Chapter 1: ⌗Renaciendo Como El Villano (1)
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Cheong Myeong era un adulto común y corriente. Su vida se había vuelto una rutina predecible: despertar, ir al trabajo, lidiar con jefes fastidiosos, volver a casa, calentar comida instantánea y, finalmente, distraerse con algún videojuego antes de dormir. No tenía muchos amigos ni grandes ambiciones, solo una existencia tranquila, aunque monótona.
Uno de sus pasatiempos era probar juegos, especialmente aquellos con historias bien desarrolladas. No era particularmente exigente, pero le molestaba cuando una narrativa interesante era arruinada por contenido forzado. Sin embargo, eso no le impedía probar nuevos títulos cuando veía que generaban conversación en foros.
Así fue como terminó descargando “Ecos del Destino Celestial”, un juego bishōjo que había estado ganando popularidad. No esperaba mucho. A primera vista, parecía otro juego de romance ambientado en una versión idealizada de la antigua China, donde el protagonista era un guerrero guapo e incomprendido que, sin quererlo, enamoraba a todas las mujeres a su alrededor.
Lo que sí le sorprendió fue la historia de ese protagonista: Baek Cheon. Al contrario de los típicos protagonistas de juegos de este estilo, Baek Cheon tenía un trasfondo bien construido. Un joven de un linaje noble caído en desgracia, que entraba a una secta marcial con la esperanza de restaurar su honor. Enfrentaba prejuicios, presiones y una lucha constante contra su propio sentido de la justicia.
“Si el juego realmente desarrolla bien este aspecto, podría ser interesante”, pensó Cheong Myeong mientras avanzaba en la historia.
Sin embargo, su paciencia se fue agotando conforme jugaba. Justo cuando el juego parecía estar a punto de profundizar en el dolor y las dificultades de Baek Cheon, aparecían los clichés románticos. Escenas donde las heroínas tropezaban y caían en sus brazos, diálogos cursis, eventos absurdos como baños accidentales en aguas termales. Cada vez que la historia parecía tocar un punto serio, la narrativa se desviaba en favor del fanservice.
“¡Vamos, dejen de meter estas tonterías y enfoquémonos en la historia!”, gruñó una noche, dándose cuenta de que, a pesar de todo, había avanzado más de lo que esperaba.
Por alguna razón, continuó jugando. Quizás porque, en lo más profundo de su mente, esperaba que en algún punto la historia tomara el rumbo que él deseaba. O tal vez… porque sin darse cuenta, se había encariñado con Baek Cheon y quería ver hasta dónde llegaría su camino.
Lo que nunca imaginó era que su vida cambiaría por completo por culpa de ese juego.
El día que la vida de Cheong Myeong cambió para siempre comenzó como cualquier otro. Se despertó tarde, apenas tuvo tiempo de tomar un café y salió corriendo hacia el trabajo, maldiciendo su suerte. El cielo estaba gris, y la llovizna hacía que las calles fueran resbaladizas.
Mientras caminaba por un paso peatonal, absorto en su teléfono—leyendo teorías sobre “Ecos del Destino Celestial”—no vio el vehículo que se aproximaba a toda velocidad. Hubo un estruendo, un destello de dolor, y después…
Oscuridad.
Cuando recuperó la conciencia, lo primero que notó fue el peso de un cuerpo que no sentía como suyo. Se incorporó de golpe, jadeando, y se encontró en un espacio oscuro, iluminado por tenues velas. Su respiración se volvió errática cuando notó su reflejo en una superficie metálica.
No era su rostro.
En su lugar, vio el semblante de un hombre maduro, con facciones afiladas y una mirada que imponía respeto. Su largo cabello negro caía sobre su espalda, y sus ropajes eran de una elegancia digna de la realeza. Pero lo que más llamó su atención fue la espada que reposaba junto a él: un arma de hoja negra con un filo sin igual.
En ese instante, una avalancha de recuerdos invadió su mente. Escenas de duelos sangrientos, discípulos arrodillados ante él, órdenes dadas con voz fría e implacable. Y entonces, una revelación le golpeó como un rayo:
Era Geomjon.
El villano de “Ecos del Destino Celestial”.
El legendario espadachín que aterrorizaba la secta y, más importante aún, el despiadado maestro del protagonista, Baek Cheon.
Su cuerpo se tensó. Geomjon no solo era temido por su fuerza, sino que también era la principal fuente de sufrimiento de Baek Cheon. Era el hombre que lo ponía a prueba de manera inhumana, que lo hacía pasar hambre, que lo obligaba a luchar hasta que sus huesos se rompieran… Todo con la justificación de “fortalecerlo”. En la historia, Baek Cheon lo odiaba con cada fibra de su ser.
Cheong Myeong tragó saliva.
“Esto no puede estar pasando…”
Pero lo peor no era el hecho de estar atrapado en el juego.
Lo peor era que, según la historia, Geomjon estaba destinado a convertirse en el mayor obstáculo de Baek Cheon. Y si él no jugaba su papel como el villano, no tenía idea de lo que podría suceder.
¿Había un castigo si no seguía su rol de villano dentro del juego? ¿Qué otro castigo podría ser peor que morir a manos del protagonista?
Cheong Myeong respiró hondo, tratando de calmarse. No era el tipo de persona que creía en reencarnaciones, transmigraciones o cualquier otro tipo de locura sacada de una novela barata, pero aquí estaba, atrapado en el cuerpo de Geomjon.
Observó a su alrededor. La habitación era espaciosa, pero austera. Muebles de madera oscura, pergaminos con caligrafía marcial colgados en las paredes y un pequeño brasero que mantenía el ambiente cálido. Todo encajaba con la personalidad del temido espadachín: disciplina, orden y una frialdad implacable.
Lo que lo inquietaba no era solo la situación, sino el momento exacto en el que se encontraba.
¿Estaba en el prólogo del juego? Si era así entonces en este punto, Baek Cheon era apenas un joven discípulo recién ingresado en la secta, luchando por adaptarse a su nueva vida. Eso significaba que la fatídica escena donde Geomjon se convertía en su maestro debía ocurrir pronto.
O tal vez, de lo contrario... Se encontraba en un punto de la trama donde Baek Cheon ya sufrió sus primeras torturas de parte de Geomjon?
“¡Maldición! ¡No quiero ser ese desgraciado que lo tortura!”, pensó con frustración.
Justo cuando intentaba idear una estrategia para lidiar con su nuevo destino, escuchó un golpe en la puerta.
—"Maestro, ¿puedo entrar?"
La voz era calmada, pero firme. Cheong Myeong se tensó. Reconocía ese tono.
Yu Iseol.
Uno de los futuros intereses románticos de Baek Cheon y, según la comunidad del juego, la más popular de todas las heroínas. Su presencia era una clara señal de que la historia estaba avanzando.
Tragó saliva y se obligó a mantener la compostura.
—"Adelante."
La puerta se deslizó suavemente y Yu Iseol entró con gracia. Su largo cabello caía en una perfecta cascada sobre sus hombros, y su expresión serena no dejaba entrever emoción alguna. Vestía la túnica tradicional de la secta, pero a diferencia de otros discípulos, ella llevaba una espada en su cinto, reflejando su destreza marcial.
—"Maestro, los nuevos discípulos han llegado. El líder de la secta ha solicitado su presencia para la ceremonia de iniciación."
Cheong Myeong reprimió un suspiro.
Entonces Geomjon aún no había hecho de las suyas todavía..
Pronto conocería al joven Baek Cheon.
Y, con ello, su destino como el villano de esta historia se pondría en marcha.
Chapter 2: ⌗Renaciendo Como El Villano (2)
Notes:
No vi ningún comentario negativo de esto así q voy a continuar actualizando:)
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Cheong Myeong inhaló profundamente y mantuvo una expresión serena mientras avanzaba por los pasillos de la secta. Su interior, sin embargo, era un caos.
Cada discípulo con el que se cruzaba bajaba la cabeza de inmediato, apartándose del camino como si su mera presencia fuera sofocante. No era simple respeto; era miedo. Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de lo intimidante que debía ser Geomjon en esta historia.
"Mierda… ¿Cómo se supone que debo actuar?", pensó, sintiéndose aún más ansioso.
Incluso su propio grupo de discípulos que se unieron a él poco después, mantuvieron una distancia prudente detrás suyo.
Finalmente, llegó al gran patio donde se llevaría a cabo la ceremonia de iniciación. Varios ancianos de la secta estaban alineados en los extremos, mientras un grupo de jóvenes discípulos esperaba de pie, con las túnicas recién entregadas y los rostros llenos de emoción, nerviosismo y expectativa.
Sin embargo, cuando Cheong Myeong apareció, el ambiente se tornó tenso. Aunque trató de caminar con naturalidad, pudo sentir cómo varias miradas se desviaban rápidamente para evitar contacto visual con él.
Por suerte, no tuvo que soportar la incomodidad por mucho tiempo.
—”Hoy es un día importante para nuestra secta” —dijo una voz fuerte y serena.
Todas las miradas se dirigieron de inmediato hacia el estrado. Ahí estaba él.
Cheong Mun.
El líder de la secta, el hombre que, según la historia del juego, era el único que podía estar al mismo nivel que Geomjon. Su túnica blanca impecable y su porte digno reflejaban la imagen de un verdadero maestro. Su presencia era cálida, pero imponente.
Cheong Myeong se sintió extraño al verlo en persona. Sabía que la relación entre Geomjon y Cheong Mun solía ser estrecha, como la de hermanos. Sin embargo, el juego nunca profundizó en cómo su vínculo se deterioró con el tiempo. ¿Fue por diferencias ideológicas? ¿Por traición? ¿Por orgullo? Todo quedó opacado por la sobreexposición de Yu Iseol en las rutas románticas.
"Tal vez esta es mi oportunidad para averiguarlo", pensó, entrecerrando los ojos mientras observaba a Cheong Mun hablar con los nuevos discípulos.
Pero entonces, entre la multitud de jóvenes, lo vio.
Un chico con cabello oscuro y una postura disciplinada. Su expresión era serena, pero en sus ojos brillaba la determinación.
Baek Cheon.
El protagonista de “Ecos del Destino Celestial.”
El discípulo que, según la historia, se convertiría en su más grande dolor de cabeza.
Cuando sus ojos se posaron sobre Baek Cheon, Cheong Myeong sintió que su respiración se detenía por un instante.
Había visto cientos de ilustraciones del protagonista en el juego, desde las promocionales hasta las CG desbloqueables de cada ruta. Sin embargo, ver a Baek Cheon en persona era una experiencia completamente distinta.
Su rostro tenía una armonía perfecta, con una mandíbula bien definida, cejas elegantes y unos ojos grandea llenos de determinación. A pesar de su juventud, ya tenía una presencia llamativa, una mezcla de nobleza y orgullo natural.
Cheong Myeong se tragó la incomodidad.
"Y esto solo es su versión joven… ¿Voy a estar preparado para cuando esta belleza madure aún más?"
Sacudió la cabeza con fuerza.
"¡No, no! ¡No tengo que pensar en esto! No soy una de las chicas del juego, ¡soy el villano! Tengo otras cosas más importantes de qué preocuparme."
Concentrándose en la ceremonia, observó cómo Cheong Mun terminaba su discurso de bienvenida. Luego, los ancianos comenzaron a anunciar las asignaciones de los nuevos discípulos, emparejándolos con sus respectivos maestros.
Cheong Myeong esperó, sintiendo que su destino se cerraba sobre él como una trampa inevitable.
Y entonces, llegó el momento.
—”Baek Cheon.”
El joven dio un paso al frente con una expresión resuelta.
—”Tu maestro será el Venerable Geomjon.”
Un pesado silencio cayó sobre la multitud.
Los discípulos parecieron contener la respiración al unísono. Algunos intercambiaron miradas de sorpresa y otros, de lástima.
Cheong Myeong sintió un escalofrío al notar cómo varias miradas furtivas se posaban sobre Baek Cheon con una mezcla de compasión y resignación.
Como si su destino estuviera sellado.
Baek Cheon mantuvo la cabeza en alto, sin mostrar ninguna reacción evidente. Sin embargo, Cheong Myeong pudo notar el ligero endurecimiento en su mandíbula y el esfuerzo por mantener su postura firme.
"Ah… así que este es el peso de mi reputación."
No importaba que Cheong Myeong, en su vida pasada, no fuera más que un jugador frustrado por la falta de desarrollo de la trama. Aquí, en este mundo, él era Geomjon. El despiadado maestro que haría de la vida de Baek Cheon un infierno.
O al menos… se suponía que debía hacerlo.
Pero, ¿cómo demonios iba a lograrlo sin arruinar todo?
Chapter 3: ⌗Renaciendo Como El Villano (3)
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Baek Cheon avanzó con pasos firmes, sin vacilar en su andar. Sin embargo, Cheong Myeong no tardó en notar la tensión en su cuerpo, como si estuviera preparado para recibir un golpe en cualquier momento.
Aún así, cuando estuvo lo suficientemente cerca, Baek Cheon inclinó la cabeza con respeto.
—”El Discípulo Baek Cheon saluda a su maestro. “
La voz de Baek Cheon era clara y firme, pero su postura rígida revelaba que estaba en alerta máxima.
Cheong Myeong, actuando por puro reflejo, le devolvió el saludo con un leve asentimiento.
Y en ese instante, se dio cuenta de su primer error.
¡Maldición!
Se le heló la sangre.
¡Se suponía que no debía hacer eso!
Geomjon, el legendario espadachín y temido villano del juego, nunca respondía a los saludos de sus discípulos, mucho menos a los de Baek Cheon. En el juego, cuando Baek Cheon le mostró respeto por primera vez, Geomjon simplemente lo miró con frialdad y le dio la espalda.
Pero él, con toda la costumbre de su vida pasada, había reaccionado como una persona normal y lo había saludado de vuelta.
Por un breve momento, hubo un extraño silencio.
Incluso Yu Iseol, quien estaba de pie a un lado con su expresión habitual de indiferencia, pareció pestañear ante la escena, como si hubiera notado la anomalía.
Apesar de la reacción de la gente, no había aparecido alguna pantalla de error o una voz molesta señalandolo de OOC. Tal vez no había sido demasiado para recibir un castigo?
Antes de que alguien pudiera decir algo o hacer preguntas incómodas, Cheong Myeong giró sobre sus talones y, con voz firme, dijo:
—”Retomemos el entrenamiento.”
Sin esperar respuesta, comenzó a caminar en dirección al patio de práctica, dando por concluido cualquier posible intercambio.
Mientras avanzaba, sintió las miradas de sus discípulos clavadas en su espalda.
Y entre ellas, la de Baek Cheon.
¡Demonios! ¡No puedo seguir cometiendo estos errores! ¡Si sigo así, voy a arruinar toda la historia!
Mientras caminaba de regreso al patio de entrenamiento, Cheong Myeong sentía a los discípulos siguiéndolo como una fila de patitos. La imagen le resultaba tan ridícula que casi se reía, pero rápidamente sacudió la cabeza.
No podía darse el lujo de distraerse.
Necesitaba un plan.
A medida que avanzaba, repasó todo lo que recordaba de la historia y su rol en ella. Geomjon no era solo el villano del juego, sino también un pilar fundamental en el desarrollo de Baek Cheon. Su brutalidad, su frialdad y su despiadada forma de enseñar eran lo que convertía al protagonista en el héroe que la historia necesitaba.
Y eso significaba…
"¡Que estoy destinado a morir en sus manos!"
El pensamiento lo golpeó como una bofetada.
¡No, no, no!
Ya había muerto una vez en su vida anterior, y no pensaba repetir la experiencia.
Y menos sabiendo lo que le esperaba.
Baek Cheon, en el clímax de la historia, se vengaba de su cruel maestro aplicándole las mismas torturas que sufrió bajo su entrenamiento.
Cheong Myeong tragó saliva con nerviosismo.
Ser el villano era una cosa.
Ser el villano que termina siendo despellejado vivo por el protagonista era otra completamente diferente.
Tenía que ser cruel, sí, pero no lo suficiente como para que Baek Cheon lo odiara hasta el punto de querer matarlo.
Tenía que hacerle la vida difícil, pero no al extremo.
"Esto va a ser complicado…"
Suspiró internamente.
Definitivamente iba a ser una tarea difícil
Chapter 4: ⌗La Ruta Romántica de Yu Iseol (1)
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Cheong Myeong observó cómo sus discípulos tomaban sus espadas de madera y se alineaban en formación para comenzar el calentamiento. Por primera vez desde que despertó en este mundo, sintió que su cerebro realmente comenzaba a funcionar.
No tenía que convertirse en el villano.
Tomando en cuenta que su acción anterior no le había traído consecuencias para él, nada lo obligaba a seguir el mismo camino cruel de Geomjon.
Lo único que importaba era que Baek Cheon se hiciera fuerte. Y eso se podía lograr sin llegar a los extremos de la historia original.
La clave estaba en la forma en que distribuía el entrenamiento.
Si solo lo torturaba a él, como en el juego, era lógico que Baek Cheon terminara odiándolo y buscando venganza. Pero si aplicaba el mismo entrenamiento duro a todos los discípulos sin excepción, entonces Baek Cheon no lo vería como un ataque personal. Solo lo vería como un maestro estricto, pero justo.
Después de todo, en la historia nunca se exploraron demasiado los otros discípulos de Geomjon, pero de los pocos comentarios que recordaba, estaba claro que Geomjon nunca los trató con la misma brutalidad que a Baek Cheon. Eso significaba que podía usar esa laguna en la trama a su favor.
"Perfecto."
Pero había un problema más.
Si quería evitar la posibilidad de que Baek Cheon desarrollara rencor, necesitaba asegurarse de que tuviera apoyo emocional.
Y ahí es donde entraba Yu Iseol.
Ella era la primera en acercarse a Baek Cheon durante el prólogo. Era quien lo consolaba en los momentos difíciles y lo hacía sentir parte del grupo. Su ruta romántica comenzaba en este punto, lo que significaba que si Cheong Myeong no interfería, Baek Cheon obtendría el apoyo que necesitaba… ¡en chicas lindas!
"¡Ja! Qué listo soy."
Con este plan, podía cumplir su rol de maestro sin terminar muerto a manos del protagonista.
Y si todo salía bien, su vida en este mundo podría ser mucho más llevadera.
Cheong Myeong observó con satisfacción cómo Yu Iseol se acercaba a Baek Cheon y le entregaba una espada de madera. Era una escena tan familiar que casi podía escuchar la música del juego de fondo.
Perfecto. La ruta romántica ha comenzado bien.
En la historia original, este era el primer momento significativo entre los dos. Yu Iseol, con su expresión fría pero gentil, se presentaba formalmente a Baek Cheon, y él respondía con la cortesía propia de un noble. Un breve intercambio de palabras cargado de respeto y un atisbo de conexión antes de ser abruptamente interrumpidos y separados por Geomjon.
Pero esta vez no habría interrupción.
Cheong Myeong no tenía ninguna intención de interponerse.
En el juego, Geomjon mantenía a Yu Iseol lejos de Baek Cheon porque ella era su discípula favorita, la elegida para heredar todas sus técnicas y convertirse en una maestra de la espada. Era su sucesora en todos los sentidos.
O mejor dicho, hubiera sido su sucesora.
Cheong Myeong dejó escapar un suspiro decepcionado.
Todo ese desarrollo fue desechado completamente en favor del fanservice.
Después de todo, si Yu Iseol estaba destinada a convertirse en la esposa del protagonista, no podía al mismo tiempo ser la heredera del villano. Y mucho menos podía seguir su legado de esgrima.
El juego convirtió a Yu Iseol, una futura maestra formidable, en solo una más del harem.
Era un desperdicio, sin duda. Pero él tenía que sobrevivir.
Si permitir que su discípula favorita se convirtiera en una más de las conquistas de Baek Cheon aseguraba su propia seguridad, entonces que así fuera.
"Que el romance fluya, yo no me meto," pensó con resignación mientras cruzaba los brazos y esperaba a que los dos terminaran su pequeño momento.
Chapter 5: ⌗La Ruta Romántica de Yu Iseol (2)
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Cuando todos los discípulos estuvieron en posición, Cheong Myeong se tomó un momento para observarlos.
Fue entonces cuando notó el primer cambio en la historia.
Baek Cheon estaba en la primera fila, justo al lado de Yu Iseol.
Eso estaba bien. Eso era bueno.
En el juego original, después de que Geomjon separaba a ambos, Baek Cheon era enviado al fondo de la fila, aislado de los demás discípulos.
Ahora, al no haber intervenido, las cosas habían tomado un rumbo diferente.
Pequeños cambios. Nada crítico. Aún estamos bien.
Cheong Myeong inhaló profundo y se dispuso a dar la explicación del entrenamiento. Había leído esta escena en el juego muchas veces, sabía exactamente lo que debía hacer.
—Hoy comenzaremos con los fundamentos. —Su propia voz lo tomó por sorpresa. Era profunda, autoritaria y carente de emoción.
El peso de la espada en su mano lo hacía sentir extraño. Nunca en su vida había usado un arma, y mucho menos había hecho un entrenamiento físico. Lo más cercano a un ejercicio que había hecho en su antigua vida era correr para no llegar tarde al trabajo.
Por un instante, el pánico lo golpeó. ¿Cómo se suponía que iba a hacer una demostración sin delatarse?
Pero antes de que pudiera entrar en crisis, su cuerpo se movió solo.
Sin pensarlo, realizó el balanceo de la espada con una precisión y fluidez perfectas.
El acero cortó el aire con un sonido nítido.
Oh.
Era como si estuviera en el modo automático de un juego.
Su cuerpo sabía exactamente qué hacer, aunque su mente no entendiera cómo lo estaba haciendo.
Cheong Myeong reprimió una sonrisa. Bien. Esto facilitaba las cosas.
Aún con algo de incredulidad, continuó con la demostración, asegurándose de no hacer nada que pudiera levantar sospechas.
Si la historia ya estaba cambiando, tenía que moverse con cuidado.
Cuando Cheong Myeong terminó su demostración, el silencio se prolongó por unos segundos.
Entonces, los discípulos reaccionaron.
Algunos intercambiaron miradas impresionadas, otros apretaron con más fuerza el mango de sus espadas de madera, ansiosos por intentar imitarlo.
Parecía que rara vez tenían la oportunidad de ver la espada de Geomjon en acción tan de cerca.
"Ah... Cierto, Geomjon lo explicaba con palabras.. Bueno, eso me hace ver más imponente de lo que realmente soy, supongo."
Uno a uno, los discípulos comenzaron a replicar el movimiento.
Cheong Myeong observó en silencio, asegurándose de que todos lo hicieran correctamente.
Fue entonces cuando recordó lo que debía ocurrir en este momento.
Aquí es cuando todo empieza a ir mal para Baek Cheon.
En el juego, Geomjon fijaba su mirada en él con disgusto.
Baek Cheon, a diferencia de los demás, era torpe al manejar la espada. Como castigo, Geomjon lo obligaba a ponerse frente a todos y lo humillaba verbalmente, señalando su incompetencia con comentarios crueles. Luego, golpeaba las zonas donde había cometido errores, corrigiéndolo de la manera más brutal posible.
Esa era la semilla de su futuro rencor.
Ese era el primer paso hacia la venganza.
Cheong Myeong tragó saliva.
No podía hacer eso.
Pero al mismo tiempo, tampoco podía actuar de forma demasiado amable.
Tenía que ser severo, pero no al punto de ganarse el odio de Baek Cheon.
Inspiró hondo y dejó escapar un suspiro.
—”Baek Cheon.”
El joven se tensó inmediatamente al escuchar su nombre.
Todos los demás discípulos dejaron de moverse y se giraron para observar la escena, con expresiones entre preocupadas y compasivas. Ellos también sabían lo que venía.
Baek Cheon dio un paso al frente con la cabeza en alto, tratando de mantener la compostura.
Pero Cheong Myeong no le iba a dar el mismo destino que en la historia original.
—”Tu postura está mal.”
Las palabras no fueron crueles ni humillantes, solo un llamado de atención directo.
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
Los murmullos entre los discípulos comenzaron de inmediato.
¿Eso fue todo?
Cheong Myeong avanzó hasta quedar frente a Baek Cheon y, con un gesto de la mano, indicó lo que debía corregir.
—”Relaja los hombros. Si tensas demasiado los músculos, perderás movilidad.”
Baek Cheon obedeció sin rechistar.
Cheong Myeong le dio un pequeño golpe en la muñeca con el dorso de los dedos.
—”No sujetes la espada con tanta rigidez. La firmeza es importante, pero si te aferras demasiado, te desgastarás más rápido. “
Baek Cheon volvió a asentir, ajustando su agarre.
Los murmullos a su alrededor se intensificaron.
Esto no estaba en el guion.
En la historia original, este era el punto donde la confianza de Baek Cheon era aplastada, pero ahora solo estaba recibiendo una corrección común.
Yu Iseol, que había estado observando todo en silencio, entrecerró los ojos con interés.
Por su parte, Baek Cheon, aunque desconcertado, no parecía molesto.
Solo estaba... confundido.
Pero a Cheong Myeong eso le bastaba.
Un cambio a la vez.
Chapter 6: ⌗La Ruta Romántica de Yu Iseol (3)
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Cheong Myeong no tuvo que decir ni una palabra.
Con una simple mirada fría, los murmullos de los discípulos se extinguieron al instante.
“Vaya, esto es conveniente.”
Ser tan intimidante tenía sus ventajas. Si con solo una expresión podía controlar el ambiente, no necesitaría recurrir a castigos extremos.
Con el silencio restaurado, el entrenamiento continuó.
Y continuó.
Y continuó…
Como esto ya no era un juego, no había botones de skip ni saltos de tiempo.
Tuvo que permanecer allí, viendo a los discípulos repetir el mismo movimiento una y otra vez bajo la luz del sol.
Al principio, lo observó con emoción.
Era como ver a los personajes de un juego cobrar vida.
Pero eventualmente… comenzó a aburrirse.
¿Cuánto más iban a seguir repitiendo lo mismo?
Apretó los labios, resistiendo el impulso de soltar un bostezo. Debía mantener la compostura.
Finalmente, el sol comenzó a descender en el horizonte.
Cheong Myeong respiró hondo y, con voz firme, anunció:
—”El entrenamiento ha concluido por hoy. Vuelvan a sus dormitorios.”
Los discípulos asintieron al unísono y comenzaron a dispersarse, algunos con pasos pesados por el cansancio, otros murmurando entre ellos.
Pero entonces, justo cuando Cheong Myeong estaba a punto de marcharse, algo inesperado ocurrió.
Baek Cheon se detuvo frente a él.
Por reflejo, Cheong Myeong le dirigió una mirada severa, esperando que el joven simplemente se inclinara y se marchara como el resto.
Pero en lugar de eso, Baek Cheon levantó la cabeza y dijo:
—”Gracias por su enseñanza de hoy, maestro.”
Silencio.
Cheong Myeong parpadeó.
“…¿Qué?”
Esto no estaba en la historia original.
Baek Cheon nunca le agradecía a Geomjon.
Jamás.
De hecho, su relación desde el principio estaba marcada por el odio y el resentimiento, no por la gratitud.
Por un momento, Cheong Myeong se quedó sin saber qué responder.
Baek Cheon lo observaba con calma, su expresión seria pero sin rastro de miedo o rencor.
Al final, sin poder pensar en una respuesta mejor, Cheong Myeong simplemente asintió con frialdad y se dio la vuelta.
Mientras se alejaba, sintió el peso de la mirada de Baek Cheon siguiéndolo.
Y por primera vez desde que llegó a este mundo, se preguntó:
¿Hasta qué punto estaba empezando a cambiar la historia?
Cheong Myeong decidió no darle más vueltas a lo que acababa de ocurrir con Baek Cheon.
Después de todo, esto era algo bueno, ¿no?
Si el protagonista le daba las gracias en lugar de odiarlo, significaba que estaba cambiando su destino.
Con ese pensamiento, regresó a sus aposentos.
Tan pronto como cerró la puerta detrás de sí, un profundo suspiro escapó de sus labios.
Finalmente, estaba solo.
Se dejó caer en una silla y, por primera vez en todo el día, se permitió un momento de reflexión.
Su mirada vagó hasta el espejo de bronce en la habitación.
Por impulso, se puso de pie y se acercó a examinar su reflejo.
El legendario espadachín Geomjon.
La imagen que le devolvía el espejo era la de un hombre de facciones afiladas y mirada imponente, su cabello oscuro recogido en una coleta alta, vistiendo las túnicas de un maestro respetado.
Era él, pero al mismo tiempo, no lo era.
Alzó una mano y tocó su rostro.
Definitivamente no era feo.
Incluso podría decirse que tenía cierto atractivo peligroso, ese tipo de encanto que a las jugadoras del juego les habría gustado si no fuera porque Geomjon era el villano despiadado que torturaba al protagonista.
Ahora que el día había terminado y su mente estaba más despejada, podía procesar mejor lo que todo esto significaba.
Una nueva vida.
Un mundo completamente diferente.
Aquí no había tecnología ni internet para facilitarle la existencia.
Nada de teléfonos inteligentes, nada de videojuegos, nada de películas o música digital.
Solo libros, tinta y papel.
Un cambio drástico… pero no necesariamente malo.
Había jugado suficientes juegos ambientados en la antigua China y mundos de cultivo ‘Xianxia’ como para adaptarse rápidamente.
Además, era un espadachín legendario.
No tenía que preocuparse por gastos ni trabajos tediosos.
La secta cubría todas sus necesidades.
No tenía otro deber más que entrenar a los discípulos.
Y, sobre todo, guiar al protagonista para que tuviera su final feliz con su harem de bellezas.
Si jugaba bien sus cartas, Baek Cheon nunca lo odiaría lo suficiente como para matarlo.
Con el tiempo, el protagonista se convertiría en un gran héroe y Geomjon podría retirarse a una vida tranquila dentro de la secta.
Tal vez incluso… encontrar una esposa.
Después de todo, Geomjon no era feo.
Cheong Myeong se cruzó de brazos y ladeó la cabeza, evaluándose en el espejo con una sonrisa ladina.
“Sí, esto podría no ser tan malo.”
Chapter 7: ⌗La Ruta Romántica de Yu Iseol (4)
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Los pensamientos de Cheong Myeong pronto comenzaron a girar en torno a las cosas positivas de su nueva vida.
La libertad que tenía ahora.
La increíble fuerza de su cuerpo.
El tiempo libre que rara vez había disfrutado en su antigua vida.
No más jefes fastidiosos. No más fechas límite.
No más trabajos mal pagados que lo obligaban a vivir con lo justo.
Ahora era un maestro respetado, temido incluso. Su posición en la secta era firme, y mientras no hiciera nada demasiado escandaloso, podría vivir cómodamente sin preocupaciones.
Y lo mejor de todo…
¡La comida!
Aunque el juego estaba ambientado en la antigua China, la limpieza y pulcritud eran más parecidas a un entorno moderno, lo que significaba que no tenía que preocuparse por condiciones antihigiénicas ni enfermedades medievales.
¡Y las descripciones de la comida en el juego eran simplemente divinas!
Solo de recordar los coloridos platos ilustrados en los eventos de la historia, se le hacía agua la boca.
Estofados humeantes, arroz esponjoso, fideos en un caldo aromático, pato laqueado con la piel crujiente, dulces de sésamo, albóndigas rellenas…
¡Esto era un paraíso culinario comparado con la miseria de su vida pasada!
¿Cuándo fue la última vez que había comido una comida decente?
Su dieta anterior consistía en sopas instantáneas, fideos de microondas y cualquier cosa barata que pudiera preparar en cinco minutos.
¡Pero eso se acabó!
Mañana mismo iría a la ciudad y se daría un banquete digno de un maestro de la espada.
Solo con pensarlo, una risita emocionada escapó de sus labios.
Sí… esta nueva vida definitivamente tenía sus ventajas.
Pero entonces.. Cheong Myeong se quedó congelado en su lugar.
Un recuerdo resplandeció en su mente como un faro en la oscuridad.
Un evento secundario del juego.
Era una escena más bien de relleno, humorística, una excusa para mostrar a uno de los intereses amorosos de Baek Cheon en un estado vulnerable.
Baek Cheon, ya adulto, junto con un grupo de discípulos, escapaba a mitad de la noche y se colaba en un almacén secreto de la secta.
¿El motivo?
Robar alcohol.
La secta, siguiendo los principios taoístas, prohibía el consumo de licor. Sin embargo, el líder de la secta llegó a recibir grandes cantidades como regalos de otras sectas y clanes que querían quedar bien con él en el pasado. Sería una falta de respeto desecharlos, así que el alcohol se almacenaba en secreto.
Baek Cheon y su grupo, actuando como traviesos adolescentes, se infiltraban en el almacén para probar el tesoro prohibido.
Cheong Myeong lamió sus labios.
Ese lugar existía.
Si bien en el juego el evento ocurría cuando Baek Cheon era un adulto, el almacén ya debía estar lleno de alcohol ahora mismo.
En su vida pasada, rara vez tenía la oportunidad de beber. Salía a tomar con compañeros de trabajo de vez en cuando, pero el dinero no le alcanzaba para lujos, así que se conformaba con cerveza barata y licor de dudosa calidad.
Pero ahora…
Si la secta que llegó a ser líder de este mundo guardaba alcohol que recibía como obsequio, eso significaba que las botellas allí dentro eran de la más alta calidad.
¡Qué desperdicio que nadie las bebiera!
Un plan tomó forma en su mente casi de inmediato.
Buscó entre sus ropas hasta encontrar el uniforme más oscuro que tenía para camuflarse en la noche.
Todavía faltaban algunos años para que el evento con Baek Cheon ocurriera, así que no había peligro de alterar la historia si solo tomaba unas pocas botellas.
Sin perder tiempo, salió silenciosamente de su habitación, deslizándose por la oscuridad en dirección al almacén que el juego había descrito.
A pesar de su emoción inicial, un leve nerviosismo se apoderó de Cheong Myeong.
¿Y si lo atrapaban?
¿Qué tipo de castigo recibiría? ¿Sería destituido de su cargo? ¿Expulsado de la secta?
Sin embargo, ese miedo desapareció casi de inmediato.
Escabullirse sin ser detectado fue ridículamente fácil.
¿Era gracias a sus increíbles habilidades marciales? ¿O simplemente los guardias eran unos ineptos?
Observó a los pocos discípulos apostados en la zona. Eran jóvenes, incluso más que Baek Cheon.
¿Desde cuándo la secta necesitaba guardias?
Si alguien quería infiltrarse, ¿qué podrían hacer un par de niños?
Pero dejó esos pensamientos de lado al ver su objetivo final.
El almacén oculto.
Tal como lo describían las ilustraciones en el juego, era una estructura discreta, con una gran puerta de hierro sellada con un mecanismo sencillo.
Sin perder el tiempo, Cheong Myeong replicó los movimientos del evento del juego, manipulando la cerradura como los discípulos lo hacían en el futuro.
Con un leve clic, la puerta se abrió.
Al cruzar el umbral, se encontró en el paraíso.
Estantes interminables llenos de botellas de todos los tamaños, colores y formas. Algunas tenían etiquetas con caracteres dorados, otras estaban selladas con lacre rojo, y varias estaban guardadas en cofres de madera, como si fueran tesoros de la realeza.
Cheong Myeong tuvo que limpiarse la baba.
Sin duda, todo era de la más alta calidad.
Avanzó con cautela, evaluando su entorno. No quería ser codicioso, debía elegir con inteligencia.
Sus ojos se fijaron en las botellas del fondo, aquellas cubiertas con una fina capa de polvo.
Perfecto.
Si alguien revisaba el almacén, era menos probable que notaran la falta de esas botellas.
Además, ¿cuántas veces había escuchado que mientras más viejo era el vino, mejor sabía?
Era hora de comprobarlo.
Tomó un par de botellas y las deslizó dentro de sus largas mangas, sintiendo el peso satisfactorio del vidrio contra su piel.
Con una sonrisa victoriosa, dio media vuelta, listo para salir y disfrutar su botín.
Chapter 8: ⌗La Ruta Romántica de Yu Iseol (5)
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Después de asegurar su botín, Cheong Myeong cerró la puerta del almacén con sumo cuidado, dejándola exactamente como la encontró. Se aseguró de que no quedara ninguna evidencia de su incursión antes de escabullirse de vuelta a sus aposentos.
Al igual que antes, fue extremadamente sencillo volver sin llamar la atención.
Con una sonrisa satisfecha, se deslizó por los pasillos oscuros, sintiendo la emoción del triunfo burbujear en su pecho. Su botín de alcohol de alta calidad estaba bien escondido dentro de sus mangas, y pronto podría probar licores que jamás habría podido permitirse en su vida pasada.
Nada podría arruinar este momento.
O al menos, eso pensó.
Justo cuando estaba a punto de llegar a salvo a su habitación, una voz lo detuvo.
—”¿Maestro?”
El cuerpo de Cheong Myeong se tensó al instante. ‘Oh, no.’
Giró lentamente la cabeza hacia la fuente del sonido, esperando lo peor.
Ahí, sentado en el tejado con la luz de la luna iluminando su silueta, estaba Baek Cheon.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Mierda.
Baek Cheon lo miraba con curiosidad, sin ninguna señal de enfado o sospecha. De hecho, parecía tranquilo, relajado, como si simplemente estuviera disfrutando de la brisa nocturna.
Pero eso no era lo que más preocupaba a Cheong Myeong.
Yu Iseol no estaba por ninguna parte.
El corazón de Cheong Myeong se hundió. Este era un evento importante en la historia del juego.
Baek Cheon debía haber llegado aquí después de un día difícil, sintiéndose frustrado y desmoralizado por la humillación de su maestro. Luego, Yu Iseol debía aparecer para consolarlo, sentándose en silencio a su lado, compartiendo un momento de paz bajo la luna.
Era una de las pocas escenas románticas que se desarrollaban de forma natural, sin forzar el fanservice.
Pero ahora…
Baek Cheon no parecía afectado por nada.
No había rastro de tristeza en su expresión, ni signos de haber estado llorando. Eso solo podía significar una cosa.
Había arruinado el evento.
Cheong Myeong sintió ganas de gritar.
¡¿Cómo había pasado esto?!
—”Maestro.” —Baek Cheon volvió a llamarlo, sacándolo de su crisis interna.
Cheong Myeong reaccionó de inmediato, forzando su rostro a mantenerse neutral mientras intentaba ajustar disimuladamente las botellas escondidas en sus mangas.
—”Baek Cheon.” —Respondió con voz firme, intentando sonar imponente en lugar de extremadamente culpable.
El joven inclinó la cabeza con leve curiosidad.
—”No esperaba verte a estas horas.”
¡Tú eres el que debería estar teniendo un evento romántico en este momento!
Cheong Myeong reprimió el deseo de llevárselo de los hombros y sacudirlo hasta que el juego volviera a la normalidad.
En lugar de eso, aclaró su garganta y adoptó una postura rígida.
—”Podría decir lo mismo de ti.”
Baek Cheon se encogió de hombros, despreocupado.
—”Solo estaba tomando aire fresco.”
Definitivamente lo había arruinado.
Si Baek Cheon no había venido aquí a lamentarse, significaba que su escena con Yu Iseol jamás ocurriría.
Mierda, mierda, mierda.
Si los eventos empezaban a cambiar de esta manera, ¿qué más podría desviarse de la historia original?
Cheong Myeong necesitaba encontrar una solución. Rápido.
Pero, por ahora, lo más importante era salir de esta conversación sin levantar sospechas… y sin perder su preciado botín de alcohol.
Cheong Myeong procesó la situación a toda velocidad. Todavía había esperanza.
Tal vez el evento romántico no estaba completamente arruinado, solo retrasado.
Sí, eso debía ser. Seguramente su amabilidad durante el entrenamiento había afectado el desarrollo del evento.
Si en la siguiente sesión de entrenamiento era más duro y despiadado, Baek Cheon se sentiría humillado como debía ser, y entonces Yu Iseol aparecería para consolarlo.
Sí, ese era el plan.
Dándose unas palmaditas mentales por su ingenio, Cheong Myeong volvió a enfocarse en la situación actual. Primero lo primero.
Baek Cheon estaba rompiendo las reglas al estar fuera de su dormitorio tan tarde.
Era la oportunidad perfecta para actuar como el villano que se suponía que era.
Decidido a corregir su error, Cheong Myeong flexionó las piernas y saltó del suelo con una facilidad sorprendente. Su cuerpo se sentía increíblemente ligero.
En un solo movimiento elegante, aterrizó en el tejado junto a Baek Cheon.
El joven apenas se inmutó, pero su mirada tranquila se tornó más alerta al notar la repentina cercanía de su maestro.
Cheong Myeong tuvo que contener una risa nerviosa. El lugar donde debía estar Yu Iseol ahora se encontraba Geomjon.
Baek Cheon ladeó la cabeza.
—”Maestro, ¿necesita algo?”
Cheong Myeong entrecerró los ojos, tratando de canalizar su versión más temible de Geomjon.
—”Eres tú quien no debería estar aquí.”
Baek Cheon parpadeó, como si no entendiera el problema.
—”No estaba haciendo nada indebido.”
¡Exactamente lo que un culpable diría!
Cheong Myeong cruzó los brazos, sus mangas ocultando cuidadosamente las botellas robadas.
—”¿Y crees que eso justifica ignorar las reglas de la secta?”
Baek Cheon frunció el ceño.
—”Solo estaba tomando aire.”
—”Y ahora te marchas.” —Cheong Myeong bajó la voz, poniéndole un tono más frío. Villano. Era un villano. Debía sonar como uno.
Para su sorpresa, Baek Cheon no mostró incomodidad ni resentimiento.
En cambio, sonrió levemente.
—”El maestro es más estricto de lo que parece.”
“… ¿Qué?”
Esa reacción no tenía sentido. ¿Dónde estaba la irritación? ¿La humillación?
Este no era el Baek Cheon frustrado del juego.
Esto no era parte del guion.
Cheong Myeong sintió una punzada de alarma. Algo estaba cambiando.
Chapter 9: ⌗La Ruta Romántica de Yu Iseol (6)
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Cheong Myeong inhaló profundamente, tratando de mantener la calma.
¿Por qué siempre le pasaban estas cosas a él?
Baek Cheon debería estar molesto, frustrado, caminando directo hacia su evento romántico con Yu Iseol… ¡pero no! Aquí estaba, mirándolo con una sonrisa en lugar de odio!
No, no, no. Esto no podía seguir así.
Decidió cambiar de táctica.
—”No puedes dormir porque te ha quedado mucha energía, ¿acaso? “—Su tono se tornó más frío—. “Entonces, tal vez te vendría bien un entrenamiento nocturno.”
Vio con satisfacción cómo los ojos de Baek Cheon se abrían con pánico.
Ajá. Ahora sí.
Cheong Myeong sonrió para sus adentros y cruzó los brazos.
—”Veinte vueltas alrededor de toda la secta. Y luego directo a dormir.”
—”¿Qué?” —Baek Cheon parpadeó, atónito.
—”¿Acaso no hable claro?”
El joven abrió la boca para protestar, pero al ver la mirada impasible de su maestro, supo que no tenía salida.
Con un suspiro de resignación, Baek Cheon saltó del tejado y comenzó a correr.
Cheong Myeong lo observó alejarse con satisfacción.
Eso. Eso era lo correcto.
Frustración. Desgaste. Ahora sí Yu Iseol lo encontraría con el estado de ánimo adecuado.
Cheong Myeong se sentó cómodamente sobre el tejado, sintiendo la brisa fresca de la noche rozar su rostro.
Aprovechando que Baek Cheon ya estaba lo suficientemente lejos, sacó una de las botellas de alcohol que había conseguido en el almacén. El vidrio frío y elegante reflejaba la luz de la luna, y solo con sostenerla en sus manos ya podía sentir la satisfacción recorrer su cuerpo.
Con un chasquido sutil, retiró el sello y un aroma floral envolvió el aire a su alrededor. Era exactamente como lo describía el juego.
Suave, embriagador, con un toque dulce en el fondo.
Sin dudarlo, llevó la boquilla a sus labios y tomó un gran trago.
El líquido ardió en su garganta, con un calor intenso que se expandió por su pecho.
Pero era un ardor placentero, no incómodo.
Era la clase de quemazón que hacía que uno quisiera otro sorbo de inmediato.
Y vaya que lo hizo.
Sin embargo, aunque el alcohol era fuerte, su cuerpo cultivado eliminó las toxinas de inmediato, impidiendo que siquiera sintiera un mareo ligero.
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Tch. Así no tiene gracia. “
Por un momento, lamentó no ser un humano ordinario. Sería interesante emborracharse al menos una vez en este mundo.
Pero aun así, no podía quejarse demasiado.
Le esperaba una larga noche de catas privadas.
—------------
Un molesto rayo de sol se filtró entre sus párpados cerrados, obligándolo a fruncir el ceño. Con un gruñido, Cheong Myeong intentó girarse para seguir durmiendo, pero algo estaba mal.
El suelo bajo su cuerpo no era la dura cama de su habitación, sino una superficie fría y ligeramente inclinada.
“…¿Qué?”
Su mente aún adormilada tardó unos segundos en procesarlo, pero cuando finalmente abrió los ojos y vio el cielo despejado sobre su cabeza, el recuerdo de la noche anterior lo golpeó de golpe.
“¡Mierda!”
Se había quedado dormido en el tejado.
La sorpresa lo hizo incorporarse de golpe, parpadeando rápidamente mientras su mente intentaba ponerse al día. ¿Cómo demonios terminó en este estado? Solo recordaba haber bebido un poco de ese exquisito licor… bueno, quizás más de la cuenta. Pero su cultivo eliminaba las toxinas del alcohol, así que no había forma de que se hubiera embriagado, ¿cierto?
Pero antes de que pudiera seguir devanándose los sesos, algo se deslizó de sus hombros al moverse.
Una cobija blanca.
“…¿Ah?”
Parpadeó, completamente desconcertado.
La tomó entre sus manos, inspeccionándola con el ceño fruncido. Era suave, impecablemente limpia, y tenía un sutil aroma a flores y un toque de incienso.
¿De dónde salió esto?
No recordaba haberse levantado en plena noche a buscar una, y mucho menos haberse arropado con tanto cuidado.
Frunció los labios.
¿Acaso Geomjon es sonámbulo y no lo sabía?
El pensamiento era absurdo, pero… entonces, ¿quién lo había cubierto?
Antes de que pudiera encontrar una respuesta, el sonido de los discípulos comenzando su rutina matutina lo sacó de sus pensamientos.
Se escuchaban puertas deslizándose, murmullos somnolientos y pasos dirigiéndose al área de entrenamiento.
Los ojos de Cheong Myeong se abrieron de golpe.
¡Maldición!
Si alguien lo veía durmiendo en el tejado con una cobija misteriosa encima y botellas de licor, su reputación quedaría destruida.
Sin perder más tiempo, se sacudió la pereza, dobló la cobija con rapidez y se lanzó ágilmente del tejado, aterrizando con la elegancia propia de un experto en artes marciales.
Mientras se dirigía a su habitación, una sola pregunta giraba en su mente.
¿Quién demonios lo había cubierto?
Chapter 10: ⌗La Ruta Romántica de Yu Iseol (7)
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Al llegar a sus aposentos, Cheong Myeong cerró la puerta tras de sí y soltó un largo suspiro. A pesar de su avanzado cultivo, la falta de sueño y la agitación de la noche anterior lo habían dejado con una molesta sensación de fatiga. No podía permitirse estar en ese estado; pronto ocurriría otro evento clave en la historia.
Se movió rápidamente para arreglarse, cambiándose a un uniforme impecable de maestro marcial y asegurándose de que no quedara ni rastro del aroma a alcohol en él. Una vez satisfecho con su apariencia, se acomodó frente a la pequeña mesa de su habitación.
Este era el momento en el que su nuevo discípulo vendría a presentarle sus respetos, sirviéndole una taza de té como demostración de obediencia y deferencia. En la historia original, Geomjon no solo rechazaba este gesto, sino que derramaba el té caliente sobre Baek Cheon y lo echaba con desprecio, humillándolo aún más y avivando el resentimiento en su corazón.
Por supuesto, Cheong Myeong no tenía intención de seguir ese guion.
Tomando en cuenta lo que sucedió anoche, ya debe estar de mal humor. No necesito echarle más leña al fuego.
Justo entonces, un golpe suave resonó en la puerta.
—”Maestro, soy Baek Cheon. He traído té para usted.”
Cheong Myeong enderezó la espalda, tomando una expresión neutral antes de permitirle la entrada.
La puerta se deslizó con suavidad, y Baek Cheon entró con pasos seguros. Lo que Cheong Myeong no esperaba era la expresión en su rostro.
Baek Cheon sonreía.
No una sonrisa tensa o forzada, ni una sonrisa contenida por respeto. Era una sonrisa tranquila y natural, casi como si estuviera genuinamente complacido de estar allí.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
“…Qué demonios está pasando?”
Baek Cheon avanzó con calma, sosteniendo con ambas manos una bandeja de madera lacada. Sobre ella, una tetera de porcelana y una única taza, con un té humeante que despedía un aroma suave y refinado. Sin vacilar, se arrodilló frente a Cheong Myeong y presentó la taza con ambas manos.
—”Espero que sea de su agrado, maestro.”
Cheong Myeong no la tomó de inmediato.
En la historia original, este era el momento en que Geomjon, con frialdad absoluta, aceptaba la taza solo para luego volcar su contenido sobre el rostro de su nuevo discípulo. El dolor, la humillación, el resentimiento... Todo formaba parte del desarrollo de Baek Cheon hacia su inevitable deseo de venganza.
Pero aquí y ahora, Baek Cheon no tenía ni un atisbo de hostilidad en su mirada.
No solo no parece molesto... parece expectante.
Con cautela, Cheong Myeong tomó la taza y acercó el té a sus labios. El sabor era equilibrado y refinado, un indicio del esfuerzo que Baek Cheon había puesto en prepararlo. Tras un breve instante, bajó la taza y levantó la mirada.
Baek Cheon lo estaba observando atentamente.
Un silencio se instaló entre ellos.
Luego, el joven sonrió de nuevo.
—”Espero que le haya gustado, maestro.”
Cheong Myeong sintió un repentino impulso de dejar la taza y salir corriendo.
¿Qué está pasando aquí?
Antes de que Cheong Myeong pudiera decir algo al respecto, Baek Cheon comenzó a buscar algo de entre sus mangas y sacó un pequeño bulto de tela que le entregó a su maestro con ambas manos.
Cheong Myeong recibió el pequeño bulto envuelto en tela con cierta sorpresa. El dulce aroma que se escapaba de la envoltura ya le decía lo suficiente sobre su contenido. Sus ojos se posaron sobre Baek Cheon, quien mantenía esa suave sonrisa, casi inocente, como si no tuviera idea de lo mucho que este simple gesto significaba para él.
—"El personal de cocina me dio estos pasteles de luna," —explicó Baek Cheon con naturalidad. —"No soy muy fanático de lo dulce, así que pensé que el maestro los querría."
Geomjon probablemente habría respondido con una mueca de desdén, una mirada fría y una negativa cortante. Pero Cheong Myeong no era Geomjon. Él era un hombre con una debilidad casi ridícula por los dulces, y en este mundo de estricta disciplina marcial, el simple hecho de poder disfrutar de algo tan delicioso era un lujo que no estaba dispuesto a rechazar.
Con una expresión que intentó mantener neutral, aceptó los pasteles de luna y desenvolvió con cuidado la tela, revelando unos panecillos perfectamente horneados, con un color dorado y una textura esponjosa que casi lo hizo llorar de emoción. Tomó uno con delicadeza y le dio un pequeño bocado.
El sabor era celestial.
La dulzura equilibrada del relleno, la suavidad de la masa… ¡Era incluso mejor de lo que imaginaba! ¡Este mundo podía tener sus complicaciones, pero al menos la comida era una bendición! Mientras intentaba mantener su expresión imperturbable, su corazón saltaba de felicidad.
Baek Cheon pareció notar su reacción, porque sus labios se curvaron levemente con satisfacción.— "Me alegra que le gusten, maestro."
Cheong Myeong carraspeó, tragándose otro bocado y recuperando su compostura.— "No están mal,"— dijo con fingida indiferencia, aunque ya estaba planeando cómo podría conseguir más en el futuro.
Chapter 11: ⌗La Desagradable Nueva Ruta
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Después de que Baek Cheon se retirara de sus aposentos, Cheong Myeong se recostó sobre su asiento y dejó escapar un largo suspiro. El inesperado cambio de actitud del protagonista lo tenía desconcertado. Según la historia original, Baek Cheon debía odiarlo con cada fibra de su ser, llenándose de resentimiento cada día más. Sin embargo, ahora le traía dulces y le sonreía como si no tuviera una sola preocupación en el mundo. ¿Había cambiado algo más de lo que pensaba?
—"Bueno... no me voy a quejar. Es mejor tenerlo de mi lado que en mi contra," ——murmuró para sí mismo antes de darle otro bocado a su pastel de luna. Tal vez este nuevo desarrollo le daría cierta ventaja en su plan. Después de todo, el verdadero problema seguía sin resolverse: el romance de Baek Cheon.
Si quería que la historia volviera a su curso, debía asegurarse de que el protagonista siguiera desarrollando sus relaciones amorosas. Y el problema principal era que Yu Iseol y Baek Cheon apenas habían tenido interacciones significativas. ¡El evento de la noche anterior debía haber sido clave en su desarrollo romántico, pero él lo había interrumpido sin querer!
Se pasó una mano por el rostro, frustrado. —"Bien, la solución es simple. Solo tengo que asegurarme de que su segundo interés amoroso entre en escena sin problemas."
Aunque la idea de apresurar otro romance cuando ni siquiera el primero se había establecido le parecía ridícula, no podía ignorar la línea de eventos del juego.
Y el segundo interés amoroso de Baek Cheon llegaría pronto.
Era una joven de la secta rival, mas específicamente de Jognam, alguien que en lo personal para Cheong Myeong tenía una de las peores rutas y desarrollo del juego. Recordaba bien cómo, aplastaba el botón de skip sin descanso cuando aparecía, eso se debía a que ese personaje fue introducido claramente para complacer uno de los peores fetiches, la infidelidad o como el foro de fans lo llamaba "NTR". Aquella discípula se suponía que tenía una relación con el hermano mayor de Baek Cheon, " Jin Geumryong", que después de una humillante derrota por su hermano menor en el encuentro de Jongnam contra el Monte Hua, aquella chica comenzaba a interesarse en el protagonista.
Ugh.. Solo de pensarlo Cheong Myeong hizo una mueca de asco. Era este su castigo? ¿Tener que ver las escenas que se salto en primera fila? Independientemente de los gustos de Cheong Myeong, la historia debía seguir.
—"Esta vez no debo cagarla," —se dijo con determinación. Debía mantenerse al margen y asegurarse de que los eventos se desarrollaran como estaba previsto. Ya había arruinado una escena clave; no podía permitirse otro error.
Si todo iba según lo planeado y Baek Cheon terminaba consiguiendo su destino romántico original... Cheong Myeong no pudo evitar sentir una punzada de desagrado al pensarlo
¡En verdad no quería condenar a su pequeño discípulo en una relación fetichista!
Notes:
Cheong Myeong descubrió que hay destinos peores que la muerte..
Chapter 12: ⌗Todavía Puede Arreglarse, ¿Verdad?
Chapter Text
En la historia del juego, el primer arco importante estaba a solo unos meses de desarrollarse: el enfrentamiento amistoso entre la secta rival Jongnam y la secta del Monte Hua. Pero más que un simple combate entre sectas, era el escenario donde Baek Cheon se enfrentaría a su hermano mayor, Jin Geumryong, y conquistaría a su prometida.
Ese evento era clave para la progresión de su historia. La pelea contra Jin Geumryong marcaba su primer gran victoria y cimentaba su camino como el protagonista indiscutible. Pero más allá del enfrentamiento en sí, lo realmente importante era el romance que florecía en medio de todo. La prometida de Jin Geumryong quedaba impresionada con la determinación de Baek Cheon y, tras ver la arrogancia y el desprecio con los que su prometido la trataba, terminaba enamorándose de Baek Cheon.
El problema era… que aún no había ningún desarrollo romántico en marcha.
Cheong Myeong observó a Baek Cheon desde la distancia. Durante los últimos días, había entrenado a sus discípulos con rigor, preparándolos para el enfrentamiento con Jongnam. Baek Cheon, como era de esperarse, entrenaba con una dedicación absoluta. Sus movimientos eran precisos, su disciplina impecable. Todo marchaba como debía… excepto por un detalle.
La relación entre Baek Cheon y Yu Iseol, que debía estar floreciendo en este punto, se mantenía estancada.
No había gestos significativos entre ellos, ni momentos de cercanía, ni diálogos que insinuaran un vínculo más profundo. Todo lo que quedaba era una relación estrictamente profesional, de compañeros de entrenamiento.
Cheong Myeong dejó escapar un largo suspiro y se frotó la frente.
—”Definitivamente arruiné esa ruta…”
Se suponía que en este punto Yu Iseol debía convertirse en una de las personas más importantes en la vida de Baek Cheon. La escena nocturna bajo la luna había sido crucial para eso. Pero como él había ocupado su lugar en aquella noche, el evento nunca ocurrió. Y ahora, sin ese momento clave, no había ninguna señal de romance entre ellos.
Esto era malo.
Si Baek Cheon no comenzaba a desarrollar sentimientos por Yu Iseol, entonces cuando la prometida de Jin Geumryong apareciera, toda la estructura del juego podría desmoronarse aún más.
—”Todavía hay tiempo para arreglarlo…”—se dijo a sí mismo.
Tal vez si empujaba un poco la situación en la dirección correcta, podría reencauzar la historia antes de que fuera demasiado tarde.
Justo cuando comenzaba a trazar un plan, una voz lo sacó de sus pensamientos.
—”Maestro.”
Cheong Myeong alzó la mirada y se encontró con Baek Cheon de pie frente a él.
—”He terminado con la rutina de entrenamiento. ¿Desea que haga algo más? “
Baek Cheon le sonreía con naturalidad, pero en lugar de tranquilizarlo, Cheong Myeong sintió una extraña incomodidad.
¿Por qué su expresión era tan relajada? ¿No debería estar resentido con él?
Algo definitivamente estaba fuera de lugar.
Cheong Myeong cruzó los brazos, adoptando la postura más intimidante que pudo mientras miraba a Baek Cheon con una expresión de desaprobación fingida.
—”Tu estilo sigue siendo deficiente “—dijo con voz firme—. “Tus movimientos son rígidos y poco eficientes. Estás muy por debajo de lo que se espera de un discípulo de la Secta del Monte Hua, especialmente de mi discípulo. “
Baek Cheon no mostró signos de molestia, solo inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto, esperando sus siguientes palabras.
—”A partir de ahora, intercambiarás movimientos con Yu Iseol. Aprende de ella. Sus técnicas son más refinadas y están a la altura de lo que deberías aspirar. “
Con eso, Cheong Myeong creía haber asegurado su plan. Había menospreciado las habilidades de Baek Cheon, lo que debería haber herido su orgullo. Luego, al ponerlo a entrenar con Yu Iseol, esperaba que ella notara su frustración y lo consolara. ¡Ahí estaba el desarrollo romántico que tanto necesitaba!
Pero la reacción de Baek Cheon no fue la esperada.
En lugar de fruncir el ceño o mostrar resentimiento, una chispa de determinación encendió sus ojos.
—”Entendido, maestro” —respondió sin dudar—. “Haré lo que sea necesario para mejorar. “
Cheong Myeong sintió que algo se le revolvía en el estómago. ¿No se suponía que debería sentirse herido por su comentario? ¿No debería estar abatido por haber sido comparado con Yu Iseol?
Pero no.
Baek Cheon, en lugar de derrumbarse, se veía más motivado que nunca.
—”Entonces, con su permiso, iré a buscar a la hermana mayor Yu de inmediato. “
Sin esperar una respuesta, Baek Cheon se inclinó y salió con paso firme.
Cheong Myeong lo vio alejarse, sintiendo cómo su plan perfectamente elaborado se desmoronaba ante sus ojos.
—”...Bueno, al menos entrenarán juntos” —murmuró, tratando de consolarse.
Sin embargo, no pudo evitar sentir que algo seguía saliendo mal en la historia.
Chapter 13: ⌗Ahora Son Hermanos...
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Los días pasaron y Cheong Myeong observó con atención el progreso de Baek Cheon. Lo primero que notó fue que sus habilidades con la espada mejoraron a una velocidad sorprendente. Su postura se volvió más firme, sus movimientos más fluidos y su confianza más evidente. Incluso los otros discípulos comenzaron a murmurar entre ellos sobre lo mucho que había crecido en tan poco tiempo.
"Bueno, al menos sirvió de algo", pensó Cheong Myeong, sintiéndose satisfecho.
Pero entonces llegó la segunda observación.
La relación entre Yu Iseol y Baek Cheon, en lugar de volverse más íntima y romántica, se había convertido en algo completamente distinto.
Los veía conversar tranquilamente después del entrenamiento, compartir consejos sobre la espada, incluso Yu Iseol llegaba a corregir la postura de Baek Cheon de una manera casi fraternal. No había miradas prolongadas, ni momentos incómodamente dulces, ni el menor indicio de sentimientos románticos.
Eran... hermanos.
¡Hermanos!
Cheong Myeong sintió que un dolor de cabeza se apoderaba de él.
¡No solo había fallado en desarrollar la ruta romántica, sino que había fortalecido una dinámica completamente diferente! Ahora Yu Iseol trataba a Baek Cheon con el mismo respeto y camaradería que le tenía a sus otros compañeros. ¡Todo su esfuerzo por crear una chispa entre ellos había sido en vano!
Pero no tenía tiempo para lamentarse.
El enfrentamiento entre la Secta del Monte Hua y la Secta Jongnam estaba a la vuelta de la esquina. Y con ello, un nuevo romance estaba por aparecer.
Esta vez no se metería.
No.
Se quedaría en su lugar, cruzado de brazos, viendo cómo la historia avanzaba por sí sola. ¡Sí, eso haría!
No arruinaría otra ruta.
No.
Definitivamente no.
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Cheong Myeong gruñó cuando un ruido cortante perforó el silencio de la noche, sacándolo de su sueño. Todavía medio dormido, parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que el sonido se repetía con un ritmo constante: el silbido de una espada cortando el aire.
Frunció el ceño y se pasó una mano por la cara, tratando de ignorarlo. Tal vez solo era algún discípulo noctámbulo demasiado entusiasta con su entrenamiento. Pero después de unos minutos, el ruido no cesó.
Con un suspiro pesado, se sentó en su cama, se puso una túnica ligera y tomó su espada antes de salir. Si no podía dormir en paz, al menos averiguaría quién era el culpable.
El sonido lo guió hasta un claro cercano a los aposentos de los discípulos. Bajo la luz plateada de la luna, una silueta se movía con disciplina, repitiendo el mismo movimiento una y otra vez con una intensidad que solo alguien atrapado en sus pensamientos podía tener.
Baek Cheon.
Cheong Myeong se detuvo en seco al reconocerlo.
En ese instante, los recuerdos del juego le vinieron a la mente.
Esta era una de esas escenas de "lore" que le daban profundidad al protagonista. Baek Cheon, abrumado por la presión del inminente enfrentamiento contra su hermano mayor, entrenaba en secreto hasta la madrugada, tratando de disipar sus dudas y miedos.
Era una escena sencilla pero significativa. Un momento de introspección donde el jugador podía ver la vulnerabilidad de Baek Cheon.
Y lo mejor de todo: no tenía fanservice.
Eso significaba que no tenía que hacer nada.
Con ese pensamiento, Cheong Myeong se dio la vuelta, listo para regresar a su habitación sin interrumpir la escena.
Pero justo en ese momento, Baek Cheon se detuvo y giró la cabeza, su mirada clavándose directamente en él.
Cheong Myeong se congeló.
…Maldita sea.
Chapter 14: ⌗Algo Nuevo Florece
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Cheong Myeong soltó un suspiro resignado cuando Baek Cheon se dio la vuelta con la espada aún en mano. Sus ojos reflejaban sorpresa y algo de incomodidad por haber sido descubierto en ese estado.
—“Maestro…” —murmuró, bajando ligeramente su espada y enderezando su postura.
Cheong Myeong cruzó los brazos y apoyó su peso sobre una pierna.
—"¿No sabes que entrenar hasta el agotamiento no siempre es bueno?"— preguntó con tono neutral, recordando que en la historia Geomjon solo observaba desde las sombras y se retiraba sin decir nada. Pero claro, él no era Geomjon, y ahora que había sido descubierto, no tenía sentido mantenerse en silencio.
Baek Cheon apretó los labios y bajó la mirada.
—"Lo sé, pero…" —Se quedó en silencio por un momento antes de suspirar.— "No puedo evitarlo. Si no entreno ahora, siento que no estaré listo para el enfrentamiento."
Cheong Myeong lo observó con atención. Aunque no lo decía en voz alta, era evidente que Baek Cheon estaba nervioso. Esta era una de esas escenas que humanizaban al protagonista, mostrando que, detrás de su apariencia confiada, aún tenía inseguridades y dudas.
Y tenía sentido. Su oponente no era cualquiera; era Jin Geumryong, su hermano mayor, el hijo prodigio de la familia Jin y una de las estrellas de la Secta Jongnam. Toda su vida, Baek Cheon había estado bajo su sombra, siendo comparado con él, siempre quedando en último lugar.
En el juego, esta escena era un vistazo a su determinación de salir de esa sombra.
—"¿Y crees que unas cuantas horas de entrenamiento nocturno te harán más fuerte?" —preguntó Cheong Myeong, arqueando una ceja.
Baek Cheon alzó la mirada, confundido por el tono de su maestro.
—"No lo sé… Pero al menos me hace sentir que estoy haciendo algo en lugar de solo preocuparme."
Cheong Myeong se quedó en silencio por unos segundos antes de soltar un leve suspiro.
—"Si realmente quieres volverte más fuerte, entonces deja de entrenar solo como un idiota y prueba tus habilidades contra un oponente real."
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
—"¿Eh?"
Antes de que pudiera reaccionar, Cheong Myeong desenvainó su espada, la luz de la luna reflejándose en la hoja.
—"Si tienes energía suficiente para entrenar hasta tarde, entonces tendrás energía suficiente para intercambiar algunos movimientos conmigo, ¿no?"
Baek Cheon tragó saliva.
En la historia original, este encuentro terminaba con él reflexionando a solas. Pero ahora… ahora su despiadado maestro estaba parado frente a él con una espada en mano, sonriendo con malicia.
Baek Cheon apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la espada de Cheong Myeong se dirigiera hacia él. Instintivamente levantó la suya para bloquear el golpe, sintiendo la fuerza detrás del ataque empujarlo hacia atrás.
No era un ataque asesino, pero tampoco era un simple movimiento de prueba.
Sin darle respiro, Cheong Myeong atacó de nuevo. Su espada se movía con una precisión implacable, marcando el ritmo del combate sin permitirle pensar demasiado.
Baek Cheon, sin embargo, no se rindió. Se ajustó a la cadencia del duelo, respondiendo a cada golpe con una defensa más refinada.
Para Cheong Myeong, esto no era más que una forma de liberar un poco de su frustración. Aunque no estaba usando toda su fuerza, el flujo constante de movimientos le permitió enfocarse solo en la espada y olvidar, aunque fuera por un momento, todos sus problemas con la historia, las rutas románticas fallidas y el caos que lo rodeaba.
Pero para Baek Cheon… era otra historia.
A medida que los golpes resonaban en la noche, su mirada se mantenía fija en su maestro. La forma en que su túnica fluía con cada movimiento, la facilidad con la que evitaba sus ataques, la manera en que la luz de la luna resaltaba sus facciones serenas y concentradas…
Fascinante.
El pecho de Baek Cheon se sentía extraño. Había entrenado muchas veces antes, pero esta vez era diferente. Su corazón latía con una sensación electrizante, un cosquilleo desconocido que lo desconcertaba.
Cada vez que la espada de Cheong Myeong se acercaba, sentía su respiración atraparse por un breve instante, no por miedo, sino por otra cosa que no lograba identificar.
Y cuando sus miradas se encontraron entre los intercambios, Baek Cheon se quedó inmóvil solo por un segundo.
Un error fatal.
Cheong Myeong aprovechó la apertura y, con un movimiento rápido, desarmó a Baek Cheon. Su espada salió despedida y se clavó en el suelo a unos metros de distancia.
El duelo había terminado.
Cheong Myeong dejó escapar un suspiro y apoyó su espada sobre su hombro.
—”No está mal “—dijo con calma—, “pero si te distraes en el combate real, no vivirás para contarlo.”
Baek Cheon seguía sin moverse, su pecho subiendo y bajando con rapidez.
No por el esfuerzo.
Sino por el hombre frente a él.
Y por la primera vez en su vida, Baek Cheon sintió que su maestro no solo era una figura de respeto.
Sino alguien a quien no podía dejar de mirar.
Cheong Myeong, sin notar la mirada perdida de su discípulo, se acercó con total naturalidad y le dio unas palmaditas en el hombro.
—”Buen esfuerzo. No entrenes demasiado o te agotarás antes del enfrentamiento. Vuelve a dormir. “
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrer su espalda. No de miedo, sino de algo más difícil de definir.
El calor de la mano de su maestro sobre su hombro se quedó grabado en su piel, extendiéndose como fuego por su cuerpo.
Cuando Geomjon se giró para marcharse, Baek Cheon no pudo evitar observar cada detalle: su postura relajada, la confianza en cada paso y la forma en que la luz de la luna aún resaltaba su figura.
Su rostro se tornó de un rojo intenso.
Cheong Myeong se percató de ese cambio, pero simplemente asumió que era por el esfuerzo del combate. No le dio mayor importancia y continuó su camino de regreso a sus aposentos, dejando a su discípulo solo en el patio.
Baek Cheon permaneció inmóvil por varios minutos, aún sintiendo la presión fantasmal de la mano de su maestro sobre su hombro.
Su respiración se volvió lenta y profunda mientras intentaba calmar el torbellino dentro de él.
Era admiración, se dijo a sí mismo.
Sí, eso tenía que ser.
La imagen de su maestro moviéndose con una elegancia y precisión sobrehumanas se había quedado grabada en su mente. Era la representación de lo que aspiraba a ser: alguien fuerte, respetado y con un dominio absoluto sobre la espada.
Eso era todo.
Entonces, ¿por qué su corazón seguía latiendo de esa manera?
Chapter 15: ⌗La Ruta Romántica de Song Minah(1)
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El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos, y finalmente, el tan esperado evento había llegado. La secta del Monte Hua estaba más viva que nunca, con discípulos ansiosos por demostrar sus habilidades y los mayores asegurándose de que todo se mantuviera en orden.
Cheong Myeong guió a su grupo de discípulos hasta el campo donde se llevaría a cabo el enfrentamiento amistoso con la secta Jongnam. Mientras avanzaban, podía sentir la tensión y emoción vibrando en el aire. Algunos discípulos murmuraban entre ellos, intercambiando estrategias y recordando entrenamientos previos. Otros simplemente trataban de mantener la compostura.
Sin embargo, entre todos, Baek Cheon destacaba por su inusual silencio.
Cheong Myeong lo observó de reojo. Desde su sparring nocturno unos días atrás, el muchacho había estado más introspectivo de lo normal, pero ahora parecía aún más concentrado. O tal vez nervioso.
Bueno, no era su problema.
En cualquier caso, decidió mantenerse al margen. Había jurado no meter la pata esta vez, y eso significaba dejar que la historia siguiera su curso sin intervenir demasiado.
Justo entonces, las puertas del campo se abrieron, anunciando la llegada de los discípulos de la secta Jongnam.
Los murmullos se intensificaron entre los discípulos del Monte Hua mientras los recién llegados entraban con paso firme y rostros llenos de confianza. Como era de esperarse, Jin Geumryong iba al frente, proyectando su característica aura de superioridad.
Pero lo que realmente llamó la atención de Cheong Myeong fue la joven que caminaba a su lado.
Era ella.
Song Minah, la prometida de Jin Geumryong y el próximo interés romántico de Baek Cheon.
Alta, de facciones delicadas pero expresivas, su presencia destacaba entre los discípulos de Jongnam. Su largo cabello negro caía con gracia sobre su espalda, y sus ojos afilados observaban el lugar con una mezcla de curiosidad y desdén.
Una belleza fría y orgullosa.
Exactamente como la describían en el juego.
Cheong Myeong sintió un escalofrío de alerta recorrer su espalda.
¡Este era el momento en que todo comenzaba!
De aquí en adelante, Baek Cheon debía demostrar su valía, ganarse la admiración de Song Minah y plantar la semilla del conflicto con su hermano mayor.
Lo único que tenía que hacer era quedarse en silencio y no interferir.
No podía equivocarse otra vez.
El líder de la secta del Monte Hua, Cheong Mun, se adelantó y dirigió unas palabras a los presentes. Su discurso fue breve y formal, destacando la importancia del enfrentamiento como una forma de crecimiento y respeto mutuo entre ambas sectas.
Cuando terminó, el evento comenzó oficialmente.
Desde el momento en que los primeros discípulos subieron al campo de batalla, Cheong Myeong sintió una oleada de emoción.
¡Esto era increíble!
Las peleas eran mucho más intensas en persona que en los gráficos del juego o de cualquier drama. No había efectos especiales baratos ni cortes de cámara para ocultar fallos de coreografía. Aquí todo era real: el sonido del acero chocando, los movimientos calculados, las fintas rápidas y los destellos de sudor bajo el sol.
Exteriormente, mantenía una expresión serena y observaba con una mirada aguda, como un maestro evaluando el desempeño de sus discípulos. Pero por dentro…
“¡Vamos, chico! Gira más rápido, usa esa postura, eso, eso—¡No! ¡No bajes la guardia ahí! ¡Aaaahhh!”
No podía gritar ni aplaudir como un espectador apasionado, pero su mente estaba en un estado de euforia. Esto era mejor que cualquier drama de acción que había visto antes.
Uno a uno, los discípulos del Monte Hua y la secta Jongnam se enfrentaban. Algunos combates terminaban en victorias decisivas, otros en duelos más parejos que mostraban el verdadero talento de cada participante.
A pesar de que conocía el guion de esta historia, Cheong Myeong no podía evitar emocionarse con cada pelea.
Pero lo mejor estaba por venir.
Como en toda buena historia de este tipo, el protagonista debía entrar al final.
Baek Cheon sería el último en participar, enfrentándose a Jin Geumryong en un combate que definiría más que solo la superioridad entre ambos: sería el inicio de su rivalidad y el momento en que captaría la atención de Song Minah.
Cheong Myeong exhaló con fuerza y apretó los puños dentro de sus mangas.
Este era el gran momento.
Solo tenía que quedarse quieto, observar y no arruinarlo.
Chapter 16: ⌗La Ruta Romántica de Song Minah(2)
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Cuando la penúltima batalla fue anunciada, la multitud se agitó con emoción. No era solo otro enfrentamiento, sino un choque entre dos discípulas de élite: Yu Iseol del Monte Hua y Song Minah de la secta Jongnam.
Cheong Myeong se acomodó en su lugar con un interés genuino.
En el juego, este combate servía para hacer que Baek Cheon quedara impresionado por la destreza de ambas chicas, sentando las bases para su interés romántico en ellas. Dos flechazos directos a su corazón.
Sin embargo, cuando Cheong Myeong giró la cabeza hacia Baek Cheon…
El muy desgraciado estaba distraído.
Baek Cheon tenía la mirada perdida, como si su mente estuviera en otro lugar completamente diferente.
¡No! ¡Este no era el momento de divagar!
Sin pensarlo demasiado, Cheong Myeong le dio un pequeño empujón con el codo.
—”Presta atención” —ordenó con su tono más autoritario—. “Observa y aprende.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido antes de fijar sus ojos en la arena, obligado por la presencia imponente de su maestro.
Cheong Myeong entrecerró los ojos mientras lo observaba.
Por favor, que funcione.
Era su última oportunidad de hacer que Baek Cheon mostrara interés en Yu Iseol. ¡Ya había arruinado demasiado esta historia!
Mientras tanto, en el campo de batalla, Yu Iseol y Song Minah desenvainaron sus espadas.
La tensión aumentó.
Todo el mundo contuvo el aliento.
El combate estaba a punto de comenzar.
Tal como en las descripciones e ilustraciones del juego, la batalla entre Yu Iseol y Song Minah se desarrolló con una intensidad hipnótica.
Los movimientos defensivos y precisos de Song Minah contrastaban con la ofensiva fluida y feroz de Yu Iseol.
Era como una danza letal, un duelo elegante que hacía que el público contuviera la respiración en cada intercambio de golpes.
Este era el momento en el que Baek Cheon, según la historia original, debía estar impresionado, sonrojado y con el corazón acelerado, cautivado por la belleza del enfrentamiento.
Sin embargo…
Su Baek Cheon tenía una mirada completamente diferente.
Su expresión no mostraba nerviosismo ni asombro romántico. Mostraba determinación.
¡¿Qué demonios estaba pasando?!
¡Esto no era lo que debía ocurrir!
Cheong Myeong lo observó fijamente, esperando ver alguna señal de interés romántico… pero Baek Cheon estaba analizando cada movimiento como si quisiera absorber cada técnica y perfeccionarse.
¡Se estaba tomando demasiado en serio lo de "Observa y aprende"!
—”Tsk… “—Cheong Myeong chasqueó la lengua en frustración.
Baek Cheon, el protagonista del juego, debía estar enamorado de este espectáculo, no viéndolo con la expresión de alguien que piensa en cómo mejorar su propio estilo de combate.
Esto era un desastre.
Cheong Myeong masajeó su sien, sintiendo que su trabajo como villano estaba fracasando miserablemente.
Pero no podía hacer nada ahora.
Solo podía ver cómo Yu Iseol y Song Minah continuaban su combate, mientras su última oportunidad para empujar la ruta romántica de Yu Iseol se desvanecía.
Tal como ocurría en el juego, Yu Iseol salió victoriosa del combate.
A pesar de que Cheong Myeong ya conocía el resultado, no pudo evitar mirarla con orgullo.
Después de todo, ahora era su discípula.
—”Bien hecho.” —Murmuró para sí mismo, asintiendo levemente.
Pero en su satisfacción, no notó otra mirada que se posaba sobre él.
Baek Cheon lo observaba en silencio.
En su mente, un solo pensamiento resonaba con fuerza:
“Quiero que mi maestro me vea con esa misma mirada orgullosa."
Con ese deseo ardiendo en su interior, Baek Cheon subió al escenario.
Su expresión era firme, su determinación inquebrantable.
Y frente a él, Jin Geumryong hizo su entrada con una sonrisa llena de desdén.
Todo en su aura gritaba: "Soy el personaje presumido y fastidioso."
Su postura confiada y su mirada burlona solo añadían más tensión al momento.
Cheong Myeong sabía perfectamente lo que sucedería a continuación.
Jin Geumryong no tomaría esta pelea como un simple sparring.
No.
Para él, esto era personal.
Desde el primer golpe, quedaría claro que Jin Geumryong estaba usando su energía real, sin contenerse.
El combate comenzaría como algo unilateral.
Baek Cheon tendría que soportar los embates brutales de su hermano mayor… hasta que llegara el momento de su contraataque.
Cheong Myeong cruzó los brazos y observó con atención.
"Veamos si Baek Cheon sigue al pie de la letra el guion del juego..."
Chapter 17: ⌗La Ruta Romántica de Song Minah (3)
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El combate comenzó con fuerza.
Tal como Cheong Myeong recordaba, Baek Cheon fue empujado hacia atrás casi de inmediato.
Los ataques de Jin Geumryong eran veloces, feroces y llenos de intenciones personales.
—”¿Esto es todo lo que tienes, Baek Cheon?” —Jin Geumryong sonrió con burla mientras lo hacía retroceder aún más—.” Si esto es lo mejor que puede ofrecer el Monte Hua, qué vergüenza.”
Baek Cheon no respondió.
Con los dientes apretados, intentaba mantener su postura firme mientras bloqueaba y esquivaba los ataques como podía.
La escena se desarrollaba tal como en el juego.
Baek Cheon parecía a punto de perder, pero entonces llegaría el momento clave.
“Sí, aquí es donde el guion interviene."
El protagonista, como siempre, obtendría un repentino segundo aire.
Un impulso que lo haría sobreponerse a la batalla y noquear a su hermano.
En la historia original, ese impulso venía de Yu Iseol.
Era su mirada de admiración la que encendía su determinación, su deseo de impresionar.
Pero esta vez… Yu Iseol no estaba en esa posición.
Entonces, ¿quién sería?
"¿Song Minah?"
Cheong Myeong aguardó ansioso, observando a Baek Cheon de cerca.
Si Song Minah era ahora el interés romántico que lo inspiraría…
Pero algo no cuadraba.
Baek Cheon no estaba mirando a Song Minah.
De hecho, no estaba mirando a ninguna de las chicas.
Su mirada iba dirigida a otra persona.
Cuando Cheong Myeong se dio cuenta de hacia dónde estaban fijos los ojos de Baek Cheon, su estómago se hundió.
"Espera… ¿No me digas que—?"
Cheong Myeong esperó con ansiedad a que Baek Cheon mirara a Yu Iseol o a Song Minah.
"Vamos… cualquiera de las dos sirve… Solo elige una y todo volverá a la normalidad."
Pero en lugar de eso, Baek Cheon giró la cabeza y lo miró a él.
Directamente.
El corazón de Cheong Myeong dio un brinco inesperado.
"¿Eh? ¿Por qué me está viendo a mí? ¡No, no, no! ¡Esa no es la dirección correcta!"
Los ojos de Baek Cheon brillaban con una intensidad que le puso la piel de gallina.
Y luego…
Cerró los ojos y se movió.
Cheong Myeong contuvo la respiración.
Ese movimiento… lo conocía.
Porque era suyo.
Baek Cheon se desplazó con una agilidad elegante, su espada cortando el aire con la misma fluidez que Cheong Myeong había mostrado aquella noche en el patio.
"¡No puede ser!"
Pero antes de que pudiera siquiera procesarlo…
Desde la punta de la espada de Baek Cheon, pétalos de ciruelo comenzaron a florecer.
No.
No era una simple ilusión, ni un efecto decorativo.
Era el movimiento especial de Geomjon.
¡Flor de Ciruelo de 24 Movimientos!
El estómago de Cheong Myeong se hundió.
"¿CÓMO? ¡Esto no es posible! ¡Ni siquiera Yu Iseol ha logrado dominarlo aún!"
El murmullo entre los espectadores se volvió un estruendo.
Los ancianos de la secta se inclinaron hacia adelante, incrédulos.
Los discípulos de Monte Hua contenían el aliento.
Jin Geumryong dio un paso atrás, por primera vez en toda la pelea sin su arrogante sonrisa.
—”¿Qué… qué demonios es esto? —murmuró. “
Baek Cheon no dijo nada.
Simplemente continuó moviéndose con una precisión aterradora, como si hubiera nacido para ejecutar esa técnica.
Como si… lo hubiera estado observando todo este tiempo.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
"No puede ser."
"¡No puede ser!"
Pero Baek Cheon siguió danzando entre los pétalos de ciruelo, sin saber que acababa de lanzar el mundo de su maestro al caos absoluto.
Cuando la última estela de luz se disipó y los pétalos de ciruelo desaparecieron en el aire, solo quedó Baek Cheon de pie.
El campo de batalla quedó en un silencio sepulcral.
Jin Geumryong estaba en el suelo, con la espada aún en su mano, pero con la mirada vacía.
No podía comprender lo que acababa de suceder.
Los espectadores tardaron unos segundos en reaccionar.
Primero, se escucharon pequeños murmullos.
Después, un par de aplausos aislados.
Y entonces…
Los vítores estallaron.
—”¡Baek Cheon ganó!”
—”¡No puede ser! ¡Venció a Jin Geumryong!”
—”¡Monte Hua triunfa sobre Jongnam!”
Los discípulos de Monte Hua gritaron de emoción, algunos incluso se abrazaban entre ellos, mientras los ancianos asentían con orgullo y sorpresa.
Baek Cheon podía sentir su pecho hinchándose de emoción.
Lo había logrado.
Después de años de vivir bajo la sombra de su hermano, después de incontables entrenamientos y esfuerzos…
¡Había vencido a Jin Geumryong en un combate oficial!
Las manos de Baek Cheon temblaban con la adrenalina aún recorriendo su cuerpo, pero su mente solo tenía un pensamiento.
"Maestro…"
Con el corazón latiéndole en los oídos, giró la cabeza hacia él, esperando ver su reacción.
Esperando ver orgullo en sus ojos.
Pero en su lugar, lo vio con los ojos cerrados, frotándose las sienes con evidente frustración.
Toda la felicidad de Baek Cheon se desvaneció al instante.
Su euforia se convirtió en una punzada de incertidumbre.
"¿Qué…? ¿Por qué el maestro está así?"
Su pecho, que segundos antes se había sentido ligero y victorioso, ahora se encogía con un peso insoportable.
"Lo hice mal, ¿verdad?"
"No ejecuté bien la técnica…"
"No la refiné lo suficiente…"
Se sintió como un niño que le había mostrado su dibujo a su padre, solo para recibir una mirada decepcionada en respuesta.
Inconscientemente, apretó el mango de su espada.
Geomjon no estaba decepcionado de él, ¿cierto?
No podía soportar la idea.
Pero lo que Baek Cheon no sabía era que la frustración de su maestro no tenía nada que ver con su desempeño.
Cheong Myeong estaba perdiendo la cabeza porque una vez más, había alterado la historia.
El protagonista no debía aprender su técnica secreta tan pronto.
No debía mirarlo a él en lugar de Yu Iseol.
No debía estar en este camino.
"¡Maldición! ¿¡Cómo demonios arreglo esto ahora!?"
Chapter 18: ⌗La Ruta Romántica de Song Minah(4)
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Cheong Myeong inhaló profundo, tratando de calmarse y pensar con claridad. No podía perder la compostura aquí.
Con el ceño fruncido, levantó la mirada en busca de Baek Cheon, pero el joven ya estaba rodeado por sus compañeros y algunos mayores que se acercaban para felicitarlo.
“Bien, eso es bueno."
Si Baek Cheon estaba distraído con las felicitaciones, tal vez no notaría que su maestro parecía al borde de una crisis existencial.
Pero entonces, algo más atrapó su atención.
Una figura moviéndose entre la multitud.
Su corazón dio un vuelco.
¡Song Minah se estaba acercando a Baek Cheon!
"¡Sí! ¡Sí! ¡Perfecto! ¡No he arruinado la ruta amorosa!"
Se sintió aliviado por primera vez en toda la maldita tarde.
La muchacha de Jongnam tenía una expresión de sorpresa, pero también una chispa de admiración en sus ojos.
Tal como debía ocurrir en la historia.
Y lo mejor…
Baek Cheon todavía no la había notado.
"Vamos, chico, es tu momento. Mira a la linda heroína que viene a felicitarte."
Si todo iba según lo planeado, Song Minah diría algunas palabras de asombro, Baek Cheon finalmente se fijaría en ella, y el primer paso en su relación se daría.
Incluso si había cambiado algunos eventos… todavía podía enderezar el camino.
Pero entonces…
Baek Cheon no miró a Song Minah.
No giró la cabeza ni siquiera un poco hacia ella.
Porque sus ojos seguían fijos en su maestro.
Había demasiadas personas alrededor, pero Baek Cheon seguía buscando su mirada, con ansiedad en sus ojos.
La multitud no le importaba.
Los vítores no le importaban.
Song Minah no le importaba.
Cheong Myeong sintió el sudor frío bajando por su espalda.
"No… No, no, no, no, no. ¡Mírala a ella! ¡No a mí!"
Y en ese preciso instante, Song Minah levantó la mano para tocar el brazo de Baek Cheon.
Fue un toque ligero, un intento tímido de llamar su atención.
Y Baek Cheon…
Finalmente reaccionó.
Giró la cabeza levemente, sus ojos enfocándose en ella por primera vez.
Pero en lugar de asombro, en lugar del comienzo de una historia romántica…
Baek Cheon solo le dedicó una leve inclinación de cabeza.
Una cortesía educada.
Nada más.
Song Minah parpadeó, sorprendida.
Y Cheong Myeong sintió un fuerte deseo de gritar.
"¡¿Por qué demonios no te sonrojaste?! ¡¿Dónde está tu flechazo?! ¡¿Por qué sigues mirándome a mí?!"
Todo se estaba yendo al diablo.
Como si el universo finalmente escuchara las plegarias de Cheong Myeong, Song Minah no se dio por vencida.
Con un ligero fruncimiento en el ceño, insistió con firmeza:
—”Baek Cheon, ¡fue increíble!”
Esta vez, su tono de voz tenía un toque de autoridad y convicción, suficiente para hacer que Baek Cheon finalmente girara la cabeza y la mirara con atención.
Cheong Myeong sintió un nudo en la garganta.
"¡Por fin! ¡Sí! ¡Mírenlos! ¡La chispa del destino está a punto de encenderse!"
Con el corazón latiendo fuerte por la emoción, vio cómo Baek Cheon le dedicaba a Song Minah una expresión más relajada.
Parecía sorprendido por la intensidad de su mirada, y por primera vez desde que terminó el combate, desvió su atención de su maestro.
"¡Eso es, chico! ¡Déjate envolver por el hechizo del amor! ¡Por el bien del guion, enamórate!"
Cheong Myeong casi lloraba de felicidad. Todo estaba volviendo a su cauce.
Pero justo en ese mismo instante…
—”Geomjon.”
Un escalofrío le recorrió la espalda.
Era Cheong Mun.
Cuando giró la cabeza, vio a su hermano mayor de pie junto a él, con su misma expresión serena y amable de siempre.
—”¿Podrías acompañarme? Me gustaría hablar contigo a solas. “
Cheong Myeong se congeló.
"¿Oh no? ¿Oh no? ¿Qué hice? ¿Finalmente descubrieron la ausencia del licor? ¿Acaso fue por la manera en que Baek Cheon usó mi técnica? ¿O peor… se dieron cuenta de que no era realmente Geomjon?!"
Su mente se desbordó con cientos de escenarios catastróficos.
Pero…
No podía huir.
Si rechazaba la petición, sería aún más sospechoso.
Así que con pasos pesados, como un cerdo marchando al matadero, Cheong Myeong siguió a Cheong Mun.
Chapter 19: ⌗La Ruta Romántica de Song Minah(5)
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Cheong Myeong siguió a Cheong Mun en silencio mientras se internaban en el bosque de ciruelos que rodeaba la secta.
Los árboles, aunque aún sin floración, extendían sus ramas desnudas hacia el cielo como si aguardaran pacientemente la llegada de la primavera. Cheong Myeong podía imaginarse lo majestuoso que sería este lugar cuando las flores de ciruelo finalmente florecieran, cubriendo el bosque con un mar de pétalos rosados y blancos.
Pero ahora mismo…
Ese no era el problema.
Mientras más se alejaban del área principal de la secta, más se daba cuenta de lo aislado que era este sitio.
Un escalofrío le recorrió la espalda.
"¿Por qué tan lejos? ¿Por qué tan apartado? ¿Acaso Cheong Mun va a… ¡No, no, no! ¡No es posible! ¡Él es el líder de la secta, no un asesino!"
Y aun así, su instinto de supervivencia no dejaba de gritarle que estuviera alerta.
"Esto es el lugar perfecto para ser asesinado… Nadie nos escucharía… Nadie lo sabría… ¡Por Dios, Cheong Mun no parece ese tipo de persona pero…!"
Se detuvieron.
Cheong Myeong se tensó de inmediato, preparándose para lo peor.
Pero entonces…
Cheong Mun simplemente sonrió y dijo con calma:
—”Últimamente te veo más relajado. Me alegro de que finalmente hayas encontrado a alguien a quien enseñarle tus técnicas. “
…Ah.
Así que era eso.
Por supuesto.
"Vamos, Cheong Myeong, no seas paranoico. ¿De verdad pensaste que tu propio hermano te traería aquí para matarte? Bueno, considerando que eres Geomjon… tal vez sería una posibilidad en la historia original, pero este tipo de desarrollo no encaja en un juego bishōjo, ¿verdad?"
Cheong Myeong soltó un suspiro interno.
Ahora todo tenía sentido. En la historia original, Geomjon siempre había sido muy reservado con sus técnicas. Incluso si tenía discípulos, se rehusaba a enseñarles más allá de lo básico.
Yu Iseol había sido la única que logró captar su interés, la única que Geomjon había considerado digna de heredar su estilo.
Pero, como todo en este juego, ese desarrollo fue completamente opacado por el fanservice.
Ahora, sin embargo, había cambiado la historia.
Sin darse cuenta, había enseñado su técnica más preciada a Baek Cheon.
Y su hermano…
No lo estaba reprimiendo.
No lo estaba cuestionando.
Lo estaba felicitando.
Por primera vez, Cheong Mun lo miraba con verdadero orgullo.
Cheong Myeong no podía simplemente decir que todo lo ocurrido con Baek Cheon había sido un accidente.
Decirle a Cheong Mun que su discípulo había copiado su técnica porque la vio en un contexto que definitivamente no era un entrenamiento formal no era una opción.
Así que, sin perder la compostura, sonrió con descaro y respondió con tono despreocupado:
—”¿Qué puedo decir? Mis niños aprenden rápido.”
Cheong Mun pareció sorprendido por un instante.
Su expresión, siempre serena y templada, se suavizó apenas, como si no supiera cómo reaccionar ante la actitud de su hermano menor.
Finalmente, sonrió.
Era una sonrisa leve, casi imperceptible, pero ahí estaba.
—”No recuerdo la última vez que te vi sonreír así” —murmuró con nostalgia.
Cheong Myeong se congeló.
"¿Eh…?"
Eso era nuevo.
Eso era lore.
"¡Esto no estaba en el juego!"
En Ecos del Destino Celestial, la relación entre Geomjon y Cheong Mun no se exploraba con profundidad.
Sí, el juego dejaba claro que eran hermanos de secta y que alguna vez estuvieron unidos, pero la historia apenas mencionaba por qué esa relación se había fracturado.
La trama nunca explicaba qué había pasado para que Geomjon terminara convertido en una figura fría y distante, ni por qué el líder de la secta parecía tratarlo con un dejo de resignación en cada una de sus interacciones.
"Entonces, ¿esto significa que Geomjon… antes sonreía?"
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.
Había asumido que Geomjon siempre había sido el espadachín temible y despiadado que el juego presentaba.
Pero este pequeño comentario de Cheong Mun implicaba algo diferente.
Geomjon no siempre fue así.
Hubo una época en la que sonreía con naturalidad.
Hubo una época en la que él y Cheong Mun realmente fueron hermanos en todo el sentido de la palabra.
"Entonces… ¿qué fue lo que pasó?"
Cheong Myeong tragó saliva.
Por primera vez, sintió curiosidad real por la historia de Geomjon.
Cheong Myeong sabía que no podía simplemente preguntar directamente sobre el pasado de Geomjon.
Si de repente comenzaba a interrogar a Cheong Mun con preguntas como "Oye, hermano, por cierto, ¿cuál fue el trauma que me hizo convertirme en un villano despiadado?", lo más probable es que su hermano mayor sospechara que algo raro pasaba con él.
No.
Si quería respuestas, tendría que ser más astuto.
Tendría que acercarse más a Cheong Mun poco a poco, ganarse su confianza, y sobre todo, estar atento a cada comentario que pudiera ser relevante.
Por suerte, el destino le sonrió.
Después de una breve conversación y de que Cheong Mun lo felicitara por el desempeño de su discípulo, Cheong Myeong logró que su hermano aceptara desayunar con él al día siguiente.
Era una oportunidad de oro.
Podría seguir explorando su relación con Cheong Mun y, con suerte, obtener más información sobre el pasado de Geomjon.
Con ese pequeño triunfo en mente, se despidieron.
Mientras regresaba por el sendero de los ciruelos, Cheong Myeong no pudo evitar preguntarse cómo había ido la interacción entre Baek Cheon y Song Minah.
Se había ido antes de poder ver el desarrollo, pero esperaba que con eso finalmente hubiera comenzado la primera ruta amorosa.
"Aunque no sea mi favorita…"
Se consoló con esa idea, sintiéndose aliviado de que, al menos, no había arruinado el desarrollo del juego otra vez.
Lo que Cheong Myeong no sabía…
Era que, después de su partida, Baek Cheon había rechazado gentilmente a Song Minah.
Porque, en su corazón, ya había alguien más.
Chapter 20: ⌗La Ruta Romántica de Song Minah (6)
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A medida que avanzaba por el sendero, el sonido de la celebración aún resonaba en el aire.
Desde la distancia, Cheong Myeong pudo ver a sus discípulos festejando la victoria de Baek Cheon.
Se estaban riendo, brindando con té como si fuera licor, algunos incluso recreaban la escena de la batalla con exagerados movimientos teatrales.
Cheong Myeong no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
"Déjalos disfrutar," pensó.
No quería acercarse y arruinar el ambiente con su presencia severa.
Pero justo cuando estaba a punto de seguir su camino, se dio cuenta de algo.
Baek Cheon no estaba ahí.
¿Todavía estaba con Song Minah?
Eso sería lo más lógico.
Después de todo, si la historia estaba avanzando como debía, entonces Baek Cheon y Song Minah debían haber compartido un momento especial. Tal vez se habían quedado hablando bajo la luz de la luna, tal vez ya había nacido un lazo entre ellos...
Pero a medida que seguía caminando, su intuición le gritó que algo andaba mal.
Y entonces lo vio.
Baek Cheon estaba sentado en el mismo tejado donde Cheong Myeong lo había encontrado la vez pasada.
Solo.
Su postura relajada contrastaba con la mirada perdida y opaca que tenía en su rostro. Algo claramente no estaba bien.
El corazón de Cheong Myeong casi se detuvo.
¿¡Qué demonios le pasaba ahora a ese niño!?
¡Debería estar festejando con sus compañeros!
¡O con su nuevo amor!
¡No sentado en un tejado como si hubiera perdido en lugar de ganado!
Sin poder evitarlo, Cheong Myeong actuó impulsivamente.
Con un ágil movimiento, saltó y aterrizó a su lado en el tejado, el sonido de sus botas resonando sobre la madera.
Baek Cheon ni siquiera reaccionó de inmediato.
Siguió con la mirada perdida, como si estuviera en otro mundo.
Y eso le molestó aún más.
"Maldición, ¿qué demonios pasó aquí?"
Cheong Myeong entrecerró los ojos y llamó a su discípulo por su nombre.
—”Baek Cheon.”
El joven se sobresaltó del susto.
En un movimiento casi reflejo, trató de ponerse de pie apresuradamente para saludarlo de manera adecuada, pero Cheong Myeong lo detuvo.
Con un ligero empujón en el hombro, lo obligó a quedarse sentado, y él mismo tomó asiento a su lado, cruzando los brazos.
Pudo sentir cómo el cuerpo de Baek Cheon se ponía tenso.
Tal vez por la sorpresa.
Tal vez porque se sentía intimidado.
Cheong Myeong no era alguien que buscara la cercanía de sus discípulos fuera del entrenamiento.
Y, sin embargo, ahí estaba.
Sin rodeos, preguntó directamente.
—”¿Por qué no estás festejando con los demás?”
Baek Cheon permaneció en silencio unos segundos.
Cheong Myeong esperó pacientemente, notando cómo el joven apretaba las manos sobre su regazo.
Finalmente, respondió en voz baja.
—”Lo arruiné.”
Cheong Myeong parpadeó.
"¿Arruinar qué?"
No lo entendía.
¡Baek Cheon había ganado la batalla!
Había logrado una hazaña impresionante, había sorprendido a todos, y encima de eso…
¡Había ganado el corazón de una chica guapa!
Entonces, Baek Cheon continuó.
—”¿Estás decepcionado porque no ejecuté bien la técnica?”
Cheong Myeong sintió un ligero escalofrío.
El tono de Baek Cheon era serio, casi temeroso.
Y por primera vez, Cheong Myeong se dio cuenta.
Baek Cheon no estaba pensando en la batalla en sí, ni siquiera en Song Minah.
Estaba pensando en él.
En lo que su maestro pensaba de su desempeño.
Y ese simple pensamiento le causó una extraña sensación en el pecho.
Cheong Myeong le dio un vistazo rápido al rostro de Baek Cheon.
Mala idea.
En cuanto sus ojos se posaron sobre los de su discípulo, un escalofrío le recorrió la espalda.
Ese era el encanto natural del protagonista.
Maldita sea, ¿cómo demonios Geomjon había sido capaz de golpear brutalmente a este niño?
Baek Cheon lo miraba con sus grandes ojos turquesa, con una mezcla de incertidumbre y anhelo, como un cachorro que acababa de ser atropellado.
Cheong Myeong apretó los dientes.
"Definitivamente Geomjon era un villano sin corazón."
Suspiró profundamente y, dejando de lado cualquier intento de mantenerse fiel al personaje, hizo algo que Geomjon jamás en su vida habría hecho.
Le revolvió el cabello.
La mano de Cheong Myeong se posó sobre la cabeza de Baek Cheon y le dio un par de caricias rápidas antes de retirarla.
—”Te falta práctica, pero hiciste un buen trabajo. “
Un elogio simple.
Algo que, en su mente, solo serviría para mantener el ánimo del protagonista sin afectar tanto la historia.
Pero Baek Cheon se quedó completamente inmóvil.
Los dedos de Cheong Myeong aún le habían dejado una ligera sensación de calor en la cabeza, y en su mente, esas palabras resonaban con más peso del que deberían.
Sus labios se separaron ligeramente, como si quisiera decir algo pero no encontrara las palabras.
"Maestro..."
Su pecho se sintió extraño.
No estaba preparado para recibir elogios de Geomjon.
No de esa manera.
Ese simple gesto, tan fugaz y despreocupado, para Baek Cheon significó mucho más de lo que Cheong Myeong podía imaginar.
Al ver cómo el cuerpo de Baek Cheon se relajaba y cómo su rostro se iluminaba con un brillo renovado, Cheong Myeong supo que su gesto había sido efectivo.
"Bien, el protagonista vuelve a estar en modo optimista. Todo bajo control."
Con la satisfacción de haber evitado una posible desviación en la historia, desvió la mirada hacia donde los demás discípulos seguían festejando. Desde la distancia, se podían escuchar las risas y voces animadas, la celebración aún en plena efervescencia.
—”Deberías unirte a ellos.”
Baek Cheon parpadeó, sorprendido por la sugerencia.
Pero al ver la expresión tranquila de su maestro, una sonrisa sincera se formó en sus labios.
—”Sí, maestro.”
Con un nuevo ánimo, se puso de pie y le dedicó una reverencia respetuosa antes de bajar del tejado con agilidad. Cheong Myeong lo observó alejarse, sus pasos mucho más ligeros que antes, y en cuestión de segundos, se unió al grupo de discípulos, siendo recibido con vítores y palmadas en la espalda.
Cheong Myeong cruzó los brazos y observó la escena con satisfacción.
"Bien. El protagonista volvió a su lugar. Todo está en orden.”
Si dejaba de lado el inesperado giro de los acontecimientos con la técnica prohibida, había logrado lo que se había propuesto: acercar a Baek Cheon a uno de sus intereses amorosos y, como extra, había conseguido algo más del lore de Geomjon.
Más información sobre su misterioso pasado.
Más oportunidades para acercarse a Cheong Mun y descubrir qué lo llevó a convertirse en el villano que la historia describía.
Sin duda, había sido un buen día.
Chapter 21: ⌗Tiempo Entre Hermanos (1)
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A la mañana siguiente, tal como habían acordado, Cheong Myeong y Cheong Mun descendieron juntos hacia la ciudad situada al pie de la montaña.
Aún era temprano, pero las calles ya estaban llenas de vida. Los comerciantes gritaban entusiastas para atraer clientes a sus puestos, ofreciendo desde frutas frescas hasta armas y amuletos. Los niños corrían entre la multitud, riendo y jugando, mientras el aroma de comida recién preparada impregnaba el aire.
No era una ciudad especialmente grande o turística, pero tenía un encanto especial, una calidez que la hacía acogedora.
Ambos se dirigieron al restaurante más grande del lugar, un establecimiento de dos pisos con una fachada de madera decorada con faroles rojos y dorados. Las mesas al aire libre estaban dispuestas bajo la sombra de un cerezo en flor, ofreciendo un ambiente tranquilo y agradable.
Cheong Mun, con su porte sereno y autoridad natural, atraía miradas de respeto y admiración, aunque él, como siempre, no parecía prestarle importancia. En cambio, Cheong Myeong tenía otros intereses más urgentes.
—”Pide lo que quieras”, —dijo su hermano con calma, acomodándose en su asiento.
—”¿Lo que quiera?” —repitió Cheong Myeong, con una chispa peligrosa en los ojos.
—”Sí, lo que quieras.”
—”¡Bien!”
Sin dudarlo, tomó el menú y comenzó a señalar plato tras plato con entusiasmo desbordante. Dumplings de cerdo, fideos salteados con ternera, arroz frito con mariscos, pato laqueado, estofado picante, brochetas de cordero… Para cuando terminó, prácticamente había pedido todo el menú.
El mesero, un joven con el ceño fruncido, lo miró con incredulidad antes de apuntar el pedido con resignación.
Por otro lado, Cheong Mun, pese a su inquebrantable calma, no pudo evitar arquear una ceja.
—”¿Cuánto tiempo llevas sin comer?” —preguntó seriamente.
Cheong Myeong hizo un gesto dramático, llevándose una mano al pecho.
—”¡He comido, pero…! Hermano, la comida de la secta es demasiado balanceada.”
—”¿Balanceada?”
—”¡Demasiado! Más verduras que carne, apenas condimentos… ¡Es pura comida de ermitaños!”
Cheong Mun se cruzó de brazos, divertido.
—”Es comida saludable.”
—”¡Exacto! ¡Demasiado saludable! El líder de la secta tiene que saberlo, los niños necesitan carne para crecer. ¡Mucha carne!”
Cheong Mun soltó una carcajada.
Verlo reír de esa manera era algo raro. En la historia original, su personaje era estoico y solemne, con una pesada responsabilidad sobre sus hombros. Pero aquí, viéndolo relajado y disfrutando de la conversación, Cheong Myeong se dio cuenta de que este momento nunca había existido en el juego.
"Interesante…"
Mientras tanto, el festín estaba por llegar.
Plato tras plato comenzó a llegar a su mesa, formando un festín digno de un emperador.
Dumplings humeantes, arroz frito dorado, fideos nadando en un caldo fragante, carnes tiernas bañadas en salsa espesa, y una variedad de guarniciones que hacían que la mesa se viera casi sobrecargada. El aroma era suficiente para hacer rugir el estómago de cualquier persona hambrienta.
Cheong Myeong no perdió ni un segundo.
Con una velocidad impresionante, llenó su plato con un poco de todo y comenzó a engullir la comida con puro entusiasmo.
"¡Sí, morir fue lo mejor que me pudo haber pasado!" Pensó mientras tragaba un trozo de pato laqueado con una sonrisa de pura satisfacción.
¡Nunca se cansaría de la deliciosa comida de este mundo!
Chapter 22: ⌗Tiempo Entre Hermanos (2)
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Frente a él, Cheong Mun lo observaba con diversión. Al principio, se limitó a beber su té con tranquilidad, disfrutando de la escena de su hermano comiendo como si no hubiera un mañana. Pero entonces, algo terrible sucedió.
El bastardo estaba terminándose la comida.
En un instante, el noble, digno y siempre sereno líder de la secta Hua se movió más rápido que nunca para tomar un trozo de carne antes de que su hermano acabara con todo.
El choque de sus palillos en el plato fue casi un enfrentamiento entre expertos.
Por primera vez en la historia de la secta, Cheong Mun había perdido la compostura por una costilla de cerdo glaseada.
—”¡Oye!” —protestó Cheong Myeong con la boca llena—. “¡Líder de secta, sea generoso con su pobre hermano menor!”
—”¡Si sigo siendo generoso, no quedará nada!”—respondió Cheong Mun, sin molestarse en ocultar su rapidez al llevarse el trozo de carne a la boca.
Ambos se miraron fijamente por un instante antes de soltar una carcajada.
Este tipo de interacción era algo completamente nuevo para Cheong Myeong. En la historia original, Geomjon y Cheong Mun apenas hablaban, su relación estaba fracturada por años de distanciamiento.
“Pero aquí estamos, compartiendo una comida y peleando por comida como hermanos normales…"
Un nuevo fragmento del lore.
Mientras el banquete continuaba, la conversación tomó un giro más serio.
Cheong Mun, en algún momento, pareció dudar antes de finalmente hablar sobre la situación política de la secta.
—”Últimamente, ha habido más movimiento entre las sectas ortodoxas” —dijo en un tono reflexivo—. “Especialmente el Clan Tang y la Secta Wudang. “
Cheong Myeong casi se atraganta con su comida.
"¡Oh, eso lo conozco! ¡Es el preludio de dos de los grandes arcos de la historia!"
El Clan Tang, maestros del veneno y las armas ocultas, se convertiría en un problema cuando debido a una confrontación en la frontera con Yunnan, la exportación de productos afectaría los comercios. Y la Secta Wudang, con su impecable imagen de honor y sabiduría, se vería envuelta en un conflicto al involucrarse con una sub secta debido a un antiguo mapa de tesoro.
¿Y quiénes vendrían en esos dos arcos?
Dos intereses románticos de Baek Cheon.
"Maldición… el juego realmente no pierde el tiempo en preparar el terreno para las rutas amorosas."
Aunque intentó mantener la calma, Cheong Myeong estaba ya pensando en estrategias. Pero al final decidió dejar de lado sus pensamientos sobre los arcos futuros.
Todavía tenía tiempo para hacer planes, después de todo, esos eventos no ocurrirían sino hasta dentro de dos o tres años, cuando Baek Cheon se convirtiera en un joven adulto. Por ahora, su prioridad era disfrutar la comida, escuchar a su hermano y, por supuesto, pedir postre.
Levantó la mano para llamar a un mesero y, con una gran sonrisa, ordenó una selección de dulces tradicionales: pasteles de arroz con miel, bolas de sésamo fritas y una crema de frijol rojo caliente.
—”¿Todavía te cabe más comida?”—preguntó Cheong Mun, levantando una ceja.
—”Sahyung… los postres van a otro estómago.”
—No me llames sahyung solo cuando te conviene.
Cheong Myeong solo sonrió de manera descarada antes de seguir comiendo.
A medida que la conversación avanzaba, Cheong Mun comentó algunas cosas interesantes sobre el estado de la secta y sus relaciones con otras sectas marciales, pero nada parecía estar relacionado con el pasado de Geomjon.
"Maldición, ¿es tan difícil dejar caer información útil?"
Pero justo cuando Cheong Myeong pensó que no sacaría nada más de esta reunión, su hermano habló en un tono más pausado.
—”Sabes, Geomjon… no tienes que seguir llamándome líder de secta mientras estamos entre nosotros. Puedes decirme sahyung.”
Cheong Myeong se quedó congelado.
Levantó la mirada de su plato, sorprendido, y se encontró con los ojos de Cheong Mun.
En su mirada había algo extraño, algo difícil de descifrar.
No era solo nostalgia… era algo más.
Un dejo de tristeza, quizás. ¿Esperanza? ¿Arrepentimiento?
Fuera lo que fuera, era un sentimiento profundo y real.
Para Cheong Myeong, que había jugado este juego hasta el cansancio, esta escena era completamente nueva.
"Esto nunca pasó en la historia original."
Geomjon y Cheong Mun no tenían momentos así. Para cuando la historia del juego iniciaba, su relación ya estaba rota, reducida a una mera formalidad entre el líder de la secta y su discípulo principal Geomjon.
Pero ahora…
Aquí estaba Cheong Mun, abriendo una puerta que parecía haber estado cerrada por mucho tiempo.
Cheong Myeong tenía demasiadas preguntas y muy pocas respuestas.
"¿Por qué Geomjon había llegado al punto de no reconocer a Cheong Mun como su sahyung?"
"¿Acaso el líder de la secta hizo algo que despertó su furia? ¿O fue Geomjon quien, cegado por su orgullo, decidió alejarse?"
"¿Cómo pasó de ser su hermano a su enemigo?"
Cada vez que intentaba recordar si en el juego había alguna pista sobre su relación, solo encontraba fragmentos vagos, diálogos crípticos y pequeños detalles enterrados bajo montañas de fanservice.
Pero ahora, esta no era solo la historia de un juego.
Era su realidad.
Y tenía la oportunidad de descubrir la verdad.
Por ahora, sin embargo, decidió responder de la manera más natural posible.
—”Bien, sahyung. Tú vas a pagar la cuenta.”
Los ojos de Cheong Mun se abrieron levemente por la sorpresa antes de suavizarse con algo que, por primera vez, parecía ser una emoción real.
No era la sonrisa educada que mostraba al mundo.
No era la expresión serena e impenetrable del líder de la secta.
Era una sonrisa genuina.
Casi fraternal.
Un reflejo de un tiempo que, tal vez, ya creía perdido.
Cheong Myeong no pudo evitar sentirse conmovido.
"Así que este bastardo de Geomjon lo dejó atrás sin más, ¿eh?"
"Bueno… si él lo rompió, entonces yo lo voy a arreglar."
No sabía qué tan difícil sería, pero estaba decidido.
Chapter 23: ⌗Maestro Cheong Myeong (1)
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Después del delicioso festín, Cheong Myeong sintió que había subido al menos un par de kilos.
"Bueno, nada que un poco de entrenamiento no pueda solucionar."
Era el respetado Geomjon, después de todo. No podía permitirse lucir como un maestro barrigón.
Al regresar a la secta y despedirse de su hermano, se dirigió directamente al área de entrenamiento.
Esperaba encontrar a sus discípulos practicando con seriedad, tal como lo ordenó.
Pero en cuanto puso un pie en el patio, fue inmediatamente rodeado.
—”¡Maestro! ¡Enséñenos cómo florecer ciruelos con la espada!”
—”¡Queremos aprender esa técnica!”
—”¡Por favor, maestro!”
Incluso Yu Iseol, quien siempre se mantenía en segundo plano con su expresión inmutable, lo miraba con ojos brillantes, reflejando una determinación casi infantil.
"Esto... no lo vi venir."
Cheong Myeong parpadeó varias veces, confundido.
En el juego, los discípulos de Geomjon jamás le pedían algo así. Le temían demasiado.
Pero ahora, en este mundo...
Eran personas reales. No simples NPCs con diálogos predeterminados.
Sus emociones cambiaban, su actitud se moldeaba según las circunstancias.
Y él mismo había sido la causa de este cambio.
"¿Esto es bueno o malo?"
Mientras intentaba procesarlo, una sola pregunta cruzó su mente:
"¿Cómo diablos voy a salir de esta?"
Después de unos segundos de deliberación, Cheong Myeong tomó una decisión.
"Al final, florecer ciruelos es un arte del Monte Hua."
Si sus discípulos querían aprender las refinadas técnicas de Geomjon, tendrían que entrenar lo suficiente para dominarlas.
Después de todo, Baek Cheon lo logró con solo mirar.
Era el poder del protagonismo en acción.
Pero el resto... el resto no tenía esa ventaja. Ellos debían hacerlo a la antigua.
Con una sonrisa astuta, recordó los dramas de artes marciales que había visto en televisión.
En cada historia, los grandes maestros siempre tenían métodos brutales y poco convencionales para entrenar a sus discípulos.
"Si vamos a hacer esto, lo haremos con estilo."
Se giró hacia sus discípulos y les dio una orden inesperada:
—”Tráiganme algunas cosas.”
Ellos parpadearon, confundidos.
—”¿Qué tipo de cosas, maestro?” —preguntó uno de ellos con cautela.
Con una expresión seria, Cheong Myeong enumeró los materiales:
—”Rocas de distintos tamaños y algunas bolsas de tela.”
Aunque desconcertados, los discípulos obedecieron sin cuestionar demasiado.
Después de unos minutos, se formó una pequeña montaña de piedras frente a Cheong Myeong.
Había de todo: desde guijarros hasta grandes rocas que necesitaron a más de un discípulo para ser transportadas.
A un lado, las bolsas de tela se apilaban ordenadamente.
Los discípulos intercambiaron miradas, sin comprender qué planeaba su maestro.
Cheong Myeong, en cambio, sonrió con satisfacción.
"Ahora sí, el verdadero entrenamiento comienza."
Cheong Myeong no tenía prisa.
Se tomó su tiempo llenando cada bolsa con piedras, asegurándose de que todas pesaran lo mismo.
Mientras trabajaba, sus discípulos lo miraban con creciente inquietud.
Cuando terminó, se puso de pie y con una sonrisa inocente les explicó el entrenamiento del día:
—”Bien, el ejercicio de hoy será sencillo. Cada uno cargará un saco de rocas en su espalda…” —hizo una pausa dramática antes de señalar hacia el acantilado— “y escalará hasta la cima.”
Un silencio sepulcral cayó sobre el grupo.
Los discípulos observaron los enormes sacos, algunos tan grandes como ellos mismos.
—”¿Y el que llegue primero gana algo?”—preguntó uno de ellos, aún con un poco de esperanza.
—”No “—respondió Cheong Myeong con calma—. “Pero el último en subir… se quedará sin cena. “
El impacto de sus palabras se sintió de inmediato.
Los murmullos emocionados que habían llenado el área se extinguieron de golpe.
Las expresiones de entusiasmo se tornaron en puro horror.
"Funciona cada vez," pensó Cheong Myeong, divertido.
Pero, como era de esperarse, alguien tenía que protestar.
—”¡Maestro, esto es una locura!” —exclamó un joven de piel morena y cabellos rojizos.
Cheong Myeong lo reconoció de inmediato.
"Jo Gul..."
En el juego, Jo Gul era el personaje de alivio cómico.
Siempre tenía algún comentario sarcástico, siempre se quejaba del entrenamiento extremo de la secta, pero de alguna manera seguía sobreviviendo.
—”¡No somos bestias de carga! ¿Cómo se supone que escalemos con ese peso en la espalda? “
La queja resonó entre los demás discípulos, pero antes de que pudiera ganar más fuerza, Baek Cheon dio un paso al frente.
Sin decir nada, tomó uno de los sacos y se lo echó al hombro.
El impacto fue inmediato.
Los discípulos lo miraron con asombro, pero también con la presión de no querer quedarse atrás.
Yu Iseol siguió su ejemplo sin dudarlo.
Sin decir una sola palabra, tomó un saco y se preparó para la escalada.
Cheong Myeong ocultó su sonrisa satisfecha.
"Bien, bien. Así es como debe ser."
Chapter 24: ⌗Maestro Cheong Myeong (2)
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El efecto de Baek Cheon fue inmediato.
Al verlo cargar el saco sin dudarlo, nadie quiso quedarse atrás.
Los discípulos, aunque con caras de sufrimiento, comenzaron a cargar sus propios sacos y avanzaron hacia el acantilado.
Incluso Jo Gul, el último en tomar su saco, logró alcanzar a Yu Iseol y Baek Cheon, quienes ya lideraban la escalada.
Cheong Myeong los observaba con una sonrisa satisfecha.
"Qué fácil es manipularlos," pensó divertido.
Sin perder la oportunidad de hacerles sufrir un poco más, alzó la voz:
—”¡He cambiado de opinión!”
Los discípulos, ya agotados y a la mitad de la escalada, detuvieron sus movimientos con el alma en un hilo.
—”Los últimos diez en llegar sí podrán cenar…”
Los suspiros de alivio comenzaron a esparcirse.
—”¡PERO tendrán que darle diez vueltas a la secta!”
Los suspiros se transformaron en gemidos de desesperación.
—”¡MAESTRO, ESO ES INHUMANO!” —se quejó Jo Gul.
—”¡Me siento traicionado!” —gritó otro.
—”¡Siempre hay una trampa con usted!”
Las protestas continuaron, pero lo más curioso fue que nadie se detuvo.
Al contrario, comenzaron a moverse más rápido.
Cheong Myeong no podía ocultar su satisfacción.
"¿Así es como se sentía mi jefe en mi otra vida cuando me daba trabajo extra?"
Observó a los discípulos sudando, temblando y resoplando, pero sin rendirse.
Vaya… era satisfactorio.
Cheong Myeong era un maestro justo.
Si sus discípulos sufrían, él también debía participar en el entrenamiento.
Así que, mientras ellos escalaban con esfuerzo y desesperación, él decidió hacer su propia rutina.
Corrió por la secta con un saco a la espalda, hizo flexiones, golpeó postes de madera hasta que sus nudillos dolieran, y terminó con una serie de movimientos con la espada.
"Tengo que bajar esos kilos de más," pensó mientras hacía otra serie de abdominales.
Para cuando el sol comenzó a ocultarse, tanto él como sus discípulos estaban cubiertos de sudor y tierra.
Claro, la diferencia era que él todavía podía moverse sin parecer a punto de desmayarse.
Pero, por algún motivo, nadie se atrevió a señalar ese hecho.
Baek Cheon, a pesar del agotamiento, fue el único que se apartó del grupo y regresó con un trapo húmedo en las manos.
Sin decir una palabra, se lo ofreció a su maestro.
Cheong Myeong lo miró sorprendido, pero no rechazó el gesto.
—”Eres un buen discípulo” —dijo mientras se limpiaba el sudor.
Baek Cheon bajó la mirada y apretó los labios.
No estaba seguro si su rostro estaba rojo por el cansancio o por otra razón.
Después de todo, su maestro seguía con el pecho descubierto, dejando a la vista sus músculos definidos por el entrenamiento.
El sudor recorría su piel, haciéndolo brillar bajo la tenue luz del atardecer.
Baek Cheon sintió su garganta seca.
"Solo es cansancio," se dijo a sí mismo, intentando ignorar su corazón acelerado.
Finalmente, Cheong Myeong les dio la orden que todos estaban esperando:
—”¡Vayan a lavarse y a cenar!”
Los discípulos no esperaron a que lo repitiera.
Uno a uno, se arrastraron fuera del área de entrenamiento.
El día había terminado.
—-------------
El tiempo pasó volando.
Los días en el Monte Hua se convirtieron en una rutina disciplinada, pero satisfactoria.
Cheong Myeong entrenó a sus discípulos sin piedad, aumentando la dificultad de los ejercicios cada vez que se acostumbraban.
Los quejidos eran frecuentes.
Jo Gul siempre encontraba alguna excusa para protestar.
Yu Iseol, por otro lado, entrenaba en silencio, con una determinación inquebrantable.
Pero al final, los resultados eran evidentes.
Todos habían mejorado.
Incluso Baek Cheon, el protagonista, avanzó a un ritmo impresionante, como si el destino lo estuviera impulsando.
Por otro lado, su relación con Cheong Mun también mejoró.
A veces desayunaban juntos, otras veces Cheong Myeong iba a su oficina a charlar sobre los avances de sus discípulos.
Era... una buena vida.
Chapter 25: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (1)
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Un año ha pasado..
Todo seguía su curso, hasta que un día, una misión secundaria que Cheong Myeong había olvidado por completo cayó sobre él.
El líder de la secta lo convocó de urgencia.
—”Hay un problema grave” —le explicó Cheong Mun con el ceño fruncido—. “Un comerciante de la región ha contraído una enfermedad extraña. Ningún médico ha podido curarlo.”
Las palabras hicieron que algo hiciera clic en la mente de Cheong Myeong.
"¡Oh, mierda!"
Recordaba esta misión.
En el juego, esta enfermedad estaba relacionada con el Culto Demoníaco, un grupo del que apenas se hablaba porque la trama del juego estaba más preocupada en mostrar a Baek Cheon en situaciones comprometedoras con las heroínas.
En esta misión, Baek Cheon encontraría la cura de alguna manera milagrosa (poder del protagonista), y la hija del comerciante se emocionaría tanto que le robaría un beso.
¡El primer beso de Baek Cheon!
Cheong Myeong sintió una punzada de irritación.
Esa era la ruta romántica que menos le gustaba en todo el juego.
En primer lugar, el comportamiento de la chica, Hwang Yujin, era insoportable.
Al ser la hija menor de una familia de comerciantes famosa y adinerada, estaba acostumbrada a ser mimada y a salirse con la suya.
Pero eso no era lo peor.
"¡El personaje estaba metido con calzador!"
Mientras su hermano mayor, Hwang Wei, era un personaje interesante que realmente aportaba a la misión, mostrando preocupación genuina por su padre enfermo e incluso ayudando a descubrir pistas sobre la extraña enfermedad…
Hwang Yujin, por otro lado, parecía vivir en otro mundo.
En lugar de estar preocupada por su padre agonizante, su atención estaba completamente puesta en Baek Cheon.
"¡¿Cómo demonios puedes estar coqueteando en medio de una crisis?! ¡Tu padre se está muriendo!"
Fue tan ridículo que en su primera partida, Cheong Myeong casi tiró el juego por la ventana.
"Claro, claro. Todo por el fanservice."
Tal vez por eso su mente había bloqueado esta misión por completo.
Pero ahora era real.
Y lo peor era que no podía ignorarlo.
Baek Cheon tenía que estar presente para que la misión avanzara, porque él era el protagonista, el héroe que encontraría la cura milagrosamente.
"Tsk. Todo sea por la felicidad de Baek Cheon."
—”Me haré cargo de la misión” —le dijo a Cheong Mun con un suspiro resignado.
El líder de la secta asintió con alivio.
—”Entonces ve cuanto antes.”
—--------
Después de aceptar la misión y recibir los detalles de Cheong Mun, aunque ya los sabía de memoria, Cheong Myeong se preparaba para retirarse cuando su hermano añadió algo más.
—”Mi discípulo Yoon Jong también irá contigo”.
Cheong Myeong asintió automáticamente, pero en su mente ya estaba revisando la información del personaje.
"Ah, sí. Yoon Jong. Otro personaje secundario del juego."
Aunque no tenía un papel relevante en la historia romántica, sí era importante en el desarrollo de la secta, siendo entrenado para suceder a Cheong Mun como el futuro líder.
"Bueno, es una buena oportunidad para que practique la política en el mundo exterior."
Ya con eso decidido, Cheong Myeong seleccionó mentalmente al resto de los discípulos que lo acompañarían.
Baek Cheon era una elección obligatoria. Era el protagonista de la historia y, según la trama del juego, él era quien encontraría la cura para la enfermedad del comerciante.
Yu Iseol también debía venir. En el juego, su presencia no era relevante en esta misión, pero eso no significaba que no pudiera aprovechar la oportunidad para fortalecer lazos.
Y finalmente, Jo Gul.
De todos los discípulos, estos dos parecían ser los más cercanos a Baek Cheon actualmente, así que este viaje también serviría para reforzar su camaradería.
Con la decisión tomada, se dirigió al área de entrenamiento, donde sus discípulos estaban practicando con seriedad.
Justo cuando estaba por hablar, Baek Cheon fue el primero en reaccionar.
Dejó su espada a un lado y se acercó con rapidez para saludarlo respetuosamente.
—”Maestro.”
Cheong Myeong lo miró con curiosidad.
Había notado que Baek Cheon se había vuelto mucho más apegado a él en el último año.
Si lo pensaba bien, siempre estaba cerca.
Si iba a entrenar, Baek Cheon se aseguraba de entrenar cerca.
Si entraba al comedor, Baek Cheon de alguna manera terminaba sentado cerca de él.
Si Cheong Myeong hablaba con alguien, Baek Cheon encontraba la forma de integrarse a la conversación.
"Bastante persistente, ¿eh?"
Si fuera cualquier otro discípulo, lo habría interpretado como una necesidad de aprobación o un esfuerzo por sobresalir.
Pero en el caso de Baek Cheon…
“Se siente más como un cachorro siguiendo a su mamá."
Para ser honesto…
Era tierno.
Sin poder evitarlo, Cheong Myeong levantó la mano y le dio un par de palmaditas en la cabeza a Baek Cheon.
El gesto fue casi automático, pero en cuanto su mano tocó el cabello de Baek Cheon, notó lo suave que era.
"¿Qué demonios? ¿Qué shampoo usa?"
Baek Cheon se quedó congelado en su lugar, con los ojos ligeramente abiertos. No parecía molesto, pero sí sorprendido.
Antes de que pudiera reaccionar más, Cheong Myeong retiró la mano con naturalidad y aclaró la garganta.
—”Bien, escuchen” —llamó la atención del grupo—.” Recibimos una misión del líder de la secta. Baek Cheon, Yu Iseol y Jo Gul, se prepararán para salir conmigo.”
Los tres mencionados asintieron de inmediato.
—”Sí, maestro.”
Mientras tanto, el resto de los discípulos reaccionaron de distintas maneras.
Algunos mostraban decepción por no haber sido elegidos. Aunque las misiones eran difíciles, era un honor acompañar a su maestro.
Otros, en cambio, parecían aliviados.
"Si el maestro se va, significa que tendremos unos días más tranquilos."
O al menos eso creían.
Cheong Myeong, con una sonrisa maliciosa, miró a sus discípulos y dio su veredicto.
—”Ustedes también tendrán trabajo mientras no estoy. No crean que van a relajarse.”
Un murmullo nervioso recorrió el grupo.
—”Primero, correrán diez vueltas alrededor de la secta cada mañana antes del desayuno. “
—”Después, quiero que hagan cien repeticiones de cada forma de la espada.”
—”En la tarde, entrenamiento de resistencia en el río. “
—”Y por la noche, repaso de teoría.”
Los lamentos no tardaron en aparecer.
—”¡Maestro, eso es demasiado! “
—”¡Pero eso es más de lo que hacemos normalmente!”
—”¡Maestro, por favor, tenga piedad!”
Cheong Myeong cruzó los brazos, disfrutando de las protestas.
—”Ah, y una cosa más” —añadió, sonriendo con malicia—. “Me daré cuenta si no lo hacen.”
El silencio se extendió. El miedo se instaló en los discípulos.
Cheong Myeong no mentía. Él lo sabría.
Al final, aceptaron su destino con resignación.
Mientras tanto, Baek Cheon estaba en su propio mundo.
Para él, haber sido seleccionado para la misión significaba una sola cosa.
"Maestro confía en mí."
Sus labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción.
No iba a decepcionarlo.
Con determinación, se dirigió a su habitación para preparar su equipaje.
Chapter 26: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin(2)
Chapter Text
Con los preparativos terminados, Cheong Myeong y su grupo descendieron la montaña hacia la ciudad, donde los esperaba la carreta que los llevaría a su destino.
El vehículo era una carroza simple pero resistente, con suficiente espacio para que los cinco pudieran viajar cómodamente. Los caballos ya estaban listos, y el conductor esperaba pacientemente su llegada.
"Si fuera solo yo, no necesitaría esto," pensó Cheong Myeong con resignación.
Con su nivel, podría llegar corriendo a la ciudad en menos de una hora.
Pero sus discípulos no estaban en ese punto todavía, y aunque físicamente podían aguantar el viaje, el problema real era la distancia.
No sabían exactamente dónde estaba la ciudad de destino.
Si los dejaba ir por su cuenta, seguramente se perderían y terminarían en algún pueblo desconocido, o peor, en un bosque lleno de bandidos.
No había otra opción más que viajar juntos en la carreta.
"Bueno, supongo que es una buena oportunidad para que mis discípulos fortalezcan sus lazos."
—”Suban.” —Les indicó mientras él mismo se acomodaba en el interior de la carroza.
Uno a uno, sus discípulos entraron y tomaron asiento.
Baek Cheon, sin dudarlo ni por un segundo, se sentó a su lado.
Yu Iseol, Jo Gul y Yoon Jong se sentaron frente a ellos, alineados como si fueran alumnos bien portados en una clase.
Una ligera sonrisa se formó en los labios de Cheong Myeong.
"No sé por qué, pero esto parece más una excursión escolar que una misión peligrosa."
El conductor azotó las riendas, y los caballos comenzaron a moverse.
Así, el viaje comenzó.
—--------
Los primeros minutos del viaje transcurrieron en un silencio casi incómodo.
El traqueteo de la carreta y el sonido de los cascos de los caballos sobre el camino de tierra eran lo único que se escuchaba.
Cheong Myeong observó a sus discípulos discretamente.
—Yu Iseol, inexpresiva como siempre, miraba por la ventana, ajena a la tensión.
—Jo Gul parecía nervioso, como si estuviera tratando de contener sus palabras.
—Yoon Jong mantenía una postura recta y formal, con el rostro sereno pero serio.
¿Por qué estaban tan callados?
"No me digan que todavía se intimidan conmigo..." pensó Cheong Myeong, frunciendo el ceño.
A estas alturas, sus discípulos ya deberían estar acostumbrados a su presencia.
Entonces se le ocurrió otra posibilidad.
"¿Será por la presencia de Yoon Jong?"
Era probable.
Después de todo, Yoon Jong no era cualquier discípulo.
Era el aprendiz del líder de la secta, alguien a quien eventualmente se le confiaría la dirección de la misma.
Era natural que los demás quisieran dar una buena impresión frente a él, lo que explicaría la extraña atmósfera.
"Tsk, qué fastidio..."
Afortunadamente, Baek Cheon estaba ahí para salvar la situación.
Con su clásico poder de protagonista, Baek Cheon giró el rostro hacia su maestro y rompió el silencio con confianza.
—”Maestro, ¿qué más sabemos sobre la misión?”
Su tono era serio, pero había un destello de emoción en sus ojos.
Cheong Myeong lo miró con aprobación.
Baek Cheon nunca temía hacer preguntas, lo cual era bueno.
—”El comerciante afectado se llama Hwang Deok-ho. Es el dueño de una de las casas comerciales más importantes de la región. Su enfermedad ha desconcertado a todos los médicos que han intentado tratarlo, lo que ha generado rumores de que podría ser algo más que una simple dolencia. “
—”¿Algo más?” —preguntó Yu Iseol sin apartar la vista de la ventana.
—”Correcto. Podría estar relacionado con el Culto Demoníaco.”
El ambiente se tensó inmediatamente.
Incluso Jo Gul, que había estado luchando por contener su energía nerviosa, pareció quedarse sin palabras.
El Culto Demoníaco era un nombre que ponía nervioso a cualquiera en el mundo de las artes marciales.
—”Si es el Culto Demoníaco… ¿significa que podríamos encontrarnos con ellos? “—preguntó Yoon Jong con cautela.
Cheong Myeong se encogió de hombros.
—”Tal vez. Tal vez no.”
No podía decirles que sabía exactamente cómo se desarrollaría la misión porque era parte del guion de un juego que había jugado en su otra vida.
Así que, con el tono de un maestro sabio, continuó:
—”Lo más importante es recordar que no estamos aquí para buscar pelea, sino para encontrar una cura. No bajen la guardia, pero tampoco entren en pánico.”
Gracias a la intervención de Baek Cheon, los demás discípulos ganaron confianza y comenzaron a hacer más preguntas.
El ambiente incómodo desapareció, y en su lugar, el grupo se sumergió en una discusión más relajada sobre la misión.
"Bien hecho, cachorro," pensó Cheong Myeong, echándole un vistazo a Baek Cheon, quien parecía orgulloso de sí mismo por haber sido útil.
Chapter 27: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin(3)
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El viaje continuó con un ambiente mucho más relajado.
La conversación de los discípulos pasó de la misión a temas más triviales y personales.
—¡Jo Gul, siempre el bromista del grupo, tomó la iniciativa!
Con un tono teatral, comenzó a contar una historia exagerada sobre cómo una vez casi vencía a un maestro de la secta… para luego admitir que en realidad había tropezado y caído sobre él por accidente.
—”¡¿Así que todo fue solo un accidente?!”—exclamó Baek Cheon, fingiendo indignación.
—”¡Pero el punto es que lo hice caer!” —protestó Jo Gul, haciendo un gesto triunfal.
—”De una forma bastante poco honorable”, —comentó Yoon Jong, cruzado de brazos pero con una pequeña sonrisa en el rostro.
Para sorpresa de todos, incluso Yu Iseol mostró una leve sonrisa.
Aunque fue solo por un instante, Jo Gul la vio y se quedó boquiabierto.
—”¡Espera, Yu Iseol, ¿acabas de sonreír?!”
La joven, que ya había recuperado su expresión neutral, simplemente lo ignoró y miró por la ventana, como si nada hubiera sucedido.
—”¡Lo vi! ¡Juro que lo vi!”
Los demás se rieron, y así la conversación continuó con anécdotas, pequeñas competiciones verbales y más bromas.
Cheong Myeong, mientras tanto, no se metió demasiado en la charla.
Se limitó a intervenir cuando le preguntaban directamente o cuando necesitaban una aclaración sobre la misión, comportándose como un buen maestro.
Pero su mente estaba en otra parte.
"Si recuerdo bien, en la historia original, Geomjon también los acompañaba en esta misión…"
Pero…
"… quedaba en segundo plano."
Eso significaba… ¡tiempo libre!
"¡Ja! ¡Esto es perfecto!"
Para Cheong Myeong, esta era una oportunidad dorada.
Con sus discípulos ocupados resolviendo la misión, él podría aprovechar para probar la comida local.
"¿Y si pruebo ese estofado picante del que hablaban los NPCs en la taberna?"
Además…
"Si mis discípulos están ocupados… también podría aprovechar para beber un poco de licor a escondidas."
El solo pensamiento le puso de buen humor.
Era un pequeño placer que no podía darse tan fácilmente en la secta, donde todos lo miraban como una figura de autoridad.
"¡Sí! Comer bien, beber un poco y dejar que los niños hagan su trabajo. ¡Este viaje no será tan malo después de todo!"
Con una sonrisa oculta, Cheong Myeong se relajó, disfrutando del ambiente animado en la carreta mientras su mente ya hacía planes para su momento de libertad.
—-------------
Al llegar a la ciudad, tanto Cheong Myeong como sus discípulos quedaron impresionados.
Aunque Cheong Myeong ya la había visto en las ilustraciones del juego y se había hecho una idea de cómo era, ¡verlo en persona era completamente diferente!
La ciudad era mucho más grande que la que se encontraba al pie de la montaña de la secta, con amplias calles de piedra pulida y una cantidad de personas que se multiplicaba en cada esquina.
Desde el momento en que entraron, quedó claro que se trataba de una ciudad próspera y llena de vida.
Los edificios eran altos y refinados, con decoraciones intrincadas en madera y piedra. No había simples puestos callejeros, sino establecimientos grandes, con carteles lujosos anunciando desde telas exóticas hasta restaurantes de alta categoría.
Los ciudadanos que caminaban por las calles vestían ropas de buena calidad, con telas finas y bordados llamativos, una muestra clara de la riqueza del lugar.
"Realmente hay dinero aquí…" pensó Cheong Myeong, mientras observaba la vitalidad de la ciudad.
Como se esperaba de la ciudad principal de Shaanxi.
También era el hogar de la secta Jongnam, pero afortunadamente no tendrían que preocuparse por ellos. Según la historia del juego, en este momento la secta había entrado en reclusión para un entrenamiento arduo, lo que significaba que no habría encuentros inesperados.
Cheong Myeong desvió la mirada hacia Baek Cheon.
Por un momento, sintió un ligero destello de lástima.
"Ha pasado un año desde la última vez que vio a Song Minah…"
Song Minah era la ahora ex prometida de Jin Geunryong y el segundo amor de Baek Cheon en la historia original. Si seguían la línea de tiempo del juego, debía haber cortado el contacto con él hace mucho tiempo.
"Debe extrañarla…"
Sin embargo, lo que Cheong Myeong no sabía era que Baek Cheon la había rechazado.
Sin conocer ese detalle, simplemente suspiró y miró hacia adelante.
No había tiempo para pensar en eso.
Chapter 28: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (4)
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Llegaron al gran gremio de comerciantes.
Era un edificio imponente, con una fachada refinada y guardias en la entrada. Las banderas de la familia Hwang colgaban con orgullo, mostrando el poder económico que poseían.
Apenas cruzaron la puerta, fueron recibidos con respeto.
El hijo mayor de la familia, Hwang Wei, se adelantó con una reverencia educada.
—”Bienvenidos. Agradecemos su presencia y la ayuda de la secta del Monte Hua.”
Su tono era formal y respetuoso, demostrando la madurez de alguien que ya estaba acostumbrado a tratar con figuras de alto rango.
A su lado estaba su hermana menor.
Cheong Myeong la reconoció de inmediato.
*"Ugh… aquí vamos."*
Era la chica que menos le gustaba de todas las rutas románticas del juego.
Tal como en la historia original, apenas puso los ojos en Baek Cheon, su expresión cambió.
Su boca se entreabrió ligeramente, sus ojos brillaron con emoción…
Y en menos de un segundo, se enamoró perdidamente del protagonista.
Amor a primera vista.
"Exactamente como en el juego…"
Cheong Myeong reprimió un suspiro.
Sabía lo que vendría a continuación…
La joven, Hwang Yujin, le dio un último vistazo a Baek Cheon antes de retirarse rápidamente al interior del gremio.
Era una falta de respeto no haber saludado apropiadamente a sus invitados especiales, pero nadie se atrevió a señalarlo.
Después de todo, era la hija menor de la familia Hwang, y su comportamiento caprichoso era bien conocido.
Cheong Myeong ya sabía lo que estaba planeando.
“Aquí vamos otra vez..."
No necesitaba ser un genio para adivinarlo.
Esa chica iba a hacer todo un espectáculo.
Casi podía verla en su mente: sacando sus túnicas más lujosas, eligiendo sus joyas de oro más llamativas, perfumándose con sus fragancias de más alta calidad y maquillándose con el mayor esmero.
¿Todo para qué?
Para impresionar a Baek Cheon, por supuesto.
"Qué fastidio..."
No es que le sorprendiera. En la historia original, Hwang Yujin se obsesionaba con Baek Cheon desde el primer momento en que lo veía. Era la típica joven rica y consentida que pensaba que podía tener cualquier cosa que quisiera.
Sacudiendo esos pensamientos, Cheong Myeong y sus discípulos siguieron a Hwang Wei.
El hermano mayor de la familia los guió con pasos firmes hacia el comedor principal.
Apenas cruzaron las puertas, el aroma de la comida los envolvió.
Y qué comida.
Como era de esperarse de una familia de alta gama, habían preparado un banquete impresionante.
La mesa estaba repleta de platillos exquisitos, decorados con elegancia y servidos en vajilla de porcelana fina.
Y lo mejor de todo...
¡Había carne!
Mucha carne.
Y condimentos fuertes.
Al fin algo distinto de la comida insípida y monástica de la secta.
Cheong Myeong miró a sus discípulos.
Tal como lo esperaba, parecían impresionados.
"Claro que lo estarían."
Después de todo, ¿cuándo fue la última vez que comieron algo así?
Para algunos, probablemente era su primera vez.
Yu Iseol y Yoon Jong, en particular, habían sido criados dentro de la secta desde que nacieron.
Toda su vida habían estado acostumbrados a las restricciones del taoísmo, comiendo comidas simples y balanceadas, sin excesos ni lujos.
Pero ahora…
Esto era un festín.
Cheong Myeong sonrió con diversión.
"Vamos a ver si logran mantener su compostura."
Como los buenos niños que eran, cada uno tomó su asiento y, para no faltar al respeto, comenzaron a servirse con moderación.
Cheong Myeong observó con diversión cómo sus discípulos intentaban mantenerse dentro de los límites de su estricta disciplina.
Con manos algo dudosas, seleccionaban cuidadosamente lo que parecía ser más saludable: verduras salteadas, arroz y un poco de pollo hervido.
"Por supuesto."
Incluso frente a un banquete como este, seguían comportándose como los buenos discípulos de la secta.
Pero Cheong Myeong tenía otros planes.
Era el momento en que él entraba en su papel de maestro.
Con toda la normalidad del mundo, se sirvió de todo lo que había en la mesa.
Un poco de carne dorada en su punto exacto de cocción, pato laqueado bañado en salsa, mariscos en especias aromáticas, costillas de cerdo glaseadas…
Sin prisas, saboreó el primer bocado.
Luego, sin cambiar de expresión, se dirigió a sus discípulos:
—”Ha sido un largo viaje y necesitan proteína.” —Su tono fue firme, pero sin dureza—. “No estamos dentro de la secta para seguir sus reglas, así que siéntanse libres de comer lo que les ofrecen.”
Los discípulos intercambiaron miradas silenciosas.
Parecía que aún les costaba dar el primer paso.
"Tch, qué tercos."
Cheong Myeong suspiró.
Si las palabras no eran suficientes, él mismo se encargaría de hacerlos entrar en razón.
Tomó un trozo de carne jugosa con sus palillos y, con naturalidad, lo colocó en el plato de Baek Cheon, quien se había sentado a su lado.
—”Pruébalo.”
Baek Cheon se tensó por un momento.
Miró la carne como si fuera una prueba de vida o muerte.
Pero bajo la atenta mirada de su maestro, no pudo negarse.
Llevó el trozo de carne a la boca con algo de timidez, masticando con cuidado.
Y entonces…
Sus ojos se iluminaron.
La carne era tierna y jugosa, con un sabor intenso y especiado que explotó en su paladar.
Era… ¡deliciosa!
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
"Eso bastó."
El resto de los discípulos vieron la reacción de Baek Cheon y, como si hubieran recibido permiso, comenzaron a probar la comida también.
Uno tras otro, dejaron de lado sus dudas.
En cuestión de minutos, la cena dejó de ser un acto contenido y pasó a ser una verdadera comida.
Chapter 29: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (5)
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Baek Cheon se veía lindo incluso mientras comía.
Cheong Myeong tuvo que hacer un esfuerzo consciente para no soltar una risa y apretar aquellas mejillas regordetas de comida.
El joven tenía una expresión concentrada, masticando con pequeñas arrugas en su entrecejo, como si estuviera analizando cada sabor con meticulosidad.
"Tsk, qué adorable."
Internamente, Cheong Myeong estaba arrullando a su discípulo como si fuera un cachorro bien alimentado.
Pero, por supuesto, mantuvo su compostura externa.
Fue en ese momento que Hwang Wei hizo una señal discreta con la mano, y los asistentes se acercaron con elegancia para servir las bebidas.
A los discípulos les entregaron un exquisito té fragante, humeante y con un aroma floral reconfortante.
Pero a Cheong Myeong…
Le sirvieron una copa de licor.
Y no cualquier licor.
Era un licor de alta calidad, el tipo de bebida que solo los más ricos y poderosos podían darse el lujo de disfrutar.
"¡Sí! ¡Sabía que este viaje valdría la pena!"
Con una naturalidad impresionante, Cheong Myeong tomó la copa y le dio un sorbo largo, apreciando el ardor agradable que descendió por su garganta.
Pero entonces…
Sintió miradas sobre él.
Giró la cabeza.
Cuatro pares de ojos lo estaban fulminando en silencio.
Sus discípulos, perfectos representantes de la secta del Monte Hua, lo observaban con reproche.
Especialmente Baek Cheon.
La expresión de Baek Cheon era la de alguien que acababa de ver a su maestro caer en la más baja de las depravaciones.
Cheong Myeong, sin inmutarse, colocó la copa en la mesa con tranquilidad y, con una expresión seria, se justificó:
—”Sería de mala educación rechazar el gesto.”
El silencio en la mesa se volvió aún más pesado.
Jo Gul parpadeó lentamente, como si estuviera procesando la excusa.
Yoon Jong frunció el ceño con desaprobación, pero no dijo nada.
Yu Iseol… bueno, Yu Iseol no tenía expresión, pero su mirada parecía juzgarlo en silencio.
Pero el peor de todos…
Era Baek Cheon.
Baek Cheon parecía el más infeliz de todos.
Su mirada era una mezcla entre decepción, incredulidad y el puro deseo de arrancarle la copa de las manos.
Parecía un niño que acababa de descubrir que su padre no era el gran héroe que pensaba.
"¡Por el amor de los cielos, deja de mirarme así!"
Pero Cheong Myeong ignoró a sus discípulos y se sirvió otro trago.
Baek Cheon lo miró aún más intensamente.
—”…Maestro” —Baek Cheon finalmente habló con voz seria—. “¿No cree que ya ha bebido suficiente?”
Cheong Myeong, con total descaro, se llevó otra copa a la boca y respondió:
—”¿De qué estás hablando? Apenas he empezado. “
Baek Cheon inhaló profundamente, como si estuviera reuniendo paciencia.
Pero Cheong Myeong fingió no notarlo y continuó bebiendo tranquilamente.
Baek Cheon suspiró con resignación, bajando ligeramente los hombros antes de retomar su comida.
No valía la pena discutir sobre algo como esto.
Si bien no aprobaba el comportamiento relajado de su maestro, confiaba en que no cometería la imprudencia de emborracharse durante una misión importante.
"Supongo que mientras se mantenga bajo control…"
El resto de los discípulos parecieron seguir su ejemplo, soltando el aire que habían estado conteniendo y volviendo a centrarse en el banquete.
Poco a poco, el ambiente recuperó su calidez.
Las charlas discretas continuaron, los platos se vaciaban, e incluso Jo Gul se atrevió a hacer un comentario que sacó algunas risas.
Pero entonces…
El aire en la habitación cambió abruptamente.
Las puertas del comedor se abrieron de golpe, interrumpiendo el banquete con un eco resonante.
Y allí, de pie en el umbral con una postura impecable, estaba Hwang Yujin.
Tal como Cheong Myeong lo había anticipado.
"Aquí vamos..."
Vestida con sus mejores galas, la joven parecía haber salido directamente de una reunión de la alta sociedad.
Su hanfu de seda brillante estaba exquisitamente bordado, decorado con tonos dorados y carmesí, y su cabello, peinado con esmero, estaba adornado con delicadas horquillas de jade.
El sutil aroma de su perfume se extendió por la habitación, una fragancia claramente costosa y pensada para llamar la atención.
Sus ojos recorrieron la sala con rapidez.
Buscando a alguien.
Y en cuanto lo encontró…
Su mirada se iluminó.
Baek Cheon.
Con una sonrisa encantadora, se acercó con gracia, cada uno de sus pasos calculado para resaltar su elegancia.
Los discípulos de Cheong Myeong intercambiaron miradas entre ellos, algunos disimuladamente interesados, otros simplemente desconcertados.
Pero Cheong Myeong…
Ya tenía ganas de irse.
"Podría estar disfrutando mi comida en paz, pero no… tenía que pasar esto."
—”Discípulo Baek Cheon” —saludó Hwang Yujin con una leve reverencia, su voz tan dulce como la miel—. “Me alegra tanto conocerlo en persona. “
Baek Cheon, quien había estado en medio de un bocado, parpadeó un par de veces antes de tragar apresuradamente.
—”Ah… encantado de conocerla, señorita Hwang “—respondió con educación, devolviendo la reverencia.
Pero cualquiera que lo conociera bien podía notar la leve rigidez en sus hombros.
Hwang Yujin no pareció notar (o decidió ignorar) la incomodidad de Baek Cheon y tomó asiento elegantemente a su lado, deslizándose con naturalidad en el espacio vacío.
Cheong Myeong, que estaba sentado justo al otro lado de Baek Cheon, resistió el impulso de rodar los ojos.
"Aquí viene la parte en la que empieza a coquetear descaradamente."
Decidió llenarse otra copa de licor.
"Voy a necesitarlo."
Chapter 30: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (6)
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Tal como Cheong Myeong recordaba de la historia original, Hwang Yujin no tenía ninguna intención de mantener la distancia.
Al contrario, apenas tomó asiento, se inclinó ligeramente hacia Baek Cheon, acortando la distancia entre ellos con una fluidez demasiado natural.
—”Discípulo Baek Cheon, realmente admiro a los artistas marciales como usted” —dijo con una voz dulce, posando su mirada en él con un brillo casi embelesado—.” Su dedicación, su fuerza… es algo impresionante. “
Cheong Myeong chasqueó la lengua internamente.
"Aquí vamos..."
En la historia original, este era el momento exacto en que el fanservice comenzaba a elevarse.
Hwang Yujin no solo coqueteaba verbalmente con el protagonista, sino que también encontraba excusas para tocarlo.
Primero, un roce ‘casual’ en el brazo.
Luego, una leve inclinación que hacía que su perfume envolviera al protagonista.
Después, un sutil toque en la mano al alcanzar los cubiertos.
Era un manual perfecto de seducción descarada.
Y lo peor de todo era que funcionaba.
El Baek Cheon original se sonrojaba ante la atención femenina, y su corazón juvenil no podía evitar sentirse atraído.
Su lado hormonal despertaba.
Pero ahora…
La escena era completamente distinta.
Baek Cheon no se veía nervioso o halagado.
Se veía incómodo.
Su mandíbula estaba ligeramente tensa, sus hombros un poco rígidos, y cada vez que Hwang Yujin se acercaba más de la cuenta, él intentaba sutilmente retroceder.
Pero la educación le impedía rechazarla directamente.
Si la apartaba bruscamente, sería una falta de respeto.
Si se levantaba de golpe, quedaría como un grosero.
Así que se encontraba atrapado en una situación incómoda, sin saber cómo librarse de ella.
Cheong Myeong suspiró.
"Pobrecito. Esto no se veía tan incómodo en el juego."
Por un momento, consideró intervenir.
Tal vez… podría derramar “accidentalmente” su licor sobre la manga de la chica.
O soltar algún comentario que matara por completo el ambiente romántico.
Pero, afortunadamente, no tuvo que hacer nada.
—”Yujin. “
La voz firme de Hwang Wei resonó en la mesa.
Hwang Yujin se detuvo en seco y giró la cabeza hacia su hermano, con una expresión de leve molestia.
—”¿Sí, hermano? “
—”Acompáñame un momento. Necesito discutir algo contigo.”
Era una orden, no una petición.
Por un instante, la joven pareció dudar, claramente reacia a dejar su intento de conquista a medias.
Pero bajo la mirada seria de su hermano, sólo pudo suspirar y levantarse con elegancia.
—”Disculpen, volveré en un momento “—dijo con una sonrisa, antes de retirarse junto a Hwang Wei.
El comedor quedó en silencio por unos segundos.
Hasta que Cheong Myeong no pudo evitar soltar una ligera risa.
Miró a su discípulo, quien exhaló aliviado tan pronto la chica se fue.
"Bien hecho, Hwang Wei. Te debo una."
Baek Cheon frunció levemente el ceño cuando escuchó la risa de su maestro.
Sabía exactamente de qué se reía.
Sin embargo, al girar la mirada para observar a sus compañeros, su molestia sólo aumentó.
¡Porque ellos también estaban tratando de contener la risa!
Incluso Yu Iseol, con su usual expresión impasible, tenía las comisuras de los labios levemente elevadas.
"¡Esos malditos! ¡¿Dónde quedó la hermandad entre compañeros?! ¿No se supone que deberían apoyarme en esta tortura?!"
Baek Cheon se aclaró la garganta y retomó su postura impecable, fingiendo que no había visto nada.
Afortunadamente, después de unos minutos, los hermanos Hwang regresaron al comedor.
Hwang Yujin ya no tenía la misma sonrisa encantadora de antes.
Claramente había sido reprendida.
Su expresión era un poco más rígida y el brillo travieso en sus ojos se había atenuado.
Sin embargo, en cuanto tomó asiento nuevamente, sus intenciones quedaron en evidencia.
Ya no se sentó junto a Baek Cheon, pero se colocó directamente frente a él.
Y aunque no podía invadir su espacio personal ahora, eso no significaba que se rendiría.
Cada cierto tiempo, le lanzaba miradas furtivas, jugaba con su cabello de manera coqueta y hasta le guiñó un ojo descaradamente.
Baek Cheon tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no reaccionar.
Afortunadamente, Hwang Wei decidió intervenir antes de que la situación se volviera más incómoda.
El hijo mayor carraspeó ligeramente, captando la atención de todos en la mesa.
—”Ahora que estamos todos aquí nuevamente, creo que es un buen momento para hablar de la situación actual de mi padre “—dijo con voz seria, dejando de lado cualquier formalidad innecesaria.
El ambiente cambió inmediatamente.
El tono relajado de la cena se disipó, y todos los presentes se enderezaron en sus asientos, listos para escuchar la información que Hwang Wei tenía para compartir.
—”Como mencioné en la carta que envié, mi padre ha estado enfermo durante los últimos meses” —continuó, su expresión mostrando una preocupación genuina—. “Sin embargo, su condición parece haberse agravado recientemente. Los médicos han hecho todo lo posible, pero…”
Hizo una pausa, como si estuviera eligiendo sus palabras con cautela.
—”Dicen que su enfermedad no es algo natural.”
El silencio se volvió más pesado.
Cheong Myeong se apoyó en su asiento, observando a Hwang Wei con más atención.
"Aquí es donde las cosas se ponen interesantes..."
Chapter 31: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (7)
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Cheong Myeong escuchó con atención, aunque ya conocía cada palabra que Hwang Wei estaba por decir.
"Exactamente igual que en el juego."
El hijo mayor del gremio relató con seriedad lo que los doctores habían intentado. Diferentes medicinas, técnicas de acupuntura, métodos de sanación basados en el flujo de energía interna… Todo en vano.
Cada intento por mejorar la salud del anciano había fracasado.
—”Pensamos que simplemente era una enfermedad causada por la edad” —continuó Hwang Wei—, “pero después de investigar más a fondo… encontramos rastros de una energía que nunca creímos volver a ver. “
Hizo una pausa, como si la mera mención de aquello le pesara en la lengua.
—”Energía demoníaca.”
El ambiente en la habitación se tensó de inmediato.
Incluso Yu Iseol, que solía mantener una expresión inmutable, frunció ligeramente el ceño.
Baek Cheon se enderezó en su asiento, su mirada ahora mucho más seria.
—”¿Están seguros?” —preguntó con voz firme.
Hwang Wei asintió con gravedad.
—”Hemos consultado con varios expertos. Aunque la cantidad de energía demoníaca es débil, la hemos sentido claramente en el cuerpo de mi padre. “
Cheong Myeong no pudo evitar rodar los ojos.
"Claro que la sintieron. Es un milagro que no se dieran cuenta antes."
Porque, a diferencia de lo que todos estaban imaginando, esto no tenía nada que ver con el Culto Demoníaco.
No era obra de algún maestro de las artes oscuras ni de una secta maligna.
No, el verdadero culpable era un simple comerciante envidioso.
Alguien que, tras descubrir un antiguo libro sobre artes demoníacas, había intentado usar su contenido para deshacerse de la familia más influyente de la región.
"Un idiota con demasiada ambición y cero talento."
Cheong Myeong ya sabía exactamente cómo terminaría esta historia.
En la versión original del juego, Baek Cheon y sus compañeros pasarían días investigando, enfrentando obstáculos y siguiendo pistas falsas antes de finalmente encontrar la solución.
Y al final, después de un tenso enfrentamiento, lograrían curar al anciano y atrapar al culpable.
Si quisiera, podría ahorrarse todo ese problema ahora mismo.
Podría sanar al anciano en este instante, exorcizar la energía demoníaca y revelar la identidad del responsable con un solo movimiento.
Pero…
Eso arruinaría la experiencia.
"Mis discípulos necesitan esto."
Una misión así era la oportunidad perfecta para que Baek Cheon y los demás ganaran experiencia en situaciones del mundo real.
Les ayudaría a mejorar sus habilidades de investigación, su intuición y su capacidad de reaccionar ante eventos inesperados.
Por lo tanto, decidió no intervenir.
Al menos, no a menos que fuera realmente necesario.
Si en algún momento las cosas se salían del guion y la vida de alguno de sus discípulos corría un peligro genuino, entonces sí actuaría.
Pero por ahora…
Todo parecía ir en orden.
Así que se limitó a apoyar la barbilla en su mano y observar con calma.
"Vamos, Baek Cheon. Sorpréndeme."
—--------------------
Hwang Wei los guió a través de los pasillos silenciosos hasta una habitación en la zona más privada de la residencia. El ambiente se sentía solemne, incluso pesado, como si la enfermedad del patriarca del Gremio Hwang hubiera impregnado las paredes mismas.
Cheong Myeong caminaba con calma, aunque sus ojos estaban atentos a todo.
Baek Cheon iba a su lado, su postura recta y sus manos cerradas en puños discretos, como si tratara de prepararse mentalmente para lo que estaba por ver.
Por supuesto, Yujin también iba con ellos.
La joven se había pegado a Baek Cheon, caminando a su lado con una sonrisa que intentaba parecer casual.
—”Es una lástima que nuestra reunión haya sido en estas circunstancias” —murmuró con voz melosa—,” pero me alegra que estés aquí, Baek Cheon.”
El aludido no respondió de inmediato.
Sus labios se apretaron en una línea tensa, su mirada permaneció al frente, pero su incomodidad era evidente.
Cheong Myeong estaba disfrutando demasiado viéndolo sufrir.
Sin embargo, antes de que pudiera hacer algún comentario para molestarlo, Hwang Wei se giró en seco y extendió una mano, bloqueando la entrada.
—”Tú no entras” —dijo, mirando fijamente a su hermana menor.
Yujin parpadeó incrédula.
—”¡Pero yo también quiero verlo!”
—”No hay necesidad “—cortó Hwang Wei con voz firme—.” Quédate afuera. “
La joven frunció el ceño con visible molestia, pero no se atrevió a discutir más.
Con un suspiro dramático, se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared.
—”No tarden demasiado” —dijo con mal humor.
Cheong Myeong reprimió una sonrisa burlona mientras entraba a la habitación.
Chapter 32: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (8)
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El interior de la habitación estaba sumido en penumbra.
Un brasero mantenía el aire tibio, pero aún así se sentía helado.
El anciano Hwang yacía sobre la cama tal como lo recordaba de la ilustración del juego.
Su piel tenía un tono rojizo enfermizo, con pequeños puntos oscuros donde la energía demoníaca comenzaba a manifestarse con más fuerza.
A pesar del sudor en su frente, su cuerpo temblaba de frío, como si estuviera atrapado entre dos extremos.
Su respiración era irregular.
Los sonidos débiles y entrecortados llenaban la habitación con una sensación sofocante.
—”Acérquense” —ordenó Cheong Myeong, sin perder la compostura—.
Sus discípulos obedecieron de inmediato.
—”Quiero que usen su energía interna para examinarlo” —continuó—. “Perciban lo que sucede en su cuerpo y díganme qué pueden concluir. “
Uno a uno, los jóvenes discípulos se acercaron a la cama.
Yu Iseol fue la primera.
Extendió la mano con delicadeza y envió un hilo de su energía interna al cuerpo del anciano.
Su expresión cambió sutilmente, pero no dijo nada y se retiró sin mostrar demasiado en su rostro.
Después fue Yoon Jong, seguido de Jo Gul.
Ambos fruncieron el ceño casi al instante, claramente incómodos con lo que sentían.
Finalmente, Baek Cheon se acercó con paso decidido.
Colocó dos dedos en la muñeca del anciano y cerró los ojos.
Cheong Myeong lo observó con interés.
Sabía que este tipo de pruebas no eran fáciles para jóvenes sin experiencia con la energía demoníaca.
El resentimiento impregnado en esa energía solía afectar la mente, evocando emociones negativas, provocando miedo o incluso rechazo instintivo.
Era normal que los discípulos se sintieran incómodos, y aún más normal que les costara sacar conclusiones claras.
Por eso quería ver cómo lo manejaba Baek Cheon.
El joven no decepcionó.
Cuando abrió los ojos, su expresión era seria, pero firme.
—”Es una energía extraña” —dijo con seguridad—. “No parece expandirse de manera natural. Más bien… está adherida a su flujo de energía interna, afectando su circulación y drenando su fuerza poco a poco.”
Cheong Myeong alzó una ceja.
"Oh… nada mal."
—”Entonces” —lo instó, cruzándose de brazos—,” ¿qué sugieres?”
Baek Cheon hizo una pausa para ordenar sus pensamientos.
—”No es una enfermedad común, pero tampoco parece una maldición poderosa. Su condición es grave, pero la energía demoníaca no es lo suficientemente fuerte como para matarlo de inmediato. Es como si… alguien la hubiera aplicado sin el conocimiento necesario.”
Los demás discípulos lo miraron sorprendidos.
Incluso Yu Iseol, que no solía mostrar emociones, parecía impresionada.
Cheong Myeong no pudo evitar sonreír.
"No hay duda, este chico es el protagonista."
—”¿Estoy en lo correcto, maestro?”
Baek Cheon lo miró con seriedad, esperando su confirmación.
Cheong Myeong se tomó un momento antes de responder.
Luego, con toda la calma del mundo, levantó la mano y le dio una suave palmada en el hombro.
—”Buena deducción. “
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
Parecía no haber esperado el elogio tan directo.
—”Pero no te emociones demasiado “—agregó Cheong Myeong con una sonrisa burlona—. “Aún falta descubrir cómo eliminar la energía demoníaca y, por supuesto, encontrar el origen. “
Baek Cheon asintió con determinación.
—”Sí, maestro.”
Cheong Myeong reprimió una carcajada.
"Bien. Sigamos con el espectáculo."
Dentro de la silenciosa habitación, Cheong Myeong miró a sus discípulos con una expresión serena, pero su tono fue firme cuando comenzó a hablar.
—”La energía demoníaca es distinta a cualquier otra que hayan sentido antes. No fluye como la energía interna o la espiritual; se adhiere, se infiltra y se alimenta de la vitalidad de su anfitrión.”
Los jóvenes lo escuchaban con atención, asimilando cada palabra.
—”Además, tiende a afectar el estado emocional. Si en algún momento sienten un cambio repentino en su temperamento mientras investigamos, podrían haber sido expuestos a rastros de esta energía. “
Yoon Jong frunció el ceño.
—”¿Entonces la energía demoníaca también puede influir en la mente?”
—”En cierto grado, sí. Es más peligrosa para aquellos con mentes débiles o emociones inestables” —respondió Cheong Myeong con naturalidad—.” En otras palabras, si comienzan a sentirse irritables o temerosos sin razón aparente, probablemente han estado demasiado cerca de un foco de energía demoníaca.”
Todos asintieron, grabándose esa información en la cabeza.
Cheong Myeong se limitó a soltar pequeños comentarios aquí y allá, pistas veladas sobre lo que encontrarían si buscaban en la dirección correcta.
—”A veces, la energía demoníaca deja rastros físicos en el lugar donde se ha utilizado “—murmuró, con la vista aún en el anciano enfermo—. “No es algo que pueda verse fácilmente a simple vista… pero aquellos con buena percepción podrían notarlo.”
Su mirada se posó fugazmente en Baek Cheon, quien pareció captar el mensaje y se puso más serio.
"Bien, ese chico ya está pensando en cómo usar esto a su favor."
Cheong Myeong dejó escapar un leve suspiro, girándose hacia la ventana.
Afuera, la noche ya había caído por completo, y solo las linternas del patio iluminaban tenuemente el camino.
—”Bien, eso es suficiente por hoy.”
Se giró para mirar a sus discípulos.
—”Vayan a descansar. Mañana nos dirigiremos a la ciudad para interrogar a los ciudadanos. “
Aunque ninguno protestó, era obvio por sus expresiones que sus mentes estarían activas la mitad de la noche, procesando la información.
"Qué discípulos más diligentes tengo."
Hwang Wei se aclaró la garganta y los guió fuera de la habitación.
—”Les mostraré dónde están las habitaciones de invitados.”
—----------------------
El grupo atravesó el pasillo principal hasta llegar a una zona apartada de la residencia, donde las habitaciones de los invitados estaban dispuestas en fila.
—”Pueden tomar cualquiera de estas” —dijo Hwang Wei—. “Son lo suficientemente amplias para que descansen cómodamente. “
Cheong Myeong fingió mirar con calma, pero en realidad estaba decidiendo cuál tomar.
Cuando vio que Baek Cheon elegía la segunda habitación, tomó la tercera, justo a su lado.
Los discípulos no notaron nada extraño y comenzaron a acomodarse en sus habitaciones, pero Cheong Myeong tenía otro propósito en mente.
"Para mí es fácil detectar energías cercanas incluso cuando descanso."
Si esa chica molesta intentaba algo con Baek Cheon durante la noche, lo sabría de inmediato.
Después de todo, no iba a permitir que un personaje secundario arruinara la misión de su protagonosta.
"Pasé de ser el maestro del protagonista a ser su guardaespaldas de un momento a otro… qué cosas de la vida.”
Con un suspiro, entró a su habitación y cerró la puerta.
Tal vez esta historia no estaba yendo exactamente como él esperaba… pero al menos se aseguraría de que no se desviara demasiado.
Chapter 33: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (9)
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La mañana llegó sin incidentes, algo que Cheong Myeong consideró un milagro. Ninguna invitada inesperada había intentado escabullirse en la noche, ningún escándalo innecesario había perturbado el descanso de su discípulo.
"Qué raro... Pero claro, no fue porque la señorita Hwang Yujin haya sido considerada."
No, eso era imposible.
Lo más probable era que su hermano mayor le hubiera advertido que no molestara a los invitados. Hwang Wei parecía ser un hombre razonable, y lo último que querría sería que su hermana entorpeciera la misión de la Secta del Monte Hua.
Cheong Myeong se desperezó y salió de su habitación. Cuando llegó al comedor, ya todos estaban listos para el desayuno. Era una comida rápida y sencilla, más funcional que sabrosa, pero cumplía su propósito.
Fue entonces cuando vio a Hwang Yujin nuevamente, con una expresión decidida en el rostro.
Se estaba preparando para salir con ellos.
"Ah... claro. En la historia original, aquí es donde la trama comenzaba a descarrilarse."
Baek Cheon aceptaba la compañía de la chica y, en lugar de una investigación seria, el día se convertía en lo más parecido a una cita romántica disfrazada de trabajo. Entre los diálogos coquetos y los encuentros "accidentales", los jugadores terminaban frustrados porque la historia principal no avanzaba.
Pero esta vez…
—”Yujin.”
Su hermano mayor, Hwang Wei, la llamó con firmeza.
—”Tú te quedas aquí. No es necesario que acompañes a nuestros invitados.”
La joven lo miró incrédula.
—”¡Pero hermano!”
—”No hay peros. No puedes salir del gremio.”
Yujin infló las mejillas de frustración, claramente contrariada. Pero ante la mirada severa de su hermano, no tuvo más opción que ceder.
Cheong Myeong tuvo que contener la risa cuando vio de reojo a Baek Cheon soltando un leve suspiro de alivio.
"Parece que no quiere lidiar con ella en lo más mínimo."
Con ese obstáculo fuera del camino, finalmente salieron del gremio y se adentraron en la ciudad para comenzar la investigación.
O mejor dicho, para que sus discípulos comenzaran la investigación.
Cheong Myeong tenía otros planes.
Al llegar al bullicioso centro de la ciudad, lleno de mercaderes ofreciendo sus productos y ciudadanos ocupados con sus actividades diarias, Cheong Myeong encontró el mejor restaurante que pudo y se instaló cómodamente en una mesa.
Sus discípulos lo miraron con incredulidad mientras comenzaba a ordenar.
—”Maestro…” —Baek Cheon frunció el ceño—.” ¿No piensa acompañarnos?”
—”¿Para qué?” —respondió con total tranquilidad mientras tomaba los palillos y se servía un poco de té—. “Este es su trabajo. Necesitan aprender a moverse por su cuenta.”
Baek Cheon suspiró, claramente esperando esa respuesta, y junto con los demás se fue en dirección a los mercados y tabernas, donde comenzarían su investigación.
Cheong Myeong los observó alejarse mientras se llevaba un bocado de carne a la boca.
"Si esto va según la historia original, entonces este primer día no encontrarán nada relevante."
Pero…
Esta vez Yujin no estaba para retrasarlos con su fanservice innecesario.
Eso podía cambiar muchas cosas.
Sonrió ligeramente y se sirvió más té.
Solo quedaba esperar y ver qué tan diferente se volvería esta historia sin las distracciones románticas.
—-----------------
Después de un banquete improvisado con las delicias locales, Cheong Myeong decidió dar un paseo por las calles para bajar la comida.
A su alrededor, la ciudad estaba en su punto más activo: los mercaderes llamaban a los transeúntes para que vieran sus productos, los niños corrían de un lado a otro riendo, y los vendedores ambulantes ofrecían toda clase de bocadillos fragantes. Era un ambiente vibrante y animado, muy diferente a la serenidad de la Secta del Monte Hua.
Aprovechó para comprar algunos dulces mientras caminaba.
"Uno nunca sabe cuándo un poco de azúcar puede mejorar el ánimo de alguien."
Justo cuando estaba a punto de marcharse, algo llamó su atención en un pequeño puesto de artesanías.
Era un colgante sencillo, con un conejo de madera tallado con precisión.
No era algo que él usaría, pero por alguna razón, su mente asoció inmediatamente la imagen con Baek Cheon.
"Ese maldito conejo…"
Por alguna razón, la idea de regalarle algo así le resultó increíblemente divertida.
Imaginó su rostro al recibir el colgante, la expresión de indignación al darse cuenta de la comparación.
Eso fue suficiente para que Cheong Myeong lo comprara sin pensarlo dos veces.
"Será divertido ver su reacción.
Pero no podía regresar solo con un regalo para Baek Cheon. Eso sería injusto para los demás.
Así que compró un par de dulces para sus discípulos que lo acompañaban en esta misión. Al final del día, todos ellos estaban trabajando arduamente, y un pequeño gesto como ese ayudaría a mantenerlos motivados.
Y hablando de discípulos…
"Los pobres que se quedaron en la secta deben estar sufriendo con la comida insípida de siempre."
En comparación con la exquisita comida del gremio mercante, la dieta en la secta era simple y monótona. Si bien era saludable y balanceada, carecía de cualquier emoción culinaria.
Así que, como un buen maestro compasivo y considerado, encargó un pedido grande de dulces variados en una de las tiendas más recomendadas del mercado.
—”Pasaré por ellos cuando esté listo para regresar” —le indicó al vendedor, asegurándose de que preparara una buena cantidad.
"Mis niños en la secta estarán felices."
Con eso resuelto, continuó con su paseo hasta que el sol comenzó a descender, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y dorados.
Justo a tiempo, sus discípulos regresaron.
—”Maestro” —Baek Cheon fue el primero en hablar—.” Encontramos información importante. “
Cheong Myeong arqueó una ceja con interés.
"¿En serio? En la historia original, este primer día de investigación no daba frutos por culpa de la mocosa interfiriendo."
Pero esta vez no estaba Yujin distrayendo a Baek Cheon y retrasando la trama.
Sorprendentemente, sus discípulos habían logrado recopilar pistas valiosas, aunque aún no habían llegado a una conclusión precisa.
Eso significaba que esta historia se resolvería más rápido que la original.
"Excelente. Así podré irme de este lugar antes de que esa mocosa intente algo más.”
Con una sonrisa satisfecha, se cruzó de brazos y miró a sus discípulos.
—”Bien, muchachos. Díganme todo lo que encontraron.”
Chapter 34: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (10)
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Baek Cheon, con la confianza de un verdadero líder, tomó la palabra para informar los hallazgos del día.
—”Durante nuestra investigación, varios ciudadanos mencionaron haber visto personas sospechosas cerca del gremio en días recientes “—comenzó, con una postura firme y su tono seguro—. “También escuchamos rumores sobre transacciones extrañas en la zona comercial.”
Los demás discípulos asintieron con seriedad, añadiendo pequeños detalles a la explicación.
En la historia original, esta información tardaba dos días enteros en recopilarse debido a las constantes interrupciones de la mocosa consentida, pero esta vez habían logrado reunir todo en solo una tarde.
"Es sorprendente lo mucho que puede avanzar la historia cuando el fanservice no interfiere."
Lo más interesante fue que encontraron pistas cerca de la residencia del comerciante envidioso.
Sin embargo, Cheong Myeong se guardó ese dato para sí mismo.
No tenía intención de señalarlo.
"Es mejor que lo descubran por su cuenta. Así aprenderán a conectar las pistas correctamente."
Satisfecho con los resultados, sacó la bolsa con los dulces y la lanzó a sus discípulos.
—”Buen trabajo. Repártanlos entre ustedes.”
Las expresiones de sorpresa fueron reemplazadas rápidamente por sonrisas y murmullos emocionados mientras cada uno tomaba su parte. Un poco de azúcar siempre era una buena recompensa por un día de arduo trabajo.
Con el ánimo renovado, comenzaron a caminar de regreso al gremio para informar a Hwang Wei.
—-----------
Cuando llegaron, fue el turno de Cheong Myeong de hablar.
Como buen representante de sus discípulos, informó a Hwang Wei de los hallazgos del día.
El hijo mayor del líder del gremio escuchó con atención, su expresión cambiando entre preocupación y reflexión.
—”Esto es más grave de lo que pensábamos” —murmuró Hwang Wei—. “Si hay pruebas de actividad sospechosa cerca de nuestra residencia, eso significa que el problema está mucho más cerca de lo esperado…”
Cheong Myeong asintió sin decir nada.
Sin embargo, su verdadero objetivo en este momento no era seguir conversando con Hwang Wei.
Después de dale toda la información y aprovechando que sus discípulos estaban distraídos terminando sus dulces, se acercó a Baek Cheon con una sonrisa traviesa.
—”Toma” —susurró, colocando algo en su mano.
Baek Cheon parpadeó confundido antes de bajar la vista.
Un pequeño colgante con la figura de un conejo tallado en madera descansaba en su palma.
Antes de que pudiera reaccionar, Cheong Myeong soltó su golpe final.
—”Te lo compré porque me recordaste a él” —dijo con una sonrisa burlona—. “Es idéntico a ti, ¿no crees?”
La expresión de Baek Cheon pasó por varias emociones en cuestión de segundos.
Primero confusión, luego comprensión, después indignación…
Y finalmente, su rostro se tiñó de rojo.
—”¡No me parezco a un conejo!”—exclamó, apretando el colgante con fuerza.
Dio media vuelta y se marchó refunfuñando con indignación, su paso firme y rápido mientras su cabello se movía con el viento.
Cheong Myeong estalló en carcajadas al verlo marcharse.
"Ah, eso fue mejor de lo que esperaba."
Pero Baek Cheon, una vez que estuvo solo en su habitación, se detuvo frente a su cama y miró el colgante en su mano.
Su rostro seguía ardiendo, pero esta vez no era por enojo.
Se sentó lentamente, girando el colgante entre sus dedos.
"Mi maestro pensó en mí..."
Sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
Su corazón latía más rápido de lo normal.
Como si fuera un tesoro extremadamente valioso, Baek Cheon guardó el colgante entre sus pertenencias con una sonrisa.
"No me parezco a un conejo… pero aun así, lo guardaré."
Apenas amarró su bolsa, un golpeteo en la puerta lo sacó de su ensimismamiento.
—”Adelante “—dijo sin pensar demasiado.
Mala idea.
Al abrir la puerta, su corazón dio un vuelco.
Yujin.
La joven, con su característica sonrisa confiada, lo miró directamente y sin rodeos le lanzó su petición.
—”Baek Cheon, ven a dar un paseo conmigo.”
Baek Cheon reprimió un suspiro.
—”Es tarde. Deberíamos cenar y dormir temprano. Aún tenemos trabajo que hacer mañana.”
Pero Yujin no parecía dispuesta a aceptar un no por respuesta.
—”No tomará tanto tiempo. Vamos, será divertido.”
Antes de que pudiera formular otra excusa, ella lo tomó de la mano y comenzó a jalarlo.
Baek Cheon consideró resistirse, pero se rindió con resignación.
"Tal vez si le cumplo este capricho, me dejará en paz."
Yujin lo llevó hasta el jardín trasero del gremio, un lugar bellamente decorado con flores de todo tipo y un pequeño lago que reflejaba la luz de la luna.
El paisaje era hermoso, casi sacado de una pintura, pero Baek Cheon no estaba de humor para apreciarlo.
Yujin lo sentó en una zona con una vista privilegiada al patio y comenzó a charlar animadamente.
Baek Cheon asentía de vez en cuando, pero no estaba prestando atención.
Su mente viajó a otro lugar.
La imagen de su maestro durmiendo sobre un tejado iluminado por la luna…
La noche en que intercambiaron movimientos por primera vez…
"¿Qué estará haciendo ahora?"
Su maestro era un hombre extraño.
Alguien que parecía frío e imponente frente a todos, pero con él… a veces se sentía diferente.
Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos.
Un peso se recargó sobre su hombro.
Yujin.
Baek Cheon se quedó rígido.
Ella se acurrucó contra él como si fueran pareja.
Su fragancia intensa le llenó la nariz.
El aroma era fuerte, dulce hasta lo empalagoso, nada que le resultara agradable.
Sus horquillas de adorno le rozaban la mejilla, pinchándole la piel de forma molesta.
Su cuerpo se tensó con incomodidad.
No le gustaba esto.
No le gustaba la cercanía de la chica.
No le gustaba su perfume sofocante.
No le gustaban las horquillas picándole el rostro.
"¿Cómo me alejo sin ser grosero?"
¡La secta no lo preparaba para este tipo de situaciones!
Baek Cheon buscó desesperadamente con la mirada en los alrededores.
¡Alguien! ¡Algo! ¡Cualquier cosa que lo salvara de esta situación!
Pero el jardín estaba desolado.
Las hojas no crujían.
El agua del lago se mantenía inmóvil.
Incluso los insectos parecían haber desaparecido, como si no quisieran interrumpir este incómodo momento.
"Que me trague la tierra…"
Intentó moverse sutilmente, pero Yujin se acomodó aún más contra su hombro.
La incomodidad que había estado tratando de contener se transformó en pura molestia.
"¿Cómo es posible que esta chica actúe con tanta despreocupación cuando su padre está en su lecho de muerte?"
Era absurdo.
No respetaba ni a su propia familia, y eso…
Eso le repugnaba.
Yujin pareció retomar su conversación, ajena a la tensión en Baek Cheon.
Se rió suavemente, como si todo estuviera bien.
Baek Cheon cerró los ojos y la ignoró.
"No responderé."
"No le seguiré el juego."
Entonces, una voz rompió la quietud de la noche.
—”¡Yujin!”
Baek Cheon abrió los ojos de golpe.
—”¡Es hora de cenar!”
La voz de Hwang Wei resonó por todo el jardín.
Baek Cheon contenía las ganas de suspirar de alivio.
¡Lo había salvado!
Yujin frunció el ceño con molestia al escuchar la voz de su hermano.
En lugar de levantarse o responder, simplemente ignoró la llamada y retomó la conversación con Baek Cheon como si nada.
—”Entonces, como te decía, creo que—”
—”¡Yujin!” —La voz de Hwang Wei sonó mucho más cerca esta vez.
Baek Cheon sintió un alivio inmediato cuando su hermano mayor finalmente los encontró.
Hwang Wei tardó menos de un segundo en notar su incomodidad.
—”¿Qué estás haciendo aquí?” —El tono de Hwang Wei fue firme, con un dejo de fastidio.
—”Sólo estamos hablando “—respondió Yujin con un aire de indiferencia.
—”No parece que él quiera hablar contigo.”
Baek Cheon sintió un escalofrío de alivio al ver que Hwang Wei era lo suficientemente perceptivo para darse cuenta de su estado.
—”No seas así, hermano. No hice nada malo” —replicó Yujin, cruzándose de brazos.
—”¡No molestes a nuestros invitados! ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo?”
—”¡No estoy molestando a nadie!”
Hwang Wei suspiró con frustración, claramente perdiendo la paciencia.
Baek Cheon decidió que no necesitaba ver cómo terminaba esa discusión.
Aprovechando que Yujin estaba distraída con su berrinche, se escabulló con pasos rápidos y silenciosos.
No miró atrás.
No lo pensó dos veces.
Su único objetivo era llegar al comedor y refugiarse con su grupo.
Cuando entró, todos sus compañeros ya estaban cenando.
El primero en notarlo fue su maestro, Geomjon.
—”¿Dónde estabas?”
Baek Cheon, con la mirada vacía de alguien que había perdido toda su vitalidad, se dejó caer pesadamente en el asiento junto a su maestro.
Solo dijo una palabra.
—”Yujin.”
Eso fue todo.
No había necesidad de explicar más.
Incluso sus compañeros, que hasta ahora disfrutaban de su comida, le dedicaron miradas de lástima.
Geomjon suspiró pesadamente.
Sin decir nada más, tomó los utensilios y sirvió dos porciones generosas de comida para Baek Cheon.
Luego, empujó el plato hacia él con un gesto simple pero significativo.
—”Mejor come.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
Ese pequeño acto de calidez fue suficiente para que su rostro se iluminara.
Tomó los palillos y empezó a comer sin dudar.
Chapter 35: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (11)
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La mañana siguiente llegó con la tranquilidad de un nuevo día.
Cheong Myeong se desperezó, disfrutando del aire fresco que entraba por la ventana de su habitación. Se vistió con calma y salió para encontrarse con sus discípulos en el comedor. Como siempre, sus movimientos atrajeron algunas miradas temerosas de los miembros del gremio, pero ya estaba acostumbrado.
Sus discípulos ya estaban desayunando cuando llegó. Baek Cheon parecía más animado que anoche, aunque aún comía en silencio. Tal vez había dormido mejor después de la comida reconfortante que le había servido.
Lo mejor de todo era que no hubo incidentes con la mocosa berrinchuda.
Era un milagro.
Tal vez su hermano realmente la había castigado, ya que hasta ahora nadie la había visto salir de su habitación.
Mucho mejor para ellos.
Después de desayunar, todos se reunieron nuevamente para retomar la investigación.
Cheong Myeong se cruzó de brazos y observó a sus discípulos con atención.
Ya no parecían un grupo de novatos torpes e inexpertos.
Ahora conversaban entre ellos con confianza, debatiendo sobre la información que habían reunido el día anterior.
—”Creo que deberíamos investigar más cerca de la casa del comerciante” —dijo Jo Gul con seriedad—. “Es demasiada coincidencia que hayamos encontrado pistas justo en ese lugar. “
—”Podría ser una trampa también” —señaló Yoon Jong—. “Si el culpable se enteró de que estamos investigando, pudo haber dejado pistas falsas para hacernos perder el tiempo. “
—”Cierto, pero no podemos descartarlo sin más. Tal vez deberíamos dividirnos en dos grupos, uno que siga esa pista y otro que busque más información en los registros del gremio” —propuso Yu Iseol con su tono tranquilo.
Baek Cheon asintió, reflexionando.
—”Entonces así lo haremos. Yo iré con Jo Gul a investigar cerca de la casa del comerciante. Yoon Jong y Yu Iseol pueden revisar los registros del gremio.”
Cheong Myeong no dijo nada de inmediato.
Simplemente los observó con una pequeña sonrisa.
¡Qué rápido crecían sus niños!
Cuando los conoció, apenas sabían coordinarse en una simple pelea. Ahora, ya estaban organizando sus propios planes de acción sin necesidad de que él les diera indicaciones.
Por supuesto, aún no estaban al nivel que él esperaba de ellos.
Pero, por lo menos, ya no eran un desastre total.
Con una mirada satisfecha, Cheong Myeong se cruzó de brazos y asintió.
—”Bien, hagan lo que han planeado. Pero si veo que se meten en problemas… “—miró a cada uno con una sonrisa afilada—, “les haré correr hasta que sus piernas pidan clemencia.”
Sus discípulos tragaron saliva al mismo tiempo.
—”¡Sí, maestro!”
Y con eso, la investigación continuó.
—----------------
Cheong Myeong se reclinó en su asiento con un suspiro de satisfacción, disfrutando de un buen licor en un discreto rincón del restaurante. La jarra de cerámica descansaba sobre la mesa, y cada sorbo le sabía a victoria.
La ausencia de la mocosa llorona había resultado ser una bendición.
Sin Yujin interfiriendo, sus discípulos habían trabajado de manera eficiente, sin distracciones innecesarias ni desviaciones románticas absurdas.
El misterio que en la historia original tardaban una semana en resolver… ya estaba solucionado en un solo día.
—”Hah… soy un genio.”
Se felicitó a sí mismo con una sonrisa satisfecha antes de tomar otro sorbo.
Justo en ese momento, escuchó un alboroto en la calle.
Cuando alzó la mirada, vio a sus discípulos corriendo hacia él como niños que traían un descubrimiento importante.
—"Mire, maestro, ¡mire lo que encontramos!"
Jo Gul y Yoon Jong tenían sonrisas de triunfo, Yu Iseol parecía menos expresiva como siempre, pero sus ojos brillaban con emoción. Y en el centro de todos, Baek Cheon venía al frente con el porte de un líder.
Cheong Myeong sonrió de medio lado.
—”¿Qué pasa? ¿Encontraron algún secreto oscuro y turbio?”
Baek Cheon, sin perder el ritmo, golpeó la mesa con decisión.
—”¡Lo tenemos! Tenemos las pruebas para incriminar al comerciante. “
Cheong Myeong alzó una ceja con curiosidad.
—”¿Tan rápido?”
Baek Cheon asintió con firmeza y comenzó a explicar.
Por un lado, él y Jo Gul habían seguido al comerciante sospechoso y lo vieron enterrando algo en un bosque cercano.
—”Nos aseguramos de no ser descubiertos y, cuando se marchó, desenterramos lo que había escondido.”
Jo Gul sacó un pequeño paquete envuelto en tela oscura y lo puso sobre la mesa.
Cuando Cheong Myeong lo abrió, sus ojos se afilaron.
¡Un libro de artes demoníacas!
Este era un hallazgo completamente nuevo. En la historia original, nunca habían encontrado esta prueba.
—”En la historia del juego, solo atrapaban al comerciante cuando él mismo confesaba “—murmuró para sí mismo, sintiendo que las cosas se estaban desviando del guion otra vez—. “Esto es un gran cambio.”
Pero Baek Cheon no había terminado.
Yoon Jong y Yu Iseol también habían encontrado algo interesante.
—”Buscamos en los registros del gremio y encontramos que este comerciante tenía vínculos pasados con el gremio.”
Yoon Jong deslizó un viejo documento sobre la mesa.
—”Hace años, él tenía una relación estrecha con ellos. Pero después de cometer múltiples fraudes, el gremio cortó lazos con él.”
Yu Iseol asintió.
—”Si cruzamos estos registros con el libro de artes demoníacas… tenemos suficientes pruebas para acusarlo formalmente. “
Cheong Myeong se quedó en silencio por un momento.
Esto estaba yendo demasiado bien.
Su equipo había encontrado pruebas contundentes antes de tiempo.
En la historia original, habían tenido que esperar a que el villano básicamente se delatara solo.
Pero ahora…
—”Buen trabajo.”
Sus palabras fueron simples, pero sus discípulos se iluminaron con orgullo.
Cheong Myeong les miró con una pequeña sonrisa mientras tomaba otro sorbo de licor.
—”Hagamos que este comerciante nos dé un espectáculo.”
Chapter 36: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (12)
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El grupo regresó al gremio, caminando con paso seguro mientras la brisa del atardecer barría las calles de la ciudad. Cheong Myeong iba al frente, con sus discípulos siguiéndolo de cerca, cada uno con la determinación reflejada en sus rostros. Cuando entraron al edificio principal, Hwang Wei los recibió con una expresión de expectación y preocupación.
—”¿Qué descubrieron?”—preguntó, cruzando los brazos.
Baek Cheon dio un paso adelante y dejó el paquete con el libro sobre la mesa.
—”Tenemos pruebas de que el comerciante en cuestión ha estado practicando artes demoníacas. Además, encontramos registros de su relación con el gremio en el pasado, y cómo esta se rompió debido a fraudes y malas prácticas. “
Wei palideció visiblemente.
—”¿Él…?” —dudó un momento, como si quisiera convencerse de que era un error—. “Conozco a ese hombre. Sé que ha cometido errores, pero mi padre aún mantiene contacto con él…”
Su voz se apagó, la incredulidad reflejada en sus ojos.
Cheong Myeong se cruzó de brazos.
—”La confianza es un arma peligrosa cuando está mal colocada.”
Wei apretó los puños. No quería creer que alguien en quien su padre confiaba fuera capaz de algo tan vil. Sin embargo, las pruebas estaban frente a él. No podía ignorarlas.
Finalmente, dejó escapar un suspiro y llamó a los guardias.
—”Vamos a arrestarlo.”
Sin perder más tiempo, el grupo salió del gremio y se dirigió a la residencia del comerciante.
—-----
Cuando llegaron, la casa estaba tranquila. Demasiado tranquila.
Los guardias rodearon el lugar, y uno de ellos golpeó la puerta con fuerza.
—”¡Por orden del gremio, abra la puerta de inmediato!”
Hubo un silencio tenso antes de que el comerciante finalmente abriera, con una sonrisa de falsa cortesía en el rostro.
—”¿Qué significa esto? ¿Por qué vienen a mi casa a estas horas?”
Uno de los guardias dio un paso adelante.
—”Tenemos pruebas de que ha estado practicando artes demoníacas y que ha estado involucrado en actividades ilegales. Viene con nosotros. “
El comerciante frunció el ceño y negó con la cabeza.
—”¡Ridículo! ¿De qué me están acusando? ¡No tienen pruebas de que yo haya hecho algo así!”
Cheong Myeong, que había permanecido en silencio hasta ese momento, dejó escapar un largo suspiro.
—”Si vas a mentir, al menos hazlo bien.”
El comerciante lo miró con furia contenida.
—”¡Es una conspiración! ¡Me están incriminando injustamente!”
—”Ajá, ajá…” —Cheong Myeong agitó la mano con desdén—. “Si no tienes nada que esconder, no reaccionarás si hago esto…”
Antes de que nadie pudiera reaccionar, Cheong Myeong levantó la mano y fingió lanzar un ataque.
Fue un simple movimiento, un amague sin energía real, sin intención asesina.
Pero el comerciante…
Cayó en la trampa.
Por puro instinto, elevó su brazo y canalizó energía demoníaca para bloquear el golpe.
En un instante, una densa aura oscura emergió a su alrededor.
¡Era la prueba definitiva!
El comerciante se dio cuenta demasiado tarde de su error.
Los guardias abrieron los ojos con sorpresa, y Baek Cheon dio un paso adelante con la expresión endurecida.
—”Así que era cierto.”
Wei miró al comerciante con decepción y furia.
—”No puedo creerlo…”
El comerciante trató de retractarse, pero ya era tarde.
—”¡E-Es un malentendido!”
—”Ajá, ajá, claro que sí “—murmuró Cheong Myeong con sorna—.” Llévenselo.”
Los guardias se lanzaron sobre el comerciante, quien luchó por liberarse, pero ya no tenía escapatoria.
Con una última mirada llena de desesperación, fue arrastrado fuera de su casa rumbo a su condena.
Pero la tensión se disparó en un instante.
Tal como Cheong Myeong había anticipado, el comerciante no se rendiría sin luchar.
Con un rugido de furia, una ola de energía oscura lo envolvió y, de un tirón, se libró del agarre de los guardias. Estos, al sentir la opresiva aura demoníaca, retrocedieron con el miedo reflejado en sus rostros. No eran artistas marciales, solo personas comunes. No tenían oportunidad contra alguien que había caído en las artes demoníacas.
—”¡Todo esto es culpa tuya!” —espetó el comerciante, su mirada encendida de odio fijada en Cheong Myeong—. “¡Si no hubieras metido las narices en mis asuntos…!”
Sin dudarlo, canalizó su energía y le lanzó un ataque.
Era un golpe débil.
Para Geomjon, esa cantidad de poder era insignificante.
Si lo dejaba impactar, apenas le haría un rasguño en la piel. Solo tenía que moverse un poco y…
—”¡Maestro!”
Antes de que pudiera reaccionar, una espada se interpuso entre él y el ataque.
¡Baek Cheon!
Con la postura firme y la mirada encendida, había bloqueado el golpe sin dudarlo.
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido.
Y, en cuestión de segundos, tres figuras más se alinearon junto a Baek Cheon.
Yu Iseol, Jo Gul y Yoon Jong desenvainaron sus espadas al unísono, posicionándose en formación defensiva.
En la historia original, solo Baek Cheon enfrentaba al comerciante, mientras el resto se limitaba a observar.
Pero aquí…
Aquí estaban todos juntos, hombro con hombro.
Por un instante, Cheong Myeong no pudo evitar sonreír con orgullo.
“Miren hasta dónde han llegado, mis niños.”
El comerciante gruñó y se lanzó al ataque nuevamente.
—”¡Fuera de mi camino!”
Baek Cheon fue el primero en moverse. Con un rápido juego de pies, desvió el ataque y contraatacó.
Yu Iseol, con su velocidad característica, se deslizó como una sombra, obligando al comerciante a dividir su atención.
Jo Gul y Yoon Jong lo presionaron con ataques coordinados, empujándolo a la defensiva.
¡Qué hermosa combinación!
Antes, cada uno luchaba por su cuenta.
Ahora, peleaban como un verdadero equipo.
El comerciante, acorralado, intentó reunir su energía para lanzar un último ataque desesperado.
Pero Baek Cheon no le dio la oportunidad.
Con un giro preciso, golpeó al comerciante en el punto exacto para dejarlo inconsciente.
El hombre cayó al suelo con un ruido seco.
Silencio.
Baek Cheon respiró hondo, bajando lentamente su espada.
A su alrededor, sus compañeros hicieron lo mismo.
Y en la distancia, Cheong Myeong los miró con una sonrisa de satisfacción.
Habían cambiado la historia.
Juntos.
Cheong Myeong observó a sus discípulos con orgullo. Lo habían hecho bien.
No era necesario decirlo en voz alta. Su mirada lo expresó todo.
Con pasos tranquilos, se acercó al comerciante inconsciente.
Su caída no significaba que el problema estuviera resuelto. Los que usaban artes demoníacas eran como bestias acorraladas. Si despertaba sin estar completamente restringido, podría intentar otro ataque desesperado.
Pero no en su guardia.
Con movimientos rápidos y precisos, golpeó varios puntos clave en su cuerpo.
Uno en el pecho, otro en la nuca, dos más en los antebrazos.
Era un bloqueo absoluto.
Sin importar cuánta energía intentara reunir cuando despertara, no podría usarla.
—”Listo.”—Se incorporó, sacudiendo sus manos con tranquilidad—. “Uno menos. Ahora solo queda el anciano.”
Sus discípulos asintieron con determinación.
—”Regresemos al gremio.”
Chapter 37: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (13)
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Ya de vuelta en el gremio, el grupo no perdió tiempo.
El anciano seguía postrado en su cama, apenas respirando.
El tiempo jugaba en su contra.
Así que sus discípulos se reunieron en la sala con el libro de artes demoníacas frente a ellos.
Lo hojeaban con atención, buscando respuestas entre las páginas escritas con caracteres siniestros.
Cada tanto, alguno levantaba la cabeza para preguntar algo, y Cheong Myeong respondía sin levantar la vista de su jarra de licor.
Él ya conocía la respuesta. Solo alguien con energía pura podía eliminar los rastros de energía demoníaca del cuerpo del anciano.
Y esa persona era, por supuesto, Baek Cheon.
Pero decirles eso directamente… ¿Dónde quedaba la diversión en eso?
Dejarlos resolverlo por su cuenta era parte del aprendizaje.
El ambiente era tranquilo. Casi educativo.
Hasta que una presencia perturbadora entró en escena.
—”¡Baek Cheon~!”
El grupo se tensó de inmediato.
Hwang Yujin.
Con su voz melosa y su sonrisa encantadora, se dirigió directamente a Baek Cheon, ignorando por completo la existencia de los demás.
—”Quería agradecerte personalmente por atrapar a ese malvado. “
Baek Cheon se removió incómodo en su asiento.
—”No fue solo mi trabajo.” —Intentó ser humilde—. “Mis compañeros y yo…”
—”Oh, claro, claro.”—Pero era evidente que no le importaba—. “Aun así, fue increíble la forma en que luchaste. ¡Eres tan fuerte, tan hábil!”
Jo Gul frunció el ceño.
Yoon Jong se llevó una mano al rostro, suspirando.
Yu Iseol simplemente la fulminó con la mirada.
Pero Yujin no se daba por aludida.
—”De hecho, quiero darte un regalo especial.”
Baek Cheon parpadeó con sorpresa y desconfianza.
—”¿Un regalo…?”
—”¡Sí! Ven conmigo, te lo mostraré.”
El pánico apareció en su rostro.
Miró de reojo a sus compañeros como si buscara ayuda.
Pero… solo recibió miradas de lástima.
Porque, para su mala suerte, Hwang Wei no estaba allí para controlar a su hermana.
Se encontraba ocupado preparando el juicio contra el comerciante.
Baek Cheon tragó saliva.
Sin escapatoria, se levantó a regañadientes y siguió a Yujin fuera de la sala.
Cheong Myeong bebió otro sorbo de su licor y suspiró.
—”Bueno… No lo volveremos a ver por un rato.”
—----------
El tiempo pasó, y cuando el sol comenzó a ocultarse en el horizonte, sus discípulos finalmente llegaron a la conclusión correcta.
¡Necesitaban energía pura para eliminar la energía demoníaca del anciano!
Cheong Myeong, que hasta ese momento se había limitado a observarlos con una ligera sonrisa oculta tras su jarra de licor, sintió una oleada de orgullo.
Habían crecido.
No solo en fuerza, sino también en astucia. No necesitaron una semana entera como en la historia original, sino solo un día.
Definitivamente se merecían un premio.
(Quizás dejarlos entrenar con espadas de madera en vez de cargas de piedra...)
Justo cuando pensaba en ello, Jo Gul fue el primero en hablar.
—”Maestro, si necesitamos energía pura, entonces... ¿alguno de nosotros puede hacerlo?”
Cheong Myeong parpadeó con fingida inocencia.
—”¿Hmmm?”
—”Usted suele revisar la energía de los discípulos durante los entrenamientos para ver el progreso, ¿no es así?” —intervino Yoon Jong—. “Si alguien entre nosotros tiene la energía más pura, usted debería saberlo.”
Cheong Myeong se llevó una mano al mentón y fingió pensar.
En la historia original, Geomjon se negaba a reconocer la habilidad de Baek Cheon.
En su obstinación, ordenaba a los otros discípulos intentar eliminar la energía demoníaca del anciano, a pesar de que sus niveles de pureza no eran suficientes.
Uno tras otro caían exhaustos.
Y solo cuando ya estaban demasiado débiles para continuar, Geomjon se veía forzado a recurrir a Baek Cheon.
Por supuesto, a regañadientes.
Pero... Cheong Myeong no era Geomjon.
¡Y no iba a poner en riesgo a sus pollitos solo para seguir la historia original!
Así que, después de unos segundos de falsa contemplación, asintió.
—”Baek Cheon.”
Sus discípulos no parecieron sorprendidos.
Era bien sabido que Baek Cheon tenía una energía excepcionalmente pura.
Incluso en la historia original, su camino como espadachín estaba marcado por su impecable control de la energía interna.
Sin embargo, Jo Gul soltó un suspiro dramático.
—”¿Y ahora dónde encontramos a ese tipo?”
Todos miraron alrededor, como si esperaran que Baek Cheon apareciera mágicamente.
Pero no estaba.
...Porque, por supuesto, se había ido con Hwang Yujin.
Cheong Myeong no pudo evitar sonreír con burla.
Sí, definitivamente necesitaba un premio por soportar todo esto.
Con un leve estiramiento, se puso de pie.
—”Regresen a sus habitaciones y descansen.”
—”¿Eh?” —preguntó Yoon Jong, sorprendido—. “¿Y qué hay de Baek Cheon?”
—”Yo me encargaré de informarle.”
Los discípulos se miraron entre ellos, encogiéndose de hombros.
Parecían satisfechos consigo mismos por los avances del día.
Después de todo, habían logrado resolver el misterio, capturar al comerciante y descubrir la cura en tiempo récord.
Eso era suficiente logro por ahora.
Así que, con rostros cansados pero satisfechos, se despidieron con una leve reverencia y se dirigieron a sus habitaciones.
Cheong Myeong los vio marcharse con una sonrisa.
Ahora...
Solo quedaba encontrar a Baek Cheon.
Chapter 38: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (14)
Chapter Text
Cheong Myeong salió del gremio con una misión clara: encontrar a Baek Cheon antes de que la mocosa volviera a ponerle las manos encima.
Se guió por su conocimiento de la historia original, revisando los lugares donde las escenas románticas entre el protagonista y Hwang Yujin ocurrían.
Un lago con una vista pintoresca.
Un pequeño pabellón iluminado por linternas de papel.
Un sendero solitario con árboles floreciendo a los lados.
Pero en todos esos lugares, ni rastro de Baek Cheon.
Después de diez minutos de búsqueda, divisó una figura en la distancia.
Era Yujin.
La chica sostenía una canasta y miraba frenéticamente en todas direcciones, claramente buscando a alguien.
¿Baek Cheon acababa de escapar de ella?
Eso... definitivamente no ocurría en la historia original.
Según la trama del juego, el protagonista pasaba toda la escena con ella, disfrutando de la comida y el "ambiente romántico".
Pero su Baek Cheon no mostraba interés en ella.
Sonrió con satisfacción.
Eso significaba que estaba en el lado equivocado del camino.
Si Baek Cheon había escapado, debía haber huido en dirección contraria.
Así que, sin perder más tiempo, usó su energía interna para detectar rastros en los alrededores.
Cerró los ojos y dejó que su conciencia se expandiera.
Después de unos segundos, sintió una presencia conocida.
Baek Cheon.
Y... algo estaba mal.
Su energía era inestable, como si estuviera mareado o debilitado.
—”¡Maldición!” —murmuró, moviéndose rápidamente en su dirección.
Cuando finalmente lo encontró, lo vio caminando torpemente por un sendero, con pasos lentos y descoordinados.
Al principio, suspiró con alivio.
Pero cuando lo observó más de cerca, el alivio se desvaneció de inmediato.
Su rostro estaba sonrojado.
Sus ojos borrosos y desenfocados.
Parecía un borracho.
—”¡Por todos los cielos!”
Cheong Myeong corrió hasta él, deteniéndose justo en su camino.
—”Baek Cheon.”
El chico levantó la mirada lentamente.
—”Mmm... ¿Maestro?” —murmuró, con la voz pastosa y pesada.
Cheong Myeong entrecerró los ojos con furia.
¡Esa mocosa había emborrachado a su discípulo!
Pero... Baek Cheon nunca aceptaría beber alcohol voluntariamente.
Lo conocía demasiado bien.
Lo más probable era que Yujin lo engañó con algún dulce o platillo que contenía licor.
Tal vez... intentando aprovecharse de él mientras estaba vulnerable.
Pero Baek Cheon no era tonto.
Debió haberse dado cuenta de que algo estaba mal después de consumirlo.
Por eso escapó rápidamente.
Cheong Myeong sentía un ardor en el pecho.
Rabia.
No le gustaba admitirlo, pero Baek Cheon era suyo.
Su discípulo.
Y nadie tenía derecho a tocarlo, a engañarlo, a verlo en ese estado más que él.
Mucho menos una mocosa malcriada.
Respiró hondo, intentando calmarse.
—”Ven aquí, niño problemático.”
Baek Cheon parpadeó lentamente antes de tambalearse hacia él.
Cheong Myeong lo atrapó antes de que pudiera caer.
Su cuerpo estaba más caliente de lo normal.
Definitivamente tenía licor en la sangre.
—”Maestro…”—murmuró Baek Cheon, apoyando la cabeza en su hombro—. “Me siento extraño…”
Cheong Myeong cerró los ojos con un largo suspiro.
Ahora tenía dos problemas:
Uno, cargar a un Baek Cheon borracho de regreso al gremio.
Dos, decidir cómo iba a vengarse de esa mocosa por tocar lo que no debía.
Sería mal visto que un maestro como él intentara tomar represalias contra una niña por una simple "travesura".
Era obvio lo que pasaría si intentaba confrontarla directamente:
Pondría cara de inocente, se haría la desentendida y diría que no sabía que la comida contenía licor.
Incluso si todos sabían que era mentira, la sociedad no castigaría a una jovencita de buena familia tan fácilmente.
Pero Cheong Myeong no necesitaba ensuciarse las manos.
Hwang Wei.
Ese tipo sí que pondría a su hermana en su lugar.
Era consciente de la actitud caprichosa y malcriada de Yujin.
Y aunque la mimaba, también tenía sus límites.
Sí.
Lo mejor era llevar este asunto directamente a él.
Que su propio hermano le enseñara la lección.
Pero eso sería para después.
Ahora tenía cosas más urgentes en las que concentrarse.
Por ejemplo…
El discípulo en sus brazos que apenas podía mantenerse en pie.
—”Agh, qué problema eres…”—suspiró Cheong Myeong, aunque su voz carecía de cualquier verdadero reproche.
Con cuidado, lo cargó.
El cuerpo más pequeño y delgado de Baek Cheon encajó perfectamente en sus brazos, como si estuviera hecho para ser sostenido de esa manera.
Apenas lo alzó, Baek Cheon se acurrucó contra su pecho.
—”Maestro…”
Su voz sonó tan suave y somnolienta que Cheong Myeong sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.
Ese tono…
Esa forma de llamarlo…
¡Maldito protagonista con su belleza encantadora!
—”Sí, sí, aquí estoy, así que cállate y duerme.”
Baek Cheon solo murmuró algo incomprensible y escondió aún más el rostro en su túnica.
Cheong Myeong suspiró profundamente.
Esto significaba que la cura del anciano tendría que esperar hasta mañana.
No iba a hacer que Baek Cheon purificara nada en este estado.
Así que sin más opción, lo llevó a su habitación.
—-----
Cuando llegaron, lo recostó con cuidado sobre la cama.
Se giró para irse.
Pero en cuanto intentó levantarse…
Su manga no se movió.
Baek Cheon la estaba sujetando firmemente.
Incluso en sueños, no lo soltaba.
Cheong Myeong parpadeó.
Tiró suavemente para liberarse.
No funcionó.
Tiró un poco más fuerte.
Nada.
Baek Cheon, sin despertarse, frunció levemente el ceño y apretó aún más el agarre.
Cheong Myeong frunció el ceño también.
Podría simplemente tirar con más fuerza y despertarlo, pero…
Dio un vistazo rápido a su discípulo.
Baek Cheon ya estaba profundamente dormido.
Su respiración era tranquila y constante.
Su expresión relajada, con una ligera
frescura en sus mejillas debido al licor.
Su cabello, un poco desordenado, se esparcía sobre la almohada.
…Se veía demasiado bonito.
Demasiado tranquilo.
Demasiado en paz.
Si lo despertaba ahora…
Su corazón tembló.
Cheong Myeong apretó los dientes.
¡Maldito protagonista con su efecto especial de belleza en todas las situaciones!
No quería admitirlo, pero…
No tenía corazón para despertarlo.
Así que tomó la decisión más rápida y eficiente.
Sacó su espada.
Y con un solo movimiento preciso…
Cortó la manga de su túnica.
Listo.
Se enderezó y miró la tela suelta que aún quedaba en la mano de Baek Cheon.
—”Tsk.”—Chasqueó la lengua—. “Ahora tendré que conseguir otra túnica.”
Pero cuando miró nuevamente a Baek Cheon, dormido y abrazado a la tela, suspiró.
—”Supongo que es mejor así.”
Salió en silencio de la habitación, dejando a su discípulo dormir.
Chapter 39: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (15)
Chapter Text
A la mañana siguiente, Cheong Myeong se sentó tranquilamente en el patio mientras observaba a Baek Cheon.
Como siempre, había despertado temprano.
Pero esta vez su rostro se veía algo cansado.
Cada pocos minutos, bebía agua con desesperación, como si tuviera la boca completamente seca.
Resaca.
Sin duda.
No sabía si el licor que consumió era demasiado fuerte o si simplemente tenía una resistencia lamentable.
Tal vez ambas cosas.
Después de todo, aún era bastante joven.
El Baek Cheon adulto de la historia original podía beber cinco botellas de licor sin emborracharse.
Pero este Baek Cheon…
Apenas tenía 18 años.
Todavía le faltaba mucho por crecer.
A pesar de su estado, Baek Cheon escuchaba atentamente a sus compañeros mientras hablaban sobre la información que habían reunido ayer.
Y, más importante aún, sobre su deber de curar al anciano.
—”Entonces, lo mejor es actuar cuanto antes.” —dijo Baek Cheon con su habitual tono serio, aunque su voz sonaba ligeramente más áspera.
Definitivamente tenía resaca.
Pero ni siquiera eso parecía desviarlo de su deber.
Cheong Myeong sonrió para sí.
Sí, este chico era increíble.
Pero entonces, Baek Cheon levantó la mirada y sus ojos se encontraron.
Por un instante, su discípulo pareció dudar.
Luego, su expresión cambió a una mezcla de vergüenza y arrepentimiento.
Seguramente recordaba fragmentos de lo que había ocurrido anoche.
Respiró hondo antes de hablar.
—”Maestro…”
Se inclinó ligeramente, en una postura de disculpa.
—”Ayer… Hwang Yujin me ofreció unos chocolates de otra región.”
Su tono era serio, pero había un ligero rubor en su rostro.
—”No soy fanático del dulce, pero acepté por cortesía.”
Cheong Myeong alzó una ceja.
¿Por cortesía?
Vaya, su discípulo sí que era demasiado educado para su propio bien.
—”Pero en cuanto el chocolate se derritió en mi boca, noté un sabor fuerte y peculiar.”
Baek Cheon apretó los labios.
—”Me di cuenta demasiado tarde de que contenía licor.”
Finalizó con una voz baja:
—”Lo siento, maestro. Bajé la guardia…”
Después de decirlo, agachó la cabeza, como un niño que acababa de ser regañado.
Cheong Myeong sintió un ligero malestar.
Verlo así le causó una sensación extraña.
No tenía por qué sentirse culpable.
Después de todo, no había sido su culpa.
Pero aun así…
Suspiró y, sin pensarlo demasiado, extendió una mano.
Con movimientos lentos y tranquilos, le dio unas palmaditas en la cabeza.
Un gesto de silencioso consuelo.
—”No fue tu culpa.”
Baek Cheon se quedó completamente quieto.
Cheong Myeong no notó el ligero temblor en sus hombros.
Tampoco notó cómo su rostro se tornaba rosa.
Simplemente le revolvió un poco el cabello antes de apartar la mano.
—”Vamos, tenemos trabajo que hacer.”
Se levantó, sin saber que detrás de él, Baek Cheon seguía inmóvil, con una expresión extrañamente alterada.
Baek Cheon respiró hondo, intentando calmarse.
Su corazón seguía latiendo con fuerza, pero se obligó a recomponerse.
Después de todo, su deber como discípulo era seguir a su maestro sin vacilar.
Así que, con una última exhalación, se enderezó y caminó tras Cheong Myeong.
Sus compañeros también lo siguieron en silencio.
—---------
El ambiente se tornó solemne cuando llegaron a la habitación del anciano enfermo.
El aire era denso, pesado.
El anciano, postrado en la cama, seguía sudando profusamente, su piel aún rojiza e hinchada.
La energía demoníaca en su cuerpo era sofocante.
Cheong Myeong, sin perder tiempo, se giró hacia su discípulo.
—”Escucha con atención.”
Baek Cheon asintió de inmediato.
—”Tienes que limpiar su energía paso a paso. No te apresures.”
La voz de su maestro era tranquila, firme, pero sin presión.
—”Primero, usa tu energía para envolver la impureza en su cuerpo, como si la estuvieras cercando. Luego, expúlsala lentamente. No trates de hacerlo todo de una vez. Controla tu respiración y mantente estable.”
Baek Cheon cerró los ojos por un segundo, concentrándose en las palabras de su maestro.
—”Lo entiendo.”
Cuando los volvió a abrir, su mirada estaba llena de determinación.
Sin dudar, tomó el brazo del anciano y comenzó el proceso.
Los presentes contuvieron la respiración.
El ambiente se llenó de tensión.
Todos, excepto Cheong Myeong.
Él mantuvo la calma.
Después de todo, ya había visto esto antes.
La energía blanca y pura de Baek Cheon fluyó suavemente de su palma al cuerpo del anciano.
Era hermosa, luminosa.
Casi como si la misma luz del cielo estuviera descendiendo para purificarlo.
Poco a poco, la piel rojiza del anciano comenzó a recobrar su color normal.
Todo iba según la historia.
Hasta que…
Algo cambió.
El rostro de Baek Cheon se torció.
Su expresión, antes serena, comenzó a llenarse de incomodidad.
Su cuerpo se tensó.
Y de pronto… un gemido ahogado escapó de sus labios.
—”¡Baek Cheon!”—exclamó uno de sus compañeros.
Pero antes de que alguien pudiera reaccionar…
La energía demoníaca que abandonaba al anciano cambió de dirección.
¡Estaba invadiendo a Baek Cheon!
—”¡Esto no debería estar pasando!”—gritó alguien con horror.
El proceso debía ser seguro.
Esto no había ocurrido en la historia original.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
¿Por qué…?
¿Por qué estaba ocurriendo esto?
¡Todo iba bien!
Hasta que…
Sus ojos se abrieron con sorpresa.
¡Espera!
¿Fue acaso por lo que le dio esa niña anoche?
El licor.
No, no solo el licor.
El chocolate.
¡El maldito chocolate con licor que le dio esa mocosa!
Algo en él debió alterar su flujo de energía.
Y ahora…
Estaba absorbiendo la energía demoníaca en lugar de expulsarla.
No podía permitirlo.
—”¡Baek Cheon, suéltalo!” —ordenó Cheong Myeong con urgencia.
Pero su discípulo no respondió.
Sus ojos estaban fuertemente cerrados, su rostro pálido. No parecía ser capaz de escucharlo
¡Maldita sea!
No tenía tiempo para más dudas.
En un movimiento rápido, tomó la mano libre de Baek Cheon.
—”¡Aguanta, no te dejes llevar!”
Y entonces…
Derramó su propia energía en él.
La energía de Geomjon.
Una energía tan pura y dominante como la de Baek Cheon.
La energía de maestro y discípulo se entrelazó.
Como si fueran piezas perfectamente compatibles.
El resultado fue casi inmediato.
El rostro de Baek Cheon, antes contorsionado por el dolor, comenzó a relajarse.
La energía demoníaca volvió a su cauce.
Poco a poco…
Baek Cheon retomó el control.
Y la purificación continuó.
Cheong Myeong no apartó su mano.
No hasta que todo terminó.
Hasta que su discípulo quedó a salvo.
Chapter 40: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (16)
Chapter Text
Cheong Myeong no soltó la mano de Baek Cheon.
Incluso cuando su rostro volvió a la normalidad.
Incluso cuando su respiración se estabilizó.
Incluso después de asegurarse de que cualquier toxina que quedara en su cuerpo había sido eliminada.
Su mano permaneció firmemente entrelazada con la de su discípulo.
La energía de Cheong Myeong seguía fluyendo en él, constante, estable.
A simple vista, parecía que solo lo estaba sosteniendo.
Pero la verdad era otra.
Baek Cheon estaba librando una batalla interna.
Aunque su expresión era serena, aunque sus ojos permanecían cerrados en profunda concentración…
Su interior seguía en caos.
La energía demoníaca aún intentaba aferrarse a su cuerpo.
Si lo dejaba solo ahora…
Si Cheong Myeong retiraba su energía demasiado pronto…
Podría haber una desviación de qi.
Y eso sería peligroso.
Así que esperó.
Esperó con paciencia, dejando que Baek Cheon completara el proceso.
El ambiente en la habitación, antes tenso y sofocante, comenzó a calmarse.
Los discípulos que habían estado conteniendo la respiración finalmente soltaron el aire.
El peligro había pasado.
Pero Cheong Myeong seguía molesto.
Cuando su mirada se alzó, su expresión era gélida.
Hwang Wei.
El joven que recién había llegado y estaba observando en silencio se estremeció al notar los ojos de Cheong Myeong fijos en él.
No había escapatoria.
—”Tu hermana menor.”
La voz de Cheong Myeong era baja, pero cortante como una espada.
—”Ayer por la noche, Baek Cheon consumió algo que ella le dio.”
Hwang Wei parpadeó, confundido.
—”¿De qué estás hablando?”
Cheong Myeong no perdió el tiempo con rodeos.
—”Le ofreció chocolate. Un chocolate con licor.”
Hwang Wei frunció el ceño.
—”Eso es… No debería haber sido un problema, ¿verdad?”
Cheong Myeong lo miró con frialdad.
—”Normalmente, no. Pero hoy, cuando Baek Cheon intentó purificar al anciano… Algo salió mal.”
Hwang Wei se tensó.
—”¿Algo… salió mal?”
Cheong Myeong asintió lentamente.
—”La energía demoníaca no solo abandonó al anciano. Intentó invadir a Baek Cheon.”
Un escalofrío recorrió a todos los presentes.
Hwang Wei parecía sorprendido.
—”¿Quieres decir que… fue por el chocolate?¿Por el licor?”
—”No lo sé con certeza. Tal vez había algo más en ese chocolate. Pero lo que sí sé…”
Su mirada se afiló.
—”Es que si no hubiera estado aquí para apoyarlo, podría haber sido mucho peor.”
El silencio en la habitación era ensordecedor.
Nadie se atrevía a decir una palabra.
El peligro había pasado.
Pero la molestia de Geomjon…
No.
Él no se quedaría callado.
No cuando su discípulo había estado al borde del peligro…
Por una tontería.
Hwang Wei permaneció en silencio.
El ceño levemente fruncido, sus pensamientos giraban en torno a su hermana menor.
¿Cómo iba a manejar esto?
Poner en peligro a un invitado especial no era algo que pudiera pasarse por alto.
Y menos a Baek Cheon.
No iba a librarse tan fácilmente.
Hablaría con ella, eso era seguro.
Pero ¿cómo hacerle entender la gravedad de lo que había hecho?
Mientras Hwang Wei procesaba todo, el tiempo transcurría lentamente.
La habitación se mantenía en un tenso silencio.
Cada segundo parecía una eternidad.
Pero entonces, un cambio sutil ocurrió.
La respiración del anciano se estabilizó.
La piel, antes afectada por la energía demoníaca, recuperó su color natural.
Incluso parecía algunos años más joven.
El proceso había sido un éxito.
Baek Cheon lo había logrado.
Cheong Myeong lo observó con atención.
Esperó.
Los ojos de su discípulo, antes cerrados en profunda concentración, se abrieron lentamente.
La claridad volvió a ellos poco a poco.
Cheong Myeong mantuvo su mano entrelazada con la suya.
Solo cuando Baek Cheon parpadeó varias veces, asegurándose de que estaba completamente despierto, Cheong Myeong lo soltó.
Le dio espacio.
Esperó a que volviera en sí.
Baek Cheon se quedó quieto por un momento.
Adaptándose.
Y luego, giró la cabeza.
Buscándolo.
Cuando sus ojos finalmente se encontraron con los de su maestro, Baek Cheon se sobresaltó por la cercanía.
Pero su sorpresa solo duró un segundo.
Sus ojos pronto brillaron de emoción.
—”Maestro…”
Su voz era un susurro, como si aún no creyera lo que acababa de lograr.
—”Lo logré.”
Cheong Myeong lo miró fijamente.
Analizó cada rasgo de su discípulo.
¿Estaba bien?
¿Había algún efecto secundario?
¿Su energía estaba estable?
Solo cuando confirmó que Baek Cheon estaba completamente bien…
Solo entonces, finalmente, sintió alivio.
Su expresión se suavizó.
Y con una pequeña sonrisa, se preparó para felicitarlo.
Pero antes de que pudiera abrir la boca…
Un repentino movimiento lo interrumpió.
Los compañeros de Baek Cheon lo rodearon de inmediato.
Como si quisieran asegurarse con sus propios ojos de que realmente estaba bien.
—”¡Baek Cheon! ¿Te sientes bien?”
—”¡Nos diste un susto!”
—”¿No te duele nada? ¿Estás mareado?”
Baek Cheon se vio de repente rodeado por preguntas y miradas preocupadas.
Cheong Myeong suspiró.
Bueno.
Se lo merecía.
Después de todo, había sido un momento crítico.
Y aunque sabía que Baek Cheon estaba bien…
Ellos no tenían su ventaja.
No tenían el conocimiento previo que él tenía.
No sabían lo que iba a pasar.
Así que era natural que se preocuparan.
Por ahora…
Los dejaría celebrar.
—-
Cheong Myeong observó a sus discípulos salir de la habitación.
Los mandó a descansar y comer. Se lo habían ganado.
Baek Cheon parecía querer decir algo más, pero al final siguió a sus compañeros sin protestar.
Ahora solo quedaban él y Hwang Wei.
El ambiente en la habitación era más silencioso.
Ambos permanecieron de pie, esperando.
Esperando a que el anciano despertara.
Chapter 41: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (17)
Chapter Text
No pasó mucho tiempo antes de que un leve movimiento alterara la quietud.
Hwang Deok-ho exhaló profundamente.
Su pecho se elevó con un ritmo más firme.
Su mano tembló ligeramente.
Y entonces, sus ojos finalmente se abrieron.
Wei dio un paso adelante de inmediato.
Sus labios se separaron, temblorosos.
Su respiración se aceleró.
Su padre estaba despierto.
Después de tanto tiempo…
Su padre había abierto los ojos.
Wei casi rompe en llanto.
El alivio era visible en cada parte de su ser.
Pero justo cuando parecía que el momento se volvería emotivo…
El anciano frunció el ceño.
Parpadeó varias veces, desorientado.
Y entonces, su mirada se fijó en Cheong Myeong.
El silencio se hizo aún más denso.
Y luego, con una voz ronca, pero firme, dijo:
—”¿Acaso morí y ahora estoy en el infierno?”
…
…
¿Qué?
Cheong Myeong abrió los ojos de par en par.
¿Perdón?
¿Acaso Geomjon tenía una imagen tan terrible que incluso un anciano recién despierto lo confundía con un demonio del inframundo?
Cheong Myeong se quedó sin palabras.
No sabía si reír o llorar.
Hwang Wei también se quedó en shock.
La emoción y el alivio quedaron reemplazados por pura incredulidad.
Por un momento, nadie supo cómo reaccionar.
El anciano seguía mirándolo fijamente.
Como si realmente esperara una respuesta.
Cheong Myeong parpadeó lentamente.
Luego, suspiró.
—”Si estuviera en el infierno, anciano, no le habría salvado la vida.”
Hwang Deok-ho entrecerró los ojos.
—”…¿No es eso exactamente lo que diría un demonio?”
—”....”.
Cheong Myeong exhaló con frustración.
Hwang Wei rápidamente reaccionó.
—”Padre, estás vivo. No digas tonterías.”
Tomó la mano del anciano con firmeza, transmitiéndole calidez y seguridad.
Hwang Deok-ho frunció el ceño levemente, todavía mirando con desconfianza a Cheong Myeong.
—”¿Seguro que no es un castigo por mis pecados?”
Wei dejó escapar un suspiro largo.
—”No es un castigo. No estás muerto. Y él no es un demonio.”
El anciano no parecía del todo convencido, pero terminó apartando la mirada con un gruñido.
Justo en ese momento, los sirvientes entraron.
Llevaron consigo agua fresca y un plato con comida ligera.
Wei los dirigió con eficiencia, asegurándose de que su padre estuviera bien atendido.
Mientras tanto, Cheong Myeong tomó asiento con calma.
Había llegado el momento de explicar lo que había sucedido.
El ambiente en la habitación se volvió más serio.
Wei comenzó a relatar los eventos.
Desde el origen de la enfermedad de su padre hasta la traición del comerciante y su castigo.
Hwang Deok-ho escuchó en silencio.
Su expresión era serena.
No parecía sorprendido.
Como alguien que había pasado décadas en el comercio, sabía que estas cosas sucedían.
Las traiciones, los engaños, los golpes bajos... era parte del juego.
Pero cuando llegaron a la parte sobre su hija menor…
El anciano cerró los ojos.
Exhaló profundamente.
Cuando volvió a abrirlos, su mirada era más severa.
—”Así que fue su culpa.”
Wei asintió.
—”Sí.”
El anciano no dijo nada más por unos segundos.
Luego, se giró hacia Cheong Myeong.
Su expresión era seria.
—”No importa lo que haya sucedido, me has salvado la vida.”
Su tono era solemne.
—”Te debo una gran deuda.”
Se inclinó ligeramente en señal de respeto.
—”No solo a ti, sino también a tu discípulo.”
Cheong Myeong se cruzó de brazos, escuchando con atención.
—”Prometo una buena compensación. Y también me encargaré de mi hija.”
En este momento, cualquier otro taoísta educado se habría apresurado a rechazar la recompensa.
Hablaría sobre cómo "la bondad debe darse sin esperar nada a cambio".
Pero Cheong Myeong…
No.
¡Definitivamente no!
Después de lo que esa niña le hizo a su Baek Cheon, no iba a dejarlo pasar tan fácilmente.
Así que…
Sonrió.
Y con descaro absoluto…
Sacó una lista.
Wei y su padre **parpadearon, atónitos.**
—”Aquí tienen algunas opciones.”
Colocó la lista sobre la mesa con total naturalidad.
—”Por supuesto, no es necesario darlo todo ahora, pueden mandarlo a la secta del Monte Hua cuando puedan.”
Padre e hijo intercambiaron miradas incrédulas.
Wei abrió la boca.
Luego la cerró.
Luego la volvió a abrir.
—”¿Tienes una lista preparada para estas situaciones?”
Cheong Myeong sonrió aún más.
—”Siempre hay que estar preparado.”
El anciano soltó un suspiro profundo.
Pero al final, asintió.
—”No puedo echarme atrás después de haberlo ofrecido yo mismo.
Wei también suspiró, aunque parecía un poco resignado.
—”Esto es… inesperado.”
Cheong Myeong solo sonrió.
A él le parecía un trato justo.
—--------
Cuando Baek Cheon y sus compañeros salieron del gremio, listos para regresar a la secta, se detuvieron en seco.
Frente a ellos, esperando en la entrada, había una carroza.
Pero no era la misma en la que habían llegado.
Esta era más grande, más espaciosa y claramente más lujosa.
Pero eso no era todo.
Amarrado a ella había otro carro, y este estaba cargado con una variedad de objetos.
Cajas de madera, bolsas de tela, cofres sellados…
No podían ver su contenido, pero el solo tamaño de la carga dejaba en claro que era una cantidad considerable.
El grupo intercambió miradas confusas.
¿De dónde había salido todo esto?
Justo en ese momento, Geomjon apareció.
Venía caminando con paso ligero, una sonrisa satisfecha en el rostro, cargando un saco al hombro.
Baek Cheon parpadeó.
Sus compañeros hicieron lo mismo.
La expresión de todos era la misma:
“¿Qué hiciste ahora?”
Antes de que pudieran preguntarle, Cheong Myeong soltó el saco con un golpe seco en el suelo.
—”Son regalos.”
Su tono era despreocupado, como si fuera lo más natural del mundo.
Los discípulos se miraron entre ellos.
Nadie dijo nada.
Nadie quiso cuestionarlo.
Ya habían aprendido que, cuando su maestro decía algo así, lo mejor era aceptarlo y seguir adelante.
Así que optaron por subir su equipaje a la carroza sin más preguntas.
Todo parecía ir bien.
Hasta que…
Un chillido agudo rompió la tranquilidad del momento.
—”¡BAEK CHEON!”
Baek Cheon se tensó al instante.
Esa voz…
No.
No otra vez.
No ahora.
Cuando se giró, vio exactamente lo que temía.
Hwang Yujin.
Viniendo hacia ellos a toda velocidad.
Chapter 42: ⌗La Ruta Romántica de Hwang Yujin (18)
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Hwang Yujin se detuvo justo frente a Baek Cheon, su respiración agitada por la carrera.
Tomándose un momento para recuperar el aliento, se inclinó ligeramente hacia él, con una expresión dulce y agradecida en el rostro.
Cuando finalmente se recompuso, sus ojos brillaron de emoción al encontrarse con los de Baek Cheon.
—”Baek Cheon…” —su voz era suave, casi melosa—. “Quería agradecerte por haber salvado a mi padre.”
Baek Cheon se removió incómodo, sin saber cómo responder ante su tono tan repentinamente dulce.
Pero ella no le dio oportunidad de decir nada antes de continuar.
—”Han sido días muy difíciles para mí…”—suspiró dramáticamente—. “Ha sido un sufrimiento constante, sin saber si mi querido padre despertaría…”
Falsa preocupación nubló sus ojos cuando bajó la mirada, como si realmente hubiera pasado noches en vela por su padre.
Baek Cheon quiso fruncir el ceño, pero su educación le impidió hacerlo abiertamente.
—”Pero ahora que ha despertado, al fin puedo estar tranquila. Y todo fue gracias a tu valiente acto.”
Baek Cheon tragó saliva.
Quería decirle que solo hizo lo que debía hacer como discípulo de la secta, pero antes de que pudiera articular palabra, la chica avanzó un paso más hacia él.
—”Es por eso que quiero compensarte con esto…”
Baek Cheon se congeló.
Sus ojos bajaron lentamente hacia los labios de la chica… que ahora estaban fruncidos… acercándose peligrosamente a su rostro.
¡Espera, espera, espera!
¡¿Esta loca quería besarlo?!
El sudor frío recorrió su espalda.
No. No. No. ¡NO!
Esa fue la gota que derramó el vaso.
Baek Cheon perdió toda compostura.
Antes de que esos indeseables labios lo tocaran, reaccionó.
Con un movimiento tan rápido que sorprendió a todos, la empujó suavemente hacia un lado y, sin mirar atrás, giró sobre sus talones y corrió.
Corrió como si su vida dependiera de ello.
¿Y a dónde corrió?
Directo hacia su maestro.
En un abrir y cerrar de ojos, se escondió detrás de Geomjon, aferrándose a la parte trasera de su ropa con las dos manos.
Como un niño asustado buscando refugio detrás de su padre.
La escena dejó a todos boquiabiertos.
Silencio absoluto.
Hasta que…
Pft.
Geomjon bajó la cabeza, hombros temblando.
—”Pft… Hah…”
Y finalmente no pudo contenerse.
Soltó una carcajada.
Baek Cheon no le importó en lo más mínimo la risa de su maestro.
No.
En estos momentos, lo único que le importaba era mantenerse lo más lejos posible de esa loca.
¡Prefería ser la burla de su maestro antes que ser besado por esa mujer!
Con el corazón aún latiendo con fuerza, se aferró con más firmeza a la ropa de su maestro, como si Geomjon fuera su último escudo contra esa pesadilla.
Mientras tanto, Hwang Yujin permaneció en shock.
Sus labios temblaban.
Sus manos se cerraban en puños.
Era como si simplemente no pudiera procesar lo que acababa de ocurrir.
Un instante después, su rostro se distorsionó por la ira.
Sus mejillas ardían de vergüenza.
Su mirada, antes dulce y afectuosa, se llenó de pura furia cuando se clavó en Baek Cheon.
—”¡Tú…! “—Su voz salió temblorosa de indignación.
Era evidente que estaba lista para soltar su furia sobre él.
Pero entonces…
Antes de que pudiera dar un solo paso, alguien la sostuvo por detrás.
Era su hermano, Hwang Wei.
Su agarre en su brazo fue firme, casi autoritario.
Cuando Yujin levantó la cabeza para mirarlo, vio en sus ojos un claro reproche.
—”¡Suéltame, hermano!”—gruñó, tratando de zafarse de su agarre—. “¡Esto es injusto! ¡No puedo creerlo! ¡Estas cosas no deberían pasarme a mí!”
Pero Hwang Wei no cedió.
—”Ya basta, Yujin.” —Su tono era bajo, pero con una severidad inusual.
Yujin se retorció una vez más, pero justo en ese momento…
Apareció su padre.
Hwang Deok-ho.
El anciano avanzó con porte solemne, con un grupo de guardias detrás de él.
Su mirada era fría e imponente.
Apenas echó un vistazo a la escena antes de dar su orden:
—”Llévenla a su habitación. No le permitan salir.”
Los ojos de Yujin se abrieron de par en par.
—”¡Padre, espera…!”
No pudo terminar su súplica, porque los guardias ya la estaban sujetando por los brazos.
—”¡Esto no es justo! ¡¡Padre!! ¡¡Hermano!!”
Su voz se fue apagando a medida que los guardias la arrastraban lejos.
Baek Cheon suspiró de alivio.
Solo cuando la vio desaparecer detrás de las puertas del gremio se atrevió a soltar a su maestro.
Hwang Wei se inclinó profundamente ante él y ante Geomjon.
—”Mis más sinceras disculpas por la falta de control de mi hermana.”
Cheong Myeong agitó la mano despreocupadamente, aún recuperándose de la risa.
—”No pasa nada, no pasa nada…” —dijo entre pequeñas carcajadas, secándose una lágrima del rabillo del ojo—. “No me había reído tanto en años.”
Baek Cheon le dirigió una mirada fulminante, pero en el fondo…
No pudo evitar sentirse agradecido de que todo hubiera terminado.
—-------
Después de aquella escena, el grupo finalmente se puso en marcha.
Cheong Myeong y sus discípulos se despidieron respetuosamente del gremio de comerciantes, intercambiando las últimas palabras de cortesía antes de subir a la lujosa carroza que los esperaba.
El carruaje se puso en movimiento, alejándose del bullicio de la ciudad.
Al principio, el ambiente dentro del carruaje fue tranquilo.
Intentaron mantener la compostura, manteniéndose en silencio, como si la ridícula escena de antes no hubiera sucedido.
Pero entonces…
—”Pfft…”
Un pequeño sonido escapó de uno de los discípulos.
—”Jajajaja… “
Y entonces otro más se unió.
Hasta que, finalmente, todos estallaron en carcajadas.
Incluso Yu Iseol, siempre serena y reservada, tuvo que ocultar su sonrisa tras la manga de su ropa mientras sus hombros temblaban con risa contenida.
Baek Cheon, por su parte, los fulminó con la mirada.
Sus puños temblaban sobre sus muslos, su rostro estaba completamente rojo, y en su expresión se leía claramente el deseo de golpear a cada uno de los presentes.
—”¡No es gracioso!” —soltó con frustración.
Pero su indignación solo sirvió para hacer que las risas aumentaran.
Cheong Myeong, con una sonrisa divertida, decidió no perder la oportunidad de molestarlo un poco más.
—”Oh, vamos, Baek Cheon. ¿Por qué tanta reacción? Al final del día, Yujin no está nada mal, ¿sabes? “—Le lanzó una mirada especulativa—. “Si dejamos de lado su personalidad insoportable, sigue siendo una belleza.”
Baek Cheon apretó los labios en una línea tensa.
No respondió de inmediato.
Eso le pareció extraño a Cheong Myeong.
Después de todo, en la historia original, Baek Cheon no era precisamente alguien que rechazara un beso solo por la mala actitud de una mujer, mientras fuera bonita.
Entonces, en el instante en que Baek Cheon desvió la mirada y sus mejillas se tiñeron de un leve rubor, luciendo como una doncella avergonzada…
Cheong Myeong parpadeó sorprendido.
Y luego, en un susurro casi inaudible, Baek Cheon confesó:
—”Estoy reservando mi primer beso para la persona que amo…”
El carruaje quedó en completo silencio.
Hasta el traqueteo de las ruedas contra el suelo pareció amortiguarse en ese momento.
Cheong Myeong se quedó en blanco.
“…¿Qué?”
“¿Qué acaba de decir?”
“¿Este era el mismo Baek Cheon de la historia original?”
Aquel Baek Cheon que no tenía reparos en besar a cualquier chica linda si tenía la oportunidad…
¿Ahora se había convertido en un romántico empedernido que reservaba su primer beso para "la persona que ama"?
¡¿Desde cuándo sucedió esto?!
Cheong Myeong parpadeó un par de veces, atónito.
De alguna manera…
…sus acciones habían hecho que Baek Cheon se volviera un romántico puro e inocente.
Para ser honesto, prefería este Baek Cheon romántico antes que el Baek Cheon mujeriego de la historia original.
Sin embargo, en su distracción,no notó algo crucial.
En ese breve instante de silencio, Baek Cheon levantó la mirada con cautela.
Sus ojos se desviaron rápidamente hacia los labios de su maestro.
Apenas fue un vistazo fugaz.
Pero en sus ojos claros se reflejó un brillo diferente…
Una pizca de deseo.
Y así, el viaje continuó con normalidad, como si nada hubiera ocurrido.
Chapter 43: ⌗De Vuelta a La Normalidad (1)
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El sol ya comenzaba a descender cuando Cheong Mun llegó a la entrada de la secta.
Había recibido con anticipación cartas detallando el progreso de la misión, pero nada podía reemplazar la tranquilidad de ver a su hermano y a los discípulos regresar sanos y salvos con sus propios ojos.
Sin embargo, lo que no esperaba era *
encontrarse con una escena tan absurda.
En el centro de todo estaba un enorme carro de carga, rebosante de cajas y bolsas de tela.
Era demasiado grande.
Monte Hua era una montaña de acceso complicado. Incluso subir con una carroza normal era una tarea difícil, y mucho menos con una tan colosal como esa.
Y lo más desconcertante…
No había caballos cerca.
Un presentimiento oscuro cruzó por su mente.
Con el ceño fruncido, Cheong Mun desvió la mirada hacia los discípulos de Geomjon…
… Y sintió un escalofrío de pena por ellos.
Baek Cheon y su grupo estaban desparramados por el suelo, completamente sucios y jadeantes.
Algunos tenían el rostro pegado contra la tierra, sin fuerzas ni siquiera para quejarse.
Otros, como Baek Cheon, se sostenían las rodillas con una expresión de sufrimiento absoluto.
Fue entonces cuando Geomjon bajó de la carroza con toda la tranquilidad del mundo.
Como si nada fuera extraño.
Como si la situación fuera perfectamente normal.
Sonrió con satisfacción y confirmó sin reparos las sospechas de su hermano:
—”Como descuidaron su entrenamiento, decidí ponerles uno improvisado al subir la montaña.”
Un silencio sepulcral cayó sobre el lugar.
Los discípulos, que hasta ahora solo podían jadear, reunieron las fuerzas restantes para protestar con débil indignación:
—”¡No somos…! ¡No somos caballos de carga…! “
—”Maestro… ¿por qué…?”
—”¡Esto es abuso de autoridad…!”
Las voces eran apenas audibles, como el susurro de hombres al borde de la muerte.
Pero sus quejas cayeron en oídos sordos.
Geomjon simplemente cruzó los brazos con indiferencia.
—”Si tuvieran la resistencia adecuada, esto no hubiera sido un problema. Reflexionen sobre sus debilidades.”
Cheong Mun, observando la escena con una mezcla de incredulidad y resignación, suspiró.
Miró el enorme carro nuevamente.
Luego miró a los pobres discípulos.
Y finalmente, miró a su hermano con cansancio.
Definitivamente, nada había cambiado.
Cheong Mun observó una vez más a los discípulos desparramados en el suelo y sintió una profunda compasión por ellos.
—”Todos, vayan a limpiarse y descansen.” —Su voz fue firme, pero comprensiva.
Los discípulos, al escuchar esas palabras, se inclinaron tanto como pudieron en señal de agradecimiento, aunque algunos apenas podían moverse.
—”¡Gracias, líder de la secta…!”
—”¡Viva el líder de la secta…!”
—”Eres nuestra única esperanza… “
Las quejas sobre su martirio quedaron en el aire mientras arrastraban sus cuerpos exhaustos hacia sus habitaciones.
Cheong Mun entonces centró su atención en su hermano menor y en el enorme carro que había traído.
—”¿Y bien? “—cruzó los brazos con expresión inquisitiva—. “¿Qué es todo esto? “
Geomjon se acomodó la túnica con calma y respondió con total naturalidad:
—”Son regalos. Buena voluntad del gremio de comerciantes por haberlos ayudado.”
Cheong Mun arqueó una ceja.
—”¿Buena voluntad?”
Era difícil de creer que el gremio de comerciantes, conocidos por su avaricia, entregaran semejante cantidad de bienes solo por cortesía.
Lo lógico habría sido rechazarlo amablemente o, en el mejor de los casos, aceptar una pequeña compensación simbólica.
Pero lo que había en ese carro…
Esto era prácticamente un saqueo.
Cheong Mun le dirigió una mirada de desaprobación, pero su hermano menor la ignoró con total descaro y siguió explicando con normalidad:
—”Hay telas resistentes de la más alta calidad para los uniformes, espadas hechas por los mejores herreros, hierbas medicinales, píldoras de vitalidad…”
Cheong Mun suspiró.
Al menos parecía que todo era para beneficio de la secta y no lujos sin sentido.
Con resignación, hizo un gesto con la mano y ordenó a unos discípulos cercanos:
—”Lleven el carro y organicen todo en su debido lugar.”
Los discípulos asintieron y comenzaron a descargar los objetos con sumo cuidado.
Pero antes de que se lo llevaran, Geomjon aclaró con un tono casual:
—”El saco grande de tela y el baúl los compré para mis discípulos. Envíenlos a mi habitación, los entregaré después.”
Cheong Mun le lanzó una mirada sospechosa.
—”¿Y qué contienen?”
—”Oh, nada especial.”
Era parcialmente cierto.
El saco estaba repleto de dulces locales que había encargado para sus discípulos como recompensa.
Pero el baúl…
Ese baúl contenía licor de la más alta calidad que había pedido como ‘compensación especial’ al gremio.
Pero eso era mejor que nadie lo supiera.
Con su mejor expresión inocente, Cheong Myeong sonrió con satisfacción mientras observaba cómo se llevaban sus "modestas compras" a su habitación.
—--------
Cheong Myeong siguió a su hermano hasta la Oficina Principal del Líder de la Secta. La habitación era espaciosa pero sencilla, sin lujos innecesarios, reflejando la personalidad disciplinada de Cheong Mun.
Al entrar, el aroma del incienso de sándalo flotaba en el aire, proporcionando una sensación de calma.
Cheong Mun se movió con naturalidad, sirviendo té para ambos.
—”Siéntate.” —Indicó con un gesto mientras colocaba las tazas sobre la mesa.
Cheong Myeong obedeció y tomó asiento con una postura relajada.
—”Bien, dime… ¿cómo fue todo?”
Cheong Myeong tomó un sorbo de su té antes de comenzar su relato.
Con detalle, explicó desde el inicio de la misión:
—”La supuesta “enfermedad” en realidad era ocasionado por la manipulación de energía demoníaca. Alguien cercano había estado manipulando la situación para deshacerse de la familia Hwang y tomar el control.”
Cheong Mun frunció el ceño.
—”¿Sabes quién fue?”
—”Por supuesto. Un hombre llamado Wu Kang. Un comerciante ambicioso. Quería desestabilizar el gremio y hacer el suyo propio para quedarse con todo el monopolio. “
Cheong Mun asintió con gravedad.
—”¿Y cómo lo resolviste?”
—”Le di a Hwang Wei la oportunidad de limpiar su gremio. “—Cheong Myeong encogió los hombros—.” Y lo hizo. No le tembló la mano para deshacerse de los traidores. “
—”Hmph. Un comerciante que no duda en ensuciarse las manos… “
—”Así es como ha sobrevivido tanto tiempo. “
Cheong Myeong dejó su taza de té sobre la mesa y continuó:
—”También encontramos algo interesante en la residencia de Wu Kang. Un libro de Artes Demoníacas.”
Los ojos de Cheong Mun se afilaron.
—”¿Un libro de Artes Demoníacas?”
—”Sí.” —Cheong Myeong afirmó con seriedad—. “No podía permitir que algo así quedara en malas manos, así que lo quemé al final del día.”
—”Bien hecho. “—La voz de Cheong Mun fue firme, aprobatoria.
El uso de Artes Demoníacas dentro del Monte Hua era impensable. Cualquier rastro de ellas debía ser erradicado.
—”Además, durante la misión, mis discípulos mostraron un buen progreso.”
A pesar de su tono tranquilo, era evidente que Cheong Myeong hablaba con orgullo.
—”Baek Cheon lideró la situación con calma. Los demás se coordinaron bien, incluso enfrentaron algunas peleas sin mi intervención.”
Cheong Mun asintió con satisfacción.
—”Eso es bueno. Parecen estar creciendo.”
—”Por supuesto, si tienen un maestro como yo, sería absurdo que no lo hicieran.”
Cheong Mun le lanzó una mirada cansada.
—”Modestia nunca ha sido tu fuerte.”
Cheong Myeong sonrió y se llevó la taza de té a los labios.
Por supuesto, omitió por completo cómo una mocosa secuestró a Baek Cheon para tener "citas".
Algunas cosas era mejor dejarlas en el olvido.
Chapter 44: ⌗De Vuelta a La Normalidad (2)
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Después de intercambiar algunas palabras más con su hermano, Cheong Myeong se puso de pie y se estiró con pereza.
—”Bien, ya que todo está en orden, me voy. Quiero ver cómo están esos mocosos después de su entrenamiento.”
Dio media vuelta y abrió la puerta con naturalidad, pero se detuvo en seco al ver quién venía en dirección a la oficina.
Baek Cheon y su grupo avanzaban a paso firme. Jo Gul, Yu Iseol y Yoon Jong.
Por un instante, Cheong Myeong frunció el ceño, confundido.
‘¿Qué hacen aquí?’
Solo después de unos segundos recordó que Yoon Jong no era suyo, sino de Cheong Mun.
Una punzada de molestia le cruzó el pecho.
Había pasado tanto tiempo con esos mocosos que su cerebro ya lo había catalogado como “uno de los suyos”.
¿No podía simplemente llevárselo también?
Como si pudiera leer sus pensamientos, Cheong Mun le lanzó una mirada severa.
“Ni se te ocurra tocar a mi niño.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua con fastidio y desvió la mirada.
Baek Cheon y los demás se inclinaron con respeto al verlos.
—”Líder de la secta, Maestro.”
Cheong Mun les devolvió un leve asentimiento mientras Yoon Jong avanzaba para unirse a su respectivo maestro.
A pesar de su pequeña decepción, Cheong Myeong notó algo interesante.
Durante esos pocos días de misión, sus discípulos y Yoon Jong parecían haberse vuelto bastante cercanos.
Baek Cheon conversaba con él con naturalidad, Jo Gul lo trataba con la misma familiaridad con la que trataba a los demás, y hasta Yu Iseol —quien rara vez mostraba expresiones— parecía menos distante con su presencia.
Un lazo se había formado entre ellos.
Cheong Myeong cruzó los brazos, pensativo.
‘Supongo que no será la última vez que se una a nosotros en una misión.’
Aunque no lo admitiría en voz alta, no le molestaba la idea.
Cuando Cheong Myeong y sus discípulos se despidieron formalmente de Cheong Mun y Yoon Jong, se giró para irse, pero no pasó por alto la forma en que Baek Cheon y su grupo intercambiaban palabras con Yoon Jong.
No era difícil darse cuenta de lo que sucedía. Ahora que habían pasado tiempo juntos, habían decidido comenzar a reunirse durante el desayuno.
“Como si no fueran lo suficientemente molestos juntos.”
Resoplando por lo bajo, Cheong Myeong siguió caminando con sus discípulos hasta el área de entrenamiento.
Pero a medio camino, recordó algo.
—”Baek Cheon.”
—”¿Sí, Maestro?”
—”Ve a mi habitación y trae el saco de tela grande que hay ahí.”
Baek Cheon no preguntó nada, simplemente asintió y se fue a toda prisa.
Qué niño más trabajador.
Cheong Myeong continuó su camino con los demás hasta llegar al área de entrenamiento, y la escena lo complació.
Sus otros discípulos estaban esparcidos por el suelo, cubiertos de sudor y jadeando después de completar su entrenamiento.
El simple hecho de que ninguno se hubiera escapado o intentado hacer trampa ya era un logro.
En cuanto lo vieron, algunos intentaron ponerse de pie para saludarlo formalmente, aunque varios fracasaron miserablemente y volvieron a desplomarse.
Cheong Myeong asintió con satisfacción.
—”Bien. Parece que al menos saben seguir órdenes. “
Justo en ese momento, Baek Cheon regresó cargando el saco con ambos brazos.
El muchacho estaba ligeramente agitado, pero aún así mantenía una expresión digna.
Cheong Myeong llamó la atención de todos y se paró frente a ellos con el saco en el suelo.
—”Les traje algo.”
Hubo un breve silencio.
Los discípulos miraron el saco con evidente sospecha.
Un escalofrío recorrió sus espaldas.
¿Era alguna nueva forma de tortura?
La última vez que su maestro trajo “algo especial” para ellos, terminaron corriendo por la montaña con grandes rocas atadas a los tobillos.
Sin embargo, sus dudas se disiparon en un instante.
Cuando Cheong Myeong abrió el saco y sacó dulces coloridos, las expresiones de todos cambiaron.
Sus ojos se iluminaron como los de niños pequeños.
En un segundo, recuperaron toda su energía y se levantaron rápidamente para acercarse.
—”¡Son dulces!”
—”¡De los de alta calidad!”
—”¡Maestro, usted es el mejor!”
Cheong Myeong bufó, divertido, mientras repartía los dulces.
Sabía que sus discípulos tenían entre 17 y 20 años, jóvenes adultos en pleno entrenamiento marcial.
Pero a sus ojos, seguían siendo solo niños.
Después de repartir hasta la última migaja de dulce, Cheong Myeong cruzó los brazos y observó con satisfacción a sus discípulos.
Los muchachos comían con una felicidad casi infantil, como si aquellos dulces fueran el mejor regalo que hubieran recibido en sus vidas.
Algunos incluso tenían lágrimas en los ojos.
—”Maestro…” —sollozó un discípulo mientras sostenía su dulce con ambas manos—. “¡Nunca olvidaré su amabilidad!”
—”¡Maestro, realmente es un buen tipo!”
**Cheong Myeong bufó con burla.**
—Hmph. Dejen de hacer un escándalo. No es como si fueran a recibir esto todos los días.
Pero a pesar de sus palabras, no pudo evitar sonreír un poco.
Poco después, los discípulos comenzaron a reunirse alrededor de Baek Cheon y su grupo, ansiosos por escuchar sobre la misión.
—”¡Entonces, entonces! ¿Qué pasó exactamente?”
—”¿Realmente había artes demoníacas?”
—”¿Vieron algún enemigo peligroso?”
Los chicos que habían acompañado a Cheong Myeong intercambiaron miradas, disfrutando por una vez ser el centro de atención.
El ambiente se volvió animado en poco tiempo, con exclamaciones emocionadas y murmullos de asombro.
Cheong Myeong decidió que era su oportunidad para escabullirse.
"Sí, sí, sigan entretenidos con eso."
Era su momento de disfrutar sus propios “dulces”.
Su boca salivaba ante la idea del licor que lo esperaba en su habitación.
—------------
Al llegar a su cuarto, Cheong Myeong se aseguró de que nadie lo hubiera seguido antes de cerrar la puerta con seguridad.
Se giró hacia el baúl y sus ojos brillaron de emoción.
—”Jejeje… “
Con manos ágiles, lo abrió y reveló la brillante colección de botellas de licor de la más alta calidad.
Un tesoro líquido.
Eligió una de las botellas, la descorchó y sirvió un poco en una taza.
El aroma era embriagador incluso antes de probarlo.
Llevó la taza a sus labios y dejó que el líquido ardiente descendiera por su garganta.
—”¡Haaah…!”
La calidez se extendió por su pecho, y su cuerpo entero se relajó.
Sin embargo, mientras disfrutaba de su trago, una idea cruzó su mente.
Llevaba un año en este mundo.
Un año usando la habitación de Geomjon.
Y, sin embargo, nunca se había tomado la molestia de revisarla con profundidad.
No había tocado nada más allá de los cajones de ropa y la cama.
¿Qué clase de cosas habría dejado atrás el verdadero Geomjon?
Tal vez… podría encontrar algo interesante si daba un vistazo.
Con ese pensamiento, Cheong Myeong se puso de pie y empezó su exploración.
Chapter 45: ⌗Recuerdos Del Pasado (1)
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Cheong Myeong comenzó su inspección con calma, moviéndose por la habitación con su taza de licor en una mano.
Primero echó un vistazo superficial a las cosas que estaban a simple vista.
Los muebles eran los mismos que había visto en otras habitaciones de la secta, lo que significaba que no habían sido elegidos personalmente por Geomjon.
Nada particularmente interesante allí.
Pero los pergaminos en las paredes…
Eso sí parecía una elección personal.
Se acercó a examinarlos.
Cada uno contenía un poema bellamente escrito, todos ellos con un mismo tema recurrente: las flores de ciruelo.
Las metáforas hablaban de perseverancia, de la belleza en la adversidad, del peso del tiempo y la soledad.
Nada que no esperara de alguien como Geomjon.
Sin embargo, lo que más le llamó la atención no fue el contenido de los poemas, sino la caligrafía.
Era hermosa. Limpia. Elegante.
Cada trazo demostraba disciplina, un dominio absoluto del pincel.
—”Hmm…” —Cheong Myeong entrecerró los ojos, comparando mentalmente esa caligrafía con otra que había visto antes.
Era bastante similar a la escritura de Cheong Mun.
¿Podría haber sido un regalo de su hermano mayor?
Interesante…
A pesar de que en la historia original Geomjon había roto lazos con Cheong Mun, todavía parecía conservar este tipo de cosas.
Si realmente lo odiaba, lo lógico hubiera sido deshacerse de ellas, ¿no?
Tal vez… Geomjon no había estado tan distante como el juego lo hacía parecer.
Este pequeño detalle daba a entender que aún había algo de afecto, aunque fuera enterrado bajo años de resentimiento.
Con una expresión pensativa, Cheong Myeong bebió otro trago de licor y se dispuso a seguir explorando.
Con el licor aún calentando su garganta, Cheong Myeong continuó su inspección.
Se acercó a una de las cómodas y abrió los cajones que nunca antes había revisado.
Lo primero que encontró fueron más túnicas y sábanas limpias.
Nada particularmente fuera de lo esperado.
Sin embargo, al examinar mejor el contenido, una túnica en particular llamó su atención.
Aunque tenía el diseño de una prenda marcial, los detalles eran notablemente más elegantes.
La tela era de altísima calidad, suave al tacto y claramente no hecha para soportar batallas.
Definitivamente era ropa formal.
—”Hmm…” —Cheong Myeong frunció el ceño y trató de recordar.
Buscó en su memoria alguna ilustración dentro del juego donde Geomjon usara una prenda así…
Nada.
No había ningún recuerdo de Geomjon llevando algo tan elegante.
Pero sí recordaba a alguien más vistiendo algo parecido…
Baek Cheon.
En un evento importante entre sectas, Baek Cheon aparecía con una ropa formal similar.
Lo que significaba que en el futuro Cheong Myeong probablemente tendría que usar esto también.
Ugh.
Decidió recordar dónde estaba guardada por si llegaba el momento de necesitarla.
Satisfecho con su hallazgo, cerró el cajón y pasó al siguiente.
Era más pequeño, y en su interior encontró algo inesperado:
Cintas para el cabello.
Había varias, todas bastante simples.
Algunas parecían estar nuevas, mientras que otras mostraban signos de uso frecuente.
No era raro que un maestro de espadas usara cintas para atar su cabello, pero…
Entre todas ellas, hubo una que captó su atención de inmediato.
Una cinta verde.
Resaltaba del resto, no solo por el color, sino por su calidad y detalles bordados.
La tomó entre los dedos y la examinó más de cerca.
Los patrones eran elegantes y precisos, pero lo más llamativo eran las pequeñas serpientes bordadas en el diseño.
El mismo símbolo que usaba el Clan Tang.
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”¿Desde cuándo Geomjon tiene relación con los Tangs?”
Este hallazgo sí que era extraño.
En la historia del juego, no se mencionaba ninguna conexión entre Geomjon y el Clan Tang.
Para ser más específicos, la Secta del Monte Hua no tenía ningún tipo de lazo con el Clan Tang.
Las distancias entre ambas facciones eran considerables, lo que hacía casi imposible que se involucraran en algo juntos.
¿Entonces cómo podía Geomjon tener conexión con ellos?
Cheong Myeong tamborileó los dedos contra la madera de la cómoda, intentando encontrar una explicación lógica.
El Clan Tang se dedicaba al comercio además de su especialidad en venenos y armas ocultas.
Tal vez… esa cinta verde simplemente vino en algún encargo y Geomjon la tomó para sí mismo.
No, eso era ridículo.
Geomjon no parecía un hombre que coleccionara cintas sin motivo, y ya tenía más que suficientes.
Además, la calidad de esta cinta era excepcional, demasiado fina como para ser un simple producto de comercio.
Era un objeto personalizado.
Y si eso era cierto… significaba que alguien del Clan Tang se la había dado directamente.
Cheong Myeong frunció el ceño, ahora más alerta.
Intentó rascar en la historia del juego, buscando algún indicio.
Sin embargo, el protagonista no se involucraba con el Clan Tang hasta varios años en el futuro.
Cuando eso sucedía, la historia se centraba completamente en Baek Cheon y la hija mayor del jefe del Clan Tang, Tang Soso.
Mientras tanto, Geomjon y el resto quedaban en un segundo plano.
Maldita sea el fanservice.
Si los desarrolladores no hubieran estado tan obsesionados con empujar a Baek Cheon y Tang Soso juntos, tal vez podría haber encontrado más información sobre el trasfondo de Geomjon.
Ahora tenía más preguntas que respuestas.
¿Por qué Geomjon tenía esta cinta?
¿Qué relación tenía con el Clan Tang?
¿Y por qué demonios nada de esto se mencionaba en la historia?
Cheong Myeong exhaló con frustración, pero al mismo tiempo sintió una leve emoción.
Si esta era una pista que el juego nunca desarrolló…
Entonces podría investigarlo por sí mismo.
Después de darle un último vistazo a la cinta, decidió guardarla nuevamente en el cajón, asegurándose de colocarla en la misma posición en la que la encontró. No quería perderla.
Todavía no estaba seguro de su significado, pero su intuición le decía que era importante.
Con eso fuera del camino, continuó con su investigación.
Abrió y revisó los demás cajones, esperando encontrar algo más interesante.
Para su decepción, no había mucho que destacar.
Unas cuantas herramientas de la época, probablemente para mantenimiento de armas.
Varios juegos de velas y palillos de incienso, algunos incluso sin usar.
Y luego…
Una pequeña bolsa con una cantidad de dinero considerable.
Cheong Myeong levantó una ceja y la pesó en su mano.
“Hmm… interesante.”
Definitivamente iba a gastarse esto más tarde.
Lo dejó a un lado, mentalmente marcando un plan para ‘invertirlo’ en licor y comida.
Tras dar algunas vueltas más en la habitación y revisar cada rincón accesible, no encontró nada más fuera de lo común.
Justo cuando estaba a punto de suspender su investigación y rendirse por la noche…
Algo llamó su atención.
En una de las esquinas de la habitación, junto a una estantería modesta, había un baúl mediano.
Estaba semi cubierto por una sábana vieja, apenas visible a simple vista.
Lo más llamativo, sin embargo, era el polvo acumulado encima.
Parecía no haber sido tocado en mucho tiempo.
Cheong Myeong frunció el ceño, intrigado.
¿Desde cuándo estaba esto aquí?
El polvo sugería que nadie lo había abierto recientemente, pero…
¿Desde cuándo?
¿Desde que él estaba en este cuerpo?
¿O desde que el Geomjon original aún lo habitaba?
Fuera como fuese…
No importaba.
Lo que realmente importaba era lo que había dentro.
Con renovada curiosidad, se acercó al baúl.
Chapter 46: ⌗Recuerdos Del Pasado (2)
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Cheong Myeong apartó la vieja sábana con cuidado, liberando el baúl de su largo olvido.
El polvo se acumulaba en sus manos mientras deslizaba los dedos sobre la superficie de madera. A pesar del tiempo, la cerradura no estaba trabada.
Inhaló profundamente y abrió el baúl.
Lo que encontró en su interior lo tomó por sorpresa.
No eran documentos secretos, ni armas, ni tesoros ocultos.
Eran recuerdos de la infancia de Geomjon.
Entre ellos, había juguetes de madera y paja, desgastados por el uso, pero aún reconocibles.
Un viejo libro descansaba sobre ellos, su portada ya desvanecida con los años. Cuando lo tomó entre sus manos y pasó sus páginas con cuidado, pudo notar que era un cuento infantil.
También había un sobre rojo de Año Nuevo.
Era común que los mayores regalaran estos sobres a los niños en las festividades, generalmente con dinero dentro.
Pero lo que más captó su atención fue una pequeña espada de madera.
Su superficie estaba gastada por el uso, las marcas de entrenamiento visibles en cada centímetro de su filo romo.
Cuando la sostuvo, notó algo particular.
No era un simple juguete.
La espada era pesada, bien tallada y equilibrada.
Era, sin duda, una espada de entrenamiento para niños.
Cheong Myeong frunció el ceño.
Eso solo significaba una cosa.
Geomjon fue criado dentro del Monte Hua desde la infancia.
Él no era un forastero que llegó a la secta como discípulo adolescente, como la mayoría.
Había crecido aquí.
En el Monte Hua, aceptaban discípulos a partir de los 13 o 14 años.
Sin embargo, también acogían a niños huérfanos o abandonados en sus puertas.
Los criaban y les enseñaban el camino de la espada cuando llegaban a la edad adecuada.
¿Geomjon fue uno de esos niños?
Cheong Myeong miró nuevamente el baúl.
Los juguetes, el cuento infantil, la espada de entrenamiento...
Todo indicaba que Geomjon había sido abandonado siendo muy pequeño, tal vez incluso un bebé.
¿Entonces quién lo crió en la secta?
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio algo más en el fondo del baúl.
Un pedazo de papel viejo y amarillento.
Un dibujo infantil.
Cheong Myeong lo tomó con extrema delicadeza, sintiendo que el más mínimo movimiento brusco lo desharía en polvo.
Cuando lo observó con atención, su expresión se endureció.
Era un dibujo torpe, con líneas gruesas y manchas de dedos.
Mostraba a tres personas.
La figura más pequeña tenía el cabello atado y una espada en la mano.
"Este debe ser Geomjon."
Junto a él, una figura más alta con una expresión severa y un ceño fruncido.
A pesar del trazo infantil, Cheong Myeong lo reconoció al instante.
Cheong Mun.
El líder de la secta, su ‘hermano mayor’.
Cheong Myeong apretó los labios.
Pero lo que realmente lo inquietó fue la tercera persona en el dibujo.
Era otro niño, un poco más alto, parado junto a ellos.
A diferencia de la expresión severa de Cheong Mun, esta figura parecía algo seria.
Pero no tenía idea de quién era.
¿Quién era esta tercera persona?
¿Era acaso un tercer hermano?
La idea lo hizo fruncir el ceño.
Hasta donde sabía, Cheong Mun era su único hermano dentro del Monte Hua.
Pero si este tercero era un hermano desconocido, ¿por qué no se mencionaba en la historia del juego?
¿Podría ser un amigo cercano?
Geomjon no parecía del tipo que formara lazos fácilmente, pero si fue criado en la secta desde pequeño, es posible que hubiera alguien más en su infancia.
Alguien que fue lo suficientemente importante como para aparecer en este dibujo.
¿O quizás estaba sobreanalizando todo?
Después de todo, era solo un dibujo infantil.
Los niños a veces agregaban figuras sin razón.
Incluso cabía la posibilidad de que fuera un amigo imaginario.
Aun así… algo no encajaba.
Si realmente esta tercera persona existía y fue importante para Geomjon, podría haber sido la causa de los lazos rotos con Cheong Mun.
Había demasiadas posibilidades.
El peso de la incertidumbre le molestaba.
Tal vez debería simplemente enseñarle el dibujo a Cheong Mun.
O…
Podría intentar sacarle información de otra forma.
Preguntarle casualmente sobre anécdotas de la infancia.
Si lograba que Cheong Mun hablara de su pasado, tal vez mencionaría algo útil sin sospechar que estaba investigando.
Sí, eso último podría funcionar mejor.
Suspirando, volvió a guardar el dibujo en el baúl, asegurándose de no dañarlo.
Después, acomodó cuidadosamente cada objeto donde lo encontró.
Se tomó un momento para observar todo una última vez.
Esta había sido una investigación fructífera.
Aún no tenía la historia completa, pero cada vez aparecían más piezas en este rompecabezas.
Definitivamente, se merecía un buen trago de licor.
Notes:
Quiero que sepan que me estoy leyendo cada uno de sus comentarios, me gusta ver sus teorías/suposiciones de lo que está pasando👀 y intento contenerme para no responder porque sé que terminaré dando spoilers, mejor que tengan la misma experiencia de Ye Tan leyendo esto jsjsjs🤭
Chapter 47: ⌗¿Qué Hice Mal Con Mi Crianza? (1)
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Una semana después de los eventos ocurridos, todo volvió a la relativa normalidad.
Los discípulos seguían con su rutina, dividiendo su tiempo entre el entrenamiento, la meditación y el estudio del tao.
Los maestros cumplían con su labor, corrigiendo posturas, enseñando técnicas y asegurándose de que la generación más joven se forjara adecuadamente.
Y luego…
Estaba Cheong Myeong.
O mejor dicho, Geomjon y su grupo de desafortunados discípulos, quienes soportaban entrenamientos infernales, más propios de bestias que de humanos.
Mientras que otros grupos practicaban posturas básicas o técnicas en parejas, los discípulos de Geomjon luchaban por respirar, al borde del colapso físico.
Apenas tenían tiempo de secarse el sudor antes de recibir una nueva orden que desafiaba la lógica y el sentido común.
Sin embargo, nadie en la secta se atrevía a intervenir.
Ni siquiera los ancianos.
Algunos pasaban cerca del área de entrenamiento y escuchaban los quejidos de los jóvenes, pero en lugar de detenerse, simplemente les lanzaban una mirada de lástima y seguían su camino.
Incluso aquellos discípulos que antes se quejaban de sus propios maestros, al ver el infierno que vivían los pupilos de Geomjon, comenzaron a sentirse agradecidos por su suerte.
—"¡Doy gracias al universo por no haber sido elegido por el demonio de la secta!"
—"¡Shhh! ¿Quieres que te escuche? Podría hacerte cargar una montaña entera como castigo.”
Los rumores sobre el entrenamiento de Geomjon se extendieron como pólvora.
Algunos los creían exagerados. Otros, al ver con sus propios ojos a los discípulos arrastrándose como si hubieran sobrevivido a una guerra, entendían que la realidad podía ser incluso peor.
Y justo cuando parecía que nada ni nadie podría salvar a los pobres discípulos de Geomjon…
Un milagro ocurrió.
Un salvador descendió desde los cielos.
—”Geomjon.”
La voz firme y serena retumbó como un trueno en el infierno de entrenamiento.
Los discípulos, que ya estaban a punto de perder el alma, levantaron la vista con esperanza.
¡Era él! ¡El líder de la secta!
Como un ángel enviado por los dioses, el hombre que representaba la autoridad suprema del Monte Hua se encontraba detrás de Geomjon.
¡Su salvación!
Geomjon, que en ese momento estaba a punto de regañar a sus discípulos por no poder cargar una roca del tamaño de una casa, giró lentamente la cabeza.
Su expresión habitual no cambió, pero algo en su mirada dejó en claro que no esperaba la interrupción.
—”Sahy- Líder de secta. “—Respondió con tranquilidad.
El líder de la secta mantuvo su porte imperturbable.
Detrás de él, los discípulos rezaban en silencio para que su maestro tuviera que irse.
Si existían dioses, que se lo llevaran lejos.
El Salvador había hablado.
Dándole una última mirada a los discípulos, que lo veían como su última esperanza en la tierra, Cheong Mun dirigió su atención a Geomjon.
—”No te parece que estás siendo… algo duro con los niños?” —Su voz era serena, pero su mirada dejaba en claro que no era una simple sugerencia.
Los discípulos contuvieron la respiración.
¡Sí! ¡Por favor, dígaselo más fuerte, líder de la secta! ¡Defiéndanos!
Pero entonces…
—”¡En lo absoluto!”—respondió Cheong Myeong con naturalidad, con una expresión inocente que solo podía ser descrita como una burla al sentido común.
Los discípulos sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.
—”Les estoy dando el entrenamiento más suave. Pero parece que me tocaron discípulos muy débiles.”
Silencio.
Por un instante, el tiempo se detuvo.
Los discípulos de Geomjon abrieron los ojos de par en par, incrédulos.
¿Habían escuchado bien?
¿Entrenamiento suave?
¡¿SUAVE?!
¿¡ESTE INFIERNO ERA ENTRENAMIENTO SUAVE?!
La indignación los golpeó tan fuerte que por un momento olvidaron su agotamiento.
¿Cómo se atrevía a decir eso con esa cara tan tranquila?
¡Ellos estaban al borde de la muerte, por el amor a todos los cielos!
Si eso era lo “suave”, entonces… ¿qué sería lo “duro”?
¡No! ¡No querían saberlo!
Cheong Mun, viendo la desesperación reflejada en los rostros de los jóvenes, sacudió ligeramente la cabeza.
Definitivamente, su hermano menor seguía siendo un caso perdido.
—”Déjalos descansar un rato. Ven conmigo a mi oficina.”
Geomjon entrecerró los ojos, claramente descontento con la idea.
—”¿Tengo que hacerlo ahora?”
—”Sí.”
Geomjon chistó la lengua con molestia.
A regañadientes, giró sobre sus talones y siguió a su sahyung con mala cara, como si le hubieran arrebatado su juguete favorito.
Mientras tanto, los discípulos…
No podían creerlo.
¡El milagro había ocurrido!
¡El líder de la secta lo había logrado!
Uno de los discípulos colapsó de rodillas en el suelo, alzando las manos al cielo como si hubiera visto la luz de la salvación.
—”¡Gracias, líder de la secta…!”
Los demás cayeron de espaldas, jadeando como si acabaran de sobrevivir a una batalla.
Cheong Mun los miró de reojo y, aunque no dijo nada, sintió un poco de lástima por ellos.
Chapter 48: ⌗¿Qué Hice Mal Con Mi Crianza? (2)
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Dentro de la oficina, el ambiente era sereno.
Cheong Mun se sentó con naturalidad en su lugar, como si esta conversación no fuera nada fuera de lo común.
Geomjon, por otro lado, aún tenía un notable puchero en el rostro, como si no pudiera superar el hecho de que su entretenimiento había sido interrumpido.
Con calma, Cheong Mun sirvió té caliente para ambos y, con el mismo aire de tranquilidad, sacó un plato con pasteles de luna y los colocó cerca de su hermano menor.
En ese momento, algo en Geomjon cambió.
Su expresión de molestia se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos.
Sus ojos brillaron con avidez y, sin perder un solo segundo, tomó uno de los pasteles y lo llevó a su boca.
Un bocado.
Dos.
Tres.
En menos de lo que un discípulo de tercera clase podía hacer una reverencia, los pasteles de luna desaparecieron como por arte de magia.
Cheong Mun lo observó en silencio.
Bien.
A pesar de todos los cambios, su hermano menor seguía siendo débil ante los dulces.
Dándole un ligero sorbo a su té, finalmente entró en materia.
—”Te he llamado aquí debido a… ciertos problemas.”
Geomjon alzó la mirada con curiosidad, aunque sin dejar de comer.
Al ver que había captado su atención, Cheong Mun continuó:
—”Un maestro me reportó que algunos discípulos tuyos pelearon con los suyos.”
El ambiente se tensó por un breve instante.
Los ojos de Cheong Myeong se abrieron con sorpresa.
¿Problemas?
Dejó de masticar, tragó apresuradamente lo que tenía en la boca y preguntó con toda la seriedad del mundo:
—”¿Mis discípulos ganaron o perdieron?”
Silencio.
Cheong Mun parpadeó.
¿Era esa… la única pregunta que haría al respecto?
¿Eso era todo lo que le preocupaba?
Por supuesto.
¿Qué más podía esperar de él?
Este mocoso nunca cambiaría.
Suspirando, se llevó una mano al rostro, masajeando su sien con frustración. Luego inhaló profundamente, tratando de recuperar la compostura.
—”No puedo decir que ganaron…”
Pero antes de que pudiera continuar, vio cómo la expresión de Geomjon se endurecía, sus ojos afilados brillando con evidente molestia.
Oh no.
Conocía esa mirada.
Era la misma que ponía cuando algo no le gustaba y estaba a punto de hacer un berrinche.
Rápidamente, corrigió su declaración.
—”Quiero decir… tus discípulos noquearon a los otros, pero—!”
Se detuvo de golpe.
El rostro de Geomjon se iluminó con orgullo.
¡Maldita sea, estaba sonriendo!
—”¡Oye, no es motivo de orgullo, no sonrías así!”
Pero ya era demasiado tarde.
Cheong Myeong, sin la más mínima vergüenza, tomó otro pastel de luna y lo mordió con tranquilidad.
—”Está bien, sahyung. Los niños pelean de vez en cuando, es normal.”
Cheong Mun casi escupe el té que estaba bebiendo.
“¿Niños?”
“Geomjon, tus discípulos tienen como veinte años…”
Era difícil pensar en ellos como "niños" cuando eran hombres adultos capaces de cortar árboles de un solo golpe.
Aun así, decidió no discutir ese punto y se centró en lo importante.
