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I'm Broken - All the little times (Popkeda)

Summary:

La ignorancia y negligencia acorralan a Kedamono, un chico de preparatoria con muchos asuntos encima, quien se ve obligado a vivir internado en un misterioso Psiquiátrico en el cual arrebatarle a los pacientes su humanidad es el objetivo.

Mientras conoce el lugar, las reglas y los castigos, se encuentra con personas y seres que aliviaban su estancia, pero estos no durarán mucho, pues el miedo puede más que el cariño.

La felicidad no es eterna, nunca lo será.

Su testimonio es, de muchos, el más impactante.
"Cuando encuentras amor verdadero, te mantienes de pie ante todo.."

¿Que cosas podrán pasar con este desafortunado paciente?

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter 1: ID 0283

Chapter Text

 

 

ID 0283

 

Los pétalos marchitos de aquella rosa se encontraba esparcidos sobre el pavimento de aquella vieja avenida, decorando con su muerte la pérdida de algo.

 

Un poco de sangre sobre la vereda, un rastro sin sentido. La desaparición de un joven más no significaba nada para quienes iban y venían sin expresar cosa alguna hacia el escenario bajo sus pies.

 

"Un joven más, un número más".

 

Sobre la mesa un papeleo cualquiera, hoja blancas y grises, nombres y rostros, y sangre corriendo a lo largo del piso blanco de aquella sala. 

 

Instituto de Trato Psiquiátrico Pluralista

 

Kedamono Ookami.

 

Fecha:             

12/01/1986. 

 

Historia Clínica N°:

          0282

 

Fº: 92747916389       N°: 0283

 

Edad:

17 años

 

Sexo:

Masculino. 

 

Estado civil:

Soltero. 

 

Ocupación:

Estudiante. 

 

Religión:

-

 

Raza:

-

 

Nombre del Padre:

Kedamono ōkami 

 

Nombre de la Madre:

K. Kodokuna 

 

Modo de admisión:

Voluntario. 

 

Familia e Institución Académica. 

 

>Razón. 

 

DP: Déficit sociales. Trastorno de disociación sexual. 

 

DD: Trastorno mental crónico social. Trastornos de espectro sexual. 

 

El paciente 0283:

 

La razón de su estancia en la institución previamente anexada (ITPP) se ve justificada bajo la solicitud de  ayuda expedida por tutores del ingresado, esto bajo necesidad con problemas relacionados a la rama del aspecto social del individuo y diferentes espectros que impiden un desarrollo social e integral pleno, por esto mismo el paciente se ve redirigido a la línea "Élite Plural" para recibir un tratamiento adecuado según sus necesidades.

 

Los síntomas de su fallo incluyen miedo excesivo a situaciones en las que se puede ser juzgado, inquietud por pasar vergüenza o sufrir una humillación, y preocupación por ofender a alguien, entre otros. 

 

Tratamiento elitista asignado:

 

Terapia cognitivo-conductual y Psicoterapia. Medicación. TEG. 

 

«El siguiente individuo fue ingresado por su correspondiente padre/madre o tutor legal en el Instituto de Trato Psiquiátrico Pluralista en pleno uso de sus capacidades mentales y bajo el conocimiento de los tratamientos aplicados en nuestros pacientes así como las medidas aplicadas en la continuidad del tratamiento. 

Siendo así que se aceptó la solicitud de ingreso al paciente 0283, conocido bajo el nombre de Keita Ookami, respectivamente» 

 

*Sobre nosotros:

 

En el Instituto de Trato Psiquiátrico Pluralista ponemos a disposición de nuestros pacientes una amplia variedad de tratamientos modernos y eficaces para corregir problemas que llegan a afectar una buena convivencia entre estos anexados y la sociedad en conjunto.

 

De la mano de nuestro fundador, el psiquiatra P. Paraphone, nos ponemos al servicio de la comunidad en busca de una sociedad libre de errores.

 

1986

 

Keita_Ookami

Firma. 

 

 

 

 

 

 

Chapter 2: Bienvenido (cuando todo cae).

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Una dulce melodia en la mente dormida de una mujer de porte elegante, su prometido peinaba su largo cabello mientras sus ojos se pasaban sin pudor sobre el cuerpo de su mujer. Cada toque era, irreconocible, por la naturaleza misteriosa del hombre. Es aquí cuando la mente grita, "¿De que tanto es capaz una mujer enamorada?". 

 

Un cabello en tonos rosados, una hermosa mujer proveniente de una cruza Ancestral. Ookami, apellido qué portaba por el padre de su hijo, apellido qué con suerte no volvería a escuchar jamás. Un cigarrillo en mano, una nueva vida sin su única" carga". Keiko estaba lista para finalmente ser libre. 

 

 

-¿Kedamono...? - aquella voz resonó como un eco en su cabeza dormida.

 

Tosió un par de veces, escupió un poco de sangre manchando sus sábanas blancas, y finalmente despertó. Despertó aturdido, su memoria estaba perdida, sentía un desagradable sabor a sangre en su boca y con suerte se hallaba consiente.

 

En su memoria se repetía la misma escena, todo había pasado muy rápido, todo estaba borroso, todo fue muy confuso; Salió de la escuela tras un día escolar cualquiera, iba camino a casa y luego... ¿Luego, qué? 

 

Apretó sus ojos con pesar y posó su mano en su frente mientras sentía un dolor punzante en la cabeza. A pesar de aquello intentó recordar que le había sucedido, intento que resultó inútil, pues nada llegaba a su memoria y entendimiento. Entonces, se incorporó y se sentó en la cama, escupió un poco más de sangre y limpio los rastros rojizos que escurrían de sus labios. Fue así que, tratando de ignorar el mareo que atravesaba, posiciono sus pies en el suelo, dispuesto a ir a aclarar sus dudas con su madre, con una cuestión simple, algo como: "¿Mamá, sabes por qué aparecí en mi cama de la nada?" 

 

Kedamono se levantó como lo haría con normalidad, se dispuso a dar su primer paso, fue ahí donde lo sintió; Su pierna ardía al contacto con el piso, dolía como si le desgarraran el musculo, como si pisará vidrios estando descalzo y... En resumen, dolía demasiado. Kedamono no se contuvo ante el dolor y largo un grito que le hacía justicia al dolor que estaba sufriendo. Dolor tal que lo hizo retroceder para volver a sentarse en la cama, sosteniendo su pierna y abriendo los ojos a algo desconocido. 

 

Alzó un poco la cabeza y gracias a eso se percató de que algo había cambiado en su cuarto, algo estaba mal, tan mal que solo basto con observar su alrededor con más detalle pare ser capaz de percatarse de que se encontraba dentro de una habitación que no reconocía. Todo le era extraño, incluso en la oscuridad era notorio. Siquiera las sábanas sobre la cama en que estaba eran las suyas.

 

Su corazón se aceleraba. 

 

Empezó a buscar con la mirada en busca de algo familiar, algo que le otorgará el conocimiento de que estaba a salvo y en casa, al menos el mínimo detalle. En aquel momento la falta de iluminación alguna en el lugar en que estaba era irrelevante, porque lo único que quería Kedamono era saber que estaba en casa. 

 

-¡¿Mamá?! - grito Kedamono, con la voz rota, temblando y denotando la desesperación que atravesaba su mente. 

 

No hubo respuesta. 

 

-¡¿Mamá, estas en casa?! 

 

Una vez más, la respuesta nunca llego. 

 

Las lágrimas brotaron ante dolor y desesperación, recorriendo el rostro del moreno, lentas y crueles. El silencio nunca había sido tan aterrador, hasta aquel momento. Kedamono tomo aire y pensó, "¿Qué puedo hacer?" Lo primero que le vino en mente fue lo obvio, buscar ayuda o escapar si es que se encontraba cautivo. Así que respiro hondo, seco sus lágrimas y dio un vistazo a la oscuridad y a la habitación que está cubría. Y tras tener una imagen mental que le trazaba un recorrido libre hacia lo que parecía una puerta, tomo fuerza y se volvió a preparar para bajar de la cama.

 

Al tocar el piso frío empezó por dar dos pasos con sus pies descalzos, pero la tortura qué esto conllevaba era una batalla qué ni la faceta más fuerte del moreno podría superar. Todo paso desgarraba su alma y cuerpo, pero el deseo de volver a los brazos de su madre era tal que, sin importar lo que costará, estaba dispuesto a entregar su poca vitalidad, aunque eso significará morir en los brazos de aquella amada mujer. Kedamono solo quería ver a su madre. 

 

Entonces, más temprano que tarde, aquellos pasos resultaron en una caída premeditada y exacta. Kedamono cayó de rodillas frente a la puerta y suspiro, jadeando y librando lágrimas tras su esfuerzo, su cuerpo temblaba y sus ojos brillaban mientras admiraba la perilla de la puerta y sus manos de deslizaban por lo alto de la puerta hacia el piso. Entonces estaba ahí, frente a la que podría ser su llave a la libertad, el acceso a retornar a su vida, nunca se había sentido tan bien por estar frente a una puerta. 

 

Respiró, al menos un poco aliviado. Fue así que prosiguió a cambiar de posición hacia una más cómoda, se giro un poco y termino sentado sobre el suelo frio, entonces, con la fuerza qué reservaba en sus brazos y el impulso de su pierna sana, se impulso para recostar su cabeza y espalda contra la pared, al lado del marco de la puerta. Estando así pudo admirar su tobillo, y viéndolo con atención noto que existía una anomalía en este, cosa que no era un secreto. Pero, ¿Qué podía hacer él al respecto?, ¡Así es! Nada. Con eso en mente se resigno a pausar por un momento su escape, permitiendo que su pierna se recuperara por lo menos un poco antes de volver a ponerse de pie. Elevó la rodilla de su pierna sana y recargo su frente contra esta, respirando con más calma, descansando y recuperando fuerzas. 

 

-"Espero que, sí mamá me ha dejado con alguna vecina, no olvide pasar por mí... De nuevo" - pensó el moreno, algo tranquilo para su alterada razón. 

 

Pasaron algunos minutos para que un sonido repetitivo, algo tan simple como pisadas, se escuchara desde fuera de la habitación. 

 

Kedamono agudizó sus sentidos ante la desconocida procedencia de aquellas pisadas, su mente quedo en blanco y solo escuchó. Escuchó con detenimiento cada movimiento, mientras su mente maquinaba una posible escena de lo que podría estar pasando afuera. 

 

Pasos, pausa, llaves, puerta abriéndose y de vuelta a caminar. Aquello se repitió en su mente. 

 

Fue entonces que sus nervios se quebraron, los pasos frenaron cuando más fuerte se escuchaban. Eso significaba qué las pisadas habían terminado ahí, frente a su puerta. Pero eso no era lo peor que le podría pasar, en absoluto. El verdadero problema que se presentaba como prioridad en su mente era, ¿Quién era quien causaba esas pisadas?, ¿Una Dulce anciana o un enfermo desquiciado y psicopata? No lo sabia, de ahí el caos qué sé creaba en su mente. Aun no tenia definida una ubicación, así que podría tratarse de cualquier cosa. 

 

Su respiración se agitó, la paranoia le jugo en contra y su propia mente lo traicionaba al pensar en escenarios malos. El sonido de las llaves abriendo cerrojos resonaba en su cabeza junto a la insistente cuestión "¿Por qué no te fuiste cuando pudiste?" 

 

El morenos cerró los ojos, mientras cálidas lágrimas caían y su esperanza de sobrevivir y escapar se le escapaban entre las manos. Su deseo de gritar de miedo se vio suprimido y fue sustituido por silencio que lo desgarraba desde adentro. Y la puerta se abrió, cerrándose tan rápido como fue abierta. Una nota paso por debajo de la puerta y, nuevamente, los pasos reanudaron su recorrido. 

 

Kedamono alzó su mirada escéptica y giro su cabeza en dirección a la puerta. Su integridad se encontraba intacta, a salvo. 

 

-"Nada... ¿No me paso nada... Nada? ¡Nada!" - no sabia si sentirse feliz o molesto, tanto sufrimiento para algo tan grato como lo era "nada". 

 

Tan pronto como entendió que estaba a salvo, aún; empezó a respirar aliviado. Su mirada se fijo sobre algo nuevo, algo que no estaba ahí la última vez que analizó la oscuridad. Ese algo era cuadrado, no muy grande y... Parecía una caja. Kedamono se estiró para tenerla en sus manos, la sujeto y la coloco sobre su regazo, la abrió y... 

 

Antes de retirar la tapa por completo, pensó lo que le parecía obvio, ¿Era  seguro abrir la caja? Y, bueno, aquella pregunta tenia sentido. Abrirla podría ser un gran error, pues quien sabe que podría contener esta. Kedamono asimiló la probabilidad y no caía en respuesta alguna para saber si dejar la caja o proceder a abrirla, pues su mente atravesaba un debate silencioso pero decisivo.

 

¿Abrirla o no? Aquel era el dilema. 

 

¿Qué podría ser lo peor que podría encontrar ahí dentro, un cadáver? Aquello sonaba horrible, sobrepasaba lo que Kedamono podía resistir. Pero, por otro lado, ¿Qué era lo mejor que podría encontrar? Una respuesta a sus dudas, quizá. Era mal o bien, correr o morir, volar o caer. Y bueno, en todo caso, ¿Qué podía perder en ese punto? Fue así que en un acto semi-inconciente, la caja se encontró abierta. Frente a la mirada aterrada del joven se hallaba a simple vista un objeto, nada más y nada menos que una linterna. El moreno tomo la herramienta entre sus manos y la miro fastidiado, aliviado y algo decepcionado. Pero al final, aquello era mejor que hayar un cadáver. 

 

Examinó con el tacto la superficie irregular del objeto hasta encontrarse con el interruptor de encendido de la linterna. Fue así que sin dudarlo la encendió y la apuntó a cada rincón de la extraña habitación. 

 

Lo que encontró a simple vista no era más que algunos posters y estantes en las paredes. En el piso libros, envoltorios y ropa. Parecía la habitación de un chico cualquiera, era fácil saberlo, pero la incógnita seguía siendo ¿Por qué él estaba ahí? 

 

Regresó su interés a la caja y apuntó la luz de la linterna hacia esta, lo primero que vio fue tela oscura, el color no era identifiable ni siquiera con la luz de la linterna sobre de. Kedamono decido vaciar la caja y, bueno, lo que pudo observar era simple, dos prendas de ropa oscura. Las incógnitas seguían sin resolución, y el interés de Kedamono se disperso al no encontrar nada de verdadero interés en aquella caja. Entonces dirijo su mirada aburrida hacia la puerta, y lo vio. Un pedazo de lo que parecía papel yacía ahí, en el piso. 

 

-"¿Como pude olvidar qué eso estaba ahí?" - se reprochó a si mismo. 

 

Tomo el papel y dirigió la luz de linterna hacia el escrito que había en él. Parecía un documento o algo parecido, pues portaba un sello institucional. Quizá aquella observación iba más allá de una simple conjetura de parte del menor. 

 

Empezó a leer para dejar de lado sus suposiciones. 

 

"Paciente “0283”. 

 

¡Bienvenido al Instituto de Trato Psiquiátrico Pluralista en la sección “Elite plural”

 

Te damos una cálida bienvenida a tu nueva vida, donde, por medio de cuidados, tratamientos y métodos actuales certificados, buscamos ayudarte en tu proceso de adaptación en la sociedad, ayudándote a arreglar tus deficiencias. 

 

Esperamos qué tu estancia y tratamiento sea agradable. " 

 

¿Qué se hace cuando hay una guerra en tu mente?

 

-¿Instituto...? - susurro Kedamono. 

 

No podía estar más extrañado, era imposible. ¿Qué clase de broma enfermiza le estaban haciendo? Todo era tan raro, tan surrealista. Él era consciente de que era raro, pero, ¿Sus rarezas eran razón para ser ingresado en un supuesto psiquiátrico? 

 

Dejó aquella tarjeta de bienvenida a un lado y se llevo las manos a la cabeza, estaba en shock. Ahora se encontraba más confundido que antes y necesitaba, ahora más que nunca, respuestas. 

 

Kedamono no podía seguir creyendo que era una broma, ¿Quién podría odiarlo tanto como para hacerle eso? Siquiera sus peores enemigos podrían ser capaces de algo así, lo sabia. Lo surrealista de la situación lo estaba sobrepasando, su mente se estaba desbordando... 

 

Una lámpara calló al piso. El sonido de la cerámica contra el suelo irrumpió en los pensamientos del híbrido y este tembló aterrado, suspiro alterado y se paralizó. Respondiendo al extraño estímulo producido por algo o alguien de quien desconocía presencia alguna, dirigió su mirada fría hacia la pared que se hallaba a su mano izquierda. 

 

¿Había alguien más en aquel lugar, o era una maldita broma?

 

 

"En la sección Élite Plural se llevan a cabo los procedimientos especiales y más eficaces para todo problema por arreglar.

 

Por cuestiones de apoyo a la comunidad este es de los tratamientos más frecuentes en la institución, pues, mientras más rápido arreglen a una persona con errores, mejor".

 

Final del capítulo. 

 

 

Notes:

Leyéndolo con detenimiento es como me di cuenta de que muchas cosas están mal escritas. Esto fue escrito hace como dos años, así que tiene muchas fallas qué por ahora me cuestan un poco corregir. Hise una correction rápida, espero que sirva de algo ^^

Chapter 3: Reglamento (Linea tras linea)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Las reglas rigen a quienes deciden seguirlas, aquí no hay opción.

 

Bienvenido Kedamono, toma asiento y recuerda poner atención. La siguiente lista que te dictare son algunas de las reglas que la institución exige y sean cumplidas...

 

- Para facilitar tu adaptación y favorecer al correcto desempeño de los encargados de tu zona no puedes hablar demasiado bajo.

 

- No puedes hablar demasiado alto, pues esto genera conflicto con el entorno tranquilo que queremos ofrecer, así como también tiende a ser mal interpretado, por lo tanto podrías ser sancionado.

 

- No puedes, en ningún momento ni bajo circunstancia alguna, hablar con alguien sin autorización.

 

- Por motivos de privacidad, no tienes permitido hablar con algún paciente que presente heridas y/o se encuentre en mal estado.

 

- No puedes hablar demasiado, solo lo suficiente. En caso de no ser así serás sancionado.

 

- No debes sonreír sin permiso.

 

- Como recién ingresado, no tienes derecho de hablar sin previa autorización.
Durante tu estancia en la institución y aún fuera de ella, no puedes hablar de temas que no tengan relación con ITPP.

 

- Cualquier clase de interacción del tipo sexual está estrictamente prohibida.

 

- Cómo hombre no puedes ver a ninguna mujer, como mujer no puedes ver a ningún hombre, a extraordinaria excepción de las autoridades de nuestra institución.

 

- Ver a alguien del sexo opuesto de manera deliberada puede ser reportado y sancionado.

 

- Queda estrictamente prohibido cualquier tipo de atracción hacia alguien.

 

- Cómo parte del proceso de rehabilitación, queda prohibido ver hacia el exterior.

 

- Por respeto, queda prohibido hallarse cabizbajo ante una figura de autoridad, a menos que te sea ordenado lo contrario.

 

- No puedes adoptar un lenguaje corporal negativo en ningún momento del programa.

 

- En caso de recibirlos, no puedes reaccionar ante estímulos como insultos, golpes, burlas, humillaciones, etc.

 

- En nuestras instalaciones, queda estrictamente prohibido desnudarse frente a otras personas, fuera del lugar indicado o sin autorización previa.

 

- Al considerarse una falta de respeto, esta prohibido bostezar.

 

- A menos que se te pida, no está permitido leer texto alguno.

 

- Quedan prohibidas las actividades no prácticas como escribir, dibujar, quedarse dormido, dormir por más tiempo del estimado, bailar, jugar, etc.

 

- Queda prohibido reaccionar ante cualquier acción o estímulo  realizado por una autoridad superior.

 

- Es necesario disponer de buenas calificaciones en tu boleta escolar, de lo contrario serás sancionado.

 

- No puedes expresar ni sentir cansancio o aburrimiento.

 

- Tus horarios están establecidos, debes seguirlos al pie de la letra.

 

- Debes presentarte a comer en tus horas asignadas, así como esta prohibido faltar y no consumir nada.

 

- Sin autorización o vigilancia, no tienes permitido salir de tu zona asignada.

 

- No puedes realizar ninguna clase de falta a la dignidad de nuestras autoridades asignadas, en ningún momento y bajo ninguna circunstancia.

 

- Queda prohibido de manera estricta, planear, comentar, insinuar o intentar huir de las instalaciones.

- No tienes permitido contacto físico alguno.

 

- Durante tu estancia, no tienes permitido usar ropa ajena al uniforme asignado. Así como este debe estar en buen estado, limpio, alineado y bien portado.

 

- Cualquier pensamiento no aceptable está prohibido.

 

- No tienes derecho a expresar o sentir desacuerdo.

 

Nuestro objetivo con este reglamento es conseguir el ambiente ideal para todo residente y personal en nuestra institución. Cada regla debe ser seguida sin excepción o queja alguna.

Recuerda que un buen comportamiento y el compromiso que tengas el día de hoy con tu programa asignado puede influir, para bien o para mal, en tu mañana.

Atte P. Paraphone.

 

Notes:

Hace mucho que no me paso por aqui xd

Chapter 4: Afortunado

Chapter Text

 

Yes I have something in the morning.
The same and the rest of the day.

 

Temblaba, su pequeño cuerpo se refugiaba bajo las delgadas sábanas blancas qué cubrían la cama, se aferraba a las mismas. La desconfianza, el miedo, la confusión... Eso y más se encontraba en su mente, creando un alboroto.

Una mujer alta, de cuerpo esbelto, cabello recogido y abundante, y una hermosa piel morena. Vestía lo que parecía ser un vestido blanco bien adaptado a su cuerpo, vestido qué llegaba unos cuantos centímetros arriba de su tobillo, aquel parecía ser un uniforme; Esta mujer se encontraba sentada a la orilla de la cama de Kedamono, dándole la espalda. Sostenía con su mano izquierda una linterna de gasolina qué le brindaba luz y, con la tablilla recargada en sus piernas cruzadas, escribía pacientemente en varios documentos.

Por su parte, Kedamono solo la admiraba en silencio. Se cuestionaba lo obvio, ¿Qué hacia esa mujer ahí, quien era, qué quería...? Y aunque las cuestiones eran varias y bien justificadas como para querer indagar en busca de una respuesta, prefería no buscarles resolución, por lo tanto no iba a preguntar. Conocía las reglas del lugar en que estaba y temía las consecuencias de no seguir susodichas normas.
Y aunque la mujer que invadía su espacio no lucia como una mala persona, o al menos su sonrisa constante te regalaba aquel sentimiento haciéndola lucir amable, Kedamono tenia miedo de que no fuese así, de que solo fuera la fachada de algo realmente malo...

-Paciente 0283, ¿Cierto? - pronunció la mujer en un tono tranquilo y amable, con una voz dulce y jovial; Dirigió su mirada hacia Kedamono, quien la admiraba con un temor evidente.

Estaba claro, Kedamono no iba a responder. Tenia miedo, sentía desconfianza, pues ninguna sonrisa y voz amable le aseguraba el estar a salvo de castigo alguno. Aun recordaba un poco del día que, al parecer, salió por primera vez de la habitación qué lo encarcelaba; Habían vendado sus ojos, recordaba haber sido arrastrado por un gran pasillo y, tras una pequeña pausa en su memoria, lo introdujeron en una habitación diferente a lo que conocía, donde lo levantaron con dificultad para luego sentarlo frente a alguien de autoridad, alguien llamado Ailen. Ahí, aquel hombre del qué desconocía todo menos su nombre, le dicto las reglas qué había leído la noche de su llegada, también le había gritado las muchas y distintas consecuencia de no seguirlas. Una voz amable qué inicio carismática le brindó estrés y miedo a su sentido vigente de audición qué suplantaba a sus ojos vendados y a la función qué estos cumplían. Aquella persona que inicio agradable, como muchas otras, se fue revelando como maligna y de temer mientras los renglones y sus textos grabados avanzaban en su lectura. La situación con la mujer podría ser algo igual, y Kedamono no se sentía capaz de confiar en alguien, ahora menos bajo las estrictas condiciones en las que estaba, esto junto a las enseñanzas qué rememoraba como malas experiencias qué le dejaron inscrita alguna lección.

¿Esa mujer podría ser de fiar? No lo sabia, tampoco quería arriesgarse para descubrirlo. Entonces, en silencio y con temor, Kedamono asintió con la cabeza. No se sentía capaz de arriesgar más. Y la mujer, ella solo sonrió dulce hacia el tímido gesto de Kedamono, para luego seguir escribiendo.

-Te conozco.

Pronunció la mujer, de manera amigable. Ante aquellas palabras Kedamono suspiro intrigado, ¿Enserio lo conocía? Y de ser así, ¿Podría ayudarlo a salir de ahí...?

Bueno, por más que lo desease, no era el caso. Las palabras de la mujer siguieron, y aunque amables y bien intencionadas, solo causaron decepción en Kedamono, pero Kedamono no la culparía de aquel sentir, no tenia porque.

-Escuche tu historia mientras terminaba tu reporte medico superficial. Eres el pequeño Ookami.

¿Reporte medico? Entonces, si su apresurada deducción era correcta, aquella mujer era doctora, o quizá una enfermera. Eso explicaría el uniforme blanco y el gran papeleo, pensó Kedamono.

La mujer siguió - El prefecto de la zona, él me dio a entender que tenias una torcedura o algo parecido en el tobillo izquierdo, ¿Es eso así?

Kedamono dejo de divagar en sus suposiciones y, una vez más, asintió con la cabeza, aun tímido.

-Correcto... - murmuro para si la mujer.

La mujer bajo de la cama para arrodillarse en el suelo a un lado de esta, ahí abrió lo que parecía ser un maletín para medico, dejando a un lado la tablilla y sus documentos. Paso seguido se puso de pie y se quedo junto a Kedamono.

-¿Podrías facilitarme el área de la lesión?

Ookami lo entendió a la perfección y, algo desanimado y aun tímido, descubrió su pierna izquierda para que la aparente enfermera lo atendiera, pues era un hecho que tenia, como mínimo, una lesión. Un poco de ayuda era mejor que nada, y enserio se lo agradecería.

Entonces, la enfermera descubrió el área y la examinó de manera superficial, encontrándose con moretones y varios rasguños. Luego, con cuidado, empezó a buscar algún imperfecto en el tobillo y pie del joven con ayuda de su tacto y, en efecto, lo encontró; los gemidos de dolor escaparon de los labios inadvertidos del moreno, llegando al oído y entendimiento de la joven enfermera.

-¿Podrías decirme cuando y donde te duele? - cuestionó con un tono preocupado la enfermera, en aquella pregunta simple pero importante.

Entonces, las lágrimas no tardaron en salir, en cambio, palabra alguna fue pronunciada por el moreno. Su silencio persistía, y la mujer no podría ayudarlo de esa manera. Y tras un momento de reflexión, la mujer lo entendió por completo. Deslizó una de sus manos hasta encontrar una de las manos del moreno, entonces, tomo esta con cuidado y acaricio la misma con su pulgar, denotando cuidado y cariño en el pequeño gesto.

-Te entiendo. Este lugar, sus reglas, esta escena, puedo entender que sea... Difícil. Pero te lo puedo asegurar, yo quiero ayudarte, necesito que me respondas para hacer bien mi trabajo y que tu herida pueda curar...

De manera brusca, Kedamono negó con la cabeza y soltó la mano de la enfermera, retrocediendo un poco. Conocía las reglas, recordaba bastante bien aquella qué le exigía no hablar. Y tenia miedo, temía qué aquella mujer fuera mala, que estuviese disfrazando sus verdaderas intenciones, que quisiera inculparlo para gozar de su sufrimiento al adjudicarle un cruel castigo a base de engaños. No era un hecho, pero era una probabilidad... Tenia experiencia en ello.

Además, ¿Qué podrías esperar de quienes, en lo que refiere, te secuestraron?

Y entonces, ante tal reacción la enfermera sonrió preocupada, dándole vueltas a sus escasas opciones, pues enserio quería ayudar. Y tras unos segundos, tomo con desesperación la opción más sensata y se dirigió con tranquilidad hacia su pequeño paciente.

-No tienes nada que temer, sé las reglas de memoria y, siéndote sincera, hasta yo las he roto.

Ante esa pequeña confesión el interés y curiosidad de Kedamono se pronunciaron como presentes, pues, con lo poco que sabia del sitio en que se hallaba, sabia, las reglas eran fundamentales. Entonces, ¿Cómo podría su propio personal romper la reglas?

Fue entonces que la expresión de Kedamono dictó a la enfermera un interés evidente, y esta sonrió al ser conocedora de que su plan estaba funcionando. Entonces, tomo su maletín y lo puso sobre la cama, luego continuó.

-Por esa razón sigo en el plantel uno, nunca he ascendido. Y bueno... No pueden despedirme, no es como que hayan muchas enfermeras en el pueblo. - dijo lo último entre pequeñas risas. Entonces continuo, aun amable, pero añadiendo un poco más de seriedad a su voz -. Y hablando enserio, prefiero quedarme aquí qué ascender a costa de mis pacientes... Yo estoy aquí para servir a quienes lo necesitan, no para escalar en busca de dinero o poder. Yo no soy así.

Entonces, si eso era cierto, Kedamono se encontraba en las manos correctas, con la persona correcta. Aquella sonrisa de la mujer a su lado, de un momento a otro, ahora le parecía sincera, le brindaba confianza, cariño, hasta paz. Le recordaba a su madre, con aquel tomo maternal e intenciones puras.

-Y como te dije - continuo la enfermera -, solo quiero ayudarte. Quiero que mejores, que puedas salir de aquí y convivir con los demás. Enserio podría jurarlo, yo quiero ayudarte, pequeño Ookami.

Los ojos de Kedamono brillaron, aunque no fuera visible para nadie y solo quedara como un conocimiento más para sí mismo. Las lágrimas querían escapar, quizá por miedo o el desesperado deseo de confianza qué añoraba... ¿Acaso podía tener la libertad de confiar de nuevo? Esperaba que sí, enserio lo deseaba así.

La enfermera prosiguió.

-Soy tu enfermera de zona, soy quien cuidara de ti. Puedes confiar en que haré lo que este en mis manos para que tu estancia sea la mejor que se te pueda ofrecer. Y, más que tu enfermera en turno, te juro que quiero ser tu amiga - dijo la mujer, siendo lo más sincera qué se podría ser.

La mujer se sentó en la cama del moreno, su cuerpo temblaba al igual que lo hizo su voz al pronunciar aquellas últimas palabras, pues sus palabras y su verdadero sentir estaban en sintoniza. Entonces Kedamono, ahora era él quien buscaba la mano de la mujer entre la oscuridad, y al encontrarla, el agarre se concreto con una sonrisa mutua y confianza floreciendo. Aquel naciente sentimiento de confianza, era tan dulce como la brisa de verano, era tal cual una gran bocanada de aire fresco luego de salir del asfixiante mar, así se sentían los dos. El pequeño joven cuyo pecado había sido temer a la vida, aquella enfermera que nunca tenia la oportunidad de ejercer su profesión con el corazón... Ahora los unía el deseo de un vinculo.

- Pequeño Ookami, ¿Podrías decirme cuando y donde te duele? - pronunció la mujer, mirando a quien era su... Nuevo amigo.

Kedamono, él tomo la fuerza de su alma y confío en que aquella mujer decía la verdad. Así que asintió con la cabeza y, en una linea casi susurrada, pronunció sus primera palabras hacia su enfermera.

-Mi nombre... Mi nombre es Kedamono - pronunció Ookami. Tímido, dulce, e inocente.

La enferma sonrió agradecida por la contribución de parte del joven, que aunque era algo que ella ya sabia, era un avance. Ella soltó la pequeña mano de Kedamono y llevo su mano hacia los cabellos morados y despeinados de este, para acariciarlo con un cariño casi maternal. Entonces recostó la cabeza del menor en su pecho, junto a su corazón y lo sostuvo como al hijo qué nunca tuvo.

-Mi nombre es Paola. Soy tu enfermera en turno de nombre Paola, Kedamono.

Ante aquellas palabras el moreno se rindió, ante el conocimiento de que podría sentirse seguro y aferrarse a alguien para un gran abrazo, se rindió ante eso. De pronto se sentía como si un ángel hubiese tomado el lugar de algo maligno, cambiándolo por un pedazo del paraíso en medio de la fría oscuridad. De pronto no sentía miedo, tampoco desconfianza, ahora sus palabras se regían en un tono dulce para sí y quien seria su nueva amiga.
Ahora, estaba dispuesto a ayudar para ser ayudado.

-Mi tobillo duele, también la planta del pie me duele. El costado izquierdo también es una molestia y... - se detuvo un momento, pensando su sentir, luego continuo a los segundos - Cuando apoyo el pie sobre es suelo, cuando lo hago duele bastante. Como si un desgarre ocurriera al sostenerme sobre el piso - explico Kedamono.

-¿Eso es lo que sientes? - cuestionó la mujer para reafirmar la suposición que planteaba en su mente. Ante esta Kedamono asintió y la mujer continuó en un tono dulce y susurrando - De ser así, ¿Estas de acuerdo con que te saque de esta habitación y te lleve a que traten tu herida?

Kedamono lo pensó. No tardo mucho en responder - Estaría bien, porque enserio me duele.

Entonces la mujer se inclino hacia adelante para alcanzar su maletín. Al tenerlo, lo alzó y lo coloco sobre sus piernas; Saco instrumental básico del mismo y, finalmente después de una pequeña búsqueda en el interior del maletín, saco un catéter y una jeringa cargada con un liquido que, a los ojos de Kedamono, resultaba desconocido. Ante tales objetos Kedamono no reaccionó mal, sino al contrario, la curiosidad tomaba el lugar del miedo.

Kedamono era el tipo de paciente perfecto para cualquier medico, eso era un hecho. Tranquilo, colaborador, callado.

-Recuerdas que esto lo hago para ayudarte, ¿Verdad? - Recordó la enfermera hacia su paciente.

Kedamono asintió, lento y seguro de lo que esto significaba, pues quería sembrar confianza, arriesgarse y quizá, con algo de suerte, ver aquella confianza tomando frutos en acciones. Confiaría ciegamente en aquella mujer, confiaba en el lugar al que lo llevaría, confiaba en el oro qué correría en sus venas. Confiaría.

Paola, entonces procedió a explicarse con Kedamono, tal cual lo indicaba el programa, y tal y como Kedamono se lo había facilitado. Durante aquel proceso tomaba un objeto, explicaba el uso y función de cada instrumento al menor, y luego lo aplicaba en práctica, como si de una instrucción médica se tratará. Después de unos minutos y explicaciones, el catéter se encontraba en el brazo de Kedamono y el fluido proveniente de la jeringa se encontraba en el torrente sanguíneo del moreno.

Pequeña porción de droga para dormir.

-Te veré pronto, mi pequeño amigo - se despidió la enfermera, diciendo un adiós temporal a la pequeña conciencia de su pequeño que pronto caería en un dulce sueño.

Aquello pronunció Paola, mientras cerraba los ojos de Kedamono con su mano. La pequeña cabeza del joven reposaba sobre su cómoda almohada y su cuerpo era cubierto por sus sábanas blancas. Entonces las drogas inyectadas empezaban ha hacer efecto. A los ojos del moreno, la realidad empezaba a fallar, las luces se extinguían y, poco a poco, lo que conocía se desvanecía en su mente...

Y el silencio del nuevo amanecer se rompió, esto con una violenta secuencia de golpes en la pared vecina, algo común en un psiquiátrico. Golpes violentos, huecos, y dolorosos provenientes de una mente qué era tan caótica como la misma naturaleza era.

La mente humana es tan compleja, que ni la misma mente se puede controlar a sí. Entonces, ¿Cómo le controlas?

La enfermera beso la frente de su ahora adormilado paciente, esto en un movimiento rápido. Entonces se puso de pie, saco de su maletín una nueva inyección cargada con su SNC más fuerte, tomo coraje y salió de la habitación, dejando a Kedamono. Salió corriendo en auxilio de sus compañeras qué padecían horror ante su inexperiencia con esas situaciones, llego hasta el origen de aquellos golpes huecos en la pared y...

Un grito desgarrador, eso fue lo último que Kedamono escucho con claridad y, tras este, abrió sus ojos con la poca fuerza qué preservaba, logrando ver la puerta abierta, siendo capaz de apreciar la distorsionada silueta de dos personas que arrastraba un gran bulto por el pasillo. Pero siquiera tuvo tiempo de crear cuestiones, pues el sedante estaba cobrando efecto, dejando a Kedamono admirando un paraíso oscuro...

Midazolam para dormir,
morfina para jugar.

Final del capitulo.

Chapter 5: Un lugar en silencio

Notes:

hace mucho que no me paso por esta historia, y ya que quería acabarla lo hare... Espero lograrlo :^
De paso, una disculpa por desaparecer por tanto tiempo, la vida escolar es mas difícil de lo que uno quisiera, pero estoy intentando darle orden a estos escritos de nuevo, les tengo mucho cariño.

Supongo que nos vemos en el siguiente capitulo :p

Chapter Text

Kedamono mantenía su mirada fijada en el yeso alrededor de su tobillo, cuestionando su propia inteligencia, cuestionando si siquiera tenia esta. ¿El motivo? simple, en aquel momento su mente se encontraba en un debate.

Aquel debate que se dividía en dos bandos: Quienes defendían el silencio de Kedamono y quienes le reprochaban por guardar silencio. Ante esto, el juez y dueño de susodicha mente, se limitaba a escuchar sin decidirse por lado alguno. Pero, ¿Qué más pudo haber hecho? La emoción de sentir compañía y cariño de nuevo, aquello segó su memoria y callo sus cuestiones...

¿Era culpable por haberse resignado a su estancia en aquella prisión por solo un poco de compañía?, aún no lo sabía.

Entonces levanto la mirada, se mantuvo inexpresivo. Pensaba, no hizo nada malo al no interrumpir la creación de un vinculo nuevo y esperanzador con aquella enfermera, ¿Cierto?, esta en la naturaleza humana el buscar compañía. Por otro lado entendía su propio reproche, puesto que, llego a un lugar desconocido sin siquiera serle entregado un contexto, razón, o alguna información por más mínima qué fuera... Fue aparente el daño que sufrió, no solo física, sino, también mentalmente al ser privado de su libertad, siendo atrapado entre cuatro paredes. Su mente estaba muriendo en busca del entendimiento, fue entonces que aquella enfermera apareció.

Y su autoreproche era simple: Él obtuvo la oportunidad de preguntar y aclarar dudas... Y aquella oportunidad se fue cual arena en el viento por su silencio, se dejó silenciar por un poco de amabilidad, pues aquella era como un tesoro qué era escaso en su día a día; ambos bandos imaginarios tenían razón en sí, y cuando Kedamono se percató de aquello se sintió estúpido y débil.

¿Dejo escapar una oportunidad así, solo por un poco de afecto? Enserio... ¿Tan patético era?

Las lágrimas estaba listas para salir, una vez más. Absorto en su mente, en aquella discusión y en el autodesprecio qué se estaba imponiendo, todo aquello estaba sumando a su quiebre. Quiebre anticipado por la lógica.

Se sostuvo la cabeza, sintiendo cada vez mas frustración. Aquel sentimiento de culpa seguía envolviendo su mente. No podía perdonarse, no después de dejar escapar su oportunidad de, al menos, obtener una pequeña información acerca del lugar donde estaba. Se sentía como un completo idiota.

Y de entre el desastre qué rodeaba su pensamiento apareció un silencio qué lo despejó. Alzó la Mira una vez más, entonces callo en cuenta del silencio que lo rodeaba solo a él.

Alarmas. Aquellas resonaban con ecos a lo largo del pasillo. El ruido de estas era constante, exacto. Se escuchaban a lo lejos, a los lados, en todas partes... Excepto en su habitación.

La hora del despertador sobre su mesa de noche estaba marcada como las demás, pero esta vez el despertador no emitió ruido alguno.

Kedamono solo se tallo los ojos como parte de sus malos hábitos diarios, suspiro extrañado y... Ahora estaba asustado, pues, ¿Había roto el despertador? Con eso en mente intento rememorar lo que había dicho aquel hombre de nombre Ailen sobre dañar el inmobiliario...

-"Maldición...." - pensó Kedamono, tomado por sorpresa por su propia mente.

Él no recordaba lo que había dicho aquel hombre. La cosa era como, toma el peso de creer que has dañado algo y sumale la incertidumbre de no saber las consecuencias que desencadenara tu error... Entonces, tenemos un Kedamono pensante-negativo, y muy asustado.

¿Qué acaso nada podía salir bien esa noche?

-"¿Por qué no puedes hacer nada bien?" - Pensó Kedamono, angustiado.

Se hallaba sentado en la cama, fue así que basto con estirarse un poco para alcanzar el despertador con rapidez. Lo tomo entre sus manos temblorosas y lo coloco sobre sus piernas, entonces, se sostuvo en su brazo derecho, levanto su almohada y saco de entre las pertenecías qué mantenía ahí la linterna qué le había sido entregada el primer día. Y tal cual un niño pequeño intentando de enmendar el jarrón qué rompió, encendió la linterna y empezó a buscar el error en aquel despertador. Lo sacudió, busco algún daño en el objeto... Hasta espero a que el reloj llegara a una nueva cifra para contar si los minutos eran minutos. Keda no tenia ni idea de porque su despertador no había sonado, y si ya se sentía culpable con anterioridad, ahora se sentía peor.

Sostenía el objeto, temblando y llorando. Analizaba la hora, contaba segundos, minutos... Y al volver a conectarse de manera consiente con el mundo y el tiempo que avanzaba a su alrededor, entonces era incluso más tarde que al inicio. Y ni su reloj, ni la enfermera, siquiera el desayuno se habían hecho presentes. ¿Qué podría deducir Kedamono? Nada, estaba en blanco.

Solo no pasaba nada, y pasaba todo a la vez.

Volvió a darle un vistazo al despertador, esta vez uno más riguroso. Y se veía como cualquier otro. Era lo que era. Quizá lo único raro era la inexistente presencia de un cable, o evidencia de un compartimiento de pilas, pero fuera de eso, e incluso así, era un despertador normal. Entonces, ¿Por qué aquel despertador no hacia su único trabajo relevante, el cual era "despertarle"?

Kedamono se enojo un poco tras contemplar la idea de que sufriría un castigo, también se sentía asustado, y un poco más idiota qué antes. Fue así que volvió a pensar, reafirmando sus sentimientos, y se enojo un poco más, porque él siquiera había interactatuado con el despertador en lo que llebava de estancia en el aparente psiquiátrico.
¿O acaso descompuso aquel reloj por telepatía? Claro que no, era imposible que el fuera el culpable. Y aun así, si culparan a alguien, lo culparian a él. Prefería ser castigado por algo que hizo mal, que por algo que no hizo. Era injusto, y demasiado...

Aquel enojo se convirtió en tristeza, acompañada con pesadumbre, dolor y, quizá, sumando un poco más de frustración. Una mente cansada muy cambiante, porque las ideas aparecen y desaparecen muy rápido.

El reloj seguía andando, marcando el tiempo, cada segundo, minuto y hora. Y junto con ese proceso, cada número qué aparecía, se movía, se repetía o desaparecía para formar la hora, con todo aquello la esperanza de que la enfermera, o alguien o tan siquiera algo, fuese a verlo, a hacerle compañía, aquella esperanza desaparecía.

Ya habían pasado dos horas de autocastigarse. Dos horas qué iban consumiendo de a poco la mente del moreno. Y aun no existía solución a sus problemas, a su sentir. Las lágrimas lo habían tranquilizado, al menos lo suficiente como para poder pensar.

Kedamono retiro de su camino las sábanas y, con cuidado, se deslizó en la cama hasta sentarse con los pies tocando el suelo, al lado de la mesa de noche. Coloco el despertador en su lugar correspondiente sobre le mesita de noche, y tras aquello, Kedamono se llevó las manos a la cabeza, deslizando una de estas hacia su mejilla, la cual sujetó desganado, cansado y, hasta aburrido. No sabia que hacer, a la vez no quería hacer nada, y gracias a su pie lastimado, tampoco es como que pudiese hacer mucho. Naciendo así, en un respiro a los reproches y el dolor, una pequeña insertidumbre hija de la oscuridad, que florecia en la mente del joven.

Después del llanto empezó a pensar. Era una persona muy pensante, así que no le costó tanto el idear una razón que justificara su situación, pues él era experto en justificar a los demás, entonces, no sería tan difícil justificarse a sí, ¿Verdad?

La idea era: su enfermera le había estado visitando todos los días anteriores a ese. Y entonces con aun más tristeza, la mente del moreno formuló qué.. Acaso, ¿Lo había abandonado, se había aburrido de él, ya no podía estar con él? Y, una vez más los sentimientos se interponian al razonamiento.

Pero, junto al recuerdo de la mujer reapareció el debate qué había decidido su mente, o más bien, las cuestiones qué este planteaba. Y la memoria se alió con Kedamono, recordándole qué sus primeros tres días en aquel sitio la alarma jamás sonó y nadie fue a verlo. Los siguientes dos la alarma empezó a sonar sin respuesta, y los últimos cinco su enfermera se había presentado... Entonces, con la esperanza retornando el brillo a los ojos del joven, Kedamono se sintió aliviado tras su deducción, y así lo expreso su sonrisa y gesto aliviado. Quizá no era tan idiota, pensó.

Deducción final: "Las enfermeras tenían un registro de visitas definido".

-"¿Es eso posible?"

Eso tenia sentido en su cabeza. Más si tomaba las palabras pasadas de su enfermera, en las cuales le dio a entender que no habían tantas enfermeras. Entonces, complementando su teoría, el calendario con visitas y vacíos tomaba sentido. Paola no se había aburrido de él o le había dejado, sino, estaba atendiendo a otro sector como parte de su calendario laboral. Algo tan simple qué podía entender a la perfección. Eso él quería creer, pues tanto tiempo libre se transformaba en espacio para pensar lo que fuese.

Ahora, sabia que nadie vendría y que no lo habían abandonado. Entonces, retomando sus cuestiones iniciales... Podría, finalmente, investigar aquella habitación que aun le resultaba extraña. Y hasta quizás hallar la respuesta a las incógnitas qué no había resuelto. Como un niño llegando a un lugar nuevo, jugaría en busca de mil detalles.

Sus emociones estaban tan cambiantes como el clima, pero se calmaron como este una vez que supo esperar por un final.
Su mente se despejó, y una extraña clase de entusiasmo se pronunció, estaba listo para descubrir qué había en ese lugar.
  

Fuera lo que fuera que hallara... ¿No seria mejor que quedarse sin hacer nada?

Ya había perdido horas en no hacer nada, y sabiendo que nadie estaría ahí con él, siguiéndole el paso, decidió actuar.

Estando ya en posición, agarro la linterna que ya había usado antes y se deslizo hasta el suelo con cuidado de no lastimar su pie. Su experiencia inicial con eso le había facilitado arrastrarse un poco para centrarse en la habitación. Y bien, el cuarto estaba amueblado, eso era algo que noto cuando llego... Estaba en un sitio psiquiátrico, pero había cosas alrededor si no se equivocaba, por lo que podía sentir con su tacto, telas y similares... Era ropa. Y bueno, lo que le despertaba una ligera alarma de duda era eso, ¿por que un psiquiátrico, atendiendo tantas cosas, daría habitaciones amuebladas? ¿Qué eso no era contraproducente y una forma en la que un paciente podría atentar contra si mismo? Aunque, mas allá de eso podía agradecer el tener algo que hacer en medio de su soledad.

Él soltó un suspiro, antes de encender la linterna y apuntarla a cada rincón, centrando su mirada en lo que le llamaba la atención. Había ropa en el suelo, basura también, como envolturas... Pero... Había libros en los estantes. De entre todo, lo que le llamo la atención eran los libros... Y él no estaba seguro de si lo que recordaba era correcto o no, pero si no se equivocaba, tenían prohibido leer. Entonces, ¿para que los libros? Él pensó que solo eran algo decorativo no muy bien pensado, o algo... Un tipo de prueba para ver la voluntad del paciente. Muchas cosas así llegaron a su mente, pero, la curiosidad se despertó en el aun mas hambrienta. Se arrastro un poco hacia un estante, y no pensó mucho antes de agarrar un libro al asar. El se dispuso a leerlo, esperando que nadie descubriera su desobediencia.



Pero, sorpresa.

 

Al abrir para ver el contenido del libro, se hayo sorprendido. El libro estaba completamente vacío. Habían hojas, sí, pero texto no había. Solo hojas en blanco, y por mas que pasaran las hojas, seguía habiendo ausencia de letras o tinta alguna... Y tomo otro libro, y paso lo mismo, y tomo otro mas, y era lo mismo. 

¿Decoración o algo mas macabro? Kedamono no lo sabía, y le inquietaba. Pero bueno, eso se quedaría en su mente... ¿Qué mas podía hacer? Todo era aburrido e irrelevante a su alrededor. O eso pensaba él, hasta que oyó un chillido agudo que atrapo su atención.

 

La oscuridad envuelve a quien se lo permite. 

 

Notes:

Jaja, Hola!
Estoy moviendo mis historias aquí por miedo a wattpad :'D

Espero que esto funcione, perdón si cometo algún error, soy nueva en esta plataforma ^^'

Espero les guste la historia ♡