Chapter 1: Capítulo 1
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El hada madrina leyó los informes, antes la escuela era demasiado caótica para tener una tarde de sábado en la que pudiera leer los informes.
Antiguamente serían muchos más que esos pobres veinte papeles, habría varios de Beth, sus logros en el club de debate, sus pedidos para participar en los partidos como porrista, sus ideas y sugerencias para que los seres mágicos fueran menos apartados, también habría sobre Dot, el profesor Delay se quejaría hasta el cansancio de que la mitad enano usará los químicos del laboratorio o de que hubiera incendiado por accidente algo.
Leyó con asombro la falta de papeles diciendo que Chloe no había hecho su tarea con alguna mala excusa, la princesa de Charmington fue una alumna excepcional está semana, en cambio, el príncipe Andrew estuvo demasiado distraído está semana, sus profesores hablaron de llamarle la atención varias veces en una misma clase.
El hada madrina suspiró, antes de mirar la silla frente a su escritorio, la silla vacía que James suele usar los fines de semana para acompañarla durante sus lecturas, pero su hijo estaba durmiendo, dormía demasiado y comía poco. Fay deseaba que su pequeño gritará y pataleara, que llorara y maldijera, James solo estaba indiferente, como si nada le afectara.
Pocas hadas habían pasado por lo que él, Fay lo podía reconocer, las pocas hadas que pasaron por ello, tenían siempre el mismo final, sin alas, sin alma, sin vida.
Una parte de ella rogaba que su hijo se pareciera más a Mordred, que tuviera algo de orgullo que lo obligará a mantenerse en pie.
Ojalá todos sus alumnos lo tuvieran, porque ahora, eran demasiado frágiles a sus ojos, Dot estaba dejando todas sus actividades extracurriculares, como si quisiera que le quitarán su beca, Beth faltaba a casi todas sus clases, demasiado ocupada tratando de llegar a ellos, Liu estaba considerando dejar el equipo, era como si cada lectura le dijera que sus alumnos.
Niños que conocía desde que apenas podían dar un paso, niños que se estaban volviendo adultos. La mujer temía que adultos tristes, sin fuerzas, adultos cansados de pelear, como si la traición de los Vks hubiera roto algo.
Debió imaginarlo, era niños criados en paz, era la primera vez que los traicionaban, deseaba que estuvieran mejor de lo que imaginaba.
Dot sentada en su refugio en la biblioteca leyó la última oración de su informe, no le gustaba el final, el señor Hawthorne se quejaría de que la última oración carecía de sentido, supuso que combinaba con el inicio brusco.
Su teléfono sonó, Dot lo ignoró, debía ser su tía Snow, la última semana había llamado todos los días tratando de obligarla a ir a una cita con alguno de los amigos de Flavius.
No sabía cómo explicarle a su tía que se sentía mal con la idea de salir con alguien, no era un momento para citas, debía estar concentrada en cosas más importantes, cómo mantener sus calificaciones o evitar a Heracles.
La mitad enano busco entre sus cosas un borrador, terminó por tirar las cosas sobre la mesa para buscar mejor, en cambio, se encontró con el colgante de Evan. Dot no sabía que podías tener sentimientos tan contradictorios por un objeto hasta que Evan apareció en su vida.
Él había sido un caballero con ella, tal vez al principio fue distante, pero no por eso menos caballeroso, Dot se había enamorado de lo que Evan le había mostrado, sus coqueteos descarados, sus sonrisas de lado, su mirada café intensa, su forma de protegerla de Heracles, sus historias que parecían tan honestas, su toque suave, sus besos, dulces y relajados o ardientes y confiados.
Pero Dot tenía que recordarse que era una farsa, nada de lo que Evan había mostrado fue real, ella no sabía cómo alguien podía fingir sentir tanto por otra persona, cómo se podía jugar de esa forma con otra persona sin sentir remordimiento.
Aún así, ella deseaba haber podido hablar con él, llevaba su colgante a todas partes pero no se atrevía a tocarlo, si Evan fue honesto, con un roce de dedos sabría sin dudar lo mucho que ella anhelaba que volviera.
Juntó sus cosas sabiendo que ahora que su mente estaba en Evan no terminaría su ensayo. Camino por los solitarios pasillos de Auradon Prep, era sábado y la mayoría se encontraba fuera, al menos, Andrew y Beth estaban fuera por asuntos reales.
La mitad enano gritó cuando la empujaron contra una pared, su cabeza rebotó una vez, sintió cómo una mano enorme en su cuello le cortó la respiración por un segundo.
-Te he estado buscando-Dot abrió los ojos aterrada al reconocer la voz-Pensé en que podía divertirme un rato ahora que tu príncipe está en el basurero dónde pertenece-Heracles tenía una gran sonrisa, cómo si la idea de Evan en una celda fuera tan satisfactoria para él que no pudiera evitarlo.
Dot miró a su alrededor buscando una salida, pero el pasillo estaba tan desierto cómo hasta hace cinco minutos, la mano le corta la voz y no puede gritar, pero aún así duda que alguien la ayude, la rubia mira al final del pasillo deseando que Evan cruce el pasillo cómo la primera vez que la salvó.
Dot quiere vomitar ante la mano que recorre su pierna, los dedos sostienen con brusquedad su muslo, con las uñas cortas clavándose en la piel.
Ella patea tratando de alejar a Heracles, que no parece feliz con su acción.
-¡Detente!-grita cuando ella lo golpea en la espinilla-¡Detente! ¡Entiende! Gente como tú nació para servir a personas como yo, nadie va a cambiar eso-Dot tiembla ante las palabras-¡Ni siquiera tu rata de la isla!-
Dot tiembla sintiéndose impotente, podría seguir luchando, gritar, patear, pero Heracles era un semidiós, podía decirle al hada madrina o a su tía Snow pero sería su palabra contra la suya, al final del día, Heracles ganaría, tenía la fuerza, el estatus y el poder.
-¡Dot!-Heracles frunció el ceño ante la voz, Dot rezo a cualquier Dios que quisiera escucharla que fuera Evan-¡Dot! ¡Vamos! ¿Estás por aquí?-La voz se escuchó más cerca y Heracles la soltó.
Dot golpeó el suelo, hizo una mueca ante el dolor y llevó una mano a su cuello, eso dejaría una marca.
-Tienes mucha suerte-dijo Heracles en voz baja-Pero toda la suerte se acaba-con eso se marchó dejando a Dot sola, al menos hasta que Liu cruzó el pasillo gritando su nombre.
-¡Dot! ¡Dot! ¿Dónde estabas? ¡Llevó buscándote todo el día-ella pensó una excusa-¿Estás bien?-
-Biblioteca-responde encogiéndose de hombros antes de pararse con ayuda de Liu.
No por primera vez, se sintió tentada a tocar el regalo de Evan y que él supiera que la necesitaba, no solo porque quería que Heracles la dejara en paz, no solo porque Evan la consolaba como nadie, escuchando sus datos sobre cualquier tema que Dot sacará, no sólo porque quería un beso ardiente de los que te hace estremecer, ni porque deseaba que él le hablara de alquimia, de moda, de la isla, que el la tentara con manzanas, sino porque simplemente lo extrañaba, en momentos así, dónde no sabía a quién recurrir era más obvio.
Pero se encontró descubriendo que la presión en su pecho que la acompañaba todo el día, todas las horas, era porque extrañaba a Evan, pero también porque odiaba lo que Evan le hizo, como la uso, como jugó con ella.
James miró la comida en la charola antes de tirarla a la basura, la comida era de hace tres días, apenas había comido.
Mejor dicho, apenas está comiendo, comería más si no tuviera tantas ganas de vomitar y sintiera como si le estrujaran los órganos.
Volvió a su cama para cubrirse con las mantas, no tenía frío pero tampoco calor, se preguntó si sería una consecuencia.
Tal vez se lo merecía después de lo que pasó en el cumpleaños de Beth, tal vez debió confiar más en Carly o confiar menos, no está seguro.
Porque tuvo que ser Carly, ella debió hechizarlo, eso dijo el rey bestia, Carly lo hechizo junto a los otros Vks para que James tomara la varita, si es así, ¿Por qué le cuesta tanto creerlo? Ellos han mentido desde el primer momento que pisaron Auradon, tiene sentido.
Pero, todos los vieron, Mal estaba destrozado cuando Beth fue herida, eso no puede fingirse o tal vez sí, tal vez los villanos puedan fingir que quieren a alguien.
James suspira hundiéndose en las mantas, nada tiene sentido en este punto, desearía que hubiera un hechizo que lo ayudará.
Aunque aún si hubiera un hechizo, James no podría hacerlo, después de todo perdió su magia.
-Madre-Beth continuó siguiendo a su madre por los pasillos del castillo-¡Tienes que reconocer que esto es injusto!-
Su madre, al igual que la última semana, la sigue ignorando, ella y su padre le han repetido hasta el hartazgo que es un capricho infantil que se le pasará.
-¡Los Vks nos salvaron!-su madre gira a verla con él ceño fruncido.
-No, no lo hicieron-exclama antes de cruzarse de brazos-Te pusieron en un peligro de muerte, tu padre tenía razón, Bethany tenemos problemas más grandes que tú enamoramiento infantil-
-¡Se que tenemos problemas más graves! ¡Debemos encontrar a Maléfica y no sabemos a cuántos villanos más!-Beth suspiró calmando sus nervios-Pero Yen Sid no responde-
-Ese es un problema de verdad-respondió su madre-Bethany, se honesta conmigo, ¿Has hecho algo de lo que tú padre te ha pedido?-
-Claro, todos mis informes están hechos, hice una lista de lugares en los que Maléfica podría encontrarse, además de tener una lista de villanos con los que se sabe ha tenido asociaciones antes-Su madre negó. Beth quiso gritar pero se contuvo, la última semana había trabajado hasta el cansancio, el reino estaba en peligro, un peligro que no podían predecir, solo prepararse dijo su padre.
Pero no era nada de lo que su papá le había pedido, el rey fue claro con lo que Beth debía estar haciendo.
-No voy a volver con Andrew-dijo lo más segura que pudo-No amo a Andrew, es cruel que deba estar con una persona que no solo no amo, sino que me hace infeliz-
-Es cruel que no entiendas los sacrificios que debes hacer como la princesa de Auradon-Beth bajó la cabeza ante las duras palabras de su madre-¿Quieres ver a los Vks?-
-Más que nada-murmuró pensando en Mal.
-¿Qué harías por ellos?-preguntó su madre-¿Qué harías por Mal?-
-Yo-Beth fue interrumpida por su madre.
-Si haces feliz a tu padre, tal vez te deje ver a Mal-Beth miró con asombro a su madre-vuelve con Andrew y tu padre tal vez te deje ver a Mal-
-Mamá, es injusto, la libertad de los Vks no debe depender de con quién salgo-Beth sintió como sus mejillas se sonrojaron por la irá-Haré los sacrificios necesarios por el reino, pero no estoy dispuesta a que mi vida personal sea un juego de la corte, elijo dónde trazar la línea-
-¿Desde cuándo?-la increpó su madre-Hasta hace seis meses estabas más que feliz de dejar que la corte decida tu futuro-
-Eso fue antes-Su madre frunció el ceño molesta.
-Eres nuestra hija, pero siento que no te reconozco, estás ignorando cada sacrificio que hicimos con tu padre en favor de unos villanos-ella hizo una pausa dejando que las palabras la hicieron avergonzarse-Te deje tener está proclamación por miedo a que sea lo único que tuvieras, pero mira las consecuencias, estás actuando como una niña, no como una reina-
-Mamá, yo-la princesa se detuvo, no había mucho que pudiera decir, nada parecía correcto-Lo estoy intentando-
-No basta con intentarlo Bethany, tienes 16 años, compórtate como alguien de tu edad-Beth se sonrojo ante las palabras-Deberías intentar hacer que tú padre se sienta orgulloso, amor-su voz fue más suave-cada elección que hemos tomado ha sido por tu bien, tu futuro, sé que no lo comprendes, pero debes cumplir tu papel-las manos de su madre se apoyaron en sus hombros, un toque cálido pero se sentía tan helado como las montañas de Arendelle.
-¿Una buena esposa?-dijo con amargura, podían hablar de reinar pero eso era solo un chiste, Beth sería la esposa del rey, no la reina, al menos, así se sentía ahora.
-Si, una buena esposa-concedió, antes de dejarla sola.
Beth miró a su madre marchar ¿Qué haría para liberar a Mal? ¿Qué haría por su reino? La verdadera pregunta era ¿Que no haría? Había pasado una semana creyendo que podía convencer al consejo de que estaban cometiendo un error, pero comenzaba a temer que la única forma de que la tomen en cuenta sea con Andrew.
Andrew siguió al sirviente por el pasillo directo al jardín, el castillo de la rosa era enorme, no tan dorado como el castillo de las bestias. Pero rodeado de adornos dorados con rosas en ellos, de pinturas antiguas.
Su mayor atractivo era el jardín de rosales, un jardín amplio con miles de plantas de rosas bien cuidadas por los jardineros. Entre las rosas destacan las mesas de mármol con sillas de hierro acolchadas.
En una de ellas su abuela lo espera para tomar el té, la mujer mayor está sentada junto a Ariana que sonríe cómo si fuera su cumpleaños.
-Buenas tardes, Reina Leah, Princesa Ariana-da una reverencia. Se obliga a recordar el protocolo, no puede romperlo hasta que su abuela le de permiso.
Ella lo mira largamente, antes de asentir.
-Siéntate Andrew-conteniendo un suspiro Andrew toma un lugar frente a su abuela y su prima.
Andrew empieza a servirse el té, si bien es un trabajo para sirvientes, su abuela aprecia la privacidad. Él no es la clase de príncipe que cuestione a sus superiores, menos en estás circunstancias.
-Es hora de que hablemos de tu futuro-Andrew se tensa ante la mirada de su abuela, Ariana a su lado sonríe cómo si fuera una gran celebración-Ahora que la niña de Bestia a perdido credibilidad y respeto, es hora de que te prepares-
-¿Prepararme?-preguntó temeroso de la respuesta.
-¡Exacto! Bethany no tiene nada ahora-dijo Ariana revolviendo con suavidad su té-Después del fiasco de su cumpleaños solo un idiota la coronaria-
Andrew trago saliva mientras sus palmas empezaron a sudar, las secaría en su pantalón si eso no fuera tan impropio.
-Es una gran oportunidad para que tomes el papel que te corresponde-su abuela lo mira con intensidad.
-¿El papel?-Andrew se remueve incómodo en su lugar-Abuela, Beth es la hija del rey Bestia, la heredera legítima-Bethany era la hija del gran rey, por sangre ella debía reinar, aún si era una mujer impulsiva y algo ingenua, era la persona que nació para reinar.
-Es una pobre criatura ingenua, fue engañada por un hada-explicó su abuela.
Andrew pensó en Mal y Beth, había visto la última semana a Beth y como la ausencia de Mal le afectó, parecía tan desesperada por salvarlo, a todos, pero era dolorosamente obvio que ella extrañaba a Mal, que estaba asustada y preocupada. No podía evitar el sentimiento amargo de celos que lo recorría, Beth era su amiga y si esa hada no hubiera aparecido, un día hubiera sido su esposa, aún así, Andrew sentía que Beth nunca se hubiera preocupado por él la mitad de lo que se preocupaba por Mal.
-Además no podemos permitir que una mujerzuela nos gobierne-dijo Ariana-Solo los dioses sabrán si no está contaminada con algo-incluso se estremeció, cómo si pudiera imaginar todas las cosas asquerosas que debía tener Beth.
-Ariana-regaño frustrado, a veces lidiar con Ariana era demasiado.
-Andrew-lo calló su abuela-Ariana tiene razón, esa niña puede portar cualquier clase de enfermedad-la mujer soltó un suspiró-que sea el momento de que tomemos el trono, no significa que debas contagiarte con algo-
-No creo comprender-miró de una a la otra-Si no me caso con Beth ¿Cómo seré el rey de Auradon?-
-Cuando el consejo vote, tontito-respondió Ariana.
-El consejo votará, es casi un hecho que será desheredada, cuando eso pase, tú mi príncipe, serás el candidato perfecto-Andrew miró a su abuela sin creerlo, había pensado como un idiota, que esperaban retomar el compromiso con Beth.
No que su familia deseaba que le clavara un puñal en la espalda a una de sus amigas más antiguas, conocía a Beth desde que tenía la capacidad de recordar, creció a su lado, aprendió a su lado, rió y lloró a su lado, pero eso no valía de nada ahora.
-Además, debemos empezar a planear tu futuro como rey-su abuela continúo hablando ignorando el shock de Andrew-como tu reina, como sabes, no puede ser la niña de Bestia, pensé por un tiempo en la de Charming, pero esa niña no tiene una gota de sangre azul en sus venas-dice antes de acariciar su mejilla con cariño.
-He pensado mucho, pero hasta que lo entendí-su abuela sonríe-la respuesta estuvo frente a mí todo el tiempo-el ceño de Andrew se frunce en confusión.
Su abuela baja su mano de su rostro hasta tomar la suya, luego toma la de Ariana y para su horror, la une.
-¿Qué mejor manera de mostrarle a todos nuestro estatus, que teniendo a dos Rose en el trono?-no puede estar hablando enserio. Por el amor de todos los dioses, Ariana es su prima, comparten sangre, son familia, Andrew está seguro de que va a vomitar.
-Abuela, no creo que-pero es interrumpido por Ariana.
-Andrew, la abuela me lo explicó-dice ella con una sonrisa demasiado brillante-de está forma, seremos la familia más poderosa de Auradon, nadie podría quitarnos el trono-
-Pero, pero, ¡Somos primos!-chilla alejando su mano de Ariana-¡No quiero casarme con Ariana!-
-¡Andrew! ¡¿Cómo te atreves a faltarle el respeto a tu familia de esa forma?!-su abuela se levanta de su lugar-¡Esto es por nosotros! ¡Por ti, por mi, por tu padre, por tu madre, por tu hermana! ¿Y tú solo piensas en lo que quieres? ¿Qué clase de mal agradecido crié? Ni siquiera has pensado en el bien que le hará a tu madre verte en el trono-las palabras se clavaron en él.
Su madre, la mujer que más ha amado y odiado en el mundo, su pobre madre con sus viajes interminables y su deseo de recorrer el mundo más que de criar a su hijo mayor.
-Yo-piensa en los ojos azules de su madre, quizás, si Andrew se sacrifica a sí mismo, ella pase más que unas pocas horas al mes con él-Lo lamento abuela-
Su abuela se relaja, su sonrisa vuelve a ser más maternal con su mirada rebosante de orgullo.
-Sabía que no me fallarías-luego se retira con Ariana siguiendo sus pasos.
Se queda solo en el jardín, con un té frío que ni ha tocado, los pensamientos de él y Ariana lo hacen estremecer, la sola idea de tocarla en ese sentido le hace sentir sucio, asqueroso, como un objeto sin valor. Pero es eso, Andrew es un príncipe obligado a cumplir su deber, se levanta con pasos tambaleantes hasta el baño de los sirvientes.
Es pequeño a comparación del que se encuentra en su habitación, pero no sé atreve a subir las escaleras.
Vomita en el lavabo, vomita su almuerzo, su cena de la noche anterior, vomita hasta que solo es bilis, el olor de su propio vómito le da arcadas y su vista se vuelve borrosa.
Su teléfono lo interrumpe, le toma varios intentos para poder leer el texto.
Debemos hablar, sé que sigues molesto conmigo, pero somos amigos.
Beth
Andrew mira su reflejo, su cabello se ha pegado a su frente por culpa del sudor, sus ojos están rojos y su boca tiene restos de vómito, no parece el caballero que salvará a la princesa, parece un niño que necesita que lo salven.
Con las manos temblorosas escribe una respuesta.
Mañana, Auradon Prep.
Chapter 2: Capítulo 2
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Los guardias estaban parados impasibles frente a la puerta de las mazmorras, Dot tragó saliva antes de ver a Liu que se encogió de hombros, el consejo se estaba reuniendo hoy, está era una oportunidad imperdible.
-No me gusta esto-dijo en un susurro.
-¿Tienes un mejor plan?-preguntó Liu en un susurró-Estoy abierto a sugerencias-
La mitad enano le dió una mirada larga de advertencia, pero no admitió nada, en realidad, no tenía un mejor plan, ni siquiera tenían un plan ahora, solo estaban improvisando y era muy probable que esto terminara en una catástrofe.
Ella caminó con pasos rígidos hasta ellos, se limpió las manos sudadas en el pantalón de jean cuando ambos guardias la miraron expectantes.
-¡Hola!-saludó con toda la emoción que pudo poner en sus palabras, la cuál no fue mucha por que su voz sonó como un graznido asustado-Soy Dot, soy amiga de la princesa Bethany, mi amigo Liu se ha perdido ¿Podrían ayudarme a buscarlo?-los guardias la miraron durante varios segundos evaluando su ropa y aspecto.
-Señorita-él hombre vaciló.
-Desmond-completo con voz temblorosa.
-No es nuestro trabajo vigilar a los amigos de la princesa-aunque por el tono de voz, sin duda quería decirle que era una niña y no era su trabajo ser niñeras.
Dot asintió varias veces.
