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Summary:

Quien diría que 9 personas pudieran tener sus destinos enlazados.
Quien diría que los 9 podrían formar una manada.

Chapter 1: Ya no estamos solos

Summary:

Un alfa desterrado con un cachorro a su cuidado en medio de las guerras entre especies del país ¿Qué podría salir mal? K nunca creyó que podría encontrar nuevamente una manda.

Chapter Text

Al principio éramos solos los dos, siempre lo fuimos. Sobreviviendo y escapando, ocultándonos por el país sin una manada con la cual contar. Taki tenía tan solo 12 años humanos, todavía un cachorro que desprendía ese dulce aroma característico de la edad, a azúcar, leche y miel. Y yo, con 20 años, un alfa desterrado que lo único que hacía era traer desgracias a la gente que me rodeaba con el único objetivo de mantenerlo a salvo.
Fueron años difíciles, el cazar todos los días, el dormir poco y el estrés constante de ser acechados por otras manadas de lobos, humanos o peor, vampiros en especial el ejército de Dardan, nos estaba pasando la cuenta tanto físico como mentalmente

La primera vez que vi a Taki se encontraba al lado de su madre, ambos malheridos y ella rogando para que pudiéramos ayudarlos. El con una mirada feroz desde pequeño con el cabello largo hasta la nuca hacía lo posible para proteger a su madre de nosotros, que no queríamos hacerles daño, no estábamos en mejores condiciones tampoco. En ese entonces, la caza de lobos dio comienzo a mano de los humanos de aquel pueblo en que vivíamos a las afueras de Busan y aunque pasábamos desapercibidos en la sociedad, no había piedad ante la mínima sospecha o duda.

Con mi hermano decidimos ayudarlos y darles lo poco que teníamos a escondidas de la manada, que nos habían advertido y pedido estrictamente que nos alejáramos de cualquier extraño, no era seguro y no se podía confiar en nadie en este momento, pero era lo mínimo que podíamos hacer la verdad, ella, una mujer bella de cabello corto que presentaba una gran herida en el abdomen y él, cubierto por moretones y heridas pequeñas, que darían cuenta de lo mucho que tuvieron que caer y correr para poder escapar. No mucho después, hubo otro ataque a mano de los humanos que lograron localizarnos ya que ella era una de ellos, casada con un hombre lobo que en un intento de protegerlos fue cruelmente asesinado.

La mujer murió en el ataque y parte de nuestra manada también, incluyendo a mi hermano y mi madre. Nuestro alfa líder y mi padre, no pudo con tanto dolor y rabia en su interior, culpándome a mi de haber puesto en peligro a la familia decidió desterrarme por el bien de lo que quedaba de esta. Le rogué de rodillas suplicando por piedad y pidiendo perdón por lo que había pasado, pero nada hacía cambiar la furia de aquellos ojos que alguna vez me miraron con orgullo y es que sin decir palabra todo estaba claro. Yo ya no era su hijo.

La manada y mi padre cortaron los lazos conmigo partiendo lejos sin saber hacia dónde se dirigían, el cortar lazos es muy doloroso para ambas partes y más si no hay más lazos que puedan ayudar a compartir ese dolor, eso nos pasó a ambos, que perdimos a nuestras familias una noche de verano y no se si fue por instinto de supervivencia o por la lástima que nos teníamos el uno al otro que en medio de un abrazo, mezclado con nuestras lágrimas y gritos desolados que el lazo entre ambos se formó. Un cachorro huérfano y un alfa joven desterrado.

...

 

La vida continua y no podíamos quedarnos atrás, aún había peligro en todas partes y por más que nos doliera no podíamos morir sin dar la lucha. Desde Busan nos fuimos a Ulsan donde encontramos alojamiento por unos meses, durante ese tiempo recolectamos la mayor información de los lugares seguros donde podíamos escapar con los magos locales, aparte de reunir provisiones y dinero para el viaje. En cuanto a mi relación con Taki al principio no era la mejor pero no podíamos quejarnos y es que no nos quedaba de otra, era mejor estar juntos que solos en ese momento.
Desde aquel día logramos sobrevivir solos durante aproximadamente dos años y hasta el día de hoy me sorprende lo lejos que logramos llegar. Éramos fuertes juntos, Taki era un cachorro que tuvo que aprender muchas cosas a una corta edad, pero era capaz de cazar y matar sin problema alguno y por mas que me hubiese gustado proteger su infancia y que creciera como un cachorro normal, las circunstancias no nos dejaban muchas opciones.
Podíamos con muchas cosas, nuestro trabajo en equipo era impecable pero no lo íbamos a lograr por mucho más tiempo sin una manada que nos respaldara, cosa que cambió durante la batalla de Iland.

Iland se encontraba a las afueras de Seoul y era un pueblo que albergaba a una gran cantidad de seres como nosotros que intentaban convivir como humanos normales, había vampiros, hombres lobos y magos que sorprendentemente entre ellos vivían sin roces algunos, era una sociedad ideal que fue lentamente consumida por el terror tras una ola de asesinatos que comenzó a acechar al pueblo. La desconfianza surgió y comenzaron a culparse unos a otros, la relación buena que había en especial entre los vampiros y los hombres lobos se arruinó por la culpa de Dardan. Una vez más él y su ejército que mataban sin razón aparente con una sed de sangre insaciable, asesinaban a cualquiera que se les cruzaba frente a ellos.

Luego de descubrir a los culpables hubo un pacto de unión para luchar contra Dardan, se reunieron vampiros de otros lugares y las manadas de lobos se unieron a la lucha. Entre ellos estaba yo, no porque quisiera, sino porque prometieron recompensar a todos los que se unieran con cualquier tipo de cosa que necesitaran o desearan y en ese momento necesitaba dinero para una poción de curación. Durante una cacería, Taki fue lastimado gravemente, su vida estaba al borde, pendiente de un hilo, no quedó de otra opción más que convertirse en lobo y de esta forma inició una hibernación para poder retrasar lo más posible el avance de las heridas mortales que recibió y la única opción era la ayuda de un mago, pero por el tenso ambiente vivido, ellos no querían trabajar con nadie externo, no a menos que se les pague y yo no tenía ese dinero. La vida de Taki estaba en mis manos. Tenía que sobrevivir a la batalla, tenía que sobrevivir y obtener el dinero para poder curarlo, no podía perderlo. No a él.

La batalla duró 4 meses y fue uno de los eventos más traumáticos que he vivido, aun en la actualidad me despierto con el aroma nauseabundo de la sangre derramada y los cuerpos esparcidos por el campo de batalla. Logramos derrocar temporalmente a Darden, y es que al finalizar el 4to mes huyó con los pocos vampiros que le quedaban y no los vimos más, lo consideramos una victoria, victoria que fue más que nada ganada por siete caballeros de Selen, vampiros de apariencia joven que lideraron la pelea.

Nunca me agradaron los vampiros, por instinto (y una larga historia de lucha entre ambos grupos) los lobos sentimos cierto recelo hacia ellos y parte de la razón es su olor a hierro que se clava en la nariz cuando estás a su alrededor, es un aroma muy potente que llega a ser desagradable pero conseguimo trabajar hombro con hombro durante esos cuatros meses, siendo Jay, uno de los caballeros de Selen con quien mejor nos llevamos y fue él quien me dio los medios para poder ayudar a Taki, por lo cual le estaré eternamente agradecido.

Perdimos muchos compañeros durante la batalla y fue una experiencia de lo más horrible, pero agradezco algo y es que pude conocer a Euijoo y a Yi Hsiang. Euijoo o EJ como era llamado en el campo de batalla es un omega que fue parte de la manada del distrito de Goyan, que fue enviado junto con otros lobos para ser parte de la lucha, lamentablemente no eran muchos y él fue uno de los pocos sobrevivientes. Yi Hsiang o Nicholas es un lobo extranjero de Taipei, Taiwan que reside en el país desde hace varios años escapando de la guerra de manadas que había en su región y que lamentablemente dejó a muchos lobos sin manadas y a muchos cachorros huérfanos. Nicho fue uno de ellos. Lamentablemente tuvo que volver a vivir los traumas de las guerras acá, pero esta vez no había escapatoria. Por la crisis que se estaba viviendo, todos se unieron por la promesa de una ayuda, todos necesitamos algo, por lo que era morir luchando o morir sin intentar nada.

 

 

Todo inició por Euijoo, al ser omega era natural que entre nosotros nos lleváramos mejor, es un lobo fuerte y con mucho liderazgo que fue la cabeza principal de muchos de los escuadrones que se crearon, aparte de amable y dulce con cualquiera que se le acercara a hablar, incluyendo los vampiros. La primera vez que interactuamos fue cuando nos dejaron a cargo del escuadrón sur el primer mes iniciado, él naturalmente introvertido se veía como un lobo un tanto débil en su forma humana pero una vez transformado era… era innato. No es raro que hayan omegas líderes pero no es lo común, durante la historia, han surgido grandes omegas que pudieron liderar manadas poderosas, como por ejemplo Suho acá en corea, u Ox en el occidente. Euijoo se imponia no de una forma bruta o egoísta sino más bien respetuosa pero por sobretodo astuta.
Nicholas por su parte… ¿cómo decirlo? nuestra relación inició con la pata izquierda, Nicho es un chico que ha tenido que sobrevivir por su cuenta desde muy pequeño, podría suponer que incluso más pequeño que Taki en su momento y no ha tenido la oportunidad de que su lobo socialice tanto con otros de su especie por lo que naturalmente es más ¿salvaje? en nuestro primer encuentro y apenas cruzamos miradas lo tenía sobre mi olfateándome el cuello con una sonrisa un tanto tétrica, de un segundo al otro clavo sus garras a mi cuello y susurraba en mi oído que le agradaba el olor de mi sangre. Agradezco profundamente que Euijoo haya entrado justo en ese momento ya que Nicho desvió completamente su atención en él.
Mi relación con ambos comenzó a florecer, más con Ej que con Nicho pero como este se transformaba en un cachorrito cada vez que lo veía hizo que eventualmente nos volviéramos cercanos. Nos costó llevarnos medianamente decente y es que entre alfas la cosa cambia. El aroma entre omegas y alfas se complementa, es lo natural, el aroma a omega es más dulce, hasta podría considerarse hogareño y que denota seguridad, el aroma de Ej en particular no es empalagosamente dulce, es más bien una mezcla de granos de café recién molidos, almendras tostadas y crema. realmente un deleite a la nariz.
Los alfas por nuestra parte tendemos a tener un aroma más fuerte y picante, el aroma de Nicholas es como el de la una mañana en el bosque luego de un dia de lluvia combinado con un aroma fresco pero al mismo tiempo que deja una sensación de picor en la nariz como el jengibre, a limón o algún cítrico de la estación, es un olor extrañamente relajante que en varias ocasiones… desagrada mi nariz y es que al ser Nicho un alfa y no cualquier alfa, un alfa dominante al igual que yo, su aroma es aún más fuerte.

Luego de que finalizara por fin todo el caos, lo primero que hice fue dirigirme junto con un mago y Jay hacia la cueva donde se encontraba Taki. Los 4 meses que pasaron habían afectado la apariencia de su lobo, Taki se veía más pequeño de lo normal, un poco más delgado y con el pelo de su lomo castaño enredado producto a que no podía acicalarse en el estado en que se encontraba. Me acerque en mi forma de lobo y con el hocico acaricie su cabeza.
“Vamos Taki, es hora de despertar” pero no había respuesta alguna. Me recosté sobre su cuerpo acercando mi oreja a su corazón el cual latía lentamente.
-Le daré esta poción, debes dársela 3 veces al día por 1 semana, las heridas deberían de estar curadas para ese entonces - El mago dejó un frasco con un líquido oscuro en su interior al lado nuestro y se retiró lentamente sin mediar palabra. Jay por su parte se sentó a nuestro lado.

-Sé lo que estás pensando, pero confío en las habilidades de Soobin, nos ha ayudado durante muchos años, se que con lo que les dio va a ayudar a tu amigo- con su mano acarició mi cabeza. - Ah no me he presentado, Taki, soy Jay el vampiro amigo de K, espero que podamos llevarnos bien.
Bufe empujándolo suavemente con mi hocico y el solo soltó una pequeña risa -No sabes lo que tuvo que pasar tu amigo para poder conseguir a un mago, cuantas cabezas del ejército de darden arrancó… uffas casi comencé a temer por la mía en un punto pero eso me dejó en claro lo importante que eres para él. Taki, K, cuidense por favor, no me gustaría perder a un nuevo amigo-

Aleje mi cuerpo del de Taki y me senté a su lado, acercando mi cuerpo hacia él que rápidamente entendió lo que quería hacer y me abrazó - ¿Hyung, en verdad planean irse? podemos cuidarlos, nos cuidaremos entre nosotros, los chicos no haran problema porque ustedes se unan, yo…

Me trasforme en un humano nuevamente y ya sin pudor de mi desnudez tomé sus manos frías y acaricie su cabello - Agradezco tu oferta pero no pertenecemos aquí, Con Taki hace unos meses logramos contactar a la familia de su padre en Japón, nuestra tierra natal, lo mejor es irnos, quiero dejarlo en buenas manos con ellos allá.

-Tu… ¿Qué harás luego de que Taki regrese con su familia? - Me quedé callado porque la verdad es que no tenía idea. Meses antes de que Taki iniciara la hibernación, volvimos a su casa donde encontramos información de su padre y su familia. Una caja de cartas con destinatario a Soma Genda en Japón, el tío de Taki. Nos contactamos con él, explicamos la situación y tuvimos que darle la terrible noticia del asesinato de su hermano y cuñada, en seguida sugirio que fueramos hacia allá, que seria lo más seguro para Taki y este lleno de una emoción y esperanza acepto enseguida. Ahora teníamos un plan, un lugar donde podemos encaminarnos con el letrero de lugar seguro encima de este.
Jay se despidió y volvimos a quedarnos a solas con Taki. No le iba a dar más vueltas al asunto, lo que pasará conmigo en el futuro no importaba en estos momento sino la recuperación de él.

 

...

 

Dicho y hecho, luego de una semana Taki pudo volver a su forma humana y le conté de todo lo que se había perdido en estos meses, por obvias razones se enojó por el riesgo que corrí pero luego de tenerlo en mis brazos nuevamente supe que todo había valido la pena.

Eventualmente Euijoo, Nicho y Taki se conocieron y sorprendentemente congeniaron al poco tiempo, Taki seguía a todas partes a Ej y se le pegaba como koala, mientras que con Nicholas salían a cazar y jugaban todo el día. El ambiente después de mucho tiempo se sentía tranquilo aunque no me sentía de la misma forma, Taki se miraba más alegre pero debíamos marcharnos pronto y temía que un lazo se hubiera formado entre ellos.
Durante los siguientes 6 meses en que se recuperaba Taki, Nicho ofreció su casa que quedaba en la capital, era una pequeña casa de un piso con un jardín sorprendentemente grande para ser seoul, tenía dos habitaciones, un baño, un sala de estar, una cocina y un ventanal grande que daba hacia la calle la cual por las tardes nos daban la despedida del día con un bello atardecer que pintaba nuestras paredes de madera de naranjo suave.
Naturalmente nos hicimos una rutina en la cual por las mañana, Euijoo, Nicho y yo salimos a trabajar, mientras que Taki se quedaba en casa esperando por nosotros. Ej era el primero en llegar y hacia el almuerzo junto con Taki y se ocupaba de ayudarlo con sus ejercicios y cuidados para su recuperación, luego Nicho llegaba y comían juntos para luego salir a cazar los tres, finalmente llegaba yo y preparaba la cena, luego nos quedamos en la sala charlando y… y de forma inevitable creamos una rutina donde al finalizar el día nos acurrucabamos los cuatro en la habitación principal, Yo a la orilla teniendo a Taki a mi lado que abrazaba a EJ y este siendo acurrucado por Nicho por la espalda. No me sentía tranquilo con lo que se estaba creando, no me sentía tranquilo con la felicidad que sentía cuando llegaba a la casa, o al finalizar el dia y tenerlos juntos a mi lado, nuestros olores comenzaban a mezclarse, no me di cuenta cuando se me hacia raro no sentir el aroma a café o el aroma a cítrico sobre mi piel. Nos estamos transformando en una manada, podía sentir los lazos tirando mi nuca cuando nos buscábamos y la sensación de tristeza o angustia para que luego llegará el amparo y tranquilidad cuando alguien sentía dolor.

Fue cuando tuve un dia libre que le comente lo que sentía a Taki.

-No podemos seguir más con esto Taki.

-¿De que hablas hyung?- note como su sonrisa iba desapareciendo a medida que notaba el ambiente serio.

-¿No te acuerdas de nuestro plan? debemos viajar pronto, nos herirá continuar con esto.

-Pero.. pero estamos bien acá, podemos decirle a mi tío, él lo entenderá.

-No es seguro, aun continuamos escapando, aún hay peligro acá Taki

-Pero ahora tenemos a los Hyungs, con ellos podemos estar seguros, vamos a ser una manada.

-Taki no por favor, lo siento pero no es seguro acá, tengo un mal presentimiento desde Iland y Jay siente lo mismo que yo.

-¿Todavía tienes contacto con los vampiros?- mencionó con un gesto de desagrado.

-No tienen malas intenciones, confía en mí ¿si?

-¿Y si les pedimos que vengan con nosotros?- sus ojos brillaban más que nunca.

-Yo…

-¿Pedirnos qué cosa? - No había escuchado la puerta abrirse y tras de nosotros estaban Ej y Nicho con las bolsas de las compras

Taki se levantó de golpe y se acercó a ellos corriendo -Vengan con nosotros… Vengan con nosotros a Japón.

-¿Se van? ¿y no nos habían dicho nada? - Nicho me miró y en sus ojos había lo que podría considerar como incredulidad pero por sobre todo estaban opacados por una mezcla entre angustia y enfado.

-Nicho, Juju…

-A ¿A Japón? Koga, ¿qué está pasando?-

Esa noche los 4 nos sentamos y contamos nuestra historia, lo que habíamos pasado y de cómo podía sentir esperanza en nuestra tierra natal. Ambos no dijeron nada hasta el final que Nicho pidió tiempo para pensarlo y sin perder el tiempo salió por la puerta a dar una vuelta, necesitaba despejar su cabeza, Euijoo murmuró que iba a lavar que quedaba de loza y que nos fuéramos a dormir, que fue un día largo para todos.

Ya en la habitación con Taki dándome la espalda, no se cuanto tiempo paso o cuando me quede dormido que desperté con el ruido de la puerta principal y con la luz entrando por las rendijas de la puerta de la habitación, lo más seguro es que Nicholas haya regresado. Murmullos se escuchaban a lo lejos y como estos poco a poco iban subiendo su volumen, por suerte Taki no se inmuto y continuaba durmiendo.
Toque mi nuca sintiendo como el lazo se tensaba bajo mi mano e inevitablemente vinieron a mi los recuerdos de cuando mi padre rompió los lazos, el dolor era tan fuerte que se hacía imposible respirar, luego del ataque el dolor físico de las heridas recibidas eran una burla ante el tormento que se apoderó de mi ser en ese instante. Mi mente se llenó de un dolor abrumador, una mezcla de tristeza, soledad y una sensación de abandono inimaginable. Cada latido de mi corazón resonaba como un recordatorio constante de mi destierro.

No…

No quiero dejar lo que me hace feliz.

Me levanté y fui hacia donde ellos se encontraban y apenas puse un pie en la cocina ambos se voltearon a verme.
Sus ojos… los ojos de ambos estaban enrojecidos e hinchados, brillando por las lágrimas que intentaban no derramar, el silencio se instauró en la habitación que fue roto por el llanto que no provenía de ninguno de los dos, sino de mi.

- ¿En verdad crees que será mejor en Japón? - Euijoo fue el primero en hablar y de manera firme me encaró.

-Yo.. no se lo que es, no se si es el miedo hablando por mi pero aquí - apreté mi mano contra mi pecho golpeándolo repetidas veces - siento que estaremos más seguros allá.

-¿Qué hay de nosotros?

-Nicho…

-¿Pensabas que era irse y dejarnos así como así?

-No, yo, queríamos decirles antes pero no encontraba el momento adecuado para hablarlo, sabía que arruinaría el ambiente y es que hace mucho tiempo no me sentía tan bien. Chicos, yo se que sonará loco, pero por favor acompáñenos, vámonos de aquí e iniciemos de nuevo allá, sé que será difícil pero, pero no rompamos lazos…

-Oh por supuesto que vamos a ir con ustedes

-Se que vamos a poder superar las barreras que… ¿Eh? - No podía creer lo que estaba escuchando, miré a Euijoo para asegurarme que lo que dijo Nicholas fuera lo correcto.

-¿No habrás pensado que los íbamos a dejar ir así como así? - una sonrisa apareció en sus labios tras sus ojos llenos de lágrimas - También lo sientes, el lazo que nos une, formamos una manada K, somos una manada.

-No quería que tuvieran que dejar todo lo que tienen por nosotros.

-Tampoco es como si tuviéramos mucho- dijo Nicho - Siempre estuve solo… hasta ahora.

-Y mi manada… ellos me enviaron sin la esperanza de que yo volviera, básicamente a morir, no me une nada acá aparte de ustedes.

-¿Eso significa que vienen con nosotros?- una cuarta voz se nos unió y era un Taki con el cabello despeinado y mirándonos con la sonrisa más brillante que he podido ver desde que lo conozco.

-No te desharás de nosotros Riki-san.

Con un pequeño grito de felicidad Taki corrió a abrazarnos, los cuatro desbordados por los sentimientos que compartimos a través del lazo, lágrimas derramadas más que nada por el alivio y la felicidad de que no nos separamos y es que el futuro se veía tan frío y oscuro que ahora, yo se que si estamos los cuatro juntos nada iba a ser difícil.

Después de vivir tanto tiempo solos, compartir lazos nuevamente y formar una manada era simplemente maravilloso.

Chapter 2: Flores

Summary:

El aroma nos guía hacia nuevos caminos y nuevas personas.

Notes:

Aquí la segunda parte, lamento si se hace un poco tedioso en algunas ocasiones pero ya va a empezar la aventura. Cualquier comentario u critica constructiva es bien recibida<3
En otras noticias, ya vieron el MV de Firework? yo lo amé, no puedo dejar de verlo y quede enamoradísima del álbum y todas sus canciones. Recuerden hacer stream y apoyar las actividades de los teamies en corea<3

Chapter Text

Nuestra partida a Japón se realizó meses después gracias a los trabajos de medio tiempo y la ayuda por parte del tío de Taki, mientras tanto los chicos comenzaron a aprender japonés el cual sorprendentemente se les ha hecho sencillo.

“Sa-yo-na-ra”

“No estamos en un anime Juju, en la vida real no decimos eso”

con un puchero dejo de lado su cuaderno “Dejame aun estoy sensible… aun no te tocaba Ash”
Bueno gracias al anime más que nada.

Además de eso, nuestra rutina seguía igual, por las noches continuamos acurrucandonos en nuestro pequeño nido cosa que se ha hecho muy importante para los cuatro, y es que desde esa noche, el lazo se hizo más fuerte, no sabía cómo explicarlo siendo que nadie ha mordido a nadie y nadie es hijo del otro pero es como si siempre hubiese sido así, es como el lazo que tenía con mis padres o mi hermano.
Taki junto a mi se volteo a mirarme y comenzó a frotar su nariz contra mi pecho casi soltando un pequeño ronroneo.

“Mañana es el gran día, ya no te diré hyung” me saco la lengua de forma juguetona

“Yaah, todavía hablaremos coreano no te pases enano… uhgg” En medio de nuestra conversación Nicho se tiró sobre nosotros quien venía entrando a la habitación seguido de Euijoo.

“Mejor hablemos en mandarín”

“Solo sé decir Chǎofàn” dijo Juju abrazando por la espalda a Nicho a quien rápidamente se le subieron los colores a la cara

“Al menos no morirás de hambre si nos vamos a Taiwan” Los cuatro reímos mientras nos acomodamos en el nido de nuevo.

“El vuelo sale a las 9:10 mañana, así que tenemos que despertarnos temprano, ¿tienen todo listo?”

“Sii” respondieron a coro

“¿Su pasaporte?”

“Sii” A coro pero esta vez faltaba una voz

“Taki…”

“Estoy seguro de haberlo dejado en alguna parte, no te espantes”
Dioses, definitivamente mal no lo vamos a pasar si estamos juntos.

 

Llegamos a Japón al día siguiente y a las pocas horas después estábamos en Nagoya en camino a la casa de la abuela de Taki, quien iba hablando con su tío muy animadamente mientras nos decía que especialidades podríamos comer y los lugares donde iba cuando era cachorro… bueno más cachorro aún y por más que intentaba prestar atención seguía distraído mirando hacia la calle. Ya no estábamos en Corea, era obvio, las calles llenas de kanjis que son tan familiares y a la vez tan extraños, la gente que caminaba en ella haciendo su vida con normalidad ajenos a lo que vivimos y las razones de porque llegamos acá.

Viví gran parte de mi infancia en Japón, criado por mis abuelos y mi padre que en ese momento se encontraba viudo debido a que mi madre falleció durante el parto. A lo largo de mis primeros 7 años tuve una vida tranquila en la ciudad, nuestra casa era enorme, con una infinidad de habitaciones las cuales no todas se ocupaban, si me esforzaba todavía podía sentir en la punta de mi nariz el recuerdo del olor a incienso y madera de esa casa. Lamentablemente no todo iba a ser bueno y es que mi padre se volvió a casar y mis abuelos no lo tomaron bien, más que nada porque ella era coreana.
Se conocieron ya que ella era una estudiante de intercambio y él el asistente del profesor de una de las clases que compartían juntos, a pesar de los choques culturales y el idioma ambos cayeron rápidamente enamorados, tanto así que se casaron a escondidas una tarde de agosto.
Mi relación con ella jamás fue mala, al principio la consideraba como una hermana mayor pero entre más se acercaba la relación entre ellos, más la consideraba como una madre, como una figura protectora en la cual podría confiar y resguardarme.

Migramos a Corea no muchos días después de que mis abuelos se enteraran, noticia que por obvias razones tomaron mal al punto que no quisieron saber más de nosotros y me dolía no volver a verlos o hablar con ellos después de eso. No hubo más comunicación entre nosotros hasta que cuando tenía 14 años nos contactaron dando la noticia de que mi abuela había fallecido por causas naturales y a los dos años más tarde la acompañó mi abuelo. A pesar de todo, todavía anhelo un abrazo de ellos, una caricia o una mirada de cariño.

Sin darme cuenta llegamos a la casa que se encontraba en la zona rural, con la fachada clásica de las casa antiguas de la localidad. En la entrada de la propiedad se podía observar la escena de a lo que a mi parecer creo es la abuela de Taki, y es que esa sonrisa inconfundible fue pasada de generación en generación. Con una mirada cálida y dulce pero que irradiaba vitalidad en sus movimientos despedía animadamente a un chico joven, de contextura delgada y suave risa.

“Harua-chan~ nos vamos la próxima semana mi niño, saludame a tu madre”

El chico se giró al lado contrario de donde veníamos, despidiéndose así de la abuela y agitando la mano enérgicamente se alejó de la propiedad de los Takahashi.

“¿Se fué Harua?” Soma menciona mientras nos ayudaba a bajar las maletas del auto. “Creí que se quedaría a comer”

“Bah, le dije que venía mi nieto y le dio pena quedarse” Afirmándose con un bastón se acercó lenta pero segura hacia nosotros. Y por supuesto a quien primero se acercó fue a Taki. “Mi niño, mi cachorro… Mira lo grande que estas” Sus ojos brillaron aguantando las lágrimas que batallaban por salir mientras lo envolvió en un largo abrazo.

“También te extrañé demasiado abuela~”

Compartieron por varios minutos palabras, abrazos y apretones de mejillas para Taki cuando se giró hacia nosotros que nos encontrábamos a un costado con las manos al frente como pequeñas suricatas.

“Ustedes deben ser quienes han cuidado de Riki” Se dirigió a nosotros y rápidamente la saludamos con una reverencia tímida.

“K… se lleva todo el credo… ay como se dice en japonés, ah… crédito” dijo Nicholas con un japonés con fuerte acento extranjero pero haciendo un buen trabajo en general.

“Buenos días señora, es un gusto por fin poder conocerla” Tomo mis manos, las suyas se encontraban tibias y suaves al tacto, arrugadas claro producto del tiempo pero que denotaban experiencia y amor.

“Hiciste un gran trabajo, gracias K”

Mentiría si dijera que casi no me pongo a llorar con esas palabras y es que a pesar de todo, Riki creció bien, ya no quedaba nada para que fuera un lobo adulto
La adultez en los lobos era diferente a la adultez humana, en algunos países se llega a la mayoría de edad apenas se cumple los 18, en corea a los 19 años y acá en Japón a los 20, lo que significa que legalmente se es adulto. En los lobos, la mayoría de edad ocurre con la presentación del género secundario, es decir, cuando los lobos se presentan como alfa, beta u omega, que ocurre entre los 15 y 17 años de manera normal.
Se puede predecir gracias a un examen sanguíneo pero es bastante costoso ya que requiere el estudio de tus hormonas por cierta cantidad de semanas y hubieron casos en que el diagnóstico inicial fue equivocado.

Durante la presentación, los omegas pasan por su primer ciclo de celo, que dependiendo de la persona puede variar en duración e intensidad y el cual es especialmente significativo, por lo general la primera vez suele ser bastante intenso, acompañado por aumento del calor corporal y excitación, es aquí cuando las feromonas adquieren su olor distintivo alejándose del aroma a cachorro las cuales están descontroladas por la falta de costumbre, esto dura un mes aproximadamente y se regula con facilidad gracias a la ayuda de otros omegas, alfas o la manada en general. Por lo que recuerdo de mi antigua manada y la experiencia que nos ha compartido Euijoo es que es un momento de gran vulnerabilidad, las sensaciones se intensifican, se sienten abrumados y en la mayoría de los casos se pierde el control por lo que cuando suceden los ciclos de celos es esencial que el omega se encuentre en un ambiente protegido, en un lugar donde se sienta seguro ya que lamentablemente existe gente que se aprovecha de estas situaciones.

En el caso de los alfas, y al igual que los omegas, todo se intensifica, las sensaciones, los olores, los deseos y por sobre todo los sentimientos, el estado de ánimo varía muy rápidamente, odio estar en ese estado, me siento más agresivo, más sensible, es como si nublaran mi vista, cualquiera se vuelve un enemigo y en especial otros alfas. Los impulsos sexuales son complicados de sobrellevar pero no imposibles, existen inhibidores que se pueden tomar y ayudan a que los ciclos de calor sean menos intensos y tolerables.

“...Hyung… K hyung” me giré a mirar a Euijoo cuando me di cuenta que todos me estaban mirando en la mesa.

La abuela de Taki rió suavemente mientras dejaba trozos de carne en mi plato “Te estábamos hablando y derrepente te perdimos”

“Lo siento, tiendo a sobrepensar” sonreí apenado sintiendo como mis orejas se calentaban por la atención recibida. A mi derecha, Nicho acaricio mi pierna dándole leves palmaditas.

“Decía si es que se iban a quedar por esta semana o tienen planeado ir a otro lugar”

Aun con la comida en la boca Taki comentó “Teníamosh pensadoh recorrer la región”

“Taki” Reproche entre sonrisas y es que no me podía enojar con él, no cuando sus mejillas se veían tan gorditas cuando comía.

“Umh, me imaginé que no se quedarían con nosotros por mucho tiempo, necesitan encontrar su espacio propio después de todo” dijo Soma desde la otra esquina de la mesa.

“No iremos muy lejos” mencioné para tranquilizarlos “Iremos a Shizuoka, queremos estar cerca del monte Fuji, ahí es donde están mayormente concentradas las manadas ¿no es así?”

