en el huerto y correr todo lo que pudieran hasta perderse entre los árboles, tan lejos que les perderían el rastro y ni siquiera tendrían la oportunidad de avisarle a Chan que se habían ido.
Miró a Seungmin con la esperanza brillando en sus ojos, sin embargo se encontró con el ceño fruncido de su mejor amigo, la duda nublando su mirada.
—Piensas en algo—señaló, despidiéndose de su propio júbilo.
—Me parece extraño que Heejoo se haya esforzado tanto en mantenerlos escondidos pero, a la vez, en tenerlos cerca.
—A mí me parece extraño que no haya dicho nada de ellos—asintió Jeongin, suspirando—. Si son los únicos en tener un G2D tan alto, deberíamos de haberlo sabido, creo que ni siquiera debieron dejar NOVUS, no sabemos de lo que son capaces.
— ¿Te estás escuchando siquiera? —lo reprendió Seungmin, sacudiendo la cabeza—. Suenas a ella, ¿en serio aceptas que ellos deberían estar encerrados?
— ¿Y tú desde cuándo los defiendes?
Antes de que Seungmin pudiera responder unos golpes en la puerta los interrumpieron, mirándose con confusión el tiempo suficiente para que el recién llegado entrara sin más, mirando el desastre que había en el suelo.
Felix se detuvo frente al baño, no parecía alarmado por la cantidad de destrozos en la habitación y tampoco parecía sorprendido por las heridas que alcanzaba a ver en el cuerpo de Jeongin, y quizá eso debería ser una reacción alarmante para los dos alfas, pero por el contrario sólo hizo que Jeongin se quisiera esconder en la bañera mientras Seungmin se colocaba protectoramente frente a él.
—Hola, ¿cómo estás? —Felix saludó con una sonrisa, mirándolos sin acobardarse—. Alfa quiere que vayas al ala médica a que Changbin te atienda las heridas.
—No hace falta—murmuró Seungmin, molesto—. Yo siempre las cuido.
—Me temo que no era opcional, Seungmin—Felix se encogió de hombros—. Me dijo específicamente que viniera por Jeongin para que fuera a revisarse.
Jeongin dejó caer los hombros, recordando que sin importar qué tan bien se vea la situación, seguían siendo personas retenidas en contra de su voluntad que no tenían alternativa más que agachar la cabeza y acatar órdenes.
…
No usaba camisa, principalmente porque la tela le lastimaba la espalda, así que bajó usando unos pantalones de chándal grises siguiendo a Felix y Seungmin a la cocina.
Era muy temprano en la mañana y aún así ya había un suave aroma de huevos revueltos perfumando el aire acompañado del frescor de la menta con un toque de fresa. No les fue sorpresa encontrar a Jisung y Minho en la cocina, cada uno haciendo una tarea en específico para el desayuno, comenzaba a acostumbrarse a los aromas de aquel par al ser con los que más contacto tenían, aunque el de Minho era más familiar que el de Jisung.
Jisung, quién estaba exprimiendo unas naranjas, al verlos ingresar soltó un silbido que atrajo la atención de Minho, provocando que un sonrojo tiñera las mejillas de Jeongin, sabiendo que él era la razón por la que se veían tan alarmados.
Se había mirado en el espejo antes de salir de la habitación y deseaba no haberlo hecho; alrededor de su cuello florecían hematomas morados y la silueta de unos dedos, además que había mordiscos que bajaban por su garganta y pecho. Los rasguños de sus brazos subían hasta sus hombros y, al ponerse de espaldas para ver el daño, se dio cuenta que Seungmin no exageraba al compararlos con latigazos.
— ¿Sabes? Era broma sobre ser el nuevo juguete de masticar para Alfa—señaló Jisung, haciendo una mueca cuando pasaron a su lado—. Te ves terrible.
—Puedes decirle eso a tu estúpido alfa—gruñó Jeongin con los dientes apretados, cohibido—. No tenía por qué aparecerse en mi habitación ofreciendo el culo.
Minho comenzó a ahogarse, tosiendo violentamente mientras se alejaba del sartén en el fuego y Jisung corrió a auxiliarlo, preocupado. Felix se rió entre dientes mientras seguían su camino hacia aquella puerta junto al refrigerador.
Parecía un lugar extraño para tener acceso al sótano de la casa, y la verdad sea dicha Jeongin no ha tenido la intención de preguntar cómo es que habían logrado construir lo que bien podría ser otra casa en el subsuelo; era como entrar a un pasillo a medio construir de NOVUS, con paredes grises en lugar de blancas, un sistema de iluminación algo rudimentario, suelos de concreto y poca ventilación.
Felix los dirigió por pasillos olvidados, pasaron junto a puertas cerradas, otras emparejadas, aunque no se adentraron mucho pero, por los pasillos, Jeongin se preguntaba si no habría otra salida que llevará a algún lado lejano del bosque, o en medio de este, ¿si caminaba lo suficiente encontraría un modo de escapar?
Felix los hizo ingresar a una habitación perfectamente iluminada; era amplia, lo suficiente para que hubiera dos camillas de hospital, gabinetes en las paredes llenos de lo que parecían antibióticos y algunos artefactos médicos. Había un escritorio lleno de papeles y lo que parecían viejas enciclopedias.
Seungmin y Jeongin se quedaron de pie junto a la puerta, paralizados, cuando notaron que la habitación no estaba sola pues Chan estaba sentado en una de ellas con Hyunjin de pie a su lado y Changbin terminando de revisar lo que parecía una mordida en la piel interna de su muslo; el aroma era abrumador, el tabaco y la miel entrelazándose y dejando en segundo plano el dulzor característico de Changbin.
Jeongin sintió que algo tomaba forma en su interior, su lobo despertándose a punto de usar su rostro para gruñir al notar la forma en la que Hyunjin mantenía una mano entrelazada con la de Chan, tan cerca que quería gritarle que se apartara, que estaba arruinando su aroma, reclamar por qué estaban tan cerca cuando hace sólo unas horas había dejado su cama, ¿cómo podían mirarse a la cara después de estos cuatro días?
Tragó con fuerza esperando deshacer el nudo en su garganta, pasando junto a Seungmin y empujándolo en el proceso, ignorando abiertamente a la pareja en la camilla y yendo a sentarse en la única disponible que quedaba, dándole la espalda a Chan mientras convertía sus manos en puños sobre su regazo.
—En un momento iré contigo—anunció Changbin con voz cantarina.
—Puedo encargarme sin problema—Jeongin suspiró al escuchar la tensión en la voz de Seungmin—. Siempre lo hago.
—Quiero que Changbin lo revise.
La voz de Chan era firme, contundente, como recibir una bofetada que te manda directo al piso y no te da la oportunidad de defenderte, pero Jeongin se sentía tan furioso, molesto, confundido. Sentía la ira de su lobo y sentía la molestia de sí mismo. Quería gritarle a Chan por oler a rosas al mismo tiempo que se decía a sí mismo que no importaba porque sólo lo había ayudado.
Se cruzó de brazos, siseando cuando la piel de su espalda fue estirada por el movimiento, el olor de la sangre cosquilleando en su nariz mientras el dolor recorría sus nervios y lo hacía apretar los dientes con fuerza.
Apenas registró la preocupación que lo envolvió, repeliendo el aroma de chocolate al ser acompañado por las rosas.
—Esto es ridículo—susurró Jeongin cuando Seungmin se colocó a su lado.
Sintió la mano de Seungmin en su rodilla, dándole un firme apretón, y Jeongin agradeció no tener que enfrentar con estas cosas solo, aunque solo fuera un modo de mantenerlo tranquilo, funcionaba porque era Seungmin y, si es honesto, lo recuerda más a él de lo que recuerda a su madre.
Felix estaba de pie junto a ellos, de vez en cuando hacía muecas al ver el cuerpo mutilado de Jeongin, otras veces sólo sonreía de forma dulce como si no quisiera ser grosero por sus expresiones.
— ¿Se ve muy mal? —le preguntó Jeongin la quinta vez que lo descubrió mirando su espalda—. Seungmin limpió casi todo en el baño.
—Es más el conjunto de todo—aclaró Felix, jugueteando con un mechón de cabello—. Espalda y garganta, ya sabes. ¿Te ayudó o sólo intentaron matarse el uno al otro?
Jeongin sonrió ladinamente mientras, detrás de él, escuchaba un gruñido de advertencia y la risa sofocada de otras dos personas. Ese gesto lo hizo suspirar, moviendo ligeramente los hombros pero sintiendo cómo la piel de su espalda se abría lentamente en los bordes, enviando esa sensación de ardor a todo su sistema nervioso que lo hizo apretar los dientes.
—Terminé contigo, Alfa—anunció Changbin, caminando alrededor de la camilla para ver a Jeongin—. Ay mierda, ¿decidiste abrazar un oso o algo así?
—Podrías decirmelo tú—murmuró con los dientes apretados.
Escuchó el ruido de unos guantes siendo desechados antes de notar que Felix le pasaba un par nuevo a Changbin. Jeongin suspiró, estaba bastante acostumbrado a las revisiones médicas, venía de la mano con ser criado por una mujer que todos los días usaba una bata blanca y no se perdía ninguna vacuna.
No obstante, eso no evitó que Jeongin se estremeciera y apretara con fuerza la mano de Seungmin en su rodilla cuando sintió las manos de Changbin revisar las heridas en su espalda.
— ¿Desde cuándo eres médico? —preguntó Seungmin cuando el silencio fue demasiado sofocante.
—No lo soy. Solía estudiar medicina en una escuela militar—informó como si nada, haciendo que tanto Jeongin como Seungmin se sintieran curiosos—. Después todo se vino al carajo así que ya no tenía sentido seguir estudiando.
— ¿No te estarían buscando?
—Había desertores todo el tiempo—tranquilizó el pelinegro—. Recuéstate boca abajo en la camilla, por favor.
—Por algo es nuestro experto en armamento—elogió Felix, mirando con ojos brillantes al omega mientras Jeongin obedecía—. Y la estrategia se le da de maravilla, Heejoo nunca podría atraparlo.
Jeongin hizo una mueca, queriendo prevenirlos de no subestimar demasiado a su madre, pero decidió guardar silencio. Después de todo, eran ellos los que se sentían con la libertad de jugar atrapadas con el diablo, y cuando cayeran entonces se darían cuenta que no tenían oportunidad.
—Seungmin, ¿podrías ir arriba por unas compresas de hielo?
La petición de Changbin hizo que Jeongin cerrara los ojos con fuerza, intentando frenar su propia ansiedad de quedarse solo con ellos si Seungmin obedecía.
Mantenía la cabeza orientada hacia el lado opuesto de donde estaba Chan, terco a ignorarlo en espera de que las confusas sensaciones que revolvían su interior se aclararan, sentenciando que era cosa de la Rutina que todavía estaba en él, y sólo quería que saliera de la habitación para sentirse más tranquilo.
—No me agrada mucho la idea de dejarlo—admitió Seungmin, Jeongin pudo imaginar que fruncía el ceño.
—Necesito las compresas para su garganta.
— ¡Yo te acompaño! —la voz de Hyunjin sonó alegre, entusiasta, siendo suficiente distracción para que Seungmin se relajara—. También tengo que ir por unas para Channie, ¡vamos!
Jeongin sintió la presión de una mano en su cabello, una silenciosa pregunta que fue respondida con un débil asentimiento; sentía la curiosidad, el entusiasmo de seguir a Hyunjin, de pasar más tiempo con él pero reclamar o prevenir algo hacía que se sintiera un hipócrita en esas circunstancias.
No es como si él hubiera buscado activamente a Chan cuando inició su Rutina, no obstante poco pudo hacer para evitarlo una vez que lo vio ingresar a la habitación así que consideraba injusto que Seungmin no se pudiera permitir esas pequeñas indulgencias si Jeongin no pensó en ello durante cuatro días.
Lo escuchó irse, siguiendo la estela de rosas y miel que parecían entrelazarse con el pino y la canela, como un jardín y un té, era extraño la forma en la que se entrelazaban y no eran tan ruidosos, parecían encajar.
—Tendré que desinfectar algunas heridas—anunció Changbin, apartando las manos de su espalda—. No son profundas pero no quiero que algo entre y provoque una infección.
Fue suave, una advertencia, haciendo que Jeongin cerrara los ojos con fuerza mientras mantenía la cabeza sobre la camilla. Lo sentía como un depredador acechando en la oscuridad, serpientes rondando el suelo, sombras tenebrosas que tomaban la forma de monstruos con garras y que se iban acercando con lentitud a él mientras nublaban su juicio con ese dulce aroma a chocolate y tabaco. Lo saboreó en la lengua, lo sentía penetrando cada poro de su piel hasta intoxicarlo y esa silenciosa presencia se volvió algo tangible cuando una mano se posó delicadamente sobre su cabello.
El mismo lugar que había tocado Seungmin antes de irse.
Jeongin mantuvo los ojos fuertemente cerrados, intentando respirar con normalidad, preguntándose cuánto podría tomarle a Changbin ir por el desinfectante o lo que sea que le fuera a poner en la espalda.
— ¿Cómo te sientes?
Su voz era profunda, suave, venía acompañada de un débil gruñido que le erizaba la piel, sentía su aliento cosquillear contra la piel de su mejilla, haciendo que Jeongin sintiera un bramido tomar forma en su garganta, obligándose a tragarlo mientras mantenía los labios y ojos cerrados, negado a darle una reacción, cualquier cosa.
Nada de lo que sucedió en esos días significaba algo, nada había cambiado la postura que mantenía contra las intenciones de Chan de mantenerlo cerca, y aún así su lobo parecía estar en desacuerdo, comenzando a ponerse primitivo en lo que la presencia de Chan significaba.
Lo escuchó reír, sintió la presión de su nariz contra la mejilla, recorriendo su piel hasta que sus labios estuvieron presionando contra el caparazón de su oído haciendo que un suspiro rebelde se escapara de entre los labios de Jeongin.
— ¿Me estás ignorando? —tuvo la audacia de preguntar, riendo entre dientes—. Esta mañana aún tenía tu semen escurriendo por mi pierna, ¿y ahora me ignoras?
Jeongin se aferró con fuerza a la camilla, sintiendo que de ser posible fácilmente desgarraría el material, pero se mantuvo firme y sólo giró la cabeza hacia el lado contrario, respirando profundamente, maldiciendo cuando sintió el tabaco penetrar sus pulmones a punto de ahogarlo.
—Deberíamos de ir a conseguir más, no tardan en terminarse muchos de los antibióticos—habló Changbin, regresando a su lado.
No hablaba con él, eso era obvio, por lo que se permitió relajarse un poco al saber que Changbin y Felix seguían cerca, y Chan definitivamente no haría nada con ellos presente.
—Intentaré traer algo en mis próximos exámenes—lo tranquilizó Chan, manteniendo la mano cerca del cabello de Jeongin—. Es riesgoso que ustedes se acerquen a las instalaciones, aún no sabemos si ella se dio cuenta de que eran infiltrados.
Jeongin se mordió la lengua para no decir que él podría hacer algunos antibióticos si lograban traerle materiales para su laboratorio, después de todo no estaba ahí para eso sino para replicar lo que sea que su madre hiciera en el séptimo piso.
Cuando Changbin comenzó a limpiar sus heridas gruñó, aferrándose con más fuerza a la camilla, cerrando los ojos y sintiendo que los flashes de ese día volvían; el agua tiñéndose de carmesí, los gruñidos, los gritos, el sonido de gorgoteo que emanaba una garganta desgarrada mientras el temor de ser el siguiente lo dejaba polarizado bajo la lluvia artificial de los aspersores contra incendios.
—Perdón, perdón—la voz de Changbin penetró sus recuerdos, regresando al presente—. No es profundo pero sí desgarró la dermis.
—Lo siento—se disculpó Chan, peinando el cabello de Jeongin—. A veces se me olvida que tengo garras.
—Se ve como esas historias de terror de antes donde le daban latigazos a un hombre antes de colgarlo en una cruz de madera.
La voz de Felix emanaba de algún lugar de aquella habitación, pero sus palabras fueron suficientes para que Jeongin se riera sin mucho ánimo, parecía tener un humor similar al de Seungmin así que servía de consuelo en ese momento.
—Eso no es agradable de decir—lo reprendió Changbin.
—Pero no es mentira, Binnie. Se ve como esas cosas de películas de terror de antes. Chan, ¿has pensado que la espalda de las personas no son postes de rascar?
—No creo que estuviera pensando mientras hacía esas.
—Felix, ¿por qué no te vas a hacer vigilancia?
La voz de Chan ya sonaba un poco irritada pero juguetona, siendo suficiente para que Felix se quejara por lo bajo pero obedeciera sin rechistar.
El silencio volvió a caer en la habitación como un manto, interrumpido de vez en cuando por los siseos de Jeongin ante el dolor que provocaba lo que sea que Changbin hacía, intentando ignorar sin mucho éxito la mano que se mantenía en su cabello, retorciendo algunos mechones, las feromonas calmantes que penetraban su sistema y lo hacían relajarse.
—Te pondré vendajes en algunas—anunció Changbin, alejándose antes de regresar—. Tendrás que revisarlos cada dos días hasta que se hayan cerrado por completo.
— ¿Puedo hacerlo en mi habitación o tengo que venir? —preguntó con auténtica curiosidad, suspirando cuando sintió la textura del vendaje contra su piel.
—Le diré a Seungmin—asintió Changbin, suspirando—. Aunque me gustaría que fuera acá.
—No tienes qué preocuparte, de verdad que no es la primera vez que sucede algo así.
Intentaba tranquilizarlos, mantener la calma, pero olió el chocolate quemado que le puso de los nervios, los matices de molestia y preocupación innecesarios que le hicieron suspirar, agradeciendo cuando Changbin le dio el visto bueno para irse.
Se incorporó con lentitud, manteniendo la mirada lejos del hombre que se encontraba de pie a su lado en la camilla, frenando el estremecimiento que recorrió su cuerpo cuando la mano sobre su cabello se deslizó con lentitud por su rostro hasta caer en su hombro; su piel ardía ahí donde hacía contacto, dejando un rastro de lava ardiente por su brazo hasta su muñeca, suspirando cuando lo sujetaron con fuerza y tiraron de su mano.
—Changbin, sube a ver por qué se tardan con la compresa.
Ni siquiera intentaba disimular sus intenciones, y tampoco parecían cuestionarlas lo cual era un poco molesto porque Changbin desapareció sin siquiera preguntarle a Jeongin si estaba bien, como si en lo que a Chan se relaciona, nadie tuviera otra opción más que agachar la cabeza y asentir.
Apretó los dientes con fuerza, dejando que el silencio siguiera en la habitación, obligándose a mantenerse centrado, ignorando el dulzor, la tentación que emanaba del alfa frente a él, la electricidad que circulaba su piel alrededor de su agarre, la sensación de la saliva volviéndose más densa, sus colmillos picando por desgarrar la carne, saborear de nuevo su sangre en la lengua.
Chan alzó su mano libre y sujetó a Jeongin de la barbilla, obligándolo a inclinar el rostro hacia atrás para que sus ojos se encontraran; grises, tormentosos, parecían desatar el diluvio a donde sea que mirara hasta ahogar a la persona. Y aún así eran expresivos, a veces tiernos y a veces intimidantes, miraban a Jeongin como si intentara grabarse cada plano de su existencia y, en otras ocasiones, como si quisiera averiguar cada secreto que le conformaba.
Mantuvo la boca cerrada pero lo miró con atención, sintiendo que dentro de él el Lobo despertó de su letargo, curioso, satisfecho con tener la atención de aquel alfa para sí. Lo imaginaba moviendo la cola de forma juguetona, ojos brillantes y la lengua de fuera.
Chan se alzaba sobre él, pasando su mirada de sus ojos a sus labios, uno de los dedos que sujetaban su mandíbula se apartó y comenzó a golpetear su mejilla, recorriendo el pómulo hasta detenerse en la comisura de su boca.
— ¿Seguirás ignorándome? —cuestionó, alzando una ceja de forma interrogativa, recibiendo el completo silencio como respuesta—. ¿En serio?
— ¿Qué quieres que diga? —habló al fin, manteniendo la voz plana y sin rastro de emoción alguna.
—Bueno, un hola estaría bien—Chan se inclinó sobre él, acomodándose en el espacio que había entre sus piernas, soltando su barbilla y acunando el rostro de Jeongin por completo—. También quiero saber cómo estás, ¿cómo te sientes?
—Hola, estoy bien. ¿Ya me puedo ir?
Chan lo miró con ojos entrecerrados pero Jeongin mantuvo una expresión plana, su aroma uniforme, manteniéndose sereno para no delatar cualquier pequeño sentimiento que pudiera ponerlo en evidencia; no quería que Chan descubriera lo desesperado que se sentía, su necesidad de enterrar la cabeza en su pecho y perfumarlo, jadear su nombre, desnudarle el cuello, volver a hacerlo sangrar para empaparse de él.
Sin embargo, también estaba su deseo de irse lejos, lograr salir de ahí antes de que fuera tarde, pero ¿qué podría pasar? ¿Qué le daba tanto miedo que quería huir? Quizá la forma en la que sus defensas bajaban cuando Chan entraba a la habitación, o tal vez la manera en la que su lobo reaccionaba con su presencia, como si fuera el sol.
— ¿Por qué estás tan enojado? —preguntó Chan, frustrado.
—No estoy enojado—Jeongin sacudió la cabeza bruscamente, liberándose del agarre de Chan y mirándolo con molestia—. Ni siquiera recuerdo la mitad de estos días.
— ¿Qué?
—Sucede cuando mi alfa toma el control. No recuerdo muy bien lo que hago cuando es el lobo quien lo hace—se encogió de hombros, cruzándose de brazos y liberándose del agarre de su muñeca—. Sé a grandes rasgos lo que pasó, pero no significa nada para mí.
Chan no respondió enseguida así que Jeongin debatió si sería posible fugarse, volver a su habitación, excusarse con el término de su Rutina y el dolor en su espalda, pero el alfa de cabello azul aún se mantenía sobre él, mirándolo de forma acusadora, manteniendo especial atención en cada uno de sus gestos.
Sus ojos bajaron a su garganta, Jeongin sabía que vería los hematomas, las marcas de sus dedos alrededor, ¿recordaría la fuerza con la que los hizo? Jeongin no lo tenía muy claro salvo el borroso recuerdo de Chan alzándose sobre él, la mano en su garganta, una sonrisa llena de colmillos mientras ojos dorados se ponían en blanco.
— ¿Por eso tomas los supresores? —preguntó Chan con auténtica curiosidad, colocando ambos brazos a los costados de Jeongin, enjaulándolo en la camilla—. ¿Para evitar que el lobo salga?
—Es una forma de verlo—Jeongin se encogió de hombros, haciendo una mueca cuando las heridas de su espalda dolieron—. ¿Por qué te molesta tanto que usemos supresores? Es medicina para tranquilizar al lobo.
Chan lo miró antes de bufar, divertido, apartándose de él y alejándose en dirección a la otra camilla, regresando con una sudadera azul lo bastante delgada como para considerarse un abrigo.
—Ponte esto y sígueme.
Jeongin tuvo que abstenerse de rodar los ojos por el tono en el que se dirigía a él, manteniéndose de brazos cruzados sin hacer el amago de tomar aquella sudadera. En serio que sólo quería subir a su habitación y desaparecer, esperar que con un par de días se les olvidara todo lo que había sucedido y pudieran regresar a la rutina relativamente normal que habían desarrollado en esos días.
—Por favor.
Fue una simple petición, palabras que nadie les había dicho en todo lo que llevaban viviendo ahí, así que podrían culpar a la educación por lo que Jeongin tomó aquella sudadera sy se la colocó con algo de torpeza, intentando no moverse de forma brusca para lastimar aún más su espalda, subiendo el cierre a medias antes de permitir que Chan le tomara de la mano y lo dirigiera fuera de aquella habitación.
Su aroma era abrumador, parecía llenar todo el lugar y se saboreaba en el paladar, sabía que emanaba de la sudadera, tenía sentimientos encontrados por ello, aún queriendo huir de ese sentimiento de pertenencia pero, a la vez, queriendo fundirse en el aroma, volverse uno, tal vez comerse a Chan para que así pudiera estar dentro de él.
Y era complicado separar sus propias emociones de lo del Lobo, lo cual ya era extraño de por sí porque antes ese no era un problema, tenía pleno conocimiento de los límites de su lobo y los propios como para ahora dudar de cuáles eran sus sentimientos y cuales no.
Una vez en el pasillo Jeongin se liberó del agarre de Chan y lo siguió en completo silencio un par de pasos por detrás como un condenado que camina hacia la horca después de que se le haya concedido su última voluntad, su deseo más anhelado. Veía los anchos hombros de Chan gerente a él, los leves vestigios de su presencia en la pálida piel que mostraba su camiseta sin mangas.
Lo siguió ciegamente, sin cuestionar, sin dudar de a dónde se dirigían hasta que el aroma a rosas y canela lo distrajo, mirando sobre su hombro para encontrar a Seungmin y Hyunjin de pie en el pasillo que daba a las escaleras que llevaban en la cocina. Hyunjin parecía sonreír, o al menos lo fue hasta que la mueca se tensó al verlos acercarse.
Seungmin los miró de forma brusca y respiró aliviado, sonriendo al distinguir a Jeongin completo caminando detrás de Chan; en una de sus manos se encontraba una compresa de hielo que goteaba agua con lentitud, formando una pequeña mancha oscura en el concreto sobre el que Seungmin estaba parado.
—Perdón, me distraje—se disculpó el pelinegro.
—Saldremos a caminar—anunció Chan, tomando la compresa fría de las manos de Seungmin y girando para dársela a Jeongin—. Ponte eso en el cuello.
—Tienes una forma bastante particular de pedir las cosas—gruñó Jeongin, tomando la compresa mientras miraba a Seungmin—. Estarás a cargo de cambiarme los vendajes.
—Lo entiendo—Seungmin miraba con ojos entrecerrados a Chan—. Salir a caminar es mucho esfuerzo, acaba de salir de Rutina.
—Sí, lo sé, estaba ahí con él—Chan se detuvo frente a Hyunjin, mirándolo con atención—. No quiero que salgas hasta que regrese.
— ¿Nadie o sólo yo?
—Nadie, los quiero aquí hasta que vuelva.
Hyunjin se encogió de hombros, como si no le estuviera pidiendo gran cosa, y miró a Jeongin con relucientes ojos grisáceos similares a los de Chan, con el cabello rojo cayendo en desordenados mechones despeinados por su frente; sólo en ese momento era capaz de apreciar lo atractivo que era, con los labios gruesos y los ojos afilados, encajando con Chan a la perfección como si estuvieran cortados por el mismo patrón, y algo en la forma en la que le miraba hacía que Jeongin sintiera la sútil amenazaba en el trasfondo de sus acciones.
Chan era su compañero.
Suspiró, colocando con cuidado la compresa contra su garganta, mirando a Seungmin con inseguridad. Ninguno parecía tener muchas opciones, volvían a tener las manos atadas mientras se miraban el uno al otro, como si de la noche a la mañana todos quisieran distanciarlos para así, tal vez, lograr romperlos o ganarse el favor de uno para ponerlo en contra del otro.
Jeongin solía acurrucarse alrededor de Seungmin después de terminar cada rutina, buscando el consuelo y la suavidad, que aliviará la culpa que le aplastaba el corazón cada vez que sufría por dejar que su lobo tomara el control. El aroma a pino se entrelazaba con el café, se volvía algo intenso pero reconfortante, y en ese momento fue como si se lo arrebataran, la mano de Chan volviendo a tomarlo de la muñeca y alejándolo de él mientras Hyunjin se aferraba al brazo de su mejor amigo con una sonrisa.
Y quizá lo que le dolió de esa imagen fue que Seungmiin no parecía muy en contra de la idea de separarse.
…
El anuncio de que todos deberían permanecer en la casa hasta que Chan volvieran fueron recibidos con júbilo por Minho, que no tenía muchas ganas de ir al huerto en esa ocasión, así que Hyunjin sonrió cuando lo vio comer y desaparecer escaleras arriba bajo la excusa de volver a dormir.
Ni bien cinco minutos después lo siguió Jisung, aún con las mejillas llenas de comida, aprovechando la mañana perezosa con su omega sin tener que preocuparse de nada. Changbin siguió su ejemplo y bajó a buscar a Felix, y eso hizo que Hyunjin se quedara sentado en la pequeña mesa de la cocina en compañía de Seungmin.
Ver a sus amigos irse con sus parejas apenas tenían algo de tiempo libre hizo que algo en el interior del pelirrojo se removiera inquieto, ardiente, siempre el mismo anhelo difícil de satisfacer, un hambre que nunca desaparecía a no ser que Chan estuviera a su lado.
— ¿Qué haces cuando tienes que quedarte en casa?
La voz de Seungmin lo sacó de sus cavilaciones, parpadeando y mirando en dirección a donde se encontraba el pelinegro terminando de desayunar; su cabello estaba algo desordenado, aún usaba una vieja camiseta gris con el estampado de un oso y pantalones cortos, miraba con ojos brillantes de curiosidad de Hyunjin mientras el eco de su voz terminaba por sonar en la cocina.
— ¿Qué hago? —repitió, confundido.
—Sí, ¿usualmente qué haces? —El interés de Seungmin era auténtico—. Digo, sin ánimo de ofender, pero una vez nos ayudaste en el huerto y eso es decir demasiado, te la pasaste sentado bajo el manzano. Y no sueles salir con Alfa y los demás.
—Oh…eso.
Hyunjin parpadeó, pensativo, ¿qué solía hacer? Antes de que ellos llegaran se la pasaba ayudando a Minho en el huerto y en la cocina, a veces se ponía a reparar algunas cosas que Chan traía de sus excursiones para que funcionaran y pudieran ser de utilidad en la casa. Sin embargo, con la llegada de Jeongin y Seungmin se ha sentido bastante distraído de sus ocupaciones cotidianas.
—Suelo ir al garaje—admitió, pensativo—. O me pongo a pintar, a Heejooo le gustan los cuadros que hago y dárselos me asegura que me dará más materiales y esas cosas.
— ¿El cuadro que tiene de un lobo tumbado en el pasto es tuyo?
Los ojos de Hyunjin brillaron al recordarlo; había estado en su jardín cuando llegó un lobo gris, curioso, olisqueando el aire y deteniéndose al ver a Hyunjin en medio de todo, sin embargo no hizo el intento por atacarlo y, al contrario, se recostó cerca y se quedó ahí hasta quedarse dormido. Hyunjin lo había dibujado antes de volver a casa y sentarse frente a un lienzo en blanco.
Nunca volvió a ver al lobo, pero no le sorprendía pues el bosque era tan grande que seguramente él podría explorarlo por completo, sólo había sido atraído por su característica curiosidad, tal vez hasta se asustó cuando distinguió el aroma de Chan si intentó volver, pero aquel cuadro había sido un tipo de consuelo hasta que comenzó a quedarse sin pinturas y tuvo que dárselo a Heejoo.
—Sí, yo lo hice—anunció con orgullo, las rosas floreciendo y la miel volviéndose más dulce mientras inflaba el pecho—. ¿Te gustó?
—Era genial—asintió Seungmin, mirándolo con una pequeña sonrisa—. Pero lo quitó hace poco, al parecer era demasiado colorido. Quizá lo tenga en su habitación, no lo sé, me gustaba verlo, era como tener una ventana a algo más que unos jardines artificiales.
Hyunjin lo miró en silencio, sabiendo exactamente a lo que se refería pues esa misma sensación de libertad y paz lo embargó cuando pintó a aquel lobo porque era algo real, algo más allá de la ilusión de libertad condicionada con días contados que se le permitían usar para salir al jardín.
Parecía casi inaudito que Seungmin pudiera comprenderlo de formas en las que Chan no podía, mirarlo con ojos brillantes, sus labios curvados en una tímida sonrisa y sentirse parte de todo eso como si siempre hubiera pertenecido ahí y ahora era difícil que Hyunjin lo dejara ir.
Había hablado con Chan cuando volvió con la ducha, sobre su reunión con Heejoo y sobre sus sentimientos por Seungmin, y el Alfa había accedido a ser menos estricto con el tema, dejaría que siguiera al pequeño alfa a donde quisiera y si Hyunjin decidía que no era lo que pensaba, estaba bien, pero ambos estaban aún en tensión por el tema de un embarazo por parte de Heejoo.
— ¿Quieres ir al garaje conmigo? —preguntó con curiosidad.
Seungmin se sobresaltó, parpadeando y mirándolo con interés mientras el aroma de rosas se volvía más denso, cremoso, intentando simular el entusiasmo que le provocaba la idea de estar juntos, mostrarle lo que era su vida en aquel lugar, una vida que sentía normal y suya.
Durante años enteros vivió la vida de alguien más hasta que Chan fue lo suficiente valiente para tomar su mano y asegurarse de sacarlos de ahí, y ahora esa pequeña casa se había llenado de vida, de rutina, de aroma a comida recién hecha que no emanaba de una charola de aluminio y Hyunjin poseía un jardín real.
Quería mostrarle todo eso a Seungmin, que lo viera de verdad y no solo lo admirara desde el margen. Que se diera cuenta que el cuadro de aquel lobo solo era un vistazo de lo que Hyunjin podía ver todos los días.
—Acabo de descubrir que tienen un garaje—señaló Seungmin, divertido por el repentino entusiasmo de Hyunjin—. ¿Dónde, por cierto?
—Donde tenemos estacionados algunos vehículos—Hyunjin le sonrió, guiñando un ojo antes de levantarse—. ¿Ya terminaste? Si nos vamos, no nos toca lavar los platos sucios.
—He notado que a nadie aquí le gusta lavar los trastes.
—Bueno, si quieres quedarte a lavarlos, está bien—Hyunjin se inclinó para tomar su plato con una sonrisa—. Puedo quedarme a hacerte compañía.
Seungmin lo pensó, levantándose detrás de él mientras comenzaba a recoger la mesa de forma automática, como una reacción instantánea a la que no le prestó atención pero que Hyunjin notó, como si ya comenzará a formar parte de aquella manada, a tener un lugar y responsabilidades.
En esos cuatro días donde Jeognin no estuvo, Seungmin había seguido una rutina impuesta por Minho, más que nada para asegurarse de que su mejor amigo no muriera de hambre encerrado con el Alfa de aquella manada, y Hyunjin estaba más que satisfecho al verlo encajar con el resto, como si siempre hubiera pertenecido ahí, esperando el momento en el que Hyunjin lo encontrara y le llevará a casa.
—Podemos irnos y dejar que Chan y Jeongin los laven cuando vuelvan—sugirió Seungmin con una sonrisa, haciendo que el omega riera entre dientes.
—Me parece una idea fantástica.
Una vez que Seungmin colocó el último utensilio sucio en el fregadero, la mano de Hyunjin envolvió su muñeca y tiró de ella, ambos estremeciéndose cuando una corriente eléctrica recorrió su piel hasta impactar en su corazón, ambos mirándose una fracción de segundo, acordando en de forma mutua y silenciosa no comentar nada al respecto mientras el pelirrojo lo dirigía hacia la puerta trasera.
Seungmin se dejó llevar, permitiendo que las rosas florecieran en su pecho y la miel endulzara su boca.
…
El bosque era inmenso, Jeongin nunca se acostumbraba a él, sentía que en cierta parte era irreal su mera existencia.
Chan caminaba frente a él, igual en completo silencio desde que salieron de la casa; Jeongin podía escuchar el ruido del agua correr en algún lugar del frente, el sol proyectaba un tenue brillo jade a través de las ramas de los árboles. El crujir de las hojas abajo la suela de sus zapatos prestados llenaba de ruido aquel lugar, su aroma parecía entrelazarse con el de la resina de los árboles, el de las hojas de los abetos y la humedad de los helechos.
Había algo de tranquilidad de caminar por el bosque así, sin conversaciones de por medio, en completo silencio y con los aromas al mínimo sin las tensiones de sentimientos ocultos con un hedor de feromonas. Le permitía conectarse al mundo, mantenerse con los pies en la tierra, formar parte de algo mucho más grande que las paredes de NOVUS.
—Hasta acá te escucho pensar.
Y, claro, la voz de Chan tuvo que romper la paz del lugar.
Jeongin apretó los labios en una tensa línea evitando gruñirle por haber perturbado la tranquilidad en la que se habían sumido. Decidió no responder, después de todo no le había preguntado nada directamente, pero se dedicó a mirar con el ceño fruncido los árboles a través de su camino.
— ¿En qué piensas?
Va de nuevo, al menos está vez sí que era una pregunta directa y no un estúpido comentario para romper el hielo.
—En los árboles—fue su escueta respuesta.
Chan guardó silencio, seguramente esperando que Jeongin agregara algo más, pero bien podría irse sentando porque era todo lo que diría. Él quería quedarse en su cama, dormir otro día completo antes de siquiera pensar en levantarse. Además que debía de asegurarse de limpiar toda la habitación.
—Podrías especificar un poco más, sabes—se quejó el peliazul.
Comenzó a disminuir su andar hasta caminar junto a Jeongin, haciendo que éste rodara los ojos con claro fastidio y se cruzaba de brazos, siseando cuando el brusco movimiento tiró de la piel de su espalda.
—Pensaba en troncos largos con ramas y hojas.
—Quien te haya dicho que eres divertido, te mintió.
—Tengo un encanto natural—se defendió, pisoteando las hojas.
El ruido del agua corriendo se volvió más fuerte cada vez, Jeongin pudo ver vestigios del río entre los árboles cada pocos pasos. Nunca se alejaban demasiado en el bosque, Minho le había explicado que el río no se encontraba muy lejos del huerto para facilidad de riego y porque la tierra era bastante buena para cultivar en esa zona, pero nunca los había llevado más allá de ese lugar, como si Chan se lo hubiera prohibido.
— ¿Por qué crees que no recuerdas nada cuando tu Lobo toma el control? —preguntó Chan de forma desinteresada, caminando con tranquilidad.
Parecía ser dueño del bosque, y era extraño pero si Jeongin prestaba atención podía sentir que los árboles se agitaban en su presencia, el agua hacía más ruido para que Chan le encontrara, los helechos se enroscaban alrededor de sus piernas, tobillos, una suave caricia de verdor antes de verlo alejarse.
—No lo sé—habló después de un rato, volviendo su atención al frente—. En NOVUS se toma el Lobo como una especie de segunda personalidad, no muchos recuerdan lo que sucede cuando su lobo toma el control de ellos.
—Por alguna extraña razón, no creo que sea así—admitió Chan, estirando un brazo—. Ven, te ayudaré, el terreno comienza a ser desigual acá.
Jeongin miró con algo de recelo la mano extendida como si fuera un animal a punto de morder, pero después miró más allá de ella encontrándose con los ojos grisáceos de Chan; su cabello caía de forma desordenada por su frente, no se había puesto una chaqueta antes de salir de casa pero parecía completamente cómodo con el frescor del bosque.
Aún no sabía qué esperar de él, pero su lobo se retorcía de emoción por tener toda su atención, porque estuviera ahí con ellos después de haber pasado la Rutina juntos sabiendo que usualmente no suele ser así. Veía en Chan alguien lo suficiente fuerte para soportarlos así que, quizá, podemos echarle la culpa a su lobo por tomarle la mano a Chan, suspirar débilmente cuando sus dedos se cerraron alrededor de los del alfa peliazul y permitió que le ayudara a bajar con cuidado.
El río se encontraba bajo la pendiente que hacía el bosque, quizá la tierra erosionada por el constante paso del agua, así que bajar las piedras cubiertas de musgo era una tarea peligrosa, pero Chan la ejecutaba con familiaridad, sabiendo dónde pisar y dándose la vuelta para ayudar a Jeongin a que siguiera su ejemplo.
Su agarre nunca flaqueó, era firme, tan fuerte que fue suficiente para ponerlos a salvo sobre una superficie lo suficientemente plana como para que Chan se sentara con algo de dificultad, haciendo una mueca cuando su trasero tocó la superficie dura de la piedra cubierta de musgo.
—Hyunjin dice que ser anudado suele irritar—aclaró Chan al ver la expresión de Jeongin mientras se sentaba con lentitud a su lado—. Parecía bastante satisfecho con verme hacer muecas de dolor cuando me movía.
Jeongin bufó una risa pero se dedicó a mirar el agua correr frente a ellos; tenía un color gris oscuro, no de forma sucia sino algo que caracterizaría a esos ríos; veía de vez en cuando algún destello de color pasar entre las pequeñas corrientes, el ruido llenaba sus oídos hasta que sus pensamientos sólo se convirtieron en un zumbido de fondo sin principio ni final así que abrazó sus rodillas y, apoyando la barbilla sobre ellas, se permitió simplemente existir.
El aroma a chocolate aún se mantenía en sus fosas nasales, de vez en cuando se volvía más dulce que antes, pero ya no resultaba abrumador, era como algo que simplemente le acompañaba, una silenciosa presencia de la que no podía escapar. Respiraba con tranquilidad, aliviaba el dolor de su cuerpo después de ser maltratado y, a su lado, Chan se encontraba en silencio existiendo con él, los dos escondidos en medio del bosque, alejados de ojos indiscretos, lejos de responsabilidades y murmullos.
Nunca había tenido algo así, un lugar al que huir cuando sentía demasiado. En NOVUS no había muchos escondites, tan sólo un simple jardín que se encontraba lleno de guardias a todas horas, su habitación y su laboratorio. Jeongin solía encerrarse en su habitación cuando discutía con Seungmin y no tenían tanto trabajo, pero al final no desaparecía, el resto era consciente de donde estaba y que podían encontrarlo con sólo tocar la puerta.
Ahí era diferente, había libertad, te sentías parte de algo grande y, al mismo tiempo, eras tan pequeño que pasabas desapercibido.
— ¿Cómo te sientes cuando liberas al Lobo?
— ¿Eh? —Jeongin se incorporó, girando la cabeza para mirar a Chan sentado a su lado en una posición despreocupada—. ¿Cómo me siento?
—Sí, ya sabes, lo que experimentas cuando tu Lobo toma el control.
Jeongin frunció el ceño, pensativo, volviendo a mirar hacia el agua mientras recordaba los momentos antes de que su Lobo tome el control.
—Es como adormilarse—admitió—. Como si fuera a desmayarme o algo así.
—Tu lobo es bastante juguetón—se burló Chan, haciendo que Jeongin volviera a mirarlo—. ¿Qué? Le caigo bien.
El cobrizo rodó los ojos, teniendo que frenar el impulso de decir que que hacía algo más que caerle bien a su lobo, pero suponía que Chan no necesitaba saber los pequeños detalles que prefería mantener para sí.
—Razón para saber que no es de fiar—murmuró.
Esperaba cualquier cosa menos la risa de Chan, profunda, armoniosa, parecía ser tomada por la copa de los árboles y escondida entre sus ramas, llevada por el río hasta donde desembocaba, hacía que Jeongin volviera a mirarlo y su corazón latiera en respuesta, maravillado por semejante sonido; había escuchado a Chan reír anteriormente, pero era más como una risa sardónica y burlesca, en esta ocasión parecía más real.
Sus ojos se entrecerraron y su sonrisa fue parafraseada entre dos comillas que eran sus hoyuelos. El aroma de Jeongin floreció en respuesta siendo suficiente para llamar la atención y hacer que Chan lo mirara con un brillo especial en los ojos y una sonrisa que seguro aseguraba miles de secretos.
—NOVUS siempre ha visto al lobo interno como una infección—asintió Chan, manteniendo su expresión relajada.
— ¿Y no se supone que lo es?
—No lo veo así del todo—se encogió de hombros mientras colocaba las manos en la piedra y echaba su peso hacia atrás—. Para mí siempre ha sido como una extensión de mí mismo, parte de lo que eres, ¿sabes?
—Minho dijo algo así—asintió Jeongin, pensativo, volviendo la vista hacia el río—. Tú les dices que abracen a su lobo, ¿no?
—Y hasta ahora, ninguno se ha enfermado de Rabia.
— ¿Pero no sería un paso en esa dirección? —preguntó con curiosidad, ladeando el rostro y apoyando la barbilla sobre su rodilla para mirar cómodamente a Chan—. Si una persona permite que su lobo se fusione consigo mismo, sería un paso para perder la cordura, dejarse consumir por el animal. ¿Qué no te asegura que sólo es cuestión de tiempo para que todos desarrollen la Rabia?
Chan entrecerró los ojos, pensativo, sopesando las palabras de Jeongin con bastante seriedad antes de suspirar y mirarlo con una expresión divertida y exasperante.
—Me sorprende tu ignorancia siendo el investigador principal de NOVUS.
— ¿Perdona? —exclamó, ofendido, enderezando la espalda.
—Perdonado—Chan sonrió, el destello de sus colmillos advirtiendo a Jeongin—. Te explicaré, ya que pareces bastante perdido. La Rabia no parte de que el humano se acople a su lobo, sino que se deje consumir por él, son dos cosas muy distintas.
— ¿Lo son?
—Desde luego. Nosotros tenemos a nuestro lobo como una parte de nosotros, no es más ni menos que nuestra conciencia. Lo vemos como un superpoder—se encogió de hombros, incorporándose de su posición para imitar la de Jeongin y acercarse más—. Los que se infectan de Rabia es todo lo contrario, han dejado que el Lobo tome el control por completo y, a veces, éste no parece compatible así que se vuelven salvajes.
—Si una persona te hace caso y se intenta acoplar a su lobo, ¿cómo sabes que no dejará consumirse por él? —Jeongin lo miró con auténtica curiosidad—. ¿Qué evita que lo haga?
Chan lo miró en silencio, algo en su expresión parecía totalmente maravillado con Jeongin, como si no pudiera concebir una existencia mejor que la de aquel simple joven con cabello encrespado que usaba su sudadera.
Jeongin se quedó en silencio, encontrando su reflejo en las pupilas dilatadas de Chan, permitiendo que el chocolate llenará sus sentidos mientras el humo del tabaco parecía arder en sus sistema respiratorio, volviéndose una adicción, ¿sentirán eso los fumadores? ¿Esa necesidad de hacer arder sus pulmones con nicotina?
—Sonará pretencioso, pero lo hago yo—aclaró Chan, suspirando—. Y no es por ser un alfa prime, sino por ser el alfa de esta manada.
—No entiendo—Jeongin lo miró lleno de curiosidad.
Quería saber todo de él, entender cada misterio bajo las capas de Chan, bajo las sonrisas sardónicas y ese aire de superioridad para entenderlo mejor, comprender por qué su madre era tan estricta con su vigilancia, por qué los mantuvo en secreto durante tanto tiempo y, sobre todo, porque parecía tan interesada en ellos.
—Al igual que los lobos, nosotros con esta nueva naturaleza tenemos la necesidad de agruparnos—comenzó a detallar, inclinándose hasta que su hombro estaba pegado al de Jeongin.
Su calor era tal que traspasaba la tela de la sudadera, hacía que Jeongin tuviera el impulso de acurrucarse contra él y escucharlo hablar de cualquier cosa que quisiera. Y fue complicado decidir si el sentimiento era propio o de su Lobo, o si acaso Chan tenía razón y ambos eran uno mismo así que los sentimientos sólo eran un eco de lo que el otro sentía. Quizá su lobo podía exteriorizar mejor sus deseos.
—Sin embargo, los lobos tienen parejas alfas a cargo de la manada—continuó, arrancando algunos trozos de la hierba que crecía cerca.
—O sea, tú y Hyunjin.
—Exacto—lo miró con una sonrisa, parecía feliz con los intentos de Jeongin por comprenderlo—. No creo que Heejoo se haya dado cuenta de este tipo de dinámica, dado que no es un alfa, pero yo siento a todos los miembros de la manada en mi mente, son como hilos que se unen a mí y cuando uno parece estarse saliendo de control, tiró de él para regresarlo.
“He preguntado en algunas comunas más…civilizadas que otras, algunos de los alfas saben a qué me refiero. Sentimos a los miembros de nuestras manadas como una extensión de nosotros mismos así que cuando alguno sale herido o empieza a perderse en su animal, intentamos tirar de él para mantenerlo con nosotros—Chan hizo una mueca—. Hubo alguien una vez-
La voz de Chan se silenció y miró hacia el frente, contemplando con intensidad el agua correr, los árboles que se alzaban al otro lado, algunos pájaros que cantaban escondidos entre las ramas y los helechos que se agitaban con la brisa. Era lo más serio que le había visto desde que llegó y temía que se pusiera demasiado sensible la conversación.
Si Jeongin fuera una mejor persona, habría aprovechado ese silencio para cambiar de conversación, pero ha dejado bastante en claro que muchas veces se parecía a su madre así que esperó a que Chan continuara con su historia.
—Apenas se estaba adaptando a eso del lobo como una extensión de sí mismo—prosiguió Chan, su voz carente de sentimiento—. Por un momento pensé que lo estaba logrando, ¿sabes? Que podría quedarse con nosotros de forma permanente…conmigo. Pero entonces Hyunjin entró en celo y se volvió completamente salvaje.
—Fue un accidente—susurró Jeongin, recordando la cantidad de veces que los enfrentamientos entre alfas habían sucedido por culpa del celo de un omega.
—Fue lo que me dije en un principio, incluso cuando logré calmarlo—se burló, sacudiendo la cabeza—. Pero a veces basta un pequeño desliz para que ya no haya salvación. Y ese pequeño desliz fue intentar atacar a Hyunjin. Logré controlarlo, o eso me dije, pero volvió a pasar cuando ocurrió con Minho y Jisung casi le desgarra la garganta si no fuera porque Hyunjin y yo nos interpusimos.
“Sucedía cada vez que un omega entraba en celo; Jisung ya no quería que se quedara, en especial porque Minho comenzó a sentirse incómodo en su presencia, pero me convencí de que necesitaba un poco más de tiempo.
“Era el alfa de esta manada, y un alfa prime, ¿por qué no podía controlarlo con un tirón de su hilo como hacía con Jisung y Minho? Mientras más lo pensaba más lo sentía—suspiró, sacudiendo la cabeza—. Todos son hilos tirando de mí en distintas direcciones, partes de mí mismo, ¿bien? —Jeongin asintió para asegurarle que comprendía—. Okay, entonces después de que atacó a Minho lo sentí, fue como si hubieran acercado un encendedor a su hilo y éste comenzará a arder.
—Se consumió por el lobo—adivinó Jeongin, sorprendido.
—Lo hizo frente a mis putas narices—asintió Chan, riendo pero carente de humor, como si aún le doliera recordarlo—. Comenzó con gruñidos, a veces sus ojos no dejaban de brillar rojos por horas, luego fueron días. Minho se negaba a quedarse cerca y Hyunjin comenzó a evitarlo, me dijo que él también lo sentía como si su hilo se pudriera. Es diferente para él, los siente a todos pero no como yo, así que sintió su hilo comenzar a desmoronarse.
— ¿Qué hiciste?
Chan no respondió, pero eso pareció ser suficiente respuesta para Jeongin, sin embargo quería que lo hiciera, que lo dijera en voz alta para sentirlo más real, no un hombre que se creía superior a las decisiones de Heejoo cuando hacía prácticamente lo mismo.
Al menos su madre intentaba salvarlos, ¿y Chan sólo los sacrificaba con un tiro en la frente?
—Pudiste decirle a ella que lo ayudara—susurró cuando el peliazul no hizo el amago de responder, dirigiendo su atención hacia el río—. Lo habría intentado al menos.
Chan bufó, sin embargo por encima del ruido del agua Jeongin pudo distinguir el gruñido que se le quedó atorado en la garganta, como si no quisiera gruñir pero tampoco aprobaba mucho sus palabras.
— ¿Cómo siquiera le explicaría a Heejoo que conocemos a alguien más? —cuestionó, mirándolo con una ligera molestia mientras su aroma se volvía quemado—. Creo que aún no entiendes que hay cosas que conozco y que ella no que nos ha mantenido con vida y lejos de NOVUS por años.
—Sigo sin entender bien por qué—balbuceó Jeongin, estremeciéndose cuando los ojos de Chan se encendieron en luces doradas—. Oye, no te enojes conmigo. En mi experiencia, ella no es la imagen que tú conoces, ¿cómo esperas que te crea cuando toda mi vida he creído lo contrario? Intenta entenderme un poco.
—Supongo que es justo—murmuró Chan con los dientes apretados, bufando antes de volver a mirar al frente—. Cómo sea, no lo ataqué por la espalda si es lo que piensas, y ni siquiera fui yo. A pesar de la creencia popular, nunca he asesinado a alguien.
—Me parece difícil de creer.
—No lo es. Hyunjin dice que soy un poco ingenuo al creer que tal vez las personas merecen una segunda oportunidad—sacudió la cabeza—. Minho, en cambio, piensa diferente. Le había prometido que nunca nadie volvería a lastimarlo como hicieron en su anterior comuna y casi rompo esa promesa, se ofreció a hacerlo por mí.
— ¿Lo llevaron al bosque y le dispararon como un animal de caza? —inquirió Jeongin de forma acusadora.
—Lo dices como si Heejoo hubiera tenido una mejor solución.
—Al menos habría intentado salvarlo—acusó Jeongin, mirando a Chan con ojos encendidos—. ¿Siquiera lo intentaste?
— ¡Lo hice! —los ojos de Chan se mantenían dorados, su voz volviéndose más profunda ante la acusación que recibía de aquel hombre—. ¡Hice la vista gorda intentando salvarlo! Y no intentes decir que me fui por lo fácil, nunca había perdido a nadie de mi pequeña manada ¿y sabes lo que sentí cuando él se fue? ¿Siquiera eres consciente de lo que se siente cuando alguien que está unido a ti es arrancado?
Jeongin no respondió, se mantuvo en silencio mirándolo aún con los ojos encendidos. Su lobo parecía molesto por su comportamiento, deseando acercarse a Chan para consolarlo, aliviar el aroma quemado que lo envolvía y volver a ese dulzor que le caracterizaba, escucharlo reír de nuevo de esa forma tan libre que parecía hacer revolotear su estómago.
—Durante semanas sentí que no había sido demasiado buen alfa para mantenerlo cuerdo—continuó, suspirando y dejando caer los hombros—. Hyunjin decía que no era mi culpa, pero en cierta parte lo era. Los arriesgué a ellos para mantenerlo con nosotros y, después, le fallé a él por no ayudarle a mantener a su lobo en sintonía.
—Creo que no es tu culpa del todo—murmuró Jeongin, sus mejillas tiñéndose de carmesí mientras sus ojos volvían al castaño habitual—. Me refiero a que esas son las razones principales por las que NOVUS trata al Lobo como un agente externo del ser humano, una infección. Nunca sabes con totalidad cómo va a reaccionar el humano al ser infectado, si podrá acoplarse a la casta, morirá en medio de la fiebre o simplemente se consumirá.
“A pesar del tiempo transcurrido, aún hay mucho que desconocemos—de pronto se sintió animado, sintiendo que sus ojos brillaban cuando comenzó a emocionarse con el tema—. Ma-La doctora Yang asegura que es una infección que modifica los condones en la línea del ADN hasta hacer que algunos cromosomas se pierdan y los igualen a la familia de los caninos.
