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Tú y yo y mi famila

Summary:

En esta historia Azula no es un prodigio ni el arma definitiva de guerra, solo es una chica normal... tan normal como puede ser y su familia no tan normal quienes le ayudarán a atravesar está dura etapa de el primer amor.

Chapter 1: Prólogo

Chapter Text

Azula estaba más que acostumbrada a entender y controlar cada emoción que pasaba por su mente, pero últimamente, cuando se trataba de Ty Lee, todo se sentía más complicado. Había algo en su presencia que la descolocaba y aunque intentaba convencerse de que eran solo tonterías, en el fondo sabía que no era tan simple.

Ese día, mientras practicaba en el piano del salón, Ozai observaba desde la entrada. A pesar de que él no era el tipo de padre que indagaba en los sentimientos personales de sus hijos, el cambio en el comportamiento de Azula no le había pasado desapercibido. La había notado distraída, con la mirada perdida y absorta en sus pensamientos, era como si su concentración ya no era la misma de siempre.

Intrigado, Ozai decidió llamarla a su despacho y, Azula, quien siempre obedecía las órdenes de su padre con rapidez, acudió inmediatamente.

—Azula, he notado que últimamente estás… dispersa, —dijo Ozai con tono severo. Su voz era firme, pero en sus ojos había un atisbo de curiosidad.

Azula dudó antes de responder. Jamás se había sentido cómoda hablando de sus sentimientos, mucho menos con su padre, pero una parte de ella se sentía realmente confundida y pensó que si alguien podía ayudarla a entender lo que sentía, era él, después de todo, es la persona a la que más admira.

—Es solo que… —empezó Azula, escogiendo cuidadosamente sus palabras— no logro concentrarme por estar pensando en alguien. Es como si no pudiera controlar mi mente.

Ozai asintió y sonrió condescendientemente, a veces era difícil recordarlo pero su hija, a pesar de su talento e inteligencia, seguía siendo solo una niña, era normal que se confundiera con este tipo de cosas, al final incluso se sintió un poco aliviado sé que esto solo fuera una simple distracción adolescente.

—¿Alguien? Supongo que es un chico del que te has encaprichado, —concluyó Ozai, sin imaginar que Azula estaba pensando en Ty Lee.

Azula se sonrojó ligeramente, sorprendida por la interpretación de su padre aunque no se molestó en corregirlo. Después de todo, explicarle que la persona en su mente era Ty Lee solo complicaría las cosas.

—Supongo que sí, —dijo, evitando entrar en detalles.

Ozai soltó una pequeña risa. —Los sentimientos de atracción son naturales, pero no debes permitir que te dominen, Azula. Recuerda que una mente fuerte no se deja controlar por emociones pasajeras.

Azula asintió, tratando de tomar en serio las palabras de su padre, aunque sabía que esto no era tan simple. Había algo en esos sentimientos que se negaba a desaparecer, algo que no podía eliminar ni con la disciplina más estricta.

Ozai notó que aún había un conflicto en la mente de su hija —Si estos pensamientos te están afectando tanto, entonces quizás deberías concentrarte en estudiar con tus amigas, —continuó Ozai—. Repasa lecturas con Mai o práctica deporte con Ty Lee. Ellas siempre te han ayudado a mejorar tus habilidades y mantener tu enfoque, recuerda Azula, no seas como Zuko, no te dejes engatusar por gente que no te aporta nada, mejor sírvete de aquellas que hagan rendir tu tiempo.

Azula se quedó en silencio. Las palabras de su padre, sin saberlo, le hicieron ver algo, quizá era verdad que Ty Lee era la única persona que lograba hacerla perder el control pero también era quien le daba un impulso que nunca había sentido. Quizá esa atracción no era una distracción o una debilidad, sino algo que la podía inspirar, después de todo, sus mejores logros de alguna forma estaban relacionados a esas sensaciones agradables que le hacía experimentar su amiga.

Al despedirse de su padre, Azula fue en busca de Ty Lee, y por primera vez, permitió que sus emociones la guiaran. Quizá entrenar juntas era la excusa que necesitaba para acercarse aún más a ella.

Chapter 2: Resultado inesperado

Summary:

Ahora que Azula sabe lo que siente por Ty Lee está decidida a tomar cartas en el asunto aunque no de la mejor manera

Chapter Text

Había una emoción palpable en el aire de la preparatoria del Reino Tierra. Azula, conocida por su habilidad para manipular a todos a su alrededor, empezaba a notar que algo no estaba bien y era la misma sensación incómoda en su interior cada vez que veía a Ty Lee y Sokka juntos en los pasillos. Era extraño sentirse así para ella que estaba acostumbrada a tener el control, especialmente cuando se trataba de las personas cercanas a ella. Pero ahí estaba Sokka, robando la atención de Ty Lee y, por lo tanto, haciendo que Azula sintiera que estaba perdiendo algo muy importante.

Un día, mientras Azula observaba de lejos cómo Ty Lee reía con Sokka, decidió que algo debía hacerse al respecto. Se dirigió hacia Mai, su amiga más confiable y la única a quien Azula se atrevería a confesar sus pensamientos.

—No sé qué le ve Ty Lee a ese bufón —le dijo Azula a Mai mientras ambas compartían un descanso en la cafetería.

—Probablemente le gusta que él sea gracioso y simple aunque creo que es un fastidio—respondió Mai encogiéndose de hombros. Aunque a ella realmente no le interesaba el drama, entendía que Azula no iba a dejar esto pasar.

Azula sonrió de manera astuta. — ¿Sabes qué sería divertido?—dijo con una mirada de confianza. Juntas idearon una serie de “bromas” como Azula las llamaba para mostrarle a Ty Lee lo idiota que era Sokka. Mai sabía las intenciones de Azula, sin embargo decidió ayudarla diciendo que prefería eso a morir de aburrimiento aunque en realidad pensó que quizá este era el empujó. que su amiga necesitaba para aclarar sus sentimientos y que además, podría vengarse un poco de Ty Lee por todas las veces que fue cómplice de Azula en sus bromas contra Zuko y ella.

Lo que Azula no esperaba era que, mientras ella y Mai pasaban tanto tiempo juntas ideando el plan, Ty Lee comenzaba a sentirse algo abandonada. Verlas juntas, cuchicheando y riendo, la hizo sentir incómoda, como si estuviera perdiendo a sus amigas en favor de algún secreto que no compartían con ella. La inseguridad comenzó a invadirla, y pronto el tiempo que antes disfrutaba con Sokka ya no le parecía tan divertido, se encontró en muchas ocasiones mirándo a sus amigas y deseando estar con ellas riendo, de pronto también sentía una molestia especial hacia Mai ¿Por qué hablaba tanto con Azula? ¿No tenía un novio con quién pasar el tiempo?

Mientras tanto, las “bromas” de Azula avanzaban: dejaban notitas por los pasillos para pasar rumores de aquí para allá, e incluso lograron que Ty Lee viera a Sokka con otra chica, aunque él ni siquiera la estaba mirando. Pero justo cuando parecía que todo estaba saliendo como lo habían planeado, las cosas tomaron un giro inesperado.

Por la noche Ty Lee sentía que no entendía nada ¿Por qué estaban molestando a Sokka? Era como cuando Azula y ella molestaban a Zuko para empujarlo a declararse le a Mai ¿Era eso lo que querían? ¿Azula quería que ella saliera de verdad con Sokka? Sería lo normal ¿O no? Que su amiga la apoyara en tener una relación… pero Azula no era así, si apoyo la relación de Zuko y Mai fue porque Zuko, a pesar de ser una deshonra para su familia, Azula lo considera un ser humano digno y con Sokka ese no era el caso, ella estaba segura de que Azula odiaba a Sokka… ¿O sería que Mai quería quitarla de enmedio?

Pronto se dio cuenta que esos pensamientos no la llevarían a ninguna parte, Ty Lee decidió confrontar a Azula y a Mai, quien parecía estar involucrada en todo esto.

—¡Azula! —la llamó Ty Lee con voz fuerte, acercándose con una mezcla de molestia y confusión en su rostro. Azula se tensó, pero trató de mantener su expresión serena.

—¿Por qué estás tan enojada? —preguntó Azula, aunque en el fondo sabía la respuesta.

—¡Porque pareciera que tú y Mai están haciendo algo a propósito! Primero, los rumores con Sokka, luego esos encuentros extraños y ustedes dos juntas siempre hablando en secreto... ¿Me estás sacando de tu vida para estar con Mai? —Las palabras de Ty Lee estaban llenas de frustración, y fue en ese momento que Azula se dio cuenta de que su plan no solo estaba fallando, sino que estaba lastimando a Ty Lee de una manera que nunca había querido, lo entendió cuando notó que las lágrimas ya comenzaban a juntarse en los ojos de su amiga.

Azula, finalmente, dio un paso adelante. —Ty Lee... No llores mira... todo esto era porque... —vaciló, una expresión de vulnerabilidad en su rostro—.No es eso, es que… quería sacar a Sokka de enmedio

Ty Lee la miró sorprendida y poco a poco comenzó a entenderlo. Las piezas encajaron y el enojo que sentía se desvaneció, reemplazado por una calidez en su pecho.

—Entonces, ¿eso es lo que realmente querías? —preguntó suavemente, acercándose a Azula.

Azula asintió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Antes de que pudiera decir algo más, Ty Lee sonrió, como solo ella sabía hacerlo, y en un acto de impulso, tomó a Azula por sorpresa, acercando sus rostros y dándole un beso dulce y sincero.

Azula sintió cómo sus pensamientos se desmoronaban. Su plan había fallado, pero, en ese momento, no importaba. Al final, todo había salido incluso mejor de lo que esperaba.

Chapter 3: ¿Cómo se lo digo?

Summary:

Azula y Ty Lee llevan tiempo saliendo y Azula quiere hacerlo oficial

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Azula llevaba días pensando en cómo hacerle una propuesta a Ty Lee. Después de lo del incidente de Sokka habían estado saliendo juntas, y Azula sabía que sentía algo serio por la otra chica así que quería formalizarlo. Sin embargo, decir lo que sentía no era algo que ella hiciera todos los días; de hecho, no lo había hecho nunca. Y aunque detestaba admitirlo, estaba nerviosa.

Frustrada y sin otra opción, decidió recurrir a Zuko y Mai. Si bien su hermano no era el mejor ejemplo en temas del corazón, al menos había tenido algunos intentos. Y Mai, bueno… Mai era directa y parecía tener cierta experiencia en lo que respectaba a Ty Lee.

Encontró a ambos en el salón de clases al final del día. Zuko estaba distraído con un libro y Mai, como siempre, parecía aburrida de todo. Respiró hondo y se sentó frente a ellos.

—Necesito su ayuda, —soltó, sin rodeos.

Zuko levantó la vista, sorprendido, y Mai apenas arqueó una ceja, interesada.

—Quiero pedirle a Ty Lee que sea mi novia, —dijo Azula, con una voz firme pero con un leve rubor en las mejillas.

Zuko y Mai se miraron con una mezcla de sorpresa y diversión. La idea de Azula pidiendo consejos amorosos era algo que jamás pensaron presenciar.

—¿Tú quieres consejos amorosos de mí? —se burló Zuko, aún incrédulo.

Azula lo fulminó con la mirada.

—Sí, y quiero que me digan cómo hacerlo bien, ¿entendido?

Mai se encogió de hombros, dispuesta a ayudarla, aunque parecía divertirle la situación.

—Bueno… si te interesa saber, —empezó Zuko, adoptando un tono sabio y cruzando los brazos—, podrías intentar sorprenderla con algo realmente impresionante. A mí me ayudó cuando intenté impresionar a Mai… aunque el incendio fue un accidente.

Azula lo miró con una mezcla de desconcierto y desconfianza.

—¿Un incendio?

—Sí, pero no tienes que hacerlo exactamente así. Piensa en algo grandioso… como una explosión de fuegos artificiales, o… no sé, algo con velas. Algo que la deje sin palabras, —explicó Zuko, seguro de que su idea era la mejor.

Azula consideró la idea por un momento, pero pronto la descartó.

—No quiero poner en peligro su vida, Zuko. Y no quiero hacer un espectáculo tan… obvio, —respondió, frustrada.

Zuko levantó las manos en señal de rendición y dándole lugar a su novia para hablar.

Azula se giró hacia Mai, esperando que su amiga le diera algo más útil.

—Bueno, si quieres que sea sencillo, ¿por qué no solo se lo dices sin rodeos? —dijo Mai, encogiéndose de hombros—. Tal vez si la invitas a salir y solo se lo dices con frialdad y, si te dice que sí, bien. Y si te dice que no, te das la vuelta y te vas.

Azula parpadeó, confundida.

—¿Así de simple? Solo decirle “quiero que seas mi novia” y ya está?

Mai asintió, con su expresión de siempre.

—Claro. Eso haría yo. No necesitas volverte sentimental. Solo… dilo y espera.

Azula suspiró, entre frustrada y desconcertada. Era evidente que ni Zuko ni Mai tenían el más mínimo conocimiento de lo que Ty Lee realmente apreciaría. Ella no quería sonar distante ni extraña; quería ser… bueno, romántica, en su propio estilo, aunque no tenía idea de cómo lograrlo.

Después de escuchar ambos “consejos”, Azula decidió que lo mejor sería intentarlo a su manera. Un par de días después, invitó a Ty Lee a un rincón tranquilo del jardín de la escuela, donde sabía que podrían estar solas.

—Ty Lee, quiero hablar contigo, —empezó, tratando de sonar tranquila, aunque su tono era más serio de lo que pretendía.

Ty Lee, con su habitual energía, la miró con una sonrisa.

—Claro, Azula. ¿De qué quieres hablar?

Azula tomó aire y, recordando las ideas de Zuko y Mai, intentó buscar las palabras correctas.

—Pensé que… tal vez… bueno, como… eh… ya ha sido un tiempo, desde que… comenzamos a salir como… más que solo amigas así que… no sé… pensé que…—dijo, su tono serio chocando con la suavidad que intentaba transmitir.

Ty Lee parpadeó, divertida, y luego sonrió aún más. Era evidente que entendía lo que Azula trataba de decir, pero en lugar de dejarla sufrir, decidió ahorrarle las molestias.

—¿Quieres decir que quieres que sea tu novia? —preguntó Ty Lee, con una sonrisa llena de entusiasmo.

Azula se sonrojó, sintiendo una mezcla de alivio y vergüenza.

—Sí, eso es exactamente lo que quiero, —admitió finalmente, sintiéndose extrañamente vulnerable.

Ty Lee se acercó y le tomó la mano con suavidad.

—¡Me encantaría! Pero si quieres saber un secreto, estaba esperando que me lo pidieras. Casi te lo digo yo misma, pero no sabía cómo hacerlo —dijo, con una risita divertida.

Azula la miró, sorprendida y algo avergonzada al darse cuenta de que había estado tardando tanto que Ty Lee ya comenzaba a perder la paciencia.

—Entonces… ¿me lo hubieras pedido tú? —preguntó Azula, como si necesitara asegurarse.

Ty Lee asintió.

—¡Por supuesto! Pero… quería que tú me lo pidieras, me gusta cuando demuestras que me quieres

Azula sonrió, por primera vez completamente tranquila. Al final, Ty Lee entendía sus sentimientos y, aunque no había sido como lo planeó, lo único que importaba era que Ty Lee era ahora su novia. Y, para su sorpresa, la felicidad que sintió era aún más intensa de lo que había imaginado.

Chapter 4: ¿Por qué la sonrisa?

Summary:

Básicamente, Ozai quiere averiguar por qué Azula se ve más contenta

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En la preparatoria del Reino Tierra, Azula era una alumna destacada. Desde siempre, su padre, Ozai, había estado orgulloso de sus logros y de su firmeza. Sin embargo, últimamente, Ozai notaba algo extraño en ella. Había empezado a llegar a casa con una sonrisa que no lograba entender, una sonrisa suave y auténtica que no se veía en ella muy a menudo. Y, si bien siempre era reservada, ahora parecía aún más misteriosa.

Una noche, cuando Azula llegó a casa con esa sonrisa enigmática, Ozai comenzó a preocuparse. Algo le decía que su hija estaba distraída… ¿Podría ser que alguien la estuviera desviando de sus metas? Una idea incómoda le cruzó la mente: ¿y si Azula tenía novio? Aquel pensamiento lo sacudió, y decidió que debía llegar al fondo de la cuestión.

La mañana siguiente, en un momento en el que Azula no estaba cerca, Ozai decidió hablar con su hijo, Zuko. Quizás él, con su tendencia a observar sin meterse mucho en los asuntos de los demás, hubiera notado algo.

—Zuko, ¿tú sabes si Azula ha estado... viendo a alguien en la escuela? —preguntó Ozai, intentando que la pregunta sonara casual.

Zuko se encogió de hombros, claramente sorprendido por la pregunta de su padre.

—No que yo sepa, —respondió—. Sabes que solo pasa tiempo con Ty Lee…

Ozai frunció el ceño, descartando la idea de Ty Lee. Sabía que las dos siempre habían sido cercanas, pero eso no explicaba la sonrisa extraña ni las distracciones de Azula.

Decidido a saber más, pensó en preguntarle a Mai, después de todo, es amiga de Azula además, no sería raro hablar con ella cuando fuera a cenar a casa de Ukano. Quizá ella le daría una respuesta más concreta.

—Mai, —dijo con tono serio cuándo fue la chica quien lo recibió y le ofreció algo de té mientras sus padres bajaban—, he notado que Azula parece distraída últimamente. ¿Sabes si tiene… algún novio o si ha empezado a ver a alguien?

Mai lo miró, visiblemente confundida y algo incómoda con la conversación.

—No creo que tenga novio, señor, —respondió—. Solo la he visto con Ty Lee en la escuela.
Ozai agradeció la respuesta de Mai, pero el misterio solo parecía crecer. ¿Por qué pasaba tanto tiempo con Ty Lee? ¿Acaso su hija estaba tan concentrada en sus amigas que no podía ver más allá? Con un suspiro, decidió seguir a Azula al día siguiente, seguro de que en algún momento vería a este "novio" misterioso.

Así, Ozai comenzó a vigilar a Azula en secreto, observándola en los descansos y después de clases. Notó que a menudo desaparecía y que se iba con Ty Lee, riendo y compartiendo confidencias. Por más que buscaba alguna pista que le confirmara la existencia de un chico en su vida, solo veía a Azula con Ty Lee.

Finalmente, una noche, mientras caminaba por la mansión, se encontró con Ursa. Cansado de darle vueltas al asunto, decidió mencionárselo.

—Ursa, he notado que Azula está actuando extraño. Pensé que tenía un novio, pero siempre está con Ty Lee. Es absurdo, ¿verdad?

Ursa lo miró con una sonrisa suave, como si entendiera algo que él no.

—Ozai, creo que estás viendo todo, menos la verdad. —Suspiró y lo miró con paciencia—. Ty Lee es más que su amiga.

—¡Claro que lo entiendo! Son mejores amigas pero…

—Ty Lee es su novia.

Ozai se quedó en silencio, procesando lo que su esposa había dicho. Era una idea que nunca se le había cruzado por la mente y aunque le tomó unos segundos entenderlo, al final, vio cómo todo comenzaba a encajar.

A la mañana siguiente se ofreció a llevar a sus hijos a la escuela y cuando Azula se unió a su amiga, Ozai la observó y de pronto todo comenzó a tomar sentido, ahí estaba esa sonrisa, ese brillo, ese entusiasmo... Aunque al principio no lo entendía ahora se daba cuenta, por qué su hija estaba tan dispersa por esto, claro que al enamorarse Azula había cambiado tanto, después de todo su hija era igual de intensa en el amor como lo era en todo lo demás, al final y al cabo, por eso era su hija.

Chapter 5: ¿Cómo hablo con ella?

Summary:

Ozai se siente intranquilo por la situación y busca la forma de hablar con su hija.

Chapter Text

Desde que Ursa le había revelado la relación entre Azula y Ty Lee, Ozai no había podido dejar de pensar en ello. Su hija era brillante y enfocada, y aunque no estaba en contra de la idea de que tuviera una relación, quería asegurarse de que no afectara sus metas. Sin embargo, hablar de temas personales nunca había sido su fuerte y el pensar en cómo abordar este en particular lo dejaba completamente fuera de su zona. Pero, decidido a intentarlo, se acercó a hablar con Azula.

La primera oportunidad se dio cuando la encontró en la cocina, preparándose un té. Se acercó, tratando de sonar casual, aunque su incomodidad se notaba en cada palabra.

—Azula, he notado que últimamente tienes… ciertos intereses nuevos, —empezó, tratando de no sonar demasiado obvio.

Azula lo miró, confundida.

—¿Te refieres al té de hierbas? Es solo algo que probé porque Ty Lee me lo recomendó. Dice que ayuda a relajarse y a equilibrar el chi.

Ozai se aclaró la garganta, algo descolocado.

—Ah, sí, claro… el té. Supongo que es bueno relajarse… a veces, —dijo, sin saber cómo continuar. Azula simplemente asintió, sin notar la extraña incomodidad de su padre.

Ozai no se desanimó del todo y, unos días después, encontró una nueva oportunidad para hablar con su hija. Vio a Azula en el gimnasio de la mansión mientras hacia una pausa para revisar su teléfono.

—Azula, quería preguntarte algo sobre... las cosas importantes en tu vida, —dijo, tratando de sonar misterioso y profundo, como si eso facilitara la conversación, quizá sí era algo ambiguo funcionaría.

Azula lo miró, un poco extrañada.

—¿Te refieres a la escuela? Tranquilo, padre, estoy muy enfocada y no me dejaré distraer.

Ozai parpadeó un par de veces, sin saber si aclarar el tema o dejarlo ahí.

—Eh… claro, claro, —respondió, asintiendo como si eso fuera exactamente a lo que se refería. Azula volvió a su entrenamiento sin darle más vueltas, mientras Ozai suspiraba al ver que la conversación había fallado de nuevo.

Frustrado, Ozai decidió que la tercera sería la vencida. Esta vez, decidió abordarla cuando Azula regresaba de clases, con el uniforme todavía puesto y los libros en las manos. Se armó de valor y fue directo al punto… o eso intentó.

—Azula, he querido hablar contigo sobre… tus nuevas “actividades” después de clases, —dijo, enfatizando la palabra “actividades” como si eso lo explicara todo.

Azula lo miró, más confundida que nunca.

—Ah, si lo dices por el equipo de voleibol, Ty Lee dice que es bueno que aprenda a trabajar mis habilidades en un equipo y que aprenda a enfocarme en un objetivo. Ya sabes, estás cosas tienen su función a futuro por las interacciones sociales, también es provechoso que comiencen a verme como su líder ¿No crees?

Ozai se quedó en silencio, un poco exasperado, y asintió lentamente.

—Sí, las… Las relaciones públicas son importantes—murmuró, sin saber cómo seguir.

Azula sintiéndose satisfecha de haber complacido a su padre, se dio la vuelta y continúo hacia su habitación, pensó que era extraño que su padre le preguntara esas cosas pero lo atribuyó a sus exigencias usuales.

Pasaron unos días y, entre todas las preguntas raras y los intentos fallidos de su padre, Azula no había tenido la oportunidad de hablarle sobre lo que realmente quería decirle, su relación con Ty Lee. Había estado pensando decírselo cuando se acercara pero era claro que en esas situaciones su padre tenía un objetivo claro, lo que significaba que si quería decirle algo tenía que ser ella quién se acercara a él.

Una noche, después de la cena, fue al estudio de su padre y cerró la puerta. Ozai, al verla, levantó la vista de sus papeles, y Azula, decidida a no darle más vueltas, fue al grano.

—Padre, quiero decirte algo importante, —empezó, con su típica confianza—. Estoy en una relación con Ty Lee.

Ozai se quedó en silencio un instante, sin saber si sentirse sorprendido o aliviado. Después de todos sus intentos torpes, su hija había sido la que, al final, lo había enfrentado sin rodeos.

—Oh… —dijo finalmente, tratando de sonar neutral—. Eso explica… muchas cosas.

Azula frunció el ceño, curiosa.

—¿Qué cosas?

Ozai desvió la mirada, tratando de ocultar su incomodidad.

—Nada, nada… solo… habías estado diferente —dijo, recordando todos sus intentos fallidos y prefiriendo no entrar en detalles.

Azula sonrió levemente, no se había dado cuenta que su padre le prestaba tanta atención.

—Gracias, padre. Quería que lo supieras porque, aunque mi relación con Ty Lee es importante, no interfiere en mi enfoque ni en mis metas, —aseguró.

Ozai asintió, satisfecho, y esta vez, logró sonreír un poco, sintiendo que, aunque no había sido como él imaginaba, al menos ahora sabía que Azula mantendría su enfoque.

Chapter 6: Una pijamada "normal"

Summary:

Azula decide invitar a Ty Lee a dormir para poder pasar más tiempo con ella, nadie ve el problema de que dos chicas pasen la noche juntos, excepto Ozai.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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La relación entre Azula y Ty Lee había prosperado sin complicaciones. Ambas pasaban cada vez más tiempo juntas, y Azula se sentía más feliz y relajada en la compañía de Ty Lee de lo que jamás había experimentado. Así que, después de una semana especialmente ocupada en la escuela, a Azula se le ocurrió una idea que creía que alegraría a Ty Lee: invitarla a dormir en su casa para pasar más tiempo juntas.

Cuando le propuso la idea a Ty Lee, esta casi saltó de la emoción.

—¡Será como una pijamada! —exclamó Ty Lee, encantada—. Me encanta la idea, Azula.

Azula sonrió, algo divertida por la reacción de su novia, y comenzaron a hacer planes para esa noche. Sin embargo, lo que no esperaban era el efecto que esto tendría en Ozai.

Ozai, que llevaba días observando con cautela la relación de su hija, supo de la invitación cuando escuchó a Azula comentándolo con su madre. Al enterarse de que Ty Lee iba a pasar la noche, sintió un escalofrío de preocupación. No era una invitada cualquiera, sino la novia de su hija. Y, aunque eran chicas, Ozai no podía evitar pensar que había una posibilidad de que ambas se metieran en algún tipo de… situación comprometedora.

Para Ozai, que no estaba acostumbrado a lidiar con temas personales ni románticos, la situación era completamente nueva y, aunque no quería interferir demasiado, la idea de que su hija estuviera en esa situación lo preocupaba cada vez más.

Esa noche, decidió actuar con discreción. Pero como era Ozai, su “discreción” no era precisamente sutil.

Primero, ordenó que varios sirvientes permanecieran en el pasillo cerca de las habitaciones de Azula, con instrucciones de estar “atentos” a cualquier actividad inusual. Además, él mismo decidió hacer rondas “casuales” cerca de la habitación de Azula, disimulando su preocupación con una excusa sobre “verificar la seguridad de la casa”.

Mientras tanto, en el interior de la habitación de Azula, Ty Lee y ella se acomodaban para la noche. Ty Lee había traído una mochila llena de cosas: su pijama favorito, una almohada extra suave y hasta algunos bocadillos. Ambas estaban emocionadas, aunque Azula intentaba no demostrarlo tanto como Ty Lee.

—¿Te das cuenta de que esta es nuestra primera noche juntas? —le susurró Ty Lee, sonriendo dulcemente.

Azula asintió, sintiendo que sus mejillas se calentaban un poco.

—Sí, es… especial, —admitió, sintiéndose extrañamente feliz por algo tan simple.

Decidieron hacer algo tranquilo para empezar la noche, así que Ty Lee propuso un juego de cartas, y ambas se sentaron en la cama, riendo y compartiendo historias de la escuela. La noche parecía perfecta.

Sin embargo, Ozai, que ya estaba pasando por tercera vez por el pasillo, notó la luz que seguía encendida en la habitación de Azula. Frunció el ceño, tratando de contenerse, pero su preocupación crecía.

Después de unos minutos, decidió tocar la puerta de Azula, tratando de sonar despreocupado.

Azula abrió la puerta, y al ver a su padre, alzó una ceja, claramente sorprendida.

—¿Padre? ¿Ocurre algo? —preguntó, sin ocultar su confusión.

Ozai, tratando de improvisar, respondió:

—Solo estaba… verificando que todo esté bien —dijo, intentando parecer casual.

Azula lo miró, algo desconcertada, pero asintió.

—Todo está bien, solo estamos charlando. ¿Hay algún problema con eso?

Ozai sintió que su incomodidad crecía. No quería admitir su paranoia, así que simplemente asintió con seriedad.

—No, claro que no, —respondió, algo tenso—. Solo… asegúrense de descansar. Y… mantengan la puerta abierta, —añadió, intentando sonar casual, aunque su tono lo traicionaba.

Azula arqueó la ceja, sorprendida.

—¿La puerta… abierta? —repitió, como si no terminara de entender.

—Sí, es… una cuestión de seguridad en la casa, —añadió Ozai rápidamente, dándose cuenta de lo raro que sonaba, pero ya no podía echarse atrás.

Azula asintió lentamente, conteniendo una sonrisa de diversión.

—Claro, como quieras, padre, —dijo, y cerró la puerta, dejando a Ozai más confundido que nunca.

Ya de vuelta en la habitación, Ty Lee, que había escuchado parte de la conversación, no pudo evitar reír.

—¿Crees que tu padre esté… un poco nervioso porque estoy aquí? —preguntó con una sonrisa divertida.

Azula suspiró, comprendiendo al fin la situación.

—Definitivamente. Creo que no sabe qué hacer con esto de que seamos novias, —respondió, intentando sonar indiferente, aunque también le parecía gracioso.

Ambas rieron y continuaron con su noche.

Para Ozai, la idea de que su hija estuviera pasando la noche con su novia era algo difícil de aceptar. Aunque eran amigas desde hace años, la palabra “novia” le hacía pensar que podía haber alguna otra intención detrás de la “pijamada”.

Convencido de que debía intervenir para proteger la “tranquilidad y el orden” en su casa, Ozai comenzó a desarrollar un plan. Iba a vigilarlas “discretamente”.

Ozai se acercó a la habitación de Azula y golpeó la puerta. Azula abrió con una expresión de sorpresa.

—Padre, ¿pasa algo?

Ozai levantó una manta extra que había traído en las manos.

—Pensé que tal vez necesitarían otra manta. Hace frío esta noche, y... no queremos que alguien termine resfriado, —dijo, mientras miraba alrededor como si buscara algo sospechoso.

Azula lo miró con escepticismo.

—Estamos bien, gracias. Y hace calor, en realidad.

—Oh, ya veo, ya veo... Pero déjala aquí, por si acaso, —dijo Ozai, dejando la manta en un rincón, antes de retirarse, aunque se detuvo unos segundos más de los necesarios, como queriendo espiar lo que hacían.

Azula cerró la puerta y, aunque algo confundida, siguió adelante con su noche con Ty Lee, creyendo que era solo una rareza pasajera de su padre.

Después de una hora, cuando Azula y Ty Lee estaban cómodamente sentadas en la cama compartiendo bocadillos, escucharon un par de toques de nuevo. Esta vez, Azula abrió la puerta con una mezcla de paciencia y resignación.

—Padre… ¿otra vez?

Ozai sostenía una bandeja con golosinas y frutas.

—He pensado que tal vez querrían algo de merendar, —dijo, tratando de sonar despreocupado—. Sé que a veces tienes hambre a estas horas, Azula, y… bueno, tal vez Ty Lee quiera comer algo también

Azula miró la bandeja con incredulidad.

—Ya tenemos bocadillos, pero… gracias.

Ozai asintió y dejó la bandeja, pero en lugar de irse de inmediato, miró a Ty Lee con una sonrisa un tanto rígida.

—Espero que estén… divirtiéndose de manera apropiada, —dijo con un tono que intentaba ser amistoso pero que sonaba exageradamente serio.

Azula arqueó una ceja.

—Solo estamos charlando, —respondió, manteniendo la calma.

Finalmente, Ozai se retiró, lanzando una última mirada inquisitiva antes de cerrar la puerta.

El tiempo pasaba y las chicas parecían no poner fin a la velada lo cual ponía a Ozai cada vez más nervioso.

—¿Por qué están despiertas aún a esta hora? —se preguntó en voz baja, tratando de convencerse de que era solo una fiesta de pijamas normal. Sin embargo, la paranoia pudo más que su autocontrol, y decidió acercarse un poco más para “escuchar” lo que estaba sucediendo.

Desde la puerta, alcanzó a oír algunos murmullos y risas, y aunque no escuchó nada extraño, eso no ayudó a calmarlo. Incluso comenzó a sospechar que el silencio era demasiado tranquilo y quizás peligroso.

Cuando ambas chicas ya estaban acomodadas bajo las mantas y Ty Lee le contaba una anécdota a Azula entre risas, escucharon pasos afuera de la puerta, pero esta vez, Ozai entró sin tocar.

—Quería revisar que todas las ventanas estuvieran cerradas, —dijo, caminando directamente hacia las ventanas de la habitación, inspeccionándolas como si realmente supiera lo que estaba haciendo.

Azula y Ty Lee intercambiaron una mirada de incredulidad.

—¿En serio? —preguntó Azula, cruzando los brazos—. Padre, creo que estamos seguras, la casa tiene guardias.

Ozai fingió no escuchar la crítica.

—No está de más ser precavidos, —murmuró, aunque en realidad seguía lanzando miradas rápidas hacia ambas, como si esperara ver algo comprometedor.

Cuando se dio la vuelta y finalmente salió, Azula cerró la puerta con un poco más de fuerza de lo necesario.

Al día siguiente, Ursa se dio cuenta de la tensión en Ozai, quien estaba visiblemente cansado y parecía haber pasado la noche en vela. No pasó mucho tiempo antes de que él le contara, en su propio tono preocupado y serio, la “peligrosa situación” de Azula y Ty Lee durmiendo juntas en la misma habitación.

Ursa trató de contener una sonrisa al escuchar su relato.

—Ozai, ¿estás preocupado porque Azula y Ty Lee son… novias? —preguntó ella, intentando que él viera lo exagerado de la situación.

Ozai, con una expresión seria, asintió.

—Por supuesto. Quiero decir… no quiero que hagan algo… inapropiado, —admitió, cruzando los brazos.

Ursa suspiró, con una sonrisa de paciencia.

Pero antes de que pudiera decir algo, Azula y Ty Lee bajaron juntas al comedor para desayunar. Azula estaba visiblemente molesta, y Ozai, sentado en su lugar habitual, percibió la tensión en el ambiente desde el momento en que entraron.

Azula se sentó frente a él y lo miró con una expresión que mezclaba decepción y desconfianza.

—Padre, ¿quieres explicarme qué fue todo ese espectáculo de anoche? —preguntó Azula, sin rodeos.

Ozai, incómodo, trató de mantener la calma.

—Solo estaba… asegurándome de que todo estuviera en orden, —respondió, cruzando los brazos como si quisiera justificarse.

—¿Asegurarte? —replicó Azula, levantando una ceja—. Padre, entraste a mi habitación sin tocar y diste excusas que ni siquiera tenían sentido. ¿De verdad crees que no puedo pasar una noche con Ty Lee sin que alguien esté vigilándonos como si fuéramos delincuentes?

Ozai intentó responder, pero las palabras se le atascaban. La mirada de su hija, normalmente desafiante, ahora reflejaba una mezcla de decepción y enojo que lo hizo sentir incómodo.

—Yo… no sé de qué hablas —balbuceó, consciente de que cada palabra que decía lo hacía sonar más ridículo.

—Sé cuidarme sola, —respondió Azula, tajante—. No soy una niña, y Ty Lee y yo no estábamos haciendo nada “inapropiado”. Me hubiera gustado pensar que confiabas en mí un poco más.

Esas últimas palabras lo golpearon profundamente. Azula se levantó de la mesa, y, sin mirarlo, salió del comedor, dejando a Ozai con una sensación de vacío que no recordaba haber experimentado antes. Ty Lee, viendo el estado de ánimo de ambos, decidió seguir a Azula sin intervenir, dejándolos a los dos con sus pensamientos.

Unas horas más tarde, Ursa entró al despacho de Ozai, quien estaba sentado, cabizbajo y en silencio, con una expresión de derrota en el rostro. Al ver a su esposa, apenas levantó la vista, pero ella notó de inmediato que estaba decaído.

—Ozai, ¿quieres hablar de lo que pasó? —preguntó Ursa, acercándose con suavidad.

Él suspiró, sin mirarla.

—Azula está enojada conmigo. Solo intenté… protegerla, y ahora piensa que no confío en ella. Nunca pensé que reaccionaría así, —murmuró, con una expresión de preocupación poco común.

Ursa se sentó a su lado y le puso una mano en el hombro, tratando de reconfortarlo.

—Ozai, sé que quieres lo mejor para Azula y que te preocupa su bienestar. Pero debes entender que ella ya no es una niña, y necesita que confíes en ella, —dijo Ursa, en un tono suave—. Lo que necesita ahora es sentir que puede contar contigo sin sentirse juzgada o vigilada.

Ozai asintió, sin responder de inmediato. En el fondo, sabía que Ursa tenía razón, pero aceptar sus errores no era algo que se le diera fácilmente. Miró a su esposa, sintiéndose vulnerable, aunque odiara admitirlo.

—No sabía que sería tan difícil, —confesó—. Siempre he querido que Azula sea fuerte, que nada ni nadie la haga débil. Por eso… quizás no sé cómo manejar esta parte de su vida.

Ursa sonrió con comprensión.

—Dale tiempo. Azula es fuerte, como querías, pero también necesita que seas su padre, alguien en quien pueda confiar, no solo su carcelero. Si le das el espacio y la confianza que necesita, estoy segura de que te lo agradecerá.

Ozai suspiró de nuevo, aunque parecía un poco más aliviado. Sabía que tendría que aceptar los cambios en la vida de su hija, aunque le resultara difícil. Por ahora, todo lo que podía hacer era dar un paso atrás y permitir que Azula tomara sus decisiones.

Ozai la miró, algo inseguro, pero finalmente asintió. Sabía que Ursa tenía razón, aunque seguía sintiéndose un poco incómodo.

—Supongo que… tienes razón, —admitió a regañadientes—. Tal vez exageré un poco.

Ursa sonrió, feliz de ver que aceptaba la situación.

—Además, —añadió ella, con una sonrisa—, estoy segura de que Azula se dará cuenta de que todo fue por cariño… en algún momento.

Ozai rodó los ojos, algo avergonzado, y finalmente decidió dejar las cosas en paz.

Notes:

Este capitulo me gustó mucho escribirlo, pensando en que Ozai y Azula pudieran tener una relación sana creo que él sería un papá más sobre protector que incluso Ursa, también creo que es más gracioso porque él quiere hacerse cargo (porque él cree que todo lo puede) pero se va a topar con pared con sus hijos.
En fin, en este fic quiero que Azula y Zuko tengan una bonita dinámica familiar con sus padres, aunque hay traumas que igual están ahí (como lo de la cicatriz de Zuko) pero pienso en la forma en la que Ozai hubiera podido ser un buen padre, igual con Ursa que también tiene sus fantasmas.
Cómo sea, me gusta poner a Ozai en estas situaciones, más como en el prólogo cuando hace algo bien sin darse cuenta pero para fines de este fic no puede ser tan inconsciente de lo que hace, espero les guste y lo disfruten como yo.

Chapter 7: Tú y yo y Zuko

Summary:

Ahora viene un poco la reacción de Zuko al cambio de dinámica en la familia, con Azula pasando más tiempo con Ty Lee

Chapter Text

Desde que Azula y Ty Lee empezaron a salir, la dinámica en la familia había cambiado. Ty Lee pasaba mucho tiempo en casa de los Fukuda, y aunque Ursa y Ozai estaban empezando a adaptarse (con algunos tropiezos de por medio), había alguien que no llevaba el asunto tan bien: Zuko.

Cada vez que iba a la sala, al jardín o incluso a la biblioteca, encontraba a Azula y Ty Lee juntas, riendo o hablando en voz baja. Al principio, Zuko pensó que no era asunto suyo, pero poco a poco empezó a sentirse molesto.

Una tarde, Zuko entró a la cocina donde Ursa estaba preparando té. Se acercó, frunciendo el ceño, y soltó de golpe su queja.

—¿Te das cuenta de que Ty Lee está aquí todo el tiempo? —dijo con exasperación—. Es como si… como si viviera aquí ahora.

Ursa miró a su hijo con una sonrisa tranquila, sirviendo el té sin inmutarse.

—Zuko, creo que exageras un poco, —respondió con suavidad—. Ty Lee solo viene algunos días, y eso hace feliz a Azula.