—”De todas formas…” —dijo, masajeándose la sien—
— “Mis discípulos no pelearían sin motivo,” —Señalo Cheong Myeong.—”Algo debió pasar para que llegaran a eso.”
Cheong Mun suspiró y asintió con resignación.
Sí, tenía razón.
Según los informes, la pelea comenzó por palabras.
Los otros discípulos habían estado hablando mal de Geomjon.
No solo eso, sino que también se burlaron de sus discípulos, diciendo que entrenaban bajo un maestro cruel que los trataba como esclavos.
Al principio, todo quedó en insultos, pero en algún momento, la tensión escaló y se convirtieron en golpes.
Para cuando los superiores intervinieron, los discípulos de Geomjon ya habían aplastado a los otros.
Cheong Mun observó con atención a su hermano menor.
Para su sorpresa, Geomjon sonrió.
Era una sonrisa que no tenía burla ni arrogancia.
Era una sonrisa de satisfacción genuina.
Porque, después de todo, sus discípulos lo habían defendido.
Habían soportado su infernal entrenamiento, sus métodos brutales, sus órdenes absurdas…
Y aún así, eran leales a él.
Tenían suficiente respeto y aprecio como para ponerse en pie de lucha por su nombre.
Cheong Mun carraspeó, tratando de recuperar el hilo de la conversación.
—”Aún así… esas acciones no están bien.”
Pero, para su frustración, parecía que sus palabras caían en oídos sordos.
Geomjon ya estaba demasiado ocupado disfrutando su té y sus pasteles de luna, con la satisfacción de un hombre que acababa de recibir la mejor noticia del día.
Cheong Myeong tomó el último pastel del plato con satisfacción y se lo llevó a la boca.
Mientras lo masticaba con calma, formuló una pregunta con el mismo tono apacible que usaría un verdugo preguntando por su siguiente ejecución.
—”¿Quiénes fueron los discípulos que se metieron en problemas? Para… reprenderlos más tarde.”
Cheong Mun entrecerró los ojos.
Sabía perfectamente que "reprender" podía significar muchas cosas viniendo de Geomjon.
¿Sería una recompensa encubierta por defender su nombre?
¿O sería un entrenamiento aún más infernal para enseñarles a controlar su temperamento?
No, no quería saberlo.
Su cabeza ya tenía suficientes problemas sin agregar más caos al asunto.
Con un suspiro resignado, comenzó a nombrar a los involucrados.
—”Estaban Jo Yeon, Han Seok, Wu Jin y… “
Cheong Myeong apenas escuchaba, asintiendo con indiferencia.
—”… Baek Cheon.”
Cof, cof—!
De repente, el pastel de luna se convirtió en un enemigo mortal.
Cheong Myeong se atragantó tan fuerte que casi se ahoga, golpeando su pecho mientras sus ojos se abrían de par en par.
—”¿¡Baek Cheon!?”
Su Baek Cheon.
¿Su Baek Cheon había participado en la pelea?
No, imposible.
Baek Cheon era el protagonista.
¡El caballero de la historia! ¡El joven noble que resolvía conflictos con palabras y encanto, no con los puños!
Rápidamente giró hacia Cheong Mun, aún tosiendo.
—”¡Sahyung, eso debe ser un error! ¿Estamos hablando del mismo Baek Cheon?”
Cheong Mun lo miró con cansancio.
—”¿Qué otro Baek Cheon hay en tu grupo?”
Silencio.
Cheong Myeong se negó a aceptarlo.
—”… ¿Seguro que no te confundiste? ¿Tal vez un Baek Cheon con un carácter más agresivo?”
—”Sí, estoy seguro. Ese mismo Baek Cheon.”
—”… “
—”Y no solo eso.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío en la espalda.
—”¿Qué más?”
Cheong Mun tomó su taza de té y bebió lentamente, disfrutando el sufrimiento ajeno de su hermano menor antes de soltar la bomba.
—”Baek Cheon fue quien inició la pelea.”
El silencio en la habitación se hizo tan denso que podía cortarse con una espada.
Cheong Myeong sintió que el universo entero se tambaleaba.
—”¿Qué?”
—”Fue él quien empezó la pelea. Primero verbal, luego física.”
Ah…
Ese mocoso.
Ese mocoso siempre encontraba nuevas formas de sacarlo de quicio.
Pero más importante aún…
¡El protagonista no era así de impulsivo!
¿Desde cuándo Baek Cheon golpeaba primero y preguntaba después?
¿Qué había hecho mal en su educación?
Cheong Myeong se masajeó la frente, sintiendo un dolor de cabeza inminente.
¿Era esto un bug? ¿Un error en el código del juego?
Disimuladamente, Cheong Mun ocultó su sonrisa detrás de su taza de té.
Oh, cómo disfrutaba ver a su hermano menor recibir un trago de su propia medicina.
Geomjon, el despiadado y temido espadachín, el hombre cuya sola presencia hacía temblar a los discípulos…
Ahora estaba completamente aturdido por el comportamiento de un solo discípulo.
Un discípulo al que, claramente, tenía en muy alta estima.
—”Ese chico Baek Cheon se parece a ti cuando eras pequeño.”
Cheong Mun rió suavemente, como si recordara algo divertido.
Cheong Myeong alzó la mirada con ojos vacíos.
¿Lore ahora?
¿Cómo se suponía que debía tomarse eso?
¿Me estás diciendo que el frío y serio Geomjon era un busca pleitos cuando era joven?
No, no, no. Algo estaba mal aquí.
Geomjon no podía haber sido así.
¡Era un villano trágico y estoico, no un mocoso problemático!
Intentó seguir ese hilo de conversación, con la esperanza de obtener más información.
—”Bueno… No debió haber sido tan malo… “
Se refería a Geomjon, por supuesto.
Pero Cheong Mun pareció malinterpretar y creyó que hablaba de Baek Cheon.
—”Tienes razón “—asintió con naturalidad—, “no se compara a cuando rompías los huesos de tus compañeros o los mordías como si fueras un perro.”
“…”
¿Perdón?
El té en la boca de Cheong Myeong casi se escupe solo.
¿Geomjon… hacía qué?
¿Romper huesos?
¿Morder?
¿Como un perro?
¿Geomjon era ese tipo de persona?
Por un momento, el mundo dejó de tener sentido.
El poderoso villano trágico que debía convertirse en el mayor antagonista de Baek Cheon…
¿Era un gremlin salvaje de niño?
No, no, no.
Su imagen de Geomjon estaba colapsando como un castillo de naipes.
Y ahora lo entendía.
Ahora entendía por qué todos decían que él era retorcido.
¡Era porque su predecesor era aún peor!
Chapter 49: ⌗¿Qué Clase De Demonio Has Creado? (1)
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El tiempo pasó volando.
Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y en un abrir y cerrar de ojos, tres años habían pasado.
En ese tiempo, Cheong Myeong lo había visto todo.
La vista de los ciruelos floreciendo en invierno, tal como se mostraba en las ilustraciones del juego. Un espectáculo mágico, donde el blanco de la nieve se mezclaba con los pétalos rosados, creando un contraste tan hermoso que por un momento olvidaba que estaba atrapado en este mundo.
También vio el crecimiento de sus discípulos.
Con orgullo podía declarar que su grupo era el más fuerte de toda la secta.
Pero, por encima de todo, vio en primera fila el crecimiento de Baek Cheon.
Y, oh, cómo había crecido.
Baek Cheon, ahora con 21 años, estaba completamente transformado.
Ya no era aquel joven con mejillas redondeadas y mirada insegura.
Ahora era casi de su misma estatura, con un rostro delgado, bien perfilado, sin rastro de su antigua juventud infantil.
Su cuerpo había ganado músculo, pero sin perder la elegancia que siempre lo caracterizaba.
Y su belleza…
Era irreal.
Su cabello largo y sedoso de un azul oscuro profundo se balanceaba con cada movimiento, siempre perfectamente cuidado.
Sus grandes ojos turquesa, enmarcados por pestañas largas y gruesas, brillaban con intensidad.
Su piel pálida como la nieve parecía iluminarse bajo la luz de la luna.
Y sus labios rosados y relucientes…
¿¡Cómo demonios tenía los labios así de brillantes!?
¿Estaba usando algún tipo de bálsamo labial secreto?
Era un protagonista de novela bishōjo hasta en los pequeños detalles.
Baek Cheon caminaba con gracia y seguridad.
Su uniforme blanco impecable, sin una sola arruga, resaltaba su figura perfecta.
Y la cinta en su frente revoloteaba con su andar, dándole un aire casi principesco.
Cada día que pasaba, se acercaba más y más a la imagen del protagonista adulto y musculoso que se mostraba en las ilustraciones del juego.
Pero…
Algo estaba mal.
Algo en Baek Cheon no cuadraba del todo.
Sí, siempre fue dedicado y trabajador, pero esto ya era demasiado.
Si Cheong Myeong les ordenaba cargar dos rocas y correr cinco vueltas, Baek Cheon cargaba tres y corría diez.
Si les decía que practicaran hasta el atardecer, Baek Cheon seguía entrenando hasta la madrugada.
No era malo, claro. Era un buen discípulo.
Pero…
¿Por qué a veces se le quedaba viendo… como si esperara algo?
Un elogio.
Un reconocimiento.
Y no solo eso.
¿Por qué a veces caminaba tras de él como un pollito?
¿Por qué le traía el desayuno a su cuarto?
¿Por qué su mirada se volvía más intensa cada vez que sus ojos se encontraban?
Cheong Myeong sentía que algo extraño estaba pasando con su discípulo… pero decidió ignorarlo.
No era el momento de preocuparse por pequeñeces.
El siguiente arco estaba más cerca que nunca.
—------
Tal como Cheong Myeong había previsto, unos días más tarde, mientras se encontraba en la oficina de su sahyung molestándolo solo por diversión, llegó una visita inesperada.
Un discípulo de una de las sectas subsidiarias del Monte Hua irrumpió en la oficina, agitado y cubierto de polvo, como si hubiera corrido todo el camino sin descanso.
—”¡Líder de la secta Monte Hua!”— exclamó, inclinándose profundamente, su respiración entrecortada. —”¡Solicito su ayuda!”
Cheong Myeong levantó una ceja con interés.
Era un discípulo de la Puerta Huayoung, la sub secta más leal y cercana al Monte Hua.
Si enviaron a alguien corriendo en un estado tan desesperado, entonces el problema era grave.
Cheong Mun, quien había estado tranquilamente firmando documentos (mientras ignoraba las distracciones de su hermano menor), dejó su pincel sobre la mesa y frunció el ceño con seriedad.
—”Habla”— ordenó, su tono severo, pero tranquilo.
El discípulo tragó saliva y rápidamente explicó la situación.
—”¡La secta Wudang nos está oprimiendo! Han comenzado a causarnos problemas, tratando de debilitarnos poco a poco para apoderarse de nuestra región y establecer su propia sub secta. ¡No contentos con eso, atacaron a nuestro líder sin piedad! Mi padre ha sido gravemente herido. Ahora nuestra Puerta Huayoung está vulnerable.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Este era el arco que estaba esperando.
En el juego, este fue el evento que marcó un antes y un después en la historia de Baek Cheon.
Porque, además del arduo entrenamiento que había llevado en los últimos tres años, Baek Cheon ya había comenzado a ganar cierta reputación en el mundo marcial.
Cada vez que descendía de la montaña para cumplir encargos, se encontraba con bandidos, criminales y conflictos en el camino.
Y como el protagonista heroico que era, por supuesto no podía ignorar tales injusticias.
Siempre intervenía, salvaba a los inocentes y restauraba el orden… sin pedir nada a cambio.
Gracias a esos simples actos heroicos, su nombre comenzó a resonar en el mundo marcial.
Y ahora, la Puerta Huayoung lo buscaba específicamente a él.
"Por supuesto. Así es como debía pasar."
Baek Cheon recibiría la misión.
Se dirigiría a la sub secta con un pequeño grupo de discípulos.
Se enfrentaría a los de Wudang, haría brillar su sentido de la justicia, demostraría su poder… y su reputación crecería aún más.
Era el primer gran paso de Baek Cheon hacia su destino de protagonista.
Pero junto con ello, también era uno de los momentos más importantes para la faceta antagónica de Geomjon.
En la historia original, Geomjon no estaba nada contento con la creciente reputación de su discípulo.
Al principio, solo era una molestia menor.
Pero su infelicidad creció aún más cuando el discípulo de la Puerta Huayoung pidió específicamente la ayuda de Baek Cheon, pasando completamente por alto la existencia de su maestro.
Para Geomjon, esto fue un golpe a su orgullo.
Después de todo, él era el legendario espadachín, el Maestro de la Espada Temible, la figura imponente del Monte Hua.
¿Y aún así alguien osaba ignorarlo en favor de un simple discípulo?
La respuesta de Geomjon fue clara:
Con molestia, mandó a Baek Cheon solo, acompañado de unos cuantos discípulos débiles y sin experiencia en el exterior.
Fue una decisión desastrosa.
Un error fatal.
Porque cuando llegaron a la Puerta Huayoung, un inconveniente inesperado los tomó por sorpresa.
Los discípulos murieron.
No solo porque eran débiles, sino porque el enemigo que enfrentaron fue mucho más feroz de lo que esperaban.
Y aunque Baek Cheon logró sobrevivir, regresó con una rabia tan intensa que el odio en su corazón comenzó a arder.
Geomjon, por supuesto, salió impune.
—"Ellos tenían una misión clara, pero se metieron donde no debían."
Fueron las palabras que él mismo pronunció con frialdad cuando le preguntaron por la pérdida de sus discípulos.
Una simple oración, pero suficiente para avivar la sed de venganza de Baek Cheon.
Ese evento marcó el primer punto de quiebre en su relación.
A partir de ese momento, Baek Cheon no solo vio a Geomjon como un maestro despiadado.
Lo vio como un enemigo.
Un obstáculo en su camino.
Una persona que debía superar… y eventualmente, derrotar.
Cheong Myeong recordó todo esto con claridad.
Lo había visto en el juego. Había leído los diálogos. Había sentido la frustración de Baek Cheon en cada escena.
Y ahora, sentado en la oficina de Cheong Mun, con el discípulo de la Puerta Huayoung todavía jadeando frente a él, comprendió algo con una certeza absoluta:
No iba a dejar que eso pasara.
No abandonaría a sus discípulos a su suerte.
No provocaría el odio de Baek Cheon hacia él de manera innecesaria.
Y sobre todo, no mandaría a los más débiles a una misión que podría ser su sentencia de muerte.
Porque él no era Geomjon.
Y Baek Cheon no perdería a nadie bajo su enseñanza.
Chapter 50: ⌗¿Qué Clase De Demonio Has Creado? (2)
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Cheong Mun escuchó con atención cada palabra del discípulo de la sub secta.
Su nombre era Wei Soheng, y aunque intentaba mantener una postura firme, su voz traicionaba la urgencia de su petición.
A medida que relataba lo ocurrido, el rostro de Cheong Mun se endureció.
Nunca antes habían tenido problemas con la secta Wudang.
Durante años, las relaciones entre el Monte Hua y Wudang habían sido, si no amistosas, al menos neutrales.
Entonces, ¿por qué de repente estaban atacando la Puerta Huayoung?
¿Por qué ahora?
Había algo extraño en todo esto.
Pero no era el momento de especular.
Las vidas de sus aliados estaban en peligro.
Después de escuchar los hechos, Cheong Mun ya tenía en mente algunos discípulos a quienes podría enviar.
Sin embargo, antes de que pudiera hablar, Wei Soheng se adelantó.
—"Por favor, necesito la ayuda Baek Cheon dojang."
Las palabras resonaron en la habitación con un peso innegable.
El silencio que siguió fue breve, pero tenso.
Cheong Mun desvió la mirada hacia su hermano menor.
Geomjon estaba desparramado en su asiento, sosteniendo un pastel con una mano y masticando perezosamente.
A simple vista, parecía que no estaba prestando atención en lo absoluto.
Pero Cheong Mun lo conocía demasiado bien.
Su rostro mostraba la expresión de alguien harto y aburrido.
—"¿Pusiste atención a la conversación?"
La respuesta era evidente.
Pero, para sorpresa de Cheong Mun, Geomjon solo se encogió de hombros.
Por supuesto que no se había molestado en escuchar.
No porque fuera irresponsable, sino porque ya se sabía ese diálogo de memoria.
Aquel discípulo llegaría agitado, implorando la ayuda de Baek Cheon.
El Monte Hua, reconociendo la gravedad de la situación, enviaría a sus discípulos.
Y Geomjon, como el perfecto antagonista que era, cometería un grave error.
Pero eso no iba a pasar esta vez.
Con una media sonrisa, Cheong Mun dejó escapar un suspiro y habló:
—"Estás de suerte."
Los ojos de Wei Soheng se iluminaron.
—"El maestro de Baek Cheon está aquí."
El discípulo parpadeó con sorpresa y, como si apenas se diera cuenta de la presencia de la tercera persona en la habitación, dirigió su mirada hacia Cheong Myeong.*
Wei Soheng se quedó sin palabras.
¿Ese era el temido Geomjon?
¿El legendario espadachín que su padre le había advertido que debía evitar a toda costa?
El hombre que decían que era una pesadilla viviente en el campo de batalla, capaz de destrozar a un oponente con una sola mirada?
Wei Soheng tragó saliva.
Sí… sí parecía fuerte.
Incluso sentado de manera tan relajada, su presencia era imponente.
Pero…
No era exactamente lo que había imaginado.
No se veía tan aterrador como decían.
Para empezar… ¿por qué estaba comiendo un pastel tan despreocupadamente?
Su imagen mental de un maestro frío y despiadado comenzó a desmoronarse.
Al darse cuenta de que ahora toda la atención estaba dirigida a él, Cheong Myeong se apresuró a tragar el resto de su pastel.
Con un movimiento rápido y casi mecánico, se limpió la boca con la manga y se enderezó, adoptando la postura de un maestro sabio y respetable.
O al menos, eso intentó.
El problema era que todavía tenía las mejillas infladas con los últimos restos del pastel, dándole la apariencia de un niño con la boca llena de comida.
Wei Soheng parpadeó, desconcertado.
¿Este era el legendario Geomjon?
Sin embargo, antes de que pudiera cuestionarlo, Geomjon ya había aceptado la petición con total naturalidad y se puso de pie con un aire de dignidad repentina.
Con un gesto de la mano, salió de la oficina sin perder tiempo, indicándole a Wei Soheng que lo siguiera.
El joven discípulo obedeció de inmediato, aunque todavía algo aturdido.
—"Vamos, Baek Cheon está en el área de entrenamiento."
—---------
Cuando llegaron, Wei Soheng presenció una escena… peculiar.
No, peculiar no era la palabra correcta.
"¿Qué demonios es esto?"
Sus pensamientos se quedaron en blanco al ver lo que tenía frente a sus ojos.
Los discípulos estaban entrenando en condiciones que rayaban en lo inhumano.
No, era más que inhumano.
¡Era absurdo!
Uno de ellos estaba corriendo con un árbol entero atado a la espalda, mientras otro practicaba sus movimientos de espada suspendido en el aire, colgado de un precipicio con una sola cuerda!
Y luego…
Había un loco.
Un lunático.
Un demente absoluto que estaba cargando una roca del tamaño de una casa sobre su espalda mientras hacía lagartijas con una sola mano.
Wei Soheng sintió cómo un escalofrío recorría su espalda.
¿Esto era un área de entrenamiento o un campo de tortura?
Con disimulo, miró de reojo a Geomjon.
¿Estaban en el lugar correcto?
Y más importante aún…
¿Dónde estaba Baek Cheon?
El heroico Baek Cheon, el discípulo mayor, el hombre que ya comenzaba a ganar renombre en Jianghu por sus hazañas…
Seguramente no estaría participando en este entrenamiento infernal, ¿cierto?
Sin embargo, sus esperanzas se hicieron añicos en el instante en que Geomjon levantó un dedo y señaló directamente al lunático de la roca.
—"Ahí está."
Wei Soheng sintió cómo su alma abandonaba su cuerpo.
—"…¿Perdón?"
—"Ese es Baek Cheon."
Wei Soheng parpadeó rápidamente.
Miró al hombre debajo de la roca.
Miró a Geomjon.
Miró al hombre otra vez.
No… no podía ser.
¿El heroico Baek Cheon… era ese loco?
¡El mismo Baek Cheon que la gente describía como un caballero noble y justo!
Wei Soheng abrió la boca para decir algo, pero ninguna palabra salió.
No, esto no tenía sentido.
Algo estaba mal.
Algo tenía que estar mal.
Pero luego, en un destello de claridad, su mirada volvió a Geomjon.
Era obvio.
Era evidente.
¡Esto solo podía ser culpa de Geomjon!
¡Seguro que fue él quien lo puso a entrenar así!
Wei Soheng se llevó una mano a la cabeza.
Ya no sabía qué pensar.
Cheong Myeong, completamente ajeno a la expresión de absoluto desconcierto en el rostro de su invitado, llamó a Baek Cheon con naturalidad.
—"Baek Cheon."
El sonido de su voz resonó en el área de entrenamiento, y casi al instante, el hombre que estaba debajo de la roca reaccionó.
Baek Cheon giró la cabeza en dirección a su maestro, y en el momento en que lo vio, sus ojos se iluminaron con un brillo inconfundible.
Sin pensarlo dos veces, arrojó la roca a un lado como si fuera una simple bolsa de arroz, provocando un estruendo ensordecedor cuando el enorme pedrusco se estrelló contra el suelo, levantando una nube de polvo a su alrededor.
Wei Soheng sintió cómo su alma abandonaba su cuerpo por segunda vez en el día.
¿Cómo podía tirar algo tan grande con tanta facilidad?
¿Era un ser humano o algún tipo de monstruo disfrazado?
Pero lo más aterrador no era la fuerza que acababa de demostrar.
No.
Lo más aterrador era que, tras soltar la roca, Baek Cheon se acercó corriendo a su maestro con una expresión de felicidad genuina.
Como si acabara de ver a un ser querido después de mucho tiempo.
Sin embargo…
En el instante en que llegó a una distancia prudente y vio con claridad la expresión de su maestro, se detuvo en seco.
El brillo en sus ojos desapareció al instante.
La sonrisa se esfumó de su rostro.
Geomjon lo miraba con una expresión de claro reproche.
—"Cuando me fui te dejé un ejercicio en específico."
Su tono no era particularmente severo, pero había una firmeza en sus palabras que dejó a Baek Cheon completamente inmóvil.
—"¿Qué haces ahora cargando esa roca?"
Baek Cheon parpadeó, su rostro reflejando un leve atisbo de pánico.
Por un momento, su expresión se asemejó a la de un cachorro que acababa de ser regañado por su dueño.
Wei Soheng observó con incredulidad.
¿Era su imaginación o Baek Cheon, el futuro héroe de Jianghu, estaba… avergonzado?
Sin embargo, la momentánea vulnerabilidad desapareció tan rápido como llegó.
Baek Cheon enderezó la espalda con rapidez y respondió con voz segura.
—"Terminé antes de lo esperado con mi ejercicio, así que empecé con otro."
Silencio.
Wei Soheng sintió cómo la temperatura descendía ligeramente.
Chapter 51: ⌗¿Qué Clase De Demonio Has Creado? (3)
Chapter Text
Cheong Myeong lo miró fijamente.
Este mocoso…
En este punto, lo lógico sería descansar si terminaste tu entrenamiento antes de tiempo.
¡Descansar!
¡¿Por qué, en cambio, decidió ponerse a cargar una roca del tamaño de una casa?!
¿Qué estaba haciendo mal en su crianza?!
Cheong Myeong se masajeó las sienes con los dedos, exhalando un suspiro profundo.
No tenía sentido seguir discutiendo con este lunático.
—"Anda, vete a asear."
—"¿Eh?"
—"Tienes un invitado. Busca ropa limpia y regresa en cinco minutos."
Baek Cheon, hasta ese momento demasiado concentrado en su maestro, finalmente reparó en la presencia de Wei Soheng.
El joven discípulo de la Sub Secta casi dio un paso atrás cuando Baek Cheon le dirigió la mirada.
¿Por qué su aura era tan abrumadora incluso sin hacer nada?
Sin decir palabra, Baek Cheon simplemente asintió, como un soldado recibiendo órdenes, y se retiró sin demora hacia sus aposentos.
Wei Soheng, que todavía estaba tratando de asimilar todo lo que acababa de ver, se giró lentamente hacia Geomjon.
Sus ojos gritaban una sola cosa.
"¿Qué clase de demonio has creado?"
Cheong Myeong, al sentir la intensa mirada de Wei Soheng, se giró lentamente hacia él.
Su expresión no cambió, pero sus ojos parecían decir claramente:
"Yo tampoco estoy seguro de lo que hice."
Wei Soheng tragó saliva y desvió la mirada.
Ambos se dirigieron fuera de los aposentos de Geomjon, donde había una pequeña mesa de madera situada bajo la sombra de un árbol. Era un lugar simple, pero tenía cierto aire de tranquilidad.
Ya fuera para descansar o recibir a los invitados, parecía que Geomjon había dispuesto ese sitio para momentos como este.
Se sentaron, y el silencio se instaló entre ellos mientras esperaban pacientemente.
No tuvieron que esperar mucho.
Tal como lo había ordenado Geomjon, Baek Cheon apareció exactamente en cinco minutos.
Wei Soheng se quedó boquiabierto.
No porque fuera puntual.
Sino por la transformación.
Ya no era el hombre cubierto de sudor y tierra que cargaba una roca del tamaño de una casa como si fuera una simple pesa de entrenamiento.
Ahora, Baek Cheon vestía una túnica blanca impecable, su postura era firme y elegante, su porte irradiaba nobleza y disciplina.
Cada uno de sus movimientos estaba lleno de gracia y confianza.
El aura de un héroe.
"Sí... Este es el Baek Cheon que imaginé."
Wei Soheng, por un momento, se olvidó por completo de la salvaje escena de hace unos minutos.
En su lugar, lo miró con admiración.
Baek Cheon avanzó con tranquilidad, sosteniendo una bandeja con tazas y una jarra de té.
Con movimientos cuidadosos, sirvió el té primero para su invitado, luego para su maestro y finalmente para sí mismo.
Una etiqueta impecable, como se esperaba de alguien con su educación.
Entonces, justo antes de sentarse, Wei Soheng notó algo peculiar.*
Baek Cheon sacó algo de su manga y lo colocó discretamente junto al té de su maestro.
Era una pequeña envoltura con una selección de dulces y pasteles.
Wei Soheng miró aquello con sorpresa.
Geomjon no dijo nada.
Ni siquiera miró los dulces.
Simplemente tomó uno con total naturalidad y comenzó a masticarlo, como si fuera lo más normal del mundo.
Como si esto fuera una rutina diaria entre ambos.
Baek Cheon tampoco dijo nada.
Simplemente tomó asiento con tranquilidad, bebiendo de su té.
Wei Soheng frunció levemente el ceño.
La relación entre ambos le parecía... peculiar.
Geomjon tenía la reputación de ser un hombre frío e implacable, alguien que trataba a sus discípulos con disciplina estricta y sin un ápice de cercanía.
Pero esto...
¿Cuántas personas podrían acercarse lo suficiente a Geomjon como para colocarle algo en la mesa sin que él siquiera lo notara?
¿Cuántas personas podrían hacer esto y recibir una aceptación silenciosa a cambio?
¿Era normal esta dinámica entre maestro y discípulo?
Por un momento, Wei Soheng quiso seguir observando, intentando descifrar la relación entre ambos.
Pero en este momento, había cosas más importantes que meterse en la vida de otras personas.
Tomó aire, enderezó su postura y finalmente habló.
—"Maestro Geomjon, Discípulo Baek Cheon, les agradezco por recibirme.”
Era hora de explicar la razón por la que había venido.
Wei Soheng repitió su explicación con la misma claridad con la que se la había dado al líder de la secta.
Baek Cheon lo escuchaba atentamente, manteniendo una postura recta y serena.
Sin embargo, aunque su atención estaba fija en las palabras del discípulo de la Sub Secta, sus manos se movían con la misma naturalidad de alguien que realizaba una acción habitual.
Cada vez que Geomjon terminaba su taza de té, Baek Cheon la volvía a llenar sin necesidad de que se lo pidieran.
Y lo hacía sin apartar su mirada de Wei Soheng, sin perder el hilo de la conversación, como si esto fuera una rutina establecida hace mucho tiempo.
Wei Soheng volvió a notar ese detalle.
¿Desde cuándo alguien tenía la confianza suficiente para servirle té a Geomjon sin temor a ser reprendido?
Sin embargo, antes de que pudiera reflexionar demasiado sobre aquello, la explicación terminó.
Hubo un breve silencio.
Entonces, Baek Cheon se giró hacia su maestro con una expresión que mostraba más certeza que duda.
—"Si lo trajiste hasta aquí es porque ya has aceptado la misión a mi nombre, ¿verdad?"
Geomjon asintió tranquilamente mientras se sacudía unas cuantas migajas de galleta de su túnica.
—"Esto te servirá para ganar más experiencia." —dijo con un tono pausado, casi distraído—. "Por supuesto, no irás solo. Puedes llevar a los discípulos de tu elección para que te ayuden."
Baek Cheon asintió sin pensarlo mucho.
Geomjon lo había mandado a la misión con discípulos más débiles, poniendo la vida de todos en riesgo.
Pero esta vez, Cheong Myeong le estaba dando la libertad de elegir.
Y conociéndolo, sabía exactamente a quiénes elegiría.
Sin dudarlo, Baek Cheon dijo dos nombres que Cheong Myeong ya había anticipado:
—"Yu Iseol y Jo Gul."
Era la elección lógica.
Ellos eran los discípulos más fuertes de su generación, solo por debajo de Baek Cheon.
Además, se habían convertido en sus amigos cercanos con el tiempo, confiando plenamente en sus habilidades.
Cheong Myeong asintió con la cabeza.
Baek Cheon tenía un fuerte sentido del deber y la responsabilidad, por lo que su elección había sido precisa.
Si bien también se había vuelto cercano a otro discípulo llamado Baek Sang, este último no era tan fuerte en combate.
Sin embargo, eso no significaba que fuera débil.
Si la misión requiriera alguien con habilidades más estratégicas, Baek Sang probablemente sería considerado.
Pero en esta ocasión, la elección de Baek Cheon fue impecable.
Cheong Myeong aprobó su decisión y le ordenó que les diera aviso para que se prepararan.
Baek Cheon asintió y se levantó para retirarse, pero antes de irse, se detuvo y giró la cabeza hacia su maestro con una última pregunta en mente.
—"¿Vas a venir con nosotros, maestro?"
Su tono sonaba expectante.
Y Cheong Myeong no pudo evitar sonreír levemente.
—"Si no voy, ¿quién se va a asegurar de que no se metan en problemas?"
Tan pronto como escuchó esas palabras, los ojos de Baek Cheon se iluminaron.
Su expresión se suavizó y una pequeña sonrisa de satisfacción cruzó su rostro antes de hacer una respetuosa reverencia.
—"Entendido, maestro."
Y con eso, se retiró para comenzar los preparativos, sintiéndose plenamente satisfecho.
Chapter 52: ⌗Viaje A Huayoung (1)
Chapter Text
El sol brillaba con intensidad sobre la montaña mientras el grupo se reunía fuera de la Oficina del líder de la secta, listos para partir.
Baek Cheon, Yu Iseol, Jo Gul y Wei Soheng estaban alineados en posición firme, reflejando disciplina y preparación.
Cheong Myeong, por otro lado, permanecía con los brazos cruzados, con una expresión que parecía indicar que algo faltaba.
En cuanto la puerta de la Oficina se abrió y Cheong Mun apareció, antes de que pudiera decir una sola palabra, su hermano menor se adelantó con naturalidad.
—"Nos hace falta una persona."
Cheong Mun alzó una ceja, su rostro reflejaba una mezcla de sorpresa y sospecha.
—"¿Una persona?" —repitió, sin entender completamente a qué se refería.
Cheong Myeong asintió con total seriedad.
—"Necesitamos a alguien que se encargue de la política."
Hubo un breve silencio.
Los ojos de Cheong Mun se entrecerraron levemente mientras examinaba a su hermano con una expresión de sospecha.
Por supuesto, sabía exactamente a quién se refería.
Soltó un largo suspiro de resignación antes de finalmente ceder.
—"Está bien."
Con un gesto de la mano, ordenó que llamaran a Yoon Jong.
—----
Pocos minutos después, la figura de Yoon Jong apareció en el lugar.
Su rostro mostraba una mezcla de profesionalismo y resignación, como si ya hubiera anticipado que algo así sucedería.
Miró de reojo a Geomjon, quien lo recibió con una expresión absolutamente tranquila, como si su inclusión en la misión fuera la decisión más natural del mundo.
—"Ya que estás aquí, vamos." —dijo Cheong Myeong sin más explicaciones.
Y así, ahora sí, el equipo estaba completo.
Geomjon al frente, seguido por Baek Cheon, Yu Iseol, Jo Gul, Yoon Jong y Wei Soheng.
Los seis se inclinaron ante Cheong Mun en una despedida formal.
El líder de la secta los observó a cada uno con atención, dedicándoles palabras de aliento.
—"Confío en que sabrán cumplir su misión con honor. Les deseo la mejor de las suertes."
Cuando su mirada se posó en Wei Soheng, le ofreció una leve sonrisa tranquilizadora.
—"No te preocupes, Soheng. Estás en buenas manos."
Wei Soheng asintió con gratitud, aunque no pudo evitar un pequeño escalofrío al recordar la escena de entrenamiento de Baek Cheon.
Y finalmente, Cheong Mun giró su atención hacia Geomjon.
Su expresión se volvió severa, sus ojos se afilaron y su tono adquirió un matiz de advertencia.
—"No te metas en problemas."
Lo dijo con la autoridad de un líder, pero también con la exasperación de un hermano mayor que hablaba con el niño problemático del grupo.
Cheong Myeong solo parpadeo.
"... Por qué es diferente conmigo?”
—------
El carro de madera avanzaba con un suave traqueteo sobre el camino de tierra, sacudido ocasionalmente por alguna piedra o irregularidad del terreno.
El aire fresco de la montaña se mezclaba con el sonido de los pájaros y el murmullo lejano de un arroyo. En cualquier otro contexto, habría sido un viaje relajante.
Pero Wei Soheng acababa de presenciar algo que rompía por completo su concepto de la disciplina taoísta.
Sentado cómodamente en una esquina del carro, Geomjon había sacado una botella de licor de su manga y procedía a beber con absoluto descaro.
Wei Soheng parpadeó varias veces, preguntándose si realmente estaba viendo bien.
Geomjon, el temido maestro de la secta, el espadachín legendario, bebiendo alcohol como un vagabundo de la calle.
Más sorprendente aún fue la reacción de sus discípulos.
—Suspiro.—
Uno tras otro, Baek Cheon, Yu Iseol, Jo Gul y Yoon Jong soltaron un suspiro casi sincronizado, como si estuvieran profundamente decepcionados, pero al mismo tiempo resignados.
Wei Soheng miró a cada uno, esperando que alguno al menos intentara detenerlo, pero nadie hizo nada.
No hubo ninguna reprimenda, ningún intento de arrebatarle la botella, absolutamente nada.
Era como si todos estuvieran acostumbrados a esto.
”¿No se supone que los taoístas no beben?” —pensó Wei Soheng con incredulidad.
De repente, recordó algo.
Cuando el líder de la secta, Cheong Mun, despidió al grupo, le dijo específicamente a Geomjon que no se metiera en problemas.
—”Ah…”
Ahora entendía la razón.
Parecía que este no era un caso aislado, sino un problema recurrente.
Baek Cheon, por su parte, observaba a su maestro con los ojos entrecerrados.
¿Había venido realmente a “cuidarlos”, o solo quería beber sin que el líder de la secta lo vigilara?
Se cruzó de brazos, pero al final, solo pudo suspirar.
En lugar de decir algo, sacó una pequeña bolsa de su manga.
Los sentidos de Geomjon se agudizaron de inmediato.
Su nariz se movió como si detectara el aroma de algo interesante.
En un instante, sus ojos, que antes estaban medio cerrados por la relajación del alcohol, se enfocaron completamente en su discípulo.
Con toda la naturalidad del mundo, Baek Cheon sacó un trozo de carne seca y lo acercó a su maestro.
Sin siquiera decir una palabra, Geomjon tomó el bocado y lo masticó con satisfacción, bebiendo otro sorbo de licor después.
Era un movimiento tan fluido, tan ensayado, tan natural, que Wei Soheng sintió que su cerebro se rompía un poco.
Su mirada se movió entre ambos repetidamente, incapaz de comprender lo que acababa de presenciar.
¿Qué clase de relación maestro-discípulo era esta?
Incapaz de contenerse, murmuró con incredulidad:
—"Qué relación más peculiar..."
Por desgracia para él, su murmullo no pasó desapercibido.
A su lado, Yoon Jong lo escuchó perfectamente.
Con una expresión cansada pero comprensiva, le dio una palmada en el hombro.
—"No intentes encontrarle sentido."
Wei Soheng lo miró, esperando una mejor explicación.
Pero Yoon Jong solo suspiró y agregó con tono resignado:
—"Eventualmente te acostumbrarás."
Baek Cheon, con la misma naturalidad con la que había alimentado a su maestro momentos antes, se volvió hacia Wei Soheng con una expresión serena pero inquisitiva.
—"Hablaste sobre lo que pasó en la subsecta, pero no mencionaste mucho sobre el estado de tu padre. ¿Cómo está?"
La pregunta pareció golpear a Wei Soheng con más fuerza de la que esperaba.
Su expresión cambió de inmediato.
Sus ojos, antes llenos de determinación al relatar los eventos, se oscurecieron con preocupación y tristeza.
Soltó un pesado suspiro y, tras un momento de silencio, comenzó a hablar:
—"Fue una pelea injusta desde el inicio."
Los demás escuchaban con atención mientras Wei Soheng relataba lo sucedido.
Según él, todo comenzó como una "negociación".
Un discípulo de Wudang, que parecía actuar como emisario de su secta, le ofreció a su padre una gran suma de dinero a cambio de la subsecta.
Pero su padre se negó.
No una, ni dos, sino múltiples veces.
—”Al principio parecía solo una oferta, pero cuando mi padre se negó nuevamente, la actitud de ese hombre cambió por completo."
La paciencia del discípulo de Wudang se agotó y, sin previo aviso, atacó.
—"Mi padre no es el espadachín más fuerte, pero tiene mucha experiencia. Además, el hombre que lo atacó era aún joven y no parecía un discípulo de alto rango en Wudang."
En teoría, su padre debería haber tenido ventaja.
Pero entonces, algo salió terriblemente mal.
—"No pude verlo bien… pero sus movimientos eran extraños. Se movió increíblemente rápido, como si golpeara puntos vitales que no deberían haber sido tan fáciles de alcanzar."
Wei Soheng apretó los puños con frustración.
—"Mi padre intentó defenderse, pero en cuestión de segundos cayó al suelo."
Los ojos de todos se afilaron.
—"Desde entonces, su estado se deterioró demasiado rápido. No puede moverse sin toser violentamente, apenas tiene fuerzas para hablar, y todo ocurrió en menos de un día."
El silencio cayó sobre el grupo.
Era extraño.
Demasiado extraño.
Todos los presentes parecieron compartir el mismo pensamiento.
Un discípulo de bajo rango de Wudang no debería haber sido capaz de hacer tanto daño en tan poco tiempo.
Cheong Myeong tamborileó los dedos contra la madera del carro, fingiendo estar pensativo.
Baek Cheon cruzó los brazos, su expresión se endureció.
Yu Iseol cerró los ojos, como si estuviera repasando las técnicas de Wudang en su mente.
Jo Gul y Yoon Jong intercambiaron miradas.
No hacía falta decirlo en voz alta.
Había algo más detrás de todo esto.
Chapter 53: ⌗Viaje A Huayoung (2)
Chapter Text
Cheong Myeong no necesitaba más pistas para entender lo que estaba ocurriendo.
La historia era clara en su mente.
La secta Wudang no estaba interesada en la subsecta por simple expansión territorial ni por la reputación.
No.
Querían algo más valioso.
Una antigua y casi mítica receta…
La "Píldora Primordial".
La leyenda hablaba de un legendario maestro que, siglos atrás, había creado esta píldora legendaria, pero se llevó su secreto a la tumba.
O al menos eso era lo que todos creían.
Sin embargo, Wudang había encontrado un viejo mapa, oculto entre las pertenencias de un bandido, que parecía indicar la posible ubicación de la receta.
Aunque solo pudieron descifrarlo parcialmente, les llevó hasta esta región.
Pero había un problema.
Si de repente comenzaban excavaciones y movimientos sospechosos en un territorio donde ya existía una subsecta establecida, se generarían preguntas y levantarían sospechas.
Por eso, la mejor opción no era investigar en secreto… sino tomar el control de la subsecta por completo.
Convertirse en sus legítimos dueños y hacer lo que quisieran sin que nadie cuestionara su presencia.
Por eso estaban siendo tan agresivos.
Por eso no estaban dispuestos a aceptar un no como respuesta.
Y ahora, habían atacado directamente al líder de la subsecta, Wei Lisha.
Wei Lisha…
Sí, ahora recordaba bien su nombre.
Pero más importante aún… recordaba la técnica que habían usado contra él.
No era una simple pelea ni un error de cálculo.
No.
Fue un ataque premeditado y despiadado.
Una técnica secreta diseñada no para matar inmediatamente, sino para destruir el futuro del oponente.
Un ataque a los meridianos.
Las heridas superficiales podían sanar.
Los huesos rotos podían soldarse con el tiempo.
Pero una herida interna, una que afectara la energía interna, era otro asunto completamente diferente.
Ese tipo de daño no desaparecía con el tiempo.
Era un castigo cruel.
Los meridianos debilitados significaban un flujo de energía inestable.
Dolor constante.
Una vida de sufrimiento.
Y lo peor…
Si no se trataba a tiempo, Wei Lisha podía despedirse para siempre de su carrera como artista marcial.
—”Qué problemático…"
Cheong Myeong bebió otro trago de licor, observando el cielo con una expresión pensativa.
No podía dejar que esto siguiera así.
Cheong Myeong suspiró pesadamente.
La historia original nunca tuvo la intención de salvar a Wei Lisha por completo.
Incluso Baek Cheon, con su talento innato y energía pura, no pudo curarlo del todo.
En el juego, su energía solo pudo estabilizar temporalmente la condición de Wei Lisha, permitiéndole seguir liderando la subsecta pero quitándole su habilidad de blandir la espada como antes.
¿Por qué?
Porque la única persona en el mundo capaz de sanar a Wei Lisha completamente era Geomjon.
El mismo Geomjon que, según la historia, nunca movió un solo dedo para ayudar.
En cambio, dejó que sus discípulos pelearan contra Wudang sin preocuparse por sus vidas y, de paso, ignoró por completo la situación de Wei Lisha.
Era una jugada intencionada del juego para hacer que los jugadores odiaran a Geomjon.
"Ese maldito juego…"
No solo habían hecho que el maestro más fuerte y temido de la secta se comportara como un bastardo egoísta, sino que además…
Por supuesto.
No podía faltar el fanservice estúpido.
La historia tenía que ser interrumpida por una innecesaria trama romántica con uno de los intereses amorosos de Baek Cheon.
Si su memoria no fallaba, se trataba de una discípula de Wudang llamada Su Xian.
La clásica tsundere que estos juegos adoraban meter con calzador.
Su Xian era una prodigio de Wudang, arrogante y orgullosa, que después de ser derrotada por Baek Cheon se obsesionaba con la idea de vencerlo.
Esta obsesión la llevaba a incontables encuentros con él, donde sus "peleas" se desarrollaban de una manera tan ridículamente forzada que hacían que Cheong Myeong quisiera golpearse la cabeza contra una pared.
La dinámica era la típica historia de "odio que lleva al amor".
Pero…
Estaba escrita de la peor forma posible.
Cada vez que se enfrentaban, Su Xian terminaba tropezando y cayendo directamente en los brazos de Baek Cheon.
Una. Y otra. Y otra vez.
A veces se caía porque resbalaba con el suelo mojado.
Otras, porque "accidentalmente" perdía el equilibrio en medio de la batalla.
Y en una ocasión que Cheong Myeong había enterrado profundamente en su memoria para no sufrir daño mental, ella simplemente tropezó con el aire y Baek Cheon la atrapó.
"¿Qué demonios es eso?"
Ni siquiera podía recordar cuántas veces tuvo que ver esas escenas mientras jugaba.
La historia intensa de la pelea con Wudang era constantemente interrumpida por estos encuentros forzados.
Era como si el juego hiciera todo lo posible para que la trama principal quedara en segundo plano.
Cheong Myeong se llevó la mano al rostro.
Si alguien tenía que arreglar este desastre… iba a ser él.
Baek Cheon arqueó una ceja, observando a su maestro con atención. La expresión de disgusto extremo en su rostro era demasiado evidente como para ignorarla.
—”¿Maestro? ¿Está bien?”
Cheong Myeong parpadeó y agitó la mano con desinterés.
—”No es nada.” —Y con toda la naturalidad del mundo, abrió la boca en espera de otro trozo de carne seca.
Baek Cheon suspiró, pero aún así sacó otro pedazo de su bolsa y lo colocó en la boca de su maestro, como si estuviera alimentando a un perro particularmente mimado.
Wei Soheng miró la escena en silencio, hasta que finalmente dejó salir un profundo suspiro.
—”… Perdón.” —Su voz cargaba un peso difícil de ignorar—. “No esperaba que realmente vinieran a ayudarnos.”
Y ahí estaba.
La frase.
La primera vez en todo el maldito juego que se insinuaba lo que realmente había pasado con la secta del Monte Hua.
Desde fuera, la secta todavía parecía fuerte.
Tenía una cantidad considerable de discípulos, aún recibía peticiones de ayuda y, para los ojos de muchos, todavía conservaba una fracción de la dignidad que había tenido en el pasado.
Pero la verdad era otra.
La secta del Monte Hua ya no estaba entre las diez grandes sectas.
Ni siquiera estaba en una posición lo suficientemente buena como para estar justo debajo de ellas.
Se había convertido en una secta casi olvidada.
¿La razón? Una guerra.
¿Qué guerra?
Nadie sabía del todo, porque los desarrolladores del maldito juego nunca se molestaron en explicarlo detalladamente. Sólo por breves menciones podía suponerse que fue contra el culto demoníaco.
Pero lo que sí se sabía era que aquella guerra había devastado al Monte Hua.
Y cuando la secta estaba en su punto más vulnerable, aquellos que se suponía que eran sus aliados simplemente le dieron la espalda.
En el juego, Baek Cheon llegaba cuando la secta ya había logrado estabilizarse hasta cierto punto.
Y por supuesto, como buen protagonista, era él quien lograba devolverle su “antigua gloria” al Monte Hua.
Cheong Myeong bufó.
Ese había sido uno de los desarrollos que más le había molestado cuando jugó.
Porque, por supuesto, después de que Baek Cheon lograra que el Monte Hua recuperara reconocimiento, si alguien mencionaba la secta, todos la vinculaban con Baek Cheon.
Pero si alguien mencionaba a Baek Cheon…
Nadie lo vinculaba con la secta.
¡¿Cómo demonios podían llamar eso “recuperar su antigua gloria” cuando era solo una persona la que destacaba?!
El Monte Hua no se había recuperado.
Baek Cheon se había vuelto famoso.
Y los malditos desarrolladores estaban tan ocupados metiendo cualquier chica guapa a la historia que ni siquiera intentaron desarrollar bien la secta.
Y por supuesto, nadie en la historia parecía darse cuenta de ello.
En el juego, los demás discípulos simplemente parecían felices de que el nombre del Monte Hua fuera reconocido de nuevo, aunque fuera a través de un solo niño.
Nadie en la secta se molestaba en progresar o en intentar competir con Baek Cheon.
Era ridículo.
Cheong Myeong cerró los ojos, respiró hondo…
Y sonrió.
Menos mal que en este mundo no eran NPCs programados sin cerebro.
Él iba a asegurarse de que no se quedaran atrás.
Chapter 54: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian(1)
Chapter Text
Cheong Myeong casi suelta una carcajada desquiciada.
¡Ahora tenía la oportunidad de descubrir todo lo que los malditos desarrolladores del juego habían omitido por su propia cuenta!
El Monte Hua antes de su caída.
La guerra que lo dejó en ruinas.
El pasado de Geomjon.
¡Ah, esto era mejor que cualquier parche de contenido que hubieran podido sacar!
Pero antes de que pudiera soltar una risa que probablemente haría que lo tomaran por loco, se cubrió la boca con una mano, intentando contenerla.
Los discípulos que lo rodeaban intercambiaron miradas. Nadie dijo nada, pero sus expresiones dejaban en claro que esto no era algo nuevo para ellos.
Yoon Jong, el más sensato del grupo, se inclinó hacia Wei Soheng y le explicó en voz baja:
—”A veces hace eso… No le tomes mucha importancia.”
Wei Soheng los miró con confusión, pero decidió dejarlo pasar. Si los discípulos de Geomjon no parecían alarmados, entonces lo mejor era simplemente continuar.
Ignorando lo que acababa de suceder, Wei Soheng tomó aire y prosiguió:
—”Como decía… Realmente no creí que vendrían en nuestra ayuda. Fue mi padre quien insistió en que viniera a buscarlos. Mi abuelo siempre hablaba maravillas del Monte Hua, y mi padre creció escuchando esas historias y admirándolos. Por eso permaneció siempre fiel a ustedes… Sé que enfrentarse a Wudang no es algo fácil, así que estaré profundamente agradecido sin importar el resultado—”
—”¿Sin importar el resultado? “
La voz de Geomjon lo interrumpió con una frialdad repentina.
Todos se quedaron en silencio cuando él bajó la mano y miró directamente a Wei Soheng con una sonrisa afilada.
—”¡Solo habrá un resultado!”
Se puso de pie y recorrió con la mirada a cada uno de sus discípulos, como si estuviera evaluándolos.
Luego, con un tono de voz que rebosaba absoluta confianza, exclamó:
—”¡Ustedes se encargarán de poner a esos bastardos de Wudang en su lugar!”
Su tono fue lo suficientemente fuerte como para que el eco resonara en los alrededores.
—”¡Van a romperles la cabeza y hacerles entender que no deben meterse con el Monte Hua!”
Los discípulos sintieron un escalofrío.
Sabían que el líder de la secta, Cheong Mun, probablemente esperaba que solucionaran el problema de manera diplomática o, al menos, sin recurrir a tanta violencia.
Pero…
Bajo la tutela de Geomjon…
¿A quién debían obedecer al final?
Sus miradas fueron hacia Yoon Jong, esperando que el mayor diera alguna respuesta sensata.
Pero Yoon Jong solo cerró los ojos y suspiró profundamente.
Estaban condenados.
—-----
La pequeña ciudad de Nanyang los recibió con un cielo cargado de nubes grises. El aire se volvía cada vez más pesado, anunciando una inminente tormenta.
El sonido de las botas resonaba sobre el suelo húmedo mientras se dirigían con paso firme hacia la sub secta. Cheong Myeong sentía la tensión en sus discípulos, pero no dijo nada.
Al llegar a una distancia considerable, la escena frente a ellos se desplegó tal como él la recordaba del juego.
La sub secta estaba completamente rodeada.
Hombres vestidos con uniformes blancos y negros bloqueaban la entrada.
Discípulos de Wudang.
Eran demasiados.
Pero lo que realmente capturó la atención de Cheong Myeong fue la figura que se encontraba al frente del grupo.
Wei Lisha, el líder de la sub secta, apenas podía mantenerse en pie, pero aún así se plantaba firmemente frente a la entrada, impidiendo el paso de los invasores.
Se negaba a ceder.
Aun con sus heridas. Aun con el dolor lacerante en sus meridianos.
¡Tsk! ¡Qué terco! ¿Cuánto tiempo pensaba resistir de esa forma?
Sin embargo, la verdadera señal de que las cosas se habían salido de control no era la cantidad de discípulos de Wudang rodeando la sub secta…
Sino la persona que estaba al frente de ellos.
Jin Hyeon.
"La Espada Indestructible".
O
"La Espada Dragón de Wudang".
El mejor discípulo de la secta.
Un hombre que ya tenía asegurado su futuro como maestro de Wudang, un genio marcial cuya sola presencia en este lugar significaba que la secta estaba tomando este asunto muy en serio.
Esto ya no era una simple disputa entre subsectas.
Y como si eso no fuera suficiente…
A su lado, se encontraba una joven de largo cabello oscuro y expresión afilada.
Su Xian.
El nuevo interés amoroso de Baek Cheon.
Cheong Myeong la reconoció al instante. Era linda, como todas las condenadas chicas del juego.
Pero este no era momento para eso.
Ahora mismo, lo importante era otra cosa.
Wei Lisha no iba a aguantar mucho más.
—”¡Aceleren el paso!” —ordenó Cheong Myeong, su voz cortando el aire como un trueno.
Sin dudarlo, los discípulos del Monte Hua siguieron su orden.
El grupo corrió directamente hacia la entrada de la sub secta.
Wei Soheng también apresuró el paso tras ellos, su rostro lleno de preocupación.
Debían llegar antes de que fuera demasiado tarde.
La multitud de discípulos de Wudang bloqueaba el paso, pero Cheong Myeong no se detuvo.
Su figura avanzó con una seguridad abrumadora, empujando sin miramientos a quienes osaban interponerse en su camino.
—”¡Oye! ¿Quién demonios—?”
Un empujón. Un giro del cuerpo. Otro discípulo lanzado a un lado.
Tsk. Estos mocosos ni siquiera sabían identificar a Geomjon cuando lo tenían frente a sus narices.
Qué desperdicio de secta.
Mientras apartaba a los discípulos con facilidad, sus oídos se enfocaron en la conversación más importante.
Jin Hyeon.
Su tono, su postura, su mirada severa.
Justo como lo recordaba del juego, el bastardo estaba amenazando con tomar el asunto en sus propias manos.
Y entonces, cuando su voz resonó con una determinación elegante y calculada—
—“Haré esto por mi cuenta.”
Cheong Myeong decidió que ya había escuchado suficiente.
—”¿Qué vas a hacer por tu cuenta?”
La voz de Cheong Myeong cortó el aire.
Jin Hyeon frunció el ceño ante la interrupción, su mirada cayendo sobre él con una mezcla de fastidio y curiosidad.
—“¿Quién se supone que eres?”
Tsk.
¡Este mocoso aún no se daba cuenta de con quién estaba hablando!
Aunque era lógico que fuera así. Geomjon pasó varios años sin mostrar la cara, así que para alguien tan joven no sería fácil reconocerlo.
Aun así, seguía siendo un fastidio.
Una sonrisa irónica curvó los labios de Cheong Myeong.
—"¿Quiénes crees que somos? ¿Discípulos de Shaolin?"
Tocó despreocupadamente un mechón de su cabello.
—"Todavía tenemos cabello."
Silencio.
Los discípulos de Wudang fruncieron el ceño.
Jin Hyeon también pareció confundido por un breve segundo, pero entonces su mirada se deslizó hacia el resto del grupo que se acercaba.
Los uniformes negros con detalles rosas.
El símbolo de la flor de ciruelo bordado en sus ropas.
Monte Hua.
Su expresión cambió de inmediato.
Baek Cheon se colocó al lado de su maestro, su porte impecable, su mirada serena y afilada a la vez.
—“Creo que sería mejor si resolviéramos esto con una conversación amistosa.”
Bien.
Justo como debía hacerlo el protagonista.
La diplomacia primero. La batalla después.
Pero entonces—
Baek Cheon sonrió.
No con amabilidad.
Sino con un aire desafiante.
—“Pero no parece que ustedes quieran resolver esto con palabras.”
…Uh?
¿Perdón?
¿Qué?
¡Eso no estaba en el diálogo original!
Chapter 55: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (2)
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La expresión de Su Xian cambió drásticamente.
Al principio, sus ojos parecieron brillar con interés al fijarse en Baek Cheon. Su porte recto, su impecable postura y esa belleza que parecía sacada de una pintura.
Pero en cuanto las palabras desafiantes salieron de su boca, su mirada se endureció.
¿Cómo se atrevía?
¿Cómo se atrevía ese chico de una secta en decadencia a hablar así a Wudang?
Por un instante, el ambiente se volvió más tenso.
Entonces, como si el destino mismo quisiera añadir más leña al fuego, un grito rompió el momento.
—”¡Padre!”
Desde la multitud, Wei Soheng corrió apresuradamente, pasando junto a los discípulos de Wudang con una determinación desesperada.
Al llegar hasta la figura debilitada de Wei Lisha, se arrodilló junto a él y le sostuvo el brazo con fuerza.
—“Seguí tus instrucciones y traje la ayuda del Monte Hua.”
Los ojos de Wei Lisha se abrieron con incredulidad.
Su respiración se agitó y, por un instante, parecía que la esperanza lo sacudía más que cualquier herida que tenía en el cuerpo.
¿De verdad habían venido?
Con dificultad, levantó la cabeza y observó al grupo de recién llegados.
El Monte Hua.
Habían venido.
Entonces, una figura dio un paso adelante.
Baek Cheon.
—"Saludo al líder de la puerta Huayoung."
Su voz se suavizó al hablar, su mirada más serena y respetuosa.
—"El líder de la secta del Monte Hua nos ha enviado para acudir a su ayuda. Soy Baek Cheon, discípulo de segunda clase."
¡Baek Cheon, la Espada Justiciera!
Wei Lisha sintió su corazón estremecerse.
No podía creerlo. De todos los discípulos que podían haber enviado...
Habían enviado al más reconocido.
El joven que representaba la justicia dentro del Monte Hua.
Había respondido a su llamado.
La emoción lo golpeó con tal fuerza que sus ojos se llenaron de lágrimas sin que pudiera evitarlo.
Este era un milagro.
Pero Baek Cheon no había terminado de hablar.
Con un tono aún firme y solemne, giró ligeramente la cabeza y dijo:
—"Mi maestro, Geomjon, también ha venido a ayudar."
Silencio.
Un silencio pesado cayó sobre el lugar.
¿Geomjon?
Jin Hyeon, que hasta ese momento se había mantenido analizando la situación con calma, levantó la cabeza bruscamente.
Su mirada se deslizó de inmediato hacia la figura que se encontraba junto a Baek Cheon.
Ese hombre.
El mismo que había irrumpido sin respeto alguno.
El mismo que había hecho una burla de Shaolin como si fuera un juego.
Jin Hyeon sintió una punzada de escepticismo y molestia.
¿Se suponía que debía creer que ese hombre era el legendario Geomjon?
¿Él?
¿Se suponía que ese hombre era más fuerte que él?
Jin Hyeon frunció el ceño, su expresión oscureciéndose.
Algo no encajaba.
Cheong Myeong sintió la expectación en el aire.
Todas las miradas estaban sobre él, evaluándolo, analizándolo.
Recuperó la compostura de inmediato.
Debía dejar de sorprenderse tanto. Sí, las cosas estaban cambiando, y Baek Cheon parecía haber tomado un rumbo distinto al del juego original.
Pero eso no importaba ahora.
Él era Geomjon.
Y debía actuar como tal.
Su postura cambió. Su presencia se volvió pesada, abrumadora.
Con un tono firme y frío, se presentó:
—"Soy Geomjon del Monte Hua."
El aire pareció volverse más denso.
Jin Hyeon, que hasta el momento había mantenido un aire de superioridad, sintió la presión en sus hombros.
Por un instante, sintió que el suelo bajo sus pies era menos firme.
Este hombre…
Sin embargo, no permitiría que lo doblegaran tan fácilmente.
Respiró hondo, manteniendo su porte firme, y con una inclinación leve de la cabeza, respondió:
—"Jin Hyeon de Wudang."
Cheong Myeong le lanzó una mirada analítica.
Un chico alto, de porte recto, una presencia elegante y poderosa.
Podía ver por qué en el juego Jin Hyeon era considerado un rival digno. Podía hacerle competencia a Baek Cheon en todos los aspectos.
Pero eso no era de su interés ahora.
Con una leve sonrisa irónica, continuó:
—"Parece que estabas hablando directamente con el líder de la puerta."
Hizo un gesto en dirección a Wei Lisha, quien apenas podía mantenerse en pie.
—"Pero ahora puedes discutir estos asuntos conmigo."
El ceño de Jin Hyeon se frunció.
—"¿Hablar a través de ti? ¿Estás diciendo que el Monte Hua se involucrará?"
Su tono era severo, pero había un matiz de incredulidad.
Era una afirmación peligrosa. Si el Monte Hua intervenía directamente en el conflicto, la tensión entre ambas sectas solo aumentaría.
Pero entonces, Geomjon se echó a reír.
No fue una risa ligera, ni tampoco de burla.
Fue una risa cargada de ironía y desprecio.
Como si acabara de escuchar la broma más absurda.
Después de un momento, se inclinó levemente hacia Jin Hyeon y dijo con voz burlona:
—"¿Hay alguna razón por la que no deberíamos? ¿Acaso crees que solo vine a luchar con un par de mierdas?
El ambiente se tensó al instante.
Los discípulos de Wudang se crisparon de inmediato.
La provocación era clara.
Y antes de que Jin Hyeon pudiera responder, una voz femenina irrumpió con furia.
—"¡¿Cómo te atreves?!"
Era Su Xian.
Hasta ahora se había mantenido al margen, observando la situación con atención.
Pero eso era demasiado.
Dio un paso adelante, con los ojos encendidos de indignación.
—"¡El Monte Hua realmente no tiene ninguna cortesía!"
Había ira en su voz.
“El Monte Hua realmente no tiene ninguna cortesía.”
Baek Cheon frunció ligeramente el ceño ante las palabras de Su Xian.
No era alguien que se dejara provocar con facilidad, pero esa acusación era ridícula.
Con una voz tranquila, pero firme, respondió:
—"Invaden una sub-secta, exigen que cierren sus puertas y hieren de gravedad al líder… ¿y todavía te atreves a hablar sobre la cortesía?"
El rostro de Su Xian se tensó por un instante.
No había esperado que le respondieran de esa manera.
Sin embargo, su orgullo no le permitiría retroceder.
Su expresión se endureció aún más, y sus labios se separaron como si estuviera a punto de contraatacar con palabras.
Pero Baek Cheon no había terminado.
Dio el golpe final.
—"Para ti, la cortesía solo entra en escena cuando es conveniente, ¿verdad?"
Fue como si el aire se congelara por un instante.
El rostro de Su Xian se tornó pálido por la indignación.
Ofendida. Humillada.
Su orgullo de discípula de Wudang había sido pisoteado.
La ira se acumuló en su pecho como brasas ardiendo.
Sus dedos se cerraron con fuerza alrededor de la empuñadura de su espada.
Se inclinó levemente hacia adelante, como si estuviera a punto de desenvainar.
—"Será mejor que retires tus palabras."
Su tono era una advertencia, pero también una amenaza.
Chapter 56: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (3)
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El ambiente se volvió aún más denso.
Era como si el campo de batalla se hubiera preparado en ese instante.
Si alguien respiraba demasiado fuerte, la lucha estallaría.
Sin embargo, Baek Cheon no retrocedió.
Su mirada se mantuvo serena, pero sus ojos despedían un fuego desafiante.
No tenía intención de disculparse.
No cuando sabía que tenía razón.
“¡Por favor, deja de hablar!”
Jin Hyeon apretó los dientes y le lanzó una mirada desesperada a Su Xian.
¿Acaso esa chica no había captado la presencia de Geomjon?
Si estuvieran solo los discípulos, incluso él habría añadido sus propias palabras.
Pero esto era completamente distinto.
Si Su Xian provocaba demasiado, si el enfrentamiento escalaba más de la cuenta…
Se encontrarían cara a cara con un maestro del nivel de Geomjon.
Y eso… era un escenario que no podían permitirse.
Cheong Myeong había presenciado toda la escena con una sonrisa entretenida, como si estuviera disfrutando de un buen espectáculo.
Cuando finalmente abrió la boca para hablar, su tono era ligero, casi burlón.
—"Parece que los niños están ansiosos por pelear."
Su voz resonó con claridad, atrayendo de inmediato la atención de todos los presentes.
Los discípulos de Wudang se giraron para mirarlo, y los del Monte Hua también se mantuvieron en silencio, esperando sus siguientes palabras.
Cheong Myeong dio un paso al frente, con la confianza de alguien que ya había decidido el destino de la situación.
—"Incluso si quisiera terminar esto pacíficamente, no parece que lo dejarían pasar."
Se encogió de hombros con fingida resignación antes de continuar:
—"Entonces, ¿por qué no lo solucionamos con un duelo?"
Un murmullo recorrió la multitud.
Jin Hyeon, que había permanecido tenso desde el inicio del enfrentamiento verbal, endureció su expresión ante esas palabras.
—"¿Un duelo?" —repitió, como si quisiera asegurarse de haber escuchado bien.
Geomjon asintió con calma.
—"Un duelo entre ustedes y mis discípulos."
La tensión en el cuerpo de Jin Hyeon disminuyó notablemente.
Por un momento, había temido que Geomjon se involucrara personalmente.
Pero si el duelo se limitaba a discípulos contra discípulos, las posibilidades de victoria aún estaban de su lado.
Los ojos de Jin Hyeon se deslizaron hacia el grupo del Monte Hua.
Geomjon solo había traído cuatro discípulos.
Entre ellos, solo uno tenía un título oficial: Baek Cheon.
Los otros tres no parecían demasiado impresionantes.
Además, Geomjon tenía la reputación de ser un maestro desatendido, alguien que no se involucraba demasiado en el entrenamiento de sus discípulos.
Si solo uno de ellos había alcanzado un título, significaba que los otros tres no deberían ser un problema.
Jin Hyeon calculó rápidamente.
Wudang tenía más discípulos en este lugar.
Si los enfrentaban en duelo, su victoria era casi segura.
Con la seguridad de haber tomado la mejor decisión, Jin Hyeon afirmó con confianza:
—"Mañana a primera hora. Si siguen en este lugar, más les vale estar preparados."
Después, su tono se volvió más frío, más afilado.
—"Tenga en cuenta que, dado que usted fue quien propuso esto, no seremos responsables de ningún accidente, de acuerdo con las leyes del Kangho."
Con esas palabras, selló el desafío.
Sin más que decir, los discípulos de Wudang se dieron la vuelta y se retiraron.
La plaza quedó en un pesado silencio.
Cheong Myeong miró a sus discípulos con diversión.
Ahora que las cosas habían llegado a este punto...
Tal vez era hora de ver qué tan buenos eran sus discípulos en una verdadera pelea.
Cheong Myeong se acercó a Wei Lisha con una expresión de satisfacción absoluta, como si hubiera realizado la mejor hazaña del día.
Dándole una palmada reconfortante en el hombro, le dedicó una sonrisa radiante y declaró con orgullo:
—"¡Hemos solucionado el problema! ¡Ya puedes estirar los pies y dormir tranquilo!"
Wei Lisha no respondió de inmediato.
Su rostro pasó de la incredulidad al absoluto terror en cuestión de segundos.
Como si acabara de presenciar la llegada del apocalipsis, su voz temblorosa y entrecortada finalmente salió:
—"¿E-Estirar los pies...? ¿¡No tienes idea de lo que has hecho...!?”
Sus ojos temblaban, su respiración se volvió errática.
—"Pedí que mediaras… ¿¡Por qué provocaste una guerra!?"
Wei Lisha parecía a punto de desplomarse.
Los discípulos del Monte Hua y los de la sub-secta se quedaron paralizados, sin saber cómo reaccionar ante su desesperación repentina.
Cheong Myeong, en cambio, parecía más desconcertado que otra cosa.
"¿Qué hice mal?"
Los diálogos habían cambiado un poco respecto al juego original, sí, pero la historia también terminaba en una pelea en esa versión.
"¿Entonces por qué reaccionó así?"
Cuando Baek Cheon propuso la pelea en el juego, Wei Lisha no se había visto tan horrorizado...
Justo en ese momento, ‘thump’.
Wei Lisha se desmayó.
—"¡Padre!" —Wei Soheng corrió a su lado, completamente pálido de preocupación.
Un murmullo de pánico recorrió a los presentes.
Algunos discípulos se apresuraron a sostener al líder de la sub-secta antes de que su cabeza golpeara el suelo.
El caos se desató por un momento, pero Cheong Myeong solo frunció el ceño y señaló a Baek Cheon con indignación.
—”Esto es culpa tuya!"
Baek Cheon, totalmente desconcertado, se señaló a sí mismo con incredulidad.
—"¿Mi culpa?"
Cheong Myeong asintió con firmeza, como si hubiera encontrado al culpable definitivo.
—"¡Si no hubieras provocado a esa chica con tus coqueteos, esto no habría ocurrido!"
Un repentino silencio cayó sobre la plaza.
Las miradas se posaron en Baek Cheon.
Su expresión pasó de la confusión a la indignación en un segundo.
—"¿¡Qué coqueteos!? ¡Yo no le coqueteé a nadie!"
Baek Cheon señaló acusadoramente a Cheong Myeong.
—"¡Si alguien tiene la culpa aquí, eres tú! ¡Tú fuiste quien propuso la pelea!"
Cheong Myeong entrecerró los ojos y fulminó a su discípulo con la mirada.
—"¿¡Te atreves a contestarle así a tu maestro!? ¡Insolente!"
La discusión escaló rápidamente.
—"¡Tú me echaste la culpa primero!"
—"¡Porque es tu culpa!"
—”¡No lo es!"
—"¡Sí lo es!"
Los otros discípulos del Monte Hua suspiraron con cansancio.
No era la primera vez que veían este tipo de intercambio entre Baek Cheon y Geomjon.
A estas alturas, ya sabían lo que iba a pasar.
Iban a estar un largo rato culpandose mutuamente.
Mientras los dos discutían como una pareja de ancianos casados, los discípulos decidieron enfocarse en lo importante:
Ayudar a Wei Lisha antes de que sufriera otro ataque.
Chapter 57: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (4)
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Después de que algunos discípulos se llevaron al líder inconsciente a su habitación, Wei Soheng suspiró pesadamente y, junto a otros discípulos de la sub-secta, se dispuso a cumplir con su deber.
A pesar del desastre que acababa de ocurrir, los discípulos del Monte Hua seguían siendo sus invitados.
No solo eso, eran discípulos honorables de la secta principal y habían acudido en su ayuda.
"Aunque le hayan provocado un ataque a su líder en el proceso..."
Wei Soheng trató de ignorar ese pensamiento y se aseguró de llevarlos a una habitación amplia donde pudieran descansar y comer.
Sin embargo, antes de que pudieran asentarse, surgió un nuevo problema.
Jo Gul y Yoon Jong se vieron obligados a intervenir cuando Baek Cheon y Geomjon se negaron a soltar su discusión.
—"¡Admítelo, esto es tu culpa!" —exigió Geomjon con los brazos cruzados.
—"¡No lo es! ¡Tú propusiste la pelea!" —Baek Cheon lo fulminó con la mirada.
—"¡Porque tú provocaste a esa chica!"
—"¡No provoqué a nadie!"
—"¡Sí lo hiciste!"
La discusión iba en círculos, sin señales de detenerse.
Jo Gul y Yoon Jong, acostumbrados a este espectáculo, se miraron y asintieron al mismo tiempo antes de tomar acción.
Sin previo aviso, tomaron por los brazos a Baek Cheon y a su maestro y, con una coordinación impecable, los arrastraron hacia la habitación.
Ambos reacios, intentaron resistirse, pero Jo Gul y Yoon Jong se mantuvieron firmes.
—"¡Suéltenme! ¡Este mocoso necesita aprender a aceptar su culpa!" —se quejó Geomjon, retorciéndose en su agarre.
—"¡¿Yo?! ¡Es usted quien se niega a admitir su error!" —Baek Cheon forcejeó con igual intensidad.
—"¡Silencio, los dos!" —gruñó Yoon Jong con un tono autoritario.
—"Por el amor de Dios, ¡¿pueden comportarse como adultos por una vez?!" —añadió Jo Gul, fingiendo estar al borde de la desesperación.
Finalmente, lograron llevarlos hasta la habitación y forzarlos a sentarse en los cojines preparados para ellos.
Sin embargo, los dos seguían lanzándose miradas asesinas, como si esperaran la primera oportunidad para retomar la discusión.
Pero entonces, algo inesperado sucedió.
Cuando los discípulos de la sub-secta comenzaron a acomodar una gran mesa en el centro de la habitación y comenzaron a traer platos de comida, la atención de Cheong Myeong se desvió instantáneamente.
Los olores invadieron la habitación: carne asada, vegetales salteados, arroz esponjoso, sopa caliente...
Cheong Myeong parpadeó, olisqueó el aire y de inmediato cambió de actitud.
Sin perder tiempo, se deslizó hacia la mesa y tomó asiento como si nada hubiera pasado.
Con un movimiento hábil, tomó los palillos y comenzó a servirse generosas porciones.
—"¡Oh, esto se ve increíble! ¡Hicieron bien en prepararlo!" —exclamó con una gran sonrisa, como si no hubiera estado a punto de estrangular a su propio discípulo hace un momento.
Baek Cheon, que aún tenía la boca abierta por la interrupción abrupta de su pelea, miró a su maestro con incredulidad.
—"¿En serio? ¿Eso es todo lo que se necesita para que te calles?"
Geomjon ni siquiera le prestó atención.
Ya estaba demasiado ocupado devorando la comida.
Baek Cheon suspiró profundamente, sintiendo aún un poco de enojo, pero el delicioso aroma de la comida lo hizo reconsiderar sus prioridades.
Después de todo, no habían comido nada desde que salieron temprano del Monte Hua, y ahora que la tensión del enfrentamiento con Wudang había bajado, su estómago empezó a reclamar.
Además, había algo que no podía ignorar.
Como esta era una sub-secta, no estaban obligados a seguir el estricto reglamento de la secta principal.
¡Lo que significaba que la comida estaba llena de todo tipo de carne y especias!
Un lujo que en el Monte Hua no podían darse todos los días debido a su estricta dieta.
Baek Cheon miró de reojo la mesa repleta de platillos y, sin dudarlo más, tomó asiento al lado de su maestro con total naturalidad.
En cuestión de segundos, su enojo quedó completamente en el olvido, como si la pelea anterior jamás hubiera ocurrido.
Tomó sus palillos y comenzó a servirse con un gesto tranquilo y elegante, su comportamiento volviendo a la compostura de siempre.
Los demás discípulos del Monte Hua observaron la escena con una mezcla de incredulidad y resignación.
Hace un momento, su líder y su maestro estaban a punto de matarse, y ahora estaban sentados juntos compartiendo la comida sin ningún rastro de resentimiento.
—"Tch... estos dos..." —murmuró Jo Gul con una mueca de fastidio.
Aún más sorprendente fue cuando Baek Cheon, con su hábito natural de siempre, tomó un trozo de carne asada y lo colocó en el plato de su maestro.
—"Maestro, pruebe esto. Parece que está bien sazonado."
Cheong Myeong no se hizo de rogar.
—"Ohhh, Baek Cheon, eres un buen discípulo después de todo."
Baek Cheon ignoró el comentario descarado y siguió comiendo, pero no pasó mucho antes de que volviera a poner más comida en el plato de su maestro.
Los demás discípulos intercambiaron miradas
—"¡Oye, oye! ¿Otra vez con esto?!" —se quejó Jo Gul, incrédulo.
—"No lo pienses mucho," —le dijo Yoon Jong, suspirando—, "solo siéntate y come. Si los dejas solos, se acabarán toda la comida."
Ese argumento fue suficiente.
Uno a uno, los discípulos del Monte Hua tomaron asiento y comenzaron a servirse su parte de la comida.
Si no lo hacían pronto, esos dos bastardos se la acabarían toda.
—-----
A medida que comían, el ambiente se volvía cada vez más relajado.
Las conversaciones fluían con naturalidad, y los discípulos del Monte Hua finalmente dejaron de preocuparse por el caos del día para concentrarse en disfrutar la abundante comida.
En medio de esa tranquilidad, Cheong Myeong hizo lo inevitable.
—"¡Oigan, traigan algo de alcohol para acompañar esto!”
Los discípulos se detuvieron en seco al escucharlo.
Baek Cheon inhaló profundamente, cerró los ojos un segundo y luego lo miró con exasperación.
—"Maestro, no deberías beber. Mañana tenemos un duelo contra Wudang."
Cheong Myeong se encogió de hombros con desinterés mientras tomaba un trozo de carne.
—"¿Y eso qué? Yo no voy a pelear." —respondió con total naturalidad—. "Así que puedo beber todo lo que quiera."
Baek Cheon apretó los labios, frustrado.
Sabía que esa era una discusión que no podía ganar.
No importaba cuántas veces intentara razonar con su maestro, Geomjon siempre encontraba una excusa para hacer lo que quisiera.
Así que Baek Cheon optó por rendirse antes de desperdiciar su energía.
Chapter 58: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (5)
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En algún momento, Wei Soheng se unió a la mesa, aunque no tocó la comida.
Todavía parecía preocupado, ya fuera por su padre inconsciente o por la pelea de mañana.
Cheong Myeong notó su expresión tensa y, como si fuera lo más natural del mundo, le sirvió un vaso de licor.
—"Tómate esto. Te ayudará a relajarte."
Antes de que Wei Soheng pudiera reaccionar, una mano rápida apartó la copa de inmediato.
—"No."
Yu Iseol había intervenido con una mirada implacable.
A su lado, Yoon Jong suspiró pesadamente y miró a su maestro como si estuviera tratando con un niño problemático.
—"Maestro Geomjon, Wei Soheng todavía es muy joven para beber."
Cheong Myeong se cruzó de brazos, indignado.
—"¡Por favor! Yo ya bebía desde que aprendí a caminar, así que no hay problema con que un adolescente lo haga."
Los discípulos del Monte Hua se quedaron en silencio, mirándolo con una mezcla de horror y resignación.
—"Eso no es algo de lo que deberías estar orgulloso..." —murmuró Jo Gul.
—"No, más bien..." —añadió Yoon Jong, llevándose una mano a la cara—, "eso explica muchas cosas."
¡Por supuesto que ese loco que se hacía llamar su maestro no tuvo una infancia normal!
Antes de que Cheong Myeong pudiera intentar meterle más malos hábitos a Wei Soheng, la puerta de la habitación se abrió de par en par de repente.
Todos se giraron de inmediato, sorprendidos por la interrupción.
En el umbral se encontraba Wei Lisha, el líder de la Puerta Huayoung.
Su rostro aún reflejaba cansancio, con ligeras ojeras y una postura algo rígida, pero al menos estaba despierto.
Su mirada barrió lentamente la habitación, deteniéndose primero en su hijo, quien lo miraba con una mezcla de alivio y preocupación. Luego observó a los discípulos del Monte Hua compartiendo una comida abundante, con platos vacíos y varias botellas de licor desperdigadas por la mesa.
Finalmente, suspiró profundamente.
—”Ah... Así que no fue un sueño."
Su voz tenía un tono resignado, como si todavía esperara que todo lo ocurrido fuera solo una terrible pesadilla.
Cheong Myeong, sin inmutarse en lo más mínimo, sonrió con diversión.
—"¡Viejo líder! Justo a tiempo. Te veías un poco pálido antes, así que... ¿qué te parece un trago para despejar la mente?"
Con total naturalidad, tomó una jarra de licor y se la ofreció.
Pero antes de que Wei Lisha pudiera siquiera considerar la propuesta, Jo Gul intervino con rapidez.
—"¡Maestro, deje de intentar darle alcohol a todo el mundo!"
—"¿Eh?"
—"¡Todavía tiene heridas internas!” —recriminó Jo Gul, frunciendo el ceño—. "Sería imprudente que bebiera en su estado. ¡Sea un poco más considerado!"
Cheong Myeong parpadeó, como si realmente no viera el problema.
—”¿Y qué tiene de malo? El alcohol ayuda con el flujo de la sangre."
—"¡No es un tratamiento médico!" —espetó Yoon Jong, llevándose una mano a la frente—.
Los demás discípulos negaron con la cabeza, acostumbrados ya a este tipo de interacciones.
Wei Lisha, sin embargo, solo los observó en silencio por un momento antes de dejar escapar un suspiro largo.
—"Ustedes realmente no son como los maestros del Monte Hua que recuerdo..."
No, claro que no lo eran.
El Monte Hua era conocido por sus estrictas enseñanzas y su elegante estilo de combate, pero los discípulos que tenía frente a él se parecían más a una banda de bandidos errantes que a una secta de renombre.
Y aún así...
Cuando miró a su hijo, notó que Wei Soheng estaba sonriendo, su expresión ya no era la de un joven abrumado, sino la de alguien que finalmente sentía algo de alivio.
Tal vez... no eran tan terribles después de todo.
Un silencio pesado cayó sobre la habitación.
Wei Lisha soltó un profundo suspiro y, con una voz firme pero apagada, hizo su declaración:
—”He tomado una decisión... La Puerta Huayoung renunciará a Namyang y nos retiraremos de aquí."
La reacción fue inmediata.
Los discípulos del Monte Hua parpadearon sorprendidos, incapaces de procesar lo que acababan de escuchar.
Incluso Wei Soheng se levantó de golpe, mirando a su padre con incredulidad.
—"¡Padre! ¿Qué estás diciendo? ¡No podemos simplemente abandonar todo!"
Su voz temblaba entre la desesperación y la incredulidad.
Wei Lisha desvió la mirada, como si no pudiera soportar ver la expresión de su hijo.
Sin embargo, hubo alguien que no reaccionó en lo absoluto.
Geomjon.
A diferencia del resto, su expresión permanecía completamente neutral, observando la escena con la misma calma con la que miraría una hoja flotando en el viento.
Wei Lisha continuó, su voz cargada de cansancio:
—"No será fácil dejar este lugar atrás. Este ha sido nuestro hogar por generaciones… Pero después de todo lo que ha sucedido, no veo otra opción."
Los discípulos de la subsecta se miraron entre sí, algunos con el ceño fruncido, otros con el rostro pálido.
Wei Lisha se inclinó levemente hacia los discípulos del Monte Hua, en señal de respeto.
—"Aun así... les agradezco su ayuda."
Baek Cheon no pudo soportarlo más.
De un movimiento rápido, se puso de pie, su expresión determinada.
—"¡Espere, líder Wei! Sé que hasta ahora hemos sido una carga más que una ayuda, y quizás no seamos dignos de su confianza, pero..."
—"No es que no confíe en ustedes."
La voz de Wei Lisha lo interrumpió, su tono era sereno, pero sus ojos reflejaban una tristeza profunda.
—”Es porque el oponente es Wudang."
El aire en la habitación se volvió más pesado.
Wei Lisha miró a cada uno de los discípulos, pero especialmente a su hijo.
—"Mientras seamos sus enemigos, no creo que haya forma de bloquearlos. No importa cuán fuerte sea nuestra voluntad... No somos rival para ellos. Y si nos quedamos aquí, lo único que nos espera es nuestra destrucción."
Se permitió un breve silencio, antes de concluir con firmeza:
—"La única opción que nos queda es irnos."
La realidad de sus palabras pesó sobre todos los presentes.
El Monte Hua se había enfrentado a muchas adversidades, pero incluso ellos sabían lo que significaba desafiar a Wudang.
Y aún así…
Desde su asiento, Geomjon sonrió levemente, tomando un sorbo más de su licor.
Como si todo este asunto aún no le preocupara en lo absoluto.
Chapter 59: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (6)
Chapter Text
El aire en la habitación se sentía pesado.
Wei Lisha soltó un largo suspiro, su rostro marcado por el cansancio.
—"Pueden quedarse a pasar la noche aquí, y al amanecer pueden regresar al Monte Hua. Yo me encargaré del resto y—"
—"Sí, no creo que eso sea posible."
La voz de Geomjon cortó la conversación sin vacilar, su tono tan despreocupado que parecía que estaba hablando del clima.
Wei Lisha lo miró con desconcierto, como si realmente no hubiera entendido lo que acababa de decir.
—"¿Qué?"
Geomjon, con su expresión tan tranquila como siempre, tomó otro sorbo de su licor antes de responder:
—"Porque el líder de la secta lo ordenó. ‘Resuelve el asunto de la Puerta Huayoung y regresa’."
Un silencio incómodo cayó sobre la habitación.
Wei Lisha contuvo otro suspiro, masajeándose el puente de la nariz.
—"No es algo fácil de resolver..."
Sus palabras fueron un reconocimiento de la dura realidad. El Monte Hua podía querer ayudar, pero la verdad era que Wudang estaba en otro nivel.
Sin embargo, Cheong Myeong simplemente sonrió.
Pero no era una sonrisa común.
Era firme.
Era segura.
Era la sonrisa de alguien que ya había decidido el resultado de esta historia antes de que comenzara.
—"La secta del Monte Hua no traicionará a sus subsectas."
Su voz no dejó espacio para la duda.
—"Ese hecho se lo haremos saber al mundo claramente."
Por un instante, Wei Lisha sintió algo diferente.
No podía describirlo con exactitud.
Tal vez fue la convicción en sus palabras.
Tal vez fue el tono con el que habló, tan seguro, tan resuelto.
Tal vez fue la imagen de este hombre que, a pesar de todos los rumores, se mostraba inquebrantable en este momento crítico.
Por primera vez, Wei Lisha sintió que podía confiar en él.
Tal vez...
Tal vez había juzgado mal a Geomjon todo este tiempo.
Tal vez se había dejado llevar por los rumores, sin tomarse el tiempo de conocerlo.
Quizás... este hombre era diferente de lo que todos decían.
—"Geomjon-nim..."
Pero entonces..
Geomjon abrió la boca de nuevo.
—"Ah, sí, una cosa más..."
Wei Lisha se enderezó inconscientemente, esperando más palabras de sabiduría.
—"¿Pueden traer una botella más de este licor? No, esperen... con tres botellas será más que suficiente."
El sentimiento desapareció de inmediato.
La confianza.
La admiración.
El respeto.
Todo se desmoronó en un instante.
Wei Lisha se quedó en blanco, preguntándose cómo demonios había llegado a pensar que este hombre era alguien confiable.
—----
La noche cayó sobre la Puerta Huayoung, envolviendo el lugar en un manto de tranquilidad.
Las luces de las linternas iluminaban tenuemente los pasillos mientras los discípulos del Monte Hua se acomodaban en la habitación de invitados.
Era un espacio modesto, apenas lo suficientemente grande para albergarlos a todos, y con una sola cama disponible.
Por supuesto, como caballeros, se la cedieron a Yu Iseol sin discusión.
Ella, como siempre, no dijo ni una palabra de agradecimiento, pero tampoco lo rechazó. Simplemente se acomodó con naturalidad, como si ya esperara ese trato.
Baek Cheon echó un vistazo de reojo a su maestro.
Si alguien iba a quejarse por no dormir en la cama, ese sería Geomjon.
Pero, sorprendentemente, su maestro no pareció darle importancia.
—"¿Qué? ¿Dormir en el suelo? Pfft. ¿Creen que eso me va a molestar?"
Geomjon se dejó caer sobre su futón sin más y cerró los ojos como si ya estuviera listo para dormir en ese mismo instante.
Baek Cheon no pudo evitar sentirse sorprendido.
Por lo general, Geomjon encontraba una razón para quejarse de todo.
Sin embargo, lo cierto era que dormir en cualquier superficie no era nada nuevo para él.
—En su otra vida, se había quedado dormido en todas las situaciones imaginables:
En el metro, de pie, mientras regresaba a casa después de pasar horas extra en el trabajo.
Sobre el teclado de la computadora, con las marcas de las teclas impresas en la mejilla.
E incluso con la cara metida en su plato de comida, tras jornadas laborales agotadoras.
No importaba el lugar, si estaba cansado, dormía.
Podían darle una roca como almohada y tierra como cobija, y aun así se dormiría como un bebé.
Así que un futón en el suelo era prácticamente un lujo en comparación.
Jo Gul suspiró y se dejó caer en su propio futón, murmurando:
—"Nunca he visto a alguien quedarse dormido tan rápido..."
Yoon Jong asintió con una leve sonrisa.
—"Sí... pero al menos así no se queja. Es un milagro."
Baek Cheon, en cambio, solo observó a su maestro en silencio.
De repente, esa pequeña reacción suya —su despreocupación por la comodidad— lo hizo darse cuenta de algo.
Había muchas cosas sobre su maestro que aún no entendía.
—------
La noche era profunda y silenciosa.
Afuera, el viento nocturno soplaba suavemente entre los árboles, creando un murmullo calmado que envolvía la habitación. Todos los discípulos del Monte Hua dormían profundamente después del largo día… todos, excepto Baek Cheon.
Él permanecía despierto, acostado en su futón, con la vista fija en el perfil de su maestro.
Geomjon dormía tranquilamente a su lado, su expresión relajada y su respiración serena.
Baek Cheon no podía recordar la última vez que lo había visto así… sin su eterna sonrisa burlona ni su mirada afilada y amenazante. Dormido, Geomjonparecía casi inofensivo, como si por fin hubiera dejado a un lado todo el peso que cargaba durante el día.
Sin darse cuenta, Baek Cheon se quedó mirándolo por demasiado tiempo.
Entonces, sin previo aviso, una voz suave rompió el silencio.
—"Si tienes algo que decir, dilo."
Baek Cheon se sobresaltó, su rostro tiñéndose de un ligero rubor.
—"¡M-maestro! ¿Estabas despierto?"
Geomjon no respondió, solo se mantuvo con los ojos cerrados, esperando su pregunta.
Baek Cheon titubeó por un momento, pero finalmente susurró:
—"Maestro... ¿Crees que seremos capaces de luchar contra Wudang?"
El silencio se prolongó por unos segundos antes de que Geomjon soltara un suspiro pesado.
Finalmente, abrió los ojos y giró la cabeza para mirar a su discípulo.
—"Si dudas de tus habilidades, entonces estás pidiendo a gritos que te golpee."
Baek Cheon se tensó inmediatamente, pero Geomjon continuó:
—"¿No es eso como decir que no confías en el entrenamiento de tu maestro?"
Un breve atisbo de pánico cruzó por los ojos de Baek Cheon.
—"¡No es eso! Yo—"
Pero antes de que pudiera intentar retractarse, Geomjon volvió a cerrar los ojos con indiferencia.
—"Solo duerme. Si fallas mañana por no haber descansado bien, golpearé ese lindo rostro tuyo."
Baek Cheon abrió la boca, incrédulo.
—"¿Mi qué?"
Pero Geomjon ya no respondió. En su lugar, dejó escapar un ligero resoplido.
—"Confío en ustedes."
Eran palabras simples, pero para Baek Cheon fueron más reconfortantes que cualquier otra cosa.
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios mientras cerraba los ojos.
Por primera vez en toda la noche, su cuerpo comenzó a relajarse.
…Hasta que sintió un movimiento a su lado.
Baek Cheon se congeló cuando notó que su maestro se acurrucaba más cerca de él.
Al principio, pensó que tal vez era un gesto de apoyo silencioso, pero luego se preguntó…
"¿O simplemente tiene frío?"
Sea cual fuese la razón, su calor corporal era reconfortante.
Y así, sin darse cuenta, Baek Cheon durmió mejor que nunca.
Chapter 60: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (7)
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El alba teñía el cielo con tonos dorados y anaranjados cuando los discípulos del Monte Hua salieron de su habitación.
Cada uno con su espada en mano, sus rostros reflejaban una mezcla de expectación y determinación.
Hoy sería el día en que enfrentarían a Wudang.
El aire estaba cargado de tensión, pero ninguno de los discípulos flaqueó. En cambio, sus posturas eran firmes y su espíritu inquebrantable.
Pero, por supuesto, su maestro era la excepción.
A unos pocos metros de distancia, sentado cómodamente sobre una gran roca, Cheong Myeong ya se había asegurado el mejor lugar para observar el enfrentamiento.
—"¿Qué está haciendo?"—preguntó Baek Cheon con incredulidad, mientras veía a su maestro levantar con calma una botella de licor.
—"¿Dónde demonios consiguió licor tan temprano?" —murmuró Jo Gul, entrecerrando los ojos.
—"No, para empezar, ¿de dónde sacó el dinero?" —añadió Yoon Jong, con una mezcla de sospecha y resignación.
Los tres discípulos intercambiaron miradas. Todos sabían que la respuesta sería un misterio que jamás resolverían.
No era la primera vez que su maestro hacía algo completamente inexplicable.
Sin embargo, antes de que pudieran decir algo más, un grupo de personas se acercó.
A la cabeza estaba Wei Lisha, seguido de su hijo Wei Soheng y un grupo de discípulos de la Puerta Huayoung.
El líder de la sub secta se detuvo ante los discípulos del Monte Hua y, con una inclinación respetuosa, expresó su gratitud.
—"Les agradezco profundamente su ayuda. La Puerta Huayoung no olvidará su bondad."
Su voz era solemne, pero tras un breve silencio, agregó algo más.
—"He decidido que mis discípulos y yo también lucharemos contra Wudang."
Los discípulos del Monte Hua se sorprendieron.
Sabían que la Puerta Huayoung no estaba en condiciones de luchar, y que su participación solo aumentaba el riesgo para ellos.
Sin embargo, Wei Lisha y sus discípulos tenían una mirada diferente ahora.
Ya no eran solo personas temerosas de perder su hogar. Ahora eran cultivadores dispuestos a defenderlo.
Desde su asiento, Cheong Myeong sonrió ligeramente mientras observaba al grupo.
"Son buenos discípulos, sin duda."
A pesar de su tensión, la determinación en sus ojos era evidente.
Pero sabía que no serían necesarios.
"Los discípulos del Monte Hua son más que suficientes para encargarse de esto."
Cheong Myeong se llevó la botella de licor a los labios y bebió un sorbo con calma.
Por él, todo estaba bajo control.
Baek Cheon inclinó levemente la cabeza en señal de respeto y respondió con humildad.
—"No hay nada que agradecer. Solo estamos cumpliendo con nuestro deber."
Wei Lisha lo miró con un destello de admiración antes de asentir.
Pero antes de que pudiera decir algo más, Cheong Myeong intervino con su característica despreocupación.
—"Pueden estar tranquilos, ustedes no tendrán que hacer nada."
Wei Lisha frunció el ceño ante esa declaración.
—"¿Qué quieres decir con eso?"
Cheong Myeong solo sonrió con calma, con la seguridad de alguien que ya sabía exactamente cómo se desarrollaría todo.
—"Pronto lo verán con sus propios ojos."
Dicho esto, se llevó la botella de licor a los labios y bebió otro trago con total tranquilidad, como si estuviera disfrutando de una escena que solo él podía prever.
Pero entonces, su mirada se desvió hacia los portones de la Sub secta.
Su sonrisa se ensanchó.
—"Están cerca."
Los discípulos del Monte Hua se tensaron inmediatamente y adoptaron sus posiciones de combate sin titubear.
Apenas unos segundos después, un estruendo sacudió el lugar.
¡Los portones se abrieron de golpe con una fuerza descomunal!
Los discípulos de Wudang irrumpieron con una presencia avasalladora, su energía marcial llenando el aire con una sensación sofocante.
El impacto fue tan fuerte que las puertas crujieron violentamente, tambaleándose en sus bisagras.
—"¡Esos locos casi rompen las puertas!" —se quejó Cheong Myeong, frunciendo el ceño con disgusto.
—"¿Es que no saben entrar con un poco más de delicadeza?"
Pero justo cuando estaba por soltar otro comentario mordaz, algo captó su atención.
Entre los discípulos de Wudang que avanzaban con confianza, una figura destacaba por sobre el resto.
Un hombre mayor.
Su porte imponente, su túnica blanca y negra con bordados dorados y su mirada afilada eran inconfundibles.
Mu Jin.
Los ojos de Cheong Myeong brillaron con un destello peligroso.
“Mu Jin no debería estar aquí todavía..."
En la historia original, este hombre solo aparecía mucho más adelante.
Sin embargo, parecía que Wudang lo había enviado antes de tiempo, probablemente como una medida preventiva en caso de que Geomjon no cumpliera su palabra y decidiera atacar.
Interesante.
Parecía que las cosas se habían desviado del guion original.
Parecía que hoy no solo vería una pelea... también podría luchar.
La emoción recorrió su cuerpo.
—"Vaya, vaya... Esto se puso divertido." —murmuró para sí mismo, con una sonrisa que solo un demonio de la espada podía mostrar antes de una batalla.
Mu Jin fijó su mirada fría en Geomjon.
Su expresión era inescrutable, pero la intensidad de sus ojos delataba que estaba observando cada movimiento, cada respiración, cada mínimo detalle.
Cheong Myeong no se inmutó.
No había necesidad de hacerlo.
"Debe estar analizándome..." —pensó con indiferencia. "O tal vez simplemente me está juzgando por estar tan relajado mientras el enfrentamiento está por comenzar."
No importaba.
Mientras Mu Jin no hiciera el primer movimiento, Cheong Myeong no tenía intención de levantarse de su asiento.
Siguió bebiendo su licor con calma, como si lo que estaba a punto de ocurrir no fuera más que un simple espectáculo para su entretenimiento.
Entonces, Jin Hyeon, el líder del grupo de Wudang, decidió hablar.
—”Así que realmente serán solo ustedes cuatro..."
Su tono estaba cargado de burla y arrogancia.
—"Realmente confían demasiado en ustedes mismos, a pesar de que el Monte Hua siempre ha estado bajo los pies de Wudang."
Los discípulos del Monte Hua endurecieron sus expresiones.
No era la primera vez que escuchaban algo así.
Sabían que, en términos de reputación, Wudang había eclipsado al Monte Hua durante años.
Pero eso no significaba que fueran más débiles.
Ninguno de los cuatro cayó en la provocación. Ni siquiera parpadearon ante las palabras de Jin Hyeon.
—"Oh..."
Una risa suave rompió la tensión del momento.
Una risa despreocupada, relajada... incluso divertida.
—”Jajajaja..."
Todos se giraron hacia Geomjon, quien reía con genuina diversión, aún sosteniendo su botella de licor.
La despreocupación en su expresión fue suficiente para hacer hervir la sangre de Jin Hyeon.
—"¿De qué te ríes?" —preguntó con el ceño fruncido.
El hecho de que Geomjon estuviera tan tranquilo, tan relajado, mientras que sus discípulos estaban a punto de ser aplastados por las espadas de Wudang, era algo que no podía comprender ni tolerar.
—"¿¡Cómo puedes estar tan tranquilo!? ¡Tus discípulos serán aplastados bajo las espadas de Wudang!"
Pero en lugar de responder, Cheong Myeong solo siguió riendo.
Lentamente, bajó la botella de licor y miró a Jin Hyeon con una sonrisa perezosa.
Sus ojos, sin embargo, no reflejaban ni despreocupación ni burla.
En lo profundo de su mirada, había algo que Jin Hyeon no supo identificar de inmediato...
Algo que le heló la sangre.
Chapter 61: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian(8)
Chapter Text
Cheong Myeong dejó escapar una breve risa y movió sus ojos lentamente sobre los discípulos de Wudang.
Era como si estuviera haciendo cálculos rápidos en su mente, midiendo su fuerza, sus habilidades y comparándolas con las de sus propios discípulos.
Luego, se giró hacia los suyos.
—"Bien, vamos a ver..." —dijo en un tono despreocupado, como si estuviera repartiendo tareas en lugar de prepararlos para una batalla.
Su mirada se posó primero en Yoon Jong y Jo Gul.
—"Ustedes dos, ¿contra cuántos creen que pueden?"
Yoon Jong frunció el ceño, tomándose un momento para analizar la situación.
Finalmente, con una mirada determinada, respondió:
—"Puedo contra dos."
Jo Gul sonrió con confianza.
—"Yo puedo contra tres."
Cheong Myeong asintió con satisfacción.
—"No está mal."
Luego, su atención se dirigió a Yu Iseol.
No había necesidad de preguntarle.
Cheong Myeong sabía que ella era la más fuerte entre ellos, después de Baek Cheon.
—"Entonces, tú te encargas de cuatro."
Yu Iseol asintió sin decir una sola palabra, como siempre.
Y finalmente, su mirada cayó sobre Baek Cheon.
Baek Cheon sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.
—"Tú te enfrentas a los dos restantes."
Baek Cheon parpadeó con incredulidad.
Los dos restantes eran Jin Hyeon y Su Xian, los más fuertes del grupo de Wudang.
No es que dudara de sí mismo, pero… ¿pelear contra ambos al mismo tiempo?
Por un instante, pensó en protestar.
Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Cheong Myeong sonrió ampliamente, mostrando una emoción peligrosa en sus ojos.
—”¡Muy bien, mis niños! ¡Pongan a esos bastardos de Wudang en su lugar!”
Y así, con una sola orden, la batalla comenzó.
Baek Cheon no tuvo tiempo de dudar.
El rugido de la batalla estalló a su alrededor, pero su mente se enfocó solo en una cosa: los dos oponentes frente a él.
Jin Hyeon y Su Xian.
Ambos eran los más fuertes del grupo de Wudang, y su presencia lo hacía sentir como si estuviera de pie frente a una tormenta inminente.
Pero…
Si su maestro lo había puesto contra ellos dos, significaba que confiaba en su fuerza.
Esa sola idea encendió algo dentro de él.
Con un movimiento fluido, desenvainó su espada.
—"¡Haaaah!" —exhaló con fuerza mientras avanzaba.
A su alrededor, sus compañeros también entraban en combate.
Escuchó los choques de las espadas y los gritos de guerra, pero no miró atrás.
Confiaba en ellos.
Sabía que Yu Iseol, Yoon Jong y Jo Gul harían su parte.
Él solo tenía que enfocarse en su propia batalla.
Los discípulos de Wudang cargaron al mismo tiempo.
Jin Hyeon iba al frente, rápido y letal, con la confianza de alguien que sabía que su secta había dominado a Monte Hua en el pasado.
Su Xian, por otro lado, se movía con precisión y elegancia, como un cazador paciente.
—"Espero que no creas que podrás vencer solo porque tu maestro está mirando." —dijo Jin Hyeon con frialdad.
Baek Cheon no respondió.
No había necesidad de palabras.
Lo único que importaba ahora…
Era la espada.
Con un giro del torso, Baek Cheon desvió el primer golpe de Jin Hyeon.
El filo de la espada cortó el aire con furia.
Jin Hyeon y Su Xian atacaban en perfecta sincronía, sus movimientos fluidos y calculados como si fueran un solo ser con dos espadas.
Para cualquier otro, la presión de enfrentar a dos discípulos de Wudang al mismo tiempo sería abrumadora.
Pero no para Baek Cheon.
Sus ojos afilados seguían cada movimiento con precisión. No eran más rápidos que su maestro.
No.
Geomjon era un monstruo que, cuando Baek Cheon lo enfrentó por primera vez, se movía con tal velocidad que parecía multiplicarse.
En comparación, Jin Hyeon y Su Xian eran lentos.
Baek Cheon esquivó un corte de Jin Hyeon con un leve movimiento de cabeza y giró su cuerpo para evadir la estocada de Su Xian.
Los dos discípulos de Wudang fruncieron el ceño.
Esperaban que él estuviera en desventaja.
Pero Baek Cheon no solo estaba resistiendo, estaba leyéndolos.
Con cada ataque, analizaba el ritmo de su dúo.
Cada patrón.
Cada espacio entre sus movimientos.
Lo veía todo.
Y cuando Jin Hyeon dio un paso adelante para lanzar un corte diagonal, Baek Cheon sonrió.
—"Lentos."
Su espada se movió como un relámpago.
Baek Cheon respiró profundamente, sintiendo la tierra del suelo bajo sus pies y el peso de su espada en la mano.
Ya era hora.
Si seguía esquivando, eventualmente se agotaría. No podía permitirse eso.
Tenía que demostrarles lo que significaba enfrentarse a la espada del Monte Hua.
Los discípulos de Wudang se enorgullecían de su impecable técnica, su precisión, su disciplina inquebrantable. La espada de Wudang se movía con la elegancia de una tela blanca ondeando al viento, fluida y controlada.
Pero la espada del Monte Hua...
Era diferente.
Era un torbellino, una tormenta de pétalos que envolvía al enemigo y lo consumía sin que este se diera cuenta.
Baek Cheon inhaló y flexionó las rodillas.
El suelo crujió cuando se impulsó hacia adelante.
—"Las Siete Espadas."
Su espada brilló con un rosa intenso, un color tan vibrante como los ciruelos en plena floración.
Jin Hyeon y Su Xian entrecerraron los ojos, viendo el destello de su espada...
Pero antes de que pudieran reaccionar, Baek Cheon ya estaba sobre ellos.
Un destello.
Dos.
Tres.
Siete sombras de Baek Cheon danzaban entre los discípulos de Wudang.
No eran copias.
Eran ilusiones creadas por la velocidad feroz de su espada.
Jin Hyeon y Su Xian se tensaron.
No podían seguir su ritmo.
Cada ataque que intentaban lanzar atravesaba el aire vacío.
Pero Baek Cheon estaba allí.
Y luego no.
Y luego otra vez allí.
Hasta que el filo de su espada descendió.
Y las flores del ciruelo comenzaron a florecer en sus cuerpos.
Los pétalos descendieron suavemente, flotando en el aire como si la naturaleza misma estuviera celebrando la victoria de Baek Cheon. Era una vista hermosa, casi irreal, pero en su belleza también había una verdad innegable: Wudang había sido derrotado.
Jin Hyeon y Su Xian estaban en el suelo, jadeando con el rostro lleno de incredulidad y vergüenza. Ellos, discípulos de Wudang, la secta que siempre había mirado por encima del hombro al Monte Hua... habían perdido.
El murmullo de la multitud comenzó a elevarse.
—”¿Esos son los discípulos del Monte Hua...? “
—”¿Cuándo se volvieron tan fuertes...?”
—”Wudang fue derrotado tan fácilmente…”
La gente que se había acercado al escuchar el choque de espadas miraba con asombro. Para muchos, el Monte Hua era solo una sombra de su antigua gloria, una secta que había caído en el olvido.
Pero lo que acababan de presenciar decía lo contrario.
El Monte Hua estaba más vivo que nunca.
Chapter 62: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (9)
Chapter Text
Baek Cheon respiró profundamente, permitiéndose solo un momento para estabilizar su ritmo cardíaco antes de girar la vista a su alrededor.
Sus compañeros también habían salido victoriosos.
Yoon Jong y Jo Gul estaban de pie, con la compostura de quienes habían peleado con experiencia y sin sufrir un solo rasguño. Yu Iseol, con su característico silencio, limpiaba su espada con la misma tranquilidad con la que había despachado a sus oponentes.
Baek Cheon exhaló, sintiendo el peso del combate desaparecer de sus hombros.
Su mirada se dirigió entonces a su maestro.
Geomjon no se había movido de su sitio, aún sentado en su lugar privilegiado con la botella de licor en mano. Pero la sonrisa en su rostro era clara, una mezcla de satisfacción y orgullo.
Y entonces, con su tono despreocupado de siempre, exclamó con entusiasmo:
—”¡Bien hecho, Cheon-ah!”
El corazón de Baek Cheon dio un vuelco.
Se sintió como un niño al que acababan de elogiar por primera vez.
Rápidamente desvió la mirada, sintiendo su rostro arder.
¿Por qué tenía que reaccionar así?
Intentó calmar el repentino aceleramiento de su corazón, pero el maldito “Cheon-ah” seguía resonando en su cabeza.
—”No es nada... No es nada…” —se dijo a sí mismo.
Pero, por primera vez en mucho tiempo, deseó que su maestro lo volviera a llamar así.
Su Xian sintió una ira ardiente consumiéndola por dentro. “¿Cómo podía aceptar algo así?”
Habían sido derrotados por discípulos del Monte Hua, una secta que siempre habían considerado inferior, una que debería haber quedado enterrada en la historia.
No podía permitirlo.
Ignorando el dolor punzante en su cuerpo, Su Xian intentó arrastrarse hacia su espada, sus dedos extendiéndose desesperadamente para alcanzarla.
Pero antes de que pudiera siquiera tocar la empuñadura, un rápido movimiento la hizo abrir sus ojos de golpe.
Baek Cheon había reaccionado al instante, propinándole una patada a la espada y alejándola de su alcance.
—”Nosotros hemos ganado.” —La voz de Baek Cheon resonó con firmeza—. “¿Realmente piensas continuar?”
Su Xian se estremeció al escuchar esas palabras, sintiendo cómo la humillación lo quemaba por dentro.
—”No parece que tú y tus compañeros estén en buen estado, y si no son atendidos solo van a empeorar.”
Apretó los dientes con fuerza, su mandíbula tensa por la frustración. No le importaban las heridas. No quería que todo terminara así.
Sin embargo, antes de que pudiera responder, una voz profunda rompió la tensión.
—”Los que todavía pueden ponerse en pie, ayuden a sus compañeros inconscientes y retírense. Asegúrense de atender sus heridas.”
Todos se giraron hacia la fuente de la voz.
Mu Jin.
El aura de autoridad que emanaba era sofocante. No había espacio para la discusión.
Los discípulos de Wudang, aún aturdidos por la derrota, no tardaron en reaccionar. Aunque sus rostros mostraban vergüenza y enojo, sabían que no podían desobedecer. Se pusieron en pie, ayudándose unos a otros, y comenzaron a retirarse.
Su Xian aún quería protestar, pero las miradas de sus compañeros—y sobre todo la de Mu Jin—la hicieron tragar sus palabras.
Y entonces, la atención de todos se centró en Mu Jin, quien fijó su mirada en Geomjon.
No en Baek Cheon. No en los otros discípulos del Monte Hua. Sino en él.
—”Yo me encargaré de ahora en adelante.”
Su tono era calmado, pero el peso de sus palabras era innegable.
El ambiente se tensó de inmediato.
Pero, en contraste con la seriedad de la situación, Cheong Myeong simplemente sonrió, inclinando levemente la botella de licor en su mano.
—”Vaya, vaya…”—murmuró con diversión, como si acabara de encontrar algo interesante—. “¿Así que me toca a mí?”
Los ojos de Mu Jin se entrecerraron.
Los discípulos del Monte Hua fruncieron el ceño, su frustración creciendo.
“¿Qué significaba esto?”
El trato había sido claro: discípulos contra discípulos, nada más. ¿Por qué ahora querían atacar a su maestro?
Baek Cheon apretó los puños con fuerza.
Su instinto le gritaba que debía intervenir. Que debía ponerse frente a su maestro, desenvainar su espada y protegerlo.
Pero sabía que, en lugar de ayudar, solo estorbaría.
Miró de reojo a Yoon Jong, Jo Gul y Yu Iseol. Ellos también estaban tensos, pero como él, permanecían en su lugar, conteniendo la indignación.
Entonces, Cheong Myeong se puso de pie con calma, estirando su cuerpo con total tranquilidad, como si acabara de despertar de una siesta.
Sin prisa, avanzó hacia Mu Jin.
Los ojos del maestro de Wudang se afilaron al verlo acercarse. Su expresión mostraba un desagrado palpable, como si la mera presencia de Geomjon fuera ofensiva para él.
Y entonces habló:
—”Geomjon… Primero golpeas y humillas a nuestro respetado anciano, el Emperador de la Espada Taiji, y ahora metes tus narices en este asunto. No voy a perdonar tus actos.”
Un silencio profundo cayó sobre la zona.
Los discípulos de Monte Hua se miraron entre sí, sorprendidos.
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Qué quería decir con eso?
Cheong Myeong, en cambio, no parecía perturbado.
Más bien, su mirada se iluminó con interés.
“Oh… Así que no es la primera vez que Geomjon se enfrenta a Wudang.”
¿Significaba esto que había un historial entre ellos?
Esto era algo que definitivamente debía recordar y analizar más tarde.
Pero por ahora…
Su expresión pasó de curiosidad a diversión, una sonrisa juguetona formándose en sus labios.
La sonrisa juguetona de Cheong Myeong permaneció en su rostro mientras le daba un rápido vistazo a su alrededor.
El aire estaba denso, cargado de tensión.
Podía sentir las miradas clavadas en él, especialmente la de Baek Cheon y los demás discípulos del Monte Hua, que observaban la escena con una mezcla de ansiedad y frustración.
Pero su atención pronto volvió a Mu Jin.
El maestro de Wudang estaba listo para desenfundar su espada. Su postura rígida y la presión que emanaba de su cuerpo dejaban en claro que no iba a contenerse.
Definitivamente iba a usar todas sus fuerzas.
Cheong Myeong suspiró internamente.
“Aquí no.”
Este no era el lugar adecuado para una pelea de ese nivel.
Había demasiadas personas alrededor: sus discípulos, los de la subsecta e incluso curiosos que se habían acercado a ver lo ocurrido.
Si peleaban aquí, la destrucción sería inevitable.
No solo pondrían en peligro a los presentes, sino que los edificios cercanos también podrían verse afectados.
No, este enfrentamiento debía llevarse a otro lugar.
Sin perder tiempo, Cheong Myeong le lanzó una mirada a Mu Jin y le hizo una señal con la cabeza.
—”Sígueme.”
Y sin más, giró sobre sus talones y salió disparado.
Moviéndose con agilidad, sus pies apenas tocaban el suelo mientras se dirigía hacia el bosque cercano.
Detrás de él, pudo escuchar el grito de Baek Cheon.
—”¡Maestro!”
Pero no volteó.
No podía permitirse distraerse ahora.
En su lugar, se concentró en sentir la energía de Mu Jin persiguiéndolo.
Estaba siguiéndolo.
Eso era suficiente.
Sin disminuir la velocidad, Cheong Myeong se adentró más y más en el bosque, asegurándose de alejarse lo suficiente antes de detenerse y enfrentarse al maestro de Wudang.
Chapter 63: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (10)
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El sonido del metal resonó en el aire cuando Mu Jin desenfundó su espada.
Su postura era impecable, la forma en que sostenía el arma demostraba su maestría. Pero más que eso, lo que realmente llamó la atención de Cheong Myeong fue la presión que emanaba de su filo.
No estaba usando su energía interna, y aun así su presencia era sofocante.
Los discípulos de Wudang eran fuertes, pero Mu Jin se encontraba en un nivel superior.
Sin prisa, Cheong Myeong sacó su propia espada.
"Flor de Ciruelo de Fragancia Oscura".
El filo negro reflejó la luz del sol que se filtraba entre los árboles, como si la oscuridad misma hubiera tomado forma en una hoja afilada.
La legendaria espada de Geomjon.
Un arma temida en el mundo marcial, con una historia teñida de sangre.
Sin embargo, antes de comenzar la pelea, Cheong Myeong no podía resistirse a jugar un poco con su oponente.
Con una sonrisa ladeada, inclinó ligeramente la cabeza y habló con ligereza.
—”Dime algo, hombre. ¿Por qué Wudang insiste tanto en tomar este lugar? No parece ser solo una cuestión de expandirse.”
Su voz era tranquila, incluso despreocupada, como si el combate que estaba por comenzar no le importara en absoluto.
Mu Jin no reaccionó de inmediato.
Sus ojos, afilados como cuchillas, se clavaron en Geomjon con intensidad.
Pero ese breve silencio fue suficiente para que Cheong Myeong confirmara lo que ya sospechaba.
“Así que sí, hay algo más detrás de esto.”
Finalmente, Mu Jin exhaló lentamente y respondió con un tono frío.
—”No es de tu incumbencia.”
—”Oh, pero sí lo es.” —replicó Cheong Myeong con una sonrisa aún más amplia—. “Después de todo, estás en MI territorio.”
Los dedos de Mu Jin se tensaron sobre la empuñadura de su espada.
Claramente, no le gustaba esa respuesta.
Cheong Myeong dejó escapar una pequeña risa.
Provocarlo era demasiado fácil.
—”¿Acaso hay algo en este lugar que les interesa tanto como para venir con tanta insistencia?” —continuó, fingiendo curiosidad—. “¿Podría ser algo que ni siquiera yo sé?”
Mu Jin ya había tenido suficiente.
Con un movimiento veloz, su espada cortó el aire con un silbido feroz, y la conversación terminó.
Mu Jin atacaba con velocidad y precisión, su espada cortando el aire en ráfagas sucesivas. Sin embargo, cada vez que su filo parecía estar a punto de alcanzar a Geomjon, este se deslizaba fuera de su alcance con la facilidad de quien ha danzado en la línea entre la vida y la muerte demasiadas veces.
Era exasperante.
Incluso mientras esquivaba, Geomjon no podía mantener la boca cerrada.
—”Chico, si vas a blandir tu espada con tanta agresividad, al menos haz que valga la pena.”
Mu Jin apretó los dientes y aumentó la intensidad de sus golpes, su espada descendiendo como una tormenta de relámpagos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco… Cada ataque era más rápido y feroz que el anterior, pero no importaba cuántas veces intentara alcanzarlo, Geomjon siempre se movía un paso antes, burlándose de su ofensiva sin dejar de sonreír.
Y entonces, en un solo y calculado movimiento, Cheong Myeong giró sobre su eje, su espada cortando el aire con una ráfaga de viento que pareció materializarse de la nada.
Un destello de negro. Un corte limpio.
Un delgado hilo de sangre apareció en la mejilla de Mu Jin.
Un silencio tenso cayó entre ambos.
Mu Jin parpadeó, atónito. Había lanzado diez golpes y no había logrado tocarlo ni una vez. Sin embargo, con un solo movimiento, Geomjon le había provocado una herida.
Cheong Myeong sonrió con diversión.
—”Parece que estás muy ansioso por quedarte con el tesoro de aquí, ¿no es así?”
Mu Jin sintió un escalofrío recorrer su espalda.
No debió decir eso.
Su cuerpo reaccionó antes que su mente, la sorpresa quebrando su concentración.
—”¿Cómo lo sabes?”—Su voz traicionó un atisbo de inquietud.
Pero en lugar de responder, Cheong Myeong simplemente inclinó la cabeza, manteniendo su sonrisa burlona mientras giraba su espada entre los dedos.
Provocar a su oponente era un arte.
Y no había nada más frustrante que alguien que sabía algo que tú no querías que supiera.
Mu Jin sintió que su paciencia se evaporaba.
Su agarre sobre la empuñadura de su espada se endureció.
Su energía interna comenzó a concentrarse.
La furia se reflejó en sus ojos.
—”¡Geomjon!”
Y con ese grito, la verdadera pelea comenzó.
El bosque tembló bajo la presión de la energía que emanaba de la espada de Mu Jin. Un resplandor blanco puro, como la nieve de las montañas más altas, se extendió en ondas concéntricas, destrozando el suelo bajo sus pies.
Taiqing.
No era una simple técnica de espada, era una manifestación del camino de Wudang, un golpe que buscaba la armonía a través de la absoluta superioridad. Un arte que solo los más diestros podían ejecutar.
Mu Jin no tenía más opción. Geomjon no debía salir con vida.
No cuando sabía sobre la Píldora Primordial.
El filo de su espada brilló con un blanco cegador antes de liberarlo todo en una única y devastadora explosión de energía.
—”¡Muere, Geomjon!”
El torrente de luz descendió como una tormenta divina, envolviendo por completo la figura de su oponente.
El rugido de la energía sacudió los árboles, arrancando hojas y astillas que volaron en todas direcciones. El suelo se quebró, y por un momento, todo quedó envuelto en un resplandor blanco inmaculado.
No había escapatoria.
Mu Jin sintió alivio.
Era imposible que Geomjon saliera ileso.
Pero entonces…
Una línea rosada cruzó la tormenta de luz.
Era sutil al principio, un destello apenas perceptible, pero en el instante siguiente *
el blanco de Taiqing fue rasgado como si fuera papel fino.
La energía de Mu Jin se fragmentó en miles de filamentos, disipándose como cenizas llevadas por el viento.
Y allí, de pie en medio de la devastación, sin una sola herida en su cuerpo, estaba Geomjon.
Su espada negra brillaba con un resplandor rosado, la fragancia de los ciruelos en flor impregnando el aire.
Geomjon sonrió con diversión, girando su espada entre los dedos con una facilidad insultante.
—”Oh. Así que eso era todo.”
Los ojos de Mu Jin se abrieron con incredulidad.
¿Cómo?
¿Cómo podía alguien cortar la Técnica de Taiqing tan fácilmente?
¿Cómo podía seguir de pie como si nada hubiera pasado?
Por primera vez en mucho tiempo, Mu Jin sintió miedo.
Chapter 64: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (11)
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A pesar del impacto de lo que acababa de presenciar, Mu Jin no podía permitirse dudar.
Su mente era afilada, su entrenamiento inquebrantable. Geomjon había cortado su Técnica de Taiqing, pero eso no significaba que fuera invencible. Si una gran tormenta no bastaba, entonces lo ahogaría en un océano sin fin.
Mu Jin reajustó su postura y deslizó un pie hacia atrás, su espada apuntando directamente a su oponente.
—”Veamos cuánto tiempo puedes seguir de pie, Geomjon.”
Un destello plateado recorrió su espada.
En el siguiente instante, la energía comenzó a fluir, ondulando en el aire como las corrientes de un río indomable.
Geomjon observó con calma mientras el resplandor plateado se expandía. Olas de energía comenzaron a formarse, elevándose y cayendo con una fuerza incesante.
No eran simples ataques consecutivos.
Cada ola se conectaba con la siguiente, avanzando sin descanso, reforzándose mutuamente. Un asalto constante que no permitía tiempo para la recuperación.
Un mar de acero y luz descendió sobre Geomjon.
Pero Cheong Myeong ni siquiera parpadeó.
Con una leve inclinación de su muñeca, su espada negra se movió en un arco amplio, dejando tras de sí un resplandor rosado.
En cada movimiento, el perfume de los ciruelos se intensificaba.
Las olas de energía chocaron contra las flores que brotaban en el aire, desvaneciéndose una tras otra.
Era como si cada pétalo absorbiera el impacto, descomponiendo la fuerza de Mu Jin hasta que no quedó nada más que viento disipándose en la brisa nocturna.
Los ojos de Mu Jin se abrieron con furia y desesperación. No podía ser posible.
¡No podía ser posible!
Pero antes de que pudiera comprenderlo, Geomjon ya estaba frente a él.
Mu Jin solo pudo ver unos ojos rojos oscuros y fríos, y una sonrisa que hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.
Un instante después, una patada brutal se estrelló contra su abdomen.
CRACK.
El sonido de sus huesos cediendo bajo la presión del golpe resonó en el aire.
Mu Jin sintió cómo su cuerpo se doblaba por la fuerza del impacto, su aliento escapando de sus pulmones de golpe.
Y luego, todo su ser fue lanzado hacia atrás como un muñeco de trapo.
El mundo giró.
Su espalda se estrelló contra el tronco de un árbol con una fuerza devastadora, el crujido de la madera partiéndose mezclándose con el sonido de su propia respiración entrecortada.
La sangre brotó de su boca mientras intentaba recuperar el aliento.
A través de su visión borrosa, pudo ver la silueta de Geomjon caminando lentamente hacia él, envuelto en el resplandor de los ciruelos en flor.
Cada paso resonaba como el juicio de un verdugo acercándose a su víctima.
Mu Jin apenas podía mantenerse consciente.
Su visión era borrosa, su cuerpo temblaba de dolor.
El golpe que había recibido le había dejado sin aire, y la fuerza con la que su espalda había chocado contra el árbol aún resonaba en su columna como un eco de agonía.
Pero incluso en ese estado, no iba a quedarse de brazos cruzados.
Apretó los dientes, forzando la energía restante en su cuerpo. Una esfera luminosa comenzó a formarse en su palma, temblorosa, inestable, pero lo suficientemente poderosa como para dar un último golpe.
Con un rugido desesperado, la lanzó directamente hacia Geomjon.
Pero…
Geomjon se inclinó ligeramente hacia un lado y la esquivó con la facilidad con la que uno apartaría una hoja cayendo.
Ni siquiera valía la pena.
Mu Jin sintió el sudor frío recorrer su espalda. Era su fin.
Iba a morir en manos de Geomjon.
El legendario espadachín que había humillado a Wudang.
El asesino de innumerables guerreros.
Iba a morir de la manera más humillante.
Pero entonces...
Mu Jin sintió un fuerte tirón en su túnica.
Su cuerpo, ya sin fuerzas, fue levantado con brusquedad como si fuera un simple muñeco de trapo.
La aterradora figura de Geomjon lo miraba desde arriba, sus ojos oscuros como la noche.
Mu Jin apretó los párpados con fuerza. Este era su fin.
Esperó la hoja fría de la espada atravesando su cuello.
Pero en su lugar...
¡PAM!
Un ardor agudo explotó en su mejilla.
Su cabeza giró violentamente hacia un lado.
Abrió los ojos con sorpresa.
No había sido un golpe de espada.
¡Había sido una bofetada!
Mu Jin parpadeó, completamente aturdido, sin saber si lo que acababa de pasar era real o una alucinación causada por el dolor.
Pero entonces otra bofetada lo impactó en la otra mejilla.
¡PAM!
—”¡Ahora confiesa!” —rugió Geomjon—. “¡¿Dónde está el tesoro?!”
Mu Jin no tuvo tiempo de reaccionar.
Otra bofetada cayó.
¡PAM!
Y otra.
¡PAM!
Y otra.
¡PAM! PAM! PAM!
Cada golpe resonaba en la noche, mezclado con los gritos de Geomjon exigiendo respuestas.
Mu Jin, uno de los grandes discípulos de Wudang, uno de los guerreros más temidos de su generación...
Estaba siendo interrogado a bofetadas.
—”¡Habla!”
¡PAM!
—”¡Habla ya, maldita sea!”
¡PAM! PAM!
Los discípulos de Wudang jamás lo creerían si se los contara.
Mu Jin, completamente aturdido, con la cara roja y ardiendo, apenas podía mantenerse despierto.
Las lágrimas de impotencia amenazaban con brotar de sus ojos.
¡Esto no podía estar pasando!
El bosque estaba en completo silencio, excepto por el sonido rítmico y casi hipnótico de las bofetadas resonando en la noche.
¡PAM!
—”¡Habla, bastardo!”
¡PAM! PAM!
—”¡Di algo con sentido, maldita sea!”
Mu Jin apenas podía mantenerse consciente, su cuerpo se balanceaba con cada golpe.
Intentó hablar, de verdad que lo intentó.
—”Hhh... uhh... t-tshhhh…”
¡PAM!
Otro golpe lo hizo tambalearse.
—”¡No hables en clave! ¡Habla claro!”—rugió Geomjon, con una expresión de fastidio.
Mu Jin parpadeó con dificultad, sintiendo su rostro hinchado hasta el punto de que apenas podía abrir los ojos.
Trató una vez más.
—”Gghhh... f-fhhshh... “
—”¡Más claro, más claro!”
¡PAM!
¡Demonios! ¿Cómo iba a hablar claro si su boca estaba completamente hinchada?!
Pero Geomjon no parecía comprender esa lógica.
Cada vez que Mu Jin intentaba decir algo y solo salían balbuceos, una nueva bofetada caía con aún más fuerza.
¡PAM! PAM! PAM!
La mano de Geomjon ardía.
Literalmente, le dolía la palma de tanto bofetear a Mu Jin.
Cheong Myeong resopló y finalmente decidió hacer una pausa, sacudiendo la mano adolorida con una mueca de molestia.
—”Tch. ¿Qué diablos? Me está ardiendo…”
Fue entonces cuando se dio cuenta.
Mu Jin estaba completamente inerte.
—”… “
Geomjon lo miró.
Mu Jin no se movía.
Geomjon lo sacudió un poco.
Nada.
Lo sacudió más fuerte.
¡Nada!
La sangre de Cheong Myeong se heló.
—”¡Oye, despierta!”
Agarró a Mu Jin por el cuello de su túnica y lo sacudió como si fuera un saco de arroz.
—”¡Despierta, maldita sea! ¡No puedes desmayarte ahora!”
Pero no hubo respuesta.
El muy bastardo se había desmayado en algún punto y él ni siquiera lo había notado.
—”…”
El silencio lo envolvió por completo.
Por un momento, Cheong Myeong simplemente se quedó mirando el rostro hinchado de Mu Jin.
Parecía un pan inflado.
Los moretones comenzaban a formarse en su piel, y su boca estaba tan hinchada que daba la impresión de que había intentado tragarse dos bolas de arroz al mismo tiempo.
—”…”
Un tic nervioso apareció en la ceja de Cheong Myeong.
Apretó los dientes.
¡¿Cómo demonios se supone que iba a sacarle información si se había desmayado?!
Miró su mano adolorida.
Luego miró a Mu Jin.
Luego miró su mano otra vez.
—”…”
¡Esto no fue culpa suya!
Fue culpa de Wudang por ser demasiado débil.
O quizá culpa del cuerpo de Geomjon por ser demasiado fuerte.
¡Pero definitivamente no fue culpa suya!
Chapter 65: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (12)
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Jin Hyeon apenas podía respirar.
¿Qué estaba viendo?!
Había seguido a su maestro en secreto, preocupado por su enfrentamiento con Geomjon. Pero nunca—¡nunca!—imaginó que la escena que presenciaría sería su honorable maestro completamente desmayado y con la cara tan hinchada que parecía un pan al vapor.
Geomjon lo sostenía con una mano como si fuera un saco de arroz y lo sacudía con frustración.
—”¡Despierta, bastardo! ¡No te desmayes en el momento más importante!”
Jin Hyeon sintió cómo una gota de sudor frío recorría su espalda.
“¿Qué demonios estaba pasando?!”
Quiso retroceder.
Tal vez, si se movía con cuidado, Geomjon no lo notaría y podría escapar para pedir ayuda—
—"Tú, el que se esconde en los arbustos."
El cuerpo de Jin Hyeon se paralizó.
Maldición.
Geomjon se giró lentamente, sus fríos ojos clavándose directamente en él.
—"Sal de ahí."
Jin Hyeon tragó saliva.
¡Tenía que huir!
¡Corre!
Pero sus piernas no respondieron.
“Maldición, maldición, maldición.”
Con el rostro pálido, salió lentamente de su escondite.
Su mirada se movió de Geomjon a su maestro inconsciente.
Luego volvió a Geomjon.
De nuevo a su maestro.
Y de vuelta a Geomjon.
¡¿Qué demonios había pasado en este combate?!
El solo pensamiento de que Geomjon podría haberlo matado en cualquier momento lo hacía sentir escalofríos.
Y, sin embargo… su maestro seguía con vida.
Golpeado. Humillado. Pero vivo.
—"Muy bien," — dijo Geomjon con calma, avanzando hacia él. —"Dime lo que quiero saber."
Jin Hyeon apretó los puños.
Geomjon quería información sobre el tesoro.
Pero no podía traicionar a su secta.
Así que guardó silencio.
El aire se volvió tenso.
Geomjon lo observó con interés, luego dejó escapar un suspiro exasperado.
—"Está bien, no tienes que decir nada."
Jin Hyeon sintió un ligero alivio, pero entonces—
—"Solo tengo que despertarlo a él para que me lo diga todo."
Jin Hyeon tartamudeó.
—"¿D-Despertarlo…?"
Geomjon alzó su puño lentamente.
—"Solo tengo que golpearlo hasta que despierte. O tal vez muera durante el proceso."
Su voz era tranquila, casi indiferente.
—"Ya veremos qué sucede primero."
Jin Hyeon se puso aún más pálido.
¡No, no, no!
¡Su maestro definitivamente iba a morir si lo dejaba en manos de ese loco!
Jin Hyeon no tenía opción.
Podía ver en los ojos de Geomjon que no iba a aceptar excusas.
Así que, con voz temblorosa, comenzó a hablar.
—"Hace poco, nuestra secta encontró un mapa..."
La mirada de Geomjon se afiló.
Jin Hyeon tragó saliva y continuó rápidamente, temiendo que su silencio fuera malinterpretado.
—"Se dice que conduce a la tumba del legendario Yak Seon, el gran espadachín y médico. Es conocido por haber logrado hazañas imposibles en la medicina, como hacer crecer carne en los huesos de los moribundos."
Geomjon alzó una ceja. Claro, eso ya lo sabía.
—"En su tumba..." —Jin Hyeon hizo una pausa, inseguro de si debía seguir.
La mirada de Geomjon se tornó más fría.
Jin Hyeon casi podía sentir la presión en su pecho.
—"En su tumba... debe encontrarse la receta de la legendaria Píldora Primordial."
¡Bingo!
Cheong Myeong ya conocía todo eso gracias al juego.
Pero lo que no sabía...
Era la existencia de un mapa.
Geomjon entornó los ojos.
¡Eso lo cambiaba todo!
En el juego, la ubicación de la tumba era un gran misterio.
Pero si este grupo ya tenía un mapa...
Entonces todo se volvía más fácil.
Definitivamente necesitaba ese mapa.
—"Dámelo."
Jin Hyeon parpadeó, confundido.
—"¿Q-Qué...?"
Geomjon extendió una mano.
—"El mapa. Dámelo."
Jin Hyeon se puso rígido.
—"¡No lo tengo!"— respondió rápidamente. —"¡Yo ni mi maestro lo llevamos con nosotros!"
El rostro de Geomjon no cambió en lo absoluto.
Solo lo miró fijamente.
Jin Hyeon sintió que su piel se erizaba.
No funcionó.
No creyó su mentira.
Y entonces, como si quisiera confirmarle que sus palabras solo lo habían molestado más, Geomjon levantó el puño.
No solo eso...
Lo rodeó con su energía.
La intención era clara.
Si tenía que golpear a Mu Jin hasta que escupiera el mapa... lo haría.
Jin Hyeon sintió cómo todas sus fuerzas lo abandonaban.
Si Geomjon golpeaba a su maestro en ese estado...
¡Definitivamente lo mataría!
No podía permitirlo.
No tenía opción.
No tenía opción.
Con manos temblorosas, sacó un pergamino doblado de su túnica y se lo extendió a Geomjon.
—"A-Aquí está..."
Sus labios temblaban.
Geomjon tomó el mapa con calma, como si fuera lo más natural del mundo.
Jin Hyeon solo pudo mirar con horror.
Con un movimiento descuidado, Cheong Myeong lanzó el cuerpo inconsciente de Mu Jin hacia Jin Hyeon.
El joven apenas logró atraparlo, tambaleándose por el peso.
Ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando Geomjon le dirigió una última mirada helada.
—"No vuelvas a meterte con la Puerta Huayoung ni con la secta del Monte Hua."
La amenaza quedó suspendida en el aire.
Jin Hyeon no pudo hacer más que asentir frenéticamente.
Cheong Myeong, satisfecho con el resultado, se giró sin más y comenzó a alejarse.
Casi dando saltitos en su camino.
¡Misión cumplida!
Mientras caminaba bajo la luz de la luna, repasó mentalmente la historia del juego.
En la historia original, Baek Cheon se enfrentaba a Wudang por varios días.
Al final, regresaba a la secta para reportar la pérdida de sus compañeros.
Pero aunque Baek Cheon sabía sobre la existencia de la Píldora Primordial, nunca intentaba buscarla.
¿Por qué?
Porque su cabeza estaba demasiado ocupada odiando a Geomjon.
¡Ah, qué desperdicio!
Si en el juego Baek Cheon hubiera prestado más atención a Wudang en vez de a su odio hacia Geomjon, la secta del Monte Hua podría haberse beneficiado muchísimo!
Después de todo, la Píldora Primordial era una de las reliquias más codiciadas del mundo.
En capítulos más adelante, Su Xian terminaba entregándole una Píldora Primordial a Baek Cheon como ‘muestra de amor’.
Lo que significaba que Wudang sí había logrado su objetivo…
¡Pero el juego jamás mostraba qué pasó después con Wudang!
Simplemente desaparecían.
La única que seguía apareciendo era Su Xian, derrochando “amor y dulzura” de una tsundere.
¡Qué frustrante!
¡Qué pésima ejecución de la trama!
¡La Píldora Primordial tenía un potencial enorme!
¡Pero la historia la reducía a un simple regalo romántico!
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
¡Él no cometería ese error!
No solo conseguiría la receta de la Píldora Primordial...
Sino que la usaría para fortalecer a toda la secta del Monte Hua.
No solo a Baek Cheon.
Estaba decidido.
Pero entonces, algo llamo la atención de Cheong Myeong por el rabillo del ojo.
Era una flor.
La luz de la Luna parecía hacerla brillar.
Cheong Myeong la arrancó casi por impulso y la vio con una pequeña sonrisa.
—”Jeje te llamaré Cheon-ah.”
Con cuidado, Cheong Myeong guardo la flor en su manga y continuó con su camino.
Chapter 66: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (13)
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Cheong Myeong decidió hacer una pequeña parada en el pueblo antes de regresar.
¡Después de todo, se lo merecía!
Con una pelea ganada, un mapa en mano y Wudang humillado, era momento de celebrar.
Y no había mejor manera de hacerlo que con un buen licor.
Entró a una tienda con paso confiado y lanzó unas cuantas monedas sobre el mostrador.
—"Dame las mejores botellas que tengas."
El dueño de la tienda, al ver la generosidad con la que pagaba, no hizo preguntas y rápidamente le entregó dos botellas de licor de alta calidad.
Dinero bien gastado.
Mientras salía de la tienda, Cheong Myeong revisó sus bolsillos.
Geomjon había guardado una gran cantidad de dinero.
¿Era acaso su fondo de retiro?
Bueno, si lo era, Cheong Myeong lo estaba usando sin una pizca de lástima.
Ni siquiera se molestó en hacer cuentas.
Si Geomjon alguna vez volvía a poseer este cuerpo…
Se llevaría una buena sorpresa.
Con una sonrisa satisfecha y botellas en mano, finalmente regresó a la sede de la sub secta.
A esa hora de la noche, todo estaba tranquilo.
El ambiente era silencioso y apacible, solo el sonido de los grillos rompía la calma.
Bien, bien.
Eso significaba que todos estaban descansando.
Por costumbre, Cheong Myeong desvió la mirada hacia la habitación de los invitados.
Allí deberían estar sus discípulos.
Desde afuera, pudo ver la tenue luz de las velas encendidas.
¿Estarían festejando su victoria?
Bueno, se lo merecían.
—"Que hagan lo que quieran" —murmuró para sí mismo.
No tenía intención de interrumpir.
Así que, con decisión, saltó ágilmente sobre uno de los techos.
Él también celebraría su propia victoria.
Se dejó caer cómodamente sobre las tejas, descorchó una de las botellas y dio un largo trago.
Ahhh… ¡esto sí que era vida!
Después de varios tragos, Cheong Myeong decidió darle un vistazo al mapa.
Había amenazado a Wudang de no volver a meterse con la Puerta Huayoung y el Monte Hua, pero…
Eso no significaba que se detendrían.
Es más, seguro que ya habían comenzado a moverse.
Lo más probable era que ya hubieran descifrado parte del mapa y estuvieran buscando sin levantar sospechas.
¡Ellos tenían la delantera!
¡Cheong Myeong necesitaba ponerse las pilas!
Con una sensación de urgencia, desenrolló el mapa y lo examinó con atención.
…Silencio absoluto.
Solo el sonido del viento nocturno acompañaba su concentración.
El mapa, sin embargo, no era un mapa normal.
No había caminos claros.
No había nombres de ciudades ni coordenadas.
Solo había líneas caóticas, puntos marcados y extrañas figuras geométricas.
¿Qué demonios era esto?
A simple vista, parecía un garabato infantil.
Algo que un niño habría dibujado por aburrimiento.
Pero no.
Las líneas eran demasiado precisas.
Los puntos estaban estratégicamente colocados.
Los patrones parecían tener una lógica oculta.
¡Era un sin sentido con sentido!
Cheong Myeong frunció el ceño.
Si esto era una pista para llegar a la tumba de Yak Seon, entonces debía descifrarla.
Pero no sería tan fácil.
Aún así, no iba a rendirse.
Había hecho múltiples trabajos de informática en su vida laboral.
Se había pasado horas analizando códigos, depurando sistemas y resolviendo errores que parecían sin solución.
Comparado con eso, un mapa antiguo no podía ser tan difícil, ¿cierto?
Cheong Myeong fijó su mirada en el mapa.
Analizó cada línea, cada punto, cada figura.
Un trago.
Un minuto.
Otro trago.
Otro minuto.
Un rato después…
No entendió ni una mierda.
—"…"
—"…"
—"¿Qué demonios estoy viendo?"
Su ojo tembló.
¿De verdad había pensado que esto sería pan comido?
¿Dónde estaba la maldita lógica?
Las líneas no parecían formar nada reconocible.
Los puntos estaban dispersos sin un patrón aparente.
Las figuras no coincidían con nada que él conociera.
¡Nada tenía sentido!
—"¡Esto no es un mapa, es un maldito rompecabezas!" —gruñó, revolviendo su cabello con frustración.
¿Acaso los antiguos disfrutaban complicándole la vida a la gente?
Respiró hondo.
Tal vez necesitaba más licor.
Tal vez necesitaba más paciencia.
O tal vez…
Necesitaba a alguien que supiera leer mapas antiguos.
Sí.
Eso último sonaba correcto.
Necesitaba a un experto en mapas.
Pero… ¿quién?
No podía simplemente volver al Monte Hua y preguntar con calma.
¡No tenía tiempo para eso!
¡Necesitaba respuestas ahora!
Su única opción viable en este momento era…
…sus discípulos.
Cheong Myeong se detuvo a pensar.
Ellos podían ayudarlo, ¿verdad?
…¿Verdad?
Se frotó la barbilla, recordando su entrenamiento con ellos.
Desde que los tomó bajo su tutela, se enfocó más en fortalecerlos físicamente.
Golpes.
Esquivas.
Entrenamiento hasta el agotamiento.
De vez en cuando hacían ejercicios de meditación para fortalecer su energía espiritual…
Pero nunca los mandó a tocar un libro.
—"…"
Oh.
Oh no.
Oh maldición.
Su ceño se frunció más.
¡¿Qué clase de maestro había sido?!
Claro, Sahyung a veces lo obligaba** a ponerlos a estudiar como el resto…
Pero fueron tan pocas veces…
—"…"
—"…"
—"Mierda."
Se pasó la mano por la cara.
Bueno.
No debía perder la esperanza.
Tal vez…
Tal vez alguno tenía el extraño pasatiempo de leer mapas.
¡O tal vez Yoon Jong!
¡Él era discípulo del líder de la secta!
Seguro tenía más conocimientos teóricos que el resto.
¡Incluso Baek Cheon!
¡Con su ridículo poder de protagonista podría resolverlo como por arte de magia!
Cheong Myeong cerró los ojos con frustración.
—"¿En serio estoy a punto de depender de Baek Cheon para resolver esto…?"
…
Maldita sea.
Sí, sí lo estaba.
Como si lo hubiera invocado, Cheong Myeong vio movimiento por el rabillo del ojo.
Se asomó un poco, con el ceño fruncido.
Y ahí estaba.
Baek Cheon.
Y junto a él…
—"Oh, mierda."
“¡Su Xian!”
Se enderezó de golpe.
¿Cómo demonios había olvidado esto?
¡Claro!
El 'encuentro romántico'.
La escena que, en el juego original, había sido presentada con un cálido resplandor, diálogos cursis y música suave de fondo.
El comienzo del amor de Baek Cheon y Su Xian.
Pero…
…esto… no se veía como un encuentro romántico.
No había ninguna sonrisa tímida.
No había ninguna chispa en el aire.
No había absolutamente nada.
Baek Cheon tenía el rostro más inexpresivo y desinteresado del mundo.
—"…"
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido.
¡Oh!
¡Claro!
Baek Cheon ya no era ese protagonista mujeriego!
¡Ya no era el protagonista influenciado por las mecánicas del juego!
¡Ahora su Baek Cheon era un romántico empedernido que buscaba a su amor verdadero!
¡El amor a primera vista de Su Xian no funcionaría aquí!
Cheong Myeong soltó una risa baja.
Bien.
Esto hacía las cosas más fáciles.
Chapter 67: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (14)
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Se cruzó de brazos, observando con una media sonrisa cómo Baek Cheon se mantenía serio, asintiendo de vez en cuando ante las palabras de Su Xian.
Sin embargo, como si sintiera su mirada, Baek Cheon levantó la vista.
Sus ojos turquesas brillaron en la oscuridad al encontrarlo.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su columna.
Y entonces, sin dudar ni un segundo, Baek Cheon se despidió de Su Xian con una excusa apresurada…
Y saltó.
Con una gracia impecable, ascendió con facilidad, su cabello oscuro ondeando bajo la luz de la luna.
Descendió a su lado en el techo, tan ligero como una pluma.
Cheong Myeong sintió un extraño cosquilleo en el pecho al verlo tan de cerca.
La luz de la luna delineaba su silueta con un resplandor casi etéreo.
Su expresión se suavizó, con una leve curva en los labios.
Por un segundo, solo un segundo…
Parecía un ser angelical.
Cheong Myeong parpadeó, algo aturdido.
—”Maestro.”
La voz de Baek Cheon lo sacó de su momentánea distracción.
¡Mierda!
Cheong Myeong rápidamente recobró la compostura.
No había visto nada. No había sentido nada. No había ocurrido absolutamente nada.
¡Solo era Baek Cheon, su molesto discípulo!
Así que, sin perder más tiempo, lo miró con una sonrisa burlona y dijo con fingida indignación:
—”Baek Cheon, ayer dijiste que no estabas coqueteando con esa discípula, pero ahora, en mi ausencia, estás teniendo una cita con ella.”
Baek Cheon frunció el ceño mientras se sentaba a su lado en el techo.
—”No estaba teniendo una cita con ella.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”¿Ah, no?” —lo cuestionó con sorna—. “Entonces, ¿de qué estaba hablando contigo si no eran coqueteos?”
Baek Cheon se encogió de hombros con una expresión completamente indiferente.
—”No lo sé. Creo que quería tener otro enfrentamiento conmigo o algo así.”
Cheong Myeong parpadeó, desconcertado.
—”…‘No lo sé’?”
¿Qué clase de respuesta era esa?
¿Baek Cheon estuvo ignorando a Su Xian todo el tiempo?
Por un momento, consideró entrar en modo maestro y reprenderlo por su falta de educación…
Pero…
Para ser honesto…
Él también había hecho lo mismo.
Saltándose sus diálogos en el juego.
Ignorando todo lo que tenía que ver con ella.
…A él tampoco le agradaba mucho Su Xian.
Cheong Myeong soltó un bufido bajo.
No, no debería alegrarse demasiado por eso.
¡Si su discípulo seguía así, entonces nunca encontraría el amor de su vida!
¡Eso no estaba bien!
Baek Cheon era el protagonista del juego, el hombre destinado a tener una historia de amor intensa y apasionada con una de las tantas bellezas que lo rodeaban. Si seguía ignorando así a sus posibles intereses románticos, ¿qué pasaría con la trama?
¡Necesitaba darle un pequeño empujón!
Pero...
¿Cómo se suponía que haría eso?
Cheong Myeong frunció los labios, cruzándose de brazos con seriedad.
No es que él fuera un experto en el romance.
En realidad, nunca había tenido tiempo para una relación. Eran contadas las veces en que tuvo un "roce romántico" con alguna chica.
Como aquella vez cuando tenía cinco años, en San Valentín, y una niña le dio chocolates junto con una carta.
Sí… ese fue su primer “roce romántico”.
Lástima que su yo de cinco años no tenía interés en el amor y solo quería comer dulces. Así que se comió los chocolates y tiró la carta sin molestarse en leerla.
O como en su primer trabajo, cuando una compañera solía sentarse junto a él en la hora del almuerzo e insinuaba que salieran juntos.
En ese momento, Cheong Myeong estaba demasiado estresado con los gastos, la mudanza y la vida en general como para prestarle atención. De hecho, ni siquiera recordaba su rostro.
…
Cheong Myeong parpadeó.
Mierda.
Ahora que lo pensaba bien…
¡No tenía absolutamente ninguna experiencia amorosa!
¡Pero!
¡Había jugado suficientes juegos de romance!
¡Había visto algunos dramas!
¡Sabía cómo funcionaban las cosas!
Cheong Myeong asintió para sí mismo.
Definitivamente podía hacer algo al respecto.
Cheong Myeong repasó mentalmente algunas escenas de juegos y dramas.
Un lugar romántico bajo la luz de la Luna, como el que tenían ahora…
Perfecto.
Desde su manga sacó la hermosa flor silvestre que había tomado en el camino. La había recogido impulsivamente, sin razón aparente, pero ahora se daba cuenta de que el destino había jugado a su favor.
Este era el momento perfecto para usarla.
Con total naturalidad, se la entregó a Baek Cheon y, con una sonrisa misteriosa, recitó las líneas de un poema que había leído en un juego de romance.
—”Bajo la Luna, la flor brilla más que nunca. Si el viento la aleja, ¿volverá a mis manos algún día?”
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
Sus ojos turquesas brillaron con una confusión inesperada mientras tomaba la flor con cuidado, sosteniéndola entre sus dedos con una delicadeza que no era común en él. Su boca se entreabrió, como si quisiera decir algo… pero ninguna palabra salió.
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
“¡Bien!”
Lo había impactado.
Eso significaba que su método funcionaba.
Con la misma tranquilidad con la que había iniciado su "lección romántica", Cheong Myeong se puso de pie y le dirigió una mirada confiada.
—”Recuerda eso.”
Baek Cheon aún parecía confundido, pero Cheong Myeong no le dio tiempo de reaccionar más.
—”Ahora ven, tengo algo que discutir contigo y con tus compañeros. “
Dicho esto, saltó del techo con agilidad y comenzó a caminar hacia el cuarto de invitados, sin mirar atrás.
Se sentía increíblemente satisfecho consigo mismo.
¡No había fallos en su plan!
La próxima vez que Baek Cheon se encontrara con una hermosa chica bajo la luz de la Luna, recordaría sus palabras y le recitaría el poema.
¡Era el empujón perfecto!
Mientras caminaba, su confianza estaba por las nubes. Quizás había encontrado una nueva vocación como maestro del romance.
Tan ocupado estaba celebrando su propia genialidad, que no notó lo que dejó atrás.*
Baek Cheon permanecía congelado en el techo, con la mirada fija en la flor entre sus dedos.
Su rostro estaba ruborizado.
Su corazón, inquieto.
Baek Cheon sintió que su corazón podía salir disparado en cualquier momento.
¿Qué… qué había sido eso?
¿Su maestro estaba borracho?
No… no lo estaba. Se veía perfectamente sobrio, sin rastro de tambaleo en su postura ni en su tono de voz. Entonces…
¿Solo lo estaba molestando como tantas veces en el pasado?
Tal vez…
Baek Cheon llevó una mano a su pecho, intentando calmar los latidos frenéticos de su corazón. Su maestro era alguien impredecible. Tal vez esto solo había sido una broma extraña, una de sus tantas maneras de jugar con su paciencia.
Sí, eso tenía que ser.
Aun así, su corazón se negaba a tranquilizarse.
Su mirada descendió a la flor que aún sostenía entre sus dedos. Era hermosa.
Suaves pétalos blancos con un tenue destello bajo la luz de la Luna. No podía simplemente desecharla.
Con sumo cuidado, la guardó dentro de su túnica, asegurándose de que no se dañara. Buscaría algún método para conservarla más tarde. Tal vez prensarla entre las páginas de un libro… o colocarla en un pequeño jarrón con agua.
Sí. Definitivamente debía preservarla.
Tomando un par de respiraciones profundas para enfriar su rostro, descendió del techo y siguió a su maestro.
Por suerte, Geomjon no volteó a verlo en ningún momento.
Baek Cheon repitió mentalmente las líneas del poema, como si quisiera memorizarlas. Tal vez debería escribirlas en algún lado, solo por si acaso.
...Por si acaso.
Mientras caminaba detrás de su maestro, un nuevo pensamiento cruzó su mente.
¿Debería devolverle el gesto?
Incluso si todo esto era una broma, quizás… quizás no estaría mal responder de alguna forma.
Chapter 68: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian(15)
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Tan pronto como Cheong Myeong cruzó el umbral de la habitación de invitados, fue inmediatamente rodeado.
Sus discípulos se abalanzaron sobre él como un grupo de cachorros ansiosos, bombardeándolo con preguntas.
—”¡Mestro! ¿Por qué tardaste tanto?”
—”Ganaste el combate, ¿verdad?”
—”¿Qué pasó con los de Wudang? ¡Dinos!”
Cheong Myeong levantó una ceja. Oh, así que no estaban festejando su victoria… ¡estaban esperándolo ansiosamente como perros esperando a que su amo llegara a casa!
Vaya, a veces sus discípulos eran bastante lindos para su propio bien.
Rodó los ojos y agitó una mano, haciéndoles un gesto para que se calmaran.
—”Sí, sí, gané” —respondió con total naturalidad, como si fuera la cosa más obvia del mundo—. “¿Acaso lo dudaban?”
Los discípulos intercambiaron miradas, pero ninguno se atrevió a responder. Por supuesto que no lo dudaban, pero aún así querían escucharlo de su boca.
—”¿Entonces qué pasó? ¿Por qué te demoraste?”
Cheong Myeong estuvo tentado a dramatizar la historia, exagerar los detalles y presumir su incomparable poder, pero se contuvo.
No tenían tiempo para eso.
Había algo más importante.
Con una sonrisa ladina, metió la mano en su túnica y sacó el mapa que "amablemente" le había dado Wudang.
Los ojos de los discípulos se clavaron en el papel con curiosidad.
—”Aquí está el verdadero botín” —dijo Cheong Myeong con satisfacción—.” Esto es lo que conseguí "amablemente" de Wudang.”
Los discípulos lo miraron con escepticismo.
—"Amablemente", ¿eh?” —Yoon Jong repitió la palabra con obvia duda.
—”¿Cómo de "amable" estamos hablando?” —preguntó Jo Gul con una sonrisa entre divertida y preocupada.
Los labios de Cheong Myeong se curvaron en una expresión inocente.
—”Oh, ya saben. Con una pequeña charla amistosa, un intercambio de opiniones…”
Nadie le creyó.
Ni por un segundo.
Pero tampoco lo cuestionaron.
Porque, después de todo, eran discípulos de Geomjon.
El ambiente en la habitación cambió en cuanto Cheong Myeong desplegó el mapa sobre la mesa redonda.
Todos los discípulos se inclinaron hacia adelante, observando con atención los intrincados trazos y símbolos esparcidos en el papel. Algunos fruncieron el ceño, otros entrecerraron los ojos como si con eso pudieran descifrarlo de inmediato.
—”¿Qué es esto?” —preguntó Yoon Jong, con cautela.
Cheong Myeong apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó los dedos.
—”Este” —dijo, arrastrando las palabras para darle dramatismo— “es un mapa. Pero no cualquier mapa. “
Los discípulos intercambiaron miradas.
—”¿Un mapa de qué?” —preguntó Jo Gul.
Cheong Myeong sonrió.
—”De la tumba de Yak Seon.”
Hubo un momento de silencio absoluto.
Entonces, los ojos de todos se abrieron de par en par.
—”¿¡La tumba de Yak Seon!?” —exclamó Baek Cheon, completamente sorprendido.
Incluso Yu Iseol, normalmente imperturbable, abrió los ojos con incredulidad.
—”Sí.” —Cheong Myeong asintió con total calma—. “Y dentro de esa tumba, según las leyendas, se encuentra la píldora primordial.”
El desconcierto en los rostros de sus discípulos fue instantáneo.
—”¡Pero eso es un mito! “—exclamó Jo Gul—.” ¡Todos han intentado encontrarla durante siglos y nadie lo ha logrado!”
—”¿Y crees que Wudang estaría persiguiendo mitos sin motivo?” —Cheong Myeong arqueó una ceja.
Los discípulos quedaron en silencio.
Claro que no.
Si Wudang estaba tras esto, significaba que había verdad detrás de la leyenda.
—”Este mapa” —continuó Cheong Myeong, señalándolo con un dedo—,” nos llevará a la tumba. Pero aquí está el problema… “
Los discípulos bajaron la mirada al papel.
—”No tiene sentido” —dijo Yoon Jong con frustración después de unos segundos de inspección—.” ¡Es solo un montón de líneas y puntos! “
—”Exacto.” —Cheong Myeong suspiró—. “No es un mapa normal, es un acertijo.”
Todos volvieron a mirar el papel con más atención. El desconcierto se transformó en concentración.
—”Por eso” —dijo Cheong Myeong, apoyándose en el respaldo de su silla con una sonrisa astuta—, “les tengo una tarea importante. “
Los discípulos tragaron saliva.
—”¡Deben descifrar este mapa!”
La presión en la habitación aumentó al instante.
Baek Cheon observó el mapa con intensidad. Si Wudang, una de las sectas más grandes y ricas, había sido incapaz de descifrarlo a pesar de tener los mejores recursos y expertos a su disposición, ¿qué les aseguraba que ellos, simples discípulos en crecimiento, lograrían hacerlo?
Tragó saliva antes de dirigirse a su maestro con cautela:
—”Maestro... No creo que seamos capaces de descifrar esto en tan poco tiempo.”
Cheong Myeong frunció el ceño y lo reprendió de inmediato:
—”¿Estás diciendo que no quieres esto? ¿Eh? ¡¿No quieres darle una mordida a la Píldora Primordial?!”
Baek Cheon mordió su labio inferior. ¡Por supuesto que lo quería! ¡Era la legendaria Píldora Primordial! Cualquier artista marcial mataría por obtener aunque fuera una pequeña migaja de ella. Pero eso no cambiaba el hecho de que estaban enfrentando un desafío enorme.
Cheong Myeong se inclinó hacia él con el mapa en la mano, casi poniéndoselo en la cara.
—”¡No puedes simplemente negarte! ¡Tenemos que apostar a lo grande para sacar ganancias! ¡Así es como te he enseñado!”
Baek Cheon apretó los puños sobre sus muslos, sintiendo el peso de la expectativa de su maestro. Antes de que pudiera responder, Yoon Jong interrumpió con preocupación:
—”Maestro Geomjon, sabemos que es una gran oportunidad, pero esto es un mapa que ni Wudang pudo descifrar. No es que no queramos intentarlo, ¡es que no sabemos por dónde empezar!”
Jo Gul asintió con rapidez y agregó:
—”Maestro, yo también quiero la píldora tanto como cualquiera aquí, ¡pero si ni los mejores cartógrafos han podido entenderlo, entonces…”
¡PAM!
El fuerte golpe de la palma de Cheong Myeong sobre la mesa hizo que todos se estremecieran.
—”¡¿Y qué?!” —su voz resonó con frustración—. “¿Desde cuándo nos importa lo que no pueden hacer los demás? ¿Acaso los de Wudang son más inteligentes que ustedes? ¿Más fuertes?”
Los discípulos se quedaron en silencio. Sabían que Wudang tenía muchos más recursos y experiencia, pero nadie quería decirlo en voz alta.
—”¡Pfff! “—Cheong Myeong bufó—.” Claro, claro, vamos a rendirnos solo porque una secta rica y con el ego inflado no pudo hacerlo. ¡Qué admirable! ¡Seguramente así llegaremos lejos en la vida!”
Los discípulos bajaron la cabeza, sintiendo el regaño como un puñal en el orgullo.
Baek Cheon frunció el ceño y miró nuevamente el mapa. Su maestro tenía razón. Si Wudang no había logrado descifrarlo, eso no significaba que fuera imposible.
—”Maestro…” —su voz sonó más firme—. “¿Tienes alguna idea de cómo empezar?”
Cheong Myeong chasqueó la lengua y sacó una varita de incienso de la habitación, usándola como un puntero mientras señalaba distintas marcas en el mapa.
—”¡Obviamente! ¡No crean que solo vine aquí a gritarles sin un plan! “—exclamó, aunque lo cierto es que si había venido a gritarles sin ningún plan. Se inventaria algo durante la marcha. Dio un par de golpecitos en un punto específico del mapa—. “Miren esto.”
Todos se inclinaron sobre la mesa con renovada atención.
—”Este mapa no es solo un dibujo de caminos y montañas. Es un código. Lo que necesitamos no es descifrarlo como lo haría un cartógrafo, sino pensar..... como un artista marcial!”
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—”¿Un código basado en las artes marciales...?”
—”¡Exacto!” —Cheong Myeong sonrió ampliamente—. “Y aquí es donde tenemos ventaja. Wudang y las demás sectas han tratado esto como un simple rompecabezas geográfico, ¡pero nosotros vamos a verlo desde una perspectiva completamente diferente!”
Las miradas de los discípulos comenzaron a encenderse con determinación. Yoon Jong fue el primero en tomar aire y asentir.
—”Bien. Intentémoslo.”
Baek Cheon lo siguió poco después, su agarre sobre el mapa se volvió más firme.
—”Sí… Descifremos esto juntos.”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción. Así era como quería ver a sus discípulos: con fuego en la mirada y listos para desafiar lo imposible.
Chapter 69: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (16)
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Baek Cheon observó el mapa con determinación mientras su maestro se preparaba para marcharse. Antes de que pudiera contenerse, le preguntó:
—”Maestro, ¿a dónde va?”
Geomjon apenas le dirigió una mirada antes de responder con naturalidad:
—”Voy a curar a Wei Lisha.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
—”¿Usted puede curar? “
No podía evitar sentir admiración. Siempre había escuchado historias aterradoras sobre Geomjon: que era un espadachín despiadado, alguien a quien nadie en su sano juicio querría tener como enemigo. Pero conocerlo en persona estaba cambiando completamente esa imagen.
Mientras su maestro salía de la habitación, Baek Cheon dejó escapar una pequeña sonrisa y volvió su atención al mapa.
—”Jo Gul, Yoon Jong, ustedes analicen esta parte. Yu Iseol y yo nos ocuparemos del resto.”
Los discípulos asintieron y comenzaron a trabajar, pero después de unos minutos, Baek Cheon sintió una mirada insistente sobre él. Levantó la vista y se encontró con Yu Iseol observándolo fijamente.
—”¿Sucede algo?” —preguntó con cautela.
Yu Iseol parpadeó un par de veces, como si hubiera sido sorprendida en pleno acto. Luego, tras un momento de vacilación, abrió la boca para hablar.
—”Flor.”
Baek Cheon observó la flor en la mano de Yu Iseol y su mente tardó un segundo en procesar sus palabras.
"Se parece mucho a la que me dio mi maestro..."
Su corazón dio un vuelco.
Espera.
Instintivamente, su mano se dirigió a la parte de su túnica donde había guardado la flor, solo para encontrarla vacía. ¡No estaba!
—”Se te cayó” —confirmó Yu Iseol con su tono sereno de siempre.
El rubor subió a sus mejillas mientras tomaba la flor con rapidez.
—”Voy a guardarla.”
Se levantó de inmediato y caminó hacia donde había dejado sus pertenencias, sintiendo el calor en su rostro. Sin embargo, el sonido de pasos tras él le indicó que la conversación no había terminado.
Por supuesto, Yu Iseol no lo dejaría escapar tan fácilmente.
Era su mejor amiga, casi una hermana. Sabía exactamente lo que estaba sintiendo, probablemente incluso antes de que él mismo lo aceptara por completo.
Y, por supuesto, quería respuestas.
Baek Cheon suspiró internamente.
—”Chismosa”—murmuró entre dientes mientras aseguraba la flor en un lugar más seguro.
Yu Iseol se cruzó de brazos detrás de él, esperando pacientemente.
—”¿Quien te la dio?”
Aunque su tono sonaba neutral, Baek Cheon la conocía lo suficiente como para notar el brillo curioso en sus ojos.
Él tragó saliva.
—”N-No es nada importante.”
Yu Iseol arqueó una ceja.
—”Baek Cheon.”
Él cerró los ojos con resignación. No tenía escapatoria.
Yu Iseol no se sorprendió. En cuanto vio la flor y la reacción de Baek Cheon, supo que su intuición era correcta.
—”¿Fue él? “—preguntó sin rodeos.
Baek Cheon se tensó y rápidamente echó un vistazo hacia Jo Gul y Yoon Jong para asegurarse de que estaban concentrados en el mapa. Solo cuando confirmó que no estaban prestando atención, bajó la cabeza y asintió tímidamente.
Su rostro estaba en llamas.
Yu Iseol no dijo nada más, solo lo miró con paciencia. Y Baek Cheon, sintiendo que su corazón estaba a punto de explotar, terminó soltándose solo.
—”Fue en el techo…” —susurró, evitando su mirada—. “Me dio la flor de repente y recitó un poema…”
Yu Iseol ladeó la cabeza.
—”¿Un poema?”
Baek Cheon asintió con rapidez, todavía sin levantar la vista.
—”Sí, dijo algo hermoso…” —Se mordió el labio, como si al repetir las palabras el recuerdo se volviera aún más intenso—. “Pero creo que solo lo hizo para molestarme.”
Yu Iseol cruzó los brazos, evaluando sus palabras.
—”¿Molestarte?”
—”¡Sí!” —Baek Cheon la miró con frustración—. “Sabes cómo es, le encanta hacerme enojar. Tal vez solo estaba jugando conmigo. “
Yu Iseol lo observó en silencio por un momento.
—”¿Y cómo te sientes al respecto?”
Baek Cheon abrió la boca para responder, pero se detuvo.
Su mente estaba hecha un caos.
Si era solo una broma, entonces... ¿por qué su corazón se aceleró tanto? ¿Por qué todavía sentía calor en las mejillas con solo recordarlo? ¿Por qué, en lugar de molestarse, quería aferrarse a ese momento y guardarlo con tanto cuidado como lo hacía con la flor?
Yu Iseol suspiró, viendo cómo su mejor amigo se hundía más en sus pensamientos.
—”¿Y si no es ninguna broma?”—preguntó con seriedad.
Baek Cheon levantó la cabeza de golpe, sus ojos muy abiertos.
—”¿Qué...?”
—”Si realmente fuera una simple burla” —continuó Yu Iseol—, “¿crees que el maestro aprendería un poema solo para molestarte?”
Baek Cheon abrió la boca para refutarlo, pero no encontró ninguna respuesta lógica.
Lo cierto era que nunca había visto a Geomjon mostrando interés en la poesía. Es más, no lo veía recitando versos ni siquiera por aburrimiento. Su maestro no era el tipo de persona que hacía algo sin un propósito claro. No podía imaginarlo hojeando libros de poesía solo para gastar una broma.
Yu Iseol lo observó con una mirada afilada, como si pudiera leer cada pensamiento que pasaba por su cabeza.
—”Le gustas” —declaró con firmeza.
Baek Cheon sintió que el mundo a su alrededor se tambaleaba.
Su garganta se secó, y su corazón golpeó con fuerza contra su pecho.
—”Eso no tiene sentido “—murmuró, su voz apenas un susurro—. “Es mi maestro.”
—”¿Y qué con eso?” —Yu Iseol se cruzó de brazos—. “Si le gustas, le gustas.”
Baek Cheon desvió la mirada, intentando recuperar el control de su respiración.
—”No puedo pensar en eso ahora. Tenemos que enfocarnos en el mapa…”
Yu Iseol alzó una ceja.
—”¿Seguro? Porque llevas diez minutos más preocupado por una flor que por la tumba de Yak Seon.”
Baek Cheon se cubrió el rostro con una mano, avergonzado.
—”¡No me lo recuerdes!”
Yu Iseol dejó escapar una suave sonrisa, sin burlarse, pero disfrutando de ver a su mejor amigo completamente fuera de su zona de confort.
—”Deberías pensarlo, sahyung. A veces las cosas son más simples de lo que parecen.”
Baek Cheon mordió su labio, su otra mano apretando con fuerza la flor contra su pecho.
Si tan solo fuera tan fácil como Yu Iseol decía…
Baek Cheon respiró hondo, obligándose a despejar su mente. No podía permitirse distraerse más con pensamientos sobre su maestro, al menos no ahora. Yu Iseol tampoco insistió en el tema, dándole el espacio que necesitaba, pero Baek Cheon sabía que su amiga siempre estaría allí si necesitaba hablar.
Con renovada determinación, se inclinó sobre el mapa y se sumergió en su estudio. A su lado, Yu Iseol, Jo Gul y Yoon Jong hacían lo mismo. Analizaron cada símbolo, cada línea, tratando de encontrar pistas sobre la ubicación de la tumba de Yak Seon.
—”Si esto es un código, tiene que haber un patrón en los caracteres. “—Baek Cheon murmuró para sí mismo mientras trazaba con el dedo una serie de líneas en el pergamino.
Las horas pasaron en completo silencio, solo interrumpido por ocasionales discusiones sobre sus teorías.
—-------
Cheong Myeong salió de la habitación de Wei Lisha, sintiendo el fresco aire matutino en su rostro. Se estiró, aliviando la tensión en sus hombros. No había esperado que el proceso de sanación tomara tanto tiempo, pero el resultado había valido la pena.
En la historia original del juego, Wei Lisha había quedado solo parcialmente curado, con su energía aún bloqueada en ciertas áreas. Pero Cheong Myeong no había permitido que eso ocurriera esta vez. Se aseguró de que cada vía interna estuviera completamente restaurada, permitiendo que su energía fluyera sin impedimentos. Ahora, Wei Lisha podría volver a blandir su espada y recuperar su lugar en el mundo de las artes marciales.
—”Hah… soy demasiado bueno.” —Sonrió con satisfacción.
Observó el cielo, que ya se teñía de suaves tonos anaranjados con la luz del amanecer. Había pasado toda la noche con Wei Lisha, sin descansar ni un segundo.
—”Supongo que es hora de volver con mis discípulos.”
Después de todo, les había dejado la tarea de descifrar el mapa. Y si conocía bien a Baek Cheon y los demás, seguramente tendrían algún avance.
—”Espero que no hayan pasado la noche perdiendo el tiempo.”
Con ese pensamiento, se dirigió con paso ligero hacia la habitación donde los había dejado.
Chapter 70: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (17)
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El momento en que puso un pie en la habitación, Cheong Myeong se quedó completamente paralizado.
Parecía como si una tormenta hubiera arrasado el lugar. Había hojas de papel tiradas por todos lados, algunas con garabatos y manchas de tinta, otras arrugadas en bolas como si hubieran sido descartadas en un ataque de frustración. El suelo estaba cubierto de pinceles rotos y tinteros volcados, dejando rastros oscuros sobre la madera.
Sin embargo, lo peor no era el estado de la habitación, sino el estado de sus discípulos.
En un rincón, Yu Iseol estaba en posición fetal, abrazando sus rodillas y murmurando algo para sí misma, como si hubiera sufrido una crisis existencial. Jo Gul golpeaba su frente contra la mesa repetidamente con una expresión vacía, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo. Mientras tanto, Yoon Jong gritaba enfurecido a una hoja de papel, jalándose los cabellos con ambas manos.
"¿Pero qué carajo…?"
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Parecía que había entrado en una especie de campo de batalla después de una guerra brutal.
Con cautela, desvió la mirada y vio a Baek Cheon sentado en el suelo, rodeado de montones de hojas esparcidas a su alrededor. Su mirada estaba fija en los papeles, su expresión completamente apagada.
Por un momento, Cheong Myeong se preguntó si era seguro acercarse.
Pero al final, lo hizo.
—”¿Qué sucedió aquí?” —preguntó con cautela, como si temiera despertar a una bestia dormida.
El efecto fue inmediato.
Baek Cheon alzó la cabeza de golpe y lo miró como si acabara de ver a su salvador.
—”¡Maestro!” —exclamó con desesperación.
Cheong Myeong tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no reírse.
El rostro de Baek Cheon estaba cubierto de tinta. Manchas oscuras le recorrían las mejillas, la barbilla y hasta la nariz, dándole la apariencia de un niño pequeño que acababa de jugar con un tintero sin supervisión.
"¿Qué demonios han estado haciendo?"
—”…Baek Cheon, ¿qué te pasó en la cara?”
Baek Cheon parpadeó y llevó una mano a su mejilla, solo para mancharse aún más cuando intentó limpiarse.
—”No lo sé…” —murmuró, su voz sonando completamente exhausta.
Cheong Myeong se frotó el puente de la nariz con frustración.
—”Está bien, uno por uno, ¿qué pasó?”
Baek Cheon tomó una gran bocanada de aire antes de comenzar su explicación.
—”Al principio, todo iba bien. Comparamos los símbolos, intentamos descifrar el patrón, discutimos posibles ubicaciones… Pero nada tenía sentido.”
Su voz tembló un poco al recordar la pesadilla de la noche anterior.
—”Lo intentamos todo, maestro. Incluso recurrimos a técnicas de cifrado antiguas, hicimos cálculos de alineación estelar, intentamos analizarlo desde un punto de vista filosófico… ¡Incluso Yoon Jong propuso que tal vez debíamos leerlo al revés!”
—”¡Y tenía sentido!” —gritó Yoon Jong desde su rincón, todavía jalándose los cabellos.
—”…No, no lo tenía.” —Baek Cheon suspiró.
—”¡Entonces intentamos mojarlo con agua para ver si había tinta invisible!” —dijo Jo Gul con la voz de alguien que había perdido toda esperanza en la vida.
—”…¿Mojaron el mapa?”
Baek Cheon desvió la mirada.
—”Solo un poquito en una esquina…”
Cheong Myeong inhaló profundamente, tratando de mantener la calma.
—”¿Y tu?” —miró a Yu Iseol, quien seguía en posición fetal.
Ella simplemente levantó la mirada, con sus ojos vacíos y sin brillo.
—”Ya no creo en los mapas.”
Cheong Myeong cerró los ojos y exhaló.
Definitivamente, no podía dejarlos solos por tanto tiempo.
Pero…
No podía ser.
No podía aceptar que, después de toda una noche de esfuerzo y sufrimiento, estos inútiles no hubieran encontrado nada.
Sí, se veían destrozados. Sí, sus expresiones parecían las de soldados que habían regresado de una guerra perdida. Pero Baek Cheon estaba aquí.
Baek Cheon, el protagonista del juego.
Y si algo había aprendido de los juegos es que los protagonistas siempre encontraban algo, incluso si ellos mismos no se daban cuenta.
Con los brazos cruzados y sin perder la fe, Cheong Myeong insistió:
—”Baek Cheon. ¿Realmente no encontraron nada?”
Baek Cheon, con su rostro aún lleno de tinta y su cabello despeinado por la frustración, parpadeó confundido antes de bajar la mirada y rebuscar entre el mar de hojas que tenía enfrente.
—”Bueno…” —dijo con duda—. “No encontré ninguna dirección concreta o coordenadas exactas, pero…” —Separó un par de hojas y se las extendió a su maestro—. “Hubo dos puntos que llamaron mi atención por alguna razón.”
Cheong Myeong tomó las hojas con rapidez y les echó un vistazo. Había una serie de anotaciones y pequeños bocetos de lo que parecían ser mapas simplificados.
—”Explícate.” —dijo Cheong Myeong, con renovado interés.
Baek Cheon se aclaró la garganta antes de señalar los puntos en cuestión.
—”Aquí…” —tocó con el dedo un lugar en el mapa—, “es una zona completamente desolada, no hay nada más que suelo seco y rocas. No tiene sentido que una tumba estuviera allí, a menos que haya sido erosionada por el tiempo.”
Cheong Myeong asintió.
—”¿Y el otro?”
Baek Cheon movió su dedo hacia otro punto del mapa.
—”Este es un pequeño bosque, pero no hay registros de que allí haya alguna tumba o monumento. No tiene relevancia histórica, ni siquiera hay leyendas asociadas al lugar. Pensé que tal vez podría significar algo, pero lo descarté porque no encontré ninguna relación con Yak Seon o la Píldora Primordial.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Tonto.”
Baek Cheon parpadeó, sorprendido.
—”¿Eh?”
El rostro de Cheong Myeong se iluminó con entusiasmo mientras golpeaba las hojas con su dedo.
—”Si esto te llamó la atención, entonces esto es importante.”
Baek Cheon frunció el ceño.
—”Pero no hay pruebas de que—”
—”¡No importa!” —interrumpió Cheong Myeong con emoción—. Eres el protagonista.
Baek Cheon se quedó en blanco.
—”¿…Qué?”
—”Nada.” —Cheong Myeong se aclaró la garganta, disimulando su error. Casi lo dice en voz alta.
Yoon Jong, que se había estado jalando los cabellos hasta ahora, parpadeó.
—”¿Entonces… no fue en vano?”
—”¡Por supuesto que no!”—Cheong Myeong sonrió de oreja a oreja—. “Buen trabajo, Baek Cheon.”
Baek Cheon se quedó completamente inmóvil. Su mente dejó de funcionar por un momento.
¿Su maestro… lo estaba elogiando?
—”D-De nada…”
El rostro de Baek Cheon ardía y no tenía nada que ver con la tinta que todavía tenía en la cara.
Yu Iseol, que había estado en posición fetal todo este tiempo, levantó la cabeza lentamente.
—”¿Podemos dormir ahora…?”
—”¡No!” —exclamó Cheong Myeong con una sonrisa radiante—. “¡Nos vamos de expedición!”
Los gemidos de desesperación llenaron la habitación.
Chapter 71: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (18)
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Sus discípulos eran débiles.
Ridículamente débiles.
—”¡Levanten esos traseros de una vez!”
Cheong Myeong tuvo que patear a Jo Gul en el costado (suavemente… más o menos) para que se levantara del suelo y amenazó con lanzarle una jarra de agua a Yoon Jong si no se ponía de pie en ese instante. Yu Iseol, que normalmente era más resistente, se tambaleaba como si fuera un alma en pena, y Baek Cheon…
Baek Cheon ni siquiera se había dado cuenta de que seguía con la cara llena de tinta.
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Ven acá.”
Baek Cheon, aún medio dormido, parpadeó con confusión mientras su maestro tomaba un trapo, lo mojaba con agua fresca y lo restregaba contra su rostro con fuerza.
—”¡Agh!”
—”¡Deja de quejarte! ¿Cómo puedes siquiera pensar en salir así? Pareces un niño que intentó pintar y terminó peleándose con la tinta.”
Baek Cheon no tuvo fuerzas para resistirse y dejó que su maestro le limpiara la cara, aunque a mitad del proceso sintió que su piel ardía.
Cuando Cheong Myeong bajó el trapo, el rostro de Baek Cheon estaba rojo como un tomate.
El maestro inclinó la cabeza.
—”¿Te froté demasiado fuerte?”
Baek Cheon abrió y cerró la boca, pero no pudo decir nada coherente. Solo negó con la cabeza rápidamente y miró hacia otro lado, escondiendo su cara entre sus manos.
Cheong Myeong se encogió de hombros.
“Bah, da igual.”
Finalmente, después de muchos gritos, amenazas de entrenamiento extremo y una serie de suspiros de derrota, los discípulos se arrastraron fuera de la habitación, listos para partir.
—”Bien.” —Cheong Myeong se cruzó de brazos, analizando el plan—. “Nos separaremos y exploraremos ambas zonas. Baek Cheon y Yu Iseol juntos, mientras yo voy con Yoon Jong y Jo Gul.”
Yu Iseol levantó la mano.
—”Yo iré con Yoon Jong y Jo Gul.”
Cheong Myeong frunció el ceño.
—”¿Ah? ¿Por qué?”
Yu Iseol no respondió de inmediato, simplemente lo miró fijamente.
Cheong Myeong parpadeó.
“¿No se supone que estos dos son inseparables? ¿Desde cuándo quiere separarse de Baek Cheon?”
Sin embargo, después de pensarlo unos segundos, decidió aceptar el cambio.
Después de todo…
—”Esta bien.” —dijo con desinterés y murmuro para sí mismo—. “Baek Cheon es el protagonista, así que es más probable que encontremos la tumba si estoy con él..”
Baek Cheon fruncio el ceño.
—”¿Qué estas murmurando?”
—”Nada.” —Cheong Myeong ignoró la pregunta con una sonrisa mientras le daba una palmada en el hombro—. “Vámonos.”
Mientras se alejaban, Yu Iseol observó a su mejor amigo con una leve sonrisa antes de darse la vuelta y seguir a Jo Gul y Yoon Jong.
“Buena suerte, Baek Cheon.”
Lo que Cheong Myeong no sabía era que Yu Iseol planeó todo para darle un empujón a su amigo.
Baek Cheon definitivamente se dio cuenta de lo que Yu Iseol había hecho.
Cada paso que daba, cada crujido de las hojas bajo sus pies, cada brisa fresca que agitaba su túnica, le recordaba que estaba a solas con su maestro en un bosque pintoresco.
Si Yu Iseol estuviera frente a él en este momento, no sabía si agradecerle o tomarla de los hombros y sacudirla con fuerza por meterlo en esta situación.
Pero ya no había vuelta atrás.
Aquí estaba, caminando junto a su maestro en dirección al pequeño bosque para investigar, porque, claro que sí, de los dos lugares posibles, tenían que venir aquí, donde los árboles se mecían suavemente con el viento, donde el aroma de la tierra húmeda se mezclaba con el perfume natural de las flores, donde el sonido de los pájaros creaba una atmósfera que bien podría parecer…
Romántica.
Baek Cheon tragó saliva.
Bueno, podría parecer romántica si no fuera por el hecho de que su maestro estaba completamente inmerso en la búsqueda del tesoro, revisando cada rincón con una energía absurda para la madrugada que era.
—”¡Jaja! ¡Aquí tampoco hay nada!”
Baek Cheon observó con incredulidad cómo Cheong Myeong casi se metía debajo de una roca en su desesperación por encontrar algo.
—”Maestro…”
—”¡No te distraigas, Baek Cheon! ¡Podríamos estar pisando la tumba sin darnos cuenta!”
—”Lo único que estoy pisando es mi propia fatiga…”
Baek Cheon suspiró, frotándose los ojos con una mano. Apenas podía mantenerlos abiertos. Toda la noche estudiando el mapa, toda la madrugada caminando, y ahora esto.
Mientras su maestro continuaba moviendo piedras y examinando árboles como si fueran cofres del tesoro, Baek Cheon intentó despejarse la mente.
Concéntrate, Baek Cheon. Estás aquí por la misión. No por—
De repente, Geomjon se puso de pie y le lanzó una mirada fulminante.
—”¡Oye!”
—”¿Q-qué?”
—”¡Estás parado ahí como un florero! ¡Muévete!”
Baek Cheon cerró los ojos un momento, inspiró hondo y dejó escapar un largo suspiro.
Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba.
Baek Cheon suspiró mientras apartaba unas ramas bajas con la mano, buscando cualquier pista sobre la tumba en los alrededores.
Sin embargo, en vez de enfocarse en la misión, su mente lo traicionó con un pensamiento molesto.
“¿Por qué le gustaba su maestro?”
Era una pregunta legítima.
Lo lógico sería que lo odiara.
—”Es grosero” —murmuró para sí mismo mientras pateaba una pequeña roca.
Era maleducado, le gustaba torturarlo, comía desordenadamente, era un alcohólico, estafador, manipulador, sobreexplotaba a sus discípulos…
Baek Cheon chasqueó la lengua con frustración.
Mientras más lo pensaba, más coraje le daba.
Sin embargo…
También tenía un lado amable.
—”Tsk.”
A pesar de todo, Cheong Myeong escuchaba a sus discípulos cuando se sentían inseguros y les daba consejos, aunque fueran disfrazados de regaños.
Cuando viajaba a otra ciudad, les traía dulces sin que nadie se lo pidiera.
Siempre se veía orgulloso cuando hablaba de sus avances.
Y los hacía reír.
Baek Cheon sonrió sin darse cuenta.
Recordó un momento de sus primeros días en la secta, cuando aún extrañaba su hogar. Estaba sentado en la orilla de la montaña, mirando el cielo con melancolía, cuando su maestro lo encontró.
Geomjon no dijo nada profundo, no le dio una charla inspiradora…
Dijo algo tan ridículamente tonto que Baek Cheon terminó riéndose a carcajadas.
En ese instante, sin que él lo notara, la tristeza se disipó un poco.
No era tan malo.
Baek Cheon suspiró de nuevo, rascándose la nuca.
—”Deja de pensarlo tanto…”—murmuró, sintiendo su rostro arder un poco.
Tan perdido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta de que sus pasos lo habían guiado hasta un pequeño arroyo escondido en el fondo del bosque.
El sonido del agua cristalina fluyendo entre las piedras lo sacó de su ensimismamiento.
Miró a su alrededor.
El paisaje era hermoso.
El arroyo serpenteaba entre el follaje, reflejando la luz del sol de la mañana como un espejo líquido. Las hojas se mecían suavemente con la brisa, y un par de mariposas revoloteaban entre las flores silvestres que crecían cerca del agua.
Por un momento, Baek Cheon se olvidó de todo.
—”Haa… qué bonito lugar.”
Pero entonces recordó por qué estaba aquí en primer lugar.
Parpadeó y su mente volvió a la misión.
Un momento…
¿No era este uno de los puntos que había marcado en el mapa?
Chapter 72: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (19)
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Baek Cheon bajó la mirada y suspiró.
El lugar era hermoso, sí, pero no había señales de una tumba o monumento.
Las rocas cercanas al arroyo tampoco tenían inscripciones.
No había nada.
Tal como había escuchado antes, este sitio no tenía importancia histórica, *
ni siquiera rumores de que algo estuviera enterrado aquí.
—”Haa…” —exhaló, sintiendo que todo había sido en vano.
Justo entonces, escuchó pasos acercándose.
Baek Cheon giró la cabeza y vio a su maestro aparecer entre los árboles.
Geomjon recorrió el área con la mirada antes de fijarse en él.
—”¿Has encontrado algo?” —preguntó con su usual tono tranquilo.
Baek Cheon negó con la cabeza y se sentó sobre una gran roca cercana.
—”Nada. Solo elegí este lugar porque… bueno, es realmente hermoso.”
Geomjon se acercó sin dudarlo y se sentó a su lado.
Baek Cheon no pudo evitar sentir un pequeño escalofrío recorriendo su espalda.
No era por miedo, sino por…
¿Nervios?
Su maestro no habló de inmediato, simplemente fijó su mirada en el arroyo.
El sonido del agua fluyendo llenó el silencio entre ambos.
Baek Cheon miró su perfil con discreción.
Las suaves luces del amanecer resaltaban los ángulos de su rostro, dándole una apariencia aún más serena y misteriosa.
Era extraño.
Siempre había visto a Geomjon como alguien aterrador, pero en ese momento…
No podía negar que tenía un aire de elegancia natural.
Baek Cheon apartó la mirada rápidamente, sintiéndose extrañamente tímido.
Estaban en un lugar hermoso.
Los dos solos.
Sentados juntos.
¿Qué se suponía que debía hacer ahora?
¡Este era el momento perfecto!
Baek Cheon tenía la oportunidad de plantar las semillas del romance.
Podría recitar un poema, o tal vez decir algo lindo, algo que hiciera que su maestro lo viera con otros ojos…
Pero su mente estaba en blanco.
¡Vamos, Baek Cheon! Piensa en algo poético, algo elegante, algo que haga latir su corazón…
Inspiró profundamente, reuniendo valor.
Justo cuando estaba a punto de abrir la boca y decir algo—
¡Plash!
Un chapuzón repentino lo empapó por completo.
Baek Cheon parpadeó con incredulidad mientras gotas de agua resbalaban por su rostro.
—”¿¡Maestro!?”—exclamó, poniéndose de pie de golpe.
Geomjon, sin inmutarse en lo más mínimo, tenía la mano sumergida en el arroyo.
Al parecer, había metido la mano de repente en el agua, salpicando a ambos sin previo aviso.
Baek Cheon lo miró con el ceño fruncido y una expresión de desconcierto.
—”¿Qué estás haciendo?”
—”Ayúdame a mover estas rocas “ —respondió Geomjon con total naturalidad.
Y antes de que Baek Cheon pudiera reaccionar, su maestro lo jaló del brazo y lo metió al arroyo sin previo aviso.
El agua fría le recorrió la piel y soltó un quejido ahogado.
—”¡Está helada!”
Pero su maestro ni siquiera pestañeó.
—”Deja de quejarte y mueve esas piedras.”
Baek Cheon rechino los dientes.
Hace un momento había estado considerando decirle algo romántico y ahora estaba dentro de un arroyo helado sacando piedras como un obrero.
¡¿Enserio le gustaba ese loco?!
Baek Cheon intentó reprimir su frustración.
Primero, su oportunidad de hacer algo romántico se había arruinado. Ahora, estaba empapado hasta los huesos, mientras su maestro solo tenía una mano en el agua como si fuera un noble supervisando el trabajo de un sirviente.
No, esto no podía quedarse así.
Con una expresión estoica, se arremangó las mangas y empezó a mover las rocas con determinación. Sin embargo, mientras trabajaba, su mirada furtiva se posó en su maestro.
Geomjon seguía seco, con su única mano en el agua y una expresión relajada, como si todo esto no tuviera nada que ver con él.
“¿Ah sí? ¿Vas a quedarte así de cómodo mientras yo estoy completamente empapado?”
Baek Cheon esbozó una pequeña sonrisa traviesa.
Metió ambas manos en el agua, fingiendo buscar una roca, y en el último segundo, tomó la muñeca de su maestro y lo jaló con todas sus fuerzas.
¡Splasssh!
Geomjon cayó de cara al agua con un fuerte chapuzón.
Baek Cheon soltó una carcajada sonora, llevándose una mano a la boca mientras veía a su maestro emerger con el ceño fruncido, el cabello chorreando y los ojos afilados como cuchillas.
—”Ups.” —dijo Baek Cheon con una sonrisa inocente.
Hubo un breve silencio.
Geomjon parpadeó lentamente, sin expresión alguna.
Baek Cheon retrocedió un paso, sospechando lo que venía.
Pero fue demasiado tarde.
Geomjon le agarró la pierna de repente y lo jaló con fuerza, haciéndolo caer de espaldas al agua.
¡Plash!
Baek Cheon salió a la superficie escupiendo agua y con el cabello pegado a la cara.
—”¡Maestro!”
—”¿Qué pasa? ¿No que era divertido?” —Geomjon sonrió de lado.
Y así, lo que inicialmente era una búsqueda seria de pistas, terminó convirtiéndose en una pelea infantil en el agua.
Baek Cheon intentó salpicar a su maestro con agua, pero Geomjon se agachó ágilmente, esquivando cada ataque con una sonrisa burlona.
En represalia, Geomjon le lanzó un chorro directo al rostro, y Baek Cheon soltó un quejido antes de lanzarse hacia él, ambos terminando enredados en el agua.
Los sonidos del arroyo se mezclaron con sus risas y gritos de protesta, mientras el sol matutino brillaba sobre ellos.
Cuando finalmente dejaron de jugar y sus risas se desvanecieron en el sonido del agua corriendo, Baek Cheon se percató de algo.
Estaba en una posición bastante comprometedora con su maestro.
Geomjon estaba encima de él, apoyado con una mano en el suelo embarrado del arroyo, su rostro inclinado hacia el suyo, con gotas de agua resbalando por su cabello húmedo y cayendo sobre su piel.
Baek Cheon contuvo la respiración.
El aire entre ellos se sentía denso. Podía sentir el aliento de su maestro rozando su mejilla, y su propio corazón martillando con fuerza en su pecho.
El silencio se alargó.
Los ojos de Geomjon, oscuros y penetrantes, estaban fijos en los suyos.
Entonces, habló.
—”Siento algo contigo.”
Baek Cheon sintió que su pecho explotaba en llamas.
“¿Qué? ¿¡Acaso esto era una confesión!?”
Su mente entró en pánico, sus mejillas se encendieron y su boca se abrió antes de que pudiera pensar en una respuesta coherente.
—”¿Sientes algo…?”
Geomjon asintió lentamente.
Baek Cheon tragó saliva con dificultad.
¿Acaso su maestro… realmente…?
Pero antes de que pudiera sumergirse más en ese abismo de pensamientos caóticos, Geomjon extendió su mano hacia el suelo, moviendo sus dedos con interés.
Baek Cheon frunció el ceño, confuso.
Entonces lo sintió también.
Bajo su espalda, algo duro, liso y completamente diferente a las incómodas rocas del arroyo.
La emoción romántica se desmoronó en un instante.
Baek Cheon se quedó paralizado.
Su maestro no estaba hablando de sentimientos.
¡Literalmente estaba sintiendo algo debajo de él!
La vergüenza y la decepción lo golpearon al mismo tiempo.
Geomjon levantó una ceja al ver su expresión de horror.
—”¿Y bien? ¿Piensas quedarte ahí acostado como una princesa esperando un rescate o vas a moverte? “
Baek Cheon se apartó de inmediato, disimulando su torpeza mientras se ponía de rodillas para excavar con las manos.
Ambos comenzaron a remover la tierra húmeda con rapidez.
El barro se metía entre sus uñas y sus ropas ya estaban arruinadas, pero Baek Cheon no tenía cabeza para preocuparse por eso.
Después de varios minutos de trabajo, finalmente lograron sacar algo de la tierra empapada.
Un pequeño cofre de madera, desgastado por los años.
Baek Cheon lo sostuvo entre sus manos, sintiendo su peso y la textura áspera de la madera vieja.
Contuvo la respiración.
Su corazón, que momentos antes latía por razones muy distintas, ahora palpitaba con anticipación.
Miró a su maestro, quien tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro.
—”Parece que encontramos algo interesante.” —murmuró Geomjon.
Chapter 73: ⌗La Ruta Romántica de Su Xian (20)
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Baek Cheon apenas tuvo tiempo de parpadear antes de que el cofre fuera arrebatado de sus manos.
—”¡Oye!” —protestó, pero Geomjon ya había salido del agua, sin prestarle la menor atención.
Baek Cheon se quedó atónito al ver cómo su maestro liberaba su energía interna con total descaro, evaporando toda el agua de su ropa y cabello en un instante.
El sonido de la tela seca crujiendo al moverse fue lo único que rompió el silencio.
Baek Cheon parpadeó incrédulo.
—”…Hijo de—”
Se tragó sus palabras y miró su propia ropa empapada pegándose incómodamente a su piel.
No tenía la capacidad de hacer eso todavía.
Su nivel de control sobre la energía interna aún no era suficiente, así que se quedó temblando como un perro mojado, con gotas de agua deslizándose por su rostro.
Geomjon ignoró por completo su sufrimiento, centrando toda su atención en el cofre.
Baek Cheon bufó y salió del agua, apretando los dientes mientras sus ropas pesadas y húmedas le hacían sentir el doble de miserable.
Pero entonces…
Click.
Geomjon abrió el cofre.
En el mismo instante en que la tapa se levantó, un aroma medicinal impregnó el aire.
Baek Cheon contuvo la respiración.
No podía ser…
Se acercó rápidamente, olvidando su incomodidad.
A pesar de los años, del agua y del desgaste del cofre, el interior estaba completamente seco.
Como si el tiempo no hubiera tocado su contenido.
Pero ni siquiera se detuvieron a pensar en eso.
Porque lo importante estaba justo frente a sus ojos.
—”¡Píldoras!” —exclamó Baek Cheon, sorprendido.
Varias píldoras medicinales perfectamente conservadas relucían dentro del cofre.
Pero lo más importante no eran solo las píldoras.
Había un pergamino junto a ellas.
Geomjon lo tomó con cuidado, desenvolviéndolo con rapidez.
Cuando sus ojos recorrieron las líneas escritas, su expresión cambió drásticamente.
Baek Cheon también miró por encima del hombro de su maestro.
Su corazón latió con fuerza.
¡Era la receta de las píldoras!
Un hallazgo invaluable.
Podían fabricar más.
Podían replicarlas.
Podían…
—”¡Ja, ja, ja, ja!”
La repentina carcajada de Geomjon hizo que Baek Cheon se estremeciera.
No era una risa normal.
Era una risa estruendosa, llena de emoción y una pizca de locura.
Una risa digna de un villano.
Baek Cheon se quedó helado.
Se giró lentamente para ver a su maestro con una enorme sonrisa en el rostro, los ojos brillando con un entusiasmo casi inquietante.
—”¡Ja, ja, ja, ja! ¡Esto es oro puro! ¡Maravilloso! ¡Este anciano tenía buen gusto!”
Baek Cheon se estremeció de nuevo.
Ese no era el tipo de reacción que alguien normal debería tener.
Un escalofrío recorrió su espalda mientras observaba a su maestro reír como un lunático bajo la luz del sol, con el cofre en las manos y el viento agitando su túnica seca.
Baek Cheon tragó saliva.
—”…Definitivamente algo anda mal contigo.”
Cuando Cheong Myeong finalmente logró calmar su risa, aunque todavía tenía una sonrisa de oreja a oreja, cuidadosamente guardó el cofre dentro de su túnica, asegurándose de que estuviera bien asegurado.
Su primera reacción fue correr de inmediato de regreso a la secta para informar del hallazgo, pero apenas dio un paso cuando sintió una mano sujetando su manga.
—”No tan rápido, maestro.”
Cheong Myeong se giró con el ceño fruncido.
—”¿Qué?”
Baek Cheon lo miró con una expresión exasperada.
—”Tenemos que esperar a los demás.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Pfft, qué fastidio.”
Iba a insistir en que podían encontrarse con los otros discípulos en la secta, pero entonces Baek Cheon señaló su propia ropa empapada.
—”Y no voy a regresar con la ropa así.”
Cheong Myeong resopló con impaciencia, cruzándose de brazos.
—”¿Y qué? ¿Acaso necesitas desfilar impecable por la montaña?”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada.
—”Es incómodo, maestro.”
—”En una guerra, el enemigo no te va a esperar a que te seques.”
Baek Cheon rodó los ojos.
—”No estamos en una guerra.”
—”Podrías estarlo en cualquier momento.”
—”No lo estoy.”
—”No lo sabes.”
Baek Cheon bufó, resignado.
Sabía que no iba a ganar en un debate absurdo contra su maestro.
Por lo menos, esperaba que dejara de quejarse y lo dejara secarse en paz.
Sin embargo, para su sorpresa, Geomjon un suspiro y se acercó.
—”A ver, ven aquí.”
Antes de que Baek Cheon pudiera reaccionar, Geomjon agarró su túnica y la retorció con fuerza, exprimiéndola sin piedad.
—”¡Oye!”
Baek Cheon dio un respingo al sentir el agua escurriendo de golpe por su piel.
—”¡No tienes que hacerlo así!”
Geomjon chasqueó la lengua.
—”Entonces aprende a controlar tu energía de una vez.”
Baek Cheon frunció el ceño mientras su maestro seguía torciendo la tela con la misma naturalidad con la que un comerciante regateaba precios.
A pesar de lo brusco que era, Baek Cheon se quedó en silencio, observándolo.
Geomjon no tenía ninguna obligación de ayudarlo, pero ahí estaba, exprimiendo su ropa sin que él lo pidiera.
Era algo pequeño, pero le hacía recordar esos momentos en los que su maestro, a su manera, demostraba que se preocupaba por sus discípulos.
Baek Cheon bajó la mirada, tratando de ocultar una pequeña sonrisa.
Pero la paciencia de Cheong Myeong se agotó en un abrir y cerrar de ojos.
—”¡Ya basta! Esto es una pérdida de tiempo.”
Sin previo aviso, colocó su mano sobre el hombro de Baek Cheon y canalizó su energía para secarlo.
Bueno… "secarlo" era una forma optimista de decirlo.
—”¡Espera, maestro, eso es—!”
Antes de que Baek Cheon pudiera terminar su frase, un calor intenso recorrió su túnica.
—”¡Mierda, me vas a quemar la ropa!”
Cheong Myeong resopló con impaciencia, ignorando la protesta de su discípulo.
—”Exagerado.”
Baek Cheon se miró a sí mismo con el ceño fruncido.
De acuerdo, ya no estaba empapado, pero su túnica ahora tenía algunas marcas sospechosas de calor.
¿Era eso humo?
No quería pensarlo demasiado.
—”Mi cabello sigue mojado…” —murmuró, pasándose una mano por el cabello húmedo.
Cheong Myeong rodó los ojos.
—”No tengo tiempo para secar también tu cabello. Con suerte, te dará un resfriado y aprenderás a mejorar tu energía interna.”
Baek Cheon bufó.
—”¿Qué clase de maestro desea que su discípulo enferme?”
—”Uno que enseña lecciones valiosas.”
Baek Cheon abrió la boca para responder, pero no tuvo la oportunidad.
Geomjon ya había tomado su mano y, sin previo aviso, comenzó a correr a toda velocidad.
—”¡M-Maestro, espera!” —Baek Cheon casi tropezó por la fuerza con la que lo arrastró.
—”No hay tiempo para quejas. Tenemos que encontrar a esos holgazanes.”
Baek Cheon apenas pudo mantenerse en pie mientras era arrastrado entre los árboles.
El sonido de sus pisadas resonó por el bosque mientras la adrenalina comenzaba a recorrer su cuerpo.
Aunque parte de él seguía molesto por la rudeza de su maestro, no pudo evitar notar algo.
El agarre de Geomjon sobre su mano era fuerte y firme, pero no incómodo.
No lo soltaba.
Baek Cheon sintió su rostro enrojeciendo ligeramente y rápidamente sacudió la cabeza.
—”Concéntrate, Baek Cheon.”
Este no era el momento para pensar en tonterías.
—---
Al avanzar lo suficiente, Cheong Myeong y Baek Cheon divisaron a lo lejos a los demás corriendo en su dirección.
Cheong Myeong frenó de golpe, jalando a Baek Cheon detrás de él sin soltar su mano.
—”¡Alto ahí!”
Yu Iseol y Yoon Jong, con reflejos rápidos, lograron detenerse a tiempo.
Pero Jo Gul...
No.
Jo Gul no lo logró.
El discípulo iba a toda velocidad, y su única opción era chocar directamente contra su maestro.
Bueno, si pensaba que Cheong Myeong lo recibiría con los brazos abiertos, estaba equivocado.
Antes de que pudiera siquiera rozarlo, el puño de Cheong Myeong se estampó contra su rostro.
—”¡Ack—!”
Jo Gul salió disparado hacia atrás con el impacto, cayendo de espaldas en el suelo con una queja ahogada.
Pero nadie le prestó atención.
Yoon Jong recuperó el aliento y rápidamente habló con urgencia:
—”¡Maestro Geomjon! Fuimos al área donde nos envió, pero… ¡Wudang ya estaba allí!”
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”¿Wudang?”
—”Sí. Estaban excavando la zona como si supieran que había algo escondido.”
Baek Cheon frunció el ceño y miró a su maestro, esperando su reacción.
A pesar del estado alterado de Yoon Jong, Cheong Myeong preguntó con una calma irritante:
—”¿Y encontraron algo?”
Yoon Jong negó con la cabeza de inmediato.
—”No.”
—”¿Qué deberíamos hacer?” —preguntó Yu Iseol con seriedad.
Cheong Myeong agitó la mano despreocupadamente.
—”Déjalos excavar su hoyo.”
Yoon Jong y Yu Iseol lo miraron desconcertados. ¿Por qué su maestro no parecía preocupado en lo absoluto?
Pero antes de que pudieran preguntar, Geomjon golpeó suavemente el bulto en su túnica y sonrió con autosuficiencia.
—”Nosotros ya ganamos.”
Los ojos de todos brillaron al instante.
—”¡La Píldora Primordial!” —exclamó Yoon Jong, sintiendo una oleada de emoción.
En ese momento, Jo Gul, que ya se había recuperado de su choque con el puño de su maestro, se acercó justo a tiempo para escuchar la conversación.
—”¡Podemos restregarle en la cara a esos bastardos de Wudang la píldora!”—exclamó con entusiasmo.
Inmediatamente, todos le lanzaron miradas de reproche.
Sin perder el tiempo, Yoon Jong le metió un sape en la cabeza.
—”¡¿Eres idiota o qué?!” —le reprendió con el ceño fruncido.
—”¡Agh! ¿Por qué me pegas?” —se quejó Jo Gul, sobándose la cabeza.
—”¡No vamos a presumir nada a nadie!” —dijo Yoon Jong con severidad—. “Mientras menos personas sepan sobre la píldora, mejor.”
Jo Gul puso mala cara pero no dijo nada más.
Baek Cheon suspiró. Era un gran hallazgo, pero también una gran responsabilidad.
Si Wudang llegaba a enterarse, las cosas podrían volverse muy problemáticas.
La situación requería cautela extrema. Ninguna otra secta podía saber lo que habían encontrado, ni siquiera sospecharlo.
El plan era sencillo: fingir que no habían entendido el mapa, que se rindieron y regresaban con las manos vacías.
Pero la realidad era otra.
El cofre en su posesión los convertía en un objetivo.
No sabían quién más había estado buscando esa píldora, ni qué tan lejos podrían llegar si sospechaban que la tenían. El único lugar verdaderamente seguro era la Secta Monte Hua.
Debían volver de inmediato.
Sin perder tiempo, se dieron la vuelta y comenzaron a moverse con rapidez.
Ni siquiera se molestaron en avisar a la Puerta Huayoung que se retiraban.
No podían correr riesgos innecesarios.
Chapter 74: ⌗¿Dónde Demonios Se Metieron?
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El viaje de regreso fue tenso.
Los cuatro discípulos se posicionaron alrededor de su maestro como perros guardianes, manteniendo la vigilancia constante.
Yu Iseol, con su aguda percepción, mantenía los sentidos alerta.
Yoon Jong y Baek Cheon protegían los flancos, mientras que Jo Gul, a pesar de su actitud relajada, mantenía su mano cerca de su espada.
Y en el centro de ellos, caminaba Cheong Myeong, con una expresión demasiado tranquila para la situación.
Por mucho que pareciera despreocupado, todos sabían que su maestro era el primero en reaccionar ante cualquier peligro.
Si alguien intentaba interceptarlos, la tormenta que desataría sería inimaginable.
—---
Mientras tanto, en la tranquilidad del Monte Hua, Cheong Mun bebía té plácidamente.
Ajeno al caos que se aproximaba.
Desde que su hermano y los discípulos partieron, había tratado de mantenerse ocupado, pero no podía evitar preguntarse:
“¿Cómo les estaría yendo?”
Pero antes de que pudiera profundizar más en sus pensamientos…
Una extraña sensación lo invadió.
Como si una tormenta estuviera a punto de azotar el Monte Hua.
Sin saber por qué, Cheong Mun bajó su taza de té y suspiró.
—”… Algo se avecina.”
Cheong Mun sintió la energía acercándose.
No era una simple presencia… era un vendaval, una fuerza arrolladora que ascendía la montaña como si un huracán hubiera decidido golpear la secta.
Se asomó por la ventana, su mirada afilada recorriendo el paisaje. El cielo estaba despejado, pero delante de sus ojos veía algo imposible:
Una corriente de viento y polvo se alzaba, un torbellino de caos que subía por el sendero de la secta a una velocidad alarmante.
—”… No puede ser.”
No le dio tiempo a reaccionar.
¡PUM!
La puerta principal de la secta explotó.
Astillas volaron en todas direcciones.
Los discípulos que estaban cerca se quedaron petrificados, viendo cómo una estampida de figuras entraba a toda velocidad.
—”¿¡Q-Qué fue eso!?”
—”¿¡Quién entró así!?”
Nadie tuvo tiempo de responder.
Los culpables no se detuvieron.
Un relámpago de túnicas negras y blancas atravesó el patio sin mirar atrás.
Los discípulos que reconocieron a los recién llegados solo pudieron abrir la boca en incredulidad.
—”… ¿El Maestro Geomjon?”
—”¡BAEK CHEON Y LOS DEMÁS ESTÁN CON ÉL!”
—”¡¿QUÉ PASÓ?!”
Pero no hubo respuesta.
Porque Cheong Myeong y Baek Cheon ya estaban corriendo como si el mismísimo diablo los persiguiera.
Cheong Mun apenas tuvo tiempo de parpadear.
Porque la puerta de su oficina se abrió con un estruendo que hizo temblar las paredes.
—”¡LÍDER DE SECTAAAAA!”
El grito hizo vibrar los cristales.
Cheong Mun cerró los ojos con cansancio.
—”… Es él.”
Cuando volvió a abrirlos, vio a su hermano menor irrumpiendo como un huracán.
Baek Cheon le seguía de cerca, cerrando la puerta tras de sí de golpe.
Afuera, los otros discípulos se posicionaron como guardianes, evitando que alguien más entrara.
La tensión en la habitación era palpable.
Cheong Mun suspiró profundamente y se acomodó en su asiento.
Finalmente, miró a su hermano con expresión resignada.
—”… ¿Ahora qué hiciste?”
Cheong Mun los observó con detenimiento.
Baek Cheon y Cheong Myeong parecían… desastrosos.
Sus túnicas estaban sucias, llenas de tierra y polvo, como si hubieran rodado por el suelo.
El cabello de ambos estaba despeinado, y sus rostros mostraban signos de agotamiento. Ojeras profundas, piel opaca…
Parecía que no habían dormido en días.
—”… ¿Dónde se metieron?” —preguntó con cautela.
No obtuvo respuesta.
Porque en el siguiente instante, Cheong Myeong sacó un pequeño cofre y lo colocó con un golpe seco sobre el escritorio.
—”¡Ábrelo, sahyung!”
Cheong Mun alzó una ceja.
La energía de su hermano estaba exaltada, lo suficiente como para que incluso Baek Cheon lo mirara de reojo con algo de preocupación.
—”… ¿Qué es esto?”
—”¡Solo ábrelo!”
Había algo en la voz de Geomjon.
Una mezcla de emoción, anticipación… y algo más.
Cheong Mun vaciló por un instante.
Entonces, con cautela, levantó la tapa.
Y en ese mismo momento, una explosión de aroma medicinal llenó la habitación.
Cheong Mun sintió su cuerpo estremecerse.
—”… ¿Qué…?”
Sus ojos se abrieron de golpe.
El aire en la habitación pareció volverse más denso, cargado de una energía indescriptible.
El olor que emanaba del cofre no era normal.
No era la fragancia habitual de una píldora común…
Era algo más fuerte. Más puro. Más… legendario.
Su respiración se agitó sin querer.
Y entonces, la voz de su hermano rompió el silencio.
—”Encontramos la Píldora Primordial.”
Cheong Mun sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—”…”
Silencio.
Un silencio sepulcral se instaló en la habitación.
Baek Cheon observó a su maestro en silencio, notando el ligero temblor en sus dedos.
La Píldora Primordial.
Una medicina legendaria, casi mítica. Muchos la habían buscado durante siglos.
Pero nadie la había encontrado.
Y ahora, estaba frente a él.
—”…”
Cheong Mun cerró los ojos un momento, tratando de calmar su corazón.
Cuando volvió a abrirlos, miró a Cheong Myeong con una mezcla de incredulidad y sospecha.
—”… ¿Dónde demonios la encontraron?”
Baek Cheon abrió la boca, listo para responder…
Pero en un movimiento veloz, Geomjon le cubrió la boca con su mano.
—”¡Mph!”
—”¡Me lo encontré mientras caminaba por el bosque!” —exclamó rápidamente.
Baek Cheon lo miró con el ceño fruncido, tratando de zafarse.
Mientras tanto, Cheong Mun entrecerró los ojos.
—”… ¿Mientras caminabas por el bosque?”
—”¡Así es!” —Cheong Myeong asintió enérgicamente—. “¡Dando un paseo, respirando aire fresco, y pum! ¡Un cofre en el suelo! ¡Qué suerte, ¿verdad?!”
Silencio.
Baek Cheon logró apartar la mano de su maestro y le lanzó una mirada de "¿En serio?"
La excusa era absurda.
Y Cheong Mun no se lo creyó ni por un segundo.
—”… Más tarde hablaré con Yoon Jong.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío.
No era tonto. Sabía que Yoon Jong era demasiado honesto para ocultar la verdad.
Pero eso sería un problema para después.
Por ahora, había algo más importante frente a ellos.
Sobre la mesa, brillaban diez píldoras del tamaño de un ojo.
Pequeñas, redondas y de un tono claro.
Su mera presencia exudaba una energía medicinal tan potente que solo estar cerca de ellas hacía que la respiración se sintiera más ligera, más pura.
Diez píldoras.
Apenas lo suficiente para los discípulos mayores de la secta.
Pero el verdadero tesoro no eran solo las píldoras…
Era el pergamino que las acompañaba.
Con sumo cuidado, Cheong Mun lo tomó en sus manos.
Era antiguo. El papel estaba seco y frágil, pero aún en excelente estado.
Desenrollándolo lentamente, sus ojos recorrieron cada línea con detenimiento.
Y lo que encontró… hizo que su corazón latiera con fuerza.
—”…”
Baek Cheon y Cheong Myeong lo miraron en silencio.
Pudieron notar cómo la expresión de Cheong Mun cambiaba a medida que leía.
Al principio, concentrado.
Luego, sorprendido.
Y finalmente… una mezcla de asombro y respeto.
Era la receta de la Píldora Primordial.
Una fórmula que había sido olvidada durante siglos.
Y ahora, estaba en sus manos.
Cheong Mun sabía que no podía basarse solo en su propio juicio. Aunque la receta parecía legítima, él no era un experto en medicina.
Así que sin perder tiempo, llamó al encargado del pabellón médico.
Un anciano de túnicas blancas llegó rápidamente, con su expresión siempre serena. Se tomó su tiempo revisando cada línea del pergamino, su mirada recorriendo con precisión cada detalle.
El silencio en la habitación era casi sofocante.
Baek Cheon y Cheong Myeong esperaban con ansiedad el veredicto, mientras el líder de la secta mantenía la compostura, aunque sus manos estaban firmemente cruzadas detrás de su espalda.
Finalmente, los ojos del médico se abrieron de golpe.
—”…¡Es real!”
Cheong Myeong sonrió con orgullo, y Baek Cheon dejó escapar el aliento que sin darse cuenta había estado conteniendo.
—”Los principios, las técnicas de refinamiento… ¡Todo encaja perfectamente! ¡No hay duda, esta es la receta de la Píldora Primordial!”
Las palabras del anciano desencadenaron una ola de emoción en la habitación.
Habían encontrado un tesoro.
Pero no todo eran buenas noticias.
El médico tosió levemente antes de continuar:
—”Sin embargo… Hay un problema.”
Los tres lo miraron con atención.
—”Los ingredientes que se necesitan para refinar estas píldoras no se encuentran en esta región. Algunos de ellos son extremadamente raros y costosos.”
El entusiasmo en la habitación se redujo un poco.
Cheong Mun frunció levemente el ceño.
—”¿De cuánto estamos hablando?”
—”No puedo dar una cifra exacta sin hacer una lista detallada, pero…” —el médico suspiró—, “si quieren hacer varias tandas de píldoras, el costo será elevado.”
Un silencio incómodo se instaló.
Cheong Mun comenzó a dudar.
No era que no reconociera el valor de la receta, pero como líder debía ser responsable con los recursos de la secta. Si invertían en su fabricación y fallaban, sería un desperdicio monumental.
Sin embargo, Cheong Myeong no dudó ni un segundo.
—”Vale la pena.”
Su voz fue firme y decidida.
—”Sahyung, esto es una oportunidad única para la secta. “
Cheong Mun lo miró.
El brillo en los ojos de su hermano le recordó a los tiempos en los que ambos eran jóvenes, cuando soñaban con darle más gloria al Monte Hua.
“Sí… esto podía ser un avance enorme.”
Asintió lentamente.
—”Tienes razón.”
Baek Cheon sonrió.
Pero antes de que pudieran celebrar, Cheong Mun agregó algo más:
—”Si es necesario dinero… podemos vender algunos de los tesoros que hemos acumulado con el tiempo.”
Cheong Myeong asintió satisfecho.
Hasta que escuchó lo siguiente:
—”También tenemos botellas de licor costosas en los almacenes. Podemos venderlas.”
Cheong Myeong se tensó al instante.
—”…”
Sus ojos se agrandaron en horror y sus puños se apretaron como si acabara de escuchar la peor noticia del mundo.
Baek Cheon, que estaba a su lado, notó cómo su maestro palidecía.
Era como si lo hubieran apuñalado en el corazón.
Tan pronto como las palabras “vender el licor costoso” salieron de la boca de Cheong Mun, Cheong Myeong supo que debía retirarse lo antes posible.
—”Sahyung, te dejaré espacio para que planifiques los gastos y todo eso” —dijo rápidamente, forzando una sonrisa.
Cheong Mun lo miró con extrañeza. Ese entusiasmo desbordante que su hermano tenía hace unos momentos había desaparecido de golpe.
—”Además, necesito un baño “—añadió, sacudiendo su túnica cubierta de tierra como excusa.
El líder de la secta no vio razón para detenerlo, así que simplemente asintió.
—”Muy bien, ve a limpiarte.”
Antes de que Cheong Mun pudiera cambiar de opinión o hacer más preguntas, Cheong Myeong tomó a Baek Cheon del brazo y salió de la oficina a toda velocidad.
Baek Cheon ni siquiera tuvo tiempo de procesar lo que acababa de pasar.
El silencio entre ambos se alargó mientras caminaban por los pasillos de la secta.
Cheong Myeong mantenía la vista al frente, acelerando el paso sin mirar atrás.
Baek Cheon, en cambio, empezó a unir los puntos en su cabeza.
¿Por qué su maestro se había puesto tan nervioso justo cuando mencionaron vender el licor del almacén…?
Un pensamiento cruzó su mente.
Su mirada se tornó afilada.
—”…Maestro.”
—”¿Hm?”
—”¿Te estuviste bebiendo el alcohol del almacén?”
El cuerpo de Cheong Myeong se tensó al instante.
Su discípulo no necesitaba una respuesta verbal.
La reacción de su maestro lo dijo todo.
Baek Cheon cerró los ojos y se frotó el puente de la nariz.
—”…No puedo creerlo.”
Cheong Myeong intentó recuperar la compostura y fingir indiferencia.
—”¡No es tan grave! Solo tomaba un poco de vez en cuando. ¡Además, nadie lo estaba usando!”
Baek Cheon lo miró con incredulidad.
—”Eso no cambia el hecho de que técnicamente lo estabas robando.”
—”¡No es robo si es de la secta! ¡Yo también soy parte de la secta!”
Ese argumento no tenía ningún sentido.
Baek Cheon suspiró.
Ahora que lo sabía, se había convertido automáticamente en cómplice.
Y lo peor era que sabía que esto no iba a permanecer en secreto por mucho tiempo.
Tarde o temprano, Cheong Mun descubriría que el licor había desaparecido misteriosamente.
Y cuando lo hiciera…
Seguramente los obligaría a limpiar las tablillas de los ancestros durante meses.
O peor aún…
Los enviaría a trabajar como ciudadanos comunes para reponer el dinero perdido.
—”…Voy a terminar castigado contigo, ¿verdad?”
Cheong Myeong se encogió de hombros con una sonrisa descarada.
—”¿Crees que te dejaré escapar ahora que lo sabes?”
Chapter 75: ⌗Castigo
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Tal como Baek Cheon había predicho, al día siguiente amaneció de rodillas junto a su maestro y sus compañeros, recibiendo un sermón del líder de la secta.
Cheong Mun estaba furioso.
—”¡¿Qué demonios estaban pensando?!”
Su voz resonó en toda la sala, y cada discípulo bajó la cabeza como si intentaran volverse invisibles.
—”¡Robar el mapa a Wudang! ¡Pelear con ellos sin autorización! ¡Poner en riesgo la seguridad de la secta!”
Cada palabra era como un golpe directo a sus conciencias…
Bueno, a excepción de Geomjon, que permanecía con los brazos levantados y una expresión de aburrimiento.
Baek Cheon lo fulminó con la mirada.
¡Por su culpa estaban ahí en primer lugar!
Cheong Mun, por supuesto, concentró la mayor parte de su furia en su hermano menor.
—”¡Y tú, Cheong Myeong! Como el adulto a cargo, ¡eras responsable de asegurarte de que nada de esto pasara!”
—”Bueno, técnicamente... “—intentó replicar Cheong Myeong.
—”¡No quiero excusas!”
Cheong Myeong cerró la boca de inmediato.
Su hermano mayor rara vez levantaba la voz, así que debía estar realmente molesto.
Los otros discípulos no recibieron un castigo severo, pero sí una reprimienda por haber seguido las locuras de su maestro.
—”De ustedes esperaba más sentido común “—dijo Cheong Mun, con los brazos cruzados.
Baek Cheon sintió la vergüenza arder en su pecho.
¡Él sí tenía sentido común!
¡Pero nada de eso importaba cuando el que daba las órdenes era Geomjon!
Finalmente, Cheong Mun dejó escapar un suspiro profundo.
—”…En fin. No habrá castigo esta vez.”
Baek Cheon y los demás sintieron un alivio inmediato.
—”Pero no quiero que vuelva a pasar algo así.”
—”Sí, líder de secta.”
Se inclinaron respetuosamente y esperaron a que Cheong Mun los despidiera.
Cuando finalmente pudieron levantarse, Baek Cheon sintió que su pesadilla había terminado.
Pero entonces notó la mirada de su maestro.
Los ojos de Geomjon brillaban con malicia mientras les dedicaba una mirada furiosa con promesas de sufrimiento.
"Prepárense para el siguiente entrenamiento que les pondré."
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
…Tal vez hubiera sido mejor recibir el castigo de Cheong Mun.
El regaño a los discípulos había terminado, pero el verdadero espectáculo apenas comenzaba.
Baek Cheon y los demás se quedaron afuera de la sala, pegados a la puerta como viejas chismosas, escuchando con toda la atención del mundo.
—”¡Ahora hablemos de algo más importante!”—se oyó la voz severa de Cheong Mun.
—”¿Más importante que una batalla con Wudang?” —respondió Geomjon con fingida inocencia.
—”¡Sí!”
Hubo un silencio… hasta que el sonido de botellas chocando entre sí resonó dentro de la habitación.
Los discípulos afuera se miraron entre sí con el ceño fruncido.
¿Botellas?
—”Faltan varias botellas de licor del almacén.”
Baek Cheon sintió que algo en su interior se rompía.
¡Así que sí se lo había estado bebiendo!
—”¡Ah, pero qué conveniente!” —la voz de Geomjon sonó llena de indignación—. “¡Acusas sin pruebas!”
—”¿Sin pruebas?” —replicó Cheong Mun con frialdad.
Hubo un golpe sordo… y luego más botellas sonaron al ser colocadas sobre la mesa.
—”¿¡Cuando entraste a mi habitación!?”
Baek Cheon cerró los ojos con resignación.
No podía creer que su maestro fuera tan tonto.
—”No hace falta que entre cuando tú mismo dejaste las pruebas esparcidas por ahí.”
—”¡Fui incriminado! ¡Alguien las puso ahí para culparme!”
—”¡Ah, claro! ¿Y quién sería tan estúpido para robar licor de la secta y luego esconderlo en la propia habitación del culpable?”
No hubo respuesta.
—”Eso pensé.”
Entonces comenzó la verdadera pesadilla para Geomjon.
Baek Cheon y los demás escucharon sin poder contenerse la risa mientras Cheong Mun dictaba su castigo.
—”Tareas de limpieza dentro de la secta.”
—”Trabajos comunitarios en la ciudad.”
—”Sin mesada hasta nuevo aviso.”
—”No bajarás a la ciudad sin supervisión.”
Cada sentencia caía como un clavo en el ataúd de Geomjon.
—”…¿Me estás castigando como si fuera un niño?” —preguntó con incredulidad.
—”Si te comportas como uno, te trataré como uno.”
—”¡Soy un maestro de la secta!”
—”Un maestro que se roba el licor de la secta y se emborracha en su habitación como un alcohólico miserable.”
—”…”
Baek Cheon tuvo que cubrirse la boca para no estallar en carcajadas.
Definitivamente valía la pena haber esperado afuera.
—-------
Los días siguientes fueron un infierno absoluto para TODOS los discípulos de Geomjon.
¿Por qué? Porque si su maestro sufría, ellos también.
Cheong Myeong, en su infinita mezquindad, se aseguró de que ninguno de sus discípulos se librara del sufrimiento.
—”¡Pero maestro! ¡¿Por qué nos castigan a nosotros?!” —se quejó Jo Gul después de arrastrarse por el suelo tras un entrenamiento brutal.
—”Porque me da la gana.”
—”¡Eso no tiene sentido!”
—”Oh, claro que sí. Si mi vida es miserable, la de ustedes también lo será.”
Jo Gul pareció querer llorar.
Los entrenamientos se volvieron una tortura despiadada.
Antes, se quejaban de los ejercicios agotadores… ahora deseaban estar muertos.
Nadie sabía por qué de repente su maestro se había convertido en un demonio.
Y los que sí lo sabían, como Baek Cheon, estaban demasiado ocupados siendo arrastrados a los castigos personales de Cheong Myeong.
—”Maestro… por favor… ¡¿por qué tengo que hacer esto contigo?!” —se quejó Baek Cheon, mientras limpiaba las tablillas ancestrales con un paño polvoriento.
—”Porque eres mi discípulo.”
—”¡¿Y eso qué tiene que ver con esto?!”
—”No puedo sufrir solo, ¿no?”
Baek Cheon casi le lanzaba la tablilla a la cabeza.
Los días pasaron limpiando tablillas, barriendo hojas, ayudando en la cocina, reparando la puerta que rompieron, ordenando archivos y libros en la biblioteca…
Y como si eso no fuera suficiente, Cheong Myeong también tenía que ayudar en trabajos de la ciudad.
Al menos… había un pequeño consuelo.
Después de un duro día de trabajo, los aldeanos los invitaban a comer.
No había licor, pero era buena comida.
—”Esto no está tan mal…” —murmuró Cheong Myeong, llevándose un trozo de carne a la boca.
Baek Cheon, con el ceño fruncido, lo miró con puro resentimiento.
—”Habló el que nos arrastró a todo esto…”
—”Oh, venga ya. Come y deja de quejarte.”
—”¡Usted no tiene derecho a decir eso!”
Así continuaron los días.
Miserables.
Agotadores.
Y para los discípulos de Geomjon, completamente injustos.
Chapter 76: ⌗Diviértanse
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Un mes entero de castigo.
Los discípulos de Geomjon pensaron que nunca verían el final.
Pero finalmente… finalmente, el tormento terminó.
Cuando Geomjon fue liberado de su castigo, sus discípulos casi lloraron de alivio.
¡Por fin! ¡Todo volvería a la normalidad!
No más entrenamientos infernales.
No más tareas interminables.
No más sufrimiento injusto.
Y aunque Jo Gul juró que tendría pesadillas con esos días, todos estaban demasiado felices para seguir quejándose.
Pasaron unos días de relativa calma en la secta, con Cheong Myeong disfrutando de su tiempo libre sin trabajos forzados ni reprimendas constantes.
Hasta que, una tarde, cuando decidió ir al campo de entrenamiento para ver a sus discípulos, se dio cuenta de algo extraño.
Alguien faltaba.
Miró alrededor, observando cómo sus discípulos practicaban con esfuerzo.
Y entonces, lo notó.
¿Dónde estaba Baek Cheon?
Frunció el ceño y buscó con la mirada.
No estaba entre los que entrenaban con la espada.
No estaba entre los que practicaban técnicas de respiración.
No estaba en ninguna parte.
—”Oye, tú.”—llamó a uno de sus discípulos, deteniéndolo con un gesto.
El joven, sudoroso por el entrenamiento, se inclinó con respeto.
—”Sí, maestro.”
—”¿Dónde está Baek Cheon?”
—”Ah…” —el discípulo dudó un momento, como si no estuviera seguro de si debía responder. Pero al final, lo hizo—. “Lo vi irse a la Oficina del líder de la secta.”
Cheong Myeong parpadeó.
¿Baek Cheon en la Oficina de su sahyung?
¿Por qué?
¿Qué tenía que hacer allí?
Una sospecha desagradable cruzó su mente.
Sin perder tiempo, giró sobre sus talones y comenzó a caminar con paso firme hacia la Oficina del líder de la secta.
Cheong Myeong avanzaba con paso firme por el pasillo que conducía a la Oficina del líder de la secta, su mente llena de preguntas.
¿Qué demonios hacía Baek Cheon ahí?
No recordaba haberle asignado ninguna tarea especial, y no parecía haber motivos urgentes para que su discípulo necesitara reunirse con Cheong Mun.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando, al acercarse lo suficiente, vio la puerta abrirse.
Baek Cheon salió junto al líder de la secta, y en el instante en que Cheong Myeong intentó acercarse más para escuchar su conversación, ambos se percataron de su presencia.
Baek Cheon desvió su atención de inmediato, despidiéndose de Cheong Mun con una leve inclinación antes de caminar con tranquilidad hacia su maestro.
Llevaba una sonrisa radiante.
Un brillo de emoción iluminaba su rostro, como si acabara de recibir una noticia increíble.
Cheong Myeong frunció el ceño.
Algo en esa expresión le daba mala espina.
—”¿Qué estabas haciendo en la Oficina de mi sahyung?” —preguntó sin rodeos, cruzándose de brazos.
Baek Cheon, aún con la sonrisa en los labios, respondió con total calma:
—”Estaba pidiendo permiso para salir.”
La ceja de Cheong Myeong se arqueó de inmediato.
—”¿Salir?” —repitió con un tono molesto.
Baek Cheon notó su evidente desagrado y soltó un suspiro resignado.
—”Vendrás conmigo.”
El ceño de Cheong Myeong se frunció aún más.
—”¿Los demás también vendrán?”
Baek Cheon negó con la cabeza, con una expresión divertida ante su reacción.
—”Nosotros dos solos.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío.
“…¿Solos?”
¿Qué demonios estaba tramando Baek Cheon?
Cheong Myeong entrecerró los ojos con sospecha mientras caminaba al lado de Baek Cheon.
—”¿Y bien? ¿A dónde demonios vamos?”
Baek Cheon simplemente sonrió.
—”Lo sabrás cuando lleguemos.”
—”Eso no responde nada.”
—”No es necesario que lo haga.”
Cheong Myeong apretó los dientes.
No estaba acostumbrado a que su discípulo le ocultara cosas con tanta tranquilidad.
Volvió a intentarlo con un tono más severo:
—”Si es un sitio peligroso, deberíamos llevar a los demás.”
—”No es peligroso.”
—”Entonces dime a dónde vamos.”
—”No.”
Cheong Myeong sintió la vena en su sien palpitar.
¡¿Qué demonios significaba eso?!
Baek Cheon parecía disfrutar enormemente de su creciente frustración. Cada vez que su maestro intentaba sonsacarle más información, él evadía la pregunta con una respuesta vaga o cambiaba el tema por completo.
Cuando Cheong Myeong intentó presionarlo de nuevo, Baek Cheon se limitó a sonreír y decir con calma:
—”Será mejor que te prepares. Partimos en una hora.”
Cheong Myeong parpadeó.
—”¿Así de rápido?”
—”No será un viaje largo, así que no necesitas llevar muchas cosas.”
Cheong Myeong seguía desconfiando.
Si Baek Cheon no le decía a dónde iban, al menos se aseguraría de que su ausencia no desordenara el entrenamiento de sus discípulos.
¡Si él sufría, ellos también!
Con esa idea en mente, se dirigió de inmediato al campo de entrenamiento y dejó instrucciones detalladas.
—”¡Escuchen bien, mocosos! Como estaré fuera, les dejaré un entrenamiento especial.”
Los discípulos se tensaron de inmediato.
Cada vez que su maestro decía "especial", significaba sufrimiento absoluto.
—”Correrán veinte vueltas alrededor del monte al amanecer, practicarán mil cortes básicos con la espada y luego lucharán entre ustedes hasta que alguno de los ancianos diga que pueden detenerse.”
Los discípulos palidecieron.
—”¡M-maestro! ¡Eso es demasiado para un solo día!”
—”¡Silencio! Si no entrenan, se volverán blandos.”
Baek Cheon observó la escena con incredulidad.
¡Solo se iba por un día y los estaba dejando como si fuera a la guerra!
Pero decidió no intervenir.
Si interfería, seguramente Cheong Myeong se desquitaría con él durante el viaje.
Así que simplemente lo dejó hacer, mientras contenía una risa.
—------
Cheong Myeong y Baek Cheon se presentaron ante Cheong Mun antes de partir, como dictaba la etiqueta.
El líder de la secta los observó con una sonrisa tranquila y les hizo un gesto de despedida.
—”Diviértanse.”
Cheong Myeong parpadeó.
¿Divertirse?
¿Qué clase de viaje sería este para que su sahyung usara esa palabra?
Antes de que pudiera cuestionarlo, Baek Cheon lo tomó del brazo y lo guió fuera de la secta.
Al bajar de la montaña, una carroza ya los esperaba.
No era demasiado grande, apenas suficiente para dos personas, pero estaba bien cuidada y tenía un emblema tallado en la madera.
Cheong Myeong la miró con sospecha.
—”¿No iremos a pie?”
—”Será más cómodo así.”
Baek Cheon le sonrió con esa expresión misteriosa que llevaba desde que le mencionó este viaje.
Cheong Myeong no tenía un buen presentimiento, pero no tenía otra opción.
Subieron a la carroza y partieron.
Chapter 77: ⌗Viaje a Shaanxi (1)
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El camino era tranquilo, y al principio, ambos permanecieron en silencio.
Cheong Myeong cruzó los brazos y miró fijamente a Baek Cheon, esperando que hablara.
Cuando finalmente lo hizo, no era la respuesta que esperaba.
—”No he hablado mucho con el maestro sobre mi pasado.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío.
—”Pero ya debes saber que no soy de aquí. Vengo de la ciudad de Shaanxi.”
Los ojos de Cheong Myeong se entrecerraron de inmediato.
Por supuesto, lo sabía.
En “Ecos del Destino Celestial”, el pasado de Baek Cheon era un dato secundario, mencionado solo de pasada.
Él era el hijo menor de una familia prominente de la ciudad Shaanxi, pero también el menospreciado.
Había pertenecido a la secta Jongnam, donde lo consideraban un inútil.
Su familia y sus maestros lo veían como alguien sin talento para las artes marciales.
Por eso, se fue.
Dejó atrás su hogar y su apellido para unirse al Monte Hua, con la determinación de volverse más fuerte y demostrarles que estaban equivocados.
Cheong Myeong lo miró con recelo.
—”¿Y por qué mencionas eso ahora?”
Baek Cheon giró la cabeza hacia él con una leve sonrisa.
—”Porque ahí es donde vamos.”
—”¿Vamos a ver a tu familia?” —preguntó Cheong Myeong, arqueando una ceja con duda.
Baek Cheon negó rápidamente y, tras una breve pausa, respondió con un tono algo tímido:
—”Simplemente quiero llevarte a conocer el lugar donde crecí.”
Cheong Myeong parpadeó.
Baek Cheon, un hombre que normalmente irradiaba confianza y orgullo, ahora parecía una doncella avergonzada hablando con la persona que le gustaba.
¿Qué era esa expresión tímida?
No era la primera vez que Baek Cheon se veía así a su lado, pero Cheong Myeong nunca le dio mucha importancia.
Para él, era lógico.
Baek Cheon tenía la belleza de un protagonista de juego bishōjo.
Con su cabello largo, rostro armonioso y porte distinguido, era el tipo de persona que naturalmente despertaba un aura romántica en cada gesto que hacía.
Así que, sin pensarlo demasiado, Cheong Myeong decidió aceptar la invitación.
Si su adorable discípulo quería mostrarle el lugar donde creció, ¿por qué resistirse?
Además, si lo pensaba bien…
Sería una buena oportunidad para tomarse unas vacaciones.
No tendría que soportar la vigilancia de su sahyung ni escuchar sermones sobre cómo debía comportarse.
Sí, este viaje podría ser más placentero de lo que imaginaba.
Con una actitud despreocupada, se recostó contra el respaldo de la carroza, cerró los ojos y decidió disfrutar del viaje.
Ciudad de Shaanxi, ¿eh?
No sonaba tan mal.
—-------
Para cuando llegaron a la ciudad Shaanxi, el sol había comenzado a descender, tiñendo el cielo de un tono anaranjado y bañando la ciudad con una luz cálida.
Cheong Myeong observó a su alrededor con una mezcla de curiosidad y nostalgia. Shaanxi seguía siendo un lugar próspero, con sus calles bulliciosas, mercados llenos de vida y edificios bien mantenidos que reflejaban la riqueza de la región.
Sin embargo, su atención no se mantuvo mucho tiempo en la ciudad en sí, sino en la dirección en la que Baek Cheon lo guiaba.
Era una zona diferente a la que recordaba haber visitado en el pasado.
Bueno, al menos no estaban cerca del gremio de comerciantes.
Si había algo que Cheong Myeong no quería comprobar, era si aquella mocosa de la familia Hwang había superado su obsesión por Baek Cheon.
El solo pensar en su molesta e infantil insistencia hacía que le diera un escalofrío.
Mejor no averiguarlo.
Baek Cheon, por su parte, caminaba con paso seguro, como si supiera exactamente a dónde ir.
Después de unos minutos, se detuvieron frente a un edificio elegante y amplio: una gran posada de varios pisos.
En la planta baja, el sonido de risas, conversaciones animadas y platos chocando entre sí indicaba que también funcionaba como un restaurante.
El aroma de la comida recién preparada se mezclaba con el dulce perfume de las flores que decoraban la entrada.
Era un lugar refinado, con una atmósfera acogedora y, al mismo tiempo, sofisticada.
Lo que más llamó la atención de Cheong Myeong fueron los hermosos perales que adornaban el exterior, sus delicadas flores blancas destacando contra el crepúsculo.
—”¿Y bien?” —preguntó Baek Cheon con una sonrisa—. “¿Qué te parece?”
Cheong Myeong cruzó los brazos y la miró con una ceja alzada.
—”Bastante llamativo. Si querías sorprenderme, lo lograste.”
Baek Cheon soltó una leve risa.
—”Entonces entremos.”
Sin más preámbulos, los dos se dirigieron a la entrada.
Al entrar en la posada, fueron recibidos por el cálido aroma de la comida recién preparada y el murmullo animado de los clientes.
Una mujer mayor, con un rostro amable y arrugas que evidenciaban los años de experiencia en el lugar, los notó de inmediato.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y emoción al posarse sobre Baek Cheon.
—”¡Oh, cielos! ¿Eres realmente tú?” —exclamó, llevándose una mano al pecho con incredulidad antes de acercarse a él—. “¡Has crecido tanto! Casi no te reconozco.”
Baek Cheon, aunque un poco sorprendido por la efusividad de la mujer, le dedicó una sonrisa educada y se inclinó en un gesto respetuoso.
—”Es un placer verla de nuevo, señora. Ha pasado mucho tiempo.”
La mujer asintió varias veces, sus ojos recorriendo cada detalle del rostro de Baek Cheon, como si estuviera tratando de grabarlo en su memoria.
—”Mucho tiempo, sí. ¡Años! La última vez que te vi, apenas eras un chiquillo con las rodillas llenas de raspones y la cabeza llena de sueños. ¡Y mírate ahora! Todo un hombre hecho y derecho.”
Baek Cheon soltó una risa ligera, un poco avergonzado.
—”Creo que eso es un halago, así que lo aceptaré con gratitud.”
Mientras hablaban, la mirada de la mujer se posó en Cheong Myeong.
A diferencia de la calidez con la que había recibido a Baek Cheon, en sus ojos apareció un destello de reconocimiento y, de inmediato, su expresión se volvió más seria y respetuosa.
Baek Cheon, notando la reacción, decidió hacer las presentaciones.
—”Permítame presentarle a mi maestro, Geomjon.”
Ante ese nombre, la mujer enderezó su postura al instante y bajó la cabeza en una reverencia cortés.
—”Es un honor recibirlo en nuestra humilde posada, maestro Geomjon.”
Cheong Myeong observó la escena con una mezcla de incomodidad y resignación. Aún no se acostumbraba del todo a este tipo de trato.
Soltó un leve suspiro y respondió con voz tranquila:
—”Agradezco su hospitalidad.”
La mujer asintió rápidamente, todavía manteniendo un aire de respeto.
—”Por favor, pasen. Estoy segura de que estarán cómodos aquí.”
Baek Cheon sonrió y asintió, guiando a su maestro más adentro en la posada.
Mientras subían por las escaleras, la mujer los miró de reojo antes de preguntar con naturalidad:
—”¿Necesitarán dos habitaciones?”
Baek Cheon, sin titubear, respondió con una leve sonrisa:
—”Una será suficiente.”
Cheong Myeong, que iba subiendo con las manos detrás de la espalda, arqueó una ceja y dirigió una mirada escéptica a su discípulo.
—”¿Una? ¿Por qué no mejor dos?”
Baek Cheon se tensó apenas un instante, pero rápidamente buscó una excusa:
—”No tengo dinero suficiente para pagar dos habitaciones.”
Cheong Myeong soltó un suspiro y chasqueó la lengua.
—”Eso no es un problema. Yo puedo pagar mi habitación. Claro que te lo cobraré más tarde.”
Baek Cheon frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—”Eso es innecesario. Estaremos bien con una.”
Cheong Myeong lo miró fijamente.
—”¿Por qué insistes tanto en que compartamos una?”
Baek Cheon desvió la mirada, su rostro adoptando una ligera expresión de incomodidad y un ligero sonrojo en las mejillas. No parecía tener una respuesta inmediata.
Antes de que la discusión continuara, la mujer que los guiaba sonrió con picardía y decidió intervenir:
—”No se preocupen, jóvenes. Las habitaciones de nuestra posada son bastante amplias, con suficiente espacio para dos personas.” —Miró a Cheong Myeong con amabilidad—. “Las camas también son grandes, pero si lo prefieren, puedo proporcionarles un futón adicional. No tendrán problemas de comodidad.”
Cheong Myeong ladeó la cabeza, pensativo.
—”¿Espaciosa, eh?”
La mujer asintió con seguridad.
—”Muy espaciosa.”
Baek Cheon, que hasta ese momento había permanecido en silencio, soltó un leve suspiro de alivio al ver que su maestro finalmente cedía.
—”Está decidido entonces.”
Cheong Myeong no pareció del todo convencido, pero viendo que la posadera no mentía sobre la comodidad del lugar, decidió dejarlo pasar.
—”Supongo que no hay problema…”
La mujer ocultó una sonrisa satisfecha mientras los guiaba hasta la habitación.
Chapter 78: ⌗Viaje a Shaanxi (2)
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Cuando la mujer abrió la puerta y los dejó entrar, Cheong Myeong no pudo evitar levantar una ceja con impresión.
—”Vaya, no mentía cuando dijo que era espaciosa…”
La habitación era considerablemente más grande que sus cuartos en la secta. El suelo estaba impecablemente limpio y cubierto con una alfombra elegante, y las paredes tenían delicados detalles en madera pulida. Una amplia ventana dejaba entrar la luz tenue del atardecer, ofreciendo una vista perfecta de la ciudad de Shaanxi.
El mobiliario era simple pero refinado: una mesa baja con cojines alrededor para comer en privado, un tocador de madera oscura. Pero lo que más llamó la atención de Cheong Myeong fue la cama.
—”¿Qué demonios…?”
Era enorme, más grande que una cama matrimonial pero sin llegar a ser un tamaño king. Definitivamente estaba hecha para dos personas.
Su mirada se desvió al fondo de la habitación, donde se encontraba un pequeño cuarto de baño separado únicamente por una cortina delgada.
—”No deja mucho a la imaginación, ¿eh?” —murmuró con tono divertido, mirando a Baek Cheon de reojo.
Baek Cheon no le respondió, fingiendo no escucharlo mientras dejaba su equipaje a un lado.
—”Por favor, pónganse cómodos,”—dijo la mujer con amabilidad antes de despedirse.
Cheong Myeong no necesitó que se lo dijeran dos veces. Apenas la puerta se cerró, arrojó su equipaje sin cuidado a un rincón y se dejó caer sobre la cama con los brazos abiertos, soltando un largo suspiro de satisfacción.
—”Esto sí que es vida.”
Baek Cheon, en cambio, tenía otros asuntos en mente. Se acercó a la puerta y la abrió ligeramente, llamando a la posadera antes de que se alejara demasiado.
—”Señora, ¿podría enviarnos un par de platillos a la habitación?”
—”Por supuesto. ¿Alguna preferencia?”
Baek Cheon nombró algunos platillos que parecían típicos de aquí. Antes de que la mujer pudiera retirarse, Cheong Myeong levantó la cabeza desde la cama y agregó:
—”Ah, y tráiganos su mejor licor!.”
Baek Cheon soltó un suspiro, cruzándose de brazos.
—”¿En serio?”
—”¿Qué? Estamos aquí para disfrutar, ¿no?” —Cheong Myeong sonrió con descaro.
Baek Cheon chasqueó la lengua pero, en lugar de discutir, simplemente asintió con resignación.
—”Haz lo que quieras.”
La posadera, divertida por la interacción entre ambos, inclinó la cabeza con cortesía y se retiró para preparar el pedido.
Mientras esperaban la comida, Cheong Myeong permaneció tumbado en la cama con una expresión satisfecha, disfrutando de la comodidad del colchón.
Baek Cheon, por otro lado, se quedó de pie junto a la ventana, observando la ciudad con una expresión tranquila.
Cheong Myeong no era alguien que pudiera quedarse en silencio por mucho tiempo. Después de revolverse en la cama hasta encontrar la posición más cómoda, como un gato apropiándose de su territorio, su mirada se deslizó hasta Baek Cheon, quien seguía de pie junto a la ventana.
—”¿Solías venir aquí seguido de niño?”—preguntó con curiosidad.
Baek Cheon, que había estado observando la ciudad en silencio, desvió la mirada hacia él. Su expresión se tornó nostálgica.
—”Sí… Venía aquí con mi madre cuando era pequeño.”
Cheong Myeong notó cómo los bordes de los labios de Baek Cheon se curvaban en una leve sonrisa, pero sus ojos tenían un matiz de melancolía.
—”Normalmente veníamos a comer en el restaurante de abajo. Mi madre decía que la comida aquí tenía un sabor más casero y siempre me pedía mis platos favoritos.”
Hizo una breve pausa antes de continuar, como si estuviera recordando un detalle especial.
—”Después de comer, la señora siempre me consentía dándome dulces o pasteles.”
Cheong Myeong bufó con una sonrisa burlona.
—”Por supuesto que sí.”
Baek Cheon frunció el ceño, confundido.
—”¿Qué quieres decir con eso?”
Cheong Myeong se giró en la cama para apoyarse en un codo, observándolo con diversión.
—”Si ya eres tan guapo ahora, un niño con tu cara debió ser insoportablemente adorable.” —Se cruzó de brazos, fingiendo molestia—. “Las mujeres seguramente se derretían por ti, dándote todo lo que quisieras.”
Baek Cheon parpadeó un par de veces antes de apartar la mirada, una leve tonalidad rosada tiñendo sus mejillas.
—”No era así…”
—”¿No?” —Cheong Myeong arqueó una ceja—. “Déjame adivinar, también te pellizcaban las mejillas y te decían lo lindo que eras, ¿cierto?”
Baek Cheon abrió la boca, pero la cerró de inmediato. Cheong Myeong se rió al ver su reacción.
—”Lo sabía.”
Baek Cheon resopló y se cruzó de brazos, dándole la espalda como si quisiera evitar más burlas. Pero Cheong Myeong seguía observándolo con interés.
Era raro verlo hablar de su infancia de manera tan abierta. Aunque siempre había sido un hombre con modales impecables y una presencia firme, en este momento parecía un joven más relajado, alguien que dejaba entrever los fragmentos de un pasado más dulce y vulnerable.
—”Hm…”—Cheong Myeong apoyó la barbilla en su mano—. “Así que este lugar está lleno de recuerdos para ti.”
Baek Cheon asintió suavemente.
—”Sí. Por eso quería traerte aquí.”
Cheong Myeong no dijo nada al principio, solo observó la figura de Baek Cheon iluminada por la tenue luz del atardecer.
Era un pensamiento extraño, pero por alguna razón, le alegraba saber que Baek Cheon quería compartir este lugar con él.
Cheong Myeong se quedó en silencio mientras repasaba momentos del juego en su mente.
En la historia original, el pasado de Baek Cheon solo se revelaba en monólogos internos o flashbacks estratégicos, siempre en momentos clave de su desarrollo. Pero ahora que lo pensaba bien… Baek Cheon nunca se abría de esta manera con sus intereses amorosos. Siempre estaba enfocado en el presente y en su futuro como artista marcial, sin permitirse muchas reflexiones sobre su pasado.
Entonces, ¿por qué le estaba contando esto a él?
Era una pregunta extraña. Al final, seguía siendo su maestro, así que tal vez simplemente lo veía como una figura diferente, fuera del juego de intereses amorosos. Pero por otro lado… se sentía como si hubiera alcanzado un nivel de confianza distinto con el protagonista.
Antes de que pudiera formular otra pregunta para profundizar en ese pensamiento, un sonido interrumpió la tranquilidad de la habitación:
Toc, toc.
—”Disculpen, su comida está lista.”
Era la voz de la señora.
Baek Cheon, casi con reflejo inmediato, se apresuró a abrir la puerta. La mujer, junto a un par de meseros, entró con elegancia y comenzó a colocar varios platos sobre la mesa, junto con unas botellas. La habitación se llenó rápidamente con un delicioso aroma.
Cuando terminaron de acomodar todo, la señora les dedicó una sonrisa amable.
—”Disfruten su cena.”
—”Gracias,” —respondió Baek Cheon con una leve inclinación de cabeza.
La puerta se cerró, dejándolos nuevamente a solas.
Cheong Myeong, quien aún estaba en la cama, observó los platos con curiosidad. Baek Cheon se acercó y tomó asiento en el suelo junto a la mesa, una sonrisa suave adornando su rostro.
—”Estos eran los que mi madre pedía para mí.”
Su voz tenía un tono cálido, casi melancólico.
Cheong Myeong se incorporó lentamente, caminando hacia la mesa para sentarse frente a él. Sus ojos recorrieron los platillos con interés. Había una variedad de guisos, arroz bien sazonado, y al lado algunos pequeños bocadillos dulces.
—”Hm…” —Cheong Myeong tomó una botella, destapándola con un hábil movimiento—. “Así que esta es comida nostálgica para ti.”
—*Sí,” —asintió Baek Cheon—. “Mi madre solía decir que no importaba qué tan grande me volviera, siempre habría un sabor que me recordaría que alguna vez fui un niño.”
Cheong Myeong levantó una ceja.
—”Suena como algo que diría una madre cariñosa.”
Baek Cheon sonrió con un dejo de nostalgia, pero no dijo nada más.
Cheong Myeong lo observó por un momento antes de servirse un vaso de licor y levantarlo.
—”Bueno, entonces, por tu infancia mimada y adorable.”
Baek Cheon resopló, rodando los ojos, pero tomó un plato y empezó a comer con tranquilidad. Cheong Myeong lo siguió, degustando los platillos.
Era una escena curiosamente íntima. Sin fanservice, sin exageraciones románticas… solo una cena compartida entre dos personas con una confianza peculiar.
Chapter 79: ⌗Viaje a Shaanxi (3)
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Haciendo a un lado cualquier sentimiento nostálgico, Cheong Myeong se concentró en lo importante: disfrutar la comida.
Cada bocado estaba lleno de sabor, con un balance perfecto entre los condimentos y la textura de los ingredientes. ¡Por supuesto! No podía esperar menos de un lugar de alta calidad como este.
Mientras bebía un sorbo de licor, no pudo evitar pensar:
"La familia de Baek Cheon debe ser rica si podían permitirse lujos como este."
No era cualquier posada de paso. El ambiente, la presentación de los platillos, el servicio… todo gritaba exclusividad. Aunque Baek Cheon siempre tenía una actitud humilde en la secta, su educación refinada y sus modales siempre lo delataban.
Disimuladamente, Cheong Myeong echó un vistazo a su discípulo.
A pesar de su postura siempre elegante y su manera calmada de comer, sus ojos brillaban con emoción, como si fuera un niño probando sus dulces favoritos. Cada vez que llevaba un trozo de comida a su boca, su expresión se suavizaba, sumergiéndose en recuerdos que parecían agradables.
Cheong Myeong tuvo que admitirlo. Se veía lindo.
No era una belleza forzada o calculada, sino algo más natural. Ese tipo de belleza que proviene de una felicidad genuina.
Sin darse cuenta, una leve sonrisa apareció en el rostro de Cheong Myeong.
—”Tienes buen gusto, Baek Cheon.”
Baek Cheon parpadeó, mirándolo con curiosidad.
—”¿Huh?”
—”La comida está increíble. Debiste haber sido un niño muy consentido.”
Baek Cheon resopló, pero no pudo ocultar su pequeña sonrisa satisfecha.
Aprovechando el momento, Cheong Myeong tomó la jarra de licor y sirvió otra taza. En lugar de bebérsela él mismo, la deslizó con suavidad hacia Baek Cheon.
—”Bebe.”
Baek Cheon miró la taza con sorpresa, luego a Cheong Myeong.
—”Yo no bebo..”
Cheong Myeong arqueó una ceja y apoyó un codo sobre la mesa con aire despreocupado.
—”¿Y? Ya eres un adulto. Además, una buena comida siempre debe ser acompañada de un buen licor.”
Baek Cheon frunció los labios, todavía inseguro, pero su maestro no parecía tener intención de retractarse. De hecho, su mirada divertida y persistente lo hizo sentir que si seguía negándose, su maestro lo molestaría por el resto de la noche.
Suspiró con resignación y tomó la taza, observando el líquido ámbar con cierta duda.
"No puede ser tan fuerte, ¿cierto?"
Lentamente, llevó la taza a sus labios y le dio un pequeño trago.
En el instante en que el licor tocó su lengua, un ardor intenso se extendió por su garganta.
Los ojos de Baek Cheon se abrieron de golpe y soltó una tos repentina, cubriéndose la boca con el puño mientras intentaba recuperar el aliento.
—”¡¿Qué demonios es esto?!” —logró decir entre tosidos.
Al otro lado de la mesa, Cheong Myeong soltó una carcajada burlona, completamente satisfecho con la reacción de su discípulo.
—”¡Jajajaja! Vamos, no me digas que con solo un trago ya estás así.”
Baek Cheon le lanzó una mirada fulminante, sintiendo su rostro calentarse, ya fuera por la vergüenza o por el licor quemando su garganta.
—”¡Me engañaste! Dijiste que era para acompañar la comida, no para incendiarme por dentro.”
Cheong Myeong, aún riendo, tomó su propia taza y la bebió de un solo trago sin siquiera pestañear. Luego la bajó con un golpe seco sobre la mesa y le dirigió una sonrisa arrogante.
—”Así es como se hace.”
Baek Cheon lo miró con incredulidad. ¿Cómo podía beber algo tan fuerte sin siquiera inmutarse?
Mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano, pudo sentir el calor del alcohol extendiéndose por su pecho, haciéndolo sentir extrañamente ligero.
Cheong Myeong sirvió otra taza y la deslizó nuevamente hacia él.
—”¿Quieres intentarlo otra vez?”
Baek Cheon apretó los labios, negándose a darle la satisfacción de verlo rendirse tan rápido.
Con una mirada decidida, tomó la taza y esta vez bebió de un solo trago, tal como lo había visto hacer a su maestro.
En cuanto el licor bajó por su garganta, sintió el mismo ardor abrasador, pero se forzó a no toser.
Cheong Myeong lo miró con curiosidad, viendo cómo Baek Cheon cerraba los ojos y respiraba hondo para soportar la quemazón.
Finalmente, cuando Baek Cheon los abrió, su maestro le dedicó una sonrisa aprobatoria.
—”Eso ya es otra cosa.”
Baek Cheon suspiró y dejó la taza en la mesa.
—”No sé si debería sentirme orgulloso o preocupado.”
—”Orgulloso, por supuesto.”
Cheong Myeong siguió sirviendo taza tras taza de licor a Baek Cheon, queriendo ver hasta dónde llegaba el límite de su discípulo.
Baek Cheon, al principio, pareció tomárselo como un reto, aceptando cada taza con una mirada determinada. Pero a medida que el licor seguía fluyendo, se fue acostumbrando al sabor y comenzó a disfrutar la sensación de calidez que se extendía por su cuerpo.
El alcohol pronto comenzó a hacer efecto, y su postura elegante se relajó notablemente.
—”Hah… nunca pensé que beber con mi maestro sería así.”
Cheong Myeong sonrió mientras apoyaba un brazo en la mesa, observándolo con diversión.
—”¿Qué pensaste que sería?”
Baek Cheon inclinó la cabeza, pensativo. Su rostro ya estaba sonrojado por el alcohol.
—”No lo sé… algo más… estoico, tal vez.”
Cheong Myeong rió con sorna.
—”Bueno, si prefieres una charla filosófica, puedo empezar a recitarte citas taoístas antiguos.”
Baek Cheon resopló y agitó la mano.
—”No, no, prefiero esto.”
Con un suspiro satisfecho, se recostó levemente sobre la mesa, su mirada perdiéndose en el techo.
Y entonces, sin que Cheong Myeong lo esperara, comenzó a hablar de su infancia.
Al principio, sus palabras parecían recuerdos agradables, pequeñas anécdotas de cuando corría por los pasillos de su hogar o cuando intentaba imitar los movimientos de los discípulos mayores de la secta Jongnam. Pero pronto, su tono se convirtió más en un conjunto de quejas que en memorias felices.
Cada vez que mencionaba un logro que lo hizo feliz, siempre había un giro donde su hermano mayor lo superaba o su padre lo menospreciaba.
—”¡Imagínate! Yo pasaba días practicando una técnica, y cuando por fin lograba hacerla bien, mi hermano mayor la aprendía en cuestión de horas. ¡Horas!” —Se quejó, apoyando la cabeza en una mano.
Cheong Myeong arqueó una ceja.
—”Bueno, al menos tenías un hermano mayor talentoso de quien aprender.”
Baek Cheon le lanzó una mirada de fastidio.
—”¡Pero yo quería ser el mejor!”
Cheong Myeong no pudo evitar reír. Ver a Baek Cheon ebrio quejándose de su pasado como un niño malcriado era más entretenido de lo que había imaginado.**
—”¿Y tu maestro de aquel entonces?”
Baek Cheon resopló.
—”Pfft… me miraba feo.”
—”¿Te miraba feo?”
—”¡Sí! Como si fuera una molestia. Como si estuviera desperdiciando su tiempo enseñándome.”
Cheong Myeong se rió entre dientes y se sirvió otra taza.
—”Bueno, tal vez sí eras una molestia.”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada, pero el sonrojo de su rostro y su expresión le daban un aire más infantil que amenazante.
—”¡Mi madre decía que yo era increíble!”
Ah, ahí estaba. La única constante positiva en su historia: su madre.
Baek Cheon se enderezó y tomó su taza con una mirada más seria.
—”Ella siempre me apoyó. No importaba lo que pasara, siempre me decía que yo podía hacerlo.”
Cheong Myeong lo observó en silencio mientras tomaba otro trago.
—”Se nota que la querías mucho.”
Baek Cheon asintió con una sonrisa nostálgica.
—”Era la única que lo hacía.”
Hubo un breve silencio antes de que continuara.
—”Mi padre… tuvo tres esposas.”
Cheong Myeong se detuvo un momento y alzó una ceja.
—”¿Tres?”
Baek Cheon asintió.
—”Sí. Su esposa principal, la segunda esposa y… mi madre, que fue la tercera.”
Tomó otro trago antes de continuar.
—”Ella provenía de una familia humilde, y por eso nunca la vieron con buenos ojos. La esposa principal, la madre de mi hermano mayor, siempre la menospreció. Y como yo era su hijo… también me menospreciaban.”
Cheong Myeong dejó su taza en la mesa.
—”Entonces, ¿nunca tuviste el apoyo de tu familia?”
Baek Cheon sonrió con ironía.
—”¿Apoyo? Pff… La única razón por la que mi padre permitió que me entrenara en la secta Jongnam fue porque no quería que su hijo, aunque fuera el "menos importante", fuera un completo inútil. Pero para él, yo nunca fui más que un adorno en la familia.”
Cheong Myeong se quedó en silencio por un momento, sintiendo un ligero peso en el pecho.
Baek Cheon hablaba con una sonrisa irónica, pero sus palabras estaban cargadas de una melancolía que Cheong Myeong no había visto antes en él.
No era fácil cargar con el peso de una familia que te menospreciaba. Quizá por eso Baek Cheon siempre había sido tan estricto consigo mismo, tan desesperado por probar su valía.
Una parte de Cheong Myeong quiso decir algo, ofrecerle algún tipo de consuelo. Pero las situaciones sentimentales nunca habían sido su fuerte. Desde su vida pasada como un hombre ordinario hasta su nueva vida como Geomjon, siempre había sido mejor peleando o bromeando que manejando emociones ajenas.
Aun así, algo dentro de él le dijo que debía hacer algo.
Sin pensarlo demasiado, se acercó un poco más a Baek Cheon. No lo tocó directamente, pero su proximidad irradiaba un calor silencioso, como si intentara consolarlo sin palabras.
Y entonces, con voz más suave de lo que esperaba, dijo lo único que le salió del corazón en ese momento:
—”Hiciste bien en venir al Monte Hua.”
Baek Cheon, que hasta ahora parecía estar nadando en recuerdos del pasado, parpadeó sorprendido.
Sus hombros, que habían estado tensos, se relajaron lentamente. Sus labios se curvaron en una sonrisa mucho más tierna y sincera que las anteriores, una que no estaba teñida por el licor o la ironía.
—”Sí…” —murmuró.
Y entonces, sin previo aviso, Baek Cheon se inclinó y apoyó su cabeza en el hombro de su maestro.
Cheong Myeong se quedó completamente inmóvil.
Podía sentir el calor de su discípulo a través de la tela de su ropa, la manera en que su respiración se volvió más tranquila al apoyarse en él.
Un escalofrío le recorrió la espalda, pero no era desagradable. Era un tipo de cercanía que no esperaba y que, para su sorpresa, tampoco le incomodaba.
Su primer instinto fue apartarse, pero su cuerpo no se movió.
Sintió su rostro calentarse por un instante, pero rápidamente lo descartó como un efecto del licor.
Sí, tenía que ser el licor.
Cheong Myeong se dio cuenta entonces.
Baek Cheon ya se había quedado dormido sobre su hombro.
Su respiración era tranquila y rítmica, su cuerpo relajado contra el suyo, como si finalmente hubiera encontrado un refugio seguro.
Cheong Myeong suspiró.
—”¿Otra vez…?”
No era la primera vez que le tocaba lidiar con un Baek Cheon borracho.
Con un movimiento práctico y sin esfuerzo, deslizó su brazo alrededor de Baek Cheon y lo levantó.
A pesar de que ahora Baek Cheon tenía un cuerpo más robusto y musculoso, todavía era fácil cargarlo. Era más grande, sí, pero comparado con la fuerza que poseía ahora como Geomjon, era ligero.
Lo llevó con calma hasta la cama y lo recostó con cuidado.
Baek Cheon se removió un poco, como si estuviera a punto de despertarse, pero solo murmuró algo ininteligible y se acurrucó contra la almohada.
Cheong Myeong se quedó mirándolo por un instante.
Era raro verlo así. Relajado. Sin la presión de ser el mejor, sin la carga de demostrarle algo a nadie.
—’¿Debería pedir un futón…?’ —pensó mientras dirigía su mirada a la ventana.
Afuera, la noche ya había caído por completo. Las luces del restaurante de abajo comenzaban a apagarse, los últimos clientes se estaban retirando.
Si bajaba ahora, seguramente la posadera no tendría problema en darle un futón.
Pero Cheong Myeong sintió una pereza inmediata.
Después de un día de viaje, buena comida y licor, le parecía un esfuerzo innecesario bajar solo por eso.
—”Bah, qué más da…”
Sin pensarlo demasiado, se acomodó al lado de Baek Cheon en la gran cama.
Se giró para darle la espalda, pero aun así podía sentir el calor del cuerpo de su discípulo a su lado.
Cerró los ojos.
Solo dormirían.
No había nada raro en eso.
Definitivamente.
Chapter 80: ⌗Viaje a Shaanxi (4)
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Cheong Myeong durmió sorprendentemente bien.
Las noches frías siempre habían sido su peor enemigo.
Era un guerrero, un maestro de la espada, un hombre que había soportado incontables batallas… pero el frío siempre lograba vencerlo.
Por eso, al principio, intentó mantener una distancia prudente de Baek Cheon.
Pero conforme avanzaba la noche y la temperatura descendía, ese propósito se fue por el caño.
El calor corporal de Baek Cheon era agradable.
Sin darse cuenta, su cuerpo se movió por sí solo, acercándose poco a poco.
Al final, terminó acurrucado contra Baek Cheon, absorbiendo su calor con total descaro.
No era algo consciente, claro. Era pura necesidad de supervivencia.
Y así, durmió mejor de lo que había dormido en mucho tiempo.
—-----
(A la mañana siguiente…)
Baek Cheon despertó con un molesto dolor de cabeza.
—”Ugh…”
¿Cuánto había bebido anoche?
Intentó moverse, pero algo lo detenía.
O más bien, alguien.
Su maestro estaba completamente esparcido por la cama, ocupando la mayor parte del espacio como si fuera su propiedad.
Baek Cheon parpadeó varias veces, todavía algo adormilado.
Su maestro estaba dormido.
Muy dormido.
Y no solo eso.
Tenía una pierna encima de él.
Y un brazo también.
Y su cara estaba enterrada contra su cuello.
—”…¿¡Qué demonios…!?”
Baek Cheon se tensó.
¡¿Desde cuándo estaba su maestro encima de él?!
Y más importante aún…
¡¿Por qué demonios estaba abrazándolo como si fuera un maldito cojín?!
—”¡M-Maestro! “—exclamó, intentando moverse, pero el agarre de Geomjon era firme.
El susodicho solo murmuró algo entre sueños y lo atrajo aún más cerca.
—”¡Este tipo…!”
Baek Cheon sintió su cara arder.
¿Cómo se suponía que iba a salir de esta sin que fuera raro?!
Baek Cheon siguió moviéndose con mucho cuidado, intentando zafarse del agarre mortal de su maestro sin despertarlo.
Pero Geomjon era como una lapa.
Cada vez que lograba deslizar un brazo fuera de su alcance, su maestro lo volvía a atrapar como si fuera un instinto natural.
—”¡Maldita sea…!”
Baek Cheon se retorció un poco más fuerte… y luego un poco más…
Hasta que su espalda ya no tocaba la cama.
—”Ah.”
No tuvo tiempo de reaccionar.
Cayó al suelo con un golpe seco.
—”¡Ugh…!”
El impacto lo despertó por completo y, de paso, casi lo mata de la impresión.
El dolor de cabeza de la resaca hizo que la caída se sintiera peor de lo que realmente fue.
Pero lo peor no fue eso.
Lo peor fue que el ruido despertó a su maestro.
Geomjon frunció el ceño mientras parpadeaba adormilado.
Su expresión de desagrado era clara.
—”¿Por qué demonios eres tan ruidoso tan temprano…?”
Baek Cheon levantó la vista, todavía en el suelo.
¡¿En serio?!
¿¡En serio su maestro tenía la audacia de quejarse después de que lo había casi asfixiado en su sueño!?
Baek Cheon se mordió la lengua para no responder.
No quería que su dolor de cabeza empeorara.
Así que optó por simplemente levantarse con toda la dignidad que le quedaba.
Y prometió que este incidente sería enterrado en lo más profundo de su memoria.
—------
Después de un desayuno ligero, la posadera, con una sonrisa comprensiva, le ofreció a Baek Cheon una medicina para la resaca.
—”Tómala con un poco de agua tibia y te sentirás mejor en poco tiempo.”
—”Gracias…”
Baek Cheon recibió la medicina con gratitud, sintiendo que su cabeza latía como un tambor.
Por otro lado, Cheong Myeong tenía otras ideas.
—”La mejor forma de curar una resaca es bebiendo más alcohol.”
Baek Cheon lo miró con incredulidad.
—”… No.”
—”¡Vamos! Un poco más y—”
—”¡No!”
¡Ni hablar!
No volvería a caer en su trampa!
Aunque…
“… era delicioso.”
Baek Cheon entendía perfectamente por qué a su maestro le gustaba beber, pero no podía dejarse tentar ahora.
¡Aún tenían cosas que hacer!
Suspiró y decidió enfocarse en prepararse para el día.
Llenó la bañera con agua caliente y revisó su equipaje, asegurándose de que había traído la ropa adecuada para la ocasión.
Mientras tanto, Cheong Myeong, quien ya estaba acomodado sobre la cama con una pereza descarada, lo observó con curiosidad.
—”¿Y qué vamos a hacer hoy?”
Baek Cheon sólo le lanzó una mirada misteriosa.
—”Saldremos a pasear.”
Nada más.
Cheong Myeong arqueó una ceja.
—”¿Eso es todo lo que dirás?”
Baek Cheon asintió con una leve sonrisa antes de entrar al baño.
—”Tendrás que esperar y ver.”
Cheong Myeong frunció el ceño.
—”Este mocoso…”
No le gustaba cuando Baek Cheon se ponía en plan misterioso.
Pero bueno, ya vería qué estaba tramando su discípulo más tarde.
Cheong Myeong suspiró con resignación.
No le quedaba de otra que esperar a que Baek Cheon terminara de arreglarse, y sabía bien que eso tomaría su tiempo.
Baek Cheon era un fanático de la limpieza, siempre asegurándose de verse impecable, como si fuera un noble preparándose para una audiencia real.
Cheong Myeong se acomodó en la cama con aburrimiento, dejando caer su cabeza hacia atrás.
Podría haberse quedado ahí, descansando, pero…
Inconscientemente, su mirada vagó hacia el baño.
La cortina delgada que separaba el área de la bañera dejaba ver la silueta de Baek Cheon.
No se veía con claridad, pero era suficiente para notar sus movimientos.
Escuchó el sonido de la ropa deslizándose por su piel y cayendo al suelo.
La sombra de Baek Cheon se movió con elegancia, inclinándose ligeramente, dejando ver más detalles de su figura.
Por un momento, Cheong Myeong se quedó hipnotizado.
Su discípulo tenía un cuerpo bien definido, elegante y fuerte.
Largos brazos, espalda ancha, cintura delgada...
Y entonces lo golpeó la realidad.
“¡¿Qué demonios estoy haciendo?!”
¡Parecía un viejo pervertido espiando a un joven inocente!
Sintió su rostro arder como nunca antes.
Se puso de pie de inmediato, casi tropezando con la silla.
—”¡Voy afuera!”
No esperó respuesta.
Salió de la habitación de un golpe y cerró la puerta tras de sí, apoyando la espalda contra la pared del pasillo.
¡Maldita sea!
¿Por qué había mirado? ¿Por qué había sentido esa reacción?
Se pasó una mano por la cara y tomó una gran bocanada de aire fresco.
—”Necesito calmarme…”
Definitivamente, esperarlo afuera era la mejor opción.
Mientras bajaba, Cheong Myeong cruzó los brazos y frunció el ceño.
Necesitaba una explicación lógica para lo que acababa de ocurrir.
No podía ser que él, un hombre fuerte y digno, estuviera perdiendo la compostura por ver la silueta de su discípulo a través de una cortina.
¡Eso era ridículo!
Así que pensó y pensó... hasta que llegó a la única conclusión posible.
¡Es culpa de Baek Cheon!
Sí, tenía todo el sentido del mundo.
Ese maldito tipo con su cara bonita y su encanto de protagonista debía tener algún tipo de poder especial para atraer a los demás.
Era lo único que explicaba por qué Cheong Myeong había reaccionado de esa manera.
Él era la víctima aquí.
Baek Cheon tenía una presencia demasiado llamativa, demasiado carismática, demasiado... peligrosa.
Y Cheong Myeong, un hombre común y corriente, había caído en su trampa como cualquier otro.
Suspiró con resignación.
Ahora que tenía una excusa que lo libraba de cualquier culpa, dejó de pensar tanto en el asunto.
—”Sí, sí. Es su culpa.”
Relajado con su nueva perspectiva, se sentó en una mesa afuera de la posada y llamó a la posadera.
—”Tráigame una botella de licor y algo para picar.”
—”¿Tan temprano, maestro Geomjon?”
—”Siempre es buen momento para un trago.”
La mujer rió y fue por su pedido.
Cheong Myeong se recostó contra el respaldo de la silla y entrecerró los ojos, disfrutando del ambiente.
Ahora sólo quedaba esperar a que Baek Cheon terminara de arreglarse y ver qué diablos había planeado para ese paseo misterioso.
Pasaron varios minutos.
Cheong Myeong estaba a punto de abrir la boca para quejarse cuando escuchó a Baek Cheon llamarlo desde la entrada de la posada.
“¡Por fin! Este tipo tarda más que una princesa arreglándose…” —pensó, rodando los ojos mientras giraba la cabeza para verlo.
Pero sus quejas quedaron atrapadas en su garganta.
Baek Cheon se veía… diferente.
No llevaba su uniforme habitual de la secta, sino una túnica sencilla de tonos rosados. No era llamativa, no tenía bordados ostentosos ni telas de lujo, pero aun así… le quedaba demasiado bien.
Su cabello, que usualmente estaba suelto con formalidad, hoy estaba atado de una manera más relajada, con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro.
No era nada especial.
Pero el simple hecho de verlo vestido de forma casual era impresionante en sí mismo.
Después de todo, Cheong Myeong estaba acostumbrado a verlo siempre en el uniforme reglamentario de la secta, con su porte serio y formal.
Incluso en el juego, la mayoría de las ilustraciones de Baek Cheon lo mostraban con su atuendo de combate o en eventos especiales donde claramente el enfoque estaba en las personajes femeninas.
Pero ahora, viéndolo así, con ropa más sencilla y una apariencia menos rígida…
Cheong Myeong no pudo evitar mirarlo fijamente.
Baek Cheon, sintiendo su mirada intensa sobre él, se movió incómodo y bajó ligeramente la cabeza, desviando la vista.
—”¿Q-Qué? ¿Se ve raro?” —preguntó, cruzando los brazos con una expresión entre avergonzada y a la defensiva.
Cheong Myeong parpadeó, regresando en sí.
—”Huh. No.”
Baek Cheon lo miró con sospecha.
—”¿Entonces por qué me miras así?”
—”Solo estoy sorprendido. No pensé que tuviera el privilegio de ver al ilustre Baek Cheon vestido como un ser humano normal” —dijo Cheong Myeong con una sonrisa burlona, sirviéndose el último trago de su licor.
Baek Cheon chasqueó la lengua.
—”Si vas a decir tonterías, nos vamos.”
Cheong Myeong rió y dejó la taza vacía sobre la mesa antes de ponerse de pie.
—”Está bien, está bien. Vamos a tu paseo misterioso. “
Baek Cheon bufó, pero no pudo evitar sonreír levemente antes de darle la espalda y comenzar a caminar.
Cheong Myeong lo siguió de cerca, aún preguntándose por qué diablos Baek Cheon se veía tan… agradable con ropa casual.
Chapter 81: ⌗Viaje a Shaanxi (5)
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A medida que avanzaban, el bullicio de la ciudad se volvía cada vez más animado. El sonido de la gente conversando, el tintineo de monedas, el chisporroteo del aceite caliente y el eco de risas llenaban el aire.
Cuando finalmente doblaron una esquina, Cheong Myeong se encontró con el origen de todo ese ruido.
Un mercadillo se extendía frente a ellos, repleto de color y movimiento. Pero no era un simple mercado, sino que tenía un aire más festivo: farolillos colgaban entre los puestos, vendedores promocionaban sus productos con entusiasmo, y niños corrían con figuritas de madera en las manos.
Cheong Myeong entrecerró los ojos, analizando la escena.
—”¿Se está celebrando algo?” —preguntó, frunciendo el ceño.
Baek Cheon, que observaba el mercado con una mirada brillante, negó con la cabeza.
—”No, nada especial. Solo es un mercado que se instala cada cierto tiempo.”
—”¿Entonces por qué parece un festival?” —preguntó Cheong Myeong, señalando un grupo de músicos callejeros tocando en una esquina.
Baek Cheon sonrió con nostalgia.
—”Mi madre decía que al principio era solo un mercado común, pero con el tiempo la gente comenzó a agregarle cosas. Vinieron comerciantes que traían productos raros del extranjero, aparecieron puestos de juegos para niños, artistas locales comenzaron a presentarse… Y ahora es así.”
Cheong Myeong observó todo con renovado interés. Tenía sentido. A veces, los lugares adquirían su propia identidad con el tiempo, sin necesidad de que nadie lo planeara.
—”¿Es aquí donde vamos a pasear?” —preguntó finalmente.
Baek Cheon asintió con entusiasmo, y sus ojos brillaban con emoción contenida.
Cheong Myeong lo miró de reojo, sorprendido por su expresión. Parecía genuinamente feliz.
Era extraño verlo así, con un brillo tan puro en los ojos, como si por un momento hubiera olvidado toda la carga que llevaba sobre sus hombros. Su felicidad era casi contagiosa.
Aun así, Baek Cheon no se movía de su sitio. Era como si temiera que la escena frente a él desapareciera si se acercaba demasiado, o tal vez se había quedado atrapado en sus recuerdos de la infancia, recordando los días en los que venía aquí con su madre.
Cheong Myeong chasqueó la lengua. No estaba aquí para quedarse solo viendo.