“Yo creo que es algo más neurológico. Después de todo, nosotros que mantenemos al lobo escondido lo sentimos en nuestra mente, por eso decimos que es como otra personalidad, como ese viejo libro del extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde.
— ¿Un problema de personalidad múltiple?
—Con una mutación genética que modifica nuestros cuerpos dependiendo la casta—se encogió de hombros—. No sé, es sólo una hipótesis, por eso creo que no todos reaccionan igual ante la enfermedad.
—Es algo interesante—asintió Chan, volviendo a sonreír y mostrando sus ojos grises que hicieron suspirar a Jeongin—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
— ¿Una además de esa? —Chan lo miró con ojos entrecerrados y eso hizo que Jeongin se riera—. Sí, está bien.
Chan ladeó la cabeza, mirándolo con suavidad y ojos brillantes de emociones sin nombre.
—Que bonito sonido—susurró, maravillado—. Nunca lo había escuchado.
— ¿El qué?
—Tu risa, es un buen sonido—se encogió de hombros—. Te quería preguntar si el miedo a ser una de esas personas que no reaccionan bien al lobo es lo que te hace mantenerlo drogado con supresores.
Jeongin pensó en ello, recordando los accidentes que ha tenido en sus Rutinas, los enfrentamientos que hubo en el laboratorio, los propios voluntarios para sus medicinas. Daba algo de miedo volverse salvaje, en especial si cuando el Lobo tomaba el control, Jeongin no recordaba mucho de eso.
Él se consideraba una mente brillante, que ha aprendido a nombrar los instrumentos de un laboratorio mucho antes de siquiera aprender a sostenerse sobre sus pies, y la idea de volverse irracional y salvaje lo hacía estremecer, quizá hasta paranóico.
—Algo hay de eso—asintió Jeongin, un poco cohibido de admitirlo ante alguien más—. Como pudiste notar, mi alfa es bastante agresivo.
—No lo es—lo consoló Chan, dándole un ligero golpe con el hombro—. No al menos con alguien que es capaz de soportarlo—su comentario hizo que Jeongin bufara.
—Me dejaste peor de lo que yo te hice a ti.
—Exacto, eso sólo significa que necesitabas a alguien capaz de darte pelea en esas circunstancias—le guiñó un ojo, riendo cuando un ruborizado Jeongin le gruñó—. Pero, entonces, ¿eso es lo que te da miedo?
—Vi que a Felix aún le cuesta trabajo reaccionar—señaló, mirándolo—. No parecías tan asustado con ello, ¿no temes que también se…fracture?
—No, no lo hará—le sonrió—. Changbin le importa demasiado como para perderse en el lobo. Lo creas o no, le ha ayudado a mantenerse con los pies en la tierra, como una especie de ancla. La de Minho fue Jisung y viceversa, lo expresan como la seguridad de tener a alguien a quien le importan como para consumirse por el lobo.
—La tuya es Hyunjin—adivinó, confundido cuando Chan rió—. ¿No lo es?
—No, Hyunjin y yo somos diferentes, no la necesitamos—volvió a echar los brazos atrás para apoyarse en ellos mientras miraba a Jeongin de forma risueña—. Yo pensé que la tuya sería Seungmin.
—Lo dices como si significara algo.
—Lo que quiero decir es que si lo intentaras no te perderías porque tienes a Seungmin, ¿no es así? Changbin dijo que ustedes eran muy unidos, como simbiontes. Al menos así lo expresó él.
—Simbiontes—repitió el cobrizo, incrédulo—. Solían decirnos que éramos como plaga.
—Bueno, palabras más, palabras menos—Chan se encogió de hombros—. Pero al menos sabes que no hay uno sin el otro. Tu lobo tendrá la certeza de que hay alguien a quien le importa como para volverse salvaje, ¿no lo crees?
— ¿Qué? ¿Quieres que lo intenté? —Jeongin se rió, incrédulo—. Aullarle a la luna y esas cosas no es lo mío, hombre. Además, dices que puedes conectar con ellos porque son parte de la manada, ¿no es así? Te recuerdo que me secuestraste, no soy manada.
—Seungmin lo es.
Sus palabras se sintieron como un cubetazo de agua helada, haciendo que la espalda de Jeongin se quedará tan derecha que cada una de las marcas en ella ardía con fuerza asegurándole que estaba en lo cierto; Su lobo cambió de parecer y ahora mostraba los dientes, gruñía y vociferaba ante la idea de Chan teniendo a Seungmin en su manada cuando algo dentro de él gritaba que no era posible porque era su manada, no podía dejar solo a Jeongin.
— ¿Qué?
—No lo noté hasta esta mañana—aseguró Chan en tono jovial, ajeno a la histeria del cobrizo, o ignorándola completamente—. Se sentía extraño, ¿sabes? Como algo nuevo. Son colores en mi cabeza, cada uno de ellos y había un nuevo color que no había notado hasta que Seungmin apareció a tu lado en el ala médica, por eso fue tan fácil convencerlo de que se fuera.
— ¿S-Seungmin es…? No, él no lo haría—sacudió la cabeza, incrédulo—. No me dejaría solo.
—Creo que él aún no lo sabe—lo consoló—. Después de todo, estuvimos ocupados durante 4 días, Innie, ¿y qué si él desarrolló un vínculo con el resto en nuestra ausencia?
—Si es con el resto, ¿por qué lo sientes tú? —preguntó, las lágrimas de frustración ardiendo en sus ojos.
No, Seungmin nunca lo dejaría atrás, él jamás lo abandonaría. Eran mejores amigos desde siempre, hacían todo juntos, eran los únicos a los que realmente les importaba lo que pudiera pasarle al otro.
Seungmin era lo único que Heejoo no ha podido quitarle ni restringirle, era el vistazo de la libertad a través de la ventana, eran las risas en conjunto, los pies corriendo por los pasillos, la mano que se aseguraba de sujetarlo y tirar de él para que no se quedará atrás.
—Tú lo dijiste, Hyunjin y yo somos la pareja alfa de la manada—recordó, mirándolo con atención—. Si Hyunjin lo ha reconocido como miembro de la manada en estos 4 días entonces lo vincula con el resto.
—No tiene sentido—sacudió la cabeza, labios temblorosos mientras recordaba su actitud en la mañana—. Él no lo hubiera permitido. ¡Todo esto es una trampa! —Acusó, levantándose con algo de dificultad y mirando a Chan con ojos encendidos—. ¡Quieren ponernos en contra! ¡Separarnos! ¡Así será más fácil someternos!
— ¿Siquiera te estás escuchando? —Chan se levantó también, el desnivel de la piedra lo hacía más alto que Jeongin, y con el aura dominante que tenía lo volvía más aterrador—. ¿Para qué carajo lo querría a él teniéndote a ti?
— ¿No es parte de lo mismo? Lo acabas de decir, ¿no es así? Simbiontes, si tienes a uno tendrás al otro en consecuencia—acusó, sus ojos reluciendo en luces rojas—. ¿Acaso te ofreciste acompañarme en mi Rutina esperando que al finalizar ya me haya vinculado con tu manada?
— ¡Ni siquiera recuerdas nada de eso! ¿Cómo puedes pensar que haría algo así?
— ¡No lo sé, Chan, porque no te conozco! En lo que a mí refiere, sólo me utilizas para hacer las mismas cosas que Heejoo, ¿en serio esperas que crea que accediste a ayudarme con mi Rutina por tu buena voluntad?
—O quizá buscaba una follada fácil.
El lobo tomó el control en ese momento, haciendo que Jeongin gruñera y mostrará los colmillos, colocando ambas manos contra el pecho de Chan y usando toda su fuerza para empujarlo fuera de la roca, jadeando cuando las manos del alfa mayor envolvieron su muñeca y tiraron de él al mismo tiempo que sus pies se resbalaban por el musgo que había en la piedra.
El lobo regresó a su lugar cuando el pánico de estar cayendo fue tal que no quedó de otra más que hacer reaccionar a Jeongin, quien sólo gritó antes de tragar un puñado de agua dulce llena de microbios y popó de peces, siendo llevado por la corriente mientras pataleaba un par de veces antes de que Chan lo agarrara y tirara de él hacia la orilla.
—Maldito idiota—gruñó el peliazul, ambos aferrándose a una roca mientras el agua de río seguía corriendo alrededor de su cintura—. Te mojaste los vendajes.
Jeongin le escupió el agua en la cara y, a pesar de sentir que acababan de desgarrar su corazón, se encontró riendo ante la cara de Chan empapada, un pequeño pez dorado golpeándole en la mejilla antes de caer de vuelta al agua.
Se rió a carcajada abierta, riendo y riendo sin parar, tan fuerte que no sabe en qué momento se transformó en llanto y se echó a llorar sobre esa roca porque Chan le había quitado a Seungmin.
Notes:
A todo esto, TENEMOS COMEBACK, ¿cuál es su canción favorita de KARMA? Las mías son CREED e In My Head, aunque todo el album lo he estado escuchando en bucle, pero esas dos son las que más me gustaron! Que emoción, ya hacía falta nueva músicaaaaaa además que en el tiempo que no actualicé Taylor Swift también anunció nuevo album -gritos de perra loca- yo la favorita de Dios
Pero bueno, ¿qué les pareció el capítulo? Creo que es la conversación más larga que han tenido Chan y Jeongin sin querer lanzarse a la yugular del otro tan rápido igual terminaron en el río peeero al menos hablaron un rato jsjsjs y eso de que Seungmin es manada quedé con el ojos cuadrado, COMO NOS LO DICES ASÍ SIN MÁS, KBRON, AVÍSAME CON TIEMPO O ALGO, aynooooo ahora se le va a armar al pobre Seungmin y él solo quería pasar tiempo con Hyunjin (podemos echarle la culpa a ese wey) pero bueno, espero que no me tome demasiado actualizar el siguiente TT-TT
Anyway, GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 14: Seungmin.
Notes:
Hola holaaaa he regresado de entre los muertooos. El chisme es mi motivación de escribir así que aqui hay chisme y exceso de narrativa por lo que les pido perdón de ante mano por eso
La cantidad de veces que reproduje Hand That Feeds de Halsey y Amy Lee da miedo, pero por si les da curiosidad de banda sonora eda
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text

El agua corría por su piel entrelazándose con el llanto que empapaba su rostro, aunque llegados a este punto ya no sabía muy bien que tanto era agua de río y que tanto de lágrimas.
Chan lo había sacado del agua casi enseguida y ahora Jeongin estaba sentado sobre una piedra a la que le caía un rayo de sol que se colaba entre las densas ramas de los abetos, brindándole un poco de calor en la helada y blanquecina piel aliviando sus temblores.
Más alejado de él se encontraba el alfa de cabello azul en toda su gloria semidesnuda; Jeongin veía rastros rojizos de rasguños en su espalda, la pálida piel salpicada de algunos lunares y viejas cicatrices; estaba exprimiendo la camiseta que había estado usando antes de colocarla sobre una rama baja en un intento de que le diera el sol, la sudadera que Jeongin había estado usando ondeaba como una bandera de tristeza en un pequeño árbol que aún no había logrado crecer.
Aún escuchaba el río correr, pero de repente el bosque que tan grande le pareció hace unos instantes se había convertido en un simple jardín donde Jeongin no podía pasar desapercibido, tan consciente de sí mismo que sentía el ardor de las heridas abiertas en su espalda, cada gota de agua deslizándose por su piel, los mechones de cabello húmedo cayendo por su frente, el musgo de la roca sobre la que estaba sentado y su nariz ardía con el dulzor de un caramelo que es ofrecido en espera de brindar algo de felicidad.
Sus ojos, de los cuales aún corrían lágrimas silenciosas, se deslizaron de nuevo a donde se encontraba Chan, quien ahora se había dado la vuelta y caminaba hacia él sorteando las piedras y los troncos caídos del camino; sus ojos se encontraron, los de aquel alfa tan grises como el agua del río que corría a su espalda y que todavía sentía que ahogaba a Jeongin.
El nudo en su garganta lo ahogó durante un segundo, sus labios temblorosos mientras lo contemplaba fijamente, el vacío de un hombre que sentía que ya no tenía nada tragándoselo desde adentro, como un agujero negro en su estómago que crecía y crecía conforme Chan se acercaba a él.
Su cabello tan azul como un zafiro caía en mechones húmedos por su frente y se enroscaba a la altura de su nuca, se lo apartó de forma brusca para despejar su visión y se detuvo a un palmo de distancia de Jeongin en completo silencio. Era el azul intenso del cielo y, al mismo tiempo, el gris del agua correr entre las piedras, era las nubes de tormenta pero también el cielo en pleno verano; su aroma a chocolate era una explosión de azúcar que hacía todo más vivo pero el tabaco que le acompañaba lo transformaba en humo. Era extraño, y tal vez las distintas facetas de él era lo que tenía a Jeongin tan confundido, no sabía qué esperar de él.
¿Sería amable como el dulzor de su aroma? ¿Terminaría por matarlo como el tabaco que le rodeaba en nube? Lo asfixiaría o le daría algo para alegrarlo, el problema era que Jeongin, en ese instante, se sentía como una presa que ya estaba a punto de recibir el tiro de gracia, ni siquiera quería luchar, ¿qué sentido había? Eso no haría que Seungmin-
Se pasó la mano por el rostro de forma violenta, estremeciéndose cuando sintió la piel de su espalda ser tirada, apretando los dientes para no exteriorizar el dolor que ese sencillo movimiento le provocó. Sintió la ligera preocupación impregnar el aire de la misma manera en la que sueles oler la lluvia en la distancia.
No estaba muy contento con llorar, en especial frente a Chan, pero ya ni siquiera podía parar así que se dedicaba a hacerlo en silencio, alzando las rodillas y rodeándolas con ambos brazos en un intento de esconderse, proteger lo poco que quedaba de él o, en su defecto, intentar llenar el vacío que comenzaba a tragarlo, desesperado por regresar a ese pequeño rincón donde solía estar el consuelo de la existencia de Seungmin.
Los recuerdos seguían ahí pero ahora se sentían opacos, el sentimiento de encontrar un hogar parecía palidecer ahora.
—Te tengo que quitar los vendajes—anunció Chan, colocando las manos en las caderas mientras miraba fijamente hacia Jeongin.
No respondió, sabía que de todas formas no tenía caso, así que sólo ladeó la cabeza apartando la mirada de él y se dedicó a contemplar los árboles a su costado, el verdor que iba consumiendo poco a poco aquello que debía ser de otro color, las pequeñas flores blancas que se atrevían a emerger entre la vegetación; le pareció ver un par de ardillas correteando, quizá un par de aves cantando.
No vio a Chan acercarse a él pero era difícil que pasara desapercibido por el calor que parecía emanar de su cuerpo, haciendo que ligeros estremecimientos recorrieran a Jeongin mientras sentía que tiraba de los vendajes con delicadeza, intentando despegarlos y asegurarse que nada había entrado en las heridas que aún permanecían abiertas.
Era delicado, el chocolate parecía llenar sus pulmones, pero parecía tener un subtono picante de humo ardiente que amenazaba con explotar en cualquier momento, las nubes grises de tormenta alzándose en la distancia sobre el cielo más azul.
Jeongin no era consciente del tiempo pasando, ni siquiera cuando Chan terminó con su espalda y se sentó a su lado en aquella roca que parecía más un asiento verde que algo gris; no hablaron, solo existieron el uno al lado del otro en completo silencio, un muro de cristal alzado entre ambos principalmente por Jeongin.
El agua del río, desde aquella distancia más prudencial, se veía de gris oscuro contrastando contra tanto verdor, de vez en cuando algunos rayos de sol lograban atravesar el jade de los árboles y provocaba destellos coloridos sobre la corriente, ¿acaso era un pez o sólo el reflejo de la luz contra el agua? Era difícil adivinarlo a esa distancia, pero en la tristeza de Jeongin daba un poco de consuelo.
Si es honesto, aún no sabía con exactitud cómo se sentía; había enojo pero a veces parecía que lo sobrepasaba la tristeza, en su interior era como si intentara recuperar un puñado de hilos maltrechos y deshilachados e intentara devolverlos a su lugar, los colores se veían vacíos, las risas en sus recuerdos parecían escucharse lejanas, corriendo por el bosque hasta perderse lejos de él.
Era un gran lobo feroz y, a la vez, una pequeña ardilla intentando esconderse en un árbol. ¿Volver a NOVUS siquiera era una opción ahora? ¿Qué sentido tenía si ya no le quedaba nada? Quizá ese había sido el plan de Chan desde el principio.
— ¿Cómo funciona?
Su voz rompió el silencio, sonando como el croar de una rana debido a la falta de uso, tragó con más fuerza el nudo que sentía en la parte posterior de la garganta.
— ¿El qué? —Chan sonaba menos acusador, pero eso no fue suficiente para Jeongin.
— ¿Cómo alguien forma parte de una manada?
Sentía los ojos de Chan clavados a un costado de su rostro, ardiendo, como si intentara leer más allá de su expresión pétrea y comprender lo que estuviera pensando. Sin embargo, Jeongin no tenía muy claro cuál era su principal motivación para preguntar aquello, ¿quería arrojar luz sobre su curiosidad? ¿O simplemente quería encontrar una manera de recuperar a Seungmin?
Si es honesto consigo mismo, aún no entendía muy bien el concepto de manada más allá de lo que podrían significar las jaurías de lobos en la vida salvaje, no sabía nada de lazos ni hilos de colores, no entendía cómo es que alguien decidía formar parte de una manada y dejaba otra de lado, si es que la pequeña sociedad que habían formado Seungmin y él durante tantos años era eso, así que tal vez su pregunta era parte de un todo, de iluminar la ignorancia que llenaba su mente y provocaba ese hueco en su interior con la forma de su mejor amigo.
¿Ya no querría seguirlo a todas partes? ¿Desde ahora haría lo que Chan quisiera, incluso si fuera a costa de Jeongin? ¿Seguirán siendo amigos?
—Aún no tengo muy claro eso—admitió Chan, suspirando, estaba tan cerca de Jeongin que podía sentir el calor emanar de él hasta quitarle por completo el frío que había dejado su chapuzón en el río—. Tenía la creencia de que era por mi estatus de prime, pero lo he visto antes.
— ¿Dónde?
—En las comunas que suelo visitar—Chan imitó la posición de Jeongin, no obstante mantenía el rostro orientado en su dirección en espera de que volviera a mirarlo—. Creo que la idea de formar parte de una manada viene, principalmente, del deseo de pertenecer a un lugar, tener una familia, saber que tendrás un hogar al cual volver siempre que quieras.
Las lágrimas volvieron a nublar la visión de Jeongin, distorsionando la imagen del bosque frente a él, volviéndolo más la imagen borrosa de un sueño, algo que no era real. Ardía, cada una de sus palabras se sentían como un alambre de púas envolviendo su corazón y siendo apretado en cada vuelta para que lo atravesara y tiñera de carmesí el metal. Una rosa sangrando en invierno.
—Deseo de una familia—repitió, tragando duro mientras otro río corría por sus mejillas.
Se atrevió a mirar en dirección de Chan, encontrándose reflejado en el gris de sus ojos, notando los mechones azules que se rizaban sobre su frente, el cielo y las nubes de tormenta, el suave consuelo de una alegría artificial mientras el cáncer ataca tus pulmones, ¿qué podría esperar de él? ¿Cómo es que podía ser la familia de Seungmin si ni siquiera lo soportaba?
—Yo soy su familia.
Su voz sonaba algo frágil y quebradizo, húmeda por el llanto que corría por su rostro y el que aún le atenazaba la garganta mientras el recuerdo de un par de niños jugando con tierra en el jardín lo embargaba, las risas, los insectos en un frasco antes de ir a mostrarselos a Heejoo para que les diera un libro donde pudieran encontrarlos.
Los padres de Seungmin no sobrevivieron la enfermedad y Heejoo aceptó quedarse con él, más que nada porque Jeongin insistió, pero cuando su propio padre desapareció por culpa de la enfermedad fue que se dio cuenta que la única familia que tenía era Seungmin, la única persona en el mundo que iría a buscarlo si un día desaparecía porque le importaba, no solo porque le era útil.
—Creo que tal vez no era suficiente para Seungmin—Chan intentó consolarlo, pero la verdad es que sólo lo empeoraba por lo que Jeongin soltó un bufido y sorbió por la nariz mientras sollozaba—. La verdad, aún no es muy claro por qué alguien forma una manada. Digo, con Minho y Jisung fue más su deseo de encontrar un lugar para ellos, un hogar, con Changbin era su necesidad de pertenecer a algo, Felix, aunque venía siguiendo a Changbin, fue porque estaba cansado de sentirse solo.
Jeongin escuchaba en silencio las palabras de Chan y las comparaba con Seungmin, con sus deseos expresados en voz alta en medio de la noche, con la forma en la que solía mirar hacia las ventanas y se preguntaba qué había más allá de NOVUS.
Se sintió como volver a encender la luz en un cuarto que Jeongin había estado ignorando, enterrando el rostro en las rodillas y sintiendo que sus hombros temblaban por el llanto, el aullido atorado en la parte de su garganta a punto de desgarrarle, el lobo queriendo clavar sus uñas bajo su piel para emerger y poder lidiar con el dolor que aplastaba su pecho.
Nunca fue suficiente, no lo era para Heejoo y al parecer no era para Seungmin, la única persona que realmente le importaba, quien hacía que todo esto fuera más fácil de lidiar, y aunque podía comprender, darse cuenta que la razón por la que Seungmin ahora estaba conectado a ellos siempre estuvo ahí, Jeongin sentía que le habían arrancado algo desde raíz, tirando de él hasta dejarlo sangrando sobre el bosque mientras aúlla al cielo para que lo encuentren y no le den por muerto.
Quería pelear, gruñir, reclamar. Quería mirar a Chan y lanzar acusaciones; Todo este tiempo tal vez es lo que Chan quería, dejar de rodillas a Jeongin sin nada a lo que aferrarse para que hiciera su voluntad, ¿no era lo mismo que hacía Heejoo de forma más discreta? Usando a Seungmin como un arma, advirtiendo que los separarían si Jeongin no se comportaba, se lo llevaría a otro departamento, lo mandaría a las comunas, no volvería a dejarlos trabajar juntos.
Para odiarla, parecían parecerse mucho, quizá más de lo que Jeongin hacía y eso que era su madre.
—Lo siento.
Sonaba tan pobre, una excusa cualquiera, como intentar tapar el sol con un dedo.
Jeongin no respondió, simplemente se quedó ahí sentado con el sol sobre su espalda, el aroma a chocolate envolviéndolo y el llanto corriendo por su rostro al igual que el río que pasaba a unos metros de distancia, robando pequeños destellos de colores, siendo tan ruidoso que por un instante fantaseó con lanzarse al agua a ver a dónde le llevaba.
Desaparecer, sólo quería desaparecer, ¿siquiera Seungmin sentiría su ausencia si Jeongin se iba? ¿Le importaría ser dejado atrás si Jeongin volvía a NOVUS? ¿Y si esa era la verdadera razón por la que le dijo que huyera él la última vez? Se quedaría en ese lugar para siempre, pero con la certeza de que Jeongin sabría donde encontrarlo si algún día quería verlo.
Sacó la cabeza de su escondite y miró con ojos llorosos el bosque, tan verde y lleno de vida, y Chan se quedó en silencio a su lado hasta que el sol descendió y comenzó a darle un aspecto siniestro a aquel lugar.
…
El olor a comida recién hecha los recibió cuando ingresaron a la casa; olía a pan recién horneado, a algún tipo de estofado en el fuego, verduras cocidas y tal vez algo de carne, las animadas conversaciones parecían entrelazarse en el aire con el aroma de comida dando la sensación de un hogar.
Jeongin miró a hurtadillas en la entrada de la cocina, sintiendo que un puñal se atravesaba en su pecho al ver a Seungmin formando parte de aquel cuadro, riendo sin parar mientras Jisung y Changbin se morían de risa en sus sillas. Los olía más allá de la comida, la forma en la que sus aromas se entrelazaban hasta formar un tapiz; la alegría, la comodidad, era dulce y cálido, era…era un hogar.
Se dio media vuelta y subió las escaleras, pasando de largo junto a Chan, quien no alcanzó a sujetarlo del brazo y se quedó de pie en las escaleras mirándolo desaparecer.
Jeongin serpenteó entre los pasillos hasta llegar a la puerta de la que había sido otorgada como su habitación, se encerró bruscamente y puso el seguro, sintiendo que su corazón latía demasiado rápido, a punto de explotar en su pecho mientras acelerados jadeos escapaban a através de sus labios y el llanto volvía a nublar sus ojos, mirando la ahora perfectamente ordenada habitación, sin rastro de lo que había sucedido apenas el día anterior.
Quizá estaba reaccionando así porque su rutina acababa de terminar y los sentimientos seguían intensos, o tal vez sólo le dolía que su mejor amigo ni siquiera parecía importarle nada de él, o tal vez solo estaba cansado de que sin importar cuánto bosque se extendiera por la ventana no era libre. Estaba viendo que había más allá de NOVUS, descubriendo cosas que jamás llegó a imaginar, y aún así parecía que una correa se encontraba alrededor de su cuello y tiraban de ella con fuerza cuando intentaba alejarse demasiado, cayendo de rodillas ante Chan mientras suplicaba algo de libertad.
Ni siquiera registró el dolor de su espalda cuando la presionó contra la puerta y se deslizó por ella hasta caer sentado en el suelo, contemplando la habitación mientras el pánico amenazaba con colapsar su sistema nervioso y se obligaba a sí mismo a respirar de forma acompasada.
En el piso de abajo, rodeado de una estela de café amargo y whiskey, Chan suspiró caminó directo hacia la cocina, deteniéndose de pie en la puerta, pasando la mirada por cada uno de sus miembros que se silenciaron apenas notaron su presencia antes de que sus ojos se encontraran con los de Hyunjin, sentado junto a Seungmin con la cabeza en su hombro.
Chan alzó una ceja y, sin decir palabra, se dio media vuelta, hubo murmullos a su espalda, escuchó el nombre de Jeongin dicho con genuina preocupación y las palabras de alguien en un intento de consolarlo antes de que las rosas lo siguieran hacia el patio trasero.
Florecían, era como recibir una explosión de azúcar cremoso en la nariz que le acompañaba, ese jardín que tanto le importaba siguiéndolo a todas partes mientras los últimos rayos del atardecer robaban destellos rubíes de su cabello sujeto en un desordenado moño.
Se aseguró de alejarse de la casa lo suficiente para evitar oídos indiscretos, colocándose más cerca de los árboles que limitaban el jardín mientras Hyunjin aún se demoraba un poco más a su espalda.
— ¿Qué? —preguntó de forma brusca, cruzándose de brazos y deteniéndose frente a Chan—. Acordamos que lo que pase entre Seungmin y yo ya no es tu problema, te follaste a Jeongin, yo también puedo-
— ¿Por qué lo hiciste manada?
Sus palabras fueron un rayo golpeando la tierra, haciendo que Hyunjin lo mirara con algo de alarma que se apresuró a disimular, sin embargo eso nunca había servido con Chan.
Lo conoce desde siempre, han estado en su mejor y su peor momento, corrieron en medio de la noche buscando la libertad y han estado trabajando en conjunto para que no volvieran a arrebatarles eso. Chan era capaz de reducir NOVUS en cenizas desde el primer momento sólo para asegurar la protección de Hyunjin, y sabía que el otro era capaz de entregarle la cabeza de Heejoo después de todo lo que les había hecho pasar así que entre ellos no deberían existir los secretos ni ese tipo de acciones, y sin embargo los había.
Hyunjin parecía haber alzado un pequeño muro a su alrededor en lo que a Seungmin se refiere a tal grado que lo había vinculado con la manada sin esperar a hablarlo con Chan y eso era lo que tenía tan nervioso al alfa.
No es como que Seungmin fuera santo de su devoción, la verdad es que no le caía muy bien por no saber cuándo cerrar la boca, pero sabía lo importante que era para Jeongin, y aunque aún no entendía muy bien por qué, su Lobo consideraba importante cualquier cosa que tuviera que ver con Jeongin porque lo único que quería era hacerlo feliz, que viera la vida que NOVUS les estaba arrebatando al mantenerlos encerrados en sus laboratorios así que Seungmin importaba porque era importante para él.
Aún podía escucharlo reír y llorar, olía la amarga tristeza que le rodeaba, lo veía temblar mientras se abrazaba a sí mismo como quien espera mantener todos sus pedazos juntos. Si es honesto, había esperado una reacción completamente diferente a sus palabras y era el motivo por el cuál se lo dijo, esperando que tal vez Jeongin bajará sus defensas y se permitiera ver más allá de sus creencias.
— ¿A quién? —preguntó Hyunjin, haciéndose el desentendido.
—No te hagas el estúpido conmigo—advirtió Chan, bajando la voz e inclinándose hacia él—. ¿Por qué carajo lo hiciste manada?
—Dijiste que podía hacer con él lo que yo quisiera.
— ¡Pero no esto, Hyunjin! —exclamó, restregándose el rostro con una mano mientras veía al omega frente a él—. ¿Tienes idea de lo que hiciste?
Hyunjin bufó, rodando los ojos con fastidio, haciendo que Chan quisiera gritar al ver que no comprendía la gravedad del asunto.
—Tú mismo dijiste que con tiempo ellos querrían formar parte de la manada—recordó el pelirrojo, manteniéndose de brazos cruzados—. ¿Y qué si Seungmin lo ha hecho antes de lo pensado? ¿O sólo estás molesto porque fue antes que Jeongin?
Chan gruñó, un sonido de advertencia emanando desde lo profundo de su pecho que sólo provocó que los ojos de Hyunjin centellearan como dos estrellas plateadas, curvando los labios hacia arriba para mostrar los colmillos.
—Le has quitado a un alfa el único miembro de su manada—gruñó Chan, mirando hacia la casa antes de inclinarse para bajar más la voz—. Viste cómo se pusieron con Changbin, ¿se te ocurrió siquiera pensar cómo reaccionaría si se tratara de Seungmin? Lo traje porque-
—Porque te lo pedí—advirtió Hyunjin, descruzando los brazos y señalándolo de forma acusadora con un dedo—. Ibas a traer a Dawson y te pedí que lo trajeras a él también, tú me lo diste, puedo hacer lo que yo quiera con él.
—No es un juguete, Hyunjin.
— ¿Ahora no lo es? ¿Por qué? ¿Por qué es el amigo de tu juguete de masticar?
—No, porque es una persona que ahora está vinculado con el resto, ¿siquiera le diste la opción de elegirnos, Hyunjin? Porque mi plan era que ellos nos eligieran, ¿le preguntaste a Seungmin si quería quedarse? ¿Si quería formar parte de nuestra manada? ¿Le explicaste lo que sentiría?
Hyunjin apretó los labios en una tensa línea y miró bruscamente hacia un costado, siendo respuesta suficiente para Chan, que se obligó a sí mismo a mantener la calma.
Las manadas eran complicadas, incluso para él siendo un alfa prime; aún había mucho que desconocían pero, conforme pasaba el tiempo, entendías lo que era estar vinculados. No sólo eran hilos que iban del alfa de manada al resto sino que estaban entrelazados entre todos. Jisung y Changbin ya le habían dicho que podían sentir a cualquier otro miembro pero no con la misma intensidad que Chan, simplemente sabían cuando algo andaba mal pero nunca qué tan mal estaba el asunto.
Las Manadas son más que familias, no puede haber traidores en casa, necesitas confiar cien por ciento en los miembros de esta porque en algunas situaciones tu vida dependerá de ellos. Si Chan hubiera querido, desde el momento en que los ojos de Jeongin se encontraron con los suyos lo habría vinculado con la manada y así no tendría escapatoria, pero estaría arriesgando a muchos por uno solo y eso no hace un líder.
Hyunjin había actuado de forma egoísta, incluso cuando lo hablaron esa mañana. Sabía que le gustaba Seungmin, ya no quería ser un impedimento, le estaba suplicando que le permitiera intentarlo, que le gustaba mucho y no quería perder oportunidades. Incluso había pensado en embarazarse para deshacerse de Heejoo y poder mantenerlos a salvo, Hyunjin estaba desesperado y eso, muchas veces, nos lleva a actuar sin pensar.
No podía juzgarlo por ello, no del todo, pero al menos quería escucharlo decirlo, aceptar su error, admitir que no lo había pensado bien para que de alguna manera las lágrimas que Jeongin había derramado valieran la pena.
—Contéstame—suplicó, desesperado—. Dime si al menos lo pensaste.
—No, no lo hice, ¿feliz? —gruñó, suspirando—. Pero era la única manera en la que él…Puede ayudar, Chan, puede hacer que Jeongin piense de otra forma y lo vincule con nosotros.
—O nos verá como las personas que no sólo le quitaron a Changbin, sino que también le quitaron a Seungmin. Creo que tú y yo estamos subestimando el vínculo de ellos dos y es arriesgado—se pasó una mano por el rostro mientras Hyunjin se mordía el labio inferior—. Esto puede causarnos problemas.
—Lo solucionaremos.
Hyunjin se acercó y pasó ambos brazos alrededor de su cintura, abrazándolo con fuerza, permitiendo que sus aromas se entrelazaran con feromonas calmantes. Chan sintió que sus hombros se relajaban, sus brazos envolviendo a Hyunjin mientras apoyaba la mejilla sobre la cima de su cabeza y cerraba los ojos, permitiendo que el omega lo consolara e intentara distraerlo de los problemas que se les venían encima.
Una noche, mientras yacían entrelazados en su nido, Hyunjin susurró sobre Heejoo y su idea de hacer la cura para La Rabia, sin embargo compartió sus sospechas de algo más cuando, en su oficina, notó que había archivos de otra cosa, en especial cuando ingresó a su computadora y encontró investigaciones que no iban acorde a lo dicho.
Empezaron con sospechas y terminaron con certezas, comenzó a volverse más grande y ahora Chan temía que fuera más de lo que pudieran controlar. Secuestrar a Jeongin fue una medida desesperada, un arma de doble filo porque así podían frustrar a Heejoo al robarse a su investigador principal y, al mismo tiempo, intentar sacar toda la información y replicar lo que sea que estuviera administrando.
Sintió a Hyunjin restregar su rostros contra su pecho, un débil ronroneo emanando de él mientras Chan lo sujetaba más fuerte y presionaba un fugaz beso sobre su frente; estaban bailando con fuego desde el momento en el que trajeron a aquel par de alfas a casa, pero se decía a sí mismo que al final verían su recompensa.
Enterrando la nariz en el cabello de Hyunjin pensó en la libertad, en la euforia, en ese cálido aroma a café y el ardor del whiskey en su garganta, en ojos brillantes mirándolo como si Chan fuera todo lo que había deseado. Las rosas florecían en su garganta, pero no eran suficiente y se decía a sí mismo que si seguía corriendo de esa forma, quizá al final del camino podría encontrar la libertad.
—Prométeme algo.
La voz de Hyunjin rompió el silencio que los había rodeado, Chan suspiró al distinguir cierto ardor emanar de él, pero dirigió su atención hacia la casa, cuyas luces comenzaban a ser encendidas para brindar algo de consuelo, la noche cayendo como un manto sobre ellos mientras las estrellas comenzaban a brillar de forma recelosa al igual que luciérnagas intentando salir de su escondite.
—Cualquier cosa—aseguró Chan.
Y hasta el momento no había roto ninguna de sus promesas, quizá era su fervor de devolver a Hyunjin cada cosa que ha sufrido durante toda su vida; una flor por cada noche de llanto, una casa por las veces en las que durmieron en una habitación de dieciséis metros cuadrados sin ventanas, una risa por cada vez que fue atado a una silla y gritó de dolor mientras lo veía sangrar.
—Si algo llega a salir mal en todo esto-
—No lo hará.
—Si lo hiciera—Hyunjin hizo la cabeza hacia atrás para que sus ojos se encontraran con los de Chan, tan grises como los propios, claros, honestos—. Por favor, prométeme que harás cualquier cosa para que ella no me ponga las manos encima.
—Ella no volverá a encerrarte.
—Bien, entonces si algo sale mal, promete que me desgarras la garganta frente a ella.
Chan se sobresaltó, tomando a Hyunjin de los brazos y apartándolo de él para mirarlo directamente; su corazón comenzó a correr a toda velocidad, miró con pánico al pelirrojo frente a él que parecía seguro de sus palabras, desesperado.
— ¿Qué? No, claro que no, ¿cómo puedes-?
—Chan, necesito que me lo prometas—exigió, colocando ambas manos contra el pecho de Chan y tirando de su camisa—. Bajo ninguna circunstancia voy a volver a NOVUS, jamás, prefiero matarme así que si algo de todo esto sale mal y ella nos atrapa, asegúrate de que no vuelva a pisar las instalaciones.
—No puedo.
— ¿Me amas?
—Con todo mi ser—Chan llevó una mano al rostro de Hyunjin, acariciando con su pulgar la mejilla mientras se inclinaba y presionaba sus frentes juntas, su lobo suspirando al sentir a su compañero cerca, poder estar juntos—. Me volvería loco si algo te pasara.
No le dijo que hacía todo esto por él, que su seguridad era la única razón por la que Chan se estaba arriesgando tanto, que deseaba protegerlo y brindarle toda la felicidad del mundo; trajo a Seungmin porque Hyunjin así lo quería, que fuera amigo de Jeongin sólo lo vieron como otro incentivo, conseguía semillas de flores durante sus encargos para que él las cultivará en su jardín.
Sólo quería que Hyunjin fuera feliz después de toda su vida de sufrimiento encerrado en cuatro paredes blancas sin un vestigio de color, que no volviera a sentir el dolor, la desesperacion de ser atado a una silla mientras ven a la persona que más amas ser torturada. Tal vez era Chan quien portaba las cicatrices, pero Hyunjin había sentido cada una y sólo porque no sangró nadie las atendió.
—Entonces, por favor, no permitas que regrese a ese lugar—suplicó, cerrando los ojos con fuerza durante un momento—. Y también que cuidarás a Seungmin como si se tratara de mí si algo me llega a pasar.
—Hyunjin–
—Prométemelo, y yo haré lo mismo con Jeongin—lo miró con una sonrisa—. Ya no te mientas más, Chan, puedo sentir que te gusta.
—Si querer estrellarlo contra la pared a ver si así reacciona es gustar—se encogió de hombros, sonriendo al escucharlo reír, poniéndose serio casi de inmediato mientras Hyunjin suspiraba—. Sé que piensas que Seungmin es…lo que sea que tu creas que sea, y si te gusta así de tanto está bien, pero no quiero que te rompas el corazón pensando algo más.
Hyunjin hizo una mueca, y Chan odió tener que volver a ponerlo triste, pero a veces era fácil olvidar que no eran como el resto, ellos son compañeros y nadie más podría complementarlos, lograr entenderlos al mismo nivel que ya hacían con el otro. Dudaba que pudieran tener una conexión, ese lazo metafísico que ya los unía sin necesidad de una marca con alguien más.
Chan deslizó la mano hasta su barbilla y la sujetó con firmeza, haciendo que Hyunjin lo mirara mientras la luna comenzaba a reflejarse en sus pupilas, las sombras reinando en su rostro.
— ¿Tanto te importa? —le preguntó al distinguir el agrio olor de las flores marchitas.
—Lo hace—asintió en voz baja, suspirando—. Me importa.
—De acuerdo entonces—se rindió, presionando un beso contra su frente antes de pasar un brazo alrededor de sus hombros—. Si es importante para ti, también lo es para mí.
— ¿Y qué sucederá con Jeongin?
Chan hizo una mueca y miró hacia la casa, distinguiendo en una de las ventanas del piso superior un mechón de cabello cobrizo asomado entre las cortinas, un chico solitario que sentía que ya no tenía nada que pudiera llamar suyo, al que Chan alejó de lo que él creía su hogar y ahora le habían quitado al único miembro de su manada, ¿qué podría hacer eso en un lobo?
—Aún no lo sé.
…
Podía oler a Seungmin a través de la puerta, toda la canela ardiente de la preocupación, sus nulos intentos por abrir la puerta mientras Jeongin miraba desde la cama la sombra que creaba por la rendija de la puerta.
—Innie, ¿qué sucede? Me estás asustando—volvió a insistir, tirando del picaporte mientras Jeongin se quedaba ovillado en el colchón—. ¿Te hizo algo Chan? ¿Viste algo? Si no me abres de verdad voy a tirar la puerta.
Había dicho eso cinco veces y habían descubierto que no era muy bueno con las amenazas ya que la primera vez que intentó embestir contra la puerta sólo se ovilló contra el suelo alegando que se había quebrado el hombro.
Se sentía extraño, antes no habría dudado en abrir la puerta de par en par y recriminarle las cosas a Seungmin, tal vez acusarlo de algo que ni siquiera sabía, obligarlo a que se sentara con él hasta que se calmara, pero en ese momento lo único que quería era desaparecer entre las sábanas, tal vez pudrirse en ellas y así nadie le encontraría jamás y no le sería útil a Heejoo ni a Chan.
No hacía ningún ruido, apenas si había encendido la lámpara en la mesilla de noche, si cerraba los ojos con fuerza sentía ese tirón en su corazón que le lastimaba y le mostraba un hilo maltrecho que estaba a nada de reventar, veía el cabello azul entrelazarse con el rojo, la luz de la luna brillando en la distancia, una familia a la que él no pertenecía pero le arrebató la suya.
Lo olió antes de escucharlo, apretando con más fuerza la espalda con el respaldo de la cama, las sábanas cubriéndolo hasta la barbilla mientras el llanto no dejaba de emanar por sus ojos, ¿en algún momento dejaría de llorar? ¿Por qué se sentía tan desahuciado cuando Seungmin seguía vivo? Pareciera como si hubiera muerto y Jeongin no pudo hacer nada para evitarlo, pero no era posible porque lo había visto, estaba escuchándolo al otro lado de la puerta, sin embargo parecía que su Lobo interno asociaba el sentimiento de que perteneciera a una manada similar a la noticia de una muerte.
Escuchó unos murmullos ininteligibles al otro lado de la puerta antes de que el aroma a canela se volviera más débil y prevaleciera el de las rosas y la miel; un gruñido tomó forma en la garganta de Jeongin, sus manos tirando con fuerza de la sábana mientras veía el picaporte girar sin éxito alguno.
Unos ruidos metálicos sonaron casi en seguida segundos antes de que la puerta se abriera con un chasquido y un halo de luz se colara por ella, coronando a un alto omega de cabello rojo que cargaba lo que parecía un plato humeante de estofado con un par de panecillos en una bandeja.
— ¿Sabes? Las cerraduras no sirven de mucho cuando en la casa hay personas con garras—informó Hyunjin, alzando una mano y permitiendo que la luz se reflejara en las largas uñas que iban volviendo a su apariencia normal después de ser utilizadas—. Pero no te juzgo, error de novato, le pasó a Heejoo.
Jeongin no habló, lo vio cerrar la puerta y dirigirse a la cama con un andar silencioso, apenas si escuchaba sus pisadas sobre la alfombra. El aroma de la comida hizo que el estómago de Jeongin gruñera y eso pareció divertir al omega, riendo mientras colocaba la pequeña bandeja sobre la mesilla de noche.
—Chan dijo que no has comido nada—señaló, al no recibir respuesta alguna bufó—. No te lo manda Alfa, si es lo que te preocupa. Minho ya lo regañó por malpasarse y fui obligado a traerte de comer.
— ¿Por qué tú?
La voz de Jeongin sonaba áspera por la falta de uso, sorprendiendo a Hyunjin mientras se levantaba a encender las luces de la habitación y abrir un poco las ventanas. Jeongin lo miraba moverse como si fuera el dueño del lugar, y tal vez lo era ya que aquella habitación sólo era prestada, de puro milagro los habían sacado del sótano.
Hyunjin abrió la ventana y se quedó recargado en ella, dándole la espalda a la noche y al bosque; el viento que se colaba agitaba mechones de su cabello que escapaban de su coleta, dos brazas de rojo ardiente danzando en el aire mientras la luna escondida en sus ojos lo miraba con atención.
Su lobo parecía estar erizado en su interior por su presencia, mirándolo con desconfianza ya que ahora comenzaba a considerarlo el enemigo principal; le había quitado a Seungmin mientras Chan era su compañero, ¿acaso su mejor amigo sólo era un juego? ¿Algo para entretenerse? ¿Siquiera le importaba de verdad o sólo era el capricho del momento? Aún podía oler el tabaco en él, el chocolate escondido bajo la miel, los veía en brazos del otro como una pareja auténtica que prefería mantener su intimidad en privado y lo único que quería era arrancarle la cara de un mordisco.
—Creo que no hemos hablado correctamente tú y yo—señaló Hyunjin con una sonrisa amigable, cruzándose de brazos y encogiéndose de hombros—. Además, no ibas a dejar que Chan entrara y parece que estás molesto con Seungmin.
—Eso no quiere decir que esté más feliz de pasar tiempo contigo.
—Oye, me hieres, siempre he creído que cualquiera quisiera pasar algo de tiempo conmigo—aquello lo dijo en tono meloso que terminó por convertirse en una carcajada al ver la mueca de repulsión de Jeongin—. Cierto, no te gustan los omegas, ¿verdad? ¿Ni un poquito? Aunque sea por curiosidad.
— ¿Sabes? Se siente como si le preguntaras a un chico gay si no estaría con una mujer por curiosidad—señaló con ojos entrecerrados, mirando hacia el cuenco con comida—. Siento por los omegas lo mismo que los hombres gay por una mujer.
— ¿Admiración pero sin ganas de llevarte a la boca lo que sea que tengan entre las piernas? —adivinó con una sonrisa repleta de dientes brillantes, algo tétrica de ver en medio de la noche había que admitirlo—. Soy gay así que lo entiendo. Debiste de ver la cara de Heejoo cuando se lo dije.
—Ella no es-
—Ah no, por el contrario parecía que Dios había bajado y estrechado su mano—se rió, divertido—. Supongo que lo deseaba puesto que Chan es el único alfa Prime, si hubiera sido omega prime y además hetero, habríamos tenido varios problemas.
Jeongin lo pensó durante un instante; cuándo él le dijo a Heejoo que había una posibilidad de ser gay, ella comenzó un extenso monólogo de cómo la homosexualidad es muy común en el reino animal y, por lo tanto, no debería ser juzgada en la humanidad ya que es algo natural. Al final Jeongin no entendió si estaba bien con ello o lo veía como otro experimento, pero tampoco es que hubiera presentado algún novio.
Tuvo la sospecha de que, así como él, Heejoo esperaba que la relación con Seungmin evolucionara a algo más, pero cuando no fue así y Jeongin tampoco le presentó a alguien más, simplemente dejó de mencionar el tema y sólo le preguntaba si necesitaba algún omega masculino para pasar sus rutinas.
Ahora admitir que su Lobo interno tenía atracción por alfas era como volver a salir del clóset con más probabilidad de ser rechazado así que sólo lo habló con Seungmin y ambos acordaron que tal vez no era necesario decirle a Heejoo. Pero escuchar a Hyunjin hablar de su experiencia hacía que se preguntara si acaso su madre vería como algo extraño que un alfa saliera con alfas.
— ¿Se llevan bien? —se atrevió a preguntar mientras tomaba de forma distraída el cuenco con comida y comenzaba a dar pequeños mordiscos a uno de los panecillos—. Ya sabes, ¿tú y Heejoo?
Los ojos de Hyunjin parecieron destellar con algo mientras lo miraba, entrecerrados mientras una sonrisa curvaba sus labios.
—Le arrancaría el corazón y me lo comería si tuviera la oportunidad—informó como quién no quiere la cosa, manteniendo especial atención en la reacción de Jeongin.
Durante un momento sus ojos destellaron en luces plateadas similares a la de la luna, brillando como dos estrellas en su rostro antes de que Hyunjin volviera a su expresión desatendida y esa sonrisa amigable y melosa que se sentía como miel chiclosa en tu boca.
—Pero supongo que ella podría diferir en eso, suele decir que es mejor hablar conmigo que con Chan. Tiene favoritismo la mujer—asintió encogiéndose de hombros—. Si por favoritismo es amarrarte a una silla mientras te deja ver como torturan a tu compañero, de ser así entonces sí, soy el hijo favorito.
Dijo la palabra hijo como si significara algo más pero Jeongin estaba más ocupado llenándose la boca de comida como para reaccionar al significado, en especial porque han sido años enteros entrenado, condicionado para apenas parpadear cuando alguien mencionaba a Heejoo y la palabra Hijo en la misma oración.
—Si ya me diste la comida, ¿por qué estás aquí? —preguntó con auténtica curiosidad, intentando desviar el tema de Heejoo.
—Sí, eso. Chan tuvo la amabilidad de señalar que había compartido las buenas nuevas.
Jeongin comenzó a masticar más lento hasta detenerse, sintiendo que la comida en su boca era un puñado de tierra que le secaba la garganta, mirando fijamente a Hyunjin de pie contra la ventana que parecía tan ajeno a lo que sus palabras despertaban en él.
El hilo maltrecho que pendía de su corazón vibró tensándose, como si Hyunjin hubiera tirado de él con fuerza para que fuera consciente de que no iba a durar o alentándolo a terminar de arrancarlo, el vacío en su interior con la forma de Seungmin, los colores opacos de sus recuerdos mientras las risas fantasmales eran más similares al llanto.
Aún tenía las mejillas húmedas por el llanto, sus manos temblaban por el pánico que tuvo que controlar solo apenas se encerró en aquella habitación. Su Lobo se comportaba como si estuviera acorralado, lo sentía furioso, moviéndose de un lado a otro con el lomo erizado y los dientes escurriendo saliva mientras amenazaba con morder a cualquiera que se acercaba demasiado.
—Interesante forma de llamarle a la noticia—murmuró, obligándose a tragar el bocado y mirando con repulsión el resto de la comida—. ¿Vienes a regodearte?
—Mmm, lo habría hecho si no lucieras tan desamparado—se lamentó Hyunjin con un suspiro lleno de fastidio—. Pero tengo una justificación.
— ¿Lo haces?
Jeongin colocó el cuenco de comida de nuevo sobre la bandeja que estaba en la mesilla de noche y salió de la cama en un fluido movimiento. Aún usaba la sudadera que Chan le había dado esa mañana, aún sentía la tela extraña por haberse secado tan cerca del río y su espalda dolía por los rasguños que la atravesaban, pero encontró la fuerza suficiente para plantarse ante Hyunjin envuelto en un anube de café y whiskey que intentaba opacar las rosas que amenazaban con aplastarlo.
Sabía que le sería demasiado fácil someterlo, volver a ponerlo de rodillas con sus feromonas, pero esta vez al menos daría algo de batalla. Estaba harto de hacer lo que ellos querían, de agachar la cabeza e intentar sobrevivir para tener una oportunidad de escapar y lo único que había conseguido es que ellos tomaran a Seungmin y lo alejaran de él.
Hyunjin, que se veía incluso más intocable contra la oscuridad mientras su cabello parecía una llamarada, quién tenía un rostro imposible de resistir, poseía la belleza de las rosas que conformaban su aroma y miraba a Jeongin como si fuera la piedra en su zapato que no podía quitar.
—Supongo que Chan te explicó las dinámicas de una manada—comenzó de forma pausada, como si hablara con un niño que no logra entender por qué no puede subirse a ese árbol—. Hay personas perdidas que llegan a una manada y sólo esperan hacerse un lugar, siempre buscan algo más de lo que ya tienen y cuando encuentran su lugar se vinculan, como añadir otro patrón al tapiz que entre todos tejemos.
—Seungmin me tenía a mí. Soy su familia.
— ¿Y alguna vez te preguntaste si eso era suficiente para él?
La forma en la que lo dijo, como si realmente le importara lo que pudiera pasar con Seungmin, hizo que Jeongin dudara durante un momento de lo que fuera a responder. Había algo de acusación en su tono, como si juzgara a Jeongin de sólo pensar en él y nunca detenerse a preguntar si Seungmin estaba bien.
Pero él sabía esas cosas; sabía de su mejor amigo queriendo ver la vida más allá de NOVUS, de experimentar vacaciones en alguna playa, de encontrar una pareja y dejar de trabajar, pero Seungmin hablaba de ello con la misma formalidad con la que compartía que no había cagado en 3 días así que era muy difícil tomárselo en serio.
—Sé lo que él quería—se defendió.
— ¿Lo sabes?
—Sí, quiere una pareja, quiere conocer la playa, quiere ver la vida lejos de NOVUS y también quiere un maldito perro—respondió con ojos llorosos—. ¿Cómo me acusas de no pensar en lo que él quiere cuando he compartido toda mi vida con Seungmin? Tú sólo lo ves como algo fácil, tu capricho del momento ¿no es así?
— ¡No hables si no me conoces!
— ¡Seungmin era mi familia y me la quitaron! —gritó con el llanto volviendo a correr por su rostro—. ¡Puedo hablar lo que yo quiera! ¡Y él es un estúpido por creerte cuando tú sólo buscas algo de un rato!
Hyunjin recorrió la distancia que les separaba, sus brazos moviéndose como si estuviera a punto de sujetarlo del cuello para silenciarlo, y Jeongin como que lo esperaba, deseaba que lo hiciera para tener una excusa de por qué golpeó aquella bonita cara, sin embargo el omega se detuvo a un palmo distancia, apretando con fuerza los labios mientras sus ojos resplandecían.
El alfa sentía el corazón en un puño, quería tanto destruir lo primero que le tocara y, a la vez, quería llorar hasta quedarse dormido, tal vez mantenerse callado para poder pasar desapercibido, tal vez así lograría darles lo que querían de ir y lo dejarían libre y podría volver.
¿A dónde?
—Seungmin significa más que un rato para mí—aclaró Hyunjin con los dientes apretados, como si le doliera admitir aquel pecado—. Es el único que, cuando me ve, no sólo contempla a un omega prime sino me ve a mí, al menos le importa lo que tengo que decir y huele-
Se silenció, su voz temblando en la última palabra y haciendo que Jeongin lo mirara con desconfianza; aún no estaba seguro de qué creer de Hyunjin, aunque parecía mucho más fácil de leer que Chan también parecía ser un como más complicado de comprender, lo cual era frustrante.
Con Chan nunca sabía qué esperar, con Hyunjin era como si intentara decir algo pero no fuera lo suficiente claro para que entendieras. Jeongin quería arrancarse la cabeza, ¿podría volver a las fórmulas químicas? Esas tenían más sentido que sus conversaciones con aquel par.
Sin embargo, una parte de él comprendía a dónde quería llegar Hyunjin con sus palabras, después de todo ha sido la misma discusión que ha tenido con Seungmin desde que supieron a grandes rasgos lo que significa encontrar a tu compañero, además que estaban los dilemas de su mejor amigo desde que pasaba algo de tiempo con Hyunjin pero acechaba el significado de Chan en su vida.
—Tu compañero es Chan—recordó, sintiendo que lanzaba una lanza en ambos sentidos.
Su lobo gruñó con la idea de Chan siendo compañero de alguien más, y por un instante pareció que sus palabras habían herido a Hyunjin por la forma en la que crispó su rostro antes de bufar de forma divertida, dejándose caer en el borde de la cama como si nada.