Zuko hizo una mueca.

—¡Pero ya casi ni puedo entrar a la sala sin verlas ahí! Están en todas partes, —insistió, cruzando los brazos.

Ursa soltó una pequeña risa y puso una mano en el hombro de Zuko.

—Es natural que pasen tiempo juntas, Zuko. Azula tiene una relación ahora y eso es algo importante para ella. Trata de ser comprensivo.

Zuko bufó y se fue, sintiéndose un poco ignorado. Ursa no parecía tomarlo en serio, así que decidió intentar otra cosa.

Zuko fue a ver a Ozai en su despacho, con la esperanza de encontrar a alguien que le diera la razón. Después de todo, él mismo había visto a Ozai incómodo con la relación de Azula y Ty Lee en sus primeras etapas.

Ozai lo escuchó con una expresión seria, asintiendo como si estuviera de acuerdo en que la situación podía ser irritante.

—Padre, tienes que admitir que Ty Lee está aquí todo el tiempo, —dijo Zuko, tratando de convencerlo—. ¿No deberíamos ponerle límites? Es nuestra casa, y parece que ahora es el lugar de citas de Azula.

Ozai suspiró, cruzando los brazos.

—Zuko, entiendo tu molestia. Es cierto que Ty Lee pasa más tiempo aquí de lo que esperaba, pero… no quiero pensar lo que harían si se fueran a otro lado… —hizo una pausa, incómodo—. Quiero decir,.ya hemos intentado limitar un poco las visitas, y no creo que haya mucho más que podamos hacer sin molestar a Azula.

Zuko hizo una mueca de descontento. ¿De verdad no podían hacer nada? ¿Nadie más sentía lo irritante que era ver a Azula y Ty Lee juntas en cada rincón? No, esto era demasiado.

Zuko, decidido a expresar su frustración, fue directamente a buscar a su hermana. La encontró en el jardín, donde estaba sentada en una banca mientras Ty Lee le mostraba algo en su teléfono y ambas estaban riendo.

Zuko se acercó con los brazos cruzados y una expresión de burla.

—Oye, Azula, ¿no crees que estás exagerando un poco con eso de tener a tu “novia” aquí siempre? —dijo, enfatizando la palabra “novia” y sonriendo con malicia—. ¿O ahora su plan es mudarse juntas y todo?

Azula lo miró con una expresión gélida.

—¿Y a ti qué te importa, Zuko? —respondió, sin perder la compostura—. Ty Lee puede estar aquí el tiempo que quiera. Si tienes un problema, aprende a ignorarlo.

Zuko soltó una risa sarcástica.

—Claro, porque es súper fácil ignorar a dos personas pegadas una a la otra las veinticuatro horas siendo súper cursis todo el tiempo —se burló—. ¿Es que ya no puedes hacer nada sin ella?

Azula frunció el ceño, notando el tono de burla en la voz de Zuko.

—¿Por qué estás tan obsesionado con esto? —preguntó con suspicacia—. Si ni siquiera hablamos contigo, ¿por qué te molesta?

Zuko, al principio, abrió la boca para responder con algo sarcástico, pero se quedó en silencio. Era una pregunta sencilla, pero, por alguna razón, no tenía una respuesta inmediata. Sin embargo, antes de que pudiera inventar una excusa, Ty Lee intervino con una sonrisa comprensiva.

—Zuko, ¿te molesta que Azula pase tanto tiempo conmigo? —preguntó en un tono amable.

Zuko sintió que todos los ojos estaban puestos en él, y de repente, las palabras empezaron a salir por su cuenta.

—Antes tú y yo hacíamos más cosas juntos, ¿sabes? —confesó, mirando a su hermana—. Jugábamos, salíamos a entrenar… No sé, pero desde que estás con Ty Lee, parece que ya no tienes tiempo para nadie más.

Azula lo miró, sorprendida, y por un momento, su expresión fría se suavizó. No esperaba que Zuko admitiera que extrañaba pasar tiempo con ella.

—Zuko… —comenzó a decir, sintiéndose un poco incómoda al darse cuenta de lo que realmente ocurría.

Ty Lee, entendiendo la situación, sonrió y le dio un pequeño empujón a Azula.

—¿Por qué no pasas un rato con Zuko, Azula? —le sugirió, en tono de broma—. Yo tengo que hacer unas cosas hoy. Puedes pasar tiempo con tu hermano.

Azula asintió y luego miró a Zuko, quien parecía algo aliviado y, al mismo tiempo, avergonzado.

—Si quieres, podemos entrenar un rato, como antes, —dijo Azula, con un tono que intentaba ser casual.

Zuko esbozó una sonrisa y asintió, intentando disimular su entusiasmo.

—Eso suena bien, —respondió, como si fuera cualquier otro día.

Después de pasar tiempo juntos, entrenando y hablando como solían hacer, Zuko y Azula parecían más en sintonía. Fue una tarde como en los viejos tiempos, y Zuko se dio cuenta de cuánto había extrañado esos momentos con su hermana.

Otro día, mientras Azula y Ty Lee volvían a charlar, Zuko sonrió desde la distancia. Al final, no era que Ty Lee fuera una molestia; solo era que, en el fondo, extrañaba compartir más momentos con Azula, y el otro día había sido justo lo que necesitaba para sentirse parte de su vida nuevamente.

Chapter 8: ¿La plática?

Summary:

Ahora Azula y Ty Lee avanzan en su relación y sin quererlo todos comienzan a notarlo.

Chapter Text

Desde que Azula y Ty Lee comenzaron a salir, los Fukuda se habían acostumbrado a verlas siempre juntas, charlando y compartiendo risas. Sin embargo, un par de encuentros recientes los habían tomado por sorpresa… y no sabían muy bien cómo reaccionar.

Una tarde, Ursa estaba caminando por el jardín cuando vio a Azula y Ty Lee sentadas en una banca a la sombra de un árbol. Decidió acercarse para saludar, pero justo antes de hacerlo, se dio cuenta de que ambas estaban… besándose Se detuvo en seco, tratando de procesar lo que veía, y retrocedió lentamente antes de que notaran su presencia. Aunque sabía que Azula y Ty Lee eran novias, verlas así le hizo sentir que quizás había cosas de las que, como madre, aún no había hablado con su hija.

Ozai, por otro lado, había tenido una experiencia similar, aunque de forma accidental. Había entrado a la biblioteca para buscar un libro y se encontró con Azula y Ty Lee sentadas en el suelo, supuestamente estudiando. Sin embargo, apenas las vio, notó que estaban a centímetros de distancia, y antes de darse cuenta, Azula se inclinó y le dio un beso a Ty Lee.

A diferencia de Ursa, Ozai no fue tan discreto. Se quedó congelado y, después de unos segundos, tosió muy fuerte para “recordarles” que no estaban solas. Ambas lo miraron, sobresaltadas, y él fingió buscar un libro en el estante más cercano mientras murmuraba algo sobre “mantener el enfoque en el estudio”. Salió de la biblioteca sintiéndose más nervioso de lo que habría admitido.

Zuko tampoco se libró. Estaba buscando a Azula para preguntarle algo sobre un videojuego cuando escuchó murmullos en el patio trasero. Se asomó por la ventana, y allí estaban Azula y Ty Lee… y sí, otra vez besándose. Zuko retrocedió, haciendo una mueca de incomodidad. Más tarde, le contó a su madre lo sucedido, quejándose de lo “incómodo” que era ver a su hermana en esa situación.

—Es como si cada vez que quiero hablar con ella, siempre están pegadas, —refunfuñó, cruzándose de brazos.

Ursa le dio una palmadita en el hombro, tratando de contener la risa.

—Tienes razón, hijo. Quizá deberíamos… hablar con Azula sobre algunos límites, —dijo, intentando sonar seria.

Mai también tuvo un momento inesperado con la pareja. Había quedado de encontrarse con Azula y Ty Lee en la casa de los Fukuda para ver una película. Al llegar, encontró la puerta de la sala entreabierta y entró sin hacer ruido. Fue entonces cuando vio a Azula y Ty Lee en el sofá, abrazadas y en medio de un beso.

Mai suspiró y rodó los ojos, dejando escapar un suave “Ugh…” que hizo que ambas se separaran de inmediato, mirándola con sorpresa y algo de vergüenza.

—¿De verdad? —dijo Mai, levantando una ceja con expresión de aburrimiento—. ¿No podían esperar cinco minutos?

Ty Lee se rió nerviosa, y Azula fingió que no le importaba, aunque el leve sonrojo en sus mejillas decía lo contrario.

Esa noche, Ursa y Ozai se encontraron en el estudio, ambos sintiéndose un tanto… abrumados. Ursa, que había escuchado de Zuko y Mai sus experiencias, se preguntaba si debería hacer algo al respecto. Ozai, por su parte, no dejaba de pensar en su encuentro en la biblioteca.

—Ozai… ¿te ha pasado algo raro últimamente con Azula y Ty Lee? —preguntó Ursa, tratando de no sonar demasiado directa.

Ozai bufó, con una expresión de fastidio.

—¿Tú también? Sí, me las encontré en la biblioteca. Fue… incómodo. No esperaba ver a mi hija en ese tipo de… situación.

Ursa asintió, suspirando.

—Zuko y Mai también las han visto en momentos así, y bueno… creo que deberíamos hablar con Azula sobre… ciertos temas.

Ozai frunció el ceño, incómodo.

—¿Hablar? ¿De… eso? —preguntó, claramente horrorizado ante la idea.

Ursa asintió con seriedad, pero también con algo de humor en sus ojos.

—Es nuestra hija, Ozai. Y creo que es importante que hablemos con ella. Si no, me temo que seguirá teniendo esos… momentos, y cada vez con menos discreción.

Ozai intentó imaginar cómo sería la “plática” con Azula, y un par de escenarios ridículos le cruzaron por la cabeza.

Ozai se imaginó sentado frente a Azula, con una pila de libros sobre biología humana y comportamiento adolescente. Empezaba a explicarle, con gráficos y diapositivas, los “cambios hormonales” y la “importancia de la madurez emocional en una relación”. Azula lo miraba con una mezcla de aburrimiento y burla, hasta que finalmente lo interrumpía.

—Padre, ¿de verdad crees que necesito una conferencia de biología? —decía Azula, con una sonrisa sarcástica—. Créeme, ya sé lo que estoy haciendo.

Ozai temblaba ante la idea de que ese fuera su verdadero tono de respuesta.

En otro escenario, Ozai intentaba una táctica diferente: tratar de hablarle a Azula como “amigo”. Se veía a sí mismo invitándola a sentarse, y en un tono extremadamente casual, decía cosas como:

—Bueno, Azula… supongo que tú y Ty Lee están…ya sabes, cool y eso y… disfrutando su tiempo juntas. Eso es… genial, por supuesto. Pero, eh… debes saber que… bueno, en una relación… a veces se espera cierto… nivel de responsabilidad, por decirlo así.

Azula lo miraba con una expresión de total incomprensión, y después de unos segundos de silencio, simplemente se levantaba y salía de la habitación sin decir una palabra.

Ursa también intentó imaginar cómo sería la charla, y en su mente, ella era la encargada de hablar, mientras Ozai se mantenía en un segundo plano. En su visión, le hablaba a Azula de manera tranquila, asegurándole que estaba allí para apoyarla y que entendía la importancia de los límites y el respeto mutuo.

Sin embargo, Ozai, de fondo, no podía evitar lanzar comentarios innecesarios.

—Y recuerda, Azula, nada de comportarse de forma inapropiada en la biblioteca. ¡Es para estudiar! —decía, haciendo que Azula y Ursa lo miraran con incredulidad.

Al final, ambos se miraron, suspirando al darse cuenta de que ninguno de los dos tenía una idea clara de cómo abordar el tema.

—¿Y si… simplemente esperamos? —propuso Ozai, un poco esperanzado—. Quizás ella ya sabe lo necesario, y nosotros solo… nos mantenemos en el fondo.

Ursa no pudo evitar soltar una risa.

—Quizás eso sería lo mejor, —admitió—. Creo que si intentamos una charla como las que imaginamos, Azula solo terminaría burlándose de nosotros.

Ambos rieron, aliviados por haber compartido sus miedos y escenarios ridículos. Por ahora, decidieron que, en lugar de una charla formal, simplemente le darían a Azula el espacio para que les hablara si alguna vez lo necesitaba, sin presionarla, aunque acordaron que Ursa hablara con Azula sobre la discreción.

Y aunque Ursa y Ozai sabían que esto no era lo mismo que hablar directamente, se sentían un poco más tranquilos… o al menos, hasta el próximo “incidente” en la biblioteca.

Chapter 9: Nuestra primera pelea

Summary:

Azula y Ty Lee pelean y Azula no encuentra cómo arreglar la situación sin renunciar a su orgullo, al final un consejo inesperado le da una nueva perspectiva.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Azula y Ty Lee estaban acostumbradas a compartir momentos de alegría, risas, y mucha química, pero no todas las relaciones eran fáciles, y esta vez, ambas estaban a punto de enfrentar su primer gran desacuerdo.

Todo comenzó una tarde cuando Azula y Ty Lee estaban hablando sobre sus planes para el fin de semana. Ty Lee había propuesto pasar un día en el parque de diversiones con sus amigas, algo que Azula no recibió con mucho entusiasmo.

—¿De verdad necesitas invitar a las demás? —preguntó Azula, cruzando los brazos—. Pensé que querías que pasáramos el día juntas.

Ty Lee la miró, algo sorprendida.

—Azula, me encantaría estar solo contigo, pero también quiero compartir con mis amigas. No es como si fueran extrañas, ¡las conoces desde siempre!

—Es que es diferente, —replicó Azula con el ceño fruncido—. A veces parece que prefieres estar con ellas que conmigo.

Ty Lee suspiró, visiblemente molesta.

—Azula, no es cierto. Solo porque quiero pasar tiempo con otras personas no significa que no me importes. ¿Por qué siempre necesitas que todo gire en torno a ti?

Azula apretó la mandíbula, sintió su orgullo herido, Ty Lee la hacía sonar como alguien necesitada de afecto y eso le molestaba mucho.

—¿“Que todo gire en torno a mí”? —repitió con desdén—. Qué gracioso viniendo de alguien que siempre está buscando atención. “Zula, quiero estar contigo” “Zula ¿Podemos vernos hoy?” “Zula, no hay nadie en mi casa ¿Quieres venir…o podemos hablar por teléfono?”— Azula queria revertir la situación así que hizo lo que mejor sabía hacer, burlarse de otros.

Ty Lee la miró, dolida, y, por primera vez, no cedió ante el comentario de Azula.

—No puedes decirme eso, Azula. No voy a disculparme por querer algo de espacio, —dijo firmemente—. Si no entiendes eso, entonces no sé si esto va a funcionar.

Sin más, Ty Lee se fue, dejando a Azula enojada y sola. Azula sintió cómo el orgullo se apoderaba de ella, impidiéndole pedir disculpas o ir tras Ty Lee. En su mente, estaba convencida de que tenía razón.

Horas más tarde, tanto Azula como Ty Lee acudieron, por separado, a su amiga Mai en busca de consejo.

Primero llegó Ty Lee, quien le explicó la situación con una mezcla de tristeza y frustración. Mai escuchó, como siempre, con su expresión calmada y algo impasible.

—Entonces… ¿crees que estoy siendo injusta? —preguntó Ty Lee.

Mai suspiró.

—Creo que ambas tienen un carácter fuerte, Ty Lee. Pero si Azula no entiende la importancia de que tengas tu propio espacio, no puedes ceder siempre. Tampoco está bien que se burle de ti de esa forma ¿Por qué no intentas hablarle cuando esté más calmada?

Más tarde, fue el turno de Azula de hablar con Mai. Al escuchar la versión de Azula, Mai le dio una respuesta parecida, lo cual no le cayó nada bien a Azula.

—Entonces, ¿también crees que soy yo la del problema? —preguntó Azula, cruzándose de brazos.

—Creo que el problema es el orgullo de ambas, —contestó Mai, sin rodeos—. Si realmente quieres que funcione, tú también vas a tener que ceder un poco, Azula, e incluso tú debes saber que no estuvo bien burlarte de Ty Lee.

Azula se fue de allí sintiéndose irritada. Mai, a su parecer, no había sido nada útil y, para colmo, Ty Lee tampoco parecía dispuesta a disculparse.

Con los días, el mal humor de Azula se hizo más evidente. Su madre, Ursa, notó de inmediato que su hija estaba irritable y callada, algo fuera de lo común.

—Azula, ¿estás bien? —le preguntó un día mientras compartían el desayuno.

—Estoy perfectamente bien, madre, —respondió Azula, sin levantar la vista del plato.

Ursa quería indagar un poco más sin embargo ella no era tan cercana a Azula como lo era con Zuko y su hija parecía no querer hablar del tema.

Más tarde, Zuko también lo notó y, queriendo ayudar, se acercó a ella en la sala.

—¿Qué te pasa, Azula? Estás insoportable, —comentó, tratando de sonar más amistoso que crítico.

Azula le lanzó una mirada fulminante.

—Si no tienes nada útil que decir, mejor cállate, —le contestó, dejándolo confundido.

Ursa, que había observado su comportamiento, decidió intentar hablar con ella en privado.

—Azula, si necesitas hablar de lo que sea que te esté molestando, puedes confiar en mí, —dijo en tono comprensivo.

Azula bufó, sintiéndose incomprendida.

—¿De verdad? ¿Hablar contigo sobre cómo me siento? —respondió con sarcasmo—. Nunca has entendido nada de lo que quiero, madre.

Ursa se quedó sorprendida ante la dureza de sus palabras.”Estoy intentandolo, Azula, me preocupas y…”

“¿Te preocupa? ¿En serio? ¿O solo te preocupa que sea mala con el pobre Zuzu?”

Ursa trató de calmarse pero Azula no se lo ponía fácil. “Esto no se trata de tu hermano o de ahora, Azula, he notado tu mal humor últimamente y…”

“Oh disculpa entonces que mis emociones sean un problema para ti madre” Por más que lo intentaba Ursa la situación escaló en una discusión, era difícil no caer en las provocaciones de su hija, al final, Azula se fue a su habitación, más enojada que nunca.

Esa noche, Ozai, que había notado el mal humor de su hija y había oído la discusión con Ursa, decidió acercarse. No era del tipo que daba consejos emocionales, pero por alguna razón, la situación le recordó a momentos de su propia vida.

—Azula, necesito hablar contigo, —dijo, entrando en su habitación sin esperar respuesta.

Azula levantó la vista, todavía molesta.

—Si vienes a darme una lección sobre cómo comportarme, mejor ahórratelo, —contestó.

Ozai la miró, en silencio, sin decir nada al principio. Luego, se sentó frente a ella, tomándose un momento para encontrar las palabras adecuadas.

—No vengo a sermonearte, Azula, —comenzó—. De hecho, creo que lo que estás pasando es algo que entiendo mejor de lo que piensas.

Azula lo miró, algo sorprendida por la respuesta inesperada de su padre. Ozai no solía ser abierto sobre sus sentimientos.

—Te has preparado mejor que nadie en el mundo, eres inteligente y talentosa, la opinión de otros en ocasiones parece absurda o equivocada, especialmente cuando se interponen en tu camino para obtener lo que quieres; yo también tenía la tendencia de querer que todo sea a mi manera y apartar a todo aquel que se negara a doblegarse a mi voluntad pero cuando quieres a alguien…—hizo una pausa—, no siempre es tan sencillo, me pasó con ustedes

Azula lo miró, intrigada.

—¿De verdad? —preguntó, sin poder ocultar su curiosidad.

Ozai asintió.

—Nos casamos muy pronto, es verdad que tuvimos una relación desde jóvenes pero yo aún no entendía lo importante que era tu madre para mí y Ursa… había sufrido mucho, en ese entonces yo era todo lo que tenía así que aceptaba las cosas como eran… hasta que nació Zuko… de pronto todo lo que hacíamos era discutir, me convencí de que no quería un escándalo así que comencé por evitar las discusiones, las cosas no estaban arregladas pero por lo menos estábamos en paz, después naciste tú y… comencé a pensar que… esforzarme por mi familia estaría bien… claro que las cosas no eran perfectas, tu madre y yo estábamos lejos de tener la relación que tenemos ahora… después sucedió lo de Zuko… sabes, siempre había resentido un poco a tu hermano, en el fondo lo culpaba de que mi relación con Ursa se hubiera roto pero cuando tuvo ese accidente… comprendí que era mi culpa

—No fue tu culpa que el rifle fallara

—Los puse a ti y a Zuko en peligro en muchas ocasiones por no escuchar a tu madre y por no admitir que estaba equivocado, permití que mis emociones me controlarán y me alejaran de mis metas, al pensar que Zuko podía morir por mi descuido me hizo entender… lo que era realmente importante para mí.

Azula frunció el ceño, pensativa. Su padre la miró, con una expresión inusualmente suave.

—Sé que tu orgullo es importante para ti, Azula. Pero ¿No es parte de tu orgullo no dejar que nada se interponga en tus objetivos? —continuó Ozai—. En este caso, pregúntate: ¿Cuál es tu objetivo, tener la razón … o estar con Ty Lee?

Azula bajó la mirada. No esperaba escuchar esas palabras de su padre, y aunque le costaba admitirlo, tenía sentido.

Después de un momento de silencio, Azula asintió lentamente, sus ojos reflejando una mezcla de vulnerabilidad y determinación.

—Tienes razón, padre, —dijo en voz baja—. No quiero perder a Ty Lee.

Ozai se levantó, sintiéndose satisfecho de haber ayudado a su hija a ver lo que realmente importaba.

Al día siguiente, Azula fue en busca de Ty Lee. Cuando la encontró, inspiró profundamente, tratando de dejar su orgullo de lado.

—Ty Lee… siento lo que dije, —dijo, mirando a su novia con sinceridad—. No debería haberte criticado por querer pasar tiempo con otras personas, tampoco debí burlarme de ti. Me equivoqué.

Ty Lee, sorprendida, la miró por un momento y luego sonrió suavemente.

—Gracias, Azula. Y siento haber sido tan dura contigo también. Solo… quiero que confíes en que te quiero.

Azula asintió, aliviada de poder hablar y resolver sus diferencias. Ambas se abrazaron, sabiendo que, aunque habrían más retos en el futuro, al menos podían superarlos juntas.

Esa misma noche, después de que Azula y Ty Lee se reconciliaran, Ursa notó que su esposo parecía de mejor humor. Había algo en su semblante que lo hacía ver más satisfecho de lo usual, como si acabara de hacer algo importante. Así que, curiosa, decidió investigar.

—Ozai, —comenzó ella mientras tomaban un té en el salón—. Hoy vi a Azula muy animada. Pensé que todavía estaba molesta, pero parece que alguien la hizo reflexionar, incluso se disculpó conmigo —dijo, con una pequeña sonrisa.

Ozai se aclaró la garganta, orgulloso de su papel en la reconciliación de Azula y Ty Lee.

—Bueno, yo… digamos que le di un consejo, —dijo, tratando de sonar casual, aunque era obvio que esperaba algo de reconocimiento.

Ursa arqueó una ceja, divertida.

—¿Tú? —preguntó, fingiendo incredulidad—. El gran Ozai, ¿dando consejos sobre relaciones? Qué giro tan inesperado.

Ozai frunció el ceño, ligeramente avergonzado, aunque intentó mantener su compostura.

—No es tan sorprendente. Solo le hablé de cómo uno debe… a veces, hacer sacrificios por alguien que realmente le importa, —respondió con tono serio—. Como yo hice contigo en su momento.

Ursa dejó escapar una risa que trató de disimular con la mano.

—Oh, ya veo, —dijo, reprimiendo una sonrisa burlona—. ¿Le hablaste de todas esas veces en las que discutíamos y tú insistías en que tú siempre tenías la razón? O de cómo a veces me hacías esperar días enteros para disculparte.

Ozai hizo una mueca, claramente incómodo. Carraspeó y miró hacia otro lado.

—No exactamente así… solo le dije que a veces es necesario… bueno, sabes, poner el orgullo de lado, —respondió, algo nervioso—. Y yo, Ursa, sí he hecho eso. Lo he hecho por ti.

Ursa entrecerró los ojos, disfrutando de la situación.

—¿Así que tú sacrificaste tu orgullo por mí? —repitió, fingiendo sorpresa y llevándose una mano al pecho—. Eso sí que es noble, Ozai. ¿Y te mencionaste a ti mismo como ejemplo de humildad y sacrificio?

Ozai se revolvió en su asiento, claramente avergonzado. Sabía que, en su juventud, había sido bastante terco y, más de una vez, se había negado a disculparse cuando debía.

—Está bien, sí, sé que… no siempre fui el mejor en esas cosas, —admitió, resignado—. Pero… he cambiado. Y pensé que sería útil que Azula escuchara algo que yo mismo he aprendido. ¿Es tan difícil de creer?

Ursa lo miró, sus ojos llenos de cariño. Se acercó, tomando su mano suavemente y entrelazando sus dedos con los de él.

—No es difícil de creer, —dijo, suavizando su tono—. De hecho, estoy orgullosa de ti. Has cambiado mucho, Ozai, más de lo que jamás hubiera imaginado, —añadió, su mirada tierna y sincera—. Es lindo ver cómo te preocupas por Azula, incluso si eso implica darle un consejo sobre algo que alguna vez fue tan complicado para ti.

Ozai, un poco incómodo pero con una leve sonrisa, se inclinó hacia ella.

—Supongo que, después de todos estos años, algo tenía que aprender, —dijo en voz baja.

Ursa sonrió y se acercó aún más, posando una mano en su mejilla.

—Sabes… por eso sigo aquí contigo. Porque sé que, aunque te cuesta, siempre tratas de mejorar, —dijo suavemente—. Y eso, Ozai, es algo que amo de ti.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, mirándose con cariño. Luego, Ozai rodeó a Ursa con sus brazos, acercándola más, y compartieron un beso tierno y lleno de complicidad. Aunque a veces no estuvieran de acuerdo y aunque su historia no fuera perfecta, ambos sabían que estaban juntos porque, en el fondo, ambos habían cambiado y aprendido el uno del otro.

Justo en medio de ese momento tan tierno y romántico entre Ursa y Ozai, la puerta del salón se abrió de golpe, y ahí estaba Zuko, congelado en el umbral, con una expresión de horror absoluto.

—¡Oh, no! —exclamó Zuko, retrocediendo y cubriéndose los ojos como si quisiera borrar la imagen de su mente—. ¡Por favor, no… no sigan!

Ursa y Ozai se separaron de inmediato, visiblemente incómodos. Ozai se aclaró la garganta, intentando recuperar su compostura, mientras Ursa reprimía una sonrisa divertida.

—Zuko, hijo… —comenzó Ozai con su tono autoritario, como si nada fuera fuera de lo común—. ¿Acaso no sabes tocar antes de entrar?

Zuko bajó la mano de los ojos, todavía con cara de disgusto.

—¿Y ustedes acaso no saben que esas cosas… no deberían hacerse aquí? —dijo, claramente abrumado—. ¡Digo, estamos en casa! ¡Esto es… traumático!

Ursa no pudo contener la risa y soltó una carcajada. Zuko la miró, todavía con los ojos bien abiertos, como si no pudiera procesar lo que estaba viendo.

—Hijo, —dijo Ursa, tratando de calmarse—. No es para tanto. Somos tus padres; es normal que, a veces, tengamos… momentos juntos.

Zuko se estremeció ante la sola idea y puso una expresión de disgusto aún mayor.

—Bueno, pues yo preferiría no verlo nunca, si es posible, —dijo, llevándose una mano a la frente y suspirando, agotado mentalmente—. Estoy traumatizado… para siempre.

Ozai suspiró, cruzándose de brazos mientras miraba a su hijo con una mezcla de paciencia y frustración.

—Ya basta, Zuko. No fue para tanto, —dijo, aunque se le escapó una pequeña sonrisa, al ver lo dramático que estaba siendo su hijo.

Ursa se acercó a Zuko y le puso una mano en el hombro, todavía con una sonrisa divertida en el rostro.

—Tal vez deberíamos hacer un trato: tú tocas antes de entrar, y nosotros… intentamos no ser tan… —miró a Ozai de reojo, con una sonrisa cómplice—… efusivos en los espacios comunes.

Zuko asintió rápidamente, agradecido por el acuerdo.

—Sí, eso me parece… perfecto, —respondió, y luego, con el rostro aún algo sonrojado, salió del salón, murmurando para sí mismo—. A veces, pienso que toda esta familia está completamente loca…

Cuando Zuko finalmente se fue, Ozai y Ursa se miraron, y los dos soltaron una risa al unísono.

—Bueno, creo que Zuko también tiene algo que aprender sobre momentos de pareja, —dijo Ozai, entre risas.

Ursa negó con la cabeza, divertida.

—Quién sabe, tal vez algún día le daremos algún consejo sobre eso… si es que algún día se recupera de esta experiencia, —añadió, todavía sonriendo.

Ambos se quedaron ahí, disfrutando de la complicidad del momento, sabiendo que, por más que los incomodara Zuko, esos momentos juntos eran lo que realmente los hacía una familia.

Notes:

Hola a todos, había estado ocupada y sin poder publicar estos capítulos que ya tenía listos, así que hoy que tuve tiempo decidí aventarlos, también en la traducción, espero pronto subirlos.

Chapter 10: "El siguiente paso"

Summary:

Hola, no había tenido tiempo de publicar por las fiestas y eso pero aquí está, espero subir más capitulos hoy o mañana, saludos.

Chapter Text

Azula había decidido dar el "siguiente paso" en su relación con Ty Lee, y como no era un tema de estrategia o combate, sino algo un poco más... emocional, se sorprendió buscando ayuda en su madre, Ursa. Aunque Azula no solía confiarle este tipo de cosas, pensó que Ursa podría darle un consejo útil sobre cómo hablar de temas importantes en una relación.

Así que, una tarde, Azula entró en la cocina, donde Ursa estaba preparando té, y se quedó de pie en silencio unos momentos antes de aclararse la garganta.

—Mamá, ¿puedes ayudarme con algo? —preguntó Azula, con una seriedad que descolocó a Ursa.

Ursa giró la cabeza, un poco sorprendida. Su hija no solía pedirle ayuda. Cerró la tetera y le sonrió, aunque un tanto intrigada.

—Claro, Azula. ¿De qué se trata?

Azula miró a un lado, incómoda.

—Es sobre Ty Lee, —dijo en voz baja, intentando sonar casual—. Quiero hablar con ella sobre… dar el siguiente paso.

Ursa se quedó inmóvil por un segundo, el color esfumándose de su rostro.

—¿El… siguiente paso? —repitió, tratando de mantener la calma, pero ya sintiendo cómo la mente le daba vueltas. Sabía que Azula y Ty Lee habían estado juntas un buen tiempo, pero no se imaginaba que Azula llegaría a este punto tan rápido.

Azula asintió, frunciendo el ceño al ver la expresión de su madre.

—Sí, es algo… importante. No cualquier pareja lo hace. —Azula hablaba con la misma seriedad que usaría para hablar de política o ciencia, lo que no ayudaba a calmar los nervios de Ursa.

Ursa, ya sintiéndose muy fuera de su zona de confort, tragó saliva. Intentó no pensar en lo que sus palabras implicaban, pero su imaginación ya la traicionaba.

—Azula, yo… —empezó a decir, mirando a su hija mientras forzaba una sonrisa—. Entiendo que quieres dar un paso importante, pero, ¿por qué... por qué piensas que estás lista para algo así?

Azula la miró, confundida.

—Porque otras parejas en la escuela lo hacen, —respondió con un tono algo impaciente—. Es algo que me parece que va a fortalecer nuestra relación.

Ursa abrió los ojos, su mente ya imaginando escenarios que le parecían demasiado apresurados para su niña. Se sintió un poco mareada y buscó las palabras, pero su nerviosismo le jugó una mala pasada.

—¿Te parece… algo normal? —preguntó, con voz trémula—. Azula, ¿estás segura de que has pensado en las consecuencias?

Azula la miró como si su madre estuviera exagerando.

—Por supuesto. Sé que implica compromiso y algo de organización, pero puedo manejarlo. Es sólo cuestión de decírselo a Ty Lee y coordinarlo.

Ursa respiró profundamente y trató de sonreír, aunque su incomodidad era evidente.

—Entonces… ¿quieres que te dé algún consejo sobre cómo decirle… esto? —preguntó, tratando de sonreír aunque su rostro seguía tenso.

Azula asintió.

—Sí, eso pensaba. Tú… fuiste buena hablando de cosas importantes con Zuko y papá, pensé que podrías ayudarme. —Su tono era casi casual, lo que a Ursa le parecía desconcertante.

Ursa se rascó la nuca, un poco en pánico, pensando en cómo podía abordar la situación.

—Bueno… tal vez… podrías hablar con ella en un lugar tranquilo. No tienes que ser muy… directa. Sólo dile que… quieres fortalecer lo que tienen, y que… —Ursa tragó saliva de nuevo, muy consciente de que su hija estaba escuchando atentamente—. Que lo harás con mucho cariño y… con respeto.

Azula la miró, con una ceja levantada, no entendiendo del todo por qué su madre parecía tan nerviosa.

—Sí… es lo que planeaba. Aunque no pensaba en “respeto” exactamente, sino en eficiencia, pero está bien, lo consideraré, —respondió Azula, confundiéndola aún más.

Ursa apenas podía creer lo que oía. Era como si Azula hablara de una misión y no de un momento íntimo. Pero entonces Ursa se dio cuenta de algo: si esto le resultaba tan incómodo a ella, Ozai debía de estar aún más angustiado con todo el asunto. Era difícil imaginarlo teniendo que manejar la relación de su hija con toda la calma que intentaba mostrar.

—Sabes, Azula… —murmuró, bajando la mirada—. A veces uno piensa que está preparado, pero algunas cosas requieren tiempo y… puede que te des cuenta de que no es tan sencillo.

Azula suspiró, claramente impaciente.

—Mamá, es sólo un casillero. No entiendo por qué te estás poniendo tan dramática.

Ursa parpadeó, su rostro volviéndose completamente incrédulo.

—¿Un… un casillero? —preguntó, sintiéndose un poco mareada de repente.

Azula asintió, sin ver el problema.

—Sí. Quiero que compartamos un casillero en la escuela, como algunas otras parejas. Es algo significativo, pero tú… ¿por qué tienes esa cara?

Ursa comenzó a reír en silencio, poniéndose una mano en la boca mientras se daba cuenta de toda la confusión que había tenido. Los nervios se disiparon y miró a Azula con una mezcla de alivio y diversión.

—Oh, cielos… Azula, me habías asustado. Pensé que… querías decir algo muy diferente, —confesó, sonriendo mientras se calmaba.

Azula la miró, aún más confundida.

—¿Diferente? ¿Cómo qué? —preguntó, genuinamente perdida.

Ursa se limitó a sacudir la cabeza, sonriendo.

—Digamos que entendí mal. Pero me alegra saber que, en realidad, lo que querías era compartir un casillero. Es algo… dulce, —dijo con un tono de cariño.

Azula, aunque algo molesta por la confusión, suspiró.

—Bueno, gracias, supongo. Me alegra haber recurrido a ti y no a papá, si se por sí ya es difícil para él que tenga novia.

Ursa se rió aún más fuerte ante esto, imaginándose la expresión de Ozai.

—Oh, Azula, ni te imaginas. Esto le ha dado más de un dolor de cabeza, —respondió con una sonrisa, y añadió con ternura—. Pero, al final, estamos aquí para ti, incluso si nos sorprendes.

Azula le devolvió la sonrisa con una mirada segura. Al menos, después de todo, tenía el consejo que necesitaba. Y Ursa, aunque aliviada, no podía esperar para ver la cara que pondría Ozai cuando se enterara del “siguiente paso” de Azula.

Chapter 11: "El siguiente paso" Segunda parte

Summary:

Ahora veremos cómo Azula se lo propone a Ty Lee.,

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Azula llevaba días dándole vueltas a la idea de dar el "siguiente paso" en su relación con Ty Lee. Había estado observando cómo algunas parejas en la escuela compartían casilleros, y, aunque para otros pudiera parecer insignificante, para ella simbolizaba una muestra de compromiso y confianza. Decidió hablar con Ty Lee para que su relación tuviera ese toque especial.

En un rincón del patio, después de clase, tomó a Ty Lee de la mano y la miró a los ojos con una expresión seria.

—Ty Lee, —comenzó Azula, con voz firme—. He estado pensando que es hora de… dar el siguiente paso en nuestra relación.

Ty Lee parpadeó, su rostro poniéndose de inmediato rojo.

—¿El… siguiente paso? —preguntó, con un tono casi tembloroso.

Azula asintió, sin notar el nerviosismo de Ty Lee.

—Sí, algo que nos una más y que demuestre nuestro compromiso, algo que no muchas parejas hacen. —Su voz era tan solemne que parecía estar trazando una estrategia en lugar de una propuesta romántica.

Mientras Azula hablaba, Ty Lee empezó a interpretar sus palabras de una manera completamente diferente. "¿Azula quiere dar el siguiente paso en nuestra relación? ¿Se refiere a… eso?" pensó, sintiendo que el corazón le latía con fuerza. Aunque por más nerviosa que se sintiera, la idea de estar aún más cerca de Azula también la emocionaba. Sin embargo, necesitaba aclarar sus dudas y entender qué hacer.

Un poco más tarde, Ty Lee buscó a Mai en la biblioteca, esperando obtener consejo. Se sentó a su lado, se cubrió el rostro con las manos y, completamente apenada, le explicó la situación.

—Mai… Azula me dijo que quiere dar el siguiente paso en nuestra relación, —murmuró, nerviosa—. Y creo que habla de… ya sabes… ese siguiente paso.

Mai la miró con una ceja levantada, no muy convencida.

—¿Azula dijo eso? ¿Estás segura? —preguntó Mai, con su típica calma algo alterada y claramente curiosa.

Ty Lee asintió, ruborizándose aún más.

—Sí. Dijo que era algo importante, que nos iba a unir más. ¿Qué crees que debería hacer? —preguntó, en voz baja.

Mai suspiró, poco interesada, no le apetecía meterse en las intimidades de sus amigas. Sin embargo, vio pasar a Zuko y, con un gesto, lo llamó para que escuchara la situación, así no tendría que sufrir sola.

—Zuko, ven aquí. Ty Lee necesita ayuda, —dijo Mai, y luego le explicó lo que Ty Lee pensaba de la propuesta de Azula.

Zuko se quedó atónito, sus ojos abiertos como platos mientras procesaba la información.

—¿Azula dijo eso? —repitió, sorprendido y bastante incómodo—. Y tú piensas… que es ese tipo de paso. ¿Por qué… por qué me están contando esto a mí? Yo no quiero ni debería saber de la vida amorosa de mi hermana.

Ty Lee suspiró, sin importarle la incomodidad de Zuko, quien se rascó la cabeza, sonrojado.

—Zuko, por favor, no te pongas raro, ¡sólo quiero consejos! —exclamó Ty Lee, y luego continuó—. ¿Crees que debería decirle que sí?

Zuko se tapó el rostro y murmuró algo ininteligible, sin saber cómo responder.

—Yo… no sé, Ty Lee. Tal vez… asegúrate de que… ¿Llevas protección?—dijo Zuko, incómodo, mientras Mai ponía los ojos en blanco.

Finalmente y después de darle muchas vueltas al asunto, Ty Lee fue a la habitación de Azula, con el corazón latiendo a toda velocidad. Cuando entró, Azula ya la esperaba, con una expresión seria, claramente preparándose para hablar del tema.

—Ty Lee, he pensado mucho en esto. Si damos este paso, es una gran responsabilidad. Será algo que nos unirá y que tendremos que compartir, así que debemos ser organizadas y comprometidas. ¿Estás preparada para esto?

Ty Lee sintió que el rostro le ardía y miró a Azula, cada palabra haciéndola pensar que realmente estaban hablando de algo mucho más serio.

—Azula… yo… creo que… estoy lista, —murmuró, sintiendo que todo su cuerpo temblaba.

Azula sonrió, aún sin notar nada extraño, y continuó:

—Perfecto. Entonces, esto significa que no habrá secretos entre nosotras, y tendremos que ser responsables con todo lo que compartamos. ¿De acuerdo?

Ty Lee, completamente roja, intentaba procesar todo, mientras el nerviosismo la dominaba.

—Sí, sí… yo… estoy lista para… para esto, —murmuró, cada vez más avergonzada.

Azula la miró, complacida, y extendió su mano hacia ella.

