Chapter Text
Muy bien, este juego repetitivo de balancín,
Ya es hora de que pongamos fin a esto.
De acuerdo, este aburrido juego de sube y baja,
Alguien tiene que salir de aquí,
Yo no puedo…
~Seesaw, BTS~
Hoseok soltó un gemido bajo, el agarre del alfa en su cintura era firme mientras le embestía sin compasión alguna, y terminó derrumbándose cuando olas de placer lo golpearon, el mayor jadeando contra su oído.
El omega miró el rostro sudoroso de Yoongi, y sin pensarlo demasiado, levantó su cabeza para poder darle un beso en los labios, olvidando por completo las advertencias del alfa.
Yoongi no dudó en darle una bofetada por lo que quiso hacer.
—Besos no —gruñó Yoongi alejándose, saliendo de su interior.
Hoseok acarició su mejilla adolorida. El golpe no fue fuerte, pero aun así, dolió como el infierno por el significado que tenía.
Por supuesto que Yoongi no querría besarlo. Jesús, ellos no eran novios, no eran siquiera amigos, y el alfa sólo lo usaba a su placer sucio.
Observó la espalda pálida de Yoongi mientras recogía sus ropas dispersas en el cuarto, y sin decirle otra palabra, fue al baño para limpiarse y sacarse su olor.
Algo más dolió, a pesar de que no era una sorpresa que Yoongi hiciera eso, porque maldita sea, todos sus encuentros eran sólo sexo. Sexo y nada de amor.
Hoseok estaba terriblemente enamorado de Yoongi, y Yoongi lo sabía, usando esos sentimientos a su favor, para tenerlo manejado como un títere, para hacerlo caer cada vez que se veían, y Hoseok no podía resistirse. No podía decirle que no a Yoongi por mucho que lo intentara. El alfa siempre hallaría la forma de abrirle las piernas.
Cuando supo que Yoongi iba a salir, se giró en la cama, envolviéndose en la sábana y fingiendo estar dormido porque no quería enfrentarlo, no quería mirarlo, cuando el mayor sólo le observara con indiferencia, marchándose con unas secas palabras.
Yoongi ni siquiera se quedó a mirarlo. Pasó a su lado, saliendo del cuarto, y segundos después, se escuchó el portazo de la casa.
Una vez solo, Hoseok se permitió llorar.
Siete meses atrás inició un nuevo ciclo escolar en la preparatoria, y era el último año de Hoseok en el colegio antes de que tuviera que decidirse por una carrera (si es que deseaba seguir estudiando). Había ingresado al instituto, algo desorientado porque debía buscar su nuevo salón de clases, cuando vio a Yoongi guardando sus cosas en el casillero. No pudo evitar admirarlo de lejos.
Hoseok llevaba demasiado tiempo enamorado de Min Yoongi, uno de los alfas más populares del lugar, aunque estuviera prohibido en todos sus sentidos.
Primero que todo, porque Yoongi estaba saliendo con la bonita Park Chaeyoung, una de las omegas más hermosas que estaban en el colegio.
Y segundo, porque las relaciones entre alfas y omegas del mismo sexo estaban mal vistas. Un alfa hombre debía estar con una omega mujer, y un omega hombre debía estar con una alfa mujer, así lo estableció todo el mundo, todo con el fin de incentivar la reproducción de la especie.
Por supuesto, un alfa podía dejar preñado a un omega independiente de su sexo, aunque era más complicado, y si ambos eran hombres o mujeres, era visto como inmoral, algo asqueroso, sucio y repugnante. Hoseok no lo podía comprender muy bien, sin embargo, sabía que los sentimientos que tenía por Yoongi no podían ser, porque debía estar con una chica.
Pero a Hoseok le gustaba demasiado Yoongi, desde que tenía trece años y lo vio jugar basquetbol, frío y lejano, inalcanzable por todo el mundo, y en el fondo, guardaba la esperanza de que Yoongi algún día le viera, aunque el chico ni siquiera sabía de su existencia.
Hoseok era lo que todos calificarían como un omega corriente: no era bonito, no era inteligente, no era llamativo.
—¿Otra vez espiando a mi hermano?
