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The secret of the gods and lovers

Summary:

Miguel y Tulio han sido mejores amigos desde que tienen conciencia, son un buen equipo estafador que vive dependiente del otro.

Tulio es consciente de sus sentimientos hacia el otro, lo ama y desea con tanta pasión que pierde siempre ante los pedidos entusiastas de Miguel, el cuál es muy abierto conforme a su sexualidad bisexual pero es muy cerrado de corazón.

Las cosas cambian en su nueva aventura al volverse amigos con derechos.
Cuando son confundidos por dioses en una cultura aislada del mundo, su relación comienza a tomar otro rumbo al sentir una gran adrenalina al tener un secreto de dioses como amantes.

¿A dónde los llevará este gran secreto?

Chapter Text

 

 

La luz del sol traspasaba la ventana de la habitación de Tulio, las ligeras líneas brillantes blancas y ligeramente amarillas llegaban hasta su cama, tornándose cálida.

 

Justo al darse la vuelta, está alumbró sus cerrados ojos y lo hicieron quejarse y despertar con el ceño fruncido al sentir un repentino dolor de cabeza por el cambio de iluminación sobre su rostro.

 

Abrió los ojos con lentitud al apartar el rostro de la luz, observó el suelo de la habitación, era de madera y brillaba.

 

Se sentó con lentitud sobre la incómoda superficie de la cama para llevarse una mano a la frente y suspirar.

 

Observó el mueble que estaba al lado de los pies de la cama, sobre él estaba una mochila vieja y su camiseta.

 

La habitación era muy pequeña, él y Miguel rentaban dos habitaciones baratas en una posada para dormir y descansar, a veces rentaban una, pero el día anterior había sido diferente.

 

Tulio se sentía exhausto, tal vez se debía a qué el estrés comenzaba a reunirse en su cuerpo.

 

Llevaba varios meses sin acostarse con nadie, a veces llevaba a una chica, pero un día su pene dejó de levantarse, simplemente dejó de sentir deseo por el cuerpo femenino.

 

Aquello disgustaba a más damas que terminaban huyendo enojadas, ya que pensaban que ellas no despertaban el deseo en aquel hombre, era la realidad pero a ellas les gustaba sentirse sexys.

 

Tulio conocía la razón, y eso le molestaba, su deseo estaba centrado en una sola persona.

 

Él era bisexual, se enteró después de acostarse con una mujer por primera vez.

 

Recordaba aquella noche con mucho disgusto, ya que también fue la noche en la que Miguel perdió su virginidad con otra mujer.

 

No lo sabía en ese momento, pero el pelinegro busco una mujer para hacer lo mismo por despecho.

 

Después siguió haciéndolo por la misma razón… Se enteró de sus sentimientos la última vez que se acostó con una mujer hasta llegar al final.

 

Recordaba a aquella curiosa mujer negra con un espectacular cuerpo, estaba recostada sobre la cama mientras lo observaba vestirse.

 

Mantenía una gran sonrisa divertida en su rostro mientras observaba el disgusto en el rostro de Tulio.

 

"Pareces disgustado, ¿No te gustó?"

 

Recordaba su suave voz, a pesar de lo que decía, no se veía molesta como otras mujeres, tal vez se debía a qué ella lo veía solo como un chico con el que solamente dormiría esta noche. Sabía que era algo casual.

 

"¿Por qué piensas que no me gustó?", preguntó con cierta molestia al mantener su mirada baja, fijándose de que se estaba colocando bien el pantalón.

 

"Fue obvio qué pensabas en alguien más… Cerrabas los ojos y cuando te corriste, mencionaste un nombre"

 

Tulio recordaba su sorpresa y confusión, ya que en ese momento no recordaba mencionar algún nombre.

 

"¿Qué?, ¿Cuál nombre?, No recuerdo mencionar a alguno", preguntó con confusión al verla justo después de cerrar su pantalón.

 

"No deberías de forzarte a pasar la noche con alguien cuando deseas estar en la cama de otra persona, es grosero y debe de ser muy doloroso para ti"

 

"Yo no deseo estar en la cama de alguien en específico, disfrute mucho estar contigo"

 

"Eso no me pareció cuando susurraste el nombre de Miguel, pensé que solo eran amigos"

 

Su cuerpo se tornó pálido y sus ojos se abrieron como platos, recordaba cómo se giró hacia la mujer con un rostro tornado en un carmesí tan fuerte que parecía haberse vuelto un tomate.

 

"¿¡Qué!?, ¡Yo no lo- ¿¡Estás loca!?", exclamó incrédulo pero increíblemente avergonzado, “¡Él es mi mejor amigo!, ¡Es como mi hermano!, ¡No digas estupideces!”

 

"No te enojes, no tiene nada de malo enamorarse de otro hombre… incluso si es tu mejor amigo"

 

"¿¡Enamor-, ¡Agh!, ¡Cállate!"

 

Discutió con gran enojo en ese momento, negaba lo que era innegable, aunque en realidad no recordaba haber mencionado el nombre de su mejor amigo.

 

Aquella noche, después de echar a esa desagradable pero atractiva mujer, reflexionó al respecto.

 

Se conocían desde muy jóvenes, habían tenido muchas aventuras, cómo huérfanos, se habían apoyado en el hombro del otro sin dudarlo.

 

No sabía en qué momento, cuándo o dónde, pero Miguel le gustaba demasiado.

 

Aquella torpe sonrisa y su personalidad alegre y vivaz eran completamente adorables.

 

Un día, simplemente se percató de que no simplemente le gustaba, estaba enamorado.

 

Cuando él sonreía y su cabello se agitaba en el aire, moviéndose en ondas mientras se giraba para observar y exclamar su nombre con alegría, el mundo se iluminaba, su olor corporal llegaba a su nariz después de aquel movimiento, haciendo que todo su cuerpo se estremeciera.

 

Todos los días sucedía lo mismo, a pesar del estrés o molestia, siempre ansiaba el momento en el que pudiese ver su rostro para asegurarse de que estuviese bien y pudiese tranquilizarse a aspirar aquel aroma una vez más.

 

Miguel tenía un corazón bastante noble a pesar de que consentía las travesuras y delitos de su amigo y sus noches de sexo casual.

 

Era por eso que las mujeres lo rodeaban, era carismático, simpático, sensible, empático, risueño, atractivo y gracioso.

 

El paquete completo.

 

Ahora, solo quería levantarse de la cama y asegurarse de que él estuviera bien.

 

Siempre temía que alguna de aquellas mujeres llegarán a lastimarlo por lo sensible que era, pero siempre estaba alegre y confiado.

 

Se levantó de la cama y se vistió para salir de su pequeña habitación.

 

Pero antes de irse, tomó un pequeño bolso al lado de su mochila, allí estaban los objetos de su siguiente estafa.

 

No tardó más de un minuto en cruzar un pasillo para llegar a la puerta de Miguel.

 

Tocó la puerta mientras fruncía el ceño, sabía que la noche anterior se había metido con una mujer otra vez, por ello habían dormido en habitaciones diferentes.

 

Hubo silencio por un periodo de un minuto, volvió a tocar y tampoco recibió respuesta.

 

Preocupado y algo molesto intentó abrir la puerta, descubriendo que está estaba abierta.

 

— ¿Miguel? —, preguntó al comenzarse a asomar por la puerta.

 

— ¡Tulio! —

 

Al abrirla, se paralizó, en la pequeña habitación se encontraba la cama en medio de una de las paredes.

 

 

Al lado de esta, una mujer se terminaba de ajustar su vestido con gran vergüenza y Miguel se encontraba recostado sobre la cama con las manos detrás de la cabeza, sonriendo de manera alegre y amplia.

 

Lo que congeló a Tulio fue percatarse de que este se encontraba completamente desnudo, con una pierna elevada y arqueando su espalda, presumiendo cada parte de su cuerpo.

 

La luz rebotaba sobre su cuerpo, mostrando que estaba sudoroso y que tal vez aún no se duchaba.

 

Tulio intentó no parecer nervioso o ansioso hacia lo que veía, entonces se aclaró la garganta y se mantuvo en una posición firme y gruñona.

 

— Buen dia bello durmiente… quedamos que hoy nos iríamos temprano —, comentó con rechazo y cierta molestia, — ¿Por qué sigues en cama? —

 

— Pero, ¿Tú no te acabas de levantar? —, preguntó con confusión.

 

— ¡No!, Yo… Llevó tiempo esperando acá fuera —

 

— Oh, bueno, entonces disculpa —

 

Se levantó de la cama al darse la vuelta hacia la orilla, sentarse y levantarse de un salto.

 

La mujer, que era pelirroja, se ruborizó al verlo desnudo frente a ella, entonces se giró y permaneció de espaldas hacia Tulio.

 

Miguel se acercó a ella, aún desnudo se inclinó y besó una de sus mejillas para seguir sonriendo ampliamente.

 

— Me siento mal por decirte esto, pero tienes que irte, mi amigo y yo tenemos cosas de qué hablar —, le señaló Miguel con cierto aire de superioridad.

 

— D-De acuerdo… Yo… Me voy —, respondió nerviosa al terminar de abrochar su chaleco y girarse hacia él.

 

— Espero volverte a encontrar, fue muy agradable nuestro momento juntos —, le comentó de forma alegre y cálida, haciendo sonreír a la chica, la cual le dió un rápido beso en los labios para retirarse a paso veloz.

 

Mientras tanto, Tulio se cruzó de brazos y observó todo de forma amarga, arqueando una ceja.

 

Cuando la chica pasó por su lado, no le prestó atención y ella a él tampoco.

 

— También espero volver a verte —

 

Dijo la chica para cerrar la puerta detrás de él y dejar solos a los otros dos.

 

Tulio se llevó una mano a la cien, masajeándola con lentitud cerrando los ojos, tratando de evitar ver a Miguel cuando esté se levantaba y le daba la espalda buscando su ropa, pues alcanzó a ver su esponjoso trasero por un segundo.

 

— ¿Te puedes dar prisa?, Llegaremos tarde a las apuestas —

 

— Ya voy, amigo, pensé que sería más tarde, pensé que podría pasarme un pañito antes de irnos —

 

— Nunca te dije que sería en la tarde, deja de hablar y apúrate, luego te limpias, hoy es tenemos un trabajo especial  —

 

Miguel soltó una risilla mientras se colocaba su ropa interior y después su pantalón con cierta torpeza.

 

— ¡Ya voy ya voy!, ¿Qué haremos hoy? —, preguntó con gran interés al comenzar a colocarse su camiseta.

 

— Haremos lo planeado —

 

Entonces Tulio abrió los ojos y colocó el contenido del pequeño saco en su mano derecha.

 

Dos dados cayeron sobre su mano y entonces caminó hacia Miguel con una sonrisa de decisión, presumiendo el contenido de su mano.

 

— ¡Con esto! —

 

— ¿Dados? —, preguntó el rubio con una ceja arqueada para colocarse su camiseta, entonces comenzó a acercarse a Tulio,  — Habías mencionado que iríamos a los juegos de dados, ¿Qué tienen estos de especiales?, ¿Son de la suerte? —

 

— ¿Qué?, ¿Acaso perdiste tu sentido de ambición?, ¡Son dados cargados! —

 

— ohh, entonces, con esos dados… ¿Qué hacen? —

 

Tulio hizo ojos de huevo volteado, Miguel parecía no entender hacia dónde iba. Se cruzó de brazos mientras observaba al otro con cierta molestia.

 

— Compadre... ¡Haremos trampa! —

 

— aaah, entiendo —, comentó con una enorme sonrisa al afirmar con la cabeza, — Así ganaremos mucho oro, ¿No? —

 

Respondió el rubio de forma alegre, Tulio, orgulloso de sus objetos y de su plan asintió mientras arrojaba el pequeño saco lejos y guardaba los dados en uno de sus bolsillos.

 

— ¡Vamos a por todo el oro, mi amigo! —

 

 — ¡Sí señor! —

 

Ambos comenzaron a saltar con emoción para recoger sus últimas cosas y salir de la habitación.

 

Posteriormente salieron de la posada con gran rapidez, ignorando el evento que se estaba presentando en ese momento.

 

Cortés se preparaba para marchar, partía hacia el nuevo mundo, se estaba celebrando una gran despedida a su honor.

 

Al final del día partían, aquello prometía mucho para España y era por eso que había tanta emoción.

 

Eran ignorantes de las apuestas que se llevaban a cabo en un callejón, solamente algunos guardias los vigilaban en caso de algún crimen.

 

— ¡Siete! —

 

— ¡Sí señor! —

 

Exclamaban con gran alegría el rubio y el pelinegro al obtener otro siete de sus dados.

 

— ¡Bien, compadre! —

 

Tulio rápidamente volvió a tomar los dados mientras que ambos reían con gran frivolidad.

 

Celebraron chocaron los cinco, entonces Miguel comenzó a tocar su laúd al tono de su canción y celebración al chocar sus caderas y dar saltos de alegría.

 

"¡Oro para mí, ey!,

 

¡Oro para ti, ey!,

 

¡Oro por montón, ey!"

 

— ¡Ey! —

 

Entonces el enorme hombre fastidiado detrás de ellos exclamó para llamar su atención.

 

Ambos se giraron hacia él con sorpresa pero aún con sus sonrisas orgullosas en sus rostros.

 

— ¡Una ronda más! —

 

Tulio observó a Miguel con una sonrisa cómplice, este se encogió de hombros mientras le correspondía la sonrisa y tocaba una nota de su laúd.

 

Entonces Tulio se dirigió hacia ellos con un tono burlesco y emocionado, haciendo ciertos movimientos circulares de manos al acercarse a él.

 

— Emh, chicos, ¡Están quebrados!, Ya no tienen con qué apostar —, comentó burlesco y extasiado.

 

— ¿Ah, si?, Tengo esto —, contestó con seguridad. 

 

El corpulento hombre respondió después de darle una mirada cómplice a sus compañeros para sacar un papel envuelto de sus bolsillo y extenderlo frente a todos.

 

— ¿¡Un mapa!? —

 

— ¡Un mapa! —

 

Miguel fue el único que respondió con gran emoción e interés, empujando ligeramente a su compañero.

 

— Un mapa de las maravillas del nuevo mundo — 

 

— Bueno, le echaré un vistazo~ —, comentó Miguel con gran interés y emoción, soltando el agarre del hombro del exasperado Tulio.

 

Se acercó al mapa y colocó una yema de uno de sus dedos sobre el, repasando las imágenes.

 

— Esto va por aquí, por aquí, por allá, por allá, ¡Por allá! —

 

Le arrebató el mapa para acercarse a Tulio y arrastrarlo antes de que se fuera, haciendo que su rostro se pegará al papel del mapa.

 

— ¡Tulio! —

 

Este se logró despegar con rapidez, asomó su cabeza con seriedad.

 

— Discúlpenos un momento, por favor —

 

Se inclinó hacia el lado de Miguel, observándolo con una sonrisa cálida.

 

Aunque odiaba su impulsividad, adoraba la emoción con la que era atraído a ciertas cosas de fantasía, le provocaba una mirada cargada de ilusión que iluminaba sus ojos y su sonrisa. Era adorable.

 

— ¡Tulio, mira!, El dorado, la ciudad de oro, nuestro destino, ¡Nuestro futuro! —, exclamó en éxtasis.

 

Entonces la sonrisa se eliminó del rostro de Tulio, ¿Qué sentido tenía seguir una fantasía?.

 

— Miguel... Si no creyera en el destino, no jugaría con dados cargados —

 

El rubio hizo un puchero, imitando la mirada rogante de un cachorro que moría de hambre.

 

Tulio soltó un gruñido, a veces lograba la indiferencia ante aquel rostro suplicante, pero la mayoría de veces Miguel obtenía lo que quería, era fácil rendirse ante la persona que amaba.

 

— No me convencerás —

 

Comentó negando con la cabeza mientras que Miguel cambiaba de rostros, dejando siempre sus ojos suplicantes.

 

— No, no, no, no —

 

De repente dieron un salto cuando el corpulento hombre les arrebató el mapa.

 

— ¡He dicho, una ronda más!, Mi mapa, contra su dinero —

 

Ambos se voltearon a ver al rostro, Miguel sonrió ampliamente, manteniendo unos ojos suplicantes.

 

Tulio suspiró e hizo ojos de huevo volteado, sin darse cuenta una rápida sonrisa apareció en su rostro y se desvaneció tan rápido como apareció, entonces se levantó y se giró contra los otros.

 

Comenzó a agitar sus dados en sus manos mientras sonreía ampliamente.

 

— Muy bien pequeño, otra ronda —

 

— ¡No con esos! —

 

Lo frenó colocando una mano frente a ellos, presumiendo unos dados.

 

— ¡Esta vez usaremos los míos! —

 

Los otros dos lo observaron dudosos y algo temerosos, el hombre arqueó una ceja.