“M-Matsuri” dice titubeante Euijoo mirandonos de reojo a Taki y a mi, a lo que ambos asentimos con la cabeza “Sabemos que se celebran por estas fechas, creemos que es buena fecha para integrarnos con las manadas cercanas”

La abuela de Taki comenzó a tomar los bowls con arroz que tenía cada uno y los llenó nuevamente a pesar de la negativa de todos en la mesa y es que a una abuela no puedes decirle que no “Tienen razón, deben presentarse a ellas y hacerse conocidos para que no los ataquen por equivocación”

“¿Cuándo partirían?”

“Si es que nos lo permiten, la siguiente semana” la abuela sonrió con felicidad mientras apretaba las mejillas de Riki “Menos mal no me lo quitaran tan luego”
Todos reímos y continuamos comiendo la que ya se me hacía infinita comida.

Durante esa semana pasamos un grato momento compartiendo junto a ellos, recorrimos muchos lugares, comimos hasta reventar y por supuesto tomamos fotografías con una de las cámaras que eran de propiedad del padre de Taki y por ende, ahora de él.

“Nicho sonríe” Ej le tomaba una foto al alfa quien sostenía una hojita en su mano.

Alzó las cejas mientras inclinaba la cabeza “¿Me veo lindo?”

Euijoo quien fingió no escucharlo se volteó dándole la espalda para tomar fotografías de los pájaros que se encontraban sobre la fuente. Nicho se acercó y lo tomó de la cintura pegando la nariz a su cuello y haciéndole cosquillas, Ej entre risas y quejas se retorcía bajo su toque.

“K~ ayudame~”

“Oh no, sabes que no me meto desde esa vez que casi veo mi garganta en las manos de Nicho”

“Ya te pedí perdón por eso hyung” Nicho dejó de molestarlo pero continuaba sosteniéndolo con su barbilla acomodada en el hombro de Ej. “Me cuenta controlarme durante el rut, tienes suerte de no pasar por eso”

Nicholas lo llama suerte pero por mucho tiempo sentía que estaba defectuoso y es que hace muchos años que no tengo un rut, ni siquiera una mínima reacción ante las feromonas de los omegas en celo, como si mi lobo estuviera durmiendo. Consulte con un mago y otros lobos médicos que pudieran ayudarme y la única respuesta fue síndrome post traumático luego del destierro. No me quejo realmente, no es como si tuviera un compañero o alguien que me interese. No todo en la vida es pareja, feromonas y sexo.
Taki llegó con un plato de sandías, traía el ceño fruncido y estiraba su cabeza como si estuviera olfateando algo.

“¿Qué pasa Taki?” dice Euijoo, al parecer los tres notamos lo mismo.

“¿No huelen eso?” Dicho eso, alce mi cabeza y cerré mis ojos en busca del nuevo aroma que mencionaba el menor. “Es como a flores, dulce, manzanilla, quizás lavanda, margaritas”

Podía sentir un leve aroma rozando la punta de mi nariz pero no era algo que llamara mi atención cuando por el ventanal que da a la sala de estar aparece la abuela con un joven muchacho, pequeño, con el cabello negro y lacio.
Volví a olfatear, el suave aroma a flores venía directo de ese chico, quien a medida que avanzaba desviaba la mirada hacia otro lugar que no fuera nosotros.

“Chicos, quiero presentarles a alguien, es un joven lobo del pueblo, nos viene a ayudar durante la semana con el jardín, saben que los dolores de rodilla ya no me permiten agacharme como quisiera” sonrió cálidamente “Su nombre es Harua”

De manera abrupta, Taki se abrió paso rápidamente y tomó al chico de los hombros. “Tu… tu hueles a flores a-achu” estornudó zarandeando a Harua “Haz que pare” dijo acompañado de otro estornudo.

“No se de que estas hablando, no tengo olor”

“¿Eh?”

¿Qué está pasando ahora?

Chapter 3: Amigo

Summary:

Las heridas en común nos unen.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Los estornudos de Taki no se detuvieron luego de eso. El chico llamado Harua los miraba con extrañeza e incomodidad, rápidamente se soltó del agarre del menor y se dirigió a la abuela “Creo que será mejor si la ayudo en otro momento” iba a dar media vuelta para irse, pero Taki lo detuvo nuevamente.

“E-espera, espera… lamento lo que pasó, simplemente tu aroma” estornudó nuevamente manteniendo la parte interna de su codo sobre su cara “molesta mi nariz”

“Woah no se si sentirme ofendido por lo que acabas de decir”, dijo Harua con cierta ironía.

“Pfft” Al fondo se podía escuchar como Nicholas intentaba ocultar la risa por el comentario a la vez que Ej le llamaba la atención y K no mucho mejor, aguantaba la risa ocultándola con su mano.

“Perdón, perdón, no quería decirlo de esa manera… yo-

“Sip, creo que es momento de irme” lo interrumpió

“Espera” K avanzó, haciendo su mejor esfuerzo para ocultar la risa al ver lo desesperado que se encontraba el menor que intentaba entablar una conversación con el muchacho sin que se pudiera malinterpretar. “Soy K, un gusto. Los de atrás son Euijoo y Nicholas, y él es Taki, el nieto de la señora Takahashi”, intercambiaron una pequeña reverencia entre los cinco.

Con la cabeza ladeada escaneando a los cuatro chicos, Harua preguntó dudoso “No son de aquí ¿cierto?”

“Nos mudamos al país hace una semana, aunque Taki y yo somos japoneses, Euijoo es coreano y Nicholas taiwanés. ¿Ayudas siempre a los Takahashi?”, continuó K, tratando de entablar conversación.

"Unos días a la semana ayudo con el jardín", respondió el muchacho, poco a poco relajándose a pesar de los constantes estornudos de fondo. "Lamento... eso, supongo", tocó su brazo avergonzado por algo que no era su culpa, o al menos no de forma intencional.

“No te preocupes, no es tu culpa” Euijoo sonrió para tranquilizarlo. “Bueno, no te molestamos más”

“Nos vemos, chico de las flores”, añadió Nicho mientras seguía a Ej en su camino hacia la casa, dejando a Taki, Harua y a Koga aún en el jardín.

El muchacho se quitó la chaqueta, dejando ver su atuendo que consistía en una jardinera que le quedaba un poco grande, con una camiseta de manga corta amarilla y un sombrero de paja sobre su cabellera oscura, el cual ajustó para que no se cayera con el suave viento que los golpeaba de vez en cuando. Tenía la piel pálida con leves pecas contorneando su nariz y mejillas, una cara pequeña pero con ojos grandes que recordaban a los conejos que se podían encontrar en el bosque.

Taki revoloteaba inquieto tratando de ayudarlo con las tareas de jardinería en un intento de disculparse por el incomodo momento.

Notando el ambiente y al darse cuenta de que no sería de mucha ayuda, el mayor se acercó al miembro de su manada y golpeo suavemente su espalda “Bueno, creo que iré a tomar una siesta” siguió el camino que había tomado el resto de la manada.

 

A Taki nunca le ha gustado molestar o ser una carga para alguien. Desde cuando escapó junto con su madre, puso su mayor esfuerzo para evitar no lastimarse y así no ser atrapados. Cuando conoció a K, a pesar de que ellos les brindaban ayuda, se las arreglaba para ir a cazar a escondidas y, más de una vez, robaba en el mercado cercano, ya que no quería ser de molestia para ellos. Cuando se quedaron solos… se forzó a seguirle el ritmo, tenía que aprender a valerse por sí mismo y es que aunque K era fuerte, ambos sabían que no podía hacerlo solo.

Odio cuando, debido de su falta de concentración, fue atacado por un oso durante una cacería. Odio tener que recurrir al lazo para pedir ayuda, o tener que transformarse para evitar su muerte. Pero odio más que K pusiera en peligro su vida con tal de ayudarle. Una vez que despertó y se enteró de todo lo sucedido, se prometió a si mismo que no sería una molestia en el futuro. Bueno, al menos no una molestia grande.

Harua le daba la espalda de cuclillas mientras cavaba un pequeño hoyo para trasplantar unas flores que estaban en los maceteros “Yo… de verdad lo lamento. No sé qué le pasa a mi nariz, no soy alérgico a nada”, dijo mientras le entregaba un rastrillo para que quitara las piedras y hojas sobrantes “Siempre recolectábamos flores en los bosques de Corea, y Nicho siempre terminaba comiendo lo que se encontrara tirado, lo que le da dolor de estómago. Teníamos que prepararle té de diferentes hierbas, y es tan gracioso cuando eso pasaba porque-

“¿Nunca paras de hablar?” Harua lo cortó sin siquiera voltearse a mirar, con un tono irónico. En realidad, no estaba hablando en serio, simplemente le parecía curioso el hecho de que Taki haya entrado en confianza como para contarle esos temas.

“Bueno, depende ¿te molesta?”

“Me gusta trabajar en silencio”

“Oh, pero así el tiempo pasa más rápido. K solía decirme lo mismo, pero luego se dio cuenta que tengo razón”

“O simplemente se rindió” murmuró Harua para sí mismo, pero Taki alcanzó a escucharlo. Estaba a punto de responder cuando soltó otro estornudo.

“Perdón”

“¿Cómo lograste distinguir mi olor?” Harua preguntó, pero lo dijo tan bajo que Taki no alcanzó a escucharlo, casi como si estuviera preguntándoselo a sí mismo.

“No te escuche, ¿Qué dijiste?”

El de pelo oscuro carraspeo y finalmente volteo a mirarlo “Dije… ¿Cómo lograste distinguir mi olor?

“¿Eh?” Riki no entendía la pregunta porque el aroma a flores realmente tiraba de su nariz. Se inclino hacia él con los ojos cerrados olfateando el aire “Siento el aroma a manzanilla, lavanda, margaritas… oh, también frambuesas silvestres y caramelo” levanto la vista y Harua frente a él tenía los ojos abiertos mostrándose claramente sorprendido. “¿Dije algo malo?”

“No entiendo… se supone que soy beta no debería tener aroma”

“¿Ya tuviste tu presentación?”

“Si, ocurrió hace unos meses”

“¿Cuántos años tienes?”

“Cumplí 15 años en mayo”

“¡No puede ser! Yo también, aunque mis hyungs no pudieron darme regalos ya que estábamos ahorrando para venir acá, Nicho hyung me hizo este collar con piedras que recogimos del río” sin darse cuenta e invadido por la emoción, Taki se acercó demasiado a él al punto que este se encontraba inclinado hacia atrás. Al darse cuenta de lo incomodo que se veía Harua, volvió a recobrar la compostura dándole el espacio que necesitaba “Ejem… Aun espero mi presentación. Estoy seguro que seré alfa como K o Nicholas. No es que no me emocione ser omega, son muy geniales, Ej es genial, de hecho, es nuestro líder. Mantiene bajo control a los cabezas duras de los alfas, es que a veces son muy tont-

“Realmente no te callas nunca”, dijo Harua mostrando una leve sonrisa al tiempo en que continuaba su trabajo.

“Perdón”

No fue la ultima vez que el chico de tez blanca comentaba sobre momentos verborreicos de Taki mientras trabajaban con en el jardín. Este no podía explicar, ni siquiera así mismo, por qué se sentía tan emocionado por el chico que acababa de conocer. ¿Será por que tienen la misma edad? ¿Será porque es la primera vez en muchos años que conoce a alguien nuevo? ¿O será por su aroma? Bueno no importaba, de todas formas, se irían en dos días y no volvería a verlo hasta que regresara a visitar la casa de su abuela.

“Escuche que se quedarán aquí por una semana. ¿Volverán a Corea?”, Taki se sorprendió ante la iniciativa y curiosidad de Harua hacia ellos, pero le hizo extrañamente feliz.

“No volveremos a Corea, pero nos iremos a Shizuoka en unos días”, con la emoción tiñiendo su rostro y con los ojos empapados en ilusión, Harua se volteo rápidamente.

“¿Shizuoka? ¿Cuándo?”

“Eh, dentro de dos días”

“¿Puedo ir con ustedes?”

“¿Eh?”

Harua pareció sorprenderse por la expresión confusa de Taki, pero rápidamente se calmó y recuperó la compostura. "Yo... tengo un amigo cerca de Shizuoka. Hace mucho tiempo que no lo veo y tampoco hemos podido mantener contacto. ¿Puedo ir con ustedes? Prometo no molestar, es solo que no me permiten viajar solo hasta allá y..."

“Woah, ¿Quién es el que no deja de hablar ahora?”, bromeo Taki, las mejillas del mayor cambiaron de un tono blanco a rosa de un segundo a otro, el menor juguetonamente lo empujo con suavidad “Le preguntaré a mis hyungs, aunque no creo que digan que no ¿tu familia te dará permiso?”

“De eso me ocupo yo, no te preocupes”

Desde el ventanal de la sala de estar se podían observar a Taki y Harua ayudando en el jardín, intercambiando palabras acompañado de risas tímidas de por medio. Detrás del cristal, Koga los miraba con los brazos cruzados sobre su pecho, soltando suspiros de vez en cuando.

“Luce como un cachorrito”, dijo Nicholas abrazando al mayor por la espalda. Al sentir el abrazo de otro alfa, Koga gruñó instintivamente, pero eso no detuvo al taiwanés, quien mantuvo el agarre.

“Todavía es un cachorro” recalcó disfrutando del abrazo con el menor.

“¿Crees que le afecté cuando nos vayamos?”

“Llevan apenas un día de conocerse, no creo que le afecte tanto” respondió K

“Bueno, el interés por el aroma de alguien no creo que sea poca cosa”, se unió una tercera voz, era Euijoo.

“Que ustedes se hayan vuelto inseparables desde que se conocieron no cuenta… Riki aun sigue siendo un cachorro, aún no ha tenido su presentación”

“Pero también están los destinados…”, suspiró Euijoo para luego darle un sobro al té helado que sostenía en sus manos.

“Es una leyenda Juju”, respondió Nicholas alejándose un poco del mayor, pero solo lo suficiente para tener a ambos sujetos por la cintura y a la vez que recostaba su cabeza en el hombro del omega.

“Bueno, algo de verdad debe tener si se ha transmitido durante tantos miles de años” Nicholas negaba con su cabeza ante la respuesta de Euijoo. Con sus manos, acariciaba suavemente a los dos chicos a su lado.

“Dioses, Nicho, andas muy meloso” K se quejó en tono jocoso quitando la mano del joven alfa, pero este se aferró con más fuerza.

“No puedo evitarlo, todos estos olores me tienen de los nervios. Estaba acostumbrado a nuestro hogar y ahora no puedo oler nuestra escencia, hyung”. Nicholas siempre ha sido posesivo, con sus instintos a flor de piel. No le gustan los aromas a otros lobos y se estresa fácilmente cuando no está en su hábitat o sin su manada. “No puedo esperar para llegar a nuestro hogar definitivo”

“Ya queda menos, tomaremos el tren en unos días hasta Shizuoka y luego hasta Shimizu-Ku, no tendremos los lujos-

“Nunca tuvimos lujos”

“Bueno ahora serán menos” los tres rieron alegremente. “Pero será nuestro hogar, una gran casa en el campo. Tendremos cerca los parques, los bosques y los templos”

“Tendremos que aprender a cosechar”, suspiró el omega, cansado de solo imaginar el esfuerzo que tendrán que hacer.

“Si es que nos dan frutos”

“Nicho~ no seas negativo, funcionará”, animó el mayor.

Los tres se sumergieron rápidamente en su propio mundo mientras planificaban lo que harían en los próximos días. La abuela de Taki, por su parte, no podía evitar mirarlos desde lejos con preocupación por lo que le depararía a la joven manada en el futuro. Trato de apartar los pensamientos negativos y se fue a la cocina a preparar la cena.

La conversación continuó alrededor de la mesa de la sala de estar mientras compartían trozos de sandía que Euijoo había cortado al mediodía. Tenían sus maletas listas para partir, solo faltaba comprar lo esencial y algunos muebles, bueno, eso dependiendo de las condiciones de la casa. La habían comprado a bajo precio, ya que estaba abandonada. La ubicación era ideal, alejada de la ciudad y, sobre todo, de los humanos. Tendrían la libertad de explorar el bosque cercano y disfrutar de la naturaleza.

"Tendremos que cazar, pero debemos tener cuidado para evitar conflictos con otras manadas. Especialmente tú, Nicho, y tu lobo, tendrán que mantener la calma”, el alfa miro al omega líder y rodó los ojos ante el comentario. “Las provisiones que nos dio la abuela de Taki nos ayudaran en los primeros meses, aunque no durará mucho”

“Conseguiré un trabajo mientras ustedes gestionan la visa”, dijo K mordiendo un trozo de la sandia y continuo “Siempre se necesita mano de obra joven”

“Uh~ ¿a ver esos brazos?” molestó Nicholas toqueteando los bíceps de mayor y este siguiéndole el juego los tensaba mostrándose más fuerte.

Euijoo los ignoró tomando el ultimo trozo de sandía del plato. Al mismo tiempo en que giraba la cabeza en dirección del jardín, donde Taki se acercaba sosteniendo una expresión alegre mientras que detrás de él, estaba el joven chico que iba a un paso más lento y tímido. Ambos entraron y las dos alfas se callaron, volteándose a mirarlos.

“Hyungs~” canturreo el más joven. “Tenemos algo que preguntarles” los tres intercambiaron miradas con confusión e intriga.

Harua con una mirada seria pero amigable, rompió el silencio y dirigió la atención de los cuatro chicos hacia él. “Yo…”, tragó saliva y continuo, “¿Puedo acompañarlos en su viaje?”

“¿Eh?” De todas las cosas que podría preguntar, esta no era una de las que esperaban. Los tres miembros mayores de la manada se tensaron, en especial Nicholas, el cual antes no le interesaría la presencia del joven chico, pero que ahora lo vería como una amenaza. Soltó un gruñido por lo bajo que afortunadamente solo escucharon los mayores, aunque el aura intimidante de Nicholas erizaba los vellos en la nuca de Harua.

“Necesito llegar a Shizuoka, solo iré con ustedes hasta ahí, luego no me verán más”

Con la duda implantada sobre ellos de incluir a un extraño a su viaje y arriesgar la seguridad de la manada no era algo que estuviera en sus planes.

“Harua no es ninguna amenaza, estaremos bien”, Taki sonrió incomodo, consciente del ambiente tenso que los rodeaba.

"Eso está más que claro. Si intenta algo, le rompo el brazo de un mordisco al chico flor"

“Dioses, Nicho, calma, hablemos sobre esto”, intervino el omega, moviéndose hacia un lado, apartando un espacio en la mesa para que los jóvenes pudieran sentarse. Aunque en la mente de Harua hubiese preferido estar lo más alejado del chico de la mirada feroz. Taki, por su parte, se notaba angustiado por el cambio en la actitud de sus mayores. Sus hombros, antes erguidos con confianza, se habían encorvado ligeramente mientras se movía inquieto en su asiento.

El líder del grupo fue el primero en hablar. “Harua-san, en primer lugar, lamento lo que dijo Nicholas”, inclinó la cabeza en una pequeña reverencia. “Pero, eres alguien desconocido para nosotros, el que nos acompañes…”

“No te conocemos, no sabemos si es que tu manada podría hacernos algo”, Nicholas continuo con la explicación del omega en un tono más seco, contrastando con la forma suave y respetuosa que tanto caracterizaba al líder. Molesto por la interrupción, el omega miró seriamente al joven alfa, quien bajó la mirada rápidamente.

“Tenemos preocupaciones”, continuo Euijoo. “Espero que las entiendas”

“Si les hace sentir más tranquilos, no tengo manada”, confesó Harua, intentando fallidamente mantener contacto visual, pero con los cuatro pares de ojos puestos sobre él, era inevitable que su corazón no estuviera agitado.

“Pero dijiste que hablarías con tu familia”, dijo Taki sintiéndose confundido por la nueva información.

“Harua vive en un orfanato, viene a ayudarnos como parte del servicio comunitario”, La voz del Soma se sintió como un balde de agua fría para Harua. “Pueden relajarse chicos. No es como si hubiese matado a alguien. Dioses, parece interrogatorio”, después de esas palabras de advertencias el mayor se retiro del lugar.

Nicholas, luego de escuchar las palabras de Soma, cambio su actitud hacia el chico de cabella oscura. Él también había vivido en orfanatos por unos años luego de la muerte de sus padres. Era trasladado con regularidad por su mal carácter y porque nunca pudo congeniar con otros niños, recorriendo el país de orfanato en orfanato. Nunca fue agradable vivir ahí. Cuando los visitaban gobernadores o benefactores, los obligaban a vestirse con ropa nueva, los bañaban y les servían grandes cantidades de comida, pero una vez que el sol se ocultaba, todo desaparecía y volvían a la triste realidad llena de abusos y maltratos. Nicholas se sentía agradecido de haber logrado escapar cuando tuvo la oportunidad.

“Tengo un amigo, nos conocimos en el orfanato”, la voz de Harua, un tanto temblorosa resonó en las paredes de aquella habitación. “Lo adoptaron hace unos meses, pero desde entonces que no se nada de él… Tengo miedo de que le hayan hecho algo”, tomó una pausa y continuo. “Esas personas no son como nosotros”

“Lo adoptaron humanos”, murmuro Koga con la mirada fija en un punto de la habitación.

“No olían como ellos, era diferente… más… asqueroso”, Harua arrugó su nariz, como si la sola mención reviviera el olor que por las noches abruma sus sueños. “Maki… él no quería ir con ellos, pero la directora lo obligo. Le dieron una gran suma de dinero a cambio, lo sé, yo lo ví”

Una mezcla de rabia, impotencia y angustia invadió a la manada. La historia que contaba Harua era preocupante y podían comprender la necesidad del menor de viajar hacia allá. No era raro que este tipo de cosas sucedieran, sin importar la especie o raza. Este mundo ocultaba seres mucho más tenebrosos, con mentes mucho más perversas.

El silencio se rompió cuando Nicholas se levantó sorprendiendo a todos en la mesa. “Partimos en dos días, ten tus cosas listas para ese entonces”

La mirada de emoción de los lobos más jóvenes conmovió los corazones de los mayores. “Lo haré, no se preocupen”

Notes:

¿Qué les pareció el capitulo~? jdfjd espero que les este gustando la historia.
¿Ya vieron las presentaciones de los chicos en corea? yo las amee<3 la participación de los teamies en el programa de Baekho fue muy buena, es muy bacan que los lleven a esos programas, espero que esto haga que se unan más Lunés <33

Chapter 4: Canto

Notes:

Primero que todo, muchas gracias por los kudos que han dejado!!! <3 me hace muy feliz que les este gustado la historia, por cierto si quieren pueden seguirme en tw @nichooluv, donde estaré avisando cuando suba actualizaciones

Antes de que lean el capitulo hay TW: Mención de abuso, si es que alguien se puede llegar a incomodar el tema.

Chapter Text

Harua no recordaba muchas cosas de su infancia, a excepción de que había llegado al orfanato a los seis meses de edad. Su madre biológica lo dejó envuelto en unas mantas bajo las grandes puertas de ese lugar, junto con una única nota que solo decía su nombre escrito en katakana y que por favor lo cuidaran mucho. Desde entonces, su nombre había sido simplemente Harua.

El orfanato era una gran casa antigua, que tenía capilla contigua, donde cada domingo se realizaban misas y acudían vecinos de la localidad en masa para escuchar las palabras del sacerdote de turno. Al estar tan cerca, los niños del orfanato eran obligados a participar en las ceremonias, ayudando al padre a planificar el sermón u a asistirlo durante este. Harua odiaba asistir los domingos, no por lo aburrido de los sermones o por la ropa incomoda, sino por la mirada de compasión de la gente.

“Pobrecitos” es lo siempre salía de sus bocas, pero lo decían mirando desde arriba, mirándolo por encima de sus hombros. Acariciaban sus cabellos, pero al darse la vuelta limpiaban su mano con recelo. Harua realmente los odiaba.

Por muchos años fue el más pequeño del lugar, haciendo que recibiera el apodo por parte de los otros niños del lugar como el consentido de los adultos. Claro, aunque era en tono de burla, encubría resentimiento y celos

Era cuidado en especial por el padre Nishimura Hiro, un hombre de avanzada edad que era el encargado del orfanato. Él fue quien lo recogió aquella madrugada y quien lo crio durante tantos años.
Harua lo consideraba como un padre, era su referente y con quien más se sentía protegido. Fue él quien respondía sus dudas respecto a su identidad, le habló sobre la historia de sus antepasados y le habló sobre su próximo futuro, preparándolo para lo que se venía.

Vivió una infancia regular junto con los otros niños y los adultos a su alrededor hasta que ocurrió un suceso que lo marcó.

Cuando Harua tenía 10 años, Nishimura Hiro falleció.

De la noche a la mañana, su mundo se derrumbó. Lo peor de todo es que no se pudo despedir de él, ya que la familia prefirió un sepulcro privado.
Harua lloró cada una de las noches que siguieron de ese día, ahogando sus llantos en las oraciones que aquel hombre le había enseñado con tanto cariño, rogando a Dios que le regresada a su padre. Rogando que lo cuidara en el cielo.

Las cosas no mejoraron con la llegada del nuevo padre, de hecho, el infierno personal del menor estaba a punto de empezar.

Una característica de Harua es que nació con la peculiaridad de ser muy bonito. De contextura delgada y pequeña, siendo el más pequeño no solo en edad, sino en altura. Con el cabello negro y sedoso que, enmarcaba delicadamente su cara. Una cara dulce y angelical, con ojos grandes como los de un conejo, que cautivaban a cualquiera que pasara. Su piel tan blanca como la leche y tersa al tacto. Harua era tan bonito como una muñeca, pero tan frágil como la porcelana.
Su único error fue creer que todos los adultos eran como el señor Hiro. Pero esos adultos no eran humanos, eran monstruos.

“Que suerte tienes de haber nacido con esa cara”, es lo que más le repetían, pero, para él era simplemente una maldición.
Como abejas a la miel, los insectos iban tras él, acechándolo a cada pasó que daba y abusando de él de las peores formas posibles.

A los 10 años, Harua aprendió ellos siempre quieren algo a cambio y que al amor que tanto profesaban dolía mucho más de lo imaginado.

 

 

“Harua-chan~”, el menor de ese entonces 13 años se tensó al escuchar la voz de una de las madres superioras, quien posó la mano en el hombro del joven y lo apretó con fuerza. “Este domingo es tu turno para ayudar al director con la nueva planificación”, ella sonreía ampliamente, pero para la poca sorpresa del menor, esa sonrisa no llegaba a sus ojos. “Hazlo bien esta vez”

“No me diga que hacer”, Harua no quito la mirada sobre ella, manteniendo el contacto visual hasta que por fin borro la sonrisa. “Encárguese de hacer su trabajo y váyase”

“Prostituta de mierda”, No parpadeo o alejo la mirada, ni siquiera cuando esta levanto su mano para golpearlo y es que sabía que no se atrevería. El director no estaría feliz de que su cara tuviera un pequeño rasguño.

El chico iba a responderle, pero se quedó con el aire en los pulmones ya que una de las chicas encargadas se acercó corriendo desde el fondo del pasillo. “Hermana, hermana”, gritaba mientras agitaba el brazo. “Oh Harua-chan, también estas aquí”, dijo con voz agitada. La madre superiora simplemente acomodo su vestido como si nada hubiese pasado.
“Acaba de llegar un chico nuevo”, Harua que se encontraba desinteresado por la intervención cambio su mirada inmediatamente. Pobre muchacho, pensaba.

“Bien, iré a darle la bienvenida y tú le explicaras todas las reglas de acá”, los tres empezaron a caminar hasta la entrada en silencio.
Harua iba detrás manteniendo su distancia mientras ellas hablaban sobre el protocolo a seguir y donde iban a acomodar las cosas del chico. Como iba caminando con la cabeza agacha, no se dio cuenta cuando la mujer se detuvo frente a él. “Recuerda explicarle todas las reglas”, no dijo nada y solamente asintió derrotado. Pobre chico, volvió a pensar.

Atravesó el umbral de las puertas de madera de la entrada de la residencia y en una silla con la cabeza agachada se encontraba el chico nuevo. Se veía pequeño, de cabello castaño un poco ondulado, con la piel tan blanca como la suya. Al escuchar el ruido que hicieron al entrar, el joven muchacho levanto su vista, dejando ver con claridad su rostro, ensombrecido y cabizbajo. Se veía joven, quizás de la misma edad que Harua, pero tenía un aire diferente, sus rasgos no eran completamente japoneses. Lo que más podía destacar Harua eran los lunares que adornaban su rostro.

“Hola tesoro, soy la Madre Gabriela, estaremos acá para ayudarte, ¿esta bien?”, el tono dulce en que le hablaba al chico hacia que escalofríos recorrieran el cuerpo de Harua. “¿Puedes decirnos tu nombre?”

El joven dudoso asintió, y con una suave voz dijo, “Hirota Riki”

 

“… san…”

“…ua-san…”

“Harua-san, ¿estás aquí?”, el omega estaba parado frente al chico de cabello negro, agitando su mano frente a él.

La sangre subió por las mejillas de Harua sintiendo sorpresa y vergüenza cuando fue arrancado de su ensoñación. “Perdón Euijoo-san, ¿Qué me decía?”

“Si comiste algo antes de venir acá”, el menor negó con la cabeza.

“Pero no tengo hambre, no se preocupe”

“Aún tenemos tiempo. Koga y Nicholas están acomodando las maletas en el auto y Taki está despidiéndose de su familia, tardaran un poco”, Euijoo le tendió un vaso con té helado de duraznos que había preparado la abuela de Taki en la mañana, se había preocupado de también mandarles un termo con este mismo para el camino y para que puedan preparar una vez lleguen a su destino. Harua lo acepto con una sonrisa tímida y acerco el vaso a su nariz, sintiendo el cálido vapor y las suaves notas dulces de los duraznos con el amargor del té.

Ya habían pasado dos días desde su primer encuentro, que, aunque tuvo altibajos, al final del día se pusieron de acuerdo para que el chico pelinegro pueda acompañarlos. Este, con solo un bolso que guardaba las pocas pertenencias que tenía en el orfanato, además del dinero que había juntado a escondidas -en especial de la madre Gabriela- estaba listo para partir.

Ellos no lo sabían, simplemente salió a escondidas aquella mañana. Gracias a la ayuda de los demás niños pudo escabullir las pertenencias que tenía sin levantar sospechas. Le habían prometido que iban a cubrirlo, excusando su falta para darle tiempo de huir.
Harua lamentaba dejarlos en ese lugar, pero tenía que asegurarse que Riki estuviera bien.

Harua y Euijoo continuaron esperando mientras compartían una pequeña conversación respecto al clima y el viaje que les esperaba. 3 horas de viaje en tren para luego 45 minutos aproximadamente para llegar a la casa en el campo.

K con Soma durante la semana estuvieron yendo a dejar algunas provisiones a la casa, lograron conseguirse algunos muebles y electrodomésticos que los vecinos de los Takahashi ya no utilizaban. No fue mucho, de hecho, solo se consiguieron un pequeño refrigerador, pero era más que suficiente por ahora.

Las maletas y bolsos estaban listos en la camioneta de Soma. Los iba a acercar a la estación, y es que debido a su trabajo no iba a poder acompañarlos en su mudanza. Soma lamentaba no poder ayudarlos más, de alguna forma les tenía envidia, la valentía para adentrarse a lo desconocido requería de mucho valor.

“¿Están listos?”, K asintió y llamo al resto de su manada.

Euijoo fue el primero en llegar junto con Harua, tendiéndole el bolso del menor a Koga para que pudiera acomodarlo en el maletero. Nicholas llegó después y se acomodó junto al omega. Por último, llegó Taki junto con su abuela, quien venia limpiándose las lágrimas de sus mejillas por la pena de tener que dejar ir a su nieto.

“Cuídense mucho mis niños, cualquier cosa estaremos acá para ayudarlos. Soma estará al pendiente de ustedes”, la señora tomó el rostro de Riki en sus manos, acariciando con el pulgar las mejillas del menor. “Me recuerdas tanto a tu padre, sigue creciendo sano y fuerte, mi cachorro”.