Se sobresaltó cuando una voz femenina habló, y girándose con una expresión culpable, se encontró con el tranquilo rostro de Min Yoonji, la hermana melliza del amor de su vida.
Mientras Yoongi era todo frialdad y desprecio, Yoonji era calidez y amabilidad. Era también alfa, como Yoongi, y por eso todo el mundo creía que era amargada, con expresión siempre enojada, pero en el fondo sólo era un poco tímida y reservada. A Hoseok le agradaba demasiado, aunque prefería tenerla algo alejada porque… bueno…
Yoonji estaba interesada en él.
Y ella era linda, era bonita y estaba seguro de que sería una buena alfa, pero a Hoseok le gustaba su hermano, y no le parecía justo eso. Él no quería reemplazarlo, él quería a Min Yoongi. Yoonji lo entendía, por supuesto, ella aceptó su rechazo con tranquilidad, e incluso sabía del enamoramiento de Hoseok por el idiota de su hermano. Aunque, en el fondo, sufría también por la situación en la que estaba.
Sufría porque sabía que Hoseok sólo la pasaría mal con Yoongi.
—Te ves muy bonita hoy —dijo, un poco apagado cuando vio a Yoongi besando a Chaeyoung.
Las mejillas de Yoonji se cubrieron de rojo mientras pasaba un mechón de su cabello por detrás de su oreja.
—Gracias, Hoseokie —le contestó—, tú igual estás muy hermoso —le revolvió el cabello, y Hoseok sonrió a pesar de la pena porque Yoongi pasó a su lado, llevando a Chaeyoung de su mano y sin dirigirle una mirada—. Deberías ignorarlo —dijo Yoonji al notar su decaimiento—, mejor concéntrate en pasarlo bien estos meses, es nuestro último año y deberíamos disfrutarlo, ¿no es así?
Asintió, algo más animado, y se despidió de Yoonji para ir a su salón de clases, convencido de que quizás este año las cosas irían un poco mejor para él. Y ella tenía razón, quizás llegó el momento de olvidar a Yoongi y mirar al futuro, ¡éste sería el mejor año de su vida!
Yoongi estaba aburrido mientras escuchaba a su novia parlotear sobre los nuevos profesores, fingiendo oírla a pesar de que no le interesaba un poco lo que estuviera diciendo.
A él en realidad no le gustaba Chaeyoung. Bueno, sí, era bonita, dulce y amable, pero estaba con ella sólo porque los padres de la omega estaban bien ubicados económicamente y una unión con ella lo beneficiaría un montón. Pero era aburrida, ella era una mojigata que no le gustaba mucho el sexo, y con suerte le permitía tocarla una vez al mes.
Así que era su culpa que Yoongi se acostara con otras omegas, más accesibles que la frígida de su novia, porque tenía necesidades que atender.
—¿Escucharon? —preguntó Zico a su lado—. Hay dos chicos de la clase B que están saliendo —fingió unas arcadas—. Es repugnante.
Yoongi se volteó hacia su amigo.
—¿Es cierto, entonces? —preguntó con poco interés—. ¿Quiénes son?
Jackson apuntó a unas mesas alejadas de ellos, donde un grupo grande de gente estaba comiendo. Pudo ver a Jeon Jungkook, el omega tímido que también estaba en el equipo de basquetbol, sentado junto a dos chicos que estaban arrimados, el omega sobre el alfa, abrazados como si su relación no fuera mal vista.
Entornó los ojos al ver a su hermana melliza en el grupo, comiendo como si no hubiera nada malo, y al lado de ella…
Bueno, ¿quién era ese chico? Yoongi jamás lo vio en su vida. Aunque, si era honesto, no conocía a la mitad del colegio porque todos allí eran inferiores a él, y Yoongi no estaba interesado en ellos. Yoongi sólo se interesaba en las personas cuando podía sacar algún beneficio de ellas.
Pero aun así…
Bueno, era bonito, considerando que era un chico omega. Todos los omegas tenían algo de bonitos por naturaleza, pero había otras omegas, como Chaeyoung o Jihyo o Jisoo, que eran hermosas en un sentido deslumbrante. Ese chico sólo era bonito, no le llegaba a los talones a ellas de ninguna forma.