 

— ¿Algún problema? —

 

— No —, respondió Tulio para tomar los dados con nerviosismo, se giró hacia Miguel e hizo una seña con su mano izquierda en la que simulaba cortarse el cuello para susurrarle, — ¡Voy a matarte! —

 

Miguel sonrió ampliamente con gran nerviosismo, encogiéndose de hombros.

 

Entonces, Tulio comenzó a agitar los dados entre sus puños mientras susurraba con preocupación.

 

Las cosas se llevaron más a la cuestión de la fe, Tulio rogaba mientras pasaba los dados entre sus puños por su cuerpo.

 

Miguel tocaba su laúd con gran emoción y nerviosismo, de repente se acercaba a las doncellas hermosas y tocaba con más fervor, coqueteando con ellas y siendo correspondido por la mayoría de ellas.

 

Tulio, tratando de imitarlo debido a que quería resguardar sus celos, intentó hacer lo mismo, pero fue ignorado.

 

Al chocar los hombros con Miguel, lo observó con rechazo y furia.

 

— ¡Cállate! —

 

Miguel se encogió, fue entonces cuando los dados fueron arrojados al suelo. Todos observaron con impaciencia hasta que se obtuvo el resultado.

 

Afortunadamente y gracias al destino de la suerte, los dados cayeron en siete.

 

— ¡Siete! —

 

— ¡Qué suerte! —

 

Se escucharon exclamaciones del público, Miguel corrió hacia el tesoro y tomó el mapa con gran audacia.

 

— ¡Si! —

 

Dijo para darle la espalda al hombre que se dejaba caer de rodillas frente al oro.

 

Tulio soltó una carcajada para después inclinarse e intentar tomar todo el oro del suelo.

 

Desafortunadamente, no sintió cuando sus dados cayeron de su camiseta hacia el suelo, a la vista de todos.

 

Este cayó en siete, entonces, el gran hombre furioso, confundido y sorprendido, dio un golpe al suelo.

 

Hizo lo mismo unas veces más, haciendo saltar a los dados que siempre caían en el mismo número.

 

Rápidamente Tulio las tomó para volver a guardarlas, sonrió con gran nerviosismo.

 

Miguel comenzó a hacer sonar su laúd por los nervios mientras que eran apuntados.

 

— ¡Son dados cargados! —

 

Chapter 2: ᗰᗩᖇEᗩ ᗩGITᗩᗪᗩ

Summary:

Tulio y Miguel han tomado un mal paso, atrapados en un barco tienen momentos cálidos que les hace pensar que no está mal estar en esa situación con la compañía del otro.

Miguel descubre que se siente demasiado bien con él.

Chapter Text

 

La marea agitaba el barco en dónde se encontraban, Tulio se encontraba en la esquina de un calabozo dentro del mismo, con una mano en su rostro.

 

Miguel se encontraba de pie, observando su alrededor con detenimiento mientras que colocaba una mano en su barbilla.

 

Hacia una mueca y tenía arqueada una ceja, pensativo, planeaba buscar algún punto débil en la celda para escapar.

 

Mientras tanto, el otro retiraba su mano de su rostro lentamente, mostrando su amargo y furioso rostro.

 

Al llevar mal el plan de escape después de su farsa, acabaron en el bote de Cortes y al dar mal unos cuantos pasos… ya estaban allí, acabados, con hambre y adoloridos.

 

— ¿Qué haces? —, le pregunto impaciente y amargo.

 

Miguel se giró hacia él con su típica sonrisa de oreja a oreja, cargada de energía.

 

— Estoy pensando de que debe de haber una madera suelta, algo —

 

— Estamos dentro de ¡UN BARCO! —, exclamó Tulio con gran furia.

 

Miguel hizo una mueca y arqueo una ceja, confundido se encogió de hombros, provocando que el otro soltara un exasperante suspiro.

 

— ¿Y eso que tiene? —

 

— ¡Esto no es una prisión o un calabozo cualquiera!, Estamos dentro de un barco, si salimos de aquí, probablemente nos encontremos con algún tripulante o el mismísimo mar, que nos ahogará —

 

— Oh... Pero, tu tendrás un plan, ¿No?, Siempre tienes uno —

 

Tulio se levantó mientras gruñía con molestia, en su rostro, mostraba un ojo morado y una mejilla ligeramente hinchada debido a una pequeña golpiza que recibió al ser azotado.

 

Habían sido por órdenes de Hernán Cortez para después mandarlos al calabozo. El seguía adolorido, pero no tenía idea de la situación de Miguel.

 

Cuando estuvo de espaldas, logró ver manchas de sangre en su espalda, está no estaba rota, así que parecía que le habían quitado la camiseta para azotarlo.

 

Pero al contrario de él, Miguel seguía con la misma actitud, su espalda le dolía como el infierno, pero seguía comportándose como siempre.

 

Aquello le levantaba un poco de ánimo, siempre aquella amable y alegre sonrisa que le hacía enseñar sus radiantes dientes lo hacía sentirse bien, siempre estaba en esa actitud frente a cualquier adversidad.

 

Pero, como siempre, tenía que amortiguar esa emoción y excitación que sentía por amargura.

 

— ¡Claro que lo tengo!, Siempre he sido el de las ideas —, dijo con orgullo mientras sacudía el polvo de sus pantalones, entonces se acercó a Miguel, esta vez, sonriendo con decisión, — Un plan un plan un plan —, Comentó de forma repetitiva mientras caminaba en círculos.

 

Miguel se sentó en el suelo mientras sonreía y lo observaba expectante.

 

El pelinegro observó a Miguel con un ligero rubor en sus mejillas, era adorable la forma en la que se sentaba en forma de mariposa.

 

Entre sus manos mantenía una manzana que había caído desde arriba hace unos momentos.

 

Tulio se llevó una mano a la barbilla, pensativo al observar hacia otro lado, de repente su sonrisa se amplió.

 

— ¡Ajá! —

 

Entonces se dirigió al rubio para sentarse frente a él, con una sonrisa maniática, comenzó a hablar haciendo mímica.

 

— Escucha, este es el plan —

 

Comentó con una sonrisa soberbia, se acercó al rubio de unos saltos y deslizó su mano sobre sus hombros para acercarlo a él.

 

Miguel comenzó a asentir a todo lo que le decía mientras sonreía ampliamente.

 

— Al caer la noche, tu y yo nos hacemos de provisiones, tomamos uno de los botes salvavidas y ¡Luego remamos a España como si no hubiera un mañana! —.

 

Miguel hizo una mueca y elevó sus cejas mientras observaba al otro de forma incrédula.

 

— Remando a España, ¿Si? —

 

— Si —, respondió alegre y orgulloso.

 

— En... ¿Un bote de remos? —

 

— ¡Eso dije! —

 

— ¡Grandioso, sensacional!, Y ese es tu plan, ¿O no? —

 

— Si, básicamente —

 

De repente una amplia sonrisa incrédula también apareció en el rostro del rubio.

 

— ¡Pues me agrada!, ¿Y cómo subimos a cubierta? —

 

— Emh... Pues al caer la noche, tu y yo nos hacemos de provisiones y luego- —

 

— Ugh, genial —, comentó con molestia al apartar la mirada y hacer una mueca.

 

La alegría y arrogancia desaparecieron del rostro de Tulio, entonces se levantó, soltando su agarre y alejándose del otro.

 

Se cruzó de brazos frunciendo el ceño por la furia.

 

— ¡Entonces dame una idea!,¡Sabelotodo! —

 

Miguel que estuvo a punto de caer de lado por el repentino levantamiento del otro, también se levantó y observó al otro a los ojos con cierto enojo.

 

— ¿¡A qué te refieres!?, ¡No me preguntes de eso!, Tu eres el que planea —

 

— ¡Por qué yo soy el intelectual y tú un cabeza hueca! —

 

— No soy una cabeza hueca, soy la imagen del equipo —

 

— Una imagen hueca —

 

— Eres más original cuando improvisamos nuestros engaños —

 

— ¿¡Qué me estás tratando de decir!? —

 

— Yo no estoy diciendo nada, tu eres el que se pone el saco, pero debo de admitir que si eres un intelectual —, respondió con una sonrisa ladeada, — Hay cosas que se te han ocurrido que estoy seguro que jamás se me hubieran ocurrido, estaría perdido sin ti —.

 

Tulio elevó una ceja y un ligero rubor apareció en sus mejillas al igual que una leve sonrisa orgullosa.

 

— Por lo menos lo reconoces —

 

— ¡Claro!, Por ti he salido de muchas situaciones, confío en ti, eres… inteligente y audaz —, le dijo con cierta calidez.

 

Tulio finalmente se relajó, una sonrisa cariñosa y más amplia se dibujó en su rostro, sus manos se relajaron al igual que sus hombros.

 

— Me gusta que digas eso —

 

— ¿Qué cosa? —, respondió dándole la espalda mientras sonreía de forma inocente.

 

Tulio sonrió ampliamente mientras ladeaba su cabeza y observaba al otro con ojos brillantes.

 

Era la primera vez que Miguel le decía que le tenía una gran confianza, aquello, por alguna razón también emocionó al rubio, le gustó darle un cumplido a su amigo.

 

Tulio no se percataba, pero Miguel estaba tan ruborizado como confundido, parecía un tomate a punto de explotar.

 

No sé comprendía, ¿Por qué se sentía tan nervioso después de haber dicho aquello de una manera tan natural?.

 

Era su mejor amigo, pero casi nunca se decían algo lindo o cumplidos, solamente cuando estaban deprimidos, se sintió extrañamente nervioso por haberlo dicho.

 

— Miguel... Yo- —

 

De repente el relinchar del caballo de Cortés los hizo saltar, regresándolos a la realidad.

 

Entonces, casi de forma inmediata, Miguel observó la manzana que se había resbalado desde arriba, elevándola frente a su rostro.

 

Una gran sonrisa decidida y emocionada se dibujó en su rostro, entonces se colocó bajo la rendija de su calabozo.

 

— Espera, tengo una idea, vamos, dame un empujón —

 

— ¿¡Qué!?, ¿Cómo qué empujón? —

 

— ¡Solo levántame! —

 

— Ugh... —, se quejó al regresar a su estado gruñón natural.

 

Se acercó a él, sus ojos se abrieron como platos al ver cómo este le daba la espalda, elevaba los brazos y el trasero.

 

— Levántame, rápido —

 

— ... —, tragó saliva con nerviosismo, — Bien… no te muevas —

 

Con gran nerviosismo que de forma exitosa logró esconder del otro, se agachó mientras estrechaba la cintura y piernas de Miguel.

 

El rubio dejó sus nalgas frente a su rostro como forma de apoyo al ser elevado del suelo, entonces, logró sacar sus manos de la celda.

 

— ¡Ey!, Altivo, altivo~ —, susurró.

 

El caballo de Cortés estaba afuera, justo y cercano a las rejas del calabozo, enseguida aquella voz llamó su atención.

 

Y al ver aquella jugosa y brillante manzana, no pudo evitar comenzar a acercarse con lentitud y gran interés.

 

— ¿Quieres una manzana?, Ven por ella —, le dijo entre susurros, — Pero tienes que hacernos un favor —

 

Entonces el caballo, que parecía entenderlo y estaba a punto de tragarse la manzana, retrocedió la cabeza e hizo un sonido de confusión.

 

— Todo lo que tienes que hacer es traernos una palanca, es un pedazo de hierro que está torcido en un extremo —, dijo mientras movía la manzana de un lado al otro, atrayendo al caballo.

 

Tulio que a pesar de que el otro era algo pesado, disfrutaba de la posición de alguna manera.

 

Su rostro estaba ruborizado como un tomate ya que lograba sentir la suavidad y esponjosidad de aquel trasero que se movía frente a su mejilla izquierda, era la primera vez que lo sentía tan cerca.

 

 

Entonces, trató de regresar a él con gran esfuerzo, pero el nerviosismo y excitación seguía allí.

 

— Miguel... ¡Estás hablando con un caballo! —, comentó con molestia.

 

Entonces el rubio observó como el caballo comenzaba a retirarse con seguridad, él sonrió con orgullo.

 

— Eso es Altivo, ve a buscar la palanca —

 

Tulio soltó un gruñido cargado de molestia e incredulidad mientras hacía una mueca.

 

— Si Altivo... Ve a buscar la palanca. ¡Él no entiende lo que es una palanca! —, en un movimiento inconsciente, colocó su rostro contra aquella suave retaguardia y restregó su rostro como si se tratara de una almohada y negó con la cabeza. Sin percatarse de lo que había hecho y cuánto le gustó, siguió quejándose con amargura. — ¡Es un torpe caballo!, ¿¡Qué no entiendes!? —

 

De repente el sonido metálico cayó por la rendija hasta su calabozo.

 

Ambos, algo sorprendidos y paralizados, bajaron la mirada y observaron las llaves en el suelo.

 

Entonces Tulio hizo una mueca mientras las observaba con los ojos muy abiertos.

 

— Esa... No es una palanca —, comentó con cierta sorpresa.

 

Entonces Miguel bajo de sus brazos de un salto, soltándose de su agarre. Con gran emoción recogió las llaves y observó al otro con entusiasmo, presumiendo las tintineantes llaves agitandolas frente al otro.

 

— ¡Esto demuestra que no es un torpe caballo! —

 

— Cállate, saldremos de aquí al anochecer —, comentó con cierta amargura a pesar de sentir gran emoción en su interior, — Deberías descansar mientras anochece —

 

Entonces ambos se sentaron frente a frente, recargados en el muro contrario al otro, observando sus rostros.

 

Tulio arqueo una ceja mientras mantenía la seriedad en su rostro, conocía aquella orgullosa y burlesca sonrisa.

 

— ¿Ahora qué te pasa? —

 

— Ahora sé que puedo hablar con los animales —, comentó con orgullo, — Pídeme disculpas —

 

— No seas idiota... No hablas con animales, nadie puede, si te hubiese entendido, hubiera traído la palanca —

 

Miguel tomó las llaves y las agitó mientras sonreía ampliamente con orgullo, Tulio dejó escapar una leve sonrisa.

 

— Una de estas también pueden considerarse como un pedazo de hierro que está torcido en un extremo —, dijo en un tono burlón e infantil.

 

— Deja de decir estupideces, los animales no hablan —

 

— ¡Pero me hizo caso!, Debo de tener un encanto natural con los animales, no solamente lo tengo con las doncellas  —, comentó con gran emoción para arrojar las llaves ligeramente hacia arriba y volver a atraparlas.

 

— No seas tonto, tienes encanto natural para todo, me imagino que hasta con los malditos insectos y los niños, no solo para hablar con animales y donce- ¡Ajam! —, rápidamente se aclaró la garganta, — N-No tienes tanto encanto —.

 

Miguel abrió los ojos de par en par, su sonrisa se borró y se volvió una mueca de sorpresa.

 

Había escuchado aquel halago, el cual le hizo sentir cierto nerviosismo que agitó su corazón.

 

— ¿Crees que tengo un encanto natural para todo? —, le preguntó con una gran sonrisa a pesar del rubor en su rostro, — ¿Podría utilizarlo para encantar a un guardia para que nos ayude a salir de aquí? —

 

— Y-Yo no dije eso —, dijo mientras apartaba la mirada y seguía carraspeando.

 

— ¡Lo acabas de hacer!, No puedes retractarte, ¡Tengo encanto! —, dijo con alegría y orgullo.

 

De repente se levantó, haciendo que Tulio se sintiese algo nervioso, se sentó al lado de él con una sonrisa de oreja a oreja en los labios.

 

— Dilo otra vez —, le dijo entusiasmado al verlo de frente, pues se sintió emocionado por alguna razón que él no conocía aún.

 

— No, no lo diré otra vez porque no dije nada de tu encanto —

 

— ¡Si lo hiciste! —

 

— ¡Que no! —

 

— Lo hiciste y lo tendré guardado siempre en mi encantadora cabeza —

 

— Claro… —, respondió Tulio apartando la mirada, sentía como su rostro ardía.

 

Entonces se hizo el silencio y comenzó a pasar el tiempo con rapidez, pasaron las horas cuando ya estaba a punto de oscurecer.

 

Tulio finalmente observó a Miguel, el cual se había quedado dormido, entonces sonrió cálidamente.

 

— Por supuesto que eres encantador y lindo... —, susurró para él mismo, entonces, se inclinó hacia él, buscando que aquella cabeza caída se apoyará en su hombro.

 

Finalmente lo logró, Miguel no se percató de ello pero ese momento fue especial para el pelinegro, podía sentirlo más cerca que nunca y aquello lo hacía feliz.

 

Cuando la luna se asomó sobre su calabozo y el silencio absoluto se hizo presente, Tulio despertó al otro de un codazo en un brazo.

 

— ¡Auch! —, exclamó al asustarse, — ¿¡Q- —

 

— ¡Silencio!, Ya es hora —, susurró con suavidad mientras se levantaba.