—Perfecto, entonces. Comenzaré con los trámites —anunció, triunfalmente.

Ty Lee parpadeó, sorprendida.

—¿Trámites? —repitió, como si hubiera oído mal.

Azula asintió, contenta.

—Sí , para compartir un casillero con alguien más hay un protocolo, solo algunas formalidades, por eso algunos no lo hacen pero yo quiero que tengamos algo especial, como muchas otras parejas en la escuela.

Al escuchar esto, Ty Lee se dio cuenta de su error y se llevó una mano a la boca, atónita.

—Oh… estabas hablando… del casillero… —murmuró, sintiéndose cada vez más roja.

Azula notó la expresión en el rostro de Ty Lee y frunció el ceño, confundida.

—¿Qué pasa? —preguntó, sin comprender.

Ty Lee dejó escapar una risita nerviosa y negó con la cabeza, intentando aclarar la situación.

—Nada, nada… sólo… es que pensé que hablabas de… otro tipo de “paso”, —admitió, completamente avergonzada.

Azula, quien hasta ese momento había sido la más tranquila, se quedó mirándola en shock mientras entendía a qué se refería Ty Lee. Sus mejillas se volvieron rojas en un instante, sintiendo que el calor le subía al rostro.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡No estaba hablando de eso! —exclamó, claramente avergonzada y mirando hacia otro lado.

Ty Lee comenzó a reírse al ver a Azula tan roja, y no pudo evitar lanzarle una sonrisa traviesa.

—¿De verdad no era eso lo que tenías en mente, Azula? —bromeó, haciéndole sentir aún más vergüenza.

Azula balbuceó algo ininteligible, sintiéndose muy incómoda por primera vez.

—¡No! ¡Era sólo el casillero! —replicó, tapándose el rostro.

Ty Lee continuó riendo, disfrutando la oportunidad de ver a Azula en ese estado. Finalmente, se acercó y le tomó las manos con una sonrisa.

—Bueno, el casillero suena… bastante lindo, —admitió, aliviada pero aún un poco nerviosa.

Azula soltó un suspiro, tratando de calmarse, y asintió.

—Bien. Porque eso era todo, Ty Lee. Lo del casillero. Nada… nada más… por ahora—dijo, sintiéndose aún un poco roja.

Ambas se miraron, riendo juntas al darse cuenta del malentendido. Y aunque quizás Azula no estuviera lista para ese paso, ese momento les había dejado claro que, en el fondo, ambas estaban dispuestas a seguir adelante, paso a paso.

 

Días después, Ozai se encontraba en su modo usual, lanzando comentarios sarcásticos a Ursa mientras ella trataba de ordenar algunas cosas en la biblioteca de la casa.

—¿Sabes? —dijo Ozai con una sonrisa irónica—, últimamente me parece que tienes más canas. ¿Será que alguien está empezando a sentir los efectos de la edad?

Ursa se volvió hacia él con una sonrisa tan dulce como peligrosa. Ya tenía una idea para darle una lección por sus comentarios.

—Oh, ¿de verdad, Ozai? —respondió, con una expresión inocente—. Porque, ahora que lo mencionas, tú podrías estar más afectado por la edad que yo. Especialmente porque nuestra dulce niña, Azula, ya dio el siguiente paso con Ty Lee.

La sonrisa de Ozai desapareció en un segundo, y sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Qué? —preguntó, atónito, incapaz de procesar la información.

Ursa asintió con total seriedad, como si fuera lo más natural del mundo.

—Sí, Ozai. De hecho, ya lo hicieron… en la escuela.

Ozai sintió que la sangre se le congelaba. Su mente intentaba juntar las piezas, pero las imágenes que aparecían no eran nada reconfortantes.

—¿En… la escuela? —repitió en un murmullo, casi como si intentara entender cómo era posible. Le faltaban palabras para expresar el conflicto de emociones que sentía.

—Sí, ocurrió ahí, en frente de todo el mundo —Ursa continuó con total tranquilidad, tratando de no soltar la carcajada.

Ozai se pasó una mano por el rostro, visiblemente pálido.

—No… no puede ser, ¿cómo sucedió esto sin que nadie me avisara? —dijo casi con desesperación—. ¿Cómo se atreven los profesores a permitir… semejante cosa?

Ursa, disfrutando del efecto, continuó con su farsa, ocultando una sonrisa tras un suspiro.

—Bueno, Ozai, tal vez es porque es algo común entre las parejas en su escuela. En fin, nuestra Azula es bastante independiente, ¿no crees?

Ozai se quedó en silencio unos segundos, procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, su rostro se endureció, como si hubiera tomado una decisión firme.

—Tengo que hablar con Azula sobre esto, —dijo con voz tensa—. No puedo permitir que siga adelante con algo tan… irresponsable. Esto ya se nos ha salido de control.

Ursa entonces decidió que era momento de aliviar un poco la tensión.

—Ozai, no te preocupes tanto. Lo único que hicieron fue compartir un casillero, —dijo, finalmente, tratando de contener una sonrisa divertida.

Ozai se detuvo en seco, parpadeando mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Un… casillero? —preguntó, incrédulo. Su expresión pasó de completa sorpresa a un enojo avergonzado—. Ursa, ¿por qué no dijiste eso desde el principio?

Ursa soltó una pequeña carcajada y le dio un toque en el hombro.

—Porque resulta que no eres tan fácil de impresionar como crees, y últimamente necesitas un poco de emoción en tu vida.

Ozai resopló, todavía sonrojado de la mezcla de enojo y vergüenza.

—Compartir un casillero es el principio del fin, Ursa. —Se cruzó de brazos, aún molesto.

Ursa se rió nuevamente, sacudiendo la cabeza.

—Ozai, ¿de verdad? Es un casillero, no una declaración de matrimonio.

Él torció la boca, no dispuesto a ceder tan fácil.

—Tal vez, pero si es así como empieza, ¿qué será lo próximo? ¿Tendré que preocuparme de que compartan… sus escritorios?

Ursa lo miró con diversión, disfrutando de verlo así de ridículo, y se acercó a él.

Ozai se cruzó de brazos, todavía un poco molesto tras haber sido engañado por Ursa.

—Es que… esto del casillero parece una tontería, pero también puede ser el primer paso hacia algo más serio, ¿no? Quiero decir, ¿quién sabe qué será lo próximo? —refunfuñó, como si intentara convencerse a sí mismo de que sus preocupaciones estaban justificadas.

Ursa, con una sonrisa de complicidad, no pudo resistir la oportunidad de jugarle otra broma y, con aire casual, dijo:

—Vanos, no me digas que pensaste en casarte conmigo porque compartimos un casillero en la preparatoria

Ozai la miró, a punto de responder con otra broma, pero se quedó en silencio de repente. De pronto, sus propios recuerdos lo traicionaron y comenzaron a desfilar por su mente. Recordó los días en los que él y Ursa dejaban pequeñas notas en su casillero compartido, los detalles y las risas que compartían en los pasillos de la escuela. Y sí… de alguna manera, esos momentos lo habían llevado a imaginar un futuro con ella.

Ursa levantó una ceja, esperando que se riera, pero en cambio lo vio poner una expresión seria, un tanto pensativa.

—Ozai… —dijo, divertida—. ¿No estarás diciendo que sí pensaste en casarte conmigo por un casillero compartido, verdad?

Ozai carraspeó, intentando disimular el leve sonrojo en su rostro.

—No… no, no, no diría eso pero… bueno, tal vez… ¿Tendría algo de malo? —dijo, a la defensiva—. Compartir un casillero puede ser algo muy… íntimo.

Ursa no pudo evitar soltar una carcajada. Ahora, la persona que parecía confundida e insegura era él.

—Entonces, ¿crees que Azula y Ty Lee se están planteando algo así solo por compartir el casillero? —le dijo, aún entre risas.

Ozai, visiblemente incómodo, intentó mantener la calma, pero su expresión de preocupación no desaparecía.

—Bueno, es que… si yo pensé en eso, tal vez Azula también lo haga. ¿No crees?

Ursa le acarició el brazo, conteniendo la risa mientras le hablaba con tono cariñoso.

—Ozai, estás exagerando. Que tú fueras un romántico empedernido en la preparatoria no significa que nuestra hija esté pensando en matrimonio. —Le lanzó una sonrisa traviesa—. Aunque debo decir que me gusta saber que me tomabas tan en serio, incluso entonces.

Ozai puso los ojos en blanco, tratando de recuperar su compostura.

—Bueno, en fin… no tiene nada de malo ser precavido, —murmuró, todavía intentando justificar su paranoia—Pero solo porque… soy un buen padre. No por otra razón.

Ursa, divertida, le dio un beso en la mejilla y lo miró con dulzura.

—Eres un buen padre, Ozai. Aunque también un poco dramático.

Ozai soltó un suspiro, y aunque le costaba admitirlo, Ursa había logrado que viera lo ridículo de su preocupación. Al final, compartir un casillero no era tan grave… al menos, no hasta que él mismo decidiera en su juventud que aquello era una señal para casarse.

Ursa se rió en silencio mientras Ozai, todavía con un último resquicio de incomodidad, murmuró para sí mismo:

—Aun así, quizá debería vigilar ese casillero.

Notes:

Bien, esta es la conclusión de la situación del casillero jejeje, el próxima capítulo espero subirlo pronto, solo me falta revisarlo, saludos.

Chapter 12: Tu familia

Chapter Text

Desde que empezaron a ser novias, Azula había notado que Ty Lee encontraba siempre una excusa para no invitarla a su casa. A pesar de que conocía a su familia desde hacía tiempo y siempre había sido bien recibida, parecía que las cosas habían cambiado desde que comenzaron a salir oficialmente.

Intrigada, Azula decidió hablar del tema con Mai durante el almuerzo.

—Es extraño, Mai. Ty Lee y yo hemos sido amigas desde siempre, y conozco a su familia bastante bien. Pero desde que somos pareja, parece evitar cualquier oportunidad de que vaya a su casa.

Mai la miró, levantando una ceja con expresión impasible.

—¿Y por qué crees que es? ¿Crees que su familia no aprueba la relación?

Azula suspiró, mirando su plato pensativa.

—No lo creo… pero quizás sea eso. No me ha dicho nada directamente.

Mai se encogió de hombros, sin mucho interés, pero viendo la preocupación en la mirada de Azula, decidió intervenir.

—¿Quieres que hable con ella? Quizás pueda sacarle alguna respuesta.

Azula la miró con una mezcla de agradecimiento y alivio.

—Por favor, Mai. Pero que no sea tan obvio… no quiero que Ty Lee piense que estoy obsesionada con esto.

 

---

Ese mismo día, Mai se acercó a Ty Lee después de las clases.

—Ty Lee, ¿puedo preguntarte algo? —dijo Mai, sin rodeos—. Azula está un poco… preocupada. Dice que no la has invitado a tu casa desde que son novias. ¿Hay alguna razón?

Ty Lee suspiró, mirándola con una sonrisa algo apenada.

—Mai, no te voy a mentir, mi familia ama a Azula y en cuanto sepan que es mi novia van a enloquecer, no quiero que Azula se sienta incómoda por su… ya sabes…

Mai puso los ojos en blanco, comprendiendo la situación.

—Ty Lee, conoces a Azula. Es casi imposible que algo la ponga incómoda… además, ya está comenzando a imaginar cosas.

Ty Lee se mordió el labio, pensativa, y luego asintió.

—Tienes razón, Mai. Es mejor que se lo muestre, aunque no va a ser fácil.

 

---

Esa misma tarde, Ty Lee invitó a Azula a su casa. Azula, aunque estaba aliviada, se preguntaba por qué Ty Lee parecía tan nerviosa al abrirle la puerta.

—¿Estás bien? Pareces… tensa —le dijo Azula, mirándola con curiosidad.

—Sí, claro. Todo bien… —respondió Ty Lee, tratando de sonreír con naturalidad. Pero antes de que pudiera decir algo más, se escucharon voces al fondo de la casa.

En segundos, las hermanas de Ty Lee y sus padres aparecieron en la entrada, mirando a Azula con sonrisas amplias y una expresión de entusiasmo desbordante.

—¡Azula! ¡Por fin te vemos de nuevo! —dijo la madre de Ty Lee, abrazándola efusivamente antes de que Azula pudiera reaccionar.

—¡Estamos tan emocionados de que tú y Ty Lee estén juntas! —añadió el padre, sonriendo de oreja a oreja—. ¡Siempre supimos que había algo especial entre ustedes dos!

Azula intercambió una mirada rápida con Ty Lee, sorprendida por la intensidad de la bienvenida. Las hermanas de Ty Lee comenzaron a rodearlas y a lanzar preguntas sin parar.

—¿Quién le confesó a quién?

—¿Cómo fue su primera cita?

—¡Tienen que contarnos todos los detalles!

Ty Lee se sonrojó visiblemente, mientras Azula intentaba mantener la compostura, aunque la situación la había tomado por sorpresa.

—Bueno, fue… algo inesperado —respondió Azula, tratando de sonar despreocupada—. Pero no sé si es tan interesante como parece.

—¡Claro que sí! —insistió una de las hermanas, sonriendo emocionada—. ¡Por fin están juntas, como siempre pensamos que deberían estar!

Azula apenas pudo responder cuando otra hermana le tendió una bandeja de galletas caseras, mientras otra sacaba fotos rápidamente, y su madre no dejaba de observarlas con una mirada soñadora.

Ty Lee le lanzó una mirada de disculpa a Azula, murmurando en voz baja:

—¿Lo ves? Por esto no te había invitado… Son un poco… entusiastas.

Azula intentó contener una sonrisa, sintiéndose divertida por la situación.

—Ty Lee, está bien, es tu familia y la atención no me molesta—le dijo, con una sonrisa confiada.

Sin embargo, en ese momento, una de las hermanas soltó una pregunta que hizo que ambas se quedaran congeladas.

—¿Y ya piensan en el futuro? ¿Tienen planes de vivir juntas o… algo más?

Ty Lee casi soltó una risa nerviosa, mientras Azula trataba de responder sin ponerse colorada.

—Eso es… algo que todavía no hemos hablado —dijo Azula, intentando sonar casual.

La madre de Ty Lee soltó un suspiro emocionado, mirándolas como si fueran una pareja de película.

—No importa, querida. Todo a su tiempo. Solo queremos que sepan cuánto las apoyamos. Te apreciamos mucho Azula, especialmente por lo feliz que haces a nuestra pequeña Ty Lee.

Azula y Ty Lee intercambiaron una mirada mezcla de incomodidad y diversión. Finalmente, Ty Lee soltó un suspiro, algo abrumada.

—Bueno, eh Azula y yo… vamos a salir al jardín un rato, ¿sí? —dijo, mientras empezaba a guiar a Azula hacia el patio.

Ya afuera, Ty Lee se tapó el rostro con ambas manos, avergonzada.

—Lo siento, Azula. Eso fue demasiado.

Azula se echó a reír, dándole un apretón en la mano.

—Debo admitir que… fue más de lo que esperaba. Pero está bien—respondió, suavizando su tono—. Además, tú has lidiado todo este tiempo con mis padres y con Zuzu, yo también… quiero lidiar con tu familia.

Ty Lee le sonrió, aliviada.

—Gracias, Azula. A veces, mi familia puede ser un poco… intensa.

Azula asintió, todavía divertida.

—No te preocupes. Aunque no estaba preparada para tanto entusiasmo, fue bueno saber cuánto te apoyan. También es reconfortante saber lo mucho que le agrado a tu familia.

Ambas se rieron, dejando atrás la incomodidad y disfrutando de la compañía.

Chapter 13: Fiesta en la piscina

Summary:

Traje una gran actualización con este mega capítulo como extra, en realidad eran como tres capitulos pero decidí mejor dejarlo en uno.

Chapter Text

Era una tarde tranquila en casa, y Azula y Ursa estaban en la cocina, planificando una pequeña reunión en la piscina.

—Mamá, entonces… ¿crees que puedo invitar a Ty Lee y Mai? Podríamos nadar un rato y tal vez pedir algo de comer, nada muy grande —decía Azula, ya imaginando la tarde perfecta.

Ursa sonrió, asintiendo.

—Claro, cariño. Puedes invitar a tus amigas. Será divertido y hace mucho que no las traes a casa.

Sin embargo, Zuko, que acababa de pasar por el pasillo, escuchó esto y entró, cruzado de brazos.

—¿Azula puede invitar a sus amigas a nadar, pero yo nunca puedo invitar a los míos? —protestó, lanzándole una mirada molesta a su madre—. Eso no es justo.

Ursa suspiró, lanzando una mirada comprensiva a Zuko.

—Tienes razón, Zuko. Tal vez puedas invitar a algunos amigos en esta ocasión y así pasen un rato juntos.

Zuko alzó una ceja, sorprendido, y Azula frunció el ceño, no muy convencida de compartir su tarde con los amigos de Zuko, aunque al menos era una oportunidad de tener una reunión con todos.

Justo cuando estaban a punto de definir los detalles, Ozai entró en la cocina, mirando a todos con el ceño fruncido.

—¿Fiesta en la piscina? —preguntó, cruzándose de brazos, claramente molesto—. No recuerdo haber aprobado nada de eso.

—Papá, es solo una reunión entre amigos —respondió Azula, notando que la mirada de Ozai no tenía el tono permisivo que usualmente reservaba para ella.

Zuko se cruzó de brazos y resopló.

—¿Ves? Nunca puedo invitar a nadie.

Pero Azula estaba sorprendida. No recordaba la última vez que Ozai le había prohibido algo, y verlo tan inflexible la desconcertaba. Ursa, dándose cuenta de la tensión, decidió intervenir.

—Zuko, Azula, ¿por qué no se van a sus habitaciones un momento? Hablaré con su padre —dijo Ursa, con un tono firme, lanzándoles una mirada que les indicaba que no debían discutir.

Una vez solos, Ursa se volvió hacia Ozai, cruzando los brazos.

—¿Y bien? ¿Por qué tanta objeción? Solo es una pequeña reunión en la piscina, Ozai.

Ozai suspiró, desviando la mirada.

—No sabes cómo son esas reuniones en la piscina, Ursa. No quiero que esta casa se convierta en un desorden y mucho menos que… pasen cosas inapropiadas aquí.

Ursa levantó una ceja, conteniendo una sonrisa.

—¿Inapropiadas? Ozai, son adolescentes. Seguro que solo quieren divertirse.

Él negó con la cabeza, claramente molesto.

—¿Ah, sí? ¿Y qué me dices de todas las cosas “divertidas” que hacen los chicos de su edad? No quiero lidiar con ningún incidente.

Ursa le lanzó una mirada pensativa y luego suspiró.

—¿Sabes? Si no dejamos que hagan la fiesta aquí, lo harán en algún otro lugar, como en la casa de Mai. ¿Sabías que casi nunca hay adultos ahí?

Ozai se quedó pensativo, frunciendo el ceño aún más.

—¿Qué insinúas?

—Que si tenemos la reunión aquí, al menos podremos supervisarlos un poco. De lo contrario, Azula y Zuko irán a otro lugar donde tal vez no haya control de nada. Prefiero que estén aquí, donde sabemos qué está pasando —dijo Ursa, manteniendo la calma.

Ozai miró a Ursa, evaluando sus palabras. Finalmente, suspiró, aceptando que tal vez tenía razón.

—Está bien… supongo que será mejor tenerlos aquí, después de todo. Pero más vale que no hagan nada imprudente.

Ursa sonrió y le dio una palmadita en el brazo.

—Confía en ellos. Sabes que Azula y Zuko no son niños pequeños.

Ozai, aunque aún un poco preocupado, asintió lentamente, resignado.

La noche antes de la fiesta, Ursa y los chicos estaban en la cocina, organizando los últimos detalles. Sin embargo, la presencia de Ozai se hacía sentir en cada aspecto de la planificación. Se había empeñado en establecer un conjunto de reglas y restricciones tan severas que la fiesta estaba empezando a parecer un campo de entrenamiento militar.

—Azula, nada de problemas ni bromas con tus amigas y limita tu contacto con Ty Lee en la piscina, es peligroso. Zuko, nada de imprudencias, no juegos raros ni muy extremos y nada de dejarte influenciar por tus amigos —advirtió Ozai, lanzándoles miradas de desaprobación—. Y absolutamente nada de comida cerca del agua.

Ursa trató de mantener la calma, pero la lista de restricciones de Ozai crecía y crecía. Finalmente, suspiró y miró a Ozai con una mezcla de paciencia y determinación.

—Ozai, creo que deberías confiar un poco más en nuestros hijos. Yo me encargaré de supervisar todo; no es necesario que te involucres tanto.

—¿Confiar? —Ozai la miró como si hubiera sugerido una locura—. Lo siento, Ursa, pero yo sé cómo pueden ser los adolescentes cuando no tienen vigilancia adecuada.

Ursa, ya al límite de su paciencia, levantó una mano con firmeza.

—Ozai, creo que va a ser mejor que tomes un descanso… de la fiesta. De hecho —dijo, plantando las manos en la cintura—, te veto de la fiesta. Yo supervisaré todo, y tú… bueno, tú puedes relajarte y disfrutar tu día.

Azula y Zuko intercambiaron miradas divertidas, mientras Ozai la miraba incrédulo.

—¿Estás… vetándome de la fiesta? —repitió, perplejo.

—Así es. Considera esto una oportunidad para practicar un poco de confianza —dijo Ursa, sonriendo suavemente—. Confía en mí y en tus hijos.

Ozai, aunque claramente molesto, asintió lentamente, sin muchas opciones. Pero en su interior, ya se le estaba ocurriendo otro plan.

 

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A la mañana siguiente, Ozai estaba en su oficina en la empresa. Decidido a asegurarse de que nada se saliera de control en la fiesta, llamó a su sobrino Lu Ten para que lo visitara.

Cuando Lu Ten llegó, no tenía ni idea de qué esperar, pero se encontró con su tío sentado detrás del escritorio, en lo que parecía una reunión… de emergencia.

—Tío Ozai, ¿todo bien? —preguntó Lu Ten, tomando asiento con curiosidad.

Ozai le hizo una seña para que se acercara y, con seriedad, comenzó a explicarle su misión.

—Lu Ten, necesito que vigiles una fiesta que tendrán Azula y Zuko en casa esta tarde —comenzó Ozai, mirándolo con gravedad.

Lu Ten parpadeó, sorprendido.

—¿Quieres… que vigile una fiesta?

—Así es —confirmó Ozai, inclinándose hacia adelante—. Ursa me ha prohibido asistir, pero no puedo dejarlo en sus manos completamente. Necesito un par de ojos confiables para supervisar, y pensé en ti.

Lu Ten no pudo evitar una sonrisa divertida, pero mantuvo la compostura.

—Tío, no creo que sea tan grave, pero… ¿qué quieres que haga exactamente?

—Quiero que vigiles que nada se salga de control. Mantente atento a cualquier comportamiento sospechoso, especialmente de parte de Azula y sus amigas. Y Zuko… bueno, ya sabes cómo es —dijo Ozai, bajando la voz como si compartiera un secreto de estado.

Lu Ten se mordió el labio, conteniendo la risa, pero asintió con la mayor seriedad que pudo reunir.

—Entendido, tío. Entonces… ¿espiaré de incógnito?

—Exacto. Actúa con discreción, y haz como si fueras un invitado más. La misión es no levantar sospechas, pero informarme si sucede algo fuera de lo normal —explicó Ozai, asintiendo con satisfacción al ver que Lu Ten estaba tomando la misión en serio.

—Muy bien, cuenta conmigo —dijo Lu Ten, dándole una palmadita en el hombro antes de salir.

 

En una soleada tarde, el grupo completo estaba en la casa de los padres de Azula y Zuko: Ty Lee, Mai, Sokka, Katara, Aang, Suki y Toph. Disfrutaban de una reunión llena de risas, y entre juegos y comida, todo parecía fluir naturalmente. Sin embargo, en un momento de calma, Sokka decidió sacar un tema peculiar.

—¿Alguna vez han visto esos animes tipo harem? —comentó, dirigiéndose a Aang y Zuko—. He notado que usualmente todas las chicas tienen personalidades súper distintas, pero todas son lindas de alguna forma.

Zuko soltó una risa irónica y respondió:

—Dudo mucho que todas las chicas sean lindas. Digo, ¿imaginas a Azula siendo "linda"?

Aang lo interrumpió de inmediato.

—En realidad es super linda cuando está con Ty Lee, es como si fuera otra persona.

Zuko se quedó en silencio, sorprendido por la observación de Aang, y eso llamó la atención de las demás chicas, que empezaron a acercarse, curiosas por la conversación.

—¿De qué hablan? —preguntó Mai, mirando a los chicos con una ceja levantada.

—De cómo serían ustedes si fueran personajes de anime —explicó Sokka, con una sonrisa divertida—. Ya saben, cada una con su personalidad única… como en un harem.

—¿Un harem? —Katara cruzó los brazos—. No sé si me gusta ese género, pero…

—Entonces, ¿qué tipo de personaje creen que sería cada una? —preguntó Azula, con una sonrisa competitiva—. Aunque, obviamente, yo sería la número uno

—¿Tú? —Katara rodó los ojos—. No, no, no… no lo creo, la villana nunca es la número uno. La número uno sería la chica madura e inteligente, como yo.

Azula entrecerró los ojos.

—Eso es ridículo. Todos saben que la villana es siempre la más querida

La tarde avanzaba entre risas y bromas y, de inmediato, la conversación entre Azula y Katara comenzó a subir de tono, con cada una intentando ser la más "adorable" del grupo de manera muy sutil, aunque eso era evidente solo para quienes las conocían bien.

Ty Lee, al ver el pequeño pique entre Azula y Katara, sintió un leve cosquilleo de celos. Sabía que no era algo serio, así que decidió no darle mucha importancia, aunque miraba de reojo a Azula cada vez que se reía con los comentarios de Katara.

Y así, poco a poco, la conversación se fue convirtiendo en una especie de competencia entre Azula y Katara, con cada una argumentando por qué sería la número uno. Mientras ellas discutían, las otras chicas intentaban encontrar sus propios “personajes de anime”.

—Bueno, yo sería la chica misteriosa —dijo Mai, encogiéndose de hombros—. Ya saben, la que se queda en el fondo observando todo pero es tan interesante que siempre roba escena.

—Yo creo que podría ser la chica linda, ya sabes, la más femenina y tierna—intervino Ty Lee con una sonrisa, lanzando una mirada fugaz a Azula.

Mientras el debate seguía, un invitado inesperado se unió a la escena: Lu Ten, el primo de Zuko y Azula. Al parecer, había ido a la casa a entregar algo que su padre, Iroh, le había enviado a Ozai.

Ursa, al verlo, sonrió amablemente y lo invitó a quedarse un rato con ellos.

—Hola, Lu Ten —dijo Katara, notablemente animada. Luego se volvió hacia Suki, y ambas compartieron una mirada divertida—. ¿Quieres unirte a la fiesta?

Aang y Zuko intercambiaron una mirada de sorpresa.

—Espera… ¿qué está pasando aquí? —preguntó Zuko, algo confuso por el repentino entusiasmo de Katara y Suki.

Sokka, sin perder la oportunidad de bromear, se inclinó hacia ellos y murmuró:

—El galán del anime ha llegado, prepárense para ver a todas las pollitas compitiendo por su atención.

Al oír esto, Azula frunció el ceño ligeramente, pero a su lado, Ty Lee mostró una expresión de fastidio evidente. A diferencia de las otras chicas, a ella no le interesaba Lu Ten en absoluto, y la atención que estaba recibiendo de Azula no la hacía particularmente feliz.

Azula notó la expresión de Ty Lee y le dio un pequeño apretón en la mano, tranquilizándola, pero Katara no pudo resistir y le lanzó una sonrisa retadora.

—Dime, Azula, como hermana menor ¿Crees que puedas ser la más adorable? Si pensamos en quién es la hermana más adorable, ¿crees que ganarías?

Azula sonrió desafiantemente, dispuesta a demostrar su punto.

—La malvada y divertida hermana menor es mejor que la hermana sobreprotectora

— ¿Tú qué opinas Lu Ten? — Katara lo miró pero Lu Ten no sabía qué decir, ni siquiera entendía de qué le hablaban y para su fortuna intervino Zuko.

—¿Qué están diciendo? —preguntó Zuko, sorprendido de que todos le pusieran atención a Lu Ten.

—Nada, Zuko. Sólo estamos viendo quién sería la “hermana más adorable” —respondió Katara, con una risa traviesa.

—Ahora que lo mencionas, no me imagino a Azula siendo linda con Zuko— Sokka lo comento de manera casual recordando cómo Azula parecía más un tormento para su hermano.

—Azula es linda con Lu Ten — Mai no pudo evitar intervenir pensando en el pasado, cuando eran pequeñas y Azula seguía a Lu Ten a todas partes.

—¿Qué? ¿En serio?— Katara, al igual que los demás, se sorprendió al escuchar eso, ella pensaba que sólo Ty Lee tenía el privilegio de ver el lado amable de Azula.

—Bueno…— Pero Azula se sintió algo incómoda al notar la mirada de todos sobre ella.

La situación dio un giro cuando Zuko miró en dirección a su primo, notando cómo Azula también le sonreía amistosa. Y de inmediato sintió una punzada de celos. Ty Lee, por su parte, al ver la atención que Azula le daba a Lu Ten, también empezó a sentirse incómoda. ¿Por qué Azula tenía que prestarle tanta atención?

Ty Lee quería hacer algo pero no quería ser ella quien causara una escena, aunque viendo a Zuko ya molesto pensó en echarle más leña al fuego, Ty Lee, con un tono inocente pero mirando a Zuko de reojo, se inclinó y le susurró:

—Parece que se llevanuy bien ¿Crees que Azula preferiría ser la hermana de Lu Ten?

Zuko giró la cabeza, sorprendido, y al ver que Azula y Lu Ten intercambiaban algunas palabras amistosas, no pudo evitar que se le encendiera una chispa de celos protectores.

— Sabes que es mi hermana, ¿verdad? No es que me importe ni nada por el estilo, solo quiero que quede claro que si Azula juega algún rol de competencia de hermanas es como MI hermana ¿Entendido?

Azula lo miró, sorprendida, y luego sonrió, con un toque de burla.

—¿Qué te pasa, Zuko? No tienes que ponerte celoso. Sólo estaba siendo amable. Pero no sé, tal vez Lu Ten sería un mejor hermano —respondió, bromeando sólo para molestarlo un poco más.

Zuko se tensó y, con su actitud protectora, comenzó a quejarse de cómo Azula debía recordar que era su hermana. Al ver la situación, Aang se rió, señalando lo obvio.

—¡Eres como un hermano celoso y gruñón, Zuko! Eres el perfecto tsundere.

Sokka asintió, divertido.

—Sí, un verdadero tsundere. Eres demasiado lindo cuando te pones protector y gruñón con Azula.

Incluso las chicas comenzaron a reírse, y Toph, sin filtro, agregó:

—Vaya vaya, quién diría que Zuko sería el ganador de la batalla de la hermanita más linda

Zuko se cruzó de brazos, mirando a todos con incomodidad.

—No soy un tsundere —refunfuñó, aunque su tono lo delataba.

Azula, sintiéndose victoriosa, sonrió de lado y se inclinó hacia él.

—Claro, claro, Zuzu. Pero si eres tan adorable siendo así, creo que es oficial: eres la “hermanita” más linda de la familia.

Zuko, un tanto avergonzado por todos los comentarios, no pudo hacer otra cosa que rodar los ojos, mientras el resto del grupo seguía riendo. La broma entre todos continuó, con el apodo de “Zuzu-chan” quedándose en el aire mientras volvían a relajarse y disfrutar de la reunión.

Las risas estallaron a su alrededor, y Ty Lee sonrió para sí misma. Al menos ahora Azula estaba más ocupada lidiando con Zuko que prestando atención a Lu Ten. Katara, divertida por la situación, miró a Azula y le lanzó un reto en tono burlón:

—¿Y qué tal si Azula demuestra que puede ser la hermana más adorable?

Azula se encogió de hombros, fingiendo indiferencia, aunque la idea de superarse en todo no le desagradaba. Pero antes de que pudiera responder, Zuko, aún molesto, cruzó los brazos y dijo:

—No hay nada que discutir. Ya gané, yo soy la hermana adorable así que dejen ya el tema

Las chicas lo miraron y, entre risas, tuvieron que admitir que, al final, Zuko tenía razón. Su actitud tsundere y su lado protector habían ganado la competencia sin proponérselo.

Ty Lee, satisfecha, se recostó junto a Azula, murmurando en tono victorioso:

—A veces, ganar no es lo que importa, ¿no crees?

Azula, con una mezcla de confusión y diversión, le sonrió. Aunque la competencia había terminado de forma inesperada, todos volvieron a la diversión de la tarde, mientras Ty Lee sentía que todo había salido de acuerdo a su plan.

La fiesta continuaba con música y risas, y Lu Ten parecía haber atraído la atención de varias de las chicas. Katara, siempre directa, le preguntaba cosas sobre sus entrenamientos, Suki aprovechaba cualquier oportunidad para demostrar sus habilidades deportivas lo invitaba a jugar voleibol y hasta Toph, en su estilo despreocupado, hacía comentarios sarcásticos para llamar su atención.

Azula, al notar los esfuerzos de todas para captar la atención de su primo, no pudo evitar burlarse.

—¿De verdad van a seguir en eso? —dijo, con una sonrisa de suficiencia—. Parece que nunca hubieran visto a un chico.

Katara le lanzó una mirada con una sonrisa competitiva.

—¿Y tú? ¿Es que no quieres mostrar tus habilidades, Azula? —preguntó, retándola.

Azula se rió, con los brazos cruzados.

—Por supuesto que no. Tengo algo mejor que demostrarles: que no necesito impresionar a nadie —contestó con calma, sin darse cuenta de que, mientras hablaba, se estaba acercando peligrosamente a la orilla de la piscina.

Lu Ten, observando la escena desde un poco más lejos, notó la situación y, con rapidez, se acercó a ella.

—¡Azula, cuidado! —exclamó mientras la sujetaba del brazo para evitar que cayera al agua. Azula se sobresaltó y se giró hacia él, sorprendida de verlo tan cerca. Podía sentir la calidez de su mano, y Lu Ten, con un gesto amable, le dijo en voz baja—. Ten cuidado, podrías resbalar y caerte.

Ty Lee, quien había observado todo desde el otro lado de la piscina, sintió una punzada de celos al ver la escena. No podía negar que le molestaba ver a Lu Ten tan cerca de Azula, aunque intentó disimularlo.

—Oh, bueno, creo que es hora de que Azula tenga una escolta personal, ¿no? —dijo Ty Lee, con una sonrisa que disimulaba su irritación mientras se acercaba rápidamente a Azula y tomaba su mano para llevarla a otro lado de la fiesta.

Azula notó la mirada de Ty Lee, aunque no comentó nada. Le gustaba que su novia estuviera cerca, y si eso ponía a su primo en una situación incómoda, aún mejor.

Sin embargo, Lu Ten se dio cuenta de las intenciones de Ty Lee y recordó las instrucciones de su tío. Ozai había sido muy claro: debía vigilar de cerca a Azula y Ty Lee para que “no se acercaran demasiado”.

Para intentar cumplir con esa misión, Lu Ten, decidido a evitar que Ty Lee monopolizara a Azula, intervino en varias conversaciones de manera estratégica. Cada vez que veía a Ty Lee acercarse a Azula, encontraba alguna excusa para que otra persona hablara con ella o hacía que Azula se uniera a otra actividad. Aun así, Ty Lee era rápida, y se las arreglaba para estar a su lado casi de inmediato.

En un momento, Azula, un poco fastidiada, miró a su primo con una sonrisa de burla.

—¿Qué pasa, Lu Ten? ¿Te has convertido en mi sombra? —preguntó, con tono divertido—. Nunca te vi tan protector.

Lu Ten se rascó la nuca, tratando de disimular.

—Solo quiero asegurarme de que todo esté en orden, nada más —respondió, intentando sonar despreocupado.

Ty Lee, con una sonrisa entre inocente y desafiante, tomó la mano de Azula y entrelazó sus dedos, dejando claro que, si bien Lu Ten podía intentar separarlas, no lo iba a conseguir tan fácilmente.

—No te preocupes, Lu Ten. Yo cuidaré de Azula —dijo Ty Lee, mirándolo con una expresión dulce pero firme.

Lu Ten suspiró internamente, consciente de que esta misión estaba siendo más complicada de lo que había anticipado. Sin embargo, no estaba dispuesto a fallarle a Ozai, así que siguió intentando encontrar excusas para alejar a Azula de Ty Lee, aunque cada vez parecía más difícil.

La fiesta continuaba, y los amigos reían y disfrutaban de la tarde. Para los demás, todo parecía una reunión divertida y normal, pero entre Lu Ten, Ty Lee y Azula, la dinámica de celos, competencia y protección se había convertido en el centro de una pequeña batalla silenciosa.

Al final, Lu Ten se quedó cerca de la piscina, observando cómo Azula y Ty Lee disfrutaban del agua, riendo juntas y empujándose juguetonamente bajo el sol. Había intentado separarlas toda la tarde, pero sus esfuerzos parecían ser completamente inútiles. Cada vez que lograba intervenir, Ty Lee encontraba la manera de volver junto a Azula, y ahora en la piscina no había forma de mantenerlas alejadas.

Con un suspiro frustrado, Lu Ten miró hacia otro lado, cuando notó que Mai se acercaba, con su característica expresión neutral.

—Te estás esforzando mucho, ¿sabes? —dijo Mai, con su tono indiferente, observando la escena—. Todo ese esfuerzo solo porque Ozai te lo pidió.

Lu Ten frunció el ceño, algo sorprendido.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó, tratando de no sonar demasiado obvio.

Mai se encogió de hombros.

—Eres el tipo más calmado que conozco, Lu Ten, y solo te he visto vigilante así por órdenes de alguien más. Además, eres primo de Azula. No creo que estés haciendo de niñera por decisión propia —explicó, mientras observaba a las dos chicas en la piscina.

Lu Ten sonrió con resignación, admitiendo que Mai tenía razón.

—Pensé que sería fácil pero ahora Azula y Ty Lee son... no sé, diferentes. Mi tío insiste en que me asegure de que no se acerquen demasiado, pero es como si esa insistencia solo hiciera que se pegaran más. Me cuesta entenderlas.

Mai lo miró con una mezcla de comprensión y aburrimiento.

—No tiene caso entenderlas. Parece que son polos opuestos, pero son como imanes que no puedes separar, quizá porque en el fondo son iguales—dijo, encogiéndose de hombros nuevamente—. Pero si quieres un consejo, deja de esforzarte. No vale la pena.

Lu Ten rió un poco, reconociendo la verdad en sus palabras.

—Supongo que Ozai es el único que tiene problemas con su relación. Para ser sincero, a mí me intriga. No me lo esperaba, siempre pensé que Ty Lee tendría un novio más como Sokka o Zuko y que Azula saldría con alguien como Aang o como Suki—confesó, observando cómo Azula y Ty Lee seguían riendo en el agua, ajenas a su conversación.

Mai alzó una ceja, un poco sorprendida por su sinceridad.

—Ya sabes cómo es Ozai —contestó—. Se preocupa demasiado.

—Aunque supongo que lo entiendo, Azula está cambiando mucho—Se detuvo un segundo, buscando las palabras correctas—. Es como… diferente, más abierta. Como si Ty Lee sacara un lado de ella que yo no conocía.

Mai asintió lentamente, comprendiendo su punto.

—Ty Lee hace que Azula sea ella misma sin tener que demostrar nada a nadie. Creo que por eso funcionan. Lo que ves con ellas es... complicado y un poco caótico, pero es real, es como son —dijo, con una pequeña sonrisa apenas perceptible.

Lu Ten asintió, notando cómo Azula y Ty Lee, sin importar cuántos intentos hacía por separarlas, volvían a encontrarse una y otra vez, como si se atrajeran de forma natural. Entendió que no tenía sentido resistirse más; tal vez, como dijo Mai, no valía la pena esforzarse en algo que claramente no iba a cambiar.

Soltó un suspiro, resignado.

—Supongo que el tío Ozai tendrá que aceptar que esta es la realidad, nos guste o no —murmuró, casi para sí mismo.

Mai le lanzó una mirada, con una ligera sonrisa.

—Buena suerte con eso.

Chapter 14: Un cambio

Summary:

Ozai recibe el reporte de Lu Ten sobre la fiesta y Azula y Ty Lee también hablan de eso.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Al día siguiente, Ozai llamó a Lu Ten a su oficina para recibir el reporte de la fiesta en la piscina. Lu Ten entró y, con la compostura habitual, hizo un saludo rápido antes de disponerse a hablar.

—Lu Ten —empezó Ozai, cruzando los brazos—, cuéntame, ¿cómo estuvo la fiesta?

—Bien, tío. Todo transcurrió sin problemas. Los chicos y las chicas nadaron, jugaron y pasaron un buen rato. Ursa estuvo supervisando toda la fiesta, así que fue... una tarde tranquila —explicó Lu Ten con naturalidad.

Ozai asintió, relajándose un poco.

—¿Y Azula? ¿Todo en orden con ella y Ty Lee? —preguntó, con un toque de cautela.

—Sí —confirmó Lu Ten, asintiendo—. Estaban juntas, como siempre, pero solo pasándola bien. Nada fuera de lo común, tío.

Ozai pareció calmarse al escuchar esto, y Lu Ten no pudo evitar preguntar:

—¿Por qué te preocupa tanto, tío? ¿Es que piensas que Ty Lee es una distracción para Azula?

Ozai negó con la cabeza lentamente, sin apartar la mirada de su sobrino.

—No, no es eso. De hecho, he pensado muchas veces que la relación de Azula con sus amigas la ayuda a superarse, a encontrar cierto equilibrio —respondió, eligiendo sus palabras con cuidado—. A veces creo que Azula... necesita a esas personas cercanas, a quienes realmente le importan.

Lu Ten parpadeó, sorprendido por la sinceridad y reflexión en las palabras de su tío.

—Entonces... ¿cuál es la preocupación?

Ozai suspiró, mirando hacia la ventana con una expresión inusualmente vulnerable.

—Simplemente no quiero que salga lastimada. Azula siempre ha sido fuerte, pero también... creo que puede ser un poco inflexible cuando se trata de sus emociones. Si algo saliera mal, si alguna vez se decepcionara de sus expectativas, me temo que le costaría más recuperarse que a cualquiera de sus amigos.

Lu Ten asintió en silencio, comprendiendo ahora la verdadera razón detrás de las precauciones de su tío.

—Lo entiendo, tío. Ayer se le veía feliz... como si estuviera disfrutando el momento. Tal vez eso también la está ayudando a crecer.

Ozai reflexionó un momento, y aunque su rostro se mantuvo serio, sus ojos parecían más tranquilos.

—Supongo que tienes razón, Lu Ten. A veces, uno solo quiere protegerlos, aunque sepan defenderse por sí mismos.

Lu Ten asintió, y antes de irse, miró a su tío con una leve sonrisa.

—Por lo que vi, tío... parece que Azula ha aprendido bien a cuidarse y, quién sabe, puede que Ty Lee también quiera cuidar de ella

Ozai no respondió, pero parecía un poco más en paz con sus propios pensamientos.

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Azula y Ty Lee estaban pasando un momento tranquilo en la habitación de Azula, riendo y hablando en voz baja. Pero en un momento de silencio, Azula se quedó mirándola, sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y algo más.

Finalmente, le preguntó en un tono casual:
—Ty Lee… ¿por qué te molesta tanto cuando le presto atención a Lu Ten?

Ty Lee intentó quitarle peso a la pregunta, encogiéndose de hombros mientras sonreía. —No es que me moleste en particular Lu Ten… en realidad no me gusta que le prestes mucha atención a nadie más, tampoco me gusta que discutas tanto con Katara pero lo acepto, eres competitiva, eso me encanta

Azula, sin embargo, sabía que había algo más detrás de esa respuesta. —Sí, pero con Lu Ten es… distinto, ¿verdad?

Ty Lee suspiró, sabiendo que Azula no dejaría el tema sin una respuesta honesta. —Es solo que… que lo admires tanto me pone algo incómoda. A veces siento que te vuelves un poco vulnerable con él, y no me gusta pensar que alguien más pueda conocerte tan a fondo como yo.

Azula le tomó la mano y le respondió con sinceridad: —Ty Lee, nadie podría tener lo que tú y yo tenemos. Lo que compartimos es único, nadie más podría significar lo mismo para mí.

Esas palabras hicieron que Ty Lee se relajara, y sin decir nada más, se acercaron en un beso. Este beso, sin embargo, era más intenso que los de otras ocasiones, y las caricias entre ambas se sentían menos inocentes. Era como si, sin darse cuenta, estuvieran explorando una conexión más profunda y dejando salir un lado más vulnerable.

Sin darse cuenta ambas buscaban intensificar el contacto, lentamente Azula se posicionó sobre Ty Lee, mientras los brazos se su novia la atraían a estar imposiblemente más cerca, sin medir las consecuencias las manos de Azula acariciaban la cintura de Ty Lee y sus besos se deslizaban por su mandíbula a su cuello, Ty Lee se arqueó para darle mejor acceso y atrayéndola más ahora con sus piernas que rodeaban sus caderas.

Azula se sentía tanto determinada como perdida, quería más, quería algo, su mente no estaba dispuesta a darle respuestas pero su cuerpo, su cuerpo solo ardía por sentir de esa forma a Ty Lee, sus pechos presionandose, uno contra otro y la leve fricción que comenzaba a encender el fuego en ella.

Cuando la mano de Azula subió un poco por las costillas de Ty Lee mientras volvía a besarla en los labios, un leve sonido que salió de los labios de su novia la hizo sentir que perdía la razón.

Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe, y Zuko entró emocionado con su control de videojuegos. —¡Azula! Tienes que ver esto, conseguí un nuevo récord en…— Sus palabras se cortaron al ver a Azula sobre Ty Lee en la cama, ellas se separaron rápidamente pero sus rostros se quedaron encendidos de la vergüenza.

—Ah… lo siento, yo… creo que tengo que aprender a tocar antes de entrar…— dijo Zuko, nervioso y más rojo que nunca. Salió rápidamente, cerrando la puerta tras él.

Se quedaron en silencio, todavía con el corazón acelerado y una tensión en el aire que no se disipaba. Aunque intentaron retomar la conversación anterior, la atmósfera se sentía diferente, como si no supieran cómo volver a la calma tras la intromisión. Aún sentían el calor de aquel momento entre ellas, y aunque se miraron, ninguna parecía saber qué decir.

Después de un rato, Ty Lee soltó una risa suave, nerviosa, y Azula la siguió con una sonrisa que también tenía algo de incomodidad. Pero no podían negar que lo que acababa de suceder había cambiado las cosas entre ellas.

Notes:

Bueno, a partir de aquí las cosas van a cambiar un poco, entre ellas.
En otro tema, creo que me encanta Zuko, no era mi intención darle mucho protagonismo pero creo que es imposible no hacerlo, lo que aún no sé es si hacer más activo su desarrollo o que solo se quede como en el fondo ¿Ustedes qué opinan?

Chapter 15: Incomodidad

Notes:

Hola de nuevo, lamento la espera, este capítulo me tomó más tiempo de lo esperado pero creo que quedó bien, espero les guste.

Chapter Text

Zuko todavía se sentía algo incómodo después de haber interrumpido el momento entre Azula y Ty Lee. Aunque quería restarle importancia, no podía sacarse de la cabeza la imagen de ellas juntas. Así que, al día siguiente, decidió hablar con alguien que, aunque fuera un poco improbable, tenía experiencia en el tema.

Cuando encontró a Sokka, ambos estaban descansando en el parque. Zuko se acomodó junto a él en el banco y, después de un rato de silencioso nerviosismo, soltó:

—Necesito… tu consejo sobre algo.

Sokka lo miró, sorprendido. —¿Mi consejo? ¿En serio? Pensé que te daba como alergia pedirme ayuda

Zuko se encogió de hombros, avergonzado. —Bueno, es que... tiene que ver con mi hermana. Y pensé que tal vez tú podrías entenderlo mejor.

Sokka, divertido, le dio una palmada en la espalda. —Claro, hermano. Cuéntame, ¿qué ha hecho la temida Azula esta vez?

Zuko respiró hondo antes de explicarle la situación: —Pues… entré en su habitación sin tocar la puerta y… vi a Azula y Ty Lee en un momento, eh… ya sabes.

Sokka asintió, mordiéndose el labio para no soltar una risa. —Vaya… entiendo… Fue raro ¿Cierto?

Zuko rodó los ojos. — Sí, muy raro, ¿sabes? Siempre pensé que ella no quería ese tipo de cosas. Pero ahora que la veo así con Ty Lee, no se... Me preocupa, y al mismo tiempo… es asqueroso. Se siente raro que esté en una relación tan cercana. ¿Tú cómo haces para lidiar con las relaciones de Katara?"

Sokka soltó un suspiro teatral y apoyó las manos detrás de su cabeza. "Ah, mi amigo. La clave para lidiar con la vida amorosa de tu hermana es simple… no pensarlo"

"¿No pensarlo?" Zuko frunció el ceño, dudoso.

Sokka asintió, riendo. "Mira, mientras más lo pienses es peor y al final, no es tu asunto, es su vida, si quisiera tu opinión te la preguntaría… cada uno tiene sus asuntos y es mejor tomar distancia, porque si lo pienso demasiado verla haciéndose ojitos con Aang me causa roña, prefiero confíar en que sabe lo que hace. En tu caso Azula es… bueno, Azula, y está con Ty Lee así que despreocúpate"

Zuko suspiró, intentando asimilarlo. "Aunque suene raro… me siento algo… celoso, es como si… no sé, ya no está ahí todo el tiempo”

Sokka le dio una palmada comprensiva en el hombro. "Ah, sí, eso pasa. Pero seguro Azula sintió lo mismo cuando empezaste a salir con Mai, y mira, al final todos necesitamos crecer. Si lo piensas bien, ¡Azula está siendo menos solitaria! Y eso significa que, incluso si la dinámica cambia, al final estás ganando algo bueno para todos."

Zuko esbozó una pequeña sonrisa. "Supongo que tienes razón. Tal vez me enfoque en lo bueno y mejor lo ignore cuando empiece a incomodarme."

"Exacto." Sokka se rió. "Además, si Katara puede estar con Aang, Azula puede estar con Ty Lee, y yo… ¡yo estaré aquí para recordarte que a veces los hermanos solo necesitamos preocuparnos de nuestros propios asuntos!"

Zuko, más relajado, le dio un golpe amistoso en el brazo. "Gracias, Sokka. No pensé que esto ayudaría tanto."

Sokka asintió, sonriendo con orgullo. "De nada. Aunque si alguna vez te metes con mi hermana, prepárate, porque entonces sabrás lo que se siente tener a un hermano metiche."

Ambos rieron, sintiendo que, al menos, habían logrado encontrar algo de paz en la complicidad de la amistad.

 

Al día siguiente, en la escuela, Azula y Ty Lee trataban de actuar como si nada hubiera pasado, pero había un aire incómodo entre ellas. Normalmente charlaban animadamente entre clases o reían a cada oportunidad, pero hoy apenas cruzaban miradas y se limitaban a conversaciones superficiales.

Mai, observadora como siempre, no tardó en notar que algo estaba fuera de lugar. Primero, se acercó a Azula cuando estaban en el pasillo entre clases.

—¿Qué pasa contigo? Pareces… extraña —dijo, cruzándose de brazos y mirándola fijamente.

Azula desvió la mirada, incómoda. —Nada, Mai. Solo… he tenido muchas cosas en la cabeza.

Mai arqueó una ceja, poco convencida, pero sabía que presionarla solo haría que Azula se cerrara más, así que decidió no insistir. Minutos después, aprovechando un momento en el que Azula estaba ocupada, Mai se dirigió a Ty Lee, que parecía igual de inquieta.

—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó Mai en su tono relajado, aunque no podía ocultar su curiosidad.

Ty Lee se sobresaltó un poco. —¿A mí? Nada, nada. ¡Estoy bien! —respondió con una risa nerviosa que no engañó a Mai en absoluto.

Mai rodó los ojos, resignada. Sabía que ambas estaban evitando hablar del asunto, pero no tenía manera de sacarles la verdad. Sin más opciones, dejó que ambas lidiaran con sus pensamientos en silencio.

Más tarde, cuando Azula regresó a casa, su incomodidad era evidente, y no pasó desapercibida para Zuko, quien la observaba desde el pasillo.

—¿Qué te pasa? —le preguntó en un tono más curioso que preocupado.

Azula lo miró brevemente y luego apartó la vista. —Nada que te importe, Zuko. Tengo… otras cosas en mente.

Zuko hizo una mueca, pero decidió no insistir. Sin embargo, Ursa, quien también había notado la tensión en su hija, decidió preguntar más tarde en la cena.

—Azula, cariño, ¿todo está bien? —dijo con tono suave y preocupado. —Pareces distraída.

Azula, en su orgullo, se apresuró a decir: —Estoy bien, mamá. Solo estoy preocupada por un proyecto de la escuela.

Pero Ursa no se dejó engañar, y con una mirada entendió que su hija no estaba siendo sincera. Horas más tarde, cuando ambos padres estaban solos, Ursa comentó su inquietud con Ozai.

—Creo que algo le preocupa a Azula, y no es lo que dice. Deberías hablar con ella —le sugirió, esperando que él pudiera hacerla abrirse.

Ozai negó con la cabeza, casi impasible. —Ya te dio una explicación, ¿no? No veo por qué hacer un problema de esto si ella misma dice que está bien.

—Ozai… —Ursa suspiró, frustrada por su desinterés. Sin embargo, prefirió dejar el tema. Si Azula necesitaba realmente ayuda, pensó que encontraría otra manera de obtenerla.

Y esa manera, para sorpresa de todos, llegó esa misma noche cuando Azula, después de darle vueltas al asunto, decidió que el único que podría ayudarla era su hermano. Nerviosa y dubitativa, llamó a la puerta de su cuarto. Cuando Zuko le permitió entrar, él no esperaba que Azula estuviera allí para una conversación personal.

—Zuko, necesito… necesito escuchar tu punto de vista sobre… algo —dijo Azula, visiblemente incómoda. En lugar de la firmeza habitual en su tono, se notaba cierta vulnerabilidad.

Zuko frunció el ceño, preocupado. —¿Algo que no pudiste decirle a Ty Lee?

—No, porque… —Azula miró hacia el suelo, visiblemente nerviosa— porque tiene que ver con… ella.— En ese momento Zuko entró en pánico, Sokka no le dijo nada de esto, nadie le avisó que algo así podría suceder.

Zuko levantó una ceja, queriendo detenerla en ese mismo instante. —Azula, si lo que quieres es hablarme de tu vida amorosa, tal vez no soy la persona indicada.

—¡Es que no tengo a nadie más! —soltó Azula, más intensa de lo que había planeado. Luego, tras una pausa, añadió en voz baja—. Creo que solo tú podrías entenderme.

Zuko suspiró, resignado. Aunque cada fibra de su ser le pedía detener la conversación, pero el tono vulnerable de Azula lo hizo quedarse. Respiró hondo, y en un esfuerzo por ayudarla, dijo: —Está bien pero… guárdate detalles muy personales

— ¿Alguna vez te has preocupado por no ser suficiente para Mai? — En ese momento, Zuko comprendió que no era una charla superficial.

Con un tono suave, aunque incómodo, le dijo: —Azula, es… normal tener dudas y sentirse inseguro. Pero Ty Lee te ama, te adora, para ella, eres mucho más que suficiente. Solo deja que las cosas fluyan y no te presiones más de la cuenta también… pueden aprender juntas.

Azula asintió, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que su hermano estaba ahí para apoyarla, no solo para fastidiarla.

—Gracias, Zuzu— Esa fue la primera vez en mucho tiempo que ese apodo no le molestó a Zuko.

— Pero para que lo sepas, Azula, soy suficiente para Mai

Chapter 16: Noche de películas.

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Azula y Ty Lee estaban disfrutando de una tranquila y acogedora cita en la sala, viendo una película romántica, la cual no estaban viendo realmente. Ty Lee estaba besando a Azula de manera tranquila y cariñosa, Azula por su parte dejaba sus manos vagar por la espalda baja de Ty Lee de manera lenta y deliberada, Ty Lee estaba saboreando cada pequeño rose cuando se pronto escucharon un toque en la puerta y, antes de que pudieran reaccionar, Zuko entró.

—¿Qué están viendo? —preguntó mientras se acercaba y se sentaba junto a ellas en el mismo sillón.

Azula le lanzó una mirada fulminante, intentando que se diera cuenta de que estaba interrumpiendo. — ¿No tienes cosas que hacer, Zuzu?

Zuko se encogió de hombros. —No realmente

Azula resopló, frustrada, mientras Ty Lee suspiraba, decidiendo dar otro enfoque. —Bueno, Zuko, ya sabes, nosotras estamos en una cita romántica, ¿Ves? —le explicó, intentando que entendiera la indirecta.

Zuko frunció el ceño. —¿Es la película donde ella muere?— Zuko ya ni siquiera les prestaba atención, solo miraba la película, haciendo comentarios y riéndose de vez en cuando.

Ty Lee puso los ojos en blanco, frustrada porque no captaba la idea, así que cambió de táctica. Cada vez que Zuko parecía concentrarse en la película, Ty Lee se acomodaba de más para distraerlo o hacía pequeños ruiditos o le susurraba cosas absurdas a Azula demasiado fuerte como para que Zuko escuchara, a la percepción de Zuko parecía como si Ty Lee no pudiera quedarse en paz.

—¿Qué haces, Ty Lee? —preguntó Zuko, cada vez más molesto.

—Nada, solo… acomodándome —dijo ella con una sonrisa inocente, pero girando a Azula para comentarle sobre el vestido de la protagonista.

Zuko bufó, intentando concentrarse, pero Ty Lee no se detenía; incluso soltaba pequeños suspiros dramáticos, fingía estirarse y dejaba caer comentarios como, “Oh, no puedo creer que exista gente tan despistada ”.

Finalmente, cuando Ty Lee subió sus pies al regazo de Zuko, este resopló y se puso de pie, visiblemente molesto. —No sé cómo la aguantas Azula, está mujer no deja ver la película en paz, disfruten su cita “romántica”—dijo haciendo énfasis sarcástico antes de salir de la sala.

Cuando se fue, Azula miró a Ty Lee con una sonrisa aprobatoria. —Eso fue impresionante. Eres tan eficiente para controlar a Zuzu.

—Gracias, gracias. Fue un trabajo duro, sabes, hoy estaba siendo más denso de lo normal—Ty Lee respondió con una sonrisa y un guiño.

Azula se inclinó hacia ella y le dio un beso. —Bien hecho. Ahora… ¿dónde estábamos?

Ambas volvieron a acomodarse en el sillón, retomando su tranquila noche de película, ahora sí, en paz.

Chapter 17: Tu y yo y el tema del auto

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En un día soleado de fin de semana, Ty Lee y Azula caminaban por el centro comercial. Ty Lee estaba encantada de pasar tiempo con su novia y de ayudarla a elegir un par de cosas que necesitaba.

Mientras paseaban de tienda en tienda, Ty Lee se detuvo un momento, pensativa. —Oye, Azula… nunca te lo he preguntado, pero ¿por qué no tienes auto? —le dijo curiosa.

Azula se encogió de hombros con indiferencia. —Mis padres no quieren darme uno, ¿quién sabe por qué? —respondió, sin darle mucha importancia y tomando la mano de Ty Lee.

Ty Lee parpadeó, confundida. Era raro que Ozai le negara algo a Azula; de hecho, parecía que siempre obtenía lo que quería. Intrigada, decidió investigar más a fondo, aunque, claro, sin que Azula lo supiera.

Al día siguiente, aprovechó que estaba en casa de Azula para hablar con Ursa en la cocina. —Disculpe, señora Ursa, ¿es cierto que Azula no tiene auto porque no le quieren dar uno? —preguntó Ty Lee con una sonrisa amigable, tratando de sonar casual.

Ursa la miró, desconcertada. —¿Azula quiere un auto? —dijo, confundida—. No recuerdo que Azula nos haya pedido uno.

En ese momento, Ozai entró en la cocina y escuchó la conversación. —¿Un auto para Azula? —preguntó, algo incrédulo—. ¿Desde cuándo quiere uno?

Ty Lee los miró sorprendida. —Entonces… ¿ustedes no se lo han negado? Porque eso fue lo que ella me dijo.

Ambos padres se miraron, sin saber qué responder. Antes de que pudieran inventar una excusa, Zuko apareció de repente, habiendo escuchado parte de la conversación mientras pasaba por ahí. —¿Un auto para Azula? —repitió, divertido—. Ella no quiere uno porque prefiere que Ty Lee la lleve a todos lados.

Ty Lee se sonrojó un poco, sorprendida por la revelación de Zuko, mientras que Ursa y Ozai intercambiaron miradas divertidas. A pesar de la expresión impasible de Azula la mayoría del tiempo, ambos sabían lo especial que era Ty Lee para su hija.

Cuando Azula bajó sintió la mirada extraña de todos sobre ella pero decidió ignorarlos para dirigirse a Ty Lee, como siempre —Ty Lee, que bueno que estás aquí, hay unas cosas que quería comprar y pensé que…

—¡Por supuesto, Zula! Vamos— Con entusiasmo y sin perder el tiempo Ty Lee se abrazó del brazo de Azula para llevarla afuera.

Ty Lee rió suavemente, ahora entendiendo por qué Azula siempre insistía en que la acompañara a todas partes. Mientras Azula le daba instrucciones precisas se a donde irían y qué harían, Ty Lee sólo podía verla mientras sonríe, le hubiera gustado preguntarle a Azula exactamente por qué prefería que Ty Lee la llevara, pero decidió mejor no mencionarlo pero con una gran sonrisa, disfrutó el saber que, en secreto, Azula prefería estar a su lado en cada trayecto.

Chapter 18: Charla de chicos

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Sokka, Aang y Zuko estaban en el jardín, relajados y hablando sobre sus relaciones, una conversación que comenzó ligera y pronto se volvió algo más personal.

—Ey saben, el otro día Suki y yo… —decía Sokka con una sonrisa—. Ya saben… sucedió.

—Wow, Sokka, eso es genial —respondió Aang, asintiendo con interés

Zuko, a su lado, escuchaba en silencio y finalmente intervino, con una expresión seria. —Supongo que ahora los tres por fin ya no somos niños—murmuró—. Digo, tú con Suki, Aang con Katara y… yo con Mai...

—Bueno si,.aunque fuiste el primero Zuko, te tomaste muy en serio lo de ir lento—Aang comentó gracias recordando lo indeciso y nervioso que estaba Zuko con el tema.

— Quería estar seguro de que Mai estuviera lista sabes, nos conocemos desde siempre y lo último que quisiera es lastimarla, también es súper amiga de Azula… fue difícil encontrar tiempo a solas— Zuko no pudo evitar recordar todas las citas con Mai en las que terminaban colándose Azula y Ty Lee ¿Sería que desde entonces Azula y Ty Lee tenían?

—Bueno, yo hubiera querido que Suki me diera un poco de tiempo sabes, digo, fue… increíble pero estaba tan nervioso, no lo sé, me intimidó un poco lo segura que es Suki y cómo sabe siempre lo que quiere, al principio me asustó un poco pero después… ufff, benditos dioses que pusieron una mujer así en mi vida—Sokka parecía haber dejado el momento para recordad lo que había sido estar con Suki.

Por su lado Aang sonrió y asintió — Es bueno algo de asertividad en la cama de vez en cuando — El comentario de Aang pareció romper la fantasía de Sokka instantáneamente, el chico del boomerang miró a su amigo con bastante molestia y asco.

—Amigo, te recuerdo que hablas de mi hermana, no quiero esos detalles— Aang solo se rió de la reacción de Sokka y miró a Zuko, quién solo había estado observando con una sonrisa el intercambio. A pesar de las quejas de Sokka, los tres siguieron hablando del tema, compartiendo experiencias y cómo sus relaciones avanzaban

Desde la terraza, Azula había escuchado la conversación sin proponérselo. Estaba sorprendida de lo que decían, especialmente su hermano, a quien siempre había visto como alguien reservado e incluso torpe en temas de pareja. Se cruzó de brazos, procesando lo que acababa de oír. ¿Su hermano estaba más avanzado en su relación que ella misma? Sería lógico, Zuko y Mai llevan mucho tiempo juntos Pero Sokka y Suki empezaron a salir hace poco ¿Sería que ella se estaba quedando atrás?

Ese pensamiento la dejó inquieta y, en el fondo, un poco molesta. ¿Acaso era la única que no estaba tan cómoda en ese aspecto? La duda la hizo fruncir el ceño. Desde aquella ocasión las cosas no se habían vuelto a dar entre Ty Lee y ella ¿Y si eso significaba algo malo?

Chapter 19: ¿Una competencia?

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Al día siguiente, Azula estaba extrañamente distraída en la escuela. Mai y Ty Lee lo notaron de inmediato, pues era raro que ella no tomara control de la situación o que perdiera el hilo de la conversación en algún momento.

—¿Estás bien? —preguntó Ty Lee mientras la observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación—. Te noto... diferente.

Azula apenas levantó la vista y se encogió de hombros, tratando de restarle importancia. —Estoy bien.

Mai la miró con escepticismo. —Venga, Azula. Sabemos cuando algo te molesta. ¿Qué es lo que está pasando?

Azula evadió la pregunta con una mirada fría y un tono cortante, algo que solía usar cuando no quería hablar de algo. —Les digo que no pasa nada. Dejen de hacer preguntas.

Mai y Ty Lee intercambiaron una mirada, sabiendo que Azula no les diría nada si decidía cerrarse así. Por lo tanto, ambas decidieron recurrir a otro recurso para saber la verdad.

Más tarde, en el pasillo, se cruzaron con Zuko. —¡Zuko! —lo llamó Ty Lee mientras le daba un golpecito en el brazo—. ¿Sabes algo sobre lo que le pasa a Azula? Ha estado rara todo el día.

Zuko intentó disimular su incomodidad y se encogió de hombros. —No sé, tal vez solo está teniendo un mal día o es esa época del mes. Azula suele ponerse así a veces sin razón alguna, ¿no?

Mai lo observó fijamente, notando un leve titubeo en sus palabras. —No mientas, Zuko. Eres pésimo para ocultar cosas. Y te conozco demasiado bien.

Zuko miró hacia otro lado, incómodo y aún intentando evitar el tema. —No estoy mintiendo, de verdad. Solo... bueno, no sé. Tal vez... podría habernos escuchado a los chicos hablar de ciertas cosas ayer, cuando la vi después de que se fueron los chicos ya estaba rara.

Ty Lee frunció el ceño, cada vez más interesada. —¿"Ciertas cosas"? ¿Qué cosas, Zuko?

Zuko trató de esquivar de nuevo, pero al ver que Ty Lee estaba decidida, y que Mai no apartaba la mirada de él, terminó suspirando resignado. —Solo... estuvimos hablando, ya sabes, de chicas… estábamos… molestando a Sokka por ser el último en… ya sabes… creo que Azula nos escuchó…

Ty Lee y Mai compartieron una mirada significativa, entendiendo de inmediato que esa era la razón de la incomodidad de Azula. Ty Lee sonrió divertida mientras miraba a Zuko.

—Gracias, Zuko. Eres más útil de lo que crees. —Luego se dio media vuelta para regresar con Mai y decidir cómo abordar a Azula con la nueva información.

Mientras caminaban de regreso, Mai y Ty Lee comenzaron a especular sobre lo que podría estar afectando tanto a Azula.

—Honestamente, no me sorprende que esté tan inquieta —dijo Mai con un tono despreocupado—. Seguro lo ve como una competencia. Azula siempre quiere ser la primera en todo, hasta en… bueno, ya sabes. Así que seguramente ahora está pensando en cómo aventajar a Zuko y los demás en eso también.

Ty Lee la miró con una mezcla de incredulidad y ternura. —No creo que sea eso, Mai. Azula no compite en todo, y mucho menos en algo tan… personal. Yo creo que lo que la inquieta es que está comparando. Quizás le preocupa que nosotras…. aún no y…quizá piense que hay algo malo.

Mai entrecerró los ojos, dudando un poco. —¿Tú crees? ¿Que realmente no se trate de ganar?

Ty Lee asintió con seguridad. —No hay nada que ganar Mai, Azula no me usaría para aventajar a nadie. Si no se siente preparada o si algo la confunde, no tiene mucho que ver con una competencia, sino con lo que significa para ella estar tan cerca de alguien. Creo que… tal vez solo se asustó.

Mai guardó silencio unos segundos, reflexionando sobre lo que Ty Lee acababa de decir. Sabía que, aunque Azula rara vez mostraba inseguridades, las tenía, y Ty Lee podía entenderlas mejor que nadie. —Tienes razón, probablemente sea eso. Creo que ni siquiera le gusta admitir cuando algo le preocupa a ese nivel.

Ty Lee sonrió suavemente. —Exacto. Por eso es importante que le haga saber que está bien no tener todo tan claro de inmediato, que no tiene que apresurarse o sentirse mal por no ir al ritmo de los demás.

Ambas compartieron una mirada cómplice, listas para ayudar a Azula a ver que no todo era una carrera o un logro que alcanzar, sino que había momentos en los que simplemente podía ser ella misma, sin presiones.

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Ty Lee y Mai seguían conversando sobre cómo podían ayudar a Azula a sentirse menos presionada, pero antes de llegar a una conclusión, Azula se acercó a ellas con expresión seria.

—Ty Lee, ¿puedes llevarme a casa? —preguntó Azula de repente, sin dar mayores explicaciones.

Ty Lee aceptó, aunque un poco sorprendida, y ambas salieron del lugar juntas. El trayecto fue silencioso, y Ty Lee comenzó a preocuparse al ver que Azula parecía inmersa en sus pensamientos. Cuando llegaron a la casa, Ty Lee notó que no había nadie más allí, lo que hizo que sus preocupaciones aumentaran. Recordó lo que Mai había dicho, que Azula podría estar sintiéndose presionada por competir con los demás. Al notar que estaban solas, Ty Lee temió que Azula se sintiera obligada a "ponerse al día" con ese tema.

La inquietud de Ty Lee creció aún más cuando Azula, sin decir nada, la guió hasta su habitación. Ty Lee intentó romper el silencio y empezar una conversación, pero Azula simplemente la silenció con un gesto suave y la guió hacia la cama, haciendo que se recostara. Azula se acostó junto a ella, y Ty Lee sintió una mezcla de tristeza y decepción, temiendo que Azula estuviera forzándose a hacer algo solo por orgullo o por la presión de competir.

Justo cuando estaba por decir algo, Azula la sorprendió al abrazarla, rodeándola con cuidado y cerrando los ojos.

—Perdón por asustarte, Ty Lee —murmuró Azula con un tono mucho más suave del que solía usar—. Anoche no pude dormir. Me quedé despierta pensando en tonterías, comparándome y dándole vueltas a… no importa, estamos bien… Ahora estoy exhausta… pero también quería estar contigo ¿Te molestaría quedarte mientras duermo?

Ty Lee se relajó al instante, comprendiendo el verdadero motivo de Azula. Sonrió, abrazándola con ternura y acariciando su cabello.

—Por supuesto , Azula. Puedes descansar, estoy aquí contigo —susurró Ty Lee.

Azula sonrió un poco, apoyando su cabeza en el hombro de Ty Lee mientras ambas se relajaban en el silencio compartido, sintiéndose más unidas. Ty Lee se sintió que realmente conocía a Azula mejor que nadie.

Chapter 20: ¿Superficial?

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En la cafetería de la escuela, Sokka, Zuko, Katara, Mai, Aang, Suki, Ty Lee y Azula estaban hablando de sus calificaciones recientes. Uno por uno, cada uno comenzó a compartir la materia que más les estaba costando.

—Estoy casi seguro de que voy a reprobar física —admitió Zuko, visiblemente preocupado—. Por más que lo intento, simplemente no me sale.

—No te preocupes, Zuko —le dijo Aang con una sonrisa amable—. Con un poco más de práctica, seguro mejorarás.

—Sí, todos tenemos alguna materia difícil —agregó Katara, tratando de animarlo.

De repente, Zuko miró a Ty Lee y, sin pensar demasiado en sus palabras, soltó:

—Oye, Ty Lee, ¿cómo haces para tener buenas notas si claramente… bueno, no eres muy inteligente?

El comentario hizo que Azula frunciera el ceño, visiblemente molesta, pero antes de que pudiera decir algo, Ty Lee intervino sin perder la calma.

—Gran parte de mi tiempo con Azula lo dedicamos a estudiar, Zuko. Me ayuda mucho —respondió Ty Lee con serenidad, tratando de suavizar el ambiente.

Aang asintió rápidamente y agregó:

—Además, Ty Lee es muy inteligente. En clases podría decir que se acerca mucho al nivel de Azula o Katara

Mai, con su característico tono serio, miró a Zuko y añadió:

—Si no fuera inteligente, no creo que Azula estuviera interesada en ella.

Zuko seguía sin entenderlo del todo. Siempre veía a Ty Lee como alguien más superficial, solo una chica bonita preocupada por su maquillaje y cosas lindas, siempre pidiéndole ayuda a Azula, y eso lo confundía.

—¿Entonces, si es tan lista, por qué siempre te está pidiendo tu ayuda? —le preguntó a Azula, arqueando una ceja.

Azula cruzó los brazos y lo miró con una sonrisa algo desafiante.

—Ty Lee es inteligente porque se esfuerza. Tal vez deberías aprender de ella, Zuko.

Antes de que Zuko pudiera responder, Suki intervino con una sonrisa pícara.

—Quizá Ty Lee es más inteligente de lo que todos pensamos, digo, solo hay que ver cómo tiene tan domada a Azula que ahora habla con nosotros

Azula y Ty Lee se ruborizaron levemente, pero antes de que pudieran responder, Zuko, ya en un tono más bromista, agregó:

—Sí, aunque últimamente parece que tienen problemas con anatomía ya que solo se estudian la una a la otra.

El comentario provocó risas alrededor de la mesa, aunque Ty Lee y Azula se miraron apenadas. Sin embargo, Ty Lee no pudo evitar reflexionar que Azula realmente la veía como algo más que una cara bonita. Mientras tanto, Azula, en un raro momento de introspección, pensó que tal vez, después de todo, es Ty Lee quien le está ayudando a ella a entender los temas sociales… y los emocionales.

Chapter 21: La playa, parte 1

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Al comenzar las vacaciones, Ozai no podía evitar estar preocupado por la cantidad de tiempo que Azula y Ty Lee pasaban solas en el cuarto de Azula. Incluso notaba que Ursa compartía su preocupación, aunque no se lo decía abiertamente.

—Hmmm… hace un buen día ¿Crees que sea bueno ir al centro comercial?— Ozai escuchaba a Ty Lee preguntar a Azula mientras ambas estaban descansando en la sala.

—No tengo ganas de ver a otra gente… es más ¿Qué tal si vamos a un lugar más privado? —Para la mala suerte de Ozai, aunque Azula dijo eso último casi en un susurro, su excelente oído le permitió escucharla claramente, así como la leve risita de Ty Lee.

— Eso suena mucho mejor— Sin que Ozai pudiera decirles nada solo vio a ambas chicas subir las escaleras, el señor Fukuda sintió que le daba un tic en el ojo de ver cómo Ty Lee acariciaba la espalda de Azula mientras Azula pasaba una mano por la cintura de su novia.

—¿No te parece que pasan demasiado tiempo juntas? —preguntó, tratando de no sonar demasiado preocupado.

Ursa lo miró con una sonrisa comprensiva y le respondió:

—Tal vez solo necesitan un cambio de ambiente. ¿Qué te parece si planeamos un viaje en familia? Podríamos ir a la casa de playa.

Ozai se mostró pensativo, pero la idea lo sedujo de inmediato. Se imaginó una semana perfecta en la casa de playa. Visualizó a su familia en excursiones y actividades. Vio a Zuko y Azula entusiasmados en una pequeña barca mientras él les enseñaba a pescar. Imaginó un paseo por el puerto al atardecer, probando platillos locales mientras conversaban. Soñó con fogatas nocturnas en la playa, donde charlaban bajo las estrellas, creando recuerdos familiares inolvidables.

Así, Ozai se dedicó a planear todo con esmero, asegurándose de que esta fuera la escapada perfecta. La ilusión de unas vacaciones familiares unidas era su principal motivación, y estaba convencido de que el viaje sería la oportunidad perfecta para que sus hijos se conectaran entre ellos y con él.

Pero al llegar a la casa de playa, su sueño comenzó a desmoronarse rápidamente.

Mientras descargaba sus maletas, vio a Aang, Sokka, Katara, Suki, Toph, Mai… y, por supuesto, Ty Lee. Todos venían sonrientes y listos para unas vacaciones llenas de diversión.

Ozai, atónito, se quedó en silencio mientras veía cómo todos los amigos de sus hijos se acomodaban alegremente en la casa. En cuestión de minutos, su pacífica casa de playa se convirtió en una reunión bulliciosa y caótica de adolescentes, cada uno con sus propias ideas de diversión.

Mientras observaba desde la playa cómo todos los amigos de Zuko y Azula se esparcían por el lugar, Ozai se preguntó, exasperado:

—¿Estos chicos no tienen familia? ¿Por qué siempre terminan aquí?

Y aunque su ideal de vacaciones familiares perfectas se había desmoronado, no pudo evitar esbozar una sonrisa resignada al ver la alegría de sus hijos rodeados de amigos… aunque eso significara que sus planes de pesca en familia tendrían que esperar.

 

Al ver cómo su soñada escapada familiar se había llenado de jóvenes, Ozai decidió tomar medidas: llamó a su sobrino, Lu Ten, y le ordenó que viniera a la casa de playa para ayudarlo a organizar una actividad "de verdadera convivencia". La misión de Lu Ten sería sencilla: ayudar a Ozai a llevar a los chicos de pesca.

Aunque a ninguno le entusiasmaba especialmente la idea de pasar una tarde en el mar, ninguno se atrevió a oponerse. Incluso Azula, que veía a su padre tan emocionado, guardó silencio. Por suerte el bote de Ozai era inmenso y rentó equipo de pesca para todos, determinado a convertir el día en una lección de vida para los adolescentes.

Ya en el bote, Ozai comenzó con una charla detallada sobre las reglas de seguridad, asegurándose de que todos entendieran la importancia de la responsabilidad en el mar. Luego, pasó a explicar cómo se usaba el equipo de pesca, haciendo hincapié en sus "habilidades superiores" y, en general, destacándose ante los chicos. Pero sus intentos de lucirse pronto fueron opacados por Sokka, quien resultó ser bastante hábil en la pesca, gracias a los años que pasó pescando con su padre.

Viendo esto, Lu Ten le sugirió amablemente a Ozai que, en lugar de tratar de impresionar, podría ayudar a Zuko y a Azula, quienes hasta el momento no habían pescado nada. Ozai miró a sus hijos: Zuko estaba molesto, quejándose con Mai de que de su lado no había ningún pez, mientras que Azula estaba visiblemente irritada, con Ty Lee tratando de animarla con palabras de aliento.

Ozai, sintiéndose algo frustrado, decidió aceptar la sugerencia de su sobrino. Primero se acercó a Azula y, pacientemente, le dio algunos consejos prácticos y la ayudó a ajustar su línea de pesca. Con esta ayuda, Azula finalmente logró pescar varios peces, recuperando su ánimo y recibiendo los aplausos y gritos de apoyo de Ty Lee, que la miraba con orgullo.

Por otro lado, Zuko no tenía la misma suerte. Después de un buen rato sin capturar nada, estaba a punto de rendirse, hasta que algo comenzó a jalar su caña. Era un pez enorme. Desesperado, Zuko pidió ayuda, y Ozai acudió de inmediato.

Padre e hijo lucharon juntos contra el pez, y, al final, lograron sacarlo del agua entre ambos. Zuko, agotado pero sonriente, recibió felicitaciones de todos mientras Azula le lanzaba una mirada de aprobación.

Al final del día, a pesar de que ninguno estaba entusiasmado con la idea de pescar, todos se divirtieron. Incluso Ozai, quien miraba con satisfacción a sus hijos y sus amigos disfrutando de la actividad. Cuando regresaron a la casa, Ursa lo felicitó por haberse esforzado tanto en hacer que las vacaciones fueran especiales para todos.

—Gracias por intentarlo, Ozai. Parece que todos terminaron divirtiéndose—le dijo Ursa con una sonrisa.

Y aunque Ozai no lo admitió en voz alta, sintió una satisfacción genuina al ver que había logrado ese momento especial con sus hijos… incluso si los amigos de sus hijos se habían colado.

Chapter 22: La playa, parte 2

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El grupo decidió pasar el resto de la tarde relajándose en la playa. La arena estaba cálida, el agua perfecta, y la tarde parecía de lo más tranquila… al menos hasta que varios chicos se acercaron a coquetearle a Ty Lee, admirados por su sonrisa y energía. Azula, que se encontraba cerca, empezó a mirarlos de reojo, cada vez más molesta, hasta que Ty Lee, con una gran sonrisa, rechazó a todos diciendo:

—Gracias, chicos, pero ya tengo a alguien a quien quiero mucho.

Azula soltó una leve sonrisa, satisfecha, mientras los demás observaban la escena con una mezcla de sorpresa y diversión. Fue entonces que Sokka, aún reflexionando sobre la escena, lanzó una pregunta:

—Oigan, ¿quién creen que lo quiera más su novia? Porque ya saben, todos tenemos momentos donde nuestras parejas nos demuestran cuánto nos quieren, ¿no?

Aang levantó la mano de inmediato y compartió una historia de un día en que se había resfriado en el Templo Aire y Katara había pasado horas cuidándolo. La historia era tierna y un poco empalagosa, y todos soltaron risas, excepto Katara, quien lo miró con ternura y confirmó:

—Bueno, sí, Aang. Estabas insoportable, pero te quiero.

Entonces, Katara decidió compartir un momento entre Sokka y Suki. Recordó cómo, durante una de sus excursiones en la nieve, Sokka había intentado sorprender a Suki con una cena improvisada, pero todo terminó siendo un desastre gracioso. Sokka se sonrojó, pero Suki le sonrió, recordando el gesto con cariño.

Luego, Ty Lee decidió hablar de Mai y Zuko. Recordó un día en que Zuko, que no era muy expresivo, sorprendió a Mai llevándole flores tras una pequeña pelea. La imagen de Zuko torpemente entregándole las flores hizo que todos se rieran, y Mai levantó una ceja, fingiendo indiferencia.

—Ah, sí, Zuko es un romántico —comentó Mai con sarcasmo, pero todos notaron la sonrisa oculta en su expresión.

Entonces, Mai decidió agregar un momento sobre Azula y Ty Lee, recordando una ocasión en que Azula estaba de un humor horrible por pelearse con su madre y Ty Lee literalmente comenzó a hacer acrobacias y piruetas para levantar el ánimo de Azula.

—Bueno, no me gusta ver a Azula triste— Comentó Ty Lee un poco apenada.

La conversación se volvió un poco caótica, todos tratando de destacar a su pareja como la más amorosa, hasta que Toph, que había estado escuchando en silencio, interrumpió:

—Ustedes están ciegos, ¿no? La que tiene a la novia más devota aquí es Ty Lee. Digo, desde que las conozco, Azula siempre ha cuidado de Ty Lee, escucha todo lo que dice, le compra y hace todo lo que Ty Lee quiere, si Azula la cuida así desde antes de estar juntas, eso ya dice todo.

El grupo se quedó en silencio un momento, dándose cuenta de que Toph tenía razón. Uno por uno comenzaron a compartir recuerdos de pequeños gestos que habían notado de Azula hacia Ty Lee: desde cómo la protegía en los partidos, hasta los momentos en que había visto a Azula llevándole agua o recordándole descansar. Ty Lee escuchó cada historia con el corazón latiendo rápido y los ojos brillantes, mientras Azula, completamente sonrojada, intentaba disimular su incomodidad.

Al final, Ty Lee se acercó y le dio un abrazo a Azula, murmurando:

—Definitivamente, eres la mejor, Azula.

Azula, incómoda pero con una pequeña sonrisa, le devolvió el abrazo, aunque rápidamente trató de disimular ante los demás, aclarando su garganta:

—Bueno, es que alguien tiene que cuidar que no te metas en problemas, Ty Lee.

El grupo lanzó risas y bromas mientras la tarde avanzaba, dejando a Ty Lee feliz y a Azula, aunque avergonzada, un poco más consciente de cuánto significaba su relación.

Desde la distancia, Ozai observaba a los chicos en la playa como un halcón, sin perder detalle de sus conversaciones y movimientos. Ursa, a su lado, suspiró con una sonrisa suave.

—Ozai, deberías relajarte un poco —le sugirió con suavidad—. Están bien. Solo se están divirtiendo.

Ozai entrecerró los ojos, no del todo convencido.

—No quiero que se descontrolen. Ya sabes cómo son esos chicos… en especial Zuko y sus ideas.

Lu Ten, que había escuchado la conversación, intervino.

—Tío, yo puedo encargarme de vigilarlos un rato. Anda, descanse un poco —ofreció con una sonrisa comprensiva.

Ozai lo miró un momento, todavía dudando, pero finalmente se cruzó de brazos, pensativo. Ursa le dio un ligero codazo.

—Lu Ten tiene razón. Además, estamos de vacaciones, Ozai. Es el momento perfecto para relajarse y disfrutar… conmigo —le susurró, buscando captar su atención con una mirada llena de calidez.

Ozai se quedó inmóvil unos instantes, todavía observando a sus hijos y a sus amigos en la playa. Sin embargo, finalmente suspiró y asintió.

—Está bien, Lu Ten. Pero mantén los ojos abiertos y asegúrate de que no se metan en problemas.

—¡Claro, tío! —respondió Lu Ten con una sonrisa y un pulgar arriba—. No se preocupe, yo me encargo.

Por fin convencido, Ozai se giró hacia Ursa, dejando que Lu Ten se ocupara de vigilar a los chicos. Él y Ursa caminaron unos metros hacia un área más tranquila de la playa, lejos de las risas y las bromas de los jóvenes. Mientras paseaban, empezaron a hablar de todo y de nada, compartiendo algunos recuerdos y riéndose de anécdotas pasadas. El ambiente entre ellos se volvió cada vez más íntimo, y justo cuando Ozai estaba a punto de acercarse para besarla, una voz los interrumpió.

—¡Papá! —exclamó Zuko, llegando apresurado.

Ozai se giró, frustrado, mientras Ursa soltaba una risita, ya acostumbrada a las interrupciones.

—¿Qué sucede, Zuko? —preguntó Ozai, tratando de ocultar su irritación.

—Es que… pensamos en comprar helado para todos. ¿Nos acompañas, papá? —dijo Zuko, mirándolo con una mezcla de entusiasmo y timidez.

Ozai se enderezó de inmediato, su rostro iluminándose. Se sintió halagado de que su hijo aún lo necesitara para algo tan simple como ir a comprar helado.

—¡Claro que sí! Vamos, Zuko —respondió con una sonrisa.

Mientras Ozai y Zuko se alejaban, Ursa los observó desde la distancia. Suspiró, un poco frustrada por la interrupción, pero también con una sonrisa tierna al ver cómo Ozai se esmeraba en ser un buen padre.

Lu Ten, que se había quedado cerca, notó su expresión.

—Tía, ¿no te molesta que el tío Ozai sea tan… bueno, así? —le preguntó, sonriendo con simpatía.

Ursa miró a Ozai y Zuko, que hablaban mientras se dirigían hacia el puesto de helados, y negó con la cabeza, sus ojos llenos de cariño.

—Es un poco frustrante pero no, Lu Ten. En realidad, creo que esa faceta suya, la de padre preocupado, es una de las cosas que encuentro más atractivas en él.

Lu Ten asintió, comprendiendo, mientras ambos se quedaban en silencio, disfrutando el momento y observando cómo Ozai intentaba, en su particular manera, demostrarles a sus hijos cuánto significaban para él.

Chapter 23: La playa, parte 3

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Esa noche, mientras todos se preparaban para dormir, Ursa y Ozai se encontraban en su habitación, disfrutando del silencio después de un largo día. Ursa observó a Ozai con una pequeña sonrisa antes de hacerle una pregunta que había tenido en mente.

—Ozai, ¿te molesta que Azula y Ty Lee duerman juntas esta noche? —preguntó con un tono casual, aunque divertida, tratando de leer la reacción de su esposo.

Ozai, sorprendentemente, respondió con serenidad.

—Confío en Azula —dijo, en un tono firme pero calmado—. Sé que es madura y sabe lo que hace. Además, pasará lo que tenga que pasar… si es que no ha sucedido ya —agregó, intentando sonar filosófico.

Ursa levantó una ceja, algo sorprendida, aunque divertida.

—Vaya, Ozai. Estoy impresionada. Qué maduro te has vuelto —bromeó, dándole una ligera palmada en el hombro. —No sabía que lo llevabas tan bien.

—Bueno, alguien tiene que ser el adulto en esta familia, ¿no? —respondió Ozai, visiblemente satisfecho con su respuesta.

Ursa asintió, siguiéndole el juego y mirando de reojo la expresión orgullosa de su esposo, que parecía estar disfrutando demasiado de su supuesto “progreso”.

—Entonces, ¿es realmente por eso que estás tan tranquilo? —preguntó Ursa, con una chispa divertida en los ojos—. ¿O será porque Mai también va a dormir con ellas?

La expresión de Ozai se congeló por un segundo, claramente tomado por sorpresa. A continuación, carraspeó y desvió la mirada, tratando de recobrar su compostura.

—Bueno… es solo que… no es que… en fin, ¿qué te parece si mejor hablamos de qué vamos a hacer mañana? —cambió rápidamente el tema, intentando ocultar su leve incomodidad.

Ursa sonrió con cariño, sabiendo que lo había pillado desprevenido.

—Claro, cariño. Mañana podríamos aprovechar el día y hacer alguna actividad en familia con los otros chicos claro—sugirió, tratando de no reírse demasiado.

Mientras Ozai continuaba con su cambio de tema, Ursa se quedó observándolo, enternecida por su mezcla de confianza paternal y su preocupación silenciosa. Aunque trataba de mantener su imagen de padre imparcial y comprensivo, había ciertas cosas que aún le costaba procesar.

Chapter 24: La playa, parte 4

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La lluvia caía con fuerza sobre la casa de playa, y un aire de desánimo parecía haber invadido a todos los jóvenes. Sin embargo, para sorpresa de todos, Ozai, normalmente serio y reservado, propuso una idea inesperada.

—Si no podemos disfrutar de la playa hoy, entonces… ¿qué les parece si hacemos una fiesta en casa? —sugirió, con una energía inusual.

Los chicos se miraron entre sí, primero confundidos y luego entusiasmados. Pronto, comenzaron a animarse y proponer ideas para la fiesta: juegos, música, películas y cualquier actividad divertida que se les ocurriera. Pero entonces Ozai llamó a Zuko aparte, pidiéndole que lo siguiera.

Un poco extrañado, pero intrigado, Zuko siguió a su padre a una habitación donde podrían hablar en privado. Cerrando la puerta, Ozai se volvió hacia su hijo, con una expresión seria.

—Zuko, quiero que sepas que hoy tú te quedarás a cargo de todo. Serás el responsable de lo que ocurra aquí en la casa —dijo, con un tono de voz solemne.

Zuko parpadeó, algo sorprendido pero halagado. La idea de que su padre confiara en él de esa manera le hizo sentirse realmente importante.

—¿En serio? —preguntó, un brillo de felicidad apareciendo en sus ojos.

—Así es —afirmó Ozai, asintiendo—. Lu Ten te ayudará si lo necesitas, pero como mi hijo mayor, quiero que tomes esa responsabilidad en mi ausencia.

Zuko sonrió ampliamente, sintiéndose honrado. Sin embargo, no pudo evitar preguntarse por qué su padre se retiraría de la supervisión, algo que nunca hacía.

—Padre, ¿y tú? ¿Por qué no vas a quedarte para vigilarnos? —preguntó con curiosidad, mirándolo con expectación.

Ozai se quedó en silencio, una mezcla de incomodidad y nerviosismo apareciendo en su rostro. No quería admitir que tenía otros planes en mente; en realidad, estaba deseando aprovechar ese día lluvioso para tener un tiempo a solas con Ursa y pasar una tarde tranquila y romántica.

—Eso… no importa, Zuko —dijo, tratando de sonar confiado y mirando hacia otro lado—. Lo importante es que confío en tu juicio para manejar cualquier situación. Sé que harás lo correcto.

A pesar de lo vaga que fue la respuesta, Zuko no hizo más preguntas. Estaba tan complacido y satisfecho de que su padre lo considerara capaz y responsable que no quería arruinar el momento.

—¡Gracias, padre! Prometo que no te defraudaré —respondió, con una determinación en su voz.

Ozai asintió, y mientras Zuko regresaba con los demás para organizar la fiesta, se sintió tranquilo de que, por fin, podría tener ese rato a solas con Ursa.

La fiesta había comenzado, y Zuko estaba decidido a cumplir su papel como “supervisor” con absoluta seriedad. Mientras todos se acomodaban, lo primero fue decidir qué comer, así que Zuko tomó la iniciativa de inmediato.

—¡Dejen eso en mis manos! Ordenaré comida para todos —anunció con seguridad, sacando su teléfono y preguntando a cada uno por sus pedidos.

Algunos intercambiaron miradas divertidas ante su actitud tan profesional, pero dejaron que Zuko tomara el control. Cuando llegó la comida, todos se sentaron a disfrutar y, después, alguien sugirió poner música para comenzar a bailar.

Aang y Sokka estaban entusiasmados, listos para bailar junto a Katara y Suki, pero Zuko, que todavía estaba en modo supervisor, rápidamente se hizo cargo de la música, evaluando cada canción como si estuviera seleccionando temas para una ceremonia formal.

—Esta es muy… ruidosa —decía, cambiando la canción.

—Esta tiene una letra inapropiada —dijo al cambiar otra, provocando suspiros y miradas de exasperación de los demás.

Cuando todos comenzaban a irritarse un poco, Ty Lee intervino con una sonrisa entusiasta.

—¡Wow, Zuko! Te estás tomando esto muy en serio. Eres como… el hermano mayor más responsable —comentó, admirada, dándole unas palmaditas en el hombro.

Zuko se quedó un poco sorprendido por el halago, pero pronto esbozó una sonrisa orgullosa.

—Bueno, alguien tiene que asegurarse de que todo esté bajo control —replicó, levantando el pecho con confianza.

Los demás se miraron con resignación, pensando que Zuko se pondría aún más insoportable ahora que Ty Lee lo elogiaba. Sin embargo, en lugar de eso, Ty Lee comenzó a aprovechar la situación a su favor.

—Me impresionas, por cierto, Zuko, ¿podrías alcanzarme un poco más de agua? —pidió con un tono dulce.

Zuko asintió de inmediato y fue a buscarla.

—Gracias, Zuko. Oh, y podrías traerme también una servilleta? —añadió ella, sonriendo con un destello pícaro en los ojos.

Sin darse cuenta, Zuko comenzó a cumplir cada petición de Ty Lee como si fuera su mesero personal. Pronto estaba atendiendo cada una de sus demandas, desde traerle una soda hasta ayudarla a mover una silla.

Los demás observaban la escena con una mezcla de diversión y sorpresa. Zuko, en su papel de "supervisor," estaba siendo completamente manejado por Ty Lee.

Entonces, Azula, viendo la oportunidad para romper la dinámica, sonrió y alzó la voz.

—¿Qué tal si jugamos en la mesa de ping-pong? —sugirió, mirando a su hermano.

La palabra “competencia” encendió algo en Zuko, quien instantáneamente olvidó sus deberes de “supervisor” y de inmediato aceptó el reto. Soltó la servilleta que le estaba alcanzando a Ty Lee y se dirigió a la mesa con una sonrisa decidida, como si nada más importara.

Los demás soltaron risas y suspiros de alivio, felices de poder relajarse sin su “supervisor” y disfrutando de la perspectiva de ver a Zuko y Azula en otra de sus épicas batallas de ping-pong. Ty Lee, por su parte, le lanzó una mirada divertida a Azula, quién la miraba con orgullo y asombro de presenciar sus habilidades para controlar a otros.

Con Zuko y Azula totalmente absortos en su feroz juego de ping-pong, el ambiente se relajó un poco en la sala. Toph, que estaba recostada en el sofá, comentó con una risa.

—Vaya, Ty Lee. Me impresiona cómo eres capaz de controlar a cualquiera, incluso a Zuko y Azula.

Ty Lee rió divertida y se encogió de hombros.

—No es difícil. Solo es cuestión de conocerlos bien —respondió, con una sonrisa despreocupada.

Katara, con curiosidad, miró a Mai.

—¿Y a ti no te molesta que Ty Lee sea así con tu novio? —preguntó, arqueando una ceja.

Mai suspiró, despreocupada.

—Nah, no me molesta. Ty Lee es así con todos. Mientras no ponga a Zuko en peligro, me da igual.

Aang miró a Mai, pensativo.

—¿Y si en realidad Ty Lee también te controla a ti, Mai? —sugirió en tono juguetón.

Mai quedó un poco desconcertada, considerando la posibilidad. Pronto, todos empezaron a mirar a Ty Lee con una mezcla de temor y asombro. Ty Lee solo los miraba con una expresión de total inocencia.

Suki, riéndose, agregó en tono de broma.

—Eso explica un poco tu relación con Azula, Ty Lee. Tal vez tú eres la mente maestra detrás de todo.

Mai asintió con seriedad fingida.

—Sí, eso tendría sentido. Azula y Ty Lee… ambas son mentes criminales.

Todos se echaron a reír, el tema quedó olvidado entre bromas y miradas cómplices. Tras un rato, Mai se levantó para rellenar su bebida, y al pasar, notó que Ty Lee también había terminado la suya. Sin pensar mucho, le dijo:

—Ya que estoy aquí, te relleno la tuya también, Ty Lee.

Ty Lee le agradeció con una gran sonrisa. Cuando Mai regresó y le entregó el vaso, Ty Lee le dedicó una sonrisa dulce… pero Mai no pudo evitar notar un destello pícaro en su expresión, algo en su sonrisa que a momentos le recordaba a Azula.

Mai la miró de reojo mientras tomaba un sorbo de su propia bebida y pensó para sí misma: “Definitivamente, son tal para cual.”

Chapter 25: La playa, parte 5

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Ty Lee, cansada de que Azula no le prestara suficiente atención mientras jugaba ping-pong con Zuko, aprovechó una pausa para hacer una sugerencia.

—¿Y si vemos una película? —preguntó, lanzando una mirada suplicante a Azula.

—¡Sí, buena idea! —Aang se animó de inmediato, al igual que Katara y los demás que ya estaban un poco aburridos de ver a los hermanos competir.

Zuko, en cambio, frunció el ceño.

—Yo quería seguir jugando —protestó, aunque no encontró mucho apoyo entre los presentes.

Azula, sin dudar, decidió apoyar a Ty Lee, y en cuestión de minutos todos estaban acomodados en la sala con una película de terror lista para empezar, sugerida por Sokka. Al ver la cara de desconfianza de Zuko, Sokka le explicó en voz baja:

—Es perfecta, hermano. Las chicas se asustan y terminan buscándonos para protegerlas.

Zuko lo miró, escéptico.

—No creo que eso funcione con Mai —dijo, pensando en la actitud de su novia ante el miedo.

Sokka se rió y le dio un codazo.

—Quizá no con Mai… pero tal vez Azula se asuste y busque tu protección, hermano mayor

Zuko suspiró, pero finalmente aceptó y se acomodó en el sofá, pensando que sería divertido ver cómo reaccionaban todos.

La película comenzó, y la atmósfera se fue tensando conforme avanzaban las escenas de suspenso. Incluso Lu Ten, que estaba sentado a una distancia prudente, observaba con diversión cómo todos se iban poniendo cada vez más nerviosos. Finalmente, una escena de terror inesperada provocó que todos brincaran al mismo tiempo, soltando gritos de sorpresa. Zuko se sorprendió al ver a Azula, Ty Lee y Mai aferradas entre sí... pero entonces, cuando él también sintió un escalofrío, casi sin pensarlo, se aferró a su hermana buscando algo de tranquilidad.

El salón se quedó en silencio unos segundos, todos aún procesando el susto. Pero cuando Sokka se dio cuenta de la escena, comenzó a reírse a carcajadas. Pronto, el resto se unió entre risas y comentarios, especialmente al ver que el "protector" Zuko también había terminado abrazando a Azula para protegerse.

—Vaya, Zuko, al final tú fuiste el que buscó protección —bromeó Sokka, dándole un golpecito en el hombro.

—¿Y a mí qué? Estaba tensa la película, eso es todo —respondió Zuko, tratando de mantener la compostura mientras Mai le lanzaba una mirada divertida.

Azula, mientras tanto, se mantenía firme y fingiendo que no le había afectado la película, aunque por dentro se alegraba de tener a su lado a Ty Lee. Aun con el ambiente de burla, todos se sentían un poco menos asustados y continuaron viendo la película con menos tensión, más entre risas que gritos.

Al finalizar, Sokka no perdió la oportunidad de molestar a Zuko un poco más, mientras Lu Ten los miraba desde lejos, divertido y algo asombrado de lo unidos que parecían todos a pesar de las bromas.

Mientras todos se relajaban tras la película, la conversación derivó hacia cómo habían estado disfrutando las vacaciones.

—Sinceramente, la estoy pasando mejor de lo que esperaba —comentó Aang, estirándose en el sillón.

—Sí, ha sido genial. Y no esperaba que tu papá fuera tan… bueno, así —añadió Toph, dirigiéndose a Zuko y Azula—. Siempre lo imaginé como un tipo cruel y malvado. Es raro verlo tan… cariñoso y atento.

El comentario de Toph hizo que todos se miraran, y asintieran en acuerdo.

—Es cierto, al principio daba un poco de miedo —confesó Sokka—. Con esa mirada tan fría…

Mai, quien apenas había hablado en la noche, soltó una confesión.

—Antes era mucho más intimidante. Frío, y sí, daba miedo. Pero ha cambiado bastante.

Curiosa, Ty Lee miró a Azula y preguntó:

—¿Cuándo empezó a cambiar tu papá, Azula?

Antes de que Azula pudiera responder, Sokka se adelantó con una sonrisa:

—¡Obvio que fue por su pequeña princesa!

Azula alzó una ceja, divertida.

—Oh claro—contestó—. Su princesa, Zuko. Desde que se hizo esa cicatriz… mi papá empezó a actuar diferente.

La mención de la cicatriz llamó la atención de todos, y Suki aprovechó para preguntarle a Zuko:

—¿Cómo te la hiciste, Zuko?

Zuko suspiró, incómodo con el tema, pero decidió responder:

—Mi papá me estaba enseñando a disparar. Era un rifle, pero falló y… bueno, me explotó en la cara.

—Tal vez por eso se siente tan culpable —comentó Katara, pensativa.

—Puede ser… —contesto Azula recordando la plática con su padre al respecto, algunos de los cambios en su padre a raíz del accidente de Zuko.

Ty Lee, sin embargo, pareció confundida y preguntó:

—¿Pero cómo es que tu mamá solo lo perdonó? ¿Así, sin más?

Azula y Zuko intercambiaron una mirada; ellos tampoco sabían realmente cómo había sido. Pero entonces, Lu Ten, que había estado escuchando la conversación, intervino.

—La verdad no fue tan simple. Tu madre estaba muy molesta. Incluso llegó a echarlo de la casa por un tiempo.

Zuko lo miró, sorprendido.

—No recuerdo eso.

Azula también parecía desconcertada, hasta que reflexionó en voz alta:

—Quizá ni lo notamos. En esa época papá no pasaba mucho tiempo en casa, de todos modos.

Mai comentó:

—Es curioso. Ahora es todo lo contrario: Ozai está siempre en casa.

Lu Ten asintió, antes de continuar.

—Ozai tuvo que hacer muchos cambios para recuperar la confianza de Ursa. Lo primero fue dejar de presionarlos con la perfección y las competencias. Después, empezó a ir a terapia. Fue un proceso largo.

—¿Terapia? —preguntó Sokka, impresionado.

—Sí. Y también cambió su enfoque en el trabajo. Con el tiempo empezó a pedir horarios menos intensos, menos responsabilidades… seguramente para poder estar más presente en casa —explicó Lu Ten, sonriendo levemente.

Todos quedaron en silencio, asimilando la historia. Zuko y Azula intercambiaron una mirada de sorpresa y algo de respeto hacia su padre, entendiendo por primera vez la profundidad de su cambio.

Finalmente, Ty Lee rompió el silencio, mirando a Azula con una sonrisa.

—Vaya. Creo que tu papá te quiere mucho más de lo que pensábamos.

Azula asintió, y aunque no dijo nada, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras procesaba todo lo que su padre había hecho para mantener a su familia junta.

Mientras tanto, Ozai y Ursa se encontraban en un elegante restaurante de la zona, disfrutando de una cena solo para ellos. Ursa se sorprendió de estar ahí sin los chicos, pero decidió no decir nada para no arruinar el momento. Ozai rompió el silencio con una pregunta tranquila:

—¿Cómo está tu jardín?

Ursa sonrió al darse cuenta de que él había recordado algo tan especial para ella.

—Bien, de hecho estaba pensando en plantar unas flores nuevas. Son algo delicadas, pero creo que le darán un toque distinto.

Pasaron la comida en una charla tranquila, comentando detalles de la casa, del jardín y recuerdos que compartían, hasta que llegó el momento de irse. Ursa asumió que regresarían a la casa de playa, pero para su sorpresa, Ozai sacó unas entradas para el teatro local que ambos disfrutaban. Ella sonrió emocionada, y los dos fueron al teatro, donde disfrutaron de una obra con una atmósfera ligera y divertida.

Una vez terminada la función, cuando Ursa pensaba que por fin volverían a casa, Ozai la sorprendió otra vez, llevándola a un sitio donde pudieran relajarse aún más. Fue entonces cuando Ursa, incapaz de contenerse, le preguntó con una sonrisa divertida:

—Ozai, ¿por qué no pareces preocupado por ir a vigilar a los chicos? ¿Es que estás poniendo a prueba a Zuko o algo así?

Ozai sonrió y le dio la razón en parte.

—Sí, algo así. Como hijo mayor, Zuko debería empezar a asumir más responsabilidades. Pero, además… también quería estar contigo. Hace mucho que no tenemos una noche solo para nosotros, y pensé que era tiempo de hacer algo al respecto.

Ursa, conmovida y aliviada, le devolvió una sonrisa cálida.

—Gracias, Ozai. No sabes cuánto necesitaba algo así.

Sin preocuparse más, Ursa se dedicó por fin a disfrutar de la velada, compartiendo una noche tranquila y especial con su esposo, mientras el sonido del mar al fondo completaba la escena.

 

Esa noche, mientras Ty Lee se acurrucaba en los brazos de Azula, le confesó en voz baja:

—Esa película realmente me asustó, Azula…

Azula, complacida por la oportunidad de sentirse protectora, le dio un suave beso en la frente.

—No te preocupes, Ty Lee. Yo siempre te voy a proteger.

Justo en ese momento, Mai aclaró la garganta y, con una expresión sarcástica, comentó:

—Ok, ok, ya basta, que estoy aquí.

Las tres comenzaron a platicar sobre la película y lo mucho que les había impactado, bromeando sobre lo irónico que era ver a un grupo de adolescentes en una situación similar a la suya. De pronto, Zuko interrumpió la conversación con un tono despreocupado:

—Igual es poco probable, porque nosotros tenemos a nuestros padres aquí.

Las chicas asintieron, considerando que tenía razón, hasta que de repente se dieron cuenta de algo y se miraron entre sí, alarmadas. Entonces, todas lo miraron con reproche.

—¡¿Zuko?! —Azula exclamó—. ¿Qué haces aquí? ¡Y en la cama!

Zuko intentó defenderse, con los ojos suplicantes:

—¡No me echen, también tengo miedo! Me tocó dormir solo en una habitación.

Azula rodó los ojos, intentando no reír.

—Entonces ve con Aang y Sokka.

Zuko puso una expresión desafiante.

—Vamos, Azula, es más probable que sobreviva aquí con ustedes.

Ty Lee intentó hacerle ver la situación.

—Zuko, es que… es raro que te quedes aquí con Mai… y con nosotras

Pero Zuko no se dejó vencer fácilmente.

—Ustedes dos pueden dormir juntas porque Mai está con ustedes, así que lo justo es que yo pueda dormir con Mai… porque están ustedes aquí.

Las chicas se miraron, sorprendidas por la lógica de su argumento. Al final, terminaron accediendo, aunque Azula hizo un cambio estratégico, tomando el lugar de Ty Lee en el medio. Ella alegó que era "una decisión táctica", pero Ty Lee sabía que, en realidad, Azula solo quería alejarla de Zuko.

Los cuatro comenzaron a platicar y a recordar las noches de pijamada que solían tener cuando eran más pequeños. Azula, con una sonrisa traviesa, recordó un momento embarazoso de Zuko, mientras Mai, entre risas, le devolvió el favor contando uno de Azula. Ty Lee se unió recordando cómo ella y Azula siempre intentaban que Zuko y Mai se quedaran juntos en las pijamadas, y entre recuerdos y risas, todos terminaron vencidos por el sueño, como en los viejos tiempos.

Chapter 26: La playa, parte 6

Notes:

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Al día siguiente, el clima era perfecto para la playa, y el grupo no tardó en armar una partida de voleibol en la arena. Todos estaban disfrutando, riendo y compitiendo animadamente, cuando de pronto Chan y Ruon Jian se acercaron al grupo, y sin perder tiempo, se dirigieron a Azula.

—Azula, ¡qué sorpresa verte aquí! —dijo Chan, sonriendo y usando su tono más encantador—. No sabía que te gustaba el voleibol.

Azula, siempre competitiva, le respondió con una sonrisa despreocupada, sin notar que Chan intentaba coquetear. Sin embargo, tanto Zuko como Ty Lee lo notaron al instante; Zuko frunció el ceño con desagrado, mientras Ty Lee apretaba los labios y se disponía a intervenir para alejarlo.

Justo en ese momento, antes de que Ty Lee dijera algo, Ozai se acercó al grupo y saludó a ambos chicos con una firmeza que demandaba respeto.

—Chan, Ruon Jian. Qué coincidencia encontrarlos aquí.

Los chicos parecieron tensarse, sin esperarse la presencia de Ozai.

—¡Señor Ozai! —saludó Chan, enderezándose al instante—. No sabíamos que usted estaba aquí.

Ozai los miró, y en lugar de despedirlos, comenzó una conversación sobre sus familias.

—Hace mucho que no hablo con tu padre sobre el negocio—mencionó con aire de interés—. Dime Chan… ¿Cómo les va en sus proyectos recientes?

Los dos chicos, nerviosos y sin otra opción, se quedaron escuchando a Ozai hablar sobre temas de negocios y le respondían con titubeos. Chan, en particular, parecía desconcertado, como si hubiera perdido su objetivo inicial.

Mientras tanto, Zuko y Ty Lee intercambiaron una mirada de alivio y aprovecharon para arrastrar a Azula de vuelta al juego.

—¿Por qué tanta prisa? —preguntó Azula, sin entender.

—Oh, nada… Solo que el juego aún no ha terminado—respondió Ty Lee, con una sonrisa dulce y algo posesiva, mientras Zuko asentía satisfecho.

Así, mientras Ozai entretenía a los dos admiradores inesperados, el grupo pudo continuar su día en la playa en paz, con Azula jugando en el equipo de Ty Lee y Zuko.

Mientras todos estaban inmersos en el juego de voleibol, Lu Ten paseaba por la orilla y se detuvo al ver una obra impresionante: Toph estaba construyendo un castillo de arena que parecía más una fortaleza en miniatura. Con sus habilidades, había moldeado torres, muros detallados y un foso que incluso tenía algo de agua que llegaba con cada ola. Fascinado, Lu Ten se acercó.

—Vaya, eso es increíble, Toph. ¿Te has dedicado a hacer castillos de arena toda la mañana? —preguntó con una sonrisa, admirando su destreza.

—Pues sí, tenía ganas de hacer algo que fuera… resistente —respondió Toph, con una sonrisa de satisfacción—. Además, la arena es como una versión más relajante de la tierra.

—Entiendo… Es como si estuvieras diseñando algo que puedas controlar y fortalecer. Me gusta esa idea —respondió Lu Ten, intrigado—. De hecho, a mí también me gusta construir cosas, pero en un sentido diferente. He trabajado con maquetas y diseños de estructuras desde que era niño.

—¿Así que te gusta diseñar? —preguntó Toph, con un interés genuino.

—Sí. A veces me gusta pensar en cómo construir cosas que duren y sean útiles. Aunque esto —señaló el castillo de arena—, es otro nivel de creatividad.

La conversación fluyó con naturalidad mientras hablaban de arquitectura, materiales y hasta de cómo aprovechar los recursos naturales para construir algo sólido. Toph, que usualmente se mostraba indiferente a otros temas, se sintió inspirada por la pasión de Lu Ten y compartió sus ideas de cómo usar la tierra y el metal para hacer estructuras casi indestructibles.

Entre risas y anécdotas, la conversación continuó, y ambos encontraron una afinidad inesperada. Cuando el resto del grupo se dio cuenta, Toph y Lu Ten estaban tan inmersos en su charla que parecía que el castillo de arena había pasado a un segundo plano, y ahora estaban ideando nuevas estructuras imaginarias, combinando sus habilidades e ingenio.

Mientras todos disfrutaban de la tarde en la playa, Ty Lee, sintiéndose confundida, le preguntó a Azula qué opinaba de Chan. Azula, como si no percibiera la incomodidad de su novia, respondió con tono casual:

—Oh, Chan es bastante… conveniente. Tiene habilidades sociales que podrían ser útiles para hacer contactos y en los negocios, también parece fácil de manejar, supongo, creo que a papá le agrada.

Ty Lee interpretó esto como una señal de interés en Chan. Sintiendo un ligero dolor en el pecho, murmuró un "ya veo" antes de alejarse sin mirar atrás. Los demás notaron cómo Ty Lee se apartaba, pero nadie se atrevió a preguntar qué ocurría, y hasta Azula se quedó perpleja, sin entender cómo había ofendido a su novia.

Intentando distraerse de la situación, Ozai le propuso a Lu Ten un uno a uno en el voleibol, pero, inesperadamente, Ty Lee intervino, retándolo directamente.

—¿Qué dice, señor Ozai? ¿Le gustaría enfrentarse a alguien más ágil? —preguntó Ty Lee con una sonrisa desafiante.

Ursa frunció el ceño, no muy segura de si la idea era prudente, pero Ozai sonrió, viendo en la joven una competidora digna de enfrentarse a él.

—¿Estás segura de que puedes seguirme el ritmo? —le respondió con un tono juguetón y desafiante.

El partido comenzó, y ambos demostraron ser más que competentes. Ty Lee saltaba y se movía con agilidad, poniendo en aprietos a Ozai, mientras él respondía cada golpe con fuerza y precisión, manteniendo el marcador empatado. Sin embargo, en un momento crítico, Ty Lee se distrajo al ver que Chan se acercaba nuevamente al grupo. Al voltear hacia él, perdió el equilibrio y tropezó, cayendo de lado en la arena.

Azula reaccionó inmediatamente, preocupada, y corrió hacia ella.

—¿Estás bien? —le preguntó, tratando de ayudarla a levantarse.

Pero Ty Lee, con el corazón aún dolido y confundido, apartó la mano de Azula.

—No necesito tu ayuda —dijo, en un tono que dejó a Azula visiblemente desconcertada.

Observando la situación, Ozai se acercó y, sin decir nada, extendió su mano hacia Ty Lee. Ella lo aceptó a regañadientes, y él la llevó hacia una zona tranquila donde pudiera recostarse mientras Azula iba por el botiquín de primeros auxilios.

Cuando estuvieron solos, Ty Lee decidió aprovechar la oportunidad para hablar con Ozai. Lo miró seriamente y, con un tono que él no le había escuchado antes, le preguntó:

—Señor Ozai, sea honesto conmigo. ¿No le agrado como novia de Azula? ¿Preferiría que estuviera con alguien más… como Chan?

Ozai se quedó en silencio un momento, visiblemente sorprendido, antes de reírse ligeramente.

—¿Por qué pensarías eso? —preguntó, genuinamente confundido—. Siempre te he visto como una buena compañía para Azula.

Ty Lee suspiró, aliviada, pero él continuó, con un tono algo pensativo.

—Azula te eligió a ti por una… o Miles de razones, ella no estaría con un chico tonto y superficial como Chan

Ty Lee lo miró, comprendiendo un poco mejor su perspectiva. Relajada ya por sus palabras, se atrevió a hacerle una última pregunta:

—¿Entonces no es que piense que no soy lo suficientemente buena para ella? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Ozai negó con la cabeza, y luego, mirándola con una leve sonrisa, añadió:

—Para nada. Haces que Azula se esfuerce y eres capaz de darle batalla en todo, además , Azula confía en ti y te respeta. A veces hasta la haces cambiar de opinión. No sé cómo lo haces, pero no imagino a alguien más capaz para estar con mi hija, asegúrate de mantenerla enfocada.

Ty Lee rió un poco, pero sus celos seguían inquietándola, y eso era algo que ella misma no entendía. Fue entonces cuando Ozai la observó detenidamente y le preguntó:

—Dime, ¿por qué te preocupa tanto que Azula hable con otras personas, como Chan? Es obvio que te quiere. ¿A qué le tienes miedo realmente?

Ty Lee quedó en silencio, sorprendida. Había dado por hecho que sus sentimientos eran algo natural, pero escuchar aquella pregunta la hizo cuestionarse.

—Supongo que… —comenzó, sin saber cómo expresar exactamente lo que sentía—. Me da miedo perderla, Azula es… increíble. No sé si soy suficiente para ella, y... siento que no tengo tanto que ofrecer.

Ozai la miró con cierta ternura que pocos conocían de él y le dio un consejo, en tono tranquilo.

—Entonces, en lugar de preocuparte tanto por lo que no tienes, quizá deberías pensar en todo lo que ya le das. Azula no es fácil de impresionar. Y ella ya te eligió a ti. Ten confianza en su juicio. Además… no cualquiera me hubiera retado así.

Ty Lee lo escuchó en silencio, dejando que sus palabras calaran en ella. Finalmente, relajada, le sonrió a Ozai con gratitud.

Ambos se quedaron en silencio y Ozai decidió dejar a la chica para que reflexionara un poco.

Cuando Azula llegó con el botiquín y se arrodilló junto a Ty Lee, comenzó a curarla con sumo cuidado, y con una expresión de preocupación en su rostro. Sin poder soportar la incomodidad entre ellas, Azula decidió hablar.

—Ty Lee… —murmuró mientras le aplicaba un poco de antiséptico en el raspón—, lamento todo esto. Creo que, de alguna forma, es culpa mía.

Ty Lee la miró de reojo, claramente desconcertada.

—¿Por qué te disculpas siempre conmigo, Azula? —preguntó, en un tono suave pero directo—. No sueles disculparte con nadie más, ni siquiera con tus padres.

Azula se quedó en silencio por un instante, como si intentara encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, suspiró y, sin apartar la vista de su tarea, respondió:

—Porque… contigo es diferente. Te quiero mucho, Ty Lee, y odio la idea de estar peleadas. Me gusta estar contigo, pasar tiempo juntas. Me haces sentir tranquila, y… feliz, en una forma que no logro explicar del todo.

Ty Lee parpadeó, sus ojos suavizándose mientras la escuchaba.

—¿Y por qué? ¿Por qué te sientes así conmigo? —preguntó, ansiosa por comprender completamente el corazón de Azula.

Azula se tomó un segundo, casi como si intentara medir lo profundo de su propio afecto. Luego, con voz suave y honesta, enumeró:

—Porque eres… valiente, y tan sincera. Siempre encuentras lo positivo en todo, incluso en los días más complicados. Y, sobre todo, porque tú me ves de una forma en que nadie más lo hace. No esperas que sea perfecta. No lo sé, solo eres tú, Ty Lee. Nadie me hace sentir así… solo tú, creo que eres divertida, inteligente, hermosa, talentosa, tierna… eres todo.

Ty Lee sonrió, sintiéndose cálida y querida, mientras Azula terminaba de curar sus heridas.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Azula con un tono dulce y, por una vez, vulnerable.

—Podría sentirme mejor… —Ty Lee respondió en un susurro, tomando suavemente la mano de Azula— si solo nos quedamos aquí, las dos, un momento.

Azula asintió y se sentó a su lado. Ty Lee se recostó en su regazo, cerrando los ojos mientras el sonido de las olas y la suave caricia de la brisa las envolvía. Luego de unos segundos, Ty Lee abrió los ojos y la miró.

—Lo siento, Azula. No es tu culpa. No debí haberte hecho sentir así. Te quiero mucho, más de lo que puedo explicar —dijo, con una sonrisa apenada y sincera.