-Es que pensé que no les gustaría que interrumpiera la reunión del consejo-los guardias la miraron con burla-Porque, sería una verdader lastima que mi amigo, interrumpa la reunión del consejo en la que se encuentran todos los reyes y reinas para discutir el futuro de todos los reinos, en especial, si el rey Bestia se entera que alguien pudo detenerla pero no lo hizo-
Los guardias compartieron una mirada, quizás pensando que tanta razón tenía Dot o que tan peligroso sería un adolescente suelto por el castillo, o en la irá del rey Bestia si alguien lo molestaba en este momento.
-Aunque, no es cómo si el Rey Bestia esté bajo mucho estrés o algo así-dijo fingiendo indiferencia.
-Bien, ¿Dónde está tu amigo, niña?-Dot sonrió para luego caminar por el pasillo guiando a los guardias en la dirección contraria a dónde se encontraba Liu.
-La última vez que lo ví, estaba por aquí-dijo pensando en el lugar más alejado de las mazmorras, necesitaba distraerlos media hora, solo eso, tiempo suficiente para que pudieran verlos.
Beth sonrió cuando los guardias se alejaron lo suficiente para que saliera de su escondite, Liu se acercó corriendo con una expresión de absoluto horror.
-Si nos descubren-dijo él mirando a su alrededor-estaremos muertos-
-No lo creo, tal vez estaremos castigados por mucho tiempo-trató de restarle importancia la princesa, aunque tenía la sensación de que si su padre la encontraba, pasaría más de una noche en el calabozo-Tú solo vigila por si Dot vuelve antes de tiempo-
-Bien-cedió Liu, convencer a Liu y Dot de ayudarla fue difícil. Dot tenía sentimientos contradictorios por Evan, dividida entre lo que sabía, los hechos, algo que para ella era tan fundamental cómo respirar y lo que sentía, Beth no estaba segura de que estaba ganando en el corazón de Dot, si su razón o sus sentimientos, aún así, ella la estaba ayudando, lo que sólo hacía que Beth apreciará más su amistad.
Liu, tenía un problema con su lealtad, se encontraba casi tan dividido cómo Dot. Para Liu la lealtad y el honor eran clave y los Vks los habían traicionado tratando de robar la varita, ella sabía que para él, ésto no sólo era una forma de meterse en problemas, era ayudar a una amiga y ayudar a un grupo de traidores.
La princesa sentía culpa por haberles pedido ayuda, pero tenía que hablar con ellos, asegurarse de que estaban bien y decirles que no los había abandonado, que estaba haciendo todo lo que estaba en su poder para ayudarlos.
Beth inspiró buscando valor, antes de abrir la puerta, un pequeño y oscuro pasillo la espero del otro lado, ella tragó saliva y dió un paso cuando Liu la tomó por el brazo deteniéndola.
-Y Beth-él miró el pasillo con una mirada indescifrable-Ten cuidado-
-Ellos no me lastimaran-Liu la soltó.
-Mi papá suele decir que cuando una persona quiere sobrevivir, hará todo por lograrlo-Ella pensó en el general Shang, uno de los generales de confianza de su padre, un soldado que había visto la guerra de cerca, en palabras de su padre, era un héroe que luchó incansablemente por su pueblo.
Aún así, Beth bajó los escalones con la confianza de que abajo no la esperaban soldados ni prisioneros de guerra. La puerta se cerró detrás de ella, la oscuridad la rodeo, buscó con torpeza en el bolsillo de su vestido amarillo su telefono.
Sus dedos rozaron el fino metal y los alejó cómo si se quemará.
-Debo calmarme-se dijo a sí misma-Estoy siendo paranoica-luego volvió a buscar su teléfono, al hallarlo uso la linterna para iluminar los escalones.
Beth bajó los escalones con el pulso a mil por hora, la ansiedad le carcome la piel con cada escalón, parecían eternos, cómo si por cada escalón que bajará la esperaran diez más.
Hasta que vió una luz iluminando el pasillo, la princesa casi trotó bajando el último tramó de escalones. Las antorchas iluminaban las mazmorras con su fuego, lo que parecían cientos de celdas, una a lado de la otra se extendía frente a ella.
-¿Beth?-Jada sacó la cabeza desde una celda, mientras Beth guardó su teléfono.
-Ya te lo he dicho-la voz de Mal resonó entre las celdas-Está prohibido decir su nombre-
-¿Pueden no pelear por una tontería?-Beth escuchó el suspiro que acompaño las palabras de Evan-Estoy realmente cansado-
-Todos lo estamos-dijo Carly sonando resignada-Pelear no va a ayudarnos-
-No, idiotas-dijo Jada todavía mirando a Beth-Es Beth-los otros tres soltaron un quejido-Beth está aquí-
-Jada, juró que si sigues bromeando con eso, voy a salir de aquí y te voy a-La princesa pareció recuperar la capacidad de hablar al escuchar la amenaza de Mal.
-Hola chicos-dijo interrumpiendo la diatriba de Mal, hubo un momento de silencio, hasta que los otros tres se asomaron desde sus celdas.
Evan y Mal estaban a la izquierda, frente a las celdas de Jada y Carly.
Se acercó a ellos, los villanos la miraron expectantes, todavía con la ropa que usaron en el cumpleaños de Beth, ahora sucia, manchada y con agujeros, Beth pudo distinguir un golpe en el pómulo perfecto de Evan, también que Carly parecía más pequeña de lo normal o que Jada se aferraba a su hiyab con las manos blancas por la fuerza.
Mal, apenas podía asomar la cabeza. A Beth se le cortó el aliento al ver el porque, las esposas de hierro seguían apretando con firmeza sus muñecas quemando su piel constantemente de ellas salían cadenas que lo ataban al suelo, dejando solo el largo suficiente para que pudiera pararse, ir al baño en la celda y dar dos pasos más cerca de los barrotes.
-Dioses-dijo sin aire. Mal frunció el ceño desviando la mirada.
-Se ve peor de lo que es-dijo pero Beth podía sentir el olor a carne quemada que debía ser de las manos de Mal-No llores-
Ella asintió parpadeando con rapidez, no podía llorar frente a ellos, no cuando los que estaban sufriendo eran ellos ¿Qué clase de persona la haría? ¿Cómo podía exigirle a sus amigos consolarla cuando los que estaban en una celda eran ellos?.
-¿Cómo se encuentran?-preguntó aunque sonaba vació-Es una pregunta tonta-reconoció antes de que cualquiera de ellos pudiera responder-
-¡Beth! ¿Qué haces aquí?-Carly se asomó-¿Él rey te dió permiso?-
-El consejo se encuentra reunido en este momento-miró el suelo antes de agregar-No saben cómo encontrar a Maléfica-
-No lo harán, a menos que ella quiera-dijo Mal con expresión imperturbable-Ella no querrá que lo hagan-
-Él consejo no ha decidido que hará-Beth evadió el tema-Están asustados-
-Deberían, Maléfica no es la única que escaparía-reconoció Jada-Espero que los jodidos idiotas del consejo sepan eso-
-Conociendo que villanos pudieron aprovechar esos minutos-Beth se mordió la lengua para evitar decirle a Evan que fue media hora, temía que eso preocupara a los Vks-Ningún lugar es cien por ciento seguro-
Evan jugó con la manga deshilachada de su camisa azul, parecía que tenía la mente en otro lugar.
-¿Dot, ella está?-él carraspeó-¿Ella está bien?-
-Lo mejor que puede en este momento, ha dejado sus actividades extracurriculares y pasa mucho tiempo en la biblioteca-Beth hizo una mueca-No habla demasiado-
-Entiendo-él parecía entender de verdad, no sólo decirlo para dejarla tranquila-Preguntale por algún dato al azar, eso le gusta y no la dejes sola con Heracles-
-Lo haré, no la voy a dejar sola-Evan la miró con agradecimiento e incluso le dió una sonrisa triste. Beth tenía la sensación de que había algo que se estaba perdiendo.
-James despertó ¿Verdad?-Ahora miró a Carly. Jada resopló desde su celda e hizo sonido de besos, que la hicieron reír-¡Jada!-
-Él despertó-interrumpió la pelea que estaba por comenzar. Carly la miró expectante-Físicamente está bien, pero alguien hechizo a James-
-¿Qué?-fue interrumpida por Jada. Evan y Mal compartieron una mirada desde sus lugares.
-¿Quién demonios fue?-gruñó la hija de Cruella cómo un animal, sus ojos cafés casi parecían tener llamas-¿Cómo pudo pasar eso?-
-Yo, no lo sé-Beth desvió la mirada-No sabemos quién fue o porque quería la varita-así que su padre se había equivocado, los Vks no hechizaron a James. No es cómo si Beth dudará de eso, ella lo sabía pero oírlo era una mejora, en este momento todo lo que pudieran decirle podía hacer la diferencia ante el consejo.
-Pero se encuentra bien, ¿No?-Beth suspiró.
-Él necesita mucho apoyó en este momento-la mirada triste de Carly le dolió en el alma.
-Es nuestra culpa-dijo cómo si fuera un hecho-Nosotros le hicimos ésto a James, yo le hice esto-
-Carly, no, ustedes nos salvaron de Maléfica-la peliblanca se alejó para esconderse en un rincón oscuro de la celda. Beth miró a su alrededor, Evan y Jada también se estaban alejando de ella-Chicos, no es su culpa-
-Deberías irte-Beth miró sorprendida a Mal, trató de buscar su mirada pero no lo logró, él solo miraba sus brazos-Beth, vete-
-¿Por qué?-Mal levantó la vista.
-Por qué si no lo haces te delataré con el rey-
-¿Qué?-
Antes de que Mal le respondiera, su teléfono sonó, Beth leyó el nombre de Liu y rechazó la llamada.
-Debo irme, los guardias deben estar por volver-dice levantando la vista de la pantalla. Ninguno de ellos parece escucharla o si lo hicieron no dieron señales-No es su culpa-dice con toda la fuerza que puede reunir en esas simples palabras.
Ojalá pudiera hacer más para convencerlos, pero ya se ha arriesgado demasiado al bajar.
-Volveré pronto-le dice a Mal directamente, quiere que él lo sepa, él no parece escucharla, solo mira sus brazos.
El amplió salón en el castillo de las Bestias se encuentra ocupado por un representante de cada reino, cada reino había enviado a quién consideraba mejor para mantener su postura, algunos de los héroes más impresionantes que han existido, algunos que han salido de su retiro sólo para sentarse en su lugar y gritar su opinión a los cuatro vientos.
-¡Esto fue un error desde el principio!-gritó la reina Leah con ímpetu. Su yerno a su lado, asintió con menos fuerza.
-No creo que debamos culpar a los niños-Aladdin fue interrumpido por Blancanieves.
-¿Por qué no me sorprende que pienses así?-masculló la más hermosa del reino, su esposo a su lado puso una mano protectoramente en su hombro o tal vez para evitar que siga hablando.
-¿Qué significa eso?-preguntó el sultán consorte con el ceño fruncido a la mujer del otro lado del salón.
-¡¿Podemos todos volver al tema central de está reunión?!-casi gritó él siempre calmado rey Charming.
-Si, ¿Qué haremos con esos horribles mocosos?-preguntó el príncipe Philip, antes de que su suegra interviniera a los gritos.
-Son solo niños-dijo el rey Eugene de corona, tan despreocupado cómo siempre-Tenemos el aliento de un dragón para preocuparnos-
Philip se estremeció ante el recordatorio de Maléfica libre, el verdadero motivo de la reunión del consejo.
-Perdemos el tiempo al pensar en los niños, cuando Maléfica está libre-agregó Aladdin-Incluso podría estar libre Jafar-
-Para tí es fácil, uno de esos niños horribles le rompió el corazón a mi inocente sobrina-dijo Blancanieves parándose de su asiento.
-¡¿En serio te importa más un romance adolescente que un ataque?!-Blancanieves frunció su perfecto ceño.
-No me sorprende que no entiendas la humillación que por la que paso mi pobre niña, ella está tan triste que ni siquiera atiende mis llamadas-la mujer parpadeó con el delineador a punto de correrse-Si no fuera una rata callejera, entenderías la humillación que es para la realeza-
Aladdin con dignidad se levantó de su asiento, miró a la mujer y habló con claridad.
-¿Sabes quién empezó el rumor de que estás operada?-ella encarnó una ceja-Yo. Y no me arrepiento de nada-Blancanieves chilló indignada antes de empezar a gritarle insultos al hombre que respondía con efusividad.
-Tú le robaste la corona a una princesa, es obvio de qué lado estás-dijo la reina Leah desde el otro lado mirando a Eugene de reojo.
-Philip controla a tu suegra, por no llamarla anciana decrépita y prejuiciosa-Philip suspiró antes de empezar a discutir en nombre su suegra.
-Ésto es tan triste-dijo el rey Edward con la cabeza baja-Me rompe el alma que mis amigos peleen así, ¡Ya lo se! Cantare para arreglar su enemistad-con eso se paró en la mesa para empezar a cantar de manera desafinada con una ardilla en el hombro que se cubría el rostro con vergüenza.
-Me gusta tu estilo ¡Te daré la melodía!-Naveen sonrió cómo un niño y se paró a su lado con su ukelele en las manos empezando a tocar.
-¡Naveen! ¡No es el momento!-dijo Tiana entredientes tirando del pantalón de su esposo.
-Wow, realmente te sacaste la lotería con él-Megara se acercó balanceando sus caderas-Me sorprende que se haya convertido en rana-Tiana giró lentamente dejando que Naveen siguiera tocando su ukelele con entusiasmo.
-¿Cuál es tu problema?-le dijo dando un paso más cerca de ella.
-Cuando Merlín dijo que los adultos eran raros, se que nos e refería a esto, ¿verdad?-el rey más joven en la sala habló directamente al rey Eric.
-No, Rey Arturo, no creo que hablara de esto-dijo mirando a su alrededor.
Y ahora la Reina Ana se había lanzado a golpear al Rey Charming que trataba de huir de la pequeña mujer pelirroja.
-¡ES SUFICIENTE!-Rugió Bestia cansado de observar a su consejo comportarse cómo niños. Los reyes y reinas lo miraron en silencio, antes de volver a sus lugares, no sin que antes la reina Ana le sacará la lengua al rey Charming-¡No estamos aquí para pelear cómo adolescentes!-
Esto le recordaba mucho a las primeras reuniones, con todos los miembros disponibles y mucho más caóticas, su hija no entendía eso, en momentos de crisis las personas tendían a volverse niños asustados y comportarse cómo tal, por eso necesitaban un rey, un hombre que pusiera la palabra y no temiera poner en su lugar a quién lo mereciera.
Bethany no podía hacer eso, era una mujer, demasiado frágil cómo una dulce flor, demasiado inocente cómo una niña, demasiado blanda cómo los pétalos de una rosa, no tenía nada de acero en su cuerpo y Auradon no podía pasar a alguien así.
-Considero, gran rey bestia-dijo la reina Mérida de manera respetuosa, pero aún tenía en su vestido jalea por haber peleado con el rey Zeus usando los postres cómo artillería-Que nuestra prioridad debe ser encontrar a Maléfica-
-Me encuentro de acuerdo con la reina Mérida-dijo Eugene poniéndose de pie-Maléfica es una amenaza que no podemos predecir-
-¿Sabes qué más es una amenaza?-preguntó con veneno la Reina Leah, Bestia podía sentir el dolor de cabeza formarse-Esos niños-
-Niños que se encuentran en una celda en este momento-agregó Aladdin bajo la atenta mirada de todos-Mientras que Maléfica se encuentra dónde los dioses sepan-Zeus carraspeó un poco-Sin ofender-
-Eso es cierto, podemos controlar cuatro mocosos-dijo el rey de los dioses-O siempre puedo castigarlos con mis rayos-
-Creo que la celda es suficiente-dijo Meg a su suegro con el aburrimiento tiñendo su voz.
-Se que muchos nos encontramos heridos por el daño causado a nuestros descendientes-dijo con claridad, mirando a Blancanieves y a Charming. Admitir que le dolía lo que sucedió con Bethany los calmaría a ambos e incluso ganaría empatía en el consejo.
Además era mejor que pensaran que se encontraba herido, a que supieran lo decepcionado que estaba de su hija.
-Pero no podemos pensar en la venganza, eso nos haría iguales a ellos. Y deben saber que es imposible infiltrarse en las mazmorras de mi castillo-con un asentimiento el hada madrina se acercó-El hada madrina a querido comunicarse con Yen Sid, sin éxito alguno-
-La barrera fue muy vulnerada, intente usar la varita para saber si alguien ha escapado además de Maléfica-la mujer tragó saliva-No tuve éxito, la isla ha crecido en población con los años, no es cómo cuando los encerramos-
-¿Qué significa eso?-preguntó con cortesía Tiana, antes de tomar la mano de su esposo, ella sabía que significaba.
-Significa que a menos que podamos ir a la isla y buscar villano por villano, no hay manera de saber quién falta y quién no-dijo con lentitud-Digamos, por ejemplo, que buscó a Gastón con magia en la isla, sin pisar físicamente la isla, claro, me encontraré con una presencia que bien puede ser Gastón o bien puede ser alguien similar a Gastón-
-¿Quieres decir que tenemos que ir a la isla para saber a qué nos enfrentamos? ¿Corriendo el riesgo de que escape alguien más?-Mulan encarnó una ceja, la mujer era una guerrera.
-No sólo eso, no somos bienvenidos en la isla, sólo por decirlo de manera amable-dijo Phoebus-Todos los villanos tienen venganzas personales contra algún miembro del consejo-
-Entonces, vayamos tras Maléfica-dijo Philip apuntó de sacar su espada.
-Ir tras Malefica sin un plan es un suicidio-respondió Bestia. Lo habría hecho si Bella no lo hubiera detenido diciéndole que era una ridiculez, de vez en cuando, ella parecía seguir amándolo cómo el primer día, o tal vez era por Bethany.
Cada vez que su hija estaba en peligro y milagrosamente volvía a ellos, Bella se esforzaba en no pelear.
-Dejarla libre es el verdadero suicidio-dijo la reina Leah.
-¿Qué hacemos en este momento?-preguntó Naveen mirando nervioso a su esposa, luego a Bestia-Bestia, mi hija mayor tiene quince años y está en una escuela a kilómetros de casa, necesito saber si está a salvo-la reina Leah resoplo y Tiana le dió una mirada amenazante a la mujer.
-Hija-dijo con burla.
-Auradon Prep es segura, tan segura cómo siempre lo ha sido-respondió el hada madrina-Pueden estar seguros de que cuidare de sus hijos, de que he tomado las medidas necesarias para mantenerlos a salvo-
-Bien-dijo Naveen después de un tiempo-confió en tí-
-Nos queda esperar-dijo Bestia, el consejo gritó indignado ante su decisión-Se que nadie está de acuerdo, pero no hay otra opción, ella hará un movimiento y estaremos listos-
-¿Qué hay de los niños? Ellos pueden saber algo-Mulan frunció el ceño.
-Son niños, no prisioneros de guerra, princesa Blancanieves-
-Cometieron un atentado terrorista, disculpa por dudar de ellos-
-Puedo interrogarlos-Philip se paró en su asiento mirando a todos en la sala-Al menos al chico hada, puedo sacarle todo lo que sabe-
-Bien, quién voté por esperar levante la mano-las manos se levantaron, muchas, casi todos en la sala-Ahora, Quién voté porque el príncipe Philip interrogue a los villanos levante la mano-
Las manos fueron menos está vez.
-Se ha decidido, esperaremos al siguiente movimiento de Maléfica y el príncipe Philip podrá interrogar a los villanos cautivos-
Beth suspiró, la chaqueta de Mal era pesada, pero era perfecta para el frío que le calaba los huesos. El balcón de su habitación le daba una vista privilegiada del jardín de rosas de su madre y le permitía ocultarse en su soledad.
Liu y Dot se habían ido con sus padres y tíos, ninguno iba a delatarla por lo de esa tarde. Una preocupación menos, pensó sosteniendo a la luz de la luna el anillo con forma de rosa y una piedra rosa.
Un anillo familiar, un anillo de matrimonio, una promesa de Andrew, si su familia aceptaba Beth volvería a ser su prometida. O ese será el plan si ella se decide, solo tiene tres días para decidir, el tiempo límite que Andrew esperará.
No puede culparle por poner un ultimátum, Beth fue la que rompió el compromiso, tiene suerte de que él siquiera le responda las llamadas.
-Philip dijo que su hijo pidió el anillo de la familia, tenía la esperanza de que fuera para tí-Beth volteó a ver a su padre, estaba más relajado que en los últimos días, por primera vez, no parecía a punto de gritarle o de empujarla contra un mueble.
-No es oficial-dijo en voz baja volviendo a ver el anillo-No se si es correcto-
-¿Por qué no lo sería?-
-No siento por Andrew amor, no cómo lo siento por él-Beth se abrazó más a la chaqueta de cuero, siempre había imaginado que el cuero sería duro, oscuro y pesado y lo era, pero era más que eso, era cálido, era reconfortante, era protector.
No era un monstruo en la noche que tenía sangre en las garras, era más que eso.
-El amor es mucho más de lo que crees-su padre sonaba casi amable, cómo si le estuviera dando un consejo de suma importancia-Cuando amas dejas ir y te sacrificas-
-¿Cómo tu con mamá?-él asintió.
-La amaba y la deje ir, no me importó que eso me condenará-Beth miró el anillo en sus manos, que ahora pesaba toneladas.
-Ella volvió-dijo con terquedad.
-Y eso casi me mata-respondió-No quiero eso para tí y sé que no lo quieres para él-
Su padre arregló un mechón fuera de lugar con una sonrisa triste, antes de dejarla sola.