 

Miguel soltó un pequeño gruñido de molestia para levantarse y sacar las llaves de su bolsillo.

 

No tardaron en salir, primero salió Tulio y después este ayudo al otro.

 

Ya afuera, consiguieron un bote y lo llenaron de provisiones con cuidado y en silencio.

 

Mientras que Tulio finalmente preparaba el bote para escapar, Miguel fue sorprendido por altivo, el cual tocó su espalda con su cabeza.

 

Miguel se aterró, pensando que había sido atrapado, pero al darse la vuelta soltó un suspiro de alivio.

 

— Ah... Altivo, mil gracias viejo amigo —, le dijo con cariño para acariciar su cabeza con ternura.

 

— Oye, si algún día pudiéramos pagarte... —, se sorprendió cuando el caballo quiso urgar en su camiseta.

 

Tulio no tardó en percatarse de aquella escena, preocupado de que fuesen atrapados, se quejó.

 

— ¿Qué te pasa Miguel?, Es un tosco caballo de batalla, no una mascota, date prisa o te borrará la mente —, ordenó en susurros.

 

Miguel se despidió del caballo agitando una mano mientras corría hacia el bote. Al hacerlo, Altivo no tardó en relinchar al ir tras él.

 

Este subió al bote, entonces el caballo se quejó mientras asomaba la cabeza. Los otros dos se angustiaron por el sonido.

 

— Shhh, shhh, silencio... —, susurró Miguel preocupado.

 

— ¿Que le pasa a tu amigo? —

 

— ¡Ah!, Quiere su manzana —, respondió Miguel al sacarla de su camiseta.

 

— ¡Pues dásela o despertará a todo el barco! —, dijo para arrebatársela, — ¡Atrápala! —, ordenó para arrojarla hacia el caballo.

 

Este elevó la cabeza y siguió la manzana con la mirada, observando cómo rebota en varios lugares hasta salir por los aires hasta el mar.

 

Miguel y Tulio escucharon un pequeño chapoteo, no le dieron importancia, pero se llevaron un gran susto cuando observaron el momento en el que Altivo salto al mar.

 

— ¡Altivo! —, exclamó Miguel preocupado y angustiado para después lanzarse al mar sin ninguna duda.

 

— ¡Miguel! —, exclamó Tulio aterrado al verlo lanzarse.

 

Al no haber ya dos personas sosteniendo las cuerdas que sostenían el bote, este cayó sobre el mar.

 

Tulio grito al ser azotado sobre el mar. Enseguida trató de levantarse para buscar a Miguel de forma desesperada.

 

Logró verlo, este nadaba hacia el caballo con gran decisión.

 

— ¡Miguel!, ¡Justo tenías que hacerte el valiente!, ¡Idiota! —

 

— ¡Altivo!, ¡Te salvaré! —, exclamó Miguel mientras seguía nadando hacia el animal.

 

Tulio lo siguió con rapidez, preocupado de que se hundiera con el caballo.

 

— ¡Resiste!, ¡Voy a salvarte viejo amigo! —, exclamó al llegar a él.

 

— ¿¡Has perdido la razón!? —, preguntó Tulio con gran molestia y exasperación al llegar a ellos.

 

De repente una gran sombra se arrojó sobre ellos, ambos se giraron hacia él, observando el gran barco detrás de ellos.

 

— ¡Oh no!, ¡El barco! —

 

El bote fue volcado por la inercia de las olas y el enorme barco, este cayó sobre los tres.

 

Altivo comenzaba a romper algunas zonas no vitales del barco con sus pataleos, entonces se apresuraron.

 

— ¡Ata la cuerda bajo el caballo! —, ordenó Tulio.

 

— Si —, Miguel obedeció con gran rapidez al hundirse en el agua y después de amarrar al caballo, subió a la superficie del bote.

 

Tulio lo siguió, Miguel extendió su mano para ayudarlo a subir, entrelazaron sus manos como apoyo.

 

Al estar ambos allí, se impulsaron para utilizar el peso de sus cuerpos para voltear el bote.

 

El impulso de otro de las grandes embarcaciones los hizo voltear y caer al mar.

 

Enseguida buscaron subir al bote de nuevo, finalmente las aguas se habían calmado, los barcos habían pasado, agotados, se dejaron caer en el interior.

 

— Ah... ¿E-Estas bien? —, preguntó Tulio al girar su cabeza hacia el rubio.

 

— Si... Supongo que si... Creo que tengo agua de mar en la oreja izquierda —

 

Tulio soltó una leve risa mientras cerraba los ojos. Sintió el pecho cálido al percatarse de que habían entrelazado sus manos.

 

Lo hicieron de forma inconsciente, aún así, soltó su mano con suavidad para mantener las apariencias.

 

— ¿Se salvaron las provisiones? —

 

— Eh... Si y no —, respondió Miguel con cierto temor al sentarse y ver lo poco que quedaba sobre el barco que el caballo se estaba comiendo.

 

— ¡Ugh!, ¡Grandioso! —, se quejó Tulio con amargura al levantarse.

 

Miguel también se sentó a su lado mientras hacía un rostro de preocupación.

 

— ¡Tulio!, Mira el lado bueno, ¡Pudimos estar- —

 

De repente, en un parpadeo, una gran lluvia torrencial comenzó a caer de la nada, arrebatándole lo positivo a Miguel y haciendo que Tulio se enojara aún más.

 

— Ibas a decir... ¿¡Peor!? —

 

— Eh… ¿No? —

Chapter 3: TEᑎᔕIóᑎ ᗰOᖇTᗩᒪ

Summary:

A la borde de la muerte, Miguel y Tulio comienzan a tener una calurosa conversación.

Tulio duda sobre si debe de ser honesto con Miguel, incluso en una situación tan mortal como en su lecho de muerte.

Chapter Text

Su rostro se sentía realmente caliente, Tulio comenzó a abrir los ojos al sentir como estos también estaban ardiendo.

 

Se llevó una mano frente al rostro mientras soltaba un gruñido leve, el sol era abrasador, esto estaba haciendo que su piel comenzará a arder.

 

Ya habían pasado varios días de náufrago con Miguel y el estúpido caballo, el cual se comió y tiró la mayoría de las provisiones.

 

Bajó la cabeza para observar hacia el horizonte, todo seguía siendo mar abierto.

 

— Ugh... Genial —, se quejó de forma gruñona.

 

Se encontraba sentado sobre la madera, su trasero estaba adolorido.

 

Intentó mover su torso hacia el frente con cierta pesadez, fue cuando se percató del peso sobre su espalda.

 

Giró su cabeza y se percató del cabello rubio de Miguel, el cual estaba recostado sobre su espalda, aún dormido.

 

Arqueo una ceja mientras sonreía, apenas y lograba ver su nariz, pero la calidez de su cuerpo era más agradable que la del mismo sol.

 

Intentó moverse, pero algo lo frenó, más bien, lo paralizó mientras que sus mejillas se tornaron carmesí.

 

Frunció el ceño con vergüenza al percatarse de que sostenía la mano de Miguel con su otra mano.

 

Estás estaban fuertemente entrelazadas fuera del barco, aquello parecía tener realmente relajado al rubio, pero Tulio se estaba volviendo loco.

 

Soltó ahogados quejidos al volver a mirar hacia el frente. Soltó un largo suspiro al llevarse su mano libre a la boca, cubriendo la mitad de su rostro.

 

— Miguel... —, lo llamó con molestia pero con cierta timidez.

 

— Mh... —, gruñó el otro mientras hacía una mueca y fruncía el ceño.

 

No abrió los ojos, simplemente movió los hombros para acomodarse sobre aquella superficie.

 

Tulio sintió como movía los dedos de su mano que se encontraba entrelazada con la suya.

 

— Miguel... —, lo volvió a llamar con el mismo tono, solo que ahora estaba ruborizado.

 

— Cinco minutos más... —, respondió entre sueños con voz arrastrada.

 

— ¡Miguel! —, elevó la voz furioso, provocando que el otro abriera los ojos de golpe y diera un pequeño salto.

 

Al hacerlo, soltó la mano de Tulio casi de forma inconsciente. Este parpadeó varias veces, tratando de aclarar su vista cansada.

 

— ¿Q-Qué- —, preguntó confundido y aturdido.

 

No se levantó ni se movió, permaneció en el mismo lugar, solo que con la cabeza elevada que se giraba hacia todas partes.

 

— ¿Queda algo para beber?, Estoy sediento... —, preguntó el pelinegro con voz arrastrada para dejar caer su cabeza sobre la espalda de Miguel.

 

— No... Ayer en la madrugada se acabó. Tu eres el que administraba todo, ¿Porque me preguntas a mi? —, respondió con cierta molestia y agotamiento, dejando caer su espalda sobre el peso del otro.

 

— Pensé que habías guardado algo... —

 

— Pues no lo hice... Nunca hago eso —

 

— Siempre existen posibilidades... —

 

Ambos guardaron silencio al clavar la mirada con sus ojos llenos de ojeras en el cielo.

 

— Tulio... ¿Te habías imaginado que terminaría así? —, preguntó Miguel con desesperanza.

 

— El caballo fue sorpresa —, respondió Tulio con resequedad.

 

Altivo solamente soltó un pequeño gruñido de molestia y volvió a recostarse. Realmente Tulio pensaba en otra respuesta.

 

"Siempre deseé morir a tu lado", pensó en contestar, pero no lo dijo.

 

— ¿Te arrepientes... De algo? —, preguntó Miguel, melancólico.

 

Tulio abrió los ojos con sorpresa, observó al otro de reojo y soltó un gran suspiro mientras fruncía el ceño.

 

— Que... Jamás tuve suficiente... Oro —

 

"Qué jamás podré hacerte el amor… mucho menos besarte o decirte cuánto te amo como es debido", gruñó ante aquel pensamiento ya que le molestaba que no era capaz de decírselo, especialmente en un momento como este.

 

— Yo lamento... Además de morir... Que nuestra mayor aventura terminará antes de comenzar y que ni siquiera nadie nos recordará... —

 

Tulio suspiró bajando la mirada, dejó caer ambas manos y de forma sorpresiva e inesperada volvió a tocar una de las manos de Miguel con un roce.

 

— Si te sirve de consuelo, Miguel... —, tragó saliva con nerviosismo, — Tu hiciste de mi vida... Una aventura —, lo último lo dijo quebrándose al llorar

 

Miguel, sorprendido sintió como su mano era sostenida con fuerza y gran anhelo. Se ruborizó al sentir cierta emoción en su pecho.

 

— Y si te sirve de consuelo Tulio... T-Tú has enriquecido mi vida... —, respondió de forma entrecortada al romper a llorar junto con Tulio.

 

El caballo suspiro al escucharlos, no le gustaba lo cursi y solo deseaba saltar para ya no escuchar más tonterías.

 

De repente, Tulio sintió cierto impulso en su pecho por las emociones que comenzaba a sentir debido a la adrenalina que le provocaba el estar en una situación de muerte.

 

Se movió hacia el frente ligeramente para que Miguel no cayera de espalda.

 

El rubio se giró mientras hacía una mueca, pero sus lágrimas se frenaron debido a la sorpresa y confusión que sintió cuando Tulio sostuvo sus hombros.

 

— Si vamos a morir... Por lo menos tengo que cumplir con algo que quiero hacer antes de llegar al final —, dijo melancólico a pesar de que estaba decidido.

 

— ¿Q-Qué? —, pregunto nervioso y confundido, — ¿Qué cosa? —.

 

— Miguel... Tengo que ser honesto contigo.... Yo... Ejem... —, se formó un nudo en su garganta que lo hizo sentirse aún más nervioso.

 

"¡TE AMO!, ¡SOLAMENTE DILO ASI!, ¡MALDITA SEA TULIO!", pensó mientras observaba cómo Miguel arqueaba una ceja.

 

— ¿Qué pasa? —, algo confundido y repentinamente asustado, Miguel se levantó. — ¿Qué sucede contigo?, ¡Estás actuando raro! —, exclamó al sentir un repentino nerviosismo.

 

— ¿¡Por qué te levantas!? —, exclamó Tulio furioso y a la vez ruborizado como tomate, — ¡Estoy a punto de decir algo importante! — 

 

— ¡Te estás comportando extraño! —

 

— ¡Tu te comportas extraño!, ¡Te levantaste aquí!, ¡Dónde puedes caerte! —

 

— ¡Solo quería alejarme de ti!, ¡Deja de actuar extraño!, ¡Suelta! —, exclamó Miguel ya con cierto rubor en las mejillas, ya que Tulio sostuvo una de sus muñecas al ponerse también de pie frente a él, — ¡Ahora o nunca! — 

 

— ¡Escúchame, idiota!,¡Y-Yo te a- ¡Ah! —

 

De repente ambos fueron arrojados a un lado en un movimiento brusco del pequeño bote que los hizo caer mayormente fuera.

 

Sus piernas quedaron casi dentro de la barca, elevadas y sus torsos fuera de la misma en una posición algo incómoda.

 

Habían llegado a tierra, Miguel cayó de espaldas sobre la arena y Tulio sobre de él, consiguiendo sostenerse sobre sus brazos antes de tocar sus labios.

 

Ambos estaban apenas a unos centímetros frente a sus rostros, lograban sentir la respiración del otro.

 

Sus mejillas se ruborizaron, era la primera vez que estaban tan cerca del rostro del otro... Se sentía tan extasiante.

 

Debido a aquellas nuevas y extrañas sensaciones, Miguel sonrió de forma tímida en una manera de escape a esa incómoda situación.

 

— Je... Emh... ¿Tierra a la vista? —, dijo de forma nerviosa.

 

 

Fue entonces cuando Tulio se levantó de un salto al impulsarse con sus dos manos mientras hacía una gran mueca de vergüenza.

 

No tardó en percatarse de que algo estaba fuera de lo normal, giró rápidamente su mirada a la derecha al igual que Miguel.

 

Una gigantesca sonrisa se dibujó en los labios de ambos. Ambos soltaron una risa de alegría.

 

Miguel, al levantarse y ponerse de rodillas sobre la superficie, comenzó a besar la arena al igual que Tulio que se dejó caer de rodillas. El rubio caminó de rodillas al lado de Altivo, besando la tierra.

 

De repente algo se sintió plano y duro por debajo de sus labios, abrió los ojos con confusión.

 

Soltó un alarido al dar un salto tan grande que lo hizo saltar del suelo para levantarse.

 

Todos gritaron al ver cráneos y huesos viejos sobre la arena con viejas espadas clavadas en los mismos.

 

— ... Quien quiera regresar al bote diga yo —, comentó Tulio para que todos elevarán una mano y dijeran "Yo".

 

El y Altivo corrieron al bote, pero Miguel se quedó allí, dudoso al observar la zona boscosa de la isla.

 

Algo en ella llamaba su atención, intuía que algo importante podría encontrarse en aquel lugar... Lo estaba llamando.

 

Sacó rápidamente el mapa que guardaba en su camiseta y la observó con atención... Una gigantesca piedra era igual a una de las imágenes del mapa.

 

— ¡Miguel!, Si quieres puedes venir a ayudar —, exclamó Tulio al lado de la barca.

 

Se percató de que este se había quedado impresionado, ignorante de su llamado, entonces volvió a caminar hacia el.

 

— ¿Miguel?, Aquí estoy —, estaba a punto de sostener uno de sus hombros cuando el rubio se giró hacia él, extasiado y alegre con un pergamino en las manos.

 

— ¡Tulio!, ¡Lo logramos! —

 

— ¿Qué es eso?, ¿El mapa? —, se disgustó el pelinegro al ver aquel papel.

 

Siempre le gustaba ver a Miguel emocionado por cualquier cosa... Pero esto era diferente, era algo que lo hizo fastidiar.

 

— ¡Todo está aquí! —

 

— ¿¡Te quedaste con el mapa!? —

 

— ¡La roca!, ¡El arroyo! —, exclamó con emoción mientras observaba diferentes puntos.

 

— Salvaste el mapa... ¡¿Y no pudiste agarrar más comida!? —

 

— ¡Hasta las montañas!, ¡Tú mismo lo dijiste! —, dijo dirigiéndose hacia él con los brazos abiertos, — Podría ser posible y lo es —

 

— Agh... —

 

— ¡Este es el verdadero mapa hacia el dorado! —, le dijo frente a él, sosteniendo el mapa con emoción.

 

Tulio lo observó con seriedad y molestia, tratando de ignorar el comportamiento que adoraba de Miguel.

 

— Bebiste agua de mar, ¿Verdad? —

 

— ¡Ugh!, ¡Por favor! —, respondió fastidiado y decepcionado.

 

— ¡Nada de "por favor"!, No pondría un pie en ese lugar, ¡Ni por un millón de pesetas! —, exclamó para dirigirse al bote, dándole la espalda al rubio.