—Ya, eso es lo que dijeron—asintió, burlón—. Alfa Prime y Omega Prime, destinados a ser compañeros ¿por qué? ¿Por qué somos iguales?
—Tienen el único G2D mayor al estándar registrado por NOVUS.
— ¿Y eso es suficiente para dictar con quién debo aparearme? —preguntó enarcando una ceja, apoyando los brazos detrás de él y dejando caer su peso—. El misterio de los compañeros, ¿alguna vez te preguntas cómo funciona?
Jeongin no respondió, por el contrario se quedó de pie a una distancia prudencial de Hyunjin ya que había acaparado la cama. Odiaba su curiosidad por interesarse en lo que fuera a decir, después de todo era un investigador así que saber el por qué de las cosas era la principal causa de su trabajo. Si bien Minho y Jisung habían arrojado algo de luz en el misterio de los compañeros aún no era suficiente.
—Minho no fue muy claro en el tema—admitió en voz baja, manteniendo el ceño fruncido.
—Sí, nunca lo es, pero no es su culpa simplemente no lo saben—Hyunjin se encogió de hombros, como si no fuera nada—. O bueno, no lo sabe del todo, creo que como investigador te podría interesar la hipótesis que he estado manejando durante un tiempo, tal vez te sirva en algo.
—Dudo que sea algo de mi interés.
—Auch, eso fue grosero.
—Siento que barajas más ideas que hechos que se podrían confirmar.
—Si tu idea de confirmación es similar a las de Heejoo, paso—se burló, incorporándose—. La última vez que ella descubrió un lazo entre Chan y yo, me amarró a una silla y me conectó cientos de cables mientras me hacía escuchar como cortaban y torturaban a Chan sólo para estudiar mis reacciones neurológicas ante un dolor que no se me estaba infringiendo.
Eso sonaba a algo que Jeongin había pensado cuando Minho le dijo que estaba unido a Jisung por una mordida lo cuál sólo confirmaba que era hijo de su madre, y aunque intentaba justificar su pensamiento con la idea de ser científicos en un nuevo mundo, sabía que nada se comparaba con la idea de torturar a alguien así, que experimentara ese dolor y esa desesperación sólo para saciar la curiosidad de una nueva especie.
Heejoo solía decir que el sacrificio de unos pocos por el bien mayor se es perdonado ya que lo hacen en pro del conocimiento y no sólo porque les gustara lastimar a las personas.
—Pero sí, creo que sólo son ideas mías—admitió encogiéndose de hombros—. Es como ese sentimiento de “hasta que lo encuentres, sabrás a qué me refiero” y esas cosas, o al menos eso solía decir Minho.
— ¿No es lo que tienes con Chan?
—No, creo que ni se asemeja—Hyunjin palmeó un lado de la cama para invitar a Jeongin a sentarse—. Anda, me pone de los nervios verte ahí parado.
El alfa cobrizo lo pensó durante un instante, debatiendo, antes de ceder un poco y acercarse a la cama, sentándose a una distancia prudencial de donde se encontraba el omega pelirrojo. Sin embargo eso no pareció desmotivar al otro, que con una sonrisa se acomodó de tal manera que subió las piernas a la cama y las cruzó en forma de mariposa.
Se parecía mucho a esas noches donde Seungmin se colaba en su habitación para hablar de cualquiera que sea el pensamiento que le atormentaba en la madrugada. Se sentaría igual a su lado en el colchón, lo miraría con el mismo brillo ansioso en sus ojos mientras obliga a Jeongin a escucharlo como si acabara de descubrir la cura de la Rabia.
Entrecerró los ojos y ladeó la cabeza hacia un costado, viendo a Hyunjin acomodarse mechones de cabello detrás de la oreja y mover las sábanas para no aplastar ninguna.
—Como podrás haber notado—comenzó Hyunjin, mirando a Jeongin con atención—. Hay dos parejas en esta casa, sin contarnos a Chan y a mí, nosotros somos otro asunto. Minho y Jisung ya estaban apareados cuando los conocimos, pero en mi curiosidad le pregunté cómo es que lograron llegar a eso, luego cuando llegó Felix también me dio curiosidad y todos coinciden en algo. El aroma.
— ¿El aroma?
Hyunjin asintió, como si hubiera revelado el secreto del universo y Jeongin lo miró más como si se hubiera caído de bebé o algo así. No era nada nuevo, Seungmin ya le había dicho que los lobos en la naturaleza marcan a sus parejas oliendo sus genitales, tendría sentido que en su nueva naturaleza la encontraran por medio del olfato.
—Resulta que más que sus olores característicos, ellos experimentan algo más intenso—siguió Hyunjin, sonriendo—. Jisung dice que Minho era como oler colores neón.
— ¿No es eso tóxico? —sus palabras hicieron reír a Hyunjin.
—No de esa manera. Él dice que es más como si el mundo se encendiera en colores neón, olerlo era así de brillante. Felix dijo algo similar de Changbin y eso me llevó a pensar que, aunque tengamos olores característicos, cuando encontramos un compañero estos se sienten más como un conjunto o una experiencia que como partes individuales.
—No olemos lo que les conforma sino lo que el conjunto nos provoca—adivinó Jeongin, pensativo.
—Sí algo así, creo—frunció el ceño, pensativo, sacudiendo la cabeza antes de continuar—. Entonces cuando encuentras a tu compañero es así ¿bien? Por equis o ye razón hay una persona en específico para ti.
—Podría ser el virus potenciando el instinto reproductor como en los animales, saber quién es el candidato perfecto para reproducirse, tal vez así las siguientes generaciones nacerían con la enfermedad y se volverían la nueva especie—Jeongin murmuró, su cabeza dando vueltas con tal idea mientras Hyunjin lo miraba en blanco—. ¿Qué?
—A veces hablas como ella, como Heejoo.
Jeongin parpadeó sin emitir reacción alguna, comenzando a sentir que caminaba sobre hielo delgado en lo que el tema de Heejoo respecta con Hyunjin.
—Trabajo con ella, tiene sentido—se excusó, manteniendo la mirada, lo último que necesitaba era levantar más sospechas.
—Supongo—Hyunjin se encogió de hombros—. Pero entonces, el asunto de los compañeros. Chan y yo no tenemos nada de eso.
— ¿De qué?
—Ya sabes, oler algo más que los componentes individuales de nuestros aromas—de pronto la habitación comenzó a oler a agua de rosas, haciendo que Jeongin prestara más atención al omega frente a él—. Somos compañeros por casta, ¿pero el nivel de Minho y Jisung? ¿O la intensidad de Felix y Changbin? No es lo mismo, y para mí ya no es suficiente.
Jeongin comenzaba a adivinar a dónde quería llegar con todo esto, cómo es que la conversación se había desviado tanto solo para terminar en el mismo lugar, en Seungmin formando parte de su manada, siendo de su familia, vinculados o lo que sea que eso signifique dejando a Jeongin solo con un agujero en el pecho que sangraba.
Se incorporó, su espalda ardiendo levemente por el movimiento mientras una negativa estaba a nada de rugir en su pecho, su lobo haciendo brillar sus ojos en luces rojas.
—No—susurró en voz baja, una advertencia.
—Chan no me cree—siguió Hyunjin, su aroma a agua de rosas intensificándose mientras miraba con ojos grisáceos llenos de frustración a Jeongin—. Y si no lo hace, eso iba a significar que no le importaría lo que pudiera pasarle. Lo trajo porque le pedí que lo hiciera, pero tu lazo con él sólo parecía ser un beneficio más.
“Habría sido demasiado fácil usarlo de cebo para ti y no quiero eso, así que hice lo que tenía que hacer para cuidarlo y para que se quedara conmigo.
Jeongin gruñó, su lobo a punto de salir a la superficie si no fuera porque los ojos de Hyunjin brillaron y le mostró los colmillos, lanzando la advertencia de que no era rival para alguien como él, en especial cuando le tomó de la barbilla y sus uñas crecieron hasta convertirse en afiladas garras teñidas de carmesí en la cutícula.
Era una verdadera advertencia, Hyunjin mostrando las cartas de su juego y regodeándose que ahora no había nada que pudiera hacer para recuperar a Seungmin porque no iba a dejarlo ir tan fácil. Lo miraba como si quisiera decirle que Seungmin era suyo de formas en las que Jeongin nunca podría comprender y que, si tenía razón, al final su mejor amigo siempre le elegiría a él.
— ¿Lo hiciste manada sólo para que se quedara? —preguntó entre dientes Jeongin, sus ojos brillando en luces rojas y su mano envolviendo con fuerza la muñeca de Hyunjin.
—No voy a permitir que nadie lo aleje de mí ahora que lo he encontrado—advirtió Hyunjin su voz sonando como navajas afiladas golpeando el cristal—. Además, lo estoy haciendo intocable, ¿no deberías agradecerme por eso?
— ¿Por arrebatarme a mi única familia?
—Por mantenerlo a salvo. Chan y yo jamás permitiremos que Heejoo ponga las manos en nuestra manada, eso significa que ella no podrá lastimarlo jamás.
—Olvidas que nosotros no tenemos una relación con ella como ustedes—advirtió Jeongin, logrando arrancar la mano de Hyunjin de su rostro para mirarlo con ojos entrecerrados—. Jamás nos lastimaría.
— ¿Por qué? —Hyunjin mantenía ese tono amenazante, el agua de rosas volviéndose ardiente, como miel quemada—. ¿Porque trabajas para ella? ¿Porque son sus investigadores estrellas?
—Sólo me huele a una estúpida excusa de por qué me han arrebatado a Seungmin—gruñó, volviendo a levantarse de la cama y comenzando a dar vueltas por la habitación—. Son compañeros pero no son compañeros, ahora tienes a Seungmin por una corazonada que puede no ser real, ¿qué harás con él cuando descubras que sólo te emocionaste por la novedad?
—Vaya, en serio me tienes en un concepto—se burló Hyunjin, riendo entre dientes—. ¿Emocionado por la novedad? Si así fuera, hace rato que ya hubiera follado con él.
— ¿Y por qué no lo has hecho?
—Me gusta—se encogió de hombros—. Hablar con él, sus respuestas ingeniosas, pasar el rato a su lado es como si siempre estuviera escondido en el bosque sin tener que internarme en los árboles. Ni siquiera había sentido algo así con Chan, Seungmin es diferente.
Se levantó de la cama y pareció sacudirse los pantalones antes de caminar hacia la puerta, su cabello robando destellos de luz provocando que se vieran como una llamarada o alguna piedra preciosa, las rosas dejando un extraño jardín empalagoso a su espalda mientras se detenía con la mano en el picaporte y miraba a Jeongin con una extraña sonrisa llena de secretos y amenazas que lo ponían nervioso.
—Si te sirve de consuelo, él no sabe lo que hice. Me aproveché de su sentimiento de vulnerabilidad y lo vinculé así que no te dejó, si es lo que tanto te lastima.
— ¿Traicionaste su confianza sólo para quedártelo?
—Sí y no, de todas formas él no parecía muy feliz—se encogió de hombros—. ¿Te dijo alguna vez que nadie allá fuera lo buscaría si desaparecía? ¿No te habría resultado sospechoso eso?
—Siempre me iba a tener a mí para buscarlo por el mundo.
—Lo hace, ¿no es así? Sin embargo, ese momento fue suficiente para que yo pudiera usarlo—suspiró—. Le di una familia que lo buscaría si un día desapareciera, soy alguien que quemaría un bosque entero si me lo llegan a quitar. Le he dado más de lo que tú podías, si tanto te preocupas por él, ¿por qué quitarle esto sólo para que vuelva a NOVUS y sea miserable?
—Él era feliz—gruñó, aunque una parte de él no creyó su mentira.
— ¿Lo era? ¿O sólo era feliz porque te tenía a ti? —Hyunjin soltó el picaporte y se llevó la mano a la barbilla pensativo, mordisqueando su labio inferior mientras dirigía su gesto pensativo hacia Jeongin—. Cierto, Seungmin ahora es parte de mi manada y puede ser mi compañero.
— ¿Y qué?
—Tú pareces gustarle a Chan—tarareó, aunque sus ojos centelleaban con luces plateadas—. Pero si intentas quitarme a Seungmin, me aseguraré que sea lo último que hagas. Él es mío ahora, Yang Jeongin, y no permitiré que nadie se lo lleve—sonrió—. Descansa, Minho dijo que hoy fue un día perdido y mañana tendrán mucho que hacer en el huerto.
Hyunjin le lanzó un beso antes de abrir la puerta y desaparecer por el pasillo, el nombre Seungminnie sonando en el pasillo mientras su aroma se alejaba y la puerta se cerraba detrás de él con un suave chasquido que vibró en cada hueso de Jeongin.
Los colores desaparecieron de su rostro, su visión se oscureció durante un momento y por un segundo fue como si su aroma se hubiera esfumado, un zumbido llenando sus oídos mientras las últimas palabras de Hyunjin parecían rebotar en las paredes de su habitación, entrelazándose en las cortinas que danzaban enmarcando la noche entrando por la ventana con el aroma a bosque, uno real, perfumando la habitación.
Yang Jeongin.
Hyunjin lo había llamado Yang Jeongin.
—Mierda—gruñó, tomando lo primero que tomó y arrojándolo contra la puerta.
Un pequeño florero de cristal explotó en miles de fragmentos contra la madera antes de caer al suelo y sólo entonces fue que Jeongin echó la cabeza hacia atrás y permitió que su Lobo aullara hasta hacer temblar la casa.
Notes:
Según yo está entendible, la verdad es que por momentos parecía tener lógica y luego como que no, y lo comencé y borrer varias veces algunas escenas. Me he sentido cansada así que perdonen si se reflejo en mi escritura, pero como verán ya tenemos chisme completo
Jeongin ya sabe que Hyunjin ve a Seungmin como su compañero, debemos saber si irá con el chisme o no con su amigo, luego el mitote de estos con Heejoo, ya sacó el conejo de la bolsa pnche Hyunjin, 4 días le duró el secreto. Oigan, y verdaderamente espero que se haya entendido cómo es que Seungmin se volvió parte de la manada tan rápido (culpa de Hyunjin claramente) y fue más una víctima de la desesperación de Luna TT-TT
en fin, si tienen alguna duda respecto a lo que se abordó en el cap pueden preguntar, se supone que ya me ando yendo (a comer jsjsjs) pero quería subirlo de una vez así que ando en la babosa
Anyway, GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 15: En la Boca del Lobo.
Notes:
soñé con lo que parecen varios caps de esta historia así que hasta me llevé un cuaderno para seguir escribiendo porque me picaban las manos por escribir. Espero que les guste!! Lo hice todo de putazo, lamento si se me fue un error de dedo
ADVERTENCIA: Se hace mención de manera sutil sobre hacer la interrupción voluntaria de un embarazo, además de los dilemas de tener un bebé por si esos temas les causa algún tipo de sentimiento negativo ;-;
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text

Después de una gran explosión llega un tipo de calma antes del auténtico pánico, como el silencio antes de la siguiente explosión, lo que significa que las personas debe andar de puntillas esperando el impacto.
Bueno, dicha calma comenzaba con el silencio. Jeongin no estaba hablando.
No pareció ser una señal de alarma para nadie hasta que Chan notó un patrón, dándose cuenta que Jeongin no respondía nada en una conversación grupal, ni siquiera si era para defender a Seungmin después de que se enfrascara a un serio debate con Jisung sobre si los conejos eran o no roedores.
Intentó tomar el asunto en sus manos como todo alfa responsable de su manada, dedicó un par de horas del día para salir a caminar con Jeongin hasta el río, que parecía su lugar habitual, mientras parloteaba durante todo el camino de cualquier cosa pero era como dar paseos hablando consigo mismo. Incluso Minho intentó ayudar al percatarse de ello pero le dijo a Chan que ni siquiera en el huerto emitía ruido alguno, hasta tenía que estarlo vigilando constantemente para asegurarse que seguía con ellos y no se había dado a la fuga.
Pronto tendrían que irse durante unos días para su visita mensual en NOVUS, se demoraban un par de días más para conseguir cosas que no podían en las expediciones a las que acudían Jisung y Changbin así que Chan estaba desesperado, su parte lobo estaba inquieta y sentía que se erizaba ante la idea de irse con Jeongin en ese estado de mutismo.
Así que hizo lo único que se le ocurrió y en cinco días antes de su partida, acarreando a Jisung y Changbin con él, hizo expediciones hasta lograr equipar el laboratorio con lo esencial.
Máquinas que Hyunjin arregló y limpió, artefactos de vidrios soplado, cosas que apenas si le recordaba el nombre, todo para intentar sacar una reacción de él, cualquier cosa aunque sea un insulto. Sin embargo, el día antes de irse les mostró el lugar y lo único que hizo Jeongin fue parpadear y moverse alrededor de las mesas mientras Seungmin despotricaba sin parar sobre lo anticuado de los equipos y que más le valía no esperar una réplica exacta del suero.
—Nos iremos unos días—informó Chan desde su lugar en la puerta, mirando directamente a Jeongin—. No quiero que salgan de la casa mientras no estamos bajo ninguna circunstancia.
—Gran forma de recordarnos nuestra privación de la libertad—masculló Seungmin, cruzándose de brazos de pie junto a Jeongin.
Chan se obligó a sí mismo a respirar para mantener la calma, ¿cómo le podía gustar tanto a Hyunjin cuando era tan insoportable?
—Nadie sale de casa cuando no estamos—informó el alfa, usando todo su autocontrol para no gruñir a Seungmin.
Aunque, considerando las circunstancias, ¿eso provocaría una reacción en Jeongin? Lo miró unos instantes, pensativo, pero él parecía más entretenido en los matraces de cristal y las pipetas. Como un puto mueble, así parecía Jeongin, ¿cómo es que Seungmin estaba tan tranquilo con el tema?
— ¿Por qué no? —preguntó Seungmin, a veces Chan fantaseaba con decir “porque yo lo digo” sólo para ver su reacción.
—Cuando Hyunjin y yo nos ausentamos corremos el riesgo de que Heejoo mande centinelas. Los aromas del resto se pueden perder fácilmente en el bosque, sin embargo, ustedes son un caso especial y hay centinelas por todos lados.
—Caso especial dice—repitió Seungmin, bufando—. Una forma amable de decir secuestro—descruzó los brazos un momento para hacer un arco con ellas alrededor de su cabeza que hizo a Jeongin sofocar una risa—. Tienen una forma extraña de ponerle sinónimos que no van a las cosas.
—No te veo muy secuestrado—señaló Chan enarcando una ceja y cruzando los brazos a la altura de su pecho—, a no ser que otro de esos sinónimos de los que tanto te quejas sea reír y tontear con Hyunjin.
—Una víctima busca cómo sobrevivir, ¿por qué me juzgas?
Jeongin le dio un codazo y lo miró con el ceño fruncido, como si le suplicara que cerrara la boca de una buena vez antes de meterlos en problemas. Le parecía interesante como ese simple gesto bastó para que Seungmin se callara y se dedicara a rodar los ojos como un típico adolescente.
Era gracioso, lo admitía, pero esperaba que Jeongin tomara la palabra en esta ocasión, al no ser así decidió que era hora de cambiar la estrategia.
—Hyunjin y yo estábamos pensando-
— ¿Piensan?
—De acuerdo, una interrupción más y te haré una demostración de qué tan alfa prime puedo llegar a ser—ante tal amenaza, Seungmin hizo la finta de ponerse un cierre en la boca, haciendo bufar a Jeongin—. Gracias. Les decía, estábamos pensando y quizá podamos darnos una vuelta por NOVUS, tal vez en sus habitaciones, ¿quieren que traigamos algo?
Los dos se marrón con idénticas expresiones de incredulidad antes de volver a centrarse en Chan, pero él sólo prestaba atención a Jeongin cuyos ojos carecían de ese brillo de curiosidad que le había atraído desde el primer día, ni siquiera había una sonrisa mínima. Su cabello estaba desordenado sobre su cabeza, algunos mechones caían por su frente sumiendo en sombras sus angulosas facciones.
Era hermoso de admirar al igual que contemplar una escultura en piedra. Seguía siendo como la libertad que se asomaba por la ventana, pero tan inalcanzable que Chan temía nunca alcanzarla.
Seungmin lo miró y alzó una mano mientras mantenía los labios en una tensa línea. Chan se restregó el rostro con una mano, frustrado. Vaya que Hyunjin tenía tino para los chicos, los agarraba cada vez más insoportables que el anterior, pero había prometido comportarse y no quería problemas con su omega.
—Sí, puedes hablar—gruñó.
—Genial Me vendría bien algo de ropa que sea mía, sudaderas principalmente, y calzoncillos. Y calcetas, hay unas con dibujos de abejas en mi cajón inferior, es muy importante que las traigan. Y un chocolate de la máquina expendedora, por favor.
Al menos había dicho por favor. Chan soltó todo el aire mientras asentía.
— ¿Algo más? —la pregunta parecía estar dirigida a Seungmin, pero los ojos de Chan estaban en Jeongin, quien apenas si parpadeaba.
—De mi parte es todo—declaró el pelinegro—. Puedo consentir que se olviden de todo menos de las calcetas y el chocolate.
Chan asintió, ladeando la cabeza mientras miraba a Jeongin, quien le sostenía la mirada sin expresión alguna, como si Chan fuera sólo un muro que quería golpear en un arranque de ira o, tal vez, una simple molestia sin importancia.
—De acuerdo, ¿puedes ir a buscar a Hyunjin? —preguntó regresando su atención a Seungmin, quien se sobresaltó ligeramente ante la petición—. Necesitan sacarnos sangre para el experimento, ¿no? Ve por él y dile todas esas cosas que quieres que traigamos.
Seungmin lo miró con ojos entrecerrados, sospechando de sus intenciones, y había que concederle algo al tipo y era su fiereza por proteger a Jeongin, le parecía interesante que incluso cuando los hilos de Seungmin ya estaban enredados con los del resto de la manada, aún pareciera que existe uno que lo ata con Jeongin y hace que Chan se cuestione si acaso ellos no tienen un vínculo similar al que él posee con Hyunjin, ¿sentirán el dolor físico del otro? ¿Serán conscientes de la presencia del otro incluso en la distancia?
—De acuerdo—accedió Seungmin de mala gana, alejándose de Jeongin para salir del laboratorio—. Pero cuando vuelva ya quiero dos litros de sangre en una bolsa.
—Te daré 200 mililitros y te diré que te fue bien.
Seungmin pasó por su lado, dándole un ligero empujón con el hombro al pasar que Chan ignoró a conciencia porque había algo más importante que atender.
Se quedó unos segundos en la puerta, mirando la forma en la que Jeongin se movía entre la maquinaria anticuada que habían conseguido, sus dedos recorriendo cada una de las superficies mientras dejaba a su paso una estela de café intenso acompañado del suave ardor del lícor. Se tomó unos segundos para contemplarlo antes de ingresar al lugar, sus pisadas resonaron en el silencio de la habitación, siendo consciente de la forma en la que su aroma se apresuraba a entrelazarse con el de Jeongin.
Logró llegar al otro lado de la mesa que dividía la habitación en dos, donde se encontraban algunos tubos de ensayos, un par de microscopios y una pequeña centrifugadora y varios tubos de ensayo. Se colocó junto a Jeongin, que estaba de pie mirando los tubos de ensayo con bastante concentración.
Estar cerca de él de nuevo hacía que su corazón se acelerara, recordaba las sonrisas, la única risa que ha tenido el placer de escuchar, la forma en la que sus ojos brillaban cuando Chan le decía algo que desconocía. Sentía todo su cuerpo vibrar por su cercanía y eso sólo lo atraía más hasta el punto en que su nariz rozaba los mechones encrespados de cabello cobrizo.
— ¿No necesitas que traiga nada? —preguntó en voz baja.
Su aliento parecía acariciar la piel de Jeongin, entrelazándose con su cabello y bajando por la piel de su cuello, pero el alfa apenas si reaccionó a eso, más concentrado en buscar agujas y el equipo necesario para la extracción de sangre.
Sin tararear, sin emitir un ruido más allá de su suave respiración y el movimiento de sus manos tocando los instrumentos, haciendo que Chan se volviera desesperado. ¿Cuánto tiempo sin escucharlo hablar? ¿Cuáles fueron las últimas palabras que dijo? Hyunjin había asegurado que hablaron bien y no se lanzaron nada a la cabeza, pero desde entonces Jeongin no hablaba nada y Chan temía lo que el omega pudo haberle dicho.
—Así que tu idea de protesta es quedarte callado ¿hasta cuándo? —preguntó, nervioso, contemplando cómo Jeongin lo ignoraba—. ¿Hasta que todo esto termine? ¿O hasta que me veas cruzar esa puerta?
No hubo respuesta alguna, eso es claro, por lo que Chan llevó una mano a la barbilla de Jeongin y dirigió su rostro al suyo para que sus ojos volvieran a encontrarse. Tan profundos y llenos de tantas emociones que no podía nombrar, oliendo como el café en la mañana después de una larga noche, siendo el conjunto de todas las cosas que Chan no esperó encontrar y que ahora sentía que moriría si se las llegan a arrebatar.
Sus dedos presionaban con algo de fuerza la barbilla del cobrizo, veía la piel hundirse por lo que aflojó un poco el agarre para no lastimarlo; aún se veían las marcas de sus dedos alrededor de su cuello, cada vez más amarillentas, se preguntaba si llevaría las cicatrices de sus rasguños en la espalda y le recordarían durante un momento que era Chan el único en soportar su rutina.
Cuando sus ojos se encontraban volvía a esos días, donde pudo envolverlo con ambos brazos, donde la libertad se asentó en su lengua y pudo saborearla hasta emborracharse de ella, pero ahora con la ausencia de la voz de Jeongin, incluso aunque sea de fondo, era como si lo volvieran a encerrar en esas cuatro paredes blancas en las que pasó años enteros.
— ¿Qué he hecho para que me castigues con tu silencio de esa manera? —preguntó en voz baja.
Era profunda, contempló las pupilas de Jeongin dilatarse mientras una de sus cejas se alzaban, como si no pudiera creer lo que Chan preguntaba cuando era bastante obvio lo que había hecho para que Jeongin pasará el resto de su vida sin dirigirle la palabra.
—Sabes que no te habría arrebatado a Seungmin de esa manera—repitió, suspirando cuando Jeognin entrecerró los ojos e intentó soltarse de su agarre—. Si quieres que lo desvincule de la manada, puedo romper el lazo.
No podía, Hyunjin le arrancaría el rostro de un zarpazo si se atrevía a siquiera tocar los hilos de Seungmin que le vinculaban a la manada. Pero una parte de él parecía tan dispuesto a recibir la ira del omega si eso le aseguraba que Jeongin volvería a hablarle, a hacer sus insidiosas preguntas sobre el pasado y cualquier cosa que no tenía sentido para él.
No obstante, Jeongin no emitió ruido alguno, por el contrario bajó la mirada y por un instante le pareció ver las lágrimas brillar en sus ojos; recuerda el aullido que sacudió la casa, el lamento de un Lobo que ha perdido todo lo que tiene, corrió a buscarlo pero Seungmin había llegado primero y tenía en sus brazos a Jeongin llorando sin parar.
Luego hubo silencio, ese que viene después de la explosión, y desde entonces Chan ha estado pisando tan fuerte a su alrededor en un intento de provocar una segunda explosión porque no soportaba seguir viviendo con ese mutismo.
Usó el agarre en su barbilla para inclinar el rostro de Jeongin hacia el suyo, pasando con delicadeza el pulgar por su labio inferior, pasando sus ojos por cada pequeña facción de su rostro cada arruga, cada pequeña pestaña adherida a su ojo mientras las motas de luz artificial bailaban en sus pupilas.
Se inclinó y presionó la nariz contra su mejilla, sintiendo más que viendo el estremecimiento que recorrió el otro alfa por tal cercanía mientras Chan se empapaba del café y el whiskey, su cabeza dando vueltas por el embriagante aroma, la habitación llenándose de sus feromonas en conjunto. El café ardía mientras el chocolate se mantenía dócil, el humo del tabaco parecía asentarse en una nube sobre sus cabezas mientras que el whiskey les empapaba los pies.
Sus labios se rozaban, la respiración de ambos era acelerada, como si estuvieran al borde del acantilado a punto de saltar sin estar seguros de qué estaba esperándolos en el fondo. Chan sentía el corazón en la garganta mientras que Jeongin parecía petrificado. ¿Esto provocaría una reacción de su parte? ¿O sólo condenaría a Chan a algo por lo cual ya no podría vivir?
Una droga difícil de resistir, como inyectarse morfina en las venas, el éxtasis que experimentaba cuando lo drogaban después de torturarlo por horas, donde sangró y temió morir con los gritos de Hyunjin sonando en sus oídos antes de que le permitieran un momento de paz.
—Dime algo y te dejaré en paz—suplicó, desesperado—. No quiero irme sin escuchar tu voz antes de hacerlo.
Pero Jeongin no habló, ni siquiera un sonido, tan sólo su respiración entrelazada con la de Chan mientras sus pestañas revoloteaban ante la cercanía. Y quizá podemos culpar a la ausencia de una negativa explícita, o tal vez Chan estaba tan preocupado de dejarlo por unos días que quería recordarlo, o tal vez en lo profundo de él Jeongin también lo quería, así que no hubo forma de evitar la forma en la que Chan presionó sus labios juntos en un beso suave.
Fue como encender fuegos artificiales en su interior, adrenalina pura inyectada en el centro de su pecho para hacerlo correr a toda velocidad hasta casi explotar. Gruñó y deslizó la mano que acunaba la barbilla de Jeongin hasta su cuello, recorriendo su piel hasta que sus dedos se enredaron en mechones de cabello que se enroscaban a la altura de su nuca. Presionó con más insistencia sus bocas juntas, aún esperando el momento en el que él reaccionara y lo empujará lejos advirtiéndole que no volviera a tocarlo.
Pero esa advertencia nunca llegó, por el contrario las manos de Jeongin presionaron en su abdomen con fuerza mientras sus dedos pellizcaban la tela de su camiseta, tirando de él hasta acercarlo, abriendo levemente la boca, lo suficiente para que todo su aliento golpeara los sentidos de Chan y el sonido de un gemido ahogado resonará por todo el laboratorio.
Chan emitió un ronroneo de apreciación, su lengua tocando levemente la de Jeongin antes de profundizar el beso, uno de sus brazos sujetándolo con firmeza de la cintura para atraerlo hacia él mientras que el otro mantenía sujeta su cabeza y la orientaba en la posición correcta, perdiéndose en la euforia de ser besado por Kim Jeongin sin la influencia de las feromonas.
Esto podría considerarse como un primer beso, uno que ambos recordarían y repetirían sin parar cada noche que tuvieran que dormir separados, un beso que Jeongin no podría fingir que no existió porque Chan estaba seguro que se quedaría grabado en sus huesos así bese a miles de personas después, incluso con todos los besos que ha tenido con Hyunjin, éste parecía sentirse como el primero de todos, el primero del comienzo de toda su vida.
Siseó cuando los dientes de Jeongin tiraron con fuerza de su labio inferior, mordiéndolo antes de succionarlo y pasar la punta de su lengua por la zona dolorida. Eso lo hizo sonreír, sus ojos brillando en luces doradas a través de sus pestañas mientras se apartaba un momento para normalizar su respiración, lamiendo la herida que Jeongin le había hecho en el labio, saboreando su propia sangre.
Sonrió, besándolo una última vez antes de presionar sus frentes juntas, abriendo los ojos para mirarlo con la claridad de su lobo brillando, los ojos de Jeongin encontrándose con los suyos con una ardiente rojo centelleando en su mirada que le hizo suspirar.
—Quiero mi tableta.
Su voz rompió el silencio, profunda y entrecortada, jadeante, impactando en el pecho de Cha y haciendo que un aullido se quedara atascado en la parte posterior de su garganta.
— ¿Tu tableta?
—Cuando analicé tu sangre descargué varios archivos en mi tableta—continuó Jeongin, y Chan no quería otra cosa más que escucharlo hablar sin parar—. Es independiente de la computadora de trabajo así que sería más fácil de conseguir. Tengo varias cosas que usaba para trabajar desde mi habitación.
— ¿Dónde está? —preguntó mientras sus labios trazaban un camino por la mandíbula de Jeongin hasta su cuello.
El interpelado jadeó, sus manos tirando con más fuerza de la camisa de Chan.
—En el cajón superior del escritorio en mi habitación—aclaró, apartándose un poco para mirar a Chan a la cara—. Sólo quiero mi tableta…y una barra de chocolate con cereales que hay en la máquina expendedora cerca de los dormitorios.
Cuando comenzaron a hacer sus visitas regulares a NOVUS, Heejoo comenzó a tomar medidas de seguridad con ellos que antes no había tenido, podrían culpar al modo en el que se escaparon, por lo que cada vez que entraban o salían pasaban por un detector de metales que les escaneaba de arriba abajo para asegurar que no llevaran ningún arma, les otorgaban una escolta de al menos 10 alfas que les custodiaban todo lo que duran dentro del recinto y tenían prohibida la interacción con miembros del personal fuera del séptimo piso subterráneo.
Cuando llegó Felix a ellos hace unos meses y terminó de hackear todo el sistema de seguridad, les había dicho que era prácticamente fácil ocultar su paradero siempre y cuando los siguiera entre las máquinas, les ayudó a ingresar algunos micrófonos escondidos en la ropa y siempre hacía que el sistema de escáner del detector de metales fallará cuando ellos entraban para que nadie los descubriera.
Sin embargo, aún no eran capaces de sacar algo de NOVUS tal cual y se dedicaban a saquear algunas farmacias que se encontraban cerca de las instalaciones. Hyunjin y él habían ideado un plan para sacar ropa o algo, bastante fácil, pero ¿una tableta electrónica? Ni siquiera Hyunjin había conseguido una más allá de las computadoras que equipaban el sistema de Felix.
—Si consigues mi tableta, volveré a hablarte—prometió Jeongin, como si fuera consciente del dilema en el que se encontraba Chan.
Y debía ser peligroso que Jeongin fuera consciente del poder que estaba ejerciendo en Chan, porque se encontró a sí mismo ideando una forma de poder sacar la maldita tableta de las instalaciones sin que Heejoo se diera cuenta mientras se veía reflejado en los ojos de Jeongin.
—Te traeré la maldita tableta y tu barra de chocolate con cereales—prometió con un gruñido.
Escuchó el parloteo de Hyunjin y Seungmin por el pasillo así que se apartó un par de pasos de Jeongin para que terminara de preparar los materiales para la extracción de sangre, volviendo a lamer la herida en su labio inferior mientras miraba de reojo al cobrizo, suspirando cuando encontró su rostro ligeramente ruborizado y los labios hinchados por sus besos.
—Hemos regresado—anunció Seungmin, dando un par de pasos al interior del laboratorio antes de detenerse de golpe—. ¿Por qué huele a sexo?
Tanto Chan como Jeongin miraron bruscamente hacia la entrada para ver a un pelinegro mirándolos con sospecha mientras detrás de él aparecía un larguirucho pelirrojo que sujetó de la cintura al alfa frente a él y colocó su barbilla sobre su hombro, mirando con diversión a la pareja de alfas que estaba al otro lado de la mesa.
— ¿No estás oliendo las feromonas que proyectas? —preguntó Chan, alzando una ceja mientras se cruzaba de brazos.
—Estaría de rodillas si fueran mis feromonas—anunció Hyunjin con una sonrisa, lamiendo la mejilla de Seungmin antes de apartarse—. Listo entonces, no me gustan mucho las agujas así que espero una paleta al terminar.
—Oh, ¿aún estamos a tiempo de pedir cosas? —preguntó Seungmin mientras revoloteaba a donde Jeongin terminaba de preparar las cosas—. Teníamos un tarro lleno de paletas en el laboratorio.
Chan lo miró con sospecha, dudando de eso, pero cuando Jeongin lo miró y asintió mostrando unos brillantes ojos castaños, Chan decidió que tendría que sacarle dulces a Heejoo como recompensa.
…
NOVUS CORPORATION se encontraba erguido en la distancia rodeado de algunos árboles y viejos edificios a medio construir en los que de vez en cuando merodeaban Manadas que atacaban a cualquiera que veían andando sin protección alguna; era como una ciudadela llena de luces y muros blancos que rebasaban los 4 metros de alto y tal vez los 3 y medio de ancho, centinelas caminando en la cima mientras cámaras de seguridad apuntaban en todos los ángulos. Había varios edificios de diferentes tamaños dentro de esos muros, una enorme canica de cristal que se presumía era el auditorio y el edificio principal, cuya pared oeste era toda de cristal proyectando el paisaje en la distancia.
Una camioneta blanca cruzaba el camino de entrada y se detenía ante las puertas de acero reforzado que sólo se abrían con un código de seguridad y un escaneo de retina. En la parte trasera de la camioneta se encontraban Hyunjin y Chan con manos y pies esposados al suelo de la camioneta, balanceándose de un lado a otro en sus asientos debido al camino irregular hasta que se detenían antes de entrar.
Hyunjin miró hacia el frente, encontrándose con los ojos serios de Chan; ambos tenían una especie de bozal de cuero negro en la boca así que no hablaban mucho. Cuando lograron escapar de NOVUS hace unos años descubrieron que ambos usaron las garras para escalar el muro y podían brincar desde grandes alturas sin sufrir daños, además que cuando rugían o aullaban con cierta vibración vocal podían someter a cualquier casta, así que cuando llegaron a un acuerdo con Heejoo se tomaron medidas de seguridad, cosas que indignaban a Hyunjin puesto que ni siquiera a los animales se les trataban así.
Ambos se balancearon cuando la camioneta volvió a arrancar atravesando las puertas de metal que se cerraban a su espalda, desapareciendo el paisaje de ciudad abandonada y dándoles la bienvenida a coloridos jardines perfectamente recortados con arbustos en forma de lobos, jirafas y algunos elefantes. Antes esas esculturas naturales eran la adoración de Hyunjin, ahora fantaseaba con decapitar algunas.
La camioneta seguía un camino de concreto específico hasta llegar a una de las entradas laterales del Hangar; Hyunjin se llegó a preguntar por qué nunca los ingresaban directamente por el Hangar, pero Felix le había claro que esa entrada no tiene mucha seguridad y es claro que no iban a arriesgarse con ellos.
Se detuvieron después de un rato, Hyunjin miró entre los asientos a tiempo de ver a los dos guardias salir y cerrar de un portazo. Miró a Chan con interés, esperando que sintiera su fastidio de tener que verse sometido a esa seguridad cada mes, pero el alfa sólo suspiró y sacudió la cabeza de forma negativa, ya habían intentado convencer a Heejoo que era exagerada la forma en la que los trataban, pero ella alegaba que era seguridad de sus trabajadores tenerlos así hasta que se encontraban bajo tierra.
Las puertas traseras de la camioneta se abrieron de golpe, no fue una sorpresa ser recibido por cinco armas electromagnéticas apuntando en su dirección mientras otros dos centinelas esperaban a que bajaran. Era ridículo, si quisieran tendrían a todos esos alfas de rodillas sólo con el olor de sus feromonas.
Uno de los centinelas que los había recogido ingresó a la camioneta para soltar la cadena del seguro en el suelo de esta, bajándose con la misma velocidad con la que había ingresado. Chan fue el primero en levantarse, manteniéndose inclinado sobre su estómago hasta bajar de un salto haciendo tintinear las cadenas que mantenían unidas sus manos y sus pies.
Hyunjin sonrió al ver la forma en la que todos los alfas retrocedían y el agarre de sus armas comenzaba a temblar antes de seguir a Chan afuera. El Alfa se dio media vuelta para ayudarlo a bajar, alzando sus manos esposadas para que Hyunjin las tomara con las propias con algo de dificultad antes de bajar de un salto.
Ambos usaban un par de botas de suela gruesa, Chan sólo usaba una camisa tank negra y pantalones de cuero llenos de cadenas, su cabello azul se encontraba peinado hacia atrás mientras que algunos mechones descansaban en su frente y miraba a todos con afilados ojos grises en una silenciosa advertencia. Hyunjin lo seguía vestido casi igual, sólo que usaba su vieja chaqueta desgastada que definitivamente había visto días mejores, su cabello como una llamarada caía como una melena a su alrededor robando destellos de la luz.
Eran un espectáculo digno de ver y oler, siempre lo han sido, así que están un poco acostumbrados a las primeras impresiones que causan, incluso cuando sólo están ahí mirando a su alrededor con ojos tan grises como las nubes de tormenta, con aromas que podrían hacer salivar hasta el más firme Beta.
—Llegan tarde—anunció uno de los Centinelas que se abría paso entre los que les apuntaban con un arma—. ¿Qué tanto problema puede tener transportar un par de perros?
Algunos se rieron, seguros tras sus armas y rostros cubiertos, Hyunjin enarcó una ceja mientras la mitad de su rostro seguía escondido por el maldito bozal y miró hacia un costado, encontrando a Chan con la espalda recta y los hombros cuadrados. Se miraron un par de segundos, ambos compartiendo por medio de su vínculo lo idiotas que eran esos guardias.
No creo que ella los extrañe.
Espera a que te quiten el bozal y cárgate a uno, no te van a disparar.
Pudo distinguir una sonrisa en sus ojos que hizo a Hyunjin sonreír detrás del bozal, volviendo a mirar al frente a ese grupo de idiotas. Sus olores no eran tan familiares, al menos no de aquellos que no usaban algún parche, por lo que podía adivinar que no eran la custodia que usualmente estaba a cargo de su transporte.
—Nos perdimos al llegar a la casa—anunció de forma nerviosa uno de los centinelas que les habían transportado.
—Idiotas—gruñó el idiota mayor, suponía Hyunjin, quien se acercó a él y lo sujetó con fuerza de la mandíbula—. Tal vez en el regreso podamos divertirnos un rato, este omega huele bien.
Hyunjin convirtió sus manos en puños, tirando de las esposas mientras sacaba la cara de aquel agarre y emitía un gruñido de advertencia que fue tomado con diversión. Definitivamente era el primer día de esos idiotas, ah estará encantado cuando Chan destroce a alguno de ellos, no lo matará pero definitivamente le va a doler.
—No te pongas quisquilloso conmigo—advirtió aquel idiota, volviendo a tomar de la cara a Hyunjin—. Después de todo tenemos que regresar juntos.
Le palmeó la mejilla antes de soltarlo y dar órdenes para que se movilizaran, Chan mantenía una mirada de acero en ese alfa en especial, el chocolate en su aroma tornándose quemado mientras una nube de tabaco comenzaba a arder en la garganta de Hyunjin, definitivamente estaba cabreado.
Les dieron algunos empujones con sus armas para hacerlos caminar, Chan se aseguró que en esta ocasión Hyunjin fuera al frente mientras los dirigían a uno de los ascensores.
—Bajaremos con el omega—anunció el estúpido alfa—. Ustedes usen el otro con el alfa.
—Eres más idiota de lo que aparentas si crees que me voy a separar de él—gruñó Chan con la voz amortiguada por el bozal, haciendo que los sujetos que les apuntaban con el arma se tensaran.
A veces era impresionante cómo es que con sólo oír la voz de Chan las personas tenían la impetuosa necesidad de postrarse a sus pies y desnudarle el cuello para que los considere dignos, a Hyunjin le encantaba verlo con personas que juzgaban sus casta o que no tenían ni idea de con quien trataban,como el idiota que tenían en frente.
—Las órdenes las doy yo—repitió ese alfa, acercándose a Chan.
— ¿Es lo que te repites a ti mismo para consolarte? —se burló Chan, haciendo que su aroma se volviera más denso mientras se acercaba a aquel sujeto—. Quítame las esposas y te demostraré quién da las órdenes de verdad.
Todos comenzaron a removerse inquietos, sabían que tenían el tiempo contado antes de que Heejoo presintiera que algo andaba mal, y ese idiota no quería meterse en problemas si era la primera vez que estaba a cargo de ellos así que, con los dientes apretados, ingresó al ascensor con otros 3 guardias y Hyunjin y Chan.
La familiaridad de aquello era escalofriante, pero se consolaba a sí mismo con el recuerdo de una casa escondida en el bosque llena de risas y chistes, el olor a comida recién hecha, la sensación del pasto bajo sus pies. NOVUS ya no era su prisión, sólo era un lastre alrededor de su tobillo que estaban trabajando para quitarse.
Sabía lo que ocurriría en esos exámenes; más extracciones de sangre, monitoreos, sensores conectados a su cuerpo mientras registran ciertas reacciones. Chan y él aún no decidían qué hacer con la insistencia de Heejoo de un bebé, si bien había dicho que se arriesgaría si permitía que Seungmin siguiera siendo parte de su manada, es claro que lo dijo por el calor del momento.
Cuando llegaron al séptimo piso subterráneo se apresuraron a salir de tropel, los otros guardias emergieron de otro ascensor y fueron a rodearlos antes de detenerse en recepción. Hyunjin recordó esos ojos castaños, el aroma a pino y canela perfumando el lugar mientras un par de ojos de cachorro lo miraban desde el otro lado del mostrador.
En ese momento se encontraba una investigadora de cabello dorado apretado en un moño a la altura de su nuca y un portapapeles en las manos. Ella era familiar, después de todo siempre les recibía cuando era hora de su cita.
— ¿Por qué siguen esposados? —preguntó con extrañeza al ver que seguían con un bozal—. Libérenlos.
—Pero-
—Tom, ¿es tu primer día, cierto? Bien, te informo. Apenas se bajan de la camioneta, les quitas todo y los escoltas, no es tan difícil—la mujer los miraba con frívolos ojos azules mientras los dos Centinelas a cargo de las llaves los liberaban—. Se tardaron, eso les dará una llamada de atención.
Liberaron primero a Hyunjin antes de pasar a Chan por lo que el pelirrojo comenzó a acariciar la zona enrojecida de su muñeca antes de arrancarse de un tirón el bozal y arrojarlo al suelo, cerca de los pies del alfa idiota llamado Tom.
— ¿Decías algo? —le preguntó con ojos brillantes mientras mostraba los colmillos.
Cuando terminaron de liberar a Chan ni siquiera les dio oportunidad de alzar las armas, apartó a Hyunjin a un lado y sólo bastó un par de movimientos antes de que aquel alfa llamado Tom terminará en el suelo con un charco de sangre emanando de la máscara que cubría su rostro. Nadie se atrevió a dispararles, se quedaron congelados mientras Chan se mantenía alzado sobre el cuerpo que se quejaba y lloraba.
Antes de que la mujer preguntara escucharon ese repiqueteo de tacones contra el suelo venir por el pasillo. Chan se colocó protectoramente frente a Hyunjin con la sangre aún goteando de sus garras sobre el suelo iluminado por luces fluorescentes.
Heejoo apareció escoltada por otros 3 centinelas, usaba un traje negro bajo una bata blanca, su cabello sujeto en un apretado moño a la altura de la nuca y mantenía esa escalofriante sonrisa que hizo a Hyunjin pegarse a la espalda de Chan esperando esconderse de ella como cuando eran niños.
La sonrisa de Heejoo se tensó en los bordes al ver el desastre de sangre y los lamentos de Tom, alzó las cejas y se detuvo a un par de centímetros del alfa en el suelo, lo suficiente para que la sangre no manchara los zapatos.
— ¿Debo preguntar qué pasó? —Su voz era suave, dulce, tenía el tono de una madre que prometía no ponerles un castigo por haber obrado mal.
— ¿Es requisito ser idiota para ser un Centinela o sólo tienes suerte para escogerlos? —preguntó Chan como si nada, retrayendo las garras para limpiarse la sangre—. ¿Dónde está Donovan?
—Tuvimos unos problemas, no podía ir por ustedes, ¿por qué le arrancaste el rostro a mi trabajador?
—Tocó a Hyunjin y amenazó con abusar de él.
Los ojos de Heejoo se dirigieron al omega, quién asintió mientras apoyaba la barbilla en el hombro de Chan; la mujer parecía tener una debilidad ante la idea de Chan y Hyunjin siendo tan protectores con el otro, como si ese fuera su ideal de romance para proclamarlos pareja oficial.
—No le arranqué el rostro—aclaró Chan, echando la mano hacia atrás para tomar la de Hyunjin—. Pero puede que le perforara el ojo.
—Ustedes dos—ordenó Heejoo a un par de Centinelas—. Llevenlo a enfermería, ya me haré cargo de él. Andando que ya es tarde.
…
Habían pasado 3 días desde que Chan y Hyunjin se habían ido y no parecía ser una broma eso de que nadie salía de la casa.
Tres días en los que Seungmin y Jeongin habían estado trabajando con algunas muestras de sangre, manteniendo en refrigeración las demás, intentando salir adelante con los materiales tan rudimentarios que les habían conseguido.
Jeongin hablaba con Seungmin cuando no había nadie de la manada cerca, su amigo ya estaba al tanto de su voto de silencio pero no así de las razones por las que había optado por ello, sólo se había atrevido a decirle que Hyunjin ya sabía su apellido real y no quería arriesgarse a que dijera algo a los demás así que, tal vez, si se quedaba callado ni siquiera lo tomarían en cuenta.
Su error de cálculo radica en que no tomó en consideración a Chan.
Si es honesto, estos tres días habían sido un respiro de la presencia de Chan y su insistencia a permanecer siempre cerca intentando hacer que hable incluso para insultarlo. No obstante, esos tres días también habían sido como una especie de tortura viviendo un recuerdo en bucle a cualquier hora del día sobre el sabor del chocolate explotando en su paladar.
Llegaba en sueños o en medio del desayuno, llegaba durante una conversación con Seungmin o cuando estaba en la ducha, siempre el recuerdo de sus manos sujetándolo con firmeza, de su boca moviéndose con insistencia, el sabor de sus labios contra los suyos y la explosión que hubo detrás de sus párpados cuando lo escuchó gemir.
Era un recuerdo muy fresco, como si eso fuera lo real y no la idea de haber follado con él durante 4 días, y era extraño cómo es que se ponía así por un beso cuando ya había hecho de todo con el tipo. Sí, se acostaron juntos y sí, a veces Jeongin recuerda fragmentos de esos días al azar, pero nada con la misma intensidad con la que recuerda aquel beso robado que rompió su voto de silencio.
Esa mañana, la del cuarto día con él lejos, el recuerdo de ese beso, el que podría considerarse como el primero, llegó mientras se encontraba desayunando en compañía de Minho; Seungmin aún seguía dormido, últimamente dormía mucho ya que investigar “le causaba fatiga” según decía, Felix había desaparecido desde temprano en el sótano, Minho estaba medio cabeceando en la mesa mientras acunaba una taza de café y Jisung y Changbin seguro seguían igual que Seungmin.
—Chan está preocupado por ti—señaló Minho con voz somnolienta, Jeongin sólo se encogió de hombros y siguió comiendo una tostada con mermelada—. Nunca lo había visto tan histérico, es seguro que le gustas—Jeongin volvió a encogerse de hombros—. ¿No crees que estás teniendo un comportamiento algo infantil al aplicar la ley del hielo?
Jeongin no respondió, se preguntaba si de verdad él era el infantil por guardar silencio o ellos por enojarse al no recibir una respuesta verbal, había optad por protegerse a sí mismo y lo poco que le quedaba con un voto de silencio que sólo podía romper con Seungmin; Chan y Hyunjin ya le habían demostrado que no importaba lo que dijera, las cosas no iban a cambiar, podía arriesgarse a una muerte o tortura profunda si Chan descubría que era hijo de la mujer a la que acusa de tanto dolor.
Sentía que Hyunjin lo había soltado como una advertencia, si se atrevía a hacer algo para que Seungmin rompiera su lazo con la manada entonces él revelaría que era hijo de Yang Heejoo, directora de NOVUS CORPORATION y el investigador estrella tras toda su medicina. Sí, eso definitivamente haría que Chan rompiera su código de no matar a cualquier ser humano.
¿Por qué le preocupaba lo que Chan pudiera pensar?
— ¿Por qué estás tan enojado, siquiera? —preguntó Minho, incorporándose en su silla e inclinándose sobre la mesa en dirección de Jeongin—. ¿Por qué Hyunjin hizo manada a Seungmin? Él encaja, se ha acoplado bien, ¿o acaso no notas que está más relajado?
Jeongin apretó los dientes y miró fijamente a Minho con ojos entrecerrados y la mandíbula tensa, su aroma amenazando con incendiar la cocina debido a la ira contenida, su voz a punto de emanar de su boca mientras veía los ojos relucientes de púrpura del omega con él.
Minho olía a caramelo quemado, fresas y el ardor de menta que lo vinculaba con Jisung, ahora lo sabía mejor, pero esa dulzura solía volverse amarga cuando algo le molestaba y, en ese instante, la cocina apestaba a amargor, como fresas putrefactas que le provocaba náuseas.
—No son tan diferentes de ella—susurró con voz enronquecida por falta de uso, haciendo que Minho se sobresaltara—. Pero a veces el silencio hace que los gritos de odio se escuchen más, quizá así vean la mierda que pueden llegar a decir.
El rostro de Minho se sonrojó, sus ojos brillaron con fuerza mientras sus manos se convertían en puños alrededor de la taza que sostenía sobre la mesa mientras que Jeongin se mantenía tranquilo con la serenidad de un hombre que ya no tiene nada que perder.
—Esa mujer encerró y torturó a Chan y Hyunjin cuando sólo eran unos niños—gruñó Minho entre dientes, intentando despertar algo que hiciera reaccionar a Jeongin—. Los somete a la misma tortura todos los meses a cambio de pequeñas cosas que ellos piden para nosotros. ¿Cómo puedes seguir defendiendo lo que ella hace?
— ¿Se supone que eso debe conmoverme? —preguntó Jeongin dándole un último trago a su café—. Ser privado de tu libertad bajo los ideales de alguien ajeno a ti, torturado mientras te quedas sentado y ven cómo te arrebatan todo lo que te importa—se levantó de la silla y miró a Minho con ojos encendidos—. ¿No repetimos patrones de crianza acaso? Tal vez Chan y Hyunjin son la misma mierda que Heejoo y ustedes el grupo de centinelas que custodian a los prisioneros.
…
Desde que puede recordar al finalizar sus exámenes Hyunjin siempre pide una paleta, pensó que al escapar y volver dejarían de darle una por ser un “buen chico y no gruñir cuando lo inyectaron” pero el investigador a cargo de él era un viejo señor de 50 años que no percibía las feromonas al no tener ninguna casta y siempre le daba una paleta a Hyunjin por ser un buen chico.
Actualmente se encontraban sentados en el interior de la oficina de Heejoo que se encontraba en los pisos superiores, rara vez los dejaban subir hasta ahí a no ser que hubiera algo importante de qué hablar, y debido a que Chan se había perdido la última reunión, a ninguno le sorprendió que Heejoo los dirigiera a su oficina para mayor privacidad.
Había 2 centinelas en el pasillo y otros dos junto a la puerta en el interior de la oficina, tres detrás de Heejoo y cuatro detrás de ellos, todos con armas y un par apuntando directamente a la espalda de Hyunjin y Chan por si intentaban un movimiento brusco después del incidente de su llegada, pero Hyunjin sentía ridículo todo eso pues él estaba más entretenido en definir si su paleta era o no de moras.
