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EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSITARIO

Summary:

Un día Park JiMin, un omega universitario de veinticinco años, se da cuenta de que acaba de llegar un nuevo vecino al viejo edificio en el que vive con su hijo. El hombre es un alfa considerablemente atractivo como para ignorar su presencia y JiMin quizás se ve un poco interesado por él cuando este no deja de presentarse como el pretendiente perfecto. Sin embargo, el omega está preocupado de involucrarse demasiado en algo que no solo puede salir mal para él, sino también para su pequeño hijo de seis años: Park JungKook.

Chapter 1: INTRODUCCIÓN

Chapter Text

JiMin bufó lleno de cansancio, acomodando la gran bolsa de víveres que había comprado recién, manipulando con torpeza las llaves de la puerta de su departamento. A su lado, un pequeño niño que sostiene un oso de peluche del que no se puede apartar lo miraba con ojos grandes, esperando paciente a que el omega logre abrir la dichosa puerta entre suaves maldiciones porque ya había roto la llave una vez por culpa de la estúpida cerradura y no quería tener más problemas con el estúpido casero.

Park JiMin era un tranquilo omega de veinticinco años a punto de graduarse de la carrera de psicología, con un trabajo de medio tiempo como mesero en una restaurante demasiado pretencioso para alguien como él y con un departamento de mierda, pero que se encontraba ubicado en una zona relativamente buena. El departamento en el que vivía no era muy pomposo, de por sí sólo era un edificio de al menos ocho pisos con balcones pequeños y escaleras diminutas, al igual que el elevador. JiMin vivía en la planta baja, sólo tenía que cruzar la entrada principal y luego caminar hasta su puerta, no era muy seguro ni podía disfrutar de un balcón, pero era mejor que nada y podía pagarlo.

Ese día en particular, un sábado a finales de junio con las vacaciones asomándose, JiMin se dio cuenta de que no habían muchas cosas en la alacena con las que alimentar a su pequeño JungKook, un niño de seis años que llegó a su vida no de la manera que cualquiera esperaría para un omega tan joven, pero los accidentes pasaban. Esa mañana, JiMin salió a hacer el mercado de la semana, siendo lo más meticuloso posible en que el sueldo del mes anterior alcanzara, y ahora se encontraba en esa estresante situación con la maldita puerta.

—Papi —llamó su hijo, quien se había encargado de vigilar el carrito que usaban para llevar el resto de compras como su papá le había pedido que hiciera—, tengo ganas de hacer pipí... —anunció preocupado.

El omega suspiró derrotado y trató una vez más de lograr que la llave girara dentro de la vieja cerradura. Fue justo entonces que el sonido de pasos lo alertaron y miró por sobre su hombro a un hombre que caminaba en su dirección. De inmediato tomó la mano libre del niño para acercarlo un poco más a él, pero el hombre siguió de largo hacia la puerta que se encontraba justo a un par de pasos lejos de él.

Era su nuevo vecino, vaya.

Había visto cajas y demás cosas que anunciaban "mudanza" los últimos días, pero era la primera vez que lo veía en persona. El hombre cargaba consigo un casco de color negro que lucía del tipo que se usaban para las motocicletas y una chaqueta de cuero, así como un par de lentes de sol que recogían hacia atrás su medianamente largo cabello negro. Masticaba un chicle y sacó las llaves de su pantalón de jean, metiéndolas en la cerradura antes de abrirla con una facilidad que JiMin envidió.

Su lobo lo reconoció como un alfa y levantó sus orejas, interesado en ello. Sin embargo, JiMin negó con la cabeza y volvió a su tarea de tratar de abrir la dichosa puerta con una mano mientras rezaba para que JungKook no se orinara encima.

—Hola, ¿esa es su casa? —escuchó la voz de su hijo y cuando lo miró, se dio cuenta de que estaba moviendo su mano en la dirección del alfa como un saludo, sus ojos curiosos mirando al llamativo hombre.

JiMin se sonrojó y miró al pelinegro, dándose cuenta de que ahora estaba sonriendo mientras veía a su hijo, moviendo su mano como saludo. Cuando levantó la mirada, se encontró con los ojos de JiMin y el omega le sonrió avergonzado, casi queriendo disculparse por lo que había dicho el pequeño, a pesar de que sabía que no era nada malo.

—Disculpa, él no suele hacer eso —explicó nerviosamente.

El hombre negó con la cabeza, aquella pequeña sonrisa manteniéndose en su rostro.

—No pasa nada. Es más, diría que es bastante educado —respondió el contrario, hablando con una voz áspera que hizo a JiMin tensarse un poco en su puesto porque su omega ahora se encontraba mucho más interesado—. Soy YoonGi, me mudé hace unos días, es un gusto.

—Un gusto igualmente, soy JiMin. Me encantaría saludarte como corresponde, pero bueno, ya me ves... —hizo un movimiento con su cabeza para señalar la bolsa.

Ambos se rieron, JiMin un poco más nervioso que el otro.

—¿Necesitas ayuda con eso? —señaló el pomo de la puerta con su mirada.

JiMin negó de inmediato.

—No, no —trató de actuar natural, como si la bolsa no fuera horriblemente pesada y como si no estuviera deseando que la cerradura explotara—. Es que la cerradura tiene su truco entonces me toma un poco más de tiempo abrirla.

—Bueno, la bolsa también se ve pesada... —pareció querer insistir un poco más, siendo genuino en su preocupación.

—De verdad que no hay probl...

De repente, la bolsa se rompió.

JungKook saltó asustado, escondiéndose detrás de su papá en el instante que todas las cosas dentro se deslizaron por el hueco debajo de los brazos de Park. Tanto las naranjas como los empaques de arroz y leche cayeron al suelo sin que JiMin pudiera atraparlos en absoluto. No se rompieron, por suerte, pero sí se esparcieron por el suelo vergonzosamente. Incluso una de las naranjas rodó hasta la bota del hombre, quien miró el suceso con ojos sorprendidos.

JiMin quería que la tierra se lo tragara.

—Ay, papi. Se cayó —JungKook señaló lo obvio y JiMin suspiró.

—Sí, no se suponía que eso pasara —se rió nervioso y tenso, arrodillándose para tratar de organizar las cosas y meterlas en el carrito que ya iba lleno, pero qué más daba, la vergüenza ya la había pasado.

—Yo te ayudo, papi —se apresuró JungKook, pero solo alcanzó a tomar una bolsa de arroz.

—Gracias, Kookie —le sonrió con cariño.

—Bueno —YoonGi dejó su casco en el suelo, recogió la naranja y se acercó a JiMin, agachándose a su lado para entregársela en la mano. El omega lo miró demasiado apenado como para siquiera mantener el contacto visual, así que sólo tomó la naranja mientras que el alfa le devolvió su atención a la puerta—. Soy bueno con estas cosas, si quieres puedo arreglar la cerradura para que no tengas que pasar por esto de nuevo.

—¿Usted puede abrir la puerta? —se adelantó JungKook, parado al lado de ambos con una expresión animada—. Tengo muchas ganas de ir al baño —explicó, dando un par de saltitos en su lugar.

Cuando YoonGi le regresó la mirada, JiMin no estaba seguro de qué decir.

—D-De verdad que no tienes que preocuparte —se apresuró, levantándose del suelo aún con las cosas sin recoger del todo—. Es una tontería, solo tengo que... uh... —decidió volver a tomar la llave, usando un poco más de fuerza ahora que sus brazos se encontraban libres y usó su hombro para empujar la puerta, abriéndola por fin—. ¿Ves? —sonrió tenso—. Sí pude.

—Ya veo —mencionó el alfa, levantándose del suelo de igual manera—. Aun así, sabes que si necesitas algo puedes tocar mi puerta. Para eso somos los buenos vecinos  —concluyó con una sonrisa ladina, siendo amable, y dando un par de pasos hacia atrás para recoger su casco—. Nos vemos —le dijo por sobre su hombro.

—Lo tendré en cuenta —respondió rendido—. Hasta luego, vecino —movió su mano en despedida, secundado por JungKook, a lo que el motociclista sonrió y se metió por fin dentro de la casa. De inmediato, el omega miró al niño—. Y a ti te encanta saludar a desconocidos, ¿huh?

El pequeño pensó que se había metido en problemas, así que corrió dentro de la casa abrazando la bolsa de arroz y su peluche como si su vida dependiera de ello. JiMin viró los ojos, tomando el carrito para entrar por fin y luego volver a salir para recoger el par de cosas que quedaron tiradas en el piso.

Vaya primer encuentro.

Chapter 2: CAPÍTULO UNO

Notes:

Primer capítulo de esta pequeña historia cliché, ¡espero que les guste!

Chapter Text

Las vacaciones habían comenzado, JiMin había terminado el último final del cuatrimestre y ahora le tocaba descansar hasta que la próxima jornada de sufrimiento comenzara a finales de octubre hasta febrero del año que venía. Podría dormir hasta tarde y encargarse de su hijo como quería, pero ahora, aprovechaba la libertad para sentarse a tomar malteadas en una cafetería común con su mejor amigo mientras hablaban de temas en absoluto relevantes, como aquel vecino sexy que el omega tenía ahora.

—Déjame ver si entendí —comenzó Kim TaeHyung, su facu-amigo, al único que podía llamar "amigo" en la actualidad a decir verdad. Era un beta, uno con un montón de opiniones que nunca se quedaba para sí mismo y con una personalidad que complementaba la de JiMin—. Tenías a este tipo alfa, sexy, con chaqueta de cuero, tatuajes y lentes de sol ofreciéndote arreglar tu cerradura de mierda, ¿y tú le dijiste que no? —cuestionó, tan indignado como sorprendido—. ¿Eres tonto?

JiMin dejó de sorber su malteada, mirando a su amigo con la cara roja y expresión de odio. TaeHyung, por otro lado, se mordía el labio inferior para no reír, pero sonreía aun así.

Ellos se conocieron en la carrera, pero no hablaron hasta el segundo cuatrimestre cuando tuvieron que hacer un trabajo en grupo y desde entonces se volvieron inseparables. El chico de veinticinco años era el tipo de persona asertiva y extrovertida que JiMin admiraba y era a quien acudía para tener otra perspectiva de las cosas, por lo que cuando el lunes llegó el omega fue inmediatamente a reunirse con él para hablarle sobre lo que había sucedido el fin de semana, entre otros temas más relevantes como sus planes para el verano.

Sin embargo, TaeHyung ignoró esto último para concentrarse en aquello que involucraba un alfa, para variar.

—No tenía tatuajes —aclaró JiMin, no queriendo decir mucho más al respecto.

—¿Cómo que no tenía tatuajes? —TaeHyung resopló divertido—. Es un motociclista, tiene tatuajes —expresó lo obvio, pero JiMin lanzó un suspiro desdichado al aire porque no creyó que el tema fuera a repercutir tanto en su amigo, ahora se arrepentía de haberlo sacado durante la conversación—. Rechazaste ser parte de una porno, ¿entiendes eso? Perdiste la oportunidad de tu vida —negó con dramatismo.

—Por amor a la luna, TaeHyung. Yo simplemente... —de repente JiMin se rió incrédulo—. ¿Porno? ¿A qué mierda te refieres?

—JiMin, así empiezan las porno —aclaró y siseó indignado—. Él arreglaría tú cerradura como todo un alfa sexy, tú lo mirarías con esos ojos de "cógeme" mientras vistes alguna bata transparente o algo así y luego cogerían —contó como si ese fuera una final totalmente razonable.

—Sí, claro, ¿y qué se supone que iba a hacer con JungKook, huh? —cuestionó y TaeHyung se quedó mudo un momento—. Te recuerdo que soy un padre a tiempo completo, Tae. Además, dudo mucho que ese tipo esté soltero, si lo estuviera siendo así de atractivo es porque hay algo mal con él —señaló, acercando la malteada a sus labios—. Red flag.

TaeHyung lo miró con labios apretados como si le estuviera preguntando: ¿Es en serio?

—¿Qué?

—Estás buscando excusas ridículas para no tomarlo en cuenta —supuso TaeHyung—. Quizás esta es la manera de la sagrada luna de decirte: "ya basta de ser un maricón, Park JiMin."

—Sinceramente no creo que sea tan así —aunque tratara de hacerse el ofendido, las cosas que decía su amigo le causaban gracia—. Puede que no quiera estar en una relación, pero eso no significa que vaya por la vida sin apreciar el atractivo de algunos alfas, este era lindo, pero eso es todo.

—JiMin, si a tu lobo le interesa entonces sí es la gran cosa —por un momento, Park lamentó haberle contado ese detalle, después de todo TaeHyung era el tipo de persona que creía realmente en los amores destinados, algo irónico tomando en cuenta que su carrera pretendía mantener a las personas en tierra lo mejor posible—. Los lobos son sabios, quizá este alfa tenga algo de especial —agregó.

—No creo que tenga un pene de oro... y si así fuera, se lo cortaría —comentó con gracia, realmente reacio a la idea que proponía el otro—. Pareces estar muy desesperado con que consiga una relación sexo-afectiva con el primer tonto que me parezca lindo —enarcó una ceja.

—Culpable —levantó sus manos a modo de rendición—. Pero, siendo más específicos, estoy desesperado porque superes a tu ex de una vez por todas y te des una oportunidad con alguien, solo para dejarlo claro —JiMin viró los ojos—. Me da igual con qué idiota sea, mientras te haga pensar en otra cosa que no sea el papá de JungKook me parece un logro.

—¿Qué te hace pensar que no superé a HyunSoo? —y su voz había sonado un poco a la defensiva, pero el tema le ponía los pelos de punta en serio.

—La semana pasada te pusiste a llorar por las fotos que subió con su novio en New York —soltó como si JiMin hubiera olvidado tan importante acontecimiento y el omega apretó sus labios, desviando la mirada hacía algún otro lugar porque eso vaya que había sido vergonzoso de recordar.

—Me puse a llorar de la rabia, pensé que había quedado claro —pronunció con algo de dificultad y, claro, tenía sentido que fuera por eso, pero al mismo tiempo no quería admitir que también habían sentimientos relacionados con la desolación ahí escondidos—. Es un imbécil, no manda absolutamente nada de dinero para Kookie, pero bien que disfruta de sus vacaciones... —dijo con fastidio, TaeHyung sólo suspiró.

—JiMin, ese tipo no va a cambiar —habló como si estuviera harto de decir siempre lo mismo. El tema no era recurrente, pero a veces parecía ser que JiMin guardaba algún tipo de esperanza infantil dentro de su corazón, quizás esperando que como mínimo su ex se comportara como un padre presente, pero eso era imposible—. No importa cuántas veces trates de hacerlo reaccionar, él jamás va a pensar en JungKook como tu lo haces y te lo vuelvo a decir, es un caso perdido.

—Es su responsabilidad legal, Tae —aclaró.

—Entonces demándalo, no sé qué estás esperando —señaló lo obvio, pero JiMin bufó antes de mordisquear la pajita. No era tan sencillo, no como lo planteaba su amigo—. ¿Recuerdas a esa paciente mayor que conocimos en las prácticas? No dejaba de hablar de su ex-marido ni en lo horrible persona que era ni en lo mal que le hacía a su hijo, al final ella terminó mucho más enferma que él y su discurso nunca cambiaba. No puedes dejar que te consuma de esa manera y ser un viejito resentido durante toda tu vida.

Y era verdad, JiMin lo sabía, pero había algo sobre su ex que le seguía consumiendo el pecho y era la sola idea de imaginarlo disfrutando de la vida como si no tuviera un hijo a quien atender -monetariamente, como mínimo- cuando él se estaba partiendo la espalda para darle una vida decente a JungKook. Sabía que no podía esperar nada de él, ni siquiera un saludo por navidad, pero también sabía que JungKook en algún momento iba a preguntar al respecto y ¿qué le iba a decir? Él estaría curioso de saber por qué su padre alfa se fue y la tristeza del abandono era algo con lo que JiMin no quería lidiar a través de los ojos de su hijo.

—¿Por qué el tema de conversación se volteó tan repentinamente al imbécil de Jeon? —cuestionó entonces, decidiéndose por cortar con ello porque lo que menos quería hablar en aquella tarde era de su ex.

—Porque —comenzó de nuevo Kim, tratando de enfatizar lo que quería decir—, has estado todo este tiempo enfrascado en lo mal que te dejó HyunSoo y lo has usado como excusa para no conseguir una nueva relación, además de que claro que se nota que no estás emocionado ni por asomo a dejar que alguien más entre en tu vida, pero no te haría mal compartir algo con alguien que no sea yo.

JiMin frunció un poco sus labios. Lo molesto de tener un amigo que sería futuro psicólogo era que solían decir las cosas en la cara y sus análisis siempre estaban presentes. No iba a negar que no lo hacía también, pero a veces prefería no escuchar una verdad y seguir imaginando que todo estaba bien.

—A mi me encanta compartir contigo —refutó con un puchero.

TaeHyung rió—. A mi también me encanta —afirmó—, pero a mí no me puedes coger, Mimi.

—Eso es porque no quieres —sonrió coqueto a modo de broma, tomando un sorbo de su malteada mientras su amigo reía suavemente—. Si no te gustaran tanto los alfas ya te habría hecho mi novio.

—¿Hablas en serio? —enarcó una ceja.

—No, ew —se carcajeó.

Ambos amigos se rieron a la par hasta que finalmente JiMin suspiró, mirando tentativamente a TaeHyung como si estuviera considerando su idea o como si le estuviera buscando algún tipo de sentido lógico.

—Bueno, tampoco quiero que pienses que te obligo a algo, solo te tiro la idea —agregó el beta, recostándose sobre su silla y tomando de una vez la malteada que abandonó cuando el tema de conversación comenzó—. Estamos en verano, supongo que las hormonas de todos están alborotadas, las mías lo están, y yo de verdad quiero que tomes esta oportunidad, ¿desde cuando no tienes sexo? ¿Desde que diste a luz? —frunció sus cejas, pero claro que ya sabía la respuesta—. No dejes ir a otro chico sexy así como así.

La lista no era tan larga, pero vaya que JiMin se había alejado de muchos pretendientes por diferentes razones; como que su lobo no se veía interesado, que se encontraba muy ocupado con la universidad o, la más obvia, tenía un hijo. Él mismo había admitido alejarse mucho antes por el temor de que estos pretendientes salieran corriendo en el instante que descubrieran que venía JungKook en el paquete. No creía ser un buen partido, no cuando era padre soltero y un universitario jodidamente ocupado, pero ahora que estaba a un cuatrimestre de acabar la carrera las excusas que ponía sobre la mesa comenzaban a disolverse.

—Sólo hablamos un poco, tampoco es como que me coqueteara o algo —dijo finalmente, otra vez tratando de desviar el tema—. A veces me parece que eres muy idealista con esto de las relaciones o de revolcadas en la cama, a ti se te hace fácil, pero a mi no tanto —se defendió—. ¿Coger con extraños es algún tipo de mecanismo de defensa para evitar lidiar con tus problemas? —cuestionó entonces, recibiendo una carcajada del otro y es que ambos estaban acostumbrados a lanzar ese tipo de comentarios y preguntas ridículas.

—¿Sabes? Creo que sí —suspiró dramáticamente—. Papá nunca estuvo, ¿quizás entre todas las camas que he tocado estoy buscando una figura masculina que me cuide? —se preguntó con inocencia, riéndose al final. JiMin lo acompañó, no pudiendo creer que en serio estuvieran hablando de eso en mitad de una cafetería—. ¿Y tu vecino es alto?

—¿Vas a seguir con el tema?

—Ay JiMin, nunca traes estos temas para hablar. Te amo, pero tu vida entera es el trabajo y JungKook, no me puedes dejar sin chismes jugosos cuando yo te traigo unos tan buenos.

—Por favor, Tae. El único chisme verdaderamente bueno que me contaste fue la vez que te topaste con un micropene —viró los ojos, mirando un momento su malteada. TaeHyung formó una expresión de rechazo, recordando los eventos—. Pero creo que él está bien, no es demasiado alto... me lleva un par de centímetros, pero siento que es por las botas que usa —se rió al imaginarlo, mirando hacia abajo.

TaeHyung le dio un sorbo a su malteada, pícaro en su mirada.

—Te gusta.

—Es lindo —le sacó la lengua.

—Un motociclista lindo, ¿huh?

JiMin se encogió de hombros, dándole crédito al otro.

—En fin, tengo que ir por JungKook —se levantó—. Es su último día de clases en el jardín y está emocionado porque le dije que íbamos a ver una película al cine.

Ow, ¿puedo ir? —TaeHyung se levantó de igual manera, sonriendo contento.

—Ya sabes la respuesta —viró los ojos, colgando su mochila sobre su hombro y tomando la malteada para emprender su camino hacia el jardín de infantes—. De hecho, estuvo preguntándome si iba a ir su querido tío Tete.

—Ay, mi corazón —lloriqueó con una mano en el pecho—. Esta vez no le compré nada, ¿podemos parar en una tienda de conveniencia?

—No le puedes seguir comprando chocolates, él no tiene autocontrol.

—Ay, pero es que su hermosa carita me derrite, no le puedo decir que no.

JiMin simplemente se rió y aceptó la nueva parada en su recorrido.

 


 

Las vacaciones de verano eran consideradas un revitalizante respiro para JiMin ya que podía concentrarse más en su adorado bebé durante el día hasta que su horario de trabajo comenzara a las cinco de la tarde y tuviera que dejarlo con la niñera. Durante las clases, el joven adulto se encontraba tan ocupado que sólo tenía tiempo de ver al pequeño después de que el restaurante cerrara a las diez de la noche, por lo que lo único que alcanzaba a ver era la carita dormida de JungKook cuando iba a buscarlo y ciertamente eso lo destruía un poco.

Al menos, con una graduación próxima, podría comenzar a mentalizarse con la idea de tener un poco más de tiempo para el pequeño. Además, durante sus primeras prácticas logró acumular una cantidad de respeto y de confianza razonable en el centro en el que ayudaba, por lo que era casi seguro que sería contratado una vez terminara la carrera. Así que, él se graduará, dejará el trabajo de medio tiempo, trabajará de lo que le gustaba, ganará dinero por ello y podrá tener más tiempo con su bebé. Ese era su plan, su meta, no creía que hubiera huecos para relaciones en ese momento tan clave de su vida.

Es por eso mismo que no podía creer que TaeHyung en serio estuviera tratando de meterle la idea en la cabeza de conseguir un compañero a estas alturas de la vida, menos a sabiendas del sinfín de veces que Park le había dejado claro que ni siquiera tenía tiempo para respirar, mucho menos para interesarse en alguien. Tal parecía ser que su relato del tipo motociclista que era su nuevo vecino lo contó con tal entusiasmo que hizo creer a su amigo que había un poco de interés ahí en alguna parte.

Claro, no podía engañarse a sí mismo, el alfa era atractivo, pero no por eso iba a lanzarse sobre él como un hormonal adolescente en celo. JiMin tenía decencia y dignidad. Además, no poseía las capacidades seductoras de su amigo, ni la habilidad de atontar a alfas para salir y lograr irse a la cama con ellos.

A veces TaeHyung le daba miedo.

Sin embargo, JiMin admitía que su vista se enganchaba en la presencia de YoonGi cada que lo veía pasar, como si el hombre fuera una especie de imán para su omega o para los omegas en general.

Durante la semana se lo encontró un par de veces entre los pasillos, sonriendo como siempre y llevando consigo ese casco negro de motociclista que lucía muy masculino junto a su outfit. Era como un combo letal para las hormonas del lobo de JiMin.

—Buenas tardes —saludó JiMin un martes en la tarde. Iba de camino al trabajo, así que le estaba poniendo llave a la puerta, con JungKook parado a su lado porque primero tenía que dejarlo en la casa de la niñera.

—Buenas tardes —YoonGi, en cambio, llegaba de la calle. Encima vestía una camiseta de color negro, con sus brazos pálidos descubiertos, un par de brazos medianamente musculosos con un total de cero tatuajes en ellos, lo cual significaba que le había ganado a TaeHyung, pero JiMin ni siquiera pensó en eso cuando se encontró con YoonGi.

De hecho, JiMin recuerda casi haberse atorado con su saliva cuando sintió el suave aroma del café proveniente de YoonGi.

—¿Saldrán a dar un paseo? —preguntó curioso.

JiMin lo miró.

—¿Ah? No, no —negó con la cabeza, sonriendo con timidez—. Tengo que irme al trabajo y debo dejarlo con la niñera —movió su cabeza en dirección a JungKook, alejándose de la puerta para tomar su mano.

—Oh, bueno. Entonces espero que tengan un buen día —le sonrió al par, luciendo amable y encantador, en contraposición con su aura dominante e intimidante.

—Gracias, igualmente —le devolvió la sonrisa, con su cara suavemente caliente—. Vamos, Kookie —movió sus manos juntas, caminando hacia el ascensor.

—Chau, vecino —se despidió JungKook, moviendo su pequeña mano libre hacia el hombre. De su pequeña mochila sobresalía el peluche del que no se despegaba de él.

—Chau, chiquitín —arrugó un poco su nariz, sonriente por la ternura del niño.

JiMin sonrió para sí mismo y ambos se despidieron de esa manera.

Esas eran sus interacciones, nada demasiado excitante o extravagante como se estaba imaginando TaeHyung que debería ser.

En realidad, JiMin nunca fue fan de los tipos con pinta de chicos malos. De hecho, era más del tipo de alfa bien vestido con dotes de cerebrito medianamente egocéntrico y bien portado, con alguna sonrisa encantadora que decorara su cara como un plus. Su ex, Jeon HyunSoo, cargaba consigo ese par de características que JiMin sabía que le atraían, pero su vecino era otra cosa, algo salido de los estándares que él aceptaba y alguien que él no creía que fuera del todo de fiar.

Quizás era un poco paranoico, pero de eso constaba ser un padre, nadie lo podía culpar por ello. Es decir, YoonGi se veía intimidante, demasiado, su cara usualmente se encontraba congelada en una expresión poco amistosa hasta que alguien lo saludaba, momento en el que sonreiría suavemente antes de seguir con su camino y regresar a su estado natural.

«Jodidamente intimidante», pensaba JiMin siempre que se lo encontraba antes de salir al trabajo.

Ese tipo de intimidación no debería ser atractiva en absoluto, pero el lobo de JiMin respondía bien a ella, observando curioso al otro como si esperara que su parte humana comenzara a seducirlo, pero como eso no sucedía, simplemente hacía su aroma más dulce para que el hombre notara su aparente interés natural, entonces JiMin huía.

Claro que huía de él, ¿cómo no podría? No quería que por culpa de su caprichoso lobo el alfa decidiera hacer algún movimiento atrevido. Sin embargo, secretamente, JiMin estaba esperando que lo hiciera. Quizás solo por curiosidad, quién sabe.

Había estado mucho tiempo sin interesarse en un alfa, quizás era normal sentir que todo explotaba de repente con un alfa como su vecino, aunque fuera raro para él que justo fuera alguien que no encajaba en su tipo.

TaeHyung tenía razón también cuando decía que su cantidad de sexo recientemente se encontraba en números negativos, pero aunque no creyera que fuera un problema, quizás su lobo estaba comenzando a desesperarse un poco por ello. Lo entendía, de verdad que lo hacía. Sin embargo, no quería pensar en ese tema demasiado, no cuando un par de supresores eran suficientes para aplacar a su lobo y cuando su atención debía ser exclusiva para JungKook.

En fin, era verano, debía disfrutar sus vacaciones con su bebé y no pensar en alfas alterando sus hormonas ni en amores veraniegos. Así que, un sábado por la mañana, JiMin sacó al estacionamiento la piscina que había comprado hace dos veranos para JungKook, quien consideró esto como el mejor regalo de todos y era quizás su actividad favorita después de ver películas de superhéroes.

En el estacionamiento había una pequeña zona verde que pretendía ser un patio de descanso para hacer parrilladas, quizás. No había niños en el edificio, mucho menos adultos interesados en hacer reuniones al aire libre porque todos eran viejos, así que la zona era prácticamente suya.

Luego de armarla, dejó la piscina llenándose con una manguera y regresó a casa para buscar a JungKook porque sabía que el tiempo que usara alistando al niño sería suficiente para que la piscina se llenara.

Ellos salieron luego de casi media hora, JungKook lleno de bloqueador solar, vistiendo un short y usando un inflable en sus caderas y brazos. Estaba contento y emocionado, dando zancadas rápidas con sus sandalias de superhéroes hacia la piscina.

—¡Rápido papi, rápido! —apresuró cuando llegó, como si la piscina se fuera a desaparecer si no entraba pronto.

—Ya voy, mi amor —se rió JiMin, dejando una silla a un lado en la que colocó las demás cosas que solían necesitar en un día de piscina, como las toallas.

JiMin cerró la manguera y se metió dentro para asegurarse de que la altura fuera decente porque la piscina era grande, estando llena podría cubrir los muslos de JiMin y eso era un poco alto para JungKook.

—Listo, ven aquí —se inclinó hacia afuera, recibiendo en brazos a un niño que no había dejado de dar saltitos cuando llegaron—. Está un poco fría, así que con cuidado...

—¡Rápido! —vociferó aún así.

Lo metió lento, riéndose por la manera en la que el niño pateaba dentro del agua como si no pudiera contener su emoción por nadar. JungKook flotaba con el inflable en su cintura y para mayor seguridad también había otro par en sus pequeños brazos. JiMin no iba a dejar que se ahogara, por eso se metía con él y se mantenía a su lado mientras lo veía nadar.

—¡Papi, mira! —llamó emocionado, moviendo sus pies debajo del agua para nadar alrededor de la piscina. JiMin lo miró con atención, celebrando la habilidad de su pequeño—. ¡Puedo nadar muy rápido!

—Sí mi amor, eres cada vez más rápido —animó—. Si sigues así vas a poder ganar todas las competencias de natación del mundo.

—¡Las voy a ganar para papi! —anunció seguro, extendiendo sus brazos para tomar el rostro de JiMin.

—¿Ah sí?

—¡Sí, sí! —asintió.

JungKook lo miraba con una sonrisa enorme de oreja a oreja y JiMin amaba esos momentos. Pasar tiempo con JungKook le hacía sentir que todo lo demás valía la pena y escucharlo reír era su penicilina, así que aunque le hubiera gustado dormir un poco más ese fin de semana, no se sentía tan mal ahora.

Llevó juguetes también, incluso el oso de peluche del que JungKook jamás se separaba, pero este descansaba en la silla que JiMin había dejado a un lado de la piscina, lejos del agua y de cualquier cosa que pudiera ensuciarlo porque JiMin ya se había cansado de lavarlo.

Con el pasar del rato, JiMin se sentó en el borde de la piscina y se quedó mirando a su hijo recorrerla como si no lo hubiera hecho mil veces ya, simplemente disfrutando del momento mientras dejaba que el sol besara su piel.

En ese momento, reconoció una nueva presencia apareciendo en el estacionamiento y sus ojos se desviaron de inmediato hacía él como si alguien hubiera tomado sus mejillas para girarlo.

Era YoonGi, claro que era YoonGi. Encantador en su presencia, como parecía ser que el universo se lo quería presentar.

Para colmo, vestía una camisa sin mangas blanca y pantalones militares, también botas que se veían pesadas y todo en él se veía tan caliente como el sol. Había una caja de herramientas en su mano y su cabello negro se encontraba sujeto por una diadema, lo cual era curiosamente atractivo porque JiMin no conocía muchos alfas que estuvieran dispuestos a usar diademas y un alfa sin masculinidad frágil era un poco difícil de encontrar.

YoonGi caminaba hacia la única motocicleta que había en el estacionamiento y que justamente se encontraba a unos pocos metros de la zona en la que estaban JiMin y JungKook.

JiMin casi se ríe por las coincidencias de un destino en el que no tenía permitido creer, pero es que era hilarante de alguna manera.

Dejó de mirar inmediatamente después de que se dio cuenta que YoonGi podría notar su mirada, regresando su atención a JungKook y pretendiendo estar tranquilo a pesar de que su lobo estuviera olfateando el aire en busca del aroma de YoonGi, mientras él mismo quería volverse a sumergir en el agua con el deseo de alejarse lo más posible de la mirada del alfa.

Con suerte, el hombre ni siquiera giraría en su dirección.

—¡Hola, señor vecino!

JiMin miró a su hijo con ojos agrandados, dándose cuenta de que el pequeño saludaba sonriente al hombre recién llegado como si fuera el ser más social en la tierra y YoonGi lo miró con una sonrisa amigable, moviendo su mano libre como saludo. Luego miró a JiMin, dedicándole una sonrisa igual de encantadora que el omega replicó, pero con algo de timidez de su parte.

—Hola vecinos, ¿están pasando el calor? —preguntó mientras dejaba la caja de herramientas a un lado de la moto, también dando un par de pasos hacia ellos para que su voz se oyera clara—. No sabía que teníamos una piscina en el edificio —ladeó un poco su cabeza, mirando a los dos con curiosidad.

JiMin asintió torpemente, las palabras atorándose en su garganta.

—Sí, y-ya sabes... —no sabía, no tenía ni puta idea de lo que estaba diciendo—. En realidad la compré para JungKook, lamentablemente el edificio no se puede permitir lujos como estos.

—¡Sí, es mía! —se mofó orgulloso el niño, asomándose por el borde.

YoonGi resopló con diversión.

—Ya veo, entonces tendría pedirle permiso al dueño si quiero darme un chapuzón, ¿huh? —bromeó mirando hacia JungKook, pero esa sonrisa mezclada con su tono encantador hacían sonar esas palabras como un par de dagas dirigidas directamente al vientre de JiMin.

El omega mentiría si dijera que no quería verlo todo mojado, pero ese no era el punto en ese momento.

—Sí, podría decirse —JiMin rió, esperando que sus nervios no fueran tan notorios. Su lobo brincaba interesado como un tonto cachorro y él odiaba el sentimiento—. Vivimos en una dictadura donde él es el rey —señaló a su hijo, quien sonreía con un encanto inocente.

—Oh, vaya.

—¿Quiere nadar, señor vecino? —preguntó JungKook con curiosidad—. Puede hacerlo si quiere, pero tiene que tener un traje de baño —explicó y JiMin agrandó los ojos una vez más, no creyéndose que en serio JungKook estuviera diciendo eso.

Para alivio de JiMin, YoonGi pareció darse cuenta de que eso sería demasiado y negó con la cabeza, señalando la motocicleta.

—Tengo que hacer unos arreglos a mi moto, quizás otro día —le sonrió a JungKook y luego a JiMin, girándose para regresar a su motocicleta—. Pásenla lindo —se despidió.

Después de eso, YoonGi se retiró a su casa para regresar con un banco y un par de guantes en las manos, directo a arreglar lo que sea que estuviera molestando en su motocicleta. Le daba la espalda al par que nadaba en la piscina para concentrarse en su tarea, moviendo los músculos de su espalda mientras usaba las herramientas de la caja como todo un experto en la materia.

JiMin lo miraba cada tanto, el alfa estaba sudando y resoplando cada que el trabajo parecía hacerse complicado, "modelado" como todo un alfa alrededor de la motocicleta como si tratara de tentarlo, pero no era el caso, él estaba en lo suyo y JiMin debería pensar en su niño y en que no se ahogue, para variar.

Como era costumbre, JungKook siempre tenía mucha más energía que su papá, podía durar horas y horas saltando y corriendo. Aunque JiMin tuviera la necesidad en ocasiones de caer dormido y jalar a JungKook consigo, sabía que el pequeño necesitaba descargar toda la energía que pudiera. Ese día, por ejemplo, JungKook iba a dormir como un bebé una vez JiMin lograra sacarlo del agua.

El omega fue el primero en salir, con el par de shorts de playa pegados a sus piernas. Odiaba usar camisas cuando estaba nadando, pero ahora se arrepentía un poco porque de haber sido el caso no se sentiría tan desnudo sobre la mirada de YoonGi, quien cambió de posición al menos un minuto antes de que JiMin saliera del agua, ahora sentado con la mirada frente a él.

JiMin no quería creer que YoonGi iba a dejar de hacer lo suyo por mirarlo, no se veía tan atractivo para eso, pero de igual manera caminó un poco apresurado a la silla donde reposaban las toallas.

—¿Ya nos vamos, papi? —preguntó JungKook con una notoria decepción en su voz, haciendo un puchero cuando JiMin lo miró.

Sabía que ahora YoonGi sí los veía.

—Bueno mi amor, estuvimos aquí mucho tiempo —decía con voz dulce mientras se secaba el abdomen, queriendo lucir natural y espantando las ideas de su lobo de moverse más delicadamente para verse lindo frente al único alfa presente—, si no te quieres poner rojo después quizás deberíamos irnos, ¿no estás cansado?

—No, no estoy cansado. No me quiero ir —pataleó un poco, aferrándose al borde de la piscina.

JiMin se lo esperaba, así que colocó la toalla en su hombro y se acercó a su hijo, mirando con cariño la expresión que pretendía ser enojada.

—Avísame cuando estés cansado o tengas hambre y nos vamos, ¿bien? —propuso, sentándose en la silla que había llevado a sabiendas de que JungKook no iba a durar mucho más.

El niño podría pretender ser el más fuerte de todos, pero se ponía gruñón si no tomaba su siesta.

—¡Sí, papi!

JungKook asintió y se metió de nuevo al centro de la piscina. Ahora nadaba sólo con los inflables de sus manos, pataleando como todo un experto y jugando con sus juguetes. En su cabeza seguro creía que tenía bajo control la situación porque no le diría a JiMin que tenía sueño o hambre, suponiendo que aguantaría ambas cosas como todo un campeón, pero no podía estar más equivocado.

Al menos su padre le daba la ilusión de que era capaz de escoger.

JiMin siempre se encontraba en la búsqueda del equilibrio perfecto entre ser el padre aburrido y el divertido, era en realidad la única figura paterna presente de JungKook y no quería que el niño se sintiera presionado o demasiado libre por sí solo. En todo caso, JiMin sabía que eso era un poco más complicado en la práctica que en la teoría, la crianza no era algo perfecto, él seguía aprendiendo y por más que viera videos y leyera libros sabía que no era un experto, lo cual le frustraba. JungKook merecía una buena vida y JiMin se la quería dar, costara lo que costara.

—Papi, mira —JiMin ya lo estaba mirando—. Mira lo que puedo hacer, mira —entonces, JungKook sumergió su boca dentro del agua y comenzó a hacer burbujas.

JiMin rió.

—¡Qué bonito! —animó sonriente, sin notar que había un alfa a unos metros de ellos que sonreía de igual manera—. Cuidado, no vayas a tragar agua.

—¡Sí, papi!

El omega se recostó en la silla, tomando una camisa para ponerse sobre su abdomen ahora seco y desvió su mirada hacia YoonGi, encontrándose con el alfa atornillando lo que creía que era lo último porque la caja de herramientas estaba casi cerrada y la botella de agua a su lado se encontraba vacía.

De repente, YoonGi levantó la mirada y JiMin la bajó, sintiendo que su cara se calentaba.

Se reprendió a sí mismo y decidió concentrarse en JungKook una vez más. Peinó su mojado cabello hacía atrás y se cruzó de piernas.

A unos metros de él, el alfa lo seguía mirando con una curiosidad llena de interés.

Al cabo de un rato, quizás quince minutos, JiMin escuchó un par de sonidos metálicos y miró a YoonGi una vez más, tratando de ser lo más disimulado posible. El alfa ahora guardaba sus cosas y se quitaba los guantes, también se quitó la diadema y los mechones de su negro cabello cayeron sobre su frente. Tomó la botella de agua y frunció sus labios cuando la encontró vacía, pero se levantó y también tomó la caja de herramientas para caminar al interior de su casa.

Su espalda estaba sudada, sus brazos brillaban por el choque del sol de la tarde con su piel húmeda y JiMin soltó al aire que no sabía que había estado reteniendo, mirando de nuevo a JungKook sólo para encontrarse con el niño bostezando mientras recargaba su cara sobre el borde de la piscina.

—Ay mi amor, ya estás cansadito —JungKook negó con la cabeza, pero sus ojos se encontraban medio cerrados y no dudó en dejarse llevar cuando JiMin lo cargó fuera de la piscina—. Vamos a tomar una siesta, ¿sí? —JungKook gimió como queja y JiMin lo dejó sentado sobre la silla, quitándole los inflables de los brazos y envolviéndolo en una toalla de manera que sólo quedaba a la vista su rostro agotado.

—No, papi... Quiero seguir nadando —dijo con tristeza, pero sus ojos estaban cerrados y cabeceaba con cansancio—. No tengo sueño —bostezó en grande, un par de lágrimas formándose en las comisuras de sus ojos.

—¿No? Pero si no puedes abrir los ojitos, mi amor —se rió suavemente, tomándolo en sus brazos para cargarlo contra su pecho y JungKook se acurrucó contra él inmediatamente, bostezando una vez más—. ¿Ves? No puedes sobre-exigirle mucho a tu cuerpecito, después te puedes enfermar.

—No me quiero enfermar... —puchereó, parpadeando lentamente.

—Yo tampoco quiero que te enfermes, así que vamos a tomar una siesta para recuperar toda tu energía. Después podemos tomar chocolatada y waffles, ¿qué dices?

JungKook sonrió y asintió, escondiendo su rostro en el cuello de su papá.

JiMin besó su frente y suspiró cuando se dio cuenta de que probablemente tendría que hacer dos viajes para llevarse las cosas que se encontraban revueltas en la zona, así que tomó sus llaves y se giró para caminar hacia su casa, justo encontrándose con YoonGi quien parecía haber vuelto por su banco porque lo estaba levantando del suelo.

El omega sólo le sonrió como saludo y continuó con su camino, pretendiendo que no había notado la cara enternecida del alfa, quien seguro había visto el intercambio con su niño de hacía un momento.

—Eh, uh... ¿Te doy una mano? —preguntó YoonGi cuando él pasó a su lado. JiMin se detuvo, mirándolo con curiosidad—. Para vaciar la piscina, recoger las cosas...

JiMin negó de inmediato, sintiendo el golpe de algo revolver su estómago. La voz de YoonGi era tan gruesa y su mirada profunda de ojos oscuros se sentía como un abismo que lo tenía al borde de los nervios. JiMin sabía que el alfa en serio afectaba a su lobo porque este no había dejado de sacudir su cola contento como nunca antes había estado, entusiasmado por el hombre que ofrecía una mano como todo un salvador, pero JiMin no necesitaba ayuda.

—No gracias, yo puedo —afirmó, una frase cuyo sabor era tan común en su boca que ni siquiera se cuestionó si decía la verdad realmente—. Sólo meto a JungKook en su pijama y regresó a arreglar estas cosas, no te preocupes. He dejado peores desórdenes aquí afuera y a ninguno de los vecinos les molesta, están acostumbrados de todos modos —agregó como si su explicación no fuera suficiente.

—¿Seguro? —ladeó un poco su cabeza—. Es que como son varias cosas yo...

—Sí —asintió sonriente—. Realmente estoy bien. Hasta luego.

—Bueno... hasta luego —YoonGi le devolvió la sonrisa, una titubeante esta vez.

JiMin continuó con su caminata de vuelta a su casa y JungKook se removió, olfateando suavemente el cuello de JiMin.

—Papi, hueles muy rico —dijo antes de bostezar.

Claro que olía rico, su aroma a rosas explotó en el segundo que YoonGi le preguntó si podría ayudarlo porque aunque fuera tener la vara en el piso JiMin todavía podía sentirse atontado por alfas caballerosos con un mínimo de decencia.

Aun así, claro que él se sentía un conflicto, sabía que no estaba mal aceptar la ayuda de vez en cuando, pero le molestaba un poco que la única manera que tuviera el hombre de acercarse era ofreciendo una mano, como si JiMin no pudiera lidiar ya con todas sus cosas, era ridículo, él no era ninguna princesa en apuros.

Bufó, encontrándose fastidiado de repente y entró con algo de dificultad a su casa.

Sin embargo, cuando volvió a salir después de un rato, se encontró con el hombre parado a un lado de la piscina casi vacía, con sus cosas acomodadas sobre la silla.

Y JiMin no podía negar que ahora se sentía tan...

—Hey —llamó cuando estuvo lo suficientemente cerca, sus brazos cruzados sobre su pecho. YoonGi lo miró con aparente inocencia, luciendo como si lo que estuviera haciendo fuera correcto—. ¿Qué haces?

—Oh, bueno —se llevó una mano a la nuca—. Pensé que podría hacerte el trabajo más fácil, me imagino que debe ser molesto dejar a tu hijo solo por mucho tiempo y estas piscinas demoran en vaciarse, entonces yo...

YoonGi hablaba como si acabara de hacer su buena acción del día.

Sin embargo, JiMin no era un centro de beneficencia.

—Te dije que tenía todo bajo control —decidió decir, su tono aún dulce ligeramente tenso ya que por dentro se encontraba un poco fastidiado.

YoonGi no se veía como una mala persona, pero a JiMin no le encantaba que las personas se metieran donde no habían sido solicitadas. Entendía que el otro quisiera ayudar, pero estaba acostumbrado y un poco harto de ser tratado como algo delicado, sinceramente.

«Típico de alfas, no aceptan un no y pretenden lucir como superhéroes para los omegas», no pudo evitar pensar JiMin, recordando un par de situaciones similares en el pasado.

—Bueno, es que...

—Entiendo que quieras ser un caballero, pero en serio, yo puedo solo —explicó.

YoonGi parpadeó un poco más confundido ahora.

—Oh, ¿metí la pata? —JiMin se sorprendió un poco por la pregunta, pero terminó asintiendo porque era exactamente lo que el alfa había hecho—. Lo siento, sólo quería darte una mano.

—Cuando alguien te dice que puede, creeme, claro que puede —afirmó una vez más, levantando un poco su mentón y dedicándole al otro una mirada un tanto filosa—. Todos quieren ayudar, pero está bien, realmente prefiero hacerlo por mi cuenta.

YoonGi levantó sus manos a modo de rendición.

—Tienes razón, lamento si te incomodé —entonces volvió a colocar una mano en su nuca y metió la otra en sus pantalones militares. Su cabeza medio inclinada, mirando a JiMin con arrepentimiento—. No era esa la intención, espero que no pienses que soy un entrometido.

«Ahora es exactamente lo que pienso», pensó JiMin. No iba a dejarse llevar por una mirada de cachorro mojado.

—Si necesito ayuda te lo haré saber, pero por el momento puedo hacer las cosas por mi cuenta —explicó con una sonrisa al final.

YoonGi bufó rendido, luciendo un poco más arrepentido.

—Bien, lo tendré en cuenta.

JiMin asintió, tomó sus cosas y se dio media vuelta sin decir nada más.

Regresó a casa sintiéndose orgulloso de sí mismo, sin notar que YoonGi lo miraba irse con los hombros caídos en derrota, probablemente sintiéndose estúpido.

Hacía ya mucho tiempo que JiMin había decidido marcar mucho mejor los límites que les ponía a los alfas y si eso los espantaba entonces era mucho mejor para él.

YoonGi podía ser caliente como el infierno, pero JiMin no necesitaba más sabelotodos a su alrededor.

Después de todo, ese alfa no era la gran cosa.

Chapter 3: CAPÍTULO DOS

Chapter Text

JiMin recuerda la primera vez que conoció a HyunSoo y, en realidad, si TaeHyung supiera que lo recordaba de vez en cuando seguramente le daría una patada en el culo.

Sin embargo, su primer encuentro era algo que estaba impreso en su sistema, de alguna manera arraigado a su historia de vida y a quien rememoraba cada vez que vivía algo parecido porque en la mayoría de las anécdotas de la secundaria ese alfa estaba involucrado. HyunSoo lo marcó de una u otra manera, y la constante memoria de él vivía y tenía seis años, en la forma de un dulce niño que miraba a JiMin como si fuera el mejor padre del mundo.

En realidad, el pensar en su ex no era algo que JiMin hiciera seguido, no le gustaba. Sin embargo, de vez en cuando recaía en la incertidumbre. Sabía que no era algo normal, que su aparente duelo podría ser patológico a estas alturas de la vida, pero JiMin creía fervientemente que solo habían muchas cosas atoradas en su garganta que no había logrado decir del todo y las mismas no pasaban, no importaba qué tan fuerte tragara.

Nunca tuvo un “cierre”, nunca tuvo ese momento explosivo para gritar todo lo que lo había hecho enojar, todo lo que le había dolido. HyunSoo simplemente se fue un día y dejó detrás de él una estela de dolor y soledad, una que atrapó a JiMin y lo ahogó durante tanto tiempo que él simplemente se tuvo que acostumbrar a vivir con ello. 

JiMin se sentía tan estúpido en ocasiones.

No quería culparse, no quería pensar que pudo haber hecho algo para evitar encontrarse en la posición de su actual vida. Sin embargo, el “si me hubiera dado cuenta antes” a veces brillaba en su cabeza y lo atormentaba un poco cuando se encontraba desprevenido.

¿Cómo pudo haberlo sabido, de todos modos? 

—Hum… hey, chico —fue lo primero que dijo HyunSoo en su primer encuentro. JiMin no está seguro, pero de alguna manera deben empezar las historias de amor trágicas y un saludo como ese sonaba como el comienzo más lógico—. Esto se te cayó.

Era el primer día de clases luego de las vacaciones de verano, algo tan ridículamente cliché que a JiMin le parecía hilarante. Por aquella época, JiMin sólo tenía catorce años de edad y era quizás el omega más asustadizo del mundo. Cuando se dio cuenta de que el alto chico le estaba tendiendo su tarjeta del autobús, la primera reacción que tuvo su cuerpo fue sonrojarse en bochorno y una sonrisa nerviosa hizo temblar su boca antes de que pudiera tomar lo que era de su propiedad.

—Ah, gracias… que tonto —comentó al aire, luego miró al chico con un poco de pánico en su mirada—. Uh, digo, tonto yo, tú no… —se rió de nuevo, muerto de la vergüenza. 

Para su suerte, o desgracia, el chico correspondió su risa.

—Más tonto que yo no puedes ser, así que no te preocupes —le siguió el juego—. He perdido cuatro de esas tarjetas en lo que va del año. 

—Pero si estamos a mitad de año —señaló incrédulo.

La mueca que hizo el chico hizo reír a JiMin con ganas.

Luego de eso, JiMin le agradeció una vez más antes de irse hacia su aula. En ese momento no era realmente bueno socializando, mucho menos hablando con gente que no fuera su círculo social de la época, por lo que su pecho no pudo evitar llenarse de ansiedad durante el intercambio con el alfa de cabellos negros y sonrisa que JiMin siempre consideró que tenía un aire a la forma de la boca de los conejos.

Durante esos años, JiMin había sido muy soñador y en algún momento consideró que tenía una especie de delirio de grandeza porque en sus más pequeños y recónditos pensamientos él creía en la posibilidad de que todos los alfas lo veían como alguien atractivo y de que se morían por él. Lo cual no podía ser cierto por obvias razones, pero nunca llegó a quitarse ese pensamiento del todo, simplemente se reía de sí mismo y dejaba de lado cualquier fantasía que implicara alfas guapos, aun cuando estas eran tan recurrentes como la cantidad de alfas que veía un día normal en la calle.

Con HyunSoo las cosas no fueron muy diferentes, él realmente estuvo fantaseando un poco con el chico, pero luego no hubo nada importante que rescatar al respecto, mucho menos sabiendo que el alfa estudiaba en el aula paralela a la suya, la B, y que ellos realmente no se iban a ver mucho más. 

Sin embargo, HyunSoo siempre estuvo alrededor, siempre conectó miradas con él durante los horarios de descanso, siempre le sonrió y lo reconocía como el chico al quien le había devuelto la tarjeta del autobús, siempre fue amable y dulce, siempre. 

Para el ignorante y quizás inocente corazón de JiMin de ese momento, ese tipo de cosas sumaban mucho puntos y lo subían a una nube de ilusión que lo hicieron enamorarse del chico más rápido de lo que habría querido. En la actualidad, JiMin era mucho más centrado y pensaba mucho mejor las cosas, pero en ese momento de su adolescencia todo simplemente parecía destinado a ser. 

El año siguiente, cuando JiMin cumplió 15 y ambas aulas fueron mezcladas, sus interacciones con HyunSoo aumentaron, las sonrisas se volvieron más frecuentes, las conversaciones cada vez más largas y las miradas iban un poco más allá de un aire amistoso. Ellos conectaron tan bien como podrían hacerlo dos adolescentes con las hormonas alborotadas y deseos de encontrar un amor destinado, cayeron por el otro tan rápido que ni siquiera lo notaron, fue algo que solo pasó como el destino, o como JiMin tanto deseó que fuera.

Para el final de la cursada ellos se estaban besando bajo las escaleras de uno de los pasillos del colegio mientras todos los demás estaban disfrutando de los festivales propios de la época.

—Estoy enamorado de ti, JiMin —HyunSoo murmuró su confesión sobre sus labios y JiMin sintió tantas mariposas que no podía dejar de reír—. ¿De qué te ríes? —lo miró.

—Yo también estoy enamorado de ti —fue su respuesta suave aunque la pregunta no haya sido esa.

HyunSoo siempre fue lindo con él, siempre lo trató como a un príncipe, siempre lo consintió y le dio los mejores regalos. Ellos fueron adolescentes demasiado ensimismados en la burbuja del primer amor y bien es sabido que el amor suele alterar la percepción de una persona. Sin embargo, en ese momento, JiMin podía jurar que HyunSoo era el alfa de su vida, de quien llevaría una marca y con quien tendría cachorros, y HyunSoo nunca le negó nada, siempre le habló de un futuro y prometió tantas cosas como estrellas hay en el cielo, le habló de sus miedos y esperanzas, de sus más profundos secretos, y JiMin escuchó cada uno con el corazón abierto. 

¿Cómo pudo haberlo sabido? ¿Cómo habría siquiera pensando en que HyunSoo podía ser tan cruel? El JiMin de quince años lloraría desconsoladamente, como un niño recién nacido, si supiera que ese amor tan mágico nunca lo fue del todo porque no había manera, no podía haber posibilidad de que el alfa con sonrisa de conejito y besos de ensueño, que lo abrazaba como si no quisiera separarse nunca de él y que le hablaba como si fuera el tesoro más delicado de todos fuera capaz de abandonarlo. 

No, él no pudo haberlo sabido. 

JiMin no tenía por qué esperar que algo como eso fuera una opción siquiera, que el mirar el “positivo” en la prueba de embarazo a sus dieciocho años pudiera torcer la cara de HyunSoo de esa manera.

—No —fue la primera palabra que salió de su boca—. Me niego, no. 

Era una respuesta lógica, sí. JiMin fue comprensivo. Siempre fue comprensivo en realidad, trató de serlo aunque doliera. Negarse fue lo primero que pensó él mismo, así que comprendió la reacción de HyunSoo, al menos en ese instante. 

Su celo no se alteró, sus hormonas no avisaron de nada, su cuerpo no cambió. JiMin solo se hizo la prueba porque, luego de un tiempo, los síntomas típicos comenzaron y dentro de él tenía una sensación extraña, con su lobo contento y animado sin razón, como si hubiera algo ahí de lo que se estaba perdiendo, algo que no estaba notando, pero que debería. Él estaba seguro de que no podía estar embarazado, pero tenía que confirmarlo.

Claro, lo confirmó.

—¿Qué se supone que haremos? —cuestionó JiMin en ese momento. Había esperado unos días para decirle a HyunSoo, pero no parecía haber sido la mejor idea porque su entonces novio ahora estaba caminando por su habitación con las manos enredadas en su cabello, maldiciendo reiteradamente y llenando el aire de un amargo aroma a uvas fermentadas.

—Tienes que abortarlo.

JiMin negó, abrazándose el vientre y dando un paso hacia atrás. HyunSoo no tomó bien esto porque lo miró como si estuviera loco, como si no lo reconociera y JiMin retuvo un sollozo, tratando de repetirse que la respuesta de HyunSoo era entendible, estaba molesto y asustado, él lo entendía, claro que lo entendía.

JiMin siempre lo entendía, ¿por qué HyunSoo nunca lo entendió a él?

—No, no podría —jadeó—. Tiene más de tres meses —agregó. Sus mejillas llenándose de lágrimas una vez más—. Me hice todos los exámenes que conseguí, tiene tres meses… puedo sentir su lazo… —sorbió su nariz, asustado, tembloroso. HyunSoo ni siquiera lo estaba mirando—. No puedo, Soo, yo no… 

Después de tres meses no había ley que avalase su decisión porque JiMin había cruzado el máximo. Así mismo, su lobo estaba contento con ello, hacerle algo al bebé implicaba sufrir el duelo, implicaba enfermarse, implicaba tantas cosas que JiMin no sabía si era capaz de aguantar. Para la fecha la criatura ya tenía el suficiente desarrollo como para que su lazo se presentara en JiMin y romperlo podría ser catastrófico.

Su lobo podría morir de tristeza y llevarse a JiMin con él.

HyunSoo lo tomó de los hombros y lo hizo mirarlo, sujetándolo fuerte, casi zarandeándolo. Había algo desesperado en su mirada, algo que asustó a JiMin tanto que recargó de lágrimas sus ya agotados ojos.

—JiMin, míranos —habló, tenso—. No puedo hacer esto, tienes que deshacerte de eso.

Y el lobo de JiMin gimió, un dolor se extendió por su vientre y el rechazo lo hizo llorar aún más. 

Aunque fuera un accidente, aunque fuera un bebé que no había sido deseado en ese momento, JiMin jamás pensó que HyunSoo lo podría rechazar tan cruelmente. Más aún sabiendo lo que esto implicaba para los omegas. JiMin jamás creyó que su novio adorado pudiera mirarlo así, como si fuera un idiota, como si fuera una basura, como si le estuviera arruinando la vida.

—No puedes hacerme esto —espetó HyunSoo.

¡Papi!

JiMin se sobresaltó cuando escuchó la voz de JungKook, quien caminaba en su dirección, encontrándose con él en la cocina mientras lo miraba con una sonrisa. En su mano llevaba una hoja que levantó, enseñando un dibujo de dos personas tomadas de las manos, una más pequeña que la otra y una de ellas tenía un garabateado “papá” escrito arriba de su cabeza. JiMin dejó los platos que estaba lavando, secándose las manos con uno de los trapos y agachándose para ver el dibujo con más detenimiento.

—Mira lo que hice, mira, mira —dio un par de saltitos.

—Mi amor, qué lindo —le sonrió a su hijo, quien bajó el dibujo para enseñar su enorme sonrisa—. ¿Somos nosotros?

—¡Sí!, y Jojo —señaló su oso de peluche, uno que estaba siendo sostenido por la mano del niño en el dibujo—. ¿Lo podemos pegar en el refrigerador? —señaló el aparato.

—Bien, será la obra de arte destacada de la semana —lo tomó, mirándolo un poco más.

Había algo que calentaba su corazón de una manera especial, el dibujo en sí representaba a su pequeña familia, a su lugar seguro. JiMin y JungKook estaban juntos, no había necesidad de que entrara otra persona a su vida que intentara sumar a esa pequeña familia porque ellos estaban bien solos. Funcionaban. JungKook parecía solo necesitarlo y JiMin ponía todo su esfuerzo en ser lo que el niño necesitaba. Así estaban bien, por supuesto que sí. 

Con este pensamiento, JiMin volvió a mirar a JungKook y peinó un poco su cabello, mimando su rostro con su mano y el gesto del niño fue inclinarse sobre el toque. Luego lo abrazó y el niño lo recibió con cariño antes de separarse.

—¿Te gustó? —le preguntó JungKook, mirándolo con expectativa.

—Me encantó —respondió seguro, recibiendo un pequeño meneo emocionado de parte de su hijo, el cual acompañó con una sonrisa encantadora.

JiMin sólo lo miró con ojos cargados de amor, besando su frente.

JungKook tenía una sonrisa bastante particular, una muy parecida a la forma de la boca de los conejos. 

Era una sonrisa exactamente igual a la de su padre.

 


 

El universo trabaja de maneras misteriosas, todo el mundo lo sabe.

JiMin, sin embargo, creía que el universo tenía algo en su contra desde el día que HyunSoo le dijo que ya no quería estar con él y que no quería tener nada que ver con JungKook. Desde entonces, su vida se había tambaleado de un lado a otro, ni muy blanco ni muy negro, demasiado gris para su gusto. 

Todo era demasiado gris para su gusto.

No importaba lo fácil que resultaran ser las cosas durante las vacaciones a comparación de su exigente vida estudiantil, JiMin podía seguir agotado. 

El trabajo era crucial en su vida, su jefe lo amaba al menos y sus compañeros eran buenos con él, incluso había clientes que adoraban ser atendidos por el omega y le dejaban buenas propinas, pero había otros que JiMin detestaba, como el viejo Choi.

El viejo Choi era un anciano, pero no era necesariamente un cadáver. Debía tener al menos cincuenta y tantos años, sino setenta. Siempre sonreía de una manera que Park consideraba asquerosa cuando se le acercaba para atenderlo, de su lengua salían los piropos más ridículos que había escuchado y no perdía la oportunidad de alabar su culo. Era un tipo nauseabundo, pero dejaba propinas exageradas, así que era un ganar-ganar de cualquier manera.

Al menos eso quería creer JiMin.

El viejo alfa se presentaba dos veces por semana, los martes y jueves a las ocho, siempre pedía lo mismo, siempre se emborrachaba, pero lograba levantarse para irse a las nueve y media. 

Ese martes por la noche JiMin fue hasta su mesa y le sonrió como si fuera un idiota, le tomó la orden y aunque todo el numerito era una formalidad, ese contacto mantenía al hombre contento. 

Una cosa que también era importante sobre el viejo Choi era que el tipo era dueño del terreno en donde estaba construido el restaurante. Así que, además de la posibilidad de comer gratis, también tenía la libertad de incomodar a los meseros porque nadie le iba a decir que no a menos que quisiera ser despedido.

JiMin no quería ser despedido.

—¿Cómo está mi mesero favorito? —preguntó Choi, esa sonrisa repulsiva apareció en su cara. Su cabello se encontraba peinado sobre su semi calva y vestía un traje. Combinaba bien con la demás gente pretenciosa que visitaba ese restaurante, pero al menos ellos mantenían sus comentarios y manos para sí mismos.

—Bien señor Choi, como es lo usual —movió su hombro delicadamente, sintiéndose ridículo, pero tenía que hacerlo—. ¿Va a pedir lo de siempre o quiere probar algo nuevo del menú? 

—Ay querido, si me lo preguntas así entonces no puedo decirte que no, ¿qué me recomiendas, hermoso? —se recostó sobre su silla, mirando descaradamente el cuerpo del omega. JiMin apretó sus labios incómodo, pero carraspeó. 

—Podría pedir el plato del día, un poco de arroz frito con vegetales salteados y fideos, acompañado de carne y papas fritas como guarnición, ¿vino quizás?

—Me conoces muy bien —hizo un ademán de tomar su cadera, pero JiMin se apartó.

—Sin tocar, por favor —le sonrió—. Los demás comensales pueden sentirse incómodos. No queremos espantar a los clientes, señor Choi —trató de sonar dulce en su tono, pero la expresión de desprecio luchaba por reflejarse en sus facciones.

A pesar de sus intentos, el hombre resopló con fastidio, quizás ofendido. Eso iba a repercutir en su propina, pero no valía tanto la pena.

—Eres tan duro JiMin, siempre te he tratado bien.

—Esto no es un burdel señor Choi, es un restaurante —aclaró JiMin, un poco más serio esta vez.

—Ojalá lo fuera —se rió.

JiMin apretó su mandíbula.

—Le voy a traer su comida —finalizó y se fue de ahí, caminando en dirección a la cocina.

JiMin no era el único que sufría de estas cosas, pero no podía hacer nada al respecto, no cuando dependía de este trabajo al igual que muchos otros. Todos los trabajadores eran omegas, todos y todas eran lindos, dulces y sonrientes, los clientes eran personas importantes que jamás habían recibido un “no” como respuesta y aunque JiMin deseara con todas sus fuerzas dejar ese trabajo, la paga era mejor que en cualquier otro que pudiera conseguir. 

Lo único que lo consolaba era que podía escupir en el plato de comida de Choi y de cualquier otro alfa repugnante que se apareciera por ahí.

—Su comida llegará en un momento —avisó una vez regresó a la mesa del hombre luego de darle la orden a los cocineros y rellenó la copa con el vino que el señor Choi siempre pedía—. Como sabe, su comida siempre será prioridad para el restaurante —y esta parte era solo para acariciar el ego del alfa porque mientras más contento estuviera, mejor propina dejaba. 

El sonriente hombre tomó la copa una vez estuvo llena y JiMin pensó en lo fácil que era encantar alfas viejos con dinero.

—Gracias, hermoso.

JiMin se giró para continuar atendiendo, pero terminó dando un pequeño brinco cuando el hombre estampó su mano contra sus nalgas. JiMin enrojeció de la rabia y apretó los dientes, mirando a Choi con seriedad mientras el hombre se carcajeaba. Los demás comensales vieron el intercambio y murmuraron entre ellos. JiMin sólo se tragó un grito y trató de mantener su temblor para sí mismo.

—Le voy a pedir que se comporte señor Choi, a menos que quiera que otra persona lo atienda —fue lo único que atinó a decir, con el veneno de los insultos más profundos que se le ocurrieron quemando en la punta de su lengua.

El hombre debía ser lo suficiente fanático de JiMin como para tomar esto como un verdadero castigo.

—Por favor, JiMin. No seas así —había un poco de arrepentimiento en su mirada, pero se difuminó tan rápido como apareció—. No puedes esperar que los alfas tengamos las manos para nosotros mismos cuando omegas como tú lucen tan bien en su uniforme. 

—Señor Choi, se lo voy a repetir una última vez: por favor, compórtese en el restaurante —insistió con una mirada filosa llena de rabia.

El hombre sólo le dedicó una mueca un poco sorprendida, como si no entendiera de dónde venía la indignación de JiMin.

—Deberías sonreír más, querido. 

JiMin se tragó otro grito y se fue de ahí. Sabía que iba a tener que rellenar su estúpida copa en un rato, pero primero necesitaba correr al baño para tragarse su rabia en un lugar que no fuera a la vista de los comensales porque ellos no necesitaban ver cómo se agarraba la cara con desespero y gritaba en silencio. 

Salió después de cinco minutos, aparentemente más tranquilo, aunque en realidad sólo había una mueca inexpresiva congelada en su cara. 

Luego caminó hasta la zona en la que se dejaban los platos listos y buscó entre ellos el plato de Choi. Entre tanto, una de sus compañeras tocó su hombro y le dedicó una mirada preocupada. JiMin sabía a qué venía, ella siempre lucía totalmente consternada cuando las escenas como esas se repetían, pero nada podía hacer, no en esa posición.

—Puedo atenderlo yo lo que queda de la noche, así quizás te deje de molestar —propuso la chica. Era un poco más baja que JiMin, una omega de cabellos rojizos y ojos redondeados delicadamente, sus labios eran rosados y se veía realmente hermosa prácticamente todo el tiempo. Una de las meseras más solicitadas, en todo caso—. También le podría tirar toda la comida en la cara a ese hijo de puta, si quieres —esta otra propuesta fue un poco más seria, con sus ojos cargados de un sentimiento casi asesino en ellos.

El pelinegro se rió, considerando que había sido dulce de su parte tratar de animarlo. EunJi siempre lo cubría cuando tenía problemas con JungKook, también con la universidad en casos especiales, era prácticamente una amiga más de su reducido círculo.

—No te preocupes, EunJi —tranquilizó JiMin, tomando el par de platos que correspondían a la mesa de Choi—. Si yo no lo atiendo él hará un drama como sabemos que hace siempre, no necesito pasar por esto y los comensales tampoco —le dijo, resignado en sus palabras y con expresión estoica en su cara. Los platos estaban listos y firmes en sus brazos, luciendo como si estuviera caminando hacia la horca, pero él le dedicó una sonrisa aun así—. Estaré bien. 

Ella asintió, aunque no lucía muy convencida por la manera en la que sus labios se apretaban disconformes. EunJi sabía que nadie estaría bien luego de pasar por una humillación parecida, pero el omega era orgulloso y terco, EunJi lo había aprendido relativamente rápido, así que no insistió en ayudarlo porque JiMin se iba a seguir empujando hacia adelante como si necesitara demostrar algo. 

Sin embargo, JiMin sí tenía que demostrar algo y eso era que él podía, que simplemente podía y ya. Así que colocó los platos de Choi en su mesa, rellenó su vaso de vino y se fue de ahí sin decir nada, lo cual hizo a Choi quejarse, pero no le importó, tampoco le sonrió cuando fue a retirar sus platos y, aunque el hombre se veía frustrado, de igual manera dejó un par de billetes de alto rango sobre su mesa. No eran tantos, no a como JiMin estaba acostumbrado, pero seguía siendo una cantidad de dinero absolutamente razonable para lo mal que lo había tenido que pasar el omega, como una especie de compensación, como si fuera una puta acabando de terminar su turno.

Más tarde esa noche, él repartió su propina con el resto del equipo.

Salió del trabajo a las once de la noche, caminó hasta la parada y esperó a que su bus llegara. A las once y quince se encontraba de camino a casa y llegó a su parada a las doce. Cuando entró al edificio subió por ascensor al piso ocho, buscó el departamento B y tocó la puerta. Su cuerpo se sentía pesado, demasiado, pero no tenía permitido derrumbarse hasta que estuviera en su propia casa con su bebé en brazos.

—Buenas noches, señora Hwang —sonrió cuando la mujer del otro lado le abrió la puerta, una omega de sesenta y cuatro años a quien JiMin conocía del edificio.

La mujer vivía con su esposo, un viejo alfa contador que solía estar fuera de casa la mayoría del tiempo por trabajo. Ella le hizo una vez el favor a JiMin de cuidar de JungKook cuando el omega necesitó dar un final en su primer año y desde entonces acudió a ella para que fuera su niñera. La señora Hwang de por sí era la persona más dulce que JiMin conocía, había tenido tres hijos de los cuales todos ahora tenían vidas ocupadas y la soledad que le generaba estar tanto tiempo sin su esposo se veía aplacada cuando cuidaba a JungKook, así mismo, el niño creó un cariño particular por la mujer, la veía como una nana, quizás más abuela que su propia abuela, y nunca se había quejado ni una sola vez de ir a visitarla. 

Para JiMin, la mujer era un ángel caído del cielo. 

—JiMin, hola —saludó dulcemente—. JungKookie se ha quedado dormido, puedes pasar a buscarlo —se apartó de la puerta, animada a pesar de la hora.

—Muchas gracias, espero que se haya portado bien —se adentró en la casa—. Con permiso… 

—Por favor, JungKook es todo un angelito —decía ella, llena de dicha—. Hoy hicimos galletas, debe tener un par para ti en su mochila, les hicimos diseños también —contó. 

—¿De verdad? Él ama hacer esas cosas, debió estar muy emocionado —continuó con la conversación, caminando hacia el sofá y encontrándose con el niño acurrucado en una de las esquinas, con su mochila en el suelo a su lado y sus brazos aferrados a su oso de peluche.

—Sabes que siempre se queda a esperar —ella dijo con ternura. 

JungKook siempre rechazaba dormir en alguna de las habitaciones hasta que su padre llegara, decidido en la idea de recibirlo con un abrazo, pero nunca lograba quedarse despierto hasta tan tarde. 

Y esta era la parte que JiMin odiaba porque sabía que su bebé tenía que haber estado sentado en el sofá con su mochila lista, contando los segundos para que su padre apareciera por la puerta como el lobito ansioso que era. El lobo del omega se retorció en disgusto, incapaz de entender por qué no podía estar todo el tiempo con su bebé y es que para el animal no existía lógica comprensible que explicara por qué debía dejarlo ahí tanto tiempo. El trabajo era una mierda y tanto su parte humana como lobuna estaban de acuerdo. 

JiMin le pagó a la mujer y se acercó al niño, tomándolo con delicadeza para no despertarlo, pero JungKook aun así lo hizo y se aferró a él con brazos flojos.

—Papi —dijo como si su alma hubiera vuelto a él—. Papi, te hice galletitas… —avisó entre sueños.

—Gracias, mi amor —besó sus mejillas, acurrucando a JungKook contra su pecho mientras este seguía sosteniendo su peluche con una de sus manos, aferrado al cuello de su papá con la otra—. Ahora vamos a casa, las voy a probar a penas lleguemos —se agachó para tomar su mochila.

—Yo te ayudo —se apresuró la señora Hwang. 

JiMin negó, moviendo su mano. Tomó la mochila y la colgó sobre su hombro, sonriéndole a la mujer como si casi estuviera diciéndole que pudo él solo, que no se preocupara.

Siempre podía, claro que podía.

—De verdad muchas gracias —agregó mientras salía—. Nos vemos mañana.

—Nos vemos mañana corazón, duerman bien —se despidió la mujer, dulce en su tono.

JiMin llegó casi a la una de la mañana a su casa, con sus huesos doloridos y ojos pesados. Metió la llave en la cerradura de la puerta y empujó, pero no se abrió. 

Maldijo.

—Papi —JungKook gimoteó, cansado a morir, ojos llorosos por el movimiento—. Quiero mi camita… 

JiMin también quería su cama, pero si no abría la puerta caería rendido en mitad del pasillo.

—Bebé, tengo que dejarte un momento en el piso, ¿si? Tengo que abrir la puerta. 

—No, no, no —negó, aferrándose a su camisa, lloriqueando malhumorado—. Quiero mi camita, papi —pidió quejumbroso, abrumado por el estado medio inconsciente al que se encontraba preso en ese momento.  

JiMin suspiró, escuchando el suave llanto del niño recorrer el pasillo. Si alguien estuviera despierto podría escucharlo sobre el silencio sepulcral y, por un momento, miró la puerta de YoonGi.

Sería el colmo que el alfa saliera para ayudarlo.

Nunca necesitó a alguien, ¿por qué ahora lo estaba considerando siquiera? El tema de la piscina parecía haberse quedado rumiando en su cabeza. 

Todos le tenían lástima, pena, incluso disgusto. ¿Era su culpa acaso? No, en absoluto que lo era, pero a veces sentía que sí y eso lo enfurecía. Deseaba tener un descanso de todo por un momento, un descanso de las miradas, de las muestras de pena, de los alfas que se apresuraban en abrirle la puerta y que no podían mantener la boca cerrada: “déjame hacer esto por ti, debe ser complicado para un omega como tú” . ¿Como él?, “con un bebé” , eso era peor.

Sin embargo, para su suerte (o desgracia) el motociclista no salió ni hizo acto de presencia. JiMin no estaba seguro de agradecer eso, pero qué más daba, había lidiado con cosas peores.

Logró entrar a su casa luego de un par más de empujones a la puerta que sólo afianzaron el llanto de su bebé y JiMin se apresuró en consolarlo cuando entraron a la casa, recostándose con él en la cama y abrazándolo mientras le decía que lo sentía, que sería más cuidadoso la próxima vez. 

JungKook se volvió a quedar dormido poco después de eso y JiMin se dejó llevar, siguiendo a su hijo al mundo de los sueños.

Qué día de mierda.

Qué días de mierda, en realidad.

 


 

Había algunos sábados en los que TaeHyung aprovecharía que tenía un auto e iría a casa de JiMin para invitar al par a salir. Claro que JiMin iba a resistirse un poco al principio, argumentando que no había necesidad o que prefería estar en su casa por la sola idea de no gastar el dinero de su amigo, pero JungKook siempre se emocionaba con los planes de su querido Tío Tete y claro que el mencionado quería mantener la posición de tío favorito, a pesar de que fuera el único tío que podría tener JungKook realmente.

Ese sábado por la tarde ellos salieron a un centro de convenciones en la zona central de la capital porque TaeHyung consiguió un par de entradas a un evento especial sobre Van Gogh y por supuesto que no iba a ir solo, mucho menos sabiendo lo poco que JiMin salía de su casa. 

El evento consistía en ver el arte de Van Gogh de un modo inmersivo que podía disfrutar toda la familia, pero a JiMin le preocupaba un poco que JungKook se emocionara demasiado y rompiera algo por accidente, o que incluso se aburriera tanto que comenzara a quejarse. No quería que nadie la pasara mal, ni siquiera los demás visitantes del centro.

—¡Todo es azul! —señaló emocionado el niño, mirando a los alrededores cómo la habitación entera se transformaba en el famoso cuadro del cielo estrellado—. Se ve muy bonito, me encanta —rió, dando pequeños brincos en su lugar.

—¿Ah, sí? ¿Te gusta mucho? —preguntó JiMin, recibiendo un eufórico asentimiento de parte de su hijo, quien lucía asombrado por los alrededores.

TaeHyung se encontraba tan entusiasmado como JungKook, comentando y señalando cada cosa que le parecía linda y cada uno de los detalles que consideraba importante resaltar, todo mientras sostenía la mano de JiMin como lo haría un niño tan distraído como JungKook. El omega estaba acostumbrado a lidiar con un par de mocosos de todas maneras. 

Tomaron muchas fotos, JungKook y TaeHyung eran los protagonistas en la mayoría de ellas, aunque el beta obligó a JiMin a aparecer en alguna otra. 

—¿Cuánto te costaron estas entradas? —preguntó en un momento JiMin mientras JungKook brincaba en una de las zonas colocadas para los niños.

Taehyung se encogió de hombros.

—No tan caro como crees, es un evento más barato de lo que aparenta —aun así, no contestó la pregunta y era obvio el por qué—. Yo los invité, así que no preguntes eso. Si insistes voy a suponer que odiaste mi regalo y me voy a ofender.

JiMin boqueó sin saber qué contestar. 

—Como quieras —resopló.

TaeHyung rió, rodeando a JiMin por los hombros para abrazarlo y aunque se resistió un poco, el rubio simplemente  se dejó hacer mientras ambos veían a JungKook recorrer los alrededores como todo un niño curioso, observando con entusiasmo cada cosa que se le aparecía enfrente. En sus brazos llevaba a su fiel oso de peluche a quien le contaba todo lo que veía.

—¿Alguna vez se despega de ese oso? —preguntó curiosamente TaeHyung, apoyándose un poco sobre JiMin.

—Tiene sus días; a veces puede estar todo un día sin mirarlo y otros simplemente necesita bañarse con él —respondió con un tono demasiado parecido a la resignación, mirando a su hijo con cariño—. A veces creo que es su manera de sentir que HyunSoo está con él, aunque ni siquiera sepa quién es.

TaeHyung suspiró.

—Sabes que estas cosas son normales en los niños, de por sí los peluches los ayudan a regular sus emociones y ya sabes todo lo demás, no creo que necesariamente tenga que ver con HyunSoo. Jojo le ayuda a afrontar el mundo, nada más —explicó vagamente, apoyando un poco su cabeza sobre la contraria—. Creo que sólo piensas en HyunSoo porque fue un regalo suyo.

JiMin suspiró, tomando en consideración lo que su amigo decía. Claro, podría estar un poco sesgado y sabía que no tenía por qué sacar conclusiones tan apresuradas o dramáticas como esa, pero era como todo, siempre terminaba desviándose hacia ese tema.

—A veces me pregunto por qué no lo tiré cuando él se fue —frunció un poco los labios. 

—Bueno, en ese caso JungKook no tendría un mejor amigo —razonó y JiMin pensó que pudo haber sido con cualquier otro peluche y sería mil veces mejor—. En fin, creo que están vendiendo pastelitos de arroz afuera, ¿vamos?

JiMin asintió—. ¡Kookie!

El niño se giró y corrió a su encuentro cuando JiMin le pidió que lo hiciera, completamente entusiasmado por la idea de comer su postre favorito. Ellos comieron un par de pastelitos como merienda y continuaron con el recorrido, disfrutando del ameno momento prácticamente familiar hasta que el niño comenzó a bostezar y las exhibiciones dejaron de parecerle tan sensacionales. Era notorio que se estaba aguantando las ganas de tomar una siesta. 

TaeHyung los dejó en casa y comentó que podrían hacer algo el siguiente fin de semana, como los días estaban lindos seguro podrían hacer un picnic o comer un helado, y JiMin asentó con la condición que no fuese el beta el único que pagase la salida.

JiMin entró al edificio con JungKook acurrucado en su hombro, sacudiendo un poco la llave antes de meterla en la cerradura y forcejear un poco.

Entonces, un ladrido lo alertó. 

—¡Un perrito! 

JiMin miró en dirección al sonido de las patas brincando y se encontró con un perro mediano moviendo la cola contento. ¿Y ese perro? No lo había visto antes. Su pelaje rizado de color marrón se veía bien cuidado, llevaba unos lentes sobre su cabeza y una chaqueta de cuero.

—Oh —parpadeó sorprendido,  también enternecido por cómo iba arreglado.

—Hola vecino.

YoonGi apareció detrás del perro, cerrando la puerta de su departamento. JiMin tuvo que acomodar a JungKook sobre su costado porque el niño no había parado de retorcerse para bajar al suelo y jugar con el animal.

—Hola, buenas tardes —saludó formalmente, apretando sus labios un poco porque el recuerdo de su anterior encuentro seguía fresco en su memoria.

YoonGi parecía recordarlo también porque no se veía muy entusiasmado por formar una charla, más concentrado en cerrar bien su puerta, y JiMin lo entendía, eso era lo que había buscado para empezar, así que dirigió su atención a la puerta propia.

Sin embargo, a JungKook no le importaba en absoluto el conflicto porque había un perro en el medio y él amaba los perros. 

—Que bonito perrito —se inclinó, extendiendo sus manos hacia el animal y dejando el peluche olvidado, por lo que JiMin tuvo que tomarlo para que no se cayera al suelo—. Hola, hola. Me llamo JungKook —saludó al animal.

—JungKook, te vas a caer, espera… —JiMin se quejó un poco.

El perro se dio cuenta de las intenciones del niño y se apoyó sobre la pierna de JiMin para tocar la punta de sus dedos con su nariz, brincando desde ahí hacia el niño. JiMin se sobresaltó al punto de casi tropezar y YoonGi se apresuró a tomar a su mascota.

—No, no. Compórtate, Holly —regañó y miró a JiMin con ojos apenados—. Lo siento, le encantan los niños.

—Ya veo —sonrió con nerviosismo, tratando de que JungKook siguiera firme en su costado—. No sabía que tenías un perro —comentó una vez YoonGi cargó al animal sobre su pecho, a una altura perfecta para que JungKook pudiera tocarlo y el perro lamiera sus manos mientras él trataba de acariciar su hocico—. Kookie, ten cuidado…

—Tranquilo, no muerde —aseguró y JiMin se sintió un poco más tranquilo porque había algo en la voz de YoonGi que le hacía creerle—. Holly estaba en casa de mis padres mientras me mudaba, ahora lo puedo tener conmigo. Él no va a ser una molestia, lo prometo, sólo es muy juguetón porque sigue creyendo que es un cachorro.

—Oh, ya veo, está bien —asintió,  dándose un momento para ver con ternura al animal—. Supongo que también es motociclista —señaló con un movimiento de su mentón. 

YoonGi sonrió y JiMin se mordió un poco el labio para no corresponder a esto.

—Sí, ama venir conmigo en la motocicleta y cada vez que le pongo la chaqueta y los lentes sabe a qué vamos —contó.

Bien, era lindo.

El perro también era lindo.

—¡Ay, ay!

Ambos adultos miraron de nuevo a JungKook cuando este comenzó a reírse a carcajadas y encontraron a Holly lamiendo su cara como si estuviera untada en crema de maní. YoonGi lo apartó de inmediato, al igual que JiMin, y el alfa le volvió a dedicar una expresión de culpa.

—Disculpa, también es un poco confianzudo —JiMin negó con la cabeza porque no había sido un problema.

—No pasa nada, solo que ahora tengo que lavar la cara de mi hijo —resopló una risa.

YoonGi miró a su perro, aparentemente decepcionado.

—Mal ahí Holly, deberías invitarle un café primero —le dijo una vez más a modo de regaño, pero su voz era dulce y amorosa—. Nos vemos, tengan un lindo día —se despidió y tomó la pata de Holly para hacer un ademán de despedida mientras caminaba hacia la puerta.

—Hasta luego, igualmente —le sonrió.

—¡Chau perrito! ¡Chau señor vecino! —se despidió JungKook con euforia sobre el hombro de JiMin.

El lobo de JiMin aulló contento y el omega suspiró agotado. 

No podía reaccionar así cada vez que veía a YoonGi. Esperaba que no fuera un problema en el futuro.

Chapter 4: CAPÍTULO TRES

Chapter Text

Uno de los recuerdos que JiMin resguardaba con un sentimiento agridulce en su corazón fue el día de nacimiento de JungKook. Fue un miércoles primero de septiembre, una fecha que los médicos escogieron para el proceso de la cirugía ya que al ser un omega macho necesitaba atravesar una cesárea. 

JiMin estuvo solo la mayoría del tiempo, ese día salió de casa muy temprano y sus padres seguían trabajando. No estuvo rodeado de familiares como le habría gustado, fue tratado con cuidado a pesar de todo, pero sabía que muchos de los enfermeros y doctores que lo veían cargaban en sus ojos un sentimiento de pena: “es muy jóven”, seguro pensaban. 

Él lo sabía, claro que sabía lo que significaban esas caras, no era un idiota. Sin embargo, trató de ser positivo, se mantuvo tranquilo y dejó que las cosas transcurrieran como la sagrada luna quisiera que lo hicieran.

—Vas a estar despierto en todo momento, así que si sientes algo raro, por favor avísanos —fueron las palabras del doctor SungDeuk. Lo recuerda bien, un alfa encantador que fue realmente cuidadoso con sus manos, fue dulce y quizás fue por la lástima de tener a un jovencito completamente solo en una camilla, pero le habló con cariño como un padre a su hijo—. Ya vamos a comenzar, ¿está bien? Tranquilo. Vas a estar bien.

JiMin asintió, pasando saliva con el revoltijo de nervios golpeando su estómago como dagas y rezó para que la anestesia hiciera efecto lo antes posible. Sus ojos miraron el techo en todo momento, recuerda haberlo comparado con un consultorio odontológico, pero el constante pitido de su corazón ansioso resonando en la sala le recordaba en dónde estaba. 

Luego de lo que parecieron horas sintiendo cómo sus entrañas eran removidas, escuchó al doctor murmurar: “aquí está”.

—Felicidades, es un varoncito —felicitó una de las enfermeras, quien sostuvo su mano durante todo el proceso.

JiMin sonrió, aliviado.

Sin embargo, la sala estaba en silencio.

—Enfermera —llamó SungDeuk.

No hubo llanto alguno y su lobo se alteró, su corazón comenzó a latir con una fuerza preocupada y trató de mirar en todas direcciones para saber si su hijo estaba bien. La enfermera que lo sostenía tuvo que atender el asunto y JiMin comenzó a preguntar si todo estaba bien, pero nadie le decía nada. 

Un segundo después, el bebé comenzó a llorar.

JiMin lloró con él.

En ese momento no quiso verlo y tampoco quiso ponerle nombre en ese momento, no estaba seguro de poder hacerlo para empezar. Se había mentalizado de que probablemente tendría que darlo en adopción, de que con suerte su lobo lo rechazaría y él estaría tranquilo, pero después de despertar en su habitación y de ver la cuna a un lado, no pudo evitar buscar su carita.

JiMin lloró de nuevo y extendió su mano hacia él, aunque no pudo alcanzarlo por el dolor. El bebé dormía plácidamente, respirando con parsimonia con una pulsera en la que no había nombre alguno, sólo un número de habitación como si fuera una entrega por delivery.

—Mi bebé —murmuró entre sollozos, deseando poder tocarlo.

Sus padres no llegaron sino horas después, pero la enfermera que lo contuvo visitó su habitación y lo ayudó a cargarlo. Él estuvo solo todo ese tiempo simplemente mirando al bebé, arrullandolo entre sus brazos y disfrutando tanto de su presencia como de su aroma a recién nacido.

—¿Ya pensaste en un nombre? —le preguntó la enfermera una vez regresó a su habitación. El nombre de ella era SunHee y se veía mayor, quizás un poco más que su madre.

JiMin asintió. Sabía el nombre del bebé desde el momento en el que consideró siquiera ser padre. Lo había planeado desde hacía años, ¿cómo no podría saberlo?

—JungKook —murmuró, embelesado con el pequeño, mirándolo como si fuera el más preciado de los tesoros—. Park JungKook.

El brazalete ahora tenía su nombre, no un número, y sus padres se encontraron con su hijo llegada la tarde. Ambos curiosos por el nuevo integrante de la familia, pero tan reacios a ello como lo habían estado desde que se enteraron de su embarazo.

—Hola bebé —recuerda haber dicho en algún momento, no sabía si fue después de la visita de sus padres o antes de que la enfermera le colocara el nombre por fin—. Soy tu papá y tú eres mi bebé. Juntos vamos a ser una familia, ¿sí? —en sus memorias, JungKook lo miraba con ojos enormes llenos de curiosidad, igual de embelesado que el propio JiMin y eso siempre logró derretir su corazón—. Te amo —besó su frente con delicadeza, temiendo lastimarlo.

A pesar de todo, JiMin consideraba ese día como el día en el que la verdadera felicidad llegó a su vida.

 


 

La semana había pasado con calma. Aun así, “calma” era una palabra muy suave. JiMin sólo sintió que sobrevivió hasta que el fin de semana llegó y pudo quedarse en casa durmiendo como la diosa lunar manda.

Esa mañana, JungKook dormía plácidamente frente al ventilador de su habitación, disfrutando del mundo de los sueños luego de haber llegado a casa casi a las dos de la mañana porque el horario de los viernes era el peor para Park; el restaurante cerraba a las doce, la gente se amontonaba como nunca y ellos no podían cerrar hasta que el último comensal se fuera.

JiMin se levantó a las nueve de la mañana, se lavó e hizo el desayuno. JungKook solía despertarse a la hora de la comida, embelesado por el aroma a desayuno, pero al no escuchar movimiento JiMin decidió hacerse la comida para él antes de sentarse en el sofá a ver un poco de televisión en volumen bajo, aunque el sonido del par de ventiladores funcionaba muy bien para disimular el ruido. 

Luego de un rato, cuando fue a dejar su plato en el fregadero de la cocina, se dio cuenta del aroma a podrido que sutilmente bailaba debajo de su nariz. Caminó hacia la basura, frunció su nariz y tomó la bolsa para amarrarla, estaba llena y esa tenía que ser la primera tarea en el día. JiMin se encaminó hacia la puerta, saliendo del departamento para poder lanzarla en el basurero del pasillo. 

Cuando logró meterla en el bote, regresó sobre sus pasos y giró el pomo de la puerta, sólo para darse cuenta de que no abría.

La puerta no abría. 

JiMin respiró y giró el pomo una vez más, aplicando más fuerza. 

La puerta seguía sin abrir. 

Sintió pánico. 

Trató de no volverse loco, así que respiró y se dijo a sí mismo que no era la gran cosa, que sólo tenía que poner las llaves y empujar la puerta con más fuerza. Buscó sus llaves, pero se dio cuenta de que no las tenía. Es entonces que comenzó a hiperventilar y miles de escenarios en donde JungKook terminaba herido por culpa de algo corrompieron su cabeza. Rápidamente tocó la puerta con insistencia, esperando que el pequeño se despertara y le abriera, pero sabía que era inutil porque el ventilador sonaba muy fuerte, que el sueño de su niño era pesado y que al pequeño desde siempre se le dificultaba abrir la puerta él solo. 

¿Debería tratar de tirar la puerta? ¿Llamar al casero? ¿A la policía? Ni siquiera tenía su celular consigo,  así que tampoco podía llamar a TaeHyung. ¿Debería llorar por ser un padre terrible? Cientos de opciones recorrieron su cabeza, atormentándolo mientras trataba de destrabar el seguro con movimientos insistentes de su muñeca, hasta que en mitad de su desespero miró hacia la puerta de su vecino.

No, YoonGi no podía ser una opción. 

Volvió a tocar su puerta a pesar de que nadie contestaba y sabía que JungKook debía estar profundamente dormido… « o muerto», escandalizó su lobo .

El omega jadeó aterrorizado.

Otra vez miró hacia la puerta de su vecino. 

Quiso gritar.

JiMin se revisó el cuerpo entero, estaba metido en una camisa enorme de color blanca que había sido de HyunSoo y que se encontraba decorada  con algunas manchas de pintura, con sus piernas metidas en un par de shorts que llegaban un poco más arriba de sus muslos por el calor que hacía y con sandalias viejas decorando sus pies. No podía verse menos presentable, pero no importaba, la integridad de su hijo dependía de él. 

Así que, tragándose su orgullo, se acercó a la puerta de YoonGi.

Tenía que ser una broma, una mala. 

Tomó aire y se repitió que era necesario. No había más vecinos en su piso y realmente no era cercano a nadie más que la señora Hwang y a su esposo, pero ambos ancianos no iban a ser capaces de derribar una puerta si JiMin lo necesitaba, ¿quizás podría llamar desde el teléfono de la mujer? Sin embargo, ¿cuánto tiempo tardarían en llegar a su ayuda? YoonGi tampoco era cercano, pero el alfa era tan predecible que seguramente estaría dispuesto a ayudar.

Aun así, se sentía ridículo. 

Sin embargo, se repitió que era por un bien mayor y tocó la puerta de YoonGi un poco-demasiado desesperado. 

Ya voy, ya voy —escuchó del otro lado a la par que unos cuantos ladridos. Cuando el alfa abrió la puerta, se estaba terminando de colocar una camiseta de color negro y su cabello se encontraba medio mojado—. Oh —levantó un poco sus cejas, mirando a JiMin con atención—. Hola, vecino —saludó relajado—. ¿Pasa algo? 

JiMin sabía que el alfa acababa de salir de la ducha porque el aroma perfumado del shampoo lo golpeó. Increíble. JiMin no pudo haber sido más inoportuno. 

—Hola, yo… —trató de darse ánimos—. Disculpa por molestarte a estas horas, pero vengo a pedirte… un favor —comenzó, nervioso por la mirada penetrante del otro sobre él—. Salí un momento y la puerta se trabó, no tengo la llave y mi hijo está adentro, solo —explicó rápido, un poco ansioso y tropezando con las palabras—. Dijiste que sabías de estas cosas, ¿puedes darme una mano?

YoonGi parpadeó un momento, procesando la corta historia. Holly se asomaba entre sus piernas con curiosidad.

—¿Él no puede abrirte?

—Es muy bajito para llegar a la puerta y está trabada, ya toqué y no me contesta porque está durmiendo —se veía tan nervioso que YoonGi no dudó de sus palabras—. Por favor, sólo quiero que fuerces la puerta, pero no rompas la cerradura porque el casero me matará y son muy caras, y… 

—Entonces… —YoonGi lo detuvo. Una mano sobre el marco de la puerta, apoyándose en ella para inclinarse un poco hacia adelante—. ¿Esta vez sí necesitas ayuda? 

JiMin sintió la cara caliente, sus mejillas seguro estaban rojas por el bochorno. Por otro lado, YoonGi parecía querer retener una naciente sonrisa.

—Sí —admitió a duras penas, sus manos apretadas en puños que más que por enojo, era por la necesidad de apretar algo para desestresarse. 

—¿Qué pasa si digo que no? —preguntó YoonGi. Aunque lejos de ser una pregunta dirigida con una mala intención, más bien parecía querer ver la reacción del omega, lo cual JiMin seguía considerando como algo cruel en estas circunstancias.

Si YoonGi no lo ayudaba JiMin moriría, claro. No creía que fuera una situación para reírse, su hijo podría estar en peligro y él mataría a YoonGi si no ayudaba, pero entendía el trasfondo de la actitud del alfa, claro que sí, algo en su orgullo debió haber sido golpeado cuando JiMin le remarcó lo poco que lo necesitaba. 

Justicia divina, tal parecía ser. 

—¿En serio dejarías a un niño encerrado? —contraatacó JiMin, mandíbula apretada con nervios. 

YoonGi agrandó sus ojos. 

—Eso es manipulación —señaló, alejándose de la puerta con un suspiro—. Voy en un momento, iré por mis herramientas.

JiMin asintió, jugando con sus manos. Volvió a su puerta y esperó paciente a que YoonGi apareciera. Con suerte JungKook abriría la puerta y preguntaría por qué se había tardado tanto, pero eso no pasó y una de las cosas que más aterraba a un padre era el silencio de su pequeño.

Ya estaba comenzando a morderse las uñas cuando YoonGi salió de su departamento con su caja llena de herramientas que remontó a JiMin a la época en la que ayudaba a su padre con el auto y el recuerdo lo puso momentáneamente melancólico.

Detrás de él, su perro venía moviendo la cola y se acercó a JiMin con interés. El omega se tensó un poco, no había tenido buenas experiencias con perros en el pasado y YoonGi pareció notar esto porque silbó para llamar la atención del animal.

—Holly, ve a dormir —el perro bufó y se dio media vuelta, metiéndose en la casa una vez más—. En un segundo la voy a abrir, no te preocupes —tuvo la amabilidad de querer tranquilizarlo, sonando suave en su tono, pero JiMin en ese momento quería tirar la puerta—. ¿Entonces sólo saliste y se cerró? —ahora estaba buscando sacar conversación, claro, quería distraerlo para que dejara de temblar como un chihuahua.

«Qué considerado» , pensó JiMin al notar esto. Aunque seguro era la propia manera del alfa de no hacer incómodo el momento. 

—Sí, no… —negó con la cabeza—. Fui a tirar la basura y olvidé por completo que no tenía las llaves conmigo, pero es que siempre la puedo abrir y esta vez supongo que decidió trabarse —explicó avergonzado, observando con atención como YoonGi asentía y sacaba un par de herramientas de la caja, pero JiMin no las reconoció, en sí tampoco parecían herramientas comunes.

—Ya veo, desde que vi lo difícil que era abrirla me imaginé que necesitaba un cambio —continuó, metiendo ambas herramientas alargadas dentro de la cerradura. Su comentario no pretendía sonar mal, pero JiMin sintió que de alguna manera le estaba diciendo “te lo dije”, sólo que lucía bien haciéndolo—. Después de esto puedo echarle un ojo, te juro que no tengo problema.

—Sigues ofreciéndote a revisarla, ¿tan mal crees que está? —soltó un jadeo que casi sonó como una risa sin energía.

—La verdad me sorprende que no se haya roto ya —expresó concentrado, moviendo el par de herramientas meticulosamente—. Hasta aquí puedo ver el óxido, si no logro abrirla tendré que romperla.

—Por amor a la luna, no hagas eso —llevó ambas manos a su cara—. Harás que mi casero me mate.

—Sinceramente no entiendo cómo un casero permitiría que tengas una cerradura como esta —dijo como si se sintiera un poco ofendido por ello.

—Con esto te das cuenta de lo encantador que es… —respondió Park con una risa tensa—. ¿Cómo la ves?

—¿Te soy sincero? —preguntó mientras forcejeaba un poco con la cerradura, su cejas fruncidas en concentración mientras encajaba ambas herramientas.

JiMin pasó sus manos sobre su rostro y peinó su cabello hacía atrás, tan nervioso como frustrado para ese punto. Se sentía como un tonto por ser tan paranoico, pero eso venía en el paquete de ser un padre.

—Bueno —YoonGi pareció rendirse y se levantó, colocando sus manos sobre su cintura—. Creo que voy a tener que romperla.

—No me jodas —jadeó, no lo podía creer.

YoonGi negó con la cabeza, dándose la vuelta para mirarlo.

—El óxido no deja que la cerradura se desbloquee, está atorada por eso mismo y para abrirla tendría que forzarla de modo que estaría llevándola al límite. Podría romperse, eso es un hecho —explicó.

—¿De verdad? —preguntó casi con un hilo de voz—. ¿No puedes intentarlo de nuevo? —miró la cerradura, luego al alfa—, un poco más suave… ¿Por favor?

YoonGi apretó los labios, mirando tentativamente la cerradura. Luego de un suspiro, se volvió a colocar de cuclillas frente a la puerta, tomando de nuevo las herramientas para maniobrar un poco más.

JiMin comenzó a morderse las uñas una vez más, considerando las opciones que tenía. Si el otro rompía la cerradura tendría que lidiar con el cambio de la misma, su casero ya había dejado muy en claro que no quería que hubieran modificaciones de ningún tipo en la casa, menos de la cerradura. 

—Este es un daño que no pudiste haber hecho tú, deberías reclamarle a tu casero. Tengo entendido que en este caso él podría pagar el cambio de cerradura.

JiMin resopló una risa cargada de ironía.

—Seguro encontraría la manera de culparme a mí para que lo arregle. Una vez tuve que pagar yo mismo una filtración que venía con la casa cuando estaba recién mudado, él nunca se hizo cargo y si eso seguía allí iba a dañar todo el techo del baño —negó con la cabeza al recordar el evento y YoonGi frunció un poco las cejas porque no podía creer que su vecino estuviera viviendo en esas condiciones.

—Tu casero es un imbécil —musitó.

JiMin sonrió sin energía.

—Totalmente —estuvo de acuerdo y se apoyó contra la pared a sus espaldas con los brazos cruzados, mirando por sobre el hombro de YoonGi cómo este usaba un poco más de fuerza en sus movimientos, lo cual le ponía los nervios de punta—. Mira, si logras abrirla sin romperla te invito un trago —propuso con un tono de voz resignado. 

YoonGi se detuvo un segundo.

—Bien —accedió.

Sus movimientos se volvieron más seguros y firmes, buscando con más ahínco lograr desbloquear la cerradura.

Aproximadamente cinco minutos después, sonó un click.

JiMin agrandó los ojos con sorpresa y observó anonadado cómo YoonGi se levantaba del suelo y tomaba el pomo, girándolo con fuerza y abriendo la puerta por fin. 

Cuando el alfa se giró, había una sonrisa pequeña de triunfo decorando su cara y JiMin no podía creerlo, pero dejó la consternación para después porque se apresuró de entrar y revisar que todo estuviera bien con JungKook. Lo estaba, obviamente, solo habían sido un par de minutos y JungKook seguía durmiendo pacíficamente sobre su cama. 

—Gracias —habló con tono aliviado cuando salió a la sala una vez más. 

—No hay de qué —le dedicó una corta sonrisa ladeada. Tenía sus pies en punta en una posición de cuclillas y piernas medio abiertas en una posición que se veía difícil de mantener, pero que no movía ni un pelo en el alfa.

Tenía que ser bastante fuerte, ¿quizás iba al gimnasio?

—No sé cómo sentirme sabiendo que alguien que vive a mi lado sabe forzar cerraduras tan fácilmente —fue lo primero que atinó a decir en medio de su pequeña burbuja turbulenta de pensamientos que no dejaban de repetir en loop imágenes considerablemente atractivas del alfa.

YoonGi lo miró, soltando una suave risa tan jodidamente sexy como las anteriores, y ladeado un poco la cabeza mientras lo miraba de esa manera que tenía a JiMin casi de rodillas. Park tuvo que pasar saliva, un poco demasiado interesado por lo que el otro respondiera en ese momento.

Sólo era el reciente pánico el que lo había vuelto vulnerable, nada más. 

—Sólo es algo que aprendí en mi adolescencia cuando me metía a las casas ajenas a robarles dinero para poder comprar marihuana —y por la manera en la que se carcajeó luego de eso, la cara de JiMin debió haber sido un poema—. Lo siento, es mentira, mi papá es cerrajero —se apresuró en decir, aún sonriendo divertido. 

—Por la luna… —colocó una mano sobre su pecho, sintiendo que el alma le volvía al cuerpo—. No juegues así conmigo.

—Tranquilo, no vives al lado de un delincuente, lo más criminal que he hecho en mi vida fue usar pantalones caídos —admitió como si fuera un pequeño arrepentimiento que lo perseguía, levantándose por fin. 

JiMin trató de no hacerlo, pero se rió. Inmediatamente después, se cubrió con su mano. 

—Creo que eso es mucho más imperdonable, por favor vete de mi casa —negó con la cabeza como si le doliera esa información. 

En ese momento se escuchó otra grave risa resonando en su casa. Era un chiste tonto, pero se sintió liberador. La incomodidad inicial fue desapareciendo lentamente de una manera que hizo a JiMin relajar un poco más sus hombros.

Aun así, tuvo que morder sus labios para que su sonrisa no se mantuviera más tiempo del necesario en su cara.

—Por cierto —dijo un momento después de reírse, casi como si hubiera recordado para qué estaba ahí para empezar—, sobre tu cerradura, de verdad necesita un cambio —le dio un par de golpecitos con un destornillador que tenía a la mano—. Las bisagras también están viejas, supongo que eso también hace que se trabe la puerta porque se encuentra desnivelada en relación al marco, así que deberías comprar otras —sacudió un poco su cabello aún húmedo, dejando caer el destornillador dentro de la caja.

JiMin tomó un poco de aire, asintiendo mientras procesaba la información. No podía creer que alguien pudiera verse tan atractivo hablando sobre puertas y cerraduras.

—Bueno, no es que pueda hacer mucho tampoco —se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja, caminando un par de pasos cerca del alfa—, hacer eso me costaría mucho y tendría que hablar con el casero.

—Las bisagras no son tan caras —argumentó.

—Los arreglos sí, la cerradura también —respondió—. Necesitaría buscar a alguien que se encargue de instalar todo y eso me costaría, ¿no puedes sólo… acomodar la puerta para que aguante un poco más?

JiMin no necesitó decir "por favor" porque sus ojos reflejaron a la perfección el pedido y YoonGi pareció quedarse con las palabras en la boca un segundo.

—Uh… —YoonGi carraspeó, desviando la mirada—. Podría… intentarlo —se veía dudoso mientras analizaba la puerta. Sus manos se veían firmes sobre la madera cuando la tomó, JiMin no se perdió de ese detalle—. Si quieres también puedo sacar y volver a poner las bisagras, quizás las pueda ajustar mejor… y le puedo poner un poco de lubricante —movió un poco la puerta, captando un pequeño rechinido—. Eso le quitaría ese sonido —esta vez sí lo miró, esperando recibir alguna afirmativa de parte del omega.

JiMin intercaló su mirada entre la puerta y su vecino, sin saber qué decir exactamente.

—Que saques las bisagras implicaría que saques toda la puerta, ¿cierto? —YoonGi asintió, totalmente atento a las palabras del omega—. Es mucho trabajo, no quiero aprovecharme, solo puedes hacer la cerra… 

—No, está bien, no me molesta —se apresuró a decir. JiMin sintió su cara caliente y se cruzó de brazos, quizás demasiado cautivado en ese momento por el guapo motociclista que al parecer también sabía de cerraduras—. Lo hago en quince minutos y luego… podemos ir por ese trago, ¿qué te parece? —le sonrió ladino.

Oh.

JiMin sintió algo parecido a un golpe, pero no en el pecho, sino en el estómago, demasiado cerca de la zona de su vientre. 

Mierda.

Su lobo estaba aullando, contento con el buen partido coqueto que se estaba presentando frente a él, uno que pretendía arreglar su casa como una especie de superhéroe salido de un programa de remodelaciones. Todo esto, para su lobo, se traducía como un buen alfa dispuesto a mantener la integridad de su hogar, lo que tal parecía ser lo suficientemente atractivo como para que decidiera escogerlo a él para encapricharse.

Sin embargo, antes de poder contestar, YoonGi miró hacia el interior de la casa y JiMin se giró, encontrándose con un medio despierto JungKook que se aferraba a su oso de peluche. 

—¿Papi? —llamó, parpadeando adormilado—. Hum, hola —saludó con algo de cautela al vecino que llamó su atención, viéndose confundido por la presencia en la casa.

—Hola, chiquitín —saludó arrugando un poco su nariz, sonriendo suave para JungKook.

—Papi, el señor vecino está en nuestra casa —avisó con la voz un poco más baja, mirando a JiMin como si este no se hubiera dado cuenta de que el alfa estaba ahí. 

Tanto JiMin como YoonGi rieron cortamente. 

—Sí, bebé, sí está. 

—Oh no, me atrapaste —mencionó YoonGi, actuando decepcionado. 

JungKook sonrió por lo bajo, orgulloso de sí mismo.

—Sí, lo atrapé —aseguró con una sonrisa tímida que escondió detrás de la cabeza de su peluche—. ¿Dónde está su perrito, señor vecino? 

—Está en casa, durmiendo —contestó cariñoso.

JungKook formó un mohín. 

JiMin soltó un poco de aire de manera disimulada, esperando que no se notara que la interacción de ambos estaba golpeando demasiado fuerte a su lado paternal. 

—¿Y tú no estabas durmiendo también? —se acercó, agachándose frente a su hijo para peinar un poco sus desordenados cabellos negros.

—Tengo hambre —palmeó su pancita y JiMin rió, asintiendo entonces.

—Bien, te haré el desayuno, ¿qué quieres comer? —se levantó para caminar hacia la cocina, siendo seguido por el pequeño niño.

—¡Cereal arcoíris! —soltó entusiasmado—. ¿Hay leche de banana? 

—No, bebé, ya se acabó, pero puedo buscarte un jugo de manzana —le dio la opción. 

Aunque había un puchero en su cara, JungKook decidió asentir y aceptar lo que había.

—Bueno —se oía triste aun así y JiMin decidió hacer una nota mental de comprar leche de banana pronto. 

JiMin miró a YoonGi y le hizo una seña para que espere, el hombre simplemente asintió y el omega se dedicó a buscar entre los cajones altos de la alacena la caja del cereal favorito de JungKook. Se colocó de puntillas para tomarlo y caminó hacia la mesa del comedor que no se encontraba realmente lejos de la entrada, por lo que YoonGi podía mirar cada uno de los movimientos del omega. 

JungKook se sentó y colocó a Jojo en la silla continua, recibiendo un plato lleno de cereal al que luego JiMin rellenó con leche normal y el omega regresó a la cocina para abrir el refrigerador. 

—No tengo cerveza, pero puedo ofrecerte agua, jugo o alguna gaseosa —le dijo a YoonGi desde la lejanía, enseñándole un vaso vacío.

YoonGi pasó saliva, mirando al omega que se inclinaba hacia el refrigerador. El camisón lleno de manchas de pintura seca se dejó caer por la gravedad, dejando un poco a la vista el vientre delgado de JiMin en el que reposaba una cicatriz, un poco más abajo estaban sus muslos a medio descubrir por los pequeños shorts veraniegos y la piel tersa de sus piernas se extendía hasta perderse dentro de las pantuflas. 

YoonGi salió de su trance cuando JiMin se irguió y lo miró, sosteniendo la puerta del refrigerador, esperando una respuesta. 

Él carraspeó.

—Agua suena bien —le dijo.

—Bien, ya voy —JiMin asintió y sacó una jarra de agua del interior que dejó sobre el mostrador de la cocina, sacando luego un empaque de jugo.

JungKook comenzó a comer su cereal, mirando con curiosidad al hombre que estaba desatornillando las bisagras de su puerta y quien observaba de manera poco disimulada cada movimiento que hacía su papá. 

—Papi —llamó JungKook cuando JiMin le entregó un vaso de plástico lleno de jugo de manzana—. ¿Qué está haciendo el señor vecino con nuestra puerta? —preguntó con un tono bajo, casi como si no quisiera que el alfa escuchara—. ¿Se la va a llevar?

—YoonGi está tratando de arreglarla para que no se siga trabando —contestó el omega, luciendo divertido por las inocentes suposiciones de su hijo. 

—Oh —su atención viajó entonces hacia el alfa—. Señor vecino, ¿le puedo decir “señor YoonGi”? 

—Claro —asintió YoonGi mientras JungKook metía una cucharada de cereal en su boca—. Incluso puedes decirme YoonGi y listo.

JiMin lo miró dudoso, aunque había una expresión divertida en su cara cuando miró a YoonGi, casi preguntándole si era en serio eso. El alfa sólo se encogió de hombros, realmente animado en ese momento.  

—Bueno, uh… Señor YoonGi, ¿va a arreglar nuestra puerta?—continuó preguntando, aún masticando. Parecía que el pequeño todavía no se creía con la confianza de llamarlo por su nombre.

—Eso voy a intentar —asintió una vez más.

—Kookie, primero traga antes de hablar —aconsejó recostándose un poco sobre la mesa para peinar un poco más su cabello y el niño asintió rápido, tragando el cereal.

—Señor YoonGi —comenzó una vez más y el hombre se asomó por la puerta, mirándolo con interés—, ¿usted es un experto en puertas?

JiMin miró en su dirección, con brazos cruzados sobre la madera, recibiendo una corta mirada divertida de parte del alfa antes de que este decidiera contestar. 

—Claro, he trabajado con muchas puertas en mi vida, de miles de formas y colores, esta no es rival para mi —arrugó un poco su nariz hacia el infante, hablando con seguridad en su tono.

—¿Incluso con puertas monstruo? —preguntó realmente interesado en ello. 

—Incluso con puertas monstruo —afirmó—. He derrotado a todas y cada una de ellas.

Entonces, JungKook miró a su papá con una sonrisa emocionada y JiMin compartió su emoción, luego formó una expresión incrédula en dirección a YoonGi, sonriente por lo animado que se veía su pequeño ahora y quizás un poco cautivado por la dulce manera que tenía el hombre de hablar con él. Es decir, cualquiera se hartaría de tantas preguntas inocentes hechas con el mismo tono de voz chillón, pero la paciencia del alfa parecía ser excelente. 

Eso, o fingía bien para tratar de impresionarlo.

Cualquiera de las dos opciones eran válidas para JiMin. 

Finalmente, el omega le llevó un vaso con agua al alfa que logró desatornillar y volver a colocar las bisagras en la puerta en un interesante proceso que remarcó los músculos de sus brazos por el esfuerzo de desencajar la puerta. Luego ajustó mucho mejor los tornillos que ahora eran nuevos porque habían un par en su casa que habían sobrado de quien sabe donde, pero JiMin no dejó de agradecerle en ningún momento. El hombre negó cada que pudo, explicándole que no le era ninguna molestia y JiMin no creía del todo que hubiera alguien tan desinteresado y guapo queriendo ayudarlo, era como demasiado-perfecto , pero aunque fuera un sociópata planeando bien sus movimientos, el omega no iba a negar que se veía bien haciéndolo. 

Cuando terminó, JungKook se acercó a la puerta para ver si el alfa había logrado arreglarla y jadeó emocionado cuando esta funcionó sin mayores complicaciones. 

—¡Papi, el señor YoonGi arregló la puerta! —señaló, alzando sus brazos al alfa—. ¡Muchas gracias señor YoonGi! 

—De nada, chiquitín —se arrodilló frente al niño para chocar los cinco con él y JiMin sonrió enternecido.

Su omega la estaba pasando maravillosamente con esa vista, pero JiMin sabía que debían ser las hormonas. 

—Ya regreso, espere —se apresuró a decir JungKook cuando el alfa se levantó, corriendo a su habitación mientras insistía en que no se fuera.

JiMin se rió y miró a YoonGi con algo de vergüenza, pero el alfa sólo enarcó una ceja.

—No tienes que poner esa cara, no me molestan los niños —pareció creer que era necesario aclarar eso. 

JiMin se sonrojó un poco, con sus mejillas rosas negó con la cabeza, sintiendo que había sido atrapado en medio de algo. 

—Oh, no —se rió nervioso—. Es sólo que muchas veces me he encontrado con personas que se agotan muy rápido con JungKook, aunque sea tímido sigue siendo muy enérgico, supongo que me acostumbré a disculparme por eso —admitió para que no hubiera malentendidos.

—Tranquilo, tengo un par de sobrinos, los hijos de mi hermana menor —contó—. Ellos prácticamente se trepan a las paredes, así que ya quedé “insensibilizado”, si acaso puedo decirlo así —se encogió de hombros.

—Oh —algo brilló en la expresión de JiMin—, si se trepan por las paredes entonces es algo bastante serio, los niños demasiado hiperactivos son todo un tema, ¿tu hermana ha pensado en ver a un profesional? —la pregunta pareció tomar por sorpresa a YoonGi, porque sus ojos confundidos miraron a Park con una expresión extrañada y el omega creyó que se había ofendido—. Ay, perdón, a veces me emociono un poco con estos temas. Estoy estudiando psicología y amo a los niños entonces… sí —se disculpó avergonzado. 

—¡Oh! —YoonGi pareció entender entonces—. Ya veo, no pasa nada —le sonrió suavemente—. Mi hermana ha estado yendo con alguien, de hecho. Aunque es muy reciente, así que por el momento se sigue indagando un poco. 

JiMin asintió en reconocimiento, demasiado intrigado ahora. Era inevitable, el haber elegido esa carrera venía de la mano con el hecho de interesarse demasiado en la vida de los demás, pero a veces olvidaba que no todos estaban emocionados con que un extraño les dijera: “tienes que ir a terapia”

—¡Señor YoonGi! —JungKook, apareció de repente desde su habitación, sosteniendo una hoja de papel con sus manos, con sus brazos alzados—. Tenga, tenga —se acercó veloz, moviendo la hoja frente al otro. 

Tanto JiMin como YoonGi observaron con curiosidad el papel garabateado en donde se leían letras poco reconocibles y había un pequeño dibujo de un objeto de color amarillo. El alfa frunció un poco sus cejas, tratando de encontrarle sentido al dibujo y JiMin miró a JungKook sin saber cómo preguntarle.

—Qué lindo, bebé —felicitó y el niño brincó emocionado—. Seguro a YoonGi le gustó mucho —ahora miró al alfa, esperando que respondiera exactamente eso.

—Sí, por supuesto —respondió de inmediato, mirando a JiMin con un poco de diversión en sus ojos antes de mirar al niño—. Lo voy a guardar bien. 

—No, no. Tiene que usarlo —se acercó a YoonGi, señalando la hoja de papel—. Tiene que usarlo porque es un cupón —se puso de puntillas y YoonGi volvió a agacharse, mirando con mucha más atención el dibujo—. ¿Ve? Aquí dice “cupón para leche de banana” —leyó los garabatos.

Tanto JiMin como YoonGi evitaron corear un “ahhh” cuando cayeron en cuenta de lo que era realmente, simplemente asintieron para darle la razón al niño. Ya podían encontrarle la forma.

—¿Por qué le diste un cupón de leche de banana a YoonGi, bebé?

—Le quería dar al señor YoonGi una leche de banana porque arregló nuestra puerta, pero no tenemos. Así que cuando el señor YoonGi venga otra vez a casa, puede usar el cupón para que le de una leche de banana —explicó como si fuera lo más razonable del mundo y JiMin asintió, queriendose reír no sólo por lo ocurrente de su hijo, si no por lo dulce que le parecía.

—“Cuando venga otra vez”, ya veo —comentó YoonGi casi para sí mismo, pero una mirada juguetona fue dedicada a JiMin, quien pasó saliva y actuó como si no lo hubiera visto. 

Estúpido alfa, creyendo que podía seducirlo de esa manera, ¿quién se creía?

 —Bueno, seguro que a YoonGi le gustó mucho el regalo. 

—Definitivamente debo venir pronto a canjearlo —contestó y JiMin esta vez sí rió, un poco impresionado por su descaro.

—Claro… —comentó irónico. 

—Papi, tienes que comprar rápido leche de banana —le recordó con un murmullo. 

Finalmente, luego de que JungKook se sintiera satisfecho con su increíble regalo, se fue al sofá en donde había dejado a su oso de peluche para ver sus caricaturas favoritas. Antes de irse, YoonGi dobló y guardó el dibujo para meterlo en el bolsillo de su pantalón, peinando su cabello negro hacia atrás.

—No tienes idea de lo que te acaba de ofrecer, ni siquiera comparte su leche de banana conmigo —mencionó JiMin con un falso tono ofendido y YoonGi rió suavemente.

—En ese caso voy a ser cuidadoso con mi cupón —resopló, viéndose un poco cansado a pesar de su actitud juguetón—. ¿Puedo pedirte otro vaso con agua, por favor? 

—Claro —asintió JiMin—. Considera esto como el trago que te voy a invitar —agregó, divertido por la expresión sorprendida de su vecino.

—Oye… 

—Ya dije —se giró en dirección a la cocina con una sonrisa triunfante en la cara, dejando al alfa con las palabras en la boca.

El omega ni siquiera se dio cuenta de la manera en la que estaba actuando porque de saberlo, se detendría. Después de todo, sus sonrisas y movimientos podrían verse como una clara invitación a juguetear un poco. YoonGi lo estaba tomando así, de hecho, por lo que su lobo comenzó a ponerse nervioso, caminando en círculos y gruñendo por lo bajo frente a la invitación del omega, poniéndolo un poco más ansioso de lo que ya estaba. 

Mientras JiMin rellenaba el vaso, YoonGi se apoyó sobre la pared a sus espaldas, tratando de no mirar demasiado al otro. No quería incomodar. 

—Listo, de nada. Un premio por tu arduo trabajo —dijo JiMin una vez regresó a su encuentro. YoonGi jadeó una risa, tomando el vaso—. ¿Entonces sólo cambiaste unos tornillos y apretaste otros? No puedo creer que haya sido así de sencillo… 

JiMin tomó la puerta y la cerró otra vez, dándose cuenta de que la resistencia seguía ahí, pero era menos molesta ahora.

—No diría que la reparé porque definitivamente necesita un cambio, pero al menos no va a molestar tanto por el momento —explicó—. Creo que sólo he alargado su tiempo de vida.

—Bueno, si su muerte es tan inminente entonces voy a tratar de comprar una nueva —suspiró resignado, cruzándose de brazos.

—Estaría bien, no quiero tener que romper la puerta si se atora de nuevo —YoonGi sacudió un poco su largo cabello, recibiendo una ceja enarcada de parte de JiMin.

Con diversión, el omega se preguntó si acaso YoonGi acababa de insinuar que él iría por su ayuda si eso llegara a pasar de nuevo. ¿Qué tan descarado podía ser? A su lobo le gustó esto, aun así.

—Claro —soltó divertido, mirando a YoonGi con un brillo de reto en sus ojos. El omega preocupado y nervioso de hacía un rato no estaba por ningún lado—, ¿y tienes la fuerza suficiente para eso? No lo creo —quiso molestar un poco.

Los alfas siempre caían con insinuaciones como esas. Siempre se enojaban o trataban de aclarar que ellos podían con todo, que eran alfas capaces y fuertes. JiMin esperó un par de cejas fruncidas o un gruñido ofendido, pero sólo recibió una media sonrisa que lo hizo tambalearse un poco.

—Tengo la fuerza suficiente para muchas cosas, vecino —pronunció seguro con el mentón a medio levantar.

El lobo de JiMin se recostó de espaldas en el suelo inmediatamente después de eso. 

—Oh, vaya… —JiMin jadeó una risa que cubrió con su mano. 

No había esperado eso y YoonGi se dio cuenta por la manera en la que sus ojos brillaron con picardía.

Bueno, no fue muy complicado para el omega entender que el otro estaba interesado en él de esa manera, pero no creía que YoonGi estuviera demasiado metido en ello de todos modos, menos sabiendo que tenía un hijo. Tampoco es que estuviera buscando que el alfa le dijera que quería ser el padrastro de JungKook o algo así, eso sería horrible, pero no creía que llegara muy lejos con él porque nunca había funcionado con otros de todas maneras. 

Así mismo, creía que si le daba demasiadas alas podría provocar que el otro se emocione demasiado y termine tocando su puerta cada que pueda para lograr llevarlo a la cama. Ser su vecino lo podía poner en desventaja y quizás debería poner un poco más de límites para que YoonGi no se pase de la raya.

Aun así, había una sensación dentro de él que le decía que YoonGi no era del todo ese tipo de alfa idiota que solía evitar. Este impulso le pedía seguir luciendo lindo frente a él, le pedía coquetear y JiMin se sentía realmente conflictuado por ello.

—¿Pintas?

La pregunta lo descolocó un poco y miró a YoonGi con duda.

—Tienes manchas de pintura —señaló su camiseta y JiMin bajó la mirada, sólo para darse cuenta de que seguía metido en ese poco atractivo pijama manchado y por un segundo se preguntó si el otro en serio había llegado a sentirse atraído por él de una manera erótica cuando estaba vistiendo algo como eso.

—Uh… no —admitió avergonzado, cruzándose de brazos sobre su pecho como si esto lograra que el otro olvidara que estaba vistiendo eso—. Hace poco pinté con JungKook e hicimos un desastre, pero como la uso como pijama no me preocupa mucho —contó.

—Oh, qué lindo —comentó dulcemente—. ¿Es uno de los dibujos que están en el refrigerador?

—Exactamente —asintió JiMin, dándole una rápida mirada a la pequeña obra de arte hecha con las inexpertas manos de su bebé—. Es ese que está a la derecha —señaló—. Él dice que es un barco pirata, aunque parezca un hot-dog gigante —lo último lo dijo en voz baja.

YoonGi rió, enseñando un par de rosadas encías, luciendo tan atractivo como un hombre como él podía lucir y JiMin no podía dejar de pensar en que su lobo en serio estaba demasiado interesado en ese alfa pelinegro porque no había dejado de aullar emocionado entre cada cosa que decía. 

Por otro lado, también comenzó a pensar en que tal vez estaba diciendo demasiado, que quizás no debería ser tan despistado en cuanto a su seguridad se trataba y ciertamente que un alfa se aproveche de la situación de un padre soltero con un indefenso niño no se encontraba muy alejado de la realidad.

Así que carraspeó, rompiendo un poco la burbuja que se estaba formado alrededor de ellos. 

—Bueno, de verdad muchas gracias por ayudarme con la puerta, supongo que en serio te debo una por esto y por evitar que me diera un ataque de ansiedad —comenzó, esperando que el otro entendiera que le estaba pidiendo de manera indirecta que comenzara a retirarse de su casa.

YoonGi era muy inteligente, tal parecía, porque asintió y le entregó el vaso ya vacío.

—Creo que sí, pero acepto la invitación a un trago real para variar —luego intercaló la mirada entre el omega y su hijo—. Cuando puedas y si quieres, claro está —agregó. 

JiMin asintió como si fuera cualquier cosa y lo siguiente que supo era que YoonGi se había ido, que probablemente tenía una cita pendiente y que su lobo no dejaba de aullar contento.

¿Por qué mierda sentía el cuerpo tan caliente?

 


 

—No te preocupes, yo cuidaré a JungKook —fue lo primero que dijo TaeHyung cuando JiMin tocó el tema del vecino.

—Tae, no te estoy pidiendo que lo cuides —se apresuró en decir—. Tampoco estoy seguro de que vaya a tomar algo con él de todas maneras, Simplemente quedó como algo al aire, no fue tan en serio —se cruzó de brazos, apretando sus labios con nervios.

Ambos se encontraban sentados en la banca de un parque que se encontraba a un par de kilómetros de la casa de JiMin porque el omega quería salir con JungKook y TaeHyung ofreció llevar a su sobrino más chico para que juegue con él, ambos eran algo así como los mejores amigos del mundo en ese momento y Jung HoSeok, aunque fuera dos años mayor que Kookie y un omega ya presentado, era el niño más dulce de todos.

—¿Por qué no? —cuestionó Tae, escandalizado—. Tú fuiste quien le ofreció ir a beber algo, no te puedes retractar ahora, Park JiMin —sonó como todo un alfa ridículo, aunque era un beta. Así que JiMin golpeó su hombro, pero el castaño se rió adolorido.

—Lo hice en el calor del momento —se excusó—. Él sigue siendo el típico alfa que parece necesitar verse poderoso sobre un omega, ofreciendo ayuda y todo el numerito —se miró las uñas de las manos.

—¿Qué "calor" y qué "momento", JiMin? El único que se encontraba en pánico eras tú, ese hombre seguro estaba pensando en que le picaban las bolas —se rió.

—TaeHyung —se quejó.

—Deberías ir —JiMin viró los ojos—. No me estarías contando sobre esto si no quisieras saber mi opinión y yo opino que es momento de que te des un gusto. Por otro lado, si tan idiota fuera, ni siquiera lo habrías considerado invitar a beber para empezar, no eres tan impulsivo.

No, él no era impulsivo, no tenía permitido serlo. Sin embargo, dentro de él sabía que la invitación sí fue impulsiva, pero admitirlo implicaba admitir que había sentido debilidad por un momento y eso no podía ser posible.

—¿Y se supone que debería salir con el vecino? —cuestionó entonces. A lo lejos, podía escuchar cómo JungKook se carcajeaba por las cosquillas que le estaba haciendo HoSeok y los miró un momento para asegurarse de que todo estaba bien.

—No veo a otro coqueteando contigo y viceversa —a TaeHyung le pareció lógico y su mejor amigo negó con la cabeza—. En fin, no vas a coger con él, solo saldrán a beber y si te sientes incómodo pues me llamas y te saco de ahí —dijo seguro.

—Parece que no entiendes que es mi vecino y que si sale todo mal igual tendré que verlo absolutamente todos los días hasta que alguno de los dos se tenga que mudar —y parecía ser una razón bastante lógica, JiMin no quería tener que pasar por esa incomodidad, no importaba qué tan sexy fuera el alfa.

—La cantidad de personas que pasan de conocidas a desconocidas en un abrir y cerrar de ojos es abismal, dejar de hablar con el vecino no es algo tan trascendental —contraatacó—. Si es tan decente como demuestra serlo, entenderá la indirecta —razonó.

—¿Y si no? —en definitiva esa era su mayor preocupación. Una cosa era sentirse incómodo alrededor de una cita fallida, la otra era tener que tolerar un alfa raro y vengativo merodeando demasiado cerca de su casa.

—Entonces yo se lo hago entender —se encogió de hombros, mirando en dirección a los juegos infantiles en donde estaban ambos niños correteando, usando un par de ramas como espadas—. ¡Tengan cuidado con eso! 

—¡Sí! —respondieron los dos al unísono, continuando con lo suyo.

—Tae, el único lugar que tiene músculos en tu cuerpo, es tu culo —expresó JiMin, no creyendo que en serio el beta hubiera contestado algo como eso, ¡no se había metido en peleas una sola vez en su vida! Estudiaba humanidades, para colmo.

—Gracias, el tuyo también es lindo. Seguro YoonGi opina lo mismo que yo —sonrió satisfecho. JiMin sólo se dejó caer contra el respaldo del banco, derrotado—. Bueno, JiMinnie, si no quieres salir con él está bien, pero sabes que si necesitas ayuda con el pequeño cabeza de coco yo estoy disponible —Park jadeó una risa por la manera en la que se refirió a su hijo—. Te apoyo en lo que sea que decidas, esto me emociona porque sigue siendo una experiencia que considero que debes aceptar y tomar, pero si no, ya habrán otras en el futuro —rodeó sus hombros con su brazo, sonriente y cariñoso como siempre solía ser.

JiMin le devolvió la sonrisa, contento de que el otro lo apoyara de esa manera. Después de todo, aunque su amigo estuviera siempre dispuesto a discutir y a insistir en tomar riesgos, el beta sabía cuando había sido suficiente y no quería saturar a JiMin con su alocado positivismo. Además, entendía sus preocupaciones, siempre cabía la posibilidad de ser engañado y tampoco es como que quisiera que el omega se lanzara al peligro sin mirar a quién, así que era todo un dilema.

—Con la suerte que tengo seguro resulta ser la persona más extraña y rancia del mundo —dijo sujetando su cabeza. Ya le había pasado, una vez aceptó la cita de un alfa que se veía normal, hasta que le preguntó demasiado por sus pies.

TaeHyung pareció recordar la misma historia, porque se carcajeó.

—No creo que la luna sea tan cruel como para enviarte otro idiota, ya te dio demasiado desarrollo de personaje —razonó estúpidamente para el gusto de JiMin.

—No puedo creer que usaras ese término conmigo.

TaeHyung se carcajeó y la tarde continuó con temas triviales, dejando que la charla sobre YoonGi se asentara lo suficiente para poder analizarla con la cabeza fría. JiMin no quería meter la pata en esto, menos sabiendo que el hombre vivía tan cerca de su casa.

Lo único que le quedaba ahora era considerar sus opciones.

Chapter 5: CAPÍTULO CUATRO

Summary:

—El próximo sábado estoy libre —comenzó cuando estuvo lo suficientemente cerca del otro—. Podríamos ir por ese trago, ¿qué dices? —colocó su mano sobre la encimera de la cocina para apoyarse sobre ella.

Si YoonGi tuviera orejas y cola probablemente se hubieran levantado. En cambio, la expresión que hizo pareció ser un equivalente tan perfecto que JiMin tuvo que apretar los labios para no reírse.

«Lindo», él no pudo evitar pensar.

Notes:

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Una de las cosas que podían mantener ocupado a JiMin durante este último momento de su agotadora carrera era la realización de su tesis. Sabía qué tema iba a tocar y no quería profundizar demasiado en algo que realmente no iba a afectar su vida laboral, por lo que escogió un tema teóricamente sencillo. Ya tenía los lugares en donde iría a hacer las entrevistas, había recopilado toda la información necesaria para poder darle bases teóricas a su tesis y lo único que hacía falta en realidad era ir a hacer las entrevistas, pero como se encontraba relativamente demasiado ocupado, decidió hacerlo cuando terminara con la cursada.

La universidad le permitía usar un cuatrimestre más para preparar su tesis, después de eso podría recibir su título. También había decidido dejar al final de su carrera las prácticas profesionales que el cuarto año pedía, el centro al que había asistido la primera vez en su tercer año estaba dispuesto a tomarlo en cuenta para esto también y al ser trescientas largas horas las que debía cumplir, JiMin prefería dejarlas para el momento en el que no tuviera que trabajar y estudiar al mismo tiempo porque hacer sólo cien horas durante el tercer año fue casi la muerte para él.

Entonces, tomando en consideración que tenía relativamente mucho tiempo, había días como ese domingo en la tarde que JiMin estaba en su laptop, escribiendo relajadamente sus ideas para su tesis mientras JungKook se encontraba sentado a su lado, recortando papeles y pegándolos porque quería hacer una manualidad que consistía en formar figuras de animalitos con papeles de colores. JiMin sabía que su hijo amaba el tiempo de calidad, así que ambos estaban sentados en la mesa de la sala de estar, disfrutando el silencioso momento.

JungKook era un niño relativamente ordenado, había aprendido correctamente que el desorden propio no debería afectar la paz de las demás personas y aunque sí actuaba desordenado como cualquier niño lo haría, también trataba de mantenerse en su zona de trabajo para no llenar de pegamento la vieja laptop de su papá.

—¿Por qué no puedo usar la otra tijera? —preguntó de repente JungKook. En su mano sostenía una tijera de color rosado, bastante pequeña y de punta redonda.

Hacía un rato, antes de que empezara a recortar, JiMin había tomado ambas tijeras y le entregó la más pequeña. Tal parecía ser que JungKook quedó pensando en la otra tijera, una que era más grande y de color negro.

—Porque es muy grande para tus manos y la punta es filosa, entonces te podrías lastimar —contestó JiMin pacientemente, deteniendo su escritura para mirar a JungKook, quien parecía muy concentrado en analizar las palabras de su padre—. Además, tus recortes podrían quedar menos prolijos y el conejito te podría quedar un poco chueco —lo cual era mucho considerando que JungKook no era necesariamente bueno recortando.

A JiMin siempre le pareció ridículo que los padres no explicaran las cosas, que dijeran un "porque sí" y esperaran que los niños lidiaran con esa autoridad como una verdad absoluta. JungKook siempre se sintió con la libertad de preguntar lo que quisiera y a JiMin le gustaba pensar que en el futuro, cuando tuviera preguntas mucho más complejas, también iría con él a acudir por ayuda.

—¿Puedo intentar usar la otra tijera? —pidió y dejó la tijera rosa encima de la mesa.

JiMin apretó un poco sus labios. A pesar de que muchos padres pudieran aconsejarle que se tenía que poner más firme al respecto, JiMin también era partidario de que el niño aprendiera cosas nuevas y estuviera en constante experimentación con el mundo, por lo que dejarlo usar una tijera que sabía que no podría controlar también era una manera de enseñarle sus propias limitaciones.

—Está bien, pero solo un intento —decidió y se levantó de la mesa, caminando hacia la cocina para sacar la dichosa tijera de uno de los cajones. Cuando regresó, JungKook se veía contento—. Ten cuidado.

El niño tomó la tijera, una demasiado grande a comparación de sus pequeñas manos, pero hizo el intento de cortar con ella los papeles coloreados en las formas que ya había hecho, tratando de seguir la línea. Los cortes se volvieron más desordenados por la dificultad que tenía para sostenerlo, pero cuando logró terminar de recortar el pequeño corazón, JungKook se seguía viendo orgulloso de sí mismo.

Que a su edad supiera manejar relativamente "bien" una tijera era un logro en sí mismo.

—Está chueco —le enseñó el corazón a su papá como si este no lo hubiera visto.

JiMin rió suave.

—Eso creo —lo tomó, mirándolo con mucho más detalle—. Pero igual está bonito, sólo necesitas practicar.

—Gracias, papi —le sonrió.

—¿Qué tal si practicas mucho con la tijera pequeña para que puedas cortar mejor cuando vayas a usar la más grande? —propuso—. Como en los juegos: tienes que aprender a pelear primero antes de enfrentarte al jefe final, ¿no?

JungKook formó una expresión sorprendida, dándose cuenta de que esa era una buena idea.

—¡Sí! —asintió, dejando la tijera de lado para tomar la rosada—. Voy a hacer otro corazón, este va a ser para ti.

—¿Ah sí? Entonces lo voy a esperar con ansias, gracias mi amor —declaró contento.

JungKook asintió con entusiasmo y comenzó con su tarea, ignorando la tijera puntiaguda.

JiMin consideró eso como un logro ya que había conseguido que JungKook dejara de usar la tijera, pero al mismo tiempo consiguió que pudiera experimentar con ella de una manera que no lo puso en peligro. El omega no quería pensar en sí mismo como alguien sobreprotector, pero de alguna manera necesitaba mantener a JungKook seguro y lejos de cosas que fueran punzantes porque los niños suelen ser bruscos en sus movimientos y él no quería tener que correr al hospital.

—Bueno, voy a guardar la...

Fue interrumpido por el sonido del intercomunicador del departamento, el cual resonó estridente dentro del lugar, asustando a ambos.

—Por la luna... —JiMin se colocó una mano en el pecho y se alejó de la mesa, dejando el pequeño y chueco corazón entre los demás—. Qué sonido tan horrible —tomó el aparato pegado a la pared a unos metros de la puerta y lo acercó a su oreja—. ¿Hola?

¡JiMin! Soy yo, ábreme la puerta.

El omega demoró un poco en reconocer la voz.

—¿Mamá?

¿Quién más? Ahora ábreme la puerta que hace mucho calor.

JiMin avisó que iría rápido y colgó. Cuando miró a JungKook, este se encontraba completamente quieto, mirándolo con ojos grandes en espera de que le dijera quién era. JiMin rió por su expresión y tomó las llaves.

—Es la abuela —avisó.

JungKook arrugó un poco su nariz, soltó los papeles y agarró sus mejillas como si las quisiera proteger de algo.

—Lo sé, bebé —tomó las llaves de la cesta en la que las dejaban para que no se perdieran—. Regreso en un momento, cuidado con las tijeras.

—Sí, papi —formó un puchero.

JiMin salió y caminó por el pasillo hasta la puerta de entrada del edificio. De ahí, debía caminar hasta la reja que daba a la calle para poder abrirle a su madre, a quien visualizó inmediatamente después de que salió al sol de verano. No podía creer que la mujer siguiera vistiéndose con camisas de manga larga sabiendo el calor que hacía, pero ella nunca perdía el estilo, o al menos eso era lo que decía.

—Hola mamá —saludó sin muchos ánimos una vez abrió la puerta.

—Hola JiMin —se adentró de inmediato, dándole un cortó medio abrazo a su hijo. Tenía un par de lentes de sol cubriendo sus ojos hasta que los colocó por encima de su frente para mirarlo con desconcierto—. Acabo de ver a un tipo en una motocicleta entrar al estacionamiento. ¿Ves cuando te digo que este edificio no es seguro? Parecía un delincuente —resopló.

—¿YoonGi? —preguntó divertido.

La mujer frunció un poco más sus cejas.

—¿Lo conoces? ¿Por qué conoces a delincuentes?

—No es un delincuente —se rió, negando con la cabeza—. Es sólo un vecino amistoso, se lleva bien con JungKook y tiene un perro.

—¿Cómo dejas que JungKook hable con delincuentes? —se escandalizó.

JiMin viró los ojos y abrió la puerta principal. Cuando entró, se dio cuenta de que el alfa que era el centro de las quejas de la mujer ahora caminaba hacia él, con un casco siendo sostenido por su mano enguantada. YoonGi tenía una cara de pocos amigos pintada en la cara, pero desapareció en el momento que reconoció el rostro del omega. La mujer paró sus quejas en ese instante, probablemente intimidada por el alfa que había aparecido allí como si lo hubieran invocado.

—Gracias —YoonGi hizo un movimiento con su cabeza, entrando al edificio—. Hola, vecino.

—Hola YoonGi —saludó amistoso.

—Hoy hace un lindo día, ¿no vas a salir a la piscina con JungKook?—señaló la calle con su pulgar.

—Por el momento no, estoy usando la tarde para trabajar en mi tesis y JungKook encontró una actividad para hacer, así que no ha tenido un segundo para pensar en la piscina que seguro se debe estar derritiendo allá afuera —se rió, YoonGi lo acompañó.

—Ya veo, les deseo suerte entonces —guiñó.

El cabello de YoonGi se encontraba un poco húmedo, probablemente por el sudor, y el par de cadenas que tenían sus pantalones resonaban con cada paso que daba hacia la puerta de su casa.

—¿Saliste a dar un paseo? —preguntó Park con curiosidad.

—Algo así —jadeó—. Un amigo se accidentó camino a su casa y tuve que salir a ayudarlo, pero todo resultó bien, solo era un problema con el motor —sacó sus llaves y miró a la mujer, a quien ambos parecían haber ignorado—. Señora —saludó con un movimiento de su cabeza, abriendo su puerta para volver a mirar a JiMin—. Hasta luego —le dedicó una media sonrisa.

—Hasta luego —movió su mano mientras el alfa desaparecía en su casa, siendo recibido por un par de ladridos contentos.

La madre de JiMin negó con la cabeza.

—¿Vive al lado? —mencionó con rechazo—. Se ve como todo un vándalo.

—Por favor mamá, suenas como una señora de noventa años —JiMin viró los ojos.

Ambos entraron al departamento por fin y la poca frescura de los ventiladores golpeó suavemente al omega como un pequeño pedazo de cielo. La comparación del calor que hacía afuera con el interior de su casa le hizo considerar la idea de ir a nadar luego.

—¡Jungie! —la mujer vociferó de un modo que logró sacar a JiMin de sus erráticos pensamientos para ver el momento preciso en el que ella se acercó emocionada hasta el niño y agarró sus cachetes con fuerza—. ¿Cómo estás, mi nieto hermoso? —preguntó con voz aguda.

JungKook se quejó y se alejó del tacto, pero la mujer insistió, besando su cara con besos fuertes. JiMin apretó la mandíbula y se acercó a ella, dándole un par de palmadas en la espalda para llamar su atención.

—Creo que es suficiente, mamá —le dijo, tratando de sonar amable, pero le hervía la sangre que la mujer siempre fuera brusca con JungKook cuando se notaba que el niño no estaba a gusto en absoluto.

—JiMin por amor a la luna, es mi nieto, ¿acaso no puedo darle besos? ¿Qué te pasa? —se quejó realmente ofendida, sus manos soltando el rostro del niño para cruzarse de brazos sobre su pecho.

JungKook se bajó rápido de la silla y salió corriendo hacia su habitación.

—¡JungKook! —llamó la mujer, todavía ofendida—. Dile que venga, no se puede ir así, soy su abuela —trató de seguirlo, pero JiMin se colocó frente a ella, guiándola hacia la mesa.

—Mamá, si quieres que JungKook se deje abrazar y demás, quizás deberías ser un poco más suave con él. No es un juguete moldeable —explicó como si no lo hubiera hecho mil veces ya, pero ella no parecía entenderlo, o bien sólo quería ignorar las palabras de su hijo—. Ahora seguro quiere tener un momento para él, déjalo.

—JiMin, no puedes ser tan mangoneado por tu hijo, si sigues así él se va a convertir en un completo malcriado —habló como si fuera una especie de sentencia—. Dale dos semanas conmigo y se le va a pasar esa ridiculez —expresó segura. JiMin negó con la cabeza y comenzó a recoger las cosas que estaban en la mesa para darle espacio a su madre—. Hablando de eso...