Tal vez, ese era el punto, estar sola sería más fácil, sin amor verdadero, sin peligros mortales, sólo ella y alguien que supiera el peso que cargaba en sus hombros, pero Mal, Evan, Jada, Carly, se merecían más que ser olvidados, más que Beth los dejará de lado. Podía salvarlos, después viviría la vida que estaba destinada a tener, una solitaria vida sin el reconfortante peso del cuero a su alrededor.
Chapter 3: Capítulo 3
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—¿Estás bien?—preguntó sin levantar la vista de su última selfie, estaba hermosa, cómo siempre.
—¿Por qué no lo estaría?—Chloe bufo por lo bajo, Dot y Beth estaban haciendo un esfuerzo titánico en demostrar que no les afectaba lo que había pasado, cómo si encerrarse en la biblioteca por tener el corazón roto o rogar para que liberen a tu novio fuera cosas de todos los días.
—Por qué tuviste sexo con un terrorista—Chloe gritó cuando una almohada la golpeo y la empujó de la cama—¡Oye! ¡No es mi culpa que sea así!—
Dot estaba de pie aún lado de ella con la almohada en las manos, el ceño fruncido y los ojos verdes brillando, la princesa rubia no sabía si era por furia o por dolor. La mitad enano tiró la almohada a un lado con movimientos bruscos.
—No vuelvas a decir eso—Dot se alejó para volver a su escritorio, mirando de vez en cuando una joya que Chloe no había notado hasta ahora.
La princesa había estado segura que sus amigas tenían un pequeño estado depresivo que se pasaría con los días, cómo James, o los nervios que tenía ahora Andrew, pero viendo a Dot o recordando que James no ha salido de su habitación desde que pasó lo del baile, comienza a creer que ha sido demasiado inocente.
No puede no pensar en comparar a sus amigos, aun cuando sabe que Dot no se parece a Blancanieves, Beth no se parece a Aurora, Andrew no es su padre y James no es Cenicienta, algo en ella teme que se conviertan en eso, en esa clase de adultos.
—Sabes que no tengo un filtro—dice para acercarse de manera despreocupada a su amiga, Dot no levanta la vista—Sólo digo lo que pienso—intenta cambiar de tema, para olvidar la imágen de Blancanieves demasiado ensimismada en sí misma para escuchar.
—Lo sé—suspira Dot recostandose en su asiento—Hoy vendrán los guardias a vaciar las habitaciones de los Vks—la más baja lleva las manos a su rostro—Beth dijo que si quiero recuperar algo para Evan, debería ir—
—¿Y quieres?—pregunta con interés, Chloe siempre podría ayudarla a vengarse—Podemos quemar sus cosas o manchar con lejía su ropa—
—Chloe—dice con su voz de advertencia siendo amortiguada por sus manos, luego quita las manos de su rostro—No quiero lastimar a Evan—
—Tú te los pierdes—respondió quitándole importancia.
—Chloe, ¿Crees que una persona pueda ser dos personas a la vez?—Dot suena ilusionada, cómo si eso pudiera explicarlo todo.
—No—la rubia traga saliva—Una persona puede fingir durante mucho tiempo pero al final, su naturaleza real se revela, cómo Mal, Evan, Jada y Carly—Dot suspira temblorosa con decepción.
Chloe siente culpa ante sus palabras, aún cuando sabe en el fondo de su alma que es mejor decepcionarse con rapidez.
—Debo irme—dice mientras finge leer un mensaje en su teléfono—Dot te lo digo porque somos amigas—la mitad enano sonríe con tristeza, luego asiente.
Chloe camina por el pasillo guiñandole a los príncipes, su coleta rebota en su espalda con cada uno de sus pasos, su vestido acentúa su figura de reloj de arena, su rostro enmarcado por su perfecto maquillaje sólo ayuda a completar su imágen de princesa.
Nadie que la viera pensaría en una bastarda del reino de Charmington, la pequeña niña de cinco años que fue recogida de un orfanato estaba muy lejos de la hermosa princesa.
Chloe ignoró la presión en el pecho, había días en que era difícil recordar el lugar de dónde vino, el motivo de sus pesadillas, un chico le silbo y ella giró sonriendo encantada con una risita femenina, sin importar la edad, los chicos odian cuando rechazas sus acercamientos con brusquedad, siempre debes estar encantada con todos sus coqueteos si no quieres pagar las consecuencias.
La princesa rubia giró en un pasillo con una sonrisa perfecta, faltaban muy pocas horas para la llegada de la guardia de Auradon, no tenía mucho tiempo que perder.
Llevaba días sabiendo que vendrían, no sabía que Beth se lo diría a Dot, ni que eso la pondría de tan mal humor, debió imaginarlo, Beth siempre intentaba ayudar a todos, incluso cuando su ayuda no servía de mucho.
Chloe llegó a la puerta correcta, rebusco en el escote de su vestido hasta encontrar la llave que tomó prestada de la oficina del hada madrina, más tarde la devolvería, entró con expectativa, nunca antes había pisado la guarida de un villano.
—Para ser la habitación de dos terroristas es aburrida—se adentra en la habitación dando una mirada a su alrededor, nadie la ha notado hasta ahora.
Su padre se enojara si Chloe es descubierta antes de encontrar algo importante sobre los planes de los Vks, en especial, cuando le ha pedido expresamente que tenga cuidado con no ser descubierta por sus compañeros o la guardia de Auradon, le ha dicho que no confía en el Rey Bestia por culpa de Beth y su enamoramiento por un villano.
Chloe deseo poder defender a su amiga pero cómo cada vez que se encuentra frente a su padre o lo escucha le es imposible contradecirlo, el Rey Encantador, le ha dado todo, una casa, un nombre, estatus y un futuro, le ha dado una familia y amor, le ha dado el amor de un padre cuando ni siquiera Ella podía hacerlo, es el primer padre que conoce en toda su vida.
Resopla ante la aburrida habitación de Jada y Carly, está decorada cómo la de todos y con todas las sugerencias de Chloe. Se acerca al lado que debe ser de Jada, todavía tiene equipo de deporte en el suelo, Chloe se agacha para revisar debajo de la cama pero sólo encuentra un par de zapatos viejos, sucios y con la suela gastada, además de una caja de pizza vacía que suelta asqueada.
En la mesa de noche sólo encuentra el trofeo que le dan a todos los jugadores de Tourney cuando ganan un partido de campeonato, la ropa es la misma de siempre con los colores característicos de Jafar y de cuero, se pregunta qué estarán usando los Vks ahora.
Se aleja del lado de Jada con decepción, espera que Carly tenga algo en su lado del cuarto, algo malvado que le diga sobre los peores planes que traman para Auradon.
Lo único que encuentra es pelo de perro, más ropa de cuero, envoltorios de chocolate y piezas sueltas, cómo tornillos, tuercas y cables.
—Papá estará tan decepcionado de mí—resopla sentada en el escritorio de Carly, supone que el escritorio es de Carly, tiene una laptop solamente, mientras que el otro tiene bichos volando sobre una porción vieja de pizza—¿Qué se supone que le diga?—
Su teléfono suena, Chloe espera que sean los me gusta en su última publicación pero al ver las notificaciones no encuentra ninguna.
—Ésto sí es raro—masculló pensando que lo imagino, cuando vuelve a sonar, mira a su alrededor siguiendo el sonido, sus ojos bajan a la laptop—No puede ser—la toma para dejarla en su regazo al abrir la laptop se encuentra con un video chat, en la pantalla dos adolescentes la miran confundidos.
Uno de ellos parece bajo y rechoncho con una nariz puntiaguda, cabello oscuro y piel grisácea, cómo si no hubiera tomado sol nunca, el otro es más alto y delgado, sigue parpadeando al verla con la boca abierta.
En el fondo puede ver madera podrida con piezas de tecnología, algunas ramas y hojas.
—T-tú—tartamudea—No eres Carly—
—¿Tengo cara de nerd de la tecnología con problemas maternos?—pregunta saliendo de su sorpresa—¿Quienes son ustedes?—
—Soy Harry Badum, él es mi primo Jace—responde el más bajo, el contrario lo golpea en la cabeza.
—Harry, no le digas a una extraña nuestros nombres—dijo entredientes.
—¿Badum? ¿Dónde escuche ese nombre?—Chloe piensa en sus clases, el señor Hawthorne pasa horas hablando sin sentido diciendo nombres e historias aburridas, las únicas veces que Chloe escucha es cuando nombra a los Tremaine—Si hubiera sabido que la historia sirve de algo prestaría atención—resopla bajo la atenta mirada de los adolescentes.
—¿Los secuaces de Cruella Deville?—pregunta el más bajo arqueando una ceja.
—Siempre pensé que se llamaban Duban—responde, él más alto comparte una mirada con su primo.
—¿Se siente bien señorita?—Chloe sonrió ante la pregunta.
—Claro, mi padre estará felíz con esto, supongo que se usará en el juicio contra los Vks, cómo prueba de que siguen en contacto con la isla—los contrarios palidecen—Carly estará en muchos problemas por romper las reglas aún más—
—¡No! Jace has algo—el nombrado mueve los brazos exasperado.
—¿Qué quieres que haga? No puedo pararla a través de una pantalla—Chloe los ve pelear con diversión—Mira niña, deja asuntos que no son tuyos—la amenaza pero ella sigue mirando sus uñas con aburrimiento.
—Chicos, Anthony dice que deben pagarme o los perseguirá—un niño asoma la cabeza por el suelo, su cabello es de todos los colores que puedas imaginar, tiene lentes enormes y su piel está cubierta de pecas.
—Dex, estamos en problemas, dile a Tremaine que no tenemos tiempo para él—los ojos de Chloe se abren con sorpresa.
Mira al niño, debe tener diez años pero es muy delgado, muy pequeño, no encuentra los rasgos que ha visto cientos de horas en los cuadros, no puede distinguir si es hijo de Anastasia o de Drizella, a la madre de Chloe no le importaría quién es su madre, sólo que es hijo de una de ellas.
Al verlo casi puede recordar sus primeros días en el castillo enorme y vació, el gran motivo por el cuál fue adoptada, el secreto de Charmington no era que su reina no pudiera tener hijos, era que la reina cayó en depresión cuando condenaron a sus hermanastras a la isla.
Una depresión que esperaban que la presencia de Chloe curará, que tener una hija que amar la salvará, un error, porque lo único que salvó a Ella llegó años después, en otro orfanato con mejores encargados, su hermano pequeño salvó a su madre, cuando ella no pudo ni ganarse su cariño.
Gran parte de ella siempre esperó que un día traer a las Tremaine, le ganara un lugar en el corazón de su madre adoptiva, las cartas y los Vks le habían demostrado lo contrario.
Aunque si Beth tenía fe en que los Vks eran inocentes a pesar de todas las pruebas, si Dot todavía dudaba a pesar de toda la lógica que le decía lo contrario, quizás Chloe podía tener fe en que su madre la eligiera, en que los Tremaine merecían salvación.
—Deberían pagarle al niño o le diré al Rey que encontré está laptop—él niño la mira por primera vez, sus ojos se encuentran, los de él idénticos a los de Drizella, supone que ha encontrado a su madre, luego cierra la laptop y la lleva a su pecho.
Le va a fallar al padre que si la amó para ganar el afecto de la madre que siempre la ignoró.
Anthony resopló con cansancio, Harry está siendo un idiota peleando con su espada con Uriel, Fred está hablando con uno de sus muñecos voodoo, Gala está tallando con aburrimiento groserías en la mesa de su bar.
Harry patea a Uriel que cae destrozando una mesa en pedazos, en ese momento Gala se cansa de sus idioteces.
—¡Lo rompen lo pagan!—gritó la hija de Gastón captando la atención de los piratas.
—Galita mía, fue Uriel—Harry se acerca a la adolescente de cabello negro con una sonrisa torcida, cómo si no estuviera locamente obsesionado con su primer oficial, piensa Anthony con aburrimiento.
—¡Fuiste tú, bacalao asqueroso!—Uriel arregla su sombrero de capitán con sus trenzas enredadas entre sí.
—Maorach—respondió Harry con los ojos brillando con furia, Anthony sabe que está molestó por Harriet, su hermana menor ha estado obsesionada con su capitán desde que es una niña pequeña, motivo por él que ha perdido la competencia de su padre, todo para dejarle el barco al hijo de Úrsula, aunque no es cómo si Uriel se diera cuenta.
—Estoy con Harry—agrega Fred de manera innecesaria—Es culpa de Uriel—
—No puedo creer que deje a Stephanie a cargo para verme con un grupo de idiotas—dice lo más alto que puede, todos lo miran con distintos grados de irá.
—Tremaine tiene un punto—concede Gala volviendo a su lugar—No quiero tener a tantos hombres en mi lugar por demasiado tiempo—Anthony tiene la amabilidad de no decirle que su bar siempre tiene hombres.
—Cómo sea—responde Fred sentado, luego mira a su muñeco de trapo mientras asiente con la cabeza—Navia tiene un punto, ¿Qué vamos a hacer?—
—La barrera sigue en su lugar, no hay demasiado que podamos hacer—Harry mira su espada como si tuviera la culpa de todo.
—Pero podemos hacer algo aquí, idiota—responde Gala cruzandose de brazos cubriendo su top de cuero que parece un sostén, hasta las chicas del burdel se encuentran más vestidas que Gala—Hay un gran vació de poder del que los villanos restantes querrán apoderarse—
—Gala tiene un punto, sin Maléfica y Mal—Anthony ignora el bufido de Uriel, no es momento de rivalidades infantiles—Alguien querrá la parte más grande de la isla—
—¿Quién?—Pregunta Uriel sentándose sobre una mesa—Villanos cómo Gastón, la Reina Malvada, Jafar, Cruella Deville, Madame Medusa y mis tías se han ido—
—Vks también, mi madre me ha dicho que Gastón Jr. y Gastón lll se han ido—responde Gala que parece casi feliz ante la falta de sus hermanos—Zia, Zam, Maddy, Janet, CJ y tal vez más se han ido por la barrera—
—¿Por qué no atacan a Auradon?—preguntó Fred mirando a su muñeco.
—Maléfica debe estar débil y Auradon sigue teniendo a sus héroes firmes, con un ejército a su disposición—inicia Anthony, nunca le ha gustado mucho las estrategias de guerra, son más complejas de predecir que la simple mente humana—Se están refugiando quizás en los Páramos o en su castillo, esperando el momento en que Auradon flaquee—
—¿Creen que los Rotten Cour estén con ellos?—Anthony creería que Gala está preocupada por Evan pero la conoce demasiado para siquiera pensar en eso.
—No—responde Uriel—Vi la transmisión hasta que se cortó, Mal iba a dejar ir a la princesa, él bajó la varita—
La gran duda de la isla ¿Qué pasó en ese salón? ¿Él conocido rey de la isla iba a dejar todo por una princesa? Anthony está seguro de que es un plan más grande, una forma de llegar más lejos que con la varita.
Mal pudo haber notado que su madre estaría débil, aún con un objeto tan poderoso cómo la varita del hada madrina y decidió seguir con la estrategia del chico enamorado, eso le daría tiempo a los Rotten Cour de reagruparse. Anthony sabe que Mal no pudo enamorarse de la princesa, nadie que haya crecido en la isla puede amar a una princesa de Auradon, no cuando es culpa de sus padres que vivan en la isla.
La sangre es un castigo para Auradon ¿Por qué debería significar otra cosa para Anthony?.
—Debemos cuidar el territorio de Maléfica—habla Harry mirando la madera, luego levanta la vista, sus ojos pasan por cada uno de ellos—Para cuando él rey de la isla vuelva—
—Mal no va a volver—asegura Uriel cómo si la idea fuera una locura.
—Lo hará—respondió Harry antes de levantarse para irse.
—¿Cómo sabes que lo hará?—preguntá por qué no tiene ningún sentido, Harry se detiene en la puerta, volteá a verlo y se ríe con una risa estridente y desquiciada que le hiela los huesos.
—Lord Tremaine, eres tan corto de vista—dice con burla—Mis piratas cuidarán el sur del territorio, los hunos no se acercarán a él, decidan qué harán con lo demás ustedes—con eso Harry se arregla el sombrero de capitán para dejarlos solos en el bar.
Anthony sabe que se están burlando de él, pero no puede imaginar que haya algo que no esté viendo.
Chapter 4: Capítulo 4
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Philippa Rose mira con asombro a través de la ventana de la limusina, no puede creer que por fin asistirá a la Preparatoria Auradon.
Se siente cómo si hubiera esperado una eternidad desde que Andy y Arianna han empezado a asistir, lo ha extrañado demasiado, la preparatoria Auradon es un prestigioso internado, eso significa que desde que Andy cumplió trece años, sólo se ven en vacaciones y algún día especial en la escuela, no puede esperar a poder pasar tiempo con su hermano mayor.
La limusina estaciona frente al castillo, dónde un adolescente de cabello castaño la espera con una sonrisa, Philippa se baja de un saltó y corre directo a los brazos de su hermano mayor.
—Hola Andy—dice entre risas cuando él revuelve su cabello con una mano—¡Andy! ¡Mamá paso horas peinando mi cabello!—
—Y sigue pareciendo un nido de pájaros—ella le saca la lengua a su hermano mayor que se ríe—Puedo llevarla desde aquí, sus cosas ya están en su habitación—le dice a su chofer que les da una reverencia.
—Vamos, tengo mucho que mostrarte—su hermano la guía por los pasillos, mostrándole el laboratorio, el gimnasio, el campo de Tourney y más, Philippa escucha con atención, aún así nota que su hermano no está completamente presente en el recorrido.
—¿Cómo está la abuela?—preguntá Andrew cuando Philippa se encuentra mirando las espadas del gimnasio de Tourney.
—Está felíz ahora que tiene razón—responde pensando en su abuela, en los últimos meses no ha parado de despotricar sobre los Vks y Beth, Beth que es una cualquiera por salir con un hada luego de romper su compromiso con Andrew.
Philippa sabe que los adultos complican las cosas por demás, todos se han casado por amor verdadero ¿Por qué la mayor gobernante de Auradon no merece lo mismo? ¿Por qué su hermano, el heredero de Auroria no se merece lo mismo? Para una generación que creció luchando contra dragones, brujas, hechizos para lograr el amor verdadero no apoyan demasiado el amor verdadero.
—No lo dudo—su hermano hace una mueca sin verla, su voz es plana y sin emoción—Casi todos sus planes se han cumplido—
—Solo falta que te cases con Beth—dice de buen humor, cuando Andrew se estremece—¿Andy?—
—No quiero hablar del matrimonio—Philippa inclina la cabeza confundida.
—Siempre te ha gustado, osea, tú y Beth van a casarse, ¿no?—Andrew inspira luego se recuesta contra la pared, por un segundo, deja de parecer el príncipe perfecto que Philippa ha admirado desde siempre.
—No voy a casarme con Beth—dice con resignación.
—Papá dijo que le pediste el anillo de la familia—Tal vez Andrew no quiera casarse con alguien que no es su amor verdadero, o tal vez Beth si tenga alguna enfermedad de las hadas cómo siempre dice su abuela.
—Es complicado, Phi—ella frunce el ceño—Es una estrategia política, le di el anillo así no estará preparada para cuando le arrebatemos el trono—
—¡Eso es traición!—gritá al darse cuenta de lo que implican sus palabras, Beth puede haber roto el compromiso con su hermano por un hada, pero aún así ella sigue siendo la princesa que creció a su lado, la niña que enseñó a bailar en galas y a escapar de ellas.
Y su hermano, dioses, Philippa siempre ha creído que Andrew es el príncipe perfecto al cual admirar, él que pondrá a su gente por encima de todo.
—Phi, es una estrategia no es personal—la castaña frunció el ceño ante la pobre excusa.
—¿Cómo no es personal? ¡Es todo su destino el que está en juego!—Andrew se estremece—Le estás mintiendo para quedarte con su corona ¿Qué clase de honor hay en eso? ¿Qué clase de amigo hace eso?—
—Phi, es política—la princesa resopla, todo siempre es política.
—Suenas cómo la abuela, todo por una tonta corona—piensa en Beth creyendo que Andrew está de su lado—Aún si Beth no es te importa, podría importante tu honor ¿De verdad esperas que el futuro rey de Auroria sea un manipulador?—
Andrew la mira con sorpresa, su boca se abre mientras ella sigue despotricando sobre la tradición, el honor y más, casi suena cómo su madre.
—¿Qué dijiste, Philippa?—pregunta con ansiedad.
—Qué esto está mal, podrás ser honesto con Beth, que sea una competencia justa—su hermano niega.
—Sobre Auroria—
—¿Qué el futuro rey de Auroria será un manipulador?—su hermano asiente.
—Soy el futuro rey de Auroria—Philippa se pregunta si su hermano ha enloquecido por culpa de su abuela.
—Lo eres—dice con cuidado—Beth será la gran reina, pero tu ya tienes un reino que gobernar—
Su hermano asiente otra vez, está vez más emocionado, se acerca a ella para revolverle el cabello otra vez.
—Tienes razón, la abuela dejará el trono pronto y seré coronado rey—sus ojos brillan con emoción—No hay nada que pueda evitar eso, ni siquiera la abuela—
—No comprendo—arqueó una ceja confundida, Andrew sonrió cómo el sombrero loco del país de las maravillas, o al menos, cómo Philippa creía que sonríe el sombrerero loco.