—Los resultados de sus análisis parecen estar bien—hablaba Heejoo mientras miraba el monitor—. Hay un par cuyos resultados me llegarán en un par de días, me comunicaré con ustedes si algo pasa.
El “par” de exámenes que faltaban eran los de orina y sangre que le hicieron a Hyunjin para ver si no se había embarazado en el lapso de dos semanas desde su reunión. Había que admirar la perseverancia de la mujer lo admitía, pero ya se estaba volviendo casi enfermiza su insistencia de que tuvieran un bebé que temía que los terminara por encerrar y hacerle una inseminación artificial.
Se recordaría de preguntarle a Changbin algún remedio natural que provocara el aborto, tal vez si se embarazaba y lo perdía ella desistiría.
—Te extrañamos en nuestra última reunión—comenzó Heejoo con una amable sonrisa, mirando a Chan.
—Hyunjin tenía ganas de carne—se excusó el alfa, estirando una mano para que Hyunjin entrelazara sus dedos—. Lo lamento, no me daba tiempo de volver, pero me dijo de lo que hablaron.
— ¿De todo?
—De todo—asintió Chan, colocando un tobillo sobre su pierna para ponerse cómodo, la mano de Hyunjin aún en la suya—. Lo cual debo mencionar. Te he dicho hasta el cansancio que no me gusta que insistas con el tema del bebé.
—No creo que entiendan lo preocupante que es que, en un año, no hayan concebido—Heejoo entrelazó sus dedos y colocó las manos sobre su escritorio de cristal, mirándolos con una expresión de dulce decepción, eran solo un par de niños que no entendían para ella—. Son jóvenes y perfectamente sanos, además de compatibles y tienen un lazo, ¿entienden lo extraño que es? Ninguno es infértil como para que esa sea la causa, Hyunjin tiene un perfecto conteo de óvulos y tú una gran cantidad de esperma saludables.
—Esta conversación es tan agradable de tener rodeado de centinelas—masculló Hyunjin señalando a los guardias con el caramelo—. Me encanta que desconocidos escuchen cómo Chan y yo somos perfectos para reproducirnos y aún así fallamos en el intento.
Chan sonrió al ver las mejillas de Heejoo enrojecer, pero Hyunjin sabía que era capaz de soportar la vergüenza antes de quedarse sola con ellos en la habitación, después de todo ninguno había sido bueno para ocultar el resentimiento a la mujer y la única razón por la que estaban de pie frente a ella era porque necesitaban cosas de Heejoo de la misma manera en la que ella los necesitaba.
—Son cosas naturales, Hyunjin, no hay nada de qué avergonzarse—lo reprendió Heejoo, mirando de nuevo el monitor de su computadora—. Entonces, hemos decidido comenzar a administrarte Citrato de Clomifeno.
Hyunjin frunció el ceño mientras apretaba la mano de Chan, manteniendo la paleta en su boca esperando a que Heejoo se explicara. Si era lo que él temía, entonces definitivamente estaban en problemas.
— ¿En un idioma comprensible? —exigió Chan, sonando algo sobreprotector mientras se inclinaba hacia el frente—. ¿Para qué es?
—Antes ayudaba a las mujeres con la ovulación, lo hemos usado en algunos omegas con problemas para concebir y ha resultado de maravillas así que no hará daño a Hyunjin.
—Supongo que no es discutible—murmuró el pelirrojo.
—Tienes razón—asintió Heejoo con una sonrisa—. Antes de que se vayan les daré una caja, tienes que comenzar a tomarte una cada mañana cinco días antes de tu celo, ¿bien? Y sabré si te las tomaste porque en los exámenes que te hacemos al terminar tu celo se mostrará así que no puedes no hacerlo.
— ¿No crees que eso de tener un bebé nos concierne a nosotros y no a ti? —intercedió Chan, colocando un puño sobre el escritorio de cristal y mirando a Heejoo con ojos entrecerrados—. Es mucha responsabilidad, Hyunjin y yo apenas logramos salir siendo dos, no podemos cargar con un niño y dada tu experiencia no te encuentro la más calificada para críar uno.
—Bueno, debido a los problemas de seguridad que hemos tenido, siempre pueden volver a-
—No.
La negativa de ambos fue rotunda, cortante, su voz sonaba un poco distorsionada debido al Lobo y eso hizo que los Centinelas se removieran incómodos, como si ellos también sintieran que su casta era nada contra ellos y todo aquel espectáculo sólo era un puto circo. Hyunjin quería aullar, llorar, desgarrar la garganta de Heejoo frente a él y arrasar con cualquiera que se le atravesase, tal vez morir en ese instante antes de permitir que ella se saliera con la suya.
Los hilos en su mente vibraron, recordándole la familia que le esperaba en casa, quienes dependían de ellos para muchas cosas, ese hilo que se había agregado hace poco y le provocaba tanta felicidad que sentía como pequeñas burbujas doradas en su pecho, su propio bosque lleno de risas y ojos brillantes que lo contemplaban como si no pudieran creer que existiera.
—Le dijiste a Hyunjin que han atacado el recinto ¿y quieres que regresemos?
—Sigue siendo el lugar más seguro.
—Que secuestren a dos de tus investigadores dice lo contrario—se mofó Hyunjin, sacándose la paleta de la boca con un sonoro pop para señalarla—. ¿Cómo vas con eso, por cierto?
Fue como si cayera una máscara mostrando lo cansada que estaba Heejoo. Hyunjin se preguntó si de verdad le preocupaba su hijo o sólo estaba cansada de tener que hacer el trabajo que ellos solían hacer.
Cuando Felix les confirmó sus sospechas un par de días después de que Hyunjin se lo exigiera había tomado todo de él no decirle a Chan la verdad, principalmente porque sabía lo que esa información podría causarle y porque podía usarla de otra manera. Si las cosas se arruinaban en algún punto podrían usar a Jeongin como moneda de cambio para Heejoo.
No es que la considerara la madre más amorosa del mundo, dada sus propias experiencias con ella, pero sí tenía curiosidad de si acaso Jeongin tenía otra experiencia, si ella fue diferente con él y por eso la defendía tanto, de ser así ¿no era lo mejor mantener ese secreto muy bien guardado? Así, al menos, tendría algo de control sobre ella después de años siendo su pequeño experimento.
—Nuestros grupos de búsqueda no han dado con ellos, ni siquiera tienen un punto de partida—informó con un suspiro—. Era nuestro mejor investigador.
—Pensé que habían sido dos—recordó Hyunjin, un nudo en su garganta al notar que a ella no le importaba Seungmin en lo más mínimo.
Pero estaba bien, Seungmin ahora era miembro de su manada y tenía personas que darían la vida por él, no la necesitaba a ella ni a Jeongin.
—Sí, pero creemos que uno solo fue un acto en consecuencia. Siempre estaban juntos así que se vio arrastrado, aseguramos que su objetivo principal era el doctor Kim.
— ¿El doctor Kim que vi en mi última visita? —repitió Chan, confundido—. ¿Por qué sería él el objetivo?
—No lo sé, creemos que es por la medicina. Notificamos que ya estábamos trabajando en una cura y necesitábamos voluntarios, quizá las personas que ya tenían Rabia actuaron en la desesperación antes de perderse en el animal.
Convincente, ni siquiera ellos pudieron haber inventado una excusa mejor para sembrar pistas de su falso paradero, Hyunjin agradecería que hicieran la mitad de su trabajo.
Él y Chan habían ideado un plan para poder ingresar a las habitaciones de Jeongin y Seungmin, Heejoo no pudo habérselas puesto más fácil así que comenzaron a fingir preocupación por ese ataque de Manadas, ya que podría significar que eran capaces de racionalizar como las personas que aún no eran consumidas por el lobo.
Chan expresó su interés y preguntó sobre el sistema de búsqueda, la cantidad de centinelas y grupos que se dedicaban a ello, los lugares en los que buscaban bajo la excusa de ayudar. Quizá sus sentidos Prime les sirvieran cuando salieran a los bosques a buscar algo de carne o a explorar.
— ¿Ayudarían? —preguntó Heejoo, incrédula.
Era tan fácil de convencer, no era una sorpresa que Chan y Hyunjin se hubieran escapado ante sus narices hace tantos años.
—Seguro, nos aburrimos en ocasiones cuando nos quedamos en casa—asintió Chan encogiéndose de hombros—. Sólo necesitamos familiarizarnos con el aroma, ¿tienes algo que ayude a identificarlos?
Y en un parpadeo, Heejoo los hacía caminar por los pasillos de las residencias, aún seguían escoltados pero ya estaban acostumbrados; Hyunjin miraba con interés aquel lugar, las paredes de un blanco cegador al igual que el suelo, había pequeños destellos de color debido a las puertas y algunas ventanas pero, fuera de eso, parecía que seguían andando entre laboratorios.
Pasaron junto a una puerta cerrada que lo hizo mirar hacia un costado, dudando de sus pasos mientras el número 2022 brillaba en un metal dorado sobre la puerta y un sistema de seguridad que requería un código de acceso parpadeaba de manera intermitente.
Respiró con profundidad, confirmando que había olido bien, pero antes de siquiera formar una idea uno de los idiotas que le escoltaban le dio un golpe con el arma para alentarlo a caminar.
Al instante Chan se había dado la vuelta y envuelto con una de sus manos la garganta del tipo alzándolo en vilo, Hyunjin miró con una sonrisa al verlo patalear en el aire mientras el resto de su escolta le apuntaba con las armas.
— ¿Ahora qué? —exigió Heejoo, molesta.
—Me golpeó con su arma para que caminara—aclaró Hyunjin con una sonrisa y ojos brillantes.
—No puedes estar golpeando a cualquier Centinela que arremete contra Hyunjin—reprendió la mujer, acercándose a Chan.
—Oh, claro que puedo—advirtió Chan con un gruñido, acercando al tipo a su rostro—. Vuelve a tocarlo y te mandaré con tu compañero a la enfermería.
Lo arrojó con un brusco movimiento al suelo, apenas parpadeando por el golpe. Hyunjin dejó que le tomara de la mano para seguir caminando, intentó inclinarse para besarlo pero fingió no notar cómo es que Chan ladeaba sutilmente el rostro para que sus labios presionaran contra la piel de su barbilla.
No habían tenido nada físico desde que Chan había ayudado a Jeongin con su rutina, parecía que habían establecido un mutuo acuerdo entre ambos sobre ya ni siquiera besarse en la privacidad de su habitación, y en un principio Hyunjin pensó que era cosa suya, que simplemente tenían mucho con lo que lidiar, pero después se dio cuenta que era cosa de Chan y eso le hacía mirarlo con sospecha.
¿Habría pasado algo más con Jeongin que no le dijo?
Dieron vuelta al final del pasillo y Heejoo se detuvo frente a una puerta como cualquier otra con el número 2029, la mano de Chan apretándose con fuerza alrededor de la suya cuando olieron el café emanar de debajo de la puerta. Aguardaron a que Heejoo tecleara un código de acceso y se hiciera un lado para permitirles la entrada.
Olía a Jeongin, como bañarse en una tina completa de café mientras te emborrachas con una botella de whiskey, Hyunjin arrugó la nariz con algo de desagrado mientras Chan daba tentativos pasos al interior y respiraba profundo.
La habitación era mucho más pequeña que la que le habían otorgado en casa, apenas si tenía espacio para un pequeño baño con una ducha; la cama se encontraba en el rincón más lejano junto a una ventana cuadrada con vistas a los jardines, había un escritorio de madera blanca con una computadora portátil cerrada descansando sobre ella.
Jeongin le había pedido una maldita tableta gráfica a Chan en lugar de ropa, como había hecho Seungmin, y el problema no era conseguirla sino sacarla de NOVUS sin activar las alarmas. Hyunjin solía ser bueno en las computadoras pero Felix hacía que pareciera un juego de niños ingresar a una base de datos en menos de cinco minutos.
—Puedo esconder un micrófono, ¿pero una maldita tableta gráfica? —gritó cuando Chan fue a preguntarle antes de que se fueran—. Si quieren ya traigan la computadora de Heejoo.
— ¿Puedes o no? —exigió Chan, frustrado.
Una de las cosas que habían aprendido de Flexi es que odiaba que pusieran a prueba lo que podía o no podía hacer, incluso si se requería más suerte que habilidad.
—No te prometo que no vaya a activar alguna alarma o que algo pueda fallar en el escáner—advirtió el rubio con los brazos cruzados—. Pero puedo intentar entrar a la computadora con una imagen falsa cuando pasen por el escáner al salir.
—Suficiente para mí.
Así que Hyunjin había sido obligado a usar su vieja chaqueta, la que tenía un bolsillo interior lo suficientemente grande, para tener un modo de moverla sin llamar la atención. Esperaba que esos guardias tan ineptos ni siguieran colmando su paciencia sino se arriesgarían a que uno definitivamente dispare y arruinaría el plan si la tableta hace un corto circuito.
Aunque seguro que Felix o él mismo podrían arreglarla.
—Esta es la habitación del doctor Kim Jeongin—anunció Heejoo desde la puerta mientras Hyunjin y Chan entraban—. ¿Qué necesitan?
—Que nos dejen en la habitación—se burló Hyunjin, inclinándose sobre la cama—. Apesta a todos aquí, no podemos oler bien.
—No queremos que el aroma se contamine—aclaró Chan al ver la mirada de juicio de Heejoo—. Igual buscaremos una prenda con la que podamos quedarnos, ¿nos pueden conseguir unas bolsas con cierre hermético?
Heejoo pareció darse por satisfecha, mandando un par de guardias a buscarles dichas bolsas mientras cerraba la puerta detrás de ellos con un suave clic. Ambos aguardaron un par de segundos antes de que Hyunjin mirar a Chan y éste fuera directamente a los cajones del escritorio.
Bajo un puñado de papeles y bolígrafos se encontraba una tableta gráfica con funda negra, Hyunjin se acercó a buscar el cargador mientras que Chan la encendía para asegurarse de que funcionara.
—Vaya.
El susurro de Chan hizo que Hyunjin mirara lo mismo que él, sintiendo un nudo en la garganta al contemplar la imagen de fondo de pantalla; en ella se encontraba un sonriente Jeongin guiñando un ojo mientras hacía un signo de paz a la cámara y a su lado se encontraba Seungmin imitando el gesto pero cubriendo casi todo su rostro menos los ojos de cachorro que tanto adoraba Hyunjin.
Ambos usaban ropa abrigadora, se veían jóvenes aunque parecía que la foto había sido tomada en los jardines de NOVUS, nunca los había visto con la alegría que transmitían en la foto, como si fueran partes de un todo.
Un todo que Hyunjin había terminado por romper.
—Hay que movernos—murmuró, quitándole la tableta a Chan para guardarla en su abrigo.
—Ellos eran manada—susurró Chan en voz baja, mirando hacia el omega que se peleaba un poco con la chaqueta—. Le quitamos a su manada.
—No me harás sentir culpable al respecto—advirtió.
Ambos mantenían un tono de voz muy bajo, apenas se podría considerar murmullo, temiendo que hubiera oídos indiscretos pegados a la puerta. Hyunjin optó por abrir el armario, arrugando la nariz al ser golpeado por una nube de café tan densa que casi le hace vomitar. Si antes pensaba que el aroma de Chan era fuerte, el de Jeongin podría hacerle competencia sin problema.
—Seungmin es mío ahora—murmuró, revolviendo las perchas—. Lo mantendré a salvo de ella, la escuchaste. Ni siquiera le importa.
—Pero es importante para Innie—susurró Chan, acercándose y tomando del suelo una vieja camiseta gris—. No lo crucifiques sólo porque ella prioriza más al otro.
— ¿Y te has preguntado por qué?
Se miraron el uno al otro con una pelea sin forma entre ambos, como si estuvieran tirando de una liga hacia extremos opuestos a punto de hacerse daño. Chan suspiró y sacudió la cabeza, caminando hacia la puerta y abriéndola de un tirón, sobresaltando a su audiencia y a Heejoo, que estaba de pie al otro lado del pasillo.
—Usaremos esta—informó, mostrando la vieja camiseta—. ¿Y la habitación del otro?
— ¿El otro? —preguntó, confundida—. La prioridad es Jeongin.
—Pero se los llevaron juntos, ¿no? —intercedió Hyunjin, mosqueado de que ella definitivamente no tomara importancia a lo que pudiera pasarle a Seungmin—. Dijiste que uno de ellos fue cuestión de circunstancias así que tal vez sea más viable para encontrar al otro.
— ¿Por qué lo creen? —exigió cruzándose de brazos—. ¿Creen que tuvo algo que ver en la desaparición de Jeongin?
—No, Hyunjin lo ve más como descarte por utilidad—aclaró Chan, encogiéndose de hombros—. Si se lo llevaron por estar juntos, es probable que en algún momento lo suelten o lo maten, si lo encontramos a él será más fácil llegar a Jeongin.
Habían practicado eso toda la noche así que sintieron alivio cuando funcionó y Heejoo los hizo regresar sobre sus pasos hacia la puerta que había llamado la atención de Hyunjin. Siguieron las mismas indicaciones, y apenas entraron Hyunjin se sintió completo de nuevo.
Era como un bosque entero en esas cuatro paredes, lleno de vida y secretos escondidos en los árboles que por un instante tuvo el impulso de alzarse a la cama y enterrar el rostro en la almohada esperando encontrar cualquier vestigio de él, dejar su huella en ese lugar para que se dieran cuenta de que se pertenecían.
Chan fue quien se movilizó hacia el armario, buscando las malditas calcetas de abeja que Seungmin había exigido mientras que Hyunjin se quedaba de pie en medio de la habitación mirando fijamente el peluche de un perro en la cama.
Era una cosa desgastada que en algún momento fue de un color dorado y ahora se asemejaba más al caqui. Se inclinó y lo tomó en brazos, llevándoselo a la nariz y sintiendo que una sonrisa curvaba sus labios al notar su olor tan fuerte, como si todas las noches durmiera abrazado de ese peluche, ¿lo extrañaría? ¿Habrá dormido bien sin él desde que se lo llevaron?
Envuelve la tableta con esto.
Hyunjin se sobresaltó al escuchar a Chan por medio de su vínculo, mirándolo y encontrando un puñado de lo que parecía ropa interior y unas calcetas amarillas con pequeñas abejas, Seungmin fue específico de que podrían olvidar cualquier cosa menos las calcetas.
¿Por qué usas nuestro vínculo?
La escucho al otro lado de la puerta, no creo que nos crea en lo que a Seungmin se refiere.
Hyunjin miró hacia la puerta mientras obedecía, Chan volviendo al armario para tomar una sudadera echa bola en el suelo que definitivamente olía a Seungmin. Antes de salir el omega volvió a tomar el peluche del perro en la cama.
—Listo—anunció Chan volviendo a abrir la puerta.
Definitivamente, Heejoo tuvo que retroceder un paso debido a esa acción.
—Intentaremos oler a conciencia cerca de casa y los lugares que solemos frecuentar—anunció Hyunjin, mostrando el peluche—. ¿Me lo puedo quedar? Siempre quise un perro.
Heejoo sonrió, seguramente recordaba la cantidad de veces en las que Hyunjin le preguntó si podría tener un perro y ella le dijo que espera a volverse más grande. Es claro que, con el tiempo, Hyunjin se dio cuenta que los perros eran ellos y ahora se estaban ofreciendo para rastrear a las personas que mantenían en casa bajo el pretexto de estar interesados y aburridos en casa.
—No creo que Seungmin lo extrañe—adivinó Heejoo, mirando aquel peluche durante un instante—. De acuerdo, veré cómo reemplazarlo más tarde.
Hyunjin sonrió, satisfecho, mirando a Chan mientras alzaba el peluche y agitaba una patita a modo de saludo, tarareando cuando sintió el brazo del alfa envolver su cintura y presionar un beso sobre su cabeza antes de seguir a Heejoo hacia la salida.
Al parecer había una determinada cantidad de pasillos que no eran usados por las cuales podrían moverse sin llamar la atención, sabía que habrían pasado por simples donadores si no fuera por la cantidad absurda de escolta con la que les movían por el recinto, eso atraía miradas curiosidad de las pocas personas que pululaban por ahí.
Antes de salir del edificio de residencia pasaron junto a una máquina expendedora llena de dulces.
— ¿Puedo obtener uno? —preguntó Chan deteniéndose, atrayendo la atención de Heejoo—. A Hyunjin le dan una paleta siempre que venimos, ¿por qué no puedo tener una también?
—Ahí no hay paletas—señaló Heejoo.
— ¿Pero sí puedo?
Sabían cómo jugar sus cartas con Heejoo, después de todo la mujer les conoce desde niños, Hyunjin podría admitir que la relación con ella era problemática, pero suponía que se asemejaba a lo maternal. Pelearían, se odiarían y quizá ella dirá que está decepcionada de ellos, pero bastaría una mirada de un par de ojos brillantes y un mohín para que Heejoo sonriera con ternura y mandara a abrir la máquina, extrayendo todos los chocolates y los chocolates con cereal para que se los llevaran.
Quizá es un hijo favorito, tal vez ella los quería más que a Jeongin, pero si está dispuesta a confiarles su paradero eso también hablaba de su desesperación para encontrarlo. Eso hacía que Hyunjin se preguntaba si de verdad le importaban o sólo seguían siendo útiles para ella.
…
Felix tenía los nervios de punta y un sudor frío le recorría la espalda.
Tenía el código listo para ingresar en cuanto Chan y Hyunjin aparecieran en la miniatura, había estado siguiendo su camino desde que salieron de la oficina de Heejoo para mantenerla a ella en vigilancia y avisar si ella planeaba algo. No había audio así que no podía saber lo que decía cuando ellos no estaban en el cuadro, pero cualquier movimiento sospechoso sería suficiente para activar una alarma contra incendios en el edificio en el que estaban.
No llevaban auriculares porque ella los notaría de inmediato, y sólo en casos especiales, como lo fue la infiltración de Changbin y Jisung, se arriesgaban a meter micrófonos, así que Chan había decretado que Felix debía de activar una alarma contra incendios en el edificio en el que se encontraran como señal apra que se fueran de ahí.
Ya iban hacia la salida antes de que volvieran a esposarlos por lo que Felix se aseguró que todo estuviera en orden.
—Es como lo que hiciste con Jeongin y Seungmin—se dijo a sí mismo para darse ánimos.
El día en que acordaron secuestrar a Jeongin y Seungmin, fue Felix quien les alertó que no estaban en sus habitaciones. Changbin le pidió que cubriera sus huellas así que ingresó al sistema de vigilancia y fue poniendo imágenes falsas en cada lugar que ellos pasaban, viejas grabaciones de las que no se darían cuenta al ser un trabajo cuidadoso, como colocar un fondo falso en una caja.
Heejoo ignoraba que fueron Jeongin y Seungmin quienes habían liberado a los sujetos, y como Felix había estado ocupando conduciendo una camioneta una vez que se aseguró desde su laptop que aquel par ya estaba en el ascensor, no se quedó a revisar el desastre que dejaron atrás.
Actualmente tenía que hacer lo mismo sólo que en una pantalla más rudimentaria y con peligro de que no funcionara y la maldita alarma se activara.
—Ya lo has hecho antes, tranquilo—susurró, mirando a Chan y Hyunjin ser detenidos por Heejoo—. Como andar en bicicleta.
Nunca ha andado en bicicleta, pero era algo que solía decir la anciana con la que solía vivir.
Vio a Heejoo entregarle algo a Hyunjin, quien lo tomó a regañadientes mientras ella parecía dar una serie de instrucciones. Pasaron otro par de segundos antes de que ambos caminaran hasta los sensores. Felix los maldijo, hubiera sido más fácil que Chan se pusiera la chaqueta y le echara la culpa al puñado de cadenas que tenía en el pantalón, pero Hyunjin nunca dejaba que tocaran esa chaqueta, ni siquiera Chan, así que se había negado en rotundo.
Ingresó al sistema mientras Chan dejaba las bolsas en unas canastas y atravesaba el detector de metales; la computadora de Felix le cambio la imagen y pareciera que miraba lo mismo que el monitor de aquel guardia así que se apresuró a tener el fondo falso listo para cuando pasó Hyunjin y con un clic apagó la alarma.
Miró la pantalla que proyectaba la cámara de seguridad sobre el guardia de seguridad, conteniendo la respiración mientras Hyunjin atravesaba el detector de metales y Felix mantenía el fondo falso ante la mirada minuciosa del oficial antes de borrarlo cuando él dio un clic.
Se dejó caer contra el respaldo de su silla, echando la cabeza hacia atrás y respirando con profundidad mientras su cabeza daba vueltas y las luces brillaban en sus ojos.
Miró una última vez la cámara para asegurarse de que Chan y Hyunjin salían del edificio escoltados por un puñado de Centinelas, alzando las manos al techo cuando Chan hizo un gesto de despedida hacia donde estaba Heejoo, sólo hacía eso para que Felix lo viera.
Era un modo de agradecerle por haberlos cuidado mientras entraban a la boca del lobo.
Felix pudo relajarse al fin, dejando todo de lado antes de levantarse de la silla e ir a buscar a Changbin, ya tendría que preocuparse por mantener vigilancia cuando decidieran ingresar a la farmacia, ahora necesitaba de su omega para relajarse.
Notes:
Verdaderamente yo quiero saber ¿pa qué hijos de la chingada Heejoo insiste tanto con un bebé? ¿CUALES SON SUS INTENCIONES? maldita viejaaaa
El beso de Chanin fue como de QUEEEEEEE *O* o sea, me gustó pero me asustó ¿entienden? Me emocionó pero el mismo tiempo me hizo sentir de "COMO LO VAS A BESAR AHORITA" pero pues ya ven, sí lo besó, y como que el otro dijo "awevo, ya lo tengo de mi pendejo"
Mi cerebro ya se apagó y ya no sé que decir, sólo que espero que les haya gustado!! Siento que hoy no hubi tanto drama y sólo fue cosa operativa, pero pronto se nos viene lo bueno, esta historia me gusta y todo lo que soñé me emocionó así ya estoy ansiosa por escribir para pasarles el chisme!!
Anyway, MUCHAS GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
(no, no me he olvidado que hoy es cumpleaños del amor de mi vida, Han Jisung, la única razón por la que la vida parecía menos dolorosa y la forma en la que mis palabras nunca son suficientes para expresar lo mucho que significa en mi vida, pero creo que agradeceré por siempre el día en que él llegó al mundo)
Chapter 16: Cazadores.
Notes:
Que les digo? si hasta pase toda la semana escribiendo en horario laboral. Está bien pnches largo, pero que sepan que fue culpa del MV de ESCAPE ciertas cosas -_-
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Chapter Text

Las noches lejos de la manada se le hacían bastante largas a Chan mientras contemplaba la oscuridad y las sombras de luna serpenteando en aquella habitación con el sonido de su respiración sincronizado con los ligeros ronquidos de Hyunjin.
Por seguridad se mantenían unos días más en aquella casa, en especial si tenían una larga lista de “compras” por hacer antes de volver. Además que eran los días después de los exámenes en los que, usualmente, Heejoo les enviaba una especie de despensa con artículos de aseo, algunos botiquines y cosas que solían llevar a la casa principal.
No obstante, en días como aquellos dormir se sentía imposible; se habría dedicado a dar vueltas por toda la cama persiguiendo el suelo sino fuera porque Hyunjin estaba profundamente dormido sobre él con la nariz enterrada en su cuello.
Pensaba en los demás y si estaban bien, en los laboratorios y sus infinitos exámenes, en Jeongin; pensaba en que necesitaban encontrar un modo de organizar su ingreso a una de las farmacias mañana por la noche. En Jeongin; en lo que fuera que Heejoo planea, en su insistencia con tener un bebé, en la forma en la que se comportaba con la desaparición de sus investigadores.
En Jeongin.
Gruñó frustrado, moviéndose con lentitud para escapar del agarre de Hyunjin y poder sentarse en el borde del colchón con los hombros encorvados y sus ojos contemplando hacia la oscuridad que reinaba al otro lado de la ventana.
Aún lo veía llorar cuando cerraba los ojos, escuchaba sus reclamos, el aullido que pareció romper en dos su corazón, el silencio mortal que reinó después, cómo solo mirar su rostro era contemplar un vacío por el que podías caer sin la seguridad de tener algo para amortiguar tu caída al fondo.
Siempre se ha sentido muy en sincronía con su lobo, después de todo lo conoce incluso antes que a Hyunjin, pero hasta cierto punto aún le parecía un misterio los deseos de éste, en especial en circunstancias como aquellas, donde todo parecía más complicado de lo que realmente era.
Le han gustado personas antes, lo suficiente para vincularlas a la manada, y aún así su prioridad siempre ha sido Hyunjin. No obstante, nadie se ha sentido como Jeongin y eso era lo que le provocaba dolor de cabeza; nadie se sentía como un relámpago cuando le tocaba ni hacía que Chan quisiera arrastrarse por el suelo sólo por una palabra suya, ni siquiera Hyunjin, quien prácticamente era su otra mitad.
Compañeros, Chan había creído tener la noción de lo que tener un compañero significaba hasta que Minho y Jisung llegaron a sus vidas con una marca en el cuello y una conexión que parecía parecer cualquier cosa el vínculo que había logrado forjar con Hyunjin.
Eso le hizo pensar durante bastante tiempo si, tal vez, una marca haría que el vacío que sentían de vez en cuando se llenará, si acaso lograrían pertenecerse del todo. Pero una marca así no parecía ser una opción para ellos con Heejoo sobre sus espaldas así que se resignó a siempre pertenecerle a medias a Hyunjin, nunca por completo, o quizá temía que para ellos eso no fuera una opción.
Nunca compañeros con marca, nunca juntos del todo, siempre en ese extraño limbo porque no eran como el resto.
Él huele a bosque, las palabras de Hyunjin resonaron en sus recuerdos, el llanto y la desesperación de hacerle entender, demostrarle, que tal vez había más para ellos de lo que Heejoo les hizo creer.
¿Dónde encajaba Jeongin en todo esto? ¿Cómo podría ser algo que pensó que nunca tendría? ¿Siquiera era lo mismo que Hyunjin sentía por Seungmin? Creía que no, hasta el momento no sentía esa necesidad primitiva de mantenerlo a salvo tal y como Hyunjin hacía, o eso creía él, después de todo ¿no estaba dispuesto a romper los lazos que unían a Seungmin a la manada si eso le hacía feliz?
Suspiró al sentir unos dedos juguetones deslizarse por la piel de su espalda antes de que las rosas lo envolvieran y sintiera mechones de cabello rozar su cuello. Hyunjin colocó la barbilla sobre su hombro y suspiró, emanando tranquilidad hasta que los hombros de Chan dejarán de estar tan tensos. Suspiró de nueva cuenta, agradecido, ladeando ligeramente el rostro en su dirección mientras los brazos de Hyunjin rodeaban su cintura y lo estrechaba con fuerza.
Se quedaron ahí sentados en silencio durante un rato, su vínculo brillando con temores y consuelo, preguntas y respuestas mientras la nariz de Chan presionaba contra la sien de Hyunjin y éste le abrazaba con más fuerza.
A veces, en noches como esa, Chan se encuentra deseando que fuera suficiente.
— ¿En qué piensas?
Fue la voz de Hyunjin la primera en romper el silencio, sonando como un suspiro intentando mantener la tranquilidad, y Chan quiso decirle la verdad. Que no podía dejar de pensar en Jeongin, que temía tanto que llegara a ser más importante que él; quería decirle que sentía ira al pensar en cómo los deseos de su omega estaban causándole tanto dolor a aquel alfa de cabello cobrizo y ojos tan oscuros, pero por alguna extraña razón se mordió la lengua.
—Me preguntaba sobre la insistencia de Heejoo con el bebé.
No era una mentira tal cual, pero tampoco era toda la verdad, sin embargo fue suficiente para distraer a Hyunjin.
Escuchó al pelirrojo suspirar, sus manos deslizándose por la piel de su abdomen antes de soltarlo por completo y alejarse, le dio el espacio suficiente a Chan para moverse en la cama hasta sentarse de tal manera que podría enfrentarlo.
Vestía la sudadera que habían sacado de la habitación de Seungmin, sus piernas desnudas parecían brillar tenuemente bajo la poca luz de la luna que se colaba por la ventana, su cabello parecía apenas un destello en medio de la oscuridad, la promesa de algo más allá de lo que tenían.
Las mangas le caían por sus dedos, ocultándolos, y aún había vestigios de sueño en sus ojos, pero las palabras de Chan fueron suficientes para despejarlo un poco, pasando con frustración una de las mangas de la sudadera por su rostro antes de bufar.
—Ya, eso—asintió.
— ¿Qué haremos si te embarazas? —preguntó Chan, confundido ante la falta de reacción del omega—. Apenas arrojen un resultado positivo esas pruebas, Heejoo no te soltará.
—Chan, cálmate, no me he embarazado en un año. No pasará.
—Ya, pero no te habían dado ningún medicamento antes.
—Siempre puedo tomar algo después, algún té. Seguro Changbin sabe de algunas plantas—intentó consolarlo, inclinándose para darle un ligero apretón en el brazo—. No te preocupes, lo resolveremos.
—No me puedes pedir eso, no con estas cosas—gruñó, soltándose de su agarre mientras se arrodillaba sobre el colchón—. Su insistencia es espeluznante, no debería tener el poder de elegir cuándo somos aptos para tener hijos, no somos animales.
—Bueno, pero hasta cierto punto lo somos.
Hyunjin hablaba con calma, un hombre resignado a su destino mientras Chan lo contemplaba en silencio, un agujero más en su pecho, otro recordatorio de que no importa cuánto lo intenten, ellos no eran como el resto del mundo.
Animales, hace bastante que se habían dejado de considerar a sí mismo como animales, o al menos eso creía, pero en momentos como aquellos parecían regresar al punto de partida donde sólo se veían a sí mismos como una especie de mascota exótica a los que les habían soltado la correa.
Frunció el ceño, tomando a Hyunjin de la barbilla y obligando a mirarlo, sus ojos brillando en advertencia.
—No vuelvas a referirte a ti de esa forma—advirtió con un gruñido, dejándole ir cuando Hyunjin le mostró los colmillos.
Ambos volvieron a quedarse callados por un largo rato, sentados en la cama mirándose fijamente como si después de tanto tiempo juntos se trataran de dos desconocidos al que sólo le sabían el nombre.
Antes no habrían dudado en pasar la noche en brazos del otro con besos perezosos y ardientes caricias, no obstante Chan aún tenía fresco en su memoria la sensación de los labios de Jeongin contra los suyos, los fuegos artificiales danzaban detrás de sus párpados, sentía sus manos aferrándose a él con fuerza. Su lobo se habrá encontrado rechazando cualquier muestra de afecto de Hyunjin que no fuera un abrazo, la idea de besar a alguien que no era Jeongin lo hacía querer arrancarse la piel.
Si sólo podía besarlo una vez para toda su vida, entonces Chan se aseguraría de que no hubiera nadie más, ni siquiera si se trataba de Hyunjin.
— ¿Por qué crees que Heejoo está tan desesperada de que tengamos un bebé? —preguntó Hyunjin.
Chan se relajó, dejando de estar tan a la defensiva mientras pensaba ya que ese era el gran misterio de todo aquello, la incógnita que no podían resolver y que temían agregar a la interminable montaña de preguntas sin respuesta que se aglomeraban a su espalda.
—No lo sé—admitió, frustrado— Hace un año lo veía como una posibilidad y ahora parece ser una urgencia.
— ¿Crees que tenga que ver con LICAÓN?
La voz de Hyunjin fue dubitativa, pero cuando resonó en el silencio de la habitación pareció ser un foco encendido iluminando la oscuridad, dos piezas embonando juntas lo que hizo que se miraran con una mezcla de emoción y pánico. Emoción por haber descubierto algo y pánico por lo que pudiera significar.
—No es la primera vez—concordó Chan, pensativo—. Pero estará loca si piensa que me quedaré de brazos cruzados mientras le hace a mi hijo lo mismo que a nosotros.
—No creo que quiera experimentar con el niño—corrigió Hyunjin, golpeando de forma pensativa sus dedos sobre la piel de su muslo—. Piénsalo un poco, Channie. Mientras tenía LICAÓN asegurado ni siquiera había vuelto a mencionar el tema, nos llevamos a Jeongin frustrando un poco sus planes y de pronto está muy preocupada por eso. LICAÓN y un bebé nuestro es lo mismo para ella.
—Sí, pero ¿qué? —susurró, haciendo que la uña de su pulgar creciera para poder morderla—. ¿Qué hace tan especial un bebé de ambos?
—Somos los únicos Prime que existen.
—Hyunie, cariño, si eso es lo que quiere hace rato que habría más de un Prime. Lo habría hecho apenas nos fuimos.
—No creo que quiera volver a empezar—señaló—. ¿Y si eso es LICAÓN? ¿Quiere hacer más Prime?
— ¿Por qué usar a los infectados de Rabia entonces?
Hyunjin ni siquiera intentó responder, ambos se quedaron en silencio y miraron en perfecta sincronía en dirección a la puerta con los ojos encendidos y sentidos agudizados.
—Eso fue-
—Shh.
Chan se llevó un dedo a los labios silenciando a Hyunjin a media oración. Se movió con lentitud hasta lograr bajarse de la cama, el omega siguiéndolo de cerca, inclinándose sobre la pequeña mesilla de noche y abriéndola con agilidad para sacar dos pistolas automáticas que Changbin y Jisung habían robado de un lote de NOVUS en las periferias.
Le extendió una a Chan y ambos comenzaron a caminar hacia la puerta en silencio. Sabían exactamente dónde pisar, cuánto aire respirar para hacer el mínimo ruido, cómo ralentizar los latidos de su corazón para que no fueran escuchados desde el exterior.
Chan miró alrededor antes de atreverse a salir de la habitación y caminar por aquella casa sumida en oscuridad, sorteando los muebles de una mentira, las sombras serpenteando alrededor de sus pies hasta señalar la puerta.
Miró sobre su hombro para asegurarse de que Hyunjin lo seguía, encontrando sus ojos plateados brillando con determinación mientras asentía.
Chan abrió la puerta y alzó el arma, apuntando hacia la oscuridad, la carretera vacía afuera de su casa serpenteando en medio de la noche prometiendo llevarlos a alguna parte si la utilizaban. Heejoo los había instalado en lo que hace algunos años bien pudo haber sido un suburbio; había algunas casas que con trabajo se mantenían en pie pero nada lo suficientemente cerca como para que tuvieran vecinos.
Bajaron la escalera de entrada, la luna arrojando su luz plateada sobre ellos. Su casta les permitía ver con claridad en la oscuridad así que ninguno se molestó en encender algún foco de afuera.
El aroma a bosque inundaba sus sentidos; resina, tierra mojada y algo más, también parecía haber algo putrefacto como sandía y pimienta, daba náuseas y provocaba que Chan sintiera los vellos de su nuca erizarse, colmillos creciendo mientras un gruñido tomaba forma en su garganta.
Mantenía una posición defensiva frente a Hyunjin, pero también sentía al omega comenzar a abrirse para tener otro ángulo desde el cual disparar de ser necesario.
Volvieron a escuchar el ruido que les había llamado la atención, el crujido de una rama siendo partida a la mitad bajo el peso de algo, el aroma agrio de la sandía volviéndose insoportable.
Chan, huele mal, muy mal. Como a muerto.
La voz de Hyunjin vibró en su lazo haciendo que Chan arrugara la nariz teniendo que estar de acuerdo con su descripción.
Eso sólo podría significar una cosa encendiendo todas las alarmas en su cabeza, ¿cuál era la probabilidad? Casi prefería que fuera Heejoo tocando a su puerta con una sonrisa.
El susurro de un arbusto le confirmó la sospecha, acercándose lentamente con el corazón a un ritmo normal, sus garras creciendo alrededor del arma que aún mantenía en lo alto. Curvó los labios mostrando los colmillos, un gruñido de advertencia quedándose atorado en su garganta cuando una sombra saltó desde los arbustos y se mantuvo agazapada a un par de metros de distancia. Un par de destellos verdes siendo la única luz en medio de la oscuridad.
Era una mujer adulta, quizá cerca de los 30, su ropa estaba hecha jirones y lo que lograban apreciar de su piel cubierta de rasguños infectados. Estaba descalza, los dedos de sus manos se curvaban como zarpas, parecía tan delgada que podría romperse por la mitad sin esfuerzo alguno, aunque su espalda se curvaba de una forma dolorosa y la piel tiraba con fuerza sobre sus huesos como si en cualquier momento fuera a desgarrarse por la mitad y algo saldría de ella.
Espuma salía de su boca mientras gruñía.
La prueba tangible de lo que hacía la Rabia en las personas; Chan y Hyunjin no tenían contacto con los contagios a no ser que hubiera algunas Manadas cerca de las Comunas que solían visitar, por lo general los infectados los evitaban, como si su sola presencia fuera una amenaza y que hubiera uno, sólo una, tan cerca de ellos ya era extraño de por sí, pero no alarmante.
Estaba enloquecida, podían deducirlo con los temblores que sacudían su cuerpo, sus fosas nasales y pupilas dilatadas apenas sus ojos se posaban en Hyunjin.
Sólo entonces Chan fue consciente del aroma que emanaba de su compañero, tan acostumbrado a él que ni siquiera registró el cambio.
Tu aroma es lo que la atrajo.
Hyunjin ya estaba en precalentamiento.
Su vínculo vibró con la información y pudo sentir la preocupación de Hyunjin, ambos indecisos de lo que deberían de hacer porque, aunque tenían las armas fuertemente sujetas, no pensaban que tirar a matar fuera lo más sensato, pero arriesgarse a que les infectara o rastreará sus aromas y atrajera a más como ellos les ponía histéricos.
Chan miró con ojos dorados a la mujer, su aroma predominando en todo el lugar mientras se deslizaba sutilmente hacia un costado para cubrir a Hyunjin de ella, recibiendo un ladrido de advertencia que Chan respondió con un gruñido, agazapándose, colmillos sobresaliendo y las garras refulgiendo bajo la luz de la luna.
Ni se te ocurra pelear con ella, Chan.
Advirtió Hyunjin, histérico con la idea de Chan enfrentando a aquella mujer en una pelea a puño limpio.
Le quitas lo divertido.
No seas idiota, por favor.
No obstante, antes de hacer algún movimiento, el rugido de un motor sonó en medio del camino, distrayendo a la mujer lo suficiente para que Chan terminara de recorrer la distancia que lo separaba de Hyunjin y se colocara protectoramente frente a él, a punto de esconder el arma por si era algún camión de NOVUS que patrullaba.
La chica gruñó y le cortó el sonido de un arma de fuego siendo disparada en medio de la noche, resonando como un aullido que provocó que varios cuervos ocultos en los árboles más cercanos emprendieran el vuelo anunciando la muerte.
Aquella mujer cayó inerte en el asfalto, el ruido de su corazón deteniéndose, dejando de sufrir o quizá terminando con algo que aún tenía salvación. Los reclamos de Jeongin después de su rutina resonaron con la misma claridad que si se los estuviera gritando de nuevo a la cara, ¿siquiera intentaste salvarlo?
Unos faros iluminaron el cuerpo segundos antes de que un desvencijado jeep que en algún momento fue negro se estacionaa en el camino de entrada, el aroma del desconocido eclipsado por la putrefacción. Escucharon una de las puertas ser abiertas y vieron bajar a un hombre bastante alto, con abundante barba y rizado cabello cobrizo.
—Espero que no planearan pelear un mano a mano con ella, porque eso los habría vuelto muy estúpidos.
Hyunjin asomó la cabeza por encima del hombro de Cha, ambos relajándose al distinguir ese leve aroma a manzana y caramelo que consideraban vagamente familiar.
—Oye, John—saludó Hyunjin desde detrás de Chan—. ¿Qué te trae por acá?
—Hola, chicos, los había estado buscando.
…
Era entrada la noche pero Jeongin se encontraba en el laboratorio que Chan les había equipado, aunque una parte de sí decía que aquel era el laboratorio que Chan había hecho para él, sólo él.
Una Madriguera solía ser un lugar donde los lobos tenían a sus crías, suelen ser protectores con el lugar ya que es donde la mayor parte del tiempo rondan los miembros menores de la manada. En su experiencia y algunos estudios realizados por un grupo de investigadores en NOVUS, ha notado que las personas con casta tienden a marcar lugares significativos y a volverse protectores con ellos al igual que los lobos y sus madrigueras.
Aún había personas que pensaban que una madriguera y un nido era lo mismo, su madre una de ellos, pero Jeongin comenzaba a creer que no era así mientras se encontraba trabajando en medio de la noche, sintiendo cómo sus hombros se relajaban después de pasar tanto tiempo en modo supervivencia.
Durante los últimos días Jeongin había comenzando a sentirse más como un intruso y menos como un prisionero, después de todo podía ir y venir por toda la casa, tenía una habitación y Chan lo llevaba a dar largos paseos hasta el río todos los días. Por otro lado, su silencio le había permitido asimilar mejor la dinámica de los demás y notó, con algo de dolor, que Seungmin ya tenía un lugar en esa manada.
Habían pasado de estar siempre uno al lado del otro a mirarlo reír y formar parte de discusiones absurdas como solían hacer cuando almorzaban juntos en NOVUS, y tal vez era cosa de su egoísmo lo que le dificultaba aceptar que Seungmin podía tener una vida, amigos, además de él, pero algo dentro suyo no parecía pensar con claridad y madurez así que estaba condenado a sentir un agujero en el pecho.
Suspiró, esperando a que la centrifugadora terminará su trabajo, se quedó recargado contra la mesa con los brazos cruzados mirando fijamente el vacío.
Como si fuera consciente de sus frustraciones y quisiera distraerlo, su cerebro volvió a recordarle a Chan con ojos tormentosos, su voz suplicante golpeando contra su piel mientras imploraba una sola palabra suya antes de irse.
Aún saboreaba su saliva, vestigios del chocolate y la ceniza en el paladar; sentía el calor de su cuerpo contra el suyo y la firmeza con la que sus manos lo sujetaron. Jengin nunca había sido besado de esa manera, aunque lo cierto es que no tenía una larga lista para compararlo, pero se estremecía con el sólo recuerdo de sus labios así que eso debería ser significativo.
Había hambre y desesperación pero, a la vez, había cierta delicadeza y adoración, como si Chan estuviera agradecido por tenerlo pero, al mismo tiempo, temiera que desaparecería si se atrevía a dejarlo solo.
No le faltaba razón, en los últimos días desde que Chan y Hyunjin se habían ido, Jeongin fácilmente pudo haberse escabullido sin que lo notaran, al fin y al cabo parecían bastante entretenidos con cualquier otra cosa que no fuera prestarle atención al tipo callado del fondo.
Podía fingir que se fugó y dejó a Seungmin para regresar por él después, dejarlo a salvo en esa nueva manada. Correría como alma que lleva el diablo hasta el río, se arriesgaría a cruzarlo para que le perdieran el rastro, cualquier cosa.
Y aún así ahí estaba en medio de la noche pensando en todo lo que podría y no hacía, diciéndose a sí mismo que era por Seungmin, que a pesar de ser separados no podía dejarlo atrás, sintiendo que mientras más lo repitiera entonces se convencería por completo.
Pero sus pensamientos siempre lo llevaban a Chan, no importaba cuanto corriera y trabajara para distraerse, al final del día volvía a su recuerdos, a la inmensidad del bosque mientras camina a su lado como si pertenecieran al mismo mundo. Sentía ese extraño vacío al recordar sus manos, su sonrisa, su forma de mirarlo como si estuviera maravillado con su mera existencia.
De manera involuntaria se llevó una mano a los labios y pasó con lentitud la yema de sus dedos por su labio inferior, un suspiro deslizándose como si fuera el llamado de su lobo, un débil aullido esperando ser escuchado.
Te encontré. Ven a buscarme.
Usando la mano que mantenía en sus labios se restregó el rostro mientras ahogaba un suspiro de frustración, el zumbido de la centrifugadora funcionando llenando sus oídos, no había nada más pues aquella era una casa dormida y él un intruso que merodeaba sus pasillos. Como un fantasma.
—Noche dura, ¿eh?
Dio un pequeño sobresalto, sintiendo que su corazón se salía del pecho mientras se giraba y encontraba de pie bajo el umbral de la puerta a un desgarbado alfa con lo que parecía un termo lleno de café y unos curiosos ojos hazel mirándolo.
—Un carraspeo no hace mal a nadie—le gruñó llevándose una mano al pecho—. Menudo susto me has metido.
—Lo siento, síndrome de espectro. Me acostumbré a no hacer ruido—se encogió de hombros, dándole un sorbo a su café mientras miraba con atención a Jeongin—. ¿Qué haces levantado tan tarde?
—Podría preguntarte lo mismo.
—No duermo mucho cuando Luna y Alfa están fuera. Seguridad y esas cosas.
Se estaba comportando muy evasivo con lo que fuera que hiciera cuando no lo veían, aunque lo cierto es que no veían mucho a Felix, si acaso en el desayuno y la cena.
Jeongin frunció el ceño, pensativo, notando cómo Felix no hacía el intento de entrar a la habitación, tan sólo recargándose en el marco de la puerta sin incomodidad. Guiado por la curiosidad, Jeongin decidió ignorar aquello por si Felix decidía ingresar por su cuenta.
Llámenle un experimento para demostrar su hipótesis.
—He decidido adelantar el trabajo—murmuró mirando la centrifugadora para respaldar su respuesta—. Pensé que todos dormían.
—Tengo un horario del sueño bastante jodido, lo admito, así que probablemente me encuentras merodeando a horas aleatorias por la casa.
La amenaza parecía ser sutil pero implícita, una clara advertencia de no intentar nada porque él se daría cuenta, se preguntaba si sabía la cantidad de veces que Jeongin casi se fuga en los últimos días.
Sólo emitió un murmullo en respuesta y se volvió a concentrar en cualquier otra cosa esperando a que Felix desapareciera por el pasillo a hacer lo que sea que hiciera cuando no estaba, pero una vez consciente de su presencia ya no podía ignorar el aroma a vino tinto que emanaba de él, serpenteando a su alrededor con curiosidad.
En todo el tiempo que llevaban ahí no habían convivido mucho debido a lo ocupado que parecía estar Felix, así que a grandes rasgos era el miembro que Jeongin menos conocía, pero al verlo de pie ahí en la puerta mirando fijamente su termo no pudo evitar sentir la misma curiosidad que parecía despertar en él.
Su cabello estaba sujeto en un desordenado moño a la altura de su nuca del que se escapaban algunos mechones; a pesar de tener un horario del sueño jodido no lucía cansado, por el contrario sus ojos siempre parecían tener un chispazo de alegría y energía a cualquier hora; miles de pecas cubrían sus pómulos y el puente de su nariz, su aroma era una extraña versión del de Changbin pero un poco más intenso, característico de un alfa.
— ¿Por qué no hablas cuando estamos todos reunidos? —preguntó Felix de la nada.
Jeongin parpadeó, dejando de analizarlo para encontrarse con sus ojos curiosos; su ceño estaba ligeramente fruncido pero su voz parecía tener de forma permanente el tono del alfa, profundo y grave, aunque se sentía como una caricia de terciopelo. Era agradable de escuchar aunque su apariencia física no hiciera juego con su voz.
Se demoró en responder, ladeando el rostro hacia un costado fingiendo que no entendía a lo que se refería pero Felix sólo alzó una ceja retándolo a fingir demencia.
—No tengo nada que decir—fue su escueta respuesta.
Felix pareció bufar por sus palabras, cruzándose de brazos y mirándolo con aburrimiento, esperando el momento en el que Jeongin lograra decir la verdad, pero no lo conocía ni un poco si eso era lo que quería porque el cobrizo simplemente se dedicó a ignorarlo mientras revisaba algunas cosas en su libreta de bitácora y se aseguraba que los tiempos estuvieran correctos antes de que la centrifugadora se detuviera.
—Alfa nos hizo prometerle a todos que te mantendríamos vigilado.
—Supongo, me tienen secuestrado—recordó como quien no quiere la cosa.
—Es más que eso y lo sabes. Le gustas a Alfa.
—Suena a que es su problema y no el mío—se colocó unos guantes de látex y abrió la centrifugadora una vez que se detuvo para lograr extraer los tubos de ensayo correctamente etiquetados, dejando en un soporte el de Hyunjin y comenzando a trabajar con el de Chan—. Además que justificar sus acciones con el hecho de “gustarle” a alguien hace que se vean criminales.
—No justifico sus acciones con ello, en especial porque no fue eso lo que les hizo actuar—Felix intentó entrar pero se detuvo a tiempo—. Diría que fue un acto en consecuencia.
—Puedes pasar, ¿sabes? —le dijo sin mirarlo, preparando otro tubo de ensayo—. No tengo problema.
Fue toda la señal que Felix necesitaba para aventurarse al interior del laboratorio, moviéndose con lentitud y sin emitir ruido alguno, ¿a qué se habrá referido a que estaba acostumbrado a ser silencioso? Se movía como una especie de ladrón, sigiloso hasta que aparecía justo en frente de Jeongin al otro lado de la mesa, mirando con curiosidad los artefactos.
— ¿Qué se supone que haces? —preguntó con interés, mirando con curiosidad el tubo de ensayo que había etiquetado con el nombre de Chan—. ¿Qué es esa cosa dorada que se quedó encima?
—Eso es la casta de Chan—informó Jeongin, consiguiendo una pipeta y tomando dicho tubo de ensayo—. Es lo que usamos para comenzar LICAÓN, tenemos ya varios en refrigeración pero quise hacer otro.
—Háblame de sistemas y códigos informáticos y soy tu hombre, pero comienza a hablar de ADN, bioquímica o lo que sea que hagas aquí y te seré inútil—declaró Felix, dándole otro sorbo al café—. ¿Qué se supone que hace LICAÓN?
—Cura la Rabia.
— ¿Y de verdad piensas que hace eso?
Jengin logró mover el líquido que concentraba lo alfa en la sangre a otro tubo de ensayo y una vez que lo tuvo a salvo dejó de moverse y miró fijamente a Felix, encontrando su rostro para nada arrepentido de venir a importunar con lo mismo.
Y quizá esa era una de las razones por las que Jeongin había decidido guardar silencio, estaba harto de sus insistentes preguntas sobre Heejoo, sobre lo que ella estaba haciendo y si acaso Jeongin tenía una idea, de siempre ser interrogado más allá de la idea de preguntarle si estaba bien después de que le arrebataran a su familia, acusándolo de defender los ideales de Heejoo cuando Jeongin solía verla una vez a la semana.
Tomando en cuenta que Hyunjin poseía información que ni siquiera era de conocimiento popular en NOVUS, Jeongin prefería quedarse callado que terminar de atar la soga al cuello, al final ellos demostraban que no estaban dispuestos a escuchar cualquier pensamiento diferente al suyo sin importar que Jeongin lo hacía, ¿por qué desgastarse hablando?
—Yo sólo hago mi trabajo.
Y lo hacía, hizo su trabajo diligentemente a comparación de su madre y su desesperación por comenzar a administrar un suero que aún no estaba listo. Si bien tenía sus sospechas y habría investigado más a fondo con Seungmin, tampoco quería compartirlas con todos ellos porque entonces podría empeorar su situación.
¿Había algo peor que todo aquello? Sin Seungmin, sin un lugar a cual pertenecer, condenado a vagar en aquella casa buscando lo que se le arrebató mientras en las noches acechan esos ojos tormentosos diciéndole que no importa a donde vaya, él siempre le encontrará y lo traerá de regreso.
—Ya, supongo—Felix se encogió de hombros.
— ¿Por qué estás aquí?
—Venía de servirme café y noté la luz encendida, quería saber si estás bien.
—Bueno, podría estar peor—murmuró, sacudiendo la cabeza—. No tienes que venir a revisarme sólo porque Chan te lo pidió, si quisiera irme ya lo habría hecho.
—Lo sé, eso hace que me pregunté por qué estás aquí—ladeó la cabeza hacia un costado, interesado.
—Ya somos dos—admitió en voz baja.
No hablaron por un par de minutos, el tiempo suficiente para que Jeongin lograra mover el líquido plateado en la muestra de Hyunjin a otro tubo de ensayo. Se sentía acechado al ser consciente de los ojos de Felix sobre él ante el mínimo movimiento, como una cámara de seguridad pendiente de él, lista para captarlo en cualquier rincón.
— ¿Puedo preguntarte algo?
Se sorprendió a sí mismo de romper el silencio, siempre guiado por su curiosidad, su necesidad de información. Felix, a grandes rasgos, seguía siendo una de las incógnitas en aquel lugar, y si es honesto no entendía su necesidad de saberlo todo de todos ellos, ¿prevenir a Seungmin? ¿Decirle a Heejoo cuando volviera?
—No te prometo responder—advirtió el rubio, mirándolo con interés—. Aunque admito que ahora me da curiosidad saber qué podrías querer preguntarme.
—Dijiste que te acostumbraste a no hacer ruido, me dio curiosidad—aclaró encogiéndose de hombros.
—Oh, eso. Solía ser cazador en la comuna donde vivía antes de conocer a Changbin—Felix alcanzó una de las pocas sillas que Chan les había traído y se sentó en ella sin esperar invitación—. Era uno de los mejores, el más silencioso, mi antiguo líder decía que era como una sombra.
Jeongin bufó, divertido, su curiosidad volviendo a ser agitada con la idea de cazadores y comunas. En NOVUS tenían cierta creencia de que allá afuera, más allá de los laboratorios, no parecía haber mucho más que algunos puntos seguros que intentaban formarse, pequeñas ciudades rodeadas de murallas que intentaban volver a funcionar y recibían a las personas que llegaban.
Sin embargo, Minho y Felix habían dicho que provenían de una de las comunas, dos diferentes, que se encontraban por la periferia en distintas direcciones y eso hacía que Jeongin se preguntará cuántas Comunas existían, cómo sobrevivían y si acaso eran una especie de pequeñas ciudades, pueblos que habían encontrado un modo de funcionar.
— ¿Cómo funcionaba la vida ahí? —preguntó, recargándose en la mesa para mirarlo—. ¿Era como en la ciudad?
—No del todo. Había rangos, claro, el Alfa, los segundos al mando, Centinelas—Felix le dio un sorbo a su café mientras se encogía de hombros—. Los cazadores éramos uno de los más altos rangos dentro de mi Comuna, se supone que somos la pieza clave, aquellos que salen a buscar las cosas que necesitamos. NOVUS sólo ayuda a los puntos seguros, pero no te dejan entrar si no estás registrado.
— ¿Cómo?
—Cuando te enfermas y termina la fiebre, te dicen que debes ir a tu centro de registro más cercano para saber tu casta y recibir tratamiento, pero dentro de ese tratamiento te registran en su sistema y sólo quienes están registrados pueden acceder a los puntos seguros. No me parece muy justo.
— ¿Por qué no acuden a los centros de registro?
—Llámalo ser antisistema. Me enfermé hace un par de años y con mi olor supieron que era un Alfa, cuando mi madre se enfermó y fue a registrarse su lobo no reaccionó bien a la inyección que ponen y murió poco después, papá no quiso registrarse y también murió. Fue arriesgado pero logré pasar la enfermedad sin registrarme.
“Entonces, las comunas son personas que no se han registrado y hasta el momento no han muerto por la enfermedad. Sin embargo, tienen esa extraña creencia que somos nosotros los que tenemos la Rabia así que se prohíbe el ingreso a los puntos seguros y nos reducen los víveres.
—Oh, entonces los cazadores no cazan animales en el bosque.
—Bueno, lo hacemos pero no sólo eso—se burló, sacudiendo la cabeza—. Los cazadores somos un grupo determinado de personas que se aventuran a los puntos seguros más cercanos y roban víveres como medicina, botiquines, cosas de aseo personal. Nos tenemos que coordinar con las comunas más cercanas a nuestro Punto Seguro para no ir el mismo día.
Jeongin asintió, intentando comprender por qué había tantas personas que tenían aversión a la primera inyección. Se les daba cuando habían terminado de presentarse, Heejoo lo había descrito como ponerle un bozal a un perro, era una inyección que te aseguraba encerrar al Lobo en lo profundo de tu mente para que no te volviera más violento.
No era una cura pues el lobo seguía ahí dentro de ti, pero era suficiente para que no te volvieras loco. Ignoraba que había personas que no se hubieran inyectado y, aún más, que esas personas fueran las primeras en caer en Rabia, aunque tendría un poco de sentido.
— ¿Entonces las ciudades funcionan? —preguntó, confundido.
—No del todo. Intentan que funcione, pero no lo hacen—aclaró Felix, suspirando—. Cada vez hay más contagios de Rabia en las ciudades, dicen que son las personas del exterior colándose pero la verdad en las Comunas apenas alguien presenta un síntoma le disparan para no arriesgar al resto. Nos estamos extinguiendo, si lo piensas bien.
— ¿Por qué Chan y Hyunjin están tan obsesionados con LICAÓN entonces? —preguntó, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño—. Es un paso a la cura, si bien se va a tener errores al principio sólo es cuestión de tiempo.
—A veces se me olvida que tú tienes una idea diferente a nosotros—señaló Felix, sonriendo—. No te culpo, después de todo eres de NOVUS, tiene sentido que pienses así.
Eso sorprendió en gran medida a Jeongin, contemplando con incredulidad los amables ojos de Felix que parecían contemplarlo como si hubiera señalado que su color favorito era el naranja pero estaba bien si a Jeongin le gustaba el verde.
Todo este tiempo le habían hecho sentir culpable por sus ideas y lo que sentía, lo habían arrancado del lugar que él consideraba hogar y luego se sorprendieron cuando no asintió y estuvo de acuerdo con todas sus palabras. Pero Felix, a pesar de estar diciendo cosas sorprendentes del mundo allá afuera y como NOVUS tenía cierta influencia, no estaba molesto con Jeongin por creer algo diferente, por el contrario intentaba comprender, darle el beneficio de la duda.
Y ese simple gesto de simpatía hizo que Jeongin bajará la guardia, dejará de estar tan tenso y se permitiera respirar con normalidad, después de todo nadie iba a atacarlo por pensar diferente, por haber creído durante toda su vida que estaban haciendo un cambio sólo para que un agradable rubio de bonitos ojos apareciera una noche cualquiera y le demostrara que, tal vez, no estaba salvando a nadie.
—Chan y Hyunjin asisten todos los meses a unos exámenes—informó Felix, inclinándose para colocar las manos sobre la mesa, dejando su termo de lado—. Cada mes sin falta, así llueva o tiemble.
— ¿Ajá?
—Bueno, cuando seguí a Changbin hasta acá y Chan estuvo seguro de que no iría a ningún otro lado me dijeron de su trato con NOVUS y toda su historia con el laboratorio. Resulta que en una de esas reuniones notaron algo extraño en unas carpetas y en la oficina de Heejoo vieron ciertos diagramas que les causaron mala espina. Después comenzaron a desaparecer las personas con Rabia y se duplicó la seguridad.
“Algo estaba pasando, además que de la nada salieron más campañas de vacunación y registro. Nos enteramos que algunas comunas fueron atacadas por Centinelas para registrarles, fue extraño y alarmante, y todo eso vino de la mano con el anuncio de una cura.
Jeongin recordaba esos meses antes de que le pidiera comenzar a trabajar en una cura contra la Rabia porque había comenzado a haber brotes cada vez más alarmantes; recordaba la seguridad aumentando, las normas, los ataques continuos de las Manadas a las instalaciones y cómo durante meses le exigió a Jeongin que priorizara la cura.
Recordaba los aullidos que no dejaban dormir por la noche, la forma en la que Seungmin bromeaba sobre ser un apocalipsis zombie de hombres lobo, y luego como todo ello pareció bajar de volumen días antes de que Heejoo le pidiera ya el suero, aún cuando Jeongin no lo creía listo.
— ¿Creen que es cosa de LICAÓN? —preguntó con curiosidad.
—Están seguros, llevaban meses trabajando, intentando averiguar. Con mi ayuda logramos meter a Jisung y Changbin en NOVUS, era lo más arriesgado que habían hecho, pero cuando Changbin nos alertó de que ya estaba comenzando a administrarlo fue cuando Chan decidió actuar.
—Si no le hubiera dicho a Changbin que nosotros hacíamos todo—susurró por lo bajo, sorprendido.
—El objetivo había sido Dawson, sí, Changbin tenía sus dudas mientras trabajaba con ustedes pero Jisung le decía que se concentrara. Que le dijeran sobre su estrategia nos hizo cuestionarnos muchas cosas, pero no había tiempo. Nos vino de perlas que soltaran a los sujetos de prueba, la masacre que hicieron fue suficiente distracción para que pudieran alejarse lo suficiente.
Jeongin se tensó ante la mención de ese suceso, recordando los gritos y los gruñidos, el agua teñida de carmesí mientras todo su interior le gritaba que era su culpa, que vidas inocentes se cobraron porque no pudo resistir su curiosidad.
Notó la mirada intensa de Felix sobre él, como si pudiera ver más allá de lo que mostraba día a día y eso hizo que su corazón latiera a toda velocidad en su pecho, sus oídos llenándose de ruido blanco mientras sentía sobre su piel el agua caer, escuchaba a Seungmin pero sus ojos se fijaban en ese charco carmesí que comenzaba a llenar el pasillo.
—Y eso nos lleva al ahora—sentenció, levantándose de la silla—. Alfa averiguará lo que sea que Heejoo planea.
— ¿Y luego qué? —preguntó Jeongin, mirándolo con ojos desorbitados—. ¿Qué harán después? Sabrán lo que LICAÓN hace ¿para qué? ¿Inyectarla a ella? ¿Desmantelas NOVUS? ¿Sembrar pánico en las personas lo que les hará más susceptibles a la Rabia?
—Siendo honestos, no lo sé.
— ¿Qué se supone que pasará conmigo cuando deje de serle útil? ¿Siquiera tiene un plan para mí cuando esto termine?
—Lo tiene, sí—asintió Felix, tomando su termo y señalándole con él—. Pero como dijiste hace rato, que le gustes a Alfa es problema de él, así que supongo que sus planes para ti son su asunto. Deberías preguntarle cuando vuelva.
Le sonrió grande y brillante, ¿cómo es que su sonrisa podía ser tan perfecta en circunstancias como aquella?
Lo vio salir del laboratorio sin decir más y Jeongin sintió que sus piernas se doblaban hasta caer de rodillas, pensando a toda velocidad en las cosas que acababa de decirle, temiendo por el día en el que lo que él creía fuera desacreditado y le mostrarán que había vivido una mentira todo el tiempo, que tal vez su madre no era la mujer que él creía y estuvo ayudando activamente sin detenerse a preguntar si de verdad estaban salvando personas o las estaban condenando.
Su lobo gruñó, herido, lamentándose por lo maltrecho que se sentía en su interior y sin fuerza suficiente para siquiera hacer destellar sus ojos. Jeongin suspiró intentando mantenerse sereno porque no necesitaba otro colapso que hiciera a Chan volver antes de tiempo, aunque dentro de él se encontró deseando que estuviera en casa, así tal vez Jeongin se sentiría a salvo.
…
Una vez que terminaron de deshacerse del cuerpo de aquella mujer y le dieron lo que ellos consideraban una sepultura digna, los tres se encontraron sentados en esa pequeña mesa en la cocina que hasta hace unos días había ocupado Heejoo en una charla incómoda con Hyunjin.
Actualmente se encontraban 3 hombres, Chan miraba con atención al recién llegado mientras que Hyunjin se dedicaba a darle pequeños sorbos a su té, sabiendo que dormir ahora era improbable y estarían condenados a mantenerse todo un día en vela.
John era un hombre alto y corpulento, abundante barba cubría la mitad de su rostro, cabello cobrizo y rizado caía de forma desordenada por su frente, tenía unos extraños ojos castaños que en determinados ángulos contra luz se veían rojizos. Emanaba un reconfortante aroma a manzana y caramelo delatando su casta.
Era líder de una de las Comunas que solían frecuentar de vez en cuando y con quienes parecían tener un trato directo, en realidad era la vieja comuna de Felix; en ocasiones les brindaban cestas llenas de sus cultivos a cambio de algunas que otras cosas que ellos tenían como carne de vaca o algunos huevos, eran la única Comuna que conocían que habían logrado crear una granja así que Chan no dudó en hacer un lazo amistoso, en especial cuando Felix los siguió gustoso sólo para permanecer cerca de Changbin.
John era agradable, el único líder omega que conocían, era listo y gracioso, parecía tener un sentido del humor algo extraño pero que hacía a Chan reír, la verdad era agradable estar en su presencia, pero también era extraño que él los buscará en esa casa.
Por cuestiones de seguridad, porque Chan nunca era lo demasiado cuidadoso, las Comunas con las que tenían relación desconocían la ubicación exacta de la casa Principal y les habían pedido que los buscarán en la casa que Heejoo les había dado cuando necesitaran algo. Nunca los habían buscado, después de todo Chan visitaba las comunas un par de veces al mes antes de los exámenes para que les hicieran una lista de cosas de farmacia que necesitaban y que sus Cazadores no habían podido conseguir.
John rara vez pedía algo, él parecía tener un problema personal con NOVUS, pero ¿no lo eran todos? Hyunjin no lo juzgaba por odiar tanto a los Laboratorios, a saber cuántas personas allá afuera han sido heridas por la intención de salvar vidas de forma errónea.
—He estado rondando por aquí en espera de encontrarlos—aclaró John mientras le daba un sorbo a su té—. Oye, esto es muy bueno, ¿dónde los consiguen?
—Premios de consolación—aclaró Hyunjin con una sonrisa—. Te puedo dar algunos.
—Sólo si prometes que no tendré una reacción pavloviana con ellos—pidió, haciendo que tanto Chan como Hyunjin se rieran—. Como sea, los había estado buscando.
— ¿Necesitas algo? —preguntó Chan, colocando ambas manos sobre la mesa.
Intentaba verse imponente, aunque John nunca intentaría nada con ellos, pero Chan siempre se ponía nervioso cuando Hyunjin entraba en precalentamiento y sabía que el incidente de hace rato lo había llevado al límite y estaba luchando contra su instinto de irse para que estuvieran a salvo en casa, pero aún tenían que conseguir las cosas y no podían arriesgarse.
—Quería comentar con ustedes. Tuvimos que trasladarnos—informó, su ceño fruncido—. Logramos mover a los animales y todo a tiempo, pero quería saber si ustedes tenían información al respecto.
— ¿Los centinelas de nuevo? —adivinó Hyunjin, preocupado.
—Nuestros propios Centinelas los alcanzaron a ver antes de que llegaran, nos dio tiempo de mover a los animales pero sufrimos muchas bajas, parece que buscan algo. Se llevan a todos por igual. Me comuniqué con algunas otras Comunas y sufrieron lo mismo, ¿saben algo?
Sus palabras hicieron que los ojos de Hyunjin se deslizarán sutilmente hacia Chan, ambos compartiendo sus preguntas a través de su vínculo, la preocupación y la curiosidad, los temores de que el secuestro de Jeongin hubiera provocado más de lo que era su intención y ahora personas ajenas a ellos estuvieran sufriendo las consecuencias.
Hyunjin apretó los labios antes de llevarse la taza a ellos para esconder su expresión. ¿Decir o no decir? ¿Era seguro o se arriesgarían demasiado si más personas sabían sobre el paradero de Jeongin?
—La verdad es que no—admitió Chan, suspirando—. Ella está concentrada en otras cosas.
—Quiere que tengamos un bebé—aclaró Hyunjin, ganándose la mirada sorprendida de John.
— ¿Un bebé? ¿De la nada?
—Sí, algo así. Llevamos un año intentando—intercedió Chan, mirando a Hyunjin con un leve destello dorado antes de concentrarse en John—. ¿Sabes qué están buscando?
—No, no dicen mucho, logramos perdernos en el bosque. Cambiamos a la segunda ubicación, por si necesitan algo.
—Sí, gracias.
Tenemos que decirle.
Hyunjin se sorprendió al escuchar a Chan en su vínculo, distrayéndose de la conversación de John sobre cómo usaban armas de fuego y no las electromagnéticas, de la brusquedad con la que les despojaban y cómo algunas comunas se habían quedado en nada por ese ataque. Veía a Chan prestarle atención pero su petición aún vibraba en su lazo, y eso hizo que Hyunjin se pusiera nervioso.
Era muy probable que mientras más personas supieran su secreto entonces más riesgo corrían de que fuera revelado, habían estado seguros hasta ahora porque sólo se apoyaban con los miembros de la manada y nadie les traicionaría, y aunque John les caía muy bien y era alguien en quien podían confiar, al final era miembro de otra manada y en su experiencia sabían que un líder de Manada podría sacrificar cinco distintas manadas si con eso aseguraba a la propia.
—John, ¿puedo preguntarte algo? —interrumpió Chan sin importar cuánto insistiera Hyunjin de que era mala idea.
—Seguro, ¿qué sucede?
— ¿Te suena el nombre Kim Jeongin?
John frunció el ceño, repitiendo ese nombre para sus adentros, el caramelo predominando sobre la manzana. Pareció dejar de ser el omega gracioso que conocían y ahora sólo era un hombre grande y fuerte preocupado con la relación que ese nombre podría traer con todo el desastre.
—No me suena mucho—admitió, pensativo, parecía repetir hacia sus adentros el nombre de Jeongin como si esperara que encajara con algún recuerdo relacionado.
—Tal vez te suene Dawson—aclaró Chan, inclinándose hacia el frente—. La mente maestra de NOVUS.
Ese nombre definitivamente pareció despertar algo en él porque sus ojos destellaron violetas y les mostró los dientes, pero ningún gruñido emanó de él. Todo el mundo conocía a Dawson al menos de oídas, después de todo era el rostro de cada medicamento, el que veías en pancartas en los puntos de registro que te alentaba a seguir el protocolo.
Muchas personas habían originado una aversión a Dawson por ser la cara de NOVUS, al menos en las Comunas, y eso hacía que fuera un objetivo principal de mucho odio por parte de las manadas que rechazaban los medicamentos o cuyos seres queridos se vieron gravemente afectados por ellos.
— ¿Qué tiene que ver Dawson? —preguntó, confundido.
—Digamos que, al final, sólo es una cara bonita para la campaña—aclaró Chan, dejándose caer contra el respaldo de la silla y colocando las manos entrelazadas sobre su vientre—. Habíamos estado investigando la posible cura contra la Rabia.
—Sabía que había algo raro con ella—murmuró John por lo bajo—. Cuando comenzaron a anunciar que estaban trabajando en ella me dio mala espina.
Hyunjin se disculpó con ellos, alegando que se sentía un poco cansado y su aroma le estaba dando dolor de cabeza y quería irse a acostar un rato, Chan lo miró con arrepentimiento mientras salía de la habitación, pero entendía su desesperación, podía sentirla hasta cierto punto.
A veces, aunque fueran una manada, la mayor parte del tiempo Hyunjin y Chan sentían que dependían de ellos la vida de sus miembros a tal punto que debían protegerlos a toda costa. Antes no tenían tanta presión porque sólo eran Jisung y Miho, y habían comprobado lo fieros que eran para protegerse el uno al otro, pero cuando llegó Changbin comenzaron a preocuparse.
Cuando le dispararon a Jisung y Minho lo sintió estando tan separados, Hyunjin y Chan entraron en pánico, como si sólo en ese momento se hubieran dado cuenta de todo lo que tenían por perder y debían mantener seguros.
Su desesperación por proteger a su familia hacía que Chan buscará respaldo en otras Comunas, una red de apoyo entre manadas a cambio de ayudarles a forjar vínculos, a nombrar un Alfa cabecilla, explicándoles cómo sincronizar a su lobo con su razonamiento.
Hyunjin llegó a la cama y se apresuró a recostarse, buscando el viejo peluche que había logrado conseguir y acercándoselo a la cara, sintiendo que sus músculos se relajaban y las preocupaciones se difuminaban cuando el intenso aroma a bosque llenó sus fosas nasales, permitiendo que árboles frondosos nacieran en sus pulmones ante cada respiración y la canela envolviera su garganta en un suave abrazo.
Habían temido de las vidas que dependían de ellos buscando ayuda, pero en ese momento, con todo el desastre que había más allá de su pequeña vida, Hyunjin se daba cuenta de que había mucho que perder, en especial cuando todas las vidas que dependían de él significaban nada ante unos ojos castaños y una sonrisa que podía poner su mundo de rodillas.
Se acurrucó ovillándose sobre sí mismo con el peluche fuertemente acunado en su pecho, cerrando los ojos con fuerza en espera de conciliar el sueño para que así desaparecieran todos los problemas, sin embargo le fue imposible y se encontró mirando fijamente la mesilla de noche junto a la cama, donde se encontraba un frasco de pastillas, un silencioso recordatorio.
Un alfa siempre protege a su manda, incluso en la naturaleza siempre va hasta atrás para asegurarse de que ningún miembro se desvíe y, si lo hace, él pueda traerlo de regreso, incluso se partiría en mil pedazos para que ninguno resultara herido, yendo en contra de sus instintos.
Lo escuchaba hablar desde la cocina mientras miraba fijamente aquel frasco de pastillas y tenía el consuelo de algo suyo contra el pecho.
— ¿Secuestraste a Jeongin? ¿Acaso estás loco? Por eso está mandando Centinelas a todos lados.
—Fue arriesgado pero está funcionando, nos está ayudando a recrear el suero para averiguar qué es lo que pretende.
— ¿Él no sabe nada?
—No, está en conflicto. No lo estamos torturando ni nada, en realidad tienen una habitación y toda la cosa.
— ¿No te estás arriesgando demasiado, Chan? Si él es el investigador principal de NOVUS, Heejoo no descansará hasta encontrarlo.
Hyunjin sacudió la cabeza, incorporándose un momento para alcanzar el frasco de pastillas y abrirlo con un suave giro de muñeca. Se colocó una pequeña píldora en la palma de la mano y la miró fijamente.
Un bebé, ¿para qué carajo quería Heejoo un bebé? ¿Cómo podría relacionarse con LICAÓN? Chan tenía razón, si lo que quería era hacer más Prime entonces hace bastante tiempo que hubiera muchos como ellos por ahí, al menos otros tantos en NOVUS, y según las investigaciones de Felix no ha habido ningún otro Prime después de ellos.
Pero Hyunjin también tenía un punto, esa mujer no habría querido empezar de nuevo cuando dejaron NOVUS, eran demasiados años invertidos así que por eso accedió a sus demandas, ¿pero un bebé?
Soltó el peluche a favor de llevarse una mano al vientre, suspirando. Si ella estaba tan desesperada de encontrar a su hijo, ¿por qué creía que Hyunjin arriesgaría al suyo si llegaba a tenerlo? ¿No podía detenerse a pensar en cómo le afectaría a él perderlo? Ella estaba dispuesta a masacrar y desmantelar cada comuna existente con tal de dar con Jeongin, ¿y esperaba que Hyunjin le diera de buena gana a su bebé?
Suspirando se tragó la pastilla en seco, sintiéndola bajar por su garganta hasta su estómago, se sentó en medio de la cama con las piernas cruzadas y el peluche en ellas, mirando su reflejo en los ojos vacíos de cristal mientras el aroma de Seungmin comenzaba a perderse.
Heejoo no los dejaría en paz hasta que tuviera a Jeongin de vuelta o un bebé de ellos, lo primero que sucediera, y aunque Hyunjin estaba muy tentado en devolver a Jeongin siempre que pudiera quedarse con Seungmin, sabía que eso sería algo que el pelinegro jamás le perdonaría. Chan tenía razón, eran importantes el uno para el otro así que debía importarte uno si querías al otro, incluso cuando te cayera mal.
Apenas volvieran a casa le preguntaría a Changbin sobre plantas abortivas y si tenían alguna en el jardín. No iba a arriesgarse a que fuera demasiado tarde y no pudiera interrumpir el embarazo antes de que Heejoo lo descubriera.
—Suena a que esperas que forme parte de tu manada.
La acusación de John distrajo por completo a Hyunjin, volviéndolo a conectar con la conversación que se daba en aquella pequeña cocina, frunciendo el ceño.
—Su amigo pareció adaptarse bien—escuchó a Chan en tono evasivo, haciendo que Hyunjin apretara los labios en una tensa línea—. Le gusta a Hyunjin así que ¿por qué no?
—Eres muy complaciente con Hyunjin—señaló John, divertido—. Ah, el amor joven, aún recuerdo lo que es ser joven y encontrar la persona por la que harías cualquier cosa. Aunque me temo que no imaginaría compartirla con alguien más.
—Somos diferentes al resto.
—Sí, lo son. Pero si a Hyunjin le gusta el amigo de este Jeongin, ¿por qué quieres que él forme parte de tu manada? ¿Te gusta a ti?
Chan no respondió, pero incluso con su silencio fue respuesta suficiente que hizo a Hyunjin suspirar, derrotado.
Si a Chan le gustaba Jeongin más de lo que dejaba ver, entonces Hyunjin no podía hacer nada que le lastimara o le pusiera en riesgo, así que volvía intocable a Jeongin de la misma manera en la que era Seungmin.
—Un alfa con otro alfa, es como ver doble homosexualidad—se burló John, Hyunjin sonriendo al escuchar la risa de Chan—. Escucha, Chan, te admiro por todo lo que ha pasado, a ti y a Hyunjin, y confío mucho en ustedes, pero en esta ocasión están jugando con fuego. Jeongin es importante para Heejoo, no te encariñes con alguien que pueden arrebatarte.
—Ya me ha arrebatado muchas cosas, John, creo que ha llegado el momento de quitarle algo a ella.
…
La Farmacia era como llamaban a un edificio que se encontraba cerca de las instalaciones de NOVUS.
Se trataba de un almacén de víveres farmacéuticos con los que surtían los Puntos Seguros y, si se lo preguntan, era su lugar de compras favorito ya que prácticamente había de todo. Solía estar custodiado las 24 horas del día con un sistema de vigilancia bastante sofisticado que le tomó cinco minutos a Felix hackear para poder permitirles acceder por la puerta trasera.
John los acompañaba en esa ocasión, había accedido a esconderse en los árboles con un rifle similar al que Minho tenía para largas distancias, una protección extra en caso de que las cosas se complicaran, aunque nunca lo hacían.
Chan y Hyunjin andaban entre los pasillos echando algunas cosas a bolsas grandes de plástico, a veces agachándose cuando pasaban cerca de las ventanas, otras veces escondiéndose en anaqueles cuando una sombra se veía en la ventana. Felix siempre cubría su rastro con un fondo falso en las cámaras de seguridad, además de desactivar durante aproximadamente 20 minutos los censores de seguridad así que, en teoría, tenían 20 minutos para entrar y salir sin activar las alarmas.
Hyunjin se detuvo en un pasillo y echó un puñado de jeringas, antibióticos y se detuvo cuando sus manos rozaron una caja de condones.
Solían llevarlos para Jisung y Felix ya que acceder a pastillas anticonceptivas era más riesgoso, Heejoo no las proporcionaba a todo el mundo porque los alentaban a tener hijos, en especial cuando la raza humana estaba en peligro de extinción, pero Minho y Changbin habían declarado que estaban aterrados de quedar embarazados con todo lo que estaba pasando, además que, según Hyunjin, Changbin ya había sufrido una pérdida antes de unirse a ellos y era una experiencia que no querían repetir.
No los tenían en su lista de compras pero los tomó por si acaso, mirándolos fijamente.
— ¿Qué pasa? —Chan se materializó a su lado, contemplando lo que le había llamado la atención—. Oh, no vi que los pidieran.
—No lo hicieron—aclaró Hyunjin, pensativo—. Quiero pasar mi celo con Seungmin.
—Eso es algo que ya sospechaba, sí—asintió Chan, quitándole la caja de las manos para mirarla—. ¿Y has decidido compartir esto conmigo con una caja de condones en la mano porque…?
—Si no podemos evitar tomar las pastillas, no creo que ella se dé cuenta de que usamos condones—declaró, echando un par más de cajas a su bolsa—. Y estaba pensando, si paso mi celo con Seungmin, ella se va a dar cuenta por el olor, casi enseguida de que termina me tengo que presentar a examen.
—Hyunjin, ya no me quiero acostar contigo.
Ambos se miraron fijamente, las sospechas del otro dichas en voz alta, la ausencia de besos en la habitación, de caricias, la forma en la que ya no se buscaban el uno al otro en medio de la noche. Lo habían visto venir, pero por alguna razón ninguno tuvo el valor de decirlo en voz alta hasta ese momento.
Hyunjin hizo una mueca, pensativo. Él tampoco se quería acostar con Chan, pero temía que no hacerlo pusiera en riesgo a Seungmin; habían descubierto que después de pasar un celo acompañado, el aroma del otro se les quedaba por un rato, a Chan le tomó cinco días deshacerse del aroma de Jeongin por completo, así que tenían que idear una forma de ocultar el hedor de Seungmin de Heejoo después de su celo.
— ¿Es por Jeongin o algo más? —preguntó con verdadera curiosidad, nada herido por el rechazo.
—Es por Seungmin—corrigió Chan, echando un bote de lubricante a la bolsa junto con el paquete de condones que tenía en la mano—. Aún dudo de que él sea lo que tú dices que es, pero si es lo que sientes entonces deberías tratarlo como un compañero.
—Lo intento, pero tampoco puedo darte la espalda después de tantos años.
Chan lo tomó de la barbilla y lo hizo mirarlo a los ojos, sonriéndole antes de presionar un beso en el centro de su frente.
Era lo que causaba tanta incertidumbre, la idea de que alguien sea más importante de lo que había sido Chan en su vida, ¿Jeongin también llegaría a importarle más que Hyunjin? Se decía a sí mismo que era capaz de hacer cualquier cosa para mantener a Seungmin a su lado, ¿y si eso significaba sacrificar a Chan? ¿Lo haría?
—Tenemos que irnos—respondió Chan, tomándolo de la mano—. No quiero que suenen las alarmas con nosotros aún cerca.
Hyunjin asintió, siguiéndolo en silencio, sus dedos entrelazados antes de deslizarse por la puerta trasera hacia la noche.
Cada vez que hacían algo así Hyunjin rememoraba esa noche, cuando las alarmas resonaban por su oídos y su corazón amenazaba con explotar, su mano fuertemente sujeta a la de Chan mientras le pedía que corriera sin mirar atrás, no importaba cuánto cayeran o se golpearan, o los ruidos que les perseguían, ambos corrieron sin soltarse de la mano dejando a NOVUS tan atrás que duraron meses sin saber de ellos.
Mientras caminaban hacia la malla ciclónica, que se encontraba a unos metros de distancia delimitando el perímetro de un viejo estacionamiento y el bosque, lo escucharon, las alarmas encendiéndose mientras todas las luces parecían volver día la noche.
El corazón de Hyunjin subió a su garganta y apretó con fuerza la mano de Chan, mirándolo con los ojos llenos de pánico, congelado sin saber qué hacer cuando escucharon la carrera de los Centinelas, las luces cegándolos un momento. Ambos usaban la capucha de unas sudaderas que habían traído de casa, el aroma de Minho y el de Felix ocultando los propios.
—Corre.
Fue una orden dicha por el alfa, así que Hyunjin se dio media vuelta y corrió despavorido hacia la malla ciclónica, luchando contra el impulso de mirar atrás de él para asegurarse de que Chan lo seguía de cerca.
— ¡No te detengas y sigue corriendo!
Sentía sus ojos llenos de lágrimas, el terror de volver a ser encerrado, de haber estado tan cerca y tan lejos de la libertad. Antes sólo se tenían el uno al otro así que Heejoo sólo los castigaría separándolos, pero ahora más personas dependían de ellos, ¿quién más cuidaría a los miembros de su manada si los volvían a encerrar? ¿Y si no volvía a ver a Seungmin?
Logró llegar a la malla y haciendo crecer sus uñas se aferró a los pequeños huecos para impulsarse fuera del suelo, teniendo cuidado con la bolsa que se balanceaba de uno de sus brazos. Trozó los alambres que coronaban la cima para no rasparse y saltó al otro lado, el viento agitando la chaqueta antes de caer con agilidad sobre la tierra levantando una nube de polvo.
Miró hacia atrás, Chan se detuvo y anudó la bolsa antes de aventarla por encima de la malla, Hyunjin apresurándose a tomarla, el corazón en un puño cuando vio que el alfa no hacía el intento de subir.
— ¿Qué estás haciendo? —gruñó, aferrándose a la malla mientras Chan lo imitaba y cubría sus dedos.
—Corre, los distraeré.
—No, estás loco. ¡Vámonos!
—Nos van a seguir, Hyunjin, haré que pierdan el rastro.
— ¡¿Y si te encierran?!
Miró a Chan con los ojos llenos de lágrimas, el corazón en la garganta, miles de súplicas aglomeradas en la garganta, queriendo partir a la mitad aquella malla para que pudiera atravesarla y poder estar a salvo.
Sacrificar a Chan para mantener seguro a Seungmin, se había preguntado eso la noche anterior y ahora se daba cuenta de que no podía, sentía que estaban arrancándole una extremidad ante la idea de dejarlo atrás. Juntos, siempre juntos, corriendo en medio de la noche, manos enlazadas en espera de conseguir la libertad que prometían los bosques mientras atrás de ellos quedaba la vida que les hicieron creer merecer.
—Corre, voy justo detrás de ti—advirtió Chan, ojos dorados encendiéndose.
Los ojos de Hyunjin se encendieron en respuesta, aferrándose una fracción de segundo a sus dedos antes de soltarlo y perderse entre los árboles, deteniéndose a un par de metros de distancia para ver a Chan correr hacia la izquierda, un grupo de Centinelas gritando en aviso de que lo habían visto.
Aferrándose a las bolsas, Hyunjin siguió corriendo por los árboles con la familiaridad de quien está acostumbrado a los grandes helechos y las raíces, saltando troncos caídos, la sangre rugiendo en sus oídos mientras las sombras se distorsionaba. Estas cosas solían suceder muy de vez en cuando, Felix era bueno pero a veces no podía desactivar del todo así que sólo tenía cierto tiempo, eran riesgos que Chan prefería correr antes de arriesgar a Changbin y Jisung.
Si por él fuera, Hyunjin ni siquiera estaría ahí, pero ya habían peleado cuando Chan insistió en dejarlo atrás por seguridad. Ahora se preguntaba si acaso fue su culpa por distraerse con los condones, si acaso sólo debió tomarlos y hablar de ello en casa.
—Hyunjin.
John estaba de pie sobre una roca, el rifle colgado de su hombro, miedo y preocupación amargando su aroma al ver que Hyunjin se encontraba solo.
—Las…alarmas sonaron—informó sin aliento, sintiendo que estaba a nada de colapsar.
— ¿Hacia dónde fue Chan?
—Izquierda.
John ni siquiera lo esperó, se dio media vuelta y corrió en la misma dirección que Chan, seguramente esperando encontrar un punto más alto para cubrirle las espaldas, así que Hyunjin se apresuró a seguirlo todo lo que sus piernas le permitían, despidiéndose de la capucha de la sudadera en algún punto, sus manos aferrándose con fuerza a las bolsas de plástico.
Intentaba concentrarse en respirar, en seguir la estela del aroma de manzana, buscando de forma desesperada el chocolate antes de recordarse que estaba cubierto por el vino. Se centraba en su respiración, en el ardor de sus músculos, en no tropezar, pero su cerebro a veces lo traicionaba y le hacía sentir que le persiguen, escuchaba disparos, gritos, órdenes, sirenas resonando en medio de la noche mientras se decía a sí mismo que corriera sin detenerse.
Escuchó una rama romperse más adelante, deteniéndose en el acto, llamando a John de forma distraída mientras forzaba su vista entre los árboles, jadeando, su corazón latiendo a tal velocidad que estaba a nada de salirse de su pecho.
—John—jadeó, viendo una silueta entre los árboles.
John se colocó a su lado, rifle en lo alto, pero un destello azul hizo que Hyunjin soltara las bolsas y se lanzará hacia el frente, sorteando un par de árboles antes de arrojarse a los brazos de Chan, quien lo alzó en el aire y lo sujetó con la fuerza de quien teme que lo lleven lejos si se suelta.
Olió el chocolate y el tabaco tan intenso que Hyunjin tuvo que apartarse sólo para notar que ya no traía la sudadera de Felix y que, para su sorpresa, tenía una herida sangrante en el brazo.
—Estoy bien—lo tranquilizó Chan, suspirando—. Deje la sudadera escondida, el aroma los distraerá.
Hyunjin no respondió, el miedo y la desesperación aplastando su corazón lo suficiente como para tomar el rostro de Chan con ambas manos y tirar de su rostro para que sus labios colisionaran juntos, besándolo con ferocidad, queriendo asegurarse de que estaba a salvo, se encontraba ahí con él y volvían a ser libres juntos.
Sintió las manos de Chan aferrarse a su cintura, un sonido de advertencia vibrando en su pecho pero Hyunjin no lo dejó ir, su aroma logrando opacar el de Minho mientras se aseguraba a envolver a Chan para consolar a su lobo de que su Alfa, el miembro más importante de su familia, se encontraba a salvo. Jadeó cuando sintió su espalda presionar contra un árbol, su corazón latiendo a toda velocidad, el calor recorriéndolo desde la punta de su pie hasta su pecho, la adrenalina bombeando en sus venas mientras sus manos se aferraban con fuerza a mechones de cabello azul.
—Estoy bien—repitió Chan contra sus labios.
Hyunjin asintió, emitiendo pequeños jadeos mientras pasaba los labios por todo el rostro de Chan, alzando las piernas para envolver su cintura mientras lo mantenían presionado contra el árbol, abrazándolo con fuerza antes de esconder la cara en el hueco entre hombro y cuello, suspirando.
A salvo, a salvo.
Alfa estaba a salvo.
—Tenemos que volver a casa ya—anunció Chan, intentando soltarse del agarre de Hyunjin.
Su temor le hizo aferrarse un segundo más antes de dejarlo ir, sintiendo sus labios presionar contra su frente mientras le quitaba la sudadera y la arrojaba hacia la oscuridad.
—Por si intentan seguirnos—aclaró Chan, mirándolo a los ojos—. ¿Ya estás mejor?
—Sí, me preocupé—aclaró en voz baja.
—Siempre voy a encontrar el camino de regreso a casa, Hyunjin—susurró, tomándolo de la barbilla—. Recuerda, siempre corro detrás.
El pelirrojo asintió, ambos comenzando a caminar hacia donde John les esperaba con las cosas, el silencio de la noche cayendo sobre ellos como un manto para mantenerlos a salvo, sabiendo que tenían una cuenta regresiva sobre sus cabezas antes de volver a la casa y permitir que John se fuera por si los Centinelas querían supervisarlos.
— ¿Hyunjin?
La voz de Chan rompió el silencio cuando estaban a un par de metros de con John, quien los miraba con preocupación con las bolsas tiradas a sus pies.
— ¿Sí?
—No vuelvas a besarme…por favor.
…
Estar en el laboratorio era una segunda naturaleza para él, después de todo se sentía familiar hasta cierto punto, si bien el lugar no era el mismo era similar así que el Lobo de Jeongin parecía menos erizo con pasar tiempo ahí.
Seungmin había ido al baño, Changbin ya le había hecho una broma de ponerles una cubeta en el rincón para casos de emergencia pero eso había provocado que Seungmin amenazara con verterla en su cabeza cuando estuviera llena, había sido divertido pero era molesto tener que subir a usar uno de los baños para eso.
Jeongin estaba analizando unas cosas en lo poco que les quedaba de la muestra de Chan, el aroma a chocolate intenso le causaba algún tipo de consuelo aunque sólo hubiera tanto olor en una pequeña gota en el portaobjetos, parecía extraño lo enfocado que le ponía siquiera distinguir su aroma en la habitación así que, con cuidado, colocó una pequeña gota de uno de los sueros que tenían ya en espera y se apresuró a preparar el microscopio.
Alzó la cabeza con brusquedad antes de mirar por el lente, sus ojos enfocándose en la puerta segundos antes de que apareciera, con el cabello desordenado y un par de moretones en la mejilla. Vestía una vieja camiseta negra y pantalones desgastados, ni siquiera dudó en ingresar y caminar a largas zancadas hasta llegar a donde se encontraba Jeongin.
Chan estaba ahí con él mirándolo con ojos frenéticos, intentando grabarse cada gesto de su cara. Jeongin sólo lo contempló en silencio, parpadeando. Por un momento anhelaba recibir otro beso, asegurarse de que era igual que en sus recuerdos, pero se reprendió a sí mismo por ese tipo de deseos.
—Hola—saludó Chan, sin aliento.
Jeongin no respondió, mirándolo fijamente.
Entonces Chan pareció extraer algo de su espalda, sólo entonces Jeongin se dio cuenta que había mantenido los brazos atrás porque en sus manos se encontraban un puñado de barras de chocolate con cereales y una tableta gráfica.
Los ojos de Jeongin brillaron, apresurándose a tomar de entre sus manos aquellos objetos, dejando en la mesa las barras de chocolate y encendiendo la tableta, con la batería al 100% y la foto de él y Seungmin en los jardines de NOVUS recibiéndolo.
— ¿Bien? —insistió Chan mientras veía a Jeongin comenzar a revisar sus archivos—. ¿Cumplí con lo que prometí?
—Lo hiciste, gracias.
Chan sonrió, radiante, uno de sus brazos moviéndose para sujetar a Jeongin de la cintura y atraerlo a su pecho, ambos jadeando cuando la cercanía del otro los llenó.
Habían sentido que no podían dormir durante días pero ahora respiraban tranquilos, Jeongin no quería pensar en las razones por las que había estado tan ansioso por la ausencia de Chan, ni por qué aún seguía en ese lugar cuando pudo haberse escapado en más de una ocasión.
Pero sus manos se movieron solas, colocándose contra el pecho de aquel alfa de cabello azul, la tableta entre ellos como una demostración de que cualquier cosa que Jeongin pidiera, Chan se aseguraría de dársela.
Te encontré.
Me encontraste.
No me dejes, nunca me dejes.
Jeongin suspiró sintiendo su lobo volver a la vida luego de estar tan apagado durante días, una parte de él temiendo que estuviera tan encariñado de Chan pero la gran mayoría de sí mismo estaba tan cansado de andar de puntillas, de intentar sobrevivir, ¿y si se dejaba llevar por una vez? ¿Acaso le importaba lo suficiente a su madre para estarlo buscando? De quererlo ya lo habría encontrado, ¿no es así?
Seungmin era feliz ahí, había encontrado una familia, y aunque la familia de Jeongin era Seungmin, ¿podía permitirse anhelar lo que no podía tener? ¿No le había dicho a su amigo que tuviera cuidado? Y ahí estaba él lanzándose en picada, suspirando cuando sus labios volvieron a presionar contra los de Chan, besándolo con la misma intensidad que la última vez.
Ardía en su pecho como el sol en invierno, su aroma lo hacía salivar y buscarlo con más insistencia, gruñendo cuando sintió el borde de la mesa golpear su espalda baja. El chocolate y el tabaco, pero era más, mucho más. Era brillante, era dulce y ardiente.
Como una tormenta después de una larga sequía, tu postre fvorito después de mantener el ayuno por demasiado tiempo. Sentía que volvía a la vida al sentir las manos de Chan sujetarlo con fuerza y besándolo coon la misma insistencia, y por segunda ocasión Jeongin podria recordarlo todo porque era él quien besaba a Chan, no su lobo desesperado de encontrar a alguien con quien pasar su Rutina.
—Tengo que ir a hacer unas cosas—susurró Chan contra sus labios, en voz tan baja que de no estar tan cerca, Jeongin se habría perdido sus palabras—. Traje más dulces, los dejaré en tu habitación.
— ¿Trajiste más dulces?
—Por si se te terminaban estos—admitió con una sonrisa—. Tengo que ir con Changbin y Jisung, vendré más tarde.
Jeognin asintió, no entendía por qué necesitaba asegurarle que volvería cuando antes eso no le importaba, pero cuando Chan salió del laboratorio se encontró mirando fijamente el espacio que habái estado ocupando, respirando su aroma, sacudiendo la cabeza.
— ¿Sabes? Puedo oler eso.
El cobrizo alzó la cabeza bruscamente, encontrando a Seungmin de pie bajo el marco de la puerta con una barra de chocolate en las manos, masticando a pequeños mordiscos mientras le contemplaba con atención.
— ¿Oler qué? —preguntó Jeongin, haciéndose el desatendido mientras recogía todas las barras de chocolate con cereales que estaban en la mesa—. Consiguieron la tableta, podemos trabajar más rápido.
—No cambies la conversación. Te huelo, apestas a burdel.
—Nunca has pisado un burdel.
—bueno, pero seguro huelen a lo mismo que tú—gruñó, acercándose—. Te gusta Chan, ¿verdad?
—Era un buen culo para follar—murmuró, encogiéndose de hombros.
— ¿Sabes que no es necesario besarse si no van a follar?
—Escucha, no es lo que piensas—advirtió, mirándolo bruscamente—. Le gusto, ¿bien? Y logró conseguirme la tableta.
— ¿Y?
—Y eso significa que si besarlo de vez en cuando hace que me dé algunas cosas, entonces puedo hacerlo—miró hacia otra parte, su rostro ruborizándose mientras su lobo gruñía, él no quería que Chan fuera algo tan vanal—. ¿Por qué me juzgas por ello? Prácticamente es lo mismo que tú con Hyun-
—No—le gruño Seungmin, mirándolo con molestia—. No es lo mismo.
Jeongin suspiró, disculpándose, sabiendo que no era lo mismo. Seungmin podría haber encontrado a su compañero mientras que él simplemente se quedaba atrás y observaba.
Notes:
Esto de hacer caps largos para hacer menos caps me agrada, sino ya iríamos en el cap 60 y apenas estaríamso llegando a esta parte
La verdad la relación del HyunChan es un poco complicada y hace que me duela la cabeza intentando organizarla. No hay nada romántico en ellos pero después de todo lo que pasaron hace que dejarse el uno al otro sea tan complicado y doloroso, además que ellos tienen un lazo sin la mordida y eso me complica todo el pedo (-_-*) pero lo estoy intento y espero que todo este balbuceo tenga sentido para ustedes!! La verdad es que también suele ser información que yo digo "wooaaaah por qué no sabía esto???" y me emociona jsjsjs
anyway, GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita y FELIZ CUMPLEAÑOS KIM SEUNGMIN!!! lo quiero mucho, agradecida estoy cuando lo escuché cantar por primera vez
Chapter 17: Besar, Casar o Matar.
Notes:
Este es un cap relativamente más corto que los anteriores, podemos usarlo de transición jeje
Y como mención honorífica, lo escribí escuchando en bucle Elizabeth Taylor de Taylor Swift y MESS de Stray Kids jsjsjs hagan lo que quieran con esa información jijiji
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text

Gran parte de su vida, Seungmin se sintió como una ocurrencia tardía para casi todo el mundo, después de todo sus padres fueron de las primeras víctimas que cobró el Virus Lobo, y Heejoo sólo aceptó hacerse cargo de él por los lloriqueos de Jeongin y porque los Kim fueron buenos trabajadores en NOVUS desde que era un pequeño laboratorio farmacéutico.
Cuando él se enfermó se encontró deseando con tanto fervor en medio de las llamas de la fiebre poder ir a donde sus padres estaban, dejar ganar al Lobo y morir. Nadie lo echaría de menos salvo Jeongin, pero Seungmin confiaba que con algo de tiempo su ausencia le dejaría de doler. No obstante, la fiebre no fue suficiente para matarlo, y cuando resultó ser alfa creyó que le caería mejor a Heejoo…no fue así.
Entendió que sin importar qué tan inteligente y brillante sea, a ojos de Heejoo siempre sería una distracción para Jeongin. Nadie lo extrañaría si un día desaparecía salvo él, suponía que era lo que implicaba ser un huérfano.
Pero últimamente se sentía diferente.
Pareciera que, por una vez en su vida, no dependía de Jeongin para sentirse visto, y era extraño cómo funcionaba pues aquellas personas lo habían llevado lejos de lo que él había considerado hogar por años, pero sólo en el último tiempo se ha sentido en su propia piel, como si se moviera y respirara en sintonía con la casa, formando parte de las paredes, los pasillos, las habitaciones.
Aquella casa era como un organismo y Seungmin formaba parte de él, sintiendo que si desaparecía entonces la casa funcionaría mal.
Todo comenzaba con esa extraña rutina que ni siquiera sabía en qué momento se volvió de todos los días.
Cada mañana se levantaba poco después del amanecer, como dormía en la habitación que había tomado durante la rutina de Jeongin cruzaba el pasillo hacia la habitación de enfrente y se aseguraba que su mejor amigo siguiera durmiendo antes de irse a duchar.
Se vestía y salía de su habitación, volvía a revisar a Jeongin antes de irse por los pasillos recogiendo las pequeñas cestas llenas de ropa sucia que los demás habían dejado ahí la noche anterior; regresaba a la habitación de Jeongin, lo cubría con la manta que había arrojado al suelo en medio de la noche y tomaba su ropa sucia.
Cuando bajaba al cuarto de lavado, Chan y Minho ya estaban en la cocina preparando el desayuno, saludaban a Seungmin y el alfa anunciaba que Felix iría a poner la lavadora en seguida.
Dejaba las cestas y volvía a la cocina a ayudar con los trastes. Conversaba con Minho e ignoraba a Chan, contando para sus adentros los minutos antes de que la menta y las rosas llenaran en lugar en compañía de risas escandalosas y discusiones estúpidas que le hacían sonreír de forma involuntaria; se atrevía a mirar a hurtadillas el momento en el que Jisung abrazaba a Minho y lo besaba para desearle buenos días.
En cuestión de segundos sentía unos brazos deslizándose alrededor de su cintura y la presión de unos suaves y esponjosos labios contra su mejilla susurrando un saludo en su piel, las rosas y la miel envolviéndolo antes de que desapareciera para ir a molestar a Chan, dejando una sensación de vacío en su pecho.
Le tomaba un momento salir de ese aturdimiento para ir a cocinar un par de huevos estrellados tal y como le gustaban a Jeongin.
Changbin aparecía después de un rato con el rostro bañado en sudor delatando que venía de correr y conversaba con Seungmin sobre hacer detergentes en su nuevo laboratorio.
Felix se quejaba de tener que lavar tanta ropa.
Jeongin bajaba después de un rato, recién bañado y vestido, buscando a Seungmin para colocarse a su lado en completo silencio.
Después de desayunar bajaban al laboratorio a trabajar hasta que Minho los llamaba para que subieran a comer.
Todos los días la misma rutina con pequeñas variaciones de quien se despertaba primero y quien de último, y Seungmin disfrutaba de ello; de las risas en conjunto, de tener un gran desayuno y no sólo una insulsa bandeja de plástico con comida insípida y una mesa en un aburrido comedor de paredes grises mientras el mundo se asomaba por la ventana, porque ya no era una ocurrencia tardía, un nombre que no se mencionaba si Jeongin no hablaba.
Era como al fin haber llegado a casa.
Sin embargo, una pequeña parte le hacía sentir incómodo, como si no encajara del todo. A veces lo mantenía en vela toda la noche, en otras ocasiones le provocaba cierta desesperación intentando arreglar esa pequeña parte de sí mismo que seguía sin encajar. Pero por alguna extraña razón cuando pensaba en ello sus ojos eran atraídos hacia la silenciosa presencia a su lado.
Jeongin, tan callado en el último tiempo que Seungmin tenía que revisar que siguiera ahí con su cabello desordenado y una expresión desprovista de emociones. El chico que conoce desde que puede recordar, con quien reía en medio del trabajo y a quien amaba molestar, ahora tan silencioso como un ratón, mirando sin ver a su alrededor, siendo besado por Chan entre los pasillos y actuando como si no significara nada.
Le preocupaba, no era normal que Jeongin fuera tan callado al respecto, no era normal que hiciera cosas que antes jamás haría y luego se encogiera de hombros alegando que no tenía importancia cuando se había declarado demisexual. Cuando estaban solos por un momento sentía que todo volvía a la normalidad, podían fingir que seguían trabajando en NOVUS sin la ayuda de Dawson y caían en las continúas bromas que los hacían reír.
Pero bastaba el leve aroma del chocolate o las rosas emanando del pasillo para que Jeongin volviera a ser parte de la decoración.
Desde que Chan y Hyunjin habían regresado de NOVUS notó algunos cambios en su rutina y, en la mayoría de ellos, involucraba el aislamiento de Jeongin y la constante presencia de Chan entre ellos, que parecía estar a toda hora en su compañía, charlando de forma unilateral con su amigo mientras trabajaba, y quizá esa vigilancia constante hizo que Seungmin se relajara notablemente.
Por alguna extraña razón temía descuidar a Jeongin y que desapareciera en medio de la noche, después de todo él ha sido lo único que ha podido llamar suyo durante años, y aunque ya se sentía más cómodo consigo mismo, le gustaba estar en aquella casa, sabía que si faltaba Jeongin se sentiría incompleto por el resto de su vida.
Podemos culpar a la presencia de Chan por la decisión de Seungmin de intentar entrenar por su cuenta, buscar la ayuda de Jisung por si algo pasaba cuando ellos no estaban. Y era extraño porque hace unos días se negó rotundamente, sintiendo que eran innecesarios porque no planeaban quedarse, pero ahora experimentaba un poco de ansiedad al no considerarse lo suficientemente fuerte para proteger a todas esas personas, a aquella casa, al hogar que debía de salvar.
Así que cuando Chan aparecía en su laboratorio, Seungmin iba a buscar a Jisung para su entrenamiento diario.
…
—Manos más arriba, piernas separadas. Vamos, Seungmin, pareces una ramita a punto de romperse.
Seungmin comenzaba a considerar que de motivador personal, Jisung definitivamente moriría de hambre, pero como el mundo era otro entonces no podía trabajar de esas cosas tan superficiales.
Entre los extraños túneles subterráneos de aquella extraña casa se encontraba un tipo de gimnasio con maquinaria rudimentaria, un costal lleno de arena colgando del techo, botellas de diferentes tamaños llenas de tierra, algunas colchonetas y muchas cuerdas gruesas que parecían lianas.
Jisung lo había hecho vendarse las manos antes de comenzar a enseñarle cómo golpear aquel costal que se balanceaba débilmente, un insulto para su fuerza bruta definitivamente, y ladraba correcciones constantemente mientras Seungmin sudaba la gota gorda y sentía que las rodillas le temblaban.
— ¿Podemos tomar un descanso? —preguntó entre jadeos, pasándose el antebrazo para limpiar el sudor de su frente.
—No llevas ni dos horas en esto—se burló Jisung con una sonrisa ladina.
—Es más de lo que he hecho en toda una vida—informó, rodeando con ambos brazos aquel costal.
Se apoyó en él, agotado, mientras Jisung se reía entre dientes; no usaba camisa, presumía los tatuajes en su pecho y en su costado, pero la maravilla de aquellas obras artísticas palidecían cuando notaba el cuello cercenado. Si no hubiera convivido con él el último mes, Seungmin habría pensado que tanto él como Minho probablemente fueron contagiados de Rabia, pero hasta el momento se mantenían naturalmente estables.
En momentos como aquellos, Seungmin se sentía atraído a la marca de Jisung y se encontraba preguntando cómo era tener un compañero a ese nivel. Se supone que Changbin y Felix también eran compañeros, y podía decirlo por la forma en la que siempre parecían orbitar el uno con el otro, pero sabía que esa mordida en el cuello marcaba una notable diferencia, después de todo había visto a Minho sonreír antes de que Jisung entrara a la habitación, veía al alfa darle las cosas sin que el omega se lo pidiera.
Eso, irremediablemente, lo llevó a pensar en Hyunjin y Chan, en la forma en la que se comportaban con el otro, en sentir la mano de Hyunjin bajo la mesa pero era Chan quien sabía cuando quería más mermelada en sus panqueques.
Y era ridículo pues había visto a Chan besar a Jeongin como si no pudiera respirar si no lo hacía, pero cada mañana peinaba el cabello de Hyunjin y le servía el café mientras era la mano de Seungmin la que Hyunjin sujetaba bajo la mesa.
—Estás muy callado—la voz de Jisung lo sacó de sus pensamientos, mirándolo de forma brusca—. Usualmente te quejas mucho.
—Ah, no es nada—suspiró, sacudiendo la cabeza de forma negativa mientras soltaba aquel costal de boxeo—. Solo un poco cansado.
— ¿Seguro? Puedes hablar conmigo si quieres.
Seungmin lo miró confundido, ojos entrecerrados y cabeza ladeada, intentando comprender de dónde venía ese sentimiento de familiaridad, ¿por qué quería contarle esas cosas a Jisung y no a Jeongin? ¿Por qué de pronto se sentía bastante cómodo en su presencia? Antes estuvo muy erizo, recurriendo a las palabras para marcar un límite, pero ahora podía contarle toda su vida a Jisung sin temer de las consecuencias, considerando que él escucharía atentamente y lo apoyaría.
¿Era correcto tomar la mano que se le ofrecía? Esa pequeña parte de él que seguía sin encajar sentía que traicionaría a Jeongin si también lo dejaba fuera de lo que le afligía, que no comprendiera su dilema porque a él le fue muy fácil aceptar ser un desquite de Chan sólo para conseguir lo que quería, pero a Seungmin le ardía siquiera pensar en ser eso para Hyunjin.
—Pensaba en Hyunjin—admitió en voz baja, yendo a la pared más cercana a Jisung para recargarse en ella, derrotado.
— ¿Tu dilema de siempre? —Jisung lo imitó, de pie a su lado—. Ya te dije, solo disfruta la atención.
Pero ese era el problema; desde la rutina de Jeongin ha disfrutado de la atención de Hyunjin, lo ha escuchado reír sin parar, ha visto la forma en la que sus ojos se arrugan como medias lunas cuando sonríe y su aroma florece como las rosas en su jardín. Ha entrelazado sus dedos y sentido que al fin ha encontrado un lugar, olfateado su cabello en medio de un hermoso jardín mientras Hyunjin dibuja a su lado entre pequeñas anécdotas que le hacen sentir parte de su vida.
Ha tenido toda su atención y ahora, cuando puede oler las rosas escurriendo miel anunciando su precalentamiento, el corazón de Sungmin arde, ¿qué hará cuando Hyunjin ya no esté interesado? ¿Cómo vivir en su compañía cuando al final del día duerme en brazos de Chan? Jisung le dijo que lo disfrutara mientras pudiera, pero ahora quería más, lo quería a él.
—Creo que ese es el problema—admitió por lo bajo, suspirando—. Disfruto mucho su atención, tanto que ya no quiero compartirlo con Chan—ante sus palabras, Jisung hizo una mueca.
—Hombre, lo siento.
Una disculpa, como si fueran unas trágicas noticias que Seungmin pudiera aspirar a más que un buen rato.
Deseaba ser más como Jeongin en ese aspecto, poder besar a alguien sin que fuera la gran cosa, seguir manteniendo una línea trazada pero hace rato que esa línea fue difuminada por los ojos de Hyunjin, borrada de plano con su sonrisa y sus límites desaparecieron cuando recibió el primer beso de buenos días.
Ahora estaba condenado a ser quien lo busca en las habitaciones, a quien le toma la mano bajo la mesa cuando cada noche sube de la mano de Chan a la habitación que comparten juntos y se encuentra deseando ocupar el lugar del alfa.
— ¿Siempre es así? —preguntó con auténtica curiosidad.
—En el tiempo que llevo con ellos, ha pasado apenas unas cuatro veces—admitió Jisung, pensativo—. En especial cuando Hyunjin nos acompaña a las comunas. Y mira, no hago de menos lo que él siente, sé que alguno de ellos llegó a gustarle de verdad, tanto que casi lo hace parte de la manada, pero al final siempre elige a Chan.
— ¿Por qué? Dices que son compañeros, pero se comparten con otros y además no tienen esa marca en el cuello.
—Seungmin, nadie más tiene una marca en el cuello—se burló Jisung, cansado—. Fue un accidente, y cuando descubrimos las consecuencias nadie ha querido intentarlo—sonrió para sus adentros—. Me gusta creer que Minho y yo somos los únicos con marca porque nadie en el mundo ha llegado a amar tanto a alguien como yo a él, que estoy dispuesto a compartir hasta mi último aliento con el suyo.
“Sin embargo, también comprendo lo que es que te importe alguien tanto que no quieres que salga lastimado por tu culpa—se encogió de hombros—. Chan y Hyunjin son de ese pensar.
Antes de que Seungmin pudiera responder algo miró bruscamente hacia la entrada, inhalando con profundidad todas las rosas que florecían en su pecho mientras la dulzura pegajosa de su aroma llenaba su boca a tiempo de ver entrar a un larguirucho omega de cabello como la sangre y la luna encerrada en sus ojos.
Usaba una sudadera negra y pantalones de chándal, parecía haberlo estado buscando pues apenas sus ojos se encontraron una enorme sonrisa partió su rostro a la mitad, ingresando al lugar y recorriendo la distancia que les separaba.
El corazón de Seungmin se hinchó al ver a Hyunjin, tanto que dolió porque las palabras de Jisung picaban bajo su piel, su desesperación por pertenecer y a la vez no ser suficiente, por sentir sus manos entrelazadas pero por las noches condenado a dar vueltas por la cama en espera de conciliar el sueño.
Lo quería a él de formas en las que nunca se había atrevido a imaginar, como si Hyunjin fuera parte de todos esos sueños que tenía para hacer más llevadera su vida en NOVUS; las vacaciones en la playa, el compañero sin rostro que se moría por encontrar. Quería que fuera suyo de formas en las que nadie más le ha pertenecido, esa familia que le fue arrebatada, su nombre significando algo cuando sus labios lo pronunciaban.
Y estaba ahí frente a él, la promesa de todo lo que ha soñado, pero a la vez seguía sin ser suyo porque parecía pertenecer a alguien más, a alguien que se besaba entre pasillos con Jeongin, ¿él lo sabría? ¿Chan se atrevía a besar a Hyunjin después de estar con Jeongin?
—Hola—saludó Hyunjin con las mejillas enrojecidas—. Te estaba buscando, me sorprendió no encontrarte en el laboratorio.
—Jisung me enseña a boxear.
—O al menos lo intento—se mofó el castaño, tomando su camiseta del suelo—. Iré a buscar a Minho, ¿sabes dónde está?
—Lo vi discutir con Changbin en el jardín sobre acercarse demasiado a las flores—informó Hyunjin, sus ojos fijos en Seungmin.
—Es mi momento de intervenir antes de que Changbin grite y saque a Felix de su cueva—murmuró el alfa, dirigiéndose a la salida—. Nos vemos luego, Seungmin.
Seungmin asintió, apenas registrando su ausencia pues estaba más concentrado en la forma en la que Hyunjin lo miraba, con esa brillante sonrisa y sus ojos llenos de sentimientos que temía nombrar sólo para decepcionarse después de descubrir que no era lo que él quería.
Hyunjin, ajeno a los dilemas internos de aquel alfa, se acercó a él hasta estar hombro con hombro contra la pared, ambos recargados sobre sus costados para mirarse de frente, separados por apenas un palmo de distancia. Sus aromas ondeaban a su alrededor y se entrelazaban, la canela bañada en miel, las rosas rodeadas de los pinos, un jardín secreto con una mesa de té esperando por ellos, un pequeño lugar oculto de ojos indiscretos, a donde correrían cuando el mundo se incendiara.
Seungmin contempló los ojos grisáceos de Hyunjin frente a él, las nubes de tormenta en el horizonte amenazando con llevarse el cielo azul del verano. Le maravillaba cada pequeño gesto que le conformaba, como si cada pequeña cosa que era Hyunjin fuera hermosa y Seungmin tuviera la obligación de alabarlo.
Sin embargo, ¿cuántos antes que él se sintieron igual? ¿Dónde estaban ahora? ¿Tendría el mismo destino que todos esos amantes sin rostro mientras Chan seguía siendo el ganador del premio mayor sin merecerlo? ¿Cambiaría la jugada sólo para ser elegido por él?
— ¿Necesitas algo? —preguntó con auténtica curiosidad.
—Sí, quería preguntarte algo.
Podía olerlo, el canto de la sirena llamado al marinero a una muerte segura. Flores envolviéndolo, el veneno endulzado descansando en su lengua mientras fantaseaba con morir y que aquel rostro fuera lo último que tuviera el privilegio de ver.
Seungmin ladeó la cabeza colocándola contra la pared, suspirando mientras veía a Hyunjin imitar su posición, sentía sus manos buscándolo hasta que sus dedos sujetaron la camiseta empapada y tiraba de ella para acercarse a él.
—Mi celo comienza en dos días—anunció el omega en voz baja—. Quiero que lo pases conmigo.
Su voz flotó entre ambos unos segundos antes de que sus palabras tuvieran verdadero significado para Seungmin, quien parpadeó aturdido un instante, terminando por incorporarse y alejarse un paso, viendo con dolor como la mano de Hyunjin caía flácida entre ambos, soltando su camiseta y mirándole con confusión.
Pasar el celo a su lado, tomar la parte más vulnerable de Hyunjin y hacerla suya, mentiría si dijera que no ha estado fantaseando con momentos así, pero en ese instante todas las alarmas en su interior se encendieron.
Era como inhalar llamas ardientes mientras el lobo en su interior gruñía, enloquecido. Pasar el celo con Hyunjin, escucharlo decir su nombre, anudarlo cada vez que lo necesitara, llevar sus marcas en la espalda como cicatrices de guerra sabiendo que salió victorioso y, sobre todo, que el rey de las tierras que conquistó le recibió con los brazos abiertos.
Sucumbir a sus fantasías sólo para que, al despertar, las cosas sigan como antes, al igual que Chan y Jeongin, que compartieron 3 días y después actuaron como si nada, durmiendo separados, oliendo a alguien más en la piel que perfumaron.
Sus rodillas temblaron ante la idea de Hyunjin buscando el olor de alguien más después de haber estado con Seungmin, de verlo dormir alrededor de Chan cuando por días enteros fue con él con quien durmió y a quien buscó al otro lado de la cama.
Si se permitía esa indulgencia, Seungmin estaba amarrándose la soga al cuello, recibiendo el tiro de gracia cuando Hyunjin regresará a los brazos de Chan.
—Eso no sonó a pregunta—señaló entre risas, intentando ocultar su nerviosismo.
—Lo siento—Hyunjin también rió por sus propios nervios, sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes—. No salió como planeaba, pero la naturaleza de la cuestión es la misma.
—Quieres que te ayude con tu celo—no era una pregunta sino una reafirmación, viendo a Hyunjin sacudir la cabeza de manera afirmativa—. ¿Por qué?
Su pregunta pareció confundir a Hyunjin, quien parecía haber esperado una afirmativa inmediata y no un cuestionamiento.
—Me gustas—admitió, confundido—. Pensé que lo había dejado claro.
Seungmin apretó los labios en una tensa línea, su corazón latiendo a toda velocidad por sus palabras, entusiasmado de escuchar que le gustaba, pero su lobo no lo sentía suficiente, retorciéndose en su interior desesperado por conseguir algo más, una parte de Hyunjin que nadie más haya tenido, ni siquiera Chan, para poder gritar que era suyo por completo.
— ¿Sólo eso? —preguntó, un poco decepcionado.
— ¿Necesitas algo más? —preguntó Hyunjin, aún confundido.
— ¿Qué piensa Chan al respecto? —su pregunta hizo que el pelirrojo bufara, fastidiado.
—Siempre Chan, ¿por qué te importa tanto lo que piense él?
—Es tu compañero.
—Deja de decir eso—suplicó, desesperado—. Y aunque lo fuera, eso no lo detuvo para meterse con Jeongin, ¿por qué tiene que detenerme a mí?
El corazón de Seungmin se rompió un poco, lo suficiente para cortarle el aliento pero no demasiado para alarmarse, regresando a donde sólo era la sombra de su mejor amigo, el niño perdido que le seguía a todas partes porque sólo él lo hacía sentirse visto, le daba un propósito.
La única familia que ha tenido.
— ¿Y quieres que pase tu celo contigo porque Chan ayudó a Jeongin con su rutina? —preguntó en un tono acusatorio que sobresaltó a Hyunjin.
— ¿Qué? ¡No! Seungmin, de verdad me gustas, y Chan ya está al tanto de mis decisiones. No es un tipo de venganza ni nada de ello—aclaró, acercándose para tomarlo de la mano—. Quiero pasar mi celo contigo.
— ¿Y después?
— ¿A qué te refieres?
Estaban tan cerca que Seungmin podía apreciar el lunar bajo uno de sus ojos, las grietas de esos esponjosos labios que cada mañana se presionaban contra su mejilla, cada pestaña, cada mechón de cabello que fantaseaba con peinar o enredar entre sus dedos.
Atraído por su aroma, su presencia, su mera existencia, Seungmin se inclinó hacia él queriendo estar en su órbita, ser igual que Jisung con Minho o Felix con Changbin.
—No.
Fue un susurro tan débil como su voluntad, frágil como su corazón, húmedo como sus ojos pero se sintió como una llamarada incendiando el bosque, su aroma ardiendo en los pulmones de Hyunjin que lo recibió como el impacto de una bala en el pecho, jadeando débilmente mientras contemplaba con desesperación el rostro frente a él, esperando una respuesta diferente.
— ¿No? —repitió, incrédulo.
Seungmin simplemente lo miró con el pecho ardiendo, su lobo a flor de piel con un gruñido escondido en la parte posterior de su garganta a punto de ser liberado porque dolía. Quería más de lo que se le permitía tener, más de lo que podía considerar suyo, quería la certeza de que Hyunjin no volvería a los brazos de Chan en cuanto la fiebre de su calor desapareciera y sería Seungmin quien le daría el café tal y como le gustaba, le pasaría la mermelada sin que tuviera que pedirlo en voz alta.
Pero, ¿quién más podría entender a un Omega Prime si no era su propio Alfa Prime?
—No creo que sea buena idea—susurró, intentando volver a poner una distancia prudencial entre ambos que Hyunjin insistía en reducir.
— ¿Para quién? —cuestionó, la molestia amenazando con quemar la dulce miel—. Te lo estoy preguntando ahora en mis cinco sentidos antes de estar llorando en medio de mi calor por ti.
— ¿Y después qué? —exigió, desesperado—. ¿Será cómo ahora? ¿Tomarás mi mano bajo la mesa pero tendré que compartirte con Chan al finalizar el día?
—Jeongin no tiene problema con eso, ¿por qué tú sí?
—Porque no soy Jeongin—gruñó el alfa, sus ojos centelleando débilmente en advertencia.
Los ojos del omega se encendieron en respuesta, luces platinadas que parecían chocar con las rojizas de su alfa, su aroma inundando la habitación, un bosque en llamas mientras el agua de rosas corría a su alrededor intentando contener el fuego. Veía la desesperación, la saboreaba en el paladar, pero su propio pesar le nublaba el juicio.
—No quiero sólo la mitad de ti, Hyunjin—confesó, derrotado, notando cómo la expresión del omega frente a él pasaba de la desesperación a la sorpresa—. No quiero que me beses en el día pero en la noche compartas el nido con alguien más, no quiero tener que despedirme de ti, que hoy soy importante y después ya no.
—No eres nada de eso—corrigió con voz húmeda—. Me importas, eres…eres el bosque en el que me escondo para desaparecer. A tu lado no necesito correr a los árboles porque eres todo lo que he anhelado.
—Pero eres de él—señaló Seungmin, sus ojos ardiendo en lágrimas contenidas—. ¿Cómo puedo tomar de ti lo que deseo cuando le perteneces a alguien más?
— ¡Entonces sólo hazlo! —sollozó Hyunjin, las primeras lágrimas deslizándose por sus mejillas como el rocío sobre las rosas a primera hora de la mañana—. Toma de mí todo lo que quieras, Seungmin, quiero darte todo. Por favor, hazlo—se acercó a él, colocando la frente contra su hombro, sollozando—. Por favor, todo lo que soy te lo entrego a ti.
—Pero ya es de Chan.
— ¿Y eso qué importa? —gritó, frustrado, apartándose para mirarlo a los ojos—. Tal vez él fue hecho para mí, pero yo te elijo a ti.
Oh, odiaba verlo llorar de esa manera, cada lágrima que se deslizaba por su rostro era como una espina clavada bajo las uñas, deseando consolarlo y darle cualquier cosa que pidiera, arrancarse el corazón del pecho y ofrecérselo solo para ver cómo se lo come.
— ¿Realmente me estás eligiendo a mí? —preguntó, incrédulo—. ¿Soy más importante que él?
Su pregunta hizo que Hyunjin le contemplara, aturdido, ojos como nubes de tormenta con la lluvia cayendo sin descanso, sintiendo que su silencio era suficiente respuesta para Seungmin, quien sólo ha deseado tener algo que sea suyo, a alguien que le hiciera sentir que pertenecía, más que Jeongin suplicando para que su mamá le permita quedarse.
Sentir su presencia mucho antes de que siquiera entre a la habitación como Minho hacía con Jisung; permitirle compartir el espacio en un silencio cómodo como hacían Felix y Changbin, ver sus colmillos marcados en la frágil piel de su cuello.
Mío. Mío.
Seré tuyo, ¿pero podrás ser mío?
Hecho para él, nacido para él.
—Si un día desaparecemos—siguió Seungmin, rompiendo el silencio—. ¿Cuál sería el nombre que gritarías para hacerlo volver?
—No estás siendo justo—susurró Hyunjin por lo bajo, sus labios temblando—. Ambos me importan, no son iguales.
—No puedes tenernos a ambos.
— ¿Por qué no? Él puede tener a Jeongin y a mí, ¿por qué yo no?
—Porque yo no quiero tener que compartirte—susurró, mirando fijamente el suelo, avergonzado de su sentir—. Quiero ser más importante que Chan para ti.
— ¿Yo soy más importante que Jeongin? —preguntó de forma acusadora—. ¿Me elegirías a mí sobre él?
Esa pequeña parte de él que no encontraba su lugar lloró en respuesta, un pequeño hilo aferrándose con todas sus fuerzas porque se negaba a ser cortado, esa parte de sí mismo que aún no encajaba con el resto de la casa. Los silencios en una habitación que solía estar llena de bromas, la inexpresividad en un rostro que solía leer con facilidad.
Todo eso sacrificado por una sonrisa, una risa, por las flores que quería mantener en su jarrón, por los ojos que se encontraba buscando. Las risas vendidas por un beso en la mejilla y un saludo de buenos días.
—Creo que ya lo hice—admitió.
La aceptación a un hecho que él ignoraba cayó como guillotina sobre ambos, siendo motivo suficiente para que Hyunjin lo sujetara con firmeza del rostro y presionara sus labios contra los de Seungmin, siendo ese beso el que terminó por atar la cadena alrededor de Seungmin, el otro extremo alrededor de la mano de Hyunjin.
Gruñó de apreciación, sus manos sujetando con firmeza las caderas del omega y colocándolo contra la pared, su boca moviéndose con violencia contra la suya, su lengua lamiendo todo lo que se le permitía tener durante ese breve instante.
Rosas por todas partes, miel ahogándolo mientras su corazón era envuelto por una enredadera repleta de espinas y una sola rosa florecía en él, teñida de carmesí. Jadeó cuando sintió los dientes de Hyunjin tomar su labio inferior y tirar de él, las manos del omega deslizándose hacia su cabello para que sus dedos se enredaran con mechones negros, su cuerpo curveándose contra el suyo.
Seungmin deslizó sus manos por las caderas de Hyunjin hasta tomarlo de los muslos y obligarlo a saltar, rodeando su cintura con las piernas del pelirrojo antes de clavarlo contra la pared, teniendo que inclinar la cabeza hacia atrás para poder besarlo, sus labios deslizándose por la barbilla hasta la tersa piel de su garganta, deteniéndose sobre esa zona donde se unían su cuello y el hombro, su aroma siendo tan intenso ahí que por un momento su cabeza se sintió borrosa.
Tomar todo lo que quiera de él, destrozar lo que sea que le unía a Chan, hacerlo suyo de maneras en las que jamás le ha pertenecido a nadie.
Jisung dijo que a Chan le importaba tanto Hyunjin que no permitiría que sufriera lo mismo que él.
Pero tal vez Seungmin lo quería de tal manera que deseaba pertenecerle tanto que sus vidas se volverían una y compartirían los sufrimientos del otro hasta su último aliento.
Suspiró, colocando su frente contra su hombro, intentando respirar con profundidad hasta detener los acelerados latidos de su corazón. Escuchaba los jadeos de Hyunjin, sentía sus delicados dedos peinar los mechones sudados de su cabello con ternura mientras su aroma llenaba de lujuria la habitación.
Recordó entonces que él estaba en su precalentamiento, con su calor a un par de días. ¿Lo deseaba o solo era la temporada? ¿Sus palabras eran ciertas o sólo producto de su desesperación por verse complacido?
—Por favor—susurró Hyunjin, tomando con delicadeza su rostro con ambas manos para hacer que lo mirara—. Por favor, sólo di que sí y te prometo que te daré todo de mí, incluso las partes de mi mismo que no pertenecen a Chan.
Sus ojos eran honestos, pero Seungmin temía estarse tragando una mentira así que, con lentitud, volvió a colocarlo en el suelo y se alejó un par de pasos de él, su corazón pesado en su pecho, su aroma apagado mientras el agua de rosas los ahogaba a ambos.
—No.
Sonó menos firme en esa ocasión y pareció ser suficiente para que Hyunjin sollozara, echando la cabeza hacia atrás contra la pared.
—Si es por Chan, puedes mandarlo al diablo—gruñó, su voz sonando levemente distorsionada al tener el lobo a flor de piel—. Te quiero a ti, no a él.
— ¡¿Pero importa más que yo?!
— ¡No es lo mismo! —sollozó Hyunjin—. Yo…tú… ¿a qué huelo para ti?
— ¿Qué?
—Dime a qué huelo, por favor, sólo dímelo.
Seungmin lo contempló en silencio, las palabras aglomeradas en la garganta a punto de salir, ahogándolo.
Quería decirle que olía a un día soleado de verano, que era como escuchar música después de pasar toda una vida en silencio, que se sentía como ver un arcoiris por la ventana y maravillarse de que algo tan hermoso viniera después de una tormenta. Quería tanto decirle que olía a todas las cosas que pensó que nunca tendría, pero sentía una mano alrededor de su garganta que lo ahogaba al ver las lágrimas en aquel rostro que tanta adoración le provocaba.
—Hueles a rosas y miel—mintió.
Hyunjin lo miró fijamente, con infinita tristeza opacando el brillo de sus ojos.
— ¿Sólo a eso?
Seungmin no respondió, sólo se quedó ahí de pie mirándolo en silencio durante tortuosos segundos antes de seguir hablando.
—No pasaré tu calor contigo, Hyunjin, lo siento.
— ¿Nada de lo que diga te hará decir lo contrario?
—Lo lamento—sacudió la cabeza de forma negativa, caminando hacia la salida.
—Seungmin, por favor.
Lo llamó de forma lastimera pero Seungmin tuvo suficiente fuerza de voluntad para irse, porque si se quedaba entonces dejaría que su alfa tomará todo lo que deseaba sin importarle si Hyunjin estaba de acuerdo con ello.
Caminó a toda prisa por los pasillos hasta llegar al laboratorio, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas a punto de ser derramadas, buscando el consuelo de Jeongin, el único que podría entender el sentimiento de no ser suficiente, de quererlo todo y no merecerlo.
De pie en el marco de la puerta vio a su mejor amigo, quien estaba de pie frente a un alfa de hombros anchos y cabello azul sujetándolo de la barbilla mientras sus labios se rozaban.
Él nos tiene a Jeongin y a mí, ¿por qué yo no puedo?
Dolía, ¿por qué no podía decir que sí y mirar hacia otro lado? ¿Por qué tenía que complicarse tanto? ¿Por qué debía de anhelar más de lo que le correspondía? Sin embargo, la clara indiferencia de Chan hacia lo que su compañero se refiere lo enfurecía, aún más que su mejor amigo estuviera tan dispuesto a ser el juguete que juró no ser, un entretenimiento, ¿a él no le importa si Hyunjin es más importante para Chan que él?
Dejó que su lobo tomara el control tiñendo su visión de carmesí, un gruñido escapando de sus labios en advertencia antes de que se interpusiera entre Jeongin y Chan, agazapándose frente a su amigo, ganándose la mirada furiosa de Chan, quien le gruñó en respuesta por su arrebato.
— ¿Seungmin?
La voz de Jeongin estaba asustada, pero solo le importaba la frustración, el dolor de tener que conformarse con la mitad de Hyunjin porque se negaba a soltar a una persona que hace demasiado tiempo dejó de elegirlo. Y quizá, siguiendo ese razonamiento ligado a la naturaleza del Lobo fue la razón por la que Seungmin se lanzó en contra de Chan, estrellando al alfa contra la pared con todas sus fuerzas, recibiendo gruñidos y rasguños que llenaron de sangre su camiseta.
— ¡Seungmin, basta! ¡Te puede matar! —gritó Jeongin, alarmado.
Sintió la mano de Chan alrededor de su garganta, alzándolo en el aire antes de estrellarlo contra la pared del pasillo con todas sus fuerza, la sangre comenzando a deslizarse por la nuca de Seungmin mientras envolvía con ambas manos la muñeca de Chan intentando soltarse.
—No te lo mereces—gruñó entre dientes, jadeando por la falta de aire—. Soy capaz de matarte para quedarme con él.
Sus palabras hicieron que Chan, durante una fracción de segundo, aligerara su fiero agarre alrededor de su garganta, concediéndole una respiración profunda antes de volver a sujetarlo con firmeza, ojos dorados brillando en advertencia, su alfa furioso de que uno de los miembros de su manada lo desafiara de esa manera, amenazara con matarlo para quedarse su lugar.
—Quiero ver que lo intentes.
Gruñó, sus garras creciendo y amenazando con perforar la piel de su garganta mientras Seungmin seguía retorciéndose en su agarre, pataleando en el aire y mostrando los colmillos.
Cayó de bruces al suelo cuando la fuerza titánica de Chan desapareció, tosiendo y jadeando por aire, sintiendo pequeños hilillos de sangre deslizarse por su garganta mientras su cabeza parecía dar vueltas por la pérdida de sangre de su cabeza.
Frente a él, alzándose de forma agazapada y los ojos brillantes se encontraba Jeongin, su presencia fue suficiente para que Chan retrocediera, apagando el gruñido que estaba a punto de lanzarle, retrayendo las garras mientras contemplaba a aquel fiero alfa con sorpresa.
—Si lo lastimas me iré, te juro que lo haré.
Los ojos de Chan parecieron apagarse, mostrado el gris mientras Seungmin se incorporaba con lentitud detrás de Jeongin, jadeando y con la visión nublada, estirando un brazo para sujetar con fuerza a su amigo y no darse de bruces, pero con el ambiente tan tenso eso pareció ser un movimiento brusco para Chan, quién volvió a gruñirle y mostrarle las garras, a punto de lanzarse en su contra para alejarlo de Jeongin si no fuera porque un omega larguirucho se interpuso entre ambos, colocando su antebrazo contra la garganta de Chan y presionándolo con brusquedad hasta que lo tuvo contra la pared al otro lado del pasillo.
— ¡Basta!
Su voz fue suficiente para que los tres alfas se relajaran, Jeongin manteniéndose protectoramente frente a Seungmin mientras Hyunjin mitaba su posición ante Chan, sus ojos enrojecidos yendo desde el alfa de cabello azul hasta los ojos oscuros que le contemplaban con un río carmesí corriendo por su cuello.
—Será mejor que lo lleves arriba—murmuró Jeongin, mirando con ojos entrecerrados a Chan—. Tengo que revisar a Seungmin.
— ¡No te voy a dejar solo con él! —gritó Chan, intentando liberarse del agarre de Hyunjin pero un suave bramido de advertencia lo detuvo—. Me atacó sin justificación, podría lastimarte.
—No te pregunte—gruñó Jeongin, furioso— ¡Largo, los dos!
El pequeño hilo que Seungmin sentía a punto de romperse se tensó y pareció fortalecerse un poco más, manteniéndolo lo suficiente cuerdo para no agachar la cabeza y disculparse con Chan, tan sólo mirando con dolor la forma en la que Hyunjin encajaba en sus brazos, cómo no dudó en ponerse frente a él cuando era Seungmin quien sangraba.
Los brazos de Chan lo sujetaron de la cintura y lo llevaron con él por el pasillo sin dudarlo, queriendo ponerlo a salvo del peligro que podría significar Seungmin en ese estado, un estado que le había dejado Hyunjin con sus palabras, con todos los sueños que podían ser suyos si tan solo acepta mirar a otro lado cuando en las noches se escabullera a los brazos de Chan mientras él se quedaba con el fantasma de su presencia.
Lo elegiste a él.
Hyunjin se detuvo a medio pasillo, inmóvil, mirando bruscamente hacia atrás para que sus ojos se encontraran con los de Seungmin, lágrimas silenciosas corriendo por sus mejillas, su aroma a bosque profanado por la sangre, un abismo de distancia entre ambos al ver a Jeongin aún protectoramente frente al alfa pelinegro mientras el brazo de hierro alrededor de la cintura de Hyunjin le impedía correr el camino de regreso a Seungmin.
Lo has elegido a él.
Se repitió con la misma claridad que si Seungmin hubiera abierto la boca y gritado su nombre, pero no había sido así porque estaba ahí inmóvil contra la pared intentando mantenerse consciente mientras que Chan volvía a tirar de él hasta perderse en los pasillos.
No.
No él.
Tú, siempre tú.
Mío. Compañero. ¡Seungmin!
Pero ya no hubo respuesta y sólo entonces el agua de rosas ahogó toda la casa, la tristeza infinita deteniendo a Chan a medio paso y mirándolo bruscamente sin entender muy bien qué estaba mal.
— ¿Hyunjin?
—Dijo que no—sollozó en voz baja, mirando hacia el suelo.
Fue suficiente para que Chan lo abrazara con fuerza, permitiendo que Hyunjin se empapara de chocolate mientras en su nariz aún ardía el bosque en el que solía esconderse.
Notes:
Okay, es el primer capítulo enfocado por completo en Seungmin y creo que pudimos apreciar que él sintió diferente el hecho de pertenecer a la manada. Recordemos que él no sabe que lo ligaron a la manada, en su cabeza él simplemente ha encontrado un lugar para quedarse pero aún no se siente completo y eso se debe a Jeongin no es manada y, de forma inconsciente, Seungmin lo sabe por eso se siente así
Creo que Seungmin nos ha dejado bastante claro que está en contra de la idea de compartir a su compañero y por eso se niega tanto a Hyunjin a pesar de que éste lit le está suplicando que le diga que sí, le han repetido que Chan es su compañero y él ha visto su dinámica por lo que se niega a ser sólo un gusto de Hyunjin, tal vez Seungmin siente en su subconsciente que es su compañero pero como Chan está en esa ecuasión por eso quiere que Hyunjin le diga que importa más
No sé, este cuadrado amoroso me está dando dolores de cabeza pero bueeeeno, esperemos que esto sea suficiente para que Hyunjin de verdad diga "Chan, stop"
anyway, GRACIAS POR LEER, espero que les haya gustado, y perdonen si se lee medio equis, la verdad no sé dónde vrgas tengo la cabeza, perdón. Les tqm <3 tomen awita
Chapter 18: Tu deseo. Mi orden.
Notes:
oigan esteeee hay una escena smut chanin en este cap porque al parecer los vatos se emocionaron, y en realidad creo que este cap se centra mucho en el chanin y en todo ese pedo científico que ni yo entiendo
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Chapter Text

Cuando has convivido con alguien tanto tiempo que sientes que le conoces mejor que a ti mismo no siempre sientes necesario expresar tus dudas en voz alta pues a veces sólo se necesita una mirada para entenderlo todo. No obstante, ese silencio voluntario podría considerarse un arma de doble filo porque sin importar que tan innecesarias sientas las palabras con esa persona, hay ocasiones en las que hablar lo es todo.
El silencio que reinaba en la habitación mientras Jeongin revisaba las heridas de Seungmin era pesado, sentía la frustración emanar a oleadas de su mejor amigo; un fuerte aroma a pino quemado mientras la canela le picaba en la garganta le hacía carraspear de vez en cuando.
Sabía que tenían cosas que decir, pero Jeongin aún se encontraba buscando ese lazo que solía unirlos, tan débil que las emociones de Seungmin se sentían opacas, casi traslúcidas.
— ¿Sabes qué es extraño?
Fué Seungmin el primero en romper el silencio, apenas haciendo una mueca cuando Jeongin terminó de limpiar el arañazo en el cuello.
— ¿Tu forma de enfrentar un alfa prime pensando en ganarle? —masculló molesto, tirando los algodones sucios al cesto de basura que tenían en un rincón.
Seungmin bufó, como si el hecho de que Chan casi le arrancara la cabeza no significara nada.
—Antes solía leerte como un libro abierto—continuó, ignorando el comentario sarcástico de Jeongin—. Y ahora es como intentar atravesar un muro.
Jeongin sintió que su corazón se detenía un par de segundos, su lobo lloriqueando el nombre de su mejor amigo, implorando su regreso.
Aún no entendía muy bien porqué optó por no informarle a Seungmin lo que había pasado. Quizá porque fué no elección propia de su amigo y odiaría la idea de hacerle sentir culpable de algo que ignoraba, en lo demás porque Jeongin quería saber si todo esto era lo que Seungmin quería, si deseaba quedarse o buscaba el modo de volver a presentar un fuerte unido.
Las palabras del pelinegro le demostraban que él también sentía el cambio aunque de manera no tan intensa, después de todo fue recibido en una manada más grande y era Jeongin quien lidiaba con el vacío que dejó atrás, temiendo vincularse con aquella manada pero odiando la idea de volver a NOVUS y ser el hijo de alguien que lo veía más como un artefacto de utilidad que como una persona.
— ¿Por qué lo piensas? —preguntó, quitándose los guantes de látex de un brusco movimiento.
—Una vez me dijiste que eras demisexual, que sólo experimentas atracción sexual una vez que formas un vínculo emocional.
—Supongo que lo dije, sí.
—Sin embargo, tienes algo con Chan—Seungmin lo miró con auténtica curiosidad, ojos entrecerrados mientras Jeongin regresaba a la mesa de prácticas—. Y eso es lo que no entiendo.
Si es honesto, Jeongin tampoco.
Y no quería decir que se negaba a aceptar una atracción por Chan, lo cierto es que era un hombre bastante atractivo, pero tampoco sentía que le gustara tanto, no en sus cinco sentidos al menos, pero la verdad es que cuando Chan estaba cerca, su lobo automáticamente se sentía eufórico.
Así que tal vez eso era lo que no entendía, los deseos de su lobo compitiendo contra los propios.
—Ya te dije que es conveniente—murmuró, cruzando los brazos sobre el pecho y mirando a cualquier parte que no fuera el rostro de Seungmin.
—Conveniente habría sido que te follaras a Sandra de Gerencia para que tuviéramos buenos materiales—gruñó el pelinegro, levantándose de la silla, donde Jeongin lo había sentado para limpiar sus heridas, y caminando hasta colocarse frente a él—. Y es extraño, dijiste que no porque “no te gustaba lo suficiente".
— ¿A dónde quieres llegar con esto?
Lo miró, agotado, pasándose una mano por el cabello mientras el aroma a café comenzaba a entrelazarse con la canela, el whiskey siendo el combustible que incendiaba el bosque.
— ¿Te gusta Chan?
—No, carajo—gruñó, mirándolo con molestia—. No es nada de eso. Créeme, lo último que necesito es desarrollar el maldito Síndrome de Estocolmo en este lugar.
—Eso es lo que me desconcierta—Seungmin bufó, molesto y frustrado—. Dices esas cosas, pero apenas entra Chan a la habitación tu aroma se vuelve empalagoso y lo miras con ojos brillantes después de que te besa—agitó las manos en el aire para dar más énfasis—. Y no te atrevas a negarlo, te he visto.
Jeongin apretó con fuerza los labios, sintiendo que su rostro se encendía en llamas, temiendo haber mostrado más de lo que le gustaría.
No se avergonzaba de su corazón la mayor parte del tiempo, después de todo era conocido por ser centrado y metódico, casi frívolo, pero cuando se trataba de Chan era como sacar al lobo de la jaula, sin razonamiento, tan salvaje y desesperado que lo único que quería hacer era meterse bajo su piel para pertenecerle, seguirlo a donde sea que fuera.
Pero estaba esa duda constante de si se sentía así porque realmente le atraía Chan o sólo era una reacción biológica de su casta superior. Siendo francos, Jeongin no sabía qué hacer ni qué podía significar; le dolía la cabeza, no dormía hasta muy entrada la madrugada, se sentía en un constante estado de ansiedad hasta que Chan posaba sus labios sobre los suyos y se permitía respirar tranquilo.
— ¿Por qué es tan importante si me gusta Chan? —preguntó dejando caer los hombros, derrotado—. Ni siquiera lo sé, Seungmin, es un dolor de cabeza intentar adivinar si sólo me atrae o es algo más.
—Porque no sé qué hacer—susurró, su voz temblorosa siendo suficiente para que Jeongin lo mirara de forma brusca.
Sus ojos, de un café tan intenso que parecía negro, estaban llenos de lágrimas, enrojecidos por el llanto contenido. Su labio inferior temblaba violentamente y su ceño se fruncía.
Nunca, en toda la vida que han compartido, había visto a Seungmin tan destrozado, quizá sólo con la muerte de sus padres, y la imagen que tenía ante él se le asemejaba demasiado. Quería correr a él, tomar su mano, asegurarle que nunca lo perdería, que nadie iba a separarlos.
¿Pero no lo habían hecho ya?
— ¿Cómo soportas besarlo después de todo? —sollozó, colocando la palma de las manos contra la cuenca de sus ojos en un intento de retener el llanto—. Siento que me arde el corazón con solo pensar en Hyunjin y Chan juntos, en que nunca tendré de él lo que deseo, ¿sabes? Sólo la mitad de Hyunjin ya no es suficiente para mí, pero él sigue insistiendo por qué no podemos ser como tú y Chan, así que necesito saber por qué a ti no te duele como a mí cuando lo miras de esa manera.
El corazón de Jeongin cayó a la planta de sus pies al ver la primera lágrima cristalina correr por su mejilla, el fuego de su aroma apagándose sólo para darle la bienvenida a una intensa tristeza que hizo a Jeongin cerrar los ojos con fuerza para controlar el llanto.
Era como un océano, ahogarse en aguas turbulentas mentiras lucha desenfrenadamente en salir a la superficie, lluvias torrenciales cayendo sobre un inmenso bosque provocando que el aroma a tierra mojada y pino penetrara en tus pulmones hasta volverse parte de sus secretos. Seungmin jamás había olido tan triste.
Ambos se quedaron en silencio unos instantes, permitiendo que la tristeza de uno de ellos les envolviera como un manto. Pensaba en lo fáciles que parecían sus vidas cuando estaban en NOVUS, lo felices que eran desde su ignorancia ante la ausencia de algo que no estaban buscando. Quizá se habrían sentido incompletos toda la vida, pero ¿valía el sufrimiento actual por perseguir una quimera?
Quería decirle que era diferente, que Hyunjin prefirió destrozarlo antes que perderle, que era probable que lo eligiera sobre Chan de ser necesario, que quizá ya lo había hecho al hacerlo parte de la manada. Jeongin no sentía nada semejante, no se imaginaba a sí mismo sintiendo que Chan era más importante que cualquiera, en especial que Seungmin.
Pero lo es.
Aquel pensamiento parecía provenir de su Lobo, quien se sentía inquieto al ver a Seungmin de esa forma, lo sentía dando vueltas en la jaula de su mente, frustrado preocupado por el rumbo de sus pensamientos y de lo que escuchaba.
—Creo que es porque no me…gusta Chan como a ti Hyunjin—intentó consolarlo.
—Para eso, por favor—Seungmin lo miró con ojos enrojecidos, molesto—. Puedes callar todo lo que quieras pero eso no va a desaparecer lo que sientes.
—Seungmin, no sé qué más decirte—la frustración teñía su voz haciendo que sus palabras salieran en un quedo murmullo—. Me gusta Chan, pero a la vez no, sólo me atrae físicamente. Ni siquiera lo conozco y él dejó bastante en claro que Hyunjin es su omega y nosotros sus juguetes, ¿por qué seré yo el que tiene que lamentarse cuando él fue quien lo decidió?
Seungmin lo contempló en silencio, tal vez dándose cuenta del llanto que Jeongin ignoraba, de cómo esos temas le estaban causando migraña y le era más fácil ignorarlos en espera de que desaparecieran. Había cosas más importantes que atender, como los secretos de su madre, el funcionamiento de las Comunas y los puntos seguros de la Rabia.
O el hecho de que Seungmin ahora pertenecía a una manada y Jeongin no.
—Hyunjin me pidió que le ayudara con el celo—admitió después de unos segundos, en voz tan baja que parecía que le costaba admitir ese detalle.
Jeongin se obligó a respirar, pasándose una mano por el rostro para limpiar la evidencia de su debilidad, normalizando su respiración en un intento de mantenerse tranquilo con la conversación.
— ¿Qué le dijiste? —preguntó, volviendo a cruzar los brazos contra el pecho.
—Que no.
Su voz era débil, apenas un susurro, apoyándose contra la losa que tenían en la mitad de la pared para lavar los materiales. Imitó la posición de Jeongin, cabizbajo con mechones de cabello sumiendo sus facciones en sombras.
—Pienso que si hago esto con él, tal vez pierda el interés en mí—confesó en voz baja, un toque de vergüenza temblando en la última sílaba—. Me duele siquiera pensar en Hyunjin con alguien más, y él dice que soy diferente, pero Chan…
—Si lo piensas un poco, creo que nunca podríamos competir con lo que tienen ellos—sus palabras hicieron que Seungmin lo mirara confundido—. Me refiero que son c-compañeros—le costó un infierno decir esa palabra, teniendo que aclararse la garganta para continuar—, y parece que han pasado por mucho, es normal que estén tan apegados. Piensa que son como tú y yo.
—Nosotros nunca hemos follado.
—Si algún día te interesa experimentar con alfas sólo llámame.
Ambos se soltaron riendo, auténticas risas de diversión que parecieron llenar el lugar de alegría disipando la tristeza.
Tal vez se hubieran llevado a Seungmin de Jeongin, pero entre ambos aún había un pequeño hilo uniéndolos, haciendo que pudieran respirar tranquilos siempre que se encontraran juntos. Quizá era lo vivido en todos esos años juntos, la absoluta confianza que tenían en el otro.
¿Qué importaba si Seungmin era parte de esa manada cuando su risa seguía enlazándose con la de Jeongin?
—Volviendo al punto—continuó Jeongin una vez que sus risas se calmaron—. Creo que ellos tienen un vínculo fuerte y no creo que sea…justo pedirle que lo rompan, sería como si Chan me pidiera que te deje atrás.
Jeongin no sabía muy bien porque parecía estar tan a la defensiva respecto a Hyunjin y Chan, por qué su insistencia de justificarlos cuando fueron los actos egoístas de Hyunjin los que separaron a Seungmin de él.
Quizá era la expresión miserable del alfa pelinegro, su desesperación por encontrar las respuestas a una pregunta que Jeongin se encontraba ignorando, sospechando que todas ellas giraban en torno a los secretos de Heejoo y el misterio que era la mera existencia de Chan y Hyunjin.
Aún así, lo último que quería era perder aún más a su mejor amigo, pero las palabras de aquella pareja líder rondaban su cabeza de vez en cuando, atormentando sus recuerdos y opacando los colores de los momentos que tanta felicidad le brindaron. Le hacían creer que, tal vez, ellos podían tener razón en algo y, quizá, él ya no era suficiente para Seungmin.
¿No dicen que llega un punto en la vida de un hombre donde busca formar una familia? Tal vez era ese momento para él
Suspiró, dejando que su amigo asimilara sus palabras mientras tomaba la tablet de la mesa, sus viejas notas sobre componentes dándole la bienvenida antes de que Jeongin saliera de la aplicación y viera la imagen en la pantalla. Su sonrisa retratada con sus ojos en unas rendijas y, a su lado, los ojos oscuros de Seungmin brillaban traviesos mientras ocultaba su sonrisa con la palma de su mano.
— ¿Eras feliz? —se encontró preguntando en voz alta.
Seungmin pareció salir de su miseria sólo para contemplarle con interés, ambos mirándose al igual que ver su reflejo en el espejo. Y Jeongin no lo decía por ser tan parecidos, consideraba que era más el hecho de que se conocían tan bien que se sentían uno mismo.
No obstante la respuesta a esa pregunta hacía que Jeongin sintiera su corazón en un hilo, temeroso de recibir una negativa y confirmar las acusaciones de Hyunjin.
¿Todo este tiempo fue egoísta? ¿Hyunjin era mejor por importarle un poco más los verdaderos deseos de Seungmin?
— ¿A qué te refieres? —preguntó en respuesta, confundido.
—Cuando estábamos en NOVUS, ¿eras feliz?
—Bueno, no estaba tan mal—se encogió de hombros pasándose el dorso de la mano por las mejillas para terminar de limpiar los restos del llanto derramado—. Al menos podía salir sin tener mil ojos encima ni reportar cada vez que uso el baño.
— ¿Pero eras feliz? ¿Más que aquí?
— ¿Por qué preguntas? —le gruñó con el ceño fruncido—. Bien, me gusta uno de mis secuestradores. Vale, quizá mi juicio está comprometido, pero no descarto ser víctima del Síndrome de Estocolmo dadas las circunstancias—sus palabras hicieron que Jeongin bufara una risa—. ¿Estoy quejándome? Un poco, pero si lo piensas podría ser peor.
— ¿Podríamos seguir orinando en una cubeta?
Seungmin se rió, una auténtica carcajada que vibró en Jeongin provocando que su aroma se volviera dulzón, desapareciendo la amargura que le había envuelto durante las últimas semanas.
—Me refiero a que podríamos no estar juntos—señaló Seungmin cuando sus risas cesaron—. Me siento más tranquilo sabiendo que te tengo cubriéndome las espaldas.
Jeongin lo miró, comprendiendo que a Seungmin no le afectaba todo eso de ser manada porque se sentía completo, además que para él aún importaba que Jeongin estuviera ahí y eso hizo que el alfa cobrizo sintiera a su egoísmo iluminarse en neón.
Seungmin tenía una manada ahora y aún así se sentía completo solo con Jeongin ahí mientras que él se sentía molesto porque no se conformó sólo con su compañía, y no tenía que ser así. No obstante, su amigo no necesitaba saber detalles, Jeongin quería que fuera Hyunjin quien le dijera a la cara lo que le había hecho si tanto le importaba.
—Basta de charla—decidió Jeongin antes de que se pusieran más emocionales—. Quiero terminar esto cuanto antes.
—Haz estado haciendo varias muestras—murmuró Seungmin, acercándose a la mesa con interés—. ¿Cuántas variantes necesitamos de una misma cosa?
—LICAÓN no había estado el tiempo suficiente en observación antes de que comenzara a administrarse, mamá no esperó lo adecuado así que estoy intentando varias muestras con diferente tiempo de incubación.
—Si eso es verdad, la versión de ella deberíamos de administrarla-
—En tres días.
—Llámame pesimista, pero hasta el momento no veo a los sujetos de prueba para esas cosas, y lamento decirte que no voy a ser tu conejillo de indias.
Jeongin lo miró, ojos brillantes mientras sonreía tan grande que parecía tener demasiados dientes, como un tiburón. Seungmin le frunció el ceño levemente, asustado por esa expresión de desquiciado que tenía su amigo que le ponía los pelos de puntas.
—Es ahí donde entra mi excelente habilidad para besar—Jeongin le guiñó un ojo, sonriendo—. Solo tengo que pedirle a Chan que traiga, al menos, una muestra de sangre.
—La última vez que intentamos conseguir una muestra de sangre terminamos justo donde estamos—Seungmin tuvo la amabilidad de recordar, cruzando los brazos y mirándolo con una ceja alzada.
—La última vez no tenía un Alfa Prime a mi disposición—señaló mientras daba un aplauso—. Dicho esto, podemos ir registrando algunas cosas para tener una bitácora más completa. El G2D de ellos es muy alto, y eso me recuerda, ¿crees que debamos poner más sustancias tensoactivas para esto?
—Tal vez, si es un gen más fuerte es probable que se deshaga si no le logramos unir correctamente, pero estaba pensando…
Tomó la tablet de Jeongin y se fue directamente a sus notas, teniendo esa expresión seria que solía caracterizarle en NOVUS, recordándole a Jeongin que su amigo era una de las mentes más brillantes del laboratorio, en especial con su vasto conocimiento en el reino animal.
Tal vez Heejoo se engañe creyendo que su hijo era el elemento más importante, pero lo cierto es que la mitad de los medicamentos nunca se habrían terminado de desarrollar sin la intervención de Seungmin.
—Podríamos comenzar a verla como un intermedio entre lobo y humano.
— ¿A qué te refieres? —preguntó mientras intentaba ver por encima del hombro lo que garabateaba.
—Las vacunas en los animales son diferentes a las de los humanos, es obvio, debemos tener en cuenta la genética y la epidemiología. Hasta ahora sólo hemos trabajado el virus de Chan y Hyunjin intentando desactivarlo para contrarrestar el efecto.
— ¿Y eso está mal? —Jeongin le miró, confundido—. Mamá cree que es el paso a terminar las castas, no solo la Rabia, inyectar el virus con el efecto contrario. Tal vez, si usamos en menos cantidad el G2D de Chan y Hyunjin-
—No me refiero a eso—Seungmin sacudió la cabeza, rascándose la nariz—. Chan y Hyunjin son Prime, y se los inyectamos a personas con un G2D menor, entonces podemos considerarlos distinta especie, un tipo de raza menos agresiva. Eso sin contar que ellos no tienen Rabia, así que, si lo piensas bien…
—No estamos curando—completó, asombrado y con cierto temor en su corazón—. Estábamos administrando el virus más fuerte.
—Eso explicaría por qué esa alfa en el séptimo piso parecía más animal que humana—asintió, pensativo—. Me sorprende que a alguien como Heejoo se le pasara por alto, yo me sorprendo de no haberlo pensado antes. Nos insistió y presionó tanto con LICAÓN que ahora que me siento un poco menos estresado lo pensé—bufó—. Quizá debamos agradecer a Chan, a veces olvido que es Prime, y esas garras son cosa seria.
— ¿De verdad crees que mamá no lo sabe?
Ambos se contemplaron en silencio, una atmósfera pesada cayendo sobre ellos.
Heejoo solía tener una reputación y no se caracterizaba precisamente por ser la más comunicativa con Jeongin, aunque ella decía que lo hacía trabajar tan duro como el resto, pero con el tiempo aprendieron a resolver con lo poco que ella les decía. No obstante, ese tipo de cosas eran necesarias para algo tan importante, en especial cuando había vidas que dependían de ellos.
— ¿Crees que sea por eso que Hyunjin y Chan comenzaron a sospechas? —la pregunta de Seungmin hizo bufar a Jeongin.
—No creo que siquiera sepan como se hace una vacuna.
— ¿Sabes? No son tan estúpidos. Hyunjin es casi un experto en ingeniería y computación—defendió, su aroma tornándose dulzón mientras una pequeña sonrisa curvaba sus labios.
Jeongin sacudió la cabeza, intentando comprender a su amigo y las decisiones que tomaba, considerando que tal vez él tenía más fuerza de voluntad al negarse así a Hyunjin cuando Jeongin decidió que su Lobo tomara lo que deseaba y ahora estaba atado al cuello a la mano de Chan.
—De acuerdo entonces—suspiró rascándose la sien con frustración—. ¿Debería hablarlo con Chan o algo así?
Seungmin parecía pensativo mientras escribía de memoria el código genético de los caninos en comparación con el del humano y el humano con casta.
—Quizá podemos omitir algunos detalles mientras trabajabamos en una nueva versión—murmuró, ambos mirando hacia la entrada ante de acercarse más entre ellos y bajar la voz—. Pídele que te traiga un sujeto de prueba o una muestra de sangre, lo más fácil de conseguir.
—No me gusta experimentar con humanos—admitió Jeongin en voz baja—. Pero veo difícil conseguir una prueba de sangre.
—No le digamos nada hasta que hayamos trabajado en una pequeña muestra—ambos volvieron a mirar hacia la puerta, sus fosas nasales dilatándose para confirmar que nadie merodeaba cerca—. No confío mucho en sus reacciones.
Una vez llegado a un acuerdo, volver a sumergirse en el trabajo no requirió problema alguno, cayendo de nuevo en esa vieja rutina que les hacía sentir cómodos, familiares con el entorno y moviéndose en el lugar como una segunda naturaleza sin tener que pensar demasiado en sus acciones.
Cayeron de nuevo en las bromas, las discusiones sin sentido, sus aromas entrelazándose y marcando aquel espacio como una pequeña madriguera que no podían arrebatarles, un lugar seguro dentro de aquel enorme organismo.
…
Después de cenar había una rutina a la que Jeongin había sido sometido desde antes de que Chan se viera obligado a ir a sus exámenes en NOVUS.
Apenas Jeongin terminaba el último bocado en su plato y parecía reposar un poco la comida, Chan se levantaba de su asiento en la cabecera de la mesa y caminaba hasta colocarse detrás de él, siendo su única señal para levantarse y seguirlo fuera hasta ese sendero en el bosque con el que comenzaba a familiarizarse.
En un principio consideró que ese tipo de paseos se asemejaba bastante a ponerle una correa a tu mascota y sacarlo a hacer sus necesidades, lo cuál lo hacía sentirse enfurruñado el primer tramo del camino, pero el aroma que emanaba Chan transmitía tanta paz que era muy difícil sentirse molesto, en especial cuando sentía a su lobo entusiasmado por tener a aquel alfa todo para él, lejos de aromas que arruinaran el de Chan, de esas rosas que parecían enredaderas a su alrededor.
Así que Jeongin se había acostumbrado a esos paseos, a sus silencios compartidos, familiarizándose con el bosque, los ruidos que emanaban de él mientras el cielo se volvía oscuro conforme el sol se ocultaba en el horizonte.
También se acostumbró a que Chan hablaba…mucho, sobre cualquier cosa, a veces siendo feliz cuando Jeongin sólo emitía un murmullo en respuesta y otras veces extasiado cuando lograba sacarle al menos una oración completa. Y si es honesto no sabría especificar el momento en el que le encontró gusto a escucharlo hablar, caminando a su lado hasta el río que corría en medio del bosque, admirando su silueta recortada contra la oscuridad, apenas iluminada con la luz plateada de la luna que se colaba a través de las ramas de los árboles que se alzaban sobre ellos.
Respiraba el humo y el dulce. La tormenta y algo más, dejaba que su aroma se mezclara con el perfume resinoso de los árboles y el chocolate atraía el café como el canto de una sirena provocando una explosión de aromas que le daba vueltas la cabeza.
— ¿Cómo está Seungmin? —preguntó después de un rato.
A Jeongin le sobresaltó un poco su pregunta, dejando de admirar el enorme abeto que había atraído su atención. El río se escuchaba cerca así que no deberían de tardar en llegar, sin embargo Chan se había detenido y dado media vuelta para mirarlo, recargándose contra el enorme árbol junto al camino.
Parecía formar parte de las sombras, apenas un destello de su cabello o sus ojos que le daban un aspecto más depredador, haciendo que Jeongin lo mirara con el ceño fruncido y se acercara a él con cautela, manteniendo cierta distancia.
—Bien, supongo—asintió, entrecerrando los ojos con sospecha—. ¿Te disculpas por lastimarlo?
—Vamos, cariño, él me atacó primero.
—No me llames así—advirtió con un gruñido que sólo hizo a Chan sonreír—. Y en todo caso es tu culpa. Seungmin no parece ser partidario de la poligamia.
— ¿Por qué sería mi culpa que ese cachorro no quiera compartir? —se burló, echando la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en el tronco—. Y en todo caso, debería gestar mejor sus emociones, no puede ir atacando a cualquiera.
— ¿No deberías enseñarle eso, ya que eres su alfa?
La forma en la que sus palabras destilaban veneno hicieron que los ojos de Chan centellearan en advertencia, divirtiendo a Jeongin así que decidió acercarse más con un ligero aire juguetón, cada uno de sus movimientos bajo el escrutinio de Chan, que se mantenía contra el tronco de aquel árbol hasta que Jeongin se detuvo a un palmo de distancia.
—Hyunjin nunca ha pasado un celo solo—informó Chan de la nada, mirando con atención a Jeongin.
— ¿Qué? ¿Quieres que me ofrezca como voluntario? —sus palabras provocaron un gruñido posesivo de parte de Chan, haciendo que Jeongin sonriera con un destello de sus colmillos brillando en la noche—. Parece que Seungmin no es el único con problemas para compartir.
Se movió tan rápido que fue difícil verlo venir. Un momento estaba ahí frente a él y al siguiente Jeongin sentía su espalda presionar con brusquedad contra el tronco mientras Chan se alzaba sobre él, su aroma volviéndose denso, asfixiante, el calor de sus manos sujetándole con fuerza la barbilla a Jeongin mientras le obligaba a mirarlo.
La adrenalina explotó en sus venas, su lobo aullando de felicidad al tenerlo ahí con él de esa manera, saboreando el pensamiento de ser tan importante que no quería compartirlo cuando no parecía tener problemas con compartir a Hyunjin, ¿por qué Jeongin era diferente? ¿Por qué él podía tenerlos a ambos pero Jeongin no?
—A veces parece que tienes una boca muy habladora—Chan hablaba con brusquedad, pero su pulgar acariciaba con delicadeza su labio inferior.
— ¿No estabas rogando por ello? —se mofó Jeongin, jadeando cuando la mano de Chan se alejó de su barbilla y envolvió su garganta—. Sólo era una pregunta, Alfa, no tienes por qué enojarte.
—Entonces no hagas preguntas estúpidas—susurró, acercándose hasta que sus narices se tocaron—. Siempre he estado con Hyunjin durante sus celos, pero hoy quería pasarlo con Seungmin.
—Resultaba obvio, oliendo lo mucho que apesta cuando está cerca—Jeongin alzó una ceja—. Seungmin ya dijo que no.
—Y Hyunjin nunca ha pasado su celo solo, son demasiado intensos, pero yo-
Un gruñido de advertencia vibró en la garganta de Jeongin, un extraño fuego encendiéndose en su interior mentiras su lobo se erizaba, odiando la sola idea de que Chan tocara a alguien más porque era suyo, suyo.
Mío.
No tocar, no arruinar.
Te encontré y ahora te comeré.
Sus ojos parecieron teñirse de rojo durante un instante, Jeongin acercándose a él hasta que sus labios se tocaban en cada movimiento, alientos entrelazados, todos los ruidos del bosque desapareciendo y reduciendo el mundo a ese pequeño rincón bajo el abeto mientras la luna los iluminaba, queriendo esconder la debilidad de Jeongin ante aquellos ojos que tenían escondidos tantos secretos.
La punta de su lengua salió de entre sus labios y lamió levemente el labio inferior de Chan, sonriendo cuando escuchó el ronroneo del alfa por lo que imitó la acción antes de tomar el pedazo de carne entre los dientes y morder con fuerza, gimiendo suavemente cuando el sabor de la sangre le tocó la lengua y Chan gruñó.
—Te dejaré si lo ayudas—susurró suavemente, su voz un poco distorsionada por el lobo, pero siendo tan dulce como caramelo derretido.
Los ojos de Chan se encendieron en luces doradas, un bramido tomando forma en su pecho mientras Jeongin olía la angustia que sus palabras le provocaron, temiendo despertar y descubrir que se había ido sin dejar rastro, pero aquella amenaza tenía una intención.
Las preguntas de Seungmin le daban vueltas en la cabeza, sus acusaciones y los contradictorios sentimientos que le atormentaban cuando se quedaba solo, los deseos de su lobo atravesando la jaula en la que solía tenerlo y mezclándose con los de Jeongin hasta que se volvieron propios y lo que más deseaba en ese momento era a Chan; quería pertenecerle, deseaba verlo en todo momento, estar a su lado, escucharlo hablar, asegurarse de que estaba a salvo incluso si iba en contra de todos sus principios desear a alguien que le había privado de su libertad de forma temporal.
Su advertencia era un modo de obtener la respuesta a una de las preguntas de Seungmin, ¿sería él más importante que Hyunjin? ¿Chan lo deseaba tanto que le daría la espalda a su omega si Jeongin se lo pedía?
—Te volvería a encontrar—advirtió con brusquedad, sus labios moviéndose contra los de Jeongin en un beso no dado.
—Me aseguraré que no sea así. No puedes follar con él y estar cuidando que yo no me escape, ¿verdad? —se burló, lamiendo la herida que había hecho en su labio inferior—. Es una advertencia, Chan. Si lo ayudas, me iré.
Podía oler la ira, saborear en el paladar el humo que opacaba el chocolate, asfixiándolo como si estuviera en medio de un incendio, las llamas que lanzaban sus ojos envolviéndolo en un intento de retenerlo, como si Jeongin estuviera a punto de echar a correr para perderse en el bosque.
La mano que no sujetaba su garganta se colocó contra su cadera y lo presionó con más fuerza contra el árbol, sus pechos tocándose en cada respiración, dos alfas retándose, siendo iguales por un momento aunque las feromonas de Chan amenazaran con asfixiar a Jeongin; y sabía que le sería demasiado fácil someterlo a su voluntad, doblegarlo y hacerle acatar sus órdenes, después de todo era un Prime, un jefe de manada, y hasta el momento Jeongin ni siquiera tenía manada, era mucho más fuerte que él.
Pero Chan no lo hizo, por el contrario soltó suavemente su garganta y volvió a tomar su barbilla con el dedo índice y el pulgar, inclinando su cabeza en un ángulo doloroso, sus ojos despidiéndose del dorado y volviendo a ese tono grisáceo que se asemejaba mucho a la luna.
— ¿Eso es lo que quieres? —preguntó suavemente.
—Sí.
Ni siquiera lo pensó porque eso era lo que quería, cansado de ocultarlo, de decirse a sí mismo que era una simple atracción mientras su lobo se volvía loco con la idea de Chan oliendo a alguien más.
—Tus deseos son órdenes, cariño.
Jeongin sonrió, triunfante, cerrando los ojos cuando los labios de Chan al fin presionaron con los suyos en un beso intenso, casi violento. Sintió que volvía a sujetarle de la garganta con delicadeza para mantenerlo en su lugar, sus bocas moviéndose con frenesí, lenguas entrelazadas, jadeos y gemidos llenando el bosque como los únicos sonidos que eran capaces de escuchar.
Movió sus manos para poder sujetarse a sus hombros canon Chan presionó todo su cuerpo contra él, su aroma ahogándolo pero feliz de morir en ese momento. Los dedos de sus pies se retorcieron dentro de los zapatos, los de sus manos tiraron de la tela que cubría sus hombros, fuegos artificiales encendiéndose detrás de sus párpados cuando sintió a Chan tomar su rodilla y alzarla para que su pierna le envolviera la cintura, presionándolo contra el tronco, tan fuerte que no le sorprendería que su silueta quedará marcada ahí.
Chan se apartó un momento de su beso, lamió sus labios entreabiertos, moviendo su cabeza en el ángulo correcto para que Jeongin lo sintiera a la perfección, sus caderas presionando juntas delatando las erecciones a juego que compartían.
—Me haces elegir entre tú y él—gruñó sin aliento, frotando sus caderas contra las de Jeongin—. Mi omega…mi alfa.
Los ojos de Jeongin brillaron, el último candado de su jaula siendo destrozado, sintiendo que al fin tenía el espacio suficiente para estirarse mientras su lobo era liberado, ambos fusionándose, una misma mente, un mismo deseo. El Lobo y Jeongin eran la misma persona y, en sus brazos, tenían todo lo que habían estado buscando.
Con ojos encendidos en luces rojas, movió una de sus manos y la enredó en el cabello de Chan, echando la cabeza hacia atrás mientras sentía los besos del alfa deslizarse por la piel de su garganta, jadeando y siseando ante leves mordiscos y succiones que seguro dejarían morada la piel, tirando con fuerza de su cabello, encontrándose a sí mismo moviendo las caderas al ritmo de Chan.
—Ya no tienes omega—advirtió Jeongin entre jadeos—. Sólo yo, sólo un alfa—tiró con fuerza de su cabello para apartarlo y hacer que le mirara—. Si vuelves a referirte así a Hyunjin, te arranco la garganta.
Chan lo miró fijamente, ojos brillantes, labios hinchados y enrojecidos, había algo de lucha en él, como si las palabras de Jeongin le lastimaran, pero Seungmin estaba en lo cierto. Ninguno de ellos podía tenerlos a ambos, no era justo además que la idea de siempre tener la mitad de uno porque la otra mitad le pertenecía a otro hacía que su alfa se pusiera furioso.
Sin embargo, contra todo pronóstico Chan sonrió, como si las palabras de Jeongin lo satisficiera hasta cierto punto, volviendo a inclinarse para besarlo con ímpetu renovado, sus suaves labios moviéndose con familiaridad contra los suyos, saliva mezclándose mientras sus lenguas iban y venían entre sus bocas.
Sintió que apartaba la mano de su rostro sólo para sentirla presionando contra su erección, sacándole un gemido agudo de sorpresa, rasguñando su hombro y el cuero cabelludo ante tal acción, la pierna que mantenía alrededor de su cintura atrayéndolo más cerca, la mano de Chan frotando con fuerza su erección a través de la ropa, Jeongin comenzando ser consciente de la humedad que le empapaba y, si seguía así, notarían una mancha en sus pantalones.
Como si pudiera leerle el pensamiento, Chan soltó su pierna y se dejó caer de rodillas con un fluido movimiento, sus manos posándose con suavidad en la cintura de Jeongin mientras miraba hacia arriba con grandes ojos brillantes, contemplaban al cobrizo como si no pudiera imaginar a alguien mejor. No recordaba ser deseado con esa intensidad antes, incluso si sólo era por la novedad de su presencia.
El deseo que emanaba de Chan era abrumador, la lujuria llenando su sistema, ardiendo y asentándose en su paladar como una mezcla azucarada de chocolate intenso y un leve rastro de tabaco. Y había miles de razones que deberían de haberle hecho detenerlo, en especial cuando se había repetido hasta el cansancio que no le gustaba de esa manera. No obstante, su lobo parecía libre al fin así que sus deseos ahora eran de ambos, y la llama ardiente de su deseo carnal lanzaba llamaradas con el nombre de Chan.
Así que prefirió quedarse callado mientras Chan, sin quitarle los ojos de encima, tomaba el resorte de su pantalón y el borde de su ropa interior, bajando con lentitud por sus piernas hasta que la ropa se quedó aglomerada alrededor de sus tobillos, Jeongin siseando cuando una suave brisa fresca cosquilleó en la piel sensible de su pene, viendo cómo su miembro se alzaba orgulloso y húmedo contra el rostro de Chan.
—Me deseas tanto que ya no tiene caso que mientas—se mofó el alfa de cabello azul, inclinándose y dando un pequeño mordisco en la piel sensible de su muslo, provocándole un espasmo y un pequeño siseo—. Dices que soy tuyo porque odias admitir que hace tiempo que eres mío—prosiguió, besando y succionando un moretón en el otro muslo.
—No lo soy—jadeó Jeongin, sus dedos aferrándose a mechones de cabello azul.
Sintió la sonrisa de Chan contra la piel interna de su muslo, suspirando mientras dejaba pequeños besos hasta la unión de sus piernas, al punta de su nariz tocando sus testículos, su lengua lamiendo y succionando. Jeongin se encorvó sobre sí mismo ante la sensación, su glande escurriendo más líquido que se deslizaba como gotas perladas por todo lo largo de su miembro y que Chan se apresuró a limpiar como si de una paleta helada se tratara.
—Eres mío, Jeongin—repitió con la voz enronquecida
—No—susurró, tan débil como su certeza.
La mano de Chan envolvió la base de su erección y la dirigió por la piel de su mejilla, barbilla, el contorno de sus labios, dejando un rastro de humedad a su paso que hizo a Jeongin gruir de apreciación al ver su propio semen manchar la piel pálida de Chan.
—Eres mío—volvió a decir, esta vez con más firmeza—. Y ahora que te he encontrado, sólo muerto te dejaré ir.
Entonces abrió la boca y sacó la lengua, dirigiendo la punta de su pene hasta que descansó contra ella, frotándola un par de segundos antes de llevársela a la boca y comenzar a chupar. Jeongin gimió con los dientes apretados, aferrándose con fuerza a cada parte de Chan que podía desde su posición, echando la cabeza hacia atrás y golpeándose con el tronco.
La calidez y la humedad, sentía la lengua del alfa envolverlo, acunarlo, movía su cabeza a un ritmo constante, la saliva deslizándose por toda su longitud hasta humedecerle por completo. Chan se alejaba de vez en cuando para respirar y limpiar con la lengua el excedente, sólo para casi enseguida escupirle en la punta y volver a llevársela a la boca.
Jeongin volvió a mirarlo, mechones de cabello despeinado cayendo por su rostro mientras sus ojos oscuros se encontraban con los de Chan llenos de lágrimas, los labios estirados a su alrededor, rostro enrojecido y húmedo, luciendo como toda una fantasía mientras las feromonas que emanaba hacían que Jeongin sintiera la piel cubierta de sudor, ardiendo, miles de llamas en la piel ante cada respiración superficial.
Sujetó con fuerza su cabeza con ambas manos y movió ligeramente las caderas, jadeando con cierta satisfacción cuando lo escuchó atragantarse, casi esperando que Chan lo sujetara con más fuerza para detener sus embestidas. Sin embargo, Chan pareció bastante satisfecho con sus acciones, separando las rodillas levemente, colocándose en una mejor posición antes de llevar ambas manos a su espalda.
No habló, sólo lo miró fijamente, una silenciosa autorización que Jeongin no dudó en tomar, manteniendo su cabeza fuertemente sujeta mientras comenzaba a follarle la garganta, desesperado por alcanzar el clímax, viendo su miembro aparecer y desaparecer dentro de aquella boca. Un alfa prime, el único existente con un G2D tan alto que era más depredador que cualquiera, el trofeo de su madre, su gran secreto, y Jeongin le estaba metiendo la polla en la boca mientras lo tenía de rodillas.
Fue como un relámpago acompañado de su ogasmo, una iluminación mientras se corría con fuerza en la boca de Chan, viendo luces de colores detrás de sus párpados mientras una parte de él gritaba de felicidad porque al parecer todos esos besos en el pasillo, las pequeñas palabras, todo lo que hizo al fin tenía su recompensa.
Tenía a Chan a sus pies, envuelto alrededor de su dedo meñique.
Un alfa Prime dispuesto a cumplirle cada uno de sus deseos.
Ayudó a Chan a levantarse mientras se recargaba contra el árbol sin aliento, abriendo la boca cuando el alfa lo tomó de la barbilla y le escupió parte de su semen directamente en el interior de su boca antes de volver a besarlo, en esta ocasión de forma más acompasada pero no así menos sucia, Jeongin gimiendo al saborearse a sí mismo en la lengua de Chan, estremeciéndose cuando su sensible pene se frotó contra la dureza de éste.
—Ponte de rodillas.
Había cierta oscuridad en la orden de Chan, y Jeongin le gruñó por semejante orden pues era él quien había logrado someter a un alfa prime, pero una sola mirada de Chan hizo que su lobo jadeara, queriendo cumplir cualquier cosa que le pidiera para que fue feliz así que después de subirse los pantalones, como mínimo, cayó sobre sus rodillas en la oscuridad de aquel bosque.
Sentía algunas piedras clavarse contra sus rodillas, la tierra ensuciando sus pantalones, pero al alzar la vista lo único en lo que podía pensar era dorado, tan dorado en medio de la oscuridad.
—Abre la boca.
De manera automática Jeongin obedeció, incluso sacó la lengua. Chan ronroneó, complacido, enredando una mano en el cabello de Jeongin y con la otra deshaciéndose de la ropa para liberar su erección, la saliva del alfa cobrizo espesándose y comenzando a gotear de su lengua al ver entre sombras aquella forma que se alzaba cerca de su rostro, grande, gruesa y húmeda, emanando un fuerte aroma a almizcle, chocolate y tabaco y algo más, siempre algo más.
Chan hizo lo mismo que hace rato, pasó su erección por la frente y las mejillas de Jeongin, dejando un rastro de humedad y aroma a su paso antes de colocar el glande contra su lengua, los dedos alrededor de su cabello tensándose, el cobrizo mirándolo con ojos brillantes, cierta desesperación emanando de él.
Pero Chan no permitió que cerrara los labios alrededor de su polla, por el contrario comenzó a masturbarse mientras mantenía el glande contra la lengua de Jeongin, el líquido preseminal mezclándose con su saliva hasta gotear de manera constante sobre las rodillas de Jeongin, quien intentó mover las manos para tocarlo.
—No, ponlas en tu espalda.
La voz de Chan se sintió un latigazo, pero Jeongin se encontró obedeciendo, dejando que siguiera con lo que hacía, luchdo contra su necesidad de llevárselo a la boca, tragarlo por completo, hipnotizado al ver a Chan echar la cabeza hacia atrás, recortado contra la oscuridad, sus gemidos mezclándolo con los sonidos del bosque, escondiéndose en el dosel de las ramas, formando parte de él.
Cuando Chan se corrió, lo hizo por todo el rostro de Jeongin, quien sólo atinó a cerrar los ojos mientras sentía líquido cálido caer por sus mejillas, frente, nariz y lengua, el aroma intenso del cacao y el tabaco llenando sus pulmones y perfumando su piel, haciéndolo estremecerse.
Logró tragar el que había caído sobre su lengua, jadeando sin aliento mientras Chan volvía a guardarse la polla y caía de rodillas frente a él, limpiando (o más bien embarrando) el semen de su rostro con sus dedos, llevándolos a la boca de Jeongin para que los chupara saboreando el semen salado en su lengua que, a su paso, dejaba un rastro de dulzura y pecado que le hacía inclinarse en búsqueda de más.
Abrió los ojos lentamente, jadeando al sentir la lengua de Cha en su mejilla, limpiando algo que había faltado antes de ir a su oído y contornear la forma con la punta de su nariz, respirando su aroma.
Chocolate, tabaco, café y whiskey.
Libertad, una vida, nubes de tormenta, esperanza.
—Me arrebataste de Hyunjin—susurró Chan en su oído, sentía su sonrisa contra su piel—. Le robaste a un Omega Prime.
Jeongin jadeó, ladeando el rostro para que sus labios se encontraran con los de Chan, suspirando cuando así lo hicieron.
—No creo que fueras suyo si no le importaba compartirte—se mofó, sonriendo con el rostro ruborizado.
— ¿Y tú? —exigió, mirándole fijamente—. ¿Te importa lo suficiente para no compartirme?
Jeongin no respondió, se negaba a hacerlo porque ni él mismo sabía si le importaba tanto que podría ser egoísta y acapararlo por completo, si acaso ese deseo salvaje que explotaba en sus venas también era suyo y no solo del animal que vivía en él.
Chan le contempló un momento antes de alzar una mano, sus garras creciendo en segundos y resultando tan terroríficas que Jeongin tuvo que contener un estremecimiento, mirándolo a los ojos mientras aquel alfa extendía el brazo hacia el abeto con ellos y con un brusco movimiento el aroma a resina llenó sus fosas nasales.
Jeongin se movió para poder contemplar el tronco, notando cuatro zarpazos atravesándolo con profundidad, el tronco sangrando la resina que escurría antes de congelarse.
Sin dar ninguna explicación, Chan tomó una de sus muñecas y colocó su mano con la palma hacia arriba, usando la garra de su pulgar para abrir la piel hasta que la sangre brotó, luciendo negra en medio de la noche.
—Auch.
Se quejó en voz baja, retorciéndose un poco por el dolor, maravillado cuando Chan hizo lo mismo en su propia mano y dejó que la sangre goteara sobre la de Jeongin antes de juntar sus palmas.
—Eso no es muy higiénico—susurró Jeongin, confundido.
Chan seguía sin responder, entrelazó sus dedos y dirigió sus manos a donde estaban las marcas de sus garras, soltándose lo suficiente para que ambos presionaran las palmas sangrantes en donde aquel enorme abeto sangraba resina, el aroma de esta entrelazándose con el de ellos, la madera tal vez tiñéndose de carmesí con la forma de sus manos.
Un poco desconcertado, Jeongin giró el rostro para contemplar a Chan, jadeando cuando éste se inclinó sobre él, sus dedos encontrándose en el tronco, entrelazándose en una promesa que Jeongin no tenía intención de hacer, contemplándose reflejado en los ojos de Chan mientras éste le sonreía, tan grande que sus colmillos relucieron en medio de la noche.
—Ahora, cada vez que pases por este árbol, nos olerás en él y recordarás la noche en la que aceptaste que eras mío—amenazó, voz profunda y oscura que hizo a Jeongin jadear, en especial cuando Chan presionó un suave beso en su mejilla—. Y sólo cuando este árbol caiga, te dejaré ir. Ahora me perteneces, Jeongin, y sin importar cuánto amenaces con dejarme, me aseguraré de arrastrarte de regreso.
…
Era entrada la madrugada cuando lo escuchó.
Jeongin intentó ignorarlo, volver a dormirse, pero el sonido fue tan insistente que lo sacó de la cama, con ojos medio cerrados y el cabello apuntando a todas partes, sólo usaba ropa interior ya que aún sentía algo de calor de su paseo nocturno, y era seguro que tenía marcas moradas en el cuello y los muslos pero quien estuviera al otro lado de la puerta tendría que soportarlo.
Abrió con brusquedad, sólo entonces registrando el aroma que emanaba del pasillo, parpadeando con violencia para ver a Chan frente a él vistiendo solamente un par de bóxers negros, ojeras marcadas y las rosas perfumando levemente su piel, pero no demasiado para arruinarlo. La visión de su torso desnudo hizo que Jeongin se sintiera despertar, ¿cómo podía desearlo tanto cuando era un desconocido a grandes rasgos? ¿Cómo es que aún podía saborearlo en la lengua sí se aseguró de enjuagarse cinco veces al volver a casa?
— ¿Sucede algo? —preguntó con la voz ronca por el sueño.
Sus manos se aferraban a la puerta, cierta preocupación de que algo hubiera pasado le mantenía alerta, pero el agotamiento era tal que sólo quería volver a la cama a dormir.
—Hyunjin entró en celo.
Las palabras de Chan resonaron en el silencio de la casa, haciendo que Jeongin parpadeara, aún un poco adormilado como para comprender por qué Chan le decía eso sí se puso como loco cuando hizo la broma de ayudarle.
Suspiró, adivinando hacia donde iban sus intenciones. Debió haber sospechado más temprano y no distraerse con el hombre.
—Si quieres que convenza a Seungmin de una vez te digo que no va a funcionar—advirtió, sacudiendo la cabeza en negativa—. Tiene sus motivos, y unos muy válidos, que Hyunjin-
—No es eso—lo interrumpió Chan, su voz con un tono divertido ante sus balbuceos.
Jeongin frunció el ceño, confundido.
— ¿Entonces por qué estás aquí?
—Porque estoy eligiendo.
Todo sueño pareció desaparecer de Jeongin, mirando fijamente aquel rostro frente a su puerta que le estaba diciendo lo que quería escuchar, pero una parte de él no estaba seguro de ello, ¿él de verdad quería que Chan lo eligiera sobre Hyunjin? ¿O sólo quería hacer las cosas más fáciles para Seungmin? ¿Quizá planeaba, de forma inconsciente, una venganza hacia la persona que le quitó a su única familia? No estaba muy seguro, aunque en primera instancia no sonaba tan mal, pero siquiera pensar en utilizar a Chan de esa manera le revolvía el estómago.
Pero en ese momento sólo miró a Chan en silencio, parpadeando mientras él, educadamente, esperaba en el pasillo.
—Yo duermo del lado de la pared—se escuchó decir mientras se hacía a un lado.
Chan bufó una risa mientras lo seguía al interior, ambos acomodándose en aquel colchón en completo silencio, sus aromas volviendo a entrelazarse, siendo absorbidos por las paredes y las sábanas, las cortinas danzando con la fresca brisa de la noche.
—Por cierto—habló Jeongin, acostándose sobre su costado para mirar a Chan en medio de la oscuridad—. Tenemos las muestras casi listas, necesitamos un sujeto de prueba o sangre infectada en al menos tres días.
Aquel hombre imitó su posición y le acarició la mejilla con delicadeza.
—Mandaré a Changbin y Jisung mañana—informó sin siquiera dudarlo.
— ¿En serio?
—Te lo dije. Tus deseos son órdenes—recordó con un guiñó, volviendo a girar para quedar bocarriba—. Ahora, más te vale no acaparar las mantas sino tendré que abrazarte.
—No, gracias, prefiero dormir en el suelo—gruñó, pateando todas las mantas en dirección a Chan antes de acostarse de espaldas a él.
—Sigue diciéndote eso, cariño—se burló a su espalda.
Jeongin cree que le besó el cabello, pero como estaba muy cansado probablemente fue cosa del sueño así que se abrazó a su almohada y se quedó profundamente dormido, respirando la tormenta y el dulzor del hogar.
Notes:
No esperen parejas sanas porque no las habrá, amistades, ME MAMA QUE SEA ASÍ DE INTENSOOOOO (debería de poner una etiqueta al respecto? ay no sé)
De cualquier forma espero que les haya gustado, y la verdad me entusiasmé con el chanin pero no voy a disculparme por eso jsjsjs después de todo es la pareja principal pero espero que esto haya sido de su agrado. La verdad me encantan cada uno de sus comentarios, sólo que a veces no sé cómo responderlos sin que ustedes sientan que no me interesa TT-TT aunque sé que mi falta de respuesta puede interpretarse como que no me importa PERDONEMEEEEE, VOY A INTENTAR RESPONDERLOS MEJOR LO PROMETO
GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita
Chapter 19: Di mi nombre y tal vez te escuche.
Notes:
Holi, ¿me extrañaron? Yo sé que no jeje
ADVERTENCIA: Mención de actividad sexual en menores? (SPOILER, Hyunjin dice que su primer celo fue a los 16 y lo pasó con Chan)OTRA ADVERTENCIA, Agregué algunas etiquetas por si quieren echarle otro vistazo
Quiero dejar en claro que la mitad de esto ha salido de mi etapa de ovulación combinada con mi aversión al contacto humano por lo que me veo en la necesidad de escribir cochinadas en los fics para desahogarme, una disculpa
También, el cap empieza momentos antes de que Chan fuera a la habitación de Jeongin
De momento es todo, pasen a leer <3
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Chapter Text

Lo sintió mientras dormía, deslizándose suavemente como serpientes entre sus sueños, llenando sus vías respiratorias de un aroma tan empalagoso y ardiente que le asfixió, despertándose de forma brusca.
Chan se incorporó empapado de sudor, mirando alrededor antes de distinguir la silueta profundamente dormida de Hyunjin a su lado; mantenía ese perro de peluche sujeto con fuerza contra su pecho, respiraba con dificultad y su cabello se adhería como algas en la piel húmeda de su garganta.
El celo de Hyunjin se había adelantado.
—Mierda, ¿Hyunjin? —lo llamó, colocándose de rodillas sobre la cama.
Tocó su hombro, sacudiéndolo en espera de despertarlo, tan sólo recibiendo un murmullo de respuesta y a Hyunjin ovillándose más sobre sí mismo.
—Hyunnie, despierta, bebé—está vez lo llamó con más delicadeza.
A veces era sorprendente la forma en la que Hyunjin reaccionaba a la amabilidad y las palabras bonitas, después de toda una vida recibiendo una fría cortesía entendía por qué el omega bajaba tan rápido sus defensas ante un poco de decencia humana.
Por lo que sus palabras parecieron atravesar la inconsciencia del pelirrojo, haciéndolo parpadear para salir del sueño, contemplando con ojos nublados el rostro que se alzaba sobre él intentando comprender por qué Chan estaba de rodillas mirándolo con cara de espanto.
— ¿Qué sucede? —su voz sonaba pastosa, profunda, haciendo una mueca de desagrado—. Hace mucho calor, Channie, ¿puedes abrir la ventana?
—Es tu celo—informó el alfa, apartando con delicadeza los mechones empapados de su frente.
—No llegaría hasta dentro de dos días—balbuceó frunciendo el ceño, delatando su confusión—. Nunca se adelanta, Heejoo ya se habría dado cuenta si soy irregular.
—Deben ser las pastillas que te estás tomando.
Hyunjin suspiró, como si ya estuviera agotado, y giró hasta recostarse sobre su espalda, Chan sentándose en sus tobillos mientras el silencio caía sobre ellos y contemplaba a aquel omega que parecía estremecerse de vez en cuando, tan solo brindando un pequeño consuelo al acariciarle el rostro con delicadeza.
Nunca habían pasado por separado esas cosas, en realidad habían sido el primero del otro, aprendieron juntos el estado más salvaje de su lobo y se hicieron la idea de que sólo ellos podían soportarlo. Tal vez esa sea la razón por la que absolutamente nadie más ha ayudado en su calor, si bien hubo pequeñas excepciones que terminaron en encuentros insatisfactorios, ambos decidieron seguir siendo los únicos en ese ámbito.
No obstante, los llantos desconsolados de Hyunjin y la prohibición que Jeongin había decretado aún sonaban en la cabeza de Chan, encendiendo alarmas de advertencia, brillando detrás de sus párpados cada vez que cerraba los ojos. Todos sus instintos, desde el más superficial al más primario, gritaban que se quedara, que aquel omega (su omega) lo necesitaba, que Hyunjin sufriría si lo dejaba y había prometido que nunca volverían a causarle daño.
La sola idea de lastimar, así sea mínimamente, a Hyunjin aunque fuera con su ausencia hacía que Chan quisiera correr y traer él mismo a Seungmin para que el pelirrojo estuviera contento, quizá había algo de verdad en las palabras de John. Chan lo consentía demasiado.
Sin embargo, bajo todo ese dulzor y ardor, aún podía oler la resina y la sangre, el café y el whiskey entrando en su sistema hasta formar parte de él. La herida aún ardía en la palma de su mano en un constante recordatorio de la promesa que había hecho bajo un abeto, la orden que había recibido por un alfa de ojos oscuros y sonrisa a la que no podía negarse.
—Ya siento los retortijones—jadeó Hyunjin, restregando su mejilla contra la mano de Chan.
Respiraba superficialmente por la boca, todo su cuerpo brillaba tenuemente por el sudor. Chan notó que el peluche que hace unos instantes acunaba contra su pecho ahora era presionado en su vientre de forma inconsciente, como si intentara contener el dolor.
— ¿Qué puedo hacer? —Chan escuchaba su propia desesperación, su aroma agriándose al ver el rostro de Hyunjin desfigurarse por el dolor—. Iré por Seungmin, ni de broma vas a pasar por esto solo.
—No, por favor.
La mano de Hyunjin fue rápida a pesar de las circunstancias, envolviendo con sus húmedos y temblorosos dedos la muñeca de Chan para detenerlo a media acción, mirándolo con ojos desorbitados presa del pánico, un leve destello plateado encendiéndose en ellos delatando que iba en serio.
—No lo hagas—volvió a suplicar—. Está bien, sólo es…es mi útero apuñalándome desde adentro por no meterle una polla—sonrió, moviéndose incómodo en el colchón.
—Hyunjin, nunca has pasado un calor solo—tuvo la amabilidad de recordar—. Tal vez si hablo con él podría convencerlo.
—Channie, no pasa nada—el omega suspiró, colocando un beso en la palma de la mano que acunaba su rostro—. Además, Seungmin es nuevo en la manada y si tú se lo pides te dirá que sí sin dudarlo. No quiero eso.
—Entonces puedo quedarme.
Aquella sugerencia se sintió como un alambre de púas envuelto alrededor de su garganta, un par de garras siendo enterradas en su corazón amenazando con arrancarlo de tajo desde la cavidad de su pecho solo para verlo sangrar en su mano.
Ojos pequeños, una sonrisa que parecía más una advertencia, labios presionando los suyos mientras sus cuerpos parecían fundirse juntos, como si estuvieran hechos el uno para el otro.
Miró a Hyunjin en la cama; lograba distinguir el sonrojo en sus mejillas, notaba su respiración acelerada y se veía reflejado en sus pupilas dilatadas. Olía de maravilla, seguramente volvería loco a Seungmin apenas pudiera distinguir su aroma, tal vez sólo eso necesite para ceder, después de todo Chan sabía que nadie se resistía a su aroma una vez que lo haz captado, pero la culpa de no considerarlo suficiente revolvía su estómago.
— ¿Lo harías? —cuestionó Hyunjin con un suave tono de incredulidad—. ¿En serio lo harías?
Su pregunta no parecía ser una petición sino una aclaración, ¿Chan estaba dispuesto a quedarse? Debería de, ¿no es así?
Hyunjin era lo más importante.
Tenía que cuidarlo sobre todas las cosas.
Compañero.
Amigo. Hermano. Familia.
¿Amor?
Lo olió antes de verlo, era como un gran jardín, o al menos eso creía ya que no lo dejaban salir mucho, pero estaba seguro que a eso olían los arbustos llenos de flores por los que solía caminar con la tía Yang y los guardias.
Cuando le dejaron ingresar a esa habitación que antes lo hacía llorar del miedo fue que lo vio. Él no tenía guardias acompañándolo, la tía Yang se encontraba a su lado con la mano en su hombro y una dulce sonrisa. El niño tendría la misma edad que Chan, o eso parecía, tenía labios gruesos y desgreñado cabello lacio que caía como un flequillo por su frente.
Sus ojos eran tan grises como los del propio Chan, aunque más grandes y brillantes. Era el niño más bonito que había visto…nunca, después de todo nunca ha convivido con niños, siempre rodeado de personas grandes envueltas en sus batas blancas.
—Bien, Hyunjin, no te pongas tímido—tía Yang lo alentó a acercarse, Chan distinguió el movimiento nervioso de las manos de aquel niño, quien intentaba esconder sus dedos en las mangas de su suéter—. Él es Chan y es igual que tú, pero es alfa.
Chan miró fijamente a aquel niño, nervioso, repitiendo hacia sus adentros el nombre de Hyunjin mientras sentía a su lobo despertarse de su aburrimiento al recibir más de cerca aquel aroma. Él era un omega, la tía Yang le había dicho que cuando llegara el momento conocería un compañero igual a él, un omega prime tan fuerte como él, feroz y a quien Chan tendría que cuidar bien.
— ¿Alfa? —aquel niño desconocido repitió, curioso.
Se acercó un poco más, mirando con interés la forma en la que Chan tenía guardias a su alrededor y no doctores como él, ¿por qué Hyunjin no tenía guardias? Si Chan tenía que cuidarlo, entonces debían de ponerle una escolta especial, ¿no es así?
—Sí, Hyunjin, es un alfa—la tía Yang acarició el cabello de Hyunjin y luego miró a Chan fijamente—. Él es tu compañero.
Hyunjin. Compañero. Cuidar. Proteger.
Demasiado dulce.
Muy suave.
Pica en la nariz.
Chan suspiró, su corazón hinchándose bajo las garras que aún lo sujetaban con fuerza. Vio las lágrimas no derramadas de aquellos ojos llenos de tantos sueños imposibles que prometió cumplir, escuchaba sus quejidos la primera vez que lo anudó y como tardaron 15 días en hacer que Chan les permitiera entrar a su nido bajo las promesas de revisar a Hyunjin.
También recuerda sus propios gritos sonando en la habitación, la sangre que corría por su espalda mientras Hyunjin lloraba en la habitación de al lado. Cuidarlo, tenía que cuidarlo, no obstante en ese momento no sabía cómo hacerlo porque por primera vez en mucho tiempo no era él quien podía aliviar su dolor.
—Lo haré si lo pides—susurró, su pulgar limpiando las lágrimas desde las comisuras de sus ojos.
Hyunjin sonrió con labios temblorosos, apretando aún más aquel peluche contra su vientre, y Chan supo su respuesta mucho antes de que siquiera la pronunciara, sintiéndola en los ecos de su mente, así como el débil fantasma de su dolor porque el omega necesitaba a su alfa pero éste estaba a punto de dejarlo.
— ¿Puedes perfumarme un poco antes de irte? —preguntó Hyunjin, su voz sonando seseante debido al dolor de los retortijones—. Me duele menos si te huelo.
Chan ni siquiera lo dudó, volviendo a acostarse a su lado y dejando que Hyunjin se acurrucara en sus brazos. El alfa escondió el rostro en la piel sudorosa de su cuello y se frotó contra ella, intentando perfumar su piel con el intenso aroma a chocolate y tabaco, las manos temblorosas de Hyunjin soltando el peluche a favor de aferrarse a Chan con fuerza, como si temiera verlo desaparecer en cualquier momento.
Te dejaré si lo ayudas.
Chan cerró los ojos con fuerza ante el dolor que le atravesaba con esa simple advertencia, abrazando más fuerte a Hyunjin. Comenzaba a sentir su propio sudor deslizarse por su espalda, el calor golpearlo con fuerza, su cuerpo reaccionando a las feromonas que emanaban del omega en sus brazos, pero su lobo sacudía la cabeza, gruñía mortificado de perder a Jeongin.
Pero Hyunjin estaba sufriendo, Chan tenía que cuidarlo.
— ¿Chan?
— ¿Sí?
—Heejoo se va a dar cuenta que no me anudaste—sollozó contra su pecho, temblando—. Pero no quiero que tú te quedes.
—Lo arreglaremos, no te preocupes.
—Ojalá pudiera dejarte ir tan fácil como tú a mí.
— ¿De qué hablas? —Chan se apartó de él y tomó su rostro con ambas manos, obligándolo a mirarlo—. Nunca te dejaré ir, Hyunjin, siempre estaré ahí para cuidarte y darte lo que me pidas. Te amo.
Hyunjin sollozó, cerrando los ojos cuando Chan presionó un beso contra su frente, estremeciéndose contra él cuando otro calambre lo recorrió, y el alfa sintió que lloraba con él porque las palabras, que por años se sintieron una verdad absoluta, actualmente se sentían una mentira a medias, la sombra que antes no estaba ahí en medio de la luz, el dolor de su mano como un recordatorio, una advertencia de que había alguien que llegaría a ser más importante que Hyunjin.
Es una advertencia, Chan. Si lo ayudas, me iré.
Sacudió la cabeza, apretando los dientes. No se irá, nunca lo hará, se asegurará de esconderlo en donde nadie más pueda encontrarlo, lo encontrará así se esconda en el fin del mundo.
Lo había encontrado una vez, volvería a hacerlo.
…
El aroma a rosas lo acompañaba mientras andaba por aquellos pasillos en completo silencio, los ruidos de una casa dormida acompañándolo, su silueta formando parte de las sombras mientras se apresuraba a llegar a esa habitación de puerta azul.
Se abrió mucho antes de siquiera lograra acercarse y de ella se asomó una desgreñada cabellera castaña. Chan disminuyó la velocidad y se detuvo a un palmo de distancia de Jisung, que parecía luchar contra el sueño, su cuerpo en completa tensión mientras custodiaba celosamente la entrada de su habitación.
El aroma a menta y fresa sobresalía de la puerta, tan fuertemente entrelazados que era difícil distinguir los matices de cada uno por separado, pero lo cierto es que desde que los conoció siempre ha sido ahí. Sus aromas resultaban menos atractivos para la mayoría, eran como una zona neutral que usaban de comodín para ese tipo de ocasiones.
Jisung y Minho no se sentían atraídos por las feromonas de un alfa u omega en celo, apenas si se veían afectados por ellas en caso muy precario, y sospechaban que tenía que ver la marca de apareamiento en sus glándulas odoríferas, aunque parecía un marco teórico difícil de comprobar al no tener más referencias que ellos dos, quienes estaban locamente enamorados además de marcados. Chan solía confiar en ellos cuando necesitaban ayuda con este tipo de cosas, usualmente eran los encargados en acercarles comida o agua a quienes se encontraran en rutina.
Pero nunca les había pedido algo así antes.
Jisung estaba ahí de pie en topless, unos desgastados pantalones de deporte caían flojamente por sus caderas, usó sus manos para peinarse el cabello hacia atrás y se cubrió la boca en medio de un bostezo, mirando con confusión a Chan. El Alfa notó como las fosas nasales del castaño se dilataban y su ceño se fruncía al olerlo.
—Te sentí antes de que tocaras—aclaró.
—Necesito hablar contigo.
La clara urgencia que destilaba su voz hizo que el sueño desapareciera de los ojos legañosos de Jisung, quien miró sobre el hombro para asegurarse de que Minho siguiera profundamente dormido antes de emparejar la puerta y salir al pasillo con Chan.
—Apestas a Hyunjin.
—Su celo se adelantó—informó, asintiendo ante la cara de confusión de Jisung—. Sí, lo sé, creo que ha estado algo estresado.
Nadie de la manada sabía que Heejoo le había dado medicamento a Hyunjin para embarazarse y Jisung no sería el primero en enterarse, esas cosas iban a preocuparlos y los necesitaba concentrados en asuntos más importantes. Tenía que mandar a Changbin y a Jisung a explorar las comunas con las que usualmente tienen trato, investigar más los terrenos y los movimientos de los Centinelas, ver los avances de Jeongin y Seungmin con el suero, mantener monitoreo en NOVUS.
Que Heejoo quisiera ser abuela no era algo que ellos necesitaran saber hasta que Hyunjin dé positivo en un examen, y como eso no ha pasado en un año entonces seguiría así.
—Mierda, de acuerdo—asintió Jisung, suspirando—. Hablaré con Changbin, pospondremos cualquier cosa hasta que-
—No lo pasaré con él.
Sus palabras resonaron en el silencio de aquel pasillo, congelando a Jisung y haciendo que éste le mirara como si le hubiera zafado un tornillo. Podía entender de donde venía ya que para él era imperdonable que no estuviera para el celo de Minho siendo éste su omega, Jisung ya le había dicho que verlo soportar el dolor de los calambres y no hacer nada era un tipo de tortura para sí mismo.
A pesar de su historial y el denominado erén de parejas que han tenido, todos saben que el celo/rutina siempre la pasan juntos. El alfa de Chan parecía ser demasiado para el omega promedio y el omega de Hyunjin era tan demandante como un alfa promedio en rutina. Nunca ha existido alguien que pudiera seguirles el ritmo, parecía inconcebible que Chan se parará ante Jisung y declarara que dejaría a Hyunjin solo en su estado más vulnerable.
— ¿Qué
—No ayudaré a Hyunjin—repitió, pasándose la mano por el rostro—. Sólo…hice que se calmara por un rato, pero la segunda ola le pegará en cuestión de horas, quería pedirle a Minho que lo fuera a revisar cuando despierte-
—Espera un momento—Jisung lo interrumpió, alzando la mano para silenciarlo mientras intentaba comprender sus palabras—. ¿Hyunjin va a pasar el celo solo? ¿Está loco? —lo miró, asustado—. ¿Y Seungmin?
—Le dijo que no.
—Oh.
Jisung parecía sorprendido de esa negativa, y siendo honestos Chan también pues había visto por días enteros cómo es que Seungmin se comportaba apenas Hyunjin entraba a la habitación, mirándolo con la adoración que el omega merecía. Podría aceptar que fue esa cercanía lo que le hizo tener menos miedo de su atracción por Jeongin, sopesando la idea de Hyunjin antes de recordarse que eso no era real para ellos.
Pero sus ojos llenos de lágrimas, sus quejidos mientras se aferraba a sus hombros de forma temblorosa y le decía que dolía lo hizo estremecer. Había intentado ayudarlo un poco a superar el dolor inicial pero al final parecía que lo lastimó aún más.
—Pero nunca lo dejas solo—insistió Jisung, mirándolo con extrañeza.
—Él no me quería—admitió, recargándose en la pared—. Lo intenté, ¿bien? Lo anudé una vez para aliviar su dolor pero parecía sufrir más. No me quiere a mí, quiere a Seungmin, pero tampoco quiere que vaya e intente hablar con él.
—Hyunjin nunca se ha comportado así con sus…novios.
—No sé—se encogió de hombros—. ¿Crees que puedas decirle a Minho?
—Claro, sí, le diré—asintió, satisfecho cuando vio a Chan relajarse—. ¿Dónde vas a dormir?
—Con Jeongin.
Su respuesta fue natural, lógica, después de todo su cuerpo zumbaba por ir a reunirse con él, pero pareció hacer que Jisung perdiera la tranquilidad, su aroma se volviera más fuerte, su ceño fruncido mientras contemplaba a Chan.
Jisung solía ser un alfa medianamente tranquilo, en realidad era bastante tímido hasta que entraba en confianza, un fiero protector de los miembros de su manada y receloso de cualquiera que se acercara a Minho. En pocas palabras, Jisung rara vez se enfurecía si la cosa no se relacionaba con Minho, por lo que oler su molestia en ese instante hizo que Chan lo mirara con una ceja alzada, manteniendo el hombro contra la pared pero permitiendo que su aroma dominara sobre el de Jisung.
— ¿Hay algún problema? —cuestionó, la inquietud de que a su segundo al mando no le agradara Jeongin instalándose en su estómago.
—Precisamente quería hablar contigo de él—admitió Jisung, manteniéndose firme a pesar de resultar obvia su intimidación—. ¿No crees que te estás involucrando demasiado con él?
La forma despectiva en la que se dirigía a Jeongin hizo que Chan tuviera que tragarse el gruñido de amenaza que tomó forma en su garganta, tensándose por la pregunta sin entender muy bien el problema.
Todos los miembros de la manada entendían, dentro de lo que cabe, la relación de él y Hyunjin, después de todo ellos no eran como el resto más allá de ser un Prime, por lo que hace mucho que dejaron de tomar importancia a la idea de sentirse atraídos por alguien más.
Podía comprender, hasta cierto punto, el recelo de Jisung ya que él era devoto de su omega, pero anteriormente nunca tomó importancia de las personas con las que Chan intimaba fuera de Hyunjin. Aunque había pasado bastante tiempo desde la última vez que le gustó alguien de esa manera, pero incluso con el terrible desenlace que tuvo, a Jisung jamás le importó.
— ¿Y eso es algo malo? —preguntó con genuino interés.
—Apenas lo conoces y ya lo sigues a todas partes como cachorro abandonado—masculló, como si la idea de ver a su alfa de esa forma le frustrara—. La última vez-
—Él no es como la última vez—Chan lo interrumpió con un gruñido, ojos dorados centelleando en advertencia—. No vuelvas a compararlos.
Sintió cierta satisfacción al ver a Jisung cerrar la boca, pero aún persistía la molestia de sus palabras.
Jeongin era diferente, se sentía diferente para él porque su mera existencia parecía significar el mundo para Chan, amenazando sus propios ideales, difuminando las líneas entre la verdad absoluta y las mentiras blancas que se decía a sí mismo cada mañana.
Claro, aún había mucho que desconocía de él, pero sentía que esos pequeños misterios que lo rodeaban eran parte de lo que le tenía tan obsesionado con él.
—Estás perdiendo el juicio—gruñó Jisung, cruzándose de brazos—. Tú y Hyunjin, ¿vincular a uno de ellos con la manada? Eso era como ponerse la soga al cuello, pero que tú te pongas emocional con alguien que ni siquiera está vinculado es el tiro de gracia.
—Tengo todo controlado.
— ¿Lo tienes? —acusó Jisung, mirándolo furioso—. Porque tenemos a dos alfas desconocidos bajo el mismo techo que un omega prime en celo y tú simplemente dices “que Minho lo cuide” como si Hyunjin fuera cualquier cosa y no tu-
—No lo digas.
Compañero.
Hyunjin. Hermano. Amigo. ¿Amor? Familia.
Compañero.
—No es lo mismo—continuó intentando mantener la calma—. Nosotros, ustedes, incluidos ellos, no somos lo mismo, Jisung.
—No parece, ¿sabes cómo te estás comportando? Como yo cuando vi a Minho por primera vez.
Sus palabras hicieron que Chan lo mirara con el corazón en un puño, sintiéndolas como un cubetazo de agua helada sobre su cabeza.
Él huele a bosque.
La desesperación de Hyunjin pareció resurgir de sus pensamientos, recordando lo ridículas que sintió sus palabras porque ellos no eran así; no tenían acceso a los misterios y la magia de los compañeros. Siempre juntos, siempre con el otro, hechos para encajar de forma metafísica pues tenían un lazo sin necesidad de marca.
Pero la inocente comparación de Jisung hizo que el pánico estallara en su pecho, una risa histérica burbujeando en su interior amenazando con emanar de su boca.
Jeongin, con sus ojos oscuros y ese rostro cincelado en piedra, con un cabello tan rebelde que parecía tener su propia personalidad y una sonrisa que le provocaban ganas de aullar. Su Jeongin, quien con su silencio hizo de Chan un mendigo de su voz y su presencia, cuyos ojos se encontraba buscando apenas entraba a la habitación y a cuyos labios se había vuelto adicto.
Miró hacia abajo, hacia el tosco vendaje en una de sus manos y la convirtió en un apretado puño hasta que el dolor de la herida lo hizo jadear.
—No sé a qué te refieres—mintió de forma descarada, intentando salirse por la tangente.
—Para ser alguien tan familiarizado con su lobo, parece que no lo escuchas como es debido.
—Jeongin sólo es el alfa con el que me estoy acostando ahora.
Jisung alzó una ceja, burlesco, recargándose junto a Chan mientras también cruzaba los brazos y le contemplaba con una clara expresión burlona.
A veces olvidaba lo bien que Jisung le conocía después de tanto tiempo juntos, no por nada era su segundo al mando, su mejor amigo. El hombre con el que estaba charlando de estas cosas en plena madrugada cuando tenían tantos pendientes.
—Le trajiste supresores cuando los tienes prohibidos—recordó Jisung, alzando una mano para enumerar las cosas que había notado sin que Chan les tomara importancia—. Lo llevas a caminar al bosque todos los días sin falta y siempre regresan apestando al otro, le hiciste un laboratorio como también le hiciste un jardín a Luna, lo besas en los pasillos y siempre huele a ti.
“Lamento ser yo quien te lo diga, pero eres un completo idota si de verdad crees que es un simple alfa con el que te acuestas.
Chan no solía acobardarse ante una discusión, pero las acusaciones de Jisung le sentaban como una patada en el hígado, encendiendo una luz en una habitación a la que no estaba seguro de entrar.
Hace unas horas su lobo había reclamado a Jeongin como suyo, pero el cobrizo no tuvo la misma cortesía con Chan, al menos no tan literalmente, por lo que no podía significar lo que Jisung decía ya que Jeongin no lo veía de la misma forma.
Así que temiendo cuestionarse lo que hasta ahora se encontraba ignorando felizmente, cambió la conversación.
— ¿Qué es esto? ¿Una charla sensibilera sobre quien nos gusta?
—Dime tú. Si quieres puedes trenzarme el cabello mientras te enumero todas las virtudes de Minho—se mofó Jisung, pestañeando violentamente haciendo que Chan riera en voz baja—.Pero, seriamente Chan, no me siento cómodo con ellos en la casa, Hyunjin en celo y Minho cuidándolo.
Como buen alfa de manada, siempre se preocupaba por sus miembros e intentaba arreglar cualquier problema que tuvieran, por lo que la declaración de Jisung hizo que Chan dejará de estar tan a la defensiva y prestará atención a sus preocupaciones.
— ¿Qué es lo que te preocupa?
—No quiero que alguno de ellos ataque a Minho—admitió en voz baja, preocupado—. Sé que no podemos tocar a Jeongin porque es importante, y Luna ya nos amenazó con arrancarnos la cara si le hacemos algo a Seungmin, y te juro que lo cumpliré, pero si uno de ellos ataca a Minho sólo porque estaba con Hyunjin…
No necesitó terminar la frase para que Chan lo entendiera, suspirando profundamente mientras asimilaba sus palabras, estremeciéndose ante la idea de un enfrentamiento entre los miembros que ha jurado proteger y Jeongin.
—No te preocupes, haré algo para que no llegue a eso—lo tranquilizó, sonriendo cuando vio a Jisung bostezar—. Ve a dormir antes de que Minho despierte.
—Buenas noches, Alfa—asintió Jisung, sonriendo antes de volver a ponerse serio—. Pero iba en serio. No te encariñes con alguien a quien no conoces, no quiero que vuelvan a lastimarte.
Chan asintió, extendiendo un brazo para despeinar su ya de por sí alborotado cabello, consolando ante una decisión que Chan ya había tomado desde que dejó el nido de Hyunjin, permitiendo que sus pies lo llevaran a esa habitación que parecía esconder la libertad al otro lado, encerrada a cal y canto para que no la alcanzara, tan cerca y tan lejos.
Pero en esta ocasión le fue concedida porque Chan la eligió sobre las promesas que hizo, sobre lo que se esperaba de él, sobre cuidar y proteger. Eligió ser libre así que cuando tocó de forma apresurada, mandó una suave disculpa a Hyunjin y éste sólo le respondió con tranquilidad.
Habían escogido.
…
Dolía.
No recordaba la última vez que algo le había dolido tanto fuera de NOVUS.
Se ovilló sobre sí mismo respirando aceleradamente por la boca, las sábanas se adhieran como una segunda piel a él picando de forma incómoda, siendo hiperconsciente de su cuerpo y los retortijones que enviaba su vientre hasta provocarle lágrimas.
El nudo de Chan había logrado calmar la primera ola pero ahora dejó su aroma por todo el nido, y aunque anteriormente solía relajarlo ahora lo sentía como un intruso y eso hacía que se entristeciera aún más porque no estaba su alfa, lo habían rechazado.
No era lo suficiente bueno, no era lo que él quería. No olía a compañero para Seungmin pero Hyunjin sentía que quería enterrar las manos en su vientre y lograr sacar su útero si con eso calmaba el dolor.
La almohada comenzaba a empaparse de sudor y llanto, la cama absorbía sus fluidos que salían a chorros de entre sus piernas, sus fosas nasales de dilataban esperando captar el mínimo aroma de un alfa cerca de él que quisiera ayudarlo, que lo llenara de crías. Y un infierno, estaba seguro que la medicina que Heejoo le había dado era lo que empeoraba tanto el celo, nunca se sentía tan necesitado y fuera de sí.
Pero también, nunca lo había pasado solo.
El sonido de la puerta abriéndose lo hizo mirar en esa dirección, gimiendo cuando captó el aroma a fresa y menta. La silueta de Minho se apresuró a llegar a él con rapidez, colocando en el suelo junto a su cama lo que parecía una charola de comida y un paquete que traía bajo el brazo.
Sus manos frías tocando la ardiente piel de Hyunjin se sintieron como una bendición por lo que se permitió cerrar los ojos y sollozar de alivio. Tranquilidad, preocupación, el caramelo y la fresa rodeándolo como una manta haciendo que los calambres se calmaran un poco para que sus pensamientos fueran más allá del dolor y la necesidad de reproducirse.
—Te traje algo de comida—anunció Minho con voz suave—. Necesito que te sientes.
—Duele.
Y no se refería a un ligero dolor en el estómago o a un pequeño retortijón. Hyunjin sentía que su espalda baja se abría, desgarrando el músculo mientras cualquier movimiento haría que su vientre le provocara tanto dolor que podría vomitar, y era por eso que había decidido quedarse hecho un ovillo en su nido, con fluido deslizándose por sus piernas y un peluche de un perro fuertemente apretado contra su pecho.
Entre las lágrimas pareció distinguir la mirada preocupada de Minho.
—Sólo un momento, Hyunnie—suplicó el omega—. Necesitas comer.
Necesitaba un alfa, un nudo. Necesitaba a Seungmin, y aún así no lo tenía así que no siempre podemos tener lo que necesitamos, pero su mal humor solo era producto del dolor y estaba seguro que Jisung jamás le perdonaría si se atrevía a ser grosero con Minho por lo que hizo un intento, usando la fuerza de sus brazos para sentarse en la cama con la sábana cubriendo sus caderas y la sensación pegajosa picando en sus piernas.
—Primero bebe esto—ordenó Minho, dándole un vaso lleno de líquido tinto, casi púrpura, con algunos trozos de fruta flotando—. Te hice jugo de moras, Felix y Changbin cortaron algunas fresas y manzanas así que le puse un poco.
Hyunjin sonrió, tomando el vaso para beber, agradeciendo que las manos de Minho se mantuvieran flotando alrededor por si se le llegaba a derramar algo, la explosión de azúcar dándole vueltas la cabeza mientras una renovada energía parecía circular por sus venas, distrayéndolo del dolor el tiempo suficiente para disfrutar algo tan pequeño como un vaso de jugo de moras.
—Te traje algo de arroz y un poco de estofado, no quiero que te cargues demasiado—anunció Minho, quitándole el vaso de las manos y sustituyéndolo por un cuenco lleno de comida humeante—. Vendré a revisarte más tarde.
—Me voy a morir—se lamentó, comiendo entre lágrimas.
— ¿Nunca has pasado un celo solo?
—No, siempre ha estado Chan.
Minho lo miró con curiosidad y Hyunjin entendía, después de todos las personas contraen la fiebre a diferentes edades pero, por lo general, los primeros celos los pasan en solitario porque les da bastante miedo relacionarse con alguien con su nueva naturaleza, también quizá era porque el celo de la casta omega era lo más parecido a la combinación de las etapas de ovulación y menstruación en las mujeres antes.
No obstante, a Hyunjin nunca le dieron la oportunidad de pasar un celo solo, ni siquiera le preguntaron si así lo quería, lo cierto es que él jamás pensó que fuera una opción porque desde que tiene memoria le explicaron lo que pasaría cuando su cuerpo estuviera listo.
— ¿A qué edad experimentaste tu primer celo? —preguntó Minho con auténtica curiosidad, su ceño fruncido mientras peinaba el cabello lejos de su frente.
—No sé, ¿dieciséis? Creo, no estoy muy seguro.
— ¿Y esa perra te hizo pasarlo con Chan?
—Entenderás que, en aquel entonces, para nosotros era normal—lo tranquilizó, avergonzado mientras revolvía su comida—. Somos lo que somos, como perros.
—No digas eso, son personas—lo reprendió Minho, su voz por lo general frívola teniendo un matiz de tristeza—. Te juro que apenas se me presente una oportunidad, le volaré la cabeza con una bala.
Hyunjin sonrió, mirando con ojos brillantes a Minho. El omega solía decirle que antes de ellos, lo único que ha tenido suyo era la ropa que usaba, que a pesar de todos los problemas que él y Jisung han atravesado, siempre tendría presente que Chan y Hyunjin les salvaron la vida, les permitieron respirar tranquilos después de mucho tiempo.
Y en momentos como ese se daba cuenta de lo afortunado que era de haber encontrado una familia de verdad, no las frívolas batas blancas en un laboratorio, las sonrisas falsas y las agujas en su piel. Ahora tenía risas y abrazos, manos que lo tocaban con amor para cuidarlo y procurarlo, que le preparaban su jugo favorito y le llevaban de comer en su momento más vulnerable.
— ¿Por qué Chan no te está ayudando? —preguntó Minho, tomando el cuenco vacío de las manos de Hyunjin.
—Mi lobo no lo quiere cerca en esta ocasión—informó con un suspiro—. Yo…Seungmin me rechazó y eso parece estar molestando a mi omega.
— ¿Te rechazó?
—Es complicado.
Sus palabras hicieron que Minho bufara una risa, sacudiendo la cabeza con algo de diversión.
—A ti y a Chan les encanta complicarse las cosas—señaló, suspirando—. De cualquier manera, cualquier cosa que necesites te escucho, ¿bien?
—De acuerdo.
Minho acarició con dulzura su rostro, dejando tras de sí una estela de su dulce aroma, la fresa y el caramelo en perfecto equilibrio con un toque de menta, tan dulce que hacía a Hyunjin respirar más tranquilo, tocando los lazos que le pertenecían y enviando el profundo agradecimiento que sentía por él, por el día en que fueron atraídos por sus aromas en medio de una zona peligrosa.
Mientras Minho se levantaba a buscar una toalla, farfullando sobre tener un desastre de ropa regada por el lugar y que más les valía limpiarlo cuando el celo haya terminado, los ojos de Hyunjin fueron atraídos a esa marca que escondía bajo la ropa y que apenas se veía en la base del cuello. Nunca era agradable de ver, es más le provocaba un dolor fantasmal cada vez que Jisung o Minho la mostraban, incluso ambos dijeron que dolió como el infierno días después, pero que una vez que sanó hasta olvidaban que estaba ahí.
Pero en ese momento, donde el fuego parecía incendiar cada una de sus células y sus fluidos eran tantos como si quisieran apagarlo, Hyunjin sintió la garganta desnuda. Llevó una de sus manos a su cuello y lo envolvió ligeramente con los dedos, mirando hacia su regazo con ojos llenos de lágrimas.
Pertenecer a alguien de esa manera, poder sentirlo en tu corazón y que, a la vez, él te sienta. Tenía eso con Chan, claro, pero no era lo mismo, tenía que ser algo más; sentía su dolor como propio, aún recuerda sus gritos y su propio llanto mientras cables monitorear su respuesta a un dolor que no le estaba siendo infligido, sabe que puede llegar a él sin importar que tan lejos estén, pero al mismo tiempo se sentía tan hueco.
Podría vivir sin Chan, muy dentro de sí lo sabía.
—Tienes que mantenerte hidratado—Minho regresó con una toalla para limpiarle el sudor del rostro—. Sólo duele mucho el primer día, y el tercero ya ni siquiera lo sientes así que no te preocupes, cuando menos pienses habrá terminado.
— ¿Cuántos celos has pasado solo?
—Lo suficientes para saber qué hacer—sonrió, pero Hyunjin pudo sentir el dolor detrás de sus palabras, la tristeza que evocaba esos recuerdos antes de que ellos los encontraran—. Eso me recuerda, te traje algo que podría ayudar.
Se volvió a colocar de rodillas junto a la cama y movió el paquete envuelto en papel que había cargado bajo el brazo. Hyunjin, quien ahora se aferraba a la toalla para limpiarse el sudor del pecho, miró con curiosidad la destreza de Minho para lograr extraer algo sin abrir todo el paquete. Un débil aroma a canela cosquilleó en la nariz de Hyunjin, regresandole toda la vitalidad que sintió perdida, enderezándose tan derecho que su espalda pareció protestar.
Sus ojos brillaron platinados, su omega gimiendo desesperado por un pequeño vestigio del alfa que los tenía sufriendo, tomaría cualquier cosa en ese momento siempre que viniera de Seungmin, sin embargo lo que Minho le mostró le hizo parpadear confundido, mirando fijamente el objeto en las manos del castaño y luego a su rostro en espera de encontrar una aclaración.
Era un trozo de madera pulida, tan perfectamente pulida que parecía lisa. En pocas palabras, su forma era fálica, pues no había otro modo de explicarlo, la madera clara se curvaba en la punta, con un grosor bastante decente y un largo aún mejor. Y Minho se la estaba ofreciendo como un salvador, tomándola con ambas manos y brindándosela como si aquella cosa fuera una especie de cura.
— ¿Qué es esto? —preguntó Hyunjin sin hacer el amago de tomarla.
—Esta es mi varita mágica—presentó Minho, tomándola con una mano y agitándola en el aire para dar énfasis.
—Parece más un báculo mágico, Minho, es muy grande para ser una varita.
—Bueno, entiendes el punto—Minho rodó los ojos con fastidió, pegándole en la cabeza con esa cosa antes de dársela—. Jisung la hizo para mí.
—Romántico—Hyunjin farfulló mientras la tomaba como si fuera una especie de serpiente, mirándola desde todos los ángulos—. ¿Por qué me das algo que te dio Jisung? Se va a enojar bastante.
—Me la dio antes de comenzar a salir, y claro mucho antes de que le dejara ayudarme con uno de mis celos—informó Minho, sacando de su bolsillo un par de condones de los que Hyunjin y Chan habían traído hace poco—. Es fácil de usar y ayuda mucho. Hace años que no lo utilizo así que te lo puedo prestar.
— ¿Prestar? —preguntó, confundido, mirando a Minho con algo de espanto cuando le dio los condones—. ¿Qué se supone que voy a hacer con esto?
—Sé lo doloroso que es pasar un celo solo, créeme que lo sufrí bastante, y con el tiempo no se hace más fácil. Tu cuerpo quiere que te preñen, pero tus dedos no son suficientes y si no es el alfa que quieres entonces te va a doler—Minho golpeó con su uña la figura de madera—. No estaba listo para Jisung cuando me lo dio, y me hizo lidiar mejor con las olas de calor, reducía un poco los calambres.
—Espera, ¿esto me lo tengo que…?
—Sí, Hyunjin, eso te lo metes en el culo—Minho lo miró, frustrado—. ¿Nunca te has masturbado o qué?
—No…o bueno, siempre tuve a Chan.
Sus palabras ardían en ambos, mirándose con la tristeza de quien vivió por años en una mentira y quien casi pierde la libertad. Hace bastante que se dieron cuenta de las mentiras de Heejoo, de la realidad perfectamente creada en la que los crió antes de que ellos decidieran que ya no era suficiente. Minho y Jisung les enseñaron a ser más humanos a Chan y Hyunjin, pero había ciertas cosas que no se habían aprendido del todo.
Para ellos, que fueron criados en un enfoque más hacia las necesidades del lobo que las propias, Hyunjin relacionaba su sexualidad con lo que su lobo quería, y cualquier deseo sexual que tenía era satisfecho por Chan porque siempre ha sido así, incluso en NOVUS les permitieron compartir la habitación después de ese primer celo para que “descubrieran” esas cosas juntos, no sin antes recibir una charla sobre el sexo de parte de cientos de doctores. Cuando escaparon y conocieron a más personas, Hyunjin ya se sentía más cómodo consigo mismo, sabía lo que le gustaba y lo que no.
Pero al final siempre estuvo Chan al otro lado de la cama, a una caricia de distancia en medio de la noche, en pleno calor, a un beso antes de fundirse en las sábanas. Hyunjin no sabía lo que era no tenerlo, incluso si no lo deseaba a él y sólo quería el contacto, Chan estuvo ahí para satisfacerlo.
Y Minho, siempre Minho, tomó la mano de Hyunjin y le dio un apretón, dejando que aquella terrorífica figura de madera descansará entre ambos, siendo una pequeña llave que Hyunjin no sabía que necesitaba, la libertad de experimentar su sexualidad consigo mismo, aliviar su dolor, su necesidad, sin depender de nadie.
—No siempre tendremos a alguien a un lado que pueda cumplir nuestros deseos—habló Minho, dándole un apretón a sus manos unidas—. No siempre estará Chan o Seungmin, o cualquier otro alfa, y sufrir ese dolor sólo porque no sabes cómo cuidarte a ti mismo no es justo.
—No sabía—sollozó Hyunjin, avergonzado, mirando hacia abajo permitiendo que mechones de cabello cayeran por su rostro—. Pensé que Chan y yo siempre estaríamos juntos, pero él no…
—Heejoo te hizo creer que sólo debías tener a Chan cuando no es así—lo consoló Minho, suspirando—. No eres diferente a nosotros sólo por ser prime, tú también puedes tener los misterios de la vida.
—Pero nosotros-
—No me interesa—lo interrumpió Minho, tomando el paquete envuelto en papel y colocándolo en la cama, poniendo una mano sobre él mientras miraba directamente a los ojos de Hyunjin—. No me importa de donde vienes ni lo que ella cree, eres una persona y como el resto de nosotros mereces encontrar a tu alma gemela, tu compañero, y no sufrir por ello. Si crees que es Seungmin, está bien, y si no es él no importa. Tú y Chan merecen…merecen encontrar a su Jisung.
Le acarició la mejilla antes de irse, informando que volvería en un rato y que en serio usará la varita mágica, incluso se demoró un par de minutos para explicarle cómo se colocaba el condón antes de desaparecer, dejando a Hyunjin con un extraño calor en el pecho, una pequeña sonrisa en sus labios que le permitía ignorar los calambres de su vientre mientras miraba aquel paquete que le había dejado.
Merecía encontrar un compañero sin importar de dónde venía ni las ideas que le habían hecho creer por años, merecía encontrar a alguien que no dudara en ligar su vida a la suya, que oliera algo más que rosas y miel en él. Suspiró y desenvolvió aquel paquete con curiosidad.
Sus ojos brillaron intensamente, su cuerpo pareció segregar más fluido que se deslizó por sus piernas mientras su propio pene se tensaba.
Era como estar en medio del bosque rodeado de enormes pinos, abetos, robles, podía saborear la resina en la lengua y sentir la tierra húmeda en las manos, había un ligero toque de canela que ardía en su garganta por lo que Hyunjin tomó desesperado aquella sudadera sucia que Minho le había traído y se la llevó al rostro esperando empaparse de aquel aroma, impregnarse la piel, permitir que los árboles crecieran en sus pulmones y los helechos florecieran en sus venas.
Se dejó caer en la cama, sus largas piernas escapando de las sábanas mientras alzaba las rodillas y el vacío en su interior amenazaba con tragárselo porque sólo había un pensamiento con sentido en su cabeza y era la forma en la que sus labios llamaban a Seungmin esperando ser escuchado.
Seungmin. Compañero. Amor. ¿Mío?
Jadeó, manteniendo la tela de aquella sudadera contra su rostro mientras movía una de sus manos en búsqueda de esa varita mágica, sujetándola con firmeza, permitiendo que todo razonamiento escapara por la ventana mientras la idea de él se materializaba detrás de sus párpados, su aroma llenando sus pulmones y el alivio al fin llegando a su cuerpo cuando esa varita mágica lo atravesó.
—Seungmin. Seungmin. Seungmin.
Repitió como una letanía, las cuerdas que lo unían a la manada vibrando hasta que encontró la más brillante, la más cálida, y Hyunjin se aferró a ella esperando que sus súplicas fueran escuchadas.
…
Un calor bochornoso fue lo primero que le despertó seguido de un aroma tan intenso que apenas si podía respirar por lo que Jeongin abrió los ojos de forma brusca, desorientado, intentando incorporarse sin lograrlo.
Se volvió a tumbar un momento, decidiendo que más valía despejarse del sueño antes de comenzar a alucinar cosas, pero una vez que se sintió lo suficiente centrado se dio cuenta que no era producto de un sueño, que había un brazo pasando por su cintura y con la mano presionada fuertemente contra su pecho mientras una pierna estaba entre las suyas perfectamente enlazada.
Sus sentidos se pusieron alerta antes de asimilar el chocolate que le envolvía, relajándose sólo un poco, en especial cuando sintió la profunda respiración de Chan contra la piel de su garganta. El cabrón se le había echado encima mientras dormía.
Biológicamente, los alfas tenían una temperatura elevada sobre el promedio, lo que significaba que Jeongin no solía ser una persona friolenta desde que supo su casta, no obstante podría adivinar que la diferencia que había entre un alfa normal y uno prime provocaba que éste último se sintiera como estar abrazando directamente al sol.
Jeongin se sentía bañado en sudor, ardiendo y no de una manera agradable, eso sin mencionar la fuerza titánica con la que Chan lo estaba sujetando, tan apretado que le cortaba el aliento.
Se removió incómodo, intentando salir de aquel agarre sólo para quedarse congelado cuando un suave beso fue presionado en su nuca, mirando con pánico la ventana que tenía junto al colchón como si las cortinas pudieran ir a salvarlo de lo que fuera que planeaba el alfa en su espalda.
Jeongin intentó mantenerse tranquilo, fingir que seguía dormido, pero sentía la sonrisa de Chan en su cuello, su lengua lamiendo la humedad de su sudor antes de colocar sus labios contra el caparazón de su oreja y mordisquear de forma juguetona.
—Buenos días.
Su voz era profunda, se sentía como una caricia recorriendo su espina dorsal que le hizo estremecer y ladear la cabeza de forma involuntaria para desnudarle el cuello a Chan, quien pareció satisfecho con semejante acción.
—Quítate de encima—se quejó Jeongin, jadeando cuando sintió los labios de Chan succionar la piel de su garganta—. ¡Me estás asfixiando!
Chan se rió, divertido, como si la prematura muerte de Jeongin por asfixia fuera hilarante antes de dejarse caer sobre su espalda, llevándolo consigo hasta que ambos estuvieron contemplando fijamente el techo de la habitación como si fuera lo más interesante del mundo.
A Chan no le tomó demasiado tiempo volver a colocarse sobre su costado para mirarlo, su codo apoyado sobre la almohada y su mano descansando cómodamente contra su mejilla mientras le contemplaba con ojos risueños, como si él fuera la cosa más interesante de su mañana.
Jeongin lo ignoró, al menos al principio, tallándose los ojos con ambas manos, siseando cuando el dolor le hizo recordar la herida que tenía en una de ellas. La apartó lentamente de su cara y volvió a abrir el puño, trazando con delicadeza esa marca roja y con algo de sangre que cruzaba la palma de su mano a la mitad.
Notó de reojo como Chan acercaba su mano hasta sujetar la de Jeongin, su pulgar trazando la misma línea que había marcado la noche anterior, la suya estaba cubierta por un tosco vendaje a diferencia de la de Jeongin. Vio los dedos de Chan recorrer los suyos con delicadeza mientras un rayo de sol se colaba a través de las cortinas, la piel de Chan más pálida que la de Jeongin, sus manos un poco más pequeñas incluso, pero parecían tan firmes que estaba dispuesto a dejar que le sujetara sabiendo que nunca lo dejaría caer.
—Tus manos son pequeñas—Jeongin se sorprendió de su propio comentario, ladeando el rostro para ver la expresión de Chan.
El alfa sonreía un poco, perdido en la forma de sus manos antes de mirarlo al mismo tiempo que sus dedos se entrelazaban, sus ojos luciendo como los de un depredador al ver a Jeongin, una presa que estaba indefensa por lo encantador que resultaba aquel hombre a primera hora de la mañana.
—Encajan con las tuyas—respondió Chan, manteniendo una sonrisa—. Como si fueras hecho para mí.
Jeongin bufó una risa, encontrando irónico que Chan dijera algo así cuando le ha repetido hasta el cansancio que Hyunjin era su compañero, pero a primera hora de la mañana se le hizo fácil ignorar sus palabras.
Sentía el fuerte agarre entre sus dedos y su corazón parecía haber abandonado su pecho sólo para esconderse en la palma de su mano, atrapado en la herida que Chan presionaba, tan cerca de él que podría tomarlo entre sus garras y hacerlo sangrar.
Temiendo de ello, Jeongin dirigió su atención al rostro de Chan, encontrando sus ojos somnolientos mirando con detalle la forma en la que sus manos se entrelazaban. Su rostro poseía un ligero rubor rosado en las mejillas, su cabello parecía un desastre apuntando a todas partes, pero incluso a semejantes horas había algo en él que lo atraía, era más allá de lo físico, quizá la magnética fuerza de su personalidad tirando de Jeongin como si fuera un pedazo de bruto metal.
Estaba bastante entretenido viendo las sombras de la mañana pasar por su rostro que su corazón dio un pequeño sobresalto cuando aquel alfa lo miró, notando sus labios curvarse en una sonrisa depredadora que le advirtió del peligro a Jeongin.
— ¿Ves algo que te guste? —la voz de Chan sonaba cadenciosa, un ronroneo placentero que vibró en los huesos de Jeongin.
—Definamos gustar—bufó el cobrizo—. Porque si por “gustar” te refieres a querer arrancarte la cara, entonces me gusta bastante lo que veo.
El aroma de Chan se volvió picante, el humo envolviendo a un cremoso chocolate que se asentó en el paladar de Jeongin y por un momento nubló su visión, jadeando cuando Chan tiró de sus manos entrelazadas hasta colocarlas por encima de su cabeza, presionándolas contra la almohada.
Con un suave movimiento casi felino, Chan se encontraba sobre Jeongin, las piernas del cobrizo haciéndole espacio entre ellas y ambos brazos estirados sobre su cabeza.
— ¿Sabes que puedo olerlo? —murmuró Chan alzándose sobre Jeongin, una perezosa sonrisa en sus labios mientras sus ojos parecían oscurecerse—. Sigues negándolo, pero tu lobo no piensa igual.
Jeongin abrió los labios, una silenciosa invitación mientras alzaba una ceja, desafiante.
—Quizá mi lobo deba mejorar sus estándares y no conformarse con tan poco.
— ¿Eso crees?
—He tenido tu polla en la lengua, no es gran cosa.
Mentía, definitivamente era gran cosa lo que le colgaba entre las piernas a Chan, pero Jeongin sintió cierta satisfacción al ver, y oler, la molestia del alfa. Sin embargo, esa satisfacción le duró muy poco cuando Chan movió las caderas, su prominente erección presionando contra la de Jeongin, sacándole un gemido involuntario que le hizo tirar del agarre en sus manos sólo para que Chan las apretara con más fuerza.
— ¿Decías? —se mofó aquel estúpido alfa de polla grande.
Sus caderas siguieron frotándose juntas enviando llamaradas por su vientre que le hicieron gemir echando la cabeza hacia atrás, exponiendo toda la curva de su garganta mientras sus sentidos se embriagaban del aroma que le envolvía y todo su ser brillaba con las sensaciones que le recorrían. Tiraba con fuerza del agarre en sus manos mientras Chan aceleró sus movimientos, la cama emitiendo un débil rechinido que acompañaba sus aceleradas respiraciones.
Sudor se deslizaba por su frente, las sábanas se pegaban de forma incómoda a la piel de su espalda; se sentía acelerado, caliente en más de un sentido, luchaba por mantener los ojos abiertos pero éstos rodaban hacia atrás cada vez que Chan presionaba con fuerza.
— ¿Ahora no dices nada? —se burló Chan al ver a Jeongin luchar por mantenerse concentrado.
—Te…odio—jadeó entre respiraciones, sus manos aferrándose con fuerza a las de Chan.
—No lo haces—él sonrió, haciendo que notará un par de hoyuelos—. En realidad creo que te gusto, y mucho.
Intentó volver a soltarse, avergonzado de que le resultara tan difícil resistirse a él, odiando cada pequeño gemido que emanaba de su boca y el calor que subía por su rostro. Sentía los dedos de Chan envueltos fuertemente alrededor de sus muñecas, podía apostar a que dejarían marcas y muy dentro de él, quizá en ese lugar donde solía estar su lobo, sentía cierta satisfacción al pensar en una marca en su cuerpo que le recordara a Chan.
Fue en medio de esa pequeña resistencia que sus labios se encontraron, provocando que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Jeongin, sus piernas envolviendo con fuerza las caderas de Chan mientras todo lo que él era parecía explotar en s lengua, llenando todos sus sentidos hasta embriagarlo.
Jadeó al sentir su lengua tocando su labio inferior, permitiendo su entrada al interior de su boca y que se entrelazara con la suya en un beso obsceno que hacía a su saliva deslizarse por su barbilla, los dedos de sus manos apretados con fuerza en puños mientras sus caderas seguían el vaivén de las de Chan.
—Mío.
El lobo de Chan gruñó esas palabras contra sus labios, lamiendo sus dientes e intentando recoger con su lengua los restos de saliva, pero eso sólo empeoraba la humedad en su barbilla.
Jeongin no dijo nada, se negaba a darle una respuesta satisfactoria porque la sentía una mentira. Aún no estaba muy seguro de cómo se sentía al respecto, en especial con Chan siendo tan abierto con sus deseos, con su forma de elegirlo, ¿de verdad Jeongin quería que lo eligiera? ¿Cuando ni siquiera podía admitirse a sí mismo que le gustaba?
No obstante, Chan no parecía muy satisfecho con su silencio, mirando a Jeongin con ojos dorados; no eran como el sol, por el contrario eran más como el oro líquido brillando en su punto de ebullición. Tan calientes, llamando a Jeongin, tirando de él para que desnude su cuello en una señal de sumisión absoluta, que acepte las palabras que se niega a decir.
Frustrado por rendirse tan fácil a él, Jeongin tomó entre sus dientes el labio inferior de Chan y lo mordió con fuerza hasta que el sabor de la sangre explotó en su lengua, satisfecho cuando Chan gruñó.
— ¿A qué estás jugando? —exigió saber el alfa de cabello azul.
En una maniobra bastante caliente, si Jeongin tuviera que admitirlo bajo tortura, el alfa tomó con un sola mano ambas muñecas y con la otra sujetó su barbilla para obligar a mirarlo. Podía ver y sentir sus garras presionando la piel sin perforarla, sentía la increíble fuerza de Chan al someterlo de esa manera y todavía darse el lujo de sonreír.
—Decidiste que frotarte en mí a primera hora de la mañana era necesario, ¿pero soy yo el que está jugando? —se burló sacudiendo la cabeza para liberarse de su agarre, riendo de forma jadeante cuando Chan lo sujetó de la garganta.
—Al menos yo soy sincero con lo que quiero—gruñó con el ceño fruncido—. ¿Pero tú? Actúas como si lo odiaras pero sigues frotándote contra mí.
— ¿Y qué quieres que diga? —inquirió Jeongin, dejando caer la cabeza contra la almohada y enarcando una ceja—. ¿Qué quieres escuchar, Channie?
La burla implícita en su nombre, la forma condescendiente en que aquella boca que le obsesionaba articulaba cada letra hizo que Chan mostrará los colmillos.
Tan rápido que no había forma de evitarse, el sonido de una bofetada resonó en la habitación, ardor surcando el rostro de Jeongin, provocando que su cuerpo se tensara mientras cerraba los ojos con fuerza y veía estrellas danzando detrás de sus párpados. Se estremeció por completo, echó la cabeza hacia atrás y gimió antes de caer en cuenta de lo que estaba pasando, abriendo los ojos para encontrarse con los de Chan.
Ambos se quedaron congelados una fracción de segundo, Chan arrodillado entre las piernas de Jeongin con éste acorralado contra la cama, jadeando, su rostro ardiendo y su mejilla hormigueando de dolor pero sus ojos parecían nublados con necesidad, siendo Chan lo único que abarcaban sus dilatadas pupilas.
La mirada del alfa que se alzaba sobre él lo recorrió de arriba abajo, la mano que aún sostenía sus muñecas cerrándose como un torniquete, sus ojos sintiéndose una caricia hasta llegar a su entrepierna, sonriendo tan grande que sus ojos desaparecieron en unas rendijas y esos hoyuelos que citaban su sonrisa se burlaban de Jeongin.
Éste se incorporó todo lo que pudo sólo para contemplar con pánico la enorme mancha húmeda que florecía en sus pantalones. Miró a Chan, quien parecía estar viviendo su mejor momento, y luego los pantalones mojados antes de quejarse y dejar caer la cabeza contra la almohada, sin aliento y con fuegos artificiales en su visión.
Nunca había sentido tanta vergüenza como en aquel momento, ¿en serio se acababa de correr? ¿Chan lo abofeteó y él tuvo un orgasmo instantáneo? Si Seungmin se llegaba a enterar seguro que se reiría de él incluso con 70 años y pérdida parcial de memoria.
—No puede ser posible—se quejó.
Chan se rió entre dientes, lo que pareció ser el último clavo de su ataúd, pero al menos le soltó las manos por lo que Jeongin pudo esconder su vergüenza cubriéndose el rostro.
—Vaya eso fue, woah—las manos de Chan se deslizaron por su torso hasta detenerse en sus caderas—. Sabía que te gustaba intenso, ¿pero esto? —emitió un ronroneo, tirando de sus pantalones hasta bajarlos—. Es como si te hubieran hecho especialmente para mí.
El nombre de Hyunjin se asentó en su lengua, a punto de echarselo en cara, pero cuando abrió la boca para hablar intentando recuperar algo de dignidad lo que salió fue un gemido agudo, sus manos volando lejos de su rostro para aferrarse a mechones azules mientras su espalda se arqueaba fuera de la cama.
Chan se encontraba entre sus piernas, las rodillas de Jeongin en sus anchos hombros, su lengua lamiendo el desastre pegajoso en la parte baja de su vientre sólo para que cerrara los maltratados labios alrededor de su glande y succionara, provocando que Jeongin gritara y sus manos tiraran con fuerza de su cabello.
Sintió sus ojos humedecerse por la sobreestimulación, su mejilla aún ardía por la bofetada, sus muslos apretaban con fuerza la cabeza de Chan mientras se obligaba a sí mismo a mantener las súplicas al límite; lo veía lamer, chupar con fuerza y atragantarse con su polla hasta que volvió a estar erecta.
—No importa cuánto te resistas—murmuró Chan articulando cada palabra contra su piel, recorriendo su erección desde la punta hasta la base—. Tu cuerpo siempre me dirá la verdad.
Jeongin siseó, llevando una mano a la espalda de Chan para clavarle las uñas cuando lo sintió succionar con fuerza un costado de su erección; sus dientes rozando la piel, su lengua lamiendo la zona antes de soltarlo, satisfecho.
¿El hijo de puta acababa de dejarle una marca en la polla? ¿Siquiera eso se podía? Por la sonrisa satisfecha en su rostro, parecía que sí.
—Cabrón—gruñó.
Chan se rió entre dientes, incorporándose y apartando las piernas de Jeongin de sus hombros, haciendo que el cobrizo notara su erección presionando contra la tela de sus bóxers. Sintió a su lobo gruñir de apreciación cuando vio al peliazul bajarse la única prenda que lo cubría, mostrando en toda su gloria aquella polla rosada, húmeda, se curvaba ligeramente hacia arriba y era tan gruesa que Jeongin sólo podía envolverla con toda su mano y sus dedos apenas se tocarían. Definitivamente era un Alfa Prime.
Pasó la lengua por el labio inferior antes de morderlo, su aroma endulzando al ver las prominentes venas resaltar en su piel, las manos firmes tirando de la ropa mientras más piel era descubierta y Jeongin sentía la saliva acomularse en su boca.
—Prefiero los apodos más dulces—Chan se burló mientras deslizaba la prenda por sus rodillas hasta lograr quitarla y lanzarla a alguna parte de la habitación—. Ya sabes, cosas como cariño, bebé, cielito.
— ¿Idiota no te gusta? ¿Qué tal hijo de puta?
—Pero bebé pan—la voz de Chan se volvió aguda y quejumbrosa, pero la forma en la que volvió a entrelazar sus dedos para colocar sus manos contra la almohada fue depredadora, su aroma tomando matices juguetones—. Hieres mi corazón, mi pequeña tacita de café.
—Pequeña tienes la polla.
— ¿Te parece?
Movió las caderas haciendo que sus erecciones desnudas se frotara, Jeongin sintiendo la humedad, el calor, sus ojos rodando en sus cuencas, su boca abriéndose en un silencioso gemido mientras Chan se alzaba sobre él con una expresión de suficiencia, presionando con más fuerza sus manos contra las almohadas usándolas como palanca para moverse.
Sentía el lío pegajoso que dejaban ambas pollas en su vientre, jadeaba de forma desesperada, sus propias caderas alzándose en su búsqueda mientras un segundo orgasmo tomaba forma dentro de él. Chan besaba su cuello, lo mordía y succionaba, sus manos mantenían un fuerte agarre, la cama protestaba pero era su aroma lo que estaba volviendo loco a Jeongin.
Tan dulce como el chocolate derretido, empalagoso con el ligero toque terroso y salvaje que daba el tabaco, ardiendo en sus pulmones, penetrando en sus poros como una especie de gas tóxico que envenenaba su sistema y lo volvía un adicto.
—Tal vez pueda metértela sin prepararte si es tan pequeña—tarareó Chan, sujetando una mano las muñecas de Jeongin y llevando la otra a su erección para dirigirla a su entrada—. Follarte y anudarte, seguro que eso es todo lo que necesitas.
Los ojos de Jeongin se encendieron y bramó en respuesta mostrándole los colmillos, el dolor de otra bofetada le cruzó el rostro, pero su gemido sonó más fuerte y sintió su propia erección temblar mientras emanaba más líquido preseminal.
En otras circunstancias se habría enfurecido de recibir semejante trato, pero en ese momento estaba pensando más con el pene que con el cerebro por lo que sus piernas temblaron cuando la punta roma de la erección de Chan presionó contra su entrada, su alfa gruñendo y tirando del agarre en sus manos mientras Chan usaba su mano libre para masturbarlo.
—Chan, me voy-ah. Espera, espera, me-
—¿Ya no gruñes? —Chan aceleró sus movimientos, sus caderas imitándolo mientras su polla presionaba contra su entrada sin llegar a penetrar—. Apenas te hacen cosquillas en la polla y ya eres un buen cachorrito, ¿no es así?
Desesperado, Jeongin se retorció en la cama intentando escapar de su agarre sin éxito alguno, ojos llorosos y el cuerpo en tensión.
—Por favor, por favor. Por favor.
—Di que eres mío—la mano de Chan se envolvió en la base de su erección, apretándole con fuerza suficiente para detener su orgasmo—. Que nadie volverá a ponerte la mano encima, que soy tu alfa.
Temblando y bañado en sudor, mirando con ojos llorosos a Chan, Jeongin frunció el ceño con clara molestia, luchando por recuperar la respiración antes de hablar.
—Muérdeme, idiota.
—Oh, cariño, sólo tenías que pedirlo.
…
Jadeaban satisfechos, sus piernas entrelazadas de tal manera en que era difícil decidir dónde terminaba uno y comenzaba el otro.
El olor almizclado del semen combinado con sus propios aromas perfumaban las sábanas, Jeongin pasaba con suavidad la yema de los dedos por la pierna que estaba enganchada a la altura de su cadera hasta la curva de aquel redondeado trasero, apretándolo antes de regresar a la rodilla y repitiendo la acción.
Era tarde por la mañana, el sol se alzaba al otro lado de la ventana y ardía sobre la espalda de Jeongin, sentía las manos de Chan entrelazadas en su cabello y tiraba de vez en cuando de los mechones, sonriendo contra la boca del otro. Era ardiente, todos sus deseos cumplidos, una necesidad primaria de tenerlo tan cerca después de que lo hiciera correrse. Seguramente tenía la silueta de su mano marcada en el rostro de la misma forma en la que la espalda de Chan estaba surcada por marcas rojizas, pero sentía cierto tipo de satisfacción primitiva ante esa idea.
El lobo en su interior parecía saciado, feliz, en armonía con Jeongin, ya no se sentía como una infección y parecía más un sentimiento, como si todo lo que no se pudiera permitir sentir al fin fuera canalizado y su lobo estuviera diciéndole que era suyo, que podía tener cualquier cosa que deseaba ¿quién dictaba lo que Jeongin merecía o no? ¿Su madre? ¿Sus propios límites?
Se apartó apenas un momento para respirar y sacó la lengua, Chan se apresuró a envolverla con sus labios y chuparla antes de volver a besarse. Sentía una de sus manos soltar su cabello a favor de acunar con delicadeza su rostro y Jeongin sólo pudo pellizcar con más fuera la piel de su trasero, aferrándose al dolor de que aquello sólo era algo físico y más le valía no estar desarrollando sentimientos más complicados por su secuestrador que el único con Síndrome de Estocolmo era Seungmin.
Alzó el brazo y dejó caer con fuerza la mano contra la piel de Chan, el sonido de bofetada sonando por la habitación pero lo único que recibió fue una sonrisa contra sus labios y las caderas que presionaban contra la suya contoneándose de forma tentadora. Y fue inevitable reírse, divertido, mientras volvía a darle otra palmada con tal fuerza que hizo gemir a Chan.
— ¿Te gusta eso? —preguntó con auténtica curiosidad, apartándose lo suficiente para mirarlo.
—Te lo dije, cariño—asintió Chan, lamiendo sus labios—. Hecho especialmente para mí.
Jeongin lo miró en silencio unos segundos, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras sus aromas entrelazados parecían volverse uno a tal punto que era difícil distinguir los matices del otro; contemplaba su propio reflejo en los ojos grisáceos de Chan preguntándose ¿era posible aquello? ¿Podía tener eso con él?
Encajaban, eso sin duda era bastante obvio, pero al mismo tiempo sentía que había una delgada pared de hielo entre ambos que hacía a Jeongin mirarlo con sospecha. Atraído por todo lo que él era, maravillado por cada cosa que le conformaba, receloso de sus ideas y sus propósitos, odiando la forma en la que lo mantenía cautivo pero adorando estar cerca de él. Era confuso y abrumador, pero era más de lo que había sentido por alguien en toda una vida.
Sin embargo, ¿cuánto era suyo y cuánto una reacción de su casta? Después de todo nunca había conocido a alguien como él, sería natural que se sintiera abrumado ante la presencia de un alfa mucho más fuerte que él, y aún así se encontraba volviendo una y otra vez, desnudando el cuello con una sola mirada, alzando los labios y esperando su beso cada vez que lo tomaba de la cintura.
Apartó con lentitud la mano de su trasero y la llevó a su rostro, pasando su pulgar por sus maltratados labios, sintiendo su aliento cosquillear en la yema de su dedo mientras los ojos de Chan se encendían en luces doradas, su lobo llamando a Jeongin, guiándolo al lugar donde podría pertenecer.
—Ah, carajo.
Una tercera voz pareció reventar su burbuja, ambos mirando sobre el hombro de Chan sólo para ver a Seungmin volviendo a cerrar la puerta.
— ¡Seungmin! —gritó Jeongin, presa del pánico.
Se sentó en el colchón y miró alrededor buscando las sábanas para cubrirse mientras Chan suspiraba de forma fastidiada y se dejaba caer sobre su espalda, brazos detrás de su cabeza y mostrando toda su gloria desnuda en la cama.
— ¡Entra! —ordenó sin más.
— ¿Estás loco? —gruñó Jeongin, presionando las sábanas contra el pecho—. ¡Y tápate o algo! ¡Lo vas a traumar!
—Traumado ya estoy—Seungmin volvió a abrir la puerta, en esta ocasión una de sus manos cubría sus ojos mientras la otra se mantenía estirada al frente en un intento de ser su guía—. Claro que ver a mi mejor amigo follar con nuestro secuestrador no era algo que quisiera añadir a mi larga lista de traumas. Uff, cómo huele aquí.
—No estábamos follando—intentó defenderse Jeongin.
—Aún—completo Chan.
Jeongin alcanzó una de las almohadas y lo golpeó en el pecho a lo que Chan sólo sonrió y le arrebató el objeto, colocándolo detrás de su cabeza para tener más nivel en la cama. Seungmin se detuvo en medio de la habitación, lo más cerca de la cama que se atrevía a estar antes de quitarse la mano de los ojos para ver.
—Okay, no debí ver nada de eso—Seungmin volvió a cerrar los ojos—. ¿Podrías vestirte o algo? Le sacarás un ojo a alguien con esa cosa.
Jeongin gruñó y le colocó parte de la sábana a la entrepierna de Chan, su lobo ansioso de que alguien más lo viera desnudo pero la parte racional de él sintiéndose frustrado por la poca cooperación del alfa.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó Jeongin, deseoso de sacar a Seungmin de la habitación lo más rápido posible.
— ¿Por qué entras sin llamar a la puerta? —fue el cuestionamiento de Chan—. Eso es de muy mala educación, definitivamente pudimos estar follando.
—No, no pudimos—Jeongin le lanzó una mirada de advertencia que fue respondida con un guiño y un beso—. Idiota.
—Si ya acabaron de coquetear—Seungmin volvió a atraer su atención, de pie frente a ellos pero ahora con una mano cubriendo su nariz—. Me gustaría decir que sólo venía a asegurarme que Jeongin estuviera despierto para desayunar, entré sin llamar porque, repito, es la habitación de Jeongin. Agh, joder, apesta aquí, ¿puedo abrir la ventana? No puedo con tanto sexo nublando mi juicio.
Jeongin asintió, viendo a su amigo correr a la ventana para abrirla de par en par, permitiendo que una brisa fresca entrara a la habitación. Seungmin se quedó de pie junto a la ventana mirándolos con ojos entrecerrados mientras Jeongin se preguntaba qué aspecto tenían.
Desnudos definitivamente, con el cabello despeinado y los labios hinchados, mirando a Chan a su lado, acostado como si fuera el dueño de la habitación, notaba su vientre cubierto de sudor y algunas manchas del semen que no limpiaron, los labios mordidos y el rostro sonrojado. Jeongin gimió pesadamente, cubriéndose el rostro con ambas manos mientras la sábana se convertía en un revoltijo alrededor de sus caderas.
—Interesante lo lejos que pueden llegar las cosas cuando alguien no te gusta—se mofó Seungmin, mirándose las uñas.
—Cállate, ya te dije que no estábamos follando—le gruñó Jeongin, frustrado.
—Ya, pues el panorama dice otra cosa.
—Si hubieras llegado unos quince minutos más tarde, tal vez podrías haber encontrado a Innie rebotando arriba de mi polla—señaló Chan sin dejar su comodidad—. Pero siendo tan oportuno como eres…
—Eso no es algo que yo necesite saber, asqueroso—se quejó Seungmin, gruñendo—. Y puedo ver tu mano en su cara, ¿ya descubriste que le gusta ser maltratado?
— ¡Seungmin, ve a desayunar! —gritó Jeongin, mirándolo con ojos encendidos mientras señalaba la puerta.
Seungmin rodó los ojos con fastidio pero, para sorpresa de Chan, obedeció casi sin rechistar, tan sólo balbuceando sobre amigos malagradecidos que no apreciaban sus intentos de mantenerle con vida por una buena polla y definitivamente iba a recordarle este momento por el resto de sus vidas.
—Espera un segundo—lo detuvo Chan, sus brazos aún detrás de su cabeza, una clara expresión de satisfacción de quien ha tenido el mejor orgasmo de su vida a primera hora de la mañana en su rostro haciendo que Seungmin se detuviera justo a los pies del colchón—. En realidad quería hablar contigo.
— ¿Conmigo?
— ¿Con él? —Jeongin lo miró con sospecha, entrecerrando los ojos.
—No suenen tan sorprendidos. ¿Sigues firme en tu decisión de no ayudar a Hyunjin con su celo?
Jeongin pudo ver a Seungmin tensarse de pies a cabeza, sus manos convirtiéndose en puños mientras los colores parecían desaparecer de su rostro, perdido en sus pensamientos durante un segundo, la tristeza que emanaba de él siendo suficiente para que Jeongin mirara a Chan y le enseñara los colmillos.
Pero aquel estúpido alfa sólo sonrió, estirando un brazo para acarciarle la barbilla de forma juguetona, deslizando su mano hasta envolver una de las muñecas de Jeongin y aferrarse a él.
— ¿Para qué quieres saber? —preguntó Seungmin en respuesta, a la defensiva.
—Curiosidad.
—Que a ti no te importe follar con Jeongin mientras duermes con Hyunjin no significa que todos pensemos que es buena idea.
—Que no estábamos follando—insistió el cobrizo por lo bajo.
—Me alegra que lo veas así—asintió Chan con una sonrisa—. Y respeto tu decisión. Dicho esto, Innie me dijo ayer que necesitarían sujetos de prueba pronto, así que acompañarás a Jisung y Changbin en la expedición para traer lo que necesitan.
— ¿Qué?
Jeongin y Seungmin lo miraron incrédulos, uno más pálido que el otro mientras Chan sólo se quedaba ahí sonriendo como si hubiera dicho la idea más brillante de todas.
—Sólo ustedes saben lo que realmente necesitan, y creo que eres competente en esas cosas—señaló a Seungmin—. Se supone que ambos pasarán por una de las comunas a dejar unas cosas y recoger otras, usualmente voy con ellos pero no puedo ahora, y Felix tiene una misión en específico que no puede posponer, Minho no sale en equipo con Jisung, Hyunjin no va si no voy yo. Me parece que es una buena idea.
— ¿Iré con Changbin y Jisung a un encargo? —repitió Seungmin, incrédulo.
—Sí, deberías ir a decirles, bajaré en un segundo para ayudarles a coordinar.
Seungmin miró una última vez a Jeongin antes de obedecer, saliendo de la habitación en completo silencio y cerrando la puerta detrás de él. Jeongin, por el contrario, sentía la histeria comenzar a tomar forma en su pecho, la ansiedad por separación desapareciendo la felicidad que las endorfinas del orgasmo le provocaron.
—Estás loco—murmuró mientras se soltaba del agarre de Chan.
—No, en realidad estoy perfectamente cuerdo, me hacen exámenes cada mes.
—No era una pregunta, ¡estás loco! ¿Cómo se te ocurre que es buena idea mandar a Seungmin a una misión? —exclamó, colocándose sobre sus rodillas en el colchón y aventándole la sábana a Chan en la cara—. ¡Y solo! ¡La última vez terminamos justo donde estamos!
— ¿En la cama con un sexy alfa que te dio 2 orgasmos antes de desayunar?
— ¡Chan!
—Bien, bien, bien—Chan se incorporó entre risas, sacudiendo la cabeza—. En primer lugar no irá solo, Jisung y Changbin irán con él, así que lo van a supervisar que no se mate a sí mismo por accidente.
—Eso no me está consolando—lo miró, desesperado—. Iré con él.
—Ahora sí podemos hablar de quién está loco.
Se contemplaron en silencio, los ojos de Chan oscureciéndose mientras los de Jeongin se volvían suplicantes, sabiendo que estaban a nada de arrebatarle de forma definitiva lo único que le mantenía cuerdo en aquel lugar.
No era algo nuevo la dependencia que Seungmin y Jeongin tenían con el otro, después de todo ha sido un problema para Heejoo desde que pueden recordar, lo que a grandes rasgos significaba que tenían una especie de ansiedad si tenían que separarse, principalmente por la cantidad de veces que Heejoo había amenazado a Jeongin con mandar lejos a Seungmin si no se comportaba y hacía las cosas como ella quería.
Luego murieron los padres de Seungmin así que éste se aferró a Jeongin temiendo que también muriera, y cuando murió su padre entendió el sentimiento por lo que ambos formaron una codependencia funcional que les complementaba en sus actividades diarias y así su madre no se quejaba de que uno distraía al otro. La situación que actualmente vivían y tomando en cuenta el contexto de que Seungmin ya no formaba parte de él hacía que una separación se volviera más dolorosa.
Miró fijamente a Chan, esperando que se diera cuenta del dolor que podría causarle separarse de Seungmin de forma física, pero éste simplemente le sujetó las muñecas con fuerza, sus manos los grilletes que le recordaban dónde estaba, qué se esperaba de él y que tal vez ese sentimiento burbujeante de hace un rato sólo era producto de la química de su cerebro y no algo real.
—Ya te lo he dicho—habló Chan con esa frustración de quien ha repetido lo mismo hasta el cansancio—. No vas a dejar esta casa si no es conmigo.
—Entonces ve tú—susurró, suplicante—. O llévanos a ambos y deja que Changbin y Jisung se queden.
—Hyunjin está en celo, no puedo irme lejos.
— ¿Por qué haces que Seungmin se vaya entonces?
—Porque Jisung me lo pidió—Chan se encogió de hombros, presionando los labios contra la mejilla de Jeongin.
—Y yo te estoy pidiendo que se quede—repitió con los dientes apretados, apartando el rostro—. O al menos que me dejes ir con él, ¿por favor?
Se miraron a los ojos, esperando volver a sentir esa tranquilidad, ese deseo de que las cosas fueran posibles para ellos. Incluso cuando Chan soltó una de sus manos para acunar su rostro, acariciando con dulzura su pómulo usando el pulgar, mirándolo como si Jeongin fuera todo lo que pudiera desear.
—Cariño, sabes que te daré cualquier cosa que me pidas—su voz era baja, una dulce promesa, el siseo de la serpiente antes de morder—. Pero Seungmin es parte de la manada así que tiene que involucrarse en estas cosas.
— ¿Y yo?
—Tú eres mío, Innie—lo sujetó con firmeza de la barbilla, inclinando su cabeza hacia atrás para alzarse sobre él—. Te quedas donde yo esté—sonrió de tal forma que Jeongin se estremeció—. No debiste amenazarme con irte, cariño, ahora te quedas donde pueda verte.
La mano que aún sujetaba su muñeca se apretó con más fuerza dándole énfasis a sus palabras, el ardor en su mano herida siendo el último candado en su jaula mientras veía su libertad escapar en los ojos de Chan.
—Te odio—susurró esperando que todo lo que sentía fuera transmitido en sus palabras, mirándolo con toda la ira que fue capaz de sentir a pesar de que sus aromas juntos olían de maravilla—. Te juro que te odio.
—Realmente lo crees—se burló Chan, sonriendo—. Pero fui claro anoche, sólo muerto te dejaré ir. Además, me condenaste a ver a mi omega sufrir de dolor sin ayudarlo, ¿no es justo que tú también pongas distancia con Seungmin? Me fastidia lo cercanos que son.
—Al menos yo no me follo a Seungmin—gruñó, zafando su rostro del agarre de Chan.
—No te preocupes cariño, después de hoy definitivamente me estoy acostando sólo contigo—lo besó bruscamente antes de salir de la cama de un salto, estirando los brazos al techo—. Mi Innie, fue hecho para mí—canturreó, buscando sus calzoncillos—. Mi mano en su rostro, la suya en mi trasero.
—Eres un idiota—murmuró, con el ceño fruncido, la ira ardiendo en su pecho—. Prefiero matarme antes de volver a acostarme contigo.
—Uff, tan intenso, tal y como me gusta—Chan le sonrió mientras se ponía la ropa interior, Jeongin mirando su polla balanceándose antes de desaparecer tras la tela—. Y aunque me gustaría seguir estableciendo los límites de lo que nos gusta y lo que no en la cama, debemos desayunar primero. Levanta ese bonito culo que tienes y llévalo a la cocina, ¿no quieres despedirte de Seungmin antes de que se vaya?
Jeongin tomó la almohada y la arrojó por los aires esperando golpear a Chan, pero este ya se deslizaba por la puerta entre risas dejando al alfa cobrizo sumido en su propia ira mientras su corazón latía desbocadamente en su pecho.
Iba a matarlo, pero después de desayunar.
Notes:
Diosmio, Chan me encanta JAJAJAJAJAJS LO SIENTO PERO ESTE TIPO DE RELACIONES SON MIS FAVS EN LA FICCIÓN TT-TT me maman así de tóxicos e intensos pero ya quiero verlo arrastrarse por Innie jsjsjs
Ahora, eso del dildo de madera, TAL VEZ NO SEA POSIBLE, y si lo es podría ser peligroso, pero tengamos en cuenta que es una cosa perfectamente pulida hasta estar lisa, y tal vez culpar a Taylor por sacar Wood y decir que namás ocupaba su rama -.- o algo sí dice la rola knock knock todo madera jsjsjsjs
Sin embargo, espero que haya valido la pena y una disculpa por la demora!! No sé que pasaba conmigo, me sentía muy cansada, pero aquí está y ya casi estamos en el mero drama jeje
GRACIAS POR LEER, les tqm <3 tomen awita

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