—No mamá, no irá a tu casa —respondió con más firmeza de la que pretendía haber usado, pero la idea le enojaba y repetir algo que ya había dicho también—. Vives muy lejos, JungKook casi no te conoce, papá no sirve para estar con niños y yo sé cómo tratar con él —prácticamente enumeró—. No es ningún malcriado, así que deja de llamarlo así, por favor.

La mujer lo miró como si estuviera decepcionada, sentándose en la silla que JungKook había abandonado, con sus brazos todavía cruzados sobre su pecho.

Ella había estado insistiendo respecto a llevarse a JungKook unos días desde hacía relativamente poco, cuando la comunicación con sus padres "regresó" tan repentinamente como cuando JiMin se fue de casa, quizás su madre recapacitó y quiso volver a la vida de JiMin para conocer más a su nieto, pero JungKook no se llevaba particularmente bien con ella y después de acostumbrarse al cómodo silencio, la presencia de su madre le parecía realmente molesta.

Sin embargo, no podía negarle visitar a su nieto. ¿Verdad?

—¿Con quien se supone que lo dejas cuando vas a trabajar? Debería estar con nosotros, no con extraños que le pueden hacer daño.

«Literalmente acabas de insinuar que le ibas a pegar», pensó.

En sus años de juventud la mujer nunca lo golpeó realmente, pero era exigente y sobreprotectora, vivía hablándole de posibilidades catastróficas sobre cosas cotidianas, como el ser secuestrado si tomaba un autobús por sí mismo o morir intoxicado si tomaba agua del grifo de la cocina. Sin embargo, sí fue una mujer que era capaz de jalar su cabello como regaño, que aplicaba la ley del hielo cuando algo le molestaba o que hacía berrinches como una niña cuando algo no salía como quería.

Fue un infierno cuando se enteró que JiMin, su único hijo al que había protegido como una delicada rosa, había quedado embarazado poco después de su cumpleaños número dieciocho.

En todo caso, la aparente comunicación que compartía con sus progenitores eran en realidad un par de llamadas y visitas de su madre, quizás una vez al mes o cada dos meses. De su padre no sabía mucho, el hombre había desarrollado una especie de mutismo selectivo con su hijo desde que supo que se había embarazado. Durante mucho tiempo miró a JiMin como si fuera la mayor decepción de su vida y esa situación fue una de las razones principales por las que JiMin se fue de casa, después de todo vivir con alguien así era una mierda.

Su padre siempre fue más amoroso que su madre, por lo que darse cuenta de que no parecía querer perdonarlo por un "accidente" fue lo que hizo a su relación romperse y resquebrajarse cada vez más a través de los años que se acumulaban entre los dos.

—JungKook está bien, la niñera lo ama y él a ella, si no estuviera seguro yo lo sabría y lo alejaría de ahí —explicó—. Deja de preocuparte tanto, mamá.

Su madre no se preocupaba, ella era simplemente paranoica.

—Hijo, entiende, este lugar no es bueno para un niño. El edificio casi se cae a pedazos, hay goteras y hongos, tienes delincuentes de vecinos y siempre estás ocupado trabajando, ¿crees que estás haciendo un buen trabajo?

La voz de su madre, tan alentadora como siempre. No la extrañaba mucho estos días.

JiMin sólo suspiró e ignoró las repetitivas palabras, tomando su laptop para dejarla sobre el sofá y sobre ella dejar todas las hojas y el pequeño proyecto en el que estaba trabajando JungKook.

—¿Quieres algo para tomar? —preguntó con tono cansado, esperando que el tema cambiara para variar.

—Obvio —respondió ella como si hubiera estado esperando que se lo sirvieran hace rato—. Un té helado.

—Dame un momento —caminó hacia la cocina y sacó la jarra de agua del refrigerador, luego abrió el freezer para sacar la cubeta de hielo y dejó caer cada cubito dentro del agua.

—¿Y cómo va la universidad?

—Bien, el siguiente cuatrimestre empieza dentro de unos meses, luego estaré prácticamente graduado.

—¿En serio? Pero si acabas de empezar.

—Ya llevo cuatro años, mamá —soltó lo suficientemente alto para que ella escuchara.

La mujer zumbó en entendimiento.

—¿Ya has conocido a algún alfa, JiMin?

El omega viró los ojos.

—No.

—¿Y has pensando en hablar con HyunSoo?

Su madre tenía un repertorio de temas que sí o sí tocaba cuando iba a su casa en sus encantadoras visitas sorpresa. Entre algunas de ellas estaba su catálogo de comentarios sobre el cuerpo de su hijo, el desorden de la casa, la aparente malcriadez de JungKook, las críticas hacia su estilo de ropa y un tema parecía ser su favorito: el de su ex Jeon HyunSoo.

JiMin suponía que era una especie de castigo, quizás un tormento envíado por el mismísimo infierno para reprenderlo por algo que había hecho en su anterior vida, no lo sabía con certeza.

La mujer siempre consideró a HyunSoo como la mejor opción para JiMin, el mejor pretendiente, el mejor alfa, y él lo entendía; HyunSoo era un alfa centrado en lo que quería, soñador, pero con los pies sobre la tierra, hijo de familia adinerada y con una herencia segura de la empresa familiar. Ella lo aprobó en el segundo que el joven omega se lo presentó cuando tenía quince años y en su cabeza, en donde la perfección de HyunSoo opacaba a la de su propio hijo, ella probablemente pensaba que el que se fuera de sus vidas era culpa de JiMin.

JiMin tomó aire.

—No —contestó simplemente.

—JungKook necesita un padre —argumentó ella.

—Me tiene a mí —expresó estoico, mirando la jarra.

—Un alfa, JiMin —insistió ella—. Deberías hablar con él y resolver las cosas. Quizás puedan volver y él te dará una casa mejor que esta. El es el padre biológico después de todo, tienes que hacer algo.

«Estoy seguro de que hablamos de esto hace como un mes», pensó sin creérselo.

No había nada que resolver, HyunSoo había sido claro. JiMin recordaba a la perfección las palabras que usó esa noche: "no quiero ser padre, este no es mi problema, tú tenías que haberte cuidado. No quiero tener nada que ver con esto".

—Yo no quiero volver con él y él tiene novio así que tampoco quiere volver conmigo —dijo sin ningún tono específico en su voz, ni siquiera la melancolía. Había superado sus sentimientos por HyunSoo hacía mucho tiempo, el único que sí permanecía en esencia era el enojo de recordar cosas del pasado.

Ella suspiró, un suspiro lleno de tristeza.

—No puedo creer que lo dejaras ir así.

JiMin cerró sus ojos, tomando un poco de aire.

—Él se fue porque quiso, creo que ya te mencioné qué fue lo que dijo sobre mi y JungKook, estoy muy seguro de que lo he repetido más veces de las que me gustaría haberlo hecho.

—Tenías que haber luchado por él, JiMin. ¿Crees que yo no luche para estar con tu padre?

«Ojalá no, así yo no hubiera tenido que nacer para escuchar esta conversación», pensó.

—No soy tú, mamá —tomó la jarra cuando pensó que había sido suficiente y rellenó un vaso con el líquido frío.

—Es por eso que estás como estás.

JiMin estaba acostumbrado a las palabras hirientes de su madre. Ella había sido así toda su vida, no había un recuerdo en la cabeza de JiMin en donde la mujer no se comportara como una rica caprichosa.

—¿Por qué no podemos hablar de algo más trivial? —preguntó entonces—. No lo sé, ¿cómo está papá? ¿Cómo estás tú? —la señaló con un movimiento de su mano—. Casi no sé nada de ustedes, me gustaría al menos tener una conversación normal.

—Tu padre está bien, yo estoy bien, lo que me preocupa es cómo vives —quiso aclarar—. Me parece que una conversación que gire en torno a cómo hacer tu vida mejor es una conversación mucho más importante que una trivialidad como el saber qué está haciendo tu padre.

—Tengo en mente un montón de cosas importantes todo el tiempo, me gustaría simplemente hablar de algo que ni siquiera sea relevante, para variar —explicó con un tono casi harto, agotado. Su madre no quería entender, ni siquiera quería escucharlo.

—JiMin por favor, ya eres un adulto, no deberías querer escapar de tus responsabilidades —le reprochó.

—Exactamente, ya soy un adulto, entonces no deberías tratar de meterte en mi vida mamá, sé manejar las cosas bastante bien, supe hacerlo desde que me fui de casa.

Terminó ahí, sin decir más nada.

El tema de su partida no era el favorito de su madre, pero ella no era la persona favorita de JiMin.

Negando con la cabeza, el omega le llevó el té helado a su madre y se hizo uno para él mismo para ver si le podía aliviar la migraña que estaba comenzando a sentir. Así mismo, tomó al peluche que había estado sentado al lado de la mujer desde hacía un rato.

—Ya regreso —se retiró de la sala y se metió al cuarto de JungKook, en donde el niño estaba sentado sobre su cama, escondido debajo de las mantas—. Te traje a Jojo.

JungKook sacó su cabeza, extendiendo sus manos hacia el peluche. JiMin se sentó a su lado y se lo entregó, sonriendo suavemente al ver al niño meter el peluche dentro de sus mantas como si quisiera esconderlo también.

—¿Ya se fue? —JiMin negó con la cabeza, JungKook bufó.

—Seguro se va en un rato, voy a entretenerla para que no entre a tu cuarto, ¿sí? —le dio un beso en la frente y se levantó de la cama. JungKook lo veía como si estuviera despidiéndose para ir a luchar contra un dragón—. Te traeré tus demás cosas para que sigas haciendo tus manualidades.

—No, yo quiero hacer mis cosas afuera contigo —se quejó con un mohín.

—Bueno, mi amor. Entonces espera a que se vaya, pero cuando se tenga que ir seguro va a querer despedirse de ti —JungKook escondió su cara detrás del peluche y JiMin sintió un poco de culpa—. Sólo deja que se despida, ¿por favor? Para que no se enoje, no queremos que se enoje, ¿verdad? —y JiMin odiaba decir eso porque era pedirle a JungKook que hiciera algo en contra de su voluntad, pero él también sentía que tenía las manos atadas.

JungKook suspiró en derrota y asintió, metiéndose debajo de las sábanas otra vez.

—Bien —accedió a regañadientes.

Las visitas de su madre no eran fructíferas, no había nada bueno que pudiera sacar de ellas, ni siquiera el dinero que ella le ofrecía al final de la reunión como si su hijo estuviera rogando por ello.

JiMin siempre respondía que no era necesario, que ella lo necesitaba más que él y que no quería sentir que se estaba aprovechando de ella. Todas estas excusas siempre ocultaban lo que el omega realmente pensaba y eso era que no quería tener que deberle absolutamente nada.

Aun así, ella terminaba dejando el dinero en algún lugar de la casa y JiMin siempre lo metía en una caja que no tocaba.

—Adiós, Jungie —se despidió su madre luego de una hora, abrazándolo con fuerza. JungKook arrugó su nariz, pero se dejó hacer cuando la mujer besó su cara una vez más—. Si te portas bien te traeré regalos la próxima vez, ¿sí? Tienes que darle besos a tu abuela también.

JungKook asintió, aunque seguía viéndose incómodo. JiMin mantuvo la distancia, pero todavía vigilaba a su madre porque por lo menos quería darle la seguridad a JungKook de que lo ayudaría si era demasiado para él.

—Hasta luego, abuela —besó su mejilla y JiMin arrugó la nariz porque sabía que JungKook no daba besos.

Cuando salió a abrirle la puerta, trató de razonar un poco con ella.

—Siempre le digo a JungKook que nunca le haga caso a las personas que le ofrezcan dulces o regalos a cambio de besos o abrazos, no quiero que piense que es normal y alguien lo use para manipularlo —explicó lo más claramente que pudo, esperando que ella no se ofendiera o pensara que la estaba relacionado de alguna manera con esos adultos a los que JungKook debería temer—. Así que te voy a pedir que no lo hagas, si él no quiere darte besos o abrazos, no lo obligues. Menos por algún premio.

Ella frunció sus cejas, se colocó de nuevo los lentes de sol y se fue, caminando hacia su auto estacionado al otro lado de la calle.

—Qué exagerado eres, JiMin —fue lo único que llegó a escuchar.

Él se tragó un grito de estrés y cerró la puerta principal con un poco más de fuerza de la necesaria.

La próxima vez no iba a ser tan amable.

—Vieja loca —murmuró.

Cuando entró al edificio, JiMin miró en dirección a la puerta de YoonGi antes de meterse en su propia casa.

Le debía un trago.

A él también le hacía falta uno.

Con el paso de los días JiMin no dejó de pensar en el dichoso trago. Cada que se encontraba con YoonGi lo recordaba y, aunque el alfa no decía nada al respecto, sí parecía estar esperando pacientemente a que él le dijera la fecha y la hora. Luciendo guapo con su sonrisa encantadora y llevando de un lado a otro su presencia de alfa metida dentro de su ropa negra, guantes en sus manos y botas pesadas resonando por los pasillos.

Entre otras cosas, YoonGi siempre estaba alrededor. Era casi hilarante, en realidad.

De alguna manera se lo encontraba cuando salía a trabajar, cuando salía a tirar la basura o cuando salía al estacionamiento a estar en la piscina con JungKook. Su lobo se contentaba y caminaba en círculos ansioso por su presencia, YoonGi sólo le sonreía y a veces hablaban un poco, pero luego simplemente regresaban a sus asuntos.

Se lo encontró un día cuando salía de la tienda; JungKook no había dejado de quejarse de que le dolían los pies y JiMin se encontró con el hombre caminando justo frente a la entrada. YoonGi ese día lucía su ropa de siempre y su largo cabello se encontraba sujeto por una media coleta, con el resto cayendo sobre su cuello y con su frente descubierta.

—Hola vecino —saludó YoonGi amistoso, mentón a medio levantar, y aunque JiMin le dedicó una sonrisa que pretendía ser amable, el alfa pareció darse cuenta de que la migraña estaba atacando su cabeza porque lo miró con un atisbo de preocupación—. Uh... ¿Todo bien? —inclinó un poco su cabeza hacia un lado, frunciendo sus cejas.

JiMin asintió, acomodando la bolsa llena de cosas sobre su hombro, sujetando la mano de un JungKook que arrastraba los pies y miraba al cielo con cara de llanto.

—Sí, sólo creo que estamos teniendo un mal día.

—Papi... —se quejó JungKook casi sollozando.

JiMin suspiró y se agachó frente a él, buscando su mirada para tratar de razonar con el niño. JungKook sólo comenzó a llorar y JiMin dejó que lo abrazara, luego trató de levantarse para cargarlo porque se notaba que necesitaba consuelo de algo.

—Espera —ni siquiera tuvo un momento de darse cuenta de que YoonGi tomó la bolsa que estaba sobre su hombro con cuidado, sacándola para colocársela él—. Te ayudo.

JiMin prefirió concentrarse en JungKook, así que dejó que el alfa le sacara el peso de encima, Cuando se levantó una vez más, YoonGi se encontraba tomando el pequeño carrito de mercado con su mano libre, esperándolo.

—Uh... —no estaba seguro de qué decir, pero JungKook se aferró a su cuello, gimiendo en queja y él decidió que pensaría en eso en otro momento—. Gracias.

YoonGi hizo un gesto diciendo que no era la gran cosa y ellos simplemente comenzaron a caminar en dirección al edificio. Probablemente el alfa se estaba sintiendo satisfecho consigo mismo mientras JiMin cargaba a un agotado JungKook. El omega se dijo a sí mismo que sólo aceptó la ayuda porque JungKook había estado malhumorado desde que despertó. De por sí haberlo sacado a la tienda fue un poco complicado y aunque el niño realmente hizo el intento de ayudar a su papá como le gustaba, se terminó estresando muy rápido.

—¿Por qué está tan cansado? —preguntó YoonGi con curiosidad.

La tienda a la que JiMin solía ir para rellenar la alacena se encontraba a siete cuadras de su casa, por lo que quedaba un poco de camino antes de llegar.

—La verdad es que no lo sé, pero todos tenemos nuestros momentos —se encogió de hombros, palmeando con cariño la espalda de su hijo.

—Ah, claro —YoonGi trató de buscar los ojos de JungKook, pero este estaba escondido en el cuello de JiMin, con sus pequeñas manos hechas puños sobre sus hombros—. También puede que esté cerca de su etapa de presentación, cuando tenía esa edad no me podía separar de mi mamá o lloraba todo el día.

JiMin lo pensó por un momento, pero negó con la cabeza.

—Lo he pensado porque su cumpleaños número siete sería en septiembre, así que he estado muy pendiente de los síntomas últimamente —señaló—. Sin embargo, hoy creo que solo se levantó con el pie izquierdo —YoonGi estuvo de acuerdo y JiMin le dedicó una corta mirada—. ¿Y tú qué estabas haciendo?

Era fin de semana otra vez, un sábado en la tarde. Habían pasado unas cuantas semanas desde que YoonGi se había mudado.

—Fui al banco a depositar; también bloqueé mi tarjeta por accidente hace unos meses y pensé que sería buena idea resolverlo de una vez ya que estaba ahí —viró los ojos—, estuve ahí desde las nueve de la mañana —contó cansado.

JiMin lo miró sorprendido porque ya eran las tres de la tarde.

—¿Misión cumplida?

—Sí, gracias a la diosa, pero fue un calvario —ambos se detuvieron, esperando a que un par de autos pasaran para cruzar la calle hacia la siguiente cuadra—. Dentro de poco salen las entradas para Gun N' Roses, entonces necesitaba tener el tema resuelto o me lanzaba de alguno de los balcones del edificio.

JiMin se rió, demasiado acostumbrado a escuchar comparaciones similares durante su carrera, algunas incluso dichas por él mismo.

—¿Te gustan Gun N' roses? No, espera, no debería sonar tan sorprendido —se dio un golpecito en la frente.

Ahora fue el turno de YoonGi de carcajearse.

—No puedo creer que me hayas estereotipado de esa manera —comentó divertido y JiMin volvió a reírse—. Pero sí, me gusta, el concierto es en diciembre, así que si oyes un grito de felicidad por el pasillo es que conseguí mi regalo de navidad.

—Perfecto, lo tendré en cuenta para no llamar a la policía.

Ambos rieron, mirándose divertidos, y así continuaron caminando hacia el edificio.

Hablar con YoonGi no era incómodo, no como otras personas con las que había hablado JiMin. De por sí, el joven adulto no fue nunca muy bueno socializando, algo que evolucionó con el pasar de los años y que pudo superar más allá del grupo de amigos que había hecho en la secundaria, pero JiMin no podía negar que de vez en cuando le gustaría simplemente no hablar con nadie. Había pocas personas que le generaban curiosidad o una sincera necesidad de pasar tiempo con ellos, como TaeHyung u otro par de amigos que conocía de la infancia, pero en general todos sus demás conocidos se sentían como una pequeña obligación de su parte para mantener los lazos.

Con YoonGi se sentía tranquilo, similar a como se sintió la primera vez que conoció a TaeHyung. Eso era una buena señal, claro, al menos sabía que se podría llevar bien con su vecino.

Así que, en ese corto recorrido hablando sobre trivialidades, consideró la idea de decirle de una vez si quería tomar ese dichoso trago.

JiMin no quería que las cosas en su vida se alterasen demasiado y claro que parte de la culpa era de HyunSoo, el alfa que lo había dejado un poco-demasiado traumatizado con las relaciones, pero un factor que influía en demasía era sin dudas JungKook; no podía simplemente comenzar a salir con alguien y navegar esas olas de dudas que siempre venían con las relaciones sabiendo que todo esto podía afectar a su hijo.

Es por esto mismo que nunca buscó relaciones desde que el pequeño nació, nunca se interesó por alfas o cualquier otra jerarquía porque iba a ser una pérdida de tiempo y consideraba que toda su atención debía ir dedicada a la salud tanto psíquica y física de su hijo. Las veces que lo intentó no funcionó y, en algún punto, se rindió.

Sin embargo, quizás se había descuidado un poco así mismo y no era mentira que extrañaba la idea de tener a alguien que compartiera con él más allá de sólo satisfacer sus necesidades. Desde siempre supo darle el lugar que correspondía a JungKook, nunca lo usó para llenar el hueco que dejaba la falta de una relación amorosa y el omega usualmente sentía que podía lidiar con eso, pero a veces ese hueco se sentía demasiado profundo como para ignorarlo.

Por un momento pensó que estaba haciendo un drama por nada, que YoonGi no iba a ser el alfa elegido con quien iba a comenzar un nuevo romance catalogado como el "amor de su vida", quizás le estaba dando demasiado crédito a alguien por quien solo sentía atracción.

—Pasa por favor, así me ayudas a meter las cosas a la casa mientras dejo a JungKook en el sofá —pidió JiMin, quien sabía que no podía soltar a JungKook todavía porque el niño seguía aferrado a su cuerpo como si sus extremidades se hubieran bloqueado.

YoonGi asintió, atravesando el umbral de la puerta. Ya había estado ahí, ya no importaba.

JiMin se acercó al sofá y trató de soltar a JungKook. El niño accedió, tomando el peluche que había dejado abandonado en la mañana y a quien probablemente había extrañado en ese corto período de tiempo que estuvieron en la calle. Él suspiró y se quitó el cabello de la frente, regresando su atención a YoonGi.

El alfa estaba sacando todas las compras de la bolsa como si fuera su trabajo, colocándolas en fila sobre la encimera de la cocina para que JiMin no tuviera que hacerlo y fuera un trabajo menos a la hora de guardar el mercado. Al omega le dio un poco de gracia, se notaba que el otro trataba de mostrar sus mejores dotes de alfa y su propio lobo estaba contento con ello.

Por un momento, se imaginó a TaeHyung riéndose de eso, dándole un empujón para decirle: Por favor JiMin, se ve que realmente lo está intentando. Dale una oportunidad.

JiMin viró los ojos y se acercó al alfa.

—El próximo sábado estoy libre —comenzó cuando estuvo lo suficientemente cerca del otro—. Podríamos ir por ese trago, ¿qué dices? —colocó su mano sobre la encimera de la cocina para apoyarse sobre ella.

Si YoonGi tuviera orejas y cola probablemente se hubieran levantado. En cambio, la expresión que hizo pareció ser un equivalente tan perfecto que JiMin tuvo que apretar los labios para no reírse.

«Lindo», él no pudo evitar pensar.

—Claro, sí —asintió un poco emocionado. JiMin sólo sonrió—. ¿A las ocho?

—Suena perfecto. Conozco un bar bastante bueno, no voy desde hace un tiempo, pero sé que las bebidas nunca le han fallado a nadie y tienen precios decentes —propuso un poco más animado ahora—. Está como a dos kilómetros de aquí.

—Bien, podemos ir en mi moto si no te molesta —apoyó su cadera contra la encimera de la cocina, cruzándose de brazos como si tratara de volver a su aura de alfa—. Supongo que vamos a tener que salir juntos, puedo ofrecer el aventón ya que tú vas a invitar los tragos —agregó con un corto movimiento de ambas cejas.

JiMin se quedó en blanco un segundo. No había pensado en subirse a la motocicleta del tipo, aunque la imagen en su cabeza lucía fantástica, sí le daba un poco de pavor imaginarse en una situación como esa. Aun así, su lobo se encontraba emocionado, aullando contento por la manera estratégica del alfa de imponerse contra él con aquella mirada de ojos caídos y suave sonrisa ladeada.

—Bueno... —carraspeó cuando notó el tono tembloroso de su voz y se rió apenado, encogiéndose un poco en su lugar—. Admito que me asusta un poco porque jamás me he subido a una, pero ya que insistes —decidió bromear un poco, encogiéndose en su lugar sin darse cuenta.

—Estarás seguro conmigo —afirmó con un corto asentimiento, aquella sonrisa que tenía las entrañas de JiMin retorciéndose no abandonaba su atractivo rostro—, pero si te da mucho miedo podemos tomar un taxi —se encogió de hombros.

Mhm, te aseguro que soy lo suficientemente valiente —movió un poco su hombro, lo hizo de una manera coqueta y linda que hizo a YoonGi ensanchar un poco su sonrisa de chico sexy a una bastante más dulce—. Así que nos vemos el sábado, señor vecino —apodó tontamente.

—Nos vemos —correspondió la despedida, arrugando su nariz hacia JungKook y caminando en dirección a la puerta de JiMin.

Cuando JiMin se alejó de la puerta luego de cerrarla, se dio cuenta de que su cara se encontraba caliente y de que su aroma se había vuelto un poco más dulce.

Lo que faltaba era que comenzara a lubricar, vaya.

—¿Vas a ir en moto a dónde, papi? —preguntó JungKook con curiosidad, luciendo pequeño desde la lejanía. Estaba recostado en el sofá, se notaba que tenía sueño.

—Es secreto —decidió decir eso, realmente no quería profundizar en un tema que a JungKook no le incumbía.

JungKook hizo un mohín.

—Hay cosas que papi no quiere contar —se encogió de hombros, caminando hacia el sofá para sentarse al lado de JungKook—. ¿Por qué estabas tan gruñón, mi amor?

JungKook se encogió de hombros, imitando el gesto que su padre había hecho. Ahora sus ojos estaban sobre el peluche y sus manos jugaban con las patas del oso. Era un peluche viejo, con un ojo de botón cocido cuando el otro se cayó y se perdió entre las pertenencias de JungKook. Aunque estaba lleno de parches, el niño lo veía como el mejor peluche de todos. De hecho, decía que el que cada arreglo que se le hizo a lo largo de los años significaba algo especial y lo hacía más único a comparación de los demás peluches.

—No quería ir a comprar cosas.

—Bueno, a veces es necesario, si no vamos a comprar cosas entonces no vamos a tener nada para comer —razonó y JungKook suspiró con desdicha.

—Pero yo no quería ir.

JiMin suspiró, acostándose a su lado y colocando su cabeza en el regazo del niño. Por suerte JungKook no lo apartó, simplemente dejó su oso a un lado y miró a su papá.

—Yo tampoco quería ir, pero si no lo hago yo, ¿quién lo hará? —y cerró sus ojos cuando JungKook comenzó a peinar su cabello.

El niño seriamente pensó en una respuesta.

—¿YoonGi?

JiMin rió, abriendo los ojos para verlo divertido.

—¿Por qué lo haría YoonGi?

—Al señor YoonGi le gusta ayudarnos, si papi le dice que vaya a comprar él podría hacerlo —sonrió—. Así no lo tenemos que hacer nosotros —ahora se veía orgulloso con su idea, quizás pensaba que era la solución a todos sus problemas—. El señor YoonGi podría ayudarnos mucho. Le podemos pagar con leche de banana.

JiMin negó con la cabeza. Enternecido de igual manera por la lógica de su bebé.

—YoonGi también tiene cosas que hacer, no podemos pedirle que haga nuestras cosas. Nosotros podemos, ¿sí? Hay que tener responsabilidades JungKookie.

El niño volvió a suspirar con desdicha.

—No me gustan las respon... response... responsabila... —bufó, incapaz de decir la palabra correctamente porque su lengua no parecía querer cooperar—. Eso.

JiMin rió, tocando la punta de la nariz de su hijo. Cuando lo hizo, JungKook la arrugó y la movió, un gesto que solía hacer HyunSoo.

A veces JungKook era exactamente igual a su ex.

—Estoy de acuerdo contigo —admitió, tampoco le gustaban las responsabilidades.

Luego de esa corta conversación, ambos se recostaron sobre el sofá para ver televisión un rato. JungKook se colocó sobre su pecho, abrazando al omega con cariño, bostezando al final. JiMin aprovechó la cercanía para olfatear un poco el aroma de su hijo y no demoró en darse cuenta de que el olor a leche seguía ahí, JungKook seguía oliendo como un cachorro y eso lo calmó, así peinó un poco sus cabellos, acurrucándose con él.

Podría pensar en YoonGi luego.

Notes:

¡Muchas gracias por leer! <3

Chapter 6: CAPÍTULO CINCO

Summary:

—Claro, ¿acaso querías verme borracho, vecino? 

JiMin le sonrió.

—Tal vez —dijo juguetón, con su voz parecida a un ronroneo. 

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Así que, el día de la cita había llegado y JiMin se encontraba infinitamente nervioso. Hacía ya mucho tiempo desde que tuvo que pensar en la ansiedad que una primera cita con un completo desconocido podía producir en él. Era aterrador y ya ni siquiera estaba seguro de si quería ir en realidad.

TaeHyung llegó a ayudarlo en el momento justo porque JiMin no sabía ni siquiera qué debería ponerse, se había acostumbrado tanto a los pantalones sueltos y a las camisas holgadas que olvidó casi por completo cómo lucía la forma de su cuerpo y las cosas que podía usar para acentuar las curvas de sus caderas y cintura. TaeHyung, sin embargo, manejó todo como un experto. El beta incluso había llevado prendas de su propia ropa para prestarle a JiMin, en definitiva estaba buscando hacerlo lucir como el omega más caliente de Seúl. 

Mientras JungKook veía la televisión en la sala de estar, TaeHyung sacó un par de pantalones ajustados de cuero que JiMin miró con horror. 

—Eso no va a entrar —musitó con miedo. 

—Claro que sí —aseguró TaeHyung—. Sólo necesitas aguantar la respiración un poco. 

—Tae, tus piernas son más delgadas que las mías y mis caderas crecieron mucho luego del embarazo. Voy a destruir esos pantalones antes de siquiera subir el cierre —trató de explicar por qué intentar entrar en ese par de armas mortales era suicidio, pero TaeHyung no dudaba de sus decisiones tan descabelladas.

—Este pantalón me queda un par de tallas más ancho, estarás bien —dijo con una seguridad que JiMin envidió—. Lo que queremos hacer es acentuar esas hermosas y grandes caderas para que te veas como todo un bombón irresistible. El lobo de tu vecino pensará que eres tan atractivo que probablemente va entrar en celo cuando te vea —movió sus cejas.

JiMin casi chilló. Esa era una imagen que no necesitaba en su cabeza. 

—¡Cállate, por la sagrada Diosa! —se cubrió la cara un momento—. Lo que menos necesito es que eso suceda. Simplemente quiero tener una cita normal, no a un alfa hormonal buscando dónde meter su pene. 

TaeHyung se carcajeó, no sólo por lo apresuradas que salieron las palabras de la boca de JiMin, sino también por la cara de bochorno que tenía su mejor amigo. A pesar de ser muy abierto al tema, parecía ser que el sexo en general le ponía los pelos de punta, más aún hablar sobre alfas en celo, nudos y más cachorros. Con uno tenía suficiente.

—¿Entonces sí consideramos esto como una cita? —preguntó. JiMin agrandó sus ojos al darse cuenta de sus palabras—. Estoy seguro de que te escuché decir “cita”, así que definitivamente estamos hablando de una cita-cita.

—Vete a la mierda —bufó avergonzado.

—¿Al menos me dejarás ver si te queda? —TaeHyung sacudió los pantalones frente a él, deseando en su interior que el omega cediera.

JiMin lo pensó seriamente, considerando sus opciones: los pantalones asfixiantes de cuero o cualquier otro pantalón de jean holgado que estaba acostumbrado a usar.

Finalmente, resopló, rendido.

—Bien.

Luego de un par de jaloneos y de quejas de su parte, los pantalones de cuero estuvieron perfectamente puestos. Parecía que los mismos abrazaban sus piernas como si hubieran sido creados específicamente para él y por un momento se preguntó si acaso su amigo los había comprado para sí mismo realmente. 

Los pantalones sostenían sus muslos con firmeza, pero no una demasiado fuerte como para quitarle movilidad. Sus piernas y caderas se veían bien formadas, luciendo curvilíneo frente al espejo y la ovación de pie que le dedicó TaeHyung fue suficiente para que entendiera el punto.

—Deja de ser tan escandaloso —le reclamó, mirándose en el espejo de su habitación una vez más solo para estar seguro de que estaba viéndose a sí mismo—. ¿No te parece demasiado? —cuando se giró para mirarlo, TaeHyung se adelantó para darle una nalgada—. ¡Hijo de…! —golpeó su brazo.

—Luces increíble —halagó sonriente mientras acariciaba el golpe, mirando a JiMin como si estuviera orgulloso de él—. Si después de esto ese alfa no cae por ti definitivamente no es el indicado. 

—No estoy buscando al “indicado”, sólo quiero verme bien —corrigió, volviéndose a mirar en el espejo para ver más detalladamente el pantalón. 

Internamente, sí quería que su guapo vecino cayera por él. ¿Era malo eso? No, que te acaricien el ego no está mal de vez en cuando. 

—¿Puedes dejar de mirarme el culo? —miró a TaeHyung con reproche.

—Es hipnotizante —admitió, casi consternado por ello—, ¿sí sabes moverlo, verdad? —apoyó su mentón sobre su mano, mirando con total concentración la espalda baja de su mejor amigo. 

JiMin bufó, dándole un empujón, pero sin contestar la pregunta.

Si la tela se rompía sería la peor de las catástrofes, pero no podía darle tanto crédito a su culo porque no estaba seguro de que fuera tan fantástico como su amigo no se había cansado de afirmar. Sin embargo, muy dentro de él, quería que YoonGi lo mirara durante todo el transcurso de la cita y aunque ciertamente no era fan de que los alfas asquerosos babearan por su cuerpo, por el momento podía permitírselo. 

YoonGi debería darle las gracias por dejarlo mirar, en todo caso. 

Combinó los pantalones con un par de botas y una camisa de botones color rojo, se colocó un poco de delineador alrededor de los ojos y un suave color cereza en sus labios. No recordaba la última vez que se había preparado de esa manera… para una cita, para una salida que no fuera la universidad o el trabajo, o para algo que no estuviera relacionado con JungKook. 

Se sentía bien. 

—¿Cómo me veo? —preguntó algo inseguro una vez salió a la sala de estar en donde había obligado a TaeHyung a quedarse y en donde el beta compartía un tazón de palomitas con JungKook.

Tae silbó y JiMin rió avergonzado. 

—¡ Whoa , papi! —el niño se paró en el sofá de inmediato y TaeHyung lo sujetó para que no se cayera ni para que tirara el bowl con el snack—. ¡Te ves muy bonito! —dio un par de brincos con sus puños cerrados.

—Ay, mi amor —sonrió encantado y se acercó a su pequeño, besando sus cachetes antes de levantarlo—. ¿Soy un papi guapo? —preguntó.

—¡El más guapo de todo el mundo mundial! —se rió emocionado y JiMin volvió a besar sus cachetes—. ¿A dónde vas? 

—Voy a salir con un amigo —explicó cortamente y le lanzó una mirada a TaeHyung para que no comentara nada. Después de todo,  él no quería que JungKook se relacionara demasiado con el tema. 

Sin embargo, JungKook no era tonto, él podía atar cabos con la última vez que vio a YoonGi dentro de su casa, sumando el contenido de la conversación que tanto el alfa motociclista como su padre tuvieron en ese momento. Su papi iba a subirse a la moto de YoonGi y los dos iban a salir, pero no sabía si iban a salir a jugar o si iban a salir como los personajes cursis de los dramas. En cualquiera de los dos casos, JungKook estaba seguro de que su vecino era el protagonista.

JiMin quizás lo seguía subestimando un poco.

—Espero que te diviertas mucho, papi —y dicho esto, plantó un pequeño beso en su mejilla.

Cosa rara, JungKook no solía dar besos. 

Sin embargo, JiMin dejó pasar esto y lo abrazó con cariño, con su omega desbordante de su suave aroma a rosas por lo emocionado que estaba su lobo y la fragancia provocó que JungKook lo abrazara con más fuerza.

—¿Me vas a traer un dulce? —preguntó con su mejilla sobre el hombro de JiMin, olfateando el aroma. 

—Lo voy a intentar, bebé. 

—Está bien —JungKook sonrió.

La hora de la salida se acercaba, por lo que JiMin se apresuró en organizar la mochila de JungKook para que TaeHyung se lo llevara y despidió a su amigo y a su bebé con un par de besos más en sus mejillas que quedaron marcados por su labial color cereza. 

A pesar de que TaeHyung quería quedarse un poco más para saber el aspecto del misterioso vecino motociclista, JiMin se negó a rotundamente, por lo que tuvo que irse de ahí entre quejas y con un pequeño JungKook moviendo su mano en despedida desde los brazos de su tío mientras se dirigían a su auto. 

JiMin admitía que le daba un poco de culpa la idea de alejar un poco a su hijo de esa manera, pero también quería creer que podía darse unos cuantos momentos para él mismo y se dedicó a alejar de su cabeza todos esos pensamientos para finalmente acercarse a la puerta de YoonGi y tocar un par de veces.

—Estaba a punto de ir a bus… —sus palabras quedaron en el aire un segundo, sus ojos moviéndose sobre JiMin como no pudiera creer lo que estaba viendo y de inmediato los regresó hacia el rostro del omega, quien ya podía sentir algo parecido al sabor de la victoria en su boca—. Oh, te ves bien —admitió sin titubeos, luciendo como si de repente tuviera sed—. Wow —recalcó, riéndose con nervios.

JiMin no pudo evitar reírse avergonzado. Le estaba empezando a gustar esto de sentirse atractivo.

—Gracias —hizo un pequeño movimiento con su cabeza, aceptando el cumplido—. Tú también luces bien, vecino —halagó, echándole un vistazo al cuerpo del alfa, pero sin detenerse mucho en ello para que el otro no notara que se estaba derritiendo por las cadenas que colgaban en su cuello encima de la camiseta negra escotada y medianamente suelta debajo de la chaqueta que llevaba.

—No mejor que tú —insistió y JiMin apretó sus labios para no reírse otra vez, pero sus mejillas ya se encontraban rosadas por los cumplidos que había olvidado que podía recibir—. Dame un momento… —tomó sus llaves, un par de cascos y se acercó de nuevo a la puerta mientras le entregaba uno a JiMin—. Listo, vamos. ¡Ya regreso, Holly! —cerró la puerta.

JiMin recordó que el plan implicaba estar sentado en una motocicleta, una máquina que podía alcanzar la misma velocidad de un auto y hasta más, una que podía chocar y hacerse mierda en mitad de la carretera, en donde podría morir y jamás ver a JungKook de nuevo. 

Ese tipo de motocicleta. 

Ya había visto la moto de YoonGi antes, pero de cerca se veía mucho más peligrosa e intimidante, como el alfa. Él no tenía ni idea de qué marca o modelo era, YoonGi se lo dijo con orgullo, pero JiMin sólo sabía que era una moto porque tenía dos ruedas.

—Te veo tenso, ¿seguro que quieres hacerlo? —preguntó YoonGi solo para cerciorarse y JiMin miró el casco que llevaba un estampado de llamas encima, un poco dudoso.

—No te voy a mentir, estoy aterrorizado —se rió para alivianar sus palabras y YoonGi lo acompañó, negando con la cabeza como si estuviera a punto de decirle que no importaba, que podrían ir en taxi—. Pero… también tengo mucha curiosidad. Así que confío en que eres muy bueno manejando esto porque aunque no tengas tatuajes de motociclista sí tienes esos guantes que ellos usan. 

YoonGi se rió con ganas y JiMin se sintió orgulloso de sí mismo por dar pie a ese ambiente.

—Tranquilo, estás en buenas manos —se colocó el casco como un experto—. Déjame ayudarte.

JiMin se dejó hacer mientras el alfa le colocaba el casco con cuidado, ajustándolo para que no se le saliera. Se sentía raro y pensaba que el tiempo que estuvo peinándose se había ido a la mierda, pero todo sea por salir vivo de esa. 

YoonGi lo ayudó a subir y JiMin se sujetó del asiento, esperando a que el alfa se subiera también. Cuando lo hizo, YoonGi lo miró por sobre su hombro y le aseguró una vez más que no debía preocuparse, encendiendo finalmente el motor. La motocicleta rugió y vibró por todos lados y JiMin dudó sobre dónde poner sus manos. Entonces, como si leyera su mente, YoonGi miró hacia atrás y palmeó su abdomen, moviendo su cabeza como una invitación a que lo sujetara. El omega pasó saliva y se aferró a la cintura del alfa cuando este pateó el soporte de la moto con su pie y provocara que la misma se tambalee un poco. 

JiMin juró haber escuchado una risa grave frente a él, pero la ignoró y se aseguró de que sus brazos se mantuvieran firmes sobre YoonGi porque no quería salir volando en mitad del camino.

Era tan cliché, vaya.

El viaje no fue horrible, sin embargo. Tal parecía ser que YoonGi se apiadó lo suficiente de él porque no subió demasiado la velocidad de esa arma mortal mientras atravesaban las calles de Seúl.

YoonGi fue el primero en bajarse de la moto cuando llegaron al bar. El omega se quitó el casco primero, sacudiendo un poco su cabello y soltando un suspiro por lo medianamente sofocado que se sintió con eso puesto. Cuando miró a YoonGi, se dio cuenta de que el alfa estaba parado mirándolo fijamente.

—¿Todo bien? —preguntó, pero YoonGi asintió—. ¿Estoy despeinado? —pasó su mano sobre su cabello, esperando arreglar los alborotados mechones que seguro perdieron forma por el roce del casco.

YoonGi negó de inmediato y levantó un poco sus manos, JiMin entendió el gesto y lo tomó de los hombros para poder bajarse de la moto. No era tan alta, pero JiMin no se quería tropezar y que un alfa lo ayudara a bajarse de ella como si fuera un caballo o algo así se le hacía estúpidamente cliché y lindo, así que se dejó hacer hasta que sus pies tocaron el suelo y su cara se encontró frente a frente con YoonGi.

YoonGi inclinó un poco su cabeza y levantó su pulgar, preguntando no-verbalmente si todo estaba bien. JiMin asintió, apretando sus labios para no sonreír. 

Por un corto momento el omega se preguntó si acaso las máscaras o el que no se les viera la cara hacía a los hombres lucir más atractivos. 

—Eso salió bien —le dijo el alfa justo después de quitarse su casco, peinando un poco su largo negro cabello con su mano.

—Creo que sí —JiMin tomó su casco y rió—. No morimos, así que sí voy a suponer que eres un motociclista experto. 

—Gracias, lo soy —guiñó, colocando su casco debajo de su brazo. 

JiMin lo miró con una incredulidad divertida, YoonGi sólo asintió seguro de sus palabras.

Ambos caminaron a las puertas del bar y entraron. El lugar se encontraba tan lleno como lo estaría en un fin de semana y aunque no era un lugar particularmente famoso, sí vendía buena comida y bebidas, por lo que había una cantidad de gente relevante, pero lograron encontrar una mesa. Ambos se sentaron frente al otro sobre los mullidos asientos, y dejaron el par de cascos a un lado de la mesa. Había suficiente espacio y la gente no era molesta, así que las cosas iban bien por el momento.

Hm , tengo que admitir que el lugar sí es lindo —comentó YoonGi dándole una rápida mirada al espacio mientras recogía parte de su cabello en una media coleta—. No había venido por aquí antes —agregó, cruzándose de brazos mientras se ponía cómodo en el asiento. 

JiMin no perdió ninguno de los detalles, había algo en la forma que tenía el otro de sujetarse el cabello que lo hacía lucir demasiado caliente. 

Ah, su celo ni siquiera estaba cerca. 

—Claro, no iba a invitarte un trago en un lugar ridículamente barato —se jactó. 

YoonGi le dedicó otra de sus medias sonrisas.

—Qué caballero —soltó. 

JiMin levantó un poco su mentón.

—Lo soy.

Un mesero apareció entonces, colocando un par de menús sobre la mesa, saludando y dedicándoles una sonrisa amistosa.

—Yo creo que voy a pedir una hamburguesa de super bacon con queso y una cerveza, ¿tú? —decía JiMin mientras miraba el menú.

—Bueno, no quiero aprovecharme… —JiMin negó con la cabeza.

—Pide lo que quieras, pero por favor que no sea más de un plato —le dijo discretamente y YoonGi se rió por lo bajo.

—Creo que pediré una hamburguesa también, la simple se ve bastante buena —señaló y JiMin se dio cuenta de que era la más barata, pero decidió no decir nada más que mirar al otro con una sonrisa inquisidora—. Una cerveza… —decía pensativo, aun mirando el menú—, está bien para mi también, luego puedo pedir una botella de soju —miró a JiMin como si buscara aprobación.

—Oh, me encanta —aplaudió JiMin—. Voy a llamar a un mesero —se giró, levantando la mano, ignorante de que YoonGi miró esta acción con una sonrisa tonta.

No era incómodo, al contrario. Claro que se sintió un poco extraño al principio, pero JiMin casi podía jurar que el estar con YoonGi se sentía casi como si ya lo conociera. 

Hablaron un poco sobre el trabajo de cada uno, YoonGi le contó que tenía un taller especializado en motocicletas considerablemente caras y JiMin contó que sólo era un mesero en un restaurante pretencioso. 

Eventualmente, continuaron hablando sobre sus vidas, contaron algunas anécdotas personales y se rieron de chistes malos, todo hasta que las hamburguesas estaban casi terminadas y cuando JiMin iba por la segunda cerveza. 

—Entonces —comenzó YoonGi, tomando una de las pocas papas fritas que quedaban en su plato—, ¿cómo es que llegaste al edificio? 

—Oh, estabas desesperado por hacer esa pregunta, ¿no es así? —bromeó, recibiendo un encogimiento divertido de parte de YoonGi mientras él mismo tomaba un trago de cerveza—. Es una larga historia, pero en síntesis, fue el primer lugar que encontré cuando me fui de casa. No era tan caro el alquiler y la esposa de mi casero pareció apiadarse de mí —se encogió de hombros—. Ellos ahora están divorciados y el tipo es un idiota, pero parece ser que no me ha echado porque siempre pago a tiempo.

—Uhg —YoonGi arrugó un poco su nariz—. ¿Te ha dicho algo? No suena como una persona muy encantadora.

—No lo es —JiMin rió—. Es un anciano gruñón que nunca pierde el tiempo de decirme que tengo un buen culo, pero por el momento no tengo otro lugar a dónde ir —contó como si fuera algo a lo que estuviera acostumbrado. YoonGi frunció un poco sus labios.

—¿No te preocupa que tenga acceso a la casa?

—Cuando digo que es un anciano, créeme, es muy viejo —aclaró—. Le doy una patada en las bolas, un rodillazo, y no podrá levantarse nunca más en la vida —expresó totalmente seguro de sus palabras y YoonGi rió entredientes—. ¿Y tú? Siendo dueño de tu propio taller cualquiera pensaría que tienes estándares más altos que un edificio viejo lleno de goteras —JiMin enarcó una ceja.

—Tú también te morías por preguntar, ¿huh? —YoonGi se recostó sobre el respaldo del asiento acolchado, piernas abiertas, y JiMin sonrió encantadoramente.

—Culpable —dijo, ladeando un poco su cabeza para apoyarla sobre la palma de su mano.

YoonGi mordisqueó un poco sus labios y se cruzó de brazos una vez más, soltando un suspiro corto que sonó más como un resoplido.

—Pues… es una desgraciada historia, en realidad —comenzó y ahora JiMin se veía interesado mientras tomaba el último trago de su segunda cerveza—. Salía con esta chica, fueron alrededor de dos años y medio de relación, vivía con ella y estábamos bien hasta que me enteré que me estuvo siendo infiel por… uh… ¿año y medio? —dudó. 

JiMin jadeó sorprendido.

—Mentira —se veía estupefacto. YoonGi jadeó una risa—. No me jodas, ¿es en serio? —YoonGi asintió con convicción, con su lengua presionando contra el interior de su mejilla.

—Fue con un chico de su trabajo y me enteré porque un día tuve un mal presentimiento y la seguí a una salida que se supone era con amigas, pero fue a verlo a él. La enfrenté, soltó todo, lloró mucho y yo simplemente me fui a casa de mis padres —contó frente a la mirada anonadada de JiMin—. Luego pensé en venir a estos departamentos porque papá tiene un par que alquila y decidí quedarme en el edificio porque no quería ser una molestia mientras conseguía otra casa.

—Wow —parpadeó sin palabras, riéndose desganadamente al final—. Los exs son una mierda, ¿no? —inquirió.

—¿El papá o mamá de JungKook? —supuso y JiMin no pudo evitar reír con más ganas esta vez.

—Sí —asintió—. Él es un imbécil. 

—Un alfa que no se hace cargo de su hijo —tomó su vaso para tomar otro trago—, vaya novedad… —bromeó y JiMin volvió a reírse.

Cuando el alfa terminó con su primera y única cerveza, JiMin se encontró a sí mismo mordisqueando su labio inferior mientras lo observaba con atención. Él sólo había bebido un poco de alcohol, no se sentía tan ido y supuso que podían seguir en ello un poco más, además, hablar con él era cómodo. YoonGi era como ese chico que le habría gustado conocer antes de HyunSoo, también era atractivo y divertido, un muy buen partido. « Quizás él sí se habría hecho cargo de JungKook» , pensó, y se carcajeó un poco por su estúpido pensamiento.

—¿Qué pasa? —preguntó Min, divertido por ver al otro reír.

—Nada —rió suave, negando con la cabeza—. ¿Pedimos el soju de una vez? 

YoonGi enarcó una ceja.

—¿Puedes con eso?

JiMin se vio ofendido entonces, aunque una risa tonta quería salir de sus labios.

—¿Disculpa? Solo han sido un par de cervezas, mi tolerancia es mucho más grande que eso —se excusó, pero YoonGi ya podía notar sus mejillas sonrojadas—. No tienes idea de la cantidad que podía beber cuando estaba en secundaria. 

—Pero ya no estamos en la secundaria, ¿huh? —bromeó YoonGi, provocando un pequeño fruncimiento de labios en JiMin y ahora tenía la sensación de que JiMin no iba a aceptar un no como respuesta—. Bien —se encogió de hombros, encontrando la actitud del omega particularmente adorable—. Con la condición de que lo pague yo —JiMin pareció querer protestar, pero YoonGi se apresuró—. Si no, nos podemos ir ahora mismo —señaló la puerta con su pulgar.

El omega bufó. 

—Eres muy manipulador, red flag —señaló y YoonGi no pudo evitar reírse de ello—. Pero lo aceptaré porque debo llegar a fin de mes —bromeó y su risa fue igualmente acompañada por la de YoonGi.

—Bien, lo iré a pedir, pero no tomaré mucho porque tengo que regresarnos a casa sanos y salvos. 

—Mierda, lo había olvidado —se quejó JiMin—. Creo que sí habría sido mejor pedir un taxi —chasqueó la lengua, mirando sus papas. 

YoonGi rió.

—Claro, ¿acaso querías verme borracho, vecino? 

JiMin le sonrió.

—Tal vez —dijo juguetón, con su voz parecida a un ronroneo. 

YoonGi se mordió el interior de la mejilla y colocó ambas manos sobre la mesa para levantarse. Mirando a JiMin de una manera indescifrable, pero eso no quitaba que sus ojos se vieran demasiado profundos ahora.

—Ya regreso —le dijo y caminó en dirección al bar.

JiMin lo siguió con la mirada y se cruzó de brazos sobre la mesa, recostándose sobre ellos mientras YoonGi se asomaba por el bar y se inclinaba un poco para llamar al bartender. En ese momento, el omega llevó la punta de su pulgar a la boca y mordisqueó su uña, un poco encantado por el alfa en ese momento. 

«Tiene una linda espalda» , pensó.

En algún punto JiMin se tomó un par de tragos más hasta que la botella se acabó. Claro que no fue la gran cosa, ambos estaban acostumbrados a esa cantidad, quizás un poco más, pero vaya que JiMin no podía dejar de reírse como un tonto frente a cada cosa medianamente graciosa que dijera YoonGi, luciendo sus mejillas rojas y expresión adormilada como un encantador ángel con sueño. 

Ambos pagaron lo que les tocaba y salieron a la calle. Eran casi las doce de la noche y JiMin se sorprendió de no haber notado la cantidad de tiempo que pasaron afuera, además de que no solía estar fuera de casa hasta tan tarde en la noche si no era por el trabajo. YoonGi pensó que era algo lindo, al menos se llevaban lo suficientemente bien como para no hartarse de la presencia ajena durante tanto tiempo y sería un tonto si no se hubiese dado cuenta de las miradas que ambos intercambiaron durante toda la velada. 

Ninguno era un tonto a decir verdad. El aura alrededor de ambos se sentía coqueta, se dedicaban sonrisas cortas y miradas inquisidoras, además de la existencia de un par de frases con doble sentido que tanto el alfa como el omega se encargaron de soltar durante todo el tiempo dentro del bar. 

—La verdad me sorprende lo bueno que eres bebiendo —comentó Min con sinceridad, admitía no haber tenido en cuenta que JiMin quizás sí podía con ello como había dicho. 

—Claro, mi garganta resiste bien —sonrió, encogiéndose de hombros de manera linda. 

YoonGi silbó, recibiendo una risita coqueta de parte del omega. 

Había tensión, se gustaban, eso era obvio. ¿Harían algo al respecto? Esa era la verdadera pregunta. 

Cualquiera pensaría que el haber salido juntos era suficiente, pero no, después de todo habían un par de dudas de parte de ambos y aunque la atracción fuera fuerte, el dar un paso equivocado siempre era un temor existente.

Entonces, un JiMin lo suficientemente borracho como para borrar un poco sus inhibiciones se apresuró a subirse a la moto, comentando entre tanto que le gustaría aprender a manejar una por mera diversión,  ya que el viaje no le había parecido tan malo. YoonGi le aseguró que él podía encargarse de eso, pero JiMin negó tímidamente, luciendo lindo como el infierno con esa sonrisa coqueta en su cara de mejillas sonrojadas y labios rojos, sentado sobre la moto como si quisiera recostarse sobre ella y YoonGi trató de no pensar mucho en ello mientras se colocaba el casco.

YoonGi comparó a JiMin como esos gatos que se restriegan contra tu pierna como si quisieran mimos, ronroneando dulcemente mientras te miraban fijamente. JiMin sonreía y lo miraba con ojos profundos, como un gato que esperaba caricias para pegarse a tu cuerpo. «Un lindo gatito coqueto» , pensó YoonGi con diversión por su tonta comparación. 

—Si tú me enseñaras a andar en esto seguro terminaríamos chocando —comentó JiMin con una aparente diversión en su tono, tomando el casco que le entregó YoonGi para colocárselo.

—¿Ah, sí? ¿Tan mal profesor crees que soy? —cuestionó YoonGi, sentándose frente al omega, agitando un poco la moto en el proceso.

—No me refería a eso, profesor —deslizó sus manos por la cintura del alfa de una manera que lo hizo retener un suspiro, sujetándose mientras sonreía, pero YoonGi no podía verlo—. Hablo de que quizás no logre concentrarme —aclaró.

El tono de voz de JiMin daba a entender que había algo interesante escondido entre sus palabras y YoonGi sentía un calor subir por su vientre imaginando lo que podría ser.

—¿Y por qué exactamente? —preguntó interesado mientras colocaba la llave, mirando por encima la manera en la que las manos del omega sujetaban su abdomen.

—Creo que prefiero dejarte con la duda —soltó una risita.

YoonGi se mordisqueó el labio inferior, tomando un poco de aire y encendiendo la moto por fin. Sentía que estaba a punto de explotar porque la manera en la que el omega hablaba lo tenía al borde, pero es que no podían culparlo, no cuando su lobo aullaba emocionado y pedía por el otro, casi como si estuviera desesperado, mucho más de lo que había creído estar antes. 

—No sabía que las motos vibraran tanto, qué divertido —comentó JiMin con una voz dulce, como si no se diera cuenta de lo que decía.

YoonGi se tragó un gruñido y arrancó.

El camino fue calmado, YoonGi volvió a regular la velocidad para que JiMin no se asustara, pero no estaba seguro de que el omega se encontrara igual de nervioso a como lo había estado en el momento que se fueron, de hecho, casi podía jurar que se había dormido en su espalda sí no fuera porque de vez en cuando apretaba el agarre sobre su abdomen. 

Cuando llegaron a casa, YoonGi se bajó primero y JiMin se quitó el casco antes de tomar los hombros del alfa y con eso ayudarse a bajar de la moto. Sus pies tocaron el suelo de inmediato y ambos volvieron a quedar frente a frente. YoonGi ladeó una sonrisa y deslizó sus manos lejos de la cintura de JiMin al no tener más excusa para dejarlas ahí.

—Gracias —le dijo suave, un par de sonrisitas acompañando sus palabras, también apartó sus manos lejos de los hombros ajenos para tomar el casco.

Cuando JiMin se dio la vuelta para caminar hacia la casa, YoonGi se tragó un suspiro y trató de no pensar en su lobo ansioso, porque estaba seguro que ese contoneo en las caderas del omega no estaba ahí cuando salieron de la casa. Trató de no mirar demasiado, pero había algo en el otro que lo tenía casi flotando. 

Claro, era su aroma a rosas y caramelo, pero había algo más que lo tenía con piel de gallina. 

Quería tocarlo.

Primero llegaron a la puerta de la casa de JiMin, él se encargó de entrar y de entregarle su casco a YoonGi, quien no había apartado su mirada un segundo el encantador omega que ahora se apoyaba sobre el marco de la puerta con un par de ojos brillantes, observándolo como si tuviera sueño. 

—Gracias por acompañarme hasta mi casa. Espero que no tengas muchos problemas en el largo camino de regreso —bromeó un poco, riéndose de manera encantadora cuando YoonGi asintió como si aquello fuera una verdad tajante y desgraciada. 

—Ya sabes, ser un caballero consta de hacer cosas como estas, es la maldición con la que debo lidiar —se encogió de hombros con humildad y JiMin no pudo evitar continuar riendo. YoonGi sólo lo miró, luciendo encantado—. Me divertí —le dijo entonces, voz amena y mirada dulce. 

JiMin parpadeó ya que fue tomado un poco por sorpresa con esa declaración, pero continuó sonriendo en su lugar, ahora luciendo un poco más tímido que hacía un rato, sus mejillas rojas y su mirada brillando por debajo de sus pestañas. Su consciencia medio alcoholizada no le permitía sentirse estúpido por su desastroso coqueteo, así que sólo mantenía su mirada en el otro, observando YoonGi como si fuera un pan recién horneado. 

Sus lobos no dejaban de rasguñar para que se lanzaran el uno contra el otro, pero ellos seguían ahí parados.

—Yo también me divertí —correspondió sus palabras—. Aunque fuera un impulso haberte invitado, sí admito que fue lindo —arrugó un poco su nariz en un gesto lindo.

—¿Entonces no fue porque te cautivó mi fantástica personalidad? —cuestionó frunciendo sus cejas, provocando que otra risa encantadora saliera de los labios de Park. 

—Oh, por favor, ¿cómo no sería por eso? —continuó con el chiste, inclinándose un poco hacia el otro sin darse cuenta—. Es más, creo que el punto clave fue que arreglaras mi horrorosa puerta.

YoonGi negó con la cabeza como si estuviera decepcionado.

—Puro y cochino interés.

JiMin se carcajeó y golpeó su hombro suavemente, negando aquello. 

YoonGi sólo lo miró reírse hasta que se detuvo, observándolo con ojos profundos que se encontraron con los ajenos, incapaces de desconectarse de ellos como si una especie de fuerza magnética lo obligara a hacerlo. Ahora se extendía un suave silencio entre ambos que, lejos de ser incómodo, evocaba en ellos un sentimiento reconfortante, como un abrazo, o como una paz que llegaba hasta sus huesos. 

Ahora ambos esperaban saber cuál iba a ser el siguiente movimiento.

Entonces, sin previo aviso, JiMin miró los labios de YoonGi por menos de un segundo en una pequeña acción que ni siquiera pasó por su consciencia y el alfa imitó el gesto, quizás un poco más lento que él, provocando que el otro sintiera una carga todavía más pesada contra su vientre. 

Volvieron a mirarse, callados. JiMin relamió sus labios por los nervios y YoonGi no se perdió de ese pequeño movimiento, imitando y separando su propia boca un par de centímetros como si quisiera tomar un poco de aire.

"¿Quieres pasar?" , era la pregunta que el omega tenía atorada en la garganta desde que salieron del bar, era la pregunta que iba a desatar todo lo que había estado preparando de manera casi inconsciente durante el transcurso de la velada y saborearla en su boca era comparable a rozar el gatillo de un arma de fuego. 

Sin embargo, justo cuando YoonGi se movió un centímetro más cerca de él como lo haría un cazador frente a su presa, JiMin soltó otra cosa:

—Buenas noches.

Lo siguiente que supo YoonGi, fue que la puerta de JiMin se había cerrado en su cara.

Oh no.

Notes:

¡Muchas gracias por leer!<3
Espero que hayan disfrutado, me emociona lo que se viene:D

Chapter 7: CAPÍTULO SEIS

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

TaeHyung era un tipo de persona que realmente esperaba lo mejor de los demás. Esperaba mucho de los demás, para ser más específicos. Quizás esperaba demasiado, pero tenía que ser positivo en tanto a las habilidades sociales de los demás se refería porque en eso se iba a basar su trabajo después. Así que, cuando JiMin le dijo que iba a tener una cita por fin después de cincuenta años de haber llorado por su ex, él realmente pensó que las cosas iban a salir tan bien que compró unos chocolates y una botella de champagne para celebrar.

Se estacionó en la sección que venía destinada para el departamento de JiMin, bajó a JungKook y le colgó su pequeña mochila en el hombro antes de sacar la caja de chocolates y champagne. Ambos caminaron emocionados a la puerta del omega esa mañana, ambos igual de entusiasmados por ver a JiMin de nuevo, aunque por cuestiones totalmente distintas.

Sin embargo, cuando JiMin abrió la puerta, TaeHyung no se encontró con un omega brillante post-sexo, sino que se encontró con un par de ojos arrepentidos que venían pegados a un joven adulto que lo jaló dentro del departamento como si hubiera un animal salvaje acechando en el pasillo.

Al principio no le dijo nada, no importó cuántas veces le preguntara si todo estaba bien. La prioridad de JiMin siempre había sido JungKook, incluso cuando estaba a punto de tener un ataque de pánico; siempre aseguraba de que JungKook estuviera en un lugar diferente para que no lo viera así.

Finalmente, cuando JungKook mencionó que quería ir a su habitación para jugar con sus juguetes y JiMin le permitió llevarse un par de chocolates, el omega pudo soltar todo.

TaeHyung escuchó atentamente cada palabra hasta que la historia terminó. Acabó triste, desgraciada, acabó como una mala novela y él quería ahorcar a JiMin.

—Me estás jodiendo —fue lo primero que dijo mientras JiMin cubría su cara roja, hecho un ovillo en el otro rincón del sofá—. ¿Estás hablando en serio? ¡JiMin! —el omega largó un gemido lastimero—. ¿Sabes qué? No voy a creer que hiciste algo como eso, voy a imaginar que al final la cita salió tan bien que acordaron volver a salir, porque esto me va a hacer llorar.

—¡Yo debería ser el que esté llorando! —se señaló a sí mismo—. ¿Sabes la vergüenza que siento? ¡Entré en pánico y le cerré la puerta! —volvió a cubrirse el rostro como si estuviera a punto de lanzar un grito desesperado—. Por la sagrada luna, ¿cómo voy a verlo a la cara ahora? —lloriqueó—. Es mi primera cita en siglos, no puedo creer que lo haya arruinado así.

El beta suspiró, negando con la cabeza. Este era el peor escenario posible, él aceptaba que su amigo no haya podido lanzarse a los brazos de ese alfa en la primera cita, era esperable, pero este era un escenario que no quería que sucediera.

—¿Crees que se ofendió? —le preguntó angustiado, TaeHyung no estaba seguro de qué contestarle porque en su caso él sí se habría ofendido y su expresión pareció demostrar esto a la perfección—. Por la luna... te juro que quería invitarlo a pasar, pero mi cerebro se bloqueó.

Eso tomó un poco por sorpresa a TaeHyung.

—¿Lo ibas a invitar a entrar, en serio?

JiMin apretó sus labios.

—Sí... bueno, realmente lo pensé —habló cohibido, mirando sus manos mientras sus dedos jugaban entre ellos—. Estaba un poco borracho y, bueno, él es atractivo... no me iba a quejar si entraba... ya sabes, no puede haber tensión si ambas personas no sienten lo mismo, es obvio que él también lo quería.

—¿Te dio esa confianza? Ahora de verdad necesito verle la cara.

—Tae, ¿no ves que estoy teniendo una crisis en este momento? —golpeó su hombro, estresado.

TaeHyung se quejó, acariciando la zona lastimada.

—Bueno, JiMin, a ver —Tae largó su brazo y palmeó la rodilla del omega—. Sigue siendo una cita con alguien al azar, tampoco es como que fuera el amor de tu vida. Ya qué, ahora al menos saliste de tu zona de confort y puedes volver a tener citas en general —trató de ser positivo—. Además, si te asustaste tanto al final, quizás fue mejor que no lo hayas dejado pasar.

—Es que fue una cita increíble, Tae —dejó caer sus manos sobre su regazo—. No tienes idea de lo cómodo que me sentí. Sabes que tengo que lidiar con alfas asquerosos todos los días y no sé si mi medidor de imbéciles se averió, pero YoonGi es un caballero y se sintió, no lo sé, como... muy bien —trató de explicarse, luciendo derrotado—. Es decir, claro que me habría gustado repetirlo, estuve toda la noche pensando en invitarlo a pasar, ¿entiendes eso? ¡Me acobardé!

—Nadie podría culparte por eso, no tienes práctica en ello —calmó TaeHyung—. Supongo que no eres ese tipo de persona, tal vez necesitas un poco más de experiencia para poder atreverte a estar así con alguien más —trató de razonar, esperando hacerlo sentir mejor—. El simple hecho de que te hayas planteado invitarlo a pasar es muchísimo.

—Pensé que ibas a regañarme por no haber llegado hasta el final —admitió con un pequeño puchero en su boca.

—¿Por qué haría algo como eso? —se rió incrédulo—. Claro que quería verte intentar, pero estuviste en una relación bastante larga que pretendía ser seria y estuviste soltero por años. Supongo que fue una equivocación mía pensar que ibas a poder tan fácilmente —se inclinó para acariciar su cabello con cariño—. Ya está, JiMin. Se pasa al siguiente y listo.

JiMin suspiró rendido y jugó un poco con sus manos, pensando en sus opciones. No le gustaba la idea de huir sin más, pero tampoco sabía cómo proceder. No se había encontrado en alguna situación similar antes y mientras más pensaba en ello se sentía cada vez más idiota.

Entonces JungKook salió de su habitación con su oso de peluche entre sus brazos, caminando rápido hacia el sofá para subirse en el regazo de JiMin.

—¿Qué pasa? —preguntó, rodeando su cuerpo en un abrazo.

—Quiero abracitos de papi —expresó, escondiéndose en el cuello de su papá, quien sonrió y lo apretó con más cariño—. Ya no quiero estar solito.

Awn. Está bien, bebé —apoyó su mejilla sobre la coronilla del infante, dándole el amor que él requería. Uno de sus orgullos era haber logrado que JungKook expresara sus sentimientos y necesidades como todo un experto, mucho mejor que él en realidad.

El par de amigos se miró mutuamente, dando por concluida la charla por ese momento y es que una de las cosas que había aprendido JiMin con los años (y durante sus clases) era que los niños eran mucho más inteligentes de lo que las personas solían creer; ellos son capaces de escuchar todo y vaya que pueden entender la mayoría de las cosas, aunque las interpretaciones de las mismas sean diferentes a las de un adulto. Además, eran máquinas de repetición, y lo que menos necesitaba el omega era que JungKook hablara en clase sobre sus desastres amorosos. Ya había tenido un episodio en el que el pequeño le dijo a su profesor que su padre biológico se había ido y dejó a su papi solo, lo cual era bastante vergonzoso de por sí.

—¿No quieres abracitos de tu tío Tete? —preguntó el beta y el niño negó con la cabeza, sus ojitos cerrados mientras JiMin acariciaba su espalda—. Ow, mi corazón se rompió —colocó una mano sobre su pecho, cayendo sobre el sofá como peso muerto y el pequeño no pudo evitar reírse mientras lo miraba, aunque no soltó a su papá en ningún momento.

—¿Por qué mejor no vas a preparar un par de sándwiches? —preguntó el omega—. Ya se acerca la hora de la merienda.

TaeHyung se sentó en el sofá, haciéndose el ofendido.

—¿Qué soy?, ¿tu sirviente? —se levantó del sofá—. Qué falta de respeto, sinceramente —continuó quejándose, caminando hacia la pequeña cocina—. ¿Tienes queso? Los haré tostados.

—Sí, no dejes que se quemen —le sonrió.

TaeHyung viró los ojos y encendió una hornalla mientras JiMin se acomodaba un poco en su lugar y se cruzaba de piernas, dejando a JungKook básicamente dentro de un enorme abrazo de oso lleno de cariño.

La temperatura del ambiente seguía fluctuando, había días menos cálidos que otros y JiMin agradecía que esa fuera una mañana particularmente fresca porque JungKook amaba los mimos, pero al omega se le hacía complicado darlos cuando estaba sudando.

En ese pequeño momento de silencio que era acompañado por el sonido de la bolsa del pan y los silbidos de TaeHyung, JiMin no pudo evitar pensar en cómo iba a encarar a YoonGi. Él no podía dejar las cosas así, no quería que el alfa se hiciera una mala imagen o que dejara de hablarle, incluso que le reclame por algo. No lo conocía en lo más mínimo y no sabía cómo podía tomar lo que sucedió, lejos de ser una necesidad que nacía en él por querer "quedar bien" frente al otro, también sentía que era un tipo de método de supervivencia el no querer que YoonGi se sintiera ofendido y es que uno nunca sabe qué tipo de personas se ocultan detrás de una sonrisa linda y acciones que pretenden ser amables, más un alfa que tiene todas las de ganar.

Aunque también se le hacía jodidamente extraño que su lobo estuviera tan tranquilo cuando se trataba de su vecino; normalmente se sentía arisco frente a los alfas, incluso con HyunSoo no se vió del todo satisfecho y JiMin sabía que debió haber escuchado a su parte animal, pero ahora mismo con todo el tema de YoonGi no estaba seguro de si su lobo podía ser de fiar porque actuaba como si conociera a YoonGi de toda la vida y eso no tenía ni un poco de sentido.

Su lobo se había encaprichado mucho con ese alfa, esa tenía que ser la explicación.

De repente, la puerta de JiMin fue tocada y TaeHyung apagó la sartén con los sándwiches casi listos para que JiMin no tuviera que levantarse del sofá. Él no estaba esperando a nadie y TaeHyung lo sabía, por lo que puso su mejor cara de malhumorado cuando abrió la puerta, esperando espantar a las visitas no deseadas.

—¿Quién es? —preguntó el castaño cuando se asomó por la puerta.

Del otro lado se encontraba parado un alfa de cabello negro largo, amarrado en una media coleta. Olía a café y a madera, pero TaeHyung no podía saberlo, sólo captó la esencia de un alfa frente a él, uno que creyó reconocer después de las infinitas descripciones que le dio su mejor amigo.

El la cara del alfa, por otro lado, se formó una expresión de sorpresa una vez procesó que a quien tenía enfrente no era JiMin.

—Oh, uh... —el alfa sonrió incómodo, dando un paso hacia atrás—. Lo siento, creo que me equivoqué de...

—No, espera —se apresuró a decir Kim—. ¿Buscas a JiMin? Ya le aviso, espera ahí, no va a tardar más de un segundo —dijo rápido—. No te vayas —cerró la puerta.

JiMin tenía su mentón sobre el hombro de JungKook, quien se encontraba sentado de espaldas a su regazo jugando a las palmaditas cuando TaeHyung llegó al sofá a zancadas, luciendo eufórico y apurado.

—¿Quién era?, ¿mi casero? —JiMin miró extrañado al beta que estaba tratando de levantarlo del sofá a toda prisa, pero el niño se opuso con una mirada de reproche y un sonido de queja, apartando las manos de su tío del cuerpo de su papá—. ¿Qué haces? Vas a hacer enojar a JungKook.

—Tu vecino está en la puerta, JiMin —apresuró con voz insistente, tomándolo del brazo—. ¡Levanta esas nalgas del sillón!

—¿Qué? ¿YoonGi? —se levantó de golpe. TaeHyung asintió, tratando de tomar a JungKook en sus brazos para que no interrumpiera, pero el niño se quejó otra vez y se alejó del agarre, más frustrado ahora—. No, déjalo —detuvo los intentos de su amigo, pero aunque TaeHyung parecía preocupado por ello, JiMin igual caminó hasta la puerta con JungKook acurrucado sobre él—. Yo me encargo, tú no digas nada —le apuntó con su dedo.

TaeHyung apretó los labios con estrés y lo siguió.

Con una mano JiMin peinó su desordenado cabello y arregló un poco su pijama, luego abrió la puerta. Del otro lado estaba YoonGi con las manos en los bolsillos de sus holgados pantalones, luciendo un poco más cohibido ahora, alejado de la puerta como si hubiera estado tentado a la idea de huir de ahí.

—YoonGi —lo llamó nervioso, acomodando a JungKook—. Hola... —saludó con la sensación de que las palabras se atoraban en su boca.

El alfa lo miró, luciendo apenado, pero ansioso. JiMin no estaba seguro de cómo sentirse, pero verse en pijama y con JungKook encima no era exactamente como se imaginaba el escenario de ellos dos hablando de nuevo.

—Hey —fue su manera de saludar—. Disculpa por interrumpir, no sabía que estabas... ocupado —apretó sus labios y tensó un poco sus hombros, evitando de soslayo la mirada del omega.

JiMin no entendió a lo que se refería, hasta que recordó que TaeHyung estaba en la casa.

—Oh, no, no —negó—. No interrumpes nada, tranquilo —le aseguró—. Sólo tengo un amigo de visita, pero no es nada —quiso querer explicarse y YoonGi pareció alejar un poco la tensión de sus hombros.

TaeHyung del otro lado colocó una mano sobre su pecho, articulando un "¿disculpa?" con sus labios.

—Ah, ya veo —JiMin era observador, siempre lo había sido y era algo necesario para su carrera, por lo que no se le hizo difícil darse cuenta de que el alfa se veía mucho más aliviado ahora, aunque estuviera tratando de disimularlo—. Bueno, aun así lamento interrumpir —tomó un poco de aire—, sólo me sentía un poco ansioso desde lo de anoche y quise venir a disculparme.

JiMin frunció sus cejas, confundido, ¿disculparse? ¿De qué quería disculparse YoonGi? JiMin estaba seguro de que esas líneas le correspondían a él, no al pelinegro. Entonces, YoonGi intercaló su mirada entre JiMin y JungKook un par de veces, como si estuviera pensando en qué palabras usar o si era buena idea continuar con la conversación.

—¿Disculparte? —no pudo evitar preguntar. TaeHyung, escondido del otro lado, también se estaba preguntando lo mismo.

—Yo... —se decidió por mirar a JiMin—. Creo que te presioné un poco, ya sabes, anoche... y no quería que pensaras que esa era la idea, de hecho fue muy divertido salir y al final siento que me pasé de la raya, entonces...

TaeHyung se cubrió la boca con ambas manos, impresionado con lo que estaba escuchando mientras que JiMin sintió el golpeteo de su corazón alterar a su lobo.

¿YoonGi se estaba disculpando? ¿Se estaba haciendo responsable por lo que sucedió anoche? ¿Ese alfa en serio estaba parado en la puerta de su casa, mirándolo como un perro mojado, pidiendo perdón por algo que no era su culpa?

—Espera —se apresuró JiMin, deteniendo sus disculpas. Tenía la cara roja y se sintió tonto por haber alzado un poco la voz en ese momento—. No te tienes que disculpar por eso, yo... digo, tú no hiciste nada malo, yo no debí cerrarte la puerta en la cara —admitió avergonzado, esperando que TaeHyung no estuviera escuchando, pero el beta vaya que se estaba riendo en voz baja—. Y-Yo debería estarme disculpando.

—Pero... ¿Seguro que no te presioné? Siento que pasé algún tipo de línea anoche y de verdad no querría que terminara así, en serio me gustó mucho salir contigo...

JiMin quería chillar. ¿Qué era este alfa que se hacía cargo de sus acciones? ¿De dónde había salido?

—Por la luna, YoonGi, no hiciste nada —JiMin llevó una mano a su cara casi riéndose, demasiado rojo ahora y con su corazón latiendo estúpidamente por el alfa frente a su puerta—. Lo siento, en serio, fue mi culpa.

—¿Seguro?

—Claro que sí —insistió, sus labios apretados en una sonrisa avergonzada—. Solo entré en pánico en ese momento, lo siento. Tú no hiciste nada y no estoy enojado —quiso aclarar.

—Oh, bueno... ¿Entonces estamos bien? —una de sus comisuras se levantó.

—Por supuesto —asintió.

—¿Así que no te molestaría salir de nuevo? —preguntó y TaeHyung no podía creerlo, JiMin tampoco—. Sería algo mucho más tranquilo —se apresuró en decir—, ¿te invito al parque?

YoonGi se veía como si estuviera esperando una negativa y Park se quedó en blanco un momento porque no esperaba que el alfa hiciera su movida tan rápido.

—¿Al parque de diversiones? —cuestionó JungKook de repente, mirando con atención al hombre fuera de su casa.

Ambos adultos miraron al niño como si acabaran de recordar que estaba ahí y se sonrieron con timidez cuando sus miradas chocaron una vez más. JiMin de inmediato le dijo a su hijo que no estaban hablando de eso y el pequeño puchereó, cruzándose de brazos.

—Pero yo quiero ir al parque... —frente a esto, JiMin miró a YoonGi como si se estuviera disculpando, pero el alfa parecía enternecido con la reacción de JungKook.

—Kookie, hablaremos de eso más tarde, ¿sí? —le dio un par de palmaditas en la espalda, esperando que se recostara una vez más sobre su hombro, pero el niño sólo miró a YoonGi con ojos de cachorro—. Bueno, ahora estás siendo manipulador —lo agarró de los cachetes para que lo mirara a él y JungKook frunció sus cejas de manera exagerada—. Esta es una conversación de adultos Kookie, harás que papi se enoje —advirtió seriamente.

JungKook entendió que era en serio, pero seguía luciendo enojado.

—Sí, no creo que sea buena idea hacer enojar a papi, chiquitín —comentó YoonGi y JungKook pareció estar de acuerdo porque un suspiro agotado abandonó sus pulmones.

Por otro lado, JiMin tenía la cara todavía más roja. Estaba seguro que el tono de voz de YoonGi fue diferente cuando dijo eso y que se escuchó ridículamente obsceno para él.

—E-En fin —carraspeó Park—, sí me gustaría —fue su respuesta una vez volvió a mirar a YoonGi—. Luego podemos acordar el día, ¿sí?

—Bien —sonrió contento—, genial.

—Genial —repitió JiMin, igual de emocionado.

—Nos vemos —asintió YoonGi y dio un par de pasos lejos de la puerta—. Ah, mandame un mensaje, después te cuento qué plan se me ocurrió exactamente —agregó antes de darle un papel con su número anotado que sacó de su bolsillo y JiMin asintió, tomando el papel con una sonrisa boba en su cara.

—Perfecto, despídete Kookie —miró a su hijo y este volvió a recostarse sobre su hombro—. Vamos Kookie, no seas así... —entonces el niño bufó, levantando su mano para despedirse del alfa que no pudo evitar sonreír.

—Chau, señor YoonGi —murmuró gruñón.

—Chau, chiquitín —se rió.

Cuando JiMin cerró la puerta suspiró como si hubiese acabado de pasar por el borde de un acantilado.

—¡Es muy guapo!

—¡Mierda, Tae! —colocó una mano sobre su pecho—. ¿Estuviste ahí todo este tiempo? —le reclamó y el beta asintió eufórico.

JungKook jadeó, interrumpiendo el intercambio.

—¡Mala palabra! —acusó el pequeño, mirando a su papi con reproche mientras se erguía entre sus brazos, provocando que JiMin apretara sus labios con culpabilidad—. Papi dijo la palabra con M.

—JiMin, al rincón, estás en tiempo fuera —señaló TaeHyung y el omega lo miró ofendido—. Ven, Kookie. JiMin tiene que cumplir con su castigo —atrajo al niño hacia él, quien se dejó hacer entre risas porque su papi estaba siendo castigado y eso definitivamente había tenido que ser el karma.

JiMin suspiró agotado y caminó hacia el rincón con los brazos levantados. Esa era una regla que él mismo había puesto, no podía no cumplirla o sería una contradicción para JungKook.

—Y cuando termines con tu castigo tu y yo vamos a hablar seriamente sobre tú-sabes-quién —dice TaeHyung con un tono de voz divertido, y JiMin se preguntó qué tanto más quería hablar si ya había oído toda la conversación de la puerta.

Y a pesar de que JiMin tuviera que estar ahí durante un minuto entero con los brazos arriba, había una pequeña sonrisa tonta en su cara.


La semana continuó y JiMin siguió con su vida porque no todo giraba en torno a YoonGi, para variar. El alfa bien que era una buena salida de la monotonía, pero él todavía necesitaba ir a trabajar y disfrutar de lo encantador que era atender clientes que no siempre dicen "gracias" y que no parecen darse cuenta de que los meseros son tan humanos como ellos, pero bueno, estaba acostumbrado.

—¿Puedes hacerlo más rápido? ¿No ves que estamos en mitad de algo? —le reclamó uno de los comensales, mirándolo como si fuera un idiota—. Si no hubieras dejado la copa tan cerca, no se habría caído.

—Lo siento, señor.

—Claro que debes sentirlo, ahora apresúrate.

JiMin se tragó un suspiro y continuó en lo suyo, limpiando el vino que el alfa que ahora lo estaba insultando derramó sobre la mesa. Hace un momento, fue llamado a la mesa por la pareja del hombre, una omega que lucía demasiado joven a comparación y quien no paraba de quejarse de que su cita era un despistado, todo al mismo tiempo que el idiota apuraba a JiMin como si el omega estuviera arruinando su cita.

—Les llenaré sus vasos enseguida —dijo una vez terminó de secar la mesa.

—¡Obviamente! —vociferó el alfa.

—Cállate, ¿no ves que nos haces pasar vergüenza? —reclamó su cita.

—¡Yo puedo decir lo que quiera, estoy pagando por un servicio!

JiMin pasó saliva y se retiró de ahí para llevarse las servilletas manchadas de vino. Cuando se giró para regresar a la mesa, se encontró con la omega saliendo del restaurante mientras era seguida por el tipo a través del restaurante.

Tenía que ser una broma.

JiMin alzó el brazo y lo agitó un poco para llamar la atención de WooSeok, el guardia de seguridad que se encontraba parado al lado de la puerta de entrada. Señaló hacia la puerta y el hombre entendió el mensaje, siguiendo al tipo que acababa de irse. Quizás había sido una táctica para no pagar la cuenta, quien sabe, los platos de ambos estaban prácticamente vacíos.

Mientras WooSeok se encargaba del tipo, él continuó con su turno, atendiendo a cada cliente que le tocara esa noche. Ese lunes el restaurante no se encontraba muy concurrido, pero eso no evitaba que se sintiera cansado por caminar alrededor.

Eventualmente, el tipo regresó al restaurante y pidió la cuenta, se veía molesto y JiMin juraba que tenía la marca de una cachetada en su cara. Cuando miró a WooSeok, el hombre lucía fastidiado, echándole una mirada furtiva al tipo antes de salir a la calle una vez más. EunJin le entregó la cuenta y recibió la tarjeta negra del alfa para cobrarle la cena, obviamente no obtuvieron propina, pero qué más daba.

Cuando el reloj marcó las diez de la noche y el último comensal de la noche se retiró, JiMin cerró la puerta y comenzó a limpiar las mesas.

—Seok, ¿qué pasó allá afuera? —JiMin escuchó la pregunta de EunJin, quien se encontraba limpiando otra de las mesas a su lado—. Parecía que el loco ese quería matar a alguien cuando le cobré.

El alfa negó con la cabeza suavemente. Era un tipo grande, brazos fuertes y rostro duro. A pesar de su aura intimidante, todos los que trabajaban con él sabían que era un alfa dulce y amistoso.

—Aparentemente, el tipo había gastado un montón de dinero durante la semana para cumplirle todos los caprichos a ella, o algo de eso escuché cuando llegué. Parecía ser que él sentía que ella le debía algo —negó con la cabeza—. El tipo trató de agarrarla del brazo para meterla al auto, pero ella le dio una cachetada. Ahí fue cuando intervine, lo metí aquí y luego la ayudé a pedir un taxi.

—Qué imbécil —opinó JiMin—. Espero que ella esté bien ahora —frunció un poco sus labios.

—¿Habrá sido una sugar baby? —hipotetizó EunJin—. Se veía como de mi edad.

—Uhg —JiMin viró los ojos y continuó limpiando.

—No hagas esa cara, todos tenemos el deseo oculto de que nos mantengan y nos compren cosas caras —molestó otro de sus compañeros, HyunDae. Un omega encantador con una sonrisa dulce, de cuerpo delgado y manos delicadas—. Sería una mierda que fuera como ese tipo, pero si fuera un amor de persona no lo pienso dos veces y me voy de este trabajo.

JiMin se rió y negó con la cabeza. No estaba de acuerdo con eso, tampoco sabía si podría estarlo. Le encantaba la idea de tener dinero, pero depender de alguien era en definitiva el peor de los escenarios.

—Claro que quiero ser una omega independiente y todo el show —continuó EunJin, al aparecer habían estado debatiendo un poco al respecto—, pero si se me presenta la oportunidad de que un viejo a punto de morir me de dinero... —movió sus cejas—. ¿Tú no, JiMin?

—Creo que detesto la idea porque no quiero coger con alguien que tenga el pene arrugado —decidió decir.

—No todos quieren coger —se apresuró a decir HyunDae—. Algunos están tan solos y tristes que lo único que quieren es que hables con ellos.

—Esos me interesarían más —se rió.

—No digan eso, ustedes pueden ser independientes y conseguir valerse por sí mismos sin necesidad de nadie —argumentó WooSeok, tratando de ser más positivo al respecto. Se veía sorprendido por lo que estaba escuchando, ignorante del tono sarcástico que estaban usando sus compañeros.

EunJin se rió. WooSeok daba un poco de ternura.

—Da igual, no creo que un sugar daddy aparezca de repente a resolver todos nuestros problemas, no tenemos tanta suerte —se lamentó la omega pelirroja.

—JiMin.

El omega se giró cuando escuchó que lo llamaban y se encontró con su jefe al otro lado del restaurante. El hombre le dedicó una sonrisa y le hizo un ademán con su mano para que fuera hasta donde estaba, así que JiMin se excusó con sus compañeros y caminó hacia la oficina del alfa que se encontraba unos cuantos pasos hacia un pasillo detrás de la caja.

—¿Pasa algo? —preguntó.

El hombre negó con la cabeza.

—¿Por qué tendría que pasar algo? —se rió—. Simplemente quería conversar un poco contigo —le dijo animado.

JiMin zumbó en entendimiento y entrelazó sus manos frente a su regazo. La oficina no era realmente grande, sólo tenía un pequeño escritorio y una computadora. Su jefe se encargaba de la parte administrativa del restaurante y no solía llamar en privado a menos que quisiera hablar de pagos, despidos, capacitaciones y demás. Sin embargo, JiMin no creía que la razón ahora fuera algo importante, no cuando ya había sido llamado a la oficina antes y ninguna de esas veces tuvo conversaciones con su jefe que fueran de su interés.

Ahora que lo pensaba, su jefe se había tardado un poco en llamarlo en privado. Antes lo hacía alrededor de tres veces al mes, ahora no recordaba cuándo había sido la última vez.

Esperaba que quisiera hablarle de un aumento de sueldo, como mínimo.

—Me enteré de lo que pasó hace un rato —se cruzó de brazos, mirándolo con interés—. ¿Está todo bien?

JiMin asintió de inmediato.

«Ah, era eso», pensó.

—Sí, ya sabe, siempre hay clientes así —se encogió de hombros con desinterés—. WooSeok se encargó de que no se fuera sin pagar, así que él es el héroe de esta noche —forzó una risa que su jefe acompañó.

—Ya veo, me alegra que no haya pasado a mayores. Sabes que me preocupo mucho por ustedes —le dijo con un tono que acompañaba sus palabras.

—Sí, lo sé... —desvió la mirada.

JiMin sabía que eso no era del todo cierto.

—¿Cómo ha estado tu hijo? —su jefe preguntó de repente en un intento de que el ambiente no se volviera más incómodo de lo que JiMin de por sí sentía.

—Está bien, ¿por qué la pregunta?

El alfa se encogió de hombros, apoyando ahora sus manos a ambos lados sobre el escritorio. Era atractivo, tanto como podría serlo un alfa a sus cuarenta años. Tenía una mirada serena la mayoría del tiempo, tan intimidante como cualquier alfa podría serlo. Se vestía bien, olía bien y siempre se comportaba como todo un encanto con todo el mundo, pero a veces JiMin sentía que con él era demasiado.

—Tengo entendido que todavía no se ha presentado —señaló—. ¿Sabes? Estuve pensando, si necesitas ayuda con él yo estoy disponible, puede que sepa alguno que otro truco para tratar con niños a esa edad.

JiMin apretó sus dientes, pero forzó una sonrisa.

—Es lindo que se ofrezca, pero todavía no sé si va a ser un alfa u omega, así que por el momento no necesito...

—Sólo digo —se rió, dando un paso hacia adelante. JiMin se tensó—. Me gustaría que sepas que puedes apoyarte en mí si lo necesitas, no dudaré en darte una mano para cualquier cosa —explicó, acercándose un poco más. JiMin apretó sus labios en una sonrisa que pretendía ser amable, tentado a dar un paso hacia atrás.

—Sí, lo sé —dijo y carraspeó un poco debido a que su voz había salido más débil de lo que esperaba—. Le avisaré, lo prometo —afirmó, pero esa era una mentira.

El hombre le sonrió, satisfecho con esa respuesta. JiMin sólo tragó, bajando un poco la mirada. La cercanía hacía que pudiera oler el aroma a pino de su jefe y no sentía que fuera correcto, JiMin odiaba el aroma a pino.

—Por cierto —empezó una vez más el alfa, tomando un poco de aire—, este fin de semana...

—Disculpe señor Kim, pero tengo que regresar rápido a casa —se apresuró en decir, rompiendo la aparente tensión que se estaba formando dentro de la sofocante oficina—. JungKook tiene gripe —mintió—. Seguro que lo entiende.

El hombre parpadeó y luego asintió de inmediato.

—Claro, sí. No pasa nada, puedo llevarte a casa si quieres.

—No, está bien, no se preocupe —se despidió con su mano y abrió la puerta de la oficina—. Salude a su esposo de mi parte, señor Kim —finalizó, su tono de voz severo escondido entre los tintes dulces de un timbre fingido.

—C-Claro...

JiMin se alejó de ahí para ir directamente al baño a cambiarse el uniforme. Trató de no pensar demasiado en la sensación incómoda que había dejado residuos en su cuerpo, simplemente ignorando el escenario que acababa de presenciar porque de otro modo terminaría vomitando.

No era la primera vez, pero había aprendido a sobrellevarlo lo mejor que podía. Su jefe no era una mala persona, trataba bien a todos y le daba sus pagas a tiempo, siempre fue amable con él y siempre se encargó de ayudarlo con días libres y pagos adelantados cuando realmente lo necesitaba. El único problema eran esos pequeños momentos, esos incómodos escenarios en donde sentía que, en cualquier momento, él querría tomar algo.

«Necesito el trabajo, necesito el trabajo», se repitió mientras se vestía. No iba a encontrar algo mejor y definitivamente no quería intentar salir por ahí a ver qué podría darle la misma cantidad de dinero porque seguramente terminaría en un lugar peor. A comparación, la estaba pasando mucho mejor que otros omegas.

Salió del restaurante a la hora de siempre, se despidió de EunJin y de sus demás compañeros frente a la promesa de que deberían salir un día que no estuvieran tan ocupados. Caminó hasta la parada de autobús bajo la negrura de la noche y el respiro fresco que traía consigo durante esos días calurosos. El cuerpo ya comenzaba a dolerle a esas horas, preso del cansancio que comenzaba una vez más y que le pedía acostarse en su cama tan pronto como fuera posible.

—Papi... hola papi —saludó un medio dormido JungKook mientras JiMin lo cargaba contra su cuerpo, minutos más tarde de que el omega llegara al edificio.

—Hola, bebé —besó su mejilla—. Vamos a casa.

Se despidió de la señora Hwang y se metió en el ascensor que lo llevaría a su piso, bostezando mientras los números en la pequeña pantalla al lado de las puertas bajaban lentamente. JungKook se acurrucaba contra su cuerpo, dormitando en espera de su cama, y JiMin suspiraba luego de otro día de trabajo finalizado.

Mientras abría la puerta de su casa por fin, su atención se dirigió por un momento a la puerta de la casa de YoonGi. Su lobo levantó las orejas con interés a pesar de que tenía mucho sueño, pero él sólo negó con la cabeza y entró de una vez.

Después de acostar a JungKook en su cama y luego irse a la propia, JiMin se quedó mirando el techo de la habitación por un momento.

¿Por qué en lo único que podía pensar ahora era en YoonGi?


No ocurrió nada interesante durante la semana, pero así eran las vacaciones: nunca había mucho que hacer esos días. Sin embargo, JiMin sí se encontró con YoonGi un par de veces por el pasillo. Siempre lo saludaba y de vez en cuando intercambiaban un par de palabras y sonrisas cómplices antes de regresar a sus asuntos.

TaeHyung se ofreció a cuidar a JungKook cuando el sábado arribó, que fue la fecha que el omega tuvo que acordar con YoonGi porque parecía ser el único día en el que ambos se encontraban por completo libres. Aun así, JiMin no estaba seguro de si aceptar que su amigo cuide al pequeño, pero TaeHyung odiaba que su casi-sobrino se quedara con personas que no fueran ellos y la señora Hwang no se encontraba disponible ese día.

JiMin se esforzaba en pasar la mayor cantidad de tiempo posible con su hijo porque le daba terror que JungKook comenzara a querer más a la niñera que a él mismo. Aprovechar cada momento juntos era crucial, por lo que sentirse culpable era inevitable sabiendo que había hecho planes de salida un sábado cuando se suponía que los fines de semana eran para ellos dos.

Consideró la idea de acordar otras fechas con YoonGi si acaso las citas continuaban, pero esperar tener más citas con YoonGi podría sonar demasiado soñador, según él mismo.

Finalmente, TaeHyung apareció en la tarde de aquel sábado no tan caluroso para llevarse a JungKook, pero esta vez el pequeño quiso oponer un poco más de resistencia porque quería quedarse con su papá a como diera lugar.

—El domingo vamos a comer helado, ¿sí? Te voy a compensar el día de hoy, lo prometo —JiMin trataba de no mentirle a JungKook, tampoco rompía promesas, así que esperaba que su hijo accediera sabiendo eso.

Sin embargo, JungKook sólo lo miró con ojos llorosos mientras TaeHyung sujetaba su mano. Ellos estaban a punto de entrar en el auto del beta y JungKook sólo se plantó como protesta, haciendo su berrinche.

—Vamos, Kookie. Tu papi tiene cosas que hacer —TaeHyung trató de convencerlo.

—No, papi va a salir con el señor YoonGi —señaló y la cara de JiMin se puso roja—. Eso no es tan importante ¡No me quiero ir! —exclamó, ahora tratando de soltarse del agarre de TaeHyung.

JiMin se planteó ser mucho más quisquilloso con lo que dejaba que JungKook escuchara.

—Bebé...

—Mira, Kookie —TaeHyung se adelantó a las palabras de JiMin—. Cuando sales con tus amigos, ¿sientes que es importante para ti?

El niño se negó a escuchar razones o preguntas, él simplemente continuó tratando de soltarse hasta que TaeHyung finalmente lo dejó ir. De inmediato, JungKook abrazó las piernas de JiMin, quejándose y lloriqueando porque quería que su padre lo cargara y lo llevara a casa de nuevo. JiMin miró a TaeHyung con pena y su amigo lo detuvo para que no cargara a su hijo.

—Pero...

—JungKook —TaeHyung insistió, pero el niño se abrazó con más fuerza—. ¿Puedes escucharme un momento?

—¡No! —gritó.

JiMin suspiró, rendido. No había sido buena idea, debería decirle a YoonGi que no iban a poder ese día. ¿Quizás mañana? Tal vez tendría más suerte. Sin embargo, cuando abrió la boca para decirle a su amigo que ya no importaba, TaeHyung se arrodilló al lado de JungKook, buscando su mirada.

—Oye, Kookie —tocó su hombro, a lo que el niño negó con la cabeza. JiMin le hizo señas para que lo deje así, pero TaeHyung negó con la cabeza, serio en su mirada—. ¿Te puedo preguntar algo? Luego te voy a dejar en paz, ¿okay? —el niño dudó, pero lo miró con sus cejas fruncidas—. Cuando sales y te diviertes en el parque con tus amigos o con HoSeok, ¿para ti es importante?

JungKook miró a su tío durante un largo rato, procesando lo que había dicho. JiMin sólo se quedó callado y esperó.

Al final, JungKook bajó la mirada y profundizó su puchero.

—Sí, para mi es importante...

—¿No crees que para JiMin también es importante? —el omega agrandó los ojos—. No creo que sea lindo que digas que no es importante cuando no sabes lo que siente tu papá, ¿por qué no le preguntas?

JungKook apretó sus labios, levantando su mirada para observar a JiMin con ojos cargados de tristeza.

—¿Para papi es importante salir con el señor YoonGi?

TaeHyung también miró a JiMin, casi diciéndole con mirada que respondiera que sí para que el niño se calme. Al mismo tiempo, JiMin comenzó a sentir que la presencia del alfa estaba desordenando muchas cosas ahora, por lo que se sintió presionado. Irónico, ya que su hijo estaba haciendo una pregunta inocente, no le estaba preguntando si YoonGi iba a ser su nuevo papá o algo así.

—Sí, es importante para mí —fue su respuesta, convencido de que lo había hecho sólo para que JungKook no continuara con su berrinche.

El niño volvió a bajar la mirada, abrazándolo un poco más fuerte. Sorbió su nariz y miró a TaeHyung con lágrimas en los ojos. Con el drama que estaba haciendo al respecto cualquiera pensaría que esa iba a ser la última vez que iba a ver a su papá, así que era obvio que el berrinche a comparación podía lucir desmedido. JiMin no recordaba que su hijo fuera tan emotivo, era algo a lo que debía prestar mucha más atención ahora, no podía dejar que YoonGi lo siguiera distrayendo.

—Está bien —dijo resignado, dejando caer sus hombros y soltando a su papá—, ¿entonces mañana vamos por helado?

JiMin se agachó y besó su frente.

—Claro que sí, mi bebé.

—¿Promesa?

—Promesa.

JungKook sonrió y lo abrazó, finalmente yéndose con TaeHyung.

JiMin se tomó un momento para relajarse, se arregló un poco las arrugas inexistentes de la ropa y se metió en el edificio de nuevo para tocar la puerta de YoonGi.

El plan con YoonGi era bastante sencillo para esa cita, sólo implicaba caminar por un sendero marcado en un parque frente al río Han, el cual se encontraba rodeado de cientos de locales. Ellos podían llegar en autobús y simplemente atravesar a su ritmo la zona iluminada por las pequeñas luces puestas a modo de decoración alrededor de algunos árboles, las cercas y locales, así como las luces de la gran ciudad que iluminaban el horizonte. Había suficiente gente para que no se sintiera desolado y al mismo tiempo pudieran tener un poco de privacidad. A JiMin le gustaba esa informalidad, nunca fue muy fan de cenas elegantes a la luz de las velas después de todo.

Se sintió mucho más acogedor, más íntimo, y JiMin suponía que era una de las cosas que más embelesado lo tenía porque no había dejado de sonreír durante el transcurso de las horas. Incluso YoonGi le había comprado un helado de chocolate y el omega no estaba seguro de cómo sentirse para ese punto. Podía llegar a ser un poco cliché, pero lo estaba disfrutando en demasía, su lobo también.

Su lobo era quien más lo disfrutaba en realidad.

—¿Sabes lo mejor del helado de chocolate? —preguntó YoonGi de repente, mientras ambos caminaban por el sendero.

Las luces brillantes que iluminaban el parque lucían casi mágicas frente a ambos, siendo acompañados por las voces de las personas que caminaban alrededor y que no dejaban de comprar cosas en los camiones de comida rápida que se amotinaban al otro lado del parque.

—¿Qué cosa? —preguntó con la cabeza algo ladeada, bastante curioso de su respuesta porque YoonGi había pedido otro sabor.

—Cuando lo tiras y compras un helado de ron con pasas —bromeó, provocando que JiMin le diera un golpe en el hombro mientras reía.

—¿Cómo no te va a gustar el helado de chocolate? —cuestionó ofendido—. Tienes terribles gustos, por la luna...

—Yo no lo creo —le dijo seguro, una mano en su bolsillo y una sonrisa ladina en su cara—. Tengo buen gusto, créeme —afirmó.

JiMin lo miró con una ceja alzada, como si no le creyera, y YoonGi sólo continuó comiendo su helado con una expresión de complicidad pintada en su cara.

«Es estúpidamente atractivo», pensó JiMin y se rió de sí mismo.

Se rieron de cientos de cosas más, hablaron de otras tantas, y continuaron contando anécdotas de sus vidas, conociéndose, creando lazos sin darse cuenta mientras se dedicaban miradas coquetas entre cada pequeña conversación.

JiMin aprendió que YoonGi sonreía de una manera en la que sus encías se mostraban, que había ganado un concurso de deletreo cuando era pequeño, que sabía tocar la batería y que fue parte de una banda cuando era más joven. JiMin admitía ser un poco más duro contando su vida, más aún sabiendo lo que abrirse implicaba, pero le contó muy por encima que el contacto con sus padres se vio fracturado cuando inició su embarazo, le contó sobre lo frustrante que podía ser la universidad y no se dio cuenta de que YoonGi había notado la manera en la que sus ojos desaparecían por completo cuando se reía a carcajadas.

—Me siento un poco culpable por haber ilusionado a JungKook con ir al parque de diversiones —comentó de la nada YoonGi, sentando en un columpio de un parque vacío que encontraron durante su recorrido.

JiMin a su lado se balanceaba, negando con la cabeza. La mención de su hijo le hizo recordar el escenario de hace unas horas y la intranquilidad se coló en él una vez más.

—Sí, bueno, él aprovecha cada momento que puede para decirme que quiere ir —admitió—. Ni siquiera es cualquier parque, si le preguntas a cuál quiere ir él te responderá: "¡Al parque de BT21!" —imitó la voz de su niño.

YoonGi se rió, mirándolo sorprendido.

—¿Ese no queda como a una hora en tren?

—Treinta y cinco minutos, de hecho —aclaró JiMin, claro que había investigado al respecto—. La entrada cuesta un ojo de la cara y aunque me encantaría, también debemos llegar a fin de mes, así que no se podrá pronto —se encogió de hombros, impulsándose un poco más—. ¡A que llego más alto que tú!

YoonGi salió de su burbuja y miró a JiMin con cejas fruncidas y sonrisa retadora.

—¿Me estás retando, Park JiMin? —habló alto, comenzando a impulsarse para alcanzar al otro que no paraba de reírse—. ¿Cómo te atreves?

Ambos se alzaron lo suficiente como para que la estructura del columpio comenzara a temblar, así que JiMin se lanzó y cayó de pie como todo un experto, pero cuando YoonGi lo intentó terminó chocando contra él y provocando que ambos cayeran sobre el pasto entre carcajadas. Era ridículo, de alguna manera, pero ahí estaban, riéndose como un par de quinceañeros disfrutando del mejor momento de sus vidas, con sus lobos aullando y con sus corazones latiendo.

—Estoy muy viejo para esto, YoonGi —se reía, sentándose en el suelo mientras miraba sus manos llenas de pasto y un poco de tierra. No recordaba haber jugado así en un parque cuando niño, sólo tenía recuerdos con JungKook.

—Si eso es viejo, entonces cuando tengamos más de treinta años no sé qué nos va a quedar —comentó el alfa, relajado en el suelo mientras miraba el cielo negro del firmamento. JiMin se sacudió las manos y lo miró con interés—. Mira, la luna —hizo un gesto con su mentón.

JiMin miró hacia arriba. Esa noche había luna llena, brillando en todo su esplendor.

Desde siempre, la luna había sido algo que generaba en todos ellos una sensación calurosa en el pecho, como si estuvieran en casa. Su lobo movía la cola, encantado con la vista.

—¿No te dan ganas de aullar? —preguntó el alfa y JiMin miró a YoonGi con las cejas fruncidas en duda.

—No —se rió por lo extraña de la pregunta. Aunque lo pensó un poco y su lobo continuó moviendo la cola, interesado en la pregunta y en lo que eso implicaba. Hace siglos, sus animales espirituales podían manifestarse en sus cuerpos, pero JiMin bien sabía que los instintos de sus lobos ya no les afectaban tanto como para aullar—. Bueno, yo no —admitió.

—Deberíamos aullar para honrar a nuestros ancestros —dijo con gracia y tomó aire.

Antes de que JiMin pudiera procesar lo que ocurría, YoonGi largó un aullido desde su posición acostado en el suelo. De inmediato, el omega se lanzó sobre él y cubrió su boca, sintiendo sobre ellos el par de miradas de las personas alrededor.

—¿Qué te pasa? —aunque debía sonar como un reclamo, JiMin no podía dejar de reír—. ¿Cómo vas a aullar así de repente? ¿Estás loco?

—Te avisé —tomó la mano de JiMin y la apartó de su boca, acompañando su risa—. Mira, lo haré de nuevo —volvió a tomar aire.

—¡No! —se carcajeó, encimándose sobre él—. ¡Basta!

—No puedo creer que rechaces a tu sangre de lobo, Park JiMin —molestó, removiéndose del agarre de JiMin.

—Y yo no puedo creer que estés aullando en mitad de un parque, Min YoonGi —reclamó, golpeando su pecho sin mucha fuerza—. Estás loco.

—Tal vez —arrugó su nariz y JiMin le devolvió el gesto.

Ambos comenzaron a forcejear entre risas, cubriéndose de tierra y de pasto. Las miradas de los demás seguían cayendo sobre ellos ocasionalmente, pero a JiMin dejó de importarle porque no recordaba haber reído tanto antes.

La noche avanzó y ellos no podían quedarse en el parque para siempre, así que se fueron animados, conversando sobre trivialidades y riéndose de tonterías. YoonGi no dejaba de mencionar lo decepcionado que estaba de que JiMin no fuera un lobo de verdad y el omega no podía creer que su vecino fuera tan infantil. Aun así, era un detalle lindo. YoonGi siendo juguetón era, sin duda alguna, tan atractivo como lo sería conduciendo su motocicleta.

JiMin abrió la puerta de su casa luego de que entraron al edificio y se giró para despedirse de YoonGi, quien lucía menos atrevido que la última vez, simplemente relajado con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón de jean, dándole su espacio como si fuera una lección aprendida.

Sin embargo, JiMin quería tenerlo encima.

—Fue divertido —le dijo JiMin, sonriendo tontamente—. Excepto la parte en la que nos hiciste pasar vergüenza en el parque.

YoonGi parpadeó como si estuviera ofendido y colocó una mano sobre su pecho.

—No lo puedo creer, tú también te estabas riendo.

—Pero me estaba muriendo de vergüenza —molestó.

YoonGi sonrió ladino y, ahí estaba otra vez, esa mirada profunda que hacía que JiMin estuviera tentado a morderse los labios.

—No me quejaría si saliéramos pronto, una vez más —comentó YoonGi, provocando en el otro una risa llena de timidez—. Sólo si tú quieres, claro...

—Sí, me encantaría —dijo de inmediato, atontado en su tono.

YoonGi sonrió de nuevo.

—Un amigo me habló de una discoteca muy buena en el centro de la ciudad, pero si es demasiado, un picnic es otra de las opciones.

—Definitivamente el picnic —soltó una risita, YoonGi asintió. Entonces, la imagen fugaz de JungKook haciendo un puchero lo hizo regresar a tierra—. Aunque... quizás deba ser la otra semana arriba, me siento culpable si no le dedico un fin de semana solo a JungKook —admitió un poco cohibido.

Este sería el momento perfecto para que el alfa se queje, que salga con algún comentario pasivo-agresivo sobre compartir al omega con su hijo o algo parecido, pero YoonGi sólo asintió como si fuera lo más lógico del mundo.

—Por supuesto, no te preocupes, no quiero que JungKook se enoje conmigo por robarme a su papi —sonrió, y se escuchaba tan genuino en sus palabras que JiMin quiso suspirar. Aunque el apodo de "papi" sonaba muy obsceno viniendo de YoonGi, no importaba qué tan inocente luciera su cara al decirlo—. Espero que no suene mal para ti, pero no me molesta si él viene al picnic, ¿sabes? Es un niño, me imagino que amaría correr por ahí y jugar a la pelota con Holly —le dijo, encogiéndose un poco de hombros—. Si quieres...

—Oh... —parpadeó—. Supongo que puedo pensarlo... —de hecho, no estaba seguro de qué decir ante eso, era lo que menos se imaginaba que el alfa diría—. Te aviso, ¿sí?

—Bien —asintió y dio un par de pasos hacia atrás—. Buenas noches, JiMin.

—Buenas noches, YoonGi... —se mordisqueó el labios inferior con nervios y vio cómo YoonGi se alejaba para ir hasta su puerta, dudando sobre lo que quería hacer y cuestionándose sobre si era buena idea, pero no quería dejarlo pasar y su lobo quizás lo estaba presionando demasiado—. Espera, olvidé algo —se apresuró en decir, tomando la camiseta de YoonGi para acercarlo de vuelta.

YoonGi ni siquiera logró procesar lo que el omega dijo cuando sus suaves labios se posaron sobre su mejilla en un dulce y pequeño beso de despedida.

—Hasta luego —JiMin se apresuró en decir y se metió dentro de su casa, cerrando la puerta rápidamente.

YoonGi se quedó parado en el pasillo, una sonrisa presionando para salir en su cara mientras JiMin se alejaba lo más posible de la puerta, huyendo como todo un cobarde mientras pensaba que había hecho demasiado.

Entonces, su celular vibró con una notificación.

[💬]

«Min YoonGi (Vecino)»

Min YoonGi (Vecino):
Me vengaré

Yo:
Sí, sí
Quiero verte intentarlo😋

Min YoonGi (Vecino):
Apuesto a que sí
;)

[💬]

JiMin pataleó contra su cama y gritó contra su almohada.

Mierda, se sentía como un adolescente. 

 

Notes:

¡Muchas gracias por leer!, espero que les esté gustando y que nos veamos en alguna de mis demás historias <3

Chapter 8: CAPÍTULO SIETE

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

JiMin se sentó en la banca del parque con un suspiro, mirando los alrededores brillantes de un nuevo día junto mientras el sonido de los pájaros luchaba contra el de los autos pasando por la carretera que había de fondo. Estaba cansado, se había levantado temprano esa mañana y admitía que le habría gustado dormir hasta tarde ese domingo, pero le había prometido a JungKook un helado, así que cuando TaeHyung llegó esa mañana ellos fueron directamente al parque para cumplir dicha promesa.

Aunque JiMin habría preferido un café, al menos ahora tenía a JungKook contento sentándose a su lado mientras comía su helado en cono, moviendo sus pies emocionado.

—¿Qué sabor pediste? —le preguntó con interés.

—¡Galletitas! —alzó su cono antes de volver a lamerlo—. Está rico —murmuró con dificultad.

—Me alegro, me alegro —asintió.

TaeHyung apareció con un helado de paleta que parecía ser de frutas, sentándose al otro lado de JungKook, su brazo extendido por el respaldo de la banca mientras se relajaba frente al sol de la tarde.

—¿Seguro que no quieres que te pida uno? —le preguntó a su amigo, pero JiMin sólo negó con la cabeza, bostezando—. Ah, JiMin. ¿Por qué estás tan cansado? ¿A qué hora llegaste a casa ayer? —entonces movió sus cejas—. ¿Dormiste?

JiMin viró los ojos. Entonces JungKook levantó su pequeña mano llena de helado hacia él.

—Sí, dormí en mi cama, yo solo —enfatizó y tomó el par de servilletas que trajo Tae para limpiar la mano que JungKook le tendió—. Ya se me va a pasar, aunque no sé por qué me siento tan cansado hoy —enrolló el papel y lo colocó en su bolsillo.

—La vejez —molestó TaeHyung, a lo que el omega se rió por lo estúpido que había sonado—. Pero en serio, siempre trabajas mucho, en algún momento tu cuerpo te va a traicionar —esta vez sonó un poco más serio.

—Mientras no sea cuando estoy en el restaurante, todo estará bien —bostezó y miró a JungKook una vez más, quien parecía muy entretenido con su helado y con ver a las personas caminar por el parque—. Cuando termines puedes ir a jugar si quieres, no tenemos nada más que hacer hoy —acarició su cabello y el niño lo miró sonriente.

—¡Sí! —celebró—. Gracias papi.

Ellos se quedaron un rato en aquella banca, mirando tranquilamente el parque mientras se sumían en un silencio cómodo y familiar. JiMin se tomó un momento para descansar su aturdida mente y TaeHyung se encargó de conversar con JungKook mientras el niño divagaba sobre cualquier cosa que se le pasara por la cabeza.

—Pero yo quiero un cuhete —dijo el pequeño como si estuviera teniendo una discusión muy seria y JiMin se dio cuenta de que se perdió por un momento porque no sabía de qué estaban hablando.

—¿Con qué dinero comprarías tu cohete? —preguntó TaeHyung, el palito de la paleta bailando en su boca entre cada palabra que decía. Su pie izquierdo apoyado sobre la rodilla contraria, semi recostado en la banca—. Que yo sepa los niños no tienen dinero —se notaba que sólo quería molestarlo.

—Voy a trabajar mucho —respondió JungKook, masticando los últimos pedazos del cono.

—¿De qué vas a trabajar?

JungKook bufó como si Tae fuera un tonto.

—Voy a trabajar de superhéroe —se jactó—. Luego me van a regalar mi cuhete.

TaeHyung lo miró sorprendido.

—¿Ah sí? ¿Qué poderes tienes?

—Cuando sea grande voy a tener superfuerza como el Señor Magnífico —explicó—, y derrotaré a todos los malos con mis puños —hizo la mímica de golpear a alguien, sus manos vacías porque se había acabado lo último de su cono—. Seré un alfa fuerte.

Entonces la expresión enternecida de JiMin se desfiguró en una mueca. Así mismo, TaeHyung frunció sus labios y miró a su mejor amigo en un instante, luciendo sorprendido. No es que ambos tuvieran el mismo pensamiento, pero Kim sabía qué podría estar pensando JiMin en ese momento y lo acompañaba en su consternación por simple reflejo.

—JungKook —llamó JiMin. Los ojos de su hijo lo miraron con inocencia—. ¿Por qué un alfa? Podrías ser un omega o beta fuerte también —mencionó.

—Pero el Señor Magnífico es un alfa —razonó como si fuera lógico—. Yo quiero ser un alfa como el Señor Magnífico y golpear a los malos.

—Bueno, aun no te presentas, no sabemos qué puedes ser —continuó JiMin, tomando otra servilleta para limpiar la cara de JungKook en donde habían rastros de helado y galleta—. No quiero que te decepciones si resulta que te presentas como un omega o un beta.

JungKook frunció sus labios como si no estuviera satisfecho con eso.

—Seré un alfa, papi —afirmó y se bajó de la banca—. Voy a jugar.

Entonces el niño corrió hasta el pequeño parque infantil y saludo a su papá desde donde estaba mientras se subía los pequeños juegos. TaeHyung sólo silbó y se acercó un poco más a JiMin, quien lucía como si el tiempo se hubiera congelado.

Hasta la fecha, no había escuchado a JungKook hablar sobre su presentación o siquiera considerar qué jerarquía podría ser. Se había encargado de que ese no fuera un tema que preocupara su hijo, le enseñó desde pequeño que no importaba qué fuera, seguiría siendo JungKook. Esto había sido como un baldazo de agua fría.

—Tranquilo, sólo lo dice porque su superhéroe favorito lo es —escuchó la voz de TaeHyung consolarlo, aunque no había nada que consolar porque no era un problema que JungKook quisiera ser un alfa, ¿no?—. Los niños son así, no es el fin del mundo —agregó, quitándose el palito de la boca.

No, no lo era.

Sin embargo, JiMin se dio cuenta de que se sentía un poco como si lo fuera.

—No tiene nada de malo que quiera ser un alfa, ¿lo sabes, verdad?

JiMin pasó saliva y asintió, cruzándose de brazos mientras trataba de relajarse sobre la banca.

—Lo sé, lo sé —dijo—. Sin importar qué jerarquía sea, puedo manejarlo —quería creer que sí—. Es sólo que me preocupa que... ya sabes.

—No se va a parecer a él.

JiMin mordió el interior de su mejilla, encogiéndose un poco sobre su lugar. JungKook brincaba, reía y corría por el parque junto a un par de niños, probablemente escapando para no ser congelado o por algún otro juego que implicara persecuciones. Él no iba a cambiar su personalidad por la jerarquía que le tocara, él seguiría siendo así de risueño y encantador aun si le tocara ser un hormonal alfa lleno de testosterona.

—Lo sé —trató de sonar seguro, evitando la mirada de TaeHyung—. Es imposible que se parezca a él más de lo que ya se parece —murmuró sin poder evitarlo.

—JiMin...

—Nueve meses dentro de mi para que sea una copia perfecta de HyunSoo —su voz venía cargada con un sentimiento diferente ahora, resentimiento e incredulidad—. No puede ser un alfa, sería el jodido colmo.

TaeHyung suspiró rendido y rodeó los hombros de su amigo, apretándose contra él mientras acariciaba su brazo. JiMin se dejó hacer, sintiéndose culpable por lo que había dicho, quedándose callado de una vez para no seguir metiendo la pata. Se había planteado el escenario las suficientes veces como para creerse capaz de lidiar con él, pero ahora se daba cuenta de que seguía siendo complicado. Imaginar a JungKook como un alfa, como un tipo igual a su ex, le daba dolor de estómago.

Sin embargo, había una verdad que ni él ni nadie podían refutar, y esa era que sería mucho más fácil lidiar con JungKook si se presentaba como un omega, incluso como beta; de un alfa no tenía base en absoluto, había leído los suficientes libros como para saber que esa era una tarea que requería ayuda que él no tenía.

—Todavía falta para su cumpleaños y quién sabe cuánto tiempo más le tome presentarse luego, todavía tienes tiempo para pensar en eso.

—Gracias, Tae —lo miró con cariño, un poco cansado también—. Si no estuvieras aquí me daría una crisis —le sacó la lengua.

—Tienes suerte de que no te pueda cobrar todavía —molestó y JiMin viró los ojos—. Hablando de cobrar, los del centro en el que estoy trabajando como asistente están pensando en subirme el sueldo —contó.

—Eso es genial —le sonrió, un poco más animado ahora—. ¿Qué te dijeron? ¿Tanto talento tienes para cuidar a los viejitos? —se rió y su amigo aun así se jactó de ello.

TaeHyung había sido bien recibido en el geriátrico en el que realizó sus prácticas el año pasado, al parecer el lugar vio mucho potencial en él y lo quisieron acaparar ese año a sólo meses de que terminara su carrera. Seguía siendo un asistente con supervisión durante cada turno, pero era un buen trabajo, al menos TaeHyung lo disfrutaba.

—Qué te puedo decir, me aman —se encogió de hombros—. El requisito es que sume horas a mi horario, pero si trabajo ocho horas me voy a querer matar cuando comiencen las clases, así que tuve que pedirles que me esperaran un poco más. Reza para que no me despidan —seguía siendo un trabajo poco formal, después de todo.

—No creo que lo hagan, no es como que haya muchos casi-profesionales rogando por un puesto en un geriátrico —se rió cuando su amigo le dio un golpe en el hombro—. Ay, no seas agresivo.

—Agresivo tú, que no me has dicho cómo te fue en tu cita y me miras feo cada vez que te pregunto —dramatizó, mirándolo como si estuviera siendo traicionado—. Tengo sentimientos y los estás hiriendo, ¿lo sabías? Estuve esperando toda la noche y toda la mañana una confirmación de que te fue espectacular.

JiMin se quejó y trató de apartarse del otro, pero TaeHyung lo jaló de vuelta. Insistiendo en que le contara, pero JiMin ya se estaba riendo.

—Me fue bien, ¿contento?

—Insatisfecho, mejor dicho.

—No tengo que contarte todos los detalles de mis citas, Tae.

—Lo tendrás que hacer hasta el día en el que me muera o consiga una pareja y por como van las cosas espero que vayas pensando en qué tipo de lápida me vas a comprar.

JiMin se carcajeó y negó con la cabeza.

—No tengas tan poca fe en ti mismo...

—Ay cállate y cuéntame —lo sacudió.

Luego de hacerse de rogar un poco más, JiMin le contó a TaeHyung todo lo que el desesperante beta quería saber. En sí, no había mucho que contar: no fue una cita extravagante ni mucho menos, sólo fue un lindo paseo en el parque. JiMin no creía que hubieran muchas cosas en las cuales resaltar. TaeHyung, por otro lado, escuchaba cada palabra con una expresión que demostraba lo mucho que estaba conteniendo su propia emoción. Sin embargo, sacudió a JiMin una vez más cuando este le comentó sobre el pequeño beso de despedida que le había dado al alfa y terminó con un moretón en el brazo, pero no se veía arrepentido.

—Tae, no nos vamos a casar —creyó importante recordárselo.

—¡Pero eso no quita que esté muy feliz por ti! —seguía eufórico—. Mierda, tienes muchísima suerte, sólo a ti te puede tocar que un alfa sexy se mude al lado y que aparte esté interesado en ti.

—Supongo que necesitaba un poco de suerte, para variar —se encogió de hombros con una sonrisa, cruzándose de piernas sobre el banco mientras le echaba otra mirada a JungKook para saber que estuviera bien—. Lo único que me conflictúa es JungKook.

—¿Sobre su jerarquía o sobre YoonGi?

—Ambas cosas, pero por el momento sería sobre de YoonGi —suspiró—. No quiero que se encariñe mucho y que luego YoonGi decida irse a la mierda, pero me lo pone difícil.

—¿Por qué lo dices?

—Nos invitó a un picnic y quiere que JungKook vaya —TaeHyung lo miró sorprendido—. ¿Lo ves? No sé qué decirle, se me hace tierno, pero también raro.

El beta lo pensó un momento.

—¿Y qué te dice tu lobo? —señaló con su mentón.

JiMin casi se ríe.

—Mi lobo quiere que me acueste con él.

—Ah, bueno —TaeHyung se carcajeó—. ¿Cuándo le vas a dar lo que quiere?

—Vete a la mierda.

El beta volvió a reírse mientras JiMin viraba los ojos, tratando de retener sus propias risas. No quería que el otro creyera que había perdido la actitud del principio cuando conoció a YoonGi, pero tenía que admitir que el encantador alfa comenzaba a volverse una pequeña debilidad para él.

—Deberías aceptar, ¿qué es lo peor que puede pasar? —el beta se encogió de hombros, JiMin lo miró con una mueca—. No podría haber algo peor que aullarle a la luna, estarás bien.

—Ay, déjalo —lo empujó—. Fue tierno.

—Fue raro —quiso molestar—, pero bueno, nadie es perfecto —se rió cuando JiMin volvió a empujarlo.

—¡Papi! —ambos se giraron hacia el niño, quien caminaba hacia ellos a toda velocidad con algo en la mano, alzándolo como si hubiera acabado de encontrar un tesoro—. Mira papi, mira, para ti.

JiMin tomó la pequeña roca en su mano, preguntándose por qué JungKook se veía tan emocionado hasta que le encontró la forma de un corazón. Una sonrisa enternecida se formó en sus labios y miró a su hijo con cariño.

—¿Te gusta?

—Sí, mi amor —acarició su mejilla—. Gracias por el regalito, lo guardaré en una cajita para tenerlo seguro.

JungKook se veía orgulloso no sólo de su hallazgo, sino de haber hecho sonreír a su papá, así que se regresó contento por donde vino para seguir jugando mientras JiMin detallaba un poco mejor en la roca que había encontrado.

—¿Lo ves? No se va a parecer a él —escuchó hablar a TaeHyung y lo miró con interés—. Tiene un corazón demasiado grande como para que lo estropeen un par de hormonas de alfa. Sea lo que JungKook sea, estará bien —aseguró.

JiMin quiso creer que sí y se refugió en esa idea.

Él iba a estar bien.


JiMin cerró el refrigerador con su pie una vez logró sacar todos los ingredientes que cabían en su mano, caminando hasta la encimera de la cocina para comenzar a hacer el almuerzo.

Era martes y agosto comenzaba, la semana había sido decente hasta la fecha y JiMin esperaba que así continuara, después de todo ese día era día de pago y no podía haber mejor día que el día de pago.

Mientras tarareaba una canción que probablemente había salido de alguno de los programas que veía su hijo, cortó los vegetales que iba a usar para el almuerzo y esperaba paciente a que JungKook hiciera acto de presencia en la sala para decirle que iba a cocinar su plato favorito.

Sólo habían pasado dos días desde que habló con TaeHyung en el parque y no había tenido un momento para hablar con YoonGi porque se encontraba bastante ocupado. Lo único que no cambiaba eran los encuentros en los pasillos constantes y los saludos coquetos que se dedicaban mutuamente.

—Uh, creo que me falta algo —murmuró con sus cejas fruncidas, dejando el cuchillo de lado.

De repente, escuchó un grito, un ruido sordo y luego el llanto de JungKook.

JiMin dejó todo lo que estaba haciendo y de inmediato corrió hacia el baño lo más rápido que pudo. Se encontró con su hijo a mitad de camino, empapado y llorando.

—¿Qué pasó? ¿Estás bien? —lo cargó en sus brazos, preocupado, revisando su cara y su cuerpo en busca de heridas—. ¿Por qué estás todo mojado?

Entonces se dio cuenta que desde el baño un charco de agua se extendía rápidamente hacia el pasillo y los balbuceos de JungKook quedaron en un segundo plano porque no podía creer que su jodida casa se estuviera inundando.

—Mierda, no, no... —dejó al niño en el suelo y se apresuró a entrar al baño—. Espera ahí.

Dentro del baño, JiMin se encontró la llave del lavabo tirada en el suelo, de su lugar salía un chorro de agua que no paraba y mojaba el suelo con rapidez. él se quedó estático un momento, pensando en qué hacer, y le pareció conveniente intentar primero encajar la llave en donde se supone que iba, pero obviamente eso no dio resultado. Resopló estresado, tomó una toalla y la colocó encima del lavabo, esperando conseguir más tiempo para pensar en otra solución.

De fondo, podía escuchar a JungKook hipando por el llanto, quien extendía sus brazos hacia él para que lo volviera a cargar y lo consolara.

—Espera, espera —le dijo, tratando de solucionar el problema con lo que tenía a la mano.

Un segundo más tarde JiMin caminaba hacia el pasillo del edificio, adentrándose al final del mismo para abrir el pequeño compartimiento en donde se encontraban las llaves de agua generales de los departamentos. Cerró la suya y suspiró agotado.

Bueno, sin agua su casa no podría inundarse, pero ahora no podría darse una ducha.

—Papi...

JiMin se giró hacia JungKook, quien se asomaba por la puerta semi abierta de su casa, su cara roja por el llanto. El omega caminó hasta él para cargarlo por fin, abrazándolo como su hijo quería que lo hiciera mientras se deshacía en un nuevo llanto.

—Está bien, ya pasó —acarició su espalda, entrando a su casa y cerrando la puerta—. Voy a encontrar la manera de arreglarlo, tranquilo.

—Perdón papi... perdón, lo rompí —murmuró lleno de tristeza.

—Está bien, fue un accidente —consoló mientras caminaba de vuelta al baño para ver el daño con más calma.

Ya no caía agua pero el suelo seguía mojado, la toalla que usó para detener el flujo de agua se encontraba en el suelo y la llave rota dentro del lavamanos. JiMin suspiró y miró hacia el techo un momento, imaginando que la luna estaba ahí y preguntándole si acaso ella quería que él se muriera de un infarto. La casa se caía a pedazos, era verdad, pero no podía creer que incluso las malditas llaves de agua no funcionaran.

Se encargó de tranquilizar a JungKook del todo, lo secó y lo cambió de ropa. Al parecer, el niño se montó en su banco para lavarse las manos luego de usar el baño y la llave del agua giró de más, provocando que se comenzara a colar el agua. Él trató de cerrarla cuando se dio cuenta, pero la llave se quedó en su mano, dejando salir un chorro que lo asustó y lo hizo caerse al suelo, en donde se mojó por culpa del charco ya formado. La caída fue suficiente para darle un susto de muerte y dejarle un moretón en su brazo, así que por eso estaba llorando.

Mierda, JiMin se sentía horrible. Si lo hubiera vigilado mejor eso no habría pasado, pero la llave estaba a nada de romperse de todos modos, de por sí lidiaban con la gotera insufrible del lavabo, pero no creía que JungKook fuera el desafortunado.

Ahora, bueno, debía arreglar la llave.

Obviamente él no sabía arreglar esas cosas, la única vez que lo intentó hizo un desastre y su padre se encargó de solucionarlo. Ahora, sin su padre, sólo tenía a alguien en mente.

Decidió que no iba a hacer un drama al respecto esta vez y, mientras JungKook jugaba en la sala ahora más tranquilo, le envió un mensaje a YoonGi.

No pasó mucho tiempo para que recibiera una respuesta.

[💬]

«Min YoonGi (Vecino)»

Yo:
Estás ocupado?

Min YoonGi (Vecino):
Estoy en el trabajo, entonces sí
Pasa algo? Qué necesitas? 

Yo:
No quiero sonar a que me estoy aprovechando
Pero se rompió la llave de agua del lavabo del baño
Y necesito ayuda...
Eres el único que conozco que sabe arreglar cosas:(

Min YoonGi (Vecino):
Ya veo
Tranquilo, estaré allá a las 5 cuando termine mi horario
No te preocupes ;)

Yo:
Por la luna, muchísimas gracias😭
A esa hora tengo que salir al trabajo, cuánto tiempo crees que te tome?🥺

Min YoonGi (Vecino):
No mucho, pero tengo que revisarla para decirte con seguridad
De camino a casa puedo comprar una nueva, así ahorro tiempo
Sólo dime las medidas

Yo:
😳

Min YoonGi (Vecino):
No sabes las medidas, verdad?

Yo: 
No...

Min YoonGi (Vecino):
jajajajajajaja
Tranquilo, yo me encargo
Nos vemos en un rato

Yo:
Dale😭
Gracias, te debo una
Dos, en realidad🥺

Min YoonGi (Vecino):
No te preocupes, lindo

 

[💬]

JiMin apretó sus labios, tratando de retener una sonrisa boba que luchaba por salir. ¿Lindo? ¿Le había dicho lindo? Eso no debería haber golpeado tan fuerte en su ego, pero lo hizo, también provocó que una felicidad ridícula subiera por su estómago y le provocara una risita tonta. Mierda, admitía ser fan de los cumplidos, pero no podía permitirse ser tan predecible.

Su lobo se contoneaba contento, sin embargo, satisfecho con el alfa. Mientras tanto, JiMin volvió a mirar el mensaje y repitió "lindo, cree que soy lindo" un par de veces mientras secaba el suelo del baño.

Bueno, quizás podía disfrutarlo un rato.

JiMin terminó de cocinar luego de un rato, comió con JungKook y se fue a vestir para estar listo cuando fuera el momento de irse al trabajo. Le avisó a EunJin que seguro iba a llegar un poco tarde y a su jefe también, metiendo una excusa. EunJin prometió que cubriría su puesto hasta que llegara, pero le hizo prometerle una salida algún fin de semana, así que él aceptó.

Cuando la hora llegó, JiMin se encontraba vestido y con JungKook preparado para ser dejado con la niñera. El reloj marcó las cinco y media cuando YoonGi tocó su puerta.

El omega se arregló las arrugas inexistentes y corrió a abrirla.

YoonGi se presentó del otro lado vistiendo un par de pantalones sueltos de jean y botas timberland, con una camiseta blanca lisa holgada y un par de brazaletes decorando sus muñecas, uno de ellos era en realidad una coleta para su cabello y otro tenía púas. Incluso usaba un collar con estilo de cadenas y JiMin se sintió un poco pequeño con el uniforme del restaurante.

—Hey —saludó YoonGi.

—Hola, YoonGi —se apartó de la puerta con una sonrisa contenta—. Pasa, pasa.

—¡Señor YoonGi! —saludó JungKook, corriendo hacia la entrada.

—Hola, chiquitín —se agachó para saludarlo, chocando los puños con él—. ¿Qué tal?

—Todo bien, pero se rompió el baño —señaló el lugar mencionado, YoonGi lo miró con interés—. Fue un accidente —juntó sus manos, jugando con sus dedos.

—Me imagino que sí, voy a ver qué puedo hacer —arrugó su nariz con ternura y se levantó del suelo, mirando a JiMin—. Revisaré cuáles son las medidas, luego iré a comprar una llave nueva y lo arreglaré lo más rápido que pueda. ¿Te molesta si las llaves no son iguales?

—Me da igual, sólo quiero que esté bien —jadeó una risa—. Gracias, otra vez, de verdad. Te pagaré cuando regrese —propuso—. También, uh, ¿te parece si haces hoy la mitad del arreglo y luego la otra? No me gustaría llegar muy tarde —preguntó con un poco de preocupación en su tono, no es como que su jefe fuera un ogro, pero la verdad le preocupaba que quisiera aprovecharse de eso después.

YoonGi zumbó.

—Creo que sería mejor que lo haga todo hoy, sino no vas a tener agua hasta mañana y tendrías que llegar tarde otra vez. Es mejor si esperas un poco, luego no te molestará más, ¿bien?

JiMin dejó caer sus hombros y asintió. Tenía sentido, al menos YoonGi entendía su apuro, y realmente estaba pidiendo un favor así que no podía ser demasiado exigente.

—Voy a revisar el daño primero, quizás arreglarla sólo me tome cinco minutos, ¿sí?

El omega volvió a asentir y siguió al alfa hasta el baño.

YoonGi revisó la pieza rota, ojeando de igual manera el grifo de agua y la otra llave aparentemente funcional, pero no se veía del todo convencido.

—¿Y? —JiMin se asomó con curiosidad.

—Déjame ir por mis herramientas —propuso, saliendo del baño para ir hasta su propia casa.

JiMin comenzó a desanimarse mucho más porque eso no podía ser una buena señal en absoluto.

Cuando YoonGi abrió la puerta de su casa, Holly salió a saludarlo y JungKook fue al encuentro con el perro, riendo mientras el animal lamía su cara y saltaba de un lado a otro a su alrededor.

—Compórtate Holly, recuerda que estás en casa ajena —le advirtió YoonGi al perro cuando regresó a la casa de JiMin. Holly sólo movía su cola contento, dejándose abrazar y acariciar por JungKook.

JiMin se colocó en el marco de la puerta mientras YoonGi dejaba la caja de herramientas a un lado, observando el lavabo una vez más. Desde ese lugar tenía una vista perfecta de JungKook y del alfa al mismo tiempo. Por un lado, Holly saltaba de un lado a otro mientras JungKook le lanzaba sus juguetes para que los fuera a buscar, y por el otro, tenía a YoonGi desarmando gran parte de su lavabo.

—¿Entonces... sí está rota? —preguntó a sabiendas de la respuesta, su tono de broma acompañando el claro chiste, aunque admitía estar nervioso por la respuesta.

—Bastante rota —respondió YoonGi con una sonrisa que no pudo retener, tan sorprendido como divertido por la pregunta de JiMin—. No solo esta llave, sino el grifo. La otra llave se ve muy desgastada también, así que probablemente se rompa en poco tiempo —lo miró un momento, JiMin formó una expresión dolorida—. ¿Tienen goteras?

—Sí, pero simplemente nos acostumbramos —se encogió un poco en su lugar, YoonGi apretó sus labios con una expresión comprensiva en su rostro—. Dime que la llave tiene arreglo y que no va a tomarte más de cinco minutos, por favor.

YoonGi se quedó callado un momento, mirando el lavabo.

—Escucha —comenzó, apoyándose sobre el lavabo para mirar a JiMin con su mejor cara de malas noticias—, tienes dos opciones: la primera es que arregle solo la llave rota y me vaya, pero dentro de poco se te va a romper la otra y probablemente el grifo se salga de su lugar. La segunda opción es que me dejes arreglar todo el lavabo, lo cual me tomará una hora aproximadamente, pero no vas a tener que sufrir por esto otra vez —señaló—. Tú me dices qué quieres hacer.

JiMin se dejó caer contra el marco del baño entre quejidos estresados, sufriendo en su lugar mientras procesaba lo que YoonGi le había dicho. Mierda, ¿por qué tenía que vivir en una casa hecha de papel? Se lamentó por ello un total de un minuto, apoyando su frente contra la pared.

—Bien, mira —suspiró, mirando a YoonGi con tristeza—. Haz todo lo que dijiste, no quiero no hacerte caso y que me pase algo parecido a lo que sucedió con la puerta. Ya avisé que llegaría un poco más tarde al trabajo de todos modos —explicó resignado.

—Perfecto —tomó otra de sus herramientas, dispuesto a sacar una pieza en específico. JiMin sólo formó un pequeño mohín con sus brazos cruzados, luciendo decepcionado. YoonGi sólo le sonrió—. No pongas esa cara, te juro que lo puedo arreglar —aseguró, llamando la atención del omega—, pero por favor, no rompas más nada porque mis habilidades para arreglar cosas no van más allá de cerraduras, lavabos, motos y autos —agregó con diversión.

JiMin apretó sus labios para no reírse, un poco más animado ahora.

—Y yo que pensé que eras una especie de mesías salido de "Hermanos a la obra" —se burló—. Ahora estoy un poco decepcionado.

YoonGi lo miró divertido, ladeando una sonrisa.

—Ah, te haces el chistoso.

—Me gusta hacerme el chistoso —molestó Park.

YoonGi se rió por lo bajo, finalmente sacando la pieza que quería no sólo de la llave, sino también del grifo.

—Bueno —se acercó un paso, mostrando ambas piezas en su mano. JiMin sólo lo miró con interés, quedándose en su lugar mientras el alfa se acercaba lo suficiente como para que su presencia fuera sofocante en un muy buen sentido—. Iré a la ferretería con esto, conseguiré un grifo y un par de llaves de estos tamaños y arreglaré tu lavabo como un mesías salido de "Hermanos a la obra" haría —arrugó la nariz con diversión y se apartó, caminando hacia la salida de la casa—. ¿Te molesta si Holly se queda acá?

—No, está bien. Anda tranquilo —lo dejó irse, dándose cuenta de que había retenido el aliento hasta ese momento, así que carraspeó—. Ten cuidado —le dijo a JungKook una vez estuvieron solos—, ¿recuerdas cómo se tratan a los animales, no?

—Con amorcito —respondió JungKook, acariciando con delicadeza la cabeza del perro—. Holly es un lindo perrito y hay que darle mucho amorcito —continuó mientras el perro se recostaba en su regazo y él se reía emocionado—. Mira papi.

—Sí, lindo perrito —se decidió por acariciarlo también.

Cuando YoonGi regresó, llevaba una bolsa de compras de la ferretería que se encontraba a unas cuadras de la casa. Para ese momento debían ser casi las seis de la tarde y el horario de JiMin había comenzado, pero el omega no se preocupó demasiado por eso y esperó paciente a que el otro terminara con lo suyo.

Mientras tanto, claro, ellos podían conversar.

—Prometo no romper nada pronto, no quiero que pienses que me estoy aprovechando de tu hospitalidad.

YoonGi se rió mientras desarmaba por completo el lavabo.

—No pasa nada, de verdad no me molesta. Además, me han dicho que tengo talento para arreglar, mi hermana me llama todas las semanas para pedirme que arregle cualquier cosa en su casa.

A JiMin le pareció una imagen tierna y se sintió mucho más curioso por la vida de YoonGi. Sabía que tenía una ex novia, una hermana y dos sobrinos revoltosos, además de un negocio a su nombre y que era talentoso para ser el tipo al que llamarías para que te ayude con algo. ¿Qué más podía descubrir de él?

—¿Cómo se llama tu hermana? —preguntó, otra vez apoyado en el marco del baño. JungKook se encontraba en la sala, viendo televisión con Holly.

—Min SooYoung —contó YoonGi—. Es dos años menor que yo, creo que tiene tu edad de hecho.

—¿Y tiene dos hijos? —preguntó un poco más alto de lo que esperaba, luego se arrepintió—. Perdón, eso sonó fuera de lugar, no tiene nada de malo que ella los haya tenido jóven, soy quien menos derecho tiene de criticar a alguien por eso —explicó con nerviosismo—. Sólo me sorprendí un poco; yo a JungKook lo tuve a los dieciocho, un mes después cumplí diecinueve, pero todavía sentía que era mucho.

El alfa se rió, negando con la cabeza.

—Son pequeños, el mayor tiene cinco recién cumplidos y el menor tiene tres años, él cumplió en enero si mal no recuerdo —explicó, agachándose para buscar algo en su caja de herramientas—. Los tuvo a los veintiuno y veintitrés.

—Ah, tiene sentido —comentó, haciendo cálculos en su cabeza—. JungKook va a cumplir siete en septiembre y yo veintiséis en octubre.

—¿Ah sí? ¿Planean hacer algo en sus cumpleaños? ¿Qué días caen?

—El de JungKook es el primero de septiembre, por el momento no tengo mucho planeado, pero sé que quiere algo de superhéroes y cosas así —bajó un poco su voz, colocando su mano al lado de su boca como si estuviera contando un secreto.

YoonGi zumbó mientras se concentraba en encajar una de las nuevas llaves en su lugar. Esta era bastante parecida a la que se había roto, se notaba que el alfa había hecho el esfuerzo para que quedara igual y JiMin lo notó, así que formó una pequeña sonrisa. Aunque su buen ánimo no se debía sólo a eso, gran parte del mismo se originaba porque tenía a Min YoonGi forcejeando en su baño, apretando los músculos de sus brazos mientras hacía su trabajo.

JiMin observó cada movimiento con total atención.

—¿Y tu cumpleaños cuándo es? —lo miró un momento, al parecer había acabado de apretar algo y ahora miraba a JiMin con interés, dejando su herramienta un momento—. Dijiste que cumpliste un mes después de que JungKook naciera, ¿quizás el primero de octubre? —trató de adivinar.

—Cerca, en realidad es el trece.

YoonGi se quejó por haber errado.

—Estaba a punto de decir trece.

JiMin rió.

—Claro, sí, sí. Te creo —asintió, hablando con ironía. YoonGi le sonrió y le enseñó la lengua antes de continuar con el lavabo—. Qué maduro de tu parte.

—Soy la persona más madura que conocerás en tu vida —JiMin se rió con un poco más de ganas esta vez—. Ah, ahora te ríes de mí, no puedo creer que esté arreglando tu lavabo.

JiMin trató de controlar su risa, no entendía por qué se le hacía tan gracioso, el chiste ni siquiera fue bueno en absoluto. Simplemente se sentía estúpidamente risueño al lado del alfa, con una sensación de cosquilleo que acariciaba su estómago y le obligaba no sólo a sonreír, sino a mirar al otro como si fuera un total comediante. No recordaba haber sentido así desde hacía años, quizás con HyunSoo, pero pensar en ello lo pondría de malhumor.

De repente, fueron interrumpidos por el celular de JiMin, quien se excusó con YoonGi y caminó hasta la sala en donde se encontraba el aparato, levantándolo de la mesa y viendo que el nombre de EunJin brillaba en la pantalla.

—¿Hola? ¿EunJin?

JiMin, es martes —fue lo primero que dijo ella, el apuro escuchándose en su voz—. Hoy viene Choi.

La cara del omega palideció.

—Mierda, lo olvidé —se lamentó, sintiendo pánico un momento—. ¿Ya llegó? No sé ni qué hora es —nervioso, miró hacia JungKook, quien dormitaba con Holly en el sofá.