 

Miguel soltó un gran suspiro, entonces, se percató de dos cosas: El dorado está hecho de oro y Tulio, por alguna razón, no resiste mucho tiempo a sus súplicas.

 

— Oh bueno, no sé qué tiene de malo una ciudad hecha de oro, con incrustaciones de gemas y pepitas de oro en las construcciones —, comentó al caminar hacia el bote con un tono triste y falso.

 

Tulio arqueo una ceja, se giró hacia él y dió un salto cuando se percató que lo tenía se frente... Haciendo ojos de cachorro hambriento.

 

— Además de que podría haber un templo hecho de oro que podría comprar toda España... Pero tienes razón —

 

Se giró hacia el bote y se colocó de rodillas frente a él, fingiendo revisar el mismo.

 

Tulio arqueo una ceja, era algo extraordinariamente tentador, más por la forma en la que Miguel rogaba.

 

El escenario frente a él también lo convenció, Miguel lo provocaba con aquella posición sin darse cuenta, pues estaba levantando el trasero frente a él.

 

— Déjame pensar... —, comentó pensativo.

 

Miguel lo observó de reojo con una sonrisa cómplice pero inocente. El otro comenzó a dar vueltas mientras reflexionaba.

 

"Algo que aprendí de mi "aventura" en el mar... Fue que tengo que encontrar el momento adecuado para confesarme a Miguel, ya no debo de dejar pasar el tiempo", pensó, "Y... También quiero hacer otras cosas con él... Aquí estaremos mucho tiempo solos. Y si encontramos el dorado... Sería un plus enorme".

 

— Ugh... ¡Bien!, ¡Nuevo plan! —, exclamó Tulio para inclinarse, tomar los hombros del rubio y acercarse a su oído. — Buscamos la ciudad del oro... Tomamos el oro... ¡Y luego regresamos a España! —

 

— ¡A comprar España! —, exclamó Miguel al dar un salto de alegría al reír entre palabras.

 

Miguel lo observó con cierta emoción en el momento que corrió hacia el bosque.

 

— ¡Si! —

 

— ¡Así se habla!, ¡Ven Tulio!, ¡Seguiremos la senda! —, exclamó emocionado al sacar una de las espadas de aquellos cadáveres y señalar hacia la selva.

 

— ¿Qué senda? —

 

— ¡Una senda que abriré! —, exclamó extasiado al correr a una zona de la selva y comenzar a cortar hierba.

 

Cuando cayó, reveló una gran roca que estorbaba en el camino. Todos guardaron silencio hasta que volvió a hablar.

 

— ¡La senda que abriré! —

 

El caballo refunfuñó e intentó irse. Tulio quien observaba a Miguel complacido, alcanzó a sostenerlo para detenerlo.

 

— Ey, Ey, Ey, ¿A dónde vas?, Vendrás con nosotros —

 

Dijo para arrastrarlo hacia la selva, caminando detrás del decidido y emocionado Miguel.

 

Tulio estaba seguro de que sería peligroso, más si se trataba de un lugar sin explorar, con animales o una tribu peligrosa.

 

Pero se sentía más emocionado por la persona que lo guiaba... Por primera vez y dos veces seguidas... Lo tuvo a centímetros de su rostro a punto de juntar sus labios con los suyos.

 

Después de aquella experiencia cercana a la muerte, pensó que no lo dejaría pasar esta vez.

 

Por otra parte, Miguel se sentía confundido y con algo de temor por aquellas nuevas sensaciones que sentía.

 

Pensó en la posibilidad de que ya las sentía desde hace tiempo... Pero no lo pensó demasiado ya que no tardó en convencerse de que era ahora el tiempo en el que empezó está rareza.

 

Procuro colocar toda su atención en el camino, así, tal vez esos pensamientos y emociones se disiparían.

 

No sabía que Tulio estaba decidido a dar un paso en frente. Lo quería todo.

Chapter 4: ᗰEᑎTE ᗩᗷIEᖇTᗩ, ᑕOᖇᗩᘔóᑎ ᑕEᖇᖇᗩᗪO

Summary:

Tulio piensa estar en el paraíso, pero ninguno de sus intentos de avances en su relación salen bien.

El que dará el primer paso será el que tiene la mente abierta a pesar de no tener el corazón entregado a nadie.

Chapter Text

 

Parecía que había llegado al paraíso, de alguna manera, pasar tanto tiempo al lado de Miguel conmovió a Tulio. Normalmente estaban haciendo fraudes, jugando algún juego de azar o pasando tiempo con alguna chica.

 

Era muy enérgico, apenas y lograba alcanzarlo ya que avanzaba realmente rápido.

 

Su sonrisa resplandecía como el mismísimo sol. En algunos momentos, Tulio podía jurar que la melodía de una canción se escuchaba en el aire.

 

Algo que realmente fastidiaba a Tulio, ya que en cada intento de acercarse, el rubio siempre conseguía alejarse.

 

Por un momento lo perdía y de repente ya podía tenerlo detrás de él o a un lado preguntándole porque se había ido a otra parte

 

Estaban los momentos en los que ambos subían al caballo y podían tener un contacto especial.

 

Tulio lo observaba con atención, observando cómo lo holgado de su ropa con la tela que rebotaba con cada movimiento a la vez que se arremolinaba con el viento.

 

Lograba percibir la figura de su torso con el movimiento de la tela y su imaginación le daba una imagen completa al observar su pantalón a la medida.

 

Tenía una cintura particularmente pequeña a pesar de tener un buen pectoral, era un cuerpo que definitivamente quería ver desnudo… otra vez. Pues un par de veces lo había visto.

 

Estiró sus brazos intentando sostenerlo por la cintura, sus ojos parecían querer salir de sus órbitas mientras fruncía el ceño y se volvía un tomate por la idea de volver a tocar su cintura.

 

De repente, lo recordó.

 

¡Hundió su rostro en el trasero de Miguel!, Joder, ¡Había cumplido un sueño y ni siquiera lo disfrutó!

 

Alejo sus manos para colocarlas en su rostro mientras soltaba un gruñido.

 

Al no sostenerse de nada y cubrir su vista, no se percató del gigantesco tronco que se aproximaba a ellos de una forma muy peligrosa y que provocaría un frenón.

 

— ¡Wow!, ¡Altivo!, ¡Espera! , ¡Ah! —, exclamó Miguel exaltado al aferrarse al cuello de altivo.

 

— ¡Ah! —, apenas logró voltear cuando Tulio salió volando por los aires debido a la inercia de un frenón de caballo.

 

Sacudió sus manos y piernas mientras se mantuvo en el aire durante unas milésimas de segundo, gritando hasta que fue silenciado al plantar su rostro contra el barro.

 

Al igual que su rostro, todo su cuerpo cayó sobre el húmedo y sucio barro, cubriéndolo por toda la delantera.

 

— ¡Uy!, ¿Tulio?, ¿Estás bien? —, preguntó Miguel algo angustiado, no por el golpe que se dió el pelinegro, si no por la reacción que éste tendría al levantarse, era obvio que no se había lastimado físicamente.

 

El otro plantó sus dos manos en la tierra para intentar levantar su rostro, al igual que movió una pierna hacia un lado para impulsarse.

 

— Esto es una- —, nuevamente fue silenciado por el barro en su rostro cuando sus manos se deslizaron hacia el frente y lo hicieron caer.

 

— ¡Déjame ayudarte! —, comentó Miguel con cierta emoción y con una sonrisa alegre en el rostro al bajar de altivo con un salto.

 

— ¡Déjame en paz!, ¡Miguel! —, exclamó fastidiado al volver elevar el rostro y girar su cabeza hacia el.

 

Miguel dió un salto al ver su rostro, ahogó una risa al verlo, parecía ser un monstruo de barro, uno muy desnutrido.

 

— ¿¡De que te ríes!?, ¡No te quedes allí y ayúdame! —, se quejó al impulsarse y sentarse sobre sus piernas, estirando sus brazos empapados hacia el rubio.

 

— ¿No habías dicho que te dejará en paz? —, preguntó en tono burlesco.

 

— ¡Solo ven y ayúdame!, ¡Esto es tu culpa, así que ya Levántame! —, se quejó entre gruñidos.

 

— Fue tu culpa por no ver el frente como yo, ¿Que estabas viendo? —, respondió Miguel entre risas al estirar su mano derecha y aplicar fuerza hacia atrás para ayudar al levantarlo con lentitud.

 

Tulio se quejó al casi caerse hacia atrás al impulsarse y quedar agachado aún.

 

— Sé que la vista es bella, pero debes concentrarte o te pasara esto otra vez —, siguió Miguel aún entre risillas.

 

Pensaba que el rostro fruncido y ruborizado de Tulio era por la vergüenza de haber caído en barro, pero en realidad era por lo que le estaba comentando.

 

Estaba lamentándose por no haber disfrutado de la sensación de su trasero en su rostro, ¿¡Cómo le diría algo como eso!?. Tulio simplemente permaneció en silencio mientras parecía estar furioso.

 

— Solo estaba viendo el- ¡Agh! —, jadeo al sentir un gran arrastrón hacia el frente.

 

Al estar ya por completo de pie, se paralizó al estar nuevamente frente a frente con Miguel.

 

Cerró su boca y sus ojos se abrieron de par en par mientras que aún seguía frunciendo el ceño.

 

El siempre tuvo el conocimiento de que era el más alto y delgado, Miguel era más pequeño pero de hombros y complexión más amplia a pesar de su delgada cintura.

 

Tenía la cabeza inclinada mientras que Miguel lo observaba al elevar el rostro con una gran y brillante sonrisa en los labios.

 

Habían juntado sus cuerpos, por un momento logró percibir la forma de aquellos pectorales contra la parte baja de los suyos.

 

— ¿Él qué? —, preguntó Miguel con un tono burlesco.

 

— E-El... Ajam, el paisaje —, respondió después de aclarar su garganta y hacer retroceder al otro al empujarlo ligeramente con una mano en su pectoral. — Ugh —.

 

Se quejó al apartar su mano y percatarse de que había cubierto al otro de barro, su pecho y abdomen.

 

— Ahora ambos estamos sucios, fantástico —, se quejó Tulio al hacer una gran mueca de disgusto.

 

— No te molestes por esto, ¡Ensuciarse es parte de la aventura! —

 

— ¿Cubrirse de barro como animales es parte de la aventura? —, preguntó con gran molestia al sacudir sus manos, intentando quitarse algo de barro de encima.

 

— Eh... ¿Si? —, respondió sonriente pero con cierta inseguridad.

 

— Odio tu concepto de aventura. Si quieres que continúe y robe ese oro sin que se caiga de mis brazos al parecer un chimpancé, tendré que lavarme —

 

Entonces se dió media vuelta y comenzó a caminar hacia el frente, apartando las hierbas y ramas en el camino.

 

— ¡Tulio!, Espera, por allí no es —, exclamó Miguel mientras corría hacia altivo para subirse de un salto.

 

— ¡Iré por dónde yo quiera hasta que encuentre dond- ¡Ay! —, de repente una rama que él había empujado regresó con gran rapidez para golpear su frente. Se llevó ambas manos a la frente mientras gruñía con gran fastidio, su frente ardió como si la hubiesen golpeado con un látigo, — ¡Joder! —.

 

— Creo que es mejor que yo siga guiando —, comentó Miguel con una sonrisa nerviosa al llegar al lado de Tulio.

 

Tulio se giró hacia el, observándolo, pensando que a pesar de que tenía el torso cubierto de barro, seguía viéndose radiante al montar a aquel caballo.

 

— Vamos, iré lento esta vez —, comentó el rubio mientras extendía una mano y sonreía con calidez.

 

Tulio arqueo una ceja, pero estiró su mano y sostuvo aquella con gran firmeza para impulsarse y subir al caballo.

 

Se quedó allí en silencio durante quince minutos mientras que Altivo iba trotando debido a que había mucha maleza que Miguel apartaba con su espada.

 

No podían ir rápido, debido al accidente que habían tenido. Para su mala suerte, una lluvia tupida comenzó a ver sobre de ellos.

 

Se refugiaron durante unas horas por debajo de la maleza, refugiándose a pesar de que ya estaban empapados y sucios. Tulio pensó en enjuagarse con la lluvia, pero pensó en lo arriesgado que sería si esta siguiese por mucho tiempo, no se secaria y se enfermaria.

 

Lo único bueno del momento, es que ambos se sentían repentinamente nerviosos debido a que tenían sus cuerpos de lado, pegados al hombro del otro.

 

En silencio, ambos sostenían sus piernas mientras temblaban por el frío, se miraron de reojo.

 

— ¿Q-Qué me ves? —, preguntó Tulio a la defensiva a pesar de sentirse ansioso.

 

— Nada... Es que, realmente tengo frío... —, respondió Miguel apartando la mirada con una tímida sonrisa en los labios.

 

¿Qué rayos les pasaba?, Pensaban ambos. Parecían estudiantes de secundaria.

 

La diferencia era que Tulio entendía sus sentimientos y Miguel no, este sí que era un joven adolescente que no entendía que era el amor... Pero sí sabía sobre otras cosas.

 

Nuevamente giraron sus rostros y se miraron a los ojos, esta vez con más seriedad y nerviosismo.

 

Miguel hizo una gran mueca, pues se sentía confundido al sentir como su corazón se aceleraba cada vez más rápido cuando el pelinegro comenzaba a inclinarse hacia él.

 

"Es el momento", pensó Tulio al girarse hacia él y tomar aquel rostro para que lo viese directamente, acariciando sus mejillas.

 

Miguel tenía los ojos muy abiertos, tal vez era por los nervios y la confusión. No se movió para nada al sentirse sorprendido.

 

A la vez, Tulio estaba a unos centímetros de su rostro, abrió su boca ligeramente y comenzó a cerrar los ojos cuando percibió que en cualquier momento lo besaría.

 

— !Ay! —, soltó un alarido de disgusto al sentir como su coleta había sido jalada hacia atrás con violencia, haciéndolo retroceder de golpe.

 

Altivo mordió su coleta y lo hizo caer de espaldas, deshaciendo el agarre que tenía con Miguel.

 

— ¿¡Qué demonios!?, ¡URGH! —, se quejó al sentir como el agua caía sobre su rostro y entraba a su nariz y ojos.

 

El rubio se quedó paralizado pues aún esperaba algo más, pero al oir como se quejaba el otro comenzó a reír y a señalarlo.

 

— Parece que Altivo aún no te quiere, ¡El agua se está metiendo a tu nariz! —, comentó burlesco.

 

— Ugh... —, ruborizado, Tulio se levantó mientras intentaba retirar el agua y lodo de su rostro, — Tu estúpido caballo volvió a morderme —, gruñó.

 

— Es porque yo soy su favorito, no debe de querer que nadie se acerque  —, comentó con orgullo a la vez que el caballo intentaba acercar su cabeza hacia Miguel en búsqueda de caricias. — ¡Es un buen caballo! —, comentó al abrazarlo por el cuello y acariciarlo.

 

Altivo disfrutó de las caricias con gran placer, mientras que Tulio se sentaba y trataba de secar su rostro.

 

— Mh... —, gruñó al hacer una gran mueca de disgusto. — La próxima vez, lo regresaré al mar —.

 

Miguel soltó una leve risa para ver hacia el horizonte con una gran sonrisa, sus cejas se arquearon por cierto sentimiento de vergüenza.

 

Entonces, sus ojos se iluminaron, Tulio lo observó con molestia en su expresión, pero sus ojos también se abrieron de golpe.

 

Ambos observaron la belleza frente a ellos. El rubio admiraba con gran éxtasis la forma en la que el sol comenzaba a asomarse entre las hojas de las plantas, con los rocíos de lluvia, todas parecían estar adornadas de diminutos diamantes relucientes que caían cuando el viento las hacia agitarse.

 

Tulio observaba al hombre frente a él, sus cabellos rubios ondeaban el viento, fusionándose con la luz del sol, parecían pertenecer a la luz del sol. Su rostro también recibía aquella luz del atardecer provocaba que aquellos ojos verdes pareciesen un par de esmeraldas recién pulidas. Al igual que sus dientes que eran revelados por una gran sonrisa, parecían un montón de perlas apiladas en una perfecta sonrisa.

 

— ¡Mira, Tulio! —, señaló con entusiasmo hacia una cueva dentro de una gigantesca roca para levantarse y correr hacia allá de forma impulsiva.

 

— ¡Miguel! —, exclamó al perseguirlo al lado del caballo.

 

Dentro estaba una de las pistas del mapa en el techo, la forma de una ave a partir de los rayos de sol que comenzaban a salir entre la llovizna.

 

— Ugh... —, se quejó el pelinegro al alcanzarlo.

 

A partir de ese momento siguieron el mapa, más Miguel, ya que desde lo sucedido debajo de la lluvia, Tulio estaba más gruñón de lo normal.