El resto observaba la escena con ternura y añoranza en sus corazones, era agradable de ver como la familia se cuidaba entre ellos. El historial familiar de los demás no era el ideal así que verlos era como tomar una taza de té en una noche fría.

Una vez terminaron de despedirse, se acomodaron en la camioneta. Koga por ser el más alto se iría adelante como copiloto, atrás se acomodo Euijoo a la ventana, Nicholas al medio. Los menores se quedaron viendo ya que solo caería uno sentado, Taki pensó en decirle que el podía tomarlo en brazos, ya que Harua era en tamaño el más pequeño de todos y se notaba que no pesaba mucho, pero antes de siquiera sugerirlo, Nicho rápidamente tomo al menor del brazo y lo acomodo en su regazo.
“Harua, siéntate”, indico el alfa menor. El joven asintió tímidamente acomodándose en el puesto vacío que quedaba en la ventana.

“¿No se les queda nada?”, preguntó Soma encendiendo el motor.

“Noup”, respondió Taki

“Entonces partamos”

“¡Go, go go!”, grito Nicholas palmeando las piernas de Taki como si fuera un tambor, haciendo reír a los demás.

Harua veía desde la ventana a la abuela de Taki, quien aún entre lágrimas agitaba su mano despidiéndose, y no pudo evitar sentirse agradecido por tantos años en los que lo acogió y le tendió la mano. Nunca le dijo lo que vivió en el orfanato, pero sabía que ella lo intuía, como cuando siempre se preocupaba de darle pomadas para heridas “en caso de que lo necesites”, decía, justo un día después de que lo hayan molido a golpes o cuando le enviaba comida de más para que pudiera repartirlo entre los demás niños. Ambos sabían la verdad, pero ninguno quiso dar el siguiente paso. Esperaba que luego de encontrar a Maki, ambos pudieran venir a agradecerle en persona.

 

El camino hacia la estación no tomó más de 15 minutos y una vez llegado ahí, Soma se despidió dándoles un abrazo a cada uno.

“Tienes mi número”, susurro al oído de K, compartiendo una mirada cómplice. “Vendré a ayudarlos si necesitan de algo”, el chico asintió sintiéndose agradecido. Si algo le pasaba sabía que iba poder contar con él para que cuidara de Riki y a los demás.

Los cinco arribaron el tren bala que los llevaría hasta el centro de Nagoya para luego tener que hacer un transbordo que los llevaría directo a Shizuoka, donde realizarían el ultimo transbordo para llegar a Okitsu y desde ahí tendría que tomar algún taxi o en el peor de los casos ir caminando hasta llegar el lugar.

Era un viaje largo y agotador, pero era el inicio de todo por lo que se sentía la emoción e ilusión en los miembros de la mañana. Taki fue el primero en sentarse al lado de la ventana, junto a él Nicholas. Ambos claramente emocionados intercambiando palabras con una mezcla entre japones, coreano e inglés. Euijoo tomo el lugar al lado de la ventana de la fila de atrás y a su lado Koga. Separados por el pasillo, estaba Harua por si mismo mirando por la ventana desde el asiento del pasillo.

El tren partió finalmente acompañado por un suave zumbido. Harua no podía evitar sentirse sensible, estaba en un tren rumbo a buscar a Riki, del cual no ha sabido nada desde que se fue, intentaba no pensar de manera negativa pero su mente rápidamente vagaba e imaginaba los peores escenarios posibles. Respiro profundamente y mirando hacia la ventana donde se podían ver el cielo cubierto por suaves nubes, pero con un sol inmenso, que poco a poco iba descendiendo. Cerro los ojos, teniendo como ultimo paisaje de la ciudad que se alejaba poco a poco.

Las horas pasabas y ya habían pasado el primer trasbordo sin incidentes. Koga en esta ocasión fue el que iba sentado solo, frente a él estaban Nicholas y Euijoo, con el alfa menor recostado en el hombro de el más alto y atrás de ellos estaban Harua y Taki, también durmiendo, aunque ellos hacia el lado contrario.

Eran las 5 de la tarde y aun quedaba una hora de viaje, K había intentado dormir, pero simplemente no se sentía cansado, o quizás era la ansiedad hablando por el que hacía que se mantuviera despierto en caso de cualquier accidente. Sacó un durazno de la bolsa de que tenía en su regazo, lo había comprado para todos en la bajada anterior, aunque se lo rechazaron ya que se sentían cansados. Después comerán pensó, dándole el primer mordisco.
Sin darse cuenta ya había terminado la fruta, estaba jugosa por lo que se terminó manchando tanto las manos como la cara. Con un suspiro cansado, se levantó en dirección del baño que estaba dentro del tren.
Con los labios alrededor de su pulgar, Koga lamia las gotas que resbalaban de sus manos mientras caminaba por el tren en movimiento, distraído golpeo con su hombro a un chico por lo cual rápidamente se disculpó con una leve reverencia.
Lo miró rápidamente y no pudo evitar sentir celos. En verdad hay gente atractiva en este mundo.

El alfa no se dio cuenta de que la persona con la cual choco se le quedó mirando por varios segundos. Si no fuera porque sus acompañantes le llamaron la atención, se hubiese quedado más tiempo embobado. "Apúrate Jo", el joven simplemente apresuró el paso hacía su asiento.

 

...

 

En una fila más adelante, pero en el pasillo de al frente estaba Nicholas que por fin había despertado. Apenas se sentó luego del transbordo, cerró los ojos y cayó en los brazos de Morfeo, debía ser que su cuerpo intentaba recuperar la falta de descanso de anoche. Una suave sonrisa apareció en su rostro recordando por qué y la razón la estaba mirando a su lado.

Con suavidad, el alfa extendió su mano hacia Euijoo, buscando un contacto más íntimo y reconfortante. Con delicadeza, entrelazó sus dedos con los de él, sintiendo la calidez de su mano. Si prestaba más atención podría sentir los latidos se su corazón en la palma de su mano, que rápidamente aumentaron su ritmo. Le encantaba poder sentir a Euijoo de diferentes formas, a través de su lazo de manada, cuando se tomaban las manos, cuando se besaban o cuando pasaban las noches juntos, pero no sabía si estaba siendo muy codicioso que esas cosas ya no eran suficientes. Nicholas quería más.

Su mirada que estaba posada en la cara del líder pero lenta e inconscientemente se dirigió hacia el cuello de este, adornado por el collar que le había regalado luego del final de la guerra, que hizo con sus propias manos al igual que el que tiene Taki y K. Era un collar negro, hecho de finas tiras de cuero trenzado que iban acompañado de pequeñas cuentas, pero la más importante, la del centro, una bella piedra de cuarzo amarilla. Le había tomado más de dos semanas encontrarla, pero había valido la pena.

Por su parte Euijoo podía sentir la mirada fija de Nicholas sobre él y una sonrisa tímida se formó en sus labios. “Calma a tu lobo, alfa”, susurro Euijoo abriendo sus ojos y manteniendo su mirada fija en el chico. “Puedo sentir tus feromonas”. Este se acomodó para quedar frente a frente, pero sin soltarse de las manos.

El alfa hizo caso omiso a sus palabras y con su mano libre acarició suavemente la mejilla de Euijoo, quien soltó un suspiro ante el tacto.

Sin apartar la mirada, Nicholas se acercó lentamente a los labios de Euijoo, sintiendo cómo la distancia entre ellos se acortaba, juntando sus frentes antes del tan ansiado momento. Un suspiro escapó de los labios de Euijoo mientras cerraba los ojos, su corazón palpitaba como loco y su lobo revoloteaba sin parar. Finalmente, el roce de sus labios sucedió y como siempre, la sensación en su interior burbujeaba como si florecieran en el cielo fuegos artificiales.

Euijoo le gustaba sentir a Nicholas junto a él, su aroma, su risa y como a pesar de ser más bajo que él, pudiera sentirse tan protegido. Le gustaba que lo escuchara y le gustaba correr con el durante las noches, pero…
“Ejem tortolitos”, la voz de Taki los hizo separarse abruptamente. En seguida fue acompañado de un gruñido por parte del alfa, no le gustaba que lo molestaran cuando estaba con Euijoo. “Calma, calma bestia”

Por el alboroto y la curiosidad, Harua también se asomó a ver los asientos de adelante, encontrando a un muy enojado Nicholas que casi tenía los colmillos expuestos y a un sonrojado Euijoo.

Oh… son pareja, pensó Harua.

“No los hubiese molestado si no fuera porque ya nos vamos a bajar”, el menor dice con una sonrisa cómplice.

 

Cuando los cinco chicos bajaron del tren -ignorando a un molesto Nicholas- luego de 3 horas de viaje, se quedaron unos minutos en la estación planificando como llegarían al lugar. Finalmente decidieron tomar un taxi que los acercaría a la orilla del camino.

Harua se mantuvo apartado de ellos, había prometido que solo los acompañaría hasta Shizuoka, y ya estaban acá, debía iniciar la búsqueda de su amigo, pero no sabía por dónde, no tenía información de donde fueron solo que eran oriundos de este lugar, pero además de eso, nada.

El omega podía descifrar lo que el chico más bajo estaba pensando. Su expresión facial no dejaba mucho a la imaginación, con la mirada fija en un punto distante, sumido en sus propios pensamientos como si estuviera analizando cuales era su próximo paso a seguir… pero lo más seguro es que sus posibilidades estuvieran invadidas por una neblina espesa que no lo dejaba pensar con claridad.

No hubo duda en sus acciones cuando el líder rodeo los hombros de Harua, sobresaltando al menor que no estaba prestando atención a su entorno.

“Ya está atardeciendo. Ven con nosotros. Mañana te ayudaremos a encontrar a tu amigo”, ante tales palabras, Harua levanto la mirada en dirección del resto, en busca de algún indicio de negativa ante tal propuesta, pero no encontró nada de eso. Fue todo lo contrario, como si lo que hubiese dicho Euijoo fuera lo obvio.

Sin decir otra palabra o si quiera responder ante su propuesta, fue arrastrado por el líder hacia los demás que ya habían emprendido su camino hacia la salida. “No lo pienses mucho, y apurémonos antes que Nicho se enfade más”, rio alegremente Euijoo sin soltar de los hombros a Harua, quien esbozo una cálida sonrisa.

 

 

El sol se estaba escondiendo y a su paso pintaba el cielo de tonalidades anaranjadas. Los últimos rayos del sol brindaban una cálida sensación en el ambiente acompañado por la brisa tenue que revoloteaba los cabellos de los chicos, como si les estuviera dando la bienvenida.

Tras pasar caminar por la entrada que era un sendero rodeado de arboles tan altos que la luz no lograba entrar por el escudo de hojas y ramas.

Estaban frente a la casa. Una enorme casa antigua, prácticamente en las ruinas. Le rodeaba la maleza verde que estaba tan alta que perfectamente le podía llegar a las rodillas, por todo el tiempo en que estuvo abandonada.

Quedaba a 30 minutos del pueblo más cercano, una persona normal no tomaría la decisión de vivir en ese lugar con tanta facilidad, pero estaba lejos de todo y de todos.

Les costó barata, es verdad. Era un gran terreno que, de vegetación rodeado de bosque, aunque no había que ser profesional para saber que el costo de reparación sería más elevado.

La fachada de la casa mostraba claros signos de deterioro gracias al paso del tiempo y la naturaleza. La pintura se había desvanecido y descascarado, revelando la madera gastada y expuesta a la intemperie. Las tejas del techo estaban desalineadas y algunas incluso faltaban, lo que permitía que la lluvia y el viento penetraran en el interior.

Al entrar, el aire estaba cargado de un fuerte olor a humedad y moho. Se podían ver las telarañas que se extendían por los rincones, y las ventanas que estaban cubiertas de polvo y suciedad en el mejor de los casos, otras estaban rotas o remplazadas por trozos de madera mal instalada.

Gracias a que Soma y Koga estuvieron viniendo durante la semana que el piso de la sala principal estaba limpio.

“Bueno…”, Euijoo fue el primero en romper el silencio de manera titubeante.

“Esta horrible”

“¡Taki!” el menor simplemente elevo los hombros sin preocuparle los regaños del líder.

Koga por su parte simplemente sonrío. No podía evitar sentir una mezcla de emociones. Se sentía culpable por el estado de la casa y lo difícil que iba ser restaurarla con los chicos, y al mismo tiempo la emoción burbujeante en su pecho. Este lugar representaba una oportunidad para ellos, un lugar donde podrían volver a empezar.

“Se que se ve feo”, K dijo deslizando con dificultad la puerta que daba a lo que debería estar instalada la cocina. “Pero esto es por lo que vale la pena”

Esquivando algunos valdes y cajas dejada por los antiguos propietarios, termino de abrir la ultima puerta que dejaba vista hacia la parte trasera de la casa.

Los cuatro soltaron un jadeo al unísono.
La parte trasera de la casa se abría hacia un impresionante bosque cubierto por exuberante vegetación y altos arboles nativos.
Desde el umbral de la puerta, el paisaje se presentaba como una obra de arte, un lienzo de colores verdes vibrantes y diversos tonos de follaje. Las hojas y ramas de los arboles se entrelazaban creando un dosel frondoso, por el cual, la poca luz que iba quedando del día atravesaba las ramas.
Los llamaba. Entre más lo veían más hipnotizados se sentían ante lo que tenían frente a él.

Los instintos no se hicieron esperar y para sorpresas de todos, el primero en caer en cuatro patas fue el omega. Euijoo no esperó a los demás, no pensó en los riesgos por primera vez y escucho al bosque.

Taki fue el segundo, pegó un grito de felicidad y despojándose de su ropa rápidamente se unió al líder.

K fue el tercero en transformarse. Un gran lobo gris oscuro, estaba en cuatro patas frente a la entrada del bosque, olfateando el puro aire que provenía de ahí. No le tomó mucho tiempo para poder alcanzar a los demás.

Harua veía con sorpresa y emoción como los demás dejaban salir a sus lobos. Era un espectáculo bello y espiritualmente enriquecedor. Nunca había estado rodeado con tantos de su especie. “Woah”, simplemente susurro.

“¿No te unirás?”, no se había dado cuenta que Nicholas estaba a su lado sin despegar la mirada del inmenso paisaje.

“Yo… nunca lo he hecho”

“¿Qué cosa? ¿Correr?”, el menor asintió.

"A veces, incluso yo mismo dudo si aún tengo algún lazo con mi lobo. Me pregunto si he perdido esa conexión, si se ha desvanecido con el tiempo o si es que me odia. Pero ahora, siento algo removiéndose dentro de mí”

“Te has tenido que reprimir por mucho tiempo”

No fue pregunta.

“No tengas miedo, tu lobo no te odia, solo te extraña”, Nicholas dijo por ultima vez antes de que su piel fuera remplazada por un suave pelaje negro.

A lo lejos se escuchaban los llamados de los demás, largos aullidos melódicos, que estaban invitando a que corriera con ellos, a que cantara con ellos.

Harua cerro los ojos respirando profundamente.

Lo siguiente que sintió fue el viento golpeando su cara mientras acudía al llamado de los demás.
Y por primera vez cantó.

Chapter 5: Mago

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

No fue sorpresa para nadie que Harua continuara con ellos, pasaron días, semanas y meses, hasta que más de un año se cumplió. El verano se fue, las estaciones cambiaron y los fríos días dieron la bienvenida a otoño.

La búsqueda por Hirota Riki dio frutos las primeras semanas. Harua junto a Koga fueron al pueblo más cercano que quedaba a 30 minutos de la casa. No sabían por dónde empezar. Harua no tenía ninguna fotografía del su amigo, estaba confiando en su memoria y los recuerdos que tenía de él.
Estuvieron vagando por las calles de aquel pueblo por varias horas, y a pesar de eso, los rodeaba un silencio incomodo. K hacia el intento por entablar una conversación, pero no le funcionaba de la mejor forma, el menor le contestaba con monosílabos y asentimientos de cabeza, intimidado no solo por la diferencia de edad, sino que también de estatura.

“Así que Harua-chan, te puedo decir así, ¿cierto?”, salieron de un restaurante sin buenas noticias y continuaron su camino por la cuadra.

“… Si, no hay problema”, la verdad a Harua no le gustaba que lo trataran con ese sufijo, pero decirle eso haría las cosas más incomodas entre ellos, pensó.

“Deben ser muy amigos con él ¿también es de los nuestros?”

“Riki… llego cuando más necesitaba de alguien”, un pequeño suspiro salió de los labios del menor, “Quiero creer que yo también fui de ayuda para él y no, él no es uno de nosotros, nunca pude oler algo más allá del típico aroma de humano, pero es mejor así, con ser abandonados en ese lugar es suficiente, no necesita más problemas”

A pesar de que le interesaba preguntar sobre la vida que tuvieron en el orfanato, había algo que llamo más su atención y es algo que no había pensado, al menos no conscientemente.

“Los lobos… ¿Cómo es la situación acá?”

“Como en todos lados, depende de la zona, en Nagoya las cosas eran tranquilas supongo, pero las relaciones en otros lados no son iguales… hay manadas que aun creen en la supremacía, pero esas están instauradas en las grandes cuidades, estarán bien acá”

Las palabras del más bajo no dejaron tranquilo al mayor. Su pecho comenzaba a quemar y podía sentir su respiración más agitada. No es momento para esto, pensó, enfoquémonos en ayudar a Harua. Con grandes bocanadas de aire logró calmar su acelerado corazón.

Siguieron caminando hasta que pasaron por la casa de una persona mayor. El caballero se encontraba sentado en la entrada de su casa. Vestía un sweater verde, junto con unos pantalones holgados azules y estaba tallando un trozo de madera.
En la entrada de su hogar estaba un cartel, que decía <

>

“Ojii-San, perdón por molestarlo”, hablo K, acercándose mientras realizaba una reverencia, el menor le imito y el hombre mayor correspondió el saludo.

“¿Turistas?”, dijo sin dejar de realizar su trabajo. “No viene mucha gente por acá”

“¿Se nota mucho que no somos de por acá? Nos mudamos hace poco”

“Por supuesto que se nota, he vivido toda mi vida en este lugar”

“Ojii-San”, se atrevió a decir el menor, “Usted ha visto a un chico aproximadamente de mi misma estatura, cabello castaño rizado, lunares en su rostro y que cuando sonríe se le forman dos hoyuelos en sus mejillas”.

“Uhm… no es muy precisa esa descripción chico, te podría decir que mi sobrino pero estoy seguro que no es él a quien buscas”, levanto la mirada y la fijo en Harua, quien pudo sentir como si una corriente eléctrica pasara por su cuerpo.

“P-perdón, no tengo ninguna fotografía de él”

“Dijiste que lo había adoptado una pareja, ¿te acuerdas como eran?”, dijo K, apoyando al chico. Comenzaba a sentir vibras extrañas por parte del mayor y no sabía cómo sentirse al respecto.

“Definitivamente no eran de acá, eran extranjeros, pálidos… ridículamente pálidos”, las palabras dichas por Harua resonaron en el señor, ya que la sonrisa burlona que mantuvo todo este tiempo se apagó.

“Extranjeros… recuerdo haber visto a una pareja con un chico, pero fue hace varias semanas atrás”, sus palabras dieron una esperanza a Harua, quien sus ojos se llenaron de lagrimas y emoción. Pronto se reunirían. “Le pidieron indicaciones a mi hijo, siguieron la carretera en dirección al norte. Pudieron haber ido a Tokio, Gunma, Nagano… o hasta pudieron haber salido del país, tenían pasaporte”, la sonrisa que había surcado los labios del menor desapareció rápidamente.

“Gracias por la información señor”, volvieron a realizar una reverencia los jóvenes, “No sabe cuanto apreciamos lo que nos dijo”, el anciano por primera vez esbozo una leve sonrisa sincera y se levantó, estirando los músculos de su espalda. Le tomo un par de pasos estar frente a los jóvenes y tomando las manos del menor, quien tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas derramadas, dijo. “A quien sea que estas buscando, ten por seguro muchacho, que lo encontraras… no te rindas”

El señor deposito entre las manos de Harua lo que había estado tallando. Una pequeña luna de madera.

Luego de aquel encuentro, no hubo otra noticia o información sobre el paradero acerca de Riki.

La integración de Harua al grupo se hizo de forma natural, se sentía bien tenerlo allí. No solo ayudaba en la huerta y en las tareas diarias, sino que también a los dos chicos extranjeros con el idioma y a K a conocer los alrededores. Taki, por su parte, se había vuelto inseparable de Harua y compartían casi todo juntos.

Los miembros mayores acogieron al nuevo integrante como si fuera un cachorro más, especialmente Nicholas, quien parecía tener una conexión especial con el chico. Quizás eran las vidas similares que vivieron o el destino como le gustaba decir a Euijoo, pero esta conexión fue el primer vínculo real que Harua sintió en su vida.

 

Ocurrió una noche, mientras corrían por los alrededores del bosque, estaban simplemente explorando, dejando a sus lobos ser libres y felices. Los demás se habían adelantado, por lo que ambos habían tomado la dirección contraria.
Nicholas, debido a su fuerte conexión con su lobo, se dejaba llevar más rápido por sus instintos. Recorría el bosque con entusiasmo y con una seguridad debido a los años de experiencia.

Harua por su parte sentía una gran admiración por Nicholas. Cada vez que observaba al alfa en acción, su corazón se llenaba de asombro y respeto. Los unía su pasado, pero el menor podía ver como Nicho brillaba a pesar de todo. Su mirada que se posaba en el frondoso bosque estaba dotada de seguridad y experiencia, aun se podía percibir un aire serio en él, hasta sobrio si es que estaba más atento. Su postura denotaba orgullo y fortaleza como la de un soldado en la guerra.
Se dio cuenta esa noche lo que sentía cada vez que veía al alfa. Era una mezcla de respeto, gratitud y anhelo. Quería aprender de él, deseaba tener la confianza al caminar que tenía Nicholas, pero por sobre todo quería su reconocimiento y aprobación.

El espeso bosque parecía llegar a su fin en un punto donde la oscuridad se disipaba y se hacía protagonista la luz de la luna. Al fondo, un suave sonido del agua corriendo llamó la atención de Nicholas. Habían encontrado un lago o quizás un río, no estaban seguros, pero los instintos de Nicholas los guiaban hacia allí.
Dando los primeros pasos y sin preocuparse por los peligros potenciales, Nicholas se adentró rápidamente en el área despejada. Harua, más cauteloso, lo siguió sigilosamente, en caso de que hubiera alguien extraño.

Sin embargo, en ese momento no había peligro alguno. Ante sus ojos se extendía un ancho ríos de aguas tranquilas, y en donde Nicho ya se encontraba jugando dentro de él. Emocionado, el alfa aulló hacía el cielo llamando a los demás.

Harua se acercó a la orilla del río y se sentó, disfrutando de la brisa invernal que soplaba suavemente. El lobo negro le instaba a entrar en el agua, pero Harua se negaba
No pasó mucho antes de que tuviera a una gran bola de pelos mojada sobre él. Nicholas mordisqueaba juguetonamente su oreja y soltaba suaves quejidos. No podía entenderle.

No tenían un lazo como para compartir pensamientos o emociones y no era la primera vez que lamentaba no tener esa conexión. Pero parecía que Nicholas comprendía lo que el chico sentía. Afirmó su cabeza sobre la de Harua y la frotó durante varios minutos, como si quisiera decirle que, a pesar de todo, él estaba allí.

El menor respiro profundamente cuando el olor que antes sentía como una suave esencia se iba potenciando en su nariz. Al principio creía que era el bosque, estaban al lado de un rio, el ambiente tenía constantemente un aroma a tierra mojada pero ahora podía saborear la menta claramente al final de su lengua. Lo que antes percibía como un olor cítrico, ahora lo podía identificar claramente como limón y el cosquilleo en su nariz era causado por el jengibre silvestre, como el que cultivaban en su huerta.

“Tranquilo Rua”

Lo escuchó.

Y Nicholas supo que lo había escuchado.

Una ola de sensaciones invadió su cuerpo y su mente, como una corriente eléctrica que petrifico sus pensamientos y sus sentidos. El lobo de Harua desapareció ante los ojos del mayor y frente a él estaba el mismo chico que vio por primera vez hace meses, pero más pequeño, más débil e indefenso. Las lagrimas rodaban por las mejillas de Harua sin parar. Su cuerpo tembloroso cayó al piso, quedando en posición fetal.

Le tomó unos segundo a Nicholas procesar lo que estaba pasando. Sus oídos escuchaban las zancadas de los demás aproximarse a ellos y el lazo tiraba, buscando respuestas ante los abrumantes sentimientos que se transmitían a través de este.

Por el rabillo del ojo vio al lobo de Euijoo, seguido por Taki y K, quienes apuraron su paso al ver a Harua en el piso y a un ya transformado en humano Nicholas, conteniéndolo en sus brazos.

Fue cuando cayeron en cuenta que la ola de angustia y confusión que estaban sintiendo provenía de Harua. El lazo se había formado a través de Nicholas.

“P-perdón” hipaba entre sollozos, “Yo no quería hacerte e-esto”. Nicholas sin decir palabra alguna, se dedico a acunar al chico contra su pecho. “No se como pasó, perdón”. Pero Harua con las pocas fuerzas que tenía se alejaba de él.

“Harua, calma”, K en su forma de humano se arrodillo frente a los dos al ver no había respuesta alguna por el otro alfa y al hacerlo pudo tener una mejor visión del panorama. Nicholas no decía nada, ya que al igual que el menor, estaba empapado en lágrimas y sollozos silenciosos.

Se giró preocupado mirando a Euijoo. Estaba pasando de nuevo. Iba a decirle algo, pero fue interrumpido por los llantos de Harua. “Lo obligue a algo que no quería”

“Así no fun-“Taki fue interrumpido por el líder, quien lo miro con los ojos abiertos, dándole a entender que había que explicarle calmadamente a Harua.

“Harua, calma, quiero que nos escuches”, K dijo tomando las frías manos del más bajo. Preocupado por el estado del chico, le hizo una señal a Taki, quien capto enseguida y transformado en lobo se acurruco junto a Harua para brindarle calor. Mejor les dejaría la charla a los mayores.

“Respira”, agrego Euijoo, esto lo decía tanto para Harua, como para Nicholas, que parecía ya haber vuelto en si mismo.

“Rua, no obligaste a nadie a tener un lazo”, la mirada del chico denotaba confusión.

“Pero…”

“Un lazo sin mordida no se forma a menos que ambos tengan sentimientos profundos Harua”, el alfa mayor le acaricio el cabello húmedo, bajando su mano hasta sujetar su rostro.

“¿Eh?” fue lo único que logró articular Harua, mientras su mirada se cruzaba con la de Nicholas, buscando entender lo que le estaban diciendo.

El taiwanes tomó aire profundamente e hizo un amago para hablar, pero se detuvo en medio, las palabras no podían salir de su boca y el nudo en su garganta se apretó nuevamente.

Euijoo tomó la mano libre de Nicholas, dándole leves caricias en un intento de poder transmitir calma al alfa. Este lo miro a los ojos y asintió dándole permiso de compartir lo que él no podía expresar.

“Cada especie en la tierra tienen una manera diferente para crear uniones entre las personas que los rodean. Nosotros no somos diferentes Rua, la manera en que nos conectamos es a través de los lazos. Es una conexión muy especial y poderosa, ya que es física, la sentimos dentro de nosotros, en nuestra mente y corazón.
Los lazos pueden ser de dos tipos, con o sin mordida. Los lazos sin mordidas son más puros, ya que se pueden generar solo si ambos comparten los mismos sentimientos, es imposible imponerse de esta forma ante otro lobo, por lo que no se pueden manipular los sentimientos, no se le puede mentir al corazón.
Por otro lado, los lazos con mordidas son un arma de doble filo porque son muy poderosas, y difíciles de deshacer, no es imposible romper ese lazo, pero si es peligroso. Hay que tener cuidado, ya que, pueden forzar esta unión, Harua.”
Harua miraba hacia la nada procesando la información que le estaban dando y es que aún no comprendía del todo lo que estaba pasando.
Por su nuca sentía el lazo, estaba palpitando y se sentía cálido. Respiro profundamente, concentrándose en calmar a su corazón. Su mente seguía hecha un lio, no podía negar que lo que le dijo Euijoo hizo poco por calmar sus temores y culpas. Aun así, al fondo de la tormenta que había en su mente podía escuchar los ecos de las voces de los demás, esforzándose para contenerlo.

“Se que es mucha información, así que mejor volvamos a casa, hace frio en este lugar”, todos asintieron en silencio.

 

Cuando volvieron, lo primero que hicieron fue darse un cálido baño. Taki preparaba un té negro con melisa en la cocina, de vez en cuando K, acariciaba su cabello o apretaba sus mejillas de manera juguetona.
Por otra parta estaba Euijoo quien juntó los futones en el piso, posicionando las almohadas alrededor, formando de esta forma un gran nido. Nicholas estaba dentro del circulo de cobijas, con el pijama puesto y una toalla sobre sus hombros.
El omega luego de terminar de ordenar se le acerco y tomo la cara del más bajo entre sus manos, acunando su rostro y depositando pequeños besos en él. En sus mejillas, su nariz, su frente, en sus ojos hinchados por haber llorando y en sus labios.

“Lo hiciste bien, corazón”, susurro a la vez que el alfa rodeaba con sus manos la cintura del más alto, acomodándolo para que se sentara sobre su regazo y así esconder su cabeza en el pecho del otro.

“Lo odio”, se quejó. Ej simplemente acariciaba la nuca del chico, entrelazando la punta de sus dedos con los cabellos oscuros de Nicholas. “Odio no poder controlar lo que siento”

“Lo hiciste bien”, insistió

“Debía estar ahí para Rua, pero lo único que hice fue hacerle creer que estuvo mal lo que hizo, como si fuera culpa suya la unión, dioses, ya debería de tenerlo controlado”, Euijoo alejo el rostro del alfa de su pecho y lo sostuvo entre sus manos.

“Ya hemos hablado de esto antes Nicho”

“Se que no debo frustrarme, pero estoy cansado Juju, siempre mis emociones me desbordan… hay veces en las que me da miedo no poder controlarlas y hacerles daño como aquella vez”

“Aquella vez fue cuando estábamos en corea luchando por nuestras vidas”

“No me justifiques”

“No te martirices”

“Euijoo, casi mato a K”

Suspirando el omega no supo que responder ante el recordatorio de aquel incidente que vivieron durante los meses de terror en corea. No hablaban mucho de eso y habían prometido no volver a mencionarlo, pero Euijoo sabía que la culpa seguía latente en Nicholas. Y en el cuerpo de ambos alfas estaba el recuerdo físico de aquello. En el de Nicholas en el brazo y en el de K en su pecho.

La conversación había terminado ahí pero no habían cambiado de posición, Nicholas se sentía más deprimido y cuando esto pasaba era como tener a un cachorro frente a ellos. Las manos de Euijoo recorrían la espalda del alfa repartiendo caricias cálidas, cuando a la habitación llega Harua recién salido de la ducha, con los ojos hinchados y enrojecidos.

Se quedó mudo ante la escena de los dos chicos mayores. Iba a retirarse cuando los dos miembros restantes entraron a la habitación con tazas de té.

Taki tomo la mano de Harua, acercándolo al nido que el omega había improvisado y dejándolo al medio. El pelinegro tieso como una roca veía como Nicholas se alejaba de Euijoo y se posicionaba a su lado derecho, Taki lo rodeo por el lado izquierdo, seguido por Koga e Euijoo, quien por el contrario siguió a Nicholas.

Los cinco estaban acostados, no hacían falta muchas mantas, el calor de sus cuerpos eran suficiente para mantenerlos cálidos y solo bastó con una señal por parte del alfa mayor para que todos se relajaran.

Harua abrió los ojos sorprendido ante aquello. No se había percatado cuando la sensación de calma recorrió su espina, fue como si el cielo se despejara luego de la tormenta. Los ojos se le llenaron de lagrimas al percatarse de que hace mucho tiempo no se sentía en paz y seguro cuando caía la noche.