Son las siete, JiMin. Todavía tienes tiempo antes de que llegue —explicó—. Lo puedo atender si aparece antes, pero ya sabes lo que hizo la última vez que se enteró que alguien no estaba en su turno.

JiMin lo sabía, ese había sido el último día de uno de sus antiguos compañeros: EunWoo. El omega no pudo llegar aquel día porque se encontraba enfermo y a pesar de que su jefe le había dado el día libre, cuando el caprichoso Choi se enteró de que su camarero favorito del momento no se había presentado a trabajar, automáticamente pidió que lo despidieran. Su jefe no pudo hacer nada, o más bien no quiso meterse en problemas con el casi dueño. JiMin se volvió el favorito del viejo tiempo después y la situación se sintió como una condena en su momento.

Por un tiempo los demás camareros le pidieron a EunWoo que tratara de llevar el caso a las autoridades porque no podían creer que hubiera sufrido un abuso de poder como ese. Sin embargo, el omega se negó a meterse en ese tipo de drama con un rico que tenía todas las de ganar y las acciones del viejo Choi quedaron impunes.

Recordando todo eso, JiMin sintió pánico.

—¿Crees que me haga lo mismo que le hizo a EunWoo?

Mira, yo no me arriesgaría —fue su respuesta—. Te consigo todo el tiempo que quieras, pero ven ahora.

EunJin colgó y JiMin tuvo que retener un chillido de estrés. Llegar al trabajo le tomaba media hora y quizás quince minutos esperando el autobús en un buen día. Choi llegaba siempre a las ocho en punto, a lo mucho a las ocho y cuarto y a veces a las siete y media, así que debía salir rápido de casa. De inmediato, corrió hacia donde estaba JungKook y lo bajó del sofá con todo el amor y delicadeza que tenía en su estresado cuerpo.

—Vamos con la señora Hwang, me tengo que ir —le avisó, mientras el niño despabilaba del sueño.

—Pero yo me quiero quedar con el señor YoonGi y con Holly —el niño decía con tristeza, mirando al animal.

—Lo siento amor, será otro día.

JungKook comenzó a lloriquear y JiMin lo cargó para poder manejarlo mejor, tomó su mochila y su oso de peluche, caminando lo más rápido que podía.

—¡Regreso en un momento! —le avisó a YoonGi y salió de la casa.

El alfa parpadeó sorprendido, asomando su cabeza por el baño para asegurarse de que JiMin de verdad había salido de la casa y de que no habían sido alucinaciones suyas. Luego miró a Holly, el perro se acercó a donde estaba con una cara que se veía igual de confundida y él se encogió de hombros, demostrándole que tampoco sabía qué sucedía. A los minutos, apareció JiMin apurado, tomando sus propias cosas como si estuviera preparándose para salir, YoonGi dejó lo que estaba haciendo y salió del baño con una cara confundida.

—¿Está todo bien?

—No —contestó de inmediato, rebuscando entre los cojines del sofá—. Debo ir al trabajo ahora mismo y no encuentro mi maldita tarjeta para el autobús.

—¿Y qué haremos con el lavabo? Aún no termino.

JiMin se giró, mirándolo un momento.

—¿Puedes terminar mañana?

YoonGi frunció sus labios.

—¿Pero a qué hora regresas?

—A las doce —frunció sus cejas en preocupación

—Bueno a esa hora yo voy a estar durmiendo y mañana trabajo hasta las cinco, llegarías tarde otra vez, no tiene sentido. Es mejor terminarlo hoy —busco razonar, esperando sonar tranquilo para no alterar más al angustiado omega, el cual lloriqueó y continuó rebuscando entre los cojines—. ¿Y si mejor me dejas las llaves? —JiMin se detuvo y lo miró inseguro—. Termino con el lavabo, me encargo de cerrar la puerta y les dejo las llaves a la señora Hwang.

Bueno, no sonaba mal. A la hora en la que llegara ella estaría despierta esperándolo y no creía que el tiempo que YoonGi tuviera las llaves fuera suficiente para que les hiciera una copia, ¿cierto? Su lobo confiaba plenamente en el alfa, pero hacerlo ciegamente rayaría en lo estúpido. ¿Sólo sería un momento, no? No es como que le estuviera entregando una copia.

—Está bien, bueno, luego le digo a la señora Hwang que irás —aceptó, tomó las llaves y las colocó en las manos del alfa—. Ahora, si ves una tarjeta de autobús por favor, avísame —pasó a su lado, rebuscando entre los papeles de la mesa.

—También te puedo llevar —propuso como si no fuera la gran cosa.

—YoonGi, estás arreglando mi lavabo, me vas a guardar las llaves y literalmente has estado siendo lindo conmigo desde que llegaste, no puedes proponerme ayudarme todo el tiempo, esto ya es aprovecharse —explicó como si estuviera agotado, mirándolo con ojos cargados de culpa.

El alfa jadeó una sonrisa.

—JiMin, estás diciendo que debes llegar rápido, esperar el autobús tomará tiempo y las paradas harán el viaje más largo, en mi moto llegarás en menos de cinco minutos, déjame llevarte. No te estás aprovechando, yo quiero hacerlo —había una sonrisa en su cara, como si le pareciera tierno el estrés del pobre omega cuyo trabajo estaba perdiendo de un hilo en ese momento.

JiMin tomó aire, apretó los puños, miró al techo y largó un sonido estresado. YoonGi sólo retuvo una risa baja, esperando a que el omega terminara con su pequeña crisis para ir a buscar las llaves de la moto y el par de cascos.

—Bien, vamos —accedió Park.

YoonGi sonrió y se apresuró en buscar lo que hacía falta.

Bien, ahora JiMin le debía tres, increíble.

—Ya regreso, Holly —le avisó a su perro antes de cerrar la puerta.

JiMin suspiró con el casco en sus manos, ¿en qué momento había dejado que hasta el perro de YoonGi se metiera en su casa? Una cosa es que el alfa lo ayudara con un par de cosas, pero que lo llevara al trabajo se sentía muy diferente. Sabía que no era algo que habían acordado hacer más veces como si fueran una especie de relación seria, pero su lobo se encontraba más que satisfecho como nunca y suponía que el lobo de YoonGi también porque la sonrisa del pelinegro no desapareció en ningún momento.

El camino en moto fue, efectivamente, mucho más rápido de lo que habría sido si JiMin tomaba el autobús. EunJin no lo había vuelto a llamar, así que suponía que Choi no había llegado. Su trabajo estaba a salvo y él se bajó de la moto en el instante que YoonGi la estacionó media cuadra antes de llegar al restaurante.

—Se ve lindo —comentó YoonGi, mirando la fachada del lugar con el casco abierto para darle un vistazo más claro.

—Sí, lo es —jadeó JiMin cuando se sacó el casco—. Ten.

—No, quédatelo, después de todo tengo que venir por ti —movió su mano en un ademán.

—No, está bien, conseguiré que alguien me lleve —negó, tendiéndole de nuevo el casco.

—JiMin —su voz sonaba insistente—, no me molesta venir a buscarte.

—YoonGi —respondió con el mismo tono—. Salgo como a las doce, es muy tarde. No tienes que...

—Pondré una alarma —bajó los lentes del casco y quitó el soporte, haciendo rugir el motor para callar los reclamos del omega—. ¡Nos vemos!

Cuando arrancó, JiMin se alejó de la carretera con una cara llena de indignación pura. ¡El idiota ni siquiera le había dejado terminar! ¿Quién se creía ese tarado con su estúpida moto y sus estúpidos brazos musculosos? Aparte de su estúpida cara de ensueño.

De inmediato comenzó a refunfuñar, llamándolo "alfa terco" e "idiota" durante el corto tramo hacia la parte trasera del restaurante. YoonGi era un descarado, no lo podía creer, ¿acaso él no tenía poder de decisión? Quería golpearlo e insultarlo, patearlo, estrangularlo y luego besarlo, pero enojado.

Mierda, no podía dejar de sonreír. ¿Qué le pasaba?

—¡JiMin, por fin! —fue recibido por EunJin luego de atravesar la puerta trasera que conectaba con la cocina, en donde afuera de la misma la omega se encontraba recibiendo platos para entregar—. El viejo todavía no llega así que tuviste suerte. ¿De dónde sacaste ese casco?

—Larga historia —pasó a su lado y se adelantó hasta la zona en donde los camareros dejaban sus pertenencias, soltando su mochila con el cambio de ropa y el estúpido casco del estúpido Min YoonGi.

Se presentó con el jefe, se disculpó por la demora y se apresuró en ir hasta el frente de la zona de pago para comenzar a atender mesas, pero EunJin se adelantó y lo tomó del brazo, metiéndolo de nuevo a los casilleros.

—¿Qué te pasa? —la miró con reproche.

—Apestas —respondió ella mientras rebuscaba en su bolso.

—Mierda, gracias —se quejó—. No tengo agua en mi casa, perdón —agregó con ironía.

—No, apestas a hormonas —aclaró, sacando un paquete de toallitas húmedas, un parche para aromas y un rociador con inhibidores—. ¿Cómo no vas a tener agua en tu casa? ¿Desde cuándo vives en Latinoamérica?

—¡EunJin! —regañó.

—¡Perdón! —respondió con una risa atorada, apretando los labios mientras dejaba las cosas en una mesa que tenían al lado y sacaba un par de toallitas húmedas—. El punto es que hueles como si estuvieras diciendo: "alfas mírenme, estoy soltero", ¿cuándo es tu celo? —desabrochó los primeros botones de la camisa blanca del uniforme de JiMin, pasando las toallitas por su cuello, clavículas y hombros.

JiMin la miró con extrañeza.

—Eh... no sé, siempre es a inicios del mes.

Ella lo miró un momento, pausando sus movimientos.

—Estamos a inicios de mes, literalmente es primero de agosto.

JiMin se quedó callado un segundo.

—Bueno entonces es a mediados de inicios de mes, no puede ser ahora.

—¿Por qué no? —continuó ella, terminando con las toallitas para dejarlas a un lado y tomar el aerosol, echando un par de rociadas a ambos lados del cuello de JiMin—. A ver, no es que apestas-apestas, sólo hueles como más coqueto que antes. También tienes un olorcito a madera, ¿es de quien te dio ese casco? —inquirió con una expresión divertida.

—¿Por qué me estás interrogando? —casi se rió, luciendo una sorpresa que bailaba entre la incredulidad y la diversión mientras EunJin frotaba entre sus manos el parche para activarlo.

—No respondes ninguna de mis preguntas, ni siquiera sé por qué no tienes agua en tu casa. Tú eres el que no se está comunicando conmigo, por eso te interrogo —habló como si fuera la víctima de la situación, despegando el parche.

—No dejas de hablar, por la diosa —ahora sí se estaba riendo.

El pequeño parche en forma de cuadrado se dividía en dos pedazos que venían cargados con la misma cantidad de inhibidores. EunJin los colocó cuidadosamente en cada lado del cuello de JiMin por donde el aroma se extendía a través de su glándulas, cortando todo suministro de hormonas que pudiera llamar la atención de los alfas alrededor.

—Listo —ella palmeó sus hombros, luego tomó el inhibidor en aerosol y lo roció un par de veces más—. Me debes una —molestó, apretando una de sus mejillas.

—Le debo a todo el mundo —viró los ojos, abrochándose de nuevo el uniforme hasta el cuello—. Gracias.

—¿A quién le debes? —preguntó con curiosidad.

—Deja de ser tan chismosa —molestó, dándole un empujón antes de salir una vez más para atender a los clientes.

—¿Te acabo de salvar el culo con mis inhibidores y así es como me tratas? ¡No lo puedo creer! —se quejó a modo de berrinche.

JiMin sólo la ignoró mientras se reía.

A ver, comenzar a oler tanto era un problema, JiMin no recordaba la última vez que su aroma se hubiera vuelto lo suficientemente llamativo como para que hasta un omega se diera cuenta de que estaba cerca de su celo, pero suponía que YoonGi tenía que ver. Después de todo, había estado abrazado a él durante todo el trayecto al restaurante y quizás su lobo se emocionó de más, pero claro, él no sufría de ciclos de celos complejos desde que tuvo a JungKook, no iba a ser la gran cosa.

En fin, él tomaría un supresor por la mañana, se pondría un par de parches los días siguientes y estaría bien.

Minutos después el viejo Choi apareció como de costumbre, sentándose en su puesto de siempre como el jefe que él creía que era. JiMin puso su mejor sonrisa, arregló las arrugas de su uniforme, y procuró ser la persona más paciente en la tierra por las próximas horas.

Al menos tenía la imagen mental de un atractivo alfa arreglando su lavabo para distraerse.


Bajo la noche fresca de verano, JiMin se encontraba suspirando lleno de cansancio mientras los demás se despedían en las puertas del restaurante. Habían acabado de limpiar y de cerrar, la mayoría se había ido a casa y JiMin esperaba que YoonGi apareciera porque de hecho el alfa sí había puesto una alarma y de hecho sí le contestó el mensaje en donde le avisaba que había acabado de salir del restaurante.

—Entonces, este tal YoonGi —comenzó EunJin mientras esperaba a su lado, vestida con su ropa de siempre, la cual para JiMin siempre lucía como si estuviera a punto de salir de fiesta, juvenil y ridículamente atractiva—. Él se supone que te arregló la puerta, ahora el lavabo y también te vendrá a buscar —JiMin asintió, viendo la calle en espera de la farola de la moto—, ¿y me estás diciendo que no quieres salir con él?

—No es que no quiera salir con él, estamos saliendo en realidad —formó una mueca con sus labios—. Algo así —se encogió de hombros—. Sólo es complicado.

Le había contado a EunJin un resumen de lo que sucedía con YoonGi, claro que lo había hecho. En el momento que le dijo que estaba esperando a que alguien lo fuera a buscar ella no dejó de preguntar quién era, insistente como si se fuera a morir si no se enteraba de lo que sucedía. JiMin era un poco débil con ella, la sentía como una hermanita pequeña, así que le dio lo que quiso.

—¿Es complicado o lo haces complicado? —preguntó ella, sonriendo divertida cuando JiMin la miró con una expresión poco sorprendida—. Mira, no creo que sea complicado salir con alguien que te arregla la casa. Peor que mi ex no puede ser —aseguró.

—No sé si seguir consejos de alguien que se sigue acostando con la persona de la que se está quejando —miró hacia otro lado.

EunJin abrió la boca ofendida, buscando palabras para defenderse, pero sólo se vio como un pez fuera del agua. JiMin comenzó a reír y ella se apresuró a golpear su hombro.

—¡Ya no nos estamos viendo! —aclaró en alto, riéndose aun así porque el ataque de JiMin había sido muy acertado—. Hace como un mes de eso, deberías estar orgulloso de mi, ya hasta lo bloquee —se jactó.

—Estoy orgulloso de ti —afirmó con seguridad—. Él es el que me da pena, se nota que sigue enamorado.

—Pues nadie lo mandó a ser un imbécil durante toda nuestra relación —razonó, JiMin estuvo de acuerdo—. Y ya vi lo que acabas de hacer —acusó.

—¿Qué hice?

—Desviaste el tema, no me vengas con tus trucos psicológicos.

—No fue ningún truco —se defendió entre risas, aunque ella tenía razón en lo primero.

En ese momento, ambos omegas observaron con atención cómo la motocicleta de YoonGi se detenía justo a su lado. El alfa colocó el soporte de la moto con el pie para poder apoyarse sobre este y quitarse el casco, sonriéndole a JiMin en medio de las luces que iluminaban las calles aún suavemente concurridas de Seúl en la madrugada. Con su mano enguantada se peinó sus negros cabellos hacia atrás, luciendo animado a pesar de la hora, tan guapo como siempre.

—Hey —saludó con su encanto varonil.

EunJin dejó caer la mandíbula y JiMin apretó sus labios para no reírse, dándole un par de palmadas en la espalda a su amiga.

—Hola YoonGi —saludó JiMin con su voz un poco más dulce—, ella es EunJin —la mencionada levantó la mano y saludó con timidez, luciendo una sonrisa inocente que hacía brillar su juvenil rostro con encanto—. Es mi amiga del trabajo.

—Hola —dijo ella.

—Un gusto —el alfa le dedicó una inclinación suave y ella la imitó—, ¿necesitas que te acompañemos hasta que consigas un taxi?

—¿Eh? No, está bien —hizo un ademán con su mano, luciendo nerviosa—. Mi uber seguro llega en cualquier momento, estaba a diez minutos cuando lo pedí, así que... —entonces su celular resonó—. Oh, hablando de eso —enseñó la pantalla, animada—. Me voy, ¡un gusto YoonGi! ¡Nos vemos mañana JiMin! —se despidió del omega con un abrazo.

—Hasta mañana —JiMin agitó su mano como despedida cuando ella se apartó, viendo cómo EunJin corría hacia el paso de cebra para cruzar la calle, no sin antes hacerle señas a JiMin con los pulgares arriba y una expresión que gritaba lo emocionada que estaba por él.

—Se ve muy amistosa —comentó YoonGi, colocándose el casco una vez más.

—Sí, lo es —JiMin trató de no reír por las ocurrencias de la chica—. ¿La alarma funcionó entonces? —preguntó juguetón antes de colocarse su propio casco.

—¡De maravilla!

JiMin rió y se subió a la moto, abrazando a YoonGi con mucha más confianza ahora, recostándose sobre su espalda con comodidad mientras el alfa arrancaba el motor para irse a casa de una vez.

En la mente del omega no sólo reinaba el sueño, sino también la idea de que en un mundo perfecto, él podría acostumbrarse a eso. Su lobo contento, girando en el suelo por el escenario de un mundo ficticio en el que YoonGi fuera todos los días a buscarlo al trabajo. JiMin casi se ríe, era obvio que no había soltado del todo esa tendencia a fantasear de más, pero sería más fácil no hacerlo si no estuviera abrazando un alfa que se preocupó lo suficiente por él como para ir puntual a buscarlo.

El camino a casa se le hizo demasiado corto al omega, pero ellos no podían recorrer Seúl para siempre y él debía acostar a su hijo en su cama, así que se apresuró en ir a buscarlo luego de que YoonGi le dijera que lo hiciera una vez entraron al estacionamiento.

Como había llegado un poco antes de lo habitual, JiMin pensó que quizás encontraría a JungKook despierto y buscó su rostro con insistencia cuando la señora Hwang le abrió la puerta de su casa.

Sin embargo, el niño dormía en el sofá, como siempre. Abrazado de su oso de peluche con su mochila en el suelo y luciendo como si hubiera estado sentado esperándolo minutos antes.

A pesar de la pesadez de su pecho, JiMin le agradeció a la mujer y cargó a JungKook en brazos. Al parecer ese día habían hecho marionetas de papel, por lo que los dedos de JungKook se encontraban manchados de pintura al igual que su pijama. Su pequeña mochila debía estar llena de sus creaciones y él no podía esperar a que se las enseñara en la mañana.

La rutina se repitió en ese momento, él bajó del ascensor y caminó hasta la puerta de su casa, pero se sorprendió al encontrarse con el alfa apoyado en la pared, esperándolo quien sabe para qué, quizás queriendo desearle buenas noches.

—No tenías que esperarme —JiMin sonrió.

—Aun así aquí estoy —fue lo que dijo, sus cejas frunciéndose un poco cuando lo vio más claramente—. Oye, estás lleno de cosas —se apresuró YoonGi, tomando el oso de peluche que se sostenía por pura suerte—, déjame ayudarte.

El omega no dijo nada más que un "gracias" y se dejó hacer mientras YoonGi le quitaba el peso de la mochila mientras JungKook dormitaba en su hombro, murmurando balbuceos entre sueños. YoonGi también tomó las llaves y abrió la puerta, así que JungKook no se despertó por culpa del forcejeo por el que siempre debían pasar antes de entrar a la casa.

—Gracias, de verdad —le dijo suave bajo la bruma de la noche, encendiendo la luz de la entrada para no tropezarse—. Dame un momento, quédate ahí. Puedes dejar el oso y la mochila en el suelo.

YoonGi hizo caso, cerró la puerta y esperó al lado de la entrada. JiMin acostó a JungKook en su cama, encendió el ventilador y besó su frente mientras murmuraba lo mucho que lo amaba. Cuando regresó a la sala, se encontró con YoonGi tratando de colocar el oso de peluche sobre la mochila de JungKook sin que se cayera, pero fallando en cada intento. JiMin rió y dejó su propia mochila en una de las sillas del comedor.

—Déjalo así, está bien —palmeó su espalda una vez estuvo lo suficientemente cerca.

YoonGi suspiró rendido y se paró derecho de nuevo, dejando que el peluche cayera de cara al suelo. JiMin sólo miró al alfa con una sonrisa pequeña en su cara y es que dentro suyo estaba sintiéndose estúpidamente contento, como si el sueño que hace un momento tenía se hubiera esfumado como vapor para darle paso a una nube de buen ánimo, una especie de bruma que estaba atacando sus sentidos.

—Gracias, otra vez —le dijo en voz baja, no sólo por la hora o porque no quisiera despertar a JungKook, sino porque el ambiente se sentía delicado—. Creo que perdí la cuenta de los favores que te debo, debería comenzar a pensar en cómo pagarlos.

YoonGi rió entre dientes, encantador. Su nariz arrugada como si algo le estuviera produciendo ternura.

¿Era idea suya o YoonGi se veía mucho más guapo ahora que hacía un rato? Quizás era la cara de sueño que tenía, su cabello ahora despeinado o la ropa holgada de pijama que estaba vistiendo. Lo cual era raro porque ninguna de esas cosas significaba algo atractivo teóricamente hablando.

—Te juro que lo hago sólo porque quiero ayudar, no porque quiera algo a cambio —se encogió de hombros, cruzándose de brazos mientras detallaba el rostro de JiMin tal y como el omega lo estaba haciendo con él—. Claro, si a cambio quieres darme tu encantadora presencia, me parecería un ganar-ganar.

JiMin se rió avergonzado, negando con la cabeza.

—No digas eso —hizo un ademán con su mano.

—¿Por qué?

—Mi presencia no es encantadora —él también se cruzó de brazos, pero una de sus manos subió a sus labios, ocultando su tímida sonrisa entre sus dedos.

—Claro y mi nombre en realidad es Holly.

JiMin retuvo una risa estúpida. Eso tampoco había dado risa, pero él se sentía gracioso, no sabía ni cómo definirlo, sólo podía pensar en la palabra "gracioso". Una sensación que caló más fuerte en él que la que tuvo más temprano. Quería reír y sonreír, quería moverse un poco más cerca de YoonGi, quería olfatear mejor el aroma a madera que se filtraba por sus pulmones.

—JiMin, eso no dio gracia en absoluto —YoonGi dijo lo obvio, riéndose por la propia reacción atontada del omega.

—Ya lo sé, no me molestes —movió sus manos como si no fuera importante, un tono casi infantil y aterciopelado colándose entre las palabras que decía. YoonGi seguía sonriendo—. En fin, ¿cuánto te costó lo del lavabo? —señaló el baño con su pulgar—. Te lo tengo que pagar.

—Ah no, está bien.

El omega frunció sus cejas, esperando verse un poco más serio ahora mientras trataba de espantar la bruma que tenía dentro del cerebro.

—No, sí lo tengo que pagar, no te hagas el lindo y dime.

—¿El lindo? —YoonGi levantó ambas cejas, aunque no se veía sorprendido, más bien juguetón—. ¿Cómo es eso?

JiMin se sonrojó, los nervios revoloteando dentro de su estómago. El calor iba subiendo y su cuerpo entero se sentía más sensible de repente.

—Sólo dime el precio, no seas así —se quejó con voz aletargada, dándole un empujón en el hombro.

YoonGi aprovechó que JiMin lo tocó para tomar su mano, bajándola y usándola para atraerlo un poco más cerca de él, sus ojos fijos en los suyos mientras le dedicaba una mirada que JiMin juraba que lo tenía al borde, ¿al borde de qué? No tenía la más mínima idea.

—¿Así cómo, JiMin? —preguntó lento, suave y ronco. JiMin apretó sus labios y desvió la mirada, su cara caliente como el infierno mientras todo él se sentía demasiado pequeño en ese momento—. No te voy a decir el precio, ¿bien? Ya tiré la factura —molestó.

—Oh, entonces ya sé dónde está.

Rápidamente, JiMin se soltó del agarre de YoonGi y corrió hacia la cocina en donde se encontraba el bote de basura. YoonGi reaccionó un segundo después y corrió detrás de él, tratando de atraparlo entre tanto el omega se esforzaba para no reírse mientras sus intentos de llegar el bote de basura se veían entorpecidos por la manera en cómo YoonGi lo atrapó por la cintura, jalándolo lejos, levantándolo del suelo ocasionalmente.

No podían parar de reírse lo más silenciosamente que podían, cuidando sus movimientos para que hicieran el menor ruido posible a pesar de lo serios que estaban siendo con su lucha. Se sentía como una misión imposible, chillando y quejándose en voz baja mientras luchaban por quien llegaba a la dichosa factura primero.

—Ya quédate quieto, JiMin —dijo un poco alto, tratando de no reírse mientras jalaba a JiMin lejos de la cocina, su brazo rodeando su cintura.

—¡Shhh! Silencio, tonto —lo calló entre risas, empujándolo y apresurándose a la encimera para abrir el cajón en donde estaba la basura.

Quizás YoonGi realmente no estaba detrás de la factura porque terminó acorralando a JiMin contra la encimera de la cocina para que no se le escapara, ignorando por completo el cajón de la basura. JiMin giró de inmediato, mirándolo con algo parecido al pánico mientras YoonGi lucía enormemente victorioso por haberlo atrapado. Su cuerpo se cernía contra el suyo con firmeza, dominante en su posición mientras que JiMin se encontraba medio inclinado hacia atrás, sus manos apoyadas contra el borde la encimera.

Estaba muy cerca, YoonGi se encontraba malditamente cerca.

—Esto es trampa, déjame ir —pidió JiMin con tono de regaño.

—No hasta que dejes de insistir —no se movió ni un centímetro, JiMin incluso lo sentía más cerca.

Su propia respiración se sentía pesada y acelerada, quizás por el forcejeo previo, quizás por otra cosa.

—Tengo que pagarte, YoonGi —se quejó, haciendo una pequeña pataleta en el lugar—. Te dije que lo iba a hacer de todos modos, ¿por qué eres tan terco?

—No soy terco, JiMin.

—Claro que sí.

—Que no.

—Que sí —dijo con voz insistente, alargando la corta oración—. Eres el alfa más terco que he conocido en mi vida.

—Eso no puede ser verdad —YoonGi se rió.

—Ah, ¿ahora me llamas mentiroso? —lo miró ofendido, colocando una mano en su pecho.

—No dije eso —aclaró, acercando un poco más su rostro hacia JiMin, provocando que el omega se encogiera en su lugar—. ¿Por qué pones palabras en mi boca? ¿Quieres hacerme quedar mal?

—Por favor, yo no estoy poniendo palabras en tu boca —respondió con el mismo tono, juguetón en sus movimientos y en su palabras, mirando a YoonGi con ojos cargados de reto y con su propio rostro acercándose al otro—. Estoy muy seguro de que tú mismo lo dijiste —tocó un par de veces los labios de YoonGi con la punta de su dedo índice.

YoonGi se quedó callado un segundo, relamiéndose los labios y dejándolos brillantes bajo la suave luz de la sala que iluminaba la cocina. JiMin bajó la mirada hacia este pequeño gesto, luego volvió a mirarlo a los ojos, su propio aliento atorado en su garganta mientras detallaba la manera en la que los ojos de YoonGi parecían cargarse de una oscuridad que no había visto antes de él.

Hacía calor, era verano, claro que hacía calor. JiMin juraba que esa noche estaba siendo ridículamente calurosa en ese momento porque había comenzado a sofocarse. Letárgico, dejó caer su cabeza hacia un lado, todavía mirando fijamente al hombre que seguía cernido sobre él, mostrando de más su cuello. Su propia mirada cargándose de la misma oscuridad que se proyectaba en la de YoonGi.

¿Qué estaba buscando con eso? ¿Provocarlo? Ya ni sabía. Sus acciones ya no pasaban por los filtros de su consciencia, así que estaba siendo un poco más impulsivo que de costumbre.

Los ojos del alfa se desviaron hacia el cuello de JiMin, observando un momento antes de volver a relamerse los labios para hablar.

—Tienes un parche —dijo YoonGi por lo bajo.

Había algo en la manera en cómo YoonGi miraba su cuello que tenía a JiMin encantado.

—Sí —murmuró JiMin—, mi aroma estuvo fuerte hoy.

JiMin juraba haber visto a YoonGi tragar luego de eso.

—Lo sé.

JiMin tomó un poco de aire, sintiendo como los nervios revolvían su estómago.

—¿Quieres quitarlo? —preguntó.

YoonGi se quedó mudo un segundo, aspirando un poco de aire.

—¿Puedo?

JiMin asintió, sus ojos fijos en la cocina porque no estaba seguro de que fuera buena idea mirar a YoonGi en ese momento. Ni siquiera había caído en completa cuenta de lo que le había preguntado, demasiado perdido en ese momento dentro de su burbuja como para reparar en sus acciones y en lo que estas significaban.

Un segundo después, sintió la mano del alfa rozar su cuello. Su pulgar acariciando por encima del parche antes levantar una de las esquinas para despegarlo con cuidado.

Ahora se sentía mareado incluso, adormilado como si hubiera tomado algún tipo de sedante. Casi podía saborear en su boca el aroma de YoonGi. No era sólo madera, sino también café.

A él le gustaba el café.

JiMin parpadeó cuando escuchó algo parecido a un jadeo retenido y se dio cuenta de que se había perdido un momento. Otra vez. Otra vez se había desvanecido. Cuando miró a YoonGi, el alfa parecía estar demasiado ido ahora, mirando la zona de cuello de donde su aroma a rosas se extendía. Él mismo podía sentirlo incluso, llenaba la cocina, y sabía que YoonGi estaba luchando con el impulso de inclinarse sobre él.

Bueno, JiMin sólo le facilitó el trabajo. Él sólo extendió su mano y tomó el rostro de YoonGi, tirando de él hacia adelante. En un instante, tenía al alfa acariciando su nariz contra su cuello y él mismo tuvo que encerrar en su garganta cualquier sonido que hubiera intentado escapar.

Ellos de repente estaban abrazados contra la encimera de la cocina, con JiMin enterrando una de sus manos en el cabello negro de YoonGi mientras el alfa lo abrazaba y se intoxicaba con su aroma. El omega se sostenía de la encimera con su mano libre, respirando con dificultad por lo mucho que estaba sintiendo en ese momento, después de todo la zona en la que el alfa estaba restregando su nariz era demasiado sensible como para que pudiera quedarse callado por más tiempo.

—Yoon... YoonGi... —llamó sin saber con qué motivo, quizás para sentir que seguía en tierra.

El mencionado zumbó, levantando su cabeza para apoyarse contra la mejilla de JiMin, quien tragó con nervios, dejándose hacer mientras el alfa movía sus pulgares sobre su cintura porque, claro, YoonGi lo sostenía con ambas manos como si no quisiera que se le escapara y este toque suavemente rústico también tenía a JiMin en el borde. Él sentía que su piel se quemaba bajo su toque. En cualquier momento podría derretirse, estaba seguro.

—Hueles bien —murmuró YoonGi contra su oreja, JiMin atrapó su labio inferior entre sus dientes con un suspiro—. Hueles muy bien.

JiMin jadeó.

—¿Te gusta? —preguntó juguetón.

—Mucho —murmuró en un tono parecido, coqueto en algún sentido, pero más profundo—. Me encanta.

JiMin se dio el lujo de sonreír, inclinándose hacia el toque del otro y provocando que los labios de YoonGi tocaran su piel. Su mano, la que todavía se aferraba a su cabello, se encargó de apretarlo más cerca y YoonGi entendió el mensaje, así que no perdió el tiempo en besar la mandíbula del omega, bajando por su cuello hasta llegar lentamente a la zona en donde el parche había estado. Sus labios se sentían húmedos contra su piel caliente, fríos a comparación y tan suaves que JiMin no dejaba de suspirar, con su cabeza sintiéndose demasiado pesada como para mantenerla arriba.

JiMin ni siquiera se sentía él mismo en ese momento, sólo podía pensar en lo mucho que quería que YoonGi lo apretara en contra de su cuerpo con fuerza, en lo mucho que quería enroscar sus piernas contra la cintura del alfa, en lo mucho que quería besarlo, en lo mucho que quería oír su voz ronca contra su oído, en lo mucho que quería deshacerse de su ropa.

—YoonGi —llamó de nuevo, esta vez mucho más seguro de lo que quería decir—. Alfa —llamó con insistencia, su voz más aterciopelada.

—Dime —respondió Min—. Dime qué quieres —pidió saber.

JiMin suspiró con dulzura.

—Vamos a mi cuarto, ¿sí?

El alfa se detuvo en seco, apartándose lentamente de JiMin un momento después. En ese momento, el omega se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados, así que los abrió. Se encontró con YoonGi observándolo con sus orbes cargados en algo que el otro no podía descifrar porque bien no tenía palabras para hacerlo o porque en realidad su cabeza no estaba funcionando muy bien en ese momento. Lo que sí notó, era la expresión contenida que tenía en la cara, su mandíbula apretada y su aroma tornándose ligeramente amargo.

—No, JiMin —fue como comenzó, provocando que el omega frunciera sus cejas porque no entendía qué podría estar mal—. Vamos a terminar despertando a JungKook.

De repente, toda la bruma que había atontado al omega desapareció en un instante. Otra vez fue consciente de su entorno, esta vez exaltado por la manera en la que estaba abrazado a YoonGi, su cara no sólo roja por la excitación, sino por la vergüenza de lo que estaba sucediendo.

JungKook, mierda, había olvidado por completo su existencia y se sintió horrible en ese segundo.

—Mierda, lo siento —trató de alejarse, pero seguía acorralado, lo único que atinó a hacer fue tomar el brazo de YoonGi mientras se tensaba en su lugar.

YoonGi lo miró con extrañeza.

—No, está bien, no tienes nada de qué disculparte —dijo de inmediato, alejándose un paso, aunque se veía tan aturdido como él—. Además, siento que estás a punto de entrar en celo y no sería correcto que... que hagamos algo si estás así —explicó, sacudiendo un poco su cabeza y llevando su mano a su nuca, avergonzado—. No quería dejarme llevar mucho y lo terminé haciendo, yo lo siento.

—No, YoonGi... —de repente, sintió que su nariz comenzó a picar. ¿Por qué quería llorar? No tenía sentido—. Mierda, q-qué vergüenza, por la diosa —se cubrió el rostro totalmente apenado.

—Hey, hey, tranquilo —consoló mientras acariciaba sus hombros y JiMin sentía que ese era el colmo—. No pasa nada.

Claro que pasaba algo. Él había acabo de invitarlo a su cuarto y YoonGi lo rechazó por una razón demasiado lógica, por un hijo que él olvidó que tenía por un segundo de calentura y ahora él quería meterse diez metros bajo tierra. No podía creer que YoonGi no se estuviera riendo de él en su cara. Debería estarse riendo de él, mierda, lo había visualizado perfectamente, ¿por qué en cambio lo miraba con cariño? ¿Por qué lo miraba como si le diera ternura y no vergüenza?

—Mejor... mejor vamos a dormir. Mierda, debe ser la una de la mañana —decidió decir, lleno de nervios—. Vamos, yo... mañana será otro día —eso último sonó mucho más para él mismo que para alguien más.

YoonGi pareció querer decir algo, pero simplemente asintió con aquella pequeña sonrisa encantadora en su rostro, una sonrisa que lucía tan cariñosa como dulce. Mierda, ni siquiera desapareció de su cara cuando atravesó el umbral de la puerta y se giró para desearle buenas noches.

—Duerme bien —le dijo con suavidad, inclinándose hacia adelante mientras acunaba su rostro entre sus manos, besando la comisura de sus labios con una delicadeza que dejó a JiMin embelesado—. Nos vemos por ahí —arrugó su nariz antes de alejarse de su cara.

—Sí, sí... Hasta luego, YoonGi —murmuró atontado y sin saber qué más decir, tambaleándose hacia atrás para cerrar la puerta.

En la soledad de su silencioso hogar, con sus piernas temblando y su cara tan caliente como el verano que se cernía sobre ellos como el más sofocante de los infiernos, JiMin comenzó a sentir el verdadero peso de lo que había sucedido esa noche y la vergüenza pasó a transformarse en pánico.

Se apresuró a sentarse en una de las sillas del comedor para no caer al suelo por la debilidad de sus piernas, pero se levantó un instante después como si la silla fuera un resorte ya que sintió algo que lo dejó paralizado.

Corrió al baño y sus sospechas se confirmaron: tenía el pantalón manchado de lubricante.

Quizás fueron las hormonas del celo próximo, la culpa de haber olvidado a JungKook, el reciente pánico, lo caballeroso que fue YoonGi o el hecho de que en el lavabo haya encontrado una pequeña nota que decía: "Trabajo hecho! Ten un lindo día disfrutando tu lavabo nuevo, JiMin;)", pero sea cual fuera la razón, JiMin simplemente comenzó a llorar como un bebé.

Min YoonGi iba a volverlo loco.

Notes:

¿Qué les parecen las interacciones que nuestros protagonistas han tenido hasta ahora? A mi me parece que YoonGi lentamente se está ganando a JiMin, jeje.
¡Muchas gracias por leer! Espero que nos veamos de nuevo en el siguiente capítulo<3

Chapter 9: CAPÍTULO OCHO

Summary:

Mirando el pequeño desastre que había hecho, JiMin se preguntó si acaso estaba al borde de enloquecer por un alfa motociclista o si ya había caído completamente por él.

Notes:

Bueeenas, lamento llegar con tanta demora, pero no perdamos el tiempo explicando excusas.

A modo de resumen: en capítulos pasados se explicó que JiMin sufre del miedo de no saber cómo manejar la presentación de JungKook en caso de que se presente como un alfa (igual que su padre y ex de JiMin: Jeon HyunSoo), también JiMin y YoonGi tuvieron una cita en el parque que resultó de lo más lindo y que dejó planteada la idea de que podrían tener otra cita en el parque, esta vez un picnic con JungKook. En el capítulo anterior, luego de llevar a JiMin de regreso a casa después del trabajo, los dos tuvieron un momento íntimo en la cocina de JiMin que casi acaba con ellos dos en la habitación del omega, sin embargo, YoonGi aplicó toda la fuerza de voluntad que tenía para regresar a JiMin a tierra debido a que no se sentía correcto hacer algo con JungKook presente y con JiMin casi en celo. Ahora el problema es el celo del omega, uno que comenzará justamente después de casi siete años luego de haber sido suprimido con la llegada de JungKook.

¡Disfruten! Espero que les haya servido el resumen♥

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

JiMin frunció un poco sus labios mientras miraba la pequeña caja de supresores que había tomado del anaquel de aquella tienda.

Recordaba sus años de adolescencia en donde el mismo paquete llevaba dentro un total de doce pastillas, una para cada mes. Detrás de este nuevo empaque se aclaraba que sólo había dos, una para el mes y otra en caso de emergencia, por si el celo era más fuerte de lo esperado. Tener un celo fuerte no era un problema con el que JiMin lidiaba. El problema, el verdadero problema, es que esa pequeña caja con sólo dos pastillas cuesta casi lo mismo de lo que costaba antes, cuando había doce pastillas en su interior.

—Qué sistema de mierda es este —murmuró entre dientes para sí mismo, lo suficientemente bajo como para que JungKook no lo escuchara.

Suspiró y las lanzó dentro del carrito, resignado a la idea de que el mundo había cambiado. Recuerda que en su época muchos omegas abusaban de los supresores, pero estos métodos para evitar que dichos escenarios se repitan no le estaban ayudando a su bolsillo.

—Papi, ¿podemos comprar más cereal? —preguntó JungKook, quien caminaba a su lado, abrazando a su oso de peluche contra su hombro ya que se había negado a dejarlo en casa esa mañana.

—Ya tenemos cereal en casa, mi amor —respondió distraído mientras leía las especificaciones de una caja de parches que tomó. También era un poco cara, pero venía con cinco parches.

—Pero quiero cereal de chocolate —se quejó y, como no obtuvo respuesta, decidió continuar—. ¿Podemos comprar cereal de chocolate? También quiero con malvaviscos. ¿Y si compramos helado? No tenemos helado en la casa, ¿podemos comprar el de varios sabores? El de fresa, chocolate...

—JungKook —interrumpió JiMin, mirándolo seriamente. El niño apretó sus labios y lo miró con atención—. No podemos gastarnos todo el dinero en dulces, luego no vamos a tener para comprar comida. Deja que termine de hacer estas compras primero —metió la caja de parches en el carrito y comenzó a empujarlo—. Si me sobra dinero pensaré en comprar algún dulce —agregó.

JungKook dejó caer sus hombros con desánimo, mirando a su papá caminar a través de los cortos pasillos mientras este seguía metiendo productos personales en el carrito. El omega dio por concluido el intercambio y no dijo más nada al respecto, incluso pensó que JungKook estaba siendo muy maduro al aceptar sus decisiones tan fácilmente. Sin embargo, el niño sólo guardó silencio, siguiéndolo con un pronunciado puchero en su boca y cejas fruncidas en enojo.

La mente de los niños no es realmente compleja, en su mayoría hay una constante lucha entre sus impulsos y lo que continúan aprendiendo sobre el mundo y sus reglas básicas de convivencia. JungKook sólo podía pensar en que quería algo y en lo molesto que era no tenerlo en ese instante.

No era tan difícil que le dieran lo que estaba pidiendo, ¿verdad?

Eventualmente, el niño desapareció por el pasillo sin que JiMin se diera cuenta y regresó con un bombón de chocolate que colocó dentro del carrito con cuidado. Fue fácil, JiMin continuaba dejando el carrito de lado para leer los empaques y comparar precios, así que JungKook tenía libre acceso a travesuras. Colocó una bolsa de galletas con chispas de chocolate dentro y, cuando se dio cuenta de que JiMin no lo había notado todavía, decidió ser un poco más codicioso y buscó un par de bolsas de gomitas.

Dentro de su lógica, JiMin pagaría por ello cuando los viera en la cinta transportadora porque sería mucho más sencillo comprar los dulces que regresar a dejar cada producto donde estaba. Ya lo había hecho antes, una vez que metió un shampoo de más por accidente, ¿cuál podría ser la diferencia ahora?

JungKook fue cuidadoso, como un espía, y trató de hacer el mínimo ruido con la bolsa mientras extendía su brazo para meterla dentro del carrito.

—¿Uhum?

JungKook levantó la mirada, asustado, apretando las gomitas contra su pecho mientras JiMin lo miraba desde arriba.

Oh, se había dado cuenta.

—¿Qué crees que haces?

JungKook fingió que nada sucedía, quedándose callado y quieto en su lugar. Quizás esperando que el regaño no viniera si actuaba como si fuera una estatua.

—JungKook.

Él ya no podía fingir más.

—Nada.

—¿Cómo que nada? —JiMin colocó una mano sobre su cintura, a pesar de todo, había una sensación de diversión empujando detrás de la frustración porque JungKook se veía gracioso tratando de fingir que nada sucedía—. ¿Estabas tratando de meter dulces en el carrito?

JungKook apretó sus labios, bajando la mirada y abrazando con un poco más de fuerza las gomitas.

—No —las escondió detrás de su espalda.

JiMin se tomó un momento para tomar aire y suspirar. Luego miró el carrito y rápidamente reconoció las cosas que él no había metido ahí. En ese momento no se encontraba particularmente paciente, así que encaró a su hijo y tomó su peluche.

—Devuelve todo, no lo voy a comprar —dejó a Jojo dentro del carrito y sacó los dulces para colocarlos en sus manos.

JungKook lo miró sin saber qué decir, su expresión retorciéndose en una rabia infantil que el omega reconocía. JiMin sólo miró con resignación, esperando a que explotara e hiciera un berrinche, pero el niño sólo lanzó un pisotón para plantarse en el suelo.

De repente, le enseñó sus dientes y gruñó.

Gruñó, JungKook le había gruñido.

—¡No! —gritó—. ¡No quiero!

JiMin se congeló en su lugar, mirando a su hijo como si no lo conociera. JungKook, por otro lado, mantuvo su expresión enojada y postura firme, como si le estuviera diciendo a JiMin que él no se iba a retractar.

Esa mirada, ¿dónde la había visto antes?

—Park JungKook —su voz trató de sonar firme a pesar de la sorpresa inicial—, devuelve lo que tomaste, ahora —ordenó, señalando el pasillo.

—¡No! Yo quiero dulces —volvió a gritar.

—Ya te dije que no puedo, primero tengo que comprar cosas para la casa —explicó estresado. La gente lo estaba mirando, su lobo se encontraba nervioso y él mismo se sentía sofocado—, pero por cómo te estás comportando tampoco mereces que te compre dulces.

JungKook no pareció haber esperado esa respuesta porque inmediatamente después lanzó algo parecido a un grito, pero con la boca cerrada, pataleando y haciendo el berrinche que JiMin había esperado al principio, luego se dejó caer sentado al suelo y comenzó a llorar. El omega se lamentó un poco, suspirando y tomándose un momento antes de agacharse a la altura de JungKook para recoger las cosas que tiró y dejarlas a un lado. Luego trató de tomar sus manos, pero el niño las empujó lejos y continuó llorando.

No le gruñó de nuevo, al menos.

Mierda, JiMin no iba a poder sacarse eso de la cabeza.

Calmar los berrinches de JungKook era algo que JiMin no catalogaría como sencillo, pero hasta el momento habían sido algo con lo que podía lidiar. Ahora, sin embargo, JungKook se veía mucho más emocional, más hostil y más frustrado que las veces anteriores. Él trató de hablarle, trató de explicarle con calma como ya había hecho antes, pero el niño se negaba a escuchar razones.

JiMin sabía que ni siquiera él mismo se encontraba en las mejores condiciones para atender la frustración de su hijo, pero hizo lo que pudo para calmarlo.

Al final, JiMin le entregó su peluche de vuelta y regresó los dulces a sus lugares. Cuando el omega caminó hacia la caja para pagar, la chica al otro lado lo miraba con un cansancio molesto en sus ojos, seguro por el ruido que había tenido que soportar. JiMin sólo la ignoró, pagando y metiendo las cosas dentro de su bolsa de compras para salir a la calle de una vez. JungKook se mantuvo callado, una mirada triste en su cara y sus brazos rodeando con ahínco el dichoso peluche.

Cuando llegaron a casa, JungKook corrió a su habitación y se metió en ella para estar solo, JiMin decidió simplemente guardar las compras para despejar su cabeza de la maraña de pensamientos que lo estaban volviendo loco. En primer lugar, el gruñido de JungKook lo ponía nervioso, ¿por qué le gruñiría? Sabía que los niños cerca de su presentación mostraban ciertos síntomas relacionados a la explosión de sus emociones y de frustraciones constantes, pero gruñir era otra cosa.

Mejor dicho, era algo que él no había previsto.

Debería llevarlo con el pediatra pronto.

Un poco mareado para ese punto, tomó la caja de supresores y leyó un momento las instrucciones. Decía explícitamente que el supresor en cuestión debía tomarse en el momento más fuerte del celo, según la percepción de quien fuera a tomarlo. También que la pastilla extra funcionaba como un calmante y adormecedor para poder superar síntomas dolorosos persistentes. JiMin no recordaba cuál era el momento más fuerte de su celo, si acaso era el segundo o tercer día, así que decidió que sería mejor tomarlo de una vez.

El sabor a fresa era nuevo.

Caminó al cuarto de JungKook momentos después, tocó la puerta y preguntó si podía pasar, pero JungKook le dijo que no. Con un suspiro, el omega se fue al sofá y se recostó para ver televisión, esperando a que su hijo quisiera hablar.

No hacía tanto calor ese día, de hecho había estado fresco para los estándares de verano y JiMin se dio el lujo de cubrirse un poco con una manta. Luego tomó un par de cojines y los colocó a su lado, buscando más comodidad. Con el paso de los minutos, chasqueó la lengua y se removió lo mejor que pudo.

Seguía incómodo.

En ese momento, JungKook abrió la puerta de su cuarto y caminó hacia la sala, JiMin lo miró acercarse hasta que el niño se plantó frente a él. Lucía preocupado, sus manos jugando entre ellas mientras miraba a JiMin como un cachorro mojado.

—¿Qué pasa? —le preguntó, apoyado sobre su mano como si hubiera estado a punto de tomar una siesta.

—¿Estás molesto conmigo?

JiMin relajó su expresión.

—Claro que no, mi amor —extendió sus brazos y JungKook de inmediato se subió al sofá, acurrucándose con JiMin—. Me enojé en la tienda, pero ya pasó —suspiró.

—Perdón, papi —le dijo con sinceridad—. No quería gritar, tampoco quería engañarte. Sólo quería dulces.

—Está bien, gracias por disculparte —acarició su cabello, pensando en que estaba un poco largo y que debería llevarlo a la peluquería—. Sé que querías dulces, pero no podemos comprarlos porque después no me va a alcanzar el dinero para las compras importantes, como la comida o el jabón, ¿qué vamos a hacer sin jabón? ¿Con qué te vas a bañar después? —tocó la punta de su nariz, a lo que el niño sonrió suavemente.

—¿Y si te queda dinero ya no me vas a comprar porque me porté mal? —preguntó con tristeza.

—Bueno, te disculpaste conmigo, así que voy a pensarlo —dijo, no queriendo caer demasiado rápido por los encantos de su hijo. No sería bueno perdonarlo tan rápido, quería que entendiera que lo que hizo no estaba bien—. Mientras no lo vuelvas a hacer, no me enojaré y no perderás tus chances de tener dulces.

JungKook formó un mohín, pero asintió de acuerdo con ello. Puede que haya sufrido de una rabieta momentánea, pero seguía siendo un niño que continuaba con su aprendizaje sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal, sobre cómo comportarse, sobre cómo lidiar con sus emociones, así que no era necesario ser duro con él.

—¿Quieres que tomemos una siesta? —le preguntó y JungKook asintió, abrazando a JiMin con cariño, así que el omega tomó el control remoto y bajó un poco el volumen del programa.

Por la cercanía, JiMin podía sentir la esencia de su hijo, así que lo olfateó.

Su corazón se rompió un poco cuando se dio cuenta de que el aroma a leche que había acompañado a JungKook desde que nació, comenzaba a tornarse amargo.

JungKook se presentaría en cualquier momento.


Desde siempre, JiMin se obligó a continuar con sus rutinas aunque se sintiera enfermo, no es como que tuviera muchas opciones considerando que debía alimentar a JungKook y mantener una casa, así que obligarse a sí mismo a ser un adulto funcional por encima de sus necesidades biológicas era algo a lo que se había acostumbrado casi en contra de su voluntad.

Sin embargo, avanzada la tarde, un par de horas antes de que tuviera que irse al trabajo, JiMin sabía que no se sentía bien en absoluto y que no había manera posible de que fuera al trabajo en esas condiciones.

Bajo el agua fría de la ducha que se estaba dando, JiMin todavía sentía que hacía demasiado calor. La cabeza estaba comenzando a darle vueltas y su lobo ansioso rebuscaba por algo, lloriqueando como si estuviera adolorido, pidiendo consuelo mientras JiMin gemía por lo bajo, su vientre retorciéndose y un calambre molestando en su espalda baja. El dolor hacía que se encogiera sobre sí mismo, así que cerró el flujo de agua y se quedó un momento controlando su respiración contra la pared de la ducha para mantener la compostura.

Era una emergencia, ¿no? ¿Se catalogaba como una? No quería molestar a TaeHyung porque su amigo seguro estaba en su horario de trabajo y aunque JungKook fuera lo suficientemente autónomo como para no morirse mientras JiMin atravesaba su fiebre, el omega todavía quería estar seguro de que alguien tuviera puesto su ojo en él en caso de que se desmayara.

Así que, sin pensarlo mucho más, salió de la ducha y tomó el celular que reposaba en el lavabo. Se demoró en conseguir el contacto de TaeHyung, dudando más de lo necesario mientras bajaba en la no tan larga lista de contactos. El nombre de YoonGi apareció un par de veces y él realmente consideró pedir por su presencia, pero algo le decía que no era una buena idea.

Finalmente, le envió un mensaje a su mejor amigo.

[💬]

«Tío Tete💕»

Yo:
Tae
Necesito Ayuda
Por favor ven a casa

[💬]

Después de salir de la ducha, caminó directo a su habitación y cerró la puerta, no sin antes asegurarse de que JungKook estuviera tranquilo mirando la televisión.

Cayó sobre su cama sintiendo su cuerpo hervir y maldijo a cada una de las farmacéuticas encargadas de hacer los supresores porque la maldita pastilla no le estaba funcionando en absoluto. No se suponía que se sintiera así, el supresor debía durar al menos doce horas en su sistema, no tenía sentido que su lobo actuara como si estuviera plenamente consciente de que estaba en celo.

Se apresuró a ponerse un par de calzoncillos y tomó uno de los parches que metió en su cuarto, pegándoselos a los lados del cuello para no molestar a TaeHyung o a JungKook con el aroma. En la cama, miró al techo entre quejidos de lamento, su vientre doliendo y su fiebre aumentando.

Su celular volvió a sonar y levantó el aparato.

¿Qué sucede? —la voz preocupada de TaeHyung sonaba como si hubiera pasado el susto de tu vida—. Ya voy para tu casa, ¿estás bien? ¿JungKook está bien?

—S-Sí —carraspeó—. Perdón, es que me siento muy mal, estoy en celo. Ya me tomé la pastilla, pero no deja de doler —lloriqueó—. Necesito... —se tragó un quejido, encogiéndose en su lugar mientras un fuerte dolor agudo se extendía desde su vientre hasta el resto de su abdomen—. Ven, p-por favor...

Mierda JiMin, pensé que ya no sentías tus celos —se oía movimiento al otro lado de la línea—. Estoy a quince minutos, no te preocupes. Te voy a ayudar, tranquilo.

—G-Gracias —sorbió su nariz, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos—. Lo siento por esto...

No pasa nada, Mimi —le aseguró con voz cariñosa—. ¿Necesitas que compre algo antes de llegar?

—No —negó con la cabeza—. Sólo ven, no quiero que JungKook esté solo...

Bien, espérame.

JiMin dejó su celular de lado cuando la llamada acabó. Tenía muchas ganas de llorar y presionó su cara contra la almohada, frunciendo sus cejas y cerrando sus ojos por el dolor intermitente que lo estaba atormentando. Se removió en su cama entre quejidos y comenzó a amontonar las mantas a su alrededor como un intento desesperado de sentirse más cómodo.

Faltaba algo, faltaba algo importante y su lobo estaba haciéndoselo saber.

TaeHyung apareció relativamente rápido, justo cuando JungKook comenzó a sospechar de que algo no estaba bien; la hora en la que su padre debía irse de casa a trabajar se estaba acercando y JungKook sabía que debía vestirse para ir con la niñera, pero eso no estaba pasando. Fue fácil atar cabos cuando escuchó que alguien tocaba la puerta y se encontró con TaeHyung del otro lado.

TaeHyung no saludó, simplemente agradeció que le abriera y se apresuró a entrar a la habitación de JiMin. El niño sólo cerró la puerta y corrió detrás de él.

—¿Tío Tete? ¿Qué pasó? ¿Qué pasó con mi papi?

—Espera aquí un momento, ¿sí? —lo tomó de los brazos, apartándolo de la entrada de la habitación. JungKook trató de ver por encima de su hombro, solo alcanzando a ver la cama de JiMin—. JiMin está bien, sólo tiene fiebre, yo lo atiendo. Tú tienes que quedarte aquí.

JungKook miró con ojos cargados de tristeza cómo su tío se metía dentro de la habitación y cerraba la puerta detrás de él. De inmediato, se acercó para colocar su oreja contra la madera, esperando escuchar algo más que no fueran las preguntas de TaeHyung que se escuchaban tan amortiguadas que él era incapaz de descifrarlas.

—Bien, ¿qué necesitas? —le preguntó TaeHyung a JiMin, con las manos flotando en el aire, sin saber qué hacer con ellas.

JiMin yacía sobre su cama, sudando, boca abajo, abrazando una almohada como si su vida dependiera de ello. Había una mueca de dolor en su cara y ahora miraba Taehyung como si estuviera desesperado por que lo ayuden con algo que el beta no estaba seguro de qué era.

Esta era la primera vez que lo veía en un estado parecido.

—No sé, no sé —lloriqueó JiMin, metiendo su cara en la almohada lo más que podía—. Tengo calor, estoy enojado, q-quiero llorar... —se quejó entre lágrimas, hecho un ovillo sobre su cama—. La pastilla de mierda no funcionó... joder...

—No trataste de tomarte otra, ¿verdad?

—No —sorbió su nariz.

—Bien, déjame...

TaeHyung trató de acercarse un poco para tomar su temperatura, pero JiMin lo miró con ojos filosos. Al mirar con más atención la cama, se dio cuenta de que estaba en medio de un cúmulo de ropa, almohadas y mantas, así como de un par de peluches que sabía que eran de JungKook.

Era un nido.

El beta apretó los labios y se alejó un paso, sabiendo que no era buena idea acercarse de más.

—¿Dónde está la caja del supresor que tomaste? Debe tener una pastilla de emergencia.

—Cocina —JiMin murmuró.

TaeHyung salió de la habitación a toda prisa y se encaminó a la cocina. JungKook lo siguió atento, preocupado mientras abrazaba a su oso de peluche.

—¿Qué pasa?

—Tranquilo, cachorro. Es sólo una fiebre —insistió porque no estaba seguro de que JiMin le hubiera explicado antes el tema de los celos. Él no quería ser el primero, ese era trabajo de su padre, pero era una mierda no poder calmar del todo al niño que lo miraba como si no le creyera en absoluto—. Te prometo que estará mejor pronto, pero ahora mismo necesito que te quedes en el sofá, no puedes entrar al cuarto.

—¿Por qué no? —frunció sus cejas—. Yo también quiero ayudar. Papi me enseñó qué hacer con una fiebre, primero...

—JiMin no quiere que te contagies —mintió—. Por favor, sólo te pido que te quedes aquí, ¿sí?

JungKook formó un puchero y miró la puerta de la habitación de su padre, pensando seriamente si lo que decía su tío sonaba razonable o no. TaeHyung, por otro lado, logró encontrar la pequeña caja del supresor y leyó las indicaciones detalladamente. La pastilla de emergencia debía ser suficiente para noquear a un omega, así que su uso era exclusivo de celos fuertes. ¿Debería dársela? ¿Y si no funcionaba? Sonaba peor un omega en celo y drogado que otra cosa.

Exasperado, dejó la cajita a un lado y tomó su celular para buscar un número en particular. Cuando lo encontró, se colocó el celular en la oreja y buscó la jarra de agua dentro del refrigerador.

¿Hola?

—Jin. Tengo una pregunta, ¿alguna vez tomaste esa pastilla de emergencia que viene con el supresor? ¿Funciona? —preguntó sin titubeos.

Buenas tardes para tí también, Tae —murmuró la voz al otro lado de la línea.

—Es una emergencia —insistió con urgencia.

El omega del otro lado suspiró.

La verdad es que nunca llegué a probar una, ¿por qué? —se oía confundido—. No creo que tú necesites un supresor para empezar.

—Es JiMin, el supresor no le funcionó —explicó, girando la cabeza para asegurarse de que JungKook no estaba cerca, de hecho parecía haberse metido a su propia habitación—. Estuvo como siete años libre, ahora le está pegando fuerte —sacó un vaso de los estantes y tomó la jarra una vez más.

Kim SeokJin, su hermano mayor, zumbó en entendimiento.

¿No tiene un alfa?

—Eh... sí y no, está en algo con alguien.

¿No lo puedes llamar?

—No están en esos términos, al menos JiMin no me ha dicho nada.

Oh.

—Sí, una mierda —murmuró, dejando la jarra a un lado cuando tuvo el agua suficiente—. No sé exactamente qué hacer, ¿tienes algún consejo? No quiero que me mate si me meto en su nido por accidente, pero tampoco quiero que siga sufriendo de dolores.

Bueno, te recomiendo que logres hacer que sea él quien tenga la iniciativa de tomar la pastilla porque si se la tratas de dar a la fuerza lo más probable es que te muerda —explicó seguro de ello y TaeHyung lloriqueó en su lugar porque sabía que JiMin sería capaz de arrancarle el brazo si quisiera—. Ponle un par de toallas frías en la frente, hazle de comer algo liviano como una sopa y asegúrate de que se dé una ducha fría al menos una vez al día. ¿Esta es la primera vez que pasa su celo solo?

—Creo que sí —dudó—. No me ha hablado mucho de sus celos en la adolescencia, sólo sé que la primera vez que pasó uno con alguien pues... tuvo a JungKook.

Ese no era un tema del que JiMin le gustara hablar en realidad.

Bueno, escucha —comenzó de repente—. Va a ser doloroso y complicado para él, si quieres puedo quedarme con JungKook hasta que su celo acabe, HoSeok estaría contento de tenerlo en casa de todos modos. Tú deberías encargarte de cuidar a JiMin, ahora mismo la está pasando muy mal, créeme.

—¿Estás seguro?

Él no debe querer que JungKook lo vea así, entonces sí, estoy seguro. Cuando me pasó HoSeok me ayudó a calmar un poco a mi lobo con su presencia, pero JiMin necesita un alfa —TaeHyung comenzó a escuchar movimiento al otro lado de la línea, luego el tintineo de un par de llaves—. Mándame su dirección y voy por JungKook, también podrías tratar de ponerle algo caliente en la zona del vientre para que los cólicos bajen, pero ni se te ocurra tocar de más. No te olvides de la pastilla tampoco.

—Bien, bien. Gracias.

Tranquilo, vas a estar bien.

Antes de cortar, TaeHyung escuchó la pequeña voz de HoSeok preguntando a dónde iban.

El beta se apresuró en llevar el vaso con agua y la pastilla a la habitación de JiMin, pero se detuvo en seco cuando se encontró a JungKook parado al lado del marco de la puerta abierta, sosteniendo su oso de peluche mientras veía a JiMin recostado de espaldas a él, su respiración agitada, gimiendo a dolorido y deslizando sus pies por la cama.

—JungKook, ¿qué te...?

—¿Qué le pasa? —miró a TaeHyung con ojos cargados de tristeza—. ¿Qué le duele? ¿Por qué está así? —volvió a mirar a JiMin.

—Va a estar bien, te dije que no entres al cuarto —caminó hasta la mesita de noche y colocó ahí el vaso de agua.

—¡No estoy adentro! —gritó con sus cejas fruncidas y TaeHyung lo miró con extrañeza, espantado por el hecho de oírlo gritar—. Estoy afuera todavía —le sacó la lengua.

—Escucha, ya te dije, necesito que vayas a otro lugar.

—¡No! —se plantó en la entrada— ¡Yo me quiero quedar con mi papi!

—¿Qué te...?

JiMin apoyó sus manos sobre el colchón, levantando su cabeza de la cama para mirar a JungKook por el pequeño alboroto que se estaba formando.

Había una oscuridad en sus ojos que ni su amigo ni su hijo habían visto antes, pero eso no evitó que JungKook se sintiera terriblemente preocupado por él. El pequeño impulso del infante fue soltar el peluche y correr hasta la cama, llamando por JiMin en búsqueda de consuelo por lo preocupado y ansioso que se sentía, pero en el instante que tocó el colchón con su mano e hizo amago de subir su rodilla, los ojos de JiMin se volvieron salvajes y enseñó los dientes, siseando y gruñendo para que se alejara.

JungKook se congeló en su lugar, su mirada preocupada transformándose en un llanto inminente mientras su padre mantenía sus pequeños colmillos a la vista.

Rechazo. Esa era la primera vez en su vida que JungKook se había sentido rechazado por JiMin y fue suficiente para que saliera corriendo asustado, llorando desconsolado.

TaeHyung se quedó congelado en su lugar y sólo reaccionó cuando los ojos negros de JiMin lo miraron como si le estuviera preguntando que hacía ahí.

El beta tragó y le enseñó la pastilla.

—Ni se te ocurra morderme.

JiMin sólo se lo quedó mirando y TaeHyung se preguntó si acaso podría con esto sin morir en el intento.


JungKook se lanzó al auto sin dudar un segundo, abrazando a HoSeok como si su vida dependiera de ello.

—¡Ay! —se rió el encantador niño—. ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan amoroso, Kookie? ¿Me extrañaste? ¿Hm? —acarició su cabeza, recibiendo contento el abrazo, ignorante de cómo se encontraba JungKook en ese momento.

TaeHyung suspiró, metiendo la mochila de JungKook en el asiento trasero y cerrando la puerta para rodear el auto y mirar a su hermano a través de la ventana de su auto. SeokJin era cinco años mayor que TaeHyung, un omega exitoso con alrededor de ocho años de casado. Durante mucho tiempo se quedó en casa para cuidar a HoSeok, pero en la actualidad era propietario de un consultorio que comenzaba a tomar reconocimiento en la zona cara de la ciudad.

—Gracias, te debo una.

—No pasa nada, ¿cómo está JiMin?

TaeHyung miró cómo HoSeok hablaba con JungKook en el fondo, explicándole algo sobre una serie nueva que estaba viendo y el niño simplemente lo escuchaba mientras seguía abrazado a su brazo, un pequeño mohín en su boca mientras prestaba atención a cada gesto que HoSeok hacía con sus manos.

—Mal —comenzó, mirando a Jin una vez más—, logré darle la pastilla y ya no le duele, pero se quedó medio drogado y no sé qué hacer —lloriqueó—. Tú sabes mucho más de estas cosas de omegas. ¿Seguro que no quieres cuidarlo tú y yo me encargo de los niños? —preguntó a pesar de que sabía la respuesta y la mirada juzgadora de su hermano fue suficiente para que entendiera el mensaje—. No me puedes culpar por intentarlo.

—Tae, no te preocupes, cuidar a un omega en celo no es tan complicado como parece. Sólo no dejes que los alfas se le acerquen, creo que vas a poder con eso —lo molestó, tomando el volante con intención de arrancar de nuevo.

—¿Qué tan cerca?

Jin parpadeó.

—¿Qué?

—¿Qué tan cerca sería "demasiado cerca"? —preguntó claramente.

Jin frunció sus cejas.

—En absoluto cerca —respondió—. Debe estar lo más alejado posible, no es como que le puedas poner un número, simplemente algo tan lejos como para que un alfa no pueda sentir su aroma o en un lugar donde un alfa no pueda entrar —se veía confundido porque no creía que fuera necesario explicar algo como eso. A pesar de ser un beta, TaeHyung había tenido que vivir con él en sus etapas de calor, tenía que recordar un poco cómo su padre básicamente lo encerraba en su cuarto para mantenerlo seguro—. ¿Qué clase de pregunta es esa?

TaeHyung exhaló agotado. Parecía estar consciente de su propia estúpida pregunta, pero de algún modo esperaba recibir un tipo de respuesta que lo calmara sobre lo que estaba pensando.

—Es que su vecino es un alfa —apretó sus labios—. El vecino que es el "casi algo" de JiMin.

Entonces los ojos de Jin se abrieron en espanto.

—¿Su vecino? ¿Por qué no empezaste por ahí?

—Bueno, no lo sé, pensé que mientras se mantuviera encerrado...

—¿Crees que los alfas no son capaces de romper puertas por un omega en celo? —le preguntó con un susurro, en absoluto interesado de que los niños escucharan esa conversación—. Tienes que sacarlo de la casa, llévalo a la tuya.

—Pero su nido...

—Lleva las cosas contigo, con la pastilla debería estar más tranquilo, así que podrás razonar con él. Mete todas las cosas de su nido en tu auto, cuando lleguen a tu casa arma todo en tu cama o en algún lado que sientas cómodo —explicó, TaeHyung escuchando todo con suma atención porque su hermano casi no era mortalmente serio con nada y ahora lo estaba asustando un poco—. JiMin no debería estar cerca del alfa que lo está cortejando o van a pasar cosas que nadie aquí quiere —concluyó.

—Bueno, bien, eso suena como un plan para mi —asintió—. ¿Algo más?

Jin lo pensó un momento.

—Bueno, se me ocurre algo, pero no sé si sea correcto —dudó.

—En este momento estoy totalmente desesperado —confesó—. Mientras no sea hacer ya sabes qué con JiMin, haré cualquier cosa que me digas.

Su hermano se rió.

—Mira, estoy seguro de que ese tipo ya sabe cómo está JiMin porque no es fácil disimular el olor, así que si logras hacer que ese alfa le de algo para mantenerlo tranquilo, podrías lograr que el resto de su celo no sea tan insoportable.

TaeHyung lo miró con espanto, Jin sólo se encogió de hombros como si fuera algo lógico.

—¿Qué se supone que es "algo para mantenerlo tranquilo"? —hizo comillas con sus dedos.

—Nada muy extravagante —Jin hizo un ademán con una de sus manos, espantando las perturbadoras ideas que se plantaron en la cabeza de su hermano menor—. Una camisa, un calzón, no sé, lo que sea que tenga su olor —volvió a reírse.

—Oh —frunció un poco sus cejas, inseguro de cómo iba a lograr conseguir algo de eso—. Creo que se me podría complicar un poco...

—Si no puedes no pasa nada, luego te puedo mandar las recetas de tés que me ayudaron —le sonrió con calma, como si nada malo estuviera sucediendo. TaeHyung sólo suspiró agotado y se apartó del auto—. Ahora ve a hacer todo eso, te avisaré cuando llegue a casa.

—Bien, claro... —miró cómo el auto de Jin se alejaba lentamente, JungKook despidiéndose de él con un movimiento tímido de su mano mientras SeokJin avanzaba hasta salir del estacionamiento.

Mierda, ¿cómo se suponía que iba a conseguir una prenda de ropa?


Las mañanas de YoonGi no eran tranquilas la mayoría del tiempo, solía despertar con un enérgico Holly lamiendo su nariz mientras el despertador aturdía su sueño y luego tomaba una taza de café dulce bajo el sonido de un par de canciones de rock. Le daba de comer a Holly, se daba una ducha y se despedía de su perro con un beso en su frente para luego salir a trabajar montado en su motocicleta.

Cualquiera que lo conociera, desde amigos hasta compañeros de trabajo, decían que YoonGi siempre había sido un alfa amable y atento, sonriente la mayoría del tiempo y dispuesto a ayudar cada que pudiera. Sin embargo, ese día en particular, los miembros del taller estaban seguros de que había algo jodiéndole la cabeza porque YoonGi no dejaba de maldecir por lo bajo, siseando de vez en cuando y gruñendo cada que algo no salía como quería.

Toda el aura alrededor del alfa se sentía pesada, su aroma amargo espantando a quienes quisieran acercarse más de lo necesario. Nadie se quería arriesgar a decirle malas noticias ese día, así que se enfrascaron en sus tareas lo suficiente como para que todo saliera a corde a lo esperado y de la mejor manera posible.

En ese momento, el alfa lanzó hacia abajo el capote de un Fiat de último modelo, cerrándolo con más fuerza de la necesaria. El taller se especializaba en motos, pero había una sección para los autos y, ahora mismo, él estaba ahí con una cara de malhumorado y aroma amargo que tenía al resto de sus compañeros siendo cuidadosos con sus movimientos.

A su lado, alguien resopló.

—Yo sé que eres el jefe y todo el numerito, pero llegas a abollar o rayar este auto y yo mismo iré con el dueño a darte con un palo —le dijo su compañero más cercano del taller, un hombre alfa de al menos treinta años llamado DoJoon.

YoonGi chasqueó la lengua y rodeó el auto, colocándose un trapo sobre su hombro, alejándose del Fiat.

—Ya terminé, dile que lo venga a buscar.

—¿Se puede saber qué te pasa? —lo siguió.

—No —gruñó.

DoJoon se detuvo y miró de soslayo cómo el resto del personal miraban interesados el intercambio, él bufó.

—¿Qué están mirando? Sigan trabajando —exigió y todos volvieron a sus labores.

YoonGi sabía que su día no iba a ir muy bien desde que salió de la casa. Realmente trató de ignorarlo, pero algo más fuerte que él lo tiró para detenerse en mitad del pasillo cuando sintió el aroma a rosas de JiMin golpear contra su nariz. Sabía que el omega estaba en celo, pero no era de su incumbencia después de lo explícito que había sido JiMin el otro día, así que no dijo ni hizo nada, solo miró la puerta durante un rato largo.

Recordó a JungKook, pensó en lo alterado que había estado JiMin cuando casi mete la pata la noche anterior y se obligó a sí mismo a dar un paso atrás en el instante en el que se dio cuenta de que se había acercado de más a la puerta. Aspiró un poco del aroma que revoloteaba en el aire, exhalando con derrota y caminó por el resto del pasillo para irse de ahí lo más rápido que podía.

Eso fue hace unas horas, a las nueve de la mañana para ser específicos. Quizás él se había dado cuenta del celo de JiMin antes que el propio omega, pero esperaba que JiMin fuera lo suficientemente consciente de ello como para mantenerse cuidado.

«Yo podría cuidarlo», pensó estúpidamente.

Esperaba que cuando regresara al departamento el aroma de JiMin se disipara porque no estaba seguro de que pudiera estar tranquilo en el caso contrario. Su lobo no se había quedado quieto desde entonces, gruñendo y caminando en círculos con impaciencia, exigiéndole volver para atender al omega, uno que ya estaba reclamando como suyo.

Estresado, caminó hacia la sección de motocicletas y buscó en el registro algún trabajo que estuvieran esperando por hacer, encontró uno que implicaba una revisión en los frenos y fue a eso para distraer su mente.

Antes de sentarse en el banco para comenzar con el trabajo, miró su celular con el deseo para nada oculto de ver algún mensaje, pero no encontró nada.

No estaba seguro de qué estaba esperando exactamente, si un mensaje JiMin pidiendo por su presencia o el aviso de que estaba bien. ¿Acaso importaba? En ambos escenarios él iba a encontrar la manera de meterse en la casa, lo sabía, su lobo lo estaba pidiendo y él no iba a ser capaz de decirle que no a JiMin o a sus propios instintos.

Se obligó a pensar en que estaba haciendo lo correcto al no hacer nada al respecto y volvió a guardar su celular para comenzar con el dichoso trabajo.

No iba a pensar en JiMin, al menos iba a intentarlo.

Entonces, su celular sonó.

—¿Hola? ¿JiMin? —contestó inmediatamente después de tirar las herramientas a un lado, haciendo un sonido que llamó la atención de los demás, pero nadie le dijo nada.

Uh... ¿Hola? ¿YoonGi?

El alfa frunció sus cejas cuando no reconoció la voz del otro lado y un gruñido se formó en la parte posterior de su garganta a consecuencia, su celoso lobo presente en él como si estuviera al borde del delirio.

—Él habla —respondió y se obligó a no preguntar quién mierda era al otro lado.

Hola —la voz se oyó aliviada—, soy TaeHyung, no sé si te acuerdas de mi o si JiMin te ha hablado de mi.

Sí, JiMin lo había hecho. Kim TaeHyung, un beta, casi el tío de JungKook y a quien JiMin reconocía como su familia, también era el chico que había visto el otro día en casa de JiMin. No era una amenaza, así que su lobo se calmó un poco, pero seguía sintiéndose ansioso con que fuera su grave voz la del otro lado y no el encantador timbre cantarín de JiMin.

—Sí... ¿sucede algo? —se levantó.

Bueno, la verdad es que no sé cómo pedir esto sin que suene raro, no estoy tan familiarizado con los cortejos ni nada de eso, así que no sé si te ofendo o algo.

—No pasa nada —murmuró YoonGi—. No me ofendo tan fácilmente —aseguró, aunque ahora mismo con el temperamento que tenía no creía mucho en sus propias palabras.

Perfecto, eh, me preguntaba si de casualidad tienes a la mano alguna camisa o algo que pueda usar JiMin para pasar su calor, uh... de preferencia que huela a ti, ya sabes cómo es el tema del aroma... —divagó.

YoonGi tragó, sintiéndose extrañamente mareado de repente. Sentía que podría comenzar a volverse loco de solo imaginar a JiMin usando algo de su ropa durante su celo.

—¿JiMin te lo pidió? —su voz se sentía amortiguada porque estaba haciendo todo lo posible para no gruñir.

No explícitamente —TaeHyung dudó—. Sin embargo, supongo que lo necesita.

—Bien, claro —carraspeó por el picor de su garganta—, yo se la llevo —podría salir ahora mismo del trabajo si quería, realmente lo estaba considerando.

No, no estamos en su casa.

YoonGi apretó la mandíbula.

—¿Dónde están? —la pregunta sonó mucho más agresiva de lo que hubiera querido.

No, no te lo diré —TaeHyung respondió—, nada me asegura que no vengas a destrozar mi casa para ver a mi amigo y yo no quiero tener que lidiar con las consecuencias después.

Eso le jodió un poco a YoonGi, pero lo entendía.

—Bien, ¿entonces?

Iré a los departamentos a buscar lo que vayas a darme y se los llevaré a JiMin, ¿estás de acuerdo?

—Estoy de acuerdo —realmente no lo estaba—. Salgo del trabajo en menos de una hora, seguro estaré allá a las cinco y media, puedes pasar entonces.

Perfecto, muchas gracias.

Luego de una corta despedida, YoonGi colgó.

No se dio cuenta de que había estado apretando su mano libre en un puño durante toda la llamada, así que la sacudió y trató de relajarse para no volverse loco por culpa de JiMin y la imagen de él olfateando alguna de sus camisetas, enroscado en una cama entre las mantas de su nido, caliente por el celo y expidiendo su dulce aroma a rosas.

Escuchó a un par de personas aclararse la garganta y se dio cuenta de que su propia esencia había comenzado a expandirse por el taller, pesada a su alrededor y molesta para los demás.

Se disculpó y fue directo a su oficina.

Su lobo no dejó de pedir por JiMin en ningún momento.


Cuando JiMin despertó, no reconoció la habitación al principio.

Miró con extrañeza los alrededores, sentándose sobre la cama con una incomodidad que le hacía sentir sucio. Le recordaba a las veces que se había despertado luego de una gripe, sudado y adolorido, con el cabello pegado a su frente y cuerpo pesado. Se pasó una mano por el rostro, quitando un poco del sueño que lo estaba obligando a mantenerse recostado y se dio cuenta entonces de que estaba en el cuarto de TaeHyung.

En un instante, recordó todo lo que había sucedido hasta el instante en el que sus memorias se tornaban un cúmulo de imágenes borrosas y negras. Recordó que estaba en celo, o lo había estado, y encontrarse en la cama de su mejor amigo hizo a su estómago revolverse como si acabara de ocurrir la peor de las desgracias.

Se miró el cuerpo entero, buscando algo que le confirmara que sus ideas eran erróneas y se encontró con las piernas desnudas, metido en un par de calzoncillos y una camisa de color negro que le quedaba considerablemente grande.

Su cara se calentó cuando reconoció el logo de Guns N' Roses.

A TaeHyung no le gustaba Guns N' Roses.

JiMin tragó y olfateó por puro instinto la prenda. Captó un aroma pesado y ligeramente amargo deslizándose por sus pulmones, de inmediato reconoció el café y luego la suave fragancia a madera de la mezcla de esencias que pertenecían a su vecino.

No tuvo tiempo suficiente para sentirse avergonzado cuando ya estaba tomando el cuello de la camisa, hundiendo su nariz en él para dar otra larga inhalada. Su lobo se recostó contento, él mismo juraba que su cabeza comenzó a dar vueltas después por el revoltijo satisfactorio de sensaciones que se arremolinaron en su vientre un instante después.

Exhaló e inhaló de nuevo, más profundo esta vez, sus ojos cerrados con intenciones de concentrarse en la fragancia que lo tenía flotando por las nubes.

Entonces exhaló liviano, parpadeando con somnolencia. Sus mejillas rojas y su cuerpo caliente.

Cuando enfocó la puerta de la habitación, se encontró con TaeHyung mirándolo con ojos bien abiertos, sus manos sosteniendo una bandeja.

JiMin se quedó quieto en su lugar.

—Despertaste —fue lo único que atinó a decir TaeHyung, rompiendo el silencio y dando un paso hacia adelante—. Perfecto, espero que tengas hambre.

JiMin soltó el cuello de la camisa, mirando al beta caminar hasta su lado en la cama. Lo miró con duda, observando el humeante plato de sopa de pollo que de repente lo estaba haciendo babear por lo rico que olía.

—Dime por favor que no cogí contigo.

Tae lo miró espantado y JiMin se permitió suspirar con alivio.

—No estoy seguro de si sentirme ofendido o no por la manera en cómo lo dijiste, pero bueno, la respuesta es no —viró los ojos—. Te traje sopa y me gustaría un "gracias" para variar.

—Gracias —le sonrió y tomó la bandeja que el otro le tendía—. Huele muy bien.

—Es la receta de Jin —contó y JiMin supo que iba a saber espectacular—. ¿Puedo sentarme? —JiMin asintió y TaeHyung lo hizo, aunque seguía estando cerca del borde de la cama—. ¿Cómo te sientes?

—Bien, mucho mejor que hace un rato —tomó una cucharada, zumbando por la rica explosión de sabores, así que tomó un par de sorbos más sin entender por qué se estaba muriendo de hambre.

—Me alegro, esta preocupado —admitió su mejor amigo.

JiMin tragó antes de continuar.

—Todavía me duele el cuerpo, pero creo que mi lobo está más tranquilo —explicó mientras TaeHyung asentía—. ¿En qué momento me trajiste aquí? ¿Dónde está JungKook? —preguntó luego de tomar otro sorbo, sabía que su hijo no podía estar en malas manos, pero no quería imaginarse al pequeño angustiado por no saber qué pasaba con él.

—Bueno, ayer...

—¿Ayer? —frunció sus cejas, su mano cayó sobre la bandeja y casi tiró la sopa—. ¿Qué día es hoy?

—Jueves.

Los ojos de JiMin se abrieron de más.

—¿Estuve durmiendo todo un día? ¿Qué hora es? —trató de buscar su celular entre las mantas de la cama, pero no estaba por ningún lado.

—Algo así, no es que estuviste durmiendo todo un día, la pastilla de emergencia te noqueó y llegaste casi dormido. Luego despertaste, comenzaste a gruñir y a quejarte como un perrito lastimado, después traté de darte algo de comer y me mordiste —JiMin se cubrió la boca con sus manos, mirando anonadado cómo TaeHyung enseñaba el brazo y la marca de una mordida en la zona cercana a su muñeca.

—Lo siento mucho —lo miró con arrepentimiento y tomó su brazo con cuidado, detallando en las marcas de los dientes—. ¿Te duele?

—Ya no, pero tranquilo, Jin me dijo que podría pasar y lo bueno es que no tienes rabia o algo así —se rió y JiMin quiso golpearlo, pero creía que ya lo había lastimado suficiente—. Te quedaste dormido otra vez cuando te di la camisa de YoonGi.

Entonces JiMin recordó que la estaba usando y su cara volvió a sentirse caliente.

—¿Cómo la conseguiste? —no pudo evitar tomarla una vez más, jugando con el borde de la tela entre sus dedos.

—Se la pedí.

—¿Eh? ¿Así nada más? —lo miró sorprendido. ¿Acaso habían hablado?

—Jin me dijo que como es el alfa que te está cortejando y como era tu primer celo desde el nacimiento de JungKook lo mejor era tener algo con su aroma. Te hizo bien, ahora ya no luces tan asesino como ayer.

JiMin mordisqueó sus labios, tomando la camisa un momento y detallando una vez más en el logo de Guns N' Roses. Le pareció lindo sabiendo que era la banda favorita del alfa, ¿quizás la había acabado de usar? Olía mucho a él y se encontró a sí mismo sonriendo por ello.

—Me está cortejando... —repitió—. Supongo que ya tiene ese título —pensó en voz alta, TaeHyung quiso reírse porque sí, definitivamente eso era lo que sucedía, pero dejó que su amigo se diera cuenta él solo de que en serio eso estaba pasando luego de tanto tiempo—. ¿Te dijo algo? Cuando se la pediste...

—Bueno, él tenía una cara de enojado increíble y por un momento pensé que me iba a golpear —se rió—. Me la dio en una bolsa con otro par de camisas y me dijo que las había usado de pijama así que con eso debería bastar. También te compró dulces, helado y chocolates, pero te los voy a dar después de que te comas toda la sopa y te des una ducha —señaló.

JiMin ni siquiera se dio cuenta del gruñido gutural que subió por su garganta hasta que TaeHyung apartó su brazo, asustado por ser mordido de nuevo, esta vez por creerse demasiado listo privando a un omega de los regalos de su alfa.

—No me gruñas y termina tu sopa —le dijo, tratando de sonar autoritario, pero se veía que quería escapar de ahí porque se levantó de la cama de un salto—. No me voy a ir hasta que acabes, luego te llevaré al baño.

—No sé si me está gustando mucho esto —murmuró con ojos oscuros, tomando la cuchara una vez más para continuar con su comida. Luego de un par de cucharadas, continuó—. ¿Puedes decirme dónde está JungKook?

—Está en casa de Jin, justo acabo de hablar con él antes de entrar al cuarto y se escuchaba mucho más tranquilo que ayer —cambió de pie de apoyo, cruzándose de brazos y luciendo como si hubiera algo que no estaba seguro de si debería decir—. Jin me contó que huele un poco amargo, así que seguro está cerca de su presentación.

JiMin apretó sus labios, desviando la mirada.

—Lo sé.

TaeHyung se quedó callado un momento.

—Se va a presentar como alfa, ¿no es así?

El omega lo miró con espanto.

—¿Por qué piensas eso?

TaeHyung volvió a dudar y JiMin se dio cuenta de que lucía incómodo.

—¿Qué pasa, Tae? —frunció sus cejas, buscando un atisbo de algo en la mirada preocupada de su amigo—. Dime —insistió.

El beta exhaló, dejando caer sus hombros con derrota.

—Lo echaste del nido —contó en un tono bajo, cuidadoso. JiMin frunció su ceño, totalmente mortificado por eso—. Lo siento, pensé que ibas a recordarlo.

—¿Lo eché? —preguntó espantado— ¿Qué hice?

TaeHyung se veía más incómodo ahora. No creía que le hiciera bien a JiMin saberlo, pero sus ojos pedían que se lo dijera de una vez porque seguro el próximo ataque no sería una mordida, pero sí un brazo menos.

—Le gruñiste...

JiMin gimió como si le doliera el pecho y murmuró un "no" por lo bajo antes de cubrirse la cara con ambas manos.

—Soy una mierda —se lamentó.

—No eres una mierda, JiMin —se apresuró en decir—. Es normal, está bien, después puedes hablar con él. JungKook va a entender.

JiMin podía adivinar lo mal que debió sentirse su hijo, lo había echado y rechazado, nunca antes se le había siquiera cruzado por la cabeza hacerlo. Si JungKook se fuera a presentar como omega su entrada al nido habría sido fácil y su omega lo habría aceptado de inmediato, pero un alfa no estaba permitido y su lobo parecía estar consciente de su jerarquía mucho antes que él.

No se dio cuenta de que había comenzado a llorar hasta que TaeHyung se apresuró en quitarle la bandeja de encima para acariciar su espalda, siendo lo más cuidadoso posible en no tocar los límites del nido improvisado que había hecho sobre su cama. JiMin sorbió su nariz y miró a su amigo, sin saber por qué exactamente estaba llorando. La idea de ver crecer a JungKook lastimaba a su ahora sensible lobo y la propia sensación de miedo al saber a lo que se iba a tener que enfrentar era otra cosa importante.

—No sé qué voy a hacer ahora...

—Está bien —consoló TaeHyung, atrayéndolo para que JiMin se acurrucara contra su hombro—. Todavía no sabemos qué va a pasar, quizás no se presente como alfa al final de todo, pero sé que en cualquier caso tú vas a poder manejarlo porque eres el omega más fuerte que conozco —le dijo con seguridad.

JiMin largó una nueva sesión de sollozos porque eso había sonado tan lindo y TaeHyung pensó que había metido la pata, pero el omega se acercó a él, abrazándolo con cariño mientras hipaba por el llanto, buscando consuelo en quien su lobo reconocía como familia.

El beta continuó acariciando su espalda, asegurándole que todo iba a estar bien mientras JiMin reposaba su frente sobre su hombro, desganado.

—Está bien, Mimi —le dijo con cuidado—. Sé cómo se ve, pero te prometo que no va a ser el fin del mundo —JiMin sorbió su nariz, dudando cada vez más de ello.

Ellos se quedaron un par de minutos en silencio, simplemente dejando que las lágrimas se detuvieran lentamente hasta que TaeHyung consideró que comer era mucho más importante que lamentarse por algo que ellos definitivamente no podían controlar.

—¿Por qué no sigues comiendo? —preguntó luego de un rato, lo más probable era que la sopa estuviera fría para ese punto—. Es importante que te mantengas alimentado, no has comido nada desde ayer.

—No tengo hambre —sin embargo, su estómago gruñó y él formó un puchero—. No quiero comer... —lo miró con ojos tristes y TaeHyung se dio cuenta de lo parecidos que eran JiMin y su hijo.

—¿Prefieres que te alimente yo? —se dio el lujo de molestarlo.

—No, gracias —se apartó, limpiando sus lágrimas. Su lobo lo hizo sentir el rechazo por ello de inmediato, que TaeHyung lo alimentara sería pasar una línea, pero su amigo no lo sabía—. Pásame la bandeja —TaeHyung le hizo caso.

Continuó comiendo a pesar de que lo único que quería hacer ahora era recostarse otra vez en la cama y sufrir hecho bolita en medio del colchón de su mejor amigo.

La parte del baño fue un poco complicada de lograr, su cuerpo se sentía débil y su lobo lentamente comenzaba a despertarse junto con los síntomas insoportables del celo. TaeHyung lo acompañó tanto como JiMin lo dejó, pero el omega se las arregló para ducharse solo y para secar su cabello sin mayores complicaciones. Cuando regresó a la cama se encontró con otra camisa negra, esta tenía el estampado de otra banda que no reconoció y olía a YoonGi, así que la olfateó un poco antes de colocársela, sintiendo que los dolores comenzaban a disminuir otra vez.

Era increíble cómo el aroma de YoonGi podía adormecer de esa manera a su lobo.

Recibió su celular justo después de explicarle a TaeHyung lo importante que era que él hablara con su compañera de trabajo y este se lo entregó con la única regla de que no llamara a YoonGi.

JiMin se tragó un bufido y buscó el contacto de EunJin en su lista.

¡Hola! ¿Es JiMin o TaeHyung? —preguntó inmediatamente después de contestar.

—¿TaeHyung ya habló contigo? —le preguntó, mirando de soslayo a su amigo, quien se veía orgulloso desde su lugar.

Su amigo estaba haciendo un trabajo increíble como cuidador, al parecer.

Claro, me dijo que necesitabas pedir tres días por ciclo de calor, así que le comenté al señor Kim lo que sucedía. No estaba muy contento, ya sabes que tenemos que avisar antes, pero le expliqué que es celo post-parto, así que no dijo nada más —contó con calma la omega antes de que JiMin pudiera preguntar más, ella parecía tener todo bajo un control.

—¿Y qué pasa con Choi?

Como era jueves, Choi iba a ir a comer al restaurante. En ese instante, JiMin consideró seriamente sus opciones y los pros y contras de salir a la calle estando así, pero por más que se obligara a sí mismo a ir a trabajar en un escenario altamente ficticio, sabía que TaeHyung sería capaz de amarrarlo a la cama para que no lo hiciera.

La ansiedad de ser despedido por esto comenzó a picar en su estómago, revolviéndolo. Si se quedaba sin trabajo no iba a poder hacer absolutamente ninguna de las cosas que estaba haciendo ahora, no tenía mucho ahorros y JungKook era lo único en lo que podía pensar en ese instante.

Tragó, estresado una vez más, y comenzó a mordisquearse el cuero de la punta de su pulgar mientras pensaba en qué hacer.

—Quizás logre convencer al señor Kim de que pueda hacer una excepción conmigo para que no me despidan... —lo dijo más para sí mismo que para EunJin.

Tranquilo, JiMin. Te ayudaré usando mi pretty privilege para que se olvide de su estúpida rabieta de viejo rico, quizás el panzón de Choi llegue de buen humor.

—Su humor no es todo lo que me preocupa —formó una mueca con sus labios imaginando a EunJin atendiéndolo—. Ten cuidado.

Tú ten cuidado, ¿estás pasando el celo con ese alfa lindo?

—No —eso sonó más lamentable de lo que creyó—. No sería correcto.

La vida es una, JiMin —ella se rió—. Pero bueno, no te presiones y no tomes más supresores —aconsejó y JiMin casi vira los ojos porque no podía creer que nadie le tuviera la confianza suficiente—. Deja que TaeHyung te cuide y dile que sigo soltera.

El omega se rió.

—Claro. Hasta luego, Eunnie.

Hasta luego, te avisaré de cualquier cosa.

JiMin colgó y le entregó el celular a TaeHyung, quien sonrió satisfecho antes de tenderle uno de los chocolates que había comprado YoonGi. Él lo tomó contento, hasta que se dio cuenta de que se estaba viendo un poco como un perro recibiendo un premio.

—Te dejaré solo, puedes llamarme para lo que sea que necesites —se guardó el celular en su bolsillo trasero—. Estoy haciendo té con miel y naranja, ¿te traigo un poco?

—Sí, por favor —le sonrió—. Gracias.

El beta salió de la habitación y JiMin miró por la ventana del cuarto cómo el cielo comenzaba a colorearse en tonos naranjas y púrpuras. Su lobo había estado relativamente tranquilo hasta entonces, dándole síntomas soportables durante un par de horas. Pero el calor persistente en la parte de su ingle seguía molestándolo y recién era el segundo día de su celo. Durante la noche, seguro, él la iba a pasar mucho peor. Recordaba con claridad cómo aquella era la hora más frustrante, así que esto era una especie de calma antes de la tormenta.

Se recostó sobre la cama y miró el chocolate. No era la gran cosa, seguía siendo un chocolate que vería el cualquier kiosco, pero pensar en que YoonGi lo había escogido especialmente para él provocaba un calor en su pecho, uno que lo hizo sonreír mientras presionaba el chocolate en ese lugar, sintiéndose de alguna manera cerca de YoonGi con ese pequeño pero dulce gesto de su parte.

¿YoonGi estaría tan preocupado por él como lo estaba TaeHyung? ¿Cómo reaccionó al pedido de su amigo por las prendas de ropa? ¿Estaría tranquilo ahora, sabiendo que él estaba pasando su celo solo? Quería saberlo todo, quería hablarle y preguntarle, quería olerlo, mirarlo y quería que él lo viera usando su ropa.

Sonrió de nuevo, atontado.

YoonGi era, oficialmente, el alfa que lo estaba cortejando. Ellos tenían algo y JiMin sentía un cosquilleo en el pecho cada que se recordaba ese hecho.

JiMin no estaba pasando su celo solo porque no tenía un alfa, lo estaba pasando solo porque no era correcto todavía compartir su celo con ese alfa. Sin embargo, sí quería hacerlo, mierda, sería el mentiroso más terrible de todos si siquiera intentaba negarlo.

Sólo podía pensar en YoonGi, en su aroma, en sus manos sobre su cintura, en los besos que le dio en el cuello, en la manera en la que sus rasposas y magulladas manos quitaron el parche de su cuello para olfatearlo y deslizar la punta de su nariz peligrosamente cerca de la glándula de su cuello.

Lentamente, comenzó a ser mucho más consciente del peso de su cuerpo y del calor que hacía en la habitación. Su cabeza comenzó a sentirse cada vez más nublada, sus pies deslizándose por la cama mientras trataba de encontrar una posición cómoda, su ingle presionada contra el colchón mientras pensaba en lo mucho que estaba necesitando hacer eso contra el cuerpo del alfa. Su mano libre acarició la tela de las mantas, imaginando que así podría hacerlo con YoonGi, parpadeando con pesadez.

—YoonGi... —llamó en voz baja, casi imperceptible. Nadie podía escucharlo después de todo—. Yoon... —deslizó su cara contra las mantas, tomando una vez más el cuello de la camisa para meter su nariz dentro e inhalar la fragancia del alfa.

Suspiró casi como un gemido, dejando el chocolate a un lado para bajar su mano hasta la zona de su pelvis. Estaba duro debajo de su ropa interior y la humedad del lubricante comenzó a molestarle dentro de sus muslos. Ni siquiera se estaba tocando tan fuerte, sólo acariciaba mientras imaginaba las manos de YoonGi sobre su cuerpo haciendo lo mismo y gimió, cerrando sus piernas como si YoonGi hubiera tratado de meter su rostro entre ellas.

¿Lo besaría en el cuello como la última vez? ¿Él sonreiría de esa manera que lo hacía lucir tan sexy? ¿Su cabello estaría sujeto en una coleta o caería desparramado por su cara? Él suspiró de tan sólo imaginar el calor del cuerpo del alfa lo suficientemente cerca de él como para sofocarlo y JiMin se encontró a sí mismo gimiendo desesperado mientras su mano ganaba velocidad bajo su ropa interior, impulsado por el escenario mental que lo absorbía.

El aroma a YoonGi debajo de su nariz lo estaba volviendo loco, la camisa negra que le quedaba grande se arrugada contra la cama mientras él trataba de encontrar una posición más cómoda, recostándose boca arriba mientras se sentía cada vez más cerca de su límite.

JiMin.

El omega se encogió tembloroso cuando se corrió contra su mano, jadeando sin aire.

Juraba haber escuchado la voz de YoonGi contra su cuello, incluso sentido su tacto caliente contra su cuerpo.

Mirando el pequeño desastre que había hecho, se preguntó si acaso estaba al borde de enloquecer por un alfa motociclista o si ya había caído completamente por él.

Del otro lado de la puerta, sin embargo, TaeHyung se dijo a sí mismo que era mucho mejor tomar dos tés de naranja y miel que entrar a un cuarto que olía a sexo. 

 

Notes:

¡Muchísimas gracias por leer! Espero que nos veamos en otra de mis demás historias. ¡Puedes encontrarme en twitter y en wattpad!♥

Chapter 10: CAPÍTULO NUEVE

Summary:

—¿Crees que soy lindo? —preguntó por lo bajo, parpadeando como si quisiera enfocar a YoonGi.

El alfa aspiró profundamente, recibiendo el fuerte aroma a rosas que bailaba en el ambiente.

—¿En serio me lo vas a preguntar así? —parecía suavemente consternado.

JiMin frunció un poco sus cejas como si no entendiera a lo que se refería.

—¿Así como, alfa?

Notes:

Bueno... ha pasado un tiempito, pero es el costo que requiere hacer un capítulo tan largo, sepan disculpar. También he estado llena con la universidad este ultimo mes y se me ha complicado mucho sentarme a escribir. Así mismo, no estoy totalmente acostumbrada a la cantidad de palabras que requiere cada nueva actualización, así que pongo un extra de esfuerzo en terminarlo siempre que tengo que escribir este fic. Espero que lo disfruten, que lean lento y sean pacientes para la siguiente actualización como lo han sido para esta, de nuevo muchísimas gracias por leerme, les mando un beso<3

Chapter Text

Cuando JiMin conoció a JungKook, cuando tuvo que estar con él los primeros días de su delicada existencia, sintió que estaba haciendo absolutamente todo mal y que era el peor padre jamás existente.

Nadie podía culparlo, tenía solo dieciocho años. ¿Quién podría ser un padre perfecto a los dieciocho años? Muchos eran peores y ya habían vivido el doble de su vida.

Las primeras semanas fueron pura paranoia, fueron culpa, llanto, desesperación y preocupación constante. Sus padres no ayudaron mucho en ello; su madre siempre sacaba a colación los peores escenarios posibles que podrían suceder y su padre no estuvo lo suficiente en casa como para relacionarse con su hijo y con su nieto recién nacido.

JiMin trató por todos los medios de hacer que JungKook no tuviera problemas en absoluto, leyó mucho, investigó como nunca y aplicó cada pequeño tip que sonara prometedor para ser el mejor padre que podía ser a tan corta edad. Él evitó entrar en pánico por los parloteos de su madre e ignoró la falta de interés de su padre mientras trataba de mantenerse cuerdo él mismo luego de ser abandonado por su pareja y en el dolor de su lobo a consecuencia.

HyunSoo desapareció justo después de que diera a luz, fue como si nunca hubiera existido, lo bloqueó de todos lados y cuando JiMin fue a preguntar por él en su casa, su madre (ex-suegra) le dijo que HyunSoo se había ido con sus tíos a Busan y luego acusó a JiMin de estar fingiendo que JungKook era su nieto para obtener dinero.

Él no recuerda mucho de esa época, supone que es por todo el trauma que le generó y por el estrés constante que pasó en ese momento, pero realmente no está seguro. Lo único que recuerda con exactitud es cuando se mudó de casa de sus padres.

JungKook tenía solo dos años cuando sucedió.

Había conseguido su primer trabajo, el dinero era suficiente y la sensación horrorosa que se le producía en el pecho cada que su madre interactuaba con JungKook fue suficiente para no dudar ni mirar atrás mientras se subía al autobús con sus maletas.

Durante años, evitó a toda costa comportarse como su madre había hecho durante su niñez. Le habló a JungKook de la manera en la que le habría gustado que le hablaran a él, lo ayudó a experimentar el mundo, le explicó cada cosa por la que tuviera curiosidad y lo amó tanto como un padre puede amar a su hijo, todo con el fin de que JungKook jamás dudara de que era amado.

Gruñirle fue, sin lugar a dudas, lo peor que pudo haber hecho.

Al menos para JiMin.

Los omegas no tienen muchas razones para gruñir, no como los alfas. No pelean por banalidades ni buscan proclamar algo como suyo a través de encuentros violentos. Sin embargo, es bien sabido que los omegas tienen sólo unas únicas tres razones para gruñir: para proteger a sus cachorros, para defender el nido y para demostrar que un alfa es suyo. La primera opción es la más usada, pero no suele ocurrir porque nadie se atreve a acercarse a un omega y su cachorro, menos cuando estos siempre van acompañados de un alfa, lastimar a un cachorro es algo tan inmoral e incorrecto que se castiga con leyes severas. La segunda es un poco más común, pero no muchos sentían correcto acercarse al nido de un omega por lo violentos que se pueden volver o por el daño que les puede causar.

Finalmente, la última opción es la que menos suele ocurrir, ya que la gran mayoría de los omegas no encuentran interesante meterse con alfas que se encuentran marcados o en mitad de un cortejo. Los omegas buscan seguridad y fidelidad, algo que no van a encontrar en un alfa que engaña a su compañero. En resumidas cuentas, los omegas no tienen la necesidad de gruñir en la cotidianeidad como sus contrapartes llenas de testosterona y, por ende, JungKook jamás lo había escuchado gruñir, menos hacia él.

Que un padre le gruña a su cachorro no es algo inaudito, pero sí es normal que se sobresalten la primera vez que ocurre. No es culpa de nadie, los lobos a veces empujan de más el impulso de sus instintos y cualquiera puede equivocarse.

Sin embargo, para la mente catastrófica de JiMin, él sentía que le había fallado a JungKook.

Así que cuando logró contactar con él ese viernes, le explicó todo lo que pudo.

¿Entonces no estás enojado conmigo? —fue lo primero que preguntó el niño.

—Claro que no, mi amor —negó con la cabeza, sosteniendo el celular contra su oreja—. Prometo que no fue intencional, mi lobito sólo se puso tonto un momento.

¿Estás seguro?

—Claro que sí —frunció sus cejas, adolorido por el tono preocupado e inseguro de JungKook—. Ya te dije que estaba cuidando el nido, a veces los lobitos se enojan cuando alguien entra al nido sin permiso y en ese momento yo me estaba sintiendo muy mal, así que se me mezcló todo y reaccioné así. Sabes que yo jamás sería malo contigo.

Lo sé, pero es que... me asusté...

JiMin sintió una punzada en su corazón.

—Lo siento mucho, cachorrito...

Está bien papi —la voz de su hijo se escuchaba entre resignada y tranquila—. Te perdono.

—Gracias, Kookie —sintió sus hombros menos tensos, el alivio recorriendo su cuerpo de inmediato—. ¿La estás pasando bien con HoSeok?

Sí papi, estamos haciendo castillos de almohadas en su cuarto y ahora estamos luchando por el poder del reino de chocolate.

—Oh, suena divertido, ¿quién va ganando?

Va ganando HoSeok porque encontró una bazuca mágica que lanza meteoritos y mató a la mitad de mi ejército, pero no importa, yo tengo la piedra mágica que revive a la gente —explicó como un completo estratega, orgulloso de su plan maestro—. Ahora estamos merendando y viendo al señor fantástico —agregó.

—Ay que lindo mi amor. Te dejo tranquilo para que sigan viendo su serie, ¿está bien? Les mando un beso a los dos. Mañana nos vemos, ¿sí?

¡Sí! Adiós papi, ya le digo a HoSeokie sobre el besito —se despidió y JiMin se rió.

—Adiós, bebé...

La expresión de JiMin decayó un poco cuando la voz de JungKook fue reemplazada por el pitido de la llamada finalizada. Quizás estaba siendo ridículamente dramático al respecto, estaría haciéndole honor a su madre, pero seguía teniendo esta molestia en el pecho que no lo dejaba tranquilo. No estaba seguro de si era la culpa, el celo, las hormonas, JungKook presentándose o una mezcla de absolutamente todas esas cosas juntas. Miró la pantalla de su celular con melancolía, triste porque además de todo eso, también extraña a su cachorrito.

Bien sabía JiMin que depender tanto de un niño, que darle un lugar y un rol que no le correspondía no era sano para ninguno de los dos, lo había estudiado mil veces en clases por amor a la diosa, pero a veces se dejaba llevar un poco y quizás, muy en el fondo, JungKook era lo único que lo mantenía en tierra, lo único que lo impulsaba a seguir adelante. Él sabía que no estaba bien, trabajaba en ello lo mejor que podía, pero de vez en cuando (como en ese momento) sentía que las cosas estaban tan fuera de control que poco a poco se destruía su pequeño rincón del cielo y que JungKook siguiera creciendo era tan aterrador como lindo. Las hormonas tampoco ayudaban mucho a toda la situación.

Mientras miraba la pantalla de su celular, JiMin sorbió su nariz.

¿Se pondría a llorar por esto? No recordaba cuándo había sido la última vez que lloró tanto y tan seguido, ¿quizás cuando nació JungKook? ¿Cuando dio sus primeros pasos? No estaba seguro de que fuera una persona demasiado sensible, pero JungKook jalaba una fibra delicada en JiMin.

—Ah, Mimi —escuchó la voz de su amigo, quien había entrado a la habitación con una taza de té en la mano—. ¿Qué sucede? ¿Hablaste con Kookie?

El omega asintió, sorbiendo su nariz una vez más.

Dejó su celular de lado, huyendo de la necesidad de volver a rebuscar en sus contactos.

—Creo que he llorado más este celo que en toda mi vida.

TaeHyung resopló, sonriendo con cariño hacia su amigo.

—Tranquilo, supongo que es normal —consoló—. Te traje un poco de té, ¿cómo te sientes?

JiMin se encogió de hombros.

—Debería llamar al restaurante...

—No lo sé, EunJin ya te avisó que tu jefe te llamaría más tarde. Preocúpate de eso en otro momento, no ahora.

JiMin chasqueó la lengua, frunciendo sus cejas mientras alisaba las arrugas de las sábanas blancas debajo de sus manos. Se sentía malhumorado todavía, su lobo gruñía en el fondo de su pecho por la cercanía de Tae al nido, pero JiMin hizo lo posible por controlar sus impulsos. No había sido tan malo, no considerando lo medicado que se encontraba y el increíble poder analgésico que tenían las camisas de YoonGi. A pesar de que el alfa le había entregado tres de ellas, su favorita parecía ser la de Gun's & Roses, así que se la puso inmediatamente después de su ducha de esa tarde.

La incomodidad de pensar en el trabajo estaba carcomiéndole la cabeza. JiMin podría volverse loco de solo pensar en la posibilidad de un despido a consecuencia del berrinche de un tipo rico. Si así fuera, ¿dónde podría conseguir trabajo?

—Otra vez te estás dispersando —le avisó su amigo con un suspiro, reprimiendo la necesidad de sentarse a su lado para no irrumpir en el nido—. Ten, toma un poco de té, quizás te ayude a relajarte.

JiMin miró a su costado y recibió la taza, acercando el borde a sus labios para tomar un sorbo. Hizo una mueca, se había quemado la lengua, pero al menos sí se había distraído un poco.

—Quiero ir a casa —murmuró, mirando el líquido opaco dentro de la taza de Star Wars que le había regalado a TaeHyung en uno de sus cumpleaños—. Quiero ir a casa y quiero estar con Kookie.

TaeHyung suspiró.

—Bien, podemos ver qué hacer con eso.

Esta vez, JiMin sí lo miró.


YoonGi no estaba del todo seguro de qué hacer ahora.

Había pasado la mayoría de la tarde luego del trabajo con una sensación de ansiedad en el pecho, algo que duró desde que se encontró con TaeHyung el día anterior. El intercambio entre los dos fue relativamente rápido, le entregó las cosas y el beta se despidió con una sonrisa nerviosa luego de agradecerle por su interés en ayudar a su amigo. Cuando se fue en su auto, uno que YoonGi estaba seguro necesitaba una revisión en el tubo de escape, sus deseos más primitivos le hicieron considerar por un segundo la idea de perseguirlo y saber dónde se encontraba JiMin.

En su lógica humana, sabía perfectamente que solo debía esperar a que el omega regresara a casa, aunque saberlo no significaba que su lobo estuviera de acuerdo con eso. El animal no dejó de gruñir fastidiado, pidiendo por JiMin como si el omega lo estuviera llamando y fue tan extraño sentirlo porque YoonGi estaba seguro de que no lo había experimentado antes.

Esa tarde de viernes, YoonGi miraba fijamente a la cafetera preparando el dichoso café que simplemente puso para mantener su cabeza ocupada con algo. El aroma de la pesada esencia rellenó el vacío de los alrededores, focalizando la nariz de YoonGi en algo que no fuera el fantasma de olor a rosas de JiMin con el que creía estar alucinando.

Holly jugaba con su peluche favorito, recostado en el sofá sin preocupaciones que tuvieran su pequeña cabeza atormentada. De repente, el perro levantó su cabeza como si hubiera escuchado algo por encima del sonido de la cafetera, mirando hacia la puerta de entrada. Se bajó del sofá de inmediato, corriendo a la puerta y moviendo la cola, ladrando y brincando alrededor. YoonGi lo miró con cejas fruncidas, sin entender qué le pasaba a su perro.

—Hey, oye —se acercó y trató de distraerlo, pero Holly seguía ladrando contento hacia la puerta—. ¿Qué te...?

Entonces, algo en su cabeza hizo click.

Cuando giró el picaporte y abrió la puerta, se encontró con JiMin del otro lado.

JiMin vestía una de sus camisas, un pantalón de pijama a cuadros holgado que se veía que le quedaba un poco grande y cargaba consigo un par de bolsas de tela en la que había peluches y mantas dentro. A su lado, quien reconoció como TaeHyung, abría la puerta de su casa, quieto en su lugar por la presencia sorpresiva de YoonGi.

Entonces, Holly ladró.

—JiMin —casi jadeó.

—YoonGi —sonrió.

TaeHyung trató de abrir la puerta con más insistencia.

—¿Estás bien? —le preguntó YoonGi, mirándolo de pies a cabeza, sintiendo cómo el aroma a rosas en el omega bailaba suave y sutilmente delicado, atrayente, pero no tanto como lo estaría en su momento más fuerte de celo.

—Bien, estoy bien —le contestó con timidez, un poco pequeño en su lugar. Se veía como si acabara de levantarse de la cama, su cabello suavemente despeinado y sus mejillas sonrojadas—. G-Gracias, uh, por la ayuda... y por los chocolates —sonrió con los labios apretados en vergüenza tímida, una mueca que tenía a YoonGi al borde del delirio.

—No es nada, de verdad —respondió, negando con la cabeza, entre sus piernas Holly estaba luchando por salir a saludar también—. Era lo mínimo que sentí que debía hacer —agregó con más emoción de la que habría querido mostrar—. ¿Te gustaron?

—Sí, me gustaron mucho —sonrió, tentado a reírse por la cara de emocionado que tenía YoonGi—. De verdad muchas gracias, prometo que te devolveré tu ropa, solo la tengo que la...

—No, está bien —negó de nuevo—. Quédatela.

JiMin sintió sus cachetes más calientes que antes.

—¿Qué? No, son tus camisas.

—Está bien, de verdad —le sonrió—. Te quedan mejor a ti, de todos modos.

JiMin apretó sus labios para no reírse, sintiéndose ridículamente contento en ese momento, su lobo igual de satisfecho. TaeHyung no podía creer que había tenido que experimentar por primera vez lo que era el celo de su mejor amigo y su estupidez naciente por el enamoramiento.

—JiMin —llamó Tae cuando se dio cuenta de que ellos dos eran más risitas y miradas que de conversación en sí—. Hay que entrar de una vez —señaló con un movimiento de su cabeza, la puerta por fin abierta.

El omega pareció recordar que su amigo se encontraba ahí.

—Oh, claro —señaló y miró a YoonGi—. Supongo que nos vemos luego —arregló un pequeño mechón de cabello detrás de su oreja.

—Sí, perfecto —asintió, perdiéndose un poco en el gesto de JiMin—. Fue bueno verte y saber que estás bien.

—Gracias, fue bueno verte también.

Las miradas tímidas continuaron por un par de intercambios más antes que tuvieran que romper el contacto para regresar a sus casas. Sin embargo, antes de cerrar la puerta, YoonGi volvió a asomarse, abriendo la boca antes de realmente pensar en lo que estaba diciendo.

—Te invito a comer, acá, no muy lejos. ¿Mañana? ¿Qué te parece? —preguntó sin titubear.

JiMin se quedó quieto en el umbral de la puerta, parpadeando sorprendido.

—¿Sabes qué? Cocinaré algo, pueden venir JungKook y tú —propuso y JiMin se vio mucho más interesado—, ¿almuerzo? ¿Cena?

—Almuerzo —respondió JiMin con una sonrisita que iluminaba su cara.

—¿Almuerzo?, bien.

—Nos vemos entonces.

—Bien, bien —asintió contento—. Nos vemos.

Esta vez ambos se metieron a sus casas y JiMin soltó las bolsas para cubrirse la cara por lo avergonzado que se sentía, en el buen sentido al menos. TaeHyung lo miraba con una mezcla entre el orgullo y la diversión, negando con la cabeza como si no pudiera creer que su mejor amigo haya caído por los encantos de un motociclista con cara de dumpling.

—Bueno, esto es graciosísimo —admitió y JiMin lanzó un quejido avergonzado, mirándolo como si lo quisiera golpear—. No me mires así, tú no fuiste el que se tuvo que aguantar a su amigo mirando como un imbécil al alfa que le gusta.

—Pronto vas a estar igual —murmuró como queja, tomando de nuevo las bolsas que dejó en el suelo para llevarlas a su habitación. Dentro, se encontraba su nido desarmado—. Me voy a burlar de ti también —prometió, saliendo de para tomar el par más de bolsas que quedaban.

—Me parece maravilloso que no negaste que te gusta —molestó con una risita.

—¡Cállate! —se quejó, TaeHyung se carcajeó—. Uhg, ¿por qué tienes que...?

De repente, JiMin escuchó su celular resonar con el tono que había escogido para su jefe. No demoró más de un segundo en sacarlo de su bolsillo y contestar.

—¡Hola, señor Kim! —saludó con un tono animado, buscando sonar lo más amigable posible—. Estaba esperando su llamada —colocó una mano en su cintura, atento.

Hola, JiMin. Espero no molestar, quería hablar contigo sobre los días que has faltado.

—Claro, sí, ¿qué sucede? Ya me siento mejor, voy a ir el lunes sin falta, no se preocupe por eso.

Sí, ah... Verás JiMin —el estómago del omega se revolvió, esperando lo peor—. Voy a tener que pedirte que cubras los turnos del fin de semana, sábado y domingo. ¿Crees que puedas hacer eso?

JiMin se quedó congelado un momento.

—Sí, sí puedo, claro... —contestó sin tanta seguridad esta vez—. Es decir, pensé que por el celo todos los omegas teníamos al menos tres días libres, pero...

Nunca tuvimos que llevar un registro contigo, así que no estábamos preparados para que faltaras, por eso te lo estoy pidiendo. Sé que puede no sonar muy bien, pero estas son cosas que se avisan con un tiempo anticipado, voy a necesitar que te presentes para el turno de la noche.

—Yo... disculpe, es que necesito coordinar con la niñera —llevó una mano a su frente, comenzando a caminar alrededor de la casa. TaeHyung lo miró con duda—. ¿Puedo llamarlo en un rato?

No, JiMin. Voy a necesitar que me confirmes ahora.

—Oh, bueno... sí, voy a tomar el horario de la noche, como siempre...

Bien.

Inmediatamente después, la llamada fue cortada.

JiMin cerró los ojos un momento, tratando de no explotar por el nuevo problema que se le había presentado y dejó su celular sobre la mesa del comedor, apoyándose luego sobre la misma mientras contaba mentalmente hasta diez, no, veinte, no, cien.

—¿Qué pasó? —TaeHyung preguntó con cautela, dándose cuenta de que era algo serio lo que sucedía.

—Tengo que compensar los días que falté —explicó con la cara entre sus manos.

—¿Eh? —el beta se acercó para estar enfrente de él, buscando alguna señal de que lo que decía era una broma—. Pero si tienes compensación por el celo —tomó su hombro.

—Aparentemente no —se apartó, caminando un par de pasos con estrés—, al menos no esta vez.

TaeHyung lo miró con incredulidad.

—¿Qué mierda le pasa a tu jefe? —frunció sus cejas con fastidio—. No pueden obligar a un omega a trabajar de más después de que pasó por su celo, las leyes están por algo. Esto es...

—No, está bien —hizo un ademán con su mano, volviendo a tomar su celular para buscar el número de la niñera—. No tengo certificado médico, él puede hacer lo que quiera, así que ya está. Ahora tengo que ver con quien dejar a JungKook... —le dio click al número y colocó el celular contra su oreja—. Espero que esté disponible.... —murmuró, llevando su mano a su boca para morder con ansiedad la punta de su pulgar.

—JiMin dile que no, esto es ridículo, no puedes...

—Hola, ¿señora Hwang? —TaeHyung dejó caer sus brazos a los costados y se dio la media vuelta, alzando sus brazos una vez más como símbolo de exasperación—. Disculpe el imprevisto, pero tuve una pequeña emergencia en el trabajo y quería saber si el sábado y el domingo iba a estar disponible para cuidar de JungKook...

JiMin no creía recibir una respuesta afirmativa, no cuando la mujer había dejado en claro que los fines de semana los usaba para visitar a sus nietos. Sin embargo, esperaba tener un poco de suerte esta vez.

TaeHyung, al darse la vuelta una vez más, presenció el momento exacto en el que JiMin recibía una negativa.

—Oh, sí —el omega asintió—. Me imaginé que estaría ocupada, disculpe. No, está bien... —se quedó un momento escuchando algo en la otra línea, asintiendo—. Sí, está bien, no se preocupe, muchas gracias de todas maneras.

Cuando colgó, el beta suspiró.

—Puedo cuidarlo —le dijo.

—No, está bien —JiMin ni siquiera lo miró, buscando entre su lista de contactos—. Ya hiciste mucho por mi.

—JiMin, sabes que no me...

—Tae —su mirada era severa. TaeHyung decidió que no iba a pelear contra él, no quería que se enojara y bien sabía cuando JiMin estaba al límite—. Yo lo resuelvo, ¿sí? —le dijo como si quisiera calmarlo, pero más parecía una frase dicha para sí mismo—. Creo que... quizás sea mejor llevarlo... —otra vez comenzó a morder el cuero de su pulgar, murmurando ideas para sí mismo.

—¿Realmente crees que es buena idea? —le preguntó con preocupación—. JungKook no va aguantar hasta las doce y tantas de la noche.

JiMin resopló y tomó un mechón de su propio cabello como un gesto de estrés. Claro que él sabía eso, ¿pero qué más opciones tenía?

—¿Qué se supone que haga? ¿Dejarlo con mamá? —le preguntó, TaeHyung frunció sus labios—. Ya lo he llevado al restaurante y tú tienes cosas que hacer el fin de semana, así que no lo vas a cuidar. No voy a ponerte en esa posición, ya has hecho demasiado por mí —negó con la cabeza, tecleando en su celular para buscar el contacto de EunJin.

El beta lo miró con cansancio, resignado a que la conversación no iba a avanzar más de ahí. JiMin siempre había sido así de todas maneras, tan terco que podría superar con creces la actitud de absolutamente todos los adultos mayores del geriátrico en el que trabajaba.

Mientras JiMin hablaba con EunJin sobre lo que el jefe le había acabado de decir, TaeHyung se preguntó si acaso su amigo recordaba que YoonGi lo había acabado de invitar a comer.


Durante los años posteriores a haberse ido de casa, JiMin logró conocer mucha gente que realmente estaba dispuesta a ayudarlo. Por ejemplo, conoció a la señora Hwang una tarde en la que la ayudó a subir las comprar a su casa y la mujer se apiadó lo suficiente de él como para brindarle un par de platos de comida cuando él no alcanzaba a cubrir sus propios gastos a fin de mes. Lo siguiente fue pan comido, ella era lo suficientemente dulce y su esposo lo suficiente atento como para que JiMin confiara en ellos para que cuidaran a JungKook.

TaeHyung fue otra pequeña salvación, su amistad con él nació y creció tan rápido que en menos de dos meses JiMin comenzó a visitar su casa y conoció a su familia. Conoció a SeokJin, a su pareja, a los padres de TaeHyung y al pequeño HoSeok. Los padres de TaeHyung fueron amables siempre, le ofrecieron ayuda muchas veces, lo invitaron a comer mucho y quizás pensaron que un romance con TaeHyung aparecería tarde o temprano, hasta ahora parecían seguir esperándolo, pero JiMin sólo se reía de ello.

Sin embargo, a pesar de todo, JiMin odiaba pedir favores, odiaba dejar a JungKook con otras personas, odiaba no poder cumplir con su deber como padre. Depender de otras personas era horrible, era admitir que no podía hacer las cosas como correspondían y ya habían pasado días en los que había dependido demasiado de otros, por lo que cuando SeokJin regresó con JungKook, él no estaba seguro de qué cara poner.

—Muchas gracias, de verdad, no sabes la ayuda que fuiste —le dijo con convicción cuando SeokJin estacionó el auto a su lado, en los asientos traseros se veía a JungKook vociferando "papá" totalmente emocionado y JiMin no demoró en caminar hacia la puerta del asiento trasero—. Hola, mi amor —saludó contento.

—No pasa nada, sabes que HoSeok y yo amamos tener al pequeño JungKook en casa —hizo un ademán con su mano—. No dudes en pedir ayuda la próxima vez que lo necesites, quizás un día de estos podamos salir todos juntos.

El niño saltó a sus brazos inmediatamente después de que él abriera la puerta del auto y no dejó de repetir lo mucho que lo había extrañado. JiMin sintió inmediatamente después que un peso amargo abandonaba sus hombros y frotó un poco su nariz contra la mejilla de JungKook mientras el reía.

—¡Hola tío JiMin! —saludó HoSeok, asomándose por la ventana una vez la puerta fue cerrada.

—Hola, corazón. ¿Cómo has estado? —acarició su cabello.

—¡Bien! —sonrió en grande.

—Sobre la salida, sería muy lindo, definitivamente hay que hacerlo —asintió contento, caminando de vuelta a la ventanilla de Jin.

—¡Claro que sí! Por otro lado, si necesitas algún consejo sobre el tema de ya-sabes-qué puedes enviarme un mensaje. Espero que TaeHyung haya sido de ayuda, él no prestaba mucha atención en nuestros años de secundaria.

JiMin rió. TaeHyung había estado con él hasta esa mañana y estuvo parado en la entrada de la casa durante al menos cinco minutos preguntando si iba a estar bien solo.

—Sí, fue de mucha ayuda, pero lo mordí así que... —el mayor de los dos se carcajeó.

—Es un tonto, pero hizo su mejor esfuerzo.

—¡Papi! —llamó HoSeok, asomándose entre los asientos—. Tenemos que ir a buscar a papá —avisó HoSeok como si Jin se hubiera olvidado de ese detalle.

—Oh, tienes razón —miró a JiMin con una sonrisa comprensiva—. Nos vemos luego, espero que esa salida sea más pronto que tarde, hace tiempo que no vienes a cenar.

—Sí, lo siento, el trabajo y la universidad no dejan de consumirme tiempo —se excusó con arrepentimiento—. Gracias otra vez, de verdad, nos vemos luego —se despidió con su mano.

—¡Adiós tío Jin, adiós HoSeokie! —JungKook movió su mano como despedida, lleno de energía como solía estar siempre.

—¡Adiós Kookie! —gritó HoSeok desde la ventana del asiento trasero—. ¡Vengaré a mi reino la próxima vez! —prometió.

JungKook sonrió con un aire burlón en su rostro y JiMin lo miró con curiosidad.

—Le gané —JungKook contó orgulloso.

—¿Ah sí? —se rió—. Bueno, entonces se ve que se divirtieron mucho.

—Sí, ¿recuerdas la bazuca de la que te conté? Bueno, se la robé —contó—. Entonces hice que explotara todo su reino, así wooosh —movió sus manos de manera exagerada. JiMin se rió—. Después perdió sus tropas y yo tenía miles de millones de soldados, así que gané, y él se rindió, así que ahora es mi bufón.

—¿Tu bufón? —JiMin parpadeó sorprendido, abriendo la puerta de la casa—. ¿Por qué no lo hiciste uno de tus caballeros? —lo dejó en el suelo.

—Porque él quería ser bufón, papi —contó como si fuera obvio, siguiendo a JiMin por la casa—. Le di el puesto porque yo no tenía bufón y HoSeokie me hace reír mucho —se sentó en su cama cuando JiMin se lo pidió y alzó sus brazos para que su papá le quitara su pijama—. ¿Me tengo que bañar?

—Sí, estuviste como dos días sin bañarte —dobló la pequeña camisa y la dejó a un lado, luego se arrodilló para quitarle los zapatos—, hay que limpiarte porque vamos a comer en casa de YoonGi.

—¿Sí? ¿Qué vamos a comer? —JungKook comenzó a mover sus pequeños pies mientras JiMin batallaba un poco con el velcro.

—YoonGi me dijo que vamos a comer lasaña —JungKook lo miró confundido—. Nunca la he preparado, pero sabe parecido a la pasta, seguro te va a gustar. ¿Tienes curiosidad? —el niño asintió, sonriente—. Bien, entonces vamos a darte una ducha rápida, levántate para quitarle los pantalones.

JungKook se levantó, pero le mostró a JiMin su palma.

—Espera papi, eso lo hago yo —se apartó de JiMin y comenzó a caminar fuera del cuarto—. ¡Yo te voy a avisar cuando esté listo! —le dijo desde la lejanía.

JiMin miró el camino que había tomado su hijo, sin palabras, y colocó una mano sobre su pecho.

Pronto JungKook ya no iba a necesitar su ayuda para nada.

Ah, ¿por qué se sentía tan desgarrador?

A veces no podía creer lo dramático que era al respecto, pero a pesar de lo mucho que le recordara a su propia madre, JiMin trató de evadir la sensación de amargura que se extendió por su pecho y tomó uno de los pequeños zapatos de JungKook, sonriendo con melancolía.

Antes eran mucho más pequeños.

—¡Papi!

—¡Ya voy! —se levantó del suelo.

Tenía que trabajar con la sensación de sentirse inútil luego, no podía dejar que se extendiera demasiado porque si no tendría un problema.

Cuando YoonGi abrió la puerta de su casa un par de horas más tarde, ambos sintieron el aroma de la lasaña expandirse deliciosamente por el pasillo. A JiMin se le hizo agua la boca y JungKook brincó emocionado mientras entraba a la casa.

—¡Huele muy rico señor YoonGi! —le dijo emocionado y YoonGi le sonrió con ternura, pero el niño estaba más interesado en buscar al cachorro que tenía YoonGi—. ¿Dónde está Holly? —preguntó un poco más bajito esta vez, tímido.

—Debe estar en la habitación, ya le voy a abrir la puerta —le sonrió e inmediatamente después se escuchó un ladrido, así que la expresión de JungKook se iluminó—. Debe ser él —arrugó un poco su nariz y se giró hacia JiMin—. Gracias por venir —presentó su casa con un movimiento de su mano—. Bienvenido a la casa de enfrente.

JiMin se rió con diversión, tímido detrás de su mano. YoonGi estaba vistiendo una camisa color negra con dos de los últimos botones abiertos. Estaba arremangada hasta los codos, un collar de plata sobre su cuello y su cabello largo lucía suavemente despeinado. JiMin casi suspira.

—Gracias por invitarme —entró a la casa y YoonGi se apartó para cerrar la puerta—. La verdad es que sí huele muy bien, no sabía que además de mecánico también fueras un chef —se rió, YoonGi lo acompañó.

—Tengo talento para la cocina, ya vas a ver —se jactó—. Esta es la receta de mi hermana, pero espero que haya quedado lo suficientemente bien como para que le guste a JungKook.

—Oh, no te preocupes, él no es quisquilloso con la comida —negó con la cabeza.

—Señor YoonGi, creo que Holly quiere salir —señaló hacía la zona de las habitaciones.

JiMin se rió de lo obvio que estaba siendo su hijo con la emoción y YoonGi simplemente actuó como si se hubiera acabo de dar cuenta de lo que JungKook había dicho, así que se apresuró a caminar hacia una de las puertas para dejar salir a Holly. El perro corrió emocionado para saludar a los nuevos visitantes mientras JungKook se reía. Holly olfateó los pies de JiMin con curiosidad y luego se acercó a JungKook, brincando junto al niño, lamiendo su cara y moviendo su cola con euforia.

—Bien, Holly. No lo atormentes —YoonGi tomó su collar para apartarlo un poco—. Cálmate, sé cuidadoso —ordenó.

El perro se lamió el hocico un par de veces, sentándose en su lugar como un buen chico mientras JungKook lo acariciaba con cuidado. JiMin encontró entrañable la manera en cómo YoonGi se preocupaba de que Holly no fuera demasiado rudo con su hijo y trató de que no se le notara la felicidad en la cara, pero era complicado hacerlo cuando tu encantador vecino lucía tan bien dentro de su camisa negra y jeans rasgados.

—JungKook recuerda lavarte las manos antes de comer —JiMin se acercó para despeinar su cabello un poco, el niño lo miró sonriente y asintió.

—¡Sí, papi!

JungKook se quedó jugueteando con Holly un rato más mientras YoonGi rebuscaba entre los cajones de la cocina bajo la mirada curiosa de JiMin.

—Vayan sentándose que voy a servir la lasaña —avisó YoonGi desde la cocina, abriendo el horno.

JiMin le echó una mirada a JungKook y este se apresuró a levantarse del suelo.

—¿Puedo usar su baño, señor YoonGi?

—Claro chiquitín —se colocó el par de guantes de cocina y metió las manos en el horno.

JungKook se perdió hacia el baño y JiMin se acercó a la mesa, apoyándose sobre ella con sus manos para ver a YoonGi caminar con la bandeja de lasaña en las manos, dejándola con delicadeza en el centro de la mesa, humeante y deliciosa.

—Creo que se me acaba de hacer agua la boca —admitió JiMin con vergüenza, colocándose una mano sobre sus labios mientras YoonGi se quitaba los guantes. La frase no sólo era para la comida, ya que el omega no podía evitar mirar que había un trapo en el hombro de YoonGi y quizás eso lo hacía lucir mucho más atractivo de lo que debería.

—Oh, me alegro —sonrió el alfa, esa sonrisa ladina y coqueta que tenía a JiMin casi de rodillas—. Espero que haya salido bien.

—Se ve fabulosa —rió, y otra vez iba con doble sentido.

—¡Listo! —JungKook llegó a la mesa con sus manos arriba, sentándose en la silla mientras Holly se sentaba a su lado—. Ya me lavé las manos —se asomó por el borde de la mesa.

—Oh, ¿necesitas un cojín para sentarte más alto? —preguntó YoonGi y JungKook bajó un momento la mirada para analizar su situación antes de asentir en su dirección—. Bien, espera ahí —dejó los guantes sobre la mesa y caminó hacia el sofá, tomando un cojín antes de caminar al asiento de Jungkook.

Una vez sentado sobre el cojín, ahora JungKook podía alcanzar los cubiertos y el plato. JiMin se sentó a su lado con una sonrisa enternecida, agradeciéndole a YoonGi con la mirada mientras el alfa arrugaba su nariz y tomaba los guantes para caminar de vuelta a la cocina.

—¿Preparaste algo especial para comer que te veo rebuscando en tu cocina? —preguntó JiMin con curiosidad, colocando su mentón sobre su palma.

—Sí, espero que te guste el vino —cuando se dio la vuelta, YoonGi sostenía dos copas en una mano y un vinotinto en la otra, una sonrisa suave en su cara mientras JiMin miraba sorprendido la botella—. Para JungKook compré jugo de manzana —agregó, caminando hacia la mesa para colocar las copas.

—¡Sí! —celebró JungKook—. Me gusta el juguito de manzana, gracias señor YoonGi.

—No hay de qué, chiquitín.

—Eso es muy dulce —le dijo JiMin. No recordaba la última vez que había tomado una copa de vino.

—No es nada —YoonGi negó con la cabeza, colocando el vino sobre la mesa al igual que el par de copas—. Ya te traigo tu jugo —señaló a JungKook y volvió a la cocina, el niño rió—, ¿debería llevar un vaso de vidrio o de plástico?

—¿Puedo tener uno de esos vasitos altos y gorditos? —JungKook señaló las copas.

—Uh —JiMin dudó, por otro lado, YoonGi se reía desde la cocina—. No lo sé, bebé. Son vasos delicados.

—Yo soy cuidadoso... —hizo un puchero.

JiMin miró a YoonGi sin estar seguro, pero el alfa ya estaba llevando otra copa a la mesa.

—Es raro beber aquí, así que tienes que tener mucho cuidado —le explicó el alfa, colocando la copa al lado del plato de JungKook.

—Sí, señor YoonGi —asintió contento, mirando la copa con ojitos curiosos. JiMin no tenía de esas en casa, no eran necesarias, no es como que tomara vino seguido y la verdad es que tampoco tenía ganas de que JungKook las rompiera por accidente, así que el niño tenía razón de estar tan intrigado.

JiMin se resignó al hecho de que JungKook era lo suficientemente grande como para maniobrar cosas delicadas y le echó una mirada a YoonGi que casi le decía "si la rompe, eres responsable". YoonGi correspondió al gesto guiñandole un ojo, como si quisiera darle a entender que no había problema y JiMin envidiaba un poco su despreocupación.

Lo siguiente que dejó YoonGi sobre la mesa fue la espátula para servir la lasaña y un sacacorchos, tomando la botella de vino para enroscar la herramienta.

—¿Por qué no tiene una tapa como la coca cola? —preguntó JungKook mientras el alfa hacía su trabajo.

—Es para que no se escape el sabor —explicó—. El vino dura mucho tiempo cerrado para que se haga viejito, así que tiene que guardar la mayor cantidad de sabor que pueda para que cuando se abra sepa rico.

—¿Pero si está cerrado mucho tiempo y se hace viejito no sabría muy feo? ¿No tiene fecha de caducidad? —continuó preguntando.

—En este caso sí es bueno que se quede mucho tiempo cerrado, así sabe mejor.

JungKook soltó un "oh" en entendimiento, intrigado por la nueva información. Por otro lado, JiMin admitía que no había escuchado absolutamente nada por estar mirando la manera en la que los brazos fuertes de YoonGi se esforzaban por destapar la botella, cuando lo logró, una sonrisa orgullosa se extendió por su cara, quizás un poco pretenciosa también, y JiMin casi suspira.

—Ahí va —sirvió una copa hasta un poco menos de la mitad y se la acercó a JiMin, luego sirvió la suya y la dejó al lado de su plato.

—Gracias —le dijo JiMin con una sonrisa.

—No hay de qué —YoonGi le sonrió—. Ahora vienes tú —dejó la botella de lado y tomó el jugo de manzana, sirviendo una cantidad razonable en la copa de JungKook antes de acercarla a su plato una vez más—. Listo.

—Gracias, señor YoonGi —tomó la copa con ambas manos y se tomó un trago de jugo.

—¿Cuánta hambre tienen? Para saber si les sirvo un gran pedazo o uno pequeño —ahora tomó la espátula.

—Creo que grande para mi está bien, para JungKook quizás mediano —respondió JiMin.

YoonGi asintió y cortó ambas porciones. JiMin sintió que su estómago gruñía cuando YoonGi colocó la comida sobre su plato y se preguntó si acaso era porque no había comido más que sopa y líquidos esos días. Un poco de carne le vendría bien y la lasaña olía increíble, así que cuando todos los platos estuvieron servidos él no dudó dos segundos en tomar una porción con su tenedor y llevarla a su boca.

Mierda, si TaeHyung hubiera aprobado la comida le diría que se casara con YoonGi en ese instante.

—¡Qué rico! —vociferó JungKook, metiendo un par más de porciones de comida en su boca—. Me gusta mucho —agregó con dificultad.

—Kookie, traga antes de hablar —aconsejó JiMin antes de mirar a YoonGi—. La verdad es que sí está bastante bueno, ¿dices que es la receta de tu hermana?

—Sí, ella está casada con un chef así que aprendió un par de cosas. Yo creo que nací con talento, junto con mamá éramos los que cocinábamos en las fiestas y así —contó y la imagen que se creó en la mente de JiMin se sintió tan hogareña que no dejaba de sonreír—. Me hace muy feliz que les guste, pueden llevarse a casa si quieren.

—¡Sí, sí! —asintió JungKook, masticando contento.

"Un alfa que provee" es un concepto muy de antaño, sin embargo, eso no quita que sus lobos se emocionen por experimentar un aproximado de lo que "fue" en la actualidad. Un alfa alimenta, protege y cuida, así que JiMin quizás está un poco atontado por el hecho de que YoonGi haya decidido hacer un almuerzo para los dos, cuidando cada detalle desde arreglar la mesa hasta el tipo de vino que compró. Se encontró a sí mismo pensando en que podría acostumbrarse a ello rápidamente y su lobo movía la cola contento.

Hubo pequeñas miradas juguetonas y cómplices durante la comida, JiMin se dejó disfrutarlo como no lo había hecho antes y que JungKook fuera tan animado para sacar conversación ayudaba bastante a que el ambiente no se transformara en un silencio que pudiera fortalecer la tensión que se estaba formando entre los dos.

Sin embargo, JiMin no iba a negar que también sentía sus entrañas retorcerse en felicidad cuando veía la manera en cómo YoonGi trataba a su cachorro. Era un caballero, seguía los juegos del niño y no cuestionaba las preguntas que hacía, incluso le dejó probar un poco del vino para que saciara su curiosidad sobre el sabor y JiMin trató de no reírse por la manera en cómo JungKook sacó la lengua con asco cuando la única gota que le brindó YoonGi tocó sus papilas.

Por un momento, JiMin huyó de la preocupación de sentirse demasiado cómodo dentro del ambiente familiar que se estaba formando durante el almuerzo y se permitió disfrutarlo.

Al menos hasta que la alarma de su celular interrumpió la historia de YoonGi sobre la adopción de Holly.

—¿Pasa algo? —preguntó el alfa cuando notó la expresión decaída de JiMin.

—Sí, uh, en dos horas tengo que estar en el restaurante, así que debería irme a casa para vestirme —contó con un poco de fastidio.

YoonGi frunció sus cejas.

—¿No deberían darte días libres obligatorios por el ya-sabes? —preguntó con cautela, inseguro de si JungKook sabía sobre el tema.

JiMin frunció sus labios con incomodidad.

—Sí, pero este es un caso diferente, es un poco complicado de explicar —se encogió de hombros—. De todos modos, solo tengo que recuperar mi horas, no me están haciendo trabajar más.

—La verdad es que no suena así —continuó, luciendo un poco menos tranquilo ahora.

—Está bien, realmente no es la gran cosa —trató de aminorar la preocupación de YoonGi, pero él seguía con las cejas fruncidas—. Uh, cambiando de tema, ¿JungKook podría quedarse aquí para que termine su segunda porción de lasaña mientras me visto? Solo serán cinco minutos, después me lo voy a llevar —le preguntó con un poco de pena.

—Sí, claro que puede, no pasa nada —miró cómo JiMin se levantaba de su asiento con una sonrisa de agradecimiento en su rostro.

Sin embargo, JungKook se veía mucho más decaído ahora.

—Papi, ¿tengo que ir contigo?

—Ah, sí amor, lo siento —deslizó su silla vacía hacia la mesa—. Ya hablamos de esto...

—Pero no quiero ir al restaurante —murmuró con un puchero—. ¿No me puedo quedar con la señora Hwang?

—No, Kookie. Ella está ahora con sus nietos.

—Pero...

—Kookie, ya te dije, es esto o ir con la abuela —suspiró, cruzándose de brazos por la vergüenza de estar hablando de esto con YoonGi enfrente. Él no debería estar escuchando sus problemas personales.

JungKook lloriqueó y bajó la mirada, cruzándose de brazos de igual manera. JiMin suspiró y se acercó a su lado, arrodillándose para buscar su mirada y poder convencerlo de que no era tan malo.

—No quiero ir, no me gusta, hay mucha gente y me da sueño y huele feo y no puedo hacer nada —comenzó a quejarse, JiMin no sabía qué hacer para detenerlo—. ¿Por qué no me puedo quedar aquí? —entonces, levantó la mirada hacia YoonGi, haciendo ojitos de cachorro—. Señor YoonGi, ¿me puedo quedar aquí?

JiMin se apresuró a hablar.

—¿Qué? No, JungKook...

—Bueno...

—No —JiMin se levantó, mirando a YoonGi como si no pudiera creer que en serio lo estuviera considerando—. No te voy a poner en esa posición, no es justo, JungKook va a venir conmigo.

El niño volvió a hacerse bolita en la silla, quejándose bajito. JiMin no quería que hiciera un berrinche ahí.

—JiMin —YoonGi se levantó también y caminó hacia él—. Está bien, no me molesta, no tengo más nada que hacer —se encogió de hombros con despreocupación—. He cuidado a mis sobrinos un sinfín de veces, tengo experiencia en esto así que no tienes nada de qué preocuparte.

—No, YoonGi. No está bien. No es justo que te pida eso —negó con la cabeza, su cara roja por la vergüenza—. Es muy lindo que te ofrezcas, pero no creo que...

—Sólo por hoy —propuso—. Solo esta vez —insistió con cautela—. Debe ser agotador para él estar hasta tan tarde y estoy seguro de que lo sabes, déjame ayudarte, lo haré más fácil para ti, ¿sí?

"Más fácil". Desde hacía mucho tiempo JiMin supo que tendría que esperar durante una vida entera para que las cosas se hicieran "más fáciles", no era tan sencillo como pedir un favor y ya, eso lo sabía. Hasta ahora las cosas no se habían hecho "más fáciles", él simplemente aprendió a manejarlas cada vez mejor. ¿Cuál podría ser la diferencia ahora? YoonGi le prometía algo que JiMin creía imposible, sin embargo, por un segundo, él le creyó.

—¿Estás seguro? —JiMin lo miró con tanta duda en sus ojos, que la pregunta parecía estar siendo hecha para sí mismo.

No debería estar considerando la idea.

—Claro que sí —le contestó con una seguridad que, de nuevo, JiMin envidió—. No tienes que preocuparte por nada, te enviaré actualizaciones cada media hora, te lo prometo.

JiMin se mordisqueó los labios con nerviosismo y terminó suspirando para relajarse.

—Bien —murmuró—. Está bien...

—¿En serio? —preguntó JungKook—. ¿Me puedo quedar con el señor YoonGi? ¿De verdad?