Azula, enternecida, acarició su cabello suavemente, y sin decir nada más, ambas se quedaron en silencio, disfrutando del momento compartido y de la paz de estar juntas.

Notes:

Este era originalmente solo un capítulo pero le fui agregando tanto que se me hizo enorme, en fin, igual decidí subirlo completo aunque fuera en partes, espero lo disfrutarán.

Chapter 27: Nosotros y las rinanzas

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De vuelta de sus vacaciones, Ursa se encontraba revisando las cuentas familiares, y cada línea de gasto la hacía fruncir el ceño cada vez más. Cuando Azula y Zuko llegaron a casa, Ursa decidió enfrentarlos.

—Azula, Zuko, tenemos que hablar sobre sus gastos. Ambos están siendo demasiado… extravagantes.

Azula alzó una ceja, mientras Zuko miraba a su madre con cierta culpa. Pero cuando Ozai, que estaba cerca, comentó con total tranquilidad, —No es problema, Ursa. Tenemos los medios para ello, —Azula y Zuko pensaron que estaban fuera de peligro y suspiraron aliviados.

Sin embargo, Ursa no cedió.

—No es solo cuestión de si podemos costearlo o no —les explicó con firmeza—. Se trata de tener sentido común y responsabilidad. No pueden seguir gastando en cosas ridículas, como… Zuko, ¿para qué necesitas tres espadas idénticas? Y tú, Azula, tanta ropa de diseño que apenas usas una vez…

Zuko se encogió de hombros, evitando el contacto visual, mientras que Azula simplemente bufó.

—Y hablando de gastos innecesarios… —continuó Ursa mientras observaba otra entrada en la cuenta— Ozai, ¿por qué necesitamos una barbacoa industrial en el jardín?

Ozai se cruzó de brazos, sin poder dar una respuesta convincente, mientras sus hijos miraban a su padre con una mezcla de sorpresa y diversión.

Ursa decidió que era hora de tomar una medida drástica. —Bien, chicos, esto se acabó. Les retiro sus tarjetas de crédito a los tres y les asigno una mesada regular. Ya veremos si logran manejar sus gastos de forma sensata.

Azula alzó la voz, claramente disgustada. —¿Qué? ¡Eso es ridículo, madre! No somos niños, y no tienes por qué restringirnos de esta manera.

Ozai estaba a punto de intervenir, pero Ursa lo interrumpió con un desafío a Azula.

—¿No puedes?

—Claro que puedo

—Muy bien, Azula. Si estás tan segura, demuéstramelo. Tú y Zuko deben vivir solo con su mesada este mes. Si logran administrarse sin gastos innecesarios, recuperarán las tarjetas. Pero si fallan, tendrán que conseguir un trabajo.

Zuko la miró con cara de preocupación, pero antes de que pudiera decir algo, Azula aceptó el reto por ambos, segura de que podría superarlo.

—Y aclaro —añadió Ursa con una sonrisa astuta—: no pueden pedir dinero a sus amigos o sus novias.

—Acepto las condiciones, madre —respondió Azula, con una seguridad casi desafiante.

—Yo… supongo que también acepto, —murmuró Zuko, resignado, aunque poco convencido de sus habilidades para cumplir la prueba.

Mientras Ursa se alejaba, Azula miró a su hermano con una sonrisa confiada.

—No te preocupes, Zuzu. Esto será pan comido.

Zuko solo suspiró, esperando que su hermana tuviera razón.

Azula y Zuko se encontraban con Mai y Ty Lee en el jardín trasero, aún procesando la situación. Con un tono algo agrio, Azula comenzó a explicarles el ultimátum de su madre.

—Mamá nos quitó las tarjetas de crédito —dijo, cruzándose de brazos—. Nos dejó con una mesada básica, ¡como si fuéramos niños! Si gastamos de más, tendremos que buscar un trabajo.

Mai soltó una risita. —Definitivamente, van a perder.

Zuko suspiró. —Gracias por la confianza, Mai.

Ty Lee se acercó a Azula, apoyando las manos en sus hombros y dándole una sonrisa animada. —Pero, ¿por qué preocuparse tanto? A lo mejor si se lo piden a tu papá y le hacen ojitos, cambia de opinión. ¡Seguro que no quiere verlos trabajando!

Azula empezó a considerar la idea, con una mirada pensativa. —Podría ser... Si le decimos que esto es ridículo, y que no es justo para alguien de mi estatus…

Zuko, por otro lado, negó con la cabeza. —No. Eso sería desleal. Mamá confía en que podemos hacer esto, y sería como... engañarla.

Mai asintió lentamente. —Tiene un punto, Azula. Además, si Ursa lo descubre, sería incluso peor.

Justo en ese momento, Ozai apareció en el jardín con una expresión notablemente malhumorada. Parecía tan ensimismado que ni siquiera se dio cuenta de la pequeña reunión en curso. Azula y Zuko intercambiaron miradas; si su padre estaba aquí, debía tener algo que decirles.

Pero, en lugar de dirigirles la palabra, Ozai comenzó a hablar solo, sumido en su berrinche. —¡¿Una mesada?! Yo trabajo todo el día, y ahora me quita las tarjetas a mí también. Solo quería comprar unos palos de golf nuevos. ¡Eso no es ningún capricho!

El grupo se quedó en silencio, escuchando en shock la pataleta de Ozai. Incluso Ty Lee, que casi se había trepado a Azula para quejarse junto con ella, se apartó por completo al ver a su suegro.

Azula observó a su padre con incredulidad; verlo así hizo que algo en ella se reconfigurara. Se aclaró la garganta, miró a Zuko y asintió con determinación. —No hay que quejarnos. Mejor, nos ponemos a trabajar en un plan. No vamos a perder tan fácilmente.

Zuko sonrió un poco aliviado, aunque la idea de ahorrar seguía sin convencerle del todo. Mai rodó los ojos con su sonrisa habitual, mientras Ty Lee, entusiasmada, le daba ánimos a Azula.

—¡Así se habla! —exclamó Ty Lee—. Con tu inteligencia y mi... bueno, mi talento para ver lo positivo en la vida, ¡podremos superarlo!

Y, con esa motivación renovada, los cuatro se encaminaron a idear formas de ahorrar.

Con sus estados de cuenta frente a ellos, los hermanos y sus novias comenzaron a revisar cada línea de gasto, dividiéndolos en categorías de "comida", "transporte", "necesidades", y "ocio". A medida que avanzaban, empezaron a comprender el verdadero motivo del ultimátum de Ursa. Los números no mentían: cada mes, los gastos eran simplemente desorbitados.

Zuko fue el primero en intentar defenderse. —¡Pero muchos de esos almuerzos caros los disfrutamos todos! —dijo, señalando algunos cargos de restaurantes.

Mai alzó una ceja, mirando el monto total en "transporte". —Zuko, ¿y por qué gastas tanto en gasolina? —preguntó, ignorando su defensa.

Él se encogió de hombros. —Es el precio de pasear por todos lados. Ustedes también piden muchas paradas.

Ty Lee se giró hacia Azula con una sonrisa orgullosa. —¡Tú no tienes que preocuparte por eso! Yo te llevo a todos lados —dijo, haciendo un pequeño movimiento de hombros.

Azula asintió, pero luego algo en ella pareció detenerse al recordar el reto de su madre. —Espera... creo que parte del trato es que no podemos aceptar ayuda de nadie —reflexionó en voz alta, bajando la vista con un gesto serio.

Zuko suspiró. —Entonces, ¿qué vas a hacer? Podrías pedirle a papá un carro...

Mai intervino con firmeza. —No, Zuko. Si Ursa se entera, romperían el reto. No hay escapatoria fácil.

Ty Lee, animada, tuvo una idea. —¿Por qué no hace Zuko de chofer para Azula? Podrían compartir los gastos de gasolina. Así ambos ahorran, y no hay problema con el reto.

Zuko y Azula se miraron, considerando la propuesta. A Zuko no le encantaba la idea de convertirse en "chofer" de su hermana, pero ante el reto, parecía una buena solución.

—Está bien, si me ayudas con la gasolina, puedo llevarte —aceptó él finalmente.

—Perfecto —dijo Azula, satisfecha—. Es un acuerdo.

Volvieron a sus estados de cuenta, y pronto Mai comenzó a señalar los "artículos de edición limitada" de Zuko.

—Esto no cuenta como necesidad, Zuko. Si quieres ahorrar, deja de comprar tantas tonterías que solo ocupan espacio.

—¡Oye! Son artículos únicos —se quejó Zuko, aunque su tono de voz indicaba que entendía el punto.

Luego fue el turno de Azula, cuando Ty Lee notó varios gastos en regalos.

—¿Por qué compras tantas cosas para mí? —preguntó Ty Lee, visiblemente emocionada, pero también confundida.

Azula se sonrojó ligeramente. —Quería hacerte feliz…

Mai se cruzó de brazos. —Deberías intentar menos regalos y más ahorro.

Finalmente, después de un análisis exhaustivo y algunas risas (y burlas), los cuatro terminaron con una lista de ajustes. Había sido una lección para todos, y aunque se trataba de un reto difícil, ahora al menos tenían un plan realista para afrontarlo juntos.

Chapter 28: El reto

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La primera semana del reto financiero avanzó más o menos según lo planeado. Zuko y Azula, sin sus tarjetas de crédito para gastar libremente, habían optado por quedarse en casa la mayor parte del tiempo, lo que llenaba la casa de una actividad constante. Ty Lee y Mai venían casi todos los días, y los hermanos parecían haber invitado también a Sokka, Aang, e incluso a Suki, quien había convenido hacer un proyecto escolar con Zuko. Lo que comenzó como un castigo para controlar los gastos de los hermanos, terminó convirtiendo la casa en un centro de reunión adolescente.

Ozai estaba cada vez más irritado con la situación, viendo cómo Azula y Ty Lee monopolizaban la sala de entrenamiento para sus "entrenamientos" que fácilmente se volvían sesiones de besos. En el comedor, Zuko y Suki estudiaban, pero las risas y los chistes entre ellos no paraban. Y, para colmo, Sokka y Aang recorrían la casa con la misma libertad como si fuera su hogar, sin mostrar señales de querer irse pronto.

—¡Ursa! —protestó Ozai, cruzando los brazos en un intento de reprimir su frustración mientras miraba a través de la ventana hacia el jardín, donde los adolescentes hacían ruido y reían sin descanso—. Esto es inaguantable. Los chicos están todo el día aquí, como si fuera un centro juvenil. Entre Azula y Ty Lee acaparando la sala de entrenamiento y Zuko haciendo de anfitrión para toda su escuela… No me queda paz ni un solo momento.

Ursa suspiró, empatizando un poco con su esposo. Ella misma ya se estaba hartando de ver el desfile de adolescentes entrando y saliendo a diario. —Lo sé, Ozai. A mí también me molesta perder privacidad en mi propia casa —admitió, frotándose las sienes—. Pero recuerda, esta es la única manera de que aprendan a manejar sus finanzas. Es temporal, y por su bien.

Algo cambió en la actitud de Ozai al escuchar eso. Se enderezó, y un brillo de determinación se encendió en su mirada. —Tienes razón, Ursa. Si esto es por su bien… entonces, lo que hay que hacer es asegurarme de que realmente aprendan. Si voy a soportar que tengan a todos sus amigos aquí, lo mínimo que podemos hacer es aprovechar para darles una verdadera lección.

Ursa arqueó una ceja, algo sorprendida por el repentino entusiasmo de Ozai. Antes de que pudiera responder, él comenzó a hablarle de un "plan financiero familiar" que quería poner en marcha, uno que les enseñaría a Azula y Zuko sobre inversión, ahorro y administración de presupuestos.

Mientras Ozai le explicaba sus ideas, Ursa se encontró sonriendo a pesar de todo. Quizá, pensó, el verdadero castigo no era solo para Azula y Zuko, sino para ella, al tener que escuchar ahora a Ozai hablando interminablemente sobre presupuestos, planes de inversión y tácticas de ahorro que pretendía enseñar a sus hijos.

Pero mientras él seguía entusiasmado con sus "planes de lección", Ursa no pudo evitar disfrutar un poco el momento. Aunque siempre había sido ella quien se ocupaba de los temas financieros con los chicos, ver a Ozai tomando un interés activo en enseñarles le parecía un cambio refrescante. Además, era una actividad que los involucraba juntos de alguna manera, un proyecto en el que ambos estaban de acuerdo, incluso si las interminables charlas sobre estrategias de ahorro podían ser agotadoras.

Así que, mientras Ursa asentía a medias, escuchando a Ozai hablar sobre cómo planear las lecciones financieras que marcarían el futuro de Azula y Zuko, pensó que quizá también disfrutaba un poco la idea de ver a su esposo tan comprometido y dispuesto a trabajar en el bienestar de sus hijos, incluso si eso significaba tener que soportar su entusiasmo financiero por un tiempo.

La segunda semana del reto comenzó a poner a prueba la paciencia de Azula y Zuko. La falta de dinero para salir como antes hacía que ambos se sintieran atrapados en casa, y sus frustraciones no tardaron en manifestarse. Zuko estaba especialmente molesto por perderse la oportunidad de ir al cine con Sokka y Aang para ver una película que le interesaba mucho. Mientras tanto, Azula se frustraba al no poder consentir a Ty Lee con los pequeños detalles y regalos que solía comprarle, ni ir al spa o de compras con sus amigas.

La tensión entre los hermanos aumentó al punto de que comenzaron a discutir sobre el trato que tenían para compartir gastos de gasolina. Zuko se quejaba de tener que esperar siempre a que Azula estuviera lista, mientras que Azula replicaba que él desperdiciaba mucha gasolina con sus arrancones y vueltas innecesarias.

La discusión subía de tono cuando Ozai, intrigado por los reclamos, intervino con firmeza, exigiéndoles que le explicaran cuál era el verdadero problema. Ambos, a pesar de sus quejas, admitieron sinceramente que extrañaban la libertad de gastar y salir cuando querían. A este punto, Ozai los escuchó con calma y reflexionó un momento antes de darles un consejo.

—Entiendo lo que sienten —les dijo finalmente—. A todos nos gusta poder hacer lo que queremos, pero saber moderarse es lo importante. Pueden permitirse salir con sus amigos de vez en cuando, pero deben pensar en formas de ahorrar para aquellos eventos que realmente les importen.

Zuko y Azula, aunque aún algo frustrados, terminaron por aceptar el consejo de su padre, dándose cuenta de que quizás podían manejarse mejor con lo poco que tenían. En lugar de salir, decidieron quedarse en casa y descargaron sus frustraciones jugando videojuegos, con la pequeña esperanza de que este reto, por lo menos, terminara más pronto de lo previsto.

En la tercera semana, Zuko tuvo una idea para ahorrar dinero: llevar almuerzo a la escuela en lugar de comprarlo en la cafetería. Al principio, Azula no estaba convencida, considerando que eso sería una molestia y, además, dudaba de que Zuko supiera lo suficiente de cocina como para preparar algo decente. Sin embargo, antes de que pudiera rechazar la idea por completo, Ursa intervino con una propuesta: podían hacerlo siempre y cuando prepararan ellos mismos sus almuerzos.

—Incluso podrían recibir ayuda de Mai y Ty Lee —añadió Ursa con una sonrisa, mirando de reojo a las chicas.

Para sorpresa de Azula y Zuko, Mai y Ty Lee parecieron animarse bastante con la idea. Mai, con una sonrisa traviesa, dijo que sería entretenido verlos en la cocina, mientras que Ty Lee exclamó que sería una gran oportunidad para hacer algo en equipo y divertido.

A regañadientes, Azula aceptó, viendo la chispa de entusiasmo en los ojos de Ty Lee y hasta en los de Mai, lo cual era poco común. Zuko, contento de que su idea hubiese sido aceptada, comenzó a planear qué llevarían y cómo repartirían las tareas en la cocina. Aunque en el fondo ambos hermanos seguían un poco escépticos, la idea de cocinar juntos, con la ayuda de sus novias, les dio un poco de esperanza de que ahorrar en los almuerzos fuera más llevadero de lo que pensaban.

 

El primer día de los almuerzos hechos en casa comenzó sin complicaciones, pero todo cambió cuando Mai, tras ver las cajas preparadas, hizo un comentario con una media sonrisa:

—Parece que el almuerzo de Zuko se ve mejor que el de Azula.

Ty Lee, que estaba revisando el almuerzo de Azula, alzó una ceja y replicó rápidamente:

—Claro que no, el de Azula es mucho más balanceado. —Le lanzó una mirada de desafío a Mai—. ¡Balance es clave!

A partir de ese momento, la simple actividad de preparar almuerzos se transformó en una competencia no oficial entre Mai y Ty Lee. Ambas comenzaron a ponerse cada vez más exigentes, presionando a Azula y a Zuko para mejorar cada vez más las recetas y presentaciones. Azula y Zuko, cada mañana, se esforzaban más en la cocina bajo la mirada crítica de sus novias. Mai insistía en platos más elegantes y minimalistas, mientras que Ty Lee buscaba equilibrio en sabores y colores, y para sorpresa de los hermanos, ambas sugerían ajustes e ideas con un entusiasmo que rara vez mostraban.

—¿De verdad tenemos que cortar las zanahorias en estrellas? —preguntó Zuko, ya cansado del proceso, mientras le lanzaba a Azula una mirada de súplica.

Pero Azula, divertida, negó con la cabeza.

—Admítelo, Zuko, es entretenido verlas así de competitivas. —Sonrió y añadió—: Además, es interesante ver ese lado de Ty Lee. No siempre tiene esa chispa.

Zuko alzó una ceja, todavía desconcertado.

—¿Te gusta verlas pelear?

—No exactamente, —respondió Azula, sonriendo—. Me gusta ver ese lado de Ty Lee… el de esforzarse tanto en algo solo porque le importa… especialmente cuando tiene que ver conmigo.

Zuko asintió, aunque no muy convencido, y siguió con la preparación. A su manera, empezaba a entender a qué se refería su hermana, y pese a lo agotador, ver el entusiasmo de Mai le daba otro tono al reto de los almuerzos.

Para la última semana, tanto Zuko como Azula se enfrentaron a una complicación inesperada: ambos tuvieron gastos imprevistos. Al revisar sus finanzas, se dieron cuenta de que cada uno solo tenía veinte dólares para pasar toda la semana. La frustración era evidente, y no tardaron en comentarlo con sus amigos en la escuela.

—¿Veinte dólares para la semana? —se quejó Zuko con un suspiro—. No hay manera de que esto sea suficiente.

Ty Lee, siempre rápida para apoyar a Azula, asintió con preocupación.

—Es cierto, ¡es muy poco dinero! ¿Cómo van a sobrevivir?

Mai también estuvo de acuerdo, lanzándole a Zuko una mirada seria.

—Tal vez podrías pedirle a tu mamá que te dé un poco más. Este reto ya fue demasiado lejos.

Pero antes de que pudieran seguir quejándose, Sokka, Katara, Aang y Suki intervinieron.

—¿Veinte dólares? —Sokka se echó a reír—. Eso es más que suficiente.

Azula y Zuko lo miraron con escepticismo, y Katara decidió tomar el relevo.

—En serio. Veinte dólares pueden rendir bastante si no los gastan en tonterías. Yo lo he hecho antes.

Aang asintió con entusiasmo y añadió:

—Una buena idea es aprovechar los descuentos de las tiendas o incluso preparar todo en casa. La comida casera sale mucho más barata.

Suki también intervino con un consejo propio.

—Y si pueden limitarse a lo esencial, esos veinte dólares les durarán más de lo que creen.

Zuko, aunque todavía dudoso, miró a Azula con resignación.

—Supongo que tenemos que intentarlo. Parece que ellos se las arreglan con menos.

Azula, aunque reacia al principio, asintió, aceptando que sus amigos tenían razón. Con los consejos de cada uno en mente, ambos se sintieron más preparados para afrontar la última semana del reto, decididos a demostrar que podían sobrevivir sin pedir ayuda extra.

Chapter 29: Las galletas

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La última semana del reto estaba por concluir, y Azula decidió que quería hacer algo especial para Ty Lee en agradecimiento por su ayuda. Después de pensar en algunas opciones, tuvo una idea: prepararle unas galletas caseras, y pensó que pedirle ayuda a su madre para hacerlas podría ser una buena oportunidad para pasar tiempo juntas.

Sin embargo, antes de dirigirse a la cocina, Zuko, que parecía haber adivinado sus intenciones, la detuvo en la sala.

—No creo que sea buena idea, Azula. Si pides ayuda a mamá para hacerle algo a Ty Lee… podrías terminar provocando sus “celos de madre”.

Azula se rió, con la típica seguridad que la caracterizaba.

—¿Los celos de mamá? No pueden ser peores que los de papá, Zuko.

Zuko levantó una ceja, con una expresión de quien sabe algo que el otro no.

—Créeme. Los de mamá son mucho peores.

Azula lo ignoró con un gesto de la mano y fue a buscar a Ursa. Al escuchar la idea, Ursa sonrió con ternura, encantada de ayudar.

—Me parece una idea preciosa, Azula. Vamos a hacer las mejores galletas para Ty Lee.

Ambas se dirigieron a la cocina y comenzaron a preparar la masa, midiendo con cuidado cada ingrediente mientras compartían algunos detalles de las últimas semanas. En un momento, Ursa comenzó a interesarse un poco más en la relación de su hija y quiso saber más.

—Entonces, Ty Lee ha sido un gran apoyo para ti durante todo este reto, ¿verdad?

Azula, mientras mezclaba, sonrió.

—Sí, muchísimo. Realmente… me ayuda a ver las cosas de otra manera. Tiene una paciencia que, bueno, nadie más me tiene. Y, además, me enseña muchas cosas, hasta las más pequeñas. No sé cómo lo hace, pero siempre sabe cómo alegrarme el día.

Ursa, al escuchar esto, pareció quedarse en silencio un momento, y su rostro adoptó una expresión algo tensa, que no pasó desapercibida para Azula.

—Bueno, eso suena… muy bien. Claro, supongo que hay cosas que solo en pareja se aprenden —Su voz sonaba algo forzada, como si intentara mantener la compostura mientras hablaba, Azula sintió un escalofrío, como si el peligro se acercara.

Azula, al fin, empezó a recordar la advertencia de Zuko. Era como si sintiera una especie de barrera sutil entre ella y su madre, y, aunque Ursa intentaba no dejarlo ver, la molestia era innegable y la hacía sentir incómoda de una forma que nunca había experimentado. Fue en ese momento cuando comprendió que, en efecto, los celos de Ursa eran distintos y, de alguna forma, más complicados que los de Ozai.

Para aligerar la tensión, Azula decidió cambiar de tema, comentando sobre lo bien que iban quedando las galletas. Ursa asintió, retomando la conversación con la misma calidez de antes, pero Azula supo en ese momento que su madre podía ser incluso más oscura que su padre.

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Durante el almuerzo en la escuela, Azula sacó una pequeña cajita y se la entregó a Ty Lee, quien la abrió para encontrar las galletas que su novia había horneado especialmente para ella. Los ojos de Ty Lee se iluminaron con felicidad, y no pudo contener una exclamación de alegría mientras abrazaba efusivamente a Azula.

—¡Eres la mejor, Azula! —dijo emocionada.

Zuko puso los ojos en blanco.

—¿No te parece que exageras un poco? Son solo galletas…

—Sí, es un poco… excesivo —añadió Mai, aunque con una pequeña sonrisa.

Sin embargo, Katara y Suki, al ver la escena, compartieron una mirada y comenzaron a reflexionar.

—Galletas caseras, es obvio que Azula se esfuerza mucho por su novia ¿No crees Katara?

—¿Sabes, Suki? —dijo Katara, con una sonrisa cómplice—. Sería lindo que nuestros novios fueran tan detallistas como Azula.

Sokka y Aang se miraron, algo sorprendidos.

—Oye, oye, nos esforzamos bastante —protestó Sokka—. Ayer mismo te compré esa bebida que te gusta en la cafetería, ¿recuerdas?

Aang asintió, intentando defenderse también.

—Sí, y yo te di el último trozo de pizza la semana pasada, Katara. Eso cuenta, ¿no?

Pero ni Katara ni Suki parecían muy convencidas. Fue entonces cuando Suki miró a Mai.

—¿Y a ti, Mai? ¿No te molesta que Zuko no sea tan detallista como Azula?

Mai, encogiéndose de hombros con indiferencia, respondió:

—Esas cosas no me importan, la verdad.

Zuko, que había permanecido en silencio hasta entonces, intervino con una pequeña sonrisa.

—Bueno, a mí sí me gustaría que fueras un poco más detallista conmigo, Mai.

El comentario provocó risas en el grupo. Katara y Suki se lo tomaron como una broma, mientras Mai, en su tono característicamente seco, respondió:

—Quizá te sorprenda un día de estos, y te regale flores o algo así, ¿qué te parece?

Todos rieron de nuevo, pero Sokka y Aang aprovecharon la oportunidad para voltear la situación a su favor.

—¿Ven? Quizá la razón por la que Azula es tan detallista es porque Ty Lee también es muy atenta y cariñosa con ella —comentó Sokka, lanzando una mirada significativa hacia Suki.

—Exacto —añadió Aang—. Ty Lee siempre está pendiente de Azula, así que es como un trato mutuo.

Azula observaba divertida cómo sus amigos discutían, pero fue entonces cuando sintió que Ty Lee la abrazaba con fuerza y la miraba con una mezcla de orgullo y posesión. Este gesto llamó la atención de Zuko, quien, en su intento por cambiar de tema, comentó:

—Lo que más me sorprende de ustedes dos es que Ty Lee es la más celosa de la relación. No lo hubiera imaginado.

Todos miraron a Ty Lee con una mezcla de asombro y diversión, asintiendo en señal de acuerdo. Ty Lee se ruborizó un poco, pero en lugar de contestar, simplemente abrazó a Azula aún más fuerte, casi escondiéndose en su hombro.

Azula, riendo levemente, acarició suavemente la cabeza de Ty Lee.

—Supongo que es algo que también me gusta de Ty Lee —comentó— cuando se pone así… solo me dan ganas de mimarla

El grupo intercambió sonrisas, y aunque Ty Lee seguía algo avergonzada, se notaba contenta de estar junto a Azula. La conversación pronto derivó en otras bromas y anécdotas, pero, al final, todos disfrutaban de la calidez y la cercanía del momento.

Chapter 30: El final del reto

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Ese día, Ursa estaba especialmente feliz. Había llegado el fin del reto y se sentía orgullosa de Azula y Zuko por haberlo completado. Mientras pensaba en una manera de celebrar sus logros, escuchó ruidos en la entrada de la casa. Se levantó para investigar, solo para encontrarse con Ozai regresando, acompañado no solo por sus hijos, sino también por Aang, Katara, Sokka, Ty Lee, Mai, Suki y Toph. Todos llevaban una cantidad considerable de bolsas.

Ursa alzó una ceja, confundida.

—Ozai, ¿qué es todo esto?

Él la miró como si la respuesta fuera obvia.

—¿Qué más va a ser? Voy a hacer una fiesta para Azula y Zuko. Una parrillada para celebrar que cumplieron con el reto —dijo con orgullo.

Ursa observó con cautela todas las bolsas llenas de alimentos y utensilios para la parrillada, y luego a los adolescentes entusiasmados hablando y organizándose. La mirada de Ursa volvió a su esposo.

—¿Por qué invitaste a todos los chicos? —preguntó, a lo que Ozai le contestó, sonriente.

—Para eso compré la parrilla de barbacoa industrial. Ahora verás que no fue un desperdicio de dinero. Tiene capacidad para todos.

A pesar de que la idea de la parrilla industrial le parecía un poco excesiva, Ursa sonrió, enternecida. Había algo en el entusiasmo de Ozai que hacía la situación un poco cómica y muy entrañable.

La parrillada comenzó con todos colaborando y disfrutando. Ursa observó cómo Ozai organizaba la comida y hablaba con los chicos, incluso les daba consejos y sugerencias de preparación como si fuera el experto de la barbacoa. Cuando finalmente se acercó a él, no pudo evitar un comentario.

—Me alegra mucho que hayas apoyado esta idea. Se nota que tú también aprendiste algo con todo esto, Ozai. No veo nada extravagante, y la verdad… creo que es perfecto así.

Ozai se quedó callado un momento, y Ursa notó que comenzaba a sudar un poco, esquivando su mirada.

—Ozai, ¿qué estás ocultando?

Antes de que él pudiera responder, un estallido resonó en el cielo y lo iluminó de colores. Ursa, Zuko, Azula y los demás miraron hacia arriba, sorprendidos, para ver fuegos artificiales explotando con fuerza y destellos en el cielo.

—Ozai… ¿de dónde salieron esos fuegos artificiales? —preguntó Ursa, entre sorprendida y resignada.

Él le lanzó una mirada culpable, encogiéndose de hombros.

—Bueno… ¿qué es una celebración sin un poco de espectáculo?

Chapter 31: Tú y Zuko y ¿Mochis?

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Una tarde tranquila, Ty Lee y Azula descansaban en la habitación de esta última, compartiendo risas y conversaciones sin prisa. En un momento de silencio, Ty Lee comenzó a hacerle cosquillas de la nada, sacando de Azula risas y pequeños gritos que pocas personas lograban ver o escuchar. Azula, dispuesta a no quedarse atrás, contraatacó y la habitación pronto se llenó de risas y movimientos torpes mientras ambas intentaban ganar la guerra de cosquillas.

La batalla terminó con Azula sobre Ty Lee, ambas jadeando por la risa y el esfuerzo. Sin pensarlo mucho, Azula se inclinó y la besó. El beso fue suave al principio, pero pronto se volvió más apasionado. Este tipo de besos ya era algo habitual entre ellas, una especie de ritual que compartían más seguido y con más confianza. Pero, como otras veces, Ty Lee fue la primera en detenerse. Conociendo a Azula, entendía que aún no estaba lista para dar el siguiente paso. Azula la miró, respetando su pausa, y ambas se acomodaron de nuevo, tranquilas y relajadas, aunque cada una en su propio silencio reflexivo.

Finalmente, Ty Lee, con su habitual sonrisa, se levantó.

—Creo que ya me voy a casa, Azula. Te veo mañana.

—Claro —respondió Azula, manteniendo su expresión neutral, aunque su mente estaba llena de pensamientos dispersos. La observó salir alegre y despreocupada, como siempre, y de alguna manera le envidió esa tranquilidad.

Cuando se quedó sola, Azula sintió el peso de una realización: esa vez, ella no había querido detenerse. Por primera vez, no había sentido el impulso de retroceder. La pregunta inevitable surgió en su mente, dejándola con una mezcla de nervios y emoción que no solía experimentar.

¿Estaría finalmente lista para estar completamente con Ty Lee?

—-

Ty Lee llevaba un par de días con una extraña mezcla de incomodidad y frustración que no podía sacarse de encima. Aunque trataba de disimularlo con su habitual actitud alegre, Zuko, que la conocía lo suficiente, notó algo raro en ella. Un día, mientras estaban sentados en la cafetería, la miró con curiosidad.

—¿Te pasa algo, Ty Lee? —preguntó, levantando una ceja.

Ella suspiró, sin querer realmente hablar de su frustración con él, pero incapaz de encontrar una excusa convincente para cambiar el tema.

—Es… complicado, Zuko —dijo, mordiéndose el labio y desviando la mirada. No tenía intención de contarle todos los detalles, pero sabía que sería más fácil sacárselo de encima si daba una explicación a medias—. Siento… es… es como… cuando realmente quieres comer mochis, y tienes los mochis ahí, frente a ti, pero no puedes comerlos.

Zuko la miró, intentando comprender. La idea de estar frente a un plato de mochis sin poder comerlos parecía una tortura para él.

—¿Y por qué no puedes comerlos? —preguntó sinceramente, sin captar la metáfora.

Ty Lee resopló, frustrada de que él no entendiera. Sin embargo, decidió seguirle el juego, pensando que tal vez hablando en sus propios términos lo dejaría satisfecho y se rendiría.

—Es como… como si alguien te dijera que aún no es el momento. Que tienes que esperar hasta que estés listo para comer mochis, aunque ya los quieres… y mucho —dijo, esforzándose por mantener su tono en la metáfora.

Zuko asintió con una expresión seria, aparentemente compadecido por su situación. Pensó por un momento y luego se inclinó hacia ella, dispuesto a darle un consejo.

—A ver, Ty Lee… sé cómo te sientes. A veces quiero ir a mi restaurante favorito y comer algo específico, pero no puedo porque no es el momento o porque no puedo permitírmelo. ¿Sabes qué hago? Me distraigo con otras cosas, hago algo productivo, me doy un gusto pequeño y, cuando menos me doy cuenta, se me pasa la frustración.— Zuko le ofreció una goma de mascar, la cual la chica aceptó con algo de duda.

Ty Lee miró a Zuko, dudando si él realmente estaba tratando de ayudarla con esta respuesta o si simplemente se estaba tomando la situación completamente literal.

—Supongo que puedo intentar distraerme un poco —dijo, con una sonrisa agradecida—. Gracias, Zuko.

Con el consejo en mente, Ty Lee intentó mantener su mente ocupada los días siguientes. Se enfocó en su entrenamiento, pasó tiempo con sus amigas y evitó pensar en su frustración. Y, aunque no la hacía sentir completamente mejor, empezó a ayudar un poco.

Unos días después, mientras estaban en la cafetería, Zuko llegó y se sentó frente a ella con una caja en la mano. Al principio, Ty Lee no se dio cuenta de qué era, hasta que él le deslizó la caja por la mesa con una sonrisa casi cómplice.

—Para ti. Mochis —dijo, como si fuera lo más obvio del mundo—. Ya sabes, a veces hay que darse un gusto. Pero no te acostumbres, Ty Lee. A veces… simplemente no se puede comer mochis.

Ty Lee no pudo evitar reír y tomar la caja de mochis que él le había traído. Sabía que Zuko aún no entendía del todo, pero agradeció el gesto. Le dio un abrazo rápido y se quedó disfrutando el dulce regalo, pensando que, en su propia manera, Zuko realmente la había ayudado.

Chapter 32: Otro paso

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Azula llevaba un tiempo dándole vueltas al asunto, tratando de encontrar el momento adecuado para hablar con Ty Lee sobre dar el siguiente paso en su relación. Aunque no estaba completamente segura de cómo abordar el tema, sabía que quería discutirlo con ella. Así que, en una tarde tranquila mientras pasaban tiempo juntas, decidió intentarlo.

—Oye, Ty Lee —empezó Azula, intentando sonar casual—, he estado pensando… en nuestra relación y… en avanzar un poco.

Ty Lee la miró con curiosidad, sonriendo sin entender del todo—. ¡Oh! ¿Te refieres a practicar nuevas acrobacias juntas? ¡Estaría genial! Puedo enseñarte algunas técnicas de equilibrio.

Azula negó suavemente, sintiéndose un poco frustrada pero intentando disimularlo.

—No exactamente, Ty Lee. Me refiero a algo más… personal entre nosotras. Como… dar un paso más allá.

Ty Lee, nuevamente, interpretó a su manera—. ¡Oh! ¿Quieres decir un viaje o una escapada juntas? Sería tan divertido. He visto que algunos de nuestros amigos hacen esos planes de pareja.

Azula suspiró internamente, sintiendo cómo el tema se iba alejando cada vez más, aunque no podía evitar esbozar una pequeña sonrisa. Era tan típico de Ty Lee.

—No, Ty Lee… quiero decir algo más íntimo… algo solo de nosotras dos.

Por tercera vez, Ty Lee intentó adivinar con una chispa de emoción—. ¿Hablas de hacer un juramento de sangre?

Azula soltó una pequeña risa, pero ya decidida, fue más directa:

—Ty Lee, estoy hablando de… tener relaciones. Ya sabes… sexo.

Al escuchar eso, Ty Lee se quedó en silencio, sorprendida y con las mejillas ruborizadas. Después de procesarlo, se acercó un poco más a Azula y le preguntó en voz baja:

—¿Entonces… ya estás lista?

Azula asintió, aunque se notaba que aún estaba nerviosa—. Sí. Pero, precisamente por eso, pensé que deberíamos hablarlo. No quiero hacerlo sin saber que ambas estamos seguras.

Ambas se quedaron en silencio por un momento, y Ty Lee miró a Azula con una sonrisa cálida—. Me gusta que quieras hablarlo… Pero, um, creo que no sé por dónde empezar.

Azula suspiró, sintiéndose igual. Había llegado hasta allí, pero ahora las palabras parecían escurrirsele de las manos.

—¿Sabes qué? —dijo Ty Lee con un brillo divertido en sus ojos—. Podemos investigar juntas. Seguro que podemos encontrar alguna guía o algo. Quizá no sea tan complicado como parece.

—¿Crees que en la biblioteca podamos…?

—¡No!

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Su mejor idea fue investigar por su lado con conocidos, Ty Lee decidió consultar a Mai.

La encontró en su cuarto, cómodamente tumbada leyendo una novela, y, sin perder tiempo, se acomodó en la cama junto a ella, algo inquieta.

—Hey, Mai… ¿puedo preguntarte algo? —preguntó, mordiéndose ligeramente el labio.

Mai alzó una ceja, dejando su libro a un lado y preparándose para escuchar.

—Claro, ¿qué necesitas?

Ty Lee dudó un poco, mirando al suelo mientras giraba un mechón de su cabello.

—Bueno… digamos que yo… estoy pensando en llevar las cosas más lejos con Azula, ¿sabes?

Mai la observó con una expresión neutral, aunque sus ojos mostraban cierta sorpresa.

—¿Y necesitas… algún consejo en específico?

Ty Lee asintió con entusiasmo, aunque con cierta timidez.

—Es que… quiero que sea especial para las dos, y no sé bien cómo abordarlo sin que sea raro. Además, Azula… ya sabes cómo es, no siempre expresa lo que siente tan fácilmente. Quiero hacer algo que la haga sentirse cómoda.

Mai reflexionó un momento, pensando en cómo responder.

—Lo primero que te diría es que no trates de hacerlo como en una película o como algo súper perfecto. Azula, aunque lo esconda, es bastante sentimental cuando se trata de ti. Así que, si te mantienes auténtica, probablemente eso sea lo que la haga sentir más segura.

Ty Lee asintió, tomando mentalmente cada palabra.

—¿Y cómo sabes si… es el momento adecuado? —preguntó en un tono bajo.

Mai la miró con una media sonrisa.

—Creeme, lo sabrás, solo asegúrate de cerrar la puerta con seguro, Zuko aún no aprende su lección.

Ty Lee sonrió, aliviada con los consejos de Mai, y abrazó a su amiga brevemente antes de despedirse, sabiendo que había ganado claridad y confianza para hablar con Azula.

 

Más tarde, fue el turno de Azula. La princesa, siempre tan segura y decidida, entró en la habitación de Mai con una expresión inusualmente pensativa. Se sentó frente a su amiga, sin mucha ceremonia, y, después de un breve silencio, habló.

—Mai… necesito tu consejo sobre algo importante.

Mai cerró su libro nuevamente y la observó, curiosa.

—¿Sobre qué? —preguntó, tratando de contener su sorpresa al ver a Azula dudosa.

Azula miró a un lado, antes de volver a enfrentar a Mai con seriedad.

—Quiero dar un paso más con Ty Lee. Siento que estoy lista, pero… —se detuvo, tratando de encontrar las palabras—. Es algo que nunca he hecho. Quiero hacerlo bien.

Mai la escuchó con una expresión serena y asintió.

—Entonces, ¿estás segura de que quieres dar ese paso? ¿Es lo que realmente deseas?

Azula asintió con firmeza.

—Sí. Ya lo pensé bastante, y… creo que es el momento adecuado. Ty Lee es importante para mí, y quiero que esto sea especial.

Mai sonrió levemente, impresionada por la sinceridad de su amiga.

—Si ya lo tienes tan claro, entonces confía en ti misma, Azula. Ty Lee también quiere estar contigo, y si te muestras abierta y honesta con ella, eso va a hacer la diferencia. Ella es flexible, lo cual complementa tu carácter. Estoy segura de que pueden hacer que este paso sea algo bonito para las dos.

Azula respiró hondo, asimilando el consejo, y luego le dio una sonrisa sincera a Mai.

—Gracias, Mai. Eh… está conversación no sucedió ¿De acuerdo?

—De acuerdo

—Por cierto… tienes algún consejo… más técnico —respondió Azula con calma.

Mai la miró, desconcertada.