Con un movimiento natural, tomó la mano de su discípulo y tiró de él, adentrándose en el mercado sin previo aviso.
—”Vamos, no te quedes ahí como estatua.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido al sentir el cálido agarre de su maestro. Por reflejo, entrelazó sus dedos con los de él, como si fuera la cosa más natural del mundo.
Caminaron juntos por los estrechos pasillos del mercado, rodeados por el aroma de comida recién hecha, las risas de los niños y el murmullo de la multitud. Era un caos encantador, una mezcla de sonidos y colores que daban vida a la ciudad.
Mientras avanzaban, Cheong Myeong miró de reojo a su discípulo, cuyo rostro reflejaba una mezcla de nostalgia y asombro. Baek Cheon parecía perdido en el pasado.
Aprovechando el momento, Cheong Myeong preguntó:
—”¿Se ve igual que cuando venías de niño?”
Baek Cheon tarareó pensativo, observando a su alrededor con atención.
—”Algunas cosas han cambiado…” —dijo, deteniéndose frente a un puesto de dulces—. “Pero en su mayoría, es casi exactamente igual.”
Cheong Myeong notó que su mirada se posó en una bandeja llena de dulces de arroz, similares a los que la posadera dejó junto a su cena la noche anterior.
Sonrió con picardía.
—”Entonces, ¿quieres comprobar si saben igual?”
Baek Cheon ni siquiera tuvo tiempo de responder cuando Cheong Myeong ya había avanzado al puesto y pedido un par de dulces de arroz.
—”Aquí tienes “—dijo, extendiéndole uno con naturalidad.
Baek Cheon lo recibió sin pensarlo demasiado, su atención completamente atrapada por la textura y el aroma del dulce. Era idéntico a los que recordaba de su infancia.
Cheong Myeong no probó el suyo de inmediato. En su lugar, se cruzó de brazos y observó a su discípulo con una sonrisa expectante.
—”Vamos, prueba primero” —dijo, divertido.
Baek Cheon, aunque ligeramente avergonzado por la atención, dio el primer bocado.
En cuanto el dulce tocó su lengua, sus ojos brillaron con un destello infantil.
Era el mismo sabor.
El mismo dulzor, la misma textura suave que se derretía en su boca. Como si, por un momento, el tiempo no hubiera pasado y volviera a ser aquel niño que caminaba por estas calles de la mano de su madre.
—”¿Sabe igual al de tu infancia?” —preguntó Cheong Myeong con una sonrisa.
Baek Cheon asintió rápidamente, con las mejillas llenas de dulce. La expresión de alegría en su rostro era tan genuina que Cheong Myeong no pudo evitar soltar una pequeña risa.
Sin más demora, Cheong Myeong también probó el suyo.
El sabor era el mismo de otros dulces de arroz que había probado antes. Pero…
Tal vez era el ambiente festivo.
O tal vez era la persona a su lado.
Por alguna razón, sabía mucho mejor de lo que debería.
Mientras continuaban su paseo, Baek Cheon señalaba algunos puestos con entusiasmo, recordando cuáles seguían en el mismo lugar desde su infancia y cuáles eran nuevos.
—”Ese de allá…” —indicó, con una expresión nostálgica—. “Ahí vendían unas bolas de arroz dulces que mi madre solía comprarme cuando veníamos juntos. Siempre decía que no debía comer demasiados dulces, pero… “
Cheong Myeong lo escuchaba con atención, una sonrisa ligera en sus labios. Antes de que Baek Cheon terminara su historia, ya había avanzado al puesto y comprado un par de esas bolas de arroz.
Baek Cheon parpadeó sorprendido cuando su maestro le extendió una.
—”¿Para qué las compraste?” —preguntó, aunque tomó una de todas formas.
—”¿No es obvio? Dijiste que solían comprártelas aquí. ¿No quieres ver si siguen sabiendo igual?”
Baek Cheon rodó los ojos con una sonrisa divertida, pero aun así mordió el dulce.
Cheong Myeong esperó su reacción. Era entretenido verlo probar los sabores de su infancia.
—”Hmmm… “—Baek Cheon frunció levemente el ceño—. “Están buenos, pero creo que antes eran un poco más suaves.”
—”¿O será porque ahora tienes un paladar más exigente?”
—”Tal vez…”
Aun así, Baek Cheon le dio un par de mordiscos más antes de entregar la bola de arroz restante hacia su maestro.
—”Tómala, ya me empalagué.”
Cheong Myeong levantó una ceja antes de aceptar el dulce sin dudar. No iba a rechazar más azúcar.
Este pequeño intercambio se repitió varias veces a lo largo del paseo.
Cada vez que Baek Cheon señalaba un dulce que solía gustarle de niño, Cheong Myeong lo compraba sin dudar. Baek Cheon lo probaba con interés, le daba un par de bocados, luego, inevitablemente, se empalagaba y terminaba dándole el resto a su maestro.
Cheong Myeong, como el amante de los dulces que era, no se quejaba en absoluto.
—”Pensé que eras más noble y refinado” —comentó en algún momento, sosteniendo entre los dientes una galleta de arroz que Baek Cheon le había pasado—. “Pero parece que solo me estás usando como basurero de dulces.”
Baek Cheon se cruzó de brazos con fingida dignidad.
—”No es mi culpa que te guste tanto el azúcar.”
Cheong Myeong soltó una carcajada.
—”¡Eso es lo que hace esto perfecto! ¡Sigue comprando dulces y pasándomelos!”
Baek Cheon negó con la cabeza, pero no pudo evitar sonreír.
Y así, su paseo continuó, con Cheong Myeong cada vez más cargado de dulces y Baek Cheon recuperando pequeños fragmentos de su infancia.
Chapter 82: ⌗Viaje a Shaanxi (6)
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A medida que continuaban caminando entre los puestos, Baek Cheon no solo señalaba dulces, sino también objetos que le traían recuerdos de su madre.
—”Mi madre tenía algo parecido a esto…” —murmuró, deteniéndose frente a un puesto de peines tallados de madera. Sus dedos rozaron suavemente uno con grabados de flores de loto—. “Siempre usaba uno de estos porque decía que era mejor para el cabello.”
Cheong Myeong se cruzó de brazos, escuchándolo con interés. Había algo melancólico en la forma en que Baek Cheon observaba los objetos, pero también mucho cariño en sus palabras.
Más adelante, en otro puesto, sus ojos se iluminaron de nuevo.
—”Oh… “—Baek Cheon tomó entre sus manos una delicada cinta de tela.
Era delgada y simple, pero su tacto suave le recordó a la primera cinta que había usado en la frente cuando era niño.
—”¿Esa fue la primera cinta que usaste?” —preguntó Cheong Myeong, notando la expresión nostálgica en su rostro.
—”Sí.” —Baek Cheon sonrió, sus dedos recorriendo la tela con cuidado—. “Mi madre me la regaló. Le tenía tanto cariño que me negaba a quitármela, incluso para dormir. “
Cheong Myeong soltó una risa baja, imaginándolo.
—”Eso suena como tú.”
Baek Cheon torció los labios, fingiendo molestia, pero no negó nada.
—”Todavía la tienes guardada, ¿verdad?”
Baek Cheon parpadeó sorprendido ante la pregunta, pero luego asintió.
—”Sí. Ya está bastante gastada y con manchas imposibles de quitar, pero… no pude deshacerme de ella.”
Cheong Myeong chascó la lengua con una sonrisa burlona.
—”Eres un sentimental.”
Sin esperar más, se giró hacia el puesto y comenzó a inspeccionar las cintas. Tras un momento, tomó una con bordados de flores de ciruelo, el mismo árbol que decoraba el Monte Hua en primavera. La tela era firme, pero lo suficientemente suave como para no causar molestias.
Sin decir nada, la compró y se la extendió a Baek Cheon.
Baek Cheon abrió los ojos con sorpresa.
—”¿Para mí?”
—”No, para el perro de la esquina”—bromeó Cheong Myeong, empujándosela con un gesto de la mano—. “Claro que es para ti. No sigas siendo terco y no te duermas con ella puesta esta vez.”
Baek Cheon soltó una carcajada.
—”¡Ya no soy ese niño!”
Pero aun así, tomó la cinta con cuidado, guardandola como si fuera un regalo invaluable.
Baek Cheon se detuvo repentinamente y señaló un puesto con un juego simple: tirar aros y acertar en los objetivos para llevarse un premio. La mecánica era fácil, pero la puntería era lo que realmente importaba.
—”Había un puesto parecido cuando era niño* —comentó con un tono nostálgico—. “Había un juguete que quería ganar, pero nunca lo logré conseguir.”
Cheong Myeong ladeó la cabeza, curioso.
—”¿Nunca?”
Baek Cheon negó con una pequeña risa, aunque su expresión tenía un dejo de melancolía.
—”No. Al final, alguien más se lo llevó antes de que pudiera ganar. Mi madre me compró uno parecido para consolarme, pero… ya sabes cómo era de niño. Vivía con la presión de demostrar que era bueno en todo. Que ni siquiera pudiera ganar en un simple juego me hizo sentir… frustrado.”
Cheong Myeong lo miró en silencio por un momento.
No le sorprendía que Baek Cheon fuera un niño con un sentido del deber y la competencia exageradamente desarrollado, pero imaginarlo deprimido por algo tan simple como un juego de feria le resultaba, de algún modo, entrañable y triste a la vez.
—”Bueno, con tus habilidades actuales podrías ganar fácilmente un premio” —comentó con ligereza.
Baek Cheon rió ante la idea.
—”¿Me estás diciendo que use mis artes marciales para ganar un juego infantil?”
Cheong Myeong se encogió de hombros con una sonrisa descarada.
—”No es mi culpa que tengas un talento exagerado.”
Antes de que Baek Cheon pudiera responder, Cheong Myeong ya estaba sacando algunas monedas para pagar la partida.
—”Vamos, dime qué premio quieres.”
Baek Cheon miró el puesto con curiosidad, recorriendo con la vista los premios disponibles. Sin embargo, nada realmente llamó su atención. La mayoría eran juguetes para niños: trompos, figuritas de madera, pequeños instrumentos de cuerda… Nada que realmente quisiera.
—”Parece que no hay nada interesante”—murmuró, con los brazos cruzados.
Pero entonces, Cheong Myeong señaló un juguete en particular.
Era un conejo de tela, con orejas largas y caídas, y unos ojos bordados que le daban una expresión ligeramente seria. A diferencia de los otros juguetes, que parecían más infantiles, este tenía un aire más elegante y bien hecho, con detalles bordados que le daban un toque especial.
—”Mira ese” —dijo Cheong Myeong con una sonrisa traviesa—. “Se parece a ti.”
Baek Cheon parpadeó y luego lo miró con el ceño fruncido
—”¿Me estás diciendo que parezco un conejo de tela?”
—”No cualquier conejo, ese en específico” —puntualizó Cheong Myeong, cruzándose de brazos y con una expresión satisfecha—. “Es un conejo orgulloso, serio y con cara de que va a regañar a alguien en cualquier momento.”
Baek Cheon abrió la boca para quejarse, pero luego miró el peluche con más atención.
… De acuerdo, tenía que admitir que sí tenía algo de parecido.
—”Hah… “—Baek Cheon suspiró, rindiéndose ante la broma—. “Está bien, entonces gana ese si puedes.”
Cheong Myeong sonrió de oreja a oreja.
—”Hecho. Prepárate para recibir tu versión de tela, Cheon-ah.”
Tal como había prometido, Cheong Myeong acertó los tres aros al objetivo sin ningún problema.
¿Usó o no sus técnicas de cultivo?
Bueno, nadie podría comprobarlo.
El encargado del puesto le entregó el conejo de tela con una sonrisa.
—”¡Felicidades, joven! Aquí tiene su premio.”
Cheong Myeong tomó el peluche con orgullo y lo levantó como si fuera un trofeo, girándose hacia Baek Cheon con una expresión burlona.
—”Míralo, es igualito a ti.”
Baek Cheon bufó con fingida exasperación, pero su mirada se quedó unos segundos más de lo necesario en el peluche.
Cheong Myeong, como si esperara que dijera algo más, se puso a comparar descaradamente el juguete con el Baek Cheon original.
—”Tiene la misma expresión seria, las orejas largas como tu cabello suelto y hasta parece que está a punto de regañarme por hacer algo indebido.”
—”¡No soy un conejo!”—protestó Baek Cheon, pero su tono carecía de verdadera molestia.
En un movimiento rápido, le arrebató el peluche de las manos.
Cheong Myeong se rió con diversión.
—”Oh, parece que sí te gustó.”
Baek Cheon desvió la mirada y fingió no haber escuchado.
Bueno... tal vez sí le gustaba.
Y no solo el peluche. Todo en este día le estaba gustando más de lo que esperaba.
El paseo por la ciudad, la comida, los dulces, los recuerdos de su infancia que revivía con cada paso… y sobre todo, la compañía de Geomjon.
Claro, sabía perfectamente que el dinero que estaban usando era suyo.
Pero Geomjon había sido quien había elegido los regalos.
No era simplemente él comprándose cosas, sino que Geomjon estaba eligiendo cosas para él, pensando en lo que le gustaría, en lo que le traería buenos recuerdos.
Baek Cheon apretó suavemente el peluche entre sus manos, sintiendo la tela suave bajo sus dedos.
—--------
Después de un recorrido lleno de anécdotas y deliciosa comida, donde Cheong Myeong no dudó en probar cada licor artesanal que encontraba (según él, era parte de la experiencia cultural), el sol comenzó a ocultarse en el horizonte.
El bullicio del mercado seguía a sus espaldas, pero Baek Cheon lo guió hacia una zona más retirada, lejos de la multitud y del constante sonido de comerciantes llamando a los clientes.
El aire era más fresco aquí, el ambiente más tranquilo.
Las casas y puestos quedaron atrás, dando paso a un sendero rodeado de árboles. El sonido de sus pasos se mezclaba con el susurro del viento y el canto lejano de algunas aves que regresaban a sus nidos.
Cheong Myeong alzó una ceja, intrigado.
—”¿A dónde me llevas ahora?”
Baek Cheon sonrió ligeramente y simplemente señaló hacia adelante.
—”Es el último lugar de nuestro paseo.”
Cuando finalmente llegaron, el paisaje se abrió ante ellos en una vista impresionante.
Era una colina que daba a un extenso valle, bañado por los tonos cálidos del atardecer. Desde allí, se podía ver la ciudad iluminada por las últimas luces del sol, con pequeños destellos de linternas que empezaban a encenderse a lo lejos.
Había un par de rocas planas que servían como asientos naturales. Baek Cheon se sentó con familiaridad, como si fuera un lugar que conocía muy bien.
Cheong Myeong lo imitó, dejando escapar un suspiro satisfecho.
—”Vaya, esto sí que es una vista.”
Baek Cheon se recargó ligeramente en sus rodillas y miró el horizonte con una expresión nostálgica.
—”Solía escaparme aquí cuando era niño.”
Cheong Myeong desvió la mirada hacia él, sin sorprenderse demasiado.
—”Lo imaginaba. La secta Jongnam no está tan lejos de aquí, después de todo.”
Baek Cheon asintió, con una sonrisa que tenía un dejo de melancolía.
—”Cuando la vida en la secta se volvía sofocante, venía aquí y me sentaba exactamente donde estamos ahora. Miraba el atardecer y me imaginaba cómo sería viajar lejos, más allá de estas montañas, más allá de lo que conocía.”
Cheong Myeong lo observó en silencio.
A pesar de su actitud firme y disciplinada, Baek Cheon seguía siendo ese niño que soñaba con algo más, con algo fuera del rígido camino que le habían trazado.
—”¿Y ahora?” —preguntó Cheong Myeong, apoyando un brazo en su rodilla mientras lo miraba de reojo—.” ¿Sigues queriendo huir?”
Baek Cheon cerró los ojos por un momento, dejando que el viento le despeinara un poco el cabello.
—”No… “—susurró con tranquilidad—. “Ahora ya no siento la necesidad de escapar.”
Cheong Myeong no dijo nada, pero una sonrisa casi imperceptible apareció en su rostro.
El silencio entre ambos no era incómodo.
Se quedaron allí, mirando el cielo teñirse de tonos rojizos y dorados, disfrutando de la brisa y de la simple compañía del otro.
No había necesidad de palabras en ese momento.
Chapter 83: ⌗Viaje a Shaanxi (7)
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A medida que la Luna ascendía en el cielo y las primeras estrellas comenzaban a titilar, Baek Cheon desvió la mirada del paisaje y posó sus ojos en su maestro.
Geomjon todavía estaba observando el horizonte, con su expresión tranquila e imperturbable.
Baek Cheon sintió su corazón latir más rápido.
Durante todo el día, había recibido regalos, compartido recuerdos, y Geomjon había estado a su lado en cada momento. Pensó que tal vez… solo tal vez, este era el momento perfecto para dar un paso más allá.
No quería precipitarse, pero algo en el ambiente—la brisa fresca, la luz plateada de la Luna reflejándose en el rostro de su maestro, la calidez de todo lo que habían compartido hoy—lo impulsaba a hacer algo.
Tal vez… decirle algo más personal.
Tal vez… un beso en la mejilla no sería tan atrevido.
Baek Cheon respiró hondo.
Reunió su valor y, con el corazón acelerado, se inclinó ligeramente hacia él.
Pero justo en ese momento, un sonido interrumpió el momento.
Pasos.
Pesados. Firmes.
Alguien se acercaba.
Ambos se giraron casi al mismo tiempo, alertados por la presencia inesperada.
—”Vaya… “—una voz grave y condescendiente rompió la tranquilidad del lugar—. “Así que los rumores eran ciertos. Realmente te atreviste a volver aquí después de tanto tiempo.”
Baek Cheon sintió su cuerpo tensarse.
A unos metros de ellos, de pie con los brazos cruzados y una expresión arrogante en el rostro, estaba **Jin Geumryong, su hermano mayor.
Y no venía solo.
Detrás de él, un par de discípulos de la secta Jongnam miraban la escena con evidente interés, como si hubieran venido a presenciar un espectáculo.
Baek Cheon cerró los ojos un instante y dejó escapar un largo suspiro.
No quería problemas.
Solo había venido a dar un paseo.
Pero, por lo visto, su hermano tenía otros planes.
Jin Geumryong observó a su hermano con desdén, pero cuando su mirada se desvió hacia Geomjon, su expresión se volvió aún más oscura, como si la sola presencia del hombre frente a él lo ofendiera profundamente.
—”Incluso trajiste a gente no deseada.”
Cheong Myeong ni siquiera parpadeó ante la provocación.
Su expresión permaneció tan serena y despreocupada como siempre, como si ni siquiera hubiera escuchado el comentario.
Pero Baek Cheon no podía dejarlo pasar.
—”No vinimos a causar problemas.” —Frunció el ceño y su tono fue firme.— “Además, es de mala educación referirse así a una figura importante como lo es Geomjon.”
Jin Geumryong bufó, cruzándose de brazos.
—”¿Te atreves a hablar de mala educación cuando tú mismo vienes a tu ciudad natal y ni siquiera te dignas a saludar a tu familia?” —Su voz destilaba sarcasmo y reproche.— “¿O acaso has olvidado tus raíces, Jin Dongryong~?”
Baek Cheon se tensó de inmediato.
Ese nombre.
Ese maldito nombre.
Llevaba años sin escucharlo en voz alta. Años desde que lo había dejado atrás.
Los discípulos de la secta Jongnam que estaban detrás de Jin Geumryong sonrieron con sorna, disfrutando de la incomodidad de Baek Cheon.
Y entonces:
—”Pffft…”
Un sonido ahogado, casi contenido.
—”E-Espera... Tu nombre verdadero es… Pfff…”
Baek Cheon sintió una horrible premonición.
Volteó hacia su maestro justo a tiempo para ver su rostro temblar, como si estuviera haciendo un esfuerzo sobrehumano por contenerse.
Pero fue inútil.
Geomjon, el legendario espadachín, el temido maestro de la Montaña Hua… estaba doblado de la risa.
—”¡PFFT—JAJAJAJAJA!”
Todo su autocontrol se derrumbó.
Se llevó una mano al estómago, incapaz de contenerse.
—”¡Jin Dongryong! ¡Pffft! ¡No puedo creerlo! ¡Es demasiado perfecto!”
Baek Cheon sintió su cara arder como nunca antes en su vida.
—”¡MI NOMBRE AHORA ES BAEK CHEON!” —gritó, desesperado por recuperar su dignidad.
Pero eso solo hizo que Geomjon se riera aún más fuerte.
Incluso se apoyó en un árbol cercano, tratando de recuperar el aliento entre carcajadas.
—”¡No, no, espera! ¡Jin Dongryong! ¡Dioses, es increíble! ¡Pfft—**JAJAJA!”
Baek Cheon quería morir.
No. No solo morir.
Quería desintegrarse.
Quería que el suelo lo tragara, lo masticara y lo escupiera a otro continente.
Y mientras tanto, su maldito maestro seguía riendo.
La mirada de Baek Cheon se oscureció al fijarse en el verdadero culpable de todo.
Jin Geumryong.
Ahí estaba su maldito hermano mayor, mirándolo con desdén, con una sonrisa burlona dibujada en su rostro. Lo había hecho a propósito.
No solo lo había provocado, no solo había arruinado la tranquilidad de su paseo… había destruido todo su progreso con Geomjon.
Porque claro que su maestro recordaría esta salida.
Pero no como el día en que fortalecieron su vínculo, ni como un momento significativo en su relación. No.
Ahora lo recordaría como el día en que descubrió el vergonzoso y maldito nombre "Jin Dongryong".
Todo el romance se había arruinado.
Baek Cheon sintió su mandíbula apretarse. Solo quería un paseo tranquilo.
Solo quería que este día terminara de manera perfecta.
Y ahora… ahora estaba furioso.
Su mirada se afiló cuando volvió a encarar a su hermano.
—”Supongo que no me dejarás ir hasta que consigas tu revancha, ¿verdad?”
Jin Geumryong sonrió con suficiencia.
—”Ah… ¿al menos lo reconoces? Me alegra que aún recuerdes la diferencia entre nosotros, Dongryong.”
Baek Cheon casi escupió fuego.
Pero antes de que pudiera responder, escuchó la risa entrecortada de Geomjon disiparse poco a poco.
Oh.
Oh, pero esto se estaba poniendo interesante.
Cheong Myeong se irguió, controlando su risa, y miró a ambos hermanos con renovado interés.
Una segunda pelea entre Baek Cheon y Jin Geumryong.
Eso no sucedía en el juego original. Si no hasta unos años más tarde.
La primera y segunda pelea entre ellos eran eventos clave en la historia, pero después, el juego no exploraba más su rivalidad porque el enfoque se desviaba hacia el fanservice y los intereses románticos de Baek Cheon.
Pero ahora… ahora iba a ver a ambos en un enfrentamiento con sus habilidades más desarrolladas mucho antes de lo esperado.
Oh, esto iba a ser divertido.
—---------
Esto no era lo que Cheong Myeong esperaba.
Había imaginado un combate elegante y feroz, con técnicas refinadas y golpes certeros, algo digno de los mejores artistas marciales de la secta Mount Hua y la secta Jongnam.
Pero la realidad…
La realidad era un completo desastre.
Baek Cheon y Jin Geumryong rodaban por el suelo, agarrándose del cabello, dándose codazos, y en algún momento mordiéndose como si fueran niños peleando en el patio de recreo.
¿¡Qué demonios estaba viendo!?
Cheong Myeong miró la escena con una expresión en blanco, incapaz de procesar lo que estaba pasando.
—”…¿Por qué están peleando así?”
Yu Iseol habría rodado los ojos si estuviera presente.
En lugar de un choque épico entre dos poderosos discípulos… esto parecía una riña de borrachos en una taberna.
Pero bueno, al menos Baek Cheon estaba ganando.
Jin Geumryong gritó al sentir los dedos de Baek Cheon en su cabello, jalándolo con una fuerza descomunal.
—”¡Maldito—! ¡¿Vas a arrancarme el cuero cabelludo, o qué?!”
—”¡Deja de hablar y pelea, desgraciado!”
Cheong Myeong estaba sin palabras.
¿Este era el Baek Cheon noble y refinado del juego?
¿Dónde estaba el elegante joven que se suponía que debía brillar con una presencia inalcanzable?
¿¡Por qué su Baek Cheon estaba insultando como un mendigo!?
Pero el caos no terminó ahí.
Los discípulos de la secta Jongnam, al ver que su líder estaba perdiendo miserablemente, decidieron intervenir.
—”¡Mayor, lo ayudaremos!”
—”¡No podemos permitir que nos humillen así!”
Uno, dos, cinco discípulos comenzaron a acercarse peligrosamente con intenciones poco honorables.
¡Esto ya no era un duelo, era una pelea injusta!
Cheong Myeong suspiró, llevándose una mano al rostro. Iba a lamentar esto más tarde.
Se acercó a la batalla campal, agarró a Baek Cheon como si fuera un saco de papas, lo cargó sobre su hombro sin esfuerzo y huyó a toda velocidad.
—”¡SUÉLTAME, MALDITO! ¡AÚN NO HE TERMINADO CON ÉL!”
Baek Cheon pateó y forcejeó, pero Cheong Myeong no le hizo caso y aceleró aún más el paso, dejando atrás a los discípulos de Jongnam.
—”¡Llévate a tu salvaje discípulo y no vuelvas, Geomjon!”—gritó Jin Geumryong, aún despeinando y con el orgullo destrozado.
—”¡Vuelve aquí y termina la pelea, maldito cobarde!” —Baek Cheon seguía gritando insultos desde el hombro de Cheong Myeong.
Cheong Myeong suspiró profundamente.
Dios…
¿En qué momento su vida se había convertido en esto?
Chapter 84: ⌗Viaje a Shaanxi (8)
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Dentro de la seguridad de la posada, Cheong Myeong dejó caer a Baek Cheon sobre la cama.
El cuerpo de su discípulo rebotó ligeramente sobre el colchón, pero Baek Cheon no se molestó en moverse. Seguía con los brazos cruzados, el ceño fruncido y la boca murmurando cosas sin sentido.
—”Maldito Jin Geumryong… me las va a pagar…”
—”Tch, siempre fastidiando…”
—"Jin Dongryong" mi trasero…”
Seguía refunfuñando, completamente perdido en su furia infantil.
Cheong Myeong se pasó una mano por el rostro y suspiró.
¿Era él el maestro aquí o la niñera de este hombre?
En cualquier caso, le tocaba actuar como el adulto responsable.
Ignorando las quejas de Baek Cheon, salió de la habitación y bajó al primer piso de la posada. Pidió agua caliente y un par de toallas, asegurándose de que todo estuviera listo para cuando Baek Cheon dejara de hacer su berrinche.
Mientras esperaba que llenaran el cubo con agua caliente, un pensamiento se instaló en su mente.
Jin Dongryong.
Ese era el verdadero nombre de Baek Cheon.
En el juego original, se mencionaba que Baek Cheon había cambiado su nombre al actual, pero nunca se revelaba cuál era su nombre de nacimiento.
Ahora entendía por qué.
No es que el juego lo ocultara por un motivo importante o misterioso… era porque el nombre era ridículamente chistoso.
Jin Dongryong.
Cheong Myeong sintió un cosquilleo en la garganta y tuvo que contener la risa. Maldita sea, el nombre era demasiado gracioso.
Pero si se reía ahora, Baek Cheon lo mataría.
Con el agua caliente ya lista, Cheong Myeong subió nuevamente a la habitación.
Baek Cheon seguía en la cama con los brazos cruzados, mirando al techo con una expresión de indignación absoluta.
—”Levántate, vas a bañarte.”
Baek Cheon lo miró con fastidio, hundiendo la cabeza en la almohada como si quisiera desaparecer. Todavía estaba indignado.
Cheong Myeong, con su infinita paciencia —o más bien, con su infinita falta de ganas de lidiar con un adulto actuando como niño—, se inclinó y le arrancó una hoja del cabello.
—”Parece que tienes un nido en la cabeza.”
Baek Cheon parpadeó, desconcertado por el gesto. Su ceño se suavizó apenas, su enojo perdiendo fuerza. Suspiró profundamente y finalmente se puso de pie, resignado.
Se dirigió al baño con pasos pesados, como si todavía llevara encima el peso de la pelea infantil con su hermano.
Cheong Myeong lo siguió con la mirada hasta que desaparecio tras la cortina, pero cuando el sonido del agua comenzó a llenar la habitación, desvió la vista rápidamente hacia la ventana.
No había absolutamente nada interesante afuera.
La calle estaba tranquila, con apenas un par de faroles iluminando los caminos.
Pero eso no importaba.
Lo que importaba era que no iba a girar la cabeza ni por accidente en dirección al baño.
El sonido del agua parecía burlarse de él, recordándole que su discípulo estaba justo al otro lado de la puerta, despojándose de sus ropas, con gotas deslizándose por su piel…
“…”
“Maldita sea.”
Cheong Myeong sacudió la cabeza como si pudiera expulsar esos pensamientos a la fuerza.
Este no era el juego original.
No estaba aquí para seguir el camino del protagonista rodeado de intereses románticos.
Pero entonces…
¿Por qué se sentía como si estuviera a punto de activar una escena especial?
Finalmente, después de varios minutos de sufrimiento silencioso, Cheong Myeong no pudo soportarlo más.
Se puso de pie con determinación y salió de la habitación sin mirar atrás.
El aire fresco del pasillo lo recibió como un bálsamo, disipando la absurda tensión que se había acumulado en su cuerpo. Por el amor de los cielos, qué clase de villano se ponía nervioso porque su discípulo estaba bañándose en la misma habitación, pero separado por una cortina.
Sacudió la cabeza y bajó las escaleras con la intención de pedir la cena.
El restaurante de la posada estaba animada, con algunos viajeros charlando y bebiendo después de un día largo. Se acercó al mostrador, donde la posadera, con una sonrisa cálida, lo recibió con entusiasmo.
—”¡Oh, buenas noches Geomjon! ¿En que te puedo ayudar?”
Cheong Myeong hizo su pedido con calma, eligiendo platillos que sabía que le gustaban a Baek Cheon, aunque fingió que lo hacía al azar.
La posadera asintió con gusto.
—”Enseguida estará listo. Puede retirarse a su habitación si lo desea.”
Pero Cheong Myeong negó con la cabeza.
—”Esperaré aquí.”
No tenía prisa por regresar. No quería arriesgarse a que Baek Cheon siguiera en la bañera cuando regresara.
Así que se apoyó en el mostrador, observando a la gente a su alrededor. Algunos comerciantes bebían licor y reían ruidosamente, mientras otros viajeros parecían demasiado cansados para hacer otra cosa que no fuera comer en silencio.
Poco después, la posadera le entregó la bandeja con los platillos recién preparados.
—”Aquí tienes, maestro Geomjon. Que disfruten la cena.”
Cheong Myeong tomó la bandeja con una inclinación de cabeza y regresó a la habitación.
Al abrir la puerta, exhaló un suspiro de alivio al ver que Baek Cheon ya había terminado de bañarse y estaba completamente vestido.
Su discípulo estaba sentado en la cama, secándose el cabello con una toalla, su expresión ya más relajada después del baño caliente.
Perfecto.
Ahora sí, podía fingir que nunca había tenido pensamientos incómodos hace un momento.
Cuando Cheong Myeong colocó la bandeja sobre la mesa, sus ojos se posaron en Baek Cheon, esperando su reacción con una anticipación que no quiso admitir.
No lo decepcionó.
Los ojos de Baek Cheon brillaron con un infantil entusiasmo cuando vio sus platillos favoritos, y su expresión cansada se iluminó de inmediato.
—”Oh… Esto huele increíble.”
Cheong Myeong sintió un pequeño triunfo interno al verlo tan contento, pero mantuvo una expresión neutral mientras se acomodaba frente a él.
—”Por supuesto que huele increíble, lo escogí yo.”
Baek Cheon rodó los ojos con una sonrisa y no perdió más tiempo en empezar a comer.
Ambos cenaron en un ambiente tranquilo y cómodo, disfrutando de la comida después de un día largo.
Mientras terminaban, Baek Cheon comentó con tono casual:
—”Mañana temprano volveremos a la secta.”
Cheong Myeong dejó escapar un suspiro dramático, apoyando su cabeza en una mano.
—”¿Tan pronto? Mis pequeñas vacaciones han llegado a su fin…”
Baek Cheon se rio entre dientes.
—”Solo te lamentas porque ya no podrás beber todo el licor que quieras.”
Cheong Myeong ni siquiera trató de negarlo.
—”Exactamente.”
Baek Cheon negó con la cabeza, divertido, mientras recogía los platos vacíos y los dejaba a un lado.
Después de cenar, ambos comenzaron a prepararse para dormir.
Cheong Myeong se estiró y luego se dejó caer sobre la cama con total naturalidad.
—”Ahhh, finalmente, un descanso adecuado.”
Pero algo estaba… raro.
Giró la cabeza y vio que Baek Cheon había colocado una cobija en el centro de la cama, dividiéndola en dos partes perfectamente separadas.
¿Qué demonios…?
Frunció el ceño, señalando la barrera con incredulidad.
—”¿Qué es esto?”
Baek Cheon se cruzó de brazos y lo miró con total seriedad.
—”Es la frontera que no debes cruzar.”
—”¿Frontera?” —Cheong Myeong soltó una risa burlona—. “¿No estarás esperando que respete esto?”
—”Exactamente.”
Cheong Myeong lo miró, ofendido.
—”Pero si ayer me dejaste usarte de almohada sin problemas.”
Baek Cheon se sonrojo y miró hacia otro lado.
—”Eso no es verdad! ¡Tu fuiste quien me forzó!”
—”Claro, claro.”
Baek Cheon ignoró su tono sarcástico y se acomodó de espaldas a él, dándole la clara señal de que la conversación había terminado.
Cheong Myeong lo observó por un momento y luego, con un suspiro, cerró los ojos.
No importaba.
Baek Cheon podía poner todas las barreras que quisiera… pero al final, él siempre las terminaba rompiendo.
Chapter 85: ⌗El Silencio Puede Ser Usado En Tu Contra
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A la mañana siguiente, después de una rápida preparación y un desayuno ligero, Cheong Myeong y Baek Cheon emprendieron el camino de regreso a la secta.
El clima era agradable, con una brisa fresca que hacía más llevadero el viaje. Ambos avanzaban a un ritmo constante, disfrutando de la tranquilidad del paisaje. El silencio entre ellos era cómodo, interrumpido solo por comentarios ocasionales sobre el camino o los recuerdos del día anterior.
Pero, por supuesto, Cheong Myeong no era alguien que dejara pasar una oportunidad de molestar a su discípulo.
—”Ayer te viste muy impresionante peleando con tu hermano.”
Baek Cheon bufó con desdén.
—”Hmpf, él se lo buscó.”
Cheong Myeong sonrió con picardía.
—”Sí, sí, pero lo mejor de la noche definitivamente fue descubrir tu verdadero nombre… Jin Dongryong.”
Baek Cheon, que hasta ahora había mantenido una expresión relajada, se tensó inmediatamente.
—”¡No me llames así!”—gruñó con el ceño fruncido, mirándolo con advertencia.
Cheong Myeong rió divertido.
—”¿Por qué no? Es un nombre maravilloso. Jin Dongryong~”
Baek Cheon apretó los puños, claramente conteniéndose para no estrangularlo en plena carretera.
—”Ese no es mi nombre.”
—”Lo fue.”
—”¡Pero ya no lo es!”
Cheong Myeong hizo un gesto despreocupado.
—”Está bien, está bien. No te llamaré así frente a la gente…”
Baek Cheon suspiró aliviado.
—”Bien.”
Pero su alivio duró poco.
—”…pero en privado lo diré hasta el cansancio.”
Baek Cheon se detuvo abruptamente y le dirigió una mirada de advertencia.
—”Ni se te ocurra.”
Cheong Myeong sonrió con total descaro.
—”Demasiado tarde, Dongryong.”
Baek Cheon cerró los ojos, respirando profundamente para calmar su creciente irritación.
“Este maldito…”
Al final, soltó un bufido resignado.
—”Hmpf, supongo que eso es mejor que nada.”
Cheong Myeong, satisfecho con su pequeña victoria, continuó caminando con una sonrisa traviesa en los labios.
El viaje de regreso a la secta continuó entre la paz del paisaje y los constantes intentos de Cheong Myeong por irritar a Baek Cheon.
—---------
Cuando llegaron a la secta del Monte Hua, el sol ya se ocultaba detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Después de días de viaje, la silueta de la secta resultaba extrañamente reconfortante.
Lo primero que hicieron fue dirigirse a la Oficina del Líder de la Secta para informar sobre su regreso. Baek Cheon se inclinó respetuosamente, dando un breve pero conciso informe sobre su viaje.
—”No hubo incidentes, líder de la secta. El viaje transcurrió sin problemas.”
Cheong Mun asintió con una leve sonrisa, pero su mirada se desvió sutilmente hacia su hermano menor.
—”Me alegra escuchar eso. ¿Y tú, Geomjon? ¿Algo que agregar?”
Cheong Myeong cruzó los brazos y bostezó perezosamente.
—”Nada fuera de lo común. Solo disfrutamos de un viaje tranquilo.”
Baek Cheon, acostumbrado a su actitud relajada, simplemente suspiró y pidió permiso para retirarse.
—”Con su permiso, me retiraré primero para dejar mis cosas.”
—”Adelante.” —Cheong Mun asintió con comprensión.
Cuando Baek Cheon salió, Cheong Myeong se dispuso a hacer lo mismo, pero antes de que pudiera moverse, su hermano ya estaba sirviendo dos tazas de té y colocando un platillo con dulces en la mesa.
Esa sonrisa en su rostro…
—”Quédate un rato, Geomjon. Me gustaría escuchar más detalles sobre el viaje.”
Cheong Myeong se detuvo a mitad de camino y entrecerró los ojos con sospecha.
—”¿Desde cuándo eres tan generoso con el té y los dulces?”
—”Desde siempre.” —respondió su hermano con total calma mientras le indicaba que se sentara.
Cheong Myeong no se lo creyó ni por un segundo. Algo en la expresión de su hermano le decía que esto no era una simple charla de rutina.
Su líder de la secta, su hermano mayor, estaba actuando como si estuviera a punto de escuchar un buen chisme.
Cheong Myeong frunció el ceño y se sentó con cautela.
—”…¿Por qué tienes esa cara?”
Cheong Mun tomó su taza de té con elegancia y le dedicó una sonrisa serena.
—”No sé de qué hablas.”
—”Hmpf.”
Tomando su propia taza, Cheong Myeong la giró entre sus manos antes de soltar con indiferencia:
—”No hay nada interesante que contar. Caminamos, comimos, dormimos y peleamos un poco. Ya está.”
—”Oh.” —Cheong Mun sorbió su té lentamente— “¿Entonces te la pasaste "caminando, comiendo y durmiendo" con Baek Cheon?”
Cheong Myeong casi escupió su té.
—”¡¿Qué insinúas?!”
—”Nada en particular.” —respondió con total calma, pero el brillo en sus ojos traicionaba su interés.
Cheong Myeong chasqueó la lengua, ya arrepintiéndose de haberse quedado. Definitivamente su hermano tenía algo en mente.
—”Deja de mirarme así.”
—”¿De qué manera?”
—”Como si estuvieras a punto de preguntarme algo vergonzoso.”
—”Vaya, qué interesante que hayas pensado en "vergonzoso" antes de que yo dijera algo más.”
Maldita sea, era una trampa.
Cheong Myeong gruñó y se llevó un dulce a la boca para evitar responder de inmediato. Pero su hermano lo conocía demasiado bien.
Y así comenzó lo que, sin duda, sería una larga conversación.
—
Cheong Myeong se sentía atrapado.
Desde el momento en que su hermano le ofreció té y dulces, supo que algo no estaba bien, pero ahora estaba completamente seguro de que esto no era solo una charla de rutina.
Cheong Mun lo miraba con esa sonrisa tranquila e impenetrable mientras hacía preguntas aparentemente inocentes:
—”¿Y cómo estuvo la ciudad?”
—”Bien. Colorida, llena de puestos, mucha gente.”
—”¿Y qué compraron?”
—”Un poco de todo. Ropa, dulces, algunos recuerdos.”
—”Hmm… ¿Y dónde se hospedaron?”
—”En la Posada de la Grulla Dorada.”
—”Oh, es un lugar bastante lujoso.”
Hasta ahí, todo parecía normal, pero entonces Cheong Myeong cometió un error fatal.
—”Sí, las habitaciones eran grandes y cómodas. Aunque compartí cuarto con Baek Cheon…”
Un silencio cargado cayó entre los dos.
Cheong Mun entrecerró ligeramente los ojos.
—”¿Oh?” —Su voz sonó demasiado casual— “¿También compartieron cama?”
Cheong Myeong sintió un escalofrío en la espalda.
No importaba cómo respondiera, cualquier cosa que dijera sería usada en su contra.
—”Sí, pero…” —Se detuvo, dándose cuenta demasiado tarde de su error.
—”Ya veo. “
Esa mirada de su hermano… algo tramaba.
Cheong Myeong intentó convencerse de que solo era paranoia suya, que Cheong Mun simplemente estaba sacando conclusiones sin sentido. Hasta que su hermano soltó la bomba.
—”Sabes, la secta no prohíbe ese tipo de relaciones, siempre y cuando no consuman su amor antes del matrimonio.”
Cheong Myeong casi se ahoga con el té.
¿¡Qué demonios estaba diciendo su hermano!?
—”¡COF! ¡¿QUÉ?!”
Cheong Mun ni siquiera parpadeó ante su reacción.
—”Digo, no es como si la secta impusiera reglas estrictas sobre esas cosas. Mientras haya respeto y compromiso, no hay problema.”
Cheong Myeong sintió que el mundo se desmoronaba.
—”¡¿Por qué me dices eso a mí?!”
—”Bueno… “—Cheong Mun lo miró con una expresión demasiado divertida para su gusto— “Pareces muy interesado en Baek Cheon.”
—”¡Porque soy su maestro! ¡Eso es normal!”
—”Claro, claro.”
No le creyó en lo absoluto.
Cheong Myeong se pasó una mano por la cara, tratando de calmarse. Baek Cheon era el protagonista del juego. El protagonista heterosexual.
¡Se suponía que tenía que tener un gran harem de mujeres hermosas, 20 esposas y 10 hijos!
¡Él solo era su maestro! Nada más. Absolutamente nada más.
Claro.
…¿Verdad?
Cheong Myeong sintió que su propia seguridad en ese pensamiento comenzaba a tambalearse.
Chapter 86: ⌗El Villano Tratando de Hacer su Trabajo
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Cuando finalmente se libró de la inquisición de su hermano, Cheong Myeong caminó de vuelta a su habitación con pasos apresurados, sintiendo como si hubiera escapado de una emboscada.
Apenas cerró la puerta tras de sí, apoyó la espalda contra la madera y dejó escapar un largo suspiro.
—”Dios… “—murmuró, llevándose una mano al pecho.
Su corazón latía fuerte.
No era normal.
No era por la sorpresa de la conversación con su hermano, no era por la incomodidad… Era por Baek Cheon.
"Pareces muy interesado en Baek Cheon."
Las palabras de su sahyung resonaron en su mente como un eco burlón.
Cheong Myeong se deslizó hasta sentarse en el suelo.
No.
No. No. No.
Sacudió la cabeza con fuerza, como si eso pudiera sacarse el problema de encima.
No podía estar pasando.
No tenía sentido. ¡No podía tener sentido!
Y aun así…
Cuando dejó que sus pensamientos vagaran, su mente lo traicionó.
Baek Cheon, con su cabello oscuro ondeando bajo la luz de la luna.
Baek Cheon, con sus cejas fruncidas de enojo y su boca maldiciendo a su hermano.
Baek Cheon, con los ojos brillando de alegría al ver su comida favorita.
Baek Cheon, acostado junto a él, con una cobija dividiendo la cama.
Demonios.
Se pasó la mano por la cara, sintiéndose miserable.
Incluso antes de despertar en este mundo como Geomjon, cuando era simplemente un ciudadano promedio sobreexplotado, había sentido “algo” por Baek Cheon.
¡Baek Cheon era la única razón por la que siguió jugando ese maldito juego!
No le importaban las heroínas, ni el harem, ni la historia de amor. Las rutas románticas siempre le parecieron una molestia, un obstáculo que interrumpía lo que realmente le interesaba: Baek Cheon.
Era el protagonista.
El personaje con el diseño más atractivo.
El que tenía una historia trágica y profunda enterrada bajo capas y capas de maldito fanservice.
Nunca le importaron las chicas.
Siempre fue Baek Cheon.
Cheong Myeong cerró los ojos, apoyando la cabeza contra la puerta.
Su hermano tenía razón. Ya lo había perdido.
Baek Cheon no era solo su discípulo.
Nunca lo fue.
Cheong Myeong soltó un suspiro cansado, presionando sus dedos contra sus sienes.
¿Y ahora qué?
¿Qué importaba que se diera cuenta de sus sentimientos?
Baek Cheon seguía siendo el protagonista del juego.
Las primeras cuatro heroínas no habían logrado captar del todo su corazón, pero eso no significaba que las demás no lo harían.
Había muchas más en camino.
Y, de todas ellas, la siguiente era una amenaza real.
Tang Soso.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda al recordar su historia.
No era como las demás.
No era solo otra más del montón.
Ella tenía más lore, más desarrollo, más presencia.
Era la primera esposa oficial de Baek Cheon.
No una simple conquista pasajera.
No un romance efímero que se desvanecía entre el resto del harem.
Era la primera que se quedaba con él.
En la historia original, Tang Soso tenía un destino cruel dentro de la familia Tang, atrapada en una jaula dorada sin poder decidir su futuro.
Para escapar de ello, se arrodillaba frente a Baek Cheon y le pedía matrimonio.
Un matrimonio por conveniencia.
Nada sentimental. Nada romántico.
Pero Baek Cheon, siendo el héroe amable y justo, aceptaba ayudarla.
Con el tiempo, lo que comenzaba como una fachada…
Se volvía amor genuino.
Cheong Myeong tragó saliva.
No se sentía listo para ver eso.
Para ver a Baek Cheon casándose.
Para verlo mirar a otra persona con cariño.
Para verlo amar a alguien más.
Su mandíbula se tensó.
No.
No quería ver eso.
Pero no podía hacer nada al respecto, ¿verdad?
Era el villano.
Su papel no era robarle el amor a Baek Cheon.
Era ponérselo difícil.
¿Entonces por qué demonios quería romper el guion?
No es como si no lo hubiese hecho antes... Pero era la primera vez que quería interrumpir una ruta romántica voluntariamente.
—--------
Los días siguientes pasaron con una extraña normalidad.
Cheong Myeong seguía siendo el mismo maestro exigente, entrenando a Baek Cheon y al resto de sus discípulos con su usual severidad.
Pero algo era diferente.
Y el problema era que solo él parecía notarlo.
Baek Cheon reía con la misma despreocupación de siempre, pero ahora ese sonido parecía grabarse en su cabeza.
Cuando se apartaba el cabello del rostro, deslizándolo tras su oreja con un gesto inconsciente, Cheong Myeong sentía su mirada atrapada en ese simple movimiento.
Cuando sus ojos turquesa brillaban bajo el sol, le resultaban demasiado llamativos.
Cuando sus manos se rozaban por accidente, sentía que el calor le subía hasta la nuca.
Y lo peor…
Es que Baek Cheon no notaba nada.
Él seguía actuando con la misma naturalidad de siempre.
El problema era él.
Era Cheong Myeong quien ahora veía las cosas con otros ojos.
Se maldijo en silencio.
No tenía tiempo para pensar en esas tonterías.
No cuando el próximo arco estaba a punto de comenzar.
Y ese día finalmente llegó.
Cheong Mun lo mandó a llamar para discutir un asunto importante.
Cheong Myeong sabía perfectamente de qué se trataba.
En la historia original, este era el momento en el que su sahyung le informaba que había problemas en la frontera con Sichuan y Yunnan, una disputa que afectaba los comercios. Y justamente en medio de toda esa disputa, mercancía importante de la secta había quedado varada.
Eso significaba que no podrían obtenerlo a menos que fueran ellos mismos a buscarlo.
¿Y qué había en el camino hacia esa región?
El Clan Tang.
Antes de llegar a su destino, tendrían que atravesar su territorio.
Y ahí es donde entraba Tang Soso en la historia.
Cheong Myeong cerró los ojos por un momento, soltando un largo suspiro.
No estaba listo para esto.
Cuando Cheong Myeong entró en la Oficina del líder de la secta, fue recibido por la tranquila sonrisa de Cheong Mun.
—”Geomjon “—saludó con su habitual voz serena—.” Hay un asunto que quiero discutir contigo.”
Cheong Myeong se sentó frente a él, sabiendo lo que vendría.
—”¿De qué se trata?”
Cheong Mun tomó su taza de té con calma antes de responder:
—”Últimamente ha habido problemas en la frontera de Sichuan.”
Cheong Myeong parpadeó.
—”¿Y eso qué tiene que ver con nosotros?”
—”Los conflictos están atrasando múltiples comercios, y nuestras transacciones también se han visto afectadas.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío.
Trató de mantener la calma y lanzó la pregunta que esperaba que resolviera todo:
—”¿Por qué el Clan Tang no soluciona ese problema? Esa es su región.”
Era una pregunta lógica.
El Clan Tang era una de las Cinco Grandes Familias de Sichuan, y su influencia en la región era enorme.
Si algo estaba afectando el comercio en su territorio, lo normal sería que ellos mismos lo solucionaran.
Cheong Mun apoyó la taza sobre la mesa.
—”Tampoco quiero involucrarme en problemas ajenos, pero…”
Cheong Myeong se tensó.
Siempre había un “pero”.
—”También tenemos mercancía atrapada en la frontera” —continuó su sahyung—. “Entre ella, los ingredientes que encargamos para la fabricación de las Píldoras Primordiales.”
Las Píldoras Primordiales.
Oh…
Mierda.
Cheong Myeong se había olvidado por completo de eso.
Por un momento pensó que aún podía evitar el arco, así que propuso rápidamente:
—”Podemos conseguir lo que falta en otro lugar.”
Pero Cheong Mun negó con la cabeza.
—”Algunas cosas, sí. Pero hay un ingrediente en particular que solo se encuentra en Yunnan.”
Silencio.
Cheong Myeong apretó los dientes.
No podía discutir contra eso.
Si fuera cualquier otra cosa, podría haberse rendido fácilmente.
Pero las Píldoras Primordiales eran esenciales para fortalecer a la secta, y Cheong Mun no iba a dejarlo pasar.
Y ahora, gracias a ese maldito detalle, tenía que ir sí o sí a Sichuan.
Y en el camino…
Tendría que cruzarse con Tang Soso.
El arco de la primera esposa de Baek Cheon estaba oficialmente en marcha.
Notes:
Aaaaa finalmente se viene el Clan Tang 👀👀👀
Chapter 87: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso (1)
Chapter Text
Cheong Myeong no tenía escapatoria.
No podía rechazar la misión.
Intentarlo solo haría que su sahyung lo mirara con sospecha, y si alguien como Cheong Mun empezaba a sospechar de sus verdaderas intenciones, su vida se complicaría aún más.
Así que no tuvo más opción que aceptar.
Pero si iba a Sichuan, tenía que hacerlo con sus propios términos.
Necesitaba refuerzos.
Y no cualquier refuerzos, sino los mejores pollitos de su gallinero.
Cheong Myeong primero fue en busca de Baek Cheon a regañadientes.
No necesitaba decírselo directamente. Si él se iba de la secta, Baek Cheon lo seguiría de todos modos.
Luego, fue por Yu Iseol y Jo Gul.
Ambos eran hábiles y confiables.
Yu Iseol con su velocidad y precisión, y Jo Gul con su aguda intuición y sentido de peligro.
Pero aún faltaba alguien.
Alguien que no estaba bajo su tutela directa.
Yoon Jong.
El discípulo mayor de tercera clase.
El más sensato y responsable.
El único que podía actuar como un adulto real cuando todos los demás se dejaban llevar por las locuras de Cheong Myeong.
El problema era que no era su discípulo.
Era el discípulo de Cheong Mun.
Pero…
¿Desde cuándo las reglas habían detenido a Cheong Myeong?
Con un descaro absoluto, entró en la residencia de su sahyung y se llevó a Yoon Jong sin preguntar.
Literalmente.
—”¿Por qué yo?” —se quejó Yoon Jong mientras era arrastrado por el cuello de su ropa.
—”Porque necesito a alguien con sentido común en este desastre.”
—”¡Podrían llevar a cualquier otro discípulo!”
Pero era demasiado tarde para resistirse.
Ya estaba en la misión.
Poco después, los cuatro discípulos estaban reunidos frente a Cheong Myeong, esperando recibir las indicaciones de su próxima misión.
Baek Cheon estaba de brazos cruzados, con una expresión seria pero curiosa.
Yu Iseol permanecía en silencio, observando atentamente a Cheong Myeong.
Jo Gul lucía emocionado, como si esperara una gran aventura.
Y Yoon Jong… bueno, Yoon Jong parecía ya estar arrepintiéndose de existir.
—”Escuchen bien “—dijo Cheong Myeong con seriedad—. “Nuestra misión es sencilla.”
Los cuatro discípulos asintieron, listos para escuchar.
—”Vamos a Sichuan, recogemos nuestra mercancía, volvemos a la secta sin causar problemas.”
Hubo un largo silencio.
Jo Gul alzó una ceja.
—”…¿Nosotros? ¿Sin causar problemas?”
Yoon Jong suspiró profundamente.
—”Siento que ya hemos fallado antes de comenzar.”
Cheong Mun observó al grupo con una mezcla de resignación y paciencia, como un padre despidiendo a sus hijos antes de un viaje peligroso.
Sabía que esto terminaría en problemas.
Pero ya no podía detenerlos.
Suspiró pesadamente y, sin decir más, le entregó a Yoon Jong una lista con los artículos que la secta había encargado.
—”Aquí está lo que deben traer “—dijo con calma—. “Ni más ni menos.”
Yoon Jong asintió con responsabilidad, sosteniendo el pergamino como si fuera un tesoro.
Pero mientras tanto, seguía lanzándole miradas de súplica a su maestro, esperando que lo rescatara de esta misión suicida.
Sin embargo, Cheong Mun no hizo nada.
O lo estaba ignorando a propósito.
Quizás había aceptado que ni siquiera él podía salvar a Yoon Jong de las garras de Geomjon.
O tal vez, simplemente le parecía entretenido verlo sufrir.
Cheong Mun le echó un vistazo a su hermano, suavizando su expresión solo por un momento.
—”Geomjon.”
Cheong Myeong levantó la vista, esperando órdenes.
Pero en lugar de una advertencia sobre la misión, su hermano le lanzó una mirada seria.
—”Cuando regreses, no quiero ver ni una sola botella de licor entre la mercancía.”
Cheong Myeong puso una cara de indignación absoluta.
—”¡Sahyung! ¿Cómo puedes desconfiar de mí así?”
—”Desconfío de ti por experiencia.”
Baek Cheon suspiró por lo bajo, Jo Gul se rió en silencio, Yu Iseol miró a otro lado y Yoon Jong sintió una profunda empatía por Cheong Mun.
Al final, sin más discusiones, los cinco discípulos hicieron una reverencia y se despidieron de su líder.
—-------
El viento soplaba suavemente mientras descendían por el sendero de la montaña, listos para comenzar su largo viaje a Sichuan.
El viaje fue agotador y lento, al menos para los estándares de Cheong Myeong.
La carroza avanzaba con una parsimonia insoportable, meciéndose con suavidad sobre el camino de tierra. El traqueteo de las ruedas era demasiado monótono y la falta de acción estaba sacándole de quicio.
Esto no tenía sentido.
—”¡Podríamos haber llegado en la mitad del tiempo si hubiéramos corrido!” —se quejó, cruzándose de brazos con fastidio.
Baek Cheon se masajeó las sienes, ya acostumbrado a las quejas de su maestro.
—”No todos somos monstruos como tú, maestro” —replicó con calma—. “No podemos correr durante días sin descanso.”
—”No es para tanto. Solo tenían que forzar un poco más sus cuerpos.”
—”¡No queremos colapsar a mitad de camino!” —intervino Yoon Jong con frustración—.” Además, la carroza es cómoda, y así podemos conservar energía.”
Cheong Myeong bufó, mirando con desaprobación a sus discípulos.
¿Desde cuándo sus polluelos se habían vuelto tan blandos?
Justo cuando estaba a punto de seguir protestando, Baek Cheon desvió la conversación a un tema más importante.
—”Maestro, ahora que estamos aquí, ¿cuál es nuestro siguiente paso?”
Cheong Myeong se detuvo un momento para pensar.
Repasó la historia original en su mente.
Si seguían la trama tal como se suponía, irían directamente al lugar del problema, un punto conflictivo en la frontera donde los comerciantes estaban varados. Ahí era donde terminaban encontrándose con el clan Tang.
Pero él no quería eso.
No quería involucrarse con Tang Soso si podía evitarlo.
—”Hmmm… “—murmuró, afilando la mirada.
Necesitaba una ruta alternativa.
Y entonces se le ocurrió una idea brillante.
—”Jo Gul.”
Jo Gul parpadeó con sorpresa al ser llamado de repente.
—”¿Sí, maestro?”
—”Tu familia es de Sichuan, ¿verdad?”
—”Sí…”
—”Y son comerciantes.”
—”Así es…”
—”Entonces llévanos con ellos.”
Hubo un silencio momentáneo mientras todos procesaban sus palabras.
—”…¿Qué?” —Jo Gul ladeó la cabeza, confundido.
—”Nos llevas con tu familia. Tal vez puedan ayudarnos a conseguir lo que necesitamos sin que tengamos que involucrarnos en este desastre comercial.”
Baek Cheon alzó una ceja, intrigado.
—”No es una mala idea… Si la familia de Jo Gul tiene influencia aquí, podría ser más fácil obtener información.”
—”¡Exacto!”—Cheong Myeong asintió con satisfacción, orgulloso de su propia astucia.
Podrían solucionar la misión sin necesidad de cruzarse con el clan Tang.
Era perfecto.
Jo Gul, por otro lado, parecía menos entusiasmado.
—”Maestro… No es que no quiera ayudar, pero…”
—”¿Pero?” —Cheong Myeong entrecerró los ojos.
Jo Gul desvió la mirada
El suspiro resignado de Jo Gul fue suficiente para que Cheong Myeong supiera que no iba a ser un camino fácil.
Aun así, el discípulo no puso más objeciones y guió al grupo hacia su hogar.
Cheong Myeong no esperaba nada grandioso.
Tomando en cuenta la apariencia de Jo Gul, su piel morena, su cabello pelirrojo y alborotado, la cicatriz que adornaba su mejilla y, sobre todo, su actitud relajada y poco refinada, había asumido que su familia sería parte de un gremio pequeño y humilde.
Quizás una modesta tienda, o un grupo de comerciantes de clase media.
Nada demasiado impresionante.
Pero estaba terriblemente equivocado.
Cuando llegaron a su destino, Cheong Myeong se quedó sin palabras.
Frente a ellos se erigía una mansión comercial que gritaba riqueza.
Era un complejo enorme, con una infraestructura lujosa, puertas talladas con madera fina, decoraciones que exudaban un aire de sofisticación y opulencia. Incluso el aroma en el aire se sentía más refinado.
—”…¿Eh?” —fue todo lo que pudo decir.
Miró a los demás, solo para notar que todos estaban igual de sorprendidos.
Baek Cheon, con su porte de noble, aún mantenía la compostura, pero su leve ceño fruncido delataba que tampoco esperaba algo así.
Yu Iseol solo ladeó la cabeza, inexpresiva, pero con los ojos brillando levemente en lo que parecía ser interés.
Yoon Jong abrió la boca, luego la cerró, y finalmente volvió a abrirla.
—”Jo Gul… “—murmuró, con incredulidad—. “¿Tu familia es…?”
—”…Sí.”
—”¡¿Eres rico?!” —exclamó, sin poder contenerse.
—”No soy rico. Mi familia lo es.”
Cheong Myeong parpadeó lentamente, tratando de procesar la información.
—”Espera, espera, espera… “
Apuntó a Jo Gul de arriba abajo.
—”¿Quieres decirme que este hombre, este discípulo que habla como un mercenario y pelea como un bandido, proviene de esta familia noble y llena de dinero?”
Jo Gul chascó la lengua.
—”Maestro, eso es un insulto o un cumplido, ¿eh?”
—”¡Es ambas cosas!”
No era el único que había asumido que Jo Gul venía de una familia más humilde.
Todos lo hicieron.
Y ahora, aquí estaban, parados frente a la mansión de un influyente gremio comercial, mientras Jo Gul suspiraba con resignación, como si ya esperara este tipo de reacción.
—”Si ya terminaron de sorprenderse, entremos.”
Cheong Myeong no dijo nada.
Simplemente lo siguió en silencio, todavía intentando comprender cómo demonios un tipo como Jo Gul pertenecía a un lugar como este.
Chapter 88: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso(2)
Chapter Text
En cuanto los portones de la mansión se abrieron, una figura corrió a toda velocidad hacia ellos.
—”¡Joven amo!”—exclamó un sirviente, con lágrimas de felicidad.
Antes de que Jo Gul pudiera reaccionar, el hombre ya lo había atrapado en un abrazo firme y tembloroso.
—”¡Finalmente ha vuelto! ¡El joven amo ha regresado a casa!”
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido.
No tuvo tiempo de procesar la escena, porque una conmoción aún mayor se desató.
Dos figuras aparecieron al fondo del patio, moviéndose con velocidad sorprendente a pesar de su edad.
—”¡Mi bebé!”
—”¡Nuestro hijo ha vuelto a casa!”
Un hombre de mediana edad con un porte noble, pero con los ojos vidriosos por las lágrimas, y una mujer con una expresión maternal y angustiada, corrieron hacia Jo Gul sin darle oportunidad de escapar.
Antes de que pudiera reaccionar, su madre lo atrapó en un abrazo aplastante.
—”¡Mi pequeño Gul-ah! ¡Has adelgazado tanto!”
—”¡Estás bronceado! ¿Acaso no te dan de comer en el Monte Hua?” —su padre también lo abrazó, conmovido—. “No te preocupes, hijo, ahora que estás en casa te alimentaremos bien.”
—”¡E-Esperen, suéltenme!”
Jo Gul era, sin duda, el menos feliz aquí.
Mientras tanto, Cheong Myeong observaba la escena con una mezcla de incredulidad y deleite.
Ver a su feroz discípulo, que usualmente actuaba con confianza y descaro, ser tratado como un niño perdido por su familia era demasiado.
Intentó contener la risa.
De verdad lo intentó.
Pero entonces miró de reojo a Baek Cheon, quien también estaba mordiéndose el labio, temblando ligeramente, tratando de suprimir una carcajada.
Sus miradas se cruzaron.
Y entonces…
No pudieron contenerse más.
El estallido de carcajadas fue inevitable.
—”¡PFFT—AHAHAHA!”
—”¡¿Q-Qué es esto?! ¡Es un niño mimado!”
Cheong Myeong se dobló de la risa, sosteniéndose el estómago, mientras Baek Cheon intentaba cubrirse la boca, sin éxito.
—”¡Ustedes dos, cállense!”—gruñó Jo Gul, con el rostro completamente rojo de vergüenza.
Yoon Jong suspiró profundamente.
Sabía que esto pasaría.
Sin decir una palabra, les jaló el cabello a ambos, con una expresión neutral.
—”¡Ouch!”
—”¡Yoon Jong, traidor!”
—”Compórtense.”
Al final, Jo Gul logró liberarse con mucho esfuerzo, y su madre le limpió la ropa con las manos, todavía llorando suavemente por la emoción.
—”Mi bebé…”
—”¡Madre, ya no soy un niño!”
—”Claro que lo eres.”
Jo Gul gruñó, pero aceptó su destino con resignación.
—----
Como era de esperarse, el gremio los recibió como invitados de honor.
Los guiaron hacia un amplio y elegante comedor, donde una mesa larguísima ya estaba repleta de exquisitos platillos picantes.
Era un banquete digno de Sichuan.
Los aromas intensos y especiados inundaron la habitación, haciendo que Cheong Myeong tragara saliva.
Baek Cheon aclaró su garganta, tratando de recuperar su porte noble después de la vergonzosa escena anterior.
—”Como invitados, debemos comportarnos de acuerdo con las normas de etiqueta y demostrar la dignidad de la secta. “
Sus palabras eran firmes y elegantes, pero nadie le prestó atención.
Cheong Myeong ya estaba demasiado ocupado llenando su plato con comida, apilando montañas de carne y vegetales como si no hubiera un mañana.
—”¡Maldita sea! ¡Esto es un festín de verdad!”
Yu Iseol, normalmente reservada, ya tenía su propio plato repleto, y comía con calma, pero con una eficiencia letal.
Yoon Jong, tras un breve momento de duda, decidió que tenía hambre y siguió el ejemplo de sus mayores, apilando su comida con determinación.
Baek Cheon parpadeó, atónito.
—”… ¡Esos bastardos!”
¡Ni siquiera su compañero más confiable, Yoon Jong, le hizo caso!
Con una mirada traicionada, trató de reclamar, pero en ese momento, una figura apareció en la entrada del comedor.
Jo Gul había vuelto.
Pero no el Jo Gul de siempre.
No.
Este Jo Gul… lucía diferente.
Su ropa de entrenamiento había desaparecido.
En su lugar, llevaba ropas elegantes de seda, bordadas con patrones dorados que resaltaban su complexión fuerte.
Su cabello pelirrojo, siempre despeinado, ahora estaba perfectamente peinado hacia atrás, dándole un aire sofisticado y aristocrático.
Incluso su cicatriz parecía más distinguida en ese momento.
Por un instante, hubo silencio absoluto.
Y luego…
Risas.
—*¡PFFT—AHAHAHAHAHA!”
Cheong Myeong se dobló de la risa inmediatamente.
Baek Cheon, quien intentaba mantener la compostura, fracasó estrepitosamente y se cubrió el rostro con una mano, temblando por la risa.
Yoon Jong, con lágrimas en los ojos, se tapó la boca para no escupir la comida.
Yu Iseol no dijo nada, pero desvió la mirada y se cubrió los labios con la manga, un gesto que, en ella, era lo más cercano a una carcajada.
Jo Gul crujió los nudillos, con el rostro rojo de furia.
—”¡Oigan, bastardos, si se ríen una vez más, les juro que—!”
—”¡AHAHAHA! ¡Jo Gul, qué demonios! ¡Parece que te han bañado en perfume de nobleza!”
—”¡Mira su cabello! ¡Se ve tan elegante!”
—”Joven maestro Jo Gul”— Cheong Myeong hizo una reverencia burlona—, *por favor, no nos castigue con su gracia y esplendor.”
Jo Gul gruñó, apretando los puños.
—”¡Voy a matarlos a todos!”
Pero nadie lo tomó en serio.
Baek Cheon se secó las lágrimas de la risa, respirando hondo.
—*En serio, Jo Gul… así no puedes engañar a nadie diciendo que eres un plebeyo.”
—”¡CÁLLATE!”
Y con eso, la cena continuó en un ambiente caótico y divertido.
—------
El ambiente bullicioso y relajado del banquete comenzó a apaciguarse lentamente cuando Jo Gul, tras terminar un bocado, puso su plato a un lado y suspiró con pesadez.
—”Sobre la mercancía…” —su tono fue lo suficientemente serio como para que todos dejaran de comer y prestaran atención.
Cheong Myeong levantó una ceja.
—”¿Y bien? ¿Tu familia puede ayudarnos?”
—”Sí y no” —respondió Jo Gul, frotándose la nuca con frustración—. “Mientras estuve ausente, hablé con mi padre para ver si podía conseguir la mercancía por nosotros… pero hay un problema.”
Todos lo miraron expectantes.
—”El Clan Tang está involucrado.”
Cheong Myeong se tensó de inmediato.
Jo Gul continuó.
—”Parece que hubo disputas recientes en la frontera entre Yunnan y Sichuan, y eso afectó el comercio en la región. La mercancía que buscamos quedó atrapada en el medio de todo este lío, y ahora…” —hizo una pausa, frunciendo el ceño—” … si queremos recuperarla, necesitamos la aprobación directa del Clan Tang.”
Silencio.
Cheong Myeong cerró los ojos por un momento y exhaló lentamente.
No había forma de evitarlo, ¿verdad?
Desde el principio, él había intentado esquivar este arco, alejarse del encuentro con Tang Soso.
Pero, como si el destino mismo se burlara de él, todos los caminos lo llevaban directo hacia el Clan Tang.
—”Además… “—Jo Gul agregó con tono más sombrío—, “como somos forasteros, conseguir ese permiso no será fácil. El Clan Tang no confía en los de afuera. Son demasiado exclusivos.”
El peso de sus palabras se sintió en el aire.
Baek Cheon, quien había estado observando atentamente a su maestro, frunció ligeramente el ceño al notar el cambio en su expresión.
—”Maestro…” —llamó con un tono más suave—.” ¿Sucede algo con el Clan Tang?”
Cheong Myeong parpadeó y lo miró.
Por un instante, dudó.
Baek Cheon era demasiado perceptivo cuando se trataba de él.
—”No sucede nada” —respondió al final, con un tono más relajado de lo que realmente sentía.
Baek Cheon no pareció convencido.
Pero no insistió.
Aun así, esa sensación no desapareció.
Algo no estaba bien con la forma en que su maestro reaccionó al escuchar el nombre del Clan Tang.
Chapter 89: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso(3)
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Justo cuando Cheong Myeong estaba enredado en sus propios pensamientos, buscando una forma de sacar a Baek Cheon del panorama antes de que pudiera enredarse con el Clan Tang, un estruendoso alboroto proveniente del exterior lo hizo tensarse al instante.
Los discípulos intercambiaron miradas.
—”¿Qué está pasando?” —preguntó Yoon Jong, dejando sus palillos sobre la mesa.
Jo Gul también frunció el ceño.
—”No lo sé, pero a estas horas…” —su expresión se ensombreció—. “Nadie se atrevería a causar problemas en el Gremio de Comerciantes de los Cuatro Mares sin una buena razón. “
—*A menos…” —Baek Cheon entrecerró los ojos— “que sean personas que no ven esto como una falta de respeto.”
El silencio que siguió fue suficiente respuesta.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
No puede ser…
En ese momento, las puertas del comedor se abrieron de golpe, y un sirviente del gremio entró jadeando, con el rostro pálido por la urgencia.
—”¡Joven Amo! ¡Señor Jo! ¡El Clan Tang ha venido a verlos!”
Un escalofrío recorrió la habitación.
—”¡¿Qué?! “—exclamó Jo Gul, poniéndose de pie de inmediato.
Baek Cheon se irguió en su asiento, su expresión volviéndose seria.
Cheong Myeong, por otro lado, cerró los ojos y apretó los dientes.
¿Es en serio?
¿Había hecho algo tan terrible en su vida pasada como para merecer esto?
Intentó evitarlos a toda costa y, aun así, el clan Tang vino directamente a ellos.
El universo se estaba burlando de él.
—”Parece que no hay más opción que enfrentarlos” —murmuró, exhalando un suspiro pesado.
Baek Cheon lo observó de reojo.
Había algo en la postura de su maestro.
Algo más rígido de lo normal.
Algo que no podía descifrar.
Los cinco no tuvieron más opción que salir a ver lo que estaba ocurriendo.
Cheong Myeong iba al frente, con pasos seguros y la espalda recta, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros. Con un movimiento decidido, empujó las puertas de par en par, revelando la escena que se desarrollaba en el patio.
El aire estaba tenso.
El padre de Jo Gul estaba visiblemente nervioso, su postura rígida mientras hablaba con un joven vestido con túnicas verdes, quien parecía ser el origen del alboroto.
Cheong Myeong lo reconoció de inmediato.
Tang Zhan.
El hermano mayor de Tang Soso.
Uno de los talentos más prometedores del Clan Tang, alguien con una habilidad temible en el manejo de venenos y armas ocultas.
Un espejo del problema que estaba a punto de explotar.
Cheong Myeong lanzó una mirada rápida a los demás discípulos del Clan Tang que lo acompañaban, buscando un rostro en particular.
Tang Soso…
Pero no estaba ahí.
Bien.
Al menos por ahora, podía respirar tranquilo.
Aprovechando su posición de mayor, Cheong Myeong dio un paso adelante, su presencia imponente, su expresión indescifrable, y su voz resonó en la noche con un tono frío y afilado.
—”No esperaba ver al respetable Clan Tang causando un alboroto a estas horas de la noche.” —Su mirada se posó sobre Tang Zhan—. “¿Podría saber qué los trae aquí?”
Las palabras cortaron el aire.
Los discípulos de la Montaña Hua se tensaron detrás de él.
El padre de Jo Gul desvió la mirada, claramente incómodo por el enfrentamiento.
Tang Zhan, por su parte, sonrió con arrogancia.
—”He oído que el Gremio de Comerciantes de los Cuatro Mares está manejando ciertos asuntos que incumben al Clan Tang.” —Su voz era firme, pero había un matiz desafiante en su tono—. “Solo vine a asegurarme de que no hubiera malentendidos. “
Los ojos de Cheong Myeong se afilaron.
Una excusa.
Tang Zhan no estaba aquí solo por un "malentendido".
Estaba marcando territorio.
Mostrando que el Clan Tang seguía teniendo el control.
El joven maestro del Clan Tang mantuvo la compostura, pero Cheong Myeong podía ver el ligero destello de hostilidad en sus ojos.
Era un aviso.
Un recordatorio de que no podían moverse en Sichuan sin que el Clan Tang lo supiera.
Cheong Myeong sonrió con frialdad.
—”Ah… Ya veo. “—Su voz era ligera, pero con un filo oculto—. “¿Y cuál es exactamente la naturaleza de este “malentendido”?”
Tang Zhan endureció su expresión, su tono afilado como la hoja de un cuchillo cuando habló.
—”El Gremio de Comerciantes de los Cuatro Mares no informó sobre la llegada de ilustres discípulos de la Secta del Monte Hua a Sichuan. ¿Acaso intentan actuar a espaldas del Clan Tang?” —Sus ojos brillaban con una advertencia velada—. “Si no dejan en claro sus intenciones, esto podría considerarse una amenaza.”
El aire se volvió pesado.
Los discípulos del Monte Hua se tensaron ante las palabras del joven maestro Tang, pero Cheong Myeong solo sonrió.
Una sonrisa burlona. Desafiante.
Tarareó, como si estuviera considerando sus palabras, antes de hablar con ligereza.
—”Ah, ya veo, ya veo…” —Su tono era juguetón, pero no tenía ni una pizca de respeto—.” Pero hay algo que no entiendo…”
Hizo una pausa, dejando que el silencio se alargara incómodamente.
Tang Zhan frunció el ceño.
Cheong Myeong ladeó la cabeza, su sonrisa aún más descarada.
—”¿Por qué debería discutir esto con un niño?”
Silencio.
Las palabras golpearon como un látigo.
Baek Cheon parpadeó.
Yoon Jong y Jo Gul intentaron contener la risa.
Yu Iseol simplemente observó en silencio.
Pero Tang Zhan…
Su ceño se frunció con molestia.
—”¿Qué dijiste?” —Su voz bajó unos tonos, llena de amenaza.
Cheong Myeong sonrió más ampliamente.
—”Soy el maestro Geomjon de la secta del Monte Hua.” —Su tono adquirió un filo afilado—. “Si el Clan Tang tiene algo que discutir conmigo, entonces deberían enviar a alguien digno.”
Su mirada perforó la de Tang Zhan.
—”Si el Clan Tang es tan poderoso como presume, ¿por qué su líder no viene en persona?”
El mensaje era claro.
Estaba llamando cobarde al jefe del Clan Tang.
La expresión de Tang Zhan se endureció.
Los discípulos del Clan Tang se removieron incómodos.
Baek Cheon miró a su maestro con incredulidad.
“¿Lo estaba haciendo a propósito?”
Sí. Sí lo estaba haciendo.
En la historia original, Baek Cheon se ganaba la confianza del líder del Clan Tang con su carisma y respeto, lo que eventualmente llevaba al compromiso con Tang Soso.
Pero si Cheong Myeong hacía exactamente lo contrario…
Si lograba que el Clan Tang los despreciara y desconfiara de ellos…
Tal vez podría evitar que Baek Cheon se casara con Tang Soso.
Era un plan perfecto.*
Pero primero, tenía que asegurarse de hacer enojar lo suficiente a Tang Zhan.
Tang Zhan dio un paso adelante, sus ojos brillaban con furia contenida.
—”Tienes mucho valor para hablar así del Clan Tang.”
Cheong Myeong cruzó los brazos con confianza.
—”Y tú tienes mucho orgullo para un mocoso. “
El choque de miradas entre los dos llenó el aire de electricidad.
Todo estaba saliendo según el plan.
Chapter 90: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso (4)
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La familia Tang era rencorosa.
No olvidaban ni la más pequeña falta de respeto.
Y Cheong Myeong acababa de escupirles en la cara con una sonrisa burlona.
Tang Zhan estaba furioso.
Su mandíbula se tensó, sus ojos brillaban con rabia contenida.
Pero no podía hacer nada.
No podía vencer a Geomjon con palabras.
Tampoco podía vencerlo con la fuerza.
Él era solo un joven discípulo, mientras que Geomjon era un maestro y un espadachín de renombre.
Incluso si reunía a todos los discípulos del Clan Tang en ese mismo instante, ni siquiera podrían hacerle un rasguño.
Tang Zhan apretó los puños.
Finalmente, soltó un resoplido.
—”Nos veremos a primera hora de la mañana. “—Su voz era afilada, pero contenida.
Dicho eso, dio media vuelta y comenzó a retirarse con su grupo.
Los discípulos del Monte Hua se quedaron en silencio.
Cheong Myeong sonrió.
Bien.
Ahora solo tengo que romperle la cabeza a ese viejo del Clan Tang y listo.
Si el jefe del Clan Tang lo odiaba, no habría forma de que Tang Soso pidiera matrimonio a Baek Cheon.
Era un plan perfecto.
Cheong Myeong estaba muy satisfecho consigo mismo.
Pero entonces, sintió cuatro miradas pesadas clavadas en él.
Giró la cabeza lentamente.
Baek Cheon, Jo Gul, Yoon Jong y Yu Iseol lo observaban en silencio.
No dijeron nada.
Solo intercambiaron miradas entre ellos.
Y, al mismo tiempo, un pensamiento compartido surgió entre los cuatro.
"El líder de la secta no estará contento cuando se entere de esto…"
Cuando la puerta se cerró tras Tang Zhan, el caos se desató.
—”¡MALDICIÓN, ME VA A DAR UN INFARTO!”
El jefe del gremio casi se desmaya en el acto.
Tuvo que aferrarse al brazo de un asistente para no caer de espaldas.
—”¡ESOS LOCOS VAN A MATARNOS A TODOS!” —exclamó un comerciante cercano, sudando frío.
Pero el verdadero desastre comenzó cuando los discípulos del Monte Hua rodearon a su maestro.
—”¡¿ESTÁ LOCO?!” —Baek Cheon fue el primero en explotar.
—”¡¿CÓMO PUEDE PROVOCAR ASÍ A LA FAMILIA TANG?! “—gritó Jo Gul, agarrándose el cabello como si quisiera arrancárselo.
—”¡¿ACASO QUIERE QUE EL LÍDER DE SECTA NOS MATE A TODOS?!” —Yoon Jong se veía pálido como un muerto.
Yu Iseol no dijo nada, pero su mirada fulminante decía lo mismo que los demás.
Cheong Myeong frunció el ceño con molestia.
—”¡Qué escándalo!”
Y entonces distribuyó golpes en la cabeza a los cuatro discípulos.
—”¡Agh!”
—”¡¿Por qué siempre golpea primero y explica después?!”
—”¡Ugh, mi cabeza!”
—”…”
Yu Iseol no se quejó, pero sus ojos brillaban con traición.
—”¡Escuchen, bastardos!” —Cheong Myeong los miró con los brazos cruzados—. “¡Yo tengo todo bajo control!”
Los cuatro discípulos intercambiaron miradas.
—”¿Bajo control…?” —repitió Baek Cheon, incrédulo.
—”¡Soy Geomjon! ¡Ningún jefe de familia va a vencerme fácilmente!”
Su voz sonó llena de confianza y arrogancia.
Los discípulos del Monte Hua sintieron un escalofrío.
No porque confiaran en su maestro.
Sino porque esa confianza absoluta en sí mismo era lo que más los aterraba.
Si él decía que estaba "todo bajo control", significaba que probablemente se avecinaba una catástrofe.
—”Haaah… “—Jo Gul se agarró la cara con ambas manos—. “Estamos condenados.”
—”Pero no quiero otro golpe…” —murmuró Yoon Jong, sobándose la cabeza.
Al final, nadie dijo nada más.
Cheong Myeong, satisfecho con su victoria, entró con calma al gremio.
—”Descansen por ahora” —ordenó, como si nada hubiera pasado.
Nadie durmió esa noche.
Excepto Cheong Myeong.
Él durmió como un bebé.
—-------
A la mañana siguiente, la tensión era palpable.
El desayuno había sido silencioso y pesado, como si todos estuvieran masticando su propia sentencia de muerte.
Todos menos uno.
Cheong Myeong comía tranquilamente, saboreando cada plato con absoluta despreocupación.
—”Haaah… No puedo ni tragar “—se quejó Jo Gul, mirando su comida con el rostro pálido.
—”Yo tampoco “—murmuró Yoon Jong, sosteniendo su taza de té con manos temblorosas.
Baek Cheon no dijo nada, pero su plato seguía casi intacto.
Yu Iseol, como siempre, permanecía en silencio, pero no había tocado un solo bocado.
Justo en ese momento, un asistente irrumpió en la sala, su rostro pálido y empapado de sudor.
—”¡E-El jefe de la familia Tang ha llegado…!”
El aire en la habitación se congeló al instante.
Todos se tensaron.
Jo Gul sintió que su alma abandonaba su cuerpo.
Baek Cheon tragó saliva con nerviosismo.
Yoon Jong y Yu Iseol se miraron entre sí, compartiendo un mismo pensamiento:
"Estamos muertos."
Pero Cheong Myeong…
Cheong Myeong se levantó con calma, limpiándose las manos en su túnica.
—”Bien, vamos a recibirlos.”
Los discípulos se miraron con horror, pero no les quedó más opción que seguirlo.
—---------
El aire pesaba como plomo cuando los portones se abrieron para dar la bienvenida al líder del clan Tang.
Tang Gunak entró con pasos pesados, cada pisada resonando como un trueno en el patio.
Con cada paso que daba, una presión sofocante llenaba el lugar.
Los comerciantes bajaron la cabeza.
Los discípulos del Monte Hua se tensaron al máximo.
Pero Tang Gunak no prestó atención a nadie más.
Su mirada filosa se clavó en una sola persona.
Geomjon.
Era un intercambio de miradas entre dos depredadores.
A los lados de Tang Gunak, sus dos hijos mayores lo flanqueaban.
Tang Pae, el heredero del clan, mantenía una expresión severa, evaluando la situación.
Tang Zhan, aún resentido por la humillación de la noche anterior, contenía su enojo.
Pero Tang Soso no estaba con ellos.
Cheong Myeong suspiró internamente de alivio.
"Bien. Si puedo evitar que aparezca, podré evitar todo este desastre."
Tang Gunak dio un último paso, deteniéndose frente a Geomjon.
—”…Así que tú eres el que ha causado tanto alboroto.”
Su voz era profunda, cortante, como una espada envainada a punto de desenvainarse.
Cheong Myeong sonrió con arrogancia.
—”¿Y qué si lo soy?”
El ambiente se volvió aún más tenso.
Tang Gunak lo examinó de pies a cabeza, su mirada afilada parecía atravesarlo como una espada bien afilada.
Y entonces dijo algo que hizo que Cheong Myeong se congelara por un instante.
—”Te ves diferente desde la última vez que te vi.”
“…Ah.”
Por un momento, Cheong Myeong sintió que le caía un rayo encima.
Claro.
Había estado tan concentrado en su conflicto amoroso con Baek Cheon que había olvidado un pequeño detalle…
Geomjon tenía algún vínculo con el Clan Tang.
"¡¿Cómo pude olvidarme de esto?!"
La mente de Cheong Myeong trabajó a toda velocidad.
"Si Tang Gunak me ha visto antes, eso significa que Geomjon visitó el Clan Tang en algún punto de la historia."
Pero el hombre frente a él no parecía el tipo de persona que ofrecería su hospitalidad a Geomjon.
Entonces…
"Eso solo puede significar que alguien más dentro del Clan Tang era lo suficientemente cercano a Geomjon como para traerlo aquí.”
Cheong Myeong mantuvo su expresión impasible, pero en su cabeza estaba en pánico absoluto.
"¡Maldición! ¿Quién en el Clan Tang tenía una relación con Geomjon? ¡El juego nunca mencionó algo así! ¿O sí?! ¡Todo se desvió demasiado con el maldito fanservice!"
Los discípulos del Monte Hua, viendo que su maestro no respondía inmediatamente, se pusieron más tensos.
Baek Cheon lo miró de reojo.
"Definitivamente algo no está bien."
Tang Gunak frunció levemente el ceño.
—”¿Qué pasa? ¿Acaso no me recuerdas?”
Cheong Myeong sonrió con arrogancia, ocultando su confusión.
—”Hah, ¿y por qué habría de recordar cosas sin importancia?”
Tang Gunak lo estudió por un momento más.
Luego, una leve sonrisa apareció en su rostro.
—”Ya veo… Entonces, supongo que no tiene sentido seguir hablando del pasado.”
Pero en sus ojos había algo más.
Algo que no le gustó nada a Cheong Myeong.
"Mierda. Esto no ha terminado aquí."
Tang Gunak deslizó sus manos dentro de sus anchas mangas.
Cheong Myeong lo notó de inmediato.
"Ah, mierda."
Sabía perfectamente que los discípulos del Clan Tang escondían sus armas en las mangas de sus túnicas.
Por instinto, levantó la mano e hizo una señal a sus discípulos.
“Retrocedan.”
Los discípulos del Monte Hua obedecieron de inmediato, pero no dejaron de observar la situación con nerviosismo.
Tang Gunak sonrió levemente.
—”Tal vez debiste ir a ver directamente al anciano de nuestra familia para ahorrarte problemas…” —dijo con calma, pero luego su mirada se afiló—. “A no ser que haya pasado algo entre ustedes dos. “
Cheong Myeong se quedó en silencio.
"…¿Anciano?"
"¿Así que ese es el vínculo de Geomjon con el Clan Tang? ¡Con razón Tang Gunak me reconoció!"
Las palabras de Tang Gunak parecían tener la intención de provocarlo.
Sin embargo, Cheong Myeong no tenía idea de cuál era la historia detrás de eso, así que no se vio afectado.
"Mejor. Así no reacciono de la forma equivocada."
Pero al menos ahora sabía quién en el Clan Tang estaba vinculado a Geomjon.
"El anciano de la familia Tang… ¿Qué tipo de relación tenía con Geomjon?"
No tuvo tiempo para pensar más en ello.
Cheong Myeong sacó su espada.
"Si no tengo información, lo mejor es actuar como Geomjon lo haría: con arrogancia y fuerza bruta.”
El sonido del acero resonó en el aire, llenando el patio con un aura de peligro inminente.
Tang Gunak mantuvo su expresión tranquila, pero sus ojos brillaron con emoción contenida.
—”Será un honor finalmente intercambiar movimientos con el renombrado Geomjon.”
El choque era inevitable.
Chapter 91: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso(5)
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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¡Silbido!
La daga cortó el aire con precisión letal, envuelta en energía interna.
Un solo golpe de esa daga podría haber acabado con la vida de cualquier persona.
Pero Cheong Myeong no era cualquiera.
Con un movimiento fluido, desvió el ataque con su espada.
"Demasiado fácil."
El acero chocó contra el filo de la daga y la desvió sin esfuerzo.
¡BOOM!
La daga se incrustó en la pared detrás de él y provocó una explosión de escombros.
Los discípulos del Monte Hua miraron la escena con los ojos muy abiertos.
"Esa daga… ¿Qué demonios fue eso?"
La fuerza descomunal de Tang Gunak era abrumadora.
Cheong Myeong sonrió con arrogancia.
—”No está mal” —comentó en tono burlón—. “Pero si quieres matarme, necesitarás algo mejor que eso.”
Tang Gunak no respondió de inmediato.
Sus ojos afilados estudiaban cada movimiento de Cheong Myeong.
A su alrededor, los discípulos del Clan Tang se mantenían inmóviles, conteniendo la respiración.
Baek Cheon también observaba el combate con intensidad.
Pero su mente estaba ocupada con algo más.
"El jefe de la familia Tang… conoce a Geomjon."
"No solo eso… había alguien más."
Baek Cheon recordó la conversación anterior.
"El anciano de la familia Tang… ¿Qué relación tenía con Geomjon?"
Ese cambio de palabras entre Tang Gunak y su maestro…
Geonmjon se negaba a encontrarse con ellos.
Era como si estuviera evitando a alguien.
Baek Cheon no pudo evitar sentirse incómodo con ese pensamiento.
"¿Quién es? ¿Quién fue tan importante en la vida de mi maestro como para que él actúe de esta manera?"
No le gustaba esa sensación.
No le gustaba pensar en la posibilidad de que hubiera alguien en la vida de Geomjon que él no conociera.
El sonido del choque de acero resonaba en el patio, creando una melodía letal de precisión y poder.
El intercambio de movimientos entre Cheong Myeong y Tang Gunak continuó.
Desde afuera, la escena parecía una batalla digna entre dos figuras prominentes.
Cada ataque era ejecutado con maestría, cada defensa con una fluidez impresionante.
Pero mientras peleaba, Cheong Myeong notó algo extraño.
Tang Gunak era fuerte.
La persona más fuerte con la que se había enfrentado hasta el momento.
Pero no estaba a su altura.
No había comparación.
Aun así, su rostro parecía genuinamente feliz.
Cada movimiento que hacía iba en serio, incluso si no lograba acertar.
"¿Qué demonios está pasando?"
La batalla debía frustrarlo, debía llenarlo de rabia por no poder tocarlo ni una sola vez.
Pero Tang Gunak parecía disfrutarlo.
"No, no, no. Se supone que debería estar molesto, humillado. ¡No debería estar sonriendo!"
Sintiéndose frustrado, Cheong Myeong dejó de contenerse.
Acortó la distancia de inmediato.
Su espada brilló con energía destructiva, apuntando directamente al torso de Tang Gunak.
El jefe del Clan Tang se preparó para recibir el ataque.
Pero en ese instante—
—"¿¡Qué es todo este alboroto!? ¡Me voy por un par de días y ya están peleando!"
¡BOOM!
Era una voz imponente, cargada de autoridad absoluta.
La presión en el aire cambió de inmediato.
Como si todo el patio hubiera sido cubierto por una sombra invisible.
Cheong Myeong se detuvo a medio camino y…
Algo sorprendente sucedió.
El rostro intimidante de Tang Gunak… palideció.
El hombre que había estado sonriendo con confianza se quedó completamente helado.
Y sin dudarlo se arrodilló en el suelo de inmediato.
¡THUMP!
Sus hijos, Tang Pae y Tang Zhan, lo siguieron al instante, cayendo de rodillas con expresión de terror.
Con una voz temblorosa, Tang Gunak susurró:
—”A-Anciano Tang Bo…”
Cheong Myeong bajó lentamente su espada, observando con curiosidad al recién llegado.
Tang Bo.
"Ese nombre..."
Lo había visto en algunas escenas del juego.
El Anciano Principal de la familia Tang.
El más fuerte de todos.
También conocido como "El Santo Oscuro."
A pesar de ser considerado un anciano, todavía era alguien relativamente joven.
Aun así, su cultivación era tan avanzada que su cuerpo apenas mostraba signos de estar envejeciendo.
"Este tipo… es un monstruo."
Cheong Myeong se preparó mentalmente.
Las cosas acababan de volverse mucho más complicadas.
Tang Bo se acercó a Tang Gunak.
Con una expresión de profunda desaprobación, levantó la pipa que sostenía en la mano y—
¡PUM!
Le golpeó la cabeza con fuerza.
—”¿¡Es así como debe actuar un jefe de familia!?”
—”¡...!”
El sonido del impacto resonó en el silencioso patio.
Tang Gunak no se atrevió a moverse.
Los presentes, incluyendo a los discípulos del Monte Hua, se quedaron boquiabiertos.
—”¿¡Qué ejemplo le estás dando a las futuras generaciones!?”
El anciano continuó su reprimenda sin piedad.
—”¡No, no me pongas esa cara!”
Tang Gunak seguía en su lugar, con la cabeza gacha, completamente inmóvil.
Su imagen intimidante se estaba desmoronando en tiempo real.
—”¿¡Cuántos años tienes ya!?”
"Dios mío..."
La escena era… lamentable.
El jefe de la familia Tang, un hombre que imponía respeto con solo su presencia,
estaba siendo regañado como un niño.
El silencio en el patio era ensordecedor.
Los discípulos de Monte Hua sentían una mezcla de sorpresa y lástima.
"¿Hay algo más humillante que esto?"
Tang Bo bufó y desvió la mirada con disgusto.
—”Todavía no solucionamos el problema con Yunnan, pero ya están ocasionando problemas con los comerciantes.”
El anciano escupió al suelo, visiblemente irritado.
Su presencia daba miedo, para ser honesto.
Pero en ese instante, su mirada se movió.
Se desvió hacia los discípulos del Monte Hua.
Y cuando sus ojos se encontraron con los de Cheong Myeong—
Su expresión cambió por completo.
El enojo desapareció en un parpadeo.
Sus facciones, antes fruncidas con furia, se suavizaron instantáneamente.
Y con una voz completamente diferente…
—”Taoísta hyung-nim… “
Cheong Myeong sintió un escalofrío en la espalda.
"Espera, espera, espera… ¿Qué?"
En un solo instante, todo encajó.
Tang Bo…
Él era la persona cercana a Geomjon.
Tang Bo exhaló por la nariz con una leve sonrisa burlona.
—”Así que finalmente te dignas a aparecer aquí.”
Cheong Myeong no dijo nada.
Tang Bo lo miró con atención, su expresión tenía algo más que burla.
Había una mezcla de nostalgia… y tristeza.
—”Necesitamos ponernos al día.”
¿Ponerse al día?
Cheong Myeong sintió curiosidad.
"Parece que Geomjon y Tang Bo realmente tenían un vínculo importante."
Si quería entender mejor su situación, necesitaba seguirle el juego.
Con una expresión tranquila, asintió.
—”Deberíamos.”
Hizo una breve pausa, luego miró alrededor.
—”Aunque este no es el mejor lugar para hablar.”
Tang Bo se animó visiblemente.
Su mirada se iluminó, como si hubiera estado esperando esas palabras.
—”¡Cierto! No podemos hablar de cosas importantes en un sitio como este.”
Asintió con decisión y sin dudarlo continuó:
—”Entonces vengan conmigo al Clan Tang.”
"¡¿Tan fácil?! ¿Ni siquiera me va a dar opción de negarme?"
Antes de que Cheong Myeong pudiera responder, Tang Bo ya se había girado.
Recuperando su porte de anciano respetable,
se dirigió al padre de Jo Gul.
Con una reverencia educada, habló con solemnidad.
—”Me disculpo por los inconvenientes.”
—”¡Ah… n-no tiene que…!”
—”Nos aseguraremos de pagar por los daños ocasionados.”
El jefe del gremio no supo qué decir.
"¡Este anciano es mucho más razonable que Tang Gunak!"
Después de eso, Tang Bo se giró hacia Tang Gunak y sus hijos.
Su voz volvió a volverse autoritaria.
—”Pónganse de pie.”
Los tres, que aún estaban en el suelo, se apresuraron en obedecer.
—”Es hora de volver.”
No dudaron ni un segundo en seguir sus órdenes.
Cheong Myeong los miró con incredulidad.
"¿Cómo alguien con ese nivel de autoridad apenas apareció en el juego?"
Finalmente, Tang Bo se dirigió a él y a sus discípulos.
—”Ustedes también, sígannos.”
"Bueno… no es que tenga otra opción."
Cheong Myeong suspiró internamente.
Miró a sus discípulos, quienes lo observaban con terror en sus ojos.
—”¿M-Maestro?” —murmuró Jo Gul.
—”…Tsk. “—Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Muévanse.”
El grupo entero partió hacia el Clan Tang.
Notes:
Cada que alguien hacia una teoría en los comentarios y concluía que Tang Bo estaba muerto, tenía que soportar las ganas de decirle que estaba vivito y coleando
Lo que tengo que soportar para no arruinar la experiencia 🥺(?Ahora acabo de destruir un montón de teorías ✌ o algo así
Chapter 92: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso (6)
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El camino hacia el Clan Tang transcurría en silencio.
Tang Gunak y sus hijos iban al frente, caminando con pasos firmes, pero sin atreverse a mirar atrás.
Los discípulos del Monte Hua seguían detrás de su maestro, tensos y alertas.
Y en el centro del grupo, Cheong Myeong caminaba al lado de Tang Bo.
Lo observó de reojo.
“Se ve igual que en el juego."
Cabello largo castaño, cejas gruesas y una mirada penetrante.
Sus ojos eran verdes oscuros, profundos como el veneno que la familia Tang utilizaba con tanta maestría.
"Un personaje con buen diseño y un papel interesante…"
Pero en el juego, Tang Bo apenas aparecía.
Su historia quedaba en segundo plano, eclipsada por el fanservice y la trama romántica.
"Ni siquiera mi conocimiento del juego me ayuda en este caso."
Sin embargo…
Hubo algo que captó su atención.
Entre los mechones del cabello de Tang Bo, una horquilla estaba cuidadosamente sujeta.
No era llamativa.
No tenía joyas ni decoraciones excesivas, pero…
"¿Dónde he visto esto antes?"
Cheong Myeong frunció ligeramente el ceño.
Mientras caminaba, repasó mentalmente escenas del juego.
Era un accesorio demasiado específico.
No era algo que un hombre poderoso como Tang Bo llevara sin motivo.
Y entonces, recordó.
—”…Ah.”
Una misión secundaria.
Era una historia simple que ocurría en un pueblo afectado por la guerra.
Baek Cheon encontraba a un grupo de mujeres, todas ellas habían perdido a sus prometidos o esposos en batalla.
Cada una de ellas llevaba una horquilla idéntica.
Un símbolo.
Un recordatorio de que, aunque sus seres amados ya no estuvieran vivos, ellas seguían siendo "mujeres casadas".
“Eso significa que…”
Tang Bo se considera a sí mismo casado.
Incluso si esa persona ya no está en este mundo.
Interesante.
Tang Bo sintió el peso de la mirada de Cheong Myeong sobre él, aunque el anciano no se apresuró a decir nada.
Solo después de unos segundos, Tang Bo tocó un mechón de su cabello con naturalidad, como si quisiera acomodarlo.
Pero en realidad, su mano rozó la horquilla que sujetaba en su cabello.
—”Si te incomoda que la use…” —dijo con voz baja, lo suficiente para que solo ellos dos lo escucharan— “puedo quitármela.”
Cheong Myeong arqueó una ceja.
"¿Por qué pensaría eso?"
No entendía exactamente cuál era la relación que Geomjon tenía con Tang Bo, pero…
Había una melancolía en sus palabras, como si realmente estuviera dispuesto a hacerlo si eso le molestaba.
Cheong Myeong negó con la cabeza.
—”Es importante para ti. No tienes que quitártela.”
Tang Bo se sorprendió.
Por un instante, su expresión quedó en blanco, pero luego sus facciones se suavizaron y una ligera sonrisa apareció en su rostro.
—”Así que ya te encuentras mejor. Me alegro.”
Cheong Myeong mantuvo su expresión neutral, pero su mente trabajaba rápido.
"Te encuentras mejor."
Tang Bo lo dijo con total naturalidad.
Como si fuera algo que ya habían hablado antes.
Como si fuera algo que le había preocupado durante mucho tiempo.
"Entonces, Geomjon solía ser alguien feliz."
Si Tang Bo lo trataba con tanta cercanía, significaba que había presenciado su cambio.
¿Era una transformación gradual? ¿O sucedió después de un evento en particular?
"Definitivamente, este hombre tiene respuestas."
Si jugaba bien sus cartas, Tang Bo podría llenar los vacíos de su conocimiento.
Pero primero, tenía que asegurarse de que bajara la guardia con él.
Mientras Cheong Myeong seguía caminando junto a Tang Bo, sin darse cuenta…
Baek Cheon miraba fijamente sus espaldas.
Sus ojos no se apartaban de ellos.
No entendía qué estaban susurrando.
Pero la conversación parecía fluida, natural.
Como si fueran cercanos.
Baek Cheon sintió un leve nudo en el pecho.
Y por primera vez en mucho tiempo, una pregunta cruzó su mente.
"¿Quién es Tang Bo… para él?"
Los discípulos del Monte Hua intercambiaron miradas al ver la interacción entre su maestro y el anciano de la familia Tang.
Desde que comenzaron a ser sus discípulos, habían visto a Geomjon desafiar a expertos, humillar a enemigos, e incluso ridiculizar a jefes de familia sin el más mínimo temor.
Pero ahora…
Su maestro parecía cómodo hablando con el anciano Tang.
Era… inusual.
Yoon Jong frunció el ceño.
—”¿Desde cuándo el maestro Geomjon conoce al anciano Tang?”
Jo Gul se encogió de hombros.
—”¿Me lo preguntas a mí? Yo tampoco lo sé.”
Entonces, sus ojos se dirigieron automáticamente a Yu Iseol.
Después de todo, ella fue la primera discípula de Geomjon.
Si alguien tenía una respuesta, debía ser ella.
Pero…
Yu Iseol negó con la cabeza.
—”Yo tampoco lo sabía.”
La incertidumbre en su voz era evidente.
Si Geomjon tenía un pasado con la familia Tang, nunca lo mencionó.*
Baek Cheon apretó los puños debajo de sus mangas sin darse cuenta.
—”…”
No dijo nada.
Pero sus ojos permanecieron fijos en la espalda de Geomjon.
"¿Qué más no sabemos de él?"
—----
El grupo finalmente llegó al territorio de la familia Tang.
Cuando cruzaron las enormes puertas, Cheong Myeong no pudo evitar quedarse impresionado internamente.
"¡Demonios… este lugar es enorme!"
Si la casa de Jo Gul ya le había parecido una exageración, esto…
Era fácilmente el doble.
¡No! ¡Incluso más!
Las infraestructuras eran imponentes, con grandes pilares decorados con intrincados grabados de serpientes.
Los pasillos parecían interminables, y el patio central era tan amplio como una plaza entera.
Había múltiples edificios conectados entre sí, lo que dejaba claro que la familia Tang no solo era poderosa en nombre.
"Este es un verdadero clan de prestigio…"
A pesar de su asombro, mantuvo su expresión neutral.
Tenía que fingir que esto no era nada nuevo para él.
Pero…
Los discípulos del Monte Hua no tenían la misma compostura.
Sus ojos se agrandaron en cuanto entraron.
Algunos incluso abrieron la boca inconscientemente.
Jo Gul silbó bajo.
—”Maldición…”
Yoon Jong tragó saliva.
—”Esto es…”
Nadie terminó la frase, pero todos compartían el mismo pensamiento.
El clan Tang era un monstruo.
Cheong Myeong quería reírse.
"Si sus caras son así ahora, imagina cuando vean el templo de Shaolin.
Después de despachar a Tang Gunak con la orden de encargarse del problema en Yunnan, Tang Bo guió a sus invitados a través de los pasillos del clan Tang.
Conforme avanzaban, los sirvientes del clan se detenían para inclinarse ante él, mostrando el profundo respeto que le tenían.
Pero Tang Bo no les prestó mucha atención.
Su objetivo era claro:
—”¡Rápido, preparen nuestro mejor banquete!” —ordenó a los asistentes. —”¡Y traigan el licor más fuerte que tengamos!”
Cheong Myeong se animó inmediatamente.
"¡De eso estamos hablando!"
A pesar de estar en el cuerpo de Geomjon, aún tenía el alma de un espadachín del Monte Hua.
Y si había algo que los discípulos del Monte Hua valoraban tanto como la espada…
Era el licor.
O por lo menos así era desde el retorcido punto de vista de Cheong Myeong.
Notes:
Hehe..
Chapter 93: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso(7)
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Cuando llegaron al comedor principal, las mesas ya estaban llenas de platos humeantes y jarras de licor de un aroma embriagador.
El lugar era amplio y elegantemente decorado, con columnas de madera oscura y grandes lámparas de papel iluminando la sala con una luz cálida.
Sin embargo, los discípulos del Monte Hua aún parecían tensos.
A pesar del ambiente cómodo, no sabían cómo debían comportarse ante alguien como Tang Bo.
Por otro lado, Tang Bo parecía notar su incomodidad.
Con una sonrisa relajada, trató de aligerar el ambiente.
—”Entonces… ellos son tus discípulos.”
Sus ojos recorrieron a los jóvenes sentados alrededor de la mesa.
Había curiosidad en su mirada.
Como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
Cheong Myeong asintió con orgullo.
—”Sí.”
Pero luego, recordó algo y se corrigió.
—”Bueno… en realidad, solo tres de ellos son mis discípulos. El otro pertenece a mi sahyung.”
Tang Bo levantó una ceja con sorpresa.
—”¿De tu Sahyung?”
—”Oh, cierto.” —Cheong Myeong se reclinó en su asiento—. “La traje para que se encargue del asunto político.”
Tang Bo parpadeó.
Luego, soltó una risa baja.
—”Nunca pensé que llegaría el día en que tomaras discípulos a tu tutela.”
Se inclinó ligeramente hacia adelante, su mirada estaba llena de diversión.
—”Para ser honesto, pareces todo menos un maestro.”
Cheong Myeong lo miró con indignación.
—”Oye…”
Pero Tang Bo no parecía sentir la más mínima culpa.
En cambio, se sirvió tranquilamente un vaso de licor.
—”No me mires así.”
Tomó un sorbo antes de sonreír con burla.
—”No soy el único que piensa lo mismo.”
Los discípulos del Monte Hua bajaron la mirada para evitar su mirada inquisitiva.
No podían negarlo.
Después de todo…
Su maestro realmente no actuaba como un maestro tradicional. Más bien parecía un bandido de montaña.
Cheong Myeong refunfuñó con indignación.
"¡Estos malditos discípulos traidores!"
Se suponía que debían apoyarlo, no coincidir con las palabras del anciano.
Para expresar su frustración, se sirvió una taza de licor de un solo movimiento y tomó un generoso sorbo.
"¡Hah! Si no respetan a su maestro, al menos deberían respetar el alcohol."
Luego, sin darle más vueltas al asunto, comenzó a servirse comida con total confianza.
—”Coman.” —ordenó a sus discípulos—. “No se queden ahí sentados como idiotas.”
Los jóvenes discípulos del Monte Hua obedecieron rápidamente.
Tang Bo observó la escena con encanto.
Generalmente, cuando alguien visitaba el clan Tang, evitaban consumir su comida.
Después de todo, el veneno estaba en todas partes aquí.
No era raro que algún discípulo primerizo derramara veneno accidentalmente en la comida sin darse cuenta.
Pero Geomjon y sus discípulos comían sin la más mínima preocupación.
Confiaban en ellos.
━─━─━─━─━─━─━
A medida que la comida avanzaba, el ambiente se volvió cada vez más relajado.
Tang Bo, quien al principio parecía alguien intimidante, resultó ser bastante divertido.
Era alguien con una risa fácil y una personalidad aguda y burlona.
Cada vez que lanzaba un comentario sarcástico, Cheong Myeong respondía con otro igual de filoso.
Rápidamente, la conversación entre ambos fluyó de manera natural.
Parecía que se conocían de toda la vida.
Baek Cheon no pudo evitar notar eso.
Y no le gustó.
No sabía por qué…
Pero cada vez que su maestro se reía a las palabras de Tang Bo…
Sentía una punzada molesta en el pecho.
Cuando la comida se acabó y solo quedó la bebida, el ambiente se volvió aún más relajado.
Tang Bo y Cheong Myeong seguían intercambiando comentarios afilados, mientras los discípulos del Monte Hua bebían con moderación, sin atreverse a interrumpir la conversación entre los dos adultos.
Fue entonces cuando un golpe en la puerta llamó la atención de todos.
Antes de que alguien pudiera responder, una voz suave y femenina se escuchó desde el otro lado.
—”Mayor, ¿está bien si paso?”
El cuerpo de Cheong Myeong se tensó de inmediato.
"¡Maldición!"
Era Tang Soso.
Se había olvidado de que estaba tratando de evitarla a toda costa.
Pero, en algún punto de la noche, bajó la guardia.
Antes de que pudiera hacer algo, Tang Bo, sin notar su reacción, respondió animadamente.
—”¡Ah, Soso! Llegas justo a tiempo.”
Con una sonrisa, se levantó y abrió la puerta.
—”Adelante, necesito que lleves a nuestros invitados a sus habitaciones para que descansen.”
Cheong Myeong tragó saliva.
"Ya no hay escapatoria."
Tang Soso entró con elegancia, vestida con las bellas túnicas de la familia Tang.
Su rostro blanco como la nieve estaba adornado con un maquillaje sutil, resaltando su belleza natural.
Su cabello castaño estaba recogido en dos chonguitos, lo que le daba un aire adorable.
Era hermosa.
Cheong Myeong lo admitía.
Si fuera un hombre normal, seguramente se enamoraría a primera vista.
En su mente, pensó que Baek Cheon podría impresionarse por su belleza…
Pero cuando lo miró de reojo, notó que Baek Cheon no estaba mirando a Tang Soso.
Su mirada seguía fija sobre su maestro.
Tang Bo sonrió con orgullo mientras presentaba a Tang Soso a sus invitados.
—”Soso, ellos son los discípulos del Monte Hua. Trátalos con el respeto que merecen. “
Tang Soso, con su expresión siempre tranquila, inclinó ligeramente la cabeza en señal de cortesía.
—”Es un honor conocerlos.”
Sus palabras fueron educadas, pero su mirada se posó en Baek Cheon con un brillo particular en los ojos.
Cheong Myeong se hizo el desentendido.
No tenía fuerzas para lidiar con esto ahora.
Antes de que la conversación avanzara más, Tang Bo colocó una mano en su hombro.
—”Ven conmigo, hay algo que quiero enseñarte.”
Cheong Myeong soltó un suspiro pesado.
Sabía que no tenía opción.
—”Bien, bien.”
Se levantó con desgana y se preparó para seguir a Tang Bo fuera del comedor.
Pero justo cuando estaba por dar un paso, sintió una mano aferrarse a la suya.
—”Maestro…”
La voz de Baek Cheon sonó baja, contenida.
Cuando Cheong Myeong se giró para mirarlo, Baek Cheon pareció dudar.
Había actuado por impulso.
Pero ahora que tenía la atención de su maestro…
No sabía qué decir.
Quería detenerlo.
No quería que se fuera a solas con Tang Bo.
Pero no podía simplemente impedírselo, ¿verdad?
Cheong Myeong lo observó en silencio.
“¿Por qué me detiene?"
¿Acaso… no confiaba en dejarlo solo?
¿Pensaba que provocaría problemas?
Cheong Myeong suspiró.
Y luego hizo algo que llevaba mucho tiempo sin hacer.
Le dio un par de palmaditas en la cabeza.
Tal como solía hacerlo cuando Baek Cheon era más joven.
—”No te preocupes, ve a descansar.”
Su voz fue suave, pero firme.
—”Prometo volver pronto.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido, aún podía sentir el suave toque en su cabeza. La calidez de la palma de su maestro se desvanecía lentamente, pero la sensación permanecía como un eco persistente. A regañadientes, soltó la mano de Geomjon y, sin poder evitarlo, le lanzó una advertencia en voz baja:
—”No ocasiones más problemas.”
Cheong Myeong sonrió, su expresión burlona iluminando su rostro con un toque de diversión. Se inclinó ligeramente hacia él y, con un tono de advertencia que imitaba el suyo, respondió sin perder el ritmo:
—”Y tú no coquetees con mujeres.”
Baek Cheon frunció el ceño de inmediato, su molestia evidente en la forma en que sus labios se apretaron en una fina línea.
—”¡Yo no hago eso!” —protestó, ofendido.
Pero Cheong Myeong ya no estaba prestando atención. Con una última mirada divertida, se giró y siguió a Tang Bo, dejándolo atrás con su frustración contenida.
Baek Cheon permaneció en su lugar, observando la espalda de su maestro hasta que desapareció por el pasillo. Se sentía inquieto, una sensación molesta en el pecho que no podía explicar del todo.
Jo Gul, que había presenciado la escena en silencio, se acercó con una sonrisa traviesa.
—”Baek Cheon sasuk, ¿qué fue eso? ¿Acaso querías seguirlo?”
Baek Cheon le lanzó una mirada fulminante.
—”Cállate.”
Jo Gul soltó una risa, pero no insistió. Yu Iseol, en cambio, no dijo nada, solo miró a Baek Cheon con una expresión indescifrable antes de apartar la vista.
Tang Soso, que había estado observando la interacción con curiosidad, dio un paso adelante y les dirigió una sonrisa cortés.
—”Permítanme guiarlos a sus habitaciones.”
Baek Cheon asintió en silencio, todavía sintiendo el peso de la despedida.
Chapter 94: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso (8)
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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Tang Bo observó el intercambio entre Geomjon y Baek Cheon con una sonrisa astuta. Había algo en la forma en que Baek Cheon miraba a su maestro que le resultaba bastante revelador, y la manera en que Geomjon respondía con esa mezcla de burla y cercanía solo alimentaba sus sospechas.
Mientras caminaban por los pasillos del clan Tang, Tang Bo rompió el silencio con un tono casual, aunque la burla en su voz era evidente:
—”Vaya… Así que no solo eres un maestro, también eres un amante.”
Cheong Myeong se detuvo en seco y, sin dudarlo, extendió el pie para hacer tropezar a Tang Bo. Sin embargo, el anciano reaccionó con rapidez y, con una gracia sorprendente para su edad, apenas perdió el equilibrio antes de recuperarse. En lugar de molestarse, soltó una carcajada profunda y divertida.
—”Esa es una reacción bastante sospechosa “—comentó con picardía, mirándolo de reojo—. “No tienes por qué avergonzarte. El amor es algo natural, algo hermoso. Si necesitas ayuda, podría darte un empujón en la dirección correcta.”
Cheong Myeong se detuvo abruptamente, sintiendo que el calor subía hasta sus orejas.
—”¡Cállate, viejo entrometido!” —soltó con brusquedad, girándose para fulminarlo con la mirada.
Tang Bo siguió riendo, claramente disfrutando de la incomodidad de su viejo amigo.
—”No veo cuál es el problema” —continuó, fingiendo una expresión inocente—. “Ese chico te mira como si fueras su única razón de vivir.”
Cheong Myeong bufó y apresuró el paso, tratando de ignorarlo.
—”Vamos de una vez al lugar —gruñó, aún con las mejillas teñidas de rojo.”
Tang Bo lo siguió sin borrar la sonrisa de su rostro.
—”De acuerdo, de acuerdo. Pero si alguna vez cambias de opinión, aquí estaré para darte mi sabiduría sobre el amor.”
Cheong Myeong no respondió, solo aceleró el paso, decidido a dejar atrás la conversación. Sin embargo, su corazón latía más rápido de lo normal, y por más que intentara ignorarlo, las palabras de Tang Bo se quedaron grabadas en su mente.
El camino hasta el pequeño edificio estuvo marcado por las continuas bromas de Tang Bo, quien no dejó pasar la oportunidad de hacer comentarios sobre Baek Cheon.
—”Parece que te sigue como un cachorro fiel” —dijo con una sonrisa—. “¿No te resulta entrañable? “
—”No lo hace” —gruñó Cheong Myeong, mirando hacia adelante sin detenerse.
—”Oh, claro, claro… “—Tang Bo asintió con fingida seriedad—. “Solo que no puedes apartarle la mirada de encima.”
—”Tang Bo, si sigues hablando, juro que envenenaré tu próximo trago.”
Tang Bo rio ante la amenaza, pero el tono de la conversación se apagó cuando llegaron a su destino.
Frente a ellos se alzaba un pequeño edificio apartado del resto de la infraestructura del clan Tang. Comparado con la grandeza de los salones principales, este lugar era modesto, casi humilde. Sin embargo, tenía un aire de serenidad que lo hacía destacar.
Tang Bo se detuvo frente a la puerta y, por primera vez desde que comenzaron a hablar, su tono se tornó melancólico.
—”Es aquí donde te quería traer” —dijo en voz baja.
Sin añadir más, abrió la puerta y dejó al descubierto el interior.
Cheong Myeong avanzó con cautela, su mirada recorriendo el reducido espacio hasta posarse en el pequeño altar en el centro de la habitación. Era sencillo pero cuidadosamente mantenido. No había signos de abandono, lo que indicaba que alguien lo visitaba con regularidad. El aire olía a incienso recién encendido, y varias velas parpadeaban con su tenue luz.
Pero lo que capturó su atención fue la tablilla solitaria que reposaba sobre el altar.
"Cheong Jin."
El nombre se grabó en su mente con un peso inesperado.
Tang Bo se acercó con pasos suaves, su mirada fija en la tablilla.
—”Ya que nunca pudimos concretar nuestro matrimonio oficialmente “—explicó con voz serena—” y como en aquel entonces aún no era un anciano importante, no pude poner la tablilla de mi amado en el altar principal de mi familia. Así que hice este lugar solo para él.”
Cheong Myeong no dijo nada, solo observó en silencio mientras Tang Bo se arrodillaba frente al altar.
—”Pero creo que este lugar es mejor”—continuó, con una sonrisa nostálgica—. “Más personal.”
El silencio se prolongó entre ambos, solo interrumpido por el suave crepitar de las velas.
Entonces, Tang Bo levantó la mirada hacia él y dijo algo que hizo que el mundo de Cheong Myeong se tambaleara.
—”Ya que es tu hermano, también puedes venir libremente aquí.”
Mi hermano.
Las palabras resonaron en su mente como un eco distante, desenterrando un vacío que no sabía que existía.
Cheong Jin.
Ese era el nombre que faltaba en la historia.
La tercera figura en el dibujo de Geomjon.
Cheong Myeong observó la tablilla con una sensación extraña en el pecho.
El nombre grabado en la madera parecía llenar los huecos en la historia de Geomjon, piezas que hasta ahora habían estado sueltas y sin sentido. Un hermano perdido en la guerra. Una herida que nunca sanó.
Ahora todo tenía más sentido.
La manera en que Geomjon se había distanciado de los demás, su frialdad, su aparente desprecio por los lazos afectivos… No era solo orgullo o arrogancia. Era duelo. Un dolor tan profundo que prefirió aislarse antes que arriesgarse a perder a alguien más.
Cheong Myeong miró de reojo a Tang Bo. Aunque no conoció a Cheong Jin, pudo entender un poco lo que significó para ambos.
Inspiró hondo antes de preguntar:
—”¿Puedo?”
Tang Bo le dedicó una mirada comprensiva antes de asentir.
—”Por supuesto.”
Sin decir más, el anciano se levantó y salió del lugar en silencio, dejándolo a solas.
Cheong Myeong se arrodilló frente al altar y tomó unas varitas de incienso con manos cuidadosas. Con un movimiento pausado, las encendió y las sostuvo entre sus dedos, cerrando los ojos brevemente en señal de respeto.
—”No te conocí, pero…” —susurró— “este cuerpo sigue siendo el tuyo, Geomjon. Si era importante para ti, lo mínimo que puedo hacer es ofrecerte mis respetos.”
El humo del incienso se elevó en espirales delicadas, llenando el pequeño santuario con su aroma calmante.
Por un momento, todo estuvo en paz.
Hasta que sintió una gota caer en su mano.
Cheong Myeong parpadeó, desconcertado.
Otra gota cayó.
Lentamente, levantó una mano y tocó sus mejillas.
Estaban mojadas.
Lágrimas.
Su respiración se agitó. No recordaba haber sentido tristeza, y sin embargo, su cuerpo temblaba.
No eran sus lágrimas.
Eran las lágrimas de Geomjon.
No podía detenerlas. Caían en silencio, una tras otra, como si hubieran estado esperando todo este tiempo para salir. Como si el verdadero dueño de este cuerpo, en algún rincón lejano de su alma, al fin pudiera llorar.
Por primera vez en mucho, mucho tiempo.
Notes:
Me olvide de avisarles que prepararán sus pañuelos🧻
Chapter 95: ⌗La Ruta Romántica de Tang Soso (9)
Chapter Text
Tang Soso caminaba al frente, guiando al grupo de invitados a los dormitorios asignados, pero su atención estaba centrada en un solo objetivo: Baek Cheon.
Había intentado sacarle conversación de varias maneras, usando su tono más dulce y su sonrisa más encantadora.
—”Baek Cheon dojang, ¿es tu primera vez en Sichuan?” —preguntó con un brillo en los ojos.
Baek Cheon, que mantenía una postura educada y firme, simplemente asintió.
—”Sí.”
Tang Soso esperó una continuación… pero no llegó nada más.
Frunció los labios, pero no se rindió.
—”Entonces, ¿qué te parece hasta ahora?”
Baek Cheon la miró brevemente y respondió con cortesía:
—”Es un lugar interesante.”
Y nada más.
Tang Soso parpadeó.
¿Eso es todo? ¿"Un lugar interesante"?
El silencio que siguió fue incómodo, pero antes de que pudiera insistir, Yoon Jong, con su amabilidad habitual, intervino para suavizar la situación.
—”Es cierto, Sichuan es bastante diferente al Monte Hua. La energía aquí es vibrante, aunque un poco más… peligrosa.”
—”¡Eso es porque nuestra familia es famosa por el veneno!” —dijo Tang Soso con orgullo—. “Pero no te preocupes, ¡no somos tan temibles como dicen los rumores!”
—”Eso espero…” —murmuró Jo Gul en voz baja, recibiendo un codazo de Yoon Jong.
Mientras tanto, Baek Cheon simplemente caminaba en silencio.
Tang Soso sintió que la frustración crecía en su pecho. ¡Esto no estaba saliendo como esperaba!
Desde que su familia comenzó a presionarla con las responsabilidades del clan, le dejaron claro que casarse con alguien capaz sería su mejor salida. Y ahora que tenía ante sí a un joven guapo, fuerte y con un linaje respetable, ¡ni siquiera le dirigía más de tres palabras seguidas!
“¿Qué le pasa? ¡No es normal!”
Se suponía que los hombres caían rendidos con un poco de coquetería, pero este tipo… ¡ni siquiera la miraba más de dos segundos!
Finalmente, cansada de fingir su dulzura, Tang Soso se detuvo en seco y giró sobre sus talones, enfrentándose a Baek Cheon con el ceño fruncido.
—”¡Cásate conmigo!”
El silencio que siguió fue tan profundo que hasta los grillos del patio parecieron contener la respiración.
Yoon Jong y Jo Gul se congelaron en el acto. Yu Iseol, como siempre, se mantuvo impasible, aunque su mirada afilada se posó en Tang Soso con un leve destello de sorpresa.
Pero el más impactado de todos fue, sin duda, Baek Cheon.
Él parpadeó, completamente desconcertado.
—”… ¿Disculpa?” —Su tono no era de rechazo inmediato, sino de pura incredulidad.
Tang Soso, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, lo miró con firmeza.
—”Dije que te cases conmigo. “—Repitió con determinación—. “No tengo tiempo para enamorarme y esperar a que un príncipe azul aparezca, así que serás tú.”
El grupo entero sintió cómo el aire se volvía más denso.
—”Parece que estamos en un malentendido.” —Baek Cheon aclaró su garganta y trató de mostrarse lo más diplomático posible—. “Aprecio la propuesta, pero…”
—”¿Pero qué? “—Tang Soso lo interrumpió sin titubear—. “No tienes esposa, no tienes un compromiso con otra mujer y, según lo que veo, tampoco tienes una relación con nadie. ¡Eres perfecto!”
Baek Cheon sintió un extraño escalofrío recorriéndole la espalda.
—”Eso no significa que pueda casarme contigo así como así… “—Intentó argumentar.
—”¿Por qué no?” —Tang Soso puso las manos en su cintura, inclinándose ligeramente hacia él—. “No soy fea, mi familia es poderosa y soy una mujer fuerte e independiente. No necesito que me mantengas y, además, ¡mi abuelo te daría su bendición sin problemas!”
Baek Cheon no podía creer lo que estaba escuchando.
Yoon Jong y Jo Gul apenas podían contenerse, queriendo reírse pero temiendo por sus vidas.
Yu Iseol solo los miró como si estuvieran haciendo demasiado escándalo por algo irrelevante.
—”Tang Soso…” —Baek Cheon suspiró, sintiendo que esto se estaba saliendo de control—. “No es que no te aprecie, pero…”
—”Oh. Ya veo. “—Tang Soso entrecerró los ojos y su tono cambió—. “Hay otra persona, ¿verdad?”
Baek Cheon sintió cómo su garganta se secaba.
—”¿Q-qué? No, no es eso, es solo que—”
—”¡Lo sabía!” —Tang Soso chasqueó la lengua y giró sobre sus talones, mirándolo fijamente—.” Pero déjame adivinar. No te atreves a decírmelo porque eres demasiado educado para rechazar a una dama directamente.”
Baek Cheon sintió cómo las miradas de sus compañeros se clavaban en él, expectantes.
—”¡No! “—Se apresuró a decir—. “No hay nadie, pero tampoco puedo simplemente aceptar un matrimonio sin más.”
Tang Soso lo evaluó con la mirada.
—”Entonces, ¿qué tipo de persona te gusta?”
Baek Cheon parpadeó varias veces, sintiendo que la trampa se cerraba sobre él.
—”Esa… es una pregunta personal.”
—”¡Lo sabía!”—Tang Soso señaló con entusiasmo—. “¡Sí hay alguien!”
Baek Cheon ya no sabía cómo salir de esa conversación.
—”Mira, solo estamos aquí para descansar, no para— “
—”¡Tsk!” —Tang Soso chasqueó la lengua con molestia y se cruzó de brazos—. “¡Eres más terco de lo que pareces!”
El grupo entero seguía observando el intercambio como si fuera la mejor comedia que habían visto en años.
Finalmente, Tang Soso suspiró y le dio un golpecito en el pecho con el dedo índice.
—”Está bien, te dejaré ir… por ahora.”
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrer su espalda ante ese “Por ahora”. Lo veía más como una amenaza que como una simple advertencia.
Apenas llegaron a los dormitorios de invitados, entró a la suya rápidamente y, con una expresión tensa, miró alrededor. Sin pensarlo dos veces, tomó un pequeño mueble y lo arrastró hasta la entrada, colocándolo frente a la puerta como una barricada improvisada.
‘¡No quería casarse con Tang Soso!’
No es que ella fuera desagradable, pero… ¡simplemente no podía imaginarse en una relación con ella! El matrimonio no era un asunto que pudiera tomarse a la ligera.
Si debía casarse, quería que fuera con una persona especial…
Cerró los ojos un momento, intentando calmarse.
Pero en cuanto lo hizo, una imagen apareció fugazmente en su mente: su maestro, vestido con túnicas rojas de boda, con un aire majestuoso y una expresión serena.
Baek Cheon abrió los ojos de golpe, sintiendo cómo el calor subía a su rostro.
—”… ¿Qué demonios estoy pensando?”
Se cubrió la cara con una mano, intentando calmar los latidos acelerados de su corazón.
—--------
Mientras tanto, en el pasillo, Tang Soso chasqueó la lengua con fastidio al ver cómo Baek Cheon huía cobardemente a su habitación.
—”¡Tsk! Qué cobarde…”
Se cruzó de brazos, exhalando con frustración.
No es que realmente estuviera enamorada de él, pero era una opción bastante buena considerando sus circunstancias. Era atractivo, tenía talento, un linaje respetable y, lo más importante, no parecía tener a nadie en su vida romántica.
O eso pensó al principio… pero su reacción fue demasiado sospechosa.
“¿Acaso en verdad hay alguien en su corazón?”
Antes de que pudiera seguir con su tren de pensamiento, una presencia tranquila se acercó a ella.
Yu Iseol.
Tang Soso parpadeó con sorpresa.
—”¿Puedo hablar contigo un momento?” —preguntó Yu Iseol con su tono suave pero firme.
Los ojos de Tang Soso se iluminaron al verla y, sin dudarlo, asintió con entusiasmo.
—”¡Por supuesto!”
Si había alguien en toda la secta a quien Tang Soso realmente se sentía atraída, era Yu Iseol. No solo era increíblemente hermosa, sino que su aura de tranquilidad y elegancia la hacía destacar entre todos.
Y, lo más importante…
Si alguien conocía la verdad sobre el corazón de Baek Cheon, definitivamente era ella.
Chapter 96: ⌗Geomjon (1)
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Cheong Myeong abrió lentamente los ojos, despertando en un lugar completamente oscuro.
Parpadeó varias veces, intentando acostumbrarse a la negrura que lo rodeaba.
¿Dónde estaba?
Lo último que recordaba era haber bebido con Tang Bo, haberse despedido y luego haberse dirigido a su habitación para dormir. No había nada fuera de lo común en eso.
Pero ahora…
Estaba de pie en lo que parecía ser una cueva.
Las paredes de roca húmeda se alzaban a su alrededor, apenas visibles por un tenue resplandor proveniente de alguna fuente lejana. Un silencio sofocante lo envolvía, tan pesado que podía oír su propia respiración con claridad.
Se frotó la sien con frustración.
—”¿Un sueño?” —murmuró, recordando la vez que vio la silueta de Geomjon con Cheong Jin en aquel dibujo.
No tenía idea de qué significaba todo esto, pero no podía quedarse quieto.
Comenzó a caminar, explorando la cueva con pasos cautelosos.
El suelo era frío y húmedo bajo sus pies descalzos. La sensación era tan vívida que casi podía dudar de que esto fuera solo un sueño.
Después de avanzar un poco, su atención fue capturada por una pequeña figura encorvada en el suelo a lo lejos.
Un niño.
Los sollozos suaves y entrecortados resonaban en la cueva, reverberando como un eco doloroso.
El estómago de Cheong Myeong se apretó.
—”¡Oye! “—lo llamó con urgencia, acelerando el paso.
Pero el niño no reaccionó.
Su pequeño cuerpo seguía temblando con cada sollozo, sus delgadas manos apretaban con fuerza su túnica harapienta.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Cheong Myeong intentó tocar su hombro.
Pero su mano lo atravesó.
Sus ojos se abrieron con sorpresa.
Volvió a intentarlo, pero su mano volvió a deslizarse a través del niño como si no existiera.
“Un recuerdo…”
Cheong Myeong tragó en seco y se inclinó ligeramente para ver el rostro del niño.
En cuanto sus ojos se encontraron con los grandes y redondos ojos rosados, llenos de lágrimas, su pecho se oprimió.
Era Geomjon.
O, mejor dicho…
Un Geomjon niño.
Un Geomjon que lloraba en completa soledad dentro de esta oscura cueva.
Cheong Myeong solo pudo observar en silencio, incapaz de hacer nada.
El pequeño Geomjon temblaba, sus sollozos apenas controlados mientras se ponía de pie con torpeza. Sus piernas delgadas vacilaban como si llevara demasiado tiempo arrodillado en ese frío suelo.
Con pasos inseguros, se acercó a la entrada de la cueva, donde una enorme roca bloqueaba la salida.
Sus pequeñas manos, llenas de heridas y suciedad, se apoyaron contra la superficie áspera de la roca.
Entonces, comenzó a golpearla.
—”Maestro… “—llamó con una voz débil, temblorosa—. “Está muy oscuro y frío aquí… tengo miedo… “
Siguió golpeando con más fuerza, sus nudillos enrojeciéndose al chocar contra la piedra.
—”¡Aprendí la lección! ¡Por favor, déjeme salir!”
Golpeó de nuevo, con más desesperación.
—”Maestro… Sahyung…” —su voz se quebró—. “Alguien… por favor…”
Pero nadie respondió.
El eco de su súplica se perdió en la cueva vacía.
El pecho de Cheong Myeong se apretó.
Era doloroso de escuchar.
El pequeño Geomjon siguió golpeando la roca, sus fuerzas menguando con cada golpe, hasta que finalmente sus manos resbalaron y sus frágiles hombros cayeron.
Apoyó su frente contra la piedra fría, su respiración entrecortada por los sollozos.
El silencio era absoluto.
Nadie iba a responderle.
—”¿Esto es un castigo…?” —murmuró Cheong Myeong con incredulidad.
¿Qué pudo haber hecho un niño tan pequeño para merecer esto?
No, incluso si hubiera cometido alguna falta, esto era demasiado.
Aislar a un niño, dejarlo solo en la oscuridad y el frío, ignorando su llanto…
¿Qué clase de maestro le había tocado a Geomjon?
La rabia se acumuló en su pecho.
Apretó los puños con frustración.
Por primera vez, sintió que la historia de Geomjon ocultaba algo mucho más cruel de lo que el juego alguna vez mostró.
En un parpadeo, la oscura cueva desapareció.
El aire se volvió más cálido, impregnado del aroma de los ciruelos en flor.
Ahora estaba en uno de los campos de entrenamiento de la secta del Monte Hua.
Pero lo que tenía frente a él no era una escena pacífica.
Cheong Myeong sintió un nudo en el estómago al ver a un Geomjon un poco mayor que en el recuerdo anterior, pero aún demasiado pequeño.
Estaba tirado en el suelo.
Su ropa estaba sucia, cubierta de tierra, y su cuerpo mostraba claros signos de haber sido golpeado.
Jadeaba con dificultad, su pequeño pecho subiendo y bajando con dolorosa lentitud.
Justo a su lado, un hombre mayor lo observaba con una mirada severa, su postura rígida e imponente.
—”Eres un desastre “—escupió con frialdad—. “¿Cómo esperas convertirte en un espadachín digno de la secta si no eres capaz de completar siquiera un ejercicio básico?”
Las pequeñas manos de Geomjon se cerraron con fuerza contra la tierra, su rostro empapado en lágrimas que trataba desesperadamente de contener.
Apretó los dientes e intentó levantarse, sus delgadas piernas temblorosas por el esfuerzo.
Pero en cuanto logró ponerse de rodillas, el hombre alzó el pie y lo aplastó contra el suelo.
—”Reflexiona sobre tu ineptitud” —ordenó con desprecio antes de apartarse y retirarse sin siquiera una última mirada.
Geomjon no se movió.
Siguió allí, con la mejilla presionada contra la tierra, respirando entrecortadamente mientras su pequeño cuerpo temblaba de cansancio y humillación.
Cheong Myeong sintió una furia fría recorrerle la columna.
Este era el mismo Monte Hua en el que ahora se encontraba atrapado.
Pero este no era el Monte Hua que él conocía.
Los gritos, las risas, la camaradería que él había visto entre los discípulos actuales…
Nada de eso existía en esta imagen del pasado.
El Monte Hua de Geomjon era un lugar cruel.
Un lugar donde incluso un niño era aplastado sin piedad.
Cheong Myeong sintió que le faltaba el aire.
Entonces, unos pasos apresurados irrumpieron en el silencio.
—”¡Myeong-ah!”
Una voz juvenil.
Cheong Myeong giró la cabeza justo a tiempo para ver a un Cheong Mun adolescente corriendo hacia el pequeño Geomjon.
El muchacho se arrodilló rápidamente junto a él, su expresión llena de preocupación mientras con manos temblorosas trataba de levantarlo.
—”¡¿Estás bien?! ¿Te lastimó mucho?”
Geomjon no respondió, solo desvió la mirada, su orgullo aún herido.
Pero Cheong Myeong no podía concentrarse en la interacción entre los dos.
Su mente solo repetía una y otra vez lo que acababa de escuchar.
“Myeong-ah.”
Ese nombre…
Cheong Mun lo había llamado “Myeong-ah.”
El mismo nombre que ahora pertenecía a su propio cuerpo.
Su pecho se apretó con una sensación extraña, confusa.
—”Espera…” —susurró con incredulidad—. “¿Geomjon y yo compartimos el mismo nombre?”
En ningún momento de la historia original se mencionaba el nombre verdadero de Geomjon.
Ni siquiera en su ficha oficial de información había alguna pista sobre ello.
Geomjon era solo “Geomjon”.
El temido maestro de la espada, el despiadado antagonista, el hombre que exigía ser llamado únicamente por su título, como si su identidad anterior no tuviera derecho a existir.
Y ahora, aquí estaba él, viendo con sus propios ojos algo que nunca se mencionó en el juego.
Geomjon realmente se llamaba “Cheong Myeong”.
O…
¿Acaso era posible que su presencia en este mundo hubiera alterado la historia de alguna forma?
¿Que su propia alma, ahora ocupando este cuerpo, hubiera afectado el pasado del villano?
La idea le provocó un escalofrío.
Si este nombre siempre había pertenecido a Geomjon...
Sin embargo, no podía perderse en esas dudas ahora.
Porque la escena frente a él estaba desarrollándose de manera desgarradora.
—”Myeong-ah…” —llamó Cheong Mun una vez más, pero esta vez su voz fue más suave, más tierna.
Y fue en ese instante cuando Geomjon finalmente se rompió.
Las lágrimas que había estado conteniendo hasta ahora escaparon con fuerza, deslizando por sus mejillas sucias mientras su pequeño cuerpo temblaba.
Con desesperación, sus diminutas manos se aferraron a la túnica de su hermano mayor, buscando un consuelo que probablemente no había recibido de nadie más.
—”Duele… Sahyung… Me duele mucho…”—su voz era débil, entrecortada por los sollozos.
Un peso invisible cayó sobre el pecho de Cheong Myeong al escucharlo.
Era solo un niño.
Un niño que había sido tratado con una crueldad inhumana.
Cheong Mun, con la mirada destrozada, no dijo nada.
Simplemente rodeó a su pequeño hermano con los brazos y lo abrazó con fuerza, como si con eso pudiera protegerlo de todo el dolor del mundo.
Le acarició la espalda con delicadeza, dándole pequeñas palmaditas, como si fuera un gesto que ya había hecho muchas veces antes.
—”Ya está…” —susurró con suavidad—. “Vamos a la enfermería, ¿sí? Te curarán y ya no dolerá más.”
Cheong Myeong observó en silencio mientras Cheong Mun se ponía de pie, cargando a Geomjon con sumo cuidado, como si temiera lastimarlo aún más.
Y mientras veía la escena, mientras grababa en su memoria cada detalle del sufrimiento de aquel niño, sintió que algo ardía en su interior.
Una rabia silenciosa, sofocada por la impotencia de no poder hacer nada.
Porque por primera vez, comprendió algo con absoluta claridad.
Geomjon…
No nació siendo el monstruo que la historia contaba.
Lo convirtieron en uno.
Chapter 97: ⌗Geomjon (2)
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En un parpadeo, la escena cambió nuevamente.
Esta vez, el ambiente era completamente distinto a los recuerdos anteriores.
Se encontraban dentro de lo que parecía ser un salón de clases tradicional.
El aire estaba impregnado con el sutil aroma de la tinta, y el único sonido en la habitación, además de la voz monótona del maestro recitando pasajes del ‘Tao Te Ching’, era el de los pinceles deslizándose sobre las hojas de papel.
El ambiente era tranquilo, casi solemne.
Pero Cheong Myeong no tardó en darse cuenta de que no todos estaban prestando atención.
Sus ojos se posaron en la figura de Geomjon, quien estaba sentado en los asientos del fondo.
En lugar de copiar diligentemente las enseñanzas que el maestro dictaba, el niño se encontraba inclinado sobre su escritorio, deslizando su pincel de forma distraída sobre el papel.
Pero no estaba escribiendo.
Estaba… garabateando.
“¿Geomjon dibujaba en clase?”
El pensamiento le resultó tan sorprendente que casi se le escapó una risa incrédula.
El temido villano de “Ecos del Destino Celestial”, el legendario espadachín que hizo temblar a la secta entera con su sola presencia…
¿Alguna vez fue un niño que dibujaba garabatos en sus clases aburridas?
Cheong Myeong observó con curiosidad el rostro del pequeño Geomjon.
Sus ojos, a diferencia de los recuerdos anteriores donde solo mostraban miedo o rabia, ahora reflejaban algo distinto.
Parecía… aburrido.
Como si no encontrara ninguna utilidad en la lección, como si sintiera que estar allí era una pérdida de tiempo.
A su lado, otro niño, que parecía tener unos años más que él, lo observó y frunció el ceño.
—”Myeong-ah, presta atención a la clase.”
El tono del niño era regañón, pero no parecía molesto de verdad.
Geonmjon simplemente le sacó la lengua en respuesta, como si fuera una acción completamente natural entre ellos.
Pero entonces, como si hubiera tenido una idea repentina, dejó su garabato de lado y comenzó a dibujar algo nuevo con renovado entusiasmo.
Cuando terminó, con una gran sonrisa traviesa en su rostro, inclinó su papel hacia el niño a su lado.
—”Cheong Jin sajil, mira, ¿no se parece a Cheong Mun sahyung?”
El niño, ahora identificado como ‘Cheong Jin’, miró el papel con curiosidad.
Lo que vio lo hizo abrir los ojos con sorpresa.
Era un dibujo caricaturesco de Cheong Mun… con una expresión exageradamente enojada, las cejas fruncidas de manera dramática y líneas de vapor saliendo de su cabeza como si estuviera a punto de explotar.
Cheong Jin se cubrió la boca con ambas manos, intentando ahogar su risa.
Pero Geomjon lo miraba expectante, con una gran sonrisa divertida, esperando su reacción.
Y al final, Cheong Jin no pudo aguantar más.
La risa se le escapó sin remedio.
Geomjon se unió de inmediato, y pronto ambos estaban riéndose en voz baja, inclinados sobre el dibujo como si hubieran descubierto el secreto más divertido del mundo.
Cheong Myeong se quedó mirándolos en silencio.
Era la primera vez que veía a Geomjon reírse de esa manera.
Una risa genuina.
Una risa infantil.
Un momento de simple felicidad entre dos niños.
Pero lo que más llamó su atención…
Era la forma en que Geomjon miraba a Cheong Jin.
Había afecto en su expresión.
Un afecto puro, sincero.
Cheong Myeong sintió que algo dentro de él se retorcía al darse cuenta.
Porque eso significaba que Geomjon también había tenido momentos felices.
Que no todo en su vida había sido oscuridad y sufrimiento.
Que, en algún punto del pasado…
Antes de que todo se torciera.
Antes de que se convirtiera en el villano que todos temían.
Él también había sido un niño normal.
Cheong Myeong se tomó un momento para observar con más atención los rasgos de Cheong Jin.
Así que este era el tercer hermano.
Su apariencia indicaba que probablemente era al menos tres años mayor que Geomjon, pero a pesar de eso, Geomjon lo había llamado “sajil”, un término usado para referirse a un hermano menor dentro de la secta.
Eso significaba que Cheong Jin había ingresado a la secta tiempo después que Geomjon, a pesar de ser mayor en edad.
“Qué relación más peculiar…”
Pero antes de que pudiera procesarlo del todo, el mundo a su alrededor volvió a cambiar en un parpadeo.
De repente, se encontraba en un lugar completamente diferente.
Ahora estaba dentro de un restaurante.
El ruido de los platos chocando, las conversaciones animadas y el aroma de la comida recién servida llenaban el ambiente.
Sentados en una mesa, reconoció a Geomjon, aunque ahora ya no era un niño.
Era un adolescente.
Y frente a él, había otra figura familiar.
Tang Bo.
Pero no el Tang Bo adulto que Cheong Myeong conocía, sino uno más joven.
Aún conservaba su expresión orgullosa y feroz, pero en este momento, se veía… completamente golpeado.
Su rostro tenía varios moretones, y su labio estaba partido.
A pesar de eso, estaba comiendo con un entusiasmo feroz, mientras se quejaba con amargura:
—”¡Esa pelea fue completamente injusta!”
Geomjon, sentado al otro lado de la mesa con la postura relajada, ni siquiera se molestó en mirarlo.
Levantó sus palillos y tomó un trozo de carne antes de responder con indiferencia:
—”No fue injusta en absoluto. Simplemente eres débil.”
Tang Bo lo fulminó con la mirada.
—”¡Podrías al menos fingir un poco de simpatía, bastardo!”
Geomjon finalmente lo miró, con una sonrisa burlona en los labios.
—”No veo por qué debería hacerlo.”
Tang Bo gruñó por lo bajo y siguió comiendo, aún refunfuñando.
Pero su expresión cambió por completo cuando Geomjon levantó la mano y llamó al mesero.
—”Tráeme más platos de lo mismo.”
Tang Bo casi se atraganta.
—”¡Taoísta hyung-nim, me vas a dejar sin dinero!”
Geomjon se encogió de hombros con diversión.
—”No debiste apostar en primer lugar.”
Tang Bo soltó un largo suspiro de desesperación mientras veía cómo el mesero se alejaba para traer más comida.
—”Voy a lamentar esto por mucho tiempo…”
Cheong Myeong observó la escena en silencio.
Así que ‘así’ era la relación entre ellos.
A pesar de la diferencia en personalidad, Tang Bo y Geomjon habían sido amigos desde su adolescencia.
Bromeaban, peleaban y compartían momentos como cualquier par de jóvenes…
Pero ahora, en el presente, Tang Bo hablaba de Geomjon con una distancia melancólica.
¿Cuándo fue la última vez que convivieron así?
¿Cuándo dejó de ser una relación de camaradería para convertirse en un distanciamiento silencioso?
¿Cuándo fue que Geomjon decidió alejarse de todos?
Con cada recuerdo que pasaba, sentía que estaba más cerca de la respuesta.
Chapter 98: ⌗Geomjon (3)
Chapter Text
El mundo volvió a cambiar a su alrededor.
Esta vez, Cheong Myeong se encontró dentro de la secta del Monte Hua nuevamente.
Pero a diferencia de los recuerdos anteriores, este escenario tenía una atmósfera completamente distinta.
El viento era suave, llevando consigo el dulce aroma de las flores de ciruelo.
Las risas llenaban el aire.
Bajo la sombra de un majestuoso ciruelo en plena floración, cuatro jóvenes estaban sentados, compartiendo bocadillos y bebida.
Cheong Myeong reconoció de inmediato a los presentes.
Geomjon, ahora un joven adulto de aproximadamente 18 años, estaba cómodamente recostado contra el tronco del árbol, con una taza de licor en la mano.
A su lado, estaban sus dos hermanos, Cheong Mun y Cheong Jin.
Y frente a ellos, Tang Bo, con su característica sonrisa traviesa, levantando su copa con entusiasmo.
Era una escena pacífica, relajada…
Se sentían como una familia.
Por un momento, Cheong Myeong casi se dejó llevar por la calidez de la imagen.
Hasta que escuchó la voz de Tang Bo romper la armonía con un tono demasiado casual:
—”Oh, cierto! Cuñados, ¿debería traer mis cosas para vivir aquí? O ¿debería llevarme conmigo a Jinjin?”
El efecto fue inmediato.
Geomjon casi se ahogó con su bebida, tosiendo bruscamente mientras dejaba su copa a un lado.
Cheong Mun, quien había estado tranquilo hasta ese momento, se detuvo en seco y levantó la vista, como si esperara que alguien confirmara que eso no era una broma.
Cheong Jin suspiró, miró a Tang Bo con resignación y le dio un codazo en el costado.
—”Te adelantaste…”—murmuró con molestia.
Pero al hacer eso, prácticamente confirmó lo que Tang Bo estaba insinuando.
Se iban a casar.
Cheong Myeong observó atentamente la reacción de cada uno.
El primero en reaccionar fue Cheong Mun.
Su expresión pasó de la sorpresa a una felicidad genuina.
—”¡Eso es maravilloso!” —dijo con entusiasmo—. “Les felicito. La unión entre el Monte Hua y el Clan Tang traerá muchos beneficios a ambos lados.”
No solo hablaba como hermano mayor, sino también como el nuevo líder de la secta.
Tang Bo sonrió con satisfacción.
—”¡Exactamente! ¿Lo ves, Hyung-nim? ¡Tu hermano sí tiene visión!”
Pero mientras Tang Bo se reía, Geomjon seguía sin decir nada.
Se había quedado mirando a su hermano menor con el ceño fruncido, aún tratando de procesar la noticia.
Cuando finalmente habló, su tono fue seco y directo:
—”¿Estás seguro de comprometerte con un loco como este?”
Tang Bo fingió una expresión ofendida.
—”¿Cómo que loco? ¡Soy un partido excelente!”
—”Eso es discutible…”
—”¡Oye!”
Pero antes de que pudiera seguir quejándose, Cheong Jin soltó una risa ligera y se encogió de hombros.
—”De hecho, estoy considerando escapar antes de que sea demasiado tarde.”
El comentario provocó otra ronda de carcajadas en el grupo.
Incluso Geomjon, que al principio parecía preocupado, terminó riendo mientras Tang Bo protestaba.
Cheong Myeong observó todo en silencio.
Esa era la vida que Geomjon había tenido antes de convertirse en el despiadado maestro que todos conocían en el presente.
Era un joven con una familia que lo apoyaba.
Tenía hermanos que se preocupaban por él.
Tenía un amigo con quien compartir risas y alcohol.
En algún punto, había sido feliz.
Entonces…
¿Cuándo fue que todo cambió?
El ambiente pacífico de la reunión bajo el ciruelo desapareció en un abrir y cerrar de ojos.
En su lugar, ahora Cheong Myeong se encontraba en medio de un campo de guerra.
El cielo estaba oscurecido por el humo de incendios aún activos, y el aire era espeso con el olor metálico de la sangre.
El suelo estaba cubierto de escombros, armas rotas y cuerpos sin vida.
Ya no era el Monte Hua.
Esto era un campo de batalla.
En medio del caos, una figura avanzaba con paso pesado.
Era Geomjon.
Aún joven, pero ya con el porte de un guerrero que había visto demasiada muerte.
Su ropa estaba rasgada y manchada de sangre—propia o ajena, era imposible decirlo.
Su expresión era de pura ira contenida cuando se detuvo frente a otro hombre:
Cheong Mun.
El líder de la secta Monte Hua.
A diferencia de Geomjon, Cheong Mun estaba impecable.
Pero su postura rígida y los puños apretados delataban la tensión en su interior.
Cuando Geomjon habló, su voz fue helada:
—”¿No piensas hacer nada?”
Cheong Mun alzó la mirada hacia su hermano menor, pero no respondió de inmediato.
Sus labios estaban apretados, como si estuviera conteniéndose.
Pero Geomjon no tenía paciencia para el silencio.
—”¿No me escuchaste acaso?” —su voz se elevó—. “¡Cheong Jin desapareció en las Diez Mil Montañas! ¡Tenemos que ir a buscarlo!”
El sonido de su propia voz pareció resonar en el campo de batalla.
Cheong Myeong observó la escena con atención.
La tensión entre los hermanos era palpable.
Finalmente, Cheong Mun suspiró, cerró los ojos por un momento y luego respondió:
—”No podemos.”
Dos palabras.
Dos simples palabras que hicieron estallar a Geomjon.
Su furia se desató como un relámpago.
—”¿¡Qué quieres decir con que no podemos!?” —dio un paso adelante, su rostro torcido por la incredulidad—. “¡Es tu hermano! ¡Nuestro hermano! ¿¡Vas a dejar que muera!?”
Cheong Mun no respondió de inmediato.
Sus ojos reflejaban tormento, pero su expresión se mantuvo firme.
Cheong Myeong sintió cómo el peso de las palabras se hundía en el aire.
Ahora entendía.
Este era el punto de quiebre.
Geomjon, quien había sufrido toda su infancia pero había encontrado consuelo en su familia, estaba viendo cómo uno de sus pilares se derrumbaba ante él.
Cheong Mun, por otro lado, ya no solo era un hermano mayor.
Era el líder de una secta entera.
Tenía responsabilidades que iban más allá de los lazos familiares.
Pero para Geomjon, eso no tenía sentido.
Para él, su familia era lo único que realmente importaba.
Y ahora, su hermano mayor le estaba dando la espalda a otro de sus hermanos.
Cheong Myeong sintió un escalofrío.
Esto…
Este fue el momento en el que Geomjon empezó a distanciarse.
Este fue el instante en que la grieta entre los dos hermanos se convirtió en un abismo imposible de cruzar.
Chapter 99: ⌗Geomjon (4)
Chapter Text
Las palabras de Cheong Mun cayeron como una sentencia.
—”Entiendo cómo te sientes, pero no podemos poner en peligro la vida de todos solo para salvar una vida.”
Geomjon lo miró fijamente, sus ojos oscuros reflejaban incredulidad y rabia.
Una risa vacía escapó de sus labios.
—”Así que no te importa.” —Su voz era baja, pero mordaz—. “Solo te importa esa maldita secta.”
El ceño de Cheong Mun se profundizó.
—”Cheong Jin me importa tanto como a ti, pero la secta del Monte Hua es nuestro hogar. No puedo dejar que destruyan nuestro hogar. Cheong Jin hubiese querido lo mismo.”
Geomjon apretó la mandíbula con fuerza.
Esas palabras.
"Cheong Jin hubiese querido lo mismo."
—”¿Cómo demonios puedes decir eso?” —Geomjon susurró, su voz vibrando con furia contenida—. “No sabes lo que él querría porque ni siquiera estás intentando salvarlo.”
El silencio se extendió entre ambos, tenso y sofocante.
Finalmente, Geomjon tomó aire y exhaló bruscamente.
—”Entonces iré yo mismo a buscarlo.”
Sin dudarlo, giró sobre sus talones y se dispuso a marcharse.
Pero antes de que pudiera dar un solo paso, Cheong Mun lo detuvo.
Su mano firme se cerró sobre su antebrazo.
—”No puedes hacerlo.”
Geomjon se giró bruscamente para mirarlo, pero Cheong Mun no retrocedió.
—”Te necesitamos en esta guerra.”
La rabia de Geomjon se intensificó.
—”Mi hermano me necesita aún más.”
Los dedos de Cheong Mun se tensaron.
El líder del Monte Hua inhaló profundamente y, por primera vez en toda la discusión, su paciencia se desmoronó.
Su semblante se endureció y su voz se convirtió en una orden incuestionable:
—”Como tu líder de secta, te ordeno que regreses a tu puesto.”
El corazón de Geomjon se detuvo un instante.
Se quedó en silencio, su cuerpo rígido como una piedra.
—”¿Qué?”
—”Lo que has oído.” —Cheong Mun sostuvo su mirada sin vacilar—. “No puedes abandonar la batalla. No puedes abandonar la secta.”
El estómago de Geomjon se revolvió con una sensación nauseabunda.
Esto…
Esto era real.
No era solo una discusión.
Cheong Mun no estaba tratando de persuadirlo como su hermano.
Lo estaba reprimiendo como su líder.
El peso de sus palabras se sintió como una cadena cerrándose a su alrededor.
Ya no era un hermano hablándole a otro.
Era el líder hablando a su subordinado.
Algo dentro de Geomjon se quebró.
Su hermano mayor, aquel que lo había protegido desde pequeño, el mismo que lo abrazó cuando era un niño herido, el mismo que lo consoló cuando lloró,
ese hombre…
Ahora lo estaba obligando a abandonar a su otro hermano.
El mundo de Geomjon pareció detenerse por un instante.
El aire se sintió denso, como si cada respiración le quemara los pulmones.
Los recuerdos de su infancia pasaron fugazmente por su mente:
El niño que había llorado en los brazos de su hermano mayor,
el joven que había reído bajo el ciruelo junto a su familia,
el hombre que había compartido innumerables batallas con sus hermanos.
Todo eso, en un solo instante, se rompió en pedazos.
Cheong Mun no era su hermano en este momento.
Era solo el líder de una secta.
Y Geomjon ya no era su hermano menor.
Era solo un subordinado más.
Los ojos de Geomjon se llenaron de ira y traición.
Sus puños se cerraron con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en su piel.
Cuando habló, su voz era fría, carente de cualquier emoción familiar:
—”Bien. Si eso es lo que el líder de secta ordena.”
La frase no contenía respeto ni sumisión.
Era un muro, una barrera irrompible entre ambos.
Sin esperar respuesta, Geomjon inclinó la cabeza en una reverencia mecánica, carente de todo menos de frialdad.
Luego, sin dudar, se dio la vuelta y volvió a su posición en el campo de batalla.
El cambio ya estaba hecho.
No eran más Cheong Myeong y Cheong Mun.
Eran Geomjon y el líder de su secta.
Un abismo se había abierto entre ellos.
Uno que nunca se cerraría.
Cheong Mun permaneció en su lugar, firme, con la espalda recta y la expresión impasible.
Pero sus ojos traicionaban su fachada.
Llenos de tristeza.
Llenos de arrepentimiento.
Sabía que después de esto, ya nada volvería a ser igual.
Así que ese fue el declive de todo.
Cheong Myeong cerró los ojos, dejando que el peso de la revelación se asentara en su mente.
El dolor de Geomjon no provenía solo de la guerra.
No provenía de la pérdida.
Provenía de la traición.
De haber perdido a su hermano, no por la muerte, sino por una decisión.
Cuando volvió a abrir los ojos, ya no estaba en el campo de batalla.
El mundo a su alrededor se había desvanecido.
Ahora estaba en un lugar completamente oscuro.
No había cielo, no había suelo. Solo vacío.
Y frente a él, la única fuente de luz era una jaula.
Una jaula forjada en una luz pálida, tenue, casi inexistente.
Dentro de la jaula, abrazando sus propias piernas, estaba el verdadero Geomjon.
Pero no era el espadachín temido, ni el hombre que había enfrentado innumerables enemigos con una espada en la mano.
Era solo un hombre roto.
Sus ojos rosados estaban vacíos, apagados, como si el fuego de su espíritu se hubiese extinguido hace mucho.
Cheong Myeong sintió un nudo en la garganta.
Esto… ¿esto era lo que quedaba de Geomjon?
Con cautela, dio un paso hacia la jaula.
Luego otro.
No sabía qué hacer.
No sabía qué decir.
Había visto su historia, había sentido su dolor, pero ahora que lo tenía frente a él, todo pensamiento se esfumó.
—”Geomjon…” —llamó con suavidad.
Sin respuesta.
—”Hey…”
Nada.
Ni un solo parpadeo, ni un solo indicio de que su voz había llegado a él.
Era como si estuviera hablando con una sombra.
Con el alma de alguien que había dejado de existir.
Cheong Myeong tragó saliva y se acercó aún más, hasta que estuvo justo frente a la jaula.
Con lentitud, estiró la mano y tocó los barrotes.
En el instante en que sus dedos rozaron el metal frío, un destello de luz lo envolvió todo.
La jaula se destrozó en mil pedazos con un estruendo ensordecedor.
El brillo lo cegó.
Y entonces…
Cheong Myeong despertó.
Su cuerpo se estremeció al tomar aire de golpe, como si hubiera estado ahogándose.
Su corazón latía con fuerza, su piel estaba cubierta de sudor frío.
Había vuelto.
Pero algo había cambiado.
Chapter 100: ⌗Si Te Congelas, No Es Mi Culpa
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Mientras Cheong Myeong intentaba recuperar el aliento y calmar su acelerado corazón, una voz suave rompió el silencio de la habitación.
—¿El maestro tuvo una pesadilla?
Parpadeó, aún algo aturdido por la intensidad del sueño, y al alzar la mirada se encontró con Baek Cheon observándolo con una expresión de preocupación.
Por un instante, no supo cómo reaccionar. Su mente todavía estaba atrapada en las memorias de Geomjon, en el peso de su dolor, en la traición y la ira.
Pero la imagen de Baek Cheon frente a él, con su mirada preocupada y su tono cuidadoso, lo obligó a regresar al presente.
Aún sintiendo el peso del recuerdo en su pecho, Cheong Myeong frunció el ceño y en lugar de responder la pregunta de Baek Cheon, lanzó la suya con voz seca.
—”¿Qué estás haciendo en mi habitación?”
El semblante de Baek Cheon cambió de inmediato. Sus ojos se abrieron un poco más, como si se diera cuenta de que había sido descubierto en algo indebido. Su postura se tensó y pareció esforzarse por buscar una excusa.
—”Yo… solo pasaba por aquí… y… ajá…” —murmuró, desviando la mirada de forma poco convincente.
Cheong Myeong entrecerró los ojos, analizando la escena con suspicacia. Fue entonces cuando notó algo.
Las cobijas en el suelo.
Se inclinó un poco hacia un lado y vio la ligera marca en la alfombra, como si alguien hubiese estado acostado allí por un buen tiempo.
Su expresión se endureció.
—”Más bien parece que dormiste aquí.”
Baek Cheon soltó una risa nerviosa, llevándose una mano a la nuca mientras desviaba la mirada aún más.
—”Bueno… técnicamente…”
Cheong Myeong exhaló un suspiro, pasándose una mano por la cara.
—”Baek Cheon, ¿qué demonios estás haciendo?”
Baek Cheon dudó por un momento, debatiéndose entre buscar una nueva excusa o confesar la verdad. Pero al ver que ya no podía ocultarlo más, decidió ser honesto, aunque fuera a regañadientes.
—”… Me estaba escondiendo de Tang Soso.”
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido por la respuesta. Pero esa sorpresa rápidamente se convirtió en exasperación, y su rostro adoptó una expresión de fastidio mientras cruzaba los brazos.
—”¡¿Otra vez?! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no coquetees con mujeres?”
—”¡No coqueteé con ella!” —replicó Baek Cheon de inmediato, frunciendo el ceño—. “¡Ni siquiera le dije nada fuera de lugar!”
—”¿Entonces por qué demonios te está persiguiendo?”
Baek Cheon dejó escapar un suspiro cansado y se pasó una mano por la cara antes de explicarse.
—”Al parecer, quiere escapar del Clan Tang y vivir su vida libremente... Y la única forma que tiene de hacerlo es casándose con alguien de fuera..”
Cheong Myeong asintió lentamente, ya que conocía esa información.
—”Y supongo que tú fuiste el héroe del día.”
—”Yo no lo llamaría asi”—gruñó Baek Cheon—.
—”Bueno, es tu culpa por ser tan guapo.”
—”¡Eso no tiene nada que ver!”
—”Claro que sí” —Cheong Myeong chasqueó la lengua con desaprobación—. “Por eso siempre te he dicho que te ensucies un poco la cara, pero no, tenías que seguir viéndote impecable. Ahora mira lo que pasó.”
Baek Cheon cerró los ojos un momento, intentando contener la frustración.
—”¿Me ayudarás o no?”
Cheong Myeong suspiró dramáticamente antes de asentir. No iba dejarlo salir al peligro de todas formas.
—”Está bien, está bien. Quédate aquí. Mañana le diré a Tang Bo que controle a esa niña antes de que realmente te lleve al altar a la fuerza.”
Baek Cheon dejó escapar un suspiro de alivio y relajó los hombros.
—”Gracias, maestro.”
Sin embargo, cuando Geomjon mencionó a Tang Bo, un pequeño destello de molestia cruzó por el rostro de Baek Cheon. No era algo que él mismo comprendiera del todo, pero la idea de que su maestro estuviera en términos tan cercanos con el anciano del Clan Tang no le hacía demasiada gracia.
Por otro lado, Cheong Myeong no pareció notar el cambio en su expresión, o si lo hizo, simplemente lo ignoró.
—”Ahora cállate y duerme. Si vas a quedarte aquí, al menos no hagas ruido.”
Baek Cheon rodó los ojos, pero obedeció, volviendo a acomodarse en el suelo.
Apenas se cubrió con las mantas cuando escuchó la voz de su maestro resonar con molestia.
—”¿Qué haces ahí? Ven conmigo.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido, sin estar seguro de haber escuchado bien.
—”… ¿Qué?”
—”Ven a la cama” —repitió Cheong Myeong, con el ceño fruncido—.” No vas a dormir en el suelo como un mendigo.”
Baek Cheon lo miró con desconfianza y cruzó los brazos.
—”El maestro solo quiere usarme como calentador.”
—”¡Claro que no! “—Cheong Myeong respondió de inmediato, con una expresión de fingida indignación—. “Es para protegerte.”
—”¿Protegerme de qué?”
—”De…” —Cheong Myeong hizo un gesto vago con la mano—. “No sé, de Soso si llega a encontrarte en mitad de la noche. Si te quedas conmigo, podré vigilar que no te secuestre mientras duermes.”
Baek Cheon arqueó una ceja, claramente sin creerse ni una sola palabra.
—”¿Y qué impediría que Soso me secuestre mientras duermo en la misma cama que el maestro?”
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Bueno, entonces lo haré por mi propia seguridad. No quiero que te congeles en el suelo y luego me culpen a mí por no cuidar de mis discípulos.”
Baek Cheon dejó escapar un suspiro cansado y se acomodó aún más en el suelo, tapándose con las mantas.
—”Gracias por preocuparte, maestro, pero estoy bien aquí. Buenas noches.”
Cheong Myeong lo miró con incredulidad.
—”¿En serio?”
Baek Cheon cerró los ojos y sonrió con fingida paz.
—”Sí, en serio.”
Hubo un momento de silencio, interrumpido solo por la respiración de ambos. Luego, Cheong Myeong se cruzó de brazos y murmuró en voz baja:
—”Hmph. Bueno, pero si te congelas, no es mi culpa.”
Baek Cheon reprimió una sonrisa y se hundió más en sus mantas, sintiendo un calor inusual en su pecho.
A pesar de su testarudez y de la extraña forma en que lo demostraba, el maestro se preocupaba por él. Y por alguna razón, eso lo hacía sentirse un poco más seguro.
Chapter 101: ⌗¿Qué Significaba?
Chapter Text
Cheong Myeong observó a Baek Cheon dormido plácidamente sobre la cama, su respiración tranquila y acompasada. En algún momento de la noche, había aprovechado para ponerlo a su lado sin que el otro se despertara.
Ahora, a la tenue luz del amanecer que se filtraba por las ventanas, admiró las facciones relajadas de su discípulo. Sin la tensión habitual que solía marcar su rostro durante el día, Baek Cheon lucía sorprendentemente sereno. Casi frágil.
Con una delicadeza inusual en él, Cheong Myeong deslizó los dedos por un mechón de su cabello, sintiendo su suavidad entre sus yemas. Lo sostuvo por un momento, dejándolo descansar sobre su palma antes de llevárselo a los labios y besarlo con ternura. Un gesto fugaz, casi reverente.
Pero no podía permitirse quedarse ahí por más tiempo.
Finalmente, soltó el mechón con cuidado y se puso de pie, arreglándose rápidamente para salir. Se cubrió con su túnica y ajustó su cinturón con movimientos mecánicos, aunque su mente seguía atrapada en otra parte.
Los recuerdos de Geomjon todavía lo perseguían, como si se hubieran impregnado en su piel. Ese resentimiento hirviente, esa sensación de pérdida, esa jaula de oscuridad en la que había encontrado al verdadero Geomjon…
No podía dormir más.
Cuando salió de su habitación, el sol apenas estaba asomándose en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja y dorado. Sus discípulos aún dormía, solo interrumpido por el sonido lejano del viento y el murmullo ocasional de los primeros discípulos del clan Tang que comenzaban a despertar.
Normalmente, Cheong Myeong dormiría hasta más tarde, disfrutando de esos preciosos momentos de descanso. Pero su mente seguía inquieta, llena de preguntas sin respuesta.
Con un suspiro profundo, estiró los brazos y empezó a caminar, sin un destino fijo en mente. Necesitaba despejarse. Necesitaba entender lo que significaban esos recuerdos y qué debía hacer con ellos.
Mientras caminaba sin rumbo por el Clan Tang, el frío aire matutino despejando un poco su mente, Cheong Myeong no podía apartar su pensamiento de la última escena de su sueño.
Geomjon, solo, encerrado en esa jaula oscura.
Y luego, él, rompiendo la jaula con un destello de luz.
¿Qué significaba?
Había muchas formas de interpretarlo, pero ninguna respuesta clara.
La primera posibilidad era que sus almas se habían fusionado de alguna manera. No podía negar que ahora tenía todos esos recuerdos de Geomjon, recuerdos que se sentían reales, vividos, como si él mismo los hubiera experimentado. Y sin embargo… seguía sintiéndose como él mismo.
No sentía que su mente hubiera cambiado ni que su conciencia hubiera sido alterada. Entonces, ¿qué parte de Geomjon se había quedado con él?
Otra posibilidad era que al liberar a Geomjon de esa jaula, había significado su muerte definitiva. Tal vez el verdadero Geomjon, con todo su resentimiento y dolor, finalmente había desaparecido. Tal vez, en ese instante, había encontrado la paz que nunca tuvo en vida, dejando de existir en ese sufrimiento eterno.
Pero esa teoría no lo convencía del todo.
Había algo demasiado fácil en la idea de que Geomjon simplemente desapareció. No, sentía que algo más había ocurrido.
Tal vez lo que realmente significaba esa escena era que había roto las ataduras de su pasado.
Que Geomjon, en su línea de tiempo original, ya no estaba atado al odio ni al rencor. Que ahora podía vivir sin cargar con esa sombra de traición y dolor.
Si eso era cierto, entonces... ¿qué implicaciones tenía para él?
Ahora que los recuerdos de Geomjon formaban parte de su conciencia, ahora que conocía el dolor que había sufrido y las razones detrás de su transformación en el villano del juego… ¿realmente podía seguir cumpliendo su papel de la misma manera?
Ya no podía verlo como un simple personaje de un juego mal escrito. Geomjon no era solo "el maestro villano de Baek Cheon". Era un joven que perdió a su familia, que vio cómo su mundo se derrumbaba, que fue obligado a elegir entre su deber y su amor por sus hermanos… y que al final, fue abandonado por todos.
¿Cómo se suponía que debía vivir con ese peso ahora?
Cheong Myeong soltó un largo suspiro, pasando una mano por su rostro.
—”Qué fastidio…”
Ni siquiera tenía a quién preguntarle sobre esto. No había una guía, ni una respuesta clara. Solo tenía su intuición y esos fragmentos de un pasado que no le pertenecía, pero que ahora ardían en su mente como brasas encendidas.
El frío de la mañana se sentía más pesado sobre sus hombros.
Sin darse cuenta, los pies de Cheong Myeong lo llevaron hasta una pérgola de madera, una de las tantas que adornaban los jardines del Clan Tang. Por un instante, su mente lo traicionó con un breve recuerdo de Geomjon, de una tarde tranquila en la que bebía junto a Tang Bo en un lugar similar.
Sacudió la cabeza. No tenía tiempo para perderse en memorias ajenas.
Justo debajo de la pérgola, Tang Bo ya estaba allí, con su postura relajada y una taza de té humeante en la mano. Parecía haber estado esperando a alguien o simplemente disfrutando de la soledad de la mañana.
Sin pensarlo mucho, Cheong Myeong se acercó y se sentó frente a él con total naturalidad.
Tang Bo alzó la mirada y sonrió.
—”Veo que has madrugado. Eso es bueno, así podemos hablar sobre el asunto de la mercancía.”
Cheong Myeong parpadeó.
“Ah… es verdad.”
Había olvidado por completo el motivo por el que estaba en el Clan Tang en primer lugar. El líder de la secta lo había enviado específicamente para encargarse de esta misión, recuperar la mercancía del Monte Hua que había quedado en medio de la disputa entre Sichuan y Yunnan.
Seguramente Yoon Jong, con su diligencia habitual, había aprovechado algún momento para mencionarle el tema a Tang Bo. Era bueno tener gente competente en su grupo.
—”Hmph.” —Cheong Myeong se cruzó de brazos y se recostó contra el respaldo de la silla—. “¿Y qué pasa con la mercancía?”
Tang Bo tomó un sorbo de su té antes de responder.
—”Los preparativos ya están en marcha. Pero hay algunos detalles que prefiero discutir directamente contigo antes.”
Su tono era relajado, pero en sus ojos había un brillo calculador, propio de alguien que había crecido en una familia como la suya, donde los acuerdos comerciales y las negociaciones eran parte del día a día.
Cheong Myeong suspiró.
—”Dilo de una vez.”
Chapter 102: ⌗No Me hagas Arrepentirme
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Tang Bo se tomó su tiempo antes de responder, lo que solo hizo que Cheong Myeong frunciera aún más el ceño. Finalmente, el anciano del Clan Tang dejó escapar un suspiro y sacó un pergamino enrollado de su manga.
—”En realidad, la mayor parte de la mercancía del Monte Hua ha sido recuperada… a excepción de un artículo.”
Con calma, desenrolló el pergamino sobre la mesa y señaló un punto específico en la lista.
—”El Jamokcho fue lo único que no pudimos recuperar.”
Cheong Myeong bajó la mirada hacia el nombre de la flor y su expresión se endureció.
—”¿Cómo que no pudieron recuperarla?”
Tang Bo se encogió de hombros.
—”Fue tomada por un comerciante sin autorización dentro del Clan de las Bestias. Parece que la vendió en el mercado negro antes de que pudiéramos intervenir. Eso, por supuesto, avivó aún más la disputa en Yunnan. Ahora hay varias facciones peleando por los recursos, y el Jamokcho quedó atrapada en medio del conflicto.”
Cheong Myeong dejó escapar un largo suspiro. Como si Yunnan no fuera lo suficientemente problemático por sí mismo…
Tang Bo lo observó con curiosidad antes de preguntar:
—”¿Por qué querías esa planta? No es la gran cosa. Su uso medicinal es bastante limitado, y si es para sanar a alguien, hay opciones mucho mejores.”
Por un momento, Cheong Myeong dudó. No le gustaba compartir información innecesaria, pero considerando la conexión del Clan Tang con los venenos y las medicinas, ocultar esto podría ser contraproducente.
Finalmente, soltó un suspiro y se inclinó un poco hacia adelante.
—”No es solo por sus propiedades medicinales.” —Le dirigió una mirada seria—. “Conseguimos la receta de la Píldora Primordial, y el Jamokcho es un ingrediente clave.”
Tang Bo se quedó en silencio.
Luego, en un movimiento casi cómico, escupió todo el té que tenía en la boca.
—”¡¿La Píldora Primordial?!”
Cheong Myeong se limpió el rostro con una mueca de disgusto.
—”No tienes que gritar. “
Tang Bo lo ignoró por completo, aún procesando lo que acababa de escuchar. Se llevó una mano a la frente, murmurando para sí mismo.
—”Esa es una de las píldoras más codiciadas de la historia… Su elaboración fue considerada un mito por generaciones…”
Luego levantó la mirada y lo señaló con incredulidad.
—”¿¡Cómo demonios consiguieron esa receta!?”
Cheong Myeong sonrió con diversión.
—”Digamos que tuvimos suerte.”
Tang Bo no se veía muy convencido, pero sabía que presionarlo no serviría de nada.
—”Así que todo este problema con el Jamokcho es porque necesitas fabricar esa píldora…”
—”Exacto.”
Tang Bo suspiró y se recargó en el respaldo de su asiento, con una expresión exasperada.
—”Tienes un talento increíble para meterte en problemas, hyung-nim.’
—”Hmph. No es que lo haga a propósito.”
Tang Bo se masajeó las sienes antes de volver a incorporarse.
—”Si esa planta es tan importante, entonces no tenemos opción. Tendremos que rastrear su ubicación y recuperarla.”
Cheong Myeong asintió con una sonrisa confiada.
—”Justo lo que quería escuchar.”
Tang Bo estaba a punto de llamar a uno de sus subordinados para comenzar a hacer los preparativos para rastrear el Jamokcho cuando Cheong Myeong lo detuvo, alzando una mano con firmeza.
—”Antes de que hagas cualquier cosa, tengo otro asunto que discutir contigo.”
Tang Bo arqueó una ceja y se cruzó de brazos.
—”Vaya, parece que no solo vienes a pedirme favores, sino que también me das órdenes. Muy bien, te escucho.”
Cheong Myeong lo miró directamente a los ojos y declaró sin rodeos:
—”Quiero a Tang Soso lejos de mi Baek Cheon.”
Tang Bo parpadeó y luego sonrió con picardía.
—”¿Oh? ¿Estás celoso?”
Cheong Myeong chasqueó la lengua con impaciencia.
—”Cállate.”
Tang Bo se echó a reír de buena gana, claramente disfrutando la reacción de Cheong Myeong.
—”Tranquilo, tranquilo. Ese asunto ya está bajo control.”
Cheong Myeong lo miró con sospecha.
—”¿Qué quieres decir con ‘bajo control’?”
Tang Bo apoyó un brazo sobre la mesa y lo observó con una sonrisa astuta.
—”Justamente eso me lleva a lo que yo quería pedirte.”
Cheong Myeong no le gustaba la dirección que estaba tomando la conversación, pero esperó a que Tang Bo continuara.
—”Quiero que aceptes a Tang Soso como una discípula más del Monte Hua.”
Por un momento, Cheong Myeong solo lo miró en completo silencio. Luego, sin pensarlo demasiado, agarró la mesa con ambas manos y estuvo a punto de tirársela encima.
—”¡¿Qué clase de broma es esta, bastardo?!”
Tang Bo se inclinó rápidamente hacia atrás, levantando las manos en señal de rendición.
—”¡Espera, espera! Déjame explicarte antes de que me asesines aquí mismo.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos, pero decidió darle la oportunidad de hablar.
—”Más te vale que sea una buena explicación.”
Tang Bo sonrió con calma antes de continuar.
—”Si la aceptas como discípula del Monte Hua, dejará de perseguir a Baek Cheon para casarse con él.”
Cheong Myeong parpadeó.
—”… Sigue hablando.”
—”Sabes cómo son las cosas en el Clan Tang. Tang Soso busca matrimonio con Baek Cheon porque es su única vía para escapar de las restricciones de su familia. Pero si entra oficialmente a tu secta, ya no tendrá que casarse con nadie para tener libertad. “
Cheong Myeong comenzó a considerar la idea con más seriedad.
—”Además “—agregó Tang Bo con una sonrisa astuta—,” ella tiene un vasto conocimiento en medicina y venenos. Sería una aliada extremadamente útil dentro de la secta.”
Cheong Myeong suspiró pesadamente, apoyando los codos sobre la mesa y masajeándose las sienes.
Tenía razón. En la historia original del juego, Tang Soso nunca tuvo la oportunidad de alcanzar su máximo potencial porque su único objetivo era casarse con Baek Cheon para obtener su libertad. Pero si se unía al Monte Hua…
No habría boda.
Y el Monte Hua ganaría a una experta en medicina y venenos.
Era un trato que solo traía beneficios.
Cheong Myeong dejó escapar otro suspiro de resignación y miró a Tang Bo con el ceño fruncido.
—”… Está bien.”
Tang Bo sonrió con satisfacción.
—”Sabía que lo verías con buenos ojos.”
—”No me hagas arrepentirme.”
Tang Bo soltó una carcajada.
—”Te prometo que no lo harás.”
Chapter 103: ⌗¿Qué Podía Hacer Ella?
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Tang Bo se puso de pie con la elegancia de siempre, sacudiéndose las mangas de su túnica antes de mirar a Cheong Myeong con una sonrisa confiada.
—”Entonces, está decidido. Te informaré en cuanto tenga noticias sobre la planta.”
—”Más te vale” —respondió Cheong Myeong con indiferencia, como si no le importara demasiado, pero en realidad estaba bastante ansioso por recuperar el Jamokcho.
Tang Bo soltó una risa y se despidió con un gesto antes de retirarse, dejándolo solo bajo la pérgola.
El cielo ya estaba completamente iluminado, y a lo lejos se escuchaban los sonidos familiares de los discípulos comenzando su rutina diaria. Seguramente sus propios discípulos ya estarían despiertos y esperándolo para desayunar.
Con un suspiro, Cheong Myeong se puso de pie y comenzó a caminar hacia el comedor destinado a los invitados del Clan Tang.
En el camino, se encontró con Tang Soso, quien parecía estar buscándolo con determinación. No era difícil adivinar por qué.
—”Así que ya te lo dijo.”
Tang Soso alzó el mentón con orgullo.
—”Por supuesto. No puedo creer que realmente aceptaste. ¿Acaso no me odias?”
—”No me hagas arrepentirme” —repitió Cheong Myeong, suspirando.
Tang Soso sonrió como si hubiera ganado una pequeña batalla y simplemente asintió antes de seguirlo en silencio.
Cuando llegaron al comedor, tal como esperaba, sus discípulos ya estaban allí. Yoon Jong y Jo Gul conversaban tranquilamente mientras Baek Cheon parecía distraído, removiendo su té con una expresión ausente. Sin embargo, en cuanto Tang Soso cruzó la puerta, Baek Cheon se tensó visiblemente en su lugar.
Cheong Myeong se cruzó de brazos, preparándose para la inevitable escena…
Pero algo extraño ocurrió.
Tang Soso ni siquiera miró a Baek Cheon.
En lugar de eso, pasó de largo y se dirigió directamente a Yu Iseol, quien estaba sentada en su lugar habitual.
—”Yu Iseol, no, sago ¿verdad?”—preguntó Tang Soso con naturalidad.
Yu Iseol la miró en silencio por unos segundos antes de asentir.
—”Perfecto. Recuerdo todo lo que me dijiste. Cuéntame, ¿qué tipo de entrenamiento sigues para desarrollar tanta precisión en tu espada?”
Para sorpresa de todos, Yu Iseol no la ignoró como haría con la mayoría de las personas. En cambio, inclinó ligeramente la cabeza y respondió en su típico tono pausado:
—”Práctica constante.”
—”Oh, vamos, dame más detalles. No seas tan fría” —insistió Tang Soso, acomodándose a su lado con una sonrisa entusiasta.
En cuestión de segundos, ambas estaban conversando con naturalidad, como si fueran amigas de toda la vida.
Cheong Myeong alzó una ceja.
Qué curioso.
En la historia original del juego, Tang Soso y Yu Iseol apenas tenían interacciones, solo un par de encuentros sin importancia. Sin embargo, aquí parecía que habían desarrollado una química sorprendentemente buena.
Mejor para él.
—”¡Atención!” —llamó, interrumpiendo la charla para que todos lo miraran.
Sus discípulos enderezaron la espalda, aunque algunos lo miraban con cierta inquietud, preguntándose qué les iba a decir.
—”Tang Soso formará parte del Monte Hua a partir de ahora.”
El silencio en la mesa fue inmediato.
Baek Cheon, quien ya estaba tenso, ahora parecía al borde del colapso.
—”… ¿Qué?”
Tang Soso se cruzó de brazos y sonrió con orgullo.
—”¿Te sorprende, Baek Cheon? Pues acostúmbrate, porque ahora seré tu compañera.”
Baek Cheon se llevó una mano a la frente, cerrando los ojos como si estuviera procesando una tragedia.
Jo Gul y Yoon Jong intercambiaron miradas de incredulidad antes de mirar a Cheong Myeong como si estuvieran esperando que dijera que era una broma.
Pero Cheong Myeong solo bebió su té con indiferencia.
—”Bienvenida al Monte Hua” —dijo sin más.
Baek Cheon abrió la boca para decir algo, pero al ver la expresión relajada de Tang Soso, quien ni siquiera lo estaba mirando, se quedó en silencio.
Tal vez… solo tal vez… esto no era tan malo después de todo.
Cheong Myeong notó el plato vacío frente a Baek Cheon y, sin decir una palabra, tomó una cuchara y le sirvió un poco de arroz y guarniciones. La acción fue tan natural que nadie en la mesa pareció sorprenderse, excepto Tang Soso, que observaba la escena con curiosidad.
Baek Cheon, distraído en sus pensamientos, notó el movimiento y alzó la vista. Sus ojos se encontraron con los de Cheong Myeong, quien apoyó un codo en la mesa y lo miró con una expresión despreocupada.
—”Ya está todo solucionado, como te prometí” —le informó con simpleza—. “Tang Soso no te molestará más.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido, como si aún estuviera procesando la noticia.
—”¿De verdad?”
—”¿Cuándo te he mentido?”
Baek Cheon se relajó visiblemente y dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.
—”Gracias, maestro” —dijo con sinceridad antes de tomar sus palillos y comenzar a comer con más entusiasmo.
Cheong Myeong sonrió con suficiencia, satisfecho de haber resuelto el problema.
Baek Cheon, sin pensarlo demasiado, tomó algunos trozos de carne de uno de los platos compartidos y los sirvió en el plato de Cheong Myeong con la misma naturalidad con la que este le había servido antes.
Los demás discípulos ni siquiera parpadearon ante la escena. Este intercambio entre su líder y su mayor era algo tan común que ya ni lo notaban.
Sin embargo, Tang Soso sí lo notó.
Frunció el ceño con curiosidad y dirigió su mirada a Yu Iseol, quien estaba comiendo tranquilamente como si nada fuera fuera de lo normal.
Le preguntó con la mirada: “¿De verdad no están saliendo?”
Yu Iseol apenas giró los ojos hacia ella, sin detener su comida, y le devolvió la mirada con calma, como si respondiera: “Están tardando en dar ese paso.”
Tang Soso suspiró, y Yu Iseol, sorprendentemente, suspiró al mismo tiempo.
Las dos se miraron, como si hubieran encontrado una nueva conexión en la frustración mutua de ver a dos personas tan obvias seguir sin hacer nada.
—”Será mejor que comamos “—dijo Yu Iseol al final, volviendo a centrarse en su desayuno.
—”Tienes razón” —respondió Tang Soso, dándole un último vistazo a la pareja de discípulo y maestro antes de decidir que, por ahora, tenía cosas más importantes en las que enfocarse.
Después de todo, si incluso Yu Iseol se había rendido con esos dos, ¿qué podía hacer ella?
Chapter 104: ⌗Las Malditas Aguas Termales (1)
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Después del desayuno, aún no había señales de Tang Bo, lo que significaba que tendrían algo de tiempo libre antes de recibir noticias sobre el Jamokcho. Aprovechando la oportunidad, Tang Soso se giró hacia Yu Iseol con una sonrisa encantadora.
—”¿Te gustaría dar un paseo por la ciudad?” —preguntó con naturalidad.
Yu Iseol, como siempre, tenía una expresión impasible, pero asintió sin dudarlo.
—”Está bien.”
Tang Soso sonrió satisfecha. Finalmente, tendría la oportunidad de pasar un rato a solas con Yu Iseol y conocerla mejor sin que todo el grupo estuviera presente.
Sin embargo, antes de que pudiera celebrar su pequeño triunfo, una voz innecesariamente entusiasta irrumpió en su momento.
—”¡Oh! ¡Buena idea! Yo también quiero recorrer la ciudad. Llevo mucho tiempo sin pasar por aquí ” —dijo Jo Gul con energía, sin darse cuenta de la mirada asesina que Tang Soso le lanzó.
—”...No te invité” —respondió ella con los dientes apretados.
—”¡Pero me encantaría ir!” —dijo Jo Gul con una sonrisa inocente—. “Además, si solo van ustedes dos, es peligroso. ¡Necesitan un escolta!”
Tang Soso se contuvo de inmediato. No podía discutir con eso sin dar la impresión de que le importaba demasiado estar a solas con Yu Iseol.
Pero entonces, la situación empeoró.
—”Si van a salir, yo también iré “—intervino Yoon Jong, ajustando su túnica con calma—. “No podemos permitir que Jo Gul las arrastre a problemas.”
—”¡Oye! ¿Qué significa eso?” —se quejó Jo Gul.
—”Significa exactamente lo que dije.”
Tang Soso sintió que su plan se desmoronaba rápidamente, pero antes de que pudiera recuperar el control de la situación, otra voz se sumó.
—”¿Ah? ¿Vamos a salir? ¡Entonces también voy!”
Baek Cheon sonaba despreocupado mientras se estiraba, como si acabara de despertarse.
Tang Soso lo miró con incredulidad.
—”¿Tú también?”
—”Sí. ¿Por qué no?”
Y como si el destino estuviera conspirando en su contra, todos los ojos se giraron hacia la última persona en la mesa.
Cheong Myeong, que había estado bebiendo con total indiferencia, sintió las miradas sobre él y frunció el ceño.
—”¿Qué?”
—”¿Vienes con nosotros?” —preguntó Jo Gul, con demasiada naturalidad.
Cheong Myeong hizo una mueca, como si la idea le diera pereza. Pero luego, su mirada se deslizó hacia Baek Cheon, que estaba esperando su respuesta con expectación.
—”...Supongo que no tengo nada mejor que hacer” —dijo al final, encogiéndose de hombros.
Tang Soso sintió cómo su paciencia se evaporaba.
‘¡Quería pasar tiempo a solas con Yu Iseol, no hacer una excursión con todo este grupo de idiotas!’
Pero ya no tenía escapatoria.
—”Bien... “—dijo con una sonrisa forzada—. “Supongo que seré su guía turística.”
Yu Iseol la miró de reojo, notando su frustración, pero no dijo nada.
Así, Tang Soso, quien originalmente solo quería un paseo tranquilo con Yu Iseol, terminó guiando a un grupo entero de discípulos del Monte Hua por la ciudad, resignada a su destino.
—-----
La gran ciudad estaba llena de vida a medida que Tang Soso guiaba al grupo por sus calles bulliciosas. Con la confianza propia de alguien que había crecido en el Clan Tang, les contaba sobre las costumbres del lugar, los negocios locales y las especialidades más allá de lo que su clan ofrecía.
—”Aunque somos conocidos por nuestros venenos y medicinas, la ciudad en sí es famosa por sus especias y sus telas llamativas” —explicó mientras señalaba un puesto repleto de coloridos rollos de tela.
Yoon Jong asintió con interés, mientras Jo Gul miraba los precios con una mueca.
—”Estos colores son demasiado chillones” —comentó Baek Cheon, frunciendo el ceño al ver una túnica escarlata con bordados dorados.
—”¿No crees que te quedaría bien, sasuk?” —preguntó Jo Gul con una sonrisa burlona.
Baek Cheon le lanzó una mirada asesina.
Mientras tanto, Cheong Myeong parecía tener otras prioridades. En cuanto detectó el aroma de la comida callejera, se desvió del grupo sin dudarlo.
—”¡Oh, esto se ve bueno!” —exclamó mientras se acercaba a un puesto de brochetas de carne especiada.
—”¿No acabas de desayunar?” —preguntó Baek Cheon con un suspiro.
—”¿Y qué? ¡Esto es diferente!”
Cheong Myeong ya estaba tomando una brocheta cuando Baek Cheon sacó su bolsa de dinero con resignación y pagó sin decir nada.
El patrón se repitió varias veces. Cada que Cheong Myeong encontraba algo que llamaba su atención —ya fueran dulces, pasteles de arroz o incluso un licor que, según él, era más fuerte que el de Shaanxi— Baek Cheon simplemente suspiraba y sacaba su dinero para pagar.
—”Deberías beber con moderación” —le advirtió mientras Cheong Myeong se servía otro vaso.
—”Si no bebo, ¿cómo sabré qué tan bueno es?”
Baek Cheon masajeó su sienes, pero igual terminó comprando la botella cuando Cheong Myeong se la quedó mirando con interés.
Sin embargo, cuando Jo Gul vio la dinámica y pensó que también podía aprovecharse, señaló un dulce en un puesto cercano.
—”Sasuk, ¿puedes comprarme uno también?”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada.
—”Cómpralo con tu propio dinero.”
—”¡¿Por qué a Geomjon sí y a mí no?!”
—”Porque él es mi maestro. Tú, en cambio, eres un fastidio.”
Jo Gul puso cara de indignación, pero no pudo refutarlo. Yoon Jong, que había estado observando todo, solo suspiró y palmeó la espalda de Jo Gul en señal de consuelo.
Mientras tanto, Tang Soso, que había aceptado su destino como guía involuntaria, encontró algo de consuelo en el hecho de que Yu Iseol la tenía sujeta de la mano mientras paseaban.
Por primera vez en toda la mañana, sonrió genuinamente.
—”¿Te está gustando el recorrido?” —preguntó en voz baja.
Yu Iseol asintió.
—”Sí. Pero hay demasiada gente.”
—”Si quieres, podemos alejarnos un poco” —sugirió Tang Soso, con una chispa de esperanza en la voz.
Antes de que Yu Iseol pudiera responder, la voz de Cheong Myeong interrumpió.
—”¡Dongryong, cómprame esta otra botella!”
Tang Soso sintió su ojo temblar de frustración.
‘¡Maldito Geomjon! ¡Si sigues interrumpiendo, voy a envenenar esa botella de licor!’
Mientras el grupo continuaba su recorrido por la ciudad, Tang Soso se detuvo abruptamente al ver un cartel que llamó su atención.
—”¡Ah! “—exclamó con entusiasmo, señalando con un dedo—. “¡La casa de aguas termales! “
Era su oportunidad perfecta. Si convencía a todos de entrar, podría separarse y finalmente pasar un momento a solas con Yu Iseol, sin esos monos molestos interrumpiendo.
—”Este lugar es una parada obligatoria para los turistas” —dijo con una sonrisa radiante—. “Es famoso por sus propiedades relajantes.”
Jo Gul fue el primero en aceptar sin dudarlo.
—”¡Oh! Suena bien. Estoy agotado después de tanto caminar.”
Yoon Jong asintió, aunque con menos entusiasmo.
—”Podría ser una buena experiencia.”
Baek Cheon miró de reojo a Cheong Myeong, esperando su reacción. Sin embargo, Cheong Myeong permaneció en silencio, con la mirada perdida en el vacío.
Había tenido un flashback de las infames escenas de aguas termales en “Ecos del Destino Celestial”.
¡Las odiaba!
No solo eran innecesarias para la trama, sino que había cientos de ellas. Cada una servía únicamente para mostrar fanservice con todos los intereses amorosos de Baek Cheon reunidos en un solo lugar. Y lo peor de todo…
¡No había ni un solo píxel de Baek Cheon!
Las ilustraciones siempre estaban en primera persona, enfocadas exclusivamente en las mujeres. ¡Era una injusticia!
Pero ahora… ahora tenía la oportunidad de ver a Baek Cheon en persona en un entorno como ese.
¿Estaba preparado para esto?
Por un momento, consideró inventar una excusa y huir. Decir que tenía algo importante que hacer, que Tang Bo lo estaba esperando, que tenía que entrenar o, mejor aún, fingir que se sentía mal. Cualquier cosa.
Sin embargo, cuando menos lo esperaba…
Ya estaba dentro.
Tang Soso estaba hablando con la dueña del establecimiento, negociando los detalles, mientras el grupo esperaba pacientemente en la entrada.
Cheong Myeong miró a su alrededor, confundido.
¿Cómo demonios había llegado hasta aquí?
Chapter 105: ⌗Las Malditas Aguas Termales (2)
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Tang Soso se acercó al grupo con una sonrisa radiante y una expresión claramente satisfecha.
—”Bien, muchachos, déjenme explicarles cómo funciona este establecimiento” —dijo con aire profesional—. “Aunque las aguas termales son la atracción principal, también ofrecen otros servicios como masajes, aromaterapia, exfoliaciones y tratamientos con hierbas medicinales. Son libres de elegir con qué quieren empezar y, al final del día, habrá una cena al aire libre para completar la experiencia.”
—”Suena bastante bien” —comentó Jo Gul, cruzándose de brazos—. “Me vendría bien un masaje después de tanto entrenamiento.”
—”Oh, entonces yo también quiero probar eso “—añadió Yoon Jong con curiosidad.
—”Tú solo quieres que te revivan porque tu espalda ya no da más “—se burló Jo Gul.
—”¡Cállate!” —Yoon Jong lo fulminó con la mirada—.” No soy tan viejo…”
Mientras ellos discutían, Tang Soso tomó a Yu Iseol de la muñeca con una dulzura que contrastaba con su usual actitud energética.
—”Bueno, entonces nosotros nos adelantamos” —dijo con ligereza.
Y sin más, se llevó a Yu Iseol con ella antes de que alguien pudiera interponerse en su momento a solas.
—”¡Oye! ¿Y si quiero ir con ustedes?” —intentó decir Jo Gul, pero Tang Soso ya se había esfumado.
Jo Gul chasqueó la lengua, pero rápidamente se encogió de hombros.
—”Bueno, si ellas van a su aire, entonces yo también haré lo mío.”
Sin dudarlo, decidió que las aguas termales serían lo último en su agenda y, con un entusiasmo arrollador, arrastró a Yoon Jong y Baek Cheon con él para probar los otros servicios primero.
Cheong Myeong los vio alejarse con alivio.
“Gracias, Jo Gul. Nunca pensé que estaría tan agradecido de que fueras un cabeza hueca.”
Al menos así no tenía que preocuparse por ver más de lo que debería de su discípulo.
Suspiró y miró a su alrededor. Ahora estaba solo.
“Bueno…”
A pesar de los malos recuerdos que tenía de las aguas termales por culpa del juego, la verdad era que siempre había querido probar una en la vida real.
¡Y esta era la oportunidad perfecta!
Sin pensarlo más, decidió ir por su cuenta a las aguas termales. Después de todo, ¿qué podía salir mal?
Con la guía de una amable servidora, Cheong Myeong fue conducido a la sección de aguas termales que habían reservado exclusivamente para su grupo. La brisa cálida y el aroma a minerales flotaban en el aire, envolviéndolo en una sensación de tranquilidad. Lo mejor de todo era que estaba solo.
El lugar era un pequeño paraíso oculto tras una cerca de bambú, con piedras cuidadosamente dispuestas alrededor del agua humeante.
—”Disfrute su baño “—dijo la servidora con una leve reverencia antes de retirarse.
Cheong Myeong asintió y, sin perder más tiempo, se deshizo de la túnica que cubría su cuerpo. Se adentró en el agua con un suspiro de satisfacción cuando el calor relajó de inmediato sus músculos.
“Esto… esto sí que era bueno.”
Se recargó contra una de las piedras, cerrando los ojos y dejándose llevar por la tranquilidad del momento. El único sonido que lo acompañaba era el agua moviéndose suavemente y su propia respiración.
Sí… definitivamente esto era el cielo.
O eso pensó, hasta que escuchó unos pasos acercándose.
Sus cejas se fruncieron en alerta. ¿No se suponía que el lugar estaba reservado? ¿Tal vez algún sirviente del lugar?
Pero entonces… escuchó “esa voz”.
—”Maestro.”
El cuerpo de Cheong Myeong se tensó. “No, no, no, no…”
Abrió los ojos casi con horror y con cautela giró la cabeza.
Ahí estaba Baek Cheon.
Vestía solo una túnica ligera, el tejido delicado cayendo sobre su piel desnuda, apenas ocultando su figura bien definida. Su cabello suelto caía en suaves ondas sobre sus hombros. El vapor de las aguas termales flotaba a su alrededor, dándole un aire etéreo.
Era una imagen demasiado peligrosa.
Baek Cheon avanzó con la naturalidad de alguien que no tenía idea del caos que estaba causando en la mente de Cheong Myeong.
—”Espero que no te moleste mi compañia “—dijo mientras desataba lentamente el nudo de su túnica.
Cheong Myeong sintió que su alma abandonaba su cuerpo.
Dioses… no estaba listo para esto.
"¡Mierda, mierda, mierda!"
En cuanto el primer trozo de piel desnuda apareció ante su vista—ese maldito hombro perfecto de Baek Cheon—Cheong Myeong giró la cabeza de inmediato, sintiendo la sangre subir con furia a su rostro.
¿¡Por qué no le avisó que se iba a quitar la túnica!?
¿¡Lo estaba haciendo a propósito!? ¿¡Estaba intentando seducirlo!?
No quería mirarlo. No debía mirarlo.
Pero sus oídos, esos traidores, registraron cada mínimo sonido con claridad:
El suave deslizar de la tela cayendo al suelo.
El leve movimiento del agua al ser perturbada.
El suspiro satisfecho que Baek Cheon dejó escapar al sumergirse en el calor de las aguas termales.
"¡Maldición!"
Incluso el simple sonido de su respiración lo hacía perder la cabeza. Baek Cheon era demasiado guapo por su propio bien.
Cheong Myeong tragó saliva con dificultad y, en un intento desesperado por distraerse y recuperar su compostura, preguntó con el tono más casual que pudo:
—”¿No se supone que estabas con Jo Gul y Yoon Jong?”
Baek Cheon dudó un instante.
Cheong Myeong no lo vio, pero si lo hubiera hecho, habría notado cómo sus dedos se cerraron alrededor del agua caliente, cómo su mandíbula se apretó levemente antes de dar su respuesta:
—”Quería probar las aguas termales.”
Pero no era verdad.
La realidad era que solo quería estar junto a su maestro.
Estar a solas con él.
"Este maldito..."
Cheong Myeong lo fulminó con la mirada mientras Baek Cheon se acomodaba en el agua con una expresión demasiado cómoda para su gusto.
—”¿No se suponía que iban a venir al final?” —soltó con evidente molestia, cruzándose de brazos—. “De todas formas ibas a venir, ¿no?”
Baek Cheon hizo un puchero.
Un. Maldito. Puchero.
Cheong Myeong tuvo que desviar la mirada de nuevo, porque no tenía la capacidad mental para procesar que Baek Cheon—su orgulloso, estoico y noble discípulo—pudiera hacer algo tan adorable.
—”Si iba con ellos, lo más seguro es que sería todo menos algo relajante con Jo Gul ahí” —replicó Baek Cheon, cruzando los brazos con fastidio—. “No puedo imaginar nada peor.”
Cheong Myeong abrió la boca para refutar, pero luego frunció el ceño.
...Sí.
No tenía cómo contraatacar eso.
Pasar un rato con Jo Gul en un lugar que se suponía que debía ser relajante era una verdadera tortura.
Cheong Myeong dejó escapar un suspiro de derrota y hundió un poco más el cuerpo en el agua caliente. Bien, lo dejaría estar, pero…
—”¿Por qué tienes que estar tan cerca de mí cuando hay tanto espacio?”
Su tono era molesto, pero su mirada lo traicionaba.
Baek Cheon se puso rojo al instante.
Era como si de pronto se diera cuenta de lo cerca que estaba de su maestro. Sus ojos se abrieron un poco, su espalda se tensó y, con un movimiento muy poco natural, comenzó a alejarse lentamente, casi como si tuviera miedo de hacer movimientos bruscos.
—”E-Es que aquí la temperatura del agua es mejor “—soltó apresuradamente.
Una excusa horrible.
Nada convincente.
Cheong Myeong levantó una ceja con incredulidad.
Baek Cheon desvió la mirada, claramente sintiéndose descubierto, y se sumergió un poco más en el agua, como si quisiera que la tierra lo tragara.
Cheong Myeong no pudo evitar sonreír al ver la reacción de Baek Cheon.
Era adorable. Ridículamente adorable.
Pero… ¿quién le dijo que podía poner ese tipo de cara frente a él?
Lentamente, muy lentamente, comenzó a reducir la distancia entre ambos otra vez, asegurándose de que Baek Cheon notara cada pequeño movimiento.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para ver claramente el temblor sutil en las pestañas de su discípulo, habló con una voz suave y burlona:
—”Cheon-ah, te quejas de mí por usarte como calentador en la noche, sin embargo… ¿no estás haciendo lo mismo en este momento?”
Los ojos de Baek Cheon se abrieron de par en par y su rostro estalló en rojo vivo.
—”¡N-No es así!” —soltó con un tartamudeo, tratando de alejarse de inmediato.
Pero en su intento desesperado por poner espacio entre ellos, su espalda chocó contra la orilla de la terma.
No tenía salida.
Los ojos de Cheong Myeong brillaron con diversión cuando Baek Cheon, al darse cuenta de su situación, instintivamente levantó las manos para empujarlo.
Solo había un pequeño problema con eso.
Ambos estaban desnudos.
Y Baek Cheon… no tomó eso en cuenta.
“Oh.”
Las manos de Baek Cheon aterrizaron firmemente sobre algo sólido, cálido y ligeramente húmedo.
Un instante de silencio absoluto cayó entre los dos.
Baek Cheon bajó lentamente la mirada.
…
“Oh.”
Ese…
“¿Ese era el pectoral de su maestro?”
Sus dedos estaban apoyados justo sobre la piel tersa y firme de Cheong Myeong. Su maestro. Su maestro desnudo.
Baek Cheon sintió como si el alma se le escapara del cuerpo.
Su rostro, que ya estaba rojo, pareció encenderse aún más, hasta el punto de que parecía que estaba a segundos de arder espontáneamente.
Y Cheong Myeong…
Cheong Myeong estaba congelado en su sitio, con los ojos ligeramente desorbitados, la mente en blanco y un calor insoportable subiéndole por la espalda.
Baek Cheon no se movió.
Cheong Myeong tampoco.
La respiración de ambos se volvió pesada.
El aire de la terma se volvió más espeso.
El agua caliente no ayudaba.
…
Esto se estaba saliendo de control.
—”Y-Yo… ¡Lo siento!” —Baek Cheon tartamudeó, su voz apenas un murmullo tembloroso.
Su mente estaba en caos y su rostro ardía como si hubiese sumergido la cabeza en agua hirviendo en lugar de las termas.
Con torpeza, intentó apartar la mano que aún presionaba el pecho desnudo de su maestro.
Pero antes de que pudiera hacerlo…
Cheong Myeong tomó su muñeca con firmeza.
—”Ah…”
Baek Cheon jadeó de sorpresa cuando, en un solo movimiento, su maestro lo jaló hacia él.
“¡Demasiado cerca!”
El agua se agitó violentamente alrededor de sus cuerpos cuando Baek Cheon chocó contra el torso cálido y húmedo de su maestro, su piel erizándose al sentir el contacto directo de la piel desnuda de Geomjon contra la suya.
El sonido de su corazón golpeando frenéticamente en su pecho llenó sus oídos.
Geomjon también respiraba con dificultad.
Baek Cheon podía escucharlo, podía sentirlo.
Los ojos de su maestro estaban fijos en él, oscuros e intensos, su aliento caliente rozando su mejilla con cada exhalación.
Y entonces…
Se inclinó hacia él.
Baek Cheon contuvo el aliento.
El mundo a su alrededor desapareció por completo cuando su maestro se acercó aún más, su rostro inclinándose peligrosamente cerca del suyo.
Baek Cheon cerró los ojos instintivamente, esperando—
¡BANG!
La puerta del lugar se abrió de golpe con un estruendo.
—”¡Oigan!” —una voz molesta interrumpió el momento como un balde de agua fría—. “¡Ya se acabó su tiempo, así que fuera! Ahora es nuestro turno.”
Baek Cheon y Cheong Myeong se separaron de golpe, moviéndose como si hubieran sido pillados en medio de un crimen.
En la entrada, Tang Soso los miraba con los brazos cruzados y una expresión impaciente.
Detrás de ella, Yu Iseol permanecía en silencio, observándolos con una mirada neutra… aunque sus ojos brillaban con algo que Baek Cheon no pudo identificar del todo.
—”¡Fuera!”—Tang Soso insistió, haciendo un gesto con la mano para que se apresuraran—. “¡Al menos déjenme disfrutar de este lugar en paz!”
Ninguno de los dos quiso enfrentarse a la furia de Tang Soso.
Así que, sin discutir, se apresuraron a salir del agua, sus cuerpos aún ardiendo por razones que ya no tenían nada que ver con la temperatura de las termas.
Chapter 106: ⌗Las Malditas Aguas Termales (3)
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El camino hacia el pequeño cuarto de vestidores fue silencioso, pero para Baek Cheon se sintió eterno.
Cada paso que daba retumbaba en su mente junto al latido acelerado de su corazón.
Su piel todavía ardía, su respiración era inestable, y su mente… su mente no podía dejar de recordar lo que había pasado en las termas.
Los ojos oscuros de su maestro clavándose en los suyos…
Su aliento rozando su piel…
El momento en que se inclinó para besarlo…
¿Qué… qué había significado todo eso?
¿Fue un impulso? ¿Fue intencional?
Baek Cheon quería preguntar, pero su garganta estaba seca, y Geomjon caminaba junto a él en completo silencio, sin siquiera mirarlo.
Como si nada hubiera pasado.
Baek Cheon bajó la mirada, mordiéndose el labio.
Tal vez realmente no significó nada. Tal vez solo había sido el calor del momento…
Sin embargo, en cuanto entraron en el cuarto de vestidores, todo cambió.
Baek Cheon se giró para recoger su ropa, decidido a dejar de pensar en eso.
Pero entonces—
¡BAM!
De repente, fue bruscamente empujado contra la pared.
—”¡¿?!”
Antes de que su mente pudiera siquiera procesar lo que estaba pasando, un cuerpo cálido se pegó al suyo, acorralándolo.
Y antes de que pudiera reaccionar, unos labios firmes y ardientes se presionaron contra los suyos en un beso profundo y desesperado.
Baek Cheon quedó en shock.
Sus ojos se abrieron con sorpresa, su cuerpo tensándose al instante.
Pero solo le tomó un par de segundos para rendirse.
Cerró los ojos con fuerza, su respiración se entrecortó y, sin dudarlo, envolvió los brazos alrededor del cuello de su maestro, atrayéndolo aún más cerca.
El sonido de sus respiraciones mezclándose, el roce de sus cuerpos aún húmedos, el calor de la piel de su maestro quemándolo a través de la fina tela de sus túnicas…
Baek Cheon sintió que el mundo a su alrededor se desmoronaba por completo.
El beso se volvía más profundo y apasionado con cada segundo que pasaba.
Sus labios se separaban apenas por un instante para tomar aire, solo para fundirse de nuevo con más desesperación.
Los dedos de Baek Cheon se aferraban con fuerza al cuello de su maestro, como si temiera que pudiera escapar de su alcance.
Y entonces—
Un escalofrío recorrió su espalda.
Baek Cheon abrió los ojos de golpe, su respiración se cortó al sentir la mano de su maestro deslizándose dentro de su túnica.
El contacto directo contra su piel desnuda hizo que todo su cuerpo se estremeciera.
—”¡E-Espera!” —exclamó entre jadeos, apartando a su maestro de golpe.
Cheong Myeong frunció el ceño con disgusto, su respiración también agitada.
—”¿Qué pasa?”—preguntó con evidente frustración.
Baek Cheon desvió la mirada, sintiendo su rostro arder de vergüenza.
Se humedeció los labios, su voz salió tímida, casi insegura.
—”N-No podemos hacer... e-eso antes del matrimonio.”
Silencio.
Por un momento, Cheong Myeong solo lo miró sin expresión, como si intentara procesar lo que acababa de escuchar.
Y entonces—
Bufó.
Como si no fuera gran cosa, como si lo que acababa de decir fuera una trivialidad, soltó con total confianza:
—”Entonces me haré responsable.”
Baek Cheon sintió su alma abandonar su cuerpo.
—”¡T-Tonto! “—su rostro se volvió aún más rojo, casi hirviendo en calor—. “¡E-Estamos en un lugar público!”
Cheong Myeong parpadeó, finalmente entrando en razón.
Miró a su alrededor, recordando dónde estaban y, aunque su expresión seguía siendo infeliz, apartó sus manos lentamente.
—”Hmph.”
Aún parecía insatisfecho, pero al menos no insistió más.
Baek Cheon exhaló un largo suspiro, sintiendo que su corazón todavía latía descontroladamente.
¿Qué demonios acababa de pasar?
Baek Cheon apenas podía escuchar sus propios pensamientos por encima del estruendo de su corazón acelerado.
Su cuerpo aún temblaba levemente, y su piel seguía ardiendo, no solo por el calor del agua, sino por el recuerdo demasiado vívido del contacto de su maestro.
Intentando recuperar el control, tomó aire y, con la voz más firme que pudo reunir, le dijo a Cheong Myeong:
—”P-Puedes salir un momento… necesito vestirme.”
Cheong Myeong arqueó una ceja, cruzándose de brazos con evidente incredulidad.
—”¿En serio?”—dijo con un tono burlón—. “Hace unos minutos te quitaste la ropa frente a mí en las aguas termales sin problema, pero ¿ahora te da vergüenza cambiarte?”
Baek Cheon se quedó sin palabras.
¡Maldita sea! No tenía cómo refutar eso.
Su boca se abrió y cerró varias veces, buscando una respuesta lógica.
Al final, su rostro se tornó aún más rojo, y lo único que se le ocurrió fue inventar una excusa apresurada:
—”¡E-Es diferente! ¡En las aguas termales había vapor!”
Cheong Myeong soltó un bufido.
—”Ah, claro, el milagroso poder del vapor”—respondió con sarcasmo, como si estuviera reprimiendo una carcajada.
Baek Cheon apretó los dientes.
—”¡Solo sal!”
Sin darle oportunidad de protestar, puso sus manos en el pecho de su maestro y lo empujó con todas sus fuerzas hacia la puerta.
Cheong Myeong apenas opuso resistencia mientras su discípulo lo sacaba a la fuerza del vestidor.
Y antes de que pudiera decir otra palabra, la puerta se cerró de golpe en su cara.
Silencio.
Cheong Myeong parpadeó.
Bufó con molestia, cruzándose de brazos mientras se recargaba contra la pared.
—”Tch… qué dramático.”
Aun así, sus labios pronto se curvaron en una sonrisa.
El recuerdo de Baek Cheon completamente sonrojado, tartamudeando y empujándolo con tanta desesperación lo hizo soltar una pequeña risa baja.
Sí… definitivamente había sido divertido.
Cheong Myeong seguía apoyado contra la pared, esperando con paciencia a que Baek Cheon terminara de vestirse. Su sonrisa aún persistía, y de vez en cuando pasaba su lengua por sus propios labios, como si aún pudiera saborear el dulzor del beso que acababan de compartir.
Fue entonces cuando escuchó pasos acercándose.
Al levantar la mirada, vio a Tang Bo caminando en su dirección con su característica expresión tranquila.
—”Así que aquí es donde se habían metido” —comentó con una leve sonrisa—. “¿Se están divirtiendo?”
Cheong Myeong sonrió aún más.
—”Me estoy divirtiendo bastante.”
Tang Bo alzó una ceja.
Hubo un pequeño destello de curiosidad en su mirada, como si hubiera captado algo extraño en esa respuesta. Pero en lugar de preguntar, simplemente decidió dejarlo pasar… por ahora.
—”Es bueno que disfruten antes de volver al trabajo” —dijo con un tono más serio—. “Tengo noticias sobre su mercancía.”
Al escuchar eso, la atención de Cheong Myeong cambió de inmediato.
Su expresión juguetona se desvaneció, dando paso a una mirada más aguda y enfocada.
—”¿Qué averiguaste?”
Tang Bo hizo un leve gesto con la cabeza, indicándole que lo siguiera.
—”Hablemos en un lugar más privado.”
Justo en ese momento, la puerta del vestidor se abrió con un leve chirrido, y Baek Cheon salió ajustándose la parte superior de su ropa con una expresión aún algo acalorada.
Tang Bo notó el ligero enrojecimiento en su rostro y la forma en que evitaba mirar directamente a su maestro.
Su sonrisa se amplió levemente.
Sí… definitivamente algo había pasado.
Chapter 107: ⌗A Solas Contigo (1)
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Baek Cheon rápidamente enderezó su postura al notar la presencia de Tang Bo y le dedicó una respetuosa reverencia.
—”Amjon” —saludó con formalidad, intentando disimular su repentina tensión.
Cheong Myeong se estiró perezosamente antes de darle una palmadita en el hombro a Baek Cheon.
—”Espérame un segundo”—dijo—, “voy a cambiarme.”
Sin esperar respuesta, desapareció en el vestidor, dejando a Baek Cheon solo con Tang Bo.
El silencio que siguió fue… incómodo.
Baek Cheon no podía evitar sentirse un poco inquieto en presencia del anciano Tang, pero no era precisamente por intimidación. Había algo más.
No tenía la menor idea de qué tipo de relación tenía su maestro con Tang Bo.
¿Fueron pareja?
¿O peor… todavía lo son?
La duda lo golpeó con fuerza.
Si eso era cierto, entonces él… él se habría convertido en un amante secreto como en esas novelas baratas que a veces veía entre los discípulos de tercera clase.
“No, no…”
Su maestro no era ese tipo de persona.
“¿Pero y si…?”
Como si pudiera leer sus pensamientos, Tang Bo lo miró con una sonrisa amistosa.
—”No hay nada de qué preocuparse” —dijo con calma—. “Geomjon es solo mi mejor amigo.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
—”Además” —continuó Tang Bo con un dejo de diversión—, “ya estoy casado con alguien más.”
El alivio de Baek Cheon fue tan evidente que casi se derrumbó en el acto.
—*Oh… entiendo “—respondió, soltando un suspiro de alivio.
Pero en cuanto se dio cuenta de su propia reacción, su rostro se encendió de rojo.
“¡Demonios!”
Había sido demasiado obvio.
Tang Bo lo miró en silencio por un segundo… y luego soltó una carcajada fuerte y sonora.
Baek Cheon se hundió en vergüenza.
Cheong Myeong salió en ese momento del vestidor, secándose el cabello con una toalla.
—”¿De qué te ríes, bastardo?” —preguntó con una ceja arqueada.
Tang Bo se limpió una lágrima de la risa antes de responder:
—”Oh, nada. Solo que tu discípulo es más adorable de lo que pensaba.”
Baek Cheon sintió que quería desaparecer en ese mismo instante.
Cheong Myeong fulminó a Tang Bo con la mirada, claramente molesto por su risa y su comentario.
Luego, desvió la mirada hacia Baek Cheon y, como si nada, sonrió con picardía.
—”Bueno, no está equivocado. Eres bastante adorable, Cheon-ah.”
Baek Cheon sintió un golpe de calor subir hasta sus orejas.
Sin poder contenerse, se cubrió el rostro con ambas manos.
—”¡Cállense los dos!”—exclamó, su voz llena de vergüenza.
Tang Bo soltó una última risa baja antes de aclararse la garganta y retomar un semblante más serio.
—”Bueno, bueno” —dijo, componiéndose—. “Hablemos de cosas más importantes. Vamos afuera, Geomjon. Tenemos que discutir sobre la mercancía.”
Cheong Myeong dejó escapar un suspiro y asintió.
—”Bien.”
Se giró hacia Baek Cheon y le dio una palmada en el hombro.
—”Puedes volver con los demás.”
Baek Cheon frunció levemente el ceño.
—”¿No puedo acompañarte?”
Cheong Myeong se quedó en silencio por un momento.
Su primera reacción fue negarse, pero luego sus ojos se desviaron hacia Tang Bo en busca de una respuesta.
Tang Bo sonrió con tranquilidad.
—”No es nada demasiado privado” —dijo encogiéndose de hombros—. “Además, de todas formas vas a tener que decírselo a los demás más tarde.”
Y luego, con una mirada divertida, añadió:
—”Además, confío en tu novio.”
El silencio que siguió fue sepulcral.
Cheong Myeong y Baek Cheon se quedaron congelados en su lugar, sus rostros incendiándose de rojo.
Tang Bo, satisfecho consigo mismo, salió del lugar con una sonrisa.
Baek Cheon desvió la mirada, mordiéndose el labio.
Cheong Myeong se aclaró la garganta, mirando hacia otro lado.
—”… Ignóralo. “
Baek Cheon asintió rápidamente.
—”¡Sí, por supuesto!”
Ambos se apresuraron a seguir a Tang Bo, tratando de fingir que nada había pasado.
Cuando estuvieron lo suficientemente alejados del bullicio, Tang Bo se cruzó de brazos y miró a Cheong Myeong con seriedad.
—”El Clan de las Bestias se niega a entregar el Jamokcho al Clan Tang.”
Cheong Myeong frunció el ceño.
—”¿Por qué?”
Tang Bo suspiró.
—”No confían en los forasteros. Pero… parece que sí confían en la Secta del Monte Hua. Así que, si queremos la hierba, tendrán que ir ustedes personalmente a recuperarla.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
—”¿Nosotros?”
—”Exactamente” —afirmó Tang Bo—. “Ustedes tienen más posibilidades de conseguir el Jamokcho que cualquiera de nosotros.”
Cheong Myeong cerró los ojos, meditando la situación.
Estos detalles no se mencionaban en el juego, pero ahora, con los recuerdos de Geomjon en su mente, pudo comprender el motivo del rechazo del Clan de las Bestias.
Durante la guerra, las principales sectas habían protegido únicamente las Llanuras Centrales, dejando a las regiones externas a su suerte.
El Clan de las Bestias no fue la excepción y, desde entonces, les guardaron un profundo rencor a las grandes sectas.
Sin embargo, Geomjon sí había luchado en aquellas tierras olvidadas.
No porque tuviera la intención de protegerlas, sino porque odiaba a los del Culto Demoníaco con cada fibra de su ser.
Cuando se enteró de que esos bastardos estaban usando el exterior para esconderse y reagruparse, los persiguió hasta allí y los exterminó sin piedad.
Para los habitantes del exterior, Geomjon era un salvador.
Su reputación era de un héroe.
Y ahora, esa misma reputación era la clave para negociar con el Clan de las Bestias.
Cheong Myeong abrió los ojos y miró a Tang Bo.
—”Entiendo… Entonces, tendremos que ir nosotros.”
Tang Bo asintió.
—”Exacto. ¿Pueden manejarlo?”
Cheong Myeong sonrió de lado.
—”Por supuesto que sí.”
Tang Bo sonrió con satisfacción.
—*Entonces, les prepararé lo necesario para que puedan partir mañana a la frontera. Mientras tanto, pueden continuar con su pequeño descanso.”
Con esas palabras, se despidió, dejándolos solos nuevamente.
Cheong Myeong observó el cielo. El tono anaranjado del atardecer comenzaba a desvanecerse, dando paso a la noche.
—”¿Quieres volver adentro y cenar con los demás?” —preguntó con tono casual.
Baek Cheon lo pensó por un momento.
—”Quiero pasar el tiempo que me queda a solas contigo.”
Cheong Myeong alzó una ceja y fingió escandalizarse.
—”¡Cheon-ah! ¿Acaso no dijiste que esas "cosas" solo se hacen después del matrimonio?”
El rostro de Baek Cheon se tornó completamente rojo.
—”¡No me refería a eso!”
Cheong Myeong estalló en carcajadas, claramente divirtiéndose a su costa.
Baek Cheon frunció el ceño, avergonzado.
—”Me refería a hacer algo romántico…”
Cheong Myeong sonrió con diversión.
—”Ohh, ¿romántico, dices?”
Baek Cheon desvió la mirada con vergüenza, sintiéndose aún más expuesto.
Sin darle oportunidad de replicar, Cheong Myeong tomó su mano y lo jaló con suavidad.
—”Bien, bien. Vamos a hacer algo romántico, entonces.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido al sentir los dedos de su maestro entrelazándose con los suyos.
Su corazón latía con fuerza, pero no se resistió.
Sin soltar su mano, Cheong Myeong lo llevó a un restaurante.
Chapter 108: ⌗A Solas Contigo (2)
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Tal vez Baek Cheon había pedido demasiado al esperar algo romántico.
Pero, ¿qué podía esperar de su maestro, quien había vivido toda su vida en una montaña con enseñanzas taoístas y cero contacto con el romance?
La cena fue exactamente como cualquier otra cena con Geomjon.
El legendario espadachín, sin una pizca de decoro, pidió cantidades absurdas de comida y bebida, comiendo con la misma falta de elegancia como cuando hablaba.
Baek Cheon, con una expresión a medio camino entre la resignación y el afecto, observó a su maestro devorar cada platillo como si estuviera en medio de una batalla.
Y lo peor de todo…
Aunque Geomjon había sido quien lo invitó, al final fue Baek Cheon quien pagó por todo.
Pero no se sentía molesto.
Por alguna razón, Geomjon siempre lograba hacer que sonriera, que se sintiera cómodo y tranquilo con solo estar a su lado.
Así que aquí estaban ahora, caminando juntos bajo la luz de la luna, de regreso al Clan Tang.
Baek Cheon miró de reojo a su maestro, quien avanzaba con las manos en la espalda, tarareando una melodía sin preocupaciones.
Una sonrisa suave se dibujó en su rostro sin que se diera cuenta.
Cuando llegaron a las habitaciones de invitados, Baek Cheon se preparó para despedirse y dirigirse a su respectiva habitación.
Sin embargo, justo cuando estaba por dar media vuelta, sintió una mano sujetando su muñeca.
—”¿A dónde crees que vas?” —preguntó Geomjon con total naturalidad.
Baek Cheon parpadeó, algo confundido.
—”A mi habitación… ¿a dónde más?”
Geomjon arqueó una ceja y soltó una risa baja, como si la respuesta fuera obvia.
—”Ahora que somos pareja, tenemos que compartir habitación.”
Baek Cheon se quedó helado.
Luego, tras procesar lo que acababa de escuchar, una sonrisa divertida apareció en su rostro.
—”¿Ah, sí?” —preguntó con fingida inocencia—. “No recuerdo que me hayas pedido ser tu pareja oficialmente…”
El rostro de Geomjon, que siempre se mantenía estoico y confiado, se tornó de un rojo intenso.
—”Ah.”
Claramente, no había pensado en eso.
Baek Cheon casi sintió pena por él… casi.
Con ternura, observó cómo su maestro desviaba la mirada, murmurando algo entre dientes, como si estuviera organizando sus pensamientos.
Era tierno verlo nervioso.
Baek Cheon dio un paso más cerca.
—”¿Hm? No te escuché bien… ¿qué decías?”
Geomjon apretó los labios, tomó una profunda respiración y, con un gesto decidido, tomó ambas manos de su discípulo.
—”¿Quieres ser mi pareja?” —preguntó, su voz más firme, aunque su rubor aún seguía presente.
Baek Cheon lo miró fijamente por un momento.
Y luego… rió.
Pero no era burla, ni ironía.
Era felicidad genuina, una alegría tan cálida que no pudo contener.
Sin soltar sus manos, asintió con una sonrisa radiante.
—”Sí.”
Geomjon parpadeó, sorprendido, como si no esperara que fuera así de sencillo.
Pero pronto, una sonrisa se formó en sus labios, y **una calidez inusual se expandió por su pecho.
Baek Cheon lo miró con ternura antes de inclinarse ligeramente, con la intención de darle un beso.
Pero entonces…
Un estruendoso sonido de vítores los hizo separarse de golpe.
Ambos giraron la cabeza, y lo que vieron los dejó completamente helados.
Todo el grupo estaba ahí.
Yoon Jong, Jo Gul, Tang Bo, Tang Soso e incluso Yu Iseol estaban parados cerca de la entrada, viéndolos con descaro.
Pero lo peor no era que estuvieran ahí.
Lo peor era que estaban festejando.
—”¡Finalmente lo lograron!”—gritó Jo Gul, aplaudiendo con entusiasmo.
—”Pensé que nunca pasaría…” —Yoon Jong suspiró, sacudiendo la cabeza como un padre orgulloso.
—”He ganado la apuesta, Soso. Te lo dije.” —Tang Bo sonrió con arrogancia.
—”Tsk.” —Tang Soso chasqueó la lengua con fastidio—. “No pensé que fuera a caer tan rápido.”
Y lo más impactante de todo…
Incluso Yu Iseol estaba aplaudiendo.
Su rostro seguía inexpresivo como siempre, pero sus manos se movían en una lenta y pausada ovación.
Baek Cheon se quedó congelado.
¿¡Cuánto tiempo habían estado ahí!?
Un fuego abrasador subió hasta su rostro y se cubrió la cara con ambas manos, sintiendo que quería desaparecer en ese mismo instante.
—”¡D-Dejen de mirar!” —murmuró en un tono ahogado.
Por otro lado, Geomjon…
No tenía tanta paciencia.
Su sonrisa desapareció y sus ojos adquirieron un brillo peligroso.
—”Muy bien… ¿quieren morir aquí mismo?” —preguntó con voz baja y amenazante.
—”¡Ah! ¡Espera, maestro! ¡No es necesario ponerse violento!” —exclamó Jo Gul, dando un paso atrás.
—”¡No sabíamos que esto pasaría! Solo veníamos a buscar a Baek Cheon y…!” —intentó excusarse Yoon Jong.
Tang Bo, por otro lado, simplemente sonrió con diversión.
—”Oh, vamos, hyung-nim, no seas tímido. Solo estamos felices por ustedes.”
Geomjon hizo crujir sus nudillos.
—”Les daré cinco segundos para correr.”
El grupo intercambió miradas y en un segundo, todos salieron corriendo como si su vida dependiera de ello.
Cheong Myeong los vio desaparecer en la distancia con una mirada afilada, asegurándose de que realmente se largaran antes de soltar un bufido de fastidio.
Luego, giró hacia Baek Cheon, quien seguía de pie, con el rostro completamente rojo y las manos cubriéndolo, como si quisiera volverse invisible.
—”Ya deja de esconderte.” —Cheong Myeong rodó los ojos y, sin más, tomó la mano de su discípulo y lo arrastró dentro de la habitación.
Cerró la puerta con firmeza y, por si acaso, también la aseguró desde adentro.
Baek Cheon seguía paralizado por la vergüenza, pero cuando sus ojos se encontraron con los de su maestro, no pudo evitar soltar una risa.
Cheong Myeong lo miró, desconcertado, pero luego terminó riendo también.
Ambos rieron en voz baja, dejando que la tensión y la vergüenza se disiparan poco a poco.
—”No puedo creer que fueran tan metiches…” —Baek Cheon sacudió la cabeza, tratando de recuperar la compostura.
—”Yo sí.” —Cheong Myeong resopló, cruzándose de brazos—. “Pero no importa. Ahora ya no hay nadie que interrumpa.”
Baek Cheon parpadeó ante sus palabras y, tras unos segundos de vacilación, se acercó a su maestro.
Tomó su túnica con suavidad y lo atrajo hacia él, acortando la distancia entre ambos.
Los ojos de Cheong Myeong brillaron con sorpresa por un instante, pero no opuso resistencia.
Baek Cheon finalmente le dio el beso que había sido interrumpido antes.
Fue un beso lento, pausado, una caricia silenciosa entre sus labios.
Cheong Myeong correspondió sin dudarlo, deslizando sus brazos alrededor de la cintura de su discípulo, atrayéndolo aún más cerca.
El beso se intensificó poco a poco, como si el tiempo mismo se detuviera para ellos.
Sin dejar de besarlo, Cheong Myeong lo guió lentamente hacia la cama.
Baek Cheon se dejó llevar, sin resistirse cuando su maestro lo hizo recostarse sobre el colchón.
La calidez de su cuerpo y la firmeza de sus manos lo envolvieron por completo, haciéndolo olvidar todo lo demás.
El beso se profundizó, sus labios encajando en una danza cada vez más intensa.
Cheong Myeong se inclinó sobre él, su aliento cálido acariciando su piel.
Y en ese instante, Baek Cheon se dio cuenta de algo.
No importaba el qué dirán.
No importaba si el grupo los molestaba mañana.
No importaba nada más.
Porque en este momento, solo estaban ellos dos.
Chapter 109: ⌗Cheong Myeong-ah
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El beso se intensificó, sus labios uniéndose con mayor fervor, sus lenguas entrelazándose en una danza ardiente y desesperada.
Las respiraciones de ambos se mezclaron, cálidas y entrecortadas, mientras Cheong Myeong recorría cada rincón de la boca de Baek Cheon, como si quisiera saborearlo por completo.
Sin romper el contacto, Cheong Myeong descendió con lentitud, dejando una estela de besos sobre la mandíbula de su discípulo, hasta alcanzar su cuello.
Allí, sus labios encontraron la piel sensible y la besaron con devoción.
Baek Cheon se estremeció ante el roce y, sin poder evitarlo, dejó escapar un jadeo ahogado.
—”Geomjon…”
El sonido de su propia voz, entrecortada por el deseo, lo sorprendió.
Pero lo que lo sorprendió aún más fue la reacción de Geomjon.
El hombre que estaba sobre él se detuvo de golpe.
Su aliento seguía acariciando su piel, su cuerpo continuaba presionándolo contra el colchón, pero… había dejado de moverse.
Baek Cheon parpadeó, tratando de procesar la repentina pausa.
—”¿Qué pasa?” —preguntó con cierta inquietud, buscando los ojos de su maestro.
Geomjon lo miró fijamente.
Y entonces, se inclinó hasta que sus labios quedaron junto a su oído.
La voz profunda y aterciopelada de su maestro le erizó la piel cuando susurró:
—”Llámame Cheong Myeong… ~”
Baek Cheon sintió cómo su corazón daba un vuelco en su pecho.
Sus ojos se abrieron con sorpresa, y sus labios se separaron en un leve jadeo.
Nadie sabía el verdadero nombre de Geomjon.
Era un secreto que se habría llevado a la tumba.
Pero ahora… Ya no había razones para ocultarlo.
No con él.
No con la persona que amaba.
Baek Cheon sonrió con dulzura.
Y con un susurro suave, casi tembloroso, dejó que el nombre prohibido escapara de sus labios.
—”Cheong Myeong-ah…”
Cheong Myeong cerró los ojos por un instante, absorbiendo la sensación.
Y cuando volvió a abrirlos, sus pupilas reflejaban una felicidad genuina.
Sin contenerse más, volvió a besar el cuello de Baek Cheon.
Pero esta vez, sus labios ardían de emoción.
—”Dilo otra vez.” —su voz sonó más ronca, más intensa.
Baek Cheon, atrapado en el torbellino de sensaciones, no dudó en complacerlo.
—”Cheong Myeong-ah…” —jadeó entre suspiros.
El sonido de su nombre, pronunciado por la persona que más deseaba escucharlo, llenó a Cheong Myeong de un placer indescriptible.
Y con cada nueva caricia, con cada nuevo beso, Baek Cheon lo volvió a decir.
El calor entre ellos se intensificó, envolviéndolos en un torbellino de sensaciones.
Baek Cheon se dejó llevar, perdido en los besos de su maestro, en la manera en que sus manos exploraban su piel y lo despojaban lentamente de sus túnicas.
Cada caricia encendía más su cuerpo, cada roce lo hacía estremecerse.
Y así, en medio del frenesí, sólo reaccionó cuando sintió los dedos de Cheong Myeong deslizándose hasta el borde de sus pantalones.
—”E-Espera, espera…!”
Baek Cheon sujetó la mano de su maestro, deteniéndolo de golpe.
Por un segundo, solo se quedaron en silencio, respirando con dificultad.
Los labios de Cheong Myeong estaban hinchados por los besos, su cabello despeinado, sus ojos oscuros reflejando deseo.
Y, sin embargo, suspiró con resignación.
—”¿Cuál es el problema ahora?”—preguntó con una mezcla de frustración y diversión, alzando una ceja.
—”E-Es que…”—Baek Cheon apartó la mirada, sintiendo su rostro arder. Sabía que no podía decirlo directamente, era demasiado vergonzoso.
—”Ya estamos en un lugar privado, ¿no?” —insistió Cheong Myeong, sin soltar su mano.
Baek Cheon mordió su labio, sintiéndose atrapado.
Sí, era un lugar más privado… Pero seguían siendo invitados en el Clan Tang.
¿No sería una falta de respeto hacer algo así aquí?
Su mente se debatía entre la razón y el deseo.
Cheong Myeong bufó con burla al notar su vacilación.
—”Entonces, ¿quieres esperar hasta que volvamos a la secta?”
Baek Cheon abrió los ojos con horror.
¡Hacer algo tan pecaminoso en un lugar tan puro como el Monte Hua…!
¡No, no, no! ¡Eso sería peor!
Su cabeza se convirtió en un desastre de pensamientos contradictorios.
Mantener su castidad hasta el matrimonio o dejarse llevar por el deseo…
¡¿Qué debía hacer?!
Y para empeorar su indecisión, podía sentir la “emoción” de su maestro presionando contra sus piernas.
Tenía que pensar rápido.
Baek Cheon seguía enredado en su conflicto interno, su mente en caos entre el deseo y la moral.
Pero de repente, sintió el toque cálido de una mano en su mejilla.
Cheong Myeong lo miraba con ternura, sus ojos reflejando una paciencia que Baek Cheon no esperaba.
El discípulo se sorprendió y levantó la vista, sus mejillas encendidas, sus largas pestañas temblando por la vergüenza.
Cheong Myeong se inclinó y dejó un beso en la comisura de sus labios, luego en la otra.
—”Podemos esperar a que estés listo.”
Baek Cheon parpadeó, sorprendido.
—”¿De verdad…?”
Cheong Myeong asintió con suavidad, su mirada serena.
Baek Cheon sintió su cuerpo relajarse de inmediato.
Un suspiro escapó de sus labios, aliviado, agradecido.
Pero…
Su alivio no duró mucho.
Porque sus ojos se abrieron de golpe al ver cómo su maestro comenzaba a quitarse la ropa.
—”¿¡Q-Qué estás haciendo!?” —exclamó con pánico.
Cheong Myeong se rio bajo, divertido por su reacción.
Viendo la duda en el rostro de su discípulo, sonrió con picardía.
—”No te preocupes, no voy a hacer nada que no quieras.”
Baek Cheon seguía sin entender, hasta que su maestro se despojó completamente de su parte superior.
Su piel dorada quedó expuesta bajo la luz de la lámpara, sus músculos marcados y definidos con cada movimiento.
Baek Cheon tragó saliva instintivamente.
—”T-Te vas a resfriar si duermes así…”
—”¿Quién dijo que vamos a dormir?” —Cheong Myeong inclinó la cabeza con una sonrisa traviesa.
Baek Cheon se quedó sin palabras.
Los pantalones de Cheong Myeong cayeron al suelo y su hombría se alzaba orgullosa ante él, gruesa y dura.
—”¡...!”
La vista de la desnudez de su maestro fue demasiado para el joven discípulo. No pudo evitar mirarlo, sus ojos se abrieron como un ciervo atrapado por los faros.
La sonrisa de Cheong Myeong se suavizó.
Se inclinó y lo besó de nuevo, primero con suavidad, luego más profundamente.
Baek Cheon sintió que su resistencia se derretía con cada caricia de sus lenguas.
—”Mmhh~”
Sus cuerpos se presionaron juntos, el calor de su piel desnuda los fundió en uno.
La mano de Cheong Myeong se deslizó hasta la cintura de Baek Cheon y comenzó a desatar sus pantalones.
El cuerpo de Baek Cheon se puso rígido por un breve momento antes de dejar escapar un suspiro tembloroso, dando su consentimiento silencioso.
Con manos temblorosas, ayudó a su maestro a quitarse su última prenda de ropa. Cheong Myeong le quitó los pantalones, revelando su propia erección.
Sus pollas se rozaron entre sí, calientes y firmes.
—”Ah..”
Baek Cheon podía sentir sus mejillas ardiendo, pero no se apartó.
En cambio, extendió la mano y tocó la polla de su maestro, sintiéndola palpitar en su mano.
“Es grande..”
Los ojos de Cheong Myeong se cerraron de placer, un gemido bajo escapó de sus labios.
La propia excitación de Baek Cheon aumentó, su polla palpitaba de necesidad.
Se quedaron allí, sin aliento, sus ojos fijos en un conversación no hablada.
La mirada de Cheong Myeong estaba llena de una lujuria ardiente que hizo que el corazón de Baek Cheon se acelerara.
Con su mano libre, Cheong Myeong trazó la línea de la mandíbula de su discípulo, su pulgar rozando el punto del pulso que latía erráticamente.
Se inclinó para besarlo de nuevo, un beso profundo y hambriento que hablaba de todas las cosas que quería hacerle.
El cuerpo de Baek Cheon respondió instintivamente, arqueándose ante el toque.
La mano de Cheong Myeong se movió hacia abajo, rozando los planos tensos de su estómago hasta que llegó a la unión de sus muslos.
Con un agarre firme, rodeó ambos penes, acariciándolos juntos en un ritmo que hizo gemir a Baek Cheon.
—”Mhhg… ~!”
La sensación era abrumadora, el calor y la fricción de sus erecciones enviaban ondas de choque a través de su cuerpo.
Las manos de Baek Cheon encontraron los hombros de Cheong Myeong y se aferraron a ellos para sostenerse.
Se sentía mareado, como si pudiera derrumbarse en cualquier momento, pero los fuertes brazos de su maestro lo sostuvieron sobre la cama.
Cheong Myeong rompió el beso y se arrodilló, sin apartar la mirada de Baek Cheon.
Y sin previo aviso,tomó la polla de Baek Cheon en su boca, chupando profundamente, su lengua girando alrededor de la punta.
—”¡C-Cheong Myeong-ah!”
El cuerpo entero de Baek Cheon se tensó, un grito agudo escapó de sus labios.
La sensación de la boca de su maestro sobre él era diferente a todo lo que había experimentado antes.
Cheong Myeong se rió entre dientes contra su piel, la vibración le envió escalofríos por la columna.
Se apartó y comenzó a besar y lamer el cuerpo de Baek Cheon, saboreando el sabor de su sudor.
Cuando llegó al ombligo de su discípulo, se detuvo y miró hacia arriba con un brillo travieso en los ojos.
Sin previo aviso, tomó la cabeza de la polla de Baek Cheon en su boca nuevamente, esta vez chupando más fuerte y más rápido.
Baek Cheon no pudo evitar mover sus caderas, empujando más profundamente en la boca de su maestro.
Cheong Myeong se rió entre dientes alrededor de la circunferencia, las vibraciones se sumaron al exquisito placer.
Su otra mano envolvió la base de la polla de Baek Cheon, bombeando al mismo tiempo que su boca.
Las sensaciones duales lo estaban volviendo loco, su propia erección latía en su mano.
Los muslos de Baek Cheon temblaron, y sus ojos se pusieron en blanco.
Estaba tan cerca, tan cerca del borde.
Cheong Myeong lo sabía también, y con una última y poderosa succión, llevó a su discípulo al clímax.
Baek Cheon soltó un grito estrangulado, su semilla brotó en la boca de su maestro.
Cheong Myeong tragó con avidez, sus ojos nunca dejaron el rostro de Baek Cheon.
“Es tan lindo.. “
Cuando el orgasmo del joven se calmó, Cheong Myeong se puso de pie, con una sonrisa de suficiencia en sus labios.
La mente de Baek Cheon aún estaba dando vueltas por el intenso placer. No se lo esperaba en absoluto. sin embargo en cuanto se dio cuenta de lo sucedido su rostro se puso rojo y se quejó.
—”E-Eso no… No tenias que tragartelo!”
Cheong Myeong no pudo evitar la risa que brotó de su pecho. La vista de la expresión nerviosa de Baek Cheon era casi demasiado adorable.
—”No te preocupes, no es venenoso,” bromeó, lamiéndose los labios juguetonamente.
Quería seguir molestandolo pero su propia excitación había alcanzado un punto máximo y necesitaba alivio.
Cheong Myeong guió la mano de Baek Cheon hacia su pene, instándolo a continuar.
Baek Cheon lo miró fijamente, su mano temblaba ligeramente mientras reanudaba las caricias.
La sensación de la longitud caliente y dura de su maestro en su agarre era emocionante e intimidante.
Cheong Myeong se inclinó hacia su toque, sus ojos nunca dejaron los de Baek Cheon.
—”Más rápido, así,” —le ordenó, mostrándole el ritmo con su mano superpuesta a la suya.
Baek Cheon siguió el ejemplo de su maestro, moviendo la mano con seriedad.
Sus ojos se encontraron, el aire entre ellos se llenó de tensión y necesidad.
El cuerpo de Cheong Myeong comenzó a tensarse, su respiración se volvió más entrecortada.
Baek Cheon podía sentir el calor que irradiaba el cuerpo de su maestro.
El sonido de piel contra piel llenó la habitación, su respiración era el único otro sonido.
Los abdominales de Cheong Myeong se tensaron y se relajaron a medida que se acercaba a su propio clímax.
Baek Cheon observó, fascinado, cómo el rostro de su maestro se contorsionaba de placer.
Finalmente, con un gruñido bajo, Cheong Myeong se liberó, derramando su semilla sobre el cuerpo de Baek Cheon.
La mano de Baek Cheon disminuyó la velocidad, observando con asombro cómo el hombre poderoso frente a él sucumbía al placer que le había dado.
El pecho de Cheong Myeong se agitaba por el esfuerzo y sus ojos se llenaban de satisfacción.
Miró a su discípulo con una suave sonrisa en los labios.
— “¿Fue tan malo?”
Baek Cheon tragó saliva, con el rostro aún enrojecido.
—” N-No... Fue…”
Cheong Myeong se inclinó para besarlo suavemente, interrumpiendo sus palabras.
El sabor de su pasión compartida permaneció en sus labios.
El mundo que los rodeaba se desvaneció, dejando solo a los dos en su propia burbuja privada de intimidad.
Cheong Myeong lo acercó más, sus cuerpos se presionaron juntos una vez más.
La calidez de su excitación compartida se mezcló entre ellos, una promesa silenciosa de más por venir.
—”Descansemos un poco,” —murmuró, mientras abrazaba el cuerpo de su discípulo.
Cheong Myeong exhaló profundamente, su respiración aún agitada, mientras mantenía a Baek Cheon entre sus brazos.
Chapter 110: ⌗Su Propia Ruta
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Los cuerpos de ambos todavía irradiaban calor, envueltos en la intimidad de la habitación.
Baek Cheon se dejó llevar por la sensación de seguridad y cercanía, apoyando su rostro contra el pecho desnudo de su maestro.
El latido firme y constante de Cheong Myeong era un arrullo reconfortante, y por un momento, creyó que podría quedarse dormido así.
Pero entonces…
Sintió algo pegajoso en su abdomen.
Baek Cheon parpadeó, confundido, hasta que recordó lo que era.
Su rostro enrojeció al instante.
—”¡T-Tenemos que limpiarnos!”—exclamó, apartándose bruscamente.
Cheong Myeong bufó con fastidio, todavía medio adormilado.
—”Podemos hacerlo en la mañana…”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada.
—”No. Ahora.”
Cheong Myeong soltó un suspiro dramático, como si le estuvieran pidiendo escalar una montaña, pero al ver la expresión de su discípulo, supo que no tenía escapatoria.
Con pereza, se sentó al borde de la cama y empezó a ponerse la ropa.
—”Voy por agua caliente, entonces.”
Baek Cheon lo observó mientras se vestía, su mirada desviándose sin querer hacia los músculos de su espalda mientras él se colocaba la parte superior.
Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, sacudió la cabeza, avergonzado.
Cheong Myeong, sin notarlo, se desperezó antes de abrir la puerta y salir de la habitación.
Mientras tanto, Baek Cheon se cubrió el rostro con las manos.
¿Cómo se suponía que iba a mirarlo a los ojos después de esto?
—---
Baek Cheon yacía boca arriba en la cama, con la mirada perdida en el techo.
Su mente seguía dando vueltas en las imágenes de lo que acababa de ocurrir.
La forma en que Cheong Myeong lo había tocado.
Cómo su piel ardía bajo sus caricias.
La intensidad en su mirada cuando lo llamaba por su nombre.
“Cheong Myeong-ah…”
Su propio jadeo resonaba en su memoria, haciéndolo encogerse de vergüenza.
Y como si no fuera suficiente, su cuerpo aún estaba impregnado del olor de su maestro, una mezcla de su esencia y el calor del momento que no hacía más que recordarle todo lo que habían hecho.
“¡D-Deja de pensarlo!”
Ahogó un grito enterrando el rostro en sus manos, revolcándose en la cama como un niño avergonzado.
Fue entonces cuando la puerta de la habitación se abrió.
Baek Cheon se sobresaltó y rápidamente se acomodó, tratando de verse más digno, aunque sus mejillas todavía estaban coloradas.
Cheong Myeong entró cargando una gran cubeta de agua caliente, caminando con paso seguro hacia la tina de baño en la esquina de la habitación.
Baek Cheon se incorporó y le lanzó una mirada molesta.
—”¿Por qué tardaste tanto?”
Cheong Myeong se rió entre dientes mientras vertía el agua caliente en la bañera.
—”Me encontré con Tang Bo en el camino.”
Baek Cheon frunció el ceño.
—”¿Te dijo algo importante?”
El maestro dejó la cubeta vacía a un lado y se giró hacia él, con una sonrisa misteriosa en los labios.
—”Nada tan importante.”
Baek Cheon estrechó los ojos, claramente dudando de su respuesta.
Pero antes de que pudiera presionarlo más, Cheong Myeong se acercó con pasos rápidos y, sin previo aviso, lo cargó en brazos.
—”¡E-Espera! ¡Puedo meterme solo!”
Cheong Myeong ignoró sus protestas, sosteniéndolo con facilidad.
—”Demasiado tarde.”
Baek Cheon abrió los ojos con pánico al darse cuenta de lo que iba a hacer.
—”¡No te atrevas, Cheong Myeong-ah!”
Pero su súplica llegó tarde.
Con una sonrisa traviesa, Cheong Myeong lo dejó caer suavemente dentro de la tina.
El agua caliente chapoteó a su alrededor cuando su cuerpo entró en contacto con ella.
Baek Cheon jadeó, tanto por la sorpresa como por el cambio de temperatura.
—”¡T-Tú…!”
Antes de que pudiera reclamarle, Cheong Myeong se inclinó sobre la bañera y con su dedo mojado trazó un círculo sobre su pecho desnudo.
—”¿No está cómodo, Cheon-ah?”
Baek Cheon tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza.
Su maestro aún tenía esa maldita sonrisa en su rostro.
—”¡D-Deja de jugar y lávate también!”
Cheong Myeong rió con diversión antes de quitarse la parte superior de su túnica.
—”Si lo dices tú.”
Baek Cheon miró hacia otro lado con las mejillas encendidas.
Definitivamente no iba a sobrevivir a esta noche.
Después de una agradable ducha, el cuerpo de Baek Cheon estaba relajado y cálido. El agotamiento finalmente lo venció, y antes de darse cuenta, se quedó dormido en la cama.
Cheong Myeong lo observó en silencio, una sonrisa suave curvando sus labios mientras lo acurrucaba entre sus brazos.
El suave ritmo de su respiración, el ligero fruncimiento de su ceño incluso dormido, la forma en que su pecho subía y bajaba acompasadamente…
Todo en él era demasiado adorable.
Cheong Myeong sintió su pecho llenarse de una calidez indescriptible.
Nunca en su vida se había sentido así de feliz.
No con todas las victorias en sus videojuegos, no con todos los años dedicados al trabajo, nunca había experimentado esta sensación de plenitud.
Era una felicidad sencilla, sin grandes gestos, sin grandilocuencia.
Solo Baek Cheon en sus brazos.
Y en ese momento, deseó que este instante pudiera durar para siempre.
Sin embargo, mientras acariciaba suavemente el cabello de Baek Cheon, sus pensamientos derivaron inevitablemente hacia el juego.
Si es que todavía existía un juego, claro.
Pero si aún lo era…
”¿Había una ruta secreta con el villano?”
La pregunta surgió en su mente sin previo aviso.
En su vida pasada, cuando aún era un jugador frustrado con las rutas amorosas del protagonista, jamás se había planteado la posibilidad.
Después de todo, Geomjon era el villano.
Su único propósito en la historia era ser un obstáculo para el romance de Baek Cheon con sus intereses amorosos.
Pero ¿y si hubiera habido otra opción?
¿Y si Geomjon hubiera podido encontrar la felicidad también, si le hubiera dado la oportunidad a Baek Cheon?
La idea lo dejó perplejo.
Baek Cheon, en la historia original, era el protagonista de un juego bishōjo.
Estaba destinado a enamorarse de una de las bellas heroínas, a vivir un romance apasionado y un harem con mucho fanservice.
Pero ahora…
Ahora estaba aquí, en sus brazos.
Ahora era SU Baek Cheon.
No de Yu Iseol, no de Soso, suyo.
Cheong Myeong sonrió con satisfacción, enterrando el rostro en el cabello de su discípulo.
—”No importa si había una ruta secreta o no…” —murmuró con voz adormilada.
Porque al final del día, él había roto todas las reglas del juego.
Había cambiado el destino de Geomjon.
Había reclamado su propia ruta.
Y esa ruta era Baek Cheon.
Chapter 111: ⌗Viaje A Yunnan (1)
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La mañana siguiente comenzó con un ambiente animado en el comedor del Clan Tang.
Los discípulos de la secta del Monte Hua se reunieron alrededor de la mesa, disfrutando de un abundante desayuno cortesía de sus anfitriones. La comida era abundante y deliciosa, pero incluso entre los platos humeantes y el murmullo de las conversaciones, todos notaron cuando Cheong Myeong aclaró la garganta, llamando la atención.
El grupo dejó sus palillos a un lado y miró a su maestro con curiosidad.
—”Tengo algo importante que decirles. “
Antes de que pudiera continuar, Jo Gul, con una sonrisa pícara, se cruzó de brazos y dijo en tono burlón:
—”¿Finalmente vas a anunciar oficialmente tu relación con Baek Cheon sasuk?”
La cuchara que sostenía Baek Cheon se deslizó torpemente de su mano, golpeando el plato con un leve sonido.
Un silencio sepulcral se apoderó del comedor.
Cheong Myeong lo fulminó con la mirada.
—”¿Quieres morir, Jo Gul?”
El pobre discípulo se encogió en su asiento, levantando ambas manos en señal de rendición.
—”Era solo una broma, Maestro…”
—”¡Pues deja de hacer bromas innecesarias y escucha!”
Jo Gul bajó la cabeza para evitar el intenso escrutinio de su maestro, mientras los demás ahogaban sus risas.
Baek Cheon intentó recuperar la compostura, aunque sus mejillas aún conservaban un leve rubor.
Cheong Myeong suspiró y continuó con seriedad:
—”Como mencioné antes, tenemos que ir a la frontera para completar nuestra misión.”
El grupo se enderezó de inmediato, sabiendo que, si su maestro hablaba con ese tono, era un asunto serio.
—”Tang Bo ya ha preparado el transporte necesario para el viaje. Nuestro destino es Yunnan, donde debemos recuperar el Jamokcho del Clan de las Bestias del Sur.”
Yunnan.
Todos intercambiaron miradas tensas al escuchar ese nombre.
—”¿El Clan de las Bestias del Sur?” —preguntó Yoon Jong, frunciendo el ceño.
—”Así es” —afirmó Cheong Myeong—. “Como saben, su territorio es peligroso. No solo por el clan en sí, sino por el terreno y las criaturas que lo habitan. Habrá animales salvajes en los alrededores, y no podemos permitirnos bajar la guardia en ningún momento.”
Baek Cheon asintió con seriedad.
—”Entendido.”
Los demás también asintieron, comprendiendo la gravedad del asunto.
Cheong Myeong recorrió con la mirada a cada uno de sus discípulos, asegurándose de que entendieran la importancia de la misión.
—”Recuerden, esto no será un paseo. No sabemos qué desafíos enfrentaremos allá, así que todos deben estar listos para cualquier eventualidad.”
—”¡Sí, Maestro!” —respondieron al unísono.
Después de dejar claro el objetivo de la misión, Cheong Myeong cambió de tema y miró a Tang Soso, quien hasta ese momento había estado comiendo tranquilamente.
—”Soso, en cuanto a ti…”
La joven levantó la vista, parpadeando con curiosidad.
—”Dado que aún no has iniciado oficialmente tu entrenamiento como discípula de Monte Hua, tu padre ha decidido que te llevará a la secta mientras nosotros estamos en la misión.”
Tang Soso abrió los ojos con sorpresa, pero enseguida su rostro se iluminó con entusiasmo.
—”¡¿En serio?!”
—”Sí. Así que prepárate para partir.”
Tang Soso sonrió con emoción, claramente feliz con la idea de comenzar finalmente su entrenamiento en la secta.
—”¡Lo haré!”
Cheong Myeong asintió satisfecho al ver su determinación.
—”Bien. Entonces terminemos de desayunar y hagamos los preparativos finales. Partiremos pronto.”
El grupo reanudó la comida, aunque el ambiente se tornó más serio.
Sabían que el viaje a Yunnan sería peligroso, pero también comprendían que era una oportunidad para demostrar sus habilidades y fortalecer su camino marcial.
Cheong Myeong mantuvo su expresión relajada, observando cómo sus discípulos seguían digiriendo la información sobre el viaje a Yunnan.
Sabía que el Clan de las Bestias del Sur y sus animales podían ser hostiles, pero también sabía algo que sus discípulos ignoraban: Geomjon tenía una reputación aterradora allí.
El Monte Hua no solía interferir con otras sectas a menos que fuera necesario, pero Geomjon, en su tiempo, había dejado una fuerte impresión en la región.
Por eso, no esperaba demasiados problemas.
Pero eso no significaba que no fuera divertido asustar un poco a sus discípulos.
Reprimiendo una sonrisa traviesa, tomó un sorbo de su té con tranquilidad mientras veía la preocupación en sus rostros.
‘Son demasiado serios’, pensó.
Entonces, recordó otro motivo por el cual estaba emocionado por este viaje.
Un brillo de emoción cruzó sus ojos.
Los grandes animales espirituales.
En el juego, había criaturas impresionantes en el territorio del Clan de las Bestias. No solo eran enormes y majestuosos, sino que también algunos tenían habilidades especiales.
Pero lo más importante…
La pequeña Marta espiritual.
Cheong Myeong contuvo una carcajada, imaginándose la escena que estaba por venir.
En la historia original, cuando Baek Cheon visitaba el Clan de las Bestias, una pequeña Marta espiritual se encariñaba con él y terminaba siguiéndolo a todas partes.
Baek Jeon.
Ese era su nombre, pero todos lo apodaban Baek-Ah.
Lo más divertido era que copiaba la personalidad de Baek Cheon.
Orgulloso, digno y a veces un poco gruñón.
Era como ver una versión pequeña, peluda y esponjosa de Baek Cheon.
—”Pfft… “
Un sonido de risa escapó de sus labios antes de poder evitarlo.
Baek Cheon, que estaba sentado a su lado, se giró hacia él con una ceja levantada.
—”¿De qué te ríes?”
Cheong Myeong le lanzó una mirada tierna sin darse cuenta.
Ya podía imaginarlo con Baek-Ah en su hombro, regañándolo por alguna tontería.
Sería tan adorable.
Baek Cheon lo miró confundido.
—”¿Qué…?”
Pero entonces notó la expresión inusualmente suave de su maestro.
Sus ojos se abrieron ligeramente y su rostro se sonrojó.
—”¿P-Por qué me miras así?”
Cheong Myeong se inclinó un poco hacia él y sonrió.
—”No es nada.”
Baek Cheon sintió que su corazón daba un vuelco.
Apretó los labios y desvió la mirada rápidamente, tomando su té para disimular su vergüenza.
Jo Gul y Yoon Jong los miraron de reojo, intercambiando miradas con sospecha.
Tang Soso puso los ojos en blanco.
Yu Iseol simplemente siguió comiendo en silencio.
Cheong Myeong rió por lo bajo.
El viaje a Yunnan prometía ser interesante.
Chapter 112: ⌗Viaje A Yunnan (2)
Chapter Text
El sol de la tarde comenzaba a descender cuando los preparativos finalmente estuvieron listos.
El grupo del Monte Hua se reunió en la entrada de la residencia Tang para despedirse formalmente.
Tang Gunak, con su porte imponente, se dirigió a ellos con respeto.
—”Espero que su viaje sea seguro. Recuerden que, aunque Yunnan no es un territorio hostil, tampoco es completamente pacífico. Mantengan la guardia alta.”
Baek Cheon, como el mayor de los discípulos, inclinó la cabeza con seriedad.
—”Agradecemos su hospitalidad, líder del clan Tang.”
Los demás hicieron una reverencia en señal de respeto.
Pero la despedida más animada fue, sin duda, la de Tang Soso.
—”¡Yu Iseol!” —llamó emocionada la joven.
Yu Iseol parpadeó y giró la cabeza, mirándola con su habitual expresión tranquila.
—”¿Sí?”
Tang Soso se acercó con entusiasmo, sujetando sus manos.
—”¡Espero con ansias verte en el Monte Hua! ¡Quiero entrenar contigo cuando llegue!”
Yu Iseol parpadeó lentamente, procesando las palabras de la muchacha.
Para sorpresa de todos, sus labios se curvaron en una suave sonrisa.
Una sonrisa.
Yoon Jong y Jo Gul se quedaron atónitos.
Baek Cheon incluso frunció el ceño como si dudara de su visión.
Cheong Myeong no pudo evitar alzar una ceja con diversión.
‘¿Así que puede sonreír así también?’
Tang Soso pareció aún más motivada por esa reacción y apretó sus manos con emoción.
—”¡Nos veremos pronto!”
Yu Iseol asintió con calma.
—”Sí.”
Con la despedida finalizada, el grupo del Monte Hua se dirigió al carro que Tang Bo había preparado.
El vehículo era espacioso y resistente, lo que garantizaba un viaje relativamente cómodo.
Tang Bo se acercó a ellos con su característica sonrisa astuta.
—”Aquí tienen todo lo necesario para el camino. Rutas, provisiones y algunas recomendaciones para evitar problemas en la frontera.”
—”Muy considerado de tu parte, Tang Bo “—dijo Cheong Myeong con una media sonrisa.
—”No es por ustedes, sino por el negocio” —respondió Tang Bo con una carcajada.
Cheong Myeong y Tang Bo intercambiaron miradas cómplices.
Después de un último repaso de las instrucciones, el grupo finalmente partió.
El carro avanzó por los caminos de la ciudad, alejándose poco a poco de la residencia del clan Tang.
Mientras las calles de Chengdu quedaban atrás, Cheong Myeong*se recostó con los brazos detrás de la cabeza y una expresión relajada.
—-------
El viaje había comenzado sin problemas, lo cual, en sí mismo, ya era un problema para Cheong Myeong.
Demasiado tranquilo. Demasiado ordenado.
Algo debía ir mal…
—”¡Esto es insoportable!”—exclamó, cruzándose de brazos con fastidio mientras el carro avanzaba lentamente por el camino de tierra.
—”¿Ahora qué?” —preguntó Jo Gul con cansancio, claramente acostumbrado a sus arrebatos.
—”¡Vamos demasiado lento!” —se quejó Cheong Myeong—. “A este paso, ¡nos tomará una semana llegar a la frontera!”
Baek Cheon, quien estaba sentado junto a él, suspiró pesadamente.
—”Este es el ritmo más rápido que podemos lleva”r —dijo con paciencia—. “Aunque el anciano Tang nos dio sus mejores caballos, tampoco podemos sobrecargarlos.”
Cheong Myeong giró la cabeza hacia él y lo miró fijamente.
Un segundo.
Dos segundos.
Entonces, sus ojos se iluminaron repentinamente.
Baek Cheon notó esa chispa de inspiración y su ceño se frunció.
‘… No me gusta esa expresión.’
—”Espera” —dijo Cheong Myeong, incorporándose de golpe—. “el problema son los caballos…?”
Baek Cheon parpadeó.
—”Bueno… técnicamente, sí?”
—”¡Entonces solo necesitamos conseguir mejores animales de carga!”
Todos se quedaron en silencio.
—”¿…Y dónde piensas conseguir eso en este lugar?” —preguntó Baek Cheon con cautela.
Cheong Myeong no respondió de inmediato.
Solo les dirigió una sonrisa.
Una sonrisa que hacía que todos quisieran saltar del carro y huir.
Un escalofrío recorrió la espalda de Baek Cheon.
La sonrisa de Cheong Myeong no significaba nada bueno.
—”¡Detengan el carro!” —ordenó de repente, golpeando la parte superior del vehículo.
El conductor tiró de las riendas, deteniendo a los caballos con un resoplido.
—”¡Bajen todos!”—continuó Cheong Myeong, saltando al suelo con la agilidad de un gato.
Sus discípulos se miraron entre sí, claramente temerosos de lo que estaba planeando, pero no tuvieron más opción que obedecer. Con expresiones resignadas, uno a uno descendieron del carro, sus pasos pesados con el peso de la incertidumbre.
Una vez que estuvieron todos reunidos, Cheong Myeong se giró tranquilamente hacia el conductor y le dirigió una sonrisa casual.
—”Puedes irte con los caballos. Ya tenemos todo bajo control aquí.”
El conductor frunció el ceño con duda, echando un vistazo al grupo.
—”¿Está seguro, señor?”
—”Por supuesto.”—Cheong Myeong sacó una bolsa con dinero y se la arrojó sin ceremonia—. “Considera esto un extra por tus molestias.”
El conductor parpadeó al ver la generosa suma.
“… Bueno, ya me pagaron.”
Con un encogimiento de hombros, subió a un caballo y partió con los demas caballos, dejando atrás un grupo de discípulos con caras de desconcierto.
Una vez que los caballos se perdieron en la distancia, Cheong Myeong giró sobre sus talones y los miró con una expresión completamente satisfecha.
Luego, señaló el lugar donde antes estaban los caballos.
Y con la voz más casual del mundo, dejó caer la sentencia:
—”Ustedes serán los caballos.”
Silencio.
Un viento seco sopló entre ellos.
Los discípulos de Monte Hua procesaron lentamente lo que acababan de escuchar.
Y luego…
Sus miradas de odio se clavaron en Baek Cheon.
“¡Como pudiste darle esa idea!”
—”¡¿Por qué dijiste que el problema eran los caballos?!”—exigió Jo Gul, con una vena palpitando en su frente.
—”¡Yo no sabía que lo torcería de esta forma! “—Baek Cheon se defendió inmediatamente, visiblemente ofendido.
—”¡Es tu novio! ¡Deberías controlarlo mejor!”
Baek Cheon no dijo nada.
Solo levantó un puño y se lo estampó en la cara a Jo Gul.
El impacto resonó en el aire.
Jo Gul cayó al suelo con un quejido de dolor, sujetándose la mejilla mientras Yoon Jong se frotaba el rostro con resignación.
—”… Ya empezaron.”
Mientras tanto, Cheong Myeong observaba la escena con satisfacción.
‘¡Perfecto! Si tienen energía para pelear, tienen energía para correr. ¡Esto va a ser divertido!’
Cheong Myeong se cruzó de brazos con satisfacción mientras observa a sus discípulos.
—”No lo vean como un castigo” —dijo con tono despreocupado—. “Esto también es entrenamiento. Han estado demasiado tiempo relajándose, y temo que se vuelvan débiles.”
Nadie creyó en sus palabras.
Los discípulos se miraron entre sí, claramente sabiendo que esto no tenía nada que ver con entrenamiento, sino con la pura y simple diversión de su maestro.
Sin embargo… no tenían más opción que obedecer.
Con resignación, tomaron las riendas del carro, suspirando profundamente antes de empezar a correr.
Desde su asiento en el lugar del conductor, Cheong Myeong se recostó cómodamente, disfrutando de la vista.
—”¡Más rápido, caballos!”
Los discípulos le dirigieron miradas de puro rencor, pero aceleraron el paso de todos modos.
Mientras corrían, no pudieron evitar mirar a Baek Cheon con sentimientos encontrados.
Por un lado… ¡Él le había dado esta estúpida idea a su maestro!
Pero por otro lado… ¡él también estaba corriendo con ellos!
‘¿No se supone que su amante debía cuidarlo con amor y respeto?’
Finalmente, Jo Gul, quien aún se sobaba la mejilla tras el golpe anterior, no pudo contenerse más.
—”Baek Cheon, con todo respeto… ¿Por qué demonios te gusta Geomjon?”
Baek Cheon se tropezó por la sorpresa, pero rápidamente recuperó el ritmo.
—”… ¡Cállate y sigue corriendo!”
—”No, en serio, ¿qué le ves?”
—”¡Silencio!”
—”¡Nos golpea, nos humilla, nos usa de caballos y tú sigues enamorado de él! ¡Explícanos eso!”
Baek Cheon frunció el ceño, irritado, pero…
‘… Un momento. ¿Por qué me gusta?’
La pregunta reverberó en su cabeza y, por un segundo, sintió que su mundo se tambaleaba.
Antes de que pudiera empezar a cuestionarse demasiado, agarró una de las riendas y la usó para azotar a Jo Gul en la espalda.
—”¡Corre y deja de hablar, maldita sea!”
Los demás discípulos decidieron que era mejor no decir nada más.
Mientras tanto, Cheong Myeong observaba todo con una sonrisa satisfecha.
‘Esto sí que es un buen entretenimiento.’
Chapter 113: ⌗Viaje A Yunnan (3)
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Al principio, los discípulos sintieron algo de empatía por Baek Cheon, ya que también estaba siendo obligado a correr con ellos.
Pero esa empatía desapareció rápidamente.
Se dieron cuenta de que, aunque corría con ellos, sí tenía privilegios como amante de su maestro.
Cada vez que Baek Cheon jadeaba con cansancio o mostraba signos de agotamiento, Cheong Myeong ordenaba una breve pausa. Bajaba del asiento del conductor con una cantimplora en mano, la destapaba con tranquilidad y *se la ofrecía a su amado discípulo con una sonrisa indulgente.
—”Aquí, bebe un poco. No quiero que te deshidrates.”
Baek Cheon tomaba el agua con gratitud y se sentaba a su lado por unos minutos, suspirando de alivio mientras descansaba las piernas.
Los demás discípulos veían la escena con incredulidad y rabia contenida.
‘¡¿Y nosotros qué?!’
Si alguno de ellos se atrevía a decir que tenía sed o que necesitaba descanso, Cheong Myeong simplemente los ignoraba.
—”¿Maestro… podríamos al menos—?”
—”¡Más rápido, los caballos no hablan!”
Era su única respuesta.
Así que los discípulos comenzaron a idear estrategias de supervivencia.
Aprovechaban el breve momento en que Baek Cheon tomaba agua para inclinarse sobre el carro y robar un trago rápido de las cantimploras que llevaban en sus equipajes.
A veces ni siquiera les daba tiempo de destaparlas completamente antes de que Cheong Myeong diera la orden de seguir corriendo.
“¡Ni siquiera los caballos reales sufren tanto!”
A pesar de las quejas internas del grupo, ell plan de Cheong Myeong funcionó.
Con Baek Cheon recibiendo descansos estratégicos, su energía se mantenía lo suficientemente alta como para marcar un ritmo más rápido.
Y como los demás se negaban a ser menos que Baek Cheon, se obligaban a seguir el paso.
Así, cuando el sol comenzó a ocultarse en el horizonte, finalmente llegaron a la frontera.
Todos se dejaron caer al suelo exhaustos, sudorosos, con las piernas temblando y maldiciendo internamente a Cheong Myeong.
Baek Cheon, por otro lado, aunque agotado, aún tenía fuerzas para mantenerse en pie.
Por supuesto que iba a ser así.
Él era el más fuerte del grupo.
Y con la energía renovada por los pequeños descansos que su maestro amorosamente le había concedido, pudo acelerar el paso y forzar a los demás a mantener el ritmo.
Nadie lo dijo en voz alta, pero todos lo pensaron al mismo tiempo mientras lo veían de pie, respirando con calma.
‘… ¡Maldito Baek Cheon!’
Baek Cheon ignoró por completo las miradas llenas de odio y resentimiento de sus compañeros. No era su culpa que su maestro lo mimara.
Por otro lado, Cheong Myeong bajó del carro con tranquilidad, estirando los brazos con satisfacción después del largo viaje.
—”Ahhh, ¡qué buen ejercicio!” —comentó con una gran sonrisa, como si no hubiera obligado a su grupo a recorrer kilómetros cargando un carro.
Luego, sus ojos se posaron en Baek Cheon.
Con una expresión suave, sacó un pañuelo limpio y se acercó a él.
—”Estás todo sucio” —murmuró con dulzura mientras le limpiaba la tierra y el sudor de la cara con movimientos suaves y cuidadosos.
Baek Cheon sintió su rostro arder, no por el cansancio, sino por la ternura inesperada de su maestro.
Los demás discípulos los miraban en absoluto silencio.
Y no era un silencio de respeto.
Era un silencio lleno de pura indignación.
‘¡¿Por qué él recibe un trato especial?!’
Pero antes de que pudieran protestar, Cheong Myeong apartó la mirada de Baek Cheon y escaneó a sus discípulos con el ceño fruncido.
Todos seguían tirados en el suelo, algunos boca arriba, otros con los rostros hundidos en la tierra, apenas respirando.
El maestro Geomjon chasqueó la lengua con evidente disgusto.
—”¿Qué hacen en el suelo revolcandose en la tierra como cerdos? ¡Levántense de una vez!”
Sus discípulos lo miraron con incredulidad.
‘¡¿Nos está regañando por esto?!’
¡Hace unos momentos él mismo nos trató como animales y ahora se queja de que "nos comportamos" como uno?!
No.
No, de hecho, incluso los caballos de verdad fueron tratados con más respeto que ellos.
Suspiraron al unísono, resignados.
Con movimientos débiles y torpes, se pusieron de pie lentamente, con las piernas aún temblando por el agotamiento.
Pero lo lograron.
De todas formas, ya habían llegado a su destino.
Tal vez, si la suerte estaba de su lado, podrían encontrar una posada dentro de la ciudad y tener un merecido descanso…
Aunque ya habían cruzado la frontera, no podían simplemente abandonar el carro en medio de la nada.
Por lo tanto, los discípulos se vieron obligados a seguir jalándolo.
Al menos ya no estaban corriendo.
Pero eso no hacía que estuvieran menos molestos.
Baek Cheon ya no estaba con ellos, tirando del carro como el resto.
No, ahora caminaba tranquilamente junto a Cheong Myeong, como si fueran una pareja de turistas en un paseo romántico.
Era la imagen del abuso de autoridad.
Y lo peor era que Cheong Myeong incluso le ofrecía su cantimplora a Baek Cheon de vez en cuando, asegurándose de que se mantuviera hidratado, mientras que los demás discípulos se derretían bajo el sol sin una sola gota de agua.
Si sus miradas pudieran matar, Baek Cheon ya habría caído muerto hace rato.
Pero pronto, el rencor quedó en segundo plano.
Porque cuando se adentraron más en la región, un nuevo sentimiento se apoderó de ellos: incomodidad.
El paisaje era lamentable.
Las tierras eran áridas, de un marrón opaco y seco, sin señales de vida.
Los pocos cultivos que podían verse estaban en un estado deplorable.
Las personas que caminaban por los caminos de tierra tenían ropas gastadas, sus rostros estaban demacrados y sus cuerpos eran delgados y frágiles.
Los discípulos sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.
—”¿Q-Qué es este lugar…?” —murmuró Yoon Jong, su voz apenas audible.
Jo Gul tragó saliva con dificultad.
—”Pensé que habría pobreza aquí, pero…” —No pudo terminar la frase.
Esto no era solo pobreza.
Era miseria.
Peor que la de un mendigo.
Baek Cheon frunció el ceño, su expresión endureciéndose.
—”¿Qué pasó aquí…?”
Pero nadie tenía la respuesta.
Excepto quizás Cheong Myeong, cuya expresión se había tornado seria y oscura.
Baek Cheon fue el primero en romper el silencio.
—”Maestro, ¿usted sabe lo que pasó aquí?”
Su voz estaba cargada de preocupación y seriedad.
Los demás discípulos lo miraron expectantes.
Ellos también querían respuestas.
Cheong Myeong dejó escapar un leve suspiro.
Había fragmentos de información en su mente.
Pequeños recuerdos del juego, imágenes borrosas de Geomjon y, por supuesto, los informes que Tang Bo le había dado sobre la situación actual de Yunnan.
Piezas sueltas de un rompecabezas que ahora tenía que unir.
—”En primer lugar, la guerra fue lo que comenzó el declive de esta zona.”
Los discípulos se tensaron.
Para ellos, la guerra solo existía en historias antiguas, algo lejano que nunca habían experimentado en carne propia.
Pero para este lugar… seguía siendo una herida abierta.
Cheong Myeong continuó:
—”Este lugar se mantenía gracias a su comercio de té.”
Era su mayor fuente de ingresos.
Sin embargo… debido a los recientes incidentes relacionados con su hostilidad hacia los forasteros, el comercio quedó estancado.
Ya nadie quería hacer negocios con ellos.
—”Y como si eso no fuera suficiente…” —su voz se tornó más grave— “Tang Bo me informó que recientemente Yunnan sufrió una terrible sequía.”
Los discípulos sintieron un nudo en la garganta.
Las guerras dejaban secuelas.
Pero cuando la naturaleza también se volvía en contra…
Era devastador.
Un silencio denso los envolvió.
Baek Cheon bajó la mirada, sintiendo una punzada en el pecho.
La guerra.
Era una palabra que solía escuchar de boca de los ancianos.
Un concepto que nunca tuvo que vivir en carne propia.
Instintivamente, extendió su mano y tomó la de su maestro.
Un consuelo silencioso.
Un recordatorio de que, aunque los tiempos fueran difíciles, él no estaba solo.
Cheong Myeong parpadeó sorprendido.
Luego, sin decir nada, apretó la mano de su discípulo en respuesta.
Por supuesto, él no era el Geomjon que experimentó esa guerra.
No era el mismo hombre que vivió en carne propia el sufrimiento de este lugar.
Pero aún así… el gesto de Baek Cheon fue lindo.
Y sin darse cuenta, su agarre se volvió un poco más firme.