—Sí, pero te tienes que portar bien, prometeme que te vas a comportar —fue serio con sus palabras a pesar de que JungKook nunca fue realmente mal portado—. Y solo va a ser por hoy, mañana vas a venir conmigo, ¿bien?

El niño asintió seguro, una sonrisa brillante decorando su pequeño rostro. Entonces se giró hacia el otro lado de la silla y le dijo con emoción a Holly que se iba a quedar con ellos hasta que su papi regresara. El perro ladró y saltó como si le entendiera.

Cuando JiMin miró a YoonGi, este casi tenía el pecho inflado.

—Todo va a estar bien —le aseguró.

JiMin deseaba poder creer eso más a menudo.


Las jornadas de los fines de semana eran sólo un poco peor que las de los otros cinco días. Como era sábado, el restaurante se encontraba lleno de gente, muchas familias numerosas y citas ricachonas. Lo bueno era que al menos JiMin no tendría que lidiar con ningún cliente como Choi esa noche y sus compañeros no eran tan horribles, simplemente se veían mucho menos cansados que él y se apresuraban el doble para que los pedidos llegaran a tiempo a las mesas.

Cuando llegó, su jefe no le dijo mucho. "Fue requisito de Choi", se excusó. "¿Lograste dejar a JungKook con alguien?", fingió preocuparse. JiMin la verdad estaba lo suficientemente harto de él como para fingir una sonrisa y contestó con monosílabos antes de comenzar con su ronda.

Como YoonGi le había prometido, JiMin obtuvo actualizaciones sobre el estado de JungKook de manera recurrente, las fotos variaban desde la cena que tuvieron (hamburguesas con queso) hasta una serie de fotos de ellos armando lo que JiMin suponía eran disfraces con el cartón de las cajas de mudanza de YoonGi. El alfa le explicó algo sobre un juego que implicaba dragones, pero JiMin no podía quedarse mucho tiempo mirando su celular para ver bien las fotos, así que simplemente contestaba con un corazón o una sonrisa. Eso fue tranquilizador. JungKook estaba en buenas manos, su lobo lo sabía, y JiMin podía concentrarse de lleno en el trabajo.

—¿Por qué estás aquí, JiMinnie? ¿Dinero extra? —preguntó WooSeok, el guardia, cuando JiMin caminó a su lado para limpiar una mesa frente al ventanal que daba a la calle.

JiMin negó con la cabeza.

—Larga historia —le dijo con cariño, pasando el trapo por la enorme mesa—. Pero solo será por esta vez, así que no te acostumbres a verme por aquí estos días —le sonrió.

El alfa sonrió risueño.

—Te extrañamos esta semana, es bueno verte bien —le dijo con sinceridad.

—Aw, gracias —JiMin se rió con ternura—. Es difícil que se deshagan de mí tan fácilmente.

Luego de intercambiar un par de palabras más, JiMin continuó con su trabajo al igual que WooSeok. El alfa siempre había sido un amor con todo el mundo, así que JiMin podría sentirse verdaderamente halagado por las cosas que decía.

El tiempo dentro del restaurante pasó relativamente rápido, así que JiMin se encontró a sí mismo tirando la basura en los contenedores de la parte trasera y limpiando las mesas mucho más pronto que tarde. Sus compañeros de esa noche no hablaron mucho, pero era esperable porque no los conocía, y para él fue más sencillo ocuparse con demasiadas cosas que tener una conversación con alguien.

Su cuerpo dolía mientras esperaba el autobús cuando su turno terminó y le envió un mensaje a YoonGi avisando que iba en camino, pero era la una y media de la mañana y no creía que ninguno de los dos estuviera despierto de todos modos. Suspiró, volvió a guardar su celular y esperó en la parada.

Llegó a casa a las dos y tantas de la madrugada, sus ojos pesaban y su espalda lo estaba matando. Caminó por el pasillo hasta la puerta de YoonGi e hizo amago de tocar el timbre, pero no quiso despertarlos, así que giró el pomo de la puerta y se asomó.

Holly levantó la cabeza del suelo y se apresuró en llegar a su encuentro, moviendo su cola mientras JiMin lo saludaba bajito y cerraba la puerta detrás de él.

—Hola, hola —saludó, dándole un par de caricias en las orejas.

El perro se alejó luego de eso y JiMin lo siguió con la mirada, encontrándose con la casa de YoonGi vuelta un desastre de cojines, cartón, mantas y una televisión encendida con el menú de una plataforma de películas puesta.

JiMin apretó sus labios juntos mientras se adentraba en la sala, encontrándose luego con YoonGi durmiendo en el suelo con un cojín como almohada, mientras JungKook se encontraba hecho un ovillo en el sofá, cubierto por una manta. Había palomitas en la mesa de centro, un par de gaseosas y la casa olía a hamburguesas.

JiMin se mordió el labio para que la sonrisa que amenazaba con salir no fuera demasiado grande y sacó su celular, sería una estupidez no tomar una foto.

Algo dentro de su pecho latió, quizás su corazón, quizás el aullido de su lobo, no estaba seguro, pero definitivamente había sido culpa de YoonGi.

Casi suspiró y se agachó para tocar el hombro de YoonGi. El alfa parpadeó con sueño, buscando por todos lados cuál era el problema hasta que se encontró con el rostro de JiMin enfrente de él.

—Oh —una sonrisa floja se extendió por su rostro y comenzó a sentarse en el suelo—. Llegaste.

—Sí, llegué —se rió bajito mientras YoonGi parpadeaba tratando de adaptarse a los alrededores—. Veo que les fue bien.

El alfa bostezó.

—Sí, estuvo bien —asintió, pasándose una mano por la cara—. Le hice una espada de cartón, ¿la viste? —señaló hacia el sofá y JiMin volvió a reírse.

—Sí, creo que la vi —se levantó del suelo, mirando a JungKook otra vez. El niño abrazaba la supuesta espada como si se la fueran a robar—. Está linda.

—Gracias, gracias —YoonGi también se levantó del suelo, peinándose un poco su alborotado cabello—. ¿Lo vas a llevar a la cama? ¿Necesitas ayuda?

—No, está bien —se acercó a JungKook y tomó con cuidado la manta para apartarla, luego lo tomó de las axilas para levantarlo del sofá. En el proceso, el niño se despertó y llevó ambas manos a su cara para restregar sus ojos—. Hola, bebé. Vamos a la cama, ¿sí? —le dijo en voz baja, sin querer interrumpir de más el sueño de JungKook.

El niño asintió con los ojos cerrados, abrazándose al cuello de JiMin y recostándose sobre su hombro cuando estuvo por completo sobre él. JiMin le hizo una seña a YoonGi de que volvería pronto y el alfa asintió, también le abrió la puerta de su casa para que se le hiciera más fácil llevar al niño.

JiMin dejó con cuidado a su hijo sobre su cama y lo arropó, encendió el ventilador y peinó un poco su cabello. JungKook se acurrucó en su cama y bostezó, moviendo sus manos sobre la cama como si estuviera buscando algo y JiMin le alcanzó su peluche, al que había dejado en casa esa vez. JungKook abrazó a Jojo y recibió un beso en la frente que lo hizo sonreír.

—Buenas noches, Kookie.

—Buenas noches, papi —murmuró sin energía.

Cuando JiMin regresó a casa de YoonGi, el alfa se encontraba recogiendo los cojines para colocarlos de nuevo sobre el sofá. Le dio un poco de gracia y se acercó a su lado para ayudarlo.

—Pareciera que un tornado pasó por aquí —comentó, levantando dos almohadas que estaba seguro que no iban en el sofá, dejándolas a un lado en el mueble.

—Ah, sí —se rascó la nuca, tomando el control remoto para apagar la televisión—. Creo que nos emocionamos jugando. La temática que escogió fue la de un mago con una espada mágica que tenía que cazar un dragón o algo así —se rió—, adivina quién era el dragón.

—Oh, pobre de ti, seguro te mató muchas veces —comentó con gracia, acomodando los cojines y levantando mantas—. Ahora está emocionado por los temas de reinos y dragones, antes eran los robots, pero siempre vuelve a los superhéroes —contó con algo de nostalgia.

—Es lindo, recuerdo que mis aficiones siempre giraban en torno a la música y a arreglar cosas —resopló con cansancio mientras terminaba de recoger los últimos pedazos sueltos de cartón en el suelo—. Luego papá pensó que sería buena idea explotarme con lo segundo —comentó con gracia mientras iba a la cocina para tirar el cartón.

—¡Ay! —se rió—. Eso no debería ser gracioso —se cubrió la boca con su mano y se sentó en el sofá ya acomodado.

YoonGi se encogió de hombros y cerró la gaveta en donde estaba el bote de basura.

—No es tan en serio, no me explotó tanto —continuó con el mismo tono y JiMin resopló con diversión—. Te pusiste cómodo, así que voy a suponer que aceptarás si te ofrezco un poco de vino extra —sacó un par de copas, moviendo sus cejas como invitación.

—Por supuesto —asintió con gracia, cruzándose de piernas sobre el sofá.

YoonGi le sonrió y sacó el vino, caminando hacia el sofá como un perro contento. A JiMin le hizo gracia la manera tan obvia que tenía el alfa de expresarse, sonriendo sin más mientras se sentaba a su lado y servía el vino. Le entregó una y ambos chocaron las copas en forma de un pequeño brindis silencioso.

—¿Cómo te fue en el trabajo? —le preguntó, poniéndose cómodo en el sofá con las piernas abiertas.

—Bien, creo —JiMin tomó un largo trago, no pensó en lo poco elegante que se veía eso, solo se dejó llevar un poco hasta que carraspeó—. Limpié y entregué platos como un desquiciado, lo único bueno que le puedo sacar a este turno es que recibí muchas más propinas que durante la semana. Los ricos se ponen caritativos los fines de semana, al parecer —removió un poco del vino dentro de la copa.

—¿Hablaste con tu jefe?

—¿No? —lo miró con duda, hasta que se dio cuenta de por qué debería haberlo hecho—. Oh, no. No creo que haya nada de qué hablar, la verdad mientras más lejos pueda estar de ese tipo, mejor.

—¿Ah sí? —YoonGi frunció un poco sus cejas, preocupado—. ¿Él te ha hecho algo?

—No, no realmente —frunció sus labios, recostándose un poco sobre el apoyabrazos para ver mejor a YoonGi—. Es solo que hay una vibra muy rara con él cuando estamos a solas, ya sabes... bueno, no sé cómo explicarlo —resopló—. Es como si siempre estuviera a punto de hacer algo y es tan... —arrugó su nariz—. Incómodo.

—Creo que entiendo —ladeó un poco la cabeza, pero JiMin sabía que él nunca lo iba a entender del todo.

—Sí, es una mierda —se rió sin gracia—. Aparte de eso, estuvo bien. Me ayudaron bastante las fotos que me enviaste de JungKook.

—¿Ah sí? —lo miró con interés, JiMin asintió mientras tomaba otro trago—. Él también estaba emocionado de tomarlas, decía que así ibas a querer jugar con nosotros e ibas a venir más rápido —JiMin frunció sus cejas con ternura—. Sí, a mí también se me derritió el corazón.

—Me enoja esto, se supone que los fines de semana son para él y lo tuve que pasar en el trabajo —se quejó, tomando el último sorbo de su vino—. Mi jefe es un imbécil.

—Lo es —YoonGi estuvo de acuerdo y tomó la botella—. ¿Quieres más?

—Por favor —le tendió su copa y YoonGi la rellenó, echando un poco en la propia—. Pero bueno, no me puedo quejar mucho, tengo suerte de que no me hayan despedido.

—Sería injusto que te despidieran por el celo.

—Sí, pero no tendría cómo defenderme, me quedaría buscar otro trabajo —se encogió de hombros y tomó otro sorbo—. En fin, gracias por cuidar de JungKook. Se ve que se divirtió mucho, estaba preocupado porque se sintiera incómodo o algo así.

—No hay de qué. Creo que JungKook sí se sintió bastante cómodo, ya ves cómo dejó la casa —se rió con JiMin y se recostó contra el respaldo del sofá, extendiendo su brazo sobre el mismo para estar más cómodo—. ¿Puedo preguntarte por qué no lo dejaste con tu mamá o es demasiado?

JiMin se rió, negando con la cabeza.

—Mi mamá está loca —comenzó, agitando suavemente la copa en su mano—. Ella es muy paranoica, piensa que JungKook se va a morir por cualquier cosa y tiene muy poca paciencia, así que es insoportable la mayoría del tiempo —explicó con una mueca que se le hizo graciosa a YoonGi—. Tampoco me gusta cómo lo trata, así que prefiero mil veces llevarlo conmigo al restaurante a que ella lo tenga toda la noche.

—Entiendo, me imagino que debe ser mucho estrés para los dos —JiMin asintió, tomando otro sorbo—. Creo que tuve suerte con la mía, lo máximo que ha hecho creo que fue cuando mi hermana y yo éramos niños, que nos mandó a la escuela sin desayuno porque la noche anterior nos comimos todo lo que había.

JiMin comenzó a reírse bajito, su suave risita transformándose en una carcajada rápidamente.

—¿Se comieron todo? —le preguntó entre risas.

—¿Por qué te ríes? —él también se estaba riendo—. Teníamos hambre —se defendió.

JiMin negó con la cabeza, moviendo sus manos de la misma manera para darle énfasis a su indignación.

—YoonGi, pero... —siguió riéndose—. ¿Cómo se van a comer todo? Son unos salvajes.

—Yo estaba recién presentado y a mi hermana le encanta acompañarme, así que...

JiMin continuó riéndose, empujando a YoonGi con su mano libre. Quizás el alcohol ya estaba comenzando a hacer efecto en su sistema porque no había manera de que eso le diera tanta risa.

—Me imagino a un mini tú abriendo cajones como un desquiciado buscando qué comer y a una niña detrás de ti diciendo algo como: "dame YoonGi, yo también quiero" —se retorció un poco—. Qué ternura —suspiró con diversión.

YoonGi simplemente lo miraba, admirando lo risueño que se veía JiMin entonces. Sus mejillas rosadas y labios curvados en una encantadora sonrisa que no hacía el mínimo esfuerzo por ocultar.

—Creo que si JungKook me hiciera algo así no podría enviarlo sin comida, me sentiría culpable todo el día —JiMin se sentó derecho, pensando en el escenario—. Oh, cuando los niños se presentan como alfas, ¿les da tanta hambre?

YoonGi asintió luego de terminar su segunda copa. Se inclinó sobre la mesita y tomó la botella para rellenar su vaso.

—Yo me moría de hambre todo el tiempo, quería comer y gruñía siempre, por cualquier cosa —contó mientras trataba de recordar más detalles de su infancia—. Una vez mordí a un niño porque miró feo a mi hermana —resopló con gracia—. Papá tuvo que ponerse serio conmigo, si no seguramente sería otro tipo de persona ahora —se encogió de hombros, tomando un sorbo de vino.

—"Serio", ¿cómo? —JiMin le preguntó con curiosidad.

—Es... algo de alfas, supongo —movió un poco la copa—. Siempre nos ponemos "rebeldes" cuando nos presentamos, creemos que nos podemos comer el mundo, nos molesta todo, por todo queremos pelear. Es ahí donde un alfa más grande tiene que poner un límite, se te planta enfrente, te gruñe, te hace entender que no eres el único ni el más poderoso.

JiMin zumbó en entendimiento, mirando su copa casi vacía. Tomó la botella que yacía enfrente de YoonGi y se sirvió otro poco de vino, pero era lo último que había, así que miró al alfa con culpa. YoonGi sólo le sonrió y con un gesto le dio a entender que no importaba.

—Gracias —levantó su copa un momento. Decidió no recostarse sobre el apoyabrazos otra vez, sólo se quedó sentado frente a YoonGi, lo suficientemente cerca de él como para sentir su esencia a madera—. Creo que JungKook se va a presentar como un alfa.

—¿Ah sí? —YoonGi lo miró con curiosidad—. Genial, vas a tener a un chiquitín enojón comiéndose toda tu alacena a las doce de la noche.

JiMin se imaginó el escenario y comenzó a reírse, también volvió a empujar a YoonGi con su mano libre, murmurando algo sobre que él era un tonto por plantearlo así.

—Bueno, si te puedo dar un consejo, cierra todo con llave —molestó YoonGi.

JiMin continuó riéndose.

—Esto es serio JiMin —se sentó derecho de igual manera, mirando a JiMin con una falsa seriedad mientras el omega no dejaba de reírse de lo tonto que era todo—, ahora te ríes pero luego vas a tener que pelear con JungKook para sacarle la papa que tenga en la boca.

JiMin comenzó una nueva ronda de carcajadas que hizo reír a YoonGi de igual manera. Ambos estaban perfectamente conscientes de que no había casi nada gracioso en ese hecho, pero encontraron entrañable la manera en la que estaban simplemente ahí, riéndose por una tontería en la noche mientras todo el edificio dormía plácidamente, incluyendo a JungKook.

—Oh, se acabó —JiMin miró su copa un momento después, notando que estaba completamente vacía.

YoonGi agitó la propia, igual de vacía, antes de dejarla sobre la mesita de centro. JiMin hizo lo mismo y bostezó, recostándose sobre el respaldo del sofá en donde el brazo de YoonGi reposaba. Ahora estaba frente a frente de él, mirando como ojos cansados y diversión en sus labios porque el alcohol simplemente lo ponía tonto y la cara de YoonGi se le estaba haciendo un poco graciosa ahora.

—¿Por qué sonríes tanto, hm? —le preguntó el alfa, inclinando un poco su cabeza hacia un lado. Había algo suave en su voz, su cara igual de sonriente que la de JiMin. Mejillas rojas por el vino.

—No lo sé, te ves gracioso.

—Auch.

JiMin volvió a reírse.

—Es un halago —aclaró.

—¿Sí? —frunció un poco sus cejas, un tono juguetón en su voz.

JiMin asintió, sus movimientos eran un poco torpes.

—Es gracioso lindo, no gracioso feo.

—Oh, ya veo —YoonGi murmuró, su voz rozando un ronroneo. JiMin se relamió los labios cuando el alfa se inclinó un poco más hacia él—. ¿Entonces soy lindo?

—Lo eres —dijo sin dudar.

YoonGi zumbó en entendimiento, mirando un momento los labios de JiMin.

—Tú también eres lindo —murmuró.

JiMin se rió risueño y se encogió un poco en su lugar, mirando a YoonGi por debajo de sus pestañas, manos cruzadas entre sus piernas como si se hubiera puesto tímido por el halago y quizás así había sido.

Entonces, JiMin volvió a relamerse los labios, atrapando el labio inferior entre sus dientes por un momento antes de soltarlo, concentrando en cómo la mirada de YoonGi no se movía de esa zona, ojos oscuros y profundos analizando cada movimiento.

—¿Crees que soy lindo? —preguntó por lo bajo, parpadeando como si quisiera enfocar a YoonGi.

El alfa aspiró profundamente, recibiendo el fuerte aroma a rosas que bailaba en el ambiente.

—¿En serio me lo vas a preguntar así? —parecía suavemente consternado.

JiMin frunció un poco sus cejas como si no entendiera a lo que se refería.

—¿Así como, alfa?

YoonGi resopló una risa ronca.

—Ahora estás jugando sucio.

JiMin se acercó un poco más, el aliento caliente de YoonGi chocando contra su boca.

—¿Sí? Deberías hacer algo al respecto.

JiMin pudo ver el momento exacto en el que la mandíbula de YoonGi se apretó y lo siguiente que supo fue que el alfa lo estaba besando.

La momentánea sorpresa pasó a segundo plano cuando cayó en cuenta de lo que sucedía y suspiró gustoso sobre la húmeda boca con sabor a vino de YoonGi.

Al principio fueron movimientos lentos, tanteando el límite de su contacto, tornándose intenso y profundo, los chasquidos de sus besos haciendo eco sobre la profunda noche silenciosa.

JiMin volvió a caer contra el apoyabrazos del sofá, sus manos subiendo por los hombros de YoonGi hasta rodear su cuello con sus brazos. El alfa, por otro lado, se inclinaba imponente contra él, soltando feromonas pesadas que tenían a JiMin suspirando entre besos. Esto estaba escalando muy rápido y él no quería que se detuviera, sentía su estómago retorcerse, su piel erizándose y el calor de su cara bajando por todo su cuerpo. Sentía sus manos temblar por los nervios, pero no les hizo caso, solo buscó consuelo en los besos de YoonGi.

Ambos yacían apretados contra la esquina del sofá, con JiMin enroscando sus dedos en la melena negra de YoonGi mientras este bajaba los besos por su cuello, presionando sus labios con firmeza, la humedad de su boca provocando escalofríos en JiMin mientras más se acercaba a la zona de su glándula de olor.

YoonGi usaba una de sus manos para apretar uno de los muslos del omega, mientras que con la otra apoyaba parte de su peso para no aplastar a JiMin contra el sofá.

De repente, comenzó a frotar su nariz contra la glándula en el cuello de JiMin, provocando que el omega se retorciera un poco y apretara los labios para no chillar de más. Su aroma explotó, sus feromonas expandiéndose en el ambiente para mezclarse con las de YoonGi en una esencia hipnotizante que casi los tenía al borde a los dos.

La mano de YoonGi subió de su muslo hasta su cintura y apretó la zona como un gesto posesivo, jalando el cuerpo de JiMin contra el suyo mientras continuaba besando su cuello, bajando con lentitud hasta su clavícula.

De repente, YoonGi se detuvo.

—JiMin.

El omega zumbó, sus ojos cerrados mientras seguía disfrutando del contacto ajeno.

—¿Sí?

—¿Hasta dónde quieres llegar? —JiMin parpadeó, dudoso.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Hay algún problema?

YoonGi carraspeó y se levantó para mirar a JiMin.

—Es que, uh... no tengo condones...

JiMin se quedó un segundo callado antes de comenzar a reír por lo bajo, una mano en su boca para callar las suaves carcajadas mientras YoonGi mostraba una cara de vergüenza suave en sus facciones, mejillas rojas al igual que sus orejas. Seguía viéndose caliente con esa ropa, pero ahora JiMin no podía dejar de pensar en lo tierno que le parecía.

—¿De verdad? —preguntó, colocando una mano en la mejilla de YoonGi para que estuviera cerca de nuevo.

—De verdad —aseguró con un tono suave, JiMin volvió a reírse—. Lo siento, no creí que... bueno, realmente no estaba esperando que pasara algo hoy.

JiMin negó con la cabeza, ahora sus dos manos tomando el rostro de YoonGi.

—Está bien, creo que es mejor así, estoy muriéndome de sueño y si seguías besándome así el me iba a quedar dormido —admitió con una sonrisa tímida, acariciando las mejillas de YoonGi con sus pulgares—, pero definitivamente deberías comprar un paquete —le dijo con la nariz arrugada y tono bajo.

La expresión de YoonGi se tornó animada de repente.

—Oh —asintió, seguramente su lobo movía su cola contento—. Bien, claro. Lo haré.

JiMin volvió a reír.

—Ven aquí —murmuró, atrayendo nuevamente a YoonGi a su cara.

Ambos volvieron a besarse, esta vez más suave.

JiMin deslizó una de sus manos hacia el hombro de YoonGi mientras que con la otra acunaba la mejilla ajena, profundizando el beso con lentitud a la par que el alfa volvía a abrazarlo contra el sofá.

Cuando se separaron otra vez, un suave chasquido resonó en la casa.

—Qué bien besas —suspiró JiMin, ojos medio cerrados.

—¿Por qué te oyes tan aliviado? —bromeó YoonGi, rozando su nariz con la ajena como si estuviera buscando otro beso.

JiMin rió ronco, levantando un poco su mentón. Aun en esas circunstancias, YoonGi no perdía su estilo coqueto y bromista.

—Habría sido muy triste que fueras tan sexy y besaras como quinceañero —argumentó, recibiendo una risa un poco más animada esta vez.

YoonGi lo miró con el orgullo inflado.

—¿Crees que soy sexy? —preguntó con una ceja alzada.

JiMin agrandó un poco sus ojos, sonrojándose un poco más.

—¿Dije eso en voz alta?

—Sí lo dijiste —asintió sonriente, rozando sus bocas una vez más—. Tú eres más sexy.

JiMin suspiró y recibió gustoso el beso que el otro plantó en sus labios, moviendo su boca con más ahínco ahora. Los suaves chasquidos erizaban su piel, mientras la mano de YoonGi fija en su cintura acariciaba con una delicadeza deseosa esa zona tan sensible en el omega y Park se alejó un segundo, jadeando por el calor que subía por su cuerpo.

—Sí seguimos así podríamos hacer algo de lo que nos arrepintamos.

—Yo no sé si me arrepiento mucho —admitió con una sonrisa y JiMin le dio un golpecito en el pecho—. Ay —se rió—. Está bien, pero uno más y ya —se adelantó el alfa, besando de nuevo la boca de JiMin, quien perdió un segundo el aliento mientras el otro trataba de escabullir su lengua entre sus labios.

JiMin abrió la boca para dejar al otro entrar a acariciar su lengua contra la suya. Ahora hacía mucho más calor, él sentía su propio aroma hacerse más dulce y su omega decidió comenzar a lubricar como si de un adolescente dando su primer beso se tratara. Parecía ser que su lobo estaba tratando de todas las maneras posibles hacer que ese alfa cayera sobre sus encantos, pero YoonGi era un caballero o tenía la resistencia de un toro porque, aunque se veía atontado por las feromonas de omega, una vez que se separó de sus labios sólo plantó un beso en su mejilla y le dijo que no podía esperar para verlo otra vez, su voz acariciando su oreja de una manera tan suave que hizo a JiMin suspirar.

Así que Park JiMin regresó a su departamento. Hirviendo en calor, con la cara roja y las piernas temblorosas, húmedo y sintiéndose como un estúpido adolescente.

—Mierda —murmuró sobre la bruma de la noche, cayendo sobre su cama.

Su lobo quería tanto a ese alfa.

 

Chapter 11: CAPÍTULO DIEZ

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En su adolescencia, a pesar de las adversidades que cualquier persona podía atravesar en esa etapa de su vida, JiMin no era alguien que se preocupara demasiado. Durante muchos años él trató de ser mucho más lógico que emocional cuando se trataba de cuestiones que pudieran quemarle la cabeza un poco de más, como reprobar un examen o hablar con desconocidos.

Comenzó a volverse obsesivo con sus pensamientos cuando salió con HyunSoo.

Empezó con un par de comentarios pasivo-agresivos sobre lo exageradamente amoroso que podía llegar a ser JiMin, luego con quejas sobre cosas mínimas que JiMin pedía (como que le dijera cumplidos de vez en cuando), continuó con cuestionamientos sobre si sus problemas en serio eran tan importantes (como aquella vez que JiMin le contó sobre lo estresado que se sentía cuando su madre se volvía insoportable), y finalmente acabó con él ignorándolo por periodos prolongados de tiempo con la excusa de que necesitaba espacio.

JiMin perdonó cada una de esas veces y se calló todo el llanto.

Cada pequeño evento desencadenó en él la habilidad de pensar demasiado las cosas. Cuando HyunSoo lo ignoraba él sentía que su corazón se quemaba, pensaba que ya no lo amaba, su cabeza se convertía en un tornado de preguntas sin respuesta que no lo dejaban dormir. Cuando HyunSoo volvía, él le decía lo mucho que lo amaba y lo mucho que lo había extrañado antes de irse otra vez con la excusa de que JiMin estaba siendo muy intenso.

JiMin nunca fue realmente intenso, sólo era un adolescente enamorado. HyunSoo fue su primer amor y era lógico que su vida girara en torno a él porque no sabía cómo lidiar con sus explosivos sentimientos, pero eso lo entendió mucho después.

Actualmente, JiMin es un padre sobre-pensador que quizás se preocupa demasiado por no verse insoportable, demasiado cerrado en sí mismo como para dejar que alguien más entre en su pequeño espacio que cuidó con mucho esmero a través de los años.

Él estaba perfectamente consciente de que era un problema, todavía seguía trabajando en ello. Es sólo que a veces él sentía que era un poco insoportable incluso para sí mismo, como ese momento en el que miraba ensimismado el techo de su habitación y pensaba que quizás estaba yendo demasiado lejos al imaginar cientos de escenarios románticos con YoonGi, pero no podía dejar de hacerlo. Una sonrisa enorme pintada en su rostro por culpa del YoonGi imaginario que en su cabeza le regalaba flores, que lo invitaba a citas en cafeterías, que besaba su frente cuando estaban en la cama y que lo abrazaba por la cintura mientras hacían panqueques.

De repente, se sentía ridículo.

Resopló sonrojado y quitó la sonrisa tonta de su cara lo más rápido que pudo, luego frotó su rostro con ambas manos como si con eso pudiera lavar sus pensamientos. Fantasear y delirar al respecto solo sería contraproducente para lo que estaba construyendo con YoonGi, pero era como si algo dentro de él lo empujara a flotar en una nube de fantasía que le hacía sentir cálido el corazón.

—Qué problema —se quejó, masajeando sus ojos con sus dedos—. Estúpido YoonGi... —murmuró con un poco de resentimiento, pero terminó sonriendo otra vez—. Alfa ridículo.

—Papi.

JiMin giró con flojera sobre el colchón, encontrando a su encantador hijo asomándose en el borde de la cama.

—¿Sí? —alzó su mano para acariciar el cabello de JungKook, ah, tenía que llevarlo a cortar.

—¿Qué vamos a comer?

—¿Ya tienes hambre?

JungKook asintió.

JiMin suspiró y se sentó en la cama. Esa mañana le había hecho el desayuno a JungKook alrededor de las nueve de la mañana y regresó a dormir después de verlo comer porque se seguía muriendo de sueño. El niño se quedó en la sala viendo sus caricaturas y cuando JiMin volvió a despertar, no se había movido de la cama hasta entonces.

Revisó la hora y se dio cuenta de que era casi la una de la tarde, así que era momento de comenzar a cocinar para que su hijo tuviera algo decente en el estómago. Sin embargo, le llamó la atención que tenía un par de mensajes para leer de YoonGi y se preguntó en qué momento habían llegado porque no recordaba haber silenciado el celular. Si seguía ensimismado de esa manera podría transformarse en un problema.

—Dame un segundo —le dijo a JungKook mientras abría la app de mensajería.

[💬]

«Min Yoon Gi (Vecino)»

Min YoonGi (Vecino):
Buenos días, lindo❤️
No sé si quieres venir a comer hoy también👀
Voy a hacer bibimbap

[💬]

Ah, era justo lo que necesitaba.

Mientras tecleaba una respuesta rápida, sintió a JungKook treparse a su cama con cuidado. Cuando estuvo sentado, el niño dejó caer su cabeza contra el hombro de su papá, llamando su atención.

—¿Qué pasa? —lo miró después de enviar una afirmativa al alfa.

—Te extrañé.

JiMin frunció un poco sus cejas y dejó su celular a un lado.

—¿Me extrañaste? Pero si estoy aquí, amor.

JungKook lo miró con ojos tristes.

—Pero estabas dormido.

El corazón del joven padre dio un vuelco de manera dolorosa y de inmediato acunó a su hijo en sus brazos, apretándolo contra él con la culpa pesando en su pecho. JungKook lo abrazó con gusto y JiMin suspiró, pensando en las cientos de veces que había preferido dormir a estar con JungKook, lo cual era horrible, ¿cómo no podía dedicarle el tiempo suficiente? No podía hacerlo todo, lo sabía, pero le molestaba que no pudiera.

—Perdón, amor. Es que estaba muy cansado, llegué muy tarde ayer —le explicó.

—Ya lo sé —murmuró, dejando que JiMin acariciara su cabello mientras él tenía su frente contra el pecho de su papá. Su voz se escuchaba resignada—. Pero quería jugar contigo, ¿podemos jugar la próxima vez?

—Claro que sí —le aseguró con un asentimiento—. ¿Qué otra cosa quieres?

—¿Ir al parque de BT21? —levantó la cabeza y sonrió emocionado.

—Bueno, eso es más complicado... —hizo una mueca dolorida, JungKook formó un puchero—. Dime qué otra cosa.

JungKook miró hacia un lado, pensando.

—¿Podemos comer con el señor YoonGi?

—¿Quieres? —le preguntó, acariciando su espalda—. Dijo que iba a hacer bibimbap, me mandó un mensaje.

—Me gusta el bibimbap.

—¿Sí, verdad? —tomó las piernas de JungKook y lo sentó sobre su regazo—. ¿Cómo estuvo ayer? ¿Te divertiste?

JungKook asintió.

—El señor YoonGi jugó mucho conmigo, hicimos disfraces de cartón y me hizo hamburguesas con quesito —sonrió—. ¿Viste mi espada? Me la hizo antes de que se transformara en un dragón y yo lo perseguí por toda la casa, y le gané. Después lo transformé en un perrito y me monté en su espalda.

JiMin se rió.

—¿En serio lo hiciste pasar por todo eso? Pobrecito.

—Fue un ratito nada más —mostró su palma, como si quisiera explicarse—. Después vimos una película de los "Super Humanos" —contó—. El señor YoonGi se estaba quedando dormido, pero creo que le gustó.

—Ya veo —acarició su cabello—. ¿Te gustaría quedarte con él otra vez?

—¿Puedo? —apretó sus puños con emoción.

—Le podemos preguntar, pero si no quiere, tú vas a tener que venir conmigo, ¿está bien?

JungKook asintió eufórico y JiMin se rió enternecido.

—Bien, vamos —palmeó su espalda.

JungKook se bajó del regazo de su papá y corrió hacia su habitación para ponerse los zapatos. JiMin hizo lo mismo, también se cambió la camisa de pijama por una un poco menos desgastada y decidió que se quedaría con sus realmente cómodos pantalones rojos a cuadros. La sala no era necesariamente un desastre de cosas, pero JiMin se encontró con un par de juguetes regados por ahí, luciendo un poco más abandonados de lo que deberían.

Definitivamente no podía seguir quedándose dormido.

—¡Vamos, papi! —apuró JungKook, andando a tropezones porque quería llegar a la puerta lo más rápido posible, pero también estaba en proceso de ponerse su croc derecha.

—Con cuidado —le dijo con gracia, divertido por la manera en la que su hijo seguía haciendo equilibrio—. ¿No vas a llevar a Jojo? —miró un momento al oso de peluche que se encontraba sentado con los demás juguetes.

—No, Jojo tiene que vigilar que nadie se coma las frutas mágicas —explicó como si fuera lo más lógico del mundo y JiMin zumbó en entendimiento.

—Tienes razón —volvió a mirar al peluche antes de abrir la puerta de la casa—. Ya volvemos, Jojo.

Cuando YoonGi abrió la puerta de su casa momentos después, se veía mucho más informal que ayer. Sólo vestía un par de pantalones de chándal de color gris y una camisa blanca que le quedaba un par de tallas más grandes. JiMin sonrió y dejó ir a JungKook cuando este entró a la casa con toda la confianza del mundo.

—¡Hola, señor YoonGi! —saludó rápidamente el niño, corriendo a encontrarse con Holly.

—Hola chiquitín —YoonGi arrugó su nariz y se hizo a un lado para que JiMin entrara a la casa—. Hola, JiMin —cerró la puerta—. Por un momento pensé que no iban a venir.

—Hola, Yoon —saludó, pasando a su lado con sus manos detrás de su espalda y ojos vivaces delineando el cuerpo del alfa—. JungKook quería venir así que tenía que cumplirle el capricho.

—¿Sólo JungKook quería venir? —preguntó con diversión, cruzándose de brazos antes de acercarse un paso más a JiMin.

—Puede ser —fingió mirar los alrededores de la casa, sabiendo que YoonGi sólo lo escaneaba con su mirada—. Creo que le gusta mucho venir a comer.

—Hm, sí, me imagino que sí —le siguió un poco el juego, colocando su mano en la espalda baja del omega, lo suficientemente cerca para que el hombro de JiMin chocara contra su pecho—, yo me puedo acostumbrar a hacer esto los fines de semana.

—Me gusta la idea. Disculpa que no puedan ser citas románticas en restaurantes a la luz de las velas o algo así —lo miró con un poco de culpa.

YoonGi viró los ojos y se inclinó un poco hacia JiMin, plantando un pequeño beso en su mejilla para darle a entender que eso era lo de menos. El gesto hizo a JiMin encogerse en su lugar con una risita, la sensación de mariposas en su estómago revoloteó inmediatamente después y él supo que en definitiva estaba jodido, ya había caído por su vecino.

Por otro lado, JungKook no se dio cuenta del pequeño intercambio entre el par de tortolitos que todavía no se habían movido de la entrada porque él estaba muy ocupado hablando con Holly y dándole besitos, diciéndole lo mucho que lo había extrañado en su solo día.

—Holly, no lo llenes de baba —YoonGi intervino desde la distancia, llamando la atención del perro.

El pequeño poodle toy pareció darse cuenta que JungKook no era el único que había llegado, así que corrió hacia JiMin para saludarlo, dando brincos y moviendo su cola con euforia. El omega acarició su cabeza y saludó al pequeño perro con palabras dulces que parecieron ponerlo mucho más contento.

—Señor YoonGi, ¿vamos a comer bibimbap? —JungKook se acercó, lleno de confianza ahora.

—Sí, acabo de terminar de cocinar. ¿Quieres comer ya? ¿Tienes hambre? —el niño asintió, sobando su pancita—. Bien, comenzaré a servir entonces.

—Te ayudo a poner la mesa —se ofreció JiMin luego de dejar ir a Holly, caminando en dirección a la cocina en donde el aroma del almuerzo se concentraba—. ¿Qué necesitas?

—En el primer cajón están los palillos, los platos están arriba —señaló con un movimiento de su mentón.

JungKook buscó un cojín del sofá y se fue a sentar en la mesa, mirando con interés el movimiento en la cocina mientras Holly movía la cola a su lado, expectante por si algún trozo de algo caía al piso.

—Toma, amor —JiMin le tendió un plato ya servido y le entregó un par de palillos antes de ir a la cocina a recoger el siguiente—. Puedes empezar a comer si quieres, Kookie.

—¡Está bien! —tomó los palillos y miró su plato hondo, su boca salivando por el rico aroma de todos los ingredientes combinados frente a él. Con los palillos, revolvió un poco los vegetales con el arroz y tomó un bocado con la habilidad que un niño de su edad tenía para los palillos—. ¡Hmmm! ¡Está muy rico, señor YoonGi! —le avisó desde la lejanía.

YoonGi se rió en silencio, arrugando su nariz por la ternura que le producía el pequeño niño.

—Gracias, chiquitín —lo miró orgulloso.

JungKook continuó comiendo, despacio en sus movimientos no sólo porque los palillos se le estaban complicando un poco, sino porque también estaba haciendo su mejor esfuerzo para esperar a que los dos adultos se sentaran con él en la mesa. Desde su lugar podía ver que el señor YoonGi y su papá se reían y sonreían mientras conversaban. JungKook estaba contento, ahora ellos se estaban volviendo buenos amigos como él lo era con HoSeok y esta amistad no sólo le hacía feliz porque el señor YoonGi le parecía genial, sino porque sabía que iba a poder visitar a Holly más seguido.

—Toma, toma —le entregó a su amigo peludo un pedazo de carne a escondidas. El perro se lo comió de inmediato y levantó sus patas delanteras para apoyarse sobre la silla, olfateando el regazo de JungKook en busca de más comida—. ¡Ay! —se rió.

—No, Holly —YoonGi dejó su propio plato sobre la mesa—. Ven, ya te voy a servir, ven a comer.

Holly ladró contento y corrió en dirección a la cocina, sentándose como el buen perro que era mientras YoonGi rebuscaba entre los cajones inferiores sus croquetas.

El ambiente se sentía hogareño para JiMin, se dio cuenta de esto cuando se sentó con su propio plato a esperar a que YoonGi llegara a la mesa. Cuestiones como estas podían tornarse peligrosas, ya que en caso de que lo que estaba formando con YoonGi no funcionara, sabía que iba a extrañar momentos como este o que iba a llorar desconsolado deseando volver a sentirse tan pleno como lo estaba haciendo en ese momento. Cualquiera le diría que no había razón para ser tan catastrófico, pensamientos como esos también podían joder todo, pero una cosa que suelen hacer los humanos es pensar en lo peor antes de tiempo y él no era muy bueno controlando su cabeza.

Su trance se quebró cuando YoonGi dejó un par de vasos frente a ellos y se sentó en la mesa, esta vez frente a él. El alfa lucía sereno, tan cómodo en la situación como lo estaba JungKook. Por un segundo, JiMin se sintió fuera de lugar, extrañado por lo etéreo que era ese preciso momento y sacudió sus ideas extrañas para concentrarse en vivirlo más que extrañarlo.

—Buen provecho —YoonGi les dijo con un cariño palpable en su tono y JiMin sintió que se le estrujaba el corazón.

—Buen provecho para ustedes también —respondió JiMin, igual de cariñoso.

—Buen provechooo —agregó JungKook, tomando otro bocado—. Señor YoonGi, usted cocina muy, muy, muy rico.

—Él no es tan halagador cuando se trata de mi comida —comentó JiMin con una expresión que hizo reír a YoonGi.

—Lo siento, no tengo intenciones de robarme el estómago de JungKook.

—Me parece que no estás siendo sincero —acusó.

JungKook rió bajito, metiendo otro bocado a su boca antes de tomar su vaso de jugo, pero sus manos se resbalaron y el vaso se volcó hacia el centro de la mesa. JiMin se apresuró en levantarlo y YoonGi se saltó de su asiento para buscar un par de servilletas, JungKook sólo se quedó estático, mirando el pequeño desastre.

—Ay —miró a su papá con ojos culpables, luego a YoonGi—. Lo siento...

—Tranquilo, sólo hay que limpiar —YoonGi se apresuró en decir—. La mesa resiste, así que no se va a dañar.

—No pasa nada, Kookie —consoló JiMin cuando vio la expresión desolada de su hijo y tomó las toallas de papel del rollo que trajo YoonGi para dejarlas sobre la mesa—. Sólo ten más cuidado la próxima vez.

—Yo siempre tengo cuidado, no sé qué pasó —se arrodilló sobre la silla para tener mejor visión de su accidente y tomó una de las toallas de papel—. Yo te ayudo, yo lo tiré.

—Está bien, gracias —JiMin lo dejó ayudarlo.

Aunque los movimientos de JungKook eran torpes, él estaba esforzándose por hacer un buen trabajo limpiando su pequeño desastre. YoonGi también se sumó a ello, limpiando los bordes del vaso empapado antes de servirle un poco más de jugo al niño.

Cuando la mesa quedó limpia una vez más, JungKook se acomodó en su asiento, mirando a YoonGi con ojos culposos y arrepentidos. El alfa lo notó en el instante que JiMin se fue a la cocina para tirar a la basura las toallas empapadas.

—¿Qué pasa, chiquitín? Ya lo limpiamos —le dijo despreocupado.

JungKook apretó sus labios y juntó sus manos, jugando nerviosamente con sus dedos.

—Sí, pero es que si el señor YoonGi se enoja, no me va a dejar quedarme en su casa...

JiMin se sentó en el instante que el niño terminó la frase y sus ojos se sobresaltaron por la conclusión a la que había llegado su hijo. YoonGi se veía igual de sorprendido, buscando alguna explicación de parte del padre, pero JiMin se encontraba abochornado.

—Ah, Kookie... —JiMin no estaba seguro de qué decir ahora—. Ni siquiera le hemos preguntado al señor YoonGi si puede hacernos el favor. También te dijo que no estaba molesto, ¿no? —miró a YoonGi.

El alfa asintió de inmediato.

—Claro, no estoy molesto —y esa era la verdad—. Pero, no entiendo, ¿quieres quedarte de nuevo aquí?

—Bueno, se supone que te íbamos a preguntar después de comer —se adelantó JiMin—. Claramente puedes decir que no si no quieres, tampoco quiero verme como un aprovechado. Es que JungKook se divirtió mucho ayer, pero no es oblig...

—JiMin, no pasa nada —calmó YoonGi, sonriendo con dulzura—. Claro que puedo cuidarlo, sería todo un placer para mi.

—¿De verdad? ¡Yay! —aplaudió Jungkook, contento—. ¡Gracias, señor YoonGi! ¿Podemos terminar mi armadura? —preguntó sonriente, asomándose por el borde de la mesa.

—Claro que sí, chiquitín.

JungKook volvió a celebrar por la afirmativa y JiMin suspiró con alivio.

—Cuando llegue, te voy a pagar —le aseguró.

YoonGi negó, mirándolo como si hubiera acabado de decir una tontería.

—No me molesta hacerlo, JiMin. Es un favor, no tienes que pagar.

Sin embargo, había algo que JiMin tenía más que claro, y es que nada es gratis en esta vida.

—Podremos discutir de esto todo el día —comenzó, tomando los palillos para continuar con su almuerzo y señaló a YoonGi con ellos—, pero lo justo sería que te pague por tu esfuerzo y, además, me sentiré menos culpable si lo hago, así que no seas necio, Yoon.

El alfa bufó, mirando a JiMin con sus ojos entrecerrados. No tenía una respuesta para ese momento, pero eventualmente se le ocurriría una.

—Sólo come el almuerzo que les hice y dime que está rico —y el tono quejumbroso con el que le dijo le dio a entender a JiMin que estaba haciendo un pequeño berrinche por haber perdido la discusión.

El omega rió.

—Está muy rico, eres un excelente cocinero, todo un alfa —halagó con un tono inquisitivo, el coqueteo entre líneas, y vio cómo el pecho del alfa se inflaba de orgullo—. ¿Verdad, Kookie? —lo miró.

—¡Sipi! —apoyó con la sinceridad e inocencia de un niño.

YoonGi fingió que no se había emocionado, así que continuó comiendo, una sonrisa tonta amenazando con colarse entre sus labios.

—Gracias —murmuró, ligeramente sonrojado.

Esta vez, fue turno de JiMin de sentir ternura por el otro.

El almuerzo no se alargó demasiado luego de eso, ellos simplemente compartieron de conversaciones cortas que siempre eran propuestas por JungKook, el niño lleno de imaginación ya estaba planeando las próximas horas de juego que iba a tener con su divertido vecino y YoonGi estuvo de acuerdo con cada una de ellas.

JiMin alargó todo lo que pudo ese momento, pero llegó el momento en el que tuvo que irse a casa para darse una ducha y ponerse el uniforme del trabajo. Antes se colocaba el uniforme del restaurante dentro del establecimiento, pero encontró mucho más práctico quitarse un par de minutos de encima al hacerlo en casa. Además, hace un tiempo uno de sus compañeros fue acosado por un alfa que aprovechó la hora de cambio para acorralar a uno de los omegas en los vestidores y JiMin quería evitar ser vulnerable a toda costa. Eventualmente el acosador fue sacado del trabajo, pero nunca se era "demasiado precavido".

Se despidió de YoonGi y JungKook con un abrazo y un beso en la frente respectivamente. La escena se le hizo excesivamente familiar, así que decidió no pensar demasiado en ello porque enloquecería. Caminó hacia la parada de autobús luego de salir del edificio, tratando con todas sus fuerzas de no perder el juicio por el cambio que estaba teniendo su vida y por los lazos cada vez más fuertes que estaba formando con YoonGi.

JiMin llegó al trabajo sintiendo que ya quería regresar a casa. La idea de que tendría que hacer esa misma rutina una semana entera hasta poder tomar un descanso como correspondía le hacía querer golpearse la cabeza contra una pared e imaginar que todo había sido por algo que ni siquiera fue su culpa provocaba que dentro de su pecho hirviera su sangre, pero no podía dejarse llevar por ello, no ahora, si no terminaría lanzándole a su jefe una mesa en la cara.

Él no estaba muy familiarizado con lo que implicaba un turno de fin de semana. Lo intentó en sus inicios hasta que se dio cuenta de que el dinero no le alcanzaba, así que cambió al turno de la semana. Aquellos que trabajaban el fin de semana lo hacían a tiempo completo, desde que el restaurante abría hasta que cerraba a las once de la noche, normalmente jóvenes que tenían los fines de semana libres y usaban el restaurante como un ingreso extra, era por eso que JiMin tampoco se sentía en demasiada sintonía con sus compañeros de esa noche, muchos de ellos rondaban los dieciocho y los veinte años, así como tenían un tipo de mentalidad diferente a la suya y era obvio considerando que él tenía otra vida de la cual preocuparse.

Una de las cosas que sí sabía, sin embargo, era que la familia de su jefe solía ir al restaurante los domingos. Era algo como una salida de fin de semana que se daba en determinadas ocasiones y nunca lo juzgó porque si por él fuera también llevaría a JungKook a comer una deliciosa cena cara si fuera el dueño.

JiMin recordaba que cuando empezó con este horario, se sintió incómodo y culpable por la esposa de su jefe, una mujer que adoraba a su alfa y que no tenía ni idea de que él se insinuaba indirectamente a los empleados que consideraba atractivos. Verla era un recordatorio de que ese tipo lo estaba mirando de más y esa también fue una de las razones de por qué prefirió cambiar de turno.

Cuando la encontró sentada en una de las mesas, hablando con su hija pequeña sobre la carta y sobre lo que iban a pedir esa noche, JiMin pasó de largo fingiendo que estaba apurado. Era la esposa del jefe, siempre había que mostrar respeto, pero verla lo hacía tener dolor de estómago.

Mientras dejaba las cosas en su casillero asignado, JiMin miró su celular un momento y se encontró con un mensaje de YoonGi, quien adjuntó una foto de JungKook sonriendo a la cámara mientras abrazaba a Holly. El mensaje de abajo decía: "ya te extrañamos".

JiMin sonrió tanto que le dolieron las mejillas y colocó su celular contra su frente, tomándose un momento antes de guardarlo en su bolsillo y empezar su turno, no sin antes responderle a YoonGi que él también los extrañaba.

Oh, estaba cayendo tan rápido.


YoonGi se dejó caer en el sofá con un bostezo agotado, deslizándose sobre el mullido espacio como si fuera peso muerto, desabastecido de cualquier gramo de energía que había en su cuerpo.

—Señor YoonGi, ¿ya tiene sueño? —le preguntó JungKook, corriendo para estar frente a él. Tenía su espada de cartón en mano, ahora mucho más detallada porque YoonGi le regaló una caja de colores nuevos—. Todavía no terminamos de liberar al reino champiñón de Bowser —señaló al villano, que era su peluche Jojo sentado en un trono improvisado.

—Sí, lo sé, es que necesito un momento para recuperarme de la batalla —se dejó caer a un lado como un tronco, provocando una risa en el niño—. ¿Tú todavía tienes energía para jugar? Ya son las once...

—¡Sí! —saltó y alzó la espada.

Bueno, YoonGi se lo merecía, cuando JungKook mencionó la idea de dormir una siesta a las seis y media de la tarde a él le pareció una idea fabulosa por la que ahora estaba sufriendo. Además, darle dulces a un niño que no tenía sueño era todavía peor que haber alterado su horario nocturno, ahora su cuerpo no daba más y el pequeño cachorro estaba dispuesto a hacerle pagar por sus malas decisiones como niñero.

—Bueno, dame un momento para recargar energía —se colocó boca abajo en el sofá, acurrucándose antes de cerrar los ojos un momento—. Bowser seguro tiene ganas de tomarse un descanso también.

JungKook resopló con gracia y miró a su oso de peluche, el cual se veía bastante emocionado por seguir jugando, igual que él.

—Bueno, está bien —cedió, dejando su espada a un lado al igual que su casco.

—Gracias, Kookie —murmuró medio muerto.

El niño se subió al sofá al lado de YoonGi, moviendo sus pies en el aire mientras miraba los alrededores en búsqueda de una actividad para hacer mientras su niñero despertaba. Holly estaba durmiendo y él no era un mal niño como para despertar al cansado perrito, así que sólo le quedaba jugar con YoonGi. La televisión estaba encendida en un canal que JungKook creía que era para bebés, pero YoonGi no le dejaba cambiarlo porque decía que a esa hora no había muchos canales para niños, así que sólo estaba de fondo en volumen bajo y no le llamaba mucho la atención.

—¿Ya tiene ganas de jugar? —le preguntó con cautela.

—Dame un segundo más.

JungKook suspiró y se bajó del sofá, caminando por la sala de estar hacia la habitaciones. La casa de YoonGi era como si la suya estuviera al revés, así que sabía que debía haber dos habitaciones, en una de ellas se encontraba Holly en su jaula durmiendo porque ahí estaba la habitación de YoonGi y la otra lo llenó de curiosidad porque sabía que el señor YoonGi no tenía hijos, así que no estaba seguro de qué podía encontrar ahí.

Con cautela, abrió la puerta de la habitación que sería la suya en su casa y miró un momento hacia el sofá para corroborar si YoonGi seguía acostado, cuando lo confirmó, volvió a mirar hacia la puerta y se puso de puntillas para tomar la perilla, girándola y empujando la puerta. La luz estaba apagada, pero no logró ver más que cajas acumuladas, estantes y algunos zapatos. No había ninguna cama, así que no se veía como un cuarto.

Se asomó para ver lo que podía haber detrás de la puerta y se encontró con una estructura que no supo reconocer.

De repente, la luz se encendió y él pegó un brinco.

—Hey.

JungKook juntó sus manos contra su pecho y se encogió en su lugar, mirando hacia arriba para encontrarse con YoonGi. Una sonrisa traviesa se coló por sus labios y el alfa enarcó una ceja, un poco divertido por la curiosidad ajena.

—¿Qué haces fisgoneando, chiquitín?

—Perdón —señaló la estructura—. ¿Qué es eso?

YoonGi miró el objeto.

—Ah, es una batería.

JungKook frunció sus cejas y miró con más detenimiento el objeto. Él había visto baterías antes, pero no se veía como una. Era solo una estructura negra con lo que parecían ser platos redondos colocados como simuladores de lo que deberían ser los tambores.

—No se parece a una batería.

—Es porque es una batería electrónica —explicó, dando un paso hacia el interior de la habitación. JungKook lo siguió—. Tengo una normal, pero esa hace mucho ruido y todavía está dentro de sus cajas, esta es para usarla con audifonos y no molestar a los vecinos.

—Oh —JungKook miraba con curiosidad la batería, tocando con cuidado lo que se suponía eran los tambores más cercanos a él—. ¿Suena como una batería? —alzó la cabeza para mirarlo.

—Claro, ¿quieres ver? —el niño asintió—. Ven aquí.

JungKook alzó sus brazos, dejando que YoonGi lo alzara para colocarlo encima del asiento de la batería, el alfa luego tomó un par de audífonos que reposaban sobre uno de los tubos y los colocó en la cabeza de JungKook.

—Bueno, creo que el volumen está bajo, pero dime si se escucha —YoonGi tomó el par de palillos clásicos de las baterías y golpeó lo que aludía a un tambor.

JungKook saltó por el repentino sonido característico del instrumento y sonrió emocionado en dirección al alfa, quien le devolvió la sonrisa.

—Es genial, ¿no? —el niño asintió eufórico—. Toma, puedes intentarlo —le tendió los palillos—. Sólo ten cuidado.

JungKook sacudió los palillos en sus manos, pensando en qué tambor tocar primero y se inclinó hacia uno que tenía a la derecha, golpeándolo con firmeza. El sonido lo hizo reír, encogiéndose en su lugar un momento antes de golpear otro. No sonaba como una increíble canción de rock, pero sí le gustaba poder experimentar con este nuevo instrumento que no se había imaginado que existía.

—¡Me gusta! —su voz se escuchó mucho más alta de lo esperado, a consecuencia de los audífonos—. ¿Usted se sabe alguna canción?

YoonGi asintió y se colocó al lado de JungKook en el pequeño asiento, tomó los palillos y comenzó a tocar con un ritmo que a JungKook le pareció increíble. Claro que no reconocía la canción porque YoonGi estaba tocando una de las pocas que hizo con su banda en la juventud, pero eso no quitaba que sonara lo suficientemente bien como para tener al niño rebotando su cabeza al ritmo de la música. La cara de JungKook se encontraba totalmente iluminada, encantado por la nueva habilidad que había descubierto del señor YoonGi y lo increíble que le parecía, tan absorto en el sonido de los tambores que no se dio cuenta cuando la puerta principal fue abierta.

—Oh —YoonGi se detuvo—. Creo que llegó JiMin —se levantó.

JungKook lo miró con extrañeza cuando le quitó los cascos, pero su atención fue rápidamente robada cuando escuchó la voz de su papi preguntar por él.

—¡Papi llegó! —se bajó del asiento de un salto y corrió hacia la sala—. ¡Papi, papi!

JiMin miró sorprendido cómo su hijo salía de una de las habitaciones, corriendo a sus brazos con una sonrisa enorme en la cara. Detrás de él venía YoonGi, quien lucía bastante tranquilo, sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones de chándal mientras sonreía.

—Ay, bebé. Estás despierto —lo cargó en brazos para abrazarlo y JungKook se aferró a él, frotando su mejilla contra el hombro de su papá—. ¿Qué haces despierto? —aunque le estaba hablando a él, sus ojos estaban fijos en YoonGi.

—Tomó una siesta a las siete —explicó el alfa—, y le di un par de chocolates...

—YoonGi —se quejó JiMin, pero no sonaba enojado.

—Lo siento —arrugó la nariz con culpa.

—Papi, el señor YoonGi tiene una batería eléctrica —contó emocionado—. Me estaba enseñando a tocarla, él lo hace muy bonito.

—¿Ah sí? —miró con curiosidad al alfa—. No sabía que tenías una batería eléctrica.

—En realidad es "electrónica" —hizo comillas—. Y te conté que estuve en una banda, era el baterista.

—Oh, tienes razón —abrió los ojos con sorpresa—. Lo había olvidado, ¿por qué no te he escuchado tocar? ¿Se supone que es silenciosa por ser electrónica?

—Exactamente.

—Qué genial.

—¡Sí! —JungKook estuvo de acuerdo—. Suena igualito a una batería de verdad, como esas que vemos en las películas. Papi, quiero aprender a tocar la batería como el señor YoonGi.

—Ah bueno... —JiMin miró al alfa con ojos culpables, sabiendo que su hijo siempre desarrollaba pequeñas obsesiones por cosas que le parecían divertidas en el momento y que luego abandonaría, no quería meter a YoonGi en eso—. No lo sé...

—No soy un excelente maestro, pero puedo enseñarle lo que sé —YoonGi se encogió de hombros.

—No lo sé, Yoon...

—Por favor, papi —JungKook hizo un puchero pronunciado, mirándolo con ojitos de cachorro mojado y manipulador.

—Bueno, podemos hablar de esto después, ¿por qué no mejor vamos a que te cepilles los dientes para ir a dormir?

JungKook negó con la cabeza y comenzó a moverse para que JiMin lo soltara. Cuando tocó el suelo, fue corriendo a buscar su espada de cartón y su casco de caballero. No lucía tan cansado como debería en ese momento, pero JiMin sabía que iba a caer cuando menos se lo esperara, su hijo no estaba acostumbrado a quedarse hasta tarde y el subidón de azúcar de los chocolates iba a bajar en cualquier momento.

—Vamos a jugar un ratito más —pidió—, el señor YoonGi estaba descansando y no pudimos terminar de salvar el reino champiñón de Bowser —volvió a hacer un puchero.

JiMin miró un momento a YoonGi, suponiendo que el otro estaba tan cansado como él, pero el alfa se encogió de hombros y señaló al niño con un movimiento de su cabeza, dándole a entender que él tenía la última palabra.

Bien, ya se lo había prometido después de todo.

—Está bien, un juego más y ya.

JungKook dio un brinco emocionado y tomó la mano de su papá.

—Papi, tú vas a ser el príncipe del reino champiñón —le explicó corto y conciso su importante papel, jalando para que caminara y tomara la mano de YoonGi—. El señor YoonGi va a ser de Bowser porque Jojo está dormido. Bowser te va a secuestrar a ti, papi, porque se quiere casar contigo y yo te voy a salvar, ¿sí?

—Está bien, amor —asintió JiMin.

—Bowser, tienes que secuestrar al príncipe —JungKook lo señaló.

—Sí, señor —asintió de igual manera.

JungKook sonrió y corrió hacia el sofá.

JiMin sonrió con dulzura y miró a YoonGi con una ceja alzada, casi preguntándole con la mirada qué se suponía que haría para secuestrarlo. El alfa sonrió de una manera que JiMin sabía que solamente había visto en niños que estaban a punto de hacer alguna travesura y no estaba seguro de qué estaba esperando exactamente, pero definitivamente no era que YoonGi lo cargara en su brazos.

—¡Mier...! —se calló la grosería—. ¡YoonGi! —chilló por la sorpresa, pero el alfa ni se inmutó.

¡Woah! —rugió como si JiMin no hubiera acabado de gritar—. ¡El príncipe es todo mío! —se jactó con exageración, dando pasos largos y pesados mientras JiMin se aferraba a su cuello para no caer al suelo—. Nos vamos a casar en la playa, ¡y no voy a invitar a nadie! —se rió como un villano.

—¿Es en serio? —JiMin le preguntó casi riéndose.

El alfa lo miró ofendido.

—JiMin, no te salgas del personaje —le reprochó con seriedad y el omega no pudo evitar carcajearse—. ¡Woahrg! ¡Nadie podrá detenerme!

—¡Alto ahí, Browser! —cuando YoonGi se giró, ambos se encontraron con JungKook montado en el apoyabrazos del sofá, extendiendo su espada hacia adelante como si de una película de aventura se tratara—. ¡No dejaré que le hagas daño al príncipe!

JiMin retuvo el impulso de decirle a su hijo que baje de ahí porque se podía caer y decidió mantener la mente en el juego.

—¡Auxilio! —lloriqueó, moviendo sus piernas—. ¡Ayúdame, caballero! ¡No me quiero casar con este feo monstruo tan horroroso! —colocó una mano sobre su frente a modo de víctima.

YoonGi lo miró ofendido.

—No había necesidad de agregar tantos descalificativos.

—No te salgas del personaje —le sacó la lengua.

YoonGi hizo amago de soltarlo y JiMin se aferró más fuerte a él, maldiciendo por lo bajo.

—No te preocupes, príncipe. ¡Yo te salvaré! —JungKook juró al cielo.

Inmediatamente después, JungKook saltó desde el apoyabrazos al suelo, provocando que a JiMin casi se le salga el corazón del susto. El niño cayó en un cojín, sus movimientos fríamente calculados para no caer en la lava ardiente, pero JiMin estaba a punto de tener un infarto no sólo por eso, si no también porque YoonGi comenzó a moverse de un lado a otro para evitar al pequeño caballero que lo perseguía por la casa, amenazando con soltarlo en cualquier momento por lo brusco de los movimientos.

En otro momento, JiMin se preocuparía por las quejas de los vecinos a la mañana siguiente debido a los gritos y risas que se oían por toda la casa, pero en ese momento él mismo no podía parar de reír.

Los dos, el caballero y Bowser, comenzaron una lucha que no duró mucho tiempo, pero que desde la perspectiva de JungKook lucía heróica y sangrienta, ya que apuñaló al dragón un total de mil veces exactas con su espada mágica, y logró que cayera de rodillas al suelo con un grito de dolor. JiMin no dejaba de pedirle a la diosa que el alfa no lo golpeara accidentalmente contra una pared y lo dejara inconsciente, porque sería el colmo, pero sí terminó en el suelo cuando YoonGi fingió su muerte, cayendo sobre él y encima de un montón de cojines que amortiguaron la terrible caída de medio metro de altura.

—¡Oh no! —JungKook se acercó corriendo al lado de su papá—. Príncipe, lo rescaté, pero Bowser le cayó encima, ¡está atrapado!

JiMin analizó el escenario, mirando cómo YoonGi se hacía el muerto sobre su pecho, una pequeña sonrisa tonta en su cara.

«Tonto», pensó con gracia.

—¡Ay no! —se lamentó, retorciéndose sin fuerza debajo del alfa—. ¿Qué hacemos?

—No se preocupe, príncipe, lo voy a picar en pedacitos.

JungKook caminó hasta estar al lado del cuerpo de YoonGi, usando su espada para cortar el enorme cuerpo del villano en varios pedacitos pequeños que no fueran tan pesados. YoonGi se rió un poco por las cosquillas y se deslizó lejos del pecho de JiMin para que la ilusión no se perdiera. El pequeño caballero de brillante armadura de cartón suspiró cuando consideró que su trabajo estaba hecho y se pasó la mano por la frente como si hubiera acabado de hacer mucho esfuerzo, luego se acercó de nuevo a JiMin, quien ahora se encontraba sentado sobre sus rodillas.

—¡Listo! —alzó sus brazos contento—. Ahora tenemos mucha carne de dragón para comer por cientos de años y el reino de los champiñones no va a tener miedo nunca más —señaló el escenario.

—Gracias, caballero —JiMin extendió sus brazos para que el niño se recostara en su pecho, abrazándolo con cariño—. Eres mi héroe.

JungKook sonrió satisfecho, acurrucándose en el regazo de su papá.

YoonGi bostezó y se sentó en el suelo también, un poco más desordenado que JiMin. Tenía el cabello despeinado y cara de sueño, así que el omega no pudo evitar reírse cuando lo vio tan agotado.

—Buen trabajo para ti también, Bowser —le dijo.

YoonGi le sonrió, su propio lobo moviendo la cola contento por el reconocimiento.

—Ay, papi, te extrañé mucho —JungKook frotó su frente contra el pecho de JiMin—. Esta vez me quedé despierto, ¿viste? —levantó la cabeza—. Ya soy grande.

—Sí, mi amor, eres grande —pasó sus manos por su cabello, dándole mimos mientras JungKook volvió a acurrucarse contra él para disfrutar del contacto—. Es la primera vez que te quedas despierto hasta esta hora, ¿no tienes sueño? —a pesar de estar contento por verlo, le preocupaba que no fuera a dormir.

—No —bostezó—, no tengo sueño —cerró sus ojos para concentrarse en los cariñitos que le estaba brindando su papi—. Quiero jugar otra vez...

—Hm, ya veo —murmuró con voz dulce—. ¿Qué quieres jugar?

JungKook bostezó de nuevo.

—No lo sé —le dijo—. Podemos hacer un castillo.

YoonGi miró los cartones que sobraron de la noche anterior, no creía que hubiera suficiente material para hacer un castillo, pero suponía que JungKook iba a apelar a la imaginación.

—¿Qué tan grande? —preguntó JiMin.

Muuuy grande.

—Se oye divertido —comentó—. ¿Qué más va a tener el castillo?

JiMin comenzó a mecerse un poco mientras JungKook enumeraba las características de su castillo soñado, sus manos sobando la espalda del niño con cuidado mientras se oía el suave tono de su voz tarareando en voz baja alguna melodía tranquila. Así mismo, el aroma a rosas natural de su cuerpo comenzó a sentirse cálido, acogedor y abundante, anestesiando al niño que no tenía idea de lo que estaba sucediendo. Este era un truco común en los omegas, arrullar era algo así como un don innato de ellos, a algunos les salía mejor que a otros y JiMin sabía que él siempre había sido bueno en ello porque JungKook no aguantaba más de dos minutos despierto si lo hacía.

YoonGi se encontraba sentado a su lado, disfrutando de la misma manera el aroma a rosas. No iba a mentir, el efecto también estaba atentando contra su propio alfa, provocándole un bostezo que hizo reír bajito a JiMin.

—No te quedes dormido —le dijo en voz baja.

—Estoy haciendo el esfuerzo —parpadeó con flojera, pasando una mano por su cara para espantar el sueño.

JiMin sonrió por lo bajo, continuando con su trabajo para dormir a su pequeño niño. Bueno, ya no era tan pequeño, se dio cuenta de que le costó un poco levantarse debido al peso de JungKook y analizó el tamaño de sus extremidades, sintiendo que se veían un poco más largas que antes.

—Dame un momento —le avisó a YoonGi, caminando en dirección a su casa.

YoonGi lo acompañó para abrirle la puerta y esperó pacientemente a que el omega regresara a su casa. La distancia entre ambos departamentos era suficiente como para que JiMin se sintiera seguro de irse con YoonGi luego de acostar a JungKook y pensó en la suerte que tenía de que el alfa fuera su vecino de enfrente.

—Acabas de hacer que desbloquee un recuerdo con mi mamá, ella amaba hacer eso —le comentó YoonGi cuando JiMin volvió a entrar.

JiMin se encontró con el otro extendiendo un poco sus brazos, invitándolo a darle un abrazo. No dudó mucho, simplemente se acercó a él y rodeó su cintura, descansando su rostro en el hombro de YoonGi.

—¿Sí? ¿Eras así de hiperactivo de niño? —preguntó cómodo, sintiendo el fuerte aroma a madera venir del cuello del alfa.

—No tanto, pero sí me gustaba dormir tarde —le contó, una de sus manos acariciando su espalda—. Cuando no quería hacerle caso ella me decía "entonces déjame abrazarte antes de que me vaya a dormir" y lo último que yo recordaba era su olor a hierbabuena —se rió por lo bajo—. Yo sabía lo que ella hacía y trataba de no quedarme dormido, pero nunca pude vencerla.

JiMin le sonrió con ternura, imaginando a un pequeño YoonGi berrinchudo que no quería dormir y que, pese a saber las consecuencias, seguía aceptando los abrazos de su mami.

—Qué dulce.

YoonGi buscó su mirada.

—No te saludé como debería —le dijo cerca de su oreja, frotando un poco su rostro contra la mejilla de JiMin, quien sonrió en grande, tan contento que podía sentir a su lobo moviendo la cola como nunca lo había hecho antes—. Hola.

JiMin sonrió y sintió que estaba donde debería.

—Hola —respondió con el mismo tono dulce, levantando un poco la mirada para encontrarse con los ojos cariñosos de YoonGi—. ¿Cómo les fue?

—Bien, ya viste que nos divertimos mucho —hizo un pequeño movimiento con su cabeza, señalando el no tan pequeño desorden—. Sabía que no era buena idea dejarlo dormir, pero me descuidé un segundo y lo encontré acurrucado en el sofá, no tenía corazón para despertarlo —explicó, provocando que a JiMin se le estrujara el pecho—. ¿Cómo te fue a ti en el trabajo?

—Estoy tan cansado... —se quejó con un lloriqueo, YoonGi hizo un puchero para acompañar su dolor—. Limpié muchas mesas, atendí a mucha gente fastidiosa y me duelen los pies porque no me dejaron sentarme ni un segundo —contó como la peor de las desdichas, sintiéndose lo suficientemente a gusto como para comportarse un poco caprichoso.

—¿Qué? Ay, JiMin —YoonGi deslizó sus manos por su espalda, aflojando el abrazo para mirarlo con más comodidad—. Vamos al sofá, ¿sí?

JiMin pensó que YoonGi lo cargaría otra vez, pero sólo tomó su mano para guiarlo hasta el sofá como si él no supiera dónde se encontraba. Se rió de sí mismo por la estúpida idea y se pasó una mano por el cabello mientras veía a YoonGi sentarse primero. Él se dio cuenta de que alfa había dejado un pequeño espacio entre él y la esquina del sofá, así que decidió ser un poco más descarado esa noche y se sentó ahí, colocando sus piernas encima de las de YoonGi mientras se acurrucaba contra el apoyabrazos.

—Bueno, ya agarramos confianza —bromeó YoonGi, colocando su brazo libre sobre las piernas de JiMin, acercándose un poco más a él.

El omega le sonrió, encogiéndose de hombros como si no fuera la gran cosa.

—Pensé que podría ponerme cómodo ya que seguro voy a estar un rato más aquí.

YoonGi zumbó, acariciando el muslo de JiMin superficialmente con su pulgar. JiMin se dio cuenta de esto, pero no dijo nada, sólo dejó que continuara.

—Gracias por quedarte, lo aprecio —asintió, inclinándose un poco más hacia JiMin, una mirada coqueta decorando sus ojos—. Ya que estás aquí, ¿puedo pedir algo a cambio de mi espectacular trabajo de niñero?

—No lo sé, ¿te lo mereces? —JiMin ladeó la cabeza para apoyarla sobre el respaldo del sofá.

—Yo creo que sí —levantó sus cejas y JiMin zumbó, cediendo frente al impulso de querer colocar su mano en la mejilla de YoonGi—. No sabes lo duro que es trabajar de dragón, de super villano, de brujo y de caballo —enumeró con una seriedad tan mortal como divertida, provocando una pequeña risita en JiMin—. Además, me quedé sin chocolates, directamente me voy a morir.

JiMin se carcajeó en voz baja, como si no quisiera despertar a nadie. JungKook dormía en la casa de enfrente, pero él estaba siendo tan precavido que YoonGi no pudo evitar dejar de lado su actuación para mirarlo con ternura.

—Sólo dime que quieres besarme y ya —molestó.

—¿Qué tendría de divertido eso? —frunció sus cejas, viendo a JiMin como si lo que acababa de decir no tuviera sentido.

El omega viró los ojos antes de acercar su rostro hacia el alfa y YoonGi sonrió totalmente satisfecho antes de que sus labios se tocaran con cuidado. Fueron un par de picos cortos, tímidos y dulces, pero hicieron que ambos corazones revolotearan satisfechos y contentos. Ambos se miraron inmediatamente después, disfrutando del momento con calma, acurrucados en el sofá como si fuera el único lugar en el que querían estar por la eternidad.

—Te ves cansado —le dijo YoonGi en voz baja.

—Estoy muerto —frunció sus cejas en dolor, cerrando los ojos un momento—. Creo que podría dormir veinte horas seguidas —agregó, mirando a YoonGi con ojos cansados y expresión agotada—. Lo siento, seguro no imaginabas que la noche iba a acabar así. Estoy aguantando lo mejor que puedo.

YoonGi negó con la cabeza. Tenía su mano libre sobre el estómago del omega, acariciando superficialmente la zona con la pequeña necesidad intrínseca de mimarlo.

—No te preocupes, no tienes nada de qué disculparte —le dijo, inclinando un poco su cabeza para besar su mano. JiMin le sonrió, su corazón revoloteando con emoción—. De verdad necesitas un descanso, quizás pueda ayudar a relajarte, ¿hm?

JiMin parpadeó con sueño, sin estar seguro de a qué se refería YoonGi. Sin embargo, su confusión no duró mucho, ya que notó la manera en la que el alfa lo estaba mirando.

—¿A qué te refieres? —preguntó como si no entendiera, tratando de retener la sonrisa que quería salir.

—No lo sé —se encogió de hombros, fingiendo inocencia—. ¿Te gustaría un masaje?

JiMin tarareó, casi como un ronroneo.

—No sé si eres bueno dando masajes, ¿qué tal si me dejas adolorido?

YoonGi negó con la cabeza, lento de sus movimientos, como si los dos estuvieran sumergidos en una somnolencia propia de la noche, pero ahora estaban lejos de sentir sueño.

—Prometo ser gentil.

—¿Ah sí? —sintió que su interés aumentaba.

—Claro.

JiMin se rió por el claro doble sentido que estaba teniendo la conversación, sus propias mejillas rojas por la vergüenza que le daba entrar en este pequeño roleplay que formaron sin querer. YoonGi no dejó de mirarlo, absorto en su rostro mientras el omega reía.

—Creo que me encantaría un masaje.

YoonGi palmeó su cintura.

—Date la vuelta.

JiMin se sentó risueño en el sofá y se giró para colocar su pecho contra el apoyabrazos, dándole la espalda a YoonGi.

También se arqueó solo un poco con la excusa de ponerse más cómodo.

—Hazme saber si estoy siendo muy brusco.

JiMin rió por lo bajo.

—Claro...

YoonGi no se hizo de rogar demasiado, pronto colocó con cuidado sus manos sobre los hombros de JiMin para comenzar con su masaje, sus pulgares haciendo círculos lentos y firmes cerca de los omoplatos del omega. JiMin se dejó hacer, casi ronroneando por la sensación que recorría su espalda, disfrutando del contacto del otro. YoonGi no estaba aplicando demasiada fuerza, casi como si no quisiera pasarse de la ralla y lastimarlo, pero seguía usando una presión suficiente como para que se sintiera satisfactorio.

El lobo de JiMin comenzó a mover la cola, satisfecho, exudando su aroma a rosas como una muestra de que ese tipo de mimos le estaban gustando. YoonGi no podía decir que no se había dado cuenta, pero trató de disimular la manera en la que su propio lobo comenzó a olfatear el aire, interesado en la invitación que le estaba haciendo el otro. Él sólo siguió masajeando los hombros y cuello de JiMin, frotando lento y bajando solo un poco por su espalda antes de volver a subir.

Indiferentemente de las intenciones que podían venir ocultas dentro de ese íntimo contacto, JiMin se permitió sentirse atractivo bajo el otro, sonriendo de puro gusto mientras el calor de su cuerpo aumentaba. Por un segundo se preguntó si de verdad existía este alfa, uno protector, que arreglaba las cosas de la casa, que sabía cocinar, que adoraba a su hijo y que, además, era bueno dando masajes. ¿Acaso esta era la manera en la que la diosa lunar le estaba pidiendo perdón por enviarle un novio imbécil en su juventud? Era un sueño.

El toque repentino de la punta de la nariz de YoonGi hizo que JiMin abriera los ojos, sonriendo con picardía mientras el alfa olfateaba su cuello con calma, sus manos aún masajeando su cintura y espalda baja mientras aspiraba el aroma a rosas con el que omega que parecía querer tentarlo.

JiMin se asomó hacia YoonGi, mirándolo por encima de su hombro con una sonrisa ladina en su cara. El alfa lo miró de igual manera, ladeando su cabeza hacia él con ojos profundos mientras sus manos se seguían movimiento sobre su cuerpo.

No se estaban diciendo nada realmente, pero de alguna manera sabían perfectamente lo que el otro quería decir.

—¿Hm? —YoonGi zumbó, inclinándose un poco más sobre JiMin para plantar un beso en su hombro.

El omega negó con la cabeza para darle a entender que no tenía nada que decir y continuó sonriendo, acurrucándose un poco más contra el sofá por la timidez que le producía este tipo de atención tan íntima.

—¿Lo hago bien? —preguntó en tono bajo. Había algo en la manera en la que su voz acariciaba los oídos de JiMin que tenía al omega al borde del delirio.

JiMin simplemente asintió, haciendo un corto zumbido para que YoonGi entendiera la afirmativa. Las manos del alfa volvieron a bajar hasta su cintura, sus pulgares haciendo círculos en la zona en donde un par de hoyuelos se escondían debajo de la ropa de JiMin, provocando que él se removiera contento, deslizándose un poco más hacia el tacto del otro.

El calor de su cuerpo comenzaba a sofocarlo, por lo que JiMin tuvo que levantar un poco la cabeza para sentir que aire fresco entraba a sus pulmones. Sin embargo, terminó haciéndose un ovillo en el apoyabrazos cuando volvió a sentir la nariz del alfa fisgonear en su nuca, deslizándose por su cuello para olfatearlo. JiMin le dio espacio, descubriendo su cuello para él como su lobo le pedía que hiciera y no reparó en sus acciones, ni siquiera cuando se dio cuenta de lo sumiso que seguramente se estaba viendo.

Lo único en lo que podía pensar era en que quería verse atractivo para YoonGi, tentarlo para que tocara un poco más, para que se deslizara mucho más cerca de él, para que lo besara. Realmente ya lo tenía donde quería, no hubo necesidad de esforzarse demasiado, pero JiMin amaba que de igual manera lo estuviera haciendo.

Entonces YoonGi resopló y JiMin sintió un escalofrío.

Los labios del alfa se sintieron húmedos sobre su cuello cuando comenzó a esparcir besos desde atrás. JiMin jadeó, empujándose hacia el contacto del alfa, buscando que los besos y las caricias continuaran, que se profundizaran. De repente YoonGi deslizó sus manos hacia adelante, subiendo por su pecho y jalando hacia atrás. JiMin terminó sentado, su espalda pegada al pecho de YoonGi mientras el alfa seguía oliendo su aroma, manos traviesas escabulléndose en los espacios entre los botones del uniforme de JiMin.

—Qué atrevido —tomó sus manos, fingiendo un tono acusatorio.

—Oh, lo siento —YoonGi sonrió de igual manera—. Me atrapaste —formó un mohín.

JiMin dejó caer su cabeza contra su hombro, guiando las manos de YoonGi alrededor de su cintura para que lo abrazara con más fuerza.

—Sí, lo hice —sonrió con diversión, aunque no había nada realmente divertido en esa situación.

YoonGi se mordió el labio y rodeó por completo a JiMin con sus brazos, abrazándolo contra su cuerpo y presionándolo contra él como si no quisiera dejar que se escapara ahora que había descubierto su maquiavélico plan. JiMin no dejaba de reírse, aumentando el contenido de sus risitas con quejas porque YoonGi comenzó a besar su rostro y cuello con insistencia, ahora torpe en sus besos, actuando como un cachorro impulsivo.

Entonces se miraron.

Oh, debería ser ilegal mirar a alguien así.

Era como estar sumergido en la paz absoluta. Ellos simplemente se miraron como si fueran los únicos dos en el mundo, disfrutando de la presencia del otro como si el planeta entero se hubiera detenido y tuvieran todo el tiempo disponible para simplemente estar así por la eternidad.

Ambos se sonrieron.

JiMin solo acariciaba las manos de YoonGi, las cuales ahora reposaban sobre su regazo. El calor del cuerpo ajeno contra el suyo se sentía bien, cálido como sólo podía sentirse el hogar y JiMin sólo suspiró contento.

—¿Por qué estás tan risueño, hm? —preguntó YoonGi con curiosidad, su voz baja.

—No lo sé —negó con la cabeza, parpadeando lento, como si tuviera sueño. Una sonrisa tonta pintada en su cara.

—Yo tampoco lo sé.

JiMin resopló una risa y dejó a YoonGi moverse una vez más. El alfa metió su nariz en el cuello del otro, olfateando con calma. JiMin se sentía tan relajado que quizás estaba rozando los brazos de morfeo, demasiado ido por la sensación del otro acariciando la sensibilidad de su cuello, al menos hasta que sintió los labios de YoonGi tocar su piel y tuvo que tomar un poco de aire, repentinamente emocionado.

Los besos continuaron una vez más hasta sus hombros, pequeños y delicados mientras las manos del alfa se encargaban de desabrochar los botones que faltaban, recibiendo un poco de la ayuda de JiMin, quien podía sentir el remolino de la anticipación descansar en la base de su estómago, su corazón acelerado golpeando contra su pecho y su cara cada vez más caliente. Sentía que la piel se le erizaba con cada toque y estaba seguro de que el aroma de YoonGi lo estaba poniendo un poco tonto.

YoonGi levantó una de sus manos, deslizando un dedo por la clavícula de JiMin para jalar la tela y dejar que esta cayera por su hombro. De repente hacía un poco más de frío y JiMin miró al otro sobre su hombro, tímido frente a la pequeña desnudez. YoonGi no sonrió, pero sus ojos oscurecidos le daban la idea a JiMin de que lo que sucedía le estaba gustando tanto como a él.

Entonces las manos de YoonGi subieron por su pecho, cuidadoso en su toque. JiMin jadeó y cerró los ojos, dejándose hacer mientras el escalofrío que le producía el toque erizaba todo su cuerpo. Las manos de YoonGi se sentían rasposas contra su piel y él lo atribuyó a todo el trabajo que hacía el alfa siendo mecánico, lo cual quizás hizo que se sintiera un poco más caliente de repente, no estaba seguro del por qué.

La posición no era en absoluto cómoda y JiMin tenía muchas ganas de ver mejor a YoonGi, pero la manera en cómo el alfa estaba llevando la situación lo hizo sentir un poco más necesitado de lo que esperaba estar. Su lobo no cabía en su emoción, moviendo la cola y echándose al suelo para que el otro hiciera lo que quisiera, y él mismo no podía pensar en nada coherente porque las manos de YoonGi subiendo lo suficiente como para acariciar sus pezones estaban llevándose toda su atención. Del mismo modo, tenía al alfa detrás de él, respirando con pesadez contra su cuello y tocándolo como si quisiera recordar para siempre una réplica de su cuerpo.

—Me encanta cómo hueles —murmuró ronco.

JiMin sonrió con timidez.

—Gracias...

—Ven aquí.

JiMin parpadeó un poco confundido, levantando su mirada cuando tuvo a YoonGi parado a su lado. El alfa no le dio mucho tiempo para pensar, él simplemente lo tomó en sus brazos y lo cargó como si no se le complicara en absoluto, tomando por sorpresa al omega semidesnudo que no supo en qué momento el otro comenzó a caminar hacia la habitación.

—Por la diosa, estás actuando como un salvaje de las cavernas haciendo esto —le dijo JiMin con un deje de gracia mientras entraban a la habitación del alfa. El aroma madera lo recibió, así como una cama tamaño king que se sintió ridículamente cómoda bajo él cuando YoonGi dejó sobre ella.

—Soy un alfa, JiMin —le dijo con esa típica sonrisa ladina decorando su cara, su cabello despeinado cayendo sobre su rostro, erguido frente a él como si tuviera todo el control de la situación, y definitivamente lo tenía—. Soy un salvaje de las cavernas —agregó, tomando el borde de su propia camisa para quitársela.

De repente, un ladrido los alertó y miraron hacia un costado. Holly se asomaba encima de la cama, mirando el escenario con la inocencia de un cachorro. Claro, la jaula del perro estaba al lado de la cama de YoonGi, ellos lo habían despertado.

—Bueno —YoonGi carraspeó y se alejó un paso de la cama, luciendo solo un poco menos sexy y un poco más torpe—, Holly voy a necesitar que duermas afuera un momento —le avisó al perro, silbando para llamar su atención y que lo siguiera a la sala.

JiMin se rió cuando ambos salieron de la habitación y se tomó ese momento para estirarse sobre la cama, mirando el techo con ojos cansados y una sonrisa enorme en la cara. El corto instante de relajación hizo que el sueño volviera a su cuerpo, pero su corazón seguía golpeando con fuerza contra su pecho y su cara se seguía sintiendo caliente.

Entonces rió de nuevo, cubriéndose la cara con ambas manos.

Quería patalear de la emoción.

—Bien —la voz del alfa llamó su atención y JiMin lo miró en el momento justo en el que este cerró la puerta, sacándose la camiseta blanca de pijama un segundo después—, hagamos como que eso no pasó —lanzó la prenda a un lado y colocó sus manos sobre el colchón.

JiMin arrugó su nariz con diversión cuando YoonGi se inclinó sobre la cama y trepó hasta él. Sus piernas se enroscaron en la cintura del alfa, tomando su rostro mientras una nueva ronda de besos comenzaba enérgica sobre la cama. YoonGi lo presionó sobre el colchón, abrazando su cuerpo como hubiera estado esperando siglos para ese momento, o así lo sintió JiMin, su pequeño e ilusionado corazón que deseaba tanto estar haciendo la elección correcta le gritaba que las cosas estaban saliendo a la perfección. Después de todo, era imposible que fuera algo incorrecto cuando él se sentía tan feliz.

A pesar del sueño, no podía dejar de sonreír, recibiendo y correspondiendo cada beso, cada suspiro, aferrándose a YoonGi de la misma manera que el alfa lo hacía, su enorme y firme cuerpo cálido volviéndolo loco.

Necesitaba más, quería más, no estaba seguro de que alguna vez pudiera sentirse satisfecho. Los besos se volvían cada vez más profundos y húmedos, los jadeos morían en la boca del otro, las respiraciones erráticas hacían música en la habitación.

Entonces, YoonGi se apoyó sobre sus codos, alejándose del beso para mirar al omega debajo de él. JiMin le devolvió la mirada, sus manos sujetando los hombros ajenos en espera de que se inclinara hacia él otra vez para continuar con los besos.

—¿Qué pasa? —le preguntó.

—Te vas a quedar dormido en cualquier momento.

JiMin arrugó su entrecejo al igual que su nariz.

—Claro que no...

—Hm —zumbó, ladeando un poco la cabeza, mirando cada detalle del rostro de JiMin con atención. El omega lo siguió en sus movimientos, parpadeando lento—. Yo creo que sí —besó su mejilla con cuidado, provocando que JiMin cerrara los ojos de puro gusto—. Te voy a dar un par de besos más y te vas a quedar dormido como un bebé —le dijo con convicción, hablando contra la piel de su mejilla.

JiMin rió y frotó su rostro contra el de YoonGi, abrazando al alfa.

—Yo soy más resistente de lo que parezco —le dijo, reteniendo el impulso de bostezar.

YoonGi tarareó en reconocimiento, una de sus manos deslizándose por la cintura de JiMin para subir hasta su pecho, enroscando sus dedos alrededor de su cuello con delicadeza, simplemente acariciando la zona mientras el omega suspiraba y se dejaba hacer como si estuviera hipnotizado. Luego, YoonGi tomó su rostro y besó un par de veces más su mejilla, profundos besos amorosos que tenían a JiMin al borde de un abismo, tan ensimismado en la sensación que no era capaz de pensar correctamente.

Él estaba confiando ciegamente en el tacto de YoonGi, vulnerable frente a los mimos del alfa y eso debería preocuparle, pero no estaba pensando mucho en ese momento.

—No te tienes que obligar a quedarte despierto si te mueres de sueño —le dio YoonGi con calma y la mano que hace un segundo se encontraba en el cuello de Park, ahora bajaba por su pecho hasta llegar a su pantalón, su índice enganchándose en el borde—. No quiero escucharte lloriquear después...

JiMin tragó.

—Ay, cállate —se quejó, empujando el rostro del alfa lejos de él.

YoonGi rió y no lo hizo rogar mucho más, se acercó a su boca, apretando sus labios juntos en un corto beso flojo. Cuando se alejó, JiMin levantó la mirada, mortalmente consciente de que la mano de YoonGi estaba jugando con el botón de su pantalón, cerca a la zona que no muchos omegas dejaban que otros tocaran, cerca de la cicatriz de su cesárea.

—¿Puedo? —YoonGi preguntó como si no tuviera aliento.

JiMin tomó aire y asintió.

YoonGi desabrochó el botón con una sola mano y, por un segundo ,JiMin se planteó la pequeña habilidad como algo que tuvo que haber nacido de la experiencia, un tipo de experiencia que estaba seguro de que él no tenía del todo. Oh. ¿Qué tanta experiencia podría tener YoonGi? ¿A cuántas personas había visto antes que a él? ¿Habrían sido todas sus anteriores parejas tan hermosas como él creía que eran? YoonGi habría tenido que ver varios cuerpos a lo largo de su vida, ¿quizás las estrías y la cicatriz de su cesárea no eran algo que estuviera esperando mirar?

—Hum —JiMin se tensó y tomó la mano de YoonGi para detenerlo—, n-no toques mi vientre...

—Está bien —asintió sin titubear, plenamente consciente de lo delicada que era la zona para un omega, y simplemente jaló hacia abajo el borde del pantalón desabrochado, mirando sus propios movimientos con atención.

JiMin comenzó a sentirse nervioso por el hecho de que YoonGi estuviera tan concentrado en la zona de su vientre. ¿Por qué no volteaba? Él no creía que fuera necesario que lo mirara tanto.

—¿P-Puedes no mirar?

YoonGi frunció sus cejas confundido, pero miró el rostro de JiMin de inmediato.

—¿Pasa algo?

El omega sentía que su cara caliente hervía de vergüenza, pero de un tipo humillante.

De repente, se sentía demasiado expuesto.

—Es que... n-no me gusta...

—¿Qué no te gusta? —preguntó todavía preocupado. No se había movido más de ahí, su mano sujeta al borde del pantalón, sin saber si seguir tirando de él significaba hacer un movimiento en falso.

JiMin tragó, se estaba comenzando a arrepentir de esto.

—Lo siento —lo miró lleno de culpa, encogiéndose un poco en su lugar.

—JiMin, no pasa nada —YoonGi lo soltó y se colocó a un lado para darle espacio, pero JiMin no quería que se alejara—. ¿Quieres que pare? —le preguntó, buscando su mirada mientras JiMin se acurrucaba contra su cuerpo.

—No lo sé, perdón —negó con la cabeza, cubriendo su cara con sus manos, escondido en el pecho de YoonGi—. Perdón, lo siento mucho...

El alfa ya sabía la respuesta porque podía sentir el aroma amargo de JiMin poniéndolo nervioso. Definitivamente había algo que no estaba funcionado, así que decidió abrazarlo, dejando que se acurrucara contra él.

—No te disculpes, JiMin —le dijo con cuidado, sobando su espalda desnuda—. Está bien, ¿sí?

De repente, JiMin tuvo ganas de llorar y se sintió todavía más estúpido. No estaba seguro de si el repentino bochorno venía de la idea de que YoonGi viera sus cicatrices de cerca o el hecho de que el alfa fuera tan cuidadoso. Sin embargo, ahora la culpa calaba en su sistema, haciendo estragos en su cabeza porque él ya le había dicho a YoonGi una cosa y ahora estaba sucediendo todo lo contrario.

«Se va a hartar de mí», pensó.

—Hablame cuando estés mejor, ¿sí? —le dijo de inmediato, casi como si hubiera leído sus pensamientos.

JiMin asintió y tomó aire. No estaba seguro de qué iba a decir exactamente, pero se sentía mucho menos presionado ahora.

El silencio reinó en la habitación que hacía instantes había sido espectadora de besos fogosos y caricias con dobles intenciones, ahora resguardaba a un par de lobos acurrucados que disfrutaban de la compañía del otro y consolaban frente a los sentimientos de inseguridad.

—Lo siento por esto —murmuró en el escondite de su cuello, sintiéndose más tranquilo luego de la serie de mimos que el alfa se dedicó a esparcir por su espalda con cuidado—. No quería que terminara así...

—No creo que te tengas que disculpar —insistió YoonGi, su mentón apoyado en la coronilla de JiMin—. ¿Puedo saber qué pasó? Así no lo volveré a hacer.

JiMin negó con la cabeza.

—No hiciste nada, Yoon —aclaró con tristeza—. Fue cosa mía...

—Oh, ya veo... —con la punta de sus dedos, comenzó a delinear con suavidad la columna de JiMin—. ¿Quieres hablar de eso?

JiMin se mordió el labio inferior, haciéndose bolita contra el cuerpo del alfa.

—Creo que podré hablar de eso en otro momento —o quizás encontraría las palabras correctas, por ahora no sabía qué podía decir.

—Está bien —besó su frente.

JiMin casi se pone a llorar ahí mismo.

¿Por qué YoonGi se preocupaba tanto por él? Parecía ser demasiado perfecto para ser real. ¿O acaso era su propia mente jugando en contra? Él debería sentirse capaz de disfrutar de algo, de alguien, de un romance que no fuera complicado, que no lo hiciera llorar, con el que pudiera abrirse por completo sin el miedo a ser juzgado.

—¿Podemos estar así un rato más? —preguntó por lo bajo, temiendo una respuesta negativa.

YoonGi asintió.

—Todo el tiempo que quieras, cielo.

JiMin sintió su corazón pleno y consideró que, por ahora, un abrazo estaba bien.

Chapter 12: CAPÍTULO ONCE

Chapter Text

JiMin no suele soñar mucho. Considerando el cansancio que carga la mayoría del tiempo y de las pocas horas que tiene para dormir, pareciera que su cuerpo no consigue la paz suficiente como para caer en el reino de los sueños tan fácilmente, sin embargo, hay pequeños momentos en donde algunas imagenes se cuelan en su subconsciente y se transforman en una pequeña película.

El sueño en cuestión comienza en un prado verde brillante que se extiende por todos lados bajo el azul y brillante cielo despejado. Un escenario de película tan perfecto que se siente incómodo. JiMin está caminando en soledad, no hay árboles cerca, sólo el basto cielo y el sonido de la maleza chocando entre sí. A pesar de la vista, él se siente incompleto y está buscando algo, pero no está seguro de qué es, sólo sabe que lo ha olvidado y de que está desesperado por encontrarlo. Mientras más camina, más se da cuenta de que hay cosas que no están bien, que el pasto en realidad no es tan verde, de hecho está seco y es marrón. El cielo azul no es tan azul, en realidad es una mezcla de rojo y morado. El aire se siente pesado y el escenario perfecto desaparece.

De repente, JiMin escucha una voz a lo lejos llamando por él, es una voz pequeña. Un niño. JungKook. Recuerda la existencia de JungKook y él corre, no sabe dónde está, pero corre en su búsqueda. No hay árboles ni montañas ni rocas donde JungKook pueda esconderse, sólo un infinito horizonte de pasto verde que en realidad no es verde y de cielo azul que en realidad no es azul. 

Entonces, lo ve. 

JungKook está de espaldas a él, completamente quieto, pero su llamado sigue oyéndose desesperado. JiMin comienza a llorar y corre en su dirección, pero se siente cada vez más alejado de él, no avanza, no se mueve. JiMin se desespera, su corazón se acelera con terror y comienza a llamar a JungKook para que vaya hacia él, pero JungKook no se mueve. 

JiMin cae de rodillas, llorando con desespero, sus lágrimas nublan su visión y empapan el pasto verde que en realidad es marrón. No. Ahora es negro y está quemado. Hierve. El bosque está en llamas.

Cuando JiMin levanta la mirada, JungKook está enfrente a él. Sigue de espaldas, pero está cerca. Él jadea en alivio y extiende su mano para tocarlo, pero cuando toma su brazo, JungKook se transforma en ceniza. 

JiMin despertó de un brinco, abriendo los ojos de golpe y llevando su mano a su corazón acelerado. Se da cuenta rápido de que fue solo fue una pesadilla y de que todo está bien, pero le toma un momento recobrar la compostura. 

—Mierda… —murmuró, sobando su rostro con su mano.

Otra pesadilla.

Tomó una bocanada de aire antes de suspirar y parpadeó con cansancio, mirando los alrededores de una habitación que no reconoció como suya. 

Oh, seguía en casa de YoonGi. 

Estaba seguro de que la noche anterior pensó en que debería volver pronto a casa y no recordaba mucho más. Sonrojado y plenamente consciente de los eventos que los llevaron a estar en esa cama en primer lugar, JiMin se sintió todavía más abochornado al darse cuenta de que estaba llevando la camisa blanca que YoonGi tenía la otra noche y en sus piernas seguían metidas en el pantalón de su uniforme. 

Había dormido en la cama de YoonGi, pero no había señales de él por ningún lado.

De repente, el aroma a comida hizo rugir su estómago y él se deslizó fuera de la cama, luego dio un par de pasos hacia la salida de la habitación. Para su gran sorpresa, en la mesa, se encontraba JungKook tomando un largo trago de jugo de naranja mientras YoonGi removía un par de huevos revueltos en la sartén.

—¡Buenos días, papi! —saludó su hijo con una enorme sonrisa, arrodillado sobre la silla para verse más alto sobre la mesa.

YoonGi giró su cabeza para mirar a JiMin y le dedicó una sonrisa amorosa. Está vistiendo sus pantalones de pijama y una camiseta negra que se nota que usa de pijama porque tiene una manchada de cloro en la espalda.

—Ah, ¿despertaste? Buenos días.

JiMin podía jurar que se había derretido ahí mismo.

—Buenos días, mi amor —le respondió a su hijo—. Buenos días para ti también, Yoon —El alfa le hizo su típico gesto con la nariz—. ¿Hace mucho que están despiertos? —se acercó a JungKook primero para darle un beso en la frente que hizo reír al niño.

—Creo que solo media hora. Fui a buscar a JungKook para que comiéramos el desayuno aquí, y como te veías tan cómodo durmiendo no quise despertarte hasta que todo estuviera listo —le explicó mientras JiMin caminaba hacia la cocina para de cerca lo que el alfa estaba cocinando—, pero creo que él tenía mucha hambre —hizo un gesto hacia el niño, quien no dejaba de meter porciones a su boca.

JiMin se rió de la imagen.

—No tenías que hacerlo —le dijo conmovido, YoonGi se encogió de hombros. 

—Sólo me pareció lo correcto, no quería que JungKook despierte en casa solo y sabía que ibas a estar muy cansado, considéralo un favor —le dijo como si estuviera orgulloso de sus acciones y con razón. JiMin sólo podía pensar en que tendría que pagarle por todos esos favores y lo haría gustoso—. ¿Quieres más huevos revueltos, Kookie? 

—¡Sí, por favor! —alzó su plato vacío.

JiMin sonrió por la manera en la que YoonGi fingía que la sartén era un avión y anunciaba la descarga de la mercancía en el plato de JungKook como todo un soldado. JungKook se colocó la mano en la frente en forma de un saludo militar y tomó otro trozo de pan para comerlo con el huevo.

—¿Alguna vez te han dicho que eres fabuloso con los niños? —preguntó JiMin una vez que YoonGi regresó a la cocina.

—Si, pero solo mi hermana —se rió, colocando la sartén sobre el fuego una vez más—. Tuve muchos primos pequeños que aprendí a cuidar y cuando nacieron mis sobrinos yo era el principal niñero de emergencia, así que es una habilidad que desarrollé con los años —contaba mientras reventaba un par de huevos sobre la sartén—. ¿Revueltos o fritos? 

—Fritos, por favor —se cruzó de brazos y apoyó su cadera contra la encimera de la cocina mientras YoonGi se encargaba de su desayuno—. ¿Y alguna vez has pensando en tener hijos propios? 

YoonGi quedó estático de golpe y JiMin se dio cuenta de que esa pudo haber sido una pregunta extraña.

—Sólo pregunto por curiosidad, nada más —se adelantó a decir, sintiendo el calor subir a su cara por lo malinterpretables que podían ser sus palabras—. Por la manera en cómo eres con los niños, cualquiera pensaría que te interesa ser padre, pero no tienes que contestar si no quieres, es una pregunta salida de la nada —trató de explicarse.

YoonGi, a pesar de que se notaba que había sido tomado por sorpresa, se rió para aligerar el ambiente. 

—Uh… En realidad… nunca fue algo que estuviera en mis planes —comenzó, un poco titubeante—. No me emociona la idea de un bebé delicado que tenga que cuidar, me gusta pasar tiempo con niños, pero tener uno mío se siente demasiado para mi —parecía estar tratando de encontrar las palabras correctas frente a la mirada de JiMin—. A pesar de que los alfas siempre tienen la idea de “woof, embarazar, woof, bebés” , yo no tengo mucho interés. Por eso me hice la vasectomía. 

JiMin se quedó sin palabras un segundo, procesando no solo el hecho de que el alfa enfrente de él le acababa de lanzar tal información como si nada, sino también que dentro de su mente, muy recóndito en su cerebro, había un pedazo que se lamentaba de que el alfa no fuera a dejar nada de su existencia para la posteridad.

—Oh, no sabía eso —le dijo sin ocultar demasiado su sorpresa. 

—No es algo que suelo decir así como si nada —se rió, mirando los huevos un momento—. Bueno, dijiste fritos, pero creo que van a quedar revueltos.

JiMin miró el interior de la sartén, divertido por cómo los huevos se habían destrozado bajo el intento de YoonGi de despegarlos para servirlos.

—No pasa nada, me gustan revueltos también. 

—Perfecto —movió la espátula en círculos y terminó de cocinar el par de huevos en cuestión—. Sobre lo de la vasectomía, me la hice hace unos cuantos años, cuando tenía dieciocho pasé un susto de muerte y fue ahí que decidí hacerlo.

—Por la diosa, no me digas que… —a JiMin le pareció graciosa la escena, un poco muy cerca de su propia experiencia. 

YoonGi sólo lo miró con una mueca que le confirmó lo que estaba pensando y JiMin rió, negando con la cabeza.

—¿Y si ese susto no hubiera quedado como uno? —esta vez quizá sí lo estaba poniendo a prueba, pero YoonGi no lo notó porque estaba muy ocupado sirviendo los huevos fritos-revueltos de JiMin. 

—Pues mi padre me habría cortado la cabeza si no me hacía cargo, pero iba a ser realmente complicado. Los bebés no son lo mío, es algo que simplemente sé. Mi sobrino mayor casi se me cae cuando lo cargué por primera vez. 

JiMin se carcajeó.

—No te rías, mi hermana casi me mata —se quejó con gracia. 

—Creo que cualquier padre te habría matado. 

—Sí, puedo imaginarte apuñalándome con el bisturí —molestó YoonGi. 

Sin embargo, la imagen que se formó en la cabeza de JiMin fue totalmente diferente y en ella, YoonGi estaba cargando a JungKook con una sonrisa en su rostro.

Oh. 

—¿Desayunamos? —la pregunta de YoonGi lo sacó un segundo de su burbuja. 

El alfa se encontraba sirviendo los platos sobre la mesa mientras JungKook terminaba su segunda ronda de huevos. 

JiMin asintió y se sentó en la mesa, tomando los cubiertos para comenzar a comer su desayuno. JungKook se encontraba sentado frente a él, distraído con su comida como si estuviera disfrutando el mejor de los manjares y JiMin se sintió extrañado porque era la primera vez que lo veía tan emocionado por el desayuno. 

—¿Tienes mucha hambre?

—Sí —le respondió con la boca llena, tomando la última mordida de pan con huevo.

JiMin sonrió con ternura.

—Ten cuidado, no te vayas a atorar… 

JungKook asintió, masticando con sus mejillas llenas de comida. 

—Está comiendo mucho —comentó YoonGi, sentándose al lado de JiMin. 

Inmediatamente después, el omega recordó lo que el alfa le había dicho la otra noche sobre el apetito de los alfas.

—Hm, tienes razón —comentó, apoyando su mejilla contra su mano mientras veía a su hijo tomar su jugo—. Quizás deberíamos ir a ver al doctor SungDeuk. 

JungKook abrió los ojos con sorpresa y dejó su vaso sobre la mesa.

—¡No! ¿Tenemos que ir? ¡Ya no voy a comer! —negó con la cabeza.

—Ay bebé, solo será para revisarte, nadie te va a inyectar. 

—¿No te gustan las inyecciones, Kookie? —preguntó YoonGi con un deje de gracia, el niño volvió a negar con una expresión aterrada en el rostro.

—¡No, papi! ¡Por favor! —se lamentó, transformándose en un ovillo sobre el borde de la mesa para esconderse.

—Es que la última vez que vimos al doctor SungDeuk fue para que lo inyectara contra la varicela —le explicó a YoonGi—, pero esta vez no iremos a eso, lo prometo —extendió su mano para tocar su cabeza y que JungKook lo mirara—. De verdad, mira —enseñó su meñique. 

JungKook lo miró con desconfianza un momento, pero finalmente extendió su mano para estrechar ambos meñiques juntos. La última vez, JiMin lo había engañado para que no se preocupara con la visita al hospital, pero JungKook pensaba que el helado que su papá le iba a comprar era por buena voluntad, no como un premio luego de una inyección, el omega omitió ese importante detalle y el niño comenzó a desconfiar un poco de las visitas al doctor. 

—Si no tuviera una motocicleta, te daba el aventón —le dijo YoonGi con una culpa palpable. 

—No te preocupes, has hecho mucho por nosotros, pedirte un aventón sería aprovecharnos. 

YoonGi negó con la cabeza.

—Jamás sentiría que se están aprovechando. 

—¿Nos vamos a subir a la moto del señor YoonGi? —preguntó JungKook emocionado, apoyando sus codos sobre la mesa para acercarse más al par. 

—Tú definitivamente no estarás cerca de una moto hasta que, como mínimo, cumplas dieciocho años —lo señaló y JungKook hizo un puchero, colocando el mentón sobre la mesa con cara de enojado.

—Yo creo que me subí a mi primera moto a los diez años —comentó YoonGi como si estuviera buscando un recuerdo más lejano en sus memorias. 

—Perdón, pero tus padres son unos irresponsables —JiMin se oía ofendido. 

YoonGi se carcajeó.

—¿Por qué tú si te subiste a la moto del señor YoonGi y yo no puedo? —preguntó JungKook con sus cejas fruncidas. 

JiMin parpadeó. 

—¿Cómo sabes que…? —miró a YoonGi, quien se había quedado quieto con la comida a medio llegar de su boca—. ¿Le dijiste? 

YoonGi se metió la cuchara a la boca.

—Él preguntó —acusó a JungKook y JiMin levantó ambas cejas por lo infantil de la respuesta.

—¿Es en serio?

—Señor YoonGi, ¿puedo tener un casco del señor fantástico?

—Mira, JungKook… —comenzó JiMin, incrédulo por haber sido ignorado.

De repente, el celular de YoonGi comenzó a resonar sobre la encimera de la cocina, así que el alfa se excusó para levantarse y contestar. El silencio reinó cuando YoonGi comenzó a hablar con la persona al otro lado de la línea y JiMin continuó comiendo mientras le echaba una mirada a JungKook. El niño le sacó la lengua de manera juguetona y el omega se colocó una mano en el pecho, parpadeando ofendido, a lo que JungKook se rió bajito por la travesura, cubriendo su boca con sus manos hechas puños.

—¿De verdad? ¿Qué hora es? —YoonGi esperó la respuesta del otro lado—. Sí, es tarde, ya sé, pero no te vas a morir si no llego en cinco minutos, estoy muy seguro de que puedes encargarte de esa Harley en lo que yo llego —se quedó callado, escuchando—. Pero hazle entender al dueño que sí o sí la tiene que dejar un día, mínimo. 

JiMin comió otro bocado de su comida y buscó algún reloj cerca para saber la hora. Había dejado su celular en alguna parte de la casa y ahora mismo no tenía mucho concepto del tiempo, pero sabía que no podía ser tan temprano por el calor y el brillo del sol. 

—¿Está todo bien? —preguntó JiMin cuando YoonGi colgó.

—Sí, sí —YoonGi hizo un ademán con su mano, restándole importancia—. Era del trabajo. 

—Oh, ¿estás llegando tarde? ¿Qué hora es?

—Las once —contestó, sentándose en su silla mientras JiMin agrandaba los ojos en sorpresa—. ¿Qué?

—Yoon, tienes que ir a trabajar —le dijo como si no lo supiera ya.

—Sí —respondió como si nada, comiendo con calma su propio desayuno—, pero soy el jefe, nadie puede decirle nada al jefe —lo miró como si estuviera presumiendo.

JiMin retuvo el impulso de virar los ojos. A veces olvidaba que YoonGi era un alfa.

—¿Cuándo es la hora de entrada? 

—Nueve.

—¡Yoon! —se quejó—. ¿Por qué no nos dices nada? Estamos aquí sentados y tú deberías estar yendo a tu taller.

—Está bien, no pasa nada —le sonrió con calma, divertido por la situación—. Les avisé que iba a llegar tarde hoy de todos modos, es sólo que me llamaron porque llegó una Harley con un problema en el motor y no quieren arruinarlo, así que como yo soy el jefe me quieren echar la responsabilidad a mi.

—No estaría muy seguro de por qué una Harley sería un problema grave, sigue siendo una moto, ¿no? Se supone que saben de motos —JiMin dudó.

—Es una Harley-Davidson Street Glide, ¿sabes cuánto cuesta una de esas? —JiMin negó con la cabeza, inseguro de querer saber la respuesta—. Son entre veinte y treinta mil dólares —se veía un poco emocionado cuando lo dijo y JiMin lo comparó a la emoción de JungKook cuando hablaba sobre el Señor Fantástico—, ¿sabes cuánto es en wones?

—Ni idea, soy de humanidades, pero me imagino que es un monto que tendría a mi salario mínimo llorando por un año —resopló con gracia.

—Estoy de acuerdo —acompañó con una risa—. En fin, ellos no quieren meter la pata y yo tengo mucha más experiencia con las Harleys, así que me necesitan, pero que se esperen, estoy desayunando —frunció un poco sus cejas, su tono bromista encima como siempre mientras continuaba con su comida. 

Esta vez JiMin sí viró los ojos y continuó comiendo, aunque aceleró un poco el paso para no quedarse demasiado tiempo en la casa. No quería retrasar a YoonGi. 

—Señor YoonGi, ¿más tarde vamos a ver la película de BT21? —le preguntó JungKook de repente, quien se había bajado de la silla para jugar un poco con Holly. Se encontraba lo suficientemente distraído acariciando al cachorro como para notar la expresión de extrañeza que le dedicó JiMin.

—Uh… —el alfa miró a JiMin.

Bueno, él se tenía que encargar de eso.

—Kookie, hoy no te vas a quedar con YoonGi —le dijo con cuidado.

De inmediato, el niño levantó la cabeza y sus ojos se cargaron de una tristeza mortal. 

—¿Qué? —preguntó decepcionado, intercalando su mirada entre los dos—. ¿Por qué no? 

—Ay, bebé —se lamentó JiMin—. Lo de estos días era un favor porque la señora Hwang fue a visitar a sus nietos, YoonGi seguro tiene cosas que hacer en la semana, no se puede quedar contigo siempre —miró un segundo al alfa, esperando que este no quisiera refutar sus palabras, pero él se quedó callado, sólo dejando que JiMin hablara.

Bueno, YoonGi conocía su límite.

—Pero… pero íbamos a ver la película de BT21 —se acercó a YoonGi rápidamente, formando un puchero lleno de tristeza—. Usted dijo que la íbamos a ver… 

YoonGi formó una mueca dolorida y colocó su mano sobre el cabello de JungKook para acariciarlo un poco. JiMin retuvo el aliento, mirando el intercambio con el corazón derretido. Sin embargo, estaba seguro de que JungKook estaba a punto de armar un berrinche y no quería que YoonGi presenciara eso.

—Lo siento, chiquitín. Podríamos verla el próximo fin de semana. 

Lentamente, la mueca de tristeza en el rostro de JungKook se contorsionó y él abrió su boca, comenzando un llanto desolado que rompió el corazón de ambos adultos. Incluso de Holly, que se acercó a su costado para olfatear su cara, tratando de llamar su atención con pequeñas lamidas que JungKook apartó.

JiMin hizo amago de levantarse para consolar a JungKook, no queriendo incomodar de más a YoonGi, pero se quedó paralizado en su lugar cuando vio al alfa tomar el rostro de su hijo para limpiar sus lágrimas con sus pulgares, gentil en su tacto y cuidadoso con sus palabras.

—Lo siento Kookie, no te pongas triste —le pidió con voz dulce, pero el niño continuó llorando, sus manos aferradas al pantalón de YoonGi—. Nos vamos a ver el fin de semana, ¿sí? Podemos hacer algo los tres ahora que tu papá también estará libre y luego venimos a casa para ver la película, ¿qué te parece? ¿No es un mejor plan que verla nosotros solos? 

JungKook sorbió su nariz, mirando a YoonGi como si estuviera pensando seriamente en ambas opciones. Seguro ya estaba convencido de que su vecino iba a ser su niñero a partir de ahora, y JiMin entendía la preferencia porque la señora Hwang era una abuela tranquila que mantenía distraído a JungKook con manualidades o haciendo cosas en la cocina, pero YoonGi tenía mucha más energía para jugar, saltar, y hacer el roleplay que hacen los niños. Claramente su hijo se había acostumbrado demasiado rápido a la diversión y no quería perderla.

—Papi —llamó a JiMin—. ¿Vamos…? —sorbió su nariz—. ¿Vamos a ver la película?

—Podemos fijarlo como un plan, claro —asintió—. No tenemos nada más que hacer el fin de semana. 

JungKook volvió a mirar a YoonGi y levantó su mano, extendiendo su meñique hacia él para hacer una promesa. El alfa no dudó en corresponder, enroscando su dedo como JiMin había hecho momentos antes.

En ese momento, JiMin se dio cuenta de que JungKook definitivamente se había encariñado con su vecino y de que no había marcha atrás.


El calor abrasador del verano podría ser una bendición para muchos, pero una maldición para todos aquellos que no poseían los recursos suficientes como para disfrutarlo en piscinas privadas, públicas o en la playa, también para aquellos que no gozaban la suerte de tener aire acondicionado en el interior del auto, como Kim TaeHyung.

—Les prometo que con mi siguiente sueldo voy a arreglar esta porquería —le dijo al par que estaban con él mientras golpeaba suavemente el tablero de su auto, la luz roja del semáforo le daba un par de segundos para descargar su ira con el aparato roto—. No entiendo por qué se dañó.

—Yo tampoco tengo idea, pero ponerlo al máximo todo el tiempo y pegarle cuando no enciende puede tener algo que ver —JiMin peinó su castaño cabello hacía atrás, descansando la cabeza en el respaldo del asiento del copiloto.

—Perdón por no quererme morir de calor —se quejó como un niño y se acomodó en el asiento, mirando un segundo a JiMin—. ¿Crees que tu amigote me de un descuento si voy a su taller? —preguntó sólo para molestarlo, arrancando cuando la luz cambió.

JiMin lo miró de soslayo y TaeHyung se rió entredientes.

—Su taller está especializado en motos —colocó su codo encima del borde de la ventana abierta, su puño siendo soporte de su cabeza—, pero creo que hace poco comenzaron a arreglar autos también… 

—Cualquier vistazo que le echen está bien, no me importa si saben más de motos —el viento que entraba por la ventana removía su cabellera con entusiasmo y él tenía que alzar un poco la voz para ser escuchado bajo el sonido de las ráfagas chocando contra sus orejas—. No puedo vivir sin aire acondicionado.

—Bienvenido a la pobreza, corazón.

TaeHyung chasqueó la lengua.

En los asientos de atrás, JungKook dormitaba con el viento golpeando su cara de manera refrescante. Era temprano, específicamente las diez y media de la mañana, y JiMin había conseguido una cita médica para ese día, jueves. La semana había pasado con calma, pero el omega comenzó a notar muchas cuestiones que lo estaban preocupando acerca de la presentación de JungKook y su cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina, así que debía ir a que un profesional lo viera más pronto que tarde.

TaeHyung se ofreció a llevarlos en el momento que JiMin le contó lo que sucedía, así que ahí estaban, estacionando en la entrada del hospital para la cita con el doctor SungDeuk, aquel que trajo a JungKook al mundo y quien era su pediatra de confianza.

—Gracias por traerme, Tae —JiMin le sonrió mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad—. Luego de salir de aquí tenemos que ir a almorzar pollo frito.

—Por la diosa, ¡sí! —celebró—. Y no hay de qué, Mimi. Avísame cuando salgas para pasar por aquí, iré a hacer unas compras y vuelvo, ¿sí? 

—Sí, no debería tomarnos más de una hora —le dijo antes de abrir la puerta.

—Por cierto —JiMin se regresó, mirándolo con curiosidad—, te ves diferente.

—¿Eh? 

—Es como si tu cara te brillara más o algo así. 

JiMin se tocó la cara, dudoso de qué era exactamente lo que quería decir TaeHyung. Sin embargo, su amigo solo sonrió y tomó una de sus mejillas con cariño. 

—Te ves feliz. 

Entonces, el corazón del omega dio un vuelco y una sonrisa tímida apareció en su rostro. TaeHyung supo exactamente cuál era la persona en la que JiMin estaba pensando en ese momento y se rió, negando con la cabeza porque no podía creer que en serio estuviera viendo a su mejor amigo vivir una etapa de enamoramiento genuina. JiMin se quejó y lo golpeó en el hombro, no sin antes agradecerle una vez más por el aventón y bajar hacia la acera. 

—Ven, Kookie. Ya llegamos. 

El niño se dejó hacer, siendo cargado por su padre para salir del vehículo. Se quejaba bajito, recostándose en el hombro de JiMin para volver a dormir mientras el auto de TaeHyung se alejaba por la carretera.

Frente al joven padre se alzaba un hospital que conocía casi a la perfección y miró a JungKook con una sonrisa incentivadora, esperando que el niño no se sintiera intimidado por la enorme estructura. JungKook recordaba el lugar como el sitio en donde había sido inyectado varias veces en el pasado, en donde había sido nebulizado cuando le dio neumonía y como un lugar que siempre olía a limpio de una manera incómoda. JiMin tenía un par de recuerdos más lindos, como ese en donde el niño llegó al mundo. 

—Bien, vamos —le dijo con ánimo. 

Después de avisarle a la recepcionista que tenían una cita para esa hora, se sentaron en la sala de espera hasta que su turno llegara. 

JungKook se bajó de su regazo momentos después y se entretuvo con los típicos juguetes que se podrían encontrar en una sala de pediatría: una mesa en el centro de la sala que tenía bloques, autos y estructuras para practicar la motricidad en los niños más pequeños. JiMin sólo se sentó de piernas cruzadas con su celular en mano, viajando por diferentes apps hasta que se topó con un mensaje de YoonGi que le deseaba mucha suerte en la cita médica.

Sonrió enternecido y le contestó que lo mantendría informado. 

En ese momento, el nombre de JungKook se hizo oír de parte de la recepcionista y JiMin se levantó de su asiento, tomando la mano de JungKook para ir al consultorio.

—¡Hola, JiMin! —saludó el hombre del otro lado, quien sonreía con dulzura antes de levantarse de su asiento y darle un medio abrazo al omega—. Hola Kookie, ¿cómo has estado?

—Bien, gracias… —respondió con un poco de timidez y miró a su papá para confirmar si había contestado correctamente.

JiMin asintió. 

—Por favor, tomen asiento —pidió del alfa con un claro tono carismático que invitaba a sonreír—. ¿Qué los trae por aquí? Estoy seguro que todavía no es la revisión anual de JungKookie.

JiMin se sentó en una de las sillas que había en el consultorio, JungKook sentado en sus piernas mientras miraba con curiosidad los alrededores del pequeño cuarto lleno de color y de animales pintados en las paredes. 

—Bueno, verá, JungKook últimamente ha experimentado síntomas que me tienen un poco preocupado —comenzó, llamando la atención del pediatra—. Tiene mucha hambre, demasiada energía, más de lo normal. Se enoja muy rápido y, uh… me gruñe… —explicó con un poco de cautela.

Los días posteriores al desayuno en casa de YoonGi estuvieron llenos de escenas problemáticas con su hijo. JungKook desayunaba grandes platos de comida y pedía raciones dobles a la hora del almuerzo, también se enojaba y lloraba si no obtenía lo que quería. Se quejaba por cosas que jamás le habían molestado antes como la sensación que le producían las crocs en sus pies o que JiMin lo tomara de la mano. Toda esta frustración era descargada en JiMin, quien recibía cada grito, cada gruñido, cada manotazo y cada pataleta con toda la paciencia que no necesitó usar en años. Luego, JungKook actuaría como siempre y, por un momento, JiMin se preguntaría si acaso se había vuelto loco.

—Oh, bueno, tengo entendido que JungKook debe estar cerca de su etapa de presentación, ¿no es así?

JiMin asintió.

—Sí, lo sé, pero todavía no ha cumplido los siete años y él está a punto de empezar clases otra vez, entonces son varias cosas que se juntan y me gustaría salir de la duda para saber qué puedo hacer a partir de ahora… —se calló cuando el pediatra se levantó de su asiento. 

—Bueno JiMinnie, ten en cuenta que los niños pueden tener adelantos o presentaciones prematuras, así que vamos a corroborar si ese es el caso para empezar a tratarlo, ¿bien? —el omega asintió—. Perfecto, ahora te voy a pedir que pongas a JungKook en la camilla, por favor. 

JiMin hizo caso al pedido y ayudó a su hijo a subirse a la alta camilla. El hombre se acercó a él, pidiendo permiso para tocarlo un poco. Desde su asiento, JiMin veía al alfa revisar las orejas de su hijo, luego sus ojos y finalmente su boca, concentrado en su trabajo mientras el pobre padre se moría de nervios. 

—¿Todavía no se le aflojan los dientes de leche? —preguntó el alfa, tomando el rostro de JungKook para abrir su boca con sus pulgares enguantados. El niño formó una mueca, pero no se movió. 

—No, aún no —respondió el omega, mirando con curiosidad lo que el médico hacía—. Sé que debería comenzar en poco tiempo también, el odontólogo me dijo que se podía retrasar un poco.

—Sí… de todos modos, los colmillos son los primeros en caer —pasó sus pulgares por las encías del niño, haciendo círculos en la zona de los colmillos. JungKook frunció sus cejas y se quejó—. ¿Te duele aquí? —el niño asintió y SungDeuk lo soltó—. Creo que en cualquier momento van a comenzar a salir —se quitó los guantes y volvió a su escritorio para tomar su estetoscopio—. Ahora voy a revisar tus latidos, ¿sí? 

JungKook asintió.

JiMin suspiró por lo bajo, mordisqueando la punta de su pulgar mientras el hombre hacía su trabajo. JungKook se dejaba hacer en cada revisión, sólo un poco tenso porque no era fan de los hospitales, pero ningún niño lo era realmente. 

—Bien, sus latidos están bien, no hay arritmias y no tiene nada en los pulmones, todo perfecto —se colocó el estetoscopio en el cuello—. Déjame revisar tu ph. 

JiMin se cruzó de brazos y se acomodó sobre el asiento. De entre los cajones de uno de sus estantes, SungDeuk sacó una pequeña cajita con lo que parecían pequeños marcapáginas, pero eran medidores de ph. Tomó una pequeña botella de agua y roció el cuello de JungKook, luego arrancó uno de los papeles y los frotó en el encuentro del cuello y los hombros del niño, haciendo lo mismo en ambos lados y en el centro de sus clavículas. 

El papel rápidamente cambió a un tono mucho más oscuro que el original y JiMin tragó. 

—Sí, puedo sentir el aroma a leche amarga, pero lo tenía que corroborar —dijo, mirando el papel y luego a JiMin, quien asintió—. Seguramente en los próximos días va a desarrollar su aroma, el color indica que sus glándulas ya están preparadas para exudar sus feromonas —tiró el par de papelitos a la basura.

El omega asintió frente a esa información, su estómago revuelto y su cabeza hecha un lío. Esperaba que fuera un aroma nuevo, que no tuviera que ver ni con su padre ni con él mismo, pero sabía que era complicado considerando la genética.

—También ha tenido fiebre y dice que le duele el cuerpo, siento que está más agresivo también porque… —mientras contaba, su hijo lo miró con enojo, chillando con la boca cerrada a modo de berrinche—. No hagas eso, JungKook. Le estoy contando al doctor para que nos diga qué hacer. 

JungKook sólo continuó mirándolo de mala manera, fastidiado por estar siendo expuesto así. No le gustaba que dijeran las cosas malas que él hacía. 

—No pasa nada, amiguito —le dijo SungDeuk, sacando un caramelo de la jarra en su escritorio—. Te has portado bien, toma esto. 

El niño sonrió entusiasmado y tomó el caramelo entre sus manos, detallando en él para buscar por dónde abrirlo. 

—Oh, espera, mejor te doy otro… 

SungDeuk hizo amago de tomar el caramelo de las manos de JungKook y automáticamente después el pequeño niño lo miró con ojos asesinos, enseñando sus dientes y siseando enojado mientras apartaba el dulce lo más que podía de las manos del hombre. JiMin ni siquiera alcanzó a regañar a su hijo, demasiado sorprendido con su actitud como para siquiera hablar. 

El médico se quedó con la mano extendida, observando con atención cómo la reacción del niño se calmaba para darle paso a una mirada amenazadora. 

—Bien. 

JiMin envidió la calma del médico. 

—JiMin, voy a necesitar que salgas un segundo del consultorio. 

Él lo miró con extrañeza, pero se levantó de la silla aun así. Sin embargo, ni siquiera llegó a abrir la puerta cuando un grito lo alertó y se encontró con JungKook saltando de la camilla para correr hacia él, murmurando una serie de “no, no” y “no te vayas” desesperados. Sus ojos de cachorro volvieron cuando miró hacia arriba en busca de su papá y alzó sus brazos queriendo que lo cargue. JiMin no se resistió y lo levantó contra su pecho, recibiendo el fuerte abrazo de su hijo. 

SungDeuk observó todo con atención. 

—Bueno, creo que tengo todo lo que necesito —asintió con calma, caminando hacia su escritorio por última vez para sentarse en su silla. JiMin miró todo el movimiento, dudoso sobre si sentarse de nuevo o no—. Verás JiMin, a pesar de que muchos de los síntomas de la presentación de los niños son iguales para ambos subgéneros, hay pequeñas cosas que caracterizan a los omegas y a los alfas. Siéntate, por favor. 

El omega asintió, sentándose. JungKook se acomodó contra su cuerpo, su rostro metido en el cuello de JiMin y sus brazos aferrados a sus hombros como si tuviera miedo de que su padre desapareciera en la nada. JiMin solo acarició su espalda para arrullarlo y calmarlo lo mejor que podía. 

—Ambos tipos de niños se vuelven explosivos y emocionales, pero los omegas tienden a las emociones de tristeza y al llanto, mientras que los alfas tienden al enojo y a la agresividad. Así mismo, los alfas se aferran a sus cosas, gruñen, muerden, rasguñan y tienden a tener fiebre mucho más seguido que la presentación de un omega —explicó tranquilamente, su tono de voz suave calmando un poco de la terrible ansiedad que JiMin estaba comenzando a sentir en la boca de el estómago—. Sabiendo todo esto me parece que es bastante claro que JungKook se va a presentar como un alfa.

Lo sabía. JiMin ya lo sabía. Lo supo desde el momento en el que nació, supo qué sería, y aún así estuvo hasta ese último segundo deseando estar equivocado. 

Tuvo que tragar para pasar el nudo en su garganta y asintió. 

—Ya veo… 

—Como seguramente sabrás, la crianza de un alfa es complicada durante este momento. La presentación es delicada y se requiere mucho cuidado, así como un trato en específico que sólo alfas conocemos. Es por esto que te pregunto si consideras que existe algún alfa en tu vida que pueda ser de ayuda en esto. 

Automáticamente, JiMin pensó en YoonGi. 

—No lo sé —fue su respuesta. 

SungDeuk asintió y abrió uno de los cajones. 

—En caso de que tu red de apoyo no sea muy amplia, existen programas de acompañamiento como “Pequeños Alfas” que tiene a alfas graduados en psicología que te pueden dar una mano en este proceso —le entregó un folleto, el cual tenía la imagen de una niña y un niño sonriendo en primera plana—. Quiero que tengas en claro que no pretendo meterme con tus métodos de crianza, esto va mucho más allá, son cuestiones con el lobo que necesitan ser tratadas por un igual.

JiMin asintió, incapaz de decir palabra alguna. Estaba demasiado concentrado en el folleto y en los pocos dibujos que tenía. No alcanzó a leer ninguna palabra en realidad, ni siquiera sabía dónde estaba su cabeza. 

—Entiendo —murmuró.

—JiMin, esto es muy importante —el omega lo miró, dándose cuenta de que su mirada se había perdido—. Ahora JungKook se aferra a ti, te cela, te gruñe y se comporta como si tuviera algún tipo de control sobre ti. Si no hay un alfa que detenga este comportamiento, él crecerá creyendo que es normal y podría ser un enorme problema a la hora de relacionarse con otros alfas y omegas en un futuro.  

—Pero JungKook es un niño educado, es cuidadoso, se preocupa por todos. Él nunca sería el tipo de alfa que va por la vida comiéndose el mundo, no —le explicó con convicción, él lo había criado de esa manera, JungKook solo estaba pasando por este momento complicado de la niñez y ya—. Además, ¿quién dice que un omega no puede hacerlo? Es sólo enseñarle a que sepa que es un niño y no un dios.

—JiMin, escucha —SungDeuk insistió—, ten en cuenta que llegará un momento en el que no importa qué autoridad puedas tener como padre, su lobo le hará creer que como eres un omega, él es más poderoso que tú. Esta es una de esas cuestiones espirituales en donde los médicos no podemos hacer más que dar fármacos para que los síntomas somáticos sean mucho más llevaderos —le explicó con paciencia, sabiendo que debía ser complicado para un padre soltero entender que no podía hacerlo todo—. Un caso parecido aplica con los padres alfas con hijos omegas, se les pide que mantengan a una figura de omega cerca para que su hijo o hija no desarrolle ningún tipo de actitud sumisa patológica en el futuro.

Esto ya lo había escuchado en su carrera, ya había vivido este debate con sus compañeros y volvió a sentir el fastidio en el pecho que le produjeron las declaraciones de su profesor. Sabía que se lo estaba tomando demasiado personal, pero dentro de su pensamiento irracional, JiMin realmente creía que no podía ser tan complicado. 

Los lobos eran espíritus salvajes sin absoluto raciocinio, sí, pero por algo la parte humana era la que lideraba.

—¿Está seguro de que no es suficiente todo el trabajo que he hecho hasta ahora?

—Hay casos excepcionales, JiMin, no te lo voy a negar, pero llevaron mucho tiempo y trabajo, muchas preocupaciones por detalles pequeños que todo el mundo pasa por alto, y los estudios son suficiente como para que sepamos qué es lo mejor para un niño en la etapa de presentación.

JiMin suspiró con agotamiento. 

No podía creer que, espiritualmente, como sociedad seguían cayendo en el dogma de “necesitar” a un alfa que los rescate. Claro que tenía sentido todo lo que SungDeuk le había dicho, la espiritualidad de los lobos no es algo que se discuta porque es una realidad, pero eso no quita que JiMin se sienta impotente y enojado. 

Si JungKook se presentara como omega… 

No, no iba a “culpar” a su hijo, eso sería caer demasiado bajo, él lo amaba, que no fuera omega no le haría cambiar la visión que tenía de él. 

Simplemente estaba mortalmente preocupado. 

—Solo quiero que sepas lo que es mejor para JungKook —fue lo último que le dijo sobre el tema—. Por otro lado, me gustaría darte unos consejos para cuando JungKook comience a presentarse, también te voy a dar el nombre del medicamento que tendrás que usar cuando suceda porque se pondrá muy agresivo —anotó el nombre en el papel designado—. Es gratis, pero no te lo darán sin la orden médica, así que no la pierdas. 

JiMin asintió. 

—Bien… 

Un rato más tarde, cuando JiMin salió del hospital, TaeHyung estaba esperando fuera del auto, lentes de sol sobre su nariz y una bolsa de papel en una mano. Estaba comiendo un pastel de arroz, distraído con los árboles que había alrededor de la zona. 

—¡Hey! —saludó contento al par que caminaba hacia él—. ¿Qué tal? Compré pasteles de arroz.

JiMin saludó con una mueca, acomodando al niño en su cintura. Estaba pesado, ya le dolían los brazos, pero JungKook se encontraba de malhumor ahora y él no quería que se enojara.

—¿Qué les dijeron?

—Será alfa —soltó. 

—Oh, esa es una noticia importante —dijo animado, esperando aligerar un poco el tenso ambiente—. Encontré un restaurante aquí cerca para comer pollo frito, tiene cuatro estrellas en Google Maps —JiMin asintió—. ¿No te inyectaron o sí? —le preguntó a JungKook. 

El niño negó con la cabeza mientras JiMin lo sentaba en la parte trasera del auto, ajustado su cinturón con cuidado. TaeHyung miró el intercambio, masticando su pastel mientras el omega parecía poco interesado en hablar.

—¿Está todo bien? —le preguntó. 

—Sí —JiMin se levantó, cerrando la puerta del auto—. Sólo estoy un poco aturdido, ¿sabías que existen programas para la crianza de alfas que no tienen padres alfas? —le enseñó el folleto, dejándolo sobre su pecho. 

TaeHyung lo tomó, mirándolo con extrañeza mientras rodeaba el auto para entrar al asiento del piloto.

—Qué loco —abrió la puerta, mirando a JiMin por encima del auto, el omega tenía una expresión de exasperación en su cara mientras abría su propia puerta—. No sabía que era tan complicado criar alfas, pensé que los libros exageraban —se sentó antes de girarse hacia atrás para tenderle la bolsa de papel a JungKook—. ¿Quieres pastel de arroz? 

El niño extendió sus manos para tomar la bolsa y la colocó sobre su regazo para rebuscar dentro por uno de los pasteles. TaeHyung se colocó el cinturón de seguridad y lanzó el folleto cerca de donde dejaba todos los papeles que había en el auto. JiMin resopló al sentarse, cerrando la puerta detrás de él antes de colocarse el cinturón igualmente.

—¿Te dijeron algo malo ahí? —preguntó el beta con un poco de preocupación.

—No, no —negó con la cabeza, cruzándose de brazos—. Es sólo que me molesta sentirme tan inútil en esto. ¿Qué sentido tiene que tenga un padre si acaso necesita de otro para que funcione la crianza? ¿Los padres solteros no podemos existir? —hizo un ademán con sus manos, demostrando exasperación. 

—Bueno, los animales espirituales tienen mucha implicación en el desarrollo de los niños, así que por eso se necesita que haya un alfa para criar a otro alfa —razonó TaeHyung, moviendo el volante para salir del estacionamiento del hospital—. No es obligatorio que sea un padre biológico, JiMin. No te sientas tan atacado por esto, ¿sí? Los abuelos, hermanos, primos y tíos pueden desempeñar ese rol. 

—No hay nadie, Tae.

—Bueno… 

—No lo digas. 

—Me callo.

JiMin resopló con estrés, tratando de relajar un poco la cabeza para pensar en frío. Sabía que estaba siendo irracional en cierta medida, pero sentía que estaban poniendo en duda su tipo de crianza y su capacidad de cuidar de su hijo, así que claro que iba a ponerse a la defensiva. Sin embargo, no podía hacer un berrinche, tenía que pensar en la parte lógica de lo que el médico le había dicho. 

—Ya no quiero ser un alfa… 

TaeHyung miró al niño a través del retrovisor y JiMin se giró preocupado, mirándolo con duda.

—¿A qué te refieres, bebé? 

El niño sostenía su pastel de arroz con ambas manos, un pequeño puchero en su boca. Se veía arrepentido, como si hubiera acabado de hacer algo incorrecto. 

—Ya no quiero ser un alfa si a papi le molesta… —murmuró con tristeza.

JiMin miró un segundo a TaeHyung y recibió una mirada que le decía exactamente lo que estaba pensando: “mierda”. 

—No me molesta que seas un alfa, Kookie —le dijo con toda la convicción que podía ponerle a sus palabras—. Te amaré sin importar lo que seas, ¿de acuerdo? 

—¿Entonces por qué estás enojado? 

—No estoy enojado —negó de inmediato—. Sólo estoy un poco estresado, lo siento si sueno enojado. No tiene nada que ver contigo, mi amor. De verdad lo siento mucho.

JungKook bajó la mirada. 

—Está bien… 

JiMin volvió a colocarse correctamente sobre el asiento de copiloto, totalmente mortificado por lo que acababa de suceder. TaeHyung volvió a echarle una mirada corta que probablemente le decía que era un idiota y JiMin sabía que lo tenía merecido, no podía dejar que sus emociones explotaran de esa manera otra vez. 

Él podía con esto. 


JiMin quizás no podía con esto. 

Eran las diez de la noche, viernes, y JiMin acababa de llegar del trabajo. Claro que él no tenía que estar en casa a esa hora, pero la señora Hwang lo llamó para avisarle que JungKook de repente había comenzado a llorar y no encontraba manera alguna de pararlo. JiMin tuvo que pedir permiso en el trabajo a pesar de que se encontraba en la cuerda floja con su jefe y llegó a casa tan rápido como el transporte público se lo permitió. Cuando él abrió la puerta de la señora Hwang, el niño corrió a sus brazos y se aferró a él como si su vida dependiera de ello.

Por un momento, el omega pensó que algo había pasado en la casa de la mujer, pero ella se veía tan angustiada como él, preocupada por JungKook y visiblemente afectada por el estado del niño, así que JiMin descartó cualquier posibilidad. 

JungKook ni siquiera se calmó cuando estuvo en los brazos de su padre, lo cual preocupó no solo al joven omega, sino a su lobo que corría en círculos sin saber qué hacer. Bajó los ocho pisos hasta su departamento y sacó a duras penas las llaves mientras los quejidos de su hijo resonaban estridentes contra el pequeño pasillo.

De repente, una puerta se abrió, pero no era la suya.

—¿JiMin? —la voz preocupada de su vecino casi no se oía bajo los llantos de JungKook, cuando JiMin lo miró parado en el marco de su propia puerta, YoonGi se veía consternado—. ¿Están bien? ¿Qué pasó? —se acercó a su encuentro. 

JiMin dio un paso hacia atrás, fue automático, sólo un instinto protector que apareció más rápido de lo que él pudo registrar.

YoonGi se quedó en su lugar. 

—Yo… yo no sé, no sé por qué llora tanto —respondió casi al borde de sus propias lágrimas.

—Bien, déjame ayudarte, dame la llave  —YoonGi lo llamó con sus manos.

JiMin le hizo caso y dejó que YoonGi abriera la puerta, el alfa encendió las luces mientras el omega caminaba hacia el sofá para sentarse y continuar arrullando a JungKook, pero nada funcionaba, el niño simplemente lloriqueaba desolado y se aferraba sus hombros con toda la fuerza de sus brazos.

YoonGi se acercó a ellos y tocó la frente a JungKook con cuidado. El niño se apartó de su toque, cambiando de hombro para continuar con su llanto.

—Está hirviendo. 

El padre lo miró asustado. 

—Mierda, tengo que llevarlo al hospital —hizo amago de levantarse, pero YoonGi lo impidió—. ¿Qué haces? 

El alfa se quedó callado un segundo, aspirando profundo. De repente, se veía ridículamente tenso.

—Se está presentando, JiMin. 

El omega palideció. 

—¿Qué? No —jadeó—. No he comprado sus medicinas todavía, aún no ha cumplido siete años, no puede… no, ¡ahg! —chilló adolorido, sintiendo como el pequeño niño encajaba sus dientes en el borde de su hombro—. ¡JungKook! —cerró sus ojos con fuerza, tratando inútilmente de apartarlo. 

No era ni por asomo una mordida de marca y jamás podría serlo, pero el niño estaba presentándose como un alfa y lo único que podía pensar su primitivo lobo en ese momento era que quería morder algo, que quería descargar su desesperación en lo que sea que tuviera adelante, volviéndolo irracional y agresivo. Sus uñas rasguñaron a JiMin sobre la ropa, abriendo la boca solo para volver a morder mientras gruñía como un perro rabioso.

YoonGi se apresuró a tomar al niño por la cintura para apartarlo de JiMin, provocando que comenzara a gritar y soltara el hombro del omega para gruñirle al alfa más grande, pataleando en el aire cuando fue alejado de su papá. 

JiMin se encontraba tan conmocionado que ni siquiera pudo emitir palabra alguna cuando vio a YoonGi forcejear con su hijo, abrazándolo desde atrás y manteniéndolo cerca de su cuerpo para que no volviera a lanzarse encima de JiMin. Los gritos seguían, mezclándose con gruñidos y quejidos desesperados como si le estuvieran haciendo daño, desesperadamente rasguñando los brazos de YoonGi para bajar al suelo y poder correr de vuelta a los brazos de su padre.

—¡Déjame, déjame! —gritaba en alto, lanzando patadas y codazos hacia YoonGi.

Inseguro, JiMin trató de decir algo, trató de pedirle a YoonGi que suelte a JungKook porque lo que estaba sucediendo era demasiado, pero fue interrumpido por un gruñido gutural que se abrió paso por la casa. 

JungKook se congeló, sus ojos abiertos de par en par mientras Min YoonGi hacía retumbar la habitación. 

En ese momento, JiMin se dio cuenta de que los ojos inocentes de su hijo habían cambiado de color a un gris plateado que brillaba con la esencia de un alfa recién presentado. Su cara de susto lo hacía lucir como un cachorro con la cola entre las patas y se encogió en su lugar mientras más fuerte sonaba el gruñido del alfa que lo sostenía.

Era un sonido de advertencia, un sonido que lo obligaba a bajar la cabeza y disculparse, a calmarse, a decirle que parara o habría consecuencias. 

—Ya basta —siseó YoonGi en un tono que hizo que el lobo de JiMin bajara la cabeza y las orejas con cautela.

Entonces, JungKook comenzó a sollozar bajito.

JiMin se levantó de golpe y se apresuró a tomarlo en sus brazos. YoonGi no se lo negó y el niño se acurrucó contra él con delicadeza, igual que siempre, simplemente hipando por el llanto mientras abrazaba a su papá con cuidado.

Ahora, con el ambiente mucho más calmado que hace un momento, JiMin se permitió mirar a YoonGi de una manera acusadora y consternada. El alfa, por otro lado, lucía igual o más confundido que él.

—¿Qué hiciste? —le preguntó, abrazando a JungKook como si quisiera protegerlo. Otra vez estaba ahí ese instinto de cuidado salido de ningún lado, sabía que YoonGi no le haría daño, pero su lobo no estaba muy contento con las acciones del alfa. 

YoonGi tragó, dando un paso hacia atrás con cuidado y levantando sus manos en modo de rendición. Eso fue suficiente para que el lobo de JiMin se relajara.