Fue la primera noche para Harua en que pudo verdaderamente descansar.

 

 

Durante los meses que transcurrieron, se las arreglaron con las provisiones que les habían proporcionado la familia de Taki y dinero que K ganaba en la panadería del pueblo. Mientras tanto, los demás miembros de la manada trabajaban en la huerta que habían construido, que sin la ayuda de Harua que ya sabía de jardinería no hubiesen podido cosechar sus primeras papas. Por otro lado, Nicholas y Euijoo ayudaban a otros granjeros vecinos, que debido a su avanzada edad tenían dificultad en realizar ciertas labores. Este trabajo les permitía mantener un perfil bajo en la comunidad, ya que eran los únicos extranjeros y aun no gestionaban la visa.

En apariencia, poco había cambiado físicamente en ellos, quizás mantenían su cabello más largo o que Taki había crecido unos cuantos centímetros más. Sin embargo, su relación había evolucionado significativamente.

Tras integrarse oficialmente a la manada, Harua se había convertido prácticamente en el cachorro de Nicholas Le enseño a caminar por el bosque, a cazar, a jugar y lo más importante de todo, a cantarle a la luna.

Taki por supuesto no pudo evitar sentirse celoso, pasó de tener la atención de los tres mayores a compartirla con otro más, pero si era Harua, la verdad no le molestaba mucho.

“Hyung~”, Taki se abalanzo por la espalda del alfa menor acurrucándose mientras frotaba sus mejillas en la nuca del chico. “Despierta, vamos a cazar”.

El chico de los ojos afilados soltó un suave gemido estirándose, despertando en el proceso a Harua que estaba aferrado como koala al alfa. El de ojos de conejo se quejó escondiéndose entre las mantas.

“Dioses Harua, déjame a Nicho-hyung por un misero día”, el mencionado abrió los ojos para fulminar al menor y volvió a acurrucar su cabeza en el pecho del alfa.
Nicholas simplemente se rio somnoliento, girándose para quedar boca arriba, teniendo a ambos chicos sobre su pecho. Euijoo los miraba parado desde la puerta simplemente suspiro derrotado, no era una escena muy rara de ver. Nicho se giro en su dirección y gesticulo un “Ayuda” con su boca.

“Nicho~ vamos, que quiero practicar antes de que llegue Yuma-san”

“Yuma-san, Yuma-san, Yuma-san”, bufó el pelinegro levantándose y dejando libre al alfa. “Es de lo único que has hablado esta semana”

“Es que no lo conoces, Yuma-san es genial”, Taki también se levanto y juntos fueron a tomar desayuno dejando a Nicholas abandonado en la habitación. “Te haría bien conocer a más lobos o personas, se te quitaría lo gruñón”

“Es que Nicho lo está criando bien”, añadió Euijoo tomando un té de naranjas.

“¡Te escuche!”, se escucho el grito del alfa desde la habitación

“Es no me culpa que seas una mariposa social”, Harua bufó llenando su plato con arroz a lo que ignoraba deliberadamente como Taki tendía el suyo para que se lo llenara.

“Soy muy carismático, que puedo decir”

Los menores continuaron con su no-discusión hasta que llegó Koga, con el cabello húmedo por el roció de la mañana, sudado y con las mejillas enrojecidas. Se sacó la chaqueta y los zapatos en la entrada y fue en dirección del ruido en la casa.
Hace tiempo que no salía a correr por su cuenta, se sentía frustrado. Desde hace varios meses que estaba buscando un mago con el cual aliarse, pero no podía encontrar a ninguno.
El aliarse con un mago era bueno ya que así podrían controlar mejor el terreno, no tendría que salir a patrullar durante la noche y habría alguien con quien acudir si es que hubiera alguna emergencia.
Suspiro alborotándose el pelo y deslizando la puerta que daba al comedor vio a los chicos desayunando.

“Ya era hora que despertaran”

“No puedes decirnos eso K-hyung si siempre eres el ultimo en salir de la cama”, alego Taki con las mejillas llenas de comida.

“Detalles, detalles”, Ej le pego un codazo de juego ante su respuesta compartiendo risas entre los cuatro.

Finalmente, el taiwanés se unió a la manda. “Entonces, ¿Cuándo vendrá Yuma?”, Harua nuevamente rodo los ojos ante la mención del otro chico.

“Debería estar por llegar…”, los cinco, como si los hubieran pinchado, se quedaron callados como a la lejanía se escuchaban pasos en dirección a ellos. “¡Debe ser él!”

Nakakita Yuma era uno de los chicos que transportaban provisiones a la panadería donde trabajaba K. La naturaleza amigable y extrovertida de él hizo que con K se llevaran bien rápidamente a lo que de manera inevitable -ya que Taki visitaba todos los días al mayor- también lo conociera.

Se enteraron de que era un lobo poco después de conocerlo y este le prometió que les enseñaría los alrededores más allá del pueblo cercano.

Yuma era un chico de baja estatura, con cabello lacio castaño, un poco más ato que Harua, delgado y que cuando sonreía sobresalía un pequeño colmillo.

Taki agitaba su brazo entusiasmado desde la entrada de la casa. Yuma se acercó corriendo, nivelando el mismo nivel de emoción que el menor. “¡Taki-kun!”, gritó devolviéndole el saludo.

El resto de la manda salió también a recibirlo, ya listos para salir a explorar. Nicholas, como era usual en él, no estaba muy feliz de tener a un lobo extraño rondando cerca de su casa, pero al verlo por primera vez en persona supo que no habría problema. Yuma era como un gatito.

“Hola a todos”, se reverencio en 90° grados, “Soy Nakakita Yuma, un gusto de conocerlos”, el chico no podía ocultar su emoción y rápidamente sus orejas y cola hicieron aparición.
“Oh, disculpen, me pasa cuando estoy emocionado”, su cola se agitaba sin parar haciendo reír a Taki.

“No te preocupes”, hablo el omega, “Gracias a ti por mostrarnos los alrededores”

Iniciaron su camino en dirección al este, Yuma, Taki, Nicholas y Harua iban en la delantera, Nicho asegurándose de que no hubiera peligros cerca mientras que el menor y el recién llegado no paraban de hablar de técnicas de cacería. El de pelo negro los seguía sin decir palabra alguna.

A varios pasos más a tras iban Ej y K, quienes lo prefirieron de esa forma ya que debían hablar de varias cosas.

“¿Tuviste éxito esta vez?”, el de cabello castaño pregunto con la esperanza que fuera positiva, pero se decepciono rápidamente.

“No se ni por donde empezar a buscar Juju, es imposible encontrar un mago”

“¿Mago?” la voz de Yuma frente a ellos los descoloco de sobremanera. No lo habían escuchado llegar. “¿Necesitan un mago?”

“¿Conoces a alguno?”, dijo K con la ceja alzada.

“Unos cuantos, pero el mejor es mi amigo”

“¿Y quién sería este amigo?”

“Oh, Fuma-kun”

Notes:

Van a haber muchos cambios temporales en la historia hasta yo misma me confundí en cierto momento jajaja pero acá están las edades actualizadas por si tenían dudas (aunque nadie me lo pregunto) Taki y Harua tienen 16, Nicho y Ej 19 y K 24

A todo esto me emociona porque ya queda poco para escribir la parte de la historia que mas me emociona jijij no tengo mas que decir ah djfd así que espero que les guste este cap, que me tomo tiempo de escribir pq volvi a clases tristemente

Chapter 6: Luz

Notes:

Despues de mucho tiempo volvimos!! me costo escribir este capitulo por varios motivos, uno de ellos es el poco tiempo que tengo actualmente, las clases me consumen mucho tiempo y pq no me convencía el camino que estaba tomando, pero he aqui el cap <3 me disculpo de antemano si hay algun error, estoy abierta a criticas y comentarios.

Y por ultimo debo decir que me siento muy tonta porque todo este tiempo crei que koga era el nombre de K cuando en realidad era su apellido fjjd me di cuenta cuando K dijo que en su familia le decian yu-chan y ahí caí en cuenta, así que estaré editando los capitulos anteriores jajaja

Chapter Text

El viento aullaba a través del bosque, chocando ferozmente contra las ramas, arrastrando los copos de nieve por todo el lugar. El paisaje blanco resplandecía por el reflejo de los pocos rayos de sol que lograban atravesar la fortaleza de nubes que había en el cielo ese día. Era un día de invierno como ningún otro y lentamente las nubes terminaban por apagar el cielo junto a la nieve que caía con fuerza.

La cabaña escondida en medio del bosque iluminaba los alrededores contrastando la cálida luz de su interior con el frio paisaje del bosque.

El chico, cuyo caminar resonaba ante cada paso que daba sobre la nieve recién caída, estaba envuelto en varias capas de ropa de lana, tratando de protegerse del intenso frío. Su aliento se convertía en pequeños cristales de vapor con cada exhalación, y sus mejillas estaban ruborizadas debido al impacto del aire gélido contra su piel. Nada de eso impidió que lograra su cometido, simplemente le preocupaba que se mojara el paquete guardado en su bolso.

Frente a él, estaba la puerta de madera de la cabaña, los pilares que la sostenían tenían enredaderas cubiertas por nieve y pequeñas luces. Pronto sería navidad, pensó.
Levanto el brazo, pero antes de que sus nudillos tocaran la madera, la puerta de abrió por si sola. Entró, quitando la nieve de su ropa, despojándose de su abrigo y sus botas. El ambiente era cálido y con aquel aroma frutal tan familiar que impregnaba su nariz.

Camino hacia el lugar donde sabía que encontraría a quien estaba buscando. Hasta el final del pasillo, doblando a mano izquierda estaba el estudio principal, un lugar lleno de plantas, donde sobresalía un caldero en medio de la habitación, como si estuviera viendo un anime en la vida real y a la derecha, el gran estante que albergaba distintas botellas llenas de líquidos de colores, de los cuales no les gustaría conocer el contenido de ellos.

Todo era demasiado llamativo, pero no era la primera vez que estaba en ese lugar. Aunque el gato que dormía sobre una almohada en la silla mecedora nunca lo había visto.

Lo que si ya conocía y hace bastantes años era el chico parado frente al caldero, más específicamente frente a un atril, leyendo quien sabe que cosa, pero lo suficientemente interesante como para no despegar la vista sobre el libro, y quien murmuraba la pegajosa melodía de una canción, posiblemente kpop.

Alto, pero no tanto como él, aunque notablemente mucho más fuerte. Sus brazos eran del porte de su cabeza si es que lo pensaba bien. De cabello castaño lacio, ojos grandes y labios gruesos. Vestía una yukata, si es que se podía decir que la vestía porque el kaku obi estaba suelto, haciendo que una parte de la tela se deslizara por sus hombros, exponiendo su pecho de paso.

“¿No debería darle la bienvenida a tu invitado?”

“¿No deberías molestar a tus mayores cuando están ocupados?”, el muchacho frente a él ni siquiera hizo el intento de girarse a mirarlo, pero ya estaba acostumbrado, después de todo lo conocía desde pequeño.

“Te traje lo que pediste”, dejó el paquete sobre la mesa que se encontraba en medio de la habitación, entre medio del desorden de papeles y hierbas esparcidas por el lugar. “Una tacita de té no me caería mal Fuma-san”, el mencionado se giró con las cejas alzadas dejando por fin el libro de lado.

“¿Dónde quedó el chico tímido que ni siquiera me podía mirar a los ojos?”, Fuma despejó la mesa y le sirvió una taza de té verde. “Jo-kun has cambiado”

“He crecido que es diferente”

“Eso es evidente”, ambos compartieron sonrisas cómplices a la vez que se servían el té.

“¿Qué estas inventando ahora?”, la vista de Jo se dirigía hacia la caldera que burbujeaba soltando un aroma a lo que podría familiarizar con el almizcle.

“Nada muy importante, los ancianos del sector están preocupado, ya sabes”, elevó los hombros como si nada. “Han visto gente extraña y están preocupados por la seguridad”

“Pero el perímetro está asegurado, ¿Qué más hace falta?”

“Nunca se sabe Jo, se ha visto gente muy rara”

“Bueno, tienes razón”

Rápidamente cambiaron el tema de la conversación, centrándose en lo que estuvieron haciendo las últimas semanas. Fuma como es usual, se la pasó encerrado en la cabaña, durante el día se dedicaba a ayudar especialmente a los ancianos del pueblo y a estudiar, que es lo que más le gustaba. Por la noche se centraba en patrullar y a verificar que las runas y sellos estuvieran intactos, eso aseguraba que todos en el pueblo estuvieran a salvo. Cumplía con su deber como el mago del pueblo. Era su legado después de todo.

“Estuve con la manada de los Nanase, me enseñaron a nadar y a cazar en el agua, fue increíble, deberías unírtenos para la otra”

“Si… no lo creo”

“Fuma…”

El mayor rodó los ojos. Sabía lo que se venía con ese tono de voz, y ya estaba cansado de la misma discusión, pero se negaba a dar su brazo a torcer. “Ni te molestes en empezar”, dicho esto, se levantó de la mesa dejando a Jo cabizbajo por su actitud.

Si tan solo Fuma le diera la oportunidad de enseñarle su mundo y lo maravilloso que podía ser, estaba seguro de que lo amaría, ya que después de todo, también era parte de ese mundo, está en sus genes y en sus instintos.

“No sabemos el paradero de Yuma y piensas que me interesa conocer su mundo”, escupió con rabia el mayor

“¿No que no querías empezar a discutir?”, suspiro Jo. “Ya te dije que hay que esperar, estoy seguro de que debe andar por ahí”

“Andar por ahí es cuando yo bajo al pueblo por arroz, Jo. Derechamente no hemos recibido ninguna señal de que si quiera este con vida”

“No seas exagerado”

Fuma dejo la taza de té sobre la mesa y se dedicó a mirar la lampara a su lado, la cual resplandecía con una suave luz roja “Ustedes tienen ese ridículo instinto animal que nadie los puede parar, de todas las cosas que he visto no me sorprende si es que está en peligro en este momento””

 

 

“¡AYUDA!”

“¡NO DEJEN QUE ESCAPE!”

Las piernas del chico ardían a cada zancada que daba colina arriba entre toda la nieve. Sus pantalones estaban manchados por la mezcla de agua y tierra, ensuciando de paso lo que quizás fuera su último polerón limpio, pero eso no importaba, no cuando las carcajadas acompañaban a su respiración agitada y no cuando tenía a dos lobos encima suyo lengüeteando su cara.

“¡Paren, que asco sus babas!”, la risa de Yuma llenaba el ambiente y resonaba ante los frondosos abetos.
Desde no muy lejos aparecieron dos lobos más acompañados de Euijoo quien permanecía en su forma humana, encorvado, sosteniendo su cuerpo con sus dos manos en sus piernas, recuperando el aire perdido.“No te quejes que tu quisiste retarlos a una carrera” dijo Ej secando el sudor de su frente. Tenía las mejillas enrojecidas por el calor de todo el ejercicio físico que estaba realizando. Todo sería más fácil si se transformaba en lobo, pero había que tener un “traductor” entre los chicos y Yuma.

Se habían acercado con Yuma estas últimas semanas y nuevamente todo gracias a Taki, quien estaba entusiasmado por hablar con alguien que no fuera parte de su manada. No es que estuviera cansado de ellos, pero era refrescante la compañía de Yuma y su imparable lista de temas para hablar, era el compañero perfecto para hacerle compañía, o más bien competencia de quien hablaba más.

Si se acercaba a Taki, el segundo en caer ante los adorables encantos de Yuma era Yudai, no podía evitar que su instinto protector se encendiera ante alguien menor a él, además de que él tenía información que necesita para alivianar el peso en su pecho.
Euijoo por supuesto que no tuvo problemas con que el chico pasara más tiempo con ellos durante las últimas semanas, era divertido ver como la dinámica que tenían cambiaba de buena forma, podía ver a todo más relajados debido a que comenzaron a salir más seguido, a rondar el bosque y a correr, gastando toda la anergia que tenían acumuladas desde que llegaron a su hogar.
Por supuesto y no era de sorprender que los menos felices con Yuma eran Nicholas y Harua. Mantenían la guardia en alto desde el primer minuto en que el chico del colmillo atravesaba la cerca hasta que desaparecía tras ella. Por suerte, Nicholas fue el primero en dar su brazo a torcer y es que Yuma compartía su amor por lo salvaje y ahora estaba la mayor parte del tiempo en cuatro patas.
Y al final del día Harua no podía ser el único que mantuviera el pelo encrespado como gato enfadado por mucho más tiempo.

La contagiosa risa de Yuma iba disminuyendo a medida que Taki y Nicholas lo dejaban tranquilo. Estaba sentado en el húmedo suelo teniendo la cabeza del menor del grupo sobre su regazo, no le importaba mucho no sentir su trasero por el frio de la tierra y la nieve, no cuando podía acariciar el suave pelaje detrás de las orejas de Taki.

“Tu lobo es muy adorable”, le dijo ahora rascando la barbilla del menor. “No puedo decir lo mismo del tuyo Nicholas, da un poco de miedo”, el mencionado simplemente resoplo.

Frente a ellos estaban K, Harua y Ej, este último estaba de pie con los brazos cruzados, el calor por la corrida se estaba disipando de su cuerpo, haciendo que un escalofrío recorra por su cuerpo desde la nuca hasta la punta de sus pies.
El mayor se giró en dirección del líder y con su hocico presiono la pierna de él.

Entendiendo lo que quería decir, aclaro su garganta antes de hablar. “Yuma”, volvió a carraspear, “¿Cuándo nos presentaras a tu amigo?”

La sonrisa en la cara del chico se volvió incomoda, sabía que tenía pendiente aquello, pero ya no podía alargar más la conversación.

Luego de contarle a Yudai que conocía a un mago no hubo vuelta atrás, este no dejo de perseguirlo con preguntas de cómo era, si era bueno, si podría ayudarlos y Yuma no pudo evitar reprenderse mentalmente por hablar más de lo debido. Dioses Fuma lo iba a matar, por esa razón pensó que si evitaba el tema ellos rápidamente se olvidarían, pero lamentablemente no fue así para él.

Soltó un suspiro, “La verdad de las cosas...” soltó una risa forzada “Es que no sé si se pueda contactar con él”, K giro la cabeza con confusión. “´Es que es un poco… ¿Cómo decirlo?, ¿selectivo? Con la gente que trabaja, me gustaría darles el contacto, pero no creo que se ponga feliz con eso o con verme la verdad”

El ánimo decayó al instante en el resto de la manada, sobre todo en los menores que no pudieron evitar soltar suaves quejidos como cachorros adoloridos, acto que al parecer tuvo efecto en Yuma, ya que se levantó inquieto, preocupado por la decepción de los demás.

“Yo… uhm podría intentar contactarlo, pero no prometo nada”, dijo finalmente. Con una mirada incomoda, sacó de su pantalón lo que podía ser un colgante que tenía la forma de un destello, con el centro de color rojo brillante. Antes de acomodarlo sobre su cuello, soltó el aire contenido en sus pulmones y murmurando algo inteligible para los oídos de la manda, el dije brillo tenuemente. “Listo, dioses seré perro muerto dentro de poco gracias a ustedes”

“¿Y ahora qué?”, dijo Euijoo, “¿Aparecerá mágicamente?”

“Por suerte de mi pellejo no es así, ahora hay que tener paciencia”

 

La lampara al lado de los dos chicos brillo furiosamente mientras estaban conversando, dejándolos congelados por varios minutos.

“Lo voy a matar”, murmuro entre dientes el mayor de los dos, levantándose del sofá donde estaban sentados.

“Y no te voy a detener”, rápidamente tras Fuma, Jo tomaba su abrigo con una sonrisa, feliz de por fin tener noticias del paradero de su amigo luego de tanto tiempo. “Pero déjame abrazarlo primero”

“También lo haré, no te preocupes, pero luego de eso estará enterrado junto con Younee”

“¡Se te murió Younee?! ¡Pero si es un cactus, ni siquiera necesitan mucha agua!”

“Larga historia, no hay tiempo para sentimentalismos”

 

No estaba lejos de donde se encontraban y por dentro agradecían que el clima parecía calmarse, ahora solamente quedaban los copos de nieve que tranquilamente caían sobre sus cabezas, el viento se detuvo y las nubes parecían retirarse para dejar la luna menguante brillar en la noche.

Jo miraba la espalda de Fuma mientras se adentraban al bosque, con pasos firmes y sin una pizca de frio a pesar de que solo vestía una yukata. No podía ver su cara, pero sabía que expresión tenia en ese momento, se conocían desde pequeños, conocía todo de él y podía entender los sentimientos del mayor, aunque intentara hacerse el fuerte y fingir que no le importaba el paradero de Yuma, pero los ojos no mienten y pudo presenciar la alegría de Fuma cuando la lampara se encendió luego de meses.

Las manos del mas joven comenzaron a entumecerse y la respiración de hacía más pesada a medida que pasaban los minutos, pero Fuma no parecía querer detener su paso o eso creía, ya que al estar mirando hacia el suelo no se dio cuenta que el mayor había parado hasta que choco contra su espalda.

“Algo no esta bien”, Fuma negaba con su cabeza, intentaba concentrarse en algo, como si quisiera escuchar o sentir algo con más claridad.

“¿Qué pasa?”

“Los sellos… alguien entró, pero no es solo uno”

“¿Crees que…?”

“Uno… dos… tres… cuatro… cinco”

“¿Son humanos?”, de a poco comenzaba a sentirse la tensión en sus cuerpos, hace mucho que no entraba a su territorio tantas personas, y ellos eran solamente dos en ese momento.

“No”, el aire en los pulmones de Fuma se contuvo, “Pero Yuma esta con ellos”

“¡¿Qué?!”

Intercambiaron miradas y al instante emprendieron marcha, prácticamente corriendo hacia donde Fuma podía sentir la presencia de Yuma. Sentían el estomago en la garganta y una presión en el pecho, tenían un mal presentimiento por lo que debían apurar su paso.

Corrían a través del barro, resbalando a medida que avanzaban, pero nada de eso los detenía, Jo sabía que había una manera más rápida de llegar, pero no sabía si Fuma sería capaz de aceptarlo. Se detuvieron unos segundos para recuperar el aliento, e inesperadamente tensaron sus músculos, y detuvieron su respiración, los ojos de Jo se abrieron en pánico.

Un aullido.

Y no era de Yuma.

Una intranquilidad invadió el cuerpo de Fuma y sin pensarlo y sin esperar a que Jo se recuperara corrió tanto como sus piernas podían dar, estaba ridículamente cerca y no estaba pensando con la cabeza fría. La sola idea que le hicieran algo a su amigo lo volvía loco y más si eran lobos.

Su aliento se escapaba en nubes de vapor en el frío aire, mientras el miedo y la determinación florecían en su interior.

No podía dejar que algo le pasara, no iba a permitir perder a otra persona por culpa de ellos. Yuma era demasiado importante para él. Y ahora, mientras los aullidos lejanos de los lobos rompían el silencio gélido, se maldecía por una vez más no poder hacer nada para impedirlo.

A medida que sus zancadas lo llevaban más profundo en el bosque, los aullidos se volvían más cercanos, más amenazantes. Podía sentir al collar quemar en su pecho, Dioses estaba tan cerca, pero no lo veía por ninguna parte.
El crujido de ramas bajo sus pies se mezclaba con el sonido de su respiración agitada, mientras su determinación se convertía en acción. Y en un giro inesperado, justo cuando pensaba que estaba solo en su carrera contrarreloj, todo se detuvo a su alrededor.

No se había dado cuenta gracias al pelaje negro que se fundía en el paisaje que, frente a él, un par de ojos brillantes lo miraban fijamente, amenazándolo con un gruñido que salía del fondo de su pecho, iniciando su camino hacia él, acechándolo, pero Fuma no iba a retroceder.

Dirigió su mano hacia la espalda y acompañado de un halo brillante pudo sentir como aparecía la punta de su arco, que causo una reacción en la criatura, la cual gruño con más fuerza.

Separó sus pies ligeramente, anclándolos con firmeza en el suelo, como si fueran raíces que conectaban su energía con la tierra misma. Sus hombros estaban alineados en paralelo con su objetivo.
El arco que sostenía en su mano izquierda era una extensión natural de su cuerpo. Sus dedos envolvían el frio metal con confianza y a medida que su mano derecha se deslizaba aparecía una flecha, la cual apuntaba directamente al lobo negro.

El lobo aulló antes de correr hacia él, mostrando sus afilados colmillos. Tenía que ser rápido y certero si quería salir ileso de aquella situación, pero no podía concentrarse, nuevos aullidos y gritos se escucharon que hacían zumbar sus oídos. Soltó un suspiro, era ahora o nunca.

“¡FUMA, NO!” giro su cabeza ante el grito a su lado. Yuma con la respiración agitada apareció de pronto, estaba vivo y sin ningún rasguño. De la impresión no pudo evitar que la flecha resbalara de sus dedos en dirección del lobo.

“¡NICHOLAS!”

Ante la mirada de impresión del mayor, su amigo de toda la vida no corrió hacia él que casi era comido por un lobo, sino que, desesperado se plantó frente a la criatura negra, quien gruñía por el ataque. Tuvo suerte que la flecha solo le había rozado el lomo.

Parado solo frente a aquella escena se sentía fuera de si mismo, no estaba entendiendo nada. ¿Por qué carajos estaba Yuma tan preocupado por el lobo que quería atacarlo?

El pelaje negro comenzó a desaparecer y su cuerpo se encogió, apareciendo frente a ellos la figura de un muchacho pálido de cabello largo en la parte de atrás de su nuca, y con una mirada afilada que le tiraba dagas a través de ellos. Sus colmillos sobresalían entre los jadeos y quejidos de dolor.
Por si fuera poco, más pisadas y gritos se hicieron presente, estaba rodeado de lobos y gente que no conocía que querían hacerlo pedazos. Al parecer su camarada estaba herido y el único culpable era el chico con el arco parado al medio.

“¡FUMA!”, Jo apareció detrás de él, quedando espalda con espalda, en posición para atacar cuando fuera necesario.

“Yuma, ¿Qué mierda esta pasado?” Fuma maldijo mirando a todos a su alrededor.

Eran tres grandes lobos que mostraban sus colmillos de forma hostil ante ellos y un chico de alto de grandes ojos, con el ceño fruncido y los puños apretados, empuñando lo que parecía ser una daga.

“Lo mismo podría preguntar yo, ¿Qué fue todo eso?”, el chico al lado de Yuma no dejaba de quejarse y los lobos no dejaban de rondar como locos. Lo estaban poniendo de los nervios y no ayudaba que Yuma le estuviera reclamando por defenderse.

“Iba a atacarme ¿qué quieres que hiciese?”

“Nicho no iba…”

Fue interrumpido por el gruñido del chico llamado Nicholas a su lado “¡Te voy a matar arrgh!”, quejándose del dolor al costado de su pecho lo amenazó.

“¡Nicholas!” lo reprendió, pero era inútil, los demás apoyaron la moción de chico herido y cerraron el circulo preparados para atacar. “Dioses paren, los conozco no hay nada que temer”

Fuma no sabía hacia donde mirar, posaba su vista en todos los presentes, pero por sobre todo no podía descuidarse del humano con el arma que estaba detrás a un gran lobo gris, este soltó un suave gruñido y el chico habló por primera vez. “Dile que suelte el arco”

“Fuma…”

“Cuando él suelte su arma”

Ante la mención de esta, el joven abrió los ojos sorprendidos, pero no dijo nada más, levantando su mano la dejo caer al piso, la hoja afilada trino cuando choco contra las piedras del lugar, mantuvo sus manos en alto en señal de que estaba desarmado.

Fuma por su parte extendió el brazo izquierdo, haciendo que el arco desapareciera ante la vista de todos. Su vista se posó en el gran lobo gris que avanzaba con paso firme hacia ellos pero que se detuvo a medio camino quedando frente a los demás lobos y al humano, como si quisiera protegerlos de cualquier cosa. Sin apartar la mirada de aquel animal dijo “Regresen por donde vinieron y no vuelvan a acercarse a este lugar” desvió su mirada hacia Yuma “Eso también va para ti”

El joven mencionado trago con fuerza, las palabras no salían de su boca, pero no podía esperar menos, no tenia el derecho para reclamar, había sido un muy mal amigo con ellos.

Quien si pudo hablar fue Jo, quien atónito tomo el brazo de Fuma antes que este se de la vuelta para caminar lejos de ellos. “No es la manera… hablemos esto en privado, por favor”, el mayor iba a ignorarlo, pero los grandes ojos llenos de preocupación y dolor hizo que se tragara lo que tuviera que decir.

Los quejidos del chico en el piso lo distrajeron de lo que quería decir, observando como Yuma ayudaba a presionar el costado del chico para que no saliera más sangre. “Podrías… por favor, solo por esta vez…” la voz temblorosa de Yuma hizo efecto en el pecho del arquero y pasando su mano por la cara simplemente asintió.

“Que sea la ultima vez”

Chapter 7: Cabaña

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Jo se mantuvo alejado de ellos, incluso cuando iban de camino a la cabaña, casi obligados, ya que Fuma no quería que extraños se acercaran a su hogar, pero lamentablemente para él, era lo más cercano que había para curar al chico herido.
El silencio pesaba entre los presentes, solo se podía oír los quejidos que salían de la boca de Nicholas, quien se aferraba a la consciencia con dificultad.

 

Con paso renuente, el de yukata lideraba el camino hacia su destino, Yuma junto con el otro chico humano ayudaban al herido a caminar, mientras eran seguidos por los dos lobos más jóvenes, y el tercero, un gran lobo gris, iba un poco más atrás de él, tomando distancia para tenerlos a todos bajo su vigilancia.
Se le erizaba la piel ante la presencia de aquel lobo, no podía evitar sentir un escalofrió cada vez que volteaba a ver a sus espaldas y sus ojos se cruzaban.

 

Dioses, odiaba esto, la situación con sus mejores amigos lo desanimaba, pero sabía en el fondo que se arreglaría, la pregunta era cuando.
Siempre era lo mismo, como un ciclo recurrente en que Yuma desaparecía, Fuma se enojaba, como buen tercer amigo debía mediar a ambos, finalmente se reconciliaban y los tres se iban a pescar al rio.
Sin embargo, algo era diferente esta vez, no podía evitar sentirse inseguro, era la primera vez que Yuma desaparecía por tanto tiempo, casi un año entero sin dar una señal o alguna pista de su paradero, había cortado todo contacto con ello de un día para otro.

 

No iba a ser fácil poder perdonar a Yuma.

 

La cabaña estaba a pocos pasos de distancia cuando Fuma se giró en 180° grados quedando frente a ellos, apuntando a los tres lobos y diciendo con voz firme “Se transforman en humanos o no los dejare pasar, no acepto perros en mi hogar”
Yuma parecía que iba a decir algo, lo más seguro que a quejarse y contraargumentar, pero quedo en la nada, porque lo único que salió de sus labios fue un suave suspiro derrotado.

 

Por otro lado, el chico alto a su lado si expuso sus pensamientos, “Pero estarán desnudos” su tono parecía dejar claro que era ridículo lo que había dicho el mayor.

 

“No es mi problema”, con el gesto de su mano abrió la puerta a sus espaldas, entrando solo y dejándolos atrás.

 

Jo conocía a Fuma como la palma de su mano, él no iba a perder el tiempo en discusiones, si querían de su ayuda iba a ser a sus termino o no lo haría, y es que estaba harto de tener que hacer las cosas bajo las condiciones de otras personas. Por lo que podía observar cuando estaban junto es que estaba cansado de tener que arreglar los problemas de otras personas, de aguantar a los ancianos del pueblo, los cuales apreciaba, pero todos tienen un límite, ya que al final del día lo forzaron a tener su posición actual.

 

Jo adelanto su paso y se recostó en uno de los pilares de la entrada, iba a asegurarse que la palabra de Fuma se acatara, era lo mínimo que podía hacer en estos momentos. No era la persona más intimidante, para nada de hecho, su altura podía estar sobre el promedio, pero era demasiado introvertido y tímido como para ser una amenaza.

 

“Chicos, tienen que hacer lo que dice, esperar afuera con este tiempo… en cualquier momento podría venirse una tormenta, lo huelo en el aire”, Yuma dirigió su mirada al gran lobo gris más que nada, sabía que si él aceptaba los menores lo seguirían sin preguntar.

 

“Entren rápido, está haciendo frio y su amigo está cada vez se ve peor”, Jo dijo apuntando al chico de la mirada afilada que poco a poco se iba poniendo más pálido. Yuma y el otro chico alto lo ayudaron a entrar, pero los tres lobos seguían rondando afuera.

 

El gran lobo gris merodeo por unos instantes hasta quedar frente a Jo, soltando un gruñido les hizo una señal para que los dos lobos más pequeños se le acercaran y en un abrir de ojos, tenía a 3 pares de ojos humanos mirándolo de manera desafiante, y fue ahí cuando su respiración se cortó.

 

Ante él se plantó un chico casi de su altura, quizás un poco más alto, de cabello negro, ojos grandes y oscuros, labios finos y con una cara muy linda. Dioses era hermoso. Tanto como lo recordaba.

 

Lo había visto en el tren, tan solo había chocado con él, pero bastaron solo unos segundos para que no pudiera dejar de pensarlo durante un tiempo. Fuma lo sabía, lo había escuchado hablar de aquel chico por más de una semana e incluso le había pedido ayuda para buscarlo, pero no tenía idea de dónde empezar, ni siquiera conocía su nombre y sabía que era ridículo emocionarse por alguien el cual viste por unos segundos, pero una corriente sacudió su cuerpo, fue una sensación extraña que no lo dejó dormir por unas noches y que ahora, el culpable de aquello por fin lo tenía frente a sus ojos.

 

“¿Nos dejaras pasar ahora o nos tendrás congelándonos acá afuera?” saliendo se su ensoñación y con un calor furioso en sus mejillas, les dio el paso libre para entrar al lugar.

 

A penas el ultimo entro, la puerta se cerró de golpe.

 

“Les buscaré algo para que puedan cubrirse, mientras tanto pueden ir a mi habitación, es la primera puerta a la izquierda” entre carraspeos Jo les indicó el camino. En silencio lo siguieron hasta la habitación, escuchado como al fondo el golpeteo de la lluvia contra la ventana daba inicio de la tormenta que Yuma había menciona. El trío de desconocidos agradeció la hospitalidad con un simple asentimiento de cabeza y compartiendo miradas cuando Jo desapareció tras cerrar la puerta.

 

“La cabaña es más grande de lo que se ve por fuera” Taki murmura escaneando alrededor.
La habitación bañada en una tenue luz ambarina proveniente de la lámpara sobre la mesita de noche daba un aspecto cálido al lugar. Una cama doble se encontraba en el centro, poseía suaves y acolchadas blancas sabanas y sobre esta una manta de terciopelo que cubría casi toda la cama de color verde oscuro. Harua no pudo evitar mirarla deseoso de recostar su cabeza en una de las tantas almohadas que tenían, lo agotador del día le estaba pasando la cuenta y gracias a la calidez del lugar, sentía sus ojos cada vez más pesados. No ayudaba que, aunque la lluvia persistía afuera, el sonido en la cabaña era apenas un susurro, creando una atmósfera de tranquilidad.

 

Las paredes mantenían diferentes cuadros que daban alusión a su especie y que si uno se detenía a mirarlos de muy cerca pareciera que cobraban vida.

 

“Me da una sensación extraña este lugar” Harua levanta la vista saliendo de su ensoñación dirigiéndola hacia el mayor quien al parecer concordaba con su comentario. Desde que entraron al lugar Yudai, parecía más callado, con la mirada perdida en algún rincón de la habitación, el menor pensó que le encantaría poder descifrar los pensamientos que pasaban por su cabeza.

 

Ese estado no duró mucho en el alfa mayor ya que volvió a sus cabales cuando Jo volvió a la habitación con ropa en sus manos.

 

“Perdón, quizás les quede grande, pero es todo lo que tenemos” le tendió a cada uno un par de pantalones y una sudadera. “Una vez que estén listos vengan a la habitación del fondo para que vean a su compañero”, su mirada se cruzó con la del mayor, pero bajó su vista hacia sus sandalias como si estas fueran lo más interesante que había en aquella habitación.
Sin más que decir se giró para que los demás se cambiaran con tranquilidad, pero antes de cerrar la puerta, carraspeo suavemente “Me-Me llamo Jo a todo esto” espero unos segundo por alguna respuesta, pero solo recibió el asentimiento de los más bajos, pasando una mano por sus cabellos finalmente decidió cerrar la puerta.

 

 

El ceño de Euijoo permeancia fruncido al ver como Nicholas se quejaba de dolor sobre la mesa en que lo dejó Fuma, nombre por el cual Yuma llamaba al chico que buscaba algo en los estantes de manera tranquila por aquel lugar.
Algo tuvo que haber tenido la flecha, porque Nicholas en su vida había recibido miles de heridas, las cicatrices por todo su cuerpo eran la evidencia clara de las duras peleas en que se había enfrentado, además de que era el que mejor tolerancia al dolor tenía de la manada, así que lo que sea que haya tenido esa flecha era lo suficientemente fuerte para que alguien como su compañero estuviera sufriendo de esa manera.
Yuma como si fuera el asistente del otro chico preparaba a Nicholas, le había pedido que presionara unas telas suaves sobre la herida mientras el sacaba unas botellas con un líquido verdoso que realmente se veía desagradable.

 

“Nicho, necesito que bebas esto, confía en mí, te ayudara con el dolor”, el mencionado respondió con un quejido, pero hizo caso a lo que dijo el menor de la habitación, Ej nuevamente confirmo que era muy doloroso lo que sea que este pasando como para hacer caso en tomar algo desconocido.

 

Dioses comenzaba a frustrase, por primera vez estaba sintiendo la diferencia de idiomas, quería preguntar tantas cosas y decir otras más pero su cabeza no podía hilar el japones en este momento, lo único que le quedaba era transmitir calma hacia Nicholas a través del lazo.

 

Fuma regreso con algunas cosas en sus manos y le hizo un gesto para que se alejara, cosa que hizo medianamente caso, ya que solo se movió para tomar la mano de Nicholas.

 

"Plata", mencionó el chico, mirando a Euijoo con un marcado acento japonés que se fundía con un perfecto coreano. "La flecha estaba hecha de plata".

 

“¿Por qué?”

 

“¿No creerás que una simple flecha sería capaz de detener a un lobo?”, Euijoo quedo en silencio ante esto último. Fuma tenía razón, una flecha no sería capaz de detenerlos era un simple rasguño. Su fuerza, velocidad, resistencia y sentidos eran más potentes cuando estaban su forma de lobo.

 

“¿Podrás curarlo?”, preguntó Euijoo con voz firme, la preocupación apenas disimulada en sus ojos.

 

“Por supuesto que sí”

 

Euijoo simplemente asintió en silencio, permitiendo que Fuma continuara con su tarea. Con manos expertas, Fuma destapo una botella y aplicó cuidadosamente el líquido morado sobre la herida de Nicholas. El joven soltó un siseo de dolor, y Fuma, con voz suave pero firme se dirige a él “Aguanta, aguanta” dice frotando las palmas de sus manos, posicionándolas a pocos centímetros del cuerpo del herido. Un tenue brillo emanó de sus manos, envolviendo la herida con una suave luz.
Euijoo mentiría si dijera que nunca había visto a un mago curar a alguien, pero era la primera vez que lo hacía de tan de cerca, era fascinante, tanto así que no pudo evitar soltar un sonido de asombro.
Nicholas, a pesar de su dolor inicial, comenzó a relajarse gradualmente, su respiración se relajaba y su facie de dolor iba disminuyendo. Lo que sea que estuviera haciendo Fuma estaba haciendo efecto.

 

Se instauro un silencio en la habitación, la cual fue roto solo por el leve susurro de la lluvia afuera, permitiendo que cada respiración profunda de Nicholas resonara con ella.

 

Fuma retiro lentamente sus manos, “Debería de sentirse mejor ahora, necesita descansar y tomar del antídoto que tengo a mi lado, debido al clima no quedara más que otra que se queden por esta noche”

 

Euijoo iba a responder cuando la puerta se abrió dejando ver al resto de su manada ya vestidos. Suspiro aliviado al tenerlos a su lado en ese momento.

 

“¿Cómo esta?” K fue el primero en hablar preguntando directamente hacia al mago.

 

“Mejor, como le estaba diciendo a tu amigo, el chico…”

 

“Nicholas”

 

“Nicholas debe descansar y seguir con tratamiento, lo mejor es que se queden acá hasta que pase la tormenta” Fuma pareció adivinar lo que iba a decir K y lo paró antes de que el ruido saliera por su boca, “Si se lo llevan ahora no les prometo que sobreviva la tormenta”

 

“Está decidido hyung” afirmó Euijoo con determinación.

Notes:

Es muy corto lo sé pero no he estado con ánimos para escribir y esto lo tenía desde hace un tiempo guardado, quería subir al menos algo
Ya es algo tarde pero les gusto el comeback? ame war cry!!!! su presentacion en la mama fue 1000/10, estoy muy orgullosa de mis lobitos

Chapter 8: Trato

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Yudai no podía apartar de la mente los recuerdos de su infancia junto a su padre. Siempre se notó el parecido entre ellos, no solo físicamente, sino también en su personalidad juguetona y aniñada. No lograba recordar momentos difíciles mientras crecía; su padre siempre ocultó sus propias penas para protegerlo. No fue sino hasta que se presentó como alfa, que entendió por qué habían dejado Japón.

 

 

“Hyung, ¿quieren dormir en el medio?”, K miró fijamente al menor de la manada. No comprendía lo que quería decir. Desde que llegaron podía sentir como si estuviera en una nube, no lograba concentrarse. Debía ser estrés por lo que había pasado con Nicho, quiso creer. “Que si quieres dormir al medio. Jo nos trajo estos futones”, trató de enfocarse, las palabras del chico apenas penetraban su mente. Debía de concentrarse, no quería preocupar a los demás.

 

“Prefiero la orilla por esta vez, gracias, Taki”, el menor asintió.

 

“¿Estas bien?”, Harua apareció por la puerta y no pudo evitar soltar un pequeño ruido agudo al ver lo adorable que se veía con la ropa que le habían prestado. La playera era tan ancha que parecía vestido y los shorts se le resbalaban de la cintura por lo que tenía que sujetarlos.

 

“Te ves adorable Haru~” le extendió los brazos invitando para que el más bajo se acurrucara con él

 

“No cambies de tema”, le apunto con el dedo índice, dejando ver como su rostro se fruncia con enojo. Sin poder evitarlo, Yudai lo abrazo frotando su mejilla contra la cabeza del chico.

 

“Ah mi cachorrito, gracias por preocuparte”

 

“Yo fui primero su cachorro”

 

“Ven acá y no andes de celoso”, con una risita suave Taki se unió a los dos.

 

Quería ser como su padre, a pesar de todo lo sucedido. Deseaba ser para su grupo lo que su padre fue para él. Ansiaba proteger la juventud de esos chicos, permitirles correr libremente, reír sin preocupaciones, velar por su bienestar y procurar su felicidad.

 

Se encargaría de protegerlos pase lo que pase. Y por esa razón necesitaría la ayuda de aquel chico con yukata que los observaba desde el pasillo.

 

Era extraño. Bueno desde que se atravesaron con ellos que muchas cosas extrañas le estaban pasando. En primer lugar, siempre fue bueno leyendo a las personas, algo que aprendió durante los meses en i-land y que le ayudaba a prever los movimientos de sus enemigos, hay veces que ni siquiera necesitaba el lazo para saber lo que Euijoo estaba pensando.

 

Las personas siempre ha sido un libro abierto para él, pero este chico, no tenia idea de lo que se le pasaba por su mente, su cara tenía una expresión en blanco…

 

Mentía.

 

Podía leer algo, en sus ojos. Sus grandes ojos marrones destellaban aversión hacia ellos, una hostilidad apenas disimulada. Era como si ocultara un desagrado profundo bajo esa aparente carencia de expresión.

 

Pero ¿Por qué? Yudai se maldecía a sus adentros por su curiosidad innata, no quería involucrase en la vida de más personas, más difícil se le haría proteger a los que más quería.

 

El chico le hizo una señal con la cabeza, indicando que lo siguiera. Asintió, aunque no estaba seguro si lo había visto, y le explico a los menores que volvería enseguida, que se acomodaran mientras tanto. Ambos obedecieron sin añadir más.

 

Y lo siguió, a ¿Fuma?, a K le parecía que así lo había llamado Yuma durante el día. Fuma era más bajo que él, por media cabeza quizás, pero se notaba mucho más robusto, con más músculos, de cabello castaño oscuro lacios que caía suavemente sobre sus ojos.

 

Lo siguió hasta la habitación en la cual había estado curando a Nicholas con anterioridad. Lo habían llevado a otra habitación con ayuda de Yuma y Jo, Euijoo decidió quedarse a su lado durante la noche y no se iba a oponer, sabía que ambos necesitan del otro en estos momentos. Algunas veces los envidiaba.

 

Yudai, manteniendo su atención en Fuma, observó cómo el hombre tomaba asiento frente a él, ofreciéndole la taza de té una vez más. Yudai negó con la cabeza cortésmente, rechazando la oferta con un gesto suave de su mano.

 

“Quería hablar con el omega…”, K frunció el ceño y lo cortó en seguida.

 

“Euijoo, se llama Euijoo”

 

“Mis disculpas”, carraspeo manteniendo su expresión en blanco y continuo, “Quería hablar con Euijoo, pero Yuma dijo que se había quedado dormido junto con Nicholas, no quería molestarlo”

 

“Gracias supongo”

 

“Nicholas respondió bien al tratamiento, debería estar bien en 1 o 2 días, agradezcan que falle y que la flecha no atravesó ningún órgano importante”

 

“¡Oi!”, golpeo la mesa, indignado por las palabras del chico, un miembro de su manada estuvo en peligro por él.

 

“Que les sirva de advertencia, una vez que despierte no volverán por acá”

 

“¿Cuál es tu problema?”

 

“Mi problema son ustedes, lobos que creer que pueden venir a tomar lo que se les plazca. Las cosas no funcionan así”

 

“¡No te hemos hecho nada!”, no pudo evitar alzar la voz y no sabía porque tenía una necesidad por agradarle al chico frente a él. “Esta bien, entiendo que Nicho haya atacado primero y lo lamento, pero te estas apresurando en juzgarnos”, Fuma simplemente permaneció en silencio mientras sus miradas se cruzaban, no había un ápice de retroceder, es como si estuviera luchando contra él.

 

“Puede que así sea, pero no me arriesgaré con los de tu especie”, suspiro cruzando los brazos sobre su pecho. "Comprendes, ¿verdad? También tengo personas a las que proteger”

 

¡Pero no puedo hacerlo solo! quería decirle. Cada vez más personas se unían a la manada, lo que significada que tenia que proteger a más gente. Era como cargar con la vida de otros sobre sus hombros, y ya no podía más. Había creído que podría enfrentarlo solo; después de todo, era el alfa mayor, por más que Euijoo fuera el líder, tanto él como Nicho seguían siendo jóvenes, le prometió a Taki que lo cuidaría, y ahora con Harua dentro de la manada, y dioses estaba seguro de que también estaría el chico que tanto busca.

 

El ruido de una taza frente a él lo trajo de vuelta a la tierra. Fuma le hizo un amago para que lo tomara. “Estas sobre pensando”

 

“¿Eh?”

 

“Se te nota en la cara”

 

Con un leve temblor en las manos, tomo la taza y la acerco a su nariz, a lo que Fuma frente a él soltó una sonrisa fugaz.

 

Oh

 

“Todos ustedes son iguales, todo les entra por la nariz primero”, Yudai sonrió afirmando lo dicho.

 

“No negaré eso”

 

Luego de eso se instauro el silencio, el cual no era incomodo, ambos se encontraban degustando el té de matcha. El liquido de color vibrante soltaba una esencia a hierbas con un distintivo aroma terroso que podía sentirse en el fondo de la boca. Que con solo acercarlo a su nariz podía adivinar su sabor. Dulce y amargo.

Se comenzó a tranquilizar al punto que los parpados comenzaron a pesarle, como un cachorro luego de llenarse con la leche de su madre y el cálido ambiente dentro de la cabaña tampoco ayudaba a combatir el sueño.

 

“Yuma…” La suave voz de Fuma quebró el silencio. “Lo más seguro es que vuelva con ustedes, les pido que le echen un ojo por mí”, dijo con una reverencia.

 

Yudai iba a corresponderla, pero paro a medio camino, “Espera, ¿nos estas diciendo que nos vayamos en cuanto podamos, pero nos pides que vigilemos a Yuma?”, enarcó una ceja.

 

Nuevamente la cara que solo mostraba una expresión cambio ante la incongruencia, y a K le estaba gustando quebrar el semblante de Fuma.

 

“Te lo prometo si nos devuelves el favor”

 

“¿No bastó con ayudar a Nicholas?

 

“Eso fue tu culpa, el que rompe paga. Esto es diferente”

 

“¿Qué es lo que quieres?”

 

De manera delicada, el alfa se inclino en la mesa, afirmando ambos antebrazos cruzado sobre la mesa y con una sonrisa dijo, “Tus servicios”

 

Fuma abrió los ojos y los brazos que estaban cruzados sobre su pecho, se elevaron hasta cubrir sus brazos.

 

“¡No ese tipo de servicio, dioses!”, ante la negación desesperada del alfa, Fuma no pudo evitar soltar una risita. “Necesito que nos ayudes a proteger nuestro hogar”

 

Parecía que lo estuviera pensando, mirando hacia el techo como si estuviera evaluando los pros y los contras. “Especifica”

 

“Queremos salvaguardar el terreno, además de tener antídotos y algunas armas”, el joven mago enarco una ceja.

 

“¿Algo más?”

 

“¿Puedes hacerlo?”

 

“Tengo una condición”

 

“Escupe”

 

“Para todo lo que pides es necesario material extra…”

 

“Claro te ayudaremos a conseguirlo”

 

“¿Ayudaremos? Oh no, no me estas entendiendo, no quiero estar rodeado de perros”, Yudai rodo los ojos ante lo que dijo, “Solo tú me ayudaras”

 

“Pero tengo que trabajar”

 

“Es lo que hay, esas son mis condiciones, las tomas o las dejas ¿trato?”

 

“… Trato”

 

 

 

 

Euijoo abrió los ojos aun sintiéndose adormilado, seguía siendo de noche y la tormenta continuaba, pero parecía que se calmaría pronto, el ruido fuera de la cabaña se aminoraba con el pasar de las horas.

En la misma cama y a su lado estaba Nicholas, quien continuaba durmiendo, recuperándose más que nada. Con la cara aun pálida, aunque relajada en esos momentos, nada daba señales de lo que había pasado hace unas horas, solo el vendaje en su hombro, pero este era cubierto por una camiseta que les habían prestado con anterioridad.

 

Boto el aire que tenía contenido en sus pulmones, girándose para observar de mejor manera al taiwanés. Levantó su mano derecha y con cuidado trazó suaves líneas por las mejillas del chico, con la mano izquierda no dudo en entrelazar sus dedos con los de Nicholas, apretándola, decepcionado de no recibir una respuesta del joven.

 

No era la primera vez que pasaba que alguno de los dos estaba herido, pero hace mucho tiempo no sentía el pánico recorriendo su cuerpo, ver como su piel palidecía a cada paso o como su respiración se entrecortaba por el esfuerzo era doloroso. Se sintió perdido por unos momentos por lo que agradecía el apoyo de su manada.

 

Con Nicho habían pasado por mucho, se conocieron en I-land a través de Yudai y desde ahí hubo una conexión que iba más allá de un lazo. Quizás era porque tenían la misma edad, o porque sus personalidades eran parecidas en cierto punto, bueno al menos la verdadera personalidad de Nicho, aquella que mostraba cuando estaba relajado y en confianza.

 

A pesar del tiempo que llevaban conociéndose, no podía recordar cuando fue que lo empezó a mirar de manera diferente. Nicho siempre lo pretendió, desde el día 1, no había momento en que no soltara un comentario doble sentido hacía él, pero lo hacía con todos, o eso era lo que veía.

Coqueteaba con muchos chicos, chicas, alfas, omegas, betas, no había ser que pudiera resistirse a sus encantos, eso lo incluía también. Y es que no era ciego, Yixiang era guapo, muy guapo y atractivo, tenía una mirada afilada, cabello castaño desordenado en capas, teniéndolo más corto en la parte de adelante y los costados, y largo en la parte superior, sin contar que tenía una sonrisa… dioses su sonrisa era lo que más le atraía porque lo hacia cambiar. El Nicholas que sonreía era como un cachorro que se apegaba a él, el que buscaba su mano para entrelazarla, el que le robaba besos, el que lo animaba a correr a la luna llena. El Nicholas que sonreía se traducía a hogar y era suyo.

 

Al menos eso quería creer.

 

Porque no estaba juntos, no eran pareja de manera oficial, ni siquiera habían pasado una noche juntos. Era por su culpa y es que no quería caer ante algo que podía lastimarlo. No quería que terminara mal, no quería arruinarlo. No quería arruinar lo que había construido con él y con la manada, no cuando por fin había encontrado un hogar.

 

Un segundo suspiro escapo de sus labios, volvía a sentirse adormilado. Se cómodo e inclinándose plantó un casto beso en los labios del contrario. Ya no quería pensar más, solo quería que Nicho estuviera bien, así que, con eso en su mente, nuevamente cerro sus ojos.

Notes:

sorpresa sorpresa, volví en forma de fichas jdjd la verdad es que me dio un momento de inspiración que me ayudó a terminar el capítulo, bueno hace mucho que quería seguir escribiendo pero estaba estancada:(( (tengo twt @nichooluv donde subo contenido del fic por si les interesa digo yo jfjf seamos moots y hablemos de los teamies) ya pero eso, ah y como se sienten con el contenido que hemos estado teniendo?? me siento en las nubes, ya no puedo ir a dormir tranquila porque sale contenido nuevo, esperemos que siga así

Chapter 9: Cicatriz

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Yuma miraba el gato negro que se encontraba durmiendo panza arriba sobre una pequeña hamaca que -suponía- Fuma había instalado para él. Le daba gracia ver como el felino era mucho más grande, pero insistía en dormir en el minúsculo lugar. Parecía cómodo de todas formas.

 

Pasó sus dedos por el estómago del animal, sintiendo el suave pelaje de este y que sin querer lo despertó de un sobresalto por el contacto. Incorporándose, el gato se le quedó mirando fijamente, sus grandes ojos verdes parecían brillar en contraste con su pelaje.

 

“Así que es a ti quien está consintiendo ahora”

 

Los primeros recuerdos que estaban en su memoria se encontraba la figura de Fuma en ella, siempre tan brillante y tan ridículamente perfecto. Aun podía evocar la época en que se conocieron, tenían quizás seis o siete años, sus mamás los habían presentado una tarde de primavera. Ellas se dedicaron a tomar el té mientras dejaron a ambos niños jugar por su cuenta.

 

Yuma recordaba ver a Fuma de manera nerviosa, ya que siempre fue un chico introvertido, aunque pareciera lo contrario, le costaba hacer amistades al principio, pero luego no parecía callarse nunca. Al menos eso siempre decían todos de él.

 

Fuma por su parte siempre fue cálido, amigable, un caballero de armadura brillante. Él fue el primero en hablar y preguntarle si quería jugar a cazar insectos, Yuma por supuesto que se negó con los ojos brillantes en lágrimas, odiaba los insectos, eran lo peor y temía que el niño lo obligara a tocarlos o se riera de él.

 

Para su sorpresa, Fuma simplemente desistió y le pregunto si quería hacer otra cosa para que finalmente terminaran jugando a las atrapadas durante el resto de la tarde. Y esa tarde fue para ambos la primera de muchas estando juntos.

 

Sus madres siempre se reían de lo inseparables que era, iban de una casa a otra pasando el día juntos por lo que rápidamente se hicieron mejores amigos, y así los años pasaron, al poco tiempo se unió Jo y su amistad se fortaleció más, aunque Yuma por su parte comenzaba a experimentar algo más sutil, un sentimiento que aún no entendía del todo, pero que empezaba a teñir sus días con tonos distintos y hacía que su cuerpo no respondiera a sus órdenes. La torpeza de sus manos y pies se hacía presente cuando estaban solos, no podía dejar de tartamudear y sus mejillas siempre se encontraban calientes y rojas. Le asustaba tanto que ya no soportaba estar cerca de él, de su tacto, de su aroma.

 

No estaba bien. Tenía que superarlo porque él nunca estaría con alguien de su clase.

 

“Perdón, te desperté”, le dedico una sonrisa al felino quien continuaba sin quitar su mirada del chico. “No te enojes~ no lo hice con mala intención”, le mostro las palmas de sus manos para demostrarle que no era una amenaza. El gato acerco su nariz, la cual rozo la punta de los dedos de Yuma. “Ves, no te haré daño”, finalmente decidiendo que no iba a acercarse más de la cuenta, el gato le dio la espalda para volver al mundo de los sueños.

 

“Por eso nunca me han gustado los gatos”, un chillido salió de sus labios luego de que una voz tras suyo lo hiciera saltar de la silla despertando al gato negro de paso. A sus espaldas estaba uno de los cachorros, el más bajo de todos.

 

Tocando su pecho y con el corazón acelerado Yuma respondió, “Dioses Harua, casi me matas del susto”

 

“Perdón hyung”

 

“¿Hyung? Parece que ya te agrado ¿eh?”, Yuma sonrió juguetonamente a lo que el menor simplemente rodo los ojos con una sonrisa cómplice.

 

“Es más sencillo llamarte así”

 

“¿Con lenguaje informal?”

 

“Para entrar más en confianza hyung”, Harua se acercó a la mesa quedando frente a frente con el felino que desde que lo despertaron por segunda vez parecía no despegar sus ojos del recién llegado. “Que gato más raro, no deja de mirarme”

 

“Es gato de mago que esperabas”, dijo viendo como el felino acercaba su nariz a la mano del menor, para luego restregar su cabeza contra ella. Cosa que lo hizo sentir muy ofendió si le preguntaban a Yuma. Claro a él lo rechazaba, pero a Harua le pedía mimos.

 

“Mitad mago”, ante dichas palabras, Yuma dejó de respirar por unos segundos.

 

“¿Qué dijiste”

 

“Mitad mago, ya que tu amigo Fuma también es lobo ¿cierto?”

 

“No sé de que estas hablando, es imposible”, negó con su cabeza rápidamente, soltando una pequeña risa por lo absurdo de los dichos.

 

Elevando los hombros con simpleza, Harua menciona, “Pueden engañar a todos, pero no a la nariz de Taki, él me lo dijo”

 

“¿Quién más lo sabe?”

 

“Solo nosotros”

 

“Bien, no se lo digan a nadie más”, la expresión de confusión no podía ocultarse en el rostro de Harua. “Es algo que le compete a él”

 

“Oculta bien su olor, Taki no lo sintió en un principio”

 

Soltando el aire de sus pulmones Yuma continua, “Lo sé, lleva años perfeccionando su inhibidor, me impresiona que lo haya reconocido… hace años que no siento su aroma”

 

“Taki es impresionante, pero hyung, tengo muchas preguntas”, se sincero soltando un suspiro frustrado, el gato que anteriormente estaba sentado frente a él emprendió su paso para acomodarse en el regazo del cachorro.

 

“Y yo no te puedo dar esas respuestas”, sonrió tristemente. “Pero hey, parece que le agradas” apunto al gato, más que nada para poder cambiar de tema.

 

“Prometo no decir nada… pero no le gustara nada a Yudai y a Nicho… especialmente sabiendo que Fuma es un alfa”

 

Era cuestión de tiempo para que un tic en el ojo le apareciera a Yuma. Tan solo quería salir de ahí. No quería ni imaginar cuando ese día llegara y esperaba que no fuera pronto.

 

 

 

Con un quejido de a poco Nicholas comenzaba a abrir sus ojos. El cuerpo lo sentía pesado como si rocas estuvieran sobre él, aplastando cada una de sus extremidades, intento incorporarse, pero un sonido tranquilizador lo volvió a recostar sobre la cama. Por supuesto que reconocía esa voz, que lo hacía volverse un cachorro.

 

“Hyung~ me duele”, dijo con la voz ronca tras haber pasado tanto tiempo sin hablar.

 

“Lo sé, por eso vuelve a descansar”

 

“Hyung~”

 

“¿Qué~?” respondió K con una sonrisa enternecedora.

 

“Abrázame”, el alfa menos estiro sus brazos en busca de contacto, pero solo obtuvo un apretón de manos.

 

“Es todo lo que puedo darte por ahora”, entrelazo sus dedos con una mano y con la otra frotaba el dorso de la mano del menor. “Si me acuesto contigo se abrirá la herida”

 

“Mago de mierda, cuando desperté lo mataré”, se quejó entre dientes.

 

“Shh shh, no digas eso”

 

De manera brusca, Nicholas finalmente abrió sus ojos encontrándose a un Yudai sentado al lado de él con cara de preocupación y con ropa que no recordaba que llevara puesto.

 

“Tu… ¿Qué día es hoy?”

 

“Mmh, mira te traje el almuerzo ¿no tienes hambre?”

 

“Hyung” dijo firmemente.

 

“Está bien… han pasado tres días”

 

“¡¿TRES DÍAS?!”, Nicholas se sentó de golpe en la cama, acción que le provoco que se mareara, llevo sus manos a su cabeza en un intento de parar la sensación que duro unos segundos.

 

“Nicho, calma”

 

“¡Cómo quieres que me calme si me acabas de decir que estuve inconsciente por tres malditos días! ¿Dónde está Euijoo? ¿Los cachorros están bien?”, quitando la mano de Yudai sobre él, hizo un amago de levantarse, pero fue detenido, volviendo a sentarse en su lugar.

 

“Mírame, estamos bien. Euijoo está tomando un baño, los cachorros están almorzando con Yuma, Jo y Fuma…”

 

“¿Jo y Fuma?”

 

“eh.. bueno, son los nombres de los chicos, Jo es uno de nosotros y Fuma es… es un mago”

 

“¡¿SE ALIARON CON EL MAGO QUE ME DISPARO?!”

 

“No lo hizo con esa intención…”

 

“Oh claro que lo hizo con esa intención, vi la maldita flecha ir directo hacia mi pecho”

 

“Nicho”

 

“Yudai”

 

“Oh no me digas así”, soltó un quejido lastimero.

 

“Koga Yudai”

 

El alfa mayor sabía que esto iba a pasar, Nicholas por supuesto que iba a alterarse e intento buscar una forma de decírselo de mejor manera, para eso estuvo practicando con Euijoo, pero no salió como lo planeado.

 

Luego de aquella noche con Fuma llegaron a un acuerdo provisorio que han estado trabajando desde entonces. Durante el día salía a conseguir algunos materiales con la ayuda de Yuma que se ofreció de voluntario pero que más que nada salía a pasear por el lugar mientras le indicaba donde estaban las cosas.

 

“Hyung, créeme están por ahí” cabe aclarar que nunca estaban por ahí.

 

“Estas con vida gracias a ellos”, Nicholas no podía ocultar la cara de desagrado durante toda la conversación. Se sentía traicionado y dejado de lado por su propia manada, aliándose con las personas que casi terminan con su vida.

 

“No me hables ahora, tengo que pensarlo”

 

Cerrando los ojos sintiéndose frustrado Nicholas volvió a acostarse en la cama, restregando su cara con ambas manos. No sabía que pensar y no quería hacerlo, por su cuerpo recorría corrientes de rabia y frustración que por su situación actual no podía descargar por si mismo como lo hacia de costumbre. Quería salir a tomar aire y pensar, pero estaba prisionero por una herida en su cuerpo.

 

Sin emitir palabra por su parte, Yudai alargo su mano hasta tocar la cicatriz en el antebrazo derecho del joven alfa, rosando sus dedos suavemente sobre esta, transando líneas imaginarias por todo el ancho y el largo.

 

Recordaba ese día durante iland, e iba ser imposible que se fuera de su memoria y a veces volvía en forma de sus peores pesadillas.

 

Habían pasado meses desde que inició y a esa altura habían ocurrido muchas perdidas de compañeros, el cansancio ya no era solo físico sino mental, no parecía que acabaría pronto. Los tres estaban conviviendo, racionaban la comida que les daban, hacían guardia en las noches para protegerse, pero por sobre todo luchaban juntos en la primera línea. Así que fue sorpresa para todos cuando una noche se les acerca Jungwon, uno de los lideres principales, para hablar con ellos.

 

“¿Cómo se encuentran?”, pregunto el vampiro de apariencia joven, también se veía agotado, con las mejillas hundidas y más pálido de lo normal, le daba un poco de lastima que el peso del liderazgo haya caído en el chico cuando se veía tan frágil.

 

“Igual que ustedes”, dijo Yudai palmeando la espalda del más bajo, a lo que él solo sonrió cansadamente.

 

“Es por eso por lo que vine acá”, los tres lo miraron atentamente, “Ustedes son importantes en esta lucha, sabemos de buena fuente que Dardan está preparándose para un próximo ataque pero que no será pronto… esta retirando sus tropas, por lo que ya no son necesarios que estén en la primera línea, necesito que vayan a descansar fuera de acá”

 

Compartieron miradas preocupadas, pero no dudaron en aceptar, era lo mejor para ellos y para lo que se venía, no sacaban nada con seguir luchando si con suerte se podían sus pies. Asintieron en silencio a lo que el vampiro murmuro un simple gracias.

 

Antes de que emprendiera su viaje de vuelta, Yudai le hablo “¿Cómo están los demás?”

 

“Los más jóvenes aun no controlan su fuerza por lo que se desgastan con más facilidad, especialmente Ni-ki, nadie lo puede parar cuando se lo propone”

 

“Lo sé, es increíble”

“Lo es, aunque me gustaría que me escuchara alguna vez”, ambos compartieron unas risas. “No queremos perderlos, por eso es necesario que repongan sus fuerzas”

 

“Ustedes también, no se crean invencibles solo porque son chupasangre”

 

“Ja ja, que gracioso”

 

“Lo digo de verdad, ustedes nunca ven la muerte como cercana por eso son estúpidamente intrépidos”, Jungwon simplemente rodo los ojos ante las palabras de Yudai

 

“No más charlas, me retiro”

 

“Mándales saludos a los demás y dile a Jay que no le volveré a prestar mi cuello, que deje de molestar”, dijo burlonamente.

 

“En tus sueños”

 

Una vez el joven vampiro se había retirado, los tres se miraron con una leve sonrisa en sus labios, sentían un poco más de tranquilidad en sus corazones ya que podían dormir con más tranquilidad una vez que llegaran a la línea de retaguardia. Descansarían luego de meses.

 

Lo que no sabían es que una de sus mayores crisis llegaría el segundo día de su tan ansiado descanso, crisis que cambiaria su relación -aunque ellos lo negaran- para siempre.

Notes:

Feliz 2024!!! espero hayan pasado unas felices fiestas, la verdad fue un fin e inicio de año loco para mi ya que estaba terminando con mis exámenes de grado por que siii al fin estoy graduada de la universidad!! así que ahora ya tengo más tiempo para enfocarme en el fic (lo que no sabía es que tendría otro bloqueo de escritor) me costo empezar este cap pero ahora ya no sabía como terminarlo, lo dejé ahí porque quiero que el recuerdo tenga su capitulo solo, ya que va a estar largo

pero eso seria, han pasado muchas cosas en el lunéville, se viene el primer concierto de los chicos, ya esta la 2da temporada de &team gakuen, ademas de los constantes juntas con fans por lo que nos han tenido llenitos de contenido.

ohh se me olvidaba que sacaron una revista en relación a la historia de dark moon que por supuesto que me lo leí y ameee!! me encanta la historia de ellos y como se relaciona con los mv, aparte las ilustraciones son bellisimas y hasta mapa nos pusieron.

y por ultimo lamento que sean tan corto el cap:((

Chapter 10: Luz roja

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Darkness and dust
Quiet shadows are dancing now
Asking for my hand - Overcome by Skott 

 

10

...

 

Despertar sabiendo que ya no estas en la primera línea era algo nuevo para Yudai, y más cuando la noche anterior mientras dormía, en sus sueños era perseguido por los gritos y la sangre de lo que habían sido los últimos meses, por suerte, tenía a Euijoo y Nicholas a su lado, quienes lo entendían y compartían las mismas pesadillas. Acurrucados en un nido improvisado lograron pasar su primera noche en tranquilidad.

La mañana los despertó con la lluvia golpeando el pequeño refugio que les habían dado de manera temporal hasta poder volver a su lugar en la batalla, no hacia frio, pero el cielo no daba señales de que se despejaría en algún momento.

Se estiro sintiendo el cuerpo de alguien a su lado y a quien pudo reconocer enseguida como el omega del grupo por su dulce aroma, abrió sus ojos buscando al otro alfa pero no estaba por ningún lugar de la habitación. Decidió ignorar la falta del menor, ya que siempre fue alguien con mucha energía, de hecho, era bastante difícil controlarlo en el campo de batalla, era básicamente imparable, “Controla a tu perro” le decía Jay cada vez que lo veía en su forma animal, a lo que siempre lo ignoraba o le respondía con un “Calla sanguijuela” de forma juguetona.

Decidió que dejaría a Euijoo dormir un poco más y fue a preparar algo de café para poder despertar. Sus ojos se dirigieron hacia la ventana, y una sensación de desazón se apoderaba de él al contemplar como la planificación que tenía para su día se veía arruinado por la lluvia. Quería ir a ver como estaba la condición de Taki, la cual -por suerte que estaba en su forma animal-, no había progresado, es como si estuviera en un largo sueño profundo, ajeno al mundo que lo rodeaba. Cada vez más pequeño y frágil, pareciendo más cachorro de lo que ya era, por esa razón se arrancaba al menos un par de horas a la semana de manera rigurosa.

Sentía un peso insoportable en el pecho, apretando de paso su garganta, una impotencia abrumadora al darse cuenta de que, a pesar de sus esfuerzos, no tenía el poder o la fuerza necesarios para mantenerlo a salvo. La misma pregunta comenzó a rondar por su cabeza desde hace meses: ¿De que servía ser un alfa si no podía protegerlo? Se había esforzado por cumplir con las expectativas impuestas, por ser más fuerte, más ágil, más inteligente, pero no fue más que una decepción, tal como se lo había dicho su padre.

Sus ojos ardieron ante la amenaza de las lágrimas que ansiaban escapar, pero que fueron detenidas por su puño derecho. No valía de nada llorar en estos momentos, no merecía la auto compasión, así que simplemente tomó un sorbo del café instantáneo, para que de esta forma se pudiera deshacer el nudo que apretaba su garganta.

En ese instante, Euijoo irrumpió en la habitación, frotándose los ojos adormilados con el dorso de la mano, bostezando se situó a su lado, acompañándolo a apreciar la vista del pequeño vecindario que fue otorgado para el resto de los seres que estaban en la tercera línea, que eran especialmente magos encargados de curar a los heridos de gravedad, algunos vampiros y lobos como ellos.

 

“No esta Nicho”, dijo Euijoo mientras aceptaba la taza de café que Yudai le ofreció apenas lo vio atravesar la puerta. El mayor evitó mirarlo por mucho tiempo, temiendo que se notara el enrojecimiento de sus ojos.

 

“Lo sé”, murmuro el mayor, “Ya sabes cómo es”

 

“Tienes razón”, respondió con una risa suave

 

“Volverá para el almuerzo”

 

Pero no volvió para el almuerzo, ni tampoco para la cena y a esas alturas ambos estaban extrañados y más que nada preocupados. Había pasado todo el día y no hubo señal alguna del alfa menor, era la primera vez que sucedía algo así desde que lo conocían. Sabían que Nicholas era alguien difícil de predecir y no querían creer que podía ser capaz de irse sin decir nada.

Cercano a las veintiuna horas se preparaban para ir a buscarlo, se abrigaron lo suficiente y salieron con linternas, pero para su suerte, solo les bastó unos pasos cuando ven a una figura se acercarse poco a poco hacia ellos. Era Nicholas, pero algo estaba terriblemente mal. Sus ojos, ahora teñidos de un profundo amarillo, parecían no reconocerlos."

 

“¡VETE DE AQUÍ!” gruñó Nicholas hacia Euijoo, su voz resonando de manera bestial y visceral, un grito brotando desde lo más profundo de su ser.

 

“Nicho, que…”, las palabras rápidamente murieron en la boca del omega al ver el estado fuera de sí del chico.

 

“¿Qué te sucede…?”, La pregunta se desvaneció para ambos cuando un olor confuso los envolvió. Nicholas estaba en pleno celo.

 

Euijoo tapo su boca y nariz con la mano, tratando de escapar del lugar y reprimiendo las náuseas que surgían ante la súbita oleada de sensaciones desatadas por las feromonas del alfa. Sin embargo, fue detenido por Nicholas, quien lo agarró del antebrazo con fuerza, sus uñas casi se clavándose en la piel, dejando marcas en su rastro.

 

“¡VETE!”, gruñó nuevamente, pero contradictoriamente comenzó a tirar de Euijoo para que no se alejara. Yudai, comprendiendo la gravedad de la situación, los separó de inmediato, posicionando a Euijoo detrás de él en un intento de protegerlo, bloqueando con su cuerpo al omega de la vista de Nicholas.

 

“Yah! ¿Qué te sucede? ¿estás loco?”, Yudai empujó el pecho del alfa en un intento de hacerlo retroceder, pero fue en vano. Los gruñidos parecían salir desde el fondo de su pecho como si fuera un estruendo, una extensión del clima que cada vez empeoraba más.

 

"¡¿Por qué sigues aquí?!" Nicholas ignoró a Yudai, dirigiendo toda su atención a Euijoo. Ante los ojos de Yudai, parecía como si Nicholas estuviera librando una batalla interna, sus palabras intentaban alejar a Euijoo, pero su cuerpo anhelaba acercarse más y más a él. Podía ver cómo su paso se detenía, encorvándose ante el dolor, soltando gemidos lastimeros.

Sus recuerdos se impregnaron en sus primeros celos, pero nunca había experimentado una reacción como la que estaba presenciando ahora. ¿Era doloroso?, si, por supuesto, pero más bien lo definiría como una molestia, una frustración que podría superarse estando aislado un par de días… nunca como si deseara fusionarse con la otra persona, nunca como si realmente doliera no tocarla. O tal vez siempre había sido así, pero ya no podía recordar ese sentimiento con claridad.

Desde que fue desterrado por su propio padre, algo cambió en él. No pudo comprender qué era hasta que pasó un año y se dio cuenta de que nunca había experimentado su celo durante ese tiempo. Una noche de luna llena, un omega se le acercó mientras Taki estaba en la casa que habían alquilado durante su viaje. Taki aun era un cachorro y usualmente las salidas de luna llena se llenaba de lobos que no siempre tienen las mejores intenciones y no era ingenuo como para no saber que hay lobos que se aprovechan de los menores, jamás expondría lo expondría a eso.

Lo recordaba como un lobo muy bello, de hermoso pelaje gris claro que hacían juego con sus ojos azules. Había cruzado miradas con él durante la noche anterior; un gran cazador cuya habilidad debería haber sido suficiente para que, al acercarse, aceptara pasar una noche juntos... Pero simplemente no hubo ningún clic para el alfa dentro de él. Lo que normalmente sería un torbellino de emociones y adrenalina corriendo por sus venas, ahora era un vacío. Como si estuviera dormido.

Ha seguido así hasta en la actualidad por lo que podía ser que simplemente no lograba recordar la sensación que estaba intentado dominar el cuerpo de Nicholas, quien volvía a avanzar en dirección del omega, para que fuera detenido nuevamente, lo que fue la gota que derramó el vaso para el alfa menor. “¡¿Me lo quieres quitar?! ¡¿te lo quieres coger?!” grito acercándose peligrosamente a los dos. Los ojos de Nicholas se abrieron, cayendo en cuenta ante lo que había dicho, su mirada se dirigió ante Euijoo, que contenía las lágrimas que sus ojos llenos de terror querían derramar. Retrocedió como si sus pies se quemarán en cada paso, hasta golpear su espalda contra la pared, llevando sus manos a su cabeza suplico “Hyung, ayúdame por favor. Duele”

 

Sus palabras fueron como si un balde de agua fría cayera sobre sus hombros y rápidamente se giró para mirar al omega quien no se encontraba en buenas condiciones, las feromonas del celo lo estaban empezando a afectar, las lágrimas que estaban acumuladas en su ojos se deslizaban por sus mejillas sonrojadas a la vez que se iba encorvando más y más para proteger su cuerpo de lo que se venía.

 

“Juju escúchame, iras al nido y cerraras la puerta con seguro… escúchame”, le reafirmo al ver como este iba a darle alguna excusa. “Ve al nido y cierra con seguro, lo haré entrar en razón, no te preocupes”

 

“Pero…”

 

“¡AHORA!”, le grito al omega desesperado, y entre lágrimas corrió encerrándose en la habitación.

 

Sus ojos no dejaban de mirar a los del menor, a aquellos brillantes ojos amarillos que querían devorarlo de una sola mordía, notando como cada fibra de su ser estaba tensa, sus manos temblaban con la mezcla de ansiedad y furia.

Los gruñidos resonaban en la habitación, llenando el aire con una tensión palpable que se podía sentir en cada rincón. Nicholas, con los sentidos eclipsados por el celo, parecía un depredador, una bestia en cuerpo humano.

De sus manos sobresalían sus garras afiladas extendiéndose de manera amenazadora, y podía ver cómo los rasgos de su rostro comenzaban a alterarse, transformándose gradualmente. Lo primero que notó fueron las orejas que se erguían atento a sus movimientos, para luego ver como una cola se alzaba debajo de su pantalón.

El primer golpe fue dado por Nicholas, lanzó su puño con furia hacia el rostro del alfa mayor. El golpe resonó en el aire con un sonido sordo, y el impacto hizo que Yudai retrocediera un paso, su cabeza giró con el golpe mientras sentía la punzada aguda de dolor recorrer su rostro.

El segundo golpe impactó en su rostro antes de que pudiera siquiera recuperarse del primero, y pronto fue seguido por más, uno tras otro, haciendo que Yudai se tambaleara con el impacto. A medida que los golpes continuaban lloviendo sobre él, el dolor lo empezaba a cegar y hasta podía jurar que comenzaba a ver borroso, pero no iba a golpearlo, no al menos en ese estado. Hasta que finalmente, no pudo aguantar más. Después del décimo golpe, sus piernas cedieron bajo él y terminó resbalando al suelo, con Nicholas sobre él. En un instante de lucidez entre la confusión y el dolor, pudo sostener las muñecas de Nicholas, impidiendo de que continuara golpeándolo.

Nicholas luchó contra la fuerza de Yudai, tratando de liberarse para seguir golpeando, pero Yudai se mantuvo firme, haciendo que el menor soltara un grito de frustración. “¡Suéltame, mierda!”

Con la respiración agitada y el dolor latente pulsando en su rostro, Yudai respondió con voz entrecortada "¿Ya terminaste?"

Nicholas parecía contenerse por un momento, como si estuviera considerando su respuesta. Sin embargo, en un estallido repentino de rabia y desprecio, el alfa menor esbozo una sonrisa tétrica que desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Levantó la cabeza con determinación y lanzó un escupitajo en el rostro de Yudai.

Eso fue el límite para Yudai. Sintiendo el líquido caliente escurrir por su rostro, una mezcla de asco y furia comenzaba surgir desde el fondo de su pecho. Con un estallido de ira contenida, Yudai pateo el costado de Nicholas, utilizando toda la fuerza de su cuerpo para empujarlo lejos de él.

El cuerpo del menor se estrelló contra una pequeña mesa que se encontraba a un costado de la pared. Rompiendo a su paso un florero color azul. Y sin dejar que se recuperara, le planto un puñetazo en la nariz.

“¡Hijo de perra!”, escupió enrabiado Nicholas, encorvado sobre sí mismo, sus manos buscando instintivamente el lugar donde había recibido el fuerte golpe. Sin poder contener los gemidos de dolor que escapaban de sus labios entreabiertos, con respiración entrecortada por el impacto repentino.

Por esa razón, Yudai no quería golpear a Nicholas. El estado de celo no solo es una instancia muy vulnerable para los omegas, también lo era para los alfas, poniéndolos más sensibles físicamente, teniendo tanto al placer como el dolor a flor de piel. La elección de una pareja para pasar el celo era fundamental, ya que debía ser alguien con quien pudieras lograr una conexión de completa confianza el uno con el otro, era un trance muy fácil de perturbar y que podía terminar de muy mala manera.

Además, la ira podía desencadenarse con facilidad, especialmente ante la presencia de otro alfa. En su sociedad, el orgullo y el ego de los alfas estaban por encima de cualquier sentimiento o conexión emocional. Estaba arraigado en su mentalidad que una relación entre alfas era física y mentalmente imposible, tal como le enseñó su abuelo a su padre y este a él y su hermano, y es algo que jamás dejara de su mente.

 

Nicholas continuaba quejándose en el piso, lanzándole una mirada llena de furia. La respuesta de Yudai fue simplemente inclinar la cabeza hacia atrás y soltar un suspiro, sumergido en sus pensamientos sobre lo que haría con el alfa en pleno celo que tenía frente a él.

Lo más seguro parecía ser sacarlo del lugar, buscar otro refugio y quedarse con él hasta que pasara el celo. Yudai se comprometió mentalmente a asegurarse de que Nicholas comiera adecuadamente, se cuidara y aseara. Calculó que tomaría unos 3 o 4 días, o hasta que Nicholas estuviera en un estado mental más estable para hablar y razonar.

La idea de buscar algún tipo de supresor para los tres tanto para él como para Nicholas e Euijoo, cruzó su mente. Era evidente que no podían permitirse otra explosión de celo de esa magnitud. El alfa mayor no podía evitar sentirse un poco culpable de no haber previsto esto, Su ahora falta de experiencia con el celo y el hecho de vivir con un cachorro que aún no había experimentado este estado lo habían llevado a pensar que era algo normal, hasta que la realidad los golpeó de lleno, rompiendo la burbuja, como en la que se había estado sumergiendo, porque no se dio cuenta cuando Nicholas lo tacleó contra la pared, golpeando su espalda y cabeza contra esta. Espabilo en seguida el mayor, respondiendo con determinación, devolviendo el golpe y lo que había comenzado como un forcejeo ahora se había transformado en una confrontación más brutal, cargada de ira y furia acumulada

A medida que la pelea continuaba, la paciencia de Yudai se agotaba rápidamente. La ira bullía dentro de él, amenazando con desbordarse en cualquier momento. Cada golpe intercambiado era una explosión de frustración y resentimiento acumulado, llevándolos más cerca del límite de lo que cualquiera de ellos podía soportar.

Un torrente de emociones los envolvía, sumiéndolos en una vorágine de violencia descontrolada que los mantenía totalmente inmersos en su lucha. Los golpes retumbaban en la habitación con un estruendo imponente, cada uno cargado con la intensidad de dos alfas.

Mientras tanto, tras la puerta, la voz de Euijoo se alzaba en un grito lleno de angustia y terror, suplicando que se detuvieran.

Sus palabras resonaban en el aire cargadas de miedo y desesperación, cada grito era un eco desgarrador demostrando su impotencia frente a la situación que se desplegaba al otro lado de la puerta. "¡Por favor!" imploraba Euijoo una y otra vez, su voz temblorosa al borde del colapso. No era escuchado.

Pero nada de eso los detuvo, ni siquiera cuando el omega decidió arriesgarse a salir dispuesto a poner fin a la pelea con cualquier medio necesario. Sin embargo, nada podría haberlo preparado para el grito de dolor que perforó sus oídos, emanando de Yudai mientras luchaba por liberarse de Nicholas. El primero, desesperado, intentaba apartar la mano del menor que se clavaba en su pecho, rasgando su piel sin piedad, como si fuera papel, en un intento desesperado por alcanzar su corazón.

Sus manos se aferraban desesperadamente al antebrazo de Nicholas, intentando alejarlo de él, pero sus esfuerzos parecían en vano. Por más que enterrara sus uñas en la piel del otro, no lograba detenerlo. Sentía una fuerte desesperación creciendo en él.

Iba a morir en ese preciso lugar pensaba Yudai, iba a morir a manos de su camarada, de su amigo, que sabía que no estaba en sus cinco sentidos, que no estaba bien y que probablemente se arrepentiría de esto, lo sabía, pero aun así tenía miedo. No quería morir, no ahora, no cuando Taki estaba esperándolo y tenía que volver con él, no iba a dejarlo solo.

Hizo lo que tenia que hacer, y cambio de estrategia. Aún aferrándose al antebrazo de Nicholas, en lugar de intentar apartarlo, lo acercó directamente a su boca., logrando de esta forma encajar sus colmillos en su brazo, mordiendo tan fuerte como le era posible, teniendo por fin una reacción. Nicholas empujo de su cabeza para alejarlo, pero eso no lo detuvo y apretó más fuerte, logrando desgarrarle la piel tal como hizo con su pecho.

No se iba a morir sin haber luchado.

Nicholas gritó sosteniendo su brazo destrozado, pintado de un rojo brillante que hasta estas alturas no sabía si era por su sangre o la de él.

Sus ojos se cruzaron y pudo ver como la realidad golpeo al menor. “…hyung… hyung, espera… ¿Por qué….”

 

“… !HYUNG!... ¡NO TE DUERMAS”

 

“… !AYUDA, ALGUIEN”

 

Ah así que así se siente morir.

 

Las cálidas lágrimas surcaron su sien mientras el frío lo envolvía suave y tranquilamente. Sus oídos zumbaban, como si estuviera sumergido bajo el agua, incapaz de distinguir las voces que lo rodeaban. Finalmente, su visión se oscureció y su mundo se tiñó de un negro total.

 

Notes:

*toca el micrófono*
hay alguien por aquí? jeje

lamento mucho la demora pero no tengo excusa, fue mi culpa por idear esta trama y no saben lo difícil que fue escribir esta pelea o las peleas en general entonces me atrapé muchoooo, espero que les guste la verdad, no me convenció (como cada cap jsskaj) pero eso, recuerden que recibo con gusto sus criticas y amooo leer sus comentarios.

y antes de cerrar el microfono, pequeño espacio para decir si es que les gustaria comentarme algo sobre el fic o tienen algunas dudas, pueden hablarme a mi X

*cierra el microfono*

Chapter 11: If she runaway (come back home)

Notes:

Estare cambiando los titulos por canciones en las que escuche mientras escribia cada capitulo o en su defecto la que más reflejada lo sienta, en este caso, el titulo es parte de la letra de Where's My Love? de SYML

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Euijoo no lograba recordar todo lo que pasó esa noche, o al menos no de una manera clara. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos una vez que abrió la puerta de su habitación. No recuerda que dijo o que hizo al ver a Nicholas llorando sobre el cuerpo de Yudai, el sonido que emitía parecía rebotar en sus oídos como si estos tuvieran algodón, todo se escuchaba lejano. Sus ojos viajaban entre ambos alfas y su visión parecía borrarse de momentos, pero de todas formas se acercó como pudo hacia el mayor, sosteniéndolo en sus brazos y gritando por ayuda.

 

De pasar a momentos en que sentía que el tiempo se había detenido, a pasar a instantes en que todo iba tan rápido que no lograba hilar sus pensamientos. Cuando entraron al refugio fue uno de esos momentos.

 

El omega sintio que había parpadeado cuando la gente se aglomeró a su alrededor, de un momento a otro ya no tenía a Yudai en sus brazos y Nicholas era dormido con calmantes, cayendo al piso y llevándoselo a quien sabe dioses donde.

Negaba, rogando para que no alejaran a sus alfas de él, pero los pensamientos no parecían formarse en su cabeza y menos salir por su boca, titubeaba y temblaba mientras veía a todos marcharse del lugar con urgencia.

 

Euijoo finalmente se quedó solo en medio del caos, su corazón latiendo descontroladamente y su mente atrapada en una maraña de emociones. El cuerpo inerte de Yudai y la imagen de Nicholas inconsciente siendo llevado a la fuerza se grabaron en su mente con fuego.

 

“¿Cómo pasó esto?”, susurró Euijoo para sí mismo, su voz quebrada por el dolor. Sentía que el mundo a su alrededor se desmoronaba una vez más.

 

 

Nunca fue el cachorro más fuerte de la manada, ni el más ágil, ni el más rápido, y lamentablemente era algo que ya sabía, sus pares se lo recordaban todos los días, sus amigos, sus familiares y su padre, sobre todo su padre.

 

Y es que no parecía ser bien visto no sobresalir en algo cuando tu tío era el líder y uno de los alfas más fuertes de la manada, siendo sus hijos la viva copia de él. Euijoo, en cambio, no se parecía a ellos y mucho menos a su padre. Nació como un hombre omega en una familia donde todos los hombres habían sido alfas o, en su defecto, betas. Donde el honor radicaba en que los varones de la familia fuesen fuertes protectores y líderes natos.

 

Desde pequeño, Euijoo había sentido el peso de las expectativas sobre sus hombros. Fue el primer hijo de su padre y el primer omega varón de la familia, pero su padre, un alfa imponente y respetado, apenas podía ocultar su decepción desde mucho antes de su presentación. Cada mirada de reproche, cada comentario mordaz, eran como espinas que se clavaban en el corazón de Euijoo.

 

E intentó dar lo mejor de sí, intento demostrarle que podía lograr lo mismo que sus primos, pero cada vez que lo intentaba solo resultaba en otra mirada de decepción.

 

Su madre siempre lo iba arrullar en las noches, dándole todo el cariño que nunca tuvo de su progenitor. “Eres un omega igual que yo hijo”, dijo borrando el rastro de lagrimas sobre las mejillas de un joven Euijoo, “Y el haber nacido así no nos hace menos que los alfas, eres mi preciado cachorro, ya llegará la oportunidad en que tu padre pueda apreciar eso”

 

Amaba mucho a su madre y lamentó con todo su corazón verla destrozada cuando la oportunidad llegó.

 

Se había desatado una guerra y era ahora cuando iba a probar que todos se equivocaron con él.

 

Levanto la mano sin titubeos y fue el primero en ofrecerse como voluntario para ir a apoyar. Los alfas lo miraron con escepticismo, pero Euijoo no se dejó intimidar ante las risas de los demás, ni de la furia de su padre. Insistió y ante la sorpresa de muchos, el líder acepto.

 

No hubo mucha emoción después de eso, además de las súplicas de su madre. Sabía que le dolería, pero tarde o temprano debería entender que este era el momento; les traería orgullo. Para su sorpresa, su padre también lo fue a despedir y esperaba… su iluso corazón esperaba algo de él, pero tontamente fue destrozado una vez más.

 

“No regreses hasta que la guerra haya terminado. Prefiero perder a un hijo en batalla que tener uno que huya como un débil cobarde”.

“…joo”

 

Se volvía a sentir indefenso y débil, las ultimas palabras que le dirigió su padre resonaban en su cabeza.

 

Débil.

 

Era simplemente un omega débil que no pudo hacer nada para evitar el desastre. Sentía que había fallado a ambos. Si hubiera sido más fuerte, más valiente, quizás habría podido intervenir a tiempo. Pero en lugar de eso, había nacido como un tonto omega que era afectado por las feromonas de los demás, quedando paralizado y atrapado ante el miedo como la de un venado contra las luces de los autos.

 

Débil.

 

“…ijoo”

 

La palabra se clavaba en su corazón como una puñalada, cada latido de su corazón resonando con esa única y dolorosa palabra. Sentía que su propia naturaleza le impedía ser útil, ser fuerte, ser alguien en quien sus amigos pudieran confiar.

Se culpaba por la herida de Yudai y por no haber ayudado a detener a Nicholas antes de que perdiera el control.

 

¿Por qué no podía ser suficiente?

 

Su mente volvía a entrar en una nube que lo atormentaba que no se dio cuenta cuando una suave manta azul envolvió sus hombros y un chico se plantaba frente a él, “Byun Euijoo”, dijo y finalmente enfoco su mirada en él.

 

Era Choi Soobin, mago que se desplazaba entre la primera y la última división, parte de los Buscadores de Estrellas, cinco magos talentosos que se unieron en la lucha. Eran bastante famosos, siendo Yeonjun uno de los ejes centrales en cuanto a ataques programados y Taehyun, líder estratega.

 

Ellos eran increíbles, ¿cómo era que sabían su nombre?

 

“Byun Euijoo, ¿te encuentras bien?”, Euijoo parpadeo, aturdido por la situación. Podía escuchar las palabras, pero no lograba comprenderlas para darle una respuesta. Su vista se desviaba nuevamente hacia el lugar donde se llevaron a sus compañeros. “Euijoo, mírame”, dijo Soobin con voz suave pero firme, tratando de captar su atención. “Todo va a estar bien. Respira profundamente”.

 

Soobin se acercó un poco más, colocando una mano en la espalda de Euijoo. “Sé que esto es difícil, pero tienes que mantener la calma. Necesitamos tu ayuda para asegurarnos de que Yudai esté bien”

 

Las palabras de Soobin comenzaron a penetrar en la confusión que rodeaba a Euijoo. Lentamente, levantó la vista para encontrar los ojos de Soobin, “Estamos aquí contigo”, continuó.

 

“… tu… crees que Yudai…”, las palabras raspaban su garganta, haciéndole difícil hablar.

 

“Va a ser tratado por el mejor equipo, Beomgyu esta con él. No te preocupes”

 

“Nico…”, miró suplicante

 

“Lo que pase con él, se resolverá una vez Yudai despierte y eso no será en al menos un par de semanas si es que va todo bien Euijoo” Soobin tomó su brazo y lo hizo parase lentamente. Sus piernas temblaban, pero logro mantenerse en pie. “Vamos, con Huening te llevaremos a nuestro lugar, estarás a salvo con nosotros”

 

“Está bien”, susurró Euijoo, su voz temblorosa pero más firme que antes. “Confío en ustedes”

 

Soobin le dedicó una pequeña sonrisa alentadora. “Eso es todo lo que necesitamos escuchar”

 

 

 

Lo que siguió después fue igual de difícil y fue algo que por más que estuviera perdonado, cambio para siempre la relación entre los tres.

 

Yudai miraba la marca sobre su pecho frente al espejo, estaba al lado izquierdo, sobre su corazón, ya no sobresalían como antes y ahora eran simples líneas paralelas e irregulares unos tonos más oscuros que su tono de piel y más brillante.

 

Las yemas de los dedos de su mano derecha rozaban las irregularidades de su piel, pero ya no tenía sensación alguna. Era solo un recuerdo que dolía en el interior.

 

Gotas de agua caían sobre su cuerpo luego de haber terminado su ducha, se acercó lentamente a la bañera y entro sintiendo como el agua caliente relajaba sus músculos. Agradeció mentalmente que Fuma tuviera una bañera lo suficientemente grande como para que el pudiera hundir su cuerpo. Esto era lo que necesitaba, un simple baño con agua caliente para alejar los malos pensamientos.

 

Ah… mañana sería un día largo acompañando a Fuma, pensó mientras apoyaba su espalda en una de las paredes de la bañera.

 

Suspiró, dejando que el vapor llenara sus pulmones y cerró los ojos, intentando despejar su mente. Sin embargo, sus pensamientos se desviaron inevitablemente hacia Fuma.

 

Fuma…

 

Sin duda era la primera persona que le causaba curiosidad al mismo tiempo que rechazo.

 

“¿Qué le pasa a ese tipo?” se preguntó bufando en silencio. Fuma era un misterio. Parecía tan seguro de sí mismo, tan arrogante en la forma en que decía las cosas. Esa confianza ridícula que irradiaba con cada palabra, con cada gesto, lograba que perdiera sus cabales.

 

Pero… había algo que no podía ignorar y es que él le daba curiosidad, será la aversión hacia su especie o la forma en que su nariz picaba cada vez que estaba cerca de él.

 

Yudai movió ligeramente los dedos bajo el agua, observando las pequeñas ondas que se formaban en la superficie. ¿Qué tan malo fue lo que le hizo un lobo para que tuviera esa actitud hacia ellos? Y mucho más importante, ¿Por qué quería cambiar su opinión sobre ello? Ya que, con tal, solo necesitábamos una pequeña ayuda en la seguridad y se alejarían de aquella atractiva y arrogante sonrisa de conejo.

 

Espera…

 

¿Atractiva?

 

“Que estupidez”, pensó Yudai antes de sumergirse completamente en el agua.

Notes:

ok, ya no dire que subire capitulo pronto porque si lo digo no lo hago y cuando no lo digo lo hago, asi que de ahora en adelante estaré callampin bombin jdjd, ya han pasadp dos DOS (2) comebacks desde la ultima actualización jdj me muero de verguenza la verdad, les gusto samidare? me compre el sencillo y no me arrepiento porque el photobook y las pc estan hermosaaas, y sobre kaegawari lo ameee, y siento que es un poco biased pero es que amo cada comeback de los chicos jkd y esoo nos vemos no dire fecha pq ya saben, besitos en la cola

Chapter 12: Tell me something (have you felt this before?)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Después de la guerra y de haber pasado meses inconsciente, Taki hizo que K le prometiera que nunca más le ocultaría nada. Y por mucho tiempo creyó que el mayor estaba cumpliendo su palabra, pero algo en lo profundo, una voz en su interior, le decía lo contrario, aunque constantemente lo intentaba ignorar.

La primera vez que ese pensamiento cruzo por su cabeza fue durante su primera noche en la casa que habían comprado en Japón. El cansancio de un día movido había caído sobre ellos como una pesada manta, por lo que todos se encontraban profundamente dormidos. Sin embargo, Taki se despertó en medio de la noche, con la boca seca y la garganta ardiendo en sed. Parpadeo un par de veces atontado, aun confuso por el repentino despertar, y fue ahí que noto la ausencia del alfa mayor. Acostumbrado a que durmiera acurrucado a su lado, ya no lo veía por ninguna parte. Quizás fue al baño, fue lo primero que pensó.

Se levanto lentamente, letárgico por el sueño y se dirigió hacia donde se supondría que estaría la cocina. Allí, tomo una de las botellas de agua que quedaron en la mesa y, al llevarla a sus labios, sintió un inexplicable tirón en su pecho, como si una fuerza lo llamara. Sus ojos, casi al instante, se posaron en la ventana iluminada por los suaves rayos de la luna. Caminó hacia ella, aun bebiendo del agua, y allí, entre las sombras de la noche, lo vio tan imponente como siempre, mirando hacia el bosque estaba un gran lobo gris. Su pelaje brillaba a la luz de la luna como si de un manto de plata se tratase, enfocaba su vista a través de los árboles, alerta, en busca de algo, una señal o una amenaza.

Esa no fue la última vez que encontró al alfa dejándolos en medio de la noche. Con el tiempo, esas escapadas nocturnas se convirtieron en una rutina. K salía, y un par de horas después, Taki se encontraba a sí mismo mirando por la ventana, haciéndole una compañía silenciosa al alfa. Nunca supo si Yudai era consciente de que lo observaba, pero si lo sabía, nunca dijo una palabra al respecto.

En una de las tantas noche, mientras lo observaba en silencio, un pensamiento fugaz lo golpeó con fuerza: "Creo que nunca ha estado tranquilo desde que nos mudamos." Esa posibilidad lo hizo sentir inquieto. Se mordió el labio, sintiendo una punzada de culpa. "¿Será por mí? ¿Será que no puede descansar por mi culpa?"

Decidió hablarlo con Harua mientras caminaban por un sendero hacia la casa del vecino, el sonido de sus pasos resonaba en la tierra suelta, y el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. El chico entendiendo su preocupación le dijo que se tranquilizara y que quizás la actitud del mayor era porque ahora se encontraban en un ambiente nuevo, que era normal que se estuviera en alerta durante un tiempo.

Harua, comprensivo, asintió lentamente. “Quizás solo necesita tiempo para adaptarse. A veces los cambios pueden ser difíciles, especialmente después de todo lo que han pasado, vienen viajando desde Corea, es otro ambiente a pesar de saber el idioma”. comentó, con un tono tranquilizador.

“Sí, eso pensé al principio, pero... ya ha pasado mucho tiempo. Y cada vez lo noto… no se si distante, pero si más alerta”.

Harua, con un gesto despreocupado, entrelazó su brazo con el de Taki y sonrió con suavidad. “Podrías hablar con él. Quizás la razón sea más simple de lo que crees. A veces, solo necesitamos preguntar”.

Taki detuvo sus pasos de golpe, girando para quedar cara a cara con Harua, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y frustración. “No, no puedo hacerlo” susurró. “Si le pregunto, lo negará. Me dirá que todo está bien y tendré que fingir que le creo, aunque sé que no es verdad. Porque si le digo que no le creo que todo está bien entonces... entonces, K se pondrá triste y será incomodo. No quiero verlo así”.

“Ay dioses, tienen que conversarlo” negó repetidas veces “Se que ambos no quieren preocupar al otro, pero no sirve de nada que ocultes tus sentimientos, quizás K no reaccionará como crees que lo hará”.

“Lo conozco Harua”.

“Lo sé, lo sé, pero nunca se sabe… bueno vamos que ya se nos está ocultando el sol”.

Finalmente, no termino hablando con K pero si con Nicholas, quien sí hablo directamente con el mayor para tranquilidad de Taki. Resultando en que ambos se turnarían para vigilar durante las noches.

 

...

 

 

Contrario a la creencia popular, los lobos son criaturas altamente sociales, unidos por manadas, por lo que conviven bien en una sociedad con roles bien definidos. Los lideres son generalmente alfas, pero no exclusivamente y son los encargado de velar por el bienestar de la manada, teniendo siempre la última palabra de las decisiones. Deben ser conciliadores y motivadores, cuidadores y empáticos… idealmente, ya que siempre hay excepciones, aunque en la actualidad, la excepción es esa.

Junto a los líderes, se encuentran los guardias: lobos usualmente más grandes en tamaño, fuertes y bien entrenados para enfrentar cualquier amenaza especialmente física que pudiera poner en peligro a la manada. Suelen responder ante conflictos por territorio o defensa del grupo. Su papel es fundamental y crucial sobre todo con los mayores protegidos por las manadas: los cachorros hasta que se presenten, las omegas embarazadas, los heridos y los ancianos.

A pesar de tener la fuerza física, esta, no siempre es suficiente. Cuando una manada es grande, la fuerza de su número suele bastar para alejar a posibles enemigos. Nadie sería tan tonto como para atacar a una manada grande. Pero en una manada pequeña, donde cada miembro cuenta y se compone especialmente de cachorros, no pueden permitirse perder ni uno solo. La ayuda extra es esencial, y para eso están los magos.

Entrelazada entre el respeto y la desconfianza, la relación de los magos y brujas con cualquier otro ser desde hace siglos ha sido complicada.

Los magos y brujas son muy inteligentes y reservados, no se relacionan con cualquiera. Para mala fortuna de quien requiera de sus trabajos, el precio a pagar es alto y nunca se sabe de antemano qué pedirán.

Y para las manadas pequeñas es un gasto muy necesario de realizar ya que dependiendo del poder del mago será la calidad de su trabajo. Las protecciones que los magos ofrecen pueden ser de distintos tipos y poderes: algunos crean barreras territoriales, invisibles al ojo de cualquier ser, pero sensibles a la presencia de enemigos, otras más espirituales, ayudando a la conexión y trabajo en equipo de la manada y las de más alto nivel, las bendiciones de salud que si se usan en el momento correcto podría salvar la vida de una persona. Y finalmente, todas estas medidas, otorgan a las pequeñas manadas un respiro del peligro.

O al menos eso es lo que alguna vez le explico K a Taki, pues nunca había visto a un mago en su vida… hasta ahora que conoció a Fuma y podía entender la personalidad defensiva y un tanto arisca del mayor.

 

 

 

El sol atravesaba las ventanas entre las rendijas de las cortinas cayendo directamente en los ojos de Taki. El cachorro frunció el ceño, mientras a lo lejos escuchaba el sonido de risas y el murmullo de las voces que lo más seguro es que provenían de la cocina. Parpadeo aletargado aun por el sueño y extrañado por la sensación de haber dormido más de la cuenta, usualmente ese lugar lo ocupaba Nicholas.

Se levantó con torpeza, arrastrando los pies sobre el suelo de madera mientras se dirigía a la fuente del bullicio. Al llegar a la cocina el olor a la sopa miso que estaba sirviendo Jo a Euijoo llenaba sus fosas nasales y el sonido del pescado que estaba en el sartén hacia gruñir a su estómago.

“Oh, Taki, justo a tiempo” dijo Nicholas mientras servía el pascado que estaba cocinando en un plato al medio de la mesa para que todos compartieran.

“¿Por qué no me despertaron?”, murmuro con una queja somnolienta mientras se dejaba caer en la silla junto a Harua, apoyando la cabeza en su hombro.

“Lo hicimos, pero no nos prestaste atención”, Harua juntó su dedo índice y el pulgar y los llevo a la frente de Taki golpeándolo suavemente. “Tonto” y como si fuera una afirmación a esto, un maullido lo secundo.

Aquel maullido venia del gato negro que se encontraba acomodado entre las piernas cruzadas de Harua, pendiente de la reciente interacción entre los menores.

“Realmente ese gato no te ha dejado ni un segundo desde que llegamos acá” Euijo comento con la boca llena “A este punto Fuma perderá a su mascota”

Harua esbozo una cálida sonrisa y desvió su mirada hacia el pequeño animal que lo miraba con gran intensidad, como si entendiera cada palabra de lo que decía. “No soy fanático de los gato, pero este chico se está ganando lentamente mi corazón”.

Una vez más Harua recibió un maullido como respuesta, los ojos del gato brillando con lo que parecía aprobación fueron acompañados esta vez un suave ronroneo.

Taki por su parte tomo los palillos queriendo devorar el arroz blanco con furikake cuando echo un vistazo a su alrededor y noto que ahí faltaban tres personas.

“¿K-hyung salió a correr?” Pregunto, girándose hacia Nicholas

“uhm mmh” negó el alfa con la boca llena, “salió con el mago a buscar unas cosas”

“Se llama Fuma” Corrigió el omega en tono firme

“Si, si, lo que sea”

“Y Yuma…”, Comenzó a preguntar, pero el deslizar de la puerta hizo que todos voltearan a ver al recién llegado. “Bueno, Yuma ya está acá”

El chico de aspecto felino entró con expresión cansada y unas ojeras oscuras que parecían destacar aún más su piel blanca. No tenía cara de haber pasado una buena noche. Sin decir una palabra, tomó asiento junto a Jo. Su mirada parecíaperdida mientras se servía un poco de arroz en su tazón.

Ante el notable mal humor del chico, todos intercambiaron miradas sin saber que hacer.

Nicholas, siendo siempre tan expresivo, lanzó una mirada hacia Euijoo, arqueando ambas cejas en un gesto que no era precisamente pasaba desapercibido. Con una leve inclinación de la cabeza y un suspiro que apenas pudo ocultar, Nicholas invitaba (o más bien forzaba) a Euijoo a preguntar si todo estaba bien

Para romper el silencio, Euijoo carraspeó suavemente antes de sonreír forzadamente y preguntar: “¿Alguien quiere más sopa?”

Los más jóvenes de la mesa apenas lograron contener el impulso de llevarse la mano a la frente en un claro gesto de resignación. Harua y Taki intercambiaron una mirada divertida y exasperada a la vez, al menos el omega intentó decir algo y no ignorarlo como generalmente hacia cuando estaba incomodo.

Pero antes de que alguno pudiera decir algo, un suave y apenas audible bufido resonó desde el otro extremo de la mesa. Era de Yuma, cuyo semblante se había suavizado, mostrando una sonrisa que parecía tan inesperada como bienvenida.

“Lamento haber arruinado el momento, chicos” dijo Yuma, con un tono algo irónico, pero con una leve suavidad en su voz que dejaba entrever su disculpa sincera.

“Esta enojado porque Fuma lo ha estado ignorando”, dejando de lado su segundo tazón de arroz, Jo habló.

“No hace falta que les cuentes la historia de mi vida Jo… pero si” admitió Yuma, bajando la vista cabizbajo.

Euijoo ahora mas tranquilo por el cambio de ambiente, sonrió cálidamente “No te preocupes, no conozco personalmente a Fuma, pero por lo que he visto hasta ahora se que lo solucionaran pronto, se nota que te quiere mucho”

Nicholas, que escuchaba atentamente, alzó un dedo para señalar su propia cicatriz reciente. “Aquí está la prueba viviente. No es como si necesitara más marcas, pero ya ves… “

“¿Que le hace una raya más al tigre?” interrumpió Taki con una sonrisa juguetona.

“Somos lobos, Taki” resoplo el taiwanés, divertido

“¡Ay ya me entiendes!”

Euijoo rodó los ojos divertido ante la interacción infantil de sus amigos, y volvió a centrar su atención en Yuma “Todo se arreglará, solo dale tiempo”

Yuma suspiró y, con una expresión más tranquila, miró a Jo, su amigo de tantos años. La sonrisa leve y confiada de Jo le daba la razón a Euijoo: era solo cuestión de tiempo, comunicación y algún que otro compromiso de su parte.

 

 

No había pasado ni una hora y Fuma ya se debatía entre respirar profundo y aguantar o mandar todo a la mierda y volver a la comodidad de su cabaña. Y por supuesto que mentalmente iba ganando la segunda opción. Él creía haber conocido a lobos irritantes, pero nadie se comparaba a Koga Yudai. Aunque claro, podía estar siendo un poco subjetivo: su mañana no había empezado de la mejor manera. Apenas logró escapar de Yuma cuando el chico intento hablarle, y Fuma, sin otra opción, lo había ignorado de la manera más evidente posible, dejándolo con la palabra en la boca. No iba a traicionarse otra vez, iba a ser firme.

Sabía que si se dedicaba a escucharlo por tan solo un minuto, caería rápidamente; se conocía demasiado bien. Yuma era su punto débil, haría cualquier cosa por ese muchacho y por Jo pero especialmente Yuma, que era con quien se conocía por más tiempo, era como su hermano menor y lo quería demasiado. Su sonrisa tan encantadoramente infantil ablandaba hasta el más duro de los corazones. Era tan difícil resistirse… que ese fue el motivo por el que salió casi corriendo de allí, llevándose al alfa mayor, prácticamente arrastrado, cuando Yuma lo miró con esos grandes ojos marrones.

Y es ahí que llegó su primer intercambio de opiniones

“Oi, oi, oi, ¿qué te pasa?”, protesto Yudai, liberándose del agarre del mago. Para sorpresa del alfa, el otro chico tenia más fuerza de lo que parecía.

Fuma abrió la boca para decir algo, pero al final solo carraspeó, incomodo y algo avergonzado por su reacción. Se negaba a admitir su razón a K.

“Es que te estabas demorando… andando, no quiero volver tan tarde” murmuró, antes de girar y adentrarse en el bosque sin darle tiempo al otro de replicar.

K se quedó mirándolo, sorprendido o más bien indignado, antes de chasquear la lengua y seguirle el paso.

Desde que habían llegado con Nicholas herido, que no había salido de aquella cabaña. Le tomo tiempo reconocer por donde habían llegado, el bosque parecía diferente a aquella noche, se veía más tranquilo y hermoso. Los rayos del sol rebotaban contra la nieve que quedaba, haciendo que todo se viese mas claro. En lo alto de las copas de los árboles los pájaros revoloteaban, en busca de comida para sus crías o quizás solo estaban felices porque la tormenta había terminado.

Con cada respiración, el vapor escapaba de sus labios, y la bufanda alrededor de su cuello ayudaba un poco a combatir la brisa helada que de vez en cuando golpeaba sus rostros. La calidez del algodón de tartán verde y marrón, impregnada con el suave olor a matcha que parecía desprender de Fuma, le resultaba de alguna forma reconfortante. Supongo que le gusta mucho esa bebida pensó el alfa.

“¡No te quedes atrás!” grito Fuma sin darse vuelta, dándose cuenta de que había dejado varios metros de distancia entre ellos.

“Podríamos ir más rápido si es que me hubieras hecho caso”, dijo acercándose con un pequeño trote hasta llegar hasta el mago.

Fuma enarco ambas cejas fastidiado “¿Por qué ustedes piensan que pueden solucionarlo todo convirtiéndose en lobo?”

“Es simplemente más rápido. Mi nariz funciona mejor así”, insistió K, como si fuera lo más lógico.

“Ya dije que no, aparte no quiero que dejes las cosas llenas de baba”

K rodó los ojos e, ignorando la queja del mago, comenzó a quitarse la ropa con rapidez. Fuma, frustrado, cerró los ojos y sintió cómo su mandíbula se tensaba cuando, frente a él, apareció un gran lobo gris, mirándolo fijamente.

“Podría simplemente irme ¿sabes?”, dijo Fuma en un tono que esperaba sonara como advertencia. Pero la única respuesta fue un gruñido que claramente decía ni lo pienses.

Con una mueca de fastidio, el mago recogió la ropa del suelo, murmurando maldiciones por lo bajo. Abrió el morral que traía y con un suave movimiento de manos, estas se iluminaron y guardo las prendas en el morral, pareciendo como si no llevara nada, una pequeña ayuda de la magia para no llevar tanto peso. K gimoteo sorprendido y se acercó a oler el morral, pero fue alejado con un suave empujón en el hocico. Fuma le dio la espalda y continuó su camino, pero pronto se detuvo cuando el lobo le bloqueo el paso.

“¿Ahora qué?”, preguntó con exasperación. El lobo le hizo un gesto con la cabeza, apuntando a su lomo. “Debes estas bromeando, ¿Quieres que me suba?”, Fuma lo miró incrédulo, mientras el lobo repetía el gesto.

Fuma miro hacia el cielo sin poder creer lo que estaba pasando. “Quedare apestado a perro… te advierto, soy pesado así que espero que te duela la espalda” dijo antes de subirse con cautela y tomar firmemente con ambas manos el pelaje grisáceo, sorpresivamente suave.

La calma del bosque pareció intensificarse cuando el lobo empezó a moverse, y Fuma, mientras miraba el paisaje a su alrededor, no pudo evitar una sonrisa leve, casi imperceptible.

“Realmente eres irritante”, Fuma negó repetidamente, escondiendo la sonrisa.

K, entendió el tono, y como respuesta, aceleró aún más, logrando esquivar los grandes arboles y saltando sobre los troncos caídos. El viento helado golpeaba las mejillas del chico, dejándolas levemente enrojecidas. Viendo el paisaje, sabía que cerca de donde estaban podrían encontrar cierto tipo de plantas, por lo que Fuma se tensó ligeramente y, sin pensarlo, tiró suavemente de su mano derecha, queriendo señalar una dirección. Antes de poder decir algo, el lobo giró hacia la derecha, como si hubiese leído su mente.

Fuma parpadeó, incrédulo, y no pudo contener una risa irónica.

¿Qué es esto? ¿Ratatouille?

Avanzaron unos metros más hasta que Fuma le pidió al lobo detenerse, habían llegado al lugar, un pequeño espacio abierto en medio del bosque que albergaba una flora variada y que era justo lo que necesitaban por ahora.

Fuma bajó del lomo del lobo y se agacho hasta quedar cara a cara con él. Los ojos, de un profundo color ámbar casi zafiro, lo observaban con atención.

“Aprovechando que estas en esa forma, pongamos a trabajar esa nariz”, le dijo, dándole unos leves golpecitos en el hocico antes de girarse a buscar algo en su morral. Sacó una flor blanca y se la mostró. “Mira, esta es una Angelica, es una gran flor blanca, por lo que no será muy difícil de encontrar, así que necesito muchas de estas… y cuando digo muchas, son muchas”

El lobo ladeo la cabeza antes de acercarse a la flor y comenzar a olfatearla, intentando memorizar su aroma, aunque pronto se distrajo y poco a poco, fue subiendo a olfatear la mano de Fuma.

“Oi, Oi, no es a mi a quien tienes que buscar”, digo el mago, a lo que K simplemente rodo los ojos. “Anda, se un buen cachorrito y ve a buscar mis plantas”

Antes de poder girarse, frente a Fuma volvió a aparecer el chico alto de cabello oscuro… temblando de frio y completamente desnudo.

“A-ahora s-sera más fácil c-omunicar-rnos”, tartamudeo Yudai, cruzado un brazo sobre su pecho para protegerse de alguna forma del frio, mientras que extendía la otra hacia Fuma pidiéndole la ropa.

Fuma apretó los labios y cerró los ojos mientras inspiraba profundamente, conteniendo las ganas de gritarle por lo testarudo del chico. Metió la mano con enojo a su morral, entregándole la ropa y murmurando por lo bajo un: “Te dije que no te transformaras”

Rápidamente K se vistió, poniéndose como ultima prenda la bufanda verde y marrón que continuaba con el olor a matcha. Pero a pesar de volver a estar vestido, continuaba temblando de frio y por más que Fuma lo intentó ignorar, ya que, se lo merecía por terco, finalmente no pudo evitar compadecerse.

“Ven acá”, le dijo extendiendo los brazos.

“¿Eh?”, Yudai lo miró desconfiado.

“No empieces y solo ven”

Aun desconfiado, K avanzó unos pasos hasta quedar frente a él. Fuma con un suspiro resignado, tomó la iniciativa y murmurando con los ojos cerrados un par de palabras que Yudai no lograba entender, estrecho entre sus brazos al mas alto, pasando ambos brazos por la cintura del alfa, elevando la mano derecha hasta su escapula para abarcar la mayor sección de cuerpo.

Yudai rápidamente entendió lo que estaba pasando, y es que, el mago se sentía más cálido de lo normal, como si irradiara calor. Se sentía tan bien que, casi sin pensarlo, rodeó el cuello del mago, como si de un oso de peluche se tratase. Poco a poco, el calor fue penetrando cada fibra de su cuerpo, especialmente su pecho, y sin poder evitarlo, hundió el rostro en el cuello de Fuma, dejando que el calor y el aroma a matcha lo envolvieran.

Su nariz rozó suavemente el cuello del mago, y K sintió cómo sus mejillas comenzaban a enrojecerse. Debía ser por la magia, claro está.

Las manos de Fuma tímidamente recorrían la espalda del mas alto, haciendo su mayor esfuerzo para lograr que el calor envolviera cada parte de su cuerpo. Al principio, lo hacía con movimientos torpes, se podrían decir que, hasta calculados, pero pronto se vio a si mismo disfrutando del contacto. A pesar de ser un alfa, Yudai era bastante delgado, sorpresivamente con una cintura pequeña pero firme y hombros anchos y bien trabajados. Ese pensamiento trajo una oleada de nervios a Fuma, recriminadose internamente por las cosas que le prestaba atención.

K, con los ojos cerrados, presionaba su mejilla contra la de Fuma, como si buscara instintivamente algo más que el calor. El movimiento de su rostro, la coordinación de sus respiraciones y el suave tacto sumaba a crear el intimo momento. Fuma se sentía embriagado y no de manera figurativa, un leve olor a ron y vainilla invadió sus fosas nasales, y fue entonces cuando notó algo que rompió la burbuja y le hizo abrir los ojos de golpe: Yudai estaba frotando su mejilla contra él, inconscientemente marcándolo.

El mago se separó de golpe. Carraspeó, tratando de que su voz sonara despreocupada.

“¿Ya se te quitó el frio?”, preguntó retrocediendo unos centímetros, sin poder sostenerle la mirada al más alto.

Yudai con los ojos abiertos de la sorpresa, como si hasta ese momento no se hubiera dado cuenta de lo que hacía. “Yo… creo que ya estoy bien” dijo, rascándose la nuca mientras intentaba recuperar la compostura.

Fuma asintió, tragando el nudo en su garganta, y se dio la vuelta rápidamente para que el otro no viera lo enrojecidas de sus orejas. “Debemos apresurarnos… ya sabes, para no llegar tan tarde”

El alfa asintió con rapidez, “Si, claro, tienes razón”, se encontraba visiblemente avergonzado.

Ambos iniciaron su recolecta alejados del otro, manteniendo un silencio que se rompía con una que otra pregunta. Yudai intentaba concentrarse en su tarea, aunque en ciertos momentos sus ojos se desviaban hacia el mago, este por su parte, hacia lo mismo en instantes en que K parecía distraído.

Aunque, en lo que ambos coincidían en que la manada debería irse lo más pronto posible de la cabaña.

Notes:

He vueltoooo, en forma de fichas jshdj y ya me picaban las manos para empezar con el kuma, aunque para mala suerte suya y mía, va a ser más lento de lo que piensan así que espero que les guste el slow burn.
En otros temas, como estan para Yukiakari que llega este 8/11, les gustaron los pre realese, de jyuugoya y big suki? no es por ser biased pero cada realese que sacan es muy bueno.
El titulo que nos acompaña el día de hoy es de beat the odds, que francamente necesito que me inyecten a la vena, la amooooo.
Y por ultimo, agradezco mucho los kudos y comentarios que me dejan y sobre todo su paciencia conmigo, los leo a cada uno/a, y me encanta leer sus reacciones a los capitulos ♥♥♥ y esoooo, nos vemos para proxima, besitoooos

edit
yo la weona menos perdida con los comeback dkfjd hlj acaba de subir el calendario de promociones y el mv de yukiakari se estrena el 16 de diciembre, no se de donde chucha saque que era el 8 de nov sjddh sepanme disculpar

Chapter 13: 'toy durmiendo en el parque (porfa vuelve a buscarme)

Notes:

ok, antes de empezar, decir que el titulo de hoy es nombrado en honor a la ultima parte de este capitulo, la canción es del grupo de Niños del cerro - Durmiendo en el parque, por si la quieren ir a escuchar.

segundo, he estado obsesionada con arcane y su playlist asi que hay cierta parte que si quieren... si quieren... pueden escucharla con fantastic de king princess

y tercero, omgg volvi antes de lo esperado, espero y lo disfruten <3

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

El camino de vuelta a la cabaña estaba envuelto en un silencio incomodo, aunque no del todo vacío. El sonido de la nieve crujiendo bajos sus pies y el de los pájaros revoloteando por las copas de los árboles llenaban el ambiente. Fuma mantenía su mirada al frente, había tomado la delantera y le llevaba unos cuantos metros de distancia a Yudai, no tenían nada que decir, eran solo sus pasos y uno que otro quejido por parte del mayor por el frio que sentía.

Yudai no lo iba a admitir -o al menos no en voz alta- que quizás y solo quizás había cometido un error en transformarse en lobo. Se sentía incomodo, húmedo y con mucho frío, su barbilla no paraba de agitarse y con suerte podía sentir sus manos. El calor que le había dado Fuma ayudó por un momento para que la sangre pudiera volver a circular por su cuerpo, pero ya había terminado el calor y no era por exagerar, pero Yudai sentía que hasta sus venas se congelaban. Se sentía molesto porque había un brillante sol sobre sus cabezas, que a su parecer no estaba cumpliendo con su único trabajo… calentar.

¿Podría volver a transformarse en lobo?, sí, por supuesto, si no fuera porque la sola idea de quitarse la bufanda del cuello hacia que un escalofrío le recorriera el cuerpo.

Por su parte, Fuma quería volver a ignorarlo, pero ya lo había ayudado una vez, hacerlo otra vez no iba a matarlo pensó. Finalmente se dio la vuelta y le ofrecio su mano para que el lobo la tomara.

Yudai se detuvo abruptamente, con sus brazos cruzados sobre su pecho observaba al mago con su mano extendida y su mente no evito imaginarlo como aquellos caballeros de brillante armadura que aparecían en los cuentos que su madre le leía a los cachorros de su antigua manada.

Un caballero de brillante armadura.

Sin dudarlo un minuto más, troto hasta llegar donde él. Aceptando el ofrecimiento, lo tomó de la mano y continuaron caminado en silencio como si nada. Yudai sintió la calidez brotar de sus manos, agradeciendo internamente por la magia.

Fuma suspiró y sin detenerse dijo las primeras palabras que romperían ese incomodo silencio. “Puedes venir en las tardes a ayudar con lo que falta”

“No puedo en las tardes, trabajo en el pueblo”, respondió casi de inmediato, aun recuperándose del frío que poco a poco iba disminuyendo.

“Y yo no puedo en las mañanas”

“¿Qué haces?”, la curiosidad se deslizó por sus labios.

“Tengo clientes en el pueblo”

“Además del señor Haku, ¿hay más como nosotros?”, la manera en que lo dijo Yudai sonó casi inocente, tanto así que hizo que Fuma soltara una pequeña risa amarga.

“No tienes idea… ya sabes lo que dicen, pueblo chico infierno grande”, se detuvieron, quedando frente a frente. “Es un pueblo de ruta, el camino principal lleva a otras ciudades, todo pasa por acá. Cada criatura que puedas nombrar a recorrido este lugar, así que precisamente tranquilo no es. Si fuera tú, cuidaría más a los cachorros que tienes… han ocurrido muchos secuestros a menores especialmente”

La respiración de Yudai se cortó por breves segundos, las palabras le cayeron como balde de agua fría.

“¿Qué hacen con ellos?”, preguntó, tratando de mantener la calma, aunque su voz había bajado varios tonos.

“La mayoría son llevados como “voluntarios” al banco de sangre”

“¿Banco de sangre?”, Yudai parpadeo, no entendiendo el concepto de lo que había escuchado.

“¿Acaso has vivido en una cueva todo este tiempo?”

bueno si lo pones en esa perspectiva pensó Yudai.

“Sí, banco de sangre" Continuo "Fue un proyecto propuesto hace años en Japón, y desde que se implementó, ha sido un éxito rotundo. Todo gracias a los miles de voluntarios que se acercan a donar a aquellas pobres alma que necesitan de la sangre para vivir.” El veneno y la rabia parecía brotar de la boca a Fuma mientras explicaba “Es así como disminuyeron los asesinatos, pero curiosamente aumentaron los secuestros. Y no solo de humanos”

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Yudai, “¿Qué quieres decir?”

“¿Sabías que la sangre de hombres lobos es muy requerida?, en especial la de cachorro, según dicen es tan dulce como la miel”

“Eso es… terrible”

“Lo sé. Y no hay autoridad que los detengan, ya que no hay pruebas contundentes. Solo simples rumores de la tonta gente de campo”, escupió las palabras con rabia, “Cuando hablamos… no nos tomaron en serio, ellos dijeron que es gente que escapó de casa, prostitutos, gente que quería liberarse de sus vidas pasadas y empezar de cero en otro lugar.

Ellos eligen a los más vulnerables, personas solas, huérfanos y vagabundos… gente que nadie buscaría, gente que nadie extrañaría.”

Aquello ultimo hizo detener a K y un recuerdo cruzó por su mente “Harua… él está buscando a alguien. A un amigo. Ambos vienen de un orfanato. Dijo que se lo habían llevado, ¿podría ser que haya sido el caso?”

Fuma soltó un suspiro compasivo “Puede ser una opción, pero en este mundo… no solo ellos tienen malas intenciones”

“Eso es mucho peor”

El mago asintió dándole la razón y volvieron a emprender por su camino. “Tienes razón, esperemos que este en un buen lugar”

 

 

 

El gato negro, que estaba boca arriba completamente relajado bajó los cálidos rayos del sol de invierno, bostezo estirando sus cuatro patas. Sus almohadillas rosadas contrastaban con su pelaje oscuro, algo que fascinó a Nicholas cuando le acaricio una de sus orejas.

El chico nunca se había considerado amante de los gatos o de cualquier animal, de hecho, no recordaba haber tenido una mascota en su vida… que no sea el mismo, es decir, era su propio perro, y ver al pequeño animal le activaba esa agresión tierna, como podía tener las almohaditas rosadas si era todo negro, es adorable, pensó Nicholas.

“¿Podemos adoptar un gato?”, preguntó de repente, girándose hacia Euijoo.

El omega, que ojeaba un libro de los tantos que el mago tenía regados por toda la habitación, negó de inmediato con la cabeza.

“Con suerte podemos cuidarnos entre nosotros”

“Juju, míralo” Nicholas apuntó al felino que ahora se llevaba las patas delanteras a sus ojos, como si quisiera de esa forma ocultarse del sol “¿No te dan ganas de tomar una siesta con él?”

Euijoo alzó una ceja, y sin apartar la vista del libro, respondió con un tono monótono “Para que quiero un gato si ya te tengo a ti”

El más bajo entrecerró los ojos y estiro sus labios indignado, aunque no le duró mucho y terminó acercándose para abrazar por la espalda al más alto y así plantarle un beso sonoro en la mejilla. Euijoo apenas disimuló una sonrisa, dejó el libro sobre la mesa y giró para estar frente a él.

Sus ojos se encontraron, y el ambiente cambio de inmediato. Euijoo envolvió el cuello de Nicholas con sus brazos, mientras el alfa lo sujetaba firmemente por la cintura, acercándose tanto que sus narices se rozaban tímidamente. Euijoo no pudiera evitar cerrar los ojos disfrutando del momento, disfrutando de las manos firmes que vagaban por su cuerpo y del aroma a cítricos que desprendía de la piel de Nicholas. Por esa razón, fue el primero en romper la distancia -la poca distancia- que tenían y capturo los labios del otro. Fue suave y pausado, nadie los apuraba; era como un pequeño waltz en donde sus corazones marcaban el ritmo.

Se separaron por apenas unos pequeños centímetros, con una sonrisa en sus rostros, Euijoo se mordió el labio inferior, intentando callar la pequeña risa que quería escapar de sus labios ocasionada por todo el cosquilleo que subía desde su estómago.

Nicholas escondió su cara en el cuello de Euijoo, inhalando profundamente el aroma a crema y café, “Como extrañaba esto”, murmuro suavemente sobre su piel, sin tener la mínima intención de soltarlo.

Las manos de pelicastaño tomaron la cara del alfa, acaricio sus mejillas como si de la porcelana más frágil se tratase y dijo seriamente “No vuelvas a asustarme de esa manera”

Antes de que Nicholas pudiera responder, Euijoo acortó nuevamente la distancia, volviendo a iniciar el beso, esta vez con más intensidad. Sus labios se encontraron con urgencia, con más necesidad.

Euijoo podía sentir los dedos de Nicholas recorriendo la parte trasera de su nuca cuando sus bocas se abrieron contra la otra. Sin romper el beso, Euijoo empujó al más bajo hasta que este chocara con la mesa en el centro del estudio del mago. Ambos se buscaban, anhelantes por el tacto del otro. Deseando aún más.

Nicholas soltó una pequeña risa cuando se dio cuenta que estaba prácticamente acostado sobre la mesa y Euijoo sobre él, éste mordió el labio del taiwanes, haciendo que abriera la boca, aprovechando para profundizar el beso, deslizando su lengua entre los labios del alfa.

Sus lenguas se movían sincronizadas, siendo Nicholas quien seguía el ritmo del más alto. No eran muchas veces en las que Euijoo tomaba la iniciativa, pero cuando lo hacía, lo disfrutaba, le encantaba cuando tomaba las riendas y exigía, sin pedir permiso, porque él se lo daría todo. De pronto, todo comenzaba a volverse más húmedo, más cálido, casi sofocante.

Se sentía bien. Muy bien.

Sus respiraciones se hacían más presentes y de pronto, un suave gemido escapó de la boca de Nicholas cuando el omega bajo por su cuello. Levantó su mano izquierda para enredar sus dedos entre los cabellos castaños del chico, instándolo a que continuara con lo que sea que pasaba por la mente de Euijoo.

“¡Dioses, no en mi estudio!”

De un salto los dos jóvenes se separaron, o más bien, el omega se levantó asustando, dejando al alfa aun en la mesa con las piernas abiertas. Nicholas giro su cabeza y con una sonrisa traviesa, simplemente levanto los hombros como si nada. “¡Oh no!” exclamo irónicamente.

Euijoo lo regañó por lo bajo, mientras lo ayudaba a levantarse, arreglando erráticamente sus ropas, intentando hacer como si nada hubiese pasado.

De pie junto a la puerta, Yudai los observaba con los brazos cruzados, tratando de mantener la compostura. Con las manos en su cintura negaba repetidas veces con la cabeza con una falsa decepción.

“Pido una disculpas por nuestro líder, usualmente no es así de atrevido”, dijo K mientras dejaba sobre la mesa algunas de las cosas que habían recolectado, justo en el lugar donde minutos antes Nicholas había estado. K luchaba por mantener una actitud seria, aguantando las ganas de soltar una carcajada, y más al ver lo avergonzado que se encontrada Euijoo. El omega parecía estar a punto de estallar de la vergüenza, con las mejillas rojas y su mirada fija en el suelo, evitando las miradas de todos los presentes.

“No tengo nada que decir, por favor, retírense”

Euijoo tomó del antebrazo del alfa menor y se lo llevó fuera de la habitación, prácticamente corriendo.

“Excepto tú”, dijo Fuma con tono firme, deteniendo a Yudai justo cuando este se daba la vuelta para marcharse.

El alfa miró al mago con curiosidad.

“Puedo… puedo hacer una excepción algunos días a la semana, para que vengas por las mañanas”

“Uhm, ok, gracias”

“Pero a cambio… te quiero dar esto”

Fuma bajó la mirada hacia su muñeca izquierda y, con un gesto lento, deslizo una pulsera de cuero negro. En su centro había una pequeña piedra azul que reflejaba la luz con un brillo tenue.

Yudai aceptó el objeto sin decir nada, sosteniéndolo entre sus dedos mientras lo observaba con atención. En el interior de la piedra podía distinguirse un símbolo grabado. Una runa.  

“Lo más seguro es que Yuma se irá con ustedes… si pasa cualquier cosa, solo tienes que presionar la gema y me dará aviso”

Curios, K extendió una mano y tocó la pulsera, queriendo comprobar lo que decía Fuma. Frente a él y ante sus ojos, el collar de oro que el mago llevaba colgado alrededor de su cuello comenzó a brillar tenuemente, respondiendo así al llamado.

“Lo haré”

“Deberías ir a tomar un baño antes de marcharte, te ayudara a entrar en calor apropiadamente”

Yudai simplemente asintió y se dispuso a seguir al mago hasta el baño.

 

 

 

Jo nunca había sido una persona de muchas palabras, prefería guardárselas. No sentía que hubiera alguna necesidad de expresar más de lo que podía transmitir con una simple sonrisa o un asentimiento de cabeza.

Fuma y Yuma lo entendieron desde el principio. Nunca le exigían más de lo que estaba dispuesto a ofrecer ni lo empujaban a hacer algo que no quisiese.

Con Fuma, en cierto modo, eran similares. Tampoco hablaba mucho y prefería la practicidad. Aunque había una excepción, y es que mago tendía a tener hiperfijaciones cada cierto tiempo. Todavía recordaba la clase magistral que les hizo a Yuma y a él sobre las diferencias entre un dragón y un wyvern… aún recuerda la respuesta: son la cantidad de patas.

Yuma, por otro lado, era completamente distinto. Brillante era la palabra con la que mejor lo podía describir, con tanta energía y carisma. Era un sol que iluminaba todo a su paso. 

Aunque tenían sus diferencias, entre ellos se entendían y se aceptaban, por eso el ruido en la cabaña nunca era demasiado alto… hasta que Yuma se junto con los dos cachorros de aquella manada.

Era… demasiado.

El sonido incesante de las voces de los tres chicos llenaba aquella sala de estar. Estaban los cuatro bajo el kotatsu*, disfrutando el calor del calefactor cubierto por la gruesa manta azul.

Jo pelaba una mandarina en silencio, observando de reojo a Yuma. Se veía entusiasmado, más radiante que lo habitual. Le gustaba verlo así de emocionado, su sonrisa era una de las cosas que más le gustaba apreciar en el mundo… aunque eso significara que sus oídos zumbaran por el ruido.

“¿De verdad todavía existen tigres en Corea? Creí que estaban extintos”, preguntó Yuma, escéptico ante la historia que Taki intentaba contar.

Taki, indignado, llevó su mano derecha (soltándose del agarre de Harua que se encontraba entretenido jugando con sus dedos) al lado izquierdo de su pecho, justo sobre su corazón y miró fijamente a Yuma con los ojos abiertos. “Te juro que es verdad”

“Fue como el quinto o sexto día más helado de toda mi vida-“

“Ponte serio” Interrumpió Yuma, rodando los ojos con una sonrisa.

“No miento, fue así”, insistió el menor. “Bueno como decía… era uno de los días más fríos que tuvimos que vivir con K. Íbamos por el bosque en camino a la casa donde antes vivía con mis padres y teníamos que ir con cuidado porque en ese territorio habían demasiados cazadores.

Todo iba bien hasta que escuchamos un ruido. Unos pasos, pero no humanos… eran varios. Nos detuvimos y nos escondimos en una zanja lo más rápido que pudimos.

Y lo escuchamos. Dioses, el recuerdo de aquel sonido… todavía me pone los pelos de punta. Un gruñido. Frente a nuestro ojos estaba un tigre y detrás de él, aparecieron más. En total, fueron siete tigres que pasaron frente a nosotros”

“¡¿Siete?!”, Harua, quien se encontraba a su lado prestando atención, tampoco se lo podía creer.

“Uhm hum”, asintió el menor.

“Imposible”

“Su aura era impresionante”

“¡Jo, deberíamos ir a corea!”, exclamó Yuma, girándose hacia él con una sonrisa enorme.

Jo alzó la mirada de su mandarina, arqueando una ceja. Aunque su expresión no cambió, asintió en silencio, sin saber que añadir a la conversación. En lugar de palabras, le tendió la mitad de su mandarina a Yuma y el de los ojos felinos, lo tomo gustosamente.

Un ruido a sus espaldas los hizo girar a todos al mismo tiempo. Vestido con una camiseta blanca y un pantalón deportivo gris, Yudai se acercaba secándose el pelo con una toalla que estaba alrededor de sus hombros.  

Jo no pudo evitar que su atención se enfocara en el alfa recién llegado. Era como un magnetismo, un imán que atraía su mirada sin permiso. Sus ojos recorrían el rostro del mayor, como si su cerebro quisiera guardar cada detalle.

Comenzó a hablar, apoyando la historia que había contado anteriormente Taki, añadiendo más detalles de aquel encuentro. Jo quería prestar atención, de verdad lo intentó, pero sus pensamientos se desviaban al movimiento de Yudai sacudiendo la cabeza para despejar el cabello de sus ojos, o como sus largos dedos llevaban un gajo de mandarina a su boca. Como fruncia el ceño al sentir la acidez de la fruta, o como relamía sus labios evitando que estos se secaran.

Suficiente.

Se obligó a desviar la mirada, consciente de que estaba siendo extraño. Podía sentir el calor en sus orejas y para ser sinceros, no eran tan pequeñas como para pasar desapercibidas.

Yuma lo notó de inmediato. Pasó el borde de sus dedos por las orejas sonrojadas de Jo y susurro juguetonamente.

“No creo que alguien este hablando mal de ti ¿no?”

Jo cubrió sus orejas con las manos apaciguando el calor, pero eso solo hizo que fuera peor, haciendo que, además, ahora todos lo notaran.

“Que tierno”, dijo K mirándolo con una sonrisa.

Oh no.

Oh no.

Si antes Jo no encontraba palabras, ahora parecía haber perdido el aire. No sabia que hacer y nunca había agradecido tanto la presencia del mago, que venia con el resto del grupo, desviando la atención de todos.

Nicholas se sentó con los demás, tomando el espacio que quedaba al lado del alfa mayor, mientras Euijoo y Fuma permanecían de pie, pidiendo silencio. Euijoo comenzó a hablar.

“Chicos, tengo que informar que ahora que Nicholas se recuperó…”

“Y vaya que se recuperó”

Interrumpió Taki con una sonrisa traviesa a lo que fue callado por un pequeño golpe en la cabeza por parte de Yudai. Y es que los rumores se esparcían rápidamente y los demás ya se habían enterado del espectáculo que hicieron Euijoo y Nicholas en el estudio.

Con el color rojo volviendo a las mejillas del omegas, carraspeo antes de continuar “Como decía, es momento de despedirnos y sobre todo, agradecer su hospitalidad”

“Si, gracias por dispararme y luego curarme”, dijo Nicholas sarcásticamente.

“Nico”

“No me dejaste terminar… y gracias también por recibir tan bien a nuestra manada”

Continuaron hablando, especialmente los mayores, con Fuma pidiendo disculpas por lo que había pasado y Euijoo agradeciendo una vez más por su ayuda.

Yuma no lograba concentrarse en lo que estaban diciendo los demás. Sus ojos viajaban entre la joven manada y el mago, quedándose especialmente en este. Buscaba algún tipo de señal, alguna respuesta a las preguntas que ni siquiera tenia formadas en su cabeza.

Ellos… se van a ir y él… ¿Qué pasa con él? ¿se podía ir también? ¿podía… quedarse?

No.

Ni siquiera ha hablado propiamente con Fuma, no podía irse, bueno, tampoco es como si ellos lo hubieran aceptado en su manada o algo por el estilo como para decidir marcharse. No tenia algún sitio donde llegar, es decir, la señora Hana lo recibía muy bien cuando se quedaba en su casa, le tenia comida y una habitación pequeña. Podía bañarse y le encantaba hablar con ella mientras tomaban té… pero no era lo mismo.

No, no era lo mismo.

No era lo mismo que estar con Fuma y Jo. Era un tipo diferente de calidez, podían no tener siempre una comida caliente, sobre todo porque ninguno de los tres era bueno cocinando, pero no importaba porque se sentía bien. Se sentía bien acurrucarse en la espalda de Fuma durante las noches frías, o admirar como Jo dibujaba mientras él hacia su mejor esfuerzo en que se entendiera que lo que estaba dibujando era un conejo.

Ellos eran su hogar. Yuma lo sabía, no era una revelación tardía o algo por el estilo, eran como sus hermanos y por esa razón los hermanos no podían sentir más por el otro. No estaba permitido.

Trago con fuerza cuando sus ojos se encontraron con los de Fuma. Estaba serio como siempre, sin embargo, no parecía enojado, se veía calmado. Como si ya tuviera respuesta a todas las preguntas de su cabeza.

y era ridículo, ¿Qué respuesta iba a tener? ¿Le iba a decir que se marchara? ¿Qué nunca volviera? ¿Qué se encontraban mejor sin él? ¿Qué dejara de mentirle porque ya sabía lo que escondían sus ojos, que lo buscaban siempre añorando de su atención?

Era eso.

O que le daba asco que lo estuviera anhelando a sus espaldas, buscando siempre de su contacto, desando que alguna vez lo mirara como él lo miraba.

Por eso siempre terminaba huyendo, ya que sabía que su corazón no podría soportar aquel rechazo.

La presión en su codo lo hizo volver a la realidad, donde la manada ya no se encontraba en la sala de estar y Fuma estaba sentado al lado suyo.

Una vez más estaban Fuma, Jo y él solos.

“Fueron a cambiarse, se irán en un par de minutos” comentó Fuma.

Yuma guardo silencio, sin saber que decir ante sus palabras. Jugueteaba con sus dedos, rascando la piel al lado de la uña de su pulgar, llegando a romper la piel y haciéndose una pequeña herida.

“Te iras con ellos” levantó su vista ante lo que parecía más una confirmación que una pregunta.

“¿Qué?”

“Ya hablé con Euijoo y Yudai, no tienen problemas con que vayas con ellos”

“No entiendo” negó repetidas veces con la cabeza. A su lado, Jo tomo su mano y le dio suaves caricias que lo reconfortaron levemente. “Creí que me odiabas”

“Odiar es una palabra muy fuerte”, respondió Jo, “Más bien diría que solo estuvo molesto”

“No se que hace que ya no quieras estar con nosotros… solo queremos que estes bien ¿sabes? No importa si es a nuestro lado o con alguien más”

Yuma asintió solamente debido al nudo que se había formado en su garganta. Si decía una palabra en ese momento, no iba a ser capaz de detener el llanto que se acumulaba en sus ojos.

“Simplemente no nos ignores más”

“Así como tú lo hiciste conmigo”

“Bueno, tenía que cobrármelas ¿no?

“Los quiero mucho chicos”

“Y nosotros a ti”

 

 

Cuando volvieron a la sala de estar, se encontraron con una emotiva escena de tres amigos despidiéndose. Harua pudo ver como Yuma, con los ojos llorosos, se limpiaba el rastro de lagrimas de sus mejillas cuando se alejaba del abrazo con Jo. En el fondo le daba un poco de lastima porque la había pasado bien en aquel lugar, quitando el hecho que sabía lo que el mago ocultaba.

Todavía algo no le cerraba con el mago. Era una sensación constante, y quizás era su naturaleza desconfiada la que hablaba, pero no podía fiarse de él, o al menos no como Euijoo, quien se acerco para hablar por última vez con Fuma. Se notaba que el mago le caía bien, suponía que entablaron una buena relación después de todas las veces que se quedo a solas con él mientras curaban a Nicholas.

No quería juzgar a Fuma por ocultarles aquello, sabía que debía tener sus razones. Sin embargo, eso no justificaba el trato que les dio cuando se encontraron. Aun podía percibir el rencor latente en sus ojos, podía ver rastros de malestar en su cara cuando los veía o cuando hablaba con ellos.

Ya no quería darle vueltas al asunto, pues por fin se irían de ese lugar. Estaba emocionado cuando se cambiaba junto a Taki con las ropas que habían llegado, y nunca había estado emocionado por volver a un lugar… bueno nunca había tenido un lugar al cual volver o un lugar al cual llamar hogar. Quizás en el fondo, eso era lo que más le emocionaba, decir, quiero volver a casa.

Sosteniendo la mano de Taki, Harua fue el primero en acercarse a la puerta de la cabaña. Destras de ellos los seguían Nicholas, Yuma, Euijoo y finalmente Yudai. Pero justo cuando Harua extendió la mano para abrir la puerta, un fuerte maullido lo detuvo.

El gato negro, al que no había visto en varias horas, ahora se encontraba sentado bajo el umbral, observándolo detenidamente. Haciendo que el chico se estremeciera.

“¿Te vienes a despedir?” preguntó Harua con una sonrisa nerviosa, inclinándose para acariciarlo.

El gato no se movió. El brillo en sus ojos, profundo y penetrante hizo que Harua titubeara por un momento, alejándose del felino. Era como si el animal quisiera decirles algo... esto no era para nada normal.

Fuma, que se percató de lo que estaba pasando, se acercó despacio. Su mirada posándose en el gato con curiosidad.

“Es extraño…” murmuró, cruzando los brazos mientras sus ojos analizaban al felino “No es común que se comporte así”

Nicholas, se inclinó también, intentando llamar la atención del gato con suaves chasquidos.

“¿No tienes un tipo de magia especial para hablar con los animales?”

Fuma negó “Si entiendo a los animales”, ahora con un tono un poco más serio. “Es solo que con él… nunca pude entenderle”

“¿Qué quieres decir?” preguntó Euijoo, acercándose con cautela.

Fuma guardó silencio por un momento, su expresión grave. Finalmente, dejó escapar un suspiro y explicó

“No lo sé con certeza, pero él un día simplemente apareció. Se encontraba malherido, lo curamos e intenté comunicarme con él. Nada resultó y sabia que no era normal. Hay magia en él, magia que no puedo revertir, créanme, lo intestamos con Jo, pero lo que sea que tenga, es mucho más poderoso”

Harua no podía apartar los ojos del gato. Había algo en su mirada, algo que le resultaba dolorosamente familiar. Podía sentir el palpitar de su corazón en sus oidos, queriendo creer algo que su mente se negaba a aceptar.

“¿Hace cuanto está contigo?” pregunto Yuma.

“Un poco más de un año, casi dos”

Un escalofrío recorrió el cuerpo del menor. ¿Podría ser… podría ser que este retorcido mundo quisiera reunirlos de esta manera? ¿podría ser una posibilidad…?

… No

Sus piernas temblaron y antes de poder detenerse, cayó de rodillas. Sus manos temblaban y el nudo que apretaba su garganta solo le permitió decir una palabra casi en susurro.

“¿M-maki?”

El silencio los rodeo, un silencio pesado y expectante. Un silencio eterno que solamente se rompió luego de unos segundos… con un maullido.

Notes:

Ya escucharon yukiakari?? me da risa porque siento que publico un capitulo por cada era de &team ajajja tengo que dejar de hacerlo y hacerlo mas seguido, pero x, les gusto el album?? ya saben mi respuesta y me gusto mucho, la estetica es muy linda y ame demaciado el maquillaje y vestuario

y esooo, gracias por sus comentarios, gracias por sus kudos y nos leemos prontamente.

Chapter 14: Cat ayes

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La sonrisa en el rostro de su madre no alcanzaba a tocar sus ojos. Aunque no era algo inusual para Riki. Podía contar con los dedos de sus manos las veces en que presencio una sonrisa genuina por parte de ella.

Se limito a asentir a cada una de sus palabras. Su suave voz, a pesar de su calidez, parecía flotar en el aire, no siendo capaz de arrullar su pequeño corazón roto. El frío de aquel día solo hacia más pesado el ambiente, había nevado unas cuantas noches atrás y el hielo sobre la acera dificultaba cada uno de sus pasos.

El vapor escapaba por sus labios en cada respiro. Se sentía cansado. Sobre todo, hambriento. Habían salido temprano del hostal de mala muerte en el cual se estaban alojando, con apenas una pequeña manzana en su estómago -casi podrida- con la piel arrugada, achatada por un lado y con un agrio olor producto de la fermentación. Tuvo suerte que no le haya provocado nauseas.

Su madre simplemente lo miro entonces, disculpándose en silencio, pero era lo único que les quedaba.

Riki no la iba a culpar. No podía. Tenía que entenderla. Después de tantos años huyendo, el cansancio marcaba el rostro de su madre. Su piel clara carecía de brillo, siendo el único color en su cara aquel tenue morado que colgaba bajo sus ojos por la falta de sueño. Llevaba su cabello al natural, negro y corto, apenas rozándole los hombros, lo único fuera de lugar era un mechón de cabello que mantenía ligeramente más largo que el resto, trenzado y amarrado con una cinta roja.

Mentía.

No era una cinta, era una cuerda trenzada, un kumihimo, que en caso de no llevarlo en su cabello lo llevaba en su muñeca como un amuleto. Alguna vez le había contado que era un recuerdo que le hizo a alguien especial, pero nunca entro en detalles, “No tiene importancia” había asegurado.

Pero una de las características más destacables de su madre, es que ella era mentirosa.

La escuchaba, cada cierto tiempo especialmente por las noches, casi como un susurro ahogado. Y rogaba por su nombre, añorando sus brazos y aferrándose a su recuerdo.

Y él no era tonto, había alguien en el corazón de su madre que era mucho más importante que él, incluso que ella misma.

Su madre lo quería, pero no lo amaba y estaba bien porque él la amaba y su amor sería lo suficiente para alcanzar su corazón algún día, quitándole ese amargo dolor.

Como decía, no era tonto, aunque en más de una ocasión se lo dijeron extraños por la calle. Especialmente ancianos que se atribuían el derecho de tocar sus mejillas o su pelo solo porque tenían más edad y se molestaban cuando les decía que no lo tocaran. Los extranjeros no deberían tener hijos con japoneses si es que no los van a saber criar, decían la gran mayoría del tiempo o cosas parecidas. La verdad nunca se molestó en decírselo a su madre, no valía la pena tomarle importancia si al día siguiente se irían de ese lugar. De alguna forma u otra, se había acostumbrado a escuchar opiniones acerca de su apariencia.

Su madre fue la primera en opinar de su rostro. Recordaba estar acostado en su regazo, disfrutando de cómo sus dedos se deslizaban por su cabello en aquellas pequeñas ocasiones donde su madre hacia algo más que trabajar.

“Eres hermoso”, le dijo en voz baja “Es un alivio que te parezcas a ella ¿sabes? Nunca me consideré alguien que se preocupara de las apariencias, pero cuando la vi, fue como si me hubiese robado el aliento, nunca había estado frente a una persona tan bella... Rece todas aquellas noches para que te parecieras a ella... gracias Dioses, gracias por escuchar mis plegarias”

No quiso voltear a verla y presenciar el rostro de su madre empapado en lágrimas, ni como sus ojos reflejaban un dolor tan intenso que ni una vida entera sería capaz de consolarlos. Fingió dormir e ignorar su llanto desconsolado y en el fondo, sabía que su madre agradecía por lo mismo.

 

Nunca hablaron de aquel momento.

 

Su cuerpo se estremeció y volvió a la realidad cuando sintió las heladas manos de su madre acunar su rostro, con los pulgares acariciando sus pómulos por fin pudo verla a los ojos. Marrones, al igual que los suyos, era algo que heredo de ella.

“Volveré” musitó “Volveré tan rápido como solucione esto cariño” notó como tragaba con dureza y volvió a hablar con voz temblorosa “Por el momento estarás seguro en este lugar... te trataran bien, comerás bien y dormirás calentito por las noches”

Giro su rostro al lugar donde habían detenido su paso y una enorme casa estaba frente a sus narices. No era el tipo de construcción que estaba acostumbrado a ver, era lo que se llamaba un clásico occidental. Horrible, si se lo preguntaban.

A un lado del gran edificio había unos juegos para niños en mal estado que le aportaba la cereza al pastel de malas vibras.

Como si un chasquido de dedos hubiese aparecido frente a él, volteo su atención a su madre nuevamente, aunque no podía negar la realidad y es que todo lo que salía de su boca era opacado por un pitido en sus oído, largo y molesto, pero intentaba fingir que todo estaba bien.

Énfasis en intentar.

Y quizás no lo intento con fuerzas porque su madre se dio cuenta y paro enseguida, hasta que finalmente la pudo escuchar de nuevo.

“Ich liebe dich”

Fue lo último que escucho salir de la boca de su madre antes de ser dejado en ese lugar.

Su madre se llamaba Yume. Compuesto por dos kanjis: Yui, que significaba unir o hilo de buena suerte y Me, brotar.

Tenía sentido.

Si todo estaba destinado a ser, entonces su madre estaba unida a esa persona y el destino, al igual de un hilo, puede torcerse, puede enredarse, puede tornarse un problema, pero, así como se entrelazan también se sueltan.

Así como todo empieza, todo termina.

Así fue como su madre nunca volvió por él… o eso pensó.

 

 

...

 

 

Harua nunca tuvo amigos. La persona más cercana que quiso con todo su corazón falleció repentinamente, sin darle la oportunidad de despedirse. Claro, si es que se podía considerar a un hombre de 86 años como amigo, pero el padre Nishimura era lo más parecido a un confidente que tenía. O al menos eso entendió en una de las cientos de conversaciones que tenían todos los viernes después de la ayuda comunitaria a la iglesia.

“Un amigo Haru, es alguien con quien puedes confiar tus más grandes secretos sin ser juzgado. Quien que te escucha y aconseja, quien te querrá y aceptará, tanto en tus momentos buenos como malos”

“Uhm, ¿Como usted?” dijo aquella tarde, mientras estaban sentados en una de las bancas afuera de la pequeña capilla.

El sacerdote rio por lo bajo ante la ocurrencia del chico.

“Se podría decir que sí pequeño. Pero yo me refería a alguien más bien cercano a tu edad, ¿tienes alguno? Hay muchos niños acá”

“Son todos unos idiotas”

“Harua, no digas malas palabras”

“Perdón, pero lo son” refunfuño mientras balanceaba sus piernas en el aire. “Los niños no quieren jugar conmigo porque dicen que parezco una niña y las niñas me ignoran”

“No creo que todos sean así, debe haber alguien que rompa el esquema”

“¿Romper el esquema?”

“Claro”, el hombre mayor asintió girando su rostro para fijar su mirada en el chico quien le prestaba atención con sus grandes ojos marrones. “Alguien diferente, alguien que no se deje influenciar por los demás. Alguien valiente”

Harua suspiró “No importa, no los necesito, lo tengo a usted ¿no?”

El hombre guardo silencio por unos momentos soltando un suspiro, para que finalmente dijera apaciblemente “Pero yo no estaré para siempre”

“Pues no lo perdonaré si me deja solo”

Por mucho tiempo y muy en el fondo creyó en las palabras que le había dicho aquella vez, pero el tiempo pasaba y nada cambiaba.

El tiempo pasaba y quedó solo nuevamente, pero no por mucho tiempo.

Porque llegó él.

Maki no siempre se llamó Maki. Al principio su nombre real era Riki. O al menos, eso fue lo único que Harua pudo sacar de su boca. Porque Riki era raro y eso es mucho viniendo de alguien que estaba solo todo el tiempo, pero es que esa era la verdad.

Raro.

Para empezar, no hablaba mucho, casi nada. Harua tenía que estar constantemente haciéndole preguntas directas para que el chico le dirigiera la palabra. Aun así, la mayor parte del tiempo él era el único que estaba hablando.

Segundo, no parecía japones. Con lo poco que hablaba, Harua dudó por mucho tiempo que supiera el idioma. Sin embargo, una noche, Riki le confesó que había nacido en el país y que su madre era japonesa, algo que todavía no le cuadraba cuando lo escucha murmurar palabras en un idioma que no entendía. Definitivamente no era inglés, así que le pregunto qué significaba, pero, como siempre, Riki lo ignoró.

Tercero, a pesar de que rara vez le hablaba, que pocas veces le dirigía la mirada o reconociera su presencia, lo seguía a todas partes como un cachorro. Harua tenía su dignidad por supuesto. Al principio, cuando le habían pedido que le diera un recorrido al nuevo, por un momento pensó en que podrían ser amigos y lo intentó, le hablaba, lo invitaba a jugar, le daba consejos, pero no había reacción. Se aburrió, no iba a rogarle a nadie y menos a un niño.

Al día siguiente, decidido ignorarlo, pensando que cada uno iría por su camino. Grande fue su sorpresa cuando Riki se sentó a su lado para desayunar, lo siguió por el patio a la hora del juego y, en un gesto inesperado, le entrego el lápiz color azul que estaba buscando por todas partes. Harua lo acepto como disculpas y simplemente siguieron dibujando en silencio. Pactando así el inicio de algo. Todavía no sabía lo que era, pero había complicidad en sus miradas.

Había más cosas que consideraba raras de Riki pero la que más llamaba su atención ocurría por las noches en las que él no lograba conciliar el sueño. Se metía en su cama y murmuraba una canción de cuna para tranquilizarlo, como si quisiera protegerlo. Le dañaba un poco el ego –después de todo él era mayor-

Con el tiempo, Harua se acostumbró a su presencia. A sus silencios y sobre todo –sorpresivamente- a lo mucho que hablaba. No se callaba nunca –al menos a su lado- Riki llegó a sacudir su mundo.

Era diferente.

Era valiente.

Y, de algún modo, sin siquiera intentarlo, se había convertido en su primer amigo.

Notes:

Este es el último capítulo que publico de esta historia, me entristece no terminar este primer proyecto, pero todo lo que tenía planeado para esto sobrepasaron mis pocas habilidades de escritura, tanto que me abrumaba no poder plasmar coherentemente la historia (por eso me tomaba tanto tiempo publicar capitulos)

Agradezco de todo corazón le cariño que le dieron a este fic, los comentarios tan lindos y el apoyo <3

Y eso más que nada, nuevamente muchas gracias por todo
Ps: no me podía ir sin escribir de mi maki querido