Chapter 1: La Luna
Summary:
Prólogo
Chapter Text
La mañana del incidente, como luego le llamarían algunos medios para evitar alarmar a la población con un eufemismo mucho más apropiado, Luna Lunati se encontraba en la sala frente al recibidor, con la espalda contra la columna de los fideles de la cocina, peleando con la cucharilla del café. Eran las 7:32 am en un día de carnaval y se preparaba para la universidad. El televisor estaba encendido por una cuestión de pragmatismo: no le gustaba desayunar en silencio, de lo contrario corría el riesgo de escuchar sus propios pensamientos. De repente, y nada más porque la fortuna así lo quiso, levantó la vista, y alcanzó a reconocer los marcos azules del noticiero.
«Es con profundo apremio y lamentable ofuscación que se dio a conocer esta mañana, en punto de la madrugada, el tan esperado informe de las autoridades involucradas en los acontecimientos que tuvieron lugar hace ya seis días, señoras y señores, en la unidad penitenciaria número 11, conocida como el penal de Puente viejo; seis días han pasado, para que el secretario de seguridad Andrés Fico Lazarre se dignara a declarar, lo que ya muchos nos temíamos. Adelante por favor…»
Luna subió el volumen con el remoto. Sus manos habían empezado a sudar.
«Así es mi querida Paula, como pudimos constatarlo, muchos de nosotros, desde las páginas oficiales de la secretaría de seguridad de la nación, se ha confirmado ya, la fuga y desaparición de cinco de los más peligrosos reos de la cárcel de máxima seguridad de puente viejo bajo la dirección del ahora difunto Benito Galván, quien según los informes de la CONASUR, fuera veterano de la comisión nacional de seguridad desde hacía poco más de 40 años, y que recientemente, tras los desafortunados eventos del amotinamiento del pasado martes 05 de febrero, perdiera la vida en el interior del penal. Seis días llevan estos elementos fuera de su confinamiento, podrían estar en cualquier parte… vamos a ver lo que tiene para decir el adjudicador, secretario de seguridad Andrés Fico Lazarre»
«Y… por ahora hacer un llamado a la población para que sea capaz de reconocer y mantenerse alejada de estos criminales que aparecen en pantalla… las autoridades ya fueron dispuestas sobre aviso, la persecución se activó desde el primer momento con sus debidos protocolos, les aseguro a todos que no existen motivos de mayor preocupación… no se ha dado ningún avistamiento cerca de la frontera…»
Luna se levantó con la mirada aguzada de un depredador acorralado, podía sentir su corazón escurriendo por debajo de las coyunturas de sus rodillas. Sus pupilas adelgazaban a medida que se acercaba a la pantalla.
«Esta pandilla criminal es bien conocida acá en Buenos Aires… tanto dentro como fuera del penal… se trata de los cinco integrantes de la banda de “Los Borges”, o de “Los hermanos Borges” como se les conoce también en el interior del penal. Es una organización criminal que opera en buena parte del territorio capital, territorio carcelario por supuesto…»
Luna miró atentamente la pantalla, no le hubiera hecho falta el nombre debajo de la fotografía de ninguno de ellos para reconocerlos.
«…se sabe muy poco sobre los detalles de la fuga, se dijo que se han revisado ya… que se está llevando a cabo una tercera inspección de las instalaciones para constatar el instrumento de…»
Luna se quedó sorda de repente, sus ojos pasearon por las fotografías una tras otra sin atinar a ninguna, la taza de café resbaló de su mano inanimada y solo vino a enterarse cuando se partió en pedazos contra el suelo.
«…para otros, se presume que están armados, son impredecibles, y por eso, les pedimos a los ciudadanos que se mantengan alertas, eviten los confrontamientos, y que se comuniquen de inmediato con las autoridades, ante cualquier situación que pudiera llegar a darse… Sofí… la verdad que me parece muy poco probable que se den estos encuentros, como ya se dijo: está todo bajo control, las autoridades están llevando a cabo los operativos de rastrillaje, se han seguido todos los protocolos desde el minuto cero, creo que es un asunto claramente controlado…»
Afirmaba Lazarre, pero sus pupilas exudaban temeridad y escepticismo. Luna sabía, y probablemente era una de las pocas personas, que podían entender por qué.
«…y que sepan que, por supuesto, estamos ya a punto de detenerlos, y que no hay ningún motivo para preocuparse, señores. Está todo bajo control, por favor, si llega a encontrarse con alguno de estos personajes, señor, señora, usted que nos ve en su casa… acá le aparecen las fotografías»
Mario Borges
Juan Pablo Borges alias “Diosito”
Miguel Palacios también “Pastor Osvaldo Peña”
James Rodríguez Allanuera alias “Colombia”
José Bertín Moreno alias “Barney”
Luna tardó aproximadamente quince minutos en empacar todas las cosas que creyó verdaderamente necesarias, luego cerró la valija sobre la cama, y, haciendo uso de un extraordinario esfuerzo, la llevó escaleras abajo, hacia el maletero del auto; aquello le tomó menos de tres minutos, pero su apuro fue en vano, y cuando cerró la puerta del abaje supo que todo había terminado.
—¿Qué hacés, pendeja? —saludó el rubio
Juan Pablo Borges estaba parado frente a ella en el estacionamiento de su edificio, tenía un arma en la mano y, tal como la última vez, le apuntaba con ella.
—¿Te acordás a Diosito? —le preguntó
Luna corrió, pero no alcanzó a llegar muy lejos porque el mastodonte de dos metros que recordaba por el nombre de Barney le cerró el paso; influenciada por el pánico y por los reflejos de la experiencia la joven abogada logró esquivarlo, pero, cuando giró para encaminarse a la libertad, los recuerdos le jugaron en contra.
—Perdonáme Luna —la detuvo un tercer hombre.
Un rostro conocido, un rostro que hasta ahora había sido su aliado.
—¿Miguel?
—Lo siento mucho —dijo él
—¿Miguel?
—¡Agárrala a la pendeja, Miguel!
—¡Miguel!
—Perdonáme —Miguel la golpeó en la nuca
Entonces escuchó la risa de Borges y luego nada: todo se puso negro.
Chapter 2: 1 semana antes
Summary:
Miércoles, 8:32 am/ Buenos Aires
A 2 km lejos de Puente Viejo
Chapter Text
1.
Todo comenzó, (según recordaría más tarde durante una borrachera con los colegas del laburo) bajo la alambrada dónde se despidió de los Borges. El sol de mañana era enceguecedor para sus pupilas acostumbradas a la penumbra del encierro, y los huesos le dolían por haber gateado sobre la mierda y la humedad de las alcantarillas toda la noche.
—¿Qué pasa, parceros? ¡Contentos, miren el patio, gonorreas! —celebró el colombiano —¡Estamos afuera, hombre!
—¡Estamos afuera! —saltó Diosito —¡Somos libres, loco!
Barney soltó un grito de algarabía y los tres hombres se juntaron en un mar de abrazos, y risas. Mario asintió inspeccionando su nueva brecha de libertad y saboreando el olor del viento.
—Cállense la boca, pelotudos... —advirtió de repente, recordando que ahora eran prófugos de la justicia —Más despacio... —les dijo —y guardá, che… que esto todavía no es una victoria.
Diosito le dio algunas palmadas en la espalda para tranquilizarlo, intercambió una mirada de complicidad con el colombiano y siguieron abrazándose. Pastor observó a los Borges mientras enredaba la bolsa de su ropa sucia y se preguntó cómo había podido ser tan estúpido para confiarle su secreto a Juan Pablo. En qué momento decidió que Mario Borges merecía estar en libertad, y cómo se las arreglaría para no sentirse responsable por ello cuando los bastardos comenzaran a matar inocentes afuera.
—¿Entonces como es la cosa? —preguntó Diosito disfrutando del calor del sol sobre las palmas extendidas de sus manos —¿y cada uno por su lado como dijiste, Miguel?
Pastor miró a su alrededor: Mario Borges todavía lo estudiaba con cautela, el colombiano estaba recorriendo el perímetro más próximo y el más alto, alto y monstruoso como era, parecía; sin embargo, estarse cagando encima ahora que la emoción del primer momento se había asentado. Diosito llamó su atención de nuevo al ponerle una mano sobre el hombro.
—Sí... —Pastor correspondió la caricia con una igual.
Ambos se miraron a los ojos y tuvieron una conversación muda, casi de naturaleza entrañable, pero, aunque hubieran querido despedirse de otra forma, Mario los interrumpió.
—Bueno, nos vamos al carajo que nos están pisando los talones, boludo, dale.
Pastor se dio cuenta de que el rubio miraba sus labios con desesperación, pero no se atrevió a besarlo, su hermano estaba presente y sólo hubiera conseguido montar un espectáculo innecesario.
—El trato se termina acá, Mario —dijo Pastor —Cada uno por su lado, no te debo nada, vos no me debes nada, estamos claros.
—Y cómo te dije —Mario se encogió de hombros —es la palabra de Borges
A juzgar por la mirada de los otros dos, sus guardaespaldas no estaban del todo de acuerdo.
—Gracias Miguel... —Diosito volvió a tocarlo, esta vez con menos ánimo, resistiendo el aroma de la verdadera separación —La verdad que si no fuera por vos no sé dónde estaríamos ahora.
—Dejá de lamerle el orto a este pelotudo, Diosito, dale, que no tenemos tiempo, nene, andá.
—Cuídate vos —dijo Pastor —Acordáte lo que te dije... hace la tuya hermano, alejáte un poquito de esta manada.
Diosito tardó un momento en responder.
—¿Estás seguro que no te venís? —le preguntó preocupado —Sabe’ que Marito ya te perdonó por lo de la pendeja esa. Mirá si podemos volver a lo que éramos antes, Miguel… vos también sos un Borges.
—Me chupa un huevo Marito, me preocupas vos, no quiero que volvás en cana tan pronto.
—No te persigás, príncipe, Diosito sabe lo que hace.
Pastor sonrió, no se había dado cuenta de lo mucho que había aprendido a querer a ese idiota.
—Dale... cuídate mucho, hermanito.
Diosito le sonrió
—Vos también, loco, buscáme en lo de la Gladys cualquier cosa, bombón —le dio una nalgada —Cómo lo tenés ese culito, bombón. Me va’ a extrañar, eh.
Pastor frunció el ceño.
—¡Venga nené, que no se va a la guerra! — dijo el colombiano —¡Hay que estar es bien pilas afuera, huevón!
—Andá Diosito, vení —lo llamó Mario —ya te despediste, vamos
Pastor miró al mayor de los Borges, Mario le devolvió una mirada diferente ahora, no era odio, y cualquier despistado hubiera podido confundirlo con gratitud, aunque tampoco se trataba de eso.
—Andá, Miguel… —dijo el rubio —andá con tu familia
Diosito le sonrió de nuevo y se alejó trotando con el resto de los Borges. Miguel lo vio alejarse con cierta premura, quizá debió haberle pedido que se fuera con él para que así no volviera a la vida criminal que su hermano le había impuesto desde su juventud. Pero no se podía permitir un atropello como ese, Diosito era un delincuente violento e impredecible, tan peligroso como su hermano, y la amistad que habían desarrollado en el último año nada tenía que ver con esa realidad. Jamás podría poner en peligro a Emma o a sus hijos.
Se quedó pensando en eso por un momento mientras observaba la calle por la que habían desaparecido sus enemigos, luego tomó su propio rumbo y sus compañeros de fuga desaparecieron también de sus pensamientos. Dobló la calle y anduvo unos cuantos metros adelante hasta que reconoció el auto de Emma en el sitio donde lo habían acordado; sonrió, sus manos sudaban y el corazón le brincoteaba emocionado, pero algo estaba mal... ¿dónde estaba Lucas?
—¿Lucas? ¿dónde está Lucas? —Le preguntó a Emma, ella estaba en el asiento del conductor y no se movía —Emma ¿Emma? ¿Dónde está...?
Entonces sucedió: comenzó la pesadilla.
—¿Qué pasó Emma? ¿Qué pasó? ¡Emma! ¡Mi amor!
Las sirenas en la distancia, la sangre, sus manos inútiles y temblorosas tratando de cubrir la puñalada, Micaela llorando en el auto… el mundo se le vino encima en un instante.
—¡No tengo fierro yo! ¡ayúdala a ella! —Levantó una mano — ¡No tengo fierro, no tengo nada!
—¡Las manos! —dijo el oficial
—¡Mirála a ella! ¡No tengo nada yo!
—¡Soltála! —le indicaron
—¡Hay una bebé allá adentro! —rogo él —¡Mirála a ella por favor, que se me desangra!
—¡Tírate al piso! ¡Al piso!
—¡Se me desangra!
—¡Al suelo!
—¡Emma!
Una camioneta de seguridad que venía acercándose con el convoy adelantó a la brigada de arresto a toda velocidad, se detuvo entonces frente a la policía y de sus puertas retractiles descendieron los Borges armados.
—¡Soltálo, dale!
—¡Quietos, gonorreas!
Quienes estaban arrestando a Pastor no tuvieron forma de reaccionar. Diosito disparó al hombre que lo estaba sujetando y el colombiano a los otros dos cuando intentaron defenderse.
—¡Salvámela que se desangra! —balbuceó Pastor intentando pedir ayuda para Emma, pero esposado como estaba, no podía hacerse entender por sobre el escándalo del intercambio de balas —¡Emma! —Gritó —¡Salvámela que se me muere!
El colombiano lo levantó a tirones y lo empujó dentro de la camioneta. Pastor se resistió.
—¡Emma! ¡Emma! —gritó
—¡Muévase, gonorrea!
—¿No ves que se me muere?
—¡Que le pasa, marica, métase pues!
—¡Emma!
Pero el colombiano no lo soltó, le dio un golpe en la cara que consiguió aturdirlo, y se lo llevó a cuestas sobre el hombro. Diosito disparó al último mientras los refuerzos se atrincheraban en el lado contrario.
—¡Tirá, Barney, tirá! —gritó
—¡Ya está Mario!
La camioneta se alejó con la puerta todavía entreabierta. A la distancia Pastor presenció una escena horrorosa: la mujer que tanto amaba muriendo en el suelo, adornada por un charco de sangre, exhalando el último aliento frente los ojos de la policía sin que nadie moviera un músculo para ayudarla.
—¡Emma!
Después vinieron el cambio de vehículo, las discusiones acaloradas sobre lo mucho que volver les había malogrado el itinerario y una perorata de Borges sobre la estupidez de su hermano. Al cabo de unas horas sin movimientos sobresalientes llegaron por fin al taller “El Triste” donde fueron recibidos con nerviosismo y un tanto de pánico por parte del dueño que de todas formas no tuvo mejor remedio que darles asilo.
Finalmente, Pastor se sentó en un rincón esperando sin saber que esperaba, y se quedó allí sin hablar o moverse hasta que lo venció el sueño, mejor dicho, las pesadillas. Los Borges tampoco le habían dirigido la palabra, no es que su acto de pseudoheroísmo fuera a cambiar las cosas entre ellos. Su condición de enemigos permanecía intacta.
Chapter 3: El menor Barosa
Summary:
Jueves, 7:21 pm, Buenos Aires
Cuartel de Investigación Policial de FEDA
Chapter Text
2.
---------------------------------------------------------
Nombre: Mario Borges
Nacimiento: mayo 22, Boedo, Buenos Aires. 1964
M- Homicidios múltiples, asociación ilícita, secuestro, narcotráfico, dirección de organización criminal que se identifica con el nombre de “Los hermanos Borges”
IM: tipo 3, Se considera armado, peligroso y evasivo a la autoridad.
Manual: para detención preventiva inmediata.
Rasgos identificativos y señas particulares: Tez clara, Mid. morena, 50-55 años, Barba lampiña, heterocromía por dimorfismo, cabello rizado, canoso, cicatriz en forma de línea del brazo izquierdo, cicatriz redonda de 9 cm en el dorso de la mano derecha, tatuaje de telaraña en el antebrazo derecho. Particulares: sobrepeso.
Talla:174 cm
Peso: 104 kg
Color de ojos: véase rasgos identificativos
(heterocromía por dimorfismo)
Edad: 54 años
-----------------------------------------------------------
Nombre: Juan Pablo Borges alias «Diosito»
Nacimiento: febrero 6, provincia de Buenos Aires. 1988
M- Homicidios múltiples, asociación ilícita, secuestro, narcotráfico, coacción y dirección de organización criminal que se identifica con el nombre de “Los hermanos Borges”
IM: tipo 2, Se considera armado, peligroso contractivo y evasivo a la autoridad.
Manual: para detención inmediata.
Rasgos identificativos y señas particulares: Tez clara, Mid. morena, 25-32 años. Barbilla afeitada. Cabello, base no. 1, rubio platinado no. 2, dentadura prominente y llamativa, dos lunares a la altura del cuello y pectoral derecho, tatuaje de telaraña en el codo derecho. Particulares: dentadura
Talla: 187 cm
Peso: 66 kg
Color de ojos: marrón, avellana
Edad: 30 años
-----------------------------------------------------
Nombre: Miguel Palacios «Pastor Osvaldo Peña»
Nacimiento: mayo 20, Quilmes, Buenos Aires. 1982
MM- Homicidios múltiples, extorsión a la autoridad, resistencia al arresto, evasión por quebrantamiento de condena, presunta participación de la organización criminal que se identifica con el nombre de “Los hermanos Borges”
IM: tipo 2, Se considera armado, peligroso, con adiestramiento policial, y contractivo a la autoridad.
Manual: para abatimiento (sec. 1218, autorización)
Rasgos identificativos y señas particulares: Tez clara, Mid. morena, 35-40 años. Barba media de corte medio. Cabello castaño, base no. 0, oscuro. Cicatriz en el cuello del lado derecho, cicatriz por apendicetomía, nariz sobresaliente. Particulares: estatura baja respecto a la media.
Talla:165 cm
Peso: 59 kg
Color de ojos: marrón oscuro
Edad: 36 años
-----------------------------------------------------
Nombre: James Rodríguez Allanuera «Colombia»
Nacimiento: octubre 12, Las Cruces, Bogotá. 1987
MM- Homicidios múltiples, sicariato en nombre, sicariato por averiguación interna, asociación ilícita, narcotráfico, participación de la organización criminal que se identifica con el nombre de “Los hermanos Borges”
IM: tipo 1, Se considera armado, peligroso y contractivo a la autoridad.
Manual: para abatimiento (sec. 1218, autorización)
Rasgos identificativos y señas particulares: Tez morena, Mid. oscura, 30-36 años. Barba de corte redondo y bigote. Lunar a la altura del labio superior lado izquierdo, cicatriz en ambas caras de las sienes, cicatriz de extirpación de bala a la altura de la cadera izquierda, tatuaje en el cuello, tatuaje de una telaraña en el antebrazo izquierdo. Particulares: acento colombiano.
Talla:188 cm
Peso: 83 kg
Color de ojos: marrón oscuro
Edad: 31 años
-----------------------------------------------------
Nombre: José Bertín Moreno «Barney»
Nacimiento: diciembre 28, provincia de Buenos Aires. 1969
M- Homicidios múltiples, asociación ilícita, secuestro, narcotráfico, participación de la organización criminal que se identifica con el nombre de “Los hermanos Borges”
IM: tipo 3, Se considera armado, peligroso y evasivo a la autoridad.
Manual: para detención preventiva inmediata.
Rasgos identificativos y señas particulares: Tez morena, Mid. clara. 45-50 años. Barba media de corte frontal, bigote lampiño, cabello largo, liso, castaño oscuro, canoso. Tatuaje mesomorfo hombro y brazo izquierdo, tatuaje de torso completo en la espada baja, antebrazo derecho tatuaje de telaraña. Particulares: altura sobresaliente.
Talla: 203 cm
Peso: 98 kg
Color de ojos: marrón, avellana
Edad: 48 años
-----------------------------------------------------
—¿Qué significa? —preguntó el menor Barosa
—¿Qué significa qué? —el subinspector Sarmiento tenía la boca ocupada en su almuerzo y apenas se hizo entender cuando respondió, nunca abandonaba su escritorio para comer, ni porque cayeran migajas sobre el teclado de su computadora.
—La telaraña —insistió Barosa —¿Qué significa la telaraña?
—¿Qué decís, que telaraña?
—Quiero decir que claramente es una marca identificatoria… la tienen todos ellos en el mismo sitio, es una especie de símbolo ¿puede ser?
—Mirá que bien, no me había fijado, eh. Bien ahí becario.
—Sí, señor, pero ¿entonces?
—Puede ser una marca de la banda, che… qué sé yo. No creo que sea para darle mucho vuelo. No tiene nada que ver, aparte… ¿qué van a hacer con un tatuaje? ¿se van a cruzar la frontera con el tatuaje? ¿lo van a dejar acá? ¿qué tiene que ver, muchacho? Dejá eso. Si hubiera algo rescatable de esa tira de folletos ya los hubiéramos agarrados a los hijos de puta ¿no te parece?
—Pero señor… estaba pensando que Miguel Palacios no tiene el tatuaje ¿no? Capaz y resulta que Palacios no es uno de los Borges…
—Lo tendrá en la pija, en la espalda, yo qué sé, si no lo tiene mejor, no hay que buscarlo, si con esa nariz tiene de sobra.
—Pasa que a lo mejor puede ayudarnos a entenderlo, señor. Porque parece que Palacios tiene un historial violento, pero en ninguno de sus causas se le involucra con los Borges, esta sería la primera vez que se relacionan de esta forma. Algo tuvo que haber sucedido entre ellos para que acabaran así.
—¿Y qué me importa a mí eso? Se fugaron los Borges, todos los Borges, se fugaron todos juntos… ahora si es uno más, si no es, si es un conocido, el hijo del vecino, eso a mí no me importa ¿me entendés?… no es mi laburo, yo no cobro por patrocinar sus relaciones, Barosa. Me chupa bien un huevo si son amigos, si son novios, si lo conocieron ayer, este se fue con los Borges… es uno de los Borges.
—Lo sé señor, pero si resulta que estamos en lo correcto y Palacios no es uno de los Borges significa que van a separase en algún punto, y…
—Pero pibe… vos lo tenés claro que tu laburo es agarrar a estos hijos de puta, y no venir a pensar en tatuajes, que las amistades, que la pila, ¿o no, Barosa?
—Si, señor
—Entonces déjate de lamer un poquito los huevos y ponete a laburar.
—Si, señor, una disculpa.
—Ah, Flore… —Barosa pensó que el subinspector hablaba con él, pero se equivocaba, su jefe había tomado el teléfono y estaba ahora de buen humor —¿Qué hacés, guapa?... nada, en la oficina… y bueno, es lo que hay… no, no ni me lo digas… lo tengo a este muchacho… sí, nena, no te imaginas, que pesados que son los pendejos estos, los becarios, che. No me lo banco más.
Barosa fingió que no lo escuchaba, como siempre hacía, por el bien de su salud emocional. Llevaba trabajando con una placa oficial casi cinco años, pero casi todos lo seguían llamando becario. Tal vez era por su forma de vestir tan juvenil y la moto que conducía; o quizá porque no le crecía la barba y daba la impresión de seguir en el colegio, sea como fuere, Barosa ya tenía 32 años y era un oficial de la policía de investigación con todas sus credenciales.