—Lo… Lo siento —fue la respuesta de YoonGi—. Lo siento mucho, mi lobo actuó solo —sus cejas se encontraban fruncidas con culpa—. Sólo quería ayudar… 

JiMin estuvo a punto de decir algo, pero el hipido de JungKook lo detuvo.

—Perdón, papi, perdón, p-perdón —murmuraba entre sollozos cortos—. No quería hacerlo, perdón… 

Ahora tenía a dos alfas disculpándose por las acciones de su lobo, la verdad no estaba seguro de qué más tendría que esperar para esa noche, pero suponía que sería jodidamente larga. 

Para su desgracia, la intervención de YoonGi había funcionado y él se sintió ridículamente inútil.

—No lo vuelvas a hacer, pídeme permiso —comenzó JiMin, mirando a YoonGi con seriedad—. Entiendo que lo hiciste de buena fe y te lo agradezco, pero por favor, avísame y pide mi consentimiento. Te podría haber estrangulado por gruñirle así a mi hijo.

YoonGi asintió, totalmente de acuerdo.

—Lo haré, lo prometo. 

—Me duele… —sollozó JungKook, quien se comenzó a retorcer incómodo en los brazos de su padre—. Me duele, m-me duele… —lloriqueó con desespero.

JiMin comenzó a sentir pánico.

—Dijiste que no tenías sus medicamentos —YoonGi llamó su atención—, ¿dónde está la orden médica?

—E-Está colgada en el refrigerador —respondió inseguro, viendo cómo el alfa se apresuraba a tomarla—. ¿Irás a comprarla ahora? 

—Sí, ya regreso —tomó las llaves de JiMin y salió por la puerta. 

De un momento a otro, JiMin se quedó solo en su departamento.

El lobo que en su pecho lloriqueaba preocupado tenía a JiMin al borde del mismísimo llanto, su hombro dolía, sus brazos punzaban y tenía a su hijo llorando sin control. Trató de acurrucarse con él en el sofá, lo mimó, lo arrulló, hizo todo lo que tenía a su alcance para que el dolor de la presentación se aminorara, pero nada parecía darle consuelo al pobre niño. JungKook hervía de fiebre y el aroma amargo de su futura esencia le avisaba al joven padre que en cualquier momento su bebé dejaría de ser un cachorro. 

No muchos recordaban el momento de su presentación, JiMin era uno de ellos. Había olvidado cuán doloroso e incómodo podría ser para un niño totalmente inexperto. Él realmente pensó que se había preparado bien para ese momento, que había asegurado cada punto, pero el golpe de realidad que tuvo fue suficiente para hacerlo dar cuenta de que no había manera de que se hubiera preparado.

En realidad, él nunca se preparó para un alfa.

Sin embargo, en ningún libro se explicaba a detalle el dolor de un padre que carga con su pequeño sufriendo, la angustia cegadora y la desesperación que le quitaba el aliento. No podía pensar claramente, no había nada más en su mente que rezos a la diosa para que el dolor de su bebé se esfumara. 

Cuando YoonGi llegó a la casa, se veía agitado. Seguramente había corrido las cinco cuadras de la farmacia más cercana de ida y vuelta. Tenía una bolsa en la mano de la cual sacó un cilindro no muy grande parecido a una pluma de insulina, pero este era un anestésico para que el cuerpo del pequeño pudiera descansar mientras su lobo despertaba. 

—Va en la pierna —avisó YoonGi con apremio, quitando la tapa del producto. 

JiMin asintió y rápidamente bajó el pantalón de pijama de JungKook para que el muslo quedara al descubierto. El niño miró hacia YoonGi de inmediato y se dio cuenta de lo que sucedía, por lo que comenzó a gritar asustado mientras pataleaba para alejarse tanto de su papá como de su vecino. El omega lo abrazó con más fuerza, sujetándolo firme contra él mientras JungKook volvía a morderlo para que lo soltara. YoonGi se agachó a la altura del muslo del niño y sujetó su pierna para no lastimarlo antes de colocar la pluma contra su piel.

—Aguanta un poco, son diez segundos —pidió YoonGi.

Mientras era mordido y escuchaba el llanto desesperado de su hijo, JiMin pensó que esos habían sido los diez segundos más largos de su vida.

Sin embargo, el anestésico hizo efecto rápido. 

JungKook dejó de llorar en cuanto YoonGi le quitó la aguja y se quedó dormido a los pocos segundos siguientes, sus pesados ojos cerrándose y su cuerpo entero cayendo contra el de su papá con una paz que hizo suspirar de puro alivio al par de adultos. JiMin se tomó un momento para recuperar el aliento del forcejeo, quieto y estático sin mirar a ningún lugar en particular. 

—Ya está —escuchó a YoonGi, pero el eco de su voz se sentía muy lejano en ese momento—. Ya pasó, ¿estás bien? —el alfa acarició su espalda, buscando su mirada—. JiMin —llamó.

Él lo miró. 

—¿Quieres que lo lleve a la cama? —preguntó con cautela. 

JiMin tomó aire y negó, murmurando algo sobre que él lo haría, e hizo amago de levantarse del sofá. Sin embargo, sus piernas sin fuerza lo hicieron caer de nuevo. 

—JiMin —YoonGi insistió, pero el omega volvió a negar—. JiMin, no tienes que hacerlo todo tú solo. 

El omega levantó la mirada, encontrando los ojos serios de YoonGi mirarlo con determinación. Con cuidado, el alfa acunó una de sus mejillas y su pulgar se deslizó por su cara, apartando una lágrima que JiMin ni siquiera notó que escapó.

Luego, YoonGi se llevó a JungKook a la habitación, lo arropó y encendió el ventilador en su dirección, cuando estuvo seguro de que se encontraba cómodo, regresó a la sala de estar en donde se encontraba JiMin en soledad, mirando un punto en la nada. 

—¿JiMin? —YoonGi se sentó a su lado—. ¿Qué pasa? 

JiMin tomó aire para calmarse, pero las lágrimas comenzaron a desparramarse por su rostro. 

YoonGi se apresuró a apretarlo contra su cuerpo a modo de consuelo, no solo buscaba que el omega se sintiera acompañado, sino que también entendiera que esto no había sido su culpa. YoonGi lo contuvo, lo llenó de su aroma, le dedicó mimos suaves mientras él sollozaba sobre su hombro, avergonzado de sus lágrimas, pero incapaz de detenerse. Sin embargo, sabía que YoonGi no lo juzgaría, sabía que estaría bien en tanto el alfa siguiera abrazándolo de esa manera.

JiMin no estaba seguro de cuánto tiempo había llorado, pero se sintió liberador.

—Yo… yo no pensé que… —hipó, cubriendo su rostro con sus manos antes de que otra ronda de sollozos comenzara—. Esto no tenía que pasar, n-no así.

—JiMin, no hay manera de que alguien tuviera el control de esto.

—P-Pero… pero se supone que soy su papá —sorbió su nariz, apartando sus lágrimas con sus manos antes de que los espacios fueran reemplazados por otras—. Ni siquiera… —sollozó—, ni siquiera tenía su medicina…

—Eso no es tu culpa, la cita médica fue ayer, ¿cómo ibas a saber que se presentaría hoy? 

—Es que… yo tenía que saberlo, tenía que… 

—JiMin, ya pasó, ¿sí? —escuchó al otro hablar, tan calmado que él sintió envidia de su paz—. JungKook recibió su medicina, él está dormido, ya pasó.

JiMin levantó la cabeza para mirar a YoonGi con ojos nublados no solo por las lágrimas, sino por las cientos de dudas que atormentaban su cabeza. Se encontraba desolado por todo lo que se le estaba viniendo encima, y el alfa no encontró mejor manera de consolarlo que acunando su rostro para besar su frente, luego sus mejillas y finalmente sus ojos. Suave y dulce en su tacto, siendo delicado en cada beso mientras JiMin sostenía sus muñecas y se dejaba hacer con calma. 

—Ya pasó —repitió casi en un susurro, mirando a JiMin fijamente a los ojos—. JungKook va a estar bien, tú vas a estar bien y yo voy a estar aquí para lo que necesites —prometió—, por favor, deja de culparte porque esto no es tu culpa.

Por un segundo, JiMin le creyó, realmente le creyó.

—Gracias… —y fue tan difícil decirlo, que sus sollozos comenzaron una vez más.

Hacía un par de meses, se habría reído en la cara de cualquiera que le dijera que un alfa iba a entrar a su vida no solo para hacerlo dudar de su cordura, sino también para consolarlo, ayudarlo, cuidarlo y mimarlo cuando lo necesitara, él habría hecho un discurso de lo poco que necesitaba a un estúpido alfa esparciendo sus hormonas por su casa y se habría ido a cuidar a su hijo como solo él sabía hacerlo. Sin embargo, en ese momento, acurrucado en el pecho de YoonGi sobre el sofá mientras recibía besos en su sien cada tanto, no se podía imaginar cómo era la vida antes de tener esto.

—JiMin —YoonGi lo llamó al cabo de un rato. 

—¿Hm? 

—Deberíamos revisar tu hombro —propuso—, también deberías ponerte el pijama. 

JiMin se quejó, cerrando los ojos para acurrucarse un poco más sobre YoonGi. El suave aroma del café mezclado con la madera le traía paz, no quería despegarse de él. 

—Cinco minutos más…

El alfa rió.

—Por favor —pidió con cariño. 

JiMin suspiró con agotamiento, luego se pasó una mano por su rostro y se levantó del sofá para ir a su habitación. Se cambió con calma, sabiendo que no había necesidad de apresurarse, y tomó un par de cosas del cajón en su mesita de noche. 

Salió de la habitación con las cosas y una camisa en su hombro, su abdomen desnudo para que el alfa pudiera revisarlo. YoonGi sólo lo miró acercarse, hipnotizado con el omega de una manera tan obvia que JiMin no pudo evitar sonreír por lo bajo. 

—¿Cómo se ve? —se sentó de espaldas a él. No lograba ver todo el daño por sí mismo, más que la marca de un par de pequeñas mordidas en ambos hombros. 

YoonGi tocó suavemente el borde de la herida.

—Podría estar peor —sacó un poco de algodón—, creo que se pondrá morado, pero sus dientes no rompieron la piel, sólo los rasguños —JiMin zumbó en entendimiento—. De igual manera voy a desinfectar y te pondré un par de parches. 

JiMin asintió, suponiendo que el ardor del alcohol contra su piel debía significar que sí había algo roto, pero no lo suficiente como para provocar que sangrara. YoonGi fue cuidadoso y colocó los parches en las heridas que lucían más graves. 

—Listo. 

JiMin se colocó la camisa de pijama y se giró hacia el alfa otra vez para abrazarlo, acurrucándose en sus brazos como había estado antes. 

—Linda camisa —le dijo YoonGi, sobando su espalda. 

JiMin sonrió y cerró sus ojos un momento. 

—Me la regalaron.

—Oh, quién sea que haya sido, tiene buen gusto musical. 

—Ni idea, no me gusta Guns N’ Roses.

—Voy a fingir que no dijiste esto.

Entonces, la suave risa del omega aflojó el tenso ambiente.

Ambos se quedaron callados otra vez, simplemente disfrutando de la presencia del otro y de la paz que les producía

—No cualquiera hace estas cosas —murmuró JiMin, haciendo círculos en el pecho de YoonGi como método de distracción—, gracias… 

—No hay de qué. 

—¿Por qué lo haces? 

—¿Hm? 

—¿Por qué me ayudas tanto? —levantó su cabeza, mirando a YoonGi con curiosidad. El alfa parecía haber sido tomado por sorpresa—. Dijiste que no querías ser padre, pero, sin querer sonar mal ni querer meter presión a esto , parece que te estás esforzando mucho por ser un buen partido.

 El alfa zumbó, mirando hacia el techo para pensar un poco en su respuesta. JiMin no lo presionó, sólo descansó su cabeza en su hombro, mirándolo con ojos brillantes.

—Creo que cuando te gusta alguien no solo haces todo lo posible para impresionarlo —miró a JiMin, la punta de sus narices rozándose por la cercanía—, sino que también deseas que esté bien. 

El omega apretó sus labios con timidez. 

—¿Acabas de confesar que te gusto? 

—Si hasta ahora no te habías dado cuenta dejame decirte que eres demasiado despistado, cielo —dijo con un deje de gracia en su voz. 

JiMin rió y su nariz se arrugó.

—Sí, creo que sí —estuvo de acuerdo. 

—Además, me encariñé mucho con JungKook —continuó sincerándose—. No pienses que sólo me llevo bien con él porque me gustas, él es como cualquier niño, los quieres, te encariñas, los quieres cuidar y tratarlos bien. A mis sobrinos los adoro porque son mi familia, por JungKook siento algo parecido.

JiMin sonrió suavemente, la calidez del enamoramiento calando fuertemente en su corazón. 

—No muchos piensan como tú —le dijo con un deje de melancolía. 

—Esas personas merecen que les metan un palo en el culo. 

JiMin le dio un golpecito en el pecho por la vulgaridad y YoonGi rió entredientes, orgulloso de su estúpido chiste.

Ambos volvieron a quedarse callados y él suspiró, acurrucado otra vez sobre el pecho del alfa.

—JungKook también te quiere mucho. 

YoonGi zumbó y levantó su mano para acariciar el pelo castaño de JiMin. 

—¿Y qué me dice su papá? —preguntó juguetón.

JiMin viró los ojos y miró a YoonGi como si hubiera acabado de decir una tontería.

—¿No te parece obvio? ¿Cielito? —preguntó con ironía. 

YoonGi se sacudió un poco, sonriendo feliz.

—Creo que me gustan los apodos cursis —confesó—. A ver, dime otro. 

JiMin se rió cuando YoonGi lo sacudió para que lo hiciera, divertido por la inmadurez del alfa.

—Tonto.

—Ese no es un apodo cursi —hizo un puchero.

JiMin suspiró con desdicha y se acercó al alfa para plantar un corto beso en sus labios. 

Cuando se separaron, el alfa parecía atontado.

—¿Eso cuenta? —preguntó JiMin en un susurro.

YoonGi se relamió los labios y asintió, entonces se inclinó hacia JiMin y comenzó un beso mucho más profundo, moviendo sus labios juntos al compás de una danza que solo ellos dos conocían. JiMin rodeó los hombros del hombre con sus brazos e inclinó un poco su cabeza hacia un lado antes de suspirar, el característico chasquido de labios resonando suave bajo la bruma de la noche. 

Cuando se separaron un poco, YoonGi tenía a JiMin sujeto de la cintura, mirándolo con ojos brillantes llenos de amor.

—¿Te quieres quedar aquí hoy? —JiMin le preguntó repentinamente, en voz baja. 

YoonGi sonrió y asintió.

—Claro que me voy a quedar, ¿qué pasa si JungKook despierta?

JiMin también sonrió.

—Entonces haré un poco de té. 

—Te acompaño.

Lo siguiente que experimentó JiMin fueron los brazos de YoonGi rodeando su cintura durante todo el tiempo que se movió por la cocina, ocasionalmente dejando un par de besos en su espalda o en sus mejillas, también algunos murmullos que venían cargados de halagos amorosos.

JiMin supuso que ahora las cosas iban a cambiar un poco, los sentimientos de ambos eran mucho más claros que las simples suposiciones por las que se rigieron antes y había una gran diferencia entre tener salidas ocasionales y besos fugaces con alguien, a decirle abiertamente que te gusta y saber que algo serio está creándose entre los dos. ¿Sería más raro? Probablemente, pero él tenía tanta curiosidad, él quería seguir caminando hacia este lugar  tan desconocido, hacia este lugar que tan feliz lo estaba haciendo sentir, con todo y las complicaciones que pudiera traer en el futuro.

Enamorarse es fácil, querer a alguien es fácil, desearlo también lo es, pero mantener una relación no es tan sencillo y él lo sabía, pero haría el esfuerzo y esperaba que YoonGi también lo hiciera.

Mientras JiMin tomaba su taza de té al lado de YoonGi y luego recibía los besos cortos del alfa, se dijo a sí mismo que iba a disfrutar de esto tanto como pudiera, durara lo que durara.

Chapter 13: CAPÍTULO DOCE

Summary:

Era un poco aterrador pensar en lo fácil que YoonGi calmaba su ansiedad, en lo fácil que fue para él calmar su desconsolado llanto. Darle tanto poder a alguien podría ser fatal, depender de otro para ser feliz era terrible, pero mientras JiMin se quedaba dormido entre los brazos de YoonGi, a la par que escuchaba al alfa decirle que podía contar con él para lo que sea, JiMin no tuvo miedo en absoluto.

Notes:

Bueeeeeenas, he llegado después de quedarme calva con la universidad. Si todo sale bien, termino el 27 de este mes, así que mandenme muchísimas buenas vibras y buenos deseos para aprobar mis últimos dos finales<3.

Resumen, en el capítulo anterior padre e hijo visitaron el pediatra y se les avisó que el mocosito sería alfa. JK se presenta y JM se peniquea, pero YG fue al rescate y lo ayudó como un alfa podía hacerlo, tarannn~. En este capítulo veremos qué pasa después de la ajetreada noche, quizás YG y JM tengas más chances de ser amorosos con el otro, jiji.

¡Un beso! Espero que les guste y lamento mucho la demora, mis corazones de melón

Chapter Text

JiMin abrió los ojos y fue recibido por la luz encendida de la cocina.

El dolor de sus músculos lo hizo quejarse cuando se removió para sentarse sobre el sofá, su cuerpo se sentía pesado y le dolían un poco las piernas por la posición semisentada en la que había estado por quien sabe cuanto tiempo. Miró a su lado y se encontró con YoonGi respirando tranquilo, durmiendo con la cabeza apoyada sobre el respaldo del sofá con una paz que no concordaba con la posición. 

El par de tazas de té vacías reposaban en la mesita de centro de la sala, la noche se sentía fresca, las ventanas abiertas dejaban que el suave sonido de los ocasionales autos pasando por la calle vecina nublara el silencio sepulcral y la luz encendida se sentía antinatural ahora que todos estaban durmiendo. 

JiMin bostezó y se masajeó el cuello, luego se levantó con cuidado para tomar su celular que reposaba en la mesa del comedor. 

Eran las dos de la mañana. 

—Ah, qué flojera —murmuró para sí mismo y se giró para caminar de vuelta al sofá—. YoonGi… —llamó al alfa aún dormido, sacudiendo suavemente su hombro—. Yoon… 

El pelinegro aspiró y frunció sus cejas con sus ojos todavía cerrados, removiéndose en su lugar para estirar los músculos en un intento de soltar sus rígidas articulaciones.

—Hmm —se quejó con voz ronca, abriendo apenas los ojos, desorientado—. ¿Qué hora es…? 

—Dos y trece de la mañana —respondió JiMin en voz baja y con una sonrisa floja llena de sueño—. Nos quedamos dormidos en el sofá.

YoonGi gimió adolorido, volviendo a cerrar los ojos mientras dejaba caer su cabeza hacia adelante. 

—Mierda… —se masajeó el cuello—. Mi espalda…

—Espera un momento —le pidió JiMin, levantándose del sofá.

YoonGi vio a JiMin desaparecer hacia el interior de una habitación y luego cerró los ojos antes de volver a recostarse contra el respaldo del sofá, dejando que el sueño lo invadiera como quisiera porque estaba agotado. Quizás no era la mejor idea quedarse dormido en el sofá, ya le dolía la espalda y el cuello, los brazos también, pero su prioridad ahora era regresar a ese encantador sueño que estaba teniendo en donde era un lobito corriendo por el campo. 

—Listo, ven —YoonGi volvió a abrir los ojos cuando escuchó la voz del otro y miró a JiMin con dificultad por culpa de la bruma del sueño—. Ven —se dio cuenta de que el omega le tendía la mano.

El alfa volvió a cerrar los ojos, pero tomó la mano tendida. Lo siguiente que sucedió fue haber sido levantado del sofá y guiado hacia la habitación de JiMin, en donde un cúmulo de sábanas y un par de almohadas estaban acomodadas para recibir a dos personas. YoonGi casi se sintió derretir cuando sus palmas tocaron la cama, pero se detuvo cuando JiMin le avisó que iría a ver a JungKook, así que él se sentó en el borde, con un poco menos de sueño en su sistema y con una repentina curiosidad por el nuevo espacio lleno del aroma a rosas de JiMin. 

Todo lo que podía reconocer YoonGi era un escritorio en una esquina, con su respectiva lámpara, cuadernos y una laptop cuya pequeña luz de encendido a un costado avisaba que no la habían apagado. Luego se encontraba la cama mediana en la que él estaba sentado, y finalmente el armario semi abierto. No había mucho más. En la ventana de su habitación, la cual daba al muro del edificio justo al lado, había una suculenta escondida detrás de las cortinas que disfrutaba el viento de la noche. 

A YoonGi le pareció encantador. 

Cuando JiMin se volvió a asomar en la habitación, YoonGi señaló la ventana.

—Es una suculenta.

JiMin lo miró con extrañeza, hasta que se dio cuenta de que estaba hablando de la planta.

—Ah —se rió, caminando hacia la cama—. Sí, Tae me la regaló hace un par de meses porque le conté que quería tener plantas en casa —contó frente a la mirada curiosa de YoonGi y se dio cuenta de que el alfa se encontraba sentado en el borde, con las manos metidas en su regazo—. Pensé que ya ibas a estar acostado.

—Te estaba esperando —respondió, un poco más letárgico de lo que habría querido—. No sé qué lado prefieres.

—Oh —JiMin le sonrió con dulzura—. Creo que prefiero el izquierdo, así puedo salir corriendo si lo necesito —respondió con naturalidad.

YoonGi lo miró con extrañeza, pero aún así se puso del lado de la pared.

—¿Lo dices por JungKook?

—Sí —bostezó, apoyándose sobre la cama para recostarse—. Cuando se enferma casi no puedo dormir, me tengo que levantar cada hora al menos, es un poco como cuando JungKook era un bebé y yo me levantaba a revisar que estuviera cómodo —explicó.

—Ya veo —murmuró—. Qué tierno.

JiMin sonrió por lo bajo.

—Como recuerdo es lindo, vivirlo no lo es tanto —se quejó con gracia.

Al menos ahora no lo estaba viviendo solo, pensó.

Ambos se recostaron en la cama con cuidado, con YoonGi rodeando los hombros de JiMin con sus brazos para apretarlo contra su pecho. El omega se dejó hacer, deslizando sus brazos por la cintura de YoonGi para corresponder el amoroso abrazo, suspirando gustoso por la sensación de calor que se instaló en su pecho inmediatamente después. Era como si ambos cuerpos estuvieran hechos el uno para el otro, encajando a la perfección entre sus brazos. 

—¿Cómo está JungKook? —preguntó YoonGi, su voz amortiguada por el sueño.

—Bien —respondió con los ojos cerrados—. Sigue durmiendo, tiene un poco de fiebre, pero está tranquilo. 

—Me alegro.

JiMin tarareó.

—Sabes que… —comenzó YoonGi una vez más, su voz baja para no romper el etéreo ambiente de la noche. JiMin lo escuchaba con atención, pero todavía tenía los ojos cerrados, con el rostro en el pecho del alfa—. El otro día hablé con mi papá y me aconsejó que si JungKook se estaba presentando como un alfa lo mejor sería conseguir uno de esos juguetes para morder.

JiMin sonrió con ternura. 

—Eres muy dulce, Yoon —murmuró, frotando su mejilla contra el pecho del contrario—. Gracias por el consejo, lo tomaré en cuenta.

El alfa afianzó su abrazo.

—Sí, después se va a quejar cuando le empiecen a salir los colmillos —bostezó, rascando con suavidad la espalda de JiMin—. Va a querer morder todo como un perrito salvaje. 

JiMin rió por lo bajo.

—¿Por qué siempre te ríes cuando digo algo en serio? ¿Hm? —continuó YoonGi, pero su tono no era serio en absoluto, así que JiMin volvió a reír—. Ahí está, no me tomas en serio —apretó al omega entre sus brazos, frotando su nariz en la coronilla de Park. 

—Es que lo dices de una manera que me da risa —se defendió.

—Esa es mi manera de hablar.

—Entonces no te quejes.

YoonGi resopló con gracia y tomó el cuerpo de JiMin para hacerlos girar a los dos sobre la cama. El omega se quejó por la sorpresa del repentino movimiento y se retorció en su lugar cuando YoonGi metió su rostro en el hueco de su cuello, frotando su nariz en la zona para causarle cosquillas.

—¡Yo-YoonGi! —palmeó el pecho del alfa mientras hacía el intento de retener las risas y escapar de la prisión en la que el alfa lo había puesto.

Las manos de YoonGi subieron hasta su cintura, arrancándole a JiMin un par de risas antes de dejarlo en paz.

JiMin recuperó el aire y le dio un empujón.

—Tonto… —jadeó sonriente.

YoonGi ronroneo. 

—Sí JungKook no estuviera en el otro cuarto, esto habría terminado diferente.

—Apuesto a que sí, grandote.

YoonGi arrugó su nariz por el apodo, encimandose sobre JiMin para volver a mimarlo entre sus brazos y JiMin pensó que esto era como vivir en un sueño ridículamente cursi del que no quería despertar. 

A pesar del calor que rondaba los alrededores, la necesidad de abrazarse al otro no escuchaba razones. Las yemas de los dedos de JiMin acariciaban con parsimonia la espalda del alfa, suspirando gustoso mientras esperaba a que el sueño se lo llevara lejos. YoonGi hacía algo parecido, sus dedos masajeando la nuca de JiMin con flojera.

JiMin suspiró de puro gusto, disfrutando de la sensación de hormigueo que recorría su cuerpo. Quizás era algo de omegas, pero la zona del cuello y la nuca siempre fue sensible para él, así que no debería ser sorpresa para nadie que su cuerpo lentamente comenzara a sentir el suave hormigueo de la emoción enroscarse en su vientre con el pasar de los minutos.

Él retuvo el impulso de suspirar y se estiró un poco, apoyándose en el toque del otro para que YoonGi frotara con un poco más de fuerza, el alfa entendió el mensaje y sus movimientos se volvieron un poco más lentos y firmes, haciendo círculos con su índice y anular en la nuca de JiMin, delineando también con su pulgar el inicio de su cuello de abajo hacia arriba con insistencia. Luego usó todos sus dedos para masajear la zona en círculos y JiMin ya se podía sentir pisando las nubes. 

Entonces, la nariz de YoonGi se coló en su cuello y él se estremeció.

—Hm… —ronroneó el alfa—. ¿Por qué de repente hueles tan fuerte?

JiMin sintió la voz ronca de YoonGi acariciar su oído y se dio cuenta de que el calor de su cuerpo no era necesariamente por el ambiente. La manera en la que el otro lo tocaba estaba afectándolo de alguna manera y, por vergonzoso de admitir, su cabeza había hecho un par de conexiones incorrectas con respecto al contacto del otro. YoonGi ni siquiera estaba siendo suave, era tan rústico como un alfa como él podía serlo y JiMin no se había dado cuenta antes de lo mucho que podría gustarle algo tan sencillo como eso, quizás estaba descubriendo una especie de gusto culposo que rozaba en el fetiche.

—Oh, no me di cuenta —murmuró con un suspiro—. ¿Te molesta? —le preguntó con un hilo de voz.

YoonGi continuó hurgando, frotando la punta de su nariz contra la glándula de JiMin, provocando que el aroma aumentara al igual que el calor en su cuerpo.

—No —negó con la cabeza, presionando un beso sobre su cuello.

JiMin suspiró y YoonGi colocó su brazo alrededor de su cintura, apretando su cuerpo contra el suyo. Con su otra mano jaló un poco su cabello para que enseñara su cuello y JiMin gimoteó, enganchando sus dedos en la camisa de YoonGi. Sus piernas se enrollaron juntas, apretadas contra la otra, tan cerca el uno del otro que JiMin podía sentir la ingle del alfa presionar contra el interior de su muslo.

De repente hacía tanto calor que a JiMin le faltaba el aire, su cara ardiendo contra el fresco aire que se colaba por la ventana abierta mientras su cabello se sentía pesado contra su frente sudorosa.

Entonces YoonGi besó ese punto en el cuello de JiMin que hizo que sus brazos se erizaran y su vientre se contrajera. Luego YoonGi deslizó la mano que reposaba en la cintura de JiMin hacia su muslo, tomando su pierna para acomodarla sobre su cintura antes de empezar a besar su cuello. JiMin gimió por lo bajo, rodeando el cuello de YoonGi con sus brazos cuando el alfa giró sobre la cama y se colocó encima de él, apretando al otro contra el colchón.

Comenzaron a besarse lento bajo el manto de la noche, con cuidado de no hacer ruido. Aun así, los suaves chasquidos húmedos de sus bocas resonaban suavemente bajo las pequeñas ráfagas de viento que entraban por la ventana, y entre sonrisas cómplices, acariciaban el cuerpo del otro con anhelo.

—Mi hijo se está presentando y yo estoy… —tomó aire cuando YoonGi comenzó a besar nuevamente su cuello—, así… 

El alfa se rió entredientes.

—No estamos haciendo nada malo —se hizo el desentendido, levantando su cabeza para mirar a JiMin con una sonrisa encantadora y juguetona. Sus ojos caídos por el sueño le daban un toque todavía más atractivo mientras el letargo de sus besos y caricias tenía a JiMin ronroneando—. Pero me acabo de dar cuenta de que siempre hacemos esto cuando nos estamos muriendo de sueño. 

El omega rió con ganas, abrazando a YoonGi antes de rozar su nariz contra la ajena. YoonGi sonrió por el pequeño gesto, besando la comisura del labio de JiMin como respuesta.

—Debemos encontrar un mejor momento —dijo.

—Cualquier momento está bien para mi —respondió YoonGi, suave contra su piel antes de besar su mejilla—. Sólo hay que ser silenciosos —murmuró en un susurro.

—¿No te parece molesto?

YoonGi arrugó la nariz, negando con la cabeza.

—Es más divertido así —contradijo, inclinándose hacia adelante para plantar otro beso en la boca de JiMin—. Como un par de adolescentes escondiéndose para que no los atrapen.

—Hm, no sabía que estabas metido en eso del roleplay —molestó y tomó su rostro, acariciando sus mejillas. 

Los labios de YoonGi temblaron, tentado a reírse, pero logró mantenerse sereno.

—Por supuesto, mi favorito es el de profesor-alumno, ¿no te lo había dicho? 

JiMin tarareó en compresión, pero se le estaba haciendo realmente difícil retener su carcajada.

—Ya veo, ¿cómo te llamaría? ¿“Profesor”?

—“Maestro” está bien —YoonGi asintió solemne.

—Muy formal, ¿qué tal “daddy”? —continuó molestando.

YoonGi hizo una mueca.

—Lo odio. 

JiMin rió, acurrucándose un poco más contra YoonGi. 

—¿“Señor”?

—¿Qué soy? ¿Un viejo? —parecía ofendido—. Es suficiente con que JungKook me llame así.

JiMin se rió otra vez, YoonGi sólo lo miró con cariño.

—¿“Amo”?

—Son terribles, JiMin. ¿Cómo sabes tantos apodos? —arrugó su nariz con disgusto.

—A TaeHyung le gusta la literatura erótica y me ha prestado un par de libros —contó y YoonGi tarareó en reconocimiento—. Dijiste que te gustan los apodos. 

—No de ese tipo —frunció sus labios.

—Claro, prefieres cosas más lindas.

YoonGi volvió a asentir, esta vez en serio. 

JiMin lo pensó un momento. 

—Alfa. 

La sonrisa relajada de YoonGi se desvaneció. 

JiMin levantó sus cejas.

—Oh —sus ojos brillaron con interés—. ¿Es en serio? —se dio cuenta de la manera en la que YoonGi tragó, pero no reparó en sus mejillas rojas por culpa de la oscuridad de la habitación, la sutil luz de la luna que se colaba por la ventana le dejaba ver sólo los rasgos más llamativos de su rostro, incluyendo su mirada avergonzada—. Ah… creo que ibas en serio con eso de ser un alfa de las cavernas, ¿no?

YoonGi resopló y aire caliente salió por su nariz.

—Tan en serio que es vergonzoso… 

—No pasa nada —murmuró, delineando su mandíbula con la punta de su índice—, alfa… 

YoonGi apretó la mandíbula un momento, luciendo bastante atacado en ese momento.

—¿Ahora te vas a hacer el gracioso con eso? 

—Totalmente.

YoonGi viró los ojos y lo siguiente que supo JiMin fue que su vecino estaba besándolo otra vez.

El omega rió entre besos, rodeando el cuello de YoonGi con sus brazos mientras el otro lo apretaba una vez contra la cama, decidido en los movimientos lentos de sus manos, bajando desde la cintura de JiMin hasta su muslo una vez más para apretarlo entre sus dedos. JiMin ronroneó contento mientras YoonGi seguía haciendo su camino con sus manos sobre su cuerpo. 

Ninguno de los dos estaba seguro de que fueran a llegar muy lejos esa noche, pero era divertido encontrarse en esas circunstancias. Había una especie de magnetismo que no les permitía detenerse, como una fuerza que los empujaba a estar en contra del otro, besando y suspirando, acariciando lento, con insistencia. 

Yoongi deslizó sus manos por debajo de la camisa de JiMin, subiendo por la espalda del omega con parsimonia, delineando su columna mientras sus besos bajaban de intensidad, dándole paso a suspiros cortos y cálidos, sonriendo entre sus bocas mientras JiMin se retorcía un poco bajo el tacto del otro. 

—Parece que te gusta mucho que te toque —dijo YoonGi en voz baja y JiMin zumbó sin estar realmente concentrado en lo que el otro le decía, sólo no quería que se detuviera—. Reaccionas muy lindo… 

JiMin frunció sus cejas y bajó la cabeza, avergonzado. 

YoonGi se rió con su voz ronca y tomó la mejilla del otro para besar su cara. Él sólo se dejó hacer, disfrutando del contacto como hacía tiempo no lo hacía. Se sentía bien para variar y su corazón palpitaba con entusiasmo. 

El alfa parecía conocer los puntos exactos de su cuerpo, mimando cada lugar que podía y que estuviera dentro del rango que consideraba permitido. Al menos hasta que sus dedos comenzaron a picar con ganas de bajar un poco más y sus besos se volvieron más lentos y cálidos contra su piel.

—¿Puedo saber qué pasó la última vez?

Los párpados pesados de JiMin tuvieron que hacer un gigantesco esfuerzo por mantenerse arriba para que él pudiera mirar a YoonGi y preguntarle con la mirada a qué se refería. Fue entonces que el alfa movió su mano una vez más, haciendo que JiMin se diera cuenta de que sus dedos se encontraban en el borde de su pijama. 

—Oh —mordisqueó su labio inferior, metiendo su nariz en el cuello del alfa y así poder disfrutar de su relajante aroma. Él cerró los ojos, no pensando mucho en ello—. Es que me da un poco de vergüenza. 

—¿Que te toque de más?

—Algo así —asintió, suspirando con calor, ahora era demasiado consciente de la humedad que sentía entre sus piernas y el calor en su cara era casi sofocante, pero no quería salir del escondite en el que transformó el pecho de YoonGi—. Mi cuerpo cambió un poco desde que tuve a JungKook, ya sabes, estrías, cicatrices… 

YoonGi zumbó en entendimiento.

—¿No te gustan?

—No —murmuró, cerrando sus dedos en la camisa de YoonGi y sus ojos contra su pecho. 

El alfa se inclinó hacia él, escarbando con su nariz hasta llegar a su mejilla para plantar un beso cariñoso, luego otro.

—Pues yo creo que tienes un cuerpo hermoso —le dijo contra su oído, arrastrando sus palabras bajo el manto de lo que JiMin ahora podía reconocer como lujuria y él estuvo tentado a decirle que realmente no había visto su cuerpo, pero recordó que YoonGi sí a había tenido un par de oportunidades de verlo en el pasado—. No tienes que enseñarme todo ahora, bueno, no creo que lleguemos a hacer mucho ahora —resopló con gracia—, pero me gustaría saber si tengo tu permiso. 

El corazón de JiMin dio un vuelco, la anticipación acumulándose en su vientre tan repentinamente que sintió el vértigo en todo su cuerpo. 

Él tragó y asintió.

—Claro que sí... 

Entonces, sintió al alfa alejarse un poco y él levantó la mirada, encontrándose con los ojos de YoonGi mirándolo fijamente.

—¿Seguro?

Él realmente estaba siendo precavido. 

JiMin puso sentir otro tirón en su vientre sólo por eso.

—Seguro. 

YoonGi tarareó.

—¿JungKook sigue durmiendo? 

JiMin tragó. 

Joder, debía dejar de olvidarse de su hijo. 

—Iré a ver. 

Levantarse fue un poco complicado, sus piernas temblaban un poco por los nervios y la anticipación, pero hizo su mejor esfuerzo para no caerse mientras iba a la habitación de su hijo. Él estaba bien, seguía durmiendo pacíficamente, aunque ahora las sábanas estaban en el suelo y el niño extendía todo su cuerpo sobre el colchón como una estrella de mar. Sin embargo, se veía cómodo, y JiMin corroboró que su fiebre hubiera bajado antes de volver a su habitación. 

Antes de que YoonGi pudiera preguntar algo, JiMin asintió rápidamente y extendió sus brazos para volver a abrazar a YoonGi, semi recostado sobre el alfa al tiempo que su pierna encontraba su lugar alrededor de su cintura. YoonGi no perdió el tiempo y juntó ambas bocas en un beso sin aliento, deslizando una vez más su mano hacia el inicio del pantalón de JiMin, pero no se quedó ahí, él hizo su camino por debajo, encajando sus uñas en la carne de una de las nalgas de JiMin con firmeza. 

Park retuvo el sonido que probablemente iba a salir de su boca y suspiró con voz temblorosa cuando YoonGi comenzó a masajear por encima de su ropa interior, casi como si hubiera esperado una eternidad por hacerlo.

El alfa respiraba con pesadez sobre su boca, apretando la ingle de JiMin contra la suya, besando su boca y mordiendo sus esponjosos labios.

—Está muy húmedo aquí —le dijo con un tono de aparente diversión, deslizando sus dedos por encima de la ropa interior de JiMin, justo donde la mancha del lubricante se extendía.

—Cállate —murmuró avergonzado, jadeando por la falta de aliento.

Sólo quería que YoonGi terminara de hacer lo que quería, para este punto estaba desesperado por ello, no estaba seguro de que pudiera soportar sentirse tan expuesto sin morir de vergüenza antes. 

YoonGi se rió entredientes y JiMin gimoteó cuando los largos dedos del alfa tocaron finalmente la piel bajo la única prenda de ropa que mantenía a JiMin en lo que quedaba de su pudor.  

—Sé silencioso —le advirtió YoonGi.

JiMin ni siquiera podía procesar las palabras del otro, se encontraba ensimismado, abrumado por el calor que se extendía por su cuerpo. YoonGi deslizó con cuidado sus dedos, tanteando la zona mientras el omega entre sus brazos exudaba el fuerte aroma de rosas floreciendo por toda la habitación.

Cuando YoonGi introdujo el primer dígito, JiMin se cubrió la boca con ambas manos, frunciendo su entrecejo. 

—Shhh… —susurró YoonGi contra su frente, dejando ahí un pequeño beso.

La manera en la que el cuerpo de JiMin reaccionó frente a la intromisión repentina pudo haberlo expuesto sobre el tiempo que estuvo sin tener este tipo de contacto, pero él ni siquiera podía pensar en ello lo suficiente como para avergonzarse. YoonGi se veía contento sin embargo, casi como si disfrutara verlo ser tan sensible, aire caliente saliendo por su nariz como un toro mientras hurgaba con sus dedos el interior de JiMin.

El vientre del omega se contrajo y un poco más de lubricante se deslizó hacia afuera. YoonGi ya tenía la mano empapada y ni siquiera había tomado velocidad, simplemente acariciaba con cuidado para que el otro se acostumbrara.  

Esto iba a ser todo lo que tendrían, de todos modos. Él no debía emocionarse mucho por la generosa cantidad de lubricante que manchaba sus dedos a pesar de lo mal que le estaba haciendo su imaginación ahora que sabía la manera en la que el cuerpo de JiMin podía tomarlo. 

YoonGi hurgó en el cuello de Park y chupó la piel cerca de su glándula, arrancándole un gemido bajo que se esforzó por retener. Continuó con ello, encontrando un ritmo cómodo para sus dedos y la posición, entrando y saliendo de JiMin al compás de sus jadeos. 

JiMin no estaba seguro de si estaba sintiendo demasiado o si retorcerse de la manera en la que lo hacía era normal, pero se sentía avergonzado, YoonGi no dejaba de mirarlo bajo esa tela oscura en sus ojos, disfrutando de cómo se aferraba a las sábanas en un intento de mantenerse quieto frente a los escalofríos de su cuerpo. 

—Lo estás haciendo bien —murmuró YoonGi con un tono de su voz tan profundo que JiMin tuvo que retener las ganas de lloriquear. 

Él ya se sentía a flor de piel y sabía que eso era peor, no había pasado mucho tiempo desde que empezaron, pero se sentía tan abrumador que no creía poder aguantar demasiado.

De repente, YoonGi se detuvo. Lo dejó respirar un segundo, como si pudiera saber lo que sucedía, pero en el momento en el que JiMin tomó una bocanada de aire, YoonGi continuó con los movimientos firmes de su mano, esta vez más lento, pero más profundo, lo suficiente como para que JiMin pudiera sentir los nudillos del alfa presionando contra su piel.

Él trató de abrir los ojos para poder mirar a YoonGi, quien ladeó un poco la cabeza de una manera que hizo que los mechones negros de su cabello húmedo por el sudor cayeran a un lado, la sonrisa en su cara lo hacía lucir ridículamente presumido y JiMin volvió a bajar la cabeza antes de empujar la cara de YoonGi lejos de él. 

La risa grave del otro hizo que su estómago se retorciera. 

—¿Qué pasa, cielo? —mientras preguntaba, YoonGi se detuvo, dos de sus dedos presionados hasta el fondo—. ¿Te pusiste tímido? —molestó un poco más, inclinándose sobre él a pesar de que JiMin estaba evitando mirarlo. 

El omega no pudo decir mucho, no cuando sintió cómo el otro tanteaba los alrededores húmedos de su entrada. La sensible zona palpitaba y apretaba contra los dedos de YoonGi, resistiéndose a que se retirara y recibiéndolo con facilidad. Pero cuando el alfa introdujo un tercer dedo y comenzó a sacudir su interior con firmeza, JiMin casi chilló, casi, porque metió su cara en la almohada.

YoonGi dejó de ser suave en ese momento, llevándolo al límite con los movimientos circulares de sus dedos dentro suyo, rozando su punto, buscando alcanzarlo antes de que su orgasmo llegara, pero JiMin no aguantó mucho más, sus piernas temblaron y todo en su interior se contrajo, aquella tensión en su vientre explotando en todas direcciones como una enorme ola chocando contra la costa, una que lo azotó y lo arrastró más allá de su límite.

—M-Mierda… —gimoteó contra la almohada.

Con sus ojos cargados de lágrimas, JiMin trataba de recuperar el aliento. YoonGi sólo lo miraba, detallando en cada rasgo de él como si fuera incapaz de mirar a otro lado. Su sonrisa satisfecha era la de un alfa orgulloso de su trabajo y selló ese hecho cuando bajó hasta su cara para plantar un par de besos en su mejilla, tan dulce en su tacto que nadie pensaría que hacía unos segundos había sacudido las entrañas de JiMin con sus dedos. 

—Eso salió bien, ¿no?

JiMin se mordió el labio y se rió.

—Alfa tonto...


JiMin suspiró a medio despertar, removiéndose suavemente sobre la cama hasta que sintió el cuerpo cálido de YoonGi en su espalda, apretado contra él como si no quisiera dejarlo escapar. JiMin se movió un poco más sólo para darse cuenta que sus piernas y las de YoonGi se encontraban entrelazadas bajo las sábanas, con la rodilla de YoonGi colocada en su entrepierna a la par que su mano descansaba letárgica contra su cintura. 

El pequeño movimiento hizo que YoonGi también pusiera a trabajar sus articulaciones, pero él parecía seguir dormido, porque lo único que hizo fue levantar más su rodilla al mismo tiempo que atraía el cuerpo de JiMin contra su pecho.

Una vez los dos volvieron a quedarse inmóviles sobre la cama, JiMin se  dio cuenta de que lo que estaba sintiendo en la espalda baja no era necesariamente la pierna de YoonGi.

De repente, tuvo la necesidad de abrir los ojos antes de hacer cualquier otro movimiento arriesgado y se encontró a sí mismo jadeando por el susto. 

—¡JungKook! —JiMin se apoyó sobre su codo por la sorpresa y sintió la mano de YoonGi deslizarse por su cintura— Estás despierto —dijo nervioso—. ¿Cómo te sientes?  —extendió una de sus manos, tocando la cara de su hijo.

—Me siento bien —dijo simplemente, luego miró la mano que yacía sobre la cadera de su papá—. ¿Ese es el señor YoonGi? —señaló con su dedo.

—¿Qué? —se hizo el desentendido. 

—A ver —JungKook colocó las manos sobre la cama, levantando su pierna sobre el colchón para subirse—. ¿Señor YoonGi? —se asomó por sobre el hombro de JiMin. 

—Espera, JungKook —trató de mantenerlo a su lado mientras que con una de sus manos levantaba la sábana para tapar el torso de YoonGi.

A pesar de los intentos de su padre, JungKook se deslizó hacia el medio de la cama, entrometiéndose entre ambos cuerpos. JiMin no quería que YoonGi se despertara o que se le notara algo , sin embargo, el alfa se colocó boca abajo de la cama como si supiera lo que JiMin estaba pensando y comenzó a parpadear con flojera, luciendo tan confundido que lo primero que hizo fue extender el brazo y abrazar a quien tenía enfrente, llevando consigo a un risueño JungKook.

—¡Ay! —chilló el niño— ¡Señor YoonGi! —se reía y pataleaba mientras el alfa lo apretujaba como un peluche.

—Shh, shhh —murmuró YoonGi, más consciente ahora mientras pasaba sus manos por el rostro de JungKook—. Silencio, hay que dormir. 

—YoonGi, esa mano no… —se quejó JiMin en voz baja.

El alfa quitó su mano izquierda a pesar de que se la había lavado bastante bien la noche anterior y retuvo una carcajada mientras seguía jugando con el niño.

Cuando dejó de molestarlo, JungKook se sentó en el medio, sus ojos fijos en el alfa.

—Señor YoonGi, ¿qué hace en la cama de mi papi? 

El alfa parpadeó.

—Uh… 

—Tuvimos una pijamada —respondió JiMin sin pensarlo demasiado—. YoonGi se quedó para estar pendiente de ti, estábamos preocupados.

—¿Por qué? —JungKook giró su cabeza para mirarlo—. Yo estoy bien —se veía confundido. 

—¿No recuerdas qué pasó ayer, amor? 

—¿Qué pasó ayer?

JiMin lo miró confundido, hasta que YoonGi carraspeó. 

—¿Qué es esto? —YoonGi tomó la camisa del niño, raspando una mancha blanca en el pijama. JungKook bajó la mirada a su ropa y levantó la prenda para verla más de cerca—. Parece yogurt. 

—Uh… —el niño se encogió de hombros—. No sé que es. 

—¿Te manchaste? —JiMin miró con detenimiento la mancha. Sí era yogurt—. ¿Comiste algo antes de venir al cuarto? 

—No… 

Bien, eso había sido una mentira.

—¿Estás seguro? 

—Sí, papi. Muy seguro.

Esa había sido otra mentira.

JiMin miró un momento a YoonGi y luego a JungKook. El niño apretó sus labios y desvió la mirada como si esto pudiera hacer que JiMin no notara que su barriga se veía bastante llena en ese momento.

Por la sagrada Diosa , comer un bocadillo no era algo malo, JungKook no estaría actuando así si no fuera porque había hecho algo de lo que debería avergonzarse.

JiMin se levantó de la cama, así que JungKook lo siguió, balbuceando algo sobre que tenía mucha hambre y que fue un accidente, pero JiMin no logró conectar los acontecimientos hasta que cruzó el umbral de la puerta.

—¿Qué dem…? —jadeó. 

Él se encontró con el refrigerador abierto, la caja de cereales en el suelo, tres envases de leche de banana en el suelo, vacíos, y un vaso de jugo volcado sobre el suelo; el jugo de naranja estaba abierto y mal puesto en el refrigerador, había manzanas mordidas y cáscaras de mandarinas esparcidas por el suelo. 

Todo lucía como si un huracán hambriento hubiera pasado por la cocina.

—¿T-Tú hiciste esto?

—No. 

—Park JungKook… 

JungKook bajó la cabeza, haciéndose pequeño en su lugar con sus manos juntas sobre su regazo. Tenía sus pequeños ojos cerrados, ignorando por completo a su padre, quien estaba comenzando a sentir que una vena hacía amago de reventar en su frente. 

—Perdón… 

—¿Perdón? —JiMin lo miró incrédulo. 

El niño eructó bajito y JiMin llevó una mano a su cara, haciendo un enorme esfuerzo por no arrancarse el cabello o gritar. 

—JungKook… —el niño lo miró con cautela, haciéndole esos ojitos de cachorro triste que funcionarían en cualquier otra circunstancia que no implicara haber destrozado la cocina.

—Es que… es que tenía mucha hambre y, y… 

—No puedes simplemente morder todo, comerte todo, tragar todo lo que encuentres e irte a la cama. No. Está. Bien 

JungKook hizo un puchero y JiMin tomó un poco más de aire.

De repente, se escuchó un forcejeo en la cerradura y alguien abrió la puerta. 

—¡Llegué tan rápido como pude! —TaeHyung apareció del otro lado, casi hiperventilando.

El par se quedó mudo, mirando al recién llegado. 

—¿Tae? —JiMin frunció sus cejas.

—Vi tu mensaje, pero estaba dormido —se excusó y miró al niño con absoluta preocupación—. ¡Mi JungKookie! —guardó en su bolsillo la copia de las llaves que le había dado JiMin y corrió hacia JungKook—. ¡Por la sagrada luna que brilla todas las noches, perdón por no estar aquí cuando te presentaste, mi pequeño bebé! —se lamentaba mientras frotaba su cara contra la mejilla de JungKook. 

JiMin se llevó una mano a la frente.

—¿En serio? ¿No estás viendo lo que sucede? ¡TaeHyung! —llamó JiMin, extendiendo sus manos para que el beta se diera cuenta de que no era un buen momento.

—¿Qué? —lo miró sin despegar su cara de la de JungKook. Cuando observó los alrededores con detenimiento, se dio cuenta del desastre—. Mierda, ¿qué hicieron en esta casa? 

—¡Mala palabra! —acusó JungKook, señalando a TaeHyung.

JiMin señaló a JungKook con su mano y TaeHyung jadeó sorprendido. 

—¿Acaso te transformaste en el demonio de Tasmania, mocosito? —miró a su sobrino, haciéndole cosquillas con su nariz.

—Tae, esto no es un chiste. 

Entonces YoonGi salió del cuarto, su cabello despeinado flotaba en todas direcciones mientras se rascaba la nuca, buscando el origen de la pequeña discusión antes de encontrarse con los ojos sorprendidos de TaeHyung.

Los dos se quedaron quietos un largo segundo antes de que el beta mirara a su mejor amigo con ojos acusatorios.

—¿Es en serio, JiMin? ¿Con JungKook en la casa?

—¡No seas idiota! —se puso rojo.

—¡Papi, esa es otra mala palabra! —señaló JungKook.

—Nada de eso, estás en muchísimos problemas, jovencito —refutó.

YoonGi carraspeó. 

—Yo… creo que tengo que ir a ver a Holly.

JiMin lo miró con las cejas fruncidas.

—Cobarde —acusó.

El alfa pareció querer defenderse, pero cerró la boca y asintió porque eso era cierto. 

—JungKook se ve bastante bien, así que mi trabajo aquí terminó por hoy, me despido —se acercó a JiMin para besar su mejilla. 

El omega sólo resopló con los brazos cruzados, desviando la mirada con los cachetes rojos. 

—Nos vemos luego, chiquitín —despeinó el cabello de JungKook—. Todavía tenemos que ver esa película.

—¡Sí! —celebró el pequeño alfa recién presentado.

YoonGi se despidió de TaeHyung con un movimiento de su cabeza y salió por la puerta sin más, dejando a los tres solos en la casa. 

—Papi, ¿por qué el señor YoonGi te dio un besito? 

JiMin carraspeó y le hizo una seña a Tae para que dejara al niño en el suelo. 

—Porque somos muy buenos amigos. 

—Oh, ¿por eso durmieron abrazaditos? 

JiMin boqueó, avergonzado, y miró a TaeHyung como si estuviera a punto de ser reprendido. El beta sólo abrió la boca con entusiasmo, señalándolo como si quisiera decir algo que claramente no tenía que ser escuchado por JungKook. 

«Hijo de puta» , fue lo que articuló TaeHyung antes de carcajearse y JiMin lo entendió a la perfección. 

—Sí, bebé… —finalmente le dijo a JungKook—. Ahora vamos a arreglar este desastre o me va a dar una aneurisma por el estrés. 

—¿“Vamos”? —el beta preguntó—. Eso me suena a multitud. ¿Tengo la opción de decir que no? —TaeHyung miró el desastre sin verse en absoluto entusiasmado. 

JiMin lo miró con una ceja alzada y señaló la cocina. TaeHyung resopló y caminó hacia las manzanas en el suelo para recogerlas, JungKook lo siguió y metió su vaso volcado en el fregadero de la cocina mientras JiMin masajeaba sus sienes.

—Esto no puede estar pasando… —murmuró para sí mismo. 

Recoger el desastre no fue tan complicado, lo que fue complicado en realidad era lograr que TaeHyung y JungKook se concentraran en una tarea sin bromear o reírse de las ocurrencias del otro. JiMin sentía que estaba tratando con dos niños pequeños, pero hizo su mayor esfuerzo por no estresarse de más con lo que estaba ocurriendo. YoonGi ya le había advertido que esto podía pasar, él sólo tendría que ser más precavido la próxima vez y así no limpiaría su refrigerador a las once de la mañana de un sábado. 

En total, JungKook había derramado una leche de banana y el único jugo de naranja que les quedaba. Rompió unos todos los huevos en su búsqueda por algo para comer, se tragó una manzana y media en total, tomó tres envases de leche de banana, vació la mitad de su cereal favorito y se comió el yogurt de frutas que JiMin estaba guardando. Los efectos de comer todo eso en la pequeña barriga de un niño de seis años no se hicieron esperar y JungKook comenzó a quejarse lo suficiente como para que JiMin le diera un poco de agua y lo mandara a recostarse en la cama. 

—Ahora creo que tengo que hacer mercado otra vez —murmuró el omega, tirando a un lado el trapo que había usado para secar el desastre de jugo que había quedado en la encimera—. Rompió todos los huevos que me quedaban, ya no puedo hacer mis tostadas con aguacate. 

—Bueno, todavía tienes aguacate —dijo TaeHyung a su lado, ojeando el refrigerador. 

—Si no tiene huevo no hay chiste —puchereó como queja—. Si le hubiese hecho caso a YoonGi esto no habría pasado. 

—¡Oh! Tenemos que hablar de eso —el beta se acercó a él y sacudió su brazo—. ¿Qué pasó en esta casa de lo que no estoy enterado? Además de que tu bebé se transformó en la reencarnación de la gula.

—Nada —se defendió—. YoonGi sólo se quedó a dormir porque quería asegurarse de que JungKook estaba bien, nada más.

—Vive a dos pasos, JiMin —le explicó como si el omega no lo recordara, a lo que JiMin viró los ojos y tomó una sartén para hacerse sus tostadas—. Estoy seguro de que no había necesidad de que se metiera a tu cama y estoy bastante seguro de que esa sonrisa que tienes no es porque durmieron y ya.

—No estoy sonriendo —frunció sus labios, sacando el pan.

—Toda tu existencia está sonriendo, ¿entiendes? —hizo un círculo con el movimiento de sus manos y JiMin se rió por lo estúpido que sonaba—. No es por presumir, pero mi enorme experiencia me dice que aquí pasó algo y tú eres terrible mintiendo. 

JiMin viró los ojos y miró por sobre su hombro hacia la habitación de JungKook. El niño iba a estar recostado un tiempo antes de que pudiera recuperar su energía y él podría darse el lujo de hablar de estas cosas con su amigo para variar.

—Bueno… —antes de que se diera cuenta, TaeHyung había apoyado sus codos sobre la encimera y su mentón sobre sus manos, sonriendo contento por la inminente anécdota—. Es verdad que YoonGi se quedó para ayudarme con JungKook, pero quizás yo no quise que se fuera y lo invite a dormir en mi cama —contaba, dejando el par de rodajas de pan sobre la sartén.

TaeHyung chilló como vieja viendo una novela y se paró derecho al lado de JiMin.

—Necesito saber todo con sumo detalle. 

—No seas odioso —le dio un empujón entre risas, revisando el pan para que no se le quemara—. Te dije lo suficiente, creo que puedes vivir con eso.

—Claro que no —lo miró consternado, pero el omega seguía concentrado en su tarea—. JiMin no me hagas esto y dime si ese alfa te metió su nudo o moriré aquí mismo.

Mientras sacaba el aguacate del refrigerador, JiMin resopló con gracia. 

—Para tu información, no recibí ningún nudo. Él simplemente… usó sus dedos… —murmuró, apagando la hornalla.

TaeHyung volvió a chillar y a dar brincos en su sitio, más contento que el propio JiMin. 

—¿Y cómo fue? —se paró a su lado una vez más, tomando su brazo—. ¿Lo hizo bien? ¿Fue un asco? ¡JiMin! —lo sacudió. 

—¡Tae! —se rió—. Estuvo bien —comenzó a colocar rodajas de aguacate en el pan tostado—, fue cuidadoso, preguntó como correspondía, no sé…  

—Eres terrible para esto —acusó. 

—¿Qué se supone que diga?  

—Cuéntame como te cuento yo —se quejó como un niño pequeño.

—No, tú me hablas hasta del tamaño que tiene su pene, no gracias, no tengo ganas de exponerme de esa manera —abrió el refrigerador y tomó la botella de agua de un litro que quedó sin vaciar—. Además, no hay mucho para decir, sólo nos besamos, pasó lo que tenía que pasar y volvimos a dormir. 

Mientras JiMin tomaba su desayuno para irse a la mesa, TaeHyung miró el cielo para preguntarle a la luna por qué le había mandado un amigo tan seco. Luego lo siguió y se sentó frente a él para verlo comer.

—No sé qué sorprende más —comenzó, negando con la cabeza cuando JiMin le ofreció la segunda tostada—, si en serio dejaste que un alfa te acomode las entrañas con sus dedos o que lo hayas hecho con JungKook en casa —JiMin enrojeció e hizo un ademán para golpear su cabeza, pero TaeHyung se alejó—. ¡No me agredas! 

—No planeé que así fuera, sólo pasó —se excusó. 

—Claro, cuando hay ganas, hay ganas. Yo soy quien menos derecho tiene de juzgarte por eso —se encogió de hombros, apoyando su mentón sobre su mano—. ¿Y cuándo vas a dejar que cambie los dedos por su…? 

—Tae —lo calló y miró un momento la puerta de JungKook—. Si JungKook sale va a poder escucharte, habla con palabras clave o no hables en absoluto. 

El beta viró los ojos y se tomó dos segundos para pensar en su analogía. 

—¿Cuándo vas a dejar que el pájaro se introduzca en el nido con todo y huevos, hm? 

Para este punto, la cara de JiMin estaba encendida en rojo vivo.

—Te odio…

TaeHyung se carcajeó.

—¡Pero respóndeme!

JiMin le dio una última mordida a su primera tostada y levantó su mano para que el otro espere. TaeHyung se veía ridículamente contento, hacía bastante tiempo que había estado esperado por compartir este tipo de experiencias con JiMin, llámenlo metiche, pero durante mucho tiempo le preocupó que él no pudiera vivir lo que era tener toda la experiencia de una relación naciente por estar demasiado obsesionado con ser un padre. Esto era nuevo, muy nuevo, y él, más que orgulloso, estaba feliz por JiMin. 

—Supongo que es algo que tendrá que pasar en algún momento, no le puse fecha, pero los dos ya sabemos que pues… lo haremos. 

TaeHyung se chilló bajito. 

—Hablar contigo de esto es como cuando tu hermanito menor te dice que dio su primer beso. 

—No proyectes tus experiencias de la infancia en mi, Tae —JiMin lo miró con diversión, tomando su segunda y última tostada.

—Bueno, cuando le conté a Jin que ya no era virgen casi me tira un jarrón, pero yo no te voy a lanzar un jarrón, es más, te invito un trago, vamos a bailar. 

—¿Quieres ir a celebrar esto? —lo miró con incredulidad. 

—Siempre hay que celebrar el amor, ¿no te parece?

—Si tu lo dices…

—¡Uy! Vayamos a la discoteca que me gusta.

—¿Wild Moon? 

—¡Esa! Los cócteles son fabulosos, la música es genial y puedes invitar a EunJin y a ese chico, el rubio. 

—¿HyunDae?

—¡Sí! —chasqueó sus dedos.

JiMin arqueó una ceja con escepticismo.

—¿Quieres que celebremos mi vida amorosa recién estrenada en una discoteca? 

—No veo nada de malo —se encogió de hombros—. No recuerdo la última vez que salimos a bailar, o que te hayas divertido. Creo que lo más parecido que tuvimos fue esa fiesta en casa de SeonJoon —hizo memoria, esa había sido una reunión de estudio que terminó en karaoke, alcohol y risas escandalosas.

JiMin suspiró. 

—Bien, tendré que hablar con la señora Hwang para que cuide a JungKook. ¿Cuándo quieres ir? 

—¿El viernes? Después del trabajo. 

JiMin hizo una mueca. 

—Haré la fiesta de cumpleaños de JungKook el sábado, voy a estar muerto. 

—Oh, es verdad —chasqueó la lengua—, entonces vamos el sábado a la noche y nos regresamos temprano, a eso de las tres de la mañana. 

JiMin lo pensó un momento. Lo único que le preocupaba era dejar a JungKook demasiado tiempo y no estaba seguro de a quién pedirle ayuda para cuidar a su hijo. 

—Bien… déjame organizar y lo haremos. 

TaeHyung aplaudió con entusiasmo antes de que JiMin lo mirara con seriedad.

—Sólo te advierto que si me dejas solo para ir a coger con alguien te quito las llaves de mi casa, ¿entiendes? 

—Fuerte y claro —sonrió, apoyándose sobre sus manos—. No te preocupes, ahora estoy viéndome con alguien y estamos tratando de ser exclusivos. 

—¿Eh? —lo miró anonadado, su amigo apretó sus labios con una sonrisa enorme—. ¿Y me lo estás diciendo ahora? 

TaeHyung se rió. 

—No quería decirte porque era muy delicado todo, pero sí, ya tenemos un mes saliendo y creo que las cosas van por buen camino. 

—Aw, Tae —dejó su tostada a un lado y tomó las manos de su amigo—. ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Es un alfa? 

—¡Claro que es un alfa! —respondió con obviedad—. Se llama SuWoong, tiene veintinueve años y trabaja como entrenador personal, así que tiene un cuerpo ridículamente enorme, igual que su p… 

—Tae —pellizcó su brazo, dejando que una limpia carcajada se colara entre sus labios—. ¿Podrías no pensar en eso un momento? 

—Perdón, es que en serio es enorme —fingió una seriedad mortal y JiMin volvió a reírse, negando con la cabeza—. Ya sabes que me gustan los tipos grandes. 

—Lo sé. ¿Qué diría Freud de esto? —miró al cielo un momento. 

—Diría algo como que quiero matar a mi padre o una cosa así —JiMin se rió una vez más—. En fin, si las cosas salen bien con él, te lo presento. 

—Obviamente —sacudió sus manos—. ¿Dónde lo conociste?

TaeHyung apretó sus labios, dudando un segundo.

—Me vas a matar. 

—¿En Wild Moon? —supuso. TaeHyung asintió y JiMin sólo atinó a tomar un poco de aire antes de continuar—. Bueno, no te juzgo, sé que las primeras tres veces que conseguiste a alguien ahí no funcionó muy bien, pero… 

—Me estás juzgando —hizo un puchero y JiMin trató de defenderse, pero en parte era cierto—. Yo sé que no puedo esperar encontrar el amor de vida en una discoteca, pero tampoco tengo muchas opciones para conocer gente además de ahí. ¿Quieres que me enamore de alguien del trabajo? Todos son omegas y viejos con alzheimer. 

—No te burles de los pobres viejos con alzheimer, Tae —palmeó sus manos—. En serio, no te juzgo, sólo me preocupa que sea como las otras veces… 

—No JiMin, esta vez siento que es diferente, tengo un buen presentimiento. 

—Bueno —suspiró—, sea como sea, yo espero que salga todo bien, sabes que te apoyo en lo que sea y que nada me hace más feliz a mi que verte feliz a ti.

JiMin tomó la cara de su amigo y apretó sus cachetes. 

TaeHyung se dejó hacer, contento con el buen trato. 

—Gracias, Mimi —le lanzó un beso.

—No hay de qué, tonto —soltó su cara y volvió a tomar su tostada—. Cambiando de tema, me gustaría saber si estás disponible para ir a comprar las cosas del cumpleaños de JungKook estos días.

—Claro que sí —asintió y miró un momento hacia arriba, revisando su agenda mental—. Bueno, vamos a estar un poco apretados con el horario, pero sí, claro. ¿Qué planeas hacerle? ¿No era el jueves?

—Sí, pero es día de semana y todos tenemos que trabajar, así que pasaré la fiesta para el sábado en el parque HanDong. El jueves puedes venir a picar su pastel —el beta asintió con una sonrisa—. La temática será BT21, pensaba hacerla del señor fantástico, pero ya lo hice el año pasado y no quiero ser repetitivo.

—Claro, ¿pero él ahora no está obsesionado con las historias medievales? Calabozos y dragones, cosas como esas.

JiMin zumbó, pensando en ello. 

—¿Crees que le guste?

—Seguro que sí, podrías rentar un castillo inflable y pagarle a alguien para que se disfrace de dragón. Estoy seguro de que a los niños les encantará perseguirlo por el parque —JiMin pudo visualizarlo bastante bien, seguramente JungKook lo amaría—. Y si quieres ahorrar, podrías decirle a YoonGi que se ponga la botarga —se rió. 

—No seas tonto —empujó sus manos, riéndose con él—. No puedo aprovecharme así de Yoon… 

—Papi. 

JiMin miró hacia abajo y se encontró con un somnoliento JungKook.

—Tengo hambre. 

—¿Es en serio? —dejó caer sus manos sobre la mesa y escuchó a TaeHyung reírse—. Kookie, hace menos de una hora te dolía el estómago. 

El niño se quejó.

—Pero ahora tengo hambre…

—Bueno, pero tampoco tenemos muchas cosas para hacer un almuerzo, tengo que ir a la tienda primero. 

El niño lloriqueó, recargándose sobre las piernas de su papá.

—Papi… 

—Ya, ya… —se lamentó.

—Podríamos pedir algo, ¿pizza? —propuso TaeHyung. 

En otras circunstancias, JiMin se habría negado, pero no tenía muchas opciones y tampoco tenía ganas de ir a la tienda y caminar con un montón de bolsas mientras JungKook lloriqueaba de hambre, tampoco quería que TaeHyung tuviera que lidiar con el malhumor del niño recién presentado, nadie sabía cómo podría resultar eso. 

Con un suspiro, miró al par que esperaba una respuesta y asintió.

—Bien, pizza. 

Los dos celebraron como un par de niños y JiMin se levantó para buscar su celular, pero se detuvo cuando encontró un par de mensajes de YoonGi. 

[💬]

«Min YoonGi (Vecino)»

Min YoonGi (Vecino):
Hola, lindo
Los fines de semana suelo ir al gimnasio, así que no voy a estar hoy durante la tarde
Pero sé que JungKook quiere que veamos esa película juntos, así que avísame si quieres que vaya a la noche para verla los tres

[💬]

—Kookie —llamó al niño, quien levantó la mirada en su dirección—. ¿Quieres ver la película de BT21 hoy con YoonGi?

—¡Sí! El señor YoonGi lo prometió. 

—Bien. 

—Bueno, supongo que a cierta hora me van a echar de la casa —supuso TaeHyung con aires de ofendido y JungKook lo miró con sus cejas fruncidas. 

—Tío Tete, te puedes quedar a verla.

—Oh no, Kookie. Es una cita de ustedes tres, sólo estaba molestando —despeinó su cabello, viendo al niño hacer un puchero—. Nosotros tres haremos otra cosa, no puedo dejar que YoonGi me robe a mi sobrino favorito —se levantó y lo cargó en brazos una vez más—. ¿A dónde quieres ir? 

—Al parque de BT21 —sonrió en grande. 

TaeHyung tragó y miró a JiMin, quien se rió bajito y volvió a mirar su celular para contestar el mensaje de YoonGi. 

[💬]

«Min YoonGi (Vecino)»

Min YoonGi (Vecino):
Hola, lindo
Los fines de semana suelo ir al gimnasio, así que no voy a estar hoy durante la tarde
Pero sé que JungKook quiere que veamos esa película juntos, así que avísame si quieres que vaya a la noche para verla los tres

Yo:
Claro que siii
Él ya está emocionado
Ven a la hora que quieras
Pero que sea antes de las nueves porque esa es su hora de dormir

Min YoonGi (Vecino):
Perfecto
De casualidad nosotros también tenemos horario para dormir??

Yo:
Mmm
Creo que no
Acaso quieres quedarte despierto hasta tarde?

Min YoonGi (Vecino):
Tal vez…

Yo:
Mmmm bueno
Diviértete en el gimnasio!
🥰

Min YoonGi (Vecino):
😿

[💬]

JiMin cerró la aplicación con una sonrisa divertida en la cara, luego se dispuso a hacer el pedido de la pizza. 

Cuando la noche llegó y TaeHyung se despidió del par, JiMin se sentó a jugar con JungKook en la sala mientras esperaban a que YoonGi llegara. Así era como pasaba sus fines de semana, sólo brincando de un lado a otro con su hijo mientras este le explicaba las reglas de su juego y de su mundo imaginario. Claro que había días que JiMin simplemente no podía seguirle el ritmo, pero ahora que notó la manera en la que su hijo estaba creciendo tan rápido, pensó en que debería aprovechar más este tipo de escenarios. 

Así mismo, ver a JungKook jugar y ser parte de la historia se le hacía interesante como estudiante, después de todo mucho del material aprendido en clases sobre el juego infantil podía ser observado en un ambiente como este, y JiMin no sería el primer ni el último psicólogo en experimentar y observar a sus propios hijos. 

—Entonces estamos bailando, así —guiaba JungKook, tomando las manos de su papá para hacerlo girar. JiMin seguía el ritmo imaginario, bailando con su hijo alrededor de la sala—. Baila papi, así —comenzó a dar brincos. 

JiMin se rió, siguiendo a su hijo en cada paso de baile. JungKook tarareaba una canción que seguramente había escuchado en alguno de sus programas favoritos, dando pasos largos y cortos para tratar de armar una coreografía que lo satisficiera. Ambos debían tener cuidado de no pisar los juguetes regados alrededor, pero eso parecía agregarle un nuevo nivel de dificultad al baile que divertía a JungKook mucho más. 

—¿Y dónde estamos bailando? —preguntó JiMin, sabía que JungKook era el dueño de ese mundo y él sólo era un invitado.

—En la discoteca. 

JiMin parpadeó, poniéndose un poco más rígido que antes. 

¿Acaso JungKook había escuchado su conversación con TaeHyung? 

—¿Sí? ¿Por qué? 

El niño levantó su cabeza, mirándolo con obviedad.

—Porque ahí bailan las personas —explicó— . El otro día, en el capítulo del señor fantástico, la señorita Pows fue a una discoteca a bailar y se encontró al señor fantástico investigando un caso, como un detective.

—Oh —sintió que volvía a respirar—. Bien —continuó bailando. 

—Sí, ¿también van los novios ahí, verdad papi?

—Sí, bebé. A veces. 

—Papi y yo somos novios —sonrió, continuando con su narrativa y con los nuevos roles dentro del juego. JiMin ladeó su cabeza—. Estamos bailando en la discoteca y nos enamoramos. 

—¿En serio? —lo miró con ternura, girando con él—. Está bien.

—¡Sí! —saltó—. Entonces bailamos, y bailamos, y bailamos y… ¡boom! —se detuvo, llamando la atención de JiMin—. Ahora tienes un bebé aquí —señaló su barriga.

JiMin miró hacia abajo, enarcando una ceja. Claro que todo estaba dentro del juego, pero imaginarse en ello le hizo sentir un escalofrío. 

—No sé si quiero tener un bebé, amor… —se dio el lujo de romper con la burbuja.

—¿No? Pero ya lo tienes —parecía desconcertado—. Los bebés no se pueden regresar, papi.

JiMin se quedó callado y se tomó un segundo para pensar en si ese era el momento adecuado para hablarle a JungKook sobre lo que era la maternidad y paternidad deseadas  o si debería seguir el rollo del juego.

De todos modos, ¿por qué JungKook tenía que tocar justo ese tema?

De repente, se oyó el sonido de alguien tocando la puerta y JungKook salió del modo de juego para chillar contento y correr a abrir. 

—¡Señor YoonGi! —saltó y movió la manija de la puerta.

JiMin tragó y miró su vientre un momento. 

No, definitivamente no. 

—¡Hola, chiquitín! —saludó YoonGi con entusiasmo, recibiendo el abrazo que le dedicó JungKook. 

JiMin miró hacia la puerta, sonriéndole con cariño al recién llegado. 

YoonGi llegaba con una bolsa de compras en su mano, recién duchado y bastante dispuesto a ver una película infantil. Despeinó el cabello de JungKook y cerró la puerta antes de que el niño tomara su mano y lo jalara dentro de la casa como si hubiera un límite de tiempo para ver la dichosa película.

JiMin le sonrió cuando YoonGi lo miró y se dio cuenta de que su estómago se revolvió de pura emoción en el segundo en el que el alfa arrugó su nariz. Lo saludó con un abrazo que duró menos de un segundo porque JungKook no dejaba de decir que debían apresurarse para organizar la noche de películas.

YoonGi había traído gaseosas, palomitas para hacer en el microondas y un par de dulces para acompañar. Los tres prepararon la sala, movieron cojines y sábanas bajo la guía de JungKook hasta que él consideró que todo se veía perfecto. Sirvieron los dulces, sacaron las palomitas del microondas y JiMin abrió Netflix. 

JungKook yacía sentado en medio de los dos adultos, sosteniendo el bowl de palomitas entre sus piernas mientras YoonGi extendía su brazo sobre el sofá para rodear los hombros de JiMin. 

La película comenzó, uno de los muñequitos apareció en primer plano, luciendo considerablemente triste mientras vagaba por un enorme castillo sin un rumbo aparente. A YoonGi le dio gracia la forma de su cabeza y JungKook dijo que el muñequito en cuestión tenía la forma de un corazón porque tenía mucho amor para dar.

De repente, el gracioso muñequito miró el cielo y comenzó a cantar. 

—¿Es un musical? —preguntó YoonGi en un tono de lamento.

—¡Sí! —celebró JungKook, moviendo sus pies.

—Kookie se sabe todas las canciones —JiMin miró a YoonGi.

El alfa tomó un poco de aire, asintiendo y haciéndose el fuerte frente a esa nueva información. 

—Bien… 

JungKook no demoró en seguir las líneas de la canción como todo un profesional, haciendo ademanes con sus manos mientras seguía los pasos del muñequito que respondía al nombre de Tata y que cantaba sobre la tristeza de sentirse solo en su planeta.

Frente a cada nota alta, YoonGi cerraba un ojo y JiMin no estaba seguro si era más entretenida la película o las expresiones de sufrimiento del alfa. 

—Tenías una banda, ¿no te deberían gustar los musicales? —le preguntó.

—Estoy bastante seguro de que una cosa no tiene nada que ver con la otra —le contestó con sufrimiento.

—¡Shh! ¡Esta es la mejor parte de la canción! —se quejó JungKook, dándole golpecitos en la pierna a YoonGi para que se callara.

—Lo siento, lo siento —YoonGi se tapó la boca con su mano, haciendo reír a JiMin. 

Cuando la película acabó, JungKook estaba completamente dormido. 

—Doce —fue lo primero que dijo YoonGi cuando JiMin regresó a la sala de estar y se lo encontró todavía sentado en el suelo frente al sofá—. Doce canciones tuvo la película —repitió—. ¿Por qué una película infantil tendría doce canciones? Frozen tiene ocho. 

—¿En serio las contaste? 

—Y JungKook se sabía cada una de ellas —jadeó—, a su edad yo no podía recordar más de dos oraciones de un libro —miró a JiMin, absolutamente consternado—, ¿cómo sabe doce canciones?

JiMin se rió, acercándose al alfa para sentarse a su lado. 

—Ama esa película, te habrás dado cuenta, así que si quieres quedarte por aquí vas a tener que verla un par de veces también. 

El alfa lloriqueó. 

—Creo que ya me estoy arrepintiendo…

—¿Por un musical? Qué alfa tan debilucho —molestó. 

YoonGi frunció sus cejas en su dirección y JiMin volvió a carcajearse por la expresión ofendida del otro, cubriendo su boca con su puño para no despertar a JungKook. YoonGi aprovechó la distracción y lo tomó de la cintura, atrayéndolo hacia él para pellizcar sus costillas, aumentando el volumen de sus carcajadas tanto que JiMin comenzó a darle golpecitos para que se detuviera. YoonGi se quejó en un punto, dejándolo en paz, pero fue entonces que JiMin se dio cuenta de que estaba sentado sobre sus piernas. 

—Oh, ¿cómo llegaste ahí? —preguntó Min con una sonrisa—. Atrevido. 

JiMin resopló y jaló un mechón de su cabello. Luego de verlo sisear, se inclinó para darle un beso en los labios. YoonGi sonrió contento, deslizando sus manos por la cintura de JiMin antes de apretarlo más contra su cuerpo, moviendo su boca lento y seguro sobre los húmedos y regordetes labios de JiMin.

Las manos del omega subieron hasta el rostro del alfa, acunando su cara mientras besaba con cuidado su boca, chupando y mordiendo superficialmente el labio inferior del otro. YoonGi no dejaba de ronronear, frotando sus manos sobre su espalda hasta llegar al inicio de su camisa de pijama, aquella manchada con pintura que había visto cuando lo ayudó a abrir su puerta. 

Cuando JiMin se alejó, YoonGi se inclinó hacia adelante para deslizar sus labios contra la piel de su cuello, repartiendo un par de besos lentos sobre la carne caliente de JiMin antes de apartarse con una sonrisa satisfecha. 

La respiración de JiMin era irregular para este punto, ojos profundos mirando a YoonGi desde arriba como un lobo hambriento, provocando un escalofrío de anticipación en la espalda del alfa. 

—¿Sería muy atrevido pedirte ir a mi cuarto? —JiMin ladeó su cabeza, acariciando los hombros de YoonGi con sus manos, bajando hasta su pecho y de regreso. 

El alfa ronroneó, apretando sus dedos en la cintura del omega antes de deslizarse hasta el inicio de su pantalón de pijama, una sonrisa ladina extendiéndose por su comisura derecha. 

—Podríamos ir al mío —propuso y JiMin se mordió el labio—. Así podríamos hacer un poco más de rui… 

De repente la puerta del cuarto de JungKook se abrió y ambos adultos se alejaron el uno del otro con un brinco.

—Papi… —JungKook rascaba su ojo derecho con su puño, cargando a Jojo a su lado—. ¿Puedo dormir contigo? —miró al par.

YoonGi fingía mirar una de las paredes de la casa como si fuera la cosa más interesante del mundo mientras JiMin recogía los cojines con nervios.

—¿Qué? —su padre lo miró preocupado, dejando los cojines sobre el sofá—. ¿Por qué, bebé? ¿Te asustaste con algo? —JungKook negó con la cabeza, haciendo un puchero—. ¿Entonces? 

—Quiero dormir con papi, no quiero estar solito… —caminó hacia él, abrazándolo y frotando su rostro en su estómago. 

JiMin miró a YoonGi con una sonrisa de culpa y el alfa negó con la cabeza, luciendo bastante consciente de que esto no era algo que ellos pudieran controlar. 

—Está bien, mi amor —acarició su cabello, mirando los ojos brillantes de JungKook cuando este levantó su mirada—. Esperame en el cuarto, ¿sí? 

El niño asintió y se alejó de JiMin para ir a abrazar a YoonGi.

—Hasta luego, señor YoonGi. Gracias por venir —le sonrió y YoonGi lo despeinó.

—No hay de qué chiquitín.

JungKook se fue corriendo al cuarto de JiMin mucho más contento que antes y ambos adultos, una vez quedaron solos de nuevo, se miraron avergonzados por lo que había acabado de suceder, JungKook casi los había pillado. 

—Esto no puede volver a pasar —le dijo a YoonGi en voz baja mientras el alfa se volvía a acercar a él para besar su boca con cuidado—. Habló en serio.

—Entendido, cielo —sonrió y tomó sus manos, dándole otro pico que JiMin aceptó sin rechistar—. Aunque estoy bastante seguro de que quien se sentó en mis piernas fuiste tú. 

—Hm —lo miró con ojos retadores, sonriendo y siguiéndole el juego—. ¿Ahora te vas a hacer el graciosito?

—Tal vez… —rozó su nariz con la propia.

—¡Papi! —llamó el niño.

Ambos adultos miraron hacia la puerta del cuarto y suspiraron cuando no vieron a nadie. 

—¡Ya voy! —le dijo de vuelta y miró una vez más a YoonGi—. Vete antes de que terminemos haciendo una tontería. 

YoonGi se rió y asintió, apartándose de JiMin para caminar de vuelta a la puerta, pero en el último segundo se giró y besó su boca, tomándolo por sorpresa. JiMin enrojeció y golpeó su pecho, arrancándole una risa traviesa.

—Hasta luego, lindo.

—Hasta luego, alfa —le sacó la lengua. 

YoonGi se mordió el labio y lo señaló.

—Eso es jugar sucio.

—Vete —le dio un par de empujones hacia la puerta.

—Ya voy, ya voy —se alejó con las manos arriba a modo de rendición y abrió la puerta de la casa. 

JiMin esperó a que se fuera, pero el alfa volvió a darse la vuelta y tomó su cara para besar sus labios una última vez. Este beso fue un poco más lento que el anterior, y JiMin se encontró a sí mismo riéndose con cariño cuando YoonGi plantó un par de besos más en su cara antes de salir y cerrar la puerta de su casa. 

Él estaba tan feliz. 


—Creo que esta es la primera vez que nos hablas de una experiencia que es verdaderamente sexual, te juro por la Diosa que pensé que eras asexual —dijo una sorprendida EunJin mientras barría el suelo. A su lado, HyunDae se reía mientras limpiaba una mesa. 

—Podrían simplemente decir que están felices por mi en vez de dejar más en claro que hace siglos que no me cogen —JiMin se quejó, continuando con su labor en otra de las mesas. 

El restaurante había cerrado hacía media hora. Los cocineros limpiaban la cocina mientras los camareros se encargaban de las mesas y el suelo del restaurante. Había sido una jornada común de un lunes a la noche, cargada de clientes y pedidos que debían ser servidos con rapidez. Las cosas marcharon como siempre y ahora que los camareros podían tomarse un descanso del ajetreado movimiento, no encontraron mejor cosa para hacer que chismear. 

Lo primero de lo que hablaron fue sobre la más reciente ruptura de EunJin, al parecer se había hartado finalmente se su ex (por la sagrada Diosa) y para hacerlo oficial se cortó el cabello un poco más arriba de sus hombros, se tiñó el pelo de negro y se cortó el flequillo. HyunDae, por otro lado, contó divertido que alguien con pareja comenzó a coquetearle por instagram, a lo que él comenzó a manipular a esta persona para que diera dinero a cambio de no decirle nada a su pareja. Sin embargo, terminó diciéndoselo y ganando cinco mil wons en total.

Finalmente, JiMin creyó conveniente contar su experiencia con YoonGi, mucho más resumida y sutil que como se la había contado a TaeHyung, lo que al parecer por sí sólo era toda una novedad.

—Bueno, corazón, somos tus amigos, lo que menos debemos hacer es reírnos un poco de las cosas que te pasan, tú también puedes hacerlo —HyunDae comentó, arreglándose el flequillo sobre su frente. Siempre lindo y despampanante—. Nos contenta que hayas sido manoseado como corresponde, estamos orgullosos de ti.  

—Ajá…

—¿Y qué más? ¿Hicieron algo el domingo? —preguntó EunJin.

—No, salí con TaeHyung a comer con JungKook, y en la tarde no pudimos vernos porque me dijo que iba a visitar a su hermana, así que… —continuó limpiando—. Hablando de TaeHyung, él me propuso salir a bailar el sábado, me dijo que los invitara.

A EunJin se le iluminó la cara.

—¡Claro que sí! ¿Estamos celebrando tu desvirgamiento?

—¡Ay, cállate! —enrojeció, tentado a lanzarle el trapo.

—Justo estaba pensando en salir estos días, por la Diosa —HyunDae colocó una mano en su pecho religiosamente—. ¿De casualidad TaeHyung sigue buscando su alfa soñado o ya puedo hacer mi movimiento con él? 

—Haz la fila, Dae —reprochó EunJin.

JiMin viró los ojos. Sabía que ellos sólo decían esas cosas porque él ya les había dejado en claro que no le gustaba la idea de que coquetearan con su mejor amigo. Nunca llegaron a nada realmente, ninguno de los dos. HyunDae no lo conocía más que por un par de salidas, fotos y anécdotas de JiMin, mientras que EunJin era un poco más cercana porque hubo un tiempo en el que JiMin la invitó a casi todas sus salidas juntos y los dos tuvieron que hacerse cercanos de una manera u otra.

—Está saliendo con alguien, de hecho. Así que yo que ustedes me voy quitando la ilusión de encima —continuó con el juego, pasando a la siguiente mesa.

—No —lloriqueó HyunDae—. Se me acaba de romper el corazón. 

—Bueno, ya va a caer —anunció EunJin con convicción. 

—JiMin. 

Los tres miraron a su jefe llamar al omega desde el otro lado del mostrador. EunJin y HyunDae continuaron con lo suyo como si nada y JiMin dejó el trapo a un lado, secándose las manos en su delantal antes de caminar hacia la oficina del hombre.

—¿Pasa algo, señor Kim? —preguntó con una curiosidad inocente, fingiendo que no le molestaba que el tipo usara la excusa de darle noticias con tal de tenerlo a solas en su oficina. 

—Oh, nada —cerró la puerta detrás de él—, simplemente quería darte las buenas noticias lo más pronto posible —caminó hacia su escritorio y se apoyó en el borde. 

JiMin se quedó en su lugar cerca de la puerta, sus manos detrás de la espalda.

—¿Las buenas noticias?

Kim asintió.

—Te quiero ofrecer el puesto de jefe de camareros. 

El omega no pudo evitar que su expresión relajada se desvaneciera y diera paso a la sorpresa. El silencio reinó un par de segundos y JiMin se preguntó si acaso había alguna cámara escondida en la oficina, pero eso sería muchísimo más aterrador. 

—¿De verdad? —parpadeó.

Su jefe le sonrió, contento.

—Claro que sí —asintió—. Eres uno de los mejores, a pesar del incidente del otro día sigues siendo uno de los trabajadores más dedicados, eficientes y comprometidos que hemos tenido el placer de que trabaje con nosotros. 

—Oh… —no estaba seguro de si sonreír o no—. Gracias, yo… 

—Felicidades, lo tienes muy merecido.

El hombre se levantó y dio un paso hacia él, tomando sus brazos para darle una pequeña sacudida como si estuviera orgulloso de él. JiMin frunció sus labios y se cruzó de brazos luego de eso, inseguro de qué se suponía que debía decir ahora.

Debería estar contento, lo sabía, pero la sonrisa simplemente no salía.

—Bueno… no lo sé, uh… ¿qué pasará con JongSu? —aquel era el anterior jefe de camareros. Siempre ocupado, siempre corriendo de un lado a otro, siempre dando órdenes, siempre hablando con el jefe. 

—Él actualmente se encuentra muy ocupado con sus estudios y no puede seguir el ritmo del restaurante, hemos decidido prescindir de él por el bien del equipo — oh, lo habían despedido —. Y tú fuiste seleccionado como su sucesor, has hecho un gran trabajo hasta ahora.

—Hm… —JiMin miró hacia una de las paredes, viendo una foto de un paisaje urbano que solo estaba ahí como decoración antes de mirar nuevamente a su jefe—. Creo que… uh… tengo que pensarlo.

Por la expresión que hizo el hombre, JiMin supuso que él no había querido escuchar eso. 

—¿A qué te refieres? —su sonrisa vaciló—. Es una increíble oportunidad, JiMin. 

—Lo sé, pero… 

—Tu pago sería el doble. 

—También la horas de trabajo —argumentó y su jefe se quedó mudo un segundo—. Yo no tengo más tiempo que el que le dedico ya al restaurante, debe recordar que tengo un hijo y todavía tengo materias que dar en la universidad cuando acabe el verano. No creo que pueda cumplir con el horario requerido —antes de que su jefe pudiera refutar, él continuó—. Además, uso el transporte público, regresar a casa es difícil ahora mismo y los jefes de camareros son los últimos en irse, no podría irme más tarde de lo que me voy. No puedo.

Su jefe boqueó un momento. 

—JiMin —se rió incrédulo—. ¿Estás hablando en serio?

—Lo siento —murmuró.

—Si el problema son los horarios yo podría llevarte y traerte si lo necesitas —dio un paso hacia él. 

No. 

—De verdad, señor Kim, no creo que sea necesario —mostró sus palmas—. Me siento muy honrado y muy agradecido de que me haya tomado en cuenta para este puesto, pero voy a tener que declinar su oferta porque no puedo acomodar mis horarios más de lo que ya lo he hecho. 

—No lo entiendo, sé que te hace falta el dinero y traté de ayudarte —se acercó otro paso y JiMin tuvo que retroceder.

—De verdad que se lo agradezco —se forzó a sonreír, no queriendo que el hombre se enojara o creyera que lo estaba despreciando de alguna manera. El rechazo no solía caerle bien a los alfas y JiMin era demasiado consciente de ello, así que no pudo evitar que su estómago se revolviera por la ansiedad que le producía esta situación—. Simplemente sé que no voy a poder cumplir con mis obligaciones como es debido, p-pero EunJin es bastante responsable, siempre llega temprano, más que yo incluso, siempre está atenta de nuestros clientes más quisquillosos, si necesita a alguien para el puesto creo que ella es una excelente… 

De repente, el alfa lo tomó del brazo cuando él hizo amago de alejarse un paso más. 

—Te quiero a ti, JiMin. 

El omega enmudeció, mirando los ojos de su jefe fijos en los suyos, tan mortalmente serio en sus palabras que JiMin no estaba seguro de que él se estuviera refiriendo necesariamente al puesto libre. 

Con su corazón latiendo desbocado, JiMin abrió la boca—. Suélteme, por favor.

Tan rápido como sucedió, Kim lo soltó. 

—Disculpa —dijo, carraspeando y dando un paso hacia atrás—. Lo siento si te incomodé —ahora parecía bastante consciente de que lo que sucedió no era algo normal. 

JiMin se tragó el pánico y negó con la cabeza.

—No pasa nada…

—No JiMin, de verdad lo siento —pero el omega no quería seguir escuchando—. Creo que me dejé llevar un poco, no quiero que pienses que soy un insensato, es solo que creí que ibas a estar contento con el puesto.

—Sí, no se preocupe. Lo siento por rechazarlo, es solo que no me conviene —le dedicó una sonrisa torcida y dio un par de pasos hacia atrás, tomando la perilla de la puerta con torpeza por el temblar de sus manos—. ¿Ya me puedo retirar?

El hombre lo miró un momento, casi como si estuviera preguntándose qué hacer. JiMin tragó una vez más, rezando para que la conversación acabara ahí.

—Sí… —murmuró—. Puedes retirarte. 

JiMin le dedicó una leve inclinación como despedida, esperando arreglar un poco del orgullo del alfa con eso, y se marchó lo más rápido que pudo. 

Cuando salió de la oficina, caminó hacia el baño y se encerró en el primer cubículo que encontró, dejando que su respiración irregular hiciera eco en las paredes del vacío espacio. 

Lágrimas se acumularon en sus ojos, su corazón desbocado latiendo contra su pecho por el susto que había soportado. JiMin se recordó a sí mismo que el tipo no habría podido hacerle nada, había muchas personas todavía en el restaurante como para que alguna acción quedara impune, pero él ya se había imaginado lo peor cuando Kim lo agarró del brazo y el terror todavía recorría su sistema. 

De repente, escuchó la puerta principal abrirse y secó sus lágrimas con el papel del cubículo, tratando de regular su respiración.

—¿JiMin? —la voz de EunJin rebotó en el espacio.

—¿Qué pasa? —preguntó luego de tragar.

—¿Estás bien? Tenías la cara pálida cuando saliste, ¿qué pasó?

JiMin tomó un poco de aire.

—Sí, sí, estoy bien —carraspeó para aclarar su voz—. Creo que se me bajó la presión o algo así. Estoy mareado —mintió.

—Mierda, espera aquí, te traeré algo dulce.

Él no tuvo tiempo de decirle nada cuando la omega ya había salido del baño, pero eso había sido lo mejor que se le había ocurrido. Decidió salir para enjuagar su cara con agua fría y se negó a pensar en lo sucedido un segundo más.

EunJin le ofreció una barra de chocolate que tenía en su bolso, JiMin la aceptó y la calmó cuando le explicó que había sido una tontería. El señor Kim no volvió a salir de su despacho después de eso y JiMin se apresuró en terminar sus labores para poder irse a casa de una buena vez. 

—¿Está todo bien, JiMinie? —la preguntó la señora Hwang mientras él salía de su casa con JungKook en brazos—. Te ves un poco angustiado…

—Ah, fue un largo día, no se preocupe —decidió decir sin notar el temblor de su voz—. ¿Cuánto le debo? —miró a la mujer luego de salir por la puerta.

—Oh no, déjalo así —negó con su cabeza y sus manos.  

—Pero señora Hwang…

—De verdad, JiMinie, no pasa nada —ella le sonrió, apretando uno de sus cachetes—. Ve a casa a dormir, te hace falta un buen sueño.

JiMin se sintió culpable, pero no logró convencer a la señora de pagarle lo que le debía, así que se metió en el ascensor para bajar a su piso y llevó a JungKook a la cama antes de que las ganas de llorar lo rompieran por completo.

Ni siquiera se dio cuenta del momento en el que comenzó a tocar el timbre de la casa de YoonGi con desespero, pero se quedó en el pasillo con las piernas temblando, ojos lagrimeando y sollozos siendo callados en su garganta.

YoonGi tardó unos horribles diez minutos en abrir la puerta, pero cuando lo hizo, JiMin se lanzó a sus brazos. 

—¿JiMin? —preguntó medio dormido, rodeándolo con sus brazos sin pensarlo demasiado—. ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

Entre los brazos de YoonGi, él sintió que podía ser honesto. 

—No… —él sollozó—. No lo e-estoy.

YoonGi frunció sus cejas con preocupación y lo arrulló, frotando sus manos contra su espalda a modo de consuelo.

—Está bien, esta bien —murmuró sobre su sien—. Aquí estoy, no te preocupes.

JiMin se aferró a YoonGi y comenzó a llorar, gimiendo en voz baja lamentos sobre lo asustado que estaba, sobre lo mucho que odiaba su trabajo, sobre el asco que le tenía a su jefe y cientos de cosas más que se había tragado con el tiempo. YoonGi lo escuchó atentamente, se meció con él para arrullarlo, le aseguró que estaba ahí para él y lo siguió hasta su cama para velar por sus sueños también.

Era un poco aterrador pensar en lo fácil que YoonGi calmaba su ansiedad, en lo fácil que fue para él calmar su desconsolado llanto. Darle tanto poder a alguien podría ser fatal, depender de otro para ser feliz era terrible, pero mientras JiMin se quedaba dormido entre los brazos de YoonGi, a la par que escuchaba al alfa decirle que podía contar con él para lo que sea, JiMin no tuvo miedo en absoluto.

En ese momento, cuando su corazón dejó de latir con miedo, JiMin se preguntó dónde había estado YoonGi toda su vida.

Chapter 14: CAPÍTULO TRECE

Summary:

Había algo dentro del pecho de YoonGi que lo impulsaba a seguir haciendo cosas por el omega, a ser partícipe de lo más que podía en lo que necesitara, interesado y enfocado en tratar bien a JiMin y a JungKook.

Más que “tratarlos bien”, era tratarlos con cuidado, poniendo especial atención en que estuvieran cómodos y contentos, lo cual enorgullece siempre a su lobo porque mostraba su valía como alfa, como si quisiera demostrarle al par que debían mirarlo a él y a nadie más.

Notes:

¡Hola! Actualicé este capítulo en wattpad y se me olvidó subirlo acá, disculpen jajsjasjajs pero bueno, mejor tarde que nunca. Espero que les guste el capítulo y disfruten un poco más de la bonita relación naciente de JiMin y YoonGi, ¡les mando un beso enorme! <3

Chapter Text

No hubo necesidad de decir mucho cuando fueron a la cama de JiMin.

Estas no eran el tipo de cosas de las que cualquiera le gustaría hablar, no era un anécdota molesta que se contaban en las tardes de charlas con tus amigos, así que JiMin no entró en demasiados detalles no sólo por eso, sino también porque no creía que YoonGi pudiera entender del todo el miedo que sintió en ese momento. Sin embargo, el alfa lo tomó en serio, se preocupó por él, lo consoló y fue tan comprensivo que JiMin pudo sentirse un poco menos terrible.

En cualquier otro momento, JiMin habría encontrado ridículamente difícil dormirse por la sensación de pánico que recorría sus venas, pero entre los brazos de YoonGi se sintió tan seguro que sus párpados cayeron pesados sobre sus ojos, con su respiración antes errática acomodándose a la de YoonGi mientras su propio corazón desaceleraba sus latidos.

Esta vez no hubo pesadillas, simplemente hubo un sueño reparador hasta que el sol comenzó a colarse por la ventana y el aire caliente del verano comenzó a chocar contra sus rostros. Aunque el ventilador en el rincón de la habitación hacía un buen trabajo refrescando el lugar, JiMin igual se removió incómodo sobre la cama, pateando lejos las sábanas de sus pies.

De repente, JiMin despertó cuando sintió que el colchón se hundía a su lado.

—¿JungKook? —frunció sus cejas, viendo a su hijo sentándose frente a él en la cama.

—¿Otra vez estás durmiendo con el señor YoonGi?

JiMin parpadeó mientras trataba de acostumbrarse a la luz de la mañana y se sentó en la cama, rascando sus ojos. YoonGi yacía a su lado, recostado boca arriba con una mano sobre su propio estómago. Hoy no habían erecciones matutinas, sólo un par de ronquidos que demostraban lo absorto que estaba en el mundo de los sueños.

—Sí, creo que sí… —murmuró—. ¿Qué hora es? —preguntó, hurgando bajo su almohada para encontrar su celular—. ¿Las ocho? ¿Qué haces despierto tan temprano, amor?

JungKook se encogió de hombros, gateando hasta estar lo suficientemente cerca de JiMin para sentarse sobre su regazo. El omega suspiró, sentándose para besar la cabeza de su hijo y frotar su espalda. JungKook sonrió por los mimos y se acurrucó contra su pecho.

—¿Qué pasa? —preguntó JiMin, consciente de que había algo diferente en el aura de su pequeño.

—No sé…

—¿Y Jojo?

—Durmiendo —bostezó y restregó su nariz contra el cuello de JiMin.

—Ya veo —besó su mejilla, manteniendo su voz baja en un intento de no despertar a YoonGi—. ¿Tienes hambre? Espero que no hayas destruido la cocina otra vez.

JungKook negó con la cabeza, sus ojos cerrados pacíficamente.

—No papi —murmuró—. Sólo vine.

—Entiendo —asintió—. ¿Querías dormir conmigo otra vez?

—No sé —se encogió de hombros.

Era claro que el niño tenía sueño. Usualmente era más parlanchín, pero JiMin supuso que se había despertado con la necesidad de un par de mimos. Seguro que no esperó encontrarse con que su lugar en la cama estaba ocupado y JiMin se preguntó si a JungKook le podría llegar a molestar la presencia de YoonGi en cierta medida, lo cual podría ser un problema si se le salía de las manos.

Con el pasar de los minutos, JiMin se encontró a sí mismo tarareando una canción de cuna, acariciando con suavidad la espalda de JungKook y arrullándolo con su suave aroma a rosas. JungKook sólo sonreía, respirando con calma la esencia de su papá mientras volvía a quedarse dormido lentamente.

Sin embargo, JiMin captó algo que picó en su nariz.

Fue sutil, muy diluido, era un aroma nuevo, nada de la madera de YoonGi ni las rosas de su omega.

Aspiró, confundido, tratando de encontrar el origen.

Comenzó a olfatear, siguiendo el hilo de esta nueva esencia con su nariz, hasta que acabó metiéndose en el cuello de su hijo.

Uvas.

JungKook olía a uvas.

Era muy difícil de encontrar, muy sutil en el aire, muy delicado y pequeño.

Sin embargo, JiMin lo notó.

Él realmente lo notó.

—Kookie… —llamó con un hilo de voz. El niño zumbó, parpadeando en su dirección—. Bebé, hueles a… a uvas… —murmuró.

—¿Qué?

—Hueles a uvas —repitió, sin creérselo.

—¿A uvas? —ladeó su cabeza.

JungKook era la segunda persona que JiMin conocía que olía a uvas.

La primera era HyunSoo.

Esta tenía que ser una jugarreta de la luna, una lección quizá, y JiMin recordó los cientos de veces que su pecho tembló con terror por la idea de que su hijo heredara el aroma de su ex, pero ahora mismo, mientras JungKook lo miraba sin entender del todo las implicaciones de lo que su padre acababa de decir, JiMin sintió que sus lágrimas eran de todo menos de tristeza.

—¡Kookie! —tomó su rostro—. ¡Tu aroma! ¡Hueles a uvas!

El niño frunció sus cejas en confusión, mirando consternado cómo su papá comenzaba a llorar antes de apretarlo en un fuerte abrazo.

¿Qué más daba que oliera a HyunSoo? JungKook había desarrollado su aroma y eso era algo que debía celebrar.

—¿Papi? ¿Eso es algo malo? —preguntó preocupado.

—¡No! —negó, sollozando de pura felicidad, sujetándolo contra su cuerpo como si fuera a desaparecer en cualquier momento. En ese instante, JiMin se dio cuenta de lo esporádica que era la infancia de su hijo y su lobo lloriqueó por ese hecho—. Mi bebé, mi bebito, ya estás grande, por la sagrada Diosa, mi bebé —repetía, llenando de besos la cara del niño, quien ahora parecía menos preocupado, pero más y más confundido—. YoonGi, despierta, Yoon —tomó su brazo y lo sacudió.

No sabía por qué, pero tenía que decirle, tenía que hacerle saber que su cachorro había desarrollado su primer aroma.

El alfa se despertó con un respingo, sentándose golpe y mirando en todas direcciones.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —los miró a los dos, preocupado—. ¿Están bien?

JiMin asintió, sonriendo de oreja a oreja, sus ojos aguados llenos de lágrimas.

—JungKook huele a uvas —dijo simplemente, riéndose una vez más, aún sin creérselo.

La expresión de YoonGi se transformó en pura sorpresa y miró a JungKook anonadado.

—¿De verdad? —intercaló su mirada entre los dos, jadeando una risa contenta—. ¡Felicidades, chiquitín! ¡Qué fabuloso aroma!

Finalmente, JungKook entendió que esto era algo bueno a pesar de que su papá tuviera las mejillas llenas de lágrimas, así que se dio el lujo de mirarlos a los dos con emoción.

—¡Huelo a uvas! —celebró, brincando y alzando sus brazos.

—¡Hueles a uvas! —JiMin lo sacudió, arrancándole una carcajada.

—¡Hueles a uvas! —YoonGi los abrazó a los dos, provocando que JungKook chillara contento y JiMin aumentara el sonido de sus carcajadas.

Los tres cayeron sobre la cama entre risas, celebrando este enorme nuevo evento.

—¿Qué quieres desayunar? —le preguntó a su hijo cuando este se sentó sobre su estómago—. Te haré lo que quieras, ¿panqueques con chocolate?

—¡Sí, sí! —volvió a brincar y JiMin hizo una mueca por el golpe en el estómago, pero terminó riéndose—. ¡Quiero cinco panqueques y mucho chocolate!

—Claro que sí, su majestad —YoonGi despeinó su cabello descuidadamente, provocando que el niño se riera y se lanzara sobre él—. ¡Ay, ay! —lo atrapó, girando sobre la cama—. ¡Me atacan!

—¡JungKook! —reprendió JiMin entre risas, escuchando los quejidos de YoonGi.

—¡Soy un rey dragón, whoarg! —pasó sus pequeñas manos por la cara de YoonGi mientras este trataba de evitar sus ataques.

Rápidamente, YoonGi se sentó y tomó a JungKook de la cintura, levantándolo por sobre su cabeza antes de lanzarlo de vuelta a la cama. JiMin jadeó por lo repentino de los movimientos, pero JungKook gritó contento, alzando sus brazos para que YoonGi lo hiciera otra vez.

—¿Otra vez? Ahí, va —lo sujetó de nuevo, haciendo sonidos de lo que JiMin supuso eran de cohetes, sacudiendo al niño como si estuviera tomando velocidad antes de alzarlo lo más alto que sus brazos alcanzaban—. ¡Oh, no! ¡No hay combustible! —lo lanzó a la cama.

Las carcajadas de JungKook se oían estridentes por toda la casa, pataleando contento entre cada salto al espacio mientras JiMin hacía el esfuerzo de no preocuparse demasiado por todos los brincos. Él nunca jugó tan bruscamente con su hijo, pero al parecer eso le divertía y YoonGi era lo suficientemente gentil como para no lastimarlo.

—¡Papi, sálvame! —JungKook extendió su mano hacía JiMin y fue cuando el omega se dio cuenta de que YoonGi estaba fingiendo que se comía a su hijo, haciéndole cosquillas en la barriga con su nariz.

—¡Ahí voy! —tomó una almohada y golpeó a YoonGi por la espalda.

El alfa se quejó como si el golpe hubiera sido mortal, lanzándose a la cama como peso muerto.

—¡Dale, papi, pégale! —JungKook se levantó, saltando en la cama mientras JiMin golpeaba a YoonGi sin fuerza, riéndose por la manera en la que el pelinegro se sacudía.

De repente, YoonGi hizo amago de atrapar a JiMin también, pero JungKook fue más rápido y jaló a su papá del brazo para que bajara de la cama. El par corrió hacia la sala entre risas, con JiMin cargando al niño en sus brazos, y YoonGi persiguiéndolos por la casa entre gruñidos juguetones. JungKook se reía con fuerza mientras hacía el intento de apuntar a YoonGi con la pistola imaginaria que hacía con sus manos y hacía sonidos de disparos.

—¡Ow! —YoonGi se agarró el pecho, siendo interceptado por una de las balas—. ¡Hombre herido! —gimió.

—¡Le di, papi! —celebró y JiMin se giró, riéndose por el drama de YoonGi.

El alfa se tambaleó hacia atrás, cayendo en el sofá con la lengua afuera.

—Bueno, ahora tenemos que esconder el cuerpo —JiMin bajó a su hijo al suelo.

—¡Sí! —corrió hacia YoonGi, saltando a su regazo. YoonGi se quejó y lo sujetó—. Señor YoonGi, ¿dónde podemos esconder su cuerpo?

—Creo que la mejor opción es bajo tierra, en el bosque, así nadie me encuentra.

—Bien —se bajó y tomó su pie—. Vamos —comenzó a jalarlo.

JiMin se carcajeó y YoonGi se hizo el muerto otra vez.

—Bueno, mientras estás en eso, yo comenzaré a hacer los panqueques.

—¿Necesitas ayuda? —YoonGi levantó la cabeza.

JiMin abrió la puerta del refrigerador y se inclinó para buscar un par de huevos. El alfa no se perdió de la manera en la que JiMin se agachó para buscar los ingredientes, moviendo sus piernas y caderas sutilmente, y tampoco se perdió de la sonrisa cómplice que le dedicó JiMin cuando volvió a erguirse.

—Claro —movió su hombro.

YoonGi tragó.

—Yo también te ayudo papi —JungKook corrió a la cocina y se abrazó a su pierna.
JiMin acarició su cabello con su mano libre y miró a YoonGi.

—¿Vienes?

El alfa asintió y se levantó rápidamente del sofá. Fue así que comenzaron a hacer el desayuno.

Luego de un par de minutos revolviendo los ingredientes y jugueteando en la cocina, YoonGi mencionó que debía estarse alistando para ir a trabajar, así que JiMin lo obligó a irse a su casa para tomarse una ducha, así que JungKook lideró el proceso de los panqueques como todo un profesional.

YoonGi volvió recién duchado a la casa media hora más tarde, justo antes de que JiMin sirviera los platos de desayuno. Los tres comieron contentos, hablando sobre trivialidades, siguiéndole el juego a JungKook muchas de las veces que él hablaba.

Y JiMin pensó en lo mucho que amaría tener mañanas así todos los días.

—Señor YoonGi, ¿va a venir a mi cumpleaños? Es el jueves —preguntó con curiosidad, masticando su tercer panqueque y con chocolate manchando sus mejillas.

—Claro que sí —dijo el alfa mientras JiMin levantaba una servilleta para limpiar la boca de su hijo—. Ya te compré tu regalo y todo.

Los ojos del niño se iluminaron y JiMin miró al pelinegro con sorpresa. Estaba seguro de que le había dicho a YoonGi una sola vez la fecha de cumpleaños de JungKook.

Casi se derrite sobre la silla.

—¿De verdad? ¿Qué es? ¿Qué es? —saltó en su silla.

El alfa hizo el gesto de guardar silencio.

—Sorpresa.

El niño se quejó, desparramándose sobre la mesa.

—¿Me puede dar una pista? —se levantó una vez más, apoyando sus codos sobre la mesa—. Una chiquita, así, chiquiiiita —juntó su índice con su pulgar, acercando su mano a la cara de YoonGi.

—JungKook —advirtió JiMin, haciendo que se sentara derecho de nuevo.

YoonGi lo pensó un momento mientras JungKook apretaba los puños con emoción.

—No te voy a dar pistas porque lo vas a adivinar —JungKook volvió a quejarse—. Te lo daré el jueves, ¿sí? Sé que te va a gustar mucho.

JungKook puchereó.

—Bueno… —murmuró—. ¿Puedo saber de qué color es?

—Hm… celeste —le sacó la lengua.

—Uh~ —se cubrió la boca—. Como la capa del señor Fantástico —se rió detrás de sus manos.

—Exactamente —guiñó.

JiMin le sonrió a YoonGi, enarcando una ceja con una pregunta tácita de si acaso él sí podría saber qué era el ansiado regalo, pero el pelinegro se encogió de hombros, sonriéndole de vuelta.

Bueno, sería una sorpresa para los dos.


TaeHyung bostezó como por doceava vez esa mañana, deslizando sus manos por el volante para girar en una curva mientras JiMin tecleaba en su celular. JungKook yacía totalmente dormido en el asiento de atrás, el celular de TaeHyung sin usar a su lado mientras roncaba.

—Estamos a dos cuadras, podrías detenerte aquí —le dijo JiMin, todavía concentrado en el celular.

TaeHyung tarareó y buscó un lugar para estacionarse.

—¿Quieres que te acompañe? —le preguntó una vez encontró un hueco y apagó el motor.

—No, está bien, quédate con Kookie —le dijo JiMin, colocándose su bolso a un lado mientras abría la puerta del auto—. No me tomará más de cinco minutos, ya regreso.

TaeHyung asintió al tiempo que JiMin cerraba la puerta y se subía a la vereda. El reloj del tablero brillaba en verde a las 10:10 de la mañana y ellos se encontraban a quince minutos de la casa del omega en una zona bastante concurrida para recoger los dos pasteles que JiMin compró para JungKook. Quizás era un poco demasiado temprano para ir por un pastel, pero era miércoles, un día antes del cumpleaños del niño y después de que JiMin se encargara de hacer las compras de las decoraciones por su barrio, TaeHyung era indispensable para el transporte de ambos postres.

JiMin debía ir a trabajar a las cinco y TaeHyung a las doce, así que este era un horario más que perfecto para hacer las compras de último minuto. Las decoraciones primordiales eran para la fiesta en el parque, la mañana del jueves ellos sólo se reunirían para cantar cumpleaños, cortar el pastel y darle un par de regalos al niño como habían hecho desde que se conocieron. TaeHyung se enteró esa mañana que YoonGi también estaría presente y no estaba seguro de cómo se sentía al respecto, su pequeño equipo estaba creciendo.

Otro de los escenarios sería que apareciera la madre de JiMin, lo cual hacía en algunos cumpleaños, sin aviso previo como siempre. Le compraría a JungKook un poco de ropa, lo cual nunca venía mal, y se encargaría de aturdir el ambiente con sus comentarios fuera de lugar. TaeHyung ya estaba acostumbrado de todos modos, pero no sabía qué haría YoonGi exactamente.

En el mejor de los casos, ella no aparecería en ninguna de las dos fiestas.

Cuando JiMin apareció en uno de los espejos, TaeHyung salió del auto y se apresuró a abrir la puerta de los asientos traseros.

—Dame una —tomó una de las bolsas, sujetando la caja y metiéndola con cuidado en el auto.

—Esa es la del jueves —tomó sus dos manos debajo de la segunda caja—. Esta es la del sábado y tiene dos pisos, así que te voy a pedir que conduzcas con mucho cuidado.

—Bien, bien. ¿La vas  a llevar contigo?

—Sí porque si se cae me mato —dijo con convicción.

Los dos se subieron una vez más y TaeHyung salió de su lugar con cuidado.

—Estaba pensando —comenzó, deteniéndose en una luz roja—. ¿Tu madre va a venir este año?

—Espero que no —suspiró, acomodándose un poco el cabello hacía atrás por el calor—. No me dijo nada, pero de todos modos le avisé que le haría algo a JungKook el sábado, quizás se aparezca por ahí y no vaya a mi casa, realmente no tengo ganas de aguantarla el jueves.

—Me imagino —volvió a arrancar—. Yo propongo que cerremos todo con llave.

JiMin viró los ojos con gracia y miró su celular.

—Quizás este año papá quiera venir.

La expresión juguetona de TaeHyung se suavizó y se dio cuenta de por qué verdaderamente JiMin seguía dejando que su madre se metiera de vez en cuando en su vida, por qué le seguía avisando de los cumpleaños de JungKook y por qué la mantenía al tanto de la vida de su nieto a pesar de JiMin odiara convivir con ella.

JiMin no solía hablar mucho de su familia, no había nada bueno que contar en realidad. Después de mucho trabajo, TaeHyung logró descubrir cada cosa pequeña que JiMin estuviera dispuesto a resguardar bajo su caparazón y una de las cosas por las que el omega más se lamentaba era la pérdida de la relación con su padre. Había pasado de ser el amoroso hombre que lo mimaba a un alfa estoico que ni siquiera lo miraba y TaeHyung siempre le pareció inverosímil que alguien pudiera repudiar tanto a su hijo por un sólo error, pero la realidad parecía superar la ficción en ocasiones.

—¿Compramos kimbap triangular? —preguntó luego de un momento.

—Yo quiero —balbuceó JungKook, parpadeando con sueño.

—Ah, ¿ahora sí estás despierto? —molestó TaeHyung—. Creo que tu barriga nunca duerme.

JungKook asintió, todavía medio dormido.

—¿Estás seguro? Ya van a ser las once —JiMin miró a su amigo—. Deberías estar de camino al trabajo.

—Tranquilo, los viejitos pueden esperar —hizo un ademán con su mano, pero JiMin lo miró con reproche—. Bueno, pedimos para llevar, pero no ensucien el auto porque aquí traigo a mis citas.

—¡Ew! —JungKook arrugó la nariz y JiMin le dio un golpe en el hombro.

—¿Qué? ¿Acaso odias el amor? —miró al niño por el retrovisor un segundo— ¿No te gustaría tener una cita, JungKookie?

—¿Qué le dices a mi hijo? —JiMin estuvo tentado a pegarle otra vez.

—¡No! —JungKook lo miró con asco—. Las citas son para los tontos.

—¿Me estás llamando tonto?

—Sí —se rió—. El tío Tete es un tonto por tener citas.

—Ajá, ¿y qué piensas de tu papá? ¿También es un tonto?

—Mi papi no tiene citas —dijo con seguridad—. Ya te lo dije, las citas son tontas y mi papi no es tonto.

TaeHyung se dio el lujo de reírse de esa afirmación.

—¿Y qué opinas del señor YoonGi? —continuó preguntando. JiMin le lanzó una mirada de muerte, pero TaeHyung lo ignoró por completo, así que le dio un golpecito con la palma de su mano y el beta se lo sacudió.

JungKook no parecía entender qué tenía que ver su vecino en la conversación, pero igualmente contestó.

—No sé si el señor YoonGi tiene citas, pero creo que no, así que él no es tonto tampoco. El único tonto eres tú, tío Tete, pero no pasa nada, yo te quiero igual.

TaeHyung volvió a carcajearse.

—Claro…

JiMin se quedó un momento en silencio y miró a TaeHyung de reojo, quien imitó el gesto con un aire de diversión en su mirada. ¿Quizás era hora de decirle a JungKook que YoonGi no sólo era el amigable vecino que los invitaba a comer y hacía “pijamadas” con su papá? Sin embargo, eso implicaba que los dos tuvieran un título por el cual llamar lo que estaban teniendo y, en ese momento, mientras sostenía el pastel de cumpleaños de su hijo sobre su regazo, JiMin se preguntó si acaso ellos estaban yendo hacia algún lado.

Claro que había cierta diversión en coquetear, besarse y acostarse juntos, pero ellos se hacían cada vez más cercanos e iban a llegar a un punto en el que las cosas se volverían extrañas de no darle un nombre. JiMin sabía que esta era una conversación que iban a tener en algún momento, pero le provocaba cierto vértigo imaginar el escenario, principalmente porque JungKook era un tema importante y YoonGi había dejado claro antes que no estaba interesado en tener hijos, ¿qué se supone que debía pensar JiMin de eso?

No es como que estuviera pidiéndole a este alfa que críe a su hijo con él, pero sería una estupidez fingir que, de ser pareja, YoonGi no estaba obligado a ser parte de la vida de JungKook.

Bueno, no podía huir de ello todavía la vida, debían hablar al respecto.

Casi una hora más tarde, mientras ellos regresaban con los estómagos llenos de kimbap y se acercaban al edificio en el que JiMin vivía, el omega podía jurar que su corazón comenzó a latir un poco más rápido. Él carraspeó y TaeHyung le preguntó si estaba todo bien, a lo que él respondió que sí, pero una repentina sensación de ansiedad comenzó a expandirse por su pecho y provocó que comenzara a incomodarse dentro del auto.

Por la propia experiencia, JiMin reconocía los síntomas como un naciente ataque de ansiedad, lo cual sería una mierda ahora mismo que tenía un pastel encima. La última vez que había tenido uno fue cuando esperaba para presentarse en un examen final para el cual no pudo estudiar por culpa del trabajo y porque JungKook estuvo enfermo, esa vez reprobó y lloró toda la noche, pero eso había sido hace casi un año.

—JiMin, ¿estás bien? —insistió TaeHyung, viendo al otro regular su respiración lo mejor que podía. Él también reconoció el malestar de su amigo y sabía que algo andaba mal—. ¿Necesitas que detenga el auto? —bajó la velocidad.

—No, sólo quiero llegar a casa —hizo un ademán con su mano—. No te detengas, así puedo recostarme —tomó una nueva bocanada de aire, cerrando los ojos un momento, y se recostó un poco más sobre el asiento.

JungKook se asomó entre los asientos, mirando a JiMin con preocupación, pero el omega simplemente acarició sus mejillas y le dijo que estaba bien. Él podía manejar esto, simplemente le molestaba que empezara de la nada, ¿quizás estaba somatizando de alguna manera el estrés de preparar la fiesta de cumpleaños de JungKook? No estaba seguro, lo que más lo había estresado fue el tener que ir a recoger ambos pasteles, pero ya los tenía, no debería sentirse así.

Cuando llegaron al edificio, TaeHyung sacó el control remoto de la entrada del estacionamiento y esperó a que se abriera para meter el auto. JiMin se frotó las sienes, sintiendo que las náuseas burbujeaban en su estómago y otra repentina sensación de vértigo lo hizo quejarse. Esto era más que un ataque de ansiedad, había algo que estaba angustiando a su lobo y él no estaba seguro de qué era.

JiMin abrió los ojos en el momento en el que TaeHyung avanzó hacia el estacionamiento y miró un momento hacia su costado, pero no se encontró con la conocida calle de su vecindario, sino con un auto estacionado al lado de la puerta principal y un hombre parado en la puerta, sosteniendo lo que parecía ser una bolsa de regalo.

Fueron dos segundos, el tipo le daba la espalda, posicionado de manera que parecía estar mirando su celular, pero JiMin sintió que su cuerpo entero se erizaba de puro terror, como si hubiera visto un fantasma, un ente maligno acechando.

Cuando TaeHyung detuvo el auto, JiMin comenzó a llorar.

El beta maldijo y salió del auto a toda velocidad, abriendo la puerta de copiloto y quitándole el pastel a JiMin para colocarlo en el suelo a su lado. Rápidamente tomó sus manos con cuidado, tratando de que la atención del omega fuera a parar directamente a sus ojos y no a los pensamientos distorsionados que lo estaban haciendo llorar.

—Respira, sólo respira conmigo. 

JiMin estaba tratando de detener el llanto, pero no podía, simplemente jadeaba y sollozaba asustado, haciendo un enorme esfuerzo porque el aliento se mantuviera en sus pulmones.

Su pecho dolía, quemaba, su lobo estaba hecho un ovillo en el suelo, lloriqueando, y JiMin simplemente lo sabía.

Él sabía quién era el tipo parado en la puerta.

—¿Papi? —JungKook también hizo amago de bajarse del auto, pero estaba puesto el seguro para niños—. ¿Papi? ¿Estás bien?

JiMin asintió a duras penas, jadeando mientras sostenía con fuerza las manos de TaeHyung. Él miró hacia la salida del estacionamiento, pero ellos estaban detrás del edificio, así que simplemente no podían ver hacia la calle y nadie de la calle podía verlos a ellos tampoco. JiMin encontró consuelo en ello, se refugió ahí, se repitió que estaba a salvo.

Quizás estaba exagerando, quizás la ansiedad fue casualidad. Debía ser el estrés de la fiesta, del trabajo, quién sabe, su mente sólo le estaba jugando una mala pasada.

De repente, su celular comenzó a vibrar.

JiMin soltó las manos de TaeHyung para buscarlo y su aliento se cortó cuando se dio cuenta de que no tenía el número registrado.

«Es él, es él, es él», repetía su cabeza.

Bloqueó su celular y lo dejó a un lado.

—Oye, concéntrate en respirar —continuó TaeHyung, volviendo a tomar sus manos. Lo miraba seriamente, buscando en sus ojos alguna señal para entender qué sucedía—. Ya pasó, ya está. Uno, dos, respira. Uno, dos.

JiMin asintió, siguiendo las instrucciones. Su celular volvió a vibrar y TaeHyung hizo amago de tomarlo, pero JiMin lo apartó.

—No contestes.

TaeHyung no necesitó que su amigo le repitiera la orden, simplemente entendió que era algo serio porque JiMin lucía aterrado.

El número desconocido dejó de insistir después de una tercera vez y la respiración de JiMin finalmente se reguló. Comenzó a sentirse más tranquilo, menos tenso, y su lobo pareció relajarse.

En general, la escena no duró mucho. No más de quince minutos, aunque para JiMin se sintieron como una eternidad. TaeHyung terminó infinitamente preocupado y ayudó a su amigo a llevar las cosas dentro de la casa con cuidado. JiMin le pidió que se quedaran en el estacionamiento un poco más y así lo hicieron, cuando fueron a la entrada del edificio, no había nadie en la puerta que los separaba de la calle y JiMin pudo suspirar con un alivio sincero.

—¿Estás seguro de que vas a estar bien? —le preguntó TaeHyung luego de ayudarlo a guardar el par de pasteles. Ahora estaba parado en la puerta de JiMin, bastante serio en ese momento.

—Creo que sí —admitió dudoso—. Sólo fue un susto.

—¿Susto? —frunció sus cejas.

JiMin apretó los labios y miró hacia el interior de la casa. JungKook se encontraba sentado en el sillón, hablando con Jojo sobre quien sabe qué. Él no quería que escuchara esto ni por asomo. El hecho de decirlo en voz alta le revolvía el estómago, pero se protegió con la idea de que probablemente estaba imaginando cosas. Aun así, tomó la puerta y la cerró un poco más, cerrando la brecha de la posibilidad de que JungKook lo escuchara.

—Sonará estúpido —fue como comenzó y TaeHyung retuvo el impulso de virar los ojos, JiMin siempre hacía eso, como si sus problemas no fueran realmente importantes—, pero creo que vi a… —tragó—. Ya sabes… en la puerta.

TaeHyung pareció confundido un momento, solo un segundo, hasta que su cara se iluminó en reconocimiento.

—¿En serio?

—Seguro son cosas mías —se adelantó—. Pero creo que pasó, tenía una bolsa de regalo, uh, ¿crees que sepa que es cumpleaños de JungKook? ¿Por qué querría aparecer justo ahora? ¿Qué quiere?

—A ver, puede ser que te hayas confundido. No tiene sentido que esté por aquí, si él se fue por la razón que los dos sabemos, no tendría por qué regresar.

Podría haber una razón.

Pero a JiMin le daban náuseas sólo pensarlo.

—¿Y si fue él quien me llamó?

—¿Cómo tendría tu número? Lo cambiaste como tres veces desde entonces. Estaría poniendo demasiado esfuerzo en ello y no suena como algo que haría…

JiMin lo pensó un momento. Eso tenía sentido, quizás esa parte había sido una coincidencia, quizás todo había sido una coincidencia. Tal vez alguien del edificio cumplía años, un nieto de alguno de los viejos del lugar debía estar de visita, quizás justo en ese momento a él lo llamaron para proponerle cambiar de plan o algo de lo que siempre hacían las compañías de telefonía que competían entre sí.

—Sí —suspiró—, puede ser…

Sin embargo, todavía había una posibilidad de que estuviera equivocado.

—Oye —JiMin lo miró—. Aun si fuera él o no, hay que trabajar en esa reacción, no podemos dejar que te afecte de esta manera. Entiendo lo terrible que fue todo, créeme, pero no te puedes desmoronar si llegara a aparecer un día de estos.

—Lo sé —lo miró con dolor—. Pensé que no me afectaría.

—Está bien —tomó sus hombros—. Escucha, vamos a tener que hablar de esto, pero no ahora porque tengo que trabajar. Por favor, no te enfrasques en esto y deja que la tarde pase, sé que te puedes hacer un desastre en la cabeza porque le vas a dar vueltas como un loco, no lo hagas, reconócelo y detenlo, nada pasó.

JiMin asintió y decidió hacerle caso a su amigo. Él no podía dejarle llevar por el mar de posibilidades y sabía que eso sería contraproducente, debía pensar en el cumpleaños de su hijo y en que seguramente lo iban a pasar bien.

—Ahora me iré a trabajar, por favor, envíame un mensaje si necesitas algo, lo que sea.

—Claro que sí, Tae —le sonrió con cariño, arrugando la nariz cuando el beta tomó su cara y besó su frente—. ¡Ay!, no hagas eso —se rió, apartándolo con su mano.

—No seas así, YoonGi tendrá que compartir —insistió, besando su cara con diversión.

Cuando TaeHyung se fue, JiMin fue inmediatamente con JungKook y se sentó a su lado en el sofá. El niño lo miró con una sonrisa cariñosa y se acurrucó a su lado, su fiel compañero Jojo envuelto entre sus brazos mientras en la televisión se reproducía una repetición del más reciente capítulo del Señor Fantástico.

El cabello de JungKook olía a champú, el cual era acompañado por el suave aroma de las uvas. Su esencia todavía se estaba desarrollando, pronto las uvas no serían lo único que bailaría a su alrededor y bien podría haber otro aroma que opaque la suave tonada frutal, pero hasta entonces, JungKook seguiría endulzando el ambiente con el fresco aroma de las uvas recién cosechadas.

JiMin suspiró y se acurrucó contra su hijo.
Pronto empezaría septiembre, el verano estaba acabando y las responsabilidades llegarían.

El tiempo libre con JungKook se acortaba, debía disfrutarlo.

—Papi, ¿ya te sientes mejor?

—Sí, amor —apartó unos cuantos mechones de su rostro—. No tienes nada de qué preocuparte.

—¿Y qué pasó? —lo miró con sus enormes ojos de cachorro—. ¿Te asustaste por algo, papi?

JiMin trató de responder, pero se quedó un momento callado, pensando en la elección de palabras correcta.

—A veces, uno se puede sentir muy mal, aquí en el pecho —hizo un círculo en el pecho de JungKook, quien escuchaba atentamente la explicación—. Puede ser por muchas razones, por estrés, por tristeza, por enojo. Se siente como el miedo. ¿Sabes cómo se siente el miedo? ¿Cuando no te gustaba la oscuridad?

JungKook asintió, llevando su mano a su pecho mientras parecía recordar cómo se sentía.

—Bueno, esa sensación fea que te revuelve el estómago se llama ansiedad, pero a veces sentimos esa ansiedad cuando no hay nada malo pasando y nos hace sentir muy mal, entonces si no lo sabemos controlar puede volverse muy, muy abrumador.

—¿Por eso estabas llorando, papi?

JiMin lo miró con cariño, viendo la preocupación en los ojos de JungKook. Para un niño, ver a su padre llorando debía ser señal de algo realmente malo y debió haberse asustado también.

—Sí, pero ya se me pasó, ya estoy mejor.
JungKook asintió y se acurrucó mucho más contra JiMin, abrazándolo como si quisiera consolarlo.

—Pero ya está, no hablemos de eso —besó su cabello y lo colocó encima de su regazo, dejando que JungKook se sentara como quisiera con Jojo encima de sus propias piernas—. ¿Estás emocionado por tu cumpleaños? —arrugó su nariz juguetonamente.

La atención del niño cambió de inmediato y comenzó a mover los pies, contento.

—Sí, quiero comer pastel y dulces —le sonrió—, también quiero jugar y ver mis regalos. Jojo me dijo que estaba asustado porque no quería que lo cambiara por otro osito, pero le dije que eso no iba a pasar.

—Claro, no tiene nada de qué preocuparse —acarició la cabeza de viejo oso y lo colocó sobre el regazo de JungKook—. Él es el número uno.

Mirando los ojos negros inanimados del peluche, JiMin recordó cuando recibió a Jojo. Fue una tarde San Valentín en la secundaria. Todos sus compañeros chillaron emocionados cuando HyunSoo apareció con el peluche y una caja de chocolates, luciendo como el típico y romántico interés amoroso del suertudo protagonista. En ese momento, JiMin también fue cliché, y nombró al oso como “Teddy”, lo cual era ridículamente sonso, pero fue lo mejor que se le ocurrió.

Esa tarde JiMin fue a su casa dando brincos de emoción y colocó al oso en su cama como si esta fuera una especie de trono y se quedó ahí hasta que, un día, JiMin lo metió en el armario entre lágrimas de desconsuelo y un lobo herido que no paraba de gemir con dolor. Con el pasar de los meses, el oso simplemente acumuló polvo en un rincón del reducido espacio hasta que, una mañana en la que JiMin ya había decidido irse de su casa, sacó el peluche y lo tiró a un lado, rebuscando en el armario por más ropa. Antes de poder darse cuenta, un pequeño JungKook gateó hasta atrapar el peluche, abrazándolo con fuerza y riendo con tanta alegría que JiMin fue incapaz de quitárselo.

El oso había obtenido un nuevo sentido con los años, a pesar de los recuerdos, JungKook no tenía idea de lo que pudo haber significado Jojo para JiMin y eso estaba bien porque, dentro de su inocencia, Jojo había sido una de las mejores cosas que le había pasado. Entonces JiMin comparó al peluche con su ex pareja y se preguntó cómo sería para él si acaso HyunSoo se apareciera de verdad en su vida.

¿JungKook estaría emocionado de conocerlo?

¿Querría pasar tiempo con él?

¿Lo vería como un padre realmente?

JungKook no tenía idea de lo que había tenido que atravesar JiMin, no conocía a HyunSoo en absoluto, y aún si se lo contara, él no lo entendería lo suficiente como a JiMin le gustaría que lo hiciera. Tampoco podría hacer que JungKook odiara a HyunSoo como él lo hacía.

Cuando JungKook preguntó por qué HyunSoo se fue, por qué él no tenía un alfa en casa, JiMin le dijo que no lo sabía. Pudo haberle dicho que su ex era un idiota que no se hacía cargo de sus decisiones, que le dio miedo ser padre, que huyó como un cobarde, pero todo eso haría que JungKook llegara a la conclusión de que HyunSoo había abandonado a JiMin por su culpa y eso sería mucho peor, así que JiMin se calló y se escudó en un “no lo sé” que bien pudo haber dejado muy insatisfecho a JungKook, pero él no preguntó más.

Sin embargo, JungKook sabía que irse sin despedirse estaba mal, sabía que no pedir perdón era algo malo y sabía que su padre lo pasó muy mal cuando HyunSoo se fue, así que él no era necesariamente su persona favorita. Sin embargo, JiMin seguía dudando y siempre tuvo presente que un escenario como este podría llegar a pasar, que JungKook tendría mucha curiosidad y que él no podría hacer demasiado.

JiMin simplemente tendría que saber sobrellevarlo.


YoonGi se consideraba a sí mismo como un alfa ridículamente curioso.

Desde su infancia, YoonGi estuvo intrigado por conocer el funcionamiento de las cosas, desarmando desde sus autos a control remoto para entender cómo era que rodaban hasta una cañería por la mera curiosidad de saber a dónde se iba el agua, y es por esto mismo que YoonGi siempre estuvo metido en problemas bastante particulares. Con padres diferentes, quizás él no habría podido desarrollar este potencial, probablemente habría sido regañado y castigado al punto de que no volvería a verse interesado por nada otra vez, pero su caso fue bastante privilegiado: sus padres fueron indulgentes e hicieron todo lo que pudieron para que no perdiera esa chispa.

Durante mucho tiempo sus padres pensaron que él sería algún tipo de ingeniero, tal vez un reconocido astronauta, un constructor de cohetes, pero las aspiraciones de YoonGi no eran tan elevadas.

Su padre, muy consciente del interés insaciable de su hijo, comenzó a llevarlo consigo a la cerrajería de la que era dueño y lo invitó a participar (un poco en contra de su voluntad) a las visitas de las casas que necesitaban un cerrajero de confianza para enseñarle sobre el negocio. YoonGi era bueno, siempre lo fue, pero por muy divertido que fuera ayudar a su padre, también se aburría mucho cuando se trataba de actividades repetitivas.

Eso, al menos hasta que su tío lo invitó a ayudarlo en su taller. Su especialidad eran los autos, pero YoonGi encontró su amor por las motocicletas en una vieja Benelli Leoncino, una marca italiana compacta que acumulaba polvo en el garaje de su tío. YoonGi se ofreció a repararla con la condición de que fuera suya cuando lo lograra y su tío aceptó entre risas. La moto tenía un sinfín de fallas y era por eso que fue abandonada en primer lugar, pero a los diecisiete años, YoonGi no lo vio como algo imposible.

Demoró al menos dos años en arreglarla, necesitaba piezas y refacciones nuevas que tuvo que pagar con trabajos de medio tiempo; estuvo a punto de rendirse un centenar de veces, pero a sus diecinueve años, esa se convirtió en su primera motocicleta y YoonGi aprendió la lección de que absolutamente todo tiene reparación, no importa qué tan complicado luzca el reto, simplemente hay que encontrar la manera.

Quizás es por eso que él es incapaz de decir que no cuando alguien le pide un favor.

Peor aún cuando es su propia familia.

—¡Ya terminé, Soo! —avisó, cerrando la llave de agua  que acababa de arreglar.

Un par de pasos apurados se oyeron en la casa y una pequeña chica de cabello negro corto hasta los hombros se asomó por la cocina, en sus brazos cargaba a un niño que chupaba su pequeño pulgar.

—¿De verdad? ¿Tan rápido? —preguntó sorprendida y YoonGi volvió a abrir la llave para que el agua corriera—. ¡Ay! ¡Gracias! —se acercó para darle un abrazo—. Me salvaste otra vez —le sonrió—. MinJae, dale un beso a tu tío.

El niño se inclinó hacia adelante sin titubear y dejó un sonoro beso en la mejilla de YoonGi, quien resopló con gracia.

—De nada —tomó su caja de herramientas—. Deberías decirle a tu esposo que deje de romper cosas porque esto ya es explotación.

—No te burles de él, no es su culpa ser tan torpe —se quejó con un puchero.

—¿No es peligroso que un chef rompa tantas cosas tan seguido? —está vez, sí había un claro tono de burla en su voz.

—Te parecerá raro, pero él nunca hace un desastre en la cocina. Esto, bueno… Creo que podría culpar a los niños —miró al pequeño MinJae, quien simplemente sonreía como si no fuera capaz de romper un plato—. Quizás si ustedes no se hubieran montado en la encimera esto no habría pasado, ¿no te parece?

YoonGi viró los ojos con gracia.

—¿Por qué no estoy sorprendido? ¿MinJae subiéndose a cosas? ¿Quién lo habría imaginado? —arrugó la nariz en dirección al niño, quien junto sus manos y se río con ojitos cargados de travesura—. Bueno, ahora me iré porque tengo que ir a felicitar a JungKook y darle su regalo.

—Oh, es verdad, ¿el niño del omega con el que estás saliendo? —una sonrisa gatuna se extendió por el rostro de SooYoung, haciendo que YoonGi virara los ojos porque ese tema había sido objeto de discusión en la familia desde que lo mencionó por primera vez—. ¿Cómo te está yendo con eso? —decidió bajar a MinJae.

—Bastante bien —se encogió de hombros, caminando hacia la sala de estar para irse. Su hermana bufó, siguiéndolo—. No voy a decir más que eso, no seas quejumbrosa.

—Deja de ser tan misterioso, estoy segura de que con JiMin hablas muchísimo, ¿no?

—Bastante, pero siempre terminamos ocupándonos con algo —le sacó la lengua y la chica frunció su nariz.

—Eres asqueroso —le dio un empujón y YoonGi comenzó a reírse—. ¿Cuándo lo vas a traer a casa para conocerlo?

—Pronto, lo prometo —le dijo con cuidado—. Primero tengo que formalizar con él.

—¿Todavía sigues pensando en cómo iniciar el cortejo oficialmente? —YoonGi asintió—. ¿No te gustó la idea que te di el otro día?

YoonGi zumbó.

—Es que no estoy seguro…

—Ay por favor, es un clásico —ella hizo un ademán con su mano—. Llevarle un ramo de rosas a un omega es perfecto para iniciar con el cortejo.

—Sí, pero fue lo mismo que hice cuando conocí a HyeJin —contó y su hermana se quedó muda un momento. Ella había olvidado el pequeño detalle de la exnovia de su hermano—. Con JiMin quiero hacer algo diferente… Él merece algo mucho más elaborado.

—Bueno, tienes razón —dijo con sus manos detrás de su espalda—. Sin embargo, HyeJin ni siquiera merecía rosas de todos modos, nunca me cayó bien —frunció sus labios.

—Lo sé, mamá y tú no dejaron de repetirlo cuando la conocí —viró los ojos y se dio vuelta para abrir la puerta de la casa.

—Ay, antes de que te vayas…

YoonGi se detuvo, mirando con curiosidad cómo SooYoung caminaba de vuelta a la sala de estar y rebuscaba entre los cajones de uno de los estantes que decoraban el lugar. MinJae se encontraba sentado frente a la mesa de centro, dibujando en un cuaderno abierto y con sus crayones esparcidos por todos lados. Ese día solo estaban ellos dos porque su esposo se había ido a acompañar a su hijo mayor a su clase de karate.

Cuando la omega regresó, traía una bolsa de regalo en su mano.

—Dale esto de mi parte al pequeño JungKook —le tendió el obsequio—. Dijiste que se había presentado como alfa, aquí le compré juguetes para morder, no es mucho, pero quería darle algo.

—Ah, leíste el grupo… deberías hacer el intento de contestar, ¿no te parece? —YoonGi miró el interior de la bolsa, pero su hermana le dio un golpecito en la cabeza—. ¡Ay! ¿Y eso?

—No es tu regalo —razonó y YoonGi podía darle un punto por eso—. Bueno, ve, ¡diviértete! —besó su mejilla y lo empujó fuera de su casa—. ¡Apresúrate y consigue un cuñado que valga la pena!

—¡Qué escandalosa eres, Soo! —le dijo y ella le sacó la lengua—. Nos vemos luego. Te amo.

—¡Yo también! —se despidió con su mano mientras el pequeño MinJae se paraba a su lado e imitaba a su madre con una enorme sonrisa—. ¡Gracias otra vez y mandale un saludo a JiMin y a JungKook de mi parte!

YoonGi asintió al pedido y se sentó sobre su moto cuando terminó de guardar las cosas debajo del asiento. Luego se colocó el casco y salió del porche de la casa de su hermana.

Él regresó a su casa no mucho tiempo después, dejó sus herramientas en la habitación de invitados que no había terminado de arreglar y se dio una ducha rápida. Holly saltaba de un lado a otro, casi como si supiera que iban a ir a visitar a JiMin, pero lo siguió por todas partes mientras YoonGi se buscaba la ropa.

Cuando terminó, tomó el enorme regalo de JungKook y lo colocó contra la pared al lado de la puerta de JiMin para que el niño no lo viera todavía. Holly se paró derecho a su lado, luciendo un pequeño moño que YoonGi le había comprado hace un par de meses y tocó el timbre de la puerta.

Fue recibido por el rostro sonriente de JiMin al otro lado de la puerta, quien llevaba encima de su castaño cabello un gorrito de fiesta de color verde. YoonGi pudo sentir cómo su interior se comenzaba a sentir cálido, su lobo moviendo la cola contento por la presencia del lindo omega.

—Hola —saludó con su voz encantadora y sus pequeños ojos desapareciendo detrás de su sonrisa, provocando que el corazón de YoonGi vibrara.

—Hola —saludó casi con un suspiro, tentado a levantar su mano para capturar su cintura.

Quería besarlo y atraparlo contra la pared a su lado.

—¡Señor YoonGi! —JungKook apareció detrás de JiMin en un instante, llamando la atención del alfa.

—Hey, hey —se agachó, chocando los cinco con el niño antes de que él se lanzara a sus brazos. YoonGi correspondió el gesto, sonriendo con dulzura con un lobo contento que olfateaba el aroma a uvas del chiquillo—. Feliz cumpleaños, JungKookie —arrugó su nariz en su dirección, recibiendo una risita de parte del niño.

—¡Gracias, señor YoonGi! —de repente, Holly ladró y JungKook sonrió hacia el cachorro—. ¡Holly! —recibió al perro, abrazándolo mientras este lamía su cara con desespero y lo hacía chillar entre risas.

—Holly… —el perro levantó la cabeza, jadeando contento con la lengua afuera como si fuera totalmente incapaz de romper un plato.

JungKook se limpió la cara con las manos y levantó ambas manos para tomar la de YoonGi.

—Venga, venga —lo jaló al interior de la casa, pero YoonGi se resistió un poco.

—Espera, todavía no te he dado mi regalo —miró a JungKook, quien levantó su emocionada mirada hacia el alfa, luciendo un par de ojos redondos y brillantes clásicos de un niño—. ¿Quieres verlo?

—¡Sí, sí, sí! —comenzó a aplaudir y a saltar.