—Tú, hermanita, me salvaste—responde confundiendo más a la princesa—No quiero Auradon y nadie puede obligarme a desear otra cosa—
Mal siseo al mover las manos en las esposas, las habían cambiado por unas de acero pero sus quemaduras se seguían sintiendo frescas, recostó la cabeza contra la fría pared de ladrillo.
Una estrategia del príncipe Philip para ganarse su confianza, se recordó al tirar de sus esposas, Mal no necesitaba ser un genio para entender a qué apuntaba el príncipe al darle comodidades.
Quería que se relajara lo suficiente para decirle dónde se oculta su madre, contarle su malvado plan o entregar a sus amigos pero la simple verdad era que Mal no sabía dónde estaba su madre, ni cómo o cuando planeaba atacar Auradon, mucho menos entregar a los otros Rotten Cour.
Ellos habían insistido en preguntar cómo fue su reunión con el príncipe Philip, Mal les dió respuestas evasivas, no tenían que preocuparse por él ahora, les dejó creer que estaba dormido.
Un sonido de un golpeteo lo hizo levantar la cabeza, en la plena oscuridad una luz se acercó, ella llevaba una antorcha que debió sacar de una de las paredes, estaba en pijama, un camisón amarillo que parecía de anciana y sin duda ella no eligio.
Su cabello caía en rizos castaños que eran suaves al tacto, la piel descubierta, sin una gota de maquillaje le permitirá ver lo que Auradon llamaba defectos, cómo el lunar en su frente, sus ojos de cierva brillaron al verlo despierto.
—Mal—casi suspiró—Me alegra que no estés dormido—
—Prin—él se detuvo. Perdió el derecho a llamarla así—Beth, ¿Qué haces aquí?—
—Tenía que verte—susurró. Mal se levantó de un saltó para llegar a los barrotes que los separaban en cuestión de segundos.
—¿Qué sucedió?—preguntó en voz baja, no quería despertar a los demás—¿Qué te hizo bajar hasta aquí, Beth?—
—Estoy preocupada por ustedes—ella se acercó, a pocos centímetros de los barrotes—Quería asegurarme de que estaban bien—sus ojos bajaron a las quemaduras, el dolor en ellos lo preocupo e hizo sentir culpable a partes iguales—Qué no empeoraron las cosas—
—El príncipe Philip es muy cobarde para hacerme daño—responde con toda la ironía que puede, para ser el hombre que asesinó a su madre es muy blando.
—Mal—dice Beth cambiando de mano la antorcha. Los ojos de Mal se posan en sus brazos al descubierto dónde las marcas de sus garras han dejado cicatrices—Debemos pensar en lo que haremos ahora—
—¿Haremos?—pregunta con el ceño fruncido—Tú no harás nada—
—¿Qué?—ella frunce el ceño—¿Esperas que me quede mirando mientras estás en prisión?—
—No—responde con voz grave intentando no despertar a los demás—Espero que te vayas y no vuelvas a bajar nunca—
—No voy a abandonarte—responde con terquedad, Mal supone que debió imaginar que pedirle a Beth que no se arriesgue sería demasiado.
—Es peligroso—dice esperando que ella lo entienda, no pasará mucho tiempo hasta que los guardias noten que su princesa ha bajado a las mazmorras a ver a los prisioneros—Si no lo haces le dire a tu padre lo que hice, le diré que te hechice, le diré que te bese cuando estabas hechizada—
Beth suelta un gritó estrangulado, ambos saben lo que significa para el futuro de Mal si le admite al rey sus crímenes, en especial, los que ha cometido con su única hija, Mal se pregunta si admitirlo hará que vuelva con el bello durmiente.
—No lo hiciste, yo te bese y no estaba hechizada—las cejas de Mal se elevan ante su tono de voz nervioso—No me obligaste a nada—
—Es lo mismo, te dí una poción de amor—Beth aprieta los labios en una fina línea, luego se muerde el labio. Mal traga saliva—Y debió ser buena para que sigas aquí—
—No estoy aquí por la poción—está aquí porque de alguna manera milagrosa Mal ha enamorado a la princesa, se ha enamorado tanto que desafía a su padre constantemente sólo para verlo.
Pero la paciencia de Bestia tiene un límite, cómo lo tuvo la paciencia de la madre de Mal y eso lo llevó a las mazmorras, al cuerpo frío e inerte de Beth en sus brazos.
—Beth, vete, o le diré y él me condenará a muerte—Beth retrocede ante sus palabras cómo si la hubiera golpeado, su boca se abre, luego se cierra mordiendo su labio con fuerza hasta dejarlo blanco.
—Mal—dice pero él la interrumpe.
—No voy a dejar que desperdicies otra noche aquí—admite en voz baja—Largo, princesa—Beth se aleja en silencio, dejándolo cómo el único despierto en la mazmorra.
Escucha los pasos alejarse hasta desaparecer por completo, con un suspiro se recuesta contra la pared.
—Wow, si que sabes cómo tratar a las damas—escucha la sarcástica voz de Jada—Todo un romántico, ¿Verdad, chicos?—
—Sin duda—Carly agrega—Pensé que te golpearía con la antorcha—
—Creo que es ingenuo que Mal piense que puede detenerla con eso—Mal suspira ante Evan.
—No puedo detenerla, nada puede detenerla—gruñe en voz baja—Es más terca que Evan dramático—ignora los gritos indignados de Evan.
—Esa chica va a ser mi muerte—espera que Beth se mantenga lejos de él, pero siente que es una esperanza vacía, ella siempre encuentra una forma de sorprenderlo.
Andrew duerme soñando con espadas, coronas y cabello oscuro, cuando Arianna irrumpe en su habitación, enciende la luz y lo despierta con sus gritos irritantes.
—¡ANDREW STEFAN ROSE!—chilla casi en su oído, Andrew se levanta parpadeando adormilado—¡¿Cómo te atreves a humillarme así?!—
—¿Qué?—pregunta sin entender a que se refiere, mira a la princesa de cabello castaño despeinado, ojos abiertos casi con locura en ellos, ropa desarreglada y la boca torcida en una mueca de desprecio, no se parece a la princesa perfecta que recorre los pasillos de Auradon, la parte más oscura de Andrew desea que todos vean a está Arianna, la verdadera Arianna.
—Me enviaste un texto diciendo que no le quitará la corona a Beth—ella se acerca a él que la ignora.
—Volveré a dormir—Andrew vuelve a recostarse en su cama, cuando ella tira de sus mantas.
—Estamos hablando de mi futuro—luego cómo si lo hubiera recordado agrega—de nuestro futuro—
—Ya decidí mi futuro, Arianna—responde arreglando las mantas a su alrededor, todavía tiene fresca la imágen de un sedoso cabello oscuro enredado en sus manos y una risa casi cruel en su oído—No me importa si estás o no de acuerdo—
—No puedes ser tan egoísta con la familia—chilla ella indignada—La abuela estará furiosa—
—No puedes intimidarme con la abuela, no me asusta—es una mentira pero mientras Arianna no lo descubra puede usarla—Un día dejará de reinar y no podrá obligarnos a nada—
—Estás loco—dice ella pateando su cama—Merezco ser una reina, lo merezco más que cualquier otra princesa, soy una chica de verdad, no cómo el fenómeno de la princesa Tara, tengo sangre real, no cómo la bastarda recogida de Chloe y no me ando revolcando con hadas cómo Bethany—
—Ellas no irrumpen en medio de la noche gritando que son mejores—balbucea James desde su cama, está cubierto por las mantas y suena amortiguado—Eso suena más real—
Es la primera vez que Andrew ha escuchado a James hablar en semanas, su amigo no se ha levantado de la cama en días, apenas come y si no fuera por un movimiento ocasional, podría confundirse con un cadáver por la mirada perdida que suele tener.
Arianna se sonroja mirándolo, cómo si esperará que Andrew la defendiera de James después de que ella fue la que irrumpió en su habitación gritando insultos.
—Ahora volveré a dormir—responde recostandose en la cama—Apaga la luz al salir—
Escuchan un resoplido, se apagan las luces y la puerta se cierra de un portazo.
Arianna patea cosas mientras camina directo a su habitación, Andrew es un idiota, no entiende todo lo que han podido obtener.
No aspira al nivel que Arianna sabe que se merecen, que ella se merece, su abuela se lo ha dicho, ninguna princesa puede ganar una corona sin un matrimonio, ella pudo haber tenido todo con Andrew.
Sería una buena esposa, no molestaría a Andrew en ningún sentido, lo dejaría reinar cómo quisiera, con ella a su lado, pero lo ha perdido por el idiota de su primo.
Arianna se detiene cuando ve en el pasillo del edificio de las chicas a una figura parada frente a la puerta de Chloe y Dot, frunce el ceño, la figura es muy alta para ser una de las dos perras que fingen ser mejor que ella.
—Así que, está es—escucha la voz masculina hablar, puede ver cómo acerca su mano hasta tomar el picaporte, la puerta estará abierta cómo siempre.
—Si vas a entrar debería apurarte—dice pasando a su lado, no puede distinguir su rostro en la oscuridad pero no le importa—Alguien va a verte—
—¿No debería preocuparte que un extraño se meta en la habitación de dos chicas indefensas?—pregunta burlón, Arianna bufa con incredulidad.
—Chloe es una perra la mayor parte del tiempo, además, es callejera por naturaleza y Dot se enredó con el hijo de la reina malvada—Arianna suspira—Cualquiera que sea así, se merece un castigo—
—Dot, un nombre extraño para una princesa—dice él extraño causando que Arianna se ría.
—Dot no es una princesa, es la hija de un enano—responde con burla.
—¿Sabes? Creo que podríamos ayudarnos mutuamente—dice el pasando un brazo por sobre sus hombros—Tú estabas muy molesta y yo puedo ayudarte con eso—
—¿Cómo?—él la guía por el pasillo.
—Pues, señorita—él vacila, ella resopla antes de responder.
—Rose—
—Señorita Rose creo que tienes algo que me puede interesar—
Chapter 5: Capítulo 5
Chapter Text
Beth siguió hablando entre susurros furiosos, Mal era la única persona que podía sacarla de quicio de esa manera, él y su terquedad, su absoluta terquedad que la vuelve loca.
Dioses, es la persona más terca que existe, no puede esperar que ella se quede sentada mirando mientras él está en una celda junto a sus amigos, cuando es inocente, tal vez no demasiado inocente pero se ha redimido, la salvó, salvó Auradon, no es justo que esté siendo castigado, que todos ellos están siendo castigados.
—Su alteza, hemos llegado a la Preparatoria Auradon—el chofer interrumpe su diatriba sobre Mal.
Eso tampoco es justo, piensa, que la obliguen a volver a la Preparatoria cuando toda la acción y todo lo importante está pasando en la capital, en su propio castillo, se siente cómo un desprecio.
Sus padres dicen que los otros reyes y reinas han empezado a dudar de la seguridad de la escuela, todo por la falta de Beth en ella, bufa con sarcasmo, cómo si la escuela fuera más segura sólo por su presencia.
—Gracias—suspiró bajando de la limusina, está cansada del viaje.
Dot y Chloe la esperan en la puerta, comparten una mirada nada disimulada que habla de que están preocupadas por ella, ella no es la que duerme en una fría celda esposada, sus amigas se quedan en silencio.
—Estoy bien—dice ganando un bufido burlón de Chloe.
—Andrew nos dijo lo que pasó entre ustedes—empieza Dot vacilante, el anillo se siente frío en su bolsillo. Beth aprecia que Andrew haya sido honesto con ella, no desea ser rey de Auradon ni casarse con ella, se ha cansado de las ambiciones de la corte, Beth no puede culpar al príncipe por eso.
—Está bien, somos amigos—dice con calma—Tiene un punto—
—¿No te duele?—pregunta Dot confundida—Nunca entenderé la corte, dices que sigues amando a Mal pero quieres recuperar tu compromiso con Andrew—
—Si volvía a salir con Andrew la corte la escucharía—inicia Chloe con aburrimiento—Y podría ayudar a sus villanos favoritos—
—No son villanos—masculló empezando a caminar por los pasillos con Dot y Chloe, al menos, tiene esto, a sus amigas a su lado.
—Traidores a la corona, es lo mismo—Dot y Beth miran a la princesa de Charmington que se encoge de hombros—Es una broma—
—¿Cómo se encuentran?—preguntá Dot con voz suave.
Beth se detiene pensando en los Vks, Carly que siempre había sido la más pequeña de los Vks, ahora se encontraba esposada en una celda cómo si fuera realmente peligrosa, se mantenía más callada de lo habitual y pensativa, Jada la rebelde, la valiente que se enfrenta a todo, la misma que los guardias habían golpeado en alguna ocasión para evitar que se defienda ante los insultos, cosa que Beth solo sabía por los rumores que escuchó de los guardias.
Evan que lucía impecable cada vez que lo veía, ahora sólo usaba su ropa del baile, con el cabello despeinado e incluso sin afeitar, Beth no sabía que Evan se afeitaba hasta que vió la barba incipiente la primera vez que bajó a las mazmorras, recordó las manchas de suciedad en su ropa y rostro. Mal, dioses, pensar en Mal encerrado casi siempre la llevaba a pensar en las quemaduras de Mal, sus muñecas cubiertas de quemaduras viejas sin sanar, su cuello con una marca cómo si fuera un animal peligroso, cómo si fuera un ser salvaje e incontrolable.
—No están bien—admite en voz baja, Chloe deja de tontear casi parece preocupada.
—¿Cómo está él?—Dot se mueve ansiosa después de preguntar, sus ojos verdes se dirigen al suelo cómo si se estuviera preparando para un golpe. Beth duda, Evan le había pedido cuidar a Dot, no dejarla sola, jamás había dicho nada sobre decirle o no la verdad.
—No se parece mucho a él mismo—admite vacilante—Siempre está elegante, ahora luce diferente—
—¿Diferente cómo?—Beth mira a Chloe que parece estar mirando un partido de ping-pong.
—Pues, no se ha afeitado en semanas, sigue usando la ropa del baile—Dot frunce el ceño—Está desanimado, cómo todos, preguntó por tí—
—Oh, no sabía que Evan se afeitaba—dice Dot cómo si fuera una idea de último minuto, se pregunta cuántas cosas quedaron sin decir entre ellos, sabe por Dot que no han hablado desde que él se presentó en medio de la noche en su habitación, lo que se siente cómo una eternidad ahora—A él le importa mucho su apariencia—Beth nota que está preocupada, puede parecer algo trivial para algunos, pero para Evan su apariencia es cómo para Dot sus libros, para Beth su espada, para Mal y James su magia, es esencial, una parte inherente de sí mismo.
Lo que le recuerda a James, no ha tenido noticias de su amigo desde el baile.
—¿Cómo está James?—pregunta a Chloe, que suspira con cansancio.
—No hemos logrado que se bañe o que coma, o que haga algo—la rubia arruga la nariz—No sé cómo Andrew soporta ese olor en la habitación—
—Iré a hablar con él, tal vez pueda convencerlo—dice con seguridad, ojalá él la escuche, al menos, podría ayudar a alguien estando en la escuela.
—¡Beth!—las tres giran para ver a Arianna junto a sus amigas acercarse, Beth da un paso en su dirección, cuando Dot la detiene.
—Beth, estás muy estresada para lidiar con Arianna—dice entredientes, Beth suspira, luego mira a Chloe que niega con la cabeza.
—Es sólo Arianna, he lidiado con ella toda mi vida—se acerca a la otra princesa, puede escuchar a Dot y Chloe detrás.
—¡Has vuelto!—dice con falsa emoción la princesa—Pensé que nunca lo harías—
—En algún momento tenía que volver, empezaba a extrañar este lugar—responde con una sonrisa suave que no llega a sus ojos—La escuela es cómo un segundo hogar para mí—dice de la forma más cortés que puede.
—¡Claro!—Beth ve cómo los ojos se Arianna brillan de manera perversa antes de hablar—Pero creí que estabas ocupada con las visitas conyugales—
La princesa se congela, su piel palidece antes de sonrojarse con furia, Dot la toma del brazo alejandola de Arianna.
—Quiero decir—continúa la princesa sin notar la reacción de Beth—no pensé que lo harías, ya que mi tío me dijo que estaba completamente esposado y que las celdas estaban una al lado de la otra, pero no parece que sea un problema para tí—luego golpea su nariz con un dedo.
—Fue un placer verte Arianna—responde con educación antes de darse la vuelta con sus amigas a su lado, Chloe le da una sonrisa tensa y Dot asiente.
—Entiendo, deberías volver con tu sucia hada y su séquito de ratas isleñas—la voz burlona de Arianna es demasiado alta para que todas puedan escucharla.
Beth gira y la golpea en el rostro, la otra princesa grita llevando una mano a su nariz sangrante, puede escuchar el grito ahogado de Dot, también siente la mirada incrédula de Chloe.
—Yo, perdón, ¡Lo lamento tanto!—dice en shock, mirando su mano—Arianna no quise—
—¡Estó no se quedará así!—gritá la princesa apuntando con un dedo, su voz es extrañamente nasal, las otras princesas miran a Beth cómo si fuera una salvaje que ataca por diversión—Le diré a tu padre lo que has hecho—
Arianna se aleja, Beth espera que vaya rumbo a la enfermería su nariz no se ve nada bien, con sus amigas tratando de ayudarla.
—¿Yo acabo de golpear a Arianna?—pregunta empezando a sentir el dolor en la mano.
—Si, te advertí que era una mala idea—dice Dot, luego resopla—¿Por qué es tan difícil escucharme?—
—Debiste haberla golpeado en la boca—dice Chloe cruzándose de brazos—Podrías salvarnos de escuchar su horrible voz por algunos días—
—Tal vez si estoy algo estresada—dice en un murmulló.
—Jamie—dice con voz cantarina el hada madrina al entrar a la habitación de su hijo—Has faltado a clase, cariño—
James en su cama no reacciona ante sus palabras, simplemente la ignora, cómo lo ha hecho durante los últimos días, su dulce niño parece perdido en su mente.
—Mi amor, deberías levantarte—dice con voz dulce—Es un día precioso—
—mmm—James se hunde más en las mantas.
Fay intenta no llorar, nunca ha sido una madre distante, se ha esforzado por años para que James no sienta la falta de su padre, que sepa que son ellos contra el mundo, que su madre va a cuidarlo y protegerlo contra el mundo.
Le falló en todo sentido, ahora James no sabe si recuperará su magia, su hijo ha perdido una parte de sí mismo.
Hay una diferencia entre no poder usar tu magia y perderla para siempre, ella lo sabe mejor que nadie, no poder usar tu magia se siente asfixiante, perderla se siente cómo si te arrancaran la mitad del cuerpo, o eso han dicho las hadas que han perdido su magia.
La mayoría lo ha dicho antes de morir, antes de suicidarse por la falta de energía, su bebé parece seguir ese camino.
—Jamie, no puedes seguir faltando a clase—dice en tono de regaño esperando que eso hiciera reaccionar a su hijo— ¡Jameson! ¡Soy tu madre y te pido que te levantes!—
James no reaccionó ni siquiera ante su nombre real, eso la hizo temblar de miedo, dioses, realmente había perdido a su hijo para siempre, no quedaba nada que salvar de su niño, su alegre niño perdió toda voluntad.
—¿Hada Madrina?—escucha una voz detrás de ella, al girar se encuentra con el príncipe Andrew, parece cansado con ojeras notables—¿Se encuentra bien?—
La mujer asiente restregándose los ojos, se recuerda que ella es la adulta en la habitación, no puede romperse frente a este niño, uno de sus alumnos.
—Si, sólo intentaba hablar con Jamie—dice con voz estrangulada, fuerza una sonrisa que Andrew no parece creer.
—Puedo ayudarlo a comer—dice el niño entrando en la habitación—Además es mi turno, ya han pasado Chloe, Dot y Liu—
La mujer sonríe con más honestidad, es un pedido noble, James tiene buenos amigos.
—Gracias Andrew—se aleja con los ojos llorosos—Eres un buen chico—
Cuando sale de la habitación se pregunta qué clase de madre es, ha caído tan bajo que deja que un grupo de adolescentes intente seguir salvando a su hijo, ha estado tan ocupada con Maléfica y la escuela que dejó que los amigos de James se turnen para cuidarlo, supone que es su culpa.
—¡Hada Madrina!—la princesa Tara de Maldonia se acerca corriendo, un portapapeles en su mano, su sonrisa es nerviosa.
—Princesa Tara, ¿En qué puedo ayudarla?—pregunta con mayor amabilidad, la niña de rizos negros se enconge con las mejillas más oscuras.
—Se que ha estado ocupada, pero Arianna insiste en saber si habrá baile de equinoccio de primavera—por lo general, sería James quién la ayudaría con la organización del baile, transmitiendo las quejas y pedidos del comité a ella.
¿Un baile? ¿Con Maléfica libre, su hijo catatonico, los estudiantes en peligro? Es una idea terrible, mantener la escuela abierta ya de por sí era una mala idea, pero el baile de primavera sonaba peor, un ambiente que el hada madrina no podría controlar.
Miró la puerta de su hijo escuchando la voz amortiguada de Andrew, tal vez, eso era lo que precisaban sus estudiantes, olvidar todo lo que ha pasado, vivir una noche dónde sus pesadillas los dejen en paz, tal vez así James tendría una excusa para levantarse de la cama.
—Se que no es el momento y trate de decirle a Arianna que no lo es, pero—
—Si, princesa Tara, debemos empezar a organizar el baile—la interrumpe tomando el portapapeles para firmar dando su permiso—Creo que nos hará bien a todos la distracción—
—Conocí a tu madre ¿Sabes?—Mal alzó una ceja con diversión, es difícil no saber quién es el hombre que le ha atravesado el corazón con una espada a tu madre.
—Nunca fuiste su favorito—dice con aburrimiento—Siempre te nombra después de Aurora—ve al hombre tensarse.
Mira a su alrededor, están en una habitación simple, oscura, con dos sillas, una para su alteza y la otra para él, con Mal esposado al suelo, tiene que reconocer que Auradon lo cree más peligroso de lo que es después de haberse entregado por voluntad propia.
—No creo que entiendas lo que acabas de decir—dice él hombre alejándose de él—La mujer que te crió es un monstruo—
—Lo sé—esto es tan estúpido, el príncipe Philip sin duda es un notado al interrogar—Crecí a su lado, ¿Recuerda?—
—¿Esperas que piense que sabes de que es capaz?—Mal frunce el ceño ante el tono burlón.
Ellos no saben de que es capaz su madre, no la han visto torturar, ni matar, no cortó sus cuernos cómo hizo con Mal, no le dió cicatrices por cada error cometido, ni crecieron escuchando los insultos disfrazados de muestras de cariño, ellos no fueron convertidos en monstruos igual de horribles que ella, no tienen derecho a quejarse.
—¿Qué te hizo? ¿Te lanzó un poco de fuego? ¿Te amenazó con espinas? ¿Se burló de tu patética espada? ¿Hizo a tu princesita dormir la siesta?—pregunta burlón casi escupiendo las palabras, él hombre cruza la habitación hasta él tirando de su ropa para obligarlo a pararse.
—No te atrevas a repetir eso, niño—le escupe directamente en la cara, según parece el buen príncipe Philip se ha marchado.
—Ella no se equivocó, eres una lacra—él hombre mayor levanta el puño golpeando su mandíbula.
Él dolor estalla, nublando su visión ha tenido golpes mucho peores, el problema es que no ha tenido tiempo para recuperarse de una paliza tras otra, Mal sabe que cuando está por levantarse del suelo es cuando le darán otra paliza, al menos, en la isla, él tenía la posibilidad de defenderse.
Escupe un poco de sangre a un lado de la bota del príncipe Philip, Mal le sonríe con sus dientes manchados.
—Pensé que golpear a un adolescente era muy bajo para un príncipe—dice con sarcasmo.
—No eres un adolescente—responde con calma el hombre—Eres su hijo—
—Y usted tiene casi cincuenta años y sigue llamándose príncipe Philip ¿Adivine cuál es el más patético de los dos?—pregunta con una ceja alzada—Le aviso, es él que usa una corona de plástico y mallas—
El rey Bestia mira a través de la ventana el jardín de rosas, todas de Bella, un regalo de cuando ella rompió su maldición, una muestra de amor.
Se pregunta en qué momento sus vidas han cambiado tanto para que tenga que mirar las flores buscando el amor que su esposa siente por él, Bella es la única que pudo ver a través de la Bestia.
Ella es la única que pudo ver a Adam, amar a Adam que era infantil, arrogante, egoísta, ella que lo dejó y volvió, que lo eligió por sobre Gastón.
Gastón ¿Cuánto había pasado desde la última vez que pensó en su viejo amigo? Tal vez cuando nació Bethany, se maldijo así mismo y a él, no podía entender porque Gastón a pesar de todos sus pecados, tenía dos hijos varones fuertes, mientras Adam tuvo una niña, frágil con poco peso y enfermiza.
Una niña milagrosa para la corte, el país había esperado en vela la noticia de que su heredera falleció a los pocos días de nacer.
—Su alteza, la Reina Leah lo espera para hablar en su oficina—Adam asintió ante Lumiere, el hombre ya es mayor para lidiar con sus dramas, cómo si fuera un niño.
En la oficina la Reina Leah lo espera con su mirada impasible, es una mujer de temer, sin importar que crean los demás, Adam sabe que alguien que ha engañado a un hada, especialmente un hada cómo Maléfica, y ha sobrevivido no es ninguna ingenua.
—Reina Leah ¿Qué la trae a mi castillo?—Adam se sienta con la espalda recta, sabiendo en su interior que ni siquiera su gran altura podrá intimidar a la matriarca de la familia Rose.
—Su alteza, le ruego que me escuche—la mujer lo miró suplicante, sus hombros caídos con fragilidad—Se que no debo molestarlo con asuntos personales, pero mi familia no puede vivir así, temiendo cada paso que da—
—Se que Maléfica es un tema delicado en su familia—Bestia trató de imaginar cómo se sentiría si fuera Gastón o la hechicera quienes estuvieran libres corriendo por Auradon, sin saber si estaban a un paso de atacar para destruir lo que les tomó años construir—Debe confiar en que tomamos las medidas necesarias—
—Lo hago, su alteza—la Reina Leah suspiró con admiración—Aún así temo por mi familia, mis pobres nietos, mi dulce hija, mi valiente yerno, usted más que nadie sabe lo doloroso que ha sido todo desde que mi esposo ha muerto—
Él rey Stefan había dejado un gran vacío en su familia, Adam lo notó y Auroria también, el reino notó cómo su ya de por sí estricta reina se volvía cada vez más fría, aún cuando ahora parecía una mujer aterrada.
—Lamento su pérdida—repitió las palabras pensando en Bella, podían pelear cómo perros y gatos y aún así no podía imaginar un mundo sin su Bella, por algo, eran la bella y la bestia—No puedo imaginar el dolor que la sigue—
—Nadie puede—dice con cansancio la mujer—Nadie nunca podría, su alteza, le ruego que se encargue de esos niños, no puedo perder a más miembros de mi familia—
—Nos estamos encargando de los niños—Adam seguía esperando que Maléfica volviera por su hijo, por ahora, parecía haberlo olvidado o confiaba en que estará a salvo porque eran los buenos.
—No—ella negó con vehemencia—Deben volver al pozo del que jamás debieron irse—
—¿Quiere que los devuelva a la isla?—ella asintió ante la pregunta de la manera más digna, solo cómo una reina haría.
Adam pensó en las consecuencias de enviarlos a la isla, hasta ahora Philip no le había sacado nada al hijo de Maléfica, si no tienen nada útil que decir no deberían conservarlos en el castillo.
Inevitablemente pensó en su hija, ella en el balcón, No siento amor por Andrew, no cómo lo siento por él, las palabras de Bethany dichas con seguridad, con la confianza de quién sabe qué es el amor, de quién ama con el alma sin esperar nada a cambio, Bestia espera que su hija lo supere pronto.
—Si los niños no tienen información útil, los devolveré pronto a la isla—prometió, porque era un rey que debía ver por el bienestar de su gente.
Chapter 6: Capítulo 6
Chapter Text
—¿Y te duele?—pregunta Chloe, Beth mira su mano, sus nudillos están algo rojos y marcados, cierra la mano y siseó de dolor.
Beth ve de reojo cómo Chloe se tira sobre su cama, están en la habitación de Chloe y Dot, mucho menos solitaria que la propia habitación de Beth, de alguna manera la habitación de Beth empezaba a sentirse más grande de lo normal, algo que no creía posible.
—Me alegro mucho—responde Dot volviendo a mirar sus notas de química, podía haber una de las villanas más grandes y peligrosas de la historia suelta, pero sus profesores no creían que fuera una excusa para dejar su tarea de lado—Te lo advertí—
—No sé qué me pasó—susurra molesta consigo misma—Nunca habría hecho eso—sus amigas comparten una mirada en la que parecen tener una conversación—¿Qué? Diganme, ya tengo suficientes personas en mi vida que me dejan afuera—
—Bueno—empieza Dot encogiéndose bajo su mirada—Arianna siempre te ha molestado, esparce rumores sobre tí y—
—Es una perra—interrumpe Chloe—La soportaste durante mucho tiempo—
—Supongo—responde recordando a Arianna con sus molestos comentarios desde que empezaron a asistir a la Preparatoria Auradon hace tres años, tres años de no responder de ninguna manera.
—Por cierto, la golpeaste ayer, ¿No crees que debes dejar de dramatizar?—Beth suspira, no es tanto el dolor cómo la sorpresa de ser capaz de algo así, se supone que las princesas no deberían tener emociones tan violentas.
Su teléfono suena salvándola de responder, Beth atiende la llamada sin leer el nombre del contacto, mientras su amigas vuelven a lo suyo, Dot con la tarea de química y Chloe sacándose selfies.
—Mademoiselle Bethany—Beth alzó una ceja sorprendida, aleja el teléfono para ver el número privado del castillo.
—Lumiere—Dot dejó de lado las notas, Chloe la miró levantando una ceja—¿Mis padres se encuentran bien?—
—Ouais, por supuesto—la princesa frunció los labios confundida, él viejo mayordomo de su padre no suele llamarla, más que para avisarle que su padre la necesita.
—Lumiere, ¿Qué ha sucedido?—responde con calma—¿Están todos bien en casa?—
—Por supuesto—su voz no suena tan segura cómo debería—sólo, tengo una mala noticia, princesse—Beth siente cómo el frío recorre su espalda ante el tono nervioso del mayordomo—Su padre ha decidido trasladar a los prisioneros a la isla de los perdidos—
—¡No! ¡No puede!—casi gritó levantándose de la cama—¡El consejo debe votar!—se siente tonta aferrándose a esa última oportunidad.
Su padre no puede desafiar de manera tan abierta al consejo, aunque con Maléfica libre el consejo puede ignorar una decisión así, hacer la vista gorda en favor de seguir las promesas de protección de su rey.
—Él y la reina Leah han decidido que son peligrosos para el reino—Beth traga saliva pensando en Mal encerrado y encadenado, nada más alejado de un ser peligroso—La he llamado, por sus sentimientos—
—Lumiere—súplica en voz baja—¿Puedes intentar convencerlo?—
Beth recuerda la última vez que le suplicó algo a Lumiere tenía diez años, rogaba que sus padres dejaran de pelear por unos días, que fueran la misma familia felíz que pintaron en el cuadro, un imposible.
Ahora rogaba por otro imposible, que salvara a sus amigos ¿En qué momento su vida se llenó de imposibles? ¿En qué momento todo se complicó tanto?.
—Lo lamento princesse, es la decisión del rey—puede escuchar el suspiró desde el otro lado de la línea—Debe despedirse—
—Gracias, Lumiere, lo entiendo—Beth se muerde el labio—¿Cuándo?—
—Mañana en la tarde—
—Gracias—repite antes de colgar.
Se sienta en la cama de Dot con el corazón en los oídos, puede escuchar su latido cómo si le rompiera los tímpanos, baja la mirada a sus manos desea ver a Carly jugar en el jardín del campus con chico, ver a Jada brillar en el campo de Tourney, ver a Evan diseñar.
Quiere ver los dibujos de Mal, sentir su frío tacto rodeándola, escuchar su sarcástica voz, dioses, aunque sea quiere ver al monstruo de sus pesadillas devuelta, se conformaría con las garras, los colmillos, la sangre.
—¿Beth?—
—Van a trasladar a los Vks a la isla de los pérdidos—dice sintiendo su voz ausente, cómo si alguien más hablará—Mañana en la tarde—
Puede ver cómo Dot cubre su boca con los ojos llorosos, pálida cómo un muerto, se pregunta si ella misma parece un muerto, o tal vez terminará de sentirse vacía cuando se encuentren en la isla.
—¿Qué? No, es una locura, tiene que haber algo que puedas hacer—Dot balbucea—Ese lugar es horrible, Beth, ellos no pueden volver—
Dot se acerca a ella negando, toma su mano con los ojos brillando con una mezcla de emociones a través del grueso vidrio de sus lentes, su mirada es tan triste cómo suplicante que Beth desea apartar la vista, es cómo si ella fuera su última esperanza para salvar a los Vks. Debería ser un momento felíz saber que tu amiga está enamorada, aún si ella no lo sabe, pero ahora se siente injusto, no deseaba saberlo, porqué terminará de romper su corazón.
—Después de lo de la varita, ¿Qué significa para ellos volver?—las dos miran a Chloe, no parece preocupada pero si muy pálida—Mal tomó la varita, te apuntó para después enfrentar a su madre, eso es—Chloe deja de hablar cómo si estuviera notando a dónde se dirigen sus pensamientos.
—Traición—termina por ella sintiendo la bilis subir—Si la mamá de Mal tiene aliados en la isla, ellos podrían lastimarlos—
—Tal vez si hablas con tu papá—Dot no suena muy segura cuando lo sugiere—Podrías convencerlo de no hacerlo, si le explicas—
—No, papá no va a escucharme—Beth tomá aire—Se que hacer—
—¿Qué haremos?—Chloe levanta las manos cuando la miran—¿Qué? No puedes tener una idea tan mala—
—Voy a sacarlos de prisión—responde con seguridad Beth.
—Me retracto—
Maléfica gruñe en la sala vacía de su viejo castillo, sus heridas han sanado casi por completo, aún así no puede atacar a Auradon sin un plan, dejarse llevar por la ira en el pasado no le ha servido de nada.
Debe encontrar una forma de recuperar su viejo cetro, su primer cetro, ahora si tan sólo el hechizo de Merlin sobre el fuera fácil de romper no hubiera sido aprisionada en la isla en primer lugar.
Necesita a alguien en quién poner una de las viejas maldiciones de Morgie, alguien que esté confuso, algo roto, fácil de tentar con la oscuridad, los héroes no suelen caer con tanta facilidad en las sombras.
A menos que sean jóvenes e ingenuos, tal vez necesita un niño con sangre de héroe y dudas de villano.
Da la casualidad que conoce el lugar perfecto para encontrar a un niño así, junto que ahora tiene a un grupo de inútiles bajo su mando, algunos demasiado jóvenes, casi cómo Mal.
El recuerdo de Mal le hiela la ya fría sangre, su Mal, su hijo, su sangre que la ha traicionado por la niña de Bestia, se pregunta qué le ha ofrecido la niña a Mal para encantar tanto a su hijo que paga las consecuencias de ser su hijo, de fallarle tanto a la princesa cómo a su propia madre.
No es suficiente, se dice, no es castigo suficiente, Mal necesita entender las consecuencias de sus errores, lo hará cuando lo encuentre.
Andrew dobla por un pasillo esquivando a Arianna y su séquito, desde que ha dicho que no traicionará la confianza de Beth su prima está furiosa.
Su hermana hizo que la decisión fuera fácil, la forma en que ella hablaba de lealtad y honor con tanta emoción, con tanta fe, le revolvió el estómago.
Beth no siempre fue su prometida ni estuvieron al borde de matarse el uno al otro, hubo una época en la que eran amigos, la clase de amigos que se cuenta secretos, juega a las escondidas, escucha los problemas del otro, Andrew recuerda pasar noches enteras escuchando a Beth hablar de sus padres mientras él compartía sus propios miedos sobre sus abuelos entre susurros que ni siquiera el personal del castillo sabría nunca.
Su hermanita, Philippa le recordaba eso, tiempos más simples dónde el bien y el mal estaban claramente definidos, dónde el amor verdadero vence a todo villano y la lealtad a los amigos vale más que cualquier corona.
Andrew entró en su habitación para encontrar a Liu y Chloe discutiendo mientras tiraban de un pedazo de papel, ambos se detuvieron para verlo sorprendidos.
—Voy a darme la vuelta y fingir que esto no sucedió—responde de manera automática.
—¡Espera! ¡Tienes que ayudarme!—interrumpe Liu estirando un brazo, Andrew encarna las cejas cuando ve cómo Chloe tira del papel para arrebatarselo a Liu.
Cuando su amigo voltea a verla, la princesa lo tiene contra su pecho de manera protectora.
—Chloe es una locura—dice Liu pasando una mano por su cabello—¡Es ilegal! ¡Demasiado ilegal para ignorarlo!—
—¡Díselo a ella!—Andrew ve cómo Chloe se cruza de brazos—Intente detenerlas—
—¿Cómo?—Liu entrecierra los ojos con sospecha.
—Les dije chicas es una mala idea, es ilegal y se considera traición contra la corona—dice la princesa rubia en lo suena a una mala imitación de sí misma—Luego Beth dijo que técnicamente ella es la corona, y Dot dijo que sólo es mala idea si nos descubren, me parecieron argumentos muy convincentes—
Liu resopló con frustración para mirarlo suplicante.
—¿Espera qué?—preguntó apartándose de la puerta—¿Traición a la corona? ¿De qué estás hablando?—
—De sacar a los Vks de prisión—Chloe pone los ojos en blanco—Ponte al día Andrew—
El príncipe parpadeó, miró a Liu buscando una respuesta, esperaba que Liu empezará a reír y decir que era una broma o algo similar, que Chloe solo estaba exagerando pero el hijo de Mulan asintió muy serio.
Miró a la hija de Cenicienta que sostenía el trozo de papel contra su pecho con la mirada altiva de siempre, aún cuando en sus ojos podía verse algo similar al temor.
—¡¿Estás completamente loca?!—gritó con tanta fuerza que le dolió la garganta—Dioses, por todos los dioses que existen, ¿En qué estás pensando?—
—No me grites—responde Chloe levantando un dedo—Es idea de Beth—
—¿Y no vas a detenerla?—Chloe alzó las cejas.
—¿Su única sugerencia es que la rubia princesa delicada, hermosa y frágil detenga a la otra princesa?—Chloe les dió una mirada que hablaba de que no estaba impresionada con ellos—Esos si son príncipes—
Andrew se sonroja con vergüenza, es cierto, Chloe no podría detener a Beth aunque quisiera. Su padre estaría avergonzado de su falta de acción, de dejar que unas pobres princesas tomen decisiones tan importantes y peligrosas sin pensar en las consecuencias, debe meterle algo de sentido común a Beth, así sea a la fuerza.
—¿Dónde está Beth?—Pregunta a Chloe, la princesa no responde mira a Liu esperando una respuesta.
—En la habitación de Chloe y Dot—Andrew gira para correr por los pasillos, puede escuchar a Chloe y Liu peleando detrás de él.
Entra a la habitación sin tocar, ni siquiera puede recordar sus modales o que está es la habitación de dos damas sin acompañante.
—¡¿En qué demonios estás pensando?!—Beth levanta la vista de un papel que se encuentra escribiendo, luego frunce el ceño—¿Te volviste loca? ¿Y arrastrar a Chloe y Dot?—
Puede escuchar los pasos detrás, como cierran la puerta, junto con un jadeo exagerado, supone que Chloe y Liu lo han seguido.
—Chloe, se supone que es secreto—Beth está mirando a alguien a sus espaldas.
—No culpes a Chloe—responde acercándose a ella—¿En qué estás pensando?—
—Tengo un plan—Andrew frunce los labios en una línea firme, esto suena cada vez peor.
—¿Tienes un plan? ¡Genial!—Andrew lleva una mano a su cabello—¡Tu último plan liberó, a los dioses sabrán, cuántos villanos! ¡Y ahora quieres organizar una fuga de prisión!—
—¡No es una fuga!—Andrew resopla, luego mira a Liu.
—Ayúdame en esto—le ruega a su amigo.
—Estoy de acuerdo con que es una locura—Andrew voltea a ver a Beth que frunce el ceño aún más.
—Tu mamá se alistó en una guerra fingiendo ser hombre y ahora te preocupas por las reglas—dice Chloe de manera sarcástica.
—Gracias Chloe—Liu frunce el ceño llevando una mano a su rostro—Estás siendo de mucha ayuda—
—Beth, no puedes hacer esto—Andrew espera que entienda—Es más que cometer un error, no tienes vuelta atrás, si te descubren te enviaran a la isla—
—Van a enviarlos a la isla—Dot habla por primera vez desde que llegó, su voz frágil choca con su mirada determinada.
—¿Y quieres seguirlos?—pregunta logrando que Dot se sonroje—¿Qué dirán los idiotas? Dime Dot, ¿Qué crees que pensará Evan?—la mitad enano no responde, en cambio, baja la cabeza avergonzada.
—¿Qué crees que dirá Mal?—espera que Beth baje la cabeza, que esa estúpida hada le de algo de sentido común—No puedo entenderte, nunca antes habrías hecho esto—
Beth se muerde el labio, luego mueve la cabeza con nerviosismo antes de mirarlo a los ojos con intensidad, ella brilla de una manera que no ha visto en todos los años que la conoce, hay dolor, mucho dolor pero también hay mucha fuerza.
—Lo quiero—dice cómo si esa fuera la mayor certeza que ha tenido nunca—Él me importa, no se si es amor verdadero pero lo quiero lo suficiente para arriesgar todo—
—¿Dos veces?—pregunta sin entender, Andrew nunca ha sentido ese nivel de certeza por nada en el mundo, no por su familia, su compromiso, su corona, verlo en Beth es impactante aunque siente envidia.
—Todas las veces que él me necesite—responde sin flaquear—Siempre—
—¿Las dos están de acuerdo?—preguntá Liu mirando de Beth a Dot.
Andrew sigue muy impactado para decir algo, quiere sentir eso por algo o por alguien, esa clase de seguridad que trasciende todo lo demás.
—Es injusto que sean castigados sin un juicio—dice Dot pero suena a un argumento hueco, cómo si tuviera demasiado que decir pero no se atreviera a decirlo, no por primera vez Andrew piensa en la relación de Evan y Dot, él está fuera de su alcance en casi todos los sentidos.