—¿"Técnico"? Cómo…

Azula respiró hondo, considerando cómo explicarse sin perder la paciencia.

—Si como… ya sabes… alguna… eh… ¿Técnica? O… truco…

—Mira… puede que sientas que es difícil o incómodo al principio —empezó con calma—. Pero lo más importante es que escuches a Ty Lee. No te centres en que sea perfecto; lo que importa es que ambas se sientan cómodas y conectadas en el momento. Tómense su tiempo y no te preocupes por no saber exactamente qué hacer.

Azula asintió lentamente, como si estuviera asimilando cada palabra.

—Esperaba que fueras más específica pero creo que esto me sirvió más de lo que creí.

Mai soltó una pequeña risa.

—Y yo no esperaba hablar de esto contigo —confesó—. Es muy incómodo.

Chapter 33: Operación noche cero

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A pesar de los consejos, Azula seguía bastante nerviosa así que decidió tomar otro enfoque, dejaría de pensar en los detalles que no podía controlar y se centraría en los que sí.

Esa tarde había estado trazando planes y dibujando esquemas de la mejor estrategia para la ejecución de su plan: “Noche cero”. Estaba tan concentrada que no notó cuando Ty Lee llegó y se recostó junto a ella.

—¿Qué haces?— Ty Lee vio a Azula tan concentrada que le preocupó que su novia estuviera trabajando en un proyecto que quizá ella olvidó.

—Estoy trazando un plan para que tú y yo tengamos sexo— Azula parecía tan concentrada que ni siquiera notó la cruda forma en la que se había expresado, y mucho menos había notado la reacción de Ty Lee.

—¿”Noche cero”? Azula, las mejores cosas en la vida no se planean

— Esto claramente será un parteaguas en nuestra relación así que…

—¿Quieres que vayamos a París?

—Es una opción

—Azula, somos menores de edad, no podemos… ¿En la biblioteca?

—Leí que puede ser… interesante… también encontré otras cosas en internet que…

—Azula…—Ty Lee no podía creer lo que escuchaba, era demasiado y no pudo evitar reírse.

— ¿Por qué te ríes?

—Lo siento, es que todo esto es tan tierno que… ¿Puedo besarte?

—No tienes que pedir permiso— Ty Lee le dió un tierno beso en los labios pero como ya empezaba a serles costumbre, eso no fue suficiente, pronto Azula se acercó más a su novia, ambas estaban sentadas en la cama, Azula quería sentir más cerca a Ty Lee pero no encontraba la forma, sólo podía aferrarse a su cintura hasta que Ty Lee se subió al regazo de Azula para continuar besándose.

—Sabes, Zuko está en casa de Mai, tu padre no ha llegado y tu madre acaba de salir— Azula no entendía por qué Ty Lee decía eso y en ese momento no le importaba solo quería sentir más de su novia quien en ese momento estaba besando su cuello delicadamente.

—Ty Lee… — Azula la miraba suplicante, no sabía exactamente lo que quería hasta que sus manos subieron por la espalda de la otra chica, la blusa de Ty Lee se había levantado un poco así que sin quererlo tocó un poco de su piel expuesta, esto parecía enviar sensaciones placenteras a ambas por lo que Azula procedió a pasar sus manos por debajo de la prenda de su novia mientras volvían a besarse.

—Zula… — El movimiento que hacía Ty Lee con sus caderas enviaba sensaciones nuevas para Azula quien quería de alguna forma corresponder el gesto, aunque todo era nuevo para ella solo podía pensar en lo bien que la hacía sentir ver así a Ty Lee pero quería más y se dejó llevar por el impulso de abrir por la fuerza la blusa de su novia.

Ty Lee no protestó, sólo retiró la prenda dañada y prosiguió a quitarle la blusa a su novia; claramente no era la primera vez que se contemplaban así sin embargo el ambiente del momento les hizo mirarse de otra forma.

Azula nunca había reparado realmente en los atributos de su novia, claro que le gustaba mirarla y claro que los había notado antes pero en ese momento era como si los mirara por primera vez. Algo similar le sucedía a Ty Lee, aunque ella siempre había notado el atractivo de Azula, siempre le había gustado la forma en que su cuerpo parecía tonificado y fuerte pero al mismo tiempo era estético y delicado, no pudo contenerse de tocar el abdomen de su novia y subir por su pecho a sus hombros y atraerla por el cuello para volver a besarla.

El beso era muy apasionado pero lo que hizo a Azula soltar un sonido extraño que no reconoció fue la sensación de el cuerpo de su novia uniéndose al suyo con poca ropa de por medio.

Azula se sentía un poco abrumada con tantas sensaciones, por un momento pensó en detenerse pero entonces Ty Lee comenzó a besar su cuello y a acercar deliberadamente su mano a uno de sus pechos pero antes de tocarlo la mira a la cara.

—Eres tan hermosa, Azula— En cuanto dijo su nombre puso su mano sobre la copa del sostén, Azula no supo si fue el contacto o el cumplido por parte de su novia lo que la hizo sentir una placentera incomodidad entre las piernas.

—Deberíamos acomodarnos mejor, quiero que estés cómoda— Estaban al borde de la cama, no era realmente incómodo pero Azula pensó que necesitaba reagrupar sus pensamientos para seguir con esto, si es que quería seguir con esto.

—De acuerdo— En un ágil movimiento, Ty Lee se levantó del regazo de Azula y se acostó a mitad de la cama, mirando a su novia mientras se quitaba los pantalones. Azula no pudo evitar preguntarse ¿A qué hora se había quitado Ty Lee los zapatos?

— Ya estoy cómoda… Zula— Ver a Ty Lee así en su cama, mirándola con esa chispa en los ojos, encendió algo en Azula, y se decidió, claro que quería seguir con esto, sin pensarlo mucho y de manera apresurada se deshizo del resto de su ropa para quedarse al igual que Ty Lee en ropa interior, después subió a la cama y se aproximó al sitio en que estaba su novia, dudó por un momento, ya que no sabía qué hacer exactamente, Ty Lee lo notó así que la tomó del rostro y la guió mientras la besaba, ahora Azula sobre Ty Lee quien ágilmente había comenzado a atraerla también usando sus piernas.

Mientras tanto Azula se sentía como en las nubes, la piel de Ty Lee era tan suave y se sentía tan bien cuando rozaba con la suya, quería tocarla siempre y más, de manera apresurada Azula se quitó el sostén, Ty Lee quedó sorprendida de verla sin embargo Azula no le dió mucho tiempo para contemplar ya que rápidamente retiró el de ella también y por un segundo se quedó en silencio mirándola, su expresión era reservada, no decía nada, Ty Lee comenzaba a ponerse nerviosa hasta que Azula le dió un ligero beso en los labios y la tomó de la mejilla.

—¿Puedo?— Ty Lee no supo qué le estaba preguntando, solo asintió levemente y poco a poco sintió la mano de Azula que subía hasta acariciar su pecho, en ningún momento perdieron el contacto visual, Azula estaba ensimismada, viendo las reacciones en el rostro de Ty Lee a sus caricias.

—Zula…— Ty Lee se dejó llevar, rodeó el cuello de su novia para acercarla más y besarla mientras sus caderas se movían para crear fricción entre ambas.

—Ty…—Azula perdió un poco el equilibrio al sentir el choque entre ellas, la sensación la descolocó.

—Lo siento ¿Estás bien?

—Si, solo… ¿Podrías hacerlo de nuevo?

—¿Así?_ Ty Lee movió de nuevo sus caderas.

—Si

—¿Te gusta?

—Si…— De pronto y sin aviso, Azula comenzó a imitar los movimientos de su novia, ambas sentían como la presión en sus centros incrementaba, pronto los movimientos deliberados se volvieron erráticos.

Azula ya comenzaba a respirar agitadamente, Ty Lee supo que no tardaría mucho en terminar y así fue, de un momento a otro Azula se aferró mucho a Ty Lee, Ty Lee siguió moviéndose mientras Azula terminaba de sentir ese intenso placer, hasta que finalmente terminó.

En ese momento Ty Lee dejó de moverse y abrazó a Azula tratando de ayudarla y reconfortarla. Pensó lo bien que se sentía estar así con su novia, sabía que era algo muy profundo y aunque el momento había terminado, esto era más que suficiente para ella. Llegó a pensar que Azula se había quedado dormida hasta que sintió cómo movía sus labios en su cuello.

—Azula…

—Lo siento, tú no…

—Está bien, fue…

—¿Fue? Aún no terminamos—Sin previo aviso, Azula siguió besando su cuello mientras con su mano volvía a tocar su pecho, Ty Lee quería decirle que no era necesario pero su cuerpo no opinaba lo mismo, mucho menos cuando los labios de Azula ya estaban casi sobre su pecho derecho mientras su mano masajeaba el otro.

—Zula…— Ty Lee quedó embobada viendo cómo Azula la miraba intensamente mientras poco a poco se acercaba a su seno y comenzaba a besarlo, Ty Lee no pudo evitar soltar un suspiro cuando Azula comenzó a usar su lengua y en el momento en que empezó a jugar particularmente con sus pezones fue que Ty Lee soltó pequeños gemidos.

—¿Te lastimé?— Azula paró en seco pensando que le había causado dolor a su novia.

—No yo… eh…

—Te gustó —No era una pregunta, por el rostro de su novia sabía que así era y se sentía extremadamente satisfecha de poder lograr esas reacciones en Ty Lee.

—Zula…— Decidió continuar con el otro pecho de Ty Lee tras ver el gesto de súplica en su rostro, su novia parecía estar disfrutando sin embargo Azula pensó que quizá no sería suficiente, que debía hacer algo más para llevarla al clímax que ella había experimentado así que bajo su mano por la cintura de su novia hasta llegar a colocarla sobre su ropa interior.

—Ty Lee—Azula la miró para saber si podía proseguir, Ty Lee solo suspiró y asintió, realmente deseaba que su novia no se detuviera más.

Azula sin pensarlo mucho retiró la ropa interior de Ty Lee y finalmente tocó esa parte privada de su novia, lo primero que notó fue lo mojada que estaba, pensar que Ty Lee estaba así por ella la hacía sentir especial y confiada así que sin pensarlo más, se adentro con sus dedos a masajear los pliegues de su novia.

Ty Lee se tensó un poco, Azula notó esto así que comenzó a besarla y suavizó sus caricias, con el índice y el dedo de enmedio seguía acariciando sus pliegues mientras con su dedo pulgar comenzaba a acariciar el área donde se encontraba su clítoris. Ty Lee se estaba relajando así que Azula pensó que sería buen momento para deslizar un dedo dentro su novia.

—A…Zula…

—Si quieres que me detenga….

—No… no pares…—escuchando eso Azula prosiguió y terminó de introducirse completamente en Ty Lee, quien volvió a tensarse, Azula se quedó quieta por un momento sin saber cómo proseguir hasta que Ty Lee comenzó a mover nuevamente sus caderas haciendo que su dedo entrara y saliera mientras soltaba pequeños suspiros, Azula entendió de inmediato y comenzó a mover su mano, el ritmo aumentaba conforme los sonidos que Ty Lee le regalaba a Azula se volvían más agudos y agitados.

—Zula… voy a…— Azula entendió de inmediato y en ese momento decidió agregar otro dedo para penetrar a Ty Lee, esto hizo que la chica soltara un gemido más alto y con ese ritmo Azula continúo hasta que finalmente las paredes de Ty Lee se apretaron alrededor de sus dedos, Azula buscó seguir generando presión para ayudarla a sentir más placer.

—Ty Lee…— Azula miraba a su novia mientras sentía su orgasmo terminar y pensaba lo hermoso que era estar así juntas, se preguntó por qué no lo habían hecho antes, de pronto mientras Ty Lee se trataba de recuperar, Azula sintió el cansancio de todo y se recostó a su lado, mirándola mientras trataba de regular su respiración, de pronto Ty Lee se acurrucó cerca de ella a lo que Azula inmediatamente la abrazo.

—Bueno, no fuimos a París— Ambas tenían la respiración agitada aún, Ty Lee no podía creer que finalmente “eso” hubiera sucedido.

—Parece que no— Azula estaba simplemente en blanco, como si siguiera en una nube, su piel aún cosquilleaba por sentir a Ty Lee y eso era intoxicante para ella.

—¿Por qué París?

—Dicen que es la ciudad del amor

—Oww, Azula… cuando estoy contigo siempre estoy en la ciudad del amor

—¿Si? Bueno, ya que estamos aquí…— Azula aún quería más, besar a Ty Lee así se sentía tan bien, en ese momento sentía que no podía tener suficiente de esto pero un ruido las interrumpió

— Mi teléfono, es un mensaje

—¿Quién rayos…?—Azula nunca había estado tan molesta por un mensaje.

—Es el vigilante — Azula nunca había estado tan confundida por un mensaje.

—¿Por qué te mensajea el vigilante?

—Le pagué para que me avisara si tus padres o Zuko llegaban, rápido, hay que vestirnos porque tu mamá ya volvió — ¿Por qué Ty Lee necesitaría saber si su familia volvía? Azula no tenía mucho tiempo para pensar, tampoco es que su cerebro estuviera funcionando adecuadamente en ese momento, mientras se vestía y le entregaba su ropa a Ty Lee algo dentro de ella se sentía demasiado satisfecho como para cuestionar el mundo en ese momento.

—Claro, ehmmm… No sé dónde quedó tu ropa interior — Azula no podía verlos en ningún lado así que sacó unas de su cajón y se las entregó.

—Oh… — Ty Lee no pudo evitar sonrojarse ¿Iba a usar la ropa interior de Azula?

—Son nuevos y… eh… de todas formas el tuyo estaba muy… eh…—Ty Lee no espero más explicaciones, solo sonrió y aceptó la prenda para continuar buscando el resto de su ropa.

—Oh rayos… Azula, era de mis favoritas, tú me la regalaste— Cuando encontró su blusa claramente rota no pudo evitar sonreír al recordar cómo terminó así, Azula definitivamente es siempre muy intensa.

—Lo siento, toma algo mío, después puedo comprarte otra

—La llevaré a arreglar también, está de verdad me… oh ¿Puedo usar esto también?

— ¿Mi chaqueta del equipo? ¿No tienes una?

—La mia no tiene tu nombre

— Quizá debería usar la tuya también

— Tal vez cuando vengas a París en mi casa te deje tomar más que mis labios

—Oh… quizá podamos…— Antes de que pudieran volver a besarse escucharon a alguien intentando abrir la puerta, después un ligero toque seguido de la voz de Ursa.

— ¿Azula?— Azula no perdió tiempo y fue inmediatamente a abrir la puerta, no sin antes arreglar un poco su cabello mientras Ty Lee hacía lo mismo.

—¿Madre?

—¿Por qué la puerta tenía seguro?—En cuanto Ursa pudo entrar no perdió tiempo y con ojos crítico analizó el lugar. Azula no sabía que contestar, ella no solía ponerle seguro a la puerta así que miró a Ty Lee.

—Zuko… no sabe tocar…— Ty Lee sintió la vergüenza, porque era obvio que ella la había cerrado esperando no ser interrumpida.

—Bien… ya casi es hora de cenar… ¿Nos acompañas Ty Lee?— Ursa sonaba cordial y amigable, Ty Lee notó cómo en realidad la estaba analizando, claramente notó que la blusa de Ty Lee no era de Ty Lee.

—Gracias señora Ursa pero le dije a mi mamá que volvería temprano — De ninguna forma podría lidiar con su suegra en ese estado post orgasmo.

—Te acompaño a tu auto — Azula claramente estaba un poco tensa y ansiosa por salir de esa situación lo más pronto posible pero antes de que pudieran cruzar la puerta Ursa habló de nuevo.

—Por cierto, Azula, sé que quizá no sientas pena con Ty Lee pero está clase de desorden no es apropiado— Claro que Ursa iba a ver los papeles en el suelo con el título “operación noche cero” y la cama claramente desordenada.

—Lo siento, estaba tomando una siesta cuando llegó Ty Lee, acomodare la cama cuando suba— Azula trató de esconderlo pero Ursa claramente ya lo había visto todo.

—Si… también podrías acomodar la ropa sucia ¿No crees?—Y por supuesto que había visto TODO, especialmente la ropa interior de Ty Lee colgando en el tocador de Azula.

— Ss-si, claro, yo… no sé por qué lo puse ahí— Sin pensarlo dos veces Azula los tomó y los puso con la ropa sucia completamente roja de la vergüenza.

—Hmmm… ¿Y qué hacían exactamente?— Ty Lee no podía creer su suerte y su cara no podía estar más roja.

—Solo estaba trabajando en un proyecto, algo personal y… Ty Lee llegó a ayudarme — Ty Lee se corrigió mentalmente, claro que podía ponerse más roja cuando Ursa sonrió y casi pudo leer sus pensamientos “por supuesto que Ty Lee vino a ayudarte”, esto era más que vergonzoso.

—Ya veo… ¿Qué proyecto?— Ty Lee no sabía qué era peor, que Ursa las hubiera descubierto o que fingiera que no.

—Créditos extras, ya sabes, pensaba en las mejores actividades y… eso…— Quizá lo peor era que Azula aún pensaba que podía engañar a su madre pero la mirada que Ursa le dedicó a Ty Lee le hizo saber que la única engañada aquí era Azula.

—Entiendo… bueno ¿No ibas a acompañar a Ty Lee?

—Oh, si, claro

—Nos vemos, señora Ursa

—Nos vemos, Ty Lee, envíale saludos a tus padres de mi parte

—Por supuesto

—Ufff, estuvo cerca—Nada de cerca, Ursa las había atrapado y eso lo sabía Ty Lee, se sentía tan apenada que su rostro ardía de la vergüenza pero al ver lo aliviada que estaba Azula de pensar que había engañado a su madre, decidió no decirle nada.

—Si, bastante cerca

—Ty Lee… ¿Por qué le pusiste seguro a la puerta?

—Ya te lo dije, Zuko siempre entra sin avisar

—Sí pero tú dijiste que Zuko estaba con Mai… también sabías que mis padres no estaban, sobornaste al guardia… y tú ropa era muy sexy… Ty Lee… ¿Tú…?— Azula por fin comenzaba a conectar los puntos, esto no había sido algo del momento.

— Solo tenía la esperanza de que finalmente sucediera

—Pero… dijiste que las mejores cosas en la vida no se planean

—Oh, pero no fue un plan, al menos, yo no lo llamaría un plan

—¿Entonces?

—Fue más como una trampa que tendí desde hace mucho tiempo en la que hoy me asegure que cayeras— Ty Lee sonrió mientras se recargaba en su auto de una forma que hacía que las manos de Azula quemaran por tocarla.

—¿Es esto otra trampa para que te bese?

—¿Te gustaría averiguarlo?—Azula estaba a punto de cerrar la distancia entre ellas cuando el carraspeo de alguien las hizo separarse de inmediato.

—Por hoy será mejor que no— Ahí estaba Ozai detrás de ellas mirándolas con cierta curiosidad y severidad, Ty Lee decidió que no quería arriesgarse a un drama con él así que se despidió lo más rápido que pudo para salir de ahí.

Chapter 34: Decisiones

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En la casa, el ambiente estaba lleno de papeles, laptops y catálogos universitarios. Zuko, Sokka y Suki estaban sentados alrededor de la mesa del comedor revisando solicitudes para universidades. Aang, Ty Lee, Azula y Mai los observaban desde el sofá mientras discutían.

—¿Ya decidieron a qué universidades van a ir? —preguntó Aang con curiosidad, mirando a Sokka y Suki.

—Sí —respondió Sokka, sosteniendo un formulario—. Yo voy a la Universidad del Reino Tierra, y Suki va a ir a Kyoshi.

Aang frunció el ceño.

—¿Pero entonces cómo van a manejar la relación a distancia?

Suki fue quien respondió con calma.

—No lo vamos a hacer. Hablamos del tema y decidimos que lo mejor es terminar antes de que eso se vuelva un problema.

Ty Lee hizo un puchero y Aang puso una expresión de tristeza.

—¡Eso suena tan triste! —dijo Ty Lee, abrazando una almohada.

Sokka, sin embargo, parecía muy tranquilo con la decisión.

—No lo es. Las relaciones a distancia son complicadas y, en muchos casos, terminan mal. Preferimos terminar en buenos términos ahora y seguir siendo amigos. Yo no quiero perder a Suki por algún malentendido o por resentimientos.

Suki asintió, mirándolo con una sonrisa de aprobación.

—Es lo más maduro que podíamos hacer —añadió, con tono seguro.

Azula, que hasta ese momento había estado callada, levantó una ceja y miró a Zuko y Mai.

—¿Y ustedes? ¿Cómo van a manejarlo?

Zuko respondió con confianza.

—Vamos a intentarlo. Ambos confiamos mucho el uno en el otro, así que no debería haber problemas.

Mai lo miró de reojo y asintió con un leve encogimiento de hombros.

—Si funciona, funciona. Si no… bueno, no me preocupa mucho, pero creo que estaremos bien.

Katara, que acababa de llegar al salón con una bebida, dirigió su mirada hacia Azula y Ty Lee.

—¿Y ustedes? ¿Ya pensaron en eso?

Azula contestó con seguridad inmediata, como si no hubiera otra posibilidad en su mente.

—No hay nada de qué preocuparse. Ambas iremos a la Universidad de Ba Sing Se.

Ty Lee, al escuchar esto, se acercó a Azula con una sonrisa radiante y la abrazó.

—¡Sí! No podría estar sin Azula.

El grupo compartió una sonrisa, aunque Aang seguía pensando en la diferencia entre las relaciones de los demás.

En ese momento, alguien llamó a la puerta, Azula fue a atender y ahí estaba Yue.

—Azula, necesito pedirte un favor —dijo con suavidad, captando la atención de todos.

Azula la miró con curiosidad, cruzando los brazos.

—¿Qué favor?

—Estoy organizando la obra escolar, y hay un personaje que creo que sería perfecto para ti.

La sala quedó en silencio por un momento, antes de que Sokka rompiera a reír.

—¿Azula en una obra? No lo creo.

Azula le lanzó una mirada gélida antes de volverse hacia Yue.

—¿Qué personaje?

—Es un papel fuerte, con mucha presencia. Creo que tienes la actitud perfecta para interpretarlo.

Ty Lee, entusiasmada, la animó de inmediato.

—¡Deberías intentarlo, Azula! Seguro lo harías increíble.

Azula no estaba muy convencida, pero viendo la expresión emocionada de Ty Lee y la confianza de Yue, finalmente aceptó.

—Está bien, pero no prometo nada.

Yue sonrió con satisfacción, mientras el resto del grupo intercambiaba miradas sorprendidas ante la idea de Azula participando en una obra escolar. Ty Lee, sin embargo, no podía ocultar su emoción.

—¡Va a ser increíble! —exclamó, abrazando a Azula con entusiasmo. Azula solo suspiró, aunque una ligera sonrisa asomaba en su rostro.

Chapter 35: La Audición

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Azula estaba en su habitación, de pie frente a Ty Lee, leyendo su libreto con un tono serio e intenso que no parecía coincidir con el diálogo ligero y cómico del personaje.

—"¡Oh, cielos! ¿Dónde está mi sombrero? No puedo salir sin mi sombrero favorito" —dijo Azula, con una voz que podría haber intimidado a cualquier general.

Ty Lee no pudo contener la risa.

—Azula, ¡es una comedia! Tienes que relajarte un poco.

Azula dejó caer el libreto con un suspiro exasperado.

—¿Relajarme? ¿Cómo se supone que haga eso?

Ty Lee se levantó del sillón y se acercó a ella con una sonrisa traviesa.

—Ven, te enseñaré.

Lo siguiente que sucedió fue una serie de ejercicios de calentamiento improvisados por Ty Lee, incluyendo movimientos exagerados y frases dichas con tonadas ridículas. Azula se sintió completamente ridícula, pero las risas de Ty Lee eran contagiosas, y pronto ambas estaban riendo sin control.

—¿Ves? Así es como se hace una comedia —dijo Ty Lee entre risas, mientras Azula intentaba recuperar el aliento.

Durante los días siguientes, Ty Lee ayudó a Azula a practicar sus líneas, pero la seriedad natural de Azula hacía que cada intento resultara más gracioso para ambas, aunque no necesariamente intencionado.

Finalmente llegó el día de la audición. Mai y Ty Lee estaban sentadas en las gradas del auditorio, esperando su turno para ver a Azula.

—¿Crees que lo logrará? —preguntó Mai con su tono habitual de indiferencia, aunque sus ojos revelaban una ligera curiosidad.

Ty Lee hizo una mueca pensativa.

—No estoy segura. En las prácticas no le fue muy bien, pero… fue muy divertido.

Cuando llamaron a Azula al escenario, ambas guardaron silencio. Azula subió al escenario con su característica confianza, pero esta vez había algo diferente en su postura. Al comenzar su monólogo, su tono y expresión eran sorprendentemente ligeros y carismáticos. Cada línea que entregaba arrancaba risas genuinas del público, y su actuación se sentía natural, como si se hubiera transformado en alguien completamente distinto.

Cuando terminó, el auditorio estalló en aplausos. Mai alzó una ceja, impresionada, mientras Ty Lee se levantaba emocionada para felicitarla.

Azula bajó del escenario con una sonrisa triunfante, y Ty Lee comenzó a acercarse, pero antes de que pudiera llegar a ella, Yue se le adelantó.

—¡Lo hiciste increíble! —dijo Yue con entusiasmo, colocando una mano en el hombro de Azula.

Azula sonrió y asintió.

—Gracias, Yue. Tus consejos fueron realmente útiles. No lo habría logrado sin ti.

Ty Lee se detuvo en seco, desconcertada. Cuando Yue se alejó, finalmente se acercó a Azula.

—¿Tus consejos? Pensé que estábamos practicando juntas…

Azula se encogió de hombros, un poco avergonzada.

—Después de nuestras prácticas… bueno, me di cuenta de que necesitaba más ayuda. Fui a Yue porque pensé que, ya que ella dirige la obra, podría darme una mejor idea de lo que quería ver.

Ty Lee intentó sonreír, pero algo en su pecho se sentía incómodo.

—Oh… bueno, al menos funcionó. Estuviste genial.

En ese momento, el director de la obra se acercó para felicitar a Azula.

—¡Felicidades, Azula! El papel es tuyo.

Los aplausos y las felicitaciones llenaron el ambiente, y Azula parecía disfrutar el momento, pero Ty Lee se quedó en silencio, aplaudiendo junto a Mai, que la miró con una expresión neutral.

—No te preocupes —murmuró Mai al notar la incomodidad de Ty Lee—. Azula siempre tiene su forma peculiar de hacer las cosas.

Ty Lee sonrió levemente, aunque el sentimiento incómodo no desapareció del todo. La celebración continuó, pero Ty Lee no podía evitar sentir que algo había cambiado.

Chapter 36: Los ensayos

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Los ensayos de la obra comenzaron a toda marcha. Azula y Yue pasaban cada vez más tiempo juntas, repasando líneas, ajustando escenas y discutiendo cómo mejorar la presentación. Yue parecía disfrutar mucho de la compañía de Azula, y esta última, para sorpresa de muchos, mostraba una paciencia y una disposición que pocos habrían esperado de ella.

Mientras tanto, Ty Lee observaba desde las gradas del auditorio, sintiéndose cada vez más desplazada. Aunque Azula era ahora más cariñosa que nunca con ella, dándole abrazos espontáneos, sujetándole la mano en público y dedicándole miradas afectuosas, Ty Lee no podía evitar notar cuánto disfrutaba Azula de estar con Yue.

Una tarde, Mai y Zuko acompañaban a Ty Lee mientras esperaban a que Azula terminara el ensayo. Zuko, con su habitual falta de filtro, no tardó en hacer una observación:

—¿No te parece curioso cómo Azula está más cariñosa contigo desde que empezó a pasar tanto tiempo con Yue?

Mai rodó los ojos, pero Ty Lee se tensó inmediatamente.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, tratando de sonar despreocupada, aunque su tono la delataba.

—Nada —respondió Zuko con una sonrisa maliciosa—. Solo digo que es lindo ver a Azula siendo tan… dulce. Es como si Yue la hubiera suavizado.

—No es gracioso, Zuko —interrumpió Mai, fulminándolo con la mirada, pero el daño ya estaba hecho.

Esa noche, Ty Lee no pudo dejar de pensar en las palabras de Zuko. Aunque Azula seguía siendo atenta y amorosa, su mente comenzaba a llenarse de dudas. Finalmente, decidió hablar con Mai al respecto.

—Mai, creo que Azula me está engañando —confesó Ty Lee, sentándose en el sofá del apartamento de Mai con los hombros caídos.

Mai alzó una ceja, claramente incrédula.

—Eso es ridículo, Ty Lee. Azula no es del tipo que engañaría.

—¿Y si lo es? —insistió Ty Lee, retorciendo sus manos nerviosamente—. ¿Y si por eso está siendo tan atenta y cariñosa últimamente? Para compensar algo…

Mai suspiró con exasperación justo cuando Zuko entraba en la habitación con una taza de té en la mano.

—¿De qué hablan? —preguntó, sentándose junto a ellas.

—Ty Lee cree que Azula la está engañando con Yue —respondió Mai, su tono seco.

—¿En serio? —dijo Zuko, mirando a Ty Lee con sorpresa—. No creo que sea eso. Creo que Azula simplemente está feliz. Su amistad con Yue parece hacerle bien. Son igual de inteligentes, y tienen los mismos intereses.

El comentario, aunque sin malicia, solo pareció molestar más a Ty Lee.

—¿Igual de inteligentes? ¿Mismos intereses? —repitió Ty Lee, cruzándose de brazos con el ceño fruncido—. ¡Eso no ayuda, Zuko!

Mai le dio un golpe suave en el hombro a Zuko, haciendo que casi derramara su té.

—¡Eres un idiota! —espetó Mai—. No empeores las cosas.

Zuko levantó las manos en señal de rendición.

—¡Lo siento! Solo digo lo que veo.

Ty Lee suspiró profundamente, mirando hacia el suelo.

—No sé qué pensar…

Mai, aunque normalmente no era del tipo de consolar, colocó una mano en el hombro de Ty Lee.

—Mira, Ty Lee, Azula puede ser muchas cosas, pero no es alguien que haría algo tan bajo. Si estás preocupada, habla con ella. Azula no es exactamente sutil. Si siente algo, lo sabrás.

Aunque las palabras de Mai eran lógicas, Ty Lee no podía evitar sentir esa pequeña espina de duda. Decidió que debía encontrar el momento adecuado para hablar con Azula… aunque el pensamiento de hacerlo la llenaba de nervios.

Chapter 37: Diferentes caminos

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Azula estaba sentada en la cafetería de la escuela, charlando con Yue después de uno de los ensayos. La conversación giraba en torno a sus planes futuros, y Yue, con una sonrisa confiada, comentó:

—Ya envié mi solicitud a la Universidad de Sozin. Estoy bastante segura de que me aceptarán. Es la mejor universidad de la Nación del Fuego y… bueno, es bastante exclusiva.

Azula arqueó una ceja, visiblemente sorprendida.

—¿La Universidad de Sozin? Vaya, es impresionante.

Yue inclinó la cabeza, estudiándola con curiosidad.

—Pensé que tú también irías allí. Tu familia es una de las más antiguas y poderosas de la Nación del Fuego. Es lo lógico, ¿no?

Azula negó con calma.

—No, iré a la Universidad de Ba Sing Se.

Esto dejó a Yue boquiabierta.

—¿La de Ba Sing Se? Es buena, claro, pero… Sozin es la mejor, y tiene programas especializados para cualquier área de interés. Deberías considerarla.

Azula sonrió ligeramente, agradeciendo su preocupación.

—Lo sé. En realidad, era una de mis metas, pero en Sozin no estaría con Ty Lee, y ella es más importante para mí que cualquier universidad.

Yue se sorprendió ante la sinceridad de Azula y luego sonrió con calidez.

—Eres una novia muy dulce, Azula. Si esa es tu decisión, estoy segura de que puedes brillar en cualquier lugar. Pero aún tienes tiempo para pensarlo. Por lo menos considéralo.

Yue sacó un folleto de su mochila y se lo extendió.

—Por si acaso.

Azula lo tomó, más por educación que por interés, y lo guardó en su bolso.

 

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Más tarde, en la habitación de Azula, Ty Lee estaba sentada en la cama mientras Azula, visiblemente relajada, intentaba crear un momento íntimo. La besó suavemente, aumentando la intensidad con cada instante, pero Ty Lee, aunque disfrutaba, la detuvo con una leve risa nerviosa.

—Espera, Azula. Tenemos que hablar.

Azula frunció el ceño, un poco molesta por la interrupción.

—¿De qué?

—De Yue —dijo Ty Lee directamente, cruzando las piernas sobre la cama.

Azula se recostó contra los almohadones, suspirando.

—Es una buena persona. Me agrada. Me recuerda un poco a cómo era yo antes… aunque menos intensa.

Ty Lee no parecía convencida, así que Azula, en un gesto casual, sacó el folleto de la Universidad de Sozin de su escritorio.

—Mira, incluso me dio esto.

Ty Lee lo tomó, estudiándolo con detenimiento, y su expresión cambió a preocupación.

—¿Por qué lo guardaste?

—No quería rechazarlo en su cara. Fue educado de mi parte, eso es todo.

—¿Preferirías ir a Sozin? —preguntó Ty Lee, con el ceño ligeramente fruncido.

Azula la miró directamente, notando el cambio en su tono.

—Ty Lee, lo único que quiero es estar contigo. Puedo ir a cualquier universidad y destacar, pero contigo soy mejor. Me gusta quién soy cuando estoy contigo, y no cambiaría eso por nada, mucho menos por Sozin o cualquier otra cosa.

Ty Lee la miró, procesando sus palabras. Su inseguridad se disipó lentamente, y una sonrisa genuina apareció en su rostro.

—Gracias por decírmelo —murmuró, acercándose para besarla.

El beso se intensificó, y esta vez ninguna de las dos se detuvo. Sus sentimientos mutuos se reafirmaron, y entre risas suaves y caricias llenas de cariño, ambas se dejaron llevar, convencidas de que estaban exactamente donde querían estar: juntas.

Chapter 38: La graduación de Zuko

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La casa estaba más caótica de lo habitual mientras Azula ayudaba a Zuko a prepararse para el baile de graduación. Aunque ni ella ni Ty Lee podían asistir por ser un evento exclusivo para los de último año, eso no les impidió involucrarse en los preparativos.

—¿Por qué estás tan tenso? —preguntó Azula, ajustando el cuello de la camisa de Zuko mientras él fruncía el ceño frente al espejo.

—Porque odio estos eventos, ya lo sabes —respondió Zuko—. Además, Mai probablemente me va a matar si algo sale mal.

Azula suspiró, como si fuera la única cuerda en un mundo lleno de incompetencia.

—Mai no te va a matar. Aunque, si terminas arruinando las fotos, tal vez considerará un castigo moderado. Ahora, deja de moverte o no terminaré con esto.

Mientras tanto, en la casa de Mai, Ty Lee estaba sentada en el suelo de la habitación de su amiga, ayudándola a peinarse.

—¿Estás emocionada? —preguntó Ty Lee, pasando el cepillo con delicadeza por el cabello de Mai.

—¿Por qué debería estar emocionada? Es solo un baile —respondió Mai con su típico tono apático.

Ty Lee sonrió.

—¡Porque es la graduación! ¡Y porque Zuko seguramente hará algo lindo esta noche!

Mai levantó una ceja.

—¿Lindo? ¿Estamos hablando del mismo Zuko?

Ambas rieron suavemente, aunque Ty Lee no pudo evitar pensar en cómo sería el próximo año cuando ella y Azula estuvieran en el lugar de Mai y Zuko.

—¿En qué piensas? —preguntó Mai al notar el brillo soñador en los ojos de Ty Lee.

—En cómo será el próximo año cuando Azula y yo vayamos juntas a nuestro baile —respondió Ty Lee, con una sonrisa suave.

Mai rodó los ojos, aunque con una pequeña sonrisa.

—Espero que Azula no intente convertirlo en un desfile de moda imperial.

 

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Más tarde, ya que tanto Mai como Zuko estaban listos, ambos se reunieron en la sala de la casa de los hermanos. Ty Lee y Azula se aseguraron de que todo estuviera en su lugar antes de despedirlos.

—No hagan nada vergonzoso —dijo Azula mientras Zuko y Mai salían por la puerta.

—Lo dice la que haría un discurso de cinco minutos solo para destacar su entrada —replicó Zuko antes de marcharse con una sonrisa burlona.

Azula cerró la puerta y se quedó en silencio por un momento.

—¿Qué pasa? —preguntó Ty Lee, notando la expresión reflexiva de Azula.

—Nada, solo... estaba pensando en cómo será cuando sea nuestro turno.

Ty Lee sonrió, abrazándola suavemente por los hombros.

—Va a ser perfecto, Azula.

—-------

Más tarde esa noche, ya en sus respectivas casas, Azula decidió llamar a Ty Lee.

—¿Ya estás en cama? —preguntó Azula al oír la voz alegre de Ty Lee al otro lado de la línea.

—¡No todavía! ¿Tú?

—No podía dormir. Estaba pensando... ¿cómo crees que será nuestro baile el próximo año?

Ty Lee rió suavemente.

—Seguramente será mágico. Tú con tu vestido espectacular y yo adorable y rosa.

Azula sonrió, algo que solo Ty Lee podía hacerle sentir tan natural.

—Será mejor que practiques desde ahora, entonces.

Ambas se quedaron hablando durante horas, soñando juntas sobre su último año, mientras el presente se llenaba de promesas de un futuro que ambas esperaban con ansias.

Chapter 39: Diciendo adiós

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La noticia de que Zuko y Sokka se irían juntos a la misma universidad había llenado a todos de sentimientos encontrados. Aunque estaban felices por ellos, también sabían que sería difícil despedirse. Por otro lado, Suki había decidido ir a la Universidad de Kyoshi, algo que tenía a Sokka reflexionando más de lo habitual.

—No puedo creer que te vayas tan lejos, Zuko —dijo Ty Lee, balanceándose en una silla mientras miraba a su amigo.

—Es solo un par de horas —respondió Zuko con calma.

—¡Pero sigue siendo lejos! —insistió Ty Lee, haciendo un puchero.

Suki, que estaba sentada junto a Sokka, intentó animar el ambiente.

—Al menos no soy yo la que tiene que soportar a Sokka todos los días —bromeó.

—Oye —protestó Sokka—, tú vas a extrañarme más de lo que crees.

La conversación continuó entre risas y bromas, pero todos sabían que el tema de la despedida estaba en el aire. Fue entonces cuando Ozai intervino.

—Esto merece una fiesta —declaró mientras entraba al salón con una confianza característica.

—¿Una fiesta? —preguntó Zuko, incrédulo.

—Por supuesto. Algo sencillo, pero significativo. Es un gran paso en tu vida, Zuko, y también en la de tus amiguitos. Hay que celebrarlo.

Ursa, aunque inicialmente sorprendida por la sugerencia de Ozai, estuvo de acuerdo.

—Me parece una excelente idea. Será una forma de que todos podamos despedirnos adecuadamente.

 

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La fiesta se llevó a cabo unos días después, en el jardín de los hermanos. Las luces colgantes iluminaban el lugar, y la música animaba el ambiente. Todos parecían relajados, disfrutando de la comida y las conversaciones.

—¿Qué crees que te hará falta más en la universidad? —preguntó Aang a Zuko mientras compartían una mesa.

—Probablemente no tener que compartir cuarto con Sokka —respondió Zuko con una sonrisa burlona.

—¡Oye! —exclamó Sokka desde la otra mesa—. Yo seré el mejor compañero de cuarto que hayas tenido.

—Y el único —añadió Mai con un tono seco, haciendo reír a todos.

Mientras tanto, Ty Lee y Azula miraban desde un rincón cómo todos disfrutaban.

—Será raro sin ellos aquí —dijo Ty Lee con una nota de melancolía.

—Sí, pero será bueno para ellos. Además, nosotros tenemos nuestro propio futuro por planear —respondió Azula, con una confianza que tranquilizó a Ty Lee.

 

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Más tarde, ya con la fiesta llegando a su fin, Zuko se sentó con Ozai y Ursa en un rincón del jardín.

—¿Nervioso? —preguntó Ursa, colocando una mano en el hombro de su hijo.

—Un poco —admitió Zuko—. Es un cambio grande. Pero también estoy emocionado.

—Es natural sentir nervios, hijo —dijo Ozai, sorprendentemente serio—. Pero confío en que lo harás bien. Este es solo el primer paso hacia algo más grande.

—Y siempre estaremos aquí para apoyarte, Zuko —añadió Ursa, con una sonrisa cálida.

Zuko los miró, sintiendo una mezcla de gratitud y determinación.

—Gracias. Ambos.

Mientras la noche avanzaba, Zuko miró a su familia y amigos, sabiendo que aunque el cambio era inminente, siempre tendría un lugar al que llamar hogar.

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El día finalmente llegó. La casa estaba llena de movimiento, cajas apiladas por todos lados y el ruido constante de puertas abriéndose y cerrándose. Zuko y Sokka estaban terminando de cargar las últimas cosas en el auto, mientras Suki organizaba sus maletas para tomar el avión hacia la Isla Kyoshi desde Ba Sing Se.

Azula observaba todo desde el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una expresión neutral en el rostro. Ty Lee, que estaba a su lado, la miraba con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿No piensas despedirte de Zuko? —preguntó Ty Lee, inclinando la cabeza.

—Ya lo hice —respondió Azula con aparente indiferencia.

—¿De verdad? Decir "que te vaya bien" desde el pasillo no cuenta como una despedida, Azula.

Azula suspiró, evitando la mirada insistente de Ty Lee.

—No veo por qué sería diferente. Solo se va a Ba Sing Se, no al fin del mundo.

Ty Lee frunció el ceño, pero antes de poder insistir más, Ursa apareció en el jardín para darles un último abrazo a los chicos. Ozai estaba cerca, supervisando que todo estuviera en orden, aunque en realidad solo parecía disfrutar de su papel de observador.

Cuando todos comenzaron a despedirse, la atmósfera se llenó de emoción. Katara abrazó a su hermano con fuerza, prometiéndole que lo llamaría todos los días. Aang también se despidió de Sokka y Zuko con entusiasmo, asegurándoles que los visitaría pronto. Ty Lee abrazó a Suki con lágrimas en los ojos, deseándole suerte en su nuevo capítulo.

Finalmente, solo quedaban Zuko y Azula. La tensión era palpable. Zuko se acercó, metiendo las manos en los bolsillos.

—Bueno… —dijo, intentando sonar casual—. Supongo que eso es todo.

—Supongo —respondió Azula, mirando hacia otro lado.

Se quedaron en silencio por un momento, con la incomodidad llenando el espacio entre ellos. Finalmente, Zuko extendió la mano para un apretón formal, y Azula lo aceptó, aunque la expresión en su rostro era ilegible.

—Cuídate —dijo Azula, con una voz neutral.

—Tú también —respondió Zuko, igual de frío.

Zuko se dio la vuelta y caminó hacia el auto, mientras Azula permanecía inmóvil, con los brazos cruzados. Lo observó subirse y cerrar la puerta, sintiendo un nudo en el estómago. Las palabras que quería decirle estaban atoradas, y no podía evitar sentirse molesta consigo misma por no haberlo intentado.

Cuando el auto comenzó a moverse, Azula desvió la mirada, intentando convencerse de que no importaba. Pero de pronto, el auto se detuvo. La puerta del pasajero se abrió y, para sorpresa de todos, Zuko salió apresuradamente.

—¡Zuko! —exclamó Sokka desde adentro, pero su amigo lo ignoró.

Zuko caminó directo hacia Azula, quien lo miró con los ojos muy abiertos. Antes de que pudiera decir algo, él la abrazó con fuerza.

—Voy a extrañarte, Azula —dijo Zuko con sinceridad, su voz un poco quebrada.

Azula permaneció rígida por un momento, pero finalmente cedió al abrazo, cerrando los ojos.

—Yo también te voy a extrañar —admitió en voz baja, su máscara de indiferencia cayendo por completo.

Cuando se separaron, ambos intercambiaron una sonrisa pequeña pero significativa. Zuko volvió al auto, y esta vez, cuando se alejó, Azula lo observó hasta que desapareció en la distancia. Ty Lee se acercó y tomó su mano con suavidad.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Ty Lee con ternura.

Azula asintió, apretando ligeramente la mano de Ty Lee.

—Un poco.

Chapter 40: Mi madre y yo

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Con Zuko fuera, la casa parecía mucho más tranquila, pero para Ursa, esa tranquilidad estaba teñida de una sensación de vacío. Mientras observaba a Azula estudiar en la sala con Ty Lee, se dio cuenta de que en menos de un año, también sería ella quien empacara sus cosas y se marchara a la universidad. La idea la llenó de una mezcla de orgullo y melancolía.

"Debo aprovechar este tiempo", pensó Ursa para sí misma. "Quiero crear recuerdos con Azula antes de que también se vaya".

Con esta resolución, Ursa empezó a idear formas de pasar más tiempo con su hija. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba.

Primer Intento: Cocinar juntas

Ursa decidió que hornear algo juntas sería una buena idea, especialmente porque Azula disfrutaba los dulces. Sin embargo, cuando propuso la idea, Azula levantó una ceja, claramente desconfiada.

—¿Cocinar? —preguntó Azula—. ¿Nosotras?

—Sí, querida, pensé que podríamos hacer algo divertido juntas. Quizás galletas o un pastel.

Azula finalmente aceptó, aunque con poca convicción. Sin embargo, lo que debía ser una actividad relajante se convirtió en un caos. La mezcla de harina terminó por todas partes, Ty Lee accidentalmente rompió un huevo en el suelo, y Ursa casi quemó el horno porque olvidó ponerle el temporizador al pastel.

—Creo que esto es suficiente "diversión" por hoy —dijo Azula, limpiándose un poco de masa del cabello.

Segundo Intento: Noche de películas

Ursa pensó que una noche de películas sería una buena forma de conectar. Escogió una lista de clásicos que pensó que le gustarían a Azula y preparó una selección de bocadillos. Sin embargo, cuando llegó la noche, Azula parecía más interesada en su teléfono que en las películas.

—¿No se supone que esto es una comedia? —preguntó Azula, con expresión aburrida.

—¡Es un clásico! —insistió Ursa, pero Azula no pudo evitar soltar un comentario sarcástico cada vez que aparecía una escena dramática.

Al final, Ty Lee terminó dormida en el sofá, y Ursa solo consiguió frustrarse.

Tercer Intento: Hacer ejercicio juntas

Decidida a no darse por vencida, Ursa intentó un enfoque más activo. Invitó a Azula a hacer yoga con ella, pensando que sería una forma relajante de pasar tiempo juntas. Azula aceptó, aunque parecía más divertida que interesada.

—¿Esto es todo? —dijo Azula después de unos minutos—. No sé cómo Ty Lee hace que esto parezca interesante.

Cuando Ursa intentó hacer una postura más avanzada para impresionarla, terminó cayéndose y golpeándose la pierna contra una silla.

—Quizás deberíamos dejarlo por hoy —dijo Azula, reprimiendo una risa.

 

---

Esa noche, mientras Ursa suspiraba en la cocina, Ozai entró con una taza de té.

—¿Por qué has estado actuando tan extraño últimamente? —preguntó con una sonrisa burlona.

Ursa lo fulminó con la mirada.

—Estoy intentando pasar más tiempo con Azula antes de que se vaya el próximo año. Pero nada sale como lo planeo.

La sonrisa de Ozai desapareció al ver la preocupación genuina en los ojos de su esposa.

—Ursa, Azula es… complicada, pero estoy seguro de que le importa pasar tiempo contigo, aunque no lo demuestre. Quizás deberías intentar algo más simple, algo que realmente le interese.

—¿Y qué sugieres? —preguntó Ursa, un poco escéptica.

—Habla con ella. Pregúntale qué le gustaría hacer. Quizás te sorprenda.

 

---

Al día siguiente, Ursa decidió seguir el consejo de Ozai. Se acercó a Azula mientras estaba leyendo en la sala.

—Azula, ¿puedo hablar contigo un momento?

Azula la miró con curiosidad y cerró su libro.

—¿Qué pasa?

—Estuve pensando… Me gustaría pasar más tiempo contigo antes de que te vayas a la universidad. Pero parece que mis ideas no han sido las mejores. ¿Hay algo que te gustaría hacer juntas?

Azula pareció sorprendida por la sinceridad de su madre, pero después de pensarlo un momento, sonrió ligeramente.

—Bueno, siempre he querido aprender a hacer tus panecillos de canela. Ty Lee nunca deja de hablar de ellos.

Ursa se rió suavemente.

—Eso sí puedo hacerlo sin quemar la cocina.

Pasaron el resto de la tarde en la cocina, con Azula prestando atención a cada paso mientras Ursa le enseñaba. Aunque hubo algún que otro desastre menor, ambas terminaron disfrutándolo. Ursa sintió que, por fin, había logrado acercarse a su hija.

Chapter 41: Diferente tiempo

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El inicio del último año llegó cargado de responsabilidades y nuevas oportunidades para todos. Ty Lee, que siempre había sido una estudiante promedio pero destacada por su energía y habilidades físicas, comenzó a sorprender a todos en la escuela. Sus calificaciones subieron notablemente, y los profesores no tardaron en elogiar su dedicación.

—Ty Lee, has hecho un trabajo excelente en este ensayo —le dijo su profesora de literatura con una sonrisa—. Si sigues así, estoy segura de que tendrás un futuro brillante en cualquier universidad que elijas.

Pero fue durante la práctica de porristas donde recibió un consejo inesperado. La entrenadora, al final de una intensa sesión, se acercó a Ty Lee mientras guardaba sus cosas.

—Ty Lee, quería hablar contigo —dijo la entrenadora—. He notado tu compromiso y liderazgo en el equipo, y creo que deberías considerar el programa de la universidad de Kyoshi. Es una institución integral, muy enfocada en el deporte, y estoy segura de que encajarías perfectamente.

Ty Lee parpadeó sorprendida.

—¿De verdad cree que podría ir a una universidad como esa? —preguntó con emoción.

—Absolutamente. Pero deberías revisar los requisitos y empezar a prepararte. Aquí tienes un folleto del programa —dijo la entrenadora, entregándole un par de papeles.

Esa noche, Ty Lee no pudo evitar sonreír mientras revisaba los papeles. Era halagador que alguien creyera tanto en su potencial.

 

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Mientras tanto, Azula estaba ocupada con sus propias actividades extracurriculares. Había asumido roles en el consejo estudiantil, la obra escolar, y otros compromisos que parecían interminables. Sentada en la biblioteca, se quejó en voz baja mientras revisaba sus notas.

—¿Cómo lo hacía Zuko? —murmuró—. ¿Cómo lograba manejar tantas cosas sin volverse loco?

Mai, quien compartía algunas de sus actividades, levantó la mirada de su libro.

—Zuko tiene la habilidad de no tomarse nada demasiado en serio. Eso ayuda —respondió Mai con su característico tono seco.

Pasar más tiempo con Mai se había vuelto algo natural para Azula, ya que ambas compartían varias actividades. Sin embargo, Azula comenzó a notar que estaba pasando menos tiempo con Ty Lee debido a la diferencia en sus responsabilidades. Una tarde, mientras terminaban un proyecto juntas, Azula expresó su frustración.

—Siento que Ty Lee y yo estamos viviendo en horarios diferentes últimamente. Apenas tenemos tiempo para hablar, y cuando lo hacemos, siempre está ocupada con algo.

Mai hizo una pausa antes de responder.

—Es normal. Último año. Todo el mundo está ocupado.

Azula notó algo en la expresión de Mai, una incomodidad que no era común en ella.

—¿Cómo van las cosas con Zuko? —preguntó Azula, tratando de cambiar el tema.

Mai levantó los ojos de su libro y respondió con neutralidad.

—Bien.

Azula frunció el ceño, percibiendo que Mai no quería profundizar más en el tema. Antes de que pudiera decir algo más, Katara y Aang llegaron a la mesa, trayendo consigo una conversación más ligera que desvió la atención.

 

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Más tarde, Ty Lee irrumpió en la biblioteca, visiblemente emocionada. Azula, que estaba revisando sus apuntes, levantó la vista al escucharla.

—¡Azula! —gritó Ty Lee, casi saltando de la emoción—. ¡Me eligieron como capitana del equipo de porristas este año!

Azula dejó sus papeles y se levantó, sonriendo genuinamente.

—¡Eso es increíble, Ty Lee! Tenemos que celebrarlo.

Pero Ty Lee sacudió la cabeza con una sonrisa apenada.

—Me encantaría, pero tengo que preparar la práctica para mañana. Prometo que lo celebraremos después, ¿sí? —dijo antes de darle un rápido beso en la mejilla y salir corriendo.

Azula se quedó de pie en el lugar, su sonrisa desvaneciéndose lentamente. Mientras observaba cómo Ty Lee se alejaba, no pudo evitar sentir un pequeño vacío. Era feliz por los logros de Ty Lee, pero no podía negar que extrañaba los días en que pasaban más tiempo juntas.

Chapter 42: Mi decisión

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En el comedor, Azula estaba sentada frente a la mesa con un montón de papeles, revisando cuidadosamente sus solicitudes a las universidades. Aunque normalmente mostraba una confianza absoluta, había algo en este proceso que la ponía un poco nerviosa. La elección de su futuro no era algo que se tomara a la ligera.

Ozai entró en la habitación, con una taza de té en la mano, y al ver a su hija ocupada con los documentos, no pudo evitar sonreír con orgullo.

—¿Preparando tus solicitudes? —preguntó, acercándose a ella.

—Sí, padre —respondió Azula sin levantar la mirada.

—Bien, porque la Universidad de Sozin será difícil pero para esto te has preparado todo esté tiempo. Es la mejor institución en la Nación del Fuego pero descuida para ti será pan comido. Yo estudié ahí y tu madre también y tú, serás la alumna más brillante de todas.

Azula hizo una pausa y levantó la mirada, incómoda.

—En realidad, no planeo enviar una solicitud a Sozin —dijo, eligiendo cuidadosamente sus palabras.

Ozai frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, dejando la taza de té en la mesa.

—He decidido ir a la Universidad de Ba Sing Se con Ty Lee. Es una excelente institución, y... quiero estar con ella —respondió Azula, cruzando los brazos con firmeza.

El rostro de Ozai se tensó, y su voz bajó de tono, aunque claramente estaba molesto.

—Azula, entiendo que quieras a Ty Lee, pero no puedes sacrificar tus metas por una relación. Sozin es la mejor opción para ti, tanto académicamente como por lo que representa para nuestra familia.

Azula apretó los labios, tratando de mantener la calma, pero su tono comenzó a elevarse.

—Ba Sing Se también es una universidad excelente, padre. Y quiero estar con Ty Lee. Es mi decisión, y no creo que eso signifique perder el enfoque.

—¡Claro que significa perder el enfoque! —exclamó Ozai, golpeando la mesa suavemente con la palma de su mano—. Estás poniendo una relación por encima de tu futuro. Eso no es lo que esperaba de ti.

—¿Y qué esperabas? ¿Que siga tus pasos sin importar lo que yo quiera? ¡No soy tú, padre! —respondió Azula, su voz temblando de frustración.

La tensión en la habitación era palpable cuando Ursa entró al comedor, alarmada por los gritos.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, mirando a ambos con el ceño fruncido.

—Azula quiere rechazar la mejor oportunidad que tiene solo para seguir a Ty Lee a Ba Sing Se —dijo Ozai, volviéndose hacia su esposa—. Está siendo irracional.

—¡No estoy siendo irracional! —replicó Azula, girándose hacia Ursa—. Solo quiero tomar mis propias decisiones, y quiero que las respeten.

Ursa suspiró y se acercó a la mesa, poniéndose entre ambos.

—Ozai, Azula tiene derecho a elegir su camino. No podemos decidir por ella, por más que queramos lo mejor. Y Azula... entiendo tu frustración, pero necesitas comunicarte sin pelear —dijo, mirando a su hija con una mezcla de firmeza y compasión.

—Pero... —comenzó Ozai, antes de ser interrumpido por Ursa.

—No hay peros. Esto no es sobre ti, Ozai, ni sobre tus expectativas. Azula está pensando en su futuro, y si Ba Sing Se es lo que cree que es mejor para ella, entonces debemos apoyarla.

Azula miró a su madre con agradecimiento, mientras Ozai fruncía el ceño, claramente no del todo convencido, pero sin replicar más. Finalmente, se giró hacia Azula.

—Espero que al menos reflexiones bien sobre tu decisión —dijo, antes de salir del comedor.

Cuando se quedaron solas, Ursa se sentó junto a Azula y le puso una mano en el hombro.

—Sé que esto no es fácil, Azula. Pero confío en que estás tomando la decisión correcta para ti —dijo con una sonrisa cálida.

Azula asintió lentamente, sintiendo un poco de alivio. Aunque no del todo, Sozin había sido su meta mucho tiempo y… no, estar con Ty Lee es mucho más importante, esa debe ser la decisión correcta ¿Cierto?

 

Azula entró al gimnasio donde Ty Lee estaba supervisando la práctica de porristas, sus papeles de solicitudes universitarias aún en mano. Caminó hacia ella con determinación, pero también con una mezcla de frustración y duda.

—Ty Lee, ¿puedo hablar contigo? —preguntó, interrumpiendo suavemente.

Ty Lee volteó rápidamente, con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Azula! Claro, dame un segundo, estoy terminando de organizar el ensayo —dijo antes de girarse hacia el grupo y dar unas últimas indicaciones. Luego se acercó a Azula—. ¿Qué pasa? ¿Todo bien?

Azula cruzó los brazos y suspiró.

—Es mi padre. Tuvimos una discusión sobre las universidades. Está furioso porque no enviaré una solicitud a Sozin.

Ty Lee asintió, pero su mirada estaba fija en el grupo de chicas que seguían practicando.

—Oh... bueno, eso suena complicado. Pero sabes que tú decides, ¿no? —respondió distraída.

—Sí, pero necesito que me apoyes en esto. No sé si estoy siendo irracional o si... —Azula se detuvo al notar que Ty Lee ya no la miraba. Estaba nuevamente enfocada en las porristas.

—Claro que te apoyo, Azula —respondió Ty Lee sin girarse del todo—. Pero ahora mismo estoy súper ocupada con todo esto. ¿Podemos hablar después?

Azula apretó los dientes, sintiéndose ignorada. Sin decir más, se dio la vuelta y salió del gimnasio. Caminó con pasos rápidos y furiosos hasta la cafetería, donde sabía que Mai solía pasar el rato cuando no estaba en clase.

Cuando la encontró, Mai estaba leyendo tranquilamente un libro. Azula se sentó frente a ella, dejando caer los papeles sobre la mesa.

—Mi padre cree que estoy tirando mi futuro por la borda solo para seguir a Ty Lee a Ba Sing Se —comenzó sin preámbulos.

Mai levantó la mirada del libro, arqueando una ceja.

—¿Y no lo estás haciendo? —preguntó con su típica franqueza.

Azula la miró, incrédula.

—¿De qué estás hablando?

Mai dejó el libro a un lado y suspiró.

—Azula, siempre soñaste con ir a Sozin. Lo decías todo el tiempo. Querías demostrarles a todos lo brillante que eres y cómo podías superar cualquier expectativa. Ir a Ba Sing Se no es ni de cerca lo que buscabas, tú misma llamaste mediocre a Zuko por ni siquiera intentarlo ¿Por qué estás renunciando a algo que siempre quisiste?

Azula sintió una mezcla de enojo y confusión.

—¿Y tú? ¿No vas a Ba Sing Se para estar con Zuko? ¿Cómo puedes juzgarme?

El comentario hizo que Mai se tensara visiblemente. Evitó la mirada de Azula por unos segundos, pero finalmente habló.

—No estoy segura de ir a Ba Sing Se, Azula. Zuko y yo no estamos... como esperábamos. Ha sido más complicado de lo que creímos, y... he estado considerando Sozin. Es la mejor universidad para mis metas y lo que siempre quise.

Azula se quedó en silencio por un momento, procesando lo que Mai acababa de decirle.

—¿Así que estás pensando en dejar a Zuko? —preguntó, con un tono más suave.

Mai negó con la cabeza.

—No es tan simple. Solo... estoy tratando de pensar en lo que es mejor para mí. Eso no significa que no me importe Zuko.

Azula se recostó en su silla, reflexionando. Aunque entendía el punto de Mai, su decisión seguía firme.

—Yo no voy a hacer eso —dijo finalmente—. Ty Lee es lo que quiero en mi vida, y estoy dispuesta a hacer sacrificios por ella. Aunque... admito que esto es más complicado de lo que pensé.

Mai la miró con una pequeña sonrisa.

—Bueno, al menos estás siendo honesta contigo misma. Pero asegúrate de que sea realmente lo que quieres, Azula. No por tu padre, no por mí, ni siquiera por Ty Lee. Por ti.

Azula asintió, aunque sus pensamientos seguían girando en su cabeza. Sabía que la decisión no sería fácil, pero estaba determinada a seguir su propio camino, con Ty Lee a su lado.

Chapter 43: Azulon

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Las semanas se desdibujaron en un torbellino de actividad. Aunque los horarios conflictivos de Azula y Ty Lee habían levantado muros entre ellas, los incansables esfuerzos de Ty Lee por reorganizar entrenamientos y estudios comenzaron a cerrar la distancia. Sus momentos robados entre clases - almuerzos compartidos, breves caminatas, tardes tranquilas - restablecieron gradualmente el ritmo que alguna vez tuvieron. Azula se sorprendía sonriendo más, la tensión en sus hombros aliviándose cuando la risa de Ty Lee llenaba el espacio entre ellas.

Sin embargo, en la soledad de su habitación, los dedos de Ty Lee recorrerían las letras en relieve del folleto de la Universidad Kyoshi, su corazón acelerándose con cada lectura. El programa de atletismo parecía escrito para ella - entrenamiento intensivo, equipos competitivos, un futuro donde su talento podría brillar. En las noches, con solo la luna como testigo, comenzó a completar la solicitud, su pluma vacilando sobre la línea de firma una y otra vez. Este secreto la aterraba y emocionaba por igual.

La tensión en la residencia Fukuda, sin embargo, seguía siendo tan espesa que podía cortarse con cuchillo. Ozai y Azula se movían como duelistas midiéndose antes del combate, sus conversaciones cortantes y cuidadosas. Una tarde, mientras Azula revisaba documentos universitarios a la luz ámbar del salón, Ozai apareció como una sombra al borde de la mesa.

"Azula", comenzó, inusualmente mesurado, "quiero que entiendas - mi preocupación viene del cuidado, no del control. La Universidad Sozin-"

"Padre", interrumpió Azula, su pluma suspendida sobre el pergamino, "ya hemos tenido esta discusión. Mi decisión está tomada."

El crujido de la puerta principal los interrumpió. Ursa entró, su normalmente sereno rostro tenso por la sorpresa. Detrás de ella, la imponente figura de Azulon llenó el marco de la puerta, su presencia succionando el aire de la habitación como un vacío.

Ozai se puso de pie al instante, su cuerpo colocándose defensivamente entre su padre y su hija. "¿Qué significa esto?", exigió, la fina capa de civilización resquebrajándose.

La mirada de Azulon pasó por alto a su hijo como si fuera mueble. "He venido por mi nieta", declaró, cada palabra cargada de autoridad imperial.

La mano de Ursa encontró el hombro de Azula. "Ella está preparándose para-"

"Solo es una invitación a cenar", interrumpió Azulon. "Nada más."

Los dedos de Ozai se cerraron en puños. "No la usarás como otro peón en tus juegos."

El Señor del Fuego curvó los labios. "Tu paranoia me aburre, hijo." Sus ojos se clavaron en los de Azula. "¿Bien?"

Azula se levantó lentamente, su silla chirriando contra el mármol. El brillo calculador en los ojos de su abuelo debería haberla advertido, pero la curiosidad pudo más. "Iré."

En cuanto Azulon partió, Ozai le agarró el brazo. "Ese hombre solo sabe manipular. Cualquier cosa que diga es solo una promesa vacía de-"

Azula se liberó. "Puedo librar mis propias batallas, padre."

........

El comedor privado del restaurante se sentía más como una cámara de interrogatorios. Azulon estaba sentado enmarcado por el titilar de las antorchas, sus manos nudosas entrelazadas ante él.

"He reconsiderado a mi sucesor", comenzó sin preámbulos.

La taza de té de Azula se detuvo a mitad de camino hacia sus labios. "Tus dramatismos sobran. Sé que Iroh-"

"Decisiones pasadas", Azulon hizo un gesto despectivo. "Iroh carece de fuego. Ozai de juicio. ¿Lu Ten y Zuko?" Un resoplido desdeñoso. "Eres la única con verdadero potencial."

La admisión debería haberla emocionado. En cambio, un escalofrío de advertencia recorrió su piel. "¿Por qué vienes a decirme esto ahora?"

El cambio abrupto de tema de Azulon fue una daga disfrazada de conversación. "¿La Universidad Ba Sing Se? ¿En serio?"

La espalda de Azula se enderezó. "Es mi elección."

"Tu error", replicó suavemente. "Afortunadamente, lo he corregido, envié tu solicitud a Sozin."

La taza de té se estrelló contra la mesa. "¡No tenías derecho!"

La sonrisa de Azulon era la de un depredador. "Los verdaderos herederos no mendigan migajas de felicidad. Toman lo que les corresponde." Se inclinó hacia adelante, sus siguientes palabras un dardo envenenado. "Llámame cuando esa porrista te rompa el corazón."

La furia de Azula la llevó a casa en un torbellino. Irrumpió en el estudio de Ozai como un incendio forestal, su acusación estallando antes de cruzar completamente el umbral.

"¡¿Cómo pudiste conspirar con él?!"

La confusión de Ozai era genuina. "¿De qué hablas? Yo-"

"¡No mientas!" Su voz quebró por la traición. "¡Le dijiste que enviara mi solicitud a Sozin! ¡Le hablaste de Ty Lee!"

La comprensión iluminó el rostro de Ozai, seguida por algo que Azula nunca había visto antes - miedo. "Azulon actuó por su cuenta"

La palabras de Ozai la golpearon como agua helada. Las manos de Azula temblaban, no de ira ahora, sino de algo más peligroso. Detrás de Ozai, Ursa permanecía congelada, su rostro pálido.

Las siguientes palabras de Azula salieron afiladas como cuchillas. "No seré el títere de nadie. No el tuyo. No el suyo." Giró sobre sus talones, el portazo resonando como un gong.

Sola en su habitación, Azula paced como una pantera enjaulada. Las palabras de Azulon giraban en su mente, cada repetición despegando otra capa de su cuidadosamente construido mundo. Los muros que había levantado para protegerse ahora se sentían como barreras de prisión. Con manos temblorosas, alcanzó lo único que aún se sentía real - su teléfono, el contacto de Ty Lee brillando en la pantalla.

Pero la llamada no tuvo respuesta.

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Azula entró al gimnasio, donde Ty Lee practicaba con las demás porristas. La música resonaba en las paredes, y los gritos coordinados de las chicas llenaban el aire. Azula esperó hasta que Ty Lee se tomó un descanso y se acercó a ella, aún claramente molesta por la discusión con su padre.

—Necesito hablar contigo —dijo Azula, su tono apremiante.

Ty Lee, con una sonrisa ligera y algo sudorosa por el ejercicio, asintió. Ambas caminaron hacia un rincón más apartado.

—¿Qué pasó? —preguntó Ty Lee con genuina curiosidad.

—Es Azulon —dijo Azula rápidamente, su frustración evidente—. Fue a la casa y prácticamente trató de decirme cómo vivir mi vida. Envió una solicitud por mí a la universidad de Sozin sin mi consentimiento, y encima insinuó cosas sobre nosotras. Seguramente mi padre le dijo todo y le pidió que interviniera ¡No puedo creerlo!

Ty Lee arqueó las cejas, sorprendida.

—Eso suena… complicado —dijo, intentando encontrar las palabras adecuadas—. Pero… Azula, ¿no crees que tal vez estás siendo muy dura con tu papá? Quiero decir, él solo quiere lo mejor para ti.

Azula la miró como si Ty Lee acabara de decir algo inconcebible.

—¿"Muy dura"? ¿En serio, Ty Lee? ¿Después de lo que hizo? —Azula cruzó los brazos, claramente irritada—. ¿Por qué estás del lado de él ahora?

—¡No estoy de su lado! —Ty Lee levantó las manos en señal de defensa—. Siempre estoy de tu lado, Azula, pero... no creo que él le dijera algo a tu abuelo. Quizá deberías escuchar lo que tiene que decir.

Azula frunció el ceño. Había esperado comprensión, apoyo incondicional, y en lugar de eso sentía que Ty Lee la estaba contradiciendo.

—Claro, ahora tú también piensas que tiene razón —replicó Azula, su tono lleno de sarcasmo—. Supongo que tu lealtad también es condicional.

Ty Lee suspiró y abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, la entrenadora llamó desde el otro extremo del gimnasio.

—¡Ty Lee! ¡Volvamos al trabajo!

Ty Lee miró a Azula con una mezcla de disculpa y frustración.

—Lo siento, tengo que ir. Pero podemos seguir hablando después, ¿sí? —dijo antes de correr de vuelta al centro del gimnasio.

Azula se quedó ahí, observándola, sintiendo una mezcla de enojo y abandono. No solo no había recibido el apoyo que buscaba, sino que ahora ni siquiera podían discutirlo porque Ty Lee estaba demasiado ocupada.

Con un bufido, Azula salió del gimnasio. Decidió buscar a Mai para distraerse, y la encontró en el patio trasero de la escuela, hablando con dos personas que Azula reconoció vagamente: June, una chica con actitud relajada y una motocicleta vieja que siempre estaba en el estacionamiento, y Jet, un tipo carismático que siempre tenía un plan para algo emocionante.

Mai levantó la vista y sonrió ligeramente cuando vio a Azula acercarse.

—Azula, ellos son June y Jet. June es mi compañera de literatura, y Jet… bueno, es Jet. —Mai los presentó con su típico tono indiferente.

—¿Qué hay? —dijo Jet, saludando a Azula con una inclinación de cabeza. June simplemente levantó una mano en señal de saludo.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Azula, tratando de sonar casual.

—Hablábamos de ir al billar esta tarde —dijo Jet con una sonrisa—. Relajarnos un poco, ¿sabes? ¿Qué dices?

Azula dudó por un momento, pero después de su frustrante conversación con Ty Lee, la idea de despejar su mente sonaba bien.

—Claro, ¿por qué no? —respondió, mirando a Mai, quien simplemente asintió.

La tarde pasó entre juegos de billar y conversaciones ligeras. Azula, aunque al principio parecía algo distante, comenzó a relajarse poco a poco mientras Jet y June demostraban ser sorprendentemente entretenidos. Mai, como siempre, permanecía callada pero parecía disfrutar la compañía. Por unas horas, Azula pudo olvidar sus problemas con Ty Lee y su familia, aunque la sombra de esos pensamientos nunca desaparecía del todo.

Azula llegó a casa tarde esa noche, mucho más tarde de lo que había planeado. Al entrar, encontró a sus padres en la sala, claramente esperándola. Ozai, de pie con los brazos cruzados, la miró con el ceño fruncido, mientras Ursa estaba sentada, con expresión preocupada.

—¿Dónde estabas? —preguntó Ozai en un tono severo apenas puso un pie en la habitación—. Te he estado llamando toda la tarde, y Ty Lee tampoco sabía dónde estabas.

Azula suspiró con fastidio y dejó su bolso sobre la mesa.

—Solo salí a pasear un rato. No creí que fuera necesario reportarme cada minuto —dijo, tratando de sonar despreocupada, aunque sabía que su tono solo avivaría la molestia de su padre.

—No contestaste mis mensajes, Azula. ¿Qué clase de paseo te hace ignorar a todos? —replicó Ozai, alzando la voz—. ¿Y por qué Ty Lee no sabía nada? Ella siempre sabe dónde estás.

Azula sintió cómo el enojo empezaba a burbujear dentro de ella.

—¿De verdad estás usando a Ty Lee para controlarme ahora? —espetó, sus ojos brillando con irritación—. ¿Es eso lo que haces? ¿Hablas con ella a mis espaldas para vigilarme?

Ozai dio un paso adelante, claramente molesto, pero antes de que la situación pudiera escalar, Ursa se levantó y levantó una mano, interponiéndose entre ambos.

—Basta los dos —dijo Ursa, su tono firme pero calmado—. Azula, ve a tu habitación. Ahora.

Azula abrió la boca para protestar, pero la mirada de su madre no dejó lugar a discusión. Con un bufido, tomó su bolso de la mesa y se dirigió a las escaleras. Ursa la siguió.

En la habitación de Azula, Ursa cerró la puerta detrás de ellas mientras su hija seguía refunfuñando.

—¿Por qué siempre actúa como si yo fuera una niña? ¡Ni siquiera estaba haciendo nada malo! —dijo Azula, cruzándose de brazos.

—Sé que te sientes frustrada —respondió Ursa con calma—. Pero también sabes que salir sin avisar y no contestar preocupó a todos, especialmente a tu padre y a mi, Ty Lee también estaba muy preocupada, no dejaba de llamar para saber si ya habías regresado.

Azula rodó los ojos, claramente aún molesta.

—¿Ahora tú también me vas a hablar de Ty Lee?

Ursa suspiró, pero mantuvo la paciencia.

—Solo te estoy diciendo que ella estaba preocupada. Envíale un mensaje, Azula. Hazle saber que estás bien.

Azula no respondió, simplemente se dejó caer en su cama, mirando al techo con expresión frustrada. Ursa se quedó un momento más, mirándola con ternura.

—Piensa en lo que te he dicho —añadió antes de salir de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.

Azula se quedó sola en la oscuridad de su cuarto. Miró su teléfono, que yacía en la mesita de noche. Por un momento consideró escribirle a Ty Lee, pero su enojo aún ardía con fuerza.

—Si está preocupada, que bueno —murmuró para sí misma, dejando el teléfono donde estaba.

Decidió no enviarle nada y se dio la vuelta en la cama, aunque sabía que el peso del silencio entre ellas no la dejaría dormir fácilmente.

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A la mañana siguiente, el ambiente en el comedor era tenso. Azula estaba sentada frente a su plato, picando su desayuno sin realmente comerlo, mientras Ozai hojeaba el periódico sin mirarla. Ursa, sentada entre ellos, podía sentir la frialdad entre padre e hija.

—¿Cómo va la escuela, Azula? —preguntó Ursa en un intento por aliviar la tensión.

—Bien —respondió Azula sin levantar la vista.

Ursa miró a Ozai, tratando de alentarlo a hablar. Él, reacio, dejó el periódico a un lado y se aclaró la garganta.

—¿Cómo van tus actividades extracurriculares? —preguntó, su tono más formal que cariñoso.

—Bien —repitió Azula con la misma indiferencia.

Ozai cerró los ojos por un momento, frustrado. Finalmente, empujó su silla hacia atrás y se levantó, dejando el comedor.

Azula lo vio irse y, aunque intentó ignorarlo, la molestia la superó. Se levantó también, siguiendo a su padre.

—¿Cuál es tu problema? —preguntó Azula, deteniéndose en el pasillo cuando alcanzó a Ozai.

Ozai la miró con cansancio, sus hombros tensos. Antes de que pudiera responder, Ursa apareció detrás de ellos.

—Azula —intervino con suavidad—, tu padre está preocupado por ti.

Azula cruzó los brazos, mirando a Ozai con escepticismo.

—¿Preocupado? ¿De verdad? ¿Qué tan preocupado puede estar alguien que piensa que puede decidir por mí?

Ozai suspiró profundamente, mirando a Ursa. Su esposa le dio una leve inclinación de cabeza, animándolo. Finalmente, Ozai miró a Azula directamente.

—Está bien. Si quieres saber qué me pasa, te lo diré. Pero escucha con atención.

Azula lo miró con recelo, pero no interrumpió.

—Cuando tenía tu edad —comenzó Ozai—, mi vida no era tan diferente a la tuya. Tu madre y yo teníamos planes... grandes planes para el futuro. Pero también teníamos desacuerdos, como tú y yo ahora.

Azula frunció el ceño, sorprendida por el giro que tomaba la conversación.

—Tu madre decidió tomarse un tiempo para viajar, para descubrirse a sí misma, y me dejó atrás —continuó Ozai—. Estaba... destrozado. Con el corazón roto, decidí hacer lo que mi padre siempre quiso de mí: dedicarme por completo a mis estudios, a mis responsabilidades.

Azula escuchaba en silencio, incapaz de imaginar a su padre como alguien vulnerable.

—Creí que eso me haría feliz, pero no fue así. Cometí errores... muchos. Tomé decisiones pensando que Ursa y yo estaríamos juntos para siempre, pero las cosas no siempre salen como uno planea.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Azula, desconcertada.

—Estoy diciendo que, aunque finalmente Ursa y yo encontramos nuestro camino de vuelta el uno al otro, tuvimos que crecer por separado primero. Fue doloroso, Azula. Mucho más de lo que puedo explicar.

Azula abrió la boca, pero no dijo nada. Era la primera vez que escuchaba esa parte de la historia de sus padres.

—No quiero que te aferres a algo que pueda terminar lastimándote más adelante —continuó Ozai, su tono más suave—. No quiero que cierres tus opciones tan pronto solo por miedo a perder algo. Porque sé lo que se siente... y no te obligaría a pasar por lo mismo.

Azula lo miró fijamente, procesando sus palabras. Finalmente, asintió, aunque su expresión seguía siendo un poco distante.

—No lo sabía... —murmuró.

—Porque no quería que lo supieras —admitió Ozai—. Pero mereces escucharlo.

Ursa, que había estado observando en silencio, puso una mano en el hombro de Azula.

—Es tu decisión, Azula. Y aunque no lo creas, tu padre la respeta, no fue él quien habló con Azulón, te lo aseguro.

Azula miró a sus padres y luego bajó la vista, sintiéndose un poco más comprendida, aunque todavía con muchas emociones mezcladas.

 

Azula llegó a casa de Mai, tocando la puerta con fuerza hasta que su amiga abrió, mirándola con esa mezcla de calma y curiosidad que la caracterizaba.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó Mai con un leve suspiro, dejando que Azula entrara.

—Es lo de mi padre —comenzó Azula, dejando caer su bolso en el sofá—. Ayer me contó una historia sobre su pasado, intentando que entienda que él no fue quien le contó a Azulón.

Mai alzó una ceja, claramente poco impresionada.

—¿Y? Es solo una solicitud. No te están anexando ni nada.

Azula la miró, sorprendida por la indiferencia de Mai.

—¿No te parece el colmo que Azulon haya decidido por mí? ¡Que me trate como si mi vida le perteneciera!

—Es Azulon. Me sorprende más que no haya intentado algo peor —dijo Mai, encogiéndose de hombros.

Azula bufó, tirándose al sofá.

—Olvídalo, ya no quiero pensar en eso. Mejor cuéntame de Zuko. ¿Siguen hablando?

Mai se sentó a su lado y tomó un cojín en sus manos.

—Sí, hemos estado en contacto de nuevo. A veces hablamos por mensaje o videollamada. Está... bien.

—"Bien" no suena realmente bien—comentó Azula con sarcasmo.

—¿Qué esperabas? ¿Que te contara que me envió un poema? —respondió Mai, rodando los ojos.

Ambas rieron un poco, dejando que la conversación fluyera hacia temas más ligeros. Después de un rato, Azula tuvo una idea.

—Vamos al centro comercial, tú y yo—dijo de repente.

Mai la miró con una mezcla de curiosidad y resignación.

—¿No vamos a invitar a Ty Lee?

Azula negó con la cabeza.

En el camino al centro comercial, Azula le contó a Mai lo que había sucedido con Ty Lee. Le habló de cómo Ty Lee la había regañado por ser dura con Ozai y cómo la dejó sola para irse con las animadoras.

—Quizá está molesta porque no contesté sus mensajes ayer —admitió Azula mientras caminaban por la entrada del centro comercial.

Mai la miró con su típica expresión neutral, pero de pronto algo llamó su atención.

—O quizá esta ocupada—dijo Mai, señalando hacia un grupo de personas en la plaza principal del centro comercial.

Azula siguió la dirección de su mano y vio a Ty Lee riendo con otras porristas y algunos chicos del equipo de fútbol. Estaban claramente divirtiéndose, ajenos al resto del mundo.

La sangre de Azula comenzó a hervir.

—¿En serio? —murmuró, apretando los puños.

Mai la miró con calma.

—¿Qué esperabas? No puedes ignorarla y esperar que se quede sentada esperando a que te dignes a hablarle.

Azula respiró profundamente, tratando de no explotar, pero su molestia era evidente.