JiMin se rió enternecido, entrecerrando sus ojos de esa manera que a YoonGi le parecía encantadora. Holly se dio cuenta de que no iba a recibir más atención por el momento, así que se metió a la casa con toda la confianza del mundo, olfateando los alrededores por el aroma dulzón del pastel. En la mesa del comedor estaba TaeHyung colocando un par de snacks en la mesa, saludó a YoonGi con un movimiento de su mano y se agachó para acariciar al pequeño perro mientras hacía ruiditos de emoción.

—Bueno, primero te voy a dar este, es de mi hermana —le tendió la bolsa de papel que cargaba consigo.

—Oh, qué dulce —dijo el omega con su tono de voz enternecido—. ¿Le contaste sobre el cumpleaños de JungKook? —lo miró con sus cejas fruncidas en curiosidad.

YoonGi asintió y su nariz picó con interés cuando las rosas explotaron dulces alrededor.

—De hecho les manda saludos a los dos —le dijo.

—Ah, muchas gracias —JiMin arrugó la nariz, contento—. Tendré que mandarle un saludo de vuelta.

A YoonGi le encantó la idea de JiMin interactuando con su familia.

—¿Qué es esto? —JungKook sacó una figura hecha de plástico con la forma de una estrella, dentro de la bolsa había un par más, todas con formas diferentes.

—Son para morder —le explicó, haciendo un pequeño gesto de morder el aire. JungKook volvió a mirar el objeto con un poco de duda—. Bueno, son para cuando comiencen a molestarte los colmillos, también puedes guardarlos en el refrigerador cuando moleste mucho en las encías —entonces miró a JiMin, quien parecía bastante intrigado por la información.

—Esta bien —respondió simplemente, metiendo la estrella de vuelta en la bolsa y la dejó a un lado—. ¿Y usted que me trajo?

—JungKook.

YoonGi rió por la reprimenda de JiMin.

—Cierra los ojos.

JungKook sonrió e hizo caso al pedido, sus pequeños puños cerrados con tanta emoción que comenzaron a temblar. JiMin tenía los brazos cruzados, mirando con diversión el escenario con una sonrisa que YoonGi siempre catalogaba como coqueta. JiMin siempre tenía un aire coqueto alrededor, luciendo tan brillante y encantador que YoonGi simplemente no podía dejar de mirarlo, así que le sonrió con un poco de orgullo y tomó el regalo de JungKook que había escondido detrás de la pared.

JiMin agrandó los ojos cuando reconoció el objeto y YoonGi disfrutó de su reacción tanto como disfrutó la de JungKook cuando el niño abrió sus propios ojos.

—¡Una bicicleta! —dió un brinco y comenzó a chillar emocionado, sus gritos mezclados con risas contentas mientras tocaba y miraba la brillante bicicleta de color celeste—. ¡Gracias, gracias, gracias! —se lanzó a los brazos del alfa una vez más.

—¿Me estás jodiendo? —la voz de TaeHyung resonó por la casa. Él lucía tan consternado que YoonGi no pudo evitar carcajearse—. ¿Una bicicleta? Yo le regalé una espada y un escudo, ¿qué te pasa, presumido?

YoonGi solo se encogió de hombros, sonriendo satisfecho por la manera en la que JungKook corría y vitoreaba contento.

Esto no era una competencia, pero si lo fuera, él ganaría.

—Eres increíble —YoonGi miró a JiMin cuando escuchó su voz a su lado, JiMin seguía viéndose sorprendido y la frase venía bastante cargada de incredulidad. YoonGi lo tomó como un halago y su lobo infló su pecho con orgullo—. No puedo creer que le hayas comprado una bicicleta, ¿sabes que ahora tengo que llevarlo al parque al menos dos veces por semana para que la use?

—Creo que va a ser un problema con el que vamos a tener que lidiar —dijo sin pensarlo mucho y pudo darse cuenta de la manera en la que los ojos de JiMin brillaron con un reconocimiento diferente—. Pero no es todo el regalo.

JungKook volvió a levantar la mirada, ya estaba tratando de montarse en la bicicleta cuando YoonGi tomó un pequeño sobre que estaba sujeto al manubrio. Se lo entregó con cuidado y el niño comenzó a abrirlo sin entender del todo qué se suponía que debía haber en el interior.

—Te voy a matar si le regalas dinero —murmuró JiMin.

—Supongo que tendrás que hablar de eso con el hada de los dientes —molestó y el omega resopló con gracia.

—Cuando sus servicios sean requeridos definitivamente tendré que tener una charla con ella —continuó el juego.

—Papi —JiMin bajó la mirada al igual que YoonGi. La expresión de JungKook era indescifrable, parecía estar a punto de ponerse a llorar, pequeñas lágrimas acumulándose en los bordes de sus ojos mientras en una de sus manos sostenía algo parecido a una tarjeta—. ¿Qu-Que es? —le tendió la tarjeta.

JiMin miró con extrañeza a YoonGi antes de tomar la tarjeta. Cuando la tuvo en sus manos se dio cuenta de que dentro de ella había tres entradas para lo que JiMin reconoció como el parque por el que JungKook había rogado por ir desde que tenía uso de razón.

—No —miró a YoonGi con ojos espantados.

—¿Qué? —inclinó la cabeza.

—No lo hiciste.

—¿Qué cosa? —sonrió.

TaeHyung se levantó y tomó la dichosa tarjeta, aspirando tanto aire como podía para demostrar su sorpresa.

—Alfa presumido, ¿qué mierda haces para vivir? ¿Vendes drogas? —casi gritó.

—¿En serio son entradas para el parque de BT21? —continuó preguntando JungKook con voz temblorosa.

—Lo son —asintió YoonGi.

Entonces, JungKook comenzó a llorar.

—¡Oh, no, no! —YoonGi no pudo evitar reírse, tomando al pequeño niño en brazos mientras este sollozaba de pura emoción—. No llores, JungKookie, pensé que te haría feliz, no me digas que no te gustó…

—¡Sí me gustó! —sollozó y aspiró—. ¡Gracias, señor YoonGi! —llevó ambos puños a sus ojos, restregando sus lágrimas lejos—. ¡Gracias, lo quiero mucho! —hipó, abrazando el cuello del alfa entre sollozos.

YoonGi volvió a reírse suavemente, enternecido por la reacción del niño. Cuando miró a JiMin, notó que el omega lo miraba con un par de estrellas por ojos, forzando a no sonreír porque aparentemente debería estar reclamándole por esto, pero YoonGi tenía la sensación de que estaba igual de feliz que su hijo. JiMin era fácil de leer una vez que lo conocías, siempre tan terco y con esa necesidad constante de demostrar que nada le afectaba, ni siquiera las cosas buenas, pero ahí estaba, mirándolo como si quisiera golpearlo y besarlo por ser tan atento.

Él le dedicó un suave guiño que lo hizo resoplar, a su lado, TaeHyung negaba con la cabeza.

—Estoy bastante seguro de que no hacía falta la bicicleta…

—No planeaba comprarla —le admitió al beta—, pero la vi justo después de comprar los boletos y pensé que le gustaría —se encogió de hombros mientras frotaba la espalda de JungKook para que su llanto se aminorara.

—Sólo la gente mafiosa puede darse esos lujos —TaeHyung le susurró a JiMin, pero YoonGi pudo escucharlo.

—Reparo motocicletas y autos caros —guiñó—, no soy mafioso.

Esta vez, TaeHyung volvió a susurrarle algo a JiMin, pero YoonGi no pudo escucharlo. La respuesta de JiMin fue sonrojarse y pegarle con la tarjeta.

—¿Cuándo vamos a ir al parque? —preguntó JungKook de repente, apoyándose sobre los hombros de YoonGi para verlo con sus mejillas llenas de lágrimas.

—El domingo —respondió con una sonrisa—. Va a ser después de tu fiesta en el parque.

El niño aplaudió y volvió a abrazar al alfa.

—¡Usted es el mejor-mejor vecino de todo el mundo-mundial, señor YoonGi! —le dijo con toda la sinceridad que podía tener un niño de, ahora, siete años, y YoonGi sintió que su corazón se encogía dentro de su pecho.

No es como que sus sobrinos no le hubieran dicho cosas parecidas. Él ya tenía el título del mejor tío del mundo, así que estaba prácticamente acostumbrado a este tipo de cosas, pero él sentía que había algo un poco diferente cuando se trataba de JungKook, quizás era porque simplemente era el hijo de JiMin o porque el cachorro no tenía muchos referentes en su vida a los cuales adjudicarles honores de ese tipo, pero YoonGi se sintió más emocional y honrado de lo esperado.

—Bueno, ya que estamos todos, deberíamos ir picando el pastel —dijo JiMin con un aplauso corto, llevándose consigo la tarjeta para pegarla en el refrigerador con uno de los cientos de imanes que había ahí, junto a los dibujos de JungKook.

—¡Sí, sí! —JungKook saltó en los brazos de YoonGi—. ¡Vamos! —señaló la mesa, así que YoonGi lo llevó hasta allá y lo sentó en lo que supuso era su silla designada—. ¿De qué es el pastel, papi?

—Chocolate, amor —respondió JiMin con paciencia, abriendo el refrigerador para sacar la caja del pastel. YoonGi se apresuró a su encuentro, sacando las cosas de la encimera para que el omega no tuviera dificultades—. Gracias.

YoonGi le sonrió y no podía dejar de pensar en lo mucho que quería besarlo en ese momento.

—¿Necesitas algo más?

—Busca el encendedor, yo iré por las velas.

Ambos se pusieron en ello mientras el niño saltaba en su lugar, hablando sobre lo emocionado que estaba por su nueva bicicleta y las cientos de cosas que harían el parque. TaeHyung le respondía, preguntando más y más sobre la gran aventura que tendrían para mantenerlo ocupado simplemente hablando. Mientras tanto, JiMin sacó el pastel de la caja con cuidado bajo la atenta mirada de YoonGi, quien no demoró en encender las velas cuando el omega terminó de colocarlas estratégicamente sobre el pastel. Había algo dentro del pecho de YoonGi que lo impulsaba a seguir haciendo cosas por el omega, a ser partícipe de lo más que podía en lo que necesitara, interesado y enfocado en tratar bien a JiMin y a JungKook.

Más que “tratarlos bien”, era tratarlos con cuidado, poniendo especial atención en que estuvieran cómodos y contentos, lo cual enorgullece siempre a su lobo porque mostraba su valía como alfa, como si quisiera demostrarle al par que debían mirarlo a él y a nadie más.

YoonGi siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás, quizás un poco impulsado por la culpa de sus acciones pasadas durante su adolescencia, pero con ellos era simplemente natural.

¡Cumpleaños feliz~! —comenzó a cantar JiMin mientras caminaba hacia la mesa.

JungKook se levantó en su silla, aplaudiendo emocionado mientras TaeHyung lo tomaba de los hombros para hacer que se siente de nuevo y no se caiga. YoonGi sacó su celular y comenzó a tomar fotos de la sonrisa enorme del cachorro mientras el pastel se acercaba. Era un pastel simple de chocolate con el nombre de JungKook escrito con crema a la par que un “Feliz cumpleaños”, pero JungKook no cabía en su alegría, bailando al son de la corta canción de cumpleaños.

Cuando el pastel estuvo sobre la mesa y los demás aplaudían en espera de que el niño pidiera un deseos, JungKook se apoyó sobre la mesa y cerró sus pequeños ojos, pensando durante un par de largos segundos antes de soplar las siete velas y recibir muchas felicitaciones.

—¿Qué pediste? —preguntó TaeHyung.

—Es secreto —se cubrió los labios con su índice y luego miró a YoonGi un segundo antes de reír—. Si lo digo, no se hará realidad.

—Espero que sea un buen deseo —señaló JiMin, tomando el cuchillo para cortar una rebanada de pastel.

—Es el mejor deseo de todos —respondió con firmeza, sentándose para recibir su pedazo primero.

YoonGi enarcó una ceja suavemente y miró al niño, quien le devolvió la mirada con una sonrisa traviesa en sus labios. Esperaba que no estuviera planeando nada porque reconocía esa mirada.

—Ahora siéntense o no tendrán pastel —advirtió JiMin con el cuchillo en la mano.

El par de adultos que seguían parados buscaron rápidamente un asiento y YoonGi notó que en la pequeña mesa del comedor solo habían tres sillas, así que se levantó y caminó detrás de JiMin, tomando su cintura, provocando que el omega saltara en su lugar.

—¿Qué pasa?

—Solo hay tres sillas, siéntate tú.

—Oh no, no pasa nada…

—Siéntate, no me molesta, de verdad —insistió.

TaeHyung viró los ojos con gracia, burlándose de lo cursis que eran los dos.

—Señor, YoonGi, se va a quedar sin pastel —señaló con gracia el pequeño cumpleañero.

—Ah, es verdad —se llevó una mano a su cabeza, fingiendo preocupación—. Iré a mi casa por un banco.

A pesar de que JiMin insistió en darle el puesto, YoonGi regresó rápidamente a casa para buscar uno de los bancos que reposaban en la habitación extra que no usaba. Removió un par de cajas y jaló el banco que había usado para colocar cosas sobre repisas, pero una caja cayó y un montón de hojas se deslizaron por el suelo.

YoonGi suspiró con estrés y dejó el banco a un lado, colocando la caja en su lugar para recoger las hojas.

Entonces, se topó con un calendario que había dado por perdido. Chasqueó la lengua porque había tenido que comprar uno nuevo para anotar las fechas de cumpleaños de JiMin y JungKook y lo ojeó un momento, mirando el par de fechas que estaban marcadas con rojo.

Oh.

Mierda.

YoonGi tragó y miró la fecha en su celular.

Todavía faltaban dos semanas, bien.

Todavía tenía tiempo para prepararse para su celo.

Cuando regresó a casa de JiMin, él se sentó contento en su lugar designado y le sonrió al omega como agradecimiento por no haberlo dejado sin su pedazo de pastel.

La mañana continuó con JungKook hablando sobre lo emocionado que estaba con sus regalos. Al parecer, JiMin le había regalado un disfraz del señor fantástico y de rey, TaeHyung una espada y un escudo que lucían fabulosas para un niño y ahora podría presumir su nueva bicicleta en el parque. Cuando terminó de comer pastel se levantó de la mesa para enseñarle a YoonGi sus nuevas adquisiciones y luego volvió a su cuarto para ponerse el disfraz del señor fantástico.

TaeHyung se excusó poco tiempo después porque debía ir a trabajar y YoonGi recordó que no podía simplemente ignorar sus responsabilidades, así que cuando JiMin regresó de despedir a TaeHyung, él se disculpó con JungKook y se levantó para despedirse de JiMin.

—¿Ya te vas? —por la decepción que había en la voz del omega, YoonGi quiso retractarse de sus palabras.

—¡No, señor YoonGi! —el niño corrió a aferrarse a su pierna y mirarlo con ojitos de perrito mojado, tal y como lo hacían sus sobrinos—. Quédese aquí hasta que sea hora de dormir, por favor, por favor, por favor —formó un puchero.

—Tengo que ir a trabajar, chiquitín —se inclinó para cargarlo y JungKook pronunció mucho más su puchero—. No me mires así, ¿cómo podría decirte que no? —levantó su mano para apretar uno de sus cachetes.

—Ah, está siendo berrinchudo cuando yo ya le dije que me iba a quedar todo el día con él —molestó JiMin, apoyándose sobre YoonGi para mirar a su hijo con ojos acusatorios—. Ya pedí el día libre para quedarme contigo, ¿acaso no quieres? —preguntó con un tono amoroso y de fingido dolor, YoonGi encontró entrañable la manera en la que JiMin miraba a su cachorro.

JungKook negó con la cabeza efusivamente.

—Quiero que los dos se queden conmigo —dijo sinceramente—. Quiero que papi y el señor YoonGi jueguen conmigo todo el día y estemos juntitos para siempre —explicó, bajando la mirada y juntando sus pequeñas manos, su pecho puchero alterando el sonido de sus palabras.

JiMin frunció sus cejas, enternecido y miró a YoonGi como si estuviera pidiéndole algún tipo de perdón por haberlo metido en esto, pero YoonGi admitía para sí mismo que le gustaba un poco que el niño lo quisiera tanto. Después de todo, un alfa siempre se iba a sentir satisfecho de ser de ayuda, de ser necesitado, de ser útil y querido.

—Nos vamos a ver el sábado y el domingo iremos al… —soltó a JungKook y lo tomó de las axilas, levantando al niño sobre su cabeza para agitarlo, arrancándole un par de carcajadas estruendosas— ¡parque de BT21!

—¡Es verdad! —acompañó JiMin, asomándose por el hombro de YoonGi con una sonrisa—. Ya vas a ver, nos vamos a divertir muuuucho, y vas a ver a tus amigos en el parque, vamos a comer más pastel y vamos a jugar juntos todo el día, mi amor.

JungKook sonrió en grande, tan emocionado que su aroma a uvas se extendió por la casa, vibrante y dulce como podría serlo el aroma de un cachorro recién presentado, luego se lanzó a abrazar a los dos tanto como le alcanzaban sus pequeños brazos.

Cuando fue hora de irse, YoonGi le dio un par de vueltas al niño para hacerlo reír un poco más, luego caminó hacia la salida siendo seguido por su perro y por JiMin, quien le dedicó una sonrisa. Una vez en el pasillo, YoonGi miró sus labios un segundo para que el omega se diera cuenta de qué era lo que quería. JiMin viró los ojos y miró por sobre su hombro, encontrándose con su cachorro sentarse en la mesa para comer un poco más de pastel, así que cerró un poco más la puerta y se inclinó hacia adelante, momento en el cual YoonGi atrapó sus labios suavemente.

El aroma de JiMin se coló por su nariz, las rosas y un suave toque de fresas refrescaron el ambiente, dulce sobre su lengua y caliente sobre su cara. El lobo de YoonGi levantó las orejas y la cola, atento ante cualquier movimiento imprudente, y él estuvo impulsado a profundizar un poco más el beso, así que lo hizo, pero JiMin suspiró y se alejó.

El aire caliente de sus suspiros se mezclaba en el aire y los ojos cafés del omega lo miraban bajo sus largas pestañas, luciendo tan encantador como siempre, mejillas sonrojadas, tan lindo que YoonGi quería comérselo entero.

—Estaremos aquí cuando regreses —murmuró JiMin sin aliento.

YoonGi se tomó un poco más del tiempo necesario para entender la frase que, por sí sola, lo llevó a un escenario tan familiar que casi lo hizo suspirar.

—¿No vas a ir a trabajar? —preguntó con un susurro.

JiMin desvió la mirada un momento, mordiéndose el labio inferior.

El lobo de YoonGi gruñó, atraído por ese gesto.

—Había pedido el día desde el mes pasado, pero de todos modos no tengo muchas ganas de ir —le sonrió sin muchas ganas, parecía culpable—. Creo que voy a renunciar.

El alfa parpadeó, sorprendido.

—¿De verdad? —JiMin asintió, un poco avergonzado—. Bueno, es una decisión grande, así que espero que sepas que aquí estoy para cualquier cosa que necesites —esperó sonar lo suficientemente reconfortante para JiMin, y supo que lo hizo cuando el omega le sonrió con cariño.

—Lo sé —le dijo y la frase hizo a YoonGi sonreír.

—Claro que lo sabes —se inclinó nuevamente, besando su boca con cuidado. No quería dejarse llevar otra vez, pero había algo dentro suyo que tiraba con fuerza y no pudo evitar suspirar cuando se alejó de su boca—. Antes de irme voy a ser imprudente y te recordaré que tenemos un paquete de condones que no hemos usado todavía…

JiMin agrandó los ojos y golpeó su pecho, a lo que YoonGi comenzó a reírse entre dientes, bajito como si no quisiera que nadie más que ellos dos escuchara su carcajada. Entonces, el omega tomó su camisa y lo jaló de vuelta, mirándolo con un tipo de fuego en sus ojos que hizo que el cuerpo entero de YoonGi latiera en anticipación.

—No creas que no lo recuerdo —le dijo—, solo ven y espera a que JungKook se quede dormido, ¿hm?

El lobo en el pecho de YoonGi aulló al cielo, sacudiendo su cola de un lado a otro por la declaración del omega que había escogido y, por un corto segundo, YoonGi pudo sentir que el animal en su interior luchaba por salir antes de tiempo.

—Papi, ¿qué tanto puedo comer? —preguntó JungKook con la boca llena de chocolate, mirando al par por sobre su hombro.

YoonGi tragó y se recompuso cuando JiMin le respondió a su hijo con cariño, diciéndole que podía comer lo que quisiera porque era su cumpleaños, entonces el alfa comenzó a contar los días que faltaban para su propio cumpleaños para saber si tenía ese mismo beneficio.

Cuando JiMin volvió a mirarlo, sus rosados labios formaron una sonrisa.

—Nos vemos.

YoonGi se tragó un gruñido cuando la puerta se cerró y miró hacia abajo, en donde su perro lo miraba con la lengua afuera, parado entre sus piernas.

¿Cómo se supone que se concentraría en el trabajo ahora?

Su lobo volvió a gruñir y él consideró seriamente tomarse algo para mantenerlo tranquilo.

Ah, también debía pensar en su celo.

—Necesito un café —murmuró y caminó de vuelta a su casa, siendo seguido por Holly—. ¿Quieres venir conmigo al trabajo?
El perro ladró y él asintió.

—Perfecto.

Ya podría pensar en eso luego, ahora tenía que sacar de su cabeza la sonrisa coqueta de JiMin y su hipnotizante aroma a rosas que seguía bailando en su nariz.

Ni siquiera recordó que JiMin se quedó con su banco, vaya.

Chapter 15: CAPÍTULO CATORCE

Summary:

JiMin se preguntó que si no era con YoonGi, ¿con quién más podría ser? ¿Quién tomaría en serio a JungKook como él lo hacía? No habían tantos alfas en el mundo que estuvieran realmente interesados en un padre soltero como él. En algún punto este miedo dejó de ser una molestia para su vida, dejó de pensar en encontrar aquel príncipe azul o amor perfecto para compartir su vida y no vivir eternamente soltero, pero ahora que había conocido a YoonGi la soledad se sentía el doble de aterradora.

Notes:

Bueeeeeenas, he llegado con un nuevo capítulo que la verdad está bastante largo así que léanlo con paciencia. No pasan muchas cosas, pero mi amiga dijo que es el mejor hasta ahora y yo LE CREO jaksjsj.

Recuerden que en el capítulo anterior fue la mini fiesta de cumpleaños de Jungkook en donde JiMin le prometió a YoonGi darle un poco de atención cuando el niño se quedara dormido y bueno, ya estamos acá.

¡Disfruten!~

Chapter Text

JiMin hacía un gran esfuerzo porque los cumpleaños de JungKook fueran algo que él pudiera recordar con cariño. Él sabía que las expectativas de que todo saliera perfecto eran propias y que JungKook realmente estaría feliz con cualquiera de las cosas que él prepara, pero aun así, JiMin era un poco obsesivo. Lo sabía, tenía que trabajar en ello, pero él admitía que podría llegar a matar a alguien si eso significaba mantener la ilusión de JungKook intacta.

Lo despertó con globos en su cuarto, cantando la canción del feliz cumpleaños mientras llevaba su desayuno a la cama. El cual consistió en una pequeña montaña de panqueques de conejitos (a grandes rasgos, porque JiMin no era un profesional en la materia) con velas encendidas que decían "Feliz Cumpleaños". También le entregó sus dos primeros regalos: un par de disfraces y un peluche de cebra. El niño se levantó con estrellas en los ojos y corrió de un lado a otro, emocionado por su cumpleaños.

Él se había quedado despierto hasta tarde decorando la casa para la pequeña fiesta de cumpleaños. Infló globos y pegó serpentinas en las paredes, limpió el desorden, acomodó la mesa, puso un mantel de superhéroes y un par de los snacks favoritos de su hijo.

TaeHyung llegó una hora después de que JungKook terminara su desayuno y YoonGi llegó al menos hora y media después. Luego de que se fueron, padre e hijo se sentaron en el suelo de la sala para pasar tiempo juntos. Al ser un día especial y a sabiendas de que no era el mejor padre del mundo (a su propio criterio) JiMin no iba a dudar un segundo en cumplir todos los caprichos que pudiera de su hijo, así que le dijo que sí a cada propuesta que soltó el pequeño.

Una de ellas, claramente, fue recorrer todo el estacionamiento en su nueva bicicleta. JungKook se sentó con toda la seguridad del mundo y pedaleó con fuerza, riendo de pura emoción mientras movía el manubrio de un lado a otro. JiMin le tomó cientos de fotos que luego le mandó a YoonGi y a TaeHyung, quien no dudó en repetir por mensaje aquello que le había susurrado en el oído más temprano.

"Seguro que no te quieres preñar otra vez???", decía y JiMin lo mandó a la mierda inmediatamente después.

Cuando el cuerpo de JungKook no dio para seguir pedaleando y JiMin pensó que era conveniente aprovechar para hacerlo darse una ducha, el par volvió al departamento mientras el niño no dejaba de decir que YoonGi le había dado el mejor regalo del mundo y de que era el mejor vecino de todos.

Aunque hubo un comentario en particular que dejó a JiMin helado en su lugar.

—Papi, el señor YoonGi debería vivir con nosotros para siempre.

—¿Qué? —preguntó escandalizado, casi tirando al suelo el vaso de agua que le sirvió a su hijo. Cuando lo miró, JungKook lucía inocente con su cara roja por el esfuerzo del ejercicio, sentado en la silla del comedor mientras esperaba su agua—. ¿Por qué dices eso, amor?

—Porque me cae muy bien —se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa—. Y siempre está aquí con nosotros, podríamos vivir juntitos y ya.

JiMin se rió con nervios y se sentó frente a su hijo. JungKook tomó el vaso de agua y comenzó a tomar.

—Kookie, las personas no se mudan juntas así como así —trató de explicarse.

—¿Por qué no? —preguntó con un jadeo luego de beber toda el agua—. Si viviera con nosotros podríamos jugar siempre, él podría cocinar comida rica, también veríamos películas todos los días y me cuidaría cuando no estás —dijo como si fuera lo más razonable del mundo.

JiMin no sabía ni qué decir. JungKook estaba siendo realmente serio con sus argumentos.

—Porque... es que... —trataba de encontrar las palabras mirando hacia todas direcciones en espera de que alguna idea coherente llegara a su cabeza. JungKook solo lo esperaba paciente, mirándolo fijamente—. YoonGi tiene su espacio y nosotros tenemos el nuestro. Él tiene sus cosas y nosotros las nuestras. Vivir con alguien que no es tu familia es difícil, no siempre sale bien, incluso vivir con tu propia familia resulta complicado a veces.

—Pero podemos acomodarnos —formó un puchero.

—No se puede, amor —le dijo con un tono rendido—. Simplemente no se puede.

JungKook suspiró con tristeza.

—¿Y si le pregunto al señor YoonGi?

JiMin sintió un poco de pánico, pero lo disimuló.

—Estoy seguro de que te contestaría lo mismo que yo —formó una sonrisa torcida.

—¿Y si acepta vivir con nosotros? —lo miró con una sonrisa naciente, una expresión traviesa colándose por sus facciones infantiles.

JiMin decidió que no quería seguir teniendo esta conversación.

—¿Sabes qué? Vamos a la ducha, te tienes que bañar —se levantó de la silla y tomó la mano de JungKook, quien se quejó, pero se dejó llevar de todos modos—. Y no le vas a preguntar eso a YoonGi.

—¿Por qué no?

—Porque no.

JungKook bufó.

Luego del baño, padre e hijo se sentaron en la mesa de centro de la sala frente al televisor para pasar el resto de la tarde dibujando mientras esperaban la llegada de YoonGi.

—¿Qué estás dibujando papi? —JungKook miró su hoja—. ¿Una casita?

—Sí —asintió, deslizando el color rojo por las paredes de su casa inventada—. Es roja, como la cabeza de Tata.

JungKook se rió entre dientes y se volvió a sentar en su lugar. De fondo, en la televisión frente a ellos, se reproducía la película de BT21.

—Yo te estoy dibujando a ti —dijo, alzando el color marrón, luego volvió a apoyarse sobre la mesita, cubriendo todo su dibujo mientras coloreaba—. Todavía no termino.

—¿Solo me estás dibujando a mi? —JiMin miró la hoja de su hijo, quien negó con la cabeza—. ¿A quién más estás dibujando?

—Espera —le enseñó la palma de su mano—. No terminé —siguió coloreando.

JiMin sonrió y continuó en lo suyo, pintando los últimos rincones de la casa de color rojo. Nunca fue realmente bueno dibujando, pero JungKook nunca lo juzgó demasiado y su especialidad eran las casas pintorescas en medio de un claro, con todo y sus árboles de manzanas.

—Está bien, yo te espero.

JiMin cambió de color para pintar los árboles que había hecho alrededor y se concentró en ello mientras JungKook coloreaba casi furiosamente.

—¡Listo!

JiMin se acomodó para mirar el dibujo y sonrió cuando vio a tres personas en él, pero rápidamente se dio cuenta que la tercera persona no era TaeHyung.

—Somos nosotros —señaló JungKook con su índice y colocó el dibujo sobre la mesa, deslizando el papel hacia JiMin para que lo viera mejor—. Aquí están el señor YoonGi y Holly, y todos estamos en el parque de BT21 —señaló los alrededores del escenario, en donde se alzaban una rueda de la fortuna y una montaña rusa.

—Oh, qué lindo —JiMin tomó el dibujo.

YoonGi estaba dibujado con su cabello largo, un poco más desordenado por la mano inexperta de un niño, a su lado había una maraña de pelos color marrón que debía ser Holly, con todo y sus orejas esponjosas. Del lado contrario a YoonGi estaba JungKook, tomando su mano a la par que tomaba la mano de su papá al otro lado. Los tres estaban sonriendo, caminando juntos en el parque.

—¿Te gusta, papi?

JiMin asintió, todavía mirando el dibujo.

¿Acaso esa era su pequeña familia creciendo?

Su corazón dio un vuelco y miró a JungKook con una sonrisa.

—Deberíamos ponerlo en el refrigerador.

Ambos se levantaron en dirección a la cocina y JungKook comenzó a buscar algún lugar libre para poner el dibujo. El refrigerador era el lugar donde todas las obras de arte se exponían en la casa, estaba lleno de dibujos de JungKook e imanes para sostenerlos. Las exposiciones cambiaban cada determinado tiempo, algunos dibujos se guardaban en una caja que JiMin tenía en su habitación y otras obras de arte se quedaban ahí hasta que alguna que fuera mejor pudiera reemplazarla.

—¿Dónde te gustaría?

JungKook frunció sus labios de un lado a otro, pensando seriamente en ello.

—Ahí —señaló la puerta superior del refrigerador. En el centro estaba el dibujo que había hecho hace tres meses y que había sido su favorito hasta entonces—. Puedes ponerlo encima de ese, papi.

—Bien —y así lo hizo, colocando una hoja sobre la otra, ambas sostenidas por un imán de conejito—. Ahí está.

El niño se rió contento y aplaudió en su sitio, mirando con orgullo su pequeña obra de arte.

—¿Crees que al señor YoonGi le guste? —lo miró, ilusionado.

JiMin tuvo que tomar un poco de aire. No entendía por qué de repente sentía tantas ganas de llorar, pero hizo el esfuerzo para aguantarlo y mirar a JungKook con una sonrisa amorosa.

—Claro que sí, amor. Captaste bien su sonrisa de gato —señaló la pequeña boca ondulada que JungKook le dibujó—, también sus cachetes y su cabello largo.

—¡Y sus ojitos! —señaló con un brinco—. Él hace así cuando sonríe —JungKook imitó la sonrisa de YoonGi, mostrando sus dientes y arrugando su nariz, sus pequeños ojos cerrados mientras JiMin se reía.

—Sí, exactamente así.

De repente, el timbre de la casa sonó y JiMin miró a JungKook con sorpresa. El niño saltó en su lugar y corrió a la puerta de inmediato.

—¡Es el señor YoonGi!

JungKook se colocó de puntillas para tomar el picaporte de la puerta principal en un intento de abrirla, pero este no giraba a pesar de que el niño lucía como si estuviera poniendo todas sus fuerzas en ello.

—Ah, te ayudo —JiMin se apresuró en caminar hacia la puerta, pero cuando trató de girarlo, tampoco pudo—. Oh, ¡creo que se atoró! —le avisó a quien estuviera del otro lado y pudo jurar escuchar un suspiro.

JiMin, creo que te voy a regalar una cerradura nueva por tu cumpleaños —respondió YoonGi del otro lado.

—¡Aish! —él rió—. Por favor, deja de criticar mi cerradura, hace lo que puede —mientras hablaba, hacía un enorme esfuerzo para poder hacer girar el picaporte.

—¡Señor YoonGi, auxilio! —JungKook gritó a través de la puerta—. ¡No me quiero quedar aquí encerrado para siempre!

—Tranquilo, es solo una cerradura trabada, no nos vamos a quedar aquí para siempre, mi amor —tranquilizó y continuó jalando la puerta—. Yoon, ¿no puedes intentar girarlo desde el otro lado?

Es que tengo cosas en las manos...

JiMin suspiró y volvió a hacer fuerza, logrando destrabar la cerradura. JungKook celebró y JiMin abrió la puerta para mostrarle su cara de soberbia a YoonGi.

Pero su sonrisa se congeló cuando procesó por completo la imagen que tenía frente a él.

YoonGi estaba parado en la puerta de su casa, vistiendo lo que JiMin reconoció como su uniforme de mecánico: un overól de color negro y una camisa blanca sin mangas debajo. Las mangas del overol se encontraban amarradas en su cintura y su cabello largo estaba sostenido por completo en una única coleta. Llevaba sus botas de trabajo y olía a gasolina y a aceite de motor.

Sin embargo, JiMin solo podía mirar el ramo de flores que tenía en su mano derecha.

—¡Hola, señor YoonGi! —saludó JungKook—. ¿Por qué está todo sucio? —ladeó su cabeza—. ¿Y esas flores?

JiMin ni siquiera pudo regañar a JungKook por su pregunta inoportuna, simplemente se quedó mirando al alfa reírse, intrigado por el ramo de flores amarillas que el alfa sostenía.

—Bueno, me fui antes del trabajo por lo que no pude cambiarme antes de venir y todavía falta darme una ducha, pero quería darles esto —extendió ambas manos, las flores para JiMin y la bolsa de plástico para JungKook que el omega no había notado antes.

El niño la tomó sin dudar, abriendo la bolsa para encontrarse con un envase de helado. JiMin sí dudó más que su hijo y miró a YoonGi sin estar seguro, pero el alfa insistió y él tomó el ramo. La sonrisa en su rostro fue instantánea y su lobo comenzó a correr en círculos por la simple emoción de estar siendo cortejado por un alfa como este. YoonGi no sólo le llevó un presente a él, si no también a su hijo quien comenzó a saltar emocionado porque el chocolate con galletas era su sabor favorito.

—¡Gracias, señor YoonGi! —sonrió JungKook—. Le voy a dar un abrazo, pero primero báñese. Yo ya me bañé —presumió.

—Ay, JungKook —dijo JiMin sin mirar a su hijo, absorto en las flores que olían a primavera—. No seas así con el señor YoonGi... —dijo con lejanía antes de mirar al alfa—. Gracias —murmuró.

—Están un poco golpeadas porque las traje en la moto, disculpa —se excusó YoonGi con una risa nerviosa. JiMin se dio cuenta de que faltaban algunos pétalos y una de las flores tenía el tallo partido, pero sólo se rió y acarició el ramo.

—Me encanta, no te preocupes —dijo con la voz más baja de lo que habría querido. Se sentía tímido y es que había sido tomado por sorpresa, todavía no sabía cómo reaccionar. Su lobo, en cambio, le enseñaba la panza al alfa frente a él—. ¿Por qué escogiste flores amarillas?

—Es el color que más asocio contigo —explicó sin titubeos.

JiMin sintió el calor subir a su cara y ocultó su rostro detrás del ramo.

—Oh...

—¡Papi! —JungKook lo llamó y JiMin se sobresaltó—. Ayúdame a abrir mi helado, por favor —formó un puchero y levantó el envase hacia él.

JiMin miró un segundo a YoonGi y tomó el envase de helado con su mano libre.

—Bueno, has comido muchos dulces hoy, creo que lo mejor será que lo guardemos un rato.

—No —se quejó el niño y tomó el par de shorts de pijama de JiMin—. Yo quiero helado, papi... El señor YoonGi me lo trajo para mi —alzó sus manos para tratar de tomarlo, pero JiMin lo apartó.

—Espera, dame un segundo —se apartó y caminó hacia el refrigerador.

JungKook lo siguió de inmediato, quejándose y lloriqueando por su helado. JiMin dejó las flores en la cocina y metió el envase en el congelador, a lo que el niño comenzó a llorar.

—Mierda, perdón —YoonGi estaba encogido en su lugar cuando JiMin se acercó a la puerta de nuevo. De fondo, JungKook se había sentado frente al refrigerador y pataleaba al aire por su helado—. No pensé que...

—No pasa nada, Yoon —le dijo con una sonrisa comprensiva—. Así son los niños, sólo tengo que ayudarlo a calmarse y... —JungKook gritó porque no le estaban haciendo caso y JiMin aclaró su garganta—. Ve a ducharte, yo me encargo —tomó la puerta e hizo un ademán con su mano—. Gracias por las flores.

YoonGi sonrió y JiMin guiñó antes de cerrar la puerta.

Cuando volvieron a estar solos, JiMin suspiró y caminó hacia JungKook, quien había aminorado su llanto, pero cuando vio a su padre acercarse, frunció su rostro y se cruzó de brazos para ignorarlo.

—JungKook, ya comiste muchos dulces hoy —trató de razonar con él, pero el niño sólo miraba hacia el suelo y negaba con la cabeza—. Después te va a doler el estómago, creéme, ya me ha pasado.

—¡Pero yo quiero helado! —se quejó con sus cejas fruncidas, mirando al suelo—. Dijiste que podía comer todo lo que quisiera porque era mi cumpleaños.

—Sí, pero tampoco hay que exagerar...

De repente JungKook gritó con la boca cerrada y JiMin se calló.

Cuando el silencio reinó otra vez, JiMin se sentó frente a su hijo y acercó su mano para tocarlo, pero JungKook se apartó y corrió hacia el sofá. El omega tomó un poco de aire y se quedó sentado en el suelo mientras veía al niño subirse a los mullidos y viejos cojines para darle la espalda con sus pequeños brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Estás enojado? —le preguntó desde su lugar.

JungKook no respondió.

JiMin se rascó la frente y se levantó para caminar hacia el sofá.

—Kookie —lo llamó, pero el niño no contestó—. No quiero que estés enojado en tu cumpleaños, Kookie. Tampoco quiero que te duela el estómago, ¿sabes lo mal que te puede hacer comer tanto azúcar? —continuó hablando, pero el niño seguía sin responder—. ¿Kookie?

—Cuando sea grande voy a comer todo el azúcar del mundo cuando quiera —refunfuñó como si estuviera al borde de las lágrimas. JiMin estuvo a punto de virar los ojos—. Y no me vas a regañar más porque me voy a mudar muy lejos de aquí.

JiMin tomó un poco de aire y se sentó con cuidado en el sofá. Ya estaba acostumbrado al drama de su hijo, sabía que para él esto era el fin del mundo, como aquella vez a los cuatro años que lo vio armar su mochila con sus juguetes para "irse de casa" porque JiMin no le había comprado leche de banana. Sin embargo, eso no quitaba que le doliera un poco la imagen que JungKook había planteado en su cabeza con esa frase.

—Amor —comenzó una vez más—. No te estoy regañando, simplemente me preocupa que te duela el... —fue interrumpido por un pequeño gruñido, pero continuó—. Que te duela el estómago.

—No me va a doler el estómago —se quejó. Miró a JiMin por encima de su hombro y el omega trató de no reírse por su pequeña carita de enojado toda fruncida como una caricatura—. A mi nunca me duele, yo soy muy fuerte.

—¿Ah sí? —ladeó la cabeza.

—¡Sí!

Cuando volvió a girarse, JiMin masajeó el puente de su nariz.

La película de BT21 se seguía transmitiendo, con los adorables muñecos cantando una de las canciones finales. La música alegre rompía con la tensión del momento y JiMin no dejaba de pensar en que tendría que resolver este asunto antes de que YoonGi llegara, no creía que el alfa se sintiera cómodo con JungKook haciendo este tipo de berrinche, pero una pequeña voz en su cabeza le dijo que si quería estar con él, entonces tendría que acostumbrarse a este tipo de altibajos.

Decidió no pensar en ello, no quería tener una discusión mental sobre lo que tendría o no tendría que soportar YoonGi de su pequeña y rota familia. Tomó aire nuevamente y se acercó a JungKook, esta vez el niño no se alejó, solo se encogió en su lugar, como si quisiera hacerse más pequeño para que no lo atraparan.

—Hey.

JungKook negó con la cabeza.

—¿En serio te vas a ir muy lejos de aquí?

—¡Sí! —gruñó—. Me iré a un lugar muy, muy, muy lejano, como... como... ¡Agentina!

—¿Argentina? —frunció sus cejas y apretó sus labios para no reírse.

—¡Sí!

—¿Por qué Argentina?

—¡Porque sí!

—¿Al menos sabes dónde queda?

—¡Muy lejos! —continuó quejándose—. Tan lejos que nunca podrás encontrarme.

—Ya veo —se recostó de lado contra el respaldo del sofá—. ¿Entonces ya no vamos a ver películas juntos?

—¡No!

—¿Y no vamos a dibujar?

—¡No!

JiMin zumbó y peinó con sus dedos el cabello de JungKook. El niño no se apartó del toque, sólo se mantuvo hecho bolita contra el rincón del sofá.

—¿No me vas a extrañar?

—No.

—Yo sí te voy a extrañar, mi amor —le dijo con tono cariñoso—. Voy a extrañar hacerte el desayuno, también voy a extrañar jugar contigo y salir al parque, voy a extrañar mucho los dibujos que me haces y te voy a extrañar muchísimo a ti, JungKookie —continuó, pero el niño no dijo nada—. Voy a extrañar contarte cuentos y dormir contigo, también darte besitos antes de dormir. ¿Quién te va a curar las heridas cuando te caigas? ¿Hm?

JungKook sorbió su nariz y JiMin sabía que lo tenía.

Usó un poco de manipulación, pero bueno, los padres no son perfectos y los hijos tampoco.

—No sé —murmuró.

—Bueno, te puedo enseñar a curarte solo —comenzó JiMin—, también te voy a enseñar a cocinar muchas más cosas, para que vivas solo.

—Bueno.

—Esta bien.

El silencio reinó un momento.

JiMin se levantó para darle un momento a solas a su hijo y fue nuevamente a tomar las flores que le había dado YoonGi. Eran en su mayoría un ramo de cinco girasoles, rodeados de pequeñas flores de relleno de colores naranjas y blanco, así como un par de ramas más pequeñas de color verde. JiMin miró el ramo con más detalle y deslizó sus dedos por el lazo de color naranja que sujetaba el papel marrón en su lugar. Era un ramo cálido, como el sentimiento que se esparció por el pecho del omega en ese momento.

De solo pensar que YoonGi había visto esas flores y simplemente las compró para dárselas como un detalle salido de la absoluta nada una sonrisa tonta aparecía en su rostro. Además, era la primera vez que le regalan flores amarillas, siempre habían sido rosas.

Miró un momento a JungKook, quien había abandonado su posición enojada y ahora miraba sus manos juguetear entre ellas por encima de su regazo. Había un pequeño puchero en su boca y parecía que estaba considerando algo con mucha profundidad, así que JiMin no lo interrumpió. Rebuscó entre las cosas de la cocina algún florero vacío, pero no recordaba si había comprado uno luego de que JungKook rompiera el anterior que tenían en un accidente.

Decidió tomar la jarra de agua vacía que tenía sin usar y colocó ahí las flores, todo con una sonrisa en el rostro.

—¿Papi?

—¿Sí? —preguntó sin mirarlo. Tocaba los pequeños pétalos con cuidado.

—Ya no me quiero ir.

—Me alegra escuchar eso —lo miró por sobre su hombro—. ¿Por qué ya no?

JungKook desvió la mirada hacia un costado y volvió a bajarla.

—No me quiero quedar solito...

—Yo tampoco quiero que estés solito —decidió dejar las flores en la encimera de la cocina y caminó de vuelta con JungKook—. ¿Ya no estás tan enojado?

El niño suspiró con dramatismo. Todavía tenía sus pequeñas cejas fruncidas, pero parecía mucho más accesible para hablar que hacía un rato.

—No lo sé.

—¿Quieres que te deje comer helado?

—Sí —murmuró.

—¿Qué tal si esperamos un poco más para eso? —el niño refunfuñó suavemente—. Escucha, me preocupo por ti y no quiero que te sientas enfermo, mucho menos en tu cumpleaños —se sentó a su lado. JungKook no lo miraba—. Lo siento por ser así, mi amor, pero así somos los padres, nos preocupamos y queremos proteger a nuestros niños.

—No te tienes que preocupar por mí —continuó murmurando.

—No es tan fácil —volvió a tocar su cabello y le dedicó un par de mimos ahí. JungKook se dejó hacer, aunque continuaba con su expresión amargada.

JiMin y JungKook se sobresaltaron cuando escucharon que la puerta de la casa se abrió y cuando miraron hacia la entrada, se encontraron con YoonGi asomando la cabeza y a Holly entrando con toda la confianza del mundo. JiMin le sonrió y JungKook se bajó corriendo del sofá para interceptar al alfa y lanzarse a sus brazos. YoonGi no dudó en cargarlo cuando JungKook alzó sus pequeños brazos en su dirección y se rió cuando el niño se escondió en su cuello.

YoonGi vestía su camisa de botones color negra y jeans sueltos. JiMin miró el cuerpo del alfa mientras mordía la punta de su pulgar, recordando la propuesta de más temprano.

—¿Qué pasa Kookie? —cerró la puerta detrás de él y miró a JiMin, quien hizo un ademán con su mano para darle a entender que no era nada.

—Papi no me deja comer helado —se quejó el pequeño.

—Oh, eso es terrible... —JungKook asintió—. Bueno, él es tu papá, yo no puedo decir nada frente a eso —se excusó y JungKook salió de su escondite para mirarlo con ojos decepcionados—. No me mires así, chiquitín —se lamentó.

JungKook formó un puchero, se aferró a la camisa negra de YoonGi con su puño y señaló a JiMin.

—Dígale que me de helado.

JiMin agrandó los ojos y apretó sus labios para no carcajearse ahí mismo. En cambio, levantó ambas cejas así como el mentón y le dedicó una mirada al par que decía entre líneas "te reto".

YoonGi tragó y bajó a JungKook.

—Yo no me voy a meter ahí. Tu papá me da miedo.

JiMin se dio el lujo de reírse.

JungKook resopló y se cruzó de brazos.

—Ya te dije, Kookie. Puedes comer más tarde, ¿por qué mejor no le enseñas a YoonGi el dibujo que hiciste?

El niño trató de mantenerse firme un par de segundos más, pero frente a la mirada curiosa de su vecino, el pequeño alfa cambió su expresión a una mucho más emocionada y tomó la mano de YoonGi para jalarlo en dirección a la cocina y le señaló el refrigerador. JIMin sólo disfrutó de la interacción mientras acariciaba la cabeza de Holly.

—Mire, mire —brincó—. Ese es el dibujo que hice, somos nosotros en el parque de BT21.

YoonGi sonrió en grande y se acercó un poco más al dibujo. JungKook solo lo miró desde abajo, todavía sujetando su mano, esperando lo que sea que tuviera que decir el alfa. JiMin se preguntó en dónde había dejado su celular para tomar una foto de ese momento, pero se rindió cuando YoonGi se giró hacia JungKook.

—Wow, JungKook, hiciste un trabajo espectacular. Me encanta el dibujo —señaló la hoja—. ¿Ese soy yo?

—¡Sí!

—Por la diosa, me encanta.

El niño se rió emocionado y miró a JiMin.

—¡Papi, le gustó!

—¡Eso! —aplaudió—. Sabía que le iba a gustar, eres todo un artista, mi amor.

JungKook volvió a reír de esa manera que sólo hacía cuando estaba siendo elogiado y volvió a mirar a YoonGi.

—Vamos señor YoonGi, vamos a dibujar nosotros —lo jaló hacia la mesa frente al televisor—. Mi papi no.

JiMin viró los ojos.

—Está bien, yo me quedaré con Holly —tomó al perro y lo colocó sobre su regazo.

Holly se acomodó encima de él y se dejó acariciar, su pequeña cabeza apoyada sobre el estómago de JiMin mientras lo miraba con esos inocentes ojos que tenían todos los perritos.

—Bien —JungKook asintió solemne y se sentó al lado de YoonGi.

—¿Estaban viendo una película? —preguntó YoonGi al ver la pantalla de inicio de Netflix.

JiMin sonrió al darse cuenta de que el alfa le estaba dando la espalda, su enorme y fuerte espalda.

—Sí, la de BT21, pero ya acabó —tomó el control remoto—. ¿Quieren ver algo?

—Creo que ninguna de las películas que me gustan son para niños —reflexionó YoonGi mientras JungKook le daba su colores y una hoja de papel en blanco para que comenzara con un dibujo—. Son todas de miedo.

—¿Te gustan las películas de miedo? —preguntó con gracia JiMin, viajando entre el catálogo—. Cada día descubro algo nuevo de ti —YoonGi se rió.

—Me encantan, pero no hay muchas buenas y definitivamente ninguna para que JungKook vea.

—Yo soy grande, a mi no me dan miedo los mostros.

—Puede que tengas razón, pero esas películas tienen mucha sangre y cosas feas, ew —JiMin arrugó la nariz—. Mejor veamos algo más lindo. ¿Qué tal la de "cómo entrenar a tu dragón"?

—¡Sí! —dijo JungKook con interés—. Señor YoonGi, ahora vamos a dibujar dragones.

—Está bien, voy a dibujar a chimuelo.

—No, no. Yo voy a dibujar a chimuelo —puso su mano sobre la hoja de YoonGi—. Usted dibuje a otro.

—Pero yo también quiero dibujar a chimuelo.

—JungKook, deja que YoonGi también dibuje a chimuelo —dijo JiMin una vez puso la película.

El niño suspiró dramáticamente y sacó su mano de la hoja de YoonGi, quien parecía bastante divertido por los intermitentes malhumores del cachorro. Viendo esa cara, JiMin se preguntó si acaso le parecería tan divertido si tuviera convivir con los berrinches de un niños constantemente, lo cual lo hizo sentir extraño y mal consigo mismo porque no debería estar pensando tanto en ello, pero mientras más serio se hacía lo que tenían, más real se volvía el miedo de no saber si YoonGi realmente estaba dispuesto a vivir en esta familia.

—Haré palomitas.

JiMin se levantó del sofá con Holly detrás de él. Pensó que sería una mejor opción mantener su mente en otro lugar que no fueran esos pensamientos.

Después de meter el paquete en el microondas, se sobresaltó de sentir una presencia detrás de él y miró a YoonGi apoyar su mentón sobre su hombro, manos en sus caderas y aroma a madera y café adormeciendo a su lobo. De inmediato miró a JungKook y se encontró con su hijo entretenido con el inicio de la película y con Holly.

—¿Te gustaron las flores? —le preguntó YoonGi con sus labios sobre su mejilla antes de besarla.

JiMin se encogió en su lugar, sus manos apoyadas en la encimera de la cocina. Las flores estaban a pocos metros de ellos, luciendo despampanantes en la jarra de agua en la que JiMin las había puesto.

—Me encantaron, no lo esperaba para nada —respondió suavemente, mirando hacia abajo con una sonrisa mientras YoonGi rozaba su nariz contra la piel de su mejilla. JiMin podía sentir un remolino en la parte baja de su estómago formarse por el toque del alfa y se mordió el labio inferior—. Me encantan las flores amarillas.

—¿Ah sí? Definitivamente tuve la mejor elección —se apartó un poco para mirar a JiMin más cómodamente—. La florista me dijo que los girasoles significan adoración y admiración por alguien —contó y JiMin sintió que su cara se calentaba—, así que ten eso en cuenta.

JiMin zumbó y le sonrió, con sus ojos mirando fijamente los del alfa. YoonGi levantó ambas cejas a modo de invitación y le devolvió la sonrisa.

—Eres muy dulce, Yoon.

—Gracias.

Siguieron mirándose, pero no se besaron a pesar de que era claro que ambos lo querían., JiMin no quería tener que explicarle a JungKook todavía qué era lo que había entre ellos, por ahora podría seguir pensando en YoonGi como el amigable vecino. En cambio, JiMin se inclinó una vez más sobre el alfa y dejó que este lo abrazara con firmeza.

Un abrazo estaba bien, los amigos se abrazaban.

—¿Te puedo preguntar algo sin que te enojes? —dijo de repente YoonGi, su mentón apoyado sobre su hombro otra vez. A JiMin le fascinaba su voz ronca, mucho más considerando lo cerca que estaban sus labios de su oreja sonrojada.

—Claro —asintió con los ojos cerrados.

—¿Por qué no dejas que se coma el helado?

JiMin abrió los ojos y miró a YoonGi, una risa incrédula salió de su boca y estuvo tentado a empujar al alfa.

—¿Es en serio? —lo miró sin creérselo, la pregunta había sido tan tonta que él lo encontró hilarante. YoonGi boqueaba, tratando de explicarse—. Aish, por eso viniste, para manipularme. Alfa mentiroso, ¿te confabulaste con JungKook? —miró a JungKook, quien levantó la cabeza en su dirección cuando escuchó su nombre, pero luego se escondió detrás de la mesita de centro cuando notó las cejas fruncidas de su papá.

—No, eso.... —YoonGi tomó a JiMin de las manos—. A ver, escucha, no te quería manipular, perdón, yo...

La alarma del microondas llamó la atención de ambos y JiMin se apresuró a sacar la bolsa de palomitas para ponerlas en un bowl. Por su parte, YoonGi miró a JungKook con una expresión de derrota y se encogió de hombros para darle a entender que su misión había fracasado.

—¡Vi eso! —señaló JiMin, provocando que YoonGi encogiera en su lugar por haber sido atrapado—. Par de tramposos —acusó y comenzó a abrir los cajones en busca de la sal—. No puedo creer que mi propio hijo me haga esto y que un adulto vaya y le haga caso, esto es ridículo —sintió las manos de YoonGi tomar su cintura una vez más—. Ay suéltame, mentiroso.

—No seas así —lo abrazó contra su pecho—. Me diste permiso de preguntarte sin que te enojes. No soy ningún mentiroso.

—No pensé que justo esa fuera la pregunta —comenzó a darle codazos, todos sin fuerzas, y resistía las ganas de sonreír por el tono quejumbroso del alfa.

—No te enojes conmigo.

—Estoy furioso contigo.

—Mentira —se siguió quejando y colocó su frente contra la espalda de JiMin, quien estaba tratando de tomar el bowl para volver al sofá, pero YoonGi se lo estaba poniendo difícil al tambalearse de un lado a otro—. No digas eso, me rompes el corazón.

—Yoon, deja que lleve las estúpidas palomitas al sofá.

—Kookie, las palomitas —ordenó YoonGi.

—¡Ya voy! —JungKook corrió hasta la cocina y tomó el bowl antes de que JiMin pudiera, luego corrió de vuelta a su sitió entre risas. Claro que se estaba riendo, su papá estaba recibiendo su merecido luego de decirle que no al helado, que YoonGi lo molestara era su pequeña venganza—. Señor YoonGi, ¡no lo deje ir!

—Claro, chiquitín.

—¡Ay son insoportables! —se quejó JiMin.

De repente, JiMin se liberó de los brazos de YoonGi y cuando se giró para verlo, el alfa lo acorraló contra la encimera de la cocina.

—¡No! —trató de apartarse, pero se carcajeó cuando YoonGi comenzó a hacerle cosquillas en el cuello con la punta de su nariz—. ¡YoonGi, ya basta! —trató de empujarlo, pero alfa no daba su brazo a torcer y JungKook no dejaba de reírse—. ¡Harás que me haga pipi!

—¡Sí, que se haga pipi! —celebró JungKook.

—¡Ay, mocoso! —regañó JiMin, pero no había peso en sus palabras cargadas de carcajadas.

Entonces, YoonGi se detuvo y lo miró con un suspiro.

—Bueno, ya está —dijo, pero no se apartó de JiMin, solo miró a JungKook—. Ya fue mucho castigo.

El niño se quejó, pero se distrajo inmediatamente después cuando Holly trató de robarle un par de palomitas.

Entonces, YoonGi volvió a mirar a JiMin.

—Perdón, sé que fue una pregunta tonta, pero no puedes culparme, solo quería ayudar al cachorro.

—Pues muy mal —tocó su pecho con su dedo índice—. Sabes perfectamente por qué le dije que no, tuvimos esa conversación cuando estabas ahí, así que no finjas solo para cumplir su capricho —el tono de su voz bajó mucho más, susurrando sus palabras para que JungKook no escuchara.

—Solo estaba tratando de ayudar —respondió con un puchero.

—Y me parece adorable, pero cuando yo digo que no, es no.

—¿Te parezco adorable? —enarcó una ceja y sonrió.

—No me cambies el tema.

YoonGi sólo lo miró con sus ojos brillando en arrepentimiento, como esas miradas que le dedica JungKook cuando quiere algo que no puede tener en ese momento. Frente a esto, JiMin tomó un poco de aire, miró al cielo un momento para darse las suficientes fuerzas y volvió a encarar al alfa que seguía tratando de usar su linda cara de cachorro triste para que no se enoje con él.

Lo cierto era que JiMin no estaba enojado, pero estando con YoonGi se sentía más libre de hacer un par de berrinches como esos.

—Realmente lo siento —insistió el alfa.

—Claro que lo sientes —su expresión de suficiencia se rompió cuando YoonGi gimió en queja—. Ay está bien, ya está, te perdono —palmeó su pecho. YoonGi suspiró en alivio—. Pero en serio, no es no.

—Ya lo sé —ladeó su cabeza—, es sólo que comprendo por qué él no entiende. A veces uno cree que sus padres están exagerando, quizás si dejas que coma el helado y le duela el estómago él entenderá por qué debe ser cuidadoso con los dulces.

—Claro, pero eso lo dices porque quien se lo va a aguantar lloriqueando, vomitando y sintiéndose enfermo no vas a ser tú —respondió con obviedad.

YoonGi se quedó en blanco.

—No había pensado en eso...

JiMin se rió por su inocencia y levantó sus manos para jugar con el dobladillo del cuello de la camisa negra que estaba usando YoonGi.

—Es una opción bastante buena, pero no quiero que JungKook esté enfermo en su cumpleaños y no tengo la energía para aguantarlo en ese estado. Prefiero soportar su berrinche y sus quejas hasta que se le pase —se encogió de hombros y alisó las arrugas que encontró—. Ya me cuesta mucho no ser el "papá aburrido" para que vengas a llevarte el puesto de "papá divertido", ¿no te parece?

Cuando JiMin terminó de jugar con la ropa de YoonGi, levantó la mirada, solo para encontrarse con el rostro estupefacto del alfa mirarlo con sorpresa. JiMin frunció sus cejas sin entender qué había sucedido y Yoongi cerró su boca para apretar sus labios en una sonrisa vacilante, parecía querer reírse, pero se contenía porque no debía ser correcto. JiMin no creía haber dicho nada extraño, pero YoonGi parecía no encontrar las palabras correctas para responder a su argumento.

—¿Qué pasa? —preguntó inseguro.

YoonGi sonrió, se mordió un momento el labio y abrió la boca.

—¿"Papá divertido"?

En menos de un segundo, la cara de JiMin se tornó rojo vivo y se cubrió la boca con ambas manos.

—Oye...

—Ignora lo que dije —lo interrumpió y le tapó la boca—. Ignora lo que dije, lo dije sin pensar.

Los ojos de YoonGi se encontraban entrecerrados y sus hombros se sacudían con el ritmo de sus risas. JiMin podía estar más avergonzado, él sólo parloteó sin pensar en las palabras que estaba usando y en el significado que pudieran tener para el alfa, o para los dos y su relación. Aun así, YoonGi no lo había tomado mal, no parecía así de todos modos, simplemente se reía.

—JiMin...

—No, cállate, no hablaremos de eso ahora —se cubrió la cara con una de sus manos.

—¡Señor YoonGi, Hipo ya atrapó a chimuelo! —JungKook señalaba la televisión.

El par miró a JungKook y JiMin decidió que ahí iba a morir la conversación.

Ambos volvieron a sentarse para ver la película, con JiMin en el sofá y YoonGi sentado al lado de JungKook para dibujar el dichoso dragón. Holly volvió a sentarse en el regazo a JiMin, con su lengua afuera y moviendo la cola contento mientras JungKook hablaba con YoonGi sobre los poderes de los dragones y las formas de los mismos como si fuera todo un experto y no estuviera inventando cada palabra.

La interacción de ambos, adulto y niño, era una de las cosas favoritas de JiMin. No llevaba más de tres meses conociendo a YoonGi, pero rápidamente el alfa se había convertido en alguien importante tanto para él como para JungKook, era aquella persona especial en la que pensaba antes de dormir y la que su hijo mencionaba más que a su propio y supuesto tío favorito. Él solo conversaba casualmente con JungKook sobre el poder de los dragones, debatía sobre cuál era el mejor de los dragones de la película y seguía la conversación como si fuera uno de los temas más relevantes del último siglo.

JiMin se preguntó que si no era con YoonGi, ¿con quién más podría ser? ¿Quién tomaría en serio a JungKook como él lo hacía? No habían tantos alfas en el mundo que estuvieran realmente interesados en un padre soltero como él. En algún punto este miedo dejó de ser una molestia para su vida, dejó de pensar en encontrar aquel príncipe azul o amor perfecto para compartir su vida y no vivir eternamente soltero, pero ahora que había conocido a YoonGi la soledad se sentía el doble de aterradora.

En mitad de sus pensamientos, JiMin se dio cuenta de que el par frente a él ahora lo estaban mirando. Él parpadeó y preguntó qué sucedía, entonces JungKook levantó ambos dibujos.

—¿Cuál es más lindo, papi?

La diferencia entre la mano de un niño y la de una adulto era obvia, como la respuesta.

—El de la izquierda.

YoonGi se quejó y JungKook celebró.

—¡Le gané!

—No es justo, tu chimuelo se ve escuálido, parece que no comió pescado en meses —molestó YoonGi, provocando que JungKook jadeara ofendido.

—¡Mentira! Su chimuelo se ve muy redondo, ¡se comió todo el pescado del mío! —se defendió y al mismo tiempo acusó a YoonGi con su pequeño dedo índice.

YoonGi jadeó y colocó su mano sobre su pecho.

—¡Cómo te atreves!

JungKook se puso en posición de pelea y YoonGi se lanzó sobre él. Ambos comenzaron a pelear en el suelo, pequeñas patadas y puños volaban por todos lados mientras YoonGi sacudía a JungKook de un lado a otro. JiMin trató de que se detuvieran, pero no parecían escucharlo, o no les interesaba, así que suspiró y se pasó la mano por la frente.

Al fin y al cabo todos los alfas eran igual de tontos.

De repente, se escuchó un golpe sordo y una queja, entonces JiMin sintió que el corazón se detenía.

—Ay, ay, ay —YoonGi sostenía la parte de atrás de su cabeza y se retorcía en el suelo—. Hombre herido —se quejó con un lloriqueo.

JungKook se apartó con las manos en el pecho y miró a JiMin con culpa. Entonces el omega se apresuró a bajar del sofá para revisar al alfa mientras JungKook lo seguía con la mirada, preocupado.

—Por la sagrada Diosa, ¿te golpeaste con la punta de la mesa, no? —lo ayudó a sentarse. YoonGi asintió, quejándose por el dolor con un par de sonidos que se mezclaban con una risa nerviosa—. Déjame ver.

YoonGi agachó la cabeza para que JiMin revisara. JungKook también se asomó. A su lado, Holly seguía sentado en el sofá, ahora más dormido que despierto.

—Por esto no me gusta que jueguen así, ya ven —comenzó JiMin, rebuscando entre el cabello negro de YoonGi algún hilo de sangre o cortada, pero no había nada—. Les digo que se van a golpear, pero no, ustedes igual se pelean como un par de salvajes. ¿Te duele aquí? —presionó un punto al azar.

—¡Ay!

—Ya se está comenzando a hinchar —murmuró—, voy a buscar hielo para que no se te ponga peor —lo peinó de vuelta y se levantó del suelo—. Espera ahí.

YoonGi puchereó y apoyó la espalda en el sofá. JungKook se sentó a su lado, con sus manos sobre su pequeño regazo y lo miró con culpa.

—Lo siento.

—Está bien, fue un accidente —despeinó el cabello del niño—. Pero creo que debemos tener más cuidado para la próxima. Menos mal que fui yo y no tú, de otro modo tu papá me mataría.

—¡Dalo por seguro! —dijo JiMin desde la cocina.

YoonGi formó una mueca de miedo que hizo reí a JungKook.

—Baja la cabeza —ordenó JiMin cuando volvió a acercarse con un trapo de la cocina lleno de hielos. YoonGi lo hizo obediente y el omega se sentó a su lado, luego apartó el cabello con su mano en busca del pequeño bulto que se estaba formando—. Aquí —colocó la bolsa, YoonGi siseó—. No llores, tú te lo buscaste.

—No me regañes, haces que sienta que tengo ocho años de nuevo —lloriqueó.

—¿Te lastimaste mucho a esa edad?

—No podía quedarme quieto, corría y saltaba por todos lados. En esa época siempre tuve raspones, moretones y huesos rotos —contó—. Creo que es algo de familia, por eso mis sobrinos son así.

—Creo que ya entiendo por qué no quieres hijos —dijo JiMin con ironía.

—¿No quiere tener hijos, señor YoonGi? —preguntó JungKook.

—No, chiquitín.

JiMin le dio la bolsa para que él mismo la sostuviera y YoonGi se sentó derecho una vez más.

—Pero ya está grande, ¿con quién va a jugar? —preguntó con inocencia—. ¿No le gustan los niños? —puchereó.

—Puedo jugar contigo —se encogió de hombros—. Y los niños me agradan, pero los bebés me dan miedo, no quiero cuidar un bebé porque no me siento listo y no creo que lo vaya a estar pronto.

—Pero los adultos tienen bebés —ladeó su cabeza.

—No todos, amor —intervino JiMin y se sentó en la mesita de centro frente a los dos—. Algunos adultos no están listos para tener hijos y eso está bien. No es una obligación tener bebés.

JungKook pensó un momento.

—¿Cómo se hacen los bebés?

YoonGi se atoró con su saliva y comenzó a toser como loco. JiMin sólo se tensó en su lugar y abrió un momento la boca sin saber qué decir exactamente.

—Eh... Vamos a tener esa conversación en otro momento —dijo JiMin con una sonrisa nerviosa—. Por ahora, vamos a quedarnos con la idea de que los bebés son complicados de cuidar y que no todos están listos, ¿sí?

—Pero tú me cuidaste bien, papi.

Esa pequeña frase tomó por sorpresa a JiMin, quien sintió que su sonrisa flaqueó y sus cejas se fruncieron con aparente dolor. Un par de lágrimas se acumularon en sus ojos, pero él parpadeó para apartarlas y aspiró para finalmente sonreír con amor y mirar a su hijo con ojos brillantes.

—Gracias por pensar eso, mi amor.

La tarde continuó así, con ellos simplemente conviviendo con el otro, riéndose por alguna de las ocurrencias del pequeño cumpleañero o simplemente acurrucados en el sofá para ver el final de la película.

JungKook comenzó a sentir sueño cuando la noche llegó. Todo el día correteando, jugando con ellos y comiendo dulces culminaron en un agotado cuerpo infantil luchando por mantenerse despierto mientras ellos jugaban un juego de mesa. Él ni siquiera pudo recordar que había un helado esperándolo en el refrigerador luego de toda la tarde, estaba más concentrado en no caer dormido mientras movía su pieza por el tablero porque estaba a punto de ganar y no se dejaría vencer.

Sin embargo, hasta el más fuerte de los hombres debe caer y fue cuestión de tiempo para que JungKook dormitaba sobre la mesita de centro sin ningún gramo de energía en su cuerpo, así que JiMin lo cargó y lo llevó a su habitación.

—¿Te divertiste en tu cumpleaños? —preguntó JiMin sentado en la cama de JungKook, quien se encontraba recostado a su lado, preso del sueño. JiMin acariciaba su cabello con cuidado, aquello siempre hacía que JungKook se quedara dormido más rápido.

—Sí, papi —asintió y bostezó—. Me gustó mucho dibujar, y jugar con el señor YoonGi, y comer pastel y panqueques, y los regalos de todos ustedes, y mi bici... —decía cada vez más lento, sus párpados pesados contra sus ojos.

YoonGi se encontraba apoyado sobre el marco de la puerta, sus brazos cruzados contra su pecho mientras veía enternecido al niño que se quedaba lentamente dormido.

—Y el sábado nos vamos a divertir en tu fiesta en el parque con todos tus amigos del colegio, ¿qué tal? —le preguntó con entusiasmo, su voz baja para no interrumpir demasiado su inminente sueño.

JungKook sonrió en grande, su pequeña nariz arrugada y sus dientes de pequeño conejito haciendo acto de presencia. El niño se rió bajito, apretando sus puños con emoción. JiMin había hecho lo posible por organizar algo decente para que se divirtiera y esperaba que todo saliera bien porque esa sonrisa en el rostro de su hijo valía totalmente la pena.

—Ya quiero que sea sábado, papi.

—Falta poquito, mi amor.

—Y también quiero que sea domingo para ir al... —lanzó un largo bostezo—... al parque de BT21 —se acurrucó contra la almohada.

—Yo también estoy esperando que sea domingo, seguro que Yoon también —miró un momento al alfa, quien asintió a pesar de que JungKook le estaba dando la espalda.

Holly se asomó al borde de la cama, olfateando al niño que estaba próximo a quedarse dormido. Hizo un ademán de subirse, pero YoonGi silbó y él corrió de vuelta hacia su dueño para sentarse a su lado.

—Papi, ¿me puedes leer el cuento del lobito y el granjero?

—Claro que sí, amor —acarició una vez más su cabello y se levantó de la cama. Cuando miró a YoonGi, el alfa parecía curioso, sin intenciones de irse de la habitación—. ¿También quieres escuchar la historia, Yoon?

—Sí, sí —animó JungKook e hizo un ademán para que se acercara.

—Estoy bien aquí, yo escucho.

JiMin le lanzó una mirada inquisitiva y se sentó una vez más en la cama de JungKook, ahora había un libro en sus manos y en la portada se veía el cielo estrellado y la silueta de un lobo aullando hacia la luna imponente en el cielo. La historia que leyó JiMin era la de un par de enamorados, una de las leyendas más famosas del folklore de los lobos, una que explicaba el origen de los betas en este mundo injusto.

Las palabras de JiMin eran calmadas, acompañando a su hijo a sumergirse en el mundo de los sueños a cada nuevo párrafo que comenzaba. JungKook se quedó dormido antes del trágico final y JiMin cerró el libro para desgracia de YoonGi.

El alfa abrió la boca para protestar y JiMin colocó su índice sobre sus labios para callarlo, luego señaló la puerta y YoonGi se fue entre quejas. JiMin besó la frente de su hijo, se aseguró de que el ventilador no estuviera demasiado fuerte y salió para encontrarse con YoonGi en el sofá.

—Por favor dime que no los mataron.

—Entonces mejor no te digo nada —pateó uno de los globos.

YoonGi se cubrió la cara.

—Que terrible historia, por la sagrada diosa...

—Es horrible, pero a JungKook le encanta —se sentó a su lado, lo suficientemente cerca para que ambos cuerpos se acurrucaran contra el otro—, creo que es ese tipo de lector amante del sufrimiento —cruzó sus piernas y se inclinó sobre el hombro de YoonGi.

—Tu hijo está loco.

—Hey —le dio un golpecito en el pecho que lo hizo reír—. Al menos no le gustan las películas de terror.

YoonGi deslizó su mano por la espalda de JiMin hasta su cintura y lo acercó un poco más a su cuerpo. Cuando JiMin levantó la mirada, se encontró con los profundos ojos del alfa.

—Me juzgas por mis gustos —YoonGi negó con la cabeza, luciendo decepcionado—. Si hubiese sabido que eras así no te besaba aquella vez.

—Te morías por besarme —molestó.

—Me muero ahora —admitió y sonrió, sus ojos entrecerrados mirando al omega.

—¿Y qué te detiene? —susurró cerca de su boca.

YoonGi se inclinó sobre JiMin, acorralándolo contra el respaldo del sofá. El omega sostuvo su cara entre sus manos, sonriendo a la par que el alfa de cabello negro que no parecía querer dejarlo escapar.

—Creo que no se va a quedar solo en un beso —murmuró—, y hay un niño durmiendo.

—Hm, quizás deberíamos ir a otro lugar.

—Mi casa está al lado, qué casualidad —movió sus cejas.

JiMin rió por lo bajo y viró los ojos.

—Ah, eres un tonto... —murmuró sobre su boca y besó sus labios con cuidado. YoonGi correspondió de inmediato y atrajó a JiMin a su cuerpo como si hubiera esperado toda la noche para ello.

El par se besó con cuidado en el sofá, sus manos moviéndose casi tímidamente sobre el cuerpo del otro. JiMin se reía entre besos, deslizaba sus manos por el cuello de YoonGi hasta sus hombros, mientras que YoonGi respiraba con pesadez entre cada beso, al menos hasta que JiMin sintió movimiento en su espalda y se separó.

Holly se había subido al sofá para olfatear al par.

—Ah, qué entrometido —se quejó YoonGi—. Ya van dos veces, Holly.

El perro lo miró y sacó la lengua como si estuviera sonriendo. JiMin se rió y acarició el hocico del animal, el cual se dejó caer sobre el toque.

—Hey, hey. Me toca a mi, ya estuviste mucho tiempo con él —YoonGi apartó su mano—. Ve a vigilar a JungKook, anda.

El perro lo miró como si estuviera procesando lo que había dicho y luego se bajó de un salto del sofá para correr en dirección al cuarto de JungKook.

JiMin enarcó una ceja y miró a alfa.

—No se va a subir a su cama, ¿verdad?

—No prometo nada —mientras decía esto, YoonGi se levantó del sofá y le tendió su mano a JiMin—. Vamos.

JiMin se levantó del sofá y miró un momento el cuarto de su hijo. Él iba a estar bien. No iba a pasar nada si se iba por un rato.

Aceptó tomar la mano de YoonGi y ambos caminaron hacia la casa del alfa. Cerraron la puerta con cuidado y fueron silenciosos hasta que YoonGi cerró su propia puerta, momento en el que el alfa se lanzó sobre JiMin para acorralarlo contra la pared al lado de la entrada. JiMin jadeó por la sorpresa, pero no perdió el tiempo en rodear el cuello del otro con brazos ni tampoco se demoró en devorar su boca con besos profundos y hambrientos.

Quizás él no era el único que había esperado ese momento con ansias.

YoonGi subió sus manos por las caderas de JiMin, metiendo sus dedos por debajo de la camisa de pijama que usaba el omega. La yema de sus dedos fríos provocaron escalofríos en el cuerpo frente a él. JIMin podía sentir que cada pequeño toque dejaba un rastro de fuego detrás, su aliento cada vez más caliente a la par de su cuerpo hirviendo. El aire faltaba y los besos se hacían cada vez más largos. Las caricias de YoonGi eran tan rústicas como delicadas a su modo, con cuidado de no apretar demasiado fuerte, pero con un deje de desesperación en su tacto que hacían a JiMin suspirar.

Todos los pensamientos del mundo desaparecieron de la mente de JiMin en ese momento, solo podía pensar en las sensaciones que se arremolinaban en la parte baja de su estómago mientras YoonGi bajaba sus besos hasta su cuello. La lengua caliente del alfa quemaba de igual manera contra la piel delicada de aquella zona y lo hizo gemir por lo bajo cuando bajó lo suficiente como para rozar el punto donde descansaba su glándula de olor. YoonGi lo saboreó como dulce, el sonido pesado de su respiración alterada cada vez más desordenado, como quisiera tomar más y más.

Los dedos de YoonGi apretaron contra la piel suave de la espalda baja de JiMin y lo jaló hacia él con fuerza, luego dejó de chupar su cuello y lo miró con ojos oscurecidos desde arriba. El aroma a madera mareaba a JiMin, el café cortaba un poco la pesada esencia para picar en su nariz como una invitación y, muy por debajo de todo eso, había un delicado sabor que bailaba en la punta de su lengua que aún no sabía qué era exactamente.

—Ven.

El alfa comenzó a caminar hacia atrás, atrayéndolo hacia su habitación. JiMin lo siguió con ojos desenfocados, tratando de recuperar la respiración que perdió por culpa del alfa, quien lo miraba como si no fuera físicamente capaz de sacarle los ojos de encima.

Dieron un par de vueltas, como si estuvieran bailando, sin despegarse del cuerpo del otro hasta que finalmente llegaron a la habitación de YoonGi.

JiMin cayó sentado en el borde de la cama y miró cómo YoonGi comenzó a desabrochar los botones de su camisa negra.

—Escucha —comenzó YoonGi de repente—, si no quieres hacer algo, si te sientes mal o incluso si te arrepientes házmelo saber, por favor —pidió con voz serias mientras terminaba con los últimos botones—. Yo te voy a preguntar igual, pero usa tus palabras. ¿Entendido?

JiMin asintió.

—Usa tus palabras, JiMin —repitió con un tono casi divertido.

—Ah —se rió con nervios—. Sí, te entiendo, lo haré.

—Perfecto —se inclinó para besar sus labios—. Ve y acuéstate, por favor.

El omega tragó y comenzó a deslizarse hacia atrás mientras el alfa se arrodilla sobre la cama y lo seguía, mirándolo con los ojos de un cazador.

Cuando cayó de espaldas, YoonGi ya estaba sobre él, su pecho y abdomen expuestos para su deleite y JiMin no pudo evitar levantar sus manos para tocarlo. Lo abrazó por debajo de sus brazos y lo acercó para besarlo otra vez. YoonGi no se hizo de rogar, se recostó sobre él con todo el peso de su cuerpo. Las piernas de JiMin apretaron su cintura con la intención de tenerlo más cerca y YoonGi se encontró a sí mismo gruñendo sobre la boca de JiMin al darse cuenta del bulto en sus propios pantalones que estaba comenzando a doler.

YoonGi tomó uno de los muslos de JiMin y bajó hasta sujetar su rodilla por debajo, luego levantó su pierna y la apretó contra el cuerpo del omega antes de comenzar a mover sus caderas contra él. JiMin gimoteó, arqueandose sobre la cama cuando el calor de su vientre se expandió por todo su cuerpo. Se sintió como una ola, chocando contra él de manera tan violenta que comenzó a temblar. Habían pasado siglos desde la última vez que hizo esto, así que estaba más sensible de lo común, y estar con YoonGi era todo menos tranquilo.

El alfa volvió a su cuello, besándolo con labios calientes y húmedos, y JiMin se sentía tan pequeño debajo de su cuerpo mientras lo sentía moverse sobre él, lento y suave con estocadas tranquilas que iban directamente a atacar su entrepierna. Hubo una estocada en particular que lo hizo apretar sus piernas por simple reflejo y escuchó a YoonGi gruñir otra vez contra su oreja. La voz de JiMin tembló cuando volvió a gemir y sacó una de sus manos de debajo de la camisa de YoonGi para aferrarse al largo cabello de su nuca.

Entonces YoonGi siseó.

—Espera, espera —gimió adolorido—, ahí no.

JiMin recordó el golpe con la mesa y quitó su mano.

—Lo siento —se mordió el labio, tratando de no reírse, y tomó la mejilla de YoonGi cuando este levantó su cabeza—. Lo olvide, disculpa por cortar lo sexy del momento —jadeó una risa corta.

El alfa viró los ojos y sopló un mechón de cabello lejos de su cara, luego se inclinó a besar a JiMin otra vez. Su lengua sabía a la esencia del omega, a suaves rosas mezcladas con fresas. JiMin gimió por pensar en el trato que debió darle a su glándula y luego sintió su boca vacía. Se quejó y abrió sus ojos para encontrarse con el alfa mirarlo desde arriba, quien sonreía y colaba una vez más sus dedos por debajo de la camisa de JiMin.

—Quiero verte.

El omega entendió el mensaje de inmediato y ayudó al otro a quitarle la prenda. Un momento después se encontraba medio desnudo debajo de YoonGi y el calor de sus mejillas se intensificó cuando el alfa colocó la palma de su mano sobre su cintura. El calor de su piel era tan insoportable como satisfactorio y solo pudo suspirar en respuesta, cerrando sus ojos una vez más.

YoonGi subió su mano lentamente hasta el pecho de JiMin, deslizó su mano por el medio de sus pectorales y llegó hasta su cuello, luego se lo sostuvo sin apretar y giró su rostro con cuidado para inclinarse sobre su oreja.

—Te ves precioso, cielo —murmuró y besó su sien—. Tan lindo...

JiMin se cubrió la mitad del rostro con el dorso de su mano y cerró los ojos con fuerza. La vergüenza explotó en su cara como una bomba, pero no tuvo tiempo de pensar en el cumplido porque un gemido escapó de su boca en el momento que sintió que los labios de YoonGi hacían su camino hacia el centro de su pecho. Él gimió y miró hacia abajo en el momento justo en que el alfa sacó su lengua para lamer uno de sus pezones, sus ojos fijos en JiMin.

El omega chilló y echó la cabeza hacia atrás, totalmente abochornado.

Pudo escuchar y sentir a YoonGi reírse contra su piel. Después él volvió a lamer la sensible zona, moviendo en círculos su lengua contra el pedazo de carne hasta que creyó conveniente meterlo dentro de su boca, chupando y jalando lo suficientemente fuerte como para hacer que la respiración errática de JiMin se transforme en pequeños gemidos temblorosos que pedían más contacto.

Con su mano libre, YoonGi apretó el pectoral olvidado de JiMin y presionó su dedo índice contra el otro pezón mientras seguía jugando con el otro dentro de su boca.

JiMin volvió a sujetar el cabello de YoonGi, esta vez con un poco más de cuidado, mientras presionaba la cara del alfa contra su pecho y se arqueaba sobre la cama. El contacto se le hacía desesperante, pero quería más, quería todo lo que YoonGi tuviera para ofrecerle y comenzó a sentirse cada vez más desesperado por ello entre cada nuevo espasmo de su cuerpo.

YoonGi soltó el pezón de JiMin con el sonido de una succión acompañándolo y apretó ambos pectorales con sus manos, masajeando el par de músculos con sus pulgares antes de meter el otro pezón dentro de su boca. JiMin gimió más alto y apretó sus piernas juntas contra las caderas de YoonGi. Su miembro apretaba contra sus pantalones, tensándose y contrayéndose cada vez que el alfa jalaba su pezón, palpitaba en expectativa y la fricción contra la cintura de YoonGi estaba volviéndolo loco.

—Yoon... —murmuró, bajando la mirada hacia el alfa. Jaló un poco su cabello, pero YoonGi no se inmutó—. Y-Yoonie...

El alfa levantó la mirada hacia él, el pezón todavía dentro de su boca. JiMin se mordió el labio y apartó un par de mechones negros de su rostro. YoonGi sonrió y mordió el delicado pedazo de carne, luego se apartó y lo soltó cuando JiMin se quejó.

—¿Qué pasa? —subió su mano hasta su rostro y apretó los abultados y rojos labios de JiMin con su pulgar, separándolos con cuidado mientras el omega cerraba los ojos y suspiraba—. Sé paciente, cielo. Quiero tomarme mi tiempo contigo —le dijo con su voz sonando parecida a un ronroneo y besó fugazmente su boca.

JiMin quiso protestar, pero pronto YoonGi volvió a besar su pecho. Luego comenzó a bajar por su cintura, hasta llegar a su estómago y sus manos tomaron los bordes de su short de pijama. Sus dientes mordieron la piel a su paso y dejó a JiMin en ropa interior con un movimiento rápido de sus brazos. YoonGi volvió a colocarse de rodillas en la cama, irguiéndose sobre el omega casi completamente desnudo recostado en su cama. Había algo imponente en el hecho de que el alfa todavía siguiera casi completamente vestido que hizo sentir a JiMin mucho más pequeño de lo que era y, para su propia sorpresa, le gustó ese sentimiento.

—¿Puedo tocar tu vientre?

JiMin mordió sus labios y tomó una de las manos del alfa para colocarla sobre la cicatriz de su vientre. JiMin tembló sobre el colchón cuando YoonGi le sonrió y tragó en el momento que el alfa comenzó a mover su palma sobre aquella importante zona. Lo que no esperó, sin embargo, fue que YoonGi volviera a agacharse y posara sus labios sobre su cicatriz para comenzar a besarla.

El omega se tragó un gimoteo y bajó su mano hasta hundir sus dedos en la melena negra de YoonGi, quien continuó con lo suyo, besando con cuidado la cicatriz de la cesárea de JiMin desde una punta hasta la otra. Tan delicado en su tacto como si estuviera tocando porcelana.

—Yoon...

—¿Quieres que pare?

—No, no —se apresuró a decir—. Es que nadie había hecho esto nunca y... se siente extraño, pero tan... lindo —murmuró.

YoonGi ignoró la momentánea rabia de pensar en lo que esa frase implicaba y abrió la boca.

—Te mereces esto y más, mi precioso omega.

JiMin parpadeó rápido para apartar las lágrimas que se arremolinaron en sus ojos y sonrió en dirección a YoonGi cuando este lo miró.

—Gracias...

El alfa le sonrió de vuelta y contó besándolo mientras bajaba la dirección de sus mimos hacia la entrepierna del omega. JiMin aspiró y dejó caer su cabeza hacia atrás una vez más, sus pies desnudos se deslizaron por la espalda de YoonGi y sus muslos se apretaron juntos tanto como pudieron antes de que YoonGi rodeara ambos con sus brazos y los separara.

El corazón de JiMin se aceleró lleno de expectativa, pero no bajó la mirada. Los nervios revolvieron su estómago y trató de prepararse para lo siguiente que iba a sentir, pero su cuerpo tembló como nunca aun así cuando YoonGi metió su rostro entre su piernas y comenzó a besar la erección por encima de su ropa interior color rojo.

La esencia de los omegas y de los alfas se refuerzan en la zona de sus genitales, todo el mundo sabe eso, pero aun así YoonGi no pudo evitar que su lobo enloqueciera cuando el aroma a rosas se volvió espeso contra su garganta en el momento en el que presionó su rostro contra el interior del muslo de JiMin. El alfa en su pecho comenzó a gruñir con autoridad y YoonGi se apartó con un jadeo, ojos salvajes mirando el cuerpo de su omega totalmente dispuesto para él.

YoonGi aspiró para recuperar el aliento y enganchó uno de sus dedos en el borde del bóxer de JiMin, luego lo observó y mantuvo una pesada mirada contra sus ojos.

—¿Puedo?

JiMin asintió con sus cejas fruncidas hacia arriba.

—Palabras, cielo.

JiMin tragó.

—Sí —gimió—, por favor.

YoonGi gruñó una vez más y lanzó lejos los boxers de JiMin, quien se encogió automáticamente en su lugar por sentirse expuesto, pero su intento no duró mucho porque YoonGi volvió a arrodillarse para separar sus piernas y comenzó a besar el interior de su muslo una vez más, esta vez sin la barrera de la tela que lo aislaba de sentir la boca del alfa contra su cuerpo. JiMin se mordió el labio y miró hacía abajo, pero esta vez YoonGi no le regresó la mirada, simplemente besaba y chupaba la sensible piel de la zona, evitando a propósito el sensible pene del omega que no dejaba de palpitar con ansias.

—Yoon...

El alfa resopló y bajó un poco más sus besos hasta sentir el lubricante espeso manchar su barbilla. Para este punto, el aroma a fresas y rosas llenaba sus pulmones y empujaba a su alfa al borde del delirio, Su propio cuerpo se sentía tan caliente que el ambiente de verano helaba contra su piel.

YoonGi sonrió y bajó una de sus manos hacia el interior de las nalgas de JiMin. El omega suspiró tembloroso mientras uno de los dedos de YoonGi entraba lentamente y atravesaba con cuidado su borde hasta que sus nudillos tocaron su piel. Luego comenzó a moverlo hacia afuera y volvió a meterlo con cuidado. Se mordió el labio y miró el pene de JiMin contraerse entre cada suave estocada. JiMin arqueaba su espalda y sus piernas temblaban por la posición mientras sus suspiros erráticos llenaban la habitación del alfa.

YoonGi se acercó a la base del pene de JiMin y sacó su lengua para lamer hasta la punta. El omega lloriqueó y trató de cerrar sus piernas, pero YoonGi gruñó en rechazo.

—No.

—Lo siento —dijo JiMin sin aire.

—Está bien —volvió a meter sus dedos, esta vez dos, JiMin estaba lo suficientemente húmedo para que no fuera complicado, y escuchó al otro quejarse mientras él lamía de nuevo su miembro y subía hasta la punta para meterlo dentro de su boca.

JiMin se aferró al cabello de YoonGi mientras el alfa sacudía su interior con sus dedos a la par que subía y bajaba sobre su pene. La sensación caliente del orgasmo se arremolinaba contra su vientre a una velocidad desesperante. JiMin estaba seguro de que no aguantaría mucho tiempo más así que se permitió disfrutarlo, su voz entrecortada deleitaba los oídos de YoonGi con gemidos y pequeños pedidos de que lo hiciera más rápido, la euforia en su tono casi alcanzaba la de una risita nerviosa y tanto su cuerpo como sus piernas se retorcían entre más cerca se sentía de llegar al clímax.

De repente, aparecieron pequeños pensamientos fugaces sobre lo vergonzoso que era estar así recostado sobre la cama mientras el sonido de sus gemidos y el chapoteo de los dedos de YoonGi golpeando contra su entrada rebotaban en las paredes de la habitación. La vergüenza solo hacía aumentar el calor de su cuerpo sin embargo y la sensación que le provocaba en el pecho lo obligaba a cubrir su boca para no ser tan escandaloso. Su estatus de padre no se iba a deshacer por disfrutar de esto, pero al mismo tiempo, sentía que estaba prohibido, y de que quizás él no era el tipo de persona que podría lucir sexy retorciéndose en la cama.

—¿Qué pasa? —la voz jadeante de YoonGi lo hizo estremecerse y abrió sus ojos para mirar al alfa posarse sobre él. Su brazo se seguía moviendo con rapidez para no perder el ritmo de las estocadas y JiMin estaba haciendo lo posible por no gritar—. ¿Por qué te tapas la boca? Quiero escucharte.

JiMin negó con la cabeza, gimoteando con la boca cerrada y respirando erráticamente por la nariz. Era casi incapaz de mantener sus ojos abiertos, lágrimas acumuladas en sus comisuras. YoonGi sólo lo miraba con sus cejas fruncidas, su pecho subiendo y bajando por la falta de aire mientras un par de mechones sudados de cabello caían contra su cara. JiMin estuvo tentado a apartarlos de su rostro, pero de hacerlo no podría cubrir su boca, así que no lo hizo.

De repente, YoonGi detuvo su brazo y metió profundamente sus dedos dentro del omega. JiMin viró los ojos hacia atrás y los cerró cuando el alfa comenzó a masajear el interior de su cuerpo con la punta de sus dedos, buscando algo en particular que JiMin pensó que no sería necesario hasta que finalmente lo encontró y su cuerpo entero se sacudió con un fuerte espasmo.

—Ahí está —sonrió YoonGi y aumentó la fuerza de su toque sobre la próstata del omega, cuyos lloriqueos y lamentos se escucharon fuertes a pesar de que ambas manos cubrían su boca—. Quita tus manos.

JiMin negó con la cabeza y YoonGi continuó abusando del sensible punto con sus dedos hasta que JiMin se transformó en un desastre de lloriqueos. Ya había sido demasiado, no creía que fuera capaz de soportarlo y, en un desesperado intento por recobrar el control, se quitó las manos de la boca y tomó el brazo del alfa, provocando así que sus lamentos llenaran la habitación una vez más. Sin embargo, YoonGi no se detuvo y JiMin no era capaz de articular una palabra coherente sin deshacerse en gemidos.

—Tu voz es hermosa —halagó YoonGi, pero JiMin negó con la cabeza una vez más, mirando fijamente al alfa que no dejaba de sacudir su cuerpo solo con sus dedos—. Grita fuerte para mí, ¿sí? —pidió sin aliento.

JiMin negó de nuevo, pero realmente no podía gritar más alto porque su aliento no alcanzaba para más. Tenía su boca abierta como si fuera un pez fuera del agua y mejillas tan rojas que lucía como si toda la sangre de su cuerpo hubiera viajado hasta su cara, piel brillante por el sudor y su cabello castaño desordenado apuntando en todas las direcciones.

—M-Me van... —jadeó—. M-Me van a... escu...

Entonces su cuerpo entero se tensó y arqueó sobre la cama, perdió la voz en el segundo que el clímax lo golpeó como una ola que lo ahogó en una sensación de hormigueo que casi lo noqueó por completo, así que él se deshizo sobre el colchón mientras YoonGi retiraba sus dedos con cuidado.

—Lo hiciste muy bien, cielo —le dijo con un tono que calentó el corazón de JiMin mientras besaba con cuidado sus mejillas, cuello y pecho. JiMin no demoró en sonreír por los mimos, aunque la sensación pegajosa en su vientre lo distrajera—. ¿Estás bien? —preguntó y JiMin asintió lentamente.

—Sí, estoy bien —le dijo con voz ronca—. Qué vergüenza...

—No digas eso —reprochó con un tono amoroso—. No te tienes que avergonzar de disfrutar algo, JiMin.

El omega se mordió el labio y pudo sentir que su vientre se retorcía una vez más.

—¿Todavía aguantas?

Park formó una mueca de duda y siguió a YoonGi con la mirada cuando él se bajó del colchón y comenzó a desabrochar sus pantalones. JiMin tragó al darse cuenta del gran bulto que sobresalía de los boxers de YoonGi y, aunque estuvo tentado a apartar la vista por la vergüenza, no pudo quitarle sus ojos de encima de ni siquiera cuando se paseo por la habitación en dirección a su mesita de noche.

—Si no quieres llegar hasta el final, está bien —seguía diciendo YoonGi mientras abría el primer cajón, de ahí sacó la caja de condones que había comprado y una liga para el cabello que colocó entre sus dientes antes de comenzar a peinar su cabello hacia atrás—. Sé que los omegas pueden tener múltiples orgasmos, así que... me gustaría ver si puedo hacerte llegar a otro.

JiMin se perdió un momento en el modo en el que YoonGi se hacía su media coleta y de cómo este nuevo peinado cambiaba un poco la energía sexual que rodeaba al alfa en ese momento.

—Claro —dijo con un suspiro y se recostó de lado sobre la cama para ver mejor a YoonGi—. Haz lo que quieras, alfa —murmuró con ensoñación.

Los movimientos de YoonGi se congelaron un momento y JiMin se dio el lujo de sonreír con travesura. Ahora se sentía ridículamente atractivo, el pánico por estar haciendo el ridículo podría molestarlo más tarde.

YoonGi tragó y tomó el paquete de condones para sacar uno.

—No vamos a jugar ese jueguito de "haz lo que quieras" todavía —comenzó a decir. Sacó el condón del paquete y tomó el borde de su boxer. JiMin no se perdió ninguno de sus movimientos—. Porque si ese fuera el caso, yo no estaría usando un condón para empezar —agregó mientras bajaba lo suficiente la tela para que el bulto de su entrepierna se revelara frente a los ojos de JiMin.

Ahora fue turno del omega de tragar.

—¿No te dan miedo las ETS, alfa? —molestó, aunque no estaba seguro de que estuviera haciendo un buen trabajo porque sus ojos seguía mirando cómo el alfa se colocaba el condón con cuidado.

JiMin no estaba seguro de que eso pudiera entrar completo en él, para empezar.

—Sé que no tienes y que yo no tengo —fue su respuesta y una sonrisa se coló en sus labios cuando notó la manera en la que JiMin lo miraba—, simplemente me gusta correrme dentro.

JiMin sintió un revoltijo en el estómago y su interior se apretó contra la nada.

—Ya veo —murmuró.

YoonGi se quitó la camisa desabotonada y la tiró al suelo, luego se apoyó sobre la cama y tomó el tobillo de JiMin para jalarlo hacia él con una facilidad que hizo que el omega se sintiera mareado de repente. YoonGi tenía mucha más fuerza de la que aparentaba y no estaba seguro de cómo sentirse al respecto, así que sólo se dejó hacer mientras el alfa tomaba sus piernas y las colocaba alrededor de sus caderas.

—¿Listo? —preguntó.

JiMin tomó un poco de aire y se aferró a las sábanas.

—S-Sí.

—No te oyes muy seguro.

—Es que no quiero que estés ahí parado —le dijo—, acuéstate conmigo, esto no es un motel.

YoonGi se rió y asintió.

—Tienes razón —cedió y volvió a apoyarse sobre el colchón—. Acuéstate.

JiMin lo hizo obediente y se mordió el labio una vez más cuando YoonGi volvió a colocarse entre sus piernas, está vez arrodillado frente a él y no parado fuera de la cama. El alfa acarició un poco la punta de su pene y lo frotó contra la entrada todavía húmeda del omega. JiMin suspiró en anticipación y abrió sus piernas para YoonGi cuando el alfa le pidió que lo hiciera.

—Muy bien —elogió y JiMin sintió que su cuerpo entero vibraba en respuesta a eso—. ¿Esta posición está bien para ti? —preguntó cuando creyó estar listo y miró a JiMin para buscar su aprobación.

—Creo que es la posición que menos vergüenza me da —admitió.

—Entiendo, está bien —se rió—. Relájate.

JiMin estaba seguro de que decirlo era mucho más fácil que hacerlo porque cuando YoonGi presionó la punta de su pene contra su borde, se dio cuenta de que toda la preparación que el alfa pudo haber hecho hace un momento se había perdido. La intromisión lo hizo ponerse rígido sobre la cama y YoonGi se quejó por lo bajo cuando no pudo llegar muy lejos.

—A-Ah, lo siento...

—Está bien, cielo —tranquilizó YoonGi sin perder su tono amoroso—. Sólo respira y relaja los músculos.

JiMin asintió mientras YoonGi volvía a masajear la zona con sus dedos. El omega no estaba seguro de si esto estaba yendo de acuerdo al plan hasta que se dio cuenta de que pensarlo demasiado definitivamente no estaba ayudando, así que trató de relajarse sobre la cama y se dejó hacer mientras YoonGi volvía a abrirlo con sus dedos. Todo su cuerpo se sentía más sensible que cuando empezaron y supuso que había sido por el orgasmo anterior, así que decidió concentrarse en la satisfacción que se arremolinaba en su vientre una vez más para que la tensión se alejara de su cuerpo.

Luego de un momento, JiMin sintió la intromisión de algo más grande que un par de dedos y él se quejó suavemente, estirándose sobre la cama como si su primer instinto fuera huir de la sensación que apretaba contra las paredes de su interior lentamente. Él gimió y mordió su labio, dejando que YoonGi continuara hasta que estuviera completamente adentro.

Cuando YoonGi se detuvo, un gemido ahogado abandonó su boca y JiMin se dio cuenta de que su cuerpo se había tensado de nuevo. Los dedos de YoonGi se aferraban a su cintura como si fuera lo único que lo estaba conectando a tierra y se inclinó sobre el omega con cuidado. Los ojos de JiMin picaron en forma de lágrimas por la sensación incómoda del dolor agudo entre sus piernas y no demoró en abrazar a YoonGi por los hombros cuando este se recostó sobre su cuerpo.

Ambos se abrazaron sobre la cama y trataron de hacer que sus respiraciones aceleradas se calmaran un poco antes de pensar en otra cosa. JiMin estaba seguro de que era la primera vez que escuchaba a YoonGi hacer esos sonidos, jadeos profundos que chocaban directamente con su oreja y lo hacían encogerse en su lugar a consecuencia. Podría volverse loco solo escuchándolo respirar así y no podía creer que él tuviera que ver con eso.

—¿Puedo moverme? —preguntó el alfa contra la piel de su cuello. JiMin tenía sus ojos cerrados con fuerza y sus uñas encajadas en la piel de YoonGi, tratando de procesar lo que estaba sintiendo en ese momento para saber si estaba preparado para algo más y no alcanzó a responder, solo pudo soltar un pequeño sonido ahogado—. ¿JiMin?

—S-Sí...

YoonGi besó su cuello a la par que empujaba sus caderas contra las de JiMin con cuidado, solo tanteando el terreno mientras el castaño debajo suyo se acostumbraba a la intromisión y gemía como si le doliera. Aun así, no le dijo que parara, sólo rasguñó la espalda de YoonGi en un intento de descargar la tensión de su cuerpo y los espasmos que lo atacaban cada vez que el alfa lo hacía rebotar suavemente contra la cama.

El dolor y la satisfacción se mezclaban en un remolino que apretaba cada vez más fuerte contra el vientre de JiMin. El lubricante se deslizaba fuera de él entre cada estocada y, cuando YoonGi pareció tomar un poco más de confianza, el ritmo fue aumentando de modo que el sonido obsceno del chapoteo comenzó una vez más.

JiMin no supo en qué momento sucedió, pero en algún punto entre sus gimoteos y suspiros de placer pudo ver cómo YoonGi se levantaba sobre él y lo miraba con una sonrisa casi socarrona, sacudiendo su cuerpo contra el suyo mientras sus propias manos se aferraban a las sábanas debajo de JiMin y él no encontró mejor manera de huir del sentimiento de exposición que le producían sus ojos más que tapando la cara del pelinegro con sus propias manos.

YoonGi perdió la concentración un momento antes de reírse y negó con la cabeza para apartar los dedos de JiMin, pero este no se dejó, así que él aceleró el ritmo y apretó sus dedos contra la carne de su cintura para sacudirlo un poco más sobre la cama. JiMin chilló y la fuerza de sus brazos disminuyó.

Lo siguiente que supo JiMin fue que YoonGi había atrapado sus muñecas con una sola mano y las apresó contra el colchón, dejándolo expuesto a los ojos filosos del alfa. Sin embargo, antes de sentir algún tipo de excitación extra por esto, JiMin sintió que su corazón latía con pánico.

—N-No... eso no, por favor —pidió con un hilo de voz.

YoonGi lo soltó de inmediato y se detuvo, instante que JiMin aprovechó para recobrar el aliento y para limpiar las lágrimas que había dejado caer sin darse cuenta.

Eso había sido un terrible flashback.

—Mierda, lo siento —YoonGi se congeló en su lugar, pero JiMin negó con la cabeza.

—Está bien, Yoon —murmuró frotando uno de sus ojos—, solo fue un susto —dijo con calma.

—¿Estás seguro? —tomó su rostro y masajeó sus mejillas con cuidado, JiMin sólo alcanzó a sonreír mientras recibía los amorosos mimos—. ¿Quieres parar?

—No, no —tomó sus manos y le sonrió para que no se preocupara—. Estoy bien, tranquilo —murmuró sobre su boca antes de plantar un pequeño beso—. Sigue, por favor.

YoonGi suspiró con alivio antes de corresponder al contacto, besando con cuidado la boca de JiMin mientras lo empujaba contra la cama una vez más y recuperaba el ritmo que había perdido.

JiMin dejó que su voz se alzara con libertad en el momento que sintió los dientes de YoonGi mordiendo la carne de su cuello y sus piernas subieron por la cintura de YoonGi para engancharse una contra la otra como si quisiera impedir que se escapara. Las cosquillas en su vientre lo hacían temblar entre cada embestida y su interior se contraría contra con fuerza al ritmo de los gemidos roncos del alfa que se escapaban de sus labios entre cada beso desordenado.

Por un segundo, JiMin perdió la noción de dónde se encontraba en ese momento y todo lo que pudo sentir fue el hormigueo de su cuerpo haciéndolo temblar debajo del alfa que lo sacudía sobre la cama sin ningún tipo de esfuerzo. Podía ver y sentir los músculos de los brazos de YoonGi tensarse, su mandíbula apretada al lado de su rostro y sus jadeos sin aire chocar contra su piel. Él trató de besar el cuello del alfa, pero por la falta de aire no alcanzó a hacer mucho más que a frotar sus abultados labios sobre la glándula de YoonGi hasta que la sensación conocida del orgasmo lo golpeó una vez más. Entonces sus gemidos se transformaron en lloriqueos y lágrimas bajaron por su rostro una vez más.

YoonGi no se detuvo, simplemente metió su mano derecha en el interior del muslo de JiMin y levantó su piernas hasta que esta estuvo pegada a su cintura otra vez. El omega sentía las lágrimas calientes bajar por su cara y trató de hablar sin éxito, sólo miró cómo YoonGi se erguía una vez más entre sus piernas y empujaba sus caderas en busca de su propia liberación, su labio inferior fuertemente sujetado entre sus dientes mientras con su otra mano tomaba el muslo de JiMin para que este se abriera para él un poco más.

Por un segundo, los ojos del alfa parecían ser otros, más oscuros y más salvajes, y JiMin se aferró a las sábanas bajo sus manos sin ser capaz de sostener la mirada por un segundo más.

Él supo que YoonGi se había corrido porque se detuvo de repente y porque sintió sus largos dedos apretar con tanta fuerza sus muslos que supo que iban a dejar una marca. Él siseó y gimió de dolor, pero antes de poder abrir la boca para quejarse, YoonGi aflojó su agarre.

—Mierda —jadeó el pelinegro, cabeceando de un lado a otro para salir del trance en el que parecía haber caído—. Perdón, mierda, creo que te apreté muy fuerte —masajeó sus muslos.

—S-Sí, lo... lo hiciste —formó un puchero y el rostro del alfa cayó en arrepentimiento—. Dame un beso y te... te perdono —extendió sus brazos.

YoonGi lo hizo de inmediato, encimandose sobre el cuerpo del omega para besar casi con desespero su boca. JiMin rió por los mimos y se dejó hacer mientras frotaba su cara contra la de YoonGi como un gato buscando mimos.

—Hm, qué alfa tan dulce —dijo con amor, acariciando con cuidado su cara y cuello mientras YoonGi repartía pequeños besos en su mejilla—. Quién diría que era tan brusco en la cama...

El alfa se quejó.

—Lo siento —JiMin se rió por su tono mortificado—. A veces me dejo llevar un poco, no es intencional.

—¿Por eso insistes tanto en que use las palabras? —lo miró con curiosidad. YoonGi asintió y besó su pecho con cuidado. JiMin se tragó un gemido—. Bueno, no pasa nada, podría ser peor.

YoonGi se detuvo un momento y carraspeó antes de erguirse otra vez.

—Supongo que sí —murmuró con la mirada baja—. Voy a tirar el condón, ¿sí?

JiMin asintió y suspiró cuando YoonGi salió de su interior con cuidado. Cuando el omega lo miró alejarse de la cama, se dio cuenta de que el nudo de YoonGi se había formado en la base de su pene y cuando él desapareció en dirección al baño, JiMin pensó en que habría algún momento en el que seguro sería anudado y tragó al imaginarse cómo sería porque para él ya había sido mucho el miembro del alfa por sí solo.

Se recostó de lado sobre la cama y sintió en su espalda baja una punzada de dolor, cuando se masajeó la zona, se preguntó si acaso podría caminar bien la mañana siguiente.

Ah, EunJin se burlaría de él cuando lo viera quejarse.

—Te voy a limpiar —avisó YoonGi cuando volvió a entrar a la habitación. Vestía un bóxer limpio y en su mano llevaba una toalla húmeda.

JiMin no pudo evitar sentirse ridículamente querido por ese pequeño gesto y dejó que YoonGi se colocara de rodillas a su lado para limpiar la corrida de su vientre, luego masajeó con cuidado el interior de sus muslos y palmeó su cadera en un pedido silencioso para que se diera la vuelta. JiMin le sonrió y así lo hizo, se recostó boca abajo y apoyó su mejilla sobre sus brazos cruzados mientras YoonGi limpiaba los restos de lubricantes del interior de sus muslos y nalgas.

—Listo —besó su hombro y estampó su mano contra la nalga derecha del omega.

—¡Ay! —se rió y trató de alcanzar al alfa para golpearlo, pero YoonGi se bajó de la cama de un salto—. Idiota.

—No puedes culparme —le sacó la lengua y volvió a salir de la habitación—. ¿Necesitas algo? —le preguntó desde el baño.

JiMin zumbó como si lo estuviera pensando y rodó sobre la cama sin fuerza.

—Que vuelvas —le dijo con sus mejillas rojas otra vez.

—Ya voy, cielo —momentos después, él estaba entrando una vez más a la habitación—. ¿Ya me extrañas?

JiMin se mordió el labio y estiró su brazo hacia YoonGi.

Podría darse el lujo de ser así ahora, claro que no lo iba a desaprovechar.

—Ven.

YoonGi no se hizo de rogar, él fue directamente a los brazos de JiMin para rodar con él sobre el colchón mientras llenaba su cara de besos una vez más. El omega se aferró a él con todo su cuerpo y besó con cariño sus labios en la forma de pequeños picos con sonrisas intercaladas.

Ambos se detuvieron un momento luego de un par de vueltas, sólo mirándose mutuamente mientras JiMin acariciaba el rostro de YoonGi con la yema de sus dedos y YoonGi frotaba su cintura con suaves masajes.

—¿Qué tal?

JiMin sonrió.

—Bien.

—¿Sólo bien? —frunció sus cejas y JiMin se carcajeó—. No seas así conmigo —se quejó.

—Estuvo muy bien.

—¡Ahg! —volvió a quejarse y JiMin metió su rostro en su cuello mientras se reía con ganas—. Estudias psicología JiMin, deberías tener más palabras en tu vocabulario, por la diosa —dramatizó y sonrió cuando escuchó el omega reírse otra vez—. Tendré que hacerlo de nuevo para ver si se te ocurre alguna otra palabra.

JiMin ronroneó.

—No hoy, por favor, no creo que tenga cuerpo para otra ronda —deslizó su mano por el pecho de YoonGi y salió de su escondite, pero no se alejó de su cara—. Pero sí, creo que voy a necesitar otra experiencia como esta para pensar en nuevas palabras.

YoonGi sonrió y besó con cuidado su cara.

—¿Hubo algo que no te gustara? —preguntó y JiMin lo miró con extrañeza—. Para saber... A veces me paso de bruto.

—No, ¿en serio? —bromeó, pero YoonGi lucía sinceramente preocupado por su respuesta—. Ay, Yoonie —tomó su cara—. No, no hiciste nada que me molestara. Estuvo bastante bien, fuiste muy cuidadoso Me dolió un poco lo del final, pero está bien, no fue la gran cosa.

YoonGi frunció sus labios.

—Lo siento por lo de las manos.

—Está bien, Yoon, no sabías que eso no me gustaba —besó su nariz—, no te preocupes.

YoonGi asintió y formó un puchero para que JiMin besara su boca, lo cual hizo con una sonrisa.

—Tú lo hiciste espectacular, cielo.

JiMin arrugó su nariz.

—No hice mucho...

—Claro que sí —lo miró como si estuviera loco—. Estuviste ahí luciendo lindo y espectacular para mí —apretó sus mejillas con su mano y el omega se quejó abochornado—. No, en serio, lo hiciste bien. Eres el omega más precioso del mundo —le susurró esto último, como si estuviera contándole un secreto.

JiMin apretó sus labios para no sonreír por el cumplido y bajó un poco la mirada.

—Gracias —murmuró—. Pero en realidad creo que fui muy ruidoso...

—No lo suficiente —molestó YoonGi y JiMin palmeó su pecho como queja.

—Tonto, ¿qué pasa si me oye algún vecino o... JungKook? —el pensamiento repentino hizo que su cara palideciera y se apoyó sobre sus manos para levantar el dorso de la cama—, Mierda, tengo que ver que no se haya despertado —trató de moverse, pero su cintura punzó otra vez y él gimió adolorido antes de caer sobre la cama otra vez—. Uhg... esto es tu culpa.

—No te oí quejarte —YoonGi le sacó la lengua para estrés de JiMin y lo tomó de la cintura para atraer a él otra vez.

Mierda, la facilidad con la que YoonGi lo movía de un lado a otro sin esfuerzo iba a volverlo loco.

—JungKook no te escuchó, no te preocupes.

—Igual quisiera estar seguro de que no se despertó...

—Puedo ir a verlo si quieres —masajeó su cadera, luego su muslo—. Tú descansa mientras tanto.

JiMin trató de fingir que no era buena idea, pero la verdad era que no quería levantarse. Quizás era el tacto de YoonGi lo que lo estaba volviendo tan accesible.

—No hagas ruido, por favor.

—Soy la persona más silenciosa del mundo —le aseguró antes de besar su frente y se levantó de la cama para ponerse los pantalones—. Voy rápido y regreso para que me sigas dando besitos.

JiMin se carcajeó porque no podía creer que ese mismo hombre que ahora saltaba dentro de sus pantalones de pijama le había hecho correrse dos veces durante esa noche.

Cuando se colocó una camiseta vieja, se inclinó hacia la cama para besar a JiMin otra vez y se fue de la habitación, no sin antes chocar contra alguno de los muebles de la sala y quejarse.

—La persona más silenciosa del mundo, claro —murmuró el omega para sí mismo y se acurrucó contra las almohadas y sábanas que había en la cama—. Debí decirle que me trajera ropa —tarareó y frotó su cara contra una almohada que olía particularmente fuerte a la esencia de YoonGi.

JiMin parpadeó cuando escuchó el sonido de pasos acercarse a la habitación y se dio cuenta de que casi se había quedado dormido.

YoonGi se sumergía en la habitación poco iluminada por la luz de la sala, una sonrisa en su rostro sonrojado mientras colocaba una rodilla sobre la cama y gateaba hasta estar encima de JiMin una vez más. El omega lo recibió con los brazos abiertos y una sonrisa somnolienta, tomando el rostro de YoonGi entre sus manos para corresponder el beso que el alfa se veía dispuesto a plantar en su boca.

Él supuso que JungKook estaba dormido, pero cuando se dispuso a preguntar, YoonGi comenzó a reírse. Sus labios no se despegaban de la mejilla de JiMin aun si un par de risas seguían escapando de su boca y lo besaba entre cada suave risita. El omega frunció sus cejas con extrañeza, quizás un poco preocupado por lo repentino de todo y buscó su mirada cuando el alfa se apoyó sobre sus codos. La sonrisa de YoonGi era más grande aún, sus ojos brillantes como un par de lunas llenas y su nariz arrugada con cariño. JiMin ladeó su cabeza y acarició su rostro, gesto que YoonGi aceptó, frotando su propia cara en las manos de JiMin.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó con un susurro.

YoonGi volvió a reírse, casi con timidez.

—Es que cuando fui a ver a JungKook y lo vi dormido pensé: "bien, el cachorro sigue durmiendo", y luego pensé en... en lo hogareño que se sintió eso —volvió a reírse, esta vez un poco más nervioso—. Fue como... como algo que hacemos todos los días, no lo sé —negó con la cabeza y levantó una de sus manos para tomar el rostro de JiMin, quien lo miraba con ojos llenos de profundo interés, tratando de encontrarle el significado real de esas palabras—. Pensé: "oh, estoy aquí, revisando si el cachorro sigue durmiendo para volver a la cama con su papá" —suavizó su expresión, observando cada detalle en el rostro de JiMin con cuidado—. Pensé que... que sería tan... tan, tan lindo que fuera así todos los días, JiMin.

El aliento de JiMin se cortó un momento a la par que sus ojos comenzaban a picar ligeramente. ¿Por qué esto se sentía como una confesión tan pesada? Envolvía su corazón y lo apretaba contra su pecho con tanta fuerza que le costó respirar un momento.

—¿Q-Qué? —preguntó sin aliento, como si anhelara que esto en serio fuera real y no un sueño—. ¿A qué te refieres, Yoon?

YoonGi sonrió con una calma solemne.

—Con ustedes me siento como en casa, ¿sabes? —susurró—. Como si hubiera acabado de encontrar el lugar en el que debería estar.

Eso fue lo que remató al pobre omega, quien comenzó a sollozar con una sonrisa en su cara, lágrimas bajando por su rostro caliente mientras una risa que sonaba incrédula se colaba por sus pulmones y sus brazos rodeaban el cuerpo del alfa en un abrazo desesperado.

—No llores, cielo, no llores —pidió YoonGi contra su cuello, apretando su cuerpo contra el suyo sobre la enorme cama, con uno de sus brazos envuelto en la cintura de JiMin y otro en su espalda.

JiMin sorbió su nariz y rió una vez más, sollozando al son de sus suaves carcajadas. Deslizó su nariz contra la mejilla de YoonGi, llegando a hasta la suya, mirándolo con ojos brillantes por las lágrimas y por el amor que había explotado en su pecho.

—¿Cómo puedes decirme algo... —hipó— algo tan lindo y no esperar que llore? —rió, acunando el rostro de YoonGi.

El alfa no respondió, sólo lo miró con tanto amor que JiMin sintió que podría deshacerse en lágrimas ahí mismo.

—¿Qué? —JiMin arrugó su nariz.

YoonGi sólo lo miró por un largo momento, observando su cabello despeinado apuntando a todas direcciones, su cara sonrojada con un encantador color rosado que se extendía por sus mejillas hasta sus orejas, con sus ojos llorosos y llenos de añoranza buscando en sus propios ojos alguna respuesta a su repentino silencio.

Era el rostro más hermoso que YoonGi había visto en su vida.

Así que él simplemente no se controló cuando volvió a abrir la boca.

—Estoy enamorado de ti, JiMin.

JiMin agrandó sus propios ojos, luciendo tan sorprendido que YoonGi se dio el lujo de reírse suavemente de su expresión. Cuando el reconocimiento cayó, JiMin jadeó y cubrió su rostro con ambas manos en un intento de no romperse ahí mismo, pero cuando separó sus dedos para mirar a YoonGi, sus ojos se habían puesto más aguados.

—No acabas de decir eso.

—Lo dije —asintió YoonGi—. Estoy enamorado de ti, Park JiMin —repitió y JiMin volvió a cubrirse el rostro, esta vez la emoción lo sobrepasó y lágrimas cayeron otra vez—. Y admito que me da un poco de miedo estar tan seguro de esto porque te conozco hace solo tres meses —liberó su rostro con sus propias manos, buscando la mirada del tímido omega queso negaba a mirarlo a los ojos—, pero por cursi que suene, siento que te conozco desde hace años y de que hablar contigo se siente como un "bienvenido a casa" para mi y para mi lobo —besó sus nudillos.

JiMin sollozó y entrelazó sus dedos con los de YoonGi. A pesar de las lágrimas que se enfriaban en su piel, JiMin podía sentir que su cara hervía no solo por el bochorno de sentirse tan expuesto, sino por la emoción que golpeó a su lobo e hizo que su cuerpo entero quemara.

—Oh, YoonGi —ronroneó con sus brillantes ojos fijos en los ajenos, frotando una de sus mejillas contra los nudillos de alfa—. Creo que no podría encontrar mejor manera que esa para definir lo que siento cuando estoy contigo —le sonrió.

Lo siguiente que supo JiMin fue que YoonGi lo estaba besando, tan profundo y cuidadoso que él mismo se sintió como el más preciado de los tesoros. Suspiró y rodeó el cuello del alfa con sus brazos, dejando sus manos libres para que YoonGi encontrara su lugar en su cintura, apretándose tan cerca de su cuerpo que JiMin no podía creer que alguna vez vivió sin esta calidez en su pecho que ahora parecía tan vital.

Jadeó contra su boca y enroscó sus piernas alrededor de las caderas de YoonGi mientras él empujaba una de sus rodillas hacia arriba y luego la otra, colocándose entre las piernas de JiMin, su cuerpo pesado sobre el otro, presionando contra la cama como si buscara desesperadamente que JiMin no se escapara de sus brazos a pesar de que él no estaba haciendo ningún esfuerzo por alejarse.

Con un jadeo, JiMin echó la cabeza para atrás, rompiendo el largo beso para buscar aire. YoonGi sólo lo miró con ojos hambrientos hasta que el omega volvió a fijar su vista en él.

—También estoy enamorado de ti, Yoon.

El alfa solo le sonrió e hizo el ademán de volver a besarlo, pero JiMin se tensó.

—Pero —tragó— también admito que tengo un poco de miedo —murmuró con voz temblorosa, sus lágrimas todavía ahí.

—¿Por qué? —YoonGi lo miró con ojos profundos.

JiMin aspiró y suspiró en un intento de calmar su acelerado corazón.

—Porque... porque es que... porque este momento tiene su encanto porque estamos aquí, porque no es algo serio todavía, porque hasta este momento tú sigues siendo mi vecino y todavía la idea de estar juntos es eso, una idea —explicó de un modo tan verborrágico que él mismo se dio cuenta de la cantidad de veces que había estado pensando esto, en este momento y en las insoportables comparaciones.

YoonGi no parecía entender del todo, así que JiMin continuó.

—YoonGi, hacer esto serio implica muchas más cosas, no es sólo estar enamorado de ti, implica que tomes responsabilidades que no han sido una molestia porque no has tenido que pensar en ellas hasta ahora, implica que yo de mi brazo a torcer en algunas cosas que se me hacen imposibles e implica, por sobre todas las cosas, algo realmente importante para JungKook.

YoonGi se quedó un momento en silencio. Procesaba toda esa información con cuidado, tratando de descifrar todas las palabras que JiMin había usado para no decir explícitamente el miedo que le daba avanzar más allá de los coqueteos y besos a escondidas.

—Oh...

—Soy un padre soltero, YoonGi —empezó una vez más y, como si hubiera acabado de abrir una válvula, las lágrimas bajaron otra vez—. No voy a dudar dos segundos en elegir a JungKook por sobre ti en cualquier circunstancia que lo implique y necesito que estés bien con eso porque es algo que no voy a discutir.

—JiMin...

—Y también quiero que entiendas que aunque él es un niño muy dulce también tiene sus momentos malos y yo estoy acostumbrado —continuó hablando, simplemente vomitando las palabras como consecuencia de sus aterradores nervios—, pero sé que no es para todo el mundo y sé que no quieres hijos, pero él viene conmigo, no soy solo yo en el paquete. Él se enferma, grita, llora, patalea, hace todo lo que hacen los niños y sé que puede ser agobiante así que está bien que no quieras continuar con esto.

—JiMin...

—Y claro que me encantaría intentarlo, no sabes lo feliz que me haría iniciar una relación seria contigo, pero me da miedo que esto no llegue a ningún lado y tanto JungKook como yo terminemos heridos, así que necesito que entiendas por qué puede que me comporte como un antipático a veces, no es intencional es que yo...

—JiMin —alzó un poco más la voz, interrumpiendo el discurso casi delirante del omega, quien lo miró con total atención, como si estuviera esperando alguna especie de reprimenda—. Soy bastante consciente de todas esas cosas.

JiMin sintió que su labio temblaba y negó con la cabeza.

—No lo sabes.

—Puede que no del todo, el padre aquí eres tú, así que tu experiencia es incomparable —cedió—. Pero JiMin, el hecho de que seas padre de un hermoso cachorro no es en absoluto un problema para mi.

JiMin aspiró con dificultad esta vez. Estaba tratando de mantener sus lágrimas para sí mismo, no quería llorar como loco ahora, no cuando YoonGi parecía tener muchas cosas para decir.

—Escucha, entiendo que puede ser terrible, créeme, mi hermana tuvo a los dos cachorros más revoltosos que he conocido nunca. Sé lo agotador que es, entiendo el cansancio eterno, la rabia, el malhumor, entiendo todo. Claramente no lo he vivido tanto como tú, eso es obvio, pero no estoy ni un poco asustado, ¿está bien? —acunó su rostro con cuidado, sus pulgares acariciaban sus mejillas ahora empapadas—. No voy a huir, JiMin.

El omega frunció sus cejas y aunque aquella voz en su cabeza que lo atormentaba en las noches le decía que el alfa no hacía más que mentir, el lobo que aullaba en su pecho le pedía que confiara plenamente en él porque YoonGi decía la verdad.

—No te voy a culpar si lo haces.

—No lo haré.

—Pero si lo hicieras...

—No va a pasar.

JiMin sollozó, su seguridad era aterradora, confiar ciegamente en él era aterrador.

—Sé lo mal que la pasaste antes —continuó el alfa—, también sé que por eso mismo prefieres apartarte y entiendo por completo lo molesto que puede ser ceder una vez más —sus palabras eran tan acertadas que JiMin sintió que estaban leyendo su alma—. Pero te pido que confíes en mí para demostrarte que yo jamás te haría algo así, JiMin. Yo no soy ningún cobarde, sé en lo que me estoy metiendo.

«Te abandonará y esta vez será peor», dijo la voz en su mente, una que sonaba como su madre.

«Te va a dejar, quizás con otro hijo, y se irá para siempre, otra vez», esta vez, era su padre.

«No te quiere lo suficiente ni lo hará nunca», esa era la de HyunSoo.

«Vas a estar bien», esa, sin embargo, era la voz de su lobo.

Y eso fue suficiente para calmar su acelerada respiración.

Los lobos eran sabios, siempre lo habían sido. Tienen quizás los mismos años que tiene la mismísima luna y su presencia en los corazones de las personas podía ser tan reconfortante como aterradora. En este momento, JiMin experimentaba un remolino de emociones confusas y contradictorias. Se sentía asustado de la seguridad que su lobo estaba depositando en YoonGi, pero lleno de esperanza y paz por lo mismo. Nunca había experimentado eso con otra persona antes, que el alma de su espíritu animal lo hiciera sentir esta conexión con YoonGi parecía incluso imposible. Era casi como si pudiera leer los pensamientos del alfa, como si pudiera entender cada una de sus acciones, como si pudiera ver a través de su alma.

De repente, JiMin se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.

—Yoon —susurró un llamado.

—¿Hm? —respondió con la voz igual de baja.

—¿Sientes eso también?

Para su sorpresa, el alfa sonrió.

Él sabía de lo que estaba hablando.

—Sí.

JiMin parpadeó y las lágrimas se detuvieron

—Oh —murmuró.

—Oh —imitó YoonGi, un poco juguetón.

Ambos se rieron suavemente, bajito y sin intención de que nadie más los escuchara.

Para sorpresa de nadie y sin darse cuenta, ambos habían formado un lazo.

—Supongo que ahora está de más que te pregunte si puedo ser tu novio, ¿no es así? —la voz juguetona de YoonGi lo hizo reír.

Oh, JiMin ya había respondido que sí a la propuesta de YoonGi sin siquiera notarlo.

—Por favor, pregúntame.

YoonGi asintió.

—Park JiMin —comenzó—, ¿puedo ser su novio?

JiMin se rió risueño y atrajo el rostro de YoonGi hasta su cara para besarlo con ahínco.

—Claro que sí, alfa.

YoonGi ronroneó y ambos volvieron a besarse bajo la bruma de la noche, ahora unidos por algo más que un amor puro e inocente.

Chapter 16: CAPÍTULO QUINCE

Summary:

Él lo sabía, sabía que nunca mereció pasar por eso, sabía que había necesitado que alguien lo ayudara, sabía que era solo un niño cuando toda su vida se cayó a pedazos en el momento que vio la prueba de embarazo positiva entre sus manos, pero hasta ese momento nadie más se lo había dicho, nadie más lo había reconocido, y quizás todo este tiempo él había necesitado un poco de eso.

Quizás él había necesitado que alguien más le dijera que no era su culpa para poder creerlo realmente.

Chapter Text

Las carcajadas de EunJin rebotaban contra las paredes de los casilleros como una sinfonía que le recordaba a JiMin las cosas que había hecho con YoonGi la noche del cumpleaños de su hijo.

JiMin había estado tratando de evitar este tema desde que llegó al trabajo esa noche de viernes, pero claro que su amiga notó la manera tan extraña que tenía de caminar y el aparente dolor en la espalda baja. No fue difícil atar cabos y las preguntas no demoraron en llegar una detrás de la otra. JiMin nunca fue bueno mintiendo y, eventualmente, tuvo que abrir la boca.

De todos modos, él no podría fingir, dentro de él había una pequeña necesidad de contarle a su amiga.

—Por favor, dímelo todo, ¿ya le contaste a TaeHyung?

—¡Claro que sí! Apenas me desperté le mandé un mensaje y no dejó de felicitarme como si hubiera recibido una medalla —viró los ojos con gracia y sacó el casco del casillero—. Pensaba contártelo luego, no quería tocar el tema en el trabajo.

—Ya terminó el horario, JiMin —ella dijo con obviedad. Ella ya se había terminado de cambiar de ropa para largarse de ahí—. ¿Estuvo bien? ¿Estuvo mal? Sería una mierda que cogiera mal con esa cara que tiene, ¿cómo lo hicieron con JungKook ahí?

—Estuvo bien, nada mal, JungKook estaba en mi casa y nosotros fuimos a la de YoonGi —explicó y salió de los vestidores junto con EunJin. Ella chilló y golpeó su hombro con su puño cerrado—. ¡Ay!

—¡Qué envidia! Yo no tengo ni puta idea de cómo son mis vecinos y tu ahí cogiéndote a tuyo —volvió a chillar—. Háblame más, necesito saber todo con lujo de detalle, no te guardes nada, te lo pido por la sagrada Diosa, JiMin.

JiMin miró un segundo al cielo y pensó un momento con qué debería empezar exactamente. Siendo una persona que no solía contar muchas cosas de su vida así como así, a JiMin se le hacía complicado tocar temas como estos como si fueran un simple chisme de la tarde tomando té con amigos. EunJin por otro lado, era un poco más abierta al respecto, pero lo era mucho menos que TaeHyung porque ella admitía que habían cosas que le daba vergüenza contar. Sin embargo, no le temblaba la voz para pedirle detalles a sus amigos.

Él decidió contarle lo dulce que había sido YoonGi durante todo el proceso, de la facilidad con la que el alfa lo había movido de un lado a otro sobre la cama y lo bueno que era con las manos. Ella no dejaba de reírse y de gritar como si sintiera en su cuerpo la emoción que JiMin estaba tratando de disimular y fue así como ambos salieron del restaurante. Junto a ellos también salían un par de cocineros que se habían quedado limpiando la cocina y el señor Kim, quien sólo le dedicó a JiMin una mirada antes de irse a su auto.

EunJin no lo notó, y si lo hizo, no dijo nada.

—Pobre HyunDae, se perdió de toda la historia —dijo ella con un tono burlón. El omega se había ausentado porque su hermano mayor se enfermó—. Se habría muerto por saber que por fin te sacudieron la matriz como la Diosa manda.

—Mal por él, no la voy a contar de nuevo —decidió JiMin.

—¡No seas así! Puedes hacerlo mañana.

—¿Mañana? —frunció sus cejas—. Será sábado, Eun.

EunJin parpadeó y lo miró con cautela.

—Mañana... en la discoteca —JiMin agrandó los ojos y el rostro de ella se torció en una mueca inquisitiva—. No me digas que olvidaste que mañana iremos a Wild Moon, JiMin.

La realización cayó sobre JiMin como un baldazo de agua fría. Claro, había algo que había estado olvidando y no podía recordar qué era hasta ese momento. La sensación de confusión finalmente se calmó, pero el pequeño pánico llenó sus pensamientos y es que ahora había un par de cartas más sobre la mesa de su ajetreada vida.

—Escucha —se adelantó a decir cuando la chica frunció sus cejas—, en mi defensa, soy padre soltero y estuve ocupado pensando en el cumpleaños de mi hijo.

—No uses a JungKook de excusa ni a tu soltería, porque ya no eres soltero —lo señaló con su índice—. Ni se te ocurra cancelar ahora.

—No voy a cancelar —dijo rendido—, pero como lo olvidé no le avisé a la niñera y no sé qué se supone que voy a hacer con JungKook.

—Pero tienes a YoonGi —dijo con obviedad—. ¿No dijiste que YoonGi lo estaba cuidando hoy?

—Sí, pero no quiero hacerlo costumbre, me hace sentir culpable que crea que lo uso para eso.

—Bueno, tendrías que hablarlo con él —se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa—, pero creo que si están en el punto en que ya te puede sacudir el útero con el nudo, ya tienes la confianza suficiente como para pedirle que por favor cuide a JungKookie. Yo sólo digo.

Cuando JiMin abrió la boca para refutar, ambos escucharon el sonido de un motor retumbar a su lado. YoonGi detuvo su motocicleta al lado de la vereda de la calle y se quitó el casco con una sonrisa de oreja a oreja. Esa noche, él se había ofrecido no solo a cuidar a JungKook, sino también a buscar a JiMin al trabajo y JiMin tenía la suposición de que estaba más feliz de lo que debería por eso mismo.

—Hey, hola de nuevo EunJin.

—Hola YoonGi —saludó ella con una sonrisa—. ¿Cómo has estado? JiMin me contó que estuvo un poco pesado el cumpleaños de JungKook.

—¿Sí? Yo creo que lo pasamos bastante bien —respondió con un tono relajado.

Ella parecía querer reírse, pero JiMin le dio un golpecito con su codo.

—En fin —carraspeó JiMin—. ¿Podemos quedarnos hasta que llegue su uber? Lo pidió antes de salir y dijo que se iba a demorar ocho minutos.

—Claro —YoonGi apagó el motor y colocó el soporte de la moto—. ¿Estaban hablando de algo antes de que llegara?

—¡Ah sí! ¿Sabías que TaeHyung nos había invitado a ir a una discoteca el sábado en la noche? —tomó los hombros de su amigo—. JiMin acaba de decirme que lo olvidó por completo así que tengo el corazón roto.

—¿El sábado? —YoonGi lo miró sorprendido—. Ah cielo, vas a estar agotado para el parque...

EunJin apretó sus labios para no sonreír por el apodo mientras la cara de JiMin se calentaba lentamente.

—La verdad es que no sería tan malo, no sabes lo bien que he funcionado en temporada de finales con dos horas de sueño —se jactó, pero YoonGi no lucía muy seguro—. No te preocupes, sólo te pediría el importantísimo favor de que cuides a JungKook por mí...

—Claro que sí —respondió como si hubiera sido obvio y EunJin apretó ambos puños en victoria—. Simplemente no quiero que te sobreesfuerces. ¿Hasta que hora se quedarían?

—Quizás hasta las tres, cuatro —tanteó EunJin—. ¿A qué hora van a ir al parque?

—Todavía no lo habíamos hablado, pero planeaba que fuera alrededor de las nueve o diez para aprovechar lo máximo que podamos y para no regresar tan tarde —explicó YoonGi.

—Ah, voy a estar bien —JiMin movió su mano como si espantara un mosquito—. Ese horario es perfecto. Podré descansar decentemente, cuando volvamos me tomaré una siesta. No será la gran cosa.

—Está bien, cielo. Si tu lo dices.

De repente un sonido llamó la atención de todos.

—Oh, mi uber llegó —dijo EunJin—. Bueno, nos vemos, gracias por cuidar de Kookie, YoonGi. No sabes hace cuánto no salimos con él, siempre se quiere escapar —sacudió a JiMin con diversión y se apartó de ellos para subirse al auto.

El omega viró los ojos y miró a YoonGi con una sonrisa torcida. El alfa solo se rió y señaló la parte de atrás de la moto con un movimiento de su mentón.

—Sube, cielo —dijo antes de colocarse el casco.

JiMin se mordió el labio y asintió.

—¿Cómo está JungKook? ¿Ya se quedó dormido? —preguntó mientras se colocaba el casco de la moto.

YoonGi tomó el manubrio y movió la cabeza de un lado a otro.

—¿Qué significa eso?

—Que será mejor que lleguemos a casa primero.

JiMin se detuvo y se quitó el casco, mirando a YoonGi con pánico.

—YoonGi —lo llamó en un tono de advertencia.

—No pasó nada con JungKook —se apresuró a decir—, pero me gustaría llegar a casa para hablar de esto, ¿está bien? No te preocupes.

JiMin se tragó un quejido de frustración y se subió a la moto de inmediato. YoonGi pateó el soporte y encendió el motor a la par que el omega se colocaba finalmente el caso y abrazaba la cintura del alfa.

Lo que menos esperaba JiMin al abrir la puerta de la casa de YoonGi esa noche, fue encontrarse con su mejor amigo llorando suavemente en el sofá de YoonGi mientras abrazaba al pequeño JungKook, quien estaba más dormido que despierto, pero estaba tratando de consolar a su tío.

—¿Qué pasó? —preguntó JiMin totalmente escandalizado y TaeHyung reparó en su presencia con ojos llenos de tristeza—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás llorando? —siguió preguntando con una preocupación desesperada mientras, detrás de él, YoonGi colocaba los cascos a un lado.

—Ay, Minnie —sollozó su mejor amigo—. Creo que me voy a morir de tristeza —dijo con pesadez mientras el omega tomaba su rostro.

—Voy a llevar a JungKook a la cama —avisó YoonGi a la par que JiMin se sentaba en el sofá con TaeHyung para abrazarlo. Él se encargó de cargar al cachorro contra su pecho y JungKook se acurrucó contra él sin dudarlo—. Vamos, chiquitín. Puedes dormir con Holly en la cama.

—¿El tío Tete va a estar bien? —le preguntó a YoonGi con voz pequeña y el alfa asintió mientras sobaba su espalda.

JungKook bostezó y se asomó por el hombro de YoonGi para despedirse de su tío con un movimiento tranquilo de su mano.

—Dime que pasó, Tae. Me estás asustando —lo arrulló JiMin mientras acariciaba su cabello castaño y él sorbió su nariz antes de hablar.

Al parecer, el beta había llegado un momento antes de que YoonGi saliera de la casa para buscar a JiMin y pidió ver a su amigo sin recordar que el omega esa noche terminaba mucho más tarde de lo normal, así que YoonGi le ofreció su casa mientras iba por él y el pequeño JungKook corrió a sus brazos al verlo llorar en la soledad de la sala de estar.

Entre hipidos, TaeHyung le explicó a JiMin que esa mañana había llegado al trabajo como siempre y que se había enterado de que uno de los ancianos del recinto había fallecido y nadie tuvo la decencia de avisar sino hasta que llegó y no lo encontró en su habitación. Lo cual por sí solo era realmente malo no solo porque no le habían avisado, si no también porque había logrado entablar una amistad muy linda con el señor en cuestión.

Pero la cereza del pastel fue que, esa misma noche, mientras TaeHyung tenía una cita en un restaurante de la zona para distraer su mente de su día de mierda, se enteró de que el enorme entrenador personal con el que había estado saliendo, en realidad, ya estaba en una relación.

Así que para esa noche TaeHyung no solo perdió un amigo, sino que también una relación, y no solo eso, sino que además recibió insultos de la novia de su cita y también vivió una de las experiencias más humillantes de su vida cuando la chica le echó todo el vino encima.

Preso de la tristeza y de todo lo mierda del día, TaeHyung se fue de ahí con la dignidad por el suelo y se subió a su auto para ver a su mejor amigo, pero ahora estaba en casa del alfa de su mejor amigo, usando una camisa que YoonGi le prestó porque su ropa se había arruinado por el vino y sentado en su sofá como un cachorro que había sido abandonado en la calle.

—¿Puedes creerlo? Ni siquiera tuvo la decencia de pedirme perdón, simplemente me echó del restaurante después de que su novia llegara e hiciera todo un escándalo —sorbió su nariz una vez más esa noche. Su cara estaba hinchada por el llanto y su nariz roja por la cantidad de veces que la había estado limpiando—. Ella me llamó zorra y roba novios —se lamentó—, ¡es estúpido que alguien me haya dicho los insultos más ridículos del mundo y me hiciera sentir tan mal!

—Mierda Tae, no puedo creer que ella te haya hecho un escándalo a ti y no a él —exclamó JiMin con indignación— ¿Por qué no le corta la cabeza a su novio de mierda? Tú ni siquiera sabías que él tenía novia.

—¡Eso es lo que yo le dije! Pero la mocosa no me creyó. Y le digo mocosa porque, además de todo —se rió sin gracia—, ¡tiene como diez años menos que él!

—¡¿Qué?!

—¡Se conocieron cuando ella tenía dieciséis! —explicó casi a los gritos—. El tipo tiene casi treinta años, no sabes el asco que me dio. ¿Cómo mierda pude haber salido con alguien así? —se llevó las manos a la cabeza y luego su expresión se torció—. Mierda, Minnie, él realmente me gustaba... —sollozó una vez más.

YoonGi rápidamente se colocó frente a él en el sofá y le tendió una caja de pañuelos que TaeHyung aceptó con ojos acuosos y un puchero.

—Gracias, Min.

—Haré un poco de té —el alfa le sonrió con comprensión y se apartó para ir hacia la cocina.

TaeHyung miró a su amigo y le hizo un gesto hacia YoonGi.

—Qué suerte tienes —murmuró y comenzó a llorar una vez más.

—Ah, Tae... —se lamentó mientras sobaba su espalda. TaeHyung rápidamente se recostó sobre su pecho y se aferró a él como si su vida dependiera de ello—. Por la Diosa, lo siento mucho... pero creo que ha sido mejor enterarse ahora que seguir con esto un segundo más. ¿Te imaginas haber estado un año con él?

—Me mato —respondió de inmediato y se se sonó la nariz—. Pero ya me había ilusionado, por un segundo pensé que sería diferente ahora —murmuró con tristeza—. Qué estupidez, ¿no?

—Oh, Tae —tomó su rostro—. No es una estupidez, simplemente te gustó alguien, no deberías tener que pasar por esto en primer lugar —volvió a abrazarlo y el beta se acurrucó contra su pecho con sus ojos llenos de lágrimas otra vez—. Las personas no tienen por qué engañar, para empezar.

—¿Quizás me ilusiono muy rápido? —se preguntó— ¿O tal vez es porque lo intento demasiado? Debería dejar de intentarlo.

—No lo creo —dijo JiMin—. Quizás solo tendrías que... hum... tener un poco más de cuidado, pero creo que todos tienen sus tiempos, quien te quiera te va a querer y ya, no le va a importar si van rápido o lento.

—Eso creo —murmuró y miró al alfa en la cocina—. ¿Tú qué dices?

YoonGi lo miró con extrañeza.

—¿Yo?

—Sí, has escuchado todo el chisme y estoy invadiendo tu casa, también eres el alfa de Minnie, puedes opinar lo que quieras —le dijo como si intentara sonar gracioso, pero la tristeza en su aura no se iba—. Ya sé que JiMin no intentó conseguir pareja nunca, ¿y tú? ¿Lo intentaste o no?

YoonGi lo pensó un momento, su cadera apoyada sobre la encimera de la cocina y sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Pues, solo he tenido tres parejas en mi vida, sin contar a JiMin —comenzó—, y creo que fue un intermedio entre intentarlo y no intentarlo, no lo sé, creo que las únicas veces que busqué una relación como tal fue con mi tercera pareja y con JiMin —finalizó con una pequeña sonrisa—. Aunque la última fue un poco complicada de conseguir...

—Ay, cállate —se quejó el mencionado con una sonrisita y un suave sonrojo en sus mejillas.

TaeHyung suspiró y pareció mucho más tranquilo entonces.

—Supongo que no tiene nada que ver si lo intento o no, ¿hm? —miró a JiMin, quien asintió.

—Ya te dije, te querrán como sea —le aseguró—. Recuerdo que tenía una amiga en la secundaria que siempre decía que había que besar un par de sapos para encontrar al príncipe, así que...

TaeHyung se carcajeó.

—¡Pues estoy harto de besar sapos! —se lamentó con gracia—. Este en particular fue mi límite —sorbió su nariz y con un suspiro él continuó—. Al menos me lo cogí.

—Un logro es un logro, supongo —JiMin viró los ojos con diversión.

—¿Cómo dices que se llama? —preguntó YoonGi.

—¿Por qué? ¿Le vas a romper la nariz por mi? —preguntó TaeHyung con gracia y el alfa se encogió de hombros como si realmente esa fuera una opción—. Es muy dulce de tu parte Min, pero no te preocupes —se rió—. Si lo llego a ver en Wild Moon yo mismo se la voy a romper.