—Miguel Palacios… —murmuró —¿Quién sos?
A Barosa le emocionaba la fuga porque era la primera vez en toda su carrera que experimentaba la verdadera persecución. Antes de la fuga había estado tentado a renunciar y perseguir su sueño como artista callejero, pero aparecieron los Borges como una luz en su camino y se estaba aferrando a ellos. Por eso era tan importante comprenderlos, saber cómo pensaban, que comían, como se movían, porque de esa forma, estaba seguro, encontraría la clave para adelantarles el camino. Sin importar que tan listos, o que tan rápidos fueran los Borges él los atraparía.
Chapter 4: Cuentas pendientes
Summary:
Viernes 3:14, am, Buenos Aires
Taller "El Triste"
A 12 km de Puente Viejo
Chapter Text
3.
«¡Emma! ¡Emma! ¡Salvámela que se me muere! ¡Emma! ¿No ves que se me muere? ¡Emma!»
Pastor despertó. Era temprano, de madrugada y el sabor metálico de la sangre no había desaparecido de su boca. Había sido una noche calurosa, quizá porque estaban todos acovachados en un pequeño cuarto del taller mecánico. Habían llegado a este lugar tras algunas horas de persecución, un enfrentamiento con la policía y el intercambio de una ráfaga de balas; las sirenas ensordecedoras y las llantas derrapando se habían llevado los recuerdos de Pastor de las últimas 13 horas. Ahora estaban incompletos, como perdidos.
Desde la salida en el muelle y hasta el encuentro con Emma tenía registrados detalles alarmantes que no terminaban de encajar unos con otros, y después de eso: nada, una perpetuidad estrambótica de imágenes al azar que no le importaban del todo.
Pastor estaba molesto, y guardaba un rencor especial hacia el colombiano por cómo le había impedido llegar hasta Emma, y aunque sabía perfectamente que no era culpa suya, no podía evitar odiarlo, pues de lo contrario tendría que aceptar que la responsabilidad era, en realidad, solo suya. Cuando volvió a despertarse, los recuerdos cayeron de golpe sobre sus sienes y sintió que le estrujaban el pecho. Sólo el sonido de la fricción de los cuchillos lo devolvió a la realidad.
Echó un vistazo a su alrededor: los hermanos Borges estaban durmiendo apretujados en una pequeña cama; Barney, el grandote, roncaba profundamente, sentado en una suerte de sillón-estufera; el colombiano, sin embargo, estaba despierto, con los ojos intranquilos de un animal callejero, vigilante y pregonero como el perro guardián que era, y era él quien afilaba sus cuchillos en la oscuridad. Pastor sintió un amago de rencor al verlo.
—¿Nunca dormís vos? —preguntó en voz alta, aunque su voz no se escuchaba como siempre.
James sonrió sin voltear a verlo.
—Se le quitó lo mudito a este pirobo —murmuró —¿Qué pasa, visajoso? —le preguntó —¿no puede dormir o qué?
Miguel no respondió, no tenía ganas de escuchar a nadie, y mucho menos a ese hijo de puta que rara vez se expresaba con claridad.
—¿Qué le pasa a la nena? No sea que la princesa quiera así una camita de cinco estrellas huevón, pues así toca la vuelta... ¿cómo ve?
—No me rompás las pelotas que no estoy de humor.
—No se ponga bravito, marica, vea pues que la tregua que se apalabró con mi patrón acá afuera ya se terminó. Y yo ya no tengo es porque aguantárselas a usted, gonorrea.
—¿Qué te pasa a vos?, ¿tenés un problema conmigo?, ¿me quieres decir algo? déjame de tocar las pelotas, dale, decime lo que querés decirme. No estoy para boludeces.
El colombiano borró su sonrisa.
—Cosa que usted se piensa que porqué señaló donde es que estaba el agujerito, ya está todo perdonado —lo apuntó con su cuchillo —Pues no, sepa una cosita huevón: ya Mario no confía en la gente rastrera y traicionera como su merced, mucho menos en el berraquito jueputa que es usted. ¿Oyó? Que usted lo que es una rata traicionera, maricón, y la traición no se perdona nunca, píllelo bien.
—Mirá que bien, sabes que me chupa un huevo lo que piense Mario y lo que pensés vos. Y si Mario tiene un problema conmigo, dejá que lo arreglo yo con él. A ver si aprendés a dejar de chuparle un poquito el ojete a ese gordo mierda y a pensar vos solito.
—No, mi vida, no se equivoque conmigo. Esta es la banda de los Borges, y lo que tenga que ver con Mario lo tiene que ver conmigo, ¿listo?
—Bueno entonces decime que vos la tenés la bronca conmigo y nos paramos de manos. O te vas a esconder toda la vida atrás de tu novio como si fueras su perro. Su mascota parece que sos, no aflojas una mierda, hermano, dale. Siempre mirándome así, decime las cosas, padre, estás grande ya.
James se levantó amenazador. Pastor decidió quedarse en su sitio sin dejarse intimidar.
—¿Qué quiere que le diga, nené? Qué se hace la cosquilla, maricón. Ahora que se despierte Mario viene y le dice todas las cositas que me dijo, a ver si tiene muchos huevitos.
—Por favor... madurá un toque, en serio. Sos un hinchapelotas, sos un pedófilo encima, me tenés enfermo vos. Cállate un poco, dale.
—Usted que lo que tiene que decir por lo de la reinita, mi reinita ¿cierto? Usted quiere es que le diga lo de rico que lo pasamos en San Onofre ¿sí o qué?
—Cállate de una vez negro de mierda.
—Ah, sí, papi, usted quiere es saber cómo le hice la vuelta ¿eso quiere?… se le hace, pariente, así lo que tenemos pendiente usted y yo, perro jueputa.
—¡Cállate de una puta vez que te reviento la cara!
—Ah... pero este pirobo quiere es baile conmigo, hágale pues. Le voy a enseñar es a cascar este traidor marica. ¡Párese pues!
—¡Porque no te vas a la concha de tu madre y me dejas de romper las bolas, forastero de mierda! ¡Hacéle un favor al mundo y morite de una puta vez!
—Ah, está muy caliente la niña, ¿cierto? A ver cómo tiene los huevitos…
—¡Sos una escoria, pedófilo hijo de puta, me tenés los huevos llenos!
—Venga nené que lo estoy esperando, véngase pues.
—¡Te voy a hacer mierda!
Pastor se levantó determinado a romper con la incomodidad, había estado esperando una excusa para romperle la cara, y si lograba someter al colombiano tal vez podría salir corriendo antes de que ese fenómeno de dos metros se despertará, pero no hizo ni dijo nada, estaba esperando que el colombiano diera el primer golpe.
—¿Qué pasa princesa, se le fruncieron las huevas o qué? Mire que así estaba la reinita, primero muy bravita y ya después no se aguantó.
Pastor cayó en la provocación, pero cuando estaba a punto de golpearlo recordó a Emma y erró. James aprovechó su descuido para devolverle el golpe; el colombiano, sin embargo, atinó de lleno.
—¿Qué pasa, muñeco? ¿no era que me iba a matar? —se burló James —Párese pues, pirobo
Pastor recuperó el equilibrio y respondió el golpe, está vez alcanzó su propósito e hizo retroceder al otro, anonadado. James sonrió y se limpió la sangre de la boca.
—Vamos a ver es como tiene los huevitos, papi.
Pastor lanzó una patada. James no la esquivó, pero la resistió y lo empujó de vuelta con todo su peso. Pastor se separó y atinó el primer golpe, pero el colombiano detuvo el segundo y le respondió con otro. Pastor atrapó su brazo, y los dos forcejearon. James no pudo zafarse, pero no lo necesitaba, y cuando Miguel se dio cuenta era tarde porque ya le había dado un cabezazo.
Pastor retrocedió aturdido, con los oídos zumbando y la visión confundida. James le dio otro golpe, a pesar de su desventaja Miguel lo esquivo y lo recibió con una nueva patada. El colombiano aterrizó de nalgas en el suelo, pero se recuperó tan rápido como había caído. Ambos habían perdido el aliento para entonces y la próxima vez que se juntaron fue para entramarse en una suerte de abrazo dónde se quedaron pegados como dos ciervos atrapados por la cornamenta.
—¡Che, Che! —Gritó Barney alertándolos a todos, que ya de todas formas habían despertado con el escándalo —¡Colombia!
—¡Qué haces, loco! ¡soltálo! —Diosito se levantó de golpe y empezó a forcejear con James—¡Pará, soltálo! —el rubio se metió entre ellos y trató de sepáralos, pero no lo logró
—perro jueputa…
—¿Qué hacés?, ¡la concha de tu hermana! —empujó Diosito —¡Pará, te dije!
James y Pastor se pescaron por de la ropa del otro para evitar que los separaran.
—¡Déjalo forro! —Barney envolvió el cuello de Pastor y tiró con fuerza hacia atrás, Pastor hubiera soltado si James no estuviera aferrado también a él —¡Soltálo!
Mario se despertó alarmado y se unió a Barney en contra de Pastor, esta vez se lo arrancaron por la fuerza. El colombiano relajó el agarre y Diosito consiguió interponerse en el medio. El expolicía trató de recuperar el aliento, pero aunque la pelea estaba relativamente terminada, Barney no lo dejo ir.
—¿Qué te pasa? ¡La puta madre que te pario! —lo empujó Borges —¿Qué te pasa?
Diosito empujó a James al lado contrario; al ver que sus amigos estaban en medio, el colombiano retrocedió.
—¡Manga de imbéciles! —dijo Pastor —¡Son todos unos hijos de puta!
—Abrase Juan Pablo que lo voy a matar —advirtió James todavía con la respiración a trote
—¡Pará, guacho, pará! —lo abrazó Diosito
—¡Pedófilo de mierda! —acusó Pastor forcejeando con Barney —¡Vos también fenómeno!
James volvió a enfadarse y quiso arremeter contra su enemigo, pero Diosito se lo impidió.
—¡Suélteme que lo acabo la vuelta, maricón!
—¡Pará! —ordenó Borges —¡Cortála James!
—¡Sos pollo hijo de puta! —amenazó Palacios
Barney lo apretó entonces y lo colocó a un lado con la facilidad que lo hubiera hecho con un niño pequeño que da manotazos.
—¡Pará! —gritó Mario
James dejo de poner resistencia y obedeció. Barney también dejó de apretar a Pastor. Mario regularizó poco a poco su respiración.
—¿a vos que carajo te pasa pelotudo? —se volvió con Miguel —¿Por qué lo peleas al colombiano?
—¡Es un pedófilo, Borges! —le contestó Miguel —¡Vos no te das cuenta de que tenés un pedófilo en tus filas, gordo pelotudo!
—¡Tiene para las pruebas, maricón, a mí no me va a estar acusando de vueltas que no son mías, gonorrea!
—¡Sos un pedófilo, hijo de puta, decilo, que sos un mentiroso!
Mario miró al colombiano y de vuelta a Pastor.
—pero ¿de qué mierda estás hablando vos? la concha de tu madre —se volvió con James —¿Qué dice este sorete, James?
—¡Que se hace esta maricada, Mario, que yo a nadie le hice nada, son inventos suyos, pirobo!
—¡Te voy a matar colombiano! —amenazó Pastor
—¡Venga a ver lo espero, maricón! —lo señalo James —¡Vengase pues!
—¡Bueno, bueno, bueno, ya está, se acabó!
—¡Pirobo…!
—¡Se acabó James! —Mario alzó la voz —Vos también cállate la boca.
El colombiano escupió sangre en el suelo y se relajó, luego agitó el hombro y se sacudió a Diosito de encima. Pastor no se calmó de inmediato, pero por más que quiso escaparse no consiguió zafarse de Barney y muy pronto se le agotó la energía.
—Jueputa... —Susurró James
Por un momento no hubo más que jadeos y respiraciones entrecortadas en un mar de silencio. Mario caminó de un lado a otro tratando de procesar.
—¿Cuál es tu problema? —se le acercó a Miguel y le apretó las mejillas —¿Cómo te vas a meter con el colombiano? la concha de tu madre ¿vos sabes con quien estás tratando, desagradecido? ¿sabes lo que hicimos nosotros por vos?
Miguel se rio.
—¡Chúpame bien los huevos, gordo forro, vos y tu novia!
—¡Venga repítamelo en mi cara, marica!
—¡Ya está, loco! —le empujó Diosito —¿Qué pegás? ¿Qué le pega’ a Miguel? ¡Si somos todos amigos, gil!
—¡Yo no soy tu amigo, falopero de mierda! —espetó Miguel
James se acercó furioso y los dos enemigos volvieron a chocar. Barney pudo detener a Pastor, pero James alcanzó a golpearlo de nuevo antes de que Mario lo detuviera.
—¡Pará!
—¡Colombia!
Pastor tiró una patada que atinó por equivocación al viejo Borges; James enloqueció entonces y volvió lanzarse ya sin importarle que su patrón estuviera de por medio.
—¡Maricón, jueputa! —lo golpeó dos veces el colombiano —Miguel se tambaleó porque Barney no lo había soltado, y no fue capaz de esquivar el golpe —¡Gonorrea!
Como su fuerza resultó insuficiente para detenerlo, Diosito se armó de valor, se paró frente a él y recibió el golpe, protegiendo con su cuerpo a Miguel. Mario se llevó las manos a las raíces del cabello, frustrado e impotente.
—¡Pará, boludo! —advirtió Barney
James iba a golpear de nuevo, pero se detuvo al ver que se trataba de Diosito, su golpe fue a parar contra la ventanilla de plástico donde se refugiaba el triste, conmocionado.
—¡Boludo!
—¡Se acabó! —repitió Mario muy cerca de la cara del colombiano: las venas saltadas y el rostro completamente enrojecido.
James apretó los labios con un puchero de resignación, todavía respirando como si se le incendiaran las fosas nasales, pero bajó los hombros y agachó la mirada, dispuesto a obedecer esta vez.
—¡Sos un pedófilo de mierda, vos lo pudrís todo lo que tocás, sos un hijo de puta! —gritó Pastor.
James se sentó rendido y adolorido, sobándose las costillas allí donde había recibido las patadas.
—¡Hijo de puta! ¡Pedófilo hijo de puta! —siguió maldiciendo Pastor, el expolicía podía sentir las lágrimas formándose bajo la protección de sus párpados, pero ya no le importaba —¡Sos un hijo de puta, un cagón! ¡Se estaba muriendo, hijo de puta! ¡Se estaba muriendo y vos no hiciste nada!
James entrecerró los ojos sin comprender de qué le estaba hablando, pero Mario lo sabía. Miguel no estaba molesto con el colombiano; estaba molesto con la vida, con la muerte, con la suerte que le arrebató todo lo que amaba y quería prenderle fuego al mundo y no se calmaría hasta que hubiera sacado todo su dolor.
—¡Vos la mataste hijo de puta! ¡La mataste vos! —lloró amargamente —¡Fue tu culpa!
James y Barney se miraron confundidos. Era evidente que Miguel ya no hablaba con ninguno de los presentes. Se había perdido en un trance muy personal. Mario suspiró comprensivo, tomó el mate del que había estado bebiendo y se lo acercó.
—Escúchame Palacios…
Miguel rechazó la bebida con un manotazo haciendo volar el agua, que se derramó de lleno sobre Borges. Barney lo sometió de nuevo. James tomó su cuchillo esta vez y se levantó de su lugar decidido a terminar lo que había comenzado.
—¡Sácalo de acá! —dijo Mario. Diosito miró a James y de vuelta a su hermano para confirmar la orden —¡Llévatelo carajo!
Diosito obedeció y sacó a James a empujones, Barney tuvo que acudir en su auxilio porque el colombiano había superado su fuerza y Diosito empezaba a calentarse. Mario cerró la puerta cuando se salieron y se volvió con Pastor.
—Oíme bien pelotudo —lo tomó por el cuello de la camisa. Miguel ya no se resistió, había perdido toda su energía tratando de zafarse de Barney y no le quedaba tampoco ninguna voluntad —Miráme, carajo. Vos tenés que estar agradecido con nosotros, porque si no vos ahora te estabas morfando una rata en un calabozo de mierda ¿me escuchaste, sorete puto de agua? —Miguel ni siquiera se inmuto, su mirada permanecía a la deriva y estaba tratando de recuperarse de los golpes —Yo sé que vos estás así por la mina esa —dijo Borges — y por eso te lo voy a dejar pasar, por esta vez te lo voy a dejar pasar… pero vos tenés que tener mucho cuidado conmigo, nene, porque vos no tenés más nada acá afuera, solamente me tenés a mí, lo tenés a Borges, pelotudo, no tenés más nada, sos un pobre diablo que te vas a acabar muriendo solo… —espetó
—Tenés un pedófilo con vos, no te das cuenta porque sos un pelotudo…
—Escucháme bien imbécil: nosotros, todos los que estamos acá pusimos el cuero para salvarte el culo a vos, pelotudo y vos ni siquiera le dijiste gracias al colombiano, no le diste las gracias a mi hermano que si no fuera por ese pendejo estaríamos pisando frontera hace rato y vos de regreso en puente viejo, tarado —Lo abofeteó Mario —Te hicimos flor de favor, cobani de mierda, te salvamos la vida, tu vida me la debes a mí, no menos: tu vida me debes —Pastor lo miró con odio —¿Qué garpaste vos? Una mierda garpás vos y encima te cagás en mi familia, loco ¿cuál es, Palacios? Andá a cagar…
—Yo no te debo nada, vos hiciste lo que te cantó el orto, yo no te pedí nada…
—¡Pero ya lo hicimos, y lo único que yo te pedí a vos fue que te quedes en el molde! ¿Qué tengo que hacer para que me escuchen, carajo? ¿Qué te pasa con mi gente? ¿Qué te pasa con el colombiano?
—El colombiano ese la tiene jurada conmigo, no tiene nada que ver con vos, es otra cosa eso.
Mario tiró de sus rizos nacientes para obligarlo a levantar la mirada.
—A ver si me entendés hijo de mil putas: vos no podés acercarte a mi gente, vos no tenés permiso de tocarle un pelo del orto a mi familia, por el motivo que sea ¿estamos? Vos le volvés a poner una mano encima a cualquiera de los que están acá y yo te la corto la mano, ¿me entendés ahora, hijo de puta? ¿me escuchaste gorra de mierda?
Pastor no respondió, pero había vuelto en sí, las lágrimas habían cesado. Todo lo que le importaba era cerrar los ojos y no volver a abrirlos jamás.
—Puto de agua —murmuró Borges entre dientes, alejándose por la puerta.
Cuando la puerta se cerró Miguel por fin se quedó solo, el silencio lo reconfortaba, pero no era suficiente, todavía podía escuchar sus propios gritos, y tal vez nunca dejaría de hacerlo.
Chapter 5: Asignación
Summary:
Viernes; 02:26 pm, Buenos Aires
Cuartel de Investigación Policial de FEDA
Chapter Text
4.
—¿Gladys Borges…? si entiendo, gracias —colgó el teléfono
Miró a su libreta y volvió a tachar el numero de la larga lista de opciones.
—¿algo?
—nada todavía ¿tenés lo que te pedí?
—sí, menor Barosa —dijo la agente Cejota, su mejor amiga desde el internado y mano derecha de Sarmiento —habría que preguntar al colegio por Federico Moreno
—¿Qué pasa con él?
—El hijo mayor de Bertín
—encárgate vos
El subinspector dejo el portafolio sobre la mesa y subió sus pies a la silla de al lado.
—¿Qué tenemos, Barosa? —preguntó aburrido.
—El colombiano no tiene familia en Argentina —respondió Barosa —recientemente movió a su gente fuera de Colombia y no se sabe con exactitud a donde, aunque se compraron dos pasajes a Venezuela, para una familia de cinco es impensable, además está la declaración de la extradición donde su madre se niega a reconocerlo, no creo que tengan una buena relación, y no está casado, no tiene hijos, no tiene nada que perder, ningún hilo para tirar.
—¿Esquimo?
—La esposa de Mario Borges: Gladys Guerra, se llama… me parece que salió del país hace dos semanas, lo mismo Claudia Moreno con sus 3 hijos, dejaron la escuela, la casa, esta todo abandonado, el mayor es mayor de edad se fue de casa hace tiempo, ya lo interrogaron, no sabe nada, no quiere saber nada, ya lo están vigilando… pasa igual con ella, se movieron por favores, ¿vieron?, por la alcantarilla… no se puede rastrear a donde. Está claro que lo habían planeado con anticipación, el pibe no quiso seguirlos, ni siquiera le preguntaron. De todas formas, están investigando los pasajes, los contactos de Eli se están encargando de eso.
—¿Qué novedades hay de Palacios?
—Su mujer ya fue interrogada —dijo Esquimo, el oficial auxiliar del equipo de investigación, era el único con verdadera experiencia en el campo y había sido campeón de tiro en los panamericanos. Barosa le tenía aprecio porque era el único que lo respetaba —estuvo en rehabilitación hasta poco cuando tuvimos el temita por la custodia del niño. Lucas Palacios.
—¿Qué temita? —pregunto Cejota
—La pareja de Palacios, Emma Molinari falleció durante la fuga, parece que estaba intentando escapar con él, sus dos hijos fueron llevados a asuntos sociales. La más pequeña tiene juicio con el padre biológico este sábado, Lucas era el hijo de Miguel, no tiene más familia que se quiera hacer cargo.
—entonces ¿es seguro decir que Palacios va a venir a buscarlo? —preguntó ella
—Y… eso creo… no se puede saber.
—¿cómo es eso?
Esquimo tomó aire antes de responder.
—Palacios tiene un historial interesante: es un hombre con estudios, colega nuestro de la fuerza, ya sabrá cómo funcionan los protocolos, no va a venir corriendo a la red, hay que tirar un cebo más grande.
—Para mí que estamos perdiendo el tiempo, es un prófugo —dijo Cejota —¿dónde se va a llevar al niño? Si ya lo atraparon una vez.
—Pero lo tenemos al pibe, habrá que intentar algo, no sé —dijo Barosa —Anunciar su juicio por televisión. Hacerle salir de su escondite.
—Puede ser… —asintió Sarmiento —¿qué hay de la mujer, está detenida?
—parece que tuvo una recaída, tiene antecedentes también. Yo no creo que sepa mucho de su exesposo, se fue de casa nada más nacer el pibe.
—Y ahora con esto de la puñalada se va a quedar en cana, no nos sirve para un carajo —resolvió el subinspector
—No, sí nos sirve… —dijo Cejota —nos sirve porque si le ofrecemos la libertad a cambio de Palacios seguro nos toma la palabra.
El subinspector Sarmiento asintió.
—Quiero que vayas a hablar con ella. Le prometas todas las garantías y averiguas lo que sabe, como podemos encontrarlo, dale.
—sí señor
—Y Barosa
—¿sí, señor?
—vos hablas con Eli y rectificas los pasajes de Gladys Guerra, quiero saber cómo cagó los últimos tres meses, dónde estuvo, con quién habló, en qué se gastó la guita. Todo.
—sí señor.
—y escúchenme bien: como ya lo habrán notado en la ficha tenemos dos autorizaciones para abatirlos al colombiano y a Palacios, que son los más peligrosos por sus causas, mientras yo consigo que se libere la de Borges, que por asuntos administrativos no se puede colocar, quiero que procedan con mucha discreción. Si para el domingo siguiente no hemos capturado a ninguno se va a ofrecer una recompensa, por obligatoria Palacios y Borges tienen el precio más alto, ojo… mucho cuidado como lo manejamos en asuntos internos ¿está claro?
—sí señor.
—Una cosa más, el inspector de seguridad, y secretario Lazarre… no quiere una operación llamativa. Sobra decir que tenemos que ser discretos, invisibles. Si la gente se entera de que tenemos 5 prófugos sueltos por la capital se va armar una buena. Tenemos una semana para atraparlos, si no lo logramos nos veremos obligados a anunciarlo por televisión, y todo sabemos cómo va a terminar eso.
—Una pregunta… —dijo Barosa —respecto a Juan Pablo Borges, no tiene fichado ninguna familia, no está casado, pero en el expediente registro de concubinato. ¿puede ser que tenga alguna familia que no quedo registrada?
—sí, a ver: los expedientes son de ahora, la información de la boleta es de ahora, de puente viejo con la sentencia que se dictó hace año y medio. No tenemos manera de saber si la información que quedo fichada es correcta o si la llenaron por pleitesía. ¿sabes lo que podemos hacer Cejota?
—¿Qué señor?
—que vayan ustedes al archivo y que me pidan por todos los expedientes del historial, las causas, el legajo completo de cada uno, así cotejamos y actualizamos. Mario Borges estuvo casado con otra mujer antes, eso lo tengo visto, este es su segundo matrimonio, quiero que me encuentren a la primera esposa, lo quiero saber todo.
—sí, señor.
Chapter 6: La excepción
Summary:
Sábado, 9:45 am, Buenos Aires
Taller "El triste"
A 12 Km de Puente Viejo
Chapter Text
5.
—Y le pongo la otra para bajar los kilómetros, pero tenemos que pedir otra pieza, va a tardar de uno a dos días igual —anotó el triste —Mínimo dos
—Pues pídala ya, huevón, ¿su merced se cree que nos sobra el tiempo o qué?
Mario bajó la jarra sobre la mesita y puso su atención en el breve camino de sangre que iba desde la bodega y hasta la camioneta gris donde estaban los demás acondicionado el vehículo que usarían más tarde.
—Che ¿de quién es la sangre? —llamó
El triste le dio su atención y su rostro se descompuso con pánico.
—Pensaba que era pintura, no puede ser —el mecánico saltó corriendo y tomó un trapeador.
—No sé, Mario —dijo Barney —Nosotros estamos bien ¿che, Colombia? ¿todo bien pa?
James miró la marca y luego a sí mismo con agudeza. Se arremangó el pliegue del pantalón de la pierna derecha y dejó ver todavía más sangre. Sin embargo, en su rostro se dibujó una sonrisa tranquila.
—Ah, no pasa nada Mario, es un rasguño.
—Pero ¿vos sos un pelotudo, James? ¿Qué carajo te pasó a vos ahí?
—Ah, nada, un regalito del rescate, pero es un rozón no más. Ya lo dejo limpio, aguánteme un momentico.
Mario le dedicó a su hermano menor una mirada represiva, como diciendo «es culpa tuya» pero Diosito no se dio por aludido.
—Ponete hielo Colombia —dijo Diosito —Ponete hielo en el culo —se rio —Porque te re cogió la yuta, sos el único que salió marcado, gil.
James soltó una maldición muda, pero en sus labios se pudo leer la expresión: "jueputa" Diosito se rio, complacido por haber logrado su cometido. Luego se levantó y fue a la bodega donde todavía se encontraba Miguel.
—¿Dónde vas Dios? —lo detuvo su hermano —Terminá de morfar, dale.
—Regreso —dijo él, pero se había llevado el plato consigo
—Este pelotudo... vení Colombia, dejáme verte la pierna
—No pasa nada, Mario —dijo James —pasó rozando la balita
—Vení para acá, te estoy diciendo
James dejó su trabajo y arrastró los pies de mala gana. Diosito hizo un sonido burlesco en la puerta de la bodega.
—¿Qué te rozó la pepa, Colombia? ¿Eh puto? —se burló —¿Te duele la patita, qué te lo va a curar un sapito?
—¡Cállese, maricón!
—Dale Colombia, andá que te de besito’ el gordo ese, si son novios ustedes, ya lo sabemos todos acá.
—Andá a lavarte el orto antes de hablarme así, la concha de tu madre —se volvió Mario
Diosito se rio y desapareció en la bodega. Todavía podía escuchar a su hermano renegando afuera cuando cerró la puerta tras él.
—¿Qué hacés loco? —preguntó en voz alta
Pero Miguel no le respondió, había estado ahí sentado sin hablar o moverse y Diosito empezaba a preocuparse.
—Y bueno, seguí’ así todo pinchado con lo de la gila esa... ya va a pasar Miguel, no te pongás así. Sabés que a mí también me mataron a la Mecha ¿no te conté?
Pastor no respondió. Tenía la mirada perdida en la pared y apenas parpadeaba.
—Bueno, no se llamaba la Mecha ella, pasa que así le decíamo’ nosotros... ya sabes cómo era, así, estaba buena la Mecha... yo la quise un montón, pasa que Mario no la quería igual... Porque ya pensaba que lo bardeaba y él la bardeaba y tal... ya... cuando la bajaron a la Mecha yo sentí que me moría, bueno, cuando me enteré, porque no es que me enteré de una tampoco… porque Marito me engañó, el puto. Me dijo que se había ido con otro gil la guacha, que me había dejado ella. Pero no era así, es que se murió. Y yo me quería morir también. Sabés que lo que me mantuvo vivo fue la venganza, Miguel... porque yo lo quería encontrar al hijo de puta que la mató, para matarlo yo. Y después resultó que fue Mario. Igual ya estamos a mano porque yo le maté a la Gina... era puto el gil, también es puto ahora porque tiene ahí sus cosita’ con el Yames.
—Dios... déjame sólo, por favor.
—¿Qué solo? ¿Qué decís? No has comido una chota, loco… dale, levantáte...
—No tengo hambre —dijo Miguel
Diosito suspiró, dejó su plato a un lado y se sentó junto a él.
—Yo sé que vo’ estás así porque la querías a la Molinari, pero ya va a pasar. Así me pasó a mí también. Yo pensaba que nunca me iba a enamorar otra vez, y que estaba todo mal... hasta que te conocí a vos... —Diosito inspeccionó el rostro de su compañero para asegurarse de que estaba comprendiendo lo que quería decirle —Y con vos es otra cosa, loco... no sé, corte chiche nuevo... y con nosotros es como si fuera todo diferente ¿viste? Pero es lo mismo al final, es amor...
—Dios…
—Ya sé —Diosito desenvolvió un frasco que llevaba oculto en el bolsillo —capaz estás así por el bajón… yo también lo siento ahora, como que me tiembla todo guacho, corte bailecito no más —se rio —el doc. dice que es porque no nos inyectamos más la cosa esa… ya Marito me dio unas pastis para esto… —le acercó una pastilla —tomá… no es lo mismo pero, qué se yo… aguanta.
—¿Qué es? —preguntó Miguel
Diosito se encogió de hombros.
—No sé, no pregunté, es mejor así ¿no?
Pastor suspiró y tomó una, ya la guardaría para cuando comenzaran a fortalecerse los síntomas de la abstinencia.
—¿no te la vas a tomar?
—ahora no —dijo él —se va a poner peor después, quiero estar lucido… hasta que ya no pueda.
—Lo decís como si fuera para tanto, tigre… ya vamo’ a conseguir de la cosa esa, ahora que crucemos la frontera y tal.
—Lo siento —dijo Miguel
—¿Qué de qué?
—Por lo de tu chica que falleció.
—ah, sí… yo también; a veces pienso en ella, no cuando se me para no más, aunque ahí también me pasa de eso…
Miguel se acarició las manos, la marca de las esposas sobre su muñeca seguía rojo vivo. El recuerdo de Emma le nació en el estómago y sintió odio contra sí mismo.
—Es mi culpa… —murmuró —yo le pedí que viniera conmigo, ella no quería pero…
—No, dejá de pensar en eso Miguel, no fue culpa tuya… vos tampoco podías saber que te iban a caer de la yuta, ese fue el hijo de puta de Antín, se las sabe todas el gato, siempre un paso adelante que nosotros. Pero ya nos vamos a encargar del garca ese… ya Marito lo va a hacer cagar fuego. Ya vas a ver.
Miguel sentía una jaqueca creciente.
—Te agradezco todo lo que hiciste por mí, pero ahora necesito estar solo ¿me podés dejar solo por favor?
Diosito se agachó.
—te gustaba mucho la Molinari esa ¿no? —Pastor no respondió, pero dejo escapar un gruñido —Yo sé lo que es eso… que te gusta mucho alguien y no te da más bola… pasa que a mí me pasa con vos, loco, que a veces siento que somos amigos ahí, a veces me largás de una y ya no sé… no sé como hacer para que me veas lo que yo siento —Diosito se llevó la pastilla a la boca —tampoco es que soy puto ni nada… pero con vos es todo otra cosa, corte… “la excepcional” se podría decir.
—“Excepción” se dice
—Sí eso, que sos la excepción porque yo no soy trolo con nadie más…
—¿“nadie más”?
—Por vos nada más que me tenés así.
—¿qué?
—Así…
Pastor le dedicó su atención con el ceño fruncido sólo para encontrarse con que la cercanía de sus rostros había reducido de forma considerable y el menor de los Borges estaba a punto de besarlo.
—¿Qué hacés pelotudo? —lo abofeteó —Salí de acá, dale, tomátelas.
—Tranquilo Miguel, si ya lo hicimos de todo nosotros. Es un besito no más
Pastor se levantó enfadado.
—¡No existe un nosotros, gil de mierda! ¡Grabátelo de una vez!
—Yo sé que vos te ponés así por la putita esa, pero ya se va a pasar, Miguel. Nosotros lo que tenemos que hacer es seguir adelante con lo nuestro.
—¿Qué cosa nuestra pelotudo? ¿Qué “nosotros”?
—Lo nuestro Miguel, vos sabes que lo que tenemos es real. Por eso no te querías que me venga con vos, porque vos ya lo tenías hecho con la mina esa.
—¡Calláte la boca ahora mismo, no tenés ni puta idea de lo que decís imbécil!
—Claro, ahora gritás. Yo que te quiero hacer sentir mejor ¿no ves que te estoy ayudando gil?
—¡Ayudarme las bolas, pelotudo si no fuera por vos ahora mismo estaría muerto! ¡Dejáme morirme tranquilo! ¿Por qué no podés dejarme tranquilo?
—¡Qué decís loco!
—Che, che, che ¿Qué pasa acá? —entró Mario alarmado —¿Qué son esos gritos?
—Nada, el gil este que se pone así…
—¡Si sos puto no es mi problema! —gritó Miguel —¡Yo no soy puto! ¡No soy tu amante! ¡No soy tu novio! ¿entendés? ¡Ni siquiera somos amigos, así que tomátelas retrasado de mierda! ¡Váyanse todos a la mierda! ¡Lárguense!
Diosito tragó saliva adolorido y sin saber que responder.
Mario se puso muy serio.
—¿Qué te pasa cobani? ¿te querés morir? Bueno, morite entonces, vamos Diosito, dejálo
—Miguel...
—¡Dejálo, pelotudo! —Mario tomó a su hermano del brazo y se lo llevó con él.
Miguel volvió a sentarse en el suelo, sin más energía para seguir de pie. No tenía forma de llorar, las lágrimas no le salían; tenía miedo de no poder llorar nunca más.
Chapter 7: La decisión
Chapter Text
....
—¿Qué pasó Mario? —preguntó Barney
—Nada —respondió su jefe —Es un orate ese Palacios
Barney asintió. Diosito permaneció inmóvil en su sitio.
—¿Diosito? —Barney se le acercó —¿todo bien papá?
Diosito se quitó la mano de su compañero con violencia y salió a la terraza azotando todas las puertas a su paso. James negó con desaprobación.
—Bueno, bueno dejemos el drama —dijo Mario —¿Qué noticias tenemos? —le preguntó al triste
El mecánico bajó varios periódicos y los acomodó sobre la mesa
—Nada, parece como si no se hubieran fugado. Nadie dice nada. Las noticias del motín todavía no quieren dar una cifra oficial de las bajas —explicó
—A lo mejor es que no se han dado cuenta —inquirió Barney
—No, ya lo saben todos, incluso si Antín no dijo nada —explicó Mario —Lo primero que hacen luego de un motín es el conteo. Saben que hay una fuga, pero no quieren que nadie lo sepa, piensan atraparnos por las sombras ¿viste? No quieren más humillaciones. Con lo del cabecilla ese de Galván tienen suficiente noticia.
—¿Qué noticia?
—Y, se voló los sesos el viejo ese.
Barney hizo un puchero.
—¿Entonces qué Mario? —James terminó de venderse la pierna con la misma tradición que se hubiera atado los cordones de los zapatos —¿Para dónde vamos?
—Lo primero es contactar a Gladys, que lo tiene hecho en la frontera, pero guardá porque para llegar allá tenemos que hacer la nuestra. Con este pelotudo que nos quita el tiempo, y ahora este tarado de Diosito... no se puede creer.
—Vamos retrasados —dijo Barney —La Claudia dice que tenemos reforzados los retenes en todas las fronteras.
—Y claro —dijo Mario —si lo que quieren es agarrarnos sin levantar la perdiz
—¿Qué hacemos con Palacios? —preguntó Barney
—Algo se me va a ocurrir
—Mario... —James empezó a hablar —Yo sé que la ratica esa es la noviecita de su hermano, pero a nosotros es que no nos sirve para nada, si hasta nos anda retrasando el maricón. ¿Usted de veras quiere jugársela por esa gonorrea? Vea pues que cuando se avive lo vamos a tener es bien amarrado por las huevas, patrón. Déjeme que le haga el favor, total: si tanto se quiere morir...
—Es verdad, Mario —opinó Barney —O sí lo dejamos acá el triste lo puede entregar también.
—Sisas, piénselo bien... ese pirobo traicionero fue que nos hizo la mala con lo del juez... por su culpa es que nosotros terminamos en la tomba ¿sí o qué, parcero?
—Eso mismo —dijo Barney
—¿O es que ya se le olvido todo lo que nos hizo ese Miguelito? —siguió James —Diga pues Mario ¿nos vamos a quedar así o qué?
—Sí, Mario, Colombia tiene razón, por lo menos hay que dejarlo che, no nos sirve para nada.
—Bueno cállense los dos, déjenme pensar. Si lo sacamos en balde, Diosito se va a poner más pelotudo de lo que está. Ahora no estamos para separarnos.
—Che, y a mí igual no me parece justo —dijo El triste —digo, traidor o no traidor, una vez fue parte de la banda ¿no? un Borges también... y si lo entregan, no sé... es un poco fuerte me parece. Además a mí el pibe me agrada, fuimos amigos en San Onofre, es copado el chabón —James lo miró con asco —¿Qué? Es verdad. Ustedes se piensan que es un traidor pero la posta que él tampoco tenía otra opción el tipo, si lo mandaron en cana por eso, para que la salve a la nena ¿no? —siguió diciendo el triste —Fue tipo lo mismo que nosotros, le mataron al hermano y todo. El juez también lo cagó.
—Tenés razón —resolvió Mario. El triste sonrió enternecido —James, alcánzame los fierros.
El triste palideció.
—Pero Mario...
—Escucháme vos, escúchenme todos. La última vez que se le calentó la cabeza a Diosito fue culpa mía. Yo pensaba que si me deshacía de la Mecha iba a estar todo bien, pero en lugar de eso lo dejé sin correa, nos cagó todos los negocios, se la puso a la chica esta, casi me la pone a mí. Diosito es más peligroso cuando está lastimado que diez Palacios juntos. Así que ahora yo voy a hablar con él, y no quiero que me interrumpa nadie ¿está? Y si la conversación no funciona yo te tomó la palabra Barney, lo dejamos acá para que lo entregue el triste y cada uno por su lado. ¿Se entendió?
—Pero Mario... —protestó James
—Vos quédate en el molde. Sos igual que Diosito, un pelotudo.
James hizo un puchero y alzó la barbilla, indignado. Mario tomó la pistola y se encaminó a la bodega.
—No quiero que venga ninguno a asomar la jaiba. No importa lo que escuchen ¿entendieron?
Barney asintió. James arrugó la nariz en desacuerdo.
...
Chapter 8: La cuerda
Chapter Text
...
Una cuerda de ese tamaño nunca sería suficiente para resistir su peso y la tensión de sus movimientos mientras se asfixiaba. Miguel se estaba quedando sin ideas.
—¿No morfas vos? —se anunció Mario
Miguel se exaltó al verlo, escondió la cuerda y se levantó cauteloso de su rincón.
—Escucháme Palacios: vos tenés razón con una cosa. Nosotros nunca te preguntamos a vos si te querías venir con los amigos, si te querías escapar de la cana. Nosotros fuimos a sacarte de allá... y porqué mi hermano está hecho un tarado con vos, ¿viste?, sos su momento aventurero, es un pelotudo el rubio este. Pero yo sé que vos no me tragás, es mutuo eso. Yo tampoco te quiero tener acá —aclaró Mario.
—Bueno entonces andáte, ya puedo seguir yo sólo, te agradezco —dijo Miguel
—Y, esa es una opción. Pero ¿por qué demorarse? —Mario tomó la pistola y la puso sobre la mesa —Ahí tenés un fierro, Palacios, vos podés hacer lo que te venga en gana con él —Pastor miró al arma y luego de vuelta a Borges. —Si de verdad te querés morir ahora, dejar de comer no es la solución, che, no te vas a morir un carajo, nene, créeme. No es así tan fácil, ¿vos tenés una idea cuantos nenes no tienen bocado? Ahora, si vos lo tomás este cacharro, te lo ponés en la cabeza: el corchazo este te lo soluciona el tordo. Sin dolor, sin tiempo de arrepentirse, acá lo tenés pibe. Tomála —Miguel se acercó lentamente a la pistola, miró de vez en cuando para asegurarse de que el más viejo no lo detuviera —Si vos de verdad te pensás que esa es la solución de todos tus problemas, andá. Que nadie te va a detener —insistió Mario —Diosito va a tener que entender que vos la tomaste tu decisión, porque yo no te voy a matar, nosotros tenemos nuestros códigos, y vos Miguel, fuiste también un Borges en su momento. Un Borges traidor, pero un Borges al final, y nosotros no lo podemos ignorar eso. Por eso no te vamos a coronar nosotros. Ahora: si vos te querés morir, hacélo vos mismo. Hacélo solito, dale, nadie te detiene. Pensá que esa puede ser la solución. ¿Vos no creías en la Biblia y todas esas boludeces, pibe? Capaz te reunís con la mina esa en el más allá. Qué sé yo, pensálo.
Miguel tomó la pistola, analizó su calibre, luego le apuntó a Borges.
Mario dejó escapar un resoplido.
—¿Qué vas a hacer con eso, Palacios?, ¿después de matarme te vas a ir?, ¿cómo lo vas a pasar al colombiano, a Barney?, ¿cómo lo vas a hacer? Contáme.
—No me importa si me matan, pero vos te venís conmigo. —advirtió Miguel —Eso es todo lo que me importa.
—Sabés que yo nunca entendí porque me tenés tanto odio, nene. Yo la verdad que te tengo motivos, ¿pero vos?... a vos siempre se te trató bien, se te incluyó, se te trató como cualquiera, como parte de la banda ¿viste?, y me extraña porque hasta donde yo recuerdo fuiste vos el que nos engañó a nosotros... Entonces ¿Qué te da que te hacés el ofendido, flaco? No te entiendo.
—Sos una escoria Borges, no tenés principios. Y todavía tenés el descaro de preguntarme. ¡Vos me quisiste matar gordo pelotudo!
—¿Vos me vas a hablar de principios Miguel? Mirá lo que sos, mirá dónde estás vos. ¿Por qué te pensás que sos mejor que nosotros che? Estamos en el mismo lugar, flaco, abrí los ojos, dale, somos la misma mierda vos y yo. La diferencia es que nosotros no nos queremos hacer los bandoleros. Vos sos un mentiroso, nene, te mentís a vos mismo. Eso está podrido che. Eso está para el orto.
—No, no somos iguales. Vos la secuestraste a una nena porque su viejo te debía plata. Yo jamás haría eso.
—¿Pero vos por plata no lo sacrificaste a tu hermano, Palacios? Decime porque vos ya sabes que los rumores acá se distorsionan todos. Y por ahí me enteré que vos lo apretaste a Lunati con la guita, y que por eso que los dos sabemos cómo terminó todo.
—Bueno, estás mal informado. Pero yo no te voy a dar explicaciones. Vos sos un hijo de puta, y de ninguna manera somos iguales.
—Vos fuiste cobani, Palacios, los dos sabemos lo que hacen ustedes, a lo que de verdad se dedican en la cana. Vos y yo lo sabemos bien eso. No me vengas con el discursito de Noé.
—¿Sabes qué Borges? No tengo ganas de discutir con vos, ni con vos ni con nadie. Me chupa un huevo lo que vos te pensés de mí, de mi vida, me da lo mismo ya.
—Emma Molinari se murió por tu culpa, flaco, eso lo sabés.
Miguel levantó la pistola y sin dudarlo más tiempo apretó el gatillo apuntando directo a la cara de Mario Borges. La cámara emitió un sonido de revoqué. Estaba vacía.
Miguel suspiró entre aliviado y decepcionado de sí mismo por haber pensado que de verdad le darían un arma cargada. Mario negó con desaprobación.
—Yo quise venir a hablar las cosas con vos, no porque quiero discutir —dijo él —No por Diosito, porque yo sé que le importás al boludo, que está enamorado de vos. No por Colombia, qué sé que se muere de ganas de pasarte a valores. No, yo vine acá porque me dio la gana. Porque se me cantaron las pelotas —Pastor volvió a sentarse en su sitio y echó la cabeza contra la pared para darse algunos golpes. Mario continuó —Yo soy la cabeza de este grupo, Palacios ¿vos sabés lo que es eso? ¿sabés lo que significa? —Miguel no respondió —Significa que todo lo que pase acá es mi responsabilidad, que vos sos mi responsabilidad, todos los que están acá son mi problema, vos también sos mi problema.
—Bueno te libero del problema, no necesitas cuidarme a mí, que yo tengo la mía. Te agradezco.