—Bien—la voz de Liu lo saca de su mente, él hijo de Mulan se encoge de hombros con resignación.
—¡Liu!—lo regaña, luego mira a sus amigos, Beth lo miró suplicante—Está bien, vamos a liberar villanos—
Chapter 7: Capitulo 7
Chapter Text
El túnel es oscuro, una oscuridad profunda que siente que podría devorarlo, aún así debe ser menos oscuro que ser aplastado por una avalancha.
Liu desea que hubieran tenido más tiempo para planear esto, también que su vida no dependa de un pedazo de papel que le han robado a James, no, que Chloe le ha robado a James.
—Este es un mal plan—dice Liu en voz baja, Dot a su lado pone los ojos en blanco sin levantar la vista del mapa, casi no lo distingue por la oscuridad del pasillo la alumbra con su teléfono para que pueda leer mejor el mapa—Dot, ¿No estás preocupada?—
—Estoy aterrada—admite bajo su mirada, Dot es muy pequeña físicamente, además de tener una personalidad tranquila, era sorprendente pero ella era la más valiente entre ambos—Pero no nos tocó la peor parte del plan—
La rubia giró sobre sus talones empezando a caminar dejando a Liu atrás, él miró su espalda con sorpresa, le serviría algo de la confianza de Dot ahora.
—Espero que los demás estén mejor que nosotros—
—Tengo un mal presentimiento—Mal escucha a Carly—¿No creen que los guardias están demasiado nerviosos?—
—¿De qué hablas?—pregunta Evan, mientras Mal piensa en el guardia que le trajo el almuerzo, se movía mucho más torpe de lo normal.
Además habían vuelto a encadenarlo por burlarse del príncipe Philip, no se arrepentía, el príncipe Philip golpea cómo un cobarde y el acto de hombre paciente no combina con él.
—Hablan mucho entre susurros—dice Jada asomando la cabeza por los barrotes.
—Siempre hacen eso—responde pensando en los susurros que suele escuchar sobre él y Beth.
—No, Jada tiene razón—escucha a Evan—No les importa que los escuchemos ahora es diferente—
—De eso hablo—dice Carly, Mal puede ver a la más joven abrazarse a sí misma—Están nerviosos y no quieren que lo sepamos—
—¿Creen que vayan a?—Jada no termina la oración, en cambio hace un sonido cómo si fuera una guillotina cayendo.
Carly se estremece, Mal puede escuchar a Evan inspirar y ver la mano temblorosa de la hija de Jafar, sus amigos están aterrados.
Él también, después de tanto tiempo sin que nadie les de importancia el movimiento sólo puede significar malas noticias para él y sus amigos.
—Estaremos bien—miente para tratar de convencer a sus amigos—Son unos guardias de Auradon, la hemos tenido peor—
—¿No estás preocupado?—pregunta Carly temblando—¿Y si nos devuelven con nuestros padres?—
Mal siente un escalofrío, su madre ya se ha molestado con él, pero eso no es nada comparado a lo que ella puede hacerle y los demás no han tenido oportunidad de ver a sus padres.
Piensa en Jafar castigando a Jada en la isla la dejaría sin comer o la haría dormir afuera, la Reina Malvada nunca ha castigado a Evan más que para recordarle los deberes de un verdadero príncipe, obligarlo a mantenerse en forma o hacer una estúpida dieta, aunque si Gastón llega a Evan duda que su amigo sobreviva.
Mira a Carly, es la pequeña de ellos pero su madre es la más inestable, sin contar a la propia madre de Mal, le irá peor que unas pocas quemaduras de cigarrillos o dormir en un armario.
—Estaremos bien—repite de manera terca, es su líder, su trabajo está en cuidar a su pandilla.
Carly abre la boca cuando algo cae en medio del pasillo, el humo violeta empieza dispersarse en el pasillo, puede escuchar las maldiciones de Jada.
—¿Qué carajos es eso?—Mal frunce el ceño sin saberlo—¿Veneno?—
—No, no lo creo—el humo se acerca peligrosamente a él—¡Jada! ¡Evan!—llama mientras se aleja hasta que su espalda golpea la pared.
—Estamos bien—responde la hija de Jafar arrastrando las palabras—Me siento mareada—
—No respiren—dice Evan pero su voz suena distante, adormilada—No se que es eso pero—un golpe se escucha.
—Evan—dice Carly, nadie le responde—Evan—
—Creo que está bien—Jada responde arrastrando las palabras, Mal se siente mareado al punto en que cae al suelo—No estoy segura—Ella se detiene arrastrando las palabras en voz cada vez más baja.
—¿Jada?—pregunta Carly, luego lo mira cuando no responde, la niña se apoya en los barrotes asustada—Mal ¿Qué está pasando?—
—No lo sé—responde con honestidad, su vista se empieza a nublar, el cansancio en sus huesos lo domina—Carly—ella lo mira suplicante adormilada.
Quiere disculparse por llevarlos a este punto, ponerlos en peligro, arruinar sus vidas, Evan, Jada y Carly tenían vidas cuando decidieron apoyarlo al enfrentarse a su madre, cuando decidieron entregarse pero sus párpados luchan por cerrarse, lo último en lo que piensa es en unos ojos cafés de cierva que lo dominan, más poderosos que cualquier magia.
Beth suspiro moviendo los pies nerviosa en un compás de tres, se encuentra fuera de la sala del trono a la espera de hablar con su padre, el rey de Auradon ha aceptado recibirla con tan poca antelación.
Si él sospecha de Beth no ha dicho nada, su madre en cambio, está visitando a su abuelo, ojala esa visita dure semanas para darle algo de paz al castillo de las bestias.
—Su alteza la espera—Beth asiente ante la sirvienta, luego entra a la sala del trono con una seguridad que no siente.
Su padre mira por la ventana con el ceño fruncido, reconoce con miedo que debe alejarlo de la ventana antes de que sospeche algo.
—¿Padre?—su voz es un hilo fino—Debemos hablar sobre Andrew—
—Pensé que ya habíamos hablado sobre tu matrimonio con el príncipe Andrew—Beth traga saliva ante la voz de su padre resonando en la sala del trono.
—Ha retirado su propuesta—su padre voltea a verla con las cejas bajas y fruncidas.
—¿Disculpa?—él hombre se aleja de la ventana para ir a sentarse en su trono, su corona está perfecta en su cabeza mientras Beth siente que puede volver a respirar—¿Qué le has hecho está vez?—
—Nada—responde a la defensiva, se muerde el labio nerviosa, debió empezar a distraerlo con otra cosa—Él lo decidió así—
—¿Por qué?—Beth lo medita, Andrew fue claro con ella, no la ama y ella sigue enamorada de Mal.
Andree no desea ser una segunda opción ni casarse con una mujer con la que se mataría en días, desde que su compromiso se ha roto comienzan a llevarse bien otra vez.
—No desea casarse conmigo, no me ha dicho el motivo—responde nerviosa, su padre medita lo que ha dicho durante largos minutos.
—Andrew siempre ha sido cercano a la hija de Ella y Kit—dice sin mirarla—Quizás sepa que la niña es más fácil de controlar que tú—
—Padre—dice confundida—No creo que sea así, Andrew y Chloe son amigos, así cómo Andrew y Dot, no creo que—
—Bethany, la niña de Kit tiene una posición muy frágil en la corte, es la hija de unos desconocidos—Beth se mantiene en silencio, pelear con su padre le acortará el tiempo a Andrew y Chloe—Es mucho más fácil de dominar que tú, deberías haber agachado más la cabeza al hablar con él, ya lo has insultado lo suficiente—
—Padre, yo no creo que deba—Beth se corta mirando a través de la ventana, la limusina avanza cómo si fuera un día normal—Tal vez tengas algún consejo que darme—
Beth finge escuchar a su padre, mientras piensa en Chloe y Andrew.
Tienen un plan simple que puede fallar, deben tener mucha suerte para tener éxito.
—No estoy seguro de esto—dice Andrew mientras camina de un lado a otro al lado de la limusina negra.
Beth les ha asegurado cientos de veces que las limusinas de la familia real son completamente idénticas, cuentan con eso para tener éxito.
—No parece un gran plan—agrega mirando de reojo el bosque profundo.
—Es un poco tarde para decirlo—Chloe está sentada en el asiento del conductor descalza mientras juega con su teléfono—Pudiste avisar en la noche cuando planeabamos esta locura—
—Lo dije—responde con el ceño fruncido—Cuatro veces—
—No lo recuerdo—dice la princesa rubia con burla.
—¿Por qué me tocó contigo?—pregunta alzando las cejas—Hubiera preferido a Dot—
—Es más creíble que nosotros tengamos una cita a qué la tengas con Dot—Chloe sale del auto pisando las piedras, hace una mueca de dolor.
—Son solo piedritas—le dice con burla.
—Siempre he tenido pies sensibles, no entenderias—la princesa le saca la lengua, tocando sus talones con cuidado—¿Nuestro transporte se acerca, si o no?—
Andrew miró el camino expectante, la limusina estaba tardando demasiado en llegar, si habían cometido un error con la hora todo este circo sería en vano.
Soltó un suspiro de alivio cuando el auto se acercó por el camino, miró a Chloe que pasó ambos brazos por su cuello fingiendo una sonrisa coqueta que le hizo poner los ojos en blanco.
La limusina negra que transporta a los Vks se detiene a su lado al ver el sello real en el auto, Andrew mueve la cabeza para ver a los guardias bajar vestidos cómo simples choferes, Chloe lo obliga a mirarlo.
—Finge un poco mejor—dice ella con una sonrisa encantadora para besar su mejilla.
—¿Se encuentran bien, sus altezas?—Chloe se separa del abrazo, Andrew la rodea con un brazo para acercarse con una sonrisa a los guardias.
—¡Por supuesto!—responde Chloe presionando su cuerpo contra su pecho—Estamos volviendo de una cita, la princesa Bethany tuvo la amabilidad de prestarnos uno de los autos de su familia—
Los hombres se miraron dudando de la mentira de Chloe que se tensa bajo su brazo, Andrew traga saliva para volver a sonreír intentando ocultar sus nervios.
—Un picnic en el bosque—dice tratando de sonar enamorado aunque nunca ha estado enamorado, no está seguro de haberlo logrado—Pero la princesa Chloe a perdido sus zapatos en el bosque—finge cómo si sólo ahora lo hubiera recordado, Chloe finge una risita demasiado estridente para ser de ella.
—Tal vez puedan ayudarme—dice con un chillido emocionado. Los hombres retroceden ante su grito, Andrew no puede culparlos por asustarse.
—Lo lamentamos, su alteza—respondió uno de ellos—Nos encontramos en una misión del rey—
—Oh—dice Chloe con voz decepcionada—Supongo que le dire a mi padre que no han deseado ayudarme, quiero decir, no es mi culpa saben, soy la hija de cenicienta es normal perder zapatos—ella hace un puchero que siempre le ha conseguido que los demás hagan sus tareas.
Sus ojos se vuelven cristalinos cuando saca su teléfono diciendo nombres al azar, Andrew tiene que reconocer que es una buena actriz.
—¿Tío Philip? No, ¿Tío Erick? No, ¿Tío Florian? No—repite nombres al azar de reyes mientras los hombres empiezan a palidecer—¡Papi! Aquí está—
—Su alteza ¿No cree que es demasiado por un par de zapatos?—Chloe hace un puchero con el labio temblando y el guardia retrocede asustado.
—Son de su madre—se apresura a responder Andrew—Un regalo muy preciado para ella—
—¡Sólo serán cinco minutos!—Andrew ve cómo los hombres vacilan—¡Por favor!—
—Bien, vamos a buscar los malditos zapatos—Chloe sonrió corriendo hasta ambos hombres, abrazo primero al de la derecha, luego al de la izquierda.
—¡Gracias! ¡Son tan amables!—ella se alejó señalando el bosque—Vamos los guiaré—
—Buscaré de este lado—agrega Andrew señalando un lugar al azar—Nunca se sabe dónde podrían estar—
Cuando pasaron a su lado, Andrew asintió a los hombres cómo si les agradeciera por su ayuda, miró a Chloe que le lanzó un beso, en cuanto las miradas se alejaron de ellos, la princesa negó sutilmente siguiendo a los hombres.
Andrew esperó con ansiedad a que los tres se adentraran en el bosque, en cuanto los vió desaparecer se lanzó a la limusina más alejada, se sentó en el asiento del conductor y rebuscó entre el lugar las llaves.
—Vamos, por favor—suspira molestó al no verlas en el encendido ni debajo del asiento—¡Si!—grita al abrir la guantera encontrando el par de llaves—Beth, más te vale que esto funciones—
—Como decía, Bethany debes—Beth asintió sin escuchar a su padre, en este punto solo quería huir por la puerta—Oh, dame un segundo debo llamar a mis guardias—
La princesa trago saliva nerviosa, el único motivo por el cual su padre llamaría a sus guardias es si estos tuvieran una misión importante, como la misión de trasladar prisioneros.
—¡Papá!—chilla interrumpiendo a su padre que saca su teléfono para llamar—¿Y qué hay de otro príncipe?—
Su padre se detiene, frunciendo el ceño confundido ante su pregunta.
—Tal vez Andrew no es el príncipe para mí, tal vez deba buscar un príncipe diferente para mantener mi, he, estatus—Beth se muerde el labio nerviosa, nunca había pensado en ningún príncipe, solo en Andrew—O tal vez no un príncipe, quizás un semidiós, como Heracles—
Su padre parece meditarlo dejando de lado el teléfono, Beth siente que puede volver a respirar.
—No es tan mala idea, el príncipe Flavius o Heracles, el nieto de Zeus, un legado, sería mejor un semidiós puro pero teniendo en cuenta tu situación es mucho esperar tener tanta suerte—su padre sigue hablando sobre posibles príncipes con los que pueda comprometerse.
Chloe sonrió nerviosa, las piedras y ramas se clavan en la planta de sus pies, es molesto pero le sirve para su actuación de princesa en apuros.
Los hombres rebuscan entre los arbustos mientras ella mira de vez en cuando detrás, espera que Andrew se esté apurando.
Nunca le ha gustado estar sola con hombres mayores que ella, le recuerda al armario en el orfanato.
—¿Su alteza, puede describir sus zapatos?—Chloe voltea a ver al hombre con los hombros tensos.
—Brillantes—responde, el guardia parpadea luego mira a su compañero—¿Qué? ¿Dije algo malo?—
—No, no—negó apresuradamente—creo que deberíamos volver, su alteza—
—¡No!—Chloe casi gritó levantando las manos—Son muy preciados para mí—
—Señorita, estoy seguro que su madre lo entenderá—Chloe se mordió el labio pensando en algo que decir—Tenemos que seguir con nuestra misión del rey—ambos empezaron a caminar devuelta a las limusinas.
—Pero mis zapatos—dijo con su tono más de niña desilusionada esperando que se detuvieran, no tuvo tanta suerte—Son tan importantes par a mí—
—Su alteza, estoy seguro que podrá encontrar otro par—Chloe pensó en una excusa mientras seguía muy de cerca a los hombres.
—Mi familia le da mucha importancia al calzado—el guardia más alto la miró con incredulidad—Recuerda su historia ¿No? Sin los zapatos mi padre no hubiera encontrado a mi madre—
—Princesa Chloe—Chloe fingió llorar cubriéndose el rostro.
—A-Asi n-nunca encontraré a m-mi príncipe—dijo entre hipidos dramáticos.
—Pensé que tenía una cita con el príncipe Andrew—Chloe se congela dejando de llorar.
—Me gusta tener opciones, no pueden culparme por eso—responde a la defensiva cruzándose de brazos.
—Su alteza, si bien su vida amorosa es interesante, en este momento tenemos una encomienda del rey—responde uno de ellos cruzando el bosque.
Dioses, la princesa los sigue en silencio pensando en miles de excusas pero ninguna parece lo suficiente convincente.
—¡Auch!—grita dramáticamente llevando una mano a su tobillo—Me torcí el tobillo, no creo poder caminar—
—Puedo cargarla, su alteza—el hombre se inclina y la toma en sus brazos—Tardaremos menos—
—¿En serio? Qué suerte la mía—Chloe sonríe tensa.
Chloe se prepara para ver a Andrew siendo atrapado, en cambio, al llegar Andrew está recostado sobre el capo de la limusina con un par de zapatos brillantes en sus manos.
—¿Qué les tomó tanto tiempo?—pregunta burlón, Chloe sabe que la pregunta es para ella.
—Oh, solo unos pequeños contratiempos—responde bajando de un salto de los brazos del guardia para ir a un lado de Andrew arrebatándole el par de zapatos.
—¡Los encontraste!—dice con una falsa emoción.
—Fue más fácil de lo que esperaba—responde Andrew—Es como si hubieran estado esperando—
Luego sus ojos se dirigen a los hombres con gratitud.
—Gracias por su ayuda, pero debemos volver a Auradon Prep—Chloe corre a subir al asiento del acompañante, mientras que Andrew sube al asiento del chófer.
—¿Necesitan custodia hasta la escuela, sus altezas?—pregunta uno cuando es obvio que desean deshacerse del par de príncipes lo antes posible.
—No, creo que estaremos bien—responde Chloe, cuando Andrew pone la llave arrancando la limusina—Fue un placer—
Chloe espera hasta que están a una distancia prudente de la otra limusina para preguntar.
—¿Lo lograste?—en respuesta Andrew le entrega un control remoto.
—Miralo tu misma—Chloe aprieta un botón moviendo los pies con ansiedad, el vidrio que divide la parte trasera de la limusina se baja revelando a los Vks dormidos uno encima de otro.
Jada ronca como un camionero, mientras Carly da patadas a la nada, el novio hada de Beth babea sobre el cabello de sus amigas y Evan parece una princesa que necesita ser despertada.
—Sabes no tienes que tomarte tan literal el ojo por ojo—Andrew toma uno de sus zapatos.
—Sigue así y lo tiraré por la ventanilla—el príncipe acerca el zapato con burla a la ventana del conductor, Chloe resopla recostándose sobre el asiento—Eso es mejor—luego baja el zapato.
—Idiota—dice de mal humor.
—Como sea, espero que Dot y Liu estén listos porque tengo una reunión con mi abuela—Chloe se ríe y Andrew le da una mala mirada—¿Qué?—
—Nada, es solo que no se que es peor, nosotros cargando a estos cuatro o tu teniendo que hablar con tu abuela—
Chapter 8: Capítulo 8
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Los Vks despertaron despacio, el cuerpo aún adolorido y la mente nublada. La luz tenue del cuarto parecía una bendición después del calabozo oscuro.
Mal parpadeó mientras se frotaba la cabeza, acomodándose sobre la manta verde que cubría el suelo. Carly dormía profundamente en la cama de edredón celeste, y Jada se estiraba desperezándose, con el ceño fruncido.
—Auch —se quejó Mal cuando sintió un golpe en la pierna. Giró para ver a Evan, aún adormilado, pateando y tirando de la manta.
—¡Hey, idiota, despierta! —lo sacudió molesto.
—¿Nos secuestraron? —preguntó Jada, bajando de la cama con curiosidad para explorar la habitación.
—Déjenme en paz, es la primera vez que puedo dormir mis ocho horas —respondió Evan, cubriéndose con la manta verde.
—¿Dónde estamos? —Carly bostezó, con los ojos medio cerrados.
—No lo sé —respondió Mal, parándose y mirando alrededor—. Parece una habitación en Auradon... —se fijó en los colores y la decoración verde y celeste, zapatos por montones de un lado, del otro libros.
— La habitación de Dot y Chloe —dijo Jada.
Evan se levantó de un salto, inquieto, mirando por la habitación como si esperara que el peligro reapareciera, o peor, cómo si esperará que su ex-novia cruzará la puerta para verlo desaliñado con barba de varias semanas, sin haber tomado ninguna ducha, lagañas en los ojos.
De pronto, la puerta se abrió y entraron Dot, Chloe y Beth, las tres hablando entre ellas.
A Mal se le cortó el aliento, hace semanas que veía viéndola en medio de la noche, bajo la oscuridad de un calabozo y la poca luz de una antorcha, su vestido era amabrillo con detalles azules, su cabello castaño estaba suelto con una corona dorada sobre el, tenía una mano levemente morada.
Dot y Beth cargaban un montón de cosas en sus brazos, las tres se detuvieron al verlos despiertos.
—Hola—saludó Beth con una sonrisa, cómo si no hubiera sido la causante de que Mal estuviera libre y no albergará peligrosos criminales en el cuarto de sus amigas.
Evan se levantó primero, todo en él fue a Dot que antes de que le hablará empujo las cosas, dejándole un montón de ropa limpia y artículos personales.
—Son de Liu, tal vez te queden chicos—dijo con voz estrangulada—También hay una máquina de afeitar, nunca te había visto así—
Dot se sonrojo, luego se despidió sin verlos y huyó por el pasillo.
—¿Cómo salimos de la prisión? —preguntó Carly con voz adormilada, interrumpiendo a Evan que seguía mirando el lugar dónde hace pocos minutos Dot se encontraba.
—Beth no sacó —respondió Mal, todavía molesto—. Usó un plan.
—¿Cómo? —inquirió Jada con interés.
—No puedo decir mucho —advirtió Beth, nerviosa, mientras cruzaba la habitación—. Pero todos ayudamos, usamos los pasadizos del castillo de las bestias, y los pasadizos de Auradon Prep.
Beth cruzó la habitación de las chicas, hasta llegar a la biblioteca, golpeó con el pie dos veces en un estante y dos veces en la pared que se abrió revelando un túnel, bajo la mirada de todos.
—¿Estas locas?—las palabras de Mal flotaron en la habitación por un largo tiempo.
Evan salió de su shock, recogió la ropa que Dot había dejado y se encerró en el baño para cambiarse, evitando cualquier conversación.
Mientras tanto, la atmósfera en la habitación se volvió más tensa. Beth se quedó mirando a Mal, quien se recostó contra la pared con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
—¿Por qué estás enojado? —preguntó Beth con voz temblorosa, intentando sonar calmada.
—¿Por qué? —repitió Mal con ironía—. Porque me secuestraste. Porque no me preguntaste si quería que me sacaran de la prisión. Porque me usaste para tu beneficio.
—¿Sabes qué? Voy a ir por este pasadizo directo a las cocinas—dijo Chloe caminando por el túnel.
—¿Sabes cómo llegar a las cocinas?—preguntó Jada. La princesa rubia negó sin voltear a verlas.
—Ni idea pero cualquier cosa es mejor que está discusión de pareja—Mal gruñó. Beth se estremeció.
Carly y Jada se miraron antes de huir cómo cobardes por el pasadizo que se cerró detrás de ellas, un segundo después Beth giró a verlo con el ceño fruncido.
—¡No fue un secuestro! —exclamó ella—. Me importas, por eso te saqué de ahí.
—No te importa —dijo Mal, poniéndose de pie con una expresión amarga—. Si te importara, no harías algo tan estúpido, solo tienes que salvar a todo el mundo, siempre. Dioses, por eso no puedo amarte.
Beth retrocedió herida, cómo si Mal la hubiera quemado con su fuego. Mal se obligó a quedarse en su lugar, lejos de ella.
—¡No es verdad! —Beth se acercó, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba—. Te enfrentaste a tu madre por mí, dijiste que querías merecerme.
—Solo quería quedarme en Auradon —respondió Mal con frialdad—. Y si para eso tengo que hacer cosas que me repugnan, como jugar a ser tu novio, lo haré.
Beth llevó ambas manos a sus brazos, se estaba abrazando, una manera de protegerse de él, eso dolió más que cualquier otro golpe.
—Yo sé que te importa, Mal. Más de lo que admites.
—¿Quieres saber la verdad? —dijo Mal, con una sonrisa amarga—. No me importas ni la mitad de lo que crees.
La puerta del baño se abrió y Evan salió con la ropa limpia puesta, pero sin mirar a nadie. Beth suspiró, parecía derrotada. Mal le dio la espalda y se dejó caer de nuevo en la manta.
—Cuando quieras dejar de ser un idiota, ya sabes dónde encontrarme —murmuró, sin mirarla.
Ella no respondió.
La habitación quedó en silencio, roto sólo por los pasos de Chloe, Carly y Jada que se alejaban por los pasadizos, y el peso pesado de palabras no dichas entre Beth y Mal.
El té aún humeaba cuando Andrew entró al invernadero del ala este. El perfume de las flores era abrumador, pero no tanto como la presencia de la mujer que lo esperaba sentada entre rosales perfectamente podados.
—Mi príncipe favorito —dijo Leah con su voz melosa, extendiendo los brazos con una sonrisa de porcelana—. Ven, siéntate conmigo. Hace tanto que no tenemos un momento a solas.
Andrew obedeció con cierta tensión. La mesa estaba impecablemente dispuesta: té de jazmín, pastas dulces, una tetera blanca con ribetes dorados, todo tan delicado como Leah pretendía ser.
—¿No te parece que el jazmín tiene algo… tranquilizante? —comentó mientras lo servía—. En tiempos antiguos, decían que calmaba la mente y aclaraba los sentimientos. Quizás por eso lo elegí hoy.
Andrew la miró con cautela. Ya sabía que nada de lo que hacía Leah era casual.
—¿Qué es lo que quieres saber, abuela? —preguntó sin rodeos.
Leah suspiró suavemente, como si ese tono directo le doliera físicamente.
—Andrew, cariño… imagino que no creías que Ariana no me diría de su pequeña pelea.
Andrew se mantuvo en silencio.
—¿Por qué? —preguntó, aunque claramente ya lo sabía.
—Está mal, Beth es mi amiga y planear robarle la corona es cruel —respondió Andrew con firmeza—. Y Ariana es mi familia, no la quiero en ese sentido. Nada de esto es correcto.
Leah sonrió. Pero no era una sonrisa de alegría. Era la clase de sonrisa que se extendía con lentitud, como una grieta en el hielo.
—Oh, mi querido niño. A veces lo correcto no es lo que uno quiere… sino lo que uno debe hacer.
—No quiero una esposa a la que no ame —replicó él.
—¿Y quién te dijo que el amor importa en un compromiso real? —Leah apoyó la cucharita de plata con un clink perfecto—. Tu abuelo y yo no nos amábamos cuando nos casamos, y míranos ahora: dos figuras adoradas por el reino. Eso es lo que importa. Legado. Estabilidad.
—¿Y la felicidad? —Andrew frunció el ceño.
Leah soltó una risa suave, musical, casi maternal.
—La felicidad es para los campesinos. Los reyes tienen deberes. Y tú, Andrew, naciste para gobernar, no para fantasear.
Hubo un silencio. Él la observó en silencio, pero ella no retrocedió. Apoyó una mano sobre la suya, con una ternura demasiado bien ensayada.
—Bethany es... impulsiva. Rebelde. Lleva el fuego de Bella en la sangre, y eso la hace indomable. No es tu culpa no poder domarla. Nadie puede. Ni siquiera su padre. Es lo que pasa cuando una niña nace con demasiadas libertades.
Andrew no respondió. Su mandíbula se tensó.
—Ariana, en cambio, es perfecta —susurró Leah—. El pueblo la adora, la ve cómo su princesa, hermosa, delicada, inteligente, con modales, sabe cuando hablar y cuando callarse. Arreglare esto, cariño.
—No quiero que lo arregles —dijo Andrew, esta vez con más dureza—. No quiero a ninguna de las dos.
—Entonces, ¿quién ocupará su lugar? —preguntó Leah con una dulzura venenosa—. ¿La hija de la Cenicienta, una bastarda sin sangre real? ¿O quizás... nadie? ¿Serás el príncipe sin reina? El heredero sin propósito.
—Quizás sí —respondió él, bajando la vista al té que no había tocado, su mente viajo al cabello negro, a las risas y el olor a caballo—. Pero al menos no seré un títere.
Leah se levantó lentamente, rodeando la mesa con pasos suaves.
—¿Sabes qué pasa con los títeres que cortan sus hilos, Andrew? —susurró a su espalda—. Se caen. Se rompen. Y nadie recuerda haber jugado con ellos.
El silencio se volvió más denso que el perfume del jazmín.
Andrew no se giró.
La reina Leah, con su sonrisa intacta, volvió a su asiento y sirvió una nueva taza de té, como si nada hubiera pasado.
—Piénsalo, amor mío. Aún tienes tiempo para volver a ser el nieto que adoro.
Auradon Prep, pasadas las tres de la mañana.
Carly camina descalza por los pasillos en penumbra. El suelo está helado, pero no se detiene. Su respiración es rápida, como si en cualquier momento alguien pudiera detenerla. Lleva una capa prestada encima de su pijama y un par de galletas en el bolsillo.
Cruza el invernadero, sube por las escaleras ocultas detrás de la sala de música, y finalmente llega a la pequeña torre donde está encerrado James.
Sabe que James estará solo esta noche, Andrew está visitando a su familia. Empuja la puerta con cuidado. La habitación está sumida en sombras.
James duerme, enredado en mantas y libros, como si hubiera intentado mantenerse despierto sin éxito. Su cabello está revuelto, su respiración tranquila. Carly se queda unos segundos mirándolo.
Se ve mal, parece un asombra del chico tímido que conoció, ese niño rechoncho con una sonrisa fácil, asustadizo cómo un ratón, ahora estaba delgado, con el cabello sin brillo, ojeras violetas debajo de sus ojos cerrados, no se parecía a su James.
Dió un paso para acercarse, hasta que pisa una tabla que cruje.
—¿Quién está ahí? —James se incorpora de golpe, los ojos brillando en la oscuridad. Una chispa mágica titila en su mirada, pero se apaga tan pronto como aparece.
Su rostro se vuelve una mueca herida, los ojos humanos recorren la habitación hasta dar con ella.
—Soy yo —susurra Carly.
James se queda quieto. Luego niega con la cabeza, como si eso pudiera ahuyentar la imagen frente a él.
—No. No estás aquí. Es otro sueño, son cada vez peores.
—No es un sueño —responde Carly avanzando despacio—. Beth nos sacó de prisión.
James se pasa una mano por el rostro, agotado.
—Claro. Ahora vas a decirme que no me hechizaste.
—No lo hice.
—Entonces ¿qué fue? ¿Una coincidencia? —pregunta con amargura—. ¿Te acercaste a mí, dijiste todas las cosas correctas, me miraste con esos ojos... y no esperabas nada a cambio?
Carly se detiene. Baja la mirada.
—Esperaba que confiaras en mí.
James se ríe sin humor.
—Eso es cruel, Carly. Más cruel que cualquier hechizo. Porque si fue magia, al menos tenía sentido. Pero si no... entonces soy yo el idiota que creyó que alguien como tú podía ver algo en alguien como yo.
Ella se acerca más. Lo mira a los ojos.
—Vi muchas cosas en tí. A pesar de lo que los demás dicen, a pesar de lo que crees.
—Esto es lo que quiero escuchar —susurró él—. Te dije todo de mí, te entregué mis secretos y ahora quiero que una versión de tí venga para decirme que no lo hizo, que le importo—James se ríe, suena hueco, vació. Carly no puede evitar recordar a su madre—No escuchó la voz de mi magia. No siento el pulso del aire. Es como si me hubieran arrancado una parte de mí. No sabía que la necesitaba tanto hasta ahora.
Carly retrocede, sorprendida.
—¿Qué?
—Estoy vacío, Carly. Desde el cumpleaños de Beth. Algo me obligó a tomar la varita y ese algo me quitó mi magia. ¿Lo planeaste? ¿Quitarme la magia, después de conquistar Auradon? ¿Todo por la varita de mi mamá?
—James... yo no sabía. Nosotros no fuimos —su voz se quiebra. Beth no dijo nada de perder magia, solo habló de un hechizo—. Si alguien te hizo eso, no fui yo.
Él la mira. Por un segundo parece un niño perdido.
—Entonces, ¿quién fue?
—No lo sé. Pero voy a averiguarlo.
James no responde.
Ella se da la vuelta, lista para irse, pero antes de abrir la puerta, se detiene.
—Yo no te usé. Fuimos torpes, y fuimos villanos, pero somos leales James, soy leal a los míos. Soy leal a tí.
Y se va, sin esperar respuesta.
James se queda en la oscuridad, con el corazón latiendo tan fuerte que le cuesta respirar. Por primera vez en semanas, siente algo. Y no sabe si eso lo alivia o lo rompe aún más.
La noche era clara y el aire olía a sal. Sammy Smee estaba en la cubierta superior del barco escuela, apoyado contra la baranda oxidada mientras jugaba con una moneda entre los dedos. Tenía el ceño fruncido, no por enojo sino por costumbre; la brisa le revolvía el flequillo y le enfriaba los nudillos.
Había salido para despejarse. Demasiada energía contenida abajo, demasiados cuchicheos entre los otros Vks, todos preocupados e interesados en la pandilla de Mal. Algunos hablaban de planes, otros de venganza, unos pocos de esperanza.
Harry aseguraba algo peor que un plan nefasto del rey de la isla, Harry le confesó que sabía que el rey de la isla iba a volver porque sabía que la princesa de Auradon iba a necesitar a la escoria de la isla.
Harry creía que Mal amaba a la princesa, que había querido protegerla.
Sammy no hablaba de nada. Prefería mirar el mar.
Fue entonces que lo vio.
Una figura se deslizaba por los muelles, moviéndose con una elegancia extraña. No era uno de los chicos de la Isla, Sammy lo supo de inmediato. Los Vks sabían moverse en las sombras, sí, pero lo hacían con cierta rudeza, como animales acostumbrados a acechar. Esta figura… flotaba.
Sammy entrecerró los ojos. La luna caía justo detrás, dejando al desconocido en silueta. Era delgado, tal vez más alto que él, con una capa larga que apenas rozaba el suelo, pasos delicados, así cómo apareció desapareció por la oscuridad del muelle.
Sammy frunció el ceño antes de girar para entrar al camarote del capitán.
Chapter 9: capitulo 9
Chapter Text
La sala de prensa del Palacio de Auradon estaba repleta. Las cámaras brillaban como ojos ansiosos y los flashes cegaban intermitentemente mientras los reporteros murmuraban entre sí. El ambiente estaba cargado de tensión, como si el aire mismo supiera que algo definitivo estaba por anunciarse.
A un costado, la reina Bella se mantenía estoica, sin levantar demasiado la vista. Sus manos entrelazadas sobre el regazo temblaban apenas, lo suficiente para quien la conociera bien. La princesa Bethany se mantuvo quieta, perfecta y moldeable, si estaba dolida o en desacuerdo su expresión no lo demostró.
A su lado, el príncipe Philip parecía más una estatua que un hombre.
El rey Bestia apareció en el estrado con su usual porte imponente, pero con los ojos más sombríos que de costumbre. Su capa se acomodó con un leve movimiento mientras se inclinaba sobre el atril. El silencio fue inmediato. Ni una sola respiración osó interrumpirlo.
—Ciudadanos de Auradon —dijo, con una voz grave que resonó en cada rincón de la sala—. En tiempos de crisis, es deber de un rey proteger a su reino. Y hoy... más que nunca, debemos estar unidos frente a quienes amenazan la paz que tanto nos ha costado construir.
Hubo un leve murmullo, apagado de inmediato por una mirada del jefe de seguridad.
—Los actos recientes de sabotaje, infiltración y traición cometidos por los hijos de villanos —la voz de Bestia se endureció en esa última palabra— no serán tolerados. Este grupo, que algunos han comenzado a llamar Rotten Cour Four , no es más que una célula radical y peligrosa, decidida a desestabilizar nuestras instituciones y poner en riesgo a nuestros hijos.
Una pausa. El Rey dejó que sus palabras calaran.
—A partir de hoy, cualquier ciudadano de Auradon que sea encontrado colaborando, encubriendo o ayudando a estos criminales, será juzgado como cómplice. Y enviado a la Isla de los Perdidos junto con ellos.
Un estremecimiento colectivo cruzó la sala. Incluso entre los más leales al rey, aquello era más de lo que esperaban escuchar.
—Ya no se trata de herencia, sino de elección. Si eliges al enemigo, te conviertes en el enemigo.
Las cámaras parpadearon frenéticas. La reina Bella desvió la vista.
—A quienes aún se esconden... hijos de Maléfica, Jafar, la Reina Malvada, Cruella Deville, y todos aquellos que llevan el veneno de la oscuridad en la sangre... aún tienen una oportunidad.
La mirada del Rey se endureció como acero.
—Preséntense voluntariamente ante las autoridades reales. Renuncien a sus actos y entreguen a sus cómplices. Muestren arrepentimiento verdadero. Tal vez... solo tal vez... entonces, se les podrá ofrecer algo parecido a la misericordia.
Las últimas palabras las escupió con una mezcla de rencor y cansancio. Ya no era el joven príncipe idealista que creyó que el amor lo curaba todo. Este era un rey bajo asedio, endurecido por años de amenazas, de cicatrices, de secretos... y del miedo de perder a su hija.
—Auradon no se arrodillará —concluyó, con una fuerza que hizo vibrar los muros—. No ante las sombras. No ante el caos. Y no ante hijos de monstruos que aún sueñan con tomar lo que no les pertenece.
Hubo aplausos. Forzados. Mecánicos. Algunos periodistas simplemente bajaron la cabeza. Otros, con temor apenas disimulado, se miraron entre ellos. Afuera, en las calles, el mensaje ya se empezaba a correr como fuego entre pólvora.
La cacería acababa de comenzar.
La habitación todavía olía a lavanda y polvo viejo. Afuera, el amanecer apenas tocaba los vitrales de Auradon Prep, tiñendo las paredes de celeste y dorado. Todo parecía normal. Demasiado normal.
El rey Bestia había terminado su conferencia hace una hora, la imagen de Beth resignada, cómo si ella ya supiera que su cabeza rodaría pronto por el suelo del palacio, los preocupo, aún si ninguno lo había dicho en voz alta.
Carly estaba sentada sobre el alféizar de la ventana, abrazando sus rodillas, con la mirada perdida en el jardín. Jada guardaba un cuchillo que robó de las cocinas, en el cinturón como quien se prepara para una batalla que no se puede ganar. Evan abría y cerraba su espejo roto en silencio, las manos temblorosas.
Y Mal, de pie junto a la puerta, no decía nada. Solo miraba.
—No tenemos otra opción, ¿cierto? —preguntó Carly con la voz apagada.
Mal negó con la cabeza, sin mirar a nadie.
—Bestia va a seguir cazando. Van a ir por Dot, por Chloe, por Beth. Por cualquiera que no nos dé la espalda. Si nos quedamos, los arrastramos a todos con nosotros.
—¿Y si nos rendimos? —preguntó Jada—. Bestia miente, no nos tendrá piedad.
—Entonces... se termina. Pero en nuestros términos, él puede creer que tiene el control pero nosotros decidimos cuándo dejar de jugar.
Hubo un largo silencio. Carly pensó en las palabras de Mal, en James sin magia, en Beth con la corona pendiendo de un hilo, en Dot una chica becada que sería más que echada si los descubren, en Liu que en su arrepentimiento podía costarle caro, en Andrew y Chloe que los odian y aún así los ayudaron.
Evan se levantó despacio, se acercó al escritorio de Dot —todavía desordenado, lleno de papeles doblados, lápices sin punta y envoltorios de caramelos que a ella le gustaban— y tomó uno de los post-it en forma de manzana.
Buscó un bolígrafo, lo dudó, y luego escribió con letra rápida, nerviosa:
"Lo lamento, bonita. Por todo, las mentiras, los juegos, esto, pero se acabó, no hay más juegos por mi parte. No tienes que preocuparte por que arruine tu vida. Me fui. —E"
La dejó pegada en el espejo. Carly vio a Evan temblar levemente, mirar una de las notas de tareas de Dot y tocarla con reverencia, quizás esta era su forma de despedirse de ella.
—¿Listos? —preguntó Mal.
Evan asintió sin hablar. Carly bajó de la ventana, con la barbilla temblando. Jada apretó la mandíbula y les dio la espalda mientras se ponía su chaqueta.
—¿Mal? —preguntó Carly con suavidad—. ¿No vas a despedirte de Beth?
Mal no respondió. Solo caminó hacia la puerta, con la espalda tensa y los puños apretados.
Sabía que si la veía, no se iría.
Sabía que si escuchaba su voz, se quebraría.
Y no podía permitirse eso. No ahora.
No cuando su madre, su destino y todo lo que lo había convertido en lo que era lo estaban esperando al otro lado de la reja. No cuando las consecuencias podrían caer sobre ella.
Mientras el sol empezaba a elevarse por sobre Auradon, cuatro siluetas se deslizaron por los pasadizos ocultos. No huyeron. No corrieron. Avanzaron como quien ha decidido su propio castigo.
Evan fue el último en mirar atrás.
El papel con su nota brillaba levemente bajo la luz del amanecer.
Auradon estaba más silencioso de lo normal esa mañana.
El cielo, cubierto de nubes grises, parecía contener la respiración mientras cuatro figuras encapuchadas se acercaban a la reja principal del Palacio Real. Habían cruzado los pasadizos secretos desde la escuela, bordeado los callejones, el mapa que robaron desde el escritorio de Chloe en las manos de Jada.
Frente al portón custodiado, los guardias se tensaron al ver las figuras encapuchadas. Uno de ellos levantó su lanza y dio un paso al frente.
—¡Alto! Identifiquense
Mal se descubrió primero. Sus ojos verdes brillaban como acero bajo la luz opaca del amanecer. Le siguieron Jada, Carly y Evan, todos con las manos visibles, las palmas vacías.
—Somos nosotros —dijo Mal—. Venimos a entregarnos.
El silencio fue absoluto. Incluso los pájaros en las ramas parecían detener su canto.
Uno de los guardias murmuró al comunicador que colgaba de su cinturón. El otro bajó apenas su lanza, desconcertado.
—¿Están armados? —preguntó con la voz más baja, menos segura.
—Solo con nuestras decisiones —respondió Evan sarcástico.
Las puertas del palacio se abrieron hacia dentro con un grave gemido. Del interior emergió una figura que los cuatro conocían bien.
Philip. El príncipe guerrero.
—¿Vinieron a rogar clemencia? —preguntó con frialdad.
—Vinimos porque prefieren preocuparse por un grupo de adolescentes antes que por los villanos libres—dijo Jada, firme—. Pero no estamos aquí a rogar.
—Solo a evitar una masacre —agregó Carly.
Philip los observó durante unos segundos interminables. Luego se giró hacia los guardias.
—Desármenlos. Encadénenlos. Llevenlos a las celdas reales. El rey decidirá qué hacer con ellos.
Mal no se resistió cuando sintió el hierro caliente alrededor de sus muñecas.
Dot y Chloe entraron al cuarto con el desayuno para los Vks.
En realidad, Dot entró con el desayuno, Chloe solo masculló sobre sentirse invadida.
Ambas se detuvieron al ver la habitación vacía, Dot podía sentir cómo su corazón latía más fuerte de lo normal, el frío le recorrió la espalda, sus palmas sudadas casi hacen que se le caiga la bandeja.
—Deben estar en los pasadizos—dijo Chloe caminando directo a la biblioteca.
Dot dejó con torpeza la bandeja en su escritorio, un post-it nuevo llamó su atención, con forma de manzana resaltando de manera dolorosa entre los otros.
Los post-its que había comprado antes del fiasco del cumpleaños de Beth, los que le iba a dar a Evan pero nunca lo hizo, su mano tembló cuando lo tomó entre sus dedos.
"Lo lamento, bonita. Por todo, las mentiras, los juegos, esto, pero se acabó, no hay más juegos por mi parte. No tienes que preocuparte por que arruine tu vida. —E"
Evan se disculpaba, cómo si disculpándose por una nota lo hiciera menos cobarde, cómo si no se estuviera yendo por segunda vez. Él la estaba dejando, no le había dado tiempo de acostumbrarse a su presencia de nuevo que ya se había marchado.
No más juegos, no arruinar su vida decía él. Dot sintió su corazón latir con fuerza, un sollozo escapó sin poder detenerlo.
—¿Dot?—Chloe la miraba con el pasadizo abierto detrás, su ceño en preocupación cómo rara vez mostraba.
—Se fue, se fue y no pude decirle que lo perdonaba—susurró con la voz quebrada mostrando el post-it cómo si fuera todo lo que tenía—Chloe, nunca voy a decírselo, dioses, nunca voy a verlo otra vez.
Chloe la miró pálida, nerviosa, consolar nunca había sido lo de ella.
—Quería tiempo para hablar con él—dijo pérdida cómo una niña—Y ahora nunca podré volver a hablar—Chloe cruzó la distancia y la abrazó, la rodeo con cariño y dejó que se rompa entre sus brazos.
El mármol blanco del piso brillaba bajo los candelabros, pero el ambiente era helado. Los Vks estaban alineados frente al trono, escoltados por guardias armados. Sin grilletes esta vez —no por misericordia, sino por efecto dramático. Bestia no los necesitaba para hacerlos sentir encadenados.
El rey caminaba lentamente frente a ellos, las manos entrelazadas detrás de la espalda, la capa azul arrastrándose como una sombra.
—Su entrega voluntaria ha sido... interesante —dijo, sin mirar a ninguno—. Pero no suficiente.
Mal sostuvo la mirada, sin pestañear. Carly tragó saliva. Evan bajó apenas los ojos. Jada lo maldijo en silencio.
Bestia se detuvo al centro de la sala.
—Auradon es un reino de paz. De orden. De ley. Ustedes representan una amenaza a todo eso. No solo por lo que son, sino por lo que han hecho. Robaron artefactos mágicos, conspiraron con enemigos del reino, atentaron contra su seguridad.
—Eso no es verdad —dijo Evan en voz baja, pero nadie lo escuchó—O al menos, no fue tan dramático cómo lo está diciendo.
—Como rey de Auradon, he tomado una decisión —continuó Bestia—. Serán enviados de regreso a la Isla de los Perdidos.
Un murmullo recorrió la sala.
—¡¿Qué?! —exclamó Carly, girándose bruscamente hacia los guardias—¡Pero nos entregamos!
—La piedad no es algo que se mendigue —respondió Bestia—. Se gana. Y ustedes no lo han hecho.
Jada dio un paso adelante, desafiante.
—¿Y qué hay de tus promesas? ¿De la redención? ¿Del cambio?
—La redención no es un lujo que Auradon puede seguir pagando —sentenció él—. Esta vez, será definitivo.
Los guardias empezaron a acercarse.
Mal no dijo nada.
Solo pensó en ella.
Beth estaba sentada en su escritorio, repasando por décima vez las notas para una presentación que ya no le importaba, cuando escuchó el bip insistente de su teléfono, se sentía mal, con una presión en pecho que no podía explicar.
Lo miró con una mueca, sin energía.
—No ahora...
El nombre que parpadea en la pantalla la hizo sentarse de golpe.
Mamá.
Deslizó el dedo con prisa.
—¿Mamá?
La voz de Bella llegó cargada de preocupación.
—Beth, ¿estás sola?
—Sí, ¿qué pasa?
Un segundo de silencio.
Luego, como una bomba:
—Los Vks se han entregado. Tu padre ordenó que los Vks fueran enviados a la isla. Hoy mismo.
El mundo se desmoronó.
—¿Qué? ¡No! ¡No, eso no...! ¡Él no puede hacer eso!
—Ya lo hizo. Están siendo trasladados ahora mismo. —la voz de Bella fue suave cargada de expectativas.
—¿Mal...? —preguntó Beth con un hilo de voz.
—Está con ellos. Lo vi. Tranquilo. Nunca he aprobado tu interés en ese chico, pero pensé que debías despedirte.
Beth se cubrió la boca, como si así pudiera contener el grito que quería salirle del pecho.
—Voy a hacer algo —dijo al fin, temblando—. No se van a ir. No es así.
—Bethany... Ten cuidado.
Pero la llamada ya se había cortado.
Beth ya estaba corriendo.
Chapter 10: Capitulo 10
Chapter Text
El viento azota el rostro de Beth mientras corre por los jardines del palacio, con el corazón a punto de estallar. Sus zapatos golpean las piedras con un ritmo frenético, las lágrimas mezclándose con el sudor. A lo lejos, ve la limusina alejarse cada vez más del castillo, de ella, de Auradon.
El pulso le retumba en las sienes. Sus manos tiemblan.
—¡Deténganse! —grita al llegar, con la voz quebrada y firme, sabe que no se ve cómo una princesa que no es digna de ese título, en especial cuando su padre gira a verla ante su grito.
Sus ojos se fijan en ella con una decepción que es casi palpable, puede escuchar algo inentendible sobre equivocarse con ella.
—Di una orden, tu presencia no cambia eso, ahora actúa cómo una mujer y deja de creerte una niña—su voz retumba con autoridad—. Los Vks han cometido traiciones que no pueden quedar sin castigo.
Beth avanza hacia él, desafiante, las lágrimas han dejado de caer, pero sabe que han dejado marcas en su rostro, no se ve desafiante ni valiente, sabe que parece una niña intentando enfrentar a un rey, a su padre.
—¡No son criminales! Son mis amigos, y merecen otra oportunidad. ¡Se entregaron voluntariamente!—su voz suena desesperada—¡Eso significa algo!
Su padre ladea la cabeza, con una expresión mezcla de tristeza y rigidez.
—Y aun así, las consecuencias deben cumplirse. Auradon no puede permitirse debilidades—Beth intenta hablar pero él levanta una mano y cómo si fuera magia Beth se siente incapaz de emitir sonido—Un día serás reina y todo dependerá de tu esposo, debes estar lista para ese momento, un chico cómo ese, cómo esa cosa no puede ni debe alejarte de tu deber.
Beth aprieta los puños, conteniendo la rabia y la desesperación pero no sirve, su mente viaja a Mal, Mal dibujando, Mal bajando por primera vez de la limusina, Mal y ella besándose en la cocina con harina, huevo y leche sobre ellos, Mal con su sarcasmo y sus girasoles, con sus gruñidos y su chaqueta de cuero cálido.
Piensa en Jada, Jada que dejó el equipo de tourney por sus amigos, Jada que se estaba conociendo así misma, que hablaba con Jordan sobre ser un genio y con Liu sobre estrategias de juego, la mujer más fuerte que Beth había conocido con las manos más rápidas del reino.
Siempre acompañada de Carly que es tan inteligente, que se preocupa por los animales, por chico, por James, que adora el chocolate y el salón de informática, con botas negras y abrigos de cuero falso hechos a mano por Evan, dioses, Evan, Dot estaría destrozada cuando lo supiera, más de lo que ya lo estaba, no habría más vestidos de Evan ni historias de Dot sobre citas en el bosque con él.
—¿Y qué hay de la lealtad, de la justicia? ¿De la misericordia? ¿O acaso eso no existe para ustedes? ¿Algo de eso existe para tí, papá?—se sienten cómo las primeras palabras que ha dicho en una eternidad, aun así, mirando a los ojos de su padre se pregunta en qué momento del camino él se volvió así, tan dañado por el mal que dejó de creer en que alguien podía cambiar.
Su padre la mira directamente a los ojos, con la mirada de un rey, no de un padre.
—La misericordia no es un derecho, sino un privilegio. Que ellos no se han ganado.
Ella siente que la voz se le quiebra.
—Esto es injusto.
—El reino no puede caer por debilidades personales —dice su padre—. Y tú, Bethany, debes entender que proteger a Auradon implica tomar decisiones difíciles, por eso necesitas un esposo, un príncipe a tu lado, porque no tienes la fuerza de enfrentar las situaciones difíciles.
Beth traga saliva, sus manos sudan y hace un compás de tres que la relaja, piensa en las celdas, en Mal encerrado con cadenas de hierro atándolo, da un paso adelante, con la determinación encendida, se acabó, no puede seguir siendo la princesa indefensa, no si ésto destroza a sus amigos.
—Puedo tomar esas decisiones sin un príncipe, se que clase de reina me volveré—dice, su padre niega para sí mismo.
—¿Y de qué clase?
La pregunta enciende miles de alarmas en ella, pero sus errores, sus aciertos, sus falencias, sus virtudes, pero sobre todo, su mayor virtud.
—Compasiva, seré una reina compasiva que pueda ver el dolor de mis súbditos sin dejar que peleas del pasado nublen mi juicio—por un segundo, su padre parece impresionado pero esa expresión se borra.
—¿Y qué harás? ¿Enfrentar al rey?
—Si es necesario —responde ella, desafiante.
Un silencio pesado cae entre ellos.
Los guardias se tensan, pero no hacen movimiento.
Beth respira hondo.
—No puedo perderlos. No puedo perderlos a todos, no a él papá, Mal—Beth duda no por falta de certeza sino porque es una verdad demasiado grande para soltarla sin el peso que merece—Mal es mi verdadero amor, es mi Bella y mi Bestia, o cómo quieras verlo.
Su padre suspira, como si llevara una carga invisible.
—Te equivocas, es tu rosa, tu cadena que ata a una maldición—él la miró con tristeza. Beth creyó que debería sentirse conmovida aun cuando al buscar en sí misma sólo encuentra más furia—Eres valiente, hija. Pero a veces, la valentía no basta, tienes que entenderlo.
—Entonces, tal vez el reino necesite más que valentía. Necesita esperanza.
Beth da media vuelta alejándose de su padre, esta vez, no la detiene, no intenta hablar con ella.
Beth no lo dice pero siente que si su relación con su padre era difícil antes, ahora está completamente rota.
La limusina se detiene, y los guardias los bajan a los tirones de los asientos, Carly casi tropieza, Jada le gruño al hombre que la sostenía que retrocedió, Evan masculló sobre su ropa y Mal, Mal solo podía pensar en la mirada desesperanzada de Beth al ver la limusina alejarse.
Dioses, la destrozó en todas las formas posibles, le rompió el corazón tanto que quedaron fragmentos. Mal sabe que no debe creerse tan especial cómo para creer que Beth estará rota de por vida, ella está herida ahora pero lo olvidará, es fuerte, es valiente, es inteligente y es compasiva, esperanzadora.
Evan lo patea cuando Mal mira a su alrededor saliendo de su ensoñación, los guardias no los están llevando a la entrada de la isla, dónde la piedra se une con la magia, en cambio, los están llevando al borde del puente, los pies de Mal rozan peligrosamente el borde, Carly retrocede, Jada gritó una maldición, Evan palidece.
—No pueden hacer esto—dice Carly desesperada, un guardia sostiene mejor sus ataduras.
—Órdenes del príncipe Philip—dice el guardia con voz profunda—Deben volver al mar de la isla, tal vez puedan llegar a tierra nadando.
Mal tiene apenas un segundo para mirar a sus amigos antes de que los lancen al agua, el agua helada y sucia de la isla.
El agua le llega a los pulmones, es tan helada cómo cuando casi se ahoga de niño su mente reproduce de fondo las risas de Uriel, lucha con sus ataduras mientras sus ojos se entrecierran, por el agua turbulenta no puede distinguir a Carly, a Jada, a Evan.
Poco a poco sus ojos se cierran y las risas burlonas de Uriel se transforman en las risas suaves de Beth.
Chloe se prepara para la reunión del comité del baile, arregla su cabello y sus zapatos, se mira en el espejo y por el rabillo del ojo ve a Dot sentada en la cama sosteniendo el vestido que Evan le regaló en una mano, mientras en la otra un colgante brilla.
—¿Qué intentas? La isla no tiene magia—dice sin quitar la mirada de su reflejo en espejo.
—¿Y si lo siente? ¿y si existe una pequeña posibilidad de que lo sienta?—Chloe piensa en la laptop bajo su cama, se pregunta si es posible conectarse con los Rotten Cour mediante ella.
O tal vez, sea una esperanza falsa que destroce más a Dot y a Beth.
Chloe se da la vuelta preparada para responder que no es tan simple, cuando el toque en la puerta la detiene, decide dejar a Dot en su autocompasión por un minuto más, eso no hará que se muera, hay peores destinos que perder un novio afeminado y dramático.
Su corazón se detiene al abrir la puerta, el cabello oscuro cómo la tinta fresca, los ojos azules cómo el cielo despejado, los labios rojos cómo una manzana o la sangre, Chloe piensa que la sangre es mejor comparación y por si fuera poco, la piel pálida cómo la nieve combinado perfecto con el hielo que le corre por las venas.
—Principe Flavius—saluda con una reverencia forzada. El príncipe Flavius encabeza una lista para Chloe, hombre cómo él, cómo Heracles, cómo el director Thorne siempre buscan una cosa, la diferencia, piensa Chloe, es que ya no es una niña ingenua.
Él sonríe con condescendencia mirando más allá de la puerta.
—Buscó a Dot, mi madre está preocupada por ella—dice entrando al cuarto cómo si fuera suyo—Puedes retirarte Chloe.
Chloe mira a Dot que asiente, se muerde el labio y sale del cuarto, Flavius no lastimará a Dot, no físicamente, pero en esa habitación, Flavius tiene el poder sobre Dot, también sobre Chloe, y muy probable sobre Beth, y si no lo tuviera, haría lo que sea para tenerlo.
Escupe con brusquedad, sus ojos se abren de golpe con el corazón latiendo tan fuerte cómo nunca antes le habrá latido, la risa de Beth un eco lejano, Mal fija la mirada en Harry Hook que sonríe burlón con esa locura que caracteriza a los Hook en su mirada.
—El rey caído ha vuelto—dice y la tripulación se ríe a su alrededor.
Mal se levanta de golpe todavía empapado y mira amenazante a su alrededor eso es suficiente para hacerlos callar.
—Hook—dice entre dientes—Mi pandilla.
Hook vuelve a reírse, está vez los piratas del fondo del gentío avanzan sosteniendo a Jada, Carly y Evan, ninguno parece particularmente asustado.
—Se nos está haciendo costumbre volvernos prisioneros—dice Carly con decepción.
Jada bufa en voz baja.
—No nos falta mucho para ser princesas, Evan debe estar cumpliendo su sueño de ser de la realeza—ante eso Evan suelta un gemido indignado.
Están bien.
Siendo unos idiotas pero bien.
—Dejalos ir—dice entre gruñidos. Harry niega.
—Dejame pensar, Nop—se recuesta contra su primer oficial, uno de los hijos de Smee, piensa Mal—Se que estás acostumbrado a que todos hagamos lo que quieras, pero ahora sin los adultos, bueno sin la mayoría de adultos, formamos un consejo.
Mal parpadea, una vez porque suena estúpida la palabra consejo, dos veces porque es estúpido formar un consejo en una isla de villanos y tres veces porque si el camarón forma parte de consejo el mismo va a lanzarse por la borda.
—-¿Es una broma?
Como si fuera ensayado los piratas se alejan dándoles el paso a los otros líderes de pandillas, Gala con su conjunto corto de cuero, su mirada apenas se posa en él, Fred hablando con su muñeco voodoo, Uriel con su sonrisa presumida, Anthony Tremaine indiferente ante la escena frente a él.
—¿Te parece una broma, lagartija?—pregunta Uriel.
—Cualquier consejo del que formes parte me parece un chiste sin gracia—dice cortante.
Gala suspira ignorandolos, Fred, en cambio se ríe en voz alta.
—Suenas cómo un príncipe remilgado—dice burlón.
—¿Qué esperas del villano que se arrastra por una simple zorra? Una supuesta princesa, cómo esa hija de cenicienta—Mal empuja a los piratas ignorando los gritos mientras toma a Anthony de la camisa de mala calidad.
—No hables de ella—escupe en su rostro—Vuelve a usar esa palabra sobre Beth y te quemó vivo.
Algo cambia en Anthony, no es miedo, es sorpresa, luego una fría comprensión, Anthony asiente cómo si ahora respetara a Mal de verdad.
—¡Eso va para todos!—ruge conteniendo el fuego que le corre por las venas—¡Nadie la nombra! ¡Nadie puede ni pensar en ella!
—Tu no eres rey—dice Uriel con una sonrisa petulante—Puedes ladrar lo que quieras, pero no eres nadie.
—Podría volver a serlo—dice Gala, todos la miran mientras ella mira aburrida el mar más allá de la bahía pirata—Con un juicio de primera sangre.
Fred sonríe emocionado, Uriel chasquea molestó, Anthony arregla su camisa, Harry suelta una carcajada, y Mal mira las quemaduras en sus muñecas, luego a sus amigos, tiene un plan y para eso necesita a la isla de su lado.
Las palabras de Harry sobre la mayoría de los adultos fuera, fuera significa libres, libres significa que su madre tiene aliados, aliados que no dudarán en ir tras Beth y sus amigos.
—Dame a tu mejor pirata—dice con la voz más petulante que puede reunir.
Harry suelta otra carcajada, luego saca su espada.
—Lo estás viendo.
Es una locura aceptar, porque nadie le ha ganado nunca a Harry, si fuera Uriel tal vez tendría una oportunidad pero contra Harry estaba condenado a perder, si es su viejo trono o la vida es algo que solo Harry Hook decidirá.
—¿Qué esperas para atacar? ¿Un cocodrilo que haga Tic tac?
La sala del comité del baile estaba decorada con flores artificiales y pergaminos de colores pastel que alguien, alguien sin buen gusto, tal vez Arianna, había considerado adecuados para un comité de planificación.
Chloe después de haber visto a Flauvis se sentía enferma, la mirada de Flavius siempre la incomodaba, casi tanto cómo dejarlo solo con Dot. Además tenía que estar en este cuarto horrible, odiaba este lugar. No por su apariencia, sino porque apestaba a perfumes baratos, falsas sonrisas y a una supuesta moralidad que podía apuñalarte por la espalda si te equivocabas en la elección de servilletas.
Básicamente, una cena cualquiera con la familia de Andrew.
—La primavera representa renovación, florecimiento, esperanza —entonaba el Hada Madrina con su habitual tono etéreo, cómo si no estuviera tratando desesperadamente de aparentar normalidad en un momento de terror absoluto—. El equinoccio es un momento de equilibrio perfecto, debemos reflejar eso en la celebración de este año.
—¿Y si lo hacemos en el mar? —sugirió Chloe sin levantar la vista de su agenda, fingiendo que la idea acababa de surgir.
El comité se quedó en silencio. Chloe levantó una ceja, como si no entendiera la reacción.
—¿En el mar? —repitió Tara, curiosamente no sonaba horrorizada sino curiosa, con lo sobreprotectores que eran los padres de la princesa Tara quizás nunca había visto un barco—. ¿Quieres que el Baile del Equinoccio sea… en un barco?
—¿Por qué no? —Chloe alzó la mirada y fingió una sonrisa inocente—. La primavera es transición, movimiento, equilibrio entre tierra y agua. Un crucero real simboliza exactamente eso
El Hada Madrina la observaba con atención. Chloe sabía que ella podía leer entre líneas, tal vez incluso sospechaba lo que Chloe no diría en voz alta, el mar de Auradon Prep, sus playas, daban una vista de la isla de los perdidos, alumnos cómo Beth, Dot, James estarían más cerca de la isla, y tal vez, en este momento, ese sería el único consuelo que tendrían para ir a una fiesta ridícula. Pero no lo dijo. En cambio, entrelazó los dedos sobre la mesa y murmuró:
—Podría ser... adecuado. Siempre y cuando se aseguren las medidas de seguridad necesarias.
—Por supuesto —respondió Chloe dulcemente—. Ya tengo en mente varios protocolos. Mi madre estará encantada de colaborar.
Lo cierto era que Chloe no había hablado con su madre desde el escándalo del cumpleaños de Beth, pero eso no era relevante.
Los miembros del comité empezaron a asentir. El Hada Madrina dudó por un segundo, luego asintió también.
—Entonces queda decidido. El Baile del Equinoccio será en el mar.
Chloe sonrió. No era una victoria completa, pero era un movimiento.
Un consuelo pequeño en este nuevo mar de caos e incertezas pero eso hacen las amigas, buscan ideas tontas para consolarlas.

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