—¿Crees que vaya? —JiMin lo miró con preocupación.

—Va prácticamente siempre, como yo, por eso lo conocí.

—¿Wild Moon dijiste? —YoonGi frunció sus cejas y miró al par al mismo tiempo que apagaba la tetera—. ¿La discoteca que está en Gangnam? —JiMin asintió—. ¿Van a ir a esa mañana?

—Sí —respondió TaeHyung con duda—. ¿Por qué?

De repente, había una sonrisa traviesa en el rostro de YoonGi.

—Tengo un amigo que trabaja ahí, puedo decirle que le nieguen el paso a ese tipo.

—¿Es en serio? —el beta se sentó derecho, impactado—. SuWoong ama ir a Wild Moon, creo que no va a ninguna otra discoteca de la zona, ¿en serio le podrían restringir el paso?

—Claro.

—¿Pero cuál es el puesto de tu amigo? —cuestionó JiMin.

—Es el dueño, en realidad —dijo como si nada y a TaeHyung se le cayó la mandíbula—. Me debe un favor porque lo ayudé con su auto hace unos meses. Dame sus datos y le diré que no lo deje entrar, así no te molestará más. ¿Qué tal?

De repente, TaeHyung se retorció sobre el sofá entre carcajadas emocionadas que sonaban muy similares a la risa de un villano de caricatura y se levantó para abrazar a YoonGi en un apretado abrazo de oso que hizo al alfa reír.

—Tienes mi total permiso para casarte con JiMin y ser el padre adoptivo de JungKook, te lo juro.

—Ay, Tae —JiMin se sonrojó.

YoonGi solo se carcajeó y palmeó la espalda del beta.

—El té está listo, vamos a tomar un poco.

Los tres se sentaron en la mesa del comedor a tomar el té mientras continuaban con una conversación más tranquila luego de la angustia que había atacado a TaeHyung. Esta vez el beta decidió hablar sobre el señor que había fallecido para dedicarle el tiempo que creyó conveniente y entre los tres compartieron experiencias con sus abuelos entre risas y sonrisas melancólicas. YoonGi eventualmente les contó un poco más sobre su amigo, quien al parecer era el mismo con el que estuvo en una banda cuando era más joven y JiMin encontró encantador cómo YoonGi no lo pensó dos veces para ayudar a TaeHyung.

Con la entrada de la madrugada y debido a la larga lista de cosas que debían hacer al día siguiente, JiMin le prestó un pijama a TaeHyung y lo invitó a dormir en su cama para que no tuviera que irse a casa tan tarde. El beta, sin perder ni un poco de su personalidad a pesar de la tristeza, le ofreció llevarse a JungKook con él para dejarlos a solas, pero JiMin se negó con la cara roja y con el sonido de las risas de YoonGi de fondo.

Cuando TaeHyung se fue a la casa de JiMin, la pareja se quedó a solas en la sala y se prepararon para dormir en la cama de YoonGi, en donde seguro JungKook se encontraba en el quinto sueño.

—TaeHyung es una increíble persona, no entiendo por qué le pasan estas cosas —dijo JiMin con un tono preocupado mientras se colocaba el pijama que YoonGi le prestó, ambos en la sala de estar para seguir hablando sin perturbar el sueño de JungKook—. No es justo, él es tan atento, comprensivo y lindo, trata muy bien a las personas y es un amor, ¿por qué tiene que pasar por esto?

YoonGi zumbó pensativo y se dejó caer en el sofá al lado de JiMin.

—Sé que no tiene nada que ver si lo intenta mucho o no, pero quizás TaeHyung quiere encontrar a alguien con todas sus fuerzas —opinó YoonGi con un bostezo y JiMin lo miró con interés cuando terminó de colocarse el par de pantalones de pijama—. Cuando hacemos eso dejamos pasar muchas cosas y dejamos entrar a personas no muy buenas a nuestra vida. No quiero decir que él no sea crítico con quien escoge, pero quizás no se combinan bien su interés por enamorarse y su facilidad para socializar.

JiMin zumbó en entendimiento y se recostó sobre YoonGi, quien lo recibió con un abrazo.

—Yo también creo eso —murmuró—. Creo que se deja llevar mucho, él se ilusiona muy rápido con las personas. No quiero que lo deje de intentar, pero... me preocupa que se lastime de más uno de estos días.

—Aun así, eso es lindo —dijo YoonGi para extrañeza de JiMin—. No es lindo que te lastimen por eso, pero que él no se niegue de querer a alguien por lo que le ha pasado antes me parece lindo y algo que admirar. Darle una oportunidad a una relación a pesar de haber sido dañado en el pasado es muy valiente.

JiMin suspiró y se acurrucó contra el pecho de YoonGi, quien lo abrazó por la espalda y lo acarició con cuidado.

—Tienes razón —admitió—. Creo que yo admiraba y envidiaba un poco eso de él.

YoonGi comenzó a acariciar su cabello con cuidado, pasando sus largos dedos por las hebras y mechones del castaño pelo de JiMin.

—Todos tienen sus tiempos, cielo. A algunos se les hace más complicado que a otros.

—¿Cómo fue contigo? Con tus anteriores parejas.

YoonGi zumbó.

—Después de la primera lloré como un mocoso —se rió—. Creí que nunca me volvería a enamorar y luego conocí a esta otra persona, fue lindo, pero muy corto, no sufrí tanto esa vez, pero creo que fue porque entendí que un corazón roto no iba a ser el fin del mundo —explicó con un suave encogimiento de hombros—. A HyeJin, mi más reciente ex, la conocí por Tinder y no me sentí realmente mal luego de terminar, pero era porque nuestra relación no estaba yendo a ningún lado y creo que ella estaba un poco resentida conmigo.

—¿Por qué?

—Porque ella quería ser mamá —dijo con un suspiro—. Cuando empezamos a ser novios ella dijo que no era un problema y que se iba a acomodar a mi preferencias, pero creo que pensó que yo cambiaría de opinión —JiMin lo miró, pero YoonGi estaba observando al techo—. No lo hice y ella se volvió mucho más distante. Eventualmente dejó de molestarme y en vez de pedirle terminar, esperé a que ella me dejara.

—Esa no fue una buena decisión, ¿hm?

—En absoluto —resopló con gracia—. Pero yo no quería ser el malo, supongo —se encogió de hombros—. Solo esperé porque no quería ser yo quien hablara y terminara la relación, pero debí hacerlo porque después de descubrir que me había sido infiel todo el mundo comenzó a sentir lástima por mí y eso me enfermaba. Así que deje todo y me fui.

JiMin escuchaba todo con atención, su índice haciendo círculos alrededor del pecho de YoonGi. El calor de su cuerpo se sentía acogedor contra su corazón, como un relajante que lo tenía al borde del sueño, pero quería seguir escuchando más y más, adoraba escucharlo hablar.

—Y terminaste aquí.

—Y terminé aquí —asintió—. En ese caso, no estaba muy interesado en empezar otra relación porque quería vivir mi vida de soltero independiente, ¿sabes? —ahora su tono se oía suavemente diferente, había una sonrisa en sus labios, JiMin lo notó—. Sin embargo, cuando llegué, no pensé que me iba a encontrar con un omega tan lindo de vecino y con su adorable cachorro.

JiMin se rió.

—Qué mala suerte la tuya —molestó.

—Ah sí, el día que traté de acercarme me miró feo y se fue todo orgulloso a su casa con su cachorrito en brazos —dijo con tristeza y JiMin se quejó en alto.

—¡Perdón! —se rió y se apoyó sobre sus codos para mirarlo con culpa—, pero te quisiste hacer el salvavidas cuando te había dicho que no, ¿quién hace eso?

YoonGi comenzó a reírse.

—Perdón, no se me ocurrió qué más hacer, estaba nervioso y pensé que funcionaría —se excusó mientras seguía riéndose—. Estuviste ahí haciéndote el lindo toda la tarde, paseándote medio desnudo con tu lindo traje de baño mientras yo arreglaba mi moto, no se me ocurrió otra cosa —JiMin se dejó caer sobre el pecho de alfa otra vez, todavía riéndose risueño por esa graciosa versión de los hechos—. Ya sé que fue estúpido, pero no puedes culparme.

—Por la diosa, YoonGi —negó con la cabeza, ridículamente divertido—. Me hiciste pensar que eras un alfa entrometido.

—Claro, y con toda la razón del mundo —dijo con obviedad—. Entendí muy mal las señales. Me sentí tan estúpido cuando me rechazaste que no quería salir de mi casa y encontrarme contigo, pero luego fuiste a pedirme que te arregle la puerta y uhg... te veías tan lindo...

JiMin sintió que su cara se calentaba y apretó su mejilla contra el pecho de YoonGi. Le gustaba escuchar su versión, imaginar cómo había sido todo a través de sus ojos.

—¿Ah sí?

—Tenías el cabello todo revuelto y tus cachetes estaban rojos —seguía diciendo con un tono de ensoñación, JiMin se mordió el labio—. Olías a cama —se rió—. Y lo primero que pensé cuando te vi fue "¿lo está haciendo a propósito?"

—Definitivamente no —se rió suavemente—. En realidad me moría de vergüenza porque estaba todo desordenado y tú te veías todo imponente recién bañado con esa cara de malo que tienes.

—¿Tengo cara de malo? —JiMin levantó su cabeza para mirarlo, YoonGi tenía una ceja alzada y se veía en absoluto intimidante, pero ahora era otra cosa.

—Un poco —ladeó su cabeza—. Incluso me molestaste cuando te pedí ayuda.

—Quería verte enojado.

—Qué terrible excusa, Yoon —se carcajeó.

—Te dije que no sabía si estabas bromeando o no —se defendió y tomó el rostro del omega entre sus manos, apretando sus mejillas con sus palmas—. Y me miraste con tus cejas todas juntitas y puños apretados y casi me derrito de amor ahí mismo, aw.

—Ay —trató de bajar la cabeza, pero YoonGi no lo dejó, simplemente comenzó a besar su cara mientras JiMin se quejaba bajito y hacía un esfuerzo por no reírse—. Era de vida o muerte, claro que me enojé.

—Claro que era de vida o muerte, cielo —lo soltó.

—¿No me crees?

—Sí te creo, pero JungKook estaba dormido, no le iba a pasar nada y tú lucías como si alguien lo hubiera secuestrado dentro de tu casa, pero está bien, me gustas aun siendo tan dramático.

JiMin pellizcó el brazo de YoonGi, quien siseó con diversión.

En otras circunstancias, JiMin sabía que seguramente se habría ofendido por haber sido llamado "dramático", pero sabía que si salía de la boca de YoonGi jamás sería dicho con algún tipo de mala intención.

Él se encimó sobre el alfa y lo miró con diversión.

—Entonces soy dramático.

—Solo un poquito.

—Un poquito.

—Sí —asintió—. Un poquito.

JiMin viró los ojos y besó los labios de YoonGi, quien sonrió entre besos y lo abrazó contra su cuerpo. Ellos se acurrucaron sobre el otro cada vez más cerca en el pequeño espacio que brindaba el sofá y JiMin terminó apresado entre los cojines y con el pesado cuerpo de YoonGi sobre él, con sus piernas envueltas en su cintura y con las manos del alfa rodeando su cuerpo.

—¿Y tú, cielo?

—¿Yo? —tarareó—. Yo tengo que admitir que definitivamente no estaba buscando nada.

—Oh, lo sé —dijo YoonGi con compresión—. Lo dejaste bastante claro.

JiMin golpeó su frente y el otro rió.

—De verdad —insistió JiMin como si no hubiera quedado claro—. Era por una razón muy tonta, pero me daba un poco de pánico salir con alguien.

—No creo que tener un cachorro sea una razón tonta.

—Además de eso —tomó su rostro y lo acarició con cuidado, usando las yemas de sus dedos. YoonGi sólo se dejó hacer—. No quería toparme con alguien como mi ex... lo cual suena ridículo ahora que lo digo en voz alta, pero...

El alfa zumbó en entendimiento.

—Sí, lo entiendo —asintió y besó la palma de la mano de JiMin, quien sonrió con cariño—. Es una razón muy válida, cielo.

—¿No te parece tonto?

YoonGi frunció sus cejas y negó con la cabeza.

—Claro que no, JiMin —insistió y volvió a besar su palma—. ¿Cómo era él?

—¿En serio quieres que te hable de mi ex? —frunció sus propias cejas en consternación, pero YoonGi sólo se encogió de hombros y besó su nariz, luego sus mejillas.

—Me da curiosidad —con cuidado, se recostó sobre el pecho de JiMin, quien de inmediato llevó sus manos a su cabello para acariciarlo—. Si no quieres, está bien. Yo solo soy un poco chismoso y metiche, ya sabes —dijo con gracia y, entre risas, JiMin supo que el ambiente no se pondría tenso en absoluto si hablaba al respecto.

—Déjame ver —lo pensó un poco, mirando al techo mientras escarbaba en sus recuerdos con cuidado—. Pues, físicamente es muy parecido a JungKook. Lo que recuerdo de él al menos. Era alto, tenía un par de hoyuelos pequeños y usaba gafas. Él era muy cursi y me compraba regalos todo el tiempo, su familia es básicamente millonaria o algo así.

—Eran mafiosos, ya entendí todo.

—Sí —se rió y continuó mimando el cabello de YoonGi—. Él era bastante amigable como amigo. Como novio, eh... al principio fue muy lindo, luego se sintió raro.

—¿Raro?

—Sí, no lo sé —alisó un par de mechones con sus dedos—, a veces sentía que se hostigaba de mi y me ignoraba por largos periodos de tiempo, o a veces me reclamaba tonterías como: "¿por qué usas un short tan corto?" o "no es que no confíe en tí, es que no confío en los otros alfas" —fingió una voz un poco más gruesa.

—Ah... —YoonGi asintió en entendimiento—. Era de esos inseguros.

—Sí, un poco —estuvo de acuerdo—. Le gustaba tener la razón todo el tiempo y a veces, cuando no llegábamos a un punto medio, me dejaba de hablar.

—Qué flojera —se quejó YoonGi—. ¿Tenía algo bueno, al menos?

—Hm, tenía un buen sentido del humor —sonrió—. Siempre salía con un chiste estúpido cuando estábamos con sus amigos o se metía en problemas tontos. Recuerdo una vez que se escapó de clases para jugar con un cachorro que estaba detrás del colegio y llegó lleno de tierra y maleza —se rió por el recuerdo—. Su mamá casi lo mata cuando se enteró... Uhg, esa vieja horrible me odiaba.

—Hey —él se levantó para mirarlo con diversión—. ¿Con esa boca besas la carita de JungKook? ¿Hm? —presionó sus labios contra su mejilla y JiMin sonrió con gracia por el comentario, feliz de recibir esos mimos—. ¿Cómo alguien podría odiarte? Habrá tenido que ser una bruja, como mínimo.

—Por la Diosa, lo era, era una maldita bruja —dijo con todo el rencor del mundo mientras YoonGi se reía contra la piel de su mejilla. JiMin miraba un punto al azar, recordando, mientras el alfa seguía en lo suyo—. Cuando se enteró que yo estaba embarazado casi me denuncia porque pensaba que estaba fingiendo para quedarme con su dinero o una ridiculez así.

De repente, YoonGi se detuvo y se alejó de su cuello para mirarlo con consternación.

—Vieja de mierda.

—¿Lo ves? —exclamó y YoonGi se apoyó sobre sus codos debajo de la espalda de JiMin para poder mirarlo a la cara—. No lo hizo porque creo que HyunSoo habló con ella, pero estaba loca —agrandó los ojos para darle énfasis a su discurso—. Cada vez que iba a su casa me trataba mal y me decía comentarios pasivo-agresivos sobre mi cara o mi peso. También su hermana y ella me llenaron el celular de mensajes super insultantes para que dejara en paz a HyunSoo, tuve que cambiar de número como dos veces —viró los ojos—. ¡Oh! También recuerdo que el día después que di a luz trató de meterse a mi habitación para hacerme firmar una orden de restricción.

—Mierda, JiMin —YoonGi no cabía en su sorpresa y lucía tan ofendido que el omega temió provocarle un dolor de cabeza—. ¿Y tuviste que pasar por todo eso tú solo?

JiMin se dio cuenta de que la pregunta había sonado más triste de lo que esperaba y su propia expresión se relajó en una mueca mucho más calmada en un intento de no preocupar de más a YoonGi. Él ya había asumido todas esas experiencias de la misma forma que se traga una píldora sin una gota de agua que ayude. Ya había pasado, ya no era nada más que un recuerdo trágico de su vida que se había quedado como eso, un recuerdo. Pero la costumbre de su propia experiencia a veces solo le hacía olvidar a JiMin que lo que le pasó no era algo que se podría comentar como si nada. La gente no pasa por cosas como esas, no son eventos normales ni mucho menos y tenía todo el sentido del mundo que ahora YoonGi luciera como si estuviera al borde de las lágrimas.

—Ya pasó, Yoon —dijo con cuidado y tomó su rostro una vez más para acunarlo entre sus manos—. Eventualmente no supe más de ella o de HyunSoo y simplemente seguí con mi vida.

—Pero eras un niño y ella era una adulta —insistió, su nariz suavemente rosada al igual que sus mejillas por el picor de las lágrimas que querían salir—. No tenías que pasar por eso, cielo.

JiMin sintió que lentamente se formaba un nudo en su garganta y se dio cuenta de que nunca se detuvo a pensar realmente en lo jodida que había sido esa época. Hay muchos recuerdos borrosos en su mente, momentos que se obligó a olvidar, y otros varios que fue incapaz de eliminar sin importar cuánto lo intentara. Todo lo guardó en una caja, lo cerró con llave y lo lanzó al fondo, muy a sabiendas de que no era lo correcto, pero en ese momento no tenía más herramientas para afrontarlo ni tampoco más opciones. Ahora había quedado atrás, acumulando polvo en la parte trasera de su memoria.

—Supongo que no —admitió y su voz tembló un poco y se obligó a sí mismo a no dejar que sus lágrimas se acumularan en sus ojos, pero fue en vano cuando YoonGi se acurrucó de nuevo contra él para abrazarlo, un abrazo que JiMin no sabía que había necesitado hace tantos años—. Ah... Yoon... —murmuró sin estar seguro de qué quiso decir realmente, pero sus sollozos interrumpieron sus palabras y se aferró a YoonGi con todas sus fuerzas.

—Lo siento mucho —le dijo con suavidad contra su mejilla mientras JiMin hipaba por el llanto, tratando con todas sus fuerzas de detener el agua que salía de una llave que se había roto—. Eso no tendría que haber sucedido, no merecías ninguna de esas cosas, mi amor.

JiMin volvió a sollozar contra el hombro de YoonGi y murmuró un "gracias" tan bajito que temió que no se hubiera escuchado. El nuevo apodo calentó su corazón y lo hizo sentir querido bajo un fuerte abrazo que todavía lo mantenía conectado a tierra y no lo dejaba perderse entre las nubes de sus pensamientos más irracionales. Él ahora estaba bien, no porque haya metido todos sus feos recuerdos en una caja, él ahora estaba bien porque por fin alguien había dado su hombro para que llorara por las injusticias de su vida y no era nada más y nada menos que Min YoonGi.

Él lo sabía, sabía que nunca mereció pasar por eso, sabía que había necesitado que alguien lo ayudara, sabía que era solo un niño cuando toda su vida se cayó a pedazos en el momento que vio la prueba de embarazo positiva entre sus manos, pero hasta ese momento nadie más se lo había dicho, nadie más lo había reconocido, y quizás todo este tiempo él había necesitado un poco de eso.

Quizás él había necesitado que alguien más le dijera que no era su culpa para poder creerlo realmente.

Por tonto que sonara, quizás él había necesitado que alguien lo mirara y lo reconociera para poder estar seguro de que él no estaba loco, de que su dolor no era estúpido y de que no estaba exagerando.

Él había encontrado el consuelo que no sabía que había estado buscando todo este tiempo.

—Gracias —murmuró con sus ojos cerrados, su rostro presionado contra el cuello del alfa.

YoonGi negó con la cabeza mientras se aferraba al cuerpo debajo de él.

—Tranquilo, cielo.

Mientras JiMin se dejaba abrazar y mimar por el alfa, su corazón latía con un amor que no le cabía en el pecho.

Cuando JiMin se calmó lo suficiente, YoonGi propuso ir a la cama para no quedarse dormidos en el sofá y, luego de darse un par de mimos más, ambos caminaron tomados de la mano hacia la cama en la que descansaba JungKook con Holly a su lado. Ambos se recostaron con cuidado para no despertarlo y JiMin lo acunó en su pecho mientras YoonGi metía a Holly a su jaula.

Ellos se quedaron dormidos minutos después, acurrucados en la cama con JungKook en el centro y aferrado al pecho de JiMin, yendo al mundo de los sueños como una pequeña familia.

Y en la cabeza de JiMin no se dejaba de repetir la frase «es él, simplemente es él».


JiMin bostezó inmediatamente después de que terminó de colocar el último globo en el techo de la glorieta del parque que había apartado previamente, una pequeña construcción con cuatro columnas de forma circular que mantenían en pie un techo cóncavo. De color marron y con decoraciones que evocanban una época antigúa, la glorieta combinaba bien con la temática medieval que JiMin había escogido finalmente para la decoración del cumpleaños de JungKook. Había una mesa en el centro llena de golosinas y chucherías para el antojo de los niños que acompañaban el pastel de dos pisos que parecía un pequeño castillo. Las sillas y la mesa venían en conjunto con la glorieta, así que JiMin solo tuvo que llevar la comida, una ayuda que recibió de TaeHyung y su auto.

JungKook se encontraba sentado en una de las sillas, comiendo un sandwich de atún como desayuno mientras TaeHyung terminaba de colocar las últimas cosas sobre la mesa. YoonGi, sentado al lado de JungKook, había ayudado también a colocar la mayoría de las decoraciones y ahora comía su propio sándwich con paciencia mientras le contaba a JungKook sobre una vez que se atoró debajo de un auto.

—¿Y cómo hizo para salir?

—Lo levanté con mi super fuerza —le enseñó el músculo de su brazo y JungKook lo miró con admiración—, igual que el Señor Fantástico.

—¡Whoa!

TaeHyung viró los ojos con diversión.

—¿A qué hora llegan los invitados? —preguntó TaeHyung con las manos en las caderas mientras miraba a JiMin bajar de la silla que había usado como taburete.

—Pues se supone que en dos horas —una vez en el suelo, lanzó un suspiro de cansancio—. SeokJin dijo que vendría una hora antes, y el castillo inflable debería llegar también en como tres horas más...

—¡¿Voy a tener un castillo inflable?! —preguntó JungKook con un grito emocionado, su boca todavía llena de pan.

—¡Sorpresa! —dijo TaeHyung—. Un regalo de mi parte —se acercó a él para besar su frente.

—¡Gracias, tio tete! —se paró en la silla y lo abrazó con fuerza.

JiMin sonrió, pero su atención se desvió hacia su celular cuando su celular vibró en su bolsillo con un par de mensajes.

 

[💬]

«Señora Cho»

Señora Cho:
Hola, JiMin. Soy la mamá de MinJae.
Te escribo para avisarte que algunos de los padres no vamos a poder ir al cumpleaños de JungKookie.
Lo sentimos mucho, pero nuestros hijos se han presentado como omegas este año y como JungKook lleva poco tiempo presentado como alfa no queremos que surja ningún problema.
Espero que puedas entenderlo 🙏

[💬]

 

El omega se quedó en silencio un momento, sus cejas fruncidas mientras leía los mensajes que seguían llegando con explicaciones que consideraba ridículas. JungKook no había tenido ningún tipo de ataque desde la noche que se presentó y, claro, podía pasar en algún momento, pero su hijo no era ningún loco.

Mientras trataba de pensar en qué responder sin que sonara como un «vete a la mierda», sintió la presencia de YoonGi a su lado.

—¿Está todo bien? —preguntó con cautela.

—Sí, yo... —trató de decir algo, pero negó con la cabeza y le enseñó el celular—. No, mira.

YoonGi leyó los mensajes y también frunció sus cejas.

—¿Qué? ¿Cuántos niños son esos?

—Al menos cuatro —con un suspiro, volvió a mirar el celular—. Invité a quince niños de su clase... tres me cancelaron la semana pasada, uno ayer porque se enfermó y dos no son de su clase así que me quedan... siete.

—Bueno, no está tan mal —trató de animarlo.

—Invité a quince niños —repitió con cierto aire de desesperación en su voz—. Y compré comida para quince niños y sus padres —señaló la mesa, ligeramente estresado—. También el castillo inflable y...

—Oye, oye —tomó sus manos—. Está bien, tranquilo. Estas cosas pasan.

—¿Qué le voy a decir a JungKook? Uno de esos niños es casi su mejor amigo.

YoonGi se quedó callado un momento y formó una mueca con los labios.

—Perdón —se apresuró a decir cuando notó la consternación en el rostro de YoonGi—. Disculpa, siempre me estreso rápido, no te quiero estresar a ti también. Simplemente me molesta que hagan esto —se lamentó y volvió a mirar el celular para redactar un mensaje corto.

—Está bien, tranquilo —YoonGi lo miró con comprensión.

—SeokJin me dijo que ya viene en camino —avisó TaeHyung hacia ellos, pero cuando notó sus caras preocupadas, su propia expresión se frunció en duda—. ¿Qué pasa? —se acercó a ellos.

—Cuatro niños me cancelaron —dijo JiMin con voz agotada.

—¿Qué? —el beta frunció sus cejas, claramente molesto—. ¿Con qué excusa?

—Porque JungKook se acaba de presentar como alfa.

—¿Esa mierda qué? —susurró TaeHyung con indignación—. Mira, vamos a decirle a Kookie que se enfermaron o que se les pegó piojos, no sé, pero olvídalo. Sigue siendo su cumpleaños, así que enfoquémonos en eso, ¿está bien? —JiMin asintió—. Bien, HoSeok ya estará aquí pronto y se va a distraer con eso, él ni siquiera sabe a quienes invitaste exactamente, así que quedate tranquilo.

JiMin volvió a asentir y TaeHyung levantó su pulgar para indicar que todo estaba bien antes de volver con JungKook para darle otro sandwich.

YoonGi se quedó en silencio un momento mientras JiMin respondía el mensaje.

—Tae piensa muy rápido...

—Sí, está un poco acostumbrado a esto —suspiró y guardó el celular, no queriendo ver qué otra cosa tenía la señora para decir—. No por nada se agarró el título de tío.

YoonGi zumbó en entendimiento.

—Claro.

—Voy a avisarle a JungKook que algunos no vendrán —JiMin se apartó con una sonrisa pequeña y caminó hacia la silla en donde se encontraba el niño hablando con TaeHyung.

YoonGi tomó un poco de aire y suspiró. Había algo en no ser de utilidad que se le hacía frustrante, más si no era capaz de calmar a su omega como todo un alfa debería hacerlo y no le gustaba la idea de que hubiera cosas que eran limitadas para él. Claro que TaeHyung tenía mucha más práctica en la materia, pero él no quería ser un estorbo para JiMin en ningún sentido posible.

Después de todo, esto era algo nuevo para descifrar y aprender.

JungKook se tomó bastante bien que un par de sus amigos no llegaran cuando le explicaron que se sentían mal y, con el paso de las horas, los niños que sí confirmaron su asistencia comenzaron a llegar. El primero de ellos fue claramente quien sí tenía el título de "mejor amigo" y ese era el pequeño HoSeok, hijo de SeokJin, quien ese día iba solo con una enorme bolsa de regalo que hizo a JungKook chillar en su lugar. HoSeok, tal y como dijo TaeHyung, funcionó como una enorme distracción para el pequeño quien dejó de preguntar por sus amigos del colegio inmediatamente después de que HoSeok lo jalara hacia el parque infantil lleno de juegos.

EunJin también apareció entre los primeros invitados, llegando de la mano con su sobrino de diez años, quien era quizás un poco más grande que promedio que estaba invitado a la fiesta, pero conoció a JungKook una vez que la chica los invitó al parque para que se conocieran y desde entonces encajaron bastante bien.

El poder de los niños, quizás.

—¡Hola MinHo! —saludó JungKook con la cara roja por haber corrido como loco, una sonrisa enorme en su rostro y una espada en su mano, cortesía de TaeHyung.

—¡Hola, JungKook! —saludó el niño antes de darle un abrazo rápido y le tendió una caja—. Toma, mi tía EunJin y yo te compramos un juguete genial.

—¡Gracias! —lo abrazó y corrió hacia la chica—. ¡Gracias, Shin!

—De nada, Kookie —se arrodilló para saludarlo y apretó sus cachetes con cuidado, provocando que el niño riera—. Ábrelo a ver si te gusta.

JungKook se apresuró a romper el papel de regalo y reveló una caja con la figura de acción de su superhéroe favorito. Él gritó apenas reconoció el regalo y levantó el juguete.

—¡Papi, papi, papi! —corrió hacia él entre las risas de EunJin—. ¡Mira lo que me regaló MinHo! ¡Es El Señor Fantástico con su super traje de fuego! ¡Me encanta! —sacudió la caja como un pequeño desquiciado.

JiMin se carcajeó lleno de ternura y tomó la caja cuando JungKook le pidió que la abriera para jugar con él. Una vez lo tuvo en sus manos, lo hizo volar y corrió con el par de niños para que lo vieran mientras le decían lo increíble que se veía.

—Gracias, no encontré ese juguete por ningún lado —le dijo JiMin a EunJin cuando ella se acercó al par con una sonrisa triunfante.

—No hay de qué, de pura suerte lo conseguí en una juguetería cerca de la casa de mi hermana, me peleé con una señora y todo —explicó orgullosa hasta que se encontró con la mirada de YoonGi y le dedicó una sonrisa que fue correspondida—. ¿Cómo va todo con YoonGi? ¿Qué se siente tu segundo día de novio?

JiMin viró los ojos.

—Bien, no me quejo —le siguió la corriente.

—Hola, Eun —saludó TaeHyung cuando se acercó al par.

—¡Hola! ¿Cómo estás? —lo abrazó con cariño—. JiMin me contó que estabas salien...

—Hm —el omega la cortó—. No hablaremos de eso hoy.

Ella miró a TaeHyung con preocupación y el beta suspiró.

—El tipo tenía novia.

—¡No! —escandalizó—. Hijo de perra.

—Totalmente.

—Pueden chismear todo lo que quieran, pero que sea lejos de los niños para que no escuchen sus groserías, gracias —dijo JiMin con un suspiro.

—No prometo nada —EunJin levantó su mano y miró a TaeHyung otra vez—. ¿No quieres hablar de eso?

—No —TaeHyung negó—. Pero si me pongo a llorar en la discoteca voy a necesitar contención y dependo de ustedes dos.

—Lo que quieras, Tae —ella lo abrazó otra vez y el beta rodeó su pequeño cuerpo con sus brazos.

—Gracias, Eun —entonces formó una sonrisa traviesa—. Si no fueras omega te daría una oportunidad —se dio el lujo de molestarla.

—Ay, cállate, estúpido —ella golpeó su hombro con su puño cerrado mientras TaeHyung se reía.

Con el pasar de las horas los demás invitados comenzaron a llegar y a rellenar la pequeña fiesta para alivio del padre del cumpleañero. Cada adulto y niño fue recibido por un sonriente JiMin, quien se encargaba de presentarlo con los demás invitados mientras que YoonGi le ofrecía los aperitivos que había en la mesa. Así mismo, todos los padres y madres omegas que se presentaron no dejaron de preguntar y de cuchichear con JiMin sobre quién era el apuesto alfa que se paseaba por todos lados con una sonrisa de oreja a oreja y el joven padre simplemente reía y lo presentaba como su pareja.

Así, mientras entraba la tarde, la fiesta parecía ser un éxito.

—¿Quién es ese señor de cabello largo? —preguntó HoSeok con curiosidad mientras miraba en dirección a la glorieta desde su increíble posición en el lugar más alto del parque, entre sus manos sostenía un volante conectado a la estructura, pero él fingía que estaba navegando un enorme barco pirata.

—Es el señor YoonGi, es mi amigo y el de mi papi —explicó JungKook con un jadeo. Había estado tratando de defender el barco de los piratas, los cuales eran sus amigos, quienes se reían y corrían alrededor del parque usando ramas como espadas—. ¡Cuidado! —señaló a la nada—. ¡Una ballena voladora!

—¡Oh no! —HoSeok giró el timón hacia la derecha—. ¡Sujétense!

Todos los niños se sujetaron a lugares azarosos del parque y gritaron. Habían otros tantos niños que se sumaron al juego y que no estaban invitados a la fiesta, pero se emocionaron con la fiesta y con los dulces gratis. JiMin los recibió de igual modo, todo bajo la aprobación de JungKook.

—¡Listo! —HoSeok levantó su pulgar y todos los niños siguieron corriendo de un lado a otro, un par intentando subirse al barco mientras luchaban con otros niños—. ¿Y desde cuándo son amigos? —continuó preguntando.

—No sé, hace un tiempito —respondió JungKook mientras vigilaba los alrededores del barco—. Él es un experto en puertas y nos ayudó con nuestra puerta, también arregla cosas y me cuida, es mi nueva niñera, pero señor.

—Oh —dijo HoSeok a modo de reconocimiento y siguió mirando al alfa que caminaba alrededor de la glorieta, saludando a los padres que habían ido y ofreciendo comida a los niños que corrían curiosos hacia ellos—. ¿Entonces es un sirviente?

—No, hm... algo así —se paró al lado de HoSeok y miró a YoonGi—. Es como tener un papá extra.

—¿Es tu otro papá? —HoSeok agrandó los ojos—. ¿Entonces están enamorados?

—¿Quién?

—Tú papá y el señor YoonGi.

—¿Eh? —JungKook frunció sus cejas—. No. El señor YoonGi es amigo de mi papá, es como un papá amigo —trató de explicarse—. No están enamorados porque los novios son tontos.

—¿Pero se dan besitos?

—Uhm... sí, pero a veces, son besitos chiquitos.

—¿Y abrazos?

—Sí.

—¿Y duermen juntitos?

—A veces...

—Mis papás hacen eso —dijo HoSeok y se cruzó de brazos—. Y mis papás están enamorados, son esposos. Quizás tu papi y el señor YoonGi estén enamorados y se hagan esposos también, así tendrás dos papis como yo.

JungKook frunció sus labios sin entender por qué dos personas se tenían que casar para ser papás y miró un momento hacia otro lado, luego se rió.

—Pero HoSeokie, tú y yo hacemos todo eso y no somos esposos —dijo con obviedad y el omega parpadeó en reconocimiento, como si no hubiera pensado en ello antes—. Nosotros somos amigos y mi papá y el señor YoonGi también son amigos que se dan besitos y abrazos, como tu y yo.

—Creo que tienes razón —pensó el pequeño HoSeok.

—¿De qué hablan? —preguntó MinHo una vez llegó a escalar hasta donde ellos dos estaban.

—De papás —explicó HoSeok—, no sabemos si el papá de Kookie y el señor YoonGi son novios.

—Que no —se quejó JungKook.

—¿Quién es el señor YoonGi? —preguntó MinHo.

—El señor de cabello largo —señaló HoSeok.

MinHo miró hacia la glorieta y se encontró con YoonGi apoyado sobre una de las columnas mientras miraba su celular. Un momento después, JiMin se acercó para decirle algo en el oído con su mano apoyada en su brazo, luego YoonGi asintió y le sonrió, JiMin también sonrió y besó su mejilla.

—Se ven como novios para mí.

JungKook se quejó y se cruzó de brazos. MinHo se rió suavemente por el pequeño berrinche del cumpleañero y se sentó a su lado.

—Bueno, tal vez no lo sean —decidió decir—. La única manera de saber si son novios es si se casan o si tienen un bebé.

—¡Oh sí! —HoSeok estuvo de acuerdo.

—¿Cómo se hacen los bebés? —preguntó el pequeño JungKook.

MinHo frunció sus labios y se encogió de hombros. Él sabía, pero no quería decirlo porque se le hacía raro. Por otro lado, HoSeok se veía bastante pensativo.

—Mi papá me lo dijo una vez, pero no recuerdo bien —se rascó la barbilla—. Pero sí recuerdo que me dijo que es cuando dos persona se quieren mucho y se dan besitos y se acuestan en una cama.

De repente la cara de JungKook palideció y se apresuró a bajar del parque a toda velocidad mientras MinHo y HoSeok le preguntaban a dónde iba.

—¡Papi, papi, papi! —llamó con una preocupación aterrorizada y JiMin se apresuró a su encuentro—. ¡Papi! —lloriqueó.

—¿Qué pasó? —le preguntó preocupado mientras se arrodillaba para sujetarlo, a su lado, YoonGi también se acercó para corroborar que estuviera todo bien.

JungKook trataba de aguantar el llanto cuando volvió a hablar.

—Papi, ¿v-vas a tener un bebé?

—¿Qué? —se rió de puro desconcierto—. ¡Claro que no! ¿Por qué piensas eso, amor?

—Es que... es que... —tomó al aire que había perdido por la carrera—. Es que HoSeok dijo que dos personas tienen un bebé cuando se quieren mucho y cuando se dan besitos y cuando se acuestan juntitos en la cama y, y, y —sorbió su nariz, con lágrimas pequeñas acumulándose en el borde de sus ojos—, ¡y tú haces todo eso con el s-señor YoonGi!

—¡¿Qué?! —escandalizó JiMin.

Detrás de la pareja, EunJin y TaeHyung comenzaron a reírse suavemente mientras JungKook lloriqueaba sobre no querer un hermanito porque no quería compartir su cuarto y sus juguetes y a Jojo. JiMin sólo trató de hacer que se calmara mientras, a su lado, YoonGi se cubría el rostro y se giraba hacia otro lado para tratar de retener sus propias carcajadas.

—No, amor, no funciona así —le explicó con su propia voz temblorosa por la risa, negando con la cabeza para que JungKook entendiera el mensaje—. Se necesita mucho más que besitos para tener un bebé, ¿está bien? —limpió sus lágrimas con sus pulgares y JungKook sorbió su nariz, todavía preocupado—. Después te voy a tener que explicar cómo funciona, pero no te preocupes, no es exactamente así como lo dijo HoSeok, creo que se confundió, ¿sí? No te asustes.

—B-Bueno... —asintió entre hipidos—. ¿Entonces n-no vas a tener un bebé?

—No, mi amor —aseguró con cuidado y peinó su desordenado cabello.

—¿Hm? ¿No quieres tener un hermanito, Kookie? —preguntó YoonGi con gracia y JiMin lo miró con ojos de muerte.

—¡No! —respondió el niño con un pisotón—. No quiero, no quiero, no quiero —repitió enojado y abrazó a JiMin posesivamente.

—No lo molestes, Yoon —JiMin le advirtió y el alfa levantó las manos en señal de rendición mientras seguía sonriendo—. Tranquilo, Kookie. Eso no va a pasar. No te tienes que preocupar por eso, ¿está bien?

El niño asintió y recibió gustoso los besos que JiMin plantó en su rostro.

Luego tendría que trabajar con lo posesivo de su hijo, pero él no quería que le diera algún ataque de alfa en ese momento.

—Ahora anda a jugar que en un ratito llega el castillo inflable.

JungKook asintió y regresó con sus amigos con nueva información inédita. Cuando JiMin se levantó del suelo, miró a YoonGi con ojos de advertencia y brazos cruzados.

—Ya, solo lo estaba molestando, me da risa lo celoso que es contigo —admitió con una voz amorosa que solo buscaba deshacer la mirada enojada de JiMin—. No me mires así, me romperás el corazón.

—Oh sí, es celoso, como todos los alfas que conozco —viró los ojos, pero se dejó hacer cuando YoonGi lo tomó por la cintura.

—¿Conoces a otros alfas? —preguntó con un puchero disconforme y tiró de él.

JiMin se rió.

—No te emociones, hay muchos niños aquí.

—No estoy haciendo nada —guiñó y se apartó, pero tomó su mano aun así—. Ven.

Cuando volvieron a la glorieta, TaeHyung y EunJin comenzaron a molestarlo con el tema del bebé mientras JiMin se quejaba.

La tarde continuó, el castillo inflable llegó y los niños encontraron una nueva distracción en saltar como locos hasta que se les acabara la energía y tuvieran que sentarse a tomar agua y descansar para comenzar de nuevo. No hubo más llantos por malentendidos, quizás algunas rodillas raspadas y algunos dulces en el suelo, pero nada demasiado grave como para no poder manejarlo.

—¡Papi, sube conmigo! —JungKook jalaba a JiMin de la mano para que subiera al castillo junto a él, pero el omega se resistía con una sonrisa avergonzada—. El señor YoonGi es muy aburrido, me dijo que no —se quejó.

YoonGi se rió, él simplemente miraba el escenario al lado del castillo con una expresión divertida en su cara.

—Amor, soy muy grande, podría romperse —le dijo para desdicha de JungKook—. Por eso YoonGi tampoco se puede subir.

—Solo un ratito —puchereó y miró al encargado del castillo, quien era un beta sentando en un banco y masticando un chicle con aburrimiento—. Señor, ¿mi papi puede subir?

El beta escaneó a JiMin y sonrió ladino.

—Claro, tiene buen cuerpo para subirse.

JungKook sonrió contento y continuó jalando a JiMin, quien no demoró en fulminar al tipo con la mirada. El beta solo lo miró con gracia mientras JiMin se subía al castillo con su hijo y no se dio cuenta de la presencia de YoonGi a su lado.

—Oye —el hombre se sobresaltó y miró a YoonGi con espanto—, estoy bastante seguro de que te contrataron para que vigiles a los niños y para mantener esto en pie, no para que te hagas el chistoso con tus comentarios.

—Yo no dije nada, amigo. No sé de qué estás hablando —se hizo el desentendido, mirando con cautela a YoonGi.

Un gruñido comenzó a subir por el pecho del alfa.

—¡Señor YoonGi! —la expresión de mencionado cambió a una mucho más amorosa cuando se giró para ver a JungKook saltando a través de la malla y se acercó al costado del castillo para verlo mejor—. ¡Mire, mire! —se preparó para saltar y trató de hacer una voltereta que terminó con él rodando torpemente sobre el inflable y con JiMin riéndose.

—¡Eso! ¡Muy bien, cachorro! —aplaudió con una enorme sonrisa mientras padre e hijo se carcajeaban—. A ver, otro.

JungKook lo hizo de nuevo y terminó con el mismo resultado.

—Whoa, chiquitín. Eres fabuloso con las acrobacias.

—¡Gracias!

—Yoon, ¿puedes traerme un poquito de agua? —preguntó JiMin con un jadeo.

—¡A mí también! —pidió JungKook.

—Claro, ya regreso —arrugó su nariz con cariño y, cuando ellos volvieron a lo suyo, YoonGi se apresuró a tomar el brazo del beta todavía sentado en la banca para que lo encarara—. Te escucho decir algo así de nuevo y te rompo la nariz, ¿me escuchaste? —amenazó con un tono bajo para que nadie más escuchara.

El beta trató de soltarse.

—¿Qué te...?

YoonGi lo calló con un gruñido gutural que hizo al beta bajar la cabeza con sumisión y él lo soltó para ir a buscar el agua. Cuando regresó, el beta volvió a bajar la mirada, encogido en su lugar, y YoonGi se paró triunfante frente a la salida del castillo con el par de vasos.

—Toma chiquitín —le entregó su vaso a JungKook cuando este salió—. Y este es para ti —le entregó el suyo a JiMin.

—¡Gracias, señor YoonGi! —el niño le sonrió antes de comenzar a tomar su agua.

—Sí, gracias —le sonrió el omega y, por la expresión cómplice en su cara, él sabía lo que había hecho y estaba igual de satisfecho que el propio YoonGi.

JiMin nunca fue fan de la violencia o la competitividad y agresividad de los alfas, pero mentiría si dijera que el que YoonGi lo defendiera así no le hizo estragos a su vientre.

La diversión continuó luego de eso, JiMin y JungKook saltaron un poco más hasta que el padre se cansó lo suficiente como para que sus piernas dolieran y comenzó a preparar la mesa para cantar cumpleaños. Sin embargo, su atención se vio robada cuando él reconoció la cara de su madre haciendo acto de presencia en la entrada del parque. Ella caminaba como si fuera alguna villana cliché de una novela que sólo disfrutaban las abuelas más arrugadas del mundo, ella miraba a todo el mundo por encima de su hombro mientras sostenía una bolsa de regalo que sacudía de un lado a otro con orgullo y como si no estuviera llegando terriblemente tarde.

JungKook reconoció a su abuela a lo lejos y salió corriendo al parque con HoSeok para subirse al lugar más alto y que ella no pudiera atraparlo. JiMin escuchó a TaeHyung maldecir la presencia de la vieja y a EunJin riéndose de su elección de palabras mientras SeokJin regañaba a su hermano por ser tan vulgar, pero JiMin no podía dejar de mirar la bolsa de regalo.

Era una enorme bolsa de regalo negra, con un moño azul.

Lucía ridículamente seria para ser el regalo de un niño.

Era la misma bolsa de regalo que vio el otro día en la mano de ese desconocido.

Y su lobo se encogió en su lugar.

—¡JiMin! ¡Hijo! —saludó la mujer con un buen humor escandaloso en alto, alzando su brazo libre para abrazar a su hijo. JiMin sólo dejó que ella lo apretara mientras trataba de recobrar la calma—. ¿Cómo has estado? ¿Dónde está JungKook? —miró hacia todas direcciones.

JiMin no encontraba palabras en su boca, simplemente miraba el regalo.

—Uh... él...

De repente, su madre chilló cuando se encontró con YoonGi, quien se había levantado de su asiento para saludar a la señora.

—¿Quién eres tú? —ella se apartó con una mano en su pecho, espantada.

—Eh... Mi nombre es YoonGi, soy vecino de JiMin —a pesar del claro rechazo en el rostro de la mujer, él igualmente le tendió la mano—. Creo que ya nos conocimos antes, pero igualmente es un gusto.

—¿Vecino? —ella miró a su hijo—. ¿Por qué trajiste a un delincuente aquí? Es el cumpleaños de JungKook, JiMin, por amor a la luna —escandalizó y miró con desdén la mano todavía extendida de YoonGi.

El alfa levantó ambas cejas en incredulidad.

—¿Me acaba de llamar delincuente? —preguntó casi riéndose.

—Mamá, acompáñame por favor —carraspeó JiMin y tomó el brazo de la mujer para apartarla de la glorieta y que ninguno de los invitados escuchara a la escandalosa mujer quejarse. Ella simplemente comenzó a despotricar sobre que no merecía estar siendo tratada de esa manera hasta que JiMin encontró un lugar seguro lo suficientemente lejos y detrás de un árbol—. Escucha, por favor, es el cumpleaños de JungKook, no hagas un escándalo —le dijo cuando estuvieron lo suficientemente lejos.

—¿Escándalo? —preguntó ella ofendida—. Estoy preguntando lo obvio, JiMin. ¿Por qué traerías a alguien que no tiene nada que ver aquí? No tiene ningún sentido JiMin. ¿Un vecino? ¡Por favor!

—Es mi novio, mamá —dijo con severidad.

La mujer lo miró anonadada en completo silencio.

—No lo puedo creer —dijo entonces y JiMin suspiró profundamente—. ¿Con él? ¿Él va a ser tu novio? JiMin, por la sagrada Diosa, ¿por qué querrías tener a alguien así cerca de JungKook? —preguntó indignada.

—¿Alguien así? No es una mala persona, mamá.

—Ese tipo tiene toda la pinta de ser un mal padre, ¿qué pasa si es un abusador de niños o un tipo violento? ¿Y si lastima a JungKook?

—¡Mamá! —la miró con espanto—. ¿Acaso no crees que tengo el criterio suficiente como para encontrar a alguien que no sea un psicópata? —preguntó mientras intentaba no ponerse a gritar ahí mismo—. JungKook lo adora y YoonGi es un amor, por eso está aquí. Si te detuvieras a ver a las personas más allá del físico o la ropa podrías darte cuenta de que él es increíble, simplemente acepta el saludo que te hizo y sé respetuosa.

—Simplemente me preocupo por ti, tenías a alguien increíble como HyunSoo y decides cambiarlo por él, no lo entiendo.

—Mamá —JiMin levantó ambas manos a cada lado de su cara, casi formando puños—, él se fue, nos abandonó, tomó sus cosas y se fue a Busan —su voz se oía contenida mientras hablaba lentamente en un intento de que algo de eso entrara en la cabeza de su madre—. Se fue mamá, yo sé que lo amabas y te parecía la mejor opción posible, pero él se fue, ya está, yo ya lo superé, ¿podrías, por favor, hacer el intento de superarlo tú también y dejar de mencionarlo siempre? —casi rogó.

La mujer se quedó callada un momento, mirando a su hijo con ojos consternados.

Entonces JiMin volvió a mirar el regalo.

—¿Quién te dio eso? —señaló con sus ojos.

Ella miró el regalo un momento.

—¿Quién crees que fue?

JiMin sintió que su estómago se revolvía.

—Fue papá.

—No.

El omega tomó una bocanada de aire y cerró los ojos un momento.

Entonces todo encajó.

Había sido por culpa de ella que él supiera su dirección, su número, que supiera cuándo era el cumpleaños de JungKook, que él ahora pudiera hacer el intento que quisiera de entrar a su vida porque JiMin no tenía cómo defenderse, ahora solo tenía que esperar a que todo explotara un día porque ella había decidido meterse.

La rabia fue tanta en ese momento, que él quiso llorar y gritar.

Pero solo tomó un poco más de aire antes de continuar.

—¿Hablaste con él? —abrió los ojos para mirarla, totalmente decepcionado de ella.

—Él vino a mi casa —se apresuró a decir ella con un tono de esperanza, mirando a su hijo como si no entendiera lo increíblemente bueno que era esto—. Él quería hablar contigo, quería conocer a Jungie.

JiMin se pasó las manos por el rostro y comenzó a caminar de un lado a otro, tratando de aguantar las ganas de gritar. De repente el escenario de sus peores pesadillas estaba frente a él y no podía hacer nada al respecto.

Esto no podía estar pasando.

—Él le compró este regalo a JungKook cuando le dije que iba a ser su cumpleaños —ella siguió insistiendo, buscando la mirada perdida de su hijo—, ¡deberías aprovechar que quiere volver! Podrían ser una familia otra vez y tú no lo estás viendo, JungKook por fin podría tener un padre alfa que lo cuide y le enseñe lo que necesita.

Entonces JiMin se congeló en su lugar, sus ojos fijos en el árbol a su lado, y dejó caer sus manos a sus costados.

—Mamá, quiero que te vayas.

—¿Qué? —preguntó escandalizada—. No me puedes echar —su voz tembló de pura indignación—. ¿Qué te pasa?

Él la miró, luciendo agotado.

—Vete, por favor.

—¿Es así cómo vas a tratarme? —gritó—. ¡A mi! Soy tu madre, Park JiMin. He estado haciendo todo lo posible para que vivas tranquilo de nuevo, me preocupo por ti y por JungKook, te cuidé todos los días de tu vida, te traigo cada vez que puedo el maldito dinero que te manda tu padre, ¿y me vas a echar de la fiesta de mi nieto?

JiMin la miró con extrañeza.

—¿El dinero de papá? —ella pareció arrepentirse de sus palabras—. ¿El dinero que me traes es de papá?

Todo este tiempo él había creído que era de su madre y que su padre había dejado de preocuparse por él, ¿por qué ella nunca le dijo?

—¡Eso no es lo importante! —reclamó ella—. ¡No puedes echarme de aquí!

Entonces JiMin explotó.

—¡Si puedo! —señaló hacia la calle—. ¡Lárgate! Hiciste que mi ex, el maldito hijo de puta que me embarazó cuando estaba en celo y no podía consentir, el que me echó toda la culpa cuando se lo dije, cuya familia me hizo mierda durante ¡meses!, se acercara de nuevo a mi vida cuando todo estaba ¡bien!, ¿realmente crees que eso es ser una buena madre? Eres una horrible persona, una maldita loca, ¡solo piensas en ti y en tu estúpida idea de que vivirás una vida de rica si yo vuelvo con él!

La mujer jadeó y se cubrió la boca con su mano libre, lágrimas acumulándose en sus ojos tan rápido que ni siquiera pudo detenerlas cuando bajaron por su cara. JiMin se sintió horrible inmediatamente después de terminar de hablar, la culpa lo golpeó como una ola y se tambaleó hacia atrás cuando la mujer estampo la bolsa de regalo en el pecho antes de irse de ahí con el mentón en alto en un intento de no lucir afectada por todas las cosas que le había dicho su hijo, pero el lazo familiar le hizo saber a JiMin que ella se había sentido herida y él, a consecuencia, también se sintió así.

Cuando ella se perdió de vista, él miró la bolsa de regalo entre sus manos y la abrió.

Dentro de ella había un fajo de dinero, ropa y varios juegos de mesa.

Entonces él recordó que HyunSoo era fanático de los juegos de mesa.

—¿JiMin? —el omega reconoció la voz de su mejor amigo, pero no se giró—. ¿Está todo bien? —preguntó con cuidado. Él había visto cómo la mujer se fue con la cara roja y supo que algo había salido mal.

—Sí era él —murmuró.

—¿Qué?

—El otro día —entonces se giró y lo miró lleno de tristeza—. Sí era HyunSoo.

El reconocimiento hizo palidecer el rostro de TaeHyung.

—Mierda.

Entonces JiMin le tendió la bolsa.

—¿Puedes poner esto en algún lugar donde JungKook no lo vea? Si pregunta, dile que es de la abuela y que no puede abrirlo todavía.

—Bueno, pero...

—Tengo que ir al baño un momento.

—Oh.

JiMin se fue a los baños del parque sin esperar a que TaeHyung dijera más. El lugar era una construcción lo suficientemente lejana de la zona de juegos de los niños como para que ellos entraran solos a ver qué sucedía. No había nadie cuando entró, pero aun así se metió a un cubículo y se sentó en la tapa de uno de los inodoros, luego se abrazó a sí mismo y se encogió tanto como pudo.

Estaba tratando de no explotar en llanto.

Solo debía respirar, pensar en otra cosa, debía recordarse que era el cumpleaños de JungKook y de que tenía que aguantar un poco más hasta llegar a casa en donde sí era seguro desmoronarse en la soledad de su habitación mientras JungKook dormía como tantas veces lo había hecho en el pasado.

—¿JiMin?

El omega levantó la cabeza cuando escuchó la voz de YoonGi.

Rápidamente se limpió los ojos húmedos.

—¿Estás aquí?

—Sí —murmuró y se aclaró la garganta—. Estoy bien, tranquilo —se apresuró a decir.

YoonGi se quedó en silencio un momento.

—No me mientas.

JiMin sintió su labio temblar y volvió a limpiar las lágrimas de sus ojos.

—¿Puedes salir? —le preguntó YoonGi frente al cubículo.

Él lo pensó un momento, hasta que finalmente le quitó el seguro a la puerta y YoonGi la abrió con cuidado antes de acercarse a él para tomar su rostro.

—Si no quieres que esté aquí, dímelo.

JiMin negó.

—No te vayas.

Entonces él se levantó y lo abrazó con fuerza.

JiMin se siguió obligando a no llorar, solo cerró sus ojos con fuerza y se dejó abrazar no sólo por YoonGi, si no por la sensación de tranquilidad y paz que le brindaba el aroma y la presencia del alfa entre sus brazos. Era como haber tomado un sedante que ayudó con lo acelerado de su corazón y con las enormes ganas de llorar que lo atacaron.

—El regalo era de él —dijo rápidamente—, era de él, de él —se lamentó con un hilo de voz, escondido en el cuello de YoonGi—. Él habló con mi mamá y lo trajo y él... y él quiere conocer a JungKook y... —su voz tembló y se aferró con más fuerza al cuerpo de YoonGi.

YoonGi suspiró profundamente.

—Mierda.

Ellos se quedaron en silencio el tiempo suficiente para que JiMin recuperara el aliento.

—No sé que voy a hacer —admitió con un hilo de voz y con los ojos aguados.

Sin embargo, no sollozó, no lloró, no se deshizo en hipidos porque no podía hacerlo ahora.

—Vas a estar bien —prometió YoonGi y JiMin negó con la cabeza—. Lo vas a estar, yo sé que sí. Eres el omega más fuerte que he conocido nunca, no dudo de que vas a poder manejarlo, pero no lo harás solo, ¿está bien? —y con eso, los ojos de JiMin se volvieron a llenar de lágrimas—. Voy a estar contigo para todo lo que necesites. Si necesitas un abrazo yo te daré los que quieras y si quieres que le rompa la cara aquí estoy también —JiMin sintió su labio temblar otra vez y se rió suavemente—. Tú sólo dime qué servicio te gustaría contratar —continuó bromeando.

El omega sonrió.

—¿Y cómo es el pago? —preguntó con calma.

Lentamente, ambos comenzaron a mecerse de un lado a otro.

—Tienes suerte, para ti es gratis, mi cielo hermoso —JiMin sonrió y posó su frente contra el hombro de YoonGi—. Todo viene en el paquete de novio y futuro "padre divertido" de JungKook.

JiMin se rió otra vez y miró a YoonGi con las cejas fruncidas.

—No te vas a olvidar de eso, ¿cierto?

—Jamás —dijo orgulloso.

JiMin arrugó su nariz y dejó que YoonGi se acercara a su boca para besar sus labios suavemente. Él no demoró en sostener su cara entre sus manos, dejando que el beso se extendiera el tiempo suficiente como para robarles el aliento a los dos. Entonces se separaron con una sonrisa y ojos enamorados mirándose mutuamente.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor —respondió con calma, aunque había algo en su aura que se seguía sintiendo incómoda para YoonGi—. Simplemente necesito descansar un rato, siento que me va a dar una migraña en cualquier momento.

—Creo que escuché decir al hermano de TaeHyung que tenía pastillas para el dolor de cabeza.

—Oh, eso me ayudaría —apretó los cachetes del alfa con sus manos.

—Cuando volvamos a casa puedes tomar una siesta, ¿hm?

—A casa —repitió JiMin con ensoñación—. Eso suena lindo.

YoonGi sonrió y besó su nariz rápidamente, arrancándole otra risita a JiMin.

—¿Todavía tienes ganas de salir con tus amigos a la discoteca?

JiMin lo pensó un momento.

—Tengo la sensación de que ellos lo entenderán si les dices que no.

—No, está bien —suspiró y se recostó una vez más sobre el hombro de YoonGi—. Tengo ganas de alcoholizarme.

El alfa se rió entre dientes.

—Es justo.

Ambos se quedaron en silencio una vez más antes de que JiMin interviniera.

—Regresemos.

—¿No necesitas más tiempo?

—No, está bien, no quiero perderme demasiado de la fiesta de JungKook. En media hora vamos a cantar cumpleaños.

—Está bien.

JiMin se apartó del abrazo a duras penas y se acercó al lavamanos del baño para echarse un poco de agua fría en la cara y con eso apartar las lágrimas secas y lo hinchado de sus ojos. No se veía totalmente bien, pero lucía mucho mejor que como luciría si se hubiera deshecho en llanto y le agradeció a la Luna por darle fuerzas suficientes para aguantar un poco más.

Ellos volvieron a la fiesta tomados de la mano y continuaron la tarde como si nada mientras los niños se divertían.

JiMin se obligó a no pensar en el regalo escondido por el resto de la tarde.


La fiesta terminó alrededor de las seis y media de la tarde y ellos se quedaron hasta las siete guardando todas las cosas en el auto de TaeHyung. Cuando llegaron a casa dejaron a un agotado JungKook acostarse en la cama de YoonGi mientras el par de mejores amigos guardaban toda la comida que había sobrado. YoonGi, por otro lado, llevaba la bolsa con los regalos y colocó todo en la habitación de JungKook, menos el regalo que le había llevado la abuela, ese fue colocado en el armario de JiMin por propia petición del omega.

JiMin sabía que no era justo para JungKook ocultarle esto, pero realmente no quería tener esa conversación esa noche. Lo harían el lunes o después de la visita al parque, en cualquier momento que no fuera ese. Él sabía que podía decirle a su hijo que el regalo venía de parte de su abuela, pero tampoco quería mentirle, mucho menos si la presencia de HyunSoo era inminente en su vida. Él no quería enfrentar esto con mentiras, pero sólo necesitaba un poco más de tiempo.

Cuando TaeHyung se fue le recordó que esa noche iban a salir, pero que podía arrepentirse si quería, JiMin le dijo que no se preocupara y regresó a la casa de YoonGi para recostarse a tomar esa siesta con JungKook mientras el alfa sacaba a pasear a Holly.

El omega se levantó a las nueve y media de la noche y buscó en su celular algún mensaje de TaeHyung, pero sólo había uno que le decía que lo iba a ir a buscar a las once y media de la noche, así que JiMin se dio el lujo de cerrar los ojos otra vez mientras se acurrucaba contra JungKook, quien se abrazó a su cuerpo con un suspiro.

De repente, JiMin sintió algo mover en su espalda.

Cuando tanteó con su mano, se encontró con una bola de pelo que no demoró en subirse a su cintura y a brincar por encima de su cuerpo para caer de bruces sobre JungKook. El niño se quejó y JiMin se apresuró a tomar al revoltoso perrito, pero Holly terminó escapándose de sus manos para lamer la cara de JungKook con entusiasmo.

—¡Ay, ay, ay! —el niño comenzó a quejarse por el sueño, pero eso no evitó que se riera.

—Holly, no —JiMin pudo atraparlo y se sentó para apartarlo de JungKook—. Perrito maleducado, ahora no nos dejas dormir —regañó sin estar enojado realmente y abrazó al cachorro contra su pecho, el cual no dejaba de retorcerse porque quería seguir jugando—. Kookie, ¿quieres seguir durmiendo? —el niño asintió y se abrazó a una de las almohadas que había cerca de él—. Está bien.

JiMin se deslizó fuera de la cama con el perro en brazos y cerró la puerta detrás de él.

—¿Dónde está tu papá, hm? —le preguntó cuando no vio a YoonGi por ningún lado y bajó a Holly al suelo, el cual corrió hacia la habitación extra que había en la casa—. Bien hecho, Holly.

JiMin caminó hasta la puerta y la abrió con cuidado, dejando que Holly pasara. Cuando se asomó, se encontró con YoonGi golpeando lo que él supuso era su batería electrónica porque llevaba auriculares encima y no se oía nada más que el pequeño sonido de las baquetas golpeando contra las plataformas. YoonGi se movía al ritmo de una canción que solo él podía escuchar hasta que se dio cuenta de la presencia de Holly a su lado y dejó que los auriculares cayeran por su cuello.

—¿Holly? —acarició su cabeza—. ¿No estabas con JiMin y Kookie?

—Es que nos atacó a besos —explicó el omega y YoonGi pegó un brinco en su lugar que lo hizo reír—. Lo siento, ¿te asusté?

—Un poco —se llevó una mano al pecho y se giró sobre la silla para mirarlo de frente.

JiMin miró sus piernas abiertas un momento, tentado a sentarse.

—¿Qué tocabas? —en cambio, él se acercó a la batería y tocó los platillos con cuidado.

—Una canción de My Chemical Romance —hizo girar las baquetas en sus manos—. ¿Los conoces?

—No —se rió de la cara indignada de YoonGi—. Sí los conozco, pero no sé ninguna de sus canciones. ¿No son lo mismo que Gun N' Roses?

—Eh, ¿no? —YoonGi ladeó la cabeza y JiMin volvió a reírse—. Me siento un poco ofendido. A ver, uno es heavy metal y los otros son más alternativos y con un estilo más emo.

—Oh, ya veo, señor conocedor, disculpe por haberlo ofendido —exageró con un movimiento de sus manos que hizo a YoonGi mirarlo como si fuera un tonto—. ¿Entonces fuiste emo? —enarcó una ceja.

—Me puede gustar My Chemical Romance sin ser emo.

JiMin resopló con gracia.

—Seguro... —dijo sin creérselo y continuó delineando la batería con sus dedos—. Y yo que ya te había imaginado con delineador negro, un ojo tapado por el pelo...

YoonGi se quejó entre las risas del omega.

—¿Qué clase de música escuchas tú? ¿Hm? —preguntó con curiosidad mientras extendía una de sus manos para tomar la cintura de JiMin y acercarlo a él.

El omega se colocó entre sus piernas y llevó sus manos al cabello negro del alfa para hacerle un tonto peinado emo.

—Soy bastante simple... Me gusta Taylor Swift —se encogió de hombros y apartó un par de mechones de la frente de YoonGi, quien lo miraba con las cejas arriba—. ¿Qué? ¿Te sorprende?

—En realidad creo que era obvio.

—No sé cómo sentirme con esa afirmación —delineó sus cejas con sus pulgares mientras YoonGi se reía—. ¿Y esto?

—¿Qué?

—Tienes un par de puntitos aquí —hizo círculos alrededor del final de su ceja. No se había dado cuenta antes, era pequeño y lucía como una cicatriz curada.

—Oh, antes tenía un piercing en la ceja.

JiMin se quedó mudo un momento.

—Oh.

—También en el labio, aquí —cuando bajó la mirada, se encontró a YoonGi frotando el borde de su labio inferior con su índice—. Y en la lengua —le enseñó la punta de su lengua.

—¿De verdad? —JiMin se dio cuenta de que su cara se sentía caliente y es que la imagen de la versión adolescente de YoonGi que se había formado en su cabeza seguramente habría hecho a su yo del pasado temblar.

—Sí, incluso estuve a punto de hacerme un tatuaje, pero no me convenció —negó con la cabeza—. Me gustó más perforar lo más que podía, pero ponerse el casco de la moto con eso en la cara... —siseó—. Preferí quitármelo todo.

—¿Y el de la lengua?

YoonGi sonrió ladino, sus ojos mirando al omega desde abajo con cierta diversión en ellos.

—Te interesa mucho ese, ¿hm? —ahora sus dos manos estaban en las caderas del omega, sus pulgares frotando con cuidado la piel debajo de su camisa.

—Hm, curiosidad —murmuró con las mejillas rojas, fingiendo que no le importaba.

—Ah, claro —se encogió de hombros y JiMin apretó sus labios con vergüenza—. Creo que no se veía muy profesional como jefe tener un piercing en la lengua, así que fue el último que me quité. Debo tener algún par de fotos por ahí.

—Necesito verlas.

YoonGi se rió y rodeó la cintura de JiMin con sus brazos. Entonces besó su vientre y levantó la mirada hacia él.

—Está bien, cielo.

JiMin sonrió y tomó las mejillas del alfa, luego bajó su rostro y besó un par de veces sus labios con pequeños picos cuidadosos y amorosos. Luego el alfa, entre risitas enamoradas, bajó sus manos lo suficiente como para apretar entre sus dedos las nalgas de JiMin, provocando que el omega chillara por la sorpresa y le diera un golpecito en la cabeza antes de besarlo de nuevo.

Luego de un par de minutos más mimándose a escondidas de JungKook, el omega tuvo que irse a su casa para poder darse una ducha y buscar la ropa que se pondría. Cuando estuvo listo, regresó a casa de YoonGi y, para su sorpresa, JungKook estaba sentado a su lado en el sofá, los dos hablando sobre lo divertido que había sido su cumpleaños y los nuevos amigos que hizo en el parque.

Cuando ambos miraron a JiMin, el par de caras se iluminaron.

El omega llevaba puesto el par de pantalones que TaeHyung le prestó para aquella primera cita con YoonGi, en la parte de arriba estaba usando un top que dejaba su cintura a la vista, un choker de color negro y un par de pulseras y anillos decoraban sus manos. Él sonrió con timidez frente a los ojos anonadados de YoonGi y se rió cuando JungKook se bajó corriendo del sofá para ir a su encuentro.

—¡Papi, te ves muy bonito! —levantó sus manos hacia el vientre del omega—. También se te ve la pancita. ¿No te da penita? —preguntó con curiosidad.

—No, así es la camisa —pasó sus manos por su rostro con cuidado—. Gracias por decir que me veo bonito, mi amor.

—Siempre te ves bonito, papi —dijo sin dudar y JiMin sonrió lleno de amor—. ¿Verdad, señor YoonGi? —miró al alfa.

YoonGi tragó.

—Claro que sí, Kookie —carraspeó.

JiMin arrugó la nariz y se agachó para besar la frente de su hijo.

—Ahora tengo que esperar al tío Tete, que debe estar aquí en cinco minutos —miró su celular—. Y tú deberías ir a dormir en un ratito.

—Pero no tengo sueño —puchereó y, antes de que JiMin pudiera protestar, el niño se distrajo con Holly, quien comenzó a correr en círculos alrededor de JiMin—. ¡Holly! ¡Ven, ven!

El perro reconoció el juego y se escapó de las manos de JungKook para correr hacia el cuarto de YoonGi.

Cuando estuvieron solos, YoonGi se levantó del sofá y se acercó a JiMin tan rápido que el omega parpadeó lleno de sorpresa y se tensó en su lugar cuando el alfa lo hizo amago de tomarlo de la cintura, pero se detuvo cuando JungKook apareció corriendo con Holly en sus brazos. El alfa mayor no hizo más que desviar la mirada y carraspear antes de irse en dirección a la cocina.

—¡Lo atrapé!

—Con cuidado, Kookie. No vaya a ser que lo lastimes.

El niño se sentó en el suelo inmediatamente después y dejó ir a Holly, pero el cachorro no se escapó, solo caminó alrededor de él para lamer su cara. JiMin miró a YoonGi sirviéndose un vaso con agua y enarcó una ceja en su dirección.

De repente, el celular de JiMin comenzó a sonar.

—¡Tae! ¿Ya estás afuera? —preguntó apenas contestó y asintió—. Esta bien, ya salgo —colgó y guardó su celular en el bolsito negro que llevaba—. Bueno...

—Te acompaño —interrumpió YoonGi—, a la puerta —agregó.

JiMin lo miró con extrañeza porque él tenía su llave, pero no dijo nada.

—Está bien —entonces miró a JungKook y tomó su rostro una vez más cuando el niño se levantó para recibir sus respectivos besos—. Nos vemos luego mi amor, duérmete temprano, ¿sí? Que mañana necesitas mucha energía para el parque.

—¡Sí, papi! —dio un par de saltitos sin poder contener la emoción—. Te quiero mucho —le dijo con cariño y tomó su cara para plantar un beso en su mejilla.

JiMin rió y despeinó su cabello.

—Yo también te quiero mucho, mi cachorrito.

Cuando JiMin se apartó, YoonGi ya estaba abriendo la puerta de la casa.

—Vigila a Holly, vuelvo en un segundo —lo señaló y JungKook asintió como si fuera la misión más importante de todas.

JiMin sólo salió al pasillo mientras el alfa lo seguía y decidió preguntarle a YoonGi si estaba todo bien.

—¿Estás...?

Pero cuando cerró la puerta, YoonGi se apresuró en rodear el cuerpo de JiMin con sus brazos y en meter su rostro en la curvatura de su cuello. Por un momento, JiMin se preguntó si esto era porque no quería que se fuera, pero YoonGi comenzó a frotar su mejilla contra su hombro con ahínco, sus manos en su cintura, sus labios en su mejilla y su lobo comenzó a mover la cola con emoción mientras reconocía que su pareja lo estaba marcando con su aroma.

—Yo-YoonGi —dijo con un tono nervioso, mientras el alfa seguía en lo suyo, besando su cuello con cuidado, mucho más profundo en la glándula de su cuello—. Vas a hacer que empiece a lu-lubricar —murmuró avergonzado—, y me tengo que... Hm... —ronroneó con los ojos cerrados cuando el alfa comenzó a besar el otro lado de su cuello y a deslizar sus manos rápidamente por debajo de su top.

JiMin se deshizo entre los brazos de su alfa mientras este seguía en lo suyo, tan ido por la sensación caliente que recorría su cuerpo que casi se sobresaltó cuando YoonGi se detuvo de golpe.

—Listo —dijo YoonGi sobre sus labios—. Ya estás listo —besó su boca.

JiMin se mordió el labio con una sonrisa tonta sobre su cara y besó nuevamente la boca de YoonGi en respuesta.

—Gracias, alfa.

El mencionado pareció estremecerse en su lugar y una respiración caliente y pesada abandonó su nariz.

—Vamos de una vez o no dejaré que te vayas —dijo a duras penas.

JiMin se rió y asintió antes de robarle otro beso.

Ambos caminaron hacia la salida del edificio y luego YoonGi le ayudó a abrir la reja de metal que separaba la residencia de la calle. TaeHyung estaba estacionado justo frente a la entrada con EunJin y HyunDae sentados en los asientos traseros para dejarle el puesto de copiloto a JiMin.

—¡Hey! Mira que lindo te ves —halagó su mejor amigo—. ¿No te molesta que nos lo llevemos? —le preguntó a YoonGi sólo para molestar.

—Un poco, ¿pero qué puedo hacer? —dijo con un tono de fingido dolor que por un segundo sonó serio y JiMin le dio un golpecito en el pecho—. Diviértete, cielo —besó su mejilla y se pudieron escuchar chillidos emocionados al fondo que hicieron a JiMin sonrojarse.

—Gracias, Yoon —arrugó su nariz en su dirección y se apartó de él para meterse en el auto.

—¿Ya hablaste con tu amigo sobre lo de SuWoong? —preguntó TaeHyung mientras JiMin se colocaba el cinturón.

—Sí, así que no te preocupes. También me dijo que les avisara que cuando estén a punto de entrar pregunten por él y les dará acceso a la zona VIP —explicó para emoción de TaeHyung—, se llama Kim NamJoon. Luego les mando un mensaje con su nombre.

—¡Gracias, YoonGi! —dijeron TaeHyung y EunJin al unísono con enormes sonrisas en sus caras.

—¿De casualidad no tienes un hermano? —HyunDae se asomó al lado de EunJin.

YoonGi se rió.

—No, solo somos mi hermana y yo, pero cualquier cosa te aviso —bromeó y sacudió su mano en despedida—. Bueno, tengo que volver con Kookie, pasenla lindo y tengan cuidado. Me imagino que tú no vas a beber nada —miró a TaeHyung.

—Claro que no, no tienes nada de qué preocuparte —TaeHyung volvió a arrancar el auto y sacudió su mano como si estuviera espantando un mosquito—. Estaremos de vuelta a las cuatro, ¡hasta luego!

—¡Gracias otra vez! —le dijo JiMin desde su asiento mientras TaeHyung se alejaba de la vereda—. ¡Te escribo cuando lleguemos!

—¡Está bien! —fue su respuesta mientras veía al auto de TaeHyung, el cual seguía con el problema en el tubo de escape, alejarse a través de la calle.

YoonGi suspiró casi con desdicha y se giró para volver a entrar al edificio, caminó hasta su casa y abrió al puerta de su departamento, solo para encontrarse con JungKook sentado en el suelo todavía jugando con Holly, esta vez el juego era al tira y afloja con uno de los juguetes del cachorro.

Cuando JungKook lo miró, se le iluminaron los ojos, y YoonGi sintió un calor instalarse en su pecho.

—¡Señor YoonGi! —saludó y soltó el juguete del perro para levantarse, Holly se tropezó y rodó por el suelo, provocándole una risa al alfa mayor—. ¿Mi papi ya se fue?

—Sí, chiquitín —asintió y se agachó para tomar a JungKook y cargarlo contra su cintura—. Y ahora que estamos solos y sin supervisión, ¿qué te gustaría hacer?

JungKook lo pensó un momento, incluso se colocó su índice sobre su mentón.

—¿Vemos la película de BT21? —se sujetó de la camisa de YoonGi y comenzó a brincar en su lugar.

El alfa dejó caer sus hombros y suspiró.

—Está bien —dijo rendido.

—¡Yay! —alzó sus brazos.

YoonGi caminó hasta el sofá y dejó caer al niño en los cojines, provocando que el pequeño se riera y le pidiera hacerlo otra vez. Él lo hizo un par de veces más antes de sentarse a su lado para poner la película y JungKook no demoró en acurrucarse contra YoonGi mientras los créditos iniciales de la película se presentaban en la pantalla.

El alfa sonrió, rodeó al niño con su brazo y besó su frente, provocando que JungKook sonriera y frotara su cara contra el costado de YoonGi.

Esa sensación cálida apareció de nuevo en el pecho de YoonGi y él, en vez de prestarle atención a la película con canciones eternas, se preguntó si esto era lo que un padre sentía siempre.

Porque a él le encantó.

Chapter 17: CAPÍTULO DIECISÉIS

Summary:

¡Hola! Lamento haberme demorado en actualizar aquí, hacer la parte del chat del capítulo me tomó un tiempito. En este capítulo veremos el tan ansiado sueño de JK de visitar el parque con el que estuvo fantaseando desde el inicio del fic y también un par de escenas amorosas de esta pequeña familia, jiji.

¡Les mando un abrazo y un beso enorme!, espero que les guste el capítulo. Nos vemos en la siguiente actualización ✨️

Chapter Text

La zona en la que estaba ubicada la discoteca era una de las zonas más concurridas de Gangnam, cerca de bares y restaurantes, tan llena de gente como podría estar la calle un sábado en la noche. Se podía escuchar la música de fondo rebotando en las paredes del edificio, llamando a los emocionados jóvenes que estaban dispuestos a pasar todas las horas que quedaban de oscuridad bailando con amigos o sus citas improvisadas. TaeHyung se encargó de estacionar el auto dentro de la zona designada al lado del local y todos esperaron pacientemente a que fuera su turno de pasar después de colocarse al final de la fila.

Mientras avanzaban, EunJin no perdió el tiempo y buscó entre sus cosas un brillo labial para ponérselo a JiMin mientras HyunDae despeinaba un poco su cabello con el fin de darle más volumen.

—¿Si saben que no estoy tratando de conocer a nadie aquí, verdad? —preguntó con ironía mientras sus amigos seguían en el suyo.

—Sí, pero eso no quita que queramos verte lucir lindo —argumentó EunJin guardando de nuevo el brillo labial al mismo tiempo que HyunDae terminaba con su peinado—. A veces un omega necesita presumir su belleza sin querer buscar nada a cambio, solo que los alfas miren y sufran.

—Exactamente —apoyó TaeHyung—. ¿No te sientes lindo cuando te arreglas así? ¿Por qué crees que me encanta salir tanto?

—Bueno, sí, pero es un poco raro —admitió—. Estoy acostumbrado a los pantalones sueltos y a los camisones, estar así me hace sentir un poco expuesto. Lindo, claro, pero expuesto.

—Vas a estar bien —HyunDae palmeó su espalda—. Después de todo, tu alfa te marcó tanto que nadie se va atrever a acercarse —se rió.

JiMin sintió que su cara se calentaba.

Cuando la fila avanzó lo suficiente, el grupo de cuatro se colocó frente a los guardias que se encargaban de revisar sus bolsos y de asegurarse de que tuvieran sus entradas. TaeHyung se apresuró a enseñar el QR de las entradas en su celular y, antes de que los hombres pudieran abrirle la puerta, el beta decidió hablar.

—¿Puedo saber dónde está Kim NamJoon? —preguntó con seguridad.

Uno de los guardias agrandó los ojos y el otro los miró con duda.

—¿Qué quieren con él?

—Él debe estar esperándonos. Venimos de parte de uno de sus amigos, ¿Min YoonGi?

El guardia se quedó un momento callado hasta que finalmente asintió en reconocimiento y se metió dentro de la discoteca, el segundo guardia les pidió que se colocaran a un lado de la entrada mientras esperaban a NamJoon y para dejar que las demás personas continuaron pasando.

—Por cómo lo dijiste sonó como el diálogo de una película de mafiosos —dijo JiMin con diversión, provocando que TaeHyung resoplara con gracia.

—En cualquier momento sale ese tal NamJoon a decirnos que debemos matar al presidente —se burló.

—Mientras nos de alcohol gratis... —murmuró EunJin e hizo amago de disparar con sus dedos.

El guardia regresó poco tiempo después y abrió la puerta de par en par. Tanto JiMin como TaeHyung se asomaron con curiosidad hacia el interior de la discoteca y captaron el momento exacto en el que un hombre alto y grande con corbata negra, metido en una camisa blanca arremangada hasta los codos y manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro de vestir se acercaba a paso calmado hasta la entrada, una mirada serena en su rostro mientras se alejaba del mar de gente que bailaba detrás de él. Ambos amigos se apartaron con caras sorprendidas y se miraron mutuamente como si se estuvieran preguntando si acaso habían visto lo mismo.

—Buenas noches —ambos se giraron inmediatamente hacia al alfa que los miraba con una sonrisa encantadora por la cual se asomaban un par de hoyuelos. Su cabello negro se encontraba peinado hacia atrás y un pequeño mechón rebelde caía por su frente—. Supongo que tú debes ser JiMin.

El omega asintió de inmediato, tomando la mano que el alfa frente a él le había tendido. Tuvo que levantar la cabeza para verlo correctamente y se sintió un poco más pequeño de lo común. Era incluso más grande que los guardias que vigilaban la puerta y JiMin captó un suave aroma a limón proveniente de él.

—Es un gusto conocerte por fin, YoonGi me ha hablado mucho sobre ti. Tengo entendido que también tienes un cachorro, ¿JungKook?

—Oh, sí, sí. Acaba de cumplir siete años —sonrió y se encogió un poco en su lugar con timidez—. Es un gusto igualmente. YoonGi me ha hablado sobre ti también, es una sorpresa que seas el dueño de este lugar. Fue todo una gran coincidencia.

—Ah, sí. Es una historia graciosa. YoonGi también pudo haber estado en este rubro, pero ya ves que él prefiere ensuciarse las manos con aceite y todo el numerito —hizo un ademán con su mano que hizo reír a JiMin y él le sonrió al resto—. Hola a ustedes también, lamento no saludarlos apropiadamente, ¿puedo saber sus nombres?

—EunJin —la chica se apresuró a tomar la mano de NamJoon, asintió en reconocimiento—. Es un placer —ella le sonrió en grande con su rostro ligeramente inclinado hacia un lado.

—El placer es mío.

—HyunDae —se presentó el chico con ojos coquetos que el alfa no pareció notar porque seguía sonriendo con amabilidad.

—Un placer.

Finalmente, NamJoon fijó sus ojos en TaeHyung y le tendió su mano con confianza, pero el beta parecía haberse congelado en su lugar.

—Tae —JiMin lo llamó.

—¡Ah! —él dio un pequeño brinco y tomó la mano de NamJoon con apremio—. Sí, hola, lo siento —se rió con nerviosismo y mejillas rojas, evitando la mirada del alfa de manera disimulada—. Mi nombre es TaeHyung —peinó uno de sus mechones de cabello castaño detrás de la oreja.

NamJoon le dedicó una sonrisa que subió hasta sus ojos.

—Un gusto, TaeHyung —respondió al sacudir un poco su mano, pero no la soltó—. YoonGi me contó sobre lo de ese tipo. No te preocupes, no vamos a dejar que entre nadie que moleste a nuestros clientes más afines, así que no tendrás que preocuparte por encontrarlo aquí —aseguró.

TaeHyung asintió sonriente y un poco avergonzado.

—Gracias.

Entonces, NamJoon se apartó con cuidado.

—Ahora que todos nos conocemos, les voy a pedir que me sigan, por favor.

El grupo hizo lo pedido y siguió al alfa dentro del local, siendo recibidos por la música a todo volumen, por los cuerpos bailando y por los múltiples colores de las luces estroboscópicas que cortaban el paso de la oscuridad. El lugar era tan elegante como podía serlo una discoteca, con sillones de terciopelo, un bar enorme lleno de botellas y vasos caros, una pista de baile liderada por un escenario donde un DJ hacía las mezclas de las canciones del momento y un segundo piso con su propio bar, mesas libres y con vista al escenario. Esa era la zona VIP.

Mientras caminaban hacia las escaleras, TaeHyung miró a JiMin con una mueca parecida al espanto y moduló un "what the fuck" que hizo al omega fruncir sus cejas y casi reírse. Detrás de ellos, EunJin tomaba los hombros de TaeHyung y lo sacudía mientras HyunDae daba pequeños brincos emocionados al son de la música.

—Sus muñecas, por favor —pidió NamJoon bajo el sonido de la música cuando llegaron al inicio de las escaleras y se encontraron con otro guardia.

El primero en enseñar la muñeca fue JiMin, quien recibió un sello que no dejó marca hasta que las luces ultravioleta brillaron en su piel y se reveló el logo de la discoteca con un "vip" colocado abajo.

—Oh —miró la marca que desaparecía—. ¡Qué fancy!

NamJoon se rió.

—Gracias, dar pulseras es un gasto de papel —se encogió de hombros—. La marca va a desaparecer después de un día.

—Me gusta, es muy ingenioso —halagó JiMin.

Cuando todos estuvieron listos, NamJoon los guió por las escaleras hacia el segundo piso en donde habían sillas al fondo con mesas pequeñas para dejar las bebidas. Habían un par de personas ahí, casi todas las mesas llenas. JiMin creyó escuchar a Taehyung decir que él nunca había podido subir a esa zona y JiMin entendía por qué era vip si la parte de abajo no tenía suficientes lugares para sentarse.

—Pueden quedarse aquí o bajar a bailar todo lo que quieran. Aquí tenemos un bar privado para que no tengan que bajar a pedir un trago y, como son amigos de YoonGi, la primera ronda de bebidas es gratis, así que pueden pedir lo que quieran —decía el hombre mientras el grupo hallaba su lugar en una de las mesas al rincón.

—Wow, muchísimas gracias —se apresuró a decir JiMin con asombro—. Es decir, no tienes que hacer todo esto...

—Por favor, insisto —sonrió de vuelta—. Me encanta ser un buen anfitrión para mis invitados. Espero que puedan disfrutar de su noche aquí y, cualquier cosa que necesiten, por favor avísenme. Pueden pedir por mí a cualquiera de los guardias que haya cerca y ellos irán a buscarme.

—Gracias, en serio —dijo de nuevo JiMin—. Creo que acabas de mejorar la noche un cien por ciento —dijo con una sincera sonrisa y el alfa pareció verse orgulloso por eso.

—Por favor, no es nada —negó con la cabeza y miró al grupo un momento—. Disfruten.

Y con eso, NamJoon se alejó de la mesa para bajar las escaleras.

Entonces, EunJin chilló.

—¡Es muy guapo! —exclamó y palmeó la mesa de una manera que la hizo sacudirse. A su lado, HyunDae se carcajeaba—. ¡JiMin! Necesito que le preguntes a YoonGi si su amigo está soltero y si le interesan las omegas de veintitrés años.

—¡Ay, EunJin! —se quejó el omega entre risas—. No le voy a decir eso, si quieres conseguir información, háblale tú.

—¿Estás loco? —intervino HyunDae—. ¿Para qué sales con YoonGi si no vas a aprovechar su presencia con estas cosas?

—De hecho no salen, ya son novios —corrigió la chica.

HyunDae jadeó.

—¡Cuéntalo ya! —exigió, ofendido.

—¡Ya voy! —respondió de igual modo hasta que miró a su amigo callado a su lado—. ¿Y tú? ¿Estás bien? —picó su costilla con su índice y el beta se sobresaltó un poco—. Te quedaste mudo apenas apareció NamJoon, ¿algo que quieras compartir con la mesa? —molestó, arrugando su nariz.

Sin embargo, TaeHyung no le siguió el juego, sólo se cubrió la cara y apoyó sus codos sobre la mesa. El resto intercambió miradas un momento hasta que EunJin tomó al beta de la muñeca y lo sacudió suavemente.

—Habla, Tae. ¿Qué te pasa?

—No es la primera vez que lo veo —dijo y a pesar del sonido de la música haciendo eco en el enorme lugar, su voz se escuchó a la perfección.

—¿De qué estás hablando? —ahora fue turno de JiMin de sacudirlo.

TaeHyung se quitó las manos de la cara y las dejó caer sobre la mesa.

—Vengo aquí siempre y el tipo trabaja aquí, así que no es la primera vez que lo veo —volvió a decir y se veía un poco angustiado—. Nunca le hablé, claro, como se habrán dado cuenta él está es una línea muy diferente a la mía y siempre que lo veo está hablando con alguien. Primero pensé que eran sus citas o algo, pero ahora supongo que es algo que hacen los jefes, no sé, En fin, el punto es —tomó aire—, hace casi un año vine aquí y accidentalmente me tropecé frente a él y le tiré encima dos vasos de piña colada.

EunJin se cubrió la boca para que no se oyera su risa y HyunDae suspiró con dramatismo.

—¿Que no te pasa a ti, Tae? —preguntó con ironía—. Podrías hacer un libro con todas las anécdotas terribles que tienes guardadas.

—Sinceramente, lo escribiré —se quejó—. Cuando se presentó supe que era él, casi me muero.

—Quizás él no lo recuerde —trató de consolar JiMin.

—Ojalá, porque salí corriendo —se lamentó—. De todos modos, les digo que no está en mi línea ni en la de ustedes no porque sea demasiado guapo, sino porque tiene un anillo de bodas —enseñó su mano y señaló el dedo anular—. Se lo vi hace un tiempo, todavía lo usa.

El par de omegas se quejó.

—Qué terrible —EunJin se levantó, apoyando sus manos sobre la mesa—. Eso amerita que nos emborrachemos rápido. Iré por las bebidas, ¿qué quieren?

—Un gintonic —pidió JiMin.

—Que sean dos —dijo TaeHyung y se encogió en su lugar cuando JiMin lo miró con acusación—. ¿Qué? Solo será uno. Lo juro.

—Déjalo, JiMin —dijo HyunDae con un movimiento de su mano—. En el peor de los casos nos iremos en un taxi y él tendrá que buscar su auto al depósito. Dudo mucho que él quiera hacer eso —explicó y se levantó para irse con EunJin.

—Tiene un punto —señaló Tae.

JiMin suspiró en rendición.

—Si te veo tomando algo más, lo tiro.

—Estás en todo tu derecho —asintió de acuerdo.

Fue así como comenzó la noche de los cuatro. A esa hora, todavía no se encontraban lo suficientemente animados como para bajar a bailar, así que después de acabar la primera ronda gratis que NamJoon les ofreció, los tres omegas pidieron más bebidas mientras que TaeHyung se pedía una Monster para poder tener un poco más de aguante.

Quince minutos después de que intercambiaran anécdotas, carcajadas y chismes de sus vidas, los cuatro bajaron a la pista de baile y caminaron entre la multitud para colocarse lo más en el centro de la pista que pudieron, lugar donde comenzaron a bailar al son de cualquier canción genérica que estuviera sonando en la radio en ese momento, riéndose entre ellos y brincando de un lado a otro mientras seguían la letra de alguna canción que sí reconocieran. De a momentos, uno de ellos se alejaba para pedir algo en el bar y volvía con un nuevo trago que compartía con el resto y el alcohol los desinhibió cada vez más.

JiMin rápidamente se dio cuenta de lo efectivo que estaba siendo el aroma de YoonGi sobre él cuando notó que los alfas que se acercaban a su pequeño círculo solo molestaban a sus amigos y no a él, incluso alcanzó a ver a uno de ellos hacer una mueca de disgusto cuando estuvo lo suficientemente cerca y él se anotó mentalmente agradecerle a su novio luego.

Ah, su novio.

Él pensó que habría sido divertido estar ahí con él.

Decidió sacar su celular y enviarle un mensaje. Le dijo que todo estaba bien y le envió una foto de su cara sonriente bajo las luces moradas de la discoteca. YoonGi no contestó, seguro estaba durmiendo, así que él guardó el aparato una vez más y tomó el vaso que EunJin le ofreció para darle un trago mientras la omega lo festejaba.

Por otro lado, TaeHyung se daba cuenta de que NamJoon paseaba por las instalaciones como uno más de los guardias de seguridad, sonriendo y saludando no sólo al personal sino también a los clientes que se atravesaban en su camino. Incluso lo vio hablar rápidamente con el DJ mientras el hombre asentía y jugaba con su tablero para cambiar un poco el acelerado ritmo de la música. Era la primera vez que él era tan consciente de su presencia, como si algo lo estuviera empujando a buscarlo entre la multitud y eso se le hizo extraño porque desde el incidente de las piñas coladas él casi nunca se topó con él.

Cuando sus miradas estaban a punto de cruzarse, él fingía estar mirando hacia otro lado, hasta que finalmente dejó de verlo.

—Iré por otra Monster. ¿Quieres que te traiga algo? —le preguntó TaeHyung a JiMin tras inclinarse contra su oreja y este asintió—. ¿Otra gin? —él volvió a asentir—. ¿Tú? —miró a EunJin—. Bien, lo buscaré arriba que está vacío —señaló el balcón—. Quédense aquí.

JiMin dejó que se fuera entre el mar de gente mientras él tomaba las manos de EunJin para bailar juntos la siguiente canción. HyunDae se había ido al baño antes de eso y el par de omegas se dio cuenta de que se había entretenido en el camino porque llegó con el labial corrido, así que comenzaron a molestarlo entre risas.

TaeHyung subió a la zona VIP y se apoyó sobre el bar para pedirle al barman el par de bebidas. Había algunas personas bailando ahí también y ellos bien pudieron quedarse arriba, pero también había cierta diversión en meterse a bailar y cantar en el mar de gente que el segundo piso no tenía.

Después de pagar el par de bebidas al barman, él las tomó con sus manos y se dispuso a irse, pero casi se tropieza cuando el enorme cuerpo de NamJoon se apareció frente a él.

—¡Oh!, cuidado —dijo NamJoon con sus palmas arriba mientras TaeHyung siseaba y daba un paso hacia atrás—. No quiero tener que cambiarme de ropa otra vez.

TaeHyung sintió que su cara se calentaba de puro bochorno y agrandó los ojos.

—¿Te acuerdas de eso? —se lamentó y dejó ambas bebidas sobre el bar, una sonrisa nerviosa retorciéndose en sus labios—. Mierda, perdón. Debes pensar que soy un idiota por haber huido esa vez.

—Está bien, no es la primera vez que me pasa —NamJoon se rió suavemente—. Fue mi error no haberme anunciado esa vez, te tomé por sorpresa. Al menos ahora no pasó nada.

—Pues sí, deberías ser menos silencioso, es aterrador que alguien tan grande sea tan escurridizo —decidió decir con gracia, apoyando su codo sobre el bar.

NamJoon se volvió a reír y el beta se sintió un poco más cómodo.

—¿Ibas a bajar? ¿Quieres que te ayude a llevar ese trago?

—Oh, no. Está bien, en un momento lo llevo —hizo un ademán con su mano—. Tampoco te quiero molestar, debes estar ocupado.

—No realmente, pero está bien —se encogió de hombro, apoyando su codo sobre el bar de igual manera y TaeHyung se mordisqueó el labio porque parecía ser que la conversación se alargaría y no quería preocupar a JiMin, pero tampoco quería bajar tan pronto—. ¿Cómo están? ¿Lo han estado pasando bien? —ladeó un poco su cabeza, mirando a TaeHyung con ojos curiosos y tranquilos.

A pesar de su intimidante aura y cuerpo, NamJoon tenía una mirada realmente amigable.

A TaeHyung le gustaba eso.

—Definitivamente —asintió con una sonrisa encantadora—. Me encanta este lugar, siempre la paso bien. Ahora te puedo agradecer personalmente por crearlo —se rió.

—Eso me halaga mucho —dijo el alfa lentamente con una sonrisa—. Lamento si sueno un poco insistente al preguntar, YoonGi me pidió que les echara un ojo de vez en cuando, así que eso estoy haciendo.

—Ah, no sabía que era de esos —bromeó casi como acusación, pero NamJoon negó de inmediato.

—No, no. Sólo se preocupa. Puede que sí sea un poco protector, pero ya sabes, son cosas alfas —se explicó con un pequeño encogimiento de hombros—. A veces el deseo de cuidar algo que nos gusta es más fuerte que nosotros —sonrió, mirando fijamente al beta.

TaeHyung asintió en entendimiento, sus labios apretados para que la risita que subió por su garganta no se escapara.

—Está bien, supongo que lo entiendo —decidió darle un trago a su Monster mientras sentía un poco de nervios revolotear en su estómago. Luego carraspeó—. Yo también soy así con JiMin, me alegra que tenga a alguien como YoonGi que lo cuide y se preocupe por él —miró un momento el vaso de JiMin y luego a NamJoon. Él podría irse ahora, pero no quería—. No existen muchos alfas buenos hoy en día —suspiró con dramatismo.

La expresión de NamJoon se tornó comprensiva y TaeHyung recordó que era muy probable que el alfa supiera de su historia con SuWoong gracias a YoonGi.

—Sí, eso es una mierda —dijo con comprensión.

TaeHyung se mordisqueó el labio y miró un momento la mano del alfa.

El anillo ya no estaba ahí.

Él carraspeó.

—Entonces, ¿estás aquí todos los fines de semana?

—Oh, no —negó, frunciendo suavemente su entrecejo. El mechón de cabello en su frente se sacudió suavemente con el movimiento—. Solo algunos fines de semana o eventos especiales. Este lugar se mantiene bien sin mi, pero me gusta vigilarlo de vez en cuando.

—Qué divertido —comentó—. Aunque supongo que debe ser agotador en algún momento, es decir, siempre fiestas, siempre música...

NamJoon movió su cabeza de lado a lado.

—No tanto —TaeHyung no perdió de vista la manera en la que NamJoon se acomodaba en su lugar, la tela de la manga de su camisa apretada contra el músculo de su brazo—. Este lugar también se alquila para otras cosas y eso rompe un poco con la monotonía.

—¿Ah sí? —su pregunta sonó casi sin aliento, así que él carraspeó—. ¿Como por ejemplo? —frunció sus cejas con interés, tratando de no desviar su mirada de nuevo hacía alguna otra parte del cuerpo del alfa.

—En las noches entre semana se usa para alguna fiesta o show privado, especialmente de famosos. Por ejemplo, estos días habrá una fiesta de revelación de álbum de un idol.

—¿De verdad? —agrandó los ojos—. Entonces conoces famosos —dedujo con sorpresa.

—Unos cuantos —asintió, esa encantadora sonrisa de hoyuelos manteniéndose en su rostro—. Este famoso en cuestión se llama Jackson Wang, no sé si lo conoces.

—¿Conocerlo? —casi gritó—. ¡Lo amo! —entonces NamJoon se rió suavemente—. Me muero de envidia. Tengo entradas para su próximo concierto y me estoy muriendo por escuchar su nuevo álbum, no puedo creer que lo vayas a escuchar antes que yo —chasqueó la lengua—. No me digas que YoonGi también conoce a estos famosos.

—A algunos, de vez en cuando lo invito, pero él no es muy fan de los idols —TaeHyung se quejó, provocando otra risa en NamJoon.

—No sabe la suerte que tiene —le dio otro trago a su lata.

Entonces NamJoon abrió la boca, pero fue interrumpido.

—¡Tae! —JiMin se acercó con una sonrisa tonta en la cara, tomando el brazo de su amigo con cariño para restregar su mejilla contra él—. ¿Dónde estabas? ¿Por qué tardas tanto? —preguntó con un tono gracioso, mirando al par con ojos medio cerrados—. ¡Oh! Lo siento, ¿los interrumpo? —se paró derecho, fingiendo no estar tan borracho.

—No, no te preocupes —respondió NamJoon—. Estábamos hablando de famosos.

—¿Famosos? —frunció sus cejas.

—¿Sabías que conoce a Jackson Wang? —preguntó TaeHyung.

JiMin jadeó y miró a NamJoon con ojos llenos de sorpresa.

—¿Qué? —casi chilló—. ¿De verdad?

—Bueno, aun no, lo conoceré el miércoles en la noche —admitió—. Estará aquí para la revelación de su nuevo álbum.

—¡Whoa! NamJoon es tan genial —JiMin volvió a abrazar el brazo de su amigo—. No entiendo por qué YoonGi no querría trabajar aquí, es un tonto —se quejó, provocando risas no solo en TaeHyung, sino también en el alfa que lo acompañaba—. Vine a buscar a Tae para seguir bailando, ¿no quieres bajar con nosotros? —miró a NamJoon.

—No, gracias —negó con una sonrisa amistosa—. Me quedaré por aquí dando vueltas.

—Oh, está bien —sonrió con su pequeña nariz arrugada y jaló a TaeHyung—. Vamos, vamos.

—Ya voy —tomó el gin y se dejó jalar por JiMin—. ¡Nos vemos!

NamJoon asintió y se despidió con un movimiento de su mano.

—¿Estás seguro que no interrumpí nada? —preguntó JiMin preocupado mientras bajaban las escaleras?

—Minnie, si me quedaba más tiempo con él iba a ponerme tonto y probablemente trataría de besarlo. Menos mal que llegaste —dijo con una sinceridad hilarante, provocando que el omega también se riera—. Siento que es muy coqueto y no me da buenas vibras que esté casado, así que ignoremoslo.

—Está bien —sonrió y tomó su vaso.

Siguieron bailando lo suficiente como para que sus piernas comenzaran a doler y el cansancio golpeara sus cuerpos. El lugar lentamente comenzó a quedarse sin gente mientras las horas seguían pasando y, cuando fue hora de irse, el grupo caminó pacientemente hasta la salida, donde se encontraron con NamJoon una vez más porque ahora conversaba con uno de los guardias.

—Oh, ¿ya se van?

—Sí, mañana algunos tenemos cosas que hacer y otros ya están un poco muertos —explicó TaeHyung con un suspiro agotado mientras JiMin se recargaba a su lado con una sonrisa tonta en su cara.

—Gracias por cuidar bien de nosotros —JiMin tomó su mano para darle un apretón antes de abrazarlo cortamente.

—No ha sido nada, todos los amigos de YoonGi son mis amigos, en especial su novio —su sonrisa se congeló—. Ah, eso sonó terrible, finjamos que no lo dije.

Tanto TaeHyung como JiMin se rieron, por otro lado, HyunDae y EunJin se encontraban semi abrazados mientras caminaban con torpeza por la calle hacia el estacionamiento y se reían a carcajadas.

—Adiós, muchas gracias —TaeHyung también le dio un apretón mientras JiMin perseguía al dúo de omegas y se unía a su abrazo y a su andar—. Supongo que nos veremos por ahí. No creo que deje de venir a este lugar.

—Ah, eso suena fabuloso —el alfa ladeó su cabeza en un gesto que se le hizo encantador a TaeHyung—. Nos vemos.

El beta se despidió con un movimiento de su mano y se alejó para ir con el resto.

Antes de irse, él miró de nuevo el anillo en la mano del alfa, y suspiró.

Él era mejor que esto.


Eran las cuatro y media de la mañana cuando YoonGi se despertó de golpe.

Al principio no estuvo seguro de qué había sido exactamente, ni siquiera había puesto una alarma para estar atento a la llegada de JiMin. Rápidamente tomó su celular de la mesita de noche, pero antes de ponerse a revisar si había algún mensaje entrante avisando de la inminente llegada del omega, él supo que JiMin estaba cerca.

Sin dudarlo él se levantó de la cama, con cuidado de no despertar a JungKook, y caminó descalzo hasta la puerta de su casa para abrirla, pero no se encontró con JiMin del otro lado, de hecho, se encontró con la puerta del omega abierta y la luz encendida.

Dudoso, YoonGi se adentró a la casa de su pareja y, antes de que pudiera llamar al omega, se encontró con JiMin saliendo de la habitación de JungKook con cara de espanto.

—¿JiMin?

—¡YoonGi! —corrió a su encuentro—. ¡No encuentro a JungKook!

El alfa se quedó un segundo callado mientras JiMin le preguntaba si lo había visto y comenzaba a decirle que no estaba en casa, que no recuerda haberlo dejado con la niñera y quien sabe qué más antes de que YoonGi comenzara a reírse.

—¿De qué te ríes? —palmeó su pecho, enojado.

—Él está durmiendo en mi casa, JiMin —le explicó con cuidado, tomando las manos del alterado omega, quien se quedó callado de inmediato—. Lo dejaste conmigo antes de irte, ¿lo recuerdas?

El omega se quedó un momento en silencio, analizando las palabras del otro.

—Oh —parpadeó—. Lo olvidé —desvió la mirada un poco, luciendo perdido.

—Hm, ya veo que cuando estás borracho te pones olvidadizo.

—No estoy borracho —murmuró con un puchero y cerró los ojos cuando YoonGi besó su mejilla—. Solo estoy... hum...

—Estas un poco tonto, nada más —siguió molestándolo y JiMin frunció sus cejas con fastidio, pero no pudo evitar reírse suavemente cuando el alfa volvió a dejar un beso en su mejilla—. ¿Cómo les fue? —se apartó de él para cerrar la puerta.

—Bien, fue divertido —abrió los brazos cuando YoonGi se acercó de nuevo y lo abrazó—. NamJoon es muy amable, me cayó muy bien. Nos dio tragos gratis.

—Ah sí, él suele ser así, le gusta ser un buen anfitrión —asintió, rodeando la cintura del omega con sus brazos mientras sus pies comenzaban a moverse de un lado a otro para sumergirlos en un baile flojo—. Hueles a cigarrillos.

—Uhg, sí —murmuró en su hombro, sus ojos cerrados mientras se dejaba llevar por la sala—. Había gente fumando y mucho humo —bostezó—. NamJoon debería estar más atento a eso.

YoonGi se rió.

—Eso vende, cielo. Si controlara tanto lo que ingresa la gente, no iría nadie.

JiMin refunfuñó.

—No soy para esto —frotó su nariz en el hombro de YoonGi, disfrutando del aroma a madera que lo traía de vuelta a la tierra—. Mis oídos zumban y me duelen los pies, pero fue divertido.

—Me alegra escuchar eso.

JiMin volvió a bostezar.

—Creo que a Tae le gustó NamJoon —dijo con gracia, sonriendo mientras acariciaba la espalda de YoonGi con sus manos—. Les gustó a todos en realidad.

—¿De verdad? —levantó ambas cejas y JiMin asintió en su hombro—. Bueno, sí, él es bastante guapo, no los culpo —se rió.

—Tonto —se rió también—, pero está bien, Tae sabe sus límites, ya vio su anillo —murmuró, dejándose caer un poco más sobre YoonGi.

—¿Qué anillo?

—El de bodas —dijo suavemente.

—¿Anillo de bodas? —preguntó con una duda casi escandalosa, y cuando JiMin se paró derecho para mirarlo, el alfa pareció recordar algo—. Ah, ese anillo —se puso una mano en la frente mientras se reía—. Mierda.

—¿Qué?

—Sí, a ver —trató de encontrar las palabras—, NamJoon estuvo casado, pero solo duraron un año y algo, él solo usa el anillo porque así los omegas no se le acercan.

JiMin agrandó los ojos.

—¿De verdad?

YoonGi asintió.

—Se casó a los veinticuatro y a los veintiséis ya estaba divorciado —dijo sin más.

JiMin dejó caer su mandíbula.

—¿Y por qué se separó?

—No congeniaron muy bien en la vida de casados —se encogió de hombros—. No sé, simplemente se apagó el amor o algo así, decidieron que no estaba funcionando. El proceso fue bastante rápido.

—Oh, ya me dio pena —frunció sus labios en un pequeño puchero, pero YoonGi negó con la cabeza.

—No te preocupes, él lo superó. Si a Tae le gustó le puedes decir que no se preocupe, mi amigo está soltero, el tema será que a NamJoon le interese salir. Desde su ex no tiene ganas de tener citas, por algo sigue usando el anillo y nunca se lo quita.

—¿Como en esa película de Adam Sandler? —volvió a apoyar su mejilla en el hombro de YoonGi.

—Algo así, pero sin las mentiras o el viaje a Hawaii.

JiMin se rió.

—Menos mal que tú no estabas casado.

YoonGi se carcajeó por el escenario y besó la mejilla de JiMin una vez más, provocando que el omega sonriera de puro gusto.

—Si yo hubiera estado casado creo que habría sido cuestión de usar esa ropa y ya habría caído por ti —molestó YoonGi, jalando la tela del top de JiMin.

—Qué terrible chiste, Yoon —se rió aún así.

—Tengo sueño, no esperes buenos chistes de mi parte —se defendió mientras besaba de nuevo su mejilla, sobando la cintura de JiMin con sus manos. El omega arrugó su nariz risueño y se dejó hacer con un suspiro.

Luego, el alfa se agachó rápidamente para tomar los muslos de su novio y lo cargó en sus brazos, haciendo que JiMin rodeara la cintura de YoonGi con sus piernas y jadeara por la sorpresa.

De repente, JiMin ya no tenía tanto sueño.

—¿Qué haces? —le preguntó JiMin mientras sus manos encontraban su lugar en el rostro de YoonGi.

—Te llevo a la cama —dijo tranquilamente.

—¿Ah sí? —ladeó su cabeza y mordió su labio, dejando caer sus manos en los hombros del alfa para deslizarlas por su cuello—. ¿Vas a terminar lo que empezaste cuando me fui?

YoonGi se tensó y sintió el calor no solo subir hasta su cara.

—Te llevo a dormir, atrevido —acusó.

JiMin formó un puchero, mirando la boca del otro mientras delineaba los labios ajenos con su índice.

—¿Por qué? No tengo sueño —susurró sobre su boca.

—Hace un momento estabas cayéndote dormido...

—Pero ya no.

—Vas a estar agotado mañana si no duermes nada, cielo —se resistió a no cerrar los ojos—. Son casi las cinco de la mañana.

JiMin se quejó con un sonido parecido a un ronroneo y frotó sus labios contra la comisura de la boca de YoonGi.

—Ah... —se quejó el alfa, el omega zumbó—. No me hagas esto...

—Yo no estoy haciendo nada, alfa —dijo entre susurros.

Antes de que YoonGi pudiera refutar eso, JiMin besó sus labios lentamente. El alfa no pudo resistirse a corresponder, moviendo sus labios bajo la boca hambrienta del omega. JiMin no dejaba de deslizar sus manos por el pecho y cuello de YoonGi con letargo mientras él se aferraba a sus mulos para no dejarlo caer.

De repente, los besos húmedos de JiMin se alejaron un momento con un chasquido que resonó dentro del vacío de la casa, provocando un gruñido bajo en la garganta de YoonGi a modo de protesta, pero no pasó demasiado tiempo para que viera al omega sonreír con ojos brillantes. Entonces los labios gruesos de JiMin bajaron hasta el cuello del alfa, besando con cuidado mientras que con su mano acariciaba la parte del cuello olvidada del alfa y con la otra frotaba su pecho.

YoonGi jadeó y cerró los ojos, dientes apretados y con los músculos de sus brazos tensándose.

—Ah, JiMin... —murmuró.

—Tú me marcaste, puedo hacer lo mismo, ¿no? —murmuró el omega sobre su piel, su tono lento acariciaba el oído de YoonGi y hacía que sus párpados se sintieran pesados—. Me tocaste como quisiste y me dejaste ir así nada más... no es justo —puchereó.

—N-No sé si sea necesario que tú me marques ahora —trató de dar un paso, pero se detuvo cuando sintió que JiMin chupaba la piel de su cuello, así que dio un pequeño brinco para acomodar al omega sobre él, quien jadeó aire caliente contra su piel—. Mierda, JiMin.

—¿No dijiste que ibas a llevarme a la cama, alfa? —ronroneó contra su oreja—. Estoy esperando.

YoonGi decidió que él no iba a pelear más contra JiMin y se dio media vuelta hacia la habitación del omega para tirarse con él a la cama y comer su boca como había querido hacer desde que lo vio salir con esa ropa. JiMin pateó sus zapatos lejos y se aferró a su cuerpo con brazos y piernas, suspirando entre besos y ronroneando descaradamente sobre la boca ajena con descaro, haciendo mucho más ruido del que había hecho la última vez.

YoonGi estaba seguro de que JiMin se estaba comportando diferente y no sabía si era necesariamente por el alcohol o porque quizás dentro de poco comenzaría su propio ciclo de celo.

—JiMin, antes de que...

El omega no le dejó terminar lo que iba a decir porque los hizo girar sobre la cama y se sentó en el regazo de YoonGi con toda la confianza del mundo, quitándose el top de encima con un movimiento rápido de sus brazos mientras le sonreía a YoonGi desde la suave bruma de la semi oscuridad de la habitación sólo iluminada por la luz blanca de la sala.

YoonGi tragó, el calor subiendo hasta su cabeza lo suficientemente rápido como para que se quedara sin palabras, y simplemente se dejó besar cuando el omega volvió a atacar sus labios con hambre. El aroma a rosas explotaba en la habitación, llenando cada rincón con una fuerza que tenía a YoonGi noqueado más por la excitación que por el sueño. Así que YoonGi se aferró a sus caderas y deslizó sus manos por la delgada espalda del omega, quien comenzó a mover lentamente sus caderas, llevando un ritmo lento e insistente que hizo al alfa suspirar entre besos.

YoonGi bajó sus manos directamente a los glúteos de su novio, apretando la carne debajo de los pantalones ajustados para ayudarlo a presionar con más fuerza.

Los suspiros y gemidos agudos de JiMin se atravesaron en su beso y él decidió apoyar sus manos sobre el pecho de YoonGi para darse la estabilidad suficiente y poder seguir frotando su ingle contra la del alfa, jadeando casi escandalosamente con ojos cerrados y cabeza pesada. No parecía tener mucha energía para hacer esto, pero seguía moviéndose, perdiendo en las sensaciones y el calor que quemaba su cuerpo.

—Cielo, ¿estás seguro...?

—Sí, sí —dijo rápido, asintiendo y tomando una de las manos de YoonGi para ponerla sobre su propio pecho desnudo—. Te extrañé —confesó.

El lobo de YoonGi gruñó desde lo más profundo de su pecho de pura satisfacción y JiMin se encontró a sí mismo encogiéndose en su lugar con una sonrisa traviesa entre sus labios, enseñando su cuello al hombre que ahora se colocara encima de él sobre la cama, besando su cuello con un ahínco de posesividad que lo tenía suspirando.

—Yo también te extrañé —suspiró en su cuello, dejando que el aire caliente erizara un poco más la piel de JiMin—. Mi lindo omega, te extrañé mucho.

—Muéstrame —pidió con un gemido, aferrándose a la espalda del alfa con sus uñas.

YoonGi quiso decir que lo haría, pero un recuerdo lo sacó de la burbuja un momento.

—Los condones están en mi casa... —advirtió YoonGi, provocando que JiMin dejara salir un quejido de fastidio.

No sería buena idea meterse a la casa, abrir el cajón y volver a la cama con la muy real posibilidad de que JungKook se despertara respirándoles en la nuca.

—Yoon —lo llamó en tono de reproche y el alfa no pudo evitar reírse contra su cuello—. Eres un tonto —murmuró sin estar realmente consciente de sus palabras y mucho menos diciéndolo en serio.

—Lo sé —dijo con una sonrisa y comenzó a desabrochar los pantalones de JiMin—. Perdón, bebé —besó su pecho, bajando sus pantalones.

JiMin gimió y se arqueó para él, sus manos enredándose en su cabello negro. Su cuerpo se sentía ridículamente sensible, cada toque provocaba un escalofrío por su columna y que un calor intenso derritiera sus entrañas.

—No te perdono —murmuró, mordiendo su labio y con su rostro contra la almohada, ojos ahora cerrados mientras se dejaba hacer contra el tacto de su alfa—. No importa —jadeó—, cógeme así...

YoonGi se tragó un gruñido y negó con la cabeza, besando el vientre de JiMin con cuidado.

—Estás borracho, hoy no.

—Yoon —volvió a lloriquear—. Por favor, alfa —pidió de nuevo con su voz aterciopelada por culpa del calor. YoonGi se detuvo un momento y tragó en seco—. Por favor.

La parte irracional de su ser se alzó en su contra, gruñendo mientras aceptaba cumplir los deseos de su omega, pero su raciocinio se lo impidió. No importa qué tan cerca estuviera su propio celo o lo mal que le hicieran los gemidos de JiMin a su cordura, él no iba a hacer algo como eso cuando su omega no se encontraba consciente por culpa del alcohol mezclado con sus hormonas.

—No, bebé —volvió a negarse, muy a pesar de JiMin y de su propio lobo—. Lo siento.

Los ojos de JiMin se cargaron de lágrimas de pura frustración por culpa del rechazo y el alfa se disculpó frotando su nariz y labios sobre su vientre y la cicatriz que ahí reposaba. El calor de JiMin no disminuyó y sus dedos se aferraron a los largos mechones del cabello de YoonGi mientras empujaba al alfa hacia abajo. Esa era su manera de decir que lo perdonaba, pero que por favor lo ayudara con su calor.

Cuando YoonGi quitó sus pantalones, comenzó a frotar el bulto debajo de la ropa interior color crema de JiMin, quien se estiró sobre la cama entre gemidos. El alfa decidió que sólo llegarían a eso esa noche porque el omega se quedaría dormido en cualquier momento y, más el alcohol en su sistema, YoonGi no estaba seguro de que fuera correcto tentar sus límites de esa manera.

Así que él decidió ser rápido.

YoonGi se encimó sobre JiMin inmediatamente después de meter su mano dentro de su ropa interior y masajeó con ahínco su pene dentro de su mano, provocando que el omega comenzara a lloriquear contra su boca, sus pies descalzos deslizándose sobre la cama con desespero mientras YoonGi frotaba su pulgar contra el glande de JiMin.

El aroma lubricante lo mareó un momento, demasiado espeso y caliente contra su paladar como para que él casi pudiera saborearlo en su lengua, pero sólo siguió besando el omega que se retorcía debajo de su cuerpo, quien pedía por más entre suspiros y quejidos temblorosos por el rústico movimiento de la mano del mecánico.

JiMin no demoró mucho en correrse dentro de la mano de YoonGi, apretando sus piernas juntas mientras se arqueaba contra el cuerpo de su alfa y su cabello castaño desordenado se pegaba a su frente por el sudor del esfuerzo. Sus ojos desorbitados miraron al pelinegro entre jadeos, quien sonreía satisfecho por su gran trabajo mientras JiMin trataba de recuperar el aliento.

—Lindo —besó su nariz.

El omega parpadeó lentamente, contento por el halago, y YoonGi sacó su mano, la cual se encontraba manchada con el líquido transparente de la corrida de una omega.

—Deja de mirarlo —se quejó JiMin y YoonGi se dio el lujo de alzar una ceja en su dirección—. ¿Qué?

—¿Ahora te pones tímido? —el omega apretó sus labios y miró hacia otro lado con la cara roja—. No lo puedo creer —JiMin bufó y le dio un suave empujón, pero YoonGi sólo se rió—. Me lavaré y te buscaré ropa, trata de no dormirte —avisó antes de levantarse de la cama, no sin antes besar su mejilla.

JiMin observó al alfa pararse a su lado de la cama y no pudo evitar que sus ojos se dirigieran a la entrepierna de YoonGi, en donde un bulto se alzaba debajo de los pantalones de chándal.

Él se mordisqueó el labio mientras el alfa caminaba en dirección al baño e hizo un esfuerzo por no dejar que sus párpados cayeran.

—¿N-No quieres que te... ayude? —preguntó con nerviosismo cuando YoonGi volvió a entrar al cuarto con un pañuelo húmedo. Cuando lo miró, JiMin sintió que su cara se calentaba de nuevo y volvió a desviar la mirada—. D-Digo, es que... ya sabes..

YoonGi sonrió con ternura.

—Está bien, cielo. Creo que lo haremos otro día.

—Es que... —suspiró cuando el alfa comenzó a pasar el pañuelo por su vientre—. No es justo... —murmuró antes de bostezar, parpadeando lento.

YoonGi tarareó y acomodó su ropa interior en su lugar, luego se inclinó para besar su frente. JiMin reaccionó con una sonrisa risueña, cerrando sus ojos sin intenciones de volverlos a abrir. YoonGi se rió entre dientes y volvió a besar su cara, provocando que el omega soltara un par de risitas tímidas.

—Te mueres de sueño, bebé. Mejor otro día.

JiMin parpadeó lento una vez más, mirando a su novio con ojos de amor.

—Me gusta que me llames así —murmuró suavemente.

—¿Bebé?

Él asintió.

—¿Y cielo?

—Me encantan todos.

—Hm, lo tendré en cuenta —hizo del pañuelo una bola y lo tiró al pequeño cesto de basura que había al lado del escritorio.

Cuando YoonGi se giró hacia él, JiMin extendió sus labios en un pico que hizo a YoonGi reír, luego lo besó, dejando que el omega tomara su rostro con delicadeza para acariciar sus mejillas.

La sensación era como flotar en una nube, ligero como una pluma y tan lleno de amor que su pecho podría explotar. El calor en su pecho volvió, tan grato que hizo a YoonGi suspirar mientras besaba los labios de su omega con un cuidado comparable a acariciar una obra de arte hecha de porcelana. Entonces los besos se transformaron en una pequeña caricia de labios mientras rozaban sus narices suavemente una contra la otra, los dos ensimismados en la bruma de amor que se formó alrededor.

Por un momento se sintió como demasiado para poder contenerlo, sus corazones repicando contra sus pechos como un tambor que hacía eco en sus oídos y sólo pudieron pensar en un par de palabras que se deslizaron fuera de su boca antes de que pudieran ser conscientes de ellas.

Te quiero.

Lo dijeron los dos al unísono.

Ambos abrieron sus ojos, congelados en sus lugares mientras se miraban, sorprendidos.

Se quedaron callados un largo segundo, solo mirándose, buscando algo en los ojos del otro.

Yo también.

Volvieron a decir al unísono.

Ambos sonrieron, el sonido de sus risas risueñas haciendo eco en la pequeña habitación.

Se besaron otra vez, pero fue corto, un beso pequeño en el cual encerraron ese par de palabras que sonaban como si quisieran poder expresar más, pero si tuvieran miedo de que el otro pensara que era demasiado.

YoonGi cargó a JiMin en sus brazos después de encontrar un pijama para él y lo llevó hasta su cama para poder dormir el par de horas que quedaban antes de que el sol saliera alto en el cielo.

Y, sin que JungKook se diera cuenta, ambos se acurrucaron junto a él en la cama.


JiMin entró en consciencia inmediatamente después de sentir un par de labios presionados contra su sien. Él parpadeó con flojera, el suave hormigueo de la resaca molestando la parte trasera de su cabeza antes de extenderse hasta su frente y doler como no creyó que lo haría la noche anterior. Él se quejó y trató de moverse, pero se dio cuenta de que estaba siendo apresado por un par de brazos y piernas pequeños que rodeaban su cintura como un pequeño monito y él quiso lloriquear.

—Te traje medicina —escuchó detrás de él y cuando abrió los ojos se encontró con YoonGi parado a su lado con un vaso en una mano lleno de un líquido blanco que JiMin supuso era la medicina.

El omega se quejó y colocó una mano sobre su cara, con la otra abrazó a JungKook.

—Vete.

YoonGi viró los ojos.

—Te dolerá más si no te la tomas.

—Ya sé —murmuró—. Dame un momento.

JiMin se removió y trató de apartar el cuerpo de JungKook de él, pero el niño lloriqueó y se aferró con más fuerza. El omega frunció sus cejas con dolor e hizo un esfuerzo más grande por sentarse, pero JungKook chilló contra su pecho, provocando que el dolor de cabeza pinchara y él mismo se quejara adolorido.

—JungKook, ¿qué te pasa?

Entonces, él notó que su aroma a uvas se había tornado amargo.

—¿Kookie?

—Espera —YoonGi dejó el vaso a un lado y se sentó al lado de JiMin con rapidez—. ¿Estás bien, chiquitín? —colocó una mano sobre su espalda.

JungKook apartó la mano de YoonGi de un manotazo y comenzó a gruñir.

—No, Kookie, hoy no —se lamentó JiMin mientras trataba de sentarse en la cama, pero JungKook seguía tirando de él hacia abajo entre chillidos y lloriqueos que no hacían más que empeorar su dolor de cabeza—. JungKook, ya basta, por favor —sus ojos se llenaron de lágrimas.

Cuando alcanzó a ver los ojos de su hijo se encontró con un par de cejas fruncidas en pura rabia posesiva, y se dio cuenta de que sus ojos eran completamente plateados. JiMin jadeó y lo empujó lejos por puro reflejo. JungKook volvió a gruñir y se abalanzó sobre JiMin, pero fue detenido por YoonGi, quien rodeó su pequeño cuerpo con su brazo y lo alejó.

La pareja se miró fijamente un segundo, YoonGi pidiendo permiso y JiMin dudando infinitamente.

Entonces, JungKook comenzó a gritar con fuerza.

JiMin sostuvo su cabeza.

—E-Espera, Yoon.

—Te va a morder si lo dejas —le dijo YoonGi con seriedad.

JiMin se tensó en su lugar mientras el alfa forcejeaba un poco con el niño, quien no dejaba de lanzar patadas y manotazos para que lo soltaran, haciendo todos los esfuerzos posibles para volver a los brazos de su papá. JiMin sentía el llamado, su lobo preocupado dando vueltas como loco mientras él sentía que su cabeza estaba a punto de explotar.

—Tranquilo, tranquilo —repetía YoonGi en un intento de calmarlo mientras lo sentaba en su regazo y lo apretaba contra su cuerpo, pero el niño seguía gritando y buscando soltarse.

En algún momento, él encontró factible morder el brazo de YoonGi.

—¡JungKook! —reclamó JiMin.

Entonces, YoonGi gruñó con fuerza, un sonido de advertencia que hizo al niño congelarse y cerrar sus ojos. El lobo del pequeño alfa se recostó en el suelo con las orejas bajas y su aroma amargo se hizo más suave por el arrepentimiento. El sonido gutural no se detuvo hasta que JungKook hipó con sus ojos llenos de lágrimas y se encogió entre los brazos de YoonGi.

Cuando se detuvo, el niño parpadeó como si no entendiera qué había sucedido y JiMin tragó, mirando la expresión congelada de su hijo en la nada mientras el color plateado se desvanecía de sus pupilas.

Su lobo se había dormido de nuevo.

Los niños recién presentados como JungKook todavía no saben cómo controlar a sus lobos, por ende, estos pequeños animales igual de irracionales e impulsivos podían hacer acto de presencia en cualquier momento. En la adultez, las personas sólo pueden "perder el control" cuando están en su temporada de celo, temporada en la que los lobos están lo suficientemente despiertos como para tomar el mando. JungKook todavía necesitaba controlar a su lobo, no iba a ser tan fácil como presentarse como alfa y ya, él tendría que lidiar con algo más que cambios de humor durante un tiempo antes de que pudiera mantenerse tranquilo.

Es por eso que las madres de sus amigos consideraron que era mejor idea no llevar a sus hijos omegas a la fiesta. Quién sabe qué podría hacer un pequeño alfa descontrolado, pero JiMin seguía enojado por ello.

Así mismo, el método para que se calmara hacía que JiMin se sintiera mal.

Pero él no dijo nada, sólo dejó que YoonGi sentara a JungKook en la cama frente a él, aún sujetando sus pequeñas manos mientras el niño hipaba con lágrimas bajando por sus mejillas.

—Discúlpate —ordenó YoonGi con voz severa, pero JungKook no levantó la mirada—. JungKook.

—L-Lo siento... —sorbió su nariz.

—Discúlpate con JiMin.

JungKook cerró los ojos.

—JungKook —lo llamó el alfa mayor.

El niño se quejó a modo de lloriqueo y murmuró algo inaudible, así que YoonGi repitió su pedido con voz mucho más seria, un tono que sonaba como un gruñido.

—Yoon...

—Lo siento, papi —murmuró con un hilo de voz y un hipido, comenzando a llorar una vez más

YoonGi lo soltó y el niño inmediatamente después gateó hasta JiMin de nuevo, acurrucándose entre sus brazos y con su pequeña nariz frotando el pecho de su papá. Él no estaba seguro de qué hacer ahora, simplemente abrazó a su hijo y miró a YoonGi.

—Tenemos que hablar de esto —fue lo que dijo JiMin mientras veía a YoonGi levantarse de la cama para tomar el vaso.

YoonGi asintió.

—Lo sé —se lo entregó.

La expresión de JiMin se suavizó un poco.

—Gracias —murmuró aunque ese agradecimiento no era necesariamente por el vaso.

—No te preocupes —le sonrió suavemente—. Iré a terminar el desayuno.

Cuando se quedaron solos, JiMin suspiró y se terminó de un trago la medicina que le había llevado YoonGi, luego se estiró para dejar el vaso en la mesita de noche y abrazó a su hijo con cuidado, posando su mejilla sobre su coronilla.

Sabía que YoonGi no le haría daño a su cachorro, pero eso no evitaba que se pusiera nervioso cuando lo veía gruñirle. JungKook no estaba acostumbrado a eso, ¿qué estaría pasando por su mente en ese momento? ¿Él pensaría algo malo de YoonGi? ¿Le daría miedo?

Entre sus brazos, JungKook sorbía su nariz, tratando de aguantar el llanto mientras JiMin acariciaba su espalda en un intento de consolarlo.

—Lo siento.

—Está bien —le dijo con amor—. Sé que no es tu culpa.

—Papi —sorbió su nariz—, ya no quiero ser un alfa.

JiMin cerró los ojos un momento, suspirando.

—No tiene nada de malo que seas un alfa, mi amor.

—Sí es malo —refutó entre sollozos—. Soy malo, me enojo, grito, no me gusta —negó con su cabeza, hipando—. No quiero, papi.

—Ay, Kookie —sobó su espalda, sintiéndose culpable—. ¿Recuerdas cuando te dije que todos tenemos un lobito dentro de nosotros? —el niño asintió—. Bueno, hay lobitos que son un poco más hiperactivos que otros, tu lobito es un poco enojón y todavía no sabe cómo debe comportarse y tú todavía estás aprendiendo a controlar a tu lobito, pero pronto podrás y ya no será tan enojón.

—Pero... pero no me gusta...

—Lo sé —besó su cabeza otra vez—, lo siento, no puedo hacer que dejes de tener a tu lobito, pero sí podemos aprender a controlarlo, ¿está bien? Después, cuando seas grande, tu lobito ya no va a ser una molestia. Vas a ser un alfa como el Señor Fantástico.

JungKook hipó una vez más.

—¿Puedo ser un alfa como... como el señor YoonGi?

El aliento de JiMin tembló y volvió a abrazar a su hijo.

—Claro que sí —susurró.

—Bueno...

Cuando YoonGi volvió a entrar al cuarto, JiMin temió que JungKook no quisiera verlo, pero el niño extendió sus brazos hacia él y el alfa no demoró en buscarlo, cargándolo en sus brazos para que el pequeño pudiera abrazarse a sus hombros. JiMin miró todo el escenario con sorpresa, casi olvidando el dolor sordo que estaba molestándole, pero YoonGi solo le hizo un gesto para que lo acompañe.

—Vamos a desayunar.

A pesar del inicio atropellado que había tenido la mañana, ellos de igual modo pudieron disfrutar de un desayuno decente que terminó alivianando la tensión. YoonGi no demoró en recordarle a JungKook que hoy iban a ir al parque y que tenía que sonreír para todas las fotos, a lo que el niño respondió que así lo haría y su humor pareció mejorar rápidamente. JiMin seguía sintiéndose un poco mal por la resaca y el dolor de cuerpo que le provocó estar toda la noche de pie y bailando, sentía que lo había atropellado un camión y se preguntó si acaso habría sido peor si no lo hubiera ayudado a relajarse la otra noche.

Ellos no hablaron al respecto por obvias razones, pero YoonGi sí lo miró con ojos traviesos y sonrisas cómplices a cada oportunidad que tenía, provocando sonrojos en la cara de JiMin y muecas avergonzadas, también un par de risas tímidas. El omega recordaba bastante bien cómo se había comportado y se sentía extraño por lo mismo. El alcohol pudo haber ayudado a su actuar, orillándolo a ser mucho más osado de lo que normalmente sería, pero ahora con la consciencia plena se sentía ridículo.

Aun así, YoonGi se veía bastante satisfecho.

Después de desayunar, cada uno se dispuso a arreglarse para salir. Era lo suficientemente temprano como para que un par de bostezos se colaran entre sus palabras, pero el más emocionado era JungKook, quien parecía haber tenido la mejor noche de su vida, así que JiMin tuvo que seguir su ritmo a duras penas mientras lo ayudaba a vestirse.

—Qué raro —dijo JiMin después de colocarle la camiseta a JungKook.

—¿Qué pasó? —preguntó JungKook con curiosidad.

—Pensé que te quedaba bien... —jaló un poco más la prenda, pero no bajaba más allá del ombligo de JungKook, incluso parecía que se había encogido.

—¿Estoy gordito? —el niño se agarró la barriga, JiMin rió.

—No, te estás estirando —jaló la prenda hacia arriba y JungKook levantó los brazos para quitársela—. Buscaré otra —se levantó del suelo y caminó hacía el armario de JungKook.

—¿Me puedo poner mi camisita de Koya?

—Creo que esa está sucia —rebuscó entre los cajones—. A ver, esta —sacó una de color celeste con un estampado con superheroes y se acercó de nuevo a la cama.

Pero cuando se la puso, tampoco le quedó.

—Diosa... —se la volvió a quitar—. Déjame ver.

JungKook suspiró y comenzó a mover sus pies que colgaban al borde de su cama. Ellos se tenían que ir en unos minutos, YoonGi se estaba vistiendo en su casa y sólo faltaba terminar de ponerle la ropa al niño.

JiMin rebuscó un poco más hasta que encontró una camiseta de color rojo sin ningún tipo de estampado. Cuando se giró para enseñársela a JungKook, el niño arrugó la nariz.

—No me gusta.

—Bueno, si no encuentro otra, vas a tener que usar esta —le dijo, colocando la camiseta en un estante cercano y volvió a buscar entre los cajones.

—¿Cómo vamos? —YoonGi entró a la habitación de JungKook, quien lo saludó—. Kookie, qué atrevido, ¿vas a ir así?

—¡No! —se rió—. ¿Cómo voy a ir así? Estoy casi desnudo —se abrazó y se sacudió un poco en su lugar—. No me queda mi ropita

—¿Ah no? Estás creciendo muy rápido, chiquitín... Ah, creo que ya no te puedo llamar así —se colocó las manos en la cintura y miró a JiMin, quien volvía a girarse con una camisa nueva, esta vez de color blanco con las mangas de color azul celeste y un pequeño dibujo de conejito en la zona izquierda del pecho.

—¿Te gusta esta?

JungKook asintió y alzó sus brazos. JiMin se apresuró en ponerle la camisa con cuidado frente a la mirada cariñosa de YoonGi.

—Esta te queda bien —suspiró con alivio JiMin y se sentó en el suelo con cansancio—. Ahora reza para que te queden los zapatos —metió la mano debajo de la cama y sacó un par de zapatos deportivos de color azul oscuro que eran los favoritos de JungKook y que estaban un poco gastados.

JungKook tomó uno de sus zapatos y se lo colocó con cuidado mientras JiMin se levantaba del suelo con ayuda de YoonGi.

—Voy a terminar de armar su mochila —avisó el padre antes de salir a la sala.

—Señor YoonGi —llamó JungKook—. ¿Me puede amarrar las agujetas?

—¿No sabes hacerlo todavía?

—No, mi papi todavía no me enseñó —se encogió de hombros—. Él dice que me tardo mucho y lo hace él.

YoonGi resopló con gracia y se sentó frente a él.

—Bueno, mira —tomó ambas agujetas frente a la mirada curiosa del cachorro—. Lo que tienes que hacer primero es cruzar ambas así, luego haces dos orejitas de conejito, las cruzas así y las jalas de lado a lado, hasta que el conejito diga ¡auch!

JungKook sonrió y tomó su otro pie, pero cuando tomó las agujetas se quedó en blanco.

—¿Cómo era?

—A ver —YoonGi las volvió a soltar—. Primero cruzas...

JungKook repitió cada uno de los pasos con cuidado hasta que sus agujetas quedaron listas. Su trabajo era un poco más torpe que el de YoonGi, pero lo había logrado al fin y al cabo, así que se bajó de la cama a toda prisa para enseñarle su nueva habilidad a su papá.

—¡Papi! El señor YoonGi me enseñó a amarrar mis agujetas —levantó su pie en su dirección, siendo seguido por YoonGi desde su habitación—. Ya soy un niño grande.

JiMin miró a los dos con amor, cerrando la mochila sobre la mesa.

—Ya eres un niño grande, mi amor —afirmó, haciendo que el pequeño sonría—. Ahora ven que te voy a echar protector solar.

JungKook corrió a su encuentro y se paró derecho frente a él.

Cuando estuvo listo, JiMin le colocó su gorra y su mochila. Eran los últimos días de verano, ya se acercaba el otoño y con ello la vuelta a las clases, pero esa mañana sería calurosa y soleada según las noticias, así que JiMin se preparó para evitar quemaduras no solo en su hijo, sino también en él y en YoonGi, quien se quejó como un niño mientras el omega frotaba el protector solar en su rostro.

—Bueno —JiMin sacudió sus manos y tomó las llaves de la casa para meterlas a la mochila de JungKook—, vamos saliendo de una vez porque es un viaje largo en tren —le tendió su mano a su hijo, quien la tomó.

—¿Tren? —YoonGi preguntó.

—Sí —lo miró con extrañeza—. Son cuarenta minutos de viaje y la estación está a cinco minutos. Si salimos ahora llegaremos al tren de las diez y media.

YoonGi zumbó.

—¿No le gusta ir en tren, señor YoonGi? —preguntó JungKook.

—No es eso, es que si vamos en tren entonces no sé qué vamos a hacer con el auto que alquilé.

JiMin miró a YoonGi como si estuviera loco y, momentos después, estaba parado en el estacionamiento del edificio frente a una camioneta color negro que parecía recién salida de la consesionaria. Claro, sí, claro que el perfecto alfa Min YoonGi iba a alquilar un auto para el viaje al parque. JiMin no lo pudo prever aun así y se quedó en shock más tiempo del necesario mientras YoonGi subía a un emocionado JungKook a los asientos traseros y ajustaba su cinturón de seguridad.

El auto era uno de esos últimos modelos con todos los juguetes que podía tener. Incluso tenía una radio con pantalla táctil que no sólo tenía curioso a JungKook, sino que a él también.

—Puedes poner lo que quieras, mi celular ya está conectado —le entregó su celular y JiMin lo tomó con manos nerviosas, impresionado no solo de lo buen celular que era el que tenía en entre sus manos, sino también por la forma en la que YoonGi giraba el volante y manejaba la la palanca de cambios.

—Bueno —JiMin navegó por la pantalla y abrió YouTube.

—Abre Spotify, cielo.

—Pero te voy a dañar tu historial.

—No importa —se encogió de hombros.

—Bueno... esta le gusta a JungKook.

YoonGi pensó que se escucharía la intro de alguna canción infantil, pero para su sorpresa el sonido de un banjo comenzó a resonar por el auto y él miró a JiMin con extrañeza. JungKook sonrió en grande y se agarró del asiento de JiMin para comenzar a tararear la letra junto con su padre. El alfa miró un momento la pantalla de la radio para leer «You Belong With Me» de Taylor Swift.

—Ah... por la diosa... —se rió mientras padre e hijo cantaban el alto, uno mucho más seguro de la letra que el otro, pero sin perder el tono de ninguna palabra.

¡You belong with me-e~! —gritaron al unísono.

YoonGi se carcajeó bajo el sonido de la música y mordió su labio inferior, negando con la cabeza mientras el par seguía cantando y rellenaban el silencio del viaje con sus voces desafinadas mientras YoonGi conducía, rebotando su cabeza al ritmo de las canciones cursis que resonaban dentro del vehículo y que seguro harían su pequeña aparición dentro de su spotify wrapped.

Ellos llegaron al parque casi una hora después, todo bajo las mejores canciones favoritas de JiMin y un par de canciones infantiles que hicieron a JungKook rebotar sobre su asiento como si estuviera en un concierto.

—¿Ya llegamos? ¿Ya llegamos? —preguntaba incesante JungKook con los nervios por el cielo mientras veía por la ventana a su lado—. ¡Papi, papi, mira! —comenzó a rebotar una vez más, señalando la ventana—. ¡Es la rueda de la fortuna de Tata!

—¡Sí! —JiMin aplaudió emocionado—. Vamos a montarnos ahí primero.

—¡Sí, sí, sí! Luego vamos a la montaña rusa de Van —movió sus manos como si las estuviera secando, incapaz de contener la emoción de su pequeño cuerpo—. ¡Señor YoonGi, rápido!

—Espera chiquitín, tengo que estacionarme —le dijo el alfa con voz calmada—. Ya estamos aquí, el parque no se irá a ningún lado... ¡Oh! Ahí hay un puesto —aceleró un poco.

Después de bajar del auto, los tres se colocaron en la fila para entrar al parque designada para aquellos que ya tenían sus entradas. De fondo se podía escuchar el sonido de los juegos y los gritos emocionados de los niños y adultos mientras que el aroma a palomitas dulces y golosinas llegaba hasta sus narices, provocando que el pequeño JungKook no dejara de brincar lleno de emoción a cada paso que daban. JiMin sostenía su mano mientras se reía y el pequeño repetía una y otra vez lo muy emocionado que estaba por entrar de una vez. Su mochila en su espalda rebotaba con él.

—Hola, bienv...

—¡Hola! —chilló JungKook cuando estuvieron frente al guardia. El hombre se rió—. ¡Hola, señor! ¡Soy JungKook!

—Hola JungKook —saludó con una sonrisa mientras YoonGi le entregaba las entradas—. ¿Es tu primera vez? —el niño asintió eufórico, sus puños apretados—. Bueno, dame tu manito y te pondré tu pulsera para que te subas a todos los juegos que quieras.

JungKook hizo caso y levantó su mano. El hombre sacó una pulsera de plástico de color rosa, la cual tenía la cara de uno de los personajes estampada en el centro como si fuera un reloj y se la colocó con cuidado al niño, ajustándola para su pequeña muñeca. JungKook miró la pulsera con emoción y se la enseñó a su papá, quien le sonrió de vuelta.

—Papi, ¡es Cooky! —le enseñó eufórico.

—¡Sí, qué emoción! —respondió de la misma manera.

—¿Cómo se llama este? —YoonGi se miró la pulsera después de que el guardia se la colocara.

—¡Shooky! —casi gritó JungKook—. ¡Es el mejor amigo de Cooky! —le enseñó su pulsera.

—Oh, qué genial —tomó la mano de JungKook—. Entonces somos mejores amigos.

—¡Sí!

—Bienvenidos a BTLand —les sonrió el guardía.

—Gracias —JiMin se despidió con un movimiento de su cabeza y se apresuró a tomar la mano libre de JungKook—. Bueno, vamos, vamos.

La entrada al parque empezaba con un camino que se oscurecía al entrar en un túnel alargado pintado de color azul oscuro y que se encontraba lleno de luces parpadeantes que hacían la ilusión de que eran estrellas y de que ellos estaban viajando por el basto espacio. Habían otras familias caminando a la par de ellos, muchos niños emocionados que saltaban o corrían hasta el final del pasillo mientras que JungKook simplemente chillaba y se retorcía en su lugar a cada paso que daba.

Por un momento, JiMin temió que se fuera a desmayar.

Después de cruzar el túnel, un enorme letrero que decía "bienvenidos" los recibió, a la par que dos personas metidas en botargas de los personajes que saludaban a las personas. JungKook gritó y se soltó del agarre de ambos adultos con una facilidad preocupante y se lanzó a abrazar al personaje que JiMin reconocía como RJ.

—¡Kookie! —lo persiguió tratando de no reírse porque la persona casi se cae al suelo, de por sí los trajes eran tan grandes que la persona dentro debía estar luchando por su vida ahí—. Lo siento, RJ —tomó a su hijo de los hombros para apartarlo.

El personaje bajó la mirada para mirar a JungKook y lo saludó con sus pezuñas. El niño se cubrió la boca y chilló antes de saludarlo de vuelta.

—¡Foto! —dijo YoonGi.

JiMin colocó a JungKook al lado del personaje y sonrió hacia la cámara de YoonGi, quien levantó su pulgar un par de segundos después.

—Vamos Kookie, despídete de RJ.

—Adiós RJ —le dijo con ojos brillantes y sonrisa enorme. El personaje hizo como si se riera y se despidió con sus pequeñas manos.

Finalmente entraron al parque un momento después, cruzando el umbral que les daba la bienvenida y siendo recibidos por el sonido de risas, gritos, maquinaria y puestos de comida. JungKook veía el lugar con ojos brillantes de pura emoción, cada rincón se encontraba precisamente armado para que pareciera sacado del universo de sus personajes favoritos.