 

En uno de esos momentos tenían que pasar por un lago, pero por la ansiedad de limpiarse y de simplemente seguir su camino se topó con pirañas que después, con la ayuda de Miguel, atraparon y cenaron.

 

Miguel intentaba ya no burlarse tanto de Tulio, pensó que aquella era la razón. Pero realmente seguía furioso con el caballo, si intentaba tocarlo o hacer algún movimiento, este lo mordisqueaba o empujaba.

 

¿¡Por qué ese animal era tan malditamente celoso!?.

 

Al día siguiente volvió a hacer lo mismo, también estaba furioso con Miguel porque él no hacía nada al respecto, solo se burlaba.

 

Nuevamente se encontró con otros animales, esta vez con bichos chupasangre que se le pegaron en todo el cuerpo al tropezar dentro de un lago.

 

Fuera de ella Miguel comenzó a retirarselas... El problema no solamente era lo doloroso que se sentía, también que Miguel lo estaba tocando desnudo.

 

"¿¡Qué carajos me pasa!?, ¿¡Ahora solo me emociono por esto!?, ¿¡Tan desesperado estoy!?", Gruño en su interior.

 

Miguel trataba de ocultar su sonrisa, pero era imposible hacerlo, era algo que le parecía muy divertido.

 

Mientras tanto Tulio trataba de concentrarse y relajarse porque pensaba que se estaba comportando como un estúpido.

 

Se llevó una mano a la frente mientras se quejaba, su otra mano la colocó sobre su muslo, allí fue cuando sus ojos se abrieron como platos y se tornó pálido.

 

Bajó la mirada y se percató de su erección. Rápidamente elevó la mirada y colocó sus manos sobre su entrepierna.

 

— ¡Tengo que regresar al lago! —, exclamó.

 

— ¿Qué?, ¿Por qué harías eso?, Tendrás marcas de por vida —, respondió burlesco y divertido.

 

— ¡Buscaré otro entonces! —, exclamó al levantarse de golpe.

 

— ¡Ey!, Espera, aún faltan algunas sanguijuelas —, comentó al seguirlo cuando comenzó a caminar hacia el bosque. — ¿¡A dónde vas!? —.

 

— ¡A buscar otro lago! —

 

Miguel frunció el ceño confundido mientras lo seguía con rapidez, el otro estaba casi corriendo, como si estuviese llegando tarde a algún lugar.

 

— ¡Espera!, Harás que nos perdamos —

 

— ¡No me importa tu estúpida aventura! —

 

— ¡Ey!, Oh —, de repente, a pesar de la repentina furia, se sintió sorprendido al ver lo que se encontraba frente a él.

 

Tulio refunfuño mientras observaba al otro por encima de su hombro.

 

— Te lo repetiré de nuevo, si no encuentro un lugar donde descansar y asearme, no segui- ¡Agh! —, fue interrumpido cuando al dar un paso, este no encontró fondo, llevando todo su cuerpo a un pequeño estanque de agua caliente.

 

— ¡Tulio! —, exclamó preocupado al correr a la orilla.

 

Tulio no tardó en asomar su cuerpo al dar un salto, el agua le llegaba a la cintura. Elevó los brazos y los sacudió por los lados.

 

— Bien... Creo que lo encontré —, comentó después de toser un par de veces y regresar en sí.

 

Miguel sonrió, finalmente pudo ver qué Tulio se sentía algo relajado. Observó cómo algunos bichos reaccionaron al agua y saltaron al despegarse, pero cayeron al agua, seguramente morirían allí.

 

— ¿Así está bien? —

 

— ¿Qué? —

 

— El agua —

 

Miguel apartó la mirada mientras hacía una gran mueca, la verdad es que no buscaba algo caliente... Aquello haría más dolorosa su erección, pero era algo.

 

— Supongo —

 

Entonces prosiguió a sentarse en el fondo del estanque para retirarse su ropa inferior y arrojarla fuera del mismo.

 

Miguel que tenía su camiseta la arrojó a un lado, entonces, paralizando a Tulio, comenzó a desvestirse sin pudor.

 

El pelinegro apartó la mirada, tratando de disimular su sorpresa.

 

— ¡Aquí voy! —, exclamó el rubio al comenzar a introducir sus piernas al sentarse en una orilla.

 

Movió las piernas mientras se acostumbraba al agua, entonces, sonriente observó a Tulio, el cual había cerrado los ojos mientras hacía una mueca y mantenía la mirada apartada y brazos en el agua.

 

Sus manos estaban posicionadas sobre su entrepierna, aún trataba de ocultar su erección.

 

Miguel lo observó con sorpresa, entonces una sonrisa irregularmente traviesa se dibujó en su rostro.

 

— ¿Por qué lo ocultas? —

 

— ¿Qué?, ¿¡Qué cosa!? —, respondió al abrir los ojos y observarlo con una sonrisa nerviosa.

 

— Tienes una erección, ¿No?, Porqué no encuentro ninguna otra razón para que te cubras —, comentó para dejarse caer en el agua.

 

— ¡No!, ¡Claro que no! —, exclamó con el ceño fruncido.

 

— Soy tu mejor amigo, puedes mostrarlo sin ningún problema —, dijo mientras se colocaba de frente contra el agua, dejando flotar su cabeza y parte de su cuerpo sobre el agua.

 

— ¡Te digo que no! —, entonces dió un salto al percatarse de que comenzaba a nadar hacia él, sacando su torso del agua y elevando sus brazos, — ¿¡Qué haces!? —

 

— Puedo ayudarte con eso —, le sugirió con la misma voz alegre de siempre, pero con una sonrisa que Tulio jamás le había visto y recién se había percatado de que la hacia.

 

— ¿¡Qué!?, ¿¡Estás loco!? —, exclamó con nerviosismo y con cierta molestia al dar un pequeño salto hacia atrás y sentarse en la orilla.

 

Miguel ya estaba frente a él, este saco sus brazos y deslizó sus manos por aquellos delgados muslos, se acercó tanto que ya tenía el pene erecto de Tulio frente a su rostro.

 

— No, creo que no lo estoy. Simplemente pienso que te haría un favor si lo hago —

 

Aquello fue como un abrir de ojos para Tulio. Miguel era un ingenuo en cuestión de las relaciones sentimentales... Pero era un completo sabio experimentado en la cama.

 

No tenía ningún tabú en hablar de sexo, no había vergüenza alguna en aquel rostro.

 

Siempre tuvo el conocimiento de que era de mente abierta... Pero ahora lo demostraba de una mejor manera.

 

Tulio lo observó cuando tomó su pene con una mano y comenzó a masturbarlo con lentitud mientras lo observaba al rostro.

 

— Tu pene es más largo que el mío... Pero también es más delgado —, comentó con una voz más suave y arrastrada.

 

— ¡No hagas comentarios sucios! —, exclamó Tulio ya completamente ruborizado. — Ugh... Está bien, hazlo —.

 

— Pensé que me rechazarías... Nunca había tenido sexo contigo —

 

— ¡N-No estamos teniendo sexo!, ¡Es solo una... Ajam... Una mamada —, comentó ya avergonzado mientras hacia una mueca y apartaba la mirada. — Supongo... Que es la primera vez que haces esto con un hombre —

 

— No, no lo es —, respondió sonriente casi de forma inmediata.

 

— ¿¡Qué!? —, respondió exaltado al volverlo a ver a sus ojos.

 

— Ya se lo había mamado antes a otros hombres —

 

— ¿¡Que tú QUÉ!? —

 

— ¿No es mejor tener experiencia? —, dijo para inclinar su cabeza sin apartar la mirada del rostro de Tulio, — Estoy seguro que no sería una buena experiencia si no fuera un experto —

 

Entonces lo hizo estremecerse cuando estiró sus labios y beso la parte superior de su pene.

 

Sacó su lengua y comenzó a dibujar círculos sobre la cabeza. Tulio hizo una mueca, extendió su mano derecha para colocarla sobre la cabeza de Miguel.

 

— Carajo... Perderé la cabeza —

 

Chapter 5: ᗩᗰIGOᔕ ᑕOᑎ ᗪEᖇEᑕᕼOᔕ

Summary:

Miguel ha tomado un paso importante con Tulio, el cual, comenzará a perder la cabeza, ha estado esperando este momento desde hace mucho tiempo.

Chapter Text

 

 




Miguel sostuvo aquel miembro con una mano mientras que su lengua salía con lentitud y acariciaba la punta como si la estuviese saludando.

 

La introdujo con lentitud a su cálida boca mientras la sostenía con su otra mano, sosteniendo la parte más baja del pene para masturbarlo con lentitud.

 

Tulio jadeó ante la repentina ola de calor en sus mejillas y entrepierna... Se sentía muy bien.

 

"¿Cuánto ha practicado este bastardo?, ¿¡Y con quiénes!?", Pensó.

 

Sus manos lo masturbaban con movimientos cortos y suaves de arriba hacia abajo mientras que su boca se concentraba en la punta.

 

Su cabello dorado y húmedo rebotaba y se mecía cómo pequeñas olas siguiendo el movimiento de su cabeza.

 

Sus largas y doradas pestañas se mantenían cerradas, sus blancas y rosadas mejillas se hinchaban con el movimiento de la punta del pene y de los movimientos de su lengua en su boca.

 

Sus caderas se elevaban al inclinar su cabeza, asomando ligeramente su desnudo, húmedo y blanco trasero.

 

Por su piel caían gotas del agua de las aguas combinadas con el sudor de su cuerpo que era iluminado por la misma humedad.

 

Todo eso era admirado por Tulio, el cual hacia una gran mueca al intentar resistirse al climax.

 

Pero todo explotó cuando Miguel abrió los ojos y lo observó a los suyos con cierto deseo mientras arqueaba sus cejas.

 

— ¡Ngh! —, gimió entre dientes al hacer una mueca y juntar los dientes al tratarse de contener.

 

Aquella mirada fue suficiente para que su cuerpo se estremeciera hasta el éxtasis, explotando tan pronto por toda la tensión que salió en un segundo.

 

Miguel soltó el miembro al dar un salto por la sorpresa, se llevó una mano a la boca, elevando ambas cejas por la sorpresa. 

 

Tulio se había corrido en su boca y garganta, además, había sido una gran cantidad.

 

Llevaba meses sin conseguir correrse, estaba realmente espesa.

 

— ¡Mi dios!, ¡No lo tragues!, ¡Escupe! —, le ordenó Tulio angustiado mientras se metía en el agua y extendía sus brazos hacia él.

 

El rubio bajo la mano al abrir la boca y sacar la lengua, el semen líquido y espeso comenzó a resbalar con lentitud.

 

Hizo una mueca de disgusto, tenía un sabor amargo y le desagrado, pues algo se había tragado.

 

— Bleh... —, se quejó al sentir ciertas lágrimas salir de sus ojos.

 

Al elevar la vista, se agitó al encontrar la mirada fija se Tulio, el cual se encontraba justo frente a él.

 

Paralizado, Miguel tragó lo que quedaba en su boca, aquello lo hizo volver a saltar y darle la espalda al otro.

 

Escupió un par de veces sacando la lengua.

 

— ¡Buargh!, Sabe muy mal —, se quejó.

 

De repente sintió una mano en su cintura, giró su cabeza con sorpresa, topandose con el rostro de Tulio muy cercano a él.

 

Su mirada era anhelante, cargada de deseo y pasión. Era la primera vez que lo veía de esa forma.

 

— Tulio, ¿Qué- Mh —, fue silenciado cuando besó sus labios.

 

Miguel mantenía unos ojos muy abiertos, confundido y sorprendido ante los movimientos de Tulio, el cual parecía querer comérselo. Era su primer beso con él.

 

"¿Esto es real?, ¿Debería detenerlo?", Pensó Miguel.

 

Pensaba en decirle que se detuviera, pero su cuerpo no obedecía, dejándose llevar al cerrar los ojos y corresponder aquel hambriento beso.

 

Se sentía algo nervioso... Tal vez había mamado algunas pollas, pero solo había tenido sexo con muchas mujeres y con un solo hombre.

 

Su única experiencia de sexo gay había sido con uno de esos hombres que insistió demasiado en una solitaria noche de bar… fue muy seductor y era realmente atractivo.

 

Alto, musculoso y peludo, tal vez era un marinero. Nunca se lo pregunto.

 

Había habido otras propuestas, pero jamás aceptó. Con este hombre, todo fue muy casual, pero exquisito.

 

Ahora todo era muy diferente... Aquel era un desconocido, ahora se trataba de su mejor amigo, el cuál tenía una complexión completamente diferente… pero le despertaba una sensación más placentera que aquel hombre.

 

— No... No deberíamos de hacer esto, es diferente —, susurró Miguel al alejar sus labios del otro. — ngh... —

 

Tulio tomo su rubia cabellera por la nuca y lo hizo elevar el rostro, girando levemente su cabeza nuevamente hacia su propio rostro.

 

— ¿Porqué es diferente conmigo? —, preguntó mientras mantenía la mirada fija en aquellos labios nerviosos.

 

— Somos compadres... Tener "esto" podría cambiar las cosas —

 

— Pues... Si lo mantenemos en secreto, podremos seguir siendo compadres aunque lo sigamos haciendo... Ya has hecho esto antes, ¿No? —

 

— ¿¡Seguirlo haciendo!?, Espera Tulio, eso es... —, se giró por completo hacia Tulio mientras mostraba preocupación en su rostro — ... Muuuy diferente, solo me he acostado casualmente con un hombre desconocido. Tu eres mi mejor ami... Go —

 

Sus palabras salieron más lentas cuando Tulio sostuvo su cintura con ambas manos y lo atrajo hacia el, pegando sus cuerpos húmedos.

 

— ¿Sexo casual?, Eso me gustaría —, comentó Tulio con una gran sonrisa, — Qué sugerencia más atractiva —.

 

— Eso... Creo que no es lo que dije —, respondió inseguro de sus palabras al hacer una mueca.

 

Tulio era muy astuto y Miguel algo ingenuo. Por ello, el pelinegro sentía más facilidad al tomar el mando.

 

— Escucha, el sexo no podría cambiar nuestra amistad, más si lo hacemos sin compromiso, ya sabes, amigos con derecho —

 

— ¿¡Amigos con derecho!?, No... No lo sé —, respondió aún inseguro pero algo ansioso por las manos que bajaban hacia su trasero.

 

— Podríamos probarlo una vez —, dijo arqueando una ceja mientras sonreía ampliamente, — Intentemoslo ahora y ya veremos si continuamos con esto —

 

Miguel dudó, la verdad, es que aquellas manos en su trasero, aunque le causaban ansiedad, le gustaban.

 

Cierto cosquilleo circulaba en su vientre y pecho con un corazón enloquecido.

 

Bajó la mirada, su respiración se agitó al percibir cómo aquel miembro que había mamado apenas hace unos momentos volvía a hincharse sobre su ombligo.

 

— Podríamos... Intentarlo —, comentó con cierta timidez, — Entonces… tengo que hacerlo —, retrocedió unos cuantos pasos, se giró para darle la espalda al otro con cierta timidez, apoyándose en la orilla del lago termal, — Lo haré —.

 

— ¿Qué haces? —, preguntó Tulio al hacer una mueca y bajar sus brazos.

 

Una de las manos del rubio se deslizó hacia la línea entre sus nalgas, sus dedos bajaron hasta tocar su ano e introducir lentamente uno de ellos.

 

— Tengo que prepararlo... —, dijo al girar su cabeza, una sonrisa se dibujó en sus labios, de repente sus nervios habían desaparecido, — ... Debo hacerlo o dolerá para ambos —.

 

Tulio lo observó, dejó escapar un jadeo cargado de placer mientras colocaba su atención en cada uno de los movimientos del rubio.

 

Su dedo salía y entraba con gran lentitud, parecía ser absorbido por el mismo, cuando introdujo el segundo dedo, su espalda se arqueó.

 

— Miguel... —, lo llamó con suavidad.

 

Su voz no llegó al rubio, pues este comenzó a sumergirse en el goce. Elevó sus caderas... Aún le sorprendía lo placentero que era meterse algo en el trasero.

 

Tulio comenzó a caminar hacia el, al llegar a su espalda deslizó una de sus manos hacia el frente, tocando el pecho del rubio y atrayendo la parte superior de su espalda.

 

Cuando el otro sumergió el tercer dedo en su entrada giró su cabeza hacia Tulio, abrió la boca, anhelante.

 

— Tulio... —, susurró.

 

Tulio, sintiéndose incapaz de resistir, inclinó su cabeza y comenzó a besarlo de forma tierna pero furtiva.

 

Acarició sus caderas, sintiendo el movimiento de las mismas al embestirse a si mismo repetidamente.

 

Jadeante, Tulio se apartó, disfruto de la sensación de tocar aquel cuerpo que deseo durante años mientras besaba su cuello.

 

— Mételo... —, rogó Miguel para sacar sus dedos y abrir sus nalgas con sus propias manos.

 

Sin decir nada más, Tulio comenzó a meter su pene erecto con suavidad. Miguel tembló, soltando sus nalgas, una de sus manos busco a Tulio y lo sostuvo de sus caderas, su otra mano simplemente se elevó hacia un lado.

 

Su cabeza se giró hacia el frente, pero, debido a que Tulio quería seguir viendo su rostro, estiró su mano derecha sobre sus hombros y tomo su rostro, haciendo girar nuevamente.

 

 

Su rostro expresaba un profundo placer que lo hacía temblar. Cuando entró por completo, prosiguió a cerrar los ojos y disfrutar de las diferentes sensaciones.

 

Estaba muy estrecho, caliente y húmedo. Lo absorbía con gran hambruna y la sensación de aquellas nalgas tocando su cuerpo era espectacular.

 

Comenzó a moverse con lentitud, sacando solo un poco de su pene y volviéndolo a meter en lentas embestidas.

 

— A-Aun no... —, susurró tembloroso, Miguel sentía algo de dolor, pero los movimientos lentos se sentian bien.

 

— Solo... Un poco más —, susurró Tulio a su oído.

 

Movía su cadera con gran lentitud, se mordía el labio inferior debido a que deseaba controlar su ímpetu de embestirlo con fuerza.

 

— ¿Se siente bien? —

 

— Ah... Si... Creo que sí —, respondió Miguel con voz arrastrada y con una respiración que se agitaba con lentitud.

 

— ¿Cuántas veces lo haz hecho por el trasero? —

 

— Tú... —, elevó la mirada y lo observó directamente a los ojos mientras que se le escapaba su típica y amplia sonrisa, — Eres el segundo… ha… que me folla, tu pene es el segundo q-que me da su semen —

 

El otro jadeo, pues, de alguna manera le emocionaba saber que solamente un hombre había pasado por la cama de Miguel... Y también le excitaba escuchar salir palabras sucias de su boca.

 

— ¿Si?... —, preguntó para empujar la espalda de Miguel, el cual dobló su torso, — No dobles tus piernas —

 

— ¿Qué- ¿Qué haces? —

 

Tulio tomó sus muñecas y se acomodo para quedar justo a sus espaldas. Miguel, algo confundido, giró su cabeza hacia él.

 

— ¿Tu- ¡NGH!, ¡AH! —, gimió con fuerza al sentir como el pene dentro de su estómago salía casi por completo con rapidez y se volvía a introducir hasta el final con gran velocidad.

 

Su cabeza cayó frante a él siguiendo los movimientos de su cuerpo, el cual rebotaba hacia el frente y hacia atrás repetidamente.

 

— ¡Nah!, ¡Mh!, ¡Ha! —

 

Tal vez era por la humedad de las aguas termales, pero su agujero estaba tan húmedo que las embestidas no lo lastimaban a pesar de su estrechez.

 

El agua saltaba y salpicaba, sus sonidos se combinaban con el golpe de sus pieles humedad.

 

Su trasero saltaba junto con él, elevandose y chocando con el abdomen de Tulio, el cual había perdido la razón y ahora se lo follaba con desesperación.

 

Era deliciosa la sensación, pues cada vez que golpeaba su interior, su cuerpo temblaba y dejaba emitir eróticos y fuertes sonidos de su boca y cuerpo húmedo.

 

Sus pies caminaron por el movimiento de sus cuerpos, haciendo que Miguel chocará con la orilla.

 

Allí, tumbó su torso y deshizo el agarre en sus muñecas al buscar apoyarse en el suelo.

 

Entonces, las manos de Tulio que sostenían aquellas muñecas tomaron sus caderas.

 

— ¿A dónde vas?... Aún no terminamos aquí —

 

— Tulio... ¡Nh!, ¡Oh! —, gimió al sentir como sus piernas perdían la fuerza al volver a ser embestido aceleradamente.

 

— ¿Qué tal se siente?, ¿Quieres que sigamos con esto después?... Ah... ¿Te he convencido? —, preguntó Tulio entusiasta al sonreír con lascividad.

 

— Si... ¡Si!, Me gusta esto, ¡Ha!, ¡Qui-Quiero seguir haciéndolo! —, gimió tembloroso.

 

— Entonces... Seremos amigos con derecho —, dijo para detenerse por un momento.

 

Por un momento, varios pensamientos y dudas cruzaron por su cabeza. Era un momento de demasiada calentura… realmente, él no quería algo casual.

 

Eso significaba que Miguel podría estar con cualquier otra persona, incluso de forma romántica.

 

Él lo quería todo, pero, su conciencia apenas era clara por la profunda lujuria y calidez del momento.

 

Se estremeció cuando sintió como el interior de Miguel palpitaba, jadeó al sonreír ampliamente como un loco.

 

— Ha… finalmente estoy dentro de ti —.

 

Entonces, olvidando sus dudas y entregándose nuevamente a la lujuria, abrió ligeramente sus piernas y arqueó su espalda. Sacó su miembro con lentitud, dejando solo parte de la punta dentro.

 

— Ahora dime... ¿Yo soy mejor que aquel hombre con el que te haz acostado? —, preguntó con voz arrastrada y excitada.

 

— ¿Aquel... Hom- ¡NGH!, ¡GAH! —, su espalda se arqueó al sentir como nuevamente fue embestido con bestialidad.

 

Nuevamente repetía el mismo movimiento, sacaba el miembro con lentitud y luego lo golpeaba hasta el fondo con un rápido empujón de cadera.

 

— ¡E-Espera!, ¡HA! —.

 

— ¿Quién te ha follado mejor?, ¿¡Quién!? —, gritó en profunda delicia.

 

Las palabras apenas salían de la boca de Miguel debido al temblor de su cuerpo, cayó sobre la tierra tembloroso debido al orgasmo que lo invadió.

 

Una gran sonrisa obscena apareció en su rostro mientras que sus ojos se perdían al ver hacia arriba.

 

— Si... Ha, Tu eres mejor... —, dijo casi susurrando.

 

— No te he escuchado —

 

— ¡AH!, ¡GAH! —, aulló.

 

Había regresado a las embestidas rápidas y chapoteantes. Aquella era una sensación que muy rara vez llegaba a sentir.

 

La éxtasis recorría su vientre, pene y ano, haciéndolos temblar ante cada movimiento y embestida.

 

— ¡Tulio!, ¡Tulio!, ¡AH!, ¡T-TU ERES! —.

 

— ¿¡Qué soy!? —, le pregunto entre gemidos al estirar una mano y tomar los cabellos de Miguel, elevando su cabeza y rostro extasiado.

 

— ¡Oh!, ¡Ah!, ¡T-Tu eres el que mejor me ha follado!, ¡Si! —

 

Tulio sonrió complacido mientras observaba cómo Miguel llegaba a un Orgasmo seco. Una sensación estimulante para su pene debido a las construcciones en aquel agujero.

 

— No fui el primero... ¡Pero seré el último! —

 

Siguió folladolo durante dos horas, dejando escapar todo ese deseo sexual que había llevado arrastrando desde hace mucho tiempo.

 

Probó con su boca cada centímetro de su piel, saboreandolo para intentar plasmar la sensación en su mente.

 

Perdió la cuenta de cuántas veces lo besó, todas las veces fueron apasionadas, húmedas y desesperadas.

 

El fue quien se desvaneció antes... Pues, Miguel tenía más aguante que él para el sexo y algunas cosas más. Por ello tenía mejor condición.

 

Se limpió y después limpió a Tulio para dormir e hidratarse.

 

Al sentirse bien y después de descansar un buen rato, continuaron con su camino al despertar.

 

Tulio se percató de que Miguel seguía con el mismo comportamiento bobo y alegre de siempre.

 

No habían cambiado muchas cosas... El aún seguía deseándolo con locura y ahora podía tocarlo sin ningún problema, pues eran amigos con derecho.

 

Le sorprendió el hecho de que caminara con normalidad. No sabía que el había dormido más de un día y que eso le había dado la oportunidad a Miguel de sanar un poco.

 

Estaba feliz, así que no puso más trabas en el camino hacia el Dorado.

 

No sabían que aquello... Significaría un gran impacto en sus vidas.

Chapter 6: ᗪIOᔕEᔕ ᖇEᗩᒪEᔕ

Summary:

Han llegado al inicio de su dorada aventura cómo dioses, ¿Qué destino les aguarda?

Chapter Text

 

Se encontraban en el suelo, su caída había levantado una gran cantidad de tierra que los rodeaba con lentitud.

 

Hace poco estuvieron cabalgando entre la neblina pesada y de repente se encontraron cayendo por un pequeño acantilado.

 

Tulio fue el primero en comenzar a levantarse, estaba impaciente por saber dónde estaban y preocupado por Miguel.

 

Escuchó sus quejas e intentó ir por el rubio, pero el escenario frente a él lo hizo cambiar de objetivo.

 

Había una gigantesca roca frente a ellos, parecía tener la figura de dos hombres sobre una criatura.

 

Caminó con rapidez para asomarse hacia la parte trasera de la misma.

 

Al divisar un lago y una gran cascada, la amargura apareció en él. Con gran seriedad caminó hacia Miguel y lo ayudo a levantarse.

 

— Miguel —, lo llamó irritado.

 

— Ay... —, se quejó llevándose una mano a la frente, — Creo que me golpee con algo —

 

Tulio lo observó paralizado, de repente se encontró en una interna batalla consigo mismo sobre su revisar el estado de Miguel o increparlo por el descubrimiento del inexistente El Dorado.

 

Dejó escapar un suspiro y giró sus ojos como un par de huevos volteados, entonces, al tener a Miguel ya de pie se colocó frente a él.

 

— ¿Te lastimaste en alguna otra parte? —, preguntó con amargura mientras se inclinaba y con ambas manos revisaba la frente de Miguel, apartando su cabello y la mano que antes estaba allí.

 

Solo tenía un pequeño golpe, no había rasguños ni cortadas, seguramente después se le hincharía o se volvería morado.

 

— Creo que solo es eso... Me sigue doliendo la cadera —, se quejó.

 

Entonces él rubio abrió los ojos y observó a su alrededor. Tulio se ruborizo ligeramente con la cadera... Ya quería repetirlo.

 

— ¿Dónde estamos?, ¿Nos salimos del camino? —, preguntó Miguel con curiosidad.

 

— Oh, claro que ya llegamos —, respondió con ironía.

 

— ¿¡De verdad!?, ¿Dónde? —, exclamó emocionado para correr apartando a Tulio.

 

Se asomó por los laterales de la gran roca como Tulio con una gran y amplia sonrisa de emoción en el rostro.

 

— ¿¡Dónde!? —, preguntó extasiado.

 

— Escúchame Miguel... —, lo siguió con voz amarga.

 

— ¿¡Detrás de la roca!? —

 

De repente Miguel fue frenado cuando Tulio tomó sus hombros y lo hizo girar hacia él.

 

— Miguel... Tal vez "El dorado" sea la traducción a lo que sería: ¡GRAN ROCA! —, exclamó furioso.

 

— Pero... —

 

— ¿¡Qué es lo que ves!?, Tal vez es hora de aceptar que todo fue parte de una estafa, ¿En qué demonios pensábamos? —

 

Miguel lo observó con tristeza, pues parecía decepcionado pero aún había cierta esperanza en él.

 

— Tal vez si seguimos el arroyo podamos… —

 

— ¡No existe! —, exclamó con furia, — Regresemos al bote y rememos a cualquier otro lado que no sea España para conservar nuestra dignidad —

 

— Pero, Tulio… —, lo llamó con tristeza, — Puede que nos hayamos equivocado —

 

Tulio relajó sus hombros al ver la decepción de Miguel, suspiró para dar un paso hacia él y verlo a los ojos con más cercanía.

 

— Es solo una leyenda, un mito, era más probable que esto sucediera, regresemos y busquemos… una nueva vida —, comentó con cierta calidez.

 

Miguel lo observó con una mueca, seguía sin estar convencido, aún cuando Tulio se inclinó y le dió un pequeño y dulce beso en los labios.

 

— Vamos, ya nos haremos de riquezas después —, dijo para tomar una de sus manos y llevarlo hacia Altivo, el cuál apenas se había recuperado de la caída y no había tenido tiempo de celos.

 

Al subirse, Miguel mantuvo la cabeza baja mientras que Tulio mostraba un gran entusiasmo ante la idea de buscar una nueva vida con Miguel.

 

— Ahora yo dirigiré, veamos… tal vez debamos de ir por- ¡Ah! —, gritó cuando Altivo dio un gran salto después de un estruendo.

 

Una persona había chocado contra ellos, estaban tan metidos en ellos que no habían escuchado nada más. Ahora una chica estaba en el suelo con un objeto en los brazos que parecía ser de bronce por el color.

 

Ambos la observaron con confusión y curiosidad cuando un grupo de indígenas armados aparecieron por el otro lado de la roca.

 

Todos jadearon por la sorpresa al verlos. Altivo relincho al ponerse en dos patas y tratar de hacer que los extraños retrocedieron.

 

Todos los observaron con gran curiosidad e interés mientras que atrapaban a la mujer que estaban persiguiendo.

 

— ¡Ah!, ¡Buenas tardes! —, exclamó Tulio con nerviosismo mientras que una de sus manos se elevaba ligeramente en forma de protección hacia Miguel, — Solo andábamos por aquí, ¡Somos turistas!, Tu-ris-tas —

 

El grupo de aborígenes los miraron dudosos, decidieron llevarlos apresados, no sabían quiénes eran pero tenían una apariencia completamente diferente a las suyas.

 

Tal vez… podría significar algo más.

 

Miguel, Tulio y Altivo no sé resistieron, temerosos a la reacción de los hombres si se atrevían a rechazarlos.

 

Ya la habían pasado mal con Cortés.

 

Obedientes y resignados los siguieron hacia la extraña cascada, haciendo que las atravesaran. Entonces bajaron de Altivo.

 

Había un río dentro de la cueva detrás de la cascada, era un lugar enorme y oscuro, había pilares de roca por los laterales y sobre el río había una balsa.

 

Los hicieron subir en la misma en silencio, nerviosos, Miguel y Tulio se sentaron al lado del otro, observando cómo la chica frente a ellos los fulminaba con la mirada.

 

Trataron de ignorarla al apartar la mirada y observar a su alrededor, habían comenzado a avanzar.

 

Tulio observó de reojo a Miguel, aterrado antes la idea de haberle cumplido un capricho que los estaba llevando a su posible muerte.

 

No estaba enojado con él, sentía una gran preocupación.

 

Al verlo, se percató de las líneas finas y doradas del sol que comenzaban a caer sobre sus cabezas y sus ojos. Volvió a observar frente a él.

 

Ambos se percataron de que, el objeto que la chica llevaba brillaba en un hermoso y brillante dorado cuando antes parecía ser algo de cobre.

 

Sorprendidos y confundidos se giraron hacia donde provenía la iluminación, entonces, al apartar las lianas, divisaron un enorme y espectacular escenario.

 

"¡El dorado!", Expresaron ambos al mismo tiempo.

 

Con asombro observaron la magnífica belleza de las doradas construcciones que rodeaban las orillas del río, al final de este, se encontraba una enorme pirámide que brillaba como el sol.

 

Gente de piel canela comenzaba a verlos por curiosidad, rodeándolos por todas partes, hombres, mujeres, niños, personas de diferentes edades y tamaños. Se sintieron intimidados ante ellos.

 

Al llegar a un tipo de orilla bajaron y caminaron de lado a lado, buscando no separarse en ningún momento, pues siguieron siendo rodeadas con personas que los observaban con asombro, entonces se subieron a Altivo.

 

— Bueno… ha sido un placer conocerte —, le susurró Tulio a Miguel con cierta tristeza.

 

No se dieron cuenta que un par salía corriendo para dar aviso de su llegada a los jefes de la civilización, los cuales comenzaron a dirigirse hacia ellos con gran rapidez.

 

— Q-Quiero que sepas algo… —, le susurró Miguel mientras mostraba un rostro angustiado.

 

— ¿Qué cosa? —, le preguntó con algo de emoción.

 

— Disculpa por la chica de Barcelona… —

 

— ¡¿Qué!? —, se llevó una mano al rostro, le causó gran desesperación, después de lo que ha pasado recientemente… ¡¿Miguel aún piensa que el es heterosexual!?, — Realmente eres… —

 

— ¡Helos aquí! —, aulló una poderosa voz sobre la pirámide, llamando la atención de todos, pues hablaba con gran habilidad y autoridad, — ¡Como las profecías lo presagiaron!, ¡El momento de los juicios ha llegado! —, exclamó con gran entusiasmo.

 

Detrás de él apareció otro hombre vestido de forma ostentosa, solamente que era obeso y se veía realmente enojado e incómodo.

 

— ¡Ciudadanos! —, exclamó el mismo hombre para comenzar a bajar de la pirámide con gran felicidad y entusiasmo, — ¿Acaso no dije que los dioses se presentarían? —.

 

Miguel y Tulio se giraron rápidamente para observar a su alrededor, de repente, lo entendieron, observaron a aquel hombre con atención.

 

— ¡Mis señores! —, se dirigió a ellos con gran formalismo entusiasta, — Yo soy Tzekel-Kan, su devoto fiel sacerdote y vocero de los dioses —, dijo para hacerles una rápida reverencia.

 

— Ah… Hola —, respondió Tulio con una sonrisa nerviosa y saludándolo con una mano, Miguel lo saludo de la misma forma.

 

— Yo soy el jefe Tanabok —, comentó el enorme hombre detrás del otro con autoridad pero también con cierta amabilidad, — ¿Cómo podemos dirigirnos a ustedes? —.

 

— Eh… Yo soy- —, trató de hablar Miguel al colocar una mano en su pecho.

 

— ¡¿Qué no es obvio!?, ¡Ignorante! —, le interrumpió Tzekel-Kan con cierta burla hacia el jefe, — ¡Se trata del dios sol y el creador! —, comentó con presunción y con cierta mirada de avaricia, — Inti y Pachacámac, dueños del imperio del mundo —.

 

Miguel y Tulio tragaron saliva, ¿Cómo se aprenderán estos extraños nombres?.

 

— Pero… en algo tiene razón este ignorante —, comentó de forma despectiva para volver a dirigirse con respeto a los otros dos, — ¿Cómo les gustaría ser llamados? —

 

— Eh… Miguel —, comentó Miguel con una sonrisa nerviosa.

 

— Y yo Tulio… —, comentó el otro para bajar del caballo.

 

— Y… oh —, uno de sus pies se enganchó en el cinto de Altivo, rápidamente trato de recuperar la compostura, — ¡Nos llaman Miguel y Tulio! —.

 

— Es… nuestro de nombre de pila con las amistades —

 

— Oh, ya veo… Su visita no nos fue anticipada —, comentó el Jefe Tanabok con gran amabilidad, — Señores, ¿Cuánto tiempo se van a quedar en El Dorado? —

 

— ¡Ahá! —, exclamó Kan de repente, sorprendiendo a todos, caminó hacia la parte trasera de Altivo y tomó una de las muñecas de la chica que antes habían visto, la cuál se asustó, — ¡Veo que capturaron a la ladrona del templo! —, caminó arrastrándola hasta llegar frente a ellos, — ¿Cómo quieren que la castiguemos? —

 

— ¡No no no no no!, ¡Mi señor!, Yo soy una ladrona —, exclamó mientras trataba de hacer una sonrisa que parecía más una mueca, — Los d-dioses me mandaron una visión para traerles un tributo del templo y guiarlos hasta aquí —, se llevó una mano al pecho, — Mi único deseo es… servir a los dioses —, entonces observó a los chicos y les pidió ayuda con la mirada. 

 

— Libérela —, ordenó con cierta duda, — Digo yo —.

 

Todos jadearon de sorpresa, el sacerdote se veía contrariado, entonces jaló a la chica y le colocó el objeto de oro a sus manos para empujarla.

 

— Entonces… tendrás que llevar esto a donde pertenece —, le ordenó con cierto asco en su tono y mirada, entonces nuevamente se dirigió a sus supuestos dioses.

 

La chica les dedicó una mirada y sonrisa cómplice, la cual pasó desapercibida para ambos chicos que aún seguían nerviosos.

 

— Mis señores, ¿Por qué decidieron visitarnos ahora? —, habló el jefe con respeto.

 

— ¡No puedes interrogar a los dioses! —, le regañó Kan, haciéndolo a un lado con desprecio.

 

— ¡Así es!, ¡No nos interrogues! —, indicó Miguel con superioridad, — ¡O tendremos que desencadenar nuestro gran y terrible poder!, ¡Y eso no les gustará! —, les señaló Miguel de forma amenazante mientras que Tullio le dedicaba una angustiada mirada.

 

— ¡Nos gustará!, ¡Claro! —, respondió Kan con gran entusiasmo.

 

— Eh… ¿En serio?... —, dijo al sentir como toda su autoridad se vino abajo en un segundo.

 

— ¡Por supuesto!, ¡Vuelca tu ira sobre este incrédulo!, ¡Muestra la realidad de tu divinidad! —, exclamó con la misma intensidad.

 

— ¡Divinidad! —, exclamó Tulio mientras tomaba uno de los hombros de Miguel, — ¡Un momento! —, comentó para girarse con Miguel y apartarse un poco, fingiendo una orgullosa sonrisa, entonces se dirigió hacia Miguel y comenzó a susurrarle, — Miguel, ¿Recuerdas la vocecita que te dice que corras cuando aún hay tiempo… ¡Tú no la oyes! —, le recriminó con enojo.

 

— ¡Lo siento!, no pensé lo que decía —, dijo con cierta pena.

 

— ¡Me doy cuenta!, escucha, a veces tu ingenuidad es adorable, ¡pero a veces te vuelve estúpido! —

 

— ¿Q-Qué tal si les decimos la verdad y suplicamos misericordia? — 

 

— ¡Loco!, ¡Nos desollarían vivos! —, expresó con una mano en la frente.

 

Mientras ellos discutían, no se daban cuenta del extraño evento que ocurria en el volcan de sus espaldas, todos observaban el evento, menos ellos.

 

— Si… pero si están sospechando y si no se nos ocurre un evento mega cósmico en cinco segundos… —

 

— Eso intento… eso intento —, expresó mientras intentaba pensar en algo. Miguel caminó hacia él y tomó una de las mangas de su brazo.

 

— ¡Vamos!, tienes que pensar en algo, tú eres la cabeza del equipo —, le dijo con cierta calidez y coqueteo en sus palabras mientras le dedicaba una sonrisa que le expresaba confianza.

 

— M-Miguel, no puedo pensar en algo cuando no dejas de hablarme y verme así —, comentó con cierto fastidio a pesar del rubor que apareció en sus mejillas.

 

— Pensé que así te motivaría —, comentó al abrazarse de uno de sus brazos. Tulio carraspeó al sentir como sus pectorales rodeaban su brazo.

 

— Miguel, no sabemos cómo piensan estas personas y tú coqueteas deliberadamente frente a ellos, detente, solo me distraes —, le indicó al fruncir el ceño.

 

— Vamos… —, entonces se colocó de puntillas para susurrarle al oído, — … Pensé que mi cuerpo te inspiraba… eso me declaraste en el lago… ¿Acaso era mentira? — 

 

— ¡ALTO! —, aulló al sentir cómo su cabeza a enloquecer, apartando su brazo al momento y haciendo saltar a todos a su alrededor, incluso a Miguel.

 

Casualmente, cuando el emite aquel grito la actividad del volcán se detuvo en un momento, dejando a todos los presentes asombrados. Miguel y Tulio se percataron del repentino silencio, entonces se giraron y descubrieron la sorprendente escena.

 

Todos estaban arrodillados, mostrando gran respeto y admiración. Ellos no sabían que habían hecho, pero algo había sucedido, rápidamente ambos elevaron ambos brazos, tratando de mostrar una imagen que fuera digna de recibir ovaciones.

 

Comenzaron a caminar hacia el jefe y sacerdote con gran orgullo, el sacerdote desbordaba felicidad mientras que el jefe parecía estar realmente serio y nervioso, los recibieron con una reverencia.

 

— Oh… poderosos señores —, se dirigió a ellos Kan con un gran tono adulador, — Venga, voy a mostrarles su templo —, dijo para señalarles hacia su espalda y comenzar a dirigirse a la enorme pirámide de oro, — Muévete —, le indicó al Jefe con gran agresividad, haciendo que este se apartara con una seria mirada.

 

— ¡Qué bien!, templo —, exclamó Miguel con alegría mientras que Tulio lo observaba con una media sonrisa.

 

Pasaron por un lado del Jefe, el cuál observó a su gente con cierta angustia, todos parecían estar contrariados y asustados, sabían lo de las profecías y lo que la llegada de los dioses significaba… ya habían dejado los sacrificios atrás hace un par de años, ahora regresan a esas viejas costumbres sin dudarlo.

 

Entonces este se giró hacia los dioses y comenzó a seguirlos. El jefe y Kan subieron sin dificultad, ya estaban acostumbrados a subir la pirámide con normalidad, al contrario de Miguel, Tulio y Altivo que llegaron casi con un infarto.

 

Les abrieron las cortinas de la entrada con una reverencia, la pareja entró con una pose de superioridad, entonces lograron observar el interior, allí los otros dos permanecieron en la puerta.

 

— ¡Para celebrar su llegada! —, exclamó Kan con el mismo entusiasmo, llamando la atención de Miguel y Tulio que admiraban el interior, — ¡Yo propongo una reverencial ceremonia al alba! —.

 

— Entonces, tal vez yo podría prepararles un glorioso festín para esta noche —, señaló el jefe con amabilidad.

 

— Ustedes… —, antes expresaba un rostro de repudio hacia el jefe, pero al dirigirse a los otros dos su tono y rostro cambiaron al de antes, — … Solo digan cuál prefieren —

 

Miguel y Tulio se miraron, fue muy fácil adivinar lo que el otro pensaba, entonces con una gran sonrisa ambos se volvieron a girar hacia ellos.

 

— ¿Ambos? —, preguntó Miguel.

 

— Ambos —, le siguió Tulio.

 

— Ambos —

 

— ¡Ambos! —

 

— Queremos ambos —.

 

“Mis señores”, contestaron ambos al unísono para comenzar a retroceder en forma reverencial, para cerrar la cortina, Miguel y Tulio fueron ignorantes de la forma en la que el sacerdote le señalaba con orgullo que la era del Jaguar daba su inicio…

 

Dentro del templo Miguel y Tulio admiraban su nueva estadía, entonces con una enorme sonrisa ambos se observaron, sintiendo como sus cuerpos se llenaban de entusiasmo.

 

— ¡Ey! —, expresó Miguel.

 

— ¡Ey ey ey! —, expresó Tulio en un tono travieso.

 

Entonces cuando Miguel comenzó a reír, Tulio lo abrazó por la cintura, elevando un poco del suelo mientras también comenzaba a reír, Altivo celebraba a su lado por su felicidad. 

 

— ¡Tulio! —, exclamó con alegría Miguel, — ¡En realidad creen que somos dioses! —.

 

— ¡Toda una ciudad de ingenuos! —, exclamó al bajarlo pero sin soltar su cintura, — Podremos utilizar la farsa para tomar todo el oro y luego largarnos de aquí —, expresó ignorante de los repentinos oídos que escuchaban, — Aunque, algo te debo de decir —.

 

— ¿Qué cosa? —, preguntó entre risas, — Puedo entender por qué nos consideran dioses, solo mírate… —, repentinamente su voz se tornó arrastrada y coqueta, al igual que su mirada, — Es fácil creer que tu eres un dios… pareces haber sido tallado por los mismos dioses  —

 

Miguel dejó escapar una carcajada, pensó que lo que decía Tulio era ridículo, no pudo responder, pues Tulio se inclinó y comenzó a besarlo con dulzura, rápidamente se dejó llevar por él, colocando una de sus manos sobre su hombro. Apenas comenzaron a cerrar los ojos cuando escucharon un fuerte “¡Aja!” de alguien que los señalaba.

Ambos se separaron al emitir un grito de sorpresa, descubren a la chica que antes habían visto antes, ahora los veía con una arrogante pero divertida sonrisa, comenzó a tararear mientras limpiaba el objeto de oro en sus manos que antes había robado.

 

— ¡Vete mortal!, ¡O haremos que te caiga un rayo! —, exclamó Tulio al colocarse frente a Miguel, el cual también se puso en la misma posición defensiva.

 

— ¡No provoques la ira de los dioses!, ¡Vete ya!, ¡Qj Qj! —, expresó Miguel mientras hacía una expresión extraña.

 

— Dile eso al sacerdote, cariño, lo necesitarás —, contestó la mujer con tranquilidad.

 

Miguel siguió haciendo la misma expresión para que Tulio suspirara y se acercará a él para posicionar una de sus manos sobre su cintura.

 

— Miguel… no funciona, Miguel… nos descubrió —, le dijo, aquello hizo que Miguel comenzará a bajar la mano con cierto tono de decepción. La chica emitió una pequeña risilla.

 

— Oh, no se preocupen por mi chicos, mi único deseo es servir a los dioses —, les dijo con un tono y una sonrisa cómplice, — ¿Recuerdan? —, dijo para caminar hacia un lado de ellos y dejar el circular objeto de sus manos.

 

— ¿Cómo? —, preguntó Tulio al soltar la cintura de Miguel y dirigirse a la chica a la defensiva.

 

— Ustedes quieren el oro y no quieren que los descubran, ¿No? —, les comentó al dirigirse nuevamente hacia ellos, — Aquí está considerado como monstruoso su tipo de relación, sin mencionar que no son dioses y no conocen nada de mi cultura, necesitarán mi ayuda —.

 

Miguel y Tulio dudaron por unos momentos, el pelinegro fue el primero en preocuparse por el otro, realmente no quería que le hicieran daño.

 

— ¿De qué relación hablas? —, preguntó Miguel con confusión.

 

— ¡De acuerdo! —, interrumpió Tulio al juntar sus propias manos y caminar hacia la chica, — Y dinos, ¿Quién eres?, ¿Cuál es el truco?  —, aquella última pregunta hizo que ella volviese a reír.

 

— No hay truco —, expresó divertida para pasear frente a ellos, — Quiero entrar —.

 

— ¿Entrar? —

 

— ¡En la farsa! — 

 

— ¿Por qué? —, le preguntó con cierta agresividad.

 

— Para poder salir —.

 

— Acaba de decir que quiere entrar —, comentó Miguel con gran confusión.

 

— Quiere entrar para poder salir —, le respondió Tulio con cierta paciencia, haciendo que el otro hiciera una expresión al entender. 

 

— ¡Ah!, ya entendí —, pero igual se giró hacia ella nuevamente confundido, — ¿Por qué? —.

 

— ¿Se creen que son los únicos que piensan en mejores cosas?, ¿Y de aventuras?, tienes sus razones y yo las mías… no entremos en detalles, ¿Quieren?, que sea un negocio —, expresó en un tono cómplice. 

 

Caminó hacia ellos, entonces colocó uno de sus brazos sobre el cuello de Miguel, haciendo que se inclinará, ella era muy inteligente, por lo poco que vio sabía que Miguel tenía mucho poder sobre Tulio.

 

— Así que espero que estén listos para regresar por… donde hayan venido, yo iré con ustedes —.

 

Miguel asintió con mucha alegría, hechizado por el atractivo de la chica, Tulio frunció el ceño al verlos, sintiendo unos terribles celos, entonces los apartó con suavidad.

 

— No lo creo —, dijo con firmeza, con ello eliminó la sonrisa del rostro de los otros dos.

 

Ella se cruzó de brazos por su respuesta, por un momento se sintió enojada, pero después se apartó con una nueva sonrisa en su rostro.

 

— ¡De acuerdo!, después de todo ya deben de conocer bien los rituales para bendecir un tributo, los días sagrados del calendario y sobre todo lo que se debe conocer de Xibalbá —, dijo con una amplia sonrisa bromista, — Muy bien, suerte  —, dijo para comenzar a caminar hacia la salida, — Los veré en la ejecución —.

 

Ella lo había visto, sabía que aquello los atravesaría con mil dagas, más a Tulio, el cual sintió un repentino terror, entonces rápidamente agitó sus brazos frente a él y gritó para llamar su atención.

 

— ¡Eh!, ¡Eh!, ¡Espera! —.

 

Ella se giró hacia él con una sonrisa cómplice, Tulio arqueo una ceja.

 

— ¿Hecho? —, preguntó la chica al extender una mano.

 

— ¡Hecho! —, exclamó Miguel al saltar y estirar una mano, intentando sostener la de ella, rápidamente Tulio tomó su muñeca y la apartó.

 

— ¡Aún no!, veamos cómo nos resulta… —, dijo con cierta inseguridad. 

 

— Aja… y supongo que eso significa que quieren recuperar… ¿Esto? —, dijo con orgullo al presumir los dados trucados de Tulio sobre su mano. 

 

— ¡¿Qué!? —, expresó Tulio para buscar en su ropa, entonces rápidamente se los arrebató, — ¡¿Dónde lo conseguiste!? —

 

— ¡Díganme Chel!, su nueva socia —, expresó con alegría y entusiasmo, para caminar hacia un lado de ellos y tomar un puño de ropa.

 

— ¡Eres socia en entrenamiento!, ¡Ey! —, expresó al sentir como un montón de trapos caían sobre él.

 

— Pónganse esto —, les indico cuando saltó hacia ellos y les coloco a cada uno una pequeña corona de plumas en sus cabezas, — Ya los esperan —.

 

— Gracias… —, respondió Tulio para apartar la mirada y comenzar a desvestirse. Cuando Miguel ya se retiró la camiseta y Tulio estuvo a punto de quitarse la misma pieza de ropa se percató de la mirada fija de Chel sobre ellos, sintiendo una gran molestia, — ¿Nos permites? —.

 

— No —, respondió inmediatamente al estar algo hipnotizada, pero a los segundos reaccionó levantándose en unos saltos, — ¡Oh, oh!, Oh si, claro, disculpen, adiós —, dijo para cerrar la cortina detrás de ella, no sin antes darles un último vistazo.

 

Tulio le dedicó una última mirada de rechazo mientras que Miguel se terminaba de cambiar.

 

— Tal vez deberíamos de llamar a este lugar “Chel Dorado” —, comentó Miguel con galantería.

 

Aquel comentario molestó a Tulio, al girarse hacia él intentó regañarle, pero inmediatamente las palabras se escaparon de su boca al observar a Miguel. La ropa… la poca ropa que utilizaba le quedaba perfecta.

 

— ¿Qué?, ¿Te gusta?, ¿Me veo como un dios? —, preguntó Miguel extendiendo sus brazos hacia sus lados.

 

 

— Si… —, respondió Miguel casi hipnotizado por la figura de su cintura, caderas y pechos, incluso sus piernas estaban casi al cien de descubiertos, él brillaba, era perfecto ante su mirada, especialmente por aquella sonrisa que desprendía una radiante alegría, — Eres… un dios completamente… —

 

Miguel emitió una risilla que fue aún más agradable para los ojos y oídos de Tulio, no pudo sonreír como un idiota cuando el caminó hacia el y le ayudo a colocarle lo último de sus prendas.

 

— ¡Vamos, Tulio! —

 

— Si… luego hablaremos de Chel… —, comentó casi entre susurros al ser arrastrado por Miguel hacia la salida, la gran fiesta de bienvenida los esperaba afuera, — Esto… será más difícil de lo que creí… —

 

— ¡Tranquilo!, ¡Solo tienes que sonreír, actuar como Dios y hacer lo que yo haga! —




Chapter 7: ᖴᗩᑌᑎᗩ ᗩGᖇᗩᗪEᑕIᗪᗩ

Summary:

Miguel y Tulio han disfrutado de su celebración, pero... algo extraño comienza a sucederle a Miguel.

Chapter Text

 

La fiesta en su honor comenzó en cuanto ellos comenzaron a bajar de su grandioso templo, la música comenzó a la vez que los aldeanos comenzaron a alzar alabanzas hacia los dioses.

 

Miguel los observó con una enorme sonrisa de orgullo, por alguna razón sintió una gran adrenalina, no tardó en contagiarse de un alegre ánimo que lo hizo saltar hacia la multitud para seguirles con un canto que sorprendió a Tulio.

 

Nunca había visto que Miguel se arrojará de esa manera a animar alguna fiesta, estaba realmente entusiasmado, pero no le molestó su actitud, de hecho pensó que era adorable, además, parecía que todos le seguían el juego con gran adoración, él siguió su mismo juego..

 

Probaron diferentes tipos de comida y bebidas, algunas de ellas eran alcohólicas, sabrosas y adictivas, aquellas cosas eran ofrecidas como tributo, Tulio consumió hasta quedar satisfecho.

 

Pero Miguel comió como si jamás hubiese probado un trozo de comida en su vida, seguía tomando sin que se le subiese el alcohol, al contrario de Tulio que no tardó en caer borracho, aquello siempre hacía que jamás se diera cuenta de este extraño aguante que tenía a estas bebidas.

 

Los únicos que no estaban en la fiesta y observaban desde lejos era el sacerdote y su más fiel seguidor que estaban atentos al escenario, Kan fruncía el ceño.

 

Parecía molesto por la forma en la que los dioses disfrutaban de la celebración a su nombre, especialmente Miguel.

 

— Míralo, Acolite —, expresó Kan con gran recelo.

 

Acolite era su más fiel y nervioso seguidor, aunque quisiera estar en la fiesta no podía porque podría ser castigado después, este miró a Miguel, lo observó con cierta sorpresa, el dios sonreía con entusiasmo mientras que todos a su alrededor caían presas de las consecuencias del alcohol, sin embargo, Miguel era el que seguía sentado, en medio de todos los humanos que se desvanecen ante el. 

 

— Nadie lo ve en su máximo esplendor, todos caen a su alrededor, presas del encanto de un dios que no puede ser afectado por los efectos del alcohol, tan deslumbrante —, comentó con idolatría.

 

Justo en ese momento la mirada del sacerdote se iluminó y dejó escapar un jadeo de admiración, el cabello de Miguel comenzó a iluminarse en un leve tono dorado que emitía un pequeño resplandor, en sus ojos aparecieron estrellas doradas a la vez que diversos tatuajes en su cuerpo que parecían haber sido hechos con oro puro, más brillantes que sus accesorios.

 

 

— Yo soy el único que puede ver la divinidad de su grandeza —, comentó con gran orgullo, — Ninguno de esos pecadores podrán verlo cuando tome su verdadera forma, solamente los más iluminados seres serán testigos… estoy impaciente —




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Tulio comenzó a abrir los ojos con cierta pesadez, sentía la cruda provocada por la noche anterior, fue una noche de fiesta como nunca la han tenido, su vista apenas podía aclararse, emitió un gemido de molestia para girarse sobre la suave superficie que había debajo de él, no tardó en percatarse de que Miguel estaba a su lado.

 

Una gran y boba sonrisa se dibujó en su rostro, se arrastró hacia Miguel, el cuál seguía dormido, estaba realmente feliz, apenas recordaba las últimas veces que despertaron en la misma cama.

 

Tal vez eran unos adolescentes que no eran conscientes de su libido, pero había pasado mucho tiempo que no compartían cama.

 

Sin pensarlo dos veces, Tulio se colocó sobre la espalda de Miguel y lo estrechó con gran cariño, el beso que le dió en la parte alta de su espalda hizo que el rubio comenzará a abrir los ojos.

 

— ¿Uh?... ¿Qué?... —, balbuceo al comenzar a abrir los ojos con confusión, — ¿Tulio? —

 

— Mírate… incluso eres encantador recién levantado en la mañana… Llevaba tiempo sin despertar a tu lado... ¿Cuándo fue la última vez?, ¿Teníamos quince? —, le dijo con suavidad mientras mantenía los ojos cerrados.

 

Aquel movimiento y palabras hicieron que los ojos de Miguel se abrieran de par en par, sorprendido de lo cálido que le hacían sentir aquellas manos y palabras de Tulio, sus mejillas se ruborizaron.

 

Nunca se sintió así, era como si algo en su interior hubiese querido saltar fuera de su lugar, una sensación extraña revoloteaba por su vientre por primera vez… Era una sensación algo incómoda para él, aquello lo mantuvo paralizado.

 

 

— Me gusta tenerte así… —

 

Al sentir otro beso, esta vez más largo, en su espalda alta, fue cuando se estremeció, haciéndolo saltar, empujando a Tulio y haciendo que este diese una vuelta sobre sí mismo, rápidamente se sentó con confusión.

 

— Hoy despertaste muy extraño —, comentó Miguel aún ruborizado para sentarse y ver a Tulio con gran confusión, — ¿Qué te picó? —

 

Tulio se sintió amargo al ser empujado y rechazado, al sentarse lo observó con cierta amargura, pero no pudo responder cuando se percató de la extraña y nueva apariencia de Miguel, el cual se sorprendió por su cambio de actitud.

 

— ¿Qué? —

 

Tulio señaló su rostro con los ojos muy abiertos y con la boca abierta y temblorosa, estaba realmente impactado e impresionado, por supuesto, era una vista más hermosa de lo normal… pero el problema era ese… ¡Era bastante anormal!.

 

Sus ojos tenían cómo pupilas estrellas de ocho puntas, resplandecientes y doradas al igual que los triángulos que salían de las partes bajas de sus ojos, en su vientre había un sol dorado y en su espalda un remolino cuadrado.

 

Entonces Tulio bajó la mirada y observó su pecho, emitió un pequeño grito de sorpresa al ver que tenía manchas doradas… ¡Cómo si le hubieran arrojado un poco de oro líquido en la piel!. Miguel se pasó uno de sus dedos por la parte baja de su ojo derecho para intentar rascarse, al sentirlo húmedo lo observó de inmediato.

 

— Eh… qué extraño, no recuerdo que me hayan pintado, ¿Tengo mucha pintura dorada? —, preguntó con extrañeza pero con su típica sonrisa en el rostro, — ¿Me veo bien con ella? —.

 

 

Tulio se inclinó hacia él, con el ceño fruncido trató de quitarle la supuesta pintura que estaba cerca de sus ojos, pero solamente sus manos estaban manchadas, la marca no se iba, era como si desprendiera oro al tocarlo.

 

— ¿Qué demonios te hicieron anoche?, ¿Y qué demonios tienes en los ojos? —, le cuestionó Tulio con molestia al pensar que marcaron a Miguel sin su consentimiento.

 

— ¡Yo que sé! —, se quejó al cerrar los ojos con fuerza al dejar que el otro intentará limpiarlo.

 

— ¿Te duele? —

 

— ¡Me duele que estés frotando tanto mi piel! —

 

— Joder, supongo que debo… —

 

De repente un tintineo y una presencia que apareció de cabeza sobre de ellos los hizo retroceder de un salto y de un grito, se trataba de Tzekel-Kan usando algo parecido a ropa ceremonial.

 

— ¡Buenos días, mis señores! —, exclamó con alegría para volver a desaparecer de la misma forma.

 

Miguel y Tulio permanecieron inmóviles durante unos instantes, entonces se observaron.

 

— Ha vuelto… —, comentó Miguel con preocupación.

 

— Ay no… —.

 

Rápidamente volvieron a sus ropajes habituales, no sabían que afuera se preparaban para un ritual… El tradicional Inti Raymi, una celebración especial para el dios Inti, al cual pensaban que se trataba de Miguel.

 

El sacerdote con gran recelo e dirigió al jefe, el cuál estaba de pie fuera del lugar móvil donde antes dormían Miguel y Tulio.

 

— Ahora… Es mi turno —, le presumió el hombre con gran repudio, recibiendo una indiferente mirada del Jefe, se dirigió hacia la multitud y exclamó con una gran voz autoritaria, — ¡Los dioses han despertado! —.

 

Miguel y Tulio bajaron de la caravana donde estaban con cierta dificultad, aún era temprano y seguían algo dormidos. Frente a ellos pasó Chel, desparramando pétalos de flores en el suelo a su alrededor. 

 

— Ey, Chel —, le llamó tulio casi entre susurros, — ¿Qué está ocurriendo? —.

 

— No será nada bueno —, les comentó con gran preocupación.

 

— E-Eh… Gracias —, comentó con una sonrisa nerviosa.

 

— ¡La ciudad se ha colmado de bendiciones! —, siguió anunciando Kan con gran autoridad, — ¡¿Y qué hemos hecho para demostrar nuestra gratitud!?, ¡Una pobre celebración!, ¡Los dioses merecen un buen tributo! —.

 

El jefe expresó gran molestia por sus palabras mientras que Miguel y Tulio se veían interesados con la aparición de un gran saco transportado por un par de personas.

 

— ¡El comienzo de una nueva era!, ¡El inicio de una nueva época!, ¡La primera ceremonia en vivo del señor Inti exige… ¡Sacrificio! —, exclamó con orgullo en el momento en el que el saco se desvaneció, reverendo a un hombre mayor completamente agotado.

 

Aquel escenario sacudió a la pareja, los cuales se sintieron aturdidos y aterrados por la sugerencia, lo mismo para la gente a su alrededor, pues, para la ceremonia habían utilizado animales como sacrificio, habían dejado el sacrificio humano atrás.

 

Miguel y Tulio llegaron justo el 23 de Junio, un día antes de la celebración de una de las fiestas más importantes y tradicionales que se celebran en el Perú: el Inti Raymi o “Fiesta del Sol”, donde se baila con ropa tradicional y se da un tributo, pero el sacerdote ahora estaba tan entusiasmado que omitió la parte de los bailes.

 

— Tulio… —, le susurró Miguel a Tulio con gran preocupación, tomando uno de sus hombros, — Tienes que hacer algo… —.

 

El sacerdote empujó al hombre con un garrote hasta la orilla de lo que parecía un vacío que llevaba a un lago con una corriente tremenda que formaba un torbellino en medio. Elevo los brazos para darle un golpe en la nuca, buscando matarlo y que el vacío tragará el cuerpo. 

 

— ¡Alto! —, ordenó Tulio con autoridad, deteniendo a Kan en seco.

 

Kan se giró hacia ellos con gran confusión, mientras que el jefe y la gente que presenciaban la escena los veían con sorpresa, expectantes de sus palabras que les causaba cierta esperanza de no regresar a antiguas y sangrientas tradiciones.

 

— ¡Este no es un buen tributo! —, exclamó Tulio mientras que Miguel iba por el hombre que justo perdía el equilibrio.

 

— ¿Están… rechazando el tributo? —, preguntó Kan con una terrible confusión, dirigiéndose a Miguel.

 

— Eh… No no, si queremos el tributo —, respondió Miguel mientras sostenía al agotado hombre, — Es solo que… Tulio diles —, le dijo a Tulio al encontrarse en un aprieto al no ocurrirle nada.

 

— ¡Las estrellas! —, exclamó con un poco de nervios cuando Kan lo observó, — ¡No están en posición para este tributo! —.

 

— ¡Ya lo dijo! —, exclamó Miguel mientras arrastraba al hombre hacia otro lugar, — ¡Las estrellas!, ¡No se puede!, ¡No será hoy! —.

 

Kan dudó de sus palabras, no creía posible que sus dioses le rechazarán su tributo, pero al ver el rostro autoritario de Tulio bajó la mirada arrepentido por sus dudas, entonces junto sus manos e hizo una reverencia. 

 

— Puede ser… que haya malinterpretado los cielos —, comentó con pesar.

 

— No debes preocuparte —, comentó Miguel con entusiasmo a caminar hacia él y colocar una de sus manos en el hombro derecho de Kan, — Errar es humano — 

 

— ¡Mi señor! —, exclamó el jefe con entusiasmo a sus espaldas, haciéndolos girarse hacia él con sorpresa, — Permitan que el pueblo de El Dorado les ofrezca un tributo —, anunció la entrada de varias mujeres con bandejas de oro cubiertos de objetos dorados de diferente tipo. 

 

Miguel y Tulio sonrieron asombrados por los brillantes objetos, era un escenario realmente resplandeciente para sus ambiciones.

 

— Mis señores, ¿Esto les gusta? —, preguntó el jefe con gran orgullo.

 

— ¡Claro que si! —, expresó Tulio con gran placer.

 

— Si si, está bien —, comentó Miguel intentando fingir autoridad de nuevo.

 

— Me gusta, me satisface —, comentó al recuperar la compostura.

 

— ¡Los dioses han elegido! —, anunció con orgullo, entonces nuevamente observó a la pareja con una amplia sonrisa, — ¿Quieren su tributo en el templo? —. Ambos asintieron con gran entusiasmo, — ¡Quieren conservarlo!, ¡Lleven el tributo al templo de los dioses! —.

 

Las mujeres comenzaron a llevarse el tributo, Miguel y Tulio se miraron con gran felicidad, pero aquel rostro se esfumó de repente del rostro de Miguel, el cual bajó rápidamente la mirada con gran sorpresa.

 

Un escalofrío recorrió toda su espalda al ver una liana que estaba deslizándose por su pierna, rápidamente gritó por la sorpresa, arrojándose sobre Tulio en búsqueda de protección.

 

— ¡AAAAH!, ¡¿Qué demonios!? —, exclamó asustado, — ¡¿Qué es eso!? —.

 

 

Tulio se sorprendió por su repentino abrazo, tenía la guardia baja, se ruborizó un poco y no lo apartó, observó la planta extenderse e intentar tocar el rostro de Miguel con sorpresa.

 

Cuando una cantuta floreció frente al rostro de Miguel, todos guardaron silencio, incluso Miguel y Tulio, el primero se apaciguo de inmediato, no fueron los únicos que fueron testigos de tal florecimiento milagroso.

 

 

— ¡La flora le da la bienvenida a nuestros dioses!, ¡Qué bendición! —, celebró El Jefe, alegre por el recibimiento que tenía Miguel en la flora.

 

Mientras tanto… Miguel, Chel y Tulio estaban impactados por lo que acababa de suceder mientras que todos celebraban… aquello podría ser una coincidencia… ¿Y si no lo era?.