—¿Cómo creen que follen? —preguntó entonces Suran, su amiga alfa, con verdadera curiosidad.
Gran parte de la mesa hicieron muecas de asco.
—Son unos mojigatos —prosiguió Suran—, ¿no lo han escuchado? He oído que los hombres omegas son mejores para follar —sonrió suciamente—. Son más apretados, gimen más fuerte y lubrican más.
La gran mayoría hizo ruidos de disgusto, pero Yoongi pareció interesarse más.
—¿Los machos omega no son más sucios en la cama? —preguntó Jiho entonces—. He oído que les gusta follar más y que aguantan mejor.
Suran se cruzó de brazos.
—Quién sabe —comentó—, yo todavía no encuentro a un omega que me guste —miró a la mesa—. Jungkook es bonito, ¿no creen? Ah, pero yo he escuchado que el otro chico, el que es amigo de Yoonji, le van las pollas igual.
Todos los ojos se dirigieron al chico al lado de su hermana, que conversaba con ella con calma.
—¿Cómo se llamaba? —aventuró Suran—. ¿Hongshin? ¿Hyungsoo? Algo con H… —se encogió de hombros, indiferente—. Tiene cara de que le gustan los chicos, ¿no creen?
—Es repulsivo —discutió Jackson, volviendo a su comida.
En ese momento, el chico omega levantó su vista y chocó con los ojos de Yoongi. El alfa no dejó de mirarlo, notando entonces que las mejillas del omega se tiñeron de rojo mientras desviaba los ojos.
Yoongi se volteó hacia Chaeyoung, percibiendo su mirada incómoda.
—Eh, dejen de hablar de estas cosas —dijo, interrumpiendo a sus amigos—, mi novia está presente.
Todos le pidieron disculpas a Chaeyoung, que se recostó contra él en señal de agradecimiento, y Yoongi miró otra vez al omega, que ahora se ponía de pie con la bandeja vacía.
Interesante. Yoongi lo encontró algo interesante.
Hoseok se propuso olvidarse de Yoongi, pero las cosas no estaban resultando demasiado bien.
Antes, las probabilidades de que se encontrara con Yoongi, o que éste lo mirara, eran de una en un millón. Ahora, cada vez que salía al pasillo, el alfa estaba cerca de él, observándolo con la cabeza ladeada, su mirada impasible, y Hoseok no sabía cómo comportarse.
Su omega enloquecía con sólo eso.
—Hope-ah —le dijo Yoonji tres semanas después, cuando Yoongi pasó a su lado, observándolo—, estás liberando feromonas de celo —Hoseok se ruborizó—. No es que me moleste, pero…
—Lo siento —se apresuró a decir—, iré al baño a tomarme un supresor. Creo que mi celo está cerca.
Yoonji parecía dispuesta a decir algo más, pero Hoseok se marchó apresuradamente hacia el baño de hombres más cercano, y entró para mojar su rostro, tratando de quitarse el rubor de sus mejillas.
Se sobresaltó cuando la puerta fue cerrada bruscamente, y se giró encontrándose con la tranquila mirada de Yoongi.
El color volvió a subir.
—Um, ho-hola… —balbuceó, bajando la vista.
Yoongi dio dos pasos.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, directo al grano.
Hoseok se sintió un poco mal de que no lo supiera, pero trató de no darle muchas vueltas, porque ¿cómo iba a saberlo? Ellos dos nunca hablaron en la vida.
—Jung Hoseok —dijo, su voz ahogada.
Hubo un pequeño silencio, y cuando levantó sus ojos, se encontró con Yoongi más cerca.
Su omega comenzó a alborotarse.
Yoongi sonrió, aunque no había calidez en su mirada.
—Yo te gusto —dijo, su voz llena de humor e incluso burla.
Sacudió su cabeza, horrorizado de que lo supiera, porque si Yoongi lo sabía podía decirle a todo el mundo y así les contarían a sus padres, y sus padres lo matarían por ello. Todos lo trataría como si tuviera una enfermedad, así como hacían con Tae y Namjoon.
—No, no, no sé de qué hablas… —balbuceó, su tono temblando.
Yoongi lo observó de arriba hacia abajo, analizándolo, y pareció llegar a una decisión pronto.