—Ese es el quilombo que tengo yo con vos. Vos haces la tuya. No te importa el grupo, y cuando vos estás en una familia, estás en un grupo, no es que podés jugártela solo, pibe. No funciona así. Mis muchachos, ellos, dieron el cuero para salvarte a vos. ¿Has visto la pierna del colombiano? La viste la ambulancia en la que llegamos por vos. Ese era el plan. Vos no estabas en los planes, flaco, nosotros lo tuvimos que empezar todo de cero ¿Y por qué? Porque te venimos a salvar el culo. Y míranos ahora, encerrados otra vez, como empezamos, sin poder parar en la nuestra porque al señorito se le ocurrió dejarse agarrar por la pompa.
—Yo no les pedí...
—Pero volvimos, y eso es algo que no entendés todavía. Porque ya esta hecho, ya pasó, es un hecho, una deuda que tenés con nosotros.
—Decime qué querés, Borges, dale, no divagues.
—Vos no estás así por Molinari, que ese es un acto de egoísmo nada más. Vos estás así porque sabés que fue culpa tuya. Que a la mina esa se la dieron por tu culpa. Por eso cuando te lo dije me disparaste. Porque no podés tolerar la verdad. Si vos la hubieras dejado fuera, vos la tendrías a tu familia intacta. Lejos de vos, pero a salvo, y eso es lo que no te podés perdonar.
—¡Calláte la puta boca! —gritó Miguel —¡Vos no sabes una mierda!
—Sí yo lo sé... —Mario asintió con la mirada nostálgica —Sé exactamente lo que es eso. A mí no me vas a venir a contar. Porque yo esa historia te la conozco de tingo a tango, nene —Miguel volvió a retroceder y frunció el ceño —¿Sabés porque el colombiano te salvó, porque Barney lo puso el cuero por vos? ¿Vos de verdad te pensás que estos dos pelotudos vinieron en tu auxilio solo porque Diosito se los pidió?
Miguel negó con la cabeza.
—No es verdad... —musitó
—Sí Palacios —dijo Mario —Volvieron porque yo se los ordené.
—No es cierto… ¿por qué lo harías?
—Porque a mí también me pasó. Porque yo sé lo que es la gorra, lo que harían por achurarte a vos, lo poco que les importa que la tengas a tu jermu desangrándose en el pavimento, y por más que te desgarres la garganta no les importa. Porque vos no podés hacer nada, sos un inútil y te sentís que el mundo se te viene encima. Y nadie puede ayudarte. Nadie. Pasan los años, y seguís siendo responsable, y siempre va a ser tuya la culpa, de nadie más.
Pastor se agachó, los recuerdos de la escena todavía lo atormentaban. Pero Mario no había estado ahí, no era posible que tuviera una imagen tan clara de algo que no había presenciado. A menos que…
—Ella se llamaba Ana, era una Santa —siguió hablando Borges —no como yo. Ella era todo lo contrario, mi flaquita. Como la quise a mi Anita. Era el último afano: el último. Yo se lo prometí. Pensaba que nunca nos iba a pasar nada —la voz de Borges se rompió —Como me equivoqué loco, me equivoqué tanto, la concha de mi madre.
—No lo sabía… —murmuró Pastor
—Y yo también me quise matar entonces. Porque estaba en Canadá. Porque tenía una celda para mí sólo, así que la amarré la sabana por encima de la torta y me quise colgar, así como vos estabas pensando hacer con esa soga.
Pastor escondió bajo el colchón el sobrante de la cuerda. Se había dado cuenta hace poco, él tampoco la usaría.
—Pero al final no lo hice, ya sabes porqué... —concluyó Mario —y vos tampoco lo vas a hacer ¿sabes por qué Miguel?
Miguel asintió.
—Lucas —susurró
—Escucháme Palacios: nosotros no tenemos que ser amigos, nunca lo vamos a ser. Ese avión voló hace mucho tiempo. Pero en esto estamos todos juntos, aunque no te guste a vos, aunque no le guste al colombiano. Porque es lo que tiene un grupo, que tenemos que permanecer unidos. Mañana nos vamos a mover de acá, hoy tomate el tiempo que te dé la gana: llorá, escabiá, odiá la vida, gritá, pero mañana nos vamos, y vos podés quedarte si querés o venirte con nosotros. Pensálo. Hay una tarasca gorda que tenemos que recuperar, y la vamos a repartir entre todos. Con esa guita vos te lo podés llevar a tu nene con vos, empezar una nueva vida en otro país, es lo que vamos a hacer nosotros. Pero eso sí, si te venís con nosotros vas a tener que laburar con el colombiano, con mi hermano, con Barney, vas a ser uno de nosotros y vas a poner el cuero también vos. No tenemos espacio para medias tintas.
—Esa guita... —dijo Miguel —Es de Luna ¿no?
—Lunati la dejó mi guita en cuentas extranjeras y está todavía ahí. Mi guita, Palacios… es mía la guita. Con mi mujer tenemos un plan para sacarla del banco. Tu parte sigue siendo tu parte. Vos dejaste a la piba en la quinta como era tu laburo, eso te lo vamos a reconocer. Si decidís quedarte acá con El triste estás por tu cuenta. Fue parte de lo que hablamos antes de salir de Puente Viejo. Fue lo que acordamos.
—¿Cuánto es mi parte?
—No vamos a discutirlo. Nos vamos por limas iguales. Somos cuatro nosotros. Vos salís sobrando. Diosito te trajo: Diosito te garpa, arreglálo con él.
Miguel suspiró. Mario se dio la vuelta y salió.
—Borges… —murmuró Pastor, pero luego no dijo nada, no hizo falta.
—Ya sé pibe.
Mario salió y cerró la puerta tras él.
Pastor dirigió sus pensamientos a Lucas en la compañía de la soledad. Si conseguía ese dinero podría hacerse con una nueva vida, darle a su hijo la opción que nunca tuvo. ¿Y Mica? Micaela también era su nena, él la había visto nacer, crecer, dar su primer paso, decir su primera palabra, era su hija también.
—Emma mi amor... —susurró al aire —decime que hacer... no sé qué hacer ahora...
Chapter 9
Summary:
Lunes 10:22 am
Recepción de la dirección de cárceles no. 18
Unidad penitenciaria para mujeres "La Quebrada"
Chapter Text
6.
Cejota apagó el cigarrillo sobre la marquilla de la ventana, una tal Roberta Amarillo debía encontrarse con ella hace más de media hora, pero, según le indicaba el reloj de su muñeca, había pasado de ella.
—¿Qué sucede? —preguntó a la recepción por decima ocasión —He esperado aquí afuera todo este tiempo ¿podría alguien decirme qué está sucediendo?
—sí, un momento por favor
—no, no tengo un momento, no uno tan largo señora, escúcheme, soy un agente de policía de la federación y lo que sea que este pasando allá adentro es de suma importancia para la persecución y captura de los cinco criminales más peligrosos de la Argentina, ¿me está entendiendo usted?
La mujer la miro apática y mordió un poco de su dunita.
—¿Cuál me dijo que era su nombre, señora?
Cejota le mostró su credencial
—Oficial de investigación de FEDA, estoy aquí para entrevistarme con la interna Silvia Palacios, apellido de soltera Gonzales, está detenida en espera de juicio me parece.
—Ah… mira vos… pues yo lo siento mucho pero creo que su visita no va a ser posible, señorita…—la recepcionista miró su credencial —Jauregui —pero sepa que le notificaremos a la brevedad posible a la dirección penitenciaria de la quebrada donde…
—¿Cómo que no va a ser posible? ¿Por qué no va a ser posible? Llevo acá sentada todo el día, señora.
La recepcionista se encogió de hombros.
—sí, pasa que la mujer que vos estás necesitando ver, justamente se quitó la vida en su celda el día de ayer, ¿podés creer? Una lástima, desde luego —murmuró con sarcasmo —pero bueno así es la vida… ¿algo más en que le pueda ayudar?
—No —Cejota se separó desanimada del mostrador —No, nada… —guardó su credencial —la concha…
Chapter 10
Summary:
Lunes, 13:21 pm, Buenos Aires
Cuartel de Investigación Policial de FEDA
Chapter Text
...
Esquimo cambió de un lado del escritorio a otro la pila de archivos y legajos que estaban sobre la picardía tapándole el rostro a su compañero.
—Mario Borges casado con otra mujer —se rio —y tuvo un hijo con ella ¿dónde está ahora esta mujer, que fue de ella?
—Muerta —explicó Barosa —un afano que salió mal, la mujer la pasó de calle, una pavada grande ¿viste?
—Uy
—y bueno, lo que todavía no entiendo es que pasó con el hijo ¿me entendés?, porque no tuvo más hijos. Es un hombre grande ya, algo tiene que haber pasado acá para que no se quedase con el nene, a lo mejor se lo quitaron, que ´se yo, fue detenido, no tenía con quien dejarlo.
—esta finada la madre —protestó Esquimo
—sí la madre falleció, falleció ahora, el viejo esta muerto también, le sobrevive la jermu, la de ahora. Gladys.
—¿qué pasó con el nene?
Barosa sonrió.
—eso es lo que no sé, ahora tendría que tener entre 27 y 30 años… —la mirada de esquimo se iluminó al mismo tiempo que la suya.
—che ¿vos estás pensando lo mismo que yo? —le preguntó él
—alcánzame la causa de Juan Pablo —Esquimo se la entregó —fecha de nacimiento, fecha de nacimiento… ah —su rostro se dejó impresionar por una epifanía —Bingo…
—¿y?
—Lo tenemos: Juan Pablo Borges es en realidad su hijo —dijo Barosa
—Bueno, es solo una teoría, una corazonada, che. No lo podemos comprobar.
—Lo podemos comprobar, solo hay que hacer algunas preguntas en el registro civil —sugirió —vamos.
—che, pará, me llegó un memo de la Cejota —lo detuvo el otro.
—¿Qué quiere la Cejota?
—No podemos hablar con la jermu de palacios
—¿y eso por qué?
—Se mató che
—ah, mirá… eso no me lo esperaba.
Chapter 11: Envidia
Summary:
Martes, 3:09 am, Buenos Aires, Tibia, Aguanervo
A 32 kilómetros de puente viejo.
Chapter Text
7.
La oscuridad pegaba de lleno en la bodega, no había sitio donde tumbarse a dormir porque los Borges se habían adueñado de todo, y no había nada para hacer tampoco. Cuando Pastor se acercó queriendo descansar Diosito le preparó un sitio junto a él, Miguel sabía que lo había hecho a propósito pero no tenía ningún remedio, así que lo tomó. Le advirtió a Dios que se quedara en una esquina y trató de mantenerse más o menos dormitando, pero al final lo venció el sueño y cuando despertó era la cucharita pequeña del abrazo. Para librarse del rubio tuvo que rodar con mucho cuidado fuera de su alcance.
De todas formas no podía dormir, y mejor si no se permitía el atrevimiento. Había pasado los últimos 5 días huyendo de la policía, fugitivo de nuevo, cansado, y esta vez, celosamente vigilado por la manada de lobos con la que se había venido a acomodar. Ni siquiera había tenido tiempo de sopesar la pérdida del amor de su vida antes de reconocer su condición de pseudomiembro.
Cuando Mario Borges se enteró del escape todo se fue al carajo: sus planes, su relación con Emma, las posibilidades de un futuro afuera con Lucas, todo. Con la muerte de Emma, media Argentina pisándoles los talones y la otra mitad huyendo de ellos, su única alternativa era pegarse con los Borges. Era un movimiento inteligente, al menos así se consolaba. No es que pudiera elegir tampoco, porque Borges lo trataba a punta de pistola desde que entraron en la boquilla del canal de puente viejo, y sobre todo desde el altercado con el colombiano en el taller de “El Triste”, su primera parada.
Diosito lo defendía con garrote y para evitar altibajos habían pactado una tregua temporal, así Gladys, la mujer de Borges podría encargarse de pasarlos por la frontera y una vez ahí, se las arreglaría sólo. Ninguno de los Borges se sentía particularmente cómodo con su presencia, excepto Diosito que parecía estar disfrutando como nunca que Pastor hubiese "vuelto a la banda"
—¿Qué hora es?
—3:10 —anunció James sentado en una piedra junto a la cafetera improvisada que habían conseguido unas horas antes para prepararse mate.
Pastor lo miró incrédulo. Había estado esperando que se quedara dormido para poder alejarse y tratar de comunicarse con Mabel, ella tenía que saber qué había sido de Lucas, pero el colombiano era un vampiro con todas las letras, y en los últimos cinco días no había cerrado los ojos ni por un segundo, por lo menos no delante de él. A veces le daba por tirarse boca arriba, siempre con la faca en la mano, o caminar al rededor y muy despacio como un animal encerrado en una jaula de zoológico, pero nunca se dejaba vencer por el sueño. Pastor comenzaba a pensar que nunca dormiría, y comprendía también como es que los Borges podían roncar tan plácidamente en esa vieja bodega de carpintería que habían invadido para refugiarse.
—Sabés que es pasado tu turno ¿no?
James sonrió y se puso a trabajar en el brillo de su pistola, era nueva, la habían conseguido por los viejos contactos de Borges y a través del Triste para reemplazar las desechables que habían utilizado durante su rescate. El colombiano tenía una puntería de admirarse, pero tenía bien servido que prefería los cuchillos.
—usted quiere es salir a pasear, llavería. ¿si o qué?… pero ¿sabe qué pasa? Si Mario dice que de acá no se mueve, listo, usted acá se queda.
—No pero tu turno terminó hace dos horas, me toca vigilar a mí.
James se rio.
—Hágale entonces, pariente. Vigile pues.
—Por ahí si no dormís entonces salto mi turno también, eh. Mira que yo no me hago problema, así descanso más tiempo. Me acomoda mejor.
—Hágale como quiera, huevón, yo de acá no me muevo y usted tampoco.
Pastor caminó hacia a un lado descubriendo que los reflejos del colombiano eran peligrosamente acertados para alguien que no ha dormido en tantos días.
—¿Qué pasa?, ¿no puedo orinar? ¿me querés seguir también? ¿me vas a ayudar a sostenerla?
James sonrió sin verdadera gracia.
—No se aleje mucho bebé, mire que lo voy a estar vigilando
Pastor puso los ojos en blanco y anduvo en dirección a un árbol cercano. En su vida había peleado con muchos delincuentes, policías y hasta militares; rara vez encontraba un enemigo que pudiera medirse con él, así que la altura del colombiano no le provocaba ninguna impresión. Sin embargo, por cómo se movía con esa faca, y la manera en la que peleaba, pudo adivinar que el extranjero era diestro con el cuchillo. Es probable que de volver a pelearse con él terminase lastimado, la última vez había experimentado serias dificultades, y James ni siquiera había usado el cuchillo. Incluso si ganaba la pelea, no podría salir corriendo, los demás lo alcanzarían de inmediato. Por ahora no tenía ningún sentido desgastar así su energía. Y además...
—Ya se tardó, maricón… si no es pa poner una fuente, ¿o es que se vino a marcar todo el bosque? Diga pues, pirobo.
James se acercó y se quedó parado a unos metros, siempre con la faca en la mano. Pastor terminó de orinar como había prometido y caminó de regreso.
—¿Qué mierda tenés conmigo vos? ¿No tuviste suficiente ya?
—Ah, nosotros tenemos algo pendiente Miguelito, pero no se haga cuidado que ya lo vamos a resolver después…
—¿Qué cosa pendiente? Yo no te debo nada, vos tenés la tuya con Mario. Vos sabés que no me quedo con ustedes por gusto. Estoy acá contra mi voluntad.
—No, usted está acá porque si se separa de nosotros lo van a pillar. Si usted no es huevón, marica, usted que ya tiene la vaina medida, como siempre. Pero no se acomode tanto, ¿oyó? porque cuando se acabe la tregua yo mismo me voy a encargar de que pague todas las que nos debe ¿cómo ve?
—Ahora no estoy de humor. No tengo ganas de hablar con la secretaria. Si Borges tiene un problema conmigo ya me lo puede decir él.
—¿sabe qué Miguelito? —James jugueteó con el cuchillo girándolo sobre su mano —La otra vuelta no más se salvó porque estaba mi patrón, ahorita nadie lo va a defender.
—guardá eso, te vas a lastimar —advirtió Miguel y se sentó.
James se rio en voz baja, sin olvidarse de que sus amigos estaban durmiendo.
—¿Pero qué pasa, perrito? ¿No cargó vapor o qué?
Pastor volvió a sentarse.
—Bajá un cambio, estás con la pierna así, es de madrugada... no, dejá, lo arreglamos otro día.
—¿Qué pasa, mariconcito?, ¿me tiene miedo o qué?
En realidad Pastor no había cedido al impulso de romperle la cara porque temiera acabar en manos de los demás, o porque el moreno estuviera superficialmente herido por el roce de una bala; sino porque recordó la razón de que lo estuviera: el tiroteo en el que se habían metido los Borges para rescatarlo a él le había cobrado factura a la pierna derecha del colombiano, no era ni mucho menos un rasguño, pero servía para recordarle algo muy importante, que de no ser por ellos, enemigos o no, estaría ahora de regreso en Puente Viejo y quien sabe si alguna vez podría volver a ver a Lucas.
Todo el rescate hubiese resultado en un fracaso si James no lo hubiera llevado contra su voluntad. César le había dicho una vez, al respecto del colombiano, y con mucha razón, que si no te metes con el amo, no importa cuantas patadas le pegues al perro, no te morderá nunca. Quizás era momento de dejar el empate en el empate. Al menos mientras se separaba de ellos.
—Dale padre, sentáte —sugirió —No te quiero lastimar ahora, no me da la gana.
—No me haga reír el culo, nenita. Usted no se quiere que me le mida, maricón, párese pues. Aquí en esta partecita del bosque nadie nos va a detener, es lo que quería ¿cierto? un buen provechito de verga colombiana. Mire que después le guste, pirobo.
—Relajá un toque, hermano, sos insoportable. No se puede hablar con vos.
—¿Qué quiere que le diga, muñeco? ¿Quiere que le cuente lo chimba que lo pasamos con la reinita en San Onofre? ¿eso quiere?
—No hagas eso… de verdad que no quiero más quilombo con vos, pero lo ponés muy difícil, en serio que muy difícil me lo ponés.
—Yo se lo pongo donde quiera, así como se lo puse a la reinita.
—¿La violaste, entonces? ¿sos un violador, colombiano?
James soltó una risilla sarcástica
—Ah, pero si usted mismito lo dijo… usted que no estaba es tan seguro huevón ¿ya no se acuerda o qué?
—No me refería a eso cuando te llamé “pedófilo”, pero sí, estoy casi seguro.
—Pues eso: su merced piense lo que le dé la gana que a mi nada me importa de su opinión de usted, maricón.
—No le hiciste nada ¿verdad? —James no respondió, giró al bosque con una mirada extraña, como si todo el peso del insomnio de los últimos cinco días recién hubiera caído sobre sus hombros —Sabés que en realidad no me pareces del tipo violador —confesó Miguel —Pero cuando hablé con Luna, no sé… estaba medio enajenada con vos… no tengo idea de lo que le hiciste, pero…
—Nada… —James se sentó en cuclillas bien lejos de él, y sin sentarse por completo —La peladita que era mi parcerita nomás… usted y yo… nosotros queríamos lo mismo con mi Lunita, para esas que hay que hacerse cuando toca el camello, porque eso me tocaba a mí, y nada… por eso terminó como terminó. Pero eso ya es cosa del pasado ¿sí o qué?
—¿sabías que Borges pensaba mandarla a matar si no pagaba Lunati?
James asintió.
—Como le dije… lo que toca, toca —explicó
—Ella confiaba en vos, y vos estabas dispuesto a dejar que la maten.
—Mejor cállese y deje ya de decir bobadas, mi patrón ni siquiera la hubiera matado… ¿o usted que de veras se piensa que Mario Borges es un demonio? Pues fíjese que se equivoca… usted no lo conoce de nada ¿me oyó? No lo conoce.
Miguel sonrió divertido.
—Che, a veces no sé qué onda con vos… estás como perdido me parece, y me doy cuenta porque yo también me siento así… no sé para qué estoy acá. Vos… no sé, por ahí estás enamorado de Borges o… —pensar en el amor le provocó un dolor incomodo en el corazón.
—Ah… —James levantó el mentón —Usted le pasa es que me tiene envidia, ¿si o qué? ya lo pillé.
—¿Cómo?
—Sí, porque usted no tiene familia ni nombre, su merced ya lo dejó todo, no le queda nadie a quien proteger, nadie a quien querer… —Miguel sintió la sangre hirviendo bajo su piel —por eso que se pone tan bravito conmigo… —dijo James —porque yo sé muy bien lo que soy y lo que estoy haciendo. Porque yo los tengo a mis parceros, a mi familia… yo tengo clara la vuelta, y usted… usted por visajoso la mató a su mujer.
Pastor agotó su paciencia y se levantó para golpearlo. Ya no le preocupaban los demás y por un momento se sintió aliviado. Tal vez eso era lo que necesitaba para desquitar la muerte de Emma: un saco personal para boxear. Miguel sonrió por este pensamiento, hasta que recibió el reverso y fue incapaz de esquivarlo. Los dos golpes en la nariz lo aturdieron, pero no era la primera vez que le pasaba, así que se recuperó enseguida.
Lanzó una patada y atinó en el pecho del colombiano, aprovechó que retrocediera para salir lejos de su alcance. James se tambaleó y perdió el equilibrio sobre la pierna mala. Pastor se detuvo pensando que eso sería suficiente para aplacarlo, pero se equivocó. Y cómo se equivocó. Colombia se incorporó muy rápido y con el cuchillo en la mano, se movió tan rápido que no fue capaz de verlo venir; tuvo que poner toda su fuerza para detener la puñalada que iba hacia su abdomen, pero el rasguño ya estaba hecho, estaba sobre él.
—¡Che, che, che! —Intervino Mario —¡Barney!
—¡Pará! —se coló Diosito en el medio —¡Otra vez no!
—No puede ser con ustedes. ¡Otra vez carajo, y la concha bien de mi madre! —maldijo Mario
Barney tenía a Miguel agarrado por el cuello y el más bajo apenas podía moverse.
—¡Soltáme! —se revolcó
—Gonorrea...
—¡James! —Mario lo empujó para atrás
—¡No crea que ya se salvó, maricón!
—¿Qué decís, loco? —Lo retuvo Diosito —¡Pará!
—¡James! —Lo regañó Borges —¡James!
James se limpió la sangre de la nariz.
—Pirobo traidor... —murmuró
—¡dejálo Colombia que no vale la pena! —dijo Barney
—¡Ya está, James! —lo empujó Borges —Metéte al cuarto
—Perro malparido...
—Metéte, carajo —le ordenó
Diosito se lo llevó a empujones, James caminó hacia atrás cojeando y sin perderlo de vista, pero finalmente desapareció discutiendo con el rubio. Barney aflojó el agarre de Pastor pero no lo soltó. Mario se volvió con él y le dio un golpe en el estómago.
—¿Vos no me escuchaste nada de lo que hablamos antes, hijo de puta?
—Amarrá bien la correa la próxima vez, si no querés que se salga tu perro.
Barney le acercó un cuchillo a la garganta.
—A ver si me entendés —rectificó Mario — ¡Vos le volvés a poner una mano a mi gente y yo te corto la pija, ya no la mano, las pelotas te voy a cortar! —la vena de su sien se saltó bien alterada —Nosotros tenemos una tregua acá afuera, ¡no me provoques, nene! ¡vos todavía no conocés a Mario Borges!
—Es muy fácil dársela de poronga cuando tenés a estos orangutanes, ya te quiero ver a vos pelear una de tus batallas, Borges, sos machaca tiernita.
—¡Calláte la boca, pelotudo! ¿Sabés porque estás acá vos? Porqué yo lo digo, porque papá lo dice. Vos me tenés que agradecer que no estas ahora en un jonca con tu novia la Molinari, porque yo te he tenido mucha paciencia, por Diosito te la estoy aguantado, pero vos no tirés mucho del piolín. Una cuenta me falta para sacarte bien a trompadas, y con los pies por delante, pelotudo. Hacéme conocer, Palacios, dale, hacéme conocer.
—Ya podés amenazarme cómo te dé la gana, los dos sabemos que acá afuera vos estás tan regalado como yo. Si no nos para la gorra, nos van a acabar matando. Estamos todos iguales, Borges. Somos todos la misma mierda, lo dijiste vos mismo.
Mario miró al cielo y juntó las manos con frustración.
—Ayudáme, Barba que lo voy a matar.
—¿Qué me vas a matar? —se burló Miguel —Si vos con esa panza no podés ni correr, gordo payaso.
Barney lo azotó contra el suelo con tal fuerza que sintió que el mundo daba vueltas. Vio luces de colores y resintió el dolor en la cabeza, no se desmayó por puro milagro. Mario le puso una mano en el hombro.
—¿sabes que, Palacios? Andáte si querés, andáte con tus amigos, dale... con tu familia.... si la encontrás, y rezá porque la gente que tengo yo de arafue no la encuentre primero, porque no los volvés a ver en tu puta vida. O mejor aún, te mato yo ahora y así te podes reunir con tu jermu.
—¿Qué hacés la concha de tu madre? —llegó corriendo Diosito —¡Salí, montoneros! —empujó a su hermano —¡Salí, dejálo!
—Y encima lo defendés vos…
—¿Qué haces Barney, puto? —se agachó alarmado Diosito —¿estas bien Miguel?
—Tranquilizáte, pelotudo está bien tu novia che, no le paso nada... —empezó a decir Borges.
—¡Chupáme la pija gil! ¿No ven que Miguel es mi amigo? —lo interrumpió Diosito —¡Está todo bien con Miguel! ¡Son ustedes los montoneros! ¡váyanse todos a cagar!
—Vos y tu novia me tienen las pelotas acalambradas, boludo —reclamó Mario —¿Para qué lo tenemos acá, eh? Decime para qué, no sirve para un carajo y encima se quiere cagar a trompadas con medio mundo, dejáte de joder, Dios... por favor... no tendríamos que haber regresado por él, ahora estaríamos en la playa con unas birras, no te puedo creer… ¡La concha de tu madre!
Barney intentó levantar a Pastor pero el expolicía todavía no lograba recuperarse del golpe. Diosito lo apartó de un empujón.
—¡Son todos unos giles! —gritó —Dejá, salí, no lo toques, no lo toques más a mi amigo —empujó a Barney
—Vos sabes las ganas que tengo yo de colgar su cabeza en la chimenea, así que más vale que no me hinches más las pelotas, Diosito porque te cuelgo a vos también —dijo Mario.
—¡Qué hacés puto, salí! ¡Todos ustedes son una manga de putos! ¡Está con nosotros Miguel! ¡Pasa que el puto de Yameh está celoso, no más! Porque es mi amigo Miguel…
—¡No sos el ombligo del mundo, Dios!
—¡Si por qué no me chupas bien el orto, vos y Colombia! ¡Váyanse a cagar los dos!
—Bueh.... —iba a decir el grandote
—¡Y vos también Barney!
—Dale, pelotudo, las únicas dos neuronas... —se quejó Mario —No te puedo creer, y yo me lo tengo que bancar... vamos Barney, dejálo a él.
—Si, váyanse a cargar, vos también Barney, puto traidor —alegó Diosito
Barney no respondió, se limitó a seguir a Mario dentro de la bodega.
Chapter 12: Celos
Chapter Text
...
Pastor se quitó a Dios de encima.
—Dejáme, estoy bien
—¿Qué te fajó el colombiano?
—No pasa nada, es un raspón....
—Dejáme ver
—¡Estoy bien te dije! —alzó la voz Pastor
—Te quiero saber nada más, como la tenés la herida, gil. No te calentés conmigo tampoco. Si estaba todo bien con nosotros —.dijo Diosito —¿No ves que te quiero ayudar?
—Perdonáme... esta todo bien con vos, no te preocupes
—¿En serio decís?
—Sí, es con el colombiano, no con vos, disculpáme.
—Ya se le va a bajar la bronca... pasa que está celoso por vos sos mi amigo y él no tiene amigos el gil...
Pastor frunció el ceño.
—¿Celoso? ¿Por qué celoso?
—Nah, ya sabes cómo es, todo visajoso el puto ese.
—¿Qué, tienen algo ustedes? —preguntó Pastor
—No te vayas a creer que somos putos tampoco, eh. Pasa que, allá adentro cola poco el aire viste, corte lo que pinte.... y entonces ahí con el negro... pero no fue nada tampoco, un beso no más... no es como nosotros que tenemos así lo nuestro. Fue joda no más...
—¿Lo nuestro? ¿Qué nuestro? ¿Qué decís? No tenemos nada nosotros.
—Y nosotros tampoco con Yameh... un besito no más...
—Bueno si son novios te felicito, decile que no se meta conmigo — dijo Pastor.
—No, pero un beso te dije, no es que garchamos ni nada, plan... como de amigos no más... no es como con vos que tenemos así... algo especial.
—¿Especial?
—Dale, no te haga’ el gato... si ya me besaste vos también, que te la pongo re dura yo.
—No, eso fue una vez nada más... —aclaró Miguel —y porque estaba en pedo yo ¿te acordás?
—Sí, ya sé, ya me dijiste eso...
—Bueno, entonces dejálo.
—Pasa que Colombia no sabe de eso... —dijo Diosito —que es una vez lo nuestro, que... no sé... ya flasha cualquiera el gil.
—Bueno bájalo a tierra entonces, porque no me hago cargo.
—Pará que te dije que está todo bien, ya le metí un tortazo al gil, ya Marito le metió un sopapo también... ya va a entender el puto.
—Eso espero.
Diosito volvió a reírse.
—Mirá cómo te rasuró el colombiano, galán. Mirá nada más...
—Salí
—¿Te duele?
—No, no me duele. No pasa nada.
—¿Me va’ a decir por qué se pelearon?
—Y.… me hizo calentar.
—Pero no es así, Miguel... ustedes tienen que llevarse bien, si somos todos amigos... sos como familia vos, y el Yameh es como... corte tu cuñado se puede decir...
—¿Qué cuñado? ¿Qué decís, boludo?
—Sí, porque somos como hermanos nosotros... es mi familia el Yames también
—Bueno decile a tu hermano, novio o lo que sea que no me rompa más las bolas. No se cansa más. Todo el rato buscándome, hermano, parece mentira.
—Y, guacho, pará. Si te hizo mala leche lo del beso, eh, no te pongas celoso, que sabes que sos mi favorito vos.
—No, vos estás en cualquiera hermano, lo único que quiero es que se mantenga alejado de mí, no lo soporto.
—Dale pero si te dio bronca lo que dije. Estás re celoso vos, mirá la cara que ponés.
—Pensá lo que te acomode.
—Mira cómo te calienta... ¿te querés saber dónde nos hicimos la paja con el grandote?
—Dale, andáte. —lo empujó Miguel —Ya está, andáte.
—Que, si no pasa nada. Estamos en confianza, somos amigo’ nosotros...
—Bueno, andáte con tu amigo.
—Dale no te calentés, nos dimos ahí… una manita no más... pero fue de joda, de amigos te dije.
—Sí no es lo mismo eso, me da lo mismo lo que tengan ustedes, dejáme de una vez te lo pido por favor.
—Unas franelitas ahí, leche colombiana.
—¡Qué asco, que mierda me contás! —se alejó Pastor —¡Tomátelas! ¡Salí de acá!
—No pero fue en joda... la tiene rica el colombiano eh, y como coge el perro...
—¡Ya está, no te aguanto más! ¡Tomatélas antes de que te reviente la cara! ¡Si sos puto y querés calar con él andáte a chupársela, dejáme tranquilo a mí! ¡No me contés una mierda de sus cosas!
—¡Mira cómo te ponés, loco! —Diosito soltó una carcajada —¡No pasó nada rey, te estoy jodiendo! —se rio —¡Qué celoso que sos, Miguel! Si Colombia es mi amigo nomás... es mi hermano posta, mira que le conozco unas travas ahí... pero no, nosotros somos hermanos nomás. Es hacer el insidioso eso, como corte de la familia ahí, era joda nomás.
—¡Tomatélas!
—¡Pará! ¡No te calentés! —se acercó Diosito —Mira cómo te ponés... que celoso que sos, príncipe.
Pastor trató de calmarse, no se había sentido tan enojado desde que lo escuchó al teléfono con un tal Patricio, hablando con ese mismo tono meloso que le hablaba solo a él, por un momento incluso se olvidó del motivo verdadero de la pelea y su rencor contra el colombiano cambió de propósito.
Chapter 13
Summary:
Martes 5:45 pm, Buenos Aires
Cuartel de operaciones de
investigación de la policía de FEDA
Chapter Text
8.
—Una mierda… —dijo Barosa
—¿Qué pasa?
—Las entrevistas, hay opiniones muy disparejas, no comprendo. Son completamente opuestas.
—¿Cómo qué?
—esta, por ejemplo: “Mario Borges fue y siempre ha sido un ejemplo de resocialización, no fomenta ni proviene consumo de estupefacientes y derivados, fue una sorpresa…” bla, bla, bla, parafernalia. La siguiente: “Mario Borges era el capo de la prisión de Sierra grande, era el capo de la cárcel en san Onofre y terminó de coronarse con la bajada de puente viejo cuando se deshizo del antiguo capo del penal, Coco, y del director Galván, es tremendo hijo de puta que conoce el sistema y se sabe trepar en los hombros de los más débiles”. Algunos dicen que tenía tratos con el director penitenciario Sergio Antín, ex secretario de seguridad, ahora nuevo director de puente viejo, a quien también pertenece la primera referencia, el hombre sostiene que el interno nunca fue su amigo, pero sus testimonios se mantienen neutrales.
—en otras palabras: miente —dijo Cejota
—y con una naturalidad increíble.
—¿Qué sigue, hablamos con él? —pregunto Esquimo
—sabemos por testimonio de algunos anónimos que Antín podría mantener el contacto de Borges y que le habría facilitado la fuga tras enterarse de sus intenciones. Parece ser que llegaron a un acuerdo monetario, después de todo son socios y Borges planeaba seguir entrando mercancía en puente viejo bajo su jurisdicción.
—Esto no lo podemos comprobar, son acusaciones, rumores —dijo Cejota
—Pero podemos apretar un poquito a Antín, lo único que necesitamos es convencerlo de que vender a Borges es más lucrativo que su sociedad con él.
—No será sencillo, es un sabueso
—es una hiena, y el dinero es suficiente para las hienas —dijo Barosa
—Bueno, podemos intentarlo
Chapter 14: El perro
Summary:
Martes, 6:06 pm, Buenos Aires, Tibia, Aguanervo
A 32 kilómetros de puente viejo.
Chapter Text
9.
—¿Qué pasó James?
James terminó de limpiarse la nariz. Barney le había estado vendando la pierna de nuevo.
—Nada... ya estoy tranquilo Mario
—James...
—Una huevonada
—¿Cuántas veces te dije que te tenés que cuidar esa pierna, Colombia? Tenés que correr pelotudo, la tenemos a la cana en la nuca, loco, dejáte de joder.
—Él empezó Mario...
—Bueno me importa un carajo quién empezó. Si yo también lo quiero cagar a piñas al malcagado ese, Barney también, estamos todos iguales acá. Pero ahora no se puede, ponete vivo carajo, necesitamos cruzar la frontera primero —James se agachó como hacia siempre que Mario le alzaba la voz, con un deje de sumisión. Mario suspiró culpable —Aguantáme un poco, negrito, te lo pido por favor, teneme un poco de paciencia.
James asintió como siempre, porque James era así, obedecía, no cuestionaba. Mario recordó entonces las palabras de Pastor: “Amarrá bien la correa la próxima vez, si no querés que se salga tu perro”. No era la primera vez que alguien se dirigía a él como el perro de la familia, pero el colombiano nunca se había quejado por eso, incluso cuando era evidente que lo hería en el ego.
—Escucháme Barney, ¿porque no te preparás unos mates? enano dale... déjame un segundo con el colombiano.
Barney le dio algunas palmaditas en la espalda a su amigo y se retiró.
—Vení, sentáte James —James obedeció de nuevo —¿No dormiste nada tampoco hoy?
James vaciló pero al cabo salió con una respuesta.
—Un toquecito, sí
—¿Cuándo? —James apretó los labios, las mentiras nunca fueron su fuerte —Pero James, vos te tenés que cuidar un poco, nene, te necesito vivo.
—Todo bien Mario, ya mañana...
—No, mañana las pelotas viejo, te tumbas a dormir ahora, que no puedo sin vos... vos sabes que este rubio me tiene las pelotas llenas, le da de comer al enemigo, el otro es un grandote al pedo, yo necesito que vos estés bien, me hacés falta, boludo, no te regalés más, andáte a dormir, dale, hacéme ese favor.
—Pero Mario…
—Escucháme James... vos no cerrás el ojo porque nosotros estamos regalados acá afuera, pero ahora estoy yo despierto, y te prometo que nada ni nadie te va a hacer daño mientras yo este acá, ¿me entendés ahora?
James lo miró confundido. Mario nunca le había dicho algo así, tal vez había sonado demasiado cursi para su gusto. Por un momento Borges tuvo miedo de haber hablado demás, pero después de ver la tranquilidad en los gestos del colombiano se sintió aliviado.
—Todo bien... —dijo él —le tomo la palabra, patrón.
James estaba exhausto, no hacía falta preguntárselo a sus ojeras o a sus labios resecos, bastaba con ver lo rápido que se echó a dormir en cuanto tocó el colchoncillo de la silla; normalmente estaba del todo alerta. Mario observó cómo su abdomen subía y bajaba con su respiración, las vendas de su pierna ligeramente enrojecidas por el color de la sangre y su mano bien aferrada a la faca, solo entonces se dio cuenta de que nunca lo había escuchado roncar.
James nunca dormía profundamente, ni siquiera en el pabellón, se despertaba con el más discreto susurro, y solo dormía cuando Barney estaba despierto para relevarlo, incluso cuando estaba inconsciente o bien drogado, podía despertarse de un salto. A veces, cuando lo miraba, Mario pensaba en él como un hijo, quizá porque sabía que su infancia había sido corta y llena de problemas.
James era servicial, risueño y anormalmente responsable con su laburo, pero Mario había aprendido a depender de él, como todos los padres hacen con el hijo mayor. James era su soporte, su banca, su brazo derecho, sin él el imperio de los Borges hubiera sucumbido hace mucho tiempo. No sólo porque el colombiano manejaba con destreza sus negocios y le cuidaba la espalda, sino porque cuando estaba con él sentía que no había fallado como padre, que había hecho algo bien, al menos con él.
James, al contrario que Diosito, vivía en la realidad; nunca se compadecía de sí mismo y defendía a muerte todo cuanto merecía la pena en su constitución, si pudiera hacerle saber de algún modo lo mucho que le importaba tal vez nadie volvería a llamarlo “perro” jamás.
—Por fin se quedó dormido —susurró Barney que regresaba con el mate —hay que obligarlo che, no se cuida una mierda. Parece un nene.
Mario suspiró.
—Che... no sé qué vamos a hacer con este hijo de puta de Pastor —confesó —No lo aguanto más... y encima Diosito está hecho un pelotudo con el pendejo. Dios... dame paciencia...
—Ya sé, es un forro —dijo Barney
—Tengo unas ganas de romperle el cuello y tirárselo al rio para que lo encuentre la cana...
—Yo también, Mario
—¿Qué tiene mi hermano con este cobani? Explicámelo por favor que no lo entiendo, ¿está enamorado? ¿es trolo? ¿Qué le pasa? Es puto, se hizo puto mi hermano, Barney…
—Bueh...
—No lo puedo creer, estaba soñando que bailaba con Isabel Sarli, me despierto y se están cagando a las piñas este par de idiotas...
—Ya le tenía bronca Colombia, eh. Igual lo quiso clavar de una.
—Sí, pero me extraña porque James piensa, Barney. Me decís de vos te lo creo pero James es pensante, no es cualquier boludo este negro...
Barney soltó un gruñido, indignado.
—Dale, che, que mala fe me tenés
—Es que no lo entiendo, no sé qué tengo que hacer yo. Porque si lo mato ¿sabes cómo se va a poner Diosito? Y si no lo mato esto con el colombiano no se termina más, entonces hay que encontrar una solución.
—Que se vaya al boliche entonces, dejálo parar en la suya.
—No, no... a los enemigos hay que tenerlos entre bola y bola ¿viste? Aparte yo sé que si nos separamos este mandibulín es capaz de irse con él. No, no, no... no quiero más quilombo yo, no hay que levantar la perdiz acá en capital. Por lo menos hasta que la Gladys arregle de arafue.
—Pero no podemos seguir así ¿O lo vamos a dejar a Colombia que se pique, lo dejas en el molde?
—No, no lo quiero más cerca de James, encárgate vos, Barney. Vigílalo vos.
—Dale
James se giró con violencia y despertó de un salto.
—¿ahora qué pasa, la concha de tu madre?
Colombia respiró avergonzado, tragó saliva y volvió a acostarse sin poder pronunciar una palabra, probablemente no había despertado del todo.
—Tranca Colombia, acá los cuido yo —prometió Barney
James cerró los ojos y volvió a dormirse sin mucho trabajo.
—Este boludo no se cuida una mierda —observó Mario
—Y cómo te dije —contestó Barney
—Algo tenemos que hacer con este hijo de puta, pero tiene que parecer un accidente, che. Tenemos que mandarlo de regreso en cana.
Barney asintió .
—¿Cómo vamos a hacer eso sin que nos agarren también?
—Lo tengo visto… pero vamos a necesitar a alguien
—¿a quién?
—Necesito encontrar la forma de comunicarme con Antín.
Chapter 15: Ofertas
Summary:
Miercoles, 12:36 am, centro de Buenos Aires
Residencia departamental de primavera de Antín
Chapter Text
10.
—¿vos estás loco, te volviste loco, pelotudo? ¿Cómo me vas a llamar acá en mi casa? —aclaró la garganta Antín vestido con una bata, despeinado y sin los anteojos mientras sostenía el teléfono con una mano y el vaso de wiski en la otra
Mario se rio del otro lado de la línea
—sí, hola, también me da gusto escuchar tu voz ¿cómo andas che? ¿todo bien en casa, y la jermu qué tal? ¿Bien? me alegro, también yo, ¿pasamos a los negocios?
—¿qué querés, para qué me llamás? Sos un insulto andante, pelotudo, ¿que querés?
—Dale, Antín escuháme por lo menos, por los viejos tiempos, hermano, que mala actitud loco.
—andá al grano Mario ¿qué cosa querés ahora?
—ah, ya veo que no te encuentro en bueno ¿qué pasa? ¿te peleaste con la colorada?
—¿Cómo carajo querés que esté, hijo de puta, se fugaron, nos hicieron quedar como el orto, si te vuelvo ver te hago cagar fuego, te corto los huevos con un vidrio a vos, al dentudo de tu hermano, al colombiano, al mástil de bandera, y al bagre de tu mujer, ¿me escucháste gordo pavote?
—bueno, pará con eso un momento que te tengo que decir algo, no te llamé para saludarte che. Dale, relajá.
—Sí bueno, ya me estaba empezando a preocupar, dale, hablá ¿Cuánta guita gano yo?
—Lo tengo a Palacios ahora conmigo, ¿me escuchás? Lo tengo acá con nosotros y me tiene las pelotas por el suelo.
—¿y eso que carajo me importa a mí, mierda?
—escucháme, loco, no me escuchás, dale, siempre igual, escucháme primero carajo
—bueno apuráte que tengo que llamar a la FEDA y acusarte a vos para que rastreen tu llamado.
—sí, pero ahora te estoy en un tubazo de estos de los públicos, che, es una perdida de tiempo, escucháme… yo necesito que vos me lo saques a Palacios de encima, si vos me das la mano con esto te prometo que no te vas a arrepentir, Antín… vos le podes contar la historia que mejor te acomode de allá a la gorra, pero tenés que hacer lo que te diga, así vos vas a quedar como el héroe que lo recapturó a este cobani ¿nos entendemos ahora?
—ah, me lo querés devolver el paquete, librarte del cara de culo sucio.
—sí, y vos me vas a ayudar si querés una rebanada de la torta —dijo Mario
—Mira, yo pensaba que no nos íbamos a ver nunca más la jeta vos y yo, y ahora va a ser que todavía somos socios, Borges —Antín se rio —Anotáme si hay mucha guita, dale te escucho. Tenés mi atención.
—Vos tenés que decirle a la FEDA que publique en todos los diarios sobre el juicio de Lucas Palacios que es el pibe de este sorete, tiene que ser en tribunales, en donde yo te voy a decir, por yo me voy a encargar de que ese día estemos bien cerca de ahí ¿me seguís?
—¿ves como trabajando en equipo podemos hacer lo que sea vos y yo? Y vos que te las tomaste de acá sin consultarme, gordo cagón, vos tendrías que haber avisado gárgola, ahora estaríamos de festejo en un chalet.
—Sí, ahora yo estaría de rapado tomando mate en el cementerio con la Molinari esa, dejáte de joder.
Antín se rio a carcajadas.
—No, bueno pero eso son los detalles, me extraña Mario, nosotros somos amigos.
—Sí claro, y por eso te lo pido a vos, vos tenés unas ínfulas suficientes, si hablás con la yuta vos lo vas a tener todo de recompensa, de paso me lo quitas de encima sin que este tarado de Diosito se entere y todos salimos ganando.
—ah, pero como te voy a extrañar gordo culo roto, estos negocios que tenemos vos y yo. No sé si voy a poder encontrar otro socio como vos.
—Nunca, eso te lo prometo —se rio Mario
—Bueno, dale, contáme los detalles —Antín jaló un sillón cerca del teléfono y se acomodó —pará que me hago traer un wiski así me pones al corriente con tus aventuras.
—Y arrimáte una gaga al culo que también para eso tengo —dijo Mario
Los dos viejos amigos se rieron.
Chapter 16: Contraofertas
Summary:
Miercoles 14:18 pm, Buenos Aires
Unidad de investigación procesal de FEDA
Secretaría de Seguridad de la nación
Chapter Text
...
—Y así es como lo vamos a arrinconar —concluyó Antín con una mirada avariciosa frente al escritorio de Lazarre.
—es una idea brillante, Sergio —dijo Sarmiento —Casi parece que te ocurrió una epifanía de la nada.
—y bueno viste como es
—a mí me parece que Mario Borges se comunicó con vos, pero llamáme paranoico che
—¿Se comunicó conmigo? —se empezó a reír Antín —¿que Mario Borges se comunicó conmigo?
Barosa y Esquimo compartieron una mirada de curiosidad.
—¿No sé comunicó con vos?
—sí carajo, claro que se comunico conmigo, sí —soltó Antín —esta dispuesto a entregarlo a Palacios, nos va a dar la dirección, el lugar, la hora, ¿qué más querés Lazarre? Tomá la oferta, dale, es su única oportunidad para no quedar como el orto, ¿querés hacer un avance, tener algo para presumir en el telediario? Tomálo a Palacios que levanta tanta bamba y dejálo al gordo tranquilo.
—Es un trato de mierda —opinó Sarmiento
—A mí me parece buena idea —dijo Lazarre —uno es mejor que ninguno, ya llevamos 6 días, ni un avance, la prensa empieza a preguntar.
—Que gran estupidez —dijo el menor Barosa —nosotros todavía podemos usarlo para atrapar a Borges, si empezamos a hacer tratos con él y renunciamos a atrapar al plato principal…
—No, aceptá el trato —dijo Sarmiento —dejá que Borges confié en vos, y cuando tengamos la oportunidad usaremos tu conexión para atraparlo también.
—Seguro, el gordo se chupa el dedo —se rio Antín
—Averiguá donde está o a dónde va, si lo de Palacios sale bien Borges confiara en vos
—Sí, pero a vos se te estas olvidando la parte en la que eso no viene con mi laburo
—Como tampoco es parte del laburo del director hacer tratos con un prófugo y encubrir a un criminal —dijo Sarmiento.
—Perdonáme, encubrimiento criminal no estoy haciendo, él me llamó por la mañana, yo avisé, hoy mismo por la tarde, está todo claro. Yo no conozco su ubicación, sus planes, nada. A mí el gordo me pidió un favor y yo vine acá a informarles a ustedes, porque eso les toca a ustedes resolverlo, yo soy el director del penal nada más. Ahora, si vos me pedís que haga tu laburo, Lazarre, eso tiene otro precio.
—Bueno, bueno, se te va a pagar lo que sea justo, pero hace lo que te corresponde
—Vos sos el jefe Lazarre, decime donde querés a Borges y yo lo llevo.
Barosa apartó a su compañera Cejota a un lado.
—¿vos de verdad te pensás que podemos confiar en este viejo zorro? —susurró
—No —dijo Cejota —Pero quiere guita, acá se trata de hacerle mejor oferta que la de Borges y lo tenemos adentro.
—Sí bueno, también pensá que ellos son amigos, es más fácil que nos termine traicionando a nosotros.
—Como dije: se trata de quién le haga la mayor oferta. Solo tenemos que adivinar que está ofreciendo Mario Borges. No creo que se quiera manchar las manos, ahora le conviene más quedarse de nuestra parte, por su imagen pública.
—Hay que ver
—Bueno, ahora tenemos que hacer lo que tanto temíamos —dijo Sarmiento —Anunciar en los telediarios que tenemos 5 prófugos en la capital.
Chapter 17: Sentimientos errantes
Summary:
Jueves, 4:06 am, Buenos Aires, Tibia, Aguanervo
A 32 kilómetros de puente viejo.
Chapter Text
11.
Mario colgó el teléfono y se acercó al grupo.
—Bien, pongan atención. La ambulancia sale a las 11:00 y llega por nosotros a las 13:00 pm, es mejor ir de día porque baja la atención en la frontera para dar rondas por circuito...ahora son las 4:00 am, tenemos unas seis horas antes de que lleguen para acomodar a la pi….
—Lo que tendríamos que hacer es seguir moviéndonos por la alcantarilla —opinó Diosito —nos funcionó hasta ahora, no sé porque cambiar el plan, loco, ya estaba todo bien con eso.
—Porque para atravesar por abajo hay que conocer los planos de la red de drenajes de toda la ciudad, pelotudo, y vos no tenés eso ¿lo tenés?
—y bueno, vamos a robarlos...
—Si nos robamos esos planos, sabrán que vamos por la alcantarilla, ¿qué tenés en la cabeza, vos...? sorete.
—No es mala idea —dijo Pastor —Si podemos conseguir esos planos sin llamar la atención no tendríamos que arriesgarnos tanto.
—No bueno, ya salió el genio —dijo Barney
Mario asintió sin ánimos y volvió a poner las manos en el aire para darse a entender.
—A ver, el plan de la ambulancia funciona, Gladys lo preparó ya y no podemos cambiar faltando tan poco, no sabemos dónde tienen los planos y si la llegamos a pifiar acabamos todos con el culo para arriba ¿se entendió?
—Claro, porque como es idea mía... —dijo Diosito —Y de mi amigo Miguel...
—No va por ahí, no te enganchés, boludo. No empecemos.
—Entonces decime por qué, porque si fuera idea de Yameh...
—Enano... —interrumpió Mario —háblale a James
Barney obedeció.
—¿Ves? ¿Ves cómo le vas a preguntar a Yames, gil? —se alteró Diosito —Yo soy tu hermano, Mario. Tu hermano de verdad, no ese puto del colombiano.
—Lo llamo a James para que escuche las instrucciones, pelotudo. Y dejá de decir estupideces ahora, que no tenemos tiempo para pavadas.
—Claro, porque lo necesitas a Yames porque le querés chamuyar ahí con él, corte en secreto mío, así es este gordo garca, Miguel, así es siempre conmigo. Siempre me revolea la jeta el gil.
Miguel puso los ojos en blanco.
—A ver si dejamos el temita, si lo de la ambulancia es seguro intentamos con eso —le explicó a Dios —si no funciona intentamos con lo otro, ya tenemos plan B.
—Y tiene que funcionar —dijo Mario
—Bueno entonces es un plan B —dijo Diosito
—Sí —cedió Mario
—Lo propuse yo, eh...
—Que sí, Dios, que sí
—¿Qué pasa Mario? —se acercó James
—Colombia vení: el asunto de la guita —Pastor levantó la cabeza con curiosidad, no había oído nada acerca de dinero hasta ahora, y era un tema que le interesaba particularmente —Hubo un cambio de planes. Vos no vas, te quedas acá conmigo —dijo Mario.
—¿Qué, como así que no? Yo tengo que ir, Mario —replicó el colombiano —Mi gente me está esperando.
—No, no, es arriesgado, tenés lastimada la pierna, estás cansado, no... va a ir Diosito. Además nosotros tenemos que hacer otra cosa. Te necesito conmigo.
Diosito dejó escapar una carcajada.
—¡Mira cómo se revuelca el colombiano! —acusó —¡Ya oíste Yames! ¡Otra vez a cargo yo!
—Pero Mario... —protestó James
—Nada, no te quiero escuchar. Además no quiero quilombo y vos tenés una actitud de mierda con la pendeja. Te tiene como un tarado.
—¿La “pendeja”? —Pastor se enderezó alarmado —¿Que pendeja? ¿Luna decís? ¿La guita la vas a sacar directamente de ella?
—¿Y vos que te pensabas, rey? —Lo acarició Diosito —La guita que nos debe Lunati sigue allá con ella, lo único que hay que hacer es entrarle a casa, sacarle la cartillita.
—¿Pero ustedes son idiotas? Ella ya debe estar un avión alejándose de Argentina, desde que nos anunciaron la fuga —dijo Miguel —¡Mira si se va a quedar a esperarlos a que vayan a buscarla!
—Nada de eso, pescado —James le mostró un teléfono, Luna aparecía en la fotografía sentada dentro de su apartamento, la hora indicaba que esa misma noche había dormido en su habitación.
—La tengo a la gente de Colombia a diez metros de ella —dijo Mario —La gorra no ha dado pitada, nadie sabe de la fuga todavía, estarán esperando bajar el circo. De todas formas Gladys la tiene a tiro por si acaso. Ustedes la van a esperar afuera de su apartamento para no armar quilombo. La esperan a que salga y la agarran en el estacionamiento.
—¿Qué decís?
—James, avisá a tu gente que salimos ahora para allá. Miguel, vos te podés quedar acá, hacerte la paja, lamerte los huevos, como vos prefieras, o te podés ir con Dios y ayudarle con el trámite así terminamos más pronto y tenés tu parte de la guita más rapidito. Barney...
—¡Eu! ¡Eh! Un momento, Borges —lo detuvo Miguel —Esto no fue parte del trato, no te pongas con la nena, sabes perfectamente que ella no tiene la culpa de nada.
—¿Vos querés ver la tarasca, Juan pistola?
—No si la vamos a robar a la nena
—¿Robar? En todo caso la estamos recuperando —dijo Diosito acondicionado su pistola —además si ella viene por su voluntad no le tenemos que hacer nada a la guacha.
—¿La secuestrás de vuelta y luego qué? —reclamó Miguel —¿Quién te va a pagar? Si su viejo está muerto, pelotudo.
—No la vamos a secuestrar, huevón. A la reinita la vamos a dar un paseo —dijo James —En el parche —se rio
—Dale James, llamále a tu gente.
—Dejáme hablar con ella primero —pidió Pastor —estoy seguro de que si la convenzo...
—Bueno te venís o no, bombón —Lo presionó Diosito
—Pero vos sos idiota Borges.
James le apuntó con su pistola. Mario lo hizo desistir con una palmadita.
—Bajá eso, payaso —le dijo Pastor —se te va a escapar un tiro
—Dejálo James, escucháme Miguel, vos estás acá como muleta, te venís a hacer el gallo y yo te meto un cuetazo en la frente. Diosito, llevátelo y no le des ningún fierro, así no arma quilombo, y vos ponete a pensar un poquito en el futuro. ¿Querés ver a tu familia, empezar una vida de cero donde nadie te moleste che? Ponéle voluntad entonces, dale, aparece la guita —Mario abrazó al colombiano por la cintura y lo alejó del grupo —Vamos James.
Miguel se quedó muy quieto reflexionando.
—Dale rey —lo ánimo Diosito —Allá la tenemo’ la limo que nos está esperando.
Pastor se quedó callado pero al final decidió que sería mejor encargarse él mismo y subió a la camioneta que habían designado.
—Está es una mala idea —comentó
Diosito le alcanzó un par de cosas que seguramente necesitarían para amordazar a su victima.
—Ponete la gorra nomás —le acomodó el accesorio en la cabeza
—Vos te tendrías que teñir el cabello —observó Pastor
—Sí, dale, tomá
Pastor recibió el arma, confundido.
—¿No te dijo Mario que no me des un fierro?
—Sí, pasa que Marito no confía en vos, pero yo sí porque vos sos mi amigo y si no llevas nada y vas también con las manos vacías no te vas a poder defender, loco. Es así.
Pastor asintió. Con esa pistola podría librarse de los Borges para siempre. Después podría pedirle un préstamo a Luna para salir del país, pero...
—Che loco —Miguel le dio su atención —No te preocupes vos, yo te voy a cuidar… porque vos sos mi amigo —le dijo Diosito
—Te agradezco.
—No me agradezcas, ya la vas a tener tu parte de la guita, también vos, aguantá nomás… ya vas a ver.
Miguel nunca se había puesto a pensar en eso, pero Diosito ya había salvado su vida tres veces, siempre lo defendía de los disparates de su hermano y estaba dispuesto a arriesgarlo todo por él, aun después de enterarse de sus mentiras y su identidad; a cambio, se conformaba con un poco de cariño y afirmación. Diosito no se parecía en nada a Mario Borges, era un hombre aparte, un hombre sensible y muy especial, a estas alturas, no le quedaba ninguna duda, había desarrollado sentimientos por él, solo restaba saber, con exactitud, qué tipo de sentimientos.
Chapter 18: Un paseo
Summary:
Jueves, 8:17 am, ciudad de Buenos Aires
A 19 kilómetros de puente viejo.
Chapter Text
....
Pastor limpió su arma y la puso a un lado. Se sentía asqueado consigo mismo. Luna lo había reconocido durante el forcejeo y había gritado su nombre en busca de ayuda. Todo lo que pudo hacer fue asegurarse de que su mordaza fuese más cómoda.
—Qué bien la pusimos —se alegró Diosito aspirando un poco de cocaína —Esos vigilantes ¿dónde los consiguen, loco? manga de cagones, no sirven pa nada los putos esos.
—Bueno, dale, dejá de tomar esa mierda que tomás y hace caso a la nena.
—¿Qué pasa que estás careta? Alégrate loco, vamos a tener la guita. Para empezar una vida nueva... una casita con unos pibes ahí... qué sé yo... vos lo tenés a tu hijo ¿no? Por ahí le podes meter al colegio, que se yo… lo que pinte, macho.
—Sí pero no me gusta esta forma, me parece que pudimos hacerlo diferente.
—Pero ya está, Miguel, ya la tenemos a la pendeja. Dejáte de joder. Tomá —le acercó su carta con cocaína —dale un toque está buena, eh. Pura colombiana.
—Me chupa un huevo la colombiana
—Eh, que difícil que sos, Miguel. Estamos de festejo, loco, dale, ponete en bueno bombón.
—Ni siquiera sabes si la nena tiene dinero, pelotudo. Por ahí se perdió en una cuenta del extranjero, mira si va a vivir en un apartamento como ese con semejante fortuna.
—Pasa que estás ortivado por el Yame’ todavía, que está todo bien, si yo ya hablé con él, te eché flores con él.
—Ah, por eso me odia entonces.
—¿Qué, porque está celoso decís? Si ya te dije que era joda eso, que a mí no me gusta el negro ese, mira que hay que tener un gusto de mierda posta... ¿o no, pendeja? —le gritó a Luna —¡te estoy hablando conchuda! ¡qué tenés un gusto de mierda te dije!
— Hey, déjala tranquila. ¿Qué decís?
—Así tan cheta como la vez, ya las tiró de todas con el colombiano ¿verdad putita? Qué te lo comiste a Colombia.
Pastor abrió los ojos, aterrorizado. ¿Significaba eso que el colombiano de verdad abusó de ella durante su cautiverio en San Onofre?
—¿Qué decís? Es una nena...
—No, no pasa nada, si le gustó a ella —se rio Diosito —Mira la cara que pone cuando se acuerda.
—No, no está bien, imbécil. —lo regañó Pastor —¡Es un delito!
—¿Qué pasa, príncipe? Nosotros ya no estamos en puente viejo, loco. Dejáte de joder. aparte la guacha también quería, mírale la cara de putita que tiene.
—Calláte la boca, estúpido, eso es pedofilia.
—¿Qué pasa Miguel, te crees que porqué le bajaste al viejo ese vos te podés ser su papá ahora? ¿Qué, la querés adoptar? —Miguel miró a Luna consternado, pero la chica seguía con los auriculares bien puestos —¿o te enamoraste vos también de la conchuda esta? —preguntó Diosito —Mirá que te dije que yo me pongo celoso, eh.
—Nada que ver. Yo nada más estoy diciendo que el colombiano ese es un degenerado. Es una nena ella, por favor.
—Es mayor de edad igual.
—No lo era cuando la tenían en San Onofre
—No sé, no pregunté yo.
—¡No era!
—Bueno dale, pará con eso. Que el Yameh puede ser medio “visajoso” pero no es un “pecaminoso” así como vos decís, eh. Eso es ser malvibroso no más.
—¿Qué cosa? “Pedófilo”, dije.
—No, tampoco es eso —dijo Diosito
—¿Cómo lo vas a defender a un violador?
—¿Qué violador, gil? ¿Qué decís? si fue ella la que quiso ¿verdad pendeja? Decile como es la cosa, decile.
—Déjala tranquila
—Dale, relajá un toque, loco —Diosito le acerco la coca de nuevo —Tomate un tirito, dale.
—Alejá eso, el colombiano tiene muchas explicaciones que dar
—No te vaya’ a meter con él, eh. Vos ya sabes cómo es… que te faca de una el puto. Como te hizo la ultima vez.
—Me come bien la verga el colombiano ese
—Ya está, rey, no te calentés. Ya son novios ellos, tienen lo suyo así como nosotros que chapamo’ a veces.
—No es lo mismo, nosotros somos dos adultos, yo te dije que no tenemos nada y vos sos un acosador de mierda. Ella es una nena, la tenían secuestrada y encima abusaron de ella.
—Que no, que no fue así, Miguel, que ella lo quería al Yames, si cuando íbamos a verla nosotros se ponía ahí toda perra, ya empezaba a gritarle a Colombia, que no lo quería dejar que se fuera, la putita, si se lo quería para garchar toda la noche —se rio el rubio —Empome colombiano y tal.
—Ya está bien, mejor calláte ahora porque es muy serio lo que decís. Y no me hablés más del tema porque no quiero saber.
—es así Colombia
—Dejálo ya
—¿Cuánto falta? —gritó Luna —quiero ir baño
—¿Otra vez con ese truco, pendeja? Ya me lo sé —dijo Diosito —Meate encima.
—No voy a mear acá
—¿Porque no? Si vos ya te measte por todo en San Onofre ¿te acordás?
—Luna... —empezó a hablar Miguel
—Con vos no quiero hablar —lo cortó Luna —Sos un traidor hijo de puta.
—Cómo le aprendió las puteadas al Colombia, ¿no? —se rio Diosito.
—No es así, Luna —dijo Pastor —Yo te pido que me dejes explicarte.
—¿Dónde está James? —preguntó ella
Diosito le guiñó el ojo a Pastor y luego le quitó los cascos.
—¿Verdad que te gusta el colombiano, pendeja?
—No voy a hablar nada con vos, teñido de mierda. ¿Dónde está el gordo de tu jefe?, llévame con él.
—Que picante resultó la putita esta, más respeto pendeja. Ahora no lo ves a Yames porque no se me canten las pelotas.
—¡Andáte a la concha de tu madre, negro de mierda! —gritó ella
—Tranquilizáte nena —dijo Pastor —Te estamos llevando a lo de Borges para que hablés el tema de la guita, solo queremos hablar.
—Ustedes lo mataron a mi viejo, no les debo más nada.
—No, ahora sos vos la que nos debe la guita —dijo Diosito —Así que no te hagas la pelotuda. Decime donde tenés la guita y esto se acaba en boba. Si no te echamos pal rio.
—¡Pará! —Lo empujó Pastor —Dejála tranquila, boludo, en serio.
—Vos no eras de los Borges, Miguel —acusó Luna —¿Qué pasa, te hiciste chorro?
—Ya te voy a explicar pero necesito que te calmes.
—No, si yo estoy tranquila, gil, si no es la primera vez que me secuestran estos negros de mierda. Soy una veterana ya.
—¡Más respeto, guacha! —Le dio un zape Diosito —¿a quién le decís negro? Si el único negro es el Yames.
—Luna, yo sé que se ve todo malo pero te prometo que me voy a encargar de que no te pase nada —dijo Miguel
—¿Sabes una cosa, Miguel? Yo pensaba que vos eras diferente, no te pensaba capaz de hacer esto. Pero no me extraña tampoco, porque vos también sos un criminal, ahora sos un fugitivo también, otro Borges.
—Bueno, ahí la tenés la actitud —dijo Diosito —Hay que bardearla mejor a la guacha, dale Miguel, no le des más bola a la gila.
Luna trató de mantener el control sobre sí misma, está no era la primera vez que era secuestrada por los Borges, conocía la rutina, sólo tenía que conservar la calma y obedecer, no le harían daño, nunca lo habían hecho.
—Ya mataron a mi viejo —repitió —¿Qué más quieren de mí?
—Vamos a dar un paseíto nomás —sonrió Diosito —A ver si te calmás un toque.
Luna se quedó callada, conocía a Diosito, era el más impredecible y explosivo de todos los Borges, no quería provocarse a sí misma un daño irreparable.
—¿Dónde está tu jefe? Quiero hablar con él. O con James, dejáme con el colombiano.
—Cerrá el orto, pendeja
—¿A dónde me llevan?
—Vamos al carnaval —dijo Diosito
Luna se cruzó de brazos.
—Yo no tengo dinero de mi viejo igual. Nadie va a pagar por mi rescate ahora giles.
—Querés que te surta, guacha.
—dejála tranquila, pelotudo —advirtió Pastor
—¿Puedo hablar con James? —preguntó Luna
—Chupáme el orto —contestó Diosito
—¿Por lo menos me vas a decir a dónde vamos?
Pero la respuesta no fue necesaria, el auto se detuvo en una avenida desde donde empezó a andar en reversa, finalmente se alinearon en un ducto bajo el puente de peatones y estacionaron frente a una barbería. Algunos hombres subieron a la camioneta. Luna escuchó una conversación sobre los autos, y voces hablando con un acento colombiano pero ningún tono le era familiar, ninguno de ellos era James.
—Dejálo que se vaya en esta —dijo alguien —Vos te quedás con la pendeja sino
—Una gambinita parcero —dijo otro
De pronto alguien subió y la tomó del brazo.
—¡Salí, no me toqués! —se revolcó ella
—Tranquila, soy yo, soy Miguel —el ex policía le liberó la venda de los ojos
—¿Qué haces acá vos? —le dijo ella —No quiero verte
—Escucháme… tengo que irme en otro camión, nos vamos a ver después pero tenés que darles la guita, te van a soltar. Te lo prometo que te van a soltar en cuanto les digas donde está la guita.
—No tengo ninguna guita, gil sacáme de acá, sacáme por favor, sacáme.
—No puedo, Luna. Esta vez no puedo. Soy un fugitivo también, un prófugo. No te puedo arriesgar así.
—Me van a matar, Miguel, me van a matar.
—No, no te van a matar, nadie te va a matar. Miráme…
—¡Me van a matar!
—¡Miráme Luna!, está todo bien. Tenés que aguantar un poco, yo me encargo de los Borges. Pero vos te tenés que quedar acá, voy a volver por vos.
—No, no, sacáme de acá. ¡Sacáme ahora!
—Tranquilizáte, Luna. Escucháme: tenés que darles lo que te piden, nada más eso. Yo voy a sacarte después. Pero ahora tengo que ir a otra parte.
—Nos vamos entonces —dijo Diosito más cerca
Miguel le volvió a colocar la venda.
—¡No, no te vayas, sacáme! —dijo Luna
—Te tenés que ir con ellos
—¡No Miguel!
Diosito se acomodó y le dio una nalgada a Miguel
—dale bombón, andáte con el grandote.
—quedáte ahí
—¡No Miguel! —gritó Luna —¡Miguel!
La puerta corrediza se cerró y algunos hombres intercambiaron direcciones por un radio. La camioneta arribó en diez minutos a partir de entonces.
Chapter 19: "El" colombiano
Summary:
Jueves, 9:13 am, plaza de gallos, bodegas pal.
av. Dorrego, S/N, ciudad de Buenos Aires
A 18 kilómetros de puente viejo.
Chapter Text
...
—Dale, abajo —Diosito la llevó a tirones hasta una galera, las voces y silbidos de su secuestrador emitían un eco al chocar con las paredes.
—Acá te traigo a la pendeja —dijo Diosito y pronto le quitaron la bolsa de la cabeza.
—Ah... Lunati, cuanto tiempo —saludó Mario Borges, está vez no usaba ninguna máscara, todos allí se conocían de sobra.
—Soltáme gordo de mierda —escupió Luna
—Che, más respeto, forra —la abofeteó Diosito.
—¡Hijo de puta! —se defendió ella
—Bueno, ya está bien —dijo Mario —A lo que vinimos. ¿Sabes porque estás acá nena?
—Porque mi viejo les debía guita. Pero ya no la tiene, lo mataron. ¡Ustedes lo mataron, mierda! ¡Soltáme!
—No, no, no. Vos estás en pedo, la guita no la tiene tu viejo, la tenés vos, ahora que muerto el papá ¿Quién nos garpa a nosotros la guita que nos debe? Heredaste para el orto nena. Decime: ¿Dónde está mi guita?
—¡Yo no sé de qué me hablas, no tengo ninguna guita viejo pelotudo, dejáme ir!
—Vos me vas a dar la guita porque si no te va a tocar lo que no pude y que me quedé con las ganas de hacer con vos en San Onofre. Decidí: es la guita o tu cabeza.
—¡Andáte a la concha de tu madre, gordo hijo de mil putas!
Mario no se inmutó.
—Llévatela a la pieza —le indicó a un moreno que estaba parado junto a él —Nos vemos después, Lunati, chao.
—No, no, no, no ¡no! ¡soltáme! —Luna reconoció de pronto a uno de los colombianos parados bajo el mellón de la camioneta. Sus miradas se encontraron al mismo tiempo —¡James! —gritó —¡James!
James miró a ambos lados de sus hombros discretamente, descubriendo así que todos los demás lo estaban observando con una sonrisa divertida. Su corazón empezó a latir con fuerza, con pánico.
—Mirá cómo te llama la conchuda esa, Yames —se burló Diosito —Sos tremendo potro vos ¿eh? negro canchero
—¡James, ayúdame! —gritó Luna de nuevo —¡James!
—"James" dice la pendeja —se rio el rubio —¡Te llama la novia, Colombia!
Mario detuvo al colombiano con una mano.
—Déjala
—Pero Borges, ¿no ve que está que se lastima? —dijo James
—Déjala, te dije.
James obedeció impotente, los gritos de Luna pidiendo por su nombre habían revivido una herida en su corazón. Molesto e incapaz de soportar las súplicas de ayuda de la joven, se retiró de la bodega.
—¿Dónde vas puto? —le gritó Diosito —¡Vení a salvarla a tu novia!
—¡James! —siguió gritando ella
—Ya está —dijo Mario —Sacála de acá, dale.
—Alto bulo que se armaron para la pendeja ¿no? —Diosito se rio —¡“James”! —La imitó —¡“Sálvame mi amor”! ¡“James”!
—Ahora regreso —dijo Mario —Colombia se viene conmigo, y vos… vos encárgate de la pendeja. No quiero quilombo.
—No te preocupes Marito, yo me encargo.
Mario asintió y le dio una palmadita en el hombro.
—¡Vamos James! —gritó
James se acercó al vehículo, miró la puerta por donde había desaparecido su rehén y obedeció a su jefe, cabizbajo, sin decir nada más.
Chapter 20: De tal palo...
Summary:
Jueves, 9:18 am, Farmacia
Plaza de gallos, ciudad de Buenos Aires
A 19 kilómetros de puente viejo.
Chapter Text
12.
Miguel tomó el bolso con los insumos y medicamentos que Mario había enlistado para ellos. No solo necesitaban cosas para su estancia en la bodega, sino que por primera vez desde que se fugaron se darían permiso de comer una comida decente. Gladys les había financiado la gracia y había hecho llegar con los colombianos guita suficiente para revivirlos luego de casi dos semanas de aguantarse el hambre.
Es verdad que el triste les había compartido lo poco que tenía pero en cuanto abandonaron el lugar tuvieron que escuchar el rugido del estomago de los otros como coro de acompañamiento de cada día y como canción de cuna de cada noche. Miguel sabía resistir el hambre, todos allí sabían, estar presos les había reducido el apetito a lo largo de varios años y ahora se conformaban con bocadillos simples, pero todos estaban muriendo por carne, y ahora por fin iban a tenerla.
Barney lo llevó a hacer las compras porque sabía que de dejarlo con Luna seguramente se pondría a confabular con ella. Mario le había ordenado que se mantuviera alejado del colombiano y por lo pronto, estaba mejor así. Aunque eso también significaba tener que arriesgar el rostro en el mercado, con el boletín de su cara en todos los diarios de la ciudad. Barney era, además, un sujeto tan reconocible y su altura era tan sobresaliente que sería difícil pasar desapercibidos. A pesar de todo lograron hacer la mayoría de la lista sin llamar mucho la atención, y Miguel que podía cubrirse con la capucha de la campera y hacer la cola en los establecimientos era el que más se arriesgaba.
Al final de casi dos horas de compras habían adquirido lo suficiente para darse un baño, comer, limpiarse después de cagar y beber agua y un poco de birra. Además Miguel había aprovechado que tenia el dinero en su poder para comprar una tarjeta de teléfono. Sin embargo mientras esperaba en la fila de la farmacia tratando de comprar un paquete de tampones para prevenir cualquier imprevisto que llegara con el arribo de Luna, alcanzó a ver su cara, en grande, en la primera plana del periódico. Detrás de él la imagen de la corte, y por encima la leyenda: “De tal palo tal astilla…. el hijo de Miguel Palacios va a la corte”
Al principio cuando vio la fotografía trató de esconderse más para evitar se reconocido, pero cuando leyó el titular tomó el diario, conmocionado.
—¿Qué mierda?
«…al menor Lucas Palacios, hijo del peligroso fugitivo Miguel Palacios, esperando para recibir veredicto de tutela en la suprema corte el segundo sábado de marzo, se convertirá ahora en una audiencia penal luego de que el menor apuñalara a uno de sus compañeros con un lápiz por llamar a su padre “criminal”»
El corazón de Miguel casi estalló mientras leía.
«Nadie que se interese de salvaguardar al menor», «…nadie que responda por él», «Las autoridades podrían imponer un castigo ejemplar para asegurarse de que no siga los pasos de su padre»
Miguel hojeo el periódico preocupado, y releyó una y otra vez la nota sobre su hijo. Barney lo miró por el rabillo del ojo, tomó su celular y envió un mensaje a Mario: “ya está hecho”. Decía.
Chapter 21
Summary:
Jueves 17:32 pm, Buenos Aires
Cuartel de investigación de la policía de FEDA
Chapter Text
13.
—¡Buenos Aires está de festejo, señores! —se rio Sarmiento, paseándose entre los escritorios de sus empleados —¡Antín me acaba de llamar! El mensaje llegó fuerte y claro a los oídos de la nosstra cosiola.
—No solo es poco ético acusar de intento de homicidio a un menor —dijo Barosa —También es ilegal anunciar semejante falsedad en los diarios ¿saben ustedes el tamaño de responsabilidad que eso implica? ¿lo que vamos a hacerle con esto al pobre niño? ¿la reputación que va a tener de ahora en adelante? No es suficiente que se le haya muerto la madre, y que su padre sea un fugitivo, vamos nosotros y le cagamos la vida, le cerramos todas las puertas, todas las oportunidades. No lo van a recibir en ningún colegio.
—Tranquilo becario, te haces mal, escuchá: todo en esta vida esta justificado si al final podemos obtener algo bueno. En este caso cuando tengamos al sorete encerrado vamos a sacar una disculpa oficial y se arregló. No hay porqué ahogarnos con un vaso de agua, Barosa, dale, el hijo nos va a servir de cebo, tranquilizáte.
—Andá con la reputación que vamos a tener cuando se enteren de lo que dijimos acá replicó Barosa
—y con la historia la que nos inventamos, está mil creíble eh —dijo Cejota
—No, pasó de verdad —dijo Esquimo —La copié de un diario yanqui, el padre que era tan bueno que se fugó de más de 5 prisiones, su hijo apuñaló a su compañero de escuela por llamarlo “asesino” solo tuve que cambiar el nombre y el apodo.
—¿Quién se fugó de 5 cárceles?
—Un tal Scofield
—Que prisiones de mierda las yanquis —dijo Barosa —Más de cinco veces se escapó, boludo…
—Eso no importa ahora —dijo Sarmiento —si lo hicimos en nombre de la ley
—En nombre de la ley vamos a quedar como estúpidos
Sarmiento tomó la nota del periódico y sonrió
—y si la hazaña no funciona, siempre podemos decir que fue culpa de los telediarios, inventan cualquier cosa esos hijos de puta —dijo él.
—¿y si sí funciona?
—si funciona vamos a tener un operativo esperando a Palacios en la corte, una vez que Antín le eche la soga al cuello a Borges nos va a decir donde está él, y entonces se acabó… es lo que llaman nuestros filósofos: “jaque mate”
Chapter 22: Cambio de bando
Summary:
Jueves, 22:12 pm, plaza de gallos, bodegas pal.
av. Dorrego, S/N, ciudad de Buenos Aires
A 18 kilómetros de puente viejo.
Chapter Text
14.
Luna miró su habitación, estaba claro que se encontraba en una especie de sótano, al menos ahí tenía una cama, cobijas y hasta una alfombra, no había cadenas ni música como en San Onofre, era más humano.
En el cajón había algunos libros. Revistas y promocionales por su puesto, pero libros, al fin y al cabo, no quería volverse loca, así que tomó el primero y comenzó a hojearlo. Las horas pasaron y perdió el interés, trató de abrir la puerta o encontrar alguna otra salida, pero fue inútil, además con las manos atadas no podía hacer mucho. Al cabo de un rato se rindió y se recostó en la cama para llorar, exhausta. En ese momento la puerta se abrió.
—¿James?
—No, lo siento —dijo Pastor —Vine a ver si necesitás algo, te puedo traer cualquier cosa
—Quiero que me saques de acá, eso es lo que quiero
—Sabes que yo no puedo hacer eso —dijo Miguel
—¡Sacáme!
—Luna...
—Vos me dijiste que me ibas a sacar de acá, sacáme, ayúdame dale.
—Ahora mismo no pudo hacer nada por nosotros dos. Estoy preso como vos, los Borges me tienen por el cuello.
—Matálos entonces, matálos a todos, hacelos mierda y vámonos.
—No se puede, Luna, no se puede. Escucháme...
—Me van a matar, Miguel, entiende, ya no les sirvo para nada, me van a matar
—De nada les sirve cargar con vos ahora, es verdad, pero van a buscar la guita y después te van a dejar ir, no tienen motivos para matarte.
—No, me van a matar.
—No te van a matar, te lo prometo.
—¿Dónde está James?
Pastor frunció el ceño.
—No sé, se fue con los colombianos ¿querés algo? ¿necesitas algo? ¿tenés sed?
—Sí, me quiero ir de acá
—Luna...
— Bueno si no podés sacarme entonces andáte
—Yo te prometo que voy a hacer lo que este en mis manos para sacarte de acá, pero ahora no puedo, estoy atado de manos.
—Entonces andáte
—Luna… no te pongas así… quiero ayudarte de verdad, pero necesitas confiar en mí. Respecto al colombiano... no sé qué te pasa con él pero tenés que saber que es uno más de los perros de Borges, que no lo cuestiona nunca y va hacer lo que le pida siempre, no sé lo que te dijo a vos, pero sea lo que sea, es mentira, él no te puede sacar de acá, mucho menos le conviene, si él es uno de los más interesados en que le des la guita tuya y de tu papá.
—No... quiero verlo a James, tráemelo.
—Luna…
—¿vos no me preguntaste si necesitaba algo? ¿No era que me ibas a traer lo que fuera?
—De verdad que no te entiendo, decime si te hizo algo ¿te toco? ¿te hizo algo? ¿Qué te pasa con él?
—Es mi amigo, Miguel, tráelo.
—¿Que te da el colombiano que te simpatiza tanto, nena? Es un sicario, métetelo en la cabeza, es peligroso.
—Al menos él no finge que me puede ayudar, él me ayuda de verdad.
—Luna...
—¿sabes qué? si no me podés ayudar, no sé porque estas acá… andáte
—Mira nena... tenés que entender que ahora tengo problemas más grandes que en San Onofre, soy un fugitivo, un prófugo. ¿Vos sabes lo que es eso? ¿te lo imaginás?
—Yo no te estoy pidiendo que rompás ninguna ley, además no parece que tengás problemas con eso. Pasa que querés la guita vos también, ¿no? ahora que sos un “fugado” la necesitás para salir del país… claro… eso es lo que pasa. Por eso no me vas a sacar, vos también la querés la guita.
—Quedáte tranquila que yo te voy a sacar, no ahora porque no puedo. Te prometo que lo voy a hacer, pero me tenés que dar tiempo, quédate acá sino, igual yo no sé si tenés muchas opciones, piba. Si le dejas la guita a Borges te van a dejar ir, yo mismo me voy a encargar. Y dejá la farfulla con el colombiano ese porque no lo trago ni con soda, mirá que si te enamoraste te estás equivocando para el orto, nena.
—James es mi amigo, Miguel. Vos no sabés lo que es eso porque te cambias de bando como de medias ¿no?
—Piba... el pedófilo ese te secuestro ¿me entendés lo que te digo? Abrí un cacho la cabeza, flaca, pensá.
Luna soltó una patada al aire.
—¡Andáte!
—Tranquilizáte
—¡Andáte! —lloró ella
Pastor obedeció derrotado, abandonó la habitación y cerró la puerta desganado.
—che ¿vos qué haces ahí metido, traidor? —Habló Diosito, al parecer había estado afuera tratando de escuchar su conversación.
—La nena estaba llorando —se excusó Miguel
—¿Qué quiere la pendeja esa? ¿Tiene hambre?
—No, se quiere ir a su casa, gil. La tenés secuestrada a la piba.
—Bueno, si te vas a poner de su lado...
—Vos no tenés un lado, papá, está para la mierda esto.
—¿Estás enojado conmigo? Sabes que esa guita nos va a sacar a todos el cuero, Miguel… a vos sobre todo. A vos y a tu guachin.
—Y, pero yo no sé si es la forma tampoco.
— Bueno dejáme a mí que yo lo hago. Vos hace tus cosas, bancame un toque, no sé. Yo me encargo de ella ¿sí?
—Dios...
—Vení putito —Diosito se le acercó —Ya va estar todo bien con eso, yo me voy a encargar como te dije. Así lo vas a recuperar a tu pibe, todo lo vas a recuperar.
Pastor sintió una amargura incontenible. El recuerdo de Emma lo desanimó de nuevo.
—No sé si todo —susurró
—Bueno… pero pará, por ahí te tenés que probar nuevas cosa’ también —se le acercó más el rubio.
Miguel alejó la cara para evitar que lo besara, pero su rechazo fue tan desganado que Diosito lo intento de nuevo.
—Salí, dejálo —advirtió Pastor
—Vení que nadie nos ve.
Pastor se resistió con más fuerza y el Borges lo atrapó en un abrazo para impedir que se le escapara. Luego lo besó de nuevo. Pastor no correspondió el beso pero tampoco se separó.
—Ejem —Barney aclaró la garganta para anunciarse y los dos se separaron rápidamente —Ahí regresa Mario —avisó
Miguel se limpió la saliva de los labios y asintió. Barney se alejó de nuevo, probablemente porque había presenciado todo y estaba muy incómodo.
—Che Miguel… no vayas a decir nada con los colombianos, eh —dijo Diosito abriendo la puerta del depósito —Son medio “visajosos” ellos
—¿Qué?
—No son como Yame’ los putos, son todos careta.
—Dios… quiero que me digas la verdad —dijo Miguel —Luna… ¿el colombiano abusó de ella?
—Ya te dije que ella quería, loco, dale, dejáte de joder con eso. Si la pone toda yegua el negro ese.
—Incluso si ella le dijo que sí… si le chamuyó, le habló lindo… no sé… sigue siendo abuso. Es una nena. Así que por favor decime que es joda eso de que garcharon.
Diosito se rio.
—Es posta te dije… ahí la perdió su virginidad con el Colombia.
Miguel frunció el ceño, sus puños se apretaron con fuerza.
Chapter 23: Cobrando promesas 1
Chapter Text
....
El camión no se hizo esperar y los colombianos custodiaron a Mario fuera donde por fin se separaron, el mayor de los Borges intercambió algunas palabras con Diosito acerca de Gladys, el transporte y el tiempo que les quedaba para moverse del sitio. James salió tras él y anduvo a paso flojo muy cerca de su patrón. Pastor sintió nauseas nada más de verlo. Se acercó rápidamente y lo golpeó en la cara, con tanta fuerza que sintió que sus propios nudillos se romperían al contacto con su nariz.
—¡Cómo te la vas a garchar a la nena! —gritó —¡Violador de mierda!
James se agachó cubriéndose el rostro ensangrentado, pero Barney apareció delante de él y mandó a volar a Miguel de un empujón. Pastor aterrizó de nalgas en el suelo, mientras Diosito corría en su auxilio.
—¡Eh, pará! ¡La concha de tu madre! —intervino.
Mario se acercó, enrojecido.
—¿Ahora qué te pasa, Palacios? —lo atrapó por la campera —¡Estaba todo bien, la puta madre que te pario! ¡Venía todo tan bien carajo! —se tiró de los pelos —¡No lo puedo creer!
Pastor no se pudo recuperarse de inmediato de la caída, pero aunque quisiera llegar hasta el colombiano, Barney se había apostado enfrente.
—¿Está bien, primo? —se le acercó uno de los colombianos a James
—No pasa nada, tranquilos —dijo Mario con mucha cautela.
Sólo entonces Miguel se dio cuenta de que todos los colombianos les estaban apuntando con sus armas.
—¡Póngase de rodillas! — le ordenó el más cercano poniendo la pistola en su cabeza —¡Hínquese pues!
Pastor tuvo que tranquilizarse y obedecer a regañadientes, para su sorpresa tanto Dios como Barney también se pusieron de rodillas.
—No pasa nada, está todo bien —dijo Mario tratando de calmar a los colombianos. James no podía hablar o enderezarse pero levantó una mano para hacerle saber a su gente que estaba bien —deciles James, deciles que está todo bien —urgió Mario
James se limpió la sangre de los ojos, se había repartido la hemorragia de la nariz por toda la cara para cuando intentó pararla y ahora su rostro parecía la escena de un crimen.
—Jueputa.... —susurró
—¡James! —insistió Mario
—Todo bien, parceros, todo bien... —dijo el colombiano —bajen los fierros...
Los hombres obedecieron pero tomaron a Pastor y lo llevaron aparte.
—¡Pedófilo, violador de mierda! —escupió Pastor en el suelo.
Diosito le tomó la cabeza y lo forzó a agacharse.
—¡Ya basta! —exigió Mario
Barney se levantó y fue a atender la nariz de James.
—Está rota, Mario —observó preocupado
Los colombianos miraron al mayor de los Borges esperando una respuesta.
—James es familia, yo me encargo —les dijo
—Es mi primo —lo retó el colombiano.
—¡Este es mi hermano, dejáte de joder! —discutió Mario
—Todo bien, parcero —dijo James y puso una mano en el hombro de Borges —Mi patrón se va a encargar
—Terminado el camello entonces primo.
—Vení conmigo, ahora te digo donde recoger el garpe —Indicó Borges —Barney: mirálo a James.
El primo del colombiano siguió a Borges aparte.
—¿Me lo llevo? —preguntó echándole miradas furiosas a Pastor.
— No, no te preocupes, es un asunto entre amigos —explicó Mario —Somos todos un grupo, viste como es, a veces hay desacuerdos.
—No lo quiero cerca de mi primo.
—No, ya sé, yo tampoco, olvidáte, le voy a dar una buena lección, que en su puta vida se le va a olvidar a este pelotudo.
—Cuídelo a James, Don Borges
—Sí, claro, andáte tranquilo, déjamelo a mí. Oíme: la plata está en un auto abajo del puente gris de valle Rosa, no lo confundas con el de las vías, es el nuevo ese, yo te estoy hablando del de atrás. Mi mujer te va a dar instrucciones como siempre ¿estamos bien?
—Bueno Borges, un placer
—Como siempre, dale.
—Cuídelo a James
—Sí, yo lo cuido, no te hagas problema, andá, andá con Dios.
Pastor respiró la tierra del pavimento con la nariz pegada en el suelo, un colombiano le estaba pisando la cabeza. Diosito seguía hincado junto a él, probablemente porque lo había defendido. Pastor se culpó por eso. Siempre acababa metiendo en problemas a la gente que trataba de ayudarlo. Emma la primera.
—Salimos —avisó el que parecía ser el líder de los colombianos. Se despidieron de James y se alejaron en la misma camioneta que transportaron a Luna.
Tan pronto como se fueron Mario se acercó a él y lo golpeó con un tubo de metal en el estómago.
—¿Qué te dije, hijo de puta? —lo golpeó de nuevo —¡Qué te dije la concha de tu madre!
Pastor perdió el aire por un segundo, luego miró a Diosito en busca de ayuda pero el rubio no había cambiado su expresión. Miguel trató de recuperar el aire.
—¡Tenés un violador Borges! —acusó —¡Tenés un puto violador!
Mario siguió mirándolo con odio, si podía entender lo que escuchaba no dio muestras de hacerlo, nada cambió con su declaración. James se acercó furioso, entonces, ya había salido de la conmoción del golpe y parecía dispuesto a vengarse, pero Barney lo detuvo.
—¡Acúseme en la cara gonorrea! —gritó —¡Dígame a ver qué le hice!
—¡Pará, vos también la concha de tu madre, pará carajo! —escupió Mario
—¡Sos un violador, negro de mierda! ¡Deciles la verdad! —exigió Miguel —¡deciles como la violaste!
—¡No es cierto, malparido! ¡Yo no hice nada, Mario!
—¡Ya me pudrí de esta pelotudez! —Mario tomó a James del cuello y lo sacudió con violencia —¿Qué mierda hiciste con la pendeja, pelotudo?
—¡Nada, Mario, yo no le hice nada, ya le dije! —James se redujo confundido por su agresión —¡Usted dígame cuando le he mentido!
—¿Entonces que le pasa al cobani este, de donde sacó toda esa mierda? ¿Qué te sabe, qué le hiciste?
—No le hizo nada Mario —lo defendió Barney —Se encariño con ella nada más
—¡Vos calláte la boca, le estoy preguntando a él!
—Si yo ya le dije que no le hice nada, Borges. Usted me mandó a cuidarla, ese era mi camello y eso hice, usted ya me conoce. Me conoce ¿cierto? Su mereced sabe que yo no soy ningún degenerado. Se lo juro por mi madre santa que yo nunca la toqué. Usted ya sabe que yo no soy así.
—No te metas en un quilombo conmigo, estúpido. ¡Decime la verdad!
—Yo no soy un violador, Mario, si usted a mí más que me conoce en todas. Se sabe que soy derecho ¿sí o qué, Barney, parcero? Dígale pues como son vueltas conmigo, hermano. Yo se lo juro que nunca, nunca le hice nada. Se lo juro.
—Sí, Mario.
—Cállense los dos. ¿Estás seguro que no la tocaste a la pendeja?
—Se lo juro por mi mamita que yo nunca le hice la vuelta, se lo juro. Yo seré muchas cosas, pero no soy un violador y mucho menos un mentiroso. Usted ya me conoce. Si no me cree ya me puede hacer lo que usted quiera, pregúntele a ella si quiere, pregúntele. Yo no le hice nada. ¡Pregúntele pues!
Mario lo soltó despacio, reflexivo.
—Te dice la verdad el Yames —dijo Diosito cabizbajo.
—¿Y vos que haces ahí? —le preguntó Mario —¿Te vas a quedar hincado todo el día? ¿Qué te pasa?
Diosito tragó saliva.
—Pasa que... sin querer yo le dije a Miguel que ustedes garcharon.
James arrugó la nariz como un gato enfadado.
—¿Cómo? —Mario sacudió la cabeza
—Era joda con Miguel, pasa que no sabía qué se iba a poner así tampoco, Marito. No sabía que se pone así el gil. Era joda Miguel, perdonáme… era joda no más…
Pastor se sintió como un grandioso imbécil. ¿Cómo es que no había pensado en eso? Diosito siempre estaba bromeando, el 90% de lo que salía de su boca era alguna pelotudez.
—Este pirobo… —murmuró James entre dientes.
Hubo un silencio muy largo y de repente Mario, para sorpresa de todos, se echó a reír. Fue una risa magra al principio, determinada y sin tonos fuertes, pero pronto se convirtió en una carcajada, Barney y Dios se rieron también y hasta James sonrió ligeramente. Pastor, en cambio, no le encontraba la gracia. Acababan de tener una gran pelea y ahora se estaban riendo como si nada.
Chapter 24: Cobrando promesas 2
Chapter Text
....
—Dale, pelotudo, levantáte —dijo Mario
Diosito se paró y fue a darle un abrazo a James, probablemente a modo de disculpa.
—¿Estás bien, vos? —le preguntó
James asintió.
Pastor se puso de pie también, pero Barney volvió a pararse frente a él, seguramente para recordarle que si se atrevía a meterse de nuevo con el colombiano tendría que vérselas con él. Si había alguien entre los Borges con el que no podía medirse mano a mano, ese era: Barney; un hombre de dos metros cuyas dimensiones y fuerza eran equivalentes. Además, era el mejor amigo del colombiano, y no tenía razón para perdonarlo por los acontecimientos de la última semana.
—Pedíle disculpas —dijo Borges de repente y entonces se hizo el silencio
—¿Qué?
—Pedíle disculpas al colombiano por la acusación que hiciste.
Pastor se rio.
—Fue este pelotudo el que me lo dijo, yo no inventé nada. Además que no haya tenido relaciones con ella no significa que no sea un pedófilo.
—Vamos a cuerearlo che, no lo aguanto más —dijo Barney
—Mirá Palacios: vos me tenés los huevos en salsa, nene. Venís acá con mi familia y te doy mi confianza, te dejo salir de garpe con nosotros, con mi hermano te dejo andar en los besos, qué hacés vos... ¿cuál es?
—No es así, Mario, somos amigos te dije —dijo Diosito —amigos nomás. No es de putos eso. Son besos de amigos nomás.
—Vos calláte la boca que no estoy hablando con vos.
—Pensá lo que te dé la gana, Mario —dijo Pastor —Estoy cansado de todo esto con ustedes, son todos una mierda… yo me voy a la mierda.
—Pero me venís a acomodar al colombiano que te salvó el cuero, sos un desagradecido, che.
Miguel empezó a alejarse
—Admito que la acusación fue exagerada pero no por eso muy alejada de la realidad —señaló a James —Vos no me vas a negar que tenés algo con la nena. Y eso es ser un pedófilo, eso es lo que sos.
—¿En qué vas, flaco? —se burló Mario —A mí me tenés que pedir disculpas, a James le tenés que pedir disculpas, vos te vas a acabar de rodillas con todas las que me debes, pibe. Te voy a cobrar en especie yo.
—En principio yo no te debo nada a vos, y si yo estoy acá todavía es porque estoy esperando la guita que me corresponde, porque yo cumplí con el laburo, independientemente del resultado.
—Vos le pasaste la información a Lunati, porque si no ahora estábamos todos en una playa y con las bolas al aire —dijo Mario —Ese es el problema que venimos arrastrando desde el principio vos y yo. Escúchame palacios. Yo he sido muy paciente con vos, y vos me tenés que agradecer que soy tan blando, porque si no te estaría cobrando ahora esa guita a vos en lugar de tenerla a la pendeja. Porque sabés que fuiste vos, que fue por culpa tuya que nos afanaran el boliche.
—Yo no le pasé la información tampoco, y si lo averigüé fue por la nena, no por el viejo. Yo a vos no te debo nada. Y por lo otro: por el colombiano, quedáte tranquilo porque le quería romper la cara y ya se la rompí, estamos bien ahora.
—Y, no me parece, che —Barney se le apostó adelante impidiéndole el paso —No creo que estemos bien ahora —dijo Mario —Porque me parece que me quedás debiendo, flaco.
—Dale, loco, disculpáte —pidió Diosito —le reventaste bien los ñoquis a Colombia, dejáte de joder. Si él no te hizo nada a vos.
Miguel se rio sarcástico.
—¿Sabés qué Borges? ¿Porque no me venís a lamer un poquito el orto? Yo me voy a la mierda de acá. Están todos enfermos.
Mario le apuntó en la cara con una seriedad que hacía imposible creer que había estado riendo hace unos minutos.
—Bueno, me parece bien —le dijo —andáte con Dios
Diosito le arrebató la pistola
—¿Qué haces, puto? —lo empujó —¿Qué te pasa?
—Dejálo —reclamó Miguel —si me vas a matar apretá de una vez, gordo pelotudo, yo no te tengo miedo Borges. Nunca te tuve miedo, por eso me odias tanto, porque sabes no me podés someter como a todos estos orangutanes. Así que dale, mátame de una vez, mátame para que ya no tenga que verte, pedazo de escoria.
—No nene, vos tenés muchas para pasar la lista todavía. No te voy a matar ahora —Mario caminó hacia la esquina donde estaban las herramientas para el caso de incendios de la gaveta de emergencia y tomó el hacha —Pero yo te hablé claro antes, vos sabes que yo tengo palabra, y te lo dije muy claro lo que te iba a pasar si le volvías a poner una mano a mi gente ¿te acordás, Palacios? ¿te acordás lo que te dije?
Pastor frunció el ceño. Barney lo sujetó por detrás y con ayuda de James lo inmovilizaron contra la mesa. El más grande le forzó un brazo tras la espalda y el otro bien estirado sobre la mesa.
—¡Eh! ¿Qué hacés, puto? ¡soltálo! —Diosito corrió hacia sus amigos y los empujó tratando de liberar a Miguel, pero Mario lo jaló a un lado —¡Que hacés Mario, soltálo! ¡Es mi amigo Miguel, somos todos amigos, gil! ¡Deciles que lo suelten!
Diosito forcejeó con su hermano, pero James fue por él, se lo quitó de encima y lo redujo con una patada en los testículos. Luego cogió la pistola que le había quitado y se la guardó.
—Te voy a dar una última oportunidad, pibe, y vos me tenés que escuchar. Pedíle disculpas al colombiano y yo te perdono —prometió Mario —Seguimos como siempre, como dijiste: esta todo bien, todo perdonado —Pastor sintió el sudor resbalar por su frente —Tenés dos opciones, elegí a la carta: ¿te disculpás con el colombiano o te quedás sin manito? ¿qué va a ser? Te escucho Palacios.
Pastor se quedó callado, había vivido toda clase de torturas en los últimos años y, en retrospectiva, perder una mano no le parecía tan grave.
—Bueno… el que calla otorga —dijo Borges
Sin embargo en el momento que Mario levantó el hacha sobre sus hombros, su boca se abrió por sí misma.
—Perdón... —susurró
Diosito abrió mucho los ojos tratando de enderezarse.
—¿Cómo? no te escuchamos —dijo Mario —¿cómo dijiste?
Pastor se tragó su orgullo y parte de la bilis que lo corroía por dentro.
—Perdón
—¿Perdón por qué? Contáme, decile a él
Barney lo obligó a arrodillarse frente al colombiano. James lo miró desde la altura de su más avasallada soberbia y le sonrió.
—Perdonáme por decir la verdad y romperte bien el orto como te mereces, ¡buldog importado!
Barney lo arrojó sobre la mesa de nuevo, Mario bajó el hacha, y lo siguiente que supo el ex policía fue que sus dedos se habían ido.
—¡No! —Gritó Diosito.
Pastor cayó al suelo sujetándose la mano con mucha fuerza para parar el sangrado, el dolor era tanto que sentía que a ratos se desvanecía; sin embargo, no gritó, se las arregló para conservar su dignidad hasta el final.
—Yo te lo dije que la próxima vez que jodás con mi familia te iba a cortar la mano. Mirá que te lo advertí con tiempo, puto de agua.
Pastor ya no pudo mantener la conciencia y las últimas palabras de Borges las escuchó como un eco muy lejano.
Chapter Text
Pastor recuperó la consciencia casi un día después, en medio de la madrugada. Diosito estaba sentado, cabeceando junto a él, parecía que intentaba con toda su fuerza no quedarse dormido.
Pastor sintió dolor, recordó los acontecimientos antes de desmayarse y se sintió desmembrado, no por primera vez, con razones de sobra. Miró su mano y encontró un vendaje bien profesional, no podía sentir la mano en absoluto, pero por la forma del vendaje podía darse cuenta de que todos sus dedos estaban en su lugar. Además, no se encontraban más en la bodega donde se veían obligados a dormir unos sobre otros, o en el almacenaje donde tenían a Luna, sino que estaba en la habitación de una cabaña mucho más cómoda y espaciosa.
—¿Te pasó la anestesia bombón? —preguntó Diosito —Me dijo el doc. que capaz que no despertabas hasta mañana.
—¿Dónde estamos?
—En lo de Gladys —explicó Diosito —Es una genia la Galdys… nos consiguió esto pa ranchar unos días en lo que sacamos la guita.
—¿Dónde la tienen a Luna?
—No me dijo Marito, dice que te lo cuento todo, que sos un traidor, que yo también soy un traidor por buche... lo mandé a cagar al gil, no sabe lo que dice el puto… ¿te duele la manita príncipe?
Pastor ignoró la pregunta, se levantó y trató de abrir la puerta, pero estaba cerrada por fuera. Lo mismo con las ventanas.
—Te debe estar pasando el efecto de la inyección esa que te dio el doc. —dijo Diosito
Pastor inspeccionó las paredes mientras hablaba.
—¿Qué doctor? —preguntó —¿Estuvo un médico acá?
—Ya llegó el doc. anoche, vino a ver a Yames, le rompiste bien la jeta hijo de puta, buen derecho que tenés, sos bravo vos, eh. Sos un rati, te la sabes por eso.
—¿Por qué está cerrado? —empujó de nuevo Miguel —¿tenés la llave?
—No. Pasa que ayer me fui de boca con Marito y nos puteamos ¿viste? me mandó al puto de Barney pa que me encierre acá con vos... pero no te haga mala leche porque ya se le va a pasar al gordo. Siempre se le pasa.
—¿Estamos encerrados acá?
—Sí, es un pajazo nomá’. Lo bueno de todo esto es que nos dejaron juntos —rio Diosito —Así para jugar unas cartitas, qué sé yo. En lo que la amasijan a la pendeja.
—¿La están interrogado a Luna?
—¿Qué me importa a mí la pendeja esa?, igual yo no les perdono lo que te hicieron a vos. Ni porque ya te pusieron todos los dedos otra vez. Nunca los voy a perdonar, ni, aunque me garpen mi parte.
Miguel inspeccionó por encima del vendaje para comprobar que sus dedos estuvieran allí.
—¿Vos de verdad pensás que Luna tiene la guita todavía? —preguntó
—Y, porque no sabe dónde la tenía el viejo. Pero sigue siendo suya, es parte de la herencia que le dejó el juez. Dejáte ahí, loco, te vas a lastimar.
—Bueno, eso no lo sabemos —dijo Miguel
Diosito se rio.
—Te quedó mala la manito, ¿no? pero que bien se la pusiste al colombiano. ¿Cómo le dijiste? ¿“Buldog importado”? —su risa tranquila se convirtió en una carcajada.
—Es como se lo dije a él —Miguel se encogió de hombros —no le tengo miedo a tu hermano, menos a sus guardaespaldas.
—Hacés bien con eso, Miguel... pero ya nos vamos a recuperar de esta.
Miguel suspiró.
— Nada de “nos vamos”, cada uno por su cuenta, vos me defendiste y yo te agradezco, ya te agradecí por lo otro también, cada uno por su lado tan cómo siempre.
—qué te ponés fisura todavía, Miguel ¿no ves que nos tenemos los dos, no más...? No tenés a nadie que te banque acá, pero yo sí te voy a bancar porque nosotros somos amigos, loco, es así ¿o no sos mi amigo?
— ¿No estás enojado conmigo por lo de tu hermano? —Miguel volvió a sentarse en la cama, mareado.
—¿Qué de mi hermano?
—O tu novio, lo que sea el mono aquel
—ah ¿por el Yame’ decís? —Diosito picó un poco de coca —Si ese puto tiene más vidas que un gato el gil, no le pasa nada a él: es colombiano, los colombianos no se mueren ellos.
Pastor frunció el ceño.
—Ayudáme a salir de acá, quiero verla a Luna —pidió
—Y dale con la pendeja, guacho. No le pasa nada a la mina esa, olvidáte de ella, gil.
—Mario le puede hacer algo. Tenemos que ayudarla.
—No le pasa nada, ya la defiende el Yames, como anda enamorado el perro.
—¿Otra joda?
—No sé, loco. Colombia es otra cosa, corte “indecidido” ¿viste? Se las garchulea todas las travas ahí, corte medio putito, medio canchero también el zorrillo ese. No le conozco minas yo. Minas posta, ahí de concha y tetas naturales digo. Por ahí se encariña con la pendeja porque la tiene a las colombianitas esas. No conoces vos a la Mireya, la más chica de las hermanas, dice que se la acuerda al toque. Es así el Yames, se las da de cheto con las minitas corte de hermano mayor.
—¿es trolo decís?
—Capaz
—Bueno, recién me dijiste que tenías algo con él —Miguel había tratado de que aquello no sonara como una especie de reclamo —¿era mentira también?
—Que era joda, guacho, te dije —Diosito se rio —Pero mira cómo te calienta que tenga otro turro. ¡No seas celoso, puto!
—No me calienta… quiero saber nada más, fuiste vos el que sacó el tema igual.
—Nada, pasa que nosotros tenemos mucho tiempo libre, loco. Y yo no soy trolo ni nada, pero me entretengo a veces.
—Entonces ¿no tuvieron nada?
—No, bueno… uno’ beso’ ahí
—¿Qué tipo de besos?
—Pero no te vayas a pensar que es como nosotros, no es así de putos, fue de amigos no más.
—Nada que ver —dijo Pastor, sarcástico, por algún motivo se sentía todavía más enojado con el colombiano.
—Una pajita de vez en cuando, pero con otros amigos igual, todos juntos. Hacemos la paja, miramos ahí: “las pajitas”, todo piola en el pabellón, ahí en San Onofre también.
—¿Te hizo algo él a vos?
—Pasa que cuando te conocí yo estaba confundido, ¿viste?… corte minita que me dio, porque no sabía que me pasaba con vos, porque me decía Marito que estaba como enganchado, y el psicólogo, todos me decían y tal... ya por eso yo le pregunté a Yames como hace con las travas que sí es puto y así... pero me dijo que no, que era por alivianarse no más...
—¿Y te alivianó a vos?
—Pa saber que se siente nomás
Pastor asintió sin ponerle mucho cuidado.
—¿Cada cuánto?
—No, nada más fue una vez eso, me olvidé ya
—¿Se lo dejaste claro?
—Que sí, esta todo bien, si nosotros somos hermanos posta.
—¿Y no te forzó a hacer nada?
—¿Qué te da el gil que te pensás que es un monstruo el Colombia?
—No me gusta.
—Y, porqué vos no lo conocés tampoco —Diosito empezó a jugar con una ramita —no querés conocerlo, si somos familia nosotros, es cómo mi familia el chabón.
—Bueno, no me apetece conocerlo, gracias.
Diosito se cruzó de brazos, ofendido.
—No, porque cuando yo te pido algo no tenés ganas, pero cuando vos me pedís un favor a mí yo siempre te banco a vos —reclamó
—No es lo mismo eso, vos me estás pidiendo que me lleve bien con alguien que no me acomoda, tenemos diferencias, dejálo ahí.
—Pero vos tampoco lo querés conocer, así como te salvó de la cana, eh ¿te acordás eso Miguel? Que te salvó Colombia.
—¿por qué lo defendés?
—Así como te defiendo a vos, porque somos todos amigos, gil. Porque quiero que se entiendan ustedes, que pongás de tu parte también. A ver si nos vamos a volver la familia que somos vos y yo. Vas a volver a ser parte de la banda.
—Bueno, ahora no quiero. Te olvidaste que me cortaron los dedos, ¿eh? ¿Te olvidaste de eso pelotudo? ¡Que fue por tu puta culpa te olvidaste!
—Ya está eso, che, te los pegaron otra vez los deditos, guacho, dejáte de joder.... Si le hubieses pedido disculpas a Yames...
—¿Disculpas de qué? ¿Para qué?
—Pa salvarte tus dedos, gil. Estaríamos ahora allá afuera con una birrita todos juntos.
—¡Andáte a cagar!
—Dale, Miguel, aflojá un toque, siempre querés estar a las puteadas también vos, somos amigos, loco, dale, aflojá.
—Ya está, dejálo.
—Dale, loco.
—Ahora lo que quiero es salir de acá, ¿me vas a ayudar o no?
—No, sé ¿Qué querés hacer? Si no se puede hacer nada.
—Tenemos que salir de aquí cuanto antes. Tengo muchas cosas que hacer allá afuera. Tengo que verlo a Lucas, a Luna… no me puedo quedar acá con vos a jugar a la casita.
—¿Qué casita, loco?, ¿qué decís? ¿te parece que me estoy jugando yo? Si más que yo siempre salto por vos y les doy la espalda a mis amigos gil, todo por vo’ porque me tengo que poner de tu parte, rati garca.
—Nadie te dijo que te pongas de mi parte esa decisión es tuya.
—Pero yo lo hago por vos…
—Ni siquiera sé por qué carajo lo haces.
—¿Vos por qué te pensás que lo hago Miguel?
—Porque sos un pelotudo.
—No… —Diosito se paró frente a él —Es por lo que tenemos nosotros que no querés admitir.
Miguel sintió que Diosito estaba demasiado cerca, encerrados allí no podían mentirse, y lo más importante: no tenían que mentirle a nadie. Tal vez era hora de aclarar lo que sea que estuviera sucediendo entre ellos.
Chapter Text
Luna no podía ver nada a través de las cortinas de su cabello, estaba atada y le dolían todas las articulaciones.
—¿Dónde está la guita? —insistió la voz de Mario
Luna rodó los ojos desde su asiento.
—Ya te dije que no lo sé. ¿No les bastó con matar a mi papá?
—Nosotros no lo borramos a tu viejo, y además eso ya no importa porque ahora la deuda es de vos. Así que acá estamos: ¿dónde está la guita?
—Bueno, hace como te cante el culo, gordo imbécil, yo no tengo la guita. Y si la tuviera me hubiera ido muy lejos de este país de mierda, con gente mierda como ustedes.
—Che, que maleducada que sos, nena —dijo Barney
—Mira piba, la cosa es que tu papá no se pudo haber gastado toda la tarasca en tan poco tiempo, luego se enfrió, lo achuraron, y henos acá —analizó Mario —¿Dónde está la guita?
—Quiero hablar con Miguel —dijo Luna
—No está Miguel, se murió che ¿dónde está la guita?
—Yo sé que se escapó con ustedes, lo vi recién.
—¿Dónde está la guita?
—¡Quiero hablar con Miguel!
—¡Qué pesada que sos nena! ¡Todavía con lo mismo, la concha de tu madre! ¿qué querés con ese pelotudo vos? ¿eh? ¡sabes que fue ese hijo de puta que lo mandó a tu viejo para el otro lado? ¿eh? ¿lo sabías eso? —Luna se quedó callada, sus ojos se abrieron enrojecidos —Ah, sí: no lo sabías ¿verdad? —Mario sonrió —ese cobani lo mató a papi juez, él lo mató a tu viejo, che. Y vos te la pasas acá gritando por él, que pendeja pelotuda. Barney ¿podés creer?
—No es verdad —dijo ella
—Cómo nos cagó a los dos este hijo de puta ¿no? A mí también me cagó con eso, no te preocupes, no sos la única.
—No, es mentira…
—Ahora que hables con él le podés preguntar vos misma… pero a mi no me importa lo suyo, che, yo quiero mi guita. Te escucho, Lunati.
Luna tomó aire y lo juntó en sus pulmones para gritar con toda su fuerza.
—¡Ayuda! ¡Ayuda!
Mario la abofeteó. Todo se quedó en silencio durante un minuto.
—¡Andáte a cagar gordo forro! —lloró la piba —¡No sé dónde está la guita!
—Enano…
—Sí, Mario
—Tráeme las herramientas.
Barney obedeció y salió a regañadientes.
—Escucháme ahora pendeja: vos llegas a hacer algo estúpido y yo te corto la cabeza ¿está? Mirá que me quedé con muchas ganas de mandársela a tu viejo, y ahora te van a encontrar en el rio de la plata. Te voy a dar 10 minutos para que lo pensés mejor, si cuando vuelva todavía no sabés dónde está mi guita, yo te lo voy a recordar a la fuerza ¿entendiste?
Luna le escupió en la cara. Mario retrocedió y logró evadir su saliva.
—Encima sos una cerda, la concha de tu madre…
Mario salió de la habitación y Luna se desmoronó. Había fingido que tenía la situación bajo control porque no quería que supieran que estaba aterrorizada, pero las voces y rostros tan conocidos revivieron cada pesadilla que creía haber dejado en el pasado, y para colmo su salvador, el hombre que había pensado su héroe durante todo este tiempo había sido el encargado de secuestrarla esta vez, y probablemente se trataba del mismísimo asesino de su padre.

SakuraSword on Chapter 7 Wed 28 Aug 2024 12:12AM UTC
Comment Actions
Darton on Chapter 7 Sun 15 Sep 2024 03:42AM UTC
Comment Actions
SakuraSword on Chapter 14 Thu 19 Sep 2024 03:08AM UTC
Comment Actions
Darton on Chapter 14 Wed 25 Sep 2024 07:13PM UTC
Comment Actions