Chapter 114: ⌗Viaje A Yunnan (4)
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El ambiente era incómodo.
Los discípulos de Monte Hua no podían evitar sentirse observados.
A medida que avanzaban por el pueblo, las miradas de los habitantes los seguían.
Algunas eran curiosas.
Otras, hostiles.
Y algunas... simplemente inexpresivas, pero igual de inquietantes.
Era imposible ignorarlas.
Jo Gul carraspeó en voz baja.
—”…¿Por qué nos miran tanto?”
Yoon Jong frunció el ceño.
—”Tal vez porque somos forasteros.”
—”O porque nos vemos demasiado bien para este lugar.”—respondió Jo Gul, intentando bromear, aunque nadie rió.
La atmósfera seguía siendo opresiva.
Fue entonces cuando Cheong Myeong habló casualmente:
—”Probablemente alguno sea un informante.”
Sus discípulos se congelaron.
—”El Clan de las Bestias pronto sabrá que estamos aquí.”
Baek Cheon se giró rápidamente hacia él.
—”¿No podrías haberlo dicho de una forma menos perturbadora?”
Cheong Myeong simplemente se encogió de hombros.
No es como si fuera mentira.
En un lugar como este, donde la desesperación se respiraba en el aire, cualquier persona haría lo que fuera para ganar el favor de los más fuertes.
El Clan de las Bestias no tardaría en enterarse de su llegada.
Pero eso no le preocupaba.
De hecho… era mejor que lo supieran cuanto antes.
Cheong Myeong desvió la mirada hacia el horizonte.
Todavía quedaba un largo camino hasta Nanman, donde se encontraba el Clan de las Bestias.
Y con la velocidad a la que iban…
"Tomará más de lo que esperaba."
El sol ya se había ocultado.
El calor sofocante del día dio paso a una brisa fría.
La temperatura descendía rápidamente.
Baek Cheon notó la mirada de su maestro.
—”Deberíamos buscar un lugar para descansar.”
Antes de que alguien pudiera responder, Cheong Myeong ya había tomado una decisión.
—”Descansaremos aquí.”
Se detuvo frente a un edificio viejo.
Era una posada, o al menos lo había sido en el pasado.
Ahora, parecía a punto de derrumbarse.
Las paredes de madera estaban desgastadas.
Las ventanas tenían grietas.
Y el letrero en la entrada colgaba de un solo lado.*
Un lugar que apenas se mantenía en pie.
Pero, a pesar de su apariencia…
seguía funcionando.
Jo Gul observó la posada con expresión de desconfianza.
—”…Parece que si dormimos aquí, nos despertaremos con menos pertenencias.”
Yoon Jong suspiró.
—”No hay muchas opciones.”
Baek Cheon miró a su maestro.
—”¿Estás seguro de que es buena idea quedarnos aquí?”
Cheong Myeong sonrió con burla.
—”Si alguien es lo suficientemente estúpido como para intentar robarnos, será divertido.”
Los discípulos se estremecieron.
Con su maestro, nunca se sabía si lo decía en serio o en broma.
De cualquier forma…
No les quedó más remedio que entrar.
El carro quedó afuera.
Los discípulos se aseguraron de llevar consigo lo más importante.
No podían arriesgarse a dejar sus armas, provisiones esenciales o cualquier objeto de valor dentro del carro.
La desconfianza era necesaria en un lugar como este.
Al entrar a la posada, los recibió un hombre de aspecto peculiar.
Su sonrisa era amplia y animada, como si realmente estuviera feliz de ver clientes.
Lo que era extraño.
No por la amabilidad en sí, sino porque su expresión carecía de la misma desesperación y agotamiento que el resto de los habitantes.
Era difícil determinar su edad.
Su rostro tenía rasgos juveniles, pero su cuerpo delgado y su piel curtida por la vida difícil hacían que pareciera mayor.
Tal vez era alguien que no pudo desarrollarse bien por la mala alimentación.
Pero eso no era asunto de Cheong Myeong.
—”Necesitamos habitaciones para pasar la noche.”
El posadero los observó con atención, como si analizara qué tipo de personas eran.
Probablemente estaba acostumbrado a clientes problemáticos.
Entonces, Cheong Myeong sacó su pago.
Unas pocas monedas de plata.
Y un gran saco de arroz.
Los discípulos vieron la escena en silencio.
En cualquier otra posada, ese tipo de pago sería considerado ofensivo.
Pero aquí…
El ambiente cambió de inmediato.
Los ojos del posadero se iluminaron.
—”¡Ah, claro! ¡Por supuesto!” —exclamó con entusiasmo.
Guardó las monedas rápidamente.
Pero el saco de arroz…
Lo sostuvo con reverencia.
Era como si estuviera sosteniendo una fortuna.
Porque en este lugar, lo era.
"Un solo grano de arroz vale diez veces más que una moneda de oro aquí."
Era un pensamiento exagerado…
Pero no tanto.
La guerra, el estancamiento comercial y la sequía habían convertido el alimento en un recurso más valioso que el dinero.
Y lo que Cheong Myeong acababa de entregar…
Era un tesoro.
—”¡Les daré mis mejores habitaciones!”—dijo el posadero con una sonrisa más amplia.
Los discípulos intercambiaron miradas.
"¿Mejores habitaciones?"
Desde afuera, la posada no inspiraba confianza.
Pero cuando el posadero los guió escaleras arriba y abrió las puertas…
Se encontraron con habitaciones sorprendentemente limpias.
Eran pequeñas, sí.
Modestas.
Pero en comparación con el exterior desgastado de la posada…
Era como un oasis en medio del desierto.
Baek Cheon inspeccionó una de las habitaciones, tocando las sábanas con cautela.
Estaban limpias.
De verdad limpias.
El resto de los discípulos también parecían sorprendidos.
—”No está tan mal…” —murmuró Jo Gul.
Yoon Jong asintió lentamente.
—”Por un momento, pensé que dormiríamos sobre paja.”
Cheong Myeong sonrió con burla.
—”¿Ven? Les dije que sería divertido.”
Baek Cheon lo miró con cansancio.
—"Divertido" no es la palabra que usaría.”
Pero al menos pasarían la noche en un lugar decente.
Cada discípulo tuvo su propia habitación para pasar la noche.
Excepto Baek Cheon y Cheong Myeong.
Ellos compartieron una.
El espacio era modesto, con una cama de madera sencilla, un escritorio gastado y una vieja ventana que chirriaba al moverse.
Baek Cheon se acercó a la ventana.
Apoyó una mano en el marco deteriorado y miró hacia afuera.
La noche era oscura, sin muchas estrellas visibles.
Tal como habían anticipado…
No pasó mucho tiempo antes de que aparecieran algunas sombras.
Personas se acercaban sigilosamente al carro.
Ojos hambrientos.
Manos temblorosas de ansiedad.
Saquearon con rapidez y desesperación.
Pero Baek Cheon no sintió enojo.
Después de todo, Cheong Myeong lo había previsto.
Habían dejado intencionalmente un par de bolsas de provisiones en el carro.
Para que la gente las tomara.
Era un regalo disfrazado de descuido.
Baek Cheon no estaba preocupado por sus pertenencias.
Lo que le inquietaba era el estado de la gente.
El estado del pueblo.
Su mandíbula se tensó.
Sus puños se cerraron involuntariamente.
Porque no sabía cómo ayudarlos.
No era ingenuo.
Sabía que el mundo era cruel.
Pero ver con sus propios ojos la miseria en la que estas personas vivían…
Era diferente.
Entonces…
Un par de brazos lo envolvieron por la espalda.
Un cuerpo cálido se apoyó contra el suyo.
—”Vamos a descansar “—susurró Cheong Myeong.
Su voz era tranquila.
Baek Cheon parpadeó lentamente.
Su furia e impotencia no desaparecieron.
Pero el calor de los brazos de Cheong Myeong era reconfortante.
Asintió con lentitud.
Y se dejó llevar.
Ambos se dirigieron a la cama.
Baek Cheon se acurrucó contra el pecho de Cheong Myeong.
Buscando una sensación de seguridad.
—”No sé si podré dormir bien” —admitió en voz baja.
Cheong Myeong no respondió de inmediato.
Simplemente…
Comenzó a acariciar suavemente su cabello.
El movimiento era constante.
Lento.
Paciente.
Como si estuviera apaciguando una tormenta.
Baek Cheon cerró los ojos.
El peso de la preocupación, el cansancio y la jornada comenzó a arrastrarlo.
El calor de Cheong Myeong era su ancla.
Y eventualmente…
El sueño lo venció.
Envueltos en los brazos del otro…
Ambos quedaron profundamente dormidos.
Chapter 115: ⌗Viaje A Yunnan (5)
Chapter Text
El sol apenas comenzaba a teñir el cielo de tonos anaranjados cuando el grupo despertó. Después de una noche de descanso, era momento de retomar el viaje a Nanman.
Baek Cheon fue el segundo en levantarse al sentir la ausencia de Cheong Myeong en la cama, y al asomarse por la ventana, pudo ver que el carro estaba completamente vacío. No quedaba ni un solo grano de arroz o provisión de las que habían dejado intencionalmente la noche anterior. Sin embargo, más allá de la pérdida de suministros, lo que realmente le preocupaba era la situación de la gente que los había tomado. Aún si habían podido alimentarse con lo que dejaron, ¿qué harían después?
No pudo pensar mucho en ello antes de que la puerta se abriera sin previo aviso. Cheong Myeong entró con su típica actitud despreocupada, tirando una muda de ropa limpia sobre la cama antes de acercarse a él.
—”Vamos, prepárate. Ya es hora de irnos.”
Baek Cheon suspiró, pero tomó la ropa sin quejarse.
No tardaron mucho en estar listos, y al salir de la posada, encontraron a sus compañeros en una escena similar: todos estaban frente al carro, inspeccionándolo con cautela.
—”Al menos no lo rompieron” —murmuró Jo Gul, revisando las ruedas.
—”Deberíamos darnos prisa” —dijo Yoon Jong, ajustando su espada a la cintura—. “No queremos quedarnos más de lo necesario.”
Cheong Myeong, por su parte, ignoró a sus discípulos por completo y se dirigió directamente al posadero. Sin decir mucho, sacó otra generosa bolsa de granos y la dejó sobre el mostrador.
Los ojos del posadero se abrieron de par en par.
—”¿E-Esto es…?”
—”Agradecimiento por la hospitalidad” —dijo Cheong Myeong, con la misma tranquilidad de siempre.
El hombre parpadeó varias veces antes de inclinarse repetidamente en señal de gratitud.
—”¡Muchísimas gracias, maestro! ¡Que los cielos bendigan su camino!”
Sin responder, Cheong Myeong simplemente se dio la vuelta y caminó de regreso al carro.
Los discípulos, que ya se habían resignado a su destino, tomaron sus posiciones.
—”¡Bien!” —Cheong Myeong sonrió ampliamente mientras se acomodaba en el asiento del conductor junto a Baek Cheon—. “¡A correr! ¡Tenemos que llegar cuanto antes!”
Las quejas y lamentos se hicieron escuchar de inmediato, pero nadie se atrevió a desobedecer.
Los discípulos, con un esfuerzo que solo podía describirse como desesperado, comenzaron a tirar del carro a toda velocidad.
El polvo se levantaba con cada paso, y sus músculos protestaban con cada kilómetro que recorrían.
Pero a medida que avanzaban…
El muro de Nanman comenzó a hacerse visible en el horizonte.
—---------
Cheong Myeong suspiró con satisfacción mientras se acomodaba mejor en el asiento del carro, recostando su cabeza sobre el hombro de Baek Cheon. El calor del sol era intenso en este árido territorio, pero la velocidad con la que avanzaban sus discípulos generaba una brisa agradable que le permitía disfrutar del viaje cómodamente.
Mientras tanto, los discípulos sufrían.
Cada paso que daban los hacía sentir que el suelo ardía bajo sus pies. El polvo se pegaba a su piel sudorosa, y sus brazos dolían por sostener las riendas del carro. Pero lo peor de todo era la imagen de su maestro, despreocupado y mimado por Baek Cheon.
—”¿Cómo es posible que exista una diferencia de trato tan injusta?” —murmuró Jo Gul entre dientes, con los ojos llenos de resentimiento.
—”No lo pienses mucho, solo concéntrate en correr…” —susurró Yoon Jong, aunque su expresión mostraba la misma frustración.
Cheong Myeong, por su parte, ignoró completamente sus quejas.
—”Cheon-ah, ¿no crees que este lugar sería más agradable si tuviéramos un poco de licor?”
Baek Cheon suspiró, aunque no pudo evitar sonreír al ver la expresión de su maestro.
—”Si conseguimos un lugar donde descansar, tal vez puedas conseguirlo.”
Los discípulos quisieron gritarle ¡No lo consientas más!, pero no tenían el aliento suficiente para hacerlo.
—”Hm… eso suena bien, pero… ah…” —Cheong Myeong se acomodó más contra su pecho—. “Estoy tan cómodo así…”
Fue entonces cuando Baek Cheon aprovechó la oportunidad.
—”Si estás tan cómodo, ¿no crees que deberíamos hacer algo por los demás?”
Cheong Myeong abrió un ojo, mirándolo con sospecha.
—”¿A qué te refieres?”
Baek Cheon se inclinó un poco, susurrando cerca de su oído:
—”Dejarlos tomar un descanso.”
Los discípulos levantaron la cabeza de golpe, con una chispa de esperanza en sus miradas.
Cheong Myeong frunció los labios, claramente sin intención de hacerlo, pero en ese momento Baek Cheon tomó su rostro con ambas manos y lo besó suavemente.
Fue un beso breve, pero efectivo.
Los discípulos sintieron que el tiempo se detuvo mientras observaban la escena.
Cheong Myeong parpadeó con sorpresa antes de relamerse los labios con una sonrisa de satisfacción.
—”... Está bien, pero solo un descanso rápido.”
Los discípulos quisieron gritar de felicidad, pero estaban demasiado agotados para hacerlo.
—”¡Allá!” —señaló Baek Cheon hacia un pequeño pueblo en ruinas que apenas se mantenía en pie.
Cheong Myeong chasqueó la lengua. Ya habían pasado por lugares en condiciones similares, y el paisaje continuaba siendo el mismo: tierra seca, construcciones viejas y rostros sombríos.
Sin embargo, un descanso era un descanso.
—”Bien “—dijo con una perezosa sonrisa—,” pueden detenerse allí.”
Antes de que terminara de hablar, los discípulos ya se habían desplomado en el suelo.
—
Los discípulos aprovecharon la tregua como si se tratara de un regalo divino. Finalmente podían beber agua sin la presión constante de su maestro observándolos con impaciencia, como si incluso su descanso tuviera que ser eficiente.
El aire era seco, pero el agua fresca recorriendo sus gargantas les dio un respiro momentáneo. Algunos incluso se atrevieron a sentarse bajo la sombra de las ruinas, disfrutando de la extraña sensación de alivio.
El verdadero milagro, sin embargo, era Baek Cheon.
Con solo unas sonrisas dulces, unos cuantos besos y el ocasional abrazo, había logrado lo que ellos nunca podrían: distraer a Cheong Myeong lo suficiente como para que les concediera este descanso.
—”Quizás… quizás no es tan malo después de todo…” —murmuró Jo Gul, todavía sin creerlo.
—”Si con solo eso puede controlar a nuestro maestro, tal vez deberíamos estar agradecidos con Baek Cheon Sasuk.”
—”Estoy reconsiderando mi odio hacia él.”
Los discípulos, agotados pero agradecidos, compartieron una mirada de complicidad.
Mientras tanto, Baek Cheon aprovechó la oportunidad para observar su entorno.
A diferencia de los pueblos en ruinas por los que ya habían pasado, este lugar tenía una extraña calma. No había personas vagando sin rumbo ni mendigos tirados en las calles. Apenas se podían ver unas pocas figuras sombrías apoyadas contra las paredes, mirándolos con ojos difíciles de descifrar.
Lo más curioso, sin embargo, era el estado de los edificios. Aunque el lugar en sí daba la sensación de estar abandonado, las estructuras estaban en mucho mejor estado que en otros asentamientos.
Baek Cheon frunció el ceño.
La diferencia era sutil, pero importante.
Su mirada se desvió hacia el horizonte.
A la distancia, entre las montañas y los árboles, podía ver con claridad el muro imponente y el pabellón del Clan de las Bestias.
—”Nanman… “—susurró para sí mismo.
Estaban cerca.
Su mente comenzó a llenarse de pensamientos sobre lo que les esperaba, sobre lo que encontrarían tras ese muro, sobre la misión que tenían por delante…
Pero su distracción duró solo un segundo.
—”¡Ya descansaron demasiado!* —Cheong Myeong se levanto de su lado por la ausencia de sus mimos con el ceño fruncido—. “¡Levántense y sigamos!”
Los discípulos sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos mientras soltaban un suspiro de resignación.
—”Se acabó la paz…” —murmuró uno de ellos con tristeza.
Baek Cheon, por su parte, dejó escapar un leve suspiro y le dedicó una última mirada al muro de Nanman.
Bueno… hizo lo que pudo.
Era mejor que nada.
Baek Cheon se adelantó sin decir palabra y tomó las riendas del carro junto a los demás discípulos. Su decisión tomó a todos por sorpresa, incluido Cheong Myeong, quien frunció el ceño con desagrado al ver a su amado alejarse de su lado.
—”¿Qué estás haciendo, Baek Cheon?”—preguntó con un tono de reproche.
—”Ayudando.”
Por un instante, Cheong Myeong pareció a punto de quejarse. Después de todo, perder su almohada humana era un gran inconveniente. Pero cualquier objeción murió en su garganta cuando el carro de repente empezó a moverse con mucha más velocidad y estabilidad.
El cambio fue inmediato.
Antes, los discípulos apenas lograban arrastrar el carro por la dura tierra, sus pasos tambaleantes y jadeantes. Ahora, con Baek Cheon a la cabeza, el carro avanzaba con una firmeza impresionante.
Cheong Myeong apoyó la mejilla en su mano y sonrió de lado.
—”No esperaba menos de ti, Baek Cheon. ¡Miren a su Sasuk!” —exclamó con voz burlona—. “¡Así es como deberían jalar el carro! ¡Si tuvieran la mitad de su fuerza, no tendríamos que detenernos tanto!”
Los discípulos sintieron cómo una puñalada atravesaba su orgullo.
—”¡Nos está comparando otra vez!”—gimió Yoon Jong entre dientes.
—”¡Por supuesto que sí! ¡Siempre lo hace!”
—”¡Pero esta vez es peor! ¡Lo está elogiando de una forma completamente descarada! ¡Habla de sus músculos como si fueran un tesoro nacional!”
Mientras tanto, Baek Cheon trataba de mantener la vista al frente, ignorando la vergüenza que se extendía por su rostro.
Era un conflicto interno difícil de manejar.
Por un lado, sentía pena por sus compañeros, quienes estaban al borde del colapso y ahora tenían que soportar las comparaciones odiosas de Cheong Myeong.
Pero por otro lado…
—”Tienes músculos perfectos, Baek Cheon.” —la voz de Cheong Myeong flotó hasta sus oídos—. “Tan firmes, tan poderosos… Es un espectáculo ver cómo trabajan.”
El calor subió hasta sus orejas.
—”Concéntrate… solo concéntrate…” —se dijo a sí mismo.
Si se detenía a procesar esos comentarios, probablemente se caería de la vergüenza.
Así que, en lugar de eso, apretó los dientes y decidió enfocarse en llegar a su destino lo antes posible.
Incluso si en el proceso…
—”¡ESPEREN, NO TAN RÁPIDO!”
…Jo Gul terminaba siendo arrastrado por la velocidad.
Chapter 116: ⌗Clan De Las Bestias (1)
Chapter Text
Los discípulos se dejaron caer al suelo apenas cruzaron el umbral del territorio del Clan de las Bestias. Habían pasado la tarde entera corriendo sin descanso, obligados a seguir el ritmo inhumano de Baek Cheon, quien, para su frustración, parecía estar perfectamente bien, incluso después de haber jalado el carro a toda velocidad.
Cheong Myeong, por su parte, bajó tranquilamente del carro con la misma calma con la que un noble descendería de su carruaje privado. Se estiró con satisfacción, ignorando los jadeos agonizantes de sus discípulos detrás de él, y avanzó con paso firme hacia los guardias que custodiaban la entrada.
Los dos hombres que protegían la puerta eran imponentes, altos y musculosos, con un aire salvaje que hacía honor al nombre de su clan. Uno de ellos tenía un enorme tigre a su lado, cuya mera presencia era suficiente para hacer temblar a cualquiera, mientras que el otro tenía una serpiente enroscada alrededor de su cuerpo, como si fuera una segunda piel.
Los discípulos tragaron saliva.
—”Oh… estamos condenados…” —susurró Jo Gul, con la cara pegada al suelo.
—”Ya… ya no importa…” —murmuró Yoon Jong, sin fuerzas para moverse—. “Si morimos aquí, al menos no tendremos que correr más…”
—”Matarme… mátame aquí mismo…”
—”Cállense y levántense antes de que Geomjon los escuche…”
Mientras sus discípulos debatían si la muerte era una mejor opción que otro día de tortura, Cheong Myeong se plantó frente a los guardias sin vacilar y se presentó con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—”Soy Geomjon del Monte Hua. Vengo a ver a su líder.”
Los guardias lo escanearon de arriba abajo, evaluándolo con miradas frías. Un momento de tensión se instaló en el aire. La serpiente siseó lentamente, como si percibiera la hostilidad en la atmósfera.
Entonces, sin decir palabra, el hombre con la serpiente le hizo una seña a su compañero.
El hombre del tigre asintió y desapareció tras las enormes puertas del muro, dejando atrás una sensación de inquietante expectativa.
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
—”Bien. Parece que vamos a tener una reunión interesante.”
El guardia que había desaparecido tras las imponentes puertas regresó poco después y, sin decir palabra, hizo un gesto para que pasaran.
Los discípulos, aún recuperándose del agotamiento, reunieron las pocas fuerzas que les quedaban y avanzaron detrás de Cheong Myeong. Cruzaron las puertas con cautela, sin saber qué esperar al otro lado.
Lo que encontraron les robó el aliento.
El interior del Clan de las Bestias era un mundo completamente diferente al paisaje árido y desolado que habían recorrido hasta ahora. Una gran plaza se abría ante ellos, repleta de guerreros de aspecto feroz. Eran todos hombres y mujeres corpulentos, de piel bronceada por el sol y músculos tallados a base de entrenamiento y batalla. No había un solo artista marcial allí que no pareciera capaz de aplastarlos con un solo golpe.
Pero lo más impresionante no eran ellos, sino sus compañeros animales.
Por toda la plaza se podían ver bestias salvajes que jamás habrían imaginado ver tan cerca. Tigres de enormes colmillos descansaban junto a sus dueños, lobos se paseaban tranquilamente entre la gente, águilas de gran tamaño alzaban vuelo desde los tejados y hasta había osos sentados con la misma calma que un anciano en la entrada de su casa.
Era una visión surrealista.
—”Esto es… increíble…” —murmuró Jo Gul, con los ojos muy abiertos.
—”Más bien aterrador…” —susurró Yoon Jong, tragando saliva.
Los discípulos se quedaron inmóviles, observando la escena con una mezcla de asombro y terror. Si sus cuerpos no estuvieran tan adoloridos, habrían considerado huir.
Sin embargo, su atención pronto se centró en la figura que los esperaba al final de la plaza, justo en la entrada del pabellón principal.
Maeng So, el líder del Clan de las Bestias.
Era un hombre enorme, incluso para los estándares de su propio clan. De hombros anchos y postura dominante, parecía más un rey bárbaro que un líder marcial. Su cabello, largo y salvaje, caía en gruesos mechones sobre su espalda, y sus ojos afilados los observaban con la intensidad de un depredador evaluando a su presa.
Los discípulos sintieron que el peso de su mirada los aplastaba.
Pero Cheong Myeong, en lugar de devolver la mirada al poderoso líder, desvió la vista hacia otra dirección.
Una pequeña marta blanca corría a toda velocidad hacia ellos, zigzagueando entre los guerreros y las bestias con una agilidad impresionante.
La pequeña marta blanca se detuvo justo frente a Cheong Myeong, observándolo con sus brillantes ojos negros mientras movía su cola esponjosa de un lado a otro. Su diminuto cuerpo parecía completamente fuera de lugar en medio de tantos guerreros y bestias imponentes, pero lo más curioso era la forma en que los animales grandes reaccionaban ante su presencia.
A pesar de que los tigres, lobos y osos de la plaza eran conocidos por su fiereza, ni uno solo de ellos se atrevió a moverse demasiado cerca. Algunos incluso desviaron la mirada, inquietos, como si prefirieran evitar el contacto visual con la pequeña criatura.
Era una escena extraña.
Baek Cheon lo notó de inmediato.
—”¿Qué…?”
Antes de que pudiera terminar su pregunta, Cheong Myeong ya había recogido a la marta con una expresión divertida, sosteniéndola entre sus manos como si hubiera encontrado el tesoro más entretenido del mundo.
—”Baek Cheon, mira esto.”
Giró hacia él y le acercó la marta con descaro, como si estuviera mostrándole un juguete nuevo.
Baek Cheon parpadeó, confundido por la actitud de su maestro.
—”¿Por qué estás jugando en una situación como esta?” —susurró con incredulidad.
Era absurdo.
Estaban rodeados por los guerreros más peligrosos del Clan de las Bestias. Estaban a punto de encontrarse con su líder. Y sin embargo, ahí estaba Cheong Myeong, presentándole una marta como si fueran niños explorando el bosque.
Sin embargo…
Baek Cheon bajó la mirada y observó más de cerca a la pequeña criatura.
La marta tenía un pelaje increíblemente blanco, tan puro que parecía brillar bajo el sol. Sus orejas redondeadas y su diminuto hocico le daban un aire particularmente adorable. Sus patitas, tan pequeñas en comparación con su cuerpo esponjoso, se movían con gracia y ligereza mientras miraba a su alrededor con curiosidad.
Era… linda.
Baek Cheon sintió que algo dentro de él se suavizaba.
—”¿Esta cosa es realmente peligrosa?”—preguntó, inclinando la cabeza.
Cheong Myeong soltó una carcajada.
—”¿Peligrosa?” —repitió con burla—. “No dejes que su apariencia te engañe. Esta cosa puede hacer temblar a todas las bestias espirituales de este lugar con solo existir.”
Baek Cheon miró de nuevo a la marta, que en ese momento bostezaba despreocupadamente en los brazos de Cheong Myeong.
Era difícil de creer.
Pero entonces, por el rabillo del ojo, notó algo.
Uno de los tigres cercanos, que hasta ese momento había estado recostado con tranquilidad, dejó escapar un leve gruñido y se levantó con evidente incomodidad. Su mirada no estaba fija en Cheong Myeong ni en los demás discípulos, sino en la marta que descansaba plácidamente.
No era la mirada de un depredador observando a una presa.
Era… ¿miedo?
Baek Cheon se tensó.
Cheong Myeong lo notó y sonrió aún más.
—”Ya lo viste, ¿verdad?”
—”…”
Baek Cheon no pudo responder.
Por más absurda que fuera la idea, la realidad estaba ante sus ojos.
Los animales más temibles del Clan de las Bestias… temían a esa pequeña bola de pelo.
Chapter 117: ⌗Clan De Las Bestias (2)
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—”Vaya, parece que le agradas a Baek Jeon.”
La fuerte voz del líder del Clan de las Bestias, Maeng So, resonó en la plaza, llamando la atención de todos.
—”Normalmente se comporta de manera grosera con los invitados.”
Como si quisiera reafirmar las palabras de su amo, la pequeña marta dejó escapar un chillido agudo antes de trepar con agilidad hasta el hombro de Cheong Myeong, donde se acurrucó con total confianza. Su diminuto cuerpo se frotó contra su cuello con la misma naturalidad con la que un gato buscaba el calor de su dueño.
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Tsk.”
Sabía perfectamente por qué esta pequeña criatura se estaba pegando a él.
No era afecto.
No era coincidencia.
Era su energía espiritual pura.
Las bestias espirituales eran extremadamente sensibles a las auras, y entre todas ellas, las bestias sagradas como esta marta eran aún más selectivas. En la historia original, Baek Jeon había terminado encariñándose con Baek Cheon porque era el que poseía la energía más pura dentro del grupo. Pero ahora…
Cheong Myeong miró de reojo a la pequeña bola de pelos frotándose con descaro contra él.
—”¿Así que me estás usando, eh?”
La marta respondió con un leve ronroneo, completamente ajena a la exasperación de Cheong Myeong.
—”Jaja.”
De repente, la expresión de Cheong Myeong cambió.
Sus labios se curvaron en una sonrisa pícara mientras giraba hacia Baek Cheon con una mirada traviesa.
—”¿Escuchaste eso, Cheon-ah?”
Baek Cheon, que aún estaba tratando de procesar la actitud de la marta, levantó la vista con desconfianza.
—”¿Qué?”
—”Parece que compartes nombre con esta cosita.”
Baek Cheon parpadeó.
—”…”
Un instante después, su ceño se frunció y su rostro se tiñó de molestia.
—”¡No somos lo mismo!”
Su protesta solo hizo que Cheong Myeong se divirtiera más.
—”¿Seguro?” —respondió con fingida duda—. “Los dos tienen un pelaje bonito, son testarudos y parece que se pegan a mí sin razón. ¡Incluso suenan parecido cuando chillan!”
Baek Cheon sintió su ojo temblar.
—”¡No chilló como esa cosa!”
Cheong Myeong ladeó la cabeza, como si estuviera recordando algo.
—”Hmm, no sé, la noche anterior cuando—”
—”¡NO SIGAS!”
El rostro de Baek Cheon se volvió carmesí en un segundo, y Cheong Myeong no pudo contener su risa.
Los discípulos del Monte Hua, que habían estado escuchando la conversación con una mezcla de curiosidad y terror, intercambiaron miradas nerviosas.
—”¿Cómo pueden pelear sobre algo así en un lugar como este?” —susurró Jo Gul.
—”Estoy más sorprendido de que sigan saliendo después de molestar así a Sasuk…” —respondió Yoon Jong en voz baja.
Mientras tanto, Maeng So los observaba con una expresión divertida, con los brazos cruzados sobre su pecho.
—”Jeje… Geomjon del Monte Hua, eres un hombre peculiar.”
La marta, ajena a toda la conversación, se acomodó aún más en el hombro de Cheong Myeong y dejó escapar un sonido satisfecho.
Después de la peculiar escena con la marta, Maeng So, con su gran presencia, trató de recuperar la seriedad de la situación.
Era evidente que su entrada intimidante como líder del Clan de las Bestias había sido completamente arruinada, pero no iba a dejar que eso opacara el verdadero motivo de la reunión.
Con una voz profunda y llena de autoridad, se dirigió a los recién llegados.
—”Bienvenidos, guerreros del Monte Hua.”
Su mirada se fijó especialmente en Cheong Myeong, o más bien en Geomjon, el hombre cuya reputación resonaba incluso en las tierras más alejadas.
—”Y en especial, bienvenido seas tú, Geomjon. Finalmente tengo la oportunidad de agradecerte en persona por tu gran aporte a la guerra.”
En cuanto sus palabras resonaron en la plaza, Maeng So, un hombre corpulento y orgulloso, se inclinó solemnemente.
No solo eso.
Uno a uno, todos los guerreros presentes siguieron su ejemplo, inclinando sus cabezas con respeto.
Era una imagen impresionante.
Guerreros enormes, curtidos por la batalla y acompañados por bestias feroces, inclinándose ante una sola persona.
Cheong Myeong, sin embargo, sintió un ligero escalofrío de incomodidad.
Este reconocimiento no era para él.
No era ‘su’ mérito.
Geomjon, el verdadero Geomjon, había hecho lo que hizo no por heroísmo, sino por su propio beneficio.
Aun así, nadie tenía que saberlo.
Con rapidez, levantó una mano en un gesto de desinterés.
—”No hace falta.”
Su voz sonó relajada, pero con la autoridad suficiente para hacer que Maeng So alzara la cabeza.
Para el líder del clan, este rechazo no fue tomado como indiferencia, sino como un acto de humildad.
Sus labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción.
—”Jajajaja.”
Su risa retumbó en el lugar mientras se acercaba a Cheong Myeong y le daba unas fuertes palmadas en el hombro.
Lo suficientemente fuertes como para hacer temblar a cualquier hombre ordinario.
—”Eres un hombre interesante, Geomjon. Ven, acompáñanos. No podemos dejar que nuestros huéspedes pasen hambre.”
Los discípulos del Monte Hua, que hasta ese momento estaban tensos, sintieron una ola de alivio recorrer sus cuerpos.
El clan no era hostil con ellos.
¡Su maestro solo los había asustado a propósito!
Jo Gul dejó escapar un suspiro.
—”¡Este demonio de maestro casi nos mata del miedo!”
—”Y todo porque quería hacer una entrada dramática…” —murmuró Yoon Jong, aún recuperándose.
Sin embargo, al notar que la atmósfera se volvía cada vez más relajada, los discípulos se miraron entre sí y asintieron.
Después de todo, una comida caliente en un lugar como este era una invitación que no podían rechazar.
El grupo del Monte Hua fue guiado a través del imponente pabellón del Clan de las Bestias hasta llegar al gran comedor.
Lo que encontraron allí los dejó sin palabras.
La mesa estaba rebosante de comida.
Había enormes trozos de carne asada, frutas frescas del tamaño de una cabeza humana, guisos humeantes con un aroma tan intenso que hacía rugir el estómago, y jarras de madera llenas de algún tipo de bebida fermentada.
Todo era gigante.
Para los guerreros del Clan de las Bestias, aquellas porciones eran apenas medianas, pero para los discípulos del Monte Hua, quienes tenían una complexión más promedio, aquello parecía un banquete de titanes.
Incluso Baek Cheon, que rara vez se inmutaba ante algo, tragó saliva.
Jo Gul miró la mesa con una mezcla de asombro y horror.
—”¿Es esto… para compartir? ¿O cada uno tiene que comer su propio plato?”
Yoon Jong, que estaba a su lado, le dio un codazo.
—”No seas tonto. Obviamente esto es para compartir… ¿verdad?”
Su voz temblorosa revelaba que ni siquiera él estaba seguro.
Pero entre toda la conmoción, había una persona que no tenía ninguna queja.
Cheong Myeong.
Se sentó de buena gana, con los ojos brillantes mientras observaba la comida como un niño en una tienda de dulces.
—”¡Así es como se debe servir la comida!”—exclamó, completamente satisfecho con la hospitalidad del Clan de las Bestias.
Pero antes de que pudiera lanzarse sobre los platos, la marta blanca, que había estado cómodamente en su hombro, saltó al banco junto a él y gruñó a Baek Cheon.
Baek Cheon, que estaba a punto de sentarse al lado de Cheong Myeong, frunció el ceño.
—”… ¿Me gruñó?”
La pequeña bestia alzó la cabeza con aire desafiante, como si realmente pensara que tenía más derecho a ese asiento que él.
Y, por supuesto, eso ‘no’ le gustó a Cheong Myeong.
Sin ningún tipo de piedad, empujó a la marta a un lado y tiró de Baek Cheon para que se sentara junto a él.
—”Tú aquí. La cosa peluda, allá.”
La marta chilló en protesta, moviendo su cola con indignación.
Pero Cheong Myeong la ignoró por completo, la agarró y la colocó sobre su cuello, usándola como si fuera una bufanda de lujo.
La pequeña bestia volvió a chillar, pero esta vez sin resistirse demasiado, aparentemente resignada a su destino.
Maeng So, que había estado observando la escena, soltó una carcajada.
—”¡Jajajaja! Parece que Baek Jeon ha encontrado a alguien a quien no puede domar.”
Sin perder el buen humor, hizo una señal a los sirvientes, quienes rápidamente trajeron grandes jarras de licor.
—”¡Tráiganles nuestro mejor licor! ¡Esta es una ocasión especial!”
En ese momento, los discípulos del Monte Hua sintieron un escalofrío.
Porque no importaba dónde estuvieran o en qué circunstancias, siempre había una constante en sus vidas.
Y era que Cheong Myeong y el licor juntos eran una combinación peligrosa.
Chapter 118: ⌗Clan De Las Bestias (3)
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Maeng So tomó una gran jarra de cerámica decorada con símbolos tradicionales de Yunnan y la levantó con orgullo.
—”¡Este es el mejor vino de Yunnan, el Dowon Hyang!” —anunció con entusiasmo mientras servía personalmente una taza para cada uno de sus invitados.
El vino tenía un color ámbar profundo y desprendía un aroma embriagador que llenó el comedor al instante.
Sin perder tiempo, Cheong Myeong tomó su taza y le dio un trago largo como si estuviera bebiendo agua fresca.
Al bajar la taza, chasqueó la lengua con satisfacción.
—”¡Vaya, esto sí que es bueno!”
Las palabras de Maeng So habían sido ciertas: el licor era fuerte, pero no agresivo, con una riqueza de sabores que permanecían en la boca incluso después de tragar.
Emocionado, Cheong Myeong volteó hacia Baek Cheon con una sonrisa maliciosa y le empujó la taza.
—”Tienes que probarlo.”
Baek Cheon no dudó en aceptar.
Por mucho que siempre regañara a Cheong Myeong por beber demasiado, la realidad era que a él también le gustaba el licor.
No era su culpa…
Era la mala influencia de su propio maestro.
Por supuesto, él bebía con moderación, no como su descontrolado compañero.
Levantó la taza con elegancia y le dio un trago, permitiendo que el líquido se asentara en su lengua antes de tragarlo.
“… Delicioso.”
El Dowon Hyang tenía una textura aterciopelada y una explosión de sabores complejos que evolucionaban con cada sorbo: primero un dulzor suave, luego un golpe de especias cálidas, y finalmente un retrogusto ahumado que persistía.
Era completamente diferente a los licores de las Llanuras Centrales.
Baek Cheon cerró los ojos un instante, disfrutando del regusto en su boca antes de asentir con aprobación.
—”Es realmente bueno.”
Maeng So observó la escena con satisfacción, cruzando los brazos con una sonrisa de orgullo al ver a sus preciados invitados disfrutando de la comida y la bebida.
—”¡Jajaja! Nada como una buena comida y un buen licor para unir a los guerreros!”
Los discípulos del Monte Hua, que aún estaban algo tensos, comenzaron a relajarse poco a poco mientras se servían más comida y se sumergían en el animado ambiente del Clan de las Bestias.
Maeng So le dio otro trago generoso a su bebida, saboreando el licor antes de levantar la jarra y volver a llenar las tazas de sus invitados.
—”Dime, Geomjon,”—dijo con su voz potente, llamando la atención de todos— “¿estos son tus discípulos?”
Cheong Myeong apoyó un codo sobre la mesa y sonrió con orgullo.
—”Así es. Todos ellos son mis mejores discípulos.”
Yoon Jong, que estaba a punto de llevarse un bocado de carne a la boca, se detuvo bruscamente y frunció el ceño.
—”Yo soy discípulo del líder de la secta…” —murmuró en voz baja, lo suficientemente fuerte para que Cheong Myeong lo escuchara, pero no lo suficiente como para interrumpir la conversación.
Por supuesto, nadie le hizo caso.
Cheong Myeong continuó sin siquiera mirarlo.
—”Son jóvenes, pero prometedores. Aún necesitan pulirse, pero tienen talento.”
Los discípulos sintieron una extraña mezcla de satisfacción y miedo al escuchar a su maestro decir algo positivo de ellos.
Sin embargo, lo que vino después fue mucho más inesperado.
Con una sonrisa traviesa, Cheong Myeong se giró hacia Baek Cheon, quien estaba tranquilo bebiendo su licor, sin esperar lo que estaba por ocurrir.
—”Y este de aquí… no solo es mi mejor discípulo, sino también mi pareja.”
El ambiente en la mesa se detuvo por un instante antes de explotar en un estallido de risas y exclamaciones sorprendidas.
—”¡Pfft..!” —Baek Cheon casi escupió su bebida y se atragantó, tosiendo con fuerza mientras miraba a Cheong Myeong con los ojos abiertos de par en par.
Maeng So, un gran admirador de Geomjon, no perdió el tiempo en reaccionar con entusiasmo.
—”¡Jajaja! ¡Así que has encontrado el amor, Geomjon! ¡Bien hecho!”
Con una sonrisa llena de aprobación, levantó su taza en un brindis.
—”¡Por el amor y la buena compañía!”
Los guerreros del Clan de las Bestias, contagiados por la alegría de su líder, golpearon la mesa con emoción y alzaron sus copas.
—”¡Por Geomjon y su pareja!”
La atención repentina y el bullicioso brindis fueron demasiado para Baek Cheon.
Sintió su rostro arder mientras un rubor intenso se extendía hasta sus orejas.
Rápidamente cubrió su rostro con ambas manos, deseando desaparecer en ese mismo instante.
—”¡No estaba preparado para esto…!”—pensó, avergonzado.
A su alrededor, los discípulos del Monte Hua también rieron con alegría.
Y lo peor de todo…
¡Cheong Myeong estaba disfrutando demasiado de la atención y del caos que había provocado!
Cheong Myeong, con una sonrisa encantada, atrajo a Baek Cheon hacia él y le plantó un beso en la mejilla sin la menor vergüenza.
Baek Cheon soltó un sonido entre sorprendido y avergonzado, su rostro ya enrojecido por lo sucedido ahora completamente incandescente.
—”Mmph…” —murmuró una queja ininteligible, demasiado avergonzado para decir algo coherente.
No pudiendo soportar la mirada burlona de sus compañeros ni la algarabía de los guerreros del Clan de las Bestias, buscó refugio en el pecho de su maestro, ocultando su rostro contra la tela de sus ropas.
—”¡Miren qué lindo se pone!” —exclamó un guerrero entre risas, golpeando la mesa con entusiasmo.
—”¡Parece un cachorrito tímido!”
—”¡Qué buen partido han hecho ustedes dos! ¡Los felicito!”
Cheong Myeong, disfrutando de la escena con gran satisfacción, envolvió un brazo alrededor de Baek Cheon y apoyó su mentón sobre su cabeza.
Mientras la multitud seguía bebiendo y celebrando, algo en el rabillo del ojo de Cheong Myeong llamó su atención.
Entre los guerreros del clan, se encontraba una joven que no compartía el ánimo festivo.
Era más pequeña que la mayoría de las personas del clan, pero su porte y vestimenta indicaban que no era una simple espectadora.
Su expresión era claramente infeliz, sus ojos ligeramente fruncidos mientras observaba la escena con disgusto apenas disimulado.
—”Ah, claro…” —pensó Cheong Myeong con un aire despreocupado— “Esta debe ser la protagonista de una de las rutas amorosas…”
Había olvidado que aquí también se encontraba un posible interés romántico del protagonista en la historia original.
Sin embargo, viendo su expresión, parecía que la declaración pública de Cheong Myeong la había dejado completamente fuera del juego.
Ya no sería un problema.
—”Perfecto.”
Sonrió con autosatisfacción y tomó su copa para darle otro trago, saboreando el licor mientras con su otra mano acariciaba distraídamente el cabello de Baek Cheon.
Su amante aún tenía el rostro escondido contra su pecho, pero su cuerpo se había relajado bajo sus caricias.
Sí…
Definitivamente, la visita al Clan de las Bestias estaba resultando mucho más placentera de lo esperado.
Chapter 119: ⌗Clan De Las Bestias (4)
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Mientras comían y bebían con entusiasmo, Cheong Myeong seguía ensalzando la excelente calidad del licor de Yunnan, enumerando todas las razones por las que el Monte Hua debería considerar importarlo en grandes cantidades.
—”Es fuerte, pero suave. Entra como agua, pero golpea como un martillo.”
—”Eso es porque estás bebiéndolo como si fuera agua, Geomjon…” —murmuró Yoon Jong con resignación.
Baek Cheon, que había estado disfrutando de la comida en silencio, dejó sus palillos en la mesa y suspiró.
—”Maestro, no vinimos hasta aquí solo para que probara buen licor.”
Cheong Myeong parpadeó.
—”¿Ah?”
Baek Cheon lo miró con incredulidad.
—”El Jamokcho.”
El rostro de Cheong Myeong mostró una fugaz confusión antes de que la comprensión lo golpeara de lleno.
—”¡Ah, cierto!”
Sin perder más tiempo, giró hacia Maeng So y, con la misma naturalidad con la que había hablado de la bebida, preguntó:
—”Sobre el Jamokcho que solicitamos… Y también sobre el incidente del comerciante que intentó tomarlo sin autorización. En nombre del Monte Hua, quiero asegurarle que pagaremos cualquier daño que haya causado.”
La atmósfera cambió levemente al abordar el verdadero motivo de su visita, pero Maeng So no parecía molesto.
El líder del Clan de las Bestias dejó su copa sobre la mesa y sonrió con calma.
—”No hace falta preocuparse por eso,” —respondió con un tono despreocupado— “No hubo daños reales, y el comerciante ya recibió su castigo.”
Los discípulos del Monte Hua intercambiaron miradas.
No preguntaron en qué consistía exactamente el castigo, pero considerando el tipo de guerreros que eran, ninguno dudaba que el comerciante lo había pasado muy mal.
—”Nuestra única preocupación era asegurarnos de que realmente fuera la Secta del Monte Hua quien había solicitado la planta,” —continuó Maeng So— “No es ningún secreto que no nos llevamos bien con los forasteros. Pero si la están pidiendo ustedes, entonces no hay problema. Se les entregará sin inconvenientes.”
Cheong Myeong asintió con satisfacción.
—”Eso es un alivio. Y les agradecemos su generosidad.”
Maeng So soltó una carcajada y le dio un golpecito en la espalda con su enorme mano.
—”No hace falta agradecer. En cambio… ¡Bebe más! ¡Un guerrero que puede sostener su licor es un buen guerrero!”
—”¡Eso es lo que me gusta escuchar!” —Cheong Myeong levantó su taza con entusiasmo.
Baek Cheon, al ver cómo su maestro volvía a sumergirse en la bebida sin el menor remordimiento, suspiró profundamente.
—”De verdad, no tiene remedio…”
—-----
A medida que la noche avanzaba, los restos del festín quedaron esparcidos sobre la mesa, y la algarabía del clan se fue apagando poco a poco. Uno a uno, los guerreros se fueron retirando, algunos tambaleándose por la bebida, otros simplemente demasiado cansados después de la celebración. Sin embargo, dos figuras seguían resistiendo con tenacidad: Cheong Myeong y Maeng So, enredados en una absurda competencia de resistencia alcohólica.
Las tazas se vaciaban y se llenaban a un ritmo alarmante.
—”¡Eres un digno rival, Geomjon!”—exclamó Maeng So con una carcajada fuerte, su rostro enrojecido por el licor.
—”¡Hah! ¡No subestimes al Monte Hua!” —respondió Cheong Myeong, inclinándose ligeramente hacia adelante, aunque todavía con suficiente control como para no parecer derrotado.
Mientras tanto, los discípulos del Monte Hua estaban al borde del colapso. Apenas podían mantenerse despiertos, sus cabezas cabeceaban cada tanto, y sus parpadeos eran cada vez más lentos. Jo Gul, incapaz de soportarlo más, se había desplomado completamente sobre la mesa, su rostro hundido entre los platos vacíos.
La mano derecha de Maeng So, un hombre alto y de expresión estoica, miró la escena con resignación antes de soltar un suspiro pesado.
—”Parece que el festejo ha durado lo suficiente. Yo los guiaré a sus habitaciones.”
Ninguno de los discípulos dudó en ponerse de pie de inmediato, o al menos lo intentaron. Algunos tambalearon, otros se estiraron con pereza, pero al final, todos lo siguieron agradecidos.
Baek Cheon fue el último en retirarse. Se quedó un momento junto a Cheong Myeong, observándolo con una mezcla de diversión y preocupación.
—”No te sobrepases con la bebida,” —le advirtió suavemente antes de inclinarse y dejar un beso en su mejilla.
Cheong Myeong sonrió con descaro.
—”No prometo nada.”
Baek Cheon negó con la cabeza, aunque una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
—”Descansa.”
Con un último vistazo, se dio la vuelta y siguió a los demás, dejando atrás a su maestro sumido en la embriagadora competición.
El sonido de las tazas chocando contra la mesa resonaba en la gran sala, ahora casi vacía. Solo quedaban dos figuras sentadas en el centro, bebiendo bajo la tenue luz de las lámparas de aceite. Maeng So, con los brazos cruzados sobre la mesa, miró a Cheong Myeong con una expresión más seria. La embriaguez le daba un aire más relajado, pero su tono seguía siendo firme cuando habló.
—”Escuché que el Monte Hua sufrió grandes pérdidas…” —Maeng So giró su taza con los dedos, pensativo—. “Incluso dejó de formar parte de las diez grandes sectas.”
El líder del Clan de las Bestias suspiró profundamente.
—”Lamento no haber podido ayudarlos en ese momento.”
Cheong Myeong, que hasta ahora había estado bebiendo tranquilamente, dejó su taza sobre la mesa y lo miró con una leve sonrisa.
—”La secta del Monte Hua está estable en estos momentos.”
Maeng So asintió lentamente, pero antes de que pudiera responder, Cheong Myeong continuó con un tono más ligero, aunque su mirada se afiló levemente.
—”Y no estamos interesados en volver a ser parte de esas diez grandes sectas. Al final, nos dieron la espalda cuando más los necesitábamos. No veo el sentido de aferrarnos a un título que no significa nada.”
Maeng So lo miró en silencio por un momento antes de dejar escapar otro suspiro.
—”Lo entiendo.” —Levantó su taza y la vació de un solo trago antes de volver a llenarla—. “Pero no deja de ser una lástima. El Monte Hua siempre fue una secta honorable.”
Cheong Myeong rió suavemente, pero en lugar de responder, alzó una ceja con interés.
—”Aunque, sinceramente, parece que ustedes tienen sus propios problemas de los que preocuparse.”
Maeng So soltó una carcajada amarga y asintió.
—”No te equivocas.” —Tomó otro trago y dejó la taza sobre la mesa con más fuerza de la necesaria—. “Por mucho que el Clan de las Bestias se vea estable, la verdad es que la situación en Yunnan es complicada. Estamos aislados y, aunque quisiéramos ayudar a nuestra gente, el gobierno apenas nos reconoce. Para ellos, solo somos un grupo de bárbaros con animales peligrosos.”
Cheong Myeong apoyó un codo en la mesa, descansando el mentón en su mano mientras escuchaba con atención.
—”Entonces, básicamente, los han dejado a su suerte.”
Maeng So bufó.
—”Más que eso. No solo nos ignoran, también nos limitan. Si tratamos de expandir nuestra influencia fuera de Yunnan, ponen trabas en el camino. Pero aquí dentro, tenemos que lidiar con bandidos, comerciantes corruptos y sectas menores que intentan aprovecharse de nuestra situación.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Tch. Nada nuevo. No importa dónde vayas, siempre habrá gente tratando de aprovecharse de los demás.”
Maeng So asintió con gravedad.
—”Exactamente. Aún así, hacemos lo que podemos para mantenernos firmes. Pero es difícil cuando parece que nadie quiere que existamos.”
Hubo un momento de silencio entre ambos. Cheong Myeong giró su taza entre sus dedos, observando el líquido dorado en su interior.
—”Bueno, al menos ustedes saben quiénes son y qué representan. Eso es más importante que cualquier reconocimiento del gobierno o de esas sectas hipócritas.”
Maeng So lo miró sorprendido por un instante, antes de soltar una carcajada fuerte.
—”¡Ja! ¡Eso es cierto!” —Tomó su taza y la levantó en un brindis—. “Por nuestra gente y por seguir adelante sin importar lo que pase.”
Cheong Myeong sonrió y chocó su taza contra la suya antes de beber de un solo trago.
—”Por eso mismo.”
Los ojos de Cheong Myeong se desviaron hacia una jarra que permanecía intacta sobre la mesa. A diferencia del vino que habían estado bebiendo sin moderación, esta jarra estaba llena de té de Yunnan, un producto valioso que, en circunstancias normales, sería codiciado en las llanuras centrales.
Sin embargo, debido a la tensión y la desconfianza hacia los forasteros, el comercio de Yunnan se había visto estancado, privando al clan de una fuente de ingresos estable. Cheong Myeong giró la jarra entre sus dedos, reflexionando. Si jugaba bien sus cartas, podría ofrecerles una solución.
—”Comprendo la hostilidad de su clan hacia la gente de las llanuras centrales,” —dijo con calma, llamando la atención de Maeng So—. “Después de todo, no han recibido más que indiferencia y desprecio. Pero hay algo que quizás podría cambiar las cosas.”
Maeng So frunció el ceño ligeramente, pero no interrumpió.
—”El Clan Tang es aliado del Monte Hua. Y si el Monte Hua es amigo del Clan de las Bestias…”
No necesitaba terminar la frase. Maeng So captó el mensaje de inmediato. Sus ojos brillaron con una mezcla de interés y prudencia. Retomar el comercio a través del Clan Tang, con el Monte Hua como intermediario, podía ser una oportunidad beneficiosa para todos. Sin embargo, la duda permanecía en su expresión.
—”Hmm… eso suena bien en teoría,” —admitió el líder del clan—, “pero el Clan Tang siempre ha sido notorio por su secretismo y sus propios intereses. No veo por qué arriesgarían su posición por nosotros.”
Cheong Myeong sonrió con confianza y apoyó la jarra sobre la mesa.
—”Porque soy cercano al anciano Tang Bo.”
Las palabras de Cheong Myeong hicieron que Maeng So alzara una ceja, su atención completamente capturada.
—”¿Tang Bo?” —repitió, sorprendido—. “El mismo Tang Bo que ayudó en la guerra dentro del territorio de Yunnan junto a Geomjon?”
Cheong Myeong asintió con calma.
—”Ese mismo. Aunque el Clan Tang tuvo su historia de conflictos con otros clanes y sectas, gracias a la influencia de Tang Bo han cambiado. No son los mismos de antes.”
Maeng So se quedó en silencio por un momento, evaluando la situación. Si lo que Cheong Myeong decía era cierto, esta podía ser la oportunidad que su clan había estado esperando. Retomar el comercio con un intermediario confiable significaba abrirse nuevamente al exterior sin exponer demasiado a su gente.
Finalmente, el líder del clan dejó escapar una carcajada grave y golpeó la mesa con la palma abierta.
—”¡Ja! ¡Geomjon, eres más astuto de lo que aparentas!”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción, tomando su taza de vino y dándole un trago con aire despreocupado.
—”No es astucia, solo sentido común. Si podemos ayudarnos mutuamente, no veo razón para no hacerlo.”
Maeng So lo miró con una expresión seria antes de asentir.
—”Hablaré con los miembros del clan. Si esto resulta ser tan beneficioso como suena, el Clan de las Bestias estará en deuda contigo.”
Cheong Myeong agitó la mano despreocupadamente.
—”No me hables de deudas. Solo invítame más vino cuando esto se concrete.”
Maeng So soltó una carcajada y sirvió otra ronda, aunque esta vez ambos sabían que la conversación había cambiado de un simple festejo a algo con un propósito real.
Chapter 120: ⌗Clan De Las Bestias (5)
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La noche anterior había sido una batalla épica, no con espadas ni técnicas marciales, sino con copas rebosantes de licor y orgullo en juego. Cheong Myeong y Maeng So se habían enfrentado en una competencia de resistencia alcohólica, negándose a ceder hasta que solo quedara uno en pie.
Y ahora, a la mañana siguiente, el comedor era un desastre absoluto.
Baek Cheon y los demás discípulos del Monte Hua entraron al lugar con cautela, siguiendo el rastro de botellas vacías y mesas desordenadas. El aire estaba impregnado de un fuerte olor a alcohol, lo que provocó que Jo Gul arrugara la nariz con disgusto.
—”Por todos los cielos… ¿qué demonios pasó aquí?” —murmuró Yoon Jong, mirando la escena con incredulidad.
En el centro del caos, dos figuras yacían en el suelo como cadáveres abandonados después de una batalla. Maeng So y Cheong Myeong estaban completamente fuera de combate, con los rostros hundidos contra el suelo de madera, los brazos extendidos como si hubieran sido abatidos en medio del campo de guerra.
—”¡Líder!” —Los guerreros del Clan de las Bestias entraron apresurados al ver a su jefe inconsciente y rápidamente se acercaron a él con preocupación.
Por su parte, los discípulos del Monte Hua hicieron lo mismo con su maestro. Baek Cheon se arrodilló al lado de Cheong Myeong y lo giró con cuidado, viendo su rostro pálido y su cabello revuelto. Parecía más un borracho en desgracia que el legendario Geomjon.
De repente, Cheong Myeong gimió con debilidad y abrió los ojos con gran esfuerzo.
—”Agh… agua…”—su voz sonaba tan moribunda que parecía que estaba al borde de la muerte.
Baek Cheon, que ya había anticipado esto, sacó una taza con agua y se la acercó sin decir nada. Cheong Myeong la bebió con avidez, su garganta agradeciendo la hidratación.
Por un momento, el silencio reinó mientras todos esperaban que su maestro dijera algo profundo o que reflexionara sobre su comportamiento.
Pero en lugar de eso, Cheong Myeong bajó la taza y con voz rasposa preguntó:
—”¿Gané?”
Baek Cheon suspiró profundamente y miró de reojo al líder del Clan de las Bestias, quien aún estaba inconsciente y sin señales de despertar pronto.
—”Sí, maestro…” —dijo con resignación—. “Parece que ganaste esta ridícula competencia.”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción antes de alzar una mano para atraer a Baek Cheon hacia él.
—”Ven aquí…” —murmuró con voz pastosa—. “Dame un beso como recompensa.”
Baek Cheon, que aún estaba sosteniéndolo para que no se desplomara otra vez, sintió una mezcla de vergüenza y exasperación. Sin dudarlo, puso una mano en el rostro de Cheong Myeong y lo empujó con firmeza, alejándolo antes de que pudiera acercarse demasiado.
—”¡Ni lo pienses!” —espetó con el ceño fruncido—. “Apestas a alcohol. No voy a besarte hasta que te des un baño.”
Cheong Myeong frunció los labios como un niño al que le negaban un caramelo, pero antes de que pudiera protestar, una risa ronca y débil se escuchó a su lado.
Maeng So, quien apenas estaba volviendo en sí, se incorporó con gran esfuerzo, su rostro aún reflejando los estragos de la noche anterior.
—”Hahaha… rechazado en tu momento de gloria… qué lamentable, Geomjon.”—Se burló con una risa entrecortada.
Cheong Myeong le lanzó una mirada de reojo, pero antes de que pudiera responderle, los guerreros del Clan de las Bestias rodearon a su líder con expresiones severas.
—”Líder, con todo respeto…” —dijo uno de ellos con voz seria—. “Debe darse un baño de inmediato. Su aspecto actual no es digno de un líder.”
—”Sí, sí,”—secundó otro guerrero—. “Si nos ven en este estado, perderemos respeto.”
—”Además,”—agregó otro más—, “¡hueles peor que la basura fermentada!”
Maeng So los miró con el ceño fruncido, pero no pudo refutarlo. Su cabello estaba desordenado, su ropa arrugada y manchada de licor, y su rostro tenía un brillo sudoroso poco digno de su posición.
—”Tsk. Qué molestos…” —gruñó mientras se masajeaba la sien adolorida.
—”Ahora estamos a mano,” —dijo Cheong Myeong con satisfacción, levantándose con torpeza.
Baek Cheon lo miró de arriba abajo con una mueca de desagrado.
—”Tú también apestas,”—le recordó—. “Muévete antes de que me arrepienta de haberte ayudado a despertar.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua y, sin más opción, se encaminó junto a Maeng So hacia los baños, ambos tambaleándose como si aún estuvieran en medio de la resaca.
Los discípulos del Monte Hua y los guerreros del clan los observaron irse con una mezcla de alivio y diversión.
—”Bueno,” —murmuró Yoon Jong cruzándose de brazos—, “supongo que esto entra en la lista de experiencias extrañas que hemos vivido desde que seguimos a nuestro maestro.”
—”La número treinta y cuatro…” —añadió Jo Gul con resignación.
—”¿Solo treinta y cuatro?” —preguntó Yu Iseol con incredulidad.
—”Estoy redondeando.” —rió Jo Gul.
Mientras tanto, Baek Cheon suspiró y se llevó una mano al rostro. ¿Por qué tenía que enamorarse de alguien tan problemático?
—-----
Cuando Cheong Myeong regresó, su aspecto era impecable. Su ropa estaba perfectamente acomodada, su cabello aún húmedo caía con naturalidad sobre su frente, y su rostro no mostraba ni una pizca de resaca. Se veía fresco y radiante, como si jamás hubiera pasado la noche anterior bebiendo hasta caer inconsciente.
Baek Cheon lo miró con incredulidad.
—”… ¿Qué clase de baño tomaste?” —preguntó con los ojos entrecerrados.
Cheong Myeong sonrió con autosuficiencia y se cruzó de brazos.
—”Un baño digno de un maestro. “
Baek Cheon frunció el ceño.
—”Usaste tu energía interna para expulsar las toxinas del alcohol, ¿no es así?”
—”¿Quién sabe~? “—respondió Cheong Myeong con tono travieso.
Baek Cheon suspiró y le dio un suave golpe en el pecho con el dorso de la mano.
—”No tienes remedio.”—Aunque sonaba como un reproche, su voz tenía un dejo de cariño.
Cheong Myeong aprovechó la cercanía para inclinarse un poco y mirarlo a los ojos con una sonrisa encantadora.
—”Pero ya estoy limpio~.”
Baek Cheon abrió la boca para replicar, pero se quedó en silencio al notar la forma en que su maestro lo miraba. Esos ojos… llenos de ternura, cariño y devoción.
—”Tsk… “—chistó con una mezcla de fastidio y resignación.
Antes de que Cheong Myeong pudiera decir algo más, Baek Cheon lo tomó por la túnica y lo atrajo hacia él, plantando un beso firme en sus labios.
Cheong Myeong sonrió contra su boca y correspondió con suavidad, disfrutando de la calidez de su amado.
¡Chillido!
Ambos se separaron de golpe al escuchar un sonido agudo y al voltear, vieron a Baek-Ah caminando hacia ellos con determinación.
Lo más sorprendente era que la pequeña marta estaba cargando una caja que era significativamente más grande que su propio cuerpo. A pesar de su tamaño, la criatura no parecía tener problemas para sostenerla.
Baek Cheon la miró con asombro.
—”¿Cómo demonios…?”
Cheong Myeong, sin embargo, solo la observó con orgullo.
—”¡Como era de esperarse de una bestia sagrada!”
Baek-Ah, sintiendo que su esfuerzo era apreciado, hinchó el pecho con arrogancia antes de soltar la caja frente a ellos. Luego los miró y chilló con impaciencia, como si les estuviera diciendo: “Abran esto de una vez.”
Baek Cheon tomó la caja con ambas manos y la abrió con cautela. Dentro, cuidadosamente envuelta en un paño de seda, se encontraba el Jamokcho, la preciada hierba medicinal por la que habían viajado hasta allí. Su color vibrante y el sutil aroma herbal confirmaban su calidad.
—*Así que aquí está…” —murmuró Baek Cheon, admirando la mercancía.
En ese momento, Maeng So llegó, luciendo renovado después de su propio baño y cambio de ropa. Su porte de líder estaba intacto una vez más, aunque su expresión aún conservaba un toque de fatiga por la resaca.
—”Ese es el Jamokcho que pidieron “—confirmó con un tono firme, cruzándose de brazos.
Baek Cheon cerró la caja con respeto y le hizo una profunda reverencia.
—”Gracias por su generosidad.”
Maeng So soltó una risa profunda y golpeó su propio pecho con orgullo.
—”No hay necesidad de agradecimientos entre amigos. Además, es bueno saber que irá a manos confiables.”
Dicho esto, dirigió su atención a Cheong Myeong.
—”Por cierto, ya hablé con mi gente sobre lo que discutimos anoche.”—Su expresión se tornó más seria—. “Como esperabas, hubo cierta desconfianza, pero la mayoría estuvo de acuerdo en que el Monte Hua es un aliado en quien podemos confiar. Si ustedes están dispuestos a ayudarnos a establecer este comercio, entonces aceptamos.”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
—”Sabía que tomarían la decisión correcta.” —Se estiró perezosamente y luego añadió con un brillo astuto en los ojos—. “Hablaré con Tang Bo tan pronto como volvamos a Sichuan para comenzar los preparativos. Con su influencia en el clan Tang y el respaldo del Monte Hua, podemos garantizar que este comercio se lleve a cabo sin problemas. “
Maeng So asintió con aprobación.
—”Confío en tu palabra.”
Baek Cheon, escuchando el intercambio, sintió una extraña sensación de orgullo al ver a su maestro manejando un asunto tan importante con tanta naturalidad. No solo era un espadachín invencible, sino que también tenía una mente afilada para los negocios cuando se lo proponía.
Por supuesto, también sabía que Cheong Myeong lo hacía porque, en el fondo, realmente se preocupaba por aquellos que habían luchado en la guerra.
—”Bien “—dijo Maeng So con una sonrisa amplia—, “entonces queda sellado el acuerdo. Ahora solo queda beber para celebrarlo.”
—”¡Eso suena bien!”—exclamó Cheong Myeong con entusiasmo.
Baek Cheon, de inmediato, le dio un codazo en las costillas.
—”¡No más licor!”
Cheong Myeong hizo un puchero de mala gana, cruzándose de brazos como un niño al que le habían negado su dulce favorito.
—”Eres cruel, Dongryong.”
Baek Cheon simplemente suspiró y le dio un golpecito en la frente.
—”Lo digo por tu propio bien.”
Aun así, tenía la sensación de que, de alguna manera, su maestro encontraría la forma de colar varias botellas del licor de Yunnan en su equipaje sin que nadie lo notara.
Chapter 121: ⌗Clan De Las Bestias (6)
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Con todo listo y asegurado en el carro, llegó el momento de partir. Mientras los discípulos de Monte Hua acomodaban los regalos extra que el Clan de las Bestias les había otorgado como muestra de su amistad, algo inesperado sucedió.
Entre los sacos y cajas, una pequeña bola de pelos se movió de forma sospechosa.
—”¿Qué demonios…?” —Jo Gul se inclinó con curiosidad.
Antes de que pudiera investigar más, Cheong Myeong metió la mano en el equipaje y, con un movimiento rápido, sacó una pequeña marta que chilló en protesta.
—”¡Tsk! Lo sabía “—rió Cheong Myeong, sosteniéndola en alto mientras esta agitaba las patas en el aire—. “Baek-Ah, ¿en serio intentabas colarte en nuestro equipaje?”
Los discípulos del Monte Hua parpadearon sorprendidos antes de estallar en carcajadas.
—”¡Qué astuta!”
—”Parece que no quiere dejarnos.”
Maeng So, quien había estado observando la escena, también rio con diversión.
—”Parece que esa pequeña ya tomó su decisión.”
Cheong Myeong arqueó una ceja.
—”¿Qué decisión?”
Maeng So cruzó los brazos y sonrió ampliamente.
—”Pueden quedársela. Se nota que Baek-Ah se ha encariñado contigo, Geomjon.”
Cheong Myeong bufó, sosteniendo a la pequeña marta frente a su rostro.
—”¿Encariñada conmigo? ¡Ni siquiera me trata bien! ¡Mírala!” —Señaló cómo Baek-Ah lo miraba con un aire altanero, como si le estuviera haciendo un favor al acompañarlo.
Maeng So solo rio con más fuerza.
—”Bueno, considéralo un regalo de nuestra parte.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos con suspicacia.
—”Ajá… Seguro que solo intentas deshacerte del animal más problemático de todo el clan.”
Maeng So alzó las manos en un gesto despreocupado.
—”No voy a negarlo.”
Los discípulos de Monte Hua volvieron a reír, mientras Cheong Myeong suspiraba con resignación y miraba a la pequeña marta en sus manos.
—”Hah… Supongo que no tenemos opción. “
Baek Cheon, con una sonrisa divertida, le dio unas palmaditas en el hombro.
—”No te preocupes, maestro. Estoy seguro de que se llevarán bien.”
Baek-Ah lamió su pata con indiferencia, claramente en desacuerdo con esa afirmación.
Cheong Myeong asintió, como si realmente estuviera considerando lo que dijo Baek Cheon. Luego, entrecerró los ojos y miró a la pequeña marta con una sonrisa afilada.
—”Bueno, si no se comporta, siempre puedo convertir a Baek-Ah en una bufanda.”
Baek-Ah se quedó inmóvil por un segundo, como si procesara la amenaza. Luego, soltó un chillido agudo de total desacuerdo y, en un rápido movimiento, saltó del agarre de Cheong Myeong para trepar por el cuerpo de Baek Cheon hasta acomodarse en su hombro.
—”¡Tsk! ¡Ven aquí, pedazo de rata con complejo de noble!”
Pero Baek-Ah se aferró aún más a Baek Cheon, enredando su cola alrededor de su cuello como si intentara camuflarse con su ropa.
Baek Cheon no pudo evitar soltar una risa al ver la escena.
—”Maestro, creo que la has asustado de verdad.”
—”¡Eso le pasa por ser tan descarada!”—protestó Cheong Myeong, fulminando con la mirada a la pequeña criatura—. “¡Bájate de ahí y enfrenta tu destino con dignidad, Baek-Ah!”
La marta le dedicó una mirada desafiante y simplemente frotó su cabeza contra la mejilla de Baek Cheon, como si reclamara el territorio.
Baek Cheon soltó otra carcajada, sin poder contenerse.
No estaba seguro de qué era más gracioso: si Baek-Ah actuando como un humano asustado o su maestro pareciendo un animal gruñón en plena pelea territorial. Tal vez ambas cosas.
…
La discusión entre Cheong Myeong y Baek-Ah escaló a niveles ridículos en cuestión de segundos.
—”¡Bájate de ahí, bola de pelos egoísta!”
Baek-Ah chilló en respuesta y se aferró aún más a Baek Cheon, enredando su cola alrededor de su cuello como si declarara que él era su propiedad exclusiva.
—”¡¿Acaso crees que puedes reclamar a Baek Cheon como tuyo solo porque eres pequeña y esponjosa?!”
Baek-Ah le mostró los dientes diminutos en un claro desafío, como si estuviera dispuesta a pelear por su "territorio".
Los discípulos del Monte Hua, que en un principio solo estaban observando la escena con diversión, comenzaron a intercambiar miradas de asombro.
—”…¿No les parece que Baek-Ah se parece demasiado al maestro?” —susurró Jo Gul.
—”Sí, como si fuera su versión en miniatura y peluda “—agregó Yoon Jong, asintiendo lentamente.
—”Es más dócil que el maestro, pero definitivamente igual de posesiva…” —susurró de nuevo Jo Gul, tratando de contener la risa.
Mientras tanto, Cheong Myeong estaba completamente indignado.
¡¿Cómo era posible que el animal que se suponía que era la versión peluda de Baek Cheon terminara teniendo una personalidad completamente diferente?!
¡Debería haber sido adorable, obediente y encantadora! ¡No una pequeña ladrona descarada que intentaba robarle a su novio!
Baek Cheon, que hasta ese momento había estado mirando la escena con una mezcla de incredulidad y resignación, decidió intervenir antes de que la "pelea territorial" escalara aún más.
—”¡Suficiente!” —exclamó, dando una palmada en el aire para llamar la atención de ambos—. “Baek-Ah se queda en mi hombro.”
Baek-Ah chilló triunfalmente y se acomodó aún más contra él, mientras miraba a Cheong Myeong con superioridad.
Cheong Myeong sintió que la vena en su frente estaba a punto de estallar.
—”¡Baek Cheon! ¡No puedes dejar que gane tan fácilmente!”
Baek Cheon cruzó los brazos y le lanzó una mirada afilada.
—”Si sigues molestando a Baek-Ah… no dormirás conmigo.”
El mundo de Cheong Myeong se detuvo.
—”…¿Qué?”
—”Lo que oíste” —dijo Baek Cheon, dándole la espalda con total determinación.
Los discípulos ahogaron risas, fingiendo toser para no estallar en carcajadas.
Cheong Myeong miró a Baek-Ah con frustración. La pequeña criatura se acurrucó en el cuello de Baek Cheon con expresión victoriosa.
Con los dientes apretados, Cheong Myeong desvió la mirada y se cruzó de brazos.
—”Tsk… maldita bola de pelos tramposa.”
Baek-Ah chasqueó la lengua en respuesta, como si entendiera que había ganado.
Con el problema de Baek-Ah finalmente resuelto (o más bien, con Cheong Myeong resignado a su derrota), pudieron despedirse formalmente del Clan de las Bestias.
Maeng So se cruzó de brazos con una sonrisa satisfecha mientras observaba a Cheong Myeong.
—”Espero que recuerdes tus palabras.”
—”Por supuesto. No suelo decir cosas en vano” —respondió Cheong Myeong con confianza, ajustando su túnica con aire despreocupado—. “Pronto me pondré en contacto con ustedes para coordinar con Tang Bo.”
Maeng So asintió, confiando en su palabra.
—”Entonces te estaré esperando.”
Los guerreros del clan también ofrecieron sus despedidas con respeto. Aunque al principio habían sido algo desconfiados, después de haber visto el comportamiento de Cheong Myeong y su relación con su líder, habían aprendido a respetarlo.
Con todo listo, los discípulos del Monte Hua aseguraron los suministros y regalos en el carro.
Cheong Myeong se subió al asiento del conductor con una expresión relajada.
—”Muy bien. ¿Dónde están mis caballos?”
Los discípulos, que ya habían aceptado su trágico destino, se acercaron con resignación y tomaron las riendas. Jo Gul suspiró.
—”Si algún día nos ven en la calle y nos preguntan por qué no usamos caballos de verdad…”
—”Diles que es por entrenamiento” —respondió Cheong Myeong con total descaro.
Baek Cheon subió al carro y se acomodó con Baek-Ah aún en su hombro. Antes de que partieran, lanzó una última mirada a Maeng So y a su clan.
—”Gracias por todo.”
—”Hmph, no necesitas agradecer. Sólo asegúrate de cuidar a Geomjon para que no cause problemas” —respondió Maeng So, riendo.
Baek Cheon rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.
—”Lo intentaré.”
Con las despedidas concluidas, Cheong Myeong chasqueó los dedos y los "caballos" comenzaron a correr, dando inicio al viaje de regreso a Sichuan.
—”Bien, bien, vamos a ver a Tang Bo. Es hora de hablar de negocios. “
Baek Cheon lo miró de reojo.
—”Y de seguro, de colar más licor en el equipaje.”
Cheong Myeong soltó una risa traviesa.
—”Sabes que me conoces demasiado bien.”
Chapter 122: ⌗Hablemos De Negocios (1)
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Tang Bo salió del clan Tang y respiró profundamente, disfrutando del aire fresco después de un largo día atendiendo los asuntos del clan. Sus pensamientos se dirigieron a su viejo amigo Cheong Myeong. Se preguntó cómo habrían salido las negociaciones en Yunnan. Si todo había ido bien, deberían estar de regreso en unos días, aunque conociendo a Cheong Myeong, seguro habría algún tipo de problema o locura involucrada.
Justo cuando estaba a punto de regresar al interior, un movimiento en la distancia llamó su atención.
Una nube de polvo se levantaba en el horizonte, acercándose a una velocidad alarmante.
Tang Bo frunció el ceño. ¿Un torbellino? No, el patrón de movimiento era demasiado errático.
Entrecerró los ojos y, al enfocarse mejor, su expresión cambió del desconcierto a la incredulidad absoluta.
—”… No.”
Pero sí.
Lo que se aproximaba no era un torbellino, sino un grupo de personas corriendo a toda velocidad, arrastrando tras de sí un carro. Tang Bo reconoció de inmediato los colores del Monte Hua.
—”… No puede ser.”
Los discípulos jadeaban, con el sudor corriendo por sus frentes, el rostro rojo por el esfuerzo y la desesperación escrita en cada facción. Y lo peor de todo era la figura que iba cómodamente sentada en el asiento del conductor.
Cheong Myeong.
Con una pierna cruzada sobre la otra, una sonrisa satisfecha en los labios y una jarra de licor en la mano, agitaba las riendas como si estuviera conduciendo un carruaje de caballos.
—”¡MÁS RÁPIDO, MIS FIABLES CABALLOS! ¡EL CLAN TANG NOS ESPERA!”
—”¡BASTA DE DECIRNOS CABALLOS!”—chilló Jo Gul con la voz temblorosa.
—”¡VOY A MORIR! ¡VOY A MORIR!” —gimió Yoon Jong con los ojos vidriosos.
Baek Cheon iba sentado dentro del carro, completamente resignado a su destino, mientras Baek-Ah dormía tranquilamente sobre su regazo, completamente ajena al caos.
Tang Bo sintió un tic nervioso en el ojo.
—”No puede ser…”
Los guardias del clan Tang, que también habían presenciado el espectáculo, se tensaron de inmediato. Algunos ya estaban preparando sus armas, listos para actuar.
—”¡ALTO! “—Tang Bo levantó la mano de inmediato—. “¡No son enemigos!”
Los guardias se detuvieron, aunque claramente seguían sin comprender la situación.
Finalmente, el grupo de Monte Hua llegó hasta la entrada del clan y, en cuanto cruzaron el umbral, los discípulos simplemente colapsaron al suelo como muñecos rotos.
—”¡YA… YA LLEGAMOS…!” —jadeó Jo Gul, con la cara contra el suelo.
—”¡NUNCA… NUNCA MÁS…!”—balbuceó Yoon Jong, con la lengua colgando de puro agotamiento.
Yu Iseol se mantuvo firme pero el agotamiento era evidente en su rostro.
Cheong Myeong se estiró despreocupadamente y bajó del carro con total frescura.
—”¡Lo logramos en tiempo récord! Deberían sentirse orgullosos, ¡esto fue un excelente entrenamiento!”
Los discípulos lo miraron con puro resentimiento.
—”¡ESTO NO FUE ENTRENAMIENTO, FUE UNA SENTENCIA DE MUERTE!” —gritó uno de ellos con lágrimas en los ojos.
Baek Cheon descendió del carro con elegancia y se dirigió a Tang Bo con un suspiro.
—”Hemos vuelto.”
Tang Bo masajeó sus sienes, intentando procesar lo que acababa de ver.
—”… Tengo tantas preguntas.”
Cheong Myeong le dio una palmada en la espalda con una sonrisa radiante.
—”Podemos responderlas luego. Pero primero, ¿tienes algo de beber?”
—”¿No estuviste bebiendo en todo el camino?”
—”¡Exactamente! Ahora tengo más sed.”
Tang Bo cerró los ojos por un momento, tomando una profunda respiración para no perder la paciencia.
—”… Entren. “
Los discípulos del Monte Hua, todavía tambaleándose, se pusieron de pie con lo que les quedaba de energía y entraron al clan Tang, dejando tras de sí un rastro de polvo y la absoluta confusión de los guardias.
—---
Una vez dentro del clan Tang, los discípulos del Monte Hua se dirigieron directamente a sus habitaciones asignadas, apenas logrando mantenerse en pie. Sin perder tiempo, cada uno se apresuró a darse un baño para quitarse el sudor, el polvo y la humillación de haber sido utilizados como caballos de tiro.
Baek Cheon también se estiró, aliviado de finalmente poder relajarse después del infernal viaje. Se giró hacia Cheong Myeong y, con una expresión tranquila, dijo:
—”Iré a darme un baño. Y de paso, bañaré a Baek-Ah también.”
Las palabras apenas habían salido de su boca cuando sintió una repentina presión en el ambiente.
Los ojos de Cheong Myeong se entrecerraron peligrosamente, y su sonrisa se tensó.
—”¿Tú? ¿Bañándote? ¿Con eso?”
Baek Cheon parpadeó, sin comprender la repentina tensión.
—”Sí, Baek-Ah también necesita un baño después de todo ese polvo.”
Cheong Myeong frunció el ceño.
¡Inaceptable!
¡Solo él tenía el derecho de ver el cuerpo de Baek Cheon en ese estado!
¡Nadie más, ni siquiera una bola de pelos!
Con un movimiento rápido, arrebató a la pequeña marta de los brazos de Baek Cheon y la sostuvo con firmeza.
—”No hay necesidad, yo la bañaré más tarde” —declaró con autoridad.
Baek-Ah chasqueó la lengua en desacuerdo y se revolvió en su agarre, pero Cheong Myeong la sostuvo con más fuerza, sin intención de soltarla.
Baek Cheon lo miró durante un momento, luego simplemente se encogió de hombros.
—”Está bien. Entonces, me iré a bañar solo.”
Sin discutir más, se giró y se marchó, dejando a Cheong Myeong con la pequeña criatura que ahora lo miraba con ojos traicioneros.
—”¡Tch!” —Baek-Ah chasqueó la lengua de nuevo, mirándolo con resentimiento.
Cheong Myeong le devolvió la mirada, con una sonrisa burlona.
—”Ni lo pienses, ratón. Ese es mi territorio.”
Baek-Ah bufó y se cruzó de brazos, claramente molesta por haber sido apartada de Baek Cheon.
Cheong Myeong rió entre dientes y la sostuvo con una sola mano mientras se dirigía a otro lugar.
—”Bueno, supongo que primero vamos a alimentarte, y luego… a la bañera.”
Baek-Ah se quedó en silencio por un momento… y luego pareció darse cuenta de la horrible realidad.
—”¡Chiiiii!”
—”Oh, sí. Te espera un baño muy minucioso.”
La pequeña marta comenzó a forcejear con toda su fuerza, pero Cheong Myeong solo rió, completamente inmune a su desesperación.
Afortunadamente para Baek-Ah, la tragedia del baño fue pospuesta cuando Tang Bo apareció en su camino con el ceño levemente fruncido, claramente esperando una explicación sobre lo sucedido en Yunnan.
—”Hyung-nim, ¿puedes explicarme exactamente qué ocurrió allá?”
En cuanto escuchó esas palabras, Cheong Myeong parpadeó, como si recién recordara que habían ido a Yunnan por algo más que beber, apostar y meterse en problemas.
—”¡Ah! Sí, cierto, el negocio…”
Antes de seguir a Tang Bo, metió a Baek-Ah dentro de su túnica con un movimiento natural, como si fuera un simple objeto y no una criatura viva. La pequeña marta chilló suavemente en protesta, pero él ignoró sus quejas.
Tang Bo arqueó una ceja, pero no comentó nada al respecto. Con un suspiro, hizo un gesto para que lo siguiera, y ambos caminaron hasta una pérgola en un patio tranquilo del clan Tang.
Chapter 123: ⌗Hablemos De Negocios (2)
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El lugar estaba decorado con muebles de madera oscura y refinada, con vistas a un pequeño estanque donde peces dorados nadaban pacíficamente. El ambiente era fresco y relajante, ideal para una conversación seria.
Tang Bo chasqueó los dedos, llamando a un sirviente.
—”Tráiganos té y algunos aperitivos.”
El sirviente asintió y se retiró rápidamente. Mientras tanto, Cheong Myeong se dejó caer en su asiento con toda la confianza del mundo, apoyando un brazo sobre la mesa como si estuviera en su propia casa.
—”Entonces, ¿cómo estuvo el viaje?”—preguntó Tang Bo, cruzando los brazos.
—”Bien, bien. Maeng So y yo casi nos matamos bebiendo, pero fuera de eso, las negociaciones salieron como esperábamos.”
Tang Bo suspiró profundamente.
—”No sé por qué sigo sorprendiéndome con tus prioridades.”
En ese momento, el sirviente regresó con una elegante bandeja de porcelana con una tetera humeante y una variedad de pequeños pasteles dulces y salados.
El aroma del té se esparció en el aire, pero más importante aún, el olor de los pasteles fue detectado por un cierto ser oculto dentro de la túnica de Cheong Myeong.
Con un leve movimiento, una pequeña cabecita blanca emergió, sus ojitos centelleando con interés al ver la comida.
Baek-Ah olisqueó el aire, enfocándose en los pasteles como si fueran su única razón de existir.
Cheong Myeong, sin siquiera mirar, tomó un pedazo de pastel y se lo dio.
Baek-Ah lo agarró con sus pequeñas patas y comenzó a comer con rapidez, como si temiera que le fueran a quitar su botín.
Tang Bo observó la escena en completo silencio, su expresión volviéndose gradualmente más incrédula.
—”…No voy a preguntar.”
Cheong Myeong solo sonrió con diversión mientras servía el té, disfrutando de la tranquilidad antes de retomar la conversación sobre los negocios.
Mientras mordía tranquilamente un pastelillo de sésamo, Cheong Myeong comenzó a hablar con su tono usualmente despreocupado, pero esta vez con un trasfondo de seriedad.
—”La situación en Yunnan es un desastre. El gobierno básicamente los ignora, los bandidos hacen lo que quieren en las zonas menos protegidas y el comercio exterior está casi muerto.”
Tang Bo asintió lentamente mientras bebía su té, escuchando atentamente.
—”El clan de las bestias está en mejor estado que el resto de la región, pero incluso ellos están limitados. Con la falta de comercio, están perdiendo oportunidades para expandirse y fortalecer su territorio.”
Cheong Myeong dejó la taza de té en la mesa y sonrió antes de soltar la bomba.
—”Así que hice un trato con Maeng So para que el Monte Hua y el clan Tang faciliten el comercio de té de Yunnan.”
Tang Bo casi escupe el té.
—”¡¿TÚ HICISTE QUÉ?!”
—”Negocié en tu nombre, claro.”
—”¡¿Y NO PENSASTE EN CONSULTARME PRIMERO, MALDITO DEMONIO?! “
Tang Bo golpeó la mesa con una mezcla de incredulidad y molestia.
Pero Cheong Myeong, lejos de verse arrepentido, solo sonrió con diversión, como si no hubiese hecho nada fuera de lo común.
—”Oh, vamos. Sabía que aceptarías de todas formas.”
Tang Bo inhaló profundamente, como si estuviera reuniendo paciencia para no ahorcarlo en ese mismo momento.
—”¡Ese no es el punto, bastardo!”
—”Pero no estás diciendo que no, ¿cierto?”
Tang Bo apretó los dientes. No podía negarlo.
Porque, más allá de la rabia momentánea, la verdad era que este acuerdo era demasiado bueno para dejarlo pasar.
El té de Yunnan era increíblemente valioso y difícil de conseguir en las llanuras centrales debido a la situación política. Si el clan Tang lograba establecer una ruta de comercio confiable con la ayuda del Monte Hua, podrían obtener un negocio rentable con influencia directa en la región.
Además, fortalecer sus lazos con el clan de las bestias podría traer beneficios estratégicos en el futuro.
Tang Bo suspiró con resignación y se recostó contra el respaldo de su silla.
—”Voy a hablarlo con el líder del clan Tang y mandaré una carta al clan de las bestias.”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción mientras le daba otro pedazo de pastel a Baek-Ah, que seguía cómodamente instalada en su túnica.
Tang Bo lo observó de reojo y chasqueó la lengua.
—”A veces realmente haces algo útil.”
—”Siempre hago cosas útiles, solo que no las aprecias.”
—”Cállate.”
La conversación continuó con más detalles sobre la logística, mientras Tang Bo intentaba convencerse de que no estaba dejando que Cheong Myeong se saliera con la suya tan fácilmente… aunque en el fondo, sabía que siempre terminaba cediendo ante sus locuras.
Cuando la conversación sobre negocios llegó a su fin y todos los puntos importantes fueron discutidos, el ambiente bajo la pérgola se relajó. El té fue cambiado por una botella de licor, ya no se bebía con la seriedad de un trato comercial, sino con la ligereza de dos viejos amigos poniéndose al día después de mucho tiempo sin verse.
Tang Bo tomó otro pastelillo y lo mordió con calma, observando con curiosidad a la pequeña criatura que asomaba la cabeza desde la túnica de Cheong Myeong. Con una sonrisa divertida, extendió un dedo y tocó suavemente la nariz húmeda y negra de Baek-Ah, provocando que la marta moviera sus orejas de manera juguetona.
—”Y bien, ¿la robaste del clan de las bestias? “
Cheong Myeong bufó, cruzando los brazos con evidente molestia.
—”¿Robarla? ¡Por favor! Esa bola de pelos se coló sola en nuestro equipaje.”
Tang Bo arqueó una ceja, claramente entretenido.
—”¿Ah, sí? ¿Entonces cómo es que sigue contigo?”
Cheong Myeong chasqueó la lengua, girando la cabeza hacia un lado como si realmente le molestara responder.
—”Porque ahora intenta robarse a Baek Cheon.”
Tang Bo apenas pudo contener una carcajada, pero la sonrisa burlona en su rostro lo delataba.
—”Vaya, vaya… ¿Así que ahora tienes competencia?”
Baek-Ah, que hasta ese momento solo había estado cómodamente acomodada en la túnica de Cheong Myeong, levantó la cabeza y miró al hombre con ojos redondos e inocentes, como si fuera víctima de una injusta acusación. Movió la cola con lentitud, dándole una apariencia aún más adorable, como si realmente no entendiera de qué la estaban culpando.
Cheong Myeong, por otro lado, la miró con desconfianza.
—”No pongas esa cara de mártir. Sé exactamente lo que estás haciendo, mocoso.”
Baek-Ah ladeó la cabeza con aparente confusión, como si preguntara “¿de qué hablas?”
Tang Bo soltó una risa abierta, claramente disfrutando la escena.
—”Ah, esto es excelente. Nunca pensé que vería el día en que Geomjon se sintiera amenazado por una criatura tan pequeña.”
—”¡No estoy amenazado!” —protestó Cheong Myeong de inmediato, pero su respuesta rápida solo hizo que Tang Bo se riera aún más.
Baek-Ah, sintiendo que tenía la ventaja, se acurrucó en la túnica con aire de victoria, mientras Cheong Myeong la fulminaba con la mirada.
Tang Bo tomó un sorbo de su licor con satisfacción.
—”Bueno, si Baek-Ah logra robarte a Baek Cheon, tal vez debas reconsiderar tus habilidades de seducción.”
Cheong Myeong golpeó la mesa con frustración.
—”¡No digas tonterías! ¡Como si una rata peluda pudiera compararse conmigo!”
Baek-Ah movió la cola de forma desafiante, y Tang Bo disfrutó cada segundo de ver a su viejo amigo perdiendo en una pelea absurda contra una marta.
Chapter 124: ⌗Ternura
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Cuando el sol comenzó a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y dorados, Tang Bo se levantó con un suspiro satisfecho.
—”Bueno, fue un buen rato de charla, pero aún tengo asuntos que atender” —dijo estirando los brazos. Miró a Cheong Myeong con una sonrisa divertida—. “Descansa bien… y no pierdas contra Baek-Ah.”
—”Tch, como si eso fuera a pasar”—resopló Cheong Myeong, lanzando una mirada de advertencia a la pequeña marta, quien seguía cómodamente acurrucada en su túnica.
Tang Bo se rió mientras se alejaba, dejándolo finalmente solo. Con un bostezo perezoso, Cheong Myeong se estiró y decidió que ya era hora de regresar a su habitación. Había sido un día largo y, aunque no lo admitiría en voz alta, también estaba algo cansado.
—
Cuando llegó a la habitación de invitados, empujó la puerta con facilidad y se encontró con una escena tranquila. Baek Cheon estaba sentado junto a una lámpara de aceite, leyendo un libro con una expresión serena. Su cabello trenzado indicaba que ya se había dado un baño, y el aroma fresco de jabón flotaba en el aire.
Baek Cheon levantó la vista al escucharlo entrar y le dedicó una sonrisa suave.
—”Bienvenido de vuelta.”
Por un momento, Cheong Myeong simplemente lo observó, memorizando aquella imagen tan pacífica. Luego, Baek Cheon desvió la mirada hacia la pequeña criatura aún anidada en su túnica y frunció el ceño levemente.
—”¿No se suponía que ibas a darle un baño?”
Cheong Myeong hizo una mueca y se encogió de hombros.
—”Estuve ocupado hablando con Tang Bo. Pero ahora sí, esta rata va a bañarse “—dijo, sacando a Baek-Ah de su escondite y sosteniéndola frente a su rostro.
La pequeña marta chilló en protesta, moviendo las patas en el aire como si intentara escapar de su destino inevitable.
—”Y de paso, me daré un baño yo también” —añadió Cheong Myeong con un bostezo.
Baek Cheon apoyó el codo sobre la mesa y lo miró con diversión.
—”Eso suena como una buena idea. Apestas a licor y a polvo.”
—”¿Quieres venir conmigo, entonces?” —preguntó Cheong Myeong con una sonrisa ladeada.
Baek Cheon rodó los ojos, volviendo la vista a su libro.
—”Lava primero a Baek-Ah y luego hablaremos.”
Cheong Myeong bufó, pero sin decir más, se dirigió hacia el área de baño, sosteniendo a una marta que se retorcía y chillaba como si supiera lo que estaba por venir.
Baek Cheon intentó mantenerse concentrado en la lectura, pero le resultó imposible.
Desde la zona de baño, el sonido del agua salpicando resonaba una y otra vez, acompañado por los chillidos indignados de Baek-Ah y las quejas frustradas de Cheong Myeong.
—”¡Deja de moverte, maldita rata peluda! ¡¿Cómo demonios puedes ser tan escurridiza?!”
¡Chiiiik! ¡Chiiik!
—”¡No me mires así! ¡Esto es por tu propio bien!”
¡Chiiiik!
—”¡Maldita sea, Baek Cheon tenía razón, hueles a basura y mugre! ¡Deja de pelear!”
Baek Cheon apretó los labios con fuerza, intentando contener la risa. Al final, bajó el libro y apoyó la frente en su mano, sin poder evitar que sus hombros temblaran de la risa.
Los chillidos y el chapoteo continuaron durante varios minutos más hasta que, finalmente, el sonido del agua cesó. Un silencio sospechoso llenó la habitación.
Baek Cheon levantó la vista justo a tiempo para ver a Cheong Myeong acercándose con Baek-Ah envuelta en una toalla. Sin embargo, lo verdaderamente gracioso no era la pequeña marta hecha un bulto esponjoso y tembloroso, sino Cheong Myeong en sí mismo.
Su túnica estaba completamente empapada, el cabello mojado goteaba sobre su rostro y tenía una expresión de pura exasperación. Parecía como si hubiera salido de una tormenta en lugar de haber bañado a una simple marta.
Baek Cheon parpadeó.
Luego, sin poder contenerse, soltó una carcajada.
—”¡Pfft—! ¡Cheong Myeong-ah, tú… tú pareces el que fue bañado, no Baek-Ah!”
—”¡Cállate!”—gruñó Cheong Myeong, sacudiéndose el cabello como un perro mojado, salpicando gotas de agua por todos lados—. “¡Esa maldita bestia me atacó! ¡Se retorció como si fuera una anguila, trepó por mi brazo y luego saltó de vuelta al agua!”
Baek Cheon se dobló de la risa, sujetándose el estómago.
—”¡Juro que esto no es normal!”—continuó Cheong Myeong, indignado—. “¡He luchado contra demonios, asesinos y maestros de sectas malignas, pero bañar a esta cosa ha sido más difícil que cualquier batalla!”
Baek-Ah, aún envuelta en la toalla, sacó la cabeza y lo miró con ojos grandes e inocentes, como si no entendiera por qué se quejaba tanto.
—”¡No me pongas esa cara!” —le espetó Cheong Myeong—. “¡Tú sabes lo que hiciste, traidora!”
Baek Cheon apenas podía respirar de la risa. Finalmente, secándose una lágrima en la esquina del ojo, le sonrió a su empapado maestro.
—”Vamos, bañate antes de que atrapes un resfriado.”
Cheong Myeong gruñó algo ininteligible, pero finalmente se alejó para ducharse, maldiciendo en voz baja mientras Baek Cheon lo miraba con diversión, aún riendo suavemente.
…
Cheong Myeong se hundió en la tina con un suspiro de satisfacción. El agua cálida envolvió su cuerpo, aliviando la tensión en sus músculos después de la agotadora batalla con la marta endemoniada. Cerró los ojos por un momento, disfrutando del calor que se filtraba hasta sus huesos, antes de abrirlos y mirar a Baek Cheon, quien estaba sentado cerca, hojeando tranquilamente su libro.
Con una sonrisa perezosa, Cheong Myeong apoyó los brazos en los bordes de la tina y ladeó la cabeza.
—”Baek Cheon, ¿no vas a acompañarme?”
Baek Cheon ni siquiera levantó la vista de su libro.
—”Ya me bañé.”
—”Tch. ¿Y qué? Podemos bañarnos juntos de nuevo.”
Esta vez, Baek Cheon sí alzó la mirada y le dedicó una expresión plana.
—”La tina es demasiado pequeña para dos personas.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua con fastidio.
—”Excusas.”
Antes de que pudiera seguir insistiendo, Baek Cheon cerró el libro y le lanzó una mirada tranquila.
—”Entonces, ¿quieres que lave tu cabello?”
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido.
Nunca había sido alguien que se preocupara demasiado por su apariencia. Mientras su cabello no estorbara en una pelea y no se convirtiera en un nido de pájaros, le bastaba con atarlo y olvidarse de él.
Sin embargo, la idea de Baek Cheon tocando su cabello con esas manos suaves pero firmes era algo que definitivamente no podía rechazar.
Una sonrisa perezosa apareció en su rostro.
—”Por supuesto, querido discípulo.”
Baek Cheon rodó los ojos, pero se acercó de todos modos, arremangándose las mangas.
Cuando sus dedos tocaron el cuero cabelludo de Cheong Myeong, este cerró los ojos con satisfacción. La sensación de los delicados pero seguros movimientos de Baek Cheon masajeando su cuero cabelludo era… agradable.
—”Hnn… Esto no está nada mal.”
—”Por supuesto que no” —respondió Baek Cheon con una sonrisa apenas perceptible mientras vertía más agua tibia sobre su cabello—. “Eres como un niño pequeño, ¿sabes?”
Cheong Myeong entreabrió un ojo, sonriendo con burla.
—”¿Entonces me vas a cantar una canción de cuna también?”
—”Cállate y quédate quieto.”
Cheong Myeong dejó escapar una risa baja y obedeció, permitiéndose disfrutar el momento.
Baek Cheon tomó un pequeño frasco de aceite y vertió unas gotas en sus manos antes de frotarlas suavemente para calentarlo. Luego, comenzó a aplicarlo con movimientos cuidadosos en el cabello húmedo de Cheong Myeong, asegurándose de cubrir cada mechón.
El aroma sutil pero agradable se esparció en el aire. Era una fragancia fresca con un toque dulce, relajante sin ser abrumadora.
—”¿Este es el aceite que usas para tu cabello?” —preguntó Cheong Myeong con los ojos entrecerrados, disfrutando de la sensación.
—”Sí” —respondió Baek Cheon sin dejar de masajear su cuero cabelludo con delicadeza—.” Ayuda a mantenerlo suave y saludable.”
Cheong Myeong sonrió de lado.
—”No sabía que te gustaba tanto cuidarte.”
—”Al contrario de alguien, yo sí me preocupo por mi apariencia. “
—”Tch, pero ahora me estás consintiendo, así que no puedes quejarte.”
Baek Cheon suspiró, pero no negó nada. Tomó un peine de madera y comenzó a pasarlo con paciencia por el cabello de Cheong Myeong, deshaciendo cada nudo con movimientos suaves y constantes.
Cheong Myeong no estaba acostumbrado a este tipo de cuidado, pero tenía que admitir que era bastante agradable. Sentía los dedos de Baek Cheon ocasionalmente rozando su cuero cabelludo mientras trabajaba con precisión, sin tirar de su cabello bruscamente.
—”Hnn… Esto es mejor de lo que imaginé” —murmuró, apoyando los brazos en los bordes de la tina con aire relajado.
—”¿Qué imaginaste?”
—”Pensé que ibas a arrancarme el cabello con lo torpe que eres.”
Baek Cheon le dio un tirón leve, lo suficiente para que Cheong Myeong se quejara.
—”¡Oye!”
—”No digas tonterías.”
Después de terminar de desenredar su cabello, Baek Cheon tomó una toalla seca y la colocó sobre la cabeza de Cheong Myeong, frotando con cuidado para absorber el exceso de agua.
Finalmente, con movimientos hábiles, separó el cabello en tres secciones y comenzó a trenzarlo en una trenza floja. No apretada, sino lo suficiente para que no se enredara de nuevo.
Cuando terminó, Baek Cheon pasó los dedos por la trenza para asegurarse de que estuviera en su lugar y luego se alejó un poco para observar su trabajo.
—”Listo.”
Cheong Myeong tocó su cabello con curiosidad, levantando una ceja.
—”¿Me hiciste una trenza?”
—”No voy a dejar que te duermas con el cabello suelto después de haberlo arreglado” —dijo Baek Cheon con seriedad.
Cheong Myeong rió, divertido.
—”Si me vas a tratar así todos los días, tal vez empiece a cuidarme más.”
Baek Cheon rodó los ojos, pero su expresión era tranquila y satisfecha.
Después de terminar su baño y secarse bien, Cheong Myeong se puso su ropa para dormir, una túnica ligera y cómoda. Se pasó la mano por la trenza floja que Baek Cheon le había hecho y sonrió levemente antes de acercarse a la cama con la intención de acurrucarse junto a su amado.
Sin embargo, al levantar las mantas, su expresión se torció al encontrar una pequeña bola de pelos blanca perfectamente acomodada junto a Baek Cheon, con las patitas estiradas como si ese fuera su legítimo lugar.
—”… ¿Y esto?”
Baek Cheon, ya acostado y con un libro en las manos, apenas le dedicó una mirada antes de responder con calma:
—”Baek-ah ya se acomodó para dormir.”
Cheong Myeong sintió un tic en el ojo.
—”Este es MI lugar.”
La marta bostezó, completamente despreocupada.
Cheong Myeong frunció el ceño, tomó una cobija extra y la extendió en el piso antes de agarrar a Baek-ah con una mano y arrojarla suavemente sobre las telas.
—”Duermes en el suelo.”
Baek-ah chilló en protesta y, con una agilidad impresionante, volvió a subirse a la cama, acomodándose en su lugar como si nada hubiera pasado.
Sin dudarlo, Cheong Myeong volvió a tomarla y la puso de nuevo en el suelo.
Baek-ah no se quedó quieta.
Subió otra vez.
Bajó otra vez.
Subió otra vez.
Bajó otra vez.
Baek Cheon observó la escena con diversión, aguantando la risa mientras pasaba la página de su libro.
—”Podrías dejarla dormir aquí, no ocupa tanto espacio.”
—”¡Ocupa el espacio que me corresponde!” —se quejó Cheong Myeong con el ceño fruncido.
Finalmente, soltó un suspiro cansado y presionó su palma contra el pequeño cuerpo de Baek-ah.
Una corriente de energía espiritual pura fluyó de su mano a la marta, que se quedó quieta de inmediato. Sus orejas temblaron, sus ojos brillaron por un momento y luego dejó escapar un suave chirrido de satisfacción.
Como si acabara de comer un banquete, Baek-ah se acomodó entre las cobijas en el suelo, completamente relajada.
Cheong Myeong sonrió con satisfacción y se metió en la cama con Baek Cheon, abrazándolo con posesividad.
—”Ahora sí, buenas noches.”
Baek Cheon sonrió, cerrando su libro.
—”Buenas noches, Cheong Myeong-ah.”
En el suelo, Baek-ah respiraba tranquila, disfrutando el calor residual de la energía espiritual mientras se dejaba llevar por el sueño.
Chapter 125: ⌗Sigo Siendo El Líder De La Secta..
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Con todos bien descansados y con el estómago satisfecho tras un desayuno abundante, llegó el momento de partir. Cheong Myeong pasó la mañana finalizando los últimos detalles del acuerdo comercial con Tang Bo, asegurándose de que todo estuviera en orden antes de regresar al Monte Hua. El anciano del Clan Tang, con su habitual eficiencia, ya había preparado los documentos y se encargó de que el trato quedara bien asegurado.
Cuando todo estuvo listo, Tang Bo los llevó hasta la entrada del clan, donde los esperaba un nuevo carro mucho más resistente y espacioso que el anterior.
—”Para que no se quejen” —dijo Tang Bo con los brazos cruzados—. “Esta vez pueden viajar con comodidad.”
—”Hm, qué generoso” —comentó Cheong Myeong con una sonrisa.
Pero su atención cambió cuando vio los paquetes adicionales que los sirvientes cargaban en el carro.
—”Y estos… ¿son?”
Tang Bo sonrió con diversión.
—”Regalos, por supuesto.”
—”…”
—”Oh, y también hay unas cuantas botellas de licor.”
Cheong Myeong lo miró con los ojos brillando de emoción.
—”¡Sabía que podía contar contigo, Tang Bo!”
Baek Cheon suspiró, preguntándose si sería posible algún día corregir el problema de alcoholismo de su maestro. Pero por lo menos, con el carro reforzado, esta vez no tendrían que hacer el viaje como caballos.
Al menos, eso pensó.
Porque cuando todos terminaron de subir sus pertenencias al carro y estaban listos para partir, Cheong Myeong observó pensativo a sus discípulos, luego miró el camino por delante y finalmente soltó una frase que hizo que todos sintieran un escalofrío:
—”Si los volvemos a usar como caballos, llegaremos mucho más rápido.”
Un segundo de silencio.
Y luego, el estallido de protestas.
—”¡NO LO HAGAS, MAESTRO!”
—”¡TENEMOS UN CARRO DECENTE ESTA VEZ!”
—”¡SOMOS HUMANOS! ¡HUMANOS!”
Tang Bo observó la escena con una sonrisa burlona, sin interferir en lo absoluto. Después de todo, no era su problema.
Baek Cheon, que ya se había subido al carro, se frotó la sien con cansancio antes de mirar a Cheong Myeong con seriedad.
—”Geomjon.”
Solo esa palabra, dicho en un tono tranquilo pero firme, fue suficiente para hacer que Cheong Myeong chasqueara la lengua y se rindiera.
—”Está bien, está bien. Pero si el viaje se hace aburrido, no se quejen.”
Los discípulos soltaron un suspiro de alivio y finalmente tomaron sus posiciones.
Con todo listo, el grupo se despidió de Tang Bo y partió en dirección al Monte Hua.
Cheong Myeong abrió una de las botellas de licor y se acomodó con una sonrisa satisfecha.
El viaje de regreso acababa de comenzar.
—---
El despacho de Cheong Mun estaba en completo silencio, salvo por el leve sonido del pincel deslizándose sobre el papel. Sus movimientos eran fluidos y disciplinados, reflejo de años de práctica escribiendo documentos administrativos. Sin embargo, su concentración se rompía cada vez que recordaba los recientes eventos causados por su hermano menor.
A pesar de que Cheong Myeong había estado fuera del Monte Hua por un tiempo, eso no significaba que la tranquilidad hubiese reinado en la secta. Todo lo contrario.
Primero, Tang Gunak, el líder del Clan Tang, llegó personalmente al Monte Hua junto con su hija para entregarla como discípula. No es que Cheong Mun se opusiera a recibir nuevos talentos en la secta, pero el detalle importante aquí era ‘bajo la tutela de Geomjon’.
Ese pequeño dato había sido suficiente para generar un murmullo en toda la secta.
—”¿Geomjon tomando una discípula?”
—”¿Está permitido?”
—”¿No será que el Clan Tang quiere vigilarlo?”
—”No, quizás es un plan para que su hija lo redima.”
Cheong Mun tuvo que calmar a los ancianos de la secta, asegurándoles que no había problema en recibir a la joven Tang bajo el cuidado de Geomjon. Pero en su mente, solo había un pensamiento:
"Cheong Myeong, explícamelo cuando vuelvas."
Luego, cuando apenas estaba terminando de manejar ese asunto, llegaron cartas desde el Clan Tang informándole sobre un acuerdo de comercio con el Clan de las Bestias del Sur.
Cuando leyó la primera línea, cerró los ojos y respiró profundamente. Cuando terminó de leer, apoyó los codos sobre el escritorio y masajeó sus sienes.
No es que el acuerdo fuera malo. En realidad, fortalecer lazos con los clanes del exterior era beneficioso para el Monte Hua. Pero ‘¿no podría su hermano menor informarle antes de hacer este tipo de cosas?’
"Sigo siendo el líder de la secta..."*
Cheong Mun soltó un suspiro, dejando el pincel sobre la mesa.
Si sus cálculos eran correctos y Cheong Myeong no se había detenido a hacer alguna travesura en el camino, entonces debería llegar esta tarde o, como mucho, mañana en la mañana.
"Bien. Esperaré."
Se apoyó en el respaldo de su silla, mirando por la ventana.
Solo esperaba que su hermano no trajera más problemas con él.
Como si el simple pensamiento lo hubiese invocado, un discípulo entró apresuradamente a la oficina de Cheong Mun y realizó una reverencia antes de informar:
—”Líder de la secta, Geomjon ya se encuentra subiendo la montaña.”
Cheong Mun cerró los ojos por un instante, tomando aire profundamente antes de soltar un largo suspiro.
"Era cuestión de tiempo."
Dejó de lado los documentos en los que estaba trabajando y se puso de pie, preparándose mentalmente para lo que estaba por venir. Después de todo, cuando se trataba de Geomjon, siempre había algo más allá de un simple regreso.
Salió de su oficina y caminó hasta la entrada de la secta, donde varios discípulos ya se habían reunido, algunos por mera curiosidad y otros probablemente por una especie de intuición que les decía que algo ridículo estaba a punto de suceder.
Y en efecto, no tuvo que esperar mucho.
A lo lejos, pudo ver la familiar figura de su hermano menor en el asiento del conductor de un carro grande, saludándolo con una amplia sonrisa.
En contraste con su alegre bienvenida, los discípulos del Monte Hua que jalaban el carro parecían haber perdido toda la voluntad de vivir.
—”¡Sahyung!” —saludó Geomjon con entusiasmo, alzando una mano mientras el carro se acercaba.
—”... “
Cheong Mun se masajeó las sienes.
"¿De nuevo?"
No era la primera vez que regresaba de un viaje con los discípulos sirviendo de caballos, y Cheong Mun sospechaba que tampoco sería la última.
Cuando el grupo finalmente llegó hasta la entrada, los discípulos colapsaron de rodillas, respirando con dificultad.
—”¡Al... fin!”
—”No puedo... más..”
Cheong Mun cruzó los brazos y miró a su hermano menor con una expresión severa.
—”Geomjon. “
—”¡Sí, sahyung!” —respondió con una sonrisa radiante, como si no viera nada malo en la escena.
—”... Explícame.”
Geomjon miró el carro cargado de bienes y luego a sus discípulos derrumbados en el suelo, como si recién estuviera considerando que algo no estaba bien.
—”Ah, bueno, técnicamente esta vez no los hice jalar el carro todo el camino. ¡El anciano Tang nos dio un carro con caballos!”
Cheong Mun entrecerró los ojos.
—”¿Y entonces por qué ellos están jalando el carro?”
—”... “
—”Geomjon.”
—”¡Los caballos eran demasiado lentos!”
Los discípulos gimieron en agonía.
Cheong Mun cerró los ojos y exhaló lentamente.
"Esto va a ser un largo día."
Chapter 126: ⌗También Es Mi Hermano
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Cheong Mun observó a los discípulos esparcidos en el suelo como si hubieran atravesado un infierno en vida. Incluso Baek Cheon, que normalmente lograba evitar lo peor de las locuras de su hermano menor, no había salido ileso esta vez.
Suspiró.
—”Vayan a descansar” —ordenó con voz calmada pero firme.
Los discípulos apenas pudieron arrastrarse hasta ponerse de pie y, con movimientos lentos y agotados, mostraron sus respetos al líder de la secta antes de tambalearse hacia sus respectivas habitaciones.
Mientras los veía irse, Cheong Mun sintió una punzada de lástima por ellos. Pero al mismo tiempo, sabía que, de alguna manera, sus cuerpos se volverían más resistentes después de esto. ‘Quizás ese era el retorcido método de entrenamiento de Geomjon…’
Volviendo la vista hacia su hermano menor, quien lo miraba con la expresión más inocente del mundo, le indicó con un gesto que lo siguiera.
—”Vamos a mi oficina.”
Geomjon lo siguió tranquilamente, con las manos detrás de la cabeza y un silbido relajado en los labios, como si no acabara de torturar a sus discípulos durante todo el viaje de regreso.
Una vez dentro de la oficina, Cheong Mun se dirigió a la pequeña mesa de té, sirviendo una taza para cada uno. Luego, con la costumbre de un hermano mayor que conocía demasiado bien a su problemático hermano menor, colocó un plato con pasteles de luna frente a él.
No pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta de algo.
Había una tercera presencia en la habitación.
O más bien, un pequeño intruso.
De entre las capas de la túnica de Geomjon, una cabecita blanca se asomó con curiosidad, su nariz húmeda y negra olfateando en dirección a los pasteles.
—”...”
Cheong Mun parpadeó.
Baek-ah parpadeó de vuelta.
Por un momento, ambos se quedaron mirando fijamente.
Finalmente, Cheong Mun alzó la mirada hacia su hermano menor, exigiendo una explicación con la sola intensidad de su mirada.
Geomjon, sin inmutarse, tomó un pastel del plato y lo partió en dos.
—”¿Quieres uno?” —preguntó, ofreciéndole un pedazo a la marta.
Baek-ah chió emocionada y tomó la ofrenda con sus pequeñas patas antes de comenzar a mordisquearla felizmente.
—”... Geomjon.”
—”¿Sí, sahyung?”
—”No voy a preguntar por qué tienes una marta en tu túnica.”
—”¡Ah! ¿No es genial? Se coló con nosotros en el Clan de las Bestias. Ahora me sigue a todos lados.”
—”No quiero saberlo.”
—”Ya la nombré. Se llama Baek-ah.”
—*No necesito saberlo.”
Cheong Mun cerró los ojos y se masajeó las sienes.
"Por supuesto que mi hermano menor volvería con más que solo bienes comerciales."
A pesar de todo, Cheong Mun no podía negar lo evidente: la marta era adorable.
Baek-ah, como si entendiera que estaba siendo observada, ladeó la cabeza y dejó escapar un pequeño sonido encantador. Luego, con un movimiento fluido y elegante, saltó sobre la mesa y se sentó junto a los pasteles de luna, moviendo su esponjosa cola de un lado a otro.
Cheong Mun observó su comportamiento con una expresión neutral, pero cuando la marta se acercó a él, inclinó la cabeza y frotó su nariz húmeda contra su muñeca en busca de caricias, su resolución se quebró.
—”Hmmm…” —Murmuró con una leve sonrisa mientras alzaba una mano y le acariciaba la cabeza con suavidad—. “Eres bastante simpática. “
Baek-ah dejó escapar un suave chillido de satisfacción y, aprovechando su buena suerte, se acomodó aún más cerca.
A un lado de la mesa, Cheong Myeong observaba la escena con los ojos entrecerrados y un creciente malestar en su interior.
Primero fue Baek Cheon.
Y ahora su hermano mayor.
"¿Qué tienen todos con esta rata blanca?"
Pero la gota que derramó el vaso fue cuando Cheong Mun partió otro pastel de luna y se lo ofreció a la marta, quien lo aceptó con gusto.
—”¡Oye, oye, oye!” —exclamó Cheong Myeong, chasqueando los dedos frente a su hermano mayor para recuperar su atención—. “No la malcríes tanto, hermano.”
Y antes de que Baek-ah pudiera reclamar con otro chillido, la atrapó y la metió de vuelta dentro de su túnica con la misma indiferencia con la que alguien guardaría una moneda en su bolsillo.
Cheong Mun soltó una leve risa.
—”¿Celoso de una marta?”
—”No soy celoso “—respondió Cheong Myeong de inmediato, cruzándose de brazos con el ceño fruncido—. “Solo quiero hablar de lo importante antes de que empieces a considerarla un nuevo discípulo o algo así.”
—”Está bien, está bien” —aceptó Cheong Mun con una sonrisa indulgente—. “Dame todos los detalles.”
Cheong Myeong se relajó un poco al ver que su hermano dejaba de prestarle atención a la marta y se inclinó hacia adelante con un aire más serio. Luego, con cuidado, sacó una caja de madera tallada y la colocó sobre la mesa.
El solo verla hizo que el ambiente se tornara más solemne.
—”Aquí está el Jamokcho.”
Cheong Mun fijó su mirada en la caja, su expresión volviéndose más seria mientras la destapaba con cuidado. En su interior, cuidadosamente preservada, estaba la hierba que tanto habían buscado.
El último ingrediente que faltaba para fabricar la Píldora Primordial.
Por un momento, ninguno de los dos habló.
No era solo una hierba. Era la clave para algo mucho más grande.
Cheong Mun dejó escapar un leve suspiro y cerró la caja con delicadeza.
—”Bien hecho, Geomjon”—dijo, mirándolo con genuino reconocimiento—. “Con esto, finalmente podemos proceder.”
Cheong Myeong sonrió con confianza, satisfecho por la reacción de su hermano mayor.
—”Por supuesto. ¿De quién crees que estás hablando?”
Pero el brillo en los ojos de Cheong Mun indicaba que no se había olvidado de algo.
—”Ahora dime” —dijo con calma—.” ¿Qué más pasó en tu viaje?”
—”¡Hah! ¡Sahyung, no lo vas a creer! “—exclamó Cheong Myeong con una sonrisa descarada mientras tomaba otro pastel de luna del plato—. “Durante nuestro viaje, pasamos por el hogar de Jo Gul.”
Cheong Mun asintió, aún bebiendo su té con calma.
—”Sí, su familia tiene un negocio próspero en la región de Yunnan.”
—”¡¿Próspero?!” —Cheong Myeong se inclinó hacia adelante, golpeando la mesa con una mano para enfatizar su punto—. “Sahyung, ese chico es rico. ¡Rico de verdad! Su casa es prácticamente una mansión. Y aquí lo tenemos, entrenando en una secta en bancarrota como si no tuviera opción.”
Cheong Mun le dirigió una mirada fulminante, pero no pudo evitar una ligera sonrisa.
—”Ya sabía sobre eso.”
Cheong Myeong frunció los labios en un puchero.
—”Me estás haciendo quedar como un mal maestro que no sabe nada de sus discípulos.”
—”Lo haces tú solo” —replicó Cheong Mun con calma, volviendo a tomar un sorbo de su té.
Cheong Myeong bufó, pero antes de que pudiera seguir bromeando, su expresión cambió levemente. Como si estuviera recordando algo más significativo.
—”Ah, también vi a Tang Bo.”
La atmósfera en la habitación cambió de inmediato.
Cheong Mun se tensó visiblemente, el sonido de la taza colocándose sobre la mesa resonó más fuerte de lo necesario.
Por primera vez en toda la conversación, su hermano mayor perdió su compostura tranquila.
Cheong Myeong lo notó de inmediato.
"Así que tampoco ha hablado con él desde entonces."
El silencio entre ambos se hizo palpable, pesado.
Finalmente, Cheong Mun preguntó con voz más baja de lo habitual:
—”¿Cómo… cómo está?”
Cheong Myeong no respondió enseguida. Se limitó a observar el rostro de su hermano, el ligero fruncimiento de sus cejas, la forma en que sus dedos se cerraban sobre su taza de té como si intentaran aferrarse a algo.
No necesitaba ser un genio para entenderlo.
Era culpa.
Una culpa que aún no había desaparecido después de tantos años.
Cheong Myeong suspiró suavemente y, con una calma inusual en su tono, respondió:
—”Está bien. Se ha mantenido ocupado… Y ha hecho un altar para Cheong Jin.”
La habitación cayó en un profundo silencio.
Cheong Mun cerró los ojos un instante, inhalando y exhalando lentamente.
No dijo nada, pero su expresión hablaba por sí sola.
Cheong Myeong no intentó llenar el vacío con más palabras innecesarias.
A veces, el silencio era la única respuesta adecuada.
Cheong Mun abrió la boca, su mirada fija en la mesa entre ellos.
—”Cheong Myeong…”
Parecía que quería agregar algo más. Tal vez una disculpa. Tal vez unas palabras que había guardado durante demasiado tiempo.
Pero ninguna otra palabra salió.
Cheong Myeong lo observó en silencio.
Geomjon nunca lo perdonó.
Cheong Mun nunca pareció armarse de valor para hablar de ello… o tal vez lo hizo en el pasado, solo para ser cruelmente ignorado. Quizás intentó enmendar sus errores una y otra vez sin obtener respuesta. Y ahora, incluso después de tanto tiempo, todavía no parecía ser capaz de sacar el tema.
Cheong Myeong lo entendió.
Pero él no era Geomjon.
Y Cheong Mun ya no era solo un personaje de un juego, ni simplemente el hermano mayor del villano.
Se había convertido en su hermano también.
Se había convertido en su familia.
Y lo último que quería era verlo atrapado en esa culpa, incapaz de seguir adelante.
Así que hizo lo que ninguno de los dos parecía capaz de hacer.
Lo miró directo a los ojos y dijo, con la voz más firme y clara que pudo:
—”Te perdono.”
Los ojos de Cheong Mun se abrieron con sorpresa, sus labios se entreabrieron como si quisiera preguntar si había escuchado bien.
—”…¿Qué?”
Cheong Myeong sonrió, apoyando un codo en la mesa mientras tomaba otro pastel de luna con total naturalidad.
—”Dije que te perdono. Lo que pasó… pasó. Es hora de dejarlo atrás.”
Cheong Mun lo miró fijamente, como si intentara encontrar una mentira en sus palabras. Como si esperara que su hermano menor se burlara de él o se retractara.
Pero no lo hizo.
Cheong Mun bajó la cabeza, su cabello cayendo sobre su rostro, ocultando su expresión. Sus manos temblaban ligeramente sobre su regazo.
Era paz.
Tal vez nunca recibiría el perdón del verdadero Geomjon.
Pero si Cheong Myeong podía darle al menos una fracción de esa sensación de alivio, lo haría.
Después de todo, él ya no era solo el reemplazo de un personaje en una historia.
Él era su hermano.
Chapter 127: ⌗Llévame A Tu Habitación
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Después de una charla más ligera con su hermano para aliviar la tensión, Cheong Myeong finalmente decidió retirarse. Se estiró con pereza, tomando otro pastel de luna antes de salir de la oficina de Cheong Mun.
La noche ya había caído sobre el Monte Hua. El aire fresco y la brisa nocturna le daban una sensación de tranquilidad. Probablemente, sus discípulos también estuvieran volviendo a sus habitaciones para descansar.
Cuando llegó a su habitación y abrió la puerta, se encontró con un silencio absoluto.
Cheong Myeong frunció el ceño.
Su mirada recorrió la habitación vacía.
—”…”
¿Dónde estaba Baek Cheon?
Era lo lógico, ¿no? Acababan de volver a la secta y su relación aún era reciente. Baek Cheon no estaba obligado a dormir aquí con él. Aún no había encontrado una excusa para obligarlo a mudarse a su habitación.
Pero…
Cheong Myeong chasqueó la lengua con fastidio.
—”¿Así que después de compartir cama todos los días en nuestro viaje ahora vas y duermes solo?”
Se sentía extraño. La habitación, que siempre había sido suya, ahora se sentía vacía.
Sin pensarlo dos veces, salió de su habitación y caminó hacia los aposentos de los discípulos.
Si Baek Cheon pensaba que podía simplemente volver a su antigua rutina como si nada hubiera cambiado, estaba muy equivocado.
Los pocos discípulos que aún se encontraban afuera intercambiaron miradas cuando vieron a su maestro dirigirse directamente a las habitaciones. Algunos murmuraron entre sí, preguntándose qué lo traía por allí a estas horas. Otros simplemente lo saludaron con respeto, aunque con evidente sorpresa en sus rostros.
No era normal que Geomjon apareciera en esta área tan tarde en la noche.
Cheong Myeong apenas les dedicó un leve asentimiento antes de continuar su camino sin detenerse. Tenía un objetivo claro.
Al llegar a la puerta de Baek Cheon, no se molestó en tocar. Con toda la naturalidad del mundo, simplemente la abrió y entró.
—”Baek Cheon.”
El sonido de su voz repentina hizo que Baek Cheon se sobresaltara.
—”¡Ah!”
El peine que sostenía entre los dedos resbaló y cayó al suelo con un leve sonido seco.
Baek Cheon, sentado junto a su tocador, frunció el ceño al girarse hacia él.
—”¡¿Podrías no hacer eso?! ¿No sabes que la gente normal toca la puerta antes de entrar?”
Cheong Myeong levantó una ceja y cruzó los brazos, ignorando por completo la queja.
—”¿Y tú podrías explicarme qué haces aquí en lugar de estar en mi habitación?”
Baek Cheon parpadeó, como si le costara procesar la pregunta.
—”… Vivo aquí.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua con fastidio y desvió la mirada para observar la habitación.
Era la primera vez que la veía.
Se parecía exactamente a lo que imaginaba de Baek Cheon: pulcra, ordenada, sin ningún objeto fuera de lugar. Incluso su juego de cama estaba perfectamente alineado, como si nunca se hubiera usado.
—”Así que así es tu cuarto…”
Baek Cheon suspiró con cansancio y se inclinó para recoger el peine que se le había caído.
Sin embargo, cuando volvió a alzar la mirada, se encontró con la escena más irritante que podría haber imaginado: Cheong Myeong estaba toqueteando sus cosas sin ningún reparo.
—”¡Oye! ¡No toques eso!”
—”¿Huh?” —Cheong Myeong lo ignoró por completo y tomó un pequeño adorno de madera que estaba sobre su escritorio, girándolo entre sus dedos con curiosidad—. “¿Desde cuándo te gustan este tipo de cosas? “
Baek Cheon frunció el ceño y cruzó los brazos.
—”No es asunto tuyo. ¡Deja eso en su lugar!”
Pero Cheong Myeong ya había perdido interés en el adorno y, sin la más mínima vergüenza, abrió uno de los cajones de su escritorio.
—”¡Oye, oye, oye! ¡Eso es privado!”
—”¿Privado? ¿Qué clase de secretos podrías tener tú?”
Baek Cheon apretó los dientes y se acercó para cerrar el cajón de un golpe, pero Cheong Myeong reaccionó más rápido. Sacó algo de su interior y se lo quedó viendo en silencio.
Baek Cheon se tensó de inmediato al reconocer lo que tenía en sus manos.
Era un colgante de madera con la forma de un pequeño conejo.
Un colgante que Cheong Myeong le había regalado tiempo atrás.
La expresión de Cheong Myeong cambió. Sus dedos recorrieron el contorno de la madera con calma, como si estuviera asegurándose de que realmente era el mismo objeto que él le había comprado en su primer viaje a Shaanxi.
—”¿Aún lo tienes?”
Baek Cheon apartó la mirada, sintiendo un leve calor subir a su rostro.
—”No es como si fuera a tirarlo…”
Cheong Myeong no dijo nada, pero su sonrisa se suavizó un poco.
—”Vaya, vaya…”
Antes de que Baek Cheon pudiera arrebatarle el colgante, Cheong Myeong volvió a meter la mano en el cajón y sacó otro objeto.
Esta vez, su sorpresa fue aún mayor.
Un trozo de tela de color oscuro.
Uno que rápidamente reconoció.
—”Espera… ¿Esto es…? “
Baek Cheon sintió una punzada de pánico y trató de quitárselo de las manos, pero Cheong Myeong se alejó un paso con una sonrisa burlona.
—”¡Dámelo!”
—”Jaja, ¿qué es esto, Baek Cheon? ¿Por qué guardas un trozo de mi manga?”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada, pero su cara estaba completamente roja.
—”¡Es tu culpa por cortarla en primer lugar!”
Cheong Myeong recordó de inmediato aquella noche en la que Baek Cheon se quedó dormido sobre él después de haber comido esos chocolates con licor. En lugar de despertarlo, simplemente había cortado la parte de su manga que estaba atrapada bajo su peso y se había ido.
No tenía idea de que Baek Cheon había guardado ese pedazo de tela.
Su sonrisa se ensanchó.
—”Cheon-ah…”
—”¡Cállate!”
—”No sabía que eras tan sentimental.”
—”¡Dije que te calles!”
Baek Cheon estaba a punto de lanzarse sobre él para recuperar sus cosas, pero Cheong Myeong aprovechó su descuido para agarrarlo por la muñeca y jalarlo hacia sí.
Baek Cheon quedó atrapado entre sus brazos, con su rostro peligrosamente cerca del de su maestro.
—”Dime, Baek Cheon” —murmuró Cheong Myeong con una sonrisa traviesa—, “¿desde hace cuánto tiempo has estado enamorado de mí?”
Baek Cheon sintió su corazón detenerse por un segundo.
—”¿Q-qué?” —balbuceó, tratando de apartarse, pero Cheong Myeong no lo dejó ir.
—”Esos regalos…” —continuó Cheong Myeong, girando el colgante de madera entre sus dedos—. “Te los di cuando aún eras joven. Y dudo que alguien como tú, que siempre está tan obsesionado con el orden y la limpieza, guarde un pedazo de tela por simple capricho.”
Baek Cheon mordió su labio con fuerza, tratando de evitar su mirada.
Pero Cheong Myeong no se lo permitió.
Acerco su rostro aún más, lo suficiente para que sus respiraciones se mezclaran.
—”Dime, ¿has guardado todo lo que te he dado?”
Baek Cheon apretó los labios, pero al final, terminó asintiendo tímidamente.
Los ojos de Cheong Myeong brillaron con diversión y algo más profundo.
—”¿Fuiste tú quien me puso una cobija cuando me quedé dormido en el techo?”
El rubor en las mejillas de Baek Cheon se intensificó, pero después de unos segundos de duda, volvió a asentir.
Eso fue suficiente.
Cheong Myeong lo besó.
No con suavidad ni con cautela.
Lo besó con la intensidad y urgencia de alguien que acababa de darse cuenta de que no podía amar a otra persona más que a él.
Baek Cheon, sorprendido por la fuerza del beso, tardó un momento en reaccionar.
Pero cuando sintió la desesperación de Cheong Myeong en cada movimiento, en la forma en que lo sujetaba con firmeza, como si tuviera miedo de que desapareciera, su propio corazón latió con fuerza y un escalofrío le recorrió la espalda.
Sin pensarlo, levantó las manos y las apoyó en el pecho de Cheong Myeong, separándose apenas lo suficiente para respirar.
Los ojos de Cheong Myeong lo observaron con intensidad, su agarre aún firme alrededor de su muñeca.
Baek Cheon se humedeció los labios, sintiendo que su rostro estaba ardiendo, pero aun así logró murmurar las palabras que sabía que su maestro quería escuchar.
—”Llévame a tu habitación.”
Los labios de Cheong Myeong se curvaron en una sonrisa lenta y satisfecha antes de volver a capturar los suyos en un beso aún más profundo.
Y al soltarlo, lo guió fuera de la habitación.
Chapter 128: ⌗Lo Voy A Cocinar
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Después de escabullirse de las habitaciones de los discípulos y llevar a Baek Cheon hasta sus aposentos, Cheong Myeong apenas esperó a que la puerta se cerrara antes de volver a besarlo con avidez.
Sus labios se encontraron con urgencia, y en un parpadeo, los dos cayeron juntos sobre la cama.
Baek Cheon soltó un leve jadeo cuando sintió el peso de Cheong Myeong sobre él, pero lejos de alejarlo, deslizó sus brazos alrededor de su cuello y enredó sus piernas con las de su maestro, como si temiera que pudiera apartarse en cualquier momento.
Cheong Myeong sintió un estremecimiento recorrer su espalda ante la forma en que Baek Cheon se aferraba a él. Le gustaba. No, le encantaba.
—”No pienso ir a ninguna parte”—murmuró contra sus labios antes de profundizar el beso.
Baek Cheon dejó escapar un sonido ahogado cuando las manos de Cheong Myeong comenzaron a recorrer su espalda, deslizándose con firmeza, provocándole escalofríos. Su cuerpo reaccionó instintivamente, arqueándose contra él, buscando más contacto.
Pero justo cuando todo se tornaba más intenso, un pequeño quejido se escuchó entre ellos.
Baek Cheon parpadeó, confundido.
Cheong Myeong también se detuvo, frunciendo el ceño.
Entonces, de entre las túnicas de su maestro, una pequeña cabecita blanca emergió con molestia, sacudiéndose y lanzando lo que claramente eran protestas en su idioma animal.
Baek Cheon sintió el calor subir a su rostro al darse cuenta de lo que había pasado.
—”¡Oh, lo siento!”—se apresuró a decir, sentándose rápidamente y apartándose un poco para darle espacio a la pequeña criatura—. “No me di cuenta de que estaba ahí…”
La marta los miró con ojos brillantes e indignados, como si los acusara de ser los peores humanos por haberla aplastado sin piedad en medio de su apasionado momento.
Cheong Myeong, por otro lado, la fulminó con la mirada.
—”¿En serio?” —gruñó, claramente irritado—. “¿Justo ahora tenías que aparecer?”
La marta chasqueó su pequeña lengua, meneando la cola de forma desafiante antes de saltar con agilidad fuera de la cama y acomodarse en un rincón de la habitación, donde empezó a limpiarse como si nada hubiera pasado.
Baek Cheon se rió suavemente ante la actitud del animal, aunque su vergüenza seguía latente.
Cheong Myeong, en cambio, resopló y rodó los ojos.
—”No sé por qué sigo sorprendiéndome “—murmuró con frustración, pasando una mano por su rostro antes de fijar sus ojos en Baek Cheon con intensidad renovada—. “Pero esta vez, no habrá más interrupciones.”
Y sin darle tiempo a reaccionar, lo atrapó de nuevo entre sus brazos, dispuesto a retomar lo que esa pequeña sabandija había interrumpido.
Antes de que Cheong Myeong pudiera retomar su sesión de besos con Baek Cheon, sintió una mano cubriéndole la boca.
Parpadeó sorprendido y vio a su discípulo mirándolo con una expresión firme, aunque sus mejillas aún estaban teñidas de rojo.
—”No harás nada de eso frente a Baek-ah”—declaró Baek Cheon con seriedad.
Cheong Myeong frunció el ceño y apartó la mano de su rostro.
—”Es un animal. No entiende lo que estamos haciendo” —replicó con frustración.
—”No importa” —Baek Cheon cruzó los brazos, sin ceder—. “Está mirando.”
Cheong Myeong rodó los ojos con dramatismo antes de lanzar una mirada a la marta, que seguía en su rincón de la habitación, observándolos con sus ojos brillantes y curiosos.
El maldito bicho parecía demasiado cómodo, como si estuviera disfrutando de la discusión.
—”Tsk… ¿Qué problema hay? No es como si fuera a ir corriendo a contarle a alguien” —gruñó.
Baek Cheon se mantuvo firme.
—”No frente a Baek-ah.”
Cheong Myeong dejó escapar un largo suspiro de resignación y, de mala gana, se levantó de la cama.
Se acercó a la marta y la tomó con una mano, levantándola en el aire.
—”Muy bien, sabandija, a la calle”—murmuró, caminando hacia la puerta.
Justo cuando estaba a punto de salir, Baek Cheon habló de nuevo.
—”Espera.”
Cheong Myeong se giró con una mirada inquisitiva.
—”¿Ahora qué?”
—”Podría tener frío afuera “—respondió Baek Cheon con preocupación.
Cheong Myeong parpadeó.
¿En serio?
—”Es una bestia divina o algo así, no es como si fuera a morirse de frío” —se quejó.
Baek Cheon lo miró con reproche, como si acabara de decir la cosa más cruel del mundo.
—”Cheong Myeong.”
—”¡Está bien, está bien!”—bufó con irritación antes de tomar una cobija al azar y envolver a la marta con ella—. “Tsk, qué animal más problemático.”
Abrió la puerta y sacó al pequeño bicho envuelto como un capullo de tela antes de cerrar de golpe.
Suspiró pesadamente y se giró para volver a la cama.
—”Por eso el clan de las bestias quería deshacerse de ella” —masculló, volviendo a acercarse a Baek Cheon con una mirada depredadora—. “Ahora, donde estábamos…”
Baek Cheon apenas tuvo tiempo de tomar aire antes de que Cheong Myeong volviera a reclamar sus labios.
Baek Cheon soltó una risa suave entre los labios de Cheong Myeong, pero su maestro no le dio oportunidad de alejarse. Aprovechó su distracción para profundizar el beso, atrapándolo con un deseo palpable.
Baek Cheon no tardó en rendirse, sus brazos volvieron a enredarse con fuerza alrededor del cuerpo de Cheong Myeong, como si quisiera asegurarse de que no se apartara nunca. Sus cuerpos se ajustaron con naturalidad, como piezas de un rompecabezas que encajaban a la perfección.
El calor entre ellos aumentó. Sus besos se volvieron más urgentes, sus respiraciones entrecortadas llenaron la habitación. El roce de sus pieles ardía con cada movimiento.
Mientras tanto, afuera de la habitación, Baek-ah parpadeó con aire de cachorro abandonado.
La pequeña marta había intentado acomodarse sobre la cobija que le dejaron, resignada a dormir afuera, pero… ¿Cómo se suponía que podía hacerlo con esos extraños ruidos viniendo del interior?
Sus orejas temblaron levemente mientras escuchaba el sonido amortiguado de cuerpos moviéndose, risas ahogadas y lo que parecían ser quejidos bajos.
Baek-ah ladeó la cabeza con curiosidad.
Con su instinto agudo, podía percibir la energía de su dueño y del otro humano dentro. Sus auras estaban revueltas, entrelazadas de una manera que normalmente no sucedía.
¿Estaban peleando?
El pequeño animal se levantó de su improvisado lecho y se acercó a la puerta, rascando con sus pequeñas garras.
—”¡Chit!” —chilló en un intento de llamar la atención.
Pero nadie respondió.
Los extraños sonidos continuaron.
Baek-ah infló sus mejillas, frustrado.
Si no podía dormir, entonces ellos tampoco deberían poder.
Saltó y comenzó a golpear la puerta con más insistencia.
—”¡Chit, chit, chit!”
Desde dentro de la habitación, los ruidos se detuvieron abruptamente.
Hubo un largo silencio.
Luego, una voz baja y amenazante habló:
—”Voy a cocinar a ese animal.”
Baek-ah, de repente, decidió que quizás era mejor dormir sin hacer más ruido.
Chapter 129: ⌗Por Primera Vez, Realmente Tengo Miedo (1)
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Cheong Myeong abrió los ojos pesadamente, la luz blanca y fría de la oficina lo hizo parpadear un par de veces antes de que pudiera enfocar bien su entorno. Frente a él, una pila de documentos estaba esparcida sobre su escritorio, algunos con anotaciones apresuradas y otros a medio llenar.
A su alrededor, el sonido mecánico de teclados siendo golpeados sin descanso y teléfonos sonando a intervalos irregulares llenaban el aire. Era un ruido familiar, rutinario, una banda sonora constante en su vida.
Frunció el ceño.
¿Qué había pasado?
Parpadeó varias veces, sintiendo un ligero aturdimiento. Seguramente se había quedado dormido otra vez. No sería la primera vez que el tedio del trabajo lo vencía y terminaba apoyado sobre su escritorio en una siesta improvisada.
Movió los hombros, sintiendo la ligera rigidez en su cuello producto de haber dormido en una mala posición. Lo que le sorprendía era que su jefe no lo hubiera despertado a gritos como de costumbre.
Dirigió la mirada al reloj que descansaba sobre su escritorio.
Las agujas avanzaban con lentitud exasperante.
Otro día más en su monótona vida.
Cheong Myeong suspiró, pasándose una mano por la cara.
Sus dedos recorrieron su frente, bajaron por su mejilla, pero se detuvieron cuando sintió algo extraño.
Sus manos estaban... más suaves de lo normal.
Algo en la textura de su piel se sentía diferente.
Bajó la mirada hacia su brazo y su ceño se frunció aún más.
¿Por qué su manga se sentía tan ajustada?
Movió los dedos, giró su muñeca, tratando de deshacerse de la sensación extraña que lo invadía, pero no podía sacudir la ligera incomodidad que comenzaba a asentarse en su pecho.
Algo estaba mal.
Pero al mismo tiempo, todo era exactamente como debía ser.
—”Cheong Myeong, ¿ya terminaste los reportes de hoy?”
La voz de su compañero de trabajo lo sacó de su ensimismamiento.
Levantó la mirada y vio a un hombre de mediana edad, con el ceño fruncido y una pila de papeles en la mano, esperando su respuesta.
Cheong Myeong abrió la boca, pero dudó.
¿Por qué de repente sentía que había algo fuera de lugar?
Cheong Myeong asintió distraídamente, sin siquiera procesar bien la pregunta, y volvió a concentrarse en los documentos frente a él. Sus manos se movieron de forma automática, llenando formularios, revisando números y escribiendo notas en los márgenes.
Era un proceso mecánico, algo que había hecho tantas veces que su cuerpo parecía trabajar por sí solo mientras su mente vagaba en otra parte.
El murmullo de la oficina continuó a su alrededor: conversaciones entre compañeros, el repiqueteo constante de teclados, el sonido de alguien tomando café apresuradamente antes de regresar a su escritorio. Todo era familiar.
Pero él… no se sentía parte de ello.
El tiempo avanzó en su monótona rutina, y antes de darse cuenta, el reloj marcó la hora de salida.
El resto de sus compañeros comenzaron a recoger sus cosas, algunos conversaban sobre sus planes para la noche, otros se despedían con una sonrisa cansada, pero Cheong Myeong simplemente tomó su chaqueta y salió sin decir palabra.
El camino de regreso a casa pasó en un borrón.
No recordaba haber bajado por el ascensor, ni salir del edificio, ni siquiera subir al tren. Todo se sintió como si estuviera viendo una película a través de un vidrio empañado: la gente pasando a su alrededor, las luces de la ciudad parpadeando, el murmullo lejano de las calles.
Cuando menos se lo esperaba, ya estaba en la entrada de su departamento.
Empujó la puerta con la misma falta de energía con la que hacía todo últimamente y se adentró en la oscuridad silenciosa de su hogar.
Un lugar pequeño, apenas amueblado, con lo justo y necesario para vivir.
Sin pensarlo demasiado, caminó hasta la cocina y puso agua a calentar.
Solo cuando vio el vapor comenzar a salir de la olla se dio cuenta de lo que estaba haciendo.
Ramen instantáneo otra vez.
Era lo único que comía últimamente. Fácil, rápido, sin esfuerzo.
Suspiró, apoyando los codos sobre la encimera mientras esperaba que el agua hirviera.
El sonido del burbujeo llenó el espacio, acompañando el peso en su pecho.
Otra noche como cualquier otra.
Otra noche en soledad.
Cheong Myeong encendió el televisor con un clic del control remoto y lo dejó en el primer canal que apareció. No le importaba lo que estuvieran transmitiendo. Era más un ruido de fondo que rompía el silencio opresivo de su apartamento.
Con un suspiro, se aflojó la corbata y la dejó caer sobre el respaldo del sofá. Luego, desabrochó los primeros botones de su camisa y se la remangó hasta los codos, buscando un poco de comodidad después de un día agotador. Sus pies, atrapados en los rígidos zapatos de vestir, encontraron alivio cuando los empujó fuera de sus pies y los dejó caer en algún rincón de la habitación sin preocuparse demasiado.
El televisor seguía hablando, pero él no prestó atención. ¿Era un programa de variedades? ¿Un comercial? ¿Las noticias? Ni lo sabía ni le importaba.
El sonido del temporizador en la cocina lo sacó de su ensimismamiento.
Se levantó con pesadez y tomó el recipiente humeante de ramen, llevándolo hasta la mesa del comedor. Se dejó caer en la silla con un leve suspiro y rompió los palillos desechables antes de remover los fideos en el caldo caliente.
Llevó un bocado a su boca y lo masticó lentamente.
No tenía sabor.
O más bien, sí lo tenía, pero no despertaba nada en él. Ni satisfacción, ni placer, ni siquiera desagrado. Solo era comida entrando en su cuerpo, cumpliendo su única función de llenarlo.
Sin emoción. Sin disfrute.
Masticó un poco más y tragó, repitiendo el proceso sin prisa, mientras sus ojos se fijaban en la pantalla del televisor sin realmente verla.
Así eran todas sus noches.
Siempre iguales.
Cheong Myeong terminó de comer sin apuro. Su ritmo era pausado, casi automático, como si fuera una tarea más en su día monótono.
Cuando el tazón quedó vacío, se levantó, lo tiró a la basura junto con los palillos desechables y se dirigió al televisor.
Con un clic del control remoto, la pantalla se apagó, sumiendo la sala en un silencio aún más opresivo. No tardó en dirigirse a su habitación, pensando en darse un baño antes de dormir, pero decidió dejarlo para la mañana. Quizás así lograría despejarse un poco antes de ir al trabajo.
Abrió el armario sin mucho interés y sacó la primera prenda cómoda que encontró: una camiseta vieja y un pantalón suelto. Se los puso sin pensarlo demasiado y se dejó caer sobre la cama con un suspiro.
Era una cama individual, suficientemente espaciosa para una sola persona, lo cual nunca le había molestado antes. Pero esta noche, por alguna razón, se sintió extrañamente vacía.
Se removió un poco, como si buscara una postura más cómoda, pero el sentimiento persistía. Algo… le hacía falta. O tal vez alguien.
Sacudió la cabeza para quitarse esas ideas sin sentido y, casi por reflejo, tomó su celular de la mesita de noche. Lo encendió y miró la pantalla.
Nada.
No había mensajes. No había llamadas. Ni siquiera una notificación perdida de alguna red social.
Un suspiro escapó de sus labios. Ni siquiera sabía qué esperaba ver.
Justo cuando iba a bloquear la pantalla, una notificación emergió en la parte superior.
"Ecos del Destino Celestial - ¡Nueva actualización disponible!"
Chapter 130: ⌗Por Primera Vez, Realmente Tengo Miedo (2)
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Sus ojos se quedaron fijos en el mensaje.
Ese juego otra vez.
Cheong Myeong suspiró y presionó el botón de descarga.
No es que estuviera particularmente emocionado. A estas alturas, ya conocía el patrón de los desarrolladores: cada actualización traía una nueva ruta amorosa o algún evento de fanservice ridículamente innecesario. Quizás una historia secundaria con uno de los intereses románticos… o peor, una escena exclusiva donde el protagonista era acosado por su propio harem en situaciones absurdas.
Pasaron unos segundos y la descarga terminó más rápido de lo que esperaba.
¿Tan ligera era la actualización? Eso era raro.
Abrió el juego sin pensarlo demasiado.
El logo de ‘Ecos del Destino Celestial’ apareció en la pantalla, acompañado de su habitual melodía elegante y misteriosa. Hasta ahí, todo parecía normal.
Pero en cuanto llegó a la pantalla de inicio, frunció el ceño.
Solo había una opción disponible.
"Nueva Partida"
—”¿Qué…?”
Parpadeó, confundido. Su archivo de guardado… ¿dónde estaba?
Fue al menú de carga, esperando ver sus avances, pero la pantalla solo mostraba una lista vacía.
—”No, no, no. ¿Qué demonios le pasó a mi progreso?”
Regresó a la pantalla de inicio y miró fijamente la única opción disponible. ¿Era un bug? No podía ser. Incluso si se hubiera borrado su archivo de guardado por error, los servidores deberían tener un respaldo de su progreso en la nube.
Y sin embargo…
Todo había desaparecido.
Un mal presentimiento se instaló en su pecho. ¿Tendría que repetir todo desde el principio? Solo de pensarlo sintió un escalofrío.
Se negó a aceptar esa posibilidad. No después de todo lo que había soportado.
Cheong Myeong frunció el ceño y volvió a cerrar el juego. Lo abrió otra vez.
Nada.
Repitió el proceso una segunda vez, luego una tercera. Cuando no funcionó, decidió ir más allá y lo desinstaló por completo, esperando que al reinstalarlo su progreso volviera.
Pero cuando la barra de carga terminó y el logo de Ecos del Destino Celestial apareció nuevamente en la pantalla, el resultado fue el mismo.
Solo una opción.
"Nueva Partida."
Cheong Myeong exhaló con frustración, apoyando la cabeza en el respaldo de su cama.
—”Tch… Esto es una broma, ¿verdad?”
Pero al final, no tenía muchas opciones. Si quería averiguar qué demonios contenía esta actualización, tendría que empezar de nuevo.
—”Supongo que solo tengo que aplastar el botón de skip como loco hasta donde me quedé…”
Se resignó y presionó "Nueva Partida."
La pantalla se tornó negra por unos segundos antes de que la clásica cinemática de inicio comenzara a reproducirse.
Los planos de la secta aparecieron en la pantalla, mostrando los hermosos paisajes montañosos y los salones principales con su arquitectura imponente.
Todo se veía igual que siempre, pero Cheong Myeong no pudo evitar notar algo diferente.
El enfoque de la cámara cambió.
En lugar de dirigirse directamente hacia el protagonista como siempre lo hacía… la imagen se movió hasta una habitación oscura, con la luz de la luna colándose a través de las ventanas.
La figura de un hombre apareció, sentado en el borde de una cama con la cabeza gacha, como si acabara de despertar de un largo sueño.
Geomjon.
Cheong Myeong parpadeó.
—”¿Eh?”
Antes de que pudiera reaccionar, la puerta de la habitación se abrió y una figura familiar entró.
Baek Cheon.
Era su versión joven, como el del inició del juego. Vestía sus túnicas blancas de discípulo y su expresión mostraba una mezcla de nerviosismo y determinación.
—”Maestro…”
La voz del protagonista sonó con suavidad, llena de algo que Cheong Myeong no supo descifrar.
—"Baek Cheon…"
La voz de Geomjon se escuchó, fría y controlada, como siempre. Pero en cuanto Baek Cheon se acercó un poco más…
Geomjon lo atrajo hacia sí en un abrazo repentino.
Los ojos de Baek Cheon se abrieron con sorpresa, pero no se apartó.
La cámara hizo un acercamiento a Geomjon, enfocando su rostro. Sus labios temblaban y sus ojos, siempre severos y despiadados, ahora estaban llenos de lágrimas.
—”¿…Qué?”
Cheong Myeong sintió un nudo en la garganta sin razón aparente.
No entendía lo que estaba pasando.
No entendía por qué Geomjon, el infame villano del juego, de repente abrazaba a Baek Cheon con tanta desesperación.
Pero cuando vio su expresión, su angustia palpable…
Un extraño sentimiento se instaló en su pecho.
Los labios de Geomjon se movieron, pronunciando unas palabras que Cheong Myeong no pudo escuchar con claridad.
Sin embargo, lo que dijo tuvo un efecto inmediato en Baek Cheon.
El cuerpo del protagonista, que hasta ese momento estaba tenso, se relajó contra el pecho de su maestro. Sus manos temblorosas se aferraron con fuerza a las ropas oscuras de Geomjon, como si tuviera miedo de que desapareciera en cualquier momento.
Los sollozos de Baek Cheon eran suaves, casi contenidos, pero estaban ahí.
La escena se mantuvo así por unos segundos más, sin diálogos, sin música. Solo el sonido del viento filtrándose a través de la ventana, como si el propio juego les diera un espacio de intimidad.
Y entonces, algo extraño ocurrió.
Los ojos rosados de Geomjon se alzaron ligeramente.
Se movieron.
Se movieron de una forma que no correspondía al guion del juego.
Se movieron como si estuvieran viendo directamente a él.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Era imposible.
Pero antes de que pudiera reaccionar…
La pantalla se volvió negra.
Y en medio de la oscuridad, unas letras blancas aparecieron.
"Final feliz desbloqueado."
Cheong Myeong ni siquiera tuvo tiempo de procesarlo antes de que el juego se cerrara por sí solo.
La pantalla de su celular volvió al menú principal.
Solo el icono de “Ecos del Destino Celestial” permanecía en su lugar, como si nada hubiera pasado.
El silencio se instaló en la habitación.
Cheong Myeong miró su celular por unos segundos más, pero por alguna razón, no sintió la necesidad de buscar respuestas.
No intentó abrir el juego otra vez.
No revisó si la actualización había desaparecido.
Simplemente apagó la pantalla y dejó el teléfono a un lado, girándose en la cama con la mirada perdida en el techo.
Su pecho se sentía extrañamente ligero.
…
—----
Cuando volvió a abrir los ojos se encontró con el cuerpo de Baek Cheon dormido plácidamente a su lado.
Todo había sido un sueño.
Cheong Myeong lo abrazó y hundió el rostro en el cuello de Baek Cheon, inhalando su aroma familiar, cálido y real. Sintió la suavidad de su piel y el sutil ascenso y descenso de su respiración pausada. Su agarre se fortaleció sin darse cuenta, como si temiera que, si aflojaba siquiera un poco, Baek Cheon desaparecería entre sus dedos como el humo de un sueño lejano.
No lo había perdido.
Baek Cheon gruñó suavemente en su sueño y se removió un poco antes de volver a acomodarse contra su pecho, instintivamente buscando su calor. Cheong Myeong cerró los ojos por un momento, disfrutando la cercanía, sintiendo la realidad de ese instante. No era su oficina gris, no era su departamento vacío, no era un cuenco de ramen insípido en soledad.
Era este mundo.
Y entonces, el recuerdo de la actualización del juego volvió a su mente.
Su cuerpo se tensó levemente. ¿Qué demonios había sido eso? La imagen de Geomjon sosteniendo a Baek Cheon, con lágrimas corriendo por su rostro, seguía grabada en su mente. El mensaje final flotaba en su cabeza como un eco persistente:
"Final feliz desbloqueado."
¿Qué significaba realmente? ¿Era solo una coincidencia? ¿Una representación de lo que había vivido en este mundo? ¿O acaso... era un mensaje de algo más?
Cheong Myeong tragó en seco. Hasta ahora, nunca se había detenido a pensar demasiado en su situación. Había despertado en el cuerpo de Geomjon y simplemente se había adaptado, asumiendo que este mundo era su nueva realidad. Pero ahora que el juego había aparecido en su sueño—tan vívido, tan exacto—no podía ignorar la posibilidad de que algo más estuviera sucediendo.
Si este era un juego... ¿significaba que tenía un final?
Una sensación fría recorrió su espalda. ¿Qué pasaría cuando la historia llegara a su desenlace?
¿Volvería a su mundo original? ¿Se esfumaría como si nunca hubiera existido aquí?
¿O peor...?
¿Era posible que su cuerpo real siguiera existiendo en su antiguo mundo? ¿Acaso estaba en coma, atrapado entre dos realidades?
La incertidumbre lo golpeó con fuerza. Hasta ahora, no había querido pensar en estas posibilidades. Se había dejado llevar por la vida en la secta, por sus emociones, por su amor por Baek Cheon, por el vínculo con su hermano y sus discípulos.
Pero si esto tenía un final... ¿cuánto tiempo más le quedaba aquí?
El miedo lo envolvió como una sombra. No solo el miedo de perder a Baek Cheon, sino de perder todo lo que había construido en este mundo. Su familia. Sus amigos. El calor de la secta que nunca tuvo en su vida anterior.
Por primera vez desde que llegó aquí, sintió un verdadero terror ante lo desconocido.
Chapter 131: ⌗Este Es Mi Verdadero Mundo
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Baek Cheon se movió ligeramente, murmurando su nombre en sueños, y Cheong Myeong apretó los labios.
No podía permitirse perderlo.
No podía permitir que este mundo desapareciera.
Si había una manera de asegurarse de que este no fuera un simple juego con un final predefinido... la encontraría.
Y si el destino pensaba arrebatarle esto al llegar al desenlace de la historia...
Entonces rompería el destino mismo.
Cheong Myeong aún estaba perdido en sus pensamientos cuando sintió que el cuerpo de Baek Cheon se movía contra el suyo. Un leve murmullo rompió el silencio, seguido por el parpadeo lento y somnoliento de los ojos de Baek Cheon, que lo miraron con una mezcla de confusión y preocupación.
—”¿Qué pasa…?” —su voz sonaba ronca por el sueño, cálida y familiar.
Cheong Myeong apartó la mirada por un momento, dudando. No quería poner en palabras lo que acababa de experimentar, no cuando aún sentía la sombra de aquella pesadilla aferrándose a su mente.
—”Nada… solo una pesadilla”—respondió con voz baja.
Baek Cheon frunció el ceño levemente, despertando por completo ante la falta de explicación. Su mirada se enfocó en el rostro de Cheong Myeong, buscando algún rastro de lo que lo inquietaba.
Sin decir más, deslizó un brazo alrededor de él y lo atrajo contra su pecho en un abrazo firme.
—”Ya pasó” —murmuró cerca de su oído—. “Todo está bien ahora.”
El calor de su cuerpo, el ritmo constante de su respiración, la manera en que su mano se deslizó lentamente por su espalda como si quisiera calmarlo…
Todo era tan real, tan tangible.
Cheong Myeong cerró los ojos y exhaló, sintiendo que el peso de la pesadilla se desvanecía poco a poco.
La presión en su pecho, la inquietud persistente de que tal vez este mundo no era real, todo comenzó a disiparse con el simple toque de Baek Cheon.
Esto no era un sueño.
Esto no era un juego.
Baek Cheon estaba aquí, abrazándolo con sinceridad, con calidez, con amor.
Y eso era todo lo que necesitaba para saber que este era su verdadero mundo.
La habitación estaba en completo silencio, solo interrumpido por el ritmo pausado de sus respiraciones. Envuelto en el calor del abrazo de Baek Cheon, Cheong Myeong se permitió cerrar los ojos por un momento, disfrutando de la quietud de la madrugada.
La tenue luz del amanecer comenzó a filtrarse por la ventana, bañando la estancia con un resplandor dorado. Los primeros sonidos de la secta despertando podían escucharse a lo lejos: el eco de pasos en los pasillos, el susurro del viento acariciando los techos, el murmullo de los discípulos comenzando sus rutinas matutinas.
Todo era tranquilo, hasta que un sonido firme rompió la calma.
Toc, toc.
—”Geomjon-nim.”
Una voz masculina resonó desde el otro lado de la puerta, llamándolo con respeto, pero con la suficiente firmeza para indicar que era un asunto importante.
Baek Cheon se tensó de inmediato.
Su cuerpo se estremeció ligeramente antes de incorporarse con un movimiento rápido, su rostro tornándose de un rojo intenso cuando la realidad lo golpeó.
¡Nadie sabía que estaba aquí!
Sin pensarlo, se cubrió con las cobijas hasta la cabeza, como si con eso pudiera borrar toda evidencia de su presencia. Su mente trabajaba a toda velocidad: si lo descubrían en la habitación de Geomjon a estas horas, en este estado… ¡el escándalo sería enorme!
Cheong Myeong, por su parte, soltó un suspiro cansado.
Con clara desgana, se deslizó fuera de la cama y comenzó a recoger la ropa esparcida por el suelo. Se vistió con movimientos pausados, como si el solo hecho de cubrirse con sus prendas le resultara molesto.
Baek Cheon lo miró desde debajo de las cobijas, su corazón latiendo con fuerza. La postura relajada de Cheong Myeong contrastaba completamente con su propia desesperación.
—”¡Rápido!” —susurró con voz ahogada—. “¡No dejes que vea nada!”
Cheong Myeong le lanzó una mirada burlona, pero no dijo nada. Se acercó a la puerta y la abrió solo lo suficiente como para asomar parte de su rostro, asegurándose de que la rendija fuera demasiado estrecha para permitir una visión clara del interior.
El discípulo al otro lado de la puerta se inclinó respetuosamente antes de hablar.
—”Geomjon-nim, el líder de la secta ha solicitado su presencia.”
Cheong Myeong apenas pudo contener una mueca de fastidio.
De todas las personas que podían necesitarlo a primera hora de la mañana, tenía que ser Cheong Mun. ¿Acaso su hermano mayor había sentido que algo estaba mal y había decidido llamarlo?
Se pasó una mano por el cabello y exhaló con resignación.
—”Entiendo. Iré en un momento.”
El discípulo asintió y se retiró sin hacer más preguntas.
Cuando Cheong Myeong cerró la puerta y se volvió hacia la cama, Baek Cheon seguía enredado en las cobijas, con la cara roja y una expresión de puro pánico.
—”¿Y ahora qué?” —preguntó Cheong Myeong con una sonrisa divertida.
—”¡Ahora tengo que salir sin que nadie me vea!” —Baek Cheon siseó, claramente mortificado—. “Si alguien sospecha algo…”
—”Si alguien sospecha, será porque sales de aquí con esa cara de culpabilidad.”
Baek Cheon se cubrió más con las mantas, deseando desaparecer.
Cheong Myeong, en cambio, solo sonrió. Tal vez su mañana había comenzado con una pesadilla, pero la imagen de Baek Cheon avergonzado y acurrucado en su cama casi hacía que todo valiera la pena.
Cheong Myeong se agachó con calma, recogiendo una a una las prendas esparcidas por el suelo. La ropa de Baek Cheon estaba desordenada, arrugada por la forma en que había sido retirada la noche anterior en medio de la pasión.
Con una sonrisa traviesa, se acercó a la cama y extendió la ropa hacia Baek Cheon, pero en lugar de entregársela de inmediato, se inclinó un poco más y dejó un beso ligero en su mejilla aún sonrojada.
—”Tarde o temprano, todos se enterarán de nuestra relación” —murmuró con un tono despreocupado, como si fuera el asunto más natural del mundo.
Baek Cheon se quedó inmóvil por un segundo, sintiendo el calor del beso extenderse por su piel como si lo hubieran marcado con fuego. Luego, levantó la mirada y lo fulminó con los ojos entrecerrados, su rostro completamente encendido.
—”¡Por supuesto que lo haremos público!” —gruñó en voz baja, intentando no gritar—. “¡Pero eso no significa que quiero que se enteren de que tuvimos un encuentro íntimo a escondidas!”
Cheong Myeong soltó una leve carcajada, claramente disfrutando de la vergüenza de su amante.
Baek Cheon le arrancó la ropa de las manos con frustración y comenzó a vestirse lo más rápido posible, como si la tela pudiera cubrir no solo su cuerpo, sino también su vergüenza. Se puso la túnica con movimientos torpes, maldiciendo en su mente la facilidad con la que Cheong Myeong tomaba todo esto.
Para él, que había crecido con estrictas normas de conducta, ser descubierto en esta situación era impensable. No le molestaba que la secta supiera que estaban juntos, pero esto era demasiado.
Mientras se ajustaba la ropa, sintió la mirada de Cheong Myeong sobre él, intensa y divertida.
—”Deja de mirarme así” —espetó sin girarse.
—”¿Así cómo?”
—”Como si estuvieras disfrutando de esto.”
—”Es que lo estoy disfrutando.”
Baek Cheon dejó escapar un suspiro de pura exasperación. Este hombre iba a matarlo de un infarto antes que cualquier enemigo de la secta.
Baek Cheon se ató la última cinta de su túnica y pasó las manos por las arrugas de su ropa, enderezándose con la dignidad de siempre.
Aunque hacía unos minutos estaba envuelto en mantas, con el rostro encendido de vergüenza, ahora volvía a ser el impecable y orgulloso discípulo de la secta.
Era impresionante lo rápido que podía recuperar su compostura, pero Cheong Myeong notó que sus orejas seguían un poco rojas.
Sonrió con satisfacción.
—”Revisa los alrededores antes de que salga” —le ordenó Baek Cheon en voz baja, aún un poco tenso.
—”Sí, sí, lo que mi Dongryong desee” —respondió Cheong Myeong con diversión antes de acercarse a la puerta.
Al abrirla, algo pequeño y ágil irrumpió en la habitación en un destello de pelaje blanco.
—”¡Baek-ah!”—exclamó Baek Cheon con sorpresa.
La marta subió por su túnica con rapidez y se instaló en su hombro, restregando su hocico contra su cuello con aire ofendido. Baek Cheon se había olvidado completamente de el, y Baek-ah no iba a dejarlo pasar tan fácilmente.
—”Lo siento “—susurró Baek Cheon, acariciando su suave pelaje.
Cheong Myeong se apoyó contra el marco de la puerta con los brazos cruzados, observando la escena con una ceja arqueada.
—”Parece que alguien está molesta.”
Baek-ah le lanzó una mirada afilada, como si entendiera perfectamente sus palabras y quisiera dejar claro que sí, estaba molesta.
Chapter 132: ⌗Chismoso
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Baek Cheon le dedicó unos segundos más a calmar a la marta antes de volver su atención a Cheong Myeong, quien ya había echado un vistazo a los alrededores.
—”No hay nadie” —informó con un encogimiento de hombros.
Baek Cheon asintió y, con la cabeza en alto, salió de la habitación como si nada hubiera pasado. Cheong Myeong lo siguió con una sonrisa oculta, ambos tomando caminos separados una vez que estuvieron en el pasillo.
Baek Cheon regresó a su habitación con Baek-ah aún en su hombro, quien le mordisqueó la oreja en un gesto de reprimenda.
—”Ya, ya, lo entiendo” —suspiró, acariciando su cabeza—. “Te compensaré después.”
Mientras tanto, Cheong Myeong se dirigió con paso relajado hacia la oficina de Cheong Mun, preguntándose qué querría su sahyung a tan tempranas horas de la mañana.
Cuando Cheong Myeong llegó a la oficina de su sahyung, fue recibido con una sonrisa amable.
Bien, al menos no había hecho enojar al líder de la secta.
Con un suspiro de alivio, se dejó caer en el asiento frente a Cheong Mun, aceptando la taza de té que le ofrecieron con naturalidad.
Dio un sorbo y tomó un pastel de Luna del plato frente a él, mordiéndolo con satisfacción.
—”Así que, ¿de qué querías hablar tan temprano, sahyung?”
Cheong Mun, con su habitual expresión serena, lo observó por un momento antes de preguntar con voz tranquila:
—”Dime, Cheong Myeong, ¿no olvidaste contarme algo ayer?”
Cheong Myeong frunció el ceño, masticando lentamente el pastel mientras repasaba mentalmente su conversación anterior con su hermano mayor.
—”No lo creo” —respondió con calma—. “Te informé todo sobre el viaje a Sichuan, el acuerdo de comercio con Yunnan… te lo dije todo.”
Cheong Mun tomó un sorbo de su té, su sonrisa sin cambiar ni un poco.
—”¿Seguro que no te faltó decirme algo más?”
Cheong Myeong lo miró con sospecha. ¿Por qué su sahyung sonaba tan insistente?
Intentó recordar si había omitido algún detalle importante sobre su misión, pero nada le venía a la mente.
—”No entiendo a qué te refieres” —admitió, colocando su taza sobre la mesa.
Entonces, Cheong Mun entrecerró los ojos con diversión y, con la misma expresión serena, preguntó:
—”¿No pasó nada entre Baek Cheon y tú?”
El pastel de Luna casi se le atora en la garganta.
Ah, es verdad… ¡aún no le había dicho que Baek Cheon y él estaban juntos!
Se quedó paralizado por un momento, preguntándose cómo demonios Cheong Mun lo sabía. Entonces, como un rayo, la respuesta le golpeó.
Yoon Jong.
Ese maldito niño debió haber corrido a contarle el chisme a sus espaldas.
Cheong Myeong se masajeó las sienes, dejando escapar un suspiro.
—”…Ese chismoso.”
Cheong Mun soltó una risa ligera, claramente disfrutando de la situación.
—”No puedes culparlo. Dijo que simplemente no podía quedarse callado cuando vio algo tan interesante.”
Cheong Myeong se recargó en el respaldo de su asiento con una expresión de pura resignación.
—”No sé por qué me sorprendo…”
Cheong Mun lo miró con calidez y, con un tono genuinamente alegre, dijo:
—”Felicidades.”
Cheong Myeong desvió la mirada, rascándose la mejilla con incomodidad.
—”Tch… No hagas que suene tan serio.”
Pero, a pesar de su actitud indiferente, no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en la comisura de sus labios.
Cheong Myeong se cruzó de brazos y, con una renovada determinación brillando en sus ojos, declaró con confianza:
—”Sí, estamos juntos. Y no voy a dejar que nadie nos separe.”
Cheong Mun lo observó en silencio por un momento antes de soltar una leve risa.
—”Nadie se opondrá a su relación, Cheong Myeong “—aseguró con una sonrisa cálida—. “No hay razón para que lo hagan.”
La expresión seria de Cheong Myeong se transformó al instante en una de pura alegría. Sus ojos brillaron con entusiasmo y, como un cachorro emocionado, se inclinó hacia adelante con una petición repentina.
—”Entonces, sahyung, ¿puedo mudar a Baek Cheon a mi cuarto?”
Cheong Mun se llevó una mano a la frente y dejó escapar un largo suspiro.
—”Sabía que ibas a preguntar algo así…”
Cheong Myeong lo miró con la esperanza reflejada en sus ojos.
—”Por favor, sahyung. Su habitación está lejos y es un fastidio tener que ir y venir…”
Cheong Mun suspiró otra vez, pero no parecía realmente molesto.
—”Mientras no hagan nada indebido antes del matrimonio, no tengo objeciones.”
Cheong Myeong asintió rápidamente con una expresión completamente inocente.
—”¡Por supuesto, por supuesto! Nada indebido.”
Pero en su mente…
“Bueno, demasiado tarde para eso.”
Su hermano no necesitaba saber que, justo la noche anterior, ya se habían revolcado en la cama.
Cheong Mun lo miró con ojos sospechosos por su entusiasmo excesivo, pero al final no dijo nada.
—”Confío en ti, Cheong Myeong. “
“…No lo hagas.”
—”¡Sí, sí! Puedes confiar en mí, sahyung.”
Cheong Mun suspiró otra vez, preguntándose si acababa de cometer un error.
Aprovechando que ya estaban ahí, Cheong Myeong decidió cambiar de tema y abordar un asunto importante.
—”Sahyung, ya que estamos hablando de cosas serias… ¿qué hay sobre la Píldora Primordial?”
Cheong Mun, que estaba terminando su té, asintió con tranquilidad.
—”Ya estamos en la fase de fabricación. En unos pocos días estarán listas para su distribución.”
Cheong Myeong sonrió satisfecho, pero su expresión cambió al instante cuando Cheong Mun agregó:
—”Pero tendremos que elegir solo a unos cuantos discípulos para recibirlas. Las píldoras se repartirán entre todos los maestros de la secta y no habrá suficientes para todos.”
El ceño de Cheong Myeong se frunció al instante.
—”¿Qué?”—exclamó, claramente indignado—. “¡Fui yo quien consiguió la receta! ¡Fui yo quien consiguió la maldita planta! ¡Esas píldoras deberían ser para mis pollitos!”
Cheong Mun lo miró con paciencia, pero su firmeza era innegable.
—”Cheong Myeong.”
—”¡Por lo menos dos para cada uno!”
—”No.”
—”¡Uno y medio!”
—”No.”
—”¡Entonces dime que al menos Baek Cheon y Yu Iseol tendrán aseguradas sus píldoras!”
Cheong Mun entrecerró los ojos.
—”Eso dependerá de tu criterio al elegir a los discípulos más avanzados.”
Cheong Myeong gruñó por lo bajo y se cruzó de brazos, claramente molesto. ¡No era justo! Si no fuera por él, la secta ni siquiera tendría acceso a estas píldoras.
¡Sus pollitos se merecían todas!
Pero el líder de la secta solo lo fulminó con la mirada, dejando claro que no iba a ceder en esto.
Al final, Cheong Myeong tuvo que resignarse y comenzar a pensar en qué discípulos serían los más adecuados para recibirlas.
Aunque lo hiciera a regañadientes, quería asegurarse de que aquellos que las obtuvieran las aprovecharan al máximo.
Aun así, no pudo evitar soltar un último murmullo de protesta.
—”Tsk… Deberían darme una recompensa extra por todo esto.”
Cheong Mun solo bebió otro sorbo de su té, ignorando olímpicamente su queja.
(....)
Después de ponerse al día con su hermano, Cheong Myeong se despidió y salió de la oficina con una sensación de satisfacción, aunque todavía gruñía internamente por las píldoras.
Decidió dirigirse al campo de entrenamiento para ver cómo iban sus discípulos.
Cuando llegó, una sonrisa orgullosa se formó en su rostro al verlos entrenar diligentemente sin que él tuviera que dar órdenes. Qué bien educados estaban.
…O tal vez simplemente tenían miedo de que él apareciera de la nada y les impusiera un entrenamiento extremo si los encontraba holgazaneando. Sí, eso sonaba más probable.
Chapter 133: ⌗Mudanza (1)
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Con los brazos cruzados, observó en silencio cómo cada uno de ellos realizaba sus ejercicios con concentración.
Su mirada recorrió el grupo, evaluando sus posturas, la firmeza de sus golpes, la precisión de sus movimientos… Hasta que sus ojos se detuvieron en una escena particular.
Baek Cheon.
Entrenando sin la prenda superior bajo la luz del sol.
Por un momento, Cheong Myeong olvidó respirar.
El sudor resbalaba por el cuerpo esculpido de Baek Cheon, resaltando cada línea de sus músculos con el movimiento de su espada. Su postura era perfecta, su expresión serena y su cabello recogido ondeaba suavemente con la brisa.
Cheong Myeong sintió la boca seca y, sin darse cuenta, pasó la lengua por sus labios.
¿Desde cuándo era legal que Baek Cheon entrenara así a plena luz del día?
Bueno, técnicamente siempre había entrenado así. Pero ahora que eran pareja, la imagen frente a él adquiría un significado completamente diferente.
Consciente de que estaba mirando demasiado descaradamente, Cheong Myeong decidió buscar un lugar estratégico para disfrutar la vista sin ser descubierto.
—”Solo estoy asegurándome de que su postura sea correcta…” —murmuró para sí mismo, aunque nadie le había preguntado nada.
Sin prisa, se movió hasta una de las sombras cercanas, donde podía ver sin interrupciones.
Sí, este era un buen lugar.
Después de todo, ¿quién podría culparlo por apreciar la belleza de su propio hombre?
(....)
Cuando se anunció la hora de la comida, la mayoría de los discípulos comenzaron a recoger sus armas y dirigirse al comedor. Pero Cheong Myeong tenía otro tipo de urgencia.
Sin perder el tiempo, localizó a Baek Cheon y, con la velocidad de un depredador acechando a su presa, lo acorraló antes de que pudiera escapar.
—”Baek Cheon.”
Baek Cheon, que aún estaba secándose el sudor con una toalla, se sobresaltó al notar la mirada intensa de su novio.
—”¿Q-qué pasa?”
Cheong Myeong se inclinó un poco más cerca, su tono despreocupado pero con una chispa de emoción en los ojos.
—”El líder de la secta ya sabe de nuestra relación.”
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—”¿¡Qué!?”
—”Y la aprobó.”
El rostro de Baek Cheon pasó de pálido a rojo en cuestión de segundos.
—”¡¿Por qué se lo dijiste tan rápido?! ¡Se supone que debíamos hablarlo juntos!”
Cheong Myeong se encogió de hombros, completamente indiferente.
—”No fue mi culpa. Fue Yoon Jong quien se adelantó y le contó todo a mi sahyung antes que nosotros.”
La vergüenza de Baek Cheon se transformó en otra emoción más intensa.
—”¡Ese maldito…!” —gruñó en voz baja, apretando los dientes.
Podía imaginarse la expresión de Yoon Jong, seguramente con una sonrisa satisfecha mientras difundía la noticia como si fuera su mayor logro. ¡Maldita sea, ni siquiera habían tenido tiempo de asimilarlo y ya todo el mundo debía saberlo!
Pero antes de que pudiera seguir quejándose, Cheong Myeong le soltó la verdadera bomba.
—”Ah, también dijo que puedes mudarte a mi habitación.”
Baek Cheon apenas tuvo tiempo de procesar esas palabras antes de sentir cómo su muñeca era atrapada por la firme mano de Cheong Myeong.
—”¿…Qué?”
—”Vamos, no hay tiempo que perder.”
—”¡Espera! ¡Aún no he di—!”
Sin escuchar protestas, Cheong Myeong lo jaló con determinación en dirección a las habitaciones de los discípulos.
Baek Cheon estaba demasiado ocupado reprimiendo su vergüenza como para resistirse, pero en el fondo, su corazón latía rápido por razones muy distintas.
…¿Realmente iban a empezar a vivir juntos?
A pesar de su vergüenza inicial… ¿No era esto lo que siempre había soñado?
Desde que se dio cuenta de sus sentimientos por su maestro, Baek Cheon había fantaseado con la posibilidad de compartir su vida con él, de despertar a su lado cada mañana, de tener un lugar solo para ellos. Pero nunca creyó que fuera posible. Cheong Myeong siempre había sido un desastre caótico y esquivo, imposible de atrapar.
Y, sin embargo, aquí estaban.
Inconscientemente, una sonrisa suave se formó en su rostro mientras caminaban juntos hacia su habitación.
En cuanto llegaron, Cheong Myeong no perdió el tiempo. Sin ningún cuidado, abrió los cajones de Baek Cheon y comenzó a sacar su ropa, amontonándola sobre la cama sin preocuparse por doblarla.
—”Vamos a llevarnos esto primero. Y luego—”
—”¡Ten más cuidado con mi ropa!” —Baek Cheon lo interrumpió, recogiendo sus prendas con rapidez antes de que terminaran hechas un desastre.
Cheong Myeong rodó los ojos.
—”De todas formas, la vas a acomodar de nuevo cuando lleguemos.”
—”¡Ese no es el punto!”
Mientras su impaciente maestro se encargaba de vaciar los cajones a la velocidad de la luz, Baek Cheon se tomó su tiempo acomodando sus objetos personales con más calma y tranquilidad.
Mientras escuchaba de fondo a Cheong Myeong hablar sobre la distribución de sus cosas en su nueva habitación.
—”Mi cuarto es mucho más grande que estos, así que podemos poner tus cosas en el armario sin problemas… También hay espacio extra para tus libros, y podemos reorganizar la estantería si quieres.”
Baek Cheon parpadeó. ¿Desde cuándo Cheong Myeong era tan considerado?
Cheong Myeong, por su parte, seguía enumerando cosas con total naturalidad.
—”Ah, y si te molesta el frío por las noches, puedo conseguir más mantas… aunque siempre puedes pegarte a mí.”
Baek Cheon, que estaba doblando una túnica con absoluta concentración, sintió que su cerebro se apagaba por un momento.
…¿Por qué tenía que decir esas cosas con tanta facilidad? ¡No estaba preparado para esto!
Cheong Myeong observó el rostro completamente sonrojado de Baek Cheon y no pudo evitar soltar una risa burlona.
—”¿Por qué te avergüenzas tanto?” —preguntó con diversión, inclinándose un poco más hacia él—. “Ya hemos pasado por tantas cosas juntos… “
Baek Cheon, aún con las manos ocupadas doblando una túnica, apretó los labios con frustración antes de responder:
—”¡Esto es diferente!”
—”¿Ah, sí? ¿Cómo?”
Baek Cheon respiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos.
—”Ya no somos solo maestro y discípulo “—murmuró, sin atreverse a mirarlo directamente—. “Y tampoco es solo… algo que existe en mis fantasías. Es real.”
Las palabras lo tomaron por sorpresa, pero Cheong Myeong no tardó en esbozar una sonrisa traviesa.
“Así que había fantaseado con esto, huh.”
—”Eso es adorable —dijo de repente, antes de inclinarse y besar su mejilla sin previo aviso.”
Baek Cheon se quedó paralizado.
—”¡Espera, aún estoy sudado!”
—”¿Y qué?”
Otro beso, esta vez en la otra mejilla.
—”¡Estoy sucio por el entrenamiento!”
—”No me importa.”
Otro beso, esta vez más cerca de la comisura de sus labios.
Baek Cheon ya no sabía si estaba más rojo por el entrenamiento o por la avalancha de besos inesperados.
—”¡C-Cheong Myeong-ah, basta!”
Cheong Myeong se echó a reír, satisfecho con su reacción. Pero aún tenían trabajo por hacer.
Con la misma despreocupación de siempre, tomó la cobija de la cama y la extendió en el suelo, comenzando a amontonar todas las pertenencias de Baek Cheon sobre ella.
Baek Cheon frunció el ceño.
—”¿Qué estás haciendo?”
—”Empacando, ¿qué más?”
—”¿Así?”
—”Es eficiente” —dijo con orgullo, amarrando los extremos de la cobija como si fuera un saco improvisado—. “Además, así lo llevo todo de una vez.”
Baek Cheon suspiró, pero ya no tenía fuerzas para corregir su caos.
Con un último vistazo a su habitación, ahora completamente vacía, exhaló profundamente antes de seguir a Cheong Myeong hacia sus nuevos aposentos.
A partir de ahora, compartirían un espacio… y una vida juntos.
Chapter 134: ⌗Mudanza (2)
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Cuando llegaron a la habitación de Cheong Myeong—ahora de ambos—, Baek Cheon se detuvo un momento en la entrada. No era la primera vez que estaba allí, pero sí la primera vez que lo veía con la certeza de que sería su espacio también.
Cheong Myeong notó su expresión y, con una sonrisa despreocupada, le dio una palmada en la espalda.
—”Puedes acomodar las cosas como quieras. Ahora este es tu hogar también.”
Baek Cheon asintió, sintiendo una calidez extraña en el pecho. “Su hogar.”
Mientras él comenzaba a sacar sus pertenencias y a decidir dónde ponerlas, Cheong Myeong se estiró con pereza y se giró hacia la puerta.
—”Voy a buscar algo de comida.”
Baek Cheon, que estaba doblando su ropa, levantó la cabeza con una ceja arqueada.
—”¿Acabas de saltarte el almuerzo por arrastrarme hasta aquí?”
—”Sí, y tú también, por mi culpa” —respondió sin una pizca de arrepentimiento—. “Pero no te preocupes, iré a buscar algo realmente bueno.”
Baek Cheon frunció el ceño.
—”No tienes que molestarte, puedo comer lo que hay en la secta…”
—”¡Nada de eso!” —lo interrumpió Cheong Myeong, agitando una mano en el aire—. “¡Este es un día especial, mereces algo mejor que la comida insípida de la secta!”
Baek Cheon suspiró, pero no pudo evitar que una sonrisa se asomara en su rostro.
—”Haz lo que quieras.”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción antes de salir de la habitación con paso decidido.
Iba a conseguirle la mejor comida que pudiera encontrar en la ciudad. ¡Este avance en su relación debía celebrarse apropiadamente!
Cheong Myeong descendió del Monte Hua con la misma agilidad con la que subía los tejados de la secta cuando quería escapar de sus responsabilidades. No tenía tiempo que perder.
Ya había probado cada restaurante de la ciudad a los pies de la montaña—por supuesto que sí, ¿qué clase de hombre sería si no conociera los mejores lugares para comer?—, así que no dudó en dirigirse directamente al establecimiento que consideraba el mejor.
"La Casa del Dragón Rojo".
Era un restaurante pequeño pero refinado, famoso por sus ingredientes frescos y su cocina exquisita. Más importante aún, era el lugar donde servían la comida favorita de Baek Cheon.
Apenas cruzó la puerta, el dueño del local, un hombre regordete con un bigote fino, lo reconoció de inmediato.
—”¡Ah, Maestro Geomjon! ¿Lo mismo de siempre?”
—”No, hoy necesito algo especial. Doble porción de estofado de loto y brochetas de pato lacado. Ah, y agrega algunos bollos de castaña.”
El dueño arqueó una ceja, sorprendido.
—”Eso es bastante comida para una persona.”
—”No es para mí.”
El hombre parpadeó, curioso, pero no hizo más preguntas.
Cheong Myeong esperó con los brazos cruzados mientras los cocineros trabajaban con eficiencia.
Mientras tanto, su mirada se deslizó hacia la calle y sus ojos se iluminaron.
¡El licor!
¿Qué tipo de celebración sería sin un buen licor para acompañar la comida?
No, no, no. Esto no podía faltar.
Aprovechando el tiempo de espera, salió rápidamente hacia una licorería cercana, una que conocía bien por haberla visitado muchas veces en sus ratos libres.
Recorrió los estantes con ojo experto, buscando la botella perfecta.
"Este no, demasiado fuerte. Este tampoco, demasiado barato. Este… oh, este sí."
Tomó una botella de licor de ciruela añejo, lo suficientemente dulce para el gusto refinado de Baek Cheon, pero con el golpe justo para calentar el cuerpo.
"Perfecto."
Regresó al restaurante justo cuando terminaban de empacar la comida. Pagó rápidamente, tomó los paquetes y emprendió el camino de regreso con la misma velocidad con la que había llegado.
Nada lo detendría ahora. Tenía un festín que entregar.
(....)
Cheong Myeong llegó a su habitación con las bolsas de comida en una mano y la botella de licor en la otra.
—”¡Baek Cheon!” —llamó con confianza mientras abría la puerta.
Pero al cruzar el umbral, se quedó quieto, sus ojos fijos en la escena frente a él.
Baek Cheon estaba de espaldas, inclinado ligeramente mientras organizaba las cosas dentro del armario. No solo estaba acomodando sus propias pertenencias, sino también las de Cheong Myeong.
Ropas dobladas con precisión, pergaminos apilados en orden, incluso su espada descansaba ahora en un lugar más adecuado. Movía las cosas con tal naturalidad, con un aire tan sereno, que parecía que lo había hecho un millón de veces antes.
Como si siempre hubiera pertenecido ahí.
Como si siempre hubiera sido su hogar.
Un calor inesperado se expandió en el pecho de Cheong Myeong.
¿Era esto lo que le esperaba de ahora en adelante?
Volver a su habitación después de un largo día y encontrar a Baek Cheon ahí, acomodando las cosas como si fuera suya también. Quizás, incluso regañándolo por haber dejado su ropa tirada o por no organizar bien sus pergaminos.
Solo imaginarlo le hizo sonreír.
"Qué demonios… hasta ser regañado por él suena bien."
Sin darse cuenta, se quedó allí, observando en silencio, grabando la escena en su mente. Baek Cheon, moviéndose con naturalidad dentro de su espacio, sin ninguna duda o incomodidad.
Su compañero. Su amante. Su hogar.
Baek Cheon notó su presencia y volteó, parpadeando con curiosidad.
—”¿Por qué me miras así?”
La sonrisa de Cheong Myeong se amplió.
—”Nada. Solo me gusta lo que veo.”
Baek Cheon ladeó la cabeza con curiosidad ante el comentario de Cheong Myeong, pero no insistió en preguntar. Sus ojos se desviaron rápidamente hacia el paquete que su amante traía en las manos, y en un instante, comenzó a limpiar la mesa con eficiencia.
Cheong Myeong rió entre dientes al ver la reacción entusiasta de Baek Cheon.
Siempre tan serio y digno, pero en cuanto se trataba de su comida favorita, su comportamiento cambiaba sutilmente.
—”Eres rápido cuando quieres, ¿eh?” —comentó con burla mientras se unía a acomodar los platos.
—”Cállate y sírveme.”
La respuesta seca de Baek Cheon hizo que Cheong Myeong soltara una carcajada, pero obedeció sin quejarse. Destapó los recipientes con una sonrisa orgullosa, observando de reojo cómo los ojos de Baek Cheon brillaban de anticipación al ver su platillo favorito.
“Sí, valió la pena el viaje.”
Chapter 135: ⌗Cotidianidad (1)
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Cheong Myeong tomó los utensilios y sirvió con cuidado la comida en un par de platos, asegurándose de darle a Baek Cheon la mejor porción. Luego, con un movimiento fluido, llenó dos tazas con el licor que había comprado.
—”Un banquete digno de una celebración, ¿no crees?” —dijo con una sonrisa mientras empujaba el plato y la taza hacia Baek Cheon.
Baek Cheon no lo rechazó. Tomó la taza sin decir nada y le dio un pequeño trago.
Sus labios se curvaron levemente mientras saboreaba el licor.
—”No está mal.”
Cheong Myeong alzó una ceja.
—”¿Solo “no está mal”? Malagradecido. Fui hasta la ciudad a conseguirlo especialmente para ti.”
Baek Cheon le lanzó una mirada entre divertida y desafiante.
—”¿Quieres que te lo agradezca con más entusiasmo?”
Cheong Myeong sonrió de manera traviesa.
—”Podríamos discutirlo después de comer.”
Baek Cheon negó con la cabeza, pero no pudo evitar sonreír. Tomó los palillos y empezó a comer, disfrutando cada bocado, mientras Cheong Myeong lo miraba con satisfacción.
Esta era la escena con la que había soñado.
La comida transcurrió con una tranquilidad reconfortante, como si siempre hubieran compartido sus días de esta manera.
Cheong Myeong, con naturalidad, tomaba los trozos más jugosos de carne y los depositaba en el plato de Baek Cheon, asegurándose de que comiera bien. Baek Cheon entrenaba demasiado, necesitaba proteínas.
Baek Cheon, por su parte, recogía con sus palillos porciones de verduras y las colocaba en el plato de su maestro sin siquiera mirarlo, como si fuera un acto automático. Cheong Myeong se alimentaba de puro alcohol y carne, alguien tenía que equilibrar su dieta.
Ambos parecían complementarse en el más simple de los gestos.
Cuando terminaron de comer, Baek Cheon se reclinó ligeramente en su asiento con una expresión satisfecha. Su mirada vagó hacia la ventana, notando la posición del sol.
—”Me hiciste perder el entrenamiento de hoy. “—dijo con un suspiro fingido de resignación.
Cheong Myeong, despreocupado, se sirvió otra taza de licor y respondió con su tono casual de siempre:
—”Entonces mañana entrenarás el doble.”
Baek Cheon se quedó en silencio por un momento antes de exhalar una risa suave. Sabía que lo decía completamente en serio.
En cualquier otro momento, habría protestado o se habría sentido agobiado ante la idea de un entrenamiento más intenso, pero en este ambiente relajado, con su corazón ligero y lleno de cariño, solo pudo reír.
Sí, esto era felicidad.
Mientras Cheong Myeong recogía la mesa, Baek Cheon continuaba ordenando las pocas cosas que le quedaban. El ambiente en la habitación era cómodo, casi doméstico, como si hubieran estado viviendo juntos desde siempre.
Cuando Cheong Myeong terminó de recoger, se preparó para salir y deshacerse de los restos de comida, pero antes de que pudiera cruzar la puerta, Baek Cheon lo llamó.
—”Tráeme agua caliente para darme un baño.”
Cheong Myeong se giró con una ceja arqueada.
—”Oh~ ¿Acaso quieres que te ayude a bañarte también?”
Baek Cheon le lanzó una mirada afilada.
—”Solo trae el agua.”
Cheong Myeong se rió entre dientes y asintió antes de abrir la puerta. Justo cuando iba a salir, una pequeña sombra se deslizó rápidamente entre sus piernas y entró a la habitación.
Baek-ah.
La marta blanca llevaba una pequeña bolsa de tela en el hocico, como si también viniera a mudarse oficialmente.
Cheong Myeong la miró con incredulidad.
—”¡Oye, tú no estabas invitada!”
Baek-ah, con total descaro, saltó sobre la cama y dejó caer su bolsa con un sonido suave. Luego, se acomodó sobre la almohada de Baek Cheon, como si fuera su derecho absoluto.
Baek Cheon, que ya estaba acostumbrado a la actitud de su pequeña compañera, sonrió con diversión.
—”Baek-ah también es parte de la familia.”
Cheong Myeong cruzó los brazos y la miró con el ceño fruncido.
—”¡Yo solo acepté a Baek Cheon!”
Baek-ah le respondió con un pequeño bufido y se enroscó en su nuevo sitio.
Claramente, no pensaba irse.
Cheong Myeong gruñó con fastidio y miró a Baek Cheon en busca de apoyo, pero su discípulo ya estaba acomodando la bolsa de Baek-ah en un rincón con toda la calma del mundo.
—”¿En serio?” —refunfuñó Cheong Myeong.
Baek Cheon le dio una palmadita en el hombro y le sonrió con malicia.
—”Déjalo pasar. Perdiste la discusión.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua y se giró para salir.
—”¡Esto es injusto! Primero tú, ahora esta bola de pelo...!”
Baek-ah soltó un chillido satisfecho desde la cama, como si celebrara su victoria.
Definitivamente, había perdido.
—-----
Los días pasaron con normalidad en el Monte Hua. La entrega de la Píldora Primordial fue un evento significativo, y aunque solo algunos discípulos fueron seleccionados para recibirla, en lugar de generar descontento, sirvió como una gran motivación.
Los discípulos que no la recibieron no se quejaron ni mostraron envidia, sino que redoblaron sus esfuerzos en el entrenamiento, decididos a convertirse en los próximos elegidos.
Especialmente los discípulos de Geomjon.
Estos jóvenes, moldeados por la rigurosa enseñanza de su maestro, casi parecían copias en miniatura de él: dedicados, incansables y con una intensidad en la mirada que a veces asustaba a los demás discípulos. Para ellos, la falta de una píldora no era más que otra razón para seguir superándose.
En cuanto a la relación de Cheong Myeong y Baek Cheon, no hubo cambios evidentes en el campo de entrenamiento. Al menos, no en la forma en que los demás podrían haber esperado.
Si alguien pensaba que su relación haría que Cheong Myeong tratara a Baek Cheon con más suavidad, estaba gravemente equivocado.
De hecho, Baek Cheon era quien recibía el entrenamiento más duro de todos.
Si Cheong Myeong les exigía a los demás un nivel de esfuerzo brutal, a Baek Cheon le exigía el doble.
—”¡Tu postura está floja!” —le gritaba mientras corregía su agarre con la espada.
—”¡Más rápido! ¡No me hagas arrepentirme de haberte elegido!”
Los demás discípulos observaban con una mezcla de lástima y respeto.
Algunos incluso llegaron a preguntarse si la relación entre su maestro y Baek Cheon era real o si todo había sido una mentira, porque con ese nivel de exigencia, no parecía que hubiera favoritismos de ningún tipo.
Sin embargo, aunque en el entrenamiento no recibía ningún trato especial, Baek Cheon sí gozaba de ciertos beneficios que los demás no.
Para empezar, su alimentación era mucho mejor.
Mientras los demás tenían que conformarse con las raciones comunes del Monte Hua, Baek Cheon encontraba en su plato porciones más generosas, especialmente de carne, e incluso platillos traídos de la ciudad. Más de una vez los discípulos de Geomjon lo miraron con envidia cuando, en medio del almuerzo, Cheong Myeong dejaba caer casualmente un paquete envuelto en tela sobre la mesa de Baek Cheon.
—”Come esto, necesitas recuperar fuerzas.*
No era una petición. Era una orden.
Otro beneficio que los demás discípulos jamás recibirían eran los elogios de Geomjon.
Si un discípulo se esforzaba al máximo en el entrenamiento, lo mejor que podía esperar era un gruñido de aprobación o, si tenía suerte, un breve asentimiento. Pero Baek Cheon...
—”Esa fue una buena ejecución.”
—”Así es como se debe hacer.”
—”Bien hecho.”
Para cualquiera, esas palabras no significarían mucho, pero para los discípulos de Geomjon, escuchar a su maestro dar elogios de manera tan natural era casi impactante.
Por supuesto, si alguien osaba hacer un comentario al respecto, Cheong Myeong simplemente lo fulminaba con la mirada y decía con indiferencia:
—”Es normal, Baek Cheon es mi discípulo más fuerte. ¿No debería reconocerlo?”
Nadie podía refutar eso.
Y así, la rutina en el Monte Hua siguió su curso, con los discípulos entrenando más duro que nunca, la relación entre Baek Cheon y Cheong Myeong avanzando con una normalidad inesperada y, sobre todo, con Baek-ah ganándose un lugar privilegiado en la cama de ambos sin que Cheong Myeong pudiera hacer nada al respecto.
Chapter 136: ⌗Cotidianidad (2)
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A pesar de la imagen severa y exigente que mostraban durante el entrenamiento, la atmósfera dentro de su hogar era completamente distinta. En la privacidad de su habitación compartida, las tensiones desaparecían, dando paso a una cotidianidad inesperadamente armoniosa.
Algunas noches preferían cenar en la tranquilidad de su habitación en lugar de ir al comedor de la secta.
Cheong Myeong a veces traía comida de la ciudad, y Baek Cheon se aseguraba de preparar la mesa adecuadamente antes de comer. Aunque todavía discutían sobre entrenamiento, en esos momentos todo se sentía más ligero.
Pero sin duda, lo que más llamaba la atención era la obsesión de Baek Cheon por la limpieza y el orden. No es que la habitación de Cheong Myeong estuviera en un estado caótico—él no era alguien desordenado—pero definitivamente no tenía el mismo sentido de organización que su discípulo.
A través de estos pequeños hábitos, Baek Cheon comenzó a conocerlo de maneras que nunca imaginó.
Mientras acomodaba algunos objetos en una estantería, observo un pergamino con una caligrafía elegante colgado en la pared.
—”¿Esto es tuyo?”—preguntó, mientras leía el poema escrito con curiosidad.
—”Me lo dio Cheong Mun sahyung.”
Baek Cheon lo miró con atención antes de volver su mirada a la estantería. Luego, entre los objetos, vio algo más que capturó su interés: una cinta de seda verde, que resaltaba del resto de cintas por su calidad y bordado.
—”¿Y esto?”
Cheong Myeong, que estaba sentado en la cama descansando, echó un vistazo rápido y se encogió de hombros.
—”Me la dio Tang Bo cuando perdí la mía. Decía que una cinta de Sichuan me haría ver más refinado.”
Baek Cheon sonrió con suavidad.
Mientras seguía ordenando, sus dedos rozaron un pequeño baúl de madera que parecía haber estado guardado en el fondo de la estantería. Lo tomó con cuidado y lo abrió, encontrando dentro varios objetos antiguos: unos juguetes viejos, unos libros infantiles viejos y, al fondo, un dibujo con tres personas.
Baek Cheon frunció el ceño mientras analizaba el dibujo, era fácil suponer que se trataba de Cheong Myeong y el líder de la secta que era su sahyung, pero el tercero...
—”¿Quién es él?”
El cuerpo de Cheong Myeong se tensó por un breve instante antes de responder con calma.
—”Era mi tercer hermano. Cheong Jin”
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
—”¿Tenías otro hermano?”
—”Sí. Pero se perdió durante la guerra.”
El silencio llenó la habitación.
Baek Cheon bajó la mirada al pequeño baúl, pasando los dedos por la hoja vieja.
—”Nunca me hablaste de él.”
—”No hay mucho que decir. Era algo aburrido.”
Baek Cheon lo observó con atención, notando la extraña neutralidad en su voz. No había tristeza evidente, ni rastro de nostalgia. Solo una aceptación fría.
—”¿Lo extrañas?”
Cheong Myeong no respondió, ¿Como debía responder a eso si nunca lo conoció?
Baek Cheon cerró el baúl con cuidado y se acercó a él, tomando su mano sin decir nada.
No presionó más el tema. Si su maestro quería hablar de ello, lo haría en su propio tiempo. Pero dentro de su corazón, sintió una leve punzada de tristeza por ese hermano que nunca llegó a conocer.
Cheong Myeong esbozó una leve sonrisa antes de atraer a Baek Cheon en un abrazo. Apoyó la barbilla sobre su cabeza y, por un momento, solo disfrutó de su cercanía.
A medida que rascaba en los recuerdos de Geomjon, algunos fragmentos comenzaron a surgir con más claridad, mezclándose con las pocas cosas que Tang Bo le había contado sobre Cheong Jin.
—”¿Sabes? Puedo contarte un par de anécdotas sobre él.”
Baek Cheon no dijo nada, solo apoyó su cabeza contra su pecho, escuchando.
—”Como la vez en la que nos pasamos la mitad de las clases dibujando a escondidas.”
Baek Cheon levantó la cabeza, sorprendido.
—”¿Dibujando?”
—”Sí. Bueno, no era exactamente arte… más bien, caricaturas de nuestros maestros.” —Cheong Myeong rió, sacudiendo la cabeza—. “Nos habrían matado si nos atrapaban, pero era demasiado divertido como para detenernos.”
Baek Cheon no pudo evitar soltar una risa.
—”No puedo imaginarte haciendo algo así.”
—”Eso es porque ahora soy un maestro respetable.”
Baek Cheon levantó una ceja con escepticismo, pero antes de que pudiera replicar, Cheong Myeong continuó.
—”Hubo otra vez en la que nos adentramos demasiado en el bosque. Queríamos probar nuestra suerte cazando, pero terminamos perdiéndonos.”
—”¿Y qué hicieron?”
—”Nada. Caminamos en círculos por horas hasta que Cheong Mun sahyung nos encontró en la entrada. Resulta que nunca estuvimos realmente perdidos.”
Baek Cheon rió aún más fuerte.
—”¿De verdad?”
—”Sí. Pasamos horas aterrados, pensando que nunca volveríamos a casa, y todo el tiempo habíamos estado a unos pasos del sendero principal.”
Baek Cheon negó con la cabeza, sonriendo.
Pero el recuerdo que más lo hizo reír fue otro.
—”Oh, y no puedo olvidar el día en que Tang Bo le coqueteó descaradamente a Cheong Jin… frente a mí.”
Baek Cheon alzó una ceja.
—”¿El elder Tang Bo?”
—”Sí. Ni siquiera fue sutil. Le dijo algo como “si un día decides dejar el Monte Hua, podrías ser la joya más preciada de Sichuan”.”
Baek Cheon soltó una carcajada.
—”¿Y qué hizo Cheong Jin?”
—”Nada. Solo se rió. Pero yo…” —Cheong Myeong se cruzó de brazos con aire ofendido— “yo casi me atraganto con el licor que estaba bebiendo.”
Baek Cheon se llevó una mano a la boca para tratar de contener su risa.
—”¿Por qué?*
—”¡Porque era Cheong Jin! Mi propio hermano menor. ¿Cómo se atrevía Tang Bo?”
Baek Cheon ya no pudo contenerse y se rió abiertamente.
—”Y ahora que lo pienso…” —Cheong Myeong inclinó la cabeza, pensativo— “creo que Cheong Jin le sonrió.”
Baek Cheon lo miró, divertido.
—”¿Crees que le correspondía?”
—”Me gustaría poder decir que no…”
Ambos rieron juntos.
Mientras lo hacían, Cheong Myeong sintió algo cálido en su pecho. Eran recuerdos de Geomjon, sí, pero al compartirlos, sentía que también eran suyos.
Y con Baek Cheon riendo a su lado, por un momento, todo se sintió extrañamente perfecto.
(...)
A pesar de los momentos tiernos y domésticos que compartían, la relación entre Cheong Myeong y Baek Cheon también tenía un lado mucho más apasionado. Y, sin duda, Cheong Myeong era el más insistente en ese aspecto.
Parecía insaciable cuando reclamaba a Baek Cheon con besos intensos y caricias desesperadas. No importaba cuánto tiempo pasaran juntos; siempre encontraba una excusa para acercarse más, para devorarlo como si temiera que pudiera escaparse en cualquier momento.
Sin embargo, en más de una ocasión, estos momentos fueron interrumpidos de la manera más inoportuna.
La razón: una pequeña marta blanca llamada Baek-ah.
Cada vez que Cheong Myeong lograba acorralar a Baek Cheon en un rincón de la habitación, atraparlo entre sus brazos o incluso llevarlo hasta la cama, la criatura peluda terminaba en el peor lugar posible: justo en medio de la pareja.
No era intencional, por supuesto. Pero el pequeño animal tenía una asombrosa habilidad para meterse donde no debía, lo que provocaba que en más de una ocasión terminara aplastado accidentalmente cuando Baek Cheon y Cheong Myeong comenzaban a besarse con demasiado entusiasmo.
El resultado siempre era el mismo.
Un quejido lastimero.
Un Baek Cheon sobresaltado, apartándose de inmediato para asegurarse de que su querida marta estuviera bien.
Y un Cheong Myeong frustrado, con un tic en la ceja y las ganas de matar a ese bicho de una vez por todas.
—”¡No puede ser! ¡Otra vez!” —se quejaba, llevándose una mano al rostro.
Baek Cheon, en cambio, tomaba a Baek-ah en sus manos con cuidado, revisándolo con preocupación.
—”Pobrecito…”
—”¡No es un pobrecito! ¡Es un demonio disfrazado de marta!”
Baek-ah, aún con su pequeño cuerpo aplastado, alzaba la cabeza y se acurrucaba contra Baek Cheon.
—”Mira cómo tiembla, Cheong Myeong-ah. Se asustó.”
—”¡Claro que tiembla! ¡Casi lo aplasto! ¡Porque SIEMPRE está en medio!”
Con un profundo suspiro de resignación, Cheong Myeong terminaba mandando a Baek-ah fuera de la habitación.
—”¡Fuera! ¡Hoy duermes afuera!”
La marta protestaba con chillidos, pero la puerta se cerraba en su cara.
Sin embargo, Baek-ah no era una criatura común y corriente. Era lista, astuta y había encontrado la manera perfecta de contrarrestar la ira de Cheong Myeong: actuar adorablemente para ganarse el favor de Baek Cheon.
Después de algunos intentos, descubrió que si inclinaba la cabeza de forma tierna, hacía pequeños sonidos lastimeros y frotaba su carita contra Baek Cheon, este no solo lo levantaba con cariño, sino que también le decía a Cheong Myeong:
—”No seas cruel con Baek-ah. No lo hizo a propósito.”
—”¡¿Que no lo hizo a propósito?! ¡Lo hace SIEMPRE!”
—”Es parte de la familia…”
Cheong Myeong gruñía y rodaba los ojos.
Y así, una y otra vez, Baek-ah ganaba la discusión.
Incluso cuando Cheong Myeong trataba de imponer su autoridad, Baek Cheon solo lo miraba con una leve sonrisa y decía con dulzura:
—”No molestes a Baek-ah, Cheong Myeong.”
Y entonces Cheong Myeong no podía hacer nada.
Porque Baek-ah había aprendido la clave de su supervivencia: usar a Baek Cheon como escudo.
Chapter 137: ⌗¿¡Nos Están Tomando El Pelo!? (1)
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El tiempo transcurrió con relativa tranquilidad dentro del Monte Hua. El entrenamiento de los discípulos continuaba con rigor, la relación entre Cheong Myeong y Baek Cheon se había asentado en una cómoda rutina entre lo apasionado y lo cotidiano, y Baek-ah seguía causando pequeñas disputas entre los dos.
Pero todo eso cambió con la llegada de una noticia que sacudió todas las regiones del Murim.
¡Habría una competencia Murim!
Y no era cualquier competencia.
No organizada por cualquier secta.
Era una competencia mundial, organizada por nada más y nada menos que Shaolin.
El nombre de Shaolin era suficiente para hacer que hasta los discípulos más distraídos prestaran atención. Shaolin era la cabeza del mundo del Murim, la secta que se erguía sobre todas las demás, la que dirigía las Diez Grandes Sectas. Su autoridad era incuestionable y su influencia, absoluta.
¿Quién en el mundo del Murim no conocía a Shaolin?
Solo alguien que hubiera vivido bajo una roca podría desconocer su existencia.
La noticia llegó hasta el Monte Hua con un impacto inmediato. Los rumores corrieron entre los discípulos como un incendio descontrolado. Algunos hablaban emocionados sobre la posibilidad de demostrar sus habilidades frente a toda la comunidad Murim. Otros, con más cautela, se preguntaban si su secta siquiera recibiría una invitación.
Y Cheong Myeong se enteró de todo esto en una reunión con su hermano, Cheong Mun.
—”Una competencia mundial de Shaolin, ¿eh?” —murmuró, rascándose la barbilla.
Al escuchar la noticia, su mente volvió a olvidar por completo que todavía tenía arcos pendientes en la historia del juego.
No podía evitarlo. ¡Esto era demasiado importante!
Después de todo, él ya sabía lo que iba a pasar!
—”¿Y qué hay de nosotros?” —preguntó con aparente calma, aunque su pie rebotaba levemente contra el suelo—. “¿Nos invitaron?”
Cheong Mun suspiró y negó con la cabeza.
—”Todavía no lo sabemos.”
La respuesta no sorprendió a Cheong Myeong. En esta época, el Monte Hua aún estaba en proceso de recuperar su reputación y no tenía la influencia de antaño. Sin embargo, él ya conocía la historia. Sabía que la respuesta sería sí.
Después de mucho tiempo, Shaolin invitaría al Monte Hua a participar en la competencia.
El problema era que ahora él estaba dentro del juego.
Y eso significaba que tenía la oportunidad de alterar los acontecimientos.
Un escalofrío recorrió su espalda.
No solo tenía que asegurarse de que su secta estuviera lista para la competencia… sino que también debía prepararse para lo que venía después.
Porque este evento no solo era un simple torneo.
Era el comienzo de un cambio en el equilibrio del mundo Murim.
Mientras tomaba un pastel de luna y lo masticaba distraídamente, Cheong Myeong comenzó a repasar la historia original del juego.
Como Baek Cheon era el protagonista, por supuesto que todo el enfoque iba directamente a él. Y, por supuesto…
¡El maldito fanservice!
Solo recordar esa parte de la historia hizo que frunciera el ceño.
En ese evento, Baek Cheon no solo destacaba por su increíble talento en la competencia, sino que terminaba encontrándose con todas y cada una de las chicas que había conocido a lo largo de la historia.
¡Todas juntas para apoyarlo!
En su momento, Cheong Myeong ya había soportado con resignación la forma en que el juego se desviaba del desarrollo de la trama principal para meter escenas innecesarias. Pero esa parte en particular lo había sacado de quicio.
¡La maldita escena de las aguas termales!
¡De nuevo!
Era un clásico.
El protagonista, después de un día de entrenamiento y combate, se dirigía a relajarse en las aguas termales del lugar. Por una extraña casualidad—que claramente no era casualidad—todas las chicas llegaban al mismo sitio. Risas coquetas, ropa empapada que se pegaba al cuerpo, y una que otra “accidental” caída en los brazos del protagonista.
¡Patético!
Cheong Myeong hizo una mueca de disgusto.
Pero entonces, un pensamiento se le cruzó por la mente.
Ahora todo era diferente.
Baek Cheon no tenía un harem.
Ahora era su novio.
Y más importante aún: había rechazado a todas las chicas.
Si ese evento aún ocurría, ¿cómo reaccionarían ellas al verlo?
¿Se mostrarían incómodas?
¿Tratarían de acercarse a él de todos modos?
¿O simplemente lo ignorarían, como si su historia con Baek Cheon nunca hubiera existido?
Una parte de él sentía una ligera satisfacción al imaginar sus reacciones.
Ja, a ver qué hacían ahora sin su protagonista disponible.
— —
Tal como Cheong Myeong había previsto, a los pocos días alguien de Shaolin vino a hacerle entrega de la invitación.
Y….
“¡¿Solo plata?!”
Cheong Myeong frunció el ceño con evidente disgusto mientras observaba la carta en manos de su hermano.
Monte Hua, con todo el esfuerzo que habían puesto en los últimos años, ¿solo recibía una invitación de nivel plata?
¡Esto era un insulto!
Mientras él contenía su irritación, Hye Bang de Shaolin continuó hablando con una expresión cortés, como si no notara (o ignorara deliberadamente) la reacción de Cheong Myeong.
—”Shaolin ha decidido dividir las invitaciones en cuatro categorías” —explicó con calma—. “Aquellas sectas con una carta de platino podrán llevar a 50 discípulos y 20 de ellos podrán participar en el torneo. Las sectas con una carta de oro podrán llevar 40 discípulos y 15 participarán. En cuanto a las sectas con una carta de plata, podrán llevar 30 discípulos y 10 competirán.”
Cheong Myeong escuchaba atentamente, sintiendo su irritación crecer con cada palabra.
—”Las sectas con una carta de bronce” —continuó Hye Bang— “podrán llevar 20 discípulos y solo 5 podrán competir.”
Hah.
Era obvio qué sectas habían recibido la carta de platino.
Wudang, el Clan Namgung, probablemente el Borde del sur y el Monte Hua…
No. Monte Hua no.
Monte Hua, una de las ex diez grandes sectas, había sido colocado en la tercera categoría.
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
“¿Qué clase de burla es esta?” pensó con incredulidad. “¿Cuánto tiempo más planean menospreciar a Monte Hua?”
Sí, sí. Sabía que en la línea temporal del juego, Monte Hua aún no era visto con el mismo respeto que las sectas más grandes.
Pero él lo había cambiado todo.
Los discípulos de Monte Hua eran más fuertes que nunca. Sus resultados en las competencias recientes hablaban por sí solos. Él mismo había limpiado el suelo con múltiples expertos en estos últimos años.
¿¡Y aun así solo obtenían una invitación de nivel plata?!
—”Agradecemos la invitación y el honor de participar en esta competencia “—dijo Cheong Mun con su habitual tono sereno, guardando la carta con respeto.
Cheong Myeong giró la cabeza para mirarlo, incrédulo.
“¿Agradecemos?!”
¿Cómo podía estar tan tranquilo con esto?
Pero entonces, cuando miró a su hermano con más atención, se dio cuenta de algo.
Aunque su expresión no lo mostraba, había una leve rigidez en su postura, un pequeño indicio de tensión en sus dedos sosteniendo la carta.
Ah…
Así que Cheong Mun también estaba molesto.
Simplemente no lo mostraba.
Cheong Myeong apretó los labios y soltó un resoplido bajo.
Si bien era cierto que la reputación de Monte Hua aún no era la mejor…
Les demostrarían lo equivocados que estaban.
Porque si creían que podían menospreciarlos así y que Monte Hua simplemente lo aceptaría sin más…
Estaban muy equivocados.
Chapter 138: ⌗¿¡Nos Están Tomando El Pelo!? (2)
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—”¡¿PLATA?!”
La voz de Cheong Myeong retumbó en la sala como un trueno.
—”¡¿ESTÁN TOMÁNDONOS EL PELO?!”
Los ojos de Hye Bang se abrieron con sorpresa cuando el legendario maestro de la secta del Monte Hua, Geomjon, estalló con furia.
—”¡SEGURAMETE EL BORDE DEL SUR RECIBIÓ UNA CARTA DE PLATINO!” —vociferó Cheong Myeong, señalando a Hye Bang con un dedo acusador—. “¡PERO LA SECTA DEL MONTE HUA LOS DERROTÓ EN LA ÚLTIMA COMPETENCIA! ¡Y AÚN ASÍ SE ATREVEN A DARNOS UNA CARTA DE PLATA!”
Hye Bang, aunque claramente incómodo, mantuvo una expresión neutral.
—”La decisión de la asignación de cartas fue tomada por…”
—”¡Me importa un carajo quién la tomó!”
¡El Monte Hua fue colocado por debajo de una secta a la que ya habían vencido!
¡¿Cómo demonios se suponía que debía aceptar eso?!
En la historia original, Baek Cheon fue el que convenció a este calvo testarudo para que le dieran una carta de platino.
Pero Baek Cheon no estaba aquí.
¡Así que él se encargaría!
—”¡Shaolin es el líder de Murim!” —continuó Cheong Myeong, su indignación creciendo—. “¡Se supone que deben ser justos y objetivos! ¡Pero esto es claramente un insulto a Monte Hua! ¡Hey calvo!”
Cheong Mun, que hasta ese momento había mantenido la compostura, sintió que su alma casi abandonaba su cuerpo.
Con una sonrisa forzada, tomó un plato de pasteles de arroz de la mesa y rápidamente empujó uno hacia la boca de Cheong Myeong.
—”¡Ah, hermano, prueba esto, está delicioso!”
¡Glup!
El pastel de arroz fue forzado en su boca antes de que pudiera seguir gritando.
—”¡Mmfh!”
Cheong Mun sonrió con nerviosismo hacia Hye Bang mientras empujaba otro pastel en la boca de su hermano.
—”Disculpe la pasión de mi hermano menor “—dijo, riendo incómodamente—. “Ha trabajado muy duro para fortalecer al Monte Hua y solo quiere lo mejor para nuestra secta.”
Hye Bang observó la escena en silencio mientras Cheong Myeong trataba de masticar y maldecir al mismo tiempo.
Finalmente, después de tragar el pastel de arroz (con dificultad), Cheong Myeong se inclinó hacia adelante y golpeó la mesa con fuerza.
¡BAM!
—”¡Exijo una carta de platino para Monte Hua!”
Hye Bang suspiró profundamente.
Esto iba a ser un día largo.
—“¡PLATA ES UNA BURLA!”
Cheong Myeong no iba a dejarlo pasar tan fácilmente.
—”¡Mi discípulo Baek Cheon incluso venció a la supuesta estrella en ascenso del Borde del Sur! ¿Qué más necesitan para darse cuenta de que Monte Hua merece algo mejor?!”
Golpeó la mesa con fuerza, inclinándose hacia adelante con una mirada desafiante.
—”¡Reconsideren hacer funcionar esa cabeza calva por una vez!”
El salón quedó en un incómodo silencio.
Los labios de Cheong Mun temblaron.
¡¿Por qué su hermano siempre tenía que meterse en problemas?!
Antes de que pudiera continuar con su arrebato, Cheong Mun, con una habilidad adquirida a lo largo de los años, llenó la boca de Cheong Myeong con más dulces.
—”¡Mmfh!”
Cheong Myeong abrió los ojos con sorpresa cuando su boca fue forzada a llenarse con más pasteles de arroz.
—”Cálmate, hermano” —susurró Cheong Mun con una sonrisa que claramente escondía desesperación—. “Vamos a hablar esto con calma.”
A pesar de la escena caótica frente a él, Hye Bang permaneció en silencio, observando a Cheong Myeong con una expresión complicada.
Porque… tenía razón.
La secta del Monte Hua había demostrado un progreso impresionante.
Su crecimiento no podía ser ignorado.
Hye Bang suspiró, bajando la mirada hacia los pergaminos con las asignaciones de cartas.
—”Lo que dices… no está del todo equivocado.”
Cheong Myeong apenas logró tragar el dulce cuando Hye Bang continuó:
—”Sin embargo, las cartas de platino son limitadas. Ya han sido entregadas y no puedo darles una.”
—”¡Tch!” —Cheong Myeong chasqueó la lengua con disgusto.
—”Pero… puedo ofrecerles una carta de oro.”
El ambiente se calmó un poco.
Cheong Mun exhaló un suspiro de alivio.
Cheong Myeong frunció el ceño, pero al menos eso era mejor que la plata.
—”Hmph.”
Cruzó los brazos, claramente insatisfecho, pero no lo discutiría más.
La próxima vez, se aseguraría de traer a Baek Cheon consigo.
Con el poder del protagonista, habría conseguido la carta de platino sin problemas.
(...)
Cuando la puerta se cerró tras la salida de Hye Bang, el silencio se apoderó de la Oficina.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Lentamente, levantó la mirada y se encontró con los ojos fríos y afilados de su sahyung.
Oh, no.
Sabía lo que venía.
La expresión serena de Cheong Mun no ocultaba el aura de autoridad que lo rodeaba.
—”Cheong Myeong…”
Su tono era suave, demasiado suave.
Eso era peor.
—”Hermano, antes de que digas algo, quiero que sepas que— “
¡Paf!
Un golpe preciso aterrizó en su cabeza.
—”¡Agh!”
Cheong Myeong saltó hacia atrás, sujetando su cráneo adolorido.
—”¡¿Qué hice mal ahora?! ¡Conseguí una carta de oro, no deberías estar feliz?!”
¡Paf!
Otro golpe.
—”¡Aaagh! ¡Hermano, ten piedad!”
—”¿Piedad?” —Cheong Mun lo miró con exasperación—. “¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?”
—”¡Sí! ¡Defendí el honor del Monte Hua!”
—”¡Insultaste a un emisario de Shaolin!”
—”¡Y funcionó!”
—”¡Eso no significa que esté bien!”
¡Paf!
—”¡Ugh!”
El pobre cráneo de Cheong Myeong ya tenía dos chichones bien marcados.
Pero incluso con su cabeza palpitando, no se arrepintió.
—”Escucha, sahyung “ —dijo, cruzando los brazos con orgullo—. “Si me hubiera quedado callado, nos habríamos conformado con una carta de plata. ¿Quieres eso?”
Cheong Mun apretó el puente de su nariz, visiblemente agotado.
—”…No, pero— “
—”¡Entonces hice lo correcto!”
—”¡Esa no es la cuestión, Cheong Myeong!”
El líder del Monte Hua soltó un suspiro profundo, masajeándose las sienes.
—”Si Shaolin se molesta con nosotros por esto…”
—”Shaolin ya nos ve con malos ojos de todos modos. Solo estamos exigiendo el reconocimiento que nos merecemos.”
Cheong Mun cerró los ojos por un momento, claramente reprimiendo el impulso de darle otro golpe.
—”A veces me pregunto qué hice en mi vida pasada para terminar criando a un hermano como tú…”
—”¡Debiste haber sido una persona increíble para ser bendecido con un hermano como yo!”
Cheong Mun levantó la mano.
Cheong Myeong saltó de inmediato.
—”¡Ya entendí, ya entendí, me callo!”
Con un bufido, se frotó la cabeza adolorida, pero su expresión permaneció llena de satisfacción.
Porque al final, había valido la pena.
Chapter 139: ⌗¿¡Nos Están Tomando El Pelo!? (3)
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Cuando Cheong Myeong finalmente logró escapar de los regaños (y golpes) de su hermano mayor, se dirigió rápidamente a su vivienda.
¡Tenía que contarle lo sucedido a Baek Cheon!
Cruzó el umbral con energía, listo para soltar su queja sobre la incompetencia de Shaolin, cuando se detuvo en seco al ver la escena frente a él.
Baek Cheon estaba sentado en la mesa, disfrutando tranquilamente de una taza de té, pero no estaba solo.
Tang Bo también estaba ahí.
El mejor amigo de Cheong Myeong se encontraba cómodamente sentado, con una expresión relajada, como si la casa le perteneciera.
“¿Qué hace aquí?”
Cheong Myeong frunció el ceño y cruzó los brazos.
—”¿Y tú qué haces en mi casa?”
Tang Bo, sin inmutarse, bufó con diversión y tomó otro sorbo de té antes de responder.
—”¿Qué crees? ¡Obviamente vengo a visitar a mi mejor amigo!”
Le lanzó una mirada de suficiencia a Cheong Myeong.
—”Después de tanto tiempo, por fin pude hacerme un espacio en mi apretada agenda para ver a mi querido amigo, como en los viejos tiempos.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”Si realmente fueras mi amigo, hubieras venido a verme a mí, no a quedarte tomando té con Baek Cheon.”
Baek Cheon alzó una ceja, pero no negó nada.
Tang Bo, por su parte, sonrió aún más.
—”Oh, por favor. ¿No se supone que ustedes dos son inseparables? ¿No es lo mismo hablar con uno que con el otro?”
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”¡No es lo mismo!”
Tang Bo rió con burla, mientras Baek Cheon escondía una sonrisa detrás de su taza.
Después de burlarse un poco más de Cheong Myeong y su evidente mal humor, Tang Bo soltó una risita y se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.
—”Antes de que sigas quejándote, déjame aclararte algo. Vine directamente a buscarte a tu casa, pero no esperaba encontrarme con esta sorpresa.”
Señaló alrededor con un gesto despreocupado.
—”¿Desde cuándo compartes vivienda con Baek Cheon?”
Cheong Myeong apretó los labios, sintiendo que su amigo se estaba divirtiendo demasiado con la situación.
Tang Bo colocó una mano en su pecho, fingiendo estar herido.
—”¿Cómo puedes ocultarle este detalle a tu querido amigo?”
Baek Cheon, por su parte, sonrió con calma y tomó otro sorbo de su té.
—”No tenía sentido dejarlo esperando afuera. Así que lo invité a pasar y tomar té conmigo mientras volvías.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”Espero que no hayas dicho cosas vergonzosas sobre mí.”
Tang Bo sonrió con una inocencia fingida.
—”¿Yo? ¿Decir cosas vergonzosas sobre ti? Jamás.”
Cheong Myeong lo miró con sospecha, pero antes de poder responder, Baek Cheon soltó una leve risa y dejó su taza sobre la mesa.
—”No te preocupes. Solo hemos tenido una conversación interesante sobre ciertos… hábitos tuyos.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío.
—”¿Qué hábitos?”
Tang Bo agitó una mano despreocupadamente.
—”Nada demasiado malo. Solo cosas como cómo hablas dormido, cómo refunfuñas cuando no te dan suficiente carne en la comida… y cómo Baek Cheon ha tenido que lidiar con eso desde que viven juntos.”
Cheong Myeong abrió la boca, indignado.
—”¡Eso es traición!”
Baek Cheon lo miró con diversión.
—”¿Es mentira?”
Cheong Myeong cerró la boca de golpe. Tang Bo soltó una carcajada.
Cheong Myeong, aún con el ceño fruncido, se dejó caer con pesadez en el asiento junto a ellos. Su expresión era la de alguien completamente traicionado, aunque no se le pasó por alto el plato con pasteles de arroz que había en la mesa. ¿Acaso Baek Cheon los había preparado para él? Bueno, no importaba.
Sin dudarlo, se los robó sin ninguna vergüenza, llevándose uno a la boca mientras su mirada desafiante iba de Tang Bo a Baek Cheon.
Baek Cheon parpadeó lentamente, observando cómo su novio devoraba los dulces que, de hecho, estaban destinados para él.
—”Podrías al menos preguntar antes de comértelos”—comentó con una sonrisa resignada.
—”¿Por qué preguntaría por algo que claramente me pertenece?” —replicó Cheong Myeong con la boca llena.
Tang Bo rio entre dientes y tomó su taza de té.
—”¿Sigue siendo así?”
Baek Cheon suspiró.
—”Más de lo que me gustaría admitir.”
Cheong Myeong decidió ignorar la conversación en su contra y, con un ademán despreocupado, cambió de tema.*
—”Hablando de cosas importantes… ¡No tienen idea de lo que acaba de pasar con el Calvo de Shaolin!”
Tang Bo alzó una ceja con interés, mientras Baek Cheon, que ya intuía lo peor, se enderezó en su asiento, preparándose mentalmente para lo que fuera a decir su novio problemático.
—”Nos dieron una carta de plata. ¡De plata! ¿Puedes creerlo? ¡Después de que Monte Hua humilló al Borde del Sur en la última competencia!”
Tang Bo bufó con incredulidad y dejó su taza sobre la mesa.
—”¿Los rebajaron a plata? ¡Ridículo!”
—”¡Eso mismo dije! Así que obviamente no me quedé callado y puse las cosas en su lugar.”
Baek Cheon se llevó una mano al rostro, ya sintiendo el dolor de cabeza.
—”Cheong Myeong-ah… “
—”¡Lo que escuchaste! Le dije a ese calvo que si tenía cerebro lo usara, porque mi Baek Cheon hasta venció a la estrella en ascenso del Borde del Sur. ¿Cómo nos iban a tratar como si fuéramos de tercera categoría?”
Tang Bo aplaudió con una carcajada.
—”¡Esa es la actitud!”
Baek Cheon soltó un suspiro pesado y apoyó un codo en la mesa, cubriéndose los ojos con una mano.
—”¿Y qué pasó después?”
—”Oh, bueno… al final nos dieron una carta de oro.”
Tang Bo asintió con satisfacción.
—”Nada mal.”
Baek Cheon lo miró con incredulidad.
—”¿Nada mal? ¿Nada mal? ¡¿Saben el problema en el que pudo haberse metido?!”
Cheong Myeong agitó la mano con desdén.
—”Cheong Mun ya me regañó suficiente, no hace falta que sigas.”
Baek Cheon lo miró fijamente por un momento y luego suspiró, derrotado.
—”¿Por qué tengo un novio tan problemático?”
Tang Bo rio con ganas, dándole una palmada en la espalda a Baek Cheon.
—”Porque la vida sin problemas sería aburrida.”
Baek Cheon no pudo hacer más que negar con la cabeza mientras veía a Cheong Myeong seguir comiéndose sus pasteles como si nada.
Chapter 140: ⌗El Pasado No Siempre Debe Ser Doloroso (1)
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Baek Cheon podía ser estricto con Cheong Myeong cuando se trataba de su actitud imprudente, pero en el fondo sabía que su novio tenía razón. El Monte Hua había demostrado su valía en múltiples ocasiones, y recibir una carta de plata había sido un insulto. Así que, aunque suspiró con resignación, no pudo reprimir una chispa de orgullo al saber que, gracias a Cheong Myeong, habían conseguido la de oro.
—”Aun así… tendremos que demostrar que nos la merecemos.” —Baek Cheon ajustó su postura, con los ojos brillando de determinación.
Cheong Myeong asintió con una sonrisa confiada.
—”Por supuesto. En medio año, el torneo estará aquí, así que voy a aumentar la intensidad del entrenamiento. No solo quiero que los diez discípulos elegidos sean fuertes, quiero que sean imparables.”
Baek Cheon asintió de inmediato.
—”Estoy de acuerdo. También voy a incrementar mi propio entrenamiento.”
La naturalidad con la que ambos hicieron su resolución fue suficiente para que Tang Bo sintiera un escalofrío.
“¿Acaso no podían actuar como personas normales por una vez?”
Con un suspiro, se cruzó de brazos y los miró con una mezcla de diversión y resignación.
—”Ustedes dos están completamente locos.”
Cheong Myeong le lanzó una mirada burlona.
—”¿Y apenas te das cuenta?”
—”No, siempre lo supe. Pero verlos así, tan perfectamente sincronizados en su obsesión por el entrenamiento, lo confirma aún más. “
Baek Cheon lo ignoró y miró a Cheong Myeong con seriedad.
—”¿Cuándo piensas empezar?”
—”Mañana.”
Tang Bo se atragantó con su té.
—”¡¿Tan pronto?!”
—”Si esperas hasta mañana, ya es tarde.” —respondió Cheong Myeong con una expresión de absoluta convicción.
Baek Cheon sonrió levemente y asintió.
—”Entonces hoy será.”
Tang Bo los miró a ambos, incrédulo.
Definitivamente eran tal para cual.
Baek Cheon se levantó con elegancia, tomando su espada y ajustando su túnica.
—”Voy a retomar mi entrenamiento.”
Cheong Myeong arqueó una ceja.
—”¿Tan de repente?”
Baek Cheon esbozó una sonrisa ligera antes de inclinarse para presionar un beso en la mejilla de su novio.
—”También necesito prepararme para el torneo, ¿no?”
Cheong Myeong no dijo nada, pero lo vio marcharse con una expresión de satisfacción oculta. Sabía que también le estaba dando espacio para hablar con Tang Bo sin interrupciones, así que no lo detuvo.
Una vez que Baek Cheon estuvo fuera de vista, Tang Bo carraspeó y metió la mano en su manga, sacando un pequeño frasco.
—”Aquí tienes.”
Cheong Myeong lo tomó de inmediato, inspeccionándolo con ojo crítico.
—”¿Es el de mejor calidad?”
Tang Bo infló el pecho con orgullo.
—”¡Por supuesto! Es el mejor del mercado. Es el mismo que usamos tu hermano y yo para—”
¡PAF!
Antes de que pudiera terminar, Cheong Myeong le dio un golpe seco en la cabeza.
—”¡Cierra la boca, maldito degenerado!”
Tang Bo se sobó el golpe con una mueca.
—”¡Ay! ¿Por qué me pegas si fuiste tú quien pidió algo de calidad?”
—”¡Porque no necesito saber en qué lo usas!”
Tang Bo bufó y cruzó los brazos.
—”Pues no sé por qué te pones así. Si no fuera por mí, usarías cualquier cosa barata y de mala calidad.”
Cheong Myeong lo miró con una mueca de disgusto.
—”¿Puedes dejar de hablar como si esto fuera una transacción normal?”
—”Pero lo es.”
Cheong Myeong suspiró, guardando el frasco en su manga.
—”No voy a discutir contigo.”
—”¡Bien! Porque entonces me deberías agradecer.”
—”Ni en un millón de años.”
Tang Bo rió con diversión, pero no insistió más.
Después de todo, no había nada más entretenido que molestar a Cheong Myeong.
—---
Bajo el cielo despejado del Monte Hua, los dos amigos caminaron con tranquilidad, sin prisas, disfrutando de la compañía del otro.
—”Así que… ¿realmente desafiaste a los ancianos?” —preguntó Cheong Myeong, con una mezcla de burla y sorpresa.
Tang Bo sonrió con arrogancia, cruzándose de brazos.
—”Por supuesto. Al principio se resistieron como las viejas tortugas testarudas que son, pero después de ver los resultados, no les quedó otra opción más que aceptar.”
Cheong Myeong levantó una ceja.
—”¿Y cómo lo hiciste?”
—”Simple, los avergoncé. Los hice ver cómo mis métodos eran superiores en la práctica.”
Cheong Myeong chistó la lengua con diversión.
—”Demonios, debí estar ahí para verlo.”
—”Fue un espectáculo digno de presenciar, sin duda. Pero, dejando de lado mi brillantez, el clan está en un camino mucho mejor ahora. Hemos modernizado los entrenamientos y cambiado la enseñanza, ya no nos aferramos solo a lo tradicional.”
Cheong Myeong lo miró con una pizca de orgullo.
—”Nada mal, Tang Bo. Tal vez no eres solo una molestia después de todo.”
—”¡Hah! Lo tomaré como un elogio.”
Mientras seguían caminando, Cheong Myeong empezó a contarle sobre su propia experiencia como maestro.
—”Mis discípulos han progresado mucho. Son más fuertes, más rápidos, más disciplinados.”
—”Ajá, ajá… ¿Y la parte en la que te quejas?”
—”¡No todos han obtenido ni una maldita migaja de la píldora primordial!”
Tang Bo se echó a reír.
—”¿De verdad esperabas que la obtuvieran tan fácilmente?”
—”¡Por supuesto! ¡Fui yo quien la consiguió!” —exclamó Cheong Myeong, frustrado—. “Si fuera por su talento ya la habrían obtenido hace mucho, pero no, es solo cuestión de suerte.”
Tang Bo lo miró con interés antes de hacer una sugerencia.
—”Si tienes la receta, puedo ayudar a fabricar algunas para tus discípulos. Después de todo, no solo sé de venenos, también sé de medicina.”
Cheong Myeong se detuvo de golpe y lo miró con sospecha.
—”¿Tú… fabricando píldoras?”
—”Sí, ¿qué pasa?”
—”Es que todo lo que sale de tus manos tiende a ser mortal.”
Tang Bo chasqueó la lengua, fingiendo indignación.
—”¡Qué falta de confianza!”
—”Por supuesto que no confío en ti.”
—”Vamos, no seré tan cruel con tus pobres discípulos.”
—”Hmph.”
Cheong Myeong lo pensó por un momento.
Si Tang Bo realmente podía ayudarlo a fabricar píldoras, entonces podría dejar de preocuparse por la suerte y concentrarse en el entrenamiento de sus discípulos.
—”Está bien” —dijo finalmente—. “Pero si alguno de mis discípulos colapsa envenenado, iré a tu clan a darte una paliza.”
Tang Bo rió con diversión.
—”¡Trato hecho!”
Tang Bo caminaba con las manos cruzadas detrás de la cabeza, su entusiasmo aún presente mientras hablaba sobre la posibilidad de crear su propia variante de la píldora para su clan.
—”Si me das la receta, tal vez pueda mejorarla” —dijo con confianza—. “¡Imagínalo! Una píldora aún más potente hecha por mí.”
Cheong Myeong bufó, rodando los ojos.
—”Conociéndote, terminaría siendo una píldora letal que explota en la boca de quien la tome.”
Tang Bo rió con descaro, sin tomarse en serio la acusación.
—”¡Vamos! No seas tan desconfiado.”
Mientras seguían caminando, Tang Bo bajó los brazos y observó los alrededores con una mirada nostálgica.
—”Hace mucho que no venía aquí”—comentó en voz baja—. “Hay algunos cambios… pero sigue sintiéndose igual. Como en los viejos tiempos.”
Cheong Myeong notó el tono en su voz y supo que estaba recordando cosas del pasado.
Chapter 141: ⌗El Pasado No Siempre Debe Ser Doloroso (2)
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Tang Bo siguió caminando en silencio unos segundos, antes de preguntar en un tono más bajo, casi como si dudara en hacerlo.
—”¿Pudiste encontrarlo?”
Cheong Myeong no necesitaba preguntar de quién hablaba.
Cheong Jin.
El nombre resonó en su mente con el peso de los recuerdos que no eran suyos, pero que sentía como si lo fueran. Los recuerdos de Geomjon le mostraban imágenes borrosas de un tiempo en el que él y Tang Bo se aventuraban juntos, buscando cualquier pista sobre Cheong Jin.
Pero nunca encontraron nada.
Y en la actualidad…
Tampoco.
Por un momento, el aire entre ellos se volvió más pesado.
Cheong Myeong desvió la mirada hacia el horizonte, con expresión seria.
—”No.”
Tang Bo exhaló lentamente, asintiendo con la cabeza, como si ya esperara esa respuesta.
—”Ya veo…”
No hubo palabras de consuelo, ni intentos de suavizar la verdad. Ambos sabían que, después de tanto tiempo, la posibilidad de encontrarlo con vida era prácticamente nula.
Pero tampoco lo decían en voz alta.
Después de un momento de silencio, Tang Bo forzó una sonrisa y se cruzó de brazos.
—”Bueno, supongo que algunos misterios nunca se resuelven.”
Cheong Myeong miró a su amigo de reojo.
—”¿Todavía lo buscas?”
Tang Bo sonrió, pero su expresión tenía una sombra de tristeza.
—”A veces. No es como si pudiera olvidarlo. “
Cheong Myeong no dijo nada, pero entendía lo que quería decir.
No importaba cuánto tiempo pasara, algunos nombres, algunos rostros, nunca desaparecían de la memoria.
Cheong Myeong entrecerró los ojos, observando a Tang Bo con una expresión que mezclaba determinación y algo de melancolía.
Si había algo que podía hacer por su amigo, era al menos darle respuestas. Tal vez encontrar los restos de Cheong Jin no cambiaría nada, pero le permitiría a Tang Bo cerrar esa herida abierta desde hacía tanto tiempo. Sí, intentaría investigar más por su cuenta más tarde.
Pero por ahora, era mejor aliviar la tensión.
Inspiró profundamente y sonrió con un deje de picardía.
—”¿Recuerdas aquella vez en la que casi te rompes la nariz por insistir en que podías ejecutar esa nueva técnica sin ver?”
Tang Bo parpadeó, sorprendido por el repentino cambio de tema, antes de soltar una carcajada.
—”¡Por supuesto que lo recuerdo!” —respondió con orgullo—. “¡Era una estrategia perfectamente calculada!”
—"Perfectamente calculada", mi culo”—se burló Cheong Myeong—. “Te tropezaste con esa rama como un idiota y caíste de cara en el barro.”
Tang Bo soltó una carcajada aún más fuerte, llevándose una mano a la frente.
—”¡Pero al menos caí con estilo!”
—”Sí, sí, con todo el estilo de un pez fuera del agua” —replicó Cheong Myeong con una sonrisa burlona.
Tang Bo se encogió de hombros con aire despreocupado.
—”¡Vamos, admítelo! Mi espíritu aventurero era admirable.”
—”Era imprudente.”
—”Era emocionante.”
Cheong Myeong rodó los ojos con una sonrisa antes de agregar con un tono más ligero:
—”¿Y qué hay de la vez que creístes que estabas embarazado porque tenias náuseas y no dejabas de vomitar pero sólo era porque habías consumido accidentalmente un veneno nuevo?”
Tang Bo tosió, claramente queriendo ignorar ese recuerdo.
—”¡Esa es una historia que no necesitamos revivir!”
—”¿Ah, no? Porque yo recuerdo que pasaste tres días quejándote de que Cheong Jin no quería hacerse responsable de su "bebé".”
Tang Bo se cubrió la cara con las manos, sacudiendo la cabeza con resignación.
—”Eres cruel, hyung-nim.”
Cheong Myeong rió de buena gana, viendo cómo su amigo se relajaba poco a poco.
Ese era su objetivo.
Recordar el pasado no tenía que ser doloroso. También había memorias divertidas, tontas y llenas de vida. Y si podía recordarle eso a Tang Bo, entonces valía la pena.
—---
Cuando el sol comenzó a teñir el cielo de tonos anaranjados y rojizos, Tang Bo se despidió con una sonrisa confiada, prometiendo regresar pronto y ayudar con la fabricación de píldoras.
Cheong Myeong lo vio partir desde la entrada de su vivienda, con los brazos cruzados y una expresión pensativa en el rostro. Había mucho en qué pensar.
Una vez dentro, cerró la puerta detrás de él y se dirigió a su cama, dejándose caer en el colchón, apoyando la cabeza en sus brazos mientras su mirada vagaba por el techo. ¿Por dónde podía empezar a buscar?
Los recuerdos de Geomjon aún eran un revoltijo desordenado en su mente. A veces, cuando menos lo esperaba, escenas fugaces de su pasado aparecían como fragmentos de un sueño borroso. Pero rara vez tenían sentido.
“Si tan solo pudiera recordar algo más concreto…”
Suspiró con frustración.
Había detalles sueltos que sabía con certeza: Cheong Jin desapareció en circunstancias sospechosas. Geomjon y Tang Bo pasaron años buscándolo, pero nunca encontraron un rastro claro.
—”Tiene que haber algo… “—murmuró, frotándose la sien.
Tal vez debería buscar en los registros antiguos del Monte Hua. Aunque el líder de la secta en aquel entonces no pareció interesado en la desaparición de Cheong Jin, quizás los documentos de la época pudieran darle alguna pista.
O, si los recuerdos no regresaban por sí solos, tal vez podía forzarlos.
Cerró los ojos y respiró hondo, intentando sumergirse en lo más profundo de su mente, como si pudiera abrir la puerta a los recuerdos enterrados. Se concentró en la figura de Geomjon. En lo que sabía de él. En lo que sentía en su piel.
…Oscuridad.
El sonido del viento soplando entre las montañas.
Un susurro.
Una sensación de inquietud en el pecho.
Y entonces—
Un destello de luz.
Una imagen fugaz: una cueva oscura, con un símbolo extraño grabado en la piedra.
Cheong Myeong abrió los ojos de golpe, su corazón latiendo con fuerza.
—”¿Qué fue eso…?”
No estaba seguro de si era un recuerdo real o simplemente un fragmento sin sentido. Pero ahora tenía un punto de partida.
Cheong Myeong desvió la mirada hacia la ventana, observando cómo el cielo se oscurecía lentamente.
Ya casi era hora de que Baek Cheon regresara.
Con un suspiro, se puso de pie y tomó la cubeta de madera que usaban para llenar la tina. Prepararle el baño se había convertido en una pequeña costumbre suya. No es que Baek Cheon no pudiera hacerlo solo, pero a Cheong Myeong le gustaba consentirlo de vez en cuando. Además, después de un largo día de entrenamiento, un baño caliente siempre era bien recibido.
Mientras caminaba hacia el pozo, su mente aún estaba atrapada en aquella visión.
Esa cueva… le era desconocida.
De repente, un recuerdo cruzó su mente como un rayo, tan vívido que casi lo hizo tambalearse.
—“Desapareció en las Diez Mil Montañas...”
La voz helada de Geomjon resonó con tal claridad que por un momento sintió escalofríos en la espalda.
Las Diez Mil Montañas.
¿Dónde carajos quedaba eso? No había ningun escenario con ese nombre en el juego.
Su agarre en la cubeta se tensó mientras trataba de hilar el recuerdo con algo más. Geomjon había dicho eso en algún punto, pero… ¿a quién? ¿Cuándo?
Cerró los ojos, tratando de forzar su memoria. Recordó el sonido de la lluvia golpeando el suelo. La sensación de humedad en el aire. Y su propia voz—bueno, la voz de Geomjon—diciendo aquellas palabras con frialdad.
Era una pista.
No tenía idea de dónde estaban esas montañas, pero si el Geomjon original había relacionado la desaparición de Cheong Jin con ese lugar, entonces debía haber algo allí.
Cuando volvió a abrir los ojos, su expresión era seria. Tenía que investigar.
Pero por ahora…
Baek Cheon llegaría pronto, y su prioridad en ese momento era asegurarse de que tuviera un baño caliente esperándolo.
Chapter 142: ⌗Primero La Pasión Luego El Trabajo
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Cheong Myeong metió la mano en el agua, asegurándose de que la temperatura fuera la adecuada. Un baño demasiado caliente después de un entrenamiento intenso podía ser agotador, pero demasiado frío no era una opción en esta época del año. Cuando sintió que el calor era justo, asintió con satisfacción.
Justo en ese momento, la puerta se abrió con un suave crujido.
—”Estoy de vuelta.”
La voz de Baek Cheon lo sacó de sus pensamientos.
Al girarse, lo vio de pie en la entrada, con la ropa algo desordenada y el cabello recogido en una coleta alta. El sudor brillaba en su piel, y a pesar de su aspecto desaliñado, seguía viéndose increíblemente lindo.
Cheong Myeong sonrió, sin poder evitarlo.
Antes de que Baek Cheon pudiera reaccionar, se acercó con paso decidido y lo tomó por la cintura.
—”Bienvenido de vuelta.”
Y sin más, lo besó.
Baek Cheon se tensó ligeramente, emitiendo un sonido ahogado de sorpresa.
—”¡E-Espera! ¡Aún estoy sudado y sucio!”—protestó, apartándose apenas un poco, aunque su rostro ya estaba enrojecido.
Cheong Myeong solo se rió entre dientes.
—”¿Y qué? No me importa.”
Volvió a acortar la distancia, dejando un segundo beso más lento sobre sus labios.
Baek Cheon se rindió con un suspiro, pero no pudo evitar fruncir el ceño con fingida indignación.
—”Hueles a té y a flores, y yo debo oler a puro esfuerzo y tierra…”
—”Hueles a Baek Cheon “—respondió Cheong Myeong con diversión, apoyando la frente contra la suya—. “Y eso es más que suficiente.’
Baek Cheon sintió que su rostro ardía aún más.
—”Deja de decir tonterias”—murmuró, apartando la mirada.
Cheong Myeong rió suavemente y le revolvió la coleta, despeinándolo aún más.
—”Anda, entra al agua antes de que se enfríe. Te lo preparé con todo mi amor.”
Baek Cheon lo miró de reojo con sospecha.
—”…No pusiste nada raro en ella, ¿verdad?”
—”¿Qué crees que soy?” —Cheong Myeong puso una expresión ofendida—. “¡Un novio ejemplar que se preocupa por tu bienestar!”
Baek Cheon chasqueó la lengua con una sonrisa divertida. Sin más, comenzó a desabrochar su ropa, listo para sumergirse en la bañera.
Cheong Myeong lo observó con una sonrisa satisfecha.
Sí, estos momentos eran los que más disfrutaba.
Baek Cheon desató el lazo de su túnica exterior, dejando que la tela resbalara levemente de sus hombros. Sin embargo, justo antes de quitarse la primera capa, sintió una intensa mirada clavada en él.
Se detuvo abruptamente. Alzó la vista y, como esperaba, Cheong Myeong lo observaba fijamente con una sonrisa traviesa en el rostro.
—”¿Puedes voltear?”—pidió Baek Cheon con un leve ceño fruncido.
Cheong Myeong hizo un sonido de queja.
—”¿Por qué? Ya te he visto sin ropa un montón de veces. ¿Desde cuándo eres tan tímido?”
Baek Cheon lo miró con reproche.
—”Una cosa es en la cama y otra cuando intento darme un baño tranquilo.”
Cheong Myeong chasqueó la lengua, fingiendo indignación.
—”¡Qué injusto! ¡Yo fui quien preparó el agua! Debería tener derecho a disfrutar la vista como compensación.”
Baek Cheon rodó los ojos y, sin molestarse en discutir más, se acercó a la mampara de madera del baño y la deslizó frente a él, bloqueando la vista de Cheong Myeong.
—”¡Oye!”—Cheong Myeong hizo un puchero exagerado—. “¡Eso es trampa!”
Baek Cheon, desde el otro lado, dejó escapar una risa baja y satisfecha.
—”Si tanto quieres verme, tendrás que esperar hasta después del baño.”
Cheong Myeong cruzó los brazos y bufó.
—”¡Eso es cruel!”
Pero aunque refunfuñaba, su sonrisa no desapareció.
Después de todo, Baek Cheon solo se comportaba así con él, y eso lo hacía infinitamente adorable.
…
El sonido del agua chapoteando y el suave crujir de la madera llenaban la habitación mientras Cheong Myeong permanecía recostado en la cama con los ojos cerrados.
Su mente seguía repasando cualquier rastro de información que pudiera relacionarse con las Diez Mil Montañas. Si en las memorias de Geomjon no había nada, entonces debía recurrir a la historia del juego.
Misiones secundarias, diálogos opcionales, menciones pasajeras... Nada le venía a la mente.
—”Tsk.” —Chasqueó la lengua, frustrado.
Tal vez debería revisar un mapa... aunque no era precisamente un experto en leerlos.
Eran momentos como este en los que echaba de menos la tecnología. Si tuviera su teléfono, una simple búsqueda en cualquier aplicación le daría la respuesta en segundos.
Suspiró, sintiéndose impotente.
Justo en ese momento, sintió un repentino peso sobre su cuerpo.
Sus ojos se abrieron de golpe y se encontró con la figura de Baek Cheon, sentado a horcajadas sobre él, aún con el cabello húmedo y con gotas de agua deslizándose por su clavícula.
La bata ligera que llevaba puesta estaba ligeramente abierta, revelando la piel tersa y cálida debajo.
Por un momento, Cheong Myeong se quedó en blanco.
—”... ¿Baek Cheon?”
Baek Cheon inclinó la cabeza con una leve sonrisa.
—”Parecías demasiado pensativo.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”¿Así que decidiste tirarte sobre mí?”
Baek Cheon no respondió, solo apoyó una mano en su pecho y se inclinó lentamente, acercando su rostro al suyo.
—”Si no despejas esa mente tuya, lo haré yo por ti.”
Los labios de Baek Cheon rozaron los de Cheong Myeong, en un toque fugaz pero electrizante.
El roce fugaz de los labios de Baek Cheon fue suficiente para encender una chispa en la mente de Cheong Myeong.
¡Eso es!
¡La respuesta siempre la tuvo frente a él!
¡Baek Cheon!
Su hermoso, brillante y carismático Baek Cheon, con su descomunal poder de protagonista, podía darle las respuestas que necesitaba.
Si había alguien que, sin esfuerzo alguno, podía activar eventos ocultos, atraer información clave o simplemente hacer que el guion del mundo mismo le favoreciera...
Era él.
¡Tenía al mejor novio del universo!
Los ojos de Cheong Myeong brillaron con emoción. Podía abrazar el destino con sus propias manos, pero esta vez, no lo haría solo.
—”¿Por qué de repente tienes esa cara?”—preguntó Baek Cheon con una ceja arqueada.
—”Porque acabo de recordar lo increíble que eres. “—La sonrisa traviesa de Cheong Myeong fue la única advertencia antes de que lo tomara por la nuca y lo atrajera hacia sí.
Sus labios chocaron con hambre y necesidad.
Baek Cheon soltó un pequeño jadeo de sorpresa, pero rápidamente correspondió, hundiendo sus dedos en el cabello de Cheong Myeong.
Los besos se volvieron más intensos, más profundos.
Primero la pasión...
Luego el trabajo.
Chapter 143: ⌗¿Quieres Probarlo?
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Las manos de Cheong Myeong se deslizaron con facilidad sobre la piel húmeda de Baek Cheon, acariciando su espalda desnuda mientras sus labios reclamaban los suyos con hambre contenida.
Los jadeos suaves de Baek Cheon llenaban la habitación, mezclándose con el crujido ocasional de la cama bajo ellos. Se dejó llevar, disfrutando del roce firme de las manos de su amante. Hasta que un pequeño sonido interrumpió el momento.
Clink.
Algo cayó de la manga de Cheong Myeong.
Baek Cheon, curioso, bajó la mirada y se encontró con un pequeño frasco de cerámica rodando sobre las sábanas.
Frunció el ceño y lo recogió, examinándolo.
—”¿Qué es esto?”
Cheong Myeong sonrió con un destello pícaro en los ojos.
—”Mm… ¿Quieres probarlo?”
Baek Cheon no entendió al principio, pero cuando destapó el frasco y percibió el ligero aroma a hierbas y sándalo, sus mejillas se tiñeron de rojo al instante.
Era un aceite.
Y no cualquier aceite.
Los dedos de Cheong Myeong recorrieron la línea de su cuello hasta su clavícula, susurrándole con una voz llena de promesas.
—”Tang Bo me dijo que es de la mejor calidad…”
Baek Cheon sintió cómo el calor subía por su rostro.
—”¡¿T-Tang Bo te dio esto?!”
Cheong Myeong soltó una risa.
—”¿Por qué te sorprende tanto? Es mi mejor amigo.”
Baek Cheon quería morirse en ese instante.
Baek Cheon aún sostenía el frasco con dedos temblorosos, su mente luchando entre la vergüenza y la creciente expectativa que lo envolvía como un fuego lento.
Entonces, la voz de Cheong Myeong acarició su oído como una brisa cálida, cargada de un tono seductor que lo hizo estremecer.
—”Te va a gustar, Cheon-ah~… “—susurró, su aliento rozando la piel sensible de su cuello—. “Te haré sentir tan bien que no querrás volver atrás.”
El calor en su rostro se extendió por todo su cuerpo. Baek Cheon tragó saliva, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.
Y luego, lo sintió.
La mano de Cheong Myeong descendiendo lentamente, deslizándose con provocadora lentitud por su torso, rozando su cintura y siguiendo su camino cada vez más abajo.
Baek Cheon apretó los labios, tratando de ignorar la forma en que su cuerpo respondía tan naturalmente a esos toques expertos.
Pero era imposible.
Cada roce de Cheong Myeong encendía un nuevo punto de calor en su piel, una promesa silenciosa de placer que lo hacía temblar entre sus brazos.
—"Mmh...", —exclamó sin poder contenerse.
Cheong Myeong sonrió contra su cuello, besándolo suavemente.
—"¿Ves?",— ronroneó. —"Relájate..."
Baek Cheon cerró los ojos con fuerza. “Maldición.”
Sabía que si cedía ahora, no habría vuelta atrás.
Pero cuando la mano de Cheong Myeong finalmente llegó a su destino y comenzó a acariciarlo con deliciosa paciencia, toda su resistencia se derrumbó.
Con un suspiro tembloroso, Baek Cheon cedió a la tentación.
Los cálidos e insistentes labios de Cheong Myeong reclamaron los suyos en un beso a la vez ardiente y suave, su lengua deslizándose dentro para bailar con la suya, explorando cada centímetro de su boca. Al mismo tiempo, su mano apretó con fuerza el trasero de Baek Cheon, la presión enviando oleadas de deseo por todo su cuerpo, haciendo que sus piernas se tambalearan ligeramente. El roce íntimo fue a la vez reconfortante y emocionante, una silenciosa declaración de su dominio en ese momento que provocó un escalofrío en la columna de Baek Cheon.
En un rápido movimiento, Cheong Myeong cambio sus posiciones colocando el cuerpo de Baek Cheon debajo suyo sin separarse del beso.
Las manos de Baek Cheon se extendieron para agarrar los hombros de Cheong Myeong en busca de apoyo, sus uñas clavándose en los firmes músculos mientras respondía con entusiasmo al beso. Podía sentir la sonrisa de Cheong Myeong contra sus labios, la satisfacción petulante de alguien que sabía exactamente lo que le hacía. Sus cuerpos se apretaron aún más, el calor de su pasión creó una burbuja de deseo que pareció expandirse a su alrededor, alejando al resto del mundo.
Cheong Myeong rompió el beso, sin apartar la mirada de Baek Cheon. Sus manos se dirigieron al lazo de su túnica y, con un tirón rápido, se deshizo. La tela de seda se abrió, revelando el cuerpo desnudo de Baek Cheon en toda su vulnerable belleza. Observó cómo la mirada de Cheong Myeong lo recorría, una mirada de hambre y admiración que le encendió aún más las mejillas.
—"Eres tan hermoso",— murmuró Cheong Myeong, con la voz cargada de deseo.— "He deseado esto durante tanto tiempo…”
Baek Cheon sintió que le temblaban las rodillas al oír esas palabras, respirando entrecortadamente. Dejó que Cheong Myeong le quitara la bata por completo, sintiendo el aire fresco acariciar su piel al quedar expuesto. Temblaba, no solo de anticipación, sino por la intensidad de las emociones que lo recorrían. Nunca se había sentido tan expuesto, tan deseado.
Cheong Myeong tomó el frasco de aceite que había rodado aún lado de ellos y la destapó. El sonido del líquido al chapotear contra el cristal pareció resonar en la silenciosa habitación. Sumergió los dedos en la sustancia resbaladiza, observando cómo brillaban bajo la tenue luz. Luego, con una sonrisa cómplice, se acercó y recorrió con esos dedos aceitados el pliegue del trasero de Baek Cheon; la frescura del aceite le provocó un escalofrío.
—"Relájate",— le indicó Cheong Myeong con un ronroneo bajo.— "Déjame mostrarte lo bueno que puede ser…”
El roce fue suave al principio, una simple provocación que hizo que Baek Cheon se reclinara, su cuerpo pidiendo más. Los dedos de Cheong Myeong rodearon el apretado anillo de músculos, aplicando la presión justa para hacerlo jadear, pero no la suficiente para penetrar. Podía sentir cómo se humedecía cada segundo, la respuesta natural de su cuerpo al juego erótico.
—"Mm...",— murmuró Cheong Myeong, con una suave aprobación. —"Estás listo".
Baek Cheon asintió, con los ojos abiertos y confiados mientras miraba a Cheong Myeong. Sintió la punta de un dedo penetrar en su entrada, la sensación tan extraña y, sin embargo, tan increíblemente placentera que no pudo evitar un gemido que escapó de su garganta. Los ojos de Cheong Myeong se oscurecieron; la visión de su placer lo impulsaba a ser aún más atrevido.
—"Mírate", —susurró. —"Con tantas ganas..."
Lentamente, muy lentamente, Cheong Myeong introdujo su dedo aún más, observando cómo el cuerpo de Baek Cheon se estiraba para acomodarlo. La sensación era indescriptible, una mezcla de presión y placer que lo hizo apretar con más fuerza los hombros de Cheong Myeong. Su corazón se aceleraba, cada terminación nerviosa de su cuerpo se encendía con la sensación al dar el primer paso hacia un mundo de nuevas experiencias.
Y cuando el dedo de Cheong Myeong se deslizó completamente dentro, Baek Cheon supo que no había vuelta atrás. Experimentaría la plenitud del amor y la pasión como nunca antes. Y disfrutaría cada instante.
—”C-Cheong Myeong-ah..!”
Cheong Myeong no apartó la mirada del rostro de Baek Cheon, observando cada tic y aleteo de sus párpados, cada respiración entrecortada. Cuando sintió que el cuerpo del joven comenzaba a relajarse, a fundirse con la sensación, supo que era hora de más. Con su segundo dedo ya lubricado lo unió al primero, presionando contra ese apretado anillo de músculo con una suave persistencia.
El sonido de sus respiraciones combinadas llenó la habitación, una sinfonía de deseo que se hizo más fuerte a medida que Cheong Myeong introducía sus dedos en él. Baek Cheon cerró los ojos con más fuerza, mordiéndose el labio inferior al sentir el estiramiento, el ardor, la deliciosa plenitud que lo inundaba en oleadas. Sus caderas comenzaron a mecerse ante el tacto, su cuerpo buscando instintivamente más de esa dulce presión.
Cheong Myeong lo observó, con la respiración entrecortada al ver la transformación, cómo el cuerpo de Baek Cheon se abría para él. Introdujo por completó su segundo dedo con cuidado, sintiendo cómo los músculos cedían, dándole la bienvenida. Ver su mano desaparecer entre esas pálidas mejillas era casi insoportable; su deseo, una bestia viviente que respiraba, exigía que reclamara al otro hombre por completo.
Pero se contuvo, recordándose a sí mismo que debía ser paciente, saborear cada instante de ese preciado regalo. Quería asegurarse de que Baek Cheon estuviera listo, de que él estuviera preparado para el acto íntimo definitivo que los uniría.
—”Ahh.. ~!”
Baek Cheon sintió un tercer dedo, la presión aumentaba a medida que Cheong Myeong lo estiraba aún más. Jadeaba, todo su cuerpo temblaba de deseo. La sensación era tan intensa, tan abrumadora, que era casi insoportable. Pero no quería que se detuviera, por nada del mundo.
Cheong Myeong se inclinó y lo besó de nuevo, profundo y lento, su lengua imitando el ritmo de sus dedos. Baek Cheon gimió en el beso, su cuerpo arqueándose hacia arriba, ofreciéndose al hombre mayor. Podía sentir el grosor de la erección de Cheong Myeong presionando contra su muslo, una promesa de lo que estaba por venir.
—"Por favor", —murmuró contra esos labios exigentes.— "Te necesito... te necesito dentro de mí".
Cheong Myeong se apartó, con los ojos encendidos de pasión.— "Todavía no", susurró.— "Solo un poco más...".
Añadió un cuarto dedo, su mano moviéndose de una manera que era a la vez calmante y exigente. La presión era increíble, pero también la sensación más asombrosa que Baek Cheon había experimentado jamás. Estaba tan cerca, tan cerca del clímax.
Finalmente, cuando pensó que no podía soportarlo más, Cheong Myeong retiró la mano, dejando a Baek Cheon con una sensación de vacío y dolor. Pero antes de que pudiera protestar, sintió el calor del cuerpo de Cheong Myeong presionando contra el suyo, la dureza de su erección deslizándose por su entrepierna, provocándolo con lo que estaba por venir.
Los ágiles dedos de Cheong Myeong trabajaron rápidamente, desatando sus propias túnicas hasta que capa por capa cayó, revelando su poderosa forma. **Su enorme pene se liberó de golpe**, grueso y orgulloso, con la punta reluciente de líquido preseminal. Verlo le hizo la boca agua a Baek Cheon, quien se recostó, ansioso por lo que fuera que viniera después.
—"Mírame", —dijo Cheong Myeong con un gruñido bajo.
Baek Cheon obedeció, con la mirada fija en esa impresionante longitud. Cheong Myeong tomó el frasco de aceite y roció una cantidad generosa sobre su pene, mientras su mano trabajaba el líquido sobre su miembro con movimientos lentos y sensuales. La vista era hipnótica, una danza de deseo que hizo que el estómago de Baek Cheon se revolviera de excitación y nervios.
—"Ahora, mira",— le indicó Cheong Myeong, guiando la punta de su pene hacia la entrada de Baek Cheon. Empujó suavemente hacia adelante, tocando con la punta de su pene esos músculos tensos e intactos.
Baek Cheon se quedó sin aliento al sentir que la presión comenzaba a aumentar de nuevo. Podía sentir cómo se estiraba alrededor de Cheong Myeong. El aceite facilitaba el paso, pero su enorme tamaño lo ponía tenso. Cheong Myeong no apartó la mirada de la suya, una silenciosa promesa de que lo cuidaría, de que haría esto lo más placentero posible.
Y con eso, el hombre mayor comenzó a penetrarlo, centímetro a centímetro, dándole tiempo al cuerpo de Baek Cheon para adaptarse. El dolor estaba ahí, un escozor agudo que lo hizo apretar los dientes, pero fue rápidamente superado por la sensación de plenitud, de ser reclamado de una manera que era a la vez aterradora y emocionante.
La expresión de Cheong Myeong era una máscara de concentración y lujuria, con la mandíbula apretada y los ojos entornados mientras penetraba al hombre más joven. Las uñas de Baek Cheon se clavaron en sus hombros, su cuerpo se retorcía con la intensidad de las sensaciones.
—"Estás tan apretado", —gimió Cheong Myeong, con la voz tensa por el esfuerzo. —"Tan perfecto…”
Baek Cheon cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás mientras Cheong Myeong se acomodaba completamente dentro de él. Fue un momento de pura felicidad, una sensación de conexión que superó cualquier cosa que hubiera experimentado. Sabía que había llegado el momento, el que lo cambiaría todo entre ellos, el que consolidaría su vínculo como ningún otro.
—”D-Demasiado lleno... “
Y cuando Cheong Myeong finalmente comenzó a moverse, esas largas y lentas embestidas que lo llenaban y luego lo vaciaban, Baek Cheon tuvo que morderse el labio para no gritar. El placer era casi insoportable, un crescendo que crecía y crecía hasta que creyó que se desmoronaría.
Cada embestida lo recorría con oleadas de choque, cada retroceso lo dejaba con ganas de más. Y a medida que Cheong Myeong aceleraba el ritmo, Baek Cheon se encontraba igualándolo, sus caderas subiendo para recibir cada potente embestida, su cuerpo moviéndose al unísono con el hombre que amaba.
Su respiración se volvió entrecortada, su piel resbaladiza por el sudor, mientras se movían juntos a un ritmo tan antiguo como el tiempo mismo. La habitación se llenó del sonido de piel contra piel, de gemidos y jadeos que parecían resonar en las paredes.
—”Cheong Myeong-ah.. Cheong Myeong-ah se siente bien~”
Baek Cheon se aferró al cuerpo de Cheong Myeong, con los brazos firmemente alrededor de su cuello y las piernas alrededor de su cintura. Sus gemidos se intensificaban con cada embestida, el nombre de Cheong Myeong brotaba de sus labios en una letanía sensual que parecía volverlos locos a ambos.
La polla de Cheong Myeong se deslizaba dentro y fuera de él con una fluida facilidad, el aceite haciendo su trabajo, permitiéndoles fundirse en una danza de pasión que ninguno quería terminar. El trasero de Baek Cheon se apretó a su alrededor, la tensión de esos músculos, una sensación exquisita que lo hacía gemir de placer, mientras su propio clímax crecía con cada embestida.
—"Te sientes tan bien, amor",— susurró, con los labios pegados al oído de Baek Cheon. —"Tan apretado, tan perfecto para mi…~"
Las palabras provocaron un escalofrío en la espalda de Baek Cheon, quien apretó con más fuerza, clavándose las uñas en los hombros de Cheong Myeong mientras respondía a cada embestida con un arqueo lascivo de sus caderas. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta en un grito silencioso mientras el placer crecía y crecía, amenazando con abrumarlo.
Y entonces fue demasiado. Con un último gemido desesperado, Baek Cheon se corrió, convulsionando su cuerpo alrededor del pene de Cheong Myeong. Cheong Myeong podía sentir el pulso de su orgasmo, la tensión de esos músculos a su alrededor, y le costó contenerse.
El clímax del joven pareció desencadenarlo; su propio orgasmo lo atravesó como una tormenta. Embistió profundamente, su polla se hincho y derramó su cálido esperma dentro de Baek Cheon con una fuerza que los hizo jadear a ambos. Sus cuerpos se quedaron quietos, atrapados en las oleadas de placer que los recorrían en oleadas.
Por un instante, se quedaron así, ambos jadeando y temblando, con sus corazones latiendo al unísono. Entonces, Cheong Myeong se inclinó y lo besó suave y tiernamente, una silenciosa promesa de que esto era solo el comienzo.
—"Te amo",— murmuró, con la voz cargada de cariño.
Baek Cheon abrió los ojos, con una suave sonrisa en los labios mientras susurraba: —"Yo también te amo".
Se quedaron allí, abrazados, sus cuerpos aún unidos. Baek Cheon cerro sus ojos dejándose llevar por el cansancio y la calidez del momento. Hasta que…
Sintió a Cheong Myeong moverse y cambiar de posición.
Sus ojos se abrieron de golpe solo para encontrarse con el rostro sonriente de su novio.
—”C-Cheong Myeong..?”
Entonces sin previo aviso, comenzó a moverse nuevamente.
La noche aún no había llegado a su fin.
Chapter 144: ⌗Una Mañana Cualquiera
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Baek Cheon parpadeó lentamente, aún sintiendo la pesadez del sueño en sus párpados. Su cuerpo se sentía inusualmente adolorido, un calor residual aferrándose a su piel, recordándole la intensidad de la noche anterior.
Intentó moverse.
Un agudo dolor en sus caderas lo hizo jadear y caer de nuevo sobre la cama, sus músculos protestando al más mínimo intento de incorporarse.
“¡Ese maldito Cheong Myeong!”
Con un suspiro resignado, bajó la mirada y notó que su cuerpo estaba limpio, vestido con una túnica ligera que apenas rozaba su piel. A pesar de su debilidad matutina, un leve sonrojo apareció en su rostro. Así que Cheong Myeong se había tomado la molestia de limpiarlo y vestirlo después de… todo lo que pasó.
Justo en ese momento, la puerta se deslizó suavemente y la inconfundible figura de Cheong Myeong apareció en el umbral.
Llevaba una bandeja con el desayuno, su expresión iluminada por una sonrisa satisfecha. Sus ojos se curvaron con diversión al ver a Baek Cheon despierto.
—”Buenos días, mi amor “—dijo con la satisfacción de un gato bien alimentado—. “¿Dormiste bien?”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada, pero la falta de energía en su cuerpo hizo que la amenaza no fuera tan efectiva como quería.
—”No. No dormí bien, gracias a ti.”
Cheong Myeong dejó la bandeja sobre la mesa y se inclinó sobre él, apoyando una mano en la cabecera de la cama.
—”¿En serio? Anoche parecías estar pasándola muy bien.”
El sonrojo en el rostro de Baek Cheon se intensificó al recordar con claridad la forma en que su propio cuerpo le había fallado.
—”¡Cállate y dame el desayuno!”—espetó, apartando la mirada.
Cheong Myeong rio entre dientes, disfrutando de su reacción.
—”Sí, sí, lo que digas. Pero después de comer, vamos a ver qué tan bien puedes caminar.”
Baek Cheon quiso morirse en ese instante.
Con una sonrisa de satisfacción, Cheong Myeong se acercó a la cama y tomó varios cojines suaves, colocándolos cuidadosamente detrás de Baek Cheon para que pudiera recargarse sin esfuerzo. Como el buen novio que era, se aseguraba de que su Baek Cheon estuviera lo más cómodo posible.
—”Ahí está” —dijo con orgullo, observándolo con una mirada tierna—. “Ahora puedes disfrutar de tu desayuno sin sufrir demasiado.”
Baek Cheon bufó, aunque no pudo evitar apreciar el gesto.
Cheong Myeong tomó la bandeja y la colocó sobre sus piernas, acercando un tazón de arroz y algunos acompañamientos. Luego, con total naturalidad, tomó los palillos y recogió un bocado, dirigiéndolo hacia la boca de Baek Cheon.
—”Vamos, abre la boquita.”
Baek Cheon entrecerró los ojos y cruzó los brazos.
—”Puedo comer solo.”
—”Oh, claro que puedes” —respondió Cheong Myeong con una sonrisa demasiado inocente—. “Pero después de lo que pasó anoche…”
El cuerpo de Baek Cheon se tensó al instante.
—”No. No te atrevas.”
Pero ya era demasiado tarde.
—”Después de lo que pasó anoche” —continuó Cheong Myeong con voz melosa—, “cuando no podías ni hablar de lo ocupado que estabas gimi—”
Baek Cheon se comió de un solo bocado la comida que permanecía en los palillos.
—”¡Ya cállate y aliméntame!”
Cheong Myeong sonrió victorioso.
Baek Cheon suspiró, pero dejó que Cheong Myeong continuara alimentándolo.
A pesar de su queja inicial, pronto comenzó a disfrutar de la atención de su pareja.
Cada bocado que le llevaba a los labios estaba perfectamente equilibrado en sabor y temperatura, y aunque al principio se había sentido un poco avergonzado, ahora se recostaba cómodamente contra los cojines, disfrutando del cuidado de Cheong Myeong.
Entonces, en un momento de aparente casualidad, Cheong Myeong preguntó:
—”Por cierto, Baek Cheon, ¿qué sabes sobre las Diez Mil Montañas?’
Baek Cheon parpadeó y lo miró con sospecha.
Su instinto le dijo que esa pregunta tenía una intención oculta, pero al ver la expresión de Cheong Myeong—una mezcla de genuina curiosidad y su usual actitud relajada—, supuso que había entrado en "modo maestro" de repente y le estaba haciendo algún tipo de prueba.
Si su novio se ponía en ese plan, no iba a decepcionarlo.
Baek Cheon se tomó un momento para pensar mientras masticaba lentamente su comida.
—”Si no me equivoco”—comenzó a decir con un tono reflexivo—, “esa zona fue clave en la historia de la guerra contra el Culto Demoníaco.”
Los ojos de Cheong Myeong se iluminaron, pero se mantuvo en silencio, esperando que Baek Cheon continuara.
—”De hecho, fue en esa área donde se llevó a cabo el enfrentamiento final entre las sectas justas y el Culto Demoníaco. Fue una de las batallas más sangrientas y decisivas. Después de eso, el culto desapareció en gran medida de la historia, aunque algunos creen que nunca fue completamente erradicado.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Esa era la pieza que le faltaba.
Las Diez Mil Montañas no eran solo una vasta región sin importancia; eran el escenario del clímax de la guerra contra el Culto Demoníaco.
Si Cheong Jin desapareció allí… Entonces, ¿qué diablos le había pasado realmente?
Baek Cheon permaneció en silencio, observando a Cheong Myeong con expectativa. Sus ojos brillaban con una leve ansiedad, esperando escuchar que había dado una buena respuesta. Un elogio.
Cheong Myeong notó su mirada llena de anticipación y, sin poder evitarlo, sonrió con ternura antes de inclinarse para darle un beso suave y cariñoso en los labios.
Baek Cheon cerró los ojos por un instante, disfrutando la calidez del contacto. Cuando Cheong Myeong se separó, una pequeña sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.
—”Mmm… entonces, ¿por qué la pregunta?”—inquirió Baek Cheon con curiosidad.
Cheong Myeong dudó por un momento. Podría inventar alguna excusa o cambiar de tema, pero… ¿para qué ocultárselo? Si había alguien en quien podía confiar, era Baek Cheon.
Suspiró y decidió hablar con sinceridad:
—”Porque mi sajil desapareció en esa zona durante la guerra. Y tengo la intención de buscarlo.”
Baek Cheon abrió un poco los ojos, sorprendido por la revelación. Rara vez había oído a Cheong Myeong hablar de su sajil.
En su mente, comenzó a conectar los puntos. Así que ese era el motivo detrás de la pregunta…
Su maestro quería saber cuánto sabía sobre la zona, tal vez para ver si era capaz de acompañarlo en su búsqueda.
¡Definitivamente debía ser eso!
Baek Cheon apretó los puños con determinación.
—”Entonces, ¿cuándo partimos?”—preguntó con seguridad.
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido.
—”¿"Partimos"?”
—”Sí, no pensarás ir solo, ¿verdad?” —Baek Cheon lo miró con el ceño ligeramente fruncido—. “Soy tu pareja y tu discípulo. Si este es un viaje importante para ti, entonces quiero estar a tu lado.”
Cheong Myeong sintió su corazón dar un vuelco.
No esperaba esa respuesta, pero en el fondo… le agradaba.
Cheong Myeong sonrió con diversión y deslizó una mano por la cintura de Baek Cheon antes de murmurar con picardía:
—”Definitivamente no será ahora.”
Baek Cheon parpadeó, confundido por su tono hasta que Cheong Myeong señaló con descaro sus caderas.
—”No creo que estés en condiciones de un viaje tan exigente.”
Baek Cheon sintió el calor subirle al rostro de inmediato. Su expresión pasó de la sorpresa a la vergüenza, y luego al enojo.
—”¡Cheong Myeong!”
Intentó golpearlo en el hombro, pero su cuerpo todavía estaba demasiado adolorido como para moverse con brusquedad. Terminó soltando un leve quejido y fulminando a su maestro con la mirada.
Cheong Myeong se rió ante su reacción y le revolvió el cabello con cariño.
—”Tranquilo, Baek Cheon. No solo es por eso “—dijo con un tono más serio—. “Aún tenemos que hacer los preparativos adecuados antes de partir. No podemos simplemente lanzarnos a explorar sin una idea clara de lo que enfrentaremos.”
Baek Cheon respiró hondo, tratando de ignorar la burla inicial, y asintió con determinación.
—”Eso tiene sentido…”
—”Además” —continuó Cheong Myeong—, “no quiero que el entrenamiento de los discípulos se vea afectado. Lo mejor será partir después de la competencia de Shaolin.”
Baek Cheon meditó esas palabras y estuvo de acuerdo. La secta todavía necesitaba su guía como maestro, y si partían antes de tiempo, podría perjudicar el progreso de sus discípulos.
—”Después de la competencia de Shaolin, entonces “—repitió, reafirmando la decisión.
Cheong Myeong sonrió, complacido con su actitud.
—”Exacto. Y hasta entonces…”—Se inclinó hacia él con una mirada traviesa— “¿qué te parece si nos enfocamos en fortalecer esas caderas?”
—”¡Fuera!”
Baek Cheon le lanzó una almohada a la cara, mientras Cheong Myeong se echaba a reír.
Cheong Myeong recogió los platos con una expresión satisfecha, disfrutando de la molestia evidente en el rostro de Baek Cheon. Su pobre Dongryong aún estaba adolorido, y aunque en parte le daba un poco de lástima, eso no significaba que iba a desaprovechar la oportunidad de molestarlo.
—”Voy a llevar esto a la cocina y luego supervisaré el entrenamiento de los discípulos” —dijo con naturalidad, apilando la bandeja con eficiencia.
Baek Cheon, todavía recostado contra los cojines, solo lo observó en silencio con una expresión de sospecha. Sabía que su maestro no se iría sin dejar algún comentario molesto antes. Y, efectivamente, antes de cruzar la puerta, Cheong Myeong se giró con una sonrisa de zorro.
—”Ah, por cierto, Baek Cheon” —dijo con tono casual—. “Como en tu estado actual no puedes entrenar físicamente, te recomiendo que te enfoques en la meditación y el control de tu energía interna. Te ayudará a sanar más rápido… ya sabes, esas caderas tuyas.”
Baek Cheon sintió que su dignidad moría un poco en ese instante.
—”¡Fue tu culpa que terminara así!” —protestó con indignación, su cara ardiendo de vergüenza.
Cheong Myeong se llevó una mano al mentón con fingida contemplación.
—”Hmm, no recuerdo que te quejaras anoche.”
—”¡Cheong Myeong!”
Baek Cheon tomó otra almohada y se la lanzó con toda su fuerza, pero su maestro, con su habilidad sobrehumana, la atrapó en el aire sin esfuerzo.
—”Oh, qué fuerza”—se burló con una sonrisa burlona—. “Quizás te recuperes más rápido de lo que pensaba.”
Baek Cheon se hundió en los cojines, frustrado y humillado.
—”Lárgate ya.”
Cheong Myeong rió y salió con paso ligero, más animado que nunca. Baek Cheon suspiró pesadamente. Sabía que su maestro nunca iba a dejar de molestarlo por esto. ¡Nunca!
Chapter 145: ⌗Todo Sea Por Mis Discípulos
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Cheong Myeong partió rumbo a Sichuan, confiando en que Baek Cheon mantendría a los discípulos en línea durante su ausencia. Aunque sus métodos de entrenamiento no eran tan despiadados como los suyos, Baek Cheon tenía su propia forma de hacer sufrir a los jóvenes. "Si no mueren, mejorarán", había dicho antes con seriedad, lo que provocó escalofríos en los discípulos.
Tras un viaje sin contratiempos, Cheong Myeong llegó a la imponente residencia del Clan Tang, donde Tang Bo lo esperaba con los brazos cruzados y una gran sonrisa en el rostro.
—”¡Hyung-nim!” —exclamó al verlo acercarse—. “Justo a tiempo. Conseguí todos los ingredientes que necesitamos para fabricar la píldora. ¿Trajiste la receta?”
Cheong Myeong le devolvió la sonrisa, pero con un brillo travieso en los ojos.
—”Tang Bo, querido amigo. No solo traje la receta…” —Se inclinó levemente hacia adelante, disfrutando de la anticipación en la expresión de Tang Bo—. “También traje la olla de metal eterno de la secta.”
Hubo un breve silencio.
Tang Bo parpadeó lentamente.
—”… ¿Hiciste qué?”
—”Me lo robé.”
La expresión de Tang Bo pasó de la incredulidad a la absoluta fascinación.
—”¡Ja! ¡Sabía que eras un descarado, pero esto es otro nivel! ¿Cómo demonios lograste sacar esa enorme olla sin que nadie te atrapara?”
Cheong Myeong se encogió de hombros con naturalidad.
—”Por supuesto que me atraparon. Pero les dije que lo necesitaba para "un experimento crucial en el desarrollo de la secta" y que lo devolvería después.”
Tang Bo se llevó una mano al rostro, intentando contener la risa.
—”Y te lo creyeron…”
—”¿Qué más podían hacer? Soy Geomjon.”
Tang Bo terminó riendo a carcajadas y le dio un fuerte golpe en la espalda.
—”Eres el maldito mejor. Vamos, tenemos píldoras que fabricar. “
Con eso, ambos se dirigieron a un pabellón del Clan Tang, donde comenzaría la preparación de la píldora.
Tang Bo inspeccionó la olla con una mirada fascinada, pasando sus dedos por la superficie oscura y lisa del metal eterno.
—”Increíble…” —murmuró—. “Es la primera vez que tengo uno de estos tan cerca.”
Cheong Myeong observó con una sonrisa. No era de extrañar que Tang Bo estuviera emocionado. Aunque el Clan Tang era experto en el arte de la forja, el metal eterno era un material raro y difícil de trabajar. Solo los herreros más habilidosos podían moldearlo correctamente.
Mientras veía la expresión absorta de Tang Bo, una idea cruzó la mente de Cheong Myeong.
El Clan Tang forjaba sus propias armas.
Y no solo eran buenas, eran excepcionales. De las mejores del mundo.
Hasta ahora, el Monte Hua había dependido de comerciantes externos para obtener espadas decentes, pero si lograba convencer a Tang Bo de que el Clan Tang forjara las armas del Monte Hua, eso elevaría el nivel de la secta de manera significativa.
Un plan se formó en su mente, pero primero, lo primordial: las píldoras.
—”Oye, Tang Bo.”—Cheong Myeong se cruzó de brazos, apoyándose contra una mesa—. “¿Cuánto tiempo crees que tomará fabricar la píldora?”
Tang Bo dejó de admirar la olla y se pasó una mano por el mentón.
—”Si seguimos la receta al pie de la letra, deberíamos tardar unos diez días en tener la primera tanda. Pero quiero hacer algunas pruebas. Tal vez podamos mejorar la fórmula. “
Cheong Myeong arqueó una ceja.
—”¿Quieres mejorar una píldora de primer nivel?”
—”Por supuesto.”—Tang Bo sonrió con confianza—.” Ya que tenemos la olla de metal eterno, deberíamos aprovecharlo al máximo. “
Cheong Myeong sonrió. Eso era justo lo que le gustaba del Clan Tang. Siempre apuntaban más alto.
Si lograba convencer a Tang Bo de fabricar armas para el Monte Hua con la misma dedicación con la que preparaban sus píldoras y venenos…
Sí. Definitivamente iba a conseguirlo.
Cheong Myeong observó con atención cómo Tang Bo trabajaba con precisión quirúrgica, seleccionando y midiendo cada ingrediente con una destreza que solo alguien del Clan Tang podía poseer. Su expresión concentrada, combinada con la forma en que murmuraba para sí mismo mientras agregaba hierbas y polvos a la olla , hizo que Cheong Myeong lo comparara con la clásica imagen de una bruja en su mundo moderno.
Solo le faltaba el sombrero puntiagudo y un caldero burbujeante con humo de colores.
La sonrisa de Tang Bo no ayudaba. Era demasiado maliciosa.
—”Bien, todo listo.’ —Tang Bo se giró hacia él, palmeándose las manos—. “Ahora, lo único que falta es el calor constante.”
Cheong Myeong asintió… hasta que escuchó la siguiente frase.
—”Tienes que calentar la olla con tu energía interna durante diez días seguidos.”
Cheong Myeong parpadeó.
—”… ¿Perdón?”
—”Diez días. Día y noche. Sin interrupciones.”
—”¿¡DIEZ!?”
Tang Bo le lanzó una mirada divertida.
—”Vamos, ¿no me digas que no puedes? ¿No es Geomjon un monstruo de la espada?”
Cheong Myeong apretó los dientes. Sí, Geomjon era un monstruo de la espada, pero eso no significaba que le gustara estar sentado como una estufa humana por diez días seguidos.
—”¿No hay otra forma?” —preguntó con esperanzas.
—”Oh, claro que sí.”—Tang Bo sonrió aún más—. “Pero tomaría un mes en lugar de diez días.”
Cheong Myeong suspiró profundamente.
Bien… esperaba que la ridícula resistencia de Geomjon no lo decepcionara ahora.
—---
Diez días de pura concentración, de agotamiento físico y mental, de persistencia inquebrantable.
Cheong Myeong nunca apartó sus manos de la olla, ni siquiera cuando sentía que su energía interna fluctuaba peligrosamente. ¡Todo sea por darle la mejor calidad a sus discípulos!
Tang Bo tampoco se quedó atrás. Revolvía los ingredientes sin descanso, con el ceño fruncido y los labios apretados en una expresión de feroz determinación. Aunque en más de una ocasión pareció a punto de dejar caer la espátula de metal por el cansancio, su voluntad lo mantenía firme.
El calor en la habitación era sofocante, el aire pesado con la mezcla de hierbas medicinales y energía espiritual pura.
Cada día que pasaba, la luz dentro del caldero se hacía más intensa, un resplandor de cinco colores que destellaban como gemas en la penumbra del pabellón de Medicina.
Para cuando llegaron al décimo día, Cheong Myeong sintió que su cuerpo no era más que un saco vacío de energía drenada. ¿Así se sentía cuando un cultivador alcanzaba sus límites?
Y entonces, cuando el agotamiento amenazaba con aplastarlos a ambos, la olla rugió como si una tormenta hubiera estallado en su interior.
Tang Bo abrió los ojos de golpe.
—”¡Está listo!”—exclamó con voz ronca.
Un destello cegador iluminó todo el pabellón por un instante antes de desvanecerse, dejando tras de sí una atmósfera cargada de energía espiritual.
Cheong Myeong y Tang Bo contuvieron la respiración mientras el vapor medicinal se disipaba lentamente, revelando el interior del caldero.
En la superficie, reposaban varias píldoras de un tono morado intenso, mucho más oscuro que las originales que Cheong Myeong recordaba.
—”¿Este color es normal…?”—murmuró Cheong Myeong con el ceño fruncido.
El aroma, sin embargo, era inconfundible. Una mezcla profunda de hierbas refinadas, con una esencia espiritual que vibraba en el aire.
Tang Bo, sin esperar más, tomó una pequeña migaja con el dedo y se la llevó a la boca.
—”¡Oye!” —Cheong Myeong lo fulminó con la mirada—. “¡Esa era una píldora sagrada!”
Tang Bo ignoró su queja y saboreó la partícula con concentración. Sus ojos brillaron de sorpresa.
—”¡Es mil veces mejor que la receta original!”
Cheong Myeong parpadeó.
—”…¿En serio?”
—”¡En serio!” —Tang Bo asintió con entusiasmo—. “La energía espiritual se ha concentrado más y el refinamiento es impecable. Las hierbas adicionales hicieron que la fórmula fuera perfecta.”
Cheong Myeong dejó escapar un suspiro de alivio. Así que no la habían arruinado agregando cosas extrañas.
—”Hah… entonces puedo decir oficialmente que soy un genio” —dijo con una sonrisa engreída.
Tang Bo resopló.
—”No te emociones tanto. El genio aquí soy yo por haber agregado los ingredientes correctos.”
—”¿Ah, sí? ¿Quién inyectó energía espiritual sin parar por diez días?’
Ambos se miraron por un segundo… y luego estallaron en carcajadas.
La fatiga del proceso seguía pesando en sus cuerpos, pero la satisfacción de haber creado algo excepcional lo compensaba con creces.
Chapter 146: ⌗Un Descanso Bien Merecido
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Cheong Myeong se dejó caer de espaldas en el suelo con un suspiro pesado, sintiendo cómo su cuerpo finalmente cedía a la fatiga acumulada. Había pasado diez días enteros inyectando su energía espiritual en esa olla infernal, y aunque el resultado había valido la pena, eso no quitaba que ahora se sintiera como un trapo exprimido.
—”Hah… al menos no lo arruinamos.”
Mientras tanto, Tang Bo no perdió el tiempo y comenzó a sacar las píldoras de la olla con movimientos hábiles. Con un paño de seda fina, comenzó a secarlas cuidadosamente, asegurándose de que conservaran su esencia medicinal.
Cheong Myeong entrecerró los ojos desde el suelo y lo observó con sospecha.
—”Ten cuidado con ellas.”
Tang Bo resopló.
—”¡No necesito que me lo digas! Soy un experto en píldoras, recuerda.”
Cheong Myeong no quedó satisfecho con esa respuesta y siguió observándolo fijamente, como si estuviera esperando a que cometiera el más mínimo error.
Tang Bo rodó los ojos, pero sintió la presión de su mirada quemándole la nuca mientras continuaba moldeando las píldoras, dándoles una forma más redondeada con precisión.
—”Puedes dejar de mirarme así” —gruñó, sin levantar la vista—. “No soy un novato.”
—”Hmph. Uno nunca sabe.”
El silencio se instaló por un momento, solo interrumpido por el leve sonido de Tang Bo girando las píldoras entre sus dedos.
Finalmente, exasperado, se giró para mirar a Cheong Myeong con una ceja arqueada.
—”Dime la verdad. Si me equivoco en algo… me matarás?”
Cheong Myeong sonrió con diversión, pero su mirada afilada no inspiraba tranquilidad.
—”No te mataría… solo aseguraría que no vuelvas a usar las manos nunca más.”
Tang Bo tragó saliva.
—”¡…Mejor me aseguro de hacerlo bien!”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción y cerró los ojos otra vez, disfrutando de su merecido descanso.
Tang Bo terminó de envolver las píldoras con la misma precisión y delicadeza con la que trabajaba sus venenos más letales. Las colocó dentro de una caja pequeña pero elegantemente tallada, asegurándose de que estuvieran protegidas de la humedad y los elementos.
Cheong Myeong se sentó con las piernas cruzadas y la tomó en sus manos, evaluando el contenido con una mirada aguda. Las contó una por una.
—”Hmph, suficiente para mis discípulos… incluso sobran.”
Tomó una entre los dedos y, sin dudarlo, se la extendió a Tang Bo.
—”Tómala.”
Tang Bo parpadeó sorprendido y luego sonrió.
—”No hace falta, con haber aprendido a fabricarlas puedo crear mis propias píldoras para el clan.”
Cheong Myeong lo miró fijamente y, sin decir una palabra, retrajo la mano lentamente.
—”Oh, ¿entonces no la quieres?” —Dijo con indiferencia, encogiéndose de hombros.
Y en el siguiente segundo, abrió la boca y se la llevó a los labios con una expresión despreocupada.
—”¡Oye, espera, espera, espera!” —Tang Bo se lanzó sobre él y le arrebató la píldora de las manos.
—”¿No que no la querías?” —Cheong Myeong lo miró con burla.
Tang Bo apretó los dientes y sostuvo la píldora con ambas manos como si fuera el más sagrado de los tesoros.
—”¡Me retracto!”
—”Hmph. Más te vale.”
Cheong Myeong soltó una risa divertida y se puso de pie, estirando sus extremidades con una satisfacción evidente. Después de diez días sin descanso, por fin iban a comer algo decente.
—”Vamos” —dijo, sacudiéndose la túnica—, “si sigo aquí otro minuto más, mis huesos se fusionarán con el suelo.”
Tang Bo lo siguió inmediatamente, sosteniendo su píldora como si fuera oro puro.
—”No puedo creer que estuviera a punto de dejarla ir…”
—”Sí, sí, muy conmovedor. Ahora, ¿qué vamos a comer?”
Y con eso, ambos salieron del pabellón, listos para recuperar las fuerzas después de diez días de trabajo ininterrumpido. Un festín bien merecido los esperaba.
En cuanto Tang Bo dio la orden, el comedor principal se llenó rápidamente de exquisitos platillos. Los mejores ingredientes del Clan Tang estaban servidos frente a ellos, con una presentación impecable que haría salivar hasta al más exigente.
Cheong Myeong no perdió el tiempo y comenzó a devorar la comida con el entusiasmo de un hombre que no había probado un buen bocado en días… porque literalmente, así era.
—”¡Hah! Esto sí que es vida” —dijo, tomando una jarra de licor y sirviéndose sin dudar—. “Después de diez días encerrado en ese pabellón, casi olvido lo que era una comida decente.”
Tang Bo bebió con él, relajándose en su asiento.
—”Tú lo dices como si yo no estuviera ahí también.”
—”Sí, pero yo soy el que se quedó pegado a la olla como un condenado esclavo de la alquimia.”
Tang Bo rodó los ojos, pero no pudo evitar soltar una carcajada.
Mientras disfrutaban de la comida y el licor, uno de los asistentes del clan se acercó con una leve inclinación.
—”Maestro Geomjon, ha llegado una carta para usted.”
Cheong Myeong tomó el sobre con curiosidad, notando el sello familiar en la parte superior. En cuanto lo abrió y vio la firma de Baek Cheon, una sonrisa apareció en su rostro sin que pudiera evitarlo.
Tang Bo notó inmediatamente ese cambio en su expresión.
—”Ohhh… ¿y eso?” —Se inclinó un poco, tratando de ver por encima del hombro de Cheong Myeong.
Pero Cheong Myeong reaccionó al instante, cerrando la carta y alejándola de su vista.
—”Nada que te incumba” —dijo con arrogancia, guardando el papel dentro de su túnica.
Tang Bo alzó una ceja y sonrió con picardía.
—”¿Nada que me incumba? Vi esa sonrisa, amigo. No me digas que es de… ya sabes… “
Cheong Myeong lo ignoró olímpicamente y continuó comiendo.
Tang Bo se cruzó de brazos y lo miró fijamente, fingiendo indignación.
—”No puedo creerlo. Después de todo lo que hemos pasado juntos, ¿así me tratas?”
—”Cállate y come.”
Tang Bo soltó una carcajada y dejó el tema por el momento, aunque no se le escapó la manera en que Cheong Myeong volvía a tocarse la túnica de vez en cuando, como asegurándose de que la carta seguía ahí.
Definitivamente iba a sacarle más información después.
(...)
Después de haber arrasado con casi todo el banquete, dejando al Clan Tang con un almacén de comida y licor notablemente más vacío, Tang Bo llevó a Cheong Myeong a una de las habitaciones de invitados del clan.
—”Descansa bien, hyung-nim” —dijo Tang Bo con una sonrisa burlona—. “No quiero que te desmayes en el camino de regreso y ensucies el buen nombre del Monte Hua.”
—”Hah. Como si me fuera a desmayar” —bufó Cheong Myeong, pero su tono no tenía la misma seguridad de siempre.
La verdad era que se sentía agotado. Haber usado su energía constantemente durante diez días había sido un esfuerzo considerable, incluso para alguien con la fuerza de Geomjon. Quería volver al Monte Hua lo antes posible, pero no era estúpido; si salía en ese estado y lo atacaban en el camino, podría terminar en un problema innecesario.
Así que aceptó el descanso, aunque no lo admitiría en voz alta.
Chapter 147: ⌗Soy Eficiente
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Una vez que Tang Bo se fue, Cheong Myeong se dejó caer pesadamente sobre la cama.
—”Hah… maldita sea, sí que estoy cansado…” —cerró los ojos por un momento, sintiendo la suavidad de la cama bajo su cuerpo.
Sin embargo, en lugar de dormirse inmediatamente, su mano se deslizó dentro de su túnica y sacó la carta de Baek Cheon.
Había leído el contenido antes, pero no pudo evitar hacerlo una vez más.
La carta era detallada, escrita con la precisión y la disciplina que Baek Cheon ponía en todo lo que hacía. En ella, describía su día a día y el progreso del entrenamiento de los discípulos.
"Los discípulos han estado quejándose más de lo usual, pero continúan mejorando. A veces creo que disfrutan quejarse solo para seguir nuestras tradiciones. Aun así, no los he dejado descansar. Si piensan que estarás lejos significa que pueden aflojarse, están muy equivocados."
Cheong Myeong sonrió al imaginar a los pobres discípulos del Monte Hua sufriendo bajo la supervisión estricta de Baek Cheon. Él mismo era exigente, pero Baek Cheon tenía su propio método de entrenamiento infernal.
"He estado meditando más de lo usual. Me dijiste que me ayudaría a fortalecer mi energía interna y, aunque al principio no lo creía, he notado una mejoría. Tal vez debería escuchar más tus consejos, aunque no pienso decírtelo en persona. Ya tienes suficiente ego."
Cheong Myeong soltó una pequeña risa.
—”¿Así que sí me escuchas?” —murmuró, sintiendo un calor agradable en el pecho.
La carta terminaba con una línea sencilla pero que hizo que su sonrisa se suavizara.
"Espero que regreses pronto. No es lo mismo sin ti aquí."
Cheong Myeong pasó los dedos sobre esas palabras. A pesar del tono formal que Baek Cheon solía usar, podía sentir la sinceridad detrás de ellas.
—”Tch… Eres demasiado lindo, Dongryong.”
Dobló la carta con cuidado y la guardó nuevamente dentro de su túnica. Luego, cerró los ojos y comenzó a meditar, dejando que su energía fluyera lentamente para recuperarse más rápido.
Por mucho que quisiera volver al Monte Hua cuanto antes, quería regresar con la energía suficiente para seguir molestando a Baek Cheon con toda su vitalidad.
—---
A la mañana siguiente, Cheong Myeong abrió los ojos lentamente.
A pesar de haber pasado la noche meditando, todavía sentía un peso en su cuerpo. No era exactamente agotamiento, pero su energía no estaba completamente recuperada.
—”Tch… Esto es molesto.”
Se sentó en la cama y frotó su nuca con frustración. En otras circunstancias, le habría dado igual y simplemente habría seguido adelante con su camino, pero después de diez días de desgaste constante con el caldero, no podía permitirse volver a medias.
Su mirada se dirigió automáticamente hacia la caja de píldoras sobre la mesa.
La pequeña caja de madera negra tenía un diseño elegante y discreto, con inscripciones doradas apenas visibles a la luz de la mañana. Dentro, las píldoras de color púrpura oscuro descansaban ordenadamente.
Cheong Myeong entrecerró los ojos, pensativo.
"Son más potentes que la receta original…"
Tang Bo lo había dicho con seguridad después de probar una pequeña migaja, y él mismo podía sentir la energía densa que emanaban.
Sin pensarlo demasiado, tomó una.
La pequeña píldora tenía un aroma ligeramente dulce y amargo al mismo tiempo. No dudó más y la colocó en su boca, dejándola deshacerse lentamente en su lengua antes de tragar.
En el instante en que la píldora descendió por su garganta, un calor intenso se esparció por todo su cuerpo.
—”¡Hah…! “—exhaló bruscamente y cerró los ojos de inmediato, adoptando una posición de loto.
No podía desperdiciar la energía de la píldora.
Se concentró, guiando el flujo de energía con su respiración, llevándola desde su núcleo hasta sus extremidades.
Era intensa, poderosa, casi violenta.
Podía sentirla corriendo a través de sus meridianos, limpiando cualquier residuo de agotamiento y fortaleciendo su flujo interno. Era como si un fuego líquido recorriera su cuerpo, pero sin causar daño.
—”Esta cosa es realmente… “—pensó, sintiendo el poder de la píldora fusionarse con su propia energía.
Hizo circular la energía hacia su dantian, permitiendo que se estabilizara y se fusionara con su núcleo. Poco a poco, esa intensidad inicial comenzó a suavizarse, asentándose en su interior de manera armoniosa.
Cuando finalmente abrió los ojos, su mirada brillaba con renovada vitalidad.
Se sentía ligero, completamente renovado.
—”Hah… Sí que valió la pena hacer esto.”
Cheong Myeong se puso de pie y estiró su cuerpo, sintiendo cómo su energía fluía sin obstrucciones. Definitivamente estaba listo para volver al Monte Hua.
—”Ahora sí… Es hora de regresar.”
Cheong Myeong estaba a punto de salir tranquilamente de la habitación cuando algo en el ambiente lo hizo detenerse.
Miró a su alrededor y finalmente lo notó.
El suelo estaba agrietado, las paredes tenían enormes grietas y algunas partes incluso habían colapsado, dejando ver el exterior. La mesa donde había dejado la caja de píldoras estaba destrozada, las sillas hechas astillas, y la ventana… bueno, lo que quedaba de ella colgaba tristemente de un solo lado.
—”¿Uh?”
Parpadeó lentamente, procesando la escena.
¿Desde cuándo el cuarto estaba en ese estado?
Un segundo después, el sonido de pasos apresurados retumbó por el pasillo.
—”¡¡¡TU, LOCO BASTARDO!!!”
La puerta (o lo que quedaba de ella) fue empujada de golpe, revelando a Tang Bo con el rostro enrojecido de furia.
—”¡Si ibas a utilizar la píldora, te hubieras ido a otra parte!”
Cheong Myeong lo miró en silencio, luego volvió a mirar el estado de la habitación.
—”Ah… Así que así fue.”
El cultivo de Geomjon ya era temible por sí solo. Si a eso le sumaba una píldora de refinamiento mejorada y potenciada… bueno, el resultado estaba frente a él.
—”Yo solo…” —se frotó la nuca, aún algo perplejo.
Para él, había sido una experiencia rápida y sin complicaciones. Solo sintió la energía fluir y ya estaba recuperado.
Pero para el exterior…
—”Fue como una tormenta de energía, ¿no? “—murmuró.
Tang Bo bufó con exasperación.
—”¡¿"Tormenta"?! ¡Todo el pabellón de invitados quedó hecho un desastre! ¡Hasta pensé que alguien te había atacado y vine corriendo a ver qué pasaba!”
Cheong Myeong chascó la lengua y se cruzó de brazos.
—”Oye, no es para tanto. Además, técnicamente es tu culpa.”
Tang Bo parpadeó incrédulo.
—”¿¡MI CULPA!?”
—”Sí, tú mismo dijiste que la píldora era más fuerte que la original, ¿no? Si lo sabías, ¿por qué no me advertiste que podría causar esto?”
Tang Bo se quedó sin palabras por un momento, luego apretó los dientes.
—”¡Por supuesto que no esperaba que fueras a soltar semejante cantidad de energía de golpe! ¡Cualquier persona normal la habría absorbido poco a poco!”
Cheong Myeong se encogió de hombros.
—”Soy eficiente.”
—”¡¡No es eficiencia, es una locura!!”
Mientras Tang Bo le gritaba indignado, un grupo de discípulos del Clan Tang pasó por el pasillo, espiando con curiosidad.
—”¿Qué pasó aquí?”
—”Dicen que Geomjon provocó una explosión de energía al usar una píldora.”
—”¿Explosión? Pero no hay fuego…”
—”¿No ves las grietas en las paredes? ¡Hasta el techo se tambalea!”
Los susurros llegaron a los oídos de Tang Bo, quien se frotó la cara con frustración.
—”Mira lo que hiciste… Ahora tendré que arreglar esto antes de que alguien piense que el Clan Tang está colapsando. “
—”Bueno, yo me voy, así que es tu problema. “
—”¡Tu maldita—!”
Antes de que Tang Bo pudiera estrangularlo, Cheong Myeong se dio la vuelta con tranquilidad, agarró la caja con las píldoras y salió por la puerta (o lo que quedaba de ella).
—”Bueno, nos vemos, Tang Bo. Gracias por la hospitalidad.”
Tang Bo le lanzó una daga con precisión letal, pero Cheong Myeong la atrapó con dos dedos sin siquiera girarse.
—”¡Vete de una vez antes de que te mate!”
Con una sonrisa divertida, Cheong Myeong alzó una mano en despedida y salió del pabellón, listo para regresar al Monte Hua.
En unos días, sin duda alguna, Cheong Mun recibiría una carta del Clan Tang con una lista detallada de los gastos de reparación.
Pero Cheong Myeong no podía importarle menos.
¿Qué era un poco de dinero comparado con haber obtenido píldoras de calidad suprema? Además, él ya no estaba ahí para lidiar con las consecuencias, así que podía hacerse el desentendido con toda tranquilidad.
Lo único que realmente le importaba en ese momento era llegar pronto a casa.
Chapter 148: ⌗Ponerse Al Día
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Mientras tanto, en el Monte Hua…
El sonido del viento silbaba entre los acantilados, pero en el patio de entrenamiento, no se escuchaba más que el crujido de la madera contra la carne y los gemidos ahogados de sufrimiento.
—”¡Desastroso!” —La voz de Baek Cheon resonó con severidad.
Sus ojos afilados analizaban cada movimiento de sus discípulos con un juicio implacable.
—”¡Otra vez!” —exigió, con los brazos cruzados.
Los jóvenes discípulos tragaron saliva y se prepararon para repetir la secuencia.
Uno de ellos intentó mejorar su postura, pero apenas desvió un poco su muñeca, Baek Cheon apareció a su lado en un parpadeo y lo golpeó en la pierna con la funda de su espada.
—”¡Mal! ¡Así te romperás la postura en mitad del combate!”
El joven discípulo se tambaleó con los ojos llenos de lágrimas, pero apretó los dientes y corrigió su postura.
Otro discípulo intentó ejecutar el corte con mayor precisión, pero su velocidad era insuficiente.
—”¡Si atacas con esa lentitud, ya estarás muerto antes de terminar el movimiento!”—Baek Cheon lo reprendió, bloqueando su espada con un golpe firme de la suya.
El discípulo dio un paso atrás por la fuerza del impacto, con el rostro pálido.
Los demás miraban la escena con terror.
¿Cuándo su gentil y elegante Baek Cheon sasuk se convirtió en un instructor despiadado?
"Esto no puede ser real…
¡Él no era así antes!"
—”¡S-si el Maestro estuviera aquí, no sería tan estricto!” —susurró un discípulo con desesperación.
—”¡Sí! ¡Maestro Geomjon, por favor, regrese pronto!”
Baek Cheon levantó una ceja al escuchar los murmullos y su expresión se endureció aún más.
—”¿Se están quejando?”
Los discípulos se estremecieron y negaron rápidamente con la cabeza.
—”N-no, señor.”
Baek Cheon sonrió fríamente.
—”Entonces sigan entrenando hasta que perfeccionen sus movimientos. No quiero errores cuando el Maestro regrese.”
Los discípulos querían llorar.
"¡Si sigues así, vamos a morir antes de que regrese!"
Pero ninguno se atrevió a decirlo en voz alta.
Así que, con el alma al borde del colapso, siguieron entrenando bajo la cruel mirada de Baek Cheon.
Mientras observaba a sus compañeros discípulos entrenar hasta la muerte, Baek Cheon permanecía de pie con los brazos cruzados, ocultando su propio agotamiento.
Había pasado días entrenando con rigor, perfeccionando su técnica y asegurándose de que sus compañeros no bajaran la guardia. Todo debía estar impecable para cuando su maestro regresara.
Sin embargo, en medio de su vigilancia, un escalofrío recorrió su espalda.
Algo en el aire cambió.
Una energía abrumadora y dominante ascendía la montaña con una intensidad imposible de ignorar.
Su corazón se aceleró de inmediato.
¡Era él!
Sin perder tiempo, Baek Cheon giró sobre sus talones y salió corriendo.
Los discípulos que lo vieron partir parpadearon confundidos.
—”¿Eh? ¿A dónde va?”
—”Tal vez se dio cuenta de que nos estaba matando y sintió remordimiento…”
—”¡Maestro Geomjon debe estar de vuelta!” —exclamó otro, comprendiendo de inmediato.
Los discípulos se miraron entre sí, procesando esa idea… y entonces un brillo de esperanza iluminó sus rostros.
"¡Estamos salvados!”
Pero Baek Cheon no se preocupó en lo absoluto por lo que dejaba atrás.
Su única preocupación en ese instante era alcanzar la entrada de la secta lo más rápido posible.
No tuvo que esperar mucho.
Una figura apareció entre la bruma matutina.
Su túnica oscura ondeaba con el viento, su largo cabello negro caía desordenadamente sobre sus hombros y una mirada afilada, llena de dominio y poder, se posó directamente sobre él.
Cheong Myeong había regresado.
Sus miradas se encontraron y todo lo demás dejó de importar.
Sin dudarlo, ambos corrieron el uno hacia el otro.
Cuando finalmente se encontraron en el centro del camino de piedra, sus cuerpos chocaron en un abrazo feroz.
Baek Cheon envolvió sus brazos alrededor de su maestro con tanta fuerza que casi le quitó el aire.
Pero Cheong Myeong no se quedó atrás.
Hundió su rostro en el cuello de su discípulo y lo sostuvo con una intensidad que decía todo lo que no podía expresar con palabras.
El calor del otro era tan familiar, tan reconfortante, que el cansancio del viaje pareció desvanecerse en ese instante.
Baek Cheon cerró los ojos y sonrió contra su hombro.
—”Bienvenido de vuelta, Maestro.”
Cheong Myeong dejó escapar una risa baja y relajada.
—”He vuelto.”
Envueltos en los brazos del otro, el mundo a su alrededor dejó de existir.
Cheong Myeong no dudó un segundo más.
Sus labios se encontraron con los de Baek Cheon en un beso desesperado, como si hubiera estado vagando por un desierto sin agua y finalmente encontrara un oasis.
Baek Cheon le correspondió sin titubeos, sonriendo entre el contacto, como si quisiera calmar la voracidad de su maestro con su ternura.
Su mano subió hasta su mejilla, acariciándola con suavidad.
Cheong Myeong cerró los ojos ante el contacto, disfrutando de la calidez de su discípulo.
El beso se tornó más lento, más profundo.
Baek Cheon saboreó cada segundo, sintiendo la forma en la que los labios de su maestro se movían sobre los suyos, como si estuviera asegurándose de memorizar cada rincón de su boca.
Cuando finalmente se separaron, Baek Cheon abrió los ojos lentamente, mirándolo con dulzura.
—”Maestro…” —susurró, con una ligera risa en su voz—. “Tal vez deberíamos ir a nuestro hogar a ponernos al día.”
Cheong Myeong no respondió con palabras.
Simplemente tomó su mano con firmeza… y tiró de él.
—”Vamos.”
Baek Cheon apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que su maestro lo arrastrara con impaciencia.
La forma en la que lo sostenía era fuerte, posesiva, sin intención de soltarlo.
Baek Cheon rió suavemente, permitiendo que lo guiara.
El camino hasta su vivienda nunca le había parecido tan corto.
El sonido de la puerta cerrándose fue lo último que Baek Cheon registró antes de ser devorado.
Cheong Myeong soltó la pequeña caja de madera sobre una mesa sin prestar atención, como si el objeto no tuviera importancia en comparación con lo que tenía frente a él.
Baek Cheon apenas tuvo tiempo de parpadear antes de que su maestro volviera a atacar sus labios.
El beso *fue intenso, desesperado, lleno de una necesidad acumulada por días.
Baek Cheon gimió suavemente contra su boca, sorprendido, pero no tardó en corresponder.
Su mente le recordó que esto no era lo que había querido decir cuando mencionó "ponerse al día"… pero, ¿qué importaba?
Había extrañado demasiado a su novio.
Extrañaba sus besos, sus toques, la forma en la que lo hacía sentir.
Las noches en su cama habían sido insoportablemente frías sin él.
Y ahora que estaba aquí, ahora que finalmente podía tocarlo, sentirlo, saborearlo… no quería desperdiciar ni un segundo.
Sus manos se aferraron a la túnica de su maestro, tirando de él, presionándolo más contra su cuerpo.
La pasión creció entre ellos como fuego incontrolable.
Cheong Myeong tomó su cintura con firmeza, guiándolo hacia la cama sin romper el beso.
Baek Cheon lo siguió sin dudar, permitiendo que el deseo tomara el control de sus cuerpos.
Chapter 149: ⌗Esto Es Más Importante
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El aire en la habitación aún estaba impregnado del calor del momento.
Baek Cheon descansaba contra el pecho de su maestro, su cuerpo relajado, su respiración antes agitada comenzando a estabilizarse.*
Los latidos fuertes y constantes de Cheong Myeong eran el único sonido en la quietud de la habitación.
Su mente flotaba entre el sueño y la vigilia, disfrutando la calidez de los brazos que lo rodeaban.
Pero la curiosidad lo venció.
—”¿Qué tal fue tu viaje?” —preguntó en un susurro.
Cheong Myeong, que hasta ese momento simplemente le acariciaba el cabello con movimientos distraídos, dejó escapar una leve risa.
—”Mm, agotador… “—murmuró.
Baek Cheon levantó la cabeza para mirarlo con interés, esperando que continuara.
Entonces Cheong Myeong comenzó a contarle.
Le habló sobre la bienvenida de Tang Bo, sobre la fabricación de las píldoras y lo infernal que fueron los diez días en los que tuvo que inyectar su energía a la olla sin descanso.
Baek Cheon lo escuchaba atentamente, su mirada reflejando interés en cada detalle.
Pero cuando Cheong Myeong mencionó que había logrado fabricar una variante mejorada de la Píldora Primordial, los ojos de Baek Cheon se iluminaron.
—”¿De verdad? ¿Una variante mejorada?” —preguntó con emoción, incorporándose un poco.
—”Sí, aunque…” —Cheong Myeong hizo una pausa dramática—. “No estoy seguro de si debas probarla.”
—”¿Por qué?”—Baek Cheon frunció el ceño, ofendido.
—”Teniendo en cuenta tu estado actual… “—Cheong Myeong dejó caer su mirada sobre su cuerpo desnudo con una sonrisa burlona—. “¿Seguro que podrás soportarlo? “
Baek Cheon se sonrojó al instante, entendiendo la indirecta.
—”¡Cállate!” —exclamó golpeando su pecho con indignación.
Cheong Myeong se rió sin ningún remordimiento y lo atrajo de vuelta a su pecho, besando su frente con cariño.
A pesar de la burla, Baek Cheon no podía evitar sentirse emocionado por las píldoras.
Si realmente eran tan buenas como su maestro decía… eso significaba que su entrenamiento y el de sus compañeros sería aún más efectivo.
Y más que eso… significaba que su maestro había pensado en ellos incluso en su viaje.
Esa simple idea le llenó el corazón de calidez.
Baek Cheon observó con atención cómo su maestro se incorporaba de la cama.
La luz tenue de la habitación delineaba la musculatura de su espalda desnuda, cada movimiento resaltando la firmeza de su cuerpo.
Pero lo que capturó su atención no fue solo eso.
Las marcas rojas en su piel eran el testimonio del encuentro apasionado que acababan de compartir.
Rasguños profundos y enrojecidos, algunos aún marcados con la presión de sus uñas.
Baek Cheon sintió su rostro arder.
—”Ah…”—desvió la mirada por un momento, sintiendo una mezcla de orgullo y vergüenza.
Sin embargo, no pudo resistirse y volvió a mirar.
Su maestro tenía un buen cuerpo, después de todo.
Mientras él se debatía entre sus pensamientos, Cheong Myeong tomó con calma la pequeña caja de madera sobre la mesa y regresó a su lado.
—”Aquí tienes.” —Le entregó una de las píldoras con una sonrisa confiada.
Baek Cheon bajó la mirada y observó la píldora en su mano.
Su color morado intenso reflejaba la luz con un leve resplandor, y el aroma medicinal que emanaba era lo suficientemente potente como para hacerle sentir su energía solo con sostenerla.
Su corazón latió con expectación.
Esto… esto realmente parecía más poderoso que cualquier píldora que hubiera tomado antes.
Al levantar la vista, vio a Cheong Myeong mirándolo con una expresión divertida.
—”Si sigues viendo la píldora así, me harás pensar que estás más interesado en ella que en mí.”
Baek Cheon chascó la lengua y le dio un leve empujón.
—”Deja de decir tonterías.”
Pero no pudo evitar sonreír mientras observaba la píldora en su palma.
Esto…
Era un regalo de su maestro.
Y eso lo hacía aún más especial.
Baek Cheon sostuvo la píldora entre sus dedos por unos momentos, observándola con detenimiento antes de alzar la mirada hacia su maestro.
—”¿Hiciste suficiente para todos los discípulos?”
Era una pregunta obvia, pero no podía evitar preocuparse.
Cheong Myeong sonrió con arrogancia, como si la sola idea de que no hubiera hecho lo suficiente fuera absurda.
—”Por supuesto.” —Se estiró con una expresión satisfecha. —”Mañana temprano se las entregaré y todos empezarán una sesión de meditación para absorber sus efectos.”
Baek Cheon asintió con aprobación. Sabía que la energía dentro de esas píldoras no era algo que pudiera tomarse a la ligera. Si sus compañeros querían aprovecharlas al máximo, debían concentrarse en su cultivo adecuadamente.
Sin pensarlo más, colocó su propia píldora sobre la mesita de noche.
—”Entonces, la tomaré mañana y meditaré junto a ellos.”
Cheong Myeong lo observó con una ceja en alto.
—”¿Hm? Pensé que querías probarla de inmediato.”
—”Claro que quiero, pero…” —Baek Cheon sonrió levemente antes de deslizarse nuevamente en la cama.
Sin previo aviso, se acurrucó contra el pecho de su maestro, apoyando la cabeza sobre su hombro con total naturalidad.
—”Ahora mismo, esto es más importante.”
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido por la facilidad con la que Baek Cheon se acomodó entre sus brazos.
Después de todo este tiempo…
El pequeño tigre que una vez fue orgulloso y distante ahora buscaba su calor sin ninguna reserva.
Una sonrisa genuina apareció en los labios de Cheong Myeong.
—”Hoh… ¿así que prefieres esto antes que fortalecer tu cultivo?”
—”Solo por esta noche.”
Baek Cheon cerró los ojos, disfrutando de la sensación de los dedos de Cheong Myeong deslizándose distraídamente por su cabello.
El silencio de la habitación se sintió cálido, envolviéndolos en una tranquilidad que pocas veces podían disfrutar.
Mañana, el entrenamiento continuaría, la secta seguiría con su rutina y ambos tendrían que volver a sus deberes.
Pero por ahora…
Solo por ahora, estar juntos era suficiente.
—---
El sol apenas había comenzado a teñir el cielo de tonos dorados cuando el estruendoso llamado de Geomjon resonó en todo el campo de entrenamiento.
—”¡Reúnanse todos, ahora mismo!”
Los discípulos, que ya estaban en proceso de tomar sus espadas de madera para comenzar el entrenamiento matutino, se detuvieron de golpe. No era común que su maestro los llamara con tanta urgencia a primera hora, lo que solo podía significar dos cosas: o estaban en problemas o algo realmente importante estaba por suceder.
Sin atreverse a cuestionar, todos corrieron a formar filas, manteniendo la compostura mientras esperaban instrucciones.
Sin embargo, en medio de la perfecta alineación de discípulos, más de uno notó algo extraño.
Baek Cheon, el siempre impecable y orgulloso segundo al mando, estaba apoyando ligeramente su peso sobre su maestro.
A simple vista, parecía estar de pie como siempre, pero cualquiera que observara con atención notaría cómo su mano se aferraba sutilmente a la manga de Geomjon, como si usara su presencia para mantenerse firme.
Algunos discípulos alzaron una ceja. Otros desviaron rápidamente la mirada, fingiendo no haber visto nada.
No querían saber.
No necesitaban saber.
Cada uno de ellos eligió ignorar el hecho y enfocarse en lo que realmente importaba.
Chapter 150: ⌗Es Adorable
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Cheong Myeong escaneó a sus discípulos con una expresión severa, asegurándose de que todos estuvieran presentes. Luego, sin más preámbulos, sacó la pequeña caja de madera y la abrió lentamente.
El tenue resplandor púrpura que emanó de su interior fue suficiente para captar la atención de todos.
Los discípulos contuvieron la respiración.
Baek Sang, siempre el más meticuloso, frunció el ceño con incredulidad.
—”¿Esto es…?”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
—”Las nuevas Píldoras Primordiales.”
Hubo un instante de absoluto silencio…
Y luego, los ojos de sus discípulos se iluminaron con asombro.
—”¡¿En serio?!”
—”¡Nosotros también podremos tomarlas!”
—”Maestro, ¿esto es un regalo?”
El murmullo de emoción se esparció rápidamente entre los discípulos, algunos mirándose entre sí con una mezcla de emoción y asombro. Para ellos, recibir una píldora de este calibre era un sueño hecho realidad.
No solo les permitiría mejorar su cultivo, sino que era una prueba de que su maestro confiaba en ellos lo suficiente como para darles algo tan valioso.
Cheong Myeong chasqueó los dedos para silenciarlos.
—”No crean que esto es un simple obsequio.”—Su mirada afilada recorrió a cada uno de sus discípulos. —”No me importa si creen que esto es un regalo del cielo o una bendición inesperada. Si la toman y no la aprovechan correctamente, más les vale que recen por sus vidas.”
El silencio cayó de golpe.
La emoción aún estaba ahí, pero ahora también se mezclaba con un claro sentimiento de responsabilidad.
Baek Cheon cruzó los brazos, asintiendo en aprobación.
—”Deben tratar estas píldoras como lo que son: un recurso invaluable. Si no las toman en serio, no hay diferencia entre ustedes y un desperdicio.”
Los discípulos tragaron saliva, asintiendo con determinación.
Sabían que su maestro no les daría algo tan importante si no creyera que estaban listos.
Esta era su oportunidad.
Cheong Myeong sonrió para sí mismo mientras comenzaba a repartir las píldoras, observando la manera en que cada uno la recibía con una mezcla de emoción, nerviosismo y reverencia.
Pronto vería hasta dónde podían llegar sus discípulos.
Mientras los discípulos comenzaban a sentarse en posición de loto en el suelo, preparándose para la meditación, Cheong Myeong, con la mayor naturalidad del mundo, colocó un cojín justo delante de él.
Baek Cheon, que en ese momento estaba a punto de sentarse como los demás, se detuvo al notar el gesto.
Su ojo tembló levemente.
—”… ¿En serio?”
Cheong Myeong le devolvió una mirada indiferente, como si no hubiera hecho nada fuera de lo común.
—”¿Qué?”
Baek Cheon sintió un repentino deseo de golpearlo.
"¡Este descarado!"
Claramente, Cheong Myeong estaba aprovechándose de la situación. Había notado su ligera incomodidad al caminar y ahora sin pudor alguno, le ofrecía un cojín mientras los demás discípulos se sentaban en el duro suelo como cualquier otro mortal.
Los discípulos, por su parte, fingieron no haber visto nada.
Nadie reaccionó.
Nadie hizo un solo comentario.
Todos se enfocaron en sus propias respiraciones como si de verdad fueran expertos en meditación y no un grupo de jóvenes con chismes ardiendo en la punta de la lengua.
Baek Cheon apretó los labios, sintiendo que su dignidad estaba en juego.
No podía simplemente rechazar el cojín.
Pero tampoco podía aceptarlo sin que pareciera que estaba cediendo demasiado.
Después de un segundo de tensión, soltó un suspiro y se sentó sobre el cojín con toda la dignidad que le quedaba.
Como si fuera la elección más natural del mundo.
Como si no tuviera absolutamente nada que ver con la noche anterior.
Los discípulos permanecieron en absoluto silencio.
No dijeron nada.
No reaccionaron.
Ni siquiera se miraron entre ellos.
Pero por dentro…
—"¡¡¡El maestro definitivamente lo está mimando!!!"
—"¡Cállate y sigue respirando, no podemos reaccionar!"
—"¡Por qué él sí y nosotros no!"
Mientras tanto, Cheong Myeong esbozó una ligera sonrisa de satisfacción.
Baek Cheon no pudo evitar lanzar una última mirada de advertencia a su descarado maestro.
Este… definitivamente se lo cobraría más tarde.
Pero entonces…
Cheong Myeong parpadeó.
Luego, parpadeó otra vez.
—”… ¿Qué es eso?”
Apenas había comenzado la sesión de meditación, asegurándose de que cada discípulo tuviera la postura correcta, cuando su mirada captó algo blanco moviéndose hacia él.
No era cualquier cosa.
Era Baek-ah, la pequeña marta blanca que, para su desgracia, había desarrollado un apego inquebrantable a su Baek Cheon.
Pero no era su presencia lo que lo dejó paralizado.
No.
Lo que lo detuvo fue lo que llevaba puesto.
Una pequeña túnica marcial en miniatura, idéntica a la que usaban los discípulos del Monte Hua.
¿Qué era eso?
Baek-ah se acercó con su habitual paso elegante, moviendo la cola con confianza, como si ahora fuera parte oficial de la secta.
Como si estuviera lista para entrenar con los demás.
Como si fuera un discípulo más.
—”¿…?”
Los párpados de Cheong Myeong temblaron.
—”¿QUÉ ES ESO?”
Los demás discípulos, que estaban tratando de contener su risa, **hicieron un esfuerzo sobrehumano para mantener la compostura.
Excepto Tang Soso.
Ella, con una radiante sonrisa de satisfacción, se acomodó en su sitio, sosteniendo su píldora entre los dedos y dijo:
—”¿No es lindo? Yo se lo hice.”
Su voz estaba llena de orgullo, como si acabara de completar la obra maestra de su vida.
Cheong Myeong sintió que la vena en su frente palpitaba.
“¿Lindo?”
“¡Lindo mis puños!”
Esa maldita bola de pelos no solo le quería quitar a su Baek Cheon y adueñarse de su cama, sino que ahora también se hacía pasar por un discípulo más.
¡¿Qué seguía?! ¿Que Baek-ah comenzara a blandir una espada y lo llamara "Shizun"?
¡El Monte Hua sería la burla de todo Kangho!
—”Tang Soso…” —su voz fue baja y peligrosa—. “¿Por qué le hiciste eso?”
Tang Soso, que no percibió el peligro en su tono, simplemente inclinó la cabeza con dulzura.
—”Porque se veía adorable.”
—”…”
Baek-ah, mientras tanto, se sentó sobre sus patas traseras, con la espalda recta y su expresión altiva, como si estuviera esperando que comenzara la lección.
Los discípulos hicieron un esfuerzo sobrehumano para no reírse.
Baek Cheon, quien hasta ese momento había estado en silencio, se llevó una mano a la boca para ocultar su sonrisa.
Y eso fue lo último que Cheong Myeong necesitó para perder la paciencia.
—”¡No es adorable! ¡Es una marta! ¡Un ANIMAL! ¡No es un discípulo del Monte Hua!”
Baek-ah le dirigió una mirada de superioridad, como si desafiará su autoridad.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Por un momento, juró que esa maldita bola de pelos le estaba sonriendo con burla.
—”¡Al diablo con esto!” —gruñó, frotándose las sienes—. “¡Comiencen a meditar! ¡Y alguien quite a ese bicho de aquí antes de que lo tire montaña abajo!”
Los discípulos inmediatamente cerraron los ojos y fingieron estar profundamente concentrados.
Tang Soso, sin embargo, simplemente sonrió y tomó a Baek-ah entre sus brazos.
—”No te preocupes, Baek-ah, el maestro solo está celoso.”
Cheong Myeong giró la cabeza tan rápido que casi se la rompe.
—”¡¿Celoso?!”
Baek-ah soltó un suave sonido que, para Cheong Myeong, sonó como una risa burlona.
Y en ese instante, supo que la guerra entre él y esa bola de pelos blanca… acababa de escalar a otro nivel.
Chapter 151: ⌗Es Una Bestia Sagrada o Algo Así
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Mientras los discípulos se sumergían en la meditación, completamente ajenos a lo que sucedía en el exterior, Cheong Myeong tenía la mirada clavada en la pequeña marta blanca.
Baek-ah, acurrucada con dignidad en el regazo de Tang Soso, se acicalaba el pelaje con total tranquilidad, como si ya hubiera reclamado su puesto oficial como "nuevo discípulo del Monte Hua".
—”Nuevo discípulo, ¿eh?”—Cheong Myeong murmuró para sí mismo, su sonrisa volviéndose peligrosa—. “Si quiere ser un discípulo, entonces tendrá que entrenar como uno.”
Con esa decisión en mente, sus ojos recorrieron los alrededores.
Y entonces la vio.
Una roca.
No una roca pequeña. No, no, no.
Una enorme roca, lo suficientemente grande como para aplastar a una ardilla.
Cheong Myeong la tomó con calma y caminó de regreso con paso tranquilo.
Baek-ah levantó la cabeza en ese momento y sus orejas temblaron con desconfianza.
Como si su instinto de supervivencia le advirtiera del peligro.
Demasiado tarde.
En un abrir y cerrar de ojos, Baek-ah se encontró en el suelo, con la roca colocada sobre su espalda.
—”¡Bien! ¡Diez mil lagartijas!”
Baek-ah abrió los ojos de par en par.
“¿…QUÉ?”
—”¡Vamos! ¡Si realmente eres un discípulo del Monte Hua, no te rendirás ante una simple roca, ¿verdad?!”
Los ojos de Baek-ah se llenaron de traición, horror y odio puro al mirar al hombre que acababa de arruinar su tranquila vida.
Pero Cheong Myeong ni se inmutó.
Con una sonrisa satisfecha, se cruzó de brazos y esperó.
Y así, sin que nadie pudiera defenderla, sin que nadie pudiera siquiera notarlo, Baek-ah se encontraba haciendo lagartijas con sus pequeñas patitas, con una roca el doble de su tamaño sobre su espalda.
Las primeras repeticiones fueron un desastre.
Baek-ah tembló, resopló y dejó escapar un chillido de indignación.
Pero cuando Cheong Myeong hizo amago de aumentarle el peso, finalmente cedió y comenzó a moverse con un esfuerzo sobrehumano.
Pequeñas gotas de sudor (¿las martas sudaban?) se formaron en su cabeza, pero siguió adelante.
Era eso… o la muerte.
Así pasaron los minutos, con Cheong Myeong supervisando a sus discípulos y a la pobre marta, que seguía esforzándose bajo el peso de la roca.
Baek-ah ya estaba al borde de la desesperación, su pequeño cuerpo temblaba con cada repetición, pero la mirada afilada de Cheong Myeong sobre ella le dejaba claro que no había escapatoria.
"¡Esto es abuso! ¡Abuso!", parecía gritar con sus ojos llorosos, pero nadie estaba allí para salvarla.
Finalmente, tras un largo rato, la sesión de meditación terminó.
Los discípulos soltaron un suspiro de alivio y comenzaron a abrir los ojos, sintiendo el flujo de energía dentro de ellos.
Sin embargo, antes de que pudieran regocijarse en su progreso… una horrible peste invadió el aire.
—”¡UGH!” —Cheong Myeong se cubrió la nariz de inmediato.
El resto de los discípulos hicieron lo mismo en cuanto el hedor los golpeó de lleno.
La energía pura de la píldora había expulsado todas las impurezas de sus cuerpos… pero ahora esas impurezas estaban impregnadas en sus ropas y piel como una mugre pegajosa.
Un sudor negro y espeso se les adhería al cuerpo, emanando un aroma tan penetrante que incluso los insectos que volaban cerca cayeron muertos en el acto.
—”¡Agh! ¡¿Qué demonios es esto?!” —Uno de los discípulos se miró las manos con asco, notando cómo una capa oscura cubría su piel.
—”¡Huele como si alguien hubiera hervido calcetines sudados en sopa de pescado podrida!” —gimió otro.
Baek Cheon, que seguía completamente limpio y oliendo como siempre a té y madera fresca, retrocedió de inmediato, cubriéndose la nariz con la manga de su túnica.
—”¡Baño! ¡Dénse un baño!”
No necesitaban que se lo dijeran dos veces.
En cuestión de segundos, los discípulos huyeron en estampida hacia el río.
Algunos, en su desesperación, casi se arrancaron la ropa en el camino, mientras otros se tambaleaban como si estuvieran a punto de desmayarse por la peste.
—”¡No puedo respirar! ¡Me estoy asfixiando con mi propio hedor!”
—”¡Sahyung, no te acerques a mí! ¡No quiero que me recuerdes así!”
—”¡Al diablo con la dignidad! ¡Voy a meterme al agua vestido si es necesario!”
El sonido del agua chapoteando y los gritos de los discípulos llenaron el aire mientras todos se lanzaban al río sin importarles nada más.
Desde la distancia, Baek Cheon observaba la escena con expresión estoica, pero en su mente, agradecía a los cielos por poseer energía pura.
No estaba seguro de poder recuperar su dignidad después de semejante espectáculo.
Por su parte, Cheong Myeong suspiró y sacudió la cabeza, aún con la nariz tapada.
—”Y estos se atreven a llamarse discípulos del Monte Hua…”
Baek-ah, que todavía tenía la roca sobre su espalda y había absorbido parte de la peste, chilló con horror e intentó escapar.
—”Ah, cierto.” —Cheong Myeong la tomó del cuello y la alzó con indiferencia. —”Tú también necesitas un baño.”
Y con eso, la arrojó al río sin ninguna ceremonia.
El chillido agudo de Baek-ah resonó en toda la montaña antes de que su cuerpo desapareciera bajo el agua.
Baek Cheon dio un paso adelante con la intención de ayudar a su pobre marta, que luchaba desesperadamente en el agua.
Pero en cuanto el hedor del río le golpeó la cara, se detuvo en seco.
El agua, que normalmente era cristalina, se estaba volviendo negra.
No solo negra, sino espesa y turbia, como si alguien hubiera vertido tinta en ella.
—”¿…Qué demonios?” —Baek Cheon frunció el ceño con incredulidad.
Los discípulos que se habían sumergido en el río ahora flotaban con expresiones de horror, observando cómo la mugre negra que salía de sus cuerpos se mezclaba con el agua.
—”¡Esto es un pantano del infierno!” —gimió uno de ellos.
—”¡No puedo ver mis propias manos bajo el agua!”
—”¡Estamos bañándonos en nuestra propia suciedad!”
Uno de los más jóvenes, con la cara pálida, casi parecía listo para vomitar.
Baek Cheon cerró la boca y se cubrió la nariz con su manga.
…Definitivamente no iba a meterse ahí.
Resignado, miró de reojo a Cheong Myeong, quien observaba la escena con expresión satisfecha, los brazos cruzados y la nariz arrugada.
Y luego miró a Baek-ah.
La pobre marta chapoteaba con desesperación, con el pelaje completamente empapado y su dignidad hecha trizas.
Sus ojos brillaban con una súplica muda.
"¡Sácame de aquí antes de que mi hermoso pelaje absorba este horror!"
Baek Cheon apretó los labios, debatiéndose.
Quería ayudarla, pero… ¿valía la pena arruinar su pureza y sumergirse en ese charco infernal?
Sus pies se quedaron clavados en el suelo.
No.
No valía la pena.
Baek-ah gritó en silencio por su traición.
Avergonzado, Baek Cheon desvió la mirada y fingió que no la había visto.
—”Ahem.” —Se aclaró la garganta y giró hacia Cheong Myeong, cruzándose de brazos. —”Maestro, eso fue demasiado.”
—”¿Qué fue demasiado?” —Cheong Myeong pestañeó con fingida inocencia.
Baek Cheon lo fulminó con la mirada y luego señaló a la marta, que seguía flotando como un cadáver en miniatura.
—”¡Baek-ah es pequeña! ¡No puede soportar el mismo entrenamiento que los discípulos!”
—”Oh, no te preocupes.” —Cheong Myeong agitó una mano con desdén. —”Las bestias sagradas tienen una resistencia increíble. Se recuperará.”
Baek Cheon frunció el ceño.
—”¡Pero la arrojaste como si fuera una piedra!”
—”Porque estaba sucia.”
—”¡Eso no justifica nada!”
Cheong Myeong encogió los hombros y sonrió con descaro.
—”Bueno, ahora está limpia.”
Baek Cheon sintió un tic nervioso en el ojo.
Y justo en ese momento, Baek-ah, con su último gramo de fuerza, logró arrastrarse hasta la orilla, temblando y con el pelaje pegado a su cuerpo como una rata ahogada.
Se tambaleó, miró a Cheong Myeong con un odio infinito, y luego se desmayó sobre el suelo mojado.
Baek Cheon soltó un profundo suspiro y pasó una mano por su rostro.
—”…Voy a bañarla y secarla bien.”
Y con sumo cuidado, levantó a la marta y se alejó de la escena, ignorando las carcajadas contenidas de su maestro.
Chapter 152: ⌗Comienza El Viaje
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Desde aquel día, los discípulos de Geomjon no conocieron la paz.
Antes, su entrenamiento consistía en lo básico: dominio de la espada, fortalecimiento físico y meditación.
Pero ahora… se había convertido en una pesadilla.
—”¡Ataquen con todo lo que tienen!” —ordenó Geomjon, de pie en el centro del patio de entrenamiento, con los brazos cruzados y una sonrisa burlona.
Los discípulos se miraron entre sí, sintiendo el sudor frío recorrer sus espaldas.
No era la primera vez que intentaban esto.
Cada vez que se lanzaban contra su maestro, terminaban en el suelo en cuestión de segundos.
Pero no tenían otra opción.
Inspiraron hondo, aferraron con fuerza sus espadas de madera y gritaron al unísono:
—”¡HAAAAH!”
Decenas de discípulos cargaron contra Geomjon, pero él no se movió ni un milímetro.
El primero en llegar balanceó su espada hacia el pecho de su maestro…
—”¡Demasiado lento!”
Geomjon desvió el golpe con una mano y con la otra golpeó el estómago del discípulo con precisión brutal.
¡BAM!
El joven salió volando y se estrelló contra el suelo con un gemido ahogado.
Los demás discípulos no se detuvieron, atacando desde distintos ángulos.
Pero era inútil.
Geomjon esquivaba con facilidad, bloqueaba con una sola mano y contraatacaba con puños y patadas devastadoras.
Uno por uno, todos cayeron.
Para los espectadores, era una escena digna de una masacre.
Los discípulos eran aplastados sin piedad, ninguno lograba ni siquiera rozar la túnica de su maestro.
Pero lo que nadie sabía…
Era que cada golpe de Geomjon no era solo castigo, sino ayuda.
Cada puñetazo, cada patada, cada impacto iba dirigido a puntos clave del cuerpo.
Ahí donde la energía de la Píldora Primordial se había acumulado, bloqueando su flujo.
Y con cada golpe, él la desbloqueaba.
De afuera, parecía que simplemente los estaba destrozando.
Pero por dentro, los discípulos sentían que algo en sus cuerpos cambiaba.
La energía fluía con mayor facilidad.
Sus músculos dolían, pero también sentían una nueva fuerza despertando en ellos.
—”Tch.” —Geomjon chasqueó la lengua, observando a sus discípulos jadeando en el suelo, cubiertos de sudor y con moretones por todo el cuerpo. —”¿Eso es todo?”
Algunos apretaron los dientes, forzándose a ponerse de pie.
—”¡Aún no hemos terminado, maestro!” —gritó uno de ellos, tambaleándose pero con una mirada encendida.
—”¡Vamos de nuevo!”
Los demás, contagiados por la determinación, se pusieron en posición una vez más.
Geomjon sonrió con satisfacción.
"Así es. Sigan viniendo."*
"Sigan cayendo."
"Pero cada vez que se levanten, serán más fuertes."
Y así, el infierno continuó.
(....)
El medio año de entrenamiento infernal finalmente dio frutos.
El día de la selección, el Gran Salón del Monte Hua estaba repleto.
Maestros y discípulos de toda la secta se reunieron en filas ordenadas, esperando el veredicto de Cheong Mun.
El líder de la secta, con su presencia imponente, miró a todos los presentes con seriedad.
—”Hoy daremos a conocer los discípulos que representarán al Monte Hua en el próximo torneo marcial.”
Un silencio cargado de anticipación se extendió en la sala.
Todos los discípulos contenían la respiración, esperando escuchar sus nombres.
Uno a uno, los nombres fueron anunciados.
Los discípulos seleccionados caminaban hacia el frente con la cabeza en alto y los puños apretados.
Hasta que, al finalizar...
Casi todos los discípulos de Cheong Myeong fueron llamados.
Los demás grupos quedaron en completo silencio.
Los seleccionados intentaron mantenerse serios y respetuosos…
Pero por dentro, querían gritar de la emoción.
¡Todo el dolor, el sufrimiento, los golpes brutales de su maestro, habían valido la pena!
Sin embargo, el verdadero espectáculo no estaba en los discípulos de Geomjon…
Sino en su maestro.
Geomjon, con los brazos cruzados, no intentó ocultar su satisfacción.
Con una expresión arrogante, miró de reojo a los otros maestros y les lanzó una sonrisa burlona.
"¿Lo ven? Mis discípulos son superiores."
Los demás maestros contuvieron la furia en sus rostros.
No podían decir nada.
¡Los resultados hablaban por sí solos!
Pero lo peor no era la expresión burlona de Geomjon…
Era Baek-ah.
La pequeña marta blanca, sentada en el hombro de Geomjon, miró a los otros maestros y discípulos…
Y entonces… mostró algo que parecía una sonrisa.
Una expresión de satisfacción pura, como si estuviera diciendo:
"¿Ven? Nosotros somos los mejores."
La furia de los demás maestros estaba a punto de estallar.
"¡Incluso esa maldita marta nos está menospreciando!”
Baek Cheon, de pie junto a su maestro, susurró en voz baja con un suspiro:
—”¿Era necesario hacer tantas caras?”
Geomjon se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
—”Si no los molesto ahora, no sería yo.”
Y con eso, los representantes de la secta del Monte Hua quedó decidido.
—---
El sol apenas comenzaba a iluminar el Monte Hua cuando los discípulos seleccionados ya estaban listos para partir.
Pero en la habitación de Geomjon, había una batalla diferente desarrollándose.
Frente a él, una túnica formal de la secta colgaba impecablemente doblada.
Era un atuendo ceremonial, con detalles bordados en dorado, reflejando la dignidad de un representante del Monte Hua.
Sin embargo, Cheong Myeong no estaba nada contento.
—”¿Tengo que usar esto?” —murmuró con fastidio.
Baek Cheon, a su lado, suspiró mientras sacudía la túnica.
—”No eres solo un maestro, ahora eres el representante del Monte Hua. Tienes que verte presentable.”
Cheong Myeong frunció el ceño, mirando la túnica como si fuera una trampa mortal.
—”Esto es demasiado formal. No puedo moverme bien con esta cosa.”
Baek Cheon sonrió levemente.
—”Deja de quejarte y levanta los brazos.”
Cheong Myeong chistó la lengua, pero obedeció.
Con paciencia, Baek Cheon comenzó a ayudarlo a vestirse.
Primero, la túnica interna.
Luego, la capa exterior, cuidadosamente acomodada sobre sus hombros.
Por último, ajustó el cinturón, asegurándose de que todo estuviera en su lugar.
Cuando terminó, dio un paso atrás para observarlo bien.
Cheong Myeong se miró en el espejo de bronce y se sorprendió.
"No está tan mal..."
Pero antes de que pudiera decir algo, Baek Cheon habló con una sonrisa:
—”Te ves guapo con esa ropa.”
Cheong Myeong se quedó inmóvil.
"¿Qué?"
Los ojos de Baek Cheon reflejaban sinceridad.
Y fue en ese instante que el rostro de Cheong Myeong se iluminó por completo.
Como un perro recibiendo una caricia de su dueño, su energía cambió drásticamente.
De estar fastidiado, pasó a estar más animado que nunca.
—”¿De verdad?” —preguntó con entusiasmo, mirándose en el espejo de nuevo.
Baek Cheon contuvo la risa.
—”Sí, en serio.”
Cheong Myeong se giró hacia él con una sonrisa satisfecha.
—”¡Tal vez esta ropa no es tan mala después de todo!”
Baek-ah, que estaba en una esquina observando la escena, rodó los ojos.
"Es demasiado fácil de complacer."
Con su maestro ahora animado, el grupo estaba listo para partir hacia la montaña Seonsang y el prestigioso templo Shaolin.
Chapter 153: ⌗Shaolin (1)
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Baek Cheon no había exagerado en lo absoluto cuando dijo que su maestro se veía guapo.
Estaba acostumbrado a verlo con el uniforme marcial, su cabello atado de manera descuidada y la ropa ligeramente arrugada después de entrenar, pero ahora… esto era un golpe directo a su corazón.
La túnica formal le quedaba perfecta, resaltando su porte fuerte y la elegancia natural que poseía sin siquiera intentarlo. Cada pliegue, cada detalle bordado parecía hecho a su medida.
Baek Cheon se quedó viéndolo más tiempo del que debía.
Desde fuera, cualquiera pensaría que estaba observando a su maestro como un emperador mirando con devoción a su concubina favorita.
Y la verdad es que no estarían muy lejos de la realidad.
Incómodo con el propio calor que subía a sus mejillas, Baek Cheon actuó sin pensar.
Se aferró al brazo de su maestro y se pegó a él con naturalidad.
Cheong Myeong parpadeó sorprendido, sintiendo el contacto repentino, pero no se quejó.
De hecho, lejos de apartarlo, se dejó llevar por la cercanía.
Así caminaron juntos hacia el área principal, donde ya todos los discípulos y maestros estaban reunidos.
El murmullo entre los presentes se detuvo por un segundo cuando vieron la escena.
Baek Cheon aferrado al brazo de Geomjon, caminando con confianza, mientras el infame maestro permitía la cercanía sin siquiera intentar apartarlo.
Algunos discípulos intercambiaron miradas de asombro.
—”¿Es esto algo normal?”
—”¿Siempre han sido tan cercanos?”
Pero nadie se atrevió a decirlo en voz alta.
Al frente, Cheong Mun ya los estaba esperando.
Al igual que Cheong Myeong, llevaba una túnica formal, reflejando la dignidad y la importancia del evento.
Sus ojos observaron detenidamente a su hermano menor, notando su aspecto más pulcro y la manera en que Baek Cheon prácticamente no se despegaba de él.
Cheong Mun soltó un suspiro interno.
Con una expresión serena, dio un paso al frente, dispuesto a dar sus últimas palabras de aliento antes de la partida definitiva.
Cheong Mun se colocó con firmeza frente a todos los discípulos y maestros reunidos, sus ojos recorrieron el grupo con una presencia imponente, asegurándose de que cada uno estuviera listo.
—”¿Todos han terminado de preparar su equipaje?”
Las respuestas fueron inmediatas.
—”¡Sí, líder de la secta!”
La respuesta unísona resonó con fuerza en el aire, dejando en claro la determinación del grupo.
Cheong Mun asintió, complacido, y continuó:
—”Como todos saben, este evento no se trata solo de los enfrentamientos. Estaremos en presencia de otras sectas, algunas de gran renombre, y cada una de nuestras acciones y gestos serán una representación del Monte Hua.”
El tono en su voz se volvió más serio.
—”No debemos darles razones para menospreciarnos. La forma en que hablen, la manera en que caminen y hasta la más mínima expresión que hagan será observada. Por lo tanto, es necesario cuidar todo lo que hagan.”
El silencio cayó entre los discípulos.
Sus palabras tenían peso.
Sabían que, aunque habían entrenado arduamente para demostrar la fuerza del Monte Hua, no bastaba solo con eso. También debían mantener la compostura y la disciplina, evitando cualquier comportamiento que pudiera poner en duda la dignidad de la secta.
Fue en ese momento cuando ocurrió.
Casi como si hubieran ensayado, todos los presentes voltearon sus cabezas al mismo tiempo hacia una sola persona.
Geomjon.
Las miradas eran claras.
"Sabemos quién es el mayor problema aquí."
El ambiente serio se rompió en un instante.
Cheong Myeong, que hasta ese momento había estado escuchando con los brazos cruzados, frunció el ceño al notar la repentina atención sobre él.
—”¿Por qué me miran así?”
Nadie dijo nada, pero las expresiones hablaban por sí solas.
"Si alguien arruina la reputación del Monte Hua, será él."
"¿Cuánto tiempo pasará antes de que cause un problema?"
Cheong Myeong bufó, indignado.
—”¡Oye! No hay nadie más cuidadoso que yo. Soy un gran ejemplo como maestro del Monte Hua.”
El silencio que siguió fue sepulcral.
Y entonces…
Todos desviaron la mirada al mismo tiempo, sin molestarse en responder.
"No le creemos."
"Definitivamente algo va a pasar."
Baek-ah, cómodamente sentada sobre el hombro de Cheong Myeong, chilló suavemente.
Parecía que ni ella le creía.
Cheong Mun se llevó una mano a la sien, sintiendo una punzada de dolor de cabeza venir con anticipación.
—”Solo… haz tu mejor esfuerzo, Cheong Myeong.”
No era una orden, era un ruego.
Cheong Myeong chascó la lengua y miró hacia otro lado, pero no discutió más.
Cheong Mun, aceptando que no conseguiría nada más de su hermano menor, retomó la seriedad.
—”Si todos están listos, partimos de inmediato.”
Los discípulos y maestros se pusieron en marcha.
La montaña Seonsang y la Secta Shaolin los esperaban.
Mientras el grupo avanzaba hacia la entrada de la secta, las voces de los discípulos que se quedaban atrás resonaban con fuerza en el aire, llenando el ambiente de entusiasmo y energía.
—”¡No nos avergüencen allá!”
—”¡Ganen y eleven el nombre del Monte Hua!”
—”¡Si pierden, ni se molesten en volver!”
Las risas se mezclaban con los gritos de ánimo, creando una atmósfera cargada de emoción.
Los discípulos de Geomjon sentían el calor de esas palabras en el pecho, avivando su determinación. Habían entrenado sin descanso durante medio año, habían soportado el infierno bajo la enseñanza de su maestro… y ahora finalmente tendrían la oportunidad de demostrar que valía la pena.
Sin embargo, a medida que el grupo descendía por la montaña, las miradas curiosas de algunos discípulos ajenos al grupo de Geomjon, se desviaban hacia una escena en particular.
Geomjon y Baek Cheon caminaban lado a lado, sus manos entrelazadas con naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo.
Conversaban en voz baja, intercambiando palabras casuales, con una cercanía que no dejaba espacio a dudas.
"Así que los rumores eran ciertos…"
Todos habían oído las historias, susurradas en los pasillos, sobre la relación entre el temido maestro Geomjon y su mejor discípulo. Pero una cosa era escuchar rumores y otra muy distinta verlo con sus propios ojos.
En el Monte Hua, aunque era una secta taoísta, el romance no estaba prohibido.
Sin embargo, era inusual.
Aún más raro si se trataba de dos hombres.
Pero al final, si el propio líder de la secta había aceptado esa relación, entonces nadie tenía derecho a cuestionarlo.
A pesar de la sorpresa inicial, no hubo murmuraciones ni miradas de desprecio.
Al contrario, algunos discípulos más jóvenes los observaban con una mezcla de admiración y asombro.
—”…Supongo que tiene sentido”—susurró un discípulo a su compañero, encogiéndose de hombros.
—”Sí, es Baek Cheon. Si alguien podía domar a Geomjon, tenía que ser él.”
Los dos rieron por lo bajo antes de seguir adelante.
Mientras tanto, Baek Cheon notó las miradas sobre ellos, pero en lugar de soltar la mano de su maestro, apretó con más fuerza.
Cheong Myeong ladeó la cabeza con curiosidad, notando el pequeño gesto.
—”¿Te molesta que nos miren?”
Baek Cheon lo miró de reojo antes de esbozar una leve sonrisa.
—”No.”
No le importaba lo que pensaran los demás.
Todo lo que le importaba… era seguir caminando al lado de su maestro.
Chapter 154: ⌗Shaolin (2)
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El viaje fue largo y agotador, pero para algunos discípulos, la verdadera prueba no fue el trayecto en sí… sino la constante exposición a la verdadera personalidad de Geomjon.
Los discípulos ajenos a su enseñanza, aquellos que solo conocían la leyenda del temido maestro de la espada flor de ciruelo, pasaron de la admiración al asombro… y luego al horror absoluto.
Para ellos, Geomjon siempre había sido una figura lejana, un hombre envuelto en un aura de misticismo y temor, implacable en el campo de batalla y severo en su entrenamiento.
Pero la realidad…
Era completamente distinta.
—”¡Baek Cheon! ¿Verdad que soy el más guapo de todos los maestros aquí presentes?” —proclamó Cheong Myeong con total confianza, cruzando los brazos mientras esperaba la respuesta de su discípulo.
Baek Cheon, caminando a su lado, soltó un suspiro con una sonrisa divertida.
—”Eres el único que se alaba a sí mismo de esa manera… “
—”¡Eso no es una respuesta!”
Los otros discípulos los observaban con incredulidad, preguntándose si realmente era el mismo hombre que había dejado un camino de oponentes derrotados a su paso.
Pero lo peor…
Fue darse cuenta de que no tenía la más mínima vergüenza en mostrar su afecto por su pareja.
Cualquiera pensaría que un maestro tan temido sería reservado y discreto, pero no, Cheong Myeong hacía todo lo contrario.
A lo largo del viaje, molestaba sin cesar a Baek Cheon, robándole bocados de su comida, tomándolo por la cintura sin previo aviso, o simplemente besándolo en cualquier momento que se le antojara.
Y Baek Cheon… no solo lo permitía, sino que le correspondía.
Si Cheong Myeong se acercaba para robarle un beso de repente, Baek Cheon, en lugar de apartarlo con vergüenza, simplemente se inclinaba más hacia él.
Si Cheong Myeong lo tomaba de la mano delante de todos, Baek Cheon entrecruzaba los dedos con los suyos y lo apretaba con fuerza.
Para los discípulos ajenos, era una tortura.
Para los discípulos de Geomjon, era martes.
Y para el líder de la secta, Cheong Mun, era una historia que ya había visto demasiadas veces.
Ya no parpadeaba ni mostraba reacción cuando veía a su hermano menor tirando de Baek Cheon hacia un rincón para besarlo sin la más mínima discreción.
Ya ni se inmutaba cuando los otros discípulos lo miraban con expresiones de "¿¡Cómo permites esto!?"
Era inútil.
Resistirse a Cheong Myeong era perder el tiempo.
Y así, después de varios días de viaje y muchas víctimas que ahora conocían la verdadera personalidad de Geomjon, finalmente llegaron a su destino.
Los pies de la montaña Seonsang.
Allí, sobre sus imponentes alturas, se encontraba Shaolin.
Un lugar que representaba la cima del poder marcial, la secta que muchos consideraban el epicentro del mundo de las artes marciales.
Los discípulos del Monte Hua miraron hacia la montaña con una mezcla de emoción y nerviosismo.
Desde la base de la montaña Seonsang, la vista era impresionante.
El sendero que conducía a Shaolin estaba repleto de personas.
Artistas marciales de todas las sectas, vestidos con túnicas que representaban su afiliación, caminaban con elegancia y confianza, algunos conversando entre ellos, otros analizando a los recién llegados con miradas calculadoras.
Comerciantes y mercaderes tenían sus puestos listos, aprovechando la oportunidad para vender desde armas y píldoras medicinales hasta recuerdos con el emblema de Shaolin.
El aire vibraba con energía, una mezcla de anticipación y competencia.
Para los discípulos del Monte Hua, acostumbrados a la tranquilidad y el aislamiento de su propia montaña, era abrumador.
La cantidad de personas, el ruido, la sensación de estar en el centro de algo mucho más grande de lo que habían imaginado…
Algunos tragaron saliva con nerviosismo.
Fue entonces cuando Cheong Myeong habló con aparente casualidad:
—”Antes, el Monte Hua también era así.”
Los discípulos se giraron hacia él con sorpresa.
Cheong Mun, quien caminaba a su lado, asintió con nostalgia.
—”Así es… “—dijo con voz tranquila—. “Hace mucho tiempo, el Monte Hua era tan reconocido como Shaolin. Sus discípulos eran admirados y respetados, y nuestra secta era un símbolo de orgullo y grandeza. “
Los discípulos se quedaron en silencio por un momento.
No era que no supieran de la antigua gloria del Monte Hua.
Pero verlo con sus propios ojos, sentir lo que significaba ser parte de un evento de esta magnitud, hizo que esas historias dejaran de ser solo palabras.
La pérdida se volvió real.
Y con ello, nació una nueva determinación.
“Recuperaremos nuestra gloria.”
“Haremos que el Monte Hua vuelva a brillar.”
El fuego en sus ojos cambió.
Cheong Myeong lo notó.
Y sonrió.
Shaolin y las grandes sectas no lo sabían.
Pero este evento no era para ellos.
Era para el Monte Hua.
Cheong Myeong se aseguraría de que lo recordaran.
¡No había entrenado a sus discípulos con un régimen infernal solo para que fueran meros espectadores!
Sonrió con confianza, apretando con suavidad la mano de Baek Cheon.
—”Vamos” —dijo con calma.
Baek Cheon asintió y, con las manos aún entrelazadas, comenzaron a subir la montaña.
Los escalones de piedra parecían interminables, pero lo más agotador no era el ascenso en sí…
Sino la cantidad de personas.
Cuanto más subían, más se incrementaba la multitud.
Había discípulos de sectas renombradas, monjes de Shaolin, y hasta nobles y mercaderes que habían venido a presenciar el evento.
El bullicio, las miradas curiosas, la mezcla de energías marciales en el aire…
Para los discípulos más jóvenes del Monte Hua, era demasiado.
—”¿Por qué hay tanta gente?”
—”Siento que no podemos ni respirar aquí… “
—”¿Siempre es así de ruidoso?”
Las quejas comenzaron a surgir en murmullos.
Pero antes de que la situación empeorara…
Baek Cheon se detuvo en seco.
Con su expresión severa y su postura imponente, miró a sus jóvenes compañeros con desaprobación.
—”¡Dejen de actuar como aldeanos de campo y cállense!”
El silencio fue instantáneo.
Los discípulos se estremecieron, sus pucheros de protesta quedaron atrapados en su garganta.
Algunos bajaron la mirada, otros inflaron las mejillas con indignación contenida.
Cheong Myeong, que había estado observando la escena con diversión, soltó una risa.
—”Jajajaja, Baek Cheon, qué cruel. Déjalos, para ellos es la primera vez viendo algo así. “
Baek Cheon bufó.
—”Si quieren representar al Monte Hua, que lo hagan con dignidad.”
Los discípulos sintieron un escalofrío.
¡Su querido Baek Cheon, que normalmente era el hermano mayor comprensivo, se había vuelto despiadado!
¡Y todo porque estaba al lado de su maestro descarado!
Cheong Myeong rió aún más fuerte.
No importaba.
Pronto, todos los presentes en Shaolin verían lo que sus discípulos eran capaces de hacer.
Chapter 155: ⌗Shaolin (3)
Chapter Text
A medida que continuaban ascendiendo, una silueta familiar apareció a la distancia.
Un grupo de discípulos vestidos con túnicas blancas y azules caminaba con paso firme por el sendero de la montaña.
Jongnam.
El Monte Hua y Jongnam siempre habían sido enemigos naturales.
Por lo que pasar desapercibidos era la mejor opción.
O al menos, esa era la intención.
Pero antes de que pudieran siquiera intentarlo, uno de los hombres del grupo se detuvo de golpe.
No era un simple discípulo.
Por la forma en la que los demás lo rodeaban con respeto, era evidente que se trataba de un maestro o anciano.
Su figura emanaba un aura fuerte, rígida… dominante.
Como si pudiera sentir la presencia del Monte Hua, giró la cabeza y su mirada fría y afilada se posó en ellos.
Baek Cheon fue el primero en detenerse.
Su cuerpo, que normalmente irradiaba confianza, se tensó de inmediato.
Su expresión permaneció neutra, pero Cheong Myeong, que lo conocía mejor que nadie, pudo ver el ligero endurecimiento en su mandíbula.
El hombre lo miró fijamente.
Ojos entrecerrados.
Una evaluación silenciosa.
Por un momento, el mundo pareció detenerse.
Hasta que el hombre desvió la vista y siguió caminando.
La tensión en Baek Cheon no desapareció.
Cheong Myeong, que había presenciado todo el intercambio, alzó una ceja con curiosidad.
—”¿Quién era ese?” —preguntó con ligereza, esperando una respuesta rápida.
Baek Cheon tardó en responder.
Su voz sonó tensa.
—”… Mi padre.”
—”Oh, así que tu pa—”
Espera.
¿¡Su qué!?
¿¡SU PADRE!?
Cheong Myeong se quedó paralizado.
Ese hombre dominante, imponente y con cara de querer matar a alguien… era el padre de Baek Cheon!?
¡Eso no pasaba en la historia original del juego!
¡En ninguna parte se mencionaba al padre de Baek Cheon!
O al menos…
Cheong Myeong frunció el ceño.
O tal vez… los desarrolladores estaban demasiado ocupados metiendo escenas fanservice como para incluir detalles importantes.
Maldita sea.
¡Esto cambiaba todo!
Baek Cheon no dijo nada más sobre su padre.
No hubo explicaciones, ni quejas, ni siquiera una mirada hacia atrás.
En cambio, se giró hacia sus compañeros, su expresión serena pero con un filo oculto en su mirada.
—”Jongnam sigue viéndonos con calma… como si no fuéramos sus rivales.”
Su tono era frío y medido, pero las palabras fueron suficientes para encender la chispa en sus compañeros.
Los discípulos del Monte Hua gruñeron en disgusto.
La idea de que la secta Jongnam los considerara inferiores era insoportable.
¡No se dejarían intimidar!
Uno de los discípulos más jóvenes murmuró:
—”Si creen que somos los mismos de hace unos años, están equivocados.”
—”Déjalos creer lo que quieran “—respondió otro, con una sonrisa feroz—. “Se llevarán una sorpresa cuando nos vean en el campo de batalla.”
El ánimo se elevó.
La mirada confiada de Baek Cheon hizo que sus compañeros hincharan el pecho con determinación.
Mientras tanto, Cheong Myeong seguía sumido en sus pensamientos.
El padre de Baek Cheon.
El juego nunca lo mencionó.
¿Qué tan importante sería su rol en esta historia?
¿Era una mera coincidencia, o significaba que la historia del juego tenía huecos más grandes de lo que recordaba?
Pero este no era el momento ni el lugar para sacarle información a Baek Cheon.
Más tarde.
Cuando estuvieran instalados, cuando no hubiera oídos ajenos, haría que hablara.
Por ahora, debían enfocarse en lo que tenían frente a ellos.
Y lo que tenían frente a ellos era…
Las imponentes puertas del Gran Templo Shaolin.
Sus enormes columnas de madera, resistentes al paso del tiempo, sostenían la gran inscripción dorada:
"Gran Templo Shaolin".
El corazón de las artes marciales.
El lugar donde la élite del mundo marcial se reunía.
Los discípulos del Monte Hua tragaron saliva.
Habían entrenado duro, se habían preparado mentalmente, pero ahora lo sentían real.
Shaolin.
Habían llegado.
Al cruzar las grandes puertas de Shaolin, un monje de cabeza rapada y túnica naranja los recibió con una sonrisa serena.
—”Bienvenidos, estimados discípulos del Monte Hua. Mi nombre es Hui Zhao. Permítanme guiarlos a su casa de invitados.”
Su tono era amable, pero su presencia firme, con un aura de tranquilidad que solo aquellos con gran disciplina espiritual poseían.
Los discípulos del Monte Hua lo siguieron en silencio, tratando de mantener la compostura y no perderse admirando el impresionante monasterio.
A cada paso, el ambiente de Shaolin se sentía diferente a cualquier otro lugar.
Había monjes entrenando en los patios, practicando posturas en total sincronización. Sus movimientos eran fluidos, como si estuvieran en completa armonía con la naturaleza misma.
Algunos discípulos del Monte Hua no pudieron evitar comparar su propio entrenamiento con el de Shaolin. Eran mundos distintos.
Pero si algo tenían en común, era el ardiente deseo de mejorar.
Y esa competencia solo haría que esa llama creciera.
—”Líder de secta Cheong Mun”— continuó el monje mientras caminaban—, “mañana habrá una reunión entre todos los líderes de secta. “
Cheong Mun asintió atentamente.
—”Entendido.”
—”Pasado mañana comenzará oficialmente la competencia de sparring. Les recomiendo que descansen bien y se preparen mentalmente. Shaolin valora la disciplina y el respeto, así que confío en que los discípulos del Monte Hua actuarán con honor. “
Las miradas de los discípulos se endurecieron.
Shaolin era el lugar más prestigioso del mundo marcial, pero eso no significaba que fueran a intimidarse.
Hui Zhao los guió por un sendero rodeado de jardines hasta una construcción de madera refinada con techos curvos.
—”Aquí es donde se alojarán durante su estancia. Si necesitan algo, pueden solicitarlo a los monjes encargados.”
Con una leve inclinación, el monje se retiró en silencio, dejándolos instalarse.
Tan pronto como la figura de Hui Zhao desapareció, Cheong Myeong dio un paso al frente y habló sin dudar:
—”Baek Cheon y yo tomaremos esa habitación.”
Sin dar tiempo a protestas, se adelantó y abrió la puerta de la habitación más amplia.
Los discípulos se miraron entre sí.
—”…¿Lo dijo en serio?”
—”¿Cuándo no lo dice en serio?”
—”¡Es la más grande!”
Pero nadie se atrevió a discutirlo en voz alta.
Baek Cheon, por otro lado, solo suspiró con resignación.
A estas alturas, ya estaba acostumbrado.
Cheong Mun exhaló un largo suspiro mientras se masajeaba las sienes.
—”Ese bastardo…”
El cuarto que Cheong Myeong había tomado sin vergüenza alguna estaba claramente reservado para el líder de la secta.
Después de todo, era el más amplio y cómodo.
Pero, considerando que lo compartiría con su pareja, quizás era lo mejor.
Si Cheong Myeong terminaba en una habitación más pequeña con Baek Cheon, no cabía duda de que los otros discípulos acabarían sufriendo noches enteras sin poder dormir.
Y si intentaba cambiarle la habitación ahora…
Sería una batalla innecesaria.
Con otro suspiro, Cheong Mun decidió rendirse.
—”Bien, todos acomódense y descansen. Ha sido un viaje largo. Necesitarán todas sus fuerzas para lo que viene.”
Los discípulos asintieron y se dispersaron rápidamente.
Aunque aún se quejaban en voz baja sobre la descarada actitud de Cheong Myeong, sabían que no podían hacer nada al respecto.
Mientras tanto, en la habitación más grande, Cheong Myeong ya se había apropiado de la cama.
Se dejó caer sobre el colchón con los brazos extendidos, hundiéndose en la suavidad con un suspiro de satisfacción.
—”¡Ahhh, esto sí es vida! ¡Este colchón es digno de un maestro legendario como yo!”
Baek Cheon, quien se encontraba acomodando el equipaje de ambos, lo miró de reojo.
—”Tienes suerte de que el líder de secta haya decidido no decir nada.”
—”¿Por qué haría algo tan cruel? Este cuarto me queda perfecto.”
Baek Cheon bufó con diversión.
—”Aprovechador.”
Pero aún así, no lo reprendió.
Después de todo, era agradable ver a su maestro relajado y cómodo.
Cheong Myeong observó a Baek Cheon en silencio mientras acomodaba sus cosas. No tardó en sacar el tema que rondaba su mente.
—”Entonces… ¿quieres hablar de tu padre?”
Baek Cheon se detuvo un momento, dejando de doblar una de sus túnicas. Sabía que esta conversación llegaría tarde o temprano.
No porque Cheong Myeong fuera insistente, sino porque él mismo no podía evitar pensar en ello.
Con un suspiro, dejó la túnica sobre la mesa y se acostó junto a su maestro en la cama, mirando el techo.
—”No hay mucho que decir. Ya sabes lo suficiente.”
Pero Cheong Myeong no se quedó callado.
En la historia del juego, el padre de Baek Cheon apenas era mencionado.
Quizás porque los escritores estaban demasiado ocupados metiendo escenas de fanservice.
Sin embargo, en su vida actual, sabía más de lo que el propio juego había mostrado.
Lo había descubierto la vez que Baek Cheon se emborrachó y dejó salir sus sentimientos reprimidos.
La infancia de Baek Cheon había sido terrible.
El desprecio de su familia, el constante menosprecio de su propio padre…
Y ahora, verlo aquí, en Shaolin, como un anciano de la secta rival, solo confirmaba lo que Baek Cheon le había contado esa vez.
—”Así que él realmente te odia” —murmuró Cheong Myeong, ladeando el rostro para verlo mejor.
Baek Cheon cerró los ojos.
—”Nunca me vio con buenos ojos. Yo no era el hijo que quería.”
Sus labios se curvaron en una sonrisa amarga.
—”Y ahora que escapé de la secta para unirme a su rival… ¿qué otra cosa podría sentir más que odio?”
Cheong Myeong no dijo nada, esperando a que continuara a su propio ritmo.
Baek Cheon respiró hondo antes de hablar de nuevo.
—”Cuando decidí irme, él trató de impedirlo.”
Su voz sonaba más fría, más contenida.
—”Me rompió las piernas para que no pudiera escapar.”
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Eso tampoco aparecía en el juego.
—”¿Y cómo llegaste al Monte Hua entonces?”
Baek Cheon sonrió levemente.
—”Arrastrándome.”
Cheong Myeong abrió los ojos con sorpresa.
—”¿Hablas en serio?”
—”Arrastrándome por el suelo, con mis piernas inutilizadas, me alejé de mi hogar.”
Su sonrisa se desvaneció y su mirada se oscureció con los recuerdos.
—”Tardé días en llegar a una aldea donde pudieran ayudarme. Pero no me detuve ni un solo momento.”
Cheong Myeong sintió algo dentro de él arder de rabia.
Baek Cheon siempre había sido fuerte, pero nunca imaginó que había tenido que soportar algo así.
—”Voy a matarlo.”
Baek Cheon soltó una carcajada corta.
—”No lo harás.”
—”Oh, sí que lo haré.”
Baek Cheon negó con la cabeza, apoyando su frente contra la de Cheong Myeong.
—”No necesito venganza, Myeong-ah. Lo único que necesito es demostrarle que no pudo quebrarme.”
Su voz era firme, determinada.
Había dejado atrás el pasado.
Pero eso no significaba que Cheong Myeong fuera a dejarlo pasar tan fácilmente.
Ese viejo bastardo…
No perdería de vista a su "suegro" la próxima vez.
Chapter 156: ⌗Shaolin (4)
Chapter Text
Cheong Myeong rodeó a Baek Cheon con los brazos, atrayéndolo más cerca.
Baek Cheon se acurrucó en su pecho, su cuerpo relajándose poco a poco al sentir la calidez familiar de su pareja.
El aroma a ciruelos lo envolvió, calmando sus pensamientos.
Por un momento, todo lo demás dejó de importar.
Se quedaron así, en silencio, disfrutando la cercanía.
Pero, como era de esperarse, Cheong Myeong no podía quedarse quieto por mucho tiempo.
—”Vamos a explorar Shaolin.”
Baek Cheon abrió un ojo con sospecha.
—”Probablemente el líder de secta no te dejará.”
Cheong Myeong sonrió con picardía.
—”El líder de secta no tiene que saberlo.”
Antes de que Baek Cheon pudiera replicar, ya le estaba tomando la mano y arrastrándolo fuera de la habitación.
Sin embargo, cuando llegaron a la entrada de la casa de invitados, se encontraron con una barrera inesperada.
Un grupo de discípulos bloqueaba el paso con los brazos cruzados y expresiones demasiado sospechosas.
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”…¿Qué están haciendo?”
Jo Gul, uno de los discípulos más descarados, le sonrió con falsa inocencia.
—”Nada, maestro. Solo estábamos estirando las piernas.”
Cheong Myeong bufó.
—”Oh, claro. Y yo soy el líder de secta.”
Los discípulos mantuvieron la barrera humana, sin moverse ni un centímetro.
Baek Cheon suspiró.
—”Obviamente nos estaban esperando.”
Cheong Myeong los miró con atención.
No parecían querer detenerlo por respeto al líder de secta.
No, sus ojos brillaban con demasiada curiosidad.
Estos pequeños bastardos…
En realidad, querían salir a explorar tanto como él.
Cheong Myeong sonrió con astucia.
—”¿Por qué bloquear el paso cuando podrían venir con nosotros?”
Los discípulos se removieron inquietos.
—”Eso sería irresponsable… “—intentó decir uno.
—”¿Realmente les interesa quedarse aquí cuando podrían ver un lugar tan famoso como Shaolin?”
Cheong Myeong dejó que la tentación hiciera su trabajo.
Uno a uno, los discípulos empezaron a intercambiar miradas.
Incluso Yu Iseol, la más reservada, parecía mínimamente interesada.
—”Solo un vistazo…” —susurró Yoon Jong.
—”¡Exacto!” —Cheong Myeong sonrió triunfante—. “Solo un vistazo.”
Los discípulos finalmente cedieron.
—”¡Vamos antes de que nos atrapen!”
Y así, con una sonrisa traviesa en el rostro, Cheong Myeong lideró a su pequeña banda de fugitivos fuera de la casa de invitados.
—-
A medida que exploraban el interior del Templo Shaolin, el contraste con la entrada era evidente.
Afuera, las multitudes de comerciantes, artistas marciales y espectadores creaban un ambiente bullicioso, pero dentro, todo era más sereno.
Algunos monjes pasaban en silencio, con sus túnicas impecables y sus rostros tranquilos, mientras que otros discípulos de diversas sectas deambulaban con la misma curiosidad que ellos, examinando la arquitectura y el ambiente sagrado del lugar.
Los discípulos del Monte Hua, sin embargo, eran un espectáculo aparte.
Sus ojos brillaban de emoción mientras se maravillaban con cada pequeño detalle.
—”¡Miren esas inscripciones en la pared!”
—”¡Guau, incluso los pasillos son enormes!”
—”¿Eso es… un gato? ¡Hay un gato aquí!”
—”¿Un gato en Shaolin? ¡Increíble!”
Baek Cheon no pudo evitar sonreír con diversión.
Estos chicos…
Era la primera vez que salían del Monte Hua y cualquier cosa les parecía un gran descubrimiento.
Incluso cosas que también existían en su secta.
Baek Cheon los observó con indulgencia.
Y entonces se dio cuenta de algo.
La imagen era extrañamente cálida.
Él y Cheong Myeong caminaban tomados de la mano, mientras los discípulos los seguían ansiosos y llenos de energía.
Por un momento, la imagen le recordó a…
Una familia.
Como si fueran los padres guiando a sus hijos en su primera gran aventura.
Baek Cheon sintió cómo su corazón se aceleraba.
¿Sería así si tuvieran hijos?
El pensamiento le llegó de golpe, provocándole un sonrojo instantáneo.
¡¿Por qué estaba pensando en eso ahora?!
Sacudió la cabeza tratando de disipar la idea.
Pero incluso cuando intentó distraerse, una imagen persistente se formó en su mente.
Un niño pequeño, con los mismos ojos brillantes de Cheong Myeong, riendo mientras corría por los pasillos del Monte Hua.
Cheong Myeong siguiéndolo con una sonrisa descarada, tan radiante como siempre.
Y él… observándolos con una mezcla de amor y resignación.
Baek Cheon tragó saliva.
¡No, no, no!
Esto no era el momento ni el lugar para pensar en algo así.
¡Y menos cuando Cheong Myeong era más inmaduro que sus propios discípulos!
Con el rostro aún caliente, se apresuró a desviar la mirada.
Cheong Myeong, ajeno a su pequeña crisis interna, seguía caminando con confianza, mientras sus pollitos lo seguían con admiración.
El cálido ambiente de exploración se vio interrumpido de golpe.
Un murmullo desagradable se deslizó entre el aire solemne del templo, rompiendo la burbuja de emoción en la que estaban sumidos los discípulos del Monte Hua.
—”¿Qué les pasa? ¿Son del campo acaso?”
—”Ugh… ¿El Monte Hua? ¿Realmente fueron invitados?”
Las voces estaban impregnadas de burla y menosprecio.
Los discípulos del Monte Hua voltearon al instante hacia la fuente de los comentarios.
Sus expresiones, que momentos antes estaban llenas de entusiasmo y curiosidad, se endurecieron de inmediato.
Y ahí estaban.
Los discípulos de la secta Hainan.
Vestían túnicas elegantes en tonos claros y un símbolo de olas en su pecho, con un aire de superioridad reflejado en sus posturas y miradas.
Los malditos discípulos de la secta Hainan.
No eran solo cualquier secta.
Eran la secta que había tomado el lugar del Monte Hua dentro de las diez grandes sectas después de que este fuera excluido.
Eran los que se habían beneficiado del declive de su secta.
El resentimiento era natural.
Era justificado.
Baek Cheon sintió cómo la tensión se acumulaba en el aire.
Los puños de sus compañeros se apretaron con fuerza.
Los discípulos del Monte Hua no necesitaban más razones para sentirse molestos.
Solo la presencia de la secta Hainan era suficiente para encender una chispa en sus corazones.
Los discípulos de Hainan, por otro lado, sonreían con desdén, disfrutando claramente de la reacción que habían provocado.
Era obvio que su intención era menospreciarlos.
Reducirlos a nada más que una secta caída, una reliquia del pasado.
Pero lo que no sabían…
Era que el Monte Hua no era el mismo de antes.
Y mucho menos los discípulos de Geomjon.
Baek Cheon tomó una profunda respiración y miró de reojo a Cheong Myeong, esperando su reacción.
La expresión de Cheong Myeong se mantuvo indiferente.
Como si todo lo que acababa de escuchar no tuviera ninguna importancia.
Y en realidad, no la tenía.
Había vivido lo suficiente—en dos vidas distintas—como para entender que las palabras de unos niños arrogantes eran solo ruido de fondo.
No valía la pena enfadarse por un grupo de idiotas inflados de ego.
Pero, al parecer, los discípulos de Hainan no pensaban dejar el asunto así.
Lo que pudo haber quedado en simples miradas de hostilidad no fue suficiente para ellos.
Los discípulos de Hainan se fueron juntando poco a poco, formando una barrera implícita alrededor del grupo del Monte Hua.
Se movieron con una sincronización ensayada, como si ya hubieran hecho esto muchas veces antes.
Y entonces, el mayor de ellos dio un paso adelante.
Su expresión era de pura indignación.
Como si hubiera visto algo realmente terrible.
¡Los únicos que deberían estar enojados eran ellos!
El Monte Hua tenía todos los motivos del mundo para despreciar a la secta Hainan.
No al revés.
Baek Cheon, en un intento de apaciguar el ambiente, dio un paso al frente.
Su postura era firme, su expresión calmada.
Con voz serena y cortesía impecable, se presentó cordialmente.
Sin embargo, ni siquiera pudo terminar su presentación.
Porque la voz del discípulo mayor de Hainan retumbó en el aire.
—”¿La secta en ruinas vino arrastrándose hasta aquí para conseguir algo de comida?”
Silencio.
Un silencio absoluto.
Y después, un sonido repentino:
El chasquido de los dientes de Baek Cheon apretándose con furia.
Su cuerpo se tensó al instante.
El fuego en su mirada era feroz.
Y en el momento en que su pie derecho se adelantó—claramente con la intención de lanzarse al ataque—
Cheong Myeong lo sujetó del brazo.
Baek Cheon respiró hondo.
El toque firme de su maestro en su brazo fue suficiente para traerlo de vuelta a la realidad.
No podía perder el control. No aquí.
No podía darle a los discípulos de Hainan la satisfacción de verlo perder la compostura.
Sin embargo, ellos no tenían la intención de detenerse.
—”Si yo fuese del Monte Hua, no hubiera mostrado mi cara aquí por vergüenza.”
—”¡Jajaja!”
—”No digas eso, sahyung, escuché que se están muriendo de hambre. ¿No se les hace agua la boca al escuchar el sonido del arroz hirviendo? “
—”La cocina está por ahí, ¡váyanse! Tal vez todavía alcancen arroz frío.”
Más risas.
Más comentarios llenos de burla.
Y cada palabra fue como una gota de aceite ardiendo sobre las brasas de la furia de los discípulos del Monte Hua.
Chapter 157: ⌗Shaolin (5)
Chapter Text
Las expresiones de los jóvenes discípulos se endurecieron.
Sus manos temblaban de rabia, sus dientes rechinaban.
Pero ninguno de ellos hizo un movimiento imprudente.
Porque estaban esperando la reacción de su líder.
Y Baek Cheon también esperaba algo.
Esperaba que Cheong Myeong dijera algo.
Que les ordenara hacer algo.
Sin embargo...
No lo hizo.
Cheong Myeong apenas parpadeó.
Su rostro no mostró ni la más mínima reacción.
Sus pensamientos iban en otra dirección.
"¿Cómo nos vamos sin causar problemas? No quiero que el líder de secta me regañe otra vez."
Esa fue su única preocupación.
Pero se distrajo.
Un solo segundo.
Y ese segundo fue suficiente.
¡CLANG!
El sonido metálico retumbó en el aire.
Cheong Myeong volteó de inmediato para ver la escena frente a él.
La espada de Baek Cheon estaba clavada en el suelo.
Y su dueño se veía furioso.
Sus ojos resplandecían con la misma ferocidad de un tigre acorralado.
—”No voy a tolerar que sigan insultando al Monte Hua.”
Su voz resonó** con claridad absoluta.
Los discípulos de Hainan se detuvieron por un instante, sorprendidos por la declaración.
Pero luego, una sonrisa burlona apareció en sus rostros.
—”¿Y qué vas a hacer al respecto, cachorro del Monte Hua?”
—”¿Vas a pelear aquí? ¿En Shaolin?”
Baek Cheon no dijo nada.
Simplemente se acercó hacia su líder y levanto su puño, apuntó directamente hacia su rostro.
Y fue ahí cuando todo se salió de control.
Porque los pollitos de Cheong Myeong —que habían contenido su furia hasta ahora— ya no aguantaron más.
Y se lanzaron al ataque.
En un abrir y cerrar de ojos...
¡Cheong Myeong se encontró en medio de una batalla campal!
Los discípulos del Monte Hua y los de Hainan se enfrentaban sin reservas.
Los sonidos de los golpes, que sonaban como tambores llenaron el aire.
Y en medio de todo ese caos, Cheong Myeong solo podía pensar en una cosa.
"¡¿Cómo demonios pasó esto?! ¡Y todo provocado por el que se supone que es el más educado del grupo!"
—"¡Deténganse, idiotas!"
Cheong Myeong intentó persuadirlos.
Intentó usar su autoridad como su maestro.
Intentó razonar con ellos.
Pero nadie lo escuchó.
El caos ya estaba desatado.
Jo Gul y Yoon Jong, en lugar de pelear contra Hainan, se peleaban entre ellos por las “presas”.
—”¡Yo lo vi primero!”
—”¡Cállate, Jo Gul! ¡Déjame al menos uno!”
—”¡Entonces muévete más rápido!”
Mientras tanto, Yu Iseol no decía nada.
Simplemente golpeaba a sus oponentes con una expresión fría.
Pero sus puños eran mucho más violentos que su cara inexpresiva.
—”¡Bien hecho, sagu! ¡Aquí tienes otro!” —gritó Tang Soso, quien no estaba peleando exactamente...
Sino que le acercaba discípulos de Hainan para que Yu Iseol los golpeara.
Cheong Myeong se frotó el rostro con frustración.
"¿Por qué son así? ¿Por qué mi grupo es así?"
Lo peor era que el que normalmente sí lo escuchaba, el que se suponía tenía que ser la voz de la razón…
Baek Cheon.
Él también estaba en medio de la pelea.
No solo peleaba, sino que dejaba inconsciente a los discípulos de un solo golpe.
¡Ni siquiera parecía estar esforzándose!
—”¡No se atrevan a menospreciar al Monte Hua!” —exclamó, golpeando a otro en el estómago y haciéndolo doblarse como un camarón.
Y por si fuera poco…
—”¡Kiiiiii!”
Baek-ah estaba aferrada al brazo de un discípulo de Hainan y lo mordía como una rata rabiosa!
El pobre infeliz gritaba y se agitaba, pero Baek-ah no lo soltaba.
"Ah… Ya está. Esto ya se fue al demonio."
Cheong Myeong se cruzó de brazos y decidió esperar.
Porque a este punto ya no había nada que hacer.
Era una masacre unilateral.
Los discípulos de Hainan cayeron uno por uno.
En menos de cinco minutos, todos estaban en el suelo, inconscientes o gimiendo de dolor.
Jo Gul y Yoon Jong dejaron de discutir.
Yu Iseol se sacudió el polvo de las manos.
Tang Soso sopló un mechón de cabello que se había salido de su lugar.
Baek Cheon exhaló profundamente, girándose hacia su maestro con orgullo.
—”Ganamos.”
—”Ganaron “ —repitió Cheong Myeong en tono monótono, mirando a su alrededor.
Un montón de cuerpos de Hainan estaban tirados en el suelo.
Algunos con moretones, otros inconscientes, y uno todavía temblando con Baek-ah mordido en su brazo.
Cheong Myeong no sabía si sentirse orgulloso o decepcionado.
—”Hah…” —suspiró.
Pero justo en ese momento...
—"¡¿Qué ha pasado aquí?!"
La voz tronó como un rayo.
Los discípulos del Monte Hua se congelaron en su lugar.
Baek Cheon lentamente guardó su espada.
Jo Gul y Yoon Jong intentaron adoptar posturas inocentes.
Yu Iseol se cruzó de brazos como si nada hubiera pasado.
Tang Soso pateó sutilmente a un discípulo de Hainan inconsciente para sacarlo de su camino.
Y Cheong Myeong…
…comenzó a buscar la mejor manera de escaparse antes de que el líder de la secta lo viera.
—"Geomjon."
El tono de Cheong Mun era tranquilo.
Demasiado tranquilo.
Tan tranquilo que daba más miedo.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Lentamente, levantó la vista.
Su sahyung lo miraba sin expresión.
Detrás de él, algunos monjes de Shaolin observaban la escena en completo silencio.
Y junto a ellos…
El líder de Shaolin, Bop Jeong.
Bop Jeong era un hombre de apariencia solemne, con una barba blanca bien cuidada y ojos llenos de sabiduría.
En este momento, su mirada estaba llena de confusión y decepción.
Por supuesto que lo estaba.
Después de todo…
Había un montón de discípulos de Hainan inconscientes en el suelo.
Y los discípulos del Monte Hua estaban de pie, avergonzados, mirando al suelo como niños atrapados haciendo travesuras.
Cheong Mun respiró hondo.
Exhaló lentamente.
Y luego, finalmente, habló.
—”Cheong Myeong.” —Su voz era firme.—”Explícame qué ha pasado aquí.”
Cheong Myeong sintió un sudor frío recorrer su espalda.
"¿Por qué yo?"
¡No era su culpa!
¡Los que comenzaron la pelea fueron esos malditos pollitos!
"¡No fui yo! ¡Ellos fueron los que causaron este desastre!"
Sin embargo…
Mientras veía la severa mirada de Cheong Mun, Cheong Myeong supo que no importaba lo que dijera.
De alguna manera, la culpa terminaría siendo suya.
Era el maestro.
Se suponía que debía mantener a los discípulos bajo control.
Se suponía que debía evitar problemas.
Y, sin embargo…
Aquí estaban.
Con un desastre tan grande que hasta el líder de Shaolin tuvo que venir personalmente.
—”Uh…” —intentó hablar, pero se detuvo.
¿Qué demonios podía decir en esta situación?
No importaba cómo intentara explicarlo, Cheong Mun no le creería.
¡No importaba que Baek Cheon fuera el que clavó su espada en el suelo primero!
¡No importaba que Yu Iseol fuera la que golpeó más fuerte!
¡No importaba que hasta el maldito Baek-ah hubiera mordido a alguien!
Él era el que recibiría el castigo.
"Ah… Maldita sea."
Cheong Myeong suspiró y aceptó su destino.
Chapter 158: ⌗Shaolin (6)
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—"Cheong Myeong."
El tono de Cheong Mun era frío y severo.
—”¡Ni siquiera ha pasado medio día desde que llegamos!”
Cheong Myeong rechino los dientes.
"¡Lo sé, lo sé!"
—”¡No esperaba menos de ustedes!” —intervino uno de los ancianos de Shaolin con voz indignada—. “¡No tienen respeto! ¡Esto es el Gran Templo Shaolin, no un campo de batalla para resolver sus rencillas infantiles!”
Los discípulos del Monte Hua bajaron aún más la cabeza.
Por otro lado, los monjes de Shaolin cruzaron los brazos con desaprobación.
Cheong Myeong se sintió morir.
"¡Malditos pollitos! ¡Miren en qué lío me metieron!"
Estaba por abrir la boca para defenderse cuando…
Baek Cheon dio un paso adelante.
—”Asumo toda la responsabilidad.”
Todos lo miraron sorprendidos.
Incluso Cheong Myeong.
"¡Espera, espera, espera! ¿Tú asumiendo la culpa? ¿Desde cuándo?"
—”Fui yo quien inició la pelea “—continuó Baek Cheon, su expresión seria e inquebrantable—. “No hay excusa para nuestro comportamiento y aceptaremos cualquier castigo.”
Cheong Mun frunció el ceño.
Bop Jeong lo miró con interés.
Pero antes de que pudieran hablar, Baek Cheon sonrió con calma y añadió:
—”Pero… de todas formas, íbamos a pelear, ¿no?”
Un silencio sepulcral cayó sobre el lugar.
Cheong Myeong sintió ganas de golpearlo.
"¡Maldita sea, Baek Cheon! ¡Esa no es la forma en la que intentas calmar la situación!"
Los monjes de Shaolin entrecerraron los ojos.
Los discípulos del Monte Hua miraron a Baek Cheon con incredulidad.
Cheong Mun cerró los ojos con frustración.
Y Bop Jeong…
Se rió.
Era solo una breve risa, casi imperceptible.
Pero lo suficiente como para que todos lo notaran.
—”Joven Baek Cheon…” —su voz sonó llena de paciencia—. “¿Me está diciendo que cree que una pelea en el templo, fuera del campo de combate oficial, es aceptable?”
Baek Cheon lo miró fijamente.
—”Digo que todos vinimos aquí a probar nuestra fuerza” —respondió con serenidad—. “Y aunque nuestro comportamiento fue inapropiado, al final del día, en el Monte Hua nos enseñaron que la espada no es solo para defendernos, sino para demostrar nuestro espíritu. “
Bop Jeong parpadeó.
Los monjes intercambiaron miradas.
Cheong Mun masajeó sus sienjas.
Y Cheong Myeong…
Lo miró en completo shock.
"¿Cómo demonios…?"
Lo que acababa de decir era un argumento ridículo.
Una excusa descarada.
¡Pero lo había dicho con tal confianza que era imposible refutarlo!
Bop Jeong finalmente asintió con un suspiro.
—”Los monjes de Shaolin valoramos la disciplina por sobre todas las cosas” —dijo—. “Sin embargo, comprendo el espíritu de sus palabras.”
Se giró hacia Cheong Mun.
—”Esta vez, solo recibirán una advertencia. “
Los discípulos del Monte Hua contenieron la respiración.
—”Pero si esto vuelve a ocurrir fuera del campo de batalla, no seremos tan indulgentes.”
—”¡Sí, señor!” —respondieron todos al unísono.
Cuando los monjes de Shaolin finalmente se retiraron, Cheong Myeong miró fijamente a Baek Cheon.
—”…¿Cómo demonios hiciste eso?”
Baek Cheon solo sonrió.
Cheong Myeong a veces olvidaba lo ridículo que era el poder del protagonista.
Pero había funcionado.
Y eso era lo único que importaba.
"Tal vez debería usarlo más seguido a mi favor…"
Justo cuando pensó eso…
—”¡Regresen de inmediato a la casa de invitados!”
Cheong Mun tronó su voz con autoridad.
Los discípulos del Monte Hua temblaron.
Los efectos del encanto de Baek Cheon habían desaparecido en un instante.
—”¡Y ustedes dos!”—Cheong Mun miró a Cheong Myeong y Baek Cheon con una mirada gélida—. “¡No saldrán el resto del día!”
—”… “
—”… “
Baek Cheon bajó la cabeza con resignación.
Cheong Myeong abrió la boca para protestar… pero se lo pensó mejor.
"Puedo manejar a los monjes de Shaolin, pero no a Cheong Mun sahyung."
Y para empeorar las cosas…
—”¡Ustedes!” —Cheong Mun señaló a Jo Gul, Yoon Jong, Yu Iseol y Tang Soso—. “¡Serán los encargados de vigilarlos!”
—”…¿Eh? “
Los discípulos asignados parpadearon confundidos.
—”¿Nosotros?” —preguntó Jo Gul.
—”¿Vigilar a nuestro maestro…?” —añadió Yu Iseol, como si no pudiera procesarlo.
Tang Soso parpadeó, luego miró a Cheong Myeong y a Baek Cheon… y sonrió de manera traviesa.
—”¡Entendido, líder de secta!”
—”…”
—”… “
Cheong Myeong cerró los ojos con frustración.
“Maldita sea. Me atraparon."
(...)
El incidente entre la secta del Monte Hua y la secta Hainan se esparció como pólvora.
No era de extrañar.
Con un millón de invitados en Shaolin, un altercado como ese no podía pasar desapercibido.
Las opiniones estaban divididas:
—"¡El Monte Hua es demasiado violento! ¡No respetan el templo sagrado!"
—"No es culpa de nadie más que de Hainan. Ellos comenzaron con las provocaciones."
—"Ambas sectas son una vergüenza. Pelear en un lugar sagrado… ¿dónde quedó el honor?"
—"No me importa la moralidad, lo importante es el resultado. Si el Monte Hua aplastó a Hainan así de fácil, ¿qué significa para el sparring oficial?"
—"¡Oye! ¿Quién ganó exactamente?"
—"Obviamente, el Monte Hua. Fue una masacre."
En medio de los pasillos de Shaolin, la gente susurraba, especulaba y esperaba con ansias el día de la competencia.
Mientras tanto…
Los discípulos del Monte Hua estaban de guardia.
Como buenos carceleros, se aseguraban de que su maestro y Baek Cheon no escaparan.
Jo Gul y Yoon Jong estaban sentados en el suelo, jugando con piedritas para matar el tiempo.
Yu Iseol, con los brazos cruzados, vigilaba la puerta en silencio.
Tang Soso, por otro lado, parecía emocionada con su papel de guardiana.
—”Si intentan escapar, los atraparemos, ¿verdad?” —dijo con una sonrisa confiada.
—”… “
—”…”
Dentro de la habitación…
Baek Cheon estaba sentado tranquilamente, limpiando su espada con movimientos precisos.
Cheong Myeong rodaba por la cama.
—”Ugh…” —se quejó, rodando de un lado a otro—. “¡Estoy aburrido!”
Baek Cheon lo ignoró.
—”Oye…” —Cheong Myeong dejó de rodar y miró a su amante con los ojos entrecerrados—. “¿Quieres intentar escapar por la ventana?”
Baek Cheon se detuvo en seco.
Lentamente, levantó la mirada.
Su expresión era una mezcla de incredulidad y amenaza silenciosa.
—”…”
—”…”
—”Cheong Myeong.”
—”Sí, mi amor.”
—”Si dices otra estupidez, te atravieso con esta espada.”
—”… “
—”… “
—”Entendido. “
Y así, Cheong Myeong volvió a rodar en la cama, suspirando dramáticamente.
Al final Cheong Myeong se envolvió en las cobijas como un burrito, con la firme intención de no moverse en lo que quedaba del día.
Si no podía salir, al menos iba a descansar a gusto.
Baek Cheon solo suspiró ante su infantilismo y continuó limpiando su espada, acostumbrado a sus tonterías.
Sin embargo, la paz duró poco.
Knock, knock.
—”¿Qué?” —Cheong Myeong murmuró desde su capullo de mantas.
La puerta se abrió, revelando a Yoon Jong con una expresión tensa.
—”Geomjon… el líder de secta los llama.”
Cheong Myeong se tensó de inmediato.
—”¿Otra vez? ¡Pero si ya me castigó!”
—”No lo sé, pero debes bajar.”
Baek Cheon dejó su espada con un suspiro, mientras Cheong Myeong seguía en su forma de burrito, claramente negándose a moverse.
—”Cheong Myeong…”
—”No quiero.”
—”Cheong Myeong.”
—”¡NO QUIERO!”
Baek Cheon lo agarró de la manta y, con una facilidad sorprendente, lo jaló hasta dejarlo caer al suelo.
¡PLOP!
—”¡DONGRYONG! ¡TRAIDOR!” —gritó desde el suelo.
Baek Cheon se cruzó de brazos.
—”Vamos.”
Cheong Myeong bufó, pero al final no tuvo opción.
Juntos, bajaron hacia la sala principal.
Chapter 159: ⌗Shaolin (7)
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Al entrar en la habitación, el ambiente era solemne.
Cheong Mun estaba sentado a la cabecera de la mesa, con su expresión habitual de serenidad.
Sin embargo, fue el resto de los presentes lo que llamó la atención de Cheong Myeong.
Tang Gun-ak, el líder del Clan Tang, estaba allí.
A su lado, Tang Bo los saludó con una gran sonrisa.
Sentados junto a ellos, Wei Lisha, el líder de la puerta Huayoung, y su hijo Wei Soheng.
Y por último, pero no menos importante…
Maeng So, el líder del Clan de las Bestias.
Cheong Myeong parpadeó.
Todos estos grandes nombres estaban aquí… para apoyar al Monte Hua.
Baek Cheon tragó saliva.
—”Saludos, líderes.”
Tang Bo fue el primero en hablar.
—”¡Baek Cheon! ¡Hyung-nim!” —Los llamó con entusiasmo—. “Qué bueno verlos otra vez. “
Wei Lisha sonrió con calma.
—”Escuchamos sobre la pelea con Hainan… y pensamos que sería prudente recordarles que no están solos.”
Maeng So, con su presencia imponente, rió con voz grave.
—”El Monte Hua ha demostrado su fuerza una vez más. No podemos esperar a verlos en la competencia. “
Cheong Myeong observó a todos por un momento y luego miró a su sahyung.
Cheong Mun simplemente asintió.
—”Vinieron a mostrar su apoyo al Monte Hua.”
Cheong Myeong sonrió.
Parecía que las cosas iban a ponerse más interesantes.
Como si hace unos momentos no hubiese sido castigado como un niño, Cheong Myeong se sentó alegremente en la mesa junto a Tang Bo.
¡Así que habían venido a verlos!
—”Je, sabían que mis pollitos iban a ganar, ¿verdad?” —dijo con una sonrisa de superioridad, apoyando un codo en la mesa.
Tang Bo soltó una carcajada, pero *Tang Gun-ak rápidamente disipó su entusiasmo.
—”No te emociones demasiado “—dijo con su tono serio y severo—. “Estamos aquí porque el Clan Tang también va a participar. “
Cheong Myeong parpadeó.
—”¿Oh? ¿Así que también están metidos en esto?”
—”Por supuesto “—respondió Tang Bo, apoyando la mejilla en su mano—. “Pero será un problema si nos toca pelear entre nosotros. “
Suspiró dramáticamente, con una expresión afectada.
—”¿Cómo voy a decidir a quién apoyar? ¿A mis valientes discípulos o a los de mi querido amigo?”
Cheong Myeong sonrió de inmediato.
—”¿Quieres apostar?”
Los ojos de Tang Bo brillaron con emoción.
—”¡Trato hecho!”
Ambos se dieron un fuerte apretón de manos mientras el resto de los presentes suspiraban.
Cheong Mun, en particular, negó con la cabeza con una mirada de resignación.
—”Si vas a apostar, al menos asegúrate de no meter a la secta en problemas”—murmuró.
—”¿Eh? ¿Desde cuándo hago eso?” —respondió Cheong Myeong con toda la inocencia del mundo.
Baek Cheon le lanzó una mirada incrédula, pero no dijo nada.
Mientras tanto, Maeng So y Wei Lisha reafirmaron su propósito de estar allí.
—”Nuestro apoyo es específicamente para el Monte Hua” —dijo Wei Lisha con una sonrisa tranquila—. “No podíamos dejar que estuvieran solos en esto.”
Maeng So, con su presencia imponente, gruñó con desdén.
—”Las Llanuras Centrales y su gente siempre han sido un fastidio “—dijo sin rodeos—. “Pero hice una excepción para apoyarlos.”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
Parecía que no estaban tan solos como algunos pensaban.
Tang Bo, con una sonrisa divertida, señaló a su compañero más joven.
—”De todas formas, Gun-ak también vino a ver a su hija. “
Tang Gun-ak, que se mantenía en silencio hasta ahora, tosió disimuladamente, girando ligeramente el rostro con una expresión rígida.
—”No es nada importante…”
Cheong Myeong, con su usual descaro, asintió con la cabeza como si no notara la incomodidad del hombre.
—”¡Ah, entonces deberíamos traerla de inmediato!”
Se giró hacia uno de sus discípulos y le hizo un gesto con la mano.
—”Ve a buscar a Tang Soso.”
El discípulo asintió rápidamente y salió corriendo.
Tang Gun-ak tosió otra vez, visiblemente incómodo.
—”No era necesario apresurarse tanto…”
Pero antes de que pudiera continuar, Cheong Mun intervino con su tono sereno y firme.
—”Es normal que un padre quiera ver a su hija después de casi un año sin verse.”
Las palabras del líder de la secta hicieron que Tang Gun-ak cerrara la boca, sin poder discutir. Aunque era un hombre estricto y orgulloso, no podía negar que había extrañado a su hija.
No pasó mucho tiempo antes de que Tang Soso entrara en la sala.
—”¡Padre!”
Con una gran sonrisa, corrió hacia Tang Gun-ak y se inclinó levemente en respeto antes de tomar asiento con naturalidad.
Sin embargo, la expresión de Tang Gun-ak se congeló al verla.
—”…”
¿Era esta realmente su hija?
La niña que había criado con tanto amor, a quien había enseñado los modales adecuados y había protegido de cualquier peligro… ahora se veía como una auténtica bandida.
Su postura, su expresión confiada, la manera en que se sentó sin ninguna reserva, su atuendo mucho más tosco y funcional… todo en ella gritaba que había cambiado completamente.
No quedaba ni un solo rastro de la delicadeza que alguna vez mostró en el Clan Tang.
Pero…
Se veía feliz.
Más feliz de lo que jamás había parecido dentro del clan.
Tang Gun-ak cerró los ojos por un momento, respiró hondo y finalmente aceptó la realidad.
Mientras tanto, Cheong Myeong, con una gran sonrisa de satisfacción, soltó con total descaro:
—”¡La he cuidado bien!”
Tang Gun-ak lo miró fijamente.
Y por primera vez en mucho tiempo… no supo qué responder.
Tang Gun-ak no era un hombre de muchas palabras, pero en este momento había una pregunta que necesitaba hacer, solo para confirmarlo.
—”Soso.”
Tang Soso giró la cabeza hacia su padre, todavía con esa sonrisa brillante en su rostro.
—”¿Eres feliz?”
La pregunta fue directa, sin rodeos, y provocó que el ambiente en la sala se volviera ligeramente tenso.
Sin embargo, Tang Soso no titubeó ni un segundo. Su sonrisa se ensanchó y, con una expresión llena de determinación, asintió con firmeza.
—”¡Sí!”
Tang Gun-ak la observó en silencio durante un momento.
Eso era suficiente.
No importaba cuánto hubiera cambiado su apariencia o sus modales, ni siquiera importaba que su porte fuera completamente diferente al de una dama del Clan Tang. Lo único que importaba era que seguía siendo su hija y que estaba feliz.
Él también sonrió levemente, con una mezcla de alivio y orgullo.
—”Bien.”
Después de ese pequeño momento de ternura, la conversación continuó con un tono más relajado. Tang Gun-ak, sintiéndose más cómodo, quiso saber qué tanto había aprendido su hija en el Monte Hua.
—”Dime, Soso, ¿has aprendido mucho desde que llegaste?”
Tang Soso infló el pecho con orgullo y asintió enérgicamente.
—”¡Por supuesto! ¡Aprendí lo suficiente para poder romperle la cabeza a las otras sectas y al Clan Tang!”
Un silencio mortal cayó sobre la habitación.
Todos los presentes se quedaron en shock, pero nadie más que Tang Gun-ak, quien pestañeó varias veces, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.
—”…”
—”¿Qué?”
Antes de que Tang Soso pudiera continuar con su declaración, Yu Iseol se movió como el viento, cubriéndole la boca y arrastrándola fuera de la habitación en un abrir y cerrar de ojos.
Tang Gun-ak volteó lentamente hacia Cheong Myeong.
Su mirada era clara, directa, y solo tenía una pregunta:
"¿Qué tipo de educación le diste a mi hija?"
Cheong Myeong, sin perder la compostura, parpadeó lentamente y giró la cabeza en dirección a Baek Cheon.
—”Oh, Cheon-ah, hoy te ves especialmente guapo.”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada.
Tang Gun-ak apretó los puños.
Ese maldito…
Tang Bo no pudo contener la risa ante la reacción de Tang Gun-ak. Su risa profunda y sincera resonó en la sala, contrastando con la expresión de absoluta indignación en el rostro de Tang Gun-ak y la mirada evasiva de Cheong Myeong.
—”¡Jajajaja! Realmente has criado a una chica feroz, Gun-ak! ¡Me gusta su espíritu!”
Tang Gun-ak le dirigió una mirada asesina al anciano, pero Tang Bo simplemente se encogió de hombros con una sonrisa divertida.
Sin embargo, de repente su expresión cambió. Su tono se volvió más grave cuando se dirigió a Cheong Myeong con seriedad.
—”Por cierto, hay algo que debes saber. Parece que la Secta Wudang y la Secta Borde del Sur se reunieron en secreto.”
La atmósfera en la sala cambió de inmediato.
Baek Cheon, que había estado observando en silencio, frunció el ceño y se cruzó de brazos con seriedad.
—”Eso suena bastante sospechoso.”
Tang Bo asintió.
—”Por supuesto que lo es. Wudang y el Borde del Sur han sido humillados repetidamente por el Monte Hua en este último tiempo. Ambos son parte de las Diez Grandes Sectas y, en teoría, deberían ser ellos quienes los aplasten a ustedes… pero la realidad ha sido muy diferente.”
Baek Cheon entrecerró los ojos.
—”Si se reunieron en secreto, probablemente estén planeando una estrategia para hacernos caer en la competición.*”
El silencio en la sala se hizo más denso.
Cheong Myeong sintió su sangre hervir.*
—”¡Malditos bastardos…!”
Era tan típico de ellos. Wudang y el Borde del Sur nunca admitirían abiertamente su derrota. No era sorprendente que intentaran buscar una forma de recuperar su prestigio a través de métodos deshonestos.
Pero lo que realmente encendió la furia de Cheong Myeong fue un pensamiento repentino.
El padre de Baek Cheon está en el Borde del Sur.
¿Y ahora ese mismo hombre estaba planeando algo contra su propio hijo?
Los dedos de Cheong Myeong se crisparon.
¿Ese viejo bastardo realmente se atrevía?
El aire en la sala estaba tenso. Cheong Myeong tenía la mandíbula apretada, su ceño fruncido y los puños cerrados. La idea de que el padre de Baek Cheon estuviera tramando algo contra su propio hijo lo llenaba de rabia, pero antes de que pudiera explotar, sintió algo cálido y suave contra su mejilla.
Baek Cheon le había dado un beso.
Fue un roce ligero, casi fugaz, pero el efecto fue inmediato.
Los hombros de Cheong Myeong se relajaron, su ceño se suavizó y su respiración dejó de ser tan pesada.
Baek Cheon se apartó apenas un poco, lo suficiente para mirarlo con firmeza.
—”No importa cuán sospechoso sea, no hay nada de qué preocuparse.”
Cheong Myeong parpadeó, aún sintiendo la calidez de los labios de Baek Cheon en su piel.
—”...”
—”Todo estará bien.”—Baek Cheon continuó con determinación—. “No importa cuánto intenten mantenernos a raya, eso no nos detendrá.”
Su voz resonó con seguridad en la sala. No había ni una pizca de duda en su expresión.
Tang Bo sonrió con diversión ante su confianza.
—”Entonces, dime, Baek Cheon… ¿Tú obtendrás la victoria en esta competencia?”
Baek Cheon negó con la cabeza sin titubear.
—”Yo no tendré la victoria.”
Tang Bo arqueó una ceja, curioso por su respuesta.
—”¿Oh?”
Baek Cheon enderezó la espalda, su presencia emanando una seriedad imponente.
—”La victoria será del Monte Hua.”
El silencio cayó sobre la sala. Las palabras de Baek Cheon fueron tan naturales y seguras que nadie pudo refutarlas.
No era solo su victoria.
Era la victoria de su secta.
Era la victoria de todos ellos.
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
Sí, definitivamente, Baek Cheon era el protagonista de esta historia.
Y él estaba muy, muy enamorado de él.
Chapter 160: ⌗Shaolin (8)
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El sol apenas comenzaba a asomarse sobre Shaolin cuando Cheong Mun dejó bien en claro su última orden antes de partir hacia la reunión con los demás líderes de secta:
—”Cheong Myeong, no tienes permiso para salir.”
Su tono no dejaba espacio para objeciones.
Cheong Myeong chasqueó la lengua con molestia.
—”¡Pero yo no peleé!”
Cheong Mun le dirigió una mirada severa antes de marcharse sin decir más.
Cheong Myeong bufó.
—”¡Injusto! ¡Totalmente injusto!”
Baek Cheon, que estaba a su lado, cruzó los brazos con aire de indiferencia.
—”¿Y qué esperabas? Siempre provocas accidentes.”
—”¡Pero esta vez no hice nada!” —replicó Cheong Myeong, pero su novio solo lo miró con una ceja arqueada.
(...)
Afortunadamente, además de su lindo novio para hacerle compañía, también habían llegado Tang Bo y Maeng So, dos de los mayores alcohólicos que conocía.
—”Oye, oye, Cheong Myeong.”—Maeng So sonrió ampliamente mientras sacaba unas botellas de licor de su bolsa, ese loco infiltró alcohol en Shaolin—. “No hay mejor forma de empezar el día que con un buen trago, ¿no crees?”
Tang Bo rió con ganas.
—”¡Esas son palabras sabias, Maeng So! Ya me estaba preguntando cuándo íbamos a beber.”
Sin dudarlo, los dos comenzaron a llenar sus tazas.
Cheong Myeong observó la escena y, con una sonrisa cómplice, tomó una de las botellas y comenzó a servir con entusiasmo.
—”¡Eso es! ¡Que empiece la fiesta!”
Baek Cheon, que estaba observando desde un rincón, se frotó las sienes con resignación.
—”Son como niños…”
—”No es nuestra culpa que el líder de secta nos dejara atrapados aquí.” —Cheong Myeong le guiñó un ojo antes de tomar su propia taza y beber de un solo trago.
Baek Cheon suspiró.
Sabía que no iba a poder detenerlos, así que simplemente se cruzó de brazos y esperó.
Y tal como esperaba…
—”Cheon-ah, aquí tienes.”
Frente a él, Cheong Myeong le tendía una taza llena de licor.
Baek Cheon lo miró con desaprobación.
—”Sabes que no bebo mucho.”
—”Solo un poco.” —Cheong Myeong sonrió con picardía—. “¿O acaso vas a rechazar la copa que te sirvió tu querido maestro?”
Baek Cheon cerró los ojos por un momento.
Respiró hondo.
Y luego… tomó la taza.
—”Solo un poco.” —dijo con resignación antes de llevarla a sus labios.
Tang Bo y Maeng So aplaudieron con satisfacción.
—”¡Así se habla!”
Y con eso, el castigo del Monte Hua se convirtió en una reunión clandestina de borrachos antes del almuerzo.
…
Mientras bebía con tranquilidad, Cheong Myeong recordó algo de "suma importancia".
Sus ojos se entrecerraron y con un movimiento ágil metió la mano dentro de sus túnicas, rebuscando por un momento hasta que sacó una pequeña bola de pelo blanco con ojos astutos.
—”¡Aquí está!” —exclamó, sosteniendo con firmeza a la diminuta criatura—. “Maeng So, ya no quiero a tu bestia espiritual o lo que sea. ¡Llévatela!”
Baek-ah, la marta blanca, gruñó en protesta y retorció su pequeño cuerpo tratando de escapar del agarre de Cheong Myeong.
El líder del Clan de las Bestias, Maeng So, observó la escena con una gran sonrisa.
—”¿Oh? ¿Acaso finalmente te rendiste?”
—”¡Nunca la quise en primer lugar!” —replicó Cheong Myeong con frustración—. “Esta cosa es molesta, se mete donde no la llaman y encima me ignora cuando le hablo. ¡Así que tómala y llévatela de vuelta a tu clan!”
Maeng So rió con ganas mientras tomaba un sorbo de su licor.
—”Baek-ah ya eligió con quién quiere quedarse.”
—”No me importa, llévatela.”
—” No.”
La negativa fue inmediata.
Cheong Myeong parpadeó incrédulo.
—”¿No?”
—”No.”
Maeng So sonrió aún más mientras daba otro trago.
Baek-ah, que había estado forcejeando en las manos de Cheong Myeong, aprovechó un instante de distracción y se zafó de su agarre con un ágil movimiento.
La pequeña marta blanca saltó velozmente y corrió directo hacia Baek Cheon, quien observaba la escena con expresión de diversión contenida.
Con un ágil salto, Baek-ah aterrizó en los brazos de Baek Cheon y se acomodó allí, enroscando su esponjosa cola alrededor de su brazo.
—”¡Oye!” —Cheong Myeong frunció el ceño—. “¡Regresa aquí, maldita bola de pelo!”
Baek-ah soltó un chillido desafiante y se apretó aún más contra Baek Cheon, claramente negándose a moverse.
Maeng So soltó una carcajada.
—”Jajajaja, parece que sabe exactamente a quién debe acudir cuando quiere protección.”
Baek Cheon, con una expresión suave, acarició la cabeza de Baek-ah con calma.
—”Bueno, parece que alguien tiene buen gusto.”
Cheong Myeong sintió que una vena en su frente palpitaba.
—”¡No la consientas! ¡No es una mascota, es una bestia espiritual!”
—”Oh, lo sé.” —Baek Cheon miró a Cheong Myeong con una pequeña sonrisa mientras seguía acariciando a Baek-ah—. “Pero no puedo rechazar a alguien que busca refugio en mí.”
Cheong Myeong apretó los dientes.
Ese maldito animal lo hacía a propósito. ¡Sabía perfectamente que Baek Cheon era su debilidad!
—”Traidora peluda…” —murmuró mientras se servía otra copa de licor, resignado a su destino.
Tang Bo, quien había estado observando toda la escena con gran diversión, soltó una carcajada y agitó su copa de licor.
—”Oh, esto es maravilloso.” —Se limpió una lágrima imaginaria mientras miraba a Cheong Myeong con evidente burla—. “Sabes, llevo un contador de todas las veces que Baek-ah y tú se han enfrentado… Y hasta ahora, Baek-ah va ganando.”
El sonido del silencio se apoderó de la habitación.
Cheong Myeong parpadeó lentamente, procesando lo que acababa de escuchar.
Luego, sus cejas se crisparon y su puño tembló peligrosamente en el aire.
—”¿¡QUÉEEEE!?”
Tang Bo se rió aún más fuerte.
—”Es la verdad, hyung-nim. No puedes negarlo.”
Cheong Myeong casi golpea al respetado anciano del clan Tang allí mismo.
—”¡Nadie me está ganando! ¡¿Cómo te atreves a decir eso?!”
Maeng So, quien hasta el momento había estado disfrutando de su licor con tranquilidad, decidió unirse a la diversión.
—”Bueno, bueno… Tal vez la marta no te esté ganando.”
Cheong Myeong lo miró con sospecha, esperando que al menos alguien estuviera de su lado.
—”…Pero tu novio sí.”
La habitación entera estalló en risas.
Baek Cheon, con expresión divertida, simplemente continuó acariciando a Baek-ah, como si nada de esto le incumbiera.
—”Es verdad.” —Maeng So sonrió mientras tomaba otro sorbo—. “Eres completamente débil ante tu hermoso novio.”
Cheong Myeong sintió que algo dentro de él se rompía.
—”¡¿Qué demonios estás diciendo, viejo salvaje?!”
Tang Bo dio una fuerte palmada sobre la mesa, riendo sin control.
—”¡JAJAJA! Lo admitas o no, es la verdad.”
Cheong Myeong quería protestar, pero sus ojos terminaron deslizándose hacia Baek Cheon, quien, ajeno al caos, seguía acariciando a Baek-ah con una expresión de paz absoluta.
…Era muy guapo. Demasiado guapo.
Cheong Myeong suspiró, rendido.
Tal vez… solo tal vez…
Estos malditos bastardos tenían razón.
Maeng So observó la escena con interés mientras tomaba otro sorbo de su licor.
—”Mmm…” —murmuró, inclinando la cabeza—. “Viendo la forma en que Baek Cheon trata a esa pequeña bestia, diría que sería un buen padre.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido ante el comentario, pero su mente inmediatamente viajó al pensamiento que había tenido el día anterior: una familia junto a Cheong Myeong.
Sus ojos se iluminaron.
Sí… Le gustaría tener una familia.
Tal vez una vida tranquila después de toda esta locura, con Cheong Myeong a su lado, niños corriendo por la casa, risas llenando su hogar…
Se veía tan perfecto en su mente.
Cheong Myeong, en cambio, sintió un escalofrío recorrer su espalda.
No es que le molestara la idea de una familia, pero si Baek Cheon estaba TAN encantado con la idea, entonces el poder del guion podría encontrar una forma ridícula de hacer que eso suceda.
¡¿Y si por alguna razón absurda terminaba embarazado?!
¡No quería probar los límites del ilógico poder del guion!
No necesitaba que esta historia cambiara abruptamente de género a M-preg.
Actuó rápido.
—”Ejem… Bueno, en el futuro podríamos adoptar un niño.”
Baek Cheon lo miró con los ojos aún más brillantes.
—”¿De verdad?”
Cheong Myeong sudó frío pero asintió.
—”S-Sí. Claro.”
Baek Cheon sonrió ampliamente.
—”Me encantaría.”
Cheong Myeong se relajó un poco.
Bien… Bien. Esto era mucho más seguro que experimentar con el caos del guion.
Tang Bo, quien había estado escuchando todo con una sonrisa burlona, no pudo evitar intervenir.
—”No sé…” —dijo con un tono pensativo—. “No veo a Geomjon siendo un padre responsable.”
Cheong Myeong giró la cabeza lentamente y le lanzó una mirada afilada.
—”Cállate.”
Tang Bo soltó una carcajada, disfrutando plenamente de la desesperación de su amigo.
Baek Cheon, con una sonrisa suave y mirada tranquila, sostuvo la mano de Cheong Myeong y entrelazó sus dedos.
—”Creo que realmente podrías ser un buen padre.”
Cheong Myeong parpadeó, sorprendido por la declaración.
—”¿Ah?”
Baek Cheon asintió con confianza.
—”Siempre te quejas y gruñes, pero cuidas de todos en el Monte Hua. Has entrenado a tus discípulos con paciencia, incluso cuando son torpes. Y aunque intentes ocultarlo, tienes un lado amable…”
Se inclinó un poco, mirándolo con dulzura.
—”Lo sé mejor que nadie.”
Cheong Myeong sintió que algo dentro de él se removía.
¿Un lado amable? ¡Ja!
No, no, no. Él era el temido Geomjon, el demonio con una espada!
Antes de que pudiera negarlo, Tang Bo se cruzó de brazos y sonrió con diversión.
—”Hoh… Así que el temido Geomjon tiene un lado blandito.”
Maeng So soltó una carcajada.
—”Me lo imaginaba. Se notaba.”
Cheong Myeong sintió que su orgullo estaba siendo pisoteado sin piedad.
—”¡Oye, oye, basta de decir tonterías!” —protestó, mirando a todos con el ceño fruncido—. “¡Soy una persona cruel y despiadada! ¡Dejen de hacer parecer que soy…!”
—”Adorable.”—agregó Baek Cheon con una sonrisa traviesa.
—”¡Urgh!”
Cheong Myeong se tapó la cara con ambas manos, completamente exasperado.
¡¿Para qué necesitaba enemigos si tenía amigos así?!
Tang Bo y Maeng So parecían disfrutar demasiado de su sufrimiento.
Baek Cheon, aún con una sonrisa, sacó un pequeño paquete envuelto cuidadosamente.
Pasteles de Luna.
—”Toma.”
Cheong Myeong lo miró con sospecha.
—”¿Estás tratando de sobornarme?”
Baek Cheon **solo rompió un pedazo y se lo acercó a los labios.**
—”Abre.”
Cheong Myeong dudó… pero al final, se inclinó y mordió el pastel.
Masticó lentamente y su ceño se relajó.
Estaba delicioso.
Baek Cheon le acarició la cabeza con ternura.
—”Eres un buen chico.”
Cheong Myeong casi se atraganta con el pastel.
Tang Bo se sujetó el estómago de la risa.
Chapter 161: ⌗Competencia (1)
Chapter Text
El amanecer pintó el cielo con tonos dorados y escarlata mientras los discípulos del Monte Hua se alineaban en filas frente a su residencia. Sus túnicas ondeaban ligeramente con la brisa matutina, y el aire vibraba con la tensión y la emoción del próximo enfrentamiento.
Al frente, con la espalda recta y el porte de un verdadero líder, Baek Cheon se mantenía firme.
Cheong Mun, con una sonrisa tranquila, recorrió con la mirada a cada uno de sus discípulos.
—”¿Están listos?”
—”¡Sí, líder de secta!”—respondieron al unísono, sus voces resonando con determinación.
El líder de la secta asintió con orgullo.
—”Recuerden, no importa si ganan o pierden. Lo que importa es que den lo mejor de ustedes. Cada paso que den en el campo de batalla, cada golpe que lancen, cada técnica que ejecuten… háganlo con convicción. No están aquí solo para probar su fuerza, sino para demostrar el camino del Monte Hua. Confío en cada uno de ustedes.”
Los discípulos asintieron con firmeza, absorbiendo las palabras de su líder.
Entonces, Cheong Myeong dio un paso adelante.
Los discípulos lo miraron con atención, esperando más palabras de aliento, tal vez algún recordatorio sobre la filosofía del Monte Hua, o incluso una enseñanza profunda sobre la espada…
Pero no.
Con los brazos cruzados y el ceño fruncido, Cheong Myeong los miró como si fueran un montón de polluelos torpes.
—”No tienen que ponerse nerviosos.”
Hubo un pequeño suspiro de alivio entre los discípulos. ‘¡Oh! Quizás hoy sí recibirían palabras motivadoras de su temido maestro.’
—”Me aseguraré de que solo tengan un resultado.”
Sonó el crujido de sus nudillos al tronar los dedos.
Los discípulos se pusieron rígidos de inmediato.
—”Si pierden… no se preocupen.”
Una sonrisa escalofriante apareció en su rostro.
—”Tendré un entrenamiento especial esperándolos cuando regresemos.”
El sudor frío recorrió la espalda de todos.
Incluso los discípulos más valientes palidecieron al recordar el infierno que era un “entrenamiento especial” de Cheong Myeong.
Sin embargo, Baek Cheon asintió con entusiasmo, como si las palabras de su maestro fueran una bendición.
—”¡Sí, maestro! ¡Haré todo lo posible para no decepcionarlo!”
Cheong Myeong sonrió satisfecho.
Los demás discípulos lo miraron horrorizados.
—”¿Qué le pasa a este par de locos…?”—susurró Jo Gul, con los ojos llenos de desesperación.
—”Nosotros… nosotros vamos a morir.” —murmuró Yoon Jong, mirando al cielo como si rezara por sus almas.
Tang Soso solo se encogió de hombros y sonrió.
—”¡Al menos será divertido!”
Los discípulos no estaban seguros de si la palabra correcta era “divertido” o “tortura”, pero ya no había marcha atrás.
Era hora de demostrar su fuerza.
—---
El Templo de Shaolin se alzaba imponente en la cima de la montaña, irradiando majestuosidad con su arquitectura solemne y su aura ancestral. Era el templo más grande entre todas las sectas, un verdadero símbolo de la historia y el poder del mundo marcial.
Sin embargo, ese día, su inmenso tamaño parecía insuficiente.
Desde la entrada hasta los terrenos internos, una multitud se aglomeraba en cada rincón. Personas de todas partes del mundo marcial habían viajado para presenciar la competencia, llenando los pasillos, los patios y los alrededores de las arenas de combate. El bullicio de las conversaciones, las exclamaciones de emoción y las discusiones estratégicas creaban un ambiente vibrante y caótico.
Desde la perspectiva del público, apenas se podía caminar correctamente.
Afortunadamente, los maestros y líderes de secta tenían un lugar privilegiado, ubicados en plataformas elevadas con vista perfecta a los combates.
Los discípulos del Monte Hua avanzaban en formación ordenada, con Baek Cheon al frente, proyectando una imagen de liderazgo y confianza. A su lado, Jo Gul observaba con asombro la marea de personas.
—”Esto es una locura… Hay demasiada gente.” —comentó, girando la cabeza de un lado a otro.
Pero cuando su mirada cayó en la arena central, frunció el ceño.
—”¿Eh? ¿Eso es todo?” —señaló—. “Es más pequeña de lo que esperaba.”
Yoon Jong, que caminaba a su lado, le lanzó una mirada condescendiente.
—”Mira bien.”
Jo Gul parpadeó y volvió a enfocar su vista en la arena.
Entonces lo notó.
—”¡Oh!”
Lo que había creído que era una única arena era en realidad una serie de múltiples plataformas similares, organizadas en filas.
Había más de cuarenta sectas participando en la competencia.
Si cada secta se enfrentara una por una en un formato tradicional, el torneo se extendería hasta finales del mes, si no más.
Para evitarlo, se llevarían a cabo múltiples enfrentamientos simultáneamente en diferentes arenas.
Jo Gul tragó saliva.
—”Esto va a ser brutal.”
Yoon Jong asintió con seriedad.
—”No estamos aquí solo para enfrentarnos a una secta en particular. Cualquiera puede ser nuestro oponente… y habrá varias batallas ocurriendo al mismo tiempo.”
Baek Cheon observó las arenas con una expresión serena, pero sus ojos reflejaban determinación.
—”No importa cuántas peleas haya, el Monte Hua se abrirá camino.”
Los discípulos intercambiaron miradas.
Baek Cheon se giró para mirar a sus compañeros, su expresión firme y determinada.
—”Solo cien discípulos serán los finalistas.”
El silencio se apoderó del grupo mientras todos asimilaban sus palabras.
—”Nosotros debemos estar entre esos cien.”
La determinación se encendió en los ojos de todos.
—”¡Sí!” —asintieron al unísono.
No había margen para el fracaso.
Justo en ese momento, al frente del escenario, un monje de Shaolin subió a la plataforma principal. Con una presencia imponente y una calma inquebrantable, su mera aparición generó un cambio en el ambiente.
La multitud estalló en murmullos de emoción al reconocerlo.
—”¡Es el maestro Gong Cho!”
—”Uno de los grandes monjes de Shaolin… ¡Esto es un honor!”
—”Un maestro de renombre presentando los combates, esto demuestra cuán importante es este torneo.”
Cheong Myeong, con los brazos cruzados, levantó una ceja al ver la reacción del público.
—”Hmph, ¿y qué? También estoy aquí. ¡Soy el legendario Geomjon!”
Baek Cheon le dio una mirada divertida.
—”Cheong Myeong-ah, no seas tan celoso.”
Antes de que pudiera responder, Gong Cho levantó una mano y el murmullo se desvaneció de inmediato.
—”Damos inicio a la gran competencia de las sectas.”
Su voz resonó con autoridad, llevando consigo el peso de la historia de Shaolin.
—”En primer lugar, agradecemos a los distinguidos líderes de secta por su honrada presencia en este evento.”
Los líderes de secta asintieron con solemnidad.
—”Ahora procederemos con la asignación de los combates.” —continuó Gong Cho—. “Cada discípulo será llamado para subir a su respectiva arena.”
Se tomó una breve pausa antes de añadir con severidad:
—”Si no suben cuando se les llame, serán descalificados inmediatamente.”
Algunos discípulos tragaron saliva.
—”Las asignaciones han sido decididas en conjunto con los líderes de secta, así que no se aceptarán quejas.”
Un aire de tensión se apoderó del lugar.
Baek Cheon cerró los ojos un instante, exhalando lentamente. No había marcha atrás.
—”Bien, escuchemos nuestros nombres.”
Chapter 162: ⌗Competencia (2)
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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Baek Cheon exhaló profundamente, tratando de calmar su mente.
El bullicio del torneo se mezclaba con la voz firme del presentador, llamando uno por uno a los discípulos que debían subir a los escenarios. Pero Baek Cheon apenas lo escuchaba.
Su mirada se había clavado en un solo punto al otro lado de la arena.
Jongnam.
Un grupo de discípulos con túnicas de colores claros y bordados azules se encontraba reunido, todos con posturas elegantes y altivas. Pero entre ellos, Baek Cheon solo vio a dos personas.
Jin Geumryong, su hermano mayor.
Jin Cho-Baek, su padre.
Ambos estaban de pie con expresiones serias. Jin Geumryong con la misma arrogancia de siempre, pero su padre… su padre lo observaba con una mirada fría y calculadora.
Baek Cheon sintió un nudo en el pecho.
Por más que lo intentara, no podía ignorar lo que significaba estar aquí, enfrentándose no solo a oponentes de otras sectas, sino a su propio pasado.
De pronto, sintió un calor en su mano.
Cheong Myeong había entrelazado sus dedos con los suyos, dándole un fuerte apretón.
—”Ve con calma… y demuéstrales lo mucho que has avanzado.”
Baek Cheon giró la cabeza y encontró los ojos de Cheong Myeong. No eran solo palabras de aliento, era confianza absoluta.
Como si dijera: "No importa quién esté delante de ti, eres más fuerte ahora."
Antes de que pudiera responder, Baek-Ah trepó ágilmente hasta su hombro y frotó su carita contra su mejilla.
Baek Cheon parpadeó sorprendido antes de soltar una suave risa.
—”Gracias, ustedes dos.”
Respiró hondo una vez más, pero esta vez con una nueva determinación en el rostro.
Ya no era el mismo Baek Cheon de antes.
Iba a demostrarlo.
Por un momento, el mundo pareció detenerse.
—"Baek Jeon del Monte Hua, suba al escenario."
La fuerte voz del representante resonó en todo el lugar, atrayendo la atención de los espectadores y los discípulos por igual.
—”¿Eh?” —Baek Cheon parpadeó, confuso.
Y entonces, ante la mirada atónita de todos, Baek-Ah, con toda la calma del mundo, se deslizó fuera de su hombro y comenzó a caminar con dignidad hacia la arena.
El silencio fue absoluto.
Cientos de personas observaron cómo una pequeña marta, vestida con la túnica del Monte Hua, saltaba ágilmente hasta el escenario y se sentaba con aire majestuoso, esperando el combate.
Un murmullo generalizado comenzó a recorrer las gradas.
—”¿Eso es… una marta?”
—”¿Por qué lleva la túnica del Monte Hua?”
—”¿Es su mascota? No, espera… ¿¡la inscribieron en la competencia!?”
Baek Cheon se giró con desesperación hacia Cheong Myeong.
—”¿¡Metiste a mi marta a competir!?”
—”¿¡Crees que estoy loco!?” —exclamó Cheong Myeong con la misma desesperación—. “¡Cómo iba a ponernos en vergüenza así!”
El caos crecía, y algunos discípulos de otras sectas se reían entre dientes, mientras los líderes observaban con incredulidad. El único que parecía tranquilo era Baek-Ah, que estiraba su cuerpo con pereza, como si todo esto fuera una molestia innecesaria.
Pero lo absurdo no terminó ahí.
El discípulo con el que Baek-Ah se enfrentaría era el mismo discípulo de Hainan al que había mordido tiempo atrás.
El joven miró a la marta con incredulidad, luego a los jueces, luego al público, como si esperara que alguien le explicara por qué estaba a punto de pelear contra un animal.
—”Esto tiene que ser una broma…”—susurró.
Pero el juez, aparentemente sin saber cómo manejar la situación, hizo la señal para comenzar el combate de todos modos.
Y entonces, Baek-Ah atacó.
Lo que ocurrió después fue tan ridículo como inesperado.
El discípulo de Hainan ni siquiera pudo reaccionar antes de que Baek-Ah saltara directamente hacia su rostro, esquivando su espada con una agilidad imposible y aferrándose a su cabeza con sus garras.
—”¡AAAAH, SUÉLTAME!”
El joven intentó desesperadamente quitarse a la marta de encima, pero Baek-Ah lo golpeó repetidamente con sus pequeñas patas, usándolo como trampolín para saltar sobre su pecho y propinarle un fuerte cabezazo en la mandíbula.
El discípulo trastabilló, perdió el equilibrio… y cayó fuera del escenario.
Silencio.
Baek-Ah aterrizó con gracia en la arena y se limpió las patas con tranquilidad.
—”¡El ganador es Baek Jeon del Monte Hua!” —anunció el juez, aunque su voz sonó ligeramente insegura.
El público estalló en exclamaciones de asombro, risa e incredulidad.
Baek Cheon cubrió su rostro con ambas manos.
Cheong Myeong simplemente se quedó allí, observando el escenario con la mirada vacía.
—”Esto no puede estar pasando…” —susurró.
Monte Hua había ganado su primer combate del torneo.
Y lo había hecho gracias a una marta.
El Murim tenía una regla no escrita: la fuerza era lo único que importaba.
Así que, aunque la situación era absurda, las risas en el público no eran solo de burla, sino también de asombro y admiración.
—”¡Jajajaja! ¡Esa marta es increíble!”
—”¡Vieron con qué facilidad lo derrotó! ¡Qué agilidad!”
—”Pero… ¿eso fue siquiera legal?”
Las opiniones comenzaron a dividirse.
Algunos argumentaban que no debía permitirse que un animal compitiera en un torneo de discípulos de sectas.
—”Esto es ridículo, es un torneo de artes marciales, no un circo.”
Pero otros se encogieron de hombros.
—”Si no estuviera permitido, ¿crees que el juez habría declarado su victoria?”
El juez, que aún parecía procesar lo que acababa de suceder, se limitó a aclararse la garganta y mirar hacia otro lado.
El tema comenzó a generar más revuelo cuando algunos señalaron lo vergonzoso que era para Hainan haber perdido contra una marta.
—”¿Qué clase de entrenamiento tienen en Hainan? ¡Un simple animal los derrotó!”
—”¡Esa marta no es "simple"! ¡Es más fuerte que muchos humanos!”
Los discípulos de Hainan intentaban contener su furia y vergüenza, pero cada queja que intentaban levantar era rápidamente opacada por los comentarios positivos.
Especialmente por Maeng So, que desde las gradas celebraba con entusiasmo desmedido.
—”¡JAJAJA! ¡Sabía que Baek-Ah era especial! ¡Incluso cuando era mi bestia sagrada tenía un espíritu de lucha indomable! ¡Bien hecho, pequeño demonio peludo!”
Baek-Ah, al escuchar todos los elogios, alzó la cabeza con orgullo.
Sus esponjosas orejas se movieron ligeramente, como si saboreara la gloria del momento. Se giró con aire digno y bajó tranquilamente del escenario, moviendo la cola con satisfacción.
Cuando llegó a donde estaban sus dueños, se detuvo frente a ellos y los miró fijamente, como si esperara un elogio.
Baek Cheon parpadeó, aún desconcertado, sin saber exactamente qué decir o cómo reaccionar ante la situación.
Cheong Myeong, por otro lado, ocultó su rostro con ambas manos.
—”No puedo creer que esto esté pasando…”
Baek Cheon finalmente suspiró, se inclinó y acarició la cabeza de Baek-Ah.
—”Hiciste un buen trabajo… supongo.”
Baek-Ah ronroneó con satisfacción.
Cheong Myeong gruñó.
—”No deberíamos estar celebrando esto. ¡Nos acabamos de convertir en la secta que inscribió a un animal en un torneo!”
Tang Bo, que se había escabullido de su grupo para estar junto a su amigo y observo todo con los brazos cruzados, sonrió.
—”Bueno, Geomjon, siempre decías que Monte Hua tenía que hacerse notar… Ahora todos hablan de ustedes.”
Cheong Myeong sintió ganas de golpear algo.
La secta del Monte Hua finalmente estaba en boca de todos… pero no de la manera que él hubiera querido.
Cheong Myeong finalmente suspiró y se dirigió hacia sus discípulos.
Señaló con el dedo a Baek-Ah, quien aún estaba pavoneándose por su victoria, y declaró con seriedad:
—”¡No sean como esta rata y nos dejen en ridículo!”
Baek-Ah, ofendido, dejó escapar un fuerte "¡Chiiiii!", claramente protestando.
Si pudiera hablar, sin duda estaría gritando "¡Pero gané yo, cabrón!"
Sin embargo, Cheong Myeong lo ignoró completamente.
Notes:
Así que.. Como en el canon el primero en competir fue Cheong Myeong pero el Cheong Myeong de esta historia no es un discípulo tuve que buscar un reemplazo y así resultó... Definitivamente de mis mejores ideas
Chapter 163: ⌗Competencia (3)
Chapter Text
Los combates continuaron.
El siguiente nombre resonó en la arena:
—”¡Jo Gul del Monte Hua, suba al escenario!”
Jo Gul tomó aire y se adelantó con confianza. Él estaba listo para pelear.
Su oponente era un discípulo de una de las diez grandes sectas. Aunque Jo Gul era fuerte, sabía que estos combates no serían fáciles.
O al menos, eso pensaba.
Cuando el juez dio la señal de inicio, Jo Gul lanzó un solo golpe bien colocado.
Y en el siguiente instante…
Su rival salió disparado como una muñeca de trapo, aterrizando inconsciente a varios metros de distancia.
—”¿Uh?”
Jo Gul se quedó completamente quieto, pestañeando mientras miraba su espada… y luego a su oponente derribado.
Silencio absoluto en la arena.
Todos los que habían estado observando parpadearon, incrédulos.
Incluso el juez dudó por un momento antes de finalmente acercarse a verificar el estado del caído.
Después de unos segundos incómodos, el juez levantó la mano y declaró la victoria de Jo Gul.
Jo Gul seguía en shock.
—”¿E-Espera, qué?”
Se giró para mirar a sus compañeros, buscando respuestas.
—”¿No se suponía que este tipo era un discípulo de una de las grandes sectas? ¿Cómo puede ser tan débil?”
Los demás discípulos de Monte Hua también estaban igualmente desconcertados.
Sin embargo, Cheong Myeong comenzó a reír de buena gana.
—”¡Bien hecho, idiota!”
Palmeó con fuerza la espalda de Jo Gul, casi haciéndolo tropezar.
—”¡Eso es lo que pasa cuando entrenas correctamente!”
Jo Gul aún no podía procesarlo completamente, pero al ver la reacción de su maestro y escuchar los murmullos en la arena sobre su victoria aplastante, un sentimiento de orgullo comenzó a surgir en su pecho.
Quizás el Monte Hua tenía más ventaja de lo que esperaban.
Los siguientes combates fueron un espectáculo surrealista.
Uno tras otro, los discípulos del Monte Hua subían al escenario, enfrentándose a oponentes de sectas reconocidas.
Uno tras otro, esos mismos oponentes caían al suelo convulsionando, inconscientes o simplemente incapaces de levantarse.
Ninguno logró siquiera tocar a los discípulos del Monte Hua.
La diferencia de nivel era abismal.
Baek Cheon, viendo la masacre, trató de intervenir.
—”¡Oigan, no sean tan brutos! ¡No usen toda su fuerza!”
Pero sus palabras parecían no tener efecto.
—”¡Sí, sí, entendido, hermano mayor!” —contestaban sus compañeros con expresión seria.
Y luego, el siguiente combate comenzaba… y el siguiente oponente caía inconsciente en menos de diez segundos.
Los vítores del público poco a poco se fueron apagando.
Al principio, los espectadores celebraban las victorias arrolladoras.
Pero conforme los combates avanzaban, el entusiasmo se convirtió en murmullos de desconcierto.
—”¿Qué demonios está pasando con el Monte Hua…?”
—”¿Desde cuándo son tan fuertes?”
—”Esto no puede ser normal.”
Ya nadie prestaba atención a las otras arenas.
Los combates de las demás sectas pasaron a segundo plano.
Todos los ojos estaban fijos en la arena donde el Monte Hua destrozaba sin piedad a sus oponentes.
Y los próximos en la lista comenzaron a subir al escenario con expresiones de absoluto terror.
Manos temblorosas.
Piel pálida.
Algunos ni siquiera podían sostener bien sus espadas.
Cada vez que se anunciaba a un nuevo oponente contra un discípulo de Monte Hua, un escalofrío recorría la espalda del desafortunado elegido.
Incluso hubo un caso en el que un discípulo de otra secta vomitó del puro miedo antes de subir.
Y en medio de todo este desastre, Cheong Myeong era el más feliz de todos.
Con una sonrisa radiante, observaba cómo sus discípulos masacraban con absoluta facilidad a las generaciones futuras del Murim.
—”¡Ahh, qué bonito!” —suspiró con satisfacción, cruzándose de brazos.
Tang Bo, sentado a su lado, lo miró con incredulidad.
—”Tienes cara de padre orgulloso…”
Baek Cheon, aún tratando de contener la situación, se pasó la mano por el rostro con frustración.
Pero al ver a Cheong Myeong con esa expresión de felicidad pura y absoluta, suspiró resignado.
Sí, él también era un monstruo.
(...)
Cuando los discípulos del Monte Hua volvieron a sus aposentos, no hubo gritos de celebración ni risas de victoria.
Solo silencio.
Uno tras otro, se sentaron en el suelo o en sillas de la Sala principal, sin decir una palabra.
No era porque estuvieran cansados.
No era porque estuvieran preocupados.
Era porque no podían entender lo que acababa de suceder.
Ni un solo discípulo del Monte Hua fue eliminado.
Cada uno de ellos había vencido con una facilidad absurda a oponentes de sectas prestigiosas.
¡Oponentes que estaban en la lista de los 20 guerreros más prometedores!
Y, sin embargo… ninguno de ellos había sido un verdadero desafío.
Jo Gul, mirando sus propias manos, frunció el ceño con incredulidad.
—”¿Soy demasiado fuerte… o ellos eran demasiado débiles?”
Yoon Jong, con los brazos cruzados, negó con la cabeza.
—”Eso último es ridículo.”
Los demás asintieron.
Claro que no eran débiles.
Eran jóvenes talentos de sus respectivas sectas.
Eran los mejores de su generación.
Pero entonces… ¿qué demonios había pasado?
Todos se giraron lentamente hacia su maestro.
Ahí estaba Cheong Myeong.
Sentado tranquilamente, bebiendo una botella de licor sin ninguna preocupación en el mundo.
Como si el resultado del torneo hubiera sido lo más natural del mundo.
Como si no hubiera ninguna sorpresa en la masacre que acababan de llevar a cabo.
Y en ese momento, todos entendieron la verdad.
Ese loco monstruoso realmente los había domado.
Su entrenamiento infernal, que los llevó al borde de la muerte una y otra vez, había dado frutos.
Cada gota de sudor.
Cada hueso roto.
Cada día donde colapsaban de agotamiento y se despertaban solo para seguir entrenando.
Todo ese sufrimiento los había convertido en lo que eran ahora.
Monstruos.
Un escalofrío recorrió la espalda de todos los discípulos del Monte Hua.
Cheong Myeong notó sus miradas y levantó una ceja.
—”¿Qué?”
Nadie dijo nada.
Solo desviaron la mirada, fingiendo que no acababan de darse cuenta de la realidad.
Demasiado tarde.
Ya no eran humanos comunes y corrientes.
Eran criaturas moldeadas por la locura de Cheong Myeong.
10 de los 15 discípulos que participaron en la primera ronda… todos habían ganado.
El Monte Hua no había perdido ni una sola vez.
Y sin embargo, el ambiente en sus aposentos no era de celebración.
Baek Cheon, que aún no había participado, estaba tan confundido como sus compañeros.
Por un lado, como discípulo mayor, debía mostrar su apoyo y guiarlos.
Por otro lado, como pareja de su maestro, no podía permitir que pareciera que respaldaba la locura de Cheong Myeong.
Pero al mismo tiempo… tampoco podía menospreciarlo.
"¿Cómo demonios debo actuar?"
Si apoyaba demasiado a sus compañeros, sonaría como si estuviera en contra de Cheong Myeong.
Si defendía a Cheong Myeong, lo verían como un cómplice de su brutal entrenamiento.
Así que… optó por otro camino.
La intimidación.
Se puso de pie con seriedad y levantó la voz.
—”¡Atención!”
Todos los discípulos dejaron de hablar al instante.
Baek Cheon los recorrió con la mirada y habló con firmeza.
—”Esta primera ronda fue fácil, pero no deben relajarse.”
Su tono era frío y autoritario.
—”A medida que avancemos, los oponentes serán más fuertes. Si bajan la guardia, caerán antes de llegar a la final.”
Los discípulos tragaron saliva y asintieron con rapidez.
¡Tenía razón!
No podían permitir que la euforia de la victoria nublara su juicio.
El verdadero desafío aún estaba por comenzar.
Con esas palabras, el ambiente se relajó.
Los discípulos empezaron a discutir estrategias y a prepararse para la siguiente ronda.
Baek Cheon dejó escapar un suspiro de alivio.
Había mantenido el equilibrio perfecto.
No apoyó ciegamente a Cheong Myeong.
No menospreció sus métodos.
Solo recordó a todos que la lucha aún no había terminado.
Desde un rincón de la habitación, Cheong Myeong lo observaba.
Una sonrisa divertida se dibujó en su rostro.
"Sabe cómo manejar el ambiente. Por eso… mi novio es el mejor de todos."
Chapter 164: ⌗Competencia (4)
Chapter Text
En ese momento, la puerta del aposento se abrió y Cheong Mun entró.
El líder de la secta escaneó la habitación con la mirada.
Sus ojos reflejaban orgullo.
—”Hicieron un gran trabajo.”
Su tono era cálido y sincero.
—”Cada uno de ustedes ha demostrado el esfuerzo y dedicación que pusieron en su entrenamiento. Felicidades.”
Los discípulos se enderezaron de inmediato.
El líder de la secta los estaba felicitando personalmente.
Los pechos se inflaron de orgullo.
Sin embargo…
—”Aunque… tal vez debieron ser un poco más suaves con sus oponentes.”
El ambiente se quedó en silencio incómodo.
Cheong Myeong chasqueó la lengua con fastidio.
—”¿Eso es todo lo que les dirás?”
Cheong Mun arqueó una ceja.
—”¿Qué más necesitan? Fueron palabras de reconocimiento.”
Cheong Myeong se levantó de golpe.
—”¡Palabras no son suficientes!”
Con pasos firmes, abrió la puerta de golpe.
—”¡Algo como esto!”
En ese instante, Maeng So y Tang Bo entraron al aposento.
Cada uno cargaba canastas enormes de comida.
Pero no cualquier comida.
¡Era carne!
¡Un festín de carne en medio del templo de Shaolin!
Cheong Mun palideció.
—”¿¡Metiste carne en Shaolin!?”
Sacudió a su hermano menor por los hombros.
—”¡¿Tienes idea de lo que has hecho?! ¡Este es un templo budista! ¡Aquí la carne está prohibida!”
Cheong Myeong lo miró con total inocencia.
—”¿Y qué? ¡Mis niños lo merecen!”
Se cruzó de brazos y refunfuñó.
—”¡En este lugar solo nos dan pasto para comer! ¡Necesitan proteínas!”
Los discípulos, que al principio dudaban…
Se lanzaron sobre la comida sin dudarlo más.
—”¡Gracias, Maestro!”
—”¡Al fin algo decente para comer!”
Lágrimas de gratitud resbalaron por sus rostros mientras devoraban la carne.
Cheong Mun se llevó una mano al rostro, exasperado.
—”Nos van a echar de aquí…”
Mientras tanto, Cheong Myeong sonreía con satisfacción.
Sus discípulos se lo habían ganado.
Y nadie, ni siquiera el líder de la secta, le impediría darles lo que merecían.
A pesar de su queja inicial, Cheong Mun suspiró y decidió dejarlos pasar.
Solo por esta ocasión.
Después de todo, realmente se lo habían merecido.
Además…
El festín ya había avanzado demasiado.
Sería imposible simplemente arrancarles la comida de la boca.
Por mucho que le preocupara la imagen de la secta…
Solo era carne.
Nada más.
Podían deshacerse de los huesos después, y si nadie hablaba de esto, Shaolin jamás lo sabría.
Así que, sin decir más, les permitió festejar.
Los discípulos celebraron con aún más entusiasmo.
Mientras tanto, Cheong Myeong observaba la escena con satisfacción.
Sus niños se lo merecían.
Sin embargo, él ya había hecho su parte.
Así que, sin mucha ceremonia, se levantó y salió del aposento.
Tang Bo lo siguió poco después, notando que su amigo tenía algo en mente.
Apenas habían caminado unos pasos cuando Cheong Myeong sacó a relucir el tema que tenía en mente.
—”He estado pensando…”
Tang Bo arqueó una ceja.
—”Eso suena peligroso.”
Cheong Myeong lo ignoró y continuó.
—”El Monte Hua necesita mejorar sus armas.”
Tang Bo se detuvo.
Entendió de inmediato a qué iba la conversación.
—”¿Estás diciendo que quieres que el Clan Tang se encargue de eso?”
Cheong Myeong asintió.
—”Nuestros discípulos están mejorando, pero sus armas siguen siendo mediocres. El Monte Hua ha vivido con recursos limitados por demasiado tiempo. Es hora de cambiar eso.”
Tang Bo se cruzó de brazos, pensativo.
—”Sabes que los mejores herreros del Clan Tang no trabajan para cualquiera.”
Cheong Myeong sonrió.
—”Pero no somos cualquiera.”
Tang Bo bufó, pero no lo negó.
El Monte Hua ya no era la secta débil de antes.
Después de lo que acababan de ver en la arena, era evidente que se estaban convirtiendo en una fuerza real en el Murim.
—”Además, somos amigos.”
Tang Bo sonrió.
—”Entonces, cuñado ¿qué quieres exactamente? ¿Espadas? Tenemos este metal…”
Cheong Myeong sacudió la cabeza.
—”No solo mejores armas. Quiero algo especial. Algo que le dé una ventaja real al Monte Hua en los combates.”
Tang Bo lo miró con interés.
—”Dime más.”
Y así, mientras sus discípulos celebraban con carne dentro del templo de Shaolin, Cheong Myeong comenzaba a trazar el futuro del Monte Hua.
Las espadas del Monte Hua no podían ser simples armas de hierro.
Debían ser las mejores.
Debían estar forjadas con el metal más puro y resistente.
Así que Cheong Myeong lo dijo sin vacilar.
—”Necesitamos espadas hechas con metal eterno.”
Tang Bo abrió los ojos con incredulidad.
—”¿Sabes lo que estás pidiendo?”
El metal eterno no era un material común.
Incluso para un clan con tantos recursos como el Clan Tang, conseguir un trozo era una tarea casi imposible.
Era un metal tan raro que se decía que solo aquellos destinados a cambiar el Murim podían obtenerlo.
Pero Cheong Myeong sonrió con tranquilidad.
—”No te preocupes por eso. Yo mismo me encargaré de conseguirlo.”
Tang Bo lo miró fijamente.
—”¿Tú?”
Cheong Myeong asintió con confianza.
El problema era que…
No tenía ni la más mínima idea de cómo o dónde conseguirlo.
Sin embargo, no lo necesitaba.
Desde que llegó a este mundo, solo se había enfocado en tres cosas:
1. Ayudar al Monte Hua a recuperar su gloria.
2. Descubrir el Lore que los malditos desarrolladores fueron incapaces de hacer.
3. No intervenir en las rutas amorosas de Baek Cheon.
Pero ahora...
Esas rutas amorosas ya no existían.
Baek Cheon no estaba destinado a terminar con Yu Iseol ni con ningún otro personaje del juego.
Ahora era su pareja.
Y si Baek Cheon seguía siendo el protagonista de este mundo...
¡Entonces su "poder de protagonista" debía servir para algo!
Cheong Myeong sonrió con malicia.
Era simple.
Solo tenía que pedirle a Baek Cheon que lo ayudara a conseguir metal eterno.
Y por arte de magia, su querido Baek Cheon lo encontraría de alguna forma absurda y conveniente.
Después de todo, eso es lo que hacen los protagonistas, ¿no?
Tang Bo, que observaba la sonrisa demoníaca en el rostro de su amigo, decidió que no quería hacer preguntas.
—”Haz lo que quieras. Pero si lo consigues, el Clan Tang forjará las espadas.”
Cheong Myeong sonrió aún más.
—”Hecho.”
…
El sol descendía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas.
Tang Bo se despidió con un gesto de la mano y se alejó para reunirse con su grupo.
Cheong Myeong, por su parte, siguió caminando con las manos detrás de la cabeza, disfrutando de la brisa fresca de la tarde.
Entonces, recordó algo.
“Qué extraño.”
Desde que llegó a Shaolin, no había visto a ninguna de las antiguas pretendientes de Baek Cheon.
Bueno, exceptuando a Yu Iseol y Tang Soso, claro. Ellas eran discípulas de la misma secta, era imposible no verlas.
Pero las demás...
Aquellas chicas que, en la historia original, habían caído rendidas ante la belleza y talento de Baek Cheon...
No habían aparecido ni una sola vez.
¿Estarían evitándolo?
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
Mejor para él.
El solo hecho de imaginar a otra persona intentando cortejar a su Baek Cheon le daba dolor de cabeza.
Siguió caminando sin rumbo, perdido en sus pensamientos, hasta que, sin darse cuenta, terminó frente a un claro con una gran piscina de agua humeante.
Aguas termales naturales.
Ah.
“Era aquí.”
Este era el lugar donde, en la historia original, se producía la gran escena de fanservice.
Baek Cheon se metía a las aguas termales para relajarse después de una agotadora jornada de entrenamiento después del torneo.
Pero, por supuesto, las cosas se salían de control.
Las heroínas de las distintas sectas terminaban accidentalmente en las aguas termales de los hombres.
Y el protagonista, Baek Cheon, quedaba atrapado en medio de la conmoción.
Risas nerviosas, ropas empapadas, piel expuesta...
Fanservice en su máxima expresión.
Pero ahora...
El lugar estaba completamente vacío.
Un silencio absoluto.
Cheong Myeong miró a su alrededor.
Nada.
Ni un alma.
¿Se había evitado la escena porque el destino de Baek Cheon había cambiado?
¿O tal vez simplemente era demasiado temprano?
Fuera como fuera…
Sería un desperdicio no aprovecharlo, ¿no?
Con una sonrisa, se quitó la túnica y se sumergió en las aguas cálidas.
El vapor subió lentamente a su alrededor mientras exhalaba con satisfacción.
Sí.
Definitivamente, esto era un buen descanso.
Cheong Myeong permaneció sumergido en el agua, los ojos cerrados y el cuerpo completamente relajado.
El calor de las aguas termales aliviaba la tensión en sus músculos, el vapor envolvía su piel y el suave sonido del agua moviéndose lentamente llenaba el ambiente de una tranquilidad absoluta.
Por primera vez en mucho tiempo, se permitió simplemente disfrutar del momento.
Pero entonces…
Sintió una presencia acercándose.
Alguien estaba ahí.
Cheong Myeong no abrió los ojos de inmediato, simplemente afinó sus sentidos.
Pasos ligeros en la hierba.
Una respiración contenida.
Alguien lo estaba observando.
Chapter 165: ⌗Competencia (5)
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Unos minutos antes, con Baek Cheon.
Baek Cheon masticaba lentamente, disfrutando de la cálida atmósfera entre sus compañeros.
Las conversaciones animadas llenaban la sala, y aunque él solía mantenerse más reservado, le gustaba escuchar las voces de los demás mientras comía.
Entonces, sus palillos tomaron un trozo de carne.
Sin pensarlo, su mano se movió instintivamente hacia su lado, listo para dárselo a—
—nadie.
Baek Cheon parpadeó.
“¿Eh?”
Miró a su alrededor.
No estaba.
¿Dónde estaba Cheong Myeong?
Con el ceño levemente fruncido, escaneó la habitación, buscando con la mirada la familiar figura de su maestro y pareja.
Pero no lo vio en ninguna parte.
—”Debe haber ido a descansar.”— Pensó, llevándose el trozo de carne a la boca.
Pero la curiosidad lo picó.
Así que, después de terminar su comida, se levantó y subió a la habitación que compartían.
Abrió la puerta.
Vacía.
Baek Cheon entrecerró los ojos.
Esto era raro.
Su maestro siempre estaba en algún lugar donde podía vigilar a los discípulos, ¿por qué se había desaparecido sin decir nada?
Cruzó los brazos, pensativo.
Y luego, sin pensarlo demasiado, salió a buscarlo.
Sus pasos lo llevaron por los pasillos de Shaolin, sin un rumbo fijo, hasta que, a la distancia, vio una figura conocida.
Era él.
Baek Cheon aceleró el paso.
Iba a llamarlo, pero antes de poder abrir la boca, se detuvo de golpe.
Porque en ese momento, lo vio.
Sumergido en el agua.
Rodeado de vapor.
Despreocupado, con la cabeza inclinada hacia atrás y los ojos cerrados.
El tenue resplandor del atardecer brillaba sobre su piel mojada.
Baek Cheon se quedó congelado en su lugar.
Su maestro.
Su pareja.
Y en ese instante, su corazón latió con fuerza.
Cheong Myeong, quien ya había reconocido la presencia de su pareja, apoyó los brazos en la orilla de la fuente termal y volteó en dirección a donde su discípulo se ocultaba.
Con una sonrisa burlona, dejó caer las siguientes palabras:
—”No sabía que Cheon-ah era un pervertido.”
—”…”
—”Qué escandaloso.”
Baek Cheon se quedó completamente helado.
Su rostro se tornó de un rojo intenso en cuestión de segundos.
¡¿Qué estaba diciendo ese maldito?!
No lo estaba espiando, solo... solo pasó por ahí por casualidad.
¡Sí, exactamente!
Y luego se detuvo por reflejo al ver la escena frente a él.
Pero claro, ahora su descarado maestro tenía que sacar una conclusión retorcida.
—”¡N-No estaba espiando!”—exclamó, saliendo de su escondite y acercándose a la orilla con pasos firmes.
Cheong Myeong rió de buena gana.
—”No tienes que ponerte así, Cheon-ah.” —Su sonrisa se amplió mientras inclinaba la cabeza con diversión—. “Si querías verme desnudo, solo tenías que pedírmelo.”
Baek Cheon apretó los puños.
¡Este bastardo…!
El agua se movió suavemente cuando Cheong Myeong se estiró hacia atrás, luciendo completamente relajado y cómodo en su provocación.
Y entonces, como si fuera la cosa más natural del mundo, extendió una mano hacia él.
—”Anda, ven aquí.”
Baek Cheon parpadeó.
—”…¿Qué?”
—”Dije que entres.”
—”¿Eh?”
Cheong Myeong arqueó una ceja.
—”¿Acaso tienes vergüenza, Cheon-ah? Después de todo lo que hemos hecho juntos... “
Baek Cheon sintió que su alma abandonaba su cuerpo.
Y mientras el sonido del agua y la risa burlona de Cheong Myeong llenaban el ambiente, supo que no iba a poder escapar de esto.
Baek Cheon exhaló un largo suspiro, tratando de fingir que todo esto no le afectaba en lo absoluto.
¡Porque en verdad no lo hacía!
No.
Para nada.
Su maestro podía decir lo que quisiera, pero él estaba completamente tranquilo.
Sin dudarlo—o al menos, intentando no hacerlo—, retiró su túnica con movimientos firmes y entró al agua junto a Cheong Myeong.
El calor de la fuente termal lo envolvió al instante, relajando sus músculos, pero su corazón seguía latiendo con fuerza.
—”Eso es.”
Cheong Myeong sonrió con satisfacción y, sin perder tiempo, se deslizó más cerca de él.
El agua se movió suavemente cuando sus cuerpos quedaron a una distancia peligrosamente corta.
—”No hay nada de qué avergonzarse, Cheon-ah.”—su voz adquirió un tono juguetón—. “No es la primera vez que estamos juntos en las aguas termales.”
Baek Cheon se quedó completamente congelado.
¡Maldita sea!
¡Por supuesto que recordaba ese día!
Era imposible olvidarlo.
El calor subió a su rostro de inmediato.
Porque ese día, por accidente…
Había tocado el pecho de su maestro.
Y casi...
Casi lo besa por primera vez.
Baek Cheon se removió incómodo.
Cheong Myeong notó la reacción de inmediato y su sonrisa se volvió aún más burlona.
—”Oh, así que sí lo recuerdas.”
Baek Cheon apretó los labios.
No iba a darle el gusto de responder.
No esta vez.
Pero el brillo en los ojos de Cheong Myeong dejaba claro que no lo iba a dejar en paz tan fácilmente.
El agua caliente rodeaba sus cuerpos, pero Baek Cheon sentía que el calor realmente provenía de sus propias mejillas.
Porque, sin previo aviso, Cheong Myeong había tomado su mano y la había guiado hacia su pecho desnudo.
—”…!”
Baek Cheon contuvo el aliento, sintiendo bajo su palma la firme musculatura de su maestro.
Era fuerte y sólido, con la calidez natural de alguien que había pasado su vida entrenando su cuerpo al extremo.
Su rostro se volvió aún más rojo, pero…
No pudo evitarlo.
Sus dedos, como si tuvieran voluntad propia, se cerraron en un apretón.
—”…Ah.”
Cheong Myeong arqueó una ceja y sonrió.
—”Heh.”
Baek Cheon se quedó completamente paralizado.
Porque lo había hecho.
¡Finalmente lo había hecho!
La primera vez, aquel día en las aguas termales, se había contenido.
Pero ahora...
Ahora su deseo reprimido había ganado.
Su mano se apartó de golpe, como si hubiera tocado fuego.
Pero Cheong Myeong no le dejó escapar.
Antes de que pudiera alejarse, un brazo fuerte rodeó su cintura, atrayéndolo más cerca.
—”Cheon-ah…”
Baek Cheon alzó la vista, atrapado en la intensa mirada de su maestro.
Los ojos de Cheong Myeong brillaban con un deseo tranquilo, pero decidido.
No había nadie para interrumpirlos esta vez.
Solo el sonido del agua moviéndose suavemente a su alrededor.
Solo el calor de sus cuerpos, cada vez más cercanos.
Y entonces, con una suave sonrisa, Cheong Myeong inclinó el rostro.
Listo para finalmente robarle ese beso.
El beso era intenso, devorador, tan profundo que por un momento Baek Cheon olvidó todo lo demás.
Su mente se nubló, su cuerpo reaccionó instintivamente, y sin pensarlo, sus brazos rodearon el cuello de su maestro.
Cheong Myeong sonrió contra sus labios, satisfecho de que su pareja estuviera respondiendo con la misma pasión.
Y entonces, sin dudarlo, lo atrajo aún más cerca.
El agua caliente los envolvía, pero el verdadero calor estaba entre ellos.
Los labios de Cheong Myeong devoraron los de Baek Cheon con hambre, como si quisiera recuperar cada segundo perdido, como si este beso debiera haber ocurrido hace mucho tiempo.
Baek Cheon se dejó llevar.
Se aferró a su maestro, su corazón latía frenéticamente, su respiración se entrecortaba cada vez que se separaban por un instante solo para volver a fundirse en otro beso.
Pero entonces, sintió una mano deslizarse lentamente hacia abajo.
De inmediato, un escalofrío recorrió su espalda.
—”¡En Shaolin no!”
El grito resonó por todo el lugar.
Baek Cheon se apartó de golpe, su rostro completamente rojo, su expresión llena de pánico.
Cheong Myeong parpadeó sorprendido, con su mano detenida a medio camino.
Hubo un momento de silencio incómodo.
Y luego…
—”Pfft.”
El sonido de la risa contenida de Cheong Myeong hizo que el rostro de Baek Cheon ardiera aún más.
—”¿Q-Qué es tan gracioso?”— exclamó, indignado.
Cheong Myeong se cubrió la boca con la mano, pero no podía ocultar su risa.
—”Nada, nada…”—dijo entre risas. —”Es solo que…”
Se inclinó un poco más cerca, su sonrisa burlona brillando bajo el vapor de las aguas termales.
—”¿Entonces en el Monte Hua sí?”
—”¡Cállate!”
Baek Cheon le dio un empujón, pero solo logró que Cheong Myeong soltara una carcajada.
Rindiéndose, se hundió en el agua hasta la nariz, tratando de ocultar su vergüenza.
Definitivamente…
Definitivamente no debería haber venido a estas aguas termales.
Baek Cheon estaba en problemas.
No porque estuviera en Shaolin.
No porque estuviera desnudo en las aguas termales con su maestro.
Sino porque estaba a punto de caer en la trampa de ese desgraciado.
Cheong Myeong se acercó peligrosamente, con esa sonrisa traviesa que solo él podía hacer ver tan endemoniadamente atractiva.
—”Vamos, Cheon-ah~” —susurró, su voz tan seductora como el calor del agua. —”Nadie se va a enterar…”
Baek Cheon tragó en seco.
Era peligroso.
Muy peligroso.
La cercanía, la forma en que Cheong Myeong lo miraba con esos ojos intensos, la suave presión de su cuerpo contra el suyo...
Por un instante, su mente vaciló.
Por un instante, su cuerpo quiso rendirse.
Pero entonces, su sentido común despertó con una patada.
—”¡No!”— exclamó, apartándolo con las manos sobre su pecho firme.
Cheong Myeong lo miró con fingida sorpresa.
—”Oh, ¿acaso me vas a resistir?”
—”Sí.”— Baek Cheon respiró profundamente, intentando no concentrarse en lo atractivo que se veía su maestro con esa expresión provocativa. —”No puedo arriesgarme a estar con dolor de caderas cuando todavía tengo que competir en el torneo.”
El rostro de Cheong Myeong se arrugó en una expresión de fastidio.
—”Tch.— Hizo un puchero infantil. —”Eso no te va a salvar para después del torneo.”
Baek Cheon suspiró con alivio, pensando que por fin había logrado salirse con la suya.
—”Después del torneo puedes hacer lo que quieras.”
En el momento en que esas palabras salieron de su boca, se dio cuenta de su error.
Demasiado tarde.
La sonrisa de Cheong Myeong se ensanchó con una malicia peligrosa.
Sus ojos brillaban con una mezcla de travesura y algo mucho más perverso.
—”Oh… ¿Lo que quiera?”
Baek Cheon se congeló.
El escalofrío que recorrió su espalda no tenía nada que ver con el frío.
—”Yo… Quiero retractarme.”
—”¡Ni hablar!”— Cheong Myeong soltó una risa satisfecha.
Baek Cheon se hundió en el agua, cubriéndose la cara con las manos.
—”Voy a morir.”
Cheong Myeong se inclinó, susurrándole al oído con malicia.
—”No te preocupes, Cheon-ah~. Te dejaré caminar después.”
—”¡Cállate!”
Definitivamente, se arrepentía de haber venido a estas aguas termales.
Chapter 166: ⌗Competencia (6)
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Cuando Cheong Myeong y Baek Cheon regresaron a la residencia, aún con el cabello húmedo y las ropas ligeramente pegadas a la piel, encontraron a Cheong Mun esperándolos con los brazos cruzados.
Su hermano mayor les echó una mirada rápida, notando su estado, y luego desvió la vista con exasperación.
—”No quiero saber dónde estaban.”
Baek Cheon se tensó.
Cheong Myeong sonrió.
—”Bien, porque tampoco íbamos a decirte.”
Cheong Mun suspiró pesadamente, eligiendo ignorarlos antes de perder la paciencia.
—”Tengo un anuncio.”—Se aclaró la garganta. —”Parece que hubo un error en la organización del torneo.”
Baek Cheon frunció el ceño.
—”¿Qué tipo de error?”
Cheong Mun hizo una pausa, como si le costara encontrar las palabras adecuadas.
Finalmente, soltó la bomba.
—”El primer combate debió ser para ti, pero hubo una confusión en los nombres.”
Baek Cheon lo miró fijamente.
—”…¿Qué?”
—”Sí.”— Cheong Mun carraspeó. —”Al parecer, en lugar de inscribirte a ti, inscribieron a Baek-Ah.”
Silencio.
Baek Cheon parpadeó lentamente.
—”… ¿Me estás diciendo que me confundieron con una marta?”
Cheong Mun asintió con solemnidad.
—”Exactamente.”
Baek Cheon sintió su alma abandonar su cuerpo.
Mientras tanto, Baek-Ah, la pequeña marta, dejó escapar un chillido agudo, como si le hubieran dado la peor noticia de su vida.
—”¡Chiiiiiik!”
Su llanto desesperado resonó en la habitación, como si realmente se lamentara por la oportunidad perdida de demostrar su talento marcial inexistente.
Cheong Myeong incluso sintió un poco de pena por ella.
—”Tch, qué tragedia.”
Con un suspiro dramático, sacó un trozo de pastel de luna y se lo ofreció a la marta.
—”Toma, Baek-Ah. Para que no sufras tanto.”
Baek-Ah dejó de chillar de inmediato, tomando el pastelito con sus pequeñas patas y mordisqueándolo con un aire indignado.
Baek Cheon, por otro lado, solo podía mirar al techo con expresión vacía.
No solo se perdió su combate, sino que lo habían reemplazado con un animalito esponjoso.
Definitivamente, iba a necesitar otra visita a las aguas termales para procesar esto.
—---
El sol ya estaba alto cuando los discípulos del Monte Hua llegaron a la arena del torneo. No tenían combates programados por la mañana, así que pudieron permitirse salir un poco más tarde.
Sin embargo, lo que encontraron al llegar los dejó sin palabras.
El ambiente era extraño, denso como si una presencia oscura lo envolviera. En la arena, los discípulos que estaban luchando no parecían simples competidores.
Sus movimientos eran salvajes.
Golpes que parecían ataques reales en lugar de simples técnicas marciales.
Expresiones llenas de rabia y frustración.
Cada choque de espadas resonaba con una ferocidad poco común en un torneo.
Los discípulos del Monte Hua se miraron entre sí, inquietos.
Incluso los espectadores en las gradas estaban más callados de lo habitual, observando la escena con rostros tensos.
—”¿Qué demonios está pasando?” —murmuró uno de los discípulos.
Cheong Myeong, con el ceño fruncido, escaneó la arena con la mirada. Algo no estaba bien.
—”Oigan.”—Su voz atrajo la atención de su grupo. —”¿Recuerdan quiénes ganaron ayer?”
Baek Cheon, aún observando la brutalidad del combate, parpadeó confundido.
—”¿Eh?”
Cheong Myeong lo miró directamente.
—”Dime un solo nombre.”
Baek Cheon abrió la boca… pero no pudo responder.
Él y el resto de los discípulos se quedaron en silencio.
Todos habían estado tan concentrados en los combates del Monte Hua que no prestaron atención a los demás ganadores.
Los participantes de ayer habían sido completamente ignorados.
Y ahora, como si quisieran reclamar la atención que les fue arrebatada, estaban luchando como si su vida dependiera de ello.
O peor aún…
Tal vez simplemente estaban dejando salir toda su frustración.
Cheong Myeong observó la escena con la misma calma de siempre. Nada de esto le sorprendía.
Se encogió de hombros con indiferencia y comentó con tono despreocupado:
—”Si el ambiente hubiese sido más tranquilo, algunos de los participantes de ayer podrían haberse hecho de renombre. Pero… toda la atención fue absorbida por el Monte Hua.”
Los discípulos intercambiaron miradas, entendiendo el peso de sus palabras.
—”Todo el mundo hablaba de nosotros,” —continuó Cheong Myeong, su voz cargada de ironía—. “Pero nadie habló de los discípulos que lucharon con todo lo que tenían.”
Nadie los mencionó. Nadie los felicitó.
Era como si sus esfuerzos hubieran sido completamente borrados.
Y ahora, esa frustración se reflejaba en sus combates.
La arena, que debía ser un escenario para la gloria, se había convertido en un campo de batalla lleno de ira contenida.
—”Qué desastre.”—Jo Gul dejó escapar un suspiro, expresando lo que todos estaban pensando.
Cheong Myeong sonrió con calma. Una sonrisa que hizo que los discípulos se enderezaran de inmediato.
—”Seguro que cuando suban al escenario querrán arrastrar al Monte Hua hacia abajo.”
Su mirada se deslizó sobre sus discípulos. Todos sintieron un escalofrío recorriéndoles la espalda.
—”Pero ustedes ya saben lo que tienen que hacer.”
Sus palabras no eran una orden.
Eran una certeza.
Cheong Myeong alzó la mirada hacia la plataforma donde estaban sentados los líderes de sectas y clanes. Su ceño se frunció de inmediato.
No le gustaba lo que veía.
En la primera fila, ocupando grandes sillas lujosas, estaban los líderes de las sectas más influyentes. Sus asientos eran amplios, imponentes, tapizados con finos bordados y decoraciones doradas.
Pero justo detrás de ellos, en una silla mucho más simple, se encontraba su sahyung, Cheong Mun.
Cheong Mun mantenía su porte sereno, sin mostrar incomodidad alguna. Su mirada estaba fija en la arena, observando con atención los combates de los discípulos del Monte Hua. Aparentemente, no le importaba.
Pero a Cheong Myeong sí.
Su mandíbula se tensó. El mensaje era claro. Aunque el Monte Hua había demostrado su fuerza una y otra vez, los demás clanes aún los menospreciaban. A pesar de que Cheong Mun era el líder de una secta respetable, lo trataban como si no estuviera a la altura de los demás.
Eso le molestaba.
Llamó a Baek Cheon con un simple gesto. Su discípulo se acercó de inmediato, siguiendo la dirección de su mirada.
Al notar la disposición de los asientos, los ojos de Baek Cheon se volvieron fríos.
—”¿Cómo se atreven a menospreciar a nuestro líder de secta?”—murmuró con dureza.
Cheong Myeong cruzó los brazos y le lanzó una mirada significativa.
—”Entonces dime, Baek Cheon. ¿Qué deberíamos hacer?”
Baek Cheon se giró para verlo. Su expresión era determinada, sin un atisbo de duda.
—”¿No es obvio? Haré un alboroto hasta que le cambien el asiento.”
Por un momento, el rostro de Cheong Myeong permaneció en blanco.
Y luego, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
—”Me gusta esa respuesta.”
Justo en ese momento, el presentador del torneo levantó la voz, llamando al siguiente participante.
—”¡Baek Cheon del Monte Hua, adelante!”
La multitud comenzó a murmurar. Los combates del Monte Hua del día anterior aún estaban frescos en la mente de todos. Ahora, el público esperaba con ansias el desempeño del próximo discípulo de la secta que se había robado toda la atención.
Baek Cheon no dudó ni un segundo.
Con un movimiento fluido, tomó su espada con firmeza, su agarre seguro y lleno de confianza. No había vacilación en su mirada, solo determinación.
Se volvió hacia Cheong Myeong y lo miró directamente a los ojos.
—”No hay nada de qué preocuparse.’ —Su voz era firme, inquebrantable.
—”Me aseguraré de hacer una presentación llamativa. Fue un error que pusieran a nuestro líder de secta ahí.”
Cheong Myeong observó a su pareja en silencio por un momento. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa.
—”Así me gusta.”
Sin necesidad de más palabras, Baek Cheon le dio la espalda y caminó hacia la arena.
Su postura era impecable, su túnica ondeaba con cada paso decidido. El reflejo del sol en su espada resaltaba su presencia imponente.
Cheong Myeong cruzó los brazos, observándolo marchar con orgullo.
Esa era la espalda ancha y fuerte de su Baek Cheon.
Ahora, todo lo que quedaba era esperar. Baek Cheon demostraría con su espada por qué nadie debía atreverse a menospreciar al Monte Hua.
El murmullo en la multitud aumentó en cuanto Baek Cheon subió al escenario.
No era sorpresa. Su postura imponente, su expresión firme y su porte elegante llamaban la atención sin necesidad de palabras.
Baek Cheon no era un desconocido.
Entre los círculos marciales, ya tenía fama como un joven talentoso, un prodigio en ascenso dentro del Monte Hua. Y más allá de su destreza con la espada, su atractivo natural no pasaba desapercibido.
Alto, de rasgos refinados y presencia digna, era la viva imagen de un héroe de novela.
Desde su lugar, Cheong Myeong sintió una profunda satisfacción.
—”¡Eso es! ¡Alaben a mi precioso novio como se merece!”
Si alguien se atrevía a decir lo contrario, lo haría callar con su espada.
Sin embargo, su momentáneo deleite fue interrumpido por un grito estridente que se elevó entre la multitud.
—”¡BAEK CHEON!”
El cuerpo de Cheong Myeong se tensó al instante.
Esa voz.
No. No puede ser.
Con el ceño fruncido, escaneó rápidamente el mar de personas hasta encontrar una cabellera rizada y un vestido de seda llamativo.
—”Hwang Yujin…”
La hija mimada de la familia de comerciantes Hwang.
Una joven que, en algún momento, el Monte Hua ayudó durante una de sus misiones.
El problema era que, desde entonces, se había obsesionado con Baek Cheon.
A pesar de ser rechazada múltiples veces, parecía que su devoción enfermiza seguía intacta.
Baek Cheon también lo notó.
Por un microsegundo, su cuerpo se tensó.
Pero, como el maestro disciplinado que era, ignoró la distracción y mantuvo su enfoque en lo importante.
Su oponente.
Peng Dowan, de la familia Peng de Hebei.
Un nombre respetado en los círculos marciales.
O al menos, eso parecía.
Baek Cheon no había oído hablar de él antes.
Pero eso no significaba que lo subestimaría.
Con su mano firmemente colocada sobre la empuñadura de su espada, Baek Cheon se preparó.
Hwang Yujin, el público, el caos a su alrededor…
Nada importaba en este momento.
Solo la espada.
Y la victoria.
Chapter 167: ⌗Competencia (7)
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La mente de Baek Cheon solo tenía un pensamiento.
"Líder de secta… Haré del Monte Hua la mejor secta del mundo."
Más que un sueño, era una promesa.
Convertiría al Monte Hua en una existencia tan grande y venerada que su líder de secta—su maestro, su guía, la persona que le dio un hogar sin cuestionar su origen— sería reconocido como la autoridad más grande en las llanuras centrales.
Era lo menos que podía hacer por el hombre que lo había acogido.
Su determinación se reflejaba en su mirada.
Ojos fríos.
Ojos que fijaban a su oponente con absoluta seriedad.
Pero al parecer, Peng Dowan lo tomó como una provocación.
—”Tienes ojos descarados.”
La voz del joven de la familia Peng resonó con molestia.
Con un movimiento relajado, colocó su enorme espada sobre su hombro.
Una postura arrogante.
Una actitud que dejaba en claro que no veía a Baek Cheon como un rival digno.
Pero Baek Cheon no mordió el anzuelo.
No reaccionó ante la amenaza velada.
No se inmutó por la obvia provocación.
Simplemente mantuvo su expresión serena, casi indiferente.
Porque él no necesitaba demostrar nada con palabras.
Se lo demostraría con su espada.
Peng Dowan parecía no haber terminado.
—”¿Qué sucede? ¿Ese hocico tuyo es igual de brillante que tu rostro y por eso no hablas?”
Baek Cheon suspiró con cansancio.
—”Si solo tienes la intención de pelear verbalmente, entonces empezaré yo.”
Su tono era sereno, pero todos podían notar la ligera irritación en su mirada.
Peng Dowan, en cambio, parecía divertirse con la situación.
—”No, no. Solo estoy pensando en darte una oportunidad.”
Baek Cheon frunció el ceño, desconcertado.
—”¿Una oportunidad?”
Peng Dowan se rió entre dientes, con la confianza de alguien que ya se creía ganador.
—”Si te rindes ahora y bajas, tu cara brillante no se lastimará.”
Baek Cheon se quedó en silencio.
Pero antes de que pudiera responder, Peng Dowan añadió algo más.
—”Me irrito bastante cuando veo a un tipo que se parece a Gisaeng Orabi como tú.”
¡Silencio absoluto!
Los murmullos entre el público cesaron.
Todos contenían la respiración, sintiendo la tensión en el aire.
Y en la sección del Monte Hua…
—”… ¿Qué dijo?”
Tang Bo se sobresaltó al escuchar el tono gélido de Cheong Myeong.
Cuando lo miró, casi suelta un grito.
¡Los ojos de Cheong Myeong estaban oscuros y aterradores!
—”¡Ah, mierda! ¡Va a saltar!”
Tang Bo reaccionó de inmediato y lo agarró del brazo, usando todas sus fuerzas para mantenerlo en su asiento.
—”¡Hyung-nim! ¡Cálmate! ¡No puedes interferir! “
Pero era más fácil decirlo que hacerlo.
Cheong Myeong estaba a un paso de abalanzarse sobre ese bastardo.
¡Cómo se atrevía a molestar a su precioso novio!
¡A SU Baek Cheon!
Si no estuvieran en un torneo oficial, ya lo habría partido en dos con su espada.
"¡Ese maldito está muerto!"
Baek Cheon, por su parte, exhaló lentamente.
Se podía ver en su rostro que también estaba molesto.
Pero no porque lo llamaran bonito o compararan con un gisaeng.
Sino porque su oponente estaba siendo innecesariamente irrespetuoso.
Así que decidió que le enseñaría modales.
Con su espada.
Peng Dowan parecía tener mucho que decir todavía.
—”Parece que el Monte Hua tuvo suerte” —dijo con una sonrisa arrogante—. “Seguramente crees que eres fuerte, pero eso es porque no te has enfrentado a alguien verdaderamente fuerte.”
Baek Cheon mantuvo su expresión indiferente.
—”Soy diferente a esos idiotas con los que se han enfrentado. Yo les haré saber dónde es su lugar. “
Peng Dowan alzó su espada con confianza y gritó con voz firme:
—”¡Debajo de nosotros, las sectas prestigiosas!”
Eso fue suficiente.
Baek Cheon levantó su espada con fluidez y apuntó directamente a su oponente.
—”¿Qué es una secta prestigiosa sin una cabeza?”
Su voz retumbó en el escenario, clara y afilada.
—”¡Ven aquí para romper la cabeza de esa secta prestigiosa!”
¡Caos!
El público reaccionó de inmediato.
—”¡¿Qué dijo?! “—gritó alguien sorprendido.
—”¡¿Acaso está provocando a toda la secta Peng?!”
—”¡Ese discípulo del Monte Hua es un loco!”
Peng Dowan sintió cómo la sangre se le subía a la cabeza.
Su rostro se puso rojo como si estuviera a punto de explotar.
—”¡Bastardo descarado!”
Golpeó el suelo con furia y se lanzó hacia su oponente con la espada en mano.
Su objetivo era claro.
Dañar esa cara bonita.
"Voy a enseñarle su lugar a este engreído.”
Pero Baek Cheon no era un oponente cualquiera.
Y Peng Dowan estaba a punto de aprenderlo por las malas.
Baek Cheon curvó sus labios en una sonrisa.
No tenía pensado ser amable.
Peng Dowan se lanzó hacia él como un tigre, su enorme espada apuntando directamente a su rostro. Era un ataque brutal, uno que buscaba aplastarlo por completo.
¡BANG!
La espada feroz de Peng Dowan cayó con un estruendo, su filo brillando mientras descendía sobre la cabeza de Baek Cheon.
Pero Baek Cheon no se movió.
En lugar de esquivar, levantó su espada con tranquilidad.
La espada del Monte Hua.
Delgada. Elegante. Refinada.
No tenía sentido.
Una espada tan delicada no podía detener una espada enorme, una que se asemejaba a un mandoble.
Al menos, esa era la lógica de la gente.
El público contuvo el aliento.
—”¡Va a salir volando!” —gritó alguien.
—”¡No puede bloquear eso!”
—”¡Está loco!”
Pero entonces, sucedió lo imposible.
¡BOOM!
Las espadas chocaron.
Y la persona que salió volando…
…no fue Baek Cheon.
¡Fue Peng Dowan!
Su enorme cuerpo atravesó el aire como si una fuerza invisible lo hubiera expulsado.
Baek Cheon permaneció firmemente en su lugar.
Ni un solo paso atrás.
La audiencia quedó muda.
Silencio absoluto.
Baek Cheon bajó la mirada al caído Peng Dowan.
Su voz fue fría.
—”Eres débil.”
Peng Dowan levantó la mirada débilmente.
El dolor punzante en su brazo lo hizo jadear.
Roto.
El impacto le había roto el brazo.
¡¿Cómo podía ser eso posible?!
Baek Cheon caminó hacia él, con pasos tranquilos, como si estuviera dando un paseo matutino y no enfrentando a un oponente en un torneo de alto nivel.
Se detuvo justo a su lado, mirándolo desde arriba.
Y con un tono honesto, le dio un consejo.
—”Deberías hacer algo de ejercicio.”
Peng Dowan parpadeó. ¿Qué?
—”Eres tan débil” —continuó Baek Cheon, con una expresión pensativa—”que ni siquiera podrías levantar un balde de agua en el Monte Hua.”
Silencio.
Peng Dowan abrió la boca con incredulidad.
¿Débil?
¿’Él’ era una persona débil?
¡Imposible!
Como descendiente de la familia Peng, su linaje se enorgullecía de sus cuerpos majestuosos.
¡Mírenlo! Sus antebrazos eran más grandes que los de una persona común, su torso estaba entrenado desde la infancia.
Pero entonces…
Baek Cheon, con calma, levantó la manga de su túnica.
Y las bocas se abrieron.
Un brazo perfectamente definido.
Músculos compactos, esculpidos, con la firmeza de años de entrenamiento infernal.
En comparación, los de Peng Dowan parecían…
…simples fideos.
El rostro de Peng Dowan se tornó pálido.
Peng Dowan apretó los dientes y escupió con frustración.
—”¿Qué le pasa a este… a este tipo con aspecto de perro?”
Baek Cheon ladeó la cabeza ligeramente, como si estuviera considerando sus palabras.
—”Oh… ¿un perro?”
Sus labios se curvaron en una sonrisa fría.
—”Sí, eso me tranquiliza.”
Peng Dowan parpadeó, desconcertado.
¿Qué?
Antes de que pudiera procesarlo, Baek Cheon cambió el agarre de su espada, sujetándola al revés.
Y entonces—
¡BAM!
La empuñadura de su espada se estrelló contra la cabeza de Peng Dowan.
—”¡Cabeza!”
¡BAM!
—”¡Cabeza!”
¡BAM!
—”¡Cabeza!”
¡BAM!
—”¡Cabeza!”
¡BAM!
—”¡Cabeza!”
¡BAM!
El sonido era grotesco.
Como el de una sandía madura al romperse.
Los discípulos del Monte Hua se estremecieron.
Algunos cerraron los ojos con un tic nervioso.
Otros voltearon el rostro, como si sintieran el dolor en carne propia.
Ellos… ellos ya habían experimentado eso.
Sabían exactamente cómo dolía.
Baek Cheon retrocedió un paso, observando a su oponente con los ojos en blanco.
Y con la misma tranquilidad con la que había comenzado, sacudió ligeramente su muñeca.
—”¿Dijiste algo sobre modales?”
Peng Dowan se desplomó.
Todo Shaolin quedó en silencio.
La multitud, que había estado al borde de la celebración, se congeló.
No era como si no supieran de lo que el Monte Hua era capaz.
De hecho, después de los combates anteriores, habrían aceptado sin pestañear si Baek Cheon hubiera mandado a volar a su oponente con una elegante estocada.
Pero… Baek Cheon no lo hizo.
En su lugar, lo golpeó.
Como a un perro.
Una y otra vez.
La escena que tenían frente a ellos era completamente diferente a lo que habían imaginado.
Baek Cheon no sólo derrotó a su oponente.
Lo hizo con precisión, con crueldad metódica, con una confianza inquebrantable.
No hubo desperdicio de movimientos.
No hubo florituras ni demostraciones innecesarias.
Sólo una paliza aplastante.
El silencio se prolongó mientras Baek Cheon regresaba a su grupo.
Parpadeó, confundido.
¿Eh?
Esta reacción no era la que esperaba.
—”¿Hice algo mal?”
Antes de que pudiera pensar demasiado en ello, fue recibido por unos brazos firmes.
Cheong Myeong lo atrajo hacia sí con una sonrisa radiante.
—”No.”
Baek Cheon levantó la vista, todavía desconcertado.
—”En realidad, hiciste un excelente trabajo.”
El Monte Hua no podía estar más orgulloso.
Chapter 168: ⌗Competencia (8)
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Cheong Myeong besó suavemente los labios de su novio.
¡Se lo merecía por hacer un buen trabajo!
Baek Cheon apenas tuvo tiempo de parpadear sorprendido antes de que su cuerpo reaccionara por instinto, a punto de corresponder el beso…
Pero antes de que pudiera hacerlo, ambos se separaron de golpe.
¡CLANG!
Una espada pasó zumbando a centímetros de ellos, clavándose en la pared con un sonido metálico que resonó en todo el lugar.
El filo tembló ligeramente, aún vibrando por la fuerza del impacto.
Baek Cheon y Cheong Myeong se giraron al mismo tiempo.
La espada tenía grabados en forma de nubes.
Una espada de la Secta Borde del Sur.
Cheong Myeong afiló la mirada y la dirigió hacia el otro lado del escenario.
Y allí, mirándolos con una expresión oscura, estaba un hombre de presencia imponente.
El padre de Baek Cheon.
El anciano de la Secta Borde del Sur.
Había una evidente ira en su rostro.
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
“Qué fastidio.”
Con una sonrisa burlona, caminó con calma hacia la espada, la tomó con una mano y la examinó con indiferencia.
—”Vaya, vaya… qué rudeza.”
Y sin dudarlo, la lanzó de vuelta.
Pero no como se esperaba.
La espada giró en el aire con precisión letal.
Y en el último segundo, la empuñadura golpeó directamente el rostro de su suegro.
¡PAM!
El anciano de la Secta Borde del Sur se desplomó al instante.
Todo el lugar quedó en completo silencio.
Los discípulos de la Secta Borde del Sur miraban boquiabiertos, sin atreverse a moverse.
Baek Cheon se llevó una mano a la cara y suspiró profundamente.
—”¡Cheong Myeong! ¿Por qué hiciste eso?”
Cheong Myeong hizo un puchero y lo miró con falsa inocencia.
—”¡Él empezó!”
Baek Cheon cerró los ojos y exhaló lentamente.
A su alrededor, toda la audiencia seguía sin saber cómo reaccionar.
Había presenciado muchas cosas en este torneo.
Pero ver a un anciano de secta ser noqueado por la empuñadura de su propia espada…
Era algo completamente nuevo.
Cheong Mun observó todo desde su asiento elevado y dejó escapar un profundo suspiro.
Hace apenas un momento, había sentido orgullo al ver el impresionante desempeño de Baek Cheon en el combate.
Su discípulo había demostrado su crecimiento.
Había superado a su oponente con habilidad, gracia y una fuerza impecable.
Pero ahora…
Ahora sentía una punzada de vergüenza.
Y no era por el beso.
No, eso era lo de menos.
Después de todo, Cheong Myeong siempre había sido un caso perdido en cuanto a compostura.
Lo que lo avergonzaba era lo que había hecho después.
¿De verdad golpeó al anciano de la Secta Borde del Sur con su propia espada?
¿Frente a todos?
Cheong Mun se masajeó las sienes con los dedos.
El Monte Hua ya estaba en el ojo del huracán después de su reciente ascenso, y su hermano menor acababa de darle un puñetazo metafórico a uno de los clanes más influyentes.
¡Y lo peor de todo es que ninguno de los dos parecía darse cuenta de la gravedad del asunto!
Desde su posición, podía ver cómo Baek Cheon y Cheong Myeong discutían acaloradamente, ignorando por completo las miradas de asombro, incredulidad y horror que recibían.
—”¡Eres un desastre, Cheong Myeong!” —Baek Cheon lo miraba con una mezcla de frustración y resignación.
—”¡No es mi culpa que tu padre sea un loco que lanza espadas a la gente!”
—”¡Eso no significa que debías devolverla así!”
—”¡Ah, entonces la próxima vez me quedaré quieto y dejaré que nos atraviese!”
—”¡Eso no es lo que estoy diciendo!”
Cheong Mun frunció el ceño y cerró los ojos con cansancio.
‘Son como una pareja de ancianos…’
Discuten por todo, pero aún así, siguen juntos, completamente sincronizados en su necedad.
Los otros líderes de sectas miraban el espectáculo con expresiones de absoluta incredulidad.
Algunos de ellos incluso parecían demasiado conmocionados para hablar.
Después de todo, no todos los días se veía a un respetado anciano de secta desmayado en el suelo mientras su hijo y el perpetrador discutían como niños.
Shaolin estaba en silencio.
El Monte Hua, en cambio…
El Monte Hua estaba acostumbrado.
Los discípulos solo suspiraron y actuaron como si nada estuviera pasando.
Algunos incluso se voltearon para no mirar directamente la escena.
Después de todo, nadie quería que los vieran reaccionando a lo que claramente era un problema diplomático en proceso.
Cheong Mun volvió a suspirar.
“…Debería intervenir antes de que esto se salga de control.”
Entonces Cheong Mun parpadeó.
“¿Eh?”
Apenas había terminado de pensar en intervenir, pero cuando volvió a mirar, ya no había discusión.
Ahora Baek Cheon y Cheong Myeong estaban sentados uno al lado del otro…
Muy cerca.
Demasiado cerca.
Cheong Myeong se inclinaba ligeramente contra Baek Cheon, con la expresión satisfecha de un gato bien alimentado.
Y Baek Cheon, con una sonrisa tranquila, le ofrecía trozos de carne seca con una ternura completamente desproporcionada para la situación.
Como si no estuvieran en medio de un torneo, como si hace unos minutos no hubieran causado un escándalo monumental.
Cheong Mun sintió una punzada de incredulidad.
“¿Así de rápido resolvieron su pelea?”
Hace un instante se estaban gritando, y ahora…
Ahora parecía que eran la pareja más amorosa del mundo.
Vaya, qué eficiente.
—"¡Jin Geumryong del Borde del Sur! ¡Suba al escenario!"
La voz del presentador resonó en el área, interrumpiendo la paz momentánea.
Baek Cheon alzó la vista casi por instinto.
Justo frente a él, su hermano mayor ya estaba caminando hacia el escenario.
Su expresión era tan afilada como su espada, sus movimientos firmes y disciplinados.
Baek Cheon lo observó por un momento, sin poder evitarlo.
Era imposible no hacerlo.
Había crecido persiguiendo su sombra, luchando por alcanzar algo que siempre parecía inalcanzable.
Y ahora, aquí estaban.
Cada uno en un camino diferente.
La tensión en el ambiente se hizo más densa, y Baek Cheon supo que este combate no sería un simple enfrentamiento más.
Jin Geumryong vio a Baek Cheon sin detenerse, pero en el breve instante en que sus miradas se cruzaron, la hostilidad era innegable.
Sus ojos eran fríos.
No hacía falta decirlo en voz alta: estaba decidido a barrer con todos los oponentes en su camino para enfrentarse con Baek Cheon.
Para derrotarlo.
Para recuperar la victoria que Baek Cheon le había arrebatado en su último enfrentamiento, años atrás.
No había duda de que había entrenado con todo lo que tenía para asegurarse de que esta vez no fallaría.
Baek Cheon no apartó la mirada.
“Que lo intente.”
Sintió el peso de una mirada sobre él.
Cheong Myeong había terminado de masticar la carne seca que le había dado y lo observaba con una ceja arqueada.
—”¿Estás asustado?” —preguntó con aparente ligereza.
Baek Cheon, sin perder la calma, respondió sin titubeos.
—”Para nada.”
Cheong Myeong curvó los labios en una sonrisa satisfecha.
—”Bien. Así debería ser.”
Sin previo aviso, se acomodó en el regazo de Baek Cheon con descarada comodidad.
Baek Cheon no se inmutó, solo lo miró con una mezcla de afecto y resignación.
—”Eres rápido para acomodarte.”
—”No, solo tu regazo es perfecto para mí.”
Baek Cheon se mordió los labios para no sonreír.
Mientras tanto, el combate de Jin Geumryong estaba por comenzar.
El discípulo de Qingcheng apretó los dientes con furia.
—”¡Tch! ¡No me ignores, maldita sea!”
Pero Jin Geumryong ni siquiera lo miró.
Con voz fría y desinteresada, ordenó sin titubear:
—”Cállate.”
La sangre del discípulo de Qingcheng hirvió.
Ser ignorado ya era bastante insultante, pero ser mandado a callar como si fuera un insecto insignificante…¡era imperdonable!
Apretó su espada con fuerza, listo para lanzarse contra Jin Geumryong.
Pero Jin Geumryong no apartó la mirada de Baek Cheon.
Desde el otro lado del escenario, sus ojos se clavaban en su hermano menor como si exigiera su atención.
Baek Cheon, sin expresar emoción, le sostuvo la mirada.
El ambiente estaba cargado de hostilidad.
—”¡Empiecen!”
El combate comenzó.
Con calma absoluta, Jin Geumryong desenvainó su espada.
Y entonces… lo que sucedió a continuación dejó a todos sin palabras.
De la espada de Jin Geumryong emergieron pétalos blancos.
Hermosos.
Pero afilados y agresivos.
Baek Cheon sintió que su sangre se congelaba.
La multitud contuvo la respiración.
Era imposible no reconocerlo.
Esa técnica…
Los discípulos del Monte Hua se pusieron de pie de golpe.
—”¡Esa es…!”
—”¡Esa es nuestra técnica!”
Cheong Myeong, quien seguía recostado en el regazo de Baek Cheon, entrecerró los ojos.
—”Vaya, qué descarado” —murmuró con una sonrisa peligrosa.
Porque no había duda alguna.
Era una copia descarada de las Flores de Ciruelo del Monte Hua.
El discípulo de Qingcheng quedó hipnotizado.
Los pétalos blancos flotaban a su alrededor con una belleza engañosa.
Por un instante, su cuerpo se congeló.
Y en ese segundo fatal…
Ya era demasiado tarde.
—”¡Aghhh!”
Los pétalos se transformaron en cuchillas afiladas.
El discípulo gritó desgarradoramente cuando las hojas invisibles lo atacaron desde todas direcciones, cortando su ropa y piel sin piedad.
El público contenía la respiración.
La técnica parecía sublime, pero era despiadada.
Desde su asiento, Cheong Myeong frunció el ceño.
No estaba sorprendido.
Sabía que esto pasaría.
Notes:
Para aclarar por sí acaso(? No, el borde del Sur no se robó las técnicas del Monte Hua como en la novela original, en esta versión Jin Geumryong imitó la técnica que vio a su hermano usar contra él 👀
Chapter 169: ⌗Competencia (9)
Chapter Text
En la historia original, Jin Geumryong refinaba una técnica similar a las Flores de Ciruelo del Monte Hua después de haber visto a su hermano utilizar la técnica.
Pero había un problema.
Las espadas de Jongnam y del Monte Hua eran como el cielo y la tierra.
Los movimientos del Monte Hua fluían como la naturaleza misma, con una espada rápida, precisa y ligera, como el viento acariciando las ramas de un árbol.
En cambio, Jongnam tenía una espada más rígida, que confiaba en la fuerza y la solidez, como una montaña que resistía el paso del tiempo.
Tratar de forzar la delicadeza de una flor sobre una base tan tosca solo daba como resultado algo incompleto.
Desde afuera, la técnica se veía espectacular…
Pero en su interior, estaba vacía.
Una imitación barata.
Cuando Baek Cheon lo enfrentara, destruiría esa técnica con facilidad.
Cheong Myeong lo sabía.
Aun así…
Apretó la mandíbula con molestia.
Antes, como simple jugador, esto no le había importado.
Incluso había criticado la falta de imaginación de los desarrolladores.
Pero ahora…
Después de vivir en el Monte Hua, entrenar bajo su doctrina y aprender a apreciar sus artes…
Ver esta burda imitación le repugnaba.
"Se atreven a robar y distorsionar la esencia del Monte Hua…"
Sus ojos se oscurecieron peligrosamente.
Cuando los pétalos blancos finalmente se desvanecieron, la figura de su oponente quedó al descubierto.
El discípulo de Qingcheng yacía inconsciente en el suelo.
Su respiración era irregular, y su túnica azul estaba manchada de carmesí debido a los múltiples cortes en su cuerpo.
Un silencio incómodo cubrió el lugar.
No era raro que los enfrentamientos terminaran con alguien herido, pero…
¿Era necesario ese nivel de brutalidad?
El presentador frunció el ceño y reprendió a Jin Geumryong.
—”¡Eso fue innecesariamente cruel!”
Sin embargo, Geumryong no se inmutó.
—”Hice lo que pude “—respondió con calma, como si no hubiera nada fuera de lugar en su actuación.
Se encogió de hombros y añadió:
—”De todas formas, no fue una herida grave. Solo cortes superficiales.”
Los discípulos de Jongnam asintieron satisfechos, pero los del Monte Hua apretaron los puños.
A pesar de todo, no había motivos para descalificarlo.
Con un suspiro resignado, el presentador no tuvo más opción que anunciarlo.
—”¡Jin Geumryong gana!”
El Jongnam aplaudió.
Los discípulos del Monte Hua permanecieron en silencio.
Desde su asiento, Cheong Myeong giró su atención hacia Baek Cheon.
Su novio no aplaudía ni mostraba disgusto.
Simplemente lo miraba con frialdad.
Una sonrisa ladina apareció en los labios de Cheong Myeong.
—”Mi Jin Dongryong puede con él.”
Baek Cheon frunció el ceño de inmediato y suspiró.
—”No me llames así.”
Cheong Myeong rió y se encogió de hombros.
—”Pero ese fue el nombre que te dieron tus padres. “
Baek Cheon apretó los labios.
Sin decir nada, tomó otro trozo de carne seca y se lo metió en la boca a Cheong Myeong.
—”Cállate y mastica.”
Cheong Myeong, con la boca llena, lo miró indignado.
Pero al ver la expresión relajada de Baek Cheon, simplemente masticó obedientemente.
La siguiente competición trajo consigo una sorpresa.
Tang Soso se dirigió al centro del escenario con su pequeña figura, contrastando con la presencia de su oponente, quien la miró con evidente desdén.
La discípula más débil del Monte Hua.
O al menos, así era como muchos la veían.
Pero cuando la pelea comenzó, fue su oponente quien terminó de rodillas en el suelo, sosteniéndose la cabeza con un quejido de dolor.
Soso no se detuvo.
—”¡Cabeza! ¡Cabeza! ¡Cabeza!”
Cada palabra fue acompañada de un golpe certero.
Para cuando el presentador se apresuró a detenerla, su oponente ya estaba completamente fuera de combate.
—”¡La ganadora es Tang Soso del Monte Hua!”
La discípula sonrió con orgullo y corrió de vuelta hacia su grupo.
Sin perder tiempo, se dirigió directamente a Yu Iseol.
—”¡Gané!”
Yu Iseol asintió con calma.
—”Lo hiciste bien.”
Después, señaló un lugar a su lado.
—”Siéntate.”
Soso obedeció de inmediato, aferrándose a Yu Iseol sin dudarlo.
La expresión de Yu Iseol no cambió, pero suavemente empezó a darle consejos sobre cómo mejorar.
Baek Cheon observó la escena con una sonrisa.
Ellas dos se habían vuelto bastante cercanas en muy poco tiempo.
Su relación tenía un aire cálido y natural.
—”Qué bonito se ve…”—pensó Baek Cheon.
Entonces miró a su propio novio.
Y lo vio haciendo un puchero.
—”¡Tengo hambre! ¿Cuándo vamos a comer?”—se quejó Cheong Myeong.
Baek Cheon cerró los ojos por un segundo, suspirando.
Entre tantas personas en este mundo…
¿Por qué tenía que gustarle un tipo como este?
(...)
El segundo día de la competencia trajo consigo un cambio palpable en el ambiente.
Si el primer día había sido una demostración de habilidad y técnica, este día se convirtió en una batalla despiadada.
Los combates se volvieron más drásticos.
Los competidores ya no se contenían.
Los verdaderos talentos comenzaron a mostrarse.
Jin Geumryong no fue el único que destacó.
Otros jóvenes prodigios de renombre hicieron temblar la arena con sus habilidades.
El público contenía la respiración en cada enfrentamiento.
Sin embargo, a pesar de las feroces batallas, el Monte Hua continuó invicto.
Cada uno de sus representantes logró superar su desafío.
Y así, cuando el día terminó, un hecho quedó claro para todos:
Si esto continuaba, todos los discípulos del Monte Hua llegarían a la final.
Pero en lugar de celebrarlo, Baek Cheon reunió a sus compañeros.
Con una expresión serena, pero firme, los miró uno por uno antes de hablar.
—”No se vuelvan arrogantes.”
Las sonrisas confiadas de algunos se desvanecieron.
—”A partir de mañana… alguien definitivamente perderá.”
Su tono no era cruel, sino realista.
—”Deben estar preparados para eso. Y más que nada, deben asegurarse de que, pase lo que pase, el Monte Hua siga adelante con dignidad.”
Todos asintieron con firmeza.
Esa era la diferencia entre un guerrero común y un verdadero discípulo del Monte Hua.
La victoria era importante.
Pero el camino que tomaban para llegar a ella lo era aún más.
Justo cuando Baek Cheon asintió satisfecho con la determinación de sus compañeros, un sonido interrumpió el ambiente.
Knock, knock.
Alguien tocó a la puerta.
El grupo de discípulos del Monte Hua se giró con curiosidad, pero Baek Cheon fue quien se puso de pie.
Sin pensar mucho en ello, fue a abrir.
Pero en cuanto la puerta se deslizó, su cuerpo se tensó.
Su boca, que estaba a punto de formular una pregunta, se cerró de golpe.
Del otro lado había dos personas.
Uno era Jin Geumryong, con su expresión altiva e impenetrable.
El otro…
—”…Padre.”
Jin Cho-Baek.
Un anciano de la secta Jongnam.
Su padre.
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrer su espalda.
No era miedo.
Era algo más profundo.
Los ojos de su padre eran apagados.
No había enojo en su expresión.
Tampoco orgullo.
Solo… un vacío inquietante.
—”¿Puedo hablar contigo un momento?” —preguntó Jin Cho-Baek.
Su voz fue calmada.
Demasiado calmada.
Baek Cheon mordió su labio.
Su instinto le decía que rechazara la oferta.
Pero sabía que no podía huir.
Finalmente, asintió.
Detrás de él, sintió la mirada intensa de Cheong Myeong.
No le gustaba esto.
Y cuando dio un paso adelante, Cheong Myeong también se movió, dispuesto a seguirlo.
Pero Baek Cheon levantó una mano, deteniéndolo.
No necesitó decir nada.
Cheong Myeong frunció el ceño.
Pero no insistió.
Con un último vistazo a su novio, Baek Cheon salió de los aposentos y siguió a su padre y a su hermano.
Chapter 170: ⌗Competencia (10)
Chapter Text
A pesar de que Baek Cheon le indicó que no lo siguiera…
¡Cheong Myeong no pudo evitarlo!
Tan pronto como la puerta se cerró y los tres desaparecieron de su vista, esperó unos minutos.
Solo para no levantar sospechas.
Pero en cuanto creyó que era seguro…
Salió sigilosamente, siguiéndolos a escondidas.
Claro que no fue el único.
Porque cuando giró la cabeza, notó que otros discípulos del Monte Hua también lo estaban siguiendo.
Con expresiones ansiosas y emocionadas, querían descubrir el chisme.
Cheong Myeong suspiró.
—”¿Y ustedes qué?”
—”No puedes ser el único en enterarte, maestro. “
—”¡Es sobre Baek Cheon sahyung! ¡Queremos saber qué está pasando!”
Cheong Myeong chascó la lengua, pero no los detuvo.
Si iba a hacer esto, al menos tenía refuerzos.
A la distancia, finalmente pudieron visualizar tres figuras en la penumbra.
Baek Cheon.
Su hermano, Jin Geumryong.
Y frente a ambos, Jin Cho-Baek.
El padre que Baek Cheon nunca pudo ver como un verdadero padre.
El anciano lo observó con una mirada inescrutable antes de decir, con voz pausada:
—”Te has vuelto fuerte.”
Baek Cheon se inclinó automáticamente.
Pero no supo cómo responder.
Así que solo dio una respuesta obvia.
—”Gracias.”
Hubo un breve silencio.
Baek Cheon suspiró.
Vio el rostro inexpresivo de su padre.
En el pasado, enfrentarse a Jin Cho-Baek le daba miedo.
No por lo que pudiera hacerle físicamente.
Sino porque, aunque era su padre biológico…
Nunca sintió ningún afecto de él.
El padre que Baek Cheon recordaba…
Siempre lo miraba con disgusto.
Con esa misma expresión fría e indiferente, como si Baek Cheon nunca hubiera sido suficiente.
Como si nunca fuera a serlo.
Así que, cuando Jin Cho-Baek continuó hablando…
—”Entiendo por qué te fuiste de casa.”
Baek Cheon casi se ríe.
“¿Lo entiendes?”
“¿En serio?”
Esa comprensión no significaba nada.
No si no venía acompañada de acción.
Al final, solo era un comentario irresponsable.
Uno que llegaba demasiado tarde.
Jin Cho-Baek nunca le ofreció consuelo.
Nunca le tendió una mano.
Simplemente lo miraba como alguien inferior a su hermano mayor.
Entonces, el anciano continuó:
—”Debe haber sido una carga para ti desde que eras un niño pequeño. Si puedo decirlo… te he discriminado…”
—”Lo sé.”
Baek Cheon lo interrumpió.
Sin dudar.
Sin titubear.
Porque no necesitaba que se lo dijeran.
Siempre lo supo.
El tono de Baek Cheon fue tranquilo al responder:
—”Lo sé.”
Su voz no tembló.
No hubo rencor.
Solo certeza.
—”Padre se hubiese preocupado más por mí si hubiese sido mejor que mi hermano.”
Baek Cheon hizo una pausa, observando la leve tensión en el rostro de Jin Cho-Baek antes de continuar:
—”Padre es ese tipo de hombre. Ahora lo sé.”
Jin Cho-Baek frunció el ceño.
No era la respuesta que esperaba.
Si Baek Cheon siguiera siendo el niño de antes…
El que escupía sus palabras con rencor.
El que vomitaba emociones incontrolables.
Entonces sería más fácil.
Pero ese niño ya no existía.
Se había convertido en un hombre.
Uno que no necesitaba su aprobación.
Uno que ya no mendigaba su reconocimiento.
Jin Geumryong, que estaba viendo el intercambio desde un lado, frunció el ceño con disgusto.
Baek Cheon no solo se había vuelto más fuerte físicamente.
También lo era mentalmente.
Y eso le molestaba.
Jin Cho-Baek llamó a su hijo por su nombre:
—”Dongryong-ah.”
Su voz era baja, casi apaciguadora, como si estuviera probando cómo sonaba después de tanto tiempo sin pronunciarlo.
Pero antes de que pudiera decir algo más, Baek Cheon lo corrigió:
—”Baek Cheon.”
Su voz fue clara, sin vacilaciones.
Y sonrió.
—”Mi nombre ya no es Jin Dongryong. Ahora soy Baek Cheon.”
Jin Cho-Baek permaneció en silencio por un instante.
Su expresión era ilegible.
Luego, con un tono más bajo, repitió:
—”Baek Cheon…”
Sus ojos se endurecieron.
—”Ese es el nombre que te dio el Monte Hua.”
Baek Cheon asintió sin dudar.
No había arrepentimiento en su postura.
No había vacilación.
Jin Cho-Baek entrecerró los ojos.
—”¿Tienes pensado enterrar tus huesos en el Monte Hua?”
De nuevo, Baek Cheon respondió con certeza absoluta.
—”Sí.”
El silencio pesó.
Hasta que la expresión de Jin Cho-Baek se distorsionó con ira.
—”Vuelve.”
No fue una petición.
Fue una orden.
Y desde la distancia, Cheong Myeong casi saltó de su escondite.
Su enojo fue inmediato.
¿Cómo se atrevía ese viejo a hablarle así a su Baek Cheon?
Pero antes de que pudiera hacer algo imprudente, varios discípulos lo sujetaron, obligándolo a quedarse en su lugar.
—”¡Suéltame!” —susurró entre dientes, con furia contenida.
—”Shh, cállate.”
—”¡Voy a matarlo!”
—”No puedes matar a los suegros.”
—”¡Voy a matarlo!”
—”Baja la voz, idiota.”
Cheong Myeong apretó los dientes.
Si Baek Cheon necesitaba ayuda…
No dudaría en intervenir.
Baek Cheon miró a Jin Cho-Baek en silencio.
No respondió.
No porque estuviera dudando, sino porque quería ver hasta dónde llegaría.
Jin Cho-Baek continuó, con la voz firme:
—”Todavía no es tarde.”
Su mirada era implacable.
—”Sabes que tengo suficiente poder para encargarme de esto. La Secta Jongnam te aceptará de vuelta.”
Baek Cheon no reaccionó.
Jin Cho-Baek prosiguió:
—”Tal vez ahora no tengas dudas en tu corazón, pero con el paso del tiempo te arrepentirás.”
Su tono se volvió más persuasivo.
—”Toma la decisión correcta ahora.”
Entonces, Baek Cheon sonrió.
Pero no era una sonrisa cálida.
Era tranquila.
Casi... condescendiente.
—”No has cambiado ni un poco.”
Jin Cho-Baek frunció el ceño.
Había esperado resistencia.
Había esperado enfado.
Pero no esperaba esta tranquilidad.
Y eso lo inquietó.
—”Baek Cheon…”
Su voz tenía un tinte de desesperación que ni él mismo notó.
Pero antes de que pudiera seguir hablando, Baek Cheon lo interrumpió.
—”Tengo una pregunta.”
Jin Cho-Baek guardó silencio.
—”Si no me hubiese hecho tan fuerte en el Monte Hua…”
Baek Cheon levantó la mirada y lo observó fijamente.
—”¿Padre me estaría buscando?”
El viento sopló suavemente entre ellos.
Y Jin Cho-Baek…
No respondió.
Jin Cho-Baek guardó silencio por unos segundos antes de soltar un suspiro.
—”Puede que tengas razón.”
Su voz sonó más cansada que antes.
—”Si no hubieras mostrado tus habilidades, tal vez no te estaría buscando.”
Baek Cheon no se sorprendió.
Pero no dejó de escucharlo.
—”Pero eso es lo que piensas porque aún eres demasiado joven.”
Su tono se endureció.
—”Incluso una relación entre padre e hijo no puede estar libre de las capacidades del otro.”
Sus ojos se afilaron.
—”Entonces, ¿culparías a este padre?”
Baek Cheon sonrió.
Pero su sonrisa era fría.
—”No me malinterprete.”
Jin Cho-Baek parpadeó.
—”No es que padre esté equivocado.”
Baek Cheon habló con tranquilidad.
—”Es solo que no me gusta.”
Jin Cho-Baek frunció el ceño.
—”¿Qué quieres decir con eso?”
Baek Cheon mantuvo su expresión serena.
—”No creo que deba forzarme a aceptar algo que no me gusta.”
El aire entre ellos se volvió tenso.
Jin Cho-Baek se cruzó de brazos.
—”Entonces…”
Su voz bajó un poco.
—”¿Quieres terminar con nuestros lazos?”
Baek Cheon negó con la cabeza sin vacilar.
—”No.”
Jin Cho-Baek lo observó con seriedad.
Baek Cheon continuó, con un tono tranquilo:
—”Yo no quiero terminar con nuestros lazos.”
Jin Cho-Baek lo miró fijamente.
—”Pero…”
Baek Cheon sonrió con amabilidad, pero con firmeza.
—”Si no cumplo con la voluntad de padre…”
Su voz se volvió suave, pero clara.
—”Será padre quien cortará los lazos.”
Jin Cho-Baek se quedó en silencio.
Baek Cheon no lo presionó por una respuesta.
Porque ya sabía cuál sería.
Jin Cho-Baek observó a su hijo con seriedad.
—”Dongryong.”
Baek Cheon no suspiró esta vez.
No había necesidad.
—”Es Baek Cheon.”
Su tono fue firme, sin espacio para discusión.
Jin Cho-Baek cerró los ojos por un momento, exhalando un leve suspiro.
Cuando los abrió de nuevo, su mirada era más penetrante.
—”Piénsalo con cuidado.”
Baek Cheon no dijo nada.
Pero no apartó la vista.
—”Este es un consejo de tu padre y de alguien que ya recorrió el camino de las artes marciales.”
Su voz se hizo más pesada.
—”Si sigues en el Monte Hua, tu talento se pudrirá.”
Baek Cheon frunció apenas el ceño.
Jin Cho-Baek notó la reacción y continuó.
—”El Monte Hua se volverá una carga con el tiempo. Allí no habrá nadie que te proteja o que tire de ti. Pero en Jongnam…”
Hizo una pausa, como si le diera tiempo a Baek Cheon para asimilar sus palabras.
—”Allí tienes a tu familia y su reputación. Un lugar donde podrás convertirte en el más fuerte del mundo.”
Silencio.
Baek Cheon lo dejó hablar.
Pero cuando abrió la boca, sus palabras fueron inquebrantables.
—”No es necesario que lo piense.”
Jin Cho-Baek parpadeó.
Baek Cheon sonrió con calma.
—”El Monte Hua ya es mi hogar.”
Jin Cho-Baek apretó los labios.
Baek Cheon continuó sin dudar.
—”Ya tengo una familia. Ya tengo a alguien que me protege y que tira de mí.”
Jin Cho-Baek se tensó.
—”Y ya soy feliz.”
Jin Cho-Baek chocó la lengua contra su paladar.
—”Incluso si puedes convertirte en el más fuerte en Jongnam…”
Baek Cheon negó con la cabeza.
—”No encontraría la misma felicidad.”
Su expresión era tranquila.
Pero había una firmeza inquebrantable en sus ojos.
Jin Cho-Baek rechino los dientes.
—”Qué tonto.”
Su tono estaba cargado de frustración.
Justo en ese momento…
Su mirada se desvió.
Jin Cho-Baek entrecerró los ojos y habló en dirección a unos arbustos cercanos.
—”Salgan.”
Baek Cheon se tensó.
—”¿Eh?”
Siguiendo la mirada de su padre, se giró rápidamente.
Y entonces…
Vio movimiento entre los arbustos.
Una figura se levantó.
Luego otra.
Y otra.
Hasta que finalmente…
Cheong Myeong salió a la vista con una sonrisa descarada en el rostro.
—”Suegro, ¿por qué tan serio?”
Baek Cheon quiso enterrarse vivo.
Chapter 171: ⌗Competencia (11)
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Baek Cheon cubrió su rostro con ambas manos, sintiendo cómo el calor se acumulaba en sus mejillas.
—”Malditos gamberros…” —murmuró entre dientes.
Si hubiese sido solo Cheong Myeong, tal vez podría haberlo tolerado.
Pero sus compañeros también estaban allí.
Ellos habían escuchado todo.
¡Todo!
Su dignidad estaba completamente arruinada!
Jin Cho-Baek, por su parte, no ocultó su disgusto.
Dirigió una mirada fría a Cheong Myeong, sus ojos reflejando puro desprecio.
Pero Cheong Myeong no se inmutó.
Con una actitud descaradamente relajada, se acercó a Baek Cheon y se paró a su lado como si nada hubiera pasado.
Y entonces, se inclinó con una sonrisa pícara en el rostro.
—”Encantado de conocerlo, suegro. Soy Cheong Myeong del Monte Hua”
El silencio fue sepulcral.
Los discípulos del Monte Hua ahogaron sus risas y tosieron disimuladamente.
Baek Cheon sintió que su alma abandonaba su cuerpo.
Esto no estaba pasando.
Jin Cho-Baek, por otro lado, apretó los labios en una línea dura.
Cuando volvió a hablar, su tono era frío y cortante.
—”Jin Cho-Baek.”
No devolvió la cortesía.
No había necesidad.
—”No esperaba que el legendario Geomjon hiciera algo como esto.”
Su tono goteaba desdén.
—”¿No crees que está por debajo de tu dignidad?”
Era un insulto disfrazado de pregunta.
Un ataque directo a la imagen de Cheong Myeong.
Pero Cheong Myeong solo sonrió con más descaro.
—”No me importa arruinar mi reputación.”
Baek Cheon se puso rígido.
—”Mientras sea para cuidar de mi novio y discípulo, Baek Cheon.”
El rostro de Jin Cho-Baek se distorsionó en puro horror.
—”… ¿Novio?”
El ambiente se congeló.
Los discípulos del Monte Hua se llevaron las manos a la boca para contener la risa.
Baek Cheon quiso desaparecer en el acto.
El silencio que siguió fue casi ensordecedor.
Baek Cheon parpadeó, su mente completamente en blanco.
¿Cómo habían llegado a esta ridícula situación?
Hace apenas unos momentos estaban teniendo una discusión seria sobre su futuro y su familia, y ahora su padre estaba evaluando a Cheong Myeong como si fuera un pretendiente indeseado.
Era surrealista.
Jin Cho-Baek, con una expresión severa, lo miró fijamente.
—”¿Es por este hombre?”
Su tono era frío, carente de emoción.
—”¿Este tipo es el motivo por el que quieres cortar tus lazos familiares?”
Baek Cheon abrió la boca para responder, pero nada salió.
No tenía palabras.
Jin Cho-Baek continuó sin darle oportunidad de reaccionar.
—”Realmente no lo vas a reconsiderar?”
Su voz tenía un matiz de incredulidad.
—”Si vuelves a Jongnam, incluso podrías conseguirte un hombre mejor.”
Baek Cheon sintió que su alma abandonaba su cuerpo por segunda vez en la noche.
—”¡¿Qué?!”
—”Nadie te juzgaría por tu preferencia.”
Baek Cheon se llevó una mano a la frente, sintiendo un dolor de cabeza inminente.
¿En qué punto exacto la conversación había tomado este giro absurdo?
¿Desde cuándo su padre tenía esta mentalidad tan abierta?
¡Esto no tenía sentido!
Pero alguien sí tenía cosas que decir.
Cheong Myeong, quien había estado escuchando con una sonrisa burlona, de repente se puso serio.
Porque acababa de entender algo muy importante.
¡Estaba siendo rechazado por su suegro!
Él, el gran y poderoso Geomjon, ¡el espadachín más temido del mundo de las artes marciales!
¡No había nadie mejor para Baek Cheon que él!
Su orgullo no lo iba a permitir.
—”¡Suegro!”
La expresión de Jin Cho-Baek se endureció al escuchar el título.
Cheong Myeong dio un paso adelante, con fuego ardiendo en sus ojos.
—”Si realmente cree que hay alguien mejor que yo, entonces lo desafiaré en un duelo.”
Los discípulos del Monte Hua se atragantaron con el aire.
Baek Cheon abrió los ojos como platos.
—”¡Cheong Myeong!”
Pero su pareja ya estaba completamente metida en su papel.
—”¡No me iré de su lado!”
Su voz resonó con determinación absoluta.
Los discípulos del Monte Hua miraban la escena con incredulidad.
Algunos luchaban por contener la risa.
Otros simplemente estaban impactados.
Y Jin Cho-Baek…
Su ceja tembló peligrosamente.
Cheong Myeong enderezó la espalda y miró fijamente a Jin Cho-Baek.
—”No entregaré a Baek Cheon.”
Su voz resonó con absoluta determinación.
—”Baek Cheon es mil veces más importante, no solo para mí, sino también para el Monte Hua.”
La intensidad en sus palabras hizo que todos los discípulos del Monte Hua sintieran un escalofrío recorriéndoles la espalda.
Cheong Myeong no estaba bromeando.
—”Lo protegeré, cueste lo que cueste.”
Baek Cheon, que estaba de pie a su lado con el rostro inexpresivo, sintió que algo dentro de él se estremecía.
No tenía palabras para describirlo.
Era ridículo.
Toda esta situación era ridícula.
Y aun así…
Ese maldito de Cheong Myeong todavía encontraba la manera de hacer que su corazón latiera más rápido.
Baek Cheon desvió la mirada con disimulo, esperando que nadie notara el leve rubor en su rostro.
Jin Cho-Baek, por su parte, observaba en silencio la escena.
Los discípulos del Monte Hua se mantenían firmes detrás de Cheong Myeong, sus ojos brillando con la misma determinación.
Sin necesidad de palabras, su mensaje era claro.
Baek Cheon no estaba solo.
Su familia estaba aquí.
Jin Cho-Baek cerró los ojos por un instante, sintiendo una punzada de remordimiento.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que había dejado de ver a su hijo como algo más que una extensión de su linaje?
Sin embargo, rápidamente desechó esos pensamientos.
No tenía sentido lamentarse ahora.
Volvió a abrir los ojos y miró a Baek Cheon con seriedad.
—”Deberías pasar por casa en algún momento.”
Baek Cheon se sorprendió ligeramente, pero asintió con respeto.
—”Lo haré.”
Justo en ese momento, como si le hubieran extendido una invitación, Cheong Myeong también asintió con naturalidad.
—”¡Yo también iré!”
Jin Cho-Baek giró la cabeza lentamente y le lanzó una mirada gélida.
Una mirada que decía claramente: "Tú no."
Cheong Myeong sonrió con descaro.
Parecía que acababa de encontrar un nuevo pasatiempo: irritar a su suegro.
Jin Cho-Baek no dijo nada más.
Sin una sola palabra de despedida, se giró con un movimiento firme y se marchó.
Su túnica ondeó en el aire, reflejando la severidad con la que siempre había tratado a su hijo.
Sin embargo, Jin Geumryong no se movió de inmediato.
Permaneció allí, con los brazos cruzados, mirándolo fijamente.
—”No importa cuántas veces el Monte Hua te diga que te protegerá…” —su voz era fría, cortante— “En la competencia estarás solo contra mi espada.”
Una amenaza directa.
Los discípulos del Monte Hua se tensaron al escuchar sus palabras.
Pero Baek Cheon…
Baek Cheon simplemente lo miró con calma.
Ni una pizca de miedo o duda en su expresión.
—”Cuídate.”
Eso fue todo lo que dijo.
Jin Geumryong frunció el ceño ante su respuesta desinteresada.
Chasqueó la lengua y, sin agregar nada más, dio media vuelta y se marchó tras su padre.
El silencio cayó sobre el grupo.
Baek Cheon soltó un largo suspiro, sintiendo el peso de la conversación.
Y entonces desvió la mirada hacia Cheong Myeong.
Su adorable, molesto y descarado novio…
A quien fulminó con la mirada.
Cheong Myeong, como si pudiera sentir el peligro inminente, ya estaba viéndolo con una expresión de inocencia absoluta.
Como si no hubiera hecho absolutamente nada malo.
—”¿Qué? ¿Qué hice ahora?”
Antes de que Baek Cheon pudiera siquiera abrir la boca para regañarlo…
—”¡Ustedes, gamberros!”
Una voz autoritaria retumbó en el aire.
Todos se pusieron rígidos al instante.
Desde los arbustos, apareció nada más y nada menos que…
El líder de la secta, Cheong Mun.
Sus ojos brillaban con desaprobación mientras escaneaba a los discípulos como un padre regañando a sus hijos problemáticos.
—”¿Qué creen que están haciendo, metiéndose en problemas a estas horas?”
Nadie se atrevió a responder.
—”Regresen a sus aposentos. Ahora.”
La orden fue clara.
Los discípulos rápidamente asintieron y se prepararon para retirarse.
Pero entonces…
Cheong Myeong sonrió descaradamente y señaló a su hermano mayor.
—”Sahyung, tú también estabas espiando.”
Un silencio sepulcral llenó el aire.
Cheong Mun tosió torpemente y desvió la mirada.
—”Eso no es importante.”
Pero su leve rubor lo delató.
Sin querer prolongar más la conversación, agitó la mano con severidad.
—”Regresen a sus aposentos.”
Cheong Myeong rió por lo bajo, satisfecho de haber atrapado a su hermano en el acto.
Mientras tanto, Baek Cheon se frotaba las sienes, preguntándose cómo terminó rodeado de esta clase de personas.
Chapter 172: ⌗Competencia (12)
Chapter Text
La puerta se cerró detrás de ellos.
En cuanto entraron a la habitación, Cheong Myeong se tiró directamente a la cama con un suspiro de satisfacción.
—”Ahhh~”—exhaló con dramatismo, cruzando las manos detrás de su cabeza— “Realmente fui asombroso hoy.”
Con la satisfacción de alguien que acababa de completar una gran hazaña, cerró los ojos, esperando a que Baek Cheon viniera a acostarse a su lado.
Pero los segundos pasaron…
Y nada ocurrió.
Frunciendo el ceño, Cheong Myeong abrió un ojo y vio a Baek Cheon aún de pie, mirándolo.
Un escalofrío recorrió su espalda.
Esa mirada… no era normal.
—”¿Hmm? ¿Qué pasa?” —preguntó, incómodo por la intensidad con la que Baek Cheon lo observaba.
Pero en lugar de responder…
Baek Cheon llevó las manos a su cintura y comenzó a desatar el cinturón de su túnica.
Cheong Myeong parpadeó.
Su respiración se atascó en su garganta cuando las capas de tela se aflojaron y resbalaron ligeramente, dejando ver piel expuesta bajo la luz tenue de la habitación.
Baek Cheon subió a la cama, colocándose encima de él con una fluidez que hizo que el corazón de Cheong Myeong latiera más rápido.
Por instinto, sus manos fueron a sujetar la cintura del otro, sintiendo el calor de su piel bajo sus palmas.
—”Cheon-ah…” —intentó hablar, pero su voz salió más baja de lo que esperaba.
Baek Cheon no le dio tiempo a decir más.
Se inclinó y selló sus labios con un beso ardiente.
La sensación de su boca, el peso de su cuerpo, la calidez que emanaba de él…
Cheong Myeong no dudó en corresponderle.
Sus manos se aferraron con más fuerza a su amante, profundizando el beso con una necesidad que ni siquiera él mismo había previsto.
Pero entonces…
Baek Cheon se separó.
Solo unos milímetros, lo suficiente para que sus respiraciones se mezclaran.
Cheong Myeong apenas abrió los ojos y vio la mirada intensa de su novio.
—”Si esto es lo que obtengo por molestar a tu padre…” —dijo con una sonrisa ladeada— “lo hubiera hecho mucho antes.”
El ambiente se rompió en un segundo.
Baek Cheon gruñó, apretando los puños.
—”¡No arruines el momento!”
Cheong Myeong solo rió.
Y antes de que Baek Cheon pudiera castigarlo por sus tonterías, lo atrajo de nuevo para besarlo con aún más pasión.
El beso entre ellos era profundo y desesperado, como si intentaran devorarse mutuamente.
Las manos de Cheong Myeong recorrieron la espalda de Baek Cheon con ansiedad, sintiendo la calidez de su piel bajo las telas que lentamente resbalaban de su cuerpo. Baek Cheon no se quedó atrás; sus dedos se aferraron con fuerza a los hombros de Cheong Myeong antes de recorrer su cuello y deslizarse por su pecho con una caricia ardiente.
La atmósfera en la habitación se tornó espesa, cargada de deseo reprimido. Las túnicas caían al suelo una a una, deslizándose como sombras sobre la madera, hasta que la piel desnuda se encontró con la piel.
¿Por qué ahora?
Cheong Myeong no lo sabía con certeza.
Baek Cheon había sido firme en que no harían nada en Shaolin, había establecido límites claros, y él lo había aceptado a regañadientes. Pero ahora, Baek Cheon lo devoraba con una intensidad feroz, como si intentara ahogar algo en su interior.
¿Fue el encuentro con su padre lo que lo dejó así?
¿Estaba buscando enterrar los recuerdos oscuros del pasado en el calor de sus caricias?
¿O simplemente… le había gustado la forma en que Cheong Myeong lo defendió, y este era su modo de agradecerlo?
No importaba la razón.
Cheong Myeong no iba a rechazarlo.
Él también necesitaba esto.
Después de días de abstinencia que se sintieron como décadas, también quería sentir el cuerpo de su pareja, la calidez de su piel, la presión de sus labios, la forma en que su respiración se entrecortaba cuando lo tocaba en los lugares correctos.
Así que se entregó por completo.
Sus labios volvieron a unirse con fervor, sus cuerpos se entrelazaron en una danza apasionada, y por esa noche, lo único que existió en el mundo fueron ellos dos.
A medida que el beso se intensificaba, la mano de Baek Cheon descendió desde el cuello de Cheong Myeong hasta su pecho, explorando los contornos de su torso con suaves caricias. El miembro de Cheong Myeong ya se erguía duro y orgulloso contra su vientre, exigiendo atención.
Con una urgencia repentina, Baek Cheon se separó del beso.
Miró a Cheong Myeong a los ojos, llenos de deseo y determinación.
Cheong Myeong sintió un vuelco al ver a su novio, con la mirada llena de curiosidad y excitación, descender lentamente por su cuerpo.
Baek Cheon llegó a su destino.
El miembro de Cheong Myeong latía con anticipación al recibir un beso suave y húmedo en la punta.
Era territorio nuevo para ellos.
Cheong Myeong había sido quien le daba placer oral a Baek Cheon en el pasado, pero esta noche, la situación había cambiado.
Baek Cheon se tomó su tiempo, estudiando su longitud, sintiendo su calor y oliendo su aroma.
La respiración de Cheong Myeong se entrecortó cuando la lengua de Baek Cheon se arremolinó alrededor de la cabeza de su pene, provocándolo, haciéndolo retorcerse bajo la tierna avalancha de sensaciones.
No se había dado cuenta de cuánto necesitaba esto, la sensación de ser adorado por la boca de su compañero.
Y Baek Cheon estaba decidido a hacerle la mejor mamada de su vida, para que esta noche fuera inolvidable.
Se lanzó, su boca envolviendo toda la longitud de la erección de Cheong Myeong, y este puso los ojos en blanco de placer.
Las manos de Cheong Myeong se apretaron contra las sábanas, intentando evitar embestir hacia arriba y tomar el control de la situación. No quería precipitarse, no quería arruinar el delicado equilibrio de placer y sorpresa que crecía en su interior como un crescendo.
Los movimientos de Baek Cheon se volvían más audaces, más seguros con cada segundo que pasaba, su lengua girando alrededor del miembro y sus manos agarrando los muslos de Cheong Myeong, manteniéndolo en su lugar mientras lo penetraba cada vez más profundamente en su garganta.
Los gemidos de Cheong Myeong se hicieron más fuertes, llenando la silenciosa habitación con el sonido de su pasión desenfrenada.
Los ojos de Baek Cheon se llenaron de lágrimas por el esfuerzo, pero no se detuvo, ni siquiera se inmutó. Miró fijamente a Cheong Myeong, con los ojos vidriosos, una mezcla de excitación y determinación, mientras lo penetraba aún más profundamente.
Ver a Baek Cheon así, con la boca llena y las mejillas hundidas con cada movimiento de cabeza, era casi demasiado para Cheong Myeong.
Sintió que su autocontrol se desvanecía, su mano moviéndose temblorosamente hacia el cabello de Baek Cheon.
Sin previo aviso, comenzó a mover las caderas, al principio con suavidad, follando la boca de su novio a un ritmo que se volvía más rápido y exigente a cada momento.
Baek Cheon gemía alrededor de su pene, la vibración enviaba oleadas de placer por todo su cuerpo, y Cheong Myeong supo que no podría aguantar mucho más.
Empujó con más fuerza, su mano apretando el cabello de Baek Cheon, y este respondió llevándolo aún más profundo, con los músculos de su garganta trabajando sin parar.
El mundo de Cheong Myeong se redujo a las sensaciones que sentía: el calor húmedo de la boca de Baek Cheon, la opresión en su garganta y la visión de sus ojos mirándolo.
Su orgasmo se acercaba como un maremoto, y sabía que pronto se rompería.
Pero antes de que lo hiciera, lo apartó bruscamente, jadeando pesadamente.
Baek Cheon lo miró, con la boca húmeda e hinchada por la atención, una pregunta en la mirada.
Cheong Myeong le sonrió con suficiencia.
—"¿Te gusta, verdad?"
Baek Cheon asintió, con los ojos ligeramente llorosos, pero su mirada no se apartó de la de Cheong Myeong.
Sin darle tiempo a recuperarse, Cheong Myeong volvió a meter su pene en la boca de su novio, con movimientos más urgentes, más exigentes.
Baek Cheon lo absorbió todo, cerrando los ojos mientras se concentraba en la tarea en cuestión.
Cheong Myeong sintió que su clímax se acercaba de nuevo, y esta vez no se contuvo. Empujó hacia la calidez de la garganta de Baek Cheon con una ferocidad que lo hizo sentir vivo, sus caderas moviéndose a un ritmo salvaje que coincidía con los latidos de su pecho.
La nariz de Baek Cheon enterrada en su vello púbico, tomó cada centímetro que le dieron, su propia polla endureciéndose contra su estómago mientras tragaba alrededor del grueso eje.
El agarre de Cheong Myeong en su cabello se intensificó, y supo que estaba cerca.
La sensación era indescriptible, la presión aumentaba hasta ser insoportable.
Y entonces, con un gruñido bajo, se corrió, derramando su semen caliente en la garganta de Baek Cheon.
Baek Cheon tragó saliva, con los ojos llorosos, su garganta moviéndose alrededor de la palpitante polla de Cheong Myeong.
Las caderas de Cheong Myeong se estremecieron, su liberación cubrió el fondo de su garganta, y lo absorbió todo, ansioso por cada gota.
El sabor salado del semen de su amante llenó su boca, y Baek Cheon sintió que su propio orgasmo se elevaba, una respuesta a los sonidos apasionados y la fuerza del momento.
Con cada chorro, su propia polla se sacudía contra su estómago, suplicando liberación.
Finalmente, cuando Cheong Myeong se vació por completo, Baek Cheon se apartó, con la boca húmeda y un hilo de semen uniéndolos.
Cheong Myeong tenía los ojos entrecerrados, el pecho agitado, y Baek Cheon supo que lo había hecho bien.
Pero su propia necesidad seguía insatisfecha, su erección era dolorosamente evidente.
Cheong Myeong lo miró, con una sonrisa perezosa en los labios.
—"Tu turno", murmuró, con la voz llena de satisfacción.
Con sorprendente agilidad, cambió de posición, empujando a Baek Cheon sobre su espalda.
Baek Cheon abrió los ojos de par en par cuando Cheong Myeong descendió sobre él, con la boca ansiosa por saborear y explorar.
Nunca había visto a su novio tan hambriento, y eso le provocó un escalofrío que le recorrió la espalda.
La lengua de Cheong Myeong deslizó las gotas de líquido preseminal en la punta de su pene y el cuerpo de Baek Cheon se arqueó fuera de la cama, mientras un gemido gutural escapaba de él.
Había querido tomárselo con calma, saborear el momento, pero la urgencia de la situación lo había dominado.
La anticipación lo estaba volviendo loco, y estaba seguro de que también a Cheong Myeong.
Finalmente, sin poder esperar más, Cheong Myeong se inclinó y tomó la polla de Baek Cheon en su boca.
La sensación de la boca caliente y húmeda de su novio a su alrededor era exquisita, y las caderas de Baek Cheon comenzaron a moverse, empujándose más profundamente.
Los ojos de Cheong Myeong no se apartaron de los suyos, y Baek Cheon sintió que su clímax se acercaba, el familiar hormigueo que comenzaba en sus testículos y se extendía por su miembro.
Extendió una mano temblorosa y agarró el hombro de Cheong Myeong, clavándose las uñas al sentir que se acercaba al límite.
Y entonces, con una embestida final y desesperada, se corrió, su semen chorreando en la boca de Cheong Myeong. El otro hombre se lo tragó todo con avidez, sin apartar la mirada de Baek Cheon.
Cuando el último éxtasis de su orgasmo lo invadió, Baek Cheon se desplomó sobre la cama, jadeando y temblando.
Cheong Myeong trepó por su cuerpo y lo besó profundamente, compartiendo el sabor de sus orgasmos combinados.
Yacieron allí, enredados entre las sábanas, sus corazones latiendo al unísono, sus respiraciones mezclándose en el silencioso final de la pasión.
—----
El amanecer apenas teñía el cielo de tonos anaranjados cuando Tang Bo terminó de preparar un té de miel y limón con movimientos meticulosos.
Con un suspiro de resignación, colocó la taza frente a Baek Cheon, quien la aceptó sin decir nada, el rostro ligeramente sonrojado.
—”Baek Cheon dojang, deberías tener más cuidado” —reprendió Tang Bo con un tono severo, pero sin verdadera molestia en su voz—. “Forzaste demasiado tu garganta. Es una suerte que la competencia sea de sparring y no de canto, porque ahora lo mejor sería que no hablaras demasiado. “
Baek Cheon bajó la cabeza, avergonzado.
¿Cómo podía mirarlo a la cara después de lo que pasó anoche?
Sus pensamientos volvieron a la habitación donde su voz había resonado repetidamente en la oscuridad. Cada susurro, cada jadeo, cada gemido…
Alguien definitivamente los habría escuchado.
Ahora no podía ni defenderse ni regañar a Cheong Myeong, porque si abría la boca lo único que saldría sería un quejido ronco.
Así que hizo lo único que podía hacer.
Fulminó a Cheong Myeong con la mirada.
El aludido, sin embargo, estaba más feliz que nunca.
Con una sonrisa descarada y satisfecha, saboreaba su desayuno con la actitud relajada de un hombre que había conquistado el mundo.
Anoche fue asombroso.
Cada momento, cada toque, cada expresión de Baek Cheon…
Si pudiera, lo grabaría en su memoria para toda la eternidad.
Chapter 173: ⌗Competencia (13)
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Baek Cheon quería ahorcar a su maestro.
No, mejor dicho, quería destrozarlo, golpearlo hasta el cansancio o, en su defecto, cavar un hoyo y enterrarse vivo.
Desde que salió de su habitación esa mañana, su vida se había convertido en una absoluta tortura.
Como discípulo mayor, era costumbre que sus compañeros vinieran a hablarle antes de la competencia, ya fuera para recibir palabras de ánimo o simplemente compartir un poco de tensión. Normalmente, él aceptaba su papel con calma, les ofrecía consejos y respondía con palabras firmes y alentadoras.
Pero hoy… hoy no podía hacer nada de eso.
Porque no podía hablar.
Cada vez que intentaba abrir la boca para decir algo más allá de un simple “mm” o “ajá”, un dolor agudo le recorría la garganta. Así que solo podía asentir o negar con la cabeza como un monje en voto de silencio.
Y al principio, sus compañeros parecían comprensivos, adaptándose a su peculiar estado.
Pero luego…
Comenzaron a hablar más.
Demasiado.
Baek Cheon empezó a sospechar que estaban alargando las conversaciones a propósito, haciéndole preguntas innecesarias o repitiendo lo mismo con diferentes palabras, todo con la intención de molestarlo.
“¡Esos malditos!”
Lo peor de todo era que su maestro, el causante de toda su desgracia, estaba ahí mismo, disfrutando el espectáculo.
Cheong Myeong, sentado tranquilamente con los brazos cruzados,lo observaba con una sonrisa ladina, sin siquiera molestarse en ocultar su diversión.
Ese bastardo…
Baek Cheon apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos crujieron.
Debería golpearlo.
No, mejor aún, debería tomar su espada y empezar a cavar su propia tumba, porque prefería eso antes de seguir pasando vergüenza.
Baek Cheon ya estaba teniendo un día difícil, pero al parecer, el destino no tenía intención de darle un respiro.
Mientras él y sus compañeros se dirigían a la arena donde la competencia estaba por comenzar, una pequeña figura apareció en la distancia, acercándose rápidamente.
Hwang Yujin.
Baek Cheon sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Yujin se detuvo justo frente a él con una sonrisa coqueta, saludándolo con una familiaridad que lo hizo ponerse en alerta de inmediato.
—”Baek Cheon-ah, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos” —dijo con una voz melosa, inclinándose ligeramente hacia él.
Baek Cheon no podía hablar, así que se limitó a asentir con cortesía, esperando que eso fuera suficiente para que la conversación terminara ahí.
Pero claro que no fue así.
—”Ah, qué pena “—continuó Yujin, poniendo una expresión de falso arrepentimiento—. “Quería disculparme por mi comportamiento de aquella vez. Ya sabes… cuando fui un poco intensa contigo. Todavía era una chica joven y tonta, pero ahora…* —hizo una pausa dramática y bajó las manos hacia su propio cuerpo, marcando sutilmente su figura antes de levantar la mirada con una sonrisa insinuante— “he madurado.”
Baek Cheon sintió cómo la sangre abandonaba su rostro.
No. No, no, no.
Él ni siquiera podía responder adecuadamente en ese momento. ¡No tenía voz!
Su desesperación aumentó exponencialmente, así que buscó ayuda con la mirada, rogando a sus compañeros que hicieran algo.
Pero los muy traidores…
¡Lo estaban disfrutando!
Yoon Jong desvió la mirada, fingiendo interés en el paisaje. Tang Soso bebió un sorbo de agua con demasiada lentitud, como si de repente el sabor fuera lo más interesante del mundo. Y Jo Gul… ¡ese bastardo tenía una sonrisa burlona en el rostro!
Baek Cheon quería llorar.
¡¿Dónde demonios estaba su novio cuando más lo necesitaba?!
Baek Cheon comenzaba a sudar frío.
Hwang Yujin dio un paso más hacia él, con una mirada determinada y una sonrisa que no presagiaba nada bueno.
Baek Cheon reaccionó al instante y retrocedió dos pasos rápidamente, pero eso no detuvo a Yujin, quien continuó hablando como si nada hubiera pasado.
—”He reflexionado mucho “—dijo con un tono dulce, inclinando la cabeza de manera encantadora—. “Ahora entiendo muchas cosas, y me di cuenta de que estoy lista para algo más serio… “
¿Más serio? ¿Con él?
¡¿De qué demonios estaba hablando?!
Baek Cheon no pudo hacer nada más que parpadear, completamente desconcertado.
Y eso fue un error.
Por alguna razón, Yujin pareció tomárselo mal, y su expresión cambió drásticamente de melosa a molesta.
—”¡Qué grosero eres!” —exclamó, cruzándose de brazos—.” ¡Estoy aquí abriéndome contigo y ni siquiera eres capaz de responderme! “
Baek Cheon entró en pánico.
¡Quería responderle! De verdad, quería decirle que todo era un malentendido, que no tenía interés en ella, que por favor lo dejara en paz**, ¡pero no podía hablar!
Yujin no lo sabía, así que, al ver que su reclamo tampoco obtenía respuesta, su expresión volvió a cambiar.
Esta vez, su rostro se llenó de tristeza, y sus ojos brillaron con lágrimas contenidas.
—”Baek Cheon… ¿cómo puedes ser tan cruel conmigo?” —murmuró con la voz temblorosa—. “¡Incluso te traje un regalo!”
Un regalo…?
Baek Cheon ni siquiera tuvo tiempo de procesarlo, porque Yujin levantó un paquete envuelto con esmero y lo extendió hacia él.
Y en ese preciso instante…
Una mano rápida y segura apareció de la nada y tomó el paquete antes de que Baek Cheon pudiera reaccionar.
—”¡Ah! Muchas gracias, qué amable” —se escuchó una voz descarada y familiar.
Baek Cheon casi suspiró de alivio.
Cheong Myeong finalmente había aparecido.
El espadachín se colocó entre él y Yujin, sujetando el paquete con una sonrisa pícara mientras inclinaba la cabeza con fingida curiosidad.
—”¿Es para mí? No tenías que molestarte tanto, pero bueno, no puedo rechazar un obsequio tan considerado.”
Yujin se quedó completamente en blanco, mirando a Cheong Myeong con incredulidad, pero rápidamente reaccionó con furia instantánea, su rostro se tornó rojo de indignación.
—”¡Eso no es para ti, anciano metiche!” —espetó, fulminando a Cheong Myeong con la mirada.
Con un movimiento rápido, trató de arrebatarle el paquete de las manos, pero Cheong Myeong la esquivó con facilidad, inclinándose hacia un lado con una sonrisa burlona.
—”Oh, lo siento, pero como Baek Cheon es MI novio, entonces aceptaré este regalo en su nombre.” —Declaró con total descaro, sacudiendo el paquete como si estuviera evaluando su contenido.
El mundo de Yujin se detuvo.
¿…Novio?
¿Baek Cheon tenía novio?
¿Este anciano descarado era su novio?
—”¡D-Debes estar bromeando!” —gritó con la voz quebrada.
La revelación golpeó a Yujin como una bofetada en pleno rostro. No podía ser cierto. No podía aceptar que Baek Cheon, su Baek Cheon, estuviera con otro hombre. ¡Era inaceptable!
—”¡Eso no tiene sentido! ¡Dos hombres no pueden estar juntos!” —exclamó con desesperación, su cuerpo temblando de frustración.
Baek Cheon, que hasta el momento solo había observado con una creciente mezcla de vergüenza y horror, apretó los puños con fuerza.
Yujin aún no había terminado. Su voz se volvió más aguda, repleta de rabia y despecho.
—”¡Esto es injusto para mí!” —chilló, los ojos húmedos de impotencia.— “¡Baek Cheon, tú no puedes estar con él! ¡Tú y yo… yo…!”
Pero antes de que pudiera seguir escupiendo su veneno, una mano firme se posó sobre su hombro.
Yujin se tensó al instante.
—”Suficiente, Yujin.”
Hwang Wei, su hermano mayor, había llegado.
Con una expresión seria y un aura de autoridad incuestionable, tomó a su hermana del brazo con firmeza.
—”Deja de hacer el ridículo” —dijo en un tono bajo pero contundente.
—”¡P-Pero, hermano!” —protestó Yujin, su voz temblorosa.
Hwang Wei no cedió. Con un suspiro cansado, se giró hacia Baek Cheon y Cheong Myeong, inclinando la cabeza en una leve reverencia.
—”Mis disculpas por las molestias. Me la llevaré.”
Sin más explicaciones, comenzó a arrastrar a Yujin lejos del lugar, ignorando su resistencia.
—”¡No! ¡Déjame hablar con él! ¡Tengo que hacerle entender!” —se debatió la chica, pero Hwang Wei no la soltó.
A pesar de la distancia, su voz aún se escuchaba.
—”¡Baek Cheon, eres un tonto! ¡Un idiota! ¡Estás arruinando mi vida! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué con ese anciano descarado?!”
La multitud comenzó a observar con curiosidad, pero nadie se atrevió a intervenir.
Baek Cheon cerró los ojos y suspiró con fuerza.
Finalmente, Yujin desapareció entre la multitud, arrastrada por su hermano.
Solo entonces el silencio volvió.
Baek Cheon sintió que le dolía la cabeza.
Y, por supuesto, Cheong Myeong estaba más feliz que nunca.
Cheong Myeong, todavía con una sonrisa burlona en los labios, besó la mejilla de Baek Cheon en un gesto rápido.
Baek Cheon no respondió, pero la calidez que dejó ese gesto en su piel hizo que su enojo disminuyera un poco.
—”Lo siento, lo siento. No pude resistirme.” —susurró Cheong Myeong con diversión, antes de incorporarse.
Luego, endureció la mirada y se giró hacia el grupo de discípulos que aún estaban distraídos con la escena anterior.
—”¿Qué están mirando?” —espetó con frialdad.— “¡Muévanse! ¡A la arena, ahora!”
Los discípulos se sobresaltaron y, sin atreverse a replicar, se apresuraron a marchar hacia la zona de la competencia.
Baek Cheon soltó un suspiro cansado y lo siguió en silencio.
Los discípulos de Monte Hua tomaron asiento en su área designada.
Cheong Myeong se dejó caer despreocupadamente junto a Baek Cheon, y su mirada pronto cayó sobre el paquete que le había arrebatado a Yujin.
—”Entonces, Cheon-ah…” —canturreó con una sonrisa traviesa—, “¿quieres saber qué te regaló tu ‘pretendiente’?”
Baek Cheon lo fulminó con la mirada, claramente advirtiéndole que dejara de fastidiarlo.
Sin embargo, su curiosidad lo traicionó, y sin querer, ladeó la cabeza apenas un poco, como si estuviera considerando la idea.
Cheong Myeong aprovechó el momento de debilidad y desenvolvió el paquete con rapidez.
Apenas lo abrió, un dulce aroma escapó de su interior, envolviendo el aire con una mezcla de cacao y un leve toque alcohólico.
Dentro del paquete, varios chocolates brillaban elegantemente envueltos en pequeños papeles dorados.
—”Oh…” —murmuró Cheong Myeong con interés—. “¿No son estos los famosos chocolates del extranjero con licor?”
La expresión de Baek Cheon cambió de inmediato.
Su piel palideció como si hubiera visto un fantasma.
Cheong Myeong alzó una ceja, divertido, y giró el chocolate entre sus dedos.
—”Si no me equivoco… ¿no te regaló los mismos la primera vez que se conocieron?”
Baek Cheon se quedó inmóvil, su cuerpo tenso.
Recordaba esa noche con absoluta claridad.
Una noche en la que, con la guardia baja y sin sospechas, había probado esos chocolates sin saber que estaban rellenos de un licor fuerte y adormecedor.
Una noche en la que, en un estado de embriaguez vergonzoso, se había quedado dormido en los brazos de su maestro.
Baek Cheon tragó saliva con dificultad.
—”Deshazte de ellos.”
Su voz salió seca y tensa, aunque aún un poco ronca por la noche anterior.
Cheong Myeong rió por lo bajo y cerró el paquete de golpe.
—”Sí, sí. Será mejor tirarlos.”
Baek Cheon asintió rápidamente, prefiriendo no recordar más ese episodio de su vida.
Con una sonrisa divertida, Cheong Myeong guardó los chocolates lejos de la vista, mientras la competencia estaba a punto de comenzar.
Notes:
Si has llegado hasta aquí, felicidades estás al día con la historia 🥳
Chapter 174: ⌗Competencia (14)
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La competición continuó como en los días anteriores: cada vez que un discípulo del Monte Hua era llamado a la arena, la pelea terminaba unilateralmente en su favor.
El patrón se repetía con una precisión casi cómica:
Los oponentes apenas lograban levantar su espada antes de caer inconscientes o ser expulsados de la arena.
Los discípulos del Monte Hua, sin darse cuenta, habían adaptado el estilo de Baek Cheon, golpeando a sus rivales directamente en la cabeza sin piedad.
—”¡Otra victoria para la secta del Monte Hua!” —anunció el árbitro por enésima vez.
Las sectas rivales comenzaron a intercambiar miradas nerviosas.
Era un espectáculo impresionante... y también un poco aterrador.
Incluso Tang Soso había logrado avanzar a la siguiente ronda.
Cuando Yu Iseol bajó de la arena tras una victoria impecable, Tang Soso se apresuró a su lado, sosteniendo una toalla limpia y una botella de agua.
—”Aquí, Sago, para que te refresques.” —le dijo con dulzura.
Yu Iseol parpadeó con una ligera sorpresa, pero aceptó la atención sin rechazarla.
Baek Cheon, que observaba la escena, desvió la mirada con una ligera sonrisa y se centró en otra cosa.
En algún momento, comenzó a alimentar a su maestro con cecina mientras ambos observaban los enfrentamientos.
Cheong Myeong aceptaba la comida con naturalidad, aunque su expresión se volvió gradualmente más aburrida.
—”Esto es un fastidio…” —se quejó con una mueca, apoyando la cabeza en su mano.
Tang Soso, que lo escuchó, rió suavemente.
—”No te preocupes maestro, solo falta una última pelea para terminar.”
Cheong Myeong levantó una ceja.
—”¿Oh? ¿Y quién sigue?”
Tang Soso señaló a un discípulo que era de otro maestro.
Cheong Myeong observó al discípulo con una expresión pensativa, como si lo estuviera analizando hasta el más mínimo detalle.
No era débil.
Su postura era sólida, sus movimientos tenían precisión y su control de la energía interna era decente. Tenía una buena base en las artes marciales del Monte Hua.
Sin embargo…
Todavía le faltaba un largo camino por recorrer.
Comparado con sus "pollitos", esos discípulos que entrenó personalmente, este joven aún tenía muchas deficiencias.
Y lo peor de todo era su oponente.
Cheong Myeong dirigió su mirada al escenario cuando un joven monje comenzó a subir con pasos tranquilos y firmes.
Hye Yeon.
El prodigio de Shaolin.
El rival de Baek Cheon en este arco.
Un guerrero talentoso con un dominio impresionante del Puño de Shaolin y una energía interna que lo ponía muy por encima del resto de los participantes.
—”Tch…” —Cheong Myeong chasqueó la lengua con molestia.
En la historia original, Baek Cheon debía enfrentarse a este tipo… y perder.
¿Por qué perdía?
Porque el día anterior, Geomjon —su versión villana dentro del juego— lo había lastimado de gravedad en una pelea.
¿Y por qué Geomjon haría algo tan estúpido justo antes de una competencia importante?
¡Eso era lo que Cheong Myeong quería saber!
No había ninguna razón lógica detrás de ello.
Era simplemente otro caso más de "hagamos que el villano se vea aún más malvado sin motivo alguno".
Lo único que el juego mencionaba era que Geomjon se había enojado con Baek Cheon por "ser demasiado arrogante", lo había llamado a un duelo y lo había golpeado hasta dejarle la muñeca severamente herida.
Y al día siguiente, con la lesión, Baek Cheon perdió contra Hye Yeon.
Era un giro de la historia que siempre había frustrado a Cheong Myeong.
—”Bueno, esta vez las cosas serán diferentes.”—murmuró para sí mismo con una sonrisa ladeada.
No había lastimado a Baek Cheon, así que su muñeca estaba perfectamente bien.
Eso significaba que podía enfrentarse a Hye Yeon en su mejor estado.
Ahora solo quedaba ver qué tan lejos llegaría en este enfrentamiento.
Desde el momento en que Hye Yeon subió al escenario, Cheong Myeong ya sabía que este sería el primer discípulo del Monte Hua en ser derrotado.
No porque el joven fuera débil, sino porque su oponente estaba en otro nivel.
Y en cuanto comenzó la batalla, su predicción se hizo realidad.
Hye Yeon, con una expresión serena y sin siquiera alterar su respiración, envió a volar al discípulo del Monte Hua con un solo golpe de puño.
¡BANG!
El cuerpo del joven salió despedido por el aire y aterrizó pesadamente fuera del escenario, incapaz de levantarse.
El árbitro ni siquiera tuvo que contar.
—”¡Victoria para Shaolin!”
Un instante de silencio…
Y luego, el estruendo de los vítores y murmullos del público.
—”¡La racha del Monte Hua ha sido rota!”
—”¡Como era de esperarse de Shaolin!”
—”¡Ese joven es muy poderoso! ¡Venció con un solo golpe!”
Los comentarios surgieron desde todos lados, emocionados por la aplastante demostración de poder de Hye Yeon.
Pero Cheong Myeong solo suspiró con aburrimiento.
—”Tan exagerados…” —murmuró, frotándose la nuca mientras dirigía su mirada a Baek Cheon.
El rostro de su novio no mostraba ninguna emoción en particular, simplemente observaba la arena con una mirada tranquila.
Interesante.
—”¿Y? ¿Qué piensas?” —preguntó Cheong Myeong, inclinándose un poco hacia él.
Baek Cheon parpadeó y entrecerró los ojos como si estuviera pensando en algo.
Segundos pasaron en completo silencio.
Cheong Myeong esperó su respuesta… esperó… esperó…
Y entonces se dio cuenta.
—”¡Ah! ¡Es verdad, tienes la garganta lastimada!”
Rio con vergüenza, golpeando suavemente su propia frente por la torpeza.
Baek Cheon simplemente lo fulminó con la mirada, claramente molesto.
Cheong Myeong sonrió de lado y cambió rápidamente de tema.
—”Bueno, en cualquier caso, ese discípulo de Shaolin es sin duda un genio…” —dijo mientras cruzaba los brazos— “Pero lamentablemente nació al mismo tiempo que tú, así que mientras mi Baek Cheon esté aquí, ese calvo de Shaolin nunca será el más fuerte del mundo.”
Baek Cheon desvió la mirada con el rostro levemente sonrojado.
Era imposible discutir con la confianza de Cheong Myeong.
—
A partir de ese momento, algo quedó muy claro para los discípulos del Monte Hua:
Habían llegado a la recta final.
Los oponentes débiles y los enfrentamientos fáciles habían quedado atrás. Ahora solo quedaban los verdaderos monstruos.
Cuando regresaron a sus aposentos, la tensión en el ambiente era evidente.
Las batallas de ese día habían sido un recordatorio de que ya no podían confiar solo en la superioridad técnica. Sus oponentes eran prodigios de otras sectas, guerreros que llevaban años entrenando en condiciones brutales.
Pero incluso en medio de esa presión, Cheong Mun los observó con orgullo.
14 de los 15 discípulos habían logrado llegar a las pre-eliminatorias.
Un resultado impresionante.
Era imposible no sentirse orgulloso de ellos.
Con una sonrisa serena, el líder de la secta se dirigió a todos.
—”Han trabajado duro y han demostrado su valía. Estoy orgulloso de cada uno de ustedes.”
Los discípulos lo miraban con atención, absorbiendo cada palabra.
—”Pero no bajen la guardia. No importa si ganan o pierden, lo importante es que se mantengan firmes y luchen con toda su determinación. Cada uno de ustedes es el reflejo del Monte Hua, y con su esfuerzo, han llevado nuestra secta a lo alto.”
Sus palabras resonaron en los corazones de los discípulos.
Incluso aquellos que estaban más nerviosos sintieron cómo la determinación florecía en su pecho.
Y entonces…
Cheong Myeong apareció para arruinarlo todo.
—”¡Ya oyeron al líder de la secta! ¡Tienen que ganar!” —dijo con su característica arrogancia.
Los discípulos parpadearon, confundidos.
—”¿O acaso creen que los perdedores obtienen algo? ¡Miren a ese perdedor!”
Y, sin ningún tipo de tacto, señaló directamente al único discípulo que había sido derrotado ese día.
El ambiente se congeló.
El discípulo señalado abrió los ojos como platos, palideciendo en cuestión de segundos.
Cheong Mun casi le mete una bofetada.
¡¿CÓMO SE ATREVÍA A DECIR ESO?!
¡No solo estaba menospreciando a un discípulo de su propia secta, sino que ni siquiera era uno de los suyos!
¡No, mejor aún, ni siquiera debería estar hablando en primer lugar!
Pero ya era demasiado tarde.
Los discípulos de Geomjon, aquellos que habían sido entrenados bajo la despiadada filosofía de su maestro, asintieron con convicción.
—”¡Tiene razón, Maestro! ¡No hay lugar para los débiles!”
—”¡No debemos perder! ¡No podemos permitirlo!”
Los otros discípulos del Monte Hua observaron a sus compañeros con incredulidad.
¡¿Qué demonios estaba pasando?!
Pero para Cheong Myeong, todo estaba bien.
Si sus discípulos estaban motivados, entonces su misión estaba cumplida.
Mientras tanto, Cheong Mun se masajeaba las sienes.
Por mucho que intentara corregir la mentalidad despiadada de los discípulos de Geomjon, era como tratar de detener una avalancha con las manos desnudas.
Cheong Mun suspiró profundamente.
Observó con resignación cómo incluso Yoon Jong—su propio discípulo—se unía a la locura.
Por un momento, sintió que el mundo se le venía abajo.
¿Aún podía considerarlo su discípulo?
¿Dónde había fallado?
Era un joven tan educado, tan sensato… ¿Cómo terminó siguiendo los pasos de Geomjon?
Con el alma destruida, Cheong Mun dirigió su mirada hacia Baek Cheon.
Sí… Baek Cheon.
Él todavía tenía esperanza.
A diferencia de los demás, no estaba fanatizado con la absurda mentalidad de Cheong Myeong.
Si había alguien cuerdo en este desastre, tenía que ser él.
Y por un breve instante, Cheong Mun se aferró a esa idea.
Pero entonces… vio cómo Baek Cheon se inclinaba hacia Cheong Myeong y le susurraba algo al oído.
Cheong Mun sintió un escalofrío.
‘No… No, no, no…’
"Baek Cheon… tú eras la última esperanza."
Pero antes de que pudiera reaccionar, Cheong Myeong alzó la cabeza con una gran sonrisa y declaró en voz alta:
—”¡Tienen que romperles la cabeza a esos bastardos!”
Silencio absoluto.
Los discípulos de Geomjon se quedaron momentáneamente atónitos.
¿Habían oído bien?
Baek Cheon… ¿había dicho eso?
Entonces vieron la expresión satisfecha en su rostro.
—”¡SÍ, SEÑOR!” —gritaron al unísono.
El caos estalló.
Todos comenzaron a celebrar y a gritar estrategias para "aplastar" a sus futuros oponentes.
Y en medio del desastre, Cheong Mun sonrió.
Pero no era una sonrisa feliz.
No.
Era una sonrisa amarga.
Ya no había salvación para esta secta.
Chapter 175: ⌗Competencia (15)
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Baek Cheon suspiró, sintiendo cómo la calidez del té aliviaba su garganta adolorida.
Había sido un día agotador.
Las peleas, la tensión del torneo, la locura de su maestro… todo le había drenado la energía.
Mientras bebía, su mente divagó.
¿Dónde se había metido Cheong Myeong?
Temprano en la mañana también desapareció sin decir nada.
¿Qué demonios estaba tramando?
No podía evitar sentir un mal presentimiento.
Sacudió la cabeza, dejando a un lado esos pensamientos.
"No importa. Ya volverá."
Terminó su té y comenzó a alistarse para dormir.
Justo cuando estaba acomodando las mantas, la puerta se abrió.
Cheong Myeong entró como si nada.
Baek Cheon lo observó y luego vio la bolsa que traía en la mano.
No necesitaba preguntar.
—”¿Bajaste a la ciudad por licor?” —inquirió con cansancio.
Cheong Myeong sonrió de manera traviesa.
—”También traje algo de comida.”
Baek Cheon entrecerró los ojos.
—”¿Comida?”
—”¡Pues claro!” —Cheong Myeong dejó la bolsa en la mesa—. “Shaolin solo da pasto de comer. ¡Es culpa de ellos que tenga que bajar a conseguir algo decente!”
Baek Cheon suspiró, llevándose una mano al rostro.
—”¿De verdad no puedes seguir las reglas ni un solo día?”
Cheong Myeong sonrió aún más.
—”Si pudiera, no sería yo.”
Baek Cheon negó con la cabeza, pero cuando sintió el aroma de la comida, su estómago gruñó traicioneramente.
Cheong Myeong lo miró con burla.
—”Vaya, vaya. Parece que mi querido discípulo mayor también sufre con la dieta de los monjes.”
Baek Cheon chasqueó la lengua.
—”Solo dame eso.”
A fin de cuentas, no iba a rechazar una buena comida.
Cheong Myeong comenzó a sacar la comida de la bolsa con calma, colocando cada plato sobre la mesa con un cuidado que normalmente no demostraba. Para sorpresa de Baek Cheon, incluso se tomó su tiempo en servirle una generosa porción de carne.
—”Tienes que comer bien para las finales.” —dijo Cheong Myeong con naturalidad, empujando el plato hacia él.
Baek Cheon lo miró con sospecha.
—”Tú nunca eres tan considerado.”
Cheong Myeong lo miró, fingiendo indignación.
—”¿Cómo puedes decir eso? Siempre cuido de ti.”
Baek Cheon le dio una mirada escéptica pero no discutió más.
Su estómago tenía otras prioridades.
Tomó los palillos y empezó a comer.
Cheong Myeong lo imitó, y por unos minutos, el único sonido en la habitación fue el de los palillos chocando contra los platos y el ocasional sorbo de la bebida.
Después de un rato, Cheong Myeong rompió el silencio.
—”¿Cómo sigue tu garganta?”
Baek Cheon tragó y probó aclararse la voz. Todavía sonaba algo ronca, pero al menos ya no le dolía tanto.
—”Mejor.” —dijo con tono bajo, como si hablara demasiado alto fuera a romperle la voz de nuevo.
Cheong Myeong asintió satisfecho.
Pero entonces, Baek Cheon lo miró fijamente y entrecerró los ojos.
—”¿Y tú? ¿Dónde has estado todo este tiempo?”
Cheong Myeong sonrió.
No una sonrisa cualquiera.
Una sonrisa misteriosa.
—”Mañana lo verás.”
Baek Cheon sintió un escalofrío.
Conocía demasiado bien a su novio.
Esa sonrisa nunca significaba nada bueno.
—”Cheong Myeong…” —su voz sonó más grave.
—”No te preocupes.”
Eso solo lo preocupó más.
Baek Cheon se llevó una mano a la frente.
Maldita sea.
No quería desconfiar de su pareja…
Pero cuando Cheong Myeong sonreía así, era imposible no hacerlo.
—--
El ambiente en Shaolin estaba completamente cargado de emoción.
El bullicio de la multitud era ensordecedor.
Había muchas más personas que en los días anteriores, y por todos lados se veían nuevos comerciantes instalando sus puestos. La cantidad de gente que se había congregado para presenciar las finales era abrumadora.
—”¿Shaolin permite esto?” —preguntó Jo Gul, mirando a su alrededor con incredulidad.
—”Hay hasta puestos de comida…” —añadió Yoon Jong, observando cómo algunos discípulos de otras sectas ya estaban comprando bocadillos antes de las peleas.
Por supuesto, los discípulos del Monte Hua no fueron la excepción.
Incluso antes de que Cheong Myeong pudiera abrir la boca para hacer una petición descarada, Baek Cheon ya estaba comprando un par de batatas asadas. Una para él y otra para su molesto pero adorable novio.
Cuando le entregó la batata, Cheong Myeong la recibió con el entusiasmo de un niño en un festival.
—”¡Ohh! ¡Cheon-ah, eres el mejor!” —exclamó, dándole un gran mordisco y sonriendo de placer.
Baek Cheon suspiró.
¿Cómo podía este hombre tener la misma expresión al comer una batata que al ganar una pelea?
—”¿Sahyung quiere algo también?”—preguntó Cheong Myeong, dirigiéndose a Cheong Mun con su boca aún medio llena.
El líder de la secta lo miró con una mezcla de resignación y paciencia.
—”No, gracias.”
—”¿Seguro? Hay de todo por aquí.”
—”Tengo que ir a mi lugar.”
—”Ahhh, sí. "Soy el líder de la secta, debo mantener mi dignidad" —Cheong Myeong imitó la voz de Cheong Mun de forma exagerada.
Cheong Mun lo ignoró con la destreza de alguien que había lidiado con él toda su vida.
Sin embargo, Baek Cheon le dio un golpecito en la cabeza.
—”Come en silencio.”
Cheong Myeong se frotó la cabeza con una mueca.
—”¿Por qué siempre me golpeas?”
—”Porque siempre te lo mereces.”
A pesar de la queja, Cheong Myeong siguió comiendo su batata sin discutir más.
El día apenas comenzaba, y las finales estaban a punto de empezar.
Pero antes de que Cheong Mun pudiera irse, algo captó su atención.
Un puesto.
Pero no era cualquier puesto de comida o recuerdos como los demás. Este era diferente.
Los discípulos del Monte Hua también lo notaron y comenzaron a susurrar entre ellos.
—”¿Es eso… una casa de apuestas?” —preguntó Jo Gul con incredulidad.
—”¿En serio alguien tuvo el descaro de organizar apuestas en este lugar?” —añadió Yoon Jong, con una mezcla de asombro y desaprobación.
Shaolin era un lugar sagrado de las artes marciales. Hacer apuestas aquí era una falta de respeto.
Y, por una vez, parecía que el Monte Hua no estaba involucrado en este desastre.
Pero justo cuando Cheong Mun pensaba que podía respirar tranquilo, alguien reconoció al hombre detrás del puesto.
—”¡Es Wei Lisha!”
Wei Lisha.
El líder de la Puerta Huayoung. La sub secta del Monte Hua.
Cheong Mun cerró los ojos por un segundo y exhaló lentamente.
Por supuesto.
De todos los clanes, de todas las sectas, tenía que ser su gente.
No tuvo que preguntar nada. Su mirada se clavó de inmediato en su hermano menor.
Cheong Myeong, que todavía estaba disfrutando tranquilamente de su batata, levantó la vista y parpadeó con inocencia al ver la mirada asesina de su hermano.
—”¿Qué?”
—”Cheong Myeong.” —La voz de Cheong Mun fue firme. Peligrosamente firme.
—”¿Hmmm?”
—”¿Me puedes explicar qué demonios está haciendo Wei Lisha con un puesto de apuestas aquí en Shaolin?”
Cheong Myeong se encogió de hombros con total descaro.
—”¡Oh, eso! Bueno, es una buena oportunidad de negocios, ¿no crees?”
Silencio.
Todos los discípulos del Monte Hua tragaron saliva cuando vieron la forma en que el rostro de Cheong Mun se crispaba poco a poco.
Pero Cheong Myeong continuó sin inmutarse.
—”Mira, sahyung, la mitad de las ganancias van para nosotros.”
Silencio otra vez.
Cheong Mun sintió que su alma abandonaba su cuerpo por un instante.
—”¿… Qué dijiste?”
—”Que la mitad del dinero va para nosotros.” —Cheong Myeong sonrió con absoluta confianza. —”¡Piénsalo! Si Shaolin permite los puestos de comida, no pueden quejarse por un simple puesto de apuestas. Y además, ¿qué es el Monte Hua sin un poco de audacia?”
"¡SIN UN POCO DE AUDACIA, DICE!"
Cheong Mun casi lo golpea en ese momento.
Pero se contuvo.
Apenas.
Si gritaba aquí, toda Shaolin sabría que el Monte Hua estaba involucrado en un negocio de apuestas en su propio torneo.
Así que cerró los ojos otra vez, respiró profundamente… y decidió ignorar por completo a su hermano.
No lo vio. No lo escuchó. No sabía nada.
Que el cielo lo ayudara.
Cheong Myeong, aún con su batata en la mano, se despidió de su hermano con una gran sonrisa.
—”¡Nos vemos luego, sahyung!”
Cheong Mun no respondió. Ni siquiera lo miró.
Era obvio que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para ignorar su existencia.
Pero eso no detuvo a Cheong Myeong en lo más mínimo.
Con su usual actitud despreocupada, se giró hacia Baek Cheon.
—”Cheon-ah, ¿puedo hacer apuestas?”
Baek Cheon suspiró profundamente.
—”¿Vas a ganarlas?”
Cheong Myeong infló el pecho con orgullo, sonriendo con total confianza.
—”¡Definitivamente voy a ganar!”
Baek Cheon cerró los ojos un momento, como si estuviera aceptando su destino.
—”… Está bien.”
Con una expresión estoica, comenzó a caminar junto a su travieso novio hacia el puesto de apuestas.
Y justo cuando llegaron, se encontraron con una gran multitud.
Había más personas de las que esperaban.
Los comerciantes, los discípulos de otras sectas, incluso algunos monjes de Shaolin que, en teoría, no deberían estar interesados en este tipo de cosas.
Algunos se escondían con capuchas, otros fingían estar ahí por accidente, pero el dinero cambiaba de manos rápidamente.
Baek Cheon resopló, sorprendido.
—”No puedo creer que tanta gente esté apostando.”
—”¡Por supuesto que sí!” —Cheong Myeong sonrió, muy satisfecho. —”A la gente le encanta apostar en cosas emocionantes.”
Mientras tanto, el resto de los discípulos del Monte Hua observaba desde la distancia.
Jo Gul, Yoon Jong y Tang Soso intercambiaron miradas antes de tomar una decisión unánime.
—”No los conocemos.”
—”Nunca los hemos visto en nuestra vida.”
—”No son parte de nuestra secta.”
Con absoluta naturalidad, decidieron fingir que Cheong Myeong y Baek Cheon no existían.
No querían ser asociados con ellos.
Ni de broma.
Cheong Myeong no tardó en convencer a Baek Cheon de apostar.
—”Cheon-ah, piénsalo bien. ¡Sería un desperdicio que no lo hicieras!”
Baek Cheon lo miró con escepticismo.
—”¿Por qué?”
—”Porque si apuestas por ti mismo y ganas, el dinero de la secta se duplicará.”
Baek Cheon frunció el ceño.
—”Así que es por dinero.”
—”¡Por la secta, Cheon-ah!” —Cheong Myeong lo corrigió con una gran sonrisa.
Baek Cheon quiso resistirse.
Quiso decir que esto no tenía sentido.
Quiso decir que apostar por sí mismo era ridículo.
Pero luego vio a Cheong Myeong mirándolo con esos ojos brillantes, con esa sonrisa que siempre lograba desarmarlo.
Era como un cachorro emocionado.
Y Baek Cheon era un hombre débil y enamorado.
No podía resistirse cuando Cheong Myeong lo miraba así.
Con un suspiro de rendición, sacó algo de dinero y lo entregó en el puesto de apuestas.
Cheong Myeong sonrió con satisfacción.
—”Así se hace, Dongryong.”
Por supuesto que Baek Cheon iba a ganar.
Después de todo, era el protagonista de esta historia.
Pero en cuanto entregó su dinero, Cheong Myeong desvió la mirada hacia la zona donde se encontraban los líderes de las sectas.
Sus labios se curvaron en una sonrisa.
Porque ahora, su sahyung, el noble líder de la secta del Monte Hua, Cheong Mun, ya no estaba sentado en una esquina apartado de los demás.
Ahora estaba en una mejor silla, en primera fila, junto a los otros grandes líderes.
Recibiendo el respeto que merecía.
Cuando Cheong Myeong y Baek Cheon volvieron con su grupo, el primero no tardó en mirarlos con una sonrisa afilada.
—”Confío en ustedes.”
Los discípulos del Monte Hua se sintieron extrañamente orgullosos.
Hasta que Cheong Myeong cruzó los brazos y añadió con una dulzura que solo podía describirse como aterradora:
—”Confío en ustedes para hacerme ganar dinero.”
Hubo un momento de silencio.
Yoon Jong tosió incómodo.
Jo Gul desvió la mirada.
Pero los peores fueron Baek Cheon y Yu Iseol.
Porque Cheong Myeong se giró hacia ellos con la satisfacción de un hombre que tiene dos minas de oro a su disposición.
—”Sobre todo en ustedes dos.”
Yu Iseol parpadeó lentamente, sin ninguna emoción en su rostro.
Baek Cheon exhaló un suspiro de resignación.
—”Así que somos tus pollitos de oro.”
—”¡Exactamente!”
Antes de que Baek Cheon pudiera responderle, el presentador llamó su nombre.
Era su turno.
Cheong Myeong le dio una palmada en la espalda.
—”Cheon-ah, este es el día en que me harás ganar dinero.”
Baek Cheon se giró con una sonrisa confiada.
—”Definitivamente voy a ganar.”
Cheong Myeong le devolvió la sonrisa mientras lo veía caminar hacia el escenario.
—”Por supuesto que sí.”
Porque ese era su hombre.
Chapter 176: ⌗Competencia (16)
Chapter Text
Baek Cheon subió al escenario con pasos firmes, aunque su corazón latía con fuerza. El aire alrededor del escenario parecía más denso ahora que las finales habían comenzado, y cada mirada del público estaba clavada sobre él.
Frente a él ya lo esperaba su oponente: Jong Seo-han, uno de los discípulos de segunda clase más reconocidos de la secta Jongnam. Baek Cheon lo conocía bien. Ese hombre siempre se encontraba a un paso detrás de Jin Geumryong, como si fuera su sombra personal. Ambos eran parte del mismo círculo arrogante que siempre había despreciado a la secta del Monte Hua y, en especial, a sus discípulos de generaciones más jóvenes.
Jong Seo-han le dedicó una sonrisa burlona apenas lo vio acercarse.
—”Vaya, si no es el discípulo mimado del Monte Hua. ¿Crees que podrás con esto, Baek Cheon? No todos pueden esconderse detrás de su maestro en una verdadera batalla.”
Baek Cheon no respondió.
Su expresión era serena, pero sus ojos… sus ojos estaban fríos y calculadores.
En lugar de devolverle palabras vacías, miró por encima del hombro de Jong Seo-han, hacía las gradas reservadas para los discípulos de Jongnam. Allí, en primera fila, sentado con la espalda recta y los brazos cruzados, estaba Jin Geumryong. Su hermano mayor. Su primer rival.
Sus miradas se encontraron.
Jin Geumryong no mostraba emoción en su rostro, pero el filo de sus ojos dejaba claro lo que pensaba: que Baek Cheon no tenía ninguna posibilidad.
Baek Cheon sintió el calor encenderse dentro de su pecho.
No por rabia.
Sino por determinación.
Esta era su oportunidad.
Volvió a mirar a Jong Seo-han. El murmullo del público se apagó en sus oídos. El mundo se redujo a su respiración, su postura, el peso de su espada colgando a su costado.
Y en algún rincón de las gradas, podía sentir la mirada de Cheong Myeong, su maestro, su apoyo incondicional. Y si se concentraba lo suficiente… casi podía escuchar su voz gritándole que no se atreviera a perder.
Baek Cheon desenfundó su espada con un movimiento limpio.
—”Habla todo lo que quieras” —dijo en voz baja—. “No me importa.”
Jong Seo-han frunció el ceño.
La atmósfera en la arena se volvió aún más tensa cuando el anunciador gritó con entusiasmo que el combate estaba por comenzar. Las voces de los espectadores murmuraban con emoción contenida, sabiendo que estaban a punto de presenciar un duelo que marcaría el rumbo de las finales.
Baek Cheon respiró hondo.
Frente a él, Jong Seo-han seguía lanzando provocaciones, palabras impregnadas de orgullo y veneno. Era evidente que los discípulos de Jongnam aún vivían aferrados al pasado, incapaces de aceptar que el Monte Hua había cambiado, que ya no eran los mismos que antes.
Pero el Monte Hua sí había cambiado.
Y Baek Cheon era prueba de ello.
—”Si creen que nuestro ascenso fue solo suerte… “—susurró, apenas audible para sí mismo— “entonces les mostraré lo equivocados que están.”
Con un movimiento firme, Baek Cheon adoptó la postura inicial de la técnica de la Espada Flor de Ciruelo de 24 movimientos.
Los murmullos en la multitud cesaron.
Su uniforme negro ondeó suavemente con la brisa.
El blanco inmaculado de su diadema brilló con la luz del sol.
Y su espada…
Su espada brilló como si respondiera a su voluntad, reflejando una determinación inquebrantable.
Era una figura tan solemne como hermosa.
Como un héroe salido de una leyenda.
Incluso entre los más hostiles, los murmullos de admiración comenzaron a colarse:
—”¿Ese es Baek Cheon…?”
—”No recordaba que fuera tan impresionante.”
—”Es como ver a un general invencible.”
Jong Seo-han sintió un estremecimiento recorrerle la espalda. Esa no era la presencia del niño arrogante que había enfrentado años atrás. Era la de un verdadero espadachín, uno que había sido templado en batalla y que ahora estaba decidido a dejar su marca.
Y más arriba, desde la multitud…
Cheong Myeong observaba todo con una enorme sonrisa satisfecha en el rostro.
—”Vamos, mi pollito de oro” —murmuró para sí mismo, mientras se inclinaba en el asiento. A su lado, Wei Lisha le pasaba un papel con la confirmación de su apuesta.
10.000 nyang.
Todo apostado a una sola persona: Baek Cheon.
—”Esa espada va a cortar más que carne” —dijo entre dientes—. “Va a cortar ese maldito orgullo de Jongnam también.”
Porque Cheong Myeong lo sabía.
Hoy, Jongnam iba a caer… bajo la espada de Baek Cheon.
Y su ganancia estaba más que asegurada.
(...)
Cuando la cifra de 10.000 nyang se extendió como pólvora por entre los espectadores, un murmullo generalizado recorrió la multitud como una ola creciente.
—”¿¡Diez mil nyang!?”
—”¿Por un solo discípulo?”
—”¡¿Está loco o qué?!”
—”No, espera… ¿Ese es Geomjon?”
—”¡El espadachín legendario del Monte Hua! ¡Él no apostaría esa cantidad si no estuviera seguro!”
En cuestión de minutos, el puesto de apuestas fue inundado. La multitud empujaba y gritaba para meter sus propias apuestas antes de que comenzara el combate. La mayoría optó por Baek Cheon, contagiados por el entusiasmo y la fe ciega que su maestro mostraba en él.
—”¡Todo a Baek Cheon!”
—”¡Póngalo todo, no me importa!”
—”¡Si Geomjon apuesta así, yo también!”
Pero no todos estaban convencidos.
Algunos mantenían la cabeza fría y sus ojos puestos en Jongnam.
—”Jongnam sigue siendo una secta de élite.”
—”¿Y si este Baek Cheon solo ha tenido suerte hasta ahora?”
—”Jong Seo-han es fuerte, muy fuerte.”
—”No podemos olvidar el presente solo porque el Monte Hua tuvo un par de victorias.”
Los gritos y discusiones se mezclaban con el tintineo de las monedas y los papeles de apuesta. Era una locura total.
A unos pasos de la agitación, Wei Lisha miró a Cheong Myeong con una ceja arqueada, mientras contaba la montaña de dinero que se acumulaba en su puesto.
—”¿Y tú… de dónde sacaste esa cantidad, maestro Geomjon?”
Cheong Myeong se irguió con aire altivo, metiendo las manos a la cintura con una sonrisa brillante.
—”¡Soy rico por naturaleza!”
Wei Lisha lo miró con escepticismo.
—”Ajá…”
—”¡Es verdad!” —insistió Cheong Myeong con su sonrisa más brillante y falsa—. “El dinero simplemente… viene a mí.”
Lo que no dijo fue que ese "dinero natural" venía directamente de los bolsillos de Cheong Mun, su siempre sufrido hermano mayor. En su mente, podía ver perfectamente la expresión del líder de secta en esos momentos: esa cara de piedra, los labios apretados, el ceño fruncido. Y aunque no lo mirara directamente, podía sentir su mirada clavada en él desde la zona de líderes, perforándole el cráneo.
“Me lo pagarás después.”
Cheong Myeong tragó saliva.
Solo un poco.
—”Bah… igual vamos a ganar. “—murmuró para sí mismo, volviendo a mirar con satisfacción el escenario.
Porque esa apuesta no era una locura. Era una inversión.
Y Baek Cheon era su inversión más brillante.
—---
—”Un espadachín se prueba a sí mismo con la espada.”
Las palabras de Baek Cheon cayeron como un corte seco en el aire, tajantes y definitivas. No eran una provocación, ni un grito de guerra: eran una verdad, una declaración que no aceptaba réplica.
Jong Seo-han, que hasta ese momento soltaba una hilera de frases cargadas de veneno y desdén, se quedó en silencio.
Su boca se cerró con un leve chasquido, y su ceño se frunció aún más, como si la dignidad que compartían como espadachines lo obligara a respetar, aunque fuera por un momento, lo que Baek Cheon había dicho.
No le respondió. No lo necesitaba.
Alzó su espada.
El acero relució con fuerza cuando apuntó directamente hacia Baek Cheon. Al instante, una intensa luz blanca brotó desde el filo, extendiéndose como una onda que hizo vibrar el aire a su alrededor. Era una energía agresiva, cortante, pulida por incontables horas de práctica. Jong Seo-han era un espadachín de élite, uno de los orgullos de Jongnam. Si tenía que hablar, lo haría con su espada.
Los espectadores más cercanos retrocedieron inconscientemente. El aura asesina era tan palpable que muchos contuvieron la respiración.
Pero Baek Cheon no pestañeó.
No se movió. No retrocedió.
Su postura era sólida, su respiración constante, su mirada tan firme como la montaña que representaba. Su figura, vestida de negro con una diadema blanca ceñida al cabello, proyectaba la imagen de un espadachín impecable. El reflejo del sol se deslizaba sobre la hoja de su espada, que poco a poco comenzó a iluminarse con un resplandor rosado.
El público murmuró, encantado, cuando de esa luz comenzaron a florecer delicados pétalos de ciruelo, flotando en espiral alrededor de la figura de Baek Cheon. Cada paso suyo hacía que más pétalos emergieran, girando en un vaivén de gracia y peligro.
—”¡E-es la técnica del Monte Hua…!”
—”¡La Flor de Ciruelo de 24 Movimientos!”
—”¡Tan hermosa…!”
Y entonces, sin aviso previo, Jong Seo-han se lanzó al ataque.
Un destello blanco surcó el escenario como un rayo dirigido directamente al pecho de Baek Cheon. El suelo crujió bajo los pies del discípulo de Jongnam, la fuerza de su avance parecía suficiente para partir una roca. Su espada brillaba con la intención de aplastar, de vencer, de dominar.
Pero Baek Cheon no se inmutó.
Elevó su espada con suavidad, como si estuviera dibujando una flor en el aire. Los pétalos rosados giraron a su alrededor como si lo protegieran. Su técnica no era una defensa ni un ataque: era arte convertido en espada, belleza afilada, una danza mortal que estaba por comenzar.
Y todos los presentes lo supieron en ese instante:
Esto no sería un simple combate.
Sería un duelo de voluntades,
de filosofías, de espadas…
Un enfrentamiento que quedaría grabado en la historia.
El filo de la espada de Jong Seo-han cortó el aire con furia, como una lanza de luz blanca dirigida a romper la fantasía de su oponente. Pero en el instante en que su ataque se abalanzó hacia Baek Cheon, algo cambió.
El escenario, tan real y físico como siempre, pareció disolverse en un suspiro de primavera.
Los pétalos de ciruelo que giraban delicadamente alrededor del discípulo del Monte Hua se multiplicaron de forma antinatural, creando un remolino suave pero impenetrable. La brisa transportaba su aroma y los envolvía a ambos, tiñendo el aire de un rosado sobrenatural, como si el mismísimo Monte Hua hubiera florecido allí, en pleno campo de batalla.
Por un segundo —un solo y breve segundo— Jong Seo-han quedó paralizado.
Sus ojos se abrieron con incredulidad.
No era magia. No era un truco.
Era técnica pura.
Una ilusión creada por la espada.
Sus manos temblaron. Pero apretó los dientes, negándose a ceder.
—”¡No voy a caer en esto…!”
Gritó como si quisiera convencerse a sí mismo. Con un rugido feroz, cargó hacia el frente, adentrándose sin pensarlo en el corazón de la tormenta de pétalos.
Fue una terrible idea.
Baek Cheon ya no estaba donde lo había visto por última vez. Un segundo atrás, su silueta se alzaba, firme y desafiante. Ahora, los pétalos cubrían todo su campo visual. Intentó cortar a ciegas, su espada blanca rebanando el aire con fuerza, pero por cada flor que cortaba, otras tres ocupaban su lugar. No había fin. No había dirección.
—”¡Muéstrate!”—rugió Jong Seo-han, sus ojos ahora inyectados en sangre.
Gritó mientras su espada brillaba con más intensidad, tratando de deshacerse del espejismo que lo envolvía. Pero el peso de los pétalos, la presión que ejercían sobre su percepción, era abrumadora. No eran reales, y aun así, **lo encerraban**, como un mar rosado que se negaba a dejarlo salir.
Su respiración se agitó.
El sudor comenzó a resbalar por su frente.
El sonido del público quedó lejano, difuso. En ese momento, Jong Seo-han ya no estaba en una arena de combate. Estaba perdido en un bosque de ciruelos en flor, creado por la espada de Baek Cheon, como si hubiera sido absorbido por una pintura viviente.
La espada de Jong Seo-han vibraba con intensidad, la energía blanca que la envolvía era tan brillante que parecía competir con el mismo sol.
Era una de las espadas más poderosas de Jongnam.
Su filo estaba forjado con técnicas de generaciones, perfeccionado en cada duelo, y su energía interna era reconocida entre los discípulos como uno de los ejemplos más puros del estilo de su secta.
Entonces, ¿por qué no funcionaba?
—”¡¿Por qué no se disipan?!”—gruñó entre dientes, con una rabia creciente que comenzaba a nublarle el juicio.
La luz blanca de su espada debería haber bastado para disolver cualquier técnica ilusoria. Esa energía era cortante, vibrante, recta y poderosa. No era posible que unas flores suaves, delicadas y danzantes lo estuvieran acorralando. ¡No tenía sentido!
—”¡MI ESPADA ES MÁS FUERTE!” —gritó, su voz quebrándose por la impotencia.
Un grito de desesperación que sacudió el aire y se propagó por todo el escenario.
Desde el otro extremo, Baek Cheon lo observó con una expresión completamente opuesta: fría, serena… y determinada. Su postura no se alteró, su espada seguía alzada con firmeza y sus ojos eran como hielo: firmes y silenciosos, como la cima nevada del Monte Hua.
Ese grito no lo estremeció.
No lo hizo dudar.
Lo confirmó.
En ese instante, sus ojos se desviaron, como un reflejo natural, hacia el borde del escenario.
Allí estaba su maestro.
Cheong Myeong.
De pie entre la multitud, brazos cruzados, con una sonrisa ladeada en los labios. No era burla, ni arrogancia. Era una sonrisa que lo alentaba. Que decía sin necesidad de palabras:
"Hazlo."
Y Baek Cheon lo hizo.
Sin pronunciar una sola palabra, movió su espada con un leve giro de muñeca, un balanceo limpio y sutil, casi como si danzara en medio del viento. En ese instante, la luz rosada que irradiaba su arma se intensificó, bañando la arena en un resplandor primaveral.
Las flores florecieron con furia.
Los pétalos se hincharon, como si obedecieran a una tormenta invisible, y se alzaron en ráfagas de viento que giraron sobre el cuerpo de Jong Seo-han como una espiral ascendente.
—”¡NO!” —rugió este último, sus ojos desorbitados, agitando su espada blanca como si su vida dependiera de ello.
Olvidó la competencia.
Olvidó la técnica.
Solo golpeaba a ciegas, desesperado, atrapado en una ilusión que no podía romper.
Pero era inútil.
Cada tajo que lanzaba desaparecía entre una marea de pétalos. Las flores no sangraban. No retrocedían. No sentían miedo.
Y bajo ese bosque etéreo, la figura de Jong Seo-han comenzó a desaparecer.
No por arte de magia.
No por algún hechizo.
Sino por la espada de Baek Cheon.
Chapter 177: ⌗Competencia (17)
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Así como apareció, el bosque de flores comenzó a desvanecerse.
La tormenta de pétalos de ciruelo perdió fuerza, deshaciendo su forma como una bruma disipándose al amanecer. Uno a uno, los pétalos flotaron en el aire, descendiendo con suavidad en torno a Baek Cheon, como si lo coronaran por su victoria.
El sol brillaba detrás de él, y el viento —cómplice de la escena— jugaba con los extremos de su uniforme negro, haciendo que la tela ondeara con elegancia. Su diadema blanca se alzaba ligeramente, acariciada por la brisa, y algunos mechones de su cabello brillaban bajo la luz del sol.
Entre los pétalos cayendo, su postura firme y su mirada serena lo hacían ver como una figura salida de una leyenda:
El héroe del Monte Hua.
El espadachín de la flor de ciruelo.
Un suave murmullo recorrió a los espectadores. No eran palabras, sino suspiros, exhalaciones lentas y contenidas por la visión hipnotizante frente a ellos. Algunos apenas pestañeaban, otros se llevaron una mano al pecho y uno que otro ocultó el sonrojo con la manga. En ese momento, nadie reparó en el pobre Jong Seo-han, inconsciente en el suelo, cubierto por restos de pétalos como si la derrota lo hubiera arropado con elegancia.
Baek Cheon desvió lentamente la mirada hacia el extremo contrario del escenario.
Allí, Jin Geumryong lo observaba con el ceño fruncido, sin aplaudir, sin reaccionar, simplemente mirándolo con atención.
Los ojos de Baek Cheon se clavaron en los de su hermano mayor, y sin decir una palabra, pareció responderle:
“Tú entrenaste... pero yo también.”
No lo diría en voz alta. No tenía que hacerlo. Su espada había hablado por él.
Mientras tanto, desde su posición, Cheong Myeong lo contemplaba todo con una expresión tranquila, los brazos cruzados, los labios curvados en una sonrisa serena…
Al menos por fuera.
Porque por dentro…
¡“ES ESA ESCENA!
—”¡E-ES ESA ESCENA!”—gritaba en su cabeza, con la emoción a punto de hacerlo explotar.
¡Era la escena!
La icónica imagen que aparecía en el juego después de que Baek Cheon ganaba su primer combate importante. Una de las pocas veces en que la historia dejaba de enfocarse en sus intereses románticos y le daba atención real al protagonista.
Recordaba claramente la primera vez que la vio, en una CG brillante y bien detallada, con Baek Cheon rodeado de pétalos y de pie como un héroe silencioso. Le había gustado tanto que sin pensarlo la puso como fondo de pantalla en su celular. ¡Por semanas!
Y ahora...
¡Ahora no era un PNG!
¡No era una imagen renderizada ni arte promocional!
Era real.
Era mil veces mejor.
El viento era real.
Los pétalos eran reales.
Baek Cheon era real.
Cheong Myeong se mordió la lengua para no gritar, se sostuvo en su asiento como si su alma estuviera saliendo por los ojos y, por primera vez en mucho tiempo, olvidó que estaba apostando dinero.
—”…Lo amo “—susurró sin darse cuenta, con una lágrima imaginaria recorriendo su mejilla de fanboy.
Y aún no se enfrentaba a Geumryong.
¡Lo mejor estaba por venir!
Los vítores no tardaron en estallar con fuerza, inundando todo el campo de combate.
Gritos emocionados, aplausos efusivos y exclamaciones de asombro llenaron el aire como si una marea de entusiasmo hubiera arrasado con la compostura de los espectadores.
—”¡Eso fue increíble!”
—”¡Lo hizo ver tan fácil!”
—”¿Viste esa técnica? ¡Jamás había visto algo así!”
—”¡Qué belleza de ejecución! ¡Qué dominio de la espada!”
Entre la multitud, las doncellas del clan anfitrión y algunas invitadas del público se llevaban las manos a las mejillas con emoción, los ojos brillando como si hubieran presenciado una escena romántica salida de una novela ilustrada.
—”¡Y además de hábil es tan guapo!” —susurró una.
—”La forma en la que los pétalos caían a su alrededor… ¡fue como ver a un héroe legendario!” —agregó otra, casi temblando.
Mientras tanto, algunos más serios —maestros de otras sectas, discípulos expertos y comentaristas presentes— discutían con asombro genuino lo que acababan de ver.
—”¿Viste cómo utilizó su energía para dar forma al bosque de ciruelos?”
—”No solo fue un espectáculo visual. La ilusión tenía sustancia. ¡Incluso anuló los ataques del discípulo de Jongnam!”
—”Ese chico… Baek Cheon, ¿cierto? Nunca había escuchado de alguien que utilizara la técnica de esa forma.”
En un abrir y cerrar de ojos, comenzaron a brotar propuestas espontáneas para darle títulos acordes a su actuación:
—“Caballero del Ciruelo en Flor.”
—“El Espadachín del Bosque Ilusorio.”
—“Flor Noble del Monte Hua.”
Incluso los ancianos se mostraban intrigados. Baek Cheon, el segundo discípulo del Monte Hua, se había convertido en el centro de atención, exactamente como todo buen protagonista.
Cuando descendió del escenario, Baek Cheon caminó con calma y sin ninguna arrogancia, su espada envainada y su rostro sereno, como si su técnica apenas hubiera sido un simple calentamiento.
Apenas puso un pie entre los suyos, fue recibido por una lluvia de vítores de sus compañeros.
—”¡Lo lograste, sahyung!”
—”¡Fuiste asombroso!”
—”¿Cómo hiciste eso? ¡Los pétalos parecían reales!”
—”¡Eso fue tan genial! ¡Te veías como un dios del combate!”
Baek Cheon, sin perder la compostura, respondió con una sonrisa tranquila.
—”Gracias, todos. Pero no se dejen deslumbrar… Sólo hice lo que debía.”
—”¡No seas tan modesto!”
—”¡Eso fue legendario!”
Él negó con suavidad, manteniéndose humilde.
—”Todavía queda mucho por hacer. Nosotros no venimos a presumir, sino a mostrar cuánto hemos crecido.
—”¡Sí, sahyung!”
—”¡Vamos a aplastar a Jongnam!”
—”No” —dijo con firmeza pero sin dureza—. “No se trata de aplastar, sino de mostrarles que el Monte Hua ya no es el mismo. Que nuestro camino también merece respeto.”
Sus palabras fueron sinceras, templadas por su carácter… y cargadas de liderazgo.
Sus compañeros asintieron, animados pero más centrados.
Entonces, mientras respondía a los elogios y compartía palabras con sus compañeros, buscó con la mirada a alguien.
Cheong Myeong.
No estaba entre el grupo.
Tampoco en los asientos.
¿Dónde estaba? ¿Había visto la técnica? ¿Había notado cómo lo miró justo antes de ejecutar el último movimiento?
Baek Cheon sintió cómo algo dentro de su pecho se hundía un poco, y con ojos vacíos, giró lentamente hacia un costado…
Solo para ver a Cheong Myeong en el puesto de apuestas, de espaldas a todo lo demás, guardando con precisión casi quirúrgica una enorme cantidad de monedas en una gran bolsa pesada que apenas lograba atar.
—…
Baek Cheon parpadeó.
Su expresión permaneció estoica… pero una vena le saltó ligeramente en la sien.
Cheong Myeong, completamente ajeno a las emociones del momento, acariciaba su bolsa de dinero como si fuera su primer hijo.
—”¡Ohh sí… Cheon-ah, eres el mejor!” —murmuró para sí con una sonrisa codiciosa—. “¡10,000 nyang, duplicados! ¡Este es el poder de la inversión emocional y financiera bien colocada!”
Y así fue como Baek Cheon, héroe de los pétalos, caballero del ciruelo en flor, leyenda viviente del Monte Hua, se dio cuenta de que para Cheong Myeong… El verdadero romance era con el dinero.
Y aún así, no pudo evitar sonreír, aunque fuera un poquito.
(...)
Las miradas curiosas se habían vuelto codiciosas.
Los ojos que antes solo buscaban espectáculo ahora se dirigían, uno por uno, hacia Cheong Myeong, que sostenía con orgullo una bolsa hinchada de nyang tintineantes. Su apuesta por Baek Cheon había sido clara y sin titubeos… y había ganado. Y vaya que había ganado.
La bolsa emitía un suave sonido metálico con cada movimiento, un tintinear provocativo que atrajo más atención que el mismísimo combate. A su alrededor, las voces comenzaron a elevarse, primero con comentarios, luego con entusiasmo. Una chispa se encendió… y en segundos, el fuego se propagó.
—”¿Ese es todo el dinero que ganó con una sola apuesta?’
—”¡Rápido, apuéstenme 500 nyang por el próximo del Monte Hua!”
—”¡Yo 700! ¡Que no se me adelanten!”
—”¡Eh, ese puesto de apuestas! ¡A mí primero!”
La multitud se alborotó.
El número de personas apostando se triplicó, y las bolsas de dinero comenzaron a pasar de mano en mano, con miradas ansiosas y voces exaltadas. La fiebre del oro había comenzado, y Cheong Myeong, en medio de todo, sonreía como un zorro satisfecho.
—”¡Eso es! ¡Apuesten más! ¡Mucho más!” —pensó emocionado, cruzándose de brazos con una sonrisa de autosuficiencia—.” ¡Mientras más apuesten, más dinero tendré yo!”
Con aire triunfal, ató con firmeza la gran bolsa de dinero y se la empujó al pecho a Jo Gul, su discípulo.
—”Tú. Guarda esto.”
Jo Gul la atrapó de puro reflejo, pero su maestro ya lo estaba mirando con una sonrisa torcida.
No era una petición. Era una orden. Una amenaza disfrazada de sonrisa.
—”Si se pierde una sola moneda…” —dijo Cheong Myeong con voz suave—. “Bueno, ya sabes lo que pasará.”
—”¡S-sí, maestro! ¡Lo guardaré con mi vida!”
Cheong Myeong asintió satisfecho y dio un paso al frente, alzando la voz para la próxima ronda.
—”¡10,000 nyang por Jo Gul del Monte Hua!”
El público se agitó.
—”¿Jo Gul? ¿Ese que tiene cara de vándalo?”
—”¡Va contra uno de la Unión de Mendigos! ¡Estás loco!”
—”¿Quién apostaría por él?”
—”¡Su maestro!” —gritó Cheong Myeong con orgullo—.
Fue entonces cuando Tang Bo se acercó, con esa sonrisa fácil y despreocupada, las manos cruzadas tras la espalda y los ojos brillando de diversión.
—”Vaya, vaya… parece que el negocio va bastante bien, ¿eh?”
—”Como seda” —respondió Cheong Myeong, echando un vistazo a la locura que él mismo había causado—. “La casa de apuestas debería pagarme por el espectáculo. ¿Has apostado también?”
—”O darte un título de “el verdadero maestro del dinero” —añadió Tang Bo con una carcajada suave, sacando su propia bolsa de nyang—. “Por supuesto que ya aposté. ¿Tú crees que me iba a quedar sin participar en esta bendición divina?”
Ambos se echaron a reír. En medio de esa locura, se veían como dos pícaros con suerte.
Entonces, entre risas, Cheong Myeong exhaló por la nariz, y comentó con tono casual:
—”Si Cheong Jin estuviera aquí, ya nos habría regañado por arriesgar el dinero así. Seguro me diría que no soy un buen ejemplo para mis discípulos…”
Tang Bo se quedó en silencio por un breve instante, su sonrisa titubeó.
Pero solo por un segundo.
—”¿Regañarme?” —repitió con voz tranquila, llevándose una mano al pecho con teatralidad—. “¡Por favor! Mi Jinjin me conocía bien. Seguramente me daría más dinero para multiplicar las ganancias. Con intereses.”
Entonces alzó la vista al cielo, y con una expresión que oscilaba entre la broma y la nostalgia, murmuró:
—”¿Verdad que sí, mi amor?”
Un breve silencio cayó entre ellos.
No era incómodo. Era suave, como una brisa de montaña que acaricia sin quedarse.
Tang Bo sonrió, pero sus ojos estaban ligeramente húmedos.
Era su forma de no llorar.
La broma era su escudo.
Cheong Myeong lo observó con seriedad, por una fracción de segundo.
Sabía que Tang Bo hablaba en broma… pero también sabía que hablaba en serio.
Cheong Jin ya no estaba.
Y sin embargo, de alguna forma, seguía allí.
—”Definitivamente te seguiría el juego” —dijo Cheong Myeong al fin, en voz baja—. “Aunque te pondría ese rostro de resignación que tanto usaba contigo.”
Tang Bo rió suavemente, bajando la mirada, mientras la algarabía continuaba a su alrededor.
—”Ese mismo. El que decía “no estoy de acuerdo contigo, pero igual te amo”.
Y por un instante, solo uno, ambos amigos miraron al cielo.
Cheong Myeong observó en silencio a Tang Bo. Aquel amigo siempre tan risueño, tan travieso, tan capaz de hacer reír hasta a los ancianos más estrictos del Monte Hua… y sin embargo, en sus ojos seguía brillando una tristeza que no había desaparecido, ni con el tiempo ni con la compañía.
—’No te preocupes, amigo mío’ —pensó, bajando la mirada un instante mientras sus dedos se apretaban suavemente en su túnica—. ‘Cuando esta competencia termine… voy a buscar los restos de Cheong Jin. Para que puedas cerrar finalmente esa herida. Para que ambos puedan estar en paz.’
Sabía que no era fácil. Sabía que había cosas que nunca terminaban de sanar…
Pero Tang Bo merecía descansar también.
Sacudiendo esos pensamientos, Cheong Myeong giró sobre sus talones y volvió al grupo de discípulos del Monte Hua, justo cuando el nombre de Jo Gul era anunciado por los jueces del combate. La multitud se agitó de nuevo y los aplausos resonaron, pero su atención no estaba en el escenario. Estaba en el joven que tenía a su lado.
Baek Cheon.
El muchacho estaba sentado con el ceño fruncido, la mirada al frente, la espalda rígida como si estuviera en medio de una ceremonia. Era obvio que no estaba contento. Su mandíbula estaba tensa. Su expresión era como un libro abierto:
Estaba enojado.
Y no por haber perdido —porque no lo había hecho—, sino porque no había recibido la más mínima felicitación de su maestro.
Cheong Myeong sonrió con suavidad.
Ah, Baek Cheon… tan noble, tan recto…
y tan fácil de leer.
Sin decir nada al principio, se sentó junto a él y, sin previo aviso, lo atrajo con fuerza hacia sí, como si el resto del mundo no existiera. Baek Cheon se sorprendió, pero no tuvo tiempo de reaccionar, porque Cheong Myeong comenzó a besarle el rostro con cariño, primero una mejilla, luego la otra, luego cerca de la sien. Cada beso era lento, juguetón, reconfortante.
—”Lo hiciste increíble” —murmuró Cheong Myeong cerca de su oído, su aliento cálido haciéndole temblar—. “En serio, me dejaste sin palabras.”
Baek Cheon intentó resistirse al principio, girando el rostro con una mueca de falsa molestia.
—”A-aléjate… estamos en público…”
Pero su cuerpo no se apartaba.
Sus mejillas ya estaban enrojecidas, y sus labios empezaban a curvarse en una sonrisa que luchaba por no mostrarse. Y cuando Cheong Myeong volvió a besarlo en la comisura de los labios, Baek Cheon simplemente se derritió. La tensión se fue. Sus hombros bajaron. Y su rostro se escondió un momento en el cuello de su maestro, sonriendo en silencio.
Cheong Myeong sonrió con picardía, y con la voz más baja y más provocadora que podía usar, susurró en su oído:
—”Y cuando termine todo esto… voy a darte una gran recompensa.”
El tono de su voz era sugerente, lleno de intenciones que no necesitaban explicación.
Baek Cheon se congeló un instante…
Luego apretó los labios y desvió la mirada, con las orejas rojas como un tomate maduro. Sabía perfectamente a qué se refería ese tono. Lo conocía demasiado bien.
Y aun así… no dijo que no.
Solo escondió una sonrisa avergonzada tras el puño cerrado que apoyó en sus labios.
Cheong Myeong se rió por lo bajo, y entre vítores y gritos por el combate de Jo Gul, todo parecía estar bien.
Chapter 178: ⌗Competencia (18)
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El combate comenzó con una explosión de energía, y tal como Cheong Myeong había anticipado, Jo Gul tomó la delantera desde el primer movimiento. Su postura era firme, sus golpes precisos, y aunque el discípulo de la Unión de Mendigos intentaba mantener el ritmo, cada intercambio lo empujaba un paso más hacia atrás. No era una pelea pareja… era una demostración de superioridad.
Los espectadores —hasta ese momento distraídos por las apuestas, los vítores o simplemente el bullicio— comenzaron poco a poco a enfocarse en algo más que el espectáculo frente a ellos.
Se dieron cuenta de una verdad imposible de ignorar.
—”Espera… ese también es del Monte Hua, ¿no?”
—”Sí… igual que el que ganó antes… y el otro también..”
—”¿Cuántos quedan de esa secta?”
Uno a uno, los nombres en las listas, las caras en la arena y los colores del uniforme comenzaron a encajar en un patrón inquietante.
Casi todos los discípulos que estaban avanzando a las finales… eran del Monte Hua.
Un murmullo se alzó entre los asistentes, creciendo en intensidad con cada victoria más.
—”¿Monte Hua? ¿Esa no era la secta que habían retirado del grupo de las 10 grandes hace años? ¿Esa no era la misma secta que había sido tratada como un chiste, como una reliquia inútil después de la guerra?”
—”¡Eso no tiene sentido!”
—”¡Nos dijeron que la secta del Monte Hua estaba acabada!”
—”¡Mira cómo aplastan a los discípulos de sectas prestigiosas!”
Las dudas se convirtieron en incomodidad.
La incomodidad se convirtió en miedo.
Y el miedo… en indignación.
Porque si todo esto era verdad, entonces todas las sectas que apoyaron la expulsión del Monte Hua ahora parecían un grupo de completos idiotas.
Habían descartado a una secta que claramente había estado entrenando en las sombras. Una secta que no sólo había recuperado su fuerza, sino que ahora estaba arrasando con el orgullo de las sectas que se creían invencibles.
—”¿Y si nunca estuvieron débiles… solo ocultos?”
—”¿O si alguien… los reconstruyó en secreto?”
En medio del creciente alboroto de voces nerviosas, una persona se mantuvo en completo silencio.
Cheong Myeong.
Sentado junto a los discípulos, con los brazos cruzados y la mirada fija en el combate, sus labios se torcieron en una sonrisa lenta, cargada de satisfacción y cinismo.
—’¿Ahora se dan cuenta?’ —pensó, sin molestarse en disimular su burla—. ‘Tuvieron que ver cómo sus genios eran humillados para recordar el nombre que ustedes mismos pisotearon.’
Monte Hua.
La secta caída.
El hogar que todos pensaron muerto.
Y ahora, la pesadilla que estaba arruinando sus rankings, su reputación, y su arrogancia.
Cuando el nombre de Jo Gul fue proclamado como vencedor, los vítores retumbaron en la arena, pero entre todos los rostros emocionados y los gritos de celebración, uno destacaba por una razón muy distinta.
—”¡Sííííí!” —exclamó Cheong Myeong, poniéndose de pie de golpe, los ojos brillando de emoción. No por orgullo de maestro. No por la ejecución impecable de su discípulo. Sino por la enorme cantidad de dinero que acababa de ganar.
Un segundo saco fue traído hasta él con un tintinear de monedas tan delicioso que casi lo hizo llorar.
Cheong Myeong abrazó la bolsa como si fuera un hijo perdido y se giró con una sonrisa triunfal hacia Jo Gul.
—”¡Muy bien hecho, Jo Gul!” —le gritó desde la distancia, ondeando una mano como si su apoyo hubiera estado ahí desde el principio—. “¡Tu maestro te aprecia! ¡Y tu talento también lo aprecian mis bolsillos!”
Jo Gul, aún jadeando tras el combate, le lanzó una mirada seca pero resignada. Ya estaba acostumbrado.
No pasó mucho antes de que el anunciador, con voz potente, llamara a los siguientes competidores:
—”¡Tang Soso del Monte Hua contra Lee Song Baek de la Secta Jongnam!”
La respuesta fue instantánea.
¡Un rugido de entusiasmo recorrió a la multitud!
—”¡Monte Hua otra vez!”
—”¡Apostemos por ella!”
—”¡Si es del Monte Hua, tiene que ganar!”
Como si hubieran olvidado por completo que Tang Soso no era una de las figuras más fuertes del grupo, las personas corrieron hacia la casa de apuestas, empujándose entre sí para apostar por la discípula del Monte Hua. El nombre solo ya era suficiente para inspirar confianza.
Cheong Myeong observaba la escena con los brazos cruzados y una sonrisita burlona.
—’Qué fácil es manipularlos cuando siguen la corriente sin pensar…’
Y entonces, con total naturalidad, entregó su nueva bolsa repleta de nyang al encargado y apostó todo… por Lee Song Baek.
Wei Lisha parpadeó, luego lo miró como si estuviera bromeando.
—”¿Está seguro, maestro Geomjon?”
—”Completamente” —respondió él, apoyando la barbilla en la palma de la mano con una expresión relajada—. “No es que menosprecie a mi querida discípula, pero Tang Soso aún está verde. Aún le tiemblan las manos al alzar la espada.”
Y como si su decisión fuera una ofensa personal, la multitud lo miró de inmediato.
Miradas de decepción, traición, incluso una que otra que parecía estar pensando si podían anular su apuesta a tiempo.
—”¡¿Cómo puede apostar contra su propia discípula?!”
—”¡Qué descaro!”
—”¡Eso es trampa… ¿no?!”
Cheong Myeong simplemente se encogió de hombros como si no escuchara nada.
—’Soy su maestro, no su niñera. Y si no quiere perder, que gane. Así de simple.’
Los murmullos continuaban, llenos de dudas y recriminaciones, pero Cheong Myeong no se inmutó en lo más mínimo.
Él sabía que en una competencia como esta, el nombre de una secta podía ser una ventaja… o una trampa.
Y si algo sabía hacer bien, era aprovechar las debilidades de la gente para llenar sus bolsillos.
—’Vamos a ver cómo se desarrolla esto…’ —pensó con satisfacción, mientras la arena se preparaba para el siguiente combate.
Jongnam y el Monte Hua eran enemigos naturales. No importaba cuánto tiempo pasara, la rivalidad entre ambas sectas ardía como una llama eterna. Desde generaciones atrás, los discípulos de una y otra se habían cruzado en los campos de entrenamiento, en los torneos, en misiones conjuntas… y en cada encuentro, la tensión era palpable como el filo de una espada desenvainada.
Era una cuestión de orgullo.
¿Cuál secta cultivaba la mejor espada?
¿Quiénes eran los verdaderos herederos del arte marcial?
Incluso en tiempos de aparente paz, bastaba un simple rumor para reavivar las brasas. Y hoy, en esta competencia, con los nombres de ambas sectas resonando en cada combate, ese fuego estaba más vivo que nunca.
Baek Cheon, sentado en las gradas junto a sus compañeros, observaba con atención mientras Tang Soso, su joven y brillante compañera, avanzaba hacia el escenario.
—”¡Voy a dejar el nombre del Monte Hua por todo lo alto!” —gritó ella, con los ojos centelleando de furia contenida—. “¡Ese idiota de Jongnam va a pagar por atreverse a enfrentarse a mí! ¡Le voy a partir la cabeza!”
Sus palabras fueron recibidas con vítores por sus compañeros, especialmente los más jóvenes, que compartían su entusiasmo.
Pero Baek Cheon… parpadeó lentamente.
Algo no le cuadraba.
—”¿Hm…?”
La pasión, el espíritu, el fervor… todo eso era común en los discípulos del Monte Hua. Él mismo había dicho cosas similares antes. Muchas veces. Pero el problema era que Tang Soso no era una veterana como él.
Tang Soso llevaba apenas menos de un año en la secta.
Menos de un año.
Menos de doce meses.
¡Y ya estaba hablando como si le debiera una vida entera a la rivalidad con Jongnam!
Baek Cheon ladeó ligeramente la cabeza mientras la veía avanzar con paso decidido, lanzando amenazas como espadas, con una intensidad que parecía venir de un resentimiento cultivado por años.
—”No fue… ¿demasiado rápido esa Monte Hua-ización?”
Recordó con claridad la primera vez que vio a Tang Soso. Una doncella del Clan Tang, bien peinada, bien vestida, con voz suave, ojos grandes y llenos de curiosidad…
Ahora estaba gritando que iba a desfigurarle la cara a un pobre chico de Jongnam.
Baek Cheon dejó escapar un largo suspiro.
—”¿Dónde quedó esa delicadeza?”
Aun así, como buen discípulo mayor, se acercó a ella antes de que subiera al escenario, puso una mano sobre su hombro y, con una expresión amable (aunque claramente confundida), le dijo:
—”Buena suerte… No le partas tan fuerte la cabeza.”
Tang Soso le lanzó una sonrisa feroz, los ojos brillando.
—”¡Claro que sí, Sasuk!”
Y salió disparada hacia el escenario como una daga disparada con veneno del Clan Tang.
Baek Cheon regresó a su lugar lentamente, sentándose al lado de Cheong Myeong.
—”No sé si deberíamos preocuparnos… o sentirnos orgullosos” —murmuró.
Cheong Myeong, con una sonrisa torcida, respondió sin mirarlo:
—”Orgullosos, por supuesto. Eso significa que nuestro espíritu está bien arraigado.”
Baek Cheon no estaba tan seguro.
Pero mientras más veía a Tang Soso, más entendía que el Monte Hua no sólo cambiaba a las personas… las moldeaba a su imagen y semejanza. Y Tang Soso, por más doncella que hubiera sido… ahora era una discípula del Monte Hua hasta la médula.
Cheong Myeong se recargó en el hombro de Baek Cheon con toda la naturalidad del mundo, como si lo hiciera todos los días —porque, en realidad, lo hacía—. Su peso era cálido, confiado, y Baek Cheon, lejos de apartarse, ladeó apenas el rostro para mirarlo con una pequeña sonrisa que se le formó sin darse cuenta.
—”¿Qué piensas de este combate?” —preguntó con voz baja, mientras los vítores del público llenaban el aire.
Cheong Myeong, sin moverse de su sitio, respondió con la misma tranquilidad de quien ya conoce el final del libro antes de que los demás lo empiecen a leer.
—”No tiene oportunidad” —dijo sin crueldad, sino con una calma objetiva—. “Soso aún no domina la espada del Monte Hua.”
Baek Cheon asintió con la cabeza, como si ya hubiese anticipado esa respuesta. Era la verdad, después de todo. Tang Soso tenía pasión, sí, tenía energía de sobra, y una lengua afilada que se adaptaba perfectamente al ambiente del Monte Hua. Pero su espada… aún no había madurado.
—”Sí “—murmuró Baek Cheon—. “Pero igual será una buena experiencia para ella. Incluso si pierde, aprenderá mucho.”
Cheong Myeong dejó escapar un pequeño sonido de aprobación. Por un momento, ambos se quedaron en silencio, observando a la joven en el escenario mientras se preparaba para el combate. Entonces, con una sonrisa ladina, Cheong Myeong añadió:
—”Ah, por cierto, como buen novio que soy… recogí tus ganancias.”
Baek Cheon parpadeó, desconcertado.
—”¿Mis qué?”
—”Tus ganancias” —repitió Cheong Myeong como si fuera obvio—. “Apostaste, ¿no? Aunque te negaste varias veces, al final lo hiciste. Por insistencia mía, claro. Así que recogí tu parte cuando ganaste.”
Baek Cheon entrecerró los ojos lentamente, sospechando de inmediato.
—”¿Y dónde las dejaste?”
Cheong Myeong giró el rostro para mirarlo directamente, con esa sonrisa descaradamente inocente que sólo él podía hacer con tanto éxito.
—”Las guardé junto a las mías” —dijo con un tono que bordeaba la dulzura—. “Ahora es cartera compartida.”
Baek Cheon lo miró, entre incrédulo y resignado.
—”¿Cartera compartida?”
—”Claro. Mías, tuyas, nuestras. Lo que es tuyo es mío y lo que es mío también es mío… pero a veces te presto.”
—”...Cheong Myeong.”
—”¿Sí, amor?”
Baek Cheon no dijo nada, sólo suspiró profundamente, como si aceptara que oponerse era inútil. Cerró los ojos, apoyando la cabeza contra la de su amante por un instante, mientras pensaba que, al final del día, tener una cartera compartida con Cheong Myeong no era tan terrible… siempre y cuando el dinero no desapareciera misteriosamente en cajas de licor de ciruela o apuestas absurdas.
Aunque sabiendo cómo era Cheong Myeong… eso ya era pedir demasiado.
Cuando el anuncio del inicio del combate resonó por todo el estadio, Cheong Myeong y Baek Cheon se enderezaron en sus asientos, la atención ahora fija en la arena. El ambiente se volvió tenso, los murmullos del público se apagaron poco a poco, y la energía se condensó como una cuerda tensa a punto de romperse.
En el centro de la arena, Lee Song Baek, vestido con el uniforme blanco y azul característico de la secta Jongnam, tosió repentinamente. Había sentido de golpe una presión asfixiante… no en el aire, sino en la mirada que Tang Soso le lanzaba desde su posición. Sus ojos, fijos en él, brillaban con una mezcla de furia y determinación tan intensa que le provocaron un escalofrío por la espalda.
"¿Qué… qué hice? ¿La ofendí sin darme cuenta?" pensó confundido. Era su primer combate contra ella. Nunca antes la había visto en su vida, y sin embargo… se sentía como si hubiera matado a su mascota.
Tang Soso, por su parte, estaba ardiendo por dentro. Ver ese uniforme blanco, tan impoluto, tan perfecto, con ese estandarte bordado de Jongnam en el pecho, le provocaba una repulsión visceral. No era racional. No era lógico. Pero tampoco necesitaba serlo.
¡Jongnam! Esa secta altanera que despreciaba al Monte Hua. Que los había humillado en el pasado. ¡Esa secta que había osado reírse de ellos cuando cayeron en desgracia!
Aunque apenas llevaba un año en la secta Monte Hua, Tang Soso sentía que esos insultos habían sido dirigidos a ella. Que esas risas se habían burlado de su nueva familia. Y eso era algo que no pensaba perdonar.
—”¡Nunca perderé contra la secta Jongnam!” —gritó con una pasión furiosa que estremeció a varios espectadores.
Chapter 179: ⌗Competencia (19)
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Ambos oponentes se inclinaron para el saludo formal del combate. Tang Soso apenas pudo contener sus impulsos mientras bajaba la cabeza. En cuanto el saludo concluyó y el combate fue oficialmente iniciado, no esperó ni un segundo.
Tang Soso se lanzó hacia adelante como un rayo, su espada brillando con una intención asesina.
Lee Song Baek apenas tuvo tiempo de reaccionar. Su cuerpo se movió por puro instinto, esquivando hacia un lado justo antes de que la espada de Tang Soso impactara el suelo.
Y entonces, ¡BOOM!
Una explosión rugió desde el punto del impacto. El suelo de la arena se agrietó violentamente bajo el golpe, una nube de polvo y fragmentos de roca se elevó en el aire. Los espectadores más cercanos retrocedieron con asombro, cubriéndose el rostro.
El árbitro dio un paso adelante, claramente sorprendido por la magnitud de ese primer ataque.
Cheong Myeong, desde las gradas, alzó una ceja.
—”Eso es mucha ira acumulada para una sola espada” —murmuró con diversión.
Baek Cheon no dijo nada. Sólo miraba con una mezcla de orgullo y preocupación.
Tang Soso sacó su espada del cráter que había abierto, sus ojos aún fijos en su oponente, quien la observaba con creciente respeto… y temor.
—”O… oye “—se atrevió a decir Lee Song Baek, con una gota de sudor deslizándose por su sien—. “¿Segura que no me estás confundiendo con otro?”
Tang Soso no perdió tiempo. Apenas la nube de polvo del primer ataque comenzó a asentarse, ya se estaba moviendo de nuevo. Se lanzó hacia Lee Song Baek con un grito decidido, su espada brillando con una energía incandescente. Esta vez, su hoja no encontró suelo ni vacío, sino el filo contrario.
¡CLANG!
El estruendo metálico sacudió la arena. Las espadas chocaron con fuerza, vibrando por el impacto. Lee Song Baek apretó los dientes mientras su cuerpo retrocedía ligeramente por el ímpetu inesperado de su oponente. Aunque su técnica era aún rudimentaria, Tang Soso poseía una fuerza interna impresionante. Cada golpe suyo tenía peso, tenía convicción.
Pero no era solo fuerza lo que Tang Soso usaba. No podía igualar la experiencia ni el control técnico de su oponente, lo sabía. Sin embargo, no pensaba rendirse.
¡Ni en sueños!
—”¡Incluso si mi espada aún no está pulida, haré florecer mis ciruelos!” —gritó con todas sus fuerzas, y la energía que liberó hizo eco en toda la arena.
De inmediato, su estilo cambió. Su espada comenzó a girar con agilidad, no tan refinada como la de los maestros de la secta, pero con la esencia del estilo del Monte Hua fluyendo claramente en cada movimiento.
Y entonces… comenzó a suceder.
Los movimientos de Tang Soso dieron forma a algo más allá de la fuerza bruta: una lluvia de pétalos de ciruelo emergió de su espada. Cada estocada, cada giro, provocaba que nuevos pétalos brillantes se desprendieran y cayeran suavemente como una tormenta de flores sobre su oponente. Los espectadores contuvieron el aliento. Aunque aún era un esbozo incompleto, lo que estaban viendo era sin duda el arte de la espada del Monte Hua.
Lee Song Baek frunció el ceño. Los pétalos no eran reales, claro, sino una manifestación de su energía y control, un fenómeno ilusorio que podía, sin embargo, herir si se ejecutaba con precisión. Rápidamente reforzó su guardia, su espada danzando con habilidad para interceptar la lluvia afilada que caía sobre él.
¡CLANG! CLANG! CLANG!
Uno a uno, los pétalos fueron bloqueados. Aún eran inmaduros, demasiado livianos, demasiado dispersos. Hermosos, sí… pero todavía le faltaban años para que pudieran herir de verdad.
‘¡No puede ser…!’ —pensó Tang Soso, los ojos bien abiertos.
Intentó forzar otro ataque. Se impulsó hacia adelante, preparándose para una nueva oleada de pétalos, para insistir, para resistir, para demostrar que también podía—
Pero fue demasiado tarde.
Con una rapidez silenciosa, la espada de Lee Song Baek descendió. Un golpe limpio, sin adornos, sin malicia. Su hoja tocó el hombro de Tang Soso con precisión medida, lo justo para que sintiera el impacto, lo suficiente para indicar el final.
No hubo sangre. Apenas habría un moretón leve bajo su ropa.
Lee Song Baek bajó su espada con respeto.
—”Buen combate.”
Tang Soso se quedó inmóvil por un segundo, su respiración agitada, sus dedos temblando ligeramente sobre el mango de su espada. El orgullo y la decepción se entremezclaban en su pecho. Luego, soltó un largo suspiro y cerró los ojos.
—”…Acepto mi derrota” —dijo con voz ronca, pero digna.
El árbitro anunció el resultado y los aplausos no se hicieron esperar. No solo por el vencedor, sino también por Tang Soso, quien a pesar de la derrota había mostrado una fuerza interna y una determinación que pocos discípulos novatos poseían.
Desde las gradas, Cheong Myeong asintió en silencio, satisfecho. No había esperado una victoria… pero lo que Soso mostró en la arena fue mucho más valioso.
Baek Cheon, con una sonrisa suave, murmuró:
—”La próxima vez, esos pétalos van a cortar.”
Cheong Myeong sonrió.
—”Eso espero. Porque si no lo hacen, voy a hacerla entrenar con Yu Iseol… sin descanso. “
—”Para ella eso sería más una bendición que un castigo.”
Ambos se rieron, mientras en la arena, Tang Soso inclinaba la cabeza una última vez antes de retirarse con la cabeza en alto.
En cuanto Tang Soso bajó de la arena y sus pasos la llevaron frente a Cheong Myeong y Baek Cheon, sus piernas casi no le respondían. Apenas estuvo lo suficientemente cerca, su cuerpo cayó de golpe en una profunda reverencia, tan rápida que su cabeza por poco golpea el suelo de piedra.
—”¡Lo siento, maestro! ¡Sasuk! ¡Esta fea discípula ha perdido contra Jongnam! ¡Aceptaré cualquier castigo!” —exclamó con voz temblorosa, conteniendo la frustración que hervía en su pecho.
Baek Cheon, que observaba la escena con una mezcla de ternura y torpeza, tosió suavemente y se irguió un poco. Se sentía orgulloso de Tang Soso, por su actitud, por su determinación… pero también apenado. Sin embargo, como su sasuk, debía decir algo digno, algo que le enseñara, que la guiara con firmeza y comprensión. Abrió la boca con seriedad para hablar… pero no tuvo oportunidad.
—”¡Bien hecho! ¡Bien hecho!” —dijo Cheong Myeong con una amplia sonrisa, dándole un par de palmadas entusiastas en la cabeza como si estuviera felicitando a un cachorro por su primera carrera—. “¡Has hecho un excelente trabajo, Soso!”
Tang Soso parpadeó. Una vez. Dos veces. Luego entrecerró los ojos, completamente desconcertada.
¿Había escuchado bien? ¿Él acababa de decir "bien hecho"? ¿El mismo Cheong Myeong que decía que no había espacio para los débiles? ¿Que perder era equivalente a una desgracia familiar? ¿Que una derrota contra Jongnam merecía ser sepultada en las montañas?
Baek Cheon, que no podía ver cómo los engranajes del cerebro de Tang Soso se descomponían, suspiró largo y negó con la cabeza.
—”Es porque apostó a que perderías…”—murmuró, como quien menciona algo que es mejor no saber.
El silencio que siguió fue ensordecedor.
Tang Soso se incorporó lentamente, el ceño fruncido, el rostro enrojecido y los labios temblando.
—”¡T-traicionero! “—masculló con furia, su espada aún en mano como si estuviera considerando si valía la pena un segundo combate, esta vez con su maestro como oponente.
Cheong Myeong, sin embargo, sólo le ofreció una sonrisa aún más brillante, como si el dinero ganado justificara cualquier cosa en la vida.
—”¡Eso es estrategia! ¡Una sabia lectura de las probabilidades y las habilidades! ¿Qué mejor lección de combate quieres que esa?” —dijo mientras hacía girar una pequeña bolsa de monedas en su dedo.
Pero antes de que Tang Soso pudiera desatar su furia verbal o física, una figura silenciosa apareció a su lado.
—”Aquí” —dijo Yu Iseol, extendiéndole una pequeña cantimplora de madera llena de agua fresca. Sus ojos suaves miraban a Tang Soso con calma, sin juicio, sólo una leve aprobación silenciosa.
Tang Soso se detuvo en seco. Sus hombros temblaron. Tomó el agua con cuidado y la bebió a pequeños sorbos, sus ojos comenzando a brillar un poco, más por emoción contenida que por lágrimas.
—”Lo hiciste bien. Pero no sigas extendiendo demasiado los pétalos. Aún no puedes cubrir tantos flancos” —murmuró Yu Iseol en voz baja, como una hermana mayor hablando sólo para ella.
—”Sí, Sagu…” —susurró Tang Soso, suavizándose poco a poco.
Cheong Myeong aprovechó el momento para murmurarle a Baek Cheon:
—”¿Ves? ¡Emocionalmente inestable, pero con excelente fuerza interior! ¡Una inversión de oro!”
Baek Cheon solo le dio un codazo por lo bajo y puso los ojos en blanco.
Mientras tanto, Tang Soso se quedaba al lado de Yu Iseol, escuchando con atención cada palabra, mientras su furia contra su maestro pasaba a segundo plano. Después de todo, incluso si había sido una traición… era un traidor que creía en ella lo suficiente como para celebrar su esfuerzo.
—---
Cuando terminó la última competencia de la jornada, los discípulos del Monte Hua comenzaron a abandonar la arena con paso cansado pero satisfecho. Algunos iban con sonrisas amplias y llenos de orgullo por haber pasado a la siguiente ronda; otros, aunque derrotados, caminaban con la cabeza en alto, recibiendo palmaditas y palabras de aliento de sus compañeros. Era un momento de comunión, donde la camaradería y el espíritu de secta florecían con fuerza.
Cheong Mun, siempre sereno y recto, esperaba en el centro del patio interior del complejo de descanso donde los discípulos se alojaban. En cuanto todos estuvieron reunidos, dio un par de pasos al frente, atrayendo la atención de todos con su sola presencia.
—Hoy hemos visto grandes combates, y mejores corazones —dijo, su voz suave pero firme, proyectándose con claridad por el espacio abierto—. A todos los que han pasado, los felicito sinceramente. Pero más allá de la victoria, quiero que sepan que lo que más me enorgullece es la forma en que han luchado… todos ustedes. Ganar o perder no define su valía, lo hace el esfuerzo que han puesto, la determinación que han demostrado y el honor con el que han llevado el nombre del Monte Hua. Estoy orgulloso de cada uno.
Una ola de sonrisas se esparció entre los discípulos. Incluso aquellos que habían sido derrotados por sus oponentes no pudieron evitar sentir el pecho más liviano y el espíritu más firme. La calidez en las palabras de Cheong Mun era algo que nunca fallaba en llegar al corazón.
Pero entonces, sus ojos se desviaron hacia un punto a su derecha.
O por lo menos donde debería estar cierto maestro.
Frunció ligeramente el ceño.
—”¿Dónde está Cheong Myeong?”
Una mirada general se extendió entre los discípulos. Algunos miraron alrededor, otros encogieron los hombros. Uno juró que lo había visto justo hace un momento, escuchando tranquilamente como si no tuviera ninguna intención de desaparecer.
Pero allí no estaba.
Cheong Mun suspiró hondo. No sería la primera vez.
“Ese bastardo otra vez…”
Su mirada se desvió instintivamente hacia la Sala Principal del complejo. Dentro, Wei Lisha y Wei Soheng estaban inclinados sobre una mesa, organizando pilas de monedas de cobre, plata y unas cuantas de oro, mientras Baek Sang anotaba los montos con precisión en un cuaderno grueso de contabilidad.
Claramente, las apuestas del día habían sido bastante activas.
Y claramente, el infeliz que había organizado toda la casa de apuestas había desaparecido justo cuando llegaba la parte más pesada del trabajo: contar.
Cheong Mun frunció el ceño aún más.
—”Como siempre, para aparecer como figura principal cuando se trata de recolectar apuestas, pero luego… desaparece como el humo cuando llega la hora de ordenar.”
Como última opción, subió con pasos largos y pesados hacia la habitación donde se hospedaba Cheong Myeong, esperando al menos encontrarlo dormido con una botella bajo el brazo.
Pero estaba vacía.
Solo el colchón revuelto, el ventanal abierto y ni una señal de vida.
—”No me digas que…” —murmuró, frotándose la sien.
“Se ha escapado otra vez. Seguro que ha ido a buscar carne asada. O peor… licor barato en vaso caro.”
Sin embargo, lo que Cheong Mun no sabía —ni sospechaba— era que Cheong Myeong no se había ido a una taberna solo a beber o a holgazanear.
Muy por el contrario, en ese mismo instante, se encontraba cargando entre sus brazos a un perplejo pero sospechosamente complacido Baek Cheon, mientras avanzaba tranquilamente por las calles nocturnas de la ciudad en dirección a una de las posadas más discretas —y privadas— del área.
—”¿Seguro que no deberíamos volver a ayudar a contar el dinero?” —preguntó Baek Cheon, medio en voz alta, medio esperando que su voz no contara como un intento de escape.
—”¿Y desperdiciar la mejor parte del día?” —replicó Cheong Myeong con una sonrisa peligrosa mientras lo acomodaba un poco más contra su pecho—. Has ganado una gran cantidad gracias a mí, te salvé de esa aburrida contabilidad, y además… hiciste muy bien tu papel de novio comprensivo hoy. Es hora de tu recompensa.
—”¿Recompensa…?”
—”Claro. Fuiste adorable. Ahora te toca ser mío por el resto de la noche.”
Baek Cheon sintió que la temperatura del aire se duplicaba.
“Definitivamente esto es un secuestro,” pensó. Pero no movió ni un solo dedo para resistirse.
La luna brillaba con fuerza en el cielo, pero no tanto como los ojos decididos de Cheong Myeong. Y si esa era la recompensa…
Quizá dejar el conteo de monedas para otro día no era una mala idea.
Chapter 180: ⌗Competencia (20)
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El sol apenas comenzaba a asomarse desde el horizonte, tiñendo el cielo de suaves tonos naranjas y rosados, cuando los ojos de Baek Cheon se abrieron lentamente. La habitación aún estaba sumida en un silencio tranquilo, y la cálida luz matutina apenas alcanzaba a filtrarse por la rendija de la ventana, proyectando líneas doradas sobre el suelo de madera.
Al sentir el leve peso sobre su cintura, Baek Cheon bajó la mirada. Allí estaba Cheong Myeong, profundamente dormido, su rostro enterrado contra su costado, un brazo firme aferrado a su cintura como si no pensara dejarlo escapar nunca. Sus cejas estaban relajadas, su respiración era lenta y tranquila, y su cabello revuelto caía suavemente sobre su frente.
Una sonrisa suave y natural se dibujó en los labios de Baek Cheon, como si la escena que tenía frente a él fuera algo que quería conservar por siempre. Levantó una mano y acarició los mechones rebeldes que caían sobre la frente de su maestro. Luego, con dulzura, inclinó el rostro y le dio un pequeño beso en la frente.
—”Maestro…” —susurró con cariño, apenas rozando su oído—. “Debemos regresar antes de que inicie la competencia. Si el líder de secta descubre que no estamos en el complejo…”
—”Mmmngh…” —Cheong Myeong gruñó ruidosamente, girando ligeramente para pegar aún más su cuerpo al de Baek Cheon—. “Cinco minutos más… sólo cinco…”
—”Llevas diciendo eso desde que me tomaste como discípulo”—respondió Baek Cheon, reprimiendo una risa.
Cheong Myeong se quejó como un niño y escondió el rostro contra la cintura de su pareja, murmurando cosas inentendibles que sonaban sospechosamente como “odio Shaolin” y “que los monjes peleen entre ellos”.
Baek Cheon decidió no insistir más. Con cuidado, deslizó su cuerpo fuera del agarre de Cheong Myeong y se sentó al borde de la cama. El frío de la mañana hizo que se estremeciera por un instante, pero el recuerdo del calor del cuerpo de su maestro aún se aferraba a su piel. Recorrió con la mirada la habitación semioscura y comenzó a recoger su ropa, que estaba esparcida por el piso como testigo mudo de la noche anterior.
Primero la túnica, luego el cinturón, las botas en una esquina, su banda de cabello atrapada debajo de una silla… ¿Cómo habían llegado a tal estado de desorden? La respuesta era evidente, y el leve rubor que subió a sus mejillas no tardó en confirmarlo.
Justo cuando Baek Cheon se agachaba para alcanzar su túnica superior, sintió una mirada pesada en su espalda.
—”…Ya estás vestido” —gruñó Cheong Myeong desde la cama, su voz ronca por el sueño.
Baek Cheon se giró. Cheong Myeong lo miraba con los ojos entrecerrados, recostado sobre un brazo y con la sábana apenas cubriendo su cintura. El cabello le caía desordenado sobre los ojos, dándole un aire peligrosamente atractivo incluso en su estado más vulnerable.
—”Pensé que dijiste que necesitabas cinco minutos más” —dijo Baek Cheon con calma.
—”Cambié de opinión” —murmuró Cheong Myeong, estirando un brazo hacia él con intenciones muy claras—. “Ven aquí y déjame robarte otros cinco. Prometo que después nos vamos.”
—”No hay forma de que confíe en esa promesa” —respondió Baek Cheon, conteniendo una sonrisa mientras terminaba de ajustarse el cinturón.
Cheong Myeong frunció el ceño y se dejó caer de espaldas con un suspiro dramático, cubriéndose el rostro con el brazo.
—”Eres cruel, Baek Cheon. Demasiado hermoso y demasiado cruel.”
—”Y tú demasiado perezoso para ser maestro de nadie “—dijo Baek Cheon con un suspiro, caminando hacia él para alisarle el cabello—. “Vamos. Es hora de levantarse.”
Cheong Myeong gruñó, pero al sentir la mano de Baek Cheon acariciándole la cabeza como si fuera un gato rebelde, no pudo evitar soltar una pequeña risa y se sentó perezosamente en la orilla de la cama, aún bostezando mientras comenzaba a colocarse la parte inferior de su ropa. Sus movimientos eran lentos y despreocupados, los músculos de su espalda contrayéndose suavemente con cada pequeño estiramiento. Baek Cheon, ya casi vestido, aprovechó el momento para acercarse en silencio con un pequeño cepillo de madera en mano.
—”Quédate quieto un momento” —murmuró con ternura mientras comenzaba a peinar el cabello rebelde de su maestro.
Cheong Myeong solo asintió con una sonrisa medio dormida, cerrando los ojos y dejando que su pareja se ocupara de él como si fuera lo más natural del mundo.
Pero para Baek Cheon no era tan fácil concentrarse. Su mirada, inevitablemente, se desvió del cabello revuelto al resto del cuerpo frente a él. La espalda de Cheong Myeong estaba completamente descubierta, mostrando la piel algo bronceada surcada de finas cicatrices y firmemente marcada por músculos definidos. Cada línea, cada sombra de su silueta parecía cuidadosamente esculpida por una mano divina, y Baek Cheon sintió cómo su garganta se secaba y el calor subía a sus mejillas.
—”¿Por qué tienes que ser así…?” —murmuró en voz tan baja que ni el aire lo escuchó.
Apretó los labios, intentando mantener la compostura, pero su vista se quedó fija en el espacio entre los omóplatos de Cheong Myeong. Mordió su labio inferior, distraídamente, casi deseando inclinarse y besar cada centímetro de esa espalda que tan bien conocía… Pero justo entonces, Cheong Myeong se colocó la parte superior de su túnica, cubriéndose con una despreocupación que contrastaba completamente con el conflicto silencioso de Baek Cheon.
—”Haa…” —Baek Cheon soltó un suspiro largo y decepcionado.
Cheong Myeong, completamente ajeno a lo que acababa de pasar a sus espaldas, giró ligeramente la cabeza y sonrió, feliz de haber recibido un peinado de su novio tan temprano por la mañana.
—”Oye, ¿te sientes nervioso por hoy?” —preguntó de forma casual mientras ajustaba el lazo de su túnica.
Baek Cheon se quedó en silencio un momento, adivinando a qué se refería. Hoy sería su combate contra su hermano mayor… Después de tanto tiempo, después de tantos silencios, entrenamientos paralelos y caminos divergentes, al fin tendrían que cruzar espadas ante todos.
Con una sonrisa serena, Baek Cheon negó con la cabeza.
—”No estoy nervioso” —respondió, mirándolo con calma.
Cheong Myeong lo observó por un segundo y luego soltó una pequeña risa.
—”Entonces estás emocionado por golpearlo, ¿cierto?”
—”Tampoco eso” —dijo Baek Cheon, soltando un suspiro de resignación mientras tomaba su espada—. “No es como si estuviera esperando este encuentro con ansias.”
—”Ah… tú y tu eterno sentido del deber” —respondió Cheong Myeong, sacudiendo la cabeza con una sonrisa juguetona—. “Por eso te quiero, pero también por eso me exasperas.”
—”Gracias… supongo” —respondió Baek Cheon, riendo suavemente mientras abría la puerta para salir.
Con los primeros rayos del sol acariciando sus rostros, ambos salieron al camino. La ciudad comenzaba a despertarse, las campanas de los templos resonaban a lo lejos, y la brisa matutina traía el fresco aroma del incienso encendido en las calles.
Sin hablar mucho más, emprendieron el camino de regreso a Shaolin, caminando uno al lado del otro en un silencio cómodo. Sus pasos eran firmes, sus sombras alargadas por la luz naciente, y aunque sabían que la jornada estaría llena de tensiones y duelos, al menos por ahora, compartían la misma tranquilidad. Uno sostenía la espada con propósito. El otro, con amor.
Y ambos estaban listos.
—---
Cuando Cheong Myeong y Baek Cheon finalmente llegaron al área designada para su secta, su grupo ya se encontraba completamente formado, alineados en filas disciplinadas, listos para comenzar la jornada. Nadie los miró con extrañeza, nadie preguntó por qué habían desaparecido desde el amanecer, ni por qué ambos tenían el cabello cuidadosamente peinado, la ropa fresca y una expresión sospechosamente satisfecha en el rostro.
No. Nadie quería saberlo.
Incluso Cheong Mun, que por lo general era estricto con los horarios y la disciplina, optó por cerrar los ojos ante la escena. Cuando los vio llegar —con Baek Cheon caminando erguido pero con un leve sonrojo, y Cheong Myeong con la actitud despreocupada de quien ha dormido más de lo debido y aún así no se arrepiente— simplemente desvió la mirada con un suspiro silencioso.
“Hay cosas que es mejor no saber,” pensó, antes de girarse para dar la señal de concentración.
A fin de cuentas, había algo mucho más importante en qué enfocarse: la competencia.
El ambiente del lugar había cambiado con el pasar de los días. Las gradas ya no estaban llenas de ruido bullicioso, apuestas desesperadas o gritos apasionados por su secta favorita. Ahora que los números se habían reducido a apenas setenta y cuatro competidores, el público se había vuelto más selectivo, más centrado. Los gritos se convirtieron en susurros intensos, en análisis de estrategias, en discusiones sobre estilos de combate y talentos emergentes.
Ya no se trataba sólo de apoyar a una secta.
Se trataba de quién ganaría.
Desde las esquinas del estadio improvisado, los nombres de discípulos comenzaron a flotar entre la multitud como hojas en el viento. Discípulos del Clan Namgung, famosos por su espada relámpago. Guerreros de la Secta Wudang, conocidos por su gracia letal. Miembros del Clan Tang, rodeados de rumores por sus armas ocultas y venenos misteriosos. La familia Moyong, Shaolin, incluso los temidos Lin de la Región del Sur… todos tenían representantes fuertes, habilidosos, con estilos distintivos y victorias memorables.
Y luego, alguien mencionó el nombre.
—”¿Y qué hay de Baek Cheon, del Monte Hua?”
Por un instante, el silencio se esparció como una onda entre los espectadores, como si alguien hubiese arrojado una piedra en un lago quieto. Luego, como si hubieran estado esperando esa chispa, las opiniones empezaron a brotar:
—”Es verdad, ese tipo es sólido. Muy técnico, muy limpio.”
—”Derrotó a uno de los discípulos internos de Wudang sin recibir un solo corte.”
—”Dicen que entrena bajo un monstruo… el famoso Geomjon del Monte Hua.”
—”¿El mismo que venció a los fuertes ancianos de otras sectas? ¡Qué locura!”
Las reacciones no se hicieron esperar. Algunos asintieron con respeto, otros silbaron impresionados. Incluso hubo quien murmuró que, si seguía avanzando a ese ritmo, era muy posible que llegara a estar entre los cinco finalistas… o incluso que lo ganara todo.
Desde su lugar entre los discípulos del Monte Hua, Baek Cheon se mantenía recto, sin mostrar emoción. Escuchaba todo, claro, no era sordo, pero su rostro seguía tan sereno como siempre. No por humildad ni por orgullo, sino porque sabía que lo verdaderamente importante aún no comenzaba.
Cheong Myeong, parado justo a su lado, le dio un codazo suave con una sonrisa traviesa.
—”¿Viste eso? Ya eres el favorito de la multitud. Si ganas, tendrás que firmar autógrafos.”
Baek Cheon resopló sin volverse a mirarlo.
—”Sólo me interesa vencer a mi hermano.”
—”¿Y a mí?” —replicó Cheong Myeong en voz baja, con una ceja alzada.
—”A ti ya te vencí hace tiempo…” —respondió Baek Cheon, lanzándole una mirada de soslayo cargada de doble sentido.
Cheong Myeong se quedó sin palabras por medio segundo, antes de reír por lo bajo, mirando hacia el cielo mientras murmuraba:
—”Este tipo… está empezando a hablar como yo.”
El gong resonó en la plaza, anunciando el inicio del día. Los nombres de los siguientes participantes comenzaron a ser llamados.
La competencia continuaba.
Y los ojos del mundo ahora estaban sobre Baek Cheon.
(...)
Entre los murmullos emocionados que recorrían la audiencia, hubo una frase que cayó como una piedra en el lago, creando ondas que se expandieron rápidamente entre los asistentes:
—”Si el Monte Hua gana esta vez… no es imposible que vuelvan a ser parte de las Diez Grandes Sectas.”
Por un momento, el ambiente pareció contener el aliento. Los susurros cesaron, dando paso a una nueva corriente de pensamientos. El rumor no sonaba tan descabellado, y entre más lo pensaban, más lógico parecía. Después de todo, la actuación del Monte Hua en esta competencia había sido impecable hasta ahora: cada discípulo había demostrado técnica, espíritu y fortaleza que rivalizaba con las sectas más poderosas del Murim.
—”Sí, sí, tiene sentido…” —murmuró un anciano de barba larga—. “Si siguen así, no sería raro que una de las actuales sea desplazada…”
—”La Secta Kunlun ha estado decayendo, ¿no?”
—”Y la de orden de loto… llevan años sin un solo discípulo destacado.”
El murmullo volvió, esta vez más fuerte, más lleno de especulaciones sobre reestructuras inminentes, nombres de sectas que podrían caer y la posibilidad histórica de un regreso que jamás había sucedido. Porque en toda la historia del Murim, ninguna secta expulsada de las Diez Grandes había vuelto a ocupar un asiento en esa prestigiosa mesa. Las expulsiones eran tajantes. Finales. Como una sentencia de muerte para el prestigio.
Pero el Monte Hua… parecía desafiar esa norma.
En una de las esquinas del campo, los discípulos del Monte Hua, que ya se habían sentado tras la ceremonia de apertura del día, alcanzaron a escuchar las palabras del público.
Y entonces comenzaron a hablar entre ellos.
—”¿Te imaginas si regresamos a las Diez Grandes?”
—”Sería increíble. Tal vez hasta reconstruyan el Salón de los Fundadores…”
—”¡Y podríamos dejar de dormir tres por cuarto!”
Algunos reían con entusiasmo, otros mostraban una emoción más serena, casi reverente. Se trataba de algo más que gloria. Era justicia. Era devolverle a su secta el lugar que merecía. Y por un instante, entre todos, esa posibilidad pareció real.
Fue entonces cuando Yoon Jong miró a Cheong Myeong y, sin poder evitarlo, preguntó:
—”Maestro Geomjon… ¿tú crees que de verdad podamos regresar?”
Cheong Myeong, que estaba apoyado contra una de las columnas de piedra con los brazos cruzados y expresión hastiada, giró lentamente la cabeza hacia él. Su ceja se arqueó y su expresión cambió a una mueca de fastidio como si acabaran de insultarlo personalmente.
—”¿¡Volver!?” —exclamó con voz lo suficientemente alta para que todos los presentes lo oyeran—. “¿¡Por qué diablos querríamos volver ahí!? ¿¡Acaso no tienen orgullo!?”
Los discípulos, que un segundo antes estaban emocionados, se encogieron de hombros como niños atrapados robando bocadillos. Yoon Jong y Jo Gul bajaron la mirada como si repentinamente sus túnicas tuvieran bordados muy interesantes. Incluso un par de ellos se ocultaron tras el cuerpo de Yu Iseol, esperando que su volumen los protegiera del regaño.
Cheong Myeong los recorrió con la mirada, fulminante.
—”¡Nos echaron como si fuéramos basura! ¡Nos dieron la espalda cuando más necesitábamos apoyo! ¡Y ahora, ¿quieren arrastrarse para pedir que nos dejen volver?!”
—”N-no dijimos eso exactamente…” —intentó justificar Jo Gul.
—”¡Entonces no lo piensen!” —gruñó Cheong Myeong—. “¡El Monte Hua no necesita rogarle a nadie! ¡Nosotros haremos nuestra propia cima!”
Los discípulos lo miraron en silencio, aún procesando la repentina explosión, y como si no fuera suficiente, todos voltearon a ver con ojos lastimeros a Baek Cheon, su sasuk, buscando consuelo o, al menos, una moderación a la furia de Cheong Myeong.
Pero se encontraron con algo peor.
Baek Cheon tenía los brazos cruzados, la mandíbula apretada y la expresión endurecida. Y cuando habló, fue con una firmeza que incluso sorprendió a Cheong Myeong.
—”El maestro tiene razón” —dijo, sin pestañear—. “¿Qué tiene de bueno las Diez Grandes Sectas? ¿Una silla en una mesa de arrogantes que nos despreciaron? ¿En verdad quieren volver a inclinar la cabeza frente a los que se burlaron de nosotros durante años?”
Sus palabras cayeron como un peso sobre los hombros de los discípulos. No eran un regaño estridente como el de Cheong Myeong, sino una verdad dura que golpeaba el pecho.
Baek Cheon alzó la vista, mirando al cielo despejado.
—”No necesitamos volver. Lo que debemos hacer es avanzar. Convertir al Monte Hua en algo aún más grande. Y si eso significa crear un nuevo lugar entre los más fuertes, lo haremos. No por ellos. Sino por nosotros… por todo lo que hemos soportado y todo lo que hemos trabajado para llegar aquí.”
Cheong Myeong lo miró de reojo con una pequeña sonrisa satisfecha. Ese era su Baek Cheon. Orgulloso, firme y con los pies bien puestos sobre el suelo.
Los discípulos, conmovidos por esas palabras, comenzaron a asentir uno a uno. Ya no pensaban en regresar. Ahora pensaban en ascender… y hacerlo a su manera.
La competencia aún no terminaba.
Y el Murim estaba a punto de ver algo que no se había visto en siglos:
El renacimiento de una leyenda.
Chapter 181: ⌗Competencia (21)
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Cheong Myeong se volvió hacia Baek Cheon con una sonrisa ladeada, esa sonrisa que usaba cuando se estaba conteniendo de darle un golpe amistoso o cuando sentía que había entrenado a alguien lo suficiente como para soltarle la rienda.
—”¿Sabes lo que tienes que hacer ahora?”
Baek Cheon, con su porte firme y los ojos brillando con determinación, asintió sin titubear.
—”Tengo que demostrarles a todos aquí que la espada del Monte Hua no es inferior a las espadas de las Diez Grandes Sectas.”
Cheong Myeong sonrió aún más, como si esas palabras hubieran sido música para sus oídos.
—”Bien.” —Asintió con satisfacción—. “Entonces ve… y gana.”
Como si el universo hubiera esperado esa línea para marcar el destino, justo en ese momento el nombre de Baek Cheon fue llamado.
Una oleada de suspiros y murmullos se elevó entre los espectadores. Era uno de los combates más esperados del día, no solo por el nivel técnico de ambos o por su posición como representantes de sectas reconocidas, sino por lo que representaban: Monte Hua contra Jongnam.
Baek Cheon cerró los ojos un instante, respiró profundamente y subió los escalones del escenario con paso sereno. Su figura se movía como si cada paso pesara toneladas, pero al mismo tiempo irradiaba ligereza. Al llegar al centro del escenario, alzó la vista… y allí estaba él.
Jin Geumryong.
Erguido, la espalda recta, el rostro impasible. Su mirada era fría, precisa, como la hoja de una espada que ha sido afilada por años. Su sola presencia era intimidante para cualquiera que no lo conociera. Pero Baek Cheon no solo lo conocía… lo entendía.
Sus ojos se encontraron. Baek Cheon alzó apenas la barbilla, y, para sorpresa de muchos, desvió la vista por un instante para mirar el cielo azul que se extendía sobre ellos. Se dio un momento para saborear el aire fresco, como si no estuviera a punto de enfrentarse al combate más importante de su vida. Y luego bajó la mirada hacia su hermano con tranquilidad.
Jin Geumryong fue el primero en romper el silencio, su voz tan gélida como siempre.
—”Lo admito. Te has vuelto fuerte. El mocoso que lloraba aferrado a los pies de su madre… ahora es un espadachín.”
Sin apartar la mirada, desenvainó su espada. El sonido metálico resonó con un eco nítido, provocando un estremecimiento en los espectadores.
—”Pero yo no me he quedado atrás” —continuó con firmeza—. “Hoy te lo demostraré. Voy a ser el muro que bloquee tu camino.”
Baek Cheon no se inmutó. Su expresión no cambió ni un ápice. En cambio, una sonrisa tranquila se curvó en sus labios, y con un movimiento fluido, desenvainó su propia espada.
—”Debes saber algo, hermano” —respondió con serenidad—. “Los muros están hechos para ser saltados.”
Jin Geumryong frunció el ceño con un leve tic en la ceja.
—”Arrogante” —escupió con desdén.
Y entonces… el mundo pareció contener la respiración.
El público enmudeció. Los sonidos se disiparon, como si incluso el viento se negara a interrumpir la tensión que se había formado entre ellos. Solo existían ellos dos. Dos espadas. Dos hermanos. Dos caminos que inevitablemente colisionaban.
Las miradas se clavaron una en la otra, fijas, decididas, sin rastro de duda.
Y en el instante exacto en que una hoja cayó de un árbol cercano, cuando la brisa la llevó flotando hasta tocar el suelo…
Ambos se lanzaron hacia adelante.
Como si un resorte invisible se hubiera activado al mismo tiempo, los dos cuerpos se impulsaron con toda su fuerza, las espadas brillando bajo el sol como extensiones de su voluntad. El impacto se avecinaba. El choque de ideales. De orgullo. De historia.
Y mientras corrían el uno hacia el otro, con los corazones latiendo como tambores de guerra, el Murim entero se preparaba para presenciar una batalla que quedaría grabada en la memoria de todos.
(...)
Desde su asiento privilegiado, Jin Cho-baek observaba el enfrentamiento con una expresión oscura, los labios apretados en una fina línea de tensión. Mientras los espectadores comunes contenían la respiración, temblaban de expectación o aplaudían emocionados, él no podía permitirse ninguna de esas reacciones. Para todos los demás, aquello era solo un duelo más entre dos discípulos destacados… pero para Jin Cho-baek, era mucho más profundo, más doloroso, más íntimo.
Sus manos se cerraron en puños sobre sus rodillas, los nudillos poniéndose blancos por la fuerza. Cada movimiento que Baek Cheon realizaba sobre el escenario era como una aguja clavándose en su pecho. ¿Cómo no iba a doler? ¿Cómo no iba a mirar con amargura?
Allí, en ese escenario, chocaban dos partes de su vida.
De un lado, Jin Geumryong: su primogénito, su orgullo, la promesa viviente de la gloria futura de la secta Jongnam. Desde joven, Geumryong había demostrado un talento natural en la espada, y Jin Cho-baek no había escatimado esfuerzos para moldearlo en un arma imparable. Un ejemplo. Una estrella.
Y del otro lado… Baek Cheon.
El hijo que había osado rechazarlo. El que había desafiado su autoridad, su decisión, su visión de futuro. El que se había marchado de Jongnam para abrazar a los “decadentes” del Monte Hua, una secta que en aquel entonces apenas era la sombra de lo que fue. La vergüenza pública. La mancha en su nombre.
Y, sin embargo, ahora, ante sus propios ojos… ese hijo que había abandonado su hogar era la encarnación de un arte que parecía resurgir con una fuerza imposible de ignorar.
Desde que Baek Cheon se unió al Monte Hua, sus habilidades no habían hecho más que florecer de manera brillante. Jin Cho-baek aún recordaba el golpe a su orgullo cuando, durante un encuentro tiempo atrás, Baek Cheon había logrado derrotar a su hermano mayor. Esa humillación había sido insoportable. Desde entonces, había duplicado, triplicado el rigor del entrenamiento de Geumryong. No solo en fuerza bruta, sino en técnica, en refinamiento, en mentalidad. Geumryong incluso había comenzado a desarrollar su propio arte: una técnica inspirada en el famoso “Flor de ciruelo de 24 movimientos” del Monte Hua, pero con su toque personal.
No ciruelos de flores rosadas como en Monte Hua… sino flores blancas como la nieve.
Un nuevo arte, frío, majestuoso y devastador: el “Jardín de Flores de Hielo”.
Una técnica que no solo igualaría, sino que superaría al Monte Hua.
Ahora, todo se reduciría a esto. A este momento.
Las espadas de los hermanos chocaron en un estallido de fuerza pura. El ruido metálico reverberó en todo el estadio, cortando el murmullo de la audiencia de inmediato. La intensidad fue tal que el polvo se levantó del suelo a su alrededor, y sus figuras quedaron envueltas en un aura vibrante de energía contenida.
Los pasos de ambos fueron firmes, como si sus pies enraizaran el suelo con cada golpe.
Cada tajo era como un rugido. Cada esquiva, un relámpago.
Jin Cho-baek no podía apartar la mirada.
¿Había funcionado todo su esfuerzo? ¿Todo el sacrificio?
¿Acaso su hijo mayor, Jin Geumryong, superaría hoy la sombra de Baek Cheon?
¿O, por el contrario, Baek Cheon se habría convertido en algo aún más inalcanzable?
Un muro… demasiado alto incluso para el que fue criado para superarlo.
El corazón de Jin Cho-baek latía dolorosamente en su pecho.
No importaba quién ganara —no realmente—. En el fondo, sabía que, para él, sería una derrota de cualquier manera. Porque ya había perdido algo el día en que Baek Cheon dio la espalda a Jongnam… y eligió otro camino.
Y sin embargo, no podía evitarlo.
Tenía que verlo hasta el final.
Tenía que presenciar quién era realmente su hijo.
Y en qué se había convertido.
La batalla apenas comenzaba, pero para Jin Cho-baek, el duelo ya era un juicio.
Uno al que no podría escapar.
El estruendo de las espadas chocando volvió a resonar en el aire, pero esta vez Jin Cho-baek apenas lo percibió.
Su atención estaba atrapada en una sola imagen: Baek Cheon, su hijo menor, erguido con la espada extendida frente a Jin Geumryong, completamente imperturbable.
No había retrocedido ni un paso.
La fuerza de Jin Geumryong, su destreza, su técnica afinada hasta el límite... todo eso que debía ser suficiente para hacer retroceder a cualquier oponente, no había movido ni un solo cabello de Baek Cheon.
Se mantenía firme. Radiante. Hermoso.
Baek Cheon era como una flor en plena primavera, fuerte y vibrante, capaz de resistir incluso la más cruel de las tormentas.
La luz del sol bañaba su figura, resaltando la calma decidida en su rostro, la línea perfecta de su postura, la claridad en sus ojos.
Jin Cho-baek sintió un nudo formarse en su garganta. Sus dientes apretaron sus labios con fuerza, hasta que el amargo sabor metálico de la sangre llenó su boca.
Era su culpa.
Todo esto, todo lo que veía ahora, era su culpa.
Desde el principio, Jin Geumryong había mostrado un talento brillante. Era imposible no notarlo, imposible no sentirse orgulloso de él. Desde pequeño, Geumryong absorbía las técnicas como si fueran parte de su naturaleza, como si la espada y él fueran una sola entidad. Y Jin Cho-baek, cegado por esa facilidad, por ese destello temprano de excelencia, volcó toda su atención en él.
En cambio, Baek Cheon…
Baek Cheon nunca fue especialmente brillante.
No destacaba. No era el primero, ni el mejor, ni el más prometedor.
Era simplemente… ordinario. Y en su ceguera, Jin Cho-baek lo dejó de lado.
Pero algunas personas… no nacen brillando.
Algunas personas, pensó Jin Cho-baek mientras sus manos temblaban levemente, son como semillas enterradas profundamente en la tierra, esperando el momento adecuado, el cuidado necesario, para finalmente florecer.
Él, como padre, debió haber visto eso.
Debió haber sido el primero en notarlo.
Debió haber sido el primero en extenderle la mano.
Pero no lo hizo.
Y ahora, alguien más lo había hecho.
Sin poder evitarlo, sus ojos se desviaron, dejando de mirar el escenario solo por un instante, para posarse en la sección donde los discípulos del Monte Hua observaban el combate.
Entre ellos, inconfundible, estaba Geomjon.
De pie, con los brazos cruzados, observando la pelea con una sonrisa satisfecha curvando sus labios.
Esa figura altiva, ese hombre al que tanto despreciaba y contra el que había guardado rencor por tantos años…
Él había visto lo que Jin Cho-baek no quiso ver.
Él había tendido la mano a Baek Cheon.
Él había nutrido ese talento, creído en su potencial, cultivado su fuerza.
No como un hijo... pero sí como un discípulo. Como un guerrero.
El golpe de la realización fue brutal.
Jin Cho-baek sintió que algo en su interior se agrietaba lentamente.
Había sido derrotado ya, no en el campo de batalla, no en el duelo entre sus hijos…
Sino en el corazón de un joven que alguna vez fue suyo.
Perdió no solo a un espadachín prodigioso… sino a su propio hijo.
Con la mirada borrosa por emociones que se negaba a dejar salir, volvió sus ojos hacia el escenario.
Allí, Baek Cheon volvía a avanzar, su espada danzando como una extensión de su espíritu, tan viva, tan auténtica.
Y Jin Geumryong, con todo su talento, estaba siendo empujado, retrocediendo paso a paso frente a una fuerza que no venía solo del talento… sino de algo mucho más profundo.
Detrás de la espada de Baek Cheon no solo había técnica.
Había voluntad.
Orgullo.
Y el dolor de un hijo que, al no ser amado como merecía, había aprendido a amar su propio camino.
Jin Cho-baek cerró los ojos por un breve instante.
Ya no sabía qué era peor: ver a su hijo perder... o darse cuenta de que nunca fue digno de verlo ganar.
(...)
Los discípulos del Monte Hua observaban el duelo con los nervios en la garganta, sus ojos abiertos de par en par, brillando de tensión y ansiedad.
¿Baek Cheon sasuk podría ganar esta vez?
Era cierto que Baek Cheon ya había derrotado a Jin Geumryong en el pasado, pero eso había sido cuando ambos eran más jóvenes, cuando sus habilidades todavía estaban en pleno crecimiento.
Ahora... ahora todo era diferente.
Jin Geumryong ya no era solo el orgulloso discípulo mayor de Jongnam.
Ahora era un espadachín consumado, un talento temido, alguien cuya fuerza parecía estar en otra dimensión.
La energía interna que exudaba era asfixiante, como si llenara todo el campo de batalla con su mera presencia.
Los discípulos del Monte Hua podían sentirlo claramente: esa no era una fuerza que cualquiera pudiera enfrentar.
Sin quererlo, algunos desviaron la mirada hacia su maestro, buscando una señal, una pista, cualquier indicio de qué esperar.
Cheong Myeong estaba allí, de pie, sus brazos cruzados con serenidad absoluta, sus ojos fijos en el enfrentamiento, imperturbable como una montaña frente a una tormenta.
Esa sola imagen les recordó algo que parecían haber olvidado entre su ansiedad:
Debían confiar en su sasuk.
Debían confiar en Baek Cheon.
En el campo, el sonido de las espadas chocando resonó de nuevo, metálico, agudo, cortando la tensión en el aire.
Clang!
Baek Cheon se adelantó con agilidad, su espada apuntando directo a su hermano, pero Jin Geumryong no retrocedió ni un paso.
Con una velocidad sobrehumana, desvió el ataque y contraatacó.
Clang! Clang!
Las hojas de las espadas se rozaron, saltando chispas en el aire.
Baek Cheon apretó los dientes mientras sentía el peso abrumador de su hermano sobre su espada.
Era fuerte.
Definitivamente más fuerte que la última vez.
La fuerza del empuje era tal que provocó una pequeña explosión de qi alrededor de ellos, ondas de energía invisible que hicieron vibrar el aire y provocar que el polvo del suelo se alzara en remolinos.
Baek Cheon fue forzado a retroceder varios pasos, sus pies resbalando ligeramente sobre la arena endurecida del suelo.
Y antes de que pudiera estabilizarse completamente, Jin Geumryong avanzó como un rayo, su espada apuntando directamente a su cabeza, implacable, buscando terminar el duelo de un solo golpe.
—”¡Tsk!”—Baek Cheon chasqueó la lengua, forzando su cuerpo a moverse.
Instintivamente levantó su espada para bloquear, y el impacto fue brutal.
BANG!
La colisión de ambas espadas hizo temblar los brazos de Baek Cheon, pero no soltó su arma.
Sin embargo, no había terminado.
Jin Geumryong, con una precisión cruel, giró sobre un pie y lanzó una poderosa patada directo al pecho de Baek Cheon.
—”¡Kh!”—Baek Cheon no pudo evitar soltar un jadeo de dolor.
El golpe fue devastador, la fuerza lo levantó del suelo y lo lanzó hacia atrás como una muñeca de trapo.
El mundo pareció tambalearse alrededor suyo, pero incluso en medio del aire, Baek Cheon no perdió el control.
Apretó los dientes, forzó su centro de gravedad hacia adelante y clavó sus pies en el suelo antes de ser expulsado completamente de la arena.
Una nube de polvo se alzó donde aterrizó, cubriéndolo momentáneamente.
Pero cuando el polvo se asentó, ahí estaba él.
Baek Cheon había frenado su deslizamiento, sus piernas firmemente plantadas, su espada aún alzada frente a él.
Su pecho subía y bajaba con fuerza, el dolor palpándole bajo las costillas, pero su postura era firme, indomable.
Se enderezó lentamente, y sus ojos se alzaron, claros y decididos.
No importaba cuánto doliera.
No importaba cuántas veces lo derribaran.
Él se levantaría.
Porque en ese campo de batalla no solo estaba defendiendo su orgullo...
Estaba defendiendo todo lo que había logrado con sus propias manos.
Desde la sección de discípulos del Monte Hua, Cheong Myeong dejó escapar una pequeña sonrisa apenas perceptible.
—Así es, Baek Cheon —murmuró para sí—. Ahora muéstrales lo que has logrado.
Mientras Cheong Myeong seguía con los ojos la batalla que se desarrollaba ante él, una sensación extraña se coló en su mente como una espina imposible de ignorar.
"¿La batalla original era así de intensa?"
Recordaba haber presenciado este duelo en el juego “Ecos del Destino Celestial”, una escena famosa que incluso tenía su propio evento con recompensas especiales si el jugador tomaba ciertas decisiones.
Sin embargo, lo que sus recuerdos le ofrecían ahora eran imágenes vagas: solo algunos fondos pintados, figuras estáticas de los personajes en poses icónicas y diálogos preestablecidos.
Pero esto... esto era diferente.
El sonido metálico de las espadas chocando, el temblor sutil del suelo bajo sus pies, la fuerza brutal del qi sacudiendo el aire como olas invisibles —todo era real, tangible, vibrante.
Y, aun así, la diferencia no era solo la vividez.
Había algo más.
Algo que no lograba poner en palabras.
‘¿Es esto por mi culpa?’, pensó, una pizca de culpa filtrándose en su corazón.
Sacudió ligeramente la cabeza, como expulsando esos pensamientos incómodos.
Ahora no era el momento de pensar en líneas temporales ni teorías de mariposas.
Respiró hondo y volvió a enfocar su atención en la batalla.
Chapter 182: ⌗Competencia (22)
Chapter Text
En el centro del campo, Jin Geumryong permanecía inmóvil un segundo más, su espada baja, su pecho agitado.
Observaba a Baek Cheon con ojos fríos, casi impasibles, pero sus dedos no lograban esconderlo: temblaban ligeramente alrededor del mango de su espada.
‘¿Tengo miedo?’
La idea se coló en su mente, venenosa e insoportable.
Él, Jin Geumryong, el orgulloso genio de Jongnam, había trabajado incesantemente para superar aquella humillación, para dejar atrás la sombra de su hermano menor.
Y, sin embargo, aquí estaba, su cuerpo reaccionando de manera involuntaria.
Su hermano... no, Baek Cheon ya no era simplemente el hermano menor enclenque al que podía aplastar sin esfuerzo.
Se había transformado en un verdadero rival.
Una chispa brilló en los ojos de Jin Geumryong, primero de rabia, luego de algo más salvaje: emoción.
—”Te enseñaré tu lugar,” —murmuró apenas audible.
Con un grito ahogado de energía, impulsó su espada hacia adelante.
La hoja cortó el aire con una fuerza brutal, tan feroz que por un instante pareció que el cielo mismo se desgarraría.
Decenas —no, cientos— de sombras de espada brotaron tras el movimiento, una danza mortal que avanzaba como un tsunami para devorar a Baek Cheon.
El impulso era tan violento que la propia arena tembló bajo sus pies; algunos discípulos del Monte Hua, más sensibles al qi, sintieron como si sus almas fueran jaladas hacia adelante, a punto de desgarrarse.
Baek Cheon lo vio venir.
Y no esquivó.
No dio un solo paso atrás.
Con los dientes apretados y los músculos tensos, se mantuvo firme como un pilar en medio de la tormenta.
Sus ojos se estrecharon, y con un movimiento elegante y preciso, colocó su espada frente a su cuerpo, canalizando su energía interna.
La primera sombra de espada golpeó, y el sonido fue como el estruendo de un trueno.
¡KANG!
Luego la segunda.
¡KANG!
Tercera, cuarta, quinta.
Cada choque de energía hacía vibrar la atmósfera, como si todo el mundo a su alrededor se redujera solo a ellos dos.
Baek Cheon resistía.
Con cada sombra bloqueada, su postura se afirmaba más, sus pies hundiéndose milímetros en la tierra.
Su cuerpo entero dolía, pero su espíritu, su voluntad ardía más fuerte que nunca.
Era como una flor solitaria resistiendo una tormenta brutal.
Una flor que se negaba a ser arrancada.
Y desde la distancia, Cheong Myeong, observando todo, sintió algo dentro de él agitarse.
Una pequeña, imperceptible sonrisa curvó sus labios.
"Así es, Baek Cheon."
"Muéstrales que ahora eres tú quien mira hacia abajo."
La tensión en el aire era tan espesa que casi podía cortarse con una espada.
Cheong Myeong observaba con los puños apretados, conteniendo la respiración mientras Baek Cheon, tras resistir golpe tras golpe con una fiereza indómita, por fin vio su oportunidad.
Su contraataque fue rápido y decidido, la espada en sus manos danzando con una elegancia feroz. Jin Geumryong, por primera vez en toda la batalla, retrocedió ante el empuje de su hermano menor.
Y entonces, sucedió.
La espada de Baek Cheon empezó a emitir un leve brillo rosa, como la luz del amanecer filtrándose entre las montañas.
Desde la punta de su hoja, pequeñas flores de ciruelo comenzaron a materializarse, flotando delicadamente en el aire a su alrededor.
Era un espectáculo tan hermoso como devastador.
El símbolo definitivo de su crecimiento.
En la historia original, aquel era el momento que marcaba la victoria de Baek Cheon —el instante en que finalmente rompía las cadenas del pasado y brillaba como un auténtico discípulo del Monte Hua.
Cheong Myeong sintió que el corazón se le subía a la garganta.
"¡Ese es! ¡Ese es el momento!"
Pero entonces... algo salió terriblemente mal.
Antes de que las flores pudieran consolidarse en su máximo esplendor, Jin Geumryong, en un movimiento de velocidad explosiva, acortó la distancia entre ambos de un solo paso, como una flecha disparada desde un arco.
Su espada se alzó en un ángulo mortal, y con una precisión despiadada, golpeó directamente la trayectoria de Baek Cheon.
¡SHHIK!
Las flores de ciruelo que acababan de formarse se deshicieron en el aire, como ilusiones destrozadas por el viento.
Cheong Myeong, desde su lugar, dio un salto involuntario, medio incorporándose de su asiento, la alarma y la incredulidad brillando en sus ojos.
"¡No! ¡Eso no debía pasar!"
Antes de que Baek Cheon pudiera reaccionar, Jin Geumryong aprovechó la apertura.
Su espada, ahora rodeada de un qi azul denso y afilado como una navaja, se lanzó con brutalidad hacia la muñeca de Baek Cheon.
El sonido que siguió fue horrendo.
Un desgarrador crujido, como ramas quebrándose en pleno invierno.
¡KRRSSHH!
Y luego, el rojo.
Rojo brillante, rojo violento, salpicando el aire y la tierra como una lluvia infernal.
El corte fue profundo.
Tan profundo que por un instante, bajo la sangre que manaba a borbotones, Cheong Myeong pudo vislumbrar el destello blanco del hueso expuesto.
Los discípulos del Monte Hua ahogaron gritos horrorizados.
Algunos incluso retrocedieron instintivamente, pálidos como si hubieran sido heridos ellos mismos.
Baek Cheon con su mano libre, apretó su muñeca herida, intentando detener el sangrado desesperadamente.
Su rostro, usualmente sereno y firme, estaba ahora contorsionado en dolor.
Sin embargo, sus piernas no cedieron.
No cayó.
Se mantuvo en pie, tambaleante, con los dientes apretados y la mirada fija en su hermano.
Cheong Myeong sintió como si algo frío y pesado se asentara en su pecho.
‘¡Esto no debía pasar! ¡Esto no debía pasar!’
En la historia original —en el juego— Baek Cheon no resultaba herido de esta forma durante esta pelea.
Este tipo de lesión, esta brutalidad... pertenecía a otro evento, uno que él había evitado.
O eso pensaba.
Era la herida que el Geomjon original debía haberle causado en un encuentro previo, para impedir su ascenso, para quebrarlo antes de que pudiera florecer.
Pero ahora...
Ahora, frente a sus ojos, esa desgracia se materializaba de una manera aún más cruel:
no por sus manos, sino por las de su propio hermano.
Cheong Myeong sentía que sus manos temblaban.
Sus ojos se clavaron en Baek Cheon, observando cada pequeño movimiento —cada espasmo de dolor, cada gota de sangre que caía pesadamente al suelo.
‘¿Qué demonios está pasando?’
(...)
El dolor era atroz, cada latido de su corazón parecía martillar directamente en su muñeca herida.
Baek Cheon apretó los dientes con tanta fuerza que casi se los rompió, su mano sana presionaba con desesperación sobre la profunda herida, intentando detener el sangrado que teñía su manga de rojo oscuro.
‘¿Qué hice mal?’
La pregunta le golpeó con más fuerza que cualquier corte.
¿Había bajado la guardia en medio de su ataque?
¿Se había vuelto arrogante al ver florecer sus técnicas?
¿Había calculado mal la distancia?
Fuera lo que fuera, la realidad era simple: había fallado.
Respiró hondo y alzó los ojos, encontrándose de frente con la mirada fría de su hermano mayor.
Jin Geumryong lo observaba desde la cima de su propia superioridad, sin atisbo de compasión.
Entonces, abrió la boca y, con voz serena, dejó caer palabras afiladas como cuchillas:
—”Las flores del Monte Hua son realmente hermosas.”
Hizo una pausa breve, tan breve que parecía sólo para darle más peso a sus siguientes palabras:
—”Pero no sirve de nada si cortas la rama antes de que florezcan. Como tú ahora.”
El comentario atravesó a Baek Cheon como otra estocada.
Sintió que su rostro ardía no sólo por el dolor físico, sino también por la humillación.
Su corazón comenzó a latir desbocado, martillando en su pecho con violencia.
Un sudor frío se deslizó por su espalda, empapando su uniforme.
‘No…’
No podía aceptar esas palabras.
No podía quedarse allí, derrotado, bajo la mirada de todos.
Su mano buena, temblando apenas, buscó su espada caída en el suelo.
Sus dedos se cerraron sobre la empuñadura.
El dolor que surgió al intentar sostenerla fue como un relámpago de fuego subiéndole por el brazo herido.
Pero podía moverla.
Sus venas y tendones, aunque dañados, no habían sido completamente seccionados.
Era un milagro, o quizás, sólo pura obstinación.
Desde su posición, Jin Geumryong lo observaba sin pestañear.
—”¿Vas a continuar?” —preguntó, su voz sin burlas, sólo una frialdad genuina.
Baek Cheon, con el rostro descompuesto de dolor, apretó los dientes y asintió con firmeza.
No.
No iba a rendirse.
Nunca.
Jin Geumryong no mostró reacción alguna.
Simplemente volvió a tomar postura, como si aceptara el desafío sin reservas.
Baek Cheon se puso de pie, su cuerpo tambaleándose ligeramente, su respiración pesada.
Su visión se volvió borrosa por un momento.
¿Era por la sangre perdida?
¿O por la intensidad de las emociones que lo asfixiaban?
En medio del caos en su mente, su mirada se desvió instintivamente hacia un lado del escenario.
Allí, entre sus compañeros, estaba su maestro.
Geomjon —no, Cheong Myeong—, sentado con el cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse, los ojos fijos en él.
Y entonces, algo dentro de Baek Cheon se encendió.
‘No puedo perder.’
‘No puedo decepcionarlo.’
‘Mi maestro... apostó por mí.’
Una chispa de determinación atravesó la neblina del dolor.
Una sonrisa, apenas perceptible pero increíblemente luminosa, curvó sus labios.
Baek Cheon, sin apartar la vista de su hermano, arrancó con los dientes un trozo de su propio uniforme, desgarrándolo con violencia.
Con movimientos torpes pero resueltos, envolvió la tela alrededor de su muñeca herida y luego la sujetó firmemente sobre la empuñadura de su espada, amarrándola a sí mismo.
Como si estuviera uniéndose al arma de manera irrevocable.
Como si dijera:
"Si no puedo blandirla con fuerza... entonces la ataré a mí."
La sangre seguía empapando el improvisado vendaje, pero ahora no importaba.
Baek Cheon levantó su espada otra vez.
Su cuerpo era una sombra tambaleante, su uniforme estaba rasgado y manchado de sangre, pero en sus ojos brillaba una luz que no podía ser apagada.
Una luz que gritaba:
"¡Todavía no he perdido!"
Aunque sangrara.
Aunque cayera.
Seguía luchando.
Seguía avanzando.
Y eso... eso era algo que ninguna herida podría arrebatarle.
(...)
Desde su asiento, Cheong Myeong apenas podía contenerse.
Cuando vio la espalda de Baek Cheon enderezarse, un impulso incontrolable lo dominó y gritó su nombre a todo pulmón:
—”¡Baek Cheon!”
Su voz resonó por todo el campo, vibrante de emoción y desesperación.
No sabía exactamente qué quería con ese grito.
¿Detenerlo? ¿Pedirle que se retirara antes de que fuera demasiado tarde?
¿O alentarlo a seguir adelante, a no ceder?
Baek Cheon, al escucharlo, giró ligeramente su rostro hacia su maestro.
Sus labios partidos se curvaron en una sonrisa suave, tan pura y resuelta que por un momento, el corazón de Cheong Myeong se ablandó hasta casi romperse.
"Él puede."
"Baek Cheon es fuerte."
“Él puede superar esto... y mucho más."
No había nada de qué preocuparse.
Baek Cheon cerró brevemente los ojos, respiró profundo, y en su mente comenzaron a fluir los recuerdos como un torrente.
Recordó sus días de entrenamiento en el Monte Hua.
El sonido del viento golpeando las paredes de madera, el olor a tierra húmeda después de la lluvia, y por encima de todo... los constantes gritos de su maestro.
—”¡Baek Cheon, si vas a blandir esa espada como un espantapájaros borracho, mejor tírala al río!”
—”¡¿Esa es tu postura?! ¡He visto postes de lavandería con más dignidad que tú!”
Cada palabra en ese entonces le parecía insufrible.
Había días en los que deseaba poder amordazar a su maestro, meterle un trapo en la boca solo para obtener un poco de silencio.
Pero ahora...
Ahora se alegraba de no haberlo hecho.
Se alegraba de no haber ignorado esas lecciones disfrazadas de insultos.
Cada corrección, cada regaño, había plantado raíces profundas en su corazón, y ahora florecían, dándole la fuerza para no caer.
Incluso en medio de su dolor, Baek Cheon soltó una breve carcajada, ahogada y vibrante, como un estallido de vida en un campo de batalla ensangrentado.
Frente a él, Jin Geumryong frunció el ceño, claramente desconcertado por su reacción.
—*¿Qué es tan gracioso?” —preguntó con frialdad.
Baek Cheon apenas logró contener otra risa, apretando los labios para no reírse en su rostro.
Cuando habló, su voz estaba cargada de una serenidad insólita:
—”No lo malinterpretes... No me estoy riendo de ti, hermano. Me estoy riendo de mí mismo.”
Jin Geumryong lo miró como si estuviera observando a alguien que había perdido completamente la cordura.
—”Has perdido la cabeza.”
Baek Cheon sonrió, esa clase de sonrisa que sólo alguien que ha visto el abismo y ha decidido no retroceder puede mostrar.
Ajustó el agarre de su espada improvisadamente vendada a su brazo, y replicó:
—”Quizás.” —dio un pequeño paso adelante, su cuerpo temblando pero su espíritu inquebrantable—. “Lo olvidé por un momento... No estoy aquí para demostrar que soy más fuerte que tú.”
Hizo una breve pausa, levantando su espada hasta colocarla a la altura de sus ojos.
Su voz, entonces, fue como el filo de una espada desenvainada: limpia, cortante, invencible.
—”Estoy aquí para demostrar... que la espada del Monte Hua es superior a la de Jongnam.”
Sus ojos, firmes como el acero, se clavaron en los de su hermano.
Era una mirada inquebrantable.
Una mirada que decía que, pase lo que pase, pase quien pase,
no sería derrotado.
Frente a aquella determinación pura, incluso Jin Geumryong se tensó ligeramente, como si sintiera, por primera vez, que el resultado del combate no estaba completamente en sus manos.
Desde los asientos, Cheong Myeong apretó los puños con fuerza, reprimiendo el impulso de saltar de su asiento.
‘Así es, mocoso…’
‘Muéstrales... muéstrales de qué están hechas las flores del Monte Hua.’
Jin Geumryong, entrecerrando los ojos, dejó escapar una carcajada baja y despectiva.
—”¿De verdad piensas demostrarme la espada del Monte Hua con esa mano herida?” —preguntó, moviendo su espada con un gesto despreocupado, como si el resultado de este duelo ya estuviera sellado.
Baek Cheon, en lugar de responder con palabras altisonantes o de mostrar inseguridad, sonrió.
Una sonrisa amplia, desafiante, mostrando todos sus dientes como un lobo herido dispuesto a pelear hasta el final.
—”Así es mejor” —dijo, su voz firme, casi alegre, como si hubiera estado esperando este momento.
La risa de Jin Geumryong resonó en el aire, más fría esta vez.
—”No hay nada peor que la bravuconería que no coincide con la habilidad” —replicó, balanceando su espada con arrogancia.
Baek Cheon inclinó la cabeza ligeramente, como si estuviera de acuerdo.
—”Deja de fanfarronear... “—dijo en tono bajo, firme, mientras su espada se acomodaba en posición de guardia—. “Y ven a mí.”
Por un breve instante, el aire entre ellos pareció tensarse, como la cuerda de un arco estirada al máximo.
Y entonces, Jin Geumryong se precipitó hacia él como una tormenta desatada.
Su velocidad era aterradora, mucho más rápida que la de antes.
La punta de su espada voló como un relámpago, dirigida directamente al cuello de Baek Cheon, buscando un final rápido y humillante.
Pero.
Clang—!
El sonido metálico del choque de espadas retumbó en el campo.
Baek Cheon bloqueó el ataque con un movimiento fluido, natural, sin la rigidez de antes.
Su muñeca herida seguía sangrando, y sin embargo, su brazo no tembló.
Su espada no vaciló.
Su postura no flaqueó.
Los ojos de Jin Geumryong se abrieron apenas un poco, incrédulo.
"¿Qué...?"
No hubo tiempo para dudas.
Jin Geumryong apretó los dientes y lanzó una serie de ataques consecutivos, cada uno más rápido y brutal que el anterior, apuntando a romper la defensa debilitada de Baek Cheon.
Pero.
Clang! Clang! Clang!
Uno tras otro, sus golpes fueron rechazados.
La espada de Baek Cheon era como un muro de hierro: sólida, impenetrable.
Y en su mirada no había furia ni desesperación.
Solo una serenidad absoluta.
Una firmeza inquebrantable.
No importaba cuánto ardiera su muñeca.
No importaba cuánto doliera.
Baek Cheon, que rechazaba cada ataque con ojos resueltos, de repente cambió.
Aprovechando el espacio creado por su defensa perfecta, movió su espada con un giro rápido y limpio.
Su defensa se transformó en ataque en un solo latido.
La espada de Baek Cheon cortó el aire con una velocidad fulgurante, como si hasta el viento mismo se apartara para no entorpecer su trayectoria.
Jin Geumryong, aún atrapado en su propio impulso ofensivo, apenas tuvo tiempo de retroceder.
Su expresión se torció con sorpresa al ver la hoja brillante de Baek Cheon aproximándose peligrosamente a su cuello.
Por primera vez en ese duelo, Jin Geumryong retrocedió con el corazón latiéndole en las sienes.
"¿Qué demonios es esta presión...?"
Baek Cheon no lo persiguió.
Simplemente sostuvo su postura ofensiva, su espada aún extendida, su mirada como una lanza clavada en el pecho de su hermano mayor.
Había dejado de ser el joven inseguro que intentaba demostrar algo.
Ahora era un verdadero espadachín del Monte Hua.
Y toda la arena lo estaba viendo.
Su maestro lo estaba viendo.
Y lo más importante:
él mismo se estaba viendo.
Y no había absolutamente nada de qué avergonzarse.
Chapter 183: ⌗Competencia (23)
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La espada de Baek Cheon brilló bajo el sol con un resplandor cegador, como si toda su vida, todo su esfuerzo, todo su dolor, se hubiera condensado en ese instante.
La luz reflejada en su hoja pareció extenderse, expandirse como un estallido silencioso, envolviendo el cuerpo de Jin Geumryong, tiñendo la escena de un fulgor vibrante.
Era como ver el florecimiento de una flor largamente esperada, abriéndose al mundo en un estallido glorioso.
Cheong Myeong, observando desde el borde del campo, sintió que su garganta se cerraba ligeramente.
Su voz, inusualmente baja, se escapó entre sus labios:
—”Va a florecer ahora…”
Sus palabras se perdieron entre el murmullo del viento.
Sus ojos, normalmente agudos e implacables, seguían cada movimiento de Baek Cheon con una atención casi reverente, como si estuviera presenciando algo sagrado, algo que no se atrevía a interrumpir.
"Muéstrame las flores que tanto has trabajado..." pensó, su corazón latiendo con fuerza contenida.
Baek Cheon había sido el discípulo que más se había esforzado, el que más había caído y vuelto a levantarse, el que más había sangrado bajo el sol abrasador y la luna helada.
Y aunque había visto su crecimiento, su fuerza...
Esto era diferente.
Esto no era solo fortaleza física.
No era solo técnica refinada.
Era algo que trascendía todo eso.
Cheong Myeong podía verlo con absoluta claridad:
Baek Cheon se estaba volviendo uno con su espada.
No era algo que pudiera forzarse.
No era algo que se lograra solo con práctica o talento.
Era un despertar.
Un instante único donde el espadachín y su espada dejaban de ser dos entidades separadas y se fundían en un solo ser.
Mientras el cuerpo de Baek Cheon se movía, su mente se hundía cada vez más en un estado de calma absoluta.
El dolor de su muñeca desapareció.
El peso del sudor, el zumbido de los espectadores, el miedo a perder...
Todo se desvaneció.
Sólo quedaban su espada y su corazón latiendo al mismo ritmo.
Su espada ya no era una herramienta.
Era una extensión de su voluntad.
En un momento que pareció durar una eternidad, la espada de Jin Geumryong pasó rozando la frente de Baek Cheon, cortando apenas las puntas de su largo cabello que volaron como hilos dorados en el aire.
La cercanía del filo habría congelado el alma de cualquiera.
Pero Baek Cheon no parpadeó.
No retrocedió.
En cambio, en un movimiento fluido y decidido, adelantó su pie, se inclinó y golpeó brutalmente con su hombro el pecho de Jin Geumryong.
¡THUD!
El impacto resonó como un trueno.
Jin Geumryong, atrapado completamente por sorpresa, fue lanzado hacia atrás, su cuerpo describiendo un arco desordenado en el aire antes de estrellarse contra el suelo con fuerza.
Una nube de polvo se alzó, cubriendo momentáneamente la escena.
Y en medio de ese polvo, de esa luz radiante, de esos ecos de choque...
Baek Cheon se mantenía de pie.
Su espada en alto, su cabello agitado por la brisa, su pecho agitado no por el cansancio, sino por la intensidad de lo que acababa de lograr.
Cheong Myeong apretó los puños, una sonrisa indescriptible brotando en sus labios.
"Finalmente... finalmente está floreciendo."
Este era el verdadero Monte Hua.
Este era el verdadero Baek Cheon.
Un guerrero que no solo blandía una espada, sino que vivía y respiraba a través de ella.
Jin Geumryong se enderezó de un salto, su respiración agitada y sus ojos muy abiertos, fijos en Baek Cheon.
Incredulidad y rabia se mezclaban en su rostro.
¿Qué demonios había pasado?
Hace apenas unos minutos, Baek Cheon era como un muro a punto de caer, su mano herida, su cuerpo agotado... ¡era cuestión de tiempo para que se derrumbara!
Pero ahora...
Ahora, delante de él, no estaba el mismo hombre.
Había algo diferente en Baek Cheon, algo intangible que no podía describir, pero que le oprimía el pecho.
No era sólo fuerza.
No era sólo técnica.
Era una calma aterradora, como la superficie tranquila de un lago profundo.
—¡De ninguna manera! —gruñó Jin Geumryong, apretando los dientes hasta casi crujirlos.
¡No podía permitir que eso pasara!
¡No frente a todos!
¡No frente a su orgullo!
Con un rugido ahogado, se lanzó hacia Baek Cheon.
Su espada se alzó, y con un destello brillante, comenzó a emitir una luz blanca pura, casi cegadora.
De la punta de su espada, florecieron flores de nieve.
Pétalos blancos, fríos y hermosos, comenzaron a danzar en el aire a su alrededor, formando una nevada ilusoria en pleno campo de batalla.
Un murmullo de asombro recorrió a los espectadores.
Aquella era la Técnica de la Flor de Nieve de Jin Geumryong una de las técnicas más celebradas y admiradas en los últimos años, no sólo por su mortífera precisión, sino también por su hipnótica belleza.
Baek Cheon observó cómo los pétalos se acercaban.
Eran bellos.
Magníficos.
Sofisticados.
Cada movimiento de Jin Geumryong era como una pintura en movimiento, como un poema tallado en el viento.
Por un instante, Baek Cheon sintió casi la tentación de admirarlo...
Casi.
En ese instante, en lo más profundo de su memoria, resonó una voz que le era imposible ignorar.
"No persigas el glamur, idiota. Si sólo estás fascinado por el esplendor de la espada que despliegas, sólo serás dominado por la espada."
La voz de su maestro —seca, irritada, siempre llena de sarcasmo— surgió en su mente como un recordatorio golpeando su pecho.
Baek Cheon sonrió levemente.
"Así es..."
La técnica de Jin Geumryong podía ser hermosa, pero su espada estaba vacía.
Era una flor de hielo: bella a la vista, frágil al tacto, fría al corazón.
En cambio, la espada de Baek Cheon no perseguía aplausos, no perseguía admiración.
Perseguía algo más grande.
La esencia.
El alma del Monte Hua.
Inspiró profundamente.
Sintió el aire llenando sus pulmones, sintió el calor de su cuerpo, sintió la tierra bajo sus pies.
Y entonces su espada se movió.
No fue rápida.
No fue espectacular.
La espada de Baek Cheon se deslizó como una brisa cálida en medio de una tormenta de nieve.
Gentil, paciente, segura.
La compostura impregnaba cada centímetro de su hoja, envolviéndolo suavemente, como el primer soplo de la primavera derritiendo el último hielo del invierno.
Su espada no deslumbraba, no impresionaba.
No necesitaba hacerlo.
Su espada hablaba de la resiliencia, de la persistencia, del florecimiento en medio de la adversidad.
Su espada era el reflejo del Monte Hua: silenciosa, profunda, eterna.
Baek Cheon alzó la mirada, sus ojos fijos en Jin Geumryong.
"Hoy seré la prueba viva para mis compañeros."
"Hoy seré el ejemplo que deberán seguir."
Y con un paso firme, avanzó hacia los pétalos de nieve, no con la intención de esquivarlos, sino de atravesarlos, su espada lista para mostrar el verdadero corazón del Monte Hua.
Una sola flor.
Frágil, solitaria, pura.
De la punta de la espada de Baek Cheon, aquella flor de ciruelo floreció silenciosamente, apenas perceptible en el primer momento.
Pero luego, como si obedecieran a una orden secreta, pétalos rosados comenzaron a desprenderse, llevados por una brisa que acariciaba el campo de batalla.
No hubo un estallido de luz cegadora.
No hubo destellos grandiosos ni movimientos teatrales.
Sólo aquella flor silenciosa... y el suave, imparable avance de la primavera.
El cielo parecía teñirse de un delicado rosa mientras los pétalos flotaban en el aire, danzando alrededor de Baek Cheon, envolviéndolo en una atmósfera serena y cálida.
Los pétalos no cegaban a los espectadores como la nevada blanca de Jin Geumryong; no los abrumaban con su magnificencia.
En cambio, los acariciaban, los abrazaban, los hacían contener la respiración ante una belleza que no buscaba atención, sino que simplemente era.
Los murmullos entre los espectadores se apagaron, como si un silencio reverente hubiese caído sobre todos.
En el palco de los líderes y ancianos de las sectas, las reacciones fueron mucho más intensas.
Varios de ellos, venerables y experimentados, casi saltaron de sus asientos, con los ojos desorbitados.
Sus bocas se abrieron levemente en shock, sus cuerpos inclinándose inconscientemente hacia adelante, como si quisieran acercarse para ver mejor.
No era como si no hubieran visto flores de ciruelo antes.
Durante toda la competencia, varios discípulos del Monte Hua habían hecho florecer ciruelos de sus espadas; después de todo, era la técnica representativa de su secta.
Sin embargo...
Esto era diferente.
Radicalmente diferente.
No era simplemente una cuestión de habilidad técnica.
No era sólo la belleza del movimiento.
Lo que emanaba de Baek Cheon en ese momento era alma.
La verdadera esencia del Monte Hua.
Los ancianos intercambiaron miradas agobiadas, casi incrédulas.
Algunos apretaron los puños.
Otros se llevaron una mano al pecho.
Porque ellos reconocían claramente lo que estaban viendo.
No era un movimiento desconocido.
Era un movimiento que había sido testigo del esplendor del Monte Hua en su apogeo.
Un movimiento que, tras la gran guerra que marcó la decadencia de su secta, había desaparecido, perdido entre las heridas y los escombros de la historia.
El estilo de la espada de Geomjon.
La verdadera espada del Monte Hua.
Después de la guerra, Geomjon nunca volvió a mostrar esa forma pura de su espada.
Nunca enseñó esa técnica a nadie.
Muchos decían que el Monte Hua jamás volvería a verla.
Que había muerto junto a su época dorada.
Y, sin embargo, aquí estaba ahora.
Brillando de nuevo, en manos de Baek Cheon.
No como una imitación burda.
No como un eco torpe.
Sino como algo real.
Vivo.
Puro.
Los corazones de los ancianos latieron con fuerza en sus pechos.
Unos sintieron ganas de llorar.
Otros, de gritar.
Porque no era simplemente que Baek Cheon estuviera peleando bien.
No era simplemente que estuviera ganando.
Era que, en ese momento, en medio de ese campo de batalla teñido de rosa, la esperanza perdida del Monte Hua —aquella que creyeron enterrada para siempre— estaba renaciendo, floreciendo en silencio como la flor más humilde, pero también la más indestructible.
Y todos fueron testigos de ello.
El ciruelo que florecía de la punta de la rama llamada espada —la espada de Baek Cheon— dejó de ser sólo una técnica.
Su flor no era simplemente la ejecución perfecta de una forma. Era una manifestación del alma que Baek Cheon había cultivado día tras día, bajo el sol abrasador, en la nieve, con las manos rotas, con el cuerpo temblando, con el corazón encendido.
Y esa flor… abrazó algo que jamás había estado en ningún manual, ni siquiera en las memorias de los grandes espadachines.
No era elegancia. No era poder.
Era decisión.
Era voluntad.
La flor de ciruelo que nació de su espada comenzó a expandirse, envolviendo el campo de batalla, y a medida que lo hacía, encontró su camino hacia Jin Geumryong.
Las flores blancas de Jin Geumryong, tan deslumbrantes como el reflejo del sol sobre la nieve, comenzaron a temblar.
Y entonces ocurrió algo inesperado.
Las flores rojas de Baek Cheon no se estrellaron contra las de Jin Geumryong.
No trataron de destruirlas.
No lucharon como enemigos.
En cambio, se entrelazaron.
Los pétalos rojos se curvaron, se deslizaron suavemente entre los blancos, como si los conocieran. Como si compartieran un origen común.
Y poco a poco, sin violencia, las flores rojas comenzaron a empujar a las blancas.
No con agresión, sino con una calma determinación.
Jin Geumryong lo sintió.
Abrió los ojos, incapaz de comprender lo que veía.
—”¿Qué…?” —murmuró con la voz ronca.
Las flores blancas que había formado con tanto esfuerzo estaban siendo desplazadas.
No explotadas.
No cortadas.
Simplemente... movidas.
En todas direcciones, las flores rojas de Baek Cheon se abrían paso, con paso firme pero sereno, desvaneciendo las suyas como si fueran niebla al sol de la mañana.
—”¿Por qué…?” —se preguntó Jin Geumryong, atónito.
Había entrenado.
Había sangrado.
Había alimentado su espada con obsesión, con amargura, con la furia de un hermano que había perdido su lugar.
¡Todo para vencer a Baek Cheon!
¡Todo para aplastar ese orgullo que se alzaba cada vez más alto, robándole lo que una vez fue suyo!
—”¡NO!” —rugió con desesperación.
Con un grito enloquecido, Jin Geumryong alzó su espada de nuevo y, con un giro feroz de su muñeca, desplegó una nueva ráfaga de flores blancas.
Eran más fuertes, más grandes, más bellas.
Brillaban con una luz casi cegadora, como si intentaran borrar la existencia misma de las flores rojas.
Pero… no importó.
Como una ola que choca con una roca inamovible, su ataque estalló en una explosión de pétalos y viento.
Y aún así, las flores de Baek Cheon no se movieron.
Allí estaban, intactas, firmes como la fe, silenciosas como el corazón de una montaña.
Las flores blancas se desvanecían como espuma de mar contra la costa, impotentes ante la serena presencia de aquellas flores que no perseguían el esplendor, sino el alma.
En ese momento, algo dentro de Jin Geumryong se quebró.
No su espada.
No su cuerpo.
Sino la certeza con la que había vivido hasta ese día.
La certeza de que el mundo giraba a través del talento, de que su derecho de nacimiento era suficiente.
De que Baek Cheon no era más que una sombra, un escalón en su camino.
Pero esa sombra ahora lo envolvía.
Lo superaba.
Lo abrazaba con compasión… y con firmeza.
Y lo peor de todo era que Baek Cheon no peleaba con rabia, ni con soberbia.
Lo hacía con calma.
Con paz.
Y esa paz, más que cualquier espada, era la que estaba destruyendo a Jin Geumryong desde dentro.
La flor de ciruelo de Baek Cheon permaneció inmutable.
A pesar del vendaval de energía, del estallido de luz blanca que brotaba como espuma de la espada de Jin Geumryong, esa flor solitaria, teñida de rojo como la sangre seca sobre el acero, se mantuvo firme, gentil... y aterradoramente inquebrantable.
No vacilaba.
No retrocedía.
Y, lo más importante… no buscaba imponerse.
Simplemente avanzaba, como si tuviera derecho a existir.
Como si esa fuera su naturaleza desde el inicio de los tiempos.
Las flores blancas de Jin Geumryong perdieron su filo.
Su nitidez fue barrida como tinta diluida bajo la lluvia.
El resplandor con el que habían deslumbrado comenzó a descomponerse ante la tibia, casi humilde luz de aquella flor roja.
Jin Geumryong lo sabía.
Su espada no podía derribar esa flor.
Sus manos, antes llenas de rabia, ahora temblaban.
Sus ojos, siempre fijos con altivez, parpadearon, incrédulos, incapaces de aceptar lo que veían.
—”¿Por qué…?” —susurró para sí mismo, con la garganta cerrada.
Y entonces, la flor llegó a él.
Las flores de ciruelo se elevaron con una gracia lenta, casi nostálgica, y llovieron suavemente con la brisa primaveral que parecía haberse convocado solo para esta escena.
Brotaron alrededor de Jin Geumryong.
No con furia, sino como una caricia.
Como si lo envolviera.
Una tras otra, las flores acariciaron su rostro, sus hombros, su pecho.
Y cuando la última flor tocó su cuerpo, se dispersaron todas a la vez en un estallido sutil, como una ilusión desvaneciéndose al alba.
El escenario, antes teñido de rojo y blanco, quedó en un vacío pacífico.
No quedaban pétalos.
Ni rastros del esplendor anterior.
Solo dos figuras permanecían de pie.
Baek Cheon estaba erguido, su espada ya bajada, sosteniéndose de su propia muñeca, que se había teñido de un rojo vivo.
Su rostro estaba pálido, sus hombros temblaban levemente, pero sus ojos… sus ojos seguían firmes.
Frente a él, Jin Geumryong seguía en pie por pura voluntad.
Todo el mundo, desde los ancianos de las grandes sectas hasta los discípulos más jóvenes, guardó un silencio absoluto.
No por respeto, sino por una suerte de conmoción compartida.
Habían sido testigos de algo más que una técnica marcial.
Habían visto algo puro. Algo que hablaba del alma.
El silencio se prolongó, denso como la niebla.
Y entonces Jin Geumryong, con los ojos abiertos pero vacíos, murmuró en voz baja:
—”Esa técnica…”
Baek Cheon alzó la mirada.
A pesar del sudor y la fatiga, habló con la serenidad de un maestro:
—”Es la técnica de mi maestro.
Las flores de ciruelo en plena floración.”
El nombre flotó en el aire como un suspiro.
Los más viejos entre los presentes se estremecieron.
Ese nombre había desaparecido del Monte Hua hacía años, considerado perdido, silenciado después de la guerra, junto con el infame Geomjon.
Y sin embargo, allí estaba, renacido de la espada de su discípulo.
Jin Geumryong sonrió.
No fue una sonrisa de burla.
Fue amarga, hueca, rota.
Observó cómo Baek Cheon tambaleaba levemente, aunque sin caer, y entonces murmuró, con voz seca y apagada:
—”Qué nombre tan sucio…”
Y en ese momento, su cuerpo cayó hacia adelante.
No hubo grito.
No hubo dramatismo.
Solo el sonido seco de su cuerpo colapsando sobre el suelo, envuelto por un silencio sepulcral.
Y Baek Cheon, de pie, mirando a su hermano inconsciente frente a él, exhaló un aliento débil… y cerró los ojos, no por alivio, sino por la pena que nunca se fue.
Chapter 184: ⌗Competencia (24)
Chapter Text
Baek Cheon sonrió con una calidez rara, una que no se veía a menudo en los campos de combate.
Lo había logrado.
Había demostrado que la espada del Monte Hua podía vencer a la de Jongnam.
No con técnicas espectaculares ni con trucos elaborados, sino con una flor de ciruelo honesta, firme y sencilla.
Una flor que portaba el alma de su maestro.
El eco del anuncio de su victoria apenas se disipaba cuando Baek Cheon dio un paso hacia adelante.
Su cuerpo dolía, su muñeca ardía, pero su corazón se sentía más ligero que nunca.
Frente a él, los discípulos del Monte Hua ya venían corriendo a su encuentro.
Baek Sang iba a toda velocidad, los ojos empañados en lágrimas, ya extendiendo los brazos para abrazar a su mejor amigo.
Yu Iseol, más sobria pero con expresión preocupada, se acercaba con rapidez para revisar la muñeca de su sahyung.
Incluso Jo Gul corría con una sonrisa abierta, listo para soltar un comentario burlón antes de lanzarse encima de él como siempre.
Pero entonces…
Una ráfaga los empujó a todos a un lado.
No era viento.
No era energía marcial.
Era velocidad pura y desconsiderada.
—”¡WAAH!” —gritó Jo Gul mientras salía volando en espiral hacia el otro extremo del campo, como un saco de papas que alguien había pateado sin querer.
En el centro de esa tormenta humana apareció Cheong Myeong.
Con el ceño más fruncido que nunca y los ojos encendidos como antorchas encendidas con alcohol.
Antes de que Baek Cheon pudiera siquiera parpadear, su maestro lo agarró de la muñeca herida y comenzó a regañarlo como si hubiera cometido un crimen de guerra.
—”¡¿¡CUÁNTAS VECES TE HE DICHO QUE MANTENGAS LA CALMA!?!” —vociferó Cheong Myeong, sacudiéndolo como si pudiera meterle el sentido común a golpes—. “¡TE LO HE REPETIDO MÁS QUE UN CÁNTICO DE MONJE! ¡PERO NOOOOO! ¡HASTA UNA VACA PRESTA MÁS ATENCIÓN QUE TÚ!”
Baek Cheon se estremeció. No por el dolor.
Por el volumen.
Estaba casi seguro de que sus tímpanos habían colapsado.
—”A-aún así, no hubo grandes daños… “—intentó defenderse con voz débil, con una sonrisa incómoda.
Pero ni siquiera había terminado de hablar cuando Cheong Myeong gritó aún más fuerte:
—”¡¿¡NO HUBO GRANDES DAÑOS!?!!” —le gritó directamente al alma—. “¡¿¡TÚ LLAMAS A ESO "NINGÚN DAÑO"!? ¿¡HAS VISTO TU MALDITA MUÑECA!? ¡ESTÁ MÁS HINCHADA QUE LOS PIES DE UN ANCIANO EN INVIERNO!”
Baek Cheon giró la cabeza, desesperado, buscando apoyo moral en sus compañeros.
Nada.
Yu Iseol de pronto encontró muy interesante el suelo.
Baek Sang comenzó a mirar el cielo, silbando falsamente como si observara el vuelo de una grulla invisible.
Y Jo Gul… bueno, seguía girando en el aire muy, muy lejos.
—”¡Cobardes…!” —murmuró Baek Cheon entre dientes.
Y entonces, como si fuera lo más natural del mundo, Cheong Myeong se agachó, lo tomó en brazos y lo cargó como si fuera una princesa herida en una ópera dramática.
—”¡AH!? ¿Q-qué estás haciendo, maestro!?”
—”¡CÁLLATE! ¡AHORA ERES UN CASO MÉDICO!” —gritó mientras salía corriendo a una velocidad aún mayor—. ‘¡¡RÁPIDO, ¿¡DÓNDE ESTÁ ESE MALDITO BASTARDO DE TANG BO!?!!”
Los espectadores, aún en shock por el combate anterior, simplemente lo vieron pasar como un rayo con una figura pálida y derrotada colgando en sus brazos.
—”¡TENEMOS UNA URGENCIA! ¡NO VOY A CONFIAR EN ESOS CALVOS DE SHAOLIN, PREFIERO ENTREGARTE A UN MAPACHE CON UN KIT DE COSTURA!”
En ese preciso instante, Tang Bo, con expresión ya resignada y una caja médica bajo el brazo, aparecía caminando con tranquilidad desde el otro extremo del campo.
—”Estoy aquí, estoy aquí” —dijo, alzando la mano con una media sonrisa—. “Ya sabía que vendrías así.”
Cheong Myeong se detuvo frente a él y bajó a Baek Cheon con la delicadeza de quien deposita una porcelana rota, aunque sus gritos no cesaban.
—”¡REVÍSALO YA! ¡SI SE MUERE POR TU CULPA TE HARÉ COMER CADA VENENO DEL CLAN TANG!”
Baek Cheon, con la muñeca pulsando, el orgullo hecho trizas y las mejillas más rojas que su venda, murmuró en voz baja:
—”Quiero desmayarme como Jin Geumryong. ¿Cómo lo hizo tan bien…?”
Tang Bo rió mientras abría su estuche.
—”Ánimo, concuño. Has ganado. Ahora solo falta sobrevivir a tu maestro.”
Eso era, de hecho, la parte más difícil.
Cheong Myeong no apartó la mirada de Baek Cheon ni por un instante.
Mientras Tang Bo se arrodillaba junto a él, abriendo con precisión y eficiencia su estuche médico, Cheong Myeong mantenía los brazos cruzados, los ojos fijos en la muñeca vendada como si con solo mirarla pudiera sanar más rápido.
Baek Cheon sentía esa mirada más que el dolor punzante de la herida.
Tang Bo trabajaba con manos seguras. Limpió con sumo cuidado la herida, aplicó una loción refrescante y luego un polvo dorado que chispeó ligeramente al contacto con la piel.
Baek Cheon se estremeció, pero no se quejó.
El anciano Tang del clan Tang sabía lo que hacía, y si alguien podía evitar que le amputaran la mano, era él.
Aun así, lo que realmente le provocaba escalofríos era la figura de su maestro detrás de Tang Bo.
Inmóvil. Silencioso. Demasiado tenso.
Buscando distraerlo —y quizás sacarlo de ese estado tan inusual—, Baek Cheon soltó con una sonrisa:
—”Maestro… debería ir a recoger el dinero que ganó, ¿no cree? Con todas esas apuestas, seguro le alcanzará para comprarse un barril de licor barato.”
Esperaba una risita, una burla, algún comentario despectivo del estilo “¿quién te crees para pensar que bebo licor barato?”
Pero Cheong Myeong no se movió.
Ni un paso.
Ni una reacción.
Ni siquiera pestañeó.
Baek Cheon parpadeó, desconcertado.
¿Lo estaba ignorando?
¿O estaba tan enojado que ni el dinero lo podía sacar de ahí?
Cheong Myeong, por su parte, tampoco entendía lo que le pasaba.
¿Estaba exagerando?
Probablemente sí.
Después de todo, Baek Cheon era el protagonista.
Incluso si alguien lo apuñalara directamente en el corazón, encontraría la forma de sobrevivir.
Así era el destino de los protagonistas: eran irrompibles, eran… necesarios.
Pero ahí estaba el problema.
Para Cheong Myeong, Baek Cheon ya no era solo un personaje de un juego.
Ya no era solo el discípulo estrella de la secta.
Ni siquiera era únicamente el mejor espadachín joven del Monte Hua.
Era su discípulo.
Era su pareja.
Su corazón.
El amor de su vida.
Y esa herida, aunque no era mortal, no era trivial.
En el juego, él recordaba bien: esta herida marcaba el fin de la participación de Baek Cheon en el torneo.
Lo dejaba fuera.
Y desde ese momento, el foco narrativo pasaba al fanservice total.
¿Iba a pasar lo mismo esta vez?
Justo cuando ese pensamiento pasaba por su mente, Tang Bo terminó de aplicar la última capa de medicina.
Sus dedos trabajaron con una venda larga, envolviendo la muñeca con firmeza, dejando un acabado limpio, profesional.
—”La herida ha dejado de sangrar” —dijo con tono más técnico—. “Y gracias a los polvos que apliqué, la cicatrización ya está comenzando. Es una herida grave, pero no imposible de sanar. Usé las mejores medicinas del clan Tang, así que no quedarán secuelas… si descansa como debe.”
—”¿Eso quiere decir que puedo seguir compitiendo?” —preguntó Baek Cheon, directo.
Tang Bo lo miró en silencio por unos segundos. Luego volvió la vista al escenario, donde ya comenzaban a prepararse los combates siguientes.
—”Si esta herida hubiese sido al principio del torneo, te habría dicho que sí sin dudar. Pero a partir de ahora, los combates serán más duros. Los oponentes ya no se contendrán.
Cualquier mal movimiento, cualquier golpe directo en la muñeca, y no solo podrías quedar fuera… podrías dañar el tendón para siempre. ¿Puedes competir? Sí.
¿Debes competir? Como médico, no lo recomiendo.”
Baek Cheon bajó la mirada, sus labios se apretaron en una línea tensa.
Su orgullo, su determinación, todo gritaba que debía seguir.
Quería demostrar que su camino de la espada no se detenía ante obstáculos.
Quería terminar lo que empezó.
Cheong Myeong, en cambio, seguía callado.
Sus ojos pasaron de Tang Bo a la muñeca vendada. Luego a los ojos de Baek Cheon.
Y lo vio.
Ese fuego que ardía en su discípulo.
Esa obstinación brillante y tonta que tanto amaba.
—”¿Quieres seguir?” —preguntó al fin, su voz más suave que de costumbre.
Baek Cheon levantó la vista.
—”Sí “—respondió sin dudar.
Cheong Myeong cerró los ojos por un momento. Respiró hondo.
Cuando los abrió, una sonrisa apareció en su rostro. No una de burla.
Una sonrisa resignada. Orgullosa.
—”Entonces sigue. Pero si te lastimas de nuevo…” —y ahí su expresión cambió, más seria, más intensa—. “Te juro que te voy a encerrar con cadenas en la cima del Monte Hua durante un año entero, alimentándote solo con gachas insípidas. ¿Entendiste?”
Baek Cheon rió, aliviado.
—”Entendido, maestro.”
Tang Bo se levantó, guardando su estuche.
—”No sé si fue una buena decisión, pero…” —suspiró—. “Al menos el drama no se va a acabar aquí.”
Y así, con la muñeca vendada y el corazón firme, Baek Cheon volvió a mirar al escenario.
La pelea no había terminado.
Ni la del torneo… ni la del destino que ambos estaban construyendo juntos.
Y Cheong Myeong, aunque preocupado, se mantendría a su lado.
Pase lo que pase.
(...)
Aunque el rugido de la multitud seguía llenando la arena, y varios combates aún estaban por comenzar, Cheong Myeong no tenía intenciones de quedarse a verlos.
Con firmeza —y sin escuchar las quejas leves de Baek Cheon—, lo tomó por los hombros y lo guió fuera del estadio. Ni siquiera se molestó en avisar a los demás discípulos del Monte Hua. De todas formas, sabían exactamente a dónde iría: directo a asegurar que su discípulo descansara como era debido.
Claro que, en el trayecto, hizo una parada muy específica.
—”Qué” —murmuró Baek Cheon, alzando una ceja al ver a Cheong Myeong detenerse con toda naturalidad frente a una mesa improvisada donde los recolectores de apuestas contaban monedas con rapidez—. “¿Vamos a hacer esto ahora?”
—”¿Hacer qué?” —respondió su maestro con total descaro mientras extendía la mano con la palma hacia arriba—. “Es mi dinero. No voy a dejar que esos buitres se lo queden.”
Los encargados, visiblemente incómodos por la presencia de Cheong Myeong, no tardaron en entregarle una bolsa con el sonido más hermoso del mundo para él: ‘ching-ching-ching.’
Sin revisarla siquiera, Cheong Myeong la colgó a un costado de su cintura, como quien guarda algo sin importancia.
—”Bien” —dijo mientras se volvía a Baek Cheon—. “Ahora sí, a descansar.”
No hubo opción.
Cheong Myeong lo tomó con una mano por el codo, con firmeza pero con un cuidado evidente, y lo guió por los pasillos del recinto hacia la zona de los aposentos.
El ambiente era más silencioso ahí, lejos del bullicio de la competencia.
Cada paso resonaba con el eco del mármol, y entre uno y otro, Baek Cheon empezó a notar algo.
No era la misma forma brusca de siempre.
No eran los empujones típicos, los jalones por la túnica cuando quería apurarlo.
No.
Cheong Myeong sostenía su brazo con una suavidad casi… antinatural para él.
Cada vez que la mano de Baek Cheon se inclinaba un poco hacia el vendaje, su maestro la acomodaba de nuevo.
Ni siquiera hacía contacto directo con la herida, pero estaba pendiente a cada movimiento, como si su muñeca fuera una pieza de jade que pudiera astillarse con el más mínimo roce.
Y lo más revelador no fue eso.
Fue la mirada.
Aunque intentaba ocultarlo, Cheong Myeong no podía evitar que sus ojos se desviaran a la venda cada pocos pasos.
Como si confirmara una y otra vez que seguía en su lugar.
Que no se manchaba de rojo.
Que no empeoraba.
—”Maestro…” —dijo Baek Cheon de repente, con una sonrisa suave en los labios.
Cheong Myeong levantó una ceja.
—”¿Qué?”
—”Nada.” —Desvió la mirada con cierta timidez—. “Solo… gracias.”
—”Hmpf.” —Fue lo único que respondió su maestro, aunque apretó un poco más su agarre… sin lastimarlo, solo asegurándose de que todavía estuviera ahí.
Y Baek Cheon no pudo evitarlo.
Sintió ternura.
Una ternura cálida, envolvente, como una manta en invierno.
Su maestro, tan ruidoso, tan imprudente, tan absolutamente insoportable… estaba cuidándolo de una manera que ni siquiera sabía poner en palabras.
No lo decía. No hacía grandes gestos.
Pero estaba ahí.
A su lado.
Velando por él, incluso en lo más pequeño.
Quizás era por eso que su corazón latía así de rápido, no por el combate, no por la adrenalina…
Sino porque la persona que más le importaba estaba mostrando ese raro lado suyo, uno que solo él podía ver.
Y lo atesoraría.
Como la cicatriz que pronto sanaría en su muñeca.
(...)
Cuando llegaron a la habitación que compartían, el silencio fue cómodo, cargado de la tensión que había dejado el combate, pero también de algo más íntimo. Baek Cheon caminó hasta la cama y se sentó en el borde con un suspiro largo, sintiendo por fin el cansancio filtrarse por cada músculo. La muñeca, vendada con firmeza, ya no sangraba, pero ardía suavemente con un pulso constante.
—”Quiero bañarme” —murmuró, casi como si hablase para sí.
Antes de que pudiera moverse siquiera, Cheong Myeong ya se había girado en seco.
—”Yo iré por el agua. Quédate sentado.”
Baek Cheon parpadeó, sorprendido. No era que Cheong Myeong no lo hubiera ayudado otras veces —después de todo, compartían muchas más cosas que una habitación—, pero esta vez… era distinto. No había quejas, no había frases sarcásticas, ni siquiera un comentario burlón sobre cómo él, el gran Baek Cheon, no podía llenar una bañera por sí solo.
Solo acción. Y preocupación.
Lo observó salir de la habitación, sus pasos apresurados resonando contra el suelo de madera, y no pudo evitar que una expresión suave se dibujara en su rostro. Se sentía extrañamente cálido por dentro.
‘¿Desde cuándo te preocupas así por mí?’ pensó, sin poder quitarse esa imagen de la mente: su maestro llevando cubetas de agua solo para que él pudiera bañarse tranquilo.
Unos minutos después, Cheong Myeong regresó con la primera cubeta. Con cuidado, la vertió en la bañera de madera, cuidando que no salpicara ni un poco hacia donde estaba Baek Cheon. Regresó una segunda vez, y después una tercera. Baek Cheon lo observó en silencio todo el tiempo, y finalmente, cuando vio que su maestro se inclinaba para comprobar la temperatura, no pudo evitarlo.
—”Maestro…” —llamó con voz baja—. “¿Estás preocupado por mí?”
Cheong Myeong se quedó quieto. El sonido del agua aún resonaba, pero sus manos ya no se movían.
Por un momento pareció que iba a negarlo. Podía verlo perfectamente inventar una excusa absurda: que Tang Bo lo amenazó, que le debía una apuesta, que si su discípulo se moría le tocaba hacer los reportes administrativos.
Pero no dijo nada de eso.
—”Sí” —fue todo lo que respondió.
Solo esa palabra, pero tan clara, tan directa, que dejó a Baek Cheon sin palabras.
Una sonrisa se formó en sus labios, genuina, tierna, como pocas veces permitía que se asomara.
Se levantó de la cama con movimientos cuidadosos y se acercó a la bañera. Frente a su maestro, comenzó a deshacerse de su túnica superior con una lentitud deliberada. No había intención provocadora, solo la intimidad suave entre dos personas que ya no tenían que esconderse.
Mientras doblaba su ropa con la mano libre y la dejaba a un lado, habló de nuevo, esta vez sin mirarlo directamente:
—”No quieres que siga compitiendo, ¿verdad?”
Cheong Myeong no respondió de inmediato. Se había girado apenas, como si darle la espalda fuera más fácil que enfrentarlo de frente con esa pregunta.
—”Ya has demostrado lo que tenías que demostrar” —dijo finalmente, con voz tranquila—. “No necesitas arriesgarte a seguir.”
Había más en sus palabras de lo que decía la superficie. No era solo sobre el torneo, o la muñeca herida. Era sobre él. Sobre la posibilidad de que algo pasara, de que se dañara más allá de una herida curable. Era la clase de miedo que uno no sabía que tenía hasta que lo sentía palpitar en el pecho, con cada latido.
Baek Cheon se giró para mirarlo, ya dentro de la tina. El vapor comenzaba a levantarse en suaves espirales, envolviéndolos en un ambiente cálido y húmedo. Apoyó el brazo sano en el borde y sonrió con ese aire desafiante que tanto lo caracterizaba.
—”No voy a romperme, sabes.”
—”Eso es lo que todos dicen antes de romperse “—replicó Cheong Myeong, cruzando los brazos.
—”Y aún así, sigues quedándote.” —Baek Cheon lo miró con ojos suaves—. “Gracias por eso.”
Cheong Myeong bajó la mirada. Y por primera vez, no encontró nada que responder. Solo se quedó ahí, en silencio, observando cómo el agua cubría lentamente el cuerpo de la persona que más le importaba. Y por dentro, deseó que esa noche no terminara nunca.
(...)
El vapor flotaba en el aire como un velo suave, cubriendo la habitación con una calidez reconfortante. El agua tibia ondulaba levemente dentro de la bañera donde Baek Cheon estaba sentado, su torso apenas sumergido, mientras Cheong Myeong se arrodillaba a un lado, un cuenco de agua en una mano y jabón en la otra.
—”¿Así está bien?” —preguntó con el ceño ligeramente fruncido, vertiendo con cuidado el agua sobre la cabeza de Baek Cheon para empapar su cabello.
—”Un poco más hacia atrás… eso es.”
Las manos de Cheong Myeong, habitualmente firmes al empuñar una espada, eran torpes con la espuma, pero ponía todo su empeño en no tirar agua a los ojos de Baek Cheon. Aplicaba el jabón con movimientos lentos, intentando seguir la dirección del cuero cabelludo tal como se le había indicado. En otra situación, Baek Cheon probablemente se habría burlado de él por lo torpe que se veía. Pero ahora… no.
Había algo increíblemente íntimo en esa escena.
El silencio que los envolvía no era incómodo, sino pacífico. Solo se escuchaba el sonido del agua moviéndose y el leve roce de los dedos de Cheong Myeong mientras masajeaba con cuidado. Los ojos de Baek Cheon estaban cerrados, dejándose cuidar, con un pequeño suspiro escapando de sus labios.
Después de aclarar el jabón con un cuenco más de agua, Cheong Myeong dejó el cuenco a un lado y tomó una esponja de lino para limpiar el cuerpo de Baek Cheon. Su expresión era seria, pero no rígida: concentrada en cada movimiento. Deslizó la esponja sobre los hombros, el pecho y la espalda con cuidado, y aunque sus dedos eran grandes y su agarre firme, ahora se movían con una delicadeza impropia de él.
Cuando llegó al brazo vendado, su ritmo disminuyó aún más. La esponja apenas tocaba la piel alrededor de la muñeca, como si temiera volver a herirlo. Sus dedos rozaron la venda mientras sus ojos se posaban con atención sobre la zona afectada.
Entonces, como si algo en su pecho lo impulsara, Cheong Myeong dejó la esponja a un lado y, sin decir nada, inclinó el rostro.
Baek Cheon abrió los ojos justo a tiempo para ver cómo sus labios se posaban con extrema suavidad sobre la venda, justo encima de la herida.
El contacto fue cálido.
Sorprendido, Baek Cheon sintió cómo el calor le subía a las mejillas. Su maestro, tan áspero y directo en tantas cosas, tan testarudo y molesto, lo trataba ahora como si fuera algo frágil, algo sagrado. Como si su simple existencia fuera motivo de veneración.
Cheong Myeong no se detuvo ahí. Tomó su mano con cuidado y depositó otro beso sobre la palma abierta. Luego uno más sobre la base de sus dedos… y otro sobre las puntas.
Baek Cheon tragó saliva. Su corazón palpitaba con fuerza, acelerado, al borde del descontrol. Aún así, no apartó la mano. Como queriendo retener ese momento.
‘¿Cómo puede ser tan torpe a veces… y tan perfecto otras?’ pensó, sonriendo sin darse cuenta.
—”Estás siendo muy…” —intentó hablar, pero su voz salió más suave de lo esperado.
Cheong Myeong levantó la mirada y sus ojos se encontraron. No era la mirada intimidante del maestro severo, ni la desafiante del espadachín temido. Era la de un hombre enamorado, vulnerable en su ternura, abierto en su afecto.
Baek Cheon no necesitó decir más.
Se inclinó hacia adelante, y Cheong Myeong hizo lo mismo. Sus labios se encontraron en un beso lento, tierno, sin urgencia. No había pasión desbordada ni deseo reprimido: solo cariño, devoción, y esa calidez que solo nace cuando alguien se convierte en hogar.
En ese instante, con el agua tibia rodeándolos, las manos entrelazadas y los corazones latiendo al unísono, Baek Cheon se dijo a sí mismo que, sin importar lo que ocurriera mañana, ese amor valía cada cicatriz, cada miedo, cada batalla. Porque su maestro podía no ser perfecto… pero lo amaba de una manera que lo hacía sentir como lo más precioso del mundo.
Chapter 185: ⌗Competencia (25)
Chapter Text
Después del baño, con el cuerpo aún tibio y el cabello húmedo cayendo suavemente sobre su frente, Baek Cheon se dejó llevar por las manos atentas de Cheong Myeong. Se dejó vestir con una túnica ligera de lino, suave y cómoda para dormir. No era que realmente necesitara tanta ayuda —podía mover su brazo herido sin demasiada dificultad si lo hacía con cuidado— pero no dijo nada. Le gustaba la forma en que su maestro lo envolvía con tanto cuidado, como si cualquier gesto brusco pudiera romperlo. Cheong Myeong parecía demasiado concentrado en no tirar de la manga o rozar la piel sensible, y eso llenaba el pecho de Baek Cheon de una calidez difícil de describir.
Una vez vestido, se recostaron juntos en la cama, cubriéndose con una manta sencilla. Se acurrucaron sin decir palabra, envueltos en un silencio que no era incómodo sino reconfortante, como si el calor de sus cuerpos hablara por ellos.
Cheong Myeong fue el primero en romper la tranquilidad.
—”¿Entonces lo has reconsiderado?” —preguntó en voz baja, sin mirarlo directamente, su rostro apoyado contra el cabello aún húmedo de Baek Cheon.
Baek Cheon volteó un poco, lo suficiente para ver su expresión desde el ángulo en que estaba. Sonrió con ternura.
—”¿No dijiste que ibas a apoyarme sin importar qué?’
Cheong Myeong frunció los labios, haciendo un puchero como si acabara de recordar una promesa imprudente que preferiría no haber hecho. El gesto provocó una risita ligera en Baek Cheon.
—”Ya tomé una decisión” —dijo entonces, su voz segura, aunque cargada de calma. Se inclinó un poco más, acercando sus labios al oído de su maestro, y le susurró con suavidad lo que tenía planeado.
La expresión de Cheong Myeong se tensó de inmediato. Se separó apenas para mirarlo, frunciendo el ceño.
—”¿Un reemplazo? ¡Entonces puedo ser yo!” —espetó con una mezcla de indignación y orgullo herido.
Baek Cheon soltó un suspiro resignado, moviendo la cabeza lentamente mientras respondía con paciencia.
—”Eres un maestro, esta competencia es solo para discípulos en ascenso. No puedes participar.”
Cheong Myeong bufó, cruzando los brazos con un gesto infantil.
—”Es injusto. ¿Por qué no hacen estas competencias para maestros también?” —murmuró—. “Todavía me veo joven. Puedo hacerme pasar por ti.”
Baek Cheon no pudo evitar reír, una carcajada cálida que se mezcló con la respiración tranquila de ambos. Se inclinó y besó la mejilla de su maestro con dulzura, como si eso pudiera apaciguar el mal humor que le nacía de la frustración.
Durante unos segundos, volvieron al silencio. Entonces Baek Cheon, con la mirada fija en el techo, formuló una pregunta que había rondado su mente desde hacía un tiempo.
—”Maestro… ¿Por qué dejó de usar la técnica de Ciruelos en Plena Floración?”
Cheong Myeong no respondió de inmediato. El silencio que se instaló ahora no era cómodo como antes. Era denso, como si arrastrara algo olvidado y oculto.
Baek Cheon notó el cambio y giró la cabeza lentamente para verlo. Cheong Myeong seguía mirando al techo, su expresión imperturbable… pero no era porque no sintiera nada. Estaba claramente buscando una respuesta.
La verdad era que ni él mismo lo sabía. Esa técnica era su favorita. Brillante, elegante, poderosa. Había sido su sello. Como jugador, antes de despertar en este mundo, siempre se había preguntado por qué el Geomjon del juego jamás la usaba. Se quejaba constantemente de cómo los desarrolladores lo habían "nerfeado", como si hubieran despojado al personaje de todo lo que lo hacía temible y digno de su leyenda.
Y ahora, estando en su piel, no podía evitar hacerse la misma pregunta.
¿Por qué Geomjon dejó de usar esa técnica?
¿Cuándo ocurrió eso? ¿Antes de que comenzara la historia? ¿Fue por una razón emocional? ¿Física? ¿O simplemente... se rindió?
En el juego, en la batalla final entre Geomjon y Baek Cheon, él jamás usó ni un solo movimiento de esa técnica. Incluso los jugadores lo habían notado, comentando en foros cosas como “¿Por qué el jefe final pelea como un NPC cualquiera?” o “Qué desperdicio de personaje.”
Ahora, Cheong Myeong lo entendía. O al menos… empezaba a sospecharlo.
Porque cuando una técnica nace de un corazón en plena floración, como lo hacía esa, basta con que ese corazón se marchite para que la técnica deje de tener sentido.
Y tal vez… Tal vez Geomjon, antes de que él llegara a habitar su cuerpo, ya no tenía motivos para florecer.
Cheong Myeong no supo cómo decir eso, así que simplemente apretó más fuerte la mano de Baek Cheon, como si con eso pudiera transmitir una respuesta.
—”No lo sé “—admitió al fin, con voz baja, apenas audible—. “Pero ahora… estoy empezando a recordar cómo se sentía.”
Baek Cheon no insistió. Le bastaba con eso. Apretó su mano de vuelta, y sonrió. Porque incluso si su maestro no lo sabía aún, él sí lo sentía: esa flor que una vez se marchitó… estaba empezando a abrir sus pétalos otra vez.
(...)
Cheong Myeong permanecía al lado de Baek Cheon, sus dedos deslizándose con lentitud por su cuero cabelludo, aplicando la presión justa para relajar sus músculos mientras murmuraba palabras apenas audibles, como si hablara con una flor herida que necesitaba cuidados constantes. De vez en cuando, bajaba el rostro para dejar besos suaves en la frente, en las mejillas, en la punta de la nariz. Baek Cheon apenas murmuraba en respuesta, ya casi completamente rendido al sueño.
Su respiración se hizo más profunda, más lenta. Sus facciones, por fin libres de la tensión del día, se suavizaron, mostrando una ternura que solo era visible cuando dormía así, entre los brazos de su maestro. Cheong Myeong lo miraba como si fuese lo más valioso del mundo. Lo era.
Pasaron unos minutos en silencio. Cheong Myeong seguía acariciando su cabello, hasta que los párpados de Baek Cheon se cerraron por completo y no volvió a abrirlos. Su respiración acompasada y el leve peso de su cuerpo contra el suyo le confirmaron que ya estaba profundamente dormido.
Cheong Myeong se quedó un momento más, contemplando el rostro de su discípulo y amante. Había algo en observar a alguien dormir que le hacía sentirse... humano. Vulnerable, pero también lleno. Sentía el corazón hinchado de una calidez que pocas veces le era permitida. Se permitió cerrar los ojos, dispuesto a descansar también.
Pero justo cuando su respiración comenzaba a acompasarse con la de Baek Cheon, un ruido repentino le hizo abrir los ojos de golpe.
Desde el pasillo, se escuchaban pasos, risas contenidas y voces cada vez más cercanas. El torneo había terminado, y los discípulos estaban regresando a sus habitaciones, emocionados y charlando sobre los combates.
Cheong Myeong apretó los dientes. Con delicadeza, como si manipulara porcelana fina, se despegó del cuerpo de Baek Cheon. Se movió en silencio, cubriéndolo mejor con la manta, asegurándose de que nada le perturbara el descanso. Caminó en puntas de pie hasta la puerta, la deslizó con una lentitud inusitada y salió de la habitación.
El instante en que cerró la puerta tras de sí, su expresión cambió.
—”¡¿Quieren dejar de hacer ruido, mocosos imbéciles?!” —gruñó con voz baja, pero tan filosa como una espada desenfundada en plena noche.
Los discípulos que se encontraban en el pasillo se congelaron. Algunos se tensaron, otros tragaron saliva. Era su maestro. Su aterrador, exigente y totalmente impredecible maestro. Todos guardaron silencio al instante, las conversaciones interrumpidas como si se hubiera detenido el tiempo.
—”¡Baek Cheon está durmiendo! ¡Y si alguno lo despierta, lo uso de saco de arena hasta que aprenda a caminar sin hacer ruido!” —escupió con ferocidad, los ojos brillando con furia protectora.
Un silencio sepulcral se apoderó del pasillo. Pero pronto, los más valientes comenzaron a acercarse lentamente a Cheong Myeong, con cautela y la cabeza gacha.
—”M-Maestro Geomjon… ¿Cómo está nuestro sasuk?” —preguntó uno de ellos, en voz baja, como si temiera que el simple volumen de su voz pudiera despertar al herido.
Cheong Myeong lanzó un "shhh" automático, frunciendo el ceño. Pero no los apartó.
—”Está bien” —dijo, su tono suavizándose apenas—. “Está sanando rápido. Pero sigue débil, así que necesita descansar. No se atrevan a molestarlo.”
Los discípulos asintieron rápidamente, con expresiones de preocupación y alivio a la vez.
Cheong Myeong suspiró y les indicó que lo siguieran a la sala principal. A pesar de su actitud, sabía que necesitaban hablar. Necesitaban descargar la tensión del torneo.
Una vez allí, se sentó con ellos mientras los escuchaba relatar lo ocurrido. Cuatro discípulos del Monte Hua, contando a Baek Cheon, habían logrado pasar a los treintaidosavos de final. Cuatro. En una competencia nacional de élite.
Un logro increíble para una secta que hasta hace poco era vista como una reliquia en decadencia.
Uno de los discípulos no pudo evitar decirlo en voz alta.
—”¡Maestro! ¡¿No cree que deberíamos celebrar?! ¡Monte Hua no había llegado tan lejos en décadas!”
Cheong Myeong lo fulminó con la mirada.
—”¿Celebrar? ¿Por qué? ¿Porque apenas se salvaron del ridículo?” —replicó con un tono gélido—. “¡¿Cómo se atreven a celebrar cuando todavía tienen las posturas flojas y los reflejos de un pez dormido?!”
Los discípulos se miraron entre sí con angustia. Buscando desesperadamente apoyo visual, miraron alrededor.
—”¿Dónde está el líder de secta…?”—susurró uno.
—”¿Y el anciano Tang? ¡Él siempre suaviza al maestro!” —musitó otro con esperanza.
Pero no había nadie. Baek Cheon descansaba. El líder de secta aún no regresaba del área de observación del torneo. Tang Bo… probablemente se encontraba con los demás miembros del clan Tang.
No había autoridad alguna que los protegiera de la inminente tormenta llamada Cheong Myeong.
Uno de los discípulos levantó la mano temblorosamente.
—”¿M-maestro? ¿Nos va a castigar?”
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Claro que sí.”
Los rostros se desfiguraron en pánico.
—”Pero primero…” —dijo, afilando la mirada como si afilara una espada invisible— “…vamos a repasar cada uno de sus combates, uno por uno. ¡Y si alguno se atreve a justificar una falla como "el oponente era fuerte", lo voy a hacer repetir esa pelea conmigo como oponente!”
Todos tragaron saliva al mismo tiempo.
La noche sería larga.
(...)
Cuando el líder de la secta, Cheong Mun, regresó finalmente a los aposentos, lo primero que sintió fue una pesada tensión flotando en el aire. El murmullo distante que solía acompañar la noche con los discípulos del Monte Hua había sido sustituido por un silencio nervioso, roto solo por los gritos inconfundibles de cierto individuo que parecía estar a punto de explotar.
Siguió la fuente del escándalo hasta la sala principal y, al doblar el umbral, la escena que lo recibió fue... intensa, por decir lo menos.
Cheong Myeong, con el ceño tan fruncido que parecía una arruga viviente, se paseaba de un lado a otro, los brazos cruzados y los pasos tan sonoros como latigazos. Frente a él, los discípulos que habían sido eliminados del torneo estaban de rodillas, alineados como pequeños soldados derrotados, sudando frío y temblando como hojas al viento.
—”¡Todos han perdido! ¡¡Perdido contra las Diez Grandes Sectas!!” —vociferaba Cheong Myeong, con la voz temblando de pura indignación—. “¡¡No puedo vivir porque estoy muy cabreado!! ¡¡No puedo permitirme perder!!”
Se detuvo de pronto, señalándolos con un dedo acusador.
—”¿¡Me están diciendo que no tienen nada que perder, pero siguen perdiendo contra esos bastardos arrogantes de las Diez Grandes Sectas!?”
Y entonces, con una teatralidad tan natural como su ira, levantó la mano y gritó:
—”¡¡Voy a romperles todas las uñas!! ¡¡Pónganlas ahí!! ¡Las quiero ver a todas!”
Los discípulos palidecieron como si hubieran visto a un demonio.
—”¡Perdón, maestro! ¡¡Lo sentimos!! ¡¡Fue un error!!”
—”¡No nos rompa las uñas, por favor, las necesitamos para subir por las paredes en entrenamiento!”
Era un espectáculo digno de una tragicomedia.
Cheong Mun se quedó en la entrada, observando en silencio, su rostro inexpresivo, sus ojos medio muertos. Un suspiro profundo escapó de sus labios. Ya había lidiado con embajadores, con organizadores del torneo, con el Consejo de las Siete Cumbres… y ahora esto.
Pensó en girarse y marcharse. No había sido visto, aún podía fingir que no pasó nada.
Pero justo cuando dio un paso atrás, uno de los discípulos arrodillados levantó la cabeza, desesperado.
—”¡¡Líder de secta!! ¡¡Ayuda!! ¡¡Geomjon nos va a matar!!”
—”¡Por favor, líder de secta, dígale que nos deje vivir! ¡¡No nos hemos recuperado del torneo todavía!!”
De inmediato, los demás lo siguieron con súplicas al unísono, como una ola de esperanza aferrándose al único salvavidas que les quedaba.
Cheong Mun cerró los ojos un instante, como si le doliera físicamente responder.
—”…Cheong Myeong.”
La voz fue tranquila. Demasiado tranquila.
Y eso, precisamente, fue lo que hizo que los hombros de Cheong Myeong se tensaran al instante.
Sus pasos se detuvieron. El ambiente se congeló. Lentamente, giró sobre sus talones, mostrando una expresión que intentaba desesperadamente parecer inocente, pero que claramente era una máscara sobre su frustración desbordada.
—”¡Ah, sahyung!” —saludó con una exagerada reverencia—. “¡Qué coincidencia verte por aquí! Justo estaba enseñándoles disciplina a estos mocosos ingratos. ¡No me malinterpretes! Todo está bajo control.”
Cheong Mun no dijo nada. Solo lo observó con esa mirada serena que lo hacía parecer más peligroso que cualquier grito.
Y luego, sin previo aviso, alargó la mano, agarró la oreja de Cheong Myeong y tiró de ella sin piedad.
—”¡Agh—! ¡¡Sahyung!! ¡Es abuso de poder! ¡¡Soy un adulto, un maestro de primera clase, y me estás jalando como a un niño!”
—”Justamente” —dijo Cheong Mun con voz calma mientras lo arrastraba hacia afuera de la sala—. “Como maestro de primera clase deberías tener más autocontrol. No puedes romperle las uñas a nadie. ¿Qué clase de castigo es ese?”
—”¡Uno efectivo!” —se defendió, tratando de caminar por sí mismo para no ser arrastrado como trapo—. “¡Te aseguro que si no tienen uñas, no podrán blandir la espada de forma arrogante otra vez!”
Cheong Mun ni siquiera se dignó a responder. Solo continuó jalándolo con firmeza.
Los discípulos, aún de rodillas, lo observaron con la boca entreabierta. Uno de ellos dejó escapar un suspiro audible.
—”Al fin…”
—”El líder de secta es el único que puede controlarlo” —dijo otro, temblando.
—”¿Será demasiado pedir que lo jale de la oreja todos los días?”
Uno por uno, los discípulos cayeron al suelo, boca arriba, como sobrevivientes de una batalla.
La tormenta llamada Cheong Myeong había pasado... por ahora.
—-----
Al día siguiente, la atmósfera del coliseo era distinta. Había una especie de electricidad suspendida en el aire, una emoción difícil de describir. Los discípulos del Monte Hua avanzaban en formación por el pasillo central que conectaba los alojamientos con la arena de combate, todos con el porte recto y la mirada firme, pero algo los diferenciaba de los demás grupos ese día: los vítores.
Más específicamente, los vítores no eran para todos ellos… sino para uno solo.
—”¡Es él! ¡¡El que usó la técnica de flor de ciruelo!!”
—”¡Baek Cheon-nim, te amo!”
—”¡Qué elegancia! ¡Qué poder! ¡Quiero un abanico con su rostro!”
Una multitud de personas se había reunido en los bordes del corredor solo para echar un vistazo a Baek Cheon. Su desempeño del día anterior, la belleza de su técnica y la intensidad de su duelo contra su propio hermano mayor lo habían convertido en una estrella de la noche a la mañana. Era el tema principal de conversación. Todos querían ver al “elegante espadachín de la flor cortante”.
Baek Cheon, por su parte, intentó mantener la compostura. Su rostro estaba ligeramente sonrojado, pero su postura no flaqueaba. Caminaba con gracia, con una sonrisa contenida que mostraba agradecimiento pero no arrogancia. Quería responder con humildad, con la dignidad de un verdadero discípulo del Monte Hua.
Eso… hasta que Cheong Myeong abrió la boca.
—”¡¡Sí, eso mismo!! ¡¡Más alto!! ¡¡Vamos, que no se escuche solo “Baek Cheon-nim”, quiero que lo canten como un mantra!!”
Se giró hacia la multitud, como si fuera un maestro de orquesta animando a una audiencia.
—”¡Vamos, con ritmo! ¡Una, dos, tres! ¡¡BAEK CHEON!! ¡¡BAEK CHEON!!”
Algunos en la multitud —especialmente las jóvenes doncellas— se animaron con entusiasmo, levantando pañuelos o manos al cielo como si estuvieran en un concierto.
—”¡¡¡BAEK CHEON, BAEK CHEON!!!”
—”¡WOOOOO!”
Baek Cheon abrió los ojos con horror, girando rápidamente para mirar a Cheong Myeong que lo seguía con una expresión de orgullo desmedido. No era solo el tono en su voz, era el brillo en sus ojos, como si él mismo fuera el responsable de haber creado una joya marcial y ahora quisiera que todo el mundo la admirara.
—”Cheong Myeong” —murmuró Baek Cheon entre dientes, tratando de no alterar su expresión pública.
—”¿Hm? ¿Qué pasa, mi querido y talentoso discípulo? ¿No quieres que todos te adoren como mereces? ¡Vamos, te lo ganaste con sudor y sangre!”
—”¡Vas a hacer que me traguen vivo! ¡Ven acá!”
Con las mejillas ardiendo y sin poder sostener la fachada un segundo más, Baek Cheon se dio media vuelta, lo tomó por el brazo con una fuerza sorprendente —más de uno en la multitud soltó un gritito de sorpresa— y lo arrastró hacia la zona del Monte Hua como si llevara a un perro revoltoso.
Cheong Myeong ni siquiera se resistió. Caminaba con pasos ligeros, una sonrisa satisfecha en el rostro mientras le decía al oído:
—”¿Ves? ¡Te adoran! Me debes una ronda de bebidas cuando volvamos al Monte Hua. ¡No todos tienen un maestro tan dedicado como yo!”
—”¡Dedícate a estar en silencio!” —gruñó Baek Cheon, todavía con el rostro encendido—. “¡¡Estábamos pasando desapercibidos hasta que abriste la boca!!”
Pero el daño ya estaba hecho. Por donde pasaban, los murmullos no cesaban. Algunos querían saber quién era ese “joven maestro ruidoso” que lo acompañaba con tanta familiaridad. Otros simplemente no podían dejar de hablar de la pareja extraña pero fascinante que formaban: el discípulo brillante y el maestro carismático que parecía más emocionado que él por la fama repentina.
Y así, sin siquiera haber comenzado la jornada, el Monte Hua ya se había robado la atención de todos otra vez.
Chapter 186: ⌗Competencia (26)
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Los discípulos del Monte Hua, aún agitados por los vítores y el ambiente cargado de emoción, se fueron acomodando en su zona asignada sin prestar atención a los grupos cercanos. Sin embargo, solo a unos pasos de distancia, un grupo de figuras elegantes y vestidas con atuendos tan refinados como su linaje los observaba en absoluto silencio.
La familia Namgung.
Eran como un bloque de mármol: erguidos, pulcros, sus rostros tan impasibles como el hielo. Parecía que el alboroto de los vítores ni siquiera existía para ellos. Sin embargo, entre ellos destacaba una figura con una mirada afilada como una espada bien forjada: Namgung Dowi, el sogaju del clan Namgung.
Aunque su expresión se mantenía serena y altiva, sus ojos estaban fijos en el grupo del Monte Hua, y el desdén que sentía era imposible de disimular. No era que sintiera celos. Por supuesto que no. No era ese tipo de persona. Pero desde que había salido de sus aposentos esa mañana, los aplausos que creía le estaban dirigidos resultaron no ser para él, sino para ese discípulo de la secta en bancarrota… Baek Cheon.
Y lo que era aún peor: al lado de ese tal Baek Cheon estaba su maestro, Geomjon. Ese hombre descarado y escandaloso que había conseguido más atención simplemente con sus gritos que él con toda su compostura. El espectáculo que habían hecho delante de la multitud le pareció grotesco. Frívolos. Inmaduros. Despreciables.
Dowi frunció apenas los labios.
No les permitirá seguir pavoneándose como si fueran los dueños del torneo.
Hoy, su encuentro con Baek Cheon estaba programado. Hoy, la espada de Namgung restablecería el equilibrio. Hoy, les mostraría lo que significaba la verdadera espada justa.
Mientras tanto, Baek Cheon y su grupo llegaban a su zona, aún recuperándose del escándalo de los vítores y el teatrillo de Cheong Myeong. Sin embargo, algo le llamó la atención al instante.
—”¿Huh...?” —murmuró, frunciendo el ceño—. “¿Dónde está Jongnam?”
El área justo frente a ellos, que hasta el día anterior pertenecía a la secta rival, estaba… vacía. No solo vacía, sino completamente despejada, como si nunca hubiera pertenecido a nadie. No había mochilas, ni armas apoyadas, ni siquiera una tetera olvidada.
Los discípulos a su alrededor, lejos de preocuparse, sonrieron con satisfacción.
—”¡Sasuk, no te imaginas lo que pasó!”—exclamó un joven discípulo con los ojos brillando.
—”¡Ayer, cuando tú te fuiste, Yu Iseol Samae peleó contra Lee Song Baek!”
—”¡Y lo venció!” —interrumpió otro, inflando el pecho como si lo hubiera hecho él.
—”¡Y no fue cualquier victoria, fue una humillación! ¡Lo dejó sin palabras en medio del escenario!”
—”¡Lee Song Baek era el único de Jongnam que quedaba en competencia! ¡El único!”
—”¡Y tras esa derrota, Jongnam no tuvo más opción que recoger sus cosas y abandonar el torneo!”
Otro discípulo no pudo evitar reírse:
—”¡Debiste verlos! Bajando la montaña con los hombros tan caídos que parecían haber envejecido diez años. ¡Uno hasta tropezó con una piedra!”
—”Fue glorioso…” —dijo el más joven del grupo, llevándose la mano al corazón—. “Poético.”
Baek Cheon parpadeó, sorprendido al principio, pero luego una sonrisa lenta y orgullosa apareció en su rostro.
—”Ya veo…” —murmuró.
Una parte de él se había lamentado no estar presente para ver la caída de Jongnam con sus propios ojos, pero al saber que había sido Yu Iseol quien los había empujado por el borde, ese pesar se disolvió. Se sintió… satisfecho. Su hermana menor marcial había crecido.
Pero mientras el Monte Hua celebraba discretamente y el aire se llenaba de energía triunfal, a unos pasos de distancia, Namgung Dowi observaba esa sonrisa confiada y esa camaradería con el ceño fruncido. La alegría del Monte Hua lo irritaba. La ausencia de Jongnam solo dejaba un blanco aún más claro sobre el que apuntar su espada: Baek Cheon.
Y hoy… no pensaba fallar.
El eco del gong resonó en toda la arena del torneo, anunciando el inicio del siguiente enfrentamiento. Namgung Dowi se puso de pie con la gracia y disciplina propias de su clan, su espada recta en la espalda y su andar digno. Antes de dar el primer paso hacia el escenario, su padre le posó una mano en el hombro, asintiendo con severidad.
—”Recuerda quién eres” —murmuró.
A su lado, su hermano mayor habló con voz firme:
—”La espada de la familia Namgung no puede perder ante un farsante.”
Con esas palabras como respaldo, Namgung Dowi subió al escenario con la determinación de quien ya ha decidido la victoria. Sus movimientos eran elegantes, su presencia impecable. Los vítores del público se moderaron en respeto ante su porte imponente. Este era el momento en que demostraría que Monte Hua solo sabía hacer ruido… y que ellos, la familia Namgung, eran quienes escribían la historia.
Pero entonces… algo extraño sucedió.
Del otro lado del escenario, Baek Cheon caminaba con su característico aplomo, sereno, como si no tuviera prisa alguna. Su porte elegante y su túnica ondeando con el viento cautivaban al público. Todo el mundo esperaba que diera el último paso y subiera… pero no lo hizo.
En lugar de eso, la pequeña figura sobre su hombro —una marta blanca de pelaje brillante— se estiró como un gato flojo, bostezó, y saltó hacia el escenario con la ligereza de un pétalo. Aterrizó sin hacer ruido, erguida sobre sus dos patas traseras.
Vestía una diminuta túnica negra del Monte Hua, confeccionada con sorprendente detalle. Una cinta blanca adornaba su frente al estilo de su dueño, y una pequeña espada de madera pendía de su cintura, balanceándose con sus movimientos.
La arena entera cayó en un silencio absurdo. Algunos se frotaron los ojos. Otros se miraron entre ellos para confirmar si todos estaban viendo lo mismo.
Namgung Dowi parpadeó lentamente. Su mirada descendió a la criatura y luego volvió a Baek Cheon con expresión absolutamente vacía.
—”¿Esto es una broma?” —dijo al fin, su voz cortante como el acero—. “¿No me digas que de verdad planeas enfrentarme con… con eso?”
Baek Cheon respondió con una sonrisa pulcra y una inclinación educada.
—”Él es un discípulo reconocido del Monte Hua. Me temo que el sorteo determinó que debía pelear contigo.”
—”¡¿Una marta?! ¡¿Estás loco?!” —Namgung Dowi giró hacia el presentador, exigiendo justicia—. “¡Esto es un torneo entre espadachines! ¡Discípulos! ¡Espadas!”
El presentador, visiblemente confundido pero con los ojos ya acostumbrados a las excentricidades del Monte Hua, se aclaró la garganta.
—”El… discípulo Baek Jeon viste la túnica reglamentaria, porta un arma, y ha sido registrada como representante del Monte Hua. Técnicamente… no hay ninguna regla que prohíba su participación.”
—”¡¿Van a dejar que me enfrente a una rata disfrazada?!” —espetó Dowi, el tono de su voz más alto de lo que pretendía. Un murmullo general comenzó a recorrer al público, y más de uno soltó una risa nerviosa.
Mientras tanto, la pequeña Baek Ah frunció el entrecejo (o al menos eso parecía) y comenzó a emitir chillidos agudos mientras apuntaba su mini-espada de madera directamente al sogaju de Namgung.
—”¡Chi-chiii! ¡Chi-chii-chiii!”
Baek Cheon asintió, como si entendiera perfectamente.
—”El dice: “Deja de hablar y enfréntate a mí de una vez, maldito cobarde.”
El público estalló en carcajadas, incapaz de contenerse más. La marta se puso en guardia, con su diminuta espada sostenida entre sus patas delanteras, su expresión desafiante, como si de verdad creyera tener una oportunidad.
Namgung Dowi temblaba de ira.
—”Esto es una completa farsa” —murmuró, sujetando el mango de su espada mientras apretaba los dientes.
Y aún así… por alguna razón, no fue capaz de desenvainarla de inmediato.
¿Enfrentarse a una marta?
¿Y si perdía…?
¿Y si ganaba y la gente lo consideraba un monstruo?
Dowi, incapaz de contener su creciente humillación, explotó.
—”¡Eres un cobarde, Baek Cheon!” —gritó, su voz impregnada de frustración y rabia—. “¡No tienes agallas para enfrentarte a mí! ¿Vas a esconderte detrás de un roedor para siempre? ¡Admítelo! ¡Tienes miedo! ¡Miedo de perder ante la espada de la familia Namgung! ¡Y con razón!”
Se volvió hacia la pequeña marta blanca, que lo observaba desde su lado del escenario con los bigotes temblando.
—”¡Te voy a destrozar, maldita rata! ¡Te usaré de bufanda cuando acabe contigo!”
El murmullo del público se volvió tenso. Algunos se incomodaron ante el nivel de agresión, pero otros simplemente esperaban que Baek Cheon respondiera… cosa que no hizo.
Permaneció firme en su lugar, sus ojos clavados en Dowi, su expresión seria. Solo una ligera arruga en su entrecejo delataba su molestia.
—”Le prometí a mi maestro no intervenir hoy” —murmuró para sí, sin moverse.
Pero no todos compartían esa calma.
Desde el lado del Monte Hua, Cheong Myeong ya estaba en posición de salto, los ojos entrecerrados como un depredador. Solo la intervención combinada de Tang Bo, Yu Iseol y otros dos discípulos que lo sostenían como si intentaran frenar a una bestia encadenada evitó una tragedia.
—”¡Suéltame! ¡Voy a arrancarle la lengua a ese mocoso malcriado!” —gritaba entre forcejeos, con una vena palpitando en la frente—. “¡Nadie llama cobarde a Baek Cheon y vive para contarlo!”
Tang Bo, sudando mientras mantenía a raya el hombro de su mejor amigo, se reía entre dientes.
—”¡Cuñado! ¡Respira! ¡No hagas nada! ¡La marta lo hará por ti!”
Y así fue.
Baek Ah, que hasta ese momento se había contenido como una profesional… gruñó.
Gruñó como una bestia herida, con los ojos centelleando de furia. No solo habían insultado a su dueño, también amenazaron con hacerla bufanda. Su dignidad como discípulo del Monte Hua, como compañero de Baek Cheon, como marta guerrera, había sido pisoteada.
Con un bufido feroz y el pelaje erizado, se lanzó hacia Dowi.
—”¡CHI! ¡CHIIIIIIIIIII!”
La velocidad fue impresionante. Namgung Dowi, aunque sorprendido, logró blandir su espada para defenderse, esperando que la criatura saltara a su cabeza como tantos lo habían hecho antes. Cubrió su rostro con precisión, listo para desviar el impacto.
Pero Baek Ah no jugaba bajo las mismas reglas.
En el último segundo, su cuerpo giró en el aire, se compactó como un proyectil natural… y, cual legendario erizo azul de un videojuego ancestral, se convirtió en una bola blanca de furia que aterrizó con precisión quirúrgica entre las piernas de su oponente.
Un sonoro y agudo ¡POM! retumbó por toda la arena.
El mundo se detuvo.
El público entero hizo una mueca colectiva de dolor; algunos se llevaron las manos a la entrepierna instintivamente, otros desviaron la mirada con lágrimas en los ojos. Una mujer se desmayó en la primera fila. Un anciano juró haber sentido el golpe en su juventud revivir.
Namgung Dowi soltó un chillido que no se había escuchado jamás en la historia del clan Namgung. Cayó de rodillas, luego al suelo, hecho un ovillo alrededor de su ingle.
—”Aaaagh… mi… mi… mi honorrrrr…”
Baek Ah aterrizó con gracia, sacudiéndose como si nada, y luego se limpió la patita delantera con elegancia antes de regresar tranquilamente a su lado del escenario.
Cheong Myeong, que había estado a punto de explotar, se quedó congelado. Abrió la boca. La volvió a cerrar.
—”...Bueno. Afortunadamente Dowi tiene un hermano, así que la descendencia del clan Namgung no está completamente perdida” —dijo finalmente, con expresión solemne.
Baek Cheon, por su parte, se cubrió la cara con una mano mientras palidecía.
—”Hubiese sido mejor morir…”
El presentador, temblando, levantó la bandera que indicaba el fin del combate, sin decir una sola palabra. No hacía falta. El mensaje era claro:
Victoria para Monte Hua. Victoria para Baek Ah.
Y ese día, el nombre de la discípula marta blanca se grabó en la historia como el único luchador capaz de vencer a un sogaju con un solo golpe.
(...)
Baek Cheon, Cheong Myeong y la pequeña Baek-ah se acercaron lentamente a donde yacía Namgung Dowi, quien seguía retorciéndose en el suelo en una escena que oscilaba entre la tragedia y lo grotesco. Sus manos aún abrazaban su entrepierna con desesperación, su rostro estaba bañado en sudor, y pequeños espasmos recorrían su cuerpo de tanto en tanto como si cada célula de su ser se negara a aceptar lo ocurrido.
Baek-ah, que al principio caminaba con orgullo, empezó a verse un poco culpable al ver el estado lamentable de su oponente. Con la cabeza gacha y las orejitas hacia atrás, se acercó y le dio un lametón tímido en la mejilla.
—”Chiiiii…” —murmuró con suavidad, como si dijera “lo siento… un poco”.
Dowi apenas reaccionó. Solo un leve quejido ahogado escapó de sus labios.
Cheong Myeong se agachó a su lado, lo observó unos segundos con una ceja arqueada, y con total desfachatez le dio un golpe en las nalgas con la espada envainada.
—”¿Estás bien?” —preguntó con total falta de empatía.
No hubo respuesta. Solo un gemido que sonaba como si el alma de Dowi hubiera dejado su cuerpo y solo quedara una cáscara vacía.
Cheong Myeong chasqueó la lengua.
—”Esto te pasa por ser arrogante.” —Soltó con un suspiro teatral—. “¿No que muy espada del clan Namgung? Si no puedes ni con una marta, ¿cómo pensabas soportar a Baek Cheon?”
Baek Cheon, avergonzado, se inclinó ligeramente y sujetó el brazo de su maestro justo cuando Cheong Myeong volvió a levantar la espada, esta vez con más fuerza.
—”Maestro, por favor. Tal vez… tal vez deberíamos ayudarlo en vez de seguir golpeándolo.”
Cheong Myeong lo miró como si acabara de cortarle el impulso de algo muy divertido.
—”¿Ayudarlo? Pero si apenas está pagando por sus pecados…”
—”Maestro” —insistió Baek Cheon, con una ceja arqueada, dejando claro que no iba a ceder.
Cheong Myeong resopló con dramatismo, pero bajó la espada.
Justo entonces, con un esfuerzo tembloroso, Namgung Dowi levantó la parte superior de su cuerpo. Sus ojos, inyectados en lágrimas y furia, se clavaron en Baek Cheon como si pudiera matarlo con la mirada. Se tambaleó al levantar su espada con torpeza, la punta vibrando en el aire mientras intentaba apuntar hacia el discípulo del Monte Hua.
Pero antes de que pudiera siquiera acercarse, la espada de Cheong Myeong chocó contra la suya con un seco ¡CLANG!, derribando la hoja al suelo como si fuera una ramita.
—”Ya perdiste” —dijo Cheong Myeong con frialdad, sus ojos brillando peligrosamente.
Dowi apretó los dientes, temblando de rabia, humillación y dolor. A su alrededor, la multitud seguía en silencio, sin saber si sentir pena o risa. Muchos aún se cubrían la entrepierna con manos protectoras, como si temieran ser la próxima víctima de Baek-ah.
Cheong Myeong giró la cabeza hacia donde se encontraba la delegación de la familia Namgung, que seguía paralizada, boquiabierta, muchos de ellos con el rostro lívido.
—”¡¿Qué esperan para ayudarlo?!” —rugió—. “¡Su joven maestro no puede moverse todavía!”
Como si una orden marcial se hubiese pronunciado, los miembros del clan Namgung despertaron de su estupor. Algunos tropezaron al levantarse, otros aún se aseguraban de tener su linaje intacto, pero en cuestión de segundos corrieron al escenario a recoger los restos —físicos y emocionales— de Namgung Dowi.
Uno de los ancianos del clan intentó disimular el temblor en sus manos mientras ordenaba que lo llevaran a revisión médica inmediata.
Pero lo cierto era que en ese mismo instante, en varias partes del país, numerosas familias que habían considerado a Dowi como un potencial yerno de linaje puro… estaban enviando cartas de cancelación. La posibilidad de herederos varones era incierta, y su reputación había quedado en ruinas. ¿Cómo podían confiarle a su hija a un hombre derrotado por una marta blanca?
Desde su lugar privilegiado entre los asientos de honor, Namgung Hwang, patriarca del renombrado clan Namgung, presenciaba la escena con los ojos completamente desorbitados, el rostro rígido y las venas marcadas en sus puños cerrados. No podía comprenderlo. No quería comprenderlo.
¿Cómo había pasado esto?
Su hijo.
Su hijo.
Namgung Dowi, su orgullo, su heredero, el futuro líder de la casa Namgung. El joven prodigio cuya espada se decía que cortaba el viento antes de que este se moviera. Aquel que había derrotado a discípulos de otras sectas sin siquiera despeinarse.
¿Había sido vencido por una… marta?
Una marta blanca.
Sentía la sangre drenar de su rostro. La humillación era tan densa que parecía materializarse en su garganta, como una piedra imposible de tragar. Quería desaparecer. Quería cavar un agujero profundo en la tierra y meterse en él sin mirar atrás.
Los demás líderes de secta que lo rodeaban mantenían una compostura elegante, pero él conocía esa mirada. Las bocas serias, los gestos neutrales… y los ojos llenos de burla apenas contenida. Algunos incluso murmuraban con tono lastimero, como si realmente lamentaran lo sucedido.
Pero él sabía.
Él sabía.
Se imaginaba ya los rumores esparciéndose como pólvora:
“¿Oíste lo de Namgung Dowi?”
“Dicen que cayó de un solo golpe.”
“No, no fue un humano. Fue… una marta.”
Quería gritar, exigir una revisión, un castigo, algo, pero cuando miró hacia el líder de Shaolin lo encontró sentado, calmado, como si absolutamente nada irregular hubiese ocurrido.
¿¡Cómo podía eso ser justo!?
¡Una bestia tomando el lugar de un discípulo! ¡En un combate oficial! ¿¡Dónde quedaba el honor!?
Pero incluso si levantaba la voz ahora, sólo empeoraría su vergüenza. Sería el patriarca que perdió los estribos porque su hijo cayó ante una criatura peluda de menos de medio metro. No… no podía darse ese lujo. Solo le quedaba apretar los dientes y los puños mientras observaba cómo el escenario se convertía en un festival de celebración.
Y allí, descendiendo con paso firme, iba Baek Cheon, como si no acabara de suceder algo completamente absurdo. Lo seguía Geomjon, quien no se molestaba en disimular su sonrisa burlona, y sobre el hombro de Baek Cheon, como si fuera una reina en procesión, se hallaba Baek-ah, masticando tranquilamente un trozo de carne seca que alguien le había dado como premio.
Era una escena ridícula.
Y aún así… nadie la cuestionaba.
En el área del Monte Hua, los discípulos habían entrado en un frenesí de celebración. Algunos reían mientras otros lanzaban chucherías hacia Baek-ah, como si se tratara de una estrella marcial legendaria. Uno de los discípulos incluso la llamó:
—”¡La bestia sagrada del Monte Hua ha despertado!”
—”¡Venciste a Namgung Dowi, Baek-ah!” —exclamó otro, con lágrimas de risa.
—”¡La espada destructora derrotada por una marta kamikaze! ¡Qué estilo!”
Baek-ah, lejos de la humildad, alzó el pecho y levantó la cabeza con aire heroico, como si aceptara su papel sin reservas. Cuando un discípulo le entregó una pequeña bolsa de tela decorada, la marta la tomó con sus patitas delanteras, la abrió con destreza, y empezó a guardar con método marcial cada premio recibido: frutas secas, dulces, incluso una pequeña peineta de madera que alguien pensó que “le quedaría bien”.
La escena era tan surrealista para los clanes presentes que varios no sabían si reír o alarmarse.
Pero para el Monte Hua…
Era lo más normal del mundo.
Después de todo, en esa secta estrafalaria, donde el caos parecía tener su propio ritmo armonioso, ¿qué era una marta heroica sino otro día común?
Namgung Hwang, con el rostro pétreo y el corazón en ruinas, sintió por primera vez en años que el mundo se estaba volviendo en su contra.
Y en silencio, sin decir una palabra, ya comenzaba a redactar mentalmente la carta más dolorosa de su vida:
“Estimados señores de la familia Jin, con gran pesar debo informar que el compromiso previamente pactado…”
Chapter 187: ⌗Competencia (27)
Chapter Text
A pesar de que Baek-ah había sido la indiscutible ganadora del combate anterior, disfrutando de la fama, los elogios y los premios, había alguien más que estaba brillando con una sonrisa aún más desvergonzada:
Cheong Myeong.
—”¡Jo Gul!” —gritó mientras caminaba con paso relajado hacia el grupo de discípulos del Monte Hua.
En su espalda llevaba una bolsa de dinero tan grande y abultada que hacía ruido con cada paso, tintineando con monedas de oro, plata y algunos lingotes pequeños de jade. Sin previo aviso, Cheong Myeong la lanzó con fuerza hacia Jo Gul, quien la atrapó con dificultad, cayendo de espaldas al suelo mientras la bolsa lo aplastaba parcialmente.
—”¡Cuídala bien!” —ordenó Cheong Myeong, sonriendo de oreja a oreja—. “¡Esa es la recompensa por creer en la sabiduría de este humilde maestro estratega!”
Jo Gul gimió desde el suelo. —”¿Qué tienes en esta cosa, ladrillos de oro?”
Cheong Myeong estiró los brazos con satisfacción.
—”¡Las personas son tan tontas!” —dijo con una carcajada que hizo eco hasta la parte alta de las gradas—. “¡¿Quién en su sano juicio apuesta contra MI discípulo... incluso si ese discípulo es cambiado por una marta?! ¡Todos lo hicieron! ¡Pusieron su fe en Namgung Dowi! ¡Ja! ¡Eso solo hizo que el multiplicador de mi apuesta se disparara hasta los cielos!”
Las cejas de los discípulos se alzaron con incredulidad. Apostar por Baek-ah había sido una locura, una locura total…
Pero claro, nadie contaba con que lo impensable se haría realidad.
Y Cheong Myeong, con su habitual descaro, disfrutaba cada moneda como si la victoria le perteneciera directamente.
Estaba tan complacido que incluso se giró hacia Baek-ah, quien aún estaba comiendo como una noble mimada sobre el hombro de Baek Cheon, y extendió su mano.
—”¡Buen trabajo, pequeño!” —le dijo con una rara expresión de ternura—. “Te has ganado esto.”
Le transfirió una pequeña pero poderosa corriente de energía espiritual pura, algo que Cheong Myeong rara vez compartía con nadie, mucho menos con animales.
Baek-ah tembló brevemente, y sus ojos brillaron como cristales. Dejó la carne a un lado por un segundo para frotarse contra su mano como si le agradeciera, luego volvió a comer con más entusiasmo.
—”…Esto es lo mejor que me ha pasado en meses” —murmuró Cheong Myeong con una sonrisa perezosa, observando cómo los de la familia Namgung aún intentaban disimular su humillación.
Pero no había tiempo para regodearse más. Desde el centro del escenario, el presentador del torneo levantó la voz.
—”¡La siguiente participante, Yu Iseol del Monte Hua! ¡Su oponente: Peng Gyong de la familia Peng!”
La atención de todos se centró en la joven espadachina que dio un paso al frente con su característico andar silencioso, firme, y la mirada serena como un lago inmutable.
Justo cuando uno de los discípulos iba a desearle suerte, Tang Soso se adelantó, dando un brinco y con las mejillas encendidas, le gritó con fuerza:
—”¡Sago! ¡Gánale! ¡Pelea sin remordimientos!”
Las palabras salieron más fuertes de lo que esperaba, y su rostro se volvió aún más rojo. Algunos discípulos parpadearon con sorpresa ante el entusiasmo característico de Soso.
Yu Iseol, que raramente mostraba expresiones emocionales, curvó levemente sus labios en una sonrisa suave, esa que parecía estar reservada solo para Tang Soso. Se inclinó un poco y le dio una suave palmadita en la cabeza, como un gesto tierno y tranquilizador. Tang Soso casi se derritió en el acto.
Desde un lado, Cheong Myeong los observó de reojo.
—”…¿En serio no están saliendo?” —murmuró, rascándose la cabeza—. “Esa es la expresión que le hace Baek Cheon a sus libros favoritos, ¿sabes?”
Yu Iseol se giró y caminó hacia Baek Cheon, quien la esperaba con los brazos cruzados. Él la miró con orgullo contenido.
—”Recuerda lo que te dije” —le dijo en voz baja—. “No pelees con la intención de ganar. Pelea con la intención de demostrar la espada del Monte Hua.”
Yu Iseol asintió solemnemente, y entonces subió al escenario.
Allí la esperaba su oponente: Peng Gyong de la familia Peng. Su postura era como una montaña: sólida, pesada, inamovible. Su dao, el Dao de la Dominación, era infame por ser pesado y veloz a la vez, una combinación que aplastaba al enemigo antes de que pudiera reaccionar.
Su aura era sofocante. Incluso los discípulos más jóvenes del Monte Hua tragaron saliva al sentirla desde lejos.
Pero Yu Iseol no se dejó afectar.
Recordó las enseñanzas de Cheong Myeong.
Ser como el agua. Adaptable, serena, cortante cuando debe serlo.
Con una calma inquebrantable, desenvainó su espada con un sonido limpio, suave como el susurro del viento.
El combate estaba a punto de comenzar.
Y por la expresión de Yu Iseol, no pensaba retroceder ni un solo paso.
(...)
Baek Cheon, con Baek-ah cómodamente dormida sobre su hombro y aún relamiéndose tras el banquete de premios, se inclinó ligeramente hacia Cheong Myeong mientras sostenía un pequeño trozo de carne seca entre los dedos.
—”¿Crees que estará bien?” —preguntó, mientras acercaba la carne a los labios de su maestro, quien sin pudor alguno la mordió con gusto.
Cheong Myeong masticó con tranquilidad, como si no estuviera frente a una de las peleas más importantes del torneo, y después de tragar, se limpió con la manga de su túnica con total despreocupación antes de responder.
—”Aparte de ti, no hay otro discípulo que lleve el alma del Monte Hua en su espada con tanta pureza como Yu Iseol.” —Su mirada se deslizó hacia el escenario, donde la joven espadachina ya se encontraba en posición—. “Ella también será capaz de florecer.”
Baek Cheon asintió en silencio. Su rostro reflejaba confianza, pero también una sutil tensión en la mandíbula. Sabía cuánto se esforzaba Yu Iseol y lo mucho que anhelaba la perfección, aunque no lo expresara. Desvió su mirada hacia los demás discípulos: Jo Gul, Yoon Jong, Tang Soso... todos miraban el escenario con el cuerpo tenso y los ojos fijos, como si contuvieran la respiración.
Mientras tanto, Cheong Myeong se cruzó de brazos, recostándose con comodidad como si estuviera a punto de ver una obra de teatro. Aunque su semblante era relajado, sus ojos brillaban con una intensidad expectante. Esta pelea, este momento, no existía en el juego que conocía.
En la historia original de Ecos del Destino Celestial, la narrativa estaba centrada completamente en Baek Cheon. Todos los demás discípulos, incluso los más prometedores, eran eliminados sin gloria en las primeras rondas para hacer brillar aún más al protagonista. Yu Iseol, a pesar de ser una de las figuras más populares entre los jugadores, era nerfeada por conveniencia del guion. Su derrota llegaba temprano, y su papel se limitaba a miradas intensas y comentarios inspiradores desde las gradas.
Pero ahora… ahora todo era diferente.
Cheong Myeong curvó ligeramente los labios en una sonrisa.
—”Este sí es el verdadero Monte Hua” —murmuró para sí mismo—. “Con discípulos que pueden alzarse con fuerza por mérito propio. No por guion.”
Era una satisfacción peculiar. Aunque los regañaba constantemente y no les ahorraba críticas, los conocía mejor que nadie. Sabía cómo se movían, cómo pensaban, cuánto habían crecido. Y ahora podía ver, uno por uno, cómo desafiaban el destino que el juego les había impuesto.
Entonces, el ambiente en el escenario cambió.
Yu Iseol y Peng Gyong se encontraban frente a frente. La joven del Monte Hua bajó levemente la cabeza en una reverencia respetuosa, sujetando su espada con ambas manos. Peng Gyong la imitó con un ademán similar, aunque su expresión era más dura, más impaciente.
El árbitro levantó una mano entre ellos.
—”El duelo comienza al sonido de la campana.”
Los dos contendientes cerraron los ojos por un instante. Era el silencio previo a la tormenta.
CLANG.
La campana resonó.
Y en ese instante, la presión del aura de Peng Gyong se desplegó como una avalancha.
Un peso invisible cayó sobre todo el escenario, intimidante y brutal. Era el Dao de la Dominación, y no hacía falta ser un experto para sentirlo. Los espectadores más cercanos sintieron que el pecho se les comprimía, como si el aire mismo se volviera espeso.
Pero Yu Iseol, imperturbable, dio un paso hacia adelante.
La brisa pareció cambiar a su alrededor. Su espada se elevó suavemente, sin esfuerzo, como una hoja que se mece al viento. Sus movimientos eran sutiles, pero llenos de intención. En lugar de confrontar el peso del aura, lo dejó pasar, como el agua alrededor de una roca.
Cheong Myeong sonrió aún más.
—”Veamos si esa roca puede detener el río.”
Y así, el verdadero duelo comenzó.
Yu Iseol se lanzó sin gritar ni vacilar.
No buscaba impresionar al público, no buscaba levantar ovaciones ni demostrar superioridad con florituras o gritos de guerra. No era su estilo.
Ella luchaba para derribar al oponente. Nada más.
Su figura se deslizó como un soplo de viento cortante sobre el escenario. Su espada se alzó en línea recta, sin adornos, sin movimientos superfluos: una simple puñalada. Y sin embargo, su ejecución fue tan precisa, tan limpia, que su filo se volvió indistinguible de un corte.
El aire silbó bajo la fuerza de su impulso. La hoja brillante voló directo hacia el cuello de Peng Gyong con una frialdad quirúrgica.
El joven de la familia Peng se vio obligado a reaccionar de inmediato. Sus ojos se abrieron, desorbitados, por la velocidad de su adversaria. Apenas tuvo tiempo de interponer su propia espada entre el cuello y la estocada. El impacto resonó en un ‘clang’ agudo que estremeció a los presentes.
Pero antes de que pudiera respirar aliviado…
Yu Iseol cambió la trayectoria de su ataque con una fluidez antinatural.
Con un leve giro de muñeca, la espada que había apuntado a su cuello descendió como un relámpago, rasgando el aire. Un destello plateado y una línea carmesí aparecieron en el muslo de Peng Gyong.
El joven retrocedió con un gruñido, su pie resbaló ligeramente por el movimiento apresurado. Bajó la vista y vio su pantalón desgarrado y una delgada línea roja comenzando a manchar el tejido. No era una herida profunda… pero lo suficiente para recordarle una cosa fundamental:
Había sido herido de un solo golpe.
Apretó los dientes y sujetó con más fuerza su espada. La sorpresa en su rostro era evidente.
—”¿Qué clase de espada es esa…?”
No hablaba de la hoja en sí. Sino del estilo. De la intención. Del espíritu detrás del filo.
Yu Iseol permanecía allí, serena. Su postura no había cambiado desde el corte. Su respiración era pareja, su mirada inalterable. Casi parecía una estatua de jade, inamovible.
Peng Gyong tragó saliva. No era arrogante. Sabía que cualquiera que llegara tan lejos en un torneo como este no debía ser subestimado, sin importar su edad o género. Pero algo en Yu Iseol no encajaba con lo que esperaba.
Ella no emanaba aura. No lo intimidaba. No tenía presencia.
Y sin embargo, su espada había sido más rápida que sus sentidos. Más precisa que su instinto defensivo. Era como si hubiera surgido de la nada.
—”Es como una espada fantasma… “—murmuró con el ceño fruncido.
Sí, eso era. No era fuerza bruta. No era presión espiritual ni técnicas grandilocuentes. Era como si su espada no existiera… hasta que ya era demasiado tarde.
En la grada, Tang Soso apretó los puños contra el pecho, los ojos brillando de emoción. Baek Cheon ladeó una sonrisa orgullosa. Cheong Myeong, por su parte, soltó una risita breve y aprobatoria.
—”Esa es mi discípula.”
En el centro del escenario, Yu Iseol volvió a dar un paso. El duelo no había terminado. Y Peng Gyong ya sabía que no podía parpadear ni un segundo más.
La espada de Yu Iseol no tenía adornos ni técnicas vistosas.
No era como la de Baek Cheon, que exudaba nobleza y firmeza. Tampoco como la de Jo Gul, afilada y precisa como una cuchilla.
La de Yu Iseol era… práctica.
Una espada que cortaba. Una espada que derribaba. Una espada que cumplía su propósito sin anunciarse.
Cuando volvió a lanzarse al ataque, esta vez su hoja apuntó directamente al rostro de Peng Gyong. Un corte frontal, brutal y sin rodeos.
Peng Gyong reaccionó de inmediato. Con ambas manos sostuvo su espada colosal, más ancha que su propio torso, y la levantó para cubrirse. No importaba qué tan rápida o precisa fuese la espada de Yu Iseol. Una hoja tan delgada jamás podría atravesar la suya.
—”¡Te tengo!” —murmuró entre dientes, bloqueando la embestida.
El ‘clang’ del choque metálico resonó como un trueno. Pero Yu Iseol no se retiró.
Peng Gyong apretó los dientes y utilizó su fuerza bruta para empujarla hacia atrás. Aprovechó ese instante para tomar distancia, retrocediendo varios pasos con una maniobra imponente que hizo temblar el escenario.
Entonces su espada comenzó a brillar con un rojo incandescente.
Su dao se activó.
El Dao de la Dominación.
Simple. Aplastante. Devastador.
—”¡HAH!” —gritó con fuerza, clavando su espada en el suelo.
El impacto sacudió la plataforma.
El piso de piedra azul crujió, y escombros saltaron por los aires, mientras las grietas se extendían como relámpagos bajo sus pies.
La audiencia jadeó. Algunos se cubrieron los ojos. Otros se aferraron a los bordes de sus asientos.
Peng Gyong, envuelto ahora en un aura roja y vibrante, corrió hacia Yu Iseol como una tormenta.
Ella se movió en retirada. Paso tras paso. Ligera, como una hoja flotando en el viento. Pero no importaba lo rápida que fuera.
Peng Gyong había atacado primero.
La distancia entre ellos desapareció.
La espada de Peng Gyong se lanzó a su cintura con toda la fuerza y peso de su dao.
Un golpe así… destruiría su espada delgada. La partiría en dos.
Los discípulos del Monte Hua se pusieron de pie al unísono.
—”¡Sago!” —gritó Tang Soso, apretando los dientes.
Jo Gul se tapó la boca.
Y Yoon Jong se tensó.
—”No… puede bloquear eso…” —murmuró un cultivador de otra secta.
Pero entonces ocurrió lo impensable.
Justo cuando el dao de Peng Gyong hizo contacto, Yu Iseol inclinó ligeramente su espada.
El golpe no fue recibido de frente.
Fue deslizado.
Como el agua que resbala por una hoja. Como el viento que esquiva una roca.
La fuerza destructiva del dao no desapareció, pero Yu Iseol no trató de vencerla.
La dejó pasar.
Y en ese instante, su cuerpo giró.
Ligera, elegante, su silueta giró en el aire con una fluidez que hipnotizó a los espectadores.
Su espada giró con ella, como una extensión de su alma.
Peng Gyong parpadeó. No podía entender qué estaba viendo.
Y entonces, un destello.
La hoja de Yu Iseol rozó su pecho.
No fue un tajo profundo.
Fue un corte preciso. Superficial.
Pero dejó una línea limpia en su ropa y una pequeña herida roja en su piel.
Peng Gyong retrocedió.
Atemorizado.
Sudor frío descendió por su nuca mientras sus ojos se clavaban en la figura que tenía delante.
Yu Iseol se puso de pie con la misma serenidad de siempre.
Sin expresión. Sin arrogancia.
Solo bajó su espada, lista para el siguiente movimiento.
Peng Gyong se llevó una mano al pecho.
No por el dolor de la herida, sino por el peso que comenzaba a sentir.
—”¿Cómo… puede moverse así?” —susurró, incrédulo. Sentía que no estaba peleando contra una persona, sino contra una espada sin dueño, libre y letal.
Desde la grada, Cheong Myeong estalló en una risa contenida mientras masticaba.
—”¡JA! ¡Esa es mi Iseol! No le enseñé a resistir… ¡le enseñé a fluir!”
Baek Cheon, aún en tensión, soltó el aire que había contenido.
Tang Soso seguía con las manos apretadas contra el pecho, los ojos brillando como estrellas.
—”Es… maravillosa…” —susurró.
(...)
Yu Iseol bajó su espada.
Desde las gradas, los espectadores contuvieron el aliento. Muchos pensaron que ese movimiento anterior había sido espléndido, una maniobra que rozaba la perfección. Incluso algunos maestros de otras sectas asintieron con aprobación, impresionados por la fluidez de su giro y la precisión del corte.
Pero Yu Iseol lo sabía mejor.
No fue perfecto.
Un movimiento perfecto habría penetrado más profundo, habría terminado el combate.
Ese corte superficial… era un error.
Sin embargo, no se inmutó.
Tomó una respiración lenta, llenando sus pulmones de aire fresco, y lo exhaló con serenidad.
"Todavía no… pero algún día lo lograré."
Entonces, sin anunciarlo, dio un paso al frente.
Uno solo. Silencioso. Pero tras ese paso, su cuerpo se disparó como una estrella fugaz.
Una explosión de velocidad.
Una silueta que se desdibujó en el aire.
Los ojos de los presentes apenas pudieron seguir su figura.
Peng Gyong gruñó y apretó los dientes.
—”¡No me subestimes!”
Con su fuerza descomunal, bloqueó el ataque frontal. Su espada pesada resistió el impacto, y de inmediato activó su dao.
Su aura se tornó aún más densa, más opresiva.
Y como si cargara el peso de una montaña, alzando su espada por encima de su cabeza, la dejó caer con la intención de aplastar a Yu Iseol.
El dao se concentró en el filo.
Una presión implacable descendió sobre ella, como si el cielo mismo fuese a partirse en dos.
¡BOOM!
El impacto nunca llegó.
En el instante en que la espada descendía, la hoja de Yu Iseol golpeó la de su oponente con una velocidad que el ojo no podía seguir.
¡CLANG!
La colisión hizo vibrar el aire.
Las piedras del suelo se agrietaron.
Pero Peng Gyong no se detuvo. Siguió presionando, aumentando su energía interna, haciéndola fluir como un torrente rojo e hirviente a través de sus brazos, buscando romper la defensa de Yu Iseol.
Pero entonces, la espada de Yu Iseol rebotó.
No fue que se rompiera o que fuera desviada.
Fue una retirada intencionada, un rebote controlado.
Y cuando su hoja se separó, lo hizo como un relámpago.
¡CRACK!
La espada de Yu Iseol golpeó la de Peng Gyong en un ángulo nuevo.
¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK!
En un parpadeo, doce golpes consecutivos cayeron sobre la espada de Peng Gyong.
Cada golpe era limpio. Preciso.
No buscaban romper el acero…
Buscaban romper el flujo.
Peng Gyong sintió su brazo ceder.
En el duodécimo impacto, su hombro se dobló involuntariamente hacia abajo.
No por una lesión, sino porque el ritmo y la presión de los golpes habían hecho colapsar su estructura.
Su espada, que pesaba más de cien libras, saltó hacia atrás, rebotando como si se tratara de un juguete.
—”¡¿Qué?!” —exclamó, ojos abiertos por la incredulidad.
No tuvo tiempo para recuperarse.
Yu Iseol ya estaba sobre él.
Su espada silbó en el aire como el viento de una tormenta, dirigiéndose al cuello de su oponente con una precisión aterradora.
Peng Gyong, movido por un reflejo entrenado, inclinó la cabeza y giró el cuerpo.
Evito la muerte por centímetros.
Pero no completamente.
El filo de Yu Iseol cortó su hombro, dejando una marca limpia y sangrante.
Al mismo tiempo, el mango de su espada golpeó brutalmente la cintura de Peng Gyong.
—”¡Agh!” —escupió saliva, tambaleándose hacia atrás.
Su cuerpo retrocedió varios pasos, y una rodilla tocó el suelo.
Sus ojos, antes llenos de fuego, ahora temblaban.
No por el dolor.
Sino por la comprensión.
‘No puedo seguir su ritmo…’
Desde las gradas, solo se escuchaban jadeos de asombro.
Tang Soso se levantó con los ojos brillando.
—”¡Eso fue…! ¡Eso fue como las Doce Lunas Cortantes de la Lluvia del Monte Hua! ¡Pero mucho más refinado!”
Jo Gul tragó saliva.
—”¿Ella puede… ya…?”
Baek Cheon observaba en silencio. Su puño cerrado temblaba levemente.
Incluso él jamás había sido capaz de ejecutar doce golpes con esa fluidez.
Cheong Myeong seguía masticando.
—”Uf… aún se le escapa la segunda transición en el golpe once, por eso el ángulo del duodécimo estuvo un poco alto…” —Sonrió de lado.— “Pero va por buen camino.”
En la arena, Yu Iseol volvió a bajar su espada.
La misma espada simple y delgada.
Sin adornos. Sin alardeos.
Pero esa hoja era más temible que cualquier dao deslumbrante.
Porque no buscaba aplastar al oponente.
Solo necesitaba cortarlo.
Chapter 188: ⌗Competencia (28)
Chapter Text
Yu Iseol no dio respiro. En el mismo instante en que Peng Gyong tambaleó hacia atrás, ella se impulsó hacia adelante.
Su espada danzó como una lluvia invernal, soltando una nueva ráfaga de ataques consecutivos.
¡Clac! ¡Clac! ¡Clac!
Peng Gyong apenas tuvo tiempo para reaccionar.
—”¡Tch…!”
Soltó un gruñido ahogado y, sin opción de levantar su arma para bloquear, se arrojó al suelo y rodó.
Fue torpe. Antiestético.
Rodó como un burro perezoso, sucio y pesado.
Su uniforme, decorado con los colores del clan Peng, quedó cubierto de polvo y tierra.
Su dignidad fue arrastrada junto con él, mientras los espectadores contenían la risa.
Era humillante.
Rodó una vez. Dos veces.
Tres… hasta que por fin logró alejarse lo suficiente y ponerse de pie, resoplando, con los dientes apretados.
—”¡Maldita sea!” —murmuró, con el rostro ardiendo.
Desde la distancia, clavó sus ojos en Yu Iseol. Ella permanecía serena, su espada baja, sus ojos como pozos helados, observándolo sin emoción.
Peng Gyong apretó aún más los dientes.
No es fuerte.
No, en términos de fuerza bruta, Yu Iseol era claramente inferior.
‘Entonces… ¿por qué? ¿Por qué no puedo tocarla siquiera?’
Cada movimiento que hacía parecía ser anticipado. Cada ataque que lanzaba era anulado con una economía de energía casi insultante.
No importaba lo que hiciera… no conseguía ni una ventaja.
Peng Gyong se mordió el labio con furia, tan fuerte que la sangre se mezcló con su saliva.
¡Ya basta!
Tenía que atacar primero.
Tenía que aplastar su ritmo antes de que volviera a tomar el control.
Con un rugido ahogado, Peng Gyong se lanzó hacia adelante como un tigre hambriento.
Su espada se arqueó con un giro brutal, dirigida directamente a la muñeca de Yu Iseol.
No necesitaba matarla, solo romper su agarre. Si su espada caía, el duelo estaría decidido.
¡Espada de los Cinco Tigres Destructores!
En un instante, cinco golpes afilados y veloces cortaron el aire hacia Yu Iseol.
Cada uno era una fiera.
Cada uno rugía con la furia de un maestro veterano.
Los gritos de energía rompieron el silencio.
La tierra tembló bajo los pasos de Peng Gyong.
“¡Esta vez no escaparás!"
Pero entonces, Yu Iseol entrecerró los ojos.
Sus pupilas se hundieron, serenas y silenciosas.
El primer tigre: desbalanceado a la izquierda.
El segundo: previsible.
El tercero, demasiado alto.
Yu Iseol no esquivó. No se movió.
¡CLANG! ¡CLANG! ¡CLANG!
Su hoja bloqueó los cinco ataques. Uno tras otro.
Sin cambiar de postura. Sin retroceder un solo paso.
Pero mientras respondía a la fuerza bruta con precisión quirúrgica, su velocidad comenzaba a disminuir.
Peng Gyong lo sintió.
‘¡La tengo!’
Sus ojos brillaron con esperanza.
Apretó los dientes y canalizó toda su energía interna en su espada.
Un aura roja ardiente cubrió su arma.
El calor se volvió sofocante. El aire vibró.
¡ATAQUE LETAL!
Cinco líneas de energía roja, como cinco tigres formados de dao condensado, irrumpieron de su espada con un rugido silente, desgarrando el aire mientras se lanzaban directo hacia Yu Iseol.
—”¡ACABA CON ELLA!” —gritó uno de los discípulos del clan Peng desde la grada.
Pero justo cuando las bestias estaban a punto de alcanzar a Yu Iseol…
Ella movió su espada.
Un solo movimiento.
Suave. Redondo. Como si acariciara el aire.
Una línea plateada cruzó en el vacío.
Los cinco tigres se desviaron.
No chocaron, no fueron destruidos…
Fueron empujados a un lado.
Como si nunca hubieran sido amenazas.
Peng Gyong abrió los ojos como platos.
—”¿Q-qué…?”
Pero Yu Iseol no le dio tiempo a comprender.
Su espada comenzó a moverse.
No como una herramienta de combate.
Sino como un pincel.
Cada trazo era una línea.
Cada línea, un pétalo.
Y entonces… florecieron.
Flores de ciruelo.
Delgadas, sutiles, elegantes.
Cada movimiento de su hoja dejó tras de sí el eco visual de un pétalo que flotaba en el aire helado del campo de batalla.
Era la técnica del Monte Hua.
La Flor de Ciruelo Danza Sobre la Nieve.
Los ojos de Peng Gyong se estremecieron.
—”¡Imposible! ¡Eso… eso es…!”
Pero ya era tarde.
Las flores no eran decorativas.
Eran filos.
Cada una podía cortar el alma.
Y Yu Iseol, en ese momento, no era una espadachina.
Era el invierno mismo.
Hermoso. Silencioso.
Y absolutamente letal.
Las flores de ciruelo danzaron en el aire como si fueran reales.
La energía de espada de Yu Iseol las dibujaba con tanta perfección que resultaba imposible distinguir cuál era la verdadera hoja y cuáles eran simples ilusiones.
Lo real y lo falso se entrelazaban, y en medio del vendaval de pétalos cortantes, el mundo pareció ralentizarse.
Peng Gyong, con los ojos abiertos de par en par, giró sobre sí mismo y blandió su espada con fuerza, con un reflejo nacido más del instinto que de la estrategia.
¡SHHHK!
La hoja atravesó el aire… pero no cortó nada.
Una fracción de segundo después, la verdadera espada de Yu Iseol cruzó suavemente junto a la espada de flores de ciruelo y se detuvo a apenas un centímetro del cuello de Peng Gyong.
El aire se congeló.
Una gota de sangre, fina y temblorosa, brotó de una línea casi imperceptible en su cuello y descendió por su piel.
El ardor llegó tarde, como un eco.
Un dolor agudo, pequeño, pero definitivo.
Peng Gyong se quedó inmóvil.
Miró la hoja.
Sintió su respiración agitada golpeando contra el frío acero.
Y entonces, suspiró.
—”Perdí”—dijo, con más calma de la que nadie esperaba.
No había ira, ni orgullo herido.
Solo aceptación.
Yu Iseol no dijo nada.
Guardó su espada con un movimiento limpio y, en un gesto digno y sobrio, le hizo una reverencia ceremonial a su oponente.
—”Buen duelo.”
(...)
Desde la zona de los discípulos, los murmullos eran apenas audibles.
Pero entonces, una voz los interrumpió con claridad:
—”Hwan.”
—”¿Eh?”
Era Cheong Myeong, que había estado observando la pelea con los brazos cruzados y una ceja arqueada.
—”Hwan, ilusión. Así se llama esa técnica.
Esa es la espada del Monte Hua.”
Los discípulos guardaron silencio al instante.
Geomjon no solía explicar nada con paciencia.
En realidad, nunca explicaba nada, y si alguien le pedía una lección teórica, normalmente terminaban con un par de golpes de refuerzo en el entrenamiento.
Pero esta vez hablaba.
Y se le notaba… emocionado.
—”No es una espada de fuerza bruta. Tampoco es una que se base en resistencia o técnicas defensivas.
Se trata de velocidad y cambio.
Una espada que engaña al oponente, que transforma lo visible en incierto.”
Nadie osó interrumpirlo.
Muchos discípulos tragaron saliva.
—”La espada perfecta no existe.
Solo existe la espada que parece perfecta.
Pero esa espada, por más espléndida que parezca, siempre tendrá una laguna, una debilidad, una grieta. Y en el momento en que enfrente a alguien más fuerte, esa grieta se romperá.”
Cheong Myeong hizo una pausa.
Y luego dijo, con una sonrisa extrañamente nostálgica:
—”Por eso la espada no tiene fin. La perfección no es el destino… sino el camino.”
Los discípulos bajaron la cabeza.
Incluso aquellos que estaban orgullosos de sus propias técnicas comenzaron a sentirse extrañamente inseguros.
‘¿Mi espada… tiene ese tipo de profundidad?’
‘¿Estoy avanzando? ¿O solo me muevo en círculos?’
Algunos bajaron la mirada, inmersos en sus pensamientos.
Otros ya se estaban martirizando mentalmente con los errores de sus posturas y trayectorias.
Incluso Baek Cheon, que normalmente tenía una confianza casi imperturbable, fruncía el ceño con seriedad.
Una gota de sudor descendía por su cuello.
"¿Y si… nunca llego a eso?"
Cheong Myeong los observó a todos.
Y en algún punto, se dio cuenta de que tal vez había hablado demasiado.
Se había dejado llevar.
—”Bueno, tampoco tienen que deprimirse tanto” —dijo, intentando quitarle peso—.
“A fin de cuentas, incluso los mejores espadachines comenzaron… desde cero.
Aunque, claro, algunos siguen igual de inútiles después de veinte años…”
—”¡Cheong Myeong!”
Cheong Mun lo fulminó con la mirada desde el estrado, y Cheong Myeong se aclaró la garganta.
'Como si puede escuchar eso pero no cuando le pido dinero..?'
—”Lo que quería decir es que… es un proceso. No se frustren… a menos que sus posturas sean tan malas como las de esos personajes de anime mal animadas…”
—”¿Anime?” —murmuró uno de los discípulos, confundido.
—”¿Mal, qué?”
Cheong Myeong parpadeó.
—”Nada. Olvídenlo. Error de traducción… o algo así.”
Varios lo miraron como si hablara en otro idioma.
Y, en efecto, acababa de hablar en uno que nadie más entendía.
Pero nadie se atrevió a reírse.
Después de todo, el Geomjon que acababan de escuchar realmente sonaba como un maestro.
Claro… solo por ese breve momento.
Luego volvería a gritarles como de costumbre.
(...)
Yu Iseol se acercó con pasos tranquilos y medidos, su respiración aún acelerada por el combate, aunque su rostro se mantenía sereno como el agua de un lago en calma.
Pero no bien llegó a su grupo, una figura salió disparada como una flecha.
—”¡Sago!” —gritó Tang Soso, atravesando a empujones a sus compañeros para llegar primero.
Sus ojos brillaban de emoción, como si hubiera presenciado la encarnación misma de una leyenda.
En sus manos sostenía una toalla húmeda que había preparado con esmero, a pesar de que Yu Iseol apenas había sudado.
Tang Soso se la ofreció con reverencia, y al mismo tiempo, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
—”Fuiste… fuiste increíble… ¡fue como ver a una diosa descendiendo a la tierra con una espada hecha de flores!”
Yu Iseol parpadeó.
Tomó la toalla con una leve inclinación de cabeza, pero antes de secarse siquiera el rostro, respondió con su típica voz monótona:
—”Fue torpe.”
Tang Soso parpadeó, confundida.
—”¿Eh?”
Entonces ocurrió algo que dejó al grupo entero en silencio.
Yu Iseol alzó su mano libremente y, sin cambiar su expresión inexpresiva, comenzó a enumerar sus errores en voz alta:
—”El cuarto movimiento fue lento. El corte descendente generó demasiada resistencia.
La conexión entre el quinto y sexto cambio fue abrupta, lo que permitió a Peng Gyong reaccionar.
El control del qi fue inconsistente en el último giro. Y la flor número tres no floreció completamente.”
Uno por uno, fue señalando los detalles como si desmenuzara una fórmula matemática frente a un grupo de niños.
Pero no era arrogancia…
Era obsesión.
Cheong Myeong, que en ese momento masticaba alegremente un pedazo de carne, se quedó con la boca abierta, el bocado colgando entre sus dientes.
No podía creer que Yu Iseol estuviera hablando tanto.
¡Ella!
La reina de los monosílabos.
Todos a su alrededor estaban igual de estupefactos.
Incluso Baek Cheon frunció el ceño, porque la precisión con la que analizaba su propio desempeño era tan fría y quirúrgica que resultaba intimidante.
Tang Soso, queriendo levantar el ánimo como podía, sonrió nerviosamente.
—”¡P-pero igual ganaste! ¡Eso es lo que importa, ¿verdad?! ¡Ganaste, Sago!”
Yu Iseol negó suavemente con la cabeza.
Sus ojos, siempre calmos, se endurecieron.
—”No importa ganar. Quiero hacer que las flores… sean perfectas.”
Su voz era baja, pero resonó como un eco en el pecho de todos.
Era una afirmación inquebrantable, una promesa personal.
Nadie respondió.
Porque nadie sabía cómo hacerlo.
Entonces, Yu Iseol giró la cabeza hacia su maestro.
—”Maestro” —dijo sin preámbulo—. “Solicito un sparring.”
Cheong Myeong, que acababa de retomar su carne con toda la intención de ignorarla, parpadeó con incredulidad.
—”¿Otra vez yo? ¿No hay nadie más en esta secta con manos y piernas?”
Yu Iseol lo miró con la misma calma que usaba para mirar una hoja cayendo.
—”No importa lo fuerte que te golpee. Usted es un maestro fuerte, no morirá.”
—”....”
—”Incluso puedo utilizar técnicas asesinas, a gusto de mi corazón.”
Cheong Myeong se quedó mirándola durante un largo segundo.
Su mandíbula se tensó.
Luego, giró la cabeza lentamente hacia Baek Cheon, que observaba la escena con una mezcla de preocupación y resignación.
Con una sonrisa forzada, Cheong Myeong dijo:
—”Cheon-ah… Hay algo que olvidé mencionarte sobre las personas que persiguen la perfección…”
Puso una mano sobre su hombro y bajó la voz como si fuera una advertencia solemne:
—”La mayoría de ellas… están locas. Ten cuidado.”
Baek Cheon lo miró con los ojos muy abiertos.
Y en ese momento, la verdad lo golpeó de nuevo como una piedra:
Ninguno de sus compañeros era normal.
—---
Los duelos continuaron con creciente intensidad. Cada enfrentamiento parecía más desafiante que el anterior, pero el Monte Hua no flaqueó ni una sola vez. Los cuatro representantes —Yu Iseol, Yoon Jong, Jo Gul y Baek Cheon (o lo que quedaba de él)— seguían avanzando como una tormenta imparable.
El sudor ya empapaba los rostros y espaldas de los participantes. Las espadas se volvían pesadas, las respiraciones más forzadas, pero ninguno retrocedía.
El Monte Hua había entrado al torneo como una secta en ruinas, sin expectativas ni respaldo.
Ahora, era el centro de todas las miradas.
Con cada victoria, los espectadores rugían con más fuerza.
—¡Increíble! ¡Monte Hua lo hizo otra vez!
—¡No puede ser, esa técnica fue magnífica!
—¡Mira ese paso! ¡Esa forma solo se ve en la espada de flor de ciruelo!
Cuando los nombres de los últimos vencidos fueron anunciados, y los nuevos emparejamientos se organizaron, una verdad quedó clara:
Solo quedaban dieciséis finalistas.
Los Dieciséis Grandes.
Y entre ellos… cuatro eran del Monte Hua.
—”¡Cuatro! ¡Cuatro finalistas del Monte Hua!” —gritó un espectador exaltado, incapaz de contener su emoción—. “¡Ni Wudang ni Namgung lograron esto! ¡Y la secta Jongnam… fue aniquilada!”
La burla colectiva fue inmediata.
—¡Jongnam huyó con la cola entre las piernas!
—¡Ya ni aparecen!
—¡Los barrió el Monte Hua!
Pero ahora, la emoción del público no se debía sólo a la rivalidad o la humillación de sectas arrogantes.
No, lo que encendía sus corazones era algo más profundo:
El deseo de ver lo imposible.
Una secta caída, renaciendo ante sus ojos.
---
En una de las plataformas de combate, Yoon Jong subió con paso lento.
La energía a su alrededor vibraba con entusiasmo…
Pero él solo sentía un silencio opresivo.
Sabía que ahora cualquier enfrentamiento sería difícil.
Pero cuando alzó la vista y vio a su oponente…
su alma pareció abandonar su cuerpo por unos segundos.
—”…No puede ser.”
Frente a él, con una postura elegante y pelaje esponjoso que se movía con la brisa, Baek-Ah, la marta espiritual del Monte Hua, estaba allí.
No Baek Cheon.
Baek Cheon se encontraba en el borde de la plataforma, su muñeca vendada, observando con serenidad.
—”Baek-Ah se encargará por mí” —dijo con una sonrisa.
Baek-Ah giró su cabeza con un movimiento lento y mecánico hacia Yoon Jong, y sus ojos negros brillaron con una expresión que no tenía nada de compasiva.
Yoon Jong tembló.
No era la primera vez que Baek-Ah peleaba.
Ya había vencido a dos oponentes humanos.
Y no de forma decorosa.
Los había aplastado. Literalmente.
Uno quedó en un mini coma y el otro aún no podía caminar con normalidad.
La apariencia esponjosa de Baek-Ah contrastaba peligrosamente con su personalidad demoníaca, tan parecida a la de Cheong Myeong, que muchos sospechaban que el alma del propio demonio había poseído al pequeño animal.
—”No tengas miedo” —dijo Baek Cheon con tranquilidad—. “Baek-Ah será… moderada contigo.”
Baek-Ah soltó un chillido agudo.
Era la clase de sonido que uno escucharía justo antes de ser asesinado.
Yoon Jong giró lentamente su cabeza hacia el podio.
Sus ojos imploraban piedad.
Allí, el líder de la secta, Cheong Mun, observaba todo con una expresión imperturbable.
Y cuando sus ojos se cruzaron… Cheong Mun desvió la mirada.
—”…Traidor” —murmuró Yoon Jong con un hilo de voz.
‘¡¿Por qué no hay una regla contra pelear con tu propia secta?!’ —gritó en su mente mientras su espada salía de su vaina con un sonido trágico.
Baek-Ah dio un paso.
Pequeño, pero con un peso brutal en la atmósfera.
Su pelaje ondeaba como una bandera de guerra.
(...)
Cheong Myeong, desde las gradas, masticaba carne con tranquilidad.
—”Oh… le toca con Baek-Ah” —comentó casualmente.
—”¿Crees que estará bien?” —preguntó Jo Gul con cierta preocupación.
Cheong Myeong se encogió de hombros.
—”Baek-Ah no mata... por lo general.”
Y así, entre los aplausos del público y la expresión vacía de Yoon Jong,
la siguiente batalla comenzó.
Todos los ojos del mundo —esos llenos de piedad, lástima y hasta resignación— se posaron sobre Yoon Jong.
Y ni uno solo le reconfortó.
Desde las gradas, podía escuchar los murmullos del público:
—Pobrecito…
—Se ve que está temblando…
—¿Le están permitiendo pelear contra esa cosa?
Y desde un rincón especial, incluso Jo Gul bajó la cabeza con un suspiro.
—”Fuiste un buen amigo, Yoon Jong.”
En el borde de la plataforma, Baek Cheon, siempre tan digno, cruzó los brazos sobre el pecho. Aun con la muñeca vendada, mantenía una pose imponente… aunque completamente inútil.
Con una sonrisa amable, le dijo:
—”No te preocupes, tómate esto como una enseñanza de tu sasuk.”
Yoon Jong casi vomita sangre.
‘¡Enseñanza mi trasero!’ —gritó en su cabeza.
‘¡Ni siquiera eres tú quien va a pelear! ¡No estás sudando! ¡No estás enfrentando a un demonio esponjoso que camina sobre cuatro patas como si viniera a cobrar venganza por todas las injusticias de la historia del mundo!’
No.
En vez de eso, él estaba frente a Baek-ah, la marta infernal, que ya había dejado claro que no distinguía entre enemigo y aliado cuando se trataba de golpear fuerte.
Y ahora que Yoon Jong estaba en el lugar de aquellos pobres desafortunados que se había burlado antes, empezó a cuestionar todo.
Todo.
‘¿¡Quién fue el maldito que permitió que esa cosa participara en nombre de Baek Cheon!?’
‘¡Esto es un torneo de artes marciales humanas! ¡HUMANAS!’
‘¡No una feria de bestias!’
Incluso las sectas que aún tenían discípulos en el torneo intercambiaban miradas incómodas.
Pero nadie decía nada.
Nadie.
Porque nadie quería enfrentarse a esa marta sonriente que había tumbado a dos personas sin pestañear.
Yoon Jong apretó el puño.
Miró al jurado.
Miró al podio.
‘¿¡No van a hacer nada!? ¿¡En serio!?’
Parecía que no.
Parecía que todos miraban para otro lado.
Cheong Myeong, desde las gradas, soltó un suspiro largo y resignado mientras se limpiaba la comisura de la boca.
—”Tsk… Es el poder del protagonista” —murmuró para si mismo con molestia—. “Siempre encuentran una excusa sacada del culo para justificar cualquier cosa que haga.”
Jo Gul parpadeó.
—”¿Qué?”
—”Nada” —respondió Cheong Myeong, dándole otra mordida a su carne seca—. “Solo disfruta el espectáculo.”
Mientras tanto, Baek-ah dio un paso.
Otro.
Y otro.
Su pelaje suave se mecía como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.
Pero su mirada…
Era la de una bestia milenaria que había presenciado guerras, destrucción y caos... y había salido sonriendo.
De pronto, emitió un chillido corto.
Uno que, si uno aguzaba el oído…
Se parecía a una risa.
Una risa muy, muy aterradora.
Yoon Jong tragó saliva.
Su cuerpo estaba listo. Su espada también.
Pero su alma…
Ya se había ido.
—”¿Desde cuándo... una marta da tanto miedo...?” —susurró con una expresión sin vida.
Y Baek-ah…
Siguió acercándose.
Con cada paso, más grande se hacía la sombra de la pequeña criatura.
Como si el sol mismo quisiera advertirle:
—”Corre.”
Pero no podía.
Porque el gong ya había sonado.
Y la bestia de Monte Hua había comenzado a cazar.
—”¡Piénsalo bien, sasuk!” —suplicó Yoon Jong, sujetando su espada con las dos manos como si así pudiera aferrarse a su dignidad—. “¡Si el público ve cómo soy golpeado por una rata, ¿qué pensarán sobre el Monte Hua!?”
Baek Cheon ladeó la cabeza como si estuviera genuinamente reflexionando sobre esa posibilidad. Después de unos segundos de pausa dramática, con su expresión pura y resplandeciente, respondió:
—”¿Que es divertido?”
Yoon Jong se quedó mudo.
‘¿Divertido?’
¿Divertido?
¿Eso era todo lo que pensaba su sasuk del prestigio de la secta!?
El silencio cayó sobre él como una piedra. No solo estaba cuestionando la lógica de su oponente, sino el sistema mismo en el que confiaba. ¿Quién había sido el genio que decidió que Baek Cheon, el mismo hombre que enviaba a una marta con sed de sangre a pelear en su lugar, debía ser el guía moral y espiritual de los discípulos?
—”¿Esto es liderazgo?” —se preguntó Yoon Jong con una sombra en los ojos—. “¿Esto es responsabilidad?”
Y aún así, no había escapatoria.
Ya estaba ahí.
Y Baek-ah lo esperaba.
Respiró hondo. Sujetó la empuñadura de su espada con fuerza. Sus pies se firmaron sobre el suelo del campo.
—”¡De acuerdo!” —gritó—. “¡Ven aquí! ¡Te demostraré quién va a liderar el Monte Hua algún día! ¡Me probaré a mí mismo aquí y ahora!”
Un murmullo emocionado recorrió al público. Por un instante, incluso los discípulos de otras sectas pensaron que quizás… sólo quizás este hombre podría hacer lo impensable: vencer a la bestia esponjosa.
Baek Cheon sonrió. Un brillo cálido y fraternal cruzó su rostro.
—”Vaya. Creo que te estamos subestimando. Tu voluntad no se compara con la de los demás.”
Yoon Jong se irguió con orgullo.
‘Lo reconoció. Lo reconoció de verdad.’
Pero entonces, Baek Cheon giró hacia Baek-ah, e hizo un gesto con la mano.
—”Baek-ah, lucha apropiadamente.”
Y justo en ese instante…
Todo cambió.
El pelaje de Baek-ah pareció inflarse. Su cuerpo pequeño y mullido comenzó a emanar una presión opresiva. La plataforma tembló ligeramente, como si algo en el plano espiritual hubiese sido activado. Desde su pelaje surgió una energía dorada, poderosa, vibrante, letal.
Cheong Myeong, desde las gradas, levantó una ceja.
—”¿Qué demonios…?” —murmuró Cheong Myeong, entrecerrando los ojos—. “Eso es un sayayin.”
Podía oírlo.
El clásico sonido de acumulación de poder, el zumbido grave, la vibración del aire.
¡Faltaba poco para que a Baek-ah le creciera el cabello rubio y flotante!
Yoon Jong sintió cómo su alma abandonaba su cuerpo.
Toda su voluntad, todo su orgullo, toda su dignidad…
Se fue.
El árbitro levantó la mano, a punto de dar inicio al duelo.
—”¡Me rindo!”
Un silencio más aterrador que cualquier batalla cubrió el campo de Shaolin.
Todos quedaron congelados.
Incluso los pájaros dejaron de volar.
Incluso el viento contuvo el aliento.
Cheong Myeong sonrió desde su asiento. Se giró hacia Jo Gul, que aún tenía la boca abierta.
—”Gul-ah.”
—”¿Sí?”
—”Trae a ese bastardo aquí.”
—”...Con gusto.”
Jo Gul se levantó con resignación, bajando al área de combate para arrastrar a Yoon Jong de vuelta.
Mientras tanto, Cheong Myeong estiró los brazos y crujió los nudillos uno por uno, con el rostro sombrío y una sombra creciendo tras de él como si el mismo Rey del Inframundo descendiera a la Tierra.
—”¿Yo llamé a esa cosa mi discípulo…?” —masculló para sí, mirando con desaprobación a Yoon Jong.
Aunque no lo sea oficialmente…
¡No puedes deshonrar así el nombre del Monte Hua, cobarde!
La golpiza educativa estaba asegurada.
Pero por ahora, en algún lugar del campo de batalla…
Baek-ah giraba sobre sí misma, feliz por haber ganado sin levantar una garra.
Chapter 189: ⌗Competencia (29)
Chapter Text
Yoon Jong estaba postrado en el suelo como un prisionero humillado, la frente sudorosa y la mirada perdida. A su alrededor, sus compañeros de la secta del Monte Hua lo rodeaban en silencio... un silencio más denso que el acero. La tensión era tan espesa que podía cortarse con una espada.
Jo Gul, con una piedra en la mano que nadie sabe de dónde sacó, la miraba con ojos llenos de juicio.
Yu Iseol, normalmente imperturbable, tenía una ceja levantada con desdén apenas disimulado.
El elder Tang Bo, que ni siquiera era parte de la secta Monte Hua, cruzaba los brazos con una expresión de decepción absoluta.
Pero el peor de todos…
Era Geomjon.
Aquel hombre lo miraba con los ojos entrecerrados, el ceño tan fruncido que parecía tallado en piedra. Su aura era tan feroz que los rayos del sol parecían evitarlo. Daba la impresión de que acababa de presenciar el más atroz de los crímenes de guerra.
Y entonces explotó.
—”¡Estoy TAN cabreado!” —gritó, con las venas marcadas en el cuello—. “¡¿Cómo puede el gran discípulo del líder de secta rendirse sin siquiera blandir su espada una vez!?”
Yoon Jong trató de abrir la boca.
—”P-pero—”
—”¡¿PERO?!” —Cheong Myeong dio un paso al frente como una bestia liberada—. “¡¿¡PEEEROOOOOOO!?! ¡Nada de peros! ¡Nada!”
Agitaba los brazos como si buscara agarrar una parte invisible de la dignidad de Yoon Jong y arrancarla. Los discípulos retrocedieron un paso, no por temor a lo que decía, sino por temor a volverse testigos cómplices de una ejecución pública.
—”¡¿Un discípulo del Monte Hua, rindiéndose sin pelear?!” —gritaba Cheong Myeong, caminando de un lado a otro como un general ante un escuadrón fallido—. “¡¿Qué pensará la gente del Monte Hua ahora!? ¡¿Eh?! ¡QUE SOMOS UNA SECTA DE COBARDES QUE LE TEME A UNA MARTA!”
En su desesperación, levantó las manos al cielo como implorando respuestas divinas, y luego volvió a mirar a Yoon Jong con tal rabia que sus ojos parecían brillar con rojo demoníaco.
—”¡Te voy a romper la cabeza, ven aquí!”
Y antes de que alguien pudiera reaccionar, Cheong Myeong ya le había dado tres golpes secos en la cabeza a Yoon Jong.
¡PAM! ¡PAM! ¡PAM!
—¡POR! ¡FALTA! ¡DE ORGULLO!
Yoon Jong gimoteaba, sosteniéndose el cráneo como si acabara de salir de una trituradora de nueces. Y entonces, cuando Cheong Myeong alzó una pierna con toda la intención de rematarlo con una patada, todos los discípulos se lanzaron a sujetarlo como si intentaran domar a una bestia salvaje.
—”¡Déjenme!” —bramaba Cheong Myeong, mientras los demás lo sujetaban por los brazos, la cintura y hasta los tobillos—. “¡Sólo una patadita educativa! ¡Una nomás, lo juro!”
—”¡¡No, por favor, alguien traiga una cuerda!!”
Y justo cuando parecía que la situación se descontrolaría por completo…
una figura descendió como enviada del cielo.
Cheong Mun.
Vestido impecablemente con sus ropajes de líder, irradiando esa presencia pacífica y majestuosa como si flotara sobre una nube.
Yoon Jong, al reconocerlo, sintió cómo una lágrima de alivio se deslizaba por su mejilla amoratada.
—”¡Maestro!” —lloró con emoción—. “¡Estoy salvado!”
Cheong Mun sonrió. Una sonrisa tan serena y benévola que por un momento, todos se calmaron.
El líder se inclinó, extendió la mano hacia Yoon Jong con la ternura de un padre…
Y lo agarró de la oreja con brutalidad.
—”¡VEN AQUÍ!”
—”¡AAAAAAAAAAAAH!” —gritó Yoon Jong, arrastrado como un saco de papas entre quejidos y sollozos.
—”¡No puedo vivir ahora!” —refunfuñaba Cheong Mun, arrastrándolo sin piedad—. “¡Estoy tan avergonzado! ¡Pensé que te había educado bien! ¿¡Qué clase de discípulo se rinde frente a una marta!?”
—”¡P-pero era muy fuerte! ¡Brillaba! ¡Y hacía ese ruidito como de "fwoosh"!”
—”¡Cállate! ¡Y levanta los pies, que me estás arrastrando la dignidad por el suelo!”
Todos los discípulos observaron con solemnidad cómo Yoon Jong era arrastrado por el líder de la secta entre lágrimas, gritos y súplicas. Algunos derramaban lágrimas… pero no de compasión, sino de vergüenza ajena.
Jo Gul murmuró:
—”Tal vez… tal vez habría sido mejor dejar que lo golpeara el maestro.”
—Sí, mucho mejor” —asintió Yoo Iseol.
Y desde un rincón, Baek-ah los observaba mientras comía felizmente un bollo de arroz, satisfecha con su victoria.
(...)
Después del caos y humillación de Yoon Jong, cuando el torneo llegó a su fin, el ambiente con los discípulos de la secta del Monte Hua era inusualmente solemne. Baek Cheon, Yu Iseol y Jo Gul se mantenían erguidos con orgullo mientras recorrían los pasillos, como héroes recién coronados.
Habían salido victoriosos. No con grandes heridas, ni huesos rotos, ni siquiera con ropas desgarradas… bueno, en realidad Baek Cheon ni siquiera había alzado su espada. Pero nadie lo mencionó. Nadie se atrevió. Había una especie de favoritismo tácito, una nube brillante de respeto y silencio que lo envolvía cada vez que pasaba.
Y aún así, era innegable: tres discípulos del Monte Hua habían llegado a los cuartos de final en un torneo que reunía a lo más destacado del mundo Murim.
Algo que jamás, ni siquiera en los tiempos de mayor gloria de la secta, había sucedido.
Ese hecho pesaba sobre los hombros de todos los discípulos.
Desde que se supo el resultado, cada movimiento dentro del Monte Hua se volvió meticulosamente calculado.
Los discípulos caminaban rectos, hablaban con formalidad, se inclinaban con el ángulo exacto.
Hasta el acto de beber agua se volvía una ceremonia solemne: levantar el vaso con la mano derecha, girarlo treinta grados, sorber sin hacer ruido. Porque sabían, con certeza, que todas las demás sectas los estaban mirando.
Sin embargo, lo que no esperaban encontrar al regresar a su residencia…
fue una montaña.
Literalmente, una montaña de cofres, cajas, baúles y envoltorios lujosos apilados casi hasta el techo del pabellón principal.
Baek Cheon parpadeó un par de veces, creyendo que tal vez estaba teniendo una alucinación inducida por el cansancio(?).
—”¿Qué es… todo esto?”
Wei Lisha, agachado con una cinta en la boca y un rollo de seda en las manos, levantó la vista sin dejar de sonreír.
—”Regalos.”
Baek Cheon ladeó la cabeza como un perro confundido.
—”¿Regalos? ¿Hay una fiesta?”
En ese momento, como si lo hubiera invocado con su duda, Cheong Mun entró caminando con la tranquilidad de quien ya sabía lo que estaba pasando. Negó con la cabeza lentamente, cruzando las manos detrás de la espalda.
—”Son regalos de las Diez Grandes Sectas y las Cinco Grandes Familias” —respondió con voz serena—. “Para felicitarnos.”
Baek Cheon abrió la boca… pero no salió sonido alguno.
¿Las Diez Grandes Sectas? ¿Las mismas sectas que siempre los miraban con desprecio, como si fueran la suciedad bajo sus zapatos? ¿Ellos… enviando regalos?
—”¿Pero por qué ellos…?”
—”Quieren hacerse amigos del Monte Hua” —respondió Cheong Mun con una sonrisa apenas disimulada, como quien lee entre líneas un contrato muy beneficioso.
Baek Cheon quedó congelado. El aire se sentía más denso. En realidad, ahora todo tenía sentido: las miradas, las reverencias más profundas, los intentos casuales de entablar conversación. La victoria había cambiado las reglas del juego.
Entonces sus ojos se desviaron hacia su maestro.
Cheong Myeong —o Geomjon, como seguía siendo conocido para el resto del mundo— estaba sentado en medio del caos, rodeado de cajas abiertas, la mirada chispeante como la de un niño en el festival de los faroles. Sostenía un broche de jade en una mano y un abanico decorado con pinturas en la otra, clasificando los objetos con seriedad exagerada.
—”Este es de buena calidad, este es una porquería, esto lo podemos vender… ¡Acomoden todo esto, rápido! ¡Aún están llegando más!” —tronó su voz repentinamente.
Los discípulos, que habían estado de pie como estatuas, corrieron como si sus vidas dependieran de ello, transportando cajas, doblando sedas y anotando inventarios con una velocidad que haría llorar de orgullo a un comerciante del Clan Tang.
—”¡Eh, tú no, Baek Cheon!” —Cheong Myeong lo llamó con una sonrisa satisfecha—. “Quédate conmigo.”
Baek Cheon obedeció, confundido pero intrigado.
Se sentó junto a su maestro y sacó unos pasteles de luna, ofreciéndolos con calma mientras Cheong Myeong examinaba cada regalo. De pronto, la escena parecía la de una pareja joven decorando su nueva casa, más que dos cultivadores serios ante un evento diplomático.
Cada vez que Cheong Myeong encontraba un broche, una pinza o un adorno llamativo, lo probaba en el cabello de Baek Cheon.
—”Hmm… este no te queda bien.” —Y lo arrojaba sin remordimiento alguno a uno de los discípulos como si fuera chatarra.
—”Este sí… este te hace ver aún más guapo. Me lo quedo.”
Baek Cheon se reía suavemente, sin oponerse, mientras sostenía una caja de té aromático en las manos.
Mientras tanto, el resto de los discípulos sudaba la gota gorda, acarreando paquetes, ordenando por valor, escribiendo listas, todo mientras lanzaban miradas de puro rencor hacia la escena idílica.
Wei Lisha murmuró mientras arrastraba un baúl con Baek Sang:
—”¿Desde cuándo ser novio del maestro Geomjon te exime de trabajar?”
Baek Sang, con la cara roja por el esfuerzo, solo murmuró:
—”¿Te parece que esa escena se llama trabajar? Están eligiendo qué cosas se van a quedar como si fueran nobles en su boda.”
Cheong Myeong levantó una túnica bordada y la comparó con la complexión de Baek Cheon.
—”¿Qué opinas? ¿Demasiado pomposa?”
—”Me gusta…” —susurró Baek Cheon, avergonzado.
—”Perfecto. Entonces esta también me la quedo.”
Y mientras los discípulos del Monte Hua sudaban, cargaban y sufrían, el futuro de su secta se alzaba glorioso entre montañas de regalos… y una pareja que no parecía muy dispuesta a compartir.
Jo Gul, con una pila de cajas sobre la cabeza, resopló:
—”¿Quién necesita enemigos… cuando tienes una parejita así?”
Aunque Baek Cheon se dejaba mimar por su maestro, incluso con una leve sonrisa al ver cómo Cheong Myeong elegía broches y accesorios que hacían resaltar su atractivo, su expresión no tardó en cambiar. Frunció ligeramente el ceño y murmuró en voz baja, casi como si hablara para sí mismo:
—”Todavía... esto sigue siendo algo descarado.”
No lo decía por ellos dos, evidentemente. Era por esas sectas y clanes que, hasta hacía apenas unos meses, no dudaban en mirar con desprecio al Monte Hua, que lo consideraban una reliquia del pasado, una sombra sin importancia en el panorama marcial actual. Ahora, tras un pequeño resplandor de gloria, venían a enviar cajas y cofres con sonrisas forzadas disfrazadas de buena voluntad.
Cheong Myeong, que en ese momento había estado clasificando un conjunto de jades, tarareó en señal de acuerdo.
—”Sin embargo, parece que se están conteniendo.”
Baek Cheon ladeó la cabeza, desconcertado.
—”¿Qué quieres decir?”
Cheong Myeong soltó un pequeño suspiro, apoyando un codo sobre una caja mientras jugaba con una peineta de oro entre los dedos.
—”En su apogeo, el Monte Hua no recibía unos cuantos cofres” —explicó, con un tono que oscilaba entre la nostalgia y el desdén—. “Recibía miles. Miles, Baek Cheon. Había salones enteros dedicados solo al almacenamiento de regalos. Líderes de sectas, jefes de clanes, hasta figuras políticas se peleaban por una taza de té con el líder de la secta. Y no para conversar por cortesía, claro... venían a suplicar alianzas, a pedir favores, a ofrecer sus hijas en matrimonio si era necesario.”
Baek Cheon abrió mucho los ojos.
—”¿En serio ofrecían...?”
—”Oh sí. Con listas, retratos y todo” —añadió Cheong Myeong con sorna—. "Esta es hermosa, esta tiene buena crianza, esta cocina bien", como si fueran vendedores de mercado. A veces ni preguntaban si el discípulo estaba interesado. Querían poner una bandera en Monte Hua, como si fuéramos territorio por conquistar.”
Baek Cheon miró las cajas a su alrededor con otra perspectiva. Eran muchas, sí. Pero apenas llenaban una sala, no varios salones marciales. Y aunque había cosas lujosas, la mayoría eran selecciones "seguras", de calidad intermedia: incienso, textiles, espadas decentes, dulces caros. Nada que hiciera perder la cabeza a un líder de secta. Eran más un gesto diplomático que una verdadera reverencia.
—”Al final, siguen siendo igual de descarados y doblecara…” —dijo Cheong Myeong, y su tono se endureció—. “En su momento más crítico, cuando Monte Hua más necesitaba ayuda, todos voltearon la cara. Ahora que ven una chispa de resurgimiento, vienen a sonreír y fingir buena voluntad.”
Y luego, con un tono burlón y despreocupado, añadió:
—”Pero no importa cuántos regalos envíen... nunca pensaré bien de ellos.”
Baek Cheon asintió lentamente. No dijo nada, pero la línea tensa en su mandíbula revelaba que compartía esa frustración. Sin embargo, Cheong Myeong, como siempre, fue el primero en romper el momento sombrío. Su expresión se iluminó repentinamente al encontrar algo entre las cajas: un anillo. Uno sencillo pero elegantemente trabajado, con una piedra blanca en el centro que brillaba como el reflejo del sol sobre la nieve.
—”Oh…” —exclamó, y sin pensarlo dos veces, lo tomó y lo deslizó en el dedo anular de Baek Cheon con una sonrisa pícara—. “¿Te casarías conmigo?”
Baek Cheon se quedó inmóvil por un segundo. Sus mejillas se encendieron al instante, y el rojo le subió hasta las orejas.
—”¡Es demasiado pronto!” —gritó, casi tropezando al dar un paso atrás, mientras trataba de sacarse el anillo con torpeza.
Los demás discípulos, que en ese momento seguían cargando cajas como si sus vidas dependieran de ello, alzaron la vista brevemente. Algunos rodaron los ojos, otros apretaron los dientes con envidia.
—”¿Podrían al menos fingir que trabajan?” —murmuró Yoon Jong, con una caja en brazos—. “Esto ya ni siquiera parece favoritismo. ¡Es provocación directa!”
Mientras tanto, Cheong Myeong se recostaba contra un baúl, riéndose con gusto al ver el rostro de su pareja tan encendido como un carbón ardiendo. El anillo seguía en el dedo de Baek Cheon. Aunque lo negaba, no hacía ningún esfuerzo real por quitárselo.
Cheong Mun, que hasta el momento se había limitado a observar en silencio desde el umbral del pabellón, dejó escapar un largo y cansado suspiro mientras veía a sus discípulos reír, pelearse entre ellos y, especialmente, presenciar cómo su hermano menor desataba el caos con una sola sonrisa.
—”Ya que estamos aceptando los regalos sin remordimiento…” —murmuró, cruzándose de brazos—. “Lo mejor sería devolverles el gesto.”
Eso bastó para que el bullicio en la sala se atenuara un poco, todos sabiendo que esa frase venía cargada de trabajo para ellos.
Cheong Mun escaneó la habitación con la mirada, deteniéndose en sus discípulos uno a uno, con expresión seria y tono firme:
—”Baek Cheon, ya que eres el discípulo mayor, estarás a cargo.”
—”Sí, líder de secta” —respondió Baek Cheon de inmediato, con rectitud.
—”Jo Gul, tú vienes de una familia de comerciantes, así que conocerás bien los lugares y cómo negociar.”
—”¡Por supuesto! Haré que cada moneda valga por diez” —dijo Jo Gul con una sonrisa confiada.
—”Baek Sang, tú también vienes. Nadie mejor que tú para revisar los números.”
—”Haré un inventario detallado de todo “—respondió el joven, sacando ya un cuadernito del interior de su túnica.
—”Yoon Jong y Yu Iseol pueden ayudar a cargar lo que se compre.”
Cada vez que los ojos de Cheong Mun se posaban en un discípulo y lo nombraba, una figura aparecía discretamente a su lado. Primero era un murmullo, luego un claro carraspeo... y, finalmente, una tos exagerada como si alguien estuviera muriendo lentamente.
Todos ignoraron a Cheong Myeong. Al menos al principio.
Pero ya cuando se acercó a Yu Iseol con un par de toses teatrales y luego alzó las cejas cada vez que Cheong Mun hablaba, incluso Cheong Mun, el sereno líder de la secta, tuvo que clavarle una mirada fatigada.
—”Cheong Myeong-ah…” —dijo finalmente, resignado—. “¿Quieres ir tú también?”
Cheong Myeong se llevó una mano al pecho, como si estuviera profundamente conmovido.
—”¿No necesitan mis discípulos un mayor que los acompañe? ¡Debo ser responsable!” —respondió con una expresión angelical, aunque todos a su alrededor escucharon claramente la versión no verbalizada: “Quiero bajar a la ciudad y beber todo el licor del mundo mientras mis discípulos hacen todo el trabajo sucio.”
Cheong Mun entrecerró los ojos y volvió a suspirar.
—”...De acuerdo. Pero si te metes en problemas, esta vez no pienso cubrirte.”
Entonces sacó una pequeña bolsa de dinero y se la tendió a Baek Sang, ignorando deliberadamente la mano extendida de Cheong Myeong.
—”Baek Sang, tú llevas el dinero. Que no se les ocurra comprar cosas inútiles o de mal gusto.”
—”Sí, líder de secta.”
—”¿Y qué tipo de regalos deberíamos comprar?” —preguntó Baek Cheon, con el ceño ligeramente fruncido.
Antes de que Cheong Mun pudiera abrir la boca para responder con algo lógico y diplomático, Cheong Myeong ya se había adelantado, con los brazos cruzados y una gran sonrisa en el rostro:
—”¡Algo que se vea caro por fuera pero que realmente sea barato e inútil!” —exclamó, como si fuera una revelación celestial—. “¡Es lo mejor que podemos ofrecerle a esos bastardos de las grandes sectas!”
El silencio se hizo un segundo. Luego, Yoon Jong resopló. Jo Gul se rio en voz baja. Yu Iseol ni siquiera parpadeó. Baek Sang se llevó una mano a la cara.
Cheong Mun no lo negó. Solo se frotó el puente de la nariz y dijo:
—”Solo... no causen problemas.”
—---
El grupo partió a la ciudad al pie de la montaña, los discípulos del Monte Hua cruzaron la entrada, con sus túnicas ondeando al viento y una mezcla de emoción y resignación en los rostros. Como siempre, Cheong Myeong iba caminando al frente junto a Baek Cheon, como si su presencia ahí fuera natural e indispensable, ignorando todas las miradas de sospecha que le lanzaban sus compañeros desde atrás.
Mientras avanzaban por una de las calles principales, entre puestos de fruta, vendedores de telas y aromas de pan recién horneado, Baek Cheon miró hacia su mano. El anillo seguía allí. Brillaba con la luz del sol como si se burlara de él con cada paso.
Había considerado quitárselo muchas veces... pero finalmente había optado por dejarlo puesto.
Cheong Myeong notó su mirada de inmediato. Sonrió, tomó con naturalidad su mano, entrelazando sus dedos con los suyos, y preguntó con voz suave:
—”¿Entonces? ¿Ya consideraste mi propuesta?”
Baek Cheon sintió que la sangre le subía al rostro con tanta fuerza que creyó que iba a derretirse en plena calle.
—”¿R-realmente quieres... casarte conmigo?”
Cheong Myeong giró levemente la cabeza hacia él, con una expresión inusualmente seria, y respondió sin vacilar:
—”Sería un idiota si no quisiera casarme contigo.”
Baek Cheon se quedó en silencio, boquiabierto, los ojos abiertos como platos. Cheong Myeong, sin decir más, le apretó la mano con suavidad y siguió caminando con tranquilidad.
Detrás de ellos, Jo Gul hizo una mueca de sufrimiento.
—”¿Por qué siento que estoy leyendo una novela cursi?”
—”Quisiera ser ciego. O por lo menos sordo” —murmuró Yoon Jong.
—”Esto está fuera del manual de conducta marcial” —dijo Baek Sang, sacando su cuadernito con resignación.
Yu Iseol no dijo nada. Pero caminó más rápido, adelantándose un paso.
Las voces de los comerciantes resonaban por las calles con entusiasmo: ofertas de especias aromáticas, tejidos exóticos y armas de forja delicada llenaban el aire como una sinfonía caótica. Pero nada de eso parecía alcanzar los oídos de Cheong Myeong, que caminaba con el ceño fruncido, lanzando miradas furtivas a Baek Cheon, que seguía a su lado en un silencio absoluto.
Al principio, todo le había parecido gracioso. Molestar a Baek Cheon siempre era un pasatiempo divertido: sus mejillas encendidas, las miradas esquivas, los resoplidos contenidos… pero ahora, ni eso tenía. Apenas lo miraba. ‘¿Se estaba arrepintiendo de salir con él?’ ¡Imposible! Así que Cheong Myeong, incapaz de soportar la tensión, no tardó en hacerlo saber:
—”¿Es acaso que tú no quieres casarte conmigo?”
Baek Cheon suspiró con resignación. Era obvio que había estado conteniendo sus pensamientos.
—”No es que no quiera casarme contigo” —dijo al fin—. “Pero así no era como quería… la propuesta. Ni el anillo.”
Cheong Myeong lo miró como si le acabara de hablar en un idioma extranjero.
—”¡Pero si te di un buen anillo! ¡Y caro!”
—”¡Ese no es el punto!” —explotó Baek Cheon, deteniéndose unos pasos—. “¡Lo sacaste de una de las cajas! ¡Ni siquiera me lo diste con intención!”
—”¡Eso lo hace único! ¡Es como encontrar una joya escondida! ¡Una metáfora sobre cómo te encontré entre tantos idiotas!”
Baek Cheon lo miró con incredulidad.
—”¿Estás diciendo que soy basura entre idiotas?”
Los discípulos que venían detrás se detuvieron como si hubieran presenciado una escena prohibida. Jo Gul soltó un largo suspiro.
—”¿Cómo pueden pasar de lo romántico al homicidio en cuestión de segundos?”
Yoon Jong negó con la cabeza.
—”El amor es una espada de doble filo… y estos dos claramente se apuñalan por turno.”
Finalmente, Cheong Myeong se detuvo frente a un restaurante con una gran caligrafía en el cartel de entrada y faroles rojos colgando del techo.
—”¡Me quedo aquí a comer!” —anunció, como si declarara el fin del mundo.
Baek Cheon simplemente asintió, sin añadir nada, y se marchó con los discípulos para continuar con la compra de los regalos. Claramente, la tensión entre ambos aún estaba sin resolver.
Cheong Myeong entró al restaurante y se dejó caer en una mesa cerca de la ventana. Pidió comida sin mucho entusiasmo y clavó los ojos en el punto donde Baek Cheon había desaparecido.
—”¿Qué se supone que quiere? ¿Fuegos artificiales? ¿Una serenata? ¿Un unicornio?” —masculló mientras se removía con irritación.
Fue entonces que una figura se sentó frente a él con toda la naturalidad del mundo. Al alzar la vista, Cheong Myeong se topó con una sonrisa conocida. Tang Bo, vestido con sus ropajes verdes refinados, lo miraba con expresión burlona.
—”Viniste a la ciudad y no pensaste en invitar a tu viejo amigo, ¿eh? Maldito bastardo.”
Chapter 190: ⌗Competencia (30)
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Cheong Myeong abrió la boca para responderle con otro insulto, pero una idea lo golpeó con fuerza. Se quedó congelado, los ojos entrecerrados, como si de pronto hubiera encontrado la solución a un problema imposible.
—”¡Tú! Tú... tú estuviste comprometido con mi sajil.”
Tang Bo parpadeó, sorprendido por la mención repentina. Su sonrisa se suavizó, casi imperceptiblemente. Una sombra de nostalgia le nubló los ojos.
—”Sí” —dijo en voz más baja—. “Sí, lo estuve.”
—”Entonces… ¿cómo fue que él te lo pidió?”
Justo en ese momento, llegó la comida de Cheong Myeong: una bandeja con empanadillas al vapor, arroz especiado y una botella de licor dulce. Pero él no le prestó atención. Estaba enfocado en Tang Bo, quien se quedó en silencio por unos segundos antes de apoyar un codo sobre la mesa, la barbilla en la mano, y perder la mirada más allá de la ventana.
—”Fue… una noche tranquila” —empezó, con voz más suave de lo habitual—. “El jardín trasero del clan estaba en silencio. No había luna, pero sí muchas luciérnagas. Cheong Jin... él no era un hombre de gestos grandiosos. Siempre fue reservado, metódico. Pero esa noche... traía un sobre cuidadosamente doblado entre sus manos. Nada de anillos, ni adornos. Un contrato, como si estuviera proponiendo una alianza de clanes. Pero sus manos temblaban… y su voz también.”
Sonrió, con melancolía.
—”Recuerdo que pensé "esto es tan propio de él". No había música, ni velas, ni flores. Solo él, con ese ceño fruncido que ponía cuando quería parecer seguro… y esa torpe ternura que intentaba ocultar.”
Tang Bo rió suavemente, casi con tristeza.
—”Fue sencillo. Fue torpe. Pero me bastó. Porque lo hizo con todo su corazón.”
Cheong Myeong lo escuchó en silencio. La forma en que Tang Bo hablaba hacía que la escena cobrara una belleza inesperada. No había sido un evento lujoso, ni un gran espectáculo… pero lo había marcado. Porque fue íntimo. Real.
—”Tch… entonces eso es lo que quiere Baek Cheon” —murmuró Cheong Myeong, rascándose la cabeza—. “No un anillo brillante ni una caja cara… sino algo que recuerde por el resto de su vida.”
—”Exacto” —asintió Tang Bo, con la mirada aún lejos—. “Algo que se sienta suyo. No perfecto. Solo… sincero.”
Cheong Myeong apretó los labios, masticando esa idea con cuidado.
—”Entonces haré algo así. Algo especial… algo que ese exigente recuerde hasta cuando seamos viejos y me quiera patear por roncar.”
Tang Bo sonrió con dulzura, pero sus ojos seguían empañados de nostalgia.
—”Hazlo bien, Cheong Myeong. No dejes que se te escape. No todos tenemos otra oportunidad.”
Cheong Myeong asintió en silencio.
Y, por primera vez en mucho tiempo, su corazón se llenó de una sensación desconocida.
No presión. No orgullo. No terquedad.
Sino deseo de hacerlo bien. Por él. Por Baek Cheon.
—---
Mientras tanto, en un mercado abarrotado de colores y ruido, Baek Cheon estaba frente a un puesto repleto de baratijas, con el ceño tan fruncido que parecía que el vendedor le debía dinero. Sostenía una pulsera de cuentas de madera con expresión crítica, aunque estaba claro que su atención no estaba en el objeto sino en el remolino de emociones que hervía bajo su frente arrugada.
—”¿Fui muy duro con él...?” —murmuró, girando la pulsera entre sus dedos—. “Tal vez... tal vez debí aceptarlo sin más... No, ¿cómo voy a aceptar ‘eso’? ¿Un anillo que encontró en una caja al azar? ¿¡Eso es lo que me merezco!?”
—”Ajá” —dijo Jo Gul, sin alzar la vista de una figurilla de jade en forma de gato.
—”Aunque bueno…” —Baek Cheon apretó los labios—. “Es Cheong Myeong. ¿Qué podría saber Geomjon sobre el romance...? ¡Ese idiota trata mejor a su espada que a mí!”
—”Claro” —añadió Yoon Jong, examinando una cajita tallada con extraña concentración.
Yu Iseol, por su parte, estaba inmóvil frente a un puesto de tazones, pero su mente estaba muy lejos. Muy lejos.
Muy posiblemente saboreando mentalmente un bol de sōmen frío con caldo ligero, jengibre rallado y cebollino fresco. La idea del sōmen era tan reconfortante, tan pacífica, que no escuchaba ni una sola palabra de las que Baek Cheon estaba despotricando.
—”¡Y llevamos ya meses saliendo! ¿Cómo sigue siendo así de idiota? ¡Ni una cena decente! ¡Ni flores! ¡Nada! ¡Una vez me trajo pescado seco como regalo porque “olía caro”!” —continuó Baek Cheon, ya sin importarle el volumen.
Los otros discípulos intercambiaron miradas tensas. Estaban acostumbrados a las quejas de su mayor, pero había una línea que ninguno quería cruzar: la de imaginarlo en situaciones demasiado íntimas con Geomjon. Sin embargo, Baek Cheon ya había cruzado esa frontera hace rato, sin mirar atrás.
—”Y ni hablemos de cómo él me ******… ¡Y cómo se *****! ¡Sin importar nada! ¡Como si yo fuera una piedra!” —siguió, encendido, con una pequeña figura de dragón en la mano que ni había notado que estaba estrujando.
—”Estoy buscando algo para un líder de secta” —murmuró Jo Gul, como si eso lo blindara de la conversación.
—”Yo también” —dijo Yoon Jong, levantando al azar una cajita con compartimentos. ¿Para té? ¿Para agujas? ¿Para guardar su voluntad? No tenía idea.
—”¿Qué opinas de estos palillos?” —preguntó Yu Iseol, repentinamente, sacando a todos de su trance. Fue el único comentario coherente en minutos. Nadie tuvo el corazón de decirle que acababa de proponer regalarle palillos a un líder de secta.
(...)
Después de comprar un par de cosas al azar solo para poder irse de ahí —ninguna gracias a Baek Cheon, que no había hecho absolutamente nada más que quejarse—, el grupo decidió regresar al restaurante donde se había quedado Cheong Myeong.
Entraron con cautela, con la esperanza de encontrarlo calmado o dormido en una esquina… pero lo que vieron fue a Cheong Myeong con una pierna sobre la mesa, usando sus palillos como si fueran dagas para apuñalar la mano de Tang Bo, que acababa de robarle un trozo de carne de su plato.
—”¡Esa era mi costilla caramelizada, bastardo traidor! ¡¡MI COSTILLA!!”
—”¡Me dijiste que no la ibas a comer!” —gritó Tang Bo entre risas, defendiéndose con su propio par de palillos como si fueran armas ocultas del clan Tang.
—”¡Estaba reposando! ¡La estaba madurando espiritualmente!”
Baek Cheon y los demás se detuvieron en la entrada del restaurante, mirando la escena con una mezcla de resignación, vergüenza y total ausencia de sorpresa.
—”¿Es en serio...?” —murmuró Yoon Jong, llevándose una mano al rostro.
—”Es como ver a dos niños de diez años peleando en una ceremonia ancestral” —añadió Jo Gul.
—”Estamos en un lugar público... donde se celebra una competencia nacional…” —suspiró Baek Cheon, apoyando una mano en la frente—. “¿¡Podrías al menos contenerte en público!?”
—”¡Díselo a él!” —replicó Cheong Myeong, señalando a Tang Bo con el palillo como si fuera una espada.
—”¡Tú empezaste! —protestó Tang Bo.”
Yu Iseol, completamente indiferente al caos, tomó asiento junto a una ventana, hojeó el menú y murmuró:
—”¿Tendrán sōmen?”
Y así, en medio de los gritos, los gestos exagerados, los intentos por recuperar la dignidad de la secta, y el evidente escándalo del restaurante, Baek Cheon no pudo evitar que se le escapara una pequeña sonrisa.
'Me gusta ese idiota.’
Finalmente, cuando Cheong Myeong levantó la vista en plena batalla de palillos y notó que la voz que le hablaba era la de Baek Cheon, su expresión cambió por completo. Fue como si de pronto le hubieran arrojado agua fría al rostro… aunque no, no exactamente. Fue como si alguien encendiera una lámpara dentro de él: sus ojos se iluminaron con una alegría sincera, infantil, casi ridícula.
—”¡Cheon-ah!” —exclamó, dejando caer los palillos como si jamás hubiera estado amenazando a Tang Bo con ellos—. “Ven, ven, siéntate aquí.”
Aunque había un lugar vacío a su derecha, Cheong Myeong en un gesto exageradamente desconsiderado, empujó a Tang Bo del asiento a su izquierda con una sonrisa sin una pizca de culpa.
—”¡Fuera, viejo ladrón de costillas! ¡Mi novio necesita espacio!”
Tang Bo se fue de lado con una expresión de traición absoluta mientras murmuraba “Maldito demonio que se cree taoísta…” pero nadie le prestó atención. A estas alturas, todos sabían que si alguien había aprendido a convivir con los desvaríos de Cheong Myeong, ese era él.
Baek Cheon suspiró con pesadez, pero se sentó a su lado sin quejarse. Por mucho que fingiera fastidio, su expresión se suavizó apenas se acomodó junto a Cheong Myeong, quien lo miraba con una sonrisa brillante como si no acabara de provocar un escándalo en un lugar público.
Cheong Myeong comenzó a llenar su tazón de arroz, empujándole luego un plato lleno de carne en una montaña poco decorosa, como si fuera un gesto romántico y no un intento de empacho.
—”Come mucho, te ves pálido” —dijo Cheong Myeong, sirviéndole agua con la misma solemnidad con la que un noble entrega un anillo.
Baek Cheon lo miró de reojo. Estaba notablemente de mejor humor que cuando se separaron en el mercado. ¿Apuñalar a alguien lo había calmado? ¿Debería eso preocuparlo?
Probablemente. Pero ya estaba acostumbrado. Tratado con ese tipo de atención exagerada, confusa pero cálida, Baek Cheon no le dio más vueltas. Además, el anciano Tang probablemente era inmune a cualquier forma de agresión emocional a estas alturas. Cheong Myeong no lo hería tanto como le daba vida, por irónico que eso sonara.
Como si no hubiese pasado nada, el resto de los discípulos de la secta también se acercaron a la mesa, muchos lanzando miradas cansadas pero resignadas a la parejita.
Cada uno tomó asiento donde pudo, y por primera vez en todo el día, pidieron su comida con entusiasmo verdadero.
—”¡Un menú con toda la carne disponible!” —exclamó Jo Gul con energía renovada.
—”Y un gran plato de fideos para Yu Iseol” —dijo Yoon Jong al camarero, sin siquiera preguntarle a ella. Era evidente.
Yu Iseol asintió con aprobación solemne. Sus ojos brillaron apenas al escuchar la palabra “fideos”, y por un instante pareció más humana que estatua viviente.
Lo realmente sorprendente fue que hubiera una mesa libre en este restaurante, especialmente durante la competencia Murim. En estos tiempos, la ciudad más cercana a Shaolin era un hervidero de guerreros, comerciantes, jueces, estudiantes de sectas menores y vendedores ambulantes desesperados por sacar provecho del tumulto. Cada local en el que habían intentado entrar antes estaba atestado, con filas que serpenteaban por las calles.
Pero esta mesa, como si el universo hubiera sentido lástima por ellos —o se hubiera rendido ante el caos que los seguía—, estaba libre y perfectamente ubicada junto a una ventana abierta donde corría una brisa suave. Era casi sospechoso.
—”¿Seguro que no echamos a nadie sin darnos cuenta?” —susurró Yoon Jong, mirando alrededor con cautela.
—”Probablemente huyeron cuando vieron a Geomjon blandiendo los palillos” —murmuró Jo Gul, bebiendo su té.
Tang Bo, que aún masajeaba su hombro tras el empujón, se acomodó en una esquina de la mesa, más sereno de lo que uno esperaría tras ser agredido por un supuesto amigo.
—”Al menos esto me recuerda a los viejos tiempos” —dijo con una sonrisa nostálgica, observando cómo Cheong Myeong y Baek Cheon discutían suavemente por quién comía más carne.
Y por primera vez en horas, todo el grupo comió sin discusiones, sin quejas —al menos no muchas— y con sonrisas genuinas.
Incluso cuando el plato de Yu Iseol llegó con fideos tibios y no fríos como había pedido, ella simplemente cerró los ojos y murmuró:
—”Acepto el destino.”
(...)
Mientras los platos se vaciaban y el olor a carne asada, condimentos dulces y fideos calientes flotaba en el aire, los discípulos del Monte Hua comían en una inesperada pero muy necesaria calma. Al centro de la mesa, Cheong Myeong y Tang Bo reían y bebían como los viejos amigos que eran, intercambiando anécdotas, golpes amistosos con los palillos y botellas de licor que aparecían misteriosamente una tras otra.
—”¿Recuerdas aquella pelea que tuviste con ese anciano de mi clan?” —decía Tang Bo, agitando su copa con una sonrisa traviesa—. “Donde casi matabas a su nieto con golpes en la cabeza.”
—”¡Ese perro me atacó primero!” —protestó Cheong Myeong, ofendido—. “Yo simplemente me defendi.”
Las risas continuaron, contagiando a los discípulos sentados a su alrededor. Sin embargo, poco a poco, una sensación diferente comenzó a asentarse entre ellos. Un murmullo. Luego otro. Y otro más.
Era inevitable.
A pesar de haber elegido un rincón del restaurante, el grupo destacaba demasiado. Los uniformes del Monte Hua eran fácilmente reconocibles, y no cualquiera podía permitirse usarlos con la cabeza en alto. Pero más que eso, todo el que estaba en esa ciudad había venido con un propósito común: el torneo Murim. Y aquellos que lo seguían de cerca sabían perfectamente quiénes eran ellos.
Los murmullos no tardaron en llegar hasta sus oídos. Aunque las voces eran bajas, tal vez con respeto, tal vez con miedo a ser descubiertos, los sentidos de los discípulos del Monte Hua eran demasiado agudos. Habían sido entrenados para detectar el más mínimo susurro incluso en medio de una batalla, así que escuchar desde la mesa lo que decía el resto del restaurante fue cuestión de segundos.
—“Ese de cabello largo es Baek Cheon, ¿cierto? El que venció al espadachín de Wudang con un solo movimiento.”
—“Es más guapo en persona… Parece una figura de jade.”
—“Dicen que es el más fuerte después de su maestro, ¿no?”
—“¿Crees que el legendario Geomjon está aquí también? ¡Dicen que una vez cortó una montaña!”
—“¿Esa chica es Yu Iseol? ¡No parpadeó ni una sola vez durante su duelo!”
—“¿Y el que casi se desmaya después de usar tres técnicas seguidas era Jo Gul? Qué resistencia…”
—“Mira cómo comen… parecen humanos normales.”
Todos en la mesa fingían no escuchar. Al principio. Pero el enrojecimiento de las orejas fue inevitable.
Baek Cheon, que masticaba en silencio, intentó mantener una expresión digna, la espalda recta, el mentón ligeramente alzado. Sin embargo, al oír a una muchacha decir “¡Tiene pestañas más largas que las mías!”, su fachada se resquebrajó. Su rostro se tiñó de rojo, no de vergüenza sencilla, sino de una vergüenza profunda que provenía del alma de alguien que preferiría ser reconocido por su habilidad con la espada… y no por tener una piel “más tersa que la porcelana”.
—”No... no es para tanto…” —murmuró, bajando la mirada y dándole un trago innecesariamente largo a su agua.
A su alrededor, el resto no estaba mejor.
Jo Gul parecía estar evaluando si esconderse debajo de la mesa. Yoon Jong miraba su plato como si esperara que la comida lo tragara a él. Solo Yu Iseol se mantenía impasible, absorbiendo cada bocado de fideos como si fuera la única alma cuerda en medio del caos. O tal vez, pensó Jo Gul, simplemente estaba ocultando su vergüenza de forma magistral.
Tang Bo, al ver el rostro de los discípulos completamente sonrojado, soltó una carcajada que hizo rebotar su copa vacía contra la mesa.
—”¡Ah, qué jóvenes son todavía!” —exclamó, mirándolos con genuino cariño—. “¡Pero pronto se acostumbrarán! La fama en el Murim llega así, de golpe, como una tormenta en verano.”
Luego, sonriendo con nostalgia, alzó una ceja mirando a Cheong Myeong.
—”¿Recuerdas esa vez en la provincia del sur? Cuando salvamos esa aldea de los bandidos en plena primavera…”
Cheong Myeong soltó una risita mientras llenaba otra ronda de copas.
—”¿La lluvia de pétalos de durazno? ¿Y el alcalde nos llamó “héroes eternos del sur”?” —rió entre dientes—. “Casi vomito del discurso.”
—”¡Y las niñas te tejieron una corona de flores!” —añadió Tang Bo—. “Te obligaron a ponértela mientras caminabas por la calle. Nunca vi a alguien tan incómodo siendo adorado.”
—”No me hables de eso.”
Ambos rieron con tanta fuerza que los murmullos del restaurante casi se ahogaron entre las carcajadas. La tensión se rompió al fin. Incluso los discípulos empezaron a reír con cierta vergüenza compartida, contagiados por la calidez que se había formado en torno a su mesa.
La fama era un fenómeno extraño, pero por ahora, tenían carne caliente, vino tibio y una mesa compartida con gente que los entendía. Y para ese instante, en medio de la ciudad más abarrotada del continente, ese era su propio refugio.
Cheong Myeong soltó una breve risa nasal cuando sintió el peso de Baek Cheon recargarse con disimulo sobre su hombro. A simple vista, cualquiera pensaría que era un gesto romántico de una pareja disfrutando de una velada tranquila, pero él lo conocía demasiado bien. Sabía que ese contacto era un intento desesperado de esconder su rostro enrojecido, sofocado por los halagos ajenos que no sabía cómo procesar.
Con una sonrisa perezosa y una calidez repentina en el pecho, Cheong Myeong deslizó su brazo por detrás de su cintura, rodeándolo con facilidad y atrayéndolo más contra su cuerpo. El contacto provocó un leve sobresalto en Baek Cheon, pero no se apartó. Al contrario, pareció hundirse más en el abrigo de su maestro, buscando algo de sombra para sus mejillas encendidas.
Era adorable. Ridículamente adorable. Cheong Myeong podía soportar muchas cosas, pero no la ternura involuntaria de Baek Cheon.
Y, sin embargo, entre esa sensación cálida de orgullo y cercanía, una punzada de molestia se filtró bajo su piel.
Sí, claro, ahora todos hablaban de ellos. Ahora les dedicaban miradas de admiración, de respeto, incluso de devoción. Pero… ¿no era todo eso un poco tardío?
“¿Dónde estaban todos esos halagos cuando Jo Gul derrotó a los discípulos de Wudang en una competencia menor hace dos años?”
pensó Cheong Myeong con una ceja temblándole.
“¿Y cuando Baek Cheon bajaba a los pueblos cercanos a tratar a los heridos y ayudar a los campesinos? ¿¡Eh!? ¿Dónde estaban esos murmullos aduladores entonces? ¿Dónde estaban las malditas flores? ¡¿Dónde estaban las pestañas largas y las comparaciones con jade?!”
El orgullo que sentía por sus discípulos y por su secta era indiscutible. Lo que habían logrado era fruto de su esfuerzo, de sus lágrimas, y también —no se iba a hacer el humilde ahora—, de su guía. Pero cuanto más pensaba en el injusto tiempo en que llegaba ese reconocimiento, más se arrugaba su frente.
—”¡Dueño! ¡Cinco botellas más!” —rugió de repente, alzando la mano.
La mesa entera se quedó en silencio.
Los discípulos intercambiaron miradas nerviosas, perfectamente conscientes de que el cambio de humor había llegado. Esa súbita demanda de más licor nunca era buen augurio. Aunque lo cubriera con risas y conversación, todos sabían cuándo Cheong Myeong estaba masticando algo más que comida: estaba masticando frustración.
Baek Cheon alzó el rostro apenas unos centímetros, mirándolo de reojo con curiosidad y preocupación. Pero Cheong Myeong simplemente le dio un beso rápido en la sien, murmurando:
—”No te muevas. Estás cálido.”
Baek Cheon, algo desconcertado, volvió a recostarse. Decidió que sería más sabio no preguntar nada por ahora.
Tang Bo, por su parte, notó el cambio en su amigo, pero solo suspiró con resignación y se sirvió más licor. Había visto esta película demasiadas veces.
Los demás discípulos fingieron que nada estaba pasando. Jo Gul se metió un trozo de pollo en la boca como si fuera su última comida. Yoon Jong asintió lentamente con los ojos cerrados, como si saboreara un verso particularmente complejo, mientras pensaba “no hagas contacto visual, no hagas contacto visual”. Yu Iseol, sin cambiar ni una sola expresión facial, simplemente inclinó su bol de fideos hacia ella para poder beber el caldo en silencio.
A pesar del leve temblor que se sentía en el ambiente, la comida seguía su curso. El pollo estaba crujiente, jugoso, perfectamente sazonado, y en ese momento parecía ser el salvavidas emocional de la mesa. Cada bocado era una distracción divina de la tormenta emocional que se cocinaba a un lado de ellos.
Finalmente, el dueño del restaurante llegó con las cinco botellas nuevas y las dejó sobre la mesa con una sonrisa nerviosa. Cheong Myeong le dio las gracias con una amabilidad tan forzada que hasta las botellas temblaron un poco.
Sirvió el licor sin mirar a nadie, aún con Baek Cheon acurrucado contra su costado. Con cada sorbo, su expresión cambiaba apenas perceptiblemente: del resentimiento al alivio, del alivio al orgullo, del orgullo a la terquedad.
(...)
No importaba cuántos días, semanas o incluso años pasaran: los discípulos del Monte Hua jamás lograrían acostumbrarse del todo a la extraña personalidad de su maestro. Era como observar a una criatura mística que cambiaba de forma según la dirección del viento.
Hace apenas unos momentos, lo habían visto refunfuñando entre dientes, mascullando con tono agrio algo sobre el “reconocimiento tardío”, sirviéndose licor como si fuera medicina amarga, y fulminando con la mirada a todo aquel que osara respirar muy fuerte. Su aura era tan sofocante que uno pensaría que la mesa entera terminaría en llamas por pura incomodidad.
Pero ahora, como si alguien hubiese pulsado un interruptor invisible, ahí estaba Cheong Myeong, reclinado con languidez, una expresión de beatitud en el rostro mientras Baek Cheon le servía licor con delicadeza, le limpiaba los labios con una servilleta y le ofrecía dulces como si fuera un anciano emperador al borde de la siesta.
—”Aah... Esto sí que es vida…” —murmuró Cheong Myeong con los ojos entrecerrados, saboreando un dulce de arroz que Baek Cheon le había puesto directamente en la boca.
Los demás discípulos se quedaron mirándolo con resignación grabada en cada línea de sus rostros. Un suspiro colectivo brotó como un viento suave entre ellos, al unísono.
—”Bueno, es mejor verlo así…” —susurró Jo Gul, masticando otro trozo de pollo con lentitud— “…que gritando sobre los pecados del mundo.”
—”No lo provoques” —gruñó Yoon Jong, con los brazos cruzados.
Yu Iseol, con su habitual neutralidad emocional, simplemente asintió levemente. Sabía que era cierto.
Tang Bo, por su parte, fue el único que no pareció ni remotamente sorprendido. Con una sonrisa serena, bebía su licor como si todo aquello fuera parte de la decoración del lugar. Llevaba años al lado de ese loco. Nada lo sacaba ya de balance.
—”Te acostumbrarás” —les dijo a los jóvenes con tono afable—. “Sólo deben entrenar su alma como entrenan sus cuerpos. Y recordar: nunca, jamás le den a elegir entre licor y pelear. Él siempre elige las dos.”
Chapter 191: ⌗Competencia (31)
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Al día siguiente, el cielo amaneció despejado, el ambiente cargado de emoción. El torneo se reanudó con renovadas energías, y los espectadores se acomodaron esperando el próximo espectáculo.
Y no sabían lo que les esperaba.
En una de las plataformas, Baek-Ah—la infame marta demoníaca, compañera del discípulo mayor del Monte Hua—se colocó en posición. Su contrincante era nada menos que un orgulloso miembro de la familia Jaegal, célebre por su elegancia en combate, usando abanicos como armas para canalizar su energía interna. Su postura era refinada, su atuendo inmaculado, su porte digno de un erudito-guerrero...
Hasta que vio los ojos de Baek-Ah.
Dos orbes incandescentes como brasas, llenos de malicia juguetona. En el momento en que sonó el gong de inicio, la marta estalló en movimiento como un rayo bajado del cielo.
El pobre discípulo apenas logró alzar su abanico antes de que un chillido agudo y escalofriante lo envolviera. Baek-Ah, saltando con una potencia antinatural, se abalanzó sobre él con una velocidad espantosa. El joven retrocedió instintivamente, pero era demasiado tarde: la marta había olido el miedo.
—”¡AAAAAH!” —gritó el discípulo, corriendo alrededor del escenario con los brazos en alto, el abanico ondeando como bandera blanca de rendición.
Pero Baek-Ah no era misericordiosa.
Con una precisión que habría enorgullecido al mismo Amjon, dio un giro en el aire y le cayó directo en la cabeza. El “TUMP” que resonó en el lugar fue horrendo. El público jadeó al unísono. El discípulo cayó al suelo, sujetándose la cabeza entre quejidos de dolor.
¿Fin del combate? Oh no, aún no.
Baek-Ah lo miró fijamente como si evaluara su nivel de inconsciencia… y decidió que aún faltaba castigo.
Saltó sobre él de nuevo, sus pequeñas pero letales patas golpeando con una cadencia que parecía salida de una danza ancestral de destrucción.
BAM. BAM. BAM.
Cada impacto era un recordatorio de que jamás, jamás debía subestimarse a un discípulo del Monte Hua.
Finalmente, cuando su oponente quedó inmóvil con los ojos en blanco, Baek-Ah emitió un chillido triunfal, bajó el hocico… y tomó el abanico del derrotado entre los dientes.
Luego, caminó con paso altivo hacia el borde del escenario, el trofeo en su boca, como un general regresando con el estandarte enemigo.
Los espectadores intercambiaron miradas.
—”...Victoria para Baek-Ah... supongo.”
El público estalló en aplausos y carcajadas. El espectáculo que Baek-Ah había brindado no era algo que se viera todos los días, incluso en un torneo marcial. No era sólo la brutalidad de la escena —una marta salvaje aplastando la dignidad de un noble discípulo—, sino el absurdo regocijo con el que había reclamado su “trofeo” lo que dejaba a todos encantados y algo atónitos.
Baek-Ah trotó feliz hacia el borde del escenario, donde Baek Cheon lo esperaba con los brazos cruzados y una ligera sonrisa. Sin dudarlo, la marta saltó y se encaramó a su hombro como si ese fuera su trono personal. Con cuidado, Baek Cheon tomó el abanico de plumas del hocico de la criatura y lo examinó con curiosidad.
—”Lo hiciste bien” —le susurró, rascándole bajo la barbilla, y Baek-Ah respondió con un ronroneo gutural que hizo estremecer a algunos discípulos cercanos.
Regresaron caminando juntos al grupo del Monte Hua, Baek Cheon con porte sereno, Baek-Ah con la cola en alto como una estandarte de victoria. Cheong Myeong los esperaba sentado con una sonrisa de satisfacción.
—”Buen trabajo.”
Baek Cheon se sentó a su lado con naturalidad, sin decir nada más, y dejó el abanico a un lado, como si fuera una insignificante baratija ganada por costumbre.
Los demás discípulos los observaban con una mezcla de incredulidad y exasperación.
—¡Él no hizo nada! —parecían gritar sus miradas—. ¡Fue la marta!
Yoon Jong frunció el ceño, claramente perturbado por lo que acababa de ver. Jo Gul estaba con los brazos cruzados, visiblemente más tenso.
—”¡Tsk!” —chistó entre dientes—. “Se están acostumbrando a ganar con trampas adorables.”
Pero la atmósfera de triunfo no iba a durar mucho.
Baek Cheon, siempre atento, frunció el ceño ligeramente y murmuró:
—”…La racha no durará. Alguien caerá en esta ronda.”
Casi como si lo hubieran invocado con un hechizo cruel, todos los ojos del grupo se giraron con sincronización perfecta hacia Jo Gul.
Jo Gul los miró con horror.
—”¡Oigan! ¡No me miren así! ¡Tengo dignidad!”
Cheong Myeong, sin siquiera girarse hacia él, levantó la ceja.
—”Eso está por verse.”
—”¡Ya verán!” —exclamó Jo Gul, poniéndose de pie como si fuera a desafiar al mismísimo destino—. “¡Les demostraré que puedo pasar a la siguiente ronda!”
En ese momento, un anciano al costado de la plataforma anunció:
—”¡Jo Gul del Monte Hua contra Hye Yeon del Templo Shaolin!”
Cheong Myeong ladeó la cabeza, curioso.
—”¿Quién dijo que era su oponente?”
Baek Cheon suspiró, resignado.
—”Hye Yeon. Del Shaolin.”
Cheong Myeong alzó ligeramente las cejas y asintió con una calma que rozaba la indiferencia.
—”¿Quieres ir a comer?”
Baek Cheon parpadeó. ¿Había oído bien?
—”¿No crees que Jo Gul pueda ganar? No es como si fuera tan débil…”
—”No es cuestión de debilidad” —respondió Cheong Myeong, entrelazando los dedos con aire pensativo—. “Jo Gul es bastante decente para ser un idiota gritón, pero…”
Le lanzó una mirada de soslayo a Baek Cheon.
—”…su oponente es fuerte.”
Baek Cheon frunció el ceño, todavía sin entender del todo la resignación en el tono de su maestro. Pero Cheong Myeong no era alguien que subestimara sin motivo.
Porque él lo sabía.
En su vida anterior —la que ahora parecía más un sueño borroso dentro de un juego que un recuerdo real—, Hye Yeon era un personaje especial. Uno de los rivales más fuertes que Baek Cheon tendría jamás. Representaba la figura intocable del virtuoso: fuerte, piadoso, con una técnica impecable y una determinación inquebrantable. En el juego, se insinuaba que él y Baek Cheon tendrían una pelea inolvidable… pero esa pelea nunca ocurrió.
En ese arco, "Geomjon" —es decir, él mismo— le había lesionado la muñeca a Baek Cheon, obligándolo a retirarse del torneo. Hye Yeon ganó por defecto.
Pero ahora, esa historia ya no seguía el mismo guión.
Baek Cheon estaba aquí. Herido, sí, pero presente.
Cheong Myeong desvió la mirada hacia el abanico que reposaba junto a él, y luego hacia Baek-Ah.
La marta dormía plácidamente sobre el regazo de Baek Cheon, acurrucada como una bola de pelo celestial. Nadie, viendo esa escena, imaginaría que era una asesina en miniatura.
—”Hmm…” —murmuró Cheong Myeong, bajando la voz con diversión—. “¿No sería gracioso que Baek-Ah sea quien se enfrente a ese monje…?”
(...)
Mientras tanto, Jo Gul subía al escenario con paso firme, jurando venganza contra la falta de fe de sus compañeros y rogando internamente que el monje no tuviera músculos más duros que su espada.
En las gradas, algunos espectadores ya estaban apostando.
—¿Cuánto dura?
—Dos minutos, como mucho.
—¿El del Monte Hua? ¿Es el mismo grupo de la marta?
—Sí. Pero este es humano, así que no garantiza espectáculo…
—Suerte, Jo Gul. La vas a necesitar.
Jo Gul y Hye Yeon se presentaron formalmente como era debido. Uno con el porte propio de un espadachín del Monte Hua, el otro con las palmas juntas y una leve reverencia de cabeza, sin levantar la vista. El contraste entre ambos era tan claro que la audiencia murmuraba desde sus asientos.
Jo Gul aprovechó esos segundos para analizar rápidamente a su oponente.
A simple vista, Hye Yeon no parecía imponente. No era particularmente alto, ni musculoso, y su postura corporal era más parecida a la de un estudiante nervioso que a la de un guerrero. La túnica amarilla de Shaolin le caía como una capa pesada sobre los hombros, y mantenía la mirada fija en el suelo con el rostro visiblemente sonrojado. Sus labios temblaban, y cuando los abrió para saludar, apenas se escuchó su voz.
Jo Gul entrecerró los ojos.
—Mi maestro siempre dice que los que se ven más indefensos son los más peligrosos…
Y tenía sentido. Durante el torneo había visto a varios monjes del Templo Shaolin. Todos fuertes, disciplinados, en calma. Pero Hye Yeon tenía algo diferente. No solo su aura… sino su presencia. Era como si su existencia misma estuviera contenida por una capa frágil, como si algo más poderoso estuviera dormido bajo esa timidez.
—’¿No parece... tímido?’ —pensó Jo Gul con cierta confusión.
La forma en que Hye Yeon mantenía la vista baja, como si tuviera miedo de mirar a alguien directamente… o tal vez miedo de que alguien lo mirara a él demasiado de cerca. Su rostro estaba sonrojado, los dedos jugueteaban con los bordes de su manga. No parecía tener ninguna intención hostil.
Jo Gul tragó saliva. Con la precaución con la que uno se acerca a un ciervo en el bosque, le preguntó en voz baja:
—”¿Podemos comenzar?”
Hye Yeon alzó la mirada de golpe. Sus ojos eran grandes, redondos y un poco asustados. Asintió rápidamente, tartamudeando un "s-sí" apenas audible, y retrocedió medio paso con torpeza.
Jo Gul soltó un suspiro. No importaba cuán inofensivo se viera. Si su maestro lo reconocía como un oponente fuerte, entonces debía serlo.
Desenvainó su espada con un movimiento fluido. El sol rebotó en el filo y lanzó destellos brillantes que iluminaron su expresión concentrada. Respiró hondo. Su energía se estabilizó, sus pies se afirmaron, y su mirada se volvió tan filosa como su hoja.
—”¡Ahi voy!”—anunció, como era tradición, y se lanzó hacia el centro del escenario.
Pero en el instante en que su figura se movió, algo cambió en el aire.
Hye Yeon entró en pánico. Sus ojos se agrandaron, sus mejillas se encendieron aún más, y alzó su mano instintivamente, como si intentara detener a Jo Gul con solo un gesto de súplica.
—”¡E-espera!”
Jo Gul, a medio camino del ataque, pensó que era un movimiento torpe. ¿Un gesto de defensa improvisado?
Y entonces ocurrió.
Una luz dorada comenzó a emanar del cuerpo de Hye Yeon. Al principio fue un resplandor leve, como un aura contenida, pero en un parpadeo la energía explotó hacia fuera.
Una forma dorada, del tamaño de un cuerpo humano, se expandió súbitamente como si un dique se hubiese roto. La energía salió disparada en línea recta, violenta y sin control, arrasando el escenario con una onda expansiva sagrada, como si una deidad estuviera liberando su aliento.
Jo Gul apenas alcanzó a detenerse, sus botas chirriando contra el suelo.
—”¡¿Qué…?!”
La explosión de energía dorada atravesó el escenario, voló por encima de las cabezas de la audiencia —que apenas tuvo tiempo de agacharse—, cruzó el patio central… y se estrelló directamente contra un salón cercano del Templo Shaolin.
La estructura tembló un segundo antes de colapsar, las columnas quebrándose, el techo hundiéndose con un crujido seco y estruendoso que hizo eco en todo el recinto.
Silencio.
La multitud quedó en absoluto mutismo. Ni un solo grito, ni una tos. Todos miraban el lugar donde el edificio de Shaolin acababa de venirse abajo, tragado por una luz sagrada que aún chispeaba en el aire.
Jo Gul se quedó de pie, inmóvil, con los ojos abiertos y la espada aún en alto. Lentamente, su cuerpo empezó a temblar. Una gota de sudor cayó por su sien.
—”¿Q-qué… qué habría pasado si ese ataque me hubiera alcanzado…?”
No quería imaginarlo.
Por primera vez en su vida, Jo Gul pensó seriamente en tirar la espada y correr.
Hye Yeon, por su parte, se tapaba la boca con ambas manos, horrorizado.
—”¡L-lo siento! ¡Yo… no quería…! ¡Me asusté!”
Su rostro se volvió rojo intenso, y empezó a inclinarse en reverencias frenéticas.
—”¡Perdón! ¡Perdón! ¡P-perdón!”
Jo Gul seguía paralizado, su espada temblando levemente en su mano. Sus ojos iban de un lado al otro, alternando entre el rostro sonrojado de Hye Yeon y el montón de escombros humeantes que solía ser un edificio del templo Shaolin.
—”No… no es posible…” —murmuró.
Hye Yeon tenía la cara completamente roja de vergüenza, con las manos juntas, como si suplicara el perdón del universo entero. Se veía como un niño que había roto un jarrón costoso por accidente en casa ajena. Y, sin embargo, acababa de demoler una estructura entera con lo que aparentemente había sido un acto reflejo.
Jo Gul sintió un nudo formarse en su garganta.
—’¡No muestres ese poder con una cara inocente, punk! ¡Eso es ilegal!’ —quiso gritarle, pero las palabras se quedaron atascadas detrás de su lengua seca.
Incluso su maestro, ese demonio disfrazado de taoísta que reía con malicia mientras los golpeaba en los entrenamientos, parecía ahora más humano que ese monje tímido y tartamudo.
Tragó saliva y lentamente giró la cabeza, buscando una señal de apoyo entre sus compañeros.
Error.
Yoon Jong lo miraba desde las gradas con una sonrisa amplia, genuinamente divertida.
No de esas sonrisas que alientan, sino una que decía: "Mira cómo sufres. Esto es entretenimiento de primera clase."
Más atrás, algunos discípulos del Monte Hua ya habían comenzado a encender incienso. ¡¿Qué estaban haciendo?! ¡¿Orando por su alma?! ¡¿Ya lo daban por muerto?!
Jo Gul sintió que le hervía la sangre.
—’¡Malditos sean todos ustedes!’—chilló por dentro, con los ojos inyectados.
Y lo peor era que sus miradas eran todas iguales.
"Ríndete ya."
"No tienes oportunidad."
"Es mejor que te hagas el herido y te retires antes de que se te caiga el alma del cuerpo."
Pero Jo Gul no iba a ceder.
¡No!
¡Él era Jo Gul!
Discípulo del Monte Hua, sobreviviente de los entrenamientos de Geomjon!
¡Rendirse era peor que morir!
Apretó los dientes. Tragó todos sus sentimientos: el miedo, la ira, la humillación… y alzó su espada una vez más.
—”Vamos” —dijo, con voz firme aunque los nudillos le temblaban—. “Sigamos el combate.”
Hye Yeon se detuvo en seco, aún con las manos juntas y el rostro visiblemente avergonzado. Levantó la vista, sorprendido.
—”¿E-estás bien? ¿En serio estás bien? ¡Lo siento mucho! ¡Fue un accidente! ¡Yo… yo solo me asusté!” —dijo con voz atropellada. Luego se inclinó una vez más—. “¡Prometo que ahora lucharé adecuadamente!”
Jo Gul lo miró en silencio unos segundos.
Y sonrió.
No una sonrisa de alegría, sino esa sonrisa amarga que uno pone cuando acepta que probablemente morirá, pero al menos lo hará de pie.
—’Ese tipo definitivamente me quiere matar’ —pensó.
El aire se tornó denso. Jo Gul respiró hondo mientras sus ojos, finalmente, lograban recuperar la calma. Hye Yeon, al frente, también pareció serenarse, y su expresión —antes sonrojada y vacilante— comenzó a adoptar una quietud solemne. Ya no había torpeza, ni nerviosismo. Solo concentración pura.
El monje bajó lentamente una mano con un movimiento natural y elegante, mientras que la otra ascendía hasta colocarse frente a su pecho, media palma abierta mirando hacia el cielo.
El Puño de Arhat.
La base de todas las artes marciales de Shaolin. Un estilo que combinaba defensa, fuerza y técnica con una gracia espiritual.
Jo Gul tragó saliva.
“No importa qué tan fuerte sea… tengo que ganar.”
Sus músculos se tensaron, su espíritu ardía.
—”¡Haaaah!” —gritó, y salió disparado hacia su oponente, su espada brillando con un destello agudo a la luz del sol.
Su espada era veloz, feroz, precisa.
Un ataque directo al cuello, el tipo de movimiento con el que no se juega. El que deja claro que no hay dudas, ni titubeos.
Pero justo cuando la punta de su hoja estaba a punto de tocar la piel de Hye Yeon…
El monje apenas entrecerró los ojos.
Su mano se movió como si apartara una hoja del aire.
¡CLANG!
La espada de Jo Gul rebotó con un estruendo seco y contundente. Fue como si su hoja hubiese chocado con una enorme roca invisible.
—”¡Ugh!” —gruñó Jo Gul, retrocediendo varios pasos.
No solo el golpe había sido desviado: la fuerza del impacto había subido por su espada, estremeciendo sus muñecas, antebrazos y hombros como si hubieran sido aplastados.
Sus dedos hormigueaban. El eco del dolor vibraba en sus huesos.
Intentó volver a su postura, pero Hye Yeon ya estaba encima.
Un paso.
Un solo paso.
Ligero… y, sin embargo, pesaba como una montaña.
Hye Yeon acortó la distancia de inmediato, como un rayo atravesando la tormenta.
Jo Gul trató de balancear su arma, de girarla, de levantarla, ¡de hacer algo! Pero el monje ya se había abierto paso en su defensa con una facilidad sobrehumana.
¡BOOM!
El hombro de Hye Yeon impactó directamente contra el pecho de Jo Gul.
El golpe retumbó como un carro estrellándose contra una puerta cerrada. La fuerza era tan absurda, tan cruda, que Jo Gul salió disparado como una piedra lanzada por una honda, su cuerpo elevándose por el aire en una curva violenta.
Desde las gradas, los discípulos del Monte Hua gritaron.
—¡JO GUL!
Algunos se taparon los ojos. Otros ya empezaban a lamentar su muerte.
Pero entonces, justo en medio del aire…
Jo Gul giró.
Su cuerpo dio una vuelta rápida, su pie encontró el suelo con precisión, y aterrizó con la elegancia de un ave cazadora.
¡THUD!
Sus pies golpearon el escenario con fuerza y equilibrio. La tierra retumbó bajo él.
Escupió una bocanada de sangre. Roja, espesa, caliente, cayendo al suelo con un sonido húmedo.
Le dolía el pecho como si le hubieran puesto una piedra encima. Su brazo seguía temblando. Pero su mirada era clara.
No era rival para Hye Yeon.
Eso lo sabía ya.
Era más fuerte. Mucho más fuerte de lo que jamás imaginó.
Pero no se iba a rendir.
—”Hah…” —resolló con una sonrisa torcida, limpiándose la sangre del mentón con el dorso de la mano. —”¿Fuerte, eh?” —murmuró, mientras se volvía a poner en guardia—. “No importa… ¡ya estoy acostumbrado a pelear contra monstruos!”
Porque si había algo que lo había preparado para esto, era ese psicópata de su maestro, que le había dado golpes más brutales que ese hombrazo.
—”¡Ese golpe no fue nada en comparación!” —gritó, con una risa salvaje mientras avanzaba de nuevo.
Jo Gul no iba a perder. No mientras aún pudiera ponerse de pie.
Una espada envuelta en una energía mortal cortó el aire como un trueno.
¡CRACK!
El golpe sonó como un látigo, desgarrando el cielo en su trayectoria. Jo Gul, con los dientes apretados y los músculos tensos, había canalizado toda su voluntad en esa estocada.
La hoja buscó el pecho de Hye Yeon con intención asesina, brillante como el filo de una sentencia de muerte.
Pero el puño de Hye Yeon, sereno, centrado, envolvió esa energía con una calma aterradora.
¡CLANG!
Un estruendo sordo estalló cuando el puño, sólido como el corazón de una montaña, desvió la espada sin flaquear.
Sin embargo, Jo Gul no retrocedió.
Al contrario, usó la fuerza del rechazo para impulsarse, girando su cuerpo con una nueva oleada de energía brutal.
¡SWISH!
La espada se encendió de nuevo, su aura aumentando en potencia, como si se hubiese multiplicado por quince en un solo aliento.
Esta vez, su objetivo fue claro: la brillante cabeza calva del monje.
Hye Yeon ni siquiera parpadeó.
Dio un solo paso adelante.
Uno… y todo cambió.
Su brazo pareció volverse blanco, pero no por la luz, sino por la energía espiritual que brotaba de él, y en un instante comenzó a multiplicarse.
Uno… dos… diez… cien… ¡mil!
Las Mil Manos de Buda.
Una cortina de palmas blancas surgió en cadena, extendiéndose como olas en un lago, bloqueando la espada de Jo Gul como si fuesen un muro de compasión divina*
Jo Gul abrió los ojos con horror, incapaz de creer lo que veía.
—”¡¿Qué… qué es esto?!”
Y entonces, sin previo aviso, una pierna emergió de entre ese velo de energía blanca.
¡WHAM!
El pie de Hye Yeon impactó directamente en el vientre de Jo Gul.
No hubo defensa. No hubo oportunidad.
El aire se le escapó de los pulmones en un gemido seco, y salió disparado como si le hubieran lanzado una piedra desde un acantilado.
—¡JO GUL! —gritaron sus compañeros, pero fue inútil.
Jo Gul mordió sus labios hasta sangrar, intentando no perder la conciencia por el dolor.
Levantó la cabeza, temblando, justo a tiempo para ver la siguiente postura.
Hye Yeon había vuelto a la posición básica de Shaolin.
Media palma frente al pecho.
Tranquilo. Sagrado. Aterrador.
La otra mano, que descansaba junto a su cintura, se extendió de repente como un rayo.
¡BANG!
Un puñetazo al aire.
Una ola de energía dorada furiosa salió disparada.
Todo el campo de visión de Jo Gul se llenó de luz dorada.
No pudo moverse.
No pudo gritar.
Solo maldecir en su interior.
—’¡Maldición…!’
¡BOOOOOOOM!
La energía lo arrolló como una ola gigantesca, barriendo su cuerpo como un trozo de madera ante una tormenta.
Los discípulos gritaron y se levantaron de sus asientos.
—¡JO GUL!
—¡GUL-AH!
Y justo cuando el cuerpo de Jo Gul, ya inconsciente, caía desde los cielos como una hoja vencida…
Una sombra se movió.
Una figura cruzó el campo en un instante, rápida como un relámpago.
¡THUMP!
Cheong Myeong aterrizó suavemente en el suelo, sujetando a su discípulo en brazos.
La expresión de su rostro era pétrea. Silenciosa. Intensa.
Sus ojos se clavaron directamente en Hye Yeon, que permanecía inmóvil sobre el escenario, su compostura intacta… pero ahora, visiblemente incómodo.
El silencio era absoluto.
La tensión, palpable.
Nadie se atrevía a respirar.
Y en ese abismo de silencio, la mirada de Cheong Myeong hablaba más que mil palabras.
Jo Gul no pudo contra él.
El resultado era innegable. El joven, valiente y tenaz, había sido arrollado sin piedad, a pesar de haber dado todo de sí. Pero mientras los murmullos crecían, mientras las miradas se cargaban de una mezcla de asombro y temor hacia Hye Yeon, Cheong Myeong no parecía perturbado.
—”Jo Gul cayó, sí. Pero Baek Cheon lo pondrá en su lugar” —murmuró para sí, con una sonrisa torcida. Una que no llegaba a los ojos, que ardían con determinación.
Había bromeado antes, claro. Imaginado con sorna a la marta blanca, Baek-ah, aferrándose a la calva del monje y mordiéndole las orejas mientras giraban en el aire como en un mal dibujo animado.
Pero la realidad era otra.
Baek Cheon se estaba reservando.
Su herida, esa muñeca maldita, le había impedido blandir su espada como solía hacerlo.
Pero en lugar de retirarse, se mantuvo en la contienda de un modo ingenioso: canalizando su energía espiritual pura hacia Baek-ah, permitiéndole luchar en su lugar.
Baek-ah no era una mascota común.
La marta era una criatura espiritual, un ser con instintos agudos, agilidad endemoniada y una lealtad feroz hacia Baek Cheon. Por sí sola, ya era una amenaza.
Pero ahora… alimentada por la energía refinada de su amo, era una extensión viviente de su voluntad combativa.
Era como si cada zarpazo de Baek-ah llevara el filo de la espada de Baek Cheon.
—”Vaya excusa más tonta para justificar los actos del protagonista”—murmuró Cheong Myeong con una risita resignada—. “Pero bueno, este es un mundo de juego después de todo… ¿qué se puede esperar?”
Chapter 192: ⌗Competencia (32)
Chapter Text
La residencia del Monte Hua, que usualmente bullía de risas, entrenamientos y gritos, se encontraba ahora envuelta en un silencio denso y sombrío.
Era un shock colectivo.
Nadie esperaba que Hye Yeon —con su rostro sereno y actitud humilde— ocultara un poder tan abrumador.
Y verlo desatarse con esa energía dorada, con esos movimientos tan limpios y violentos a la vez, remeció la confianza de todos.
Cuando Tang Bo salió finalmente de la habitación donde Jo Gul reposaba, sus ropas aún tenían los pliegues de haber estado arrodillado mucho tiempo, y su expresión no era de alarma, pero sí de seriedad.
Baek Cheon, como discípulo mayor, fue el primero en acercarse.
Sus pasos eran firmes, pero su rostro no podía ocultar cierta tensión.
—”¿Cómo está?”
Tang Bo lo miró unos segundos, sus ojos amables pero cansados.
—”Aún no despierta, pero su vida no está en peligro. No hay daños internos graves. La fuerza fue brutal, sí, pero no hubo intención de matarlo. Hye Yeon fue preciso… demasiado preciso.”
Baek Cheon asintió lentamente.
Su rostro se mantuvo sereno, como el líder que se espera que sea. Pero en su interior, el eco del golpe aún resonaba.
La forma en que Jo Gul fue barrido por la energía dorada… esa presión…
Fue más que impactante.
Incluso para él.
—Así que por eso…
Por eso su maestro le había dicho que no subestimara al monje Shaolin.
Le había dado su reconocimiento.
¿Podría él realmente enfrentarse a esa fuerza… y ganar?
Su mirada descendió a su propia muñeca, aún envuelta en vendajes blancos. Su ceño se frunció con duda por primera vez en mucho tiempo.
Y, lentamente, empezó a quitarse la venda.
La piel, bajo la tela, estaba firme y sin rastro de hinchazón.
La cicatriz apenas se notaba ya. La medicina de Tang Bo había sido efectiva, como siempre, y su propia energía espiritual había terminado el trabajo.
Ya no tenía excusas.
Si perdía…
No sería por su muñeca.
No sería por una herida.
Sería porque aún no era lo suficientemente fuerte.
—”…Tsk.”
Apretó el puño, observando cómo sus nudillos se marcaban con nitidez.
Había solo una forma de averiguarlo.
Y mientras el sol comenzaba a inclinarse hacia el ocaso, tiñendo el cielo con tonos cálidos y suaves, los ojos de Baek Cheon ardieron como brasas encendidas.
El duelo final se acercaba.
Y él…
no iba a dejar que lo pisotearan.
Baek Sang había estado observando a todos desde su rincón, sus ojos yendo de uno a otro como buscando una chispa, alguna señal de recuperación emocional. Pero lo único que veía eran expresiones apagadas, respiraciones pesadas, y un silencio que se arrastraba como una niebla densa por la residencia del Monte Hua.
Cuando su mirada recayó sobre Baek Cheon, se dio cuenta de que su semblante, aunque sereno por fuera, se había endurecido visiblemente. El leve fruncir del ceño, el brillo medido en sus ojos. Baek Sang sintió un pequeño nudo en el estómago.
No podía permitir que todos cayeran en ese estado.
Se irguió con decisión, y con una voz anormalmente viva, casi artificialmente entusiasta, proclamó:
—”¿Qué pasa con esta atmósfera? ¡Baek Cheon y Yu Iseol han pasado a la semifinal! ¡Eso no lo ha logrado ni una sola otra secta prestigiosa!”
Sus palabras resonaron con energía… pero cayeron como piedras en un lago congelado.
Los demás discípulos apenas alzaron la vista. Algunos asintieron con la cabeza, otros forzaron una mueca parecida a una sonrisa.
Nadie respondió con alegría.
Sí, era un gran logro.
Algo que debería haber despertado vítores y festejos.
Pero la sombra de Hye Yeon —su brutal y serena demostración de poder— había dejado una marca muy profunda.
Incluso Baek Sang sintió que sus palabras se desinflaban antes de llegar a sus compañeros.
Frustrado, tomó aire, dispuesto a agregar algo más… pero justo entonces, la puerta se abrió de golpe.
Todos se volvieron al instante.
Geomjon.
Su entrada fue tan despreocupada y casual como siempre, abriendo la puerta como si no acabara de ocurrir nada fuera de lo común.
Su expresión era neutral, incluso un poco aburrida.
Como si acabara de regresar de una caminata.
Los ojos de Baek Sang se iluminaron.
¡Él! ¡Su maestro! Él podía arreglar esto!
Se acercó rápidamente, casi tropezando con sus pies.
—”¡Maestro! Por favor, ayude a cambiar esta atmósfera. Todos están muy... muy apagados” —dijo en voz baja, casi suplicante, como si temiera que el solo mencionar el estado emocional del grupo los hiciera quebrarse.
Cheong Myeong desvió la mirada.
Sus ojos recorrieron el salón con tranquilidad. Uno por uno, los discípulos intentaron enderezar sus posturas, relajar los rostros, alzar la barbilla…
Pero terminaron luciendo más tensos que nunca.
Parecían alumnos atrapados copiando en un examen y fingiendo que solo estaban escribiendo rápido.
Cheong Myeong no dijo nada por un segundo.
Y luego… sonrió. Con calma.
—”Parece que estos pollitos han crecido un poco” —dijo con tono suave.
Silencio.
La frase cayó como un rayo.
No porque fuera dura.
Sino porque nadie se la esperaba.
¿Geomjon? ¿El que reprendía hasta por respirar muy fuerte?
¿El mismo que los había puesto a correr montaña arriba por confundir el pie izquierdo con el derecho?
¿Diciendo eso?
Las expresiones de los discípulos se endurecieron aún más, pero esta vez por el pánico.
Eso no era buena señal.
Si Geomjon no los regañaba…
¡era porque estaba planeando algo peor!
Las miradas se desviaron instintivamente, casi al unísono, hacia una sola persona.
Baek Cheon.
Este sintió todas las pupilas clavarse en él como cuchillos. Se irguió un poco, casi escupiendo el té que no tenía en la boca.
'¡Por favor sasuk, has algo!'
—¡Malditos bastardos! —pensó, con el rostro distorsionado por la mezcla de incredulidad e indignación—. ¡Solo me consideran su sasuk en momentos como este! ¡Cobardes sinvergüenzas!
Aun así, suspiró.
Tosió suavemente, alisándose la túnica, y dio un par de pasos hacia Cheong Myeong.
—”Maestro… ¿está enojado?”
Cheong Myeong lo miró, sorprendido.
—”¿Enojado? ¿Por qué estaría enojado?”
Baek Cheon alzó una ceja.
—”Es que… todos tienen miedo de que los reprenda.”
Hubo un murmullo apenas perceptible de confirmación. Varios discípulos desviaron la mirada, claramente avergonzados.
Cheong Myeong guardó silencio unos segundos.
Y luego sonrió nuevamente. Esta vez, con un dejo de comprensión.
—”No es bueno desanimarse… pero aún es peor quedarse indiferente” —dijo finalmente, cruzándose de brazos—. “Ver una fuerza como la de ese monje es impactante, claro. Es natural que duela, que cause frustración. Pero... eso es parte del crecimiento.”
Los discípulos alzaron la vista, sorprendidos.
Cheong Myeong entrecerró los ojos con aire relajado.
—”El verdadero desarrollo empieza cuando uno se da cuenta de la distancia que le separa del otro. Ver esa diferencia, dolerse por ella, querer acortarla… eso es lo que los hace avanzar.”
Y mientras decía eso, en su mente pensaba:
"Sí, así es como empieza de verdad. Cuando duele. Cuando parece imposible.
Ahí es cuando los discípulos de Monte Hua florecen."
"Es bueno… es bueno que estos chicos se comparen, se corrijan, y luchen por ser mejores."
El salón siguió en silencio un par de segundos más…
Hasta que lentamente, como flores tras una helada, los semblantes de los discípulos empezaron a ablandarse.
La presión en el aire disminuyó.
Incluso Baek Sang soltó un suspiro de alivio.
Cheong Myeong había llegado.
Y, como siempre, el Monte Hua volvió a respirar.
—----
Al día siguiente, el ambiente entre los discípulos del Monte Hua había cambiado visiblemente. La tensión de la jornada anterior se había disipado un poco, reemplazada por una calma determinada. El discurso de su maestro —aunque terminó con amenazas violentas hacia los monjes de Shaolin y una promesa muy explícita de romperles la cabeza—, había tenido un efecto inesperadamente motivador. A su manera bruta y desproporcionada, el maestro había logrado que sus discípulos se sintieran comprendidos, respaldados… y, sobre todo, lo bastante asustados como para no tener tiempo de dudar de sí mismos.
Uno por uno, se acomodaron en sus asientos asignados, con la disciplina que los caracterizaba. Baek Cheon cruzó los brazos con una expresión pensativa y dirigió la mirada hacia Yu Iseol, quien estaría en el siguiente combate. Su oponente era Hye Yeon, el brillante y sereno monje de Shaolin, cuya técnica había dejado una fuerte impresión en todos. No podía evitar admirar a Yu Iseol. Su rostro, como siempre, era sereno, inexpresivo, como si no le importara lo más mínimo a quién debía enfrentar. No había nerviosismo, ni rabia, ni siquiera emoción.
Era como si su espada ya supiera lo que debía hacer, y ella simplemente la acompañara.
Baek Cheon, aun sabiendo que podía no obtener respuesta, se inclinó un poco hacia ella.
—”¿Estás segura?” —preguntó en voz baja.
Yu Iseol volvió la cabeza apenas, lo justo para responder.
—”No” —dijo sin rodeos.
Fue tan directa como siempre, pero esta vez, algo en su voz la impulsó a añadir más. Ella, que casi nunca hablaba, sentía que necesitaba que sus pensamientos fueran entendidos.
—”Sin embargo” —continuó—, “no se trata de ganar.”
Baek Cheon parpadeó ante la respuesta, luego asintió con una leve sonrisa. Sí. Eso era.
—”Así es” —murmuró—. “No es solo una victoria lo que se busca… Se trata de crecer. Esta pelea te empujará hacia adelante. Así que lucha sin remordimientos… y regresa.”
Yu Iseol lo miró, sin necesidad de más palabras, y asintió. Ya se estaba levantando cuando sus ojos se desviaron hacia Cheong Myeong, sentado a la derecha de Baek Cheon con los brazos cruzados y la cabeza ligeramente inclinada, como si estuviera cabeceando del aburrimiento. Pero Yu Iseol sabía que la atención de su maestro estaba allí, presente en cada respiración.
Ella lo miró, sin decir nada. Solo lo miró. Era una petición muda, algo que probablemente nadie más habría notado, excepto Cheong Myeong.
Cheong Myeong suspiró con pesadez y abrió los ojos.
—”Tu espada no dice mentiras” —dijo con calma, sin dramatismo, sin tono paternalista—. “Si todo el esfuerzo que has hecho hasta ahora es real… ella te responderá.”
Yu Iseol, por primera vez en mucho tiempo, sintió su pecho calmarse. No era una promesa de victoria, no era una falsa motivación. Era una verdad. Una verdad sencilla. La espada no mentía. Solo respondía al esfuerzo sincero.
Asintió profundamente. Justo en ese momento, una figura menuda apareció a su lado: Tang Soso, con una sonrisa que no podía ocultar su nerviosismo.
—”¡Buena suerte, Sago! Te estaré observando” —le dijo con energía, juntando los puños frente al pecho.
Yu Iseol la miró durante un segundo… y asintió en silencio, con una pequeña y apenas visible curva en las comisuras de sus labios. Luego, sin decir una palabra más, se giró y subió al escenario con pasos silenciosos, como si flotara en lugar de caminar. Sus ojos, tan claros como el hielo que cubre un lago en invierno, se fijaron en la figura que ya la esperaba en el centro del escenario: Hye Yeon, el prodigio de Shaolin.
A primera vista, parecía imposible. Una pelea desigual. El hijo predilecto de una secta milenaria y venerada en todo Murim contra una discípula silenciosa de la olvidada secta Monte Hua, aquella que una vez fue ridiculizada, casi extinguida, y ahora apenas comenzaba a recuperar su nombre.
Hye Yeon, con su túnica sencilla y su aura tranquila, parecía esculpido en piedra. Un monje en cuerpo, alma y espíritu. Imponente, incluso sin intentarlo.
Yu Iseol, por el contrario, era delgada, de postura humilde, mirada serena. No portaba un aura desbordante ni una presencia abrumadora. Solo tenía su espada. Una espada larga, de empuñadura sencilla, envainada en un estuche sin adornos. La espada de ciruelo.
Desde que podía recordar, había estado allí. Desde que era una niña, corriendo por los patios del Monte Hua, escondiéndose tras las columnas del salón principal, escuchando las enseñanzas sin entenderlas. Siempre estaba esa espada. En los brazos de su padre. En los estantes polvorientos. En el aire mismo cuando se balanceaba, cortando con dulzura y firmeza, como las ramas de un ciruelo meciéndose al viento.
Esa espada no era solo un arma. Era su historia. Su razón. Su alma.
Desenvainó con lentitud. El sonido del metal rozando la funda fue apenas un susurro, como el crujido de la escarcha al amanecer. Ambos se presentaron con una leve reverencia, intercambiando nombres sin emociones, como dictaba la costumbre. Ya no quedaban palabras por decir. Todo lo demás debía decirlo el choque de sus técnicas.
Yu Iseol exhaló profundamente. Sus músculos se relajaron mientras su pecho se hundía. Inhaló, y el aire fluyó dentro de ella con lentitud. La sangre que había estado acelerada por el pulso del combate ahora descendía en ritmo. Su corazón latía más despacio. Su mente se aclaraba. Su cuerpo se vaciaba.
Y en ese momento, Yu Iseol se convirtió en espada.
Sus pies se movieron sin sonido, su cuerpo se estiró como una tela arrastrada por el viento, y su figura se lanzó hacia adelante con la gracia de una golondrina que pisa el agua. No corrió. Se deslizó.
Los ojos de Hye Yeon se agrandaron por un instante. En su interior, algo hizo clic. Esta no era una simple espadachina. No era una oponente promedio. Era una espada viviente.
La presión que irradiaba Yu Iseol no era la de un guerrero furioso ni la de un asesino sediento de sangre. Era fría. Afilada. Perfectamente controlada. Una intención asesina limpia, que se extendía como la niebla rasante sobre un estanque.
Y esa intención se clavó en Hye Yeon como una aguja.
Con reflejos entrenados a lo largo de años, el monje de Shaolin reaccionó. Su pie se adelantó con precisión, girando el torso con exactitud mecánica, y el puño que había mantenido en posición defensiva se disparó en línea recta. Con ese golpe, una explosión de viento dorado se liberó, como si una corriente de agua a presión hubiese salido de su palma. La energía era sólida, pesada, con la fuerza de quien ha entrenado cada músculo y cada respiración desde la infancia.
Pero Yu Iseol no se detuvo.
Justo antes del impacto, giró su cuerpo con un movimiento leve, como una hoja arrastrada por una ráfaga lateral. El vendaval del puño dorado rozó su costado, deshilando parte de su túnica, arrancando algunos mechones sueltos de su cabello, pero no logró tocar su piel.
La multitud contuvo el aliento.
Sobre el escenario, el viento seguía agitando los bordes de la ropa de ambos combatientes. El primer intercambio había concluido. Ninguno había salido herido. Pero algo había cambiado.
Hye Yeon bajó su brazo lentamente, su expresión endurecida.
Yu Iseol alzó su espada una vez más. Todavía era la misma figura silenciosa de siempre, pero ahora brillaba con algo distinto: una determinación inquebrantable.
Habiendo esquivado el golpe inicial de viento dorado, Yu Iseol no se alejó como haría cualquier espadachín prudente ante un artista marcial especializado en combate cuerpo a cuerpo. Al contrario, bajó su postura y acortó la distancia con una velocidad escalofriante.
Era un movimiento que iba contra todo el sentido común.
Los espectadores apenas pudieron seguir su silueta. Su cuerpo se deslizó por el suelo como una sombra veloz, y cada paso que daba era silencioso pero firme. Yu Iseol no solo estaba rompiendo las normas del combate entre disciplinas, estaba reescribiéndolas.
Su muñeca se movió con una mínima inclinación, apenas perceptible para el ojo humano. Esa delicada acción provocó un estallido súbito de energía: docenas de formas de espada surgieron de su hoja, afiladas como cristales y tan elegantes como plumas flotando en el aire. Cada una era una prolongación de su voluntad, de su alma.
Las figuras de energía de espada descendieron con una sincronía perfecta, cubriendo a Hye Yeon desde todos los ángulos. Como una lluvia de cuchillas, era imposible predecir cuál era real y cuál era un engaño visual. Eran tan bellas como letales, como si una bandada de golondrinas hubiese decidido atacar con alas afiladas.
Pero en ese momento, la figura de Hye Yeon se desdibujó.
No se trató de una técnica de invisibilidad. Fue velocidad pura. Una ejecución tan perfecta que su cuerpo pareció romper la lógica del espacio por un instante, desapareciendo con un destello mientras los proyectiles de energía cruzaban el vacío que dejó.
Yu Iseol, sin embargo, no se sorprendió.
Incluso mientras las ilusiones de espada seguían cortando el aire, ella pateó el suelo lateralmente con fuerza, su cuerpo volando hacia un punto vacío del escenario. Su espada se elevó con una trayectoria ancha, y en medio del aire desocupado, cortó con todas sus fuerzas.
Para los demás, fue un movimiento ilógico, incluso errático. ¿Estaba atacando al viento?
Pero en el instante en que su hoja brilló con esa arcada amplia y firme, la figura de Hye Yeon apareció justo en esa trayectoria. Su cuerpo surgió del aire como si hubiese salido de una grieta en el espacio, con una mirada concentrada… que de pronto se descompuso.
Demasiado tarde.
Los ojos del monje se agrandaron por un segundo de sorpresa. Había sido leído.
La hoja de Yu Iseol trazó un camino limpio sobre su hombro izquierdo. El filo no lo cortó profundamente, pero rasgó la tela con precisión quirúrgica, dejando una línea roja que comenzaba a teñir su túnica.
Instintivamente, Hye Yeon giró su cuerpo para evitar una herida más seria y lanzó su puño hacia adelante, directo al estómago de Yu Iseol. El golpe fue limpio, seco, demoledor. No hubo energía dorada esta vez, solo pura fuerza contenida en un puño entrenado durante años con monjes expertos.
El impacto hizo que el cuerpo de Yu Iseol volara hacia atrás como si hubiera sido lanzado por una catapulta. El aire se estremeció por la fuerza de la colisión.
Pero antes de que tocara el suelo, Yu Iseol torció su cuerpo en el aire. Su espalda se curvó, sus pies buscaron estabilidad, y aterrizó con ligereza, como una hoja cayendo de un árbol.
Una sola gota de sangre se deslizó por la comisura de su labio.
El público no gritó. No se atrevió. El silencio era absoluto.
Yu Iseol respiró. Su mirada no temblaba. Su espada, aunque levemente sacudida, no se había soltado. Y frente a ella, el dobladillo de la túnica de Hye Yeon comenzaba a teñirse de rojo, el corte en su hombro visible, limpio y exacto.
Dos cuerpos heridos. Dos voluntades intactas.
La verdadera batalla no era solo de fuerza o técnica, sino de convicciones. Y ni Hye Yeon ni Yu Iseol estaban dispuestos a retroceder.
(...)
Los discípulos del Monte Hua observaban la escena sin parpadear, como si hacerlo significara perderse el hilo invisible que unía cada uno de los movimientos de Yu Iseol y Hye Yeon. La mayoría no podía siquiera seguir el rastro completo de la pelea. Lo único claro era que aquello que acababan de presenciar no era un simple intercambio de golpes, sino una colisión entre voluntades templadas como acero y pulidas como cristal.
Yoon Jong tragó saliva, su corazón latía con fuerza. A su lado, Jo Gul permanecía con los brazos cruzados, el ceño fruncido no por enojo, sino por la pura concentración que el asombro le provocaba.
—”Fue…” —murmuró Yoon Jong, sin saber cómo terminar la frase—. “Fue un solo instante…”
Un instante.
Pero ¿cuántas cosas habían sucedido en ese instante?
El desvío del puño dorado. La espada que se transformó en múltiples hojas de energía. La lectura perfecta del movimiento de Hye Yeon. El corte que atravesó tela y piel. El puño que derribó a Yu Iseol. Y su recuperación, tan grácil como la caída de una flor.
Todo eso, en unos pocos segundos.
Yoon Jong no podía quitarse de la cabeza el pensamiento que acababa de prenderse como fuego: ‘¿Acaso yo podría haber tomado una sola decisión correcta en una situación así?’
Pero Yu Iseol no solo eligió una decisión correcta. Las eligió todas. Sin vacilar. Sin titubeos.
—”¿Sago era tan fuerte?” —Jo Gul murmuró la pregunta como si intentara ocultarla de sí mismo, sus palabras salieron con una mezcla de incredulidad y admiración.
Él había enfrentado a Hye Yeon el día anterior. Y había sido aplastado.
No solo físicamente. Su confianza, su temple, incluso su sentido del ritmo, todo fue desarmado como si se tratara de un aprendiz. Apenas pudo mover su espada. No había conseguido ni hacerle sudar. Fue como enfrentarse a una montaña con un palillo.
Pero Yu Iseol…
Ella estaba allí. Frente a ese mismo monstruo. Sosteniendo su espada con determinación. No lo estaba dominando, no, pero tampoco estaba siendo superada. Era un intercambio entre iguales. Como si las leyes del mundo se hubiesen reescrito en ese escenario.
Y fue entonces que la voz de Cheong Myeong, casi perezosa, se dejó escuchar.
—”Cuando tú dormías sobre tu espalda” —dijo con los ojos entrecerrados, la cabeza recostada sobre el regazo de Baek Cheon como si fuese el dueño del mundo—, “tu sago empuñaba su espada.”
Su tono era como el de alguien explicando algo obvio, una verdad que ya estaba allí, pero que nadie había querido ver.
Baek Cheon se limitó a suspirar, pasándole la mano con paciencia por el cabello a Cheong Myeong, sin molestarse en corregir su comportamiento descarado.
Jo Gul se quedó en silencio.
Cheong Myeong agregó, sin apartar los ojos del escenario:
—”Pero no me malinterpretes. El trabajo duro por sí solo no resuelve todo.” —Su voz se volvió más seria—. “Pero Iseol pone todo en su espada. Todo. Además de comer y dormir.”
No era una exageración. Yu Iseol no hablaba mucho. No bromeaba. No socializaba con facilidad. Pero nunca faltaba al entrenamiento. Incluso cuando todos dormían o descansaban, incluso cuando llovía, incluso cuando sus dedos sangraban. Su espada era su vida. No por obstinación, sino por vocación. Como si su existencia misma hubiese sido tallada por la hoja de un ciruelo.
Jo Gul apretó los dientes. Sentía un nudo en el estómago. No de celos. De respeto.
Decirlo es fácil… vivirlo es otra historia.
Sabía que, después de todo, incluso cuando el infierno del entrenamiento impuesto por Geomjon parecía insostenible, ninguno de ellos se había esforzado tanto como cuando ese monstruo los guiaba. Ninguno, excepto Baek Cheon… y Yu Iseol.
Cheong Myeong finalmente se incorporó, apoyándose en las rodillas de Baek Cheon con un suspiro. Miró al escenario con una sonrisa tenue, más melancólica que burlona.
—”Observen” —dijo, ahora con calma—. “No tienen que entenderlo. Solo siéntanlo.”
Y entonces, todos volvieron sus ojos al escenario.
Porque sabían que lo que estaba por suceder… no sería algo que pudiera describirse solo con palabras.
(...)
Yu Iseol bajó la mirada un instante y presionó suavemente su abdomen. El impacto había sido brutal; sintió cómo sus órganos se agitaban dentro de ella como hojas sacudidas por el viento. Pero tras tomar una respiración larga y profunda, lo supo: no era una herida grave. Dolorosa, sí. Profunda, no. Podía seguir.
El zumbido de su sangre en los oídos aún no se calmaba del todo cuando la claridad se instaló en su mente. Dos pensamientos se formaron con una nitidez demoledora.
Primero:
Es fuerte.
Más fuerte de lo que había anticipado. Mucho más. Yu Iseol sabía que Hye Yeon era un genio del templo Shaolin, alguien que cultivaba no solo el cuerpo, sino la mente y el alma. Pero incluso sabiendo eso, el choque real de sus habilidades fue más devastador de lo que imaginó.
Cuando su espada lo alcanzó, fue como si hubiese golpeado una estatua de acero templado. No era simplemente la dureza de su cuerpo, sino la sólida energía que lo envolvía. Como una muralla inquebrantable, cada intento de herirlo se perdía en su defensa. El corte en su hombro fue un golpe de suerte, producto del titubeo de alguien aún verde en combate real, no una brecha abierta por habilidad.
Los mismos movimientos no funcionarían de nuevo. Hye Yeon no caería dos veces por el mismo truco.
Segundo:
‘Si lo enfrento de frente… nunca ganaré.’
La diferencia entre ambos era demasiado amplia. Yu Iseol poseía una energía interna que muchos catalogaban de prodigiosa para su edad, pero incluso así, la energía de Hye Yeon era como un océano frente a su lago tranquilo. Cada uno de sus puños venía cargado con una presión tan abrumadora que podía desarmar sus órganos con un solo impacto. Esa última vez, fue una advertencia: si volvía a recibir un golpe directo, no se levantaría más.
Y fue allí, en medio de la calma contenida y el torbellino interno, que se le reveló lo que debía hacer.
Caminar por la cuerda floja.
No podía recibir ni un solo ataque.
No podía fallar ni una sola estocada.
Su espada debía atravesar la muralla de hierro sin resbalar, sin chocar en vano, sin detenerse.
No era imposible. Pero requería más que técnica. Requería decisión. Valentía.
Un leve viento movió su flequillo, y en ese instante, una voz surgió de sus recuerdos. La voz de su maestro. La voz que siempre llegaba cuando más lo necesitaba.
—¿Conociste a un oponente fuerte? Entonces deberías estar feliz por eso. Significa que aunque tires todo lo que tengas, pueden recibirlo sin problema.
Así que golpéalo tan fuerte como puedas.
En su momento, Yu Iseol solo había bajado la cabeza ante ese regaño. Pensó que era una exageración más de su maestro, una frase vestida de arrogancia.
Pero ahora… ahora que tenía frente a sí a alguien que podía soportar todo lo que ella tenía, entendía.
Huir no era opción. Apretar los dientes y resistir tampoco. Golpear.
No con desesperación. No con miedo.
Con todo su ser.
Enderezó la espalda. Ajustó el agarre de su espada. Su mirada se afiló como la hoja que empuñaba.
Iseol no necesitaba más palabras. Solo necesitaba ese recuerdo, esa convicción.
Y en el centro de ese escenario, frente al monje que parecía una montaña viva, Yu Iseol dio un paso adelante.
Uno solo.
Pero con él, decidió apostarlo todo.
Chapter 193: ⌗Finales (1)
Chapter Text
El poder emergió desde lo más profundo del danjeon de Yu Iseol, recorriendo sus meridianos como un torrente desbocado hasta alcanzar la punta de sus dedos... y más allá. Se propagó con una vibración sutil pero imparable, tocando incluso los huesos de sus pies. El piso de piedra azul bajo ella se fracturó con un chasquido agudo, una telaraña de grietas se abrió bajo sus pies justo cuando su cuerpo se lanzó hacia adelante como una flecha desenvainada.
El viento silbó.
La espada de Yu Iseol, delgada y curva como una flor danzando en la brisa, se abalanzó con un corte diagonal. Su filo era tan rápido que apenas parecía real, como un destello de luz que cruzaba la distancia entre ella y Hye Yeon en un parpadeo.
¡Clang!
La palma abierta de Hye Yeon detuvo el ataque, sus dedos envueltos en una energía tranquila pero absolutamente sólida. La colisión fue como si la hoja hubiese chocado contra una campana de bronce: poderosa, vibrante... y contenida.
Pero Yu Iseol no lo había apostado todo a ese primer movimiento. Ya lo estaba esperando.
Con un leve giro de muñeca, su espada se deslizó sobre la palma de Hye Yeon, como si bailara sobre una corriente de agua. Subió por su antebrazo, con su hoja zigzagueando como una serpiente, y apuntó directamente al pecho del monje.
Pero Hye Yeon tampoco era ingenuo.
La energía que envolvía su brazo emergió con una fuerza de repulsión, un estallido sutil pero brutal que desvió la trayectoria de la espada en el último segundo. El contragolpe fue tan violento que hizo que la punta de la hoja se sacudiera con un peligroso temblor… y perforara el frente de Yu Iseol al rebotar hacia ella.
Antes de que pudiera recuperar completamente el equilibrio, el puño de Hye Yeon cayó como una montaña sobre su hombro izquierdo.
¡BOOM!
Un sonido seco, seguido del crujido de carne y hueso bajo la presión.
Su cuerpo se torció, lanzado por la fuerza del golpe, y un chorro de sangre brotó de su boca, cayendo en una línea roja sobre las losas rotas del suelo.
Pero Yu Iseol no retrocedió.
Ni siquiera un solo paso.
En lugar de retirarse, avanzó. Su pie derecho pisó con fuerza el del monje, hundiéndolo en el suelo como si lo clavara al piso con una estaca.
Fue entonces que saltó hacia atrás, la distancia ganada no era una retirada, sino un reposicionamiento. Sus ojos brillaron con determinación, y su espada tembló levemente… luego vibró… y entonces:
¡Flores!
De la hoja de su espada comenzaron a surgir proyecciones: pétalos invisibles a simple vista pero que cualquiera en el mundo del Murim reconocería de inmediato.
Las flores de ciruelo.
Una, tres, siete, luego docenas.
Explosiones elegantes, hermosas y mortales, se expandieron como una tormenta de primavera.
Las ilusiones de pétalos cortantes bailaban alrededor de Hye Yeon, envolviéndolo, confundiéndolo. Un solo paso mal dado, un cálculo equivocado, y cualquiera sería cortado en mil pedazos. Aun si solo eran réplicas de energía, el corazón de la espada era real.
No era simplemente un intento de herir: era un mensaje.
Un grito.
Una floración verdadera.
Yu Iseol no disparaba técnica vacía, ni imitaciones. No eran florituras como las de los artistas de Jongnam, tan perfectamente simétricas que resultaban falsas. No.
Estas eran flores vivas.
Y mientras su espada giraba, mientras su cuerpo desaparecía dentro del remolino de flores, Yu Iseol sintió su mente despejarse.
Su cuerpo desaparecía.
Su ego se desvanecía.
Ella se fundía con su espada.
Y en ese espacio vacío, en esa entrega total, una imagen se impuso:
Un hombre, bajo la tenue luz de la luna, balanceaba su espada una y otra vez, con desesperación, con dolor, con una belleza melancólica que parecía envolver el mundo.
“Padre…”
El hombre que sollozaba al ver que sus flores no florecían.
El hombre que se marchitó esperando.
El hombre que le enseñó sin palabras que la belleza también puede ser un grito de dolor.
Pero ahora… ellas florecían.
No en sus manos, sino en las de su hija.
Por fin.
Las flores de ciruelo rodearon a Hye Yeon completamente.
Desde el suelo, desde el aire, desde los flancos.
Como un jardín imposible creado en segundos.
Parecía imposible salir de esa red.
La audiencia contuvo la respiración.
Y entonces…
—“¡Amitabha!”
Una palabra resonó como un trueno suave.
Y en ese instante, el cuerpo de Hye Yeon se cubrió de una luz dorada.
Un aura cálida, resplandeciente, radiante, como el sol naciente tras las montañas.
Las flores parecieron detenerse un momento. El aire mismo tembló.
Y entonces… comenzaron a marchitarse.
Pero no por debilidad.
Sino por el peso de algo inmensamente mayor.
Ojos medio abiertos, la postura de media palma adoptada naturalmente, los que conocían el significado de la postura saltaron de sus asientos con los ojos bien abiertos.
—¡Fuerza Suprema! —gritó un espectador, su voz rasgó el silencio y perforó los oídos de los presentes.
En un instante, todo el cuerpo de Hye Yeon se tiñó completamente de oro, y una luz roja comenzó a irradiar desde su centro, expandiéndose en todas direcciones como el latido de un corazón divino. Era heroico. Sagrado. Aplastante.
Las flores de ciruelo que habían rodeado a Hye Yeon —esas que habían sido tejidas con sangre, recuerdos y determinación— comenzaron a derretirse como nieve bajo un sol abrasador. Una tras otra, se desvanecían sin dejar rastro, disipadas por la luz de Buda que confrontaba todo lo falso, lo ilusorio, lo impostado.
Pero la técnica no se detuvo ahí.
La energía comenzó a empujar, una ola invisible pero implacable que se estrelló contra el cuerpo de Yu Iseol. Su figura flaqueó, los pies resbalaron medio paso hacia atrás. Si no se resistía, sería arrastrada fuera del escenario como una hoja barrida por el viento.
Pero Yu Iseol no era una hoja.
Sus dientes se apretaron con tanta fuerza que parecían rechinar. La sangre le corría por la comisura de los labios y la nariz, y aun así, dio un paso hacia adelante. Sonó como si cada hueso de su cuerpo crujiera con el esfuerzo. El público contuvo la respiración. Nadie en su sano juicio habría continuado.
—¿Qué está... haciendo? —preguntó alguien con voz temblorosa.
—¡Ya ha perdido! ¿Por qué continúa?
Incluso Hye Yeon no podía entenderlo. En su rostro, siempre calmo, surgió una sombra de desconcierto. Esa espada jamás lo alcanzaría. Lo sabía. Ella también lo sabía. Entonces… ¿por qué?
Redobló su energía interna.
La presión aumentó. El suelo comenzó a vibrar bajo sus pies. Si Yu Iseol se detenía, sólo sería expulsada. Nada más. Pero si insistía... entonces sólo se haría daño a sí misma.
Y ella insistió.
Su tobillo izquierdo se torció con un crujido seco y aterrador, pero no cayó. Clavó ese mismo pie en el suelo, como una estaca, y volvió a avanzar. Su cuerpo temblaba, la sangre goteaba de sus labios, pero ni un parpadeo se mostró en sus ojos. Brillaban. Brillaban con algo que no se podía romper con energía interna.
Finalmente, con brazos temblorosos, Yu Iseol levantó su espada.
No hubo energía. No hubo impulso. Ni siquiera hubo técnica.
Simplemente cayó hacia adelante con la espada en alto, como si toda su fuerza hubiese llegado a su límite y sólo pudiera confiarse al destino. Más que una estocada, fue una caída. Más que un golpe, fue un mensaje.
Y aun así…
La espada la alcanzó.
Una línea leve, delgada, cruzó el pecho de Hye Yeon. Apenas sangre. Una herida tan superficial que un pañuelo bastaría para detenerla. Pero no debía estar allí. Esa herida jamás debió ocurrir. Y, sin embargo… ahí estaba.
Yu Iseol se desplomó en ese instante, su cuerpo colapsando como un árbol talado. El público quedó en silencio, abrumado. Nadie aplaudía. Nadie celebraba.
El resultado era claro.
Y, sin embargo, el rostro de Yu Iseol no era el de una perdedora.
Ni el de Hye Yeon era el de un vencedor.
Hye Yeon observó la delgada herida en su pecho con una expresión pálida, casi descompuesta. Era leve, superficial… pero no debería estar ahí. ¿Cómo diablos…? ¿Cómo podía alguien herirlo en ese estado? ¿Cómo había logrado atravesar la presión de la Fuerza Suprema sin siquiera dar un paso atrás? Era ilógico. Incomprensible.
Su mirada, perdida por un momento, giró de manera instintiva y se cruzó con una figura entre la multitud de discípulos del Monte Hua.
Geomjon.
De pie, con los brazos cruzados, el rostro inexpresivo, pero sus ojos brillaban con una intensidad que quemaba. Le sostuvo la mirada apenas un segundo y, sin pronunciar palabra, le envió un mensaje más claro que mil palabras:
“Sentirás un escalofrío en la columna, punk.”
Hye Yeon tragó saliva. Las palmas de sus manos estaban cubiertas por un sudor frío que se deslizaba entre sus dedos. Sintió un temblor recorrerle la espalda, no por la herida, sino por la certeza de que había sido vencido en espíritu, no por una técnica, sino por algo mucho más inquietante: la voluntad inquebrantable de Yu Iseol… y la forma en que el Monte Hua la forjaba.
—”¡Sago!” —gritó Tang Soso, rompiendo el silencio con su voz urgente.
Salió disparada desde las filas de los discípulos, corriendo con desesperación hacia el escenario. Ni siquiera esperó una señal de permiso ni se preocupó por las formalidades. En su mundo en ese momento, sólo existía una persona: Yu Iseol.
Hye Yeon intentó detenerla, alzando un brazo por reflejo, pero su voz murió en su garganta. No pudo decir nada. No se atrevió.
Tang Soso se arrodilló junto a Yu Iseol y la sostuvo con cuidado, con ojos húmedos por la preocupación.
—”¿Estás bien?” —preguntó en voz baja, con una mano sobre su espalda.
Yu Iseol asintió con dificultad. Su aliento era entrecortado, su rostro bañado en sudor, y la sangre aún teñía sus labios, pero estaba consciente. A pesar de las heridas múltiples, ninguna parecía letal… aunque todos sabían que si el duelo hubiese durado unos segundos más, probablemente se habría desplomado, inconsciente.
Con esfuerzo, Tang Soso la ayudó a incorporarse.
Cuando la llevó hacia donde estaban los demás discípulos del Monte Hua, fue como si una ola los envolviera: todos corrieron a rodearla, rostros preocupados, manos temblorosas, ojos brillosos. La fuerza de su preocupación se sentía como un muro cálido que sostenía a Yu Iseol sin necesidad de palabras.
—”¡Déjenla respirar!” —gruñó Baek Cheon, abriendo paso entre el tumulto.
—”Apártense, necesita atención” —ordenó Cheong Myeong, con su tono firme e inapelable.
Los discípulos se apartaron al instante. No sin antes dejar escapar frases como “lo hiciste increíble”, “fuiste impresionante” y “descansa, por favor”.
Baek Cheon se agachó un instante frente a Yu Iseol, la miró directamente a los ojos, y con una voz suave pero cargada de peso, le dijo:
—”Buen trabajo.”
Cheong Myeong, de pie a su lado, asintió con la misma seriedad, aunque sus labios dibujaron una leve curva que sólo Yu Iseol pudo notar.
Ella no respondió con palabras. Simplemente sonrió.
Una sonrisa suave, tímida… y rara. Una sonrisa que ella no ofrecía a cualquiera. Una sonrisa que parecía decir: ‘lo logré.’
Tang Soso y Baek Sang la acompañaron mientras se alejaba, llevándola hacia la enfermería con pasos lentos pero firmes.
Baek Cheon, al ver la espalda de Yu Iseol alejarse, sintió que sus pensamientos se hacían pesados.
‘Un solo golpe…’
Una herida. Leve, pero real. A través de una técnica que lo empujaba con sólo acercarse, en un estado donde el cuerpo parecía quebrarse con cada respiración.
‘¿Yo… podría hacer eso?’
No tenía una respuesta. No con seguridad. No todavía.
Pero en ese momento, comprendió que la clave no era la técnica. Ni la fuerza. Ni siquiera el talento.
Era la voluntad.
Inspiró profundamente y se giró hacia los discípulos del Monte Hua que aún estaban recuperándose del impacto.
—”¿Prestaron atención?” —preguntó con voz grave.
Nadie se atrevió a ignorarlo. Todos asintieron, algunos con movimientos fuertes y decididos, otros con pesadez, como si sintieran el peso de algo nuevo clavado en sus corazones.
Habían presenciado más que una pelea.
Habían sido testigos de lo que significaba ser un discípulo del Monte Hua.
Aunque Baek Cheon se mostraba imperturbable frente a sus compañeros, luciendo una expresión serena y un porte erguido, Cheong Myeong, que lo conocía demasiado bien, captó los pequeños detalles que los demás no veían. Esa tensión apenas visible en sus hombros, los dedos que se cerraban y abrían inconscientemente, el leve endurecimiento de su mandíbula. Era sutil, apenas perceptible, pero para alguien como Cheong Myeong, era tan claro como el cielo al amanecer.
‘No ha peleado aún, pero ya está pensando en Hye Yeon…’— pensó Cheong Myeong con un suspiro interno. ‘Este idiota siempre se carga más de lo necesario.’
Y claro, ¿cómo no hacerlo? Si ganaba esta ronda —y por supuesto que ganaría, porque Baek Cheon era el protagonista—, su siguiente oponente sería Hye Yeon. El monje que acababa de vencer a Yu Iseol. La presión estaba ahí, creciendo como una sombra.
Así que, como una pequeña muestra de apoyo silencioso —una que no causara un escándalo ni hiriera el orgullo de su orgulloso Baek Cheon—, Cheong Myeong se acercó un poco, fingiendo indiferencia, y entrelazó su mano con la de él. Fue un gesto natural, casi desapercibido… pero Baek Cheon parpadeó, sorprendido.
Entonces, Cheong Myeong, con una sonrisa ladina, alzó la voz:
—”Hmph. Presten atención, idiotas. El siguiente combate será uno digno del nombre del Monte Hua. ¡No importa cuánto chillen los de afuera, aquí no perderemos ni una vez más!”
Era evidente que sus palabras iban dirigidas a todos, pero el calor en su tono y el apretón leve de su mano transmitían otro mensaje, solo para Baek Cheon: ‘Confío en ti. Eres fuerte. Ahora muéstrales de qué estás hecho.’
Baek Cheon no dijo nada, pero respondió con una sonrisa tranquila. No una forzada ni arrogante, sino una sincera. Y justo antes de soltarse, le devolvió un apretón leve, firme, como si dijera: ‘Lo haré.’
—¡Baek Cheon del Monte Hua! —llamó una voz fuerte desde el escenario.
El momento había llegado.
Baek Cheon subió con pasos decididos, aunque al alcanzar la plataforma notó que el ambiente era… extraño. El murmullo del público seguía siendo intenso, pero no estaba centrado en él. Aún no. Era como si una sombra se hubiese extendido tras el duelo anterior. Los espectadores seguían susurrando, comentando el enfrentamiento entre Yu Iseol y Hye Yeon. Las expresiones eran mezcla de sorpresa y preocupación, pero lo más notorio era la sensación de una conclusión no dicha.
Cheong Myeong, que se había vuelto a sentar en su lugar, frunció el ceño. Reconocía ese aire desagradable: los comentarios, las suposiciones… la forma en que se dibujaban conclusiones demasiado pronto.
“Claro…” pensó, molesto. “Porque todo lo que recordarán no será la voluntad de Yu Iseol, ni su hazaña enfrentando a una bestia como Hye Yeon. No. Se quedarán con el resultado. Que el monje del templo Shaolin venció a una espadachina del Monte Hua.”
Apretó los dientes.
“Idiotas. No han visto nada aún. Esperen a que ese tonto les muestre el verdadero poder del Monte Hua. ¡Mi Baek Cheon no es alguien que puedan pasar por alto!”
(...)
En el escenario, el oponente de Baek Cheon ya lo esperaba.
—”Moyong Myong de la familia Moyong” —dijo el joven con una reverencia que, aunque formal, era más seca de lo necesario.
Baek Cheon respondió con una inclinación educada.
—”Baek Cheon, del Monte Hua.”
El aire entre ellos se tensó.
—”No sacarás a la marta esta vez, ¿cierto?” —preguntó Myong con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos—. “¿O aún necesitas que una mascota te proteja?”
Baek Cheon permaneció en silencio por un segundo. Luego, con tranquilidad, desenvainó su espada. El sonido del acero resonó como un silbido afilado que cortó el aire.
—”Ya jugó lo suficiente” —respondió, con serenidad—. “Ahora es mi turno de pelear.”
—”Tch… qué pena” —dijo Myong, sacudiendo la cabeza—. “Me hubiese gustado degollar a esa rata con mis propias manos.”
¡CHIIIIIIIII!
Un chillido bestial recorrió la arena como una flecha envenenada.
Baek-ah estaba retorciéndose en los brazos de un par de discípulos del Monte Hua que intentaban contenerla. Las patas agitadas, los ojos brillando como ascuas, y los sonidos agudos que salían de su boca eran una mezcla de insultos en idioma marta y amenazas absolutamente creíbles.
—¡¡Sosténganla!! —gritó un discípulo mientras Baek-ah intentaba morderle el brazo para lanzarse al escenario.
—¡¡Está maldiciendo!! ¡¡Definitivamente está maldiciendo!!
—¡Espera, está apuntando con la pata! ¿Eso fue un gesto obsceno?
—¡Quien demonios le enseñó eso a este bicho!?
Baek Cheon, sin dejar de mirar a Myong, apenas dejó que una de las comisuras de su boca se alzara. Esa provocación le vino bien.
‘Ahora sí... estoy listo.’
—”¡Prepárate!” —rugió Moyong Myong, su voz resonando con una arrogancia que buscaba aplastar el espíritu de su oponente antes de siquiera cruzar espadas.
Sin vacilar, Myong se lanzó como una tormenta blanca. Su espada cortó el aire con una violencia implacable, envuelta en una energía blanca pura que parecía chisporrotear a su alrededor como si pudiera desgarrar el mismo cielo. Cada paso que daba sobre el escenario retumbaba como un tambor de guerra, cada movimiento hablaba de confianza… no, de superioridad.
‘Ese chico... llegó hasta aquí con una marta como escudo. Patético.’
En la mente de Moyong Myong, el ascenso de Baek Cheon a las semifinales no era más que una broma del destino. Era el mismo chico que se había lesionado en combate. ¿Cómo podía merecer estar aquí? En su opinión, no era más que un afortunado, una sombra protegida por el escándalo, el morbo y el favoritismo. Era hora de aplastar esa ilusión.
—”¡Grrrah!” —exclamó, lanzando un corte en diagonal, un destello blanco cruzando el escenario como una ola a punto de tragarse todo a su paso.
El público contuvo la respiración al ver cómo la luz envolvía a Baek Cheon, como si lo devorara.
Pero entonces…
Una ráfaga de energía cortó la luz.
El viento cambió de dirección. El aire se llenó de una fragancia dulce, casi imperceptible, como la de los ciruelos floreciendo en la nieve. Y allí, corriendo hacia la marea de energía blanca, no escapando de ella, estaba Baek Cheon.
Su figura parecía desdibujarse, sus movimientos tan ágiles y veloces que por un momento no era más que una silueta rosada entre el vendaval de energía. Su espada vibraba con una luz rosa pálida que se extendía desde la empuñadura hasta la punta como si estuviera floreciendo.
—’¡¿Qué—?!’ —Myong no tuvo tiempo de terminar su pensamiento.
¡Chas!
La espada de Baek Cheon cortó limpiamente a través de la energía blanca. El aura blanca se quebró como porcelana agrietada, dispersándose en el aire en partículas inofensivas.
El estruendo del choque de energías hizo temblar el suelo del escenario y levantar una cortina de polvo que se elevó como niebla.
Y en medio de esa niebla… flores de ciruelo empezaron a brotar.
No reales, por supuesto. Sino manifestaciones de su energía interior, delicadas y a la vez devastadoras. Una lluvia de pétalos ilusorios acompañó su siguiente paso hacia adelante, mientras la expresión de Myong cambiaba por fin.
De arrogancia… a miedo.
¿Acaso pensaba que no había hecho nada todo este tiempo?
Claro, Cheong Myeong lo había obligado a descansar, lo había regañado cada vez que intentaba escaparse. Pero Baek Cheon se escapaba igual. Aunque su cuerpo protestaba, aunque su maestro lo arrastrara de vuelta por la oreja, él nunca se detuvo.
Porque no podía permitir que la historia se repitiera.
No otra vez.
No después de lo que sintió al enfrentarse a su hermano y caer.
Cada noche, mientras los demás dormían, él repasaba mentalmente cada movimiento, cada error, cada oportunidad desperdiciada. Y durante el día, cada vez que encontraba una rendija en la vigilancia de Cheong Myeong, se entrenaba hasta el agotamiento. No por orgullo. No por gloria. Sino porque tenía que ser más fuerte.
Porque esta vez… él iba a ganar.
—”¡No me subestimes!” —gritó Baek Cheon, su voz clara, resonante, cargada de firmeza.
Su espada danzó en el aire, dejando un sendero de flores que cortaban, brillaban, explotaban en ráfagas de fuerza precisa. Moyong Myong retrocedía, su defensa desordenada, su energía rompiéndose en pedazos bajo la presión constante.
‘¿Qué es esto? ¡Él no era así!’
Pero ya era demasiado tarde.
Baek Cheon, con la mirada encendida, la respiración constante y el aura rosada intensificándose, alzó su espada una vez más, esta vez con la intención de terminar el combate.
Desde la audiencia, Cheong Myeong lo miraba sin pestañear.
‘Sí. Ese es mi Baek Cheon…’
Un solo golpe.
El sonido fue claro, seco, con un eco peculiar que retumbó en el aire como si se hubiese quebrado algo más que la voluntad de Moyong Myong.
Por un instante, todo el mundo pareció quedarse en silencio.
El cuerpo de Myong se tensó de forma antinatural, los ojos desorbitados en sorpresa antes de que su espada resbalara de sus dedos. Un parpadeo después, cayó como un árbol derribado, con un estruendo sordo que hizo saltar a más de uno en el público.
La cortina de energía residual que flotaba en el escenario se disipó justo cuando Baek Cheon, con la calma de quien acaba de cerrar una puerta, guardó su espada en la vaina con un movimiento lento y preciso.
‘¿Eso fue todo?’ pensó, ladeando la cabeza apenas.
La adrenalina seguía fluyendo por su cuerpo, pero no había rastro de dolor ni de esfuerzo real. La pelea había sido corta. Demasiado corta.
‘¿Era esto lo que me esperaba?’
Moyong Myong, tan confiado, tan altanero… ¿de verdad había llegado hasta aquí por méritos propios?
‘¿O solo tuvo suerte con sus emparejamientos?’ pensó Baek Cheon con una expresión neutra, aunque su mente intentaba buscarle lógica a la facilidad del encuentro. ‘Bueno, da igual.’
Y con eso, dejó de pensar en él.
Pero el público, que aún no se reponía del duelo anterior entre Yu Iseol y Hye Yeon, reaccionó con un retraso incómodo. Algunos no habían entendido del todo lo que había pasado. Otros miraban la escena con incredulidad.
—¿Qué fue eso…? —murmuró alguien—. ¿Fue un solo golpe?
—¿Un solo golpe…? —repitió otro, más alto.
Y así, como una chispa en un campo seco, el murmullo se extendió como fuego.
—¡¿Solo un golpe?!
—¿Derrotó a Moyong Myong… así de fácil?
—¡¿Cómo?! ¡Ni siquiera se vio bien!
Los líderes confirmaron el resultado, aunque incluso ellos parecían algo desconcertados por lo rápido del desenlace. El ambiente cambió por completo. Ahora, los ojos que seguían posados en Baek Cheon ya no eran condescendientes ni indiferentes. Había una mezcla de temor y respeto en las miradas. Por primera vez, muchos se dieron cuenta de que el nombre ‘Baek Cheon del Monte Hua’ no debía ser tomado a la ligera.
(...)
Baek Cheon descendió del escenario con paso tranquilo, como si simplemente hubiera terminado su turno de entrenamiento.
Su mirada se dirigió de inmediato a Cheong Myeong, que lo esperaba con una sonrisa amplia, brillante y —como siempre— ligeramente burlona.
—”Te has superado esta vez” —dijo el maestro, cruzándose de brazos, aunque la luz en sus ojos lo delataba: estaba absolutamente orgulloso.
Baek Cheon le devolvió una sonrisa ladeada, relajada, y se acercó lo suficiente para preguntar en voz baja, como si le estuviera confiando un secreto.
—”¿No crees que fue… demasiado fácil?”
Cheong Myeong respiró hondo y reprimió el impulso de poner los ojos en blanco. Su mente formuló una respuesta inmediata, muy suya:
“¡Claro que fue fácil, ese idiota tenía estadísticas secundarias y tú eres literalmente un personaje con aura de protagonista y buffs narrativos hasta en los calcetines!”
Pero no podía decirle eso.
Así que, con una expresión serena y profesional —como el gran maestro que supuestamente era— respondió:
—”Eres un prodigio. Un poco de entrenamiento y concentración fue todo lo que necesitabas para alcanzar este nivel.”
Eso sonó tan ridículamente exagerado que incluso él se encogió internamente. Era el tipo de frase sacada directamente de un drama barato con lógica de juego rota… y sin embargo, Baek Cheon asintió con total convicción.
—”Eso tiene sentido. Después de todo, tú me entrenaste.”
Cheong Myeong casi se atraganta con su propia saliva por lo directo del elogio. Carraspeó y miró hacia otro lado, disimulando el calor que le subía por la nuca.
‘Maldita sea… ¿cómo le explico que el guión está de su lado y que el universo entero quiere que gane?’
Pero solo lo observó por un momento más, antes de dejar escapar una suave risa entre dientes.
—”Solo no te confíes en la siguiente ronda” —dijo al final, volviendo a la compostura—. “Aún te queda el monje.”
Baek Cheon asintió, su expresión endureciéndose un poco al recordar a Hye Yeon. Pero esta vez, no había nerviosismo en sus ojos. Solo decisión.
El próximo combate sería diferente.
Chapter 194: ⌗Finales (2)
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La final.
Realmente habían llegado hasta la final.
Dentro de la residencia del Monte Hua, los discípulos se reunían por grupos, hablando en voz baja aunque la emoción los traicionaba de vez en cuando con risas nerviosas y murmullos exaltados.
—¿Esto es real?
—¿De verdad estamos en la final?
—¡Es Baek Cheon sasuk! ¡Baek Cheon sasuk es finalista!
Era imposible no sentirse orgullosos.
Desde antes del inicio de la competencia, las conversaciones en los pasillos, y los rumores en las ciudades cercanas, hablaban de favoritos. Nombres resonaban con fuerza: Namgung Dowi, Jin Geumryong, Hye Yeon, Jin Mu… hasta algunos discípulos de la familia Peng y de la secta Wudang. Eran las “estrellas en ascenso”, los nombres que todos esperaban ver brillar.
Pero en ninguna de esas predicciones, ni siquiera en las más rebuscadas, aparecía el Monte Hua.
A decir verdad, la mayoría de las sectas ni siquiera los tomaban en serio.
Los veían como una secta en declive, un vestigio de tiempos pasados, algo respetable pero irrelevante en el nuevo panorama del mundo Murim.
Y sin embargo… aquí estaban.
Baek Cheon había barrido con todos esos supuestos prodigios como si fuese lo más normal del mundo. Namgung Dowi cayó. Jin Geumryong cayó. El mismo Moyong Myong, cuya espada era famosa por su fuerza bruta, ni siquiera duró más de un golpe.
Incluso Yu Iseol, con su estilo grácil como la nieve cayendo sobre ciruelos en flor, había deslumbrado al público al derrotar a un descendiente directo de la familia Peng. Wudang ni siquiera había alcanzado los cuartos de final.
Y ahora, el Monte Hua no solo había llamado la atención del mundo Murim: lo tenía mirando con respeto.
Pero no todo en la residencia era gloria y solemnidad. Había, por supuesto, una escena que opacaba por completo la compostura de los discípulos reunidos.
En una esquina del salón, casi acaparando la luz del atardecer que entraba por la ventana, Baek Cheon estaba siendo mimado abiertamente por su maestro.
Cheong Myeong tenía ambas manos sobre las mejillas de Baek Cheon, presionándolas con ternura mientras lo llenaba de pequeños besos en la frente, las mejillas, la nariz. Baek Cheon, en vez de rechazarlo como haría normalmente, sonreía de lado y se dejaba hacer con una expresión de estoica resignación… o tal vez de disfrute oculto.
—”¡Otra vez están así! “—se quejó un discípulo, medio ocultando su cara con la manga de su túnica—. “¡¡Sasuk, por favor, hay niños presentes!!”
—¿No pueden actuar con algo de vergüenza? ¡Hay reglas no escritas de decoro!
—¿No hay reglas escritas tampoco?
—¡Cállate, eso no ayuda!
Los suspiros se mezclaban con las quejas teatrales, pero incluso quienes hablaban mal no podían ocultar la sonrisa satisfecha que se les escapaba. Porque, en el fondo, todos sabían que si Baek Cheon estaba así —tan tranquilo, tan mimado— era porque había peleado con fuerza, con técnica y con determinación hasta llegar donde nadie esperaba que llegara.
Era su momento de brillar.
Además…
—”Bueno, que el mundo también sufra un poco” —dijo uno de los discípulos más jóvenes, con tono de broma mientras miraba la escena amorosa—. “No está mal que vean lo descarados que pueden ser nuestros mayores.”
—”Es bueno para la imagen del Monte Hua “—añadió otro, alzando una ceja—. “Que se sepa que somos fuertes y felices.”
Los demás rieron. Porque después de tantas derrotas pasadas, de años en la sombra y del esfuerzo que nadie fuera de la secta parecía ver, ahora no solo estaban en la final.
Ahora todos los miraban.
Y si había que ser descarados, amorosos, brillantes y desafiantes frente al mundo entero, entonces que así fuera.
Cheong Myeong escuchaba las risas y murmullos emocionados de sus discípulos a su alrededor mientras seguía mimando a Baek Cheon, acariciándole suavemente el cabello con los dedos entrelazados en sus mechones oscuros. Los ojos le brillaban con una ternura que pocos habían visto en él… y que, con suerte, nadie más vería. Había una calidez silenciosa en el ambiente, una sensación de familia que incluso él, el espadachín más temido de la secta, no podía ignorar.
Los discípulos hablaban con entusiasmo del torneo, de lo lejos que habían llegado, de cómo todos ahora mencionaban a Monte Hua con respeto y asombro. Cheong Myeong no pudo evitar sonreír.
‘Esto… esto no estaba en el guion.’
En la historia original del juego, Baek Cheon se retiraba antes siquiera de llegar a cuartos de final. La lesión en su muñeca lo dejaba fuera de combate, y con él se desvanecía toda posibilidad de gloria para el Monte Hua. A lo sumo, Yu Iseol alcanzaba una modesta posición en el torneo, pero su victoria era individual, sin impacto duradero en la reputación de su secta.
Sin Baek Cheon, Monte Hua quedaba relegado al olvido. Sus discípulos no tenían más que consuelo entre ellos, y ningún reconocimiento por parte del mundo exterior. No había regalos apilados en la entrada de su residencia. No había cartas de felicitación de otras sectas ni comerciantes deseando firmar acuerdos de suministro. No había nada.
Pero ahora…
Ahora, los resultados eran tangibles. Las cajas con ofrendas y regalos seguían llegando. Los discípulos eran saludados en la calle por su nombre. Los espectadores susurraban con asombro cuando uno de ellos pasaba, como si de repente todos quisieran conocer más sobre esa secta olvidada que había regresado con fuerza
Todo estaba cambiando. Para bien.
Y Baek Cheon… su Baek Cheon…
Cheong Myeong desvió la mirada hacia el joven que tenía entre sus brazos. Ese no era el Baek Cheon del juego. Ese no era el orgulloso y solitario prodigio que, incluso al ganar, parecía cargar con todo el peso de la secta él solo. Este Baek Cheon se había superado, sí, pero no para brillar él, sino para elevar al Monte Hua con él.
Cuando hablaba con otras personas importantes, siempre mencionaba a sus compañeros. Cuando recibía un regalo, se aseguraba de compartirlo. Cuando recibía elogios, los redirigía.
“Fue gracias a la guía de mi maestro.”
“No habría llegado tan lejos sin el entrenamiento en nuestra secta.”
“Monte Hua es más fuerte de lo que creen.”
Cheong Myeong sintió cómo una presión cálida se formaba en su pecho, justo cuando Baek Cheon, sin previo aviso, le rodeaba el cuello con los brazos. Sus ojos, intensos pero calmados, lo observaban con una mezcla de ternura y determinación.
—”Todo esto es gracias a ti” —susurró Baek Cheon, justo antes de atraerlo hacia él.
Cheong Myeong apenas tuvo tiempo de soltar un resoplido incrédulo antes de sentir los labios del otro sobre los suyos. El beso fue directo, firme y… prolongado. Ninguno de los dos pareció recordar que estaban rodeados de discípulos hasta que una voz exasperada se dejó oír:
—¡Otra vez! ¡¿Podrían por favor dejar de intercambiar saliva delante de todos!?
—¡¡Hay cosas que no se deben ver antes de un combate final!!
—¡Maldita sea, alguien cúbranlos con una manta o algo!
Las quejas se multiplicaron, algunas acompañadas de risitas, otras de gritos fingidos de horror, mientras los discípulos se cubrían los ojos con las mangas o miraban al cielo como pidiendo paciencia celestial.
Pero los protagonistas del escándalo no hicieron el menor caso.
Cheong Myeong no se apartó. No se encogió. No gruñó. Por el contrario, envolvió la cintura de Baek Cheon con fuerza, respondiendo al beso con una dulzura que desmentía su reputación como espadachín infernal del Monte Hua.
Ambos estaban ocupados.
Ocupados besándose.
Ocupados celebrando su propia pequeña victoria.
Y los discípulos, por más que se quejaran, no podían negar una cosa:
Monte Hua era más fuerte que nunca.
Para fortuna —y eterno alivio— de los pobres discípulos que ya no sabían si arrojar una sábana encima de sus superiores o saltar por la ventana para escapar de tanta efusividad amorosa, la gran puerta de entrada de la residencia del Monte Hua se abrió de golpe. El sonido resonó con fuerza en el interior, llamando de inmediato la atención de todos.
Baek Cheon se separó del beso al instante, aunque no del abrazo de su maestro, que aún le rodeaba la cintura como si nada hubiese pasado. Con una mezcla de sorpresa y alegría en el rostro, giró la cabeza para ver quién entraba.
—”¡Samae!” —exclamó en cuanto reconoció a la figura que, con paso aún algo lento, atravesaba el umbral.
La joven espadachina avanzaba apoyada en Baek Sang por un lado y en Tang Soso por el otro. Aunque su rostro estaba pálido y sus movimientos aún algo rígidos, sus ojos brillaban con determinación. No parecía que quisiera estar en una cama.
—”¿Estás bien?” —preguntó Baek Cheon, soltando por fin a Cheong Myeong (aunque éste, por supuesto, mantuvo una mano obstinadamente en su cintura).
Yu Iseol asintió con firmeza, pero apenas iba a abrir la boca cuando la voz de Tang Soso la interrumpió bruscamente.
—”¿Qué quieres decir con que estás bien?” —chilló, tan molesta como preocupada— “¡El doctor dijo que debías descansar durante un mes entero! ¡Un mes! ¡No uno o dos días!”
Yu Iseol desvió la mirada con cierta incomodidad. Infló levemente las mejillas, lo más cercano a un puchero que podía lograr una persona como ella. Quería responder, sí… pero sabía que no podía. Después de todo, el médico que había tratado sus heridas era nada más y nada menos que Tang Bo: el renombrado experto en medicina, venenos y armas ocultas del Clan Tang, alguien que no solo era un buen amigo del maestro Geomjon, sino también el tío-abuelo directo de Tang Soso.
Decir que no confiaba en sus indicaciones sería como decir que Tang Bo no sabía hacer su trabajo… lo cual, dentro del mundo Murim, no era solo un insulto personal, sino casi una declaración de guerra entre clanes.
Así que, en lugar de discutir, Yu Iseol sólo frunció el ceño suavemente, bajó la cabeza y apretó los labios con resignación.
Baek Cheon, que había leído sus pensamientos con facilidad, negó con la cabeza.
—”Me alegra verte de pie, Yu Iseol” —dijo con voz calmada pero firme—. “Pero no te excedas. Es importante tratar la lesión por completo. Si no puedes soportar la frustración a corto plazo, terminarás sufriendo por mucho tiempo. Estoy seguro de que eso no es lo que quieres.”
El silencio reinó por un instante. Algunos discípulos asintieron con gravedad, como si escucharan la sabiduría de un sabio anciano. Tang Soso cruzó los brazos, claramente satisfecha por la intervención de su sasuk.
Yu Iseol, sin embargo, sólo asintió a regañadientes… y en su interior, lo maldijo un poco.
‘¿No era él el que tenía una herida en la muñeca hace unos días? ¡Y aún así entrenaba en secreto todas las noches!’
‘¡¿Y todavía tiene la cara de sermonearme a mí sobre descanso?! ¡Descarado!’
Pero, claro, no dijo nada. Sólo miró de reojo a Geomjon, que parecía fingir no haber escuchado nada del sermón, demasiado ocupado haciendo un moño torpe en la parte trasera del cinturón de Baek Cheon.
Después del firme sermón que le había dirigido a Yu Iseol —con una mezcla perfecta de preocupación y sensatez que sólo un verdadero sasuk podía manejar— Baek Cheon se giró hacia el resto de los discípulos presentes. Al instante, todos se tensaron. Era como si una ola invisible de terror se hubiese apoderado de ellos. Uno de los discípulos incluso enderezó la espalda como un soldado ante un superior, y otro escondió disimuladamente una galleta que pensaba comer a escondidas. Nadie había hecho nada malo —aún—, pero por alguna razón, cada uno de ellos se sentía potencialmente culpable.
Pero en lugar del regaño que todos esperaban, la voz de Baek Cheon sonó suave, casi afectuosa:
—”Esto puede ser algo que debería decir después de la final… pero ya sea que ganemos o no” —los miró uno a uno, con los brazos cruzados pero la expresión serena—, “creo que es mejor decirlo de antemano: todos han trabajado muy duro.”
Los rostros se relajaron poco a poco. Los hombros bajaron. Los ojos se abrieron con sorpresa… y poco después, con emoción. Aquellas simples palabras —"han trabajado muy duro"— eran como bálsamo para el espíritu. No venían de cualquiera. Venían de su sasuk, de Baek Cheon, el discípulo modelo, el que siempre estaba un paso adelante, el que todos admiraban y, en ocasiones, temían un poco. Que alguien así reconociera su esfuerzo… era suficiente para que los ojos de más de uno se humedecieran.
Baek Cheon sonrió suavemente al notar la reacción de sus compañeros.
—”Hemos aprendido mucho viniendo aquí” —continuó, con voz firme pero cálida—. “Todavía tenemos las finales, sí, pero el resultado no importa. Lo que importa es lo que aprendimos en esta competencia.”
Los discípulos asintieron, esta vez sin miedo. Sus expresiones eran serias pero llenas de convicción.
Algunos apretaron los puños, otros alzaron la barbilla. La confianza se notaba, no como un grito orgulloso, sino como una llama estable que ardía en el pecho.
Y justo cuando el ambiente parecía perfecto, cuando el momento podía cerrarse con un aplauso o una lágrima contenida…
—”¿¡¿Qué quieres decir con ‘ganar o no’?!?” —retumbó una voz atronadora desde un costado.
Todos los presentes se encogieron de nuevo como si una ráfaga de viento les hubiese golpeado la espalda.
—”¡Otra vez estás diciendo tonterías! ¡Por supuesto que vas a ganar! ¡¿Crees que vinimos hasta aquí para perder dignamente?! ¡¿Ah?! ¡¿Qué clase de basura motivacional es esa?! ¡Esto no es una sesión de abrazos, es una competencia!”
Cheong Myeong, con los brazos abiertos en pleno gesto de protesta, parecía al borde de lanzarse a soltar una letanía de gritos, amenazas, lecciones de combate y posibles castigos de entrenamiento físico, todo al mismo tiempo. Su ceño estaba fruncido, su mirada ardía con intensidad… aunque era difícil saber si esa intensidad era pura determinación o una necesidad desesperada de desahogar su ira reprimida.
Baek Cheon, sin inmutarse demasiado —aunque claramente ya previendo lo que venía—, suspiró y dio un paso hacia él. Con una sonrisa paciente, lo tomó suavemente del brazo.
—”Es hora de descansar un poco” —dijo, como si se tratara de un niño que había gritado demasiado en una reunión familiar.
—”¡¿Descansar?! ¡Todavía tengo que decirle a Jo Gul que su guardia a la izquierda es lenta! ¡Y Yoon Jong se confía mucho en la estocada lateral! ¡Y tú—!”
—”Cheong Myeong-ah” —repitió Baek Cheon con voz firme, mientras tiraba suavemente de él hacia su habitación.
Cheong Myeong resopló, pero permitió que lo arrastraran, aunque no sin dirigir miradas amenazadoras a los discípulos como si dijera: ‘esto no ha terminado…’
Los discípulos, por su parte, soltaron un suspiro colectivo de alivio que casi hizo temblar las paredes. Uno incluso se dejó caer al suelo.
—”Creí que iba a hacernos entrenar hasta el amanecer “—murmuró Yoon Jong, limpiándose el sudor imaginario de la frente.
—”Yo vi mi vida pasar ante mis ojos” —susurró Jo Gul.
—”¿Cómo puede un solo hombre tener tanto pulmón?” —se preguntó Baek Sang en voz alta, con una mezcla de fascinación y temor.
Mientras tanto, detrás de la puerta que se cerraba lentamente, se escuchó a Cheong Myeong refunfuñando sobre la “juventud débil” y la “falsa humildad del segundo lugar”.
Los discípulos se miraron entre sí y luego se echaron a reír.
Era caótico, sí. Pero también era el Monte Hua que amaban.
(...)
Cheong Myeong se apoyó con desgano contra el marco de la puerta, observando en silencio cómo Baek Cheon comenzaba a quitarse las capas más gruesas de su uniforme. Sus movimientos eran meticulosos, casi automáticos, como si su mente estuviera lejos. Cada prenda doblada con cuidado revelaba una figura estilizada por años de entrenamiento y disciplina, pero también dejaba al descubierto algo más: tensión. No física, sino emocional. Una inquietud que no estaba destinada a los discípulos presentes hacía un momento, sino dirigida hacia sí mismo.
Cheong Myeong lo había interrumpido, sí. En apariencia para gritarle a los discípulos por sus errores, como solía hacer. Pero no era sólo eso. Había escuchado cada palabra de Baek Cheon, y entre líneas, había captado la duda.
Dudaba.
Baek Cheon había hablado con pasión, con convicción, pero al final, también se había estado consolando a sí mismo. Por si perdía. Por si no era suficiente.
Cheong Myeong suspiró por lo bajo, su ceño fruncido de forma casi imperceptible.
Su lindo y tonto novio. A veces tan seguro de sí mismo, tan decidido, que podía arrastrar a todos con su ímpetu. Pero otras veces, como ahora, se encogía dentro de su propia mente, cuestionando todo, incluso lo que había logrado con tanto esfuerzo.
Con voz calmada, pero directa, Cheong Myeong finalmente habló.
—”¿De verdad crees que vas a perder?”
Baek Cheon se detuvo en seco, con una prenda aún entre las manos. No giró de inmediato. Su postura quedó congelada unos segundos, y luego, con lentitud, se dio la vuelta para mirarlo. Sus ojos no mostraban miedo, pero sí una sombra de inseguridad.
—”No lo sé” —admitió, con sinceridad que dolía más que cualquier mentira—. “No estoy seguro del resultado.”
Cheong Myeong lo observó en silencio un momento, antes de caminar hacia él. Cada paso lo acercaba más, pero su voz no cambió de tono.
—”Entonces yo te lo diré.”
Se detuvo frente a él, alzando el rostro apenas para clavarle la mirada.
—”No vas a perder. Porque yo sé de lo que eres capaz. Yo te entrené, Cheon-ah. Fuiste moldeado con mis manos, con todo el amor que tenía para darte. ¿Cómo podría dudar siquiera un segundo de ti?”
Baek Cheon no pudo evitar sonreír, aunque la sonrisa fue más irónica que alegre.
—”¿Tú llamas “dar todo tu amor” a dejarme inconsciente en cada tercer entrenamiento?”
—”¡Claro que sí!” —refunfuñó Cheong Myeong—. “¿Qué clase de amor no incluye una paliza ocasional para fortalecerte?”
Pero incluso mientras respondía, su mente estaba en otra parte.
Lo había visto antes. Esta inseguridad repentina, este quiebre emocional justo antes de un combate decisivo. Demasiado familiar. En el juego original, cada vez que Baek Cheon tenía un momento como este, era simplemente la excusa para una escena romántica. La heroína lo consolaba, lo abrazaba, le decía que era suficiente, que confiara en sí mismo. Y él se recuperaba gracias a ese afecto.
Cheong Myeong chasqueó la lengua internamente. ¿En serio esto también tenía que pasar? Hasta ahora había logrado esquivar muchas de esas situaciones forzadas del juego, las escenas donde el romance se metía sin sutileza sólo por complacer a los jugadores. Pero esta… esta lo había atrapado sin darse cuenta. La duda de Baek Cheon no era una casualidad. Era parte del guion.
Y ahora... en lugar de una dulce doncella, está él aquí de pie, con cara de fastidio y el corazón apretado.
Pero algo dentro de él cambió. Ya no importaba si esto venía del guion o de alguna mecánica preestablecida. No importaba si era cliché, si parecía una escena de novela. Porque Baek Cheon lo necesitaba. No un maestro estricto, no un estratega marcial. Lo necesitaba a él. Como pareja. Como consuelo.
Así que Cheong Myeong se permitió bajar la guardia.
Con una sonrisa suave —no burlona, sino serena— se acercó. Su mano subió con lentitud hasta el rostro de Baek Cheon, apartando con suavidad un mechón de cabello que se había soltado.
—”No tienes que demostrar nada “ —dijo en voz baja, con un tono tan diferente al habitual que Baek Cheon se quedó inmóvil—. “Ya lo hiciste. Lo haces todos los días.”
Baek Cheon lo miró, sorprendido por esa ternura repentina. Y más aún cuando Cheong Myeong, sin decir una sola palabra más, apoyó la frente contra la suya.
—”Sólo recuerda esto” —susurró, cerrando los ojos un momento—: “cuando salgas a ese campo, estaré allí. Viéndote. Orgulloso. Porque nunca he creído en nadie como creo en ti.”
Las palabras lo envolvieron, cálidas, tranquilas. Como una manta tejida con años de cercanía y luchas compartidas.
Baek Cheon cerró los ojos también, apoyando una mano en el pecho de Cheong Myeong. Ya no dijo nada. No necesitaba hacerlo.
Y por primera vez en mucho tiempo, Cheong Myeong no sintió que estaba siguiendo un guion, ni cumpliendo con una escena forzada.
Estaba exactamente donde quería estar.
Cheong Myeong deslizó los brazos alrededor de la cintura de Baek Cheon, envolviéndolo con una suavidad inusual en él. Sintió cómo el cuerpo del otro se tensaba brevemente por la sorpresa, para luego relajarse de a poco en su abrazo. Era una sensación cálida, íntima, como si sus corazones intentaran alinearse sin necesidad de palabras.
Cuando Baek Cheon alzó la cabeza para mirarlo, con esos ojos tan abiertos y llenos de una vulnerabilidad que no mostraba frente a nadie más, Cheong Myeong no dejó pasar la oportunidad. Se inclinó y lo besó con una ternura que contrastaba con todo lo que el mundo creía saber de él. El beso fue suave, sin apuros, como si estuviera construyendo algo frágil pero precioso.
No lo admitiría en voz alta ni bajo tortura, pensó Cheong Myeong mientras acariciaba la espalda de Baek Cheon, pero esto… esto comenzaba a gustarle.
Tal vez eran los efectos secundarios de estar atrapado en un juego lleno de escenas románticas, o tal vez era simplemente él, cayendo más profundamente de lo que quería aceptar. Pero ahora que era él quien protagonizaba estos momentos, lejos de sentirse incómodo o molesto… sentía que todo tenía sentido.
Antes de darse cuenta, ambos terminaron sobre la cama, las extremidades entrelazadas en una coreografía silenciosa. Baek Cheon se acurrucaba contra él, y sus labios se buscaban una y otra vez con una mezcla de urgencia y ternura. Cheong Myeong podía sentir cómo el cuerpo del otro se relajaba completamente en sus brazos, como si soltar el peso de sus inseguridades fuera natural cuando estaba con él.
Entonces, como si respondiera al llamado invisible del guion, las túnicas de Cheong Myeong cedieron. Una de ellas se deslizó con pereza por su hombro, revelando parte de su pecho. El aire tocó su piel, y luego, los dedos de Baek Cheon lo siguieron. Primero con timidez, casi como si temiera romper algo, y luego con más firmeza, sus dedos se arrastraron por sus pectorales definidos, sintiendo la textura de cada músculo trabajado con años de disciplina.
Cheong Myeong soltó un suspiro ronco, no de incomodidad, sino de aceptación. Si eso le daba fuerzas a Baek Cheon… si tocarlo le ayudaba a recordarse lo mucho que había crecido, entonces lo permitiría. Además, si era sincero consigo mismo, tampoco podía resistirse al toque de su amado.
Mientras dejaba que Baek Cheon explorara su torso, él mismo descendió los labios hasta el cuello del otro. Lo besó con lentitud, dejando pequeñas marcas de amor sobre su piel, sabiendo cuánto le gustaba. Lo había notado desde hacía tiempo: la forma en que Baek Cheon reaccionaba a cada marca suya, como si fueran pruebas de pertenencia. No de posesión, sino de un vínculo que no se podía romper.
Las manos de Baek Cheon temblaban apenas al recorrer su pecho, deteniéndose en cada cicatriz con un cuidado reverente. Como si tocarlas fuera entender un poco más de quién era su maestro. Y Cheong Myeong… Cheong Myeong lo dejaba hacer.
Esta escena era, sin duda, puro fanservice. No había otra forma de llamarla. En el juego original, el que se encontraba en esta posición —con el pecho descubierto, los labios tentadores y la piel sonrojada— era Baek Cheon, y quienes lo tocaban eran las heroínas de turno. Pero ahora, todo había cambiado.
Ahora él era el que estaba arriba.
Y Baek Cheon, su Baek Cheon, estaba debajo de él con las mejillas encendidas, la respiración agitada y los ojos brillando con algo que se parecía mucho al amor.
Cheong Myeong lo miró desde arriba, el cabello suelto cayendo como una cortina alrededor de su rostro, y lo besó de nuevo. Esta vez más lento, más profundo. Mientras sus labios se movían con los de Baek Cheon, murmuró palabras suaves, dulces, que casi parecían no salir de su boca:
—”Eres suficiente. Eres fuerte. Eres mío.”
La túnica cayó un poco más, revelando aún más piel para el deleite de Baek Cheon, quien no desaprovechó el instante. Sus manos se deslizaron por el abdomen marcado, luego subieron por el torso, explorando como si memorizara cada curva, cada cicatriz. Y con cada roce, su mirada se suavizaba.
La voz de Cheong Myeong, sus besos, el calor de su cuerpo, su olor tan característico, todo se mezclaba y nublaba los sentidos de Baek Cheon. No podía pensar en otra cosa. No quería.
En ese momento, el mundo podía desmoronarse a su alrededor, y él no lo notaría. Porque todo lo que importaba estaba aquí, entre sus brazos, mirándolo con una ternura que nadie más conocía.
Y por una vez, no necesitaba ser valiente.
Chapter 195: ⌗Finales (3)
Chapter Text
Cheong Myeong abrió los ojos al escuchar un golpe suave pero insistente en la puerta de su habitación. Parpadeó, aturdido por unos segundos, y giró la cabeza hacia la ventana. La luna estaba alta y brillante, suspendida en la negrura del cielo como una linterna solitaria. Claramente, todavía era de noche. No puede ser hora de levantarse para la competencia, pensó, aún con el cuerpo cálido por el sueño y… otras cosas.
El golpe volvió a repetirse, un poco más firme esta vez. Cheong Myeong suspiró largamente, como si el mundo le pidiera demasiado justo en el momento en que tenía menos voluntad de ofrecer algo. Se giró levemente y vio el rostro dormido de Baek Cheon, profundamente entregado al descanso. Tenía el cabello suelto y enmarañado sobre la almohada, el pecho subiendo y bajando en una respiración serena. Se había quedado dormido después de su apasionado encuentro, rendido entre sus brazos como si hubiera descargado toda su fuerza en ese instante compartido.
Con cuidado, Cheong Myeong se deslizó fuera de la cama procurando no despertarlo. Buscó con la mirada una túnica y unos pantalones. A falta de mejores opciones, eligió una túnica ligera, suficiente para cubrir el torso y no parecer un libertino completo, y unos pantalones de algodón que al menos lo hacían ver decente. Una vez vestido, se acercó a la puerta y la abrió sin demasiada prisa.
Al otro lado, como un fantasma respetuoso de la noche, se encontraba su sahyung, Cheong Mun.
—”Perdón por venir a estas horas” —dijo el mayor con voz tranquila, aunque su rostro reflejaba cierta incomodidad—. “En realidad… vine antes, pero parecía que ambos estaban… ocupados.”
Cheong Mun evitó mirarlo directamente mientras decía eso, como si la simple pronunciación de esa palabra pudiera invocar imágenes que prefería no tener en su cabeza.
Cheong Myeong, en cambio, apenas alzó una ceja, completamente imperturbable. No tenía ni una pizca de vergüenza en el cuerpo, como si recibir a su hermano mayor tras una noche de pasión fuera lo más normal del mundo. Su única respuesta fue una sonrisa ladeada que rozaba lo descarado.
—”¿Y a qué debo el honor de tu visita nocturna, sahyung?”
Cheong Mun suspiró, se pasó una mano por el rostro y se tomó un segundo antes de hablar, como si todavía estuviera buscando la mejor forma de decirlo.
—”Hace unas horas vinieron a verme el líder de Shaolin, Bop Jeong, y su discípulo Hye Yeon. Vinieron expresamente a hablar con nosotros.”
Al escuchar ese nombre, los ojos de Cheong Myeong se afilaron apenas. Su expresión cambió de relajada a alerta, y el ceño comenzó a fruncirse con lentitud.
—”¿Y qué querían esos viejos burros calvos?” —espetó en voz baja, apenas controlando su molestia.
Cheong Mun ignoró el tono y continuó, con la paciencia de quien ya conocía bien los arranques de su hermano menor.
—”Querían hablar sobre el evento de mañana, claro. Pero no solo eso. Al principio creí que era una simple visita diplomática… Hasta que comenzaron a insinuar cosas sobre el estado actual del Monte Hua. Bop Jeong ofreció su "apoyo" para ayudarnos a volver a formar parte de las diez grandes sectas.”
Cheong Myeong soltó una carcajada corta, seca.
—”¿Apoyo, eh? Qué generoso.”
—”Tuve que inventar una excusa para que no siguiera preguntando por ti y Baek Cheon. Créeme, no quería explicarle al venerable monje que dos discípulos descarados estaban manchando su preciado templo con actos “mundanos”. —Cheong Mun dijo aquello con una sonrisa forzada, con el leve sonrojo de quien aún no se recuperaba del bochorno.
Cheong Myeong soltó una risa de verdad esta vez, una carcajada baja y divertida que resonó en el pasillo. No se burlaba de Cheong Mun, sino del absurdo de toda la situación. Pero su diversión duró poco.
—”¿Y cuál fue su verdadera intención?”
Cheong Mun lo miró fijamente.
—”Ofrecer una alianza... Como eran las cosas antes, ya sabes. Quieren que el Monte Hua vuelva a ocupar el lugar que tenía en el pasado… como escudo. Como herramienta. Como subordinado.”
Por supuesto, no era así como lo dijo el líder de Shaolin. Pero era así como sus palabras se escuchaban sin toda la "amabilidad" que las decoraba.
La sonrisa de Cheong Myeong se borró de inmediato. Su mirada se endureció, sus labios se tensaron en una línea delgada.
—”Ese viejo monje descarado…” —masculló—. “Lo que realmente quiere es que agachemos la cabeza, como si no tuviéramos otra opción. Cree que puede hacernos volver a lamerle las botas en nombre de la paz y la cooperación. Qué hipócrita.”
Cheong Mun asintió lentamente.
—”Quería que lo supieras antes de que empiece la competencia. Especialmente porque Hye Yeon será el oponente de Baek Cheon. Puede que intenten usar el resultado para reforzar su argumento.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos. ‘Así que eso era todo…’
—”Déjame adivinar “—dijo, con voz baja—. “Si Hye Yeon gana, Shaolin muestra su "superioridad espiritual". Si Baek Cheon gana, es porque lo entrené yo, y entonces querrán usar eso como excusa para presionar aún más.”
Cheong Mun no respondió. No hacía falta.
Cheong Myeong se apoyó contra el marco de la puerta, cruzándose de brazos, la mirada perdida en el pasillo oscuro.
—”Entonces tendrán su respuesta mañana. Pero no será la que esperan.”
—”Solo… no hagas una escena, ¿sí?”
Cheong Myeong giró la cabeza y lo miró, una ceja en alto.
—”¿Yo? ¿Hacer una escena?”
Cheong Mun suspiró de nuevo.
—”Olvídalo.”
Cheong Myeong soltó una última carcajada antes de cerrar la puerta con suavidad. Se quedó unos segundos mirando la madera, meditando. Luego volvió la mirada a la cama, donde Baek Cheon seguía durmiendo.
‘Ese viejo monje no tiene idea de con quién se está metiendo.’
El eco de las palabras de Cheong Mun aún resonando en su mente como un tambor lejano. Se pasó una mano por el cabello, soltó un suspiro bajo y caminó de regreso a la cama. La habitación estaba en penumbras, iluminada apenas por la luz pálida de la luna que se colaba a través de la ventana, proyectando sombras suaves sobre la cama.
Con pasos silenciosos, Cheong Myeong se acercó y se recostó con cuidado junto al cuerpo cálido de Baek Cheon, procurando no despertarlo. Se deslizó entre las sábanas como si fuera parte de la brisa nocturna, acomodándose a su lado. Sin embargo, antes de poder relajarse por completo, unos ojos claros se abrieron frente a él, parpadeando lentamente.
—”¿Te desperté?” —preguntó Cheong Myeong en voz baja, con una mezcla de culpa y resignación. Sabía que Baek Cheon dormía ligero, pero había esperado que el cansancio de la noche le hubiera permitido descansar profundamente.
Baek Cheon negó con la cabeza suavemente, aunque aún parecía entre el sueño y la vigilia. Su voz fue apenas un susurro, áspera por el descanso interrumpido.
—”No fue el ruido… Me desperté al escuchar la voz del líder de la secta.”
Cheong Myeong alzó las cejas por un instante y luego soltó un suspiro largo. Con un gesto tranquilo, extendió el brazo y rodeó el cuerpo de Baek Cheon, atrayéndolo hacia sí. El calor de su cuerpo, aún tibio por el sueño, era reconfortante, como una promesa de que la noche no había terminado todavía.
—”No le hagas mucho caso a lo que digan esos monjes calvos” —murmuró Cheong Myeong cerca de su oído, con la voz más suave que usaba solo para él—. “El Monte Hua es el Monte Hua. Nosotros seguimos nuestro propio camino… sin importar lo que quieran imponer esos viejos.”
Baek Cheon no respondió de inmediato. Permaneció en silencio, con los ojos aún abiertos, como si estuviera reflexionando sobre las palabras de su maestro. Su expresión era tranquila, pero había una sombra de pensamientos profundos cruzándole el rostro. Finalmente, asintió con lentitud, como quien acepta algo que ya había decidido en el fondo de su corazón.
—”Entiendo” —susurró, casi sin fuerza—. “Buenas noches, maestro.”
Se acurrucó contra el pecho de Cheong Myeong, dejando que su frente se apoyara sobre la clavícula del mayor. Cheong Myeong cerró los ojos, sintiendo el peso del cuerpo ajeno acomodarse sobre el suyo como si encajaran desde siempre. Sus dedos se deslizaron con calma por la espalda de Baek Cheon, trazando líneas invisibles con movimientos pausados y protectores.
El silencio volvió a reinar en la habitación. Afuera, el viento mecía suavemente los árboles del templo. La luna seguía colgada en el cielo, testigo silenciosa de una paz momentánea.
Y así, envueltos en el calor del otro, ambos se dejaron arrastrar por el sueño una vez más, sin interrupciones, hasta que la primera luz del amanecer se filtró tímidamente por las rendijas del mundo.
—---
Cuando los primeros rayos del sol apenas comenzaban a teñir de dorado las montañas que rodeaban el templo, Baek Cheon abrió los ojos en silencio. La habitación todavía estaba sumida en una penumbra azulada, apenas tocada por la luz del alba. La brisa fresca de la mañana entraba con suavidad por la ventana entreabierta, cargada con el perfume de los pinos lejanos.
Con la precisión de alguien habituado a la rutina, Baek Cheon intentó incorporarse… sólo para encontrarse firmemente atrapado entre los brazos de su maestro.
Cheong Myeong, aún dormido, tenía ambos brazos ceñidos con terquedad alrededor de su cintura, como si incluso en sueños se negara a dejarlo ir. Baek Cheon frunció los labios con una mezcla de resignación y ternura, intentando liberarse con movimientos suaves para no despertarlo de golpe. Pero cuanto más se movía, más firme parecía volverse el abrazo.
—”Mmh... frío…” —murmuró Cheong Myeong en voz baja, aún en su letargo—. “Quédate... sólo un poco más…”
Baek Cheon se sonrojó levemente al oírlo, pero finalmente logró escabullirse de los brazos dormidos con una maniobra hábil. Se sentó al borde de la cama y se estiró con discreción, sintiendo cómo sus músculos protestaban levemente, en especial alrededor de las caderas. Un suave sonrojo le coloreó las mejillas al recordar por qué.
‘Bueno... no es como si me arrepintiera,’ pensó, conteniendo una sonrisa. A pesar del leve dolor, su cuerpo se sentía sorprendentemente liviano, relajado. Había una sensación de paz envolviéndolo, como si todo en su mundo estuviera justo donde debía estar.
Se puso de pie y se acercó al pequeño brasero para calentar agua. El vapor pronto llenó la habitación, mezclándose con el aroma fresco del amanecer. Una vez tuvo todo preparado, se dio un baño rápido, lavando con esmero cada rastro de la noche anterior, su expresión tranquila y seria como siempre, pero con una luz nueva en los ojos.
Luego, tras vestirse con la pulcritud que lo caracterizaba —con su túnica perfectamente ceñida, el cinturón atado con exactitud y el cabello peinado con esmero—, se volvió hacia la siguiente parte de su rutina: despertar a su maestro.
Se inclinó junto a la cama, observando cómo Cheong Myeong dormía boca abajo ahora, con el rostro aplastado contra la almohada, el cabello suelto desordenado sobre los hombros y el ceño levemente fruncido, como si incluso dormido tuviera opiniones que discutir. Baek Cheon lo miró con una mezcla de afecto y exasperación.
—”Cheong Myeong-ah, es hora de levantarse” —susurró mientras lo sacudía suavemente por el hombro.
—”Cinco días más…” —masculló Cheong Myeong en respuesta, arrugando aún más el rostro.
—”Cinco minutos” —lo corrigió Baek Cheon con una sonrisa fatigada.
Después de varios intentos, logró arrastrarlo fuera de la cama, guiándolo con paciencia hasta la bañera como si condujera a un niño somnoliento. Una vez dentro, Cheong Myeong pareció relajarse aún más, su cuerpo deslizándose bajo el agua caliente con un suspiro largo.
—”Esto no es despertarse…” —murmuró Baek Cheon mientras tomaba un paño para comenzar a lavarle los hombros y la espalda.
—”Esto es… vivir” —replicó Cheong Myeong con voz somnolienta, inclinando la cabeza hacia un lado.
Durante el baño, Cheong Myeong cabeceó varias veces, cerrando los ojos como si el calor del agua lo arrullara aún más. Baek Cheon trabajaba en silencio, enjuagando el cabello largo con cuidado, procurando que no le entrara jabón en los ojos, como si ya lo hubiera hecho mil veces.
Después del baño, mientras lo vestía, Cheong Myeong apenas se mantenía de pie, bostezando descaradamente y apoyando el rostro contra el hombro de su discípulo. Baek Cheon sujetó las mangas de su túnica y ató el cinturón con movimientos rápidos y acostumbrados. Luego lo sentó frente a él y comenzó a cepillarle el cabello con movimientos lentos y precisos.
Cheong Myeong dormitaba de nuevo bajo su cuidado, su cabeza inclinada hacia adelante, soltando un suave resoplido entre sueño y desinterés.
—”Eres increíble, maestro” —dijo Baek Cheon en voz baja, con un suspiro sin rastro de enfado, más parecido a una exhalación rendida de afecto.
Finalmente, dejó el cepillo a un lado, lo tomó del mentón con suavidad y besó su mejilla con ternura. El contacto pareció surtir efecto: Cheong Myeong parpadeó despacio, la mirada aún nublada por el sueño.
—”Mmm... eso sí me gusta para despertarme…” —murmuró, esbozando una sonrisa somnolienta.
Baek Cheon negó con la cabeza con un suspiro más, pero esta vez sonriendo. La mañana apenas comenzaba, pero ya sentía que todo estaba en orden. Así eran sus días con Cheong Myeong: caóticos, lentos, desvergonzados… y cálidos.
(...)
Antes de salir de la habitación, Baek Cheon se detuvo frente al soporte donde descansaba su espada. El silencio de la mañana era absoluto, salvo por el canto de algunos pájaros en la distancia y el leve crujido de la madera bajo sus pasos. Con un gesto tranquilo, tomó la empuñadura y desenvainó el arma lentamente.
La hoja reflejó la tenue luz del amanecer como un espejo, devolviendo un destello frío y puro. Baek Cheon observó su filo con atención, moviéndola levemente para asegurarse de que no hubiera mellas, ni manchas, ni imperfecciones. No buscaba únicamente confirmar el estado del acero, sino también centrarse, calmar su mente y recordar quién era.
La espada siempre había sido su ancla, su forma de afirmarse en el mundo. Después de unos segundos, asintió para sí mismo, con una expresión serena. Volvió a enfundarla con precisión y la ató a su cintura, ajustando el cinturón con firmeza antes de volver la mirada hacia su maestro.
Cheong Myeong ya lo esperaba junto a la puerta, con el cabello todavía ligeramente húmedo y su túnica apenas un poco desordenada, como si su alma rebelde no se dejara contener ni siquiera por la tela. Cuando Baek Cheon se acercó, él le guiñó un ojo sin decir nada. No hacía falta.
Ambos salieron juntos al pasillo, descendiendo los escalones del pabellón principal. El aire era fresco y claro, impregnado con la energía de un nuevo día.
En el patio ya los esperaban.
El líder de la secta, Cheong Mun, se encontraba al frente de un grupo de discípulos formados con orden. Todos vestían las túnicas características del Monte Hua, y la escena en conjunto transmitía una sensación de disciplina y unidad. Pero cuando Baek Cheon y Cheong Myeong aparecieron, todos los ojos se volvieron hacia ellos.
Baek Cheon sintió, por un instante fugaz, el impulso de encogerse. No por vergüenza, sino por la repentina intensidad de tanta atención. Pero no lo hizo.
Enderezó los hombros, levantó el mentón y avanzó con una sonrisa tranquila en los labios, la mirada firme. Caminó como el discípulo del Monte Hua que era: con dignidad, con fuerza, con orgullo.
Cheong Mun se acercó unos pasos, con su presencia calmada como un lago sereno. Llevaba las manos juntas tras la espalda, su mirada escrutadora no dirigida al grupo, sino sólo a uno de ellos.
—”¿Dormiste bien anoche, Baek Cheon?” —preguntó con voz suave, aunque su mirada se desvió apenas un segundo hacia Cheong Myeong, que levantó una ceja con expresión inocente.
Baek Cheon mantuvo su postura impecable y respondió con naturalidad.
—”Dormí perfectamente bien, líder de secta.”
Un silencio breve siguió a su respuesta. Cheong Mun lo sostuvo con la mirada, y luego asintió lentamente, como si confirmara algo que sólo él entendía.
—”No necesitas ganar” —dijo entonces, su tono más firme—. “Sólo necesitas demostrarles a todos aquí que el Monte Hua ya no es una secta que debe ser ignorada. Eso es suficiente para mí.”
Baek Cheon sintió cómo aquellas palabras encendían algo dentro de su pecho, como una llama que se avivaba con cada respiración. Su sonrisa se volvió más decidida, casi suave, pero con una energía que parecía irradiar desde el centro de su ser.
—”Así es como será, líder de secta.”
Cheong Mun lo observó un segundo más, como si midiera el peso de su convicción. Finalmente, asintió con satisfacción.
El líder de la secta inspiró profundo, sus ojos recorriendo ahora a todos los discípulos reunidos que tenían los ojos brillantes y las espaldas rectas. Habían llegado lejos, más lejos de lo que cualquiera fuera de Monte Hua había imaginado.
—”Ustedes han hecho más de lo que se esperaba” —dijo, su voz firme, grave, pero no severa—. “Han llevado el nombre del Monte Hua de vuelta al mundo. Y no importa si hoy ganamos o no. El mundo ya nos ha escuchado. Hoy, sólo caminen con orgullo y recuerden quiénes son.”
El silencio que siguió no fue de vacío, sino de contención. Cada discípulo absorbía esas palabras como si fueran parte de su entrenamiento, como si las grabaran en su piel y en sus huesos.
Cheong Myeong, al lado de Baek Cheon, se cruzó de brazos sin decir nada. No hizo comentarios, no soltó ninguna burla ni añadió ninguna de sus frases provocadoras. Simplemente observó a su hermano hablar… y asintió para sí mismo.
Por una vez, el ambiente era tan sincero, tan genuinamente solemne y esperanzador, que incluso él no encontró razón para interrumpirlo.
Sólo le dedicó una mirada breve a Baek Cheon, notando cómo su postura irradiaba fuerza, y cómo en su rostro no había ni una sombra de duda. Era el tipo de visión que hacía que incluso Cheong Myeong, por dentro, reconociera algo con una sonrisa imperceptible.
‘Así es como debe verse un discípulo del Monte Hua.’
—----
Shaolin estaba literalmente explotando.
Desde horas antes de que el sol alcanzara su punto más alto, el templo y sus alrededores ya hervían de actividad. A lo largo de la competencia, la asistencia había sido impresionante, con maestros errantes, jóvenes cultivadores y espectadores comunes que deseaban presenciar los combates entre las sectas más importantes del mundo. Sin embargo, ese día —el día de las finales— la cantidad de personas se había duplicado, tal vez triplicado.
El gran templo Shaolin, habitualmente envuelto en una atmósfera de paz y equilibrio, se encontraba ahora desbordado por la energía caótica de las multitudes. Los monjes encargados del orden vestían expresiones tensas, usando sus bastones no como armas ni como símbolo de sabiduría, sino como barreras para controlar a la gente que se empujaba y gritaba buscando un mejor lugar para observar.
Los más desesperados trepaban sobre rocas, ramas, incluso techos de estructuras cercanas. Algunos se aplastaban entre sí, discutiendo a gritos por centímetros de visión. Otros alzaban la voz, haciendo sus apuestas entre intercambios intensos, afirmando con convicción a quién pertenecía la victoria de ese día.
—¡Hye Yeon va a ganar, no hay discusión! ¡Shaolin nunca pierde en su propio suelo!
—¡Pero Baek Cheon le aguantó a los de Wudang! ¿No viste cómo lo enfrentó? Y no olvides que una de las discípulas del Monte Hua logró herir a Hye Yeon… ¡Eso no es poca cosa!
—¡Eso fue suerte! ¡Ni siquiera llegó a rasguñarlo en serio!
Los debates se calentaban al punto de casi terminar en peleas. Algunos se tomaban de las túnicas, otros señalaban enojados, como si el simple hecho de tener razón pudiera inclinar el resultado del combate.
Pero nadie realmente se atrevía a apartarse del lugar o perder de vista el escenario. Demasiado ocupados, demasiado expectantes. El aire vibraba de anticipación.
Y entonces, un murmullo recorrió la multitud. Primero fue un silencio contenido, como el momento previo al rugido de una ola… y luego los vítores estallaron como un trueno.
Desde el extremo del pasillo principal, los discípulos de Shaolin hicieron su entrada.
Vestidos con sus túnicas amarillas perfectamente arregladas, caminaban en perfecta formación, encabezados por el Bangjang. A pesar del estruendo ensordecedor, sus rostros se mantenían serenos, sus pasos firmes, como si el clamor de miles no fuera más que el soplo de una brisa.
La multitud enloqueció.
—¡Shaolin! ¡Shaolin!
—¡Vamos, Hye Yeon!
—¡Demuestren por qué son los mejores!
La confianza era palpable. No solo en los rostros de los discípulos de Shaolin, sino también en los ojos de aquellos que los miraban. Después de todo, Shaolin era el pilar del mundo Murim, la secta más respetada y antigua. El orgullo de generaciones enteras.
Pero entonces…
Un segundo estruendo aún más potente se alzó por encima del anterior.
Fue como si el aire se electrificara de pronto, y el murmullo de la multitud se convirtiera en una ovación visceral.
La secta del Monte Hua hizo su aparición.
No marchaban con la perfección sincronizada de Shaolin, ni con una arrogancia fabricada. Pero había algo en ellos, una energía viva y poderosa que atrapaba las miradas como un imán. Vestían túnicas negras con toques rosados, marcadas por el camino duro que habían recorrido. Caminaban con la cabeza en alto, hombros rectos, y una llama de orgullo encendida en sus pechos.
Al frente, Baek Cheon.
Sus pasos eran tranquilos, firmes, su rostro sereno como la hoja de su espada. A su lado, como una sombra perezosa y letal, caminaba Cheong Myeong, con los brazos cruzados y una expresión entre aburrida y satisfecha, como si todo esto no fuera más que un paseo matutino.
Detrás de ellos, los discípulos que habían acompañado el avance del Monte Hua durante toda la competencia, con vendas, heridas y aún así sonrisas encendidas. Eran el símbolo de algo diferente. Algo nuevo.
—¡Es él! ¡Baek Cheon!
—¡Monte Hua vino a cambiar la historia!
—¡Vamos, Monte Hua!
El entusiasmo que había recibido a Shaolin se transformó. No fue menor, fue más fuerte. Más visceral. El pueblo siempre anhela cambio. Siempre espera que alguien desafíe el orden establecido. Shaolin era la cumbre… pero Monte Hua era la ascensión.
Y ese día, todos estaban listos para ver si ese nuevo viento lograría soplar con suficiente fuerza como para sacudir la montaña más alta del mundo Murim.
Shaolin y el Monte Hua caminaban uno frente al otro, avanzando lentamente por el camino abierto por los monjes a izquierda y derecha. Entre ambos grupos, el escenario del duelo esperaba imponente, silencioso, como el centro de gravedad hacia donde todo el mundo Murim giraba en ese instante.
A cada paso que daban, los vítores se alzaban como olas. La multitud era un mar desbordado de emoción, y sus gritos llovían desde todas direcciones como una tormenta sin descanso. Los nombres se mezclaban, pero predominaban las consignas inesperadas:
—¡Rómpanle la nariz a Shaolin!
—¡Monte Hua, hagan historia!
—¡Vamos, Baek Cheon!
Los discípulos del Monte Hua, con sus sentidos agudizados por el cultivo y el entrenamiento, podían escuchar incluso entre el ruido ensordecedor. Escuchaban cada frase, cada petición exaltada de la multitud que antes ni siquiera se dignaba a mencionar el nombre de su secta.
Algunos de ellos tragaron saliva seca, desconcertados. Miraban a su alrededor como si de pronto el mundo hubiese cambiado de forma. Otros sonreían, pero con una mezcla de incomodidad e incredulidad. No era como si nunca los hubiesen vitoreado… pero esas ovaciones siempre venían después de ganar, después de probarse. Ahora, sin haber subido siquiera al escenario, eran aclamados solo por portar el nombre del Monte Hua.
Y eso, para muchos, era nuevo. Era extraño.
Los discípulos más veteranos, aquellos que habían visto tiempos sombríos donde el nombre del Monte Hua era sinónimo de fracaso y nostalgia, sintieron un peso distinto en el pecho. Lo que oían no era solo entusiasmo… era respeto. Era esperanza. Era fe.
Y como si fueran guiados por un imán, todos sus ojos se centraron en las dos figuras que marchaban al frente de su grupo.
Baek Cheon.
Cheong Myeong.
Los hombros de ambos eran amplios, sus pasos firmes, y el aire que los rodeaba parecía distinto, como si el mundo mismo tuviera que hacerse a un lado para dejarlos avanzar. Fueron ellos quienes, paso a paso, lucha tras lucha, habían levantado a la secta desde las sombras del olvido. Quienes habían cargado con el desprecio, la burla, el dolor… y lo habían convertido en fuerza.
Y ahora todos los discípulos del Monte Hua, sin necesidad de decirlo, comprendieron algo.
No importaba hacia dónde caminaran esos dos. Aunque fuera por un sendero empedrado, oscuro o incluso imposible, ellos los seguirían sin dudar. Todo el Monte Hua estaría a su lado. Hasta el final.
El grupo se detuvo apenas a unos pasos del escenario, y fue entonces cuando Baek Cheon alzó la vista, observando el lugar donde se decidiría el destino del día. El viento sopló con fuerza, moviendo el borde de sus túnicas, como si incluso el cielo aguardara expectante.
A su lado, Cheong Myeong lo miró con una sonrisa tranquila. Sin decir nada más, alzó una mano y le dio un par de suaves palmadas en la cabeza. Sus dedos se demoraron apenas un instante, como si quisieran grabar el momento.
—”Vuelve con la victoria” —dijo simplemente, su voz tan casual como siempre, pero con una firmeza que traspasaba la piel.
Baek Cheon abrió la boca, a punto de replicar, pero antes de que pudiera hacerlo, Yu Iseol dio un paso al frente.
Su expresión era la misma de siempre: seria, inexpresiva. Pero su tono tenía una calidez sutil, apenas perceptible para quienes no la conocieran.
—”Gana” —le dijo. Una sola palabra, pero cargada de un apoyo férreo, incondicional.
Baek Cheon parpadeó, sorprendido. Y entonces, sin saber cómo, estaba rodeado. Los discípulos lo envolvieron como una ola de aliento y energía.
—¡Te estaremos esperando, Baek Cheon!
—¡Tú puedes!
—¡Enséñales lo que es el Monte Hua!
Palmas en sus hombros, en su espalda, en su brazo. Miradas firmes, decididas, cálidas. Y por un momento, Baek Cheon sintió que el peso que siempre había llevado en los hombros se aligeraba, repartido entre todos los que ahora creían en él.
Sacudió la cabeza, reprimiendo una risa.
Pero no la contuvo del todo.
—”Heh…” —rió suavemente, antes de dar un paso al frente.
Sin mirar atrás, alzó la voz con firmeza:
—”Espérenme aquí. El Monte Hua será el mejor cuando regrese.”
Y con esas palabras, caminó directo al escenario.
Sus pasos eran decididos. Su espalda recta. Su sombra se proyectaba larga sobre el suelo mientras avanzaba, y aunque el mundo parecía rugir a su alrededor, él lo escuchaba todo con claridad.
Hoy no peleaba solo.
Hoy peleaba por el Monte Hua.
Y no pensaba perder.
Chapter 196: ⌗Finales (4)
Notes:
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Chapter Text
Ojos llenos de confianza empujaban la espalda de Baek Cheon.
Cada mirada que había sentido sobre sí al caminar al escenario llevaba la misma determinación que él había cultivado durante años. Era una fe pura, sin reservas, y él estaba decidido a devolverla con todo lo que tenía. No por orgullo, sino por gratitud. Por todo lo que el Monte Hua le había dado.
Se detuvo al pie del escenario.
Frente a él, subiendo con pasos silenciosos pero seguros, estaba Hye Yeon. Su túnica monacal ondeaba ligeramente con la brisa, y su rostro mantenía esa expresión serena que jamás parecía alterarse, ni siquiera frente a un mar de gritos o frente al adversario más feroz.
El bullicio alrededor pareció disminuir cuando ambos quedaron encima del escenario. No porque el ruido se hubiera detenido, sino porque Baek Cheon dejó de escucharlo.
Solo quedaban él, Hye Yeon… y todo el peso del Murim a sus espaldas.
Porque este no era un simple duelo entre dos jóvenes talentos.
Este combate decidiría el rumbo de las próximas décadas.
Si Hye Yeon ganaba, el sistema jerárquico y centralizado de Shaolin se vería reforzado. Su supremacía quedaría grabada como ley, como destino. No solo se confirmaría que Shaolin aún regía sobre el mundo Murim, sino que se reafirmaría el orden que había dominado durante siglos.
Pero si Baek Cheon ganaba…
Si ganaba, la estructura temblaría.
Las diez grandes sectas ya no podrían ignorar el ascenso del Monte Hua. El equilibrio actual se desestabilizaría. El mundo tendría que admitirlo: el Monte Hua, olvidado y despreciado durante tanto tiempo, estaba ascendiendo desde las profundidades. El Murim tendría que mirar hacia abajo, hacia donde solía escupir… y encontrar allí a su nuevo rival.
Baek Cheon sabía todo esto.
A un costado del escenario, entre la multitud, Cheong Myeong observaba en silencio, de brazos cruzados.
Sentía una presión incómoda en el pecho.
Al principio, cuando supo que este combate tendría lugar, una chispa de emoción lo recorrió. Esto no estaba en el guion original. ¡Este combate no existía en la historia del juego! ¿Qué clase de posibilidad era esa, sino una oportunidad para cambiar el destino?
Estaba a punto de presenciar un nuevo punto de inflexión. Algo que nunca fue mostrado, que nunca fue escrito. Un enfrentamiento entre dos genios que representarían ideologías opuestas. ¿Cómo no emocionarse?
Pero ahora… ahora que el momento había llegado, no podía evitar dudar.
No dudaba de Baek Cheon.
Sabía mejor que nadie cuán fuerte se había vuelto. Cuánto había crecido. Tenía el poder, la técnica, la experiencia. Y además, tenía algo incluso más importante: el “poder del protagonista”. Ese inexplicable halo que lo volvía el centro de todo.
Sin embargo, el guion…
El guion era caprichoso. Inestable. Ineludible.
Cheong Myeong, ahora atrapado en el cuerpo de Geomjon, ya lo había comprobado. En la historia original, Geomjon le fracturaba la muñeca a Baek Cheon justo antes de la gran competencia, impidiéndole participar. Había evitado ese evento… pero aún así, el “hecho” ocurrió a través de otro medio: una pelea contra su hermano mayor que dejó a Baek Cheon al límite.
No le había dado importancia en ese entonces. Solo se alegró de que pudiera competir. Pero ahora, las piezas comenzaban a encajar con una claridad inquietante.
Los eventos “fijos” de la narrativa… parecían buscar la forma de manifestarse, sin importar cuánto intentara cambiarlos.
Y si este combate no debía ocurrir…
Si el guion original nunca había considerado una pelea entre Baek Cheon y Hye Yeon…
¿Significaba que era libre de ganar sin restricciones?
¿O significaba que debía perder, porque ese era el precio de ir en contra del guion?
El silencio de Cheong Myeong era denso. Una corriente de preguntas le cruzaba la mente como espadas. Miraba a Baek Cheon y pensaba: ‘¿Podré protegerte? ¿O te estoy empujando a un evento que el mundo mismo quiere hacer fallar?’
Pero al final, solo había una forma de saberlo.
Ver.
Observar con los propios ojos.
Porque aunque el guion se resistiera, aunque el destino tirara de sus hilos invisibles… Cheong Myeong creía en Baek Cheon.
Y Baek Cheon, en ese momento, alzó la mirada, como si lo supiera. No lo miró directamente, pero su espalda recta lo decía todo:
“No importa lo que el destino quiera. Esta vez, yo decido.”
El gong resonó, marcando el inicio del combate.
Y el Murim contuvo la respiración.
De repente, todo el lugar quedó en un silencio sepulcral.
Era como si incluso el viento se hubiera detenido por respeto al momento.
Las miles de personas reunidas contenían la respiración, los ojos fijos en los dos jóvenes que se enfrentaban en el centro del escenario. Las risas, los vítores y los murmullos se extinguieron como una llama bajo la lluvia.
Baek Cheon y Hye Yeon se miraban fijamente, inmóviles, como si intentaran leerse mutuamente el alma a través de los ojos.
La expresión de Hye Yeon cambió.
Sus ojos, que en sus primeras apariciones habían mostrado una tímida vacilación, ahora se habían hundido en una seriedad que pesaba sobre el aire mismo. Una mirada profunda, oscura, que traspasaba piel y carne. No quedaba rastro de inocencia ni nerviosismo. Lo que había ante Baek Cheon era un monje de Shaolin completamente concentrado, una figura de solemnidad inquebrantable.
Esa mirada era tan intensa que incluso los espectadores más alejados sintieron un leve escalofrío recorrerles la espalda. Como si el juicio de un Buda severo se hubiera posado sobre todos por igual.
‘¿Por qué lo estaba viendo así?’
Baek Cheon parpadeó lentamente, sin romper el contacto visual, pero sus pensamientos comenzaron a divagar con creciente irritación.
‘¿Acaso también piensa que no merezco estar aquí? ¿Que llegué a la final solo porque Baek-ah me llevó cargando durante la mitad del torneo?’
‘¿Está molesto porque él y Bangjang vinieron de visita ayer y nosotros no los saludamos con reverencias y cánticos?’
‘O…’ —una chispa de ansiedad cruzó su mente— ‘¿se dio cuenta de lo que Cheong Myeong y yo hicimos en su templo sagrado...?’
Un pequeño tic se formó en la comisura de su boca.
‘Bueno... sea cual sea su motivo’, se dijo con una calma que contrastaba peligrosamente con la tormenta de pensamientos que azotaban su cabeza, ‘¡a mí no me puede importar menos!’
Y era irónico —casi hipócrita— que él, quien había pasado los días anteriores quejándose de las acciones descaradas de su maestro, estuviera ahora mismo en una postura igual de descarada. A estas alturas, no le importaba. Había aceptado que el Monte Hua, para bien o para mal, no jugaba con las reglas de nadie más que las suyas.
Aunque, si debía ser completamente honesto...
‘¡Shaolin es la última secta que puede dar sermones sobre decoro!’
¿Hye Yeon realmente lo estaba viendo como si fuera la peor escoria por haber tenido un encuentro carnal en un templo? ¿¡Un simple templo!? ¡Cuando la misma Shaolin les dio la espalda al Monte Hua durante años de necesidad y humillación! ¿Dónde estaba el decoro entonces?
¡Él sí tenía motivos para mirar a Hye Yeon como si fuera una desgracia para la historia del Murim!
Pero no. Ahí estaba el monje, tan digno, tan sereno, tan lleno de ‘privilegios’. Porque claro, Hye Yeon había nacido en Shaolin. Envuelto en sutras y con incienso ardiendo en cada respiración. Nunca le había faltado nada. No conocía el hambre de reconocimiento. No conocía la amargura de ver cómo el mundo le daba la espalda a su secta. ¡Por supuesto que se sentía con el derecho de juzgar!
Ahora Baek Cheon lo entendía.
Ahora entendía por qué su maestro siempre decía que tenía ganas de golpear esas cabezas calvas.
Inspiró hondo, y exhaló lentamente.
El vendaval de pensamientos desapareció tan rápido como había llegado.
La calma que se instaló en su rostro era tan pulcra, tan controlada, que quien lo viera creería que no pensaba más que en el combate.
Se inclinó ligeramente, con una reverencia medida y respetuosa.
—”Baek Cheon del Monte Hua, presenta sus saludos “—dijo con voz clara.
Y entonces, sin más ceremonias, desenfundó su espada con un sonido limpio, preciso, que cortó el aire como si hubiera abierto una puerta invisible entre dos mundos: uno de palabras… y otro de acción.
El filo brilló bajo la luz del mediodía.
Hye Yeon se puso en posición de combate con una precisión impecable, como si su cuerpo hubiese sido tallado por la disciplina. Sin embargo, debajo de la calma superficial, una vena de molestia vibraba bajo su piel.
Sus labios se curvaron apenas, y con una voz firme —aunque apenas contenida— dejó caer las palabras como piedras pesadas:
—”Siju ha cruzado la línea.”
Era una acusación directa, cargada de algo más que rivalidad marcial. Su mirada, que podría haber pertenecido a una estatua de un Buda furioso, se clavó en Baek Cheon con todo el peso de su desaprobación. Había indignación, había furia… pero también vergüenza.
Baek Cheon lo miró sin mover un solo músculo de más. Su expresión era una máscara imperturbable, casi inocente, como si acabaran de despertarlo de una siesta pacífica.
—”No sé de qué estás hablando”—respondió con una voz serena, sincera... y absolutamente insolente.
Esa respuesta fue como verter aceite hirviendo sobre la cabeza de Hye Yeon.
El rostro del monje se tensó. Sus mejillas, siempre tan pálidas, se tiñeron de rojo furioso. Su boca se crispó como si las palabras quisieran escapar, como si su lengua quisiera lanzar un sermón completo, una lista interminable de reproches por el descaro, la impureza y el crimen espiritual que acababa de presenciar con sus sentidos.
‘¿Cómo podía hablar con esa voz tan limpia? ¿Cómo podía tener esa mirada clara después de... eso?’
Hye Yeon cerró los ojos por un momento, y apretó los dientes tan fuerte que los músculos de su mandíbula temblaron.
No era que hubiese visto nada explícito, gracias a la compasión infinita de Buda. Tampoco había escuchado... aunque, francamente, no quería imaginar qué sonidos podrían haber salido de esa habitación maldita. Pero lo sentía.
¡Lo sentía!
Había algo en Baek Cheon, algo que no era de él. Una energía extraña, ajena, pero fuertemente adherida a su interior como un segundo aliento. Se enrollaba en su dantian bajo como una serpiente satisfecha, cálida, invasiva, profundamente... íntima.
Y la reconocía.
Esa energía pertenecía al hombre que ahora mismo estaba entre los discípulos del Monte Hua, con expresión aburrida y postura relajada, como si no fuera el responsable de haber mancillado un templo sagrado con actos lascivos.
¡Geomjon!
¡Ese descarado!
¡Ese inmoral!
¡Ese depravado sinvergüenza que arrastraba su "corazón taoísta" por el barro con una sonrisa en el rostro!
Hye Yeon temblaba por dentro. No de miedo. De indignación.
¡Esa energía no debería estar allí!
¡La única forma en que estuviera dentro de Baek Cheon... de esa manera...!
Un temblor de horror moral recorrió su columna.
¡Habían profanado el templo de Shaolin con su lujuria!
¡En sus propias narices!
¡Durante un evento sagrado!
Por un instante, su cuerpo reaccionó solo, dando un paso hacia adelante como si fuera a desenvainar una espada que no llevaba. ‘No’, recordó. Él no usaba armas. Pero eso no evitaba que tuviera ganas de golpear a Baek Cheon con su propio rosario de oración.
Esto no es una batalla más. Esto es un acto de limpieza.
Una penitencia necesaria.
Respiró profundo, un mantra silencioso resonando en su garganta mientras intentaba calmarse, pero su mirada nunca dejó de arder con una furia purificadora.
Ya no era solo una competencia por el honor o el prestigio.
Hye Yeon ahora necesitaba impartir un castigo.
Un castigo justo.
Por mancillar el suelo sagrado del templo de Shaolin.
Por mirar a los cielos sin haber limpiado el cuerpo.
Por ese descaro…
Baek Cheon debía pagar.
Baek Cheon no tenía intención de dar más tiempo. La tensión acumulada en sus hombros se soltó de golpe mientras su figura se convertía en una ráfaga afilada de movimiento. Con una determinación silenciosa y sin gritar una sola palabra, se lanzó hacia adelante, su espada danzando como una extensión perfecta de su voluntad.
El suelo retumbó levemente con su impulso. Su presencia, normalmente refinada y medida, era ahora la de un depredador que había dejado de observar para finalmente atacar.
¡Swish!
La espada brilló bajo la luz del sol como un relámpago curvado.
Hye Yeon, por un instante, pareció paralizado.
El Baek Cheon que recordaba—el que había observado durante las etapas anteriores del torneo, el que había deslumbrado por estrategia pero no por velocidad—no estaba en ninguna parte.
Este Baek Cheon era diferente.
Su figura literalmente desapareció de su campo visual por una fracción de segundo, una distorsión imperceptible que incluso su sensibilidad de monje entrenado apenas logró captar.
¡CRACK!
Un sonido seco retumbó como un látigo cortando el aire cuando la empuñadura de la espada de Baek Cheon se incrustó directamente contra la mandíbula de Hye Yeon.
El impacto fue feroz.
Hye Yeon salió despedido hacia atrás, girando en el aire como una hoja atrapada en un vendaval. Los pliegues de su túnica amarilla se agitaron violentamente mientras su cuerpo giraba tres veces antes de tocar el suelo con los pies… y apenas logró frenar su desliz con una zancada firme que dejó una marca profunda en el escenario de piedra.
Un silencio sepulcral cayó entre los espectadores.
Incluso Cheong Myeong, desde su asiento, arqueó una ceja.
Hye Yeon estaba sorprendido. Verdaderamente sorprendido.
No solo por el ataque.
No solo por la velocidad.
Sino por la precisión, el dominio, y lo más perturbador… la intención.
Ese ataque fue sin duda uno que buscaba terminar el duelo de un solo golpe.
No había advertencia.
No había cortes de tanteo, ni un intercambio ritual de golpes para medir al enemigo.
Era ejecución directa.
Por un segundo, el rostro de Hye Yeon tembló.
No de miedo, sino de realización.
Este no era el Baek Cheon que creía conocer.
Tragó saliva. Su mandíbula dolía.
Pero más que su carne, dolía su orgullo.
Lentamente, tomó postura de nuevo. Un solo pie al frente, la palma derecha al frente a la altura del pecho, y la izquierda relajada junto al torso. Sus dedos temblaban, no de inseguridad, sino por el esfuerzo de contener su rabia, su desconcierto, su humillación.
—”Amitabha.” —susurró, cerrando los ojos apenas por un segundo.
Su voz, que antes era suave y redonda como los rezos de la madrugada, tenía ahora una vibración distinta. Como si las palabras sagradas sirvieran para contener algo más grande dentro de sí.
Y entonces ocurrió.
El cuerpo de Hye Yeon comenzó a brillar.
Una aura dorada emergió lentamente, primero como una neblina cálida que se alzaba desde su piel, luego como una intensa luz que delineó su silueta con claridad divina. Era como si una estatua de oro pulido hubiera cobrado vida.
El público contuvo la respiración.
Los más experimentados entre los espectadores supieron al instante qué estaban presenciando: una manifestación budista del qi perfeccionado.
Un poder sagrado que aplastaba la intención asesina con una energía purificadora…
El mismo poder que había derrotado a Jo Gul con un solo movimiento.
El mismo poder que había obligado a Yu Iseol a detenerse antes de herirlo.
Ahora, esa misma energía se alzaba contra Baek Cheon.
Baek Cheon no retrocedió.
Sus manos apretaron la empuñadura de su espada.
Sus ojos, endurecidos, ya no eran los de un discípulo queriendo probar algo.
Eran los ojos de un espadachín que sabía que ese era su momento.
Sabía lo que enfrentaba.
Sabía que esta energía era capaz de abrumar incluso a prodigios.
Pero también sabía que si había alguien que podía romper ese resplandor divino…
era él.
No porque tuviera más talento.
Sino porque había luchado más tiempo.
Había soportado más dolor.
Y tenía mucho más que perder.
Baek Cheon dio un paso.
El suelo crujió bajo su pie.
Sus ojos fijos en esa figura dorada.
Su prueba definitiva acababa de comenzar.
Los pies de Hye Yeon se clavaron con fuerza en el suelo, haciendo crujir las baldosas de piedra del escenario bajo su peso. Fue un solo paso, pero en él volcó toda la preparación silenciosa, toda la concentración refinada por años de disciplina en Shaolin.
¡THUM!
Con ese pisotón, su qi descendió hacia sus piernas, tomó impulso desde el centro de su abdomen y se disparó hacia su brazo, bajando por los canales meridianos como una flecha ardiente. Sus dedos se curvaron en una forma perfecta de loto cerrado, y el siguiente instante, al abrirse, desató la rotación de su energía: una espiral intensa que giraba con fuerza devastadora, concentrada toda en su puño.
¡PUÑO DE ARHAT!
La energía dorada se condensó con un zumbido como de campanas resonando a lo lejos, y fue expulsada con una fuerza que parecía partir el aire.
La imagen era sagrada y brutal a la vez: un monje de túnica desgastada lanzando un puño tan brillante que parecía contener una estatua de Buda en movimiento.
La energía salió disparada en línea recta, como una lanza invisible envuelta en oro, directo al rostro de Baek Cheon.
Y Baek Cheon…
No esquivó.
No lo intentó.
En el instante en que la energía dorada comenzó su embestida, su espada respondió por sí sola.
¡FLASH!
Una luz rosada explotó desde su hoja, no como un rayo ni como un relámpago, sino como el florecimiento repentino de un ciruelo en medio de una tormenta.
La energía se derramó desde la hoja como si ésta respirara, cubriéndolo de una capa traslúcida, vibrante, envolvente.
Parecía seda.
Parecía un pétalo.
Pero la presión que emitía era dura como el acero.
Con un solo movimiento, Baek Cheon balanceó su espada en un corte horizontal a la altura del pecho, no con violencia, sino con precisión.
No buscaba cortar.
Buscaba redireccionar.
Y entonces ocurrió el impacto.
¡BOOOOM!
La energía del puño de Arhat chocó con la capa rosada como si el cielo se desplomara contra una flor. El escenario tembló, una onda expansiva se extendió en todas direcciones, arrancando polvo, piedras y hasta el aliento de los espectadores.
Baek Cheon se vio arrastrado por un instante, su cuerpo casi cediendo ante la presión de la energía dorada. Sus talones arañaron el suelo, dejando dos marcas profundas como garras en la tierra, pero no retrocedió.
No cayó.
Con los dientes apretados, los brazos tensos y el centro de gravedad perfectamente equilibrado, giró su espada con una leve torsión de muñeca… y lo hizo.
Rebotó la energía.
El Puño de Arhat, aquel ataque que hacía temblar los huesos, fue redirigido hacia abajo.
La energía golpeó el suelo con un estruendo sordo, creando una grieta amplia como una herida abierta que cruzó el escenario desde el centro hasta los bordes.
Rocas se alzaron.
Polvo se elevó como humo de incienso.
La tierra rugió.
Pero Baek Cheon seguía de pie.
Hye Yeon no se movió.
Ni siquiera volteó a ver la destrucción provocada por su propio ataque.
Sus ojos estaban fijos en el muchacho frente a él.
—”…¿Lo desvió?” —murmuró, apenas audible, como si hablara consigo mismo.
La incredulidad no era propia de un monje.
Pero Hye Yeon la sentía recorriéndole el cuerpo como una fiebre.
—”Redirigiste… el Puño de Arhat…” —dijo, ahora en voz alta, sin comprender si preguntaba o afirmaba. —”¿Tan fácilmente…?”
Y ahí estaba Baek Cheon.
Rodeado aún por esa energía rosada, etérea, como una capa hecha de flores flotando en la brisa.
No tenía marcas en el rostro.
Ni sangre en la comisura de los labios.
Solo una mirada firme, tensa, pero extrañamente tranquila.
Hye Yeon observó mejor.
La energía rosada no era meramente defensiva.
Era viva.
Palpitaba con él.
Respondía a sus emociones.
Era gentil… y feroz al mismo tiempo.
No era un muro.
Era un escudo forjado por convicción.
Y en su centro, Baek Cheon.
Ese hombre que antes creía disciplinado pero predecible.
Ese hombre que parecía correcto hasta la mediocridad.
Ese hombre que hoy…
estaba floreciendo.
Y lo peor de todo era que Hye Yeon podía sentirlo claramente:
esa energía no era solo suya.
Había un eco dentro de ella.
Alguien más la había tocado.
Alguien había alimentado esa flor rosada con su propia energía, su propia intención.
Un jadeo escapó de Hye Yeon, lleno de rabia contenida y… vergüenza.
—”¡Siju…!”
La energía de Hye Yeon tembló por primera vez desde que comenzó el duelo.
No por el poder de Baek Cheon.
Sino por el fuego hirviente en su pecho al saber que esa energía rosada, pura y viva…
no era sólo de Baek Cheon.
Era de él.
De ese maldito taoísta oscuro que estaba viendo todo tranquilamente como si nada hubiera pasado.
Baek Cheon avanzó con pasos firmes y elegantes, cada uno acompañado por un leve resplandor rosado que danzaba a su alrededor como pétalos agitados por la brisa. La intensidad en su mirada hablaba de decisión, no de rabia ni desesperación: era determinación pura.
Frente a él, Hye Yeon respondió sin dudar, avanzando también con velocidad. Su cuerpo parecía cubrirse nuevamente por la sagrada luz dorada, pero esta vez no como antes. Esta vez era más intensa, más estable, como si un templo entero marchara con él. El suelo crujía bajo sus pies, impulsado por una fuerza espiritual que parecía elevarlo más allá de lo humano.
¡CLANG!
El puño dorado de Hye Yeon y la espada de ciruelo de Baek Cheon colisionaron en un impacto ensordecedor.
El eco retumbó como un trueno que partía el cielo. La luz dorada se extendió como una explosión solar, pero no logró atravesar la defensa.
Los ojos de Hye Yeon temblaron, incrédulos.
—”¡¿Qué…?!” —fue lo único que alcanzó a murmurar.
Se sentía como si hubiese golpeado una muralla de acero.
No una espada, una muralla.
Baek Cheon apenas retrocedió unos pasos, lo justo para amortiguar el impacto. Su centro seguía firme, su energía no mostraba grietas.
La fuerza interna que percibía en él… era monstruosa.
Comparable a los ancianos de mayor rango en los templos.
‘¿Desde cuándo…?’
‘¿Cómo es posible que haya crecido tanto…?’
Pero no había tiempo para cuestionar. Hye Yeon rugió por dentro, apretó los dientes y retiró su brazo como una víbora que se repliega para atacar de nuevo.
¡PAH! ¡PAH! ¡PAH!
Tres golpes consecutivos surgieron de su puño con una velocidad que apenas podía seguirse a simple vista. Sus pies se afirmaron firmemente en el suelo, utilizando toda la potencia de su tren inferior para proyectar el máximo poder en cada golpe. Era como ver un alud de oro arremetiendo contra una flor.
Pero la espada de Baek Cheon no vaciló.
Bloqueó los tres ataques.
Una tras otra, la hoja interceptó cada golpe como si hubiera previsto cada movimiento. El resplandor rosado danzaba como un halo alrededor de la hoja, sus vibraciones eran agudas y definidas, como el zumbido de una cuerda de seda tensada al límite.
Hye Yeon, frustrado, giró su cuerpo en un movimiento sorpresivo y trató de embestirlo con el hombro, una maniobra brutal, más cercana al cuerpo a cuerpo que al combate ortodoxo. Pero Baek Cheon, sin perder el equilibrio, se deslizó con gracia hacia un costado, como una hoja llevada por el viento.
Y entonces, vio su oportunidad.
¡THUD!
Su pierna se elevó en un arco perfecto y golpeó con fuerza el costado expuesto de Hye Yeon.
El impacto fue brutal.
El cuerpo de Hye Yeon salió disparado como una piedra lanzada por una honda, rodando por el escenario como si hubiese sido pateado por una bestia divina.
Por un segundo, el silencio reinó.
Y luego…
¡ZAS!
Hye Yeon se levantó de un salto, su expresión tensa y sus ojos encendidos, como si el golpe lo hubiese sacudido hasta el alma.
Su respiración era pesada, pero su postura seguía firme.
Baek Cheon dio un paso hacia adelante para no dejarlo recomponerse, pero entonces… se detuvo.
El aire cambió.
El cuerpo de Hye Yeon empezó a brillar nuevamente, pero esta vez no era una luz común. Era como si la estatua de un buda dorado se hubiera encarnado en él. Una energía majestuosa lo envolvió por completo, desprendiendo ondas de presión que hacían temblar incluso las piedras del escenario.
Esa luz…
No era simplemente energía espiritual.
Era devoción. Era fe. Era furia canalizada en iluminación.
Toda esa energía dorada se concentró en su brazo derecho, acumulándose como un sol contenido en un solo punto.
Baek Cheon reconoció la técnica al instante.
Y no fue el único.
—¡Es el Puño Divino de los Cien Pasos! —gritó un discípulo con voz trémula desde las gradas.
—¡Retrocede, Baek Cheon! ¡Esa técnica…!
Los gritos aumentaron. Algunos incluso se pusieron de pie.
Temían por él.
Sabían lo que esa técnica era capaz de hacer.
El Puño Divino de los Cien Pasos.
Una técnica sagrada que condensaba el poder de un dios en el alcance de un solo golpe. Capaz de atravesar paredes, destrozar escudos, e incluso paralizar los canales internos de un maestro si era alcanzado directamente.
Pero Baek Cheon no retrocedió.
No dio un solo paso atrás.
Su espada bajó levemente, apenas unos milímetros, como quien prepara la guardia final.
Y su respiración se volvió tranquila.
En medio de la energía fluctuante y el silencio expectante, Baek Cheon cerró los ojos un instante. Su aliento se hizo armonioso, sutil, como una hoja flotando sobre un lago inmóvil. Luego, con la misma gracia con la que florece un ciruelo en invierno, balanceó su espada. No fue un corte brusco ni un golpe explosivo: fue un movimiento elegante y suave, como un pétalo danzando en el aire, sin peso, sin resistencia, pero lleno de intención.
Y en ese preciso momento, Hye Yeon desató el Puño Divino de los Cien Pasos.
La energía contenida se liberó como si una gran presa se rompiera. Un torrente de luz dorada surgió de su puño, surcando el aire como un relámpago sagrado, devastador y puro. Era como un rugido de Buda, una manifestación del cielo mismo. La tierra tembló levemente bajo sus pies.
Hacía mucho tiempo que Hye Yeon no liberaba una energía así.
Siempre había evitado usar este nivel de poder, temeroso de herir gravemente a sus oponentes.
Pero Baek Cheon… Baek Cheon lo había llevado a ese punto.
No por odio, sino por respeto.
Por entender que frente a él no había alguien que debía contenerse.
Sino alguien que debía enfrentar con todo.
Notes:
Baek Cheon tuvo el buff de la cultivacion dual 🥴
Chapter 197: ⌗Finales (5)
Chapter Text
¡BOOOM!
La energía dorada cayó sobre Baek Cheon como una montaña colapsando, envolviéndolo por completo.
Los discípulos del Monte Hua gritaron con horror. Algunos incluso se levantaron, con los ojos desorbitados.
—¡¡BAEK CHEON!!
Pero entonces…
Una luz distinta surgió entre el dorado.
Al principio, era tenue. Una brisa entre llamas.
Pero rápidamente creció.
Una energía rosada, suave y envolvente, comenzó a expandirse desde el centro de la explosión.
Era cálida, pero firme.
Delicada, pero afilada.
Como la flor del ciruelo en plena nevada.
La energía rosada no fue destruida por el dorado.
Fue todo lo contrario.
La partió.
La luz de Shaolin se quebró como un vidrio estrellado, separándose en hebras dispersas que comenzaron a disolverse.
Baek Cheon la había atravesado.
Con un solo corte, su espada de ciruelo había destrozado la técnica del Puño Divino de los Cien Pasos.
El silencio fue absoluto.
Y luego, el golpe.
Baek Cheon apareció frente a Hye Yeon como una sombra proyectada por la luna, y con un preciso movimiento, lo golpeó directamente.
¡THWACK!
El cuerpo de Hye Yeon voló hacia atrás, rodando por el suelo, levantando tierra y polvo como si fuera una simple muñeca de trapo.
Se detuvo solo cuando impactó contra el borde del escenario.
Un nuevo grito de los espectadores sacudió las gradas.
El prodigio de Shaolin… estaba siendo arrastrado.
Golpeado. Dominado.
Hye Yeon, jadeando, con los labios partidos y sangre en las comisuras, se incorporó una vez más.
Su cuerpo dolía. Su conciencia temblaba.
Pero más que eso… su alma estaba sacudida.
Nunca, nunca, había sido enfrentado así.
Nunca había sentido la energía de alguien tan clara, tan nítida, tan pura.
Ni siquiera entre los monjes más poderosos.
Y al levantar la mirada, vio a Baek Cheon en pie, impoluto, con su espada aún brillando de rosa, y una expresión gélida en su rostro.
Baek Cheon no mostró emoción.
Solo levantó su espada.
Y con voz fría, tan afilada como el viento que precede a una tormenta, dijo:
—”Eso no es nada comparado con lo que ha sufrido el Monte Hua.”
Esas palabras… cayeron como una piedra en un estanque tranquilo.
El ambiente se tornó más denso. El aire, helado.
No era el aura intensa de la batalla lo que se sentía ahora.
Era rencor.
Dolor contenido.
Rabia vestida de disciplina.
El público, que hasta ahora había esperado un duelo espectacular entre dos jóvenes prodigios, empezó a murmurar inquieto.
Esto ya no parecía una demostración de habilidades.
Esto era una descarga emocional.
—¿Lo está… golpeando por algo más?
—¿No es solo un combate amistoso…?
La incertidumbre crecía. El respeto por Baek Cheon crecía con ella…
Pero también el temor.
Porque ese no era el Baek Cheon que acostumbraban ver: el educado, el refinado, el símbolo de equilibrio.
Ese Baek Cheon estaba peleando como si quisiera aplastar algo más que a un oponente.
Y en cada uno de sus movimientos…
se notaba.
Se notaba que había algo personal.
Y que esa herida aún estaba abierta.
—”Levántate.”
La voz de Baek Cheon cayó como una losa. Grave, profunda, inquebrantable.
No era un grito, ni una orden militar.
Era más bien un juicio.
Hye Yeon se estremeció. Su respiración entrecortada no podía acompasarse con el temblor de su cuerpo. Un sudor frío comenzó a formarse en su frente, deslizándose por su sien como la escarcha que anuncia el invierno.
Al principio, él había querido enseñarle una lección a Baek Cheon.
“Alguien como tú, con lujuria grabada en los huesos, no tiene lugar en un templo sagrado.”
Eso había pensado.
Había visto en Baek Cheon un pecado andante, una provocación impura en un lugar donde debía reinar la rectitud.
Pero ahora…
Ahora era él quien estaba recibiendo la lección.
Una dura. Fría. Inapelable.
Y lo más frustrante de todo… era que no entendía completamente el porqué.
¿Por qué lo golpeaba así?
¿Por qué esa furia?
Por qué esa energía rosa que desgarraba sus técnicas como si fueran papel mojado…?
Había algo en la forma en que Baek Cheon peleaba que no tenía nada que ver con él, Hye Yeon.
Era como si él fuese el símbolo de algo más.
¿Así como el Monte Hua sufrió por actos que no cometió?
¿Estaba él recibiendo ahora la carga de las acciones de otros?
¡No!
Sacudió esos pensamientos.
No podía dudar.
No podía mostrar debilidad.
Las expectativas de Shaolin estaban sobre sus hombros.
Era el orgullo de su templo.
Debía ganar.
Volvió a ponerse en posición. El cuerpo dolía, los músculos pesaban, pero el espíritu aún ardía.
El Puño Divino de los Mil Pasos no había funcionado.
¿Cómo era eso posible?
Una técnica que había sido reverenciada por generaciones.
Una técnica con divinidad.
Era capaz de derribar montañas y dividir el mar, pero ahora… era contenida por esa energía rosada.
Esa energía suave, perfumada, fluida…
Y poderosa.
Tan poderosa que le dio miedo.
Pero no podía rendirse.
Baek Cheon dio un paso.
Un solo paso, pero fue suficiente.
Hye Yeon reaccionó como un resorte.
Su cuerpo se lanzó hacia adelante por pura costumbre, su puño envuelto en energía volvió a alzarse con una fuerza que rompió el aire.
¡BOOM!
El impacto del movimiento generó una onda sonora, como si olas gigantescas chocaran contra la costa.
Su puño iba directo al rostro de Baek Cheon.
Pero Baek Cheon ni siquiera pestañeó.
Sus ojos estaban fríos. Inquebrantables.
Miraban a Hye Yeon como si lo atravesaran.
¡CLANK!
La espada de ciruelo se alzó con una gracia mínima, precisa, casi despreocupada, y bloqueó el puño justo antes de que alcanzara su cara.
Entonces, con un movimiento aún más suave, Baek Cheon giró su muñeca.
No para cortar, sino para empujar.
El impulso de Hye Yeon fue detenido. Su puño estalló en el aire, desviado con una facilidad dolorosa.
Fue como si lo hubieran obligado a pisar el vacío.
Pero Hye Yeon ya no se sorprendió.
Lo entendía.
Baek Cheon ya no era alguien que podía subestimarse.
Era superior.
Así que no pensó, solo actuó.
Giró su cuerpo con agilidad, intentando conectar una patada rápida al costado de su oponente. Sus piernas eran fuertes, su centro de gravedad sólido.
La patada era rápida, precisa.
Habría derribado a cualquiera.
Pero Baek Cheon ya estaba allí.
Antes de que el pie pudiera siquiera completar el giro, la empuñadura de la espada de Baek Cheon impactó directamente contra su pecho.
¡THUMP!
No fue un golpe brutal, pero fue exacto.
Demasiado exacto.
La respiración de Hye Yeon se cortó. El aire abandonó sus pulmones como si se los arrancaran.
Y su cuerpo se tambaleó hacia atrás, tambaleante, desarticulado.
Ya no era una lucha.
Ya no era una confrontación entre iguales.
Era una dominación.
Y frente a todos, frente al templo Shaolin, frente al Monte Hua…
Baek Cheon seguía avanzando.
¡CLANG! CLANG! THWACK!
En un abrir y cerrar de ojos, la espada de Baek Cheon cortó el aire tres veces con una precisión que hacía temblar. El filo de su arma no buscaba desgarrar, sino aplastar con una fuerza contundente y firme, como si en vez de blandir una espada, manejara un bastón de hierro bendecido con furia.
Primero al muslo.
Luego al costado.
Finalmente, al hombro.
Hye Yeon reaccionó tan rápido como pudo: bloqueó los dos primeros golpes usando su antebrazo y parte de su técnica de desvío interno, absorbiendo la fuerza del impacto… pero el tercer golpe, el que cayó sobre su hombro derecho, fue imposible de detener.
¡CRACK!
El sonido resonó seco, sordo, como si algo dentro de su cuerpo se hubiese resentido.
No fue un corte, sino un golpe rotundo y aplastante, tan potente que hizo que sus dedos hormiguearan y su visión se tambaleara.
Era como si una barra de hierro le hubiese aplastado el hueso.
Hye Yeon apretó los dientes con fuerza.
Un dolor punzante se apoderó de su hombro y se esparció como una descarga hasta su espalda.
Pero no se rindió. No podía.
¡Tenía que contraatacar!
Estaban lo suficientemente cerca.
Baek Cheon había acortado la distancia para sus ataques, pero eso significaba que él no podría blandir su espada con libertad.
¡Esta era su oportunidad!
Con un grito breve, Hye Yeon lanzó su puño hacia adelante, con una ráfaga de energía canalizada en su centro. Pero justo cuando creía que su golpe acertaría…
¡WHAM!
Baek Cheon levantó una pierna y lanzó una patada directa a su abdomen.
Fue una patada rápida, directa, brutal… pero Hye Yeon la esquivó a duras penas, torciendo su torso y retrocediendo con desesperación.
El aire silbó a su lado cuando el talón de Baek Cheon pasó a centímetros de él.
Baek Cheon frunció el ceño.
Un destello de incomodidad cruzó su rostro.
—”Tsk…”
Una punzada.
Un dolor agudo en su cadera lo atravesó.
Aún no se recuperaba por completo de lo ocurrido la noche anterior.
No debería haber usado la parte baja de su cuerpo tan bruscamente.
‘¡Idiota!’
Se reprendió a sí mismo.
Necesitaba espacio. Tenía que retroceder para volver a usar su espada correctamente…
Pero Hye Yeon no se lo permitió.
¡Se lanzó de inmediato!
—”¡Puño de Arhat!”
Con ese grito, una explosión de energía brotó de su cuerpo. El aura dorada de su técnica se encendió con rabia renovada, expandiéndose como una ola ardiente en medio del campo.
El puño se dirigió directo a la barbilla de Baek Cheon.
Pero en el último instante, con un movimiento de cabeza casi elegante, Baek Cheon lo esquivó.
Su rostro pasó rozando el golpe, sus cabellos oscuros flotando con la corriente del impacto.
Una gota de sudor cayó de su mandíbula al suelo.
Demasiado cerca.
Pero Hye Yeon ya lo había previsto.
Ese golpe era solo el preludio.
¡El siguiente ataque fue inmediato!
Como una sombra envuelta en energía, Hye Yeon se impulsó con los talones y arrojó todo su cuerpo contra Baek Cheon, descargando un puñetazo directo al pecho.
El golpe fue certero.
¡THUD!
Baek Cheon alzó su espada como escudo y logró bloquear el golpe con el plano de su hoja.
Pero la fuerza detrás del ataque era colosal.
El impacto lo empujó hacia atrás.
Sus pies se deslizaron por el suelo, arrastrando el polvo. Su cuerpo crujió ante la fuerza contenida en ese golpe.
Un pequeño descuido…
Pero aun así, no cayó.
Baek Cheon apretó los dientes, su pecho agitado por el esfuerzo.
Sus ojos no se apartaban de Hye Yeon.
Fríos. Firmes.
Inquebrantables.
Seguía en pie.
Y el duelo… aún no terminaba.
¡BOOM!
El suelo bajo los pies de Hye Yeon se quebró como cristal bajo una tormenta, el polvo se levantó en espiral y una energía ardiente comenzó a emanar desde sus plantas, ascendiendo por sus piernas hasta envolverlo por completo.
Un resplandor escarlata y dorado se formó en sus pies, como si estuviera parado sobre llamas celestiales.
—”¡HAAA!” —gritó con fervor.
Y en un solo instante, su cuerpo se elevó.
No como un simple salto, no como un avance impulsado…
Voló.
Su figura se disparó como un halcón descendiendo con precisión mortal hacia su presa.
El aire tembló a su paso.
El cielo parecía abrirse tras su silueta como si los mismísimos cielos estuvieran cediendo ante su ataque.
—”¡Patada Suprema!”
Un nombre humilde para una técnica tan devastadora.
Una de las Setenta y Dos Artes Celestiales de Shaolin, prohibida para los discípulos que aún no hubieran alcanzado el Despertar de los Tres Corazones.
Pero ahí estaba, descendiendo desde el cielo con los pies envueltos en un fuego místico que desafiaba la lógica del mundo.
¡CRASH!
Su pie descendió como un martillo sagrado directamente hacia la cabeza de Baek Cheon.
Este, apenas con segundos para reaccionar, alzó su espada para protegerse.
¡CLANGGG!
La espada tembló en sus manos. La energía chocó contra el acero como si se tratara de una explosión concentrada en un solo punto.
Baek Cheon fue lanzado hacia atrás como un muñeco de trapo.
Su cuerpo giró en el aire, la espada vibrando con furia en su agarre.
Aun así, no soltó su arma.
—”¡No ha terminado!” —gritó Hye Yeon desde el aire.**
El retroceso de su técnica lo había impulsado nuevamente hacia las alturas, pero en lugar de caer, se mantuvo flotando por un instante que parecía robado a la eternidad.
Su cuerpo entero se iluminó con una luz dorada.
Una energía casi divina rodeó su figura, palpitando como si el sol se hubiera incrustado en su torso.
Su mano derecha se colocó en posición vertical: la Media Palma.
—”¡Amithaba!” —entonó.
Su voz retumbó como un cántico sagrado.
Una onda de energía salió de su palma.
Un Buda dorado resplandeciente se alzó detrás de él, envuelto en luz y sabiduría.
Y en un instante, una palma de energía colosal descendió sobre la arena, su tamaño era tal que cubría todo el cuerpo de Baek Cheon como una montaña cayendo del cielo.
¡LA PALMA DE BUDA!
Un murmullo colectivo recorrió los asientos.
—¡La Palma de Buda!
—¡Eso es… imposible! ¡Esa técnica… esa técnica no se ve desde hace cien años!
Incluso Cheong Myeong, quien hasta ahora observaba todo con la barbilla apoyada en su mano, se incorporó con violencia.
Sus ojos se abrieron como platos.
—”¡BAEK CHEON!”
Su grito cortó el aire como una espada.
Pero era demasiado tarde.
La palma descendió.
¡BOOOOOOMMMMM!
Una explosión sagrada sacudió todo el coliseo.
El suelo se fragmentó, se levantaron columnas de tierra, rocas volaron como lanzas, y una nube de polvo denso cubrió la visión de todos.
Los espectadores gritaron, algunos retrocedieron, otros cayeron al suelo.
Cheong Myeong no lo pensó.
Con su espada, dio un paso al frente y la giró en un amplio arco, derribando pedazos de escombros que se dirigían hacia los jóvenes discípulos del Monte Hua.
¡THUMP! ¡CRACK! ¡ZSHH!
Golpe tras golpe, repelió todo lo que pudo con movimientos limpios y precisos, protegiendo a su gente.
El polvo se levantaba. El humo dorado de la técnica aún flotaba en el aire como ceniza sagrada.
Silencio.
Un silencio cruel.
Demasiado tiempo.
Cheong Myeong se adelantó, su corazón palpitando con fuerza.
Sus ojos desesperados buscaron la silueta de Baek Cheon entre la niebla y los escombros.
Nada.
Sólo una montaña de rocas rotas, tierra revuelta y ningún rastro de Baek Cheon.
—”No…” —murmuró, su voz quebrada.
Cheong Myeong dio un paso más.
—”¡BAEK CHEON!” —rugió.
Pero el escenario seguía mudo.
Solo el humo flotando como una mortaja…
Y una ausencia que se sentía como una herida abierta.
Los gritos comenzaron como un murmullo de duda, temblorosos, inseguros... y pronto se convirtieron en un clamor desesperado.
—¡Baek Cheon!
—¡¡Sasuk!!
—¡¿Estás ahí?! ¡¡Responde!!
Los discípulos del Monte Hua se incorporaron como pudieron, aún aturdidos por la onda expansiva, sus rostros pálidos y los ojos completamente abiertos de incredulidad. El miedo se esparcía entre ellos como una plaga: ‘¿Acababa de caer uno de sus pilares frente a todos…?’
Cheong Myeong, con las piernas tensas y los puños apretados, se preparaba para correr. No le importaban las reglas, el protocolo ni la vergüenza.
Iba a cruzar ese maldito escenario, levantar piedra por piedra si era necesario y sacar a Baek Cheon de ahí con sus propias manos.
Pero entonces vio el rostro de Hye Yeon.
Y se detuvo.
No por voluntad, sino por la confusión de ver algo que no encajaba con la escena.
Hye Yeon, aún suspendido en el aire unos centímetros del suelo por la energía residual de su técnica, no tenía el rostro de un vencedor.
Tenía el rostro de un hombre que acababa de ver un fantasma.
Su piel estaba tan pálida como el mármol, sus ojos desorbitados y su aliento entrecortado.
El sudor empapaba su frente y caía por su cuello en hilos visibles.
Cualquier otro, tras haber utilizado una técnica tan legendaria como ‘la Palma de Buda’, habría mostrado orgullo, júbilo o incluso arrogancia.
Pero él sólo mostraba miedo.
Y entonces, el suelo tembló.
Un sonido sordo, casi imperceptible, reverberó entre los escombros.
Crack... crack...
Un pequeño fragmento de piedra rodó colina abajo.
¡CLACK!
Una losa se partió en dos, y de entre las grietas, una silueta emergió.
Cheong Myeong dejó de respirar.
Todos lo hicieron.
Baek Cheon se incorporaba, lenta y firmemente, desde el corazón de la montaña de escombros.
La luz del sol caía sobre él como una revelación divina, y durante un instante, el tiempo pareció detenerse.
Su túnica negra ondeaba suavemente por la brisa.
Tenía polvo aquí y allá, apenas una mancha gris en su hombro y algunos cabellos fuera de lugar, pero más allá de eso…
estaba ileso.
Su rostro blanco como la porcelana seguía limpio, salvo por un delicado hilo de sangre que serpenteaba desde la comisura de sus labios hasta su mentón.
Le daba un aire de fiereza aún más seductor, como un dios caído de pie entre los mortales.
Y su mirada...
Su mirada cayó sobre Hye Yeon como una sentencia.
Hye Yeon se estremeció de inmediato, el aire escapó de sus pulmones en un jadeo involuntario.
Retrocedió un paso.
No porque quisiera, sino porque su cuerpo reaccionó al instinto de sobrevivir.
Esa mirada no pertenecía a un humano que acababa de recibir una técnica capaz de destrozar una montaña.
Esa mirada era la de un hombre invencible.
Hye Yeon tragó saliva.
‘¿Cómo…?
¿Cómo podía seguir en pie?’
¿Quién en este mundo… qué clase de monstruo resistía la Palma de Buda de frente?
Baek Cheon bajó la mirada un segundo, sacudió el polvo de su espada y luego la alzó de nuevo.
Dio un paso fuera de los escombros.
Y luego otro.
Cada paso era firme, decidido, sin rastro de vacilación.
Una sonrisa tranquila —casi dulce— curvó sus labios.
—”Terminemos con esto de una vez.”
Su voz no fue alta, pero retumbó en el corazón de todos los presentes como una campana sagrada.
Un escalofrío recorrió la espina de los espectadores.
Cheong Myeong, con los ojos fijos en Baek Cheon, sonrió con orgullo.
—”Eso es, Baek Cheon… Muéstrales quién eres.”
La espada de Baek Cheon se alzó con una gracia sin igual, describiendo una curva perfecta en el aire, como si estuviese trazando una línea de poesía con acero. Era un movimiento refinado, fluido, una expresión viva de elegancia marcial, como si cada fibra de su ser estuviera en armonía con la hoja que empuñaba.
Y entonces, comenzaron a florecer.
Desde el filo de la espada, pétalos de ciruelo comenzaron a nacer, primero uno, luego otro, después docenas.
Cada flor era distinta —algunas abiertas, otras cerradas, unas pequeñas, otras grandes—, pero todas llevaban una misma esencia:
el Monte Hua.
No eran meras ilusiones ni manifestaciones ilusorias de energía.
Eran la voluntad misma de Baek Cheon, convertida en arte.
El público se quedó sin aliento.
Las flores flotaban a su alrededor, danzando en el aire como si el propio viento se inclinara ante su espada.
Una imagen sublime, aterradora y hermosa a la vez.
Hye Yeon, por un segundo, se quedó paralizado.
No por miedo, sino por la belleza.
Había algo divino en lo que estaba presenciando.
Pero el corazón de un guerrero no puede permitir ser vencido por el asombro.
¡No podía quedarse así!
—”¡No me subestimes!” —rugió Hye Yeon, con los dientes apretados.
El aire a su alrededor se comprimió con un violento estruendo, y su puño se alzó, bañándose una vez más en ese resplandor dorado sagrado de Shaolin.
¡Puño divino de los cien pasos!
Una onda de qi dorado se disparó como una bala, cruzando el aire entre ellos a una velocidad invisible.
Pero Baek Cheon no se movió.
Solo dejó caer suavemente su espada desde arriba como una pluma cayendo.
¡Shuaaa!
La energía dorada fue partida como si nunca hubiese tenido forma sólida.
La línea del corte dividió la técnica en dos flujos separados que se desviaron violentamente hacia los costados.
Uno de ellos impactó un pabellón cercano, que colapsó en un estruendo de piedra y madera rota.
Pero Baek Cheon no recibió ni una mota de polvo.
Ni un solo pétalo se movió.
—”¡¿Qué…?!”—exclamó Hye Yeon, boquiabierto.
Lanzó otro puño.
Y otro.
Y otro más.
Las ráfagas de energía dorada atravesaron el campo como flechas de luz, explosión tras explosión iluminando el escenario.
Pero las flores seguían floreciendo.
Cada una cortaba con delicadeza la energía dorada, sin violencia, sin agresividad…
como si ni siquiera les costara.
Y en medio de ese mar de flores, Baek Cheon danzaba.
Su cuerpo se movía con una cadencia natural, ni demasiado rápido, ni demasiado lento, como si sus pasos fueran parte de una melodía oculta que sólo él podía oír.
No luchaba.
Interpretaba.
Era un cuadro en movimiento, una coreografía de poder envuelta en pétalos y gracia.
Hye Yeon ya no podía distinguir si lo que lo rodeaba eran pétalos reales o una ilusión tejida por la energía interna de su enemigo.
Los pétalos lo rodeaban, tocaban su piel, pasaban por su hombro, su mejilla, su pecho…
Y en el momento en que intentó moverse para lanzar otra técnica—
Desaparecieron.
Y la punta de una espada tocaba su cuello.
Baek Cheon estaba ahí, frente a él.
No lo había oído acercarse.
No lo había visto moverse.
Solo había llegado.
Y ahora la hoja de su espada, tan fina como un suspiro, reposaba apenas contra la arteria de Hye Yeon.
Una gota de sudor cayó por la sien del monje.
El silencio era absoluto.
Ni una respiración.
Ni un murmullo.
Baek Cheon, aún sereno, aún radiante, no necesitó decir nada.
Su mirada bastaba.
El combate había terminado.
Eso era una victoria.
No había duda alguna.
Hye Yeon no se había rendido verbalmente, pero con una espada descansando en su cuello, la derrota era tan clara como el cielo despejado.
El orgullo de Shaolin había sido aplastado.
Y todos los reunidos allí —discípulos, ancianos, sectas aliadas y hasta los viajeros errantes del Murim—
habían sido testigos.
(...)
Bop Jeong apretó su puño con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en la palma, atravesando la piel.
Una gota de sangre resbaló por entre sus dedos temblorosos, pero él no se movió.
Tenía que mantener la compostura.
Tenía que.
El corazón de Shaolin latía bajo su pecho, pero hoy…
hoy había sido golpeado.
Las noticias se esparcirían como fuego en un campo seco.
“Shaolin fue derrotado por el Monte Hua.”
“El orgullo de los monjes fue destruido por un espadachín.”
“Hye Yeon, el genio dorado, no fue rival para Baek Cheon.”
Rumores. Gritos. Chismes.
Y lo peor de todo:
Verdades innegables.
El Bangjang de Shaolin arrugó el rostro de ira contenida, de vergüenza.
Pero no podía permitirse más grietas.
Debía mostrarse sereno.
Si él no caía, entonces el mundo pensaría que Shaolin aún conservaba dignidad.
Que aún conservaba poder.
Así que Bop Jeong respiró hondo.
Borró la expresión de frustración de su rostro como si fuera polvo en la túnica.
Se alistó para declarar la victoria del Monte Hua con la voz más noble que pudiera reunir…
Pero antes de que pudiera abrir la boca,
Baek Cheon guardó su espada.
Con calma. Con elegancia.
Como si nada hubiese ocurrido.
Retrocedió dos pasos
y se inclinó con una reverencia perfecta hacia el Bangjang de Shaolin.
Y entonces, con una sonrisa serena, casi humilde,
de su boca salieron palabras que congelaron el aire:
—”Baek Cheon del Monte Hua sabe que no es lo suficientemente bueno… y cede este combate.”
El mundo enmudeció.
Se rindió.
¿Qué?
Un eco invisible pareció recorrer el lugar mientras la incredulidad se apoderaba del público.
Discípulos del Monte Hua abrieron los ojos de par en par, sin comprender.
Sus bocas se abrieron sin palabras, sus manos temblaron en el aire como si quisieran detener algo que ya había sido dicho.
—¡¿Sasuk…?!
—¡¿Estás bromeando…?!
—¡¿Rindiéndose?! ¡¿Ahora?!
Incluso Cheong Myeong, que hasta ahora había contenido la respiración con el corazón a punto de estallar por la tensión,
parpadeó dos veces, desconcertado.
Y luego, de pronto—
Estalló en carcajadas.
—”¡Pfft! ¡Jajajaja…! ¡Ese idiota! ¡Ese… Dongryong… desde cuándo se volvió tan descarado!”
Él lo entendía ahora.
Baek Cheon no se estaba rindiendo.
Estaba insultando.
No con palabras toscas. No con burlas directas.
Sino con gracia. Con cortesía. Con una sonrisa brillante que no tenía ni un gramo de malicia.
Una cortesía que, en este contexto, era una daga venenosa para Shaolin.
Porque todos sabían lo que había ocurrido.
Todos vieron con sus propios ojos quién había ganado.
El golpe final. La espada en el cuello. El monje temblando.
Y, sin embargo, Baek Cheon decía que perdía.
Era una ironía tan clara que ni el mismísimo Buda podría ignorarla.
—”Felicidades por la victoria de Shaolin” —añadió Baek Cheon, con la misma sonrisa deslumbrante, mirando a Bop Jeong con tanto respeto que dolía.
Y Bop Jeong palideció.
Su garganta hizo un extraño sonido,
como si algo espeso, algo caliente, algo insoportable se hubiese atorado allí.
¡Estaba a punto de vomitar sangre!
—¡Maestro!
—¡Bangjang!
—¡Sujétenlo!
Los discípulos de Shaolin se apresuraron a socorrerlo, rodeándolo con manos temblorosas.
Uno le sostenía el brazo, otro trataba de empujarle un pañuelo perfumado contra la frente sudorosa.
“Respire, Bangjang, respire…”
Pero el daño ya estaba hecho.
No sólo había perdido el combate…
Había sido ridiculizado con cortesía.
Shaolin no fue derrotado.
Fue expuesto.
Y si esta historia se esparcía —y sin duda lo haría—
no habría un solo rincón del Murim que no se burlara.
De Shaolin.
De Hye Yeon.
Del propio Bop Jeong.
Y al centro de todo eso, de pie entre pétalos imaginarios y una espada ya envainada,
Baek Cheon sonreía.
Impecable.
Tranquilo.
Invicto.
Baek Cheon observó a Bop Jeong mientras este escupía sangre, rodeado por sus discípulos, que lo sostenían como si fuese a colapsar en cualquier momento.
Lo miró sin mayor emoción, como si observase a un insecto particularmente raro al que no sabía si debía aplastar o simplemente ignorar.
Se encogió de hombros.
Al fin y al cabo, él solo había dicho la verdad.
Con paso sereno, giró sobre sus talones y dirigió la mirada hacia el grupo del Monte Hua.
Sus compañeros todavía estaban con expresiones congeladas:
desconcierto, incredulidad, horror, e incluso un poco de pánico.
Algunos parecían no saber si deberían aplaudir, gritar o llorar.
Pero Baek Cheon solo buscó un rostro.
Y cuando lo encontró, su corazón dio un vuelco.
Cheong Myeong seguía riéndose como si la vida fuese una broma particularmente buena que solo él entendía.
La risa vibraba desde su garganta hasta sus ojos afilados, que ahora brillaban con un tono cálido, casi orgulloso.
Era hermoso.
El corazón de Baek Cheon cosquilleó.
Esa sonrisa…
la sonrisa de su maestro era hermosa.
(Aunque —si se lo preguntabas a cualquier otra persona— te diría que la sonrisa de Geomjon** parecía la de un demonio recién escapado del infierno…
pero Baek Cheon estaba demasiado enamorado como para notar eso.)
No, él no hizo todo esto solo para humillar a Shaolin.
(Tal vez un poco sí.)
Pero eso no era lo importante.
Lo que importaba era que…
Recordó las palabras de su maestro.
“El Monte Hua solo sigue su propio camino.”
Sí.
El Monte Hua no necesita el reconocimiento de nadie.
Ni el de Shaolin.
Ni el de las diez grandes sectas.
Buscar su validación sería lo mismo que aceptar las reglas podridas del Murim tal como estaban.
Y el Monte Hua ya había decidido no someterse más.
Así que, con pasos ligeros, Baek Cheon caminó hacia su grupo como si acabara de bajar de una danza en lugar de una batalla.
Chapter 198: ⌗Finales (6)
Chapter Text
Cheong Myeong fue el primero en moverse.
Lo recibió con una risa, corriendo hacia él con los ojos llenos de emoción, y lo abrazó por la cintura con tanta fuerza que por poco lo levantó del suelo.
—”¡Jajaja! ¡Ese fue el final más ridículamente hermoso que he visto en mi vida! ¡Buen trabajo, Baek Cheon! ¡Buen trabajo!”
—”¡Mmf! ¡Cheong Myeong-ah… me estás…!” —gimió Baek Cheon, medio asfixiado, pero con las mejillas rojas de felicidad.
Y entonces, sin pensarlo demasiado, Cheong Myeong lo besó.
Un beso rápido, lleno de energía, eufórico.
Como si la emoción no cupiera en su cuerpo y necesitara escapar de alguna forma.
Baek Cheon quedó tan atónito que olvidó cómo respirar por un segundo, antes de que una risa tonta se le escapara de los labios.
El grupo estalló.
—¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, SASUK?!
—¡¿ESO FUE UN BESO?!
—¡¿NO SE SUPONE QUE PERDIMOS?!
—¡¡ESO NO ES MOTIVO DE CELEBRACIÓN!!
Los discípulos del Monte Hua salieron finalmente de su trance, gritando, agitando los brazos, apuntando a su sasuk y su maestro como si hubieran presenciado el fin del mundo.
Uno incluso salió disparado hacia el frente.
—¡¡LÍDER DE SECTA!! —chilló, corriendo como si llevara fuego en los talones— ¡¡Por favor haga algo!! ¡¡Están corrompiendo el espíritu de la secta con esta indecencia!!
Cheong Mun miró la escena con expresión cansada, los brazos cruzados sobre su túnica.
Suspiró profundamente como si le acabaran de decir que se había roto otra ventana del templo.
—”No hay nada que pueda hacer” —respondió, resignado—. “Hizo lo que su corazón creía correcto. Lo importante es que mostró la espada del Monte Hua.”
—¡¿ESO ES TODO?!
—¡¿QUÉ SIGNIFICA ESO?!
Pero los discípulos no se detuvieron.
Siguieron quejándose, discutiendo, tirándose del pelo…
Hasta que Cheong Myeong los miró.
Solo una mirada.
No levantó la voz.
No hizo un solo gesto más allá de inclinar ligeramente la cabeza y mirar desde debajo de sus cejas con esa expresión peligrosa que solo él podía lograr.
Silencio absoluto.
Uno por uno, los discípulos cerraron la boca.
Como si alguien hubiese presionado un botón de apagado colectivo.
Baek Cheon sonrió con satisfacción.
Se acomodó la túnica, soltó un suspiro… y se permitió un segundo más de observar a Cheong Myeong de cerca.
Ese era su maestro.
Ese era el Monte Hua.
Y él… estaba orgulloso de llamarlo hogar.
(...)
Todos los líderes de las diez grandes sectas y las cinco grandes familias observaban desde el podio en completo silencio. No era el silencio del respeto ni el de la solemnidad. Era el silencio del estupor.
Rostros petrificados. Ojos abiertos sin comprender. Mandíbulas tensas, apenas contenidas.
¿Se rindió?
¿Realmente ese niño del Monte Hua… se rindió?
El representante de la Secta Wudang fruncía el ceño, como si al hacerlo pudiera corregir el absurdo de lo que acababa de presenciar. El anciano de la Secta Kunlun se apoyó con más fuerza en su bastón, sus nudillos blancos del esfuerzo. El líder del clan Namgung murmuró algo que sonó a una blasfemia contenida.
Nadie hablaba.
Porque nadie podía explicar lo que acababa de suceder.
Baek Cheon se rindió.
Lo dijo con palabras claras, con una sonrisa serena, con una reverencia inmaculada.
Pero ¿por qué?
¿Cómo?
Normalmente, un discípulo combatía hasta el final, incluso si su brazo quedaba colgando por un tendón o si su pierna era reducida a polvo. Retirarse… era deshonroso. Era impensable.
Pero él lo hizo.
Y lo hizo después de dejar a su oponente temblando, con una espada en la garganta y los ojos desorbitados.
Y esa era la parte más cruel.
Porque aunque los jueces anunciaron que Hye Yeon de Shaolin era el ganador oficial, nadie lo creía.
Ninguna voz en la arena gritó “¡Felicitaciones!”
Ningún discípulo de otra secta aplaudió.
Porque todos sabían la verdad.
La victoria había sido despojada de su valor.
Y peor aún… había sido reemplazada por la burla.
Shaolin no solo perdió el combate.
Shaolin fue humillado.
Públicamente. Elegantemente. Implacablemente.
Como si alguien hubiese arrojado estiércol fresco en el altar del Murim… y luego ofrecido incienso con una sonrisa.
Un discípulo. De una secta arruinada.
Era impensable.
En ese momento, una carcajada explosiva estalló desde el lado opuesto del podio.
—”¡PUAHAHAHAHAHA!”
Tang Bo.
El aclamado elder del Clan Tang se sostenía el estómago, doblado de la risa, con los ojos llenos de lágrimas y las mejillas rojas como tomates. Golpeaba con la palma abierta contra el respaldo de su silla, chillando entre carcajada y carcajada.
—”¡Aaaah…! ¡Pfft! ¡¡No puedo!! ¡Ese niño… ese maldito niño…!”
A su lado, Tang Gun-ak, líder del clan, tenía los labios temblorosos como gelatina. Cada tanto, una risita traicionera se le escapaba por la nariz, hasta que al final tosió con torpeza y bajó la cabeza en una reverencia educada.
—”Este… mis más sinceras disculpas. El elder Tang Bo no se encuentra bien de los nervios. Seguramente fue el cambio de clima…”
Pero nadie le creyó.
Las miradas distorsionadas —de enojo, de vergüenza, de incomodidad— se dirigieron al anciano Tang Bo, que ahora se secaba las lágrimas con el borde de su manga sin una pizca de culpa en su rostro.
Y luego miró hacia la arena, hacia el epicentro del caos.
Donde Cheong Myeong reía como un zorro descarado y Baek Cheon se dejaba abrazar con las mejillas encendidas.
Su mejor amigo. Y su discípulo amante.
Tang Bo dejó escapar un suspiro largo, casi emocionado, y con una sonrisa que desbordaba orgullo, murmuró:
—”Esa “victoria”… merece ser celebrada.”
Se volvió hacia uno de los sirvientes del Clan Tang.
—”¡Tú! ¡Ve a la ciudad! Compra todo el licor que tengan. ¡El de buena calidad! Y que preparen carne estofada, cordero picante, panqueques de cebolleta, y… ¿dije licor? ¡DOBLE ración! ¡Hoy bebemos como emperadores!”
El sirviente parpadeó.
—”¿Ahora, señor? ¿En medio de la competencia?”
—”¡¿QUÉ PARTE DE “CELEBRACIÓN” NO ENTENDISTE?! ¡MUÉVETE!”
El joven desapareció como un rayo.
(...)
Cheong Mun se acercó a sus discípulos, que aún estaban en una mezcla de éxtasis, incredulidad y euforia contenida. Su túnica ondeaba con dignidad, el cabello recogido perfectamente, y los ojos firmes como la raíz del Monte Hua.
—”Volvamos.”
Su voz fue clara, sin emoción, como si se tratase de una orden cotidiana después de una clase de meditación.
No había nada más que hacer allí.
La competencia había terminado. Las palabras habían sido dichas.
El golpe, ejecutado con la precisión de una espada envainada.
Los discípulos del Monte Hua asintieron sin dudarlo. Nadie protestó. Nadie miró atrás.
Cheong Myeong, con su típica actitud descarada, tomó la mano de Baek Cheon, enlazando sus dedos como si fuera lo más natural del mundo.
Baek Cheon se sonrojó un poco, pero no protestó.
No era la primera vez que él lideraba al grupo: era el ‘sasuk’, el discípulo mayor. Su lugar estaba al frente.
Pero esta vez era diferente.
Cheong Myeong lo guiaba como si lo estuviera presumiendo.
Como si su mano entrelazada fuera una declaración para el mundo:
“Este es mío. Él es del Monte Hua. Y venció.”
Nadie dijo nada. Nadie lo reprendió.
Porque todos sabían que Baek Cheon lo merecía.
Así, el grupo comenzó a caminar al unísono, túnicas ondeando como un río fluyendo en perfecta sincronía.
Y cuando llegaron a los bordes del escenario…
La multitud estalló.
—¡MONTE HUA!
—¡ESOS SON VERDADEROS DISCÍPULOS!
—¡BAEK CHEON LA ESPADA JUSTICIERA!
Desde ambos lados del sendero, la multitud se agolpaba, dejando un pasillo angosto entre vítores, gritos emocionados y aplausos ensordecedores.
Ni siquiera en el apogeo del Monte Hua habían recibido una ovación así.
Los discípulos del Monte Hua, al principio tensos por la reacción, comenzaron a sonreír.
Primero tímidamente. Luego con orgullo.
Pero justo cuando daban el primer paso más allá del escenario…
—”¡¡DETÉNGANSE!!”
La voz resonó como un trueno.
Bop Jeong, el Bangjang de Shaolin, estaba sentado en el estrado, los hombros caídos como si el peso del cielo se le hubiese desplomado encima.
Pero sus ojos…
Sus ojos eran fuego contenido, llenos de furia y amargura.
Ya no tenía esa mirada pacífica, serena, digna de un monje venerado.
—”¿De verdad quieres terminar así?” —escupió, con veneno en la garganta.
Cheong Mun dio un paso al frente. Su rostro era una máscara de calma, pero en su interior, el corazón latía como un tambor de guerra.
—”Entonces, ¿qué más podemos hacer, Bangjang?”
Su tono era suave. Serio. Casi condescendiente en su compostura.
Bop Jeong apretó los dientes.
Su voz temblaba, no de miedo, sino de frustración contenida.
—”¿Sabes lo que estás haciendo? ¡Esto es ignorar al mundo y a Shaolin! ¡La arrogancia del Monte Hua nunca será perdonada!”
Un susurro recorrió a los presentes. Algunos ancianos entrecerraron los ojos. Otros miraron hacia otro lado.
Pero antes de que Cheong Mun pudiera responder, Cheong Myeong adelantó un paso.
Sus ojos eran puro fastidio.
Ya no estaba para formalidades. No ahora que Shaolin arrojaba insultos velados como dagas envenenadas.
No ahora que atacaban a su secta… y a su amado discípulo.
—”¿Perdonarnos?” —repitió, con una sonrisa ladeada—. “¿Por qué deberíamos ser perdonados?”
Su voz fue un filo limpio.
—”No hicimos nada malo. No desobedecimos ninguna regla. No manchamos el nombre de nadie.”
—”Solo combatimos. Perdimos. Y nos fuimos.”
Sus ojos se clavaron como cuchillos en los de Bop Jeong.
—”El único arrogante aquí es Shaolin.”
Un murmullo recorrió a los presentes como una onda expansiva.
—”¿De verdad crees que todo debe girar en torno a ustedes? ¿Que incluso nuestras decisiones deben pasar por tu aprobación?”
Cheong Myeong sonrió. Una sonrisa tan peligrosa como una trampa recién activada.
—”Eso no es virtud, Bangjang. Eso es ego.”
Bop Jeong quedó mudo.
Su garganta se cerró. Su mandíbula tembló.
Pero ninguna palabra salió.
Porque no tenía cómo responder.
Porque Cheong Myeong había dicho la verdad.
Y la verdad… no necesitaba aprobación.
Cheong Myeong se giró ligeramente sobre sus talones, aún con la mano entrelazada con la de Baek Cheon, y miró hacia el estrado donde Bop Jeong temblaba de rabia, descompuesto, con los ojos inyectados en sangre y la frente perlada de sudor.
Y entonces, como si simplemente despidiera a un viejo vecino molesto, agitó la mano con total despreocupación y soltó:
—”Cuídate, Bangjang. Al verte vomitar sangre así de repente, me preocupa que tengas problemas de salud. Creo que deberías enfocarte más en eso antes de criticar a los demás. Tengo un buen amigo que sabe de medicina… Tal vez pueda convencerlo de que te dé un descuento especial si lo veo.”
¡PUHHHK!
El sonido fue grotesco, húmedo, crudo.
Bop Jeong se inclinó hacia adelante de golpe, tosiendo sangre como un géiser escarlata.
Salpicó el suelo de piedra, tiñéndolo de rojo oscuro, mientras un alarido ahogado escapaba de su garganta.
Los discípulos de Shaolin gritaron con horror.
—¡¡MAESTRO!!
—¡¡BANGJANG!!
—¡Rápido, traigan a los médicos!
Una docena de monjes se arrojaron a su alrededor, levantándolo con manos temblorosas y gritos desesperados.
Su túnica se manchó de sangre. Su mirada estaba perdida.
Uno de los jóvenes discípulos no dejaba de repetir, llorando:
—¡Nos vengaremos, maestro! ¡¡Shaolin no olvidará esto!!
Pero todo lo que logró fue que Cheong Myeong chasqueara la lengua mientras se volvía de nuevo hacia su grupo.
—”Qué dramáticos. Una palabra más y seguro se desmaya otra vez.”
Negó con la cabeza, exasperado, y retomó su lugar junto a Baek Cheon, como si acabara de regresar de una caminata tranquila.
—”No estoy seguro cómo artista marcial”, —murmuró mientras caminaban de nuevo— “pero como monje… realmente no tiene cualificación alguna.”
Baek Cheon suspiró, bajando la voz lo suficiente para que solo él pudiera oírlo.
—”¿Alguna vez pensaste que tu hocico es demasiado?”
Cheong Myeong apretó su mano con fuerza, en una clara reprimienda.
—”En absoluto.”
Baek Cheon asintió.
Sin una pizca de sarcasmo.
Convencido.
Y fue en ese instante que Cheong Mun, caminando detrás de ellos, soltó una risa breve, más parecida a un suspiro cansado.
—’Estos niños van a hacerme perder años de vida…’
Pero no los detuvo.
No dijo nada más.
Porque la dignidad del Monte Hua ya había sido mostrada con creces.
Esta vez, sin que nadie los detuviera, el Monte Hua retomó su camino.
Los discípulos caminaron al unísono, túnicas balanceándose al ritmo de sus pasos, con la frente en alto y el corazón henchido de un orgullo nuevo.
Un orgullo no arrogante, sino merecido.
Y fue entonces cuando el público comenzó a aplaudir.
No eran aplausos de algarabía, ni gritos desbocados.
No eran vítores ni ovaciones fanáticas.
Eran aplausos de reconocimiento.
Sinceros.
Profundos.
Indiscutibles.
Porque todos los que presenciaron esa escena,
todos los que escucharon la burla cortante de Cheong Myeong,
la dignidad sin grietas de Cheong Mun,
la gracia aplastante de Baek Cheon…
Todos sabían lo que estaba ocurriendo.
La flor de ciruelo…
esa que una vez comandó el Murim,
la que se creía marchita,
la que fue olvidada y pisoteada…
estaba volviendo a florecer.
Y su fragancia se alzaba, no solo con la espada,
sino con cada paso que daban.
El Murim entero estaba presenciando el renacer del Monte Hua.
Y esta vez…
no sería olvidado.
—-----------
La barba de Cheong Mun tembló.
Literalmente.
No por ira… exactamente.
No por desesperación… exactamente.
Era… una mezcla sagrada de resignación, preocupación, y una leve punzada de deseo de fingir que no conocía a ninguno de los presentes.
Frente a él, el patio de su residencia se había convertido en un festival de la decadencia.
Montañas de carne humeaban sobre platos de plata. Sopas picantes, costillas, empanadas de cebollino, guisos, fideos fritos… todo apilado como si alimentaran a un ejército.
Los discípulos del Monte Hua se abalanzaban sobre los platos, ya sin la menor compostura marcial, riendo, peleando por el último bocado, metiéndose panecillos en las mangas como si aún tuvieran que sobrevivir en el desierto.
Pero lo que realmente hizo que el párpado izquierdo de Cheong Mun se contrajera fue la otra montaña.
Una más siniestra.
Más peligrosa.
Licor.
Miles de botellas.
Botellas altas, botellas gordas, botellas decoradas con flores talladas, botellas tan viejas que parecía que los alambiques mismos se habían extinguido. Torres de licor. Y todo eso… en el mismísimo templo de Shaolin.
Un lugar donde no sólo la carne estaba prohibida, sino donde el solo olor a alcohol podría convocar cien sutras de expiación.
Cheong Mun tragó saliva.
Sus ojos se desplazaron lentamente hasta la fuente de todo ese caos.
Tang Bo.
Su cuñado.
Su bendito, brillante, incontrolable cuñado.
Estaba en medio del banquete como un rey celebrando el año nuevo, con una sonrisa de oreja a oreja, los brazos abiertos como si estuviera abrazando el cielo.
—”¡Vamos, vamos, que hay de sobra! ¡Tú, sí tú, el del moño torcido! ¡Toma otra pierna de cordero! ¡Y no dejes ni una sola gota de licor, eso sería una ofensa para la botella! ¡Jajaja!”
Los discípulos del Monte Hua, ya completamente entregados al festín, no necesitaban más estímulo.
Si su propio maestro, el temido Geomjon, estaba sentado con una copa en la mano, y una pierna cruzada sobre la otra mientras se reía a carcajadas junto a Baek Cheon que no paraba de sonrojarse…
¿Quién iba a detenerse ahora?
Cheong Mun se acercó a Tang Bo con la calma tensa de un hombre al borde del colapso.
—”Cuñado.” —La voz fue suave. Pero tenía filo.
Tang Bo volteó con su sonrisa más inocente, como un zorro pescando en aguas sagradas.
—”¿Sí?”
Cheong Mun inhaló lentamente.
—”Agradezco el banquete. Realmente lo agradezco. Pero… ¿no podías haberlo organizado… fuera del templo de Shaolin?”
La sonrisa de Tang Bo se congeló por una fracción de segundo.
Parpadeó.
Luego se giró y echó un vistazo a su alrededor.
Discípulos gritando por más salsa.
Botellas vacías tiradas por el suelo.
Baek Cheon cubriéndole la boca a Cheong Myeong para que dejara de contar historias vergonzosas de su juventud a los presentes.
Y en el fondo… una hoguera.
Una hoguera.
Una gran hoguera, rugiendo en el suelo sagrado de Shaolin, con un cerdo entero girando lentamente sobre el fuego.
Chisporroteando. Crujiente. Aromático.
Tang Bo se encogió de hombros.
—”¿Cuál es el problema?”
Cheong Mun sintió que iba a vomitar sangre.
No como Bop Jeong, por ira.
Sino por pura desesperación.
—”¡¿Cuál es el problema?! ¡Esto es Shaolin! ¡Un templo! ¡Uno que prohíbe el consumo de carne, de alcohol, de fuego descontrolado! ¡Y tú les estás sirviendo jabalí bañado en vino frente al Gran Salón del Dharma!”
Tang Bo lo miró, parpadeó dos veces y alzó una ceja.
—”¿Y?”
—”¡Y ni siquiera hemos salido de la provincia!”
—”Oh, vamos” —rió el elder, sacudiendo una botella y ofreciéndosela a su cuñado—. “Vamos, cuñado. Relájate un poco. Mira esas caritas felices. ¿No es esto lo que tus discípulos merecen?”
Cheong Mun se quedó en silencio.
Sus ojos recorrieron el caos festivo que se extendía frente a él, aún incrédulo por el hecho de que, técnicamente, seguían dentro del sagrado templo de Shaolin. Pero al ver las risas sinceras de sus discípulos, la energía juvenil que contagiaba a todos los presentes, y la forma en que el nombre del Monte Hua resonaba ahora con respeto en cada esquina del patio… supo que detener todo eso sería más grave que permitirlo.
Fue entonces que una voz conocida y despreocupada lo sacó de sus pensamientos.
—”¡Vamos, sahyung!”—gritó Cheong Myeong, levantando una copa con una sonrisa descarada—.”¡Este licor está realmente delicioso, tienes que probarlo!”
Tang Bo, que parecía haber estado esperando ese momento, sonrió con malicia y sin dejar que su cuñado respondiera, lo empujó con fuerza hacia la mesa principal.
—”¡Vamos, viejo! ¡Hoy no eres el líder de nada! ¡Hoy eres solo el cuñado del gran Tang Bo y el hermano de un idiota que te quiere hacer beber!”
Cheong Mun suspiró, con una mano sobre su frente.
Pero no se resistió.
Se sentó.
Con resignación y una leve sonrisa en los labios, tomó asiento al lado de su hermano menor, quien de inmediato le sirvió una porción generosa de guiso picante mientras seguía riendo con Baek Cheon, completamente cómodo, completamente feliz.
Tang Bo se sentó frente a ellos, y sin perder la cadencia ni el ritmo del ambiente, comenzó a servir las copas con una solemnidad extraña para alguien tan ruidoso como él.
Una a una, cinco copas de licor fueron llenadas con precisión:
Una para él mismo.
Una para Baek Cheon, el héroe inesperado de la jornada.
Una para Cheong Myeong, el orgulloso maestro y descarado bebedor.
Una para Cheong Mun, el siempre amable líder que, incluso en la derrota política, había ganado un nuevo respeto en el Murim.
Y la última…
Tang Bo se detuvo un segundo.
Con mucho cuidado, colocó la última copa frente al asiento vacío a su lado.
Ese lugar…
Estaba reservado para Cheong Jin.
Aunque la silla estaba vacía, nadie osó ocuparla.
Nadie preguntó. Nadie necesitó explicaciones.
Porque los cuatro que ahora compartían la mesa sabían que ese lugar seguía lleno.
De risas pasadas.
De silencios entendidos.
De una presencia que, aunque ausente, nunca desaparecía del todo.
En el pasado, antes de que Baek Cheon llegara a sus vidas como una ráfaga de viento nuevo,
ellos cuatro solían beber juntos.
Y aunque Cheong Jin ya no estaba entre ellos, Tang Bo no permitiría que quedara fuera.
Levantó su copa con decisión, sin una pizca de tristeza en su voz, solo orgullo y cariño.
—”Brindo por la “victoria.” del Monte Hua. Por Baek Cheon, por nuestro joven espadachín que hizo temblar a Shaolin. Y por todos ustedes, que han aguantado años de polvo y olvido y hoy vuelven a brillar.”
Cheong Myeong rió, levantando su copa con fuerza.
—”¡Y por mí también, obviamente! ¡El maestro que convirtió a un tronco testarudo en una hoja afilada como una lanza celestial!”
Baek Cheon puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír.
—”Solo tú puedes felicitarte a ti mismo en un brindis ajeno.”
—”¡Si no lo hago yo, nadie lo hará!” —dijo Cheong Myeong, y todos estallaron en risas.
Las copas chocaron.
El sonido fue claro, limpio, como una campana que marcaba un nuevo comienzo.
Bebieron.
Y por un rato, solo hubo risas, anécdotas y comida caliente.
Cheong Mun, incluso con la copa aún a medio camino de sus labios, no pudo evitar sonreír.
Tang Bo seguía parloteando anécdotas de su juventud con Cheong Myeong. Y Cheong Myeong trataba de “corregir” esas anécdotas para verse más cool frente a Baek Cheon que no paraba de reír.
El asiento vacío permanecía en silencio.
Pero no se sentía solo.
Porque mientras el Monte Hua reía… también lo recordaba.
Y en ese recuerdo…
la flor de ciruelo florecía más fuerte que nunca.
Chapter 199: ⌗Hogar (1)
Chapter Text
Botella tras botella de licor fueron vaciadas.
El aire ya no olía a incienso ni a tierra sagrada, sino a carne asada, especias calientes y alcohol fuerte.
La celebración había traspasado la línea de lo decoroso hacía mucho rato.
Y sin embargo, nadie lo lamentaba.
Cheong Myeong bebía como si el licor fuera agua de manantial.
Cada vez que tomaba una botella nueva, no dudaba: llenaba la copa de Baek Cheon hasta el borde… y engullía el resto directamente del cuello de la botella, como si en ello se le fuera la vida.
—”¡Vamos, Baek Cheon! ¡No puedes perder el ritmo ahora! ¡Este vino tiene casi la misma edad que Sahyung!”
Baek Cheon, que normalmente bebía con moderación y cortesía, hizo una excepción.
Tal vez era el ambiente.
Tal vez era la euforia.
Tal vez eran las miradas constantes de su maestro, esas que brillaban con orgullo y calidez…
O quizás era simplemente que se sentía seguro.
Así que aceptó cada copa que Cheong Myeong le ofreció.
Una tras otra.
Hasta que sus mejillas se tornaron tan rojas como los ciruelos en flor.
Hasta que sus ojos se nublaron y su risa se volvió dulce, suave, casi infantil.
El primero en caer fue Cheong Mun, que se desplomó como una roca al final de una montaña.
—”Mmph… sólo… cinco copas… más…”
Su cabeza golpeó la mesa con un “thump” sordo, quedando entre dos fuentes vacías de arroz salteado y albóndigas flotando en caldo.
Toda la dignidad del Líder del Monte Hua se evaporó como vapor de licor caliente.
El segundo fue Baek Cheon.
Sus párpados se habían vuelto pesados. Su espalda se curvaba hacia Cheong Myeong como un imán inevitable.
Y fue Cheong Myeong, aún riendo, quien lo sostuvo por la cintura con una mano firme y cuidadosa, guiándolo suavemente hasta que su cabeza descansó contra su hombro.
—”Tsk… Dongryong… incluso borracho te ves tan jodidamente hermoso.”
Las palabras escaparon sin filtro.
Tal vez el alcohol, tal vez el corazón.
El calor de Baek Cheon lo envolvía.
Su cabello olía a flores y madera.
Sus mejillas sonrojadas estaban tan suaves que Cheong Myeong tuvo que morderse el labio para no hacer alguna tontería frente a todos.
Al final, los únicos que quedaban de pie —o más bien, tambaleándose pero aún erguidos— eran Tang Bo y Cheong Myeong.
Dos pilares del desastre.
Los grandes bebedores.
Los campeones del caos embriagado.
—”¡Uhhh!”—gruñó Tang Bo, tratando de llenar su copa, pero derramando la mitad sobre la mesa—. “¿Viste, Cheong… Cheongguh… Cheong Meow…? ¡Yo… yo puedo! ¡Puedo seguir! ¡Puedo—!”
¡THUD!
Y cayó.
De cara contra el arroz.
Cheong Myeong lo observó con una ceja alzada.
—”Ah. Ya caíste también, ¿eh?”
Miró a su alrededor.
Todos los discípulos dormían esparcidos como muñecos rotos.
Algunos roncaban con fuerza. Otros abrazaban botellas vacías como si fueran almohadas.
Solo quedaba él.
Cheong Myeong, el último en pie.
El zorro descarado.
El orgulloso maestro.
El amante rendido.
—”Bueno, supongo que… ya es hora.
Pero antes de moverse, abrió una botella más.
—”Sería un crimen dejarla ahí… “—murmuró, y se la bebió como quien da el último suspiro de gloria antes del descanso eterno.
Luego, se levantó con un movimiento lento y certero, cargando a Baek Cheon entre sus brazos.
Baek Cheon se acurrucó contra él con ternura instintiva, su nariz rozando el cuello de su maestro, sus labios murmurando palabras que sólo el sueño comprendía.
El camino hacia los cuartos de invitados fue lento.
Silencioso.
El templo dormía. El mundo también.
Y en ese momento, solo ellos dos parecían respirar la misma noche.
Al llegar a la habitación, Cheong Myeong empujó la puerta con el pie y entró en la penumbra.
La cama estaba hecha. Las mantas aún olían a incienso.
Colocó a Baek Cheon con delicadeza, como si fuera porcelana.
Sus dedos comenzaron a desatarle la túnica, aflojando los nudos con cuidado, para que pudiera dormir cómodamente, sin restricciones.
El pecho de Baek Cheon subía y bajaba con calma. Sus labios estaban entreabiertos, su piel tibia.
Pero al sentir el contacto, Baek Cheon abrió lentamente los ojos.
Solo un poco.
—”Mmm… Cheong Myeong-ah…”—
Su voz era un susurro adormilado.
Una mezcla de ternura y deseo.
Y sin previo aviso, lo atrajo hacia él.
Los labios de Baek Cheon encontraron los de Cheong Myeong en un beso suave, tembloroso… pero cargado de emoción.
Era torpe, como todos los primeros gestos de amor puro.
Pero también era inevitable.
Cheong Myeong no lo rechazó.
Tampoco lo contuvo.
Sus manos se apoyaron a ambos lados del rostro de Baek Cheon, profundizando el beso, acariciándolo con devoción.
La noche, finalmente, era solo de ellos.
Los labios de Baek Cheon siempre habían sido algo adictivo para Cheong Myeong.
Desde la primera vez que los probó, se habían quedado impresos en su memoria como un pecado imposible de resistir.
Tan suaves. Tan cálidos.
Tan absolutamente suyos.
Y ahora, mezclados con el dulzón sabor del licor que ambos habían compartido durante horas, esos labios tenían un toque aún más embriagador.
Como un vino añejo que se saborea despacio, pero que enciende el cuerpo en cada sorbo.
Cheong Myeong lo besó hasta quedarse sin aliento.
No con urgencia.
No con desesperación.
Sino con esa ansiedad dulce de quien ha esperado toda la noche por un regalo que sabe que no merece, pero aún así lo abraza con ambas manos.
Baek Cheon jadeaba suavemente entre beso y beso, sus manos acariciando el cálido pecho de su maestro por debajo de la túnica ligeramente desatada.
Sus dedos se deslizaban con la timidez del deseo y la confianza de alguien que ya conocía ese cuerpo.
Cheong Myeong tembló.
Cada caricia era una chispa.
Y entonces, mientras recuperaba el aliento, Baek Cheon habló con voz ronca, como si las palabras le costaran salir entre el calor de su pecho y el peso del alcohol:
—”Creo que… Hye Yeon se dio cuenta de lo que hicimos ayer…”
Cheong Myeong parpadeó.
Por un segundo, la imagen del joven monje temblando con una espada en el cuello regresó a su mente.
Y luego, se echó a reír.
Una risa baja, íntima, que vibró en su garganta.
—”¿Así que por eso te miraba como si fueras la peor cosa que ha salido del infierno?” —preguntó, todavía entre carcajadas.
Baek Cheon frunció el ceño en un puchero adorable.
—”Parece que sí… Así que… no deberíamos hacer nada de eso otra vez aquí…”
Pero mientras decía eso, su mano seguía bajando lentamente, deslizándose por la cintura de Cheong Myeong, jugando con el borde suelto de su cinturón y finalmente llegando hasta el bulto de su entrepierna.
Cheong Myeong alzó una ceja.
Su mirada descendió hasta esa mano traviesa que no concordaba en absoluto con las palabras recién pronunciadas.
—”¿No hacer nada?”—repitió, con una sonrisa ladeada—. “Cheon-ah… tus palabras dicen “no”, pero tu mano parece estar escribiendo poesía en otro idioma.”
Baek Cheon no respondió, pero hundió el rostro contra su cuello, murmurando algo incomprensible… y peligrosamente cálido.
Cheong Myeong soltó un bufido suave, como si ya supiera que no tenía salvación.
—”Tienes razón” —dijo, inclinándose para dejar un beso en su frente—. “Estás muy borracho. Esto no sería justo para ti.”
Y con una voluntad que no sabía que aún poseía, se apartó con cuidado, comenzando a incorporarse.
Pero entonces…
—”¡No…!” —protestó Baek Cheon, con la voz de un niño al que acaban de quitarle su manta favorita.
Se aferró al dobladillo de la túnica de Cheong Myeong con ambas manos, jalándolo hacia sí con una fuerza sorprendente para alguien tan ebrio.
—”Vuelve. ¡No he terminado de besarte!”
Cheong Myeong giró el rostro, y su expresión fue un poema de desesperación divertida.
—”¿No has terminado…?”
—”Mhm. No. Y no me importa si Hye Yeon me quiere matar.”
Sus ojos estaban entrecerrados, las mejillas encendidas, y los labios ligeramente hinchados por los besos.
Era la imagen de la tentación.
Cheong Myeong soltó un largo suspiro.
—”Dioses celestiales, ¿cómo se supone que me resista a esto…?”
Se dejó caer de nuevo junto a él.
—”Solo un poco más.”
Baek Cheon sonrió.
No respondió.
Solo lo besó otra vez.
Lento.
Lleno de cariño y de vino.
Como si quisiera memorizarlo una vez más antes de que el sueño lo reclamara por completo.
La noche en el templo de Shaolin se volvió aún más silenciosa.
Y entre mantas tibias y caricias suaves,
Cheong Myeong y Baek Cheon se entregaron a una intimidad que no necesitaba ser escandalosa para ser inolvidable.
Porque en ese cuarto, más allá del escándalo, las batallas y los nombres del Murim,
solo estaban ellos dos.
Y eso era más que suficiente.
—-------
Al día siguiente, los rumores no se hicieron esperar.
Como un viento impaciente, la historia de lo ocurrido en la competencia del Murim comenzó a volar por todos los rincones del mundo, traspasando montañas, ríos y ciudades antes siquiera de que los discípulos del Monte Hua terminaran de empacar sus cosas.
La primera noticia que se escuchó en cada rincón fue la más obvia:
—“Shaolin ganó la competencia.”
Y ante esas palabras, la reacción fue unánime.
—¡Oh, claro! ¡Es Shaolin después de todo!
—Como era de esperar.
—No hay quien se les compare.
Narices alzadas. Pechos inflados. Afirmaciones cargadas de seguridad.
Pero los rumores no terminaban ahí.
Porque después, venía la segunda parte.
—“Pero… es como si el Monte Hua hubiese ganado, ¿sabes?”
—¿Eh?
—¿Qué estás diciendo?
—¿De qué estás hablando?
La confusión era inmediata.
La gente, como siempre, ama un ganador, pero adora aún más una historia de humillación épica.
Y esta historia lo tenía todo.
Cuando finalmente las verdaderas circunstancias se esparcieron como fuego en campo seco, las reacciones fueron espectaculares.
—¿Qué?
—¿Shaolin fue derrotado… y Monte Hua rechazó la victoria por su cuenta?
—¡¿Dices que se rindieron a propósito solo para humillarlos?!
Las bocas se abrieron.
Las tazas de té se derramaron.
Los comerciantes dejaron caer sus mercancías.
—¡Oh, Dios mío! ¡Shaolin ha sido completamente humillado!
Una historia como esa no podía simplemente quedarse quieta.
No cuando los orgullosos monjes de la cima habían sido ridiculizados por una secta que, hasta hace unos años, nadie tomaba en serio.
Era jugoso.
Era perfecto.
Era irresistible.
—¡¿Viste?! ¡Vi con mis propios ojos cómo uno de los monjes de Shaolin se desmayó del disgusto!
—¡Dicen que escupió sangre! ¡Frente a todos!
—¡Y el discípulo del Monte Hua lo saludó con una reverencia después de ganarle!
—¡Una reverencia!
La historia cambió ligeramente con cada boca por la que pasaba.
Un golpe se convertía en tres.
Un monje desmayado se transformaba en cinco.
El Bangjang vomitando sangre… bueno, eso sí paso.
Y así, de boca en boca, se armó una cadena.
Los hijos le contaban a sus padres.
Los comerciantes a sus clientes.
Los mensajeros a los guardias de ciudad.
Y en cada conversación…
el nombre del Monte Hua comenzaba a resonar como una leyenda revivida.
—¿Monte Hua?
—¡Sí! ¡No sólo llegaron a la final! ¡Fueron quienes dieron la mejor impresión! ¡El mejor desempeño!
—¡Y su discípulo, ese tal Baek Cheon…! ¡Dicen que partió una técnica celestial en dos con una flor de ciruelo!
Era el renacimiento del mito.
Y mientras los rumores se esparcían como epidemia, el Monte Hua hacía lo más sabio que podía hacer en ese momento: huir.
Abandonaron el templo de Shaolin lo antes posible.
Sin mirar atrás.
Sin despedirse.
Con pasos tambaleantes, rostros pálidos y ojeras profundas.
Todos estaban de resaca.
El líder de secta, Cheong Mun, caminaba con las manos en su espalda fingiendo que aún tenía dignidad, y no un gran dolor de cabeza.
A su lado, Cheong Myeong caminaba con una botella de licor en la mano y la sonrisa de un gato bien alimentado.
Y Baek Cheon, ligeramente cojeando, con el cuello lleno de marcas sospechosas y con una túnica extra que hacía poco o nada para ocultar esas marcas, evitaba el contacto visual con cualquiera.
Detrás de ellos, en los terrenos del templo de Shaolin, quedaban los vestigios de su paso.
—Docenas de botellas de licor vacías.
—Montones de huesos calcinados del cerdo entero que habían asado junto a un altar.
—Una hoguera aún humeante.
Y lo peor…
—Una habitación…
con una cama destrozada y manchada de extraños fluidos.
Uno de los monjes que fue a limpiar esa habitación salió pálido como un cadáver.
—“Amitabha… eso era vino… ¿verdad?”
Shaolin no volvería a ser el mismo.
Baek Cheon estaba bastante seguro de que escuchó al Bangjang de Shaolin gritar mientras descendían la montaña.
Fue un alarido lejano, cargado de furia, vergüenza y algo que sonaba como el nombre de Monte Hua repetido muchas veces en tonos nada amistosos.
Pero antes de que pudiera confirmar sus sospechas, Cheong Myeong, que caminaba con una botella de licor en la mano, respondió sin siquiera mirar atrás:
—”Probablemente fue algún animal que se cayó por un barranco. Hay muchos por aquí.”
Baek Cheon lo miró con desconfianza.
—”Ese animal… ¿gritó “¡Maldito Monte Hua!”?”
—”¿Sí? Bueno, tal vez era un loro. Un loro entrenado para insultar. Son muy comunes cerca de Shaolin, dicen…”
Baek Cheon no insistió. Tenía dolor en todo el cuerpo, estaba cansado y todavía tenía la sospecha de que alguien en el grupo los había escuchado...
No tenía fuerzas para enfrentar verdades más incómodas.
Y mientras tanto, Cheong Myeong parecía caminar como si hubiera rejuvenecido diez años.
Este viaje había sido más que beneficioso para él.
No por el prestigio que claramente había ganado su secta.
No por las nuevas alianzas y las miradas sorprendidas de otras sectas.
No. Era algo mucho mejor.
Dinero.
Mucho, mucho dinero.
Cheong Myeong caminó con las manos en la espalda, con ese aire relajado de quien está completamente satisfecho con su vida, y observó con brillo en los ojos los grandes carros que avanzaban lentamente detrás de los discípulos.
Carros enormes.
Pesados.
Repletos de bolsas.
Algunos estaban cargados de los regalos recibidos tras su magnífico desempeño en la competencia.
Otros… estaban llenos del dinero que Cheong Myeong había ganado apostando por sus discípulos.
—”Tsk. Y decían que apostar era de gente irresponsable,” —murmuró para sí con orgullo—. “Esto es inversión estratégica.”
Pero pronto, su sonrisa de zorro se desvaneció al desviar la mirada.
Baek Cheon caminaba apenas a su lado, con las piernas tiesas, el paso rígido y los ojos entrecerrados por el sol y el cansancio.
El guerrero que un día antes había hecho temblar al Murim entero… ahora parecía a punto de caerse como una hoja seca.
Cheong Myeong frunció el ceño.
—”Tch…”
Baek Cheon sintió esa mirada y se sobresaltó.
—”¿Ahora qué tienes?” —preguntó, con voz adormilada y resignada—.
Pero antes de que pudiera decir algo más, Cheong Myeong se inclinó y lo cargó con suavidad entre sus brazos.
—”¡¿Q-qué estás haciendo?!”—exclamó Baek Cheon, sobresaltado—. “¡Puedo caminar solo!”
—”¡Tonterías!” —resopló Cheong Myeong mientras avanzaba con él en brazos—.
“Mi precioso discípulo ha sufrido bastante. Luchaste contra esos calvos de Shaolin. Me soportaste toda la noche. Te mereces un trono.”
Y dicho eso, se subió con él a uno de los carros.
Los discípulos, que arrastraban los otros carros entre sudor y resoplidos, alzaron las cejas al ver a su maestro recostando cuidadosamente a Baek Cheon sobre un colchón improvisado hecho de… billetes.
Sí. Billetes.
Montones de ellos, amontonados con descuido, formando una cama blanda, ligeramente olorosa a cuero viejo y riqueza.
Baek Cheon se tapó la cara con ambas manos.
—”Esto es demasiado humillante…”
Cheong Myeong se acomodó a su lado, tomando a Baek-Ah como almohada.
—”Shh. Agradece que no lo estoy transmitiendo por grulla mensajera.”
Desde abajo, los discípulos murmuraban con molestia apenas contenida.
—”¡Eso es favoritismo descarado…!”
—”¿Por qué él sí puede descansar en una cama de billetes y nosotros cargamos todo esto a pulso?”
—”¡Yo también luché! ¡Yo recibí un codazo en la cara en la tercera ronda!”
Pero luego, uno de ellos miró hacia el carro… y notó que Cheong Myeong estaba sacando su espada.
—”Si escucho una sola queja más… entrenamos con peso doble a mitad de camino.”
El silencio fue inmediato.
Un sudor frío recorrió a todos.
Y de repente…
todos caminaban más rápido.
Porque lo último que deseaban era que su temido maestro, con energía renovada, licor en la sangre y billetes por almohada, decidiera que aún no era momento de descansar.
El Monte Hua avanzaba.
Con carros cargados de oro.
Con discípulos exhaustos.
Con un escándalo recién dejado atrás…
Y con una reputación que, por primera vez en años, brillaba más que el sol que caía sobre los caminos de regreso a Shaanxi.
—------
El viaje de regreso fue largo y agotador.
Las ruedas de los carros crujían sobre los caminos de piedra, el polvo se levantaba con cada paso y el sol no parecía tener misericordia con los hombros adoloridos de los discípulos.
Pero al menos tenían un pequeño milagro a su favor:
Un líder de secta.
Y no cualquier líder.
Cheong Mun, una de las pocas almas en el universo capaz de mantener a raya al incansable, implacable y eternamente molesto Geomjon.
Gracias a su intervención, el grupo pudo parar en varias posadas durante el viaje.
—”Nos detendremos esta noche.”
—”¡Pero Sahyung! ¡Si no paramos, podríamos llegar en dos días menos!”
—”Nos detendremos esta noche.”
—”Pero si…”
—”Cheong Myeong.”
Solo eso bastaba.
El tono.
La mirada.
La autoridad que caía como una losa de granito.
Cheong Myeong mascullaba por lo bajo, pateaba un guijarro…
Pero no protestaba más.
Aunque esta vez, ni siquiera hizo falta que Cheong Mun interviniera.
Bastaron unas palabras de Baek Cheon, dichas con dulzura y una expresión inocente, mientras se recostaba de lado en el carro:
—”Una cama es más cómoda que un colchón de billetes, ¿no crees?”
Cheong Myeong lo miró.
Miró el montón de billetes bajo su espalda.
Miró las ojeras de su discípulo.
Y entonces, como si hubiera sido convencido por una revelación divina, saltó del carro con una energía renovada.
—”¡POSADEROOOOO! ¡TRAIGA SUS MEJORES HABITACIONES! ¡EL MONTE HUA ESTÁ AQUÍ!”
La delegación del Monte Hua se detuvo esa noche en una posada rural de buen tamaño.
Había habitaciones.
Había baños calientes.
Había camas.
Pero no tantas camas.
Eran muchos discípulos.
Y entre espacio limitado y prioridades mal distribuidas… pasó lo inevitable.
—¿¡Cinco en una sola habitación?! —chilló uno de los discípulos más jóvenes, mirando la pequeña estancia de futones y una sola ventana.
—Shhh, baja la voz —le susurró otro—.
¿Quieres que el maestro te escuche y te ponga a correr colina arriba a medianoche?
Porque claro.
¿A quién se le ocurrió meter a cinco discípulos en una misma habitación?
Geomjon.
¿Y por qué?
Porque, por supuesto, el maestro había tomado dos habitaciones completas: una para él… y otra para guardar el dinero.
—¡¿Dormimos como sardinas mientras el oro tiene una cama propia?!
—¡Shhh!
Los quejidos eran muchos, pero las voces eran bajas.
Porque nadie, nadie, deseaba despertar la ira de su maestro en medio de una noche de descanso.
Aun así, las noches en las posadas traían algo de alivio.
Baños tibios, arroz caliente, almohadas de verdad.
Poco a poco, el cansancio del viaje fue cediendo.
Pero nada elevó más el ánimo que la visión distante de las montañas del Monte Hua.
Al principio, solo eran sombras al fondo del horizonte.
Pero conforme avanzaban, las cumbres familiares comenzaron a emerger, con sus picos afilados y los riscos cubiertos de nubes.
Era su hogar.
—¡Ahí está! —gritó uno de los discípulos, con lágrimas en los ojos.
—”¡Mira, mira! ¡Esa es la cascada donde nos caímos todos la primera vez que entrenamos!”
—”¡Y ese es el risco donde el maestro nos gritó por equivocarnos de posición!”
Los recuerdos volvieron como un torrente.
El entrenamiento.
El esfuerzo.
Las locuras de su maestro.
Las comidas comunitarias.
Las cicatrices.
Las risas.
Estaban cerca. Muy cerca.
Y con eso en mente…
todos aceleraron el paso.
Incluso los que apenas podían arrastrar los pies encontraron fuerza en los talones.
Incluso los que se quejaban por dormir pegados a otros discípulos toda la semana, ahora corrían cuesta arriba riendo.
Porque al final del camino…
el Monte Hua los esperaba.
Baek Cheon descansaba tranquilamente encima de uno de los carros, su cabeza apoyada contra un pequeño fardo de mantas y su cuerpo ligeramente ladeado hacia la figura que dormía a su lado: Cheong Myeong.
A su alrededor, el sonido de los pasos pesados de los discípulos arrastrando los carros retumbaba como una sinfonía de fatiga. Sus compañeros jadeaban, sudaban, y murmuraban insultos velados mientras sus espaldas eran azotadas por el sol y el esfuerzo.
Pero Baek Cheon…
sonreía brillantemente.
Frente a ellos, como una visión sacada de los sueños, las montañas del Monte Hua se alzaban majestuosas.
Altas, orgullosas, y bañadas por una luz dorada de atardecer.
Se sentía como si hubiesen pasado años.
Como si todo lo vivido en Shaolin —las batallas, la humillación gloriosa, el escándalo, el licor, la cama compartida— hubiese sucedido en otra vida.
Y ahora, al ver su hogar, el corazón de Baek Cheon palpitaba con fuerza.
Giró el rostro hacia su maestro, que yacía a su lado con la cara medio enterrada en una manta doblada.
—”¡Cheong Myeong-ah, llegamos!”
Sacudió ligeramente su brazo.
Cheong Myeong, por supuesto, ya estaba despierto.
Llevaba varios minutos escuchando los murmullos de los discípulos, disfrutando secretamente de la brisa y del calor del cuerpo de Baek Cheon recostado junto al suyo.
Pero no abrió los ojos.
Al menos no hasta que sintió unos labios suaves rozarle la mejilla.
—”Mmm…”—exhaló, y recién entonces se incorporó, con una sonrisa tan satisfecha que era casi sospechosa.
—”Lo hiciste a propósito” —murmuró Baek Cheon.
Cheong Myeong no respondió. Solo sonrió, como si fuera completamente inocente.
Pero Cheong Myeong ya no podía seguir tumbado.
Frente a ellos, su montaña los llamaba.
Su hogar.
Y de inmediato, su expresión cambió.
—”¡Rápido! ¡Vamos! ¡Si no se apuran, oscurecerá y rodaremos por los acantilados como cebollas mal puestas!”
Los discípulos, al ver la cima tan cerca, gritaron emocionados.
—¡Sí, maestro!
—¡Vamos! ¡Podemos hacerlo!
Los pies se movieron más rápido.
Los ánimos se encendieron.
Hasta que…
—”Maestro…” —la voz cautelosa de Jo Gul rompió la energía como un balde de agua helada— “Con todo respeto, ¿qué haremos con los carros?”
Un silencio incómodo cayó sobre el grupo.
Jo Gul tragó saliva, temiendo ya la respuesta.
—”No vamos a… subirlos a la montaña, ¿verdad?”
Cheong Myeong ladeó la cabeza.
Como si le acabaran de preguntar si los humanos respiran aire.
—”¡Por supuesto que vamos a subir los carros a la montaña!” —exclamó, como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Y sin perder el tiempo, sacó un par de cuerdas gruesas de uno de los compartimentos del carro.
—”¡Vamos! ¡Nos tomará solo un par de horas si todos cooperan! ¡Quiero el oro en la cima antes de que los murciélagos salgan a saludar!”
En ese instante, toda la alegría y determinación de los discípulos se desvaneció.
Fue como ver un ejército entero marchar con honor y caer muerto en el mismo segundo.
—No…
—No puede ser…
—¡Esos carros pesan más que una vaca gorda vestida de armadura!
Uno de ellos incluso cayó de rodillas, mirando al cielo como si buscara la intervención de algún dios bondadoso.
—¿Por qué nosotros?
Jo Gul intentó una última súplica, girando hacia Cheong Mun, que iba un poco más adelante.
—”¡Líder de secta! ¡Por favor diga algo! ¡Esto no es humano!”
Pero Cheong Mun no se detuvo.
Ni siquiera giró la cabeza.
Solo aceleró el paso discretamente, murmurando algo como “necesito inspeccionar el sendero… con urgencia”.
Traición. Dolor. Silencio.
Cheong Myeong giró con una sonrisa brillante.
—”¡Vamos, muchachos! ¡El Monte Hua nos espera!”
Y así comenzó la ascensión final.
Cuerdas atadas.
Discípulos sudando.
Gritos. Maldiciones. Lágrimas silenciosas.
Y por muy infernal que fuera la subida…
nadie podía negar que el Monte Hua, su hogar, estaba cada vez más cerca.
Chapter 200: ⌗Hogar (2)
Chapter Text
Dentro de la secta del Monte Hua, el aire estaba tenso de anticipación.
Todos estaban reunidos frente a los portones principales.
Maestros de rostro solemne, ancianos con los brazos cruzados y ojos agudos, y discípulos jóvenes alineados en hileras, con las túnicas impecables y los nervios a flor de piel. Había un zumbido en el ambiente, como si incluso las piedras del camino contuvieran la respiración.
Habían escuchado rumores.
Algunos traídos por los mendigos de la Unión de Mendigos, que como siempre llevaban las noticias antes que nadie.
Otros, susurrados por los comerciantes de la pequeña ciudad al pie de la montaña.
—Dicen que el discípulo Baek Cheon peleó contra un monje de Shaolin hasta hacerlo escupir sangre.
—¡Y que Yu Iseol logró herir a Hye Yeon!
—¡Escuché que una marta participó en la competencia!
—Eso es… ¡imposible!
Pero los rumores no bastaban.
No hasta escuchar la historia completa de boca de su líder de secta.
De sus propios compañeros.
Y entonces…
lo sintieron.
Una energía familiar. Firme. Poderosa.
Subiendo por el sendero de piedra.
Los portones se abrieron lentamente.
Y tres figuras cruzaron el umbral.
La primera fue Cheong Mun, el líder de secta, caminando con pasos dignos aunque… con unas ojeras preocupantes.
Pero en cuanto los discípulos lo vieron, todos inclinaron la cabeza con respeto.
—”¡Bienvenido, líder de secta!”
—”¡Bienvenido!”
A su lado…
Cheong Myeong apareció, cargando en brazos a Baek Cheon como si fuera la doncella de una novela romántica y no el orgulloso y temido segundo al mando entre los discípulos.
Baek Cheon, rojo hasta las orejas, miraba a otro lado con dignidad forzada.
—”¡P-puedo caminar solo, lo juro!”
—”Shh, calla. Este es tu momento de gloria.”
Los saludos respetuosos llegaron inmediatamente.
Algunos todavía temblaban un poco al ver la figura imponente del legendario Geomjon.
Pero mientras los discípulos comunes se mantenían en posición, los discípulos directos de Geomjon no pudieron resistirse.
—”¡Maestro! ¡Está de vuelta!”
—”¡¿Como es Shaolin?! ¿Es cierto que su templo principal es del mismo tamaño de nuestra secta?”
—”¡¿Es verdad que Baek-ah participo?!”
Rodearon a Cheong Myeong sin miedo alguno, tocándole la túnica, suplicando por detalles, riendo y celebrando como si fuera un viejo amigo y no su temido maestro.
Era una escena que ningún otro grupo de discípulos en el Murim podía replicar.
Porque solo ellos sabían que Geomjon —por muy loco, insoportable y aterrador que fuera— se había ganado ese cariño con años de entrenamiento, paciencia disfrazada de gritos, y cuidado oculto bajo burlas.
Todo era risas y bienvenidas.
Hasta que, entre la multitud, uno de los discípulos más jóvenes levantó la mano.
—”Maestro Geomjon… disculpe… ¿y los demás?”
Cheong Myeong, que acababa de dejar suavemente a Baek Cheon sobre el suelo, agitó la mano con despreocupación.
—”Oh, ellos ya vienen. ¡Vamos, mejor entremos a comer! ¡Estoy muriendo de hambre!”
Los discípulos parpadearon, extrañados.
Pero algunos, movidos por la curiosidad, se asomaron por los portones entreabiertos.
Y entonces los vieron.
Escalando penosamente por el camino empinado de la montaña… cuatro carros enormes.
Cuatro carros atados con cuerdas a los cuerpos jadeantes de los discípulos que se habían quedado atrás.
Uno llevaba el rostro rojo, el otro gritaba sin fuerza, otro más parecía estar murmurando plegarias a cada paso.
Arrastraban los carros con la fuerza de sus propias almas.
Un silencio sepulcral cayó entre los discípulos que miraban.
Uno de ellos tragó saliva.
—”…Sí. Es mejor ir a comer.”
Y sin decir nada más, todos se giraron lentamente y entraron en el pabellón principal, fingiendo no haber visto nada.
Cheong Myeong sonrió, satisfecho.
—”Disciplina. Motivación. Estilo. Todo en equilibrio.”
Baek Cheon suspiro y lo miró con expresión entre divertida y cansada.
Pero cuando el viento de la montaña sopló suavemente y el aroma del arroz recién cocido los alcanzó, ambos supieron que, por muy agotador que fuera… estaban en casa.
Y el Monte Hua…
nunca había estado más vivo.
(...)
La bienvenida, aunque no fue la más ortodoxa —con discípulos que literalmente llegaban arrastrándose, con las piernas temblorosas y marcas de cuerda por todo el torso—, fue cálida y llena de risas.
A pesar del “entrenamiento forzoso” disfrazado de traslado logístico, el ambiente en el Monte Hua se sentía más vivo que nunca.
Las carcajadas llenaban el salón común, los gritos de los más jóvenes contagiaban entusiasmo y los discípulos que se habían quedado en la secta rodeaban a sus compañeros como si fueran héroes de guerra regresando de la frontera.
La comida ayudó.
No era el menú simple y saludable de siempre, no esta vez.
Carne asada, guisos bien condimentados, bolas de arroz fritas en aceite, panecillos dulces, sopas con especias que dejaban los labios rojos… todo traído directamente de los mejores restaurantes de la ciudad.
Incluso hubo licor.
No una tonelada, claro —no querían repetir la catástrofe de Shaolin (todavía)—, pero unas cuantas botellas discretas abrieron paso a brindis sinceros y más de una anécdota contada entre risas.
Cheong Myeong estaba en su elemento, representando cada combate con gestos exagerados y dramatismo innecesario.
Los discípulos lo vitoreaban, riendo a carcajadas.
Baek Cheon, a su lado, bebía tranquilo mientras le lanzaba miradas reprobatorias, aunque el rubor en sus mejillas decía claramente que también disfrutaba del ambiente.
Cheong Mun, con una taza de té en las manos, escuchaba todo con una expresión serena, con los ojos entrecerrados por la paz.
De vez en cuando añadía una palabra amable, felicitando a los discípulos, haciéndolos sentirse reconocidos no sólo por su maestro sino también por su líder de secta.
Esa noche, todos durmieron con el corazón cálido y el estómago lleno.
Sin preocupaciones.
Sin entrenamientos inesperados.
Sin castigos en el patio a medianoche.
Pero al día siguiente…
El infierno volvió.
O mejor dicho… volvió para un grupo selecto: los discípulos directos de Geomjon.
Porque mientras el resto del Monte Hua despertaba con calma, estirándose con placer por la cena del día anterior, ellos eran arrastrados fuera de sus habitaciones antes del amanecer.
Y lo peor no era el entrenamiento.
Lo peor era quién les estaba gritando.
—”¡¡¿Esas son posturas de una persona que ha representado al Monte Hua en el Murim?!!”
—”¡Jin So! ¡Tu centro está en la luna! ¡Te parten en dos con una hoja de bambú!”
—”¡Y tú, Jo Gul! ¡Deja de mirar al cielo! ¡Ni las grullas vuelan tan torpes!”
No era la voz de Cheong Myeong.
No.
Era Baek Cheon.
Su sasuk.
Su faro de compostura.
Su protector en los momentos en que su maestro se volvía completamente loco.
Y ahora…
Ahora era él quien les hacía sudar frío.
Baek Cheon, firme como una roca, con los brazos cruzados y los ojos fulminantes, recorría las filas como un general examinando a su tropa antes de una guerra.
—”¡¿Y qué es esto?! ¿Creen que Shaolin se dejó ganar por cortesía? ¡Su técnica apestaba entonces y apesta ahora! ¡Abaaaaajo! ¡Trescientas flexiones, ya!”
Los discípulos lo miraban con lágrimas contenidas.
—¿Qué le pasó a nuestro amable sasuk…?
—¿Y por qué es mil veces peor que Geomjon?
Desde la sombra de una pérgola cercana, Cheong Myeong los observaba con una taza de té robada de Cheong Mun y una sonrisa tranquila.
—”Así se hace, Cheon-ah. Así se entrena a los discípulos.”
Para él, tenía todo el sentido del mundo.
Después de todo, Baek Cheon fue quien llegó a la final.
Fue quien enfrentó a los oponentes más fuertes, quien tomó decisiones bajo presión, y quien soportó —con gran esfuerzo, claro— todas las cosas que ocurrieron entre la cama y la pared.
Tenía la experiencia.
Tenía la técnica.
Y ahora tenía… la voz más aterradora del Monte Hua.
Cheong Myeong bebió un sorbo.
—”Esto me ahorra trabajo por semanas.”
Y en el campo, mientras los discípulos se arrastraban por el polvo y las flexiones se acumulaban como granos de arroz, Baek Cheon alzó la voz con una fuerza que haría temblar a cualquier monje de Shaolin:
—”¡¡Y NO QUIERO ESCUCHAR UNA SOLA PALABRA SOBRE “ESTAR CANSADO”!! ¡¡SI TU MAESTRO PUDO BEBERSE DIEZ BOTELLAS Y AÚN COMBATIR AL DÍA SIGUIENTE, TÚ PUEDES HACER VEINTE FLEXIONES MÁS!!”
El Monte Hua retumbó.
Y los discípulos… lloraron.
Cheong Myeong bebía tranquilamente de su taza.
Una taza de té a los ojos de cualquiera.
Pero en su interior no había ni una gota de infusión saludable.
Era licor.
Del fuerte, del que calienta la garganta y anestesia el alma.
Lo había escondido cuidadosamente en una vieja jarra de cerámica, con la etiqueta de “té de raíz de loto” escrita con una caligrafía demasiado decorada como para ser sospechosa.
A la distancia, los gritos de Baek Cheon rebotaban contra las montañas.
—”¡¡¡¿Eso es una técnica de espada o estás espantando pájaros?!!! ¡¡Gira las caderas, Jin So, que no estamos bailando!!”
Cheong Myeong soltó una risa baja.
—”Ah… mi hermoso, feroz, despiadado Cheon-ah…”
Mientras el sol aún se alzaba lentamente por sobre las crestas rocosas del Monte Hua, Cheong Myeong dejó que su mente vagara.
Se recostó más contra la madera de la pérgola, cruzó una pierna sobre la otra y, con los ojos entrecerrados por la luz dorada, empezó a repasar los eventos del juego.
En la historia original, todo había sido diferente.
Baek Cheon era herido de gravedad en la muñeca por culpa de Geomjon, una herida que le impedía seguir luchando.
El Monte Hua no solo quedaba descalificado antes de las finales, sino que lo hacía con la cabeza gacha, sin gloria ni redención.
Y entonces llegaba el “gesto amable” del Bangjang de Shaolin.
Una "compensación".
Un favor.
Una forma sutil de enviar a la secta lejos, al Mar del Norte, con la excusa de resolver una disputa con bandidos locales.
Baek Cheon aceptaba. Cheong Mun también.
Y así se iniciaba un arco del juego centrado en el crecimiento emocional de Baek Cheon, alejado del Murim central, donde una nueva heroína aparecía para formar parte del harem y el maestro Geomjon… comenzaba a descender a la oscuridad como villano.
Pero ahora nada de eso había ocurrido.
Baek Cheon no se había retirado.
Había llegado a la final.
Y ellos habían huido de Shaolin como criminales con demasiado oro.
El arco del Mar del Norte jamás se activó.
Y mientras el guion no se revolviera como bestia herida, tenía tiempo.
Tiempo libre. Un regalo valioso.
Cheong Myeong tenía planes.
—”Primero…” —murmuró mientras daba otro trago—. “Buscaré el metal eterno.”
Un raro y resistente material que en el juego solo podía encontrarse siguiendo un hilo de eventos opcionales, que la mayoría de los jugadores ignoraba por ir directo a las rutas románticas.
Pero él recordaba.
Ese metal era necesario para subir de nivel la espada de flor de ciruelo de fragancia oscura, la legendaria espada de Geomjon hecha del mismo material y que Baek Cheon obtenía después de vencer a Geomjon.
Sus discípulos, sobre todo Baek Cheon, merecían armas dignas de su crecimiento. Ya no eran aprendices que entrenaban en patios polvorientos. Ahora eran discípulos reconocidos por todo el Murim.
Y luego…
Sus ojos se desviaron a la cinta verde que caía sobre su hombro.
La cinta que ataba su cabello.
No era cualquier adorno.
Era la cinta verde de sichuan que Geomjon recibio como regalo por su amistad con Tang Bo. Geomjon la había mantenido guardada pero desde que Cheong Myeong descubrió su origen, la había atado con cuidado a su cabello cada día desde entonces.
—”Después… iré a las Diez Mil Montañas” —murmuró.
A buscar a Cheong Jin.
El tercer hermano.
El prometido de Tang Bo.
El que nunca volvió de la guerra, y cuya ausencia había dejado un vacío en todos: en Tang Bo, en Cheong Mun, y en el Geomjon original… quien jamás se permitió llorarlo.
Cheong Myeong cerró los ojos por un instante.
No era su dolor.
No del todo.
Pero era su responsabilidad ahora.
Tang Bo lo merecía.
Cheong Mun lo merecía.
Y en algún rincón del alma que compartía con Geomjon, quizás también él mismo necesitaba cerrar ese capítulo.
—”Les daré un cierre. A todos” —susurró, mientras las palabras se ahogaban en el licor y en el murmullo del viento.
Porque aunque el juego original solo se enfocaba en fanservice y corazones saltando, Cheong Myeong sabía que detrás de cada evento descartado, había personas reales sufriendo.
Y si este era su mundo ahora…
haría lo que nadie más quiso hacer.
Terminar la historia de verdad.
—
Cheong Myeong realmente quiso hacer las cosas bien.
Durante los dos primeros días, se propuso investigar seriamente dónde conseguir el legendario metal eterno.
Sacó mapas antiguos del depósito polvoriento del Monte Hua, revisó registros comerciales olvidados, y hasta intentó consultar a un par de ancianos… aunque su paciencia se agotó apenas uno empezó a contarle sobre un primo lejano que vendía clavos y lo confundía con acero divino.
—”¡Ya entendí por qué en el juego nadie encontraba esta maldita cosa!”—gruñó Cheong Myeong, tirando un rollo de pergamino contra la pared—. “¡No tiene origen, no tiene mapa, no tiene sentido!”
El metal eterno.
Ese recurso legendario que, en el juego, aparecía en el inventario como recompensa si activabas ciertos eventos opcionales, muchos de ellos completamente aleatorios o ligados a eventos de temporada.
La mayoría de sus opciones incluía a comerciantes misteriosos que aparecían en ciudades específicas, a ciertas horas del día, con pistas crípticas y probabilidad de estafa incluida.
Y Cheong Myeong…
No estaba para perder el tiempo.
—”¿Comerciar? ¿Con probabilidades de que me vendan chatarra oxidada? ¡Por favor! Ya tengo suficiente lidiando con mis discípulos.”
Así que, al tercer día, mientras masticaba una galleta y miraba el cielo con expresión decidida, aceptó su destino.
—”Seré descarado.”
‘Y usaré el halo del protagonista.’
¿Por qué no?
Ya lo había hecho antes, de formas sutiles y no tan sutiles, y la suerte imposible de Baek Cheon había demostrado ser más útil que cualquier pergamino antiguo o sabio borracho del Murim.
Así que el plan era simple:
Por la noche, cuando Baek Cheon regresara a la vivienda compartida, le pediría ayuda.
Le inventaría una historia.
Algo… convincente.
—”Mis antepasados… sí, eso siempre funciona.”
‘Le diré que mis ancestros enterraron un alijo de metal eterno detrás de las montañas del Monte Hua. Tal vez para protegerlo durante una guerra, o porque se olvidaron de él… lo que sea.’
Y claro, con Baek Cheon como protagonista, con ese absurdo poder narrativo que dobla la realidad a su favor, entonces, por más inverosímil que fuera…
Lo encontrarían.
De forma absurda, como siempre.
Como cuando Baek Cheon tropezó en el juego y encontró una espada celestial entre unas rocas.
O…
Como cuando simplemente abrió una puerta equivocada… y descubrió una biblioteca oculta que ningún maestro había notado en siglos.
Sí.
Era el plan perfecto.
—”Le hablaré con ojos serios, le tomaré las manos, haré una pausa dramática’ —murmuró Cheong Myeong, ensayando mientras caminaba en círculos—. “Baek Cheon… este tesoro ancestral… puede fortalecer las espadas de nuestros discípulos.”
Sí. Así. Trágico, noble… útil.
Y luego lo seguiría con esa mirada suya de mártir sexy que sabe que está pidiendo algo imposible.
Baek Cheon accedería.
Porque siempre accedía.
Porque lo amaba.
Y porque, aunque no lo dijera, le gustaba cuando Cheong Myeong lo necesitaba.
Y así, como resultado de un plan descaradamente absurdo y emocionalmente manipulador…
Encontrarían el metal eterno.
Enterrado detrás de las montañas.
Justo como si el universo mismo estuviera dispuesto a premiar la cara dura de Cheong Myeong.
—”Je.” —soltó una risita maliciosa mientras levantaba el dedo al cielo—.
Guión absurdo del juego, prepárate. Voy a abusar de ti otra vez.
Y se fue a preparar el té (es decir, comprar licor) para cuando Baek Cheon llegara esa noche.
Porque la seducción del protagonista no solo residía en su belleza…
Sino en lo fácil que era hacer que el mundo se doblegara a su favor.
—
Cuando la noche cayó, Cheong Myeong ya lo tenía todo preparado.
Había calentado el agua de la bañera con anticipación, mezclado algunas hierbas aromáticas en el baño —no porque él fuera un romántico empedernido, bueno tal vez un poco si lo era, sino porque su amado Baek Cheon era un fanático de la limpieza— y si no se bañaba después del entrenamiento, simplemente no dormiría.
Era una cuestión de vida o muerte.
De higiene.
Y, para Cheong Myeong… también de tortura.
Baek Cheon llegó a la vivienda con los hombros aún tensos del entrenamiento y una fina capa de sudor sobre la piel. Y como si no notara a propósito las miradas expectantes de su maestro, murmuró:
—”Voy a bañarme primero.”
—”¡Por supuesto! ¡Todo tuyo!” —contestó Cheong Myeong con una sonrisa rápida… y los ojos brillando.
Esperó.
Contó los pasos.
Y escuchó cómo el tela de la ropa se deslizaba hasta caer el suelo.
Pero luego, escuchó el sonido fatídico.
El crujido de la mampara de madera siendo cerrada.
—”¡NO…!”
Cheong Myeong se quedó congelado, con el plato de la cena a medio comodar.
—”¡¿Mampara?! ¡¿Otra vez pones la mampara, Baek Cheon?!”
—”Sí” —respondió Baek Cheon desde el otro lado, como si fuera lo más normal del mundo—. “No seas entrometido.”
—”¡¿Entrometido?! ¡Soy tu pareja! ¡Tu maestro! ¡Tu soporte emocional y físico!”
—”Y también eres un pervertido descarado.”
—”¡Calumnias! ¡Es amor puro y deseo legítimo!”
Pero no hubo respuesta.
Solo el sonido del agua moviéndose.
El leve suspiro de Baek Cheon relajándose.
Y para Cheong Myeong, cada gota que caía, una tortura lenta e inmerecida.
—”Crueldad… Injusticia… ¿Por qué me hace esto? ¿Acaso le gusta verme sufrir así?”
Pero no.
No era el momento de pensar en eso.
Había una misión. Una sagrada búsqueda.
Y necesitaba al protagonista completamente convencido.
Así que se obligó a dar media vuelta, refunfuñando en voz baja, y acomodo la mesa para cenar mientras esperaba que su adorado torturador terminara de bañarse.
Pasaron minutos eternos.
Y entonces, finalmente…
Baek Cheon salió.
El cabello aún húmedo y suelto, con una toalla colgando de los hombros. La túnica fresca pegándose ligeramente al pecho aún tibio por el baño. Secaba su cabello con la toalla, completamente ajeno a la manera en que Cheong Myeong lo devoraba con los ojos.
—”¿Cenamos?”
—”¡Sí, sí, claro!”—carraspeó Cheong Myeong, disimulando mal—. “Está todo listo.”
Se sentaron frente a la mesa baja, con arroz, verduras salteadas y unas botellas de licor dulce.
Comieron en silencio unos minutos.
Y entonces, mientras fingía picar el arroz distraídamente, Cheong Myeong hizo su movimiento.
—”Cheon-ah…”
—”¿Hm?”
—”Estaba pensando…necesito tu ayuda con algo importante.”
Baek Cheon alzó una ceja, alerta.
—”¿Qué hiciste ahora?”
—”¡Nada! ¡Nada malo! ¡Esta vez es algo serio! Verás… estoy buscando un material muy raro.El metal eterno.”
Baek Cheon parpadeó.
—”¿Metal eterno?”
—”Sí. Es un material legendario que sirve para forjar armas de altísima calidad. Quiero usarlo para hacer espadas nuevas para ti y para los demás.”
Hizo una pausa. Luego inclinó la cabeza, con los ojos grandes, brillantes.
—”¿No te gustaría tener una espada como la mía, Cheon-ah…?”
Baek Cheon se quedó en silencio.
Por un momento pareció dudar.
Pero entonces… su mirada se cruzó con esos ojos implorantes.
Esa maldita cara de perrito mojado con una pizca de “si dices que no, me romperás el corazón”.
Suspiró.
—”…No podías habérmelo dicho antes de que me bañara…?”
—”¡Ah! Perdón, es que quise dejarte descansar primero, claro. No fue porque me distraje viendo cómo el vapor salía del baño. No, para nada.”
Baek Cheon se pasó la toalla por el cabello una vez más.
—”¿Y dices que ese metal está…?”
Cheong Myeong se enderezó.
—”¡Detrás del Monte Hua! Mis antepasados lo enterraron allí. Estoy seguro. ¡Es un sitio sagrado, difícil de acceder, pero si tú me acompañas, lo encontraremos!”
—”…¿Estás seguro?”
Cheong Myeong asintió con firmeza.
—”¡Por supuesto que sí!”
Y por dentro, murmuró:
‘Porque eres el protagonista, Cheon-ah. Y tú conviertes hasta una piedra en tesoro.’
Después de terminar de cenar, Baek Cheon se levantó con calma, recogió la toalla de su cuello y se dirigió hacia su armario para cambiarse. Mientras tanto, Cheong Myeong recogía los platos con una eficiencia inusualmente apresurada, tratando de ignorar los pensamientos impuros que aún revoloteaban en su mente por culpa del cabello húmedo, la piel tersa y la túnica a medio abrir de su precioso discípulo.
Pero entonces escuchó algo que le heló la sangre.
—“Ensuciarme de nuevo después de darme un baño…”
Cheong Myeong tragó saliva.
—’Es una queja leve… aún estamos bien…’
Pero lo siguiente fue un ataque directo al corazón:
—“Voy a hacer que duerma afuera.”
Y como si eso no fuera suficiente, la sentencia final:
—“Baek-ah dormirá en la cama conmigo esta noche.”
¡BAEK-AH! ¡Esa maldita rata!
¡Me quiere reemplazar por esa bolas de pelo!
Cheong Myeong se paralizó con un bol en la mano, los ojos abiertos como platos.
—’¡Eso fue una amenaza real! ¡Un ultimátum! ¡Un divorcio sin firma legal!’
Y así, nació un nuevo objetivo en su plan de búsqueda:
—’Después de conseguir el metal eterno… ¡debo consentir a Baek Cheon para que no me mande a dormir afuera como un perro!’
Porque claro, mantener al protagonista feliz no era sólo un gesto romántico.
¡Era cuestión de supervivencia!
---
Una vez que ambos estuvieron listos —Baek Cheon nuevamente vistiendo su uniforme—, partieron de la vivienda bajo la excusa de un “paseo nocturno.”
Usaron la técnica de aligeramiento de pies para moverse con rapidez entre los árboles y pendientes.
Sus figuras surcaban el cielo bajo la luz de la luna, descendiendo por el costado oculto de las montañas del Monte Hua, una zona tan remota que ni siquiera los más curiosos bajaban por allí.
Ya en la explanada vacía, Baek Cheon observó el terreno con desconfianza.
—”¿Sabes en qué zona exactamente está el metal eterno?”
Cheong Myeong hizo un gesto solemne y alzó la mirada como si consultara los cielos.
—”Las palabras de mis antepasados eran… vagas. Muy vagas. Algo sobre “donde la tierra calla y el alma pesa”, lo típico. Así que debemos mantener los ojos bien abiertos, Cheon-ah. Todo el campo es una posibilidad.”
Baek Cheon suspiró.
Miró a su alrededor: solo había tierra, piedras, y más tierra. Ni siquiera algún árbol que sirviera como referencia.
—”¿Hay algún método para encontrarlo más rápido?”
Cheong Myeong se iluminó.
—”¡Sí! Podemos inyectar energía interna al suelo. Si choca contra un material distinto, lo notaremos. El problema es que solo cubre un área pequeña por intento… y el campo es enorme.”
Sería agotador.
Baek Cheon reflexionó.
—”Entonces, ¿qué sugieres hacer? Si fue enterrado hace generaciones, es probable que esté bastante profundo ahora…”
Y en ese preciso momento, mientras caminaba—
¡Pat!
Baek Cheon tropezó y cayó de bruces al suelo.
—”¡Agh! ¿Qué…?”
Cheong Myeong corrió hacia él.
—”¿Cheon-ah? ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? Espera… ¿qué fue eso?”
Bajó la mirada.
No era una roca.
Era metal.
Un tono opaco, oscuro, cubierto de polvo y algo de musgo…
pero definitivamente no era piedra.
Cheong Myeong abrió los ojos como platos.
—”¡No puede ser…!”
¡ERA METAL ETERNO!
Sin pensar, desenfundó su espada y empezó a cavar frenéticamente, apartando la tierra a golpes, como un animal desesperado que ha encontrado oro.
—”¡Rápido, Cheon-ah! ¡Saca tu espada y ponte a cavar! ¡Esto no es un trozo cualquiera! ¡¡ES ENORME!!”
Baek Cheon parpadeó incrédulo.
No por la orden.
No por el tono emocionado de su maestro.
Sino por lo que estaba viendo.
Cheong Myeong, el imponente y temido Geomjon, estaba en el suelo cavando como si su vida dependiera de ello, su túnica ya manchada de tierra, con la espada en mano usándola como pala improvisada.
Y el trozo metálico saliendo del suelo brillaba bajo la luna.
—”¿Esto es real...?” —murmuró Baek Cheon.
Se acercó y rozó el borde expuesto del metal.
Era suave, frío, con un brillo tenue que parecía resistirse a apagarse incluso sin luz.
Definitivamente no era normal.
—”¿Cuál es la probabilidad de que esto sucediera…?” —se preguntó.
Pero luego recordó.
No era la primera vez.
Como aquella ocasión en la que Cheong Myeong lo tiró a un arrolló y justo donde cayó se encontraba enterrado la receta de la píldora primordial.
Ese tipo de “coincidencias” ocurrían con más frecuencia de lo que debería.
Pero no tuvo más tiempo para cuestionarse.
—”¡Vamos, Cheon-ah! ¡No te quedes quieto! “—insistió su maestro con la voz cargada de urgencia.
Así que Baek Cheon se arrodilló junto a él y comenzó a cavar también, sus movimientos precisos, rápidos, eficaces.
Pero pronto lo notaron.
El metal no terminaba.
Cada vez que apartaban más tierra, más superficie metálica emergía.
—”¿No… dijiste que era un “trozo”? “—preguntó Baek Cheon, jadeando.
—”¡Eso parecía!” —respondió Cheong Myeong—. “¡Pero esto es una maldita ballena enterrada!”
—”No vamos a poder sacarlo solo nosotros…”
Cheong Myeong se detuvo, con el rostro cubierto de tierra y una sonrisa formándose lentamente en sus labios.
—”No. No vamos a poder. Pero sí conozco a quienes pueden.”
Chapter 201: ⌗Metal Eterno
Chapter Text
Mientras tanto, en los dormitorios de los discípulos directos…
La paz reinaba.
Todos estaban tendidos en sus camas, envueltos en cobijas hasta las orejas, aún con el cuerpo adolorido del despiadado entrenamiento que su querido sasuk Baek Cheon les había impartido ese mismo día.
Y entonces…
—”¡¡¡LEVÁNTENSE!!! ¡ENTRENAMIENTO NOCTURNO!”
La voz de su maestro Cheong Myeong retumbó como un trueno.
Una tras otra, las puertas se abrieron con perezosa desesperación. Discípulos salían arrastrando los pies, algunos aún con la cobija enrollada en el cuerpo, otros con una sandalia puesta y la otra no, todos con la cara de quien aún no superaba el trauma de flexiones bajo la luna.
—No otra vez…
—¿¡Acaso este hombre no duerme nunca?!
Llegaron tambaleándose al patio principal… y ahí estaba él.
Geomjon.
Con una gran sonrisa.
Demasiado grande.
—”¡Qué buena noche para fortalecer brazos!” —dijo alegre—. “Pero antes, tengo una historia que contarles.”
Y les contó.
Del metal eterno.
Del tesoro escondido.
De cómo iba a forjar nuevas espadas para sus discípulos más leales y resistentes.
Hubo un silencio.
Un segundo exacto.
Y luego…
—¿¡Dijo metal eterno!?
—¡¿EL metal eterno!?
—¡¿El mismo del que está hecha su espada legendaria?!
—¡¿La Flor de Ciruelo de Fragancia Oscura?! ¡¡¿La que fue bañada con su sangre y nunca se melló ni una vez durante la guerra?!!
Sus ojos comenzaron a brillar.
Las lágrimas que brotaron no eran de sufrimiento esta vez. Eran de pura emoción.
—¡Nuestro maestro en verdad nos ama…!
—¡Nos va a dar espadas con metal eterno!
—¡Esto no es tortura, es una bendición divina!
Todo el cansancio desapareció.
Los que estaban arrastrando las cobijas las tiraron al aire.
Uno que todavía estaba a medio vestir regresó corriendo solo para aparecer con su uniforme impecable.
Energía renovada. Venas cargadas de motivación.
—¡Maestro! ¡Guíenos hacia el tesoro!
—¡Estamos listos para cavar hasta el centro del mundo si es necesario!
Cheong Myeong los miró orgulloso.
Baek Cheon, que lo acompañaba en silencio, lo observó de reojo con una sonrisa incrédula.
Y así, en medio de la noche, con la luna alta en el cielo y las estrellas como testigos, Cheong Myeong y Baek Cheon guiaron a una procesión de discípulos que caminaban detrás de ellos como patitos bien portados, equipados con espadas, palas improvisadas y una devoción absoluta.
Porque en ese momento no iban solo a excavar.
Iban a hacer historia.
Y quizás, solo quizás…
a tener las armas que los convertirían en leyendas.
—
Cuando el sol salió sobre el Monte Hua, la rutina matutina comenzó como cualquier otro día.
Los primeros rayos se derramaban suavemente sobre los picos, bañando los patios y salones con una luz dorada. El aire era fresco, y el canto lejano de los pájaros anunciaba una nueva jornada de disciplina y práctica.
Todo estaba... sorprendentemente tranquilo.
Demasiado.
Cheong Mun, vestido con su habitual túnica impecable, había salido a dar uno de sus acostumbrados paseos matutinos. No era raro que hiciera esto, caminando en silencio entre los senderos interiores de la secta, observando cómo se despertaba su gente, ofreciendo un saludo, una sonrisa o una corrección amable.
Todo estaba en calma.
Demasiada calma.
Los maestros de otras divisiones estaban en sus puestos.
Un grupo entrenaba el balanceo de espada en sincronía.
Otros ya estaban sentados en postura de loto, meditando.
Algunos más desayunaban tranquilamente en el comedor.
Nada fuera de lugar.
—”…Extraño.” —murmuró Cheong Mun.
Y entonces llegó al área que le interesaba más.
El rincón más impredecible del Monte Hua: el campo de entrenamiento de su hermano menor, Cheong Myeong.
Vacío.
Completamente vacío.
No había un solo discípulo.
No había gritos.
No había flexiones forzadas, ni castigos, ni tierra volando por los aires.
Solo silencio.
—”Ah. Con que por eso todo estaba tan tranquilo…”
La expresión de Cheong Mun se volvió severa, los labios fruncidos.
No era la primera vez que su querido e insoportable hermano desaparecía con todos sus discípulos.
Le gustaba llevar sus entrenamientos al extremo.
Recordaba perfectamente la vez que los hizo escalar la montaña cargando piedras atadas a la espalda, o aquella ocasión en la que los metió a un lago helado para enseñarles a contener la respiración.
Pero siempre le avisaba.
—”Si no me avisó esta vez, ¿cómo se supone que prepare a los doctores con antelación? ¿Y si uno de ellos se rompe algo… o pierde un pulmón por alguna locura bajo tierra?”
Justo cuando pensaba en eso, algo llamó su atención por el rabillo del ojo.
Un par de figuras… tambaleándose.
Se giró lentamente.
—”…¿Mendigos?”
Pero no.
Eran discípulos de Geomjon.
Solo que estaban tan cubiertos de tierra, con las túnicas marrones, los cabellos revueltos y el rostro tan manchado de polvo, que podrían pasar perfectamente por mendigos que se habían escapado del mundo para volverse uno con la tierra.
Iban directo a la cocina.
—¡Agua, por favor! ¡Mucha! ¡Un barril!
—¡Y arroz! ¡Con lo que tengan! ¡Frío, caliente, no importa!
Cheong Mun suspiró.
—”¿Qué hiciste ahora, Cheong Myeong…?”
Las respuestas no tardarían.
Los dos discípulos, aún jadeando, salieron de la cocina con botellas y una olla de arroz, caminando de regreso con sigilo torpe y miradas nerviosas.
Cheong Mun frunció el ceño.
Y sin dudar, decidió seguirlos.
No por detrás del todo —ser líder de secta no implicaba esconderse entre arbustos—, pero sí a una distancia prudente, suficiente para ver sin interrumpir.
—”Vamos a ver qué “entrenamiento extremo” inventaste esta vez. Y si me encuentro con alguien sin uñas, vamos a tener una larga charla, hermanito.”
Los discípulos avanzaban en fila india, arrastrando los pies por el sendero que bajaba por la cara menos transitada del Monte Hua.
Hacia una zona donde, según Cheong Mun, no había nada de interés.
O al menos… eso creía.
Hasta ahora.
Cheong Mun esperaba cualquier cosa.
Desde que su hermano menor se había vuelto responsable de un grupo entero de discípulos, sus expectativas ya no existían: solo manejaba niveles de resignación.
Había aprendido que lo peor que podía hacer era suponer que esta vez Cheong Myeong actuaría con lógica.
Pero incluso con todo su historial…
esto lo dejó sin palabras.
Allí, al final del sendero oculto tras el Monte Hua, se alzaba una escena que parecía sacada de una novela absurda:
Un gran hoyo.
No uno normal.
Un cráter.
Una excavación digna de minería profesional.
Y dentro del hoyo, discípulos temblorosos cavaban con espadas, con manos, con palas improvisadas, sudando, jadeando, pero sin detenerse.
—“Metal eterno…”
—“Flor de ciruelo… espada eterna…”
—“Nuestro maestro nos ama…”
Murmuraban como en trance, como si repitieran un mantra sagrado.
Cheong Mun frunció el ceño.
Eso ya era alarmante.
Casi parecía una secta dentro de la secta.
Pero entonces, su mirada se desvió al centro de todo.
Allí estaba.
Un pedazo masivo de metal eterno.
Brillaba entre la tierra húmeda, con vetas plateadas, firmes y elegantes, como si el mundo mismo lo hubiera estado preservando para este momento exacto.
Un tesoro innegable.
—”…Metal eterno.” —repitió en voz baja, atónito.
Esa clase de material era prácticamente un mito.
Y sin embargo, ahí estaba.
Tan real como las lágrimas de los discípulos que lo desenterraban con fervor.
Y junto al borde del hoyo…
Sentado con toda la tranquilidad del mundo, sobre una roca como si fuera su trono imperial… estaba él.
Cheong Myeong.
Con una botella de licor en la mano, bebiendo a sorbos cortos mientras contemplaba la escena como si fuera un director de teatro satisfecho con su obra.
Cheong Mun sintió cómo una vena le latía en la sien.
—’¡Ese loco encontró metal eterno y está usando a sus discípulos como obreros de mina!’
Cheong Myeong notó la mirada.
Y en menos de un segundo, como si tuviera el movimiento ensayado, escondió la botella tras la túnica y se puso de pie con una sonrisa tan falsa como brillante.
—”¡Sahyung! ¡Qué grata sorpresa! Justo pensaba en ti.”
—”¿De verdad?”
—”Sí, sí. Justamente pensaba en cómo contarle a nuestro honorable líder de secta que su pequeño hermano hizo un descubrimiento legendario.” —Le hizo un gesto grandilocuente hacia el hoyo—. “¡Metal eterno, Sahyung! ¡Con mis propias manos! Bueno, con la ayuda de Baek Cheon. Bueno, con el pie de Baek Cheon, en realidad…”
Cheong Mun lo miró en silencio.
Ya lo había visto todo.
Pero la verdad era innegable.
Su hermano… había encontrado metal eterno.
Y planeaba usarlo para forjar nuevas espadas para sus discípulos.
No para venderlo.
No para ofrecerlo como tributo.
No para presumirlo.**
Sino para dárselo a sus chicos.
Y aunque esa “mina humana” era cuestionable en muchos aspectos, Cheong Mun no pudo evitar sentir una punzada de orgullo.
—”Así que… piensas hacerles espadas nuevas.”
Cheong Myeong asintió, bajando la voz.
—”Ya dieron todo por esta secta. Es hora de que reciban algo que los respalde.”
Cheong Mun sonrió apenas.
—”Si necesitas ayuda, puedo traer a otros discípulos… incluso algunos maestros.”
Pero apenas terminó de hablar, Cheong Myeong levantó las manos como si le ofreciera veneno.
—”¡No, no, no, no, no! ¿Estás loco, Sahyung? Si esos viejos codiciosos se enteran de que tengo metal eterno, van a aparecer con listas de solicitudes, “sólo un trozo, por el bien de mi discípulo”… ¡Terminaré regalando medio bloque antes de que lo toque el herrero!”
Cheong Mun suspiró.
Así había sido siempre.
Desconfiado, exagerado, egoísta a su modo…
y aun así, entregado hasta los huesos a los suyos.
—”Entonces hazlo a tu manera” —dijo con suavidad—. “Pero asegúrate de no enterrar a ningún discípulo por accidente.”
—”¡Nunca he perdido un discípulo en una excavación!” —protestó Cheong Myeong, como si eso fuera un logro digno de premio.
—”¿Cuántas excavaciones has hecho?”
—”…Esa no es la cuestión.”
Y juntos, uno con las manos cruzadas y el otro con media botella de licor escondida detrás de la espalda, contemplaron a los discípulos sudando y gritando, cavando con una devoción absurda.
La historia del Monte Hua acababa de sumar un nuevo capítulo.
Apenas unos minutos después de que Cheong Mun se despidiera con una última advertencia sobre no enterrar discípulos vivos —lo decía en serio, aunque ya sin esperanza—, Baek Cheon regresó al lado de Cheong Myeong con una túnica limpia y el porte tan firme como siempre.
—”Ya envié la carta al clan Tang” —informó con voz firme, mientras se sacudía el polvo de las mangas—. “Detallé el tipo de armas, las cantidades y el peso estimado del metal eterno. Les dije que se preparen para recibir material en los próximos días.”
Cheong Myeong asintió con satisfacción.
—”Buen trabajo, Cheon-ah. El clan Tang sabrá qué hacer… Y si no, pues... ¡siempre puedo ir a gritarles personalmente hasta que lo hagan bien!’
Baek Cheon rodó los ojos.
—”Vamos a evitar eso por ahora.”
Antes de que pudieran intercambiar más palabras, uno de los discípulos emergió del hoyo, con el rostro iluminado por una sonrisa infantil y tierra por toda la cara.
—”¡Maestrooo! ¡¡Lo terminamos de desenterrar!!”
Cheong Myeong levantó las cejas, sorprendido.
—”¿Ya?”
—¡Sí! ¡Todo! ¡Lo limpiamos con agua también!
Con una sonrisa de orgullo, Cheong Myeong bajó al hoyo con pasos largos y seguros, Baek Cheon siguiéndolo de cerca.
Y allí lo vio.
El bloque de metal eterno.
Brillante bajo los rayos del sol, con esa tonalidad gris-azulada que no parecía reflejar luz, sino contenerla.
Era enorme.
Casi del tamaño de una casa, aunque un poco más compacto.
Aun así, era claro: tenían material suficiente para forjar espadas para todos sus discípulos… y aún sobraría.
Los jóvenes que lo rodeaban, empapados en sudor y tierra, miraban el metal con los ojos llenos de asombro y orgullo.
Pero la alegría comenzó a nublarse cuando uno de ellos, el más audaz, preguntó en voz baja:
—¿Cómo… vamos a sacar esto?
Otro murmuró con miedo:
—¿No querrá que lo carguemos…? ¿Como burros?
—Mis piernas ya no responden…
—Yo dejé de sentir mi hombro hace una hora…
Cheong Myeong los escuchó todos. Y sonrió.
—”Bien hecho, todos. Vayan a bañarse y comer. A partir de ahora, me encargo yo.”
Hubo un silencio.
Luego, como si no creyeran lo que acababan de oír, todos lo miraron al mismo tiempo.
—¿En serio?
—¿No hay trampa?
—¿No es uno de esos momentos donde dice eso y luego nos hace entrenar bajo el agua?
—¡Silencio, vámonos antes de que cambie de opinión!
Y como si el mismísimo cielo se abriera ante ellos, salieron del hoyo y corrieron hacia las instalaciones, como almas que escapan del purgatorio.
Un par incluso se arrodilló antes de irse y murmuró:
—Gracias, maestro… ¡usted sí nos ama!
Cheong Myeong los vio irse con los brazos cruzados y una sonrisa tranquila.
—”Claro que los amo… por eso no quiero que mueran antes de ver sus nuevas espadas.”
Baek Cheon se mantuvo a su lado, sin decir nada.
A veces parecía que no hablaba porque quería mantener la compostura.
Otras veces, como ahora, simplemente lo observaba en silencio, con una expresión suave… casi orgullosa.
Cheong Myeong se volvió hacia el bloque de metal.
Ahora que estaba limpio y completamente expuesto, podía ver la textura única del metal eterno. No era solo denso y pesado. Era un material que rechazaba los intentos superficiales de ser manipulado.
Incluso para él, cortarlo sería una tarea titánica.
Sacó su espada.
La misma que había usado en incontables batallas.
La misma que había forjado con sangre y voluntad.
La Flor de Ciruelo de Fragancia Oscura.
Concentró su energía interna.
La hoja comenzó a brillar, envolviéndose en una intensa aura de espada, casi como si cobrara vida, chispeando con electricidad contenida y poder pulido con años de entrenamiento.
Y entonces…
¡Cortó!
El primer tajo fue preciso.
Apenas logró separar un pedazo del borde.
Pero ese solo corte… le drenó una buena porción de energía interna.
Cheong Myeong retrocedió un paso, respirando hondo.
—”Tsk… Esto es más duro que la cabeza de Jo Gul…”
Baek Cheon levantó una ceja.
—”¿Estás seguro que no quieres ayuda?”
Cheong Myeong negó con la cabeza.
—”No. Esto… tengo que hacerlo yo.”
Volvió a levantar la espada.
Porque esta vez, no estaba luchando contra enemigos.
Estaba forjando el futuro de su secta.
El futuro de sus discípulos.
Y el futuro del Murim.
Y por encima de todo…
Por él.
Por Baek Cheon.
Por los lazos que construyó en este mundo.
Cortaría hasta el último fragmento con sus propias manos si era necesario.
—---
El sol descendía lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido tono naranja, como si el mundo mismo quisiera envolverse en una manta después de un largo día.
Y Cheong Myeong cayó de rodillas, exhausto.
Con la respiración entrecortada, la ropa empapada de sudor y la espada aún temblando en su mano, se dejó caer al suelo de espaldas, sin preocuparse de la tierra, de su imagen o de si quedaba alguna dignidad en él.
Había terminado.
El último trozo del bloque de metal eterno estaba cortado.
—’No me sentía así de muerto desde que trabajaba en ese maldito cubículo en mi vida anterior…’ —pensó mientras miraba el cielo con los ojos entrecerrados.
Sobreexplotado, mal pagado, y con un jefe que respiraba por mi nuca como una polilla condenada…
Pero incluso entonces no fue tan brutal como esto.
Unos pasos rápidos se acercaron a él, y entonces el rostro de Baek Cheon apareció en su campo de visión, iluminado por la luz del atardecer.
—”¡Cheong Myeong-ah!”
Se agachó con rapidez y lo ayudó a sentarse.
Sus manos firmes rodearon la espalda de su maestro, sosteniéndolo con cuidado, como si se tratara de un tesoro que debía proteger.
Un paño húmedo apareció de la nada, con el que le limpió el sudor del rostro con movimientos lentos y meticulosos. Luego, le acercó una cantimplora con agua fresca y esperó pacientemente a que bebiera.
Cheong Myeong bebió como si le devolvieran la vida en gotas.
Cuando terminó, Baek Cheon sacó una pequeña bolsa y la abrió con cuidado.
En su interior, una sola píldora, de un rosado profundo y centro helado, reposaba como una joya preciosa.
—”Tómala” —dijo con tono suave—. “Una píldora de ciruelo helado. Te ayudará a recuperar algo de tu energía.”
Cheong Myeong la observó con cansancio.
—”Aún… queda sacar los trozos del hoyo…”
—”Déjamelo a mí” —respondió Baek Cheon inmediatamente.
La firmeza en su voz no dejaba espacio a discusión.
—”Has hecho suficiente. Ya no debes forzar tu cuerpo. Medita y recupérate. Yo me encargaré de lo demás.”
Cheong Myeong iba a protestar, por inercia, por costumbre… pero entonces lo vio moverse.
Baek Cheon se puso de pie y caminó hacia uno de los bloques recién cortados.
Con una soltura que no debería tener después de haber cavado toda la noche, se agachó, envolvió los brazos alrededor del metal… y lo levantó.
Como si fuera apenas un saco de arroz.
La tela de su túnica se tensó en los brazos.
Los músculos se marcaron bajo la luz naranja del sol.
La sombra del esfuerzo cruzó su rostro solo un instante… para luego ser reemplazada por una expresión serena, determinada.
Cheong Myeong se quedó embobado.
La píldora olvidada entre los dedos.
La boca ligeramente abierta.
Los ojos brillando como si acabara de ver el milagro más perfecto del mundo.
—”…Santo cielo.”
¿Este juego era para hombres, verdad? ¿Para qué hombres? ¿Qué clase de masoquistas necesitaban ver esto y no derretirse…?
Baek Cheon, sin mirar, lo sintió.
—”…Deja de mirarme así” —dijo, sin volverse—. “Y tómate la maldita píldora de una vez.”
Cheong Myeong hizo un puchero.
—”No seas cruel… un poco de aprecio visual no hace daño…”
—”¡Ahora!”
—”…Sí, sí…” —murmuró, rindiéndose—. “Pero te juro que me estoy enamorando otra vez…”
Con un último y dramático suspiro, Cheong Myeong se obligó a apartar la vista.
Se acomodó en el suelo, cruzó las piernas en posición de loto, cerró los ojos y se llevó la píldora a la boca.
El sabor fresco de ciruelo y escarcha invadió su paladar, seguido por una oleada fría que bajó por su garganta.
La energía interna comenzó a circular, lenta pero constante, reparando cada fibra agotada.
Y mientras su cuerpo comenzaba a sanar, su mente solo pensaba en una cosa:
Baek Cheon.
Y lo jodidamente afortunado que era de tenerlo.
—--
La noche cayó finalmente sobre el Monte Hua, envolviendo la secta en una suave penumbra salpicada por la luz cálida de los faroles de aceite.
En una habitación perfumada con incienso de ciruelo y recién aireada por la brisa fresca de la montaña, Cheong Myeong y Baek Cheon yacían en la cama, limpios, frescos, y —por fin— en paz.
El día había sido largo.
Trozos de metal eterno, uno tras otro, fueron cuidadosamente transportados y almacenados en un lugar seguro que solo Cheong Myeong conocía.
Era improbable que alguien se atreviera a robar algo que le pertenecía a Geomjon, pero la prudencia nunca estaba de más.
Baek Cheon había insistido en que descansara.
Pero, como siempre, en cuanto Cheong Myeong recuperó parte de su energía, se levantó para ayudar con entusiasmo imprudente.
Entre sudor, polvo y risas cansadas, el trabajo terminó justo al caer la tarde.
Ahora, por fin, estaban en la cama.
Y esta vez…
¡Esta vez Baek Cheon mostró piedad!
No colocó la mampara.
Cheong Myeong había tardado un segundo en darse cuenta, pero cuando lo hizo, se quedó inmóvil, como si acabara de presenciar un fenómeno divino.
—”¿No hay… mampara?”
—”No.”
—”¿En serio?”
—No te acostumbres.
Cheong Myeong aún se sonrojaba levemente al recordarlo.
Ver a Baek Cheon saliendo de la bañera con el vapor envolviendo su figura y la luz dorada reflejando sobre su piel… sí que era una recompensa merecida.
Ahora, con los cuerpos tibios y satisfechos, estaban acurrucados uno contra el otro, compartiendo calor, silencios cómodos y el suave sonido de su respiración sincronizada.
Fue Baek Cheon quien rompió el silencio, su voz suave como la seda:
—”¿Cómo planeas transportar todo ese metal hasta Sichuan?”
Era una pregunta inevitable.
Después de mover trozo tras trozo, él sabía exactamente cuánto pesaba ese bendito bloque.
Incluso separados, cada fragmento era una carga excesiva.
Todos juntos… serían un castigo para cualquier carreta y una sentencia de muerte para caballos comunes.
Pero Cheong Myeong, por supuesto, ya lo tenía todo planeado.
—”Le encargué al gremio de comerciantes un carro de metal reforzado.”
—”¿De metal…?”
—”¡De metal!” —respondió con orgullo malicioso—. “Con ruedas especialmente diseñadas. Les di una lista tan precisa que hasta se asustaron. Y en cuanto a los caballos…” —se giró un poco, la sonrisa creciendo en su rostro— “tengo a los mejores discípulos del mundo.” —
Una risita baja y traviesa escapó de su garganta. —”Esos chicos ya han escalado montañas con rocas amarradas a la espalda. Arrastrar un carrito será un paseo por el campo.”
Baek Cheon sonrió con resignación.
—”Pobre Jo Gul…”
—”¡Él es el que más se queja! ¡Por eso le asignaré el frente!”
Ambos rieron suavemente.
Pero entonces, la risa de Cheong Myeong se apagó poco a poco.
Su expresión cambió. Su voz también.
—”Dejaremos el metal en el clan Tang y después… iremos a las Diez Mil Montañas.”
Baek Cheon parpadeó sorprendido.
Habían hablado de eso, sí.
Antes de partir a Shaolin.
Su maestro le había dicho que, al terminar la competencia, irían a buscar a alguien muy importante para él.
Cheong Jin.
El sajil perdido.
El prometido de Tang Bo.
El tercer hermano que desapareció en la guerra sin dejar rastro.
Baek Cheon no lo conocía.
Pero… sabía lo que significaba.
Si Cheong Myeong aún lo buscaba, incluso ahora, era porque jamás pudo dejarlo ir.
Y eso, en el corazón de alguien como Cheong Myeong, significaba todo.
—”¿Le dirás a Tang Bo?” —preguntó en voz baja.
Cheong Myeong negó con la cabeza, la mirada fija en el techo.
—”No. No quiero darle falsas esperanzas. Prefiero que se mantenga ocupado con las espadas. Es mejor así… por ahora.”
Baek Cheon asintió en comprensión.
—”Está bien. Pero cuando llegue el momento… estaré contigo.”
Cheong Myeong lo miró.
Y en esa mirada había gratitud, amor, y un cansancio profundo que iba más allá de lo físico.
Le tomó la mano.
—”Gracias, Cheon-ah.”
Se quedaron en silencio, envueltos en la penumbra, entrelazados.
El aire estaba quieto. El mundo, momentáneamente, en paz.
Y el futuro… aguardaba.
—---
La mañana de la partida hacia Sichuan fue… inusual?
No porque fuera la primera vez que Cheong Myeong saliera de viaje con sus discípulos, ni porque arrastraran consigo un cargamento valioso.
Sino por la formación tan peculiar que lideraba la marcha:
Una gran carreta de metal reforzado, con ruedas gruesas y ejes pesados, tirada por… discípulos.
Sí, discípulos.
No es que fuese algo nuevo, pero…¿estaba bien considerar eso algo normal?
Yu Iseol avanzaba con expresión inexpresiva como siempre, pero con un brillo asesino contenido en los ojos.
A pesar de todo, no había protestado una sola vez. Ni falta hacía: el terror sutil en su mirada hablaba por sí solo.
Jo Gul, en cambio, no se había callado desde que lo amarraron al arnés.
—”¡¿Por qué siempre soy yo?! ¡Esto es abuso! ¡Esto viola mis derechos como humano!”
—”Tus derechos como humano son correr más rápido, no quejarte” —le respondió Cheong Myeong desde lo alto del carro—. “Además, tienes el cuerpo más equilibrado para cargar peso, deberías estar orgulloso.”
—”¡¿Eso es un halago o una condena!?”
Yoon Jong caminaba al lado de Jo Gul, con una expresión de absoluta resignación.
—”Lo peor es que yo ni siquiera soy discípulo directo de Geomjon” —dijo con voz ahogada—. “¿Por qué siempre termino aquí?”
—”Porque eres el más confiable” —le respondió Baek Cheon, que ya tenía una soga sobre el hombro.
—”Eso no lo hace mejor…”
Tang Soso, por otro lado, no estaba en la lista original.
Cheong Myeong no la había considerado porque, honestamente, no creía que tuviera la fuerza necesaria para arrastrar el monstruo de metal que era esa carreta.
Pero Tang Soso, con el ceño fruncido y la frente en alto, insistió con tanto orgullo como terquedad.
—”¡Quiero acompañarlos! ¡Voy a visitar a mi familia en el clan Tang de todas formas! ¡No necesito trato especial!”
Cheong Myeong se encogió de hombros.
—”Está bien. Pero si vas a venir, cargas como todos.”
Y así, la joven flor del clan Tang acabó como burra de carga junto a los demás.
Será un buen entrenamiento para ella, pensó Cheong Myeong sin un gramo de culpa.
Y finalmente, el más inesperado se presentó voluntariamente: Baek Cheon.
—”Quiero ayudar con el carro también” —dijo con calma mientras ajustaba su túnica.
Cheong Myeong lo miró como si acabara de escuchar que el cielo se estaba cayendo.
—”¿Tú… qué?”
—”Ya estoy descansado. No hay razón para dejarles toda la carga a los demás.”
Cheong Myeong soltó un largo y dolido suspiro, dramático como solo él sabía hacerlo.
—”¿Y quién será mi almohada durante el viaje…? ¿Eh? ¿Quién me dejará usar su muslo como reposacabeza? ¿Quién me dará cariño en la travesía?”
Baek Cheon le dio una mirada firme.
—”Puedes usar a Baek-ah como almohada.”
—”¡Eso no es lo mismo!”
Aun así, accedió. Porque con la fuerza de Baek Cheon, el viaje sería más rápido.
Aunque su corazón se quejara, al menos su tiempo de llegada se acortaría.
Antes de partir, Cheong Myeong pasó a despedirse de Cheong Mun.
El líder de secta, con su acostumbrada expresión paciente, escuchó todo el plan en silencio.
Cuando Cheong Myeong mencionó a los “caballos de carga”, Cheong Mun suspiró con una sonrisa resignada.
—”Solo asegúrate de no perder a ninguno por el camino” —dijo, entregándole una bolsita con píldoras curativas—. “Y si alguno muere, por favor, no lo entierres sin avisar.”
—”¡Sahyung, qué poca fe me tienes!”
—”Tengo la fe justa para conocerte, Myeong.”
Mientras tanto, en el patio principal, los discípulos que no iban en el viaje formaban un grupo a un lado, mirando la carreta con miradas que oscilaban entre la lástima y la diversión.
—¡Fuerza, Yoon Jong! ¡Recuerda tu respiración profunda!
—¡Soso, si te mueres, heredaré tu espada!
—¡Samae, no te conviertas en asesina si se rompe una rueda!
Algunos juntaban las manos para orar con solemnidad.
Las burras de carga simplemente evitaban responder.
Jo Gul parecía al borde del colapso emocional.
—”¿Por qué nadie lo detiene…? ¿Dónde está la compasión…?”
—”¡En movimiento, caballos!”—ordenó Cheong Myeong desde su trono improvisado en la carreta, con una botella de licor no tan bien escondida entre las manos.
Y así, con el sol elevándose lentamente, el carro reforzado comenzó a moverse.
Con discípulos resoplando, músculos tensos y quejas entre dientes, la caravana avanzó hacia Sichuan…
Hacia el clan Tang.
Hacia la forja de las nuevas espadas.
Chapter 202: ⌗Metal Eterno(2)
Chapter Text
El viaje a Sichuan fue largo.
Más largo de lo que cualquiera esperaba.
Arrastrar un carro reforzado de metal, cargado hasta el tope con trozos de metal eterno, no era algo que pudiera hacerse con facilidad, incluso con cultivadores entrenados.
Los caminos eran irregulares, las ruedas crujían como si fueran a colapsar en cada curva, y en más de una ocasión Jo Gul intentó renunciar a su humanidad para convertirse en piedra y ser dejado atrás.
Pero contra todo pronóstico… llegaron vivos.
Cuando por fin vieron la silueta del clan Tang alzarse entre los árboles, Tang Soso soltó un jadeo entrecortado y llevó una mano temblorosa al pecho.
—”Es mi hogar…” —susurró con incredulidad.
Y por un instante, parecía que iba a llorar.
—”¿Estás bien?” —preguntó Yu Iseol, con su rostro impasible aunque su ropa estaba completamente llena de polvo.
—”Es… mi hogar” —repitió Soso, esta vez con una risa nerviosa—. “¡Nunca fui tan feliz de ver mi hogar!”
Y fue entonces cuando Tang Bo apareció frente a las puertas principales, pipa en mano, exhalando una delgada nube de humo. Los ojos le brillaron con sorpresa al ver al grupo.
No porque sus discípulos tiraran de un carro como mulas: eso era casi normal viniendo de Cheong Myeong.
Lo que le llamó la atención fue lo que venía sobre el carro.
Trozo tras trozo de metal eterno, apilados como si fueran simples cajas de madera.
El humo se le quedó atascado en la garganta.
—”¿Es eso…?”
¡Metal eterno!
Ese material tan raro, tan precioso, tan difícil de conseguir que ni los clanes más ricos podían permitirse usarlo con libertad.
Y ahora estaba… ahí.
Apilado.
Transportado por discípulos sucios y medio colapsados.
Tang Bo se llevó una mano a la frente.
—”Primero la receta de la píldora primordial… Y ahora esto…”
¿Por qué seguía sorprendiéndose?
Cheong Myeong bajó tranquilamente del carro, como si no acabara de llegar de una travesía infernal, con la ropa impecablemente sacudida y una sonrisa satisfecha en el rostro.
—”¡Tang Bo! ¿Recibiste la carta?”
Tang Bo lo miró con los ojos entrecerrados, la pipa colgando de los labios.
—”Sí… sí la recibí. Y aún así… no esperaba esto.” —Señaló el carro. —”No dijiste que era tanto. Ni siquiera los textos antiguos mencionan una cantidad así. ¿Dónde encontraste tanto, demonio?”
Cheong Myeong infló el pecho con el orgullo más descarado.
—”¡No debes subestimarme! ¡Soy el gran Geomjon! “
Tang Bo soltó una carcajada.
—”Tienes toda la pinta de un villano con suerte divina.”
—”No es suerte. Es habilidad.”
‘y Baek Cheon.’
Ambos rieron.
Luego, Tang Bo se volvió hacia los discípulos que yacían tirados en el suelo, jadeando, arrastrándose como si hubieran cruzado el desierto.
Jo Gul tenía los ojos en blanco sin alma.
Yoon Jong murmuraba cosas como si estuviera delirando.
Tang Soso abrazaba la tierra.
—”Ya tengo cuartos preparados para todos” —dijo Tang Bo, con una sonrisa traviesa—. “Los herreros están listos, y el agua del baño ya se está calentando.”
Los discípulos quisieron llorar de felicidad, pero no tenían lágrimas.
Cheong Myeong, por supuesto, tenía otras prioridades.
Se giró hacia Baek Cheon, quien, aunque cansado, aún se mantenía de pie como el noble que era.
Sin decir palabra, lo cargó entre sus brazos, como si fuera una princesa rescatada del fuego.
—”Mi almohada humana se queda conmigo” —anunció con decisión—. “Los demás, arrástrense si pueden.”
—¡¡Maestro, injusticia!!
—¡Mi lealtad no vale nada!
Cheong Myeong no los escuchó.
Con Baek Cheon en brazos, avanzó hacia la residencia como un emperador regresando de la guerra, con el botín más valioso en su poder.
Baek Cheon ni siquiera protestó.
Podía haber hecho un comentario. Podía haber dicho que podía caminar solo. Podía haber fingido orgullo herido o una queja diplomática sobre “tratos innecesarios”…
Pero no.
¡Se dejó cargar como un príncipe caído del cielo!
Después de todo lo que había vivido —jalar un carro de metal eterno, lidiar con las quejas constantes de Jo Gul, calmar a Tang Soso cuando quiso destruir el mundo por falta de agua— sentía que se lo merecía.
Aunque en el fondo… sabía que él mismo se había ofrecido a jalar el carro.
Pero aún así, ¡eso no quitaba su derecho a ser mimado!
Cheong Myeong lo llevó directo a su habitación designada, dentro del complejo del clan Tang.
Ahí lo dejó con sumo cuidado sobre la cama, como si fuese una joya frágil.
—”Espera aquí. Voy a preparar el agua.”
Baek Cheon solo asintió con un leve suspiro.
Ya no tenía energía para responder con sarcasmo.
En menos de diez minutos, Cheong Myeong volvió.
Con la tina preparada con agua tibia y perfumada, una jarra de té frío, y un par de túnicas suaves y cómodas dobladas con esmero.
—”Listo. Todo para ti.”
Baek Cheon, sin una palabra, se levantó y entró al baño.
Cheong Myeong lo observó con una mezcla de satisfacción y ternura.
Y luego se giró.
Era momento de ocuparse de otro asunto importante.
(...)
En la sección de herrería del clan Tang, el ambiente era solemne.
Los herreros del clan, verdaderos artesanos del acero, rodeaban los trozos de metal eterno con reverencia casi religiosa.
Los tocaban con cuidado. Los medían. Los analizaban.
El brillo tenue del material, su densidad, su energía latente…
Era como estar en presencia de una criatura sagrada.
Y entonces, Cheong Myeong apareció.
Su presencia fue como una piedra cayendo en un estanque perfectamente quieto.
Todos los herreros se pusieron firmes al instante, como si hubieran sido sorprendidos haciendo algo indebido.
Incluso Tang Bo, que estaba literalmente recostado contra una caja mirando el metal con la boca entreabierta, tosió con torpeza y se irguió como si no estuviera embobado hace un segundo.
—”¡Ah! Geomjon. Qué puntual” —dijo, fingiendo compostura mientras disimulaba el brillo de sus ojos.
Cheong Myeong alzó una ceja, divertido.
—”¿Todo en orden?”
—”Sí, sí. Los herreros están listos. Ya hicimos los cálculos preliminares.”
—”¿Y cuánto tiempo?”
—”Dependiendo del diseño, tardaremos entre dos a tres semanas en forjar todas las espadas. Vamos a usar un poco más de la mitad del metal.”
Tang Bo lo miró de reojo, con una sonrisa apenas oculta.
—”Y si sobra tanto… podrías darme una parte como compensación, ¿no?”
Cheong Myeong lo fulminó con una mirada asesina.
Tang Bo levantó las manos en son de paz.
—”¡Estoy bromeando! …más o menos.”
Pero entonces, Cheong Myeong sonrió.
Un gesto que era peligroso viniendo de él.
—”Te daré un trozo.”
Tang Bo parpadeó.
—”¿Sí?”
—”Sí. Pero a cambio, necesito que hagas algo especial.”
El tono de su voz bajó.
Sus ojos recorrieron rápidamente el entorno y, al asegurarse de que nadie más escuchaba, se acercó y murmuró al oído de su amigo:
—”Necesito que hagas un anillo. De metal eterno.”
Tang Bo se quedó congelado.
Un anillo.
Un instante después, su mente lo llevó de vuelta a la conversación que tuvieron en Shaolin.
Aquel momento en el restaurante donde Cheong Myeong sacó el tema del matrimonio y como había dicho que quería hacerle algo especial a Baek Cheon.
Entonces es eso.
No una espada. No una armadura. Un anillo.
Cheong Myeong… iba en serio.
El metal eterno no era precisamente un mineral estéticamente atractivo. No brillaba como el oro, ni tenía el lujo de los diamantes.
Pero su resistencia era incomparable.
Y Baek Cheon era un espadachín.
Un anillo común se rompería en días si olvidaba quitárselo durante los entrenamientos.
Pero un anillo de metal eterno… sobreviviría a cualquier batalla. A cualquier vida.
Tang Bo bajó la mirada, sonriendo suavemente.
—”Está bien. Déjamelo a mí. Pediré grabados también… algo bonito. Algo duradero.”
Cheong Myeong asintió.
—”Gracias.”
Y por un momento, el lugar se quedó en silencio.
Con dos amigos de pie entre bloques legendarios, compartiendo un secreto que… cambiaría el destino de alguien.
(...)
Después de intercambiar algunas palabras más con Tang Bo, Cheong Myeong se estiró como si cargara el peso de un mundo sobre los hombros —aunque el único peso real era su secreta ansiedad— y anunció con calma:
—”Voy a descansar un rato, pero luego saldré a hacer un encargo.”
Tang Bo alzó una ceja con interés.
—”¿Y a dónde vas?”
Cheong Myeong entrecerró los ojos con aire misterioso y respondió con solemnidad exagerada:
—”Asuntos confidenciales del líder de la secta.”
—”Pero tú no eres el líder de la secta.”
—”¡Soy su hermano menor, es prácticamente lo mismo!”
—”Ajá…”
Y antes de que siguiera preguntando, Cheong Myeong añadió:
—”Me llevaré a Baek Cheon conmigo, así que tomará algo de tiempo.”
Tang Bo lo observó un segundo más, evaluando si debía presionar por más información…
Pero luego se encogió de hombros con indiferencia.
—”Como sea. De todos modos, la comida ya debe estar servida en el comedor” —dijo con una sonrisa torcida—. “Y por supuesto, hay licor. ¡Del bueno!”
Cheong Myeong no necesitó que se lo dijeran dos veces.
Sus ojos brillaron como si le hubieran dicho que regalarían espadas sagradas con cada bocado.
—”¡Entonces me voy!” —gritó mientras salía disparado hacia el comedor.
—
El comedor estaba animado, lleno del bullicio característico de discípulos jóvenes que, después de una odisea de varios días, se sentían con vida otra vez solo por ver arroz caliente y sopa humeante.
Yu Iseol comía en silencio, pero escuchando atentamente a Tang Soso que hablaba a su lado.
Jo Gul tenía el rostro hundido en su plato, comiendo sin masticar como si no tuviera tiempo de saborear.
Yoon Jong oraba con lágrimas antes de cada bocado.
Cheong Myeong entró como una tormenta silenciosa.
Tomó una bandeja.
Sirvió una montaña de comida que desafiaba las leyes de la física.
Eligió cuatro botellas de licor —porque “una es soledad, dos es cortesía, tres es compañía, y cuatro es prevención”— y salió sin decir una palabra.
---
Cuando abrió la puerta de su habitación, lo primero que vio fue la figura de Baek Cheon frente al tocador.
Con el cabello aún ligeramente húmedo cayendo sobre su hombro, pasaba lentamente un peine por sus largos mechones, acomodándolos con delicadeza.
La suave luz de las velas lo iluminaba como un retrato perfecto.
Y entonces lo vio a través del espejo.
Sonrió.
Una sonrisa suave, sencilla, sin adornos.
Una de esas que no dicen “te esperé” sino “sabía que volverías.”
El corazón de Cheong Myeong dio un vuelco.
Las botellas tintinearon en sus brazos cuando se apresuró a dejar la bandeja sobre la mesa.
Dejó todo cuidadosamente, como si de alguna forma arruinar el momento con ruido fuese pecado.
Y luego se acercó a él, lento, con el pecho tenso y la garganta seca.
Cuando estuvo justo detrás, se inclinó y le dio un beso en la mejilla.
Suave.
Cálido.
Eternamente íntimo.
El cuerpo de Baek Cheon aún emanaba el perfume de la limpieza, esa fragancia discreta que mezclaba el frescor del agua, el jabón artesanal y ese leve toque a flores del Monte Hua que parecía quedarse pegado a su piel por naturaleza.
Cheong Myeong cerró los ojos y apoyó su frente contra su hombro.
—”Hueles tan bien…”
—”Me bañé, ¿recuerdas?”
—”Quiero quedarme así un rato” —susurró él, sin moverse—. “Solo un rato. Solo tú y yo.”
Baek Cheon sonrió.
—”Entonces quédate. La comida no va a huir.”
—”Tú tampoco, ¿verdad?”
—”Tampoco.”
Y en ese pequeño instante de paz, mientras el mundo giraba afuera, Cheong Myeong no pensó en planes, en anillos, ni en espadas legendarias.
Solo pensó en lo que tenía frente a él.
Y en lo mucho que deseaba no tener que despedirse de eso nunca.
Después de unos largos y reconfortantes segundos en los que Cheong Myeong mantuvo su rostro hundido en el cuello de Baek Cheon, respirando su aroma como si pudiera absorber paz con cada inhalación, su estómago gruñó traicioneramente.
—’Traidor…’—pensó, con una mueca, pero no le quedó otra opción.
Se separó de Baek Cheon a regañadientes, como un niño al que le quitan su juguete favorito.
—”Vamos” —murmuró Baek Cheon entre risas suaves, mientras lo tomaba de la mano para arrastrarlo hasta la pequeña mesa del cuarto.
—”¿Tú también me abandonas?”
—”Voy hacia la comida, no al campo de batalla.”
Cheong Myeong hizo un puchero, pero lo siguió.
Una vez sentados, tomó la iniciativa de servirle a Baek Cheon su plato. Colocó una montaña generosa de carne, verduras salteadas y arroz blanco humeante.
—”Tienes que recuperar energía” —dijo mientras le servía una copa de licor de calidad.
Baek Cheon lo aceptó con una leve reverencia de cabeza, aunque claramente divertido por los mimos de su maestro.
Mientras comían, Cheong Myeong cambió de tono.
Más bajo. Más concentrado.
Y sin perder tiempo, le explicó el plan con claridad estratégica.
—”Mañana descansaremos aquí. Un día completo. Después partiremos a las Diez Mil Montañas.”
Baek Cheon lo miró de reojo, con los palillos en la boca.
—”¿Tan pronto?”
—”Si.… no quiero retrasarlo más.”
Hubo una pausa.
Una en la que Cheong Myeong pareció elegir cuidadosamente las siguientes palabras:
—”Le pedí a Tang Bo una carroza. Una cerrada, con ruedas reforzadas. Usaremos esa para cubrir la primera parte del viaje y ahorrar energía. Después… seguiremos a pie.”
Baek Cheon asintió, masticando lentamente.
—”Entiendo.”
Externamente estaba tranquilo, sereno como siempre, sin mostrar ninguna emoción fuera de lugar.
Pero por dentro…
Por dentro, su corazón latía con fuerza.
No solo por lo que harían, sino por cómo su maestro hablaba de ello.
Cada vez que Cheong Myeong mencionaba las Diez Mil Montañas, su mirada se volvía más oscura, más pesada.
No era miedo.
Tampoco era solo responsabilidad.
Era… anhelo.
Un dolor profundo, viejo, de esos que no sanan aunque el tiempo pase.
Un hueco que se lleva en el pecho, invisible para todos excepto para quien sabe mirar con el corazón.
Y Baek Cheon sabía mirar.
—’Debe extrañarlo mucho… a su hermano.’
Aunque nunca había conocido a Cheong Jin, podía sentir su peso en la vida de su maestro.
Un nombre que flotaba entre palabras no dichas. Una sombra que no proyectaba oscuridad, sino ausencia.
Y ahora, iban a buscarlo.
O al menos, a encontrar cualquier rastro de él.
Baek Cheon bajó los ojos a su plato. Cerró un momento los puños.
—’No importa qué tan difícil sea,’ pensó.
‘Lo vamos a encontrar. Lo que sea que quede de él, lo hallaremos.’
Y si eso significa revolver montaña tras montaña, entonces lo haré.
Por él.
Por Cheong Myeong.
Para que vuelva a sonreír con el alma.
En ese momento, sin saberlo, Baek Cheon se iluminó con una luz dorada como un halo.
Una luz que sólo Cheong Myeong pudo notar.
—”Vaya… “
—”¿Que sucede?” —Baek Cheon preguntó al ver la expresión de desconcierto de su maestro.
—”No, no es nada..”
‘Es sólo que… ¿Por qué de repente se activó de esa forma el halo de protagonista? ¿Le gustó mucho la comida?’
Cheong Myeong no le dio más vueltas al asunto y mejor decidió enfocarse en lo más importante.
Las Diez Mil Montañas no eran solo un territorio remoto.
Eran un escenario olvidado por el juego. Un lugar sin narrativa, sin fanservice, sin finales felices escritos.
Y allí, entre riscos, ruinas y memorias perdidas…
Estaba enterrada una verdad.
Una verdad que cambiaría todo.
—---
Al día siguiente, poco después del desayuno, cuando los primeros rayos del sol aún calentaban perezosamente los tejados del clan Tang, Tang Bo envió un mensaje claro y directo a la habitación de Cheong Myeong:
“Tráete a tu querido discípulo. Es hora.”
Así que, con la panza llena y el alma algo inquieta, Cheong Myeong y Baek Cheon caminaron juntos hacia la zona de herrería.
El sonido constante del martilleo, el crepitar del fuego y el leve silbido del vapor los envolvió apenas cruzaron el umbral. La fragancia del hierro caliente, aceite y madera quemada lo llenaba todo.
Era un lugar vivo. Palpitante.
Tang Bo los esperaba frente a un yunque, los brazos cruzados, con una sonrisa contenida en los labios y un brillo particular en los ojos.
—”Llegan justo a tiempo. Mañana partirán, así que si quiero hacer esto bien… debe ser ahora.”
Baek Cheon frunció ligeramente el ceño.
—”¿Hacer qué?”
Tang Bo no respondió enseguida. Caminó lentamente hacia un costado del taller, donde un grupo de herreros trabajaba con sumo cuidado sobre un bloque de metal eterno incandescente que descansaba en una forja circular.
Las llamas azuladas lamían los bordes del hierro con respeto, y una tenue energía espiritual danzaba a su alrededor.
Entonces Tang Bo se giró hacia Baek Cheon.
—”Dime, ¿sabes cómo fue forjada la espada de Geomjon?”
Baek Cheon asintió de inmediato.
—”Por supuesto. Fue forjada con metal eterno y sangre. Una espada única, hecha por uno de los mejores herreros del clan Tang.”
Tang Bo sonrió con aprobación.
—”Exacto. Y tú… mereces una igual.”
Baek Cheon parpadeó, claramente sorprendido.
—”¿Yo…?”
—”¿Crees que no lo has ganado? Has defendido el nombre del Monte Hua. Has llegado a la final de la competencia murim. Y eres… el orgulloso discípulo del loco que tengo por mejor amigo.”
Cheong Myeong resopló con arrogancia, pero no dijo nada.
Tang Bo hizo una seña, y los herreros retrocedieron respetuosamente.
Frente a ellos, sobre una plataforma caliente, el metal eterno estaba fundido hasta volverse un corazón brillante.
Y esperaba la sangre de su portador.
Tang Bo estiró la mano hacia Baek Cheon.
—”¿Puedo?”
Baek Cheon dudó un instante, pero luego le ofreció su mano con decisión.
Sabía que este era un momento importante.
Y sin saberlo, al hacerlo, le facilitó a Tang Bo lo que realmente quería: tomar la medida exacta del dedo anular.
Lo hizo con la naturalidad de un gesto profesional, sin levantar la más mínima sospecha.
Luego, sacó una pequeña navaja.
La hoja era delgada, limpia, reluciente.
—”Será solo un corte.”
Con precisión quirúrgica, hizo una incisión limpia en la palma de Baek Cheon.
No muy profunda, pero suficiente para permitir que la sangre comenzara a gotear.
Las gotas rojas cayeron sobre el metal fundido.
Y entonces ocurrió.
El metal chisporroteó, no con violencia, sino con un resplandor suave, como si aceptara con agrado la sangre ofrecida.
El rojo se mezcló con el azul, y una luz dorada brotó por un segundo del centro mismo del hierro.
Un reconocimiento silencioso.
Una promesa de lealtad entre arma y portador.
Cuando la cantidad fue suficiente, Tang Bo limpió con rapidez la herida.
Sacó un pequeño frasco de medicina y lo aplicó con delicadeza, envolviendo luego la mano con una venda limpia.
Y no fue porque lo considerara estrictamente necesario.
Fue porque sentía en la nuca la mirada asesina de Cheong Myeong, quien no apartaba los ojos de su discípulo ni un segundo desde que la sangre empezó a correr.
Tang Bo giró la cabeza y alzó ambas manos en son de paz.
—”¡Ya, ya! ¡Está sano! No lo estoy desangrando, lo juro.”
Cheong Myeong entrecerró los ojos.
—”…Por ahora.”
Baek Cheon rió por lo bajo, sacudiendo la cabeza.
—”Estoy bien, Maestro.”
Tang Bo retomó la compostura, caminando de regreso al yunque.
—”Con esto, mi mejor herrero puede empezar a forjar tu espada. Tendrá tu sangre, tu voluntad… y la técnica de generaciones del clan Tang. Será un arma digna de tu camino.”
Baek Cheon bajó la mirada, con una expresión suave, cargada de respeto.
—”Gracias. De verdad.”
Tang Bo asintió, pero en su interior… sonreía por otra razón.
Ya tenía la medida.
Ya tenía el metal.
Y ahora solo necesitaba forjar no solo una espada… sino algo más.
Un anillo.
Uno que durara tanto como el amor de un espadachín.
—----
El día de descanso pasó en un suspiro.
Cheong Myeong se aseguró de forma casi obsesiva de que Tang Bo le diera a Baek Cheon la medicina correcta para que el corte en su palma cicatrizara rápido.
—”¡¿Estás seguro de que esta pomada es de calidad?!” —exigía, sosteniendo el frasco frente a la cara de Tang Bo como si evaluara un veneno.
—”Es la misma que uso en mis heridas” —respondió el elder con una ceja arqueada—. “¿Te parece poco?”
—”¡Por supuesto! ¡Tu umbral de dolor es como el de un buey!”
Baek Cheon, con la mano vendada y sin el más mínimo rastro de incomodidad, observaba la escena en silencio.
Al principio pensó en detenerlos… pero al final solo sonrió con ternura.
—’Está exagerando como siempre… pero se preocupa. Y eso… es lindo.’
(....)
Finalmente, al amanecer del siguiente día, los dos estaban listos.
El cielo era claro, el aire fresco, y en el patio principal del clan Tang una carroza especialmente reforzada esperaba con los caballos ya listos. Aunque esta vez, no serían discípulos los que tirarían de ella.
Tang Bo, siempre el buen anfitrión, estaba en la entrada con los brazos cruzados, acompañado por varios asistentes que cargaban cestas de provisiones.
—”Comida, agua, píldoras curativas, vendas, más agua, más píldoras, y por supuesto…” —sacó una caja llena de botellas— “¡Licor del bueno!”
Cheong Myeong se quedó en silencio. Un segundo. Dos.
Hasta que su ceja tembló con sospecha.
—”¿Por qué siento que estás haciendo un testamento de viaje como si no volviéramos vivos?”
Tang Bo sonrió, encantadoramente despreocupado.
—”He viajado junto a ti el tiempo suficiente como para saber lo fácil en que te metes en problemas. “
—”¡Eso es diferente! ¡Yo soy una persona responsable!”
—¡¿Tú?!
—”¡Sí, yo!”
Antes de que la discusión escalara a otro intercambio de gritos dramáticos, Baek Cheon apareció por detrás y, sin una palabra, metió un pastel de luna en la boca de su maestro.
—”Mastica, Cheong Myeong-ah.”
Cheong Myeong bufó, pero obedeció.
—”Mnngf… traición…”
Baek Cheon se volvió hacia Tang Bo, retomando el tono diplomático:
—”Nuestros compañeros se quedarán aquí mientras estemos ausentes.
Yoon Jong será el responsable si algo sucede. Si necesitas algo relacionado con la secta o el metal restante, puedes hablar con él directamente.”
Tang Bo asintió, evaluando mentalmente a Yoon Jong con una mezcla de confianza y lástima.
—”Bien. Intentaré no arrastrarlo a ninguna locura mientras tú no estés.”
Y justo antes de que partieran, Tang Bo alzó la mano.
—”Espera un momento. Tengo algo más.”
Hizo una seña a uno de sus asistentes, quien inmediatamente se acercó con una caja rectangular y la abrió con solemnidad.
Dentro, descansaba una espada envainada.
Baek Cheon contuvo la respiración.
Tang Bo tomó la espada con cuidado y se la ofreció, sosteniéndola con ambas manos como si entregara una reliquia sagrada.
—”Aquí está. Tu nueva espada.”
Baek Cheon la recibió con reverencia.
La sostuvo con ambas manos, sintiendo el peso perfectamente equilibrado, y desenvainó con lentitud.
La hoja brilló con una luz suave, casi blanca.
A pesar de estar hecha del mismo metal eterno que la de su maestro, su tono era opuesto.
Donde la espada de Geomjon era oscura, envuelta en una aura solemne y poderosa, esta era clara, luminosa, casi etérea.
En la empuñadura estaban grabadas delicadas flores de ciruelo.
Baek Cheon la sintió al instante.
La conexión.
Como si la espada reconociera su alma, como si ya lo conociera.
Como si siempre hubiera sido suya, simplemente estaba esperando ser encontrada.
Con voz baja, profundamente emocionado, dijo:
—”Gracias… Elder Tang.”
El elder agitó la mano con una sonrisa despreocupada, aunque sus ojos brillaban con orgullo.
—”Bah, no fue nada. Pero ya que tienes tu propia espada, vas a tener que ponerle un nombre, ¿no?”
Cheong Myeong, aún masticando su pastel, alzó las cejas.
Tang Bo rió, mirando la hoja con los ojos entrecerrados.
—”Si la de Geomjon es Espada de flor de ciruelo de fragancia oscura…
Entonces tal vez la tuya debería llamarse… Fragancia iluminadora.”
Hubo un silencio.
Baek Cheon soltó una risita.
—”Ese nombre es horrible.”
—”¡Oye!”
—”Lo pensaré en el camino.”
Tang Bo fingió estar herido mientras Cheong Myeong se tragaba la risa por no poder hablar con la boca llena.
Y así, con una nueva espada en mano, corazones listos para el viaje y el cielo despejado, Cheong Myeong y Baek Cheon partieron hacia las Diez Mil Montañas.
—----
El viaje comenzó con calma.
El traqueteo suave de la carroza, el crujido de las ruedas sobre la tierra, y el aire fresco de la mañana se colaban por la ventana entreabierta, trayendo el olor a pinos y tierra húmeda. Cheong Myeong y Baek Cheon estaban cómodamente sentados dentro, rodeados de mantas, provisiones, y unas cuantas botellas de licor discretamente escondidas bajo una tela que claramente no engañaba a nadie.
En un principio, Cheong Myeong estaba de buen humor.
Observaba a Baek Cheon con una sonrisa tonta mientras este admiraba su nueva espada, girándola bajo la luz para observar los grabados, la hoja pulida, la empuñadura delicadamente decorada con flores de ciruelo. Sus ojos brillaban con orgullo.
—’Míralo, tan bonito, tan radiante, tan... concentrado.’ —pensó Cheong Myeong.
Pero después de unos minutos…
ese orgullo comenzó a marchitarse.
Baek Cheon seguía mirando la espada.
Y seguía.
Y seguía.
—”¿Hola? ¿Yo estoy aquí? ¿El maestro guapo, encantador y con historial legendario? ¿El que ha estado literalmente a tu lado desde el primer día?”
Cheong Myeong empezó a refunfuñar en voz baja, cruzado de brazos y con las cejas fruncidas, como un gato mojado ignorado por su dueño.
Baek Cheon seguía sin notarlo.
¡¿Qué más tenía que hacer para llamar su atención?!
¿Quitarse la ropa? ¿Hacer una voltereta con espada en mano?
¡Era indignante!
Finalmente, incapaz de aguantar más, con un obvio puchero inflando sus mejillas, soltó:
—”¿Ya tienes un nombre para tu espada...?”
Baek Cheon respondió sin apartar los ojos de la hoja:
—”Aún no uno en específico… pero me gustaría que estuviera relacionado con la luz.”
Cheong Myeong frunció los labios, pensativo.
—”¿Luz, eh? ¿Qué tal… Guānghuī (光辉 – Resplandor)? ¿O Mínghuā (明华 – Flor luminosa)? ¿O incluso Liàngjǐng (亮净 – Brillo puro)? ¡Oh! ¿Y Zhàoyào (照耀 – Iluminar)? ¿Demasiado dramático?”
Pero en cuanto giró el rostro hacia él…
Baek Cheon lo estaba mirando.
Con esos ojos.
Esa maldita sonrisa suave.
Y Cheong Myeong se congeló.
—’¡Ese encanto del protagonista otra vez! ¡No hay defensa contra eso!’
Su corazón dio un giro tan brusco que por poco se cae de su asiento.
Baek Cheon inclinó ligeramente la cabeza y dijo con voz tranquila:
—”Me gustaría que el nombre hiciera juego con el de tu espada.”
Silencio.
Y luego… Cheong Myeong sonrió.
Una de esas sonrisas suaves, genuinas, que solo mostraba cuando se sentía especialmente mimado.
—”Tonto… eres tan jodidamente tonto y adorable” —murmuró.
Baek Cheon dejó a un lado la espada cuidadosamente y luego dio un par de palmaditas suaves en su regazo.
Cheong Myeong no necesitó más.
Como si fuera un perro bien entrenado, se recostó de inmediato sobre las piernas de su discípulo con un suspiro satisfecho.
—”Tenemos todo el camino para pensar en un buen nombre…” —murmuró, cerrando los ojos mientras sentía la calidez de las manos de Baek Cheon acariciando su cabello.
El traqueteo de la carroza continuó.
Y los dos se dejaron llevar, por el viaje… y por esa calma compartida que sólo existía entre ellos.
Y mientras el bosque los envolvía, más adelante en el horizonte las Diez Mil Montañas los esperaban.
Chapter 203: ⌗Diez Mil Montañas (1)
Chapter Text
El viaje hacia las diez mil montañas —O más bien, al pueblo que Cheong Myeong había solicitado ir para acortar el camino— tomó un par de días, en ocasiones paraban en un par de pueblos a descansar y comer antes de seguir su viaje. De cierta forma parecían más que estaban en una cita que en una misión de suma importancia.
El vaivén de la carroza se volvió un arrullo constante, y Cheong Myeong —acomodado con total descaro sobre el regazo de Baek Cheon— no dejaba de hablar.
—”¿Y qué tal Yáoguāng (耀光 – Resplandor brillante)? Suena heroico, ¿no? ¿No? … ¿Demasiado pomposo?
Entonces qué te parece Bái guāng zhī huā (白光之花 – Flor de luz blanca)… bueno, es largo, pero tiene estilo.
¡O Huīguāng jiàn (辉光剑 – Espada de brillo radiante)!
¡O—!”
—”Cheong Myeong-ah” —interrumpió Baek Cheon, entre divertido y paciente, acariciando su cabello con ternura—, “ya llevo contadas al menos veinte sugerencias.”
—”¡¿Y ninguna te ha convencido aún?! Increíble…”
—”Tienes buen gusto, pero a veces te pasas con los nombres floridos.”
Cheong Myeong puso cara de ofendido, pero no se rindió. Cerró los ojos por un momento, pensó con cuidado y de repente… lo dijo:
—”Baeg-yeongmae-geom.
Espada Ciruelo de Sombra Blanca.
(백영매검 / 白影梅劍)”
Baek Cheon parpadeó.
Y luego… su rostro se iluminó.
Literalmente.
Como si el nombre hubiera resonado en lo más profundo de su alma. Como si la hoja recién forjada lo hubiese aceptado por completo.
Era perfecto. Elegante. Serio. Con ese tono melancólico y fuerte que lo representaba.
—”Baeg-yeongmae-geom…” —repitió en voz baja, saboreando cada sílaba.
—”Me encanta.”
Cheong Myeong lo miró desde abajo, notando el brillo en los ojos de su discípulo.
Y entonces, sonrió con una mezcla de orgullo y picardía.
—”¿Y no crees… que me merezco una compensación por ser el mejor dando nombres?”
Baek Cheon soltó una carcajada cálida, de esas que hacía temblar hasta la médula.
—”Claro que sí.”
Y sin más aviso, lo atrajo hacia él y lo besó.
Fue un beso suave al principio, pero lleno de emoción contenida.
Cheong Myeong no tardó en corresponder con entusiasmo, enredando los brazos alrededor de su cuerpo, profundizando el contacto con la ansiedad acumulada de tantas horas siendo ignorado por una maldita espada.
Su aliento se mezcló con el de Baek Cheon, el espacio reducido de la carroza de pronto sintiéndose demasiado íntimo, demasiado caluroso.
Justo cuando las manos empezaban a deslizarse por la cintura de Baek Cheon y los corazones latían como tambores de guerra…
Tok tok tok.
—”Discúlpenme” —dijo la voz del conductor desde fuera—, “ya hemos llegado al pueblo.”
Cheong Myeong se congeló.
—’¡Maldito conductor con timing dramático de novela barata!’ —pensó, rechinando los dientes.
Se separó lentamente, como si le arrancaran el alma, mientras Baek Cheon ocultaba una sonrisa divertida tras una tos fingida.
—”Ya voy “—respondió Cheong Myeong con voz grave y resignada, antes de abrir la puerta y saltar fuera.
El cielo ya se oscurecía.
La luz anaranjada del atardecer daba paso a la bruma azulada del anochecer, y en el horizonte, un pequeño pueblo se perfilaba entre los árboles como un oasis cálido en medio del camino.
Después de estirar las piernas adoloridas y recuperar algo de compostura, ambos caminaron hacia la posada más cercana.
Una construcción de madera bien cuidada, con faroles de papel rojo colgando de la entrada y aroma a sopa flotando en el aire.
Reservaron una habitación para pasar la noche, con camas recién tendidas y agua caliente disponible. Nada lujoso, pero lo suficiente para descansar después del viaje.
Mañana… seguirían a pie.
Las Diez Mil Montañas estaban cada vez más cerca.
Y con ellas, el eco de un pasado que aún no había dicho su última palabra.
(...)
Tan pronto como les asignaron la habitación en la posada, Baek Cheon hizo lo que siempre hacía: se dirigió directo al baño.
Y como el novio considerado que era (aunque a veces cruel), esta vez no colocó la mampara.
—’Finalmente… justicia divina,’ pensó Cheong Myeong mientras se acomodaba cómodamente en el colchón, con el mentón en la palma y la vista fija en la figura esbelta de su discípulo, que se quitaba la ropa con calma antes de entrar a la bañera.
Fue un espectáculo para uno. Y ese uno era él.
Cuando Baek Cheon terminó, salió envuelto en vapor, secándose el cabello con una toalla y luciendo tan fresco y pulcro que parecía un inmortal bajado del monte.
Cheong Myeong solo pudo suspirar.
—’¿Y cómo se supone que voy a dormir ahora después de ver eso?’
Pero por el bien de sus arterias y su autocontrol, decidió centrarse en la cena.
Sentados a la pequeña mesa del cuarto, ambos comenzaron a cenar tranquilamente.
Cheong Myeong, como era costumbre, devoraba la comida con energía desbordante, como si su estómago fuera una bolsa de vacío sin fondo.
—”¿No comiste todo el camino?” —preguntó Baek Cheon mientras servía más arroz.
—”¡Tang Bo sólo nos dejó bocadillos fríos! ¡Pero ahora es comida caliente!”
Baek Cheon ya ni se sorprendía.
Simplemente le sirvió más verduras para equilibrar los cinco platos llenos de carne que Cheong Myeong tenía en rotación.
—”Verduras” —murmuró Cheong Myeong, con expresión de niño regañado.
—”Voy a seguir usando la mampara.”
—”…Dame más brócoli.”
Mientras removía su tazón de arroz, Baek Cheon se volvió más serio.
—”Maestro… Las Diez Mil Montañas. ¿Son peligrosas?”
Cheong Myeong tardó en responder.
Se tomó el tiempo de tragar su comida, bebió un sorbo de licor, y luego dejó los palillos en la mesa.
—”No mucho” —dijo finalmente—. “A lo sumo, un oso que se haya vuelto loco. Algún que otro bandido de montaña. Pero nada que no podamos controlar.”
La respuesta era tranquilizadora… pero también cuidadosamente medida.
La pregunta de Baek Cheon era perfectamente razonable.
¿Quién no conocía las Diez Mil Montañas?
Incluso si el juego “Ecos del destino celestial” no profundizaba del todo en su historia, Cheong Myeong tenía algunos de los recuerdos del Geomjon original.
Y con eso, podía llenar los vacíos que el juego había dejado por enfocarse en otras cosas… como pechos animados y tramas románticas absurdas.
Las Diez Mil Montañas habían sido el clímax de la guerra de hace años.
El terreno sagrado donde la sangre tiñó la tierra, donde los gritos de los justos y los demoníacos se mezclaron, donde el Culto Demoníaco y su líder, el Demonio Celestial, habían establecido su base más poderosa.
Allí cayó Cheong Jin.
Allí se rompió el vínculo de los tres hermanos.
El lugar estaba lleno de muerte, odio y energía corrupta.
Pero el tiempo había pasado.
A lo largo de los años, el terreno fue purificado. Los restos fueron enterrados. Las sectas barrieron lo que quedó y la naturaleza retomó su lugar.
Según el propio juego, el Culto Demoníaco fue completamente exterminado.
No había encuentros posteriores, salvo menciones breves y personajes residuales que no representaban una amenaza real.
Y aunque Cheong Myeong había cambiado muchas cosas del guión desde que ocupó este cuerpo, él llegó después de la guerra.
Después de que todo eso ya estuviera escrito.
Esa parte de la historia… no podía haberla alterado.
Así que no. No debían preocuparse por demonios resucitados o revanchas secretas.
Su único objetivo era uno: encontrar rastros de Cheong Jin.
Una tumba.
Un nombre.
Un indicio.
Algo que le permitiera a Tang Bo, a Cheong Mun… y a él mismo, cerrar ese capítulo.
Baek Cheon lo miró en silencio por unos segundos más, luego asintió.
—Entiendo.
Y con eso, retomaron la cena.
Uno comiendo como si el mundo estuviera por acabarse.
El otro… recordando que aunque su maestro siempre sonriera, había heridas que seguían abiertas.
Y mañana… irían directo a donde esas heridas habían nacido.
(...)
El viaje a pie comenzó al alba.
El cielo estaba cubierto por un velo tenue de nubes, y el aire fresco de la mañana les acariciaba el rostro mientras avanzaban a buen ritmo usando el aligeramiento de pies.
Aunque cargaban equipaje ligero con provisiones, la técnica les permitía recorrer grandes distancias sin agotar su energía demasiado rápido.
El paisaje comenzó a transformarse rápidamente.
Lo que al principio eran colinas verdes y senderos de tierra, pronto se volvió más escarpado y salvaje. La vegetación crecía densa y libre, y el terreno se volvía cada vez más empinado, lleno de árboles viejos de raíces gruesas y ramas retorcidas que formaban túneles naturales sobre sus cabezas.
Y entonces, lo vieron.
En el horizonte, recortadas contra el cielo pálido, las Diez Mil Montañas se alzaban como una muralla de piedra y niebla.
Altas. Inhóspitas.
Eternas.
Sus picos se extendían como espadas apuntando al cielo, envueltos en nubes blancas y sombras antiguas. Cada uno parecía tener su propia personalidad: uno parecía rugir, otro estaba partido por un deslizamiento de tierra, otro tenía la cima nevada, como si el invierno se hubiese aferrado solo allí.
A medida que se acercaban, la presión en el aire también cambiaba.
No era opresiva… pero sí solemne.
Como si la tierra misma recordara todo lo que había sucedido allí.
Finalmente, llegaron al bosque a los pies de las montañas.
El sendero desapareció, tragado por árboles de cortezas oscuras y ramas que parecían moverse con el viento aunque no hubiera brisa.
Las sombras eran más profundas bajo ese dosel. Los sonidos más tenues. El canto de los pájaros disminuía. Como si incluso los animales fueran más cautelosos aquí.
Cheong Myeong se detuvo frente a los árboles.
Observó la entrada del bosque con una expresión inescrutable.
No era miedo.
Era memoria.
Aquí estaban.
En el umbral de un pasado que solo conocía a través de sueños ajenos y recuerdos que no eran del todo suyos.
Pero que dolían como si lo fueran.
Justo cuando su expresión comenzaba a tornarse más tensa, una mano cálida tomó la suya.
Baek Cheon.
No dijo nada. No hizo ningún comentario.
Solo entrelazó sus dedos con los de su maestro, firme y silencioso.
Un gesto sencillo. Pero poderoso.
Cheong Myeong sonrió.
No era una sonrisa brillante, ni burlona.
Era serena. Agradecida.
Dolorosamente humana.
Apretó la mano de Baek Cheon con suavidad, y asintió.
—”Vamos.”
Y así, entraron al bosque.
Juntos.
Sus pasos eran tranquilos, medidos.
Sus ojos, atentos a cada detalle del entorno. A cada árbol con marcas. A cada piedra fuera de lugar. A cada cambio en la energía espiritual del ambiente.
No sabían exactamente qué encontrarían.
Pero sabían lo que buscaban.
La verdad.
La historia no contada.
El cierre que llevaban años esperando.
Y las Diez Mil Montañas los observaban en silencio.
A medida que los árboles se volvían más densos y el follaje más húmedo, Cheong Myeong y Baek Cheon avanzaban en completo silencio.
Solo sus pasos sobre la hojarasca húmeda y el susurro ocasional del viento entre las ramas interrumpían la calma tensa que envolvía el bosque.
De pronto, Cheong Myeong —que caminaba ligeramente por delante— giró el rostro y habló con voz baja:
—”Mantente atento a cualquier cosa. Si algo te llama la atención, dímelo de inmediato.”
Baek Cheon asintió sin dudar, sus sentidos ya se encontraban agudizados, pero aún así, preguntó con cautela:
—”¿Qué clase de cosa podría indicarnos la ubicación de Cheong Jin?”
Cheong Myeong guardó silencio por un instante.
Esa era la pregunta correcta. Pero también, una difícil de responder.
Cheong Jin no era alguien común.
Era inteligente, meticuloso… y profundamente consciente de lo que significaba para su familia y su secta.
Si había pasado por aquí, si había sentido que su final se acercaba…
Era casi seguro que habría dejado alguna clase de rastro. Algún indicio, aunque fuera mínimo.
Un emblema.
Una escritura.
Una flor.
Algo.
Pero ya habían pasado más de diez años desde la guerra.
Más de una década desde que este terreno fue limpiado por las diez grandes sectas tras la caída del Culto Demoníaco.
¿Cuántas huellas no habrían sido arrasadas por la fauna?
Por el clima.
Por el tiempo.
Cheong Myeong no pudo decir más que:
—”Cualquier cosa.”
Baek Cheon no pidió más explicaciones.
Lo entendió de inmediato.
A veces, cuando no sabes qué estás buscando, lo mejor es observar sin prejuicios.
Sentir.
Confiar en la intuición.
Y si había alguien que podía hacerlo, era él.
Su concentración se volvió absoluta.
Caminaba con cuidado, los ojos moviéndose de árbol en árbol, de piedra en piedra.
Sintiendo el aire.
Escuchando el bosque.
Fue entonces que la idea se filtró en su mente.
Si las diez grandes sectas no pudieron hallar nada…
si todos buscaron con una visión general y práctica…
¿No tendría más sentido que Cheong Jin hubiese dejado un rastro que solo alguien del Monte Hua podría comprender?
Algo que solo alguien que amó esa secta podría identificar.
¿Flores de ciruelo?
Demasiado pequeñas, demasiado vulnerables al clima. Si las dejó, ya habrían desaparecido.
¿Montañas…?
Entonces alzó la vista.
Algo, un instinto, lo empujó a mirar más allá de los árboles, hacia los picos recortados contra el cielo gris.
Y allí lo vio.
Uno de los picos más altos, parcialmente cubierto por nubes, tenía una forma extrañamente familiar.
Una pendiente curva que descendía como una ola.
Un corte anguloso en el centro.
Dos peñascos más pequeños a cada lado como hombros.
Sus ojos se abrieron apenas.
Su corazón dio un vuelco.
—”Maestro…” —murmuró, su voz apenas un suspiro— “¿No le parece que… esa montaña se parece al Monte Hua?”
Cheong Myeong se detuvo.
Volvió lentamente el rostro hacia él, luego alzó la vista siguiendo su mirada.
Y cuando lo vio, también lo sintió.
Una punzada en el pecho.
Una certeza antigua, irracional, profunda.
Era como mirar a casa desde lejos.
—”...Sí “—susurró. —”Es igual.”
Y no era una coincidencia.
Cheong Jin, incluso en sus últimos días, incluso rodeado de enemigos…
había buscado una montaña que le recordara a su hogar.
Y quizás, había hecho de ese lugar su tumba.
Con la imagen de la montaña similar al Monte Hua aún fresca en la mente, y una nueva esperanza ardiendo en el pecho, Cheong Myeong y Baek Cheon aceleraron el paso.
Sus movimientos eran fluidos, silenciosos, como sombras deslizándose entre la espesura.
Cada vez más cerca.
Cada vez más profundo.
Pero no tardaron en sentirlo.
Un cambio en el aire.
El frescor natural del bosque dio paso a una pesadez sutil pero innegable.
Una presión en el pecho. Un hormigueo en la nuca.
Como si el mundo los estuviera observando.
Y entonces, un escalofrío les recorrió la espalda.
—”…¿Energía demoníaca?” —murmuró Baek Cheon, sus ojos muy abiertos, la mano yendo instintivamente a la empuñadura de su espada nueva.
Cheong Myeong ya lo había notado también.
Su expresión cambió al instante, y con el ceño fruncido, levantó una mano en señal de alto.
—”Oculta tu energía” —ordenó en voz baja—. “Baja la velocidad de tus pasos. No hagas ruido.”
Baek Cheon obedeció sin cuestionar.
Mientras el silencio los envolvía, Cheong Myeong miró hacia el bosque con una mezcla de desconcierto y sospecha.
—’¿Qué demonios está pasando?’
Esto no debía estar ocurriendo.
En el juego, el Culto Demoníaco era historia.
Exterminado. Sellado.
Mencionado solo en los primeros capítulos como un eco del pasado, una amenaza vencida.
No había eventos ni rutas narrativas relacionadas con él en esta etapa del juego.
Ni siquiera contenido oculto.
Entonces… ¿por qué había energía demoníaca aquí?
No era abrumadora.
No era tan poderosa como la que recordaba de los obispos del culto.
Pero estaba ahí.
Latente. Corrupta. Real.
Y eso era más que suficiente para ponerlo en alerta total.
Avanzaron con máxima cautela.
Las manos de ambos descansaban sobre las empuñaduras de sus espadas, listas para desenvainar al menor indicio de peligro.
El bosque estaba extrañamente silencioso.
Ni un pájaro. Ni un insecto.
Y entonces… los vieron.
A la distancia, entre los árboles, cuatro figuras encapuchadas se desplazaban en fila.
Tres de ellas caminaban con la postura tensa, los hombros bajos y los rostros ocultos.
La cuarta, la que iba al frente, tenía una postura más erguida.
El líder.
El grupo se movía con paso seguro, como si supieran exactamente hacia dónde se dirigían.
Cheong Myeong y Baek Cheon se deslizaron rápidamente entre los arbustos, agachándose sin hacer ruido.
Contuvieron la respiración.
No podían atacar sin saber con certeza lo que estaban enfrentando.
Tal vez eran cultivadores solitarios que jugaban con artes prohibidas.
O tal vez… era algo peor.
Pero algo no encajaba.
Porque justo cuando se escondieron, el líder encapuchado detuvo sus pasos.
Se quedó de pie entre los árboles.
Y lentamente, giró la cabeza.
Directo hacia donde ellos estaban.
No hizo un gesto hostil.
No habló.
Solo… los miró.
Cheong Myeong sintió un escalofrío helado bajar por su columna.
—’Nos ha visto.’ —pensó, con los músculos tensos.
A su lado, Baek Cheon ya tenía los dedos firmes en la empuñadura de su espada.
La Espada Ciruelo de Sombra Blanca temblaba con una energía casi imperceptible, como si reconociera la amenaza frente a ellos.
Y entonces, el silencio se rompió.
En cuanto la figura encapuchada alzó la mano, Cheong Myeong reaccionó.
Le hizo una señal a Baek Cheon con dos dedos.
Separación táctica.
Era una orden silenciosa, directa.
Y Baek Cheon la comprendió al instante.
Ambos se movieron al unísono, como si hubieran ensayado esa maniobra toda su vida.
Pero en el momento en que se separaron—
Los tres encapuchados que seguían al líder se lanzaron como bestias hacia Baek Cheon.
—”¡Tch!”
Baek Cheon desenfundó de inmediato.
La Espada Ciruelo de Sombra Blanca salió de su vaina en un destello claro, como un rayo cortando la penumbra.
El primer choque de acero contra carne envuelta en energía demoníaca resonó como un trueno sordo en el bosque.
Las figuras no usaban espadas.
Sus propias manos estaban envueltas en energía oscura, espesa como tinta, afilada como cuchillas.
Los dedos extendidos como garras buscaban sus puntos vitales: cuello, corazón, garganta, ojos.
Una intención asesina abrumadora.
Baek Cheon frunció el ceño, retrocediendo solo un paso mientras giraba la muñeca para bloquear el siguiente golpe.
—”No tienen técnica… solo ferocidad.”
Y aun así, era aterrador.
Porque sus movimientos eran impredecibles.
No se protegían. No se cuidaban.
Solo atacaban.
Como si el dolor no existiera. Como si la muerte no significara nada.
Uno de ellos saltó y fue atravesado por la espada de Baek Cheon de lado a lado.
Pero no se detuvo.
Clavó sus propias manos en el suelo, y usó su cuerpo ensartado como palanca para impulsar a otro hacia él.
Baek Cheon bloqueó.
Sintió el brazo del segundo oponente rozar su hombro con fuerza bestial.
Giró el cuerpo y cortó limpiamente el brazo del tercero.
Pero ni un grito.
Ni un gesto de dolor.
Ni una reacción.
Los tres ocultistas demoníacos eran como muñecos animados por pura energía asesina.
Más parecidos a cadáveres que a humanos.
‘Ahora entiendo por qué decían que eran un azote incluso sin ser poderosos.’
‘No puedes intimidarlos. No puedes quebrarlos. No puedes esperar un error humano.’
La única solución era acabar con ellos.
Completamente.
Sin piedad.
Baek Cheon endureció el ceño.
No podía dejar que ninguno escapara.
No podía darles ni un segundo para redirigir su ataque hacia Cheong Myeong.
Mientras esquivaba otro tajo envuelto en niebla oscura, la energía de su espada se elevó.
Flores de ciruelo comenzaron a brotar desde su hoja, flotando en el aire como pétalos de luz blanca.
La Espada Ciruelo de Sombra Blanca respondía al peligro.
Respondía al alma de su dueño.
Baek Cheon giró sobre sus talones, y en un solo movimiento, las flores se dispersaron con una onda cortante.
Su espada trazó un arco limpio y fatal hacia la cabeza de uno de los encapuchados.
Mientras tanto… a lo lejos, Cheong Myeong se acercaba al líder.
Y el verdadero origen de la energía demoníaca aguardaba frente a él.
Aunque una parte de él —una parte profunda, cálida y visceral— quería estar al lado de Baek Cheon, protegerlo y cortar de raíz a todo el que se atreviera a acercarse a su discípulo, Cheong Myeong sabía que no podía permitirse ese lujo.
Esta batalla no era una de emociones. Era de precisión. Eficiencia. Objetivo.
Separarse había sido la mejor opción.
Porque si el obispo del culto estaba aquí, si esa figura que emanaba una energía demoníaca mucho más densa que la de los demás estaba al frente del grupo, entonces él era la clave.
Y si Cheong Myeong no lo detenía rápido, Baek Cheon estaría en peligro.
Así que avanzó directo hacia él.
La figura encapuchada, como si hubiese estado esperando ese momento, se detuvo lentamente y alzó ambas manos para retirarse la capa.
Y lo que reveló hizo que el aire pareciera más pesado.
Era un rostro pálido, casi enfermizo, como si no hubiera visto la luz del sol en años.
Sus labios estaban secos y agrietados, las ojeras profundas le daban un aspecto fantasmal, y su cabello colgaba en mechones desordenados sobre sus hombros.
Pero lo más inquietante era su sonrisa.
Amplia. Antinatural.
Y los ojos. Oh, los ojos.
Ardían con locura.
—”Geomjon…” —susurró con voz profunda y rasposa, como si masticara las palabras desde su garganta—. “La segunda venida del Demonio Celestial está aquí…”
Cheong Myeong se detuvo.
El obispo comenzó a caminar hacia él, acortando la distancia paso a paso.
Cada palabra que salía de sus labios temblaba como si estuviera recitando una profecía.
—”Geomjon… Segunda venida del demonio celestial… “
Su tono se convirtió en mantra.
Una invocación.
Una adoración.
Cheong Myeong apretó la empuñadura de su espada.
El filo estaba a punto de salir.
Un paso más.
Un centímetro más.
Y entonces…
el obispo también se detuvo.
De pronto.
Como si se hubiese estrellado contra una pared invisible.
Sus ojos se abrieron de par en par.
La sonrisa se esfumó.
Su rostro se tornó tenso, crispado.
Y en ese momento, las palabras que salieron de su boca hicieron que el corazón de Cheong Myeong se congelara.
—”Tú…Tú no eres Geomjon.”
El mundo se quedó en silencio.
Cheong Myeong sintió un escalofrío recorrerle la columna, pero no fue miedo.
Fue desconcierto.
Pánico contenido.
¿Cómo?
¿Cómo podía saberlo?
Nadie… Nadie jamás lo había sospechado.
No el líder de la secta.
No sus discípulos.
Ni siquiera Baek Cheon.
Pero este hombre… este loco…
Lo miraba como si pudiera ver a través de su piel.
—”Tú no eres Geomjon…Geomjon… El Demonio Celestial…”
El rostro del obispo se deformó en una expresión de ira pura.
Un grito desgarró su garganta.
—”¡¿QUÉ HICISTE CON ÉL?!?!”
Y entonces estalló.
Una onda de energía demoníaca emanó de su cuerpo con brutalidad.
Las piedras a su alrededor crujieron.
Los árboles temblaron.
Las manos del obispo se cubrieron de una energía negra espesa como alquitrán, que serpenteaba por sus dedos como serpientes vivas, y su espalda se curvó como si algo dentro de él se rompiera.
Ya no había tiempo para pensar.
Ni para responder.
Cheong Myeong salió del trance, su rostro endurecido, su mirada afilada como cuchillas.
—”Tsk… Esto no estaba en el juego.
Pero no importa. Aunque el mundo se caiga, aunque grites…”
Su espada salió de la vaina como un rayo de oscuridad.
La Espada de Ciruelo de Fragancia Oscura rugió entre sus dedos.
—”Si te atreves a amenazar lo que tengo ahora…Te voy a hacer pedazos.”
El cuerpo de Cheong Myeong se movía con una perfección aterradora.
No pensaba, solo actuaba.
El instinto de combate del Geomjon original, refinado tras innumerables batallas, se despertó como una bestia dormida que reconocía este tipo de amenaza.
Y Cheong Myeong no lo detenía.
No esta vez.
La Espada de Ciruelo de Fragancia Oscura rugía entre sus manos, envuelta en una energía interna tan densa y pura que la niebla demoníaca alrededor del obispo chispeaba al contacto con ella.
Cada golpe del enemigo, dirigido sin piedad a sus puntos vitales —el cuello, el corazón, la garganta, los ojos—, era bloqueado con precisión mortal.
Y cada vez que su defensa abría una grieta, la espada contraatacaba directamente al cuello del obispo.
Pero ese desgraciado…
ese fanático desquiciado…
Era fuerte.
Una capa de energía demoníaca tan espesa como una armadura oscura lo protegía, absorbiendo parcialmente el daño, dificultando cada corte.
Y no se detenía.
No se rendía.
No retrocedía.
—”Segunda venida… Segunda venida del Demonio Celestial…”
El mantra no cesaba.
Su voz quebrada se mezclaba con risas y gemidos como si su propia mente estuviera hecha trizas.
Cheong Myeong apretó los dientes.
—”¡No habrá segunda venida, maldito bastardo!”
Con un rugido de energía, la espada cortó limpiamente a través del brazo izquierdo del obispo, rebanando la carne y atravesando la capa de energía demoníaca como si fuera papel.
El brazo cayó al suelo…
pero el obispo no gritó.
No se detuvo.
No lo sintió.
En vez de retroceder, se lanzó hacia adelante como un animal rabioso.
Sin brazos, sin defensa, quiso usar las piernas, la cabeza, incluso los dientes si era necesario.
Como los tres seguidores anteriores…
pero con diez veces más fanatismo.
—”¡SEGUNDA VENIDA!” —gritó, los ojos completamente inyectados en sangre.
Pero la energía pura que brotaba de la espada de Cheong Myeong era como una llama celestial.
La niebla demoníaca se evaporaba en contacto con ella.
Una estocada.
Un giro.
Un golpe directo al torso.
Se escucharon los crujidos.
Costillas rotas.
Sangre negra salpicando el suelo.
Y en un instante, el obispo estaba en el suelo, inmóvil, con la rodilla de Cheong Myeong sobre su pecho, y el filo de la espada presionado contra su cuello.
Su cuerpo temblaba, sus labios sangraban, pero aún murmuraba.
—”...la segunda venida… del demonio celestial… se acerca…”
Cheong Myeong estaba jadeando.
No por cansancio.
Sino por furia contenida. Por una angustia que hervía bajo la superficie.
—”¿Qué relación hay…” —gruñó con voz baja, ronca, y cargada de ira— “entre el Demonio Celestial… y Geomjon?”
Pero el obispo no respondió.
Ni un solo atisbo de lógica o cordura cruzó su rostro.
Solo repitió el mismo maldito mantra, como si no quedara nada humano dentro de él.
—”¡La segunda venida! ¡SEGUNDA VENIDA DEL DEMONIO CELESTIAL—!”
Cheong Myeong frunció el ceño con profunda frustración.
—”Entonces no necesito más de ti.”
Con un movimiento preciso, seco, y sin dejar espacio a dudas, cortó la cabeza del obispo.
El cuerpo tembló… luego se desplomó.
Silencio.
Oscuridad.
La energía demoníaca que envolvía el bosque se desvaneció de golpe, como si la muerte de aquel fanático fuese el fin de un nido maldito.
Cheong Myeong se quedó de pie, mirando el cadáver.
—”¿El Demonio Celestial… y Geomjon…? ¿Qué clase de maldita conexión hay… que ni el juego mostró?”
Y por primera vez desde que llegó a este mundo,
se sintió verdaderamente en la oscuridad.
"¿En qué demonios te metiste, Geomjon?"
La pregunta se repetía una y otra vez en la mente de Cheong Myeong mientras observaba el cuerpo sin cabeza del obispo disiparse lentamente entre hojas secas y la sangre ennegrecida que comenzaba a evaporarse como humo maldito.
Nada tenía sentido.
Y sin embargo, todo comenzaba a encajar demasiado bien.
Geomjon y el Demonio Celestial... no podían ser la misma persona.
¿Qué clase de estupidez sería participar en una guerra contra ti mismo?
¿Salvar a la humanidad de un enemigo… que eras tú?
No tenía lógica.
Entonces, si esa conexión existía, si había una relación entre ambos, debía haber surgido después de la guerra.
O… tal vez, durante los últimos momentos.
Justo cuando el mundo creyó que todo había terminado.
Cheong Myeong cerró los ojos y comenzó a repasar la línea de la historia original del juego.
Una narrativa ya conocida, una que había seguido durante horas en su vida moderna.
Pero que ahora se sentía como una verdad incompleta.
—Geomjon fue quien acabó con el Demonio Celestial.
—Luego, desapareció por años. Se dijo que estaba de luto por su hermano perdido en batalla.
—Después de su reclusión, reapareció… distante, frío, inflexible.
—Aceptó discípulos, pero jamás volvió a ser el mismo. Especialmente cruel con Baek Cheon, el protagonista.
¿Y si Geomjon… no lo venció realmente?
¿Y si, al vencerlo, absorbió algo más que su energía?
¿Su esencia? ¿Su maldición?
Cheong Myeong abrió los ojos, sus pupilas vibrando con una nueva y peligrosa claridad.
Él mismo lo había dicho antes.
La energía demoníaca puede corromper.
Puede distorsionar la mente, el alma.
Convertir a un ser virtuoso en una sombra de sí mismo.
Y si Geomjon, en un intento desesperado por acabar con el Demonio Celestial, absorbió su energía, la selló en sí mismo… ¿cuánto de él mismo sacrificó en el proceso?
Eso podría explicarlo todo.
—Por eso ya no usaba la Técnica de la Flor de Ciruelo.
—Por eso jamás volvió a liberar su energía interna.
—Por eso dejó de intervenir directamente, y siempre mandaba a otros.
—Por eso dejó de ayudar a los necesitados, incluso cuando era capaz de hacerlo.
—Por eso… se volvió tan agresivo con Baek Cheon.
La pureza de su energía. Su luz.
Quizá sin saberlo, el cuerpo de Geomjon reaccionaba como si Baek Cheon fuese un antídoto… o un catalizador.
Algo que la energía demoníaca reprimida dentro de él no podía soportar.
Pero si esa teoría era cierta…
’¿Por qué, cuando él poseyó el cuerpo de Geomjon, no sintió nada?’
No había rastros de energía demoníaca.
Su cuerpo era limpio. Poderoso.
Puro.
Pero aún podía sentir la energía demoníaca. Podía olerla, identificarla…
Entonces… ¿qué pasó con la energía que Geomjon había absorbido?
¿Fue purificada cuando él llegó?
¿O fue liberada al momento de la posesión?
¿Y si lo que estaba apareciendo ahora…
ese resurgimiento del culto demoníaco…
era un efecto colateral de su llegada a este mundo?
¿Y si la energía residual del Demonio Celestial no fue destruida, sino liberada…
y ahora, buscaba un nuevo cuerpo para renacer?
Cheong Myeong sintió que su estómago se encogía.
Había muchas suposiciones.
Muchos cabos sueltos.
Pero una cosa era clara:
El Demonio Celestial… no estaba del todo muerto.
Y si el culto demoníaco estaba despertando,
su regreso podría estar más cerca de lo que imaginaba.
Chapter 204: ⌗Diez Mil Montañas (2)
Chapter Text
El sonido de pasos suaves sobre la hojarasca hizo que Cheong Myeong saliera de su nube de pensamientos.
Con un rápido giro, su mirada se clavó al frente, listo para defenderse si era necesario… pero se relajó al instante cuando vio a Baek Cheon acercándose entre los árboles.
Su ropa tenía salpicaduras de sangre —ninguna suya— y sus movimientos eran firmes, serenos, como quien acaba de librar una batalla y salir ileso.
Pero aun así, Cheong Myeong no esperó ni un segundo más.
—”¿Estás bien?” —preguntó con urgencia mientras acortaba la distancia—. “¿Te hirieron? ¿Te lastimaron?”
Sus manos ya estaban sobre los hombros de Baek Cheon, recorriéndolo rápidamente con la mirada, palpando su torso, los brazos, asegurándose de que no hubiera heridas ocultas.
Baek Cheon no apartó la vista de él.
Sus labios se curvaron apenas en una sonrisa.
—”Estoy bien. Pude encargarme de los tres sin problema.” —Luego su expresión cambió levemente, el ceño se frunció—. “Pero tú… no puedes decir lo mismo.”
Cheong Myeong parpadeó, desconcertado.
—”¿Yo? ¿De qué hablas?”
Baek Cheon no respondió.
Simplemente bajó la mirada y la dirigió al brazo derecho de su maestro.
Cheong Myeong la siguió… y entonces lo notó.
Una de las mangas de su túnica estaba rasgada, y debajo, una herida profunda sangraba lentamente.
La sangre ya se había impregnado en la tela, goteando de manera constante, pero él no había sentido nada.
—”…Ah.” —fue todo lo que dijo.
No lo había notado.
Entre la batalla, el shock de las palabras del obispo, y la tormenta de pensamientos que lo envolvía, no había registrado el dolor.
Baek Cheon suspiró, negando suavemente con la cabeza, y comenzó a rebuscar entre sus túnicas.
—”El elder Tang nos dio esto por una razón.” —dijo mientras sacaba una pequeña bolsa de cuero—. “Quédate quieto.”
Cheong Myeong obedeció sin decir nada mientras Baek Cheon abría la bolsita y vertía un poco del polvo medicinal sobre la herida.
El contacto picó un poco al principio, pero luego comenzó a enfriar, a calmar el ardor.
Baek Cheon rasgó un trozo limpio de tela y comenzó a vendarle el brazo con cuidado, sus dedos firmes pero suaves.
El silencio que siguió fue denso.
No incómodo, pero sí pesado.
Baek Cheon lo notó.
Cheong Myeong no hablaba. No se quejaba. No soltaba ni una broma ni un comentario sarcástico.
Eso no era normal.
—”…¿Está todo bien?” —preguntó con suavidad sin levantar la mirada—. “Estás inusualmente callado.”
Cheong Myeong no respondió de inmediato.
Su mente seguía atrapada entre imágenes:
El obispo gritando.
Las palabras “Tú no eres Geomjon”.
La energía demoníaca envolviéndolo como una niebla pegajosa.
Y el desconcierto de no saber cuánto del pasado de Geomjon aún permanecía oculto.
No podía contarle.
No ahora.
Tal vez nunca.
Porque ¿cómo podía mirar a Baek Cheon a los ojos y decirle que no era su maestro?
Que todo lo que había vivido, lo que sentía por él, no venía del Geomjon que conocía… sino de un extraño que se había apoderado de su cuerpo.
Después de un momento de vacilación, respiró hondo.
—”Todo está bien.” —dijo al fin, forzando una sonrisa que no engañó a nadie.
Baek Cheon alzó la mirada, lo observó en silencio unos segundos… y no insistió.
Tal vez pensaba que encontrarse con ocultistas demoníacos había removido viejos recuerdos.
Tal vez creía que su maestro revivía escenas de una guerra sangrienta y dolorosa.
Y tal vez… eso no estaba tan alejado de la verdad.
Cuando terminó de vendarle el brazo, Baek Cheon se inclinó hacia adelante,
y sin decir nada más, lo envolvió en un abrazo.
Silencioso.
Cálido.
Verdadero.
Cheong Myeong se dejó caer en él.
Apoyó su frente contra el hombro de Baek Cheon y cerró los ojos.
Allí, entre los árboles oscuros y el murmullo lejano del bosque, por primera vez desde la batalla, su corazón encontró consuelo.
La calidez de Baek Cheon lo cubría.
Como un escudo.
Como una promesa de que, incluso si todo lo demás colapsaba…
él seguiría allí.
Y por ahora…
eso era suficiente.
Cheong Myeong permaneció unos segundos más entre los brazos de Baek Cheon, permitiéndose una breve tregua.
Una pausa para respirar.
Para sentir.
Para recordarse a sí mismo que aún tenía algo por lo que luchar en este mundo extraño y retorcido que antes fue solo un juego.
Entonces, con suavidad, giró el rostro y presionó un beso cálido contra la mejilla de Baek Cheon.
—”Gracias.” —susurró.
Luego se separó apenas, sus ojos ya renovados con determinación.
—”Vamos, antes de que anochezca. Si se oscurece, el camino será más difícil.”
Baek Cheon asintió, aún sin soltar su mano.
La sujetó con fuerza, entrelazando los dedos, y ambos retomaron el paso.
La energía demoníaca que antes envolvía el bosque ya no se sentía.
Era como si los cuatro encapuchados fueran el epicentro de esa presión oscura.
Y con su caída, la naturaleza comenzaba a respirar nuevamente.**
Aun así, ninguno de los dos bajó del todo la guardia.
El silencio podía ser engañoso.
Especialmente en un lugar como ese.
El ascenso comenzó.
Pero no fue difícil.
Ambos eran taoístas que vivían en la cima del Monte Hua, donde cada discípulo debía subir y bajar pendientes empinadas como parte de su día a día.
Aquello no era un desafío, era una caminata familiar.
Mientras subían, sus ojos escudriñaban los bordes del terreno, los recovecos entre las rocas, cualquier cueva o espacio en el que un ser humano pudiera haber entrado… o sido enterrado.
Y fue entonces que Baek Cheon la vio.
—”Maestro. Mire allí.”
Una suave luz blanquecina parpadeaba débilmente entre la maleza, proyectando un resplandor tenue sobre la roca.
No era fuego.
No era natural.
Era energía espiritual.
Cheong Myeong y Baek Cheon se acercaron al lugar en silencio.
La fuente de aquella luz provenía de un hueco en la montaña.
No era lo bastante grande para llamarlo cueva… pero tampoco era una grieta.
Una madriguera, quizá.
Artificial, casi con certeza.
Como si alguien hubiera cavado ese lugar… solo para sellarlo después.
Y eso fue exactamente lo que vieron:
Una capa de energía espiritual sellaba la entrada.
Un sello que se agitaba suavemente al contacto del viento, emitiendo pulsaciones rítmicas.
Cheong Myeong entrecerró los ojos, estudiando el patrón del sello.
—”Esto…” —murmuró— “No es algo que haya visto antes en el Monte Hua.”
‘Ni siquiera en el arte del juego.’
Extendió lentamente la mano, con la intención de examinarlo, medir su energía, descifrar su naturaleza.
Pero apenas su palma rozó el sello…
éste desapareció.
Sin explosiones.
Sin resistencia.
Sin despedida.
La energía se disipó como si jamás hubiera estado allí.
La entrada quedó libre. Abierta. Esperando.
Cheong Myeong se quedó inmóvil unos segundos, procesando lo que acababa de ocurrir.
—”…¿Qué fue eso?” —preguntó Baek Cheon, con el ceño fruncido.
Cheong Myeong no respondió de inmediato.
Pero su expresión se tensó.
—”Es como si… me reconociera.
Como si hubiera sido hecho para mí.”
Una técnica espiritual que respondía solo a su energía.
O más bien… a la energía de Geomjon.
—”No es algo típico del Monte Hua… “—murmuró—. “Tal vez… ¿una técnica secreta? ¿Un método antiguo para sellar sitios sagrados o peligrosos?”
Pero su corazón sabía que era más que eso.
Ese sello no estaba hecho para proteger a otros de lo que había dentro…
sino para guiarlo a él hacia ello.
Cheong Myeong apretó con más fuerza la empuñadura de su espada. Sin decir una palabra, usó la hoja como palanca para comenzar a remover la tierra suelta alrededor de la entrada, con movimientos meticulosos pero rápidos. La energía en su interior hervía, mezclando ansiedad, esperanza… y un terror mudo que no se atrevía a nombrar.
Baek Cheon no preguntó nada. Solo se agachó y comenzó a ayudarlo.
Juntos ampliaron la entrada. El suelo cedía con facilidad, como si el mismo mundo estuviera dispuesto a revelar lo que guardaba.
Cuando el hueco fue lo suficientemente amplio como para permitirles entrar arrastrándose, ambos se deslizaron dentro.
La oscuridad los tragó de inmediato.
Pero una tenue bruma de energía espiritual brotó de los dedos de Baek Cheon, extendiéndose como un resplandor que iluminó las paredes toscas del lugar.
Y entonces lo vieron.
Allí, al fondo de la cavidad, recargado contra la pared, se encontraba un cuerpo.
Vestía los jirones de las túnicas del Monte Hua, desgarradas, ennegrecidas por la tierra y el tiempo, manchadas de sangre seca…
Pero el símbolo de la flor de ciruelo aún se distinguía débilmente sobre el pecho.
Cheong Myeong se quedó inmóvil.
El mundo dejó de girar.
—”…Cheong Jin…”
Susurró su nombre como si temiera romper el instante.
Como si pronunciarlo demasiado fuerte pudiera hacer que desapareciera.
Se acercó, paso a paso.
Pero mientras lo hacía, algo le hizo fruncir el ceño.
Era el cuerpo de su hermano.
Sí.
Pero algo no encajaba.
—”Esto no… “—murmuró, deteniéndose.
Habían pasado más de diez años. Tal vez incluso veinte.
Un cuerpo abandonado en una cueva, sin cuidados, sin enterramiento apropiado…
Debería estar descompuesto.
En huesos.
Y sin embargo…
El rostro de Cheong Jin estaba intacto.
Su piel, aunque pálida, no tenía señales de putrefacción.
Los labios ligeramente abiertos, como si exhalaran un suspiro.
Y entonces… lo notó.
El pecho.
Moviéndose.
Lentamente.
Subiendo y bajando.
—”¡Está vivo!”—soltó Cheong Myeong con la voz rota mientras se lanzaba de rodillas junto a él.
Extendió la mano temblorosa y tocó su cuello, buscando el pulso.
Estaba allí.
Débil.
Pero firme.
—”¿Cómo…?” —murmuró.
Examinó su abdomen, donde la túnica estaba desgarrada y cubierta de sangre.
Pero no encontró ninguna herida activa.
Ni una cicatriz. Ni un punto abierto.
Era como si hubiera sido herido… y luego… sanado.
Como si el tiempo se hubiera detenido justo antes de morir.
Como si algo, o alguien, lo hubiera conservado así.
Cheong Myeong entrecerró los ojos, buscando una explicación, y entonces… lo recordó.
Ese día, en el clan Tang.
Mientras él le explicaba a Baek Cheon su plan para buscar los restos de su hermano… hubo un destello.
Una luz tenue que rodeó al protagonista por un breve instante.
El halo del protagonista.
—”…no…” —susurró, pero la incredulidad se ahogó en su garganta.
No era que Baek Cheon hubiera deseado encontrar a Cheong Jin vivo.
No lo pidió directamente.
Pero sí deseó… que su maestro no estuviera triste.
Que pudiera reencontrarse con su familia.
Que dejara atrás la culpa.
Y el “mundo”, este mundo diseñado por líneas de código pero ahora alimentado por fuerzas que escapaban a toda lógica, había respondido.
Había torcido el destino.
Había reescrito el pasado.
Para darle a Cheong Myeong… un hermano vivo.
Era absurdo.
Irracional.
Conveniente al punto de ser ridículo.
Si aún fuera un jugador, lo habría escrito en foros, habría criticado la narrativa blanda y facilona.
Pero ahora…
era parte de este mundo.
Y esas críticas no servían.
No cuando tenía a su hermano, vivo, frente a él.
—”Maestro…” —murmuró Baek Cheon con asombro—. “¿Qué… vamos a hacer?”
Cheong Myeong tragó saliva y respondió con voz baja pero firme:
—”Sacarlo de aquí. Ahora.”
Ya no importaban las preguntas.
Ni el cómo.
Ni el por qué.
Sólo importaba una cosa:
Cheong Jin estaba vivo.
Y él iba a traerlo de vuelta.
Con sumo cuidado, Cheong Myeong colocó los brazos bajo el cuerpo inerte de su hermano.
Era más liviano de lo que esperaba… como si los años de sueño forzado le hubieran drenado hasta el peso del alma.
Aun así, lo sostuvo como si fuera la cosa más valiosa del mundo.
Baek Cheon, a su lado, observaba en silencio. Pero cuando Cheong Myeong dio un paso hacia la salida, algo cayó del costado de Cheong Jin.
Un objeto delgado, rectangular, envuelto en una tela vieja que apenas se mantenía unida.
—”Un libro…” —murmuró Baek Cheon, agachándose para recogerlo.**
Al desenvolverlo con cuidado, el polvo voló en el aire, pero el interior estaba sorprendentemente bien conservado.
Lo abrió, y sus ojos se ensancharon al instante.
—”Maestro…”
Cheong Myeong se detuvo y giró apenas la cabeza.
—”¿Qué es?”
Baek Cheon alzó el libro con ambas manos.
—”Es un compendio… Técnicas del Monte Hua. Técnicas completas de la Espada del Ciruelo. Técnicas internas avanzadas. Incluso... hay técnicas que sólo el líder de la secta y los elders pueden ver.”
Cheong Myeong palideció.
Reconocía ese libro.
No por haberlo visto antes, sino porque sabía lo que significaba.
Y de inmediato, comprendió.
—”Ese idiota…” —susurró con una mezcla de enojo y dolor.
Durante la guerra, cuando el culto demoníaco estaba en su punto más peligroso, existía siempre el temor de que el Monte Hua fuera invadido.**
En ese entonces, el Monte Hua estaba debilitado, rodeado, y a punto de caer…
Y Cheong Jin…
el menor de los tres hermanos, pero de corazón más puro…
Había escapado.
No para huir.
Sino para proteger.
—”Ya sea por orden del líder de la secta o por decisión propia…” —dijo Cheong Myeong con voz baja— “salió de la secta llevando consigo las técnicas más preciadas para esconderlas en un lugar donde nadie pudiera profanarlas. Para que, si el Monte Hua caía, su legado no muriera con él…”
Pero algo ocurrió.
Fue herido.
Perseguido.
Su camino se desvió.
Y terminó aquí… enclaustrado, solo, herido, aferrándose a la vida solo para proteger ese libro.**
Cheong Myeong bajó la mirada hacia el rostro dormido de su hermano.
—”Qué idiota…” —murmuró de nuevo, esta vez con la voz entrecortada.
No era momento para regaños.
No mientras aún no despertaba.
—”Guárdalo bien, Cheon-ah.” —le dijo, con voz firme, mirando a Baek Cheon—. “Ese libro… es el alma de nuestra secta.”
Baek Cheon asintió sin dudar, envolvió el libro con la tela que lo protegía y lo aseguró contra su pecho.
Ambos sabían que tenían que salir ya de ese maldito lugar.
El aire aún olía a rastro de muerte.
La energía demoníaca se había disipado, pero el pasado seguía impregnado en cada raíz, en cada piedra.
Y ahora, Cheong Jin…
ese fragmento perdido del Monte Hua…
ese pedazo de historia que todos creyeron muerto…
iba a volver a casa.
Con pasos decididos, Cheong Myeong cargó a su hermano, y junto a Baek Cheon, emprendieron el descenso.
Las montañas malditas quedaban atrás.
Y con ellas, un capítulo por fin comenzaba a cerrarse.
Con el cuerpo de Cheong Jin firmemente asegurado sobre su espalda, Cheong Myeong descendía la montaña a paso veloz.
Las raíces, las piedras, el terreno irregular... nada lo detenía.
Baek Cheon corría junto a él, vigilando su entorno, cubriéndole los flancos, listo para saltar ante cualquier peligro.
El cielo ya comenzaba a teñirse de tonos rojizos y púrpuras.
La noche caería pronto.
Volver directamente al Clan Tang no era una opción.
El camino era largo y el tiempo apremiaba.
Así que su destino más inmediato era claro: el pueblo más cercano donde se habían hospedado.
Y en cuanto sus pies tocaron el primer sendero de piedra del pueblo, Cheong Myeong no dudó un segundo en dirigirse hacia la clínica médica del lugar.
—
—”¿Una revisión? Sí, sí… pasen rápido.” —dijo el médico del pueblo, un anciano de rostro arrugado y mirada aguda, al ver a los dos taoístas llegar cargando un cuerpo.
Los hizo pasar sin preguntas, aunque el asombro no tardó en dibujarse en su rostro.
—”Su pulso es regular… su respiración, pausada. ¿Dijeron que lo encontraron en una cueva?” —murmuró mientras pasaba una mano temblorosa por la frente de Cheong Jin—. “¿Cuánto tiempo llevaba ahí?”
Cheong Myeong no respondió. Solo observaba. Silencioso. Rígido.
El anciano tomó algunos frascos, vertió un líquido oscuro en una pequeña taza y la sostuvo frente a los labios entreabiertos de Cheong Jin.
—”Es un suplemento concentrado. Para estabilizar su condición y combatir la deshidratación. Pero no esperen milagros… no soy médico cultivador. No puedo tratar heridas de energía interna.”
Baek Cheon asintió y ayudó a administrar el líquido con delicadeza.
—”Aun así, muchas gracias por su ayuda.” —dijo con sinceridad.
El anciano asintió en respuesta y se retiró para dejarlos a solas.
Cheong Myeong no se movió.
Sus ojos seguían fijos en el rostro dormido de Cheong Jin.
No había cambiado mucho desde la imagen que guardaban los recuerdos de Geomjon.
Su cabello estaba más largo, su piel más pálida, pero su expresión… seguía siendo serena. Noble. Firme.
Y ahora, estaba aquí.
Vivo.
Un silencio suave llenó la habitación, y por fin Cheong Myeong exhaló un largo suspiro.
Era un sentimiento extraño. Agridulce. Intenso. Tranquilizante.
Él nunca lo conoció.
Todo lo que sabía de Cheong Jin venía de recuerdos ajenos:
Las memorias del Geomjon original.
Las historias entrecortadas que Tang Bo compartía con ojos tristes.
La reverencia que Cheong Mun aún tenía por su hermano menor.
Y sin embargo… en este instante, con su cuerpo tibio bajo su mano, con el vaivén tenue de su respiración…
Sentía alivio. Paz.
Como si algo hubiera estado incompleto en él todo este tiempo… y ahora, por fin, comenzara a encajar.
—”No sé si eres mi hermano porque compartimos lazos, o porque esta vida me empujó hacia ti…” —murmuró, casi en un susurro, para que sólo él y los dioses lo oyeran—. “Pero a partir de ahora, te consideraré mi familia.”
‘Mi sajil. Mi hermano.
Así como lo es Cheong Mun.
Y así como Baek Cheon es mi compañero…
me aseguraré de protegerte también a ti.
Porque esta vez… no vas a morir solo en una cueva.
No mientras yo esté aquí.’
El sonido sutil de pasos suaves sobre la madera anunció el regreso de Baek Cheon.
En sus manos llevaba una pequeña bandeja con algunos dulces, entre ellos pasteles de luna recién horneados del comedor local. El dulce aroma de loto y sésamo llenó la habitación por un instante.
Se acercó con una sonrisa cálida y se sentó a un lado de Cheong Myeong, que aún permanecía inmóvil frente a la cama.
—”Pensé que esto podría ayudarte a sentirte mejor.” —murmuró con suavidad, casi como si no quisiera interrumpir el silencio sagrado del momento.
Cheong Myeong giró levemente el rostro, sorprendido por la atención, pero no tardó en aceptar el gesto.
Baek Cheon tomó un pequeño pastel y lo llevó a los labios de su maestro.
Sin necesidad de insistencias, Cheong Myeong lo mordió, masticando con esa expresión de gratitud silenciosa que sólo él sabía mostrar.
Un pequeño sonido de aprobación escapó de su garganta.
—”…Mm, está bueno. Gracias, Cheon-ah.”
Baek Cheon sonrió satisfecho y se llevó otro pastel a la boca de su maestro. Mientras lo alimentaba, su mirada se desvió hacia la cama donde yacía Cheong Jin.
—”Así que este es tu sajil…” —murmuró con un tono reverente, casi susurrado, como si temiera perturbar el ambiente o despertar al durmiente con solo nombrarlo.
Sus ojos se suavizaron al observar el rostro sereno de Cheong Jin, tan similar al de Cheong Mun, pero más joven, más vulnerable.
—”Es sorprendente que siga vivo después de tanto tiempo…” —añadió—. “¿Crees que tenga algo que ver con ese sello que lo protegía?”
Cheong Myeong tragó la masa del pastel antes de responder.
La pregunta era inevitable.
Pero la verdad… no podía compartirla.
No podía explicarle a Baek Cheon lo del "halo del protagonista", ni que este mundo era originalmente un juego que él solía jugar en su otra vida.
Para Baek Cheon, este mundo era real. Y ese halo… no era más que un milagro que nunca sabría que provocaba.
Así que solo respondió con una sonrisa ambigua.
—”Podría ser... Tal vez tuvo la suerte de encontrarse con un cultivador errante, alguien poderoso que lo curó y lo escondió allí para protegerlo.” —dijo con una voz lo suficientemente convincente.
Baek Cheon asintió con seriedad.
—”Tiene sentido. En tiempos de guerra, muchos grandes cultivadores actuaban desde las sombras. Tal vez esa persona ya haya fallecido…”
Le dio otro bocado a su maestro, que lo aceptó sin resistencia, aunque esta vez masticó más lentamente.
Su mirada estaba fija en su hermano.
Un hilo de pensamientos lo mantenía en silencio.
—”¿Y ahora qué?” —preguntó Baek Cheon finalmente—. “¿Cuál será nuestro próximo paso?”
Cheong Myeong meditó un momento. El plan no necesitaba demasiada complejidad. Solo sentido común.
—”Nos quedaremos aquí hasta mañana.” —dijo con tono firme—. “El cuerpo de Cheong Jin está estable, pero aún necesita descanso. Cuando amanezca, tomaremos el camino de regreso a Monte Hua. Está más cerca que el clan Tang, y allí podremos atenderlo con mejores recursos.”
Baek Cheon asintió, conforme.
—”¿Y le avisaremos a Tang Bo?”
Cheong Myeong sonrió de lado.
—”Claro. Le enviaré una carta antes de partir. Si se la envió cuando lleguemos al Monte Hua tardará días en llegarle la noticia y me clavara agujas por avisar tarde… Me da escalofríos de sólo pensar en su cara.”
Baek Cheon rió suavemente, imaginando la escena.
—”Sí... mejor así.”
Y por unos minutos más, se quedaron en silencio.
Uno alimentando con cariño.
El otro observando al hermano que había encontrado.
Ambos descansando por fin, bajo la tenue luz de la lámpara, con el corazón un poco más ligero.
—---
La noche en el pueblo pasó tranquila.
No hubo más pesadillas, ni visitas inesperadas.
Sólo el sonido de la respiración acompasada de Cheong Jin y la presencia constante de Baek Cheon a su lado.
A la mañana siguiente, antes de que el sol terminara de alzarse, Cheong Myeong escribió una carta.
Una sola línea, sin adornos ni explicaciones.
“Lo he encontrado.”
La selló con su firma personal y se la entregó al mensajero del pueblo, con instrucciones de llevarla al Clan Tang lo antes posible.
Si sus cálculos eran correctos, la carta llegaría justo cuando ellos ya estuvieran de vuelta en el Monte Hua.
No hubo más preparativos.
Sólo una última mirada a Cheong Jin, cubierto cuidadosamente en una manta.
Y entonces partieron.
Sus pasos fueron rápidos.
Precisos.
Silenciosos.
No hablaron casi nada durante el trayecto.
Cada uno iba inmerso en sus propios pensamientos:
Cheong Myeong, repasando el hallazgo una y otra vez, Baek Cheon, observando a su maestro con ojos llenos de orgullo y preocupación.
Pasaron aldeas, cruzaron ríos, ascendieron por caminos estrechos.
Pero nunca se detuvieron.
Y entonces, al final del día, lo vieron.
El Monte Hua.
Su hogar.
Los portones se alzaban imponentes ante ellos, pero Cheong Myeong no perdió ni un segundo.
Con una patada que retumbó por todo el recinto, abrió las puertas con violencia.
—”¡DOCTORES! ¡¡Ala médica, YA!!” —rugió con toda la autoridad que su garganta le permitía.
Los discípulos que se encontraban cerca giraron la cabeza alarmados, y el caos estalló.
No todos sabían qué pasaba, pero el solo ver a Geomjon con el rostro serio y cargando a alguien en brazos fue suficiente para que todos se apartaran del camino.
Cheong Myeong caminó con paso firme hasta el ala médica, sin detenerse.
Los sanadores salieron a su encuentro y, al ver la expresión de Cheong Myeong, comprendieron que no era momento para preguntas.
—”¡Rápido! Preparen una camilla. Limpien una habitación. ¡Todo lo necesario!”
Baek Cheon, mientras tanto, había desaparecido del lado de su maestro. Dirigiéndose rápidamente hacia el pabellón principal.
Sabía perfectamente a dónde ir.
Y qué decir.
Cheong Mun se encontraba saliendo de su oficina cuando escuchó el alboroto.
Pero antes de que pudiera preguntar algo, Baek Cheon llegó hasta él, sin aliento, con la voz trémula.
—”Líder de secta… Cheong Jin… Fue encontrado.”
Cheong Mun palideció.
Su respiración se detuvo.
Y sin hacer otra pregunta, salió corriendo del pabellón, sin preocuparse por mantener la compostura.
Sin pensar en su rol como líder.
Sin pensar en nada.
Solo corrió.
Hacia el lugar donde venía todo el alboroto.
Cheong Myeong, cubierto de polvo, con la expresión dura… pero sus ojos le dijeron todo lo que necesitaba saber.
—”¿Es verdad…?” —preguntó, con la voz quebrada, las manos temblorosas—.
“Dime… ¿es verdad lo que me dijeron? ¿Él… está aquí?”
Cheong Myeong no respondió de inmediato.
Solo desvió la mirada hacia el interior del ala médica, donde los doctores más veteranos trabajaban en silencio y con manos rápidas alrededor de la figura tendida.
Y entonces habló:
—”Ve y compruébalo tú mismo.”
Cheong Mun se quedó quieto unos segundos.
El aire le pesaba.
Sus piernas temblaban.
Pero avanzó.
Paso a paso.
Hasta quedar frente a la puerta.
Cuando entró, lo vio.
Tendido sobre una cama, cubierto por mantas limpias, con una palidez fantasmal… pero respirando.
Vivo.
Su hermano menor.
Su Cheong Jin.
El joven que había desaparecido en la guerra.
El que creyeron muerto.
El que había llorado hasta quedar sin lágrimas.
Su mano tembló y se alzó.
Como si quisiera tocarlo.
Ver si era real.
Ver si esa imagen no era otra pesadilla más…
Pero antes de que pudiera hacerlo, su brazo cayó a su costado. Y se apretó en un puño.
Los ojos se le cerraron con fuerza, como si el solo acto de ver doliera más que sanar.
Y entonces, una lágrima cayó por su mejilla.
La primera de muchas.
—----
La noche aún no había caído del todo, pero el Monte Hua ya estaba sumido en un silencio solemne.
Un silencio expectante, respetuoso… uno que sólo se producía cuando algo importante —demasiado importante— acababa de suceder.
No pasó mucho tiempo para que el doctor más veterano del Monte Hua, el mismo que había servido a generaciones de discípulos y que aún recordaba con claridad la sonrisa tranquila de Cheong Jin, emergiera de la habitación con un informe detallado.
Sus cejas, tupidas y blancas como las nubes, estaban ligeramente fruncidas. Pero no había preocupación en sus ojos, sino una mezcla de asombro y admiración.
—”Líder de secta, Geomjon-nim… “—inclinó levemente la cabeza—. “He terminado la evaluación preliminar de su estado.”
Tanto Cheong Mun como Cheong Myeong se pusieron en atención inmediata.
—”No hay heridas externas ni internas. Sus órganos están en perfecto estado, su flujo de energía interna es estable…
Pero” —añadió, tras una pausa breve— “está en un estado de inconsciencia indefinido.”
Cheong Mun tragó saliva.
—”¿Eso significa…?”
—”Que puede despertar en cualquier momento.” —el doctor lo interrumpió con una sonrisa apacible—. “Tal vez mañana. Tal vez en unos días. Pero no hay signos de daño irreversible. Sólo deshidratación leve, falta de nutrientes y fatiga severa. Ya le hemos administrado suplementos y tonificadores. Permanecerá en observación constante.”
Cheong Mun asintió en silencio, y los hombros que solía mantener erguidos con dignidad se relajaron, como si una carga de veinte años comenzara al fin a aligerarse.
El doctor volvió a mirar a Cheong Myeong.
—”¿Dónde lo encontró, exactamente?”
Cheong Myeong se tensó ligeramente, pero su expresión permaneció firme.
—”En una cueva. Bueno, más bien una madriguera, en las Diez Mil Montañas.
Había un sello protegiendo la entrada.”
Cheong Mun giró de inmediato hacia él.
—”¿Un sello? ¿Puedes describirlo?”
Cheong Myeong se tomó un momento.
—”No con exactitud. Nunca había visto uno igual. No se parecía a los que usamos en el Monte Hua. Era como una barrera espiritual… activada por contacto.”
El líder de secta frunció el ceño, pensativo.
—”Entonces… es posible que alguien más lo protegiera durante todos estos años. ¿Un cultivador errante? ¿Alguien que lo encontró y selló el lugar para evitar interferencias?”
Eran teorías que tenían sentido. Al menos para él.
Pero no para Cheong Myeong, que en silencio desvió la mirada.
Él sabía la verdad.
O al menos, sospechaba.
Sabía que había sido el halo del protagonista.
Esa absurda fuerza ilógica que desafiaba el sentido común y moldeaba el mundo según los deseos más puros de Baek Cheon.
Pero no lo diría.
—”Tal vez… “—dijo, con voz neutra—. “Pero las razones de por qué no lo trajo de vuelta… probablemente se perderán con el tiempo.”
Cheong Mun no respondió de inmediato. Solo asintió con lentitud, mientras su mirada se desviaba hacia el interior de la habitación médica.
Y entonces, con paso silencioso, volvió a entrar.
Se acercó a la cama, tomó un trapo limpio de agua fresca y comenzó a limpiar el rostro de Cheong Jin.
No porque estuviera sucio —los médicos ya se habían encargado de ello—
sino porque necesitaba hacer algo.
Cualquier cosa.
Para no verse abrumado por las emociones.
Para no romperse.
Cheong Myeong lo observó un momento más, luego, sin decir nada, se dio media vuelta y salió del ala médica.
Le dejaría espacio.
Ahora era su turno de cuidar.
Y él… tenía otras cosas en las que pensar.
Como el momento apropiado para hablar del Culto Demoníaco.
Y lo que significaba su repentina reaparición.
Chapter 205: ⌗Bienvenido de vuelta
Chapter Text
El cuerpo de Cheong Myeong se sentía más pesado de lo que quería admitir.
Con sólo pensar en todas las cosas que debía hacer mañana.. Tang Bo, las espadas, el libro de artes marciales, sus discípulos, el estado de Cheong Jin..
Pero finalmente, al cruzar la puerta de su vivienda y sentir la calidez familiar del interior, supo que por fin podía bajar la guardia.
La habitación estaba tranquila, iluminada por la tenue luz de una lámpara de aceite.
Y en medio de todo, esperándolo como si siempre hubiera estado allí, estaba Baek Cheon.
Túnicas limpias cuidadosamente dobladas sobre la cama.
Una tina llena de agua humeante que despedía un aroma relajante de hierbas medicinales.
Una mesa con varios platos acomodados con precisión, mezcla de colores y olores que abrían el apetito.
Baek Cheon alzó la vista desde donde estaba colocando los palillos y le sonrió.
Esa sonrisa suave, cálida, que se sentía como volver a casa.
—”Bienvenido de vuelta, Cheong Myeong-ah. ¿Quieres cenar primero o bañarte?”
Cheong Myeong entreabrió los labios para responder, pero entonces se percató de algo:
Baek Cheon aún llevaba puestas sus túnicas sucias del viaje.
Era extraño.
Él, fanático empedernido de la limpieza, quien no toleraba ni una mancha de polvo…
—”¿Tú aún no te has bañado?” —preguntó, ladeando la cabeza con genuina sorpresa.
Baek Cheon se sobresaltó un poco, y el rubor subió rápidamente por sus mejillas.
Desvió la mirada hacia la tina, luego a sus propias manos, y murmuró casi como un niño atrapado en una travesura:
—”…Te estaba esperando.”
Cheong Myeong parpadeó.
Y luego sonrió.
Esa sonrisa ladeada, arrogante y encantada que sólo mostraba con él.
—”Ah… ¿Así que mi querido discípulo quiere bañarse conmigo, eh?”
Baek Cheon se llevó una mano al rostro con vergüenza, pero ya era demasiado tarde.
Cheong Myeong lo atrapó entre sus brazos con un movimiento fluido y lo alzó en peso como si fuera lo más natural del mundo.
—”¡C-Cheong Myeong-ah! ¡Puedo ir solo! ¡La tina está a solo dos pasos!” —protestó entre risas, aunque no hacía el más mínimo esfuerzo por liberarse.
—”¿Y dejar pasar esta oportunidad de mimarte? Ni en mil vidas.”
Y con eso, lo llevó directamente a la tina, como si fuera el tesoro más preciado del mundo.
Las gotas de agua salpicaron con suavidad cuando ambos entraron juntos al baño.
El aroma de las hierbas calmó sus nervios.
El calor del agua suavizó la tensión de sus músculos.
Y la presencia del otro… disipó cualquier oscuridad que quedara en sus corazones.
Entre caricias suaves, susurros bajos y un par de sonrisas cómplices, el peso de los últimos días se fue deshaciendo.
Y por primera vez desde que partieron,
Cheong Myeong pudo cerrar los ojos… y relajarse de verdad.
(...)
El baño fue… rápido solo en teoría.
Entraron con la intención de relajarse.
Salieron después de una larga sesión de besos que casi termina con Cheong Myeong atravesando el borde de la tina en un arranque de pasión desbordada.
Baek Cheon, con la cara roja hasta las orejas y el corazón a punto de salir por la garganta, fue quien tuvo que recuperar la compostura y poner freno.
—”Nos vamos a volver pasas si seguimos aquí” —dijo mientras se apartaba con dificultad de los labios de su maestro—. “Además… la comida se va a enfriar.”
—”¿Y? Estoy cenando algo mucho mejor ahora” —replicó Cheong Myeong, alzando una ceja y sujetándolo por la cintura.
A pesar de la broma, obedeció.
Aunque a regañadientes, salió del agua y se dejó envolver en la toalla que Baek Cheon le ofrecía.
Baek Cheon se dedicó a secar con cuidado el cabello de su maestro, con dedos delicados que pasaban entre las hebras húmedas como si acariciara algo precioso. Luego buscó una túnica limpia y comenzó a vestirlo.
Mimar a su maestro se había convertido en una costumbre.
Pero más allá de la ternura que sentía al ver a Cheong Myeong relajado como un gato bien cuidado, había un trasfondo más profundo.
Cheong Myeong era muchas cosas: arrogante, brillante, indomable…
Pero Baek Cheon sabía, mejor que nadie, que debajo de esa sonrisa desafiante había un peso.
Uno que no compartía con los demás.
El peso de las batallas, del conocimiento, de un pasado del que casi nadie hablaba.
Y ahora, el peso de haber encontrado a su sajil desaparecido durante más de una década.
Baek Cheon no era tonto.
Sabía que si él no hubiera estado a su lado, si su relación se hubiera mantenido como una simple conexión entre maestro y discípulo, nunca habría visto esas grietas.
Nunca habría tenido el privilegio de conocer al verdadero Cheong Myeong.
Y por eso lo cuidaba.
Lo mimaba.
Porque saber que su maestro confiaba tanto en él como para mostrarse vulnerable… era el mayor regalo.
—”Listo” —murmuró finalmente, atando el último lazo de la túnica y depositando un beso sobre la mejilla de Cheong Myeong.
La comida sobre la mesa ya estaba tibia, casi fría.
Pero ninguno de los dos pareció notarlo o molestarse.
Comieron con calma, intercambiando palabras suaves, pequeñas risas y miradas que hablaban más que mil frases.
Y cuando el último plato fue apartado, simplemente se recostaron sobre la cama.
Sin necesidad de palabras, Cheong Myeong lo rodeó con los brazos, acunándolo contra su pecho.
Baek Cheon se acomodó con la cabeza bajo su barbilla, sus dedos enredados en los pliegues de la túnica de su maestro.
El silencio entre ellos no era incómodo.
Era reconfortante.
Era hogar.
Esa noche no hubo pesadillas.
Ni recuerdos de guerra.
Ni preocupaciones por cultos demoníacos o futuros inciertos.
Solo sus corazones latiendo en calma, al mismo ritmo.
Dos almas encontrando refugio en el otro.
Y así, entre susurros mudos y calor compartido, se dejaron llevar por el sueño.
—---
La mañana en el Monte Hua comenzó como cualquier otra… al menos en apariencia.
El sol se alzaba tímidamente sobre las montañas, la brisa fresca agitaba las copas de los árboles, y los discípulos comenzaban sus ejercicios matutinos con energía renovada.
Dentro de la residencia de Geomjon, la escena era una rutina ya bien establecida.
—”Mmmngh… Cheon-ah… sólo cinco minutos más…” —gruñó Cheong Myeong, aferrado como una lapa a la cintura de Baek Cheon, enredado entre las mantas.
—”Cinco minutos fue hace veinte minutos, maestro.” —respondió Baek Cheon con tono suave pero firme, mientras intentaba liberarse.
El forcejeo duró unos minutos más hasta que, como cada mañana, Baek Cheon se impuso con una dulce combinación de persuasión, caricias y amenazas sutiles. Finalmente, logró levantar a Cheong Myeong de la cama, peinarlo, vestirlo, y sentarlo a desayunar, todo con una eficiencia que solo un Baek Cheon entrenado podía manejar.
Durante el desayuno, Cheong Myeong bostezaba y picoteaba su arroz sin mucha motivación, pero Baek Cheon parecía estar tramando algo. Y lo dijo en cuanto acabaron de comer:
—”Hoy iré con los discípulos yo solo. Tú deberías ver a tus hermanos. Estoy seguro de que Cheong Jin está estable y… seguramente Cheong Mun querrá hablar contigo.”
Cheong Myeong lo miró por unos segundos en silencio, antes de dejar escapar un resoplido.
—”¿Qué haría yo sin ti?”
—”Probablemente acabarías colapsando por hacer tantas cosas a la vez “—respondió sin pestañear.
Y así, sin más protestas, Cheong Myeong aceptó. No porque estuviera de acuerdo, sino porque confiarle el entrenamiento a Baek Cheon era más que razonable. Y además, su sajil aún inconsciente merecía al menos una visita.
Al llegar al pabellón principal, el ambiente era silencioso y sobrio.
Cheong Mun ya estaba saliendo, ajustando su túnica con una expresión concentrada, claramente dirigiéndose al ala médica.
—”Sahyung.”
La voz de Cheong Myeong lo hizo detenerse. Cheong Mun lo miró con sorpresa contenida, como si por un instante hubiera olvidado que su hermano menor existía fuera de sus propios pensamientos.
—”¿Vienes a ver a Jin-ah también?” —preguntó.
—”Sí, pero antes quería entregarte algo.”
Cheong Myeong sacó el libro que habían encontrado entre los ropajes de Cheong Jin, envuelto en una tela limpia. Lo sostuvo por unos segundos, como si aún dudara en soltarlo, y luego lo ofreció con ambas manos.
Cheong Mun lo tomó y, al ver la portada desgastada, sus ojos se endurecieron por un instante.
No dijo nada al principio, pero Cheong Myeong notó el leve temblor en sus dedos.
—”Este libro…”
No terminó la frase.
No necesitaba hacerlo.
La culpa brilló en su mirada como una herida vieja reabriéndose.
Probablemente había sido él quien, en medio del caos de la guerra, le había encargado a su hermano menor la responsabilidad de esconderlo.
O tal vez, peor aún, había sabido que Cheong Jin planeaba hacerlo… y lo dejó ir sin detenerlo.
Sea como fuere, ese silencio hablaba por sí solo.
—”No hace falta que digas nada” —dijo Cheong Myeong en voz baja, con una madurez inusualmente serena en su tono—. “El libro regresó. Él también.”
Cheong Mun cerró los ojos brevemente y asintió, guardando el libro entre sus ropajes.
Respiró hondo, como si se preparara para un examen imposible, y dijo:
—”Vamos juntos.”
Y así lo hicieron.
Hermanos de secta y deber.
Uno cargando el peso de las decisiones del pasado, el otro… cargando con secretos que aún no podía revelar.
Los pasos de ambos resonaron en los pasillos del Monte Hua, rumbo al ala médica.
Donde, por primera vez en años, los tres hermanos estarían nuevamente bajo el mismo techo.
Al entrar a la sala médica, el ambiente era tan tranquilo que el sonido del roce de las túnicas contra el suelo parecía más fuerte de lo normal.
La luz del sol entraba suavemente por los paneles de papel, bañando el interior en un resplandor cálido y silencioso.
Cheong Jin descansaba en el centro de la habitación.
Su respiración era ligera, su cuerpo envuelto en túnicas limpias y arropado con cobijas frescas. Su rostro, aún pálido, parecía más en paz que nunca.
Uno de los enfermeros se acercó apenas los vio entrar.
—”Ya se le han administrado los suplementos que pidió el doctor mayor. Sólo resta esperar” —informó con una reverencia, y luego, comprendiendo el momento, se retiró en silencio para darles privacidad.
Cheong Mun no dijo ni una palabra.
Solo se acercó a su hermano con pasos suaves, casi reverentes, y se sentó junto a él. Con suma delicadeza comenzó a acomodar las cobijas, alisando cada pliegue, como si ese gesto pudiera protegerlo aún más. Luego tomó un cepillo y comenzó a peinar el largo cabello suelto de Cheong Jin, cuyos mechones habían crecido durante todos esos años de inconsciencia.
Cheong Myeong no intervino.
No rompió el silencio ni llenó el aire de palabras innecesarias.
Solo se sentó en la otra esquina de la sala, observando.
Dejando que su hermano mayor encontrara consuelo en el acto silencioso de cuidar.
Pasaron varios minutos así.
Tranquilos. Serenos.
Con el peso del pasado colgando suavemente del ambiente, pero sin quebrarlo.
Hasta que un alboroto repentino vino de afuera.
Pasos rápidos, voces agitadas, algo más intenso que una simple visita común.
Cheong Myeong entrecerró los ojos. Supo de inmediato de quién se trataba.
Se levantó y salió de la sala médica, caminando con calma hasta el portón principal.
Y ahí estaba.
Tang Bo.
Cubierto de polvo del camino, con la túnica arrugada, el cabello suelto y la respiración descompasada, como si hubiera corrido sin detenerse desde Sichuan hasta el Monte Hua.
Los discípulos que custodiaban la entrada intentaban detenerlo sin saber bien cómo hacerlo. Pero no era necesario.
Cheong Myeong ya había llegado.
Cuando Tang Bo lo vio, su cuerpo pareció perder toda tensión de golpe, como si al fin pudiera respirar… y al mismo tiempo, como si le costara mantenerse de pie.
—”¿Dónde?” —preguntó. Su voz era un hilo tembloroso, rasgada por la ansiedad y la esperanza que luchaban en su pecho.
Cheong Myeong no respondió. Solo hizo un leve gesto con la cabeza y se giró.
—”Sígueme.”
Tang Bo lo hizo.
Los pasos resonaban con fuerza en su pecho más que en el suelo.
Esperaba… ¿qué esperaba? ¿Una tumba? ¿Un altar? ¿Una urna de cenizas?
¿Un nombre tallado en piedra?
Tal vez… tal vez eso sería más fácil.
Más digerible para una herida que nunca cerró.
Pero Cheong Myeong no lo llevó por el camino que esperaba.
No se dirigieron al cementerio trasero, ni a los salones donde se realizaban los ritos fúnebres.
Siguieron un sendero diferente.
Uno tranquilo.
Silencioso.
Los ciruelos del Monte Hua se mecían suavemente por el viento.
Tang Bo apenas los notaba.
No comprendía.
Y entonces Cheong Myeong se detuvo.
Frente al pabellón de medicina.
—”Está adentro” —fue todo lo que dijo.
Tang Bo no se movió.
No comprendía.
Las palabras no tenían sentido.
Adentro. ¿Adentro de dónde? ¿Por qué ahí?
—”Anda” —murmuró Cheong Myeong, y lo empujó con suavidad hacia las puertas entreabiertas.
Tang Bo entró.
Y el mundo se detuvo.
Allí, en medio de aquella habitación bañada por la luz del sol, rodeado por el aroma tenue de hierbas curativas, estaba él.
Cheong Jin.
Su Cheong Jin.
No como un cuerpo frío bajo una mortaja.
No como una urna silenciosa en el altar.
Sino vivo.
Dormido.
Respirando.
Tang Bo dio un paso.
Luego otro.
Su visión comenzó a nublarse.
Sus manos temblaban como nunca antes lo habían hecho, ni siquiera en batalla.
Cada músculo de su cuerpo parecía resistirse a creer lo que veían sus ojos.
Se arrodilló junto a la cama, y con manos temblorosas rozó la mejilla de Cheong Jin.
Era cálida.
Viva.
Tang Bo tragó con fuerza.
Su pecho se contrajo con un sollozo contenido que se rompió en mil pedazos cuando apoyó su frente contra la manta.
Y lloró.
Lloró como no lo había hecho en años.
Como no se había permitido llorar.
Ni siquiera cuando creyó que lo había perdido.
—”¿Por qué… por qué tardaste tanto en volver…?” —murmuraba entre jadeos, con la voz rota—. “¿Sabes cuántas veces soñé contigo…? ¿Cuántas noches quise encontrarte aunque fuera en el olvido…?”
Su cuerpo entero se estremecía.
Ya no era el elder Tang.
No era el maestro de venenos ni el noble Amjon.
Era solo Tang Bo.
Un hombre con el corazón roto, que por fin tenía a quien amaba de vuelta.
Cheong Mun, a un lado de la cama, lo miró con ojos empañados, sin decir palabra.
Y Cheong Myeong… Cheong Myeong permanecía en la entrada, la mirada clavada en el suelo, con el alma apretada.
Era un reencuentro que no pertenecía a él.
Era un momento de dos personas que, contra todo pronóstico, contra el paso del tiempo, contra la crueldad del destino,
se habían encontrado de nuevo.
Cheong Mun observó a Tang Bo con ojos llenos de emociones contenidas. Caminó hasta él en silencio y, sin decir una palabra, colocó una mano sobre su hombro y le dio un apretón suave.
Tal vez como consuelo.
Tal vez como disculpa.
Quizá un poco de ambas.
Tang Bo, con los dedos todavía entrelazados con los de Cheong Jin, apenas reaccionó al gesto. Pero ese toque, esa pequeña muestra de presencia, le arrancó un nuevo sollozo que desgarró la habitación con más fuerza que los anteriores.
Cheong Mun no dijo nada. No podía.
Porque sabía que sus palabras no tendrían el derecho de consolar.
No cuando él había seguido adelante.
No cuando había levantado una secta con manos temblorosas mientras su hermano quedaba enterrado en el olvido.
Él había hecho lo necesario.
Él había sido el líder que el Monte Hua necesitaba.
Pero en el proceso, Tang Bo había sido el único que, a pesar de sus deberes dentro del clan, seguía escribiendo cartas, pagando mensajeros, interrogado a sobrevivientes, siguiendo cualquier pista que obtenía, día y noche sin dormir.
Tang Bo no había dejado de buscar.
Ni de esperar.
Ni de amar.
Por eso ahora, frente a esa escena, Cheong Mun entendió que su presencia no era necesaria.
Era Tang Bo quien más lágrimas había derramado.
Era él quien había alimentado la esperanza con manos vacías.
Él merecía ese momento.
Ese reencuentro.
Así que se apartó.
Su mano descendió del hombro de Tang Bo, y dio un paso atrás.
Uno solo.
Pero le pesó como si cargara diez años sobre sus espaldas.
Y entonces se dio la vuelta.
Salió del pabellón médico sin decir una sola palabra.
Sus pasos fueron lentos.
Tensos.
Como si esperara que alguien —cualquiera— lo llamara, le dijera que se quedara.
Pero no hubo llamada.
Y eso era justo.
Porque su deber estaba en otro lugar.
Y el corazón de Tang Bo, estaba aquí.
---
Afuera del pabellón, sentado en los escalones de piedra bajo el alero, Cheong Myeong no se movía.
Con los ojos cerrados y los sentidos extendidos, podía escuchar todo.
El crujido de las mantas cuando Tang Bo se inclinaba.
El roce de su frente contra el brazo de Cheong Jin.
Los susurros entrecortados que salían con cada lágrima.
Fragmentos de promesas antiguas.
Palabras que sólo el amor más sincero y desgastado podía pronunciar.
Cheong Myeong no entró.
No aún.
Tal vez porque sentía que no tenía derecho.
O tal vez porque sabía que este instante no le pertenecía.
Él solo velaba.
Como un guardián en la sombra.
Como alguien que había cumplido una promesa que nunca fue dicha en voz alta.
Una brisa ligera pasó junto a él, y el aroma de las hierbas y los ciruelos lo envolvió.
Y en medio de todo eso, sin abrir los ojos, sonrió con tristeza.
—”Bienvenido de vuelta, sajil…” —susurró para sí mismo—. “Ya era hora de que volvieras a casa.”
(...)
Cheong Myeong, aún sentado fuera del pabellón médico, con los ojos cerrados y una mano sosteniendo su barbilla con ligera resignación, no necesitaba mirar para saber exactamente lo que estaba ocurriendo adentro. Podía escuchar cada palabra, cada suspiro, cada leve chasquido del cepillo deslizándose entre mechones largos de cabello.
Al principio, era dulce. Demasiado dulce.
—“Mira lo delgado que estás… Ni un hilo de carne… ¿Sabes lo difícil que fue encontrarte, Jinjin? Y aquí estás, durmiendo como si nada… Qué injusto, ¿verdad?”
La voz de Tang Bo, trémula por la emoción, se volvió suave de nuevo cuando le acarició la frente.
—“Aún eres tan guapo como antes. Aunque me duele que tu primer rayo de canas lo haya visto yo antes que tú… Pero no te preocupes, te seguiré amando incluso cuando te conviertas en un anciano regañón.”
Luego, de pronto, el tono cambió.
—“¿Y estas greñas? ¿Esto era lo que hacías escondido en una cueva? ¿No podías al menos recortarte las puntas? ¿¡Quién te enseñó a cuidarte tan mal!?”
Y de inmediato, volvió a la ternura.
—“Pero aún así… te ves hermoso. Aunque estés inconsciente, pareces en paz. Como si supieras que te estaba esperando.”
Cheong Myeong escuchó todo sin moverse, sólo alzando lentamente una ceja.
—“…Sí, definitivamente un hombre aterrador.”
Pero el espectáculo no acabó ahí.
Un joven enfermero, probablemente de esos aprendices entusiastas que creían saberlo todo después de leer tres manuales, entró al pabellón. La puerta ni siquiera había cerrado completamente cuando la voz de Tang Bo explotó dentro.
—“¿¡Qué es eso que tienes en la mano!? ¿Eso es lo que piensas darle? ¿Qué es esa dosis? ¿Una pizca de veneno con confianza?”
El pobre enfermero balbuceó algo inaudible, pero Cheong Myeong sólo pudo escuchar el temblor de su voz.
—“¡¿Intentas matarlo!? ¡Dámelo! ¡Lo haré yo! ¡No, no me mires así! ¡Si no sabes distinguir entre una raíz de ginseng y una rama seca, no tienes derecho a tocarlo!”
El aprendiz prácticamente salió corriendo de la habitación.
Cheong Myeong, sin poder evitarlo, se rascó la mejilla con cierta incomodidad.
—“…Debería… intervenir?” —murmuró.
Pero luego suspiró con resignación.
—“No. Él sabe lo que hace. Lo ha estado esperando más tiempo que nadie.”
Miró al cielo por un momento, una sonrisa cargada de ironía y calidez en los labios.
—“Hermano… De todas las personas en el mundo, tenías que enamorarte de ese lunático.”
Se cruzó de brazos, apoyando la espalda contra la columna de piedra mientras el viento soplaba suavemente sobre el Monte Hua.
Después de todo, si había alguien en todo el mundo en quien podía confiar para proteger a Cheong Jin con cuerpo y alma,
ese era Tang Bo.
Y si alguien era capaz de amar incluso los años que les fueron robados,
ese también era él.
Así que no.
No había necesidad de intervenir.
Cheong Jin ya estaba en casa.
Y, al fin, estaba donde debía estar:
en las manos de quien nunca dejó de esperarlo.
—---
Cuando el sol comenzó a ocultarse tras las montañas y los rayos anaranjados se deslizaban perezosamente por los techos de la secta, Tang Bo salió finalmente del pabellón de Medicina.
Sus ojos aún estaban enrojecidos, los párpados algo hinchados, las mejillas marcadas por rastros de lágrimas que ya no brotaban. Sin embargo, su andar era liviano, su rostro más tranquilo que en años. Como si, por fin, un peso inmenso que había llevado durante tanto tiempo hubiera sido dejado atrás.
Encontró a Cheong Myeong sentado en el mismo lugar donde lo había dejado, los brazos cruzados, el ceño relajado, pero con esa expresión típicamente suya de alguien que pretendía no estar esperando nada… cuando en realidad lo estaba esperando todo.
Tang Bo se dejó caer junto a él con un suspiro largo y silencioso. No habló de inmediato, simplemente contempló un instante más el pabellón, como si aún no pudiera creer lo que había dentro. Luego, giró ligeramente el rostro hacia su mejor amigo y dijo en voz baja:
—”¿Por qué no me avisaste que irías a buscarlo?”
Cheong Myeong desvió la mirada. Podría haberle dicho la verdad: que no quería darle esperanzas, que la posibilidad de no encontrar nada era muy real, que había querido evitar romperle el corazón una vez más. Pero en lugar de eso, chasqueó la lengua con fingida molestia y murmuró:
—”¡Es porque quería que te concentraras en hacer bien las espadas que te encargué! ¿Y quién iba a cuidar de mis discípulos si tú no estabas?”
Tang Bo rió con suavidad. No necesitaba que se lo explicara. Conocía a Cheong Myeong mejor que nadie. Sabía lo que esas palabras no dichas escondían.
—”Siempre haces locuras inimaginables…” —murmuró, con la mirada fija en el horizonte—. “Pero encontrarlo vivo… Creo que te pasaste un poco esta vez.”
Cheong Myeong iba a soltar alguna broma o queja, pero Tang Bo se le adelantó, con una voz tan sincera que no dejó espacio para burlas:
—”Gracias.”
Cheong Myeong se encogió ligeramente en su lugar, gruñó por lo bajo y respondió con voz hosca:
—”¿Quién dijo que lo estaba buscando por ti? ¡Es mi hermano también!”
Tang Bo sonrió y miró hacia el cielo, que poco a poco se teñía de azul profundo.
—”Sí, tienes razón.”
Ambos se quedaron así, en silencio. Dos viejos amigos viendo cómo caía la noche sobre el Monte Hua, sintiendo la brisa que pasaba entre ellos como si compartiera su alivio.
Y entonces, Cheong Myeong se removió y comenzó a rebuscar algo entre su manga. Lo sacó con un suspiro y sin mirarlo, se lo tendió a Tang Bo.
—”Ahora que él ha vuelto, ya no necesitas usar esa horquilla.”
Tang Bo parpadeó al ver el objeto que Cheong Myeong sostenía. Era una horquilla sencilla, sin ornamentos, pero de un rojo intenso, como los ciruelos que florecían en primavera en las laderas del Monte Hua.
Tomó el regalo con una sonrisa que era mezcla de sorpresa y emoción.
—”¿Quieres que los accesorios de nuestros cabellos combinen?” —bromeó, levantando la horquilla a contraluz.
Cheong Myeong bufo.
—”No digas tonterías. La encontré tirada en la basura por casualidad. El color es mera coincidencia.”
—”¡Oye!” —protestó Tang Bo, fingiendo estar ofendido.
Aún así, con una reverencia silenciosa hacia su pasado, se quitó la horquilla que había llevado todos estos años en señal de luto. Y con manos temblorosas, colocó en su lugar la nueva, la roja, que brillaba con un significado distinto: no de pérdida, sino de renacer. De gratitud. De presente.
De reojo, sus ojos se posaron en la cinta verde que ataba el cabello de Cheong Myeong, la misma que él mismo le había regalado en otro tiempo, como símbolo de su amistad.
No era coincidencia.
Nada lo era.
Pero Cheong Myeong siempre había sido así.
Áspero en palabras.
Rudo en gestos.
Pero leal como nadie.
Tang Bo sonrió, y el peso en su pecho pareció aligerarse un poco más.
—”Gracias, hyung-nim…” —murmuró, esta vez sin que nadie lo oyera, mientras el cielo finalmente se cubría de estrellas.
—---
Mientras el cielo comenzaba a teñirse de tonos violeta y las primeras estrellas titilaban tímidamente sobre el Monte Hua, Cheong Myeong caminaba junto a Tang Bo por los senderos empedrados, guiándolo hacia los cuartos de invitados. El ambiente era tranquilo, con el leve crujido de los árboles al compás de la brisa nocturna y el murmullo distante de los discípulos que terminaban sus labores del día.
—”¿Cómo va la forja de las espadas?” —preguntó Cheong Myeong de pronto, con las manos cruzadas detrás de la cabeza y un dejo de curiosidad genuina en la voz.
Tang Bo, que hasta el momento se había mantenido en silencio, pareció alegrarse ante la pregunta.
—”Oh, eso ya debe estar listo” —respondió con entusiasmo—. “Los discípulos que dejaste en el Clan Tang probablemente ya están en camino con las espadas. Supervisé todo el proceso personalmente, ¡como debía ser! Sólo las mejores armas para tus pequeños demonios. Ni un solo error. La calidad es impecable.”
Cheong Myeong bufó, aunque sus labios esbozaron una leve sonrisa.
—”Lo juzgaré por mí mismo cuando las vea” —replicó con desdén fingido.
Entonces se giró un poco hacia su amigo, bajando la voz solo un poco:
—”¿Y el anillo?”
Como si hubiese recordado algo importante de golpe, Tang Bo se palmeó la frente teatralmente, rebuscó en la ancha manga de su túnica y extrajo una pequeña bolsita de tela.
—”Casi lo olvido. Aquí tienes.”
Cheong Myeong tomó la bolsita con manos cuidadosas, como si contuviera algo delicado, y la abrió con lentitud. En el interior, reposaba un anillo hecho de metal eterno. A pesar del material rudo, Tang Bo había logrado trabajarlo con un toque de elegancia inesperada: la superficie tenía grabados minuciosos de flores de ciruelo, entrelazadas sutilmente en un diseño que no era ostentoso, pero sí lleno de simbolismo.
Cheong Myeong se quedó en silencio. Miraba el anillo con una expresión que no mostraba a menudo. Había orgullo, sí, pero también ternura… y un poco de nerviosismo.
Tang Bo, viéndolo, se mordió la lengua para no soltar una carcajada burlona. El gran Geomjon, ese hombre temido por todo el mundo Murim, estaba allí, sonriendo como un adolescente enamorado mientras sostenía un anillo en la palma.
—”Eres un idiota enamorado” —murmuró Tang Bo, apenas audible.
Cheong Myeong levantó la cabeza con un ceño fruncido, pero no dijo nada. Guardó el anillo con sumo cuidado.
Cuando llegaron a las habitaciones de invitados, Tang Bo aminoró el paso. Miró la puerta con duda, como si al cruzarla se estuviera alejando de alguien muy importante.
Cheong Myeong lo notó al instante.
—”Oye, mírate. Estás sucio, polvoriento, y hueles a sudor. ¿De verdad quieres que tu “amorcito” te vea así si despierta esta noche?”
Tang Bo palideció ligeramente y se llevó la mano al pecho.
—”¡Señor primordial! ¡Tienes razón! ¿Y si me confunde con un mendigo? ¡No podría soportarlo!”
Cheong Myeong rodó los ojos con resignación mientras su amigo entraba apurado al cuarto, murmurando sobre esencias para el baño, ropas limpias y peinarse correctamente.
—”Idiota enamorado” —dijo Cheong Myeong para sí mismo, aunque la sonrisa en su rostro no se borró.
Con un suspiro que parecía soltar todo el peso del día, Cheong Myeong giró sobre sus talones y caminó hacia sus propios aposentos. El anillo en su manga le pesaba suavemente, como recordatorio de que aún había algo importante por hacer… algo que iba más allá del deber.
Después de un día lleno de emociones, reencuentros y lágrimas contenidas, lo único que quería ahora era descansar.
Porque mañana… mañana habría un nuevo comienzo. Para todos.
Cheong Myeong caminó sin apuro por los pasillos del Monte Hua, el suave repicar de sus pasos acompañaba el ritmo constante de su respiración. En el interior de su manga, el pequeño anillo pesaba más de lo que parecía. Cada paso que daba lo sentía, como si aquel objeto cargara consigo algo más que metal eterno: promesas, emociones y decisiones que no se atrevería a nombrar todavía.
Cuando llegó frente a sus aposentos, vio la cálida luz de las lámparas iluminando suavemente el interior. A través del papel de arroz de la puerta corrediza, la silueta de Baek Cheon se movía con naturalidad, arreglando la mesa o quizás colocando algo de comida caliente. Cheong Myeong se detuvo un momento, observando en silencio. Ese lugar que antes había sido suyo, ahora lo compartía. Y esa figura dentro… ese hombre atento, paciente y terco que lo amaba con tanta fuerza... era su hogar.
El corazón de Cheong Myeong dio un vuelco, y la calidez lo recorrió desde el pecho hasta las yemas de los dedos. Con una sonrisa involuntaria, empujó la puerta y entró. Allí estaba Baek Cheon, volteando con una sonrisa suave, como si siempre lo hubiese estado esperando. Sí, era el final perfecto para ese día.
Chapter 206: ⌗Despertar
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los días siguientes continuaron con una placidez casi inusual. El Monte Hua, aunque lleno de deberes y entrenamiento riguroso, parecía más ligero, como si la paz volviera lentamente a su hogar.
Por las mañanas, Baek Cheon madrugaba como siempre y se encargaba con mano firme (y algo cruel, según los discípulos) de entrenar al grupo. Mientras tanto, Cheong Myeong caminaba hacia el pabellón médico, con dulces bien empaquetados que Baek Cheon le daba, y visitaba a su sajil, como lo hacía desde que lo trajeron de vuelta.
Pero desde hace unos días, ya no era el primero en llegar. Tang Bo siempre estaba allí antes que él, con los ojos ligeramente enrojecidos por la falta de sueño, aunque su humor y sonrisa intactos. Se encargaba personalmente de preparar suplementos, verificar el pulso, cambiar las cobijas, peinar el cabello de Cheong Jin e incluso perfumar ligeramente la habitación con esencias que ayudaban al descanso. Si no lo hubiese visto salir a fumar su pipa por las tardes o regresar a los cuartos de invitados por la noche, Cheong Myeong juraría que ese tipo ya se había mudado al ala médica.
Y sí… su trabajo era impecable. Los signos vitales de Cheong Jin mejoraban a diario. Su piel había recuperado color, y aunque no había despertado aún, parecía más cerca de hacerlo con cada día que pasaba.
Lo único que irritaba a Cheong Myeong era la nueva “orden” que había recibido del líder de la secta.
—”¿¡Por qué debo hacerlo yo!?” —refunfuñó mientras sostenía una bandeja de almuerzo aún humeante.
Cheong Mun, con la compostura de siempre pero el tono firme, respondió:
—”¡Eres su mejor amigo y está cuidando de tu sajil! Ahora entrega el almuerzo antes de que se enfríe.”
Cheong Myeong masculló maldiciones entre dientes todo el camino hasta el pabellón médico. Juraba que Tang Bo lo hacía a propósito. ¿Quién en su sano juicio se olvidaba de comer tres veces seguidas? ¿O es que le gustaba la atención?
Cuando llegó a la habitación y vio a Tang Bo limpiando delicadamente la frente de Cheong Jin mientras tarareaba una canción de sichuan, supo que no había ni truco ni manipulación.
Tang Bo simplemente lo había dado todo por ese hombre.
—”...Aún así, voy a cobrarle por esto más tarde” —murmuró Cheong Myeong al entrar y dejar la bandeja con un golpe seco sobre la mesa.
—”¡Uy, qué mal humor para ser hora del almuerzo!” —le respondió Tang Bo sin mirarlo, pero con una sonrisa que dejaba en claro que lo conocía demasiado bien.
Y así, entre visitas, rutina y cuidados… el Monte Hua respiraba en paz otra vez. Aunque sabían, en el fondo de sus corazones, que la calma no duraría para siempre. Pero al menos por ahora, la familia volvía a estar un poco más completa.
—---
El bullicio en la explanada central del Monte Hua era inusual incluso para un día soleado. Todo comenzó cuando los discípulos que habían acompañado a Cheong Myeong hasta Sichuan finalmente regresaron. Habían pasado varios días desde su partida, y todos sabían que iban a volver cargados, pero nadie esperaba verlos en ese estado: arrastrándose con el cuerpo entero cubierto de polvo, las túnicas rasgadas por el esfuerzo y las piernas temblando bajo el peso del carro de armas que traían consigo.
—”¡¡Y hasta que por fin regresan!!” —gritó Cheong Myeong en cuanto los vio. Los brazos cruzados, la ceja alzada y el tono indignado—. “¡¿Qué es esto?! ¿Una excursión turística? ¡Tan lentos que me envejecieron diez años! ¡Voy a tener que ponerles entrenamiento extra para que recuperen condición física!”
Los discípulos lo miraron con ojos vacíos de la vida, claramente al borde del colapso.
—¡Nos hiciste jalar un carro con espadas hechas de metal eterno durante días! —murmuró uno de ellos, demasiado agotado para alzar la voz.
—¡En cuesta arriba! —susurró otro con un hilo de voz.
—¡Y sin posadas! —dijo un tercero con los labios partidos del sol.
Pero Cheong Myeong los ignoró con la maestría de quien ha perfeccionado el arte de no escuchar quejas. Dio media vuelta con las manos en la espalda y señaló el carro con satisfacción.
—”Bien, descarguen todo. ¡Alineen las cajas! Vamos a hacer esto de forma apropiada.”
Tal como Tang Bo había prometido, todas las espadas estaban allí: envueltas cuidadosamente, brillantes incluso bajo el sol de la tarde. Cheong Myeong inspeccionó cada una como un padre examinando los trabajos escolares de sus hijos. Las hojas eran suaves al tacto, sin una sola imperfección, y la energía que emitían era limpia y firme. La estructura del metal eterno les confería un peso perfecto para el combate, y sabía que esas armas serían un símbolo de orgullo para sus discípulos durante generaciones.
Cuando llamó al grupo, todos los discípulos llegaron corriendo —bueno, excepto los que acababan de llegar, que llegaron arrastrándose—. Se alinearon frente a su maestro con los ojos brillando como niños frente a una montaña de dulces.
—”¡Tomen asiento!” —ordenó Cheong Myeong. Nadie se sentó. El suelo era de piedra y, además, la emoción era demasiada para quedarse quietos.
Cheong Myeong los observó unos segundos. Todos, desde Yu Iseol hasta los más jóvenes como Jo Gul, estaban claramente conteniendo las sonrisas. Y cuando comenzó a repartir las espadas una por una, esas sonrisas explotaron.
Yoon Jong la recibió con ambas manos, como si fuese un tesoro divino (El único que no era un discípulo oficial de Geomjon que tuvo tal privilegio). Jo Gul la alzó con una sonrisa boba. Yu Iseol acarició el mango de la suya con una ternura inusual. Incluso Tang Soso dejó escapar un “oh” bajito antes de probar el equilibrio de su arma nueva.
El ambiente se llenó de susurros emocionados.
—¡La mía tiene un grabado distinto! —murmuró uno.
—¿Crees que todas pesen lo mismo? ¡La mía se siente perfecta!
—¡Huele a metal nuevo! ¡¿Cómo puede oler tan bien una espada?!
Cheong Myeong los observó con los brazos cruzados, los labios apretados para no soltar una carcajada. ¡Eran adultos! Todos con más de veinte años, y aun así se comportaban como críos en su primer festival.
Fue Baek Cheon quien, desde la distancia, le lanzó una mirada divertida. Seguro había notado la sonrisa boba que trataba de ocultar. Así que Cheong Myeong carraspeó, enderezó la espalda y retomó su papel de maestro severo.
—”¡Las espadas no son juguetes!” —exclamó, y todos se tensaron de inmediato—. “Son una extensión de ustedes. Una compañera, una responsabilidad. ¡Con cada golpe y cada paso deben recordar el honor del Monte Hua!”
Los discípulos se alinearon rápidamente, la mayoría todavía sosteniendo sus espadas con una reverencia que contrastaba con las sonrisas de segundos atrás.
Cheong Myeong los observó en silencio unos segundos más... y luego agregó:
—”Como están tan emocionados, supongo que no les molestará que les deje ejercicios de espada. Para que se acostumbren, claro.”
Una ola de gemidos recorrió el grupo. Cheong Myeong se dio la vuelta justo a tiempo para que no vieran su sonrisa satisfecha.
—”¡Quiero ver los primeros movimientos de la Flor de Ciruelo de veinticuatro movimientos antes del atardecer! ¡Vamos, vamos!”
Y mientras sus discípulos corrían a formar filas —unos tropezando de emoción, otros medio llorando del cansancio—, Cheong Myeong se permitió mirar al cielo un momento. Sí, el futuro del Monte Hua era brillante. Y ahora, también, estaba bien armado.
—---
Los días siguientes en el Monte Hua transcurrieron con una calma renovada, teñida de una expectativa silenciosa. El regreso de Cheong Jin no sólo había sacudido los corazones de quienes lo conocieron, sino que también trajo un cambio en las rutinas del día a día, sobre todo en los dos hermanos que componían la columna vertebral de la secta.
Cheong Myeong dividía su tiempo de forma meticulosa: por la mañana, se levantaba con una queja arrastrada y era prácticamente empujado fuera de la cama por Baek Cheon —quien, tras ayudarle a vestirse y darle el desayuno, se encargaba de los entrenamientos matutinos de los discípulos—. A estas alturas, los discípulos de Cheong Myeong ya sabían que no debían esperar indulgencia sólo porque su maestro no estuviera presente; si algo, el entrenamiento con Baek Cheon era aún más exigente.
—”¡No es momento de holgazanear sólo porque el Maestro no está!” —decía Baek Cheon, con la voz firme, mientras los discípulos lloraban internamente por su suerte—. “¡Afilen sus espadas y su voluntad!”
Mientras tanto, Cheong Myeong pasaba las primeras horas del día en el ala médica, sentado junto a la cama de su sajil. A veces conversaba con Tang Bo sobre la evolución de Cheong Jin, otras simplemente permanecía en silencio, observando su rostro dormido como si pudiera hablarle a través de la quietud. Incluso si nadie lo decía en voz alta, todos podían notarlo: para Cheong Myeong, este tiempo era un regalo que no pensó recibir.
Por su parte, Cheong Mun, aunque ansiaba estar junto a su hermano menor tanto como los otros dos, no podía permitirse el mismo lujo. Como líder de secta, su agenda era ineludible. A diario era llamado al pabellón principal para resolver disputas menores, autorizar compras, revisar informes de las demás ramas, y asegurar la estabilidad de la montaña entera. Si bien contaba con ancianos que podían tomar decisiones administrativas y un sucesor prometedor en Yoon Jong, aún así, muchas veces los asuntos llegaban hasta él.
Cada vez que escuchaba la frase “hay algo que sólo el líder de la secta puede decidir”, Cheong Mun apretaba los dientes con frustración silenciosa, deseando poder ignorar todo por un rato más.
Sin embargo, no pasaba un solo día sin que, al menos por un breve momento, se acercara al ala médica. A veces sólo para asomarse y ver a Cheong Jin desde la puerta, asegurarse de que su respiración seguía acompasada. Otras, para sentarse en silencio al lado de su hermano menor, acariciar sus dedos dormidos y murmurarse a sí mismo promesas que no había podido cumplir en el pasado.
Tang Bo, que había prácticamente instalado su vida en el pabellón médico, comenzó a preparar comidas más elaboradas y a turnarse con los doctores para revisar las constantes vitales de Cheong Jin. Cualquiera que lo viera desde afuera podría pensar que era el jefe de todo el pabellón, y en muchos aspectos, lo era.
En los pasillos del Monte Hua, comenzaron a correr los rumores. Algunos decían que el tercer hermano había vuelto de entre los muertos, otros que su cuerpo estaba poseído por un espíritu y otros más que Cheong Myeong había bajado al infierno y lo trajo de regreso. Nadie se atrevía a confirmar ni desmentir nada; lo único claro era que la montaña se sentía distinta. Más firme. Más entera. Como si algo que había estado perdido por mucho tiempo finalmente hubiese regresado a su lugar.
Y entre todo ese movimiento silencioso, había una constante: cada vez que Cheong Myeong se levantaba de la silla al lado de Cheong Jin para volver a sus otras tareas, se detenía un segundo a observar el rostro sereno de su hermano. A veces le murmuraba algo, otras simplemente se marchaba en silencio. Pero sin importar qué tanto trabajo tuviera, o cuán lejos estuviera el pabellón médico de sus otros deberes, siempre regresaba.
Porque, después de tantos años, por fin podía hacerlo.
Los días pasaron bajo esa misma rutina, hasta que en una mañana que había comenzado tranquila…
Comenzó un ajetreo.
Un joven enfermero irrumpió en los pasillos del pabellón principal jadeando, apenas capaz de pronunciar las palabras entre respiraciones entrecortadas:
—¡Cheong Jin-nim... se está moviendo!
Las palabras fueron como una explosión.
Cheong Myeong dejó caer la taza de té que sostenía sin siquiera mirarla caer y se levantó con tal velocidad que la silla en la que estaba sentado se volcó. Cheong Mun, que había estado revisando documentos junto a los ancianos, ni siquiera se molestó en dar explicaciones.
Ambos hermanos se precipitaron por los pasillos de la secta, sus túnicas revoloteando como alas y sus pasos resonando como truenos en el suelo.
No era la primera vez que alguien anunciaba algún pequeño cambio: un suspiro inconsciente, un ligero movimiento en los dedos... pero esta vez, el tono del joven enfermero era distinto. Esta vez, no era un susurro de esperanza, era un clamor de realidad.
Cuando llegaron al pabellón médico, Tang Bo ya estaba ahí. Por supuesto que estaba. No había día que no lo estuviera. Sentado al lado de la cama, sujetando con ambas manos la de Cheong Jin como si soltarla fuera a volver a perderlo. Su rostro, normalmente radiante, estaba pálido por la tensión. Los ojos clavados en los párpados temblorosos del hombre que amaba.
Y entonces, con la misma delicadeza con la que florecen los ciruelos al final del invierno, Cheong Jin abrió los ojos.
Al principio fue sólo una rendija, luego otra, hasta que sus párpados se levantaron completamente y sus ojos marrones, apagados por años de inconsciencia, buscaron enfocados algo que le diera sentido a su realidad. Se notaba la confusión, la neblina del largo letargo aún pesando sobre él, pero su cuerpo se movía.
Estaba despierto. Vivo.
Sus ojos se posaron primero en Tang Bo.
Y ahí, al ver ese rostro tan conocido, ese rostro que durante años había llamado en sueños sin respuesta, ese rostro que siempre había estado ahí —en su mente, en su pecho, en su sangre— sus labios resecos se abrieron y su voz ronca, casi irreconocible, susurró:
—”…Bo…”
Tang Bo se rompió.
No con gritos, ni aspavientos, sino con un sollozo tan profundo y tembloroso que hizo eco en cada rincón del pabellón.
Sus lágrimas cayeron de inmediato, silenciosas y pesadas, como si llevasen años acumulándose en su pecho.
Se inclinó sobre la cama, su frente apoyada contra la mano de Cheong Jin, aferrándose a él como si pudiera anclarlo a este mundo con la fuerza de su amor.
—”Bo-ya…” —repitió Cheong Jin, con un hilo de voz más fuerte, aunque aún cargado de niebla.
Él no entendía del todo. No sabía cuánto tiempo había pasado, no sabía qué había ocurrido ni por qué el mundo se sentía diferente. Pero el rostro de Tang Bo —ese rostro bañado en lágrimas— fue suficiente para que su mano, aún débil, se alzara con esfuerzo.
Con la yema de los dedos, acarició torpemente la cabeza inclinada de su amante. Un gesto tembloroso, suave… pero lleno de reconocimiento.
Tang Bo lloraba sin poder evitarlo.
—”Te extrañé… tanto…” —susurraba, una y otra vez, como un mantra.
—”Estoy… aquí” —susurró Cheong Jin, en respuesta, sin saber si lo decía por consolarlo o para convencerse a sí mismo de que era verdad.
A unos pasos de distancia, Cheong Mun se quedó inmóvil, con los labios sellados y los ojos brillando.
La mano sobre su pecho temblaba, como si el corazón le palpitara demasiado fuerte.
Era su hermano. Su pequeño hermano. El mismo que había creído muerto… y ahora lo veía parpadear.
Cheong Jin alzó la mirada lentamente, sus ojos aún algo nublados por el esfuerzo, pero bastó un instante para que reconociera la figura que se mantenía en la entrada. Su mirada se suavizó, sus labios se entreabrieron con un leve temblor, y de su garganta, aún seca por años de silencio, brotó un susurro:
—”…Sahyung… Cheong Mun…”
El corazón de Cheong Mun dio un vuelco. Cerró los ojos con fuerza como si al hacerlo pudiera contener la oleada de emociones que amenazaba con desbordarse. Pero fue inútil.
Las lágrimas brotaron, cálidas y silenciosas, escurriéndose por sus mejillas como lluvia sobre piedra. Con pasos vacilantes, se acercó a la cama y, con manos temblorosas, sirvió una pequeña taza de agua fresca de la jarra que descansaba en la mesa cercana. Las gotas se derramaban ligeramente por el borde del recipiente por el temblor de sus dedos, pero aun así, sostuvo la taza con la reverencia y el cuidado con el que se sostiene algo sagrado.
—”Bebe despacio” —dijo en voz baja, casi sin poder hablar por el nudo en su garganta.
Cheong Jin bebió de la taza con ayuda de Tang Bo, quien suavemente lo sostuvo para que pudiera erguirse sin forzar su cuerpo debilitado. El agua humedeció su garganta reseca, devolviéndole algo de vida a su voz. Respiró hondo, como si por fin pudiera llenar sus pulmones después de años dormido.
Y entonces sus ojos se movieron. Pasaron de Tang Bo, aún sujetando su espalda con una ternura infinita, a Cheong Mun, que lo miraba como si todavía no se atreviera a creer en su presencia. Finalmente, sus ojos se posaron sobre la figura que se mantenía quieta cerca de la entrada.
Cheong Myeong.
En cuanto sus miradas se cruzaron, Cheong Myeong sintió una punzada extraña. Algo profunda, inexplicable. Una mezcla de culpa, nostalgia y ajenidad. No era su sajil. No era su hermano. Y sin embargo… lo era.
Sintió la garganta cerrarse y la respiración pesarle. Parte de él quería dar media vuelta y salir. Sentía que estaba ocupando el lugar de otro. Que el verdadero Geomjon debía ser el que cruzara esa habitación. El que fuera llamado "Sahyung" con afecto y reconocimiento.
Pero el cuerpo que Cheong Jin veía era el suyo. Y los recuerdos que ese cuerpo había amado y protegido… eran ahora suyos también.
Los labios de Cheong Jin se curvaron apenas, una sonrisa tan suave como el viento que mueve las ramas del ciruelo, y con voz aún débil murmuró:
—”Cheong Myeong… sigues igual… solo un poco más delgado…”
Ese comentario, tan trivial, tan humano, tan fraternal… le rompió algo dentro.
Cheong Myeong bajó la cabeza por un instante. No sabía si reír o llorar. No sabía si debía corregirlo, explicarle que ya no era el mismo. Pero no podía. Porque en ese momento, no importaba.
Con pasos lentos, como quien pisa terreno sagrado, se acercó a la cama. El nudo en su garganta no le permitió hablar, así que sólo se arrodilló a un lado, cerca de los pies de Cheong Jin, bajó la cabeza y murmuró:
—”Bienvenido de vuelta, Sajil.”
Tang Bo, aún con los ojos húmedos, cerró los suyos un instante y apoyó su frente en el hombro de Cheong Jin.
Y Cheong Mun, de pie a un lado, alzó su vista al cielo con las lágrimas aún frescas en sus mejillas.
Después de años de guerra, pérdidas y silencios…
El Monte Hua estaba, por fin, completo otra vez.
(...)
Cuando la bruma de la inconsciencia se disipó un poco más en la mente de Cheong Jin, su mirada —aún algo cansada— se posó en su hermano mayor con una mezcla de confusión y urgencia.
—”Sahyung…” —murmuró con voz aún rasposa—, “¿cuánto tiempo ha pasado?”
La pregunta cayó como una piedra en medio de un estanque. Cheong Mun bajó un poco la mirada, sabiendo que la respuesta sería un golpe inevitable. Aún así, alzó la voz con la serenidad propia de su rol, pero no pudo evitar que esta se quebrara levemente.
—”Más de veinte años… desde que terminó la guerra.”
Cheong Jin enmudeció. Su mente, aún aturdida, intentó procesar esas palabras. Miró a su hermano con más atención: las finas arrugas en su rostro, la serenidad en sus ojos cargada de experiencia. Luego giró hacia Cheong Myeong, que aunque aún joven, tenía una expresión mucho más firme, más asentada. Todos eran mayores. Todos habían cambiado.
—”¿Tanto… tiempo?” —murmuró.
Cheong Mun sólo asintió con un leve gesto, incapaz de agregar más.
Y entonces, el silencio fue roto por un estallido emocional imposible de contener.
—”¿¡Sabes lo preocupado que estaba por ti!?” —la voz de Tang Bo resonó en la sala con una mezcla de rabia y dolor tan desgarradora que incluso Cheong Myeong se giró con sorpresa.
El elder del clan Tang, el famoso y temido maestro de venenos y medicina, se encontraba de pie con los ojos enrojecidos y las lágrimas cayendo libremente por su rostro. Su voz temblaba, pero no dejaba de hablar:
—”¡Te fuiste sin decir nada! ¡Nada! ¡¿Cómo pudiste dejarme así?! ¿Sabes cuánto tiempo te esperé? ¿Cuántos días pasé preguntándome si estabas vivo, muerto, herido, si necesitabas ayuda?” —su respiración se volvió entrecortada—. “¡Eres un idiota, Cheong Jin! ¡Un completo y maldito idiota! ¡Nunca pensaste en cómo me sentiría!”
Cheong Jin no apartó la mirada. Lo escuchó todo. Cada palabra se hundía en su pecho como una aguja, pero no mostró rechazo ni culpa excesiva. Sólo una comprensión profunda, silenciosa, como quien acepta con humildad el dolor que causó, aún si no pudo evitarlo.
Y entonces, con una voz que parecía tan frágil como el soplo del viento entre las ramas del ciruelo, dijo:
—”Lo siento.”
Dos simples palabras. Pero pesadas. Llenas de los años perdidos, del amor que aún seguía ahí, del dolor que no podía cambiarse.
Tang Bo, temblando, cayó de rodillas junto a él y lo abrazó con desesperación, con la fuerza contenida de más de dos décadas sin poder tocarlo. Hundió el rostro contra su pecho, contra ese cuerpo que temió no volver a sentir jamás.
—”No lo vuelvas a hacer…” —susurró con voz temblorosa, casi inaudible—. “No me vuelvas a dejar…”
Cheong Jin alzó una mano aún débil y la apoyó sobre la cabeza de Tang Bo, acariciando lentamente sus cabellos como si intentara calmar no sólo a su amante, sino también todos los años de soledad, ansiedad y silencio.
Cheong Myeong, desde el rincón de la habitación, giró el rostro hacia la ventana para darles espacio, pero también para ocultar la humedad que comenzaba a nublar su mirada.
Cheong Mun se incorporó con suavidad, limpiando con la manga de su túnica las lágrimas que aún quedaban en sus ojos. Se giró hacia los demás con una expresión más serena y dijo:
—”Voy a buscar algo de comida ligera para ti, Jin-ah. No has comido en años… aunque por lo que veo, Tang Bo se asegurará de alimentarte como si no hubiese un mañana” —agregó con una sonrisa cálida, intentando aligerar el ambiente.
Tang Bo bufó entre dientes mientras secaba su rostro con sus anchas mangas, aún manchadas de lágrimas.
—”Por supuesto que lo haré. No pienso dejar que vuelva a estar débil ni un solo día. Además… como su pareja oficial, merezco tener al menos la primera semana para estar con él. Después de todo, soy yo quien ha sufrido más” —agregó con una mezcla de dramatismo genuino y orgullo—. “Esa primera semana es mía.”
Cheong Myeong, que hasta entonces se había mantenido observando con los brazos cruzados y expresión difícil de descifrar, frunció el ceño y dio un paso al frente.
—”¿¡Cómo que tuyo!? ¿Y yo qué? ¡Soy su hermano mayor! ¡Mi sajil! ¡Prácticamente crecimos juntos! ¡Si alguien merece tener esa primera semana con él, soy yo!”
—”¿Y eso qué?” —replicó Tang Bo al instante, girándose a enfrentarlo con ojos entrecerrados—. “¡Eso fue hace más de treinta años! ¡Yo soy quien ha estado aquí, día tras día, minuto tras minuto, manteniéndolo con vida!”
—”¡¿Te olvidas de quién lo encontró?!” —gritó Cheong Myeong, señalándose con ambas manos—. “¡¡YO!! ¡Si no fuera por mí, aún seguiría en esa cueva maldita!”
Cheong Mun, que ya se dirigía a la puerta, se giró con una mano en el marco, y con voz tranquila pero firme dijo:
—”Bueno, creo que como el hermano mayor y líder de la secta, también tengo derecho a esa primera semana—”
—”¡TÚ NO CUENTAS!” —fue la respuesta sincronizada y enérgica tanto de Tang Bo como de Cheong Myeong.
—”¿Eh?” —parpadeó Cheong Mun, algo desconcertado.
—”¡Sólo quieres poner a sajil a trabajar lo antes posible!” —acusó Cheong Myeong, señalándolo con el dedo como si fuera un delincuente.
—”¡Sí! ¡Seguro ya estás pensando en ponerlo a cargo del Salón de Finanzas de nuevo! ¡Deja que respire primero!” —añadió Tang Bo indignado.
Cheong Mun los miró con una mezcla de resignación y fastidio.
—”Tsk… en qué momento me convertí en el villano de esta historia…”
Desde la cama, la voz débil de Cheong Jin se alzó por primera vez en medio de la escena, con un susurro cargado de ternura:
—”Esto… no ha cambiado nada, ¿verdad?”
Los tres hombres lo miraron, y por un momento, la sala se quedó en un breve silencio antes de romperse por risas suaves y sinceras.
La sonrisa de Cheong Jin era serena, pero sus ojos estaban levemente humedecidos.
Ver a esas personas, su familia, discutiendo por cosas tan absurdas como quién tenía más derecho a estar con él… le hacía sentir como si los años perdidos comenzaran poco a poco a cicatrizar.
—---
Al final, contra todo pronóstico, Tang Bo realmente se quedó con la primera semana completamente para él solo. Fue tan descarado como hábil. Bastó que, con su característica sonrisa inocente y tono dulce, soltara una sola frase dirigida a Cheong Myeong:
—”No has notado lo ausente que has estado con Baek Cheon últimamente, ¿cierto? Seguro ya empieza a sentirse abandonado…” —y luego añadió con fingida preocupación—: “¿No deberían pasar tiempo juntos? Ya sabes… como pareja.”
Cheong Myeong estaba a punto de protestar, ya con la boca abierta y las cejas fruncidas cuando la frase lo golpeó de lleno.
“¿Cuándo fue la última vez que estuve con Baek Cheon... a solas? ¿O que tuvimos un momento realmente íntimo... más allá de las mañanas y las noches robadas?”
El pensamiento lo hizo fruncir los labios con frustración. Se quedó inmóvil por unos segundos, cruzando los brazos con fuerza mientras una expresión derrotada se le formaba en el rostro.
—”...Tendrás la primera semana” —cedió finalmente, aunque no sin apuntarlo con el dedo como si lo estuviera acusando de un crimen grave—. “¡¡Pero la segunda es mía!!”
Tang Bo alzó ambas manos en señal de inocencia.
—”Me parece justo~.”
Por supuesto, el pobre de Cheong Mun fue el único que no recibió ni oportunidad de discutir. Cuando apareció con un tazón cuidadosamente preparado —habiéndose tomado el tiempo de calentar una sopa especial para el estado de Cheong Jin y añadir ingredientes tonificantes adecuados—, se encontró con la puerta cerrada.
Tocó dos veces, y apenas fue abierto por una rendija, el rostro de Tang Bo apareció, sereno como un lago.
—”Oh, cuñado. Justo te iba a llamar... para que no vinieras. ¡Gracias por traer la comida!”
Antes de que pudiera decir algo, Tang Bo le arrebató el tazón con una sonrisa afilada como un cuchillo de carnicero.
—”Yo me encargaré de dársela. Vuelve más tarde... cuando estemos en la semana tres, tal vez.”
Y antes de que Cheong Mun pudiera responder, “¡PUM!” La puerta se cerró en su cara con la tranquilidad de alguien que sabía que tenía la situación bajo control.
Cheong Mun parpadeó lentamente, bajó la mano con la que había estado sosteniendo el Tazón... y suspiró largo.
—”...He sido derrocado” —murmuró mientras se giraba sobre sus talones con una dignidad muy mal herida.
—---
Cheong Jin observó en silencio cómo Tang Bo soplaba cuidadosamente una cucharada de sopa antes de llevársela a los labios. Una sonrisa suave —cansada, pero cálida— se formó en su rostro, y su voz salió baja, rasposa, pero teñida con un dejo de ironía:
—”Eres realmente desconsiderado… No pensaste que querría pasar tiempo con mis hermanos primero.”
Tang Bo infló las mejillas con un puchero infantil y bufó como si le hubiesen hecho la peor de las acusaciones.
—”De todas formas vas a tener que descansar después de que te dé tus medicinas” —replicó—. “Puedes verlos más tarde, cuando no parezcas un cadáver resucitado. Ahora tu lindo novio va a atenderte, y no se aceptan quejas.”
Sin darle tiempo a responder, se sentó más cerca y, con la naturalidad de quien ya conocía cada una de sus expresiones, comenzó a alimentarlo con cucharadas dosificadas como si Cheong Jin fuera un niño pequeño.
Cheong Jin, hombre de carácter fuerte, estratega reconocido en sus días de gloria y un respetado discípulo del Monte Hua, no se inmutó. Lo aceptó todo con una tranquilidad estoica, sus ojos observando con cierta ternura cómo Tang Bo se aseguraba de soplar cada cucharada justo el tiempo necesario, cómo lo vigilaba como un halcón por si se atragantaba, cómo fruncía el ceño si no tragaba lo suficientemente rápido.
Él ya había perdido la batalla contra el afecto de Tang Bo hace mucho tiempo.
Entre cucharadas, Tang Bo soltaba comentarios suaves:
—”El sabor está bien, ¿verdad? Puedo ir a quejarme a la cocina si es necesario…”
—”Mañana te haré una infusión de loto con ginseng.”
—”¿Te estás quedando dormido? ¡Nada de dormir sin tomar la medicina!”
Una vez que comió lo suficiente, Tang Bo sacó con cuidado una botellita de vidrio y vertió una pequeña cantidad de líquido oscuro en una taza, luego la mezcló con una cucharada de miel para aliviar el sabor.
—”Ahora, medicina. Con cariño” —le dijo, como si fuera un dulce, y lo vio beber con la expresión más orgullosa del mundo.
Después, cuando se aseguró de que Cheong Jin no tuviera frío y acomodó cuidadosamente las mantas, suspiró satisfecho.
—”Ahora sí. A descansar un poco” —le ordenó, bajando la voz como si intentara convencer a un niño terco.
Cheong Jin ladeó la cabeza contra la almohada y murmuró con una sonrisa resignada:
—”Ya dormí más de veinte años, Bo-ya. ¿No crees que es suficiente?”
—”Eso no fue descanso, fue abandono. Esta vez vas a descansar con alguien que te cuide” —respondió Tang Bo con una voz decidida.
Hubo un breve silencio antes de que Cheong Jin preguntara, en un murmullo tan bajo que casi se perdió entre las sábanas:
—”¿Te vas a quedar?”
Tang Bo no respondió con palabras. En su lugar, se puso de pie por un segundo y, sin pensarlo dos veces, se subió a la cama.
La cama era para una sola persona, sí, y su cuerpo quedó peligrosamente cerca del borde, colgando de forma nada digna. Pero a él no le importó.
Se acurrucó con suavidad al costado de Cheong Jin, con cuidado de no estorbarle, apoyando la cabeza contra su hombro, en un gesto cargado de amor contenido, de años de espera, de anhelos que habían sobrevivido al tiempo, a la guerra y al silencio.
—”Me voy a caer” —susurró Tang Bo, apenas audible.
Cheong Jin alzó con esfuerzo su brazo, débil todavía, pero con la suficiente fuerza para envolverlo con lentitud y apretarlo contra él.
—No dejaré que te caigas. —le respondió.
Tang Bo no dijo nada. Simplemente cerró los ojos, aferrado a su promesa.
Y así, después de años de dolor, separación y esperanza sostenida por un hilo, durmieron juntos por primera vez en paz.
Notes:
Final con TangJin para autocomplacerme porque soy la única persona que hace contenido de estos dos 😔
El siguiente capítulo volverá el CheongBaek jsjs
Chapter 207: ⌗Relajación (1)
Chapter Text
Cheong Myeong abrió la puerta de su habitación con la vaga intención de sorprender a su querido Baek Cheon con un gesto doméstico —una limpieza ligera, quizás incluso algo de cocina si lograba recordar cómo se hervía el arroz sin quemarlo—, pero al dar el primer paso dentro, se encontró con algo que ya no debería sorprenderlo, pero siempre lo hacía.
El lugar estaba inmaculado. No sólo limpio: resplandeciente. El suelo brillaba con un lustre natural, las ventanas dejaban pasar la luz sin una sola mancha, y hasta las esquinas, esas malditas esquinas olvidadas por los dioses y los cultivadores, no tenían ni una mota de polvo.
La cama estaba hecha con una perfección militar, sin una arruga, sin una curva fuera de lugar. Las almohadas estaban mullidas y alineadas. Las túnicas estaban perfectamente dobladas en el armario y la mesa del té tenía sus tazas dispuestas según el gusto de Baek Cheon: la taza con borde dorado para Cheong Myeong, la blanca sencilla para él.
Incluso Baek-ah, la pequeña marta demoníaca, estaba recién bañada y dormía plácidamente sobre una toalla mullida como si hubiera salido de un tratamiento de spa.
Cheong Myeong se quedó de pie en la entrada, con los brazos colgando a los lados y una ligera expresión de incredulidad.
—”...No me dejó ni una pelusa para barrer” —murmuró.
Caminó lentamente por la habitación, notando cada detalle que delataba a Baek Cheon. El ligero aroma a madera de sándalo, la posición exacta de los cojines sobre el tatami, la forma en que el incienso apagado estaba cuidadosamente acomodado al lado del altar. Cada rincón gritaba “Baek Cheon estuvo aquí”.
Se dejó caer de lado sobre la cama, con el brazo estirado, mirando al techo mientras su mente vagaba.
En la historia original, la habitación del protagonista siempre estaba limpia porque sus heroínas se encargaban de todo. La cortesana elegante, la joven noble apasionada por la costura, la cocinera de talento divino… todas, por supuesto, adoraban complacerlo.
Pero ahora era Baek Cheon.
Baek Cheon, su Baek Cheon, el protagonista del juego… que en lugar de ser mimado, era él quien mimaba. Que en lugar de rodearse de bellezas, compartía la cama con un Geomjon malhumorado, dormilón y aficionado al licor.
Cheong Myeong no pudo evitar reír entre dientes.
—”¿Será que tengo un protagonista con corazón de doncella?” —susurró, girándose de lado para ver a Baek-ah dormir y patear el aire como si soñara.
Claro, Baek Cheon seguía siendo el mismo. El mismo que llegó a la final de la competencia Murim, que peleó contra ocultistas sin retroceder, que lo enfrentaba cara a cara cuando decía tonterías… pero también era el mismo que se sonrojaba cuando lo elogiaban, que ponía extra de carne en su plato aunque dijera que necesitaba más verduras, que lo envolvía con una toalla caliente después de cada baño.
En este mundo extraño, donde las rutas del juego se retorcieron y los caminos se desviaron de lo que alguna vez creyó predecible… su Baek Cheon era el mejor desenlace posible.
—”Ni harem, ni fanservice. Sólo tú, que limpias cada rincón y me das el corazón entero.”
Se estiró como un gato satisfecho y hundió el rostro en la almohada de Baek Cheon, aún tibia por el sol que entraba por la ventana.
—”Cuando regreses, te voy a dar tantos besos que ni la heroína original los podría contar” —murmuró contra la tela.
Pero mientras esperaba ese regreso.. Había otra cosa que debía atender.
Cheong Myeong suspiró con fuerza mientras sacaba el anillo de entre sus túnicas y lo veía fijamente. La suave luz del atardecer que entraba por las ventanas acariciaba el metal eterno, haciéndolo brillar con un resplandor cálido, casi como si también esperara una respuesta.
—”¿Por qué no puedes decirme qué hacer tú, eh?” —le dijo al anillo con una mezcla de afecto y frustración.
Volvió a suspirar.
Caminó en círculos por la habitación con el ceño fruncido, como si el acto de dar vueltas pudiera hacer caer del cielo una brillante idea. Pensó en esconderlo bajo el arroz... pero no, Baek Cheon tenía la molesta costumbre de removerlo todo para asegurarse de que los vegetales estuvieran en su lugar y el licor bien servido. Podía encontrarlo antes de tiempo y arruinar el momento.
¿Tal vez en una copa de vino?
El clásico de los clásicos. Pero luego recordó cuántas veces Baek Cheon bebía sin mirar, especialmente cuando Cheong Myeong lo provocaba para que tomara más rápido, y la sola imagen de tener que hacerle la Maniobra de Heimlich al amor de su vida mientras gritaba “¡ESCÚPALO!” lo hizo estremecer.
—”No, no, no... nada de eso, maldita sea.”
Miró al techo. Miró al suelo. Luego miró a Baek-ah, la pequeña marta dormida como una bolita mullida sobre la cama. Se acercó, se agachó lentamente y le picoteo la cabeza.
—”Oye, tú. ¿No deberías ayudarme con esto? Has sido testigo de cada una de nuestras peleas, de cada momento romántico… ¡al menos podrías darme una señal!”
Baek-ah levantó una patita en sueños y luego volvió a acomodarse con un ruidito nasal.
—”Traición” —murmuró Cheong Myeong.
Se dejó caer de espaldas sobre el futón con el brazo extendido, aún sosteniendo el anillo, observándolo con una mezcla de nostalgia y amor. No era sólo un trozo de metal. Era una promesa. Un futuro. Una forma de decirle a Baek Cheon que no importaba qué caminos tomaran ni qué obstáculos se cruzaran, él siempre estaría a su lado.
Baek Cheon, con su terquedad y su ternura, con sus regaños cariñosos y su capacidad de soportar todo lo que Cheong Myeong arrojaba al mundo, era la constante que el corazón de Cheong Myeong jamás había sabido que necesitaba.
—”Quiero que lo recuerde siempre…” —murmuró para sí, sentándose lentamente otra vez—. “Quiero que cuando mire este anillo, sepa que lo elegí todos los días, incluso en los más difíciles. Incluso cuando estaba asustado. Incluso cuando no sabía si todo esto era un sueño.”
Apretó el anillo con fuerza y miró hacia la ventana, hacia el cielo teñido de naranja. Una idea comenzó a formarse lentamente en su mente. Nada de esconderlo, nada de fanfarria absurda.
Se pondría de pie frente a él, le hablaría con la voz clara y la mirada firme, y cuando Baek Cheon alzara esa maldita ceja en incredulidad, él se arrodillaría y le entregaría el anillo, sin cajas ni ornamentos.
Sólo el anillo.
Sólo ellos dos.
El mundo de un villano que rompió el guión, y el protagonista que eligió quedarse con él.
Cheong Myeong se levantó de la cama con nueva determinación y deslizó el anillo de nuevo dentro de la pequeña bolsa que siempre guardaba cerca del corazón.
—”Muy bien. Sólo necesito encontrar el lugar perfecto” —dijo con una sonrisa decidida, antes de agregar con una mirada burlona hacia Baek-ah—. “Tú, por cierto, estás fuera de la lista de invitados. Gracias por nada.”
Baek-ah simplemente giró más sobre sí misma, como quien ignora deliberadamente a un humano con demasiados problemas amorosos.
Y con eso, Cheong Myeong comenzó a prepararse para hacer próximamente, el día más inolvidable para su amado Baek Cheon.
(....)
Cheong Myeong decidió dar una vuelta por el Monte Hua al caer la tarde. Con las manos en la espalda y una expresión reflexiva en el rostro, comenzó a caminar por los senderos que conocía de memoria, pero que en ese momento recorría con un propósito distinto: encontrar el lugar perfecto.
Si iba a proponerle matrimonio a Baek Cheon, entonces no podía hacerlo de cualquier manera. ¡No se trataba de un discípulo cualquiera! ¡Era Baek Cheon! El protagonista del juego, su amado discípulo, su compañero de vida. Merecía algo especial. Así que Cheong Myeong se internó entre los caminos ocultos del Monte Hua, evitando los lugares transitados por los discípulos o donde los ancianos acostumbraban tomar el té. No, necesitaba un sitio tranquilo, privado, hermoso… y, por supuesto, digno del momento.
Subió por una pequeña ladera donde florecían los ciruelos incluso fuera de temporada —una rareza del Monte Hua que él mismo había notado tiempo atrás. Desde ahí se podía ver el atardecer filtrarse entre las ramas retorcidas, pintando el cielo de tonos naranjas y rosados. El viento era fresco, y el sonido de las hojas meciéndose le daba al ambiente un aire casi etéreo.
“Este será el lugar,” pensó Cheong Myeong mientras se cruzaba de brazos, inspeccionándolo todo con ojo crítico. El suelo era plano, ideal para colocar una manta si querían sentarse, y lo suficientemente apartado como para que nadie los interrumpiera. “Perfecto. Aquí será.”
Satisfecho con su decisión, emprendió el regreso a sus aposentos. Para cuando llegó, estaba cubierto de polvo, hojas secas y algunas ramitas que se habían enredado en su cabello. Nada glamuroso, pero él se sentía triunfante. Había dado el primer paso.
Cuando abrió la puerta de su habitación, lo primero que vio fue la cálida luz de las lámparas encendidas. La segunda cosa fue a Baek Cheon, de espaldas, preparando agua para la tina, quitándose la capa exterior de su túnica con movimientos suaves y concentrados. Todo estaba impecablemente limpio, como siempre: la cama tendida sin una sola arruga, las prendas perfectamente dobladas, y Baek-ah comiendo en una esquinita, con su pelaje brillante y ordenado.
Baek Cheon se giró al escuchar la puerta.
—”Bienvenido, ¿dónde estabas? Pensé que estarías con tu sajil. Escuché que despertó…” —dijo con una sonrisa ligera.
Cheong Myeong sacudió distraídamente las hojas de su hombro y respondió con la mentira más perezosa que pudo pensar:
—”Estaba entrenando un poco” —y antes de que Baek Cheon pudiera replicar o notar su expresión, se acercó y le dio un beso tierno en la mejilla.
Baek Cheon hizo una pequeña mueca, retrocediendo un poco.
—”Estoy lleno de tierra y sudor “ —se quejó, aunque con una voz tan suave que sonaba más como una caricia.
—”¿Y aún así me dejas acercarme? Qué amable eres, Cheon-ah” —dijo Cheong Myeong con una sonrisa traviesa antes de robarle otro beso, esta vez en la comisura de los labios.
Baek Cheon suspiró, resignado. Lo conocía demasiado bien.
—”¿Quieres bañarte conmigo, entonces?” —ofreció, mientras se acercaba a la tina humeante.
Cheong Myeong no perdió el tiempo. Apenas escuchó la invitación, comenzó a quitarse la ropa como si se estuviera deshaciendo de una armadura después de una batalla —lo cual, de cierta forma, lo era. Baek Cheon apenas tuvo tiempo de voltear para evitar ver a su maestro quedarse desnudo en medio de la habitación.
—”¡Podrías al menos esperar a que te prepare una toalla!” —refunfuñó, aunque la leve coloración en sus mejillas traicionaba su tono severo.
—”¿Para qué? Si igual vas a terminar lavándome tú” —respondió Cheong Myeong con una sonrisa de total descaro, mientras se metía a la tina con un suspiro satisfecho.
Baek Cheon lo fulminó con la mirada un momento, pero no tardó en seguirlo. Se quitó su túnica con movimientos elegantes y se sumergió en el agua tibia, justo frente a Cheong Myeong. El aroma de hierbas llenaba el aire, relajando los músculos tensos y suavizando la atmósfera como una suave melodía sin necesidad de sonido alguno.
—”Entonces... ¿Cómo está Cheong Jin?” —preguntó finalmente Baek Cheon, acomodándose con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el borde de la tina.
Cheong Myeong se quedó en silencio por unos segundos, viendo cómo el vapor acariciaba el rostro de su amado. Esa luz cálida de las velas hacía que su piel se viera aún más suave, más etérea. Por un instante se olvidó de cómo se hablaba.
—”Está bien” —respondió finalmente con suavidad—. “Más delgado de lo que recuerdo... pero está bien. Está despierto, lúcido. Y con Tang Bo pegado a él como un perro fiel. No ha soltado su mano desde que abrió los ojos.”
Baek Cheon sonrió, sin abrir los ojos.
—”Me alegra. Me alegra mucho por ti... por todos ustedes.” —Y tras una pausa, añadió en voz más baja—. “¿Y tú? ¿Estás bien?”
Cheong Myeong lo miró con una expresión que sólo Baek Cheon podía ver: vulnerable, sincera, sin arrogancia ni bromas para esconder lo que sentía.
—”Estoy bien ahora.”
Entonces, se acercó. Con una lentitud calculada, como si el momento fuera sagrado. Rodeó a Baek Cheon por detrás, apoyando la barbilla en su hombro mojado y envolviéndolo con los brazos.
—”Gracias” —susurró.
—”¿Por qué?” —preguntó Baek Cheon con un dejo de sorpresa.
—”Por ser tú. Por quedarte conmigo. Por darme paz.”
Baek Cheon no respondió de inmediato, pero sus manos se deslizaron por los brazos de Cheong Myeong y se entrelazaron con las suyas, apretándolas con fuerza.
—”Tonto... si tú también eres mi paz” —dijo en voz baja.
Durante un largo rato, no se dijeron nada más. El agua tibia, la respiración tranquila de ambos, el roce de sus cuerpos compartiendo el mismo espacio: todo hablaba por ellos.
Cheong Myeong pensó en el anillo escondido en su ropa doblada. Lo sentía allí, como si pesara más que nunca, como si brillara incluso sin luz. Sonrió contra el cuello de Baek Cheon. Aún no. No esta noche. Pero pronto.
Muy pronto.
Como era su costumbre ya bien establecida, Baek Cheon se colocó detrás de Cheong Myeong dentro de la tina, apoyando suavemente su espalda contra su pecho mientras hundía una esponja en el agua tibia, la impregnaba de jabón con un aroma delicado a hierbas de montaña y comenzaba a lavar su cabello con movimientos lentos y delicados. Sus dedos se deslizaban con cuidado entre los mechones oscuros, masajeando con tal ternura que a Cheong Myeong casi se le cerraban los ojos por la relajación.
El agua humeaba a su alrededor, llenando el baño con un vapor reconfortante. El sonido del agua al caer de la esponja, el roce suave de las manos de Baek Cheon y el ritmo sereno de sus respiraciones creaban una atmósfera íntima, casi sagrada.
Baek Cheon se inclinó ligeramente para enjuagar el cabello de su maestro, sus labios rozando apenas la oreja de Cheong Myeong al hacerlo, lo que provocó que este se estremeciera levemente. No era de hierro después de todo. Luego, Baek Cheon comenzó a enjabonarle los hombros y los brazos con esa misma lentitud, con una concentración que parecía casi devota.
Fue entonces cuando Cheong Myeong, sin abrir los ojos, preguntó con voz perezosa:
—”…Cheon-ah… ¿te gusta consentirme así?”
Baek Cheon no detuvo sus movimientos, pero sí sonrió con esa dulzura tan suya que parecía que el vapor del baño no era suficiente para cubrir la calidez que irradiaba en ese momento.
—”Me gusta mucho” —respondió con honestidad, mientras pasaba la esponja por el brazo de Cheong Myeong, deteniéndose un momento para acariciarlo con la palma abierta—. “Me hace feliz cuidarte.”
Cheong Myeong entreabrió los ojos, no sorprendido, pero sí ligeramente conmovido. Las palabras habían sido sencillas, pero la manera en que Baek Cheon las dijo —con esa ternura profunda, sin ninguna vergüenza o reserva— calaban hondo. Eran sinceras. Eran Baek Cheon.
El mismo Baek Cheon que era el protagonista de un juego lleno de hermosas heroínas, y que, sin embargo, prefería lavarle el cabello y enjabonarle los brazos al temido Geomjon. El mismo Baek Cheon que sonreía con orgullo al saber que, con él, ese espadachín temido por todos se volvía un hombre que se dejaba cuidar.
Cheong Myeong dejó que su cabeza reposara un poco hacia atrás, apoyándose más en el pecho de su amado. Con los ojos cerrados y los labios apenas curvados en una sonrisa, pensó:
‘Sí… este es el Baek Cheon que más me gusta.’
Y así se quedó un rato más, en silencio, disfrutando del calor del agua y del calor aún mayor que brotaba de las manos de quien lo cuidaba como si fuera el tesoro más preciado del mundo.
(...)
Después del baño, envuelto en una túnica ligera y con la piel todavía tibia por el agua, Cheong Myeong se dejó caer sobre la cama como un gato satisfecho. Cerró los ojos con toda la intención de quedarse dormido ahí mismo, disfrutando de la sensación ligera que recorría su cuerpo.
Mientras tanto, Baek Cheon se sentó detrás de él, paciente y concentrado, pasando un cepillo de madera por su largo cabello oscuro con movimientos lentos y cuidadosos. Cada pasada era como un arrullo que lo sumía más en la calma, hasta que poco a poco su respiración se volvió pesada, al borde de entregarse a un sueño profundo.
Fue entonces que la voz de Baek Cheon rompió el silencio.
—”Maestro…” —empezó con cierta duda, su voz más baja de lo usual.
Cheong Myeong murmuró algo ininteligible, todavía atrapado en esa línea fina entre sueño y vigilia.
Baek Cheon dudó un momento más, apretando suavemente los labios, pero al final lo soltó:
—”¿Le contaste ya al líder de la secta… sobre nuestro encuentro con el Culto Demoníaco?”
Las palabras fueron como agua helada cayendo de golpe sobre la espalda de Cheong Myeong. Sus ojos se abrieron de inmediato, tensos, y la modorra se evaporó de su cuerpo como si nunca hubiese existido. ‘¡Maldición!’
Con tantas cosas ocurriendo a la vez —las espadas, el regreso de Cheong Jin, el anillo y la propuesta de matrimonio— se había olvidado por completo de ese asunto. Al principio lo había pospuesto, diciéndose que lo haría en cuanto tuviera la oportunidad… pero luego, simplemente lo dejó en el rincón más polvoriento de su memoria, enterrado bajo responsabilidades y sentimientos. Y ese era un error que nunca debió permitirse.
Baek Cheon, al ver cómo el semblante relajado de su maestro se oscurecía en cuestión de segundos, se arrepintió un poco de haberlo mencionado. Había deseado mantenerlo en paz al menos esa noche, pero al mismo tiempo sabía que ese no era un tema que pudieran seguir dejando de lado. Cada segundo podía marcar la diferencia, y la amenaza del Culto Demoníaco no era algo que se pudiera tapar con un manto de silencio.
Cheong Myeong se quedó inmóvil por unos instantes, con la mandíbula apretada, reprendiéndose en silencio. ‘¿Cómo pude olvidarlo?’
Baek Cheon, en un gesto suave, posó la mano libre sobre su hombro y lo apretó ligeramente, como si buscara calmar la tensión que había desatado.
—”Sé que son muchas cosas al mismo tiempo…” —dijo en un murmullo, bajando la mirada—. “Pero esto es demasiado importante para guardarlo solo.”
Cheong Myeong respiró hondo y dejó escapar un largo suspiro, la frustración mezclada con resignación. Giró la cabeza apenas, lo suficiente para rozar la mano de Baek Cheon con la suya, como si esa calidez pudiera sostenerlo un instante más.
—”…Tienes razón” —murmuró con voz ronca.
Claro que tenía razón. Siempre la tenía.
Baek Cheon lo observó en silencio, con una suave preocupación pintada en los ojos, y pensó que después encontraría la manera de compensar a su maestro por haberle arruinado el descanso con un recordatorio tan amargo. Después de todo, si era él quien debía cargar con las sombras de esos secretos, al menos que también fuese él quien le devolviera un poco de luz en la oscuridad.
Cheong Myeong, mientras tanto, ya estaba pensando en cómo iba a enfrentar a Cheong Mun con esa verdad.
Cheong Myeong permaneció sentado en la cama unos minutos más, con el cabello aún ligeramente húmedo cayéndole sobre los hombros, mientras Baek Cheon lo observaba en silencio. El cepillo descansaba olvidado a un lado; la atmósfera de calma que habían compartido se había roto. En su pecho se libraba una batalla entre el deseo de dejar todo para mañana y la certeza de que, si no hablaba ahora, estaría repitiendo los mismos errores que juró no volver a cometer.
Al final, soltó un bufido bajo, más para sí mismo que para Baek Cheon, y se incorporó.
—”Será mejor hacerlo de una vez…” —murmuró, con un tono grave que le pesaba hasta en la garganta.
Baek Cheon no lo detuvo, aunque la preocupación era evidente en sus ojos. Solo le acomodó la túnica en los hombros y le apretó suavemente la muñeca, como si con ese gesto quisiera recordarle que no estaba solo.
Cheong Myeong asintió apenas, con un destello de agradecimiento que no se transformó en palabras. Su corazón ardía con un doble peso: la inminente conversación con su hermano mayor y el anillo oculto en sus mangas, frío y silencioso contra su piel. ‘Primero la secta, luego él. Siempre en ese orden…’ La decisión le sabía amarga, pero necesaria.
Cruzó los pasillos del Monte Hua en silencio, con la luna apenas asomando sobre los ciruelos y el aire nocturno cargado de una calma engañosa. Cada paso que daba lo hacía más consciente del camino que estaba eligiendo. Si hablaba ahora, no había vuelta atrás: Cheong Mun no era de los que dejaban para después asuntos de vida o muerte. Y si el líder de la secta decidía mover sus piezas de inmediato, significaba que él mismo tendría que actuar también, arrastrado por una guerra que parecía renacer desde las cenizas.
El futuro que había estado construyendo poco a poco con Baek Cheon se le antojaba frágil, como cristal en manos torpes. La propuesta, el anillo, la promesa de un mañana tranquilo… todo eso quedaría suspendido, pospuesto hasta que hubiese paz. Y quién sabe cuánto tardará esa paz en llegar otra vez.
Con un suspiro resignado, se detuvo frente a las puertas del pabellón del líder de secta. Desde dentro se filtraba la luz cálida de un par de lámparas, y se podía escuchar el rasgueo lejano de un pincel contra el papel: Cheong Mun trabajando incluso a estas horas.
Cheong Myeong levantó la mano para tocar la puerta, pero dudó un instante, cerrando los ojos. Se permitió un último pensamiento egoísta, una última fantasía: él, Baek Cheon, los ciruelos en flor, un anillo entregado entre sonrisas y sin la sombra de la guerra encima.
El peso en su pecho se endureció. Abrió los ojos, golpeó suavemente la madera y empujó la puerta.
Era momento de cargar otra vez con lo que había intentado posponer.
Cheong Mun levantó la mirada apenas escuchó el golpe en la puerta, y cuando vio entrar a su hermano menor lo saludó con un gesto cansado, aunque no carente de calidez.
—”Myeong-ah, ¿qué te trae aquí a estas horas?” —preguntó, dejando a un lado el pincel que todavía tenía entre los dedos.
Cheong Myeong no respondió de inmediato. Se quedó de pie un momento, observando la mesa repleta de documentos, los sellos de la secta, los pinceles mojados en tinta. Todo lo que representaba el peso de la responsabilidad de su hermano. Tragó saliva y suspiró, antes de sentarse frente a él.
—”Tengo algo importante que contarte.”
La seriedad en la mirada de Cheong Myeong fue suficiente para que Cheong Mun empujara todo a un lado sin dudarlo. Sus manos se entrelazaron sobre la mesa, su espalda recta, sus ojos fijos en los de su hermano menor.
Cheong Myeong bajó la vista, tomó aire y por un instante se sintió cruel. Apenas habían recuperado a Cheong Jin. Apenas habían compartido un instante de alegría después de veinte años de dolor. Y ahora él venía a arrancarles la ilusión, a devolverlos a la realidad que jamás había dejado de perseguirlos.
—”Cuando fuimos a las Diez Mil Montañas…” —empezó, con voz más baja de lo normal— “no solo encontramos a Sajil.”
El silencio en la sala se hizo pesado. Cheong Mun no interrumpió, solo esperó.
—”Nos encontramos con un grupo de ocultistas del Culto Demoníaco” —continuó Cheong Myeong—. “No estoy seguro que estaban haciendo ahí pero…. Mencionaron algo.. Algo que… parecía vinculado con el renacimiento del Demonio Celestial.”
El aire se tensó al instante. La expresión de Cheong Mun cambió lentamente: de alerta, a una seriedad que se endureció como piedra. Sus labios se cerraron en una línea tensa, y en sus ojos oscuros se encendió un reflejo de antiguos fantasmas.
Cheong Myeong apretó los puños contra sus rodillas. No dijo nada de lo que había descubierto recientemente, de la posibilidad de que el Geomjon original hubiese sido la prisión del Demonio Celestial todo este tiempo. ¿Cómo podía decirlo? ¿Cómo podía confesar que de alguna forma todo lo que estaba ocurriendo podía estar conectado con él? No era como si lo hubiera sabido desde el principio, ni como si lo hubiese provocado a propósito… pero el peso de esa verdad lo aplastaba en silencio.
Cheong Mun cerró los ojos con fuerza, como si necesitara apagar los recuerdos que lo golpeaban con violencia: la guerra, la sangre, las vidas perdidas, el fuego de aquel enemigo que casi los destruyó por completo. Su respiración se volvió más pesada y tuvo que llevar una mano a su frente.
—”El Demonio Celestial…” —murmuró entre dientes, como si incluso pronunciar esas palabras le desgarrara—. “Después de tantos años…”
Respiró profundamente, obligándose a recuperar la calma. Cuando volvió a abrir los ojos, la calidez habitual ya no estaba ahí. Eran los ojos de un líder, de un hombre que sabía que la paz que habían conseguido apenas era un espejismo, y que ahora debía preparar a su secta para un nuevo desastre.
Cheong Myeong lo observó en silencio, con un nudo en la garganta. Había logrado exactamente lo que temía: arrebatarle a su hermano el poco descanso que había tenido.
Cheong Mun permaneció en silencio un momento más, sus dedos golpeando suavemente la mesa como si ordenara sus pensamientos. Finalmente, habló con una voz calma pero firme, el tono de un líder que ya había tomado una decisión.
—”Enviaré cartas a las Diez Grandes Sectas” —dijo, sin titubeos—. “Deben ser informadas de este descubrimiento. Aunque no actúen de inmediato, al menos estarán en guardia.”
Cheong Myeong no pudo evitar hacer una mueca. ‘Esos bastardos…’ pensó con amargura. Altivos y orgullosos por el título que cargaban, siempre tan rápidos para presumir y tan lentos para ensuciarse las manos si no había un escenario perfecto donde lucirse. Dudaba mucho que movieran un dedo hasta que hubiera un enemigo al que derrotar frente a un público. Pero no dijo nada. Al final, era decisión del líder de secta, y aunque le doliera admitirlo, su hermano tenía razón: cualquier aviso era mejor que un silencio que se les pudiera volver en contra.
—”Además…” —continuó Cheong Mun, con el ceño fruncido— “mandaré un grupo de discípulos de confianza a las Diez Mil Montañas. Necesitamos investigar el área a profundidad. No estamos seguros todavía de si realmente existe la posibilidad de un renacimiento del Demonio Celestial, pero…” —sus ojos se entrecerraron, cargados de la gravedad del pasado— “los ocultistas, por sí solos, ya representan un peligro. Y si se atreven a moverse en esa zona, es porque tienen algo planeado.”
Cheong Myeong inclinó la cabeza levemente, reprimiendo el deseo de objetar. Su instinto gritaba que esos discípulos terminarían sirviendo como carnada si las cosas se ponían feas, pero sabía que Cheong Mun no tomaría esa decisión a la ligera. En tiempos de incertidumbre, cada movimiento debía ser calculado.
El líder de secta se recostó apenas en su asiento, como si ese simple intercambio de palabras hubiese añadido una tonelada más sobre sus hombros. Sin embargo, al alzar la mirada, mostró un leve gesto de gratitud.
—”Gracias por confiarme esta información, Myeong-ah” —dijo con sinceridad—. “Lo necesitaba. Puedes retirarte por ahora.”
Cheong Myeong lo observó en silencio, con una mezcla de orgullo y un extraño dolor en el pecho. Asintió finalmente, poniéndose de pie.
—”En ese caso… te dejo el resto a ti, hyung.”
Se inclinó apenas, en un gesto breve pero respetuoso, y dio media vuelta. Mientras salía del despacho y cerraba la puerta tras de sí, no pudo evitar mirar de reojo: la figura de Cheong Mun se mantenía rígida frente a la mesa, sus hombros tensos, la sombra de un hombre que ya no descansaba como hermano, sino que cargaba de nuevo con el título de líder de secta.
Cheong Myeong suspiró pesadamente mientras caminaba por el pasillo oscuro.
‘Hermano… ojalá hubiera podido callar esto un poco más. Pero esconderlo sería peor.’
(...)
Cheong Myeong entró a su habitación con pasos pesados, como si cada uno de ellos cargara el peso de todo lo que había hablado con Cheong Mun. Su semblante, normalmente arrogante o burlón, se veía apagado, y lo único que quería en ese momento era dejarse caer en la cama y no pensar en nada más.
En la habitación lo esperaba Baek Cheon, sentado sobre la cama, su cuerpo erguido con la gracia natural que siempre lo caracterizaba, iluminado suavemente por la luz de las velas. La tenue llama resaltaba sus facciones, dándole un aire casi etéreo, como si fuera demasiado hermoso para este mundo. Cuando sus ojos se encontraron, Baek Cheon inclinó un poco la cabeza y le preguntó con voz calmada:
—”¿Cómo te fue?”
Cheong Myeong soltó un suspiro cansado mientras se quitaba la túnica que había usado para ir a ver a su hermano, esa que llevaba solo para aparentar ser “presentable”. La dejó caer sin mucho cuidado y volvió a ponerse su túnica sencilla, esa que usaba para dormir. Mientras lo hacía, respondió con voz baja, casi sin fuerzas:
—”Le conté todo a Cheong Mun… Él dijo que enviará cartas a las Diez Grandes Sectas y que también mandará discípulos a investigar las montañas.”
Baek Cheon asintió en silencio, observándolo con atención. No era necesario agregar nada más, él sabía perfectamente lo que eso significaba: movimiento, tensión, y el inicio de preparativos que quizás se transformarían en una nueva tormenta.
Finalmente, Cheong Myeong se dejó caer sobre la cama con un suspiro largo, cerrando los ojos como si quisiera escapar del mundo aunque fuera por unas horas. Solo deseaba dormir, dejar que el cansancio arrastrara sus pensamientos a un vacío donde nada pesara.
Pero entonces, sintió un movimiento a su lado. Abrió los ojos apenas y vio a Baek Cheon inclinarse sobre él. Su discípulo se acomodó con delicadeza sobre su cuerpo, sus rodillas a ambos lados de su cintura, y lo miró fijamente con esa mezcla de ternura y determinación que siempre lograba desarmarlo.
Con un gesto lento y casi ceremonial, Baek Cheon desató los nudos de su propia túnica. La tela se deslizó suavemente por sus hombros, cayendo hacia atrás y dejando al descubierto cada línea de su piel bajo la luz cálida de las velas. Cuando finalmente quedó desnudo, su respiración temblaba apenas, no de miedo, sino de la vulnerabilidad de mostrarse así, ofreciéndose sin reservas.
Con voz baja, apenas un murmullo, dijo:
—”Lamento haberte puesto ese peso encima…” —suavizó la mirada, inclinándose un poco más hacia él—. “Pero… ¿esto podría ayudarte a relajarte?”
Chapter 208: ⌗Relajación (2)
Chapter Text
Cheong Myeong lo miró en silencio unos segundos, su corazón dando un vuelco. Normalmente habría hecho una broma, un comentario burlón, o incluso una queja. Pero en ese instante, agotado como estaba, no quiso resistirse ni fingir dureza.
Su mano subió lentamente para acariciar la espalda desnuda de Baek Cheon, atrayéndolo hacia sí.
—”…Por esta noche” —murmuró con un suspiro rendido—, “me dejaré cuidar a tu manera.”
Y así, entre besos profundos y caricias que buscaban borrar el peso del día, Cheong Myeong se permitió una noche más de “relajación” en los brazos del hombre que lo hacía sentir vivo, incluso en medio de un mundo que parecía siempre al borde del colapso.
Las manos de Baek Cheon se movían con deliberada lentitud, trazando las líneas de la mandíbula de Cheong Myeong antes de deslizarse por su cuello. Cada roce era una promesa, un voto silencioso de desenredar los nudos de tensión que se aferraban a su piel. Se inclinó, depositando suaves besos en la clavícula de Cheong Myeong, su aliento cálido contra la fresca seda de su túnica. La tela se abrió aún más, revelando más piel, y los dedos de Baek Cheon la siguieron, desatando los lazos hasta que la túnica cayó por completo. Cheong Myeong se estremeció, no de frío, sino de la absoluta intimidad de estar desnudo —tanto en cuerpo como en alma— bajo la mirada inquebrantable de Baek Cheon.
Sus cuerpos se apretaron aún más, piel contra piel, el calor crecía entre ellos como un fuego que arde lentamente. La boca de Baek Cheon volvió a encontrarse con la de Cheong Myeong, ahogando su suave gemido mientras sus manos descendían, explorando la curva de su columna, la curva de su cadera. Se movía con una reverencia que rozaba la adoración, cada caricia deliberada, cada desplazamiento de su peso calculado para extraer placer en lugar de exigencia. Cuando sus dedos finalmente rozaron la parte interior del muslo de Cheong Myeong, ligeros como una pluma y provocativos, Cheong Myeong se arqueó contra él, con una respiración entrecortada escapando de sus labios.
—"Tranquilo", —murmuró Baek Cheon contra su oído, una cálida caricia. —"Déjame cuidarte".
Lentamente, casi tortuosamente, la mano de Baek Cheon rodeó la endurecida longitud de Cheong Myeong, con un toque firme pero tierno. Comenzó a acariciarlo, a un ritmo constante que coincidía con el latido de sus corazones. Los ojos de Cheong Myeong se cerraron, su cabeza cayó hacia atrás sobre la almohada mientras las sensaciones lo invadían: cada tirón, cada giro de la muñeca de Baek Cheon desenredaba otra capa de agotamiento. El mundo exterior se desvaneció, dejando solo el roce de la piel, la respiración entrecortada y el murmullo de aprobación que Baek Cheon emitió desde lo profundo de su garganta mientras las caderas de Cheong Myeong comenzaban a moverse al ritmo de su mano.
El pulgar de Baek Cheon rozó la punta enrojecida y sensible, extendiendo la gota de líquido preseminal que se había acumulado allí. No era suficiente, ni de lejos, para lo que pretendía. Sin romper el ritmo de sus embestidas, se inclinó hacia un lado, estirando los dedos hacia la pequeña botella de aceite que guardaban junto a la cama. El frasco se sentía fresco contra su palma al destaparlo, el tenue y limpio aroma a aceite de almendras se mezclaba con el almizcle de su piel. Vertió una generosa cantidad en su palma, calentándola brevemente entre sus dedos antes de volver a colocar su mano húmeda sobre el pene de Cheong Myeong.
El deslizamiento era ahora más suave, fluido y sin esfuerzo, arrancando una profunda exclamación a Cheong Myeong. Baek Cheon observó su rostro —los labios entreabiertos, el ceño fruncido— mientras lo trabajaba con movimientos lentos y deliberados, su pulgar rodeando la cabeza hinchada con cada embestida ascendente.
La tensión en los hombros de Cheong Myeong se relajó visiblemente, reemplazada por una vulnerabilidad temblorosa que solo Baek Cheon veía. Se inclinó, besando el húmedo hueco de la garganta de Cheong Myeong, sintiendo el pulso frenético bajo sus labios.
—"Solo siéntelo", —murmuró Baek Cheon, con su aliento caliente contra la piel. —"Déjate llevar por mí".
La mano de Cheong Myeong se enredó en el cabello de Baek Cheon, acercándolo más a él mientras el placer se enroscaba más fuerte, más caliente, en lo profundo de su vientre. La fricción resbaladiza, el peso del cuerpo de Baek Cheon contra el suyo, las palabras susurradas: todo se confundía en una sola sensación absorbente. Arqueó la espalda sobre la cama, los músculos tensos como la cuerda de un arco, cada terminación nerviosa encendida. Baek Cheon también lo sintió: el temblor crecía bajo su tacto, las respiraciones entrecortadas se convertían en gemidos ahogados.
Apretó ligeramente su agarre, acelerando sus embestidas lo suficiente como para llevar a Cheong Myeong al límite, observando cómo el éxtasis destrozaba el cansancio en sus ojos, reemplazándolo con una liberación pura y sin filtros.
Baek Cheon no se detuvo, no cedió.
Siguió moviendo la mano, ahora más suave pero aún insistente, alargando hasta el último latido tembloroso hasta que Cheong Myeong se relajó por completo bajo él, con el pecho agitado.
Solo entonces Baek Cheon redujo su tacto a caricias ligeras como una pluma, calmando la piel hipersensible. Se inclinó, presionando sus labios contra la piel húmeda del hombro de Cheong Myeong, con un sabor a sal y agotamiento. Un leve zumbido de satisfacción vibró en su pecho. Ver a Cheong Myeong así —dócil, exhausto, completamente rendido— fue una victoria excepcional y embriagadora.
Las líneas duras marcadas por la preocupación se habían suavizado hasta convertirse en algo casi pacífico. Baek Myeong trazó la curva de su mandíbula con la yema de un dedo, maravillándose de la quietud.
Los ojos de Cheong Myeong se abrieron de golpe. La agudeza habitual seguía ahí, pero debajo flotaba un anhelo profundo y latente, intensificado por la neblina de la reciente liberación. Su mirada se clavó en la de Baek Cheon, oscura e intensa. Sin decir palabra, sus manos se deslizaron desde los hombros de Baek Cheon, clavándose posesivamente en los músculos esbeltos de sus caderas. Su voz, cuando llegó, fue áspera y aterciopelada, desprovista de cualquier pretensión.
—"Ya basta de mirar", — dijo con voz áspera, con la orden implícita. — "Quiero sentirte".
La exigencia flotaba pesadamente en el aire. Baek Cheon comprendió al instante.
Una sonrisa lenta y deliberada se dibujó en sus labios, a partes iguales de ternura y anticipación. Cambió de postura, incorporándose ligeramente sobre las rodillas.
Su propia excitación, densa e insistente contra el muslo de Cheong Myeong, latía al ritmo de su pulso acelerado. Baek Cheon se llevó las manos a la espalda y guió la polla de Cheong Myeong, todavía sorprendentemente dura y húmeda por el aceite y la liberación, presionando la punta roma contra su entrada. Hizo una pausa, dejando que la presión aumentara, sintiendo la brusca inhalación de Cheong Myeong debajo de él. Entonces, con una lentitud agonizante, Baek Cheon se hundió.
Fue una penetración lenta y deliberada. Baek Cheon controló cada centímetro, cada fracción, su cuerpo abriéndose con un estiramiento ardiente y cedido que le quitó el aliento. Observó atentamente el rostro de Cheong Myeong: el ensanchamiento de sus fosas nasales, la tensión de su mandíbula, el hambre cruda y sin filtrar que ardía en sus ojos mientras se hundía en ese calor apretado y acogedor.
—”A-Ah.. ~”
Baek Cheon jadeó entrecortadamente al sentarse por fin. La sensación de ser llenado, estirado, reclamado, lo inundó como una ola vertiginosa. Se quedó quieto un instante, temblando, dejando que ambos se acostumbraran a la intimidad abrumadora, a la profunda conexión forjada piel con piel. Las manos de Cheong Myeong se apretaron en sus caderas, sujetándolo.
Entonces Baek Cheon comenzó a moverse. Lentamente, con un toque provocativo, se elevó, desprendiéndose casi por completo del pene de Cheong Myeong, sintiendo la humedad arrastrarse contra sus paredes internas. La lentitud deliberada era una tortura, un tormento dulce y exquisito diseñado para desmantelar el control debilitado de Cheong Myeong. Los ojos de Baek Cheon no se apartaron del rostro de su amante, observando cómo se desarrollaba la lucha: la desesperada necesidad de empujar hacia arriba luchaba con el agarre de hierro que sujetaba firmemente las caderas de Baek Cheon. Una pequeña sonrisa cómplice dibujó en los labios de Baek Cheon mientras se hundía de nuevo, llevándolo profundamente de nuevo con un gemido bajo y satisfecho que vibró por ambos cuerpos.
Repitió el movimiento: un ascenso lánguido, un descenso controlado. Cada ascenso arrancaba un sonido ahogado de la garganta de Cheong Myeong; cada caída, un jadeo estremecedor. Baek Cheon marcó un ritmo desesperantemente pausado, un balanceo constante que acumulaba tensión, espiral tras espiral, agonizante. Movía las caderas en pequeños y deliberados círculos al final de cada embestida, frotándose para asegurarse de que Cheong Myeong sintiera cada vértebra, cada pulso en lo más profundo de él. La fricción era resbaladiza y perfecta, el deslizamiento de sus cuerpos amplificado por el aceite que aún los cubría. La polla de Baek Cheon, dura y descuidada, rozaba el abdomen de Cheong Myeong con cada movimiento, dejando rastros húmedos.
El sudor brillaba en la piel de Baek Cheon a la luz de las velas mientras se movía, un brillo de esfuerzo y placer. Su respiración se volvió irregular, a juego con los jadeos de Cheong Myeong. El ritmo lento tenía su propia intensidad, una prueba de resistencia compartida donde cada embestida contenida, cada oleada de velocidad negada, amplificaba la descarga eléctrica que crecía entre ellos.
Baek Cheon se inclinó ligeramente hacia delante, apoyando las manos en el pecho de Cheong Myeong; sus músculos temblaban por el esfuerzo de controlarse. Su mirada se clavó en la de Cheong Myeong, oscura y exigente.
— "Siéntelo", — murmuró, con la voz cargada de deseo y esfuerzo. — "Siente cada centímetro, cada instante... Soy tuyo".
La moderación de Cheong Myeong se deshilachó como seda desgastada. Sus uñas se clavaron profundamente en las caderas de Baek Cheon, lunas crecientes floreciendo en la piel pálida, una súplica silenciosa grabada en la carne. Se arqueó bajo él, los tendones sobresaliendo en su cuello, la mandíbula apretada contra el gemido que amenazaba con soltarse. Sus ojos ardían, fijos únicamente en Baek Cheon: el elegante arco de su espalda, el grácil balanceo de sus caderas, las superficies sudorosas de su vientre moviéndose con cada deliberada subida y bajada. La imagen era embriagadora, un ancla sensual en medio de la agonizante lentitud: Baek Cheon montándolo con gracia pausada, reclamándolo por completo, pero negándole la frenética liberación que su cuerpo clamaba.
La misericordia llegó inesperadamente. El ritmo de Baek Cheon cambió sutilmente, luego con decisión. El lánguido ascenso se aceleró; el descenso se convirtió en una caída más abrupta y profunda. El húmedo sonido de su unión se intensificó, resbaladizo y rítmico, acentuado por los agudos y entrecortados gemidos de Baek Cheon que escapaban de sus labios entreabiertos. Cada embestida más rápida arrancaba un jadeo a Cheong Myeong, la creciente fricción provocaba un placer abrasador en su columna vertebral. Baek Cheon echó la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto la larga línea de su garganta; su propio control flaqueaba visiblemente mientras perseguía la creciente ola, sus movimientos cobrando urgencia, impulsados por la desesperada y compartida necesidad.
El cambio fue inmediato y profundo. Las caderas de Cheong Myeong se elevaron instintivamente, respondiendo al ritmo más rápido de Baek Cheon con embestidas crudas y hambrientas. El marco de la cama crujió suavemente bajo ellos. Baek Cheon gritó, un sonido arrancado de lo más profundo, mientras las embestidas más profundas y rápidas impactaban en un lugar que le enviaba chispas tras los párpados.
Su ritmo flaqueó por un instante, abrumado, antes de entregarse por completo, moviéndose ahora con Cheong Myeong, cabalgando juntos la ola creciente. El roce húmedo de la piel, sus jadeos mezclados y los gemidos lastimeros de Baek Cheon llenaron la pequeña habitación, ahogando el mundo exterior, dejando solo el fuego abrasador que avivaban entre ellos.
Entonces sucedió: una fuerte embestida ascendente de Cheong Myeong, sincronizada con la de Baek Cheon, y la resbaladiza polla se liberó por completo. Baek Cheon jadeó, un agudo sonido de pérdida y sorpresa, su cuerpo se tensó involuntariamente alrededor del repentino vacío. No dudó. Con los ojos abiertos y desesperados, extendió la mano hacia atrás, guiando a Cheong Myeong de vuelta a su entrada con dedos temblorosos. Se hundió con fuerza, tragándolo entero de nuevo con un sollozo ahogado de alivio. Esta vez, el cuerpo de Baek Cheon reaccionó con fiereza, sus músculos internos se tensaron posesivamente alrededor del miembro de Cheong Myeong, una contracción caliente y rítmica que se negaba a dejarlo escapar.
El intenso agarre fue una tortura exquisita. Cheong Myeong gimió, profundo y gutural, con la cabeza golpeando hacia atrás contra la almohada. Cada pulso, cada apretón involuntario de la entrada de Baek Cheon enviaba sacudidas de placer candente directo a su núcleo. Baek Cheon también lo sintió: la forma en que Cheong Myeong se hinchaba cada vez más duro dentro de él, la respiración entrecortada, el temblor que le recorría todo el cuerpo. Baek Cheon se inclinó hacia delante, presionando las palmas de las manos contra el pecho sudoroso de Cheong Myeong; sus propios movimientos se volvieron frenéticos, rebotes superficiales diseñados para maximizar esa fricción apretada y opresiva. Observó cómo el rostro de Cheong Myeong se desmoronaba, sabiendo que lo estaba empujando sin piedad hacia el límite.
La paciencia de Cheong Myeong se agotó.
Un gruñido gutural escapó de su garganta mientras sus manos se cerraban como grilletes de hierro alrededor de las caderas de Baek Cheon. Con una brutal oleada de fuerza, los giró a ambos, inmovilizando a Baek Cheon bajo él. El repentino movimiento dejó a Baek Cheon sin aliento, dejándolo jadeando, atrapado por el peso y la mirada ardiente de Cheong Myeong.
Antes de que Baek Cheon pudiera reaccionar, Cheong Myeong lo embistió de nuevo, profundo e implacable. No fue una embestida; fue una reivindicación. Baek Cheon gritó, arqueándose sobre la cama mientras la implacable invasión golpeaba directamente contra su próstata, cada brutal embestida encendiendo chispas tras sus párpados.
Ya no había meceduras suaves. Cheong Myeong lo penetraba con una fuerza bruta, como la de un pistón, con las caderas moviéndose a un ritmo furioso que mecía la cama. Los gritos de Baek Cheon se fragmentaban en jadeos agudos y jadeantes con cada impacto castigador. Sus manos se aferraban inútilmente a la espalda sudorosa de Cheong Myeong, clavándose los dedos mientras intentaba anclarse contra la embestida. El resbaladizo golpe de piel llenaba la habitación, acentuado por los gemidos ahogados de Baek Cheon. El placer, agudo y casi doloroso, se enroscaba cada vez más fuerte con cada embestida implacable, robándole el pensamiento, dejando solo la sensación y la abrumadora presión que se acumulaba en su vientre.
El ritmo de Cheong Myeong era implacable, brutal, centrado únicamente en perseguir su propio clímax. Inclinó las caderas de Baek Cheon hacia arriba, penetrando más profundamente, asegurándose de que cada embestida salvaje impactara con precisión.
El cuerpo de Baek Cheon se convulsionó bajo él, abrumado. Un gemido agudo y agudo escapó de sus labios mientras la repetida y precisa embestida destrozaba su control. Su pene latía intacto entre ellos, derramando vetas calientes sobre su propio estómago mientras el clímax lo desgarraba, oleadas tras oleadas de éxtasis cegador arrancando un sollozo entrecortado de su garganta. Sus músculos internos se tensaron salvajemente alrededor del pene de Cheong Myeong, ordeñando desesperadamente.
El apretamiento feroz y rítmico llevó a Cheong Myeong al límite. Se hundió hasta la empuñadura con una embestida final, hasta los huesos, un gemido crudo desgarrándole el pecho al sentir la liberación. Se aferró profundamente, estremeciéndose, derramándose dentro de Baek Cheon mientras los últimos temblores de su clímax resonaban en ambos. Durante un largo instante, los únicos sonidos fueron sus respiraciones entrecortadas y el frenético martilleo de sus corazones contra la piel sudorosa. Cheong Myeong se desplomó hacia adelante, con la frente presionada contra el hombro de Baek Cheon, completamente agotado, el mundo fuera de sus miembros enredados era una cosa distante y olvidada.
Los brazos de Baek Cheon lo rodearon al instante, atrayéndolo hacia sí a pesar de la masa pegajosa que los separaba.
Sostuvo el peso tembloroso de Cheong Myeong, trazando con sus dedos círculos lentos y relajantes sobre la piel húmeda de su espalda. La intensa tensión se había disipado, dejando a Cheong Myeong flexible y pesado contra él, su respiración se hizo gradualmente más profunda y regular. Baek Cheon presionó suavemente sus labios contra la coronilla de Cheong Myeong, inhalando el aroma a sudor y pasión consumida mezclado con el persistente aroma limpio a aceite de almendras.
Cheong Myeong se movió ligeramente entre los brazos de Baek Cheon. Sin levantar la cabeza, depositó un beso suave y prolongado sobre la cálida piel de la clavícula de Baek Cheon. No era una exigencia ni un preludio; era pura gratitud, un reconocimiento silencioso por el cuidado brindado, una carga momentáneamente aliviada.
Baek Cheon sintió el beso resonar en lo profundo de su pecho, un cálido pulso de satisfacción que reemplazó el calor frenético de momentos anteriores. Yacieron entrelazados, respirando sincronizados, disfrutando de la neblina dorada donde el agotamiento se encontró con una profunda satisfacción.
La luz de la vela parpadeaba tenuemente, proyectando largas sombras danzantes sobre las sábanas arrugadas. Afuera, el mundo permanecía al borde de tormentas e investigaciones, pero en la silenciosa habitación, solo existía esto: la calidez compartida, el pulso que se calmaba, la profunda quietud forjada en el horno de la intimidad. Baek Cheon apretó su abrazo levemente, una promesa silenciosa que resonó en la quietud: una promesa de santuario, por fugaz que fuera, entre los brazos que lo sostenían.
—---
El sol de la mañana se filtraba a través de las ventanas del ala médica, iluminando con una cálida tonalidad dorada la habitación donde Cheong Jin descansaba.
La brisa que se colaba por los listones de madera traía consigo el aroma de las flores de ciruelo, un perfume suave que mezclado con el de las hierbas medicinales creaba una atmósfera tranquila, casi hogareña.
Sentado detrás de la cama, con la lengua ligeramente asomando entre sus labios por la concentración, estaba Tang Bo, peinando con esmero el largo cabello castaño de Cheong Jin. Su rostro, normalmente lleno de confianza y una sonrisa despreocupada, ahora mostraba una seriedad casi cómica. Cada vez que el cabello se deslizaba de sus dedos o el trenzado quedaba disparejo, Tang Bo fruncía el ceño y murmuraba algo como “¡ah, maldición, no es tan fácil como parece!”
Su propio peinado era prueba viviente de ello: su cabello, largo y rebelde, estaba recogido de forma caótica en un chongo flojo que amenazaba con desmoronarse en cualquier momento.
—”Debería haberle pedido a una de las discípulas que me enseñara esto antes…” —refunfuñó Tang Bo, sujetando con torpeza uno de los mechones sueltos mientras trataba de formar algo que vagamente se pareciera a una trenza.
Cheong Jin, sentado con calma, observaba la escena reflejada en el espejo de metal pulido frente a él. No pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios. Había pasado tanto tiempo… más de veinte años congelado en un sueño del que no pensó despertar jamás, y aun así, ahí estaba Tang Bo, igual de ruidoso, igual de torpe, pero lleno de una calidez tan constante que le resultaba reconfortante.
Podría haberle dicho que el trenzado era una tragedia visual, que su cabello parecía más un nido de pájaros que una trenza… pero no lo hizo. En su lugar, decidió disfrutar del momento, de las manos cálidas que recorrían su cabello con cuidado y de la voz de Tang Bo que llenaba el silencio de la habitación.
—”Verás” —decía Tang Bo mientras intentaba atar el final del cabello con un pequeño cordel—, “después de que te marcharas, el clan se vino un poco abajo. Los ancianos se volvieron más codiciosos, y algunos incluso empezaron a vender las fórmulas secretas.” —Bufó indignado, con esa chispa tan suya en los ojos—. “Así que tuve que poner orden.”
—”¿Poner orden…?” —preguntó Cheong Jin con una suave sonrisa, ya imaginando el caos que su amado debió haber causado.
—”Sí, sí. Orden.” —Tang Bo asintió con seriedad, aunque su sonrisa traicionaba el orgullo detrás de sus palabras—. “Orden a patadas, pero orden al fin. Los saqué del clan a todos esos viejos corruptos que se llenaban los bolsillos mientras el clan se deterioraba. ¡Ah! Deberías haber visto sus caras cuando los encerré en el calabozol, uno por uno.”
Cheong Jin soltó una leve risa, esa risa suave y pausada que hacía que Tang Bo sintiera que todo valía la pena.
—”No lo dudo. Tú nunca haces las cosas a medias.”
—”Por supuesto que no.” —Tang Bo levantó la barbilla con orgullo—. “Después de eso, el clan mejoró muchísimo. Reconstruimos los talleres, formamos a nuevos maestros del veneno, y hasta abrimos una división para entrenar a nuevos discípulos con armas ocultas.”
—”Eso suena… muy a ti.” —respondió Cheong Jin con una expresión cálida—. “Siempre dejándolo todo mejor de lo que lo encontraste.”
Tang Bo se encogió de hombros, fingiendo modestia, aunque era evidente que le gustaba escuchar esos elogios de su amado.
—”Bueno, alguien tenía que hacerlo. Y ya que no estabas tú para regañarme o decirme que actuara con moderación, tuve que hacer las cosas a mi manera.” —Luego, su voz se suavizó un poco—. “Tang Gun-ak también creció. Ahora es el nuevo líder del clan. El chico me hace sentir viejo… pero es bueno, justo, y fuerte. Estoy seguro de que te gustaría.”
Cheong Jin lo miró por el espejo, y por un momento, la emoción le tembló en los ojos. No solo por la historia del clan, sino porque, después de todo ese tiempo, Tang Bo seguía aquí, hablándole como si nunca hubiese pasado un solo día separados.
—”Estoy seguro de que sí” —murmuró con voz baja.
Tang Bo terminó de atar la trenza (si es que podía llamarse así) y sonrió, satisfecho de su obra maestra.
—”Listo.” —Dijo con orgullo, dándole una suave palmadita en el hombro a Cheong Jin—. “No es el mejor trabajo del mundo, pero al menos ya no te molestará tanto el cabello.”
Cheong Jin llevó una mano a la trenza y la palpó con cuidado. Era desigual, estaba torcida y tenía mechones saliendo por todos lados… pero su sonrisa se ensanchó.
—”Es perfecta.”
Tang Bo se ruborizó ligeramente, desviando la mirada.
—”No mientas.”
—”No miento” —dijo Cheong Jin, con esa serenidad que solo él tenía—. “Es perfecta porque la hiciste tú.”
Tang Bo, que hace un momento se mostraba tan orgulloso de sus logros en el clan Tang, se quedó completamente fuera de combate ante las palabras de Cheong Jin. Su mente, que siempre era rápida para hablar y bromear, se quedó en blanco por unos segundos.
El halago fue simple, pero la forma tranquila y sincera en que lo dijo su amado le desarmó por completo.
—“Es perfecta porque la hiciste tú.”
Tang Bo sintió que su corazón daba un brinco ridículo dentro de su pecho.
—”¿Eh? ¿Q-qué dices?” —balbuceó con una torpe sonrisa, riendo nerviosamente y llevándose una mano a la nuca, intentando parecer casual—. “No digas cosas así, Jinjin… vas a hacer que me sonroje. “ —Pero ya lo estaba, sus orejas se habían vuelto de un rojo intenso que delataba su vergüenza.
Cheong Jin solo arqueó una ceja, divertido por la reacción infantil de su pareja.
Mientras tanto, Tang Bo siguió hablando, pero sus palabras eran una maraña de incoherencias que intentaban sonar naturales:
—”Bueno, ya sabes, no es que sea gran cosa… quiero decir, una trenza es solo una trenza, tampoco es que… que yo sea bueno en eso ni nada, pero bueno… si te gusta, entonces está bien, ¿no?” —Su voz se fue apagando lentamente hasta que, con un suspiro, dejó caer la cabeza hacia adelante y murmuró entre dientes—. “Por los cielos, ¿qué demonios estoy diciendo?”
Por un momento, se vio a sí mismo desde fuera: el gran Amjon, famoso maestro del veneno, un hombre temido en todo el Murim, reducido a un manojo de nervios por un simple halago de su pareja.
“Ridículo”, pensó, riendo por lo bajo. “Realmente me volví ridículo contigo, Jinjin.”
Afortunadamente, Cheong Jin, con su serenidad característica, cambió de tema con delicadeza para sacarlo de su vergüenza.
—”Cuéntame sobre el Monte Hua” —dijo con voz baja—. “¿Cómo está… después de todo este tiempo?”
El aire pareció volverse más pesado por un instante. La sonrisa en el rostro de Tang Bo se suavizó, y sus dedos se entrelazaron con los de Cheong Jin.
—”El Monte Hua…” —repitió, soltando un largo suspiro antes de continuar—. “No está como antes.”
Se acomodó un poco en la silla junto a la cama, su tono ahora cargado de melancolía y una pizca de orgullo.
—”Después de la guerra, el Monte Hua perdió mucho más que su reputación. Perdió gente, fuerza, respeto… incluso su lugar entre las diez grandes sectas.” —Su voz bajó un poco, casi como si estuviera confesando algo doloroso—. “La caída fue dura, Jinjin. Muchos de los discípulos se marcharon, y las sectas aliados les dieron la espalda. Por años, apenas se mantuvo en pie.”
Cheong Jin bajó la mirada, su expresión se ensombreció un poco. No le sorprendía, pero escucharlo en voz alta dolía más de lo que imaginó.
—”Supongo que… era de esperarse” —murmuró.
Tang Bo negó con la cabeza y le tomó la mano con firmeza.
—”Pero no todo fue pérdida.” —Dijo con una chispa de entusiasmo regresando a su voz—. “Con el tiempo, el Monte Hua volvió a levantarse. No fue rápido, ni fácil, pero lo hizo.”
Su rostro se iluminó mientras hablaba, y la emoción se filtró en cada palabra.
—”Gran parte fue gracias a tu hermano, el líder de secta, Cheong Mun, que literalmente reconstruyó la secta desde sus cimientos” —dijo Tang Bo con orgullo sincero, pero pronto su tono cambió, bajando la voz y curvando los labios en una sonrisa traviesa—. “Y hablando de tus hermanos... hay algo más que seguro te interesará escuchar.”
Cheong Jin alzó una ceja, reconociendo esa chispa particular en los ojos de Tang Bo. Era el mismo brillo que tenía cuando estaba a punto de soltar un chisme o una historia divertida.
—”¿Qué cosa?” —preguntó con curiosidad.
Tang Bo se inclinó un poco hacia adelante, como si compartiera un secreto valioso.
—”Tu querido sahyung, Cheong Myeong, ahora es maestro.”
Cheong Jin parpadeó.
—”...¿Qué?” —Su expresión pasó de incredulidad a risa contenida—. “No, espera, ¿Cheong Myeong? ¿El mismo que desaparecía cada vez que había entrenamiento? ¿El que se escapaba a beber licor hasta la ciudad vecina y dormía bajo los árboles todo el día? Ese Cheong Myeong, ¿es maestro ahora?”
Tang Bo asintió con una solemnidad fingida que solo hacía que la escena fuera más absurda.
—”El mismo. Y no solo eso, ¡es un maestro bastante querido!”
Por un segundo, Cheong Jin se quedó en silencio, observando a Tang Bo con cara de alguien que no sabía si reír o llorar. Luego soltó una carcajada tan suave que su pecho aún débil dolió un poco.
—”Eso sí que no me lo esperaba…” —murmuró, llevando una mano a su frente—. “El mundo realmente ha cambiado si Cheong Myeong se volvió responsable.”
Tang Bo soltó una risa sonora, cruzándose de brazos mientras asentía exageradamente.
—”¡Te lo juro por todos los venenos del clan Tang! Tiene discípulos y todo. Los adora tanto que les llama sus “pollitos”, y los entrena a su manera… que es decir, gritándoles, lanzándoles cosas cuando se distraen y haciéndolos correr montaña arriba cada vez que lo irritan.” —Negó con la cabeza con una sonrisa indulgente—. “Pero aun así, lo siguen con una devoción que ni tú te imaginas.”
Cheong Jin volvió a reír, casi incrédulo.
—”Eso suena más a nuestro Cheong Myeong…” —dijo entre risas suaves—. “No puedo imaginarlo de otro modo.”
Tang Bo se encogió de hombros, divertido.
—”Oh, no creas que cambió tanto.” —Sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa—. “Sigue escapándose a beber licor y a dormir bajo los árboles, como si nada. La diferencia es que ahora tiene discípulos que lo buscan por todo el Monte Hua para arrastrarlo de regreso. He visto con mis propios ojos a esos pobres muchachos rogándole que vuelva al entrenamiento mientras él finge estar meditando.”
Cheong Jin se llevó una mano al pecho, tratando de contener la risa que ya no podía disimular.
—”Entonces… maduró, pero no tanto.”
—”Exactamente” —respondió Tang Bo, riendo también—. “Es el mismo gato perezoso de siempre, solo que ahora con una docena de pollitos siguiéndolo a todos lados. Y lo gracioso es que, aunque se queja de ellos, si alguno se lastima o se mete en problemas, se enfurece tanto que hasta el líder de la secta debe intervenir.”
El rostro de Cheong Jin se suavizó ante esa imagen.
—”Eso sí es muy de él… Siempre actuaba como si no le importara nadie, pero en el fondo se preocupaba más que nadie.” —Suspiró con una sonrisa nostálgica—. “Supongo que ser maestro era algo inevitable para alguien como él.”
Tang Bo asintió, apoyando el mentón sobre una mano mientras lo observaba con calidez.
—”Puede que nunca haya querido discípulos, pero terminó siendo un buen ejemplo para todos. Incluso para el Monte Hua. Los chicos que enseña tienen su mismo fuego, esa terquedad y ese corazón…” —Soltó una risita—. “Aunque claro, también heredaron su descaro.”
Ambos rieron juntos, dejando que ese momento se llenara de una mezcla de orgullo y cariño por el menor de los hermanos.
Cuando la risa se apagó, Cheong Jin quedó mirando hacia la ventana, donde la luz del sol se filtraba suavemente en la habitación.
—”No puedo creer que haya pasado tanto tiempo” —dijo con voz baja—. “Pero me alegra saber que… que todos siguieron adelante, que no se quedaron estancados en el pasado.”
Tang Bo le acarició la mano, sus dedos entrelazándose con los suyos.
—”El tiempo no se detuvo, Jinjin. Pero eso no significa que te hayas quedado atrás. Aún tienes un lugar con nosotros… con él.”
Cheong Jin sonrió con ternura ante esas palabras, apretando su mano en respuesta.
—”Sí… eso parece.”
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