—¿Te gusto mucho? —preguntó—. Yo creo que sí —se inclinó, llevando sus manos al pantalón—. Venga, ponte de rodillas y chúpame la polla.
Hoseok le miró, atónito y sorprendido por sus palabras, sin poder creer lo que acababa de decir. Sin poder creer que estuviera en esa situación, con el chico que le gustaba pidiéndole que le hiciera sexo oral.
—¿Qué? —preguntó.
—Eso —Yoongi se encogió de hombros—. Hace mucho no follo y necesito descargarme un poco —estrechó su mirada—. Vamos, Jung, cómeme el pene, ¿no quieres eso?
Hoseok miró hacia abajo, notando entonces que Yoongi estaba con los pantalones ya abajo, y su omega se alteró cuando se dio cuenta de la dura, húmeda polla del alfa frente a él.
Estupefacto todavía, se arrodilló.
Es tu oportunidad, saltó algo en su interior, feliz, demuéstrale que vales la pena. Quizás le gustes y se enamore de ti.
Hoseok sonrió ante lo que podía significar: Yoongi no estaba haciendo muecas de asco, le incitó a hacer algo tan íntimo como eso, y quizás eso significaba que lo estaba notando, que estaba interesado en él. Y si Yoongi le decía que gustaba de él, entonces Hoseok dejaría de lado todas las habladurías que podían decir en su contra para estar con el alfa, así como ocurría con sus amigos.
Nunca lo hizo antes; Hoseok no tuvo ninguna experiencia sexual más allá de sus celos y dedos, pero si escuchó que a los alfas les gustaba mucho follar las bocas de sus omegas, así que comenzó a lamer la larga extensión de Yoongi, su pene endureciéndose en su boca, y pensó que debía ser como chupar una paleta. Cerró sus labios alrededor del glande, el presemen inundando su boca, y observó la expresión de placer de Yoongi.
Se llenó de orgullo: trató de chupar y lamer más profundo, haciendo ruidos de atragantamiento, y se dejó usar por el alfa cuando lo agarró del cabello y lo embistió duramente contra su garganta, sus ojos llenándose de lágrimas.
A Hoseok no le importaba. No si podía tener a Yoongi así, sólo para él, en un acto tan íntimo y personal.
El alfa eyaculó minutos después en su boca, sin avisar, sorprendiéndolo.
—Trágatelo —ordenó con voz ronca.
Quiso negarse porque no lo hizo antes, pero una mirada del alfa bastó para que Hoseok obedeciera, conteniendo las arcadas por el extraño sabor.
—¿Te gustó? —preguntó, todavía arrodillado, su barbilla manchada con semen.
Yoongi subió sus pantalones.
—Fue bueno —concedió, y sonrió de una manera extraña, que envió escalofríos por su espina dorsal—. Serás una buena puta, ¿no?
La mirada de ilusión desapareció de su rostro.
—¿Qué? —balbuceó.
—Te daré mi número de teléfono —dijo Yoongi con calma—, te llamaré cuando quiera follarte, ¿bien? Ahí coordinamos.
—Pero…
—Si le dices a alguien —su voz se tornó más dura—, prometo matarte, ¿entendido, Jung?
No esperó a que contestara: salió del baño, dejándolo en el suelo, aturdido, con una sensación extraña en su estómago, y minutos después tuvo que encerrarse en un cubículo para vomitar cuando comprendió que sólo fue usado.
Hoseok perdió su virginidad con Yoongi.
No fue la experiencia soñada. No fue lo que pensó que sería su primera vez. No fue, incluso, memorable.
En defensa de Yoongi, se dijo más tarde, al menos fue algo amable cuando le dijo que nunca estuvo con otro alfa. Aunque el comentario que hizo tampoco fue el más agradable.
Yoongi nunca hizo comentarios agradables sobre su aspecto, todo eran críticas para hacerlo sentir mal.
—No me extraña —le dijo como si nada—, no eres tan bonito.
Hoseok lo sabía, pero no le gustaba que se lo dijeran.