El parque en cuestión estaba construido de forma que se hiciera un recorrido circular de todos los juegos y de las temáticas que abarcaban todos los escenarios de la historia de los personajes. La zona inicial era el castillo de Tata, aquel de donde partía la historia de la película que tantas veces había visto JungKook. Al lado del castillo se encontraba la rueda de la fortuna y ellos no demoraron en correr hacia el castillo para recorrerlo y luego subirse al juego mecánico.

—Estuve leyendo la página del parque y vi que con la pulsera puedes hacer misiones para ganar estrellas y recibir un premio al final del recorrido —explicó YoonGi mientras ellos se adentraban en el castillo, una construcción lo suficientemente grande como para que entraran cien personas, con ventanas que en realidad eran pantallas y que mostraban a los personajes saludando desde afuera—. En cada zona hay un lugar donde conseguir estrellas. Deberían tener el símbolo de los personajes.

—¡Hay que buscar! —brincó JungKook, usando los brazos de ambos adultos como palanca.

YoonGi no demoró en encontrar a un grupo de personas reunidas en un rincón del castillo y guió a JungKook hacia ellos. Cuando las personas se fueron, JungKook se encontró con un agujero en la pared con la forma de una estrella, él metió ahí su puño y un video se reprodujo en la pantalla que descansaba arriba. En el video aparecía Tata para saludarlo y decirle que su misión era encontrar a Van, que él se había escondido en alguna parte del castillo, así que el niño comenzó a buscarlo con el resto de niños.

—Si así va a estar todo el recorrido, entonces saldremos de aquí a las ocho de la noche —se rió JiMin mientras seguía a JungKook en su pequeña aventura. El niño se veía realmente decidido.

—Creo que esa era la idea —resopló YoonGi con gracia—. Lo bueno es que se va a ir a dormir temprano.

—¿Y estás contento con eso? —inquirió JiMin.

—No sé, ¿debería? —le regresó la mirada.

El omega hizo un esfuerzo por no sonreír.

—¡Papi! —ambos se giraron al llamado y se encontraron con JungKook debajo de una escaleras que no llevaban a ningún lado, solo estaban ahí de decoración—. ¡Lo encontré!

Ambos adultos fueron a su encuentro y se asomaron debajo de las escaleras, encontrándose con la figura de Van en la pared. JiMin agrandó los ojos con sorpresa y YoonGi lo felicitó con un choque de manos.

—A ver, apoya el brazalete ahí —el alfa señaló la figura de la estrella que había debajo de Van.

Cuando JungKook lo hizo, una voz lo felicitó por haber cumplido la primera misión y le informó que había ganado quince estrellas.

El sabor de la victoria sólo hizo que JungKook deseara ganar la mayor cantidad de estrellas que pudiera, así que mientras avanzaban por el parque, JungKook no demoró en buscar misiones escondidas entre las atracciones, haciendo retos cada vez más complicados como tirar cinco naves espaciales con meteoritos (que en realidad eran pelotas) o saltar sobre una plataforma lo suficiente como para calentar el horno donde se cocinaría Shooky.

Las atracciones también fueron de las mejores cosas para el pequeño cachorro. Primero se subieron a la rueda de la fortuna para darle un vistazo a todo el parque y luego hicieron la fila para subirse a la montaña rusa, todo fielmente fotografiado por YoonGi, quien hizo lo posible para guardar cada momento que pudiera ser recordado por el cachorro luego. El alfa también había pagado un poco más para tener un pase rápido a las atracciones, lo cual hizo que JiMin se quedara mudo un momento, pero no insistió en saber el precio final porque al fin y al cabo era un regalo.

Y evitar las filas no era algo de lo que quejarse.

—¿Cuánto? —JiMin casi jadeó cuando le dijeron el precio del waffle especial con la cara de Cooky y relleno de fresas y crema que JungKook quería. El chico que atendía el puesto repitió el precio y JiMin tragó en seco—. ¿Estás seguro que lo quieres? —miró a su hijo, quien hizo un puchero y lo miró con ojos de cachorro abandonado, así que JiMin suspiró y sacó su billetera de la mochila del pequeño—. Uno por favor.

—Enseguida —el chico asintió.

—Increíble lo que puede subir el precio de algo por tener la cara de esos muñequitos —mencionó el omega con un poco de recelo—. Ve a sentarte ahí mientras esperas —señaló una mesa cercana, así que JungKook lo hizo de inmediato.

A lo lejos, YoonGi regresaba del baño.

—Los baños también son temáticos —se rió cuando se acercó a JiMin—. Oriné en una nave espacial.

JungKook se rió y JiMin viró los ojos.

—No digas eso.

—¿Qué? ¿Orinar? —preguntó mientras se sentaba al lado de JungKook.

—Ay, cállate —agitó su mano—. No seas vulgar.

YoonGi se carcajeó.

—Es una palabra.

—¡Orinar! —repitió JungKook.

JiMin miró a YoonGi con enojo.

—No es una mala palabra —se siguió defendiendo, todavía entre risas.

—Es fea —argumentó JiMin.

—Aquí tiene, señor —el chico del puesto le tendió el enorme waffle envuelto en una servilleta. En realidad parecía más un sandwich, pero lucía tan bonito que al omega le daba un poco de pena que se lo fueran a comer.

—Gracias —lo tomó y le entregó el dinero antes de acercarse a la mesa—. Bueno, toma, pero deja que te tome una foto antes de que lo muerdas —le entregó el postre a su hijo y se sentó, sacando el celular de su bolsillo—. Sonríe.

JungKook enseñó una enorme sonrisa y levantó su waffle hacia la cámara, provocando que JiMin sonriera y tomara la foto. Luego se la envió a TaeHyung.

—Listo.

JungKook mordió el waffle con ganas y sus mejillas se llenaron de crema.

—¡Ay! —se quejó el niño.

—¿Qué pasó? —preguntó YoonGi.

Mientras masticaba, JungKook hizo una mueca.

—Me duele —murmuró.

—¿Qué te duele? —esta vez preguntó JiMin, ahora preocupado.

Cuando tragó, el niño abrió la boca y tocó su colmillo derecho.

—Mi dientito.

—Uhhh, ¿diente flojo? —supuso YoonGi, mirando con cuidado la boca abierta del niño—. ¿Se mueve? —JungKook cerró la boca y asintió—. Bueno chiquitín, parece que ya se te van a caer tus primeros dientes.

El niño miró a JiMin con pánico y el omega se apresuró en explicar.

—Es normal, tranquilo —le dijo con cuidado—. Te van a crecer nuevos dientes. Ahora tienes que mudar tus dientes de leche, ¿recuerdas lo que dijo el doctor? Los primeros en caerse son los colmillos.

—Oh... —entonces miró su waffle con tristeza—. ¿Todavía puedo comer?

—Sí, amor, pero con cuidado para que no te duela.

JungKook pareció más aliviado y la siguiente mordida que le dio a su postre fue mucho más pequeña que la primera.

—Se ve rico, ¿puedo tener un poco? —YoonGi se inclinó hacia el niño, quien lo miró durante un largo momento de duda antes de extenderle el postre—. Gracias.

—Chiquito —avisó antes de que mordiera, así que YoonGi le dio una pequeña mordida.

JiMin apoyó su mejilla sobre su mano mientras veía al par masticar con gusto el postre y sonrió enternecido cuando YoonGi tomó una de las servilletas de la mano de JungKook y limpió sus mejillas llenas de crema mientras el niño seguía masticando sin inmutarse, como si el contacto ajeno fuera tan natural para él que no tenía por qué ponerse a la defensiva. Siempre había sido un niño arisco. En otras circunstancias, JungKook se apartaría y miraría mal a la persona que tratara de tocarlo, lo hizo cuando conoció a TaeHyung, lo hacía siempre con su abuela, incluso a veces lo hacía con EunJin cuando no estaba de humor, pero con YoonGi sólo dejaba que pasara.

—¿Qué vamos a hacer luego de esto? —le preguntó el alfa luego de arrugar la servilleta.

El omega miró su celular una vez más. En algún punto del recorrido encontraron un mapa y él decidió tomarle una foto.

—Después de esto nos quedan tres atracciones antes de llegar al final —contó—. Podemos montarnos en el horno de Shooky, luego podemos pasear por la selva de Koya y terminaríamos en la pista de baile de Mang.

—¿Podemos subirnos otra vez a la montaña rusa de Van? —preguntó JungKook con las mejillas llenas.

—Nos subimos dos veces, amor.

—Pero fue divertido —refutó.

El alfa se quejó.

—Creo que YoonGi quedó bastante mareado —se burló, mirando al alfa—. En todas las fotos saliste gritando.

—En mi defensa, no soy fan de la adrenalina.

—Tienes una motocicleta —enarcó una ceja.

—Esto es totalmente diferente.

JiMin se rió.

—Bueno Kookie, acaba tu waffle y nos subimos de nuevo.

JungKook asintió y continuó comiendo.

—A las seis habrá un show en la plaza que está en medio del parque —avisó YoonGi, apoyando sus codos sobre la mesa—. ¿Quieren ir?

—Claro, seguro a esa hora seguiremos aquí —dijo JiMin mientras seguía mirando el pequeño mapa.

—¡Sí! —dijo JungKook—. ¿De qué va a ser el show?

—Ah, no lo sé, creo que se van a presentar todos los animalitos esos —movió su mano—. Deben presentar algunas canciones, son estrellas después de todo.

—¡Oh! ¿Cantarán las canciones de la película? —preguntó JungKook emocionado.

—Seguro que sí, amor —apoyó JiMin, provocando que el niño se sacudiera emocionado.

—Por la Diosa, ojalá que no —el alfa se pasó una mano por la cara.

—Señor YoonGi —el alfa miró al cachorro, quien tenía sus pequeñas cejas fruncidas en una expresión enojada—, usted no sabe lo que es la música de verdad —acusó sin remordimientos.

El alfa lo miró totalmente anonadado y JiMin se carcajeó con fuerza.

—Claro que lo sé —se defendió de inmediato—. Amo la música. Escucho mil canciones todos los días. Estuve en una banda, por si no lo recuerdas —continuó mientras JiMin negaba con la cabeza por lo tonta de la situación.

—¿Y? Usted no es famoso.

JiMin volvió a reírse y el alfa apretó sus labios tratando de gestionar lo ofendido que se sentía y la risa que quería salir de su propia boca.

—¿Qué sabes si no quise ser famoso?

—Señor YoonGi —JungKook lo miró, repentinamente serio. La expresión de su rostro lucía como si estuviera hablándole con condescendencia—. Si usted hubiese sido bueno, sería famoso, no mienta.

Para este punto, JiMin estaba aguantando las lágrimas que se acumularon en sus ojos por las carcajadas y YoonGi no podía creer que un mocoso fan de los musicales infantiles le estuviera criticando su (bastante corta cabe aclarar) trayectoria musical.

—Ya no te enseñaré a tocar la batería.

—Está bien —se encogió de hombros y quitó los restos de servilleta que todavía había en su postre para darle su penúltima mordida—. Prefiero aprender de alguien que sí sepa de música.

YoonGi extendió sus manos sin entender qué había acabado de suceder mientras JiMin sostenía el estómago.

—Deja de reírte —le dijo, pero una risa sin aire abandonó su garganta—. Tu hijo acaba de insultarme y te ríes.

—Eso te pasa por no apreciar sus gustos —señaló todavía riéndose—. Tienes que disculparte con él.

—¿Yo? —se señaló y JiMin asintió, así que él resopló—. Bueno, supongo que lo siento.

—No puede suponerlo, debe sentirlo de verdad —acusó JungKook.

YoonGi se desparramó sobre la mesa.

JungKook miró a su papá y se rió en voz baja.

Ellos dos siguieron molestando a YoonGi un poco más hasta que JungKook se acabó su postre y JiMin se lo llevó para subirse a la montaña rusa de nuevo. YoonGi aprovechó la soledad para pensar en que JungKook podía ser bastante cruel para tener solo seis... no, siete años y buscó su celular para enviarle un mensaje a NamJoon.

[💬]

«NamJoon🍋»

Yo:
JungKook acaba de decirme que no sé nada de música y ahora estoy ofendido y dolido. 

NamJoon🍋:
El cachorro de JiMin???

Yo:
Él mismo

NamJoon🍋:
Un niño YoonGi???
Es en serio?? ajajajajaja
Y qué le dijiste para que te conteste así?

Yo:
[Has enviado un audio]

NamJoon🍋:
Bueno eso te pasa por insultar su película favorita
Qué es todo ese ruido, tho?

Yo:
Estamos en el parque de diversiones que te conté

NamJoon🍋:
Ahhh el regalo de cumple

Yo:
Exactamente
Ellos se acaban de ir a la montaña rusa otra vez y estoy esperándolos al lado de un local
Sooooolo

NamJoon🍋:
Ahhh claro
Por eso me mandaste un mensaje
Para entretenerte mientras tanto

Yo:
Exacto

NamJoon🍋:
Al menos niégalo jajaj

Yo:
También vine a quejarme porque ninguno de los dos me dio la razón
Desprestigiaron nuestros tres años siendo una banda junto con YiJeong

NamJoon🍋:
Fueron dos y medio

Yo:
De qué lado estás?

NamJoon🍋:
Jajajaja
Del niño que defiende sus gustos 💪

Yo:
Fue un error haberte escrito chao

NamJoon🍋:
Jajajaja
No seas llorón

Yo:
🥺

NamJoon🍋:
Ya, ya
Sí sabes de música, Suga

Yo:
Gracias
Ves que no era tan difícil?  

NamJoon🍋:
Tú y tus berrinches
Btw

Yo:
Dime

NamJoon🍋:
Ya que estamos
De casualidad no tienes el número del amigo de JiMin?
El beta de pestañas lindas

Yo:
TaeHyung????
😏

NamJoon🍋:
Sí, tarado
El único amigo beta que fue con él a Wild Moon

Yo:
JAJAJAJAJAJAJAJ

NamJoon🍋:
Sí, sí
Ríete
Pero es una increíble coincidencia que sea amigo de JiMin
Recuerdas el chico que me lanzó las pilas coladas hace un tiempo?
Es él

Yo:
Queeee
De verdad???
Estuviste obsesionado con ese chico durante qué
Dos meses? 

NamJoon🍋:
No lo digas así porque parezco un raro
Simplemente me llamaba la atención y traté de entablar una conversación con él que salió mal

Yo:
Ajá
En fin, lamentablemente para ti, no he registrado su número todavía
Error mío
Le preguntaré a JiMin

NamJoon🍋:
Que sea sutil por favor
No me hagas pasar vergüenza

Yo:
Cuándo te he hecho pasar vergüenza yo? 

NamJoon🍋:
El asilo
La vez que nos hiciste tocar en ese jodido asilo

Yo:
kajskajskajskajskj
Respondiste muy rápido 

NamJoon🍋:
Desde entonces lo tengo atorado
No le digas a JiMin lo de las piñas coladas, btw
No que quiero que TaeHyung piense que soy un raro

Yo:
Okkk
Quédate tranquilo
Yo me encargo

NamJoon🍋:
Diosa mía, dame fuerzas

[💬]

Cuando el par regresó minutos después, YoonGi se estaba comiendo su propio waffle en soledad y le dio un poco a JiMin cuando este abrió su boca en su dirección, JungKook también hizo lo mismo, y aunque el adulto quiso pelear un poco más, decidió darle de todos modos. Luego se disculpó con mucha más sinceridad sobre lo que había dicho y JungKook aceptó sus disculpas con una sonrisa y la afirmación de que él tal vez sí era un poquito bueno tocando la batería.

Continuaron con su recorrido, se subieron a los juegos faltantes y, cuando JiMin ya estaba comenzando a sentir que el dolor del cuerpo iba a ser un jodido problema en la noche, los tres se colocaron al lado de la multitud que esperaba pacientemente la salida de los personajes al escenario colocado en el centro del parque tal y como había dicho YoonGi.

Para que JungKook viera mejor, YoonGi lo había colocado sobre sus hombros y el niño comía palomitas con una enorme sonrisa en la cara. Mientras tanto, JiMin se cruzó de brazos y se apoyó sobre el alfa para disfrutar del show.

La puesta en escena, efectivamente, era un recopilado de todas las canciones presentadas en las películas y las otras tantas que al parecer tenían. Todos los niños presentes, y algunos adultos, cantaron y bailaron al son de las canciones mientras los personajes se movían de un lado a otro en el escenario, haciendo una coreografía no tan elaborada debido a los trajes, pero eso no arruinó la experiencia de los niños, mucho menos la de JungKook que saltaba en los hombros de YoonGi y gritaba a todo pulmón.

Cuando el show terminó, ellos se pusieron en la fila para obtener las fotos de los juegos y para intercambiar los puntos que JungKook había conseguido. Imprimieron un total de seis fotos, de las cuales YoonGi salía gritando en su mayoría, y JungKook se ganó un peluche de Koya tamaño mediano con sus impresionantes ciento cincuenta puntos obtenidos de todo un día de esfuerzo.

Cuando emprendieron su caminata hacia la salida del parque a las casi ocho de la noche, el pequeño cachorro no podía mantener los ojos abiertos.

JungKook bostezó con sus ojos medio cerrados y su mejilla apoyada en el hombro de JiMin mientras miraba el parque alejarse de él lentamente. No se quería ir, pero se moría de sueño y su pequeño cuerpo no tenía más energía. Al menos alcanzó a despedirse de los personajes que estaban en la entrada sacudiendo sus manos en dirección a todos los visitantes.

—Sabes que cuando se fueron a la montaña rusa, me puse a hablar con NamJoon —empezó YoonGi bajo el silencio de la caminata, llamando la atención de JiMin—. Y me pidió que le diera el número de TaeHyung.

—¿Qué? —JiMin lo miró con ojos sorprendidos—. ¿Su número?

—Sí, creo que le gustó —se rió.

JiMin aspiró con sorpresa.

—¿Y se lo diste?

—No lo tengo —se encogió de hombros.

—Ah, menos mal, a TaeHyung no le gusta dar su número, prefiere dar su Instagram —explicó y, con un quejido, acomodó a JungKook sobre su hombro—. Cuando lleguemos a casa te lo doy, será muy gracioso ver su reacción.

—¿No le dirás?

—No, prefiero fingir sorpresa —se rió, pero otro quejido abandonó su boca de repente.

—¿Estás bien? —le preguntó YoonGi a JiMin cuando se dio cuenta de su mueca dolorida.

El omega acomodó a JungKook sobre él a duras penas.

—Sí, creo... uh, es solo que me duelen los brazos.

—JiMin, me lo hubieras dicho antes —le dijo YoonGi con tono preocupado—. Ven, yo cargo a JungKook.

El omega quiso negarse, pero el dolor estaba comenzando a ser punzante y sólo tenían que llegar al auto, así que él cedió y se detuvo.

—Kookie, ve con YoonGi por favor.

El niño no opuso resistencia, simplemente extendió sus brazos hacia él alfa, quien lo recibió con cuidado, dejando que el niño se acurrucara contra su cuello con confianza mientras ellos retomaban su caminata.

—¿Te divertiste, chiquitín? —preguntó y JungKook asintió—. ¿Cuál fue tu juego favorito?

—La montaña rusa —bostezó—. Me gustó el woooosh. También me gustó la pista de Mang, bailé, mucho, mucho —se rió con flojera.

—A mi también me gustó ese —YoonGi asintió mientras JiMin sonreía de pura ternura por la interacción—. Entonces supongo que el mío fue el mejor regalo de cumpleaños del mundo, ¿no? —con esa pregunta, JiMin viró los ojos con diversión.

—El mejor de todos, señor YoonGi —murmuró sin energía, cerrando sus pequeños ojos—. Lo quiero mucho.

—¿Ah sí? —preguntó juguetón—. ¿Mucho, mucho?

—Sí, mucho, mucho —YoonGi se rió suavemente por la voz ida de JungKook, quien ya estaba mucho más dormido que despierto.

—¿Muchisimisimo?

—Muchisimisisisimo —cuando YoonGi abrió la boca para seguir preguntando, JungKook se le adelantó en hablar—. Lo quiero tanto como a mi papi, señor YoonGi —susurró con su voz pequeña, casi como si quisiera decirle un secreto.

Tanto JiMin como YoonGi detuvieron su paso casi de golpe y se miraron con ojos cargados de sorpresa. Cuando trataron de mirar a JungKook, se dieron cuenta de que el niño ya se encontraba dormido, suspirando tranquilamente sobre el hombro del alfa que ahora sentía que el calor en su pecho que había sentido el otro día se expandía por todo su cuerpo y lo sumía en una felicidad tan confusa que sus propios ojos se aguaron.

JiMin se dio cuenta de la emoción del lobo de su novio y el pánico que pudo haber sentido desapareció por completo. YoonGi había aceptado solemne esas palabras, apropiándose de ellas tan rápido que ni siquiera él mismo pudo controlar el significado que su propia cabeza les dio.

Quizás la idea de que podría alguna vez ser considerado un padre para JungKook no era algo lo suficientemente real como para sentirse afectado por ello. Al menos no hasta ese momento, y es que JungKook ni siquiera había usado el título explícitamente con él, pero la manera en la que el niño comenzara a relacionar su cariño por él con el cariño que sentía por su propio padre significaba algo y él no estaba seguro de cómo tomarlo.

JiMin sólo miró a YoonGi, buscando sus ojos para corroborar si se encontraba todo bien con lo que había acabado de ocurrir, pero el alfa seguía procesando lo dicho, respirando profundo para aguantar las ganas de llorar que de repente azotaron contra él. JiMin acarició su brazo, llamando su atención, y YoonGi tragó, parpadeando rápidamente para apartar las lágrimas de sus ojos al mirarlo. El omega frunció sus cejas con ternura y apoyó su mejilla en su hombro con cariño.

Ese gesto calmó un poco el corazón acelerado del alfa, quien tomó una profunda respiración y acomodó a JungKook sobre su hombro.

«Estoy bien», fue lo que dijo con eso, fue lo que JiMin entendió, así que ellos siguieron caminando, esta vez con JiMin sujetado a su brazo libre mientras él seguía cargando el cuerpo adormilado de JungKook.

El camino a casa fue tranquilo, se sumieron en un silencio pacífico que sólo era interrumpido por el sonido de los neumáticos rodando sobre la carretera y el del aire acondicionado refrescando la calurosa noche de verano. JungKook dormía en los asientos traseros, su cabeza apoyada contra la ventana a su lado. YoonGi conducía con una mano en el volante y con sus ojos fijos en la carretera mientras su mano libre se encontraba apoyada sobre el muslo de JiMin, quien sonreía por lo bajo con timidez mientras su propia mano rodeaba la de YoonGi y acariciaba sus dedos con su pulgar.

Cuando llegaron a casa, YoonGi se encargó de cargar a JungKook hasta su habitación, recostándolo con cuidado en la pequeña cama mientras JiMin abría el refrigerador para buscar algo de beber.

El omega hizo amago de girarse cuando escuchó pasos detrás de él, pero YoonGi no le dio tiempo de hacerlo porque lo abrazó por la espalda y frotó su rostro contra su hombro derecho.

—Creo que me quedé sin jugo —decidió decir debido al silencio del otro y YoonGi zumbó—. ¿Está bien? No has dicho nada desde que salimos del parque, Yoon.

El alfa se quedó un momento más en silencio.

—Me voy a morir si me llama "papá".

JiMin inclinó su cabeza hacia él.

—¿Eso es bueno o malo?

—No lo sé.

El omega suspiró con una sonrisa.

—Cuando hiciste el chiste de "papá divertido" pensé que...

—Yo también —interrumpió sin salir de su escondite—. Ahora me siento muy abrumado, es como... como muy real, no sé —negó con la cabeza y JiMin acarició con cuidado sus brazos, tratando de consolarlo—. No me malentiendas, me gusta, se siente bien, es solo... es solo que es... muy abrumador.

JiMin tarareó en entendimiento.

—Bienvenido a la paternidad —dijo con un encogimiento de hombros y sintió que YoonGi levantaba la cabeza para mirarlo, así que él también lo miró y se encontró con los ojos preocupados del alfa. De cierto modo, le dio ternura—. Claro que es abrumador, Yoon. Es normal que se sienta así, no eres el primero ni el último que entra en pánico por esto —jadeó con gracia—, mírame a mí.

El alfa apretó sus labios y abrazó a JiMin con un poco más de fuerza, acurrucándose contra él mientras el omega se reía suavemente por la sensación de la nariz de su novio haciendo cosquillas en su cuello. YoonGi lo sostenía como si tuviera miedo de que se escapara, protector y acaparador.

—Quiero hacerlo bien —admitió—, me da miedo no poder.

—Oh, amor —dijo con cariño, provocando que el alfa detrás de él levantara las orejas en atención—. No existe un manual para esto —levantó su mano para acariciar el cabello de YoonGi, acercando su rostro al propio—. A veces vas a poder, a veces no, y eso está bien. No tienes que tener miedo —consoló con cuidado—. Además, no tienes mucho de qué preocuparte, yo ya hice la parte difícil —se rió.

YoonGi suspiró profundamente y cerró los ojos para disfrutar mejor de los mimos que le estaba brindando su adorado omega.

—Eres increíble, cielo —le dijo con sinceridad, provocando que el corazón de JiMin se acelerara contra su pecho—. No sé cómo lo hiciste, eres la persona más increíble que conozco.

—Bueno, no exageres... —se rió con timidez.

—Lo digo en serio —deshizo su abrazo para girar a JiMin hacia él, quien ahora lo miraba con ojos sorprendidos—. A mi me están temblando las piernas por la sola idea de que un cachorro me diga "papá", pero tú lo criaste desde que era un bebé, le enseñaste a hablar, a caminar, a ponerse los zapatos... lo ayudas con sus tareas, te preocupas de que coma bien, de que duerma bien, de que vaya a la escuela —enumeró todo lo que se le ocurría, tomando por sorpresa a JiMin, quien comenzó a sentir que su pecho se revolvía en una sensación de reconocimiento y melancolía que se tradujo en lágrimas—. Trabajas hasta tarde por él, te matas todos los días para que él viva bien, ¿por qué no serías la persona más increíble que he conocido nunca, JiMin?

—YoonGi... —murmuró antes de que su voz se cortara y las lágrimas comenzaran a bajar por su rostro.

YoonGi se apresuró en abrazarlo de nuevo, aferrándose a él con todas las fuerzas del amor que sentía en ese momento. JiMin sorbió su nariz y se acurrucó contra él, sintiéndose igual de consolado por el suave aroma a café picando en su nariz.

—Sé que nunca lo haré como tú, por eso quiero esforzarme y por eso me da miedo no poder ser suficiente. JungKook te ha tenido sólo a ti todos estos años, literalmente no existe comparación conmigo —resopló con gracia, haciendo reír a JiMin igualmente—. Si él dice que me quiere tanto como a ti, significa que me ha puesto en un puesto jodidamente importante, no quiero arruinarlo.

—No lo harás —refutó JiMin de inmediato, amoroso en su tono—. Tranquilo.

—Gracias...

Ellos se quedaron en silencio después de eso, solo abrazándose en medio de la sala de estar de JiMin, un suave contoneo de lado a lado hizo que se mecieran tranquilamente por el lugar, hasta que derepente el balanceo se transformó en pasos suaves y luego en un baile sin música.

—¿Qué haces? —preguntó JiMin con una sonrisa risueña cuando YoonGi colocó una mano en su cintura y con la otra sostuvo su palma.

—Bailo —respondió como si nada—. Tengo una de las canciones que pusiste dándome vueltas en la cabeza —giró y JiMin lo siguió.

—¿Cuál? —colocó su mano libre sobre el hombro de YoonGi.

—No lo sé —negó—. Era lenta y cursi.

JiMin zumbó.

—Podría ser cualquiera —rió a la par de YoonGi y besó sus labios con cuidado, siguiendo los pasos lentos del alfa—. Ahora quiero bailar con esa canción de fondo, tienes que recordarla.

YoonGi se rió y se detuvo, sacando su celular del bolsillo para ver el historial de spotify.

—Tenía un sonido de batería corto, sonaba como un latido, y ella alargaba mucho una palabra, algo como... —repitió la melodía con su voz.

JiMin lo pensó un momento.

—Lover —dedujo con ojos brillantes—. Ponla, ponla.

YoonGi le dio play a la canción y bajó un poco el volumen para no molestar el sueño de JungKook, luego colocó el celular en la encimera de la cocina antes de tomar a JiMin en sus brazos una vez más.

—Es una linda canción —dijo YoonGi.

—Lo es —respondió JiMin.

—Pero tú lo eres más.

—Cállate —se rió con las mejillas sonrojadas.

Una voz femenina resonó suave bajo el manto de la tarde, los colores dorados y naranjas colándose por las ventanas de la casa mientras una suave brisa removía las cortinas. Entre suspiros de calma, JiMin apoyaba su cabeza contra el hombro de YoonGi, sonriendo suavemente mientras los dos giraban por la sala con cuidado, dando pasos lentos que seguían el beat tranquilo de la canción.

JiMin cantaba la letra en voz baja con sus ojos cerrados, ensimismado en la sensación de calor que le recordaba a su hogar y amor somnoliento que rodeaba a su lobo como el más fuerte de los abrazos. YoonGi no estaba lejos de sentir lo mismo, hipnotizado por la paz que sedimentaba en el ambiente. Ambos totalmente sumergidos en una pequeña burbuja que se resumía a ellos dos y la pequeña cocina.

"Amor", era en lo único que podían pensar. Era la palabra que más definía la fuerza con la que sus corazones latían. Eran aquel par de palabras que bailaban en sus lenguas, pero que aún no se atrevían a decir para no quedar mal. Sin embargo, era tan claro como el agua que ambos habían sido hechos el uno para el otro, ¿acaso era obra del destino que se hayan conocido, un destino pactado por la Sagrada Luna? Sus lobos, ya sincronizados con sus sentimientos, aullaban al cielo como si hubieran acabado de encontrar un tesoro escondido y ellos simplemente lo aceptaron con una sonrisa.

De repente, cerca del puente de la canción, YoonGi notó que JungKook se asomaba por la puerta de su habitación, mirando confundido lo que sucedía, con su rostro hinchado por el sueño y sus pequeñas cejas fruncidas. Él le sonrió y le hizo una seña para que se acercara, así que JungKook lo hizo. JiMin se sobresaltó un poco cuando YoonGi se separó de él para cargar al cachorro contra su pecho, pero sonrió cuando volvió a acercarse, ahora con el niño entre ellos, para continuar bailando.

JungKook entendió lo que sucedía de inmediato y también se acurrucó contra el pecho de YoonGi, disfrutando del par de aromas mezclados a madera y rosas que su pequeño y recién presentado lobito ahora reconocía como familia.

Sin saberlo realmente, los tres al mismo tiempo desearon que este pequeño momento fuera eterno.

Para siempre y por siempre.

Chapter 18: CAPÍTULO DIECISIETE

Summary:

¿Justicia? ¿Qué se supone que era eso?

JiMin era un padre soltero.

No había nada de justo en ello. 

Chapter Text

JiMin y YoonGi rieron suavemente contra sus bocas cuando cayeron sobre el colchón esa noche. Besos fogosos y húmedos rellenaban el silencio mientras manos traviesas se escurrían entre sus ropas y sus cuerpos, tocando de aquí a allá como si estuvieran buscando algo en particular.

Había cierta sensación de apuro en el aire porque JungKook se encontraba en la otra habitación y hacía relativamente poco tiempo que se había quedado dormido, además, YoonGi tenía cosas que hacer en la mañana y JiMin no quería ser la razón de que el alfa llegara tarde a trabajar, así que debían ser veloces y acabar pronto antes de que se hiciera mucho más tarde.

Un poco más temprano esa noche, después de compartir un suave vals bajo la tenue luz de la cocina, los tres se sentaron en el sofá para ver un poco de televisión. Sin embargo, JungKook no duró mucho, el cansancio de todo el día atacó su cuerpo de nuevo y a las diez de la noche ya estaba en cama otra vez. JiMin y YoonGi se quedaron en la soledad de la sala sin segundas intenciones de por medio más que pasar un tiempo de calidad juntos, pero en algún momento de la velada sus labios se encontraron en un beso casto y suave que se profundizó más de lo que habrían querido, y quizás YoonGi atrajo a JiMin un poco de más encima de su cuerpo y el omega tal vez se calentó demasiado rápido por ello.

Así que, después de ese pequeño espectáculo, ellos encontraron su camino a la cama de JiMin y sin intenciones de detener el rumbo de sus caricias.

YoonGi le quitó la camisa a JiMin con una necesidad hambrienta en su respirar y deslizó sus labios sobre el pecho desnudo de su novio con adoración. JiMin se mordió el labio para no gemir tal fuerte y se aferró al cabello negro de YoonGi mientras este mordía y chupaba la delicada piel del omega. Los pequeños sonidos de succión le provocaban escalofríos a JiMin y, sin poder evitarlo, él se retorcía bajo su pesado cuerpo a consecuencia. El calor no lo dejaba respirar correctamente y las prendas de ropa restantes comenzaron a ser molestas entre más aumentaba la necesidad de fundirse con YoonGi tanto como fuera posible.

Ellos pudieron haber ido a la casa del alfa, pero la necesidad picó tan fuerte en sus cuerpos que la racionalidad la dejaron en otro lado.

Cuando YoonGi creyó que había dejado una cantidad de mordidas considerable en el pecho de JiMin, el alfa volvió a subir hasta su rostro y besó sus labios profundamente, rozando el paladar de JiMin con su propia lengua y arrancándole un suspiro que murió en el interior de su boca. JiMin tenía sus piernas enganchadas en la cintura del alfa, quien no perdía el tiempo de deslizarse hacia adelante y atrás con cuidado, tentando la paciencia del omega al acariciar sus ingles juntas en un vaivén suave y torturador.

—Por favor dime que tienes un condón en tu bolsillo —murmuró sin aliento JiMin contra la boca de su novio en el segundo que se separó para respirar, ojos cerrados y manos acunando la cara de YoonGi mientras trataba de darle batalla a la lengua del alfa.

Entonces YoonGi se apartó un par de centímetros y JiMin persiguió sus besos, aturdido.

—De hecho —dijo con un resoplido y rebuscó en el bolsillo trasero de su pantalón, de donde sacó un condón. JiMin agrandó los ojos y el alfa jadeó una sonrisa—. Después de lo de ayer, supuse que tendría que estar preparado.

JiMin se tomó un momento para reírse suavemente y atrajo una vez más a YoonGi hasta su rostro, haciendo que el alfa se recostara contra su cuerpo suavemente para empezar con una nueva ronda de besos lentos. Sus lenguas volvieron a enredarse una contra la otra a la par que YoonGi encontraba un ritmo seguro contra la entrepierna de JiMin.

Entonces, mientras el omega sentía el sofocante calor de la excitación hacerle perder la cabeza lentamente, un par de golpes fuertes contra su puerta lo hicieron empujar lejos el cuerpo que yacía sobre él, provocando que YoonGi cayera de lleno al suelo en un ruido seco.

—Mierda —se quejó el alfa.

—¡JungKook! —el omega se sentó en la cama con terror y se dio cuenta de que la puerta tenía el seguro puesto—. Mierda, YoonGi —miró al alfa a su lado en el suelo, quien yacía boca arriba con una mueca en el rostro—. ¿Estás bien?

—¡Papi! ¡Abre la puerta! —pidió el niño y JiMin se dio cuenta de que su voz sonaba como si estuviera a punto de llorar—. ¡Papi!

JiMin se bajó de la cama con las piernas temblorosas, abrió la ventana para apartar el aroma a excitación y YoonGi tomó una almohada para tapar su propia erección. El omega se colocó la camisa del pijama otra vez y trató de recobrar el aliento mientras su hijo pedía en el borde del llanto que le abriera la puerta y lo dejara pasar.

Cuando JiMin abrió la puerta, JungKook corrió hacia su cama y se subió de un salto, acurrucándose en un rincón mientras abrazaba con fuerza a su fiel compañero Jojo. No pareció notar los rostros acalorados del par de adultos ni el aroma en el aire, parecía más ensimismado en tratar de no ponerse a llorar y JiMin agradeció eso porque no tenía ganas de responder preguntas.

—Papi, tuve una pesadilla —murmuró con su cara contra la almohada de JiMin—. No quiero dormir solito —lloriqueó—. Tengo miedo, papi —sorbió su nariz.

JiMin suspiró y miró a YoonGi, quien parecía estar haciendo un gran esfuerzo para no demostrar lo decepcionado que estaba en ese momento y sólo recibió una sonrisa que trataba de ser comprensiva, pero que JiMin sabía era un poco de mentira. Él no iba a negar que estaba igual de decepcionado, pero no podía darle la espalda a su hijo, así que miró a su novio con una expresión de disculpa y caminó hacia la cama para sentarse en ella.

—¿Qué soñaste, amor? —le preguntó, acariciando su cabello.

—Soñé que te secuestraban, papi —sorbió su nariz, asomándose por encima de la cabeza de su peluche—. Te llevaban muy lejos y... y... y yo no podía ayudarte porque... porque era muy chiquito... —sollozó suavemente y a JiMin se le estrujó el corazón.

—Ay, mi amor. Tranquilo, ya pasó, nadie me va a llevar a ningún lado —se inclinó para besar su frente un par de veces—. Solo fue un sueño feo.

YoonGi, quien seguía sentado en el suelo, suspiró.

—Tiene razón, chiquitín. No te preocupes. Fue solo una pesadilla.

JiMin le dedicó una sonrisa amorosa.

—¿Qué es esto? —preguntó de repente el niño y JiMin sintió que su cara se palidecía cuando reconoció el paquete del condón entre sus manos.

—¡Nada! —se lo arrebató de las manos y lo tiró con fuerza a una de las esquinas del cuarto, pero terminó cayendo en la cara de YoonGi.

—¡Ay! —el alfa se sostuvo el rostro y JungKook comenzó a carcajearse.

—¡Perdón, perdón! —se lamentó JiMin, sondeando la cara de YoonGi con sus manos mientras JungKook se seguía riendo—. Lo siento, Yoon, perdón —tomó sus mejillas cuando el alfa levantó su rostro, su nariz roja y sus ojos lagrimeando—. ¿No te lastimé?

—Creo que solo tengo el corazón lastimado —murmuró con un puchero.

—No me digas eso —se quejó, arrepentido—. Ven, ven —besó su frente—. Lo siento.

Entonces, las risas de JungKook se detuvieron.

Cuando YoonGi abrió los ojos, se dio cuenta de la mueca enojada del cachorro.

Oh no.

—¡Papi, no! —el niño tomó el brazo de JiMin y lo apartó de YoonGi—. Los besitos son míos —exigió, tirando hacia él para que se acostara a su lado—. El señor YoonGi está bien, a él no le tienes que dar besitos.

—Ay, Kookie. No seas así —JiMin lo volvió a recostar en la cama, pero el niño seguía buscando su mano para jalarlo hacia él—. Tienes que aprender a compartir, cuando tu te lastimas también te doy besi...

—¡No! —se quejó y comenzó a lloriquear, tirando de su papá—. ¡No, no, no! —negaba con la cabeza.

El omega tomó aire y suspiró profundamente, luego miró a YoonGi con cansancio. El alfa parecía aturdido con los gritos.

—Lo siento, puedes irte a tu casa.

—¿Seguro? No quiero dejarte solo.

—Está bien, no te... —JiMin sintió otro tirón y miró enojado a JungKook—. Park JungKook, ya basta —lo calló—. Si quieres dormir aquí compórtate o te llevo a tu cuarto otra vez —amenazó con voz severa y el niño hipó entre sollozos, bajando el tono de su llanto—. ¿No quieres eso, verdad? —JungKook negó con la cabeza—. Bien.

Cuando JiMin volvió a mirar a YoonGi, el alfa tenía los ojos agrandados en sorpresa y las mejillas nuevamente sonrojadas.

—¿Yoon?

El alfa carraspeó y se levantó, todavía abrazando la almohada.

—Creo que tienes todo bajo control aquí, será mejor que me vaya.

—Eso creo —lo miró con tristeza—. Quizás para la próxima, ya sabes...

YoonGi asintió, ahora se veía un poco más tranquilo.

—Está bien —se inclinó hacia JiMin, quien se congeló en su lugar y él rápidamente se dio cuenta de que no podría despedirse con un beso como habría querido, así que simplemente apretó sus labios en una sonrisa tensa y se apartó otra vez—. Nos vemos.

—Nos vemos... —tomó la almohada cuando YoonGi se la dio y vio al alfa apartarse para salir de la habitación.

Cuando escuchó la puerta de entrada cerrarse, él suspiró y miró a su hijo.

—Ahora a dormir.

JungKook asintió y se acurrucó contra JiMin cuando el omega se recostó a su lado.

—Te quiero, papi —le dijo con un puchero.

JiMin suspiró y peinó su negro cabello hacia atrás.

—Yo también te quiero, mocosito —molestó y besó su frente—. Aunque a veces me hagas enojar...

JungKook resopló y metió su nariz en el cuello de su papá.

Mientras trataba de quedarse dormido, JiMin pensó en lo frustrado que debe haber sentido YoonGi en ese momento.

Era un pensamiento un poco irracional en este punto, pero no podía evitarlo, él simplemente esperaba que YoonGi no se hartara de ellos.


Así que, faltaba poco para que empezaran las clases.

JungKook comenzaría las clases en una semana y JiMin lo haría la semana siguiente. Las vacaciones habían acabado y septiembre seguía avanzando sin piedad alguna para el pobre padre (no tan soltero) que no recordaba dónde es que había dejado los tuppers de comida ni la última vez que los usó. Sería una mierda que no los pueda encontrar porque sino tendría que agregarlos a la compra y definitivamente no podría poner a prueba su presupuesto de esa manera.

Por si fuera poco, JiMin también debía comprarle un par de camisas nuevas y un par de zapatos nuevos a JungKook porque al parecer su hijo había pegado un pequeño estirón en el verano. También debía conseguir un par de cuadernos nuevos y una cartuchera ya que la anterior se había roto después de tanto tiempo de eso. Entre otras cosas, lo único pesado de conseguir sería el uniforme y ya había organizado con TaeHyung para ir en la semana cuando su amigo no tuviera que trabajar.

Y todo eso lo había dejado para el último minuto.

Esa mañana de lunes, JiMin solo había logrado encontrar dos de los tres tuppers que había comprado al inicio del año y nada más una de las tapas.

Qué terrible.

—Papi —llamó el niño.

JiMin escuchó las patas de Holly correr por la sala después de haber estado jugando con JungKook en su habitación. Con YoonGi habían llegado al acuerdo de cuidar al perrito mientras él no estuviera para que Holly no se quedara solo durante la mañana y a JiMin siempre le venía bien encontrar una distracción para JungKook que no implique ver televisión.

—Estoy un poco ocupado ahora, mi amor —le dijo mientras seguía sacando las cosas de los gabinetes en la parte de abajo de la cocina, Holly se acercó para olfatear y lamer su brazo—. Ah, tú también... —lo apartó con cuidado.

—Pero papi, mi bolsito está roto.

—¿Qué? —se giró con espanto para encontrarse con JungKook parado en la entrada de su habitación sosteniendo la mochila que llevaba consigo a todos lados, incluso al colegio—. Ah, ¿justo ahora? —se acercó a él para tomarla, Era del Señor Fantástico así que era algo así como uno de los objetos más preciados para él y una de las correas estaba rota—. Ay...

El material ya estaba gastado, se veía que los hilos se habían roto por el esfuerzo de tanto tiempo y JiMin trató de imaginarse cómo podría coserlo para que siga funcionando.

—¿Fue Holly?

—No —negó con la cabeza—, yo estaba tratando de jugar al alpinista y la arranqué por accidente, pero es que hubo una tormenta en la montaña y hacía mucho viento, casi no salgo vivo —se lamentó—. ¿Lo puedes arreglar?

—Lo voy a intentar —suspiró—. Voy a buscar el hilo y la... —fue interrumpido por su celular—. Por la Diosa, ¿y ahora qué?

JiMin regresó a la cocina para tomar el aparato y se encontró con el nombre de TaeHyung brillando en la pantalla. No demoró en contestar y con un suspiro se colocó el celular en la oreja.

—¿Qué p...?

¡NamJoon comenzó a seguirme en Instagram! —gritó Taehyung del otro lado, aturdiendo momentáneamente a JiMin—. ¿Qué hago? ¿Cómo me encontró? No me puedo meter en otra relación, ¡me voy a morir!

El omega miró un segundo al techo, imaginando que la luna le mandaba fuerzas. JungKook también miró el techo sin entender qué había ahí.

—Tae...

Pero es aterrador que me haya encontrado, ¿cómo lo hizo? Ni siquiera tengo mi nombre completo ahí.

—Tae, yo se lo di —aclaró.

¿Qué? —preguntó escandalizado—. JiMin, entiendo que me quieras ver con un tipo guapo por una vez, ¡pero está casado!

—No lo está, el anillo es para espantar pretendientes —explicó con calma mientras dejaba la mochila de JungKook para caminar a su habitación en donde tenía guardados el hilo y la aguja—. YoonGi me lo dijo ayer, pero olvidé contarte.

¿Como esa peli de Adam Sandler? —preguntó asombrado.

—Sí, pero invertida y sin el viaje a Hawaii.

Whoa... —se quedó un momento en silencio—. ¿Entonces no estoy rompiendo un matrimonio?

—No, Palmer —bromeó y rebuscó entre los cajones de su armario—, pero ten cuidado porque es amigo de YoonGi y no quiero que las cosas se pongan incómodas.

Por supuesto, Mimi. Desde lo que pasó el otro día juré ser más cuidadoso con los alfas y así será, voy a ir tranquilo, pero no sé, ¿debería seguirlo de vuelta?

—Claro —sacó la pequeña caja en la que guardaba las cosas y salió de la habitación—, se ve que ambos están interesados, podrías subir una story a ver si la responde —caminó a la mesa y se sentó en una silla, en donde JungKook ya lo estaba esperando pacientemente—. Sube algo tranquilo, no demasiado coqueto porque sería muy obvio.

Correcto, eso haré —se rió con emoción—. Te aviso cómo sale.

—Por favor.

Cuando TaeHyung colgó, JiMin se dispuso a sacar el hilo y la aguja de la caja. No era la primera vez que cosía algo, ya había tenido que lidiar con accidentes relacionados con Jojo, así que podía con eso. Así mismo, JungKook encontraba entretenido ver a su papá hacer su trabajo como un experto, Holly sentado en el suelo a su lado, mirándolo de igual manera.

Entonces, el celular de JiMin sonó una vez más.

Sólo que esta vez era YoonGi.

—¿Hola? —preguntó con duda.

—JiMin, hace dos meses NamJoon me invitó a la fiesta de este tal Jackson en su discoteca y ahora me acaba de decir que me des-invitó para llevar a TaeHyung —dijo sin titubeos—. Te aviso que ahora estoy enojado con él y no tengo ganas de verlo hasta nuevo aviso por robarme a mi mejor amigo.

JiMin se quedó en silencio un momento.

—Bueno... —trató de no reírse—. No creo que lo haya hecho a propósito, tal vez fue algo que salió de repente, ¿te gusta mucho Jackson?

—No tengo la menor idea de quién es —admitió y JiMin se carcajeó—, pero me había invitado a mi, así que ahora voy a estar enojado hasta que me lo compensen.

—Ya veo, gracias por avisarme —viró los ojos con diversión—. Le haré saber a TaeHyung tu opinión al respe...

Su celular vibró y se dio cuenta de que tenía una llamada entrante de su amigo.

Por la luna, ¿ahora qué?

—Espera, TaeHyung me está llamando.

¡Dile que estoy enojado!

JiMin colgó con una risita y le contestó a su amigo.

—¿Sí?

¡Adivina!

—¿Te invitó a ver a Jackson?

TaeHyung se quedó un segundo callado.

¿Tienes cámaras en mi jodida casa?

JiMin se rió.

—No, justo acabo de hablar con YoonGi —explicó y le quitó a JungKook la aguja y el hilo cuando este trató de tomarla—. Resulta que la invitación era suya, ahora está enojado contigo.

¿Qué? ¿De verdad? —jadeó—. No sabía que era fan de Jackson.

—No sabe ni quien es.

¿Eh? ¡Entonces que no joda! —se carcajeó y JiMin lo siguió. JungKook solo lo miraba con extrañeza—. Qué me importa, ¡voy a ver a Jackson!

—Necesito que le pidas un autógrafo para mi, o algo, arrancale un mechón de cabello, lo que sea.

Lo intentaré —y por su tono, lo decía bastante en serio—. Oh, ¿no sería un plot twist muy gracioso que me acueste con él?

JiMin resopló con gracia.

—Lo sería, pero no lo hagas, por favor.

No, a ver... no creo que se me dé la oportunidad...

—Tae...

Ya sé, ya sé —JiMin pudo imaginar a su amigo hacer una expresión inocente del otro lado de la línea.

—Solo disfruta de la que seguro será la mejor cita que has tenido hasta ahora y deja a Jackson en paz, seguro NamJoon es igual de interesante que él.

Sí, cuento con eso —y por su tono, él había entendido perfectamente lo que JiMin intentó decir—, pero no es sólo eso. ¿Adivina que? Al parecer él consideró que era algo muy "banal" para una primera cita y me invitó a cenar hoy, ¿sabes a dónde? A Gochi.

—Wow, caro —levantó ambas cejas y sintió que JungKook tomaba su mano, cuando lo miró, el niño estaba empujando su mochila hacia él mientras murmuraba un pequeño pedido para que siguiera cociendo su mochila—. Espera, Kookie —le susurró y volvió al celular—. Supongo que trabajar con gente famosa trae sus beneficios.

TaeHyung tarareó.

¿YoonGi no será igual?

—¿Trabajar con gente famosa? Tiene un taller, no sé si...

Me refiero a que quizás tenga mucho dinero —explicó con gracia—. Desde lo del parque de diversiones estoy dudando. ¿Cómo puedes comprar una entrada a ese parque sin sentir que te acabas de acabar el sueldo del mes y luego, casualmente, compras una bicicleta?

—Estoy contigo en eso, pero supongo que son gustos que se puede dar alguien que es jefe —se encogió de hombros—, pero creo que NamJoon y él están en lugares muy diferentes. Además, tienen vibras muy diferentes, NamJoon casi parece un CEO, YoonGi es... mucho más casual.

¿Tendría que vestirse como CEO para ser millonario? —preguntó con un tono juguetón.

JiMin pensó un momento en ese escenario y sintió que su cara se calentaba por la imagen de un YoonGi metido en un ceñido y elegante traje de tres piezas, su largo cabello negro peinado hacia atrás y su rostro apacible mirando hacia algún lado azaroso, con sus manos se metidas dentro de los bolsillos de su saco, modelando casualmente.

Sin embargo, fue interrumpido cuando sintió su celular vibrar contra su oreja y tuvo que apartarse de la llamada para ver qué era.

—Hablando del rey de roma —ironizó con gracia—. Me tengo que ir, Tae. Después me cuentas qué tal resulta la cita.

¡Claro!

Le colgó a su amigo y contestó la llamada de YoonGi. Para ese punto, JungKook ya se había hartado del trabajo sin terminar y se levantó de la mesa para ir a jugar con sus juguetes y con Holly.

—¿Sí?

¿TaeHyung sabe que estoy enojado?

—Oh, totalmente —asintió el omega.

Perfecto —dijo satisfecho y JiMin se rió suavemente—. Cambiando de tema. Te quiero proponer algo.

—¿Oh? ¿Así tan repentinamente? —sonrió—. ¿Qué es?

Bueno, mi familia está un poco harta de que hable de ti todo el tiempo y no poder darle un rostro al nombre, así que esta es una invitación formal para que me acompañes uno de estos días a un almuerzo en la casa de mis padres.

JiMin se quedó mudo un momento.

—¿De verdad? —un sonrojo comenzó a subir por su cara—. ¿A casa de tus padres?

Por supuesto, lamento hacerlo por aquí, pero me acaban de enviar el mensaje y entre más pronto te invite, mejor.

—No es como que tenga una agenda muy apretada, Yoon —frunció sus cejas con ternura.

Definitivamente la tienes, si no fuera por el trabajo, te invitaría a salir todas las noches.

JiMin apretó sus labios para tratar de no dejar que una sonrisa tonta subiera por su cara.

—Ya veo —sonrió suavemente, el calor de su cara no sólo se acumulaba en sus orejas, sino que también bajaba hasta su pecho, en donde su lobo contento movía la cola de pura emoción—. ¿Sólo yo? —preguntó con gracia, aunque sabía la respuesta.

No, JungKook y tú, obvio. Todavía no sabemos si haremos una parrillada en la piscina o un almuerzo más tranquilo, supongo que depende del clima.

—¿Piscina? —agrandó un poco sus ojos— ¿Tus padres tienen piscina?

Sí, ¿por qué?

La idea de que la casa de la infancia de YoonGi tuviera una piscina cambiaba un poco la imagen que se había hecho en su cabeza sobre el pasado de su pareja. ¿Quizás TaeHyung tenía un poco de razón en sus conclusiones o era solo una coincidencia?

—Por nada... —carraspeó—. ¿Qué día exactamente?

Todavía no estamos seguros porque mi hermana tiene cosas que hacer en el trabajo esta semana y mi papá tiene un par de viajes de negocios y demás, pero cuando me confirmen la fecha te voy a decir.

—Está bien, le diré a Kookie. El próximo lunes él empezará clases, así que una noticia como esta seguro lo va a animar.

¡Oh! ¿Tan pronto?

—Han pasado casi cuatro meses, Yoon —arrugó su nariz con diversión.

¿De verdad? —el alfa parecía impresionado—. Todavía tengo la sensación de que los conocí ayer.

—Eso es lindo —admitió risueño—. Yo también lo siento así.

Entonces el calor de su pecho se intensificó y pudo reconocer que no solo era una emoción suya.

Esto de tener un lazo a veces era extraño.

¿Quieres que cuide a JungKook hoy?

—YoonGi no puedes cuidar a JungKook todos los días —JiMin negó con la cabeza, tan enternecido como divertido por el tono que el otro había usado.

¿Por qué no?

JiMin rió, imaginando el puchero que estaba haciendo el alfa del otro lado.

—Pues no deberías dejar sin trabajo a la señora Hwang, piensa que ella no tiene más nada que hacer que ver a sus nietos los fines de semana —escuchó un bufido y no pudo evitar reírse—. Solo te estoy molestando, claro que puedes cuidarlo si es lo que quieres, Yoon.

Ah, eres cruel conmigo —se lamentó, pero se oía satisfecho—. Hoy voy a llegar temprano, ¿quieres que les lleve algo?

En otro momento JiMin habría rechazo la solicitud, pero ahora, pensar en que su alfa les llevara algo le hacía sentir hogareño y cálido.

—¿Ramen instantáneo? No tengo ganas de cocinar —frotó la tela de la correa de la mochila de JungKook con su dedo.

A la orden. Nos vemos, bebé.

JiMin apretó sus labios con una sonrisa vergonzosa y bajó la mirada con bochorno.

—Nos vemos, Yoonie.

Una vez finalizó la llamada, JiMin dejó su celular en la mesa y continuó cosiendo la mochila. A unos metros de él, sentado frente a la televisión apagada, JungKook jugaba con sus juguetes y le hacía una especie de obra a Holly mientras el perrito sólo lo miraba mover las figuras de un lado a otro. JiMin observó el escenario un par de largos segundos y sonrió, luego tomó una foto y se la envió a YoonGi. Según palabras del propio alfa, ese era un escenario que derretiría el corazón de cualquiera y JiMin estaba totalmente de acuerdo.

Cuando terminó de asegurar la correa rota de nuevo en su lugar, JiMin se levantó de la mesa y caminó hacia JungKook para sentarse detrás de él y abrazarlo, interrumpiendo su pequeña sesión de juegos.

El niño se dejó abrazar entre risas y le mostró a su papá su figura del Señor Fantástico.

—Estaba a punto de salvar al mundo, papi.

—¿Ah sí? —preguntó impresionado—. Sigue en ello, ya no te interrumpo.

—¿Terminaste de arreglar mi mochila?

—Sí, ¿quieres ver?

JungKook negó con la cabeza y le entregó otro de sus muñecos, una pequeña figura de Sonic desgastada.

—Toma, tú serás el malo.

—¿Pero Sonic no es bueno siempre?

—Es que se tomó una poción malvada.

—Oh, está bien —apoyó su mentón en el hombro de JungKook y comenzó a mover al pequeño muñeco—. "Soy Sonic y soy el malo más malo de todos, muajajaja" —fingió una voz graciosa que hizo reír a JungKook.

—No te dejaré, Sonic —retó JungKook y arremetió contra el pequeño juguete.

JiMin peleó con él durante lo suficiente como para que JungKook diera por derrotado a Sonic y luego hizo los ademanes de estar haciendo un antídoto para su maldad. Mezcló todo en vasos de juguete vacíos, hizo sonidos que representaban la magia y tomó a Sonic para dárselo.

—"Oh, gracias Señor Fantástico, me curó" —decía JungKook, fingiendo una nueva voz—. "Sí Sonic, ahora estás a salvo, ¡vamos a salvar el mundo juntos!" —sacudió su figura de superhéroe—. "¡Sí!" —se respondió a sí mismo y los hizo volar.

JiMin se rió con ternura, ahora apoyado contra el sofá. Holly había perdido el interés y se fue a tomar una siesta en la cama que YoonGi le había llevado esa mañana.

—Kookie —llamó JiMin mientras apretaba una pequeña pelota entre sus manos.

El niño lo miró.

—¿Sí, papi?

—¿Sabes? —movió sus cejas, provocando que la curiosidad del niño aumentara—. YoonGi nos invitó a comer a casa de sus padres uno de estos días. ¿Qué te parece?

—¿A comer? —parpadeó—. ¿Qué vamos a comer?

JiMin se encogió de hombros.

—No sé, pero seguro será algo rico.

El niño lo pensó un momento.

—¿Y por qué nos invitó?

—Porque los padres de YoonGi nos quieren conocer.

—¿Por qué?

—Porque... somos... muy amigos de YoonGi.

El niño asintió.

—Está bien —sonrió y volvió a mirar sus juguetes.

JiMin resopló con gracia y siguió mirando a su hijo jugar.

Sabía que tendría que tener una charla más profunda al respecto y no estaba seguro de qué esperar exactamente. Ni siquiera él estaba seguro de qué opinaba JungKook con el tema de las relaciones o, mejor dicho, lo que opinaba al respecto de ver a su papá en una relación con nada más y nada menos que su vecino Min YoonGi. Él sabía que usualmente los niños podían asumir que estaban en una especie de competencia y se le hizo claro cuando JungKook lo alejó de YoonGi la otra noche.

¿Debería tener esa conversación él solo o sería más prudente tenerla con YoonGi presente? No estaba seguro, pero de todos modos, JungKook no podía seguir yendo por la vida sin saber que su papá estaba en una relación.

—Kookie.

—¿Sí?

—¿A ti te agrada YoonGi?

—Sí —respondió seguro—, es mi amigo.

—Sí... a ver —tomó a su hijo y lo sentó frente a él para poder tener esta charla—. ¿Qué opinas de YoonGi? En general.

JungKook no parecía entender exactamente lo que quería decir JiMin, pero el omega no sabía de qué forma preguntarle lo que quería sin tener que meter la palabra "padre" en el medio.

—Me agrada el señor YoonGi.

—Sí, pero...

—Es como tú —sonrió—. Es mi papá-amigo.

JiMin agrandó los ojos.

—¿A qué te refieres? —preguntó—. ¿Qué significa ese apodo?

JungKook apretó sus labios y miró un segundo hacia arriba, pensativo.

—El señor YoonGi es mi amigo porque juega conmigo y me hace reír mucho, pero también hace las mismas cosas que tú haces papi y es un adulto grande como tú —explicó.

JiMin pensó en esa pequeña explicación.

—Pero TaeHyung también hace esas cosas y a él no lo llamas así, tú lo llamas "Tío Tete".

—Porque me dijiste que él era mi tío —dijo como si fuera obvio.

Oh, claro.

Desde el primer día, JiMin se había referido a su mejor amigo como el tío de JungKook, le había puesto el apodo mucho antes de que su hijo pudiera pensar en uno y lo sentenció a ser un tío para toda la vida. Por otro lado, YoonGi era solo YoonGi, él era el vecino que había arreglado su puerta un día, que se había metido en su vida y cuyo nombre era ese, YoonGi. Para JungKook sería lógico llamarlo "amigo" porque no tenía ningún otro apodo al cual acudir, él no era su tío, no era su hermano, ya no era el vecino y tampoco era un extraño, era su amigo YoonGi.

Y no sólo eso. YoonGi también hacía las mismas cosas que JiMin siempre había hecho: jugaba con él, coloreaba con él, dormía en su casa, le cocinaba, lo llevaba a pasear y una larga lista de etcéteras. JungKook debía haber encontrado asociación entre ambas cosas, un adulto que actúa igual a su papá y que, además de todo, es un amigo.

—¿Entonces lo llamas "papá-amigo" porque es tu amigo y se comporta como un papá?

—Sí —asintió JungKook.

—Es lindo que pienses así de él.

JungKook sólo sonrió, pero su expresión se torció suavemente cuando algo pareció cruzar sus pensamientos.

—Papi, ¿a ti te agrada mucho el señor YoonGi?

JiMin se sintió un poco acorralado.

—Pues sí —admitió con un asentimiento, sin estar muy seguro de por qué su hijo preguntaba eso—. Él es amable y divertido, cocina muy rico también —decía, recibiendo asentimientos de parte de su cachorro, quien estaba más que de acuerdo con sus palabras—. Es un buen alfa.

—Pero no vas a tener un bebé con él, ¿o sí?

JiMin resopló con gracia y dejó escapar una suave carcajada.

—No, amor, eso no va a pasar —negaba con la cabeza, mirando con diversión la cara asustada de JungKook relajarse ante su declaración—. ¿Por qué te preocupas tanto por eso?

JungKook se removió en su lugar y miró sus juguetes una vez más, apretándolos entre sus dedos como si alguien estuviera a punto de arrancarlos de sus manos.

—No me gustan los bebés.

—No has conocido a un bebé todavía, amor.

—Pero son molestos —dijo con un puchero—. No quiero que tengas un bebé, papi.

—No voy a tener un bebé, amor.

—Pero le das besitos al señor YoonGi —se quejó.

—¿Todavía crees que darse besitos es la manera de hacer bebés? —JungKook asintió con cautela, mirándolo con una incertidumbre tal, que JiMin no tuvo corazón para reírse del miedo real de su hijo—. ¿Quieres que te explique cómo funciona? —tomó sus manos.

Los ojos de JungKook se agrandaron con interés.

—¡Sí! —se inclinó hacia su papá.

JiMin lo sentó derecho y tomó un poco de aire.

—Bueno, es un poco complicado de explicar, pero voy a hacer lo posible —el niño lo miró con la mayor atención con la que había mirado algo en su vida. Debía ser una de las preguntas que más atormentaba su cabeza y JiMin esperaba que la explicación que se le acababa de ocurrir llegara a la altura de las expectativas de su cachorro—. Para crear a un bebé se necesitan dos ingredientes muy importantes, los alfas tienen uno y los omegas tienen otro. Cuando un alfa y un omega se aman, se emparejan, y deciden juntar estos dos ingredientes, un pequeño bebé comienza a crecer en el vientre de un omega.

JungKook alargó un suave "oh" lleno de absoluta sorpresa. JiMin sabía que esa ilusión se iría el día que en la escuela le enseñaran todo de manera más concreta, pero una imagen fantasiosa nunca venía mal para un niño.

—¿Y por qué en el vientre de un omega, papi?

—Porque sólo nosotros lo tenemos, en el vientre se hornea el cachorrito. Los alfas no tienen vientre, solo tienen su pancita —tocó con su índice el costado de JungKook y el niño se rió por las cosquillas.

—¿Y por qué ahí? ¿No se puede hornear en otro lado?

—Porque para que el corazoncito de un cachorro comience a latir, necesita que un corazoncito más grande le ayude. Un cachorrito no puede crecer si no tiene un cuerpo más grande que lo ayude.

JungKook agrandó los ojos en sorpresa.

—¿Y qué son esos ingredientes, papi? —siguió preguntando, cada vez más interesado— ¿Se pueden conseguir en la tienda?

—No —se rió—. Son ingredientes que solo están en nuestros cuerpos. Yo tengo uno aquí —señaló su vientre—. Y un alfa tiene el otro.

JungKook meditó un poco.

—¿Y cómo hace un alfa para meter ese ingrediente aquí? —puso sus manos en el estómago de su papá—. ¿Se come?

JiMin se rió otra vez.

—Bueno, es un proceso más complicado que eso, después podríamos hablar de los detalles —dijo y JungKook parecía un poco decepcionado.

—¿Y hay besitos?

—Sí, hay algunos besitos que pueden ayudar al proceso de horneado, pero lo que importan son los dos ingredientes que te dije, si no se juntan esos ingredientes, no habrá bebé —JungKook zumbó en entendimiento.

—¿Entonces si tú y el señor YoonGi quisieran hornear un cachorrito tendrían que juntar los ingredientes?

—Exactamente —asintió y el niño hizo una mueca de disgusto—, pero no queremos hacerlo —se apresuró a decir, provocando que la curiosidad de JungKook volviera a brillar—. Además, YoonGi ya no tiene ese ingrediente.

—¿No?

—No —negó con la cabeza—, se lo quitó. Él ya no puede hacer cachorritos.

JungKook pareció emocionado entonces.

—¡Qué bueno! —sonrió—. Entonces puedes darle besitos papi.

JiMin se quedó mudo un segundo y luego explotó en risas.

—¿Me estás dando permiso? —le preguntó con incredulidad, divertido y risueño.

—¡Sí! —asintió contento.

JiMin continuó riéndose y negó con la cabeza, sin creerse lo osado que podía llegar a ser su cachorro.

Eso había salido un poco mejor de lo que esperaba.

—Es bueno saberlo —acarició su cabello y besó su frente—. Gracias por darme permiso —le siguió el juego.

—Papi, pero si me das un besito, ¿no vas a tener un bebé? Yo soy un alfa.

—No amor, ya te dije que así no funciona. Solo los alfas grandes como el señor YoonGi pueden hacerlo, los niños no —explicó—. No tienes ningún ingrediente para eso.

JungKook asintió, comprendiendo las palabras en su cabeza. Ahora un mundo nuevo comenzaba a tener sentido, pero había algo que no entendía del todo.

—Papi —lo llamó—, ¿los omegas pueden hornear un cachorrito con un solo ingrediente?

—No, amor. Se necesitan los dos ingredientes, el de un alfa y el de un omega.

JungKook frunció sus cejas.

—¿Y tú cómo me hiciste, papi?

JiMin parpadeó.

—Bueno... uh...

—Si se necesitan dos ingredientes, ¿quién te dio el suyo? —preguntó con un sentimiento que JiMin reconocía como confusión absoluta.

Oh.

Entonces esta era la conversación que iban a tener.

—Kookie —tomó un poco de aire—. Cuando yo era más joven conocí a un alfa, él y yo nos enamoramos y estuvimos juntos durante dos años, pero mezclamos los ingredientes demasiado pronto —no estaba seguro de que fueran las palabras correctas, pero él no se había preparado para esto, simplemente podía abordarlo así—. Entonces tú apareciste en mi vientre y... y yo te cuidé.

No iba a entrar en detalles.

No quería hacerlo.

Sin embargo, JungKook no lucía satisfecho.

—Pero... ¿él se fue? —JiMin asintió— ¿Por qué?

Esa era una pregunta que JiMin sabía que llegaría en algún momento y tuvo que darle crédito a JungKook por ser tan inteligente como para poder hacer las cuentas.

—Esa es una historia complicada —fue como comenzó, inseguro de cómo abordar el tema. JungKook lo miraba con curiosidad—. Tu otro papá era... él...

—¿Él te quería, papi?

JiMin lo miró con extrañeza, pero continuó.

—Sí, me quería —asintió—. A su manera —dudó—. Bueno, él... Verás, no todas las personas están preparadas para tener un bebé, para algunos es un trabajo muy complicado y se asustan y cometen errores, y él... HyunSoo, se asustó.

Durante toda su vida, JungKook sólo había obtenido pequeños vestigios de la existencia de HyunSoo. Cuando era muy pequeño, demasiado como para poder recordarlo, repitió las mismas palabras que había usado su padre para referirse al "hombre que lo abandonó" en el preescolar y por consecuencia su maestra tuvo que llamar a JiMin para hacerle saber lo que sucedía. Años después, ningún accidente similar ocurrió porque JungKook se había olvidado del hecho y porque JiMin se aseguró de nunca volver a tocar el tema de nuevo.

Otro dato era su abuela. Aquella mujer con la que él se sentía incómodo y que siempre despotricaba sobre cosas que JungKook no entendía. El niño siempre se escabullía para no tener que lidiar con ella, pero las únicas frases sueltas que podía recordar de la mujer eran siempre quejas porque JiMin estaba solo, porque no estaba luchando para "volver" con alguien, siempre lo juzgaba, y JungKook no hacía más que mirar hacia otro lado.

Durante toda su vida, JiMin había sido el único. Él nunca necesitó pensar en que había "alguien más" porque era simplemente así. Sin embargo, él sabía que usualmente los padres venían en par, que su mejor amigo HoSeok tenía un padre alfa y un padre omega, que sus compañeros en su mayoría conviven con al menos dos adultos en casa, pero a pesar de la ocasional curiosidad, JungKook simplemente asumió que era algo que no le había tocado, que su familia era simplemente pequeña, que no había necesidad de que fueran dos porque así era como debía ser.

Ahora sabía que, en realidad, sí existía "otro", que sí existía alguien que completara el par que siempre había visto en sus compañeros de clase y sabía que su nombre era HyunSoo. Sin embargo, él no sabía quién era exactamente, no tenía idea de cómo era su cara, él se había ido, había dejado a su papá, y los abandonó a los dos sólo porque tenía miedo de un bebé.

Él no lo entendía, ¿tanto miedo le podía dar un bebé? Los bebés son molestos, pero no dan miedo, son pequeños y llorones, sólo eso, y JungKook estaba bastante seguro de que él había sido un bebé perfecto porque su papá siempre se lo había dicho.

—Bueno, es un tonto —se encogió de hombros—. ¿Cómo le van a dar miedo los bebés? —lo miró con sus cejas fruncidas—. Es un cobarde —acusó.

JiMin lo miró estupefacto.

—Kookie, no...

—Los bebés son pequeños y gorditos, papi. No dan miedo, solo son molestos —explicó como si fuera obvio—. Si a él le daban miedo, entonces él era el bebé llorón —sacó la lengua de modo burlón.

JiMin no pudo evitar resoplar una suave risa.

—Eso es verdad —extendió sus manos hasta el rostro de JungKook y apretó una de sus mejillas, luciendo orgulloso por su razonamiento— y tú eras el bebé más lindo y gordito de todos.

JungKook rió por el cariño.

—Gracias, papi —arrugó su nariz—. Te quiero mucho.

—Yo también te quiero mucho, mi pequeño alfa —lo acurrucó sobre su regazo—. Siempre serás mi bebé y te cuidaré siempre, porque ese es mi trabajo.

—¿Los papis tienen mucho trabajo?

—Definitivamente, sí —asintió.

—¿Cómo qué?

—¿Cómo qué? —tarareó—. Bueno, los papás cuidan, dan de comer, protegen... juegan con sus cachorros —picoteó con sus dedos los costados de JungKook, arrancándole un par de risitas—. Los hacen reír —movió sus cejas—. También cocinan sus comidas favoritas, los llevan al parque, los llevan al colegio, los bañan, los cuidan cuando se enferman, hacen muchas, muchas, muchas cosas —dijo con un tono juguetón que hacía sonreír a su hijo, quien lo miraba con atención y una mirada iluminada por la curiosidad y por la aparente realización de algo nuevo.

—¡Papi! —se apoyó sobre las piernas de JiMin para mirarlo más de cerca—. ¡El señor YoonGi hace todo eso!

—Sí, creo que lo hace.

JungKook se veía emocionado.

—¡Por eso es mi amigo-papá! —sonrió en grande—. Papi, ¿mis papás solo pueden ser los que me hicieron?

—¿Como?

—Es que —tomó un poco de aire—, el señor YoonGi no tiene ingredientes para hacer bebés y yo soy un bebé hecho con ingredientes de otro señor —trató de explicarse—. ¿El señor YoonGi no puede ser mi papá porque él no puso ninguno de sus ingredientes?

JiMin comenzó a sentir que su corazón latía fuerte contra su pecho.

—Creo que es hora de la segunda lección —lo miró con cariño, sobando su espalda con sus manos—. HyunSoo es tu papá biológico porque él ayudó a crearte, pero eso no significa que lo tengas que ver como tu papá si no lo sientes así —explicó con cuidado—. Ser papá es más complejo que sólo poner un pedacito de ti, ser papá también es estar ahí para tu cachorro, ¿entiendes? Una persona que hace todo lo que se espera que haga un padre, como cuidar y amar a su cachorro, también puede considerarse un papá.

JungKook miraba a JiMin como si fuera uno de los sabios más importantes del mundo, anonadado por la información que le acababa de dar. Era como haber abierto otra puerta, una brillante y que lo hacía sentir eufórico. Su pequeño lobito comenzó a mover la cola y él mismo sonrió en grande, mirando JiMin con sus enormes ojos convertidos en un par de estrellas.

—Papi —comenzó, emocionado—. ¿Crees que el señor YoonGi quiera ser mi otro papá?

JiMin se mordió el labio y asintió, rozando la nariz de su hijo con la propia.

—Estoy seguro de que sí, mi amor —besó su frente—. Deberías preguntárselo.

—Está bien —asintió—. No le digas nada, yo se lo voy a preguntar —puso su dedo índice sobre su boca.

JiMin imitó el gesto y asintió.

—Prometo que no le diré nada.

Entonces, escucharon a YoonGi tocar la puerta de la casa antes de asomarse y ambos intercambiaron risitas traviesas antes de levantarse para ir a saludarlo. JungKook lo abrazó por la cintura y JiMin se acercó dando pequeños saltitos.

—Traje ramen —alzó la bolsa de compras que tenía en la mano y acarició el cabello de JungKook antes de mirar a JiMin—. ¿De qué se ríen?

—Oh, nada —el omega se encogió de hombros y miró un segundo a su hijo, quien arrugó su nariz con diversión—. Cosas de padre e hijo.

YoonGi los miró con extrañeza.

—¿Están planeando algo en mi contra?

El omega viró los ojos.

—Claro que no, tonto —hizo un ademán con su mano—. A ver qué ramen es —abrió la bolsa.

YoonGi no parecía estar seguro de sus intenciones, pero rápidamente se distrajo cuando JungKook le preguntó si podía cargarlo y así lo hizo. El niño encontró su lugar en el cuello del alfa, olfateando su aroma en reconocimiento mientras su lobito seguía moviendo su pequeña cola.

YoonGi olía como algo que él siempre había sentido nada más en JiMin.

Hogar.


Después de una corta semana haciendo diligencias durante la mañana que abarcaban única y llanamente acabar con la lista de útiles que JungKook necesitaría para la vuelta a clases, JiMin estaba seguro de que había logrado tachar la mayoría de los requerimientos. Lo único que le faltaba era comprar nuevos tuppers y un nuevo uniforme que sí le quedara, pero eso lo dejaría para el sábado ya que tendría más tiempo para pasear con JungKook y TaeHyung.

El lunes, cuando la noche llegó, JiMin y TaeHyung hablaron hasta tarde sobre la cita que el beta había tenido en aquel restaurante caro, chismeando y riéndose como un par de adolescentes obsesionados con un nuevo crush e intercambiando experiencias. TaeHyung estaba emocionado por el miércoles, que sería la fiesta, y le envió a JiMin sus opciones de vestimenta.

Cuando llegó el jueves, JiMin se despertó esperando un mensaje de su amigo con todos los detalles de la asombrosa fiesta, pero no encontró más que una notificación en el chat que tenía con su jefe. Al parecer el restaurante no abriría esa noche porque se llevaría a cabo un evento privado para el cual solo un puñado de meseros y cocineros había sido convocado y JiMin no se encontraba entre ellos. Su jefe le deseó un buen día y JiMin lanzó el celular a un lado para volver a dormir.

Más tarde, JungKook llegó a su habitación pidiendo por su desayuno, así que JiMin cocinó un par de waffles y les puso helado encima, sólo para celebrar su día libre.

Cuando YoonGi llegó esa tarde, se sorprendió de encontrar a JiMin todavía en casa y se sumó al par con una enorme sonrisa en de emoción en el rostro para ver una vez más la película de BT21 que tanto le gustaba a JungKook. Incluso ya se había aprendido un par de canciones.

En algún punto de la tarde, quizás a las seis y media, el intercomunicador de la pequeña casa resonó estridente y llamó la atención de todos. JungKook se apresuró a cubrir sus mejillas y JiMin recordó que no había hablado con su madre desde su cumpleaños.

—¿Hola? —preguntó sin ánimos. No quería que ella viniera a arruinar su día libre, pero al parecer él no tenía la suficiente suerte.

¿Park JiMin? ¿Eres tú? —escuchó una voz masculina del otro lado de la línea—. ¡Por la Diosa! Por fin contestas.

JiMin frunció sus cejas y su lobo se tensó en su lugar mucho antes de que él pudiera siquiera reconocer el timbre de voz de aquel extraño. Rápidamente la incomprensión lo golpeó, un miedo irracional se atascó en la boca de su estómago y comenzó a tener la sensación de que debía colgar de inmediato, pero no lo hizo.

—¿Quién es? —preguntó tenso, dándole la espalda al par de alfas.

La voz del otro lado se quedó callada un momento.

¿Puedes salir, por favor? —pidió—. Es importante.

JiMin definitivamente quería colgar.

Pero no lo hizo.

—Si no me dice quién es no voy a abrirle la puerta, lo siento.

Se escuchó lo que el omega supo que era un suspiro.

Sabes quién soy.

JiMin apretó la mandíbula.

Él sólo miró un punto en la pared por un largo momento, desconectándose de la realidad el tiempo suficiente como para enloquecer sólo un poco.

Claro que sabía quién era, él simplemente había tratado de fingir que era un extraño que se confundió de botón y de edificio.

De ciudad, si fuera posible.

—Espera.

Colgó.

Y todo su cuerpo temblaba de puro pánico.

Mierda, ¿por qué hoy?

—¿Es la abuela?

—¿Estás bien?

Cuando miró al par en el sofá se encontró con JungKook sosteniendo sus mejillas y YoonGi mirándolo con preocupación, él les dedicó a los dos una pequeña sonrisa tranquilizadora, pero no pareció hacer el efecto correcto porque las cejas de YoonGi se fruncieron un poco más y JungKook apretó sus manos contra su rostro con miedo.

—No es la abuela —dijo por fin y tomó las llaves que colgaban al lado de la entrada—, y estoy bien, por favor, quédate con JungKook.

—Pero...

JiMin ya había salido de la casa para cuando YoonGi terminó de pedirle explicaciones y el alfa miró a JungKook como si este pudiera darle algún tipo de respuesta, pero él sólo se encogió de hombros y continuó dibujando.

Afuera del departamento, JiMin se aferraba al picaporte de su puerta como si fuera la única cosa que lo pudiera mantener conectado a tierra en ese momento. Tomó aire y dio un paso hacia la salida, soltando el picaporte para simplemente apretar su puño como una especie de consuelo fantasma.

Desde ahí no podía ver quién era la persona parada detrás de la la reja de metal de la puerta principal, pero podía ver su silueta y, mierda, las náuseas subieron hasta la boca de su estómago, pero él tragó y abrió la puerta de vidrio del edificio sólo para caminar hacia la entrada con pasos seguros lo suficientemente cerca como para reconocer la cara entre los barrotes grises.

Realmente era él.

—JiMin —dijo el alfa con un ligero aire de sorpresa, su voz se oía diferente a como la recordaba. Su aroma a uvas no era igual al de JungKook sin embargo, era un poco más amargo, más maduro—. ¿Realmente eres tú?

Sin la distorsión del intercomunicador JiMin podía notar los matices de su voz, la cual seguía teniendo la vibra de hacía años, pero en absoluto el tono de siempre, ahora era más gruesa, más masculina. También había crecido, era alto, más que JiMin. Quizás una cabeza más alto. Ya no usaba lentes y vestía un traje formal, claro, JiMin sabía que su destino siempre fue trabajar en la empresa de su padre.

JiMin se tragó la nueva ola de náuseas y las ganas de llorar, él hizo lo que pudo en ese momento y miró fijamente a Jeon HyunSoo con ojos mordaces.

—Jeon —dijo seriamente.

Siete años después, ahí estaba él.

Parado en la puerta principal de su edificio, mirándolo como si él tampoco pudiera creer lo que estaba viendo, analizando al omega para estar seguro de si realmente era el pequeño chico que había conocido en su juventud, aquel que no paraba de reír aun con más tonto de los chistes.

Y en todo lo que podía pensar JiMin era que quería darle un puñetazo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el omega, tragando el nudo que quemaba en su garganta y que le cortaba la respiración.

HyunSoo apretó la mandíbula y escaneó a JiMin una última vez.

—Vine a hablar.

—¿Hablar? —levantó ambas cejas, pero no lucía sorprendido—. ¿Hablar sobre qué, exactamente? —continuó y trató de mantener la calma, no quería verse como alguien que acaba de volverse loco muy a pesar de que estaba a punto de llegar ahí—. Han pasado siete años, ¿de qué podríamos hablar, Jeon? —preguntó entre dientes.

El alfa frente a él tragó.

—He estado viniendo todos estos días, tratando de contactarme contigo. ¿Podrías al menos darme la oportunidad de explicarme?

JiMin todavía no podía creer que estaba escuchando su voz otra vez, le martilleaba la cabeza. Había pasado el tiempo suficiente como para haberla olvidado, había llevado muchísimo trabajo, ¿por qué el universo quería echar para atrás todo eso?

—¿Has estado viniendo?

—Casi todos los días —admitió y sonaba fastidiado por ello—, pero nunca estás aquí.

JiMin se preguntó cuántas habían sido las veces que acechó su casa, pero él no quería saber la respuesta a eso realmente.

—He estado trabajando.

—¿A las seis de la tarde? —cuestionó con exaltación.

JiMin viró los ojos.

—Sí, Jeon, trabajo a esa puta hora, no todos tenemos la facilidad de trabajar con papi, ¿sabes? —escupió amargamente.

HyunSoo lo miró con consternación, sin creer que esas palabras habían salido de la boca de JiMin. El omega sabía que debía ser un shock para él notar los cambios en absoluto sutiles que JiMin había implementado en su personalidad, su versión de secundaria no existía más y por un momento tuvo el cuestionamiento de si HyunSoo se había esperado encontrar un omega sonriente y tímido del otro lado de las rejas, si él realmente fue tan iluso como para creer que sería mucho más sencillo que esto.

—Mira, esta no es la conversación que quiero tener —le dijo con cuidado, levantando sus manos un poco, como si estuviera lidiando con un perro rabioso a punto de lanzarse a su garganta—. ¿Podemos hablar adentro?

—No —siseó, casi gruñendo. No había manera de que lo dejara entrar a la casa en donde estaba su cachorro—. ¿Qué te hace creer que te abriré las puertas de mi casa, imbécil?

—JiMin, yo no te estoy insultando, simplemente quiero hablar como dos adultos civilizados.

—Si quieres hablar con alguien hazlo con la bruja de tu madre que casi me lleva a la jodida corte porque decía que estaba mintiendo sobre el embarazo —él sabía que esto no tenía mucho que ver ahora, pero mierda, se lo quería sacar del pecho—. ¿Qué piensa ella de que estés aquí? Se debe estar retorciendo como la víbora que es.

HyunSoo apretó la mandíbula y se quedó callado. Cambió de pie de apoyo y miró hacia el suelo un momento, luego tomó aire y volvió a mirar a JiMin.

—Mamá murió —le dijo solemne—. Hace dos meses.

La expresión de JiMin no cambió.

Él incluso tuvo que luchar contra el impulso de lanzar una carcajada y se tomó un poco de tiempo para controlarse en silencio antes de responder.

—No me voy a retractar.

HyunSoo suspiró profundamente otra vez.

JiMin no podía creer que se viera tan tranquilo.

—Por favor, abre la puerta.

No, eso no iba a suceder.

—Vete a la mierda —se dio la vuelta para regresar a su casa.

—JiMin —llamó—. JiMin, quiero conocerlo.

JiMin se detuvo y lo miró como si estuviera loco.

—¿Conocerlo?

—A nuestro hijo.

—¿Nuestro? —casi se rió, pero solo una sonrisa torcida se extendió por sus labios— ¿Estás hablando en serio?

—JiMin, estoy tratando de hacerlo bien, vine hasta acá para hablar y disculparme, entiendo que...

—Oh, qué encanto —exageró su tono sarcástico, sus emociones se estaban desbordando en ese momento—. ¿Disculparte? ¿Ahora?

—JiMin, no seas inmaduro.

—¿Inmaduro? ¿Inmaduro yo? —realmente no quería alzar de más la voz, pero sus entrañas hervían de rabia y su cara se sentía caliente por la sangre que subió debido a la adrenalina—. ¿Inmaduro yo, que tuve que sacrificar toda mi maldita juventud para hacerme cargo de un hijo que también era tuyo? Te lo juro por la Diosa, Jeon, vuelve a llamarme "inmaduro" y abriré la puerta exclusivamente para romperte la cara —amenazó.

El alfa se quedó callado, mirando fijamente los ojos feroces de JiMin, quien esperaba que eso fuera suficiente para que él decidiera darse la vuelta y no se le ocurriera volver a mostrar la cara.

—Lo siento.

JiMin frunció el ceño.

—¿Estás pidiendo perdón?

—Lo hago.

—¿Por qué?

—Por todo.

El omega negó con la cabeza, impresionado de la osadía del otro.

—No te perdono, Jeon —respondió,

—Pero... pero me estoy disculpando. Lo digo en serio, JiMin.

—No me importa, yo no te perdono —insistió con seriedad—. No te perdono ninguna de las cosas por las que me hiciste pasar, nada, absolutamente nada, ni una pequeña cosa. Vas a tener que vivir con lo mierda que fuiste y con todo el daño que dejaste atrás, ¿entiendes?

El alfa lo observó con cejas fruncidas y expresión desolada. Parecía incapaz de creer que este había sido el resultado. Sus manos sujetaban los barrotes de la entrada como un fugitivo que fue atrapado, privado de su libertad o de lo que él pensó que le daría libertad.

—JiMin, realmente quiero hablar contigo —insistió cauteloso—. Te explicaré todo, cada cosa. Por favor, sólo déjame hacer esto.

El omega lo miró con incredulidad.

—No —se alejó para volver a su casa.

—¿Por qué? —le preguntó con un deje de desesperación en su voz— ¿Es por el dinero? —supuso, alzando su voz—. Dime una suma y te hago un cheque ahora mismo.

—No me importa.

—¡Hablé con un abogado! —JiMin se detuvo, se congeló en su lugar—. Tengo derecho y tú lo sabes.

—¿Abogado? —el nudo en su garganta se apretó lo suficiente como para que su voz se escuchara lejana.

HyunSoo tomó aire.

—Quería estar seguro de que no rechazarías mi pedido, así que no lo hagas más difícil.

El omega apretó la mandíbula porque eso sonaba como una amenaza.

Había razón por la cual JiMin nunca quiso involucrar a la corte, ni siquiera para pedirle la pensión a HyunSoo, y era porque él sabía que su ex tenía muchas más posibilidades de salir ganando y es que los Jeon eran una familia poderosa. En el peor de sus escenarios, JiMin consideró la posibilidad de que un juez viera mucho más viable que HyunSoo se encargara de la crianza de JungKook por la diferencia de ingresos y él se negó a siquiera intentarlo.

Ignorar a su familia era lo mejor que JiMin pudo hacer para mantener su paz mental. Ahora, sabiendo que HyunSoo quería husmear en su vida, el joven omega se encontraba de manos atadas.

A pesar de que él no quería tener nada que ver con Jeon HyunSoo, JungKook sí tenía el derecho a, como mínimo, recibir algún pago por la falta de cuidado de todos estos años, merecía conocer el rostro de su padre biológico, aun si eso implica que JiMin perdiera la cabeza en el proceso.

En este momento, HyunSoo tenía razón.

Por el enojo y la sensación de encontrarse acorralado como un animal, JiMin quería echar a HyunSoo de una vez, pero por otro lado, algo le pedía que por favor lo dejara hablar y no sabía si era su conciencia diciéndole que era el camino menos accidentado para no tener que lidiar con más problemas o si era el lobo cabizbajo de HyunSoo.

—¿No te vas a rendir hasta que te dé una oportunidad, no es así? —preguntó con desgano, mirándolo con un fastidio pintado en su cara. El subidón de energía empujada por la rabia de hace un momento dio un vuelco hacia el suelo y ahora no tenía ánimos ni siquiera para gritarle.

HyunSoo levantó ambas cejas.

—Ya sabes cómo soy.

Terco.

JiMin se mordió la lengua para no insultarlo y suspiró pesadamente.

—No vamos a hablar aquí porque es mi casa, tampoco hablaremos en la tuya, tiene que ser un lugar neutral, un café o una mierda así —se notaba a leguas que quería irse de ahí, su tono enojado y rostro fruncido lo delataban—. Así que piensa en algo.

—Bien —asintió—. El sábado.

—Tengo planes.

—En la noche —aclaró—. Te invito a cenar. Sólo quiero tener una conversación de adultos.

Él no tenía nada que hacer en la noche.

No quería aceptar, sin embargo.

Mierda, ¿por qué le tenía que pasar esto?

—Bien —se dio media vuelta.

—Te enviaré un mensaje con el lugar y la hora —avisó antes de que JiMin se metiera de nuevo al edificio.

Oh, tendría que desbloquear su número.

JiMin le dio una última mirada a la calle, solo para encontrarse con la entrada vacía. HyunSoo seguro se había subido a su auto y él ya podía sentir que el aliento volvía a sus pulmones, que la presión en sus latidos había disminuido y que su lobo bajaba la guardia. El aroma de su hogar volvió cuando él abrió la puerta y se encontró con YoonGi y JungKook dibujando en la mesa de centro. Olía a madera, a uvas y a rosas. Fresco como el campo y él le sonrió al par cuando ambos se giraron a mirarlo.

YoonGi, sin embargo, pareció notar su expresión sombría y se levantó para encontrarse con él.

—¿Quién era? —le preguntó mientras JiMin cerraba la puerta detrás de él—. Estaba a punto de salir a ver qué sucedía.

JiMin trató de no hablar al respecto, negó con la cabeza y comenzó a caminar al interior de la casa para encontrarse con JungKook, pero YoonGi lo tomó del brazo y lo hizo mirarlo, sus ojos fijos en los suyos como si pudiera leer cada pedazo de su alma y quizás así era, ellos estaban enlazados, débil o no, era un lazo y JiMin sabía que YoonGi sabía que él no se encontraba bien.

Aun así, él también debería saber que JiMin no quería hablar de eso, no ahora, realmente no quería tener esta conversación, pero fue inevitable cuando YoonGi lo miró con una preocupación mortal y su propio aroma se tornó amargo y picoso, tanto que JungKook preguntó si se encontraba bien y JiMin decidió que esto debería ser como una bandita, sólo tenía que arrancarla.

—Era HyunSoo —fue lo que dijo JiMin cuando estuvieron a solas en su habitación, su mano frotando su frente con estrés. Él se había sentado en su cama, YoonGi sólo estaba parado frente a él con las manos en la cintura.

La expresión del alfa se frunció suavemente, anonadado. Dudó sobre qué decir un segundo y JiMin lo vio mediar entre todas las ideas de seguro estaban pasando por su cabeza.

—¿De verdad?

—Sí —asintió—. Ya se fue —agregó, jugando con sus uñas sobre su regazo.

—Entiendo —asintió YoonGi con cautela, todavía mirando al omega con extrañeza—. ¿Y qué quería?

"Nada", quiso decir JiMin.

Pero no era justo para YoonGi.

Aunque él quisiera encerrarse ahora, no era justo hacerlo en estas circunstancias.

—Quiere exactamente lo que mi mamá me dijo, quiere conocer a JungKook —suspiró con los ojos cerrados y miró a YoonGi fruncir sus propias cejas con más fuerza—. Él, uh... como le dije que no, obviamente, pidió hablar conmigo primero.

—Supongo que le dijiste que no.

JiMin miró a YoonGi un momento.

No estaba seguro de que había esperado que él dijera, pero aun así se sorprendió por su elección de palabras.

—De hecho le dije que sí —dijo con cautela—. Nos vamos a ver el sábado.

YoonGi parpadeó como si no hubiera escuchado bien.

—¿Sábado? —su entrecejo se frunció mucho más y JiMin estaba seguro de que no lo había visto hacer esa expresión antes—. ¿En serio vas a hablar con él?

JiMin resopló, mirando hacia todas direcciones como si el espacio se estuviera volviendo diminuto en un segundo. ¿Acaso YoonGi estaba enojado con él por esto? ¿Por qué sentía que estaba siendo acusado de algo de lo que no era culpable?

—No sé si tengo muchas opciones, YoonGi —sonrió con los labios apretados, esperando que el alfa notara su incomodidad.

—Las tiendes —refutó, dando un paso hacia adelante—, puedes simplemente no hablar con él, esa es una opción para empezar —propuso y JiMin no estaba seguro de que eso fuera lo que tendría que estar pasando, YoonGi no tendría por qué hablarle así—. Se fue siete años, ¿por qué no lo mandaste a la mierda?

—Lo intenté —se defendió con un tono serio—. Bloquee su número, no le entregue su regalo a JungKook y estuve ignorando todas las señales, pero no fue suficiente así que no me queda más que hacer que simplemente escuchar lo que tiene para decir.

—¿Así nada más?

JiMin sintió un tic subir a su ceja.

Quizás habría sido mejor idea hablar de esto en otro momento.

—No sé si "así nada más" sea la manera correcta de decirlo, YoonGi —refutó, siendo cuidadoso en sus palabras, mirando a YoonGi seriamente—. Es bastante más complicado que eso.

El alfa tomó un poco de aire y se cruzó de brazos, cambiando de pie de apoyo. JiMin podía notar la mandíbula apretada de su novio, su mirada de rechazo, su aroma amargo. Él sabía que esto se estaba saliendo de control, pero no entendía si YoonGi estaba molesto con él o con la situación.

Si fuera el primer caso...

Mierda, si fuera el primer caso, JiMin no sabría cómo controlar su propia rabia.

—JiMin, voy a ser sincero, no quiero que vayas.

El omega tragó y asintió.

—¿Y tener que soportar que él venga todos los días? —negó con la cabeza—. Lo siento, pero esa no es una decisión que puedas tomar tú.

El alfa levantó sus cejas y JiMin notó el amargo aroma a café que comenzó a colarse por la habitación. Era pesado y espeso. Él sabía que YoonGi se estaba enojando y él mismo estaba tratando de hacer un esfuerzo por entenderlo, pero no estaba en su mejor momento ahora por el reciente encuentro que alteró su ánimo de todas las maneras posibles y, aunque estaba tratando mantener la calma, la situación se estaba poniendo cada vez más difícil.

—Escucha —empezó JiMin otra vez, apelando al uso de una voz un poco más suave porque se dio cuenta de que había estado sonando lejano—. Siento que no nos estamos comunicando como deberíamos y me parece que será mejor hablar de esto en otro momento —hizo amago de levantarse, pero YoonGi dio un paso hacia él que lo hizo detenerse.

—JiMin, no me siento cómodo con que vayas a ver a tu ex pareja.

—¿Y crees que yo me siento cómodo? —cuestionó. No deberían ser estas las palabras que usaría, no así, no con ese tono, pero se sentía demasiado encerrado y estresado como para pensar—. No lo he visto en siete años y lo que menos quisiera hacer es estar encerrado con él tomando un café y fingiendo que no me quiero arrancar la cabeza, pero esto no es sobre mi YoonGi, mucho menos sobre ti, es sobre JungKook —se levantó.

YoonGi tomó aire una vez más como si estuviera haciendo el intento de mantener la cama y pasó una mano por su cabello para dejarlo ahí un momento, una mano en su cintura mientras miraba a punto muerto en la habitación de JiMin.

—Eso no tiene sentido JiMin, ¿por qué no simplemente lo mandas a la mierda y que no vuelva otra vez?

—¿Crees que puedo tener la libertad de mandarlo a la mierda? No puedo, YoonGi. Yo no lo quiero aquí, pero JungKook sigue siendo su hijo biológico.

El alfa gruñó en rechazo.

—¡Se fue siete años! —exclamó— ¡Te abandonó!

—¡¿Crees que no sé eso?! —gritó de vuelta—. ¿Por qué me reclamas como si esto fuera mi culpa?

—No es tu culpa, pero podrías hacer algo al respecto —señaló impaciente—, no lo dejes entrar como si tuviera el jodido derecho.

—¿De qué estás hablando? —le reclamó—, sigue teniendo responsabilidades legales. Esto no se trata de lo que yo quiera o con lo que yo me sienta cómodo, se trata de que JungKook reciba lo que tiene que recibir.

—JungKook ya tiene todo eso —refutó YoonGi—. No hay nada que ese tipo pueda querer darle que JungKook no tenga ya con nosotros.

—¡Lo sé! —enfatizó—. Lo sé y tienes toda la razón, pero lo mejor para todos es que simplemente acepte hablar con él.

YoonGi gruñó una vez más y dio un paso hacia atrás para caminar por la habitación, igual a como seguramente lo estaba haciendo su propio lobo, y JiMin tragó al sentir el pesado aroma a café amargo golpeando su paladar, tan espeso que por un segundo tuvo la sensación de que no podía respirar correctamente.

—¿En qué sería mejor? —pidió saber, desesperado—. ¿Qué cosa buena podría traer que él aparezca como si nada? No tiene sentido, JiMin. No es justo, tampoco lo es para JungKook, ¿te parece bien que él pase por esto?

JiMin apretó la mandíbula.

—No tengo la menor idea de lo que quiere HyunSoo, ¿qué pasa si quiere luchar por su paternidad en una corte? ¿Qué pasa si contrata a un ridículo abogado que yo jamás podré pagar y nos mete a todos en un problema muchísimo más grande? No necesito eso, YoonGi —enfatizó—. No necesito que venga y haga y deshaga mi vida como se le antoje porque tiene mucho más poder que yo. ¿Realmente crees que se verá bien en un jurado que el padre de JungKook casi no llegue a fin de mes? —sin darse cuenta, su lobo también había empezado a gruñir.

—Exactamente, no puedes dejar que venga y haga y deshaga como quiera, no puedes dejar que entre así de fácil —repitió como si no hubiera acabado de escuchar las razones de JiMin y él sabía que YoonGi estaba siendo irracional porque estaba enojado, pero JiMin también estaba enojado y no podía pensar con claridad ahora—. JiMin, ¡no es justo!

—¡No lo es! —repitió—. No es justo, nunca fue justo y jamás será justo. Nada en mi vida ha sido justo. No tengo el control de todo, YoonGi, no puedo —su voz tembló—. Todo lo que hago, lo hago con el mayor cuidado que puedo y te dije que mis decisiones serían por y para JungKook, todo esto es por él y tú prometiste entenderlo.

—Claro que lo entiendo JiMin, pero no estoy de acuerdo con que decidas simplemente aceptar ver a alguien que dejó muy en claro que no le interesa nada de la vida de JungKook y mucho menos la tuya —señaló, grave en su tono, sus ojos brillantes como si estuvieran a punto de cambiar de color, al color de los alfas—. Te hirió, hirió a JungKook y, te lo juro por la Diosa, JiMin, le romperé la jodida cara si lo veo aquí.

—Entonces ahora te vas a poner violento —supuso incrédulo—. ¿Es en serio?

El alfa dejó escapar aire por su nariz como un toro enojado.

—No quiero que entre, no tiene ningún derecho.

JiMin negó con la cabeza, mirándolo con decepción. Todas sus palabras habían sido ignoradas, sólo era YoonGi enojado, con todo el derecho de estarlo, pero se estaba negado a escuchar razones, este YoonGi no quería detenerse a pensar con la mente fría, sonaba como el tipo de alfa territorial y violento que tanto había evitado JiMin.

—Legalmente, él tiene derecho.

YoonGi gruñó hacia su costado de puro fastidio, sacudiendo su cabeza en modo de rechazo. Una risa salió de su boca luego, una incrédula que hizo a JiMin mirarlo con extrañeza.

—Esto es increíble —negaba con la cabeza y con una mano en su frente—. No lo puedo creer.

—¿Qué, YoonGi? —preguntó con altanería con el fin de hartar al lobo de su pareja, queriendo retarlo a enseñarle sus colmillos para ver si realmente se atrevía a hacerlo—. ¿No puedes creer que el mundo no funcione como tú quieres que lo haga? ¿Creías que iba a ser así de fácil? ¿Que íbamos a jugar todos los días y colorear con JungKook, fingiendo que no existe HyunSoo? —preguntó mordaz.

El pelinegro simplemente lo miró por un largo momento.

—No se suponía que él aparecería.

—Pero lo hizo, apareció —gruñó—. ¿Y ahora qué?

YoonGi se tomó un momento para mirar a JiMin de pies a cabeza.

—Lo estás haciendo otra vez.

—¿Qué?

—Estás haciendo eso que hacías cuando recién te conocí —señaló y en sus ojos se veía reflejada la misma mirada decepcionada que JiMin le estaba dedicando—. Alejarte, cerrarte, ser cortante y rechazar cualquier otra opinión que no sea la tuya.

JiMin parpadeó y una pesadez dolorosa se instaló en su pecho. Él tragó tembloroso, mirándolo sin entender y tratando de mantenerse firme a pesar de que su lobo gimió adolorido.

—Este es tu plan y solo funciona porque es tu plan, ¿no es así? Porque Park JiMin puede hacerlo solo, porque si no es como él dice, entonces no está bien hecho.

Entonces, a JiMin comenzó a faltarle el aliento.

—Estás... siendo irracional —dijo con un hilo de voz, sus labios temblando y sus ojos húmedos—. Ahora solo dices cosas hirientes porque estas enoj...

—Claro que estoy enojado, JiMin —bramó, provocando que el lobo de JiMin se retirara, asustado—. Esto no tendría por qué estar pasando.

El omega tragó una vez más el nudo que se apretaba alrededor de su garganta y encontró la manera de mantenerse firme a pesar de las punzadas que apuñalaban su corazón.

—Pero está pasando —aspiró, tratando de callar el sollozo que quería escapar de su garganta. YoonGi se veía borroso detrás de sus lágrimas, pero él se mantuvo firme—. Y yo ya tomé mi decisión.

El alfa levantó ambas cejas, sin lucir impresionado.

—O sea que yo no tengo opinión aquí.

JiMin no podía creer que él estuviera diciendo eso.

—La tienes, pero no estás entendiendo mi punto.

—Y tú tampoco estás entendiendo el mío.

El omega tragó, temblando suavemente.

Por un segundo, JiMin pensó que al verlo tan vulnerable, YoonGi cedería. Pensó que él sería comprensivo como siempre lo era, que bajaría un poco su guardia para abrazarlo porque YoonGi siempre lo trataba con cuidado aún cuando tenía que ser tosco.

Él le diría algo como: "Lo siento, hablaremos de esto después".

Sin embargo, YoonGi simplemente dio un paso atrás y salió de la habitación, dejando atrás una estela de su picoso aroma.

Se fue.

El rostro de JiMin se retorció en una expresión de llanto y cubrió su boca con su mano para callarse.

—¿Señor YoonGi? ¿A dónde va? —JiMin escuchó la voz preocupada de su cachorro y luego el sonido de la puerta principal cerrándose—. ¡Señor YoonGi!

El omega se tragó las lágrimas y el inminente llanto para correr a la sala. Atrapando a JungKook antes de que este abriera la puerta principal.

—YoonGi no quiere hablar ahora, amor —dijo a duras penas, luchando contra el impulso de gritar mientras guiaba a JungKook de vuelta al sofá—. ¿Por qué no seguimos dibujando?

JungKook se resistió y miró a su padre con sus pequeñas cejas fruncidas. Su rostro era la definición de incertidumbre y preocupación.

—¿Se pelearon?

—¿Qué?

JungKook bajó la mirada, apretando su dibujo contra su pecho. Seguro había seguido a YoonGi hasta la puerta con la intención de que lo viera antes de irse.

—Escuché gritos...

Un pequeño flashback vino a la mente de JiMin. Recordaba los gritos de sus padres estridentes contra las delgadas paredes de su antiguo hogar. Su padre despotricaba sobre el embarazo de su hijo, enojado y decepcionado, mientras su esposa trataba de calmarlo mientras le decía que, al menos, había sido de un buen chico. Él recuerda lo mal que lo pasó aquella noche, llorando en su cama en total silencio, acurrucado debajo de las mantas.

Sólo él y el aroma a leche que avisaba de su embarazo.

JungKook no tenía por qué escuchar gritos, discusiones o peleas. Él no tenía por qué pasar por una preocupación similar y el omega se lamentó una vez más por su pobre trabajo siendo padre.

JiMin se sentó en el suelo frente a su cachorro, tomó sus manos para besarlas y limpió sus nacientes lágrimas producto de la preocupación por no saber qué le sucedía al Señor YoonGi. Fue su consuelo y frotó sus mejillas con amor mientras le decía que nada malo había sucedido, que ellos sólo habían tenido una pequeña discusión, que eran cosas que sucedían todos los días.

Sin embargo, él no contaba con que JungKook podía ver sus ojos rojos e hinchados, su nariz rosada y que podía escuchar el temblor en su voz. Él no se daba cuenta de que su hijo era perfectamente consciente de las lágrimas acumuladas en sus ojos y del aroma a tristeza que emanaba su lobo. JungKook se abrazó a su papá con fuerza, frotando su pequeña nariz en la mejilla de JiMin a modo de consuelo, tanto como podía darlo, y el omega se aferró a él como había hecho desde su nacimiento.

Y, en ese momento, JiMin pensó en tantas cosas que se sintió abrumado.

YoonGi estaría solo en su casa, él tendría la completa libertad de gritar, de llorar o de romper cualquier cosa para desahogar su rabia, él podía irse con su moto a donde quisiera, podía ir a ver a sus amigos o ir a casa de sus padres.

JiMin no.

Él simplemente tenía que fingir una sonrisa durante el resto de la tarde y jugar con JungKook como le había prometido que lo haría al inicio de su día libre, él debía aprovechar y adorar los momentos que pasaba con su cachorro porque esos no volverían.

Todo, con un hueco en el corazón.

¿Y es así como YoonGi se atrevía a hablarle de lo que era justo y lo que no?

JiMin ni siquiera tuvo la libertad de llorar durante la noche porque JungKook rogó dormir con él.

¿Justicia? ¿Qué se supone que era eso?

JiMin era un padre soltero.

No había nada de justo en ello. 

Chapter 19: CAPÍTULO DIECIOCHO

Summary:

Y ese fue el momento en el que más cerca ha estado JiMin de que su corazón verdaderamente explote de absoluta felicidad.

Notes:

Bueno, este capítulo llegó muchísimo más pronto que el anterior, así que he roto un nuevo record. También les agradezco a las personas que comentan aquí a pesar de que pueden encontrar esta historia en wattpad, me hace muy feliz saber que también la tienen en cuenta en esta plataforma. ¡Besos! Espero que disfruten el capítulo, no se preocupen por el drama, no hay mucho de eso aquí, jiji<3

Chapter Text

Cuando YoonGi vio a JiMin regresar a casa, sabía que algo malo había sucedido porque tenía esa expresión sombría en el rostro, ese fantasma de preocupación que torcía su ceño con un desasosiego que le helaba la sangre. Él no demoró en preguntar si estaba bien, si quería hablar, y el propio estrés del omega llegó a él a través de su pequeño lazo, así que se sintió mucho más desesperado por saber lo que sucedía, por saber qué era lo que molestaba a su adorada pareja.

Ellos no podían leer la mente del otro ni mucho menos, no compartían una marca de pareja, pero un lazo como el que habían formado era suficiente para que entendieran sus emociones a un nivel diferente a como lo hacían con otras personas. Era algo tan positivo como negativo, podría multiplicar la satisfacción de emociones dichosas y empeorar todavía más la tristeza o el enojo si no sabía manejarse correctamente.

Pero su lazo no fue la única variable que influyó esa noche.

Desde que YoonGi conoció a JiMin, él supo que JungKook no pudo haber salido de la absoluta nada. Notó que JiMin no traía una marca, que no olía a alfa y que siempre llegaba solo a casa. No fue difícil concluir que el omega era padre soltero y, por razonamiento lógico, existía alguien además de él que respondía por la existencia de JungKook. En ese momento, YoonGi no lo vio conveniente, le atraía su vecino y le parecía encantador, pero no imaginó que las cosas irían más allá de coqueteos y sonrisas ocasionales.

JungKook era un enorme "pero" porque él supo que no quería ser padre desde el primer día que concibió la posibilidad, aun así, fue casi automático que su lobo encajara perfectamente bien con el cachorro de su vecino. Su interés por la pequeña familia no hizo más que aumentar y ni siquiera se dio cuenta de cuánto se había aferrado a ellos hasta que su pequeño rincón se vio amenazado.

Él sabía, realmente sabía, que JungKook tenía un padre biológico. Él sabía que él podía querer mirar hacia su dirección y encapricharse por conocerlo, pero una cosa era la imaginación catastrófica y otra era la realidad, la cual no daba señales de que eso fuera a suceder.

Cuando JiMin se desahogó con él en la fiesta de JungKook, cuando le dijo que HyunSoo estaba acechando, él comenzó a sentirse ansioso. No lo demostró, no creía que fuera correcto contagiar a su pareja con su propio estrés, pero su cabeza comenzó a pensar en el sinfín de posibilidades que podrían ocurrir si el tipo aparecía en sus vidas. ¿Acaso JungKook querría conocerlo? ¿JungKook sentiría con él un lazo automático de familia que lo desplace a YoonGi en consecuencia? ¿Él vendría a arrebatarle lo que YoonGi construyó con sus propias manos?

La imagen por sí sola era simplemente aterradora, pero eso tampoco fue lo único que estuvo en la cabeza de YoonGi cuando él explotó esa noche.

Así como los omegas gruñían por pocas cosas, los alfas podían volverse agresivos por otro par de cosas. Compartían con los omegas la necesidad de proteger a los cachorros, podrían defender a sus hijos con dientes y garras si era necesario; también atacaban cuando se sentían amenazados, algo funcional hacía siglos, pero poco práctico en la actualidad cuando no todas las amenazas son de vida o muerte; finalmente, defendían a su pareja con su propia vida, ellos eran los protectores de su hogar, nadie más podía entrar a su manada si ellos no lo consideraban seguro.

Por otro lado, las reacciones de las partes humanas que controlaban el espíritu de un lobo dependían no solo de la fuerza mental de las personas, sino también en la propia fuerza que el lobo tenía para manifestarse, así como en qué tan presente se encontraba el lobo en relación a la fecha de su celo.

YoonGi tenía un lobo explosivo, no era su orgullo, pero lo tenía. Lo demás fue una secuencia de cosas que salió mal: su próximo celo, el enojo de ver su manada en peligro, el miedo de ser desplazado y la angustia en el pecho de JiMin que se contagió al suyo. Era algo que sucedería, pelear era el último de sus planes, pero su lobo tomó el control más de lo que él habría querido. Fue una suma de cosas, pero eso no lo hacía menos culpable, solo menos consciente de sus acciones.

La rabia, su lobo y la angustia lo cegaron tanto que ni siquiera pudo darse cuenta del daño que le estaba haciendo a su omega. Sus tres labores principales: proteger, defender y cuidar, estaban siendo vulneradas al mismo tiempo y controlar a su enojado lobo fue lo más difícil después de controlar su acelerado corazón. El pánico corrió por sus venas cuando JiMin dijo el nombre de HyunSoo y lo único en lo que podía pensar era que JiMin había tomado una decisión estúpida.

Ignoró a la razón, a la lógica, y se encerró en la primitiva idea de que su omega lo había traicionado al darle pase al alfa que les hizo daño.

—¿Señor YoonGi? ¿A dónde va? —escuchó la pregunta de JungKook y sus pasos flaquearon, pero negó con la cabeza y siguió caminando, abriendo la puerta y cerrándola detrás de él—. ¡Señor YoonGi!

Sabía que si se quedaba ahí, probablemente le gritaría.

Él no estaba en condiciones de hablar en ese momento. Tampoco era buena idea quedarse en casa por la cercanía con la pequeña familia, así que entró a su departamento y buscó entre sus contactos el nombre de quien sea que pudiera recibirlo esa noche.

YiJeong no.

NamJoon no.

¿HyeJin? ¿Por qué todavía tenía su número?

Después de eliminar el contacto, seleccionó el siguiente contacto.

Se fue poco después, tomó a Holly, las llaves de su moto y una pequeña mochila. Necesitaba pensar antes de hablar otra vez, la cabeza le daba vueltas y su estómago se retorcía de pura rabia.

Necesitaba que alguien lo ayudara a calmarse.


JiMin se dio cuenta de que esta discusión no se resolvería pronto cuando la mañana del viernes llegó y él supo que YoonGi no había regresado a casa.

No fue difícil notarlo. Su lobo simplemente lo sabía, su lazo también, algo en él le decía que YoonGi simplemente no quería aparecer. Él se fue casi inmediatamente después de la discusión, pudo escuchar su puerta cerrándose, los pasos apresurados de Holly, incluso el rugir de su motocicleta alertando a todo el vecindario de su partida. Pensó que YoonGi regresaría esa mañana, pero no lo hizo, así que usó lo que le quedaba de esperanza para pensar que quizás lo haría en la tarde.

Por ahora, JiMin simplemente miraba el techo de su habitación, iluminado por la luz que entraba por su ventana, y suspiró pesadamente antes de levantarse de la cama con cuidado de no despertar a JungKook.

Eran las siete y media de la mañana cuando revisó la hora en su celular y decidió recostarse en el sofá para acurrucarse debajo de las mantas que había dejado ahí con la llegada del frío. Con esto, él buscaba tener la soledad que habría deseado tener en la noche, sólo quería poder sumergirse en su propia miseria un rato y tener la libertad de lloriquear suavemente sin las preguntas preocupadas de JungKook interrumpiendo sus lamentos.

Sin embargo, no iba a negar que la soledad era irritante y la incertidumbre revolvía sus entrañas de una manera nauseabunda. Él podía sentir una migraña acercarse por culpa del sueño que se acumulaba detrás de sus ojos y trató de volverse a dormir a pesar de que lo único que podía ver cuando sus párpados caían era una repetición en loop de la discusión con YoonGi.

Ellos se había peleado por una estupidez, era lógico que ninguno de los dos estaba cómodo con lo que sucedía y JiMin se preguntó incesantemente si quizás había hecho mal, si debió haber sido más cuidadoso, si acaso una palabra diferente en su discurso hubiera cambiado el rumbo de las cosas.

Él era consciente de que YoonGi era quien más había reaccionado, pero no entendía por qué fue tan repentino. Él no era así, YoonGi se podría sentar a hablar las cosas como una persona razonable, JiMin ni siquiera se imaginó que él podría enojarse tan rápido, mucho menos enojarse en general.

Bueno, él era humano, claro que podía enojarse, pero eso no quitaba que fuera extraño para él.

JiMin se acomodó en el sofá y sacudió la manta, lo que provocó que una hoja de papel cayera de la mesita de centro al suelo. El omega la recogió para volverla a colocar ahí, pero antes de hacerlo le echó un pequeño vistazo. La hoja no estaba vacía, era el dibujo que JungKook hizo la noche anterior para YoonGi en donde la pregunta de "¿quiere ser mi papá?" se encontraba garabateada arriba.

Él volvió a sentir un revoltijo en su estómago y dejó la hoja en la mesita para poder acurrucarse contra el respaldo y descansar un rato. JungKook había planeado durante días cómo preguntarle a YoonGi sobre el tema, un dibujo fue su mejor opción, pero al parecer los planetas se habían alineado para que todo saliera mal.

En algún momento de su autocompadecimiento, JiMin sintió su celular vibrar y lo tomó rápidamente con el deseo de encontrar alguna notificación de YoonGi, pero sólo era un mensaje diferente, directo de un número que él no tenía registrado en su lista de contactos y que le avisaba cuál era el restaurante en el que iban a comer para hablar.

JiMin suspiró profundamente, movió sus dedos por la pantalla y agendó el nuevo contacto como «imbécil» antes de contestar un "ok" y bloquear la pantalla una vez más.

¿Así que de este modo iban a ser las cosas?

No podía creer que se había peleado con su novio por culpa de su ex.

¿Qué era esto? ¿Una mala película?

El bufó y tomó el celular otra vez. Ahora eran las nueve. JungKook usualmente dormía hasta las doce y JiMin lo iba a dejar disfrutar de sus últimos días de descanso antes de que las clases comenzaran.

Le envió un mensaje a TaeHyung, diciéndole que necesitaba contarle algo importante y esperó su respuesta. Quince minutos después, su mejor amigo lo llenó de preguntas que JiMin respondió pacientemente hasta que, de repente, el beta lo estaba llamando.

Sin mucha energía, JiMin contestó.

¡Me tienes que estar jodiendo! —exclamó del otro lado, irritado—. ¿Tú tienes que lidiar con tu ex y él tiene el descaro de enojarse? ¡Lo mato!

Esta era la razón por la cual JiMin no quiso llamarlo en un primer momento, no estaba seguro de si quería el apoyo entre gritos, pero entendía por qué su amigo estaba así de ofendido. TaeHyung siempre estaría de su lado, aún si JiMin mataba a alguien por la razón más estúpida posible, su mejor amigo estaría ahí para argumentar que la otra persona lo tenía merecido y quizás JiMin necesitaba un poco de eso ahora mismo.

—Ah, Tae, no lo sé —se lamentó, masajeando su frente—. ¿No crees que metí la pata? ¿Debí haberlo abordado diferente?

¡Claro que no! —volvió a vociferar como si JiMin hubiera preguntado una tontería—. A ver, siempre hay cosas que podemos hacer diferentes, pero el "hubiera" no existe y esto no era algo por lo que ponerse a discutir de esta manera. Lo más lógico habría sido que se sentaran a pensar en una solución, pero YoonGi fue directo a pelear, ¡eso no está bien!

JiMin suspiró. Él había llegado a una conclusión parecida, pero ser entendido le llenaba de un poco más de calma.

—No me gustaría señalar culpables.

Mira, yo sé muy bien que tú te cierras mucho a decir las cosas, pero este no es el caso, quien se cerró fue él y te echó la culpa a ti por "darle permiso" al idiota este, ¡no tenías opción! HyunSoo te amenazó con un abogado —señaló, aunque finalmente carraspeó—. Aunque, aquí entre nosotros, me parece que en un juicio tú tienes muchas más chances de ganar.

—Sabes que él tiene dinero y yo la verdad no quiero hacer que JungKook pase por eso. Llámame mal padre, pero habría preferido mil veces que siguiera ignorando a JungKook, ¿ahora qué? ¿Tengo que obligar a mi hijo a conocer a alguien a quien él no tiene interés de conocer? Hace días tuvimos esa charla y él no quiere saber nada de HyunSoo, ¿qué se supone que tengo que hacer?

Mierda, Mimi —se lamentó TaeHyung—. ¿Realmente crees que él haya regresado para ser parte de la familia feliz que nunca fue?

—Espero que no —dijo con espanto—. Por eso mismo creo que es lógico hablar con él, mínimo saber qué es lo que quiere y a qué me estoy enfrentando. Podría ser muchísimo peor, él simplemente me habría enviado una nota de un juez o algo así para pelear por la paternidad, al menos tuvo la decencia de avisarme que quería hablar.

Bien, a pesar del pánico, pensaste en tus opciones —razonó—. ¡El estúpido de YoonGi no lo hizo!

JiMin suspiró y se colocó una mano en el rostro.

—Él no sabe lo que es ser padre, mucho menos un padre soltero.

No lo defiendas —resopló TaeHyung—. Está perfecto que estés enojado ahora, él tiene que venir a pedir perdón, si es de rodillas mejor. Tú también tienes el derecho a saber qué ha sucedido todos estos años, sé que no necesitas disculpas, pero tal vez este ha sido el cierre que has estado esperando.

JiMin suspiró.

Él realmente no quería tener un cierre, menos si eso implicaba tener que hablar con HyunSoo más de cinco minutos. Si verlo apenas en la puerta de su casa había sido suficiente para revolver su estómago, no sabía cómo se supone que sobreviviría a una cena con él.

—Debí haberlo demandado hace años, ¿no?

TaeHyung lo meditó un momento.

Todavía lo puedes hacer —razonó y JiMin frunció sus labios—. Mira, quizás habría sido mejor que sí, pero entiendo por qué no lo hiciste, tenías miedo de lo que pudiera pasar —empatizó—. Toda su familia estaba loca. ¡La bruja de mierda, por ejemplo!

JiMin tarareó.

—Él me dijo que ella falleció hace poco.

TaeHyung enmudeció y de repente una carcajada se escuchó del otro lado, provocando así que JiMin apretara los labios para no echarse a reír también.

—No deberíamos reírnos de eso... —murmuró el omega.

¡No me importa! —siguió riéndose—. ¿Qué le pasó? ¿Se mordió la lengua la víbora esa?

—Ni idea, no le pregunté —resopló con gracia y negó con la cabeza para espantar las risas—. En fin, gracias... realmente me sentía como un estúpido cuando YoonGi se fue.

El único estúpido aquí es él —acusó—. Entiendo que no te guste la idea de que tu pareja vea a su ex, pero por la sagrada Diosa, eso no significa que van a coger.

—No sé si sean celos, exactamente —dudó—. No creo que YoonGi desconfíe de mí o sea así de inseguro, hemos hablado de HyunSoo antes y no ha reaccionado así.

Más le vale porque pelear contigo por celos y hacerte sentir mal es mi límite, lo mataría.

JiMin resopló con gracia mientras raspaba el cuero de su pulgar con la uña de su índice. Hace mucho que no se muerde las uñas, pero ahora estaba teniendo la repentina necesidad de hacerlo mientras hablaba con TaeHyung.

—Quizás es cosa de alfas.

Claro que es cosa de alfas, son todos iguales —se quejó—. Seguro que cuando hables con él te dirá que tiene que ver con su territorio o algo así.

Eso tenía un poco de sentido.

—Mh, suena lógico.

Pero esa no es excusa para que te trate así.

—Yo tampoco fui muy amable, Tae.

Eso fue porque ya estabas mal —refutó—. Tú le dijiste que no querías hablar y él insistió, también trataste de cortar la conversación y él siguió insistiendo. Inevitablemente iban a terminar discutiendo porque él no quería dar su brazo a torcer y tú estabas a punto de explotar.

JiMin zumbó, pensando en ello, y se mordió la punta del pulgar.

Su discusión fue una seguidilla de cosas que salió mal, pero las palabras de YoonGi habían sido hirientes y él sabía que seguro alguna de sus propias palabras pudieron herir al alfa. JiMin simplemente quería hablar con él, disculparse por sus errores y recibir disculpas de igual manera, resolverlo como el par de adultos que eran.

Lo extrañaba.

Quería golpearlo por reaccionar como lo hizo, pero lo extrañaba tanto que el corazón le pesaba.

Su lobo yacía recostado sin ánimos, esperando por su alfa y contagiando a JiMin de su apatía. Era increíble cómo todas sus emociones estaban a flor de piel en ese momento, tanto que un par de lágrimas se acumularon en los bordes de sus ojos al pensar en la posibilidad de que esta pelea durara más de un día. No podía soportar estar así más tiempo, su felicidad dependía en gran medida de YoonGi, ¿es que acaso no había peor manera de condenar su estado de ánimo?

¿JiMin?

—¿Mh?

Tranquilo, ¿sí? —le dijo en un tono diferente, uno bajo y cariñoso, comprensivo. JiMin sintió que las ganas de llorar aumentaban y apretó sus labios para no sollozar—. Esto se va a solucionar, es solo una tonta discusión. YoonGi no es el tipo de persona que hiere y se va, él metió la pata como todo el mundo en algún momento de su vida y seguramente después de una charla ambos se van a estar riendo de esto.

JiMin sorbió su nariz y se pasó su mano libre por su rostro, quitando las lágrimas que trataban de deslizarse por su cara para caer en el acolchado sofá.

—¿Tú realmente lo crees? —preguntó con su voz temblorosa—. Se veía tan enojado...

Claro que lo creo —respondió con seguridad y cariño—. Estoy enojado con él, pero tengo que admitir que YoonGi se comunica mejor que cualquier adulto de su edad, quizás solo necesita tiempo. En cualquier momento va a volver para explicarse, no te preocupes, Mimi.

JiMin asintió a pesar de que TaeHyung no podía verlo y volvió a aspirar con fuerza. Su cara se sentía húmeda y caliente por el llanto, pero al menos no se había deshecho en sollozos.

—Está bien —suspiró—. Gracias, Tae.

No hay de qué, mi corazoncito de melón.

JiMin rió suavemente por el apodo y fue acompañado por la risa risueña de su amigo.

¿Sabes qué es lo que tienes que hacer ahora?

—¿Qué? —preguntó, mucho más tranquilo.

Pensar en un outfit lindo, un buen maquillaje y accesorios bonitos para que el maldito de tu ex se retuerza en su silla de la envidia.

JiMin comenzó a reírse otra vez.

—Tae, por la Diosa...

Lo digo en serio, ponte lindo e inalcanzable, no demasiado como para que crea que lo haces por él, pero lo suficiente como para que se de cuenta de su error y tú puedas reírte en su cara. Luego se va a arrodillar a pedir perdón y tú dirás: "¡No! Ya estoy comprometido y estoy esperando otro bebé del hombre que amo".

—¿Por qué un bebé? —se carcajeó suavemente—. ¿Qué clase de escenario es ese?

Es el mejor escenario del mundo, JiMin. Si esto fuera un drama, sería espectacular —se defendió—. Y lo del bebé es genial, imagina la cara que pondría.

—Eres un tonto.

TaeHyung se rió y JiMin escuchó un poco de movimiento del otro lado.

¿Necesitas que cuide a JungKook el sábado? —preguntó de repente—. Entiendo que la cena se puede alargar hasta muy tarde en la noche.

—Me haría sentir muy culpable, pero me gustaría —suspiró—. También necesito un poco de tiempo a solas para sufrir. Ayer no pude hacer nada porque Kookie quería dormir conmigo y yo también necesito llorar un poco.

Ah, Mimi —se lamentó su amigo—. ¿No prefieres venir a casa cuando todo acabe? Así dormimos los tres juntitos, como esas pijamadas que hacíamos, y me cuentas qué tal.

—Lo voy a pensar —acarició su manta. Estaba comenzando a hacer frío y él sólo quería sentirse cálido un rato—. ¿Mañana vamos a comprar el uniforme de JungKook, verdad?

¡Claro que sí!

—Perfecto —se subió la manta hasta el cuello y se acurrucó contra el sofá—. ¿Por qué no me cuentas sobre la fiesta de Jackson? Ayer no hablamos.

Oh... no sé, salió bastante bien, pero no sé si sea buena idea hablar de eso ahora.

—Ay, Tae. Quiero saber todo, ignora que estoy triste, vamos. Esto me va a ayudar con mi humor.

Si tú lo dices... Bueno, prepárate —tomó aire y suspiró—. Él me fue a buscar a mi casa con su jodido sedan color negro y, ya sabes cómo soy, le empecé a hacer ojitos. Entonces él me dijo "te ves precioso hoy", ¡y me besó! —se rió risueño y JiMin lo acompañó, pateando sus pies en el sofá—. Fuimos a la fiesta y había mucha gente famosa, vi a muchos idols y casi me muero porque me saludó un actor. También conseguí muchos autógrafos, luego te enseño.

—Qué envidia —se quejó.

De todos modos, yo no encajaba ahí, era mucha gente guapa y poderosa, yo soy un semi-psicólogo que le da de comer a los viejos, me sentía intimidado.

—Cállate, Tae. Eres precioso, cualquiera pensaría que eres un idol.

Me harás llorar —le dijo con chillido y JiMin volvió a reírse—. ¡Oh! Nosotros llegamos temprano, Jackson se tardó un poco más en llegar, pero cuando lo hizo, saludó a todo el mundo, incluyéndome —chilló y JiMin volvió a patear sus pies—. Traté de actuar cool y todo, pero sólo le sonreí, le dije que era su fan y me dio un abrazo. Luego se fue a bailar con la gente que sí conocía, claro.

—¿Y NamJoon?

Tuvo que dejarme solo un momento para ver que todo estaba saliendo bien. Cuando estuvo libre me sacó a bailar y... bueno, hubo un par de besos en el medio, no te voy a mentir —JiMin volvió a reírse—. Jackson también nos dio recuerdos de la fiesta cuando nos íbamos, son algo así como merch exclusiva, y NamJoon te va a dejar el suyo porque sabe que te gusta.

JiMin chilló.

—Gracias, NamJoon, te amo —pataleó.

Le diré —JiMin frunció sus cejas cuando escuchó movimiento del otro lado, luego la voz de Tae diciendo algo que no alcanzó a escuchar y luego otra vez movimiento, específicamente de sábanas chocando una contra otra—. Dice que no hay de qué.

JiMin se quedó en blanco.

—¿Dónde estás? —preguntó escandalizado.

Eh... —resopló—. Esa es la parte graciosa.

—¡TaeHyung, es viernes! —gritó en voz baja para no levantar a JungKook—. Tú, hijo de...

¡No me juzgues! —se apresuró mientras JiMin estaba tratando de contener sus propias risas—. Mira, cuando él fue a dejarme en casa pasaron un par de cosas... me invitó a venir y bueno, una cosa llevó a la otra... y me quedé a dormir.

—Dormir.

Más o menos.

—¿Dos días?

No, a ver. Me desperté el jueves a la mañana, desayunamos, luego comimos...

—¿Desayunaron y luego comi...? Olvídalo, ya entendí —gimió con asco y su amigo se rió—. ¿Luego?

Luego me fui a casa para ducharme, vestirme e ir a trabajar. Cuando terminé mi horario, NamJoon me preguntó si quería tomar algo así que salimos de nuevo y, ups, llegué a su casa otra vez —dijo con diversión—. Así que estoy aquí. El domingo vamos a salir de nuevo.

—No lo vayas a desgastar, Tae —se burló, provocando que su amigo se riera—. Dime que él no escuchó nada de lo que hablamos sobre YoonGi.

Claro que no. Le dije que necesitaba hablar contigo en privado y se fue a hacer el desayuno —entonces se quedó callado un momento—. Oh, me acaba de avisar que está listo. ¡Ya voy!

—Suena como la cita perfecta, me alegro por ti.

Gracias, amorcito —le lanzó un beso a través de la línea—. Él es un amor de arriba a abajo, me da mucha curiosidad saber porque su matrimonio no salió bien —comentó en voz baja.

—YoonGi dijo algo sobre que la química no funcionó muy bien —se encogió de hombros—, pero ni idea, cuando logres sacarle la historia, me cuentas.

—Claro que sí —le dijo como si fuera obvio y luego se escuchó de nuevo el sonido de las sábanas—. Bueno, me iré a comer algo que no sea un nudo —avisó y JiMin hizo un sonido de asco mientras se carcajeaba—. Nos vemos mañana, mi vida.

—Nos vemos, Tae... —viró los ojos con diversión.

JiMin suspiró cuando se encontró con la soledad una vez más y se asomó por el respaldo del sofá para ver la puerta de su habitación, solo para corroborar que siguiera cerrada. JungKook seguía dormido, así que él podía pensar en su sufrimiento un poco más antes de que se viera obligado a empezar el día.

A lo lejos, podía ver las flores amarillas marchitándose en la mesa de la cocina y su corazón se sintió pesado por el recuerdo fresco del alfa llevándolas con una enorme sonrisa en el rostro. Ahora las flores se estaban muriendo, aún con agua en su improvisado jarrón, y JiMin podía entenderlas a la perfección.

Por si fuera poco, tenía la sensación de que su lobo estaba un poco más ansioso de lo normal.

Debería comprar supresores, sólo por si acaso.


YoonGi suspiró con sus ojos cerrados mientras los delgados dedos de la omega peinaban su cabello con cuidado. Él siempre había sido fanático de este tipo de mimos, así que cuando SooYoung se ofreció a hacerlos mientras estaban en el sofá, no dudó en aceptar.

—Entonces —comenzó ella—, ¿podrías decirme por qué exactamente te enojaste? El otro día llegaste enfurecido como un toro y asustaste a los niños.

—Ya te lo dije —murmuró—, no quiero que JiMin vaya a verlo.

Ella zumbó.

Cuando YoonGi llegó a su casa después de la pelea, casi tiró su moto en el estacionamiento y fue recibido por su preocupada hermana, quien lo controló con un par de palabras firmes y miradas acusatorias. Su esposo llevó a los niños al parque para darles espacio y el par de hermanos se sentó a hablar en el sofá de la sala durante al menos una hora para que YoonGi pudiera desahogar todo lo que sentía. Ella no pudo opinar mucho, sabía que no sería buena idea en ese momento, y le ofreció una habitación para que pudiera dormir tranquilo cuando su charla acabó.

La mañana del viernes, YoonGi se fue a trabajar e hizo más horas extras de las que había hecho en su vida. Se quedó ahí hasta las ocho y media de la noche, ocupado con cualquiera de los arreglos pendientes que tenían en la semana. Él no quería tener un segundo libre para evitar que su cabeza lo volviera loco, pero mantener el cuerpo ocupado tampoco le ayudó mucho porque el malhumor lo llevó a tirar piezas, gruñir de pura rabia y asustar a los empleados que estuvieron a su alrededor durante el horario que correspondía. Él solo se fue de ahí cuando su hermana lo llamó y le reclamó que estaba siendo un idiota y que tenía que regresar a casa para comer algo.

Esa noche, YoonGi también se fue a dormir sin decir mucho más y SooYoung se cansó de esperar a que su hermano entrara en razón, así que el sábado, cuando logró sacarlo de la habitación y notó su aroma más suave, lo obligó a sentarse con ella en el sofá una vez más.

No era la primera vez que YoonGi tenía este tipo de arranques, una de las tantas veces ocurrió cuando ella comenzó a salir con un beta dos años mayor y tenía mucho sentido que su hermano se pusiera todo sobreprotector al respecto, pero esa era otra historia. Ahora, ella sabía un poco más sobre cómo lidiar con el malhumor de un alfa como YoonGi.

—Vamos, Yoon —tiró de un mechón de su cabello y provocó una mueca en el rostro de su hermano—. No puedes estar enojado por algo así, eres mejor que esto. Has estado encerrado dos días en la habitación de juegos de los niños, podrías ser un poco más honesto contigo mismo y conmigo. Ya escuché tu discurso enojado, ahora dime el verdadero.

El alfa suspiró, aunque sonó más como un bufido.

—Pues es verdad que me enoja que JiMin haya cedido tan fácil.

Ella viró los ojos.

—YoonGi, después de pensarlo un poco, creo que JiMin hizo lo que tenía que hacer —su hermano la miró con extrañeza—. A ver, su ex apareció prácticamente amenazándolo con un abogado. Yo también estaría asustada, no podías esperar a que él entrara a preguntarte qué opinabas y luego que volviera a salir para decirle a su ex algo como: "ya lo hablamos y decidimos que no te queremos aquí".

—Eso lo sé, pero me habría gustado que me avisara que necesitaba ayuda y no lo hizo.

—Eso tiene sentido, ¿pero qué ibas a hacer tú? —cuestionó ella—. ¿Golpearlo? —YoonGi la miró por un largo momento—. Oye, yo no soy abogada, pero creo que eso habría resultado en que te demanden a ti por agresión y el tipo se enoje con JiMin, lo cual sería muchísimo peor.

El alfa bufó, llevando una mano hasta su cara para masajear su frente.

—No es justo.

—Creo que si yo fuera él, habría hecho lo mismo —dijo ella y YoonGi abrió los ojos para mirarla con reproche—. ¿Qué? Aun si mi esposo hubiera hecho lo mismo que el ex de JiMin, creo que la desesperación me habría hecho aceptar. Él lo hace por su cachorro y, suena horrible, pero aunque ese tipo no haya estado nunca, sí debe tener algún tipo de derecho legal.

—Eso es una mierda —resopló con fastidio.

—No sé tú, pero podría haber sido muchísimo peor. No creo que sea tan malo que JiMin vaya a hablar con él y ver qué es lo que quiere.

—¿Y qué? ¿Dejar que conozca a JungKook como si nada? —preguntó con un tono indignado—. No es justo, yo me esforcé desde el primer día para ganarme su confianza, ¿y ahora viene él a querer entrar como si nada? ¿Qué pasa si JungKook siente esa conexión familiar con él? Nuestra propia relación podría irse a la mierda.

—YoonGi —reprochó ella, mirándolo con comprensión—. Los niños no son así, ellos sí se encariñan fácil con las personas, pero no se alejan de la gente como si no les importaran. Ese cachorro te quiere, te lo ha dicho explícitamente, ¿ese es tu miedo? ¿Que ya no te vea como te ve ahora?

YoonGi se quedó callado, apretando la mandíbula mientras un nudo se apretaba alrededor de su garganta y le cortaba el aliento. Se sentía un poco más vulnerable ahora, preocupado y ansioso como había estado cuando llegó.

—Ay, hermanito —consoló ella y YoonGi pudo sentir su labio temblar sólo un poco—. El amor no se construye por arte de magia, ese hombre no tiene nada que ver con tu pequeña familia, ellos son tú manada, y entiendo que quieras cuidarlos porque siempre has sido ese tipo de alfa, pero realmente creo que no tienes nada de qué preocuparte. JiMin te quiere, JungKook te quiere, ellos te adoran, ¿por qué iban a preferir a alguien que los abandonó?

—Es que... —su voz tembló y él tomó un poco de aire—. Estábamos bien, él no tenía por qué aparecer, esto no tendría que haber pasado. ¿Por qué no simplemente se va otra vez y nos deja en paz? —se cubrió la cara con ambas manos.

SooYoung suspiró y acarició el cabello de su hermano un poco más. La respiración de YoonGi se tornó irregular y ella supo que esto debía estar jodiendo la cabeza porque su hermano casi nunca lloraba, él simplemente se mantenía sereno y firme, demostrando ser lo suficientemente fuerte como para lidiar con sus propias emociones. Verlo así le rompía el corazón.

—Lo siento mucho, YoonGi —le dijo con cuidado—. Entiendo que es horrible tener que lidiar con esto, pero creo que esta es la parte inevitable de salir con un padre soltero —razonó ella con comprensión, tratando de que no se pierda el punto de la conversación y que YoonGi no se dejara llevar por sus propios pensamientos—. JungKook siempre estará atado a su otro padre por sangre y es decisión de él si quiere mantener ese vínculo o no, pero tú eres otra persona, eres la actual pareja de su papá y él te adora, no va a dejar de hacerlo solo porque un idiota quiere conocerlo, él es prácticamente tu cachorrito y tu eres su YoonGi.

YoonGi aspiró tembloroso y se quitó las manos de la cara. Sus ojos se encontraban rojos en ese momento, pequeñas lágrimas acumuladas en sus bordes. Él no quería compartir a su pequeña manada. Lo injusto de todo esto le molestaba, le producía migraña y estrés, pero ahora, pensándolo con la cabeza un poco más fría que hace un par de días, quizás era así como simplemente debían ser las cosas.

Era una mierda, una absoluta mierda, pero quizás él simplemente debía resignarse con algunas cosas.

—Oye, no creo que JiMin lo esté pasando mejor que tú —agregó su hermana al verlo tan callado—. Él fue abandonado con un cachorro en su vientre, fue rechazo por su pareja de ese momento, tuvo a un bebé en soledad y ahora ese mismo hombre quiere venir a conocerlo. Él debe estar sufriendo muchísimo... y tú no deberías estar aquí, deberías estar en casa apoyándolo. Ambos deberían apoyarse.

Y fue entonces que YoonGi se dio cuenta de que había fallado en una de sus importantes tareas: cuidar.

Él no estaba ahí con su pareja para ayudarle con la tristeza, se había enojado, le había discutido y se había ido preso de su propia rabia sin pensar en las consecuencias que sus acciones podían tener sobre el corazón de su amado. El paralelismo de su propia ida con la de HyunSoo le hizo revolver el estómago y, fugazmente, se preguntó si acaso JiMin sintió alguna especie de deja vu cuando él se fue de casa esa noche.

—Soy un idiota —exclamó en reconocimiento, sentándose de golpe en el sofá.

SooYoung estuvo de acuerdo, pero no creyó que fuera necesario repetírselo a su hermano.

El alfa jadeó, mortalmente consciente ahora de que era exactamente así como debía estar sucediendo. Se había concentrado tanto en su propio enojo que no pensó en lo que podría estar sintiendo JiMin, su novio que lo miró con ojos llenos de lágrimas antes de que él decidiera irse.

Su lobo caminaba en círculos, ansioso por ver a su omega, ansioso por no saber qué era lo que estaba pasando. Él también se sentía como un idiota, por culpa de su explosiva reacción JiMin se había enojado con él y probablemente lo había herido, así que ahora su animal espiritual gemía adolorido y pedía por su presencia, pero JiMin no podría escucharlo.

—Todo esto es culpa de mi lobo —se lamentó, encajando su mano en su pecho y apretando la zona de su corazón—. Que JiMin le haya dado permiso me... me hizo enojar mucho, pero mi lobo estaba furioso. Me cegué.

Su hermana olfateó el aire y captó un pequeño picor en el aroma de su hermano..

—Tu celo está cerca, YoonGi —dijo ella con reconocimiento y él se sentó a su lado para asentir con preocupación—. Eso debió ser lo que hizo que llegaras a tu límite —se encogió de hombros—. Es cuestión de sumar factores.

YoonGi la miró por un largo momento.

—Se supone que JiMin verá a HyunSoo hoy.

—¿Y qué vas a hacer?

—Sería estúpido encerrarlo en su casa, ¿no?

Ella rió.

—Bastante —le dio un golpecito en su frente y se cruzó de piernas sobre el sofá para encarar a su hermano—. A ti no te molesta ese tipo, mi hermano no es un inseguro cualquiera, te molesta que se acerque a tú territorio.

—No sé si eso suena peor —hizo una mueca con sus labios—. Si le digo eso a JiMin va a patearme y me va a decir que esa no es excusa para ser un idiota.

—Tendría razón.

El alfa resopló y se cubrió la cara con ambas manos.

—¡Ya lo sé!

Su hermana viró los ojos y tomó sus manos.

—Mira, solo ve a disculparte, dile que te equivocaste y que eres un tonto, él lo entenderá —le aseguró—. No es bueno para ninguno de los dos estar así de separados, menos sabiendo el lazo que los une.

—¿Desde cuándo te volviste tan sabia? —preguntó con aparente fastidio—. Se supone que eres mi hermanita menor, no al revés.

—Uno llega a una edad... —bromeó y cuando YoonGi estuvo a punto de hacer un chiste al respecto, ella se apresuró—. ¿Y si le compras algo?

—¿Un regalo de perdón?

—Podría funcionar.

YoonGi pensó un momento, no creía que fuera correcto aparecer con algún ramo de flores, esperando que eso ablandara lo suficiente el corazón de su novio como para que lo perdonara.

Sin embargo, esa pequeña reflexión le hizo recordar algo.

—Creo que ya tengo un regalo.


JiMin no era el único que no tenía muy buen humor.

JungKook no había dicho más de un par de palabras desde que salieron ese sábado para comprar su uniforme. JiMin sabía que su hijo estaba triste no solo por su cara, sino también por su aroma amargo a uvas. La última vez que lo vio así fue cuando olvidaron a Jojo en una tienda y su cachorro pensó que de verdad lo había perdido, pero esta situación era un poco más complicada porque ni siquiera abrazar a su peluche lo consolaba.

Esa mañana de sábado, después de un pésimo viernes, JungKook no le preguