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Language:
Español
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Published:
2024-03-04
Updated:
2025-09-21
Words:
18,731
Chapters:
8/?
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25
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60
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1,056

Pirate Hunter & Demon Hunter

Summary:

Zoro, how was your first kiss, is there someone waiting for you?

I've never kissed anyone. There is no one waiting for me...

Zoro Roronoa, cazador de piratas, demonio del Mar del Este y Rey del infierno besó a Sanji Black, cazador de demonios...

Chapter 1: First kiss

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Los carteles de búsqueda con nuevas recompensas para los Mugiwara fue la razón de la fiesta en el Thousand Sunny. Derrotar a Kaido y Big Mom le dio un nuevo estatus a la tripulación, Luffy se convirtió en uno de los cuatro emperadores del mar, sus nakamas incrementaron su valor como piratas en especial Zoro y Jimbe por ser los más fuertes. Comieron, bebieron y bailaron hasta quedar rendidos, hablaron de cualquier cosa que se les ocurrió, pocas veces tenían tiempo de convivir de esa manera.

—Me gusta estar con ustedes pero extraño a Kaya... extraño pasar tiempo con ella, extraño contarle las increíbles aventuras del Capitán Ussop. Le prometí que algún día regresaría pero hay veces en las que pienso que nunca sucederá —habló el francotirador claramente bajo los impulsos del alcohol. —Estoy segura que ella también te extraña —dijo Nami. —Volverás a verla y te dará un beso como cuando te fuiste —agregó el capitán con una gran sonrisa. 

Ussop hablaba de Kaya como la mujer más hermosa e increíble, era obvio que estaba enamorado pero nunca mencionó que fueran novios; la declaración del capitán avivó el  interés de sus nakamas por ella, con las mejillas y orejas ruborizadas contó la verdadera historia entre ambos. Se conocieron desde pequeños, al quedarse huérfanos crearon un vínculo de apoyo y protección; él desarrolló sentimientos que no se atrevió a confesar por miedo a ser rechazado, no esperaba compartir su primer beso al despedirse, también fue una promesa para estar juntos en el futuro.

—Eso es muy tierno. Nuestro francotirador tiene una gran historia de amor —dijo Robin, ella y Franky se tomaron de las manos mostrado una sonrisa de complicidad.

—Yo dí mi primer beso en Zou, le prometí que nos veríamos otra vez, también tendré mi historia de amor —gritó Chopper atrayendo la atención de todos, incluso Zoro se ahogó con su bebida. El médico contó lo que sucedió con Milky en Zou, la tripulación quedó impactada pero estaban felices por él, aquél pequeño reno que conocieron en Drum había crecido.

El músico se animó con las historias románticas y les platicó como fue su primer beso. Jimbe, Robin y Franky no dieron muchos detalles pero también le contaron al resto de la tripulación como fue la primera vez que besaron a alguien. El capitán reveló la promesa de compartir el One Piece con la persona que le dio su primer beso, esperaba que pudiera estar a su lado cuando se convirtiera en el Rey de los Piratas; nadie sabía a quién se refería, Boa Hancock era la única persona que había mostrado interés en él pero no fue mutuo, Luffy aseguró que nunca la besó y tampoco le dio motivos para que ella creyera que se casarían.

Nami decidió unirse a las confesiones, dijo que su primer beso no fue relevante pero conoció a una persona especial, ella fue su primer beso para esa persona, desafortunadamente las circunstancias no les permitieron empezar una relación romántica pero tenían la promesa de hacerlo en el futuro. —Es tu turno Zoro, ¿cómo fue tu primer beso? ¿hay alguien esperándote? —preguntó la navegante después de brindar por esa persona especial.

—Jamás he besado a alguien. No hay nadie esperándome y no planeo tener un historia de amor, eso interfiere con mi objetivo de ser el mejor espadachín del mundo —respondió de manera fría y cortante. Continuó bebiendo, sus nakamas cambiaron de tema, la fiesta terminó unas horas después dejándolo hacer guardia, fue el único que pudo mantenerse en pie.

Sabían que Zoro no era el tipo de persona que busca o espera una relación amorosa, lo mismo pensaban de Luffy, ellos nunca demostraban interés romántico pero si su capitán había besado a alguien también el espadachín pudo hacerlo. Era atractivo, un poco holgazán para su arreglo personal pero tenía bastantes pretendientes, en Wano fue muy cercano a Kiku y Hiyori, Brook les contó a todos como lo encontró con la princesa, era difícil creer que no hubiera dado un beso.

Jimbe y Brook despertaron temprano para limpiar el desastre y preparar el desayuno, al ser los mayores de la tripulación se sentían responsables de cuidar a los demás. Chopper, Luffy, Ussop y Nami habían demostrado madurez pero seguían siendo muy jóvenes, les faltaba mucho por aprender; Zoro, Robin y Franky eran más conscientes pero algunas veces impulsivos.

El antiguo shichibukai llevaba poco de convivir con la tripulación pero se había dado cuenta que todos necesitaban un poco de apoyo en ciertas áreas. Zoro era cerrado, decir que no planeaba estar con alguien porque interfiere en sus planes es afirmar que esa persona lo limitaría, estaba negando algo que ni siquiera había intentado, no es obligatorio hacer cosas como besar o tener una pareja pero simplemente descartó la idea por pensar que era negativo. —¿Deberíamos hablar con él? —preguntó mientras cortaba algunas frutas. —Tal vez pero no ahora. Zoro aún tiene mucho por recorrer en la vida, quizás se de cuenta que una persona a su lado podría ayudarlo e impulsarlo —contestó el músico sin dejar de hacer los panqueques.

El resto del viaje transcurrió sin inconvenientes hasta atracar en Edelweiss, una pequeña isla invernal, el loge pose tardaría dos días en reestablecerse pero el plan era quedarse una semana. Jimbe quería explorar el lado sur y averiguar algunas cosas. Robin y Franky se ofrecieron a vigilar el Sunny, los demás consiguieron una agradable posada en el centro de la ciudad para hospedarse.

Luffy y Chopper desaparecieron en el mercado buscando comida, el resto de la tripulación entró a un bar para conseguir información y pasar un buen rato. Al llegar la navegante se sentó junto al espadachín pero se dio cuenta que unas chicas lo estaban mirando, cambió de lugar en la mesa para quedar a lado de Ussop, después de algunos minutos una mujer se acercó a su mesa. Alta, pelo negro ondulado, piel clara con pecas, ojos grandes color miel y labios finos; su vestido negro y abrigo de piel le daba una presencia impecable, era hermosa cualquiera podía reconocerlo sin problema. —Hola, deben ser nuevos en la ciudad, ¿puedo sentarme con ustedes? —preguntó con timidez. Brook estaba por responder pero Nami le dio una fuerte patada debajo de la mesa, su plan era conseguir que Zoro interactuara con ella.

Verónica, la hermosa chica trató de hablar con el peliverde, no la ignoró pero fue obvio que no le interesaba, después de conversar un poco y utilizar algunas tácticas de coqueteo se fue sin conseguir nada. Zoro fue amable, los demás habían visto como en otras ocasiones simplemente se alejaba y algunas veces les gritaba o amenazaba con cortarlos por la mitad, no importaba si era hombre o mujer, nunca había mostrado interés romántico en nadie. En algún momento pensaron que Tashigi podía gustarle al peliverde por la forma en que se comportaba cuando estaban juntos, también pareció entretenido con Hiyori, Kiku, Cavendish y Law pero solo fue porque sabían de espadas.

Nami quería gritarle al médico y a su capitán por llegar al bar con un montón de bolsas con dulces y comida, la mayoría de su botín desaparecía por todo lo que esos dos gastaban en comer. —Tal vez nos den un descuento si Zoro invita a Verónica a una cita, o le da un beso —sugirió, Luffy aceptó comprar suministros con ella. Durante la conversación descubrieron que era hija de un proveedor de alimentos, dijo que podían conseguir suministros con su padre a un buen precio y de calidad.

—¿Y por qué no la besas tú? Bruja codiciosa —respondió el peliverde un poco enfadado, no le agradó que quisieran obligarlo a besar a alguien.

—Lo haría si estuviera interesada en mí pero tiene un pésimo gusto —dijo la navegante con aires de superioridad.

Zoro chasqueó la lengua y continuó bebiendo, antes lo molestaban por no hacerle caso a ningún idiota que se acercaba o a ninguna chica empalagosa, pero desde que se enteraron que no había besado a nadie la situación empeoró. No quiso aguantar las miradas y comentarios pasivo-agresivos de Nami, salió del bar con una botella de sake y un par de brochetas de pulpo que le dio Chopper, necesitaba un lugar tranquilo. —No te pierdas Zoro o te podrías congelar —gritó Ussop desde la mesa en donde los demás se quedaron bebiendo.

Su abrigo verde apenas lo cubría del frío, no estaba nevando pero había una ligera capa de nieve en el suelo y la temperatura era bastante baja. Había desarrollado la habilidad para soportar climas extremos pero esa noche no pudo, los vellos de sus brazos se erizaron, sintió un gran escalofrío y su ritmo cardíaco aumentó. Se detuvo en un puente de piedra, no había nadie en las calles, el cielo estaba iluminado por tonos verdes, azules y rojizos generados por auroras boreales. Sintió una presencia extraña, estaba cerca e inmóvil, llevó su mano a la empuñadura de Wado pero fue Kitetsu quien lo llamó, la espada siempre estaba intranquila, esa vez se sintió mucho peor.

Esperó algunos minutos para que la presencia decidiera salir de las sombras pero simplemente desapareció, supuso que era un lugareño curioso porque no fue hostil. Cuando estuvo completamente seguro que no había nadie más espiando continuó su camino, Kitetsu siguió molesta. Logró llegar a la posada, sus nakamas ya estaban dormidos; compartió habitación con Brook y Luffy, había dos camas de buen tamaño pero el músico era demasiado alto y demasiado hueso para estar cómodo, y su capitán dormía estirándose por todas partes, decidió acostarse en el sofá. Chopper, Ussop y Nami compartieron habitación justo a lado.

Alrededor de medio día despertó, estaba solo, aprovechó el pequeño baño de la habitación para adelantar su ducha semanal. Al salir a la calle no tardó mucho en encontrar puestos de comida, compró algunas cosas con el poco dinero de la asignación que le daba Nami. En algún momento se encontró con Chopper, fue arrastrado para ver los suministros que podían conseguir con Verónica, no quería ser acosado nuevamente pero no tuvo opción. Era un local bastante grande, había semillas, especias, verduras, frutas y otros productos; Nami y Ussop estaban escogiendo algunas cosas, la mujer y sus amigas del bar también estaban ahí, se veían muy diferentes vestidas con monos de trabajo, gorros y guantes.

Notó que había algo raro en el ambiente, no era la sensación fría del clima invernal pero definitivamente era algo frío. Enfocó su atención al hombre rubio que se despedía de Verónica, llevaba una larga capa roja, una elegante camisa blanca, guantes, pantalón negro y zapatos negros lustrados, su cabello ondulado cubría una parte de su rostro, tenía piel clara y extremadamente pálida, no pudo distinguir el color del ojo visible porque la ceja rizada captó su atención. Kitetsu lo llamó insistentemente, estaba seguro que él fue a quién sintió la noche anterior. 

—Me alegra que vinieras, si quieres puedes probar las frutas antes de comprarlas —dijo la pelinegra cuando el rubio se fue. —¿Quién es él? —preguntó con su mano en la empuñadura de Kitetsu y dirigiendo su mirada al hombre que se alejaba entre la multitud de la calle. —Solo un cliente, no es de la isla. Mi padre le consigue especias poco comunes en esta parte del nuevo mundo —respondió por educación aunque le molestó la actitud del pirata.

Realmente consiguieron buen precio en todo lo que compraron, pudo costarles el doble en cualquier otro lugar. La navegante habló con Verónica de la tormenta invernal que se acercaba, si no lograban salir del puerto a tiempo tendrían que quedarse semanas hasta que el clima mejorara. Zoro escuchó la conversación, se interesó al saber que el último barco de pasajeros salía por la tarde, supuso que ese hombre misterioso tendría que tomar el barco antes de la tormenta.

Llevaron los suministros al Sunny, le informaron a Franky y Robin que se irían al día siguiente al amanecer, también les encargaron avisarle a Jimbe. Todos esperaban que su capitán no causara ningún problema en el tiempo que les quedaba en ese lugar o tendrían que quedarse varados. Zoro se negó a regresar al centro de la ciudad con los demás, caminó por el puerto hasta llegar al área de barcos de mercancías y pasajeros. Aunque la isla era pequeña recibía una gran cantidad de embarcaciones, no fue discreto en buscar al rubio entre todas las personas.

—¿Te perdiste Cazador de piratas? Tu barco está al otro lado del puerto —alguien habló detrás de él. Se sorprendió porque desde hace tiempo nadie lo llamaba de esa manera, y lo peor es que ni siquiera sintió su presencia hasta que escuchó su voz. Volteó con Kitetsu a punto de ser desvainada. —No, vine por ti —contestó al verlo, se había puesto el gorro de la capa pero lo reconoció fácilmente.

El hombre caminó sin decir nada pero Zoro entendió que debía seguirlo. Se alejaron de la multitud y caos en el puerto, entraron a una gran bodega de madera, el rubio dejó su mochila y bolsas en una mesa de trabajo, se quitó la capucha y los guantes. —Sandai Kitetsu, la tercera mata demonios. Una katana que curiosamente tiene un demonio en su interior y es empuñada por Roronoa Zoro, Demonio del Mar del Este.

Esas palabras causaron desconcierto en el pirata, no esperaba que supiera todo eso. —¿Quién eres y por qué escapaste ayer? —cuestionó sosteniendo la empuñadura de Kitetsu.

—No escapé Marimo, ustedes se cruzaron en mi camino mientras estaba en medio de algo importante.

—¡¿Cómo me llamaste?! —exclamó el peliverde.

—Ma-ri-mo —repitió el apodo. Zoro sacó a Kitetsu y la apuntó directo a su garganta pero no se movió ni un milímetro. —Eres molesta, si quieres mi sangre vas a necesitar ayuda de las otras dos, ellas no son impulsivas como tú y Roronoa, considerate afortunada porque ahora no me interesas —habló dirigiéndose a la katana. Sandai Kitetsu vibró en la mano de espadachín, normalmente no se opondría a cortarlo pero necesitaba obtener más información del extraño, tuvo que ser rápido en alejarla para no cortar la piel pálida. —Soy Sanji Black, cazador de demonios —el rubio finalmente se presentó.

Zoro volvió a mirar el impecable atuendo del hombre. —No pareces un cazador —dijo sin la intención de menospreciar pero se veía delicado casi como un miembro de la realeza.

—Yo no necesito exhibir tres espadas y comportarme como un ogro para ser un cazador —se burló Sanji. —Lo soy porque tengo un don que me permite percibir demonios. Me gusta pelear con ellos por diversión, y los destruyo cuando son demasiado molestos como Kitetsu y tú.

El tono en que habló irritó al espadachín pero de alguna manera también lo emocionó. —Eres muy confiado al decirme eso, has oído de mi, debes saber que puedo acabarte.

—No tienes ningún motivo para hacerlo Marimo, pero si quieres intentarlo no tendré piedad contigo.

Zoro se dio cuenta que el hombre no llevaba ningún arma visible, supuso que era un peleador cuerpo a cuerpo como Luffy, su postura demostró que estaba listo para atacar en caso de ser necesario. —Me insultas, eso es motivo suficiente para arruinar tu bonito rostro —habló sin pensar sus palabras.

—Es un honor que le parezca atractivo al Rey del Infierno —agradeció el cazador de demonios con una sonrisa. Pudo sentir a Kitetsu enojada, quería saber cómo reaccionaría si tocaba a su portador, o si se enfrentaban en una pelea. Sandai Kitetsu tenía una reputación al igual que Roronoa, además Wado Ichimonji y Emma eran interesantes, supuso que un enfrentamiento sería emocionante.

El pirata no quiso decir que Sanji era atractivo, obviamente lo era, tenía una actitud seductora pero también era un idiota engreído. —No me refería a eso... tú...

Sanji interrumpió el balbuceo del espadachín. —Estoy jugando contigo cabeza de musgo, si realmente eres un demonio es seguro que me odias, quisiera patear ese ego de alfa que tienes pero mi barco está por zarpar.

Roronoa ocultó su vergüenza, dio un par de pasos hacia él con la intención de provocarlo, apenas veinte centímetros los  separaban. —No tardaré en hacerte suplicar —dijo con el tono de voz que usaba en batalla. Su único ojo se mantuvo en el único ojo visible del otro hombre, finalmente notó que era de color gris pero tenía pequeños destellos de iris azul.

El rubio no había dejado a nadie acercase tanto, por primera vez en mucho tiempo cedió a sus instintos y se permitió disfrutar tener cerca a un hombre; consideraba guapo al peliverde, lo había visto en periódicos y carteles de búsqueda pero en persona era mucho más atractivo, no solo por su aspecto físico sino por la energía y fortaleza que emanaba. Zoro envainó a Sandai Kitetsu, acorraló a Sanji entre la mesa y su cuerpo como un cazador a su presa, su olor a tabaco y quizás canela fue excitante, se dejó llevar por una parte de él que tenía reprimida.

Había una especie de desafío y atracción, la respiración de ambos se acopló, el tiempo pareció ir más lento, y su ritmo cardíaco aumentó. Se acercaron al mismo tiempo eliminado la distancia que los separaba, no desviaron la mirada, simplemente cerraron los ojos en el instante sus narices rosaron. Sus labios agrietados por el frío invernal se unieron presionando ligeramente, Zoro inició el movimiento con torpeza enfocándose en el labio inferior del rubio, por suerte fue correspondido al instante. Por acto reflejo Sanji alcanzó los tres aretes de oro haciéndolos tintinear, rodeó al peliverde por el cuello, y él lo sostuvo de la cadera con ambas manos para obtener mayor cercanía. El beso con poca coordinación creó una extraña calidez que recorrió sus cuerpos, y provocó una sensación de placer que ninguno había experimentado antes. Al separarse un gemido escapó de uno de ellos y del otro un suspiro, sus manos no se movieron de lugar.

—Es mi primer beso —confesó Zoro para hacerle saber que no tenía experiencia en lo que hizo. —También fue mi primer beso Marimo —respondió alegremente, había soñado con el momento de besar a alguien, aunque tuvo oportunidades de hacerlo en el pasado no se atrevió. Nunca imaginó que Roronoa le daría su primer beso, tampoco que él iba a darle su primer beso al espadachín de cabello verde.

Después de compartir una mirada en busca de aprobación volvieron a unir sus labios, hubo un poco más de armonía en sus movimientos pero el beso no duró mucho, las campanas avisando que el barco de pasajeros estaba por zarpar los hizo detenerse. Sanji bajó sus manos a los hombros del espadachín, lo empujó ligeramente, se alejó para revisar su mochila, sacó un bolígrafo y un pedazo de papel para escribir algo, lo dobló por la mitad y se lo entregó.

—¿Por qué me das esto? —preguntó confundido, era una tarjeta vibre.

—Tengo que irme, hay cosas que debo resolver pero si quieres búscame algún día, realmente me gustaría ver que tan poderoso eres Cazador de Piratas —dijo después de ponerse los guantes y la capucha, tomó su mochila y las bolsas, salió de la bodega sin mirar atrás.

—Nos vemos Cazador de Demonios —logró decir antes que el rubio se fuera. Esperó unos minutos para salir de la bodega, su cuerpo aún se sentía cálido aunque la temperatura estuviera bajo cero. De alguna manera logró encontrar la posada, ignoró el enojo de Kitetsu durante el camino, sus nakamas estaban cenando, nadie le preguntó dónde estaba, supusieron que se había perdido. Cuando estuvo solo en la habitación leyó la tarjeta vibre, era seguro que buscaría a Sanji, se quedó dormido pensando que había una persona en algún lugar del mundo que le debía algo.

 

 

Zoro Roronoa, cazador de piratas, demonio del Mar del Este y Rey del infierno besó a Sanji Black, cazador de demonios...

Notes:

Disculpa por las faltas de ortografía y errores de redacción, no hay lectura beta.

Los próximos capítulos contendrán spolier del manga y anime en Egghead y Elbaph

 

Imágenes de referencia ISLAS

Puedes ver OC relevantes para la historia AQUÍ

Chapter 2: Just You & Me

Summary:

Quería preguntarle cosas sobre su vida en el Mar del Este y la razón por la que se fue, quería saber si tenía una meta, un propósito o un sueño, y si había alguien más aparte de Zeff que dejó atrás. Quería conocer a Sanji en todos los aspectos posibles y quería enfrentarse a él...

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Salir de la isla fue complicado por la tormenta pero gracias a las maniobras de Jimbe y Franky el Thousand Sunny logró llevar a toda la tripulación a Egghead. El viaje fue todo un reto, tuvieron que enfrentarse a temperaturas de frío extremo y lucharon con enormes criaturas de metal. Zoro estuvo más callado de lo normal, se ofreció a cuidar el barco mientras los demás fueron a explorar; lo que dijeron sus nakamas al abandonar Edelweiss le dejó varias dudas. Jimbe reveló que ese lugar era una de las ubicaciones de Big Mom para sus negocios, después del desastre que hizo Luffy en Whole Cake para conseguir el poneglyph ella mandó cosas importantes a esa isla para protegerlas, dijo que la gente había visto a uno de los soldados de Germa 66, los Vinsmoke debían estar involucrados con lo que sea que hubiera en Edelweiss.

—¡Que mala suerte! Tal vez es un enorme tesoro con oro y diamantes —se quejó Nami al perder la oportunidad de conseguir lo que Big Mom ocultó ahí. —O tal vez es uno de sus hijos y Germa 66 lo está buscando para matarlo —sugirió la arqueóloga.

El espadachín consideró la posibilidad que Sanji Black estuviera relacionado con Germa 66 o Big Mom, el comportamiento del cazador de demonios fue extraño. Toda la tripulación sabía de la existencia de los Vinsmoke, Brook y Trafalgar les hablaron de ellos en Zou cuando hicieron el plan para conseguir los poneglyphs. Germa 66 eran aliados de Big Mom pero en Whole Cake ella los traicionó, Luffy conoció personalmente a la princesa Vinsmoke, ella lo ayudó un par de veces mientras estuvo en el territorio de la antigua emperadora del mar.

Lo que sucedió en Egghead fue inesperado, se enteraron que Luffy tenía la fruta de un dios, descubrieron la verdadera identidad de Bonnie y la de su padre, Vegapunk les contó cosas del siglo vacío y lo que sucedió en Ohara, enfrentaron al Cipher Pol Zero, a un almirante de la marina y los miembros del Gorosei. La situación se complicó y tuvieron que separarse para lograr salir de la isla, Luffy y Jimbe escaparon con sus nuevos aliados en el barco de los gigantes. Robin y Franky usaron una de las máquinas de Vegapunk. Nami, Brook, Chopper, Ussop y Zoro intentaron irse en el Thousand Sunny pero la marina los interceptó, el peliverde decidió quedarse y despejar el camino para los demás, tenía que lograr que sus nakamas salieran de ese lugar para buscar y ayudar a su capitán.

Entre todo el caos Zoro subió como polizón en un buque de la marina, cuando lo descubrieron ya estaban lejos de Egghead, avisaron al cuartel general pero no había nadie cerca para ayudarlos. El mensaje que dio Vegapunk al mundo estaba generando demasiados problemas y capturar a Roronoa no era prioridad. Los soldados no pudieron hacer nada, fueron derrotados fácilmente, los sobrevivientes tuvieron que llevarlo a una isla o se quedarían sin brazos ni piernas.

Ya no eran los mismos piratas inexpertos de hace tres años, todos sabían que hacer, en la Isla Gyojin crearon planes en caso de que volviera a suceder algo como en el Archipiélago Sabaody. Confió en que su capitán estaría bien con sus aliados, estaba seguro que Robin y Franky no tendrían ningún problema, juntos podían hacer cualquier cosa, y mientras Nami estuviera con los demás todo saldría bien.

Tenía dos tarjetas vibre, una de su capitán y la otra del cazador de demonios, no podía ir con Luffy hasta que pudiera comunicarse con alguien de la tripulación para saber la situación, como vicecapitán tenía la responsabilidad de asegurarse que todos estuvieran bien. No podía ir con el rubio porque le ocasionaría problemas, y seguramente él estaría ocupado con sus propios asuntos.

Después de dos semanas logró comunicarse con los demás, Chopper y Nami fueron con Luffy, tenían pensado ir a una isla del cielo para buscar más información sobre Nika. Brook y Ussop fueron con los capitanes de la Flota Mugiwara para explicarles todo lo que había pasado desde Dressrosa. Franky y Robin irían a buscar a Saúl, el gigante que la salvó en Ohara. Se negó a ser recogido porque tendrían que recorrer un camino muy largo, decidió esperar hasta que todos se volvieran a reunir para ir a Elbaph.

No tenía dinero y ya no podía sobrevivir como cazador, tuvo que recurrir al método pirata para solventar sus gastos y su viaje. Aprovechó el coqueteo de las personas para ir a sus casas, o convencerlos de pagar una posada para poder bañarse y relajarse un poco. Nunca le interesaron, los hacía beber hasta quedarse dormidos para que no lo molestaran, se fue diciendo que tenía asuntos pendientes, no le reclamaban, se sentían avergonzados por emborracharse y dormirse. Todos en la tripulación debían mantener un perfil bajo mientras estuvieran separados, pensó que Nami estaría orgullosa de su forma de estafar sin llamar la atención.

Pasó dos meses moviéndose de un lugar a otro para no quedarse mucho tiempo en un mismo sitio, estaba aburrido porque no había tenido nada de acción en batalla, su objetivo de ser el mejor espadachín estaba en pausa mientras se resolvia la situación con sus nakamas, sin ellos se sentía sin rumbo. Un día llegó a Sunstone, un isla otoñal con impresionantes montañas y bosques de abedul, árboles bastante altos de tronco delgado; la ciudad portuaria parecía interesante pero no tuvo tiempo de explorar, sintió a Kitetsu llamarlo de la misma manera que lo hizo cuando conoció al cazador de demonios. Sacó el trozo de papel de su haramaki y leyó lo que tenía escrito, sonrió antes de seguir el camino que indicaba, no podía perderse de esa manera. Caminó un par de horas dentro de un extenso bosque hacia la cima de la montaña más alta, había un poco de viento, la temperatura estaba empezando a descender y el sol pronto iba a ocultarse. Pensó que ese papel no servía porque se quedó quieto, al usar su haki no sintió ninguna presencia y Kitetsu estaba calmada.

—¿Te perdiste Marimo? —preguntó el rubio desde una enorme roca. Vestía playera blanca, chamarra azul, pantalón corto que dejaba ver sus impresionantes piernas y botas negras, en ese atuendo si parecía cazador.

El pirata intentó ocultar que fue sorprendido, no hubo ninguna reacción de la katana y eso fue extraño. —Eres difícil de encontrar. No pude sentir tu presencia y Kitetsu está muy tranquila.

—Así es más interesante —se burló Sanji con una pequeña sonrisa. —Soy demasiado rápido para ti, necesitas mejorar tu haki de observación, y este lugar debilita a los demonios, Sandai Kitetsu no tiene energía —explicó antes de bajar de la roca con un salto y aterrizaje perfecto.

Zoro sabía que necesitaba trabajar en su haki de observación, Ussop y Luffy ya lo habían desarrollado a nivel avanzando, aunque no lo admitiera en voz alta se estaba quedando atrás y lo limitaba. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó para desviar el tema de conversación.

—Explorando, este lugar es bastante interesante. ¿Y tú qué haces aquí Marimo?

—Estoy de paso, en el puerto Kitetsu me avisó sobre ti y decidí buscarte.

—Realmente quiere mi sangre, es bastante obstinada —se quejó. Caminó hacía el pirata pero lo pasó de largo. —Sígueme, tengo un campamento cerca —dijo mientras se alejaba. El espadachín fue trás él, no pasó desapercibido los ágiles y elegantes movimientos del rubio al  esquivar arbustos, rocas y charcos, en ningún momento sacó las manos de los bolsillos de su pantalón.

Tenía una pequeña casa de campaña, varios troncos apilados y una hoguera que delató que había estado algunos días en ese lugar. —Perdón por interrumpir tu excursión —habló el peliverde mientras lo veía sacar cuerdas de una mochila.

—Ya que estás aquí se útil, corta esos troncos en leños y enciende la fogata. Yo iré a cazar la cena —respondió al arrojarle un encendedor dorado. A Roronoa no le gustaba recibir órdenes, quería replicar pero no pudo hacerlo porque el hombre ya no estaba, realmente era muy rápido. No tardó mucho en regresar con dos comadrejas de buen tamaño, trabajó hábilmente para quitarles la piel y limpiarlas en el arroyo de agua cristalina proveniente de la cascada en medio de la montaña.

Probar la jugosa carne fue exquisito para el pirata, fácilmente podía decir que era una de las mejores carnes que había probado en mucho tiempo. —¿Cómo aprendiste a cocinar Cook? —preguntó haciendo énfasis en el apodo.

Sanji se quedó pensativo por un momento, era difícil responder porque abarcaba la mayor parte de su vida. —Inicié leyendo libros, quería preparar algo delicioso para mi madre, ella estaba enferma. Después trabajé en la cocina de un barco comerciante y terminé con un viejo chef en el Baratie, gracias a él aprendí el valor de la comida y a cocinar profesionalmente.

—¿El Baratie? ¿Estás hablando del restaurante flotante del viejo con pata de palo y una enorme barba en el Mar del Este?

—Sí, ese restaurante fue mi hogar, al igual que el Mar del Este. Zeff y los demás cocineros son como mi familia, estuve con ellos durante mucho tiempo, me fui cuando cumplí diecinueve años. Meses después el viejo me llamó diciendo que un niño de goma y un espadachín de cabello verde destruyeron Baratie al pelear contra Don Krieg y Mihawk —explicó dejando entrever nostalgia que intentó ocultar mirando la fogata.

A Zoro jamás se le habría cruzado por la mente esa posibilidad. —¿Sabías de mí por lo que Luffy y yo hicimos en el restaurante del viejo? —preguntó para confirmar. El cazador de demonios bebió un poco de agua antes de contestar provocando suspenso en la conversación. —Exactamente, desde ese día empezaron a causar alboroto a cualquier parte que iban. Se volvieron una noticia frecuente en los periódicos, en especial después de que los declararon enemigos del gobierno mundial.

Roronoa se quedó en silencio contemplando el fuego, se sintió expuesto porque Sanji sabía mucho. No podía creer las coincidencias, ambos crecieron en el Mar del Este, se enfrentó al mejor espadachín del mundo y casi muere en el hogar del rubio. Quería preguntarle cosas sobre su vida en East Blue y la razón por la que se fue, quería saber si tenía una meta, un propósito o un sueño. Quería conocer a Sanji en todos los aspectos posibles y quería enfrentarse a él, por primera vez estaba interesado en la vida de alguien, aún tenía dudas sobre su posible relación con Germa 66 o Big Mom pero decidió no hablar del tema en ese momento.

El sol se había ocultado pero la media luna en el cielo era suficiente para darles un poco de luz más allá de la fogata. Zoro aún recordaba la sensación de besar al rubio, fue más satisfactorio que haber conseguido cortar el acero y mucho mejor que un buen sake, quería volver a experimentarlo. Estaban sentados lado a lado en un gran tronco seco, el espadachín solo tuvo que girar un poco la cabeza para tener de frente el rostro del otro hombre, sin previo aviso y en un rápido movimiento unió sus labios al los del cazador de demonios.

Sanji se quedó inmóvil por unos segundos, el demonio del East Blue lo tomó con la guardia baja, sentir nuevamente sus labios le provocó una emoción indescriptible, lo único con lo que podía compararlo era la felicidad que experimentaba al descubrir algo que lo acercara más al All Blue. En el microsegundo que se dio cuenta que Zoro iba a alejarse lo tomo fuertemente del cabello y continuó el beso con entusiasmo.

El sabor a carne y cigarro estaba presente en el cocinero, el peliverde recordó que uno de sus nakamas dijo que lo besos con mordida eran mucho mejor y quiso intentarlo, abrió la boca para morder el labio inferior de Sanji pero al mismo tiempo el otro hombre abrió la boca y sacó la lengua. El cazador de demonios creyó que el pirata quería besarlo de manera más profunda pero recibió una fuerte mordida, se separó empujando fuertemente al espadachín haciéndolo caer al suelo rocoso, se quejó por el dolor llevándose las manos a la boca para limpiarse la sangre y saliva, su lengua palpitaba.

—¡Maldito idiota, ¿por qué me mordiste?! —gritó después de enjuagarse la boca con agua y comprobar que la herida no fue grave. —Tú fuiste el que sacó la lengua —dijo Roronoa aún con sabor a sangre en su boca. —Eres un bruto cabeza de musgo, mereces dormir afuera. Mañana hay que madrugar, no se te ocurra irte porque te encontraré y patearé hasta el fondo del mar —amenazó Sanji antes de arrojarle su saco de dormir y encerrarse en la tienda de campaña. Zoro quería reírse, al principio se preocupó por haberlo lastimado al sentir su sangre pero se relajó al notar que el hombre podía gritar sin problemas. Tomó el saco de dormir y se acostó frente a la tienda de campaña, pudo escucharlo quejándose y maldiciendo.

A pesar de estar en la cima de una montaña la temperatura fue agradable, desafortunadamente Sanji no durmió bien en la cama improvisada con su ropa y mochila, la lengua le dolía; realmente estaba molesto porque el cabeza de alga lo mordió pero no quiso dejarlo dormir en el suelo lleno de rocas, no esperaba volver a verlo, pensó que alguien como Roronoa se olvidaría de él. Alrededor de las cinco de la mañana salió de la tienda de campaña, lo primero que vio fue al espadachín dormido profundamente, tenía las espadas abrazadas dentro del saco de dormir como si fueran lo más importante para él. Quería vengarse, iba a patearlo para despertarlo pero se detuvo, pensó en algo mejor y más divertido.

Zoro despertó al sentir algo entre sus labios, el cocinero tenía dos de sus dedos acariciando su boca, sintió algo viscoso, por acto reflejo sacó la lengua para lamer, fue un grave error, el líquido viscoso era demasiado picante, su lengua y labios empezaron a arder. —¡¿Qué carajo me hiciste?! —cuestionó algo molesto.

—Tranquilo Marimo, solo es la combinación de pimientas y un poco de miel. Perfecto para dar un exquisito sabor a la carne, y para hacerte sentir lo mismo que yo cuando me mordiste —respondió sonriendo porque su plan funcionó. El peliverde estaba sufriendo, le arrojó una botella de agua, no iba a desaparecer la sensación pero la calmaría un poco.

—Fue tú culpa, ¿por qué sacaste la lengua? no somos perros —dijo Roronoa después de enjuagarse. —Debes tener algas por cerebro. Ya estamos a mano, deja de llorar y vamos, hay que aprovechar el tiempo —habló el rubio al tomar su mochila y una lámpara para guiar el camino.

El pirata lo siguió de mala gana, aún le ardía la boca además le pareció sospechoso entrar a una cueva con túneles, el sol apenas estaba saliendo, mantuvo su mano derecha en la empuñadura de Wado Ichimonji, no podía confiar completamente, todavía tenía esa sensación fría al estar cerca de él, no era algo negativo pero tampoco normal. —¿Qué estamos haciendo aquí? Si quieres explorar es mejor esperar hasta que el sol esté en lo alto.

—No se puede Marimo, en estos túneles hay incrustaciones de rocas del sol, brillan al reflejar la luz natural pero dentro de la cueva necesitan una temperatura específica que se consigue únicamente al amanecer y atardecer.

—Tch ¿Y para qué quieres rocas que brillan? 

Sanji le arrojó un pequeño cuarzo color ámbar antes de explicar. —Para los demonios. Te dije que esta montaña los debilita, es por las rocas de luz, funcionan de la misma manera que el kairoseki para los usuarios de frutas del diablo. Si logro conseguir suficientes me serán muy útiles para demonios problemáticos como el de Sandai Kitetsu.

Zoro observó detenidamente el cuarzo, parecía un cristal más que una roca. Recordó aquella vez en Alabasta cuando Crocodile los capturó en una celda de kairoseki, fue frustrante no poder cortarla y que su capitán ni siquiera pudiera tocarla sin desmayarse; si esa roca de luz era igual de poderosa que las rocas marinas entendía como debía sentirse Kitetsu. —Usa las rocas que quieras Curly, no podrás derrotarme —dijo simplemente para molestar, sabía que no serían un problema porque no afectaban a sus otras katanas.

—No son para ti cabeza de alga, son por mi trabajo. Me pagan por atrapar demonios pero se vuelve molesto tratar con ellos frecuentemente, en especial los que son groseros e impulsivos.

El espadachín entendió perfectamente. Un cazador disfruta los desafíos, si la presa es aburrida y molesta no vale la pena esforzarse, cuando se dedicaba a cobrar las recompensas de piratas era muy molesto que todos se creyeran superiores, no disfrutaba pelear con ellos, solo quería hacerlos callar y obtener el pago.

Estuvieron un par de horas en los túneles, el cazador de demonios consiguió varías rocas de luz, cada vez que encontraba una sonreía ampliamente. Volvieron al campamento alrededor de las nueve de la mañana, Sanji le dio una manzana al peliverde, él comió una pera; sacó sus cosas de la tienda de campaña y guardó todo en su mochila de viaje, tenía suficientes rocas, los primeros cuatro días que estuvo ahí consiguió una buena cantidad.

Tardaron bastante en bajar de la montaña y llegar a las orillas de la ciudad, llevaron un paso lento a propósito, en ese tiempo Zoro contó lo que su tripulación pasó en Egghead y lo que había hecho desde que se separaron aunque evitó decir algunas cosas. El rubio no pareció sorprenderse con nada, a excepción de enterarse que Monkey D Luffy era Nika, la versión del espadachín y la que contaron los periódicos fue muy diferente pero creyó lo que dijo el peliverde.

Hubo un silencio incómodo, ninguno se atrevió de despedirse primero, Sanji debía ir al puerto, ese día salía un barco hacía la isla en donde tenía un trabajo pendiente. Zoro no tenía idea a dónde ir o que hacer. —Ven conmigo Curly, si conseguimos un barco puedo llevarte a donde quieras. Aún tengo bastante tiempo antes de regresar con mi tripulación —dijo con una extraña sensación de calor en las orejas.

Eso fue inesperado. —No tienes dinero Marimo, y yo no pienso pagar ni robar un barco —respondió al darse cuenta que Roronoa hablaba en serio.

—Tengo una gran recompensa, puedes cobrarla. Eres un cazador de demonios, la gente cree que soy un demonio, no sospecharán si tú me entregas a la marina. Si exiges el pago inmediato puedes comprar un barco, suministros para nuestro viaje e irte antes de que yo escape, después te buscaré —aseguró el pirata, en cuestión de segundos ideó el plan para convencerlo.

—El musgo realmente te invadió el cerebro. Probablemente te ejecutarán y tú capitán me perseguirá por el resto de mi vida.

Zoro sonrió. —Entonces, ¿lo intentamos o tienes miedo cazador de demonios?

Notes:

Imágenes de referencia ISLAS

Cualquier error ortográfico, de redacción o coherencia puedes dejarlo en los comentarios para ser corregido.

Chapter 3: Our Plans

Summary:

Pensó que sería una pelea fingida pero el golpe dolió mucho, y lo peor fue que quedó en ridículo ante la gente observando desde lejos.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Sanji sabía que involucrarse con Roronoa le traería problemas pero aún así decidió arriesgarse. Zoro no era un simple pirata, capturarlo no sería sencillo para nadie, tuvo que pensar minuciosamente en cada detalle del plan para engañar a todos y tener éxito. Lo primero que hizo fue ir a un astillero, había muy buenas opciones, la ventaja de haber crecido en el Baratie es que aprendió lo suficiente de barcos, tardó en encontrar el adecuado para dos personas pero lo logró y consiguió un buen trato, dejó como anticipo el pago de su último trabajo, no era mucho pero fue suficiente para que confiaran en él.

Esparció el rumor que Roronoa Zoro, el terrible Demonio del Mar del Este estaba en la isla y pensaba atacar los templos, eran la mayor fuente de ingresos de Sunstone y representaban años de historia incluso durante el siglo vacío, su valor era inmenso. Al anochecer regresó al pie de la montaña donde dejó esperando al peliverde, llevó comida local y explicó los últimos detalles del plan con la información que reunió.

—Sería más fácil que me lleves amarrado y ya —se quejó el espadachín, no le agradó tener que mostrarse débil y vulnerable ante simples soldados, además creía innecesario esforzarse para engañarlos. —Deben vernos pelear, dijiste que la gente cree que eres un demonio, todos aquí saben de la existencia de las rocas de luz, aprovechemos eso, estarán confiados porque creen que tienen la ventaja —argumentó el rubio.

Zoro no podía y no quería separarse de sus katanas, pero sabía si algo fallaba estarían mejor en cualquier lugar menos en poder de la marina porque Tashigi sería la primera en reclamarlas. —Está bien pero si algo le pasa a mis espadas vas a sufrir —advirtió con una albóndiga de cangrejo a medio comer en su boca. Al rubio no le molestó la falta de confianza pero si los pésimos modales del pirata, sus palabras se entendieron perfectamente aún con las mejillas llenas como las de una ardilla. —¿Me estás amenazando Marimo?

No hubo respuesta con palabras por parte del espadachín, en cambio le lanzó una mirada penetrante, Sanji correspondió con la misma intensidad a modo de desafío. Su postura era rígida, espalda recta y hombros hacia atrás, la tensión en el ambiente era innegable, de manera inconsciente se acercaron hasta unir sus frentes, ambos tenían las pupilas dilatadas y respiraban de forma superficial. El primero en romper el contacto fue Zoro, su vista se dirigió a los labios del otro hombre, sintió una ola de calor recorrer su cuerpo en cuestión de segundos, sus propios labios hormigueban, quería besarlo una vez más y cuando estaba a punto de hacerlo el rubio se alejó.

Esa noche no discutieron mas, la casa de campaña apenas tenía suficiente espacio para los dos, fue complicado encontrar una posición cómoda sin que sus cuerpos se tocaran. Al amanecer Zoro despertó sintiendo un peso sobre su brazo y hombro, el rubio lo estaba usando de almohada, se quedó observándolo por un largo tiempo hasta que el hombre abrió los ojos, ninguno dijo nada de la posición en la que estaban.

El primero en irse para ejecutar su parte del plan fue Zoro, al llegar al mercado lo reconocieron inmediatamente por su aspecto, en menos de un día los lugareños sabían que uno de los piratas más peligrosos del mundo llegó a Sunstone para saquear sus tesoros. Nadie se acercó pero todos lo miraban con cautela, se detuvo frente a un puesto de ropa para preguntarle a la dueña el camino hacia el templo del sol, la señora respondió con la voz entrecortada y temblando. La isla tenía cinco templos distribuidos en lugares sagrados pero el más importante era el Templo del Sol, fue construido en honor al Dios que ayudó a vencer a los demonios que amenazaron Sunstone 800 años atrás.

El General a cargo de la base tenía la presión de los lugareños para capturar al pirata, no había informado a sus superiores porque le negarían el permiso para enfrentarlo, era parte de la tripulación de un emperador del mar y eso complicó la situación. No iba a desaprovechar la oportunidad de conseguir reconocimiento a costa de Roronoa pero debía jugar muy bien sus cartas para no meterse en problemas. Necesitaba que alguien hiciera el trabajo sucio, si una persona ajena a su cargo lo entregaba no habría inconveniente, y podía culparlo en caso de que Monkey D. Luffy decidiera vengarse por lo que sucediera con su vicecapitán. Sabía que el Cazador de Demonios estaba en Sunstone, se difundió la noticia de su llegada por la investigación que hizo sobre las rocas de luz, mandó a buscarlo, era el tipo perfecto para el trabajo.

—¿Estoy en problemas? —preguntó Sanji cuando entró el General Russell a la sala donde lo dejaron los soldados. —Escuché que eres un cazador, ¿eso es cierto? —dijo el hombre de mediana edad, sus dos metros de altura y cuerpo fornido lo hacían ver imponente. —Depende de la recompensa y la presa —respondió el rubio con una pequeña sonrisa.

Russell le entregó el cartel del espadachín, tenía una recompensa de 1,100,000,000 berries. —Roronoa Zoro, segundo al mando de la tripulación del Yonko Monkey D. Luffy —contestó observando su reacción. Sanji fingió pensar antes de responder. —Soy cazador pero Roronoa es peligroso, no me conviene. —Si lo haces la recompensa será tuya más un extra por cualquier inconveniente que tengas, y te daré algunas ventaja —ofreció el General para convencerlo, el dinero no era problema porque la Marina tenía de sobra.

Sanji aceptó con la condición de quedarse con las katanas del pirata como trofeo, Russell estuvo de acuerdo porque no sabía el valor y poder que tenían. Salió de la base con un escuadrón de soldados en busca del pirata, no tardaron mucho en encontrarlo dormido en una banca cerca del templo. Zoro los sintió llegar por su haki y porque Sandai Kitetsu le avisó que Curly estaba cerca, la gran cantidad de amuletos que llevaban era exagerada, sabía que no afectarían a su katana porque no eran rocas en su estado puro.

Los soldados se dispersaron bloqueando cualquier tipo de escapatoria. El rubio atacó sin previo aviso, le dio un patada en el pecho que lo arrojó varios metros, chocó contra un puesto de flores y plantas. Pensó que sería una pelea fingida pero el golpe dolió mucho, y lo peor fue que quedó en ridículo ante la gente observando desde lejos. Usó a Wado Ichimonji y Enma para pelear porque Kitetsu causaría problemas, logró detener algunos golpes pero la gran mayoría tuvo que esquivarlos, apenas pudo predecir los movimientos. Sabía que en una pelea completamente real estaría en desventaja, Sanji era rápido y esa cualidad volvía peligroso a cualquiera. Acertó que era un peleador cuerpo a cuerpo pero no como Luffy, el rubio solo usaba las piernas para atacar y defenderse, ni siquiera tuvo que sacar las manos de sus bolsillos.

La pelea no duró mucho, Sanji lo inmovilizó al ponerle algunos amuletos y esposarlo, también le quitó las espadas. Zoro fingió no poder levantarse y en ese momento los soldados fueron por él, lo llevaron a la base de la marina y encerraron con la mayor seguridad posible, su celda estaba llena de amuletos. Los lugareños quedaron impresionados por las habilidades del cazador de demonios, capturó a Roronoa sin sudar, lo aclamaron como un héroe.

Mientras Russell hablaba con el cuartel general de la marina Sanji fingió analizar la gran pintura de la oficina, no demostró interés en la conversación pero escuchó todo. —En dos días llegará un buque por Roronoa y traerá tu recompensa. Mis superiores quieren conocerte, lograste atrapar a uno de los piratas más peligrosos —explicó al terminar la llamada. —Solo quiero la recompensa, no me interesa conocer a nadie, además sin los amuletos no podría vencerlo tan fácil.

El General no insistió, le convenía que el cazador no tuviera contacto con los Almirantes, únicamente le pidió quedarse en la base para ayudar en caso que Roronoa quisiera escapar. Durante esos días Sanji no se movió de la sala de descanso que le ofrecieron para dormir, aunque recibió un par de invitaciones para celebrar por capturar a un miembro de la tripulación de los Mugiwara las rechazó para no llamar demasiado la atención.

Una gran multitud se reunió para presenciar el traslado de Zoro Roronoa, había fotógrafos y reporteros para cubrir la noticia. El General Russell y el Cazador de demonios iban al frente del escuadrón, detrás de ellos un grupo de soldados llevaban al espadachín encadenado y casi siendo arrastrado, su rostro demostraba cansancio y enojo. Sanji Black recibió la recompensa del espadachín y la cantidad extra que prometió el General, sorprendió a todos pagando los daños que causó durante la pelea, también dejó una generosa donación para los templos, ese pequeño gesto le dio el respeto y admiración de los lugareños. 

Todos creían que el pirata iría a Impel Down hasta que el Almirante de Flota decidiera que hacer con él, pero eso no estaba en el plan de Sanji. La última noticia que dieron los periódicos sobre la captura de Roronoa fue que el buque se destruyó en medio del mar por un extraño fenómeno meteorológico, y las posibilidades de sobrevivientes era nulas. Para el mundo un vicealmirante condecorado, 200 honorables marinos y el despiadado Demonio de East Blue murieron.

La realidad es que el cuartel general recibió una llamada de auxilio del buque, llegó a una isla deshabitada pero eso lo ocultó la marina porque Roronoa fue rescatado por un peligroso enemigo del gobierno mundial. Mientras el navío atravesaba uno de los antiguos territorios de Big Mom algo apareció en el cielo, el fuego empezó a consumir la cubierta y en la parte inferior había un caos porque el prisionero escapó de su celda.

Las dudas de quién era realmente Sanji invadieron a Zoro, no descartaba la posibilidad que estuviera relacionado con los Vinsmoke o Big Mom. El traje de asalto con el que apareció para rescatarlo le recordó a las historietas que Trafalgar le mostró sobre Germa 66, y no pasó desapercibida la forma en que reaccionaron los soldados al verlo, fue bastante extraño, parecían tenerle miedo. No hizo ningún comentario al respecto porque no era el momento adecuado, sin mencionar que el hombre se comportó más raro de lo normal, casi no hablaba y evitó míralo mientras peleaban con los soldados.

Escaparon volando gracias a las sorprendentes habilidades del rubio y su traje, cargó al peliverde en su espalda hasta su nuevo barco, fue un trayecto largo y silencioso. Zoro no podía creer que ese ridículo plan funcionó, aunque no estaba completamente seguro de las razones para querer estar con Sanji tenía tiempo y recursos para descubrirlo. Esa tarde llegaron a una enorme isla primaveral, dejaron su barco encargado en el puerto, el peliverde fue obligado a ponerse una capucha para no ser reconocido, se quedaron en una posada que recibía decenas de personas a diario, sería difícil encontrarlos ahí.

Zoro no tenía nada de equipaje, Sanji llevaba su mochila de viaje, algunas bolsas y un par de maletas con el resto de la recompensa del espadachín. Consiguieron un cuarto con dos camas y un baño pequeño, ninguno había dormido adecuadamente en días, estaban agotados, al dejarse caer sobre sus camas se quedaron dormidos. Estuvieron tres días en esa isla, el pirata se quedó en la posada mientras Sanji estuvo la mayor parte del tiempo recorriendo los mercados para comprar ropa, cosas de higiene personal, suministros para su barco y artículos que necesitarían en su viaje. No tenían rumbo fijo pero acordaron que el cazador de demonios terminaría sus trabajos pendientes, para eso fue a Sunstone en busca de las rocas de luz.

El ruido de la regadera despertó al peliverde, minutos después salió Sanji con una toalla alrededor de la cintura y el cabello húmedo. —Ve a bañarte Marimo. Ya tenemos todo para Aurora, hoy nos iremos —dijo buscando entre su nueva ropa algo para ponerse. Zoro obedeció sin ganas, era muy temprano para discutir, y en realidad necesitaba un baño de agua fría después del sueño que tuvo, quedarse viendo al rubio medio desnudo solo empeoraría su estado.

—¿Por qué tengo que usar esto? me veo ridículo —se quejó el espadachín por su disfraz mientras caminaban al puerto, era un mono verde de trabajo, un gorro que cubrió todo su cabello, lentes y una barba, además tuvo que meter sus espadas en una caja de herramientas. —Nunca sabemos quién puede estar viendo cabeza de musgo. Si la marina prefirió decir que moriste en lugar de escapar algo deben estar tramando, además necesito un trabajador que lleve todo el equipaje —enfatizó con burla la última parte.

Aurora le recordaba al Going Merry a Zoro, era una carabela similar pero más pequeña, moderna y elegante. En la proa había un pegaso con las alas extendidas tallado en madera, era el rasgos característico del barco, fue el último diseño de la esposa del dueño del astillero en Sunstone antes de morir. A nadie le había interesado, la mayoría lo veía poco funcional y extravagante por ser una pequeña embarcación con aspectos de lujo, el único que apreció su belleza fue Sanji.

Navegar resultó sencillo, el cazador de demonios consiguió Eternal Pose para algunas islas, también mapas y algunos libros. Zeff le enseñó mucho y cuando se fue del Baratie aprendió a sobrevivir en el nuevo mundo, estaba seguro que él y Roronoa podrían viajar solos, simplemente debía prohibirle ser el guía porque en el poco tiempo que llevaban de convivir se dio cuenta que podía perderse en un camino recto. Tardarían alrededor de una semana en llegar a Clerodendrum, isla donde Sanji tenía un trabajo, conocía la ruta segura y rápida pero decidió no usarla porque la marina hacia revisiones aleatorias a los barcos. No iba a arriesgarse a ser descubierto como cómplice de Roronoa, cualquiera que tuviera un vínculo con los Mugiwara estaría en la mira del gobierno mundial, no le convenía llamar la atención de esa manera.

El espadachín no sabía cómo comunicarse con sus nakamas para informarles su nueva situación, su captura fue noticia de primera plana. Habían dejado de usar los den den mushi porque Franky se dio cuenta que estaban intervenidos, no tenía una vibre card, la única forma de hacerle saber a los demás que estaba con vida era enviando un mensaje, no conocía la ubicación exacta de ninguno para enviar una carta, solo podía hacerlo a través de los periódicos como lo hizo Luffy.

—Haré guardia esta noche —anunció después de cenar. Estaban en la cocina bajo cubierta, el lugar se conectaba con la bodega y la sala de anclaje en la proa.

—No será necesario Marimo, la corriente nos llevará. Sandai Kitetsu puede vigilar mientras nosotros dormimos.

—¿Estás bromeando?

—Los demonios perciben el peligro, tú eres el portador de Kitetsu no dejará que algo te pase, te avisará por la conexión que tienen y yo lo sentiré.

—Olvidas que tus rocas le quitan energía y te odia.

—Compré una caja especial para guardarlas. Y tengo una oferta que estoy seguro que no rechazará, además por regla todos los tripulantes de un barco deben contribuir en algo.

Roronoa no había pensado en Sandai Kitetsu como un ser aparte de su esencia como espada, sabía que los objetos podían tener alma como el Going Merry o el Thousand Sunny pero seguían siendo barcos. Kitetsu no tenía alma, era un demonio, un ser que se fusionó con la katana, técnicamente era el tercer tripulante a bordo. Lavó los platos y todo lo demás que el rubio usó para cocinar, tenía bastante experiencia, aprendió desde que estaba en el dojo y en la tripulación siempre se turnaba para hacer ese tipo de tareas. No tardó mucho en sentir molesta a Kitetsu después de que el cocinero desapareció en la bodega, había estado inactiva durante días por la cercanía de rocas de luz, iba a ser difícil convivir con un cazador de demonios y una katana con un demonio en su interior.

—Realmente quiere cortarte el cuello —dijo cuando subieron a cubierta, desvainó a Kitetsu y la puso frente al cocinero.

—No te agrado y tú a mí tampoco. Si eres buena y aceptas hacer las guardias nocturnas puedo ayudarte a usar el cuerpo de Roronoa, será más divertido pelear de esa manera —habló Sanji luego de expulsar el humo de cigarro.

—¿Cómo que usar mi cuerpo? —preguntó al sentir vibrar a Kitetsu, entendió que eso fue un sí a la oferta.

Al rubio le pareció divertida la expresión de angustia que mostró el pirata. —La katana es como una jaula, el demonio no puede hacer mucho ahí.  Necesita un cuerpo para liberarse temporalmente, sus antiguos portadores murieron porque no soportaron su energía, tú puedes hacerlo pero hay algunos obstáculos —explicó de manera sencilla y evitando detalles que no le correspondía revelar.

—¡Estás loco, no dejaré que un demonio se meta en mi cuerpo! —gritó y envainó a Kitetsu. Creyó que sería como los fantasmas de Perona y no quería volver a pasar por eso.

—¿Tienes miedo Marimo? —preguntó en tono de burla y desafío.

—No, pero ¿yo que gano a cambio?

Sanji sonrió ampliamente, no tardó en consumir su cigarro, arrojó la colilla a un pequeño bote de metal en el suelo y caminó hacia al espadachín quedado frente a frente, su mano derecha estaba en el bolsillo de su pantalón, con la mano izquierda lo sujetó de la camisa para acercarlo. —Ya me tienes a mí —dijo antes de besarlo.

Empezó lento y suave pero la intensidad subió en segundos generando el aumento de temperatura en sus cuerpos y la sensación de hormigueo. El beso fue más largo y se sintió mejor que los anteriores, hubo más confianza y coordinación. Aunque Zoro quiso besarlo durante los días que estuvieron en la posada no lo intentó, creía que seguía molesto por morderlo, el único contacto físico que tuvieron después de su pelea fue al escapar volando del buque de la marina. Su corazón estaba latiendo rápidamente, lo comparó a las veces que se emocionaba durante las batallas, se atrevió a tomarlo de la cintura, Sanji ya había movido sus manos para rodearlo del cuello. Rompieron el beso por falta de aire, sin abrir los ojos unieron sus frentes mientras calmaban su respiración.

Era una noche tranquila con el cielo despejado y el mar en calma. —Es tarde, vamos a dormir —habló el cazador de demonios casi en un susurro. Aurora tenía una habitación con literas bajo cubierta pero el rubio la usó como armario temporal para lo que faltaba por acomodar, solo quedaba el camarote principal para dormir. —¿Dormiremos en la misma cama? —preguntó Zoro para confirmar. —Es suficientemente grande para que tres gyojin duerman ahí, pero si no quieres compartirla puedes dormir en el sofá o donde tú quieras —respondió apartándose con brusquedad para ir al camarote, no estaba molesto pero sintió que hizo mal en suponer que podrían dormir juntos, era lo mejor en caso de sufrir un ataque.

Roronoa se quedó un momento paralizado pensando porque Sanji reaccionó de esa manera, el ambiente se volvió denso. Cuando entró a la habitación lo vio en el sillón individual leyendo un libro, dejó sus espadas en el barril en la esquina superior y se acostó en el lado derecho de la cama. —Dormiré de este lado, tendré más cerca la puerta y mis katanas —dijo intentando no sonar autoritario.

—Quítate las botas y cambiate de ropa —pidió el cocinero dejando el libro sobre la mesa.

—Eres demasiado mandón Curly —se quejó al levantarse. Su ropa de dormir aún estaba en la habitación de abajo y no quiso ir por ella, se quedó en ropa interior. El rubio murmuró algo incomprensible mientras salía del camarote, minutos después regresó vistiendo una pijama azul claro y le arrojó una color azul marino. Ninguno dijo nada cuando se metieron bajo las sábanas, Sanji no tardó en quedarse dormido pero el espadachín no podía conciliar el sueño, observó las estrellas a través del tragaluz en el techo durante bastante tiempo.

 

 

Camarote

Camarote Aurora  (prototipo c)

Notes:

Disculpa las faltas de ortografía y errores de redacción.

(Imágenes creadas con IA)

Chapter 4

Summary:

La sonrisa de Sanji combinada con su actitud arrogante fue demasiado para Zoro, le encantaban los desafíos y el rubio lo era, lo acorraló entre su cuerpo y el mástil, fue como la primera vez que lo besó, se dejó llevar por sus instintos.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El nuevo mundo era impredecible, los fenómenos naturales representaban el mayor peligro, poco se podía hacer contra las tormentas o ciclones; para escapar y sobrevivir a los retos de la naturaleza se necesitaba de un excelente navegante, un buen barco y una tripulación eficiente. Un cazador de piratas y un cazador de demonios en una pequeña embarcación rumbo a un tornado era una apuesta segura a su destrucción.

Por la mañana parecía ser un día tranquilo pero en medio del mar cualquier cosa podía suceder. Cuando Sanji subió a cubierta se dio cuenta del ligero tono gris en el cielo, notó el descenso de temperatura y la fuerza del viento, distinguió nubes formándose a lo lejos, las conocía muy bien, cuando era niño fueron su única vista durante días. Se comunicó con Kitetsu para despertar al peliverde mientras trepaba al trinquete a izar las velas, el demonio se molestó porque no fue parte del trato hacer lo que él pidiera pero aún así llamó al espadachín. Era una situación de riesgo, si el tornado los atrapaba lo más probable es que terminarían en el fondo del mar, había pasado mucho tiempo de portador en portador, desde que se encontró con el famoso cazador de piratas en Loguetwon su vida se volvió más interesante, no iba a arriesgarse a perder a alguien como Roronoa Zoro.

El espadachín jamás reaccionó ante los fenómenos naturales como peligro, el cambio de clima no era suficiente para despertar, fue la razón de recibir varios golpes de su codiciosa navegante. Después del desayuno fueron al armario improvisado para desempacar y acomodar, la vibración de Kitetsu logró hacerlo caer de la pila de cajas sobre las que se quedó dormido. Miró alrededor buscando al cocinero pero no estaba, se dirigió a cubierta un poco aturdido, no fue necesario preguntar que estaba pasando, verlo asegurar las velas le recordó todas las órdenes que Nami gritaba cuando tenían que escapar del mal clima. Subió al mástil para izar las velas restantes, desde ahí pudo ver nubes grises acercándose, sabía lo que significaban, aunque parecía no prestar atención o darle importancia las explicaciones de la pelinaranja siempre la escuchó y trató de aprender.

—¡Marimo, ayúdame con el timón! —gritó desde la proa. Necesitaban salir de la corriente o los arrastraría hasta el tornado. Aunque era fuerte no tenía la resistencia necesaria de un timonel en brazos y manos para controlar la nave, no iba a arriesgar lo más preciado de su cuerpo.

Zoro bajó y corrió hasta el rubio, se colocó a su lado izquierdo, sus manos gruesas y callosas se unieron a las pálidas y delgadas en el timón. Si estuviera solo no sabría en que dirección girar, Nami siempre le decía o tenía la ayuda de Ussop mientras estaban en el Merry, en el Sunny ese trabajo lo hacía Franky antes de que Jimbe ocupara el puesto de timonel. Siguió los movimientos de Sanji, aunque era un barco pequeño necesitó usar bastante fuerza para controlarlo y estabilizarlo, afortunadamente lograron alejarse de la corriente.

Mantuvieron sus manos juntas en el timón aunque estaban fuera de peligro, esa posición les permitió mirarse directamente, era curioso que el ojo que abría Zoro fuera el derecho y Sanji dejara al descubierto el izquierdo. Kitetsu vibró de manera diferente, eso hizo al espadachín alejarse y sostenerla de la empuñadura, no reconoció lo que intentó decirle pero estaba seguro que el rubio sí entendió por la forma en que miró la katana. Se sorprendió por la capacidad del cazador de demonios para cambiar el rumbo a tiempo, Nami también lo habría hecho pero ella era experta en el clima, pocos navegantes tenían su potencial.

—¿Cuánto nos desviamos? —preguntó después de que el rubio verificó el eternal pose de la isla a la que iban.

—No mucho, pero sin la corriente tenemos que estar más atentos, no quiero terminar naufragando en este mar —dijo evitando mirarlo, y desapareció en la cocina.

Los alimentos que consiguieron le permitieron a Sanji crear platillos espectaculares; la cocina de Aurora era perfecta, los sartenes de hierro, las cacerolas, cuchillos, cubiertos y platos que compró le dieron un toque a hogar. Desde que dejó Baratie estuvo viajando solo, nunca se quedaba mucho tiempo en un lugar y no tenía nada propio; conocer a Zoro cambió muchas cosas, no imaginó que terminarían viajando juntos.

En el Mar del Este todos conocían la reputación del Cazador de Piratas, lo describían como cruel y sanguinario; cuando se unió a los Mugiwara lo clasificaron como uno de los piratas más peligrosos, era famoso por pertenecer a los Supernovas y desafiar al gobierno mundial. Sanji empezó a interesarse en la tripulación de sombrero de paja cuando Zeff le contó lo que sucedió en el Baratie, no esperaba toparse con Zoro, después de su primer beso pensó en las posibilidades de haberlo conocido mucho antes si no hubiese decidido irse para buscar su sueño.

El espadachín no era el tipo de persona que conversaba mientras comía pero sintió que debía decir algo, los únicos sonidos provenían de las olas chocando contra Aurora y el ruido de los cubiertos. Estaba acostumbrado al caos en la cocina del Sunny y extrañaba eso, en los dos años separado de su tripulación se enfocó en entrenar, no podía distraerse con recuerdos pero después de separarse en Egghead había momentos en los que esperaba volver con ellos y escuchar sus molestos ruidos.

—Cook... —se detuvo por unos segundos, no sabía como decir lo que tenía en mente, algo no estaba bien con el rubio, tenía los hombros caídos y mirada distante. —Estás más pálido de lo normal, pareces un zombie como con los que peleé en Triller Bark pero mejor vestido y con buen cuerpo.

Esas palabras trajeron de vuelta a la realidad a Sanji, sonrió porque en una sola frase el cazador de piratas mostró preocupación, lo insultó y le coqueteó. Estaba demasiado concentrado en sus pensamientos que no se dio cuenta que estaba ignorando al peliverde sentado frente a él, casi ser arrastrado a un tornado le trajo malos recuerdos, ya no era un niño indefenso, sabía que si algo así sucedía otra vez no se quedaría sentado esperando un milagro pero tampoco quería pasar por eso nuevamente.

—No tienes idea de como hacer un cumplido Marimo —se quejó, Zoro le causaba emociones contradictorias y eso le encantaba, el hombre podía ser agresivo y dulce al mismo tiempo.

—Puedo hacerlo, pero no voy a subirte el ego diciendo lo guapo que eres ni lo bien que te ves al sonreír.

Sanji sintió sus mejillas sonrojarse, había recibido cumplidos antes pero el de Zoro no se sintió vacío o con una segunda intención. Intentó responder pero ninguna palabra salió de su boca, al parecer su cerebro dejó de funcionar, lo único que pudo hacer fue recoger los platos y llevarlos al fregadero. Algo que apreciaba del espadachín es que no dejaba ni una sola migaja de comida, y no era exigente como muchos clientes que criticaban sus platillos en el Baratie, cualquier cosa que le daba se la comía incluso los dulces que había comprado en la isla, fue evidente que no le gustaron pero aún así se los comió. 

En los pocos días que llevaban juntos se dio cuenta de que el peliverde tenía una especie de adicción al sake, tuvo que comprar varias cajas con botellas individuales y un par de barriles. En la posada le preguntó que cosas necesitaba que le comprara y lo único que pidió fue cosas para limpiar sus espadas y sake, el hombre era muy simple. Le sorprendió que hubiese sobrevivido esos meses sin su tripulación, sin dinero y sin equipaje, había escuchado demasiados rumores de la tripulación de sombrero de paja, al estar con Zoro se dio cuenta que la gente tenía una idea equivocada sobre ellos.

Una vez más sus pensamientos fueron interrumpidos por un par de brazos que se unieron a los suyos bajo el agua mientras enjabonaba los platos. No hubo conversación, simplemente continuó lavando y enjuagando mientras Zoro secaba y acomodaba los platos, los cubiertos y vasos como un experto, pensó que sería un muy buen ayudante en el Baratie.

—Vamos Marimo, Kitetsu quiere que le muestre como usar tu cuerpo —dijo después de que la cocina estuvo limpia y en orden. Fueron a cubierta para tener más espacio, una vez más el cielo estaba completamente despejado y el sol brillaba en lo alto.

—¿Cómo es que te comunicas con los demonios? —preguntó Zoro por curiosidad, él sentía a la katana y podía comprender algunas cosas pero Sanji parecía conversar con ella sin hablar.

—Los demonios necesitan conductos, usan su energía para realizar actividades a través de animales, personas y objetos, básicamente los controlan. Yo soy una especie de conducto inmune, puedo comunicarme con ellos, los siento y escuchó en mi cabeza, me odian porque no pueden manejarme.

—A Robin le gustarías, eres tan raro como ella —dijo pensando en los intereses poco comunes de la arqueóloga, quizá se llevarían bien. También pensó que a Nami, Ussop y Chopper les daría miedo, probablemente Luffy lo invitaría a unirse a la tripulación, él sería perfecto para ser un Mugiwara, no lo dejaría en paz hasta lograr tenerlo como cocinero.

Recordó cuando estuvo en Baratie, su capitán quería que el viejo Zeff se uniera a la tripulación porque era muy fuerte y cocinaba delicioso, no lo consiguió pero ese día prometió que encontraría al mejor cocinero del mundo, dijo que esa persona tendría que superar al viejo con pata de palo; no habían encontrado a nadie durante sus viajes, tal vez ese lugar estaba destinado para Sanji. Quizá en otra línea de tiempo se conocieron en el restaurante, tal vez eran nakamas o tal vez eran mucho más; en segundos su mente imaginó al cocinero peleando a su lado en Arlong Park, imaginó como se vería vestido con la ropa típica de Alabasta o de Wano, tal vez él habría disfrutado ir a Skypiea y Zou, tal vez si lo hubiese conocido antes su viaje habría sido mucho más emocionante.

—Estoy seguro que yo también disfrutaría de la compañía de una hermosa dama como Nico Robin.

—¿Cómo lograrás que Kitetsu se meta a mi cuerpo? —preguntó cambiando la conversación, le molestaba la voz irritante que hacía el rubio al hablar de mujeres.

—El demonio se va a funcionar contigo, es la única manera en que podrá salir de su prisión.

—¿Cuál prisión? ¿De qué estás hablando?

—La katana es como una jaula, en su caso una celda para evitar que cause daños. El demonio pertenece a los lunaria, significa que es muy poderoso, quién lo encerró se aseguró de que no pudiera escapar fácilmente, la única forma es con un portador capaz de soportar su energía, ha estado intentando usarte para liberarse pero no puede sola.

—¿Y cómo sabes todo eso? —preguntó más confundido de lo que ya estaba.

—Sandai Kitetsu es bastante famosa en todo el mundo, y tuvimos una charla mientras estabas encerrado en la base de la marina.

Toda esa información fue demasiada para procesar, ni siquiera pudo reaccionar cuando Sanji invadió su espacio personal y tomó la empuñadura de Kitetsu. Todo pasó demasiado rápido, la forma en que el rubio desvainó y sostuvo la katana demostró habilidad, el peliverde mejor que nadie sabía lo difícil que era controlar a Sandai Kitetsu. Sintió a Enma absorber su haki, aún no lograba dominarla al cien por ciento pero ya había conseguido que no hiciera eso a excepción de cuando estaban en una batalla, lo que sea que estuviera haciendo el cazador de demonios alteró a sus otras dos katanas, lo entendía de Enma pero Wado Ichimonji nunca había reaccionado como si quisiera cortar a alguien. 

Las vibraciones que emitía Kitetsu eran desconocidas para el peliverde. —Dame tu mano —dijo Sanji extendiendo su mano izquierda. Zoro la tomó con un poco de duda, en el momento en que sus manos se unieron sintió su palma quemarse, no pudo reconocer si era como fuego o hielo, podía estar ardiendo o congelándose, quizás ambos al mismo tiempo.

—¿Qué fue eso? —preguntó mirando su mano después que el cazador de demonios lo soltó. Fueron solo unos segundos pero se sintió como horas, aparentemente no le había pasado nada pero su mente no registró los movimientos que hizo con sus dedos, fue como tener la mano de alguien más.

—El infierno —respondió entregándole a Kitetsu. —El demonio no ha podido controlarte porque tienes una fuerza de voluntad inquebrantable. La única forma en que pueden fusionarse es que ambos estén en una dimensión alterna, les mostré una puerta segura para ir y regresar.

Zoro se quedó impactado ante las palabras del rubio, no era ajeno a cosas sobrenaturales pero era muy diferente saberlo a experimentarlo. Brook alguna vez le platicó de su experiencia al estar muerto, dijo que había muchas cosas que los vivos no entenderían, quizás se refería a eso, no estaba muerto pero había sentido el infierno.

—¿Entonces el demonio ya puede meterse en mi cuerpo cuando quiera?

—No es tan sencillo Marimo, para fusionarse ambos deben estar de acuerdo, el demonio podrá usar tu cuerpo y tú podrás usar su energía pero tienen que entrenar mucho para lograrlo. Si lo consiguen nos enfrentaremos en una pelea real, y si ganan podrán pedirme lo que sea.

—¿Lo qué sea? —preguntó Roronoa con emoción, ya tenía varias cosas en mente para pedirle.

—Sí, pero recuerda que soy un cazador de demonios y nunca he perdido una presa, será muy divertido destruir el ego de alfa que presumen.

La sonrisa de Sanji combinada con su actitud arrogante fue demasiado para Zoro, le encantaban los desafíos y el rubio lo era. En un rápido movimiento lo acorraló entre su cuerpo y el mástil dejándose llevar por sus instintos, podía sentir la respiración agitada del cazador de demonios, la forma en que se mordió el labio inferior fue suficiente para hacerlo perder su autocontrol, lo besó de manera agresiva.

El beso era bueno, definitivamente estaban mejorando pero Sanji quería más, introdujo su lengua en la boca del espadachín en la primera oportunidad que tuvo, Zoro se congeló al instante por la intromisión, iba a alejarse pero el cazador de demonios los sostuvo fuertemente del cabello. Fue una sensación extraña pero placentera, poco a poco sus lenguas encontraron el ritmo adecuado y empezaron a jugar. Al ser la primera vez para ambos besando de esa manera fue inevitable el hilo de saliva que escurría entre sus mandíbulas, se separaron para tomar aire y limpiarse.

—¿Querías hacer eso cuando te besé en la montaña, verdad? —preguntó con un poco de dificultad al tratar de regular su respiración, tenía un ligero zumbido en los oídos y su cuerpo se sentía enérgico.

—Sí Marimo pero eres tan salvaje que me mordiste.

—Lo siento Cook, eres la primera persona a quien he besado, no tenía idea de que se pudiera usar la lengua y se sintiera tan bien.

—No es escusa, también eres la primera persona que beso y lo sabía, toda la gente sabe que se puede besar así. Se aprende viendo a otras personas o leyendo libros de romance.

—Eso es ser pervertido.

Sanji iba a responder pero tuvo que tragarse sus palabras con el nuevo beso que inició el cazador de piratas, sintió sus piernas temblar y tuvo que aferrarse al cuerpo musculoso que lo tenía presionado contra el mástil. Fue la primera sesión de besos que compartieron, los días siguentes la repitieron para regular los niveles de tensión y adquirir experiencia.

Desarrollaron una rutina simple y efectiva, Sanji preparaba todas las comidas, Zoro lavaba los platos, barría y limpiaba para mantener a Aurora en buenas condiciones. La mayor parte del día estaban en cubierta entrenado para que el demonio de Sandai Kitetsu pudiera fusionarse con el espadachín, en sus descansos el rubio leía mientras el peliverde meditaba, y en las noches compartían una taza de té o una copa antes de ir a dormir.

No hubo problemas en lo que quedaba de su viaje hasta llegar a Clerodendrum, el cocinero obligó al espadachín a disfrazarse antes de atracar, la isla era pequeña y con presencia de la marina, el alcalde lo contrató por lo que no podían pasar desapercibidos. Atracaron en el puerto principal custodiado por marines, afortunadamente no hicieron la revisión de rutina porque dijo que llevaba un demonio encerrado y sería peligroso, también les presentó a su ayudante de cabello negro y largo con un parche.

Zoro se quedó en Aurora cuando Sanji fue a obtener información del demonio que acechaba ese lugar, los marines y lugareños se mantuvieron alejados por miedo a la criatura que llevaban a bordo, algunas embarcaciones se movieron de lugar para no estar cerca de su barco. —Entonces ¿cuánto tardarás en cazar a tu presa? —preguntó el pirata mientras cenaban en cubierta. —Quizá tres días, el alcalde quiere que lo encierre en una estatua para tenerlo de atracción. El daño que ha causado es de un demonio joven y travieso, sé que me dará dolor de cabeza.

El peliverde quería aprovechar su estancia en ese lugar para contactar con sus nakamas, era seguro que todos ya estaban enterados de su captura y posible fallecimiento, no quería preocuparlos y mucho menos que su capitán hiciera una locura. —Mañana iré a la cuidad, intentaré enviar un mensaje a mi tripulación y hacerles saber que no morí ni estoy perdido, dejaré a Sandai Kitetsu para vigilar a Aurora y nuestro tesoro —avisó al rubio lo que planeaba hacer.

—Bien pero ten cuidado y no llames demasiado la atención. Algunos marines me preguntaron si en verdad eres hombre porque tú pecho resalta más con ese suéter.

—Tch Son igual de pervertidos que tú —respondió pero no podía negar que sus pectorales eran grandes. Una vez Nami los midió y resultaron ser de mayor tamaño que sus pechos y los de Robin. Había recibido insinuaciones poco decentes y notaba las miradas lascivas, no entendía porque las personas  tenían interés en bustos grandes y los sexualizaban. Sanji también observaba su pecho durante los entrenamientos pero con él era diferente, no se sentía acosado, además le gustaba la forma en que el hombre se ruborizaba al ser descubierto.

Cada uno dormía en un extremo de la cama pero despertaban acurrucados, Sanji usaba alguna parte del cuerpo del espadachín como almohada, no habían dicho nada pero era claro que a ninguno le desagradó su comportamiento inconsciente. Esa noche Zoro decidió arriesgarse, el rubio estaba acostado de lado dándole la espalda, se acercó y colocó el brazo sobre su abdomen, Sanji simplemente sujetó su mano, se quedaron dormidos abrazados confiando en Sandai Kitetsu para hacer guardia.

Al despertar estaban abrazados de frente,  Sanji tenía una pierna rodeando el torso del cazador de piratas, una vez más se levantaron sin hablar de la forma en que sus cuerpos se unieron mientras dormían. El rubio preparó suficiente comida para dejarle al espadachín, no regresaría al barco hasta capturar al demonio.

A medio día Zoro fue al centro de la ciudad, estuvo deambulando por las calles pensando la mejor forma de enviar el mensaje a través del periódico, necesitaba algo que solo sus nakamas entendieran, y que el líder del periódico no pudiera manipular. Compró una cámara, papel fotográfico y otras cosas para mandar su mensaje, iba de regreso a Aurora cuando encontró una librería. Recordó cuando el cocinero dijo que se podía aprender algunas cosas leyendo novelas románticas, no quería arruinar otro momento como en la montaña por no saber que había diferentes formas de besar, además necesitaba saber que hacer con Sanji más allá de besos si tenía la oportunidad, no era ignorante en temas sexuales pero su conocimiento era limitado.

—¿Busca algo en específico? —preguntó una mujer con lentes, parecía no tener más de 30 años. Zoro se rascó la cabeza por encima de la peluca, debía aprovechar la ayuda y su disfraz. —Libros de romance entre hombres —respondió esperando un comentario negativo o burlas por parte de la vendedora pero ella sonrió. —Por ahora no tengo muchos ejemplares, a las adolescentes de esta isla les gusta ese tipo de literatura, se llevan casi todos los libros. ¿Que tipo de trama te gusta? —¿Trama? —preguntó confundido. —Me refiero a el tipo de historia, ¿prefieres que los personajes pasen de amigos a novios, o de enemigos a amantes? ¿quizás te gusta que abarquen otros temas como ciencia ficción o hechos históricos?

Zoro no pensó que comprar un libro sería tan complicado. —No lo sé, nunca he leído una novela romántica, cualquiera está bien —contestó con indiferencia. —Entonces te recomendaré algunas —dijo la mujer alegremente. Lo llevó a un mostrador en la parte trasera, le enseño varios libros y le dio un resumen de cada uno, también le recomendó novelas tradicionales y entre mujeres. Roronoa terminó comprando cinco libros para él, también consiguió un libro medicinal para Chopper y otro de cocina para el rubio, regresó al barco cuando el sol se había ocultado, Sandai Kitetsu estaba molesta porque se quedó sola durante varias horas.

Sanji tuvo razón en que su presa le daría varios problemas, era escurridiza y grosera. Se trataba de un demonio alfa, si quisiera podía destruir la isla pero afortunadamente los lugareños no intentaron luchar contra él por miedo, eso causó que fuera menos agresivo. El primer día de cacería lo dedicó a explorar el territorio y planear algunas formas de capturarlo, no fue necesario ser sigiloso porque la criatura lo percibió desde que llegó y trató de intimidarlo. El segundo día acorraló al demonio pero logró escapar aunque sirvió para aprender sus debilidades. El tercer día finalmente logró encerrarlo en la estatua, no tuvo que pelear pero terminó agotado mentalmente.

Los lugareños y en especial el alcalde estaban muy agradecidos con él por liberarlos del demonio que los aterrorizó durante casi 20 años, hicieron una fiesta en su honor para celebrar. El alcalde tenía hijos mellizos, una hermosa chica de cabello blanco largo con ojos azules, y un joven de cabello trenzado platinado con ojos verdes, ella fue muy amable pero él se comportó grosero y antipático.

—Muchas gracias por capturar al demonio —agradeció la hija del alcalde, estaban sentados en la misma mesa disfrutando de la fiesta. —No tienes nada que agradecer Susan-chan, es mi trabajo. —¿Seguro que no puedes quedarte un par de días más? —No puedo, tengo otros trabajos pendientes, lamento decepcionar a una hermosa dama como usted. —Lo entiendo Sanji-khun, pero ¿podrías hacerme un favor antes de irte? —Será un placer ayudarte, dime que necesitas —expresó con total amabilidad. Ella se acercó a su oído para evitar ser escuchada por alguien más. —En realidad se trata de mi hermano, desde que llegaste se interesó en ti pero nuestro padre no aprueba sus preferencias por eso se mantuvo lejos. Me he dado cuenta que tienes buen corazón, te pido que vayas a pasear con él y le des la oportunidad de mostrarte que no es un idiota como aparenta.

El rubio no esperaba tener una cita pero no pudo negarse a la petición de Susan, ella le recordó a su hermana cada vez que intentaba ayudarlo. La chica convenció a su padre de permitirle llevar al cazador a visitar el jardín de bonsáis, era un hermoso lugar apartado de la celebración, su hermano ya estaba sentado en una banca esperado, ella se quedó cerca de la entrada vigilando mientras ellos recorrían el paraje.

Sebastián resultó ser bastante agradable, se disculpó por la forma en que lo trató esos días, no quería más problemas con su padre, ya había recibido demasiados regaños y algunos golpes cuando mostraba interés abiertamente en los hombres. Tuvieron una conversación bastante íntima, se desahogó por las malas experiencias que había vivido con su propia familia, habló de su sueño frustrado de ser pintor, su padre no estaba de acuerdo y lo obligó a unirse a la marina. Su hermana era la única que lo apoyaba pero también estaba controlada, vivían de apariencias mostrándose como hijos perfectos para mantener la buena reputación del alcalde.

Sanji se sintió identificado, Sebastián apenas era un año menor pero sus vivencias marcaban una gran diferencia entre ambos, tuvo la confianza de ofrecerle algunos consejos que fueron bien recibidos. Todo iba bien hasta que el chico lo tomó de la mano, vio el miedo al rechazo en sus ojos verdes cuando se inclinaba hacia él, no se apartó cuando lo besó en los labios, fue apenas un roce de dos segundos.

—Yo... disculpa mi atrevimiento —dijo Sebastián al soltar su mano, se dio cuenta que el cazador no cerró los ojos y no hizo ningún movimiento para devolver el beso, se quedó como una estatua.

—Es mejor hacer algo aunque no resulten bien a arrepentirse por nunca intentarlo. Siendo sincero eres bastante guapo y un gran chico, pero no creo que podamos tener algo más que una amistad. En verdad espero que algún día puedas ser libre para vivir como quieres y encuentres a alguien que corresponda tus sentimientos.

Sebastián sonrió. —Mi hermana no se equivocó en decir que eres una buena persona, me alegra haberte conocido Sanji. Si me permites ser indiscreto, ¿Ya hay una persona en tu corazón? debo darle un buen motivo a Susan para que no me obligué a intentar conquistarte.

La pregunta tomó con la guardia baja al rubio, había estado pensando en eso desde que inició su viaje con Zoro pero todavía no definía lo que sentía por él. —En este momento hay alguien que me gusta, estamos juntos pero no sé que tipo de relación tenemos —dijo sin entrar en detalles.

—Entonces hablen y aclaren su situación —aconsejó el chico dando fin a la conversación. Regresaron a la fiesta para que el cazador pudiera cobrar su pago y despedirse de los lugareños.

Zoro estaba durmiendo en la cubierta de Aurora recibiendo los rayos del sol cuando un grupo de marines subió a bordo con algunos costales y cajas, el rubio iba con ellos. Después de acomodar las provisiones y regalos que le dieron en agradecimiento zarparon de Clerodendrum, no les convenía quedarse más tiempo en ese lugar. Sanji trazó la nueva ruta para su siguiente destino, tardarían alrededor de cuarto dias y existía la posibilidad de enfrentarse a piratas bajo el mando de Barba Negra porque cruzarían por su territorio. Lo primero que hicieron al estar en medio del mar fue cambiarse de ropa, el peliverde se quitó el disfraz para ponerse solo un pantalón de entrenamiento mientras el cocinero se vistió con un elegante traje.

Durante la cena hablaron de los problemas que el demonio le dio a Sanji, Kitetsu de vez en cuando intervino en la conversación burlándose, el peliverde entendió las vibraciones y también hizo algunos comentarios con burla. Ambos estaban contentos con la llegada del rubio en especial Sandai Kitetsu, había pasado mucho tiempo sin poder comunicarse con alguien, el espadachín lograba comprenderla pero no era igual a las conversaciones que tenía con el cazador de demonios, en pocos días desarrollaron una rivalidad amistosa, se ayudaban mutuamente con el fin de tener una pelea justa.

El cocinero notó que la reserva de sake disminuyó considerablemente durante los días que se ausentó, todo lo demás estaba en orden, el pirata lavó ropa y se deshizo de la basura que habían acumulado. En el camarote Zoro le mostró el periódico de ese día, en una de las primeras páginas había un artículo titulado "Las cicatrices tiene significado" era solo una columna acompañada de un foto de piernas con marcas por encima de los tobillos. Sanji había visto esas mismas cicatrices en el peliverde, supuso que eran de alguna batalla pero al leer el artículo se enteró que él mismo las provocó.

El autor anónimo redactó que estaba en una situación complicada, se dejó llevar por sus impulsos y con el fin de escapar intentó cortarse los pies, sus amigos lo cosieron para ayudarlo aunque no tuvieran conocimientos médicos. Al final dio una reflexión que decía "Siempre quedarán cicatrices sin importar lo fuerte o valiente que seas, mi consejo es que tengas amigos que te ayuden a recuperarte. Habrá momentos en que no estarán juntos pero sabés que están en algún lado"

—¿Dónde conseguiste la foto? —preguntó para no pensar en los recuerdos que ese artículo desenterró.

—La tomé yo, compré una cámara instantánea en la isla. Mi tripulación suele hacer bromas porque intenté cortarme las pies, fue lo único que se me ocurrió para que identificaran fácilmente el mensaje sin llamar la atención.

—Aparte de escritor también eres un buen fotógrafo Marimo, me sorprende que un pirata tenga esas habilidades.

—Te sorprenderías mucho más al conocer las habilidades de mis nakamas —dijo con orgullo porque su tripulación era sumamente talentosa en varios aspectos. —Tengo algo para ti, supongo que será útil con todas las provisiones que te dieron en la isla —agregó al entregarle el libro de cocina con recetas típicas de Clerodendrum, su comida era a base de plantas y vegetales.

—Gracias Mossy —fue lo único que pudo decir, se contuvo para no abrazar al espadachín. Le pareció muy tierno recibir un regalo de un hombre al que todos describían como cruel y sin sentimientos.

Ambos estaban postergando entrar bajo las sábanas aunque ya se habían bañado y tenían la pijama puesta. En las dos noches que pasaron sin compartir la cama Sanj extrañó la calidez de un cuerpo musculoso, y el peliverde se conformó en abrazar la almohada al no tener un delgado y tonificado cuerpo al cual aferrarse.

El cazador de piratas hizo el primer movimiento, mientras el cocinero terminaba de aplicarse crema humectante en las manos se sentó junto él en un extremo de cama. Delicadamente lo tomó del mentón, con su pulgar acarició la comisura de sus labios, se acercó lentamente hasta rozar sus narices, la respiración del rubio se hizo lenta al tiempo que sus mejillas se ruborizaron y cerró los ojos. —Debes estar cansado Curly, ve a dormir yo vigilaré con Kitetsu por un rato, todavía no tengo sueño.

Cuando Zoro salió de la habitación Sanji se dejó caer de espaldas sobre la cama, tuvo que cubrirse el rostro con ambas manos para evitar gritarle al pirata por ilusionarlo con un beso romántico. En el pasado tuvo la oportunidad de besar a algunas personas pero no lo hizo, tenía la ilusión de que su primer beso fuera especial y memorable. Cuando besó a Roronoa simplemente se dejó llevar, sus instintos superaron su conciencia, no fue como imaginó pero definitivamente era algo que jamás olvidaría. Le gustaba la forma en que Zoro lo besaba, era agresivo y salvaje pero también superficial, claro que había emociones como deseo y placer pero hasta ese momento en ninguno de los besos que habían compartido sintió cariño. En realidad no esperaba tener una relación amorosa con el Demonio del Mar del Este pero tampoco quería que eso que tenían fuera banal.

Notes:

Disculpa los errores de redacción y faltas de ortografía, no hay lectura beta :(

Imágenes de referencia ISLAS

Puedes ver OC relevantes para la historia AQUÍ

Chapter 5

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El mar estaba agitado, las olas chocaban contra Aurora, la base de la cama se unía al piso para evitar deslizarse pero se inclinaba en cada movimiento del barco. Sanji despertó con el fuerte golpe de una ola contra estribor, detestaba oir las olas romper, le recordaba una de las peores épocas de su vida, no ayudó a su estado de ánimo que la habitación estuviera completamente obscura, aún no amanecía. Intentó levantarse pero el fuerte brazo del espadachín rodeando su cintura le impidió moverse, no supo en que momento regresó.

—No hay peligro cazador, puedes volver a dormir —habló el demonio dentro de Sandai Kitetsu. —Has tomado muy enserio tu papel de guardia —contestó sin emitir un sonido, prefirió comunicarse telepáticamente para evitar despertar al pirata. —Tenemos un trato, siempre cumplo mi palabra. A diferencia de los humanos yo si tengo honor y soy leal. —Eso puedo verlo, el respeto que tienes por Marimo me impresiona. —Es la forma de asegurar mi futuro, me conviene estar con Roronoa.

La mala reputación de la katana era conocida en todo el mundo, pero Sanji notó que el demonio no era tan malo. Le pareció sorprendente que Zoro no haya recibido la maldición de Sandai Kitetsu. —Ambos sabemos que realmente no lo necesitas con vida, ¿por qué no le has dado el mismo destino que a tus anteriores portadores? —Ya lo intenté una vez y demostró ser digno para continuar con vida, por mí tiene las cicatrices en los tobillos —confesó Kitetsu.  —¿Cómo lo demostró? —cuestionó con evidente curiosidad. —Estaba herido y desangrándose pero luchó para proteger a sus nakamas, no se rindió aunque tenía mucho en contra. —En la base de la marina dijiste que Wado Ichimonji es su katana más preciada, ¿por qué no la usó a ella? seguramente él sabía que tú podrías matarlo. —Dudo que quiera manchar a Wado con su sangre, tienen una historia conmovedora pero no me corresponde a mi hablar de ese tema.

Sanji se quedó pensando por un largo momento, con cada cosa que descubría del espadachín le surgían más dudas, genuinamente estaba interesado en Roronoa Zoro. Cerró los ojos con la intención de volver a dormir pero no pudo por el constante movimiento de Aurora, con los primeros rayos del amanecer el mar se calmó. Dio media vuelta para quedar de frente al peliverde cuando relajó el agarre sobre su cintura, observó detalladamente la cicatriz que tenía en el ojo izquierdo, quería saber cómo la obtuvo y su significado.

Al despertar Zoro encontró la profunda mirada del cazador de demonios observándolo. Era temprano para levantarse, no dijo nada simplemente volvió a cerrar su ojo, acarició con delicadeza la cadera del rubio, se acurrucó sobre su pecho y volvió a dormir. Se quedaron en cama hasta las diez mañana y eso desconfiguró su horario habitual.

Para el desayuno Sanji usó su nuevo libro de recetas y las provisiones que obtuvo en Clerodendrum. Le gustaron mucho los rollitos de hojas de parra que comió en la fiesta, decidió prepararlos para que Zoro los probara. Primero hirvió las hojas frescas de parra durante 8 minutos. Había varias opciones para el relleno pero eligió uno sencillo a base de arroz y carne de cordero, lo mezcló con cebolla y jitomate en un bowl, agregó aceite de oliva, nueces picadas, piñones, hojas de menta, un poco de sal y pimienta. Rellenó las hojas de parra y las colocó en una olla para hervir con agua, jugo de limón, pimienta y sal, cuando estaban casi listas retiró el poco líquido que quedaba y terminó la cocción con vino blanco a fuego bajo.

—¿Te gusta? —preguntó cuando el pirata acabó con el tercer rollito consecutivo. —No está mal, pero podrías haber remplazado el vino por sake —exclamó el peliverde solo para buscar un motivo de enfrentamiento, le gustaba pelear con Sanji, se sentía revitalizante.

—Apuesto que te conformarías con arroz simple y una botella de sake en cada comida. —Antes podría sin ningún problema pero ahora no, me has malcriado con la comida —confesó sorprendiendo al otro hombre.

—¿Qué harás sin mi cuando regreses con tú tripulación? Dijiste que ellos no cocinan más allá de simples guisos por lo que será difícil replicar mis platillos, y aunque alguien pudiera lograrlo el sazón no será igual.

—No será necesario que ninguno de ellos cocine más, Luffy conseguirá un increíble cocinero cuando nos volvamos a reunir, yo lo ayudaré.

—Desde ahora siento pena por la pobre alma que será arrastrada por los terribles sombrero de paja —dijo con burla pero la sonrisa del peliverde le confirmó que tal vez si pensaba secuestrar algún cocinero famoso. Recordó que Zeff le contó que Monkey D Luffy quería reclutarlo, quizás si el viejo no supiera defenderse lo habrían llevado a la fuerza.

Mientras Roronoa y Kitetsu entrenaban en cubierta Sanji aprovechó el tiempo para cortarse el cabello, cuánto más crecía se volvia más ondulado, le gustaba tenerlo largo pero era complicado peinarlo y cuidarlo. Manejó cada corte de la tijera con habilidad y precisión, usó navaja para emparejar sus patillas y rasurar los pequeños vellos en su barbilla. En el Baratie solía cortarle el cabello a los cocineros, muchos aseguraban que podría ser un excelente barbero o estilista, su talento con las manos iba más allá de cocinar.

Le gustaba mirarse al espejo, sabía que era atractivo, recibía cumplidos constantemente, el coqueteo y miradas nunca faltaban. Su apariencia combinada con su actitud y buenos modales atraía a todo tipo de personas, especialmente al género masculino. Le desagradaba recibir atención de chicos, varias veces le pateó el trasero a idiotas que intentaron propasarse. Explorar el mundo abrió sus horizontes, aprendió a aceptar y sentirse bien con los cumplidos de hombres, hubo dos o tres que le hicieron cuestionarse la idea de tener novio pero con ninguno sintió la atracción como con el demonio del Mar del Este.

Subió a cubierta usando traje de baño, lentes obscuros y una bata crochet negra que apenas lo cubría por encima de los rodillas, quería disfrutar los rayos del sol. Zoro estaba haciendo algunos movimientos de kenjutsu cuando se distrajo al ver las largas y tonificadas piernas de piel clara, su respiración se detuvo por mirar al cocinero quitarse la bata y acostarse en el camastro. Kitetsu le dio una descarga de energía para hacerlo reaccionar. En los días que llevaban de práctica habían aprendido a conectar su fuerza vital, el demonio podía trasmitirle energía y el pirata le daba haki, todavía no lograban fusionarse completamente pero en ocasiones podían sentir lo que el otro, el demonio dentro de la katana percibió el deseo de Roronoa por el rubio.

El espadachín envainó a Kitetsu y finalizó su entrenamiento, no podía concentrarse al tener una vista privilegiada. Se limpió el sudor con una toalla y tomó el resto de la bebida hidratante que preparó el cocinero, no tenía idea de que era pero sabía bastante bien. —El cabello largo te queda mejor —exclamó para romper el silencio. El rubio no se veía mal con su nuevo corte pero definitivamente el cabello largo y ondulado era su estilo perfecto.

—Volverá a crecer en poco tiempo. ¿Ahora te quedarás ahí viéndome o me ayudarás a ponerme bloqueador solar? —respondió al agitar la botella y dejarla sobre la mesa, dio media vuelta para exhibir su espalda.

Zoro no respondió pero se acercó sentándose en un pequeño espacio del camastro, untó una buena cantidad de  bloqueador por la espalda de piel pálida, fue la primera vez que lo tocó sin ropa de por medio. La diferencia entre sus manos callosas y la suave piel de Sanji era evidente, comenzó desde los hombros bajando a los omóplatos y terminado en la espalda justo donde comenzaba el traje de baño. —¿Tienes un tatuaje? —preguntó al notar un poco de tinta en la cadera bajo el elástico del traje de baño.

—Uhm. Sí, cuando cumplí diecisiete me emborrache por primera vez, no recuerdo mucho pero al día siguiente lo tenía. Ya sabes las locuras que uno hace por culpa del alcohol, no es algo tan relevante.

—Estar ebrio es una excusa muy común para justificar el verdadero ser y al mismo tiempo negarlo. Si haces algo al estar borracho es porque realmente quieres hacerlo pero no te atreves estado sobrio.

—Vaya, ahora eres un filósofo Marimo —se burló aunque reconoció que había algo de verdad en sus palabras. —¿Qué pasa contigo? ¿Te has emborrachado alguna vez? Bebes demasiado y ni siquiera te he visto atarantado.

El peliverde dejó escapar una pequeña sonrisa, se enorgullecia de su capacidad para soportar el alcohol. —Supongo que soy inmune, a veces me da sueño pero nunca he sentido los efectos de estar borracho, no sé como es tener resaca y mucho menos una congestión alcohólica, tampoco olvido las cosas que digo o hago.

—Hmm. Tal vez sí eres un demonio, el alcohol afecta a cualquier persona.

—A ti te afecta porque eres un peso ligero Curly, un poco de vino es suficiente para ruborizar tus mejillas. En mi tripulación todos beben demasiado, algunos soportan más de una botella sin ningún problema en especial Nami, esa chica es un monstruo al beber.

Sanji dio media vuelta y empujó al pirata. —¡No te refieras a ninguna dama como monstruo!

—Tch. Nami no es una dama, es codiciosa, embustera, ladrona, aprovechada, mandona, grita y golpea como no tienes idea.

—Eso no importa Marimo, es una mujer hermosa y merece que la trates con respeto. Debes estar orgulloso de tener una maravillosas dama como ella en tu tripulación.

Aunque Zoro no lo dijera abiertamente si estaba orgulloso de Nami, la respetaba y consideraba una amiga pese a su relación poco cordial. También reconocía que era atractiva pero su belleza física no compensaba su actitud. Realmente no había malas intenciones en la forma de tratarla o expresarse de ella pero tampoco iba a fingir que era un ángel.

Sanji tenía un trato preferencial con las mujeres, lo notó por la forma exagerada de interactuar con ellas, sin mencionar la mirada de idiota que les daba. No le agradó que endiosara a Robin y Nami sin conocerlas. Esas mujeres lograban molestarlo sin estar presentes, y lo peor es que el rubio no estaba equivocado en decir que eran maravillosas, sus nakamas además de ser hermosas eran inteligentes, fuertes y hábiles, si no fueran sus compañeras definitivamente las vería como una amenaza.

No quiso iniciar un debate por la forma de tratar a las mujeres y mucho menos por Nami, terminó la conversación diciendo que necesitaba bañarse. Tenía el hábito de ducharse una vez a la semana o hacerlo cuando era extremadamente necesario, preferiría sumergirse en el mar para limpiarse pero eso cambió al viajar con Sanji. Comenzó a bañarse por lo menos cada tercer día o cambiarse de ropa después de entrenar y antes de dormir.

El baño era pequeño pero funcional y moderno. Había un retrete, regadera, tina, lavabo con espejo y un mueble para guardar productos de higiene; la persona que diseñó el barco pensó muy bien en la distribución de cada cosa para aprovechar el espacio. El agua se extraía del mar, pasaba por varios filtros para separar la sal y convertirla en potable, se almacenaba en un tanque en la bodega para distribuirse entre la cocina y el baño. Gracias a los paneles solares tenían luz y agua caliente en cualquier momento. El peliverde pensó que a Franky le gustaría Aurora, no se comparaba al Thousand Sunny pero era un barco increíble.

Estrenó un short color caqui con varios bolsillos, una playera blanca y sandalias. Con toda la ropa que le compro Sanji podía darse el lujo de no repetir una prenda durante semanas. Aún le quedaba bastante papel fotográfico,  preparó la cámara instantánea y subió a cubierta, el rubio seguía disfrutando el sol, tenía los ojos cerrados, estaba acostado boca arriba flexionando levemente la pierna derecha, solo pudo tomarle una foto antes de que lo notara.

—Marimo, es de mala educación fotografiar a alguien sin autorización —habló al levantarse para arrebatarle la fotografía. Planeaba romperla y quemarla porque creía que las cámaras lo odiaban. Siempre salía terrible y afectaba su autoestima, pero al ver la fotografía que Zoro tomó su vanidad aumentó, se veía increíble.

Al pirata le gustó la sonrisa de satisfacción del cazador de demonios al mirar su foto, pensó que estaría en problemas pero tal vez merecía una recompensa. Pasar dos años con Perona fue una tortura pero le sirvió para aprender varias cosas. La chica gótica le enseñó a usar una cámara, más bien lo obligó a aprender para tomarle fotos con sus horripilantes muñecos. —Saliste bien —exclamó con total sinceridad.

—No la pierdas Mossy —dijo al devolverle la foto. —Vamos, ayudame a preparar la comida —agregó después de ponerse la bata y bajar a la cocina.

No necesitaba ayuda pero disfrutaba molestar al espadachín dándole ordenes. Al trabajar juntos terminaron bastante rápido, hicieron camarones al ajillo acompañados con un crema de champiñones y ensalada sudanesa. Para beber el rubio escogió una botella de la gama de licores de hierbas cortesía de Susan. Comieron en cubierta disfrutando del buen clima, los camastros fueron sus asientos y la mesa plegable su comedor. Hablaron de los lugares donde ambos estuvieron al salir del Mar del Este, curiosamente siguieron una ruta similar para llegar al nuevo mundo.

El atardecer se hizo presente con el descenso de temperatura. La delgada y corta bata no protegió al rubio, provocó que el vello de sus piernas y brazos se erizara, se notaba que tenía frío pero se quedó de esa manera hasta que el último rayo de sol desapareció. No estaba acostumbrado a beber licor pero quería demostrar que podía con algo más fuerte que el vino, desafortunadamente falló. Con solo dos copas se sintió mareado, subió al camarote para recostarse un rato, no quería escuchar las burlas de Kitetsu y del espadachín, realmente era un peso ligero.

Zoro se encargó de guardar la mesita y camastros en la bodega, limpió la cocina y se aseguró que Aurora siguiera el camino correcto del loge pose a su siguiente destino. Preparó dos tazas de café cargado para unirse al cazador de demonios en el camarote, lo encontró acostado en el sofá con una almohada cubriendo su rostro para evitar la luz, se veía mucho más relajado. El licor que tomaron era fuerte, tenía 65 grados de alcohol, era delicioso pero ese tipo de bebida estaba destinada a consumirse en cantidades pequeñas y no en grandes copas, casi acabaron con la botella de un litro.

Dejó la bandeja con las tazas en el escritorio ubicado frente a la cama, fue hacía el hombre, tomó la delgada y perfectamente cuidada mano de piel clara para obligarlo a sentarse adecuadamente, Sanji no abrió los ojos pero hizo gesto de molestia. Al sentarse junto a él no dudó en apartar el mechón de cabello rubio colocándolo detrás de su oreja para observar su rostro completamente. Tuvo mucho tiempo para imaginar porqué se peinaba de esa manera, no le sorprendió que ambas cejas iban en un mismo sentido.  Cualquier otra persona se vería ridícula pero al cazador de demonios le quedaba bastante bien ese rasgo característico.

—Bonitas cejas Curly —dijo en tono de broma aunque realmente le parecían lindas.

—¡Cállate cabeza de epazote!

Zoro fue obediente, dejó de hablar y se inclinó para besarlo en la parte baja del cuello muy cerca de la clavícula. Sanji se quedó quieto pero al espadachín no le gustaba tenerlo tan dócil, descubrió su hombro izquierdo y lo mordió para provocarlo. Su estrategia funcionó, el rubio emitió un sonido que claramente no fue de dolor ni rechazo, sabía que el hombre esperaba más cuando dejó caer la cabeza sobre el respaldo del sofá dando mejor acceso a su cuello. Tenía varias cosas en mente para intentar pero decidió alejarse, los libros que compró realmente le dieron ideas, no había avanzando mucho porque decidió leer tres al mismo tiempo, además debía ser discreto para que el rubio no se diera cuenta.

Sanji tuvo que abrir los ojos después de un largo momento esperando un nuevo contacto del espadachín. Se molestó porque otra vez fue engañado por el peliverde, él ya estaba bebido café al otro lado de la habitación. —Idiota —murmuró para si mismo al levantarse e ir por su propia taza de café, no estaba ebrio pero si un poco atarantado. Zoro lo escuchó pero solo sonrió con burla.

Se metieron a la cama cubriéndose con una manta extra y acurrucandose. Sanji dijo que posiblemente iban a atravesar una ola de frío en las próximas horas por eso la temperatura bajaba cada vez más. Poco después de media noche el demonio dentro de Sandai Kitetsu sintió algo extraño, fue apenas unos segundos por lo que creyó innecesario avisarle a los cazadores. 

Notes:

Disculpa las faltas de ortografía y errores de redacción

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La calidez del musculoso cuerpo de Zoro no se compraba ninguna otra forma de calor, sus fuertes brazos lo rodeaban de manera protectora, su pectorales eran la mejor almohada y la energía que irradiaba lo hacía sentir eufórico. El frío de la mañana era extremo casi al punto de congelación, la ventana y el cristal del domo estaban cubiertos por una ligera capa de hielo; no quería salir de la cama pero sabía que algo no andaba bien.

—Despierta Marimo —dijo moviéndolo.

—Aún no sale el sol y ya estás molestando —se quejó Roronoa medio adormilado.

—Ese es el problema, se supone que el sol ya debería brillar pero seguimos a obscuras.

De mala gana el peliverde se levantó, su haki de observación no le advirtió de ningún peligro latente, pero fue como si ya hubiese experimentado algo similar. Quiso tener a Nami ahí, ella sabría exactamente lo que ocurría con el clima, no era normal el ambiente. Tardó un largo momento en recordar, esa sensación la vivió con el almirante de la marina que seguía a Robin. —Prepárate Curly, tendremos compañía y no será agradable —advirtió al mismo tiempo que fue por sus katanas.

No hubo tiempo de cambiarse la pijama por ropa adecuada, salieron a cubierta, copos de nieve caían de la nubes blancas que ocultaban el sol y un gran iceberg bloqueaba el camino de su barco. Un hombre los observaba desde la cima de la gran roca de hielo. —Buenos días, ¿les molestaría invitarme una taza de te? —dijo Kuzan, su actitud despreocupada puso en alerta a los cazadores.

—¡¿Qué haces aquí?! —gritó el peliverde en tono amenazante, sabía que ese tipo era peligroso.

—Lo mismo te pregunto a ti Roronoa, se supone que moriste.

—Pues ya ves que no —exclamó con sus manos en la empuñadura de Emma y Sandai Kitetsu.

—Tranquilo demonio, no es mí intención pelear pero si quieres hacerlo no tengo problema.

—¿Quién eres y qué quieres? —preguntó el rubio tratando de sonar educado.

—Mi nombre es Kuzan pero muchos me conocen como Aokiji o Faizan azul, soy el décimo capitán de los piratas de Barba negra. Están en territorio de Kurohige, entraron sin permiso, no me  pareció correcto interrumpirlos ayer, así que hoy les doy la oportunidad de ofrecer tributo para cruzar por estas aguas —explicó el hombre de cabello afro.

—Tengo té de canela —comentó el rubio ganándose una mirada de desaprobación por parte del espadachín.

—Me parece perfecto —dijo Aokiji, saltó del iceberg hacia cubierta.

Entraron a la cocina, Sanji encendió la tetera y sacó una caja de galletas de mantequilla. Zoro se quedó recargado en el poste que atravesaba el barco, él al igual que Kitetsu estaban molestos por la amabilidad del rubio. —Creí que eras uno de los tres almirantes de la marina —habló el cocinero para evitar el silencio incómodo.

—Lo fuí pero tuve desacuerdos con otros miembros de la marina, ahora soy un pirata.

El hombre no dio explicaciones simplemente dejó claro que su afiliación a Kurohige era por conveniencia, dijo que tuvieron suerte en encontrarse con él de lo contrario estarían muertos. A regañadientes Zoro aceptó la taza de té que le ofreció el cazador de demonios, escuchó sin intervenir en la conversación, seguía haciendo frío pero se negó a temblar.

—¿Vas a dejarnos pasar así nada más? —cuestionó Sanji, Kuzan dijo que el té y galletas fue suficiente tributo.

—Ustedes no son mis enemigos, mientras mantengan un bajo perfil y omitan que los ayudé no habrá problema —dijo sin mostrar ningún tipo de emoción. Había otros seguidores de Barba negra vigilando esa ubicación, hizo que los demás se alejaran con el descenso de temperatura, les evitó una pelea a los cazadores.

Aokiji se fue, el iceberg volvió a las profundidades y el clima mejoró; les dio una ruta a seguir para no toparse con piratas de Kurohige, tuvieron que confiar en él, si hubiese querido los habría capturado. No almorzaron, Sanji se enfocó en dirigir a Aurora, les quedaba poco más de un día en aguas de Barba negra, y no sabían que esperar más adelante. Zoro continuó molesto toda la mañana; el hombre no le había hecho nada directamente pero lastimó a sus nakamas, hizo que Robin se escondiera y participó en la ejecución de Ace.

Durante la comida hubo tensión, el rubio no dijo nada, esperó hasta que terminaron sus alimentos. —Tu cara de limón agrió me está hartando.

—No tengo otra —exclamó el peliverde mientras recogía los platos sucios.

Sanji pudo replicar pero optó por irse, le pidió a Kitetsu llevar a Roronoa al armario improvisado cuando terminara de limpiar. La katana también estaba enfadada, le hacía falta una buena batalla y sangre para derramar, no respondió pero se encargó de mostrarle el camino a su portador. Encontraron al rubio jugando con una navaja, en cuanto los vio entrar cortó la palma de su mano, el líquido rojo cayó dentro de un pequeño frasco, sacó una buena cantidad ante de cubrir la herida con una gaza y venderla sin mucho cuidado.

Chapter 7: Original Characters

Summary:

Personajes no canónicos de OP.

Chapter Text

Verónica, 25y / 1.74m Edelweiss 

 

General Russell, 42y / 2.11m Sunstone

 

Susan, 20y / 1.78m Clerodendrum

 

Sebastián, 20y / 1.79m Clerodendrum

Chapter 8: Islands

Summary:

Cada isla tiene un significado, se relacionan con hechos canónicos de OP

Notes:

Imágenes creadas con IA

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Edelweiss

Blanco puro o flor de las nieves es una planta originaria de Suiza y Austria, es considerada un símbolo de amor verdadero.

 

Sunstone

Piedra solar o helilota es un mineral de color naranja opalescente con toques verdosos o azulados, se asocia con la energía positiva, la vitalidad y el poder del sol.

Los vikingos usaban un cristal con propiedad de doble refracción que permitió calcular la posición del sol, funcionaba como brújula.

 

Clerodendrum

Genero de plantas. Clerodendrum thomsoniae o corazón sangrante es nativa de África, su nombre en chino significa "dragón escupe una perla"