Aun así, Yoongi lo recostó sobre su cama (estaban en la casa de Hoseok, todos sus encuentros eran allí o en los armarios del colegio), y le quitó la ropa. Yoongi se cansó de que Hoseok sólo se la chupara, quería algo más, e insistió un montón para eso. Hoseok no estaba tan seguro, porque sabía que Yoongi sólo lo estaba usando, pues pasó un mes desde que le hizo sexo oral por primera vez, y todos sus encuentros eran sólo eso.
Hoseok no le permitía más. Pero Yoongi presionaba, presionaba, presionaba, hasta que dijo algo que lo asustó:
—Bueno, no importa si no quieres —le dijo con desprecio—, me conseguiré otro coño o culo en el que descargarme.
Muy a su pesar, Hoseok prefería que lo usara a él. Tontamente, pensaba que quizás Yoongi gustaría de él si hacía eso, si le demostraba cuanto estaba dispuesto a dar por él. ¿Cómo el alfa podría enamorarse de él sí sólo le permitía usar su boca?
Yoongi seguía con Chaeyoung, sin embargo, Hoseok creía que si veía que él era mucho mejor omega que ella, lo escogería a él. Tal vez no era tan bonita como la chica, pero si demostraba que tenía mejores aptitudes…
El alfa lo examinó una vez quedó desnudo, y se sintió demasiado vulnerable porque Yoongi estaba con los pantalones, su polla fuera, mientras él ya no tenía nada que le cubriera. ¿No se suponía que ambos debían estar sin ropa?
—Separa tus piernas —ordenó sin amabilidad.
Hoseok obedeció, titubeante, su ano lubricando automáticamente por la presencia del alfa, y Yoongi lo miró, metiendo segundos después dos dedos.
No dolió tanto, su ano estirándose gracias a su condición de omega, pero el tercer dedo fue algo más punzante. Sin embargo, cuando empezó a mover su mano contra él, preparándolo, pronto fue un manojo de gemidos y jadeos.
Yoongi se acomodó, entonces, poniendo su polla contra él.
—El condón, Yoongi —pidió Hoseok.
Yoongi hizo un mohín.
—Me correré fuera —replicó—, y tú puedes tomarte la pastilla después. No me gusta el condón.
No le dio tiempo a replicar porque empezó a penetrarlo con lentitud.
Fue doloroso, su cuerpo no acostumbrado a algo tan grande, y Yoongi le dio su tiempo para acostumbrarse. Hoseok quiso besarlo en ese momento, pero el alfa le hizo el quite.
—No me beses, idiota —le dijo bruscamente.
Las palabras dolieron en su corazón.
Yoongi comenzó a moverse con fuerza en ese momento, viendo el rostro lloroso del omega, su boca abierta en gemidos ruidosos, y sonrió porque Suran tenía razón: los omegas hombres eran más apretados, resbaladizos y escandalosos que las mujeres. Y aunque el chico no fuera tan guapo, follarlo no se sentía mal. Follarlo se sentía más placentero que cuando lo hacía con algunas omegas.
Hoseok se corrió minutos después entre ambos pechos, jadeando y gimiendo, y Yoongi le siguió, sólo que eyaculando en su interior porque se le olvidó que debía salirse.
El omega quería abrazarlo, quería acurrucarse contra él, sin embargo, Yoongi se salió de su interior unos segundos después, recogiendo su playera.
—¿El baño? —preguntó.
Hoseok apuntó a la puerta de su cuarto, el pequeño baño que tenía para él, y Yoongi entró.
Esperaba que una vez el alfa saliera, los dos pudieran hablar con más calma, pudieran decirse algo, pero Yoongi sólo salió ya vestido, sin dirigirle una segunda mirada.
—Tómate la pastilla —le ordenó—, no quiero cachorros, ¿entendido? Porque no me haré cargo de ellos.
El corazón de Hoseok se apretó ante sus palabras, sorprendido, aturdido.
—Yoongi… —empezó a decir con voz débil, casi rompiendo a llorar.
—¿Qué? —el alfa le miró con burla, olisqueando la tristeza que soltaba el omega—. ¿Crees que estoy interesado en ti? No seas imbécil, Hoseok, tú eres sólo un buen agujero que usar. Me marcho.
No pudo decir algo más por sus palabras.
Esa fue la primera vez que Hoseok lloró por lo ocurrido, porque se sentía una basura por haber cedido a lo que Yoongi quería, y se prometió que no lo haría otra vez. Que Yoongi no lo volvería a usar porque el único beneficiado era el alfa y no Hoseok.
Eso, se dijo, se había acabado, porque Hoseok no iba a convertirse en su puta.
Hoseok se mintió a sí mismo.
Yoonji lo descubrió un mes después, cuando su hermano lo terminó de usar en los camerinos del gimnasio, con el rostro lleno del semen de Yoongi.
Él estuvo evitando a todo el mundo, no soportaba verlos a la cara, porque se sentía demasiado avergonzado por haberse convertido en el prostituto de Yoongi: cada vez que el alfa lo buscaba, Hoseok se dejaba llevar por los deseos del chico. No importaba si debía estudiar, si debía juntarse con sus amigos, si tenía otro compromiso; si Yoongi tenía un deseo, Hoseok iba a cumplirlo como fuera por el desesperado pensamiento de que así lo enamoraría. De que Yoongi gustaría de él.
Se dará cuenta, se repetía cada día, Yoongi se dará cuenta de que debemos estar juntos. Se dará cuenta de que me quiere.
Me trata así porque está estresado, porque tuvo un mal día, porque peleó con todo el mundo. Él realmente me aprecia. Él me está queriendo.
Así que Hoseok descuidó a sus amistades y, sobre todo, a Yoonji, que parecía sospechar que algo extraño estaba pasando.
Por eso, cuando Hoseok mintió diciendo que debía hablar con un profesor a la hora de almuerzo luego de recibir un mensaje de Yoongi, lo siguió. Ella permaneció escondida mientras Yoongi entraba a los camerinos, y escuchó todos los gemidos. Todas las palabras. Todos los murmullos.
—Eres una buena putita, ¿no, Hoseokie? —le estaba diciendo Yoongi—. Vamos, trágate mi semen, chupapollas.
Minutos después Yoongi salió, satisfecho, y Yoonji entró, encontrando, a quien consideraba su mejor amigo, llorando mientras limpiaba su cara.
Yoonji lo entendió mejor que nadie cuando le explicó, llorando en sus brazos. Le contó absolutamente todo, sabiendo que eso debía herirla porque ella estaba enamorada de él, pero no podía guardárselo más. No podía soportarlo más.
Su hermano lo estaba usando. Él se dejaba usar. Él sólo quería que Yoongi le quisiera.
Ella le dijo que debía dejarlo. Que debía prometerle que lo dejaría, que se resistiría, y Hoseok se lo prometió.
Yoonji, cuando llegó a casa, le dejó el ojo morado a Yoongi, amenazándolo con decirle a todo el mundo si no dejaba en paz a Hoseok.
Pero Yoongi supo jugar bien sus cartas, por supuesto.
—¿Dejarás que mi hermana se interponga entre nosotros? —le preguntó a Hoseok una vez estuvo a solas con él—. Pensé que me querías.
—Ya no te quiero —le mintió con voz temblorosa—, olvidemos todo esto, Yoongi.
La mandíbula del alfa se endureció.
—Bien —concedió—, te dejaré en paz. Pero ningún alfa va a quererte como yo.
Quererte. Quererte.
Yoongi aprendió a manipularlo bien.
—¿Qué? —preguntó con voz ahogada.
—Eso. ¿Tú crees que algún alfa se va a fijar en ti? —le dijo, presumido—. No. Y te van a emparejar con una alfa, si es que alguna te quiere, lo cual dudo mucho porque no eres bonito, Hoseok —lo miró con desprecio, sintiendo un enfermizo placer al verlo encogerse—. No eres bonito, ni inteligente, ni divertido. Eres… bastante patético —bajó su voz, ahora persuasivo—. Pero yo te quiero así como eres.
Hoseok iba a romper a llorar, pero no sabía muy bien por qué.
¿Se debía a las crueles palabras de Yoongi? ¿Por qué una parte de él le daba razón? ¿O por qué por fin le dijo que le quería?
Hoseok decidió ignorar lo que dijo y sólo concentrarse en lo último.
—¿Me quieres? —preguntó.
Yoongi hizo un gesto extraño.
—Te deseo —corrigió—, nunca seré tu novio porque, bueno, mírate —se rió—. No podría ser pareja de un omega hombre, y menos un omega tan feo —le sonrió, feroz—, pero tienes bonito cuerpo. Tu ano es apretado y sabes chuparla.
Hoseok comenzó a sollozar por sus crueles palabras, pero fue tan humillado, estaba tan acostumbrado a sus palabras, que una parte suya le dio la razón. Yoongi tenía razón, después de todo, era el único alfa además de Yoonji que le dirigió una mirada.
Hoseok no era un omega bonito.
Yoongi ladeó la cabeza.
—¿Vas a terminar con esto? Nadie más se fijará en ti —le agarró la barbilla, e importándole poco que el omega fuera un poco más alto, lo obligó a sostenerle la mirada—. Y Yoonji está contigo sólo por lástima. Yo no. Al menos yo quiero follarte.
Hoseok tuvo que hablar con Yoonji para que no dijera cosa alguna, para que guardara su secreto, para que se quedara callada, y aunque la chica estaba furiosa por ello, aceptó porque nunca vio a su Hope-ah tan ilusionado, tan feliz.
Ella sólo quería protegerle, aunque sabía que no podía hacer mucho, y se prometió estar allí cuando Hoseok acabara con el corazón ya totalmente roto.
Las manos de Yoonji eran suaves mientras que las de Yoongi eran ásperas y duras. Una sutil diferencia que se notaba más cuando Yoongi le golpeaba por querer besarlo y Yoonji acariciaba su piel, allí donde tenía herido.
—¿Qué pasó? —preguntó Yoonji con clara preocupación.
Hizo un gesto, tratando de restarle importancia.
—Me golpeé con la puerta —mintió, y Hoseok quería llorar porque ya no se reconocía a sí mismo.
Porque se prometió que ese año sería bueno, y la mitad fue una mierda entera. Porque antes era alegre, feliz, con un amor platónico inocente, y ahora todo se torció a algo horrible, doloroso y oscuro.
Hoseok quería resistirse, quería negarse a Yoongi, y se lo dijo mil veces. Le insistió a Yoongi que lo mejor era terminar, que ya no soportaba esos tratos, que todo eso era tóxico, pero el alfa no cedía. Siempre parecía encontrar algún motivo con el que convencerlo, y Hoseok terminaba dándole la razón. Terminaba dejándose usar, gimiendo el nombre del alfa, esperando que ese fuera el día en el que Yoongi le dijera que lo amaba.
Él iba a perdonarle todo si le decía eso, si Yoongi lo amaba y estaba con él.
Pero nunca ocurría, y los días se iban tornando más y más grises.
—¿Estás seguro? —preguntó Yoonji, los dos escondidos en las graderías del gimnasio—. Puedes decirme todo, Seokie —hizo una pequeña pausa, tomándole de las mejillas—. Yo no te haré daño, Hope-ah.
¿Por qué no puedo quererte a ti?, se preguntó a sí mismo con los ojos llorosos, ¿por qué debo sentir esto por tu hermano?
Hoseok no lo pensó, entonces, y se inclinó y la besó en los labios.
Yoonji sabía, olía distinto. Yoongi era todo cuero y cítricos, pero Yoonji era menta y pino. Yoonji era naturaleza. Yoonji era…
Era suavidad.
Pero no había electricidad, ni deseo profundo, ni pasión desesperada, como la que sentía cuando Yoongi lo tocaba.
Yoonji le devolvió el beso, tímida, y ambos se alejaron segundos después.
—Lo… lo siento… —murmuró, avergonzado—, yo no…
Yoonji le besó la punta de la nariz.
—Está bien —dijo con voz triste—, entiendo que ames a mi hermano. Pero gracias, Hoseokie.
Hoseok la abrazó.
No pensaba, por supuesto, contarle a Yoongi, porque Yoongi era alfa después de todo, y por mucho que lo tratara mal, era posesivo con lo que consideraba suyo. Muchas veces Hoseok se sintió feliz de que el alfa lo celara, pero luego entendió que sólo era su forma natural de actuar con sus juguetes.
Y Hoseok era su juguete favorito por ahora.
Una parte de él deseaba que lo desechara. Pero otra gran parte no quería eso. Otra parte estaba desesperada por ser su favorito para siempre, por tener la poca atención que Yoongi le daba.
Es mejor eso a nada, se repetía cada día, buscando auto-convencerse de ello.
Sin embargo, Yoongi se enteró. Más que enteró: lo vio en vivo y en directo, sospechando siempre de su hermana Yoonji, de los sentimientos por ese omega que usaba.
—Eres una puta —le dijo con voz baja y furiosa a Hoseok horas más tarde.
Los padres de Hoseok se la pasaban trabajando para poder lograr que su hijo estuviera en un buen colegio y fuera a una buena universidad: su mamá era enfermera en una clínica así que tenía largos turnos que atender, y su papá era asistente de un CEO en una empresa de tecnologías por lo que tenía demasiadas cosas que hacer, así que Hoseok pasaba gran parte de su tiempo en casa sin compañía.
Los encuentros con Yoongi empezaron a llenar esos espacios enormes de soledad, lo que aumentó la dependencia en esa relación.
—¿Yoongi? —preguntó, sorprendido ante sus palabras.
El alfa se acercó, controlando la rabia que sentía, y lo empujó contra la cama.
—Te vi besándote con mi hermana —acusó, observando cómo Hoseok palidecía—. No eres más que una zorra, ¿no es así? Poniendo una expresión de pena con todos los alfas para que así te follen, queriendo quedar lleno de semen, ¿eh?
—No, no, Yoongi, no es…
—¿No es lo que creo? —el alfa se rió con burla—. ¿Con cuántos más te has acostado? Con la mitad del colegio, ¿no es así? Es bastante sorprendente porque sigues estando apretado como una virgen.
Yoongi siempre supo qué palabras decir para herirlo, para hacerlo sentir mal, para hacerle daño.
—Por favor…
—Perra —le dijo con lentitud, saboreando la palabra—, no eres más que una perra tragapollas.
Los ojos de Hoseok se llenaron de lágrimas.
—Vete —pidió, dejando de mirarlo—, ¡vete, no te quiero ver más!
Yoongi lo sostuvo de las muñecas.
—Te demostraré a quién le perteneces —gruñó, enfurecido—. Vamos, ábrete de piernas para mí, puta sucia.
Hoseok comenzó a sollozar con fuerza.
—¡Te odio! —lloró—. ¡Te odio, imbécil!
—No —Yoongi se rió—, tú no me odias. Tú me amas —bajó su voz—, y yo te deseo, Seokie. Te deseo tanto que me pongo celoso si alguien más te toca.
Manipulador. Min Yoongi era un manipulador, y Hoseok se sentía en un constante sube y baja con el alfa.
Le permitió tocarlo, desnudarlo, follarlo otra vez. Ambos follaron como salvajes en ese momento, Hoseok queriendo liberar toda la rabia que sentía y Yoongi queriendo remarcar a quién le pertenecía ese cuerpo, y terminaron corriéndose entre gemidos y gruñidos, el omega en su pecho, el alfa en el interior del menor.
Una vez terminaron, Yoongi se puso de pie y Hoseok se sentó en la cama.
—Esto se acabó —dijo con la voz rota, llamando su atención—, ya no te quiero.
Yoongi le miró, pareciendo dispuesto a decir algo, pero una mirada al vacío rostro de Hoseok le hizo desistir. En otro momento insistiría, se dijo subiendo sus pantalones.
—Te llamo —dijo antes de salir, indiferente.
Hoseok decidió terminarlo, y una vez no hubo nadie en el cuarto, excepto él, un alivio doloroso pareció extenderse por su cuerpo.
No más, no dejaría que Yoongi lo tocara más, se prometió ésta vez, dispuesto a cumplir esa promesa como fuera.
Por mucho que le quisiera, por mucho que le deseara, Hoseok no permitiría que le volviera a hacer sentir como una basura, como alguien que no valía la pena. Hoseok iba a evitarle hasta que el año escolar acabara, y luego se iría lejos, lejos de allí.
Tan lejos donde nadie más podría hacerle tanto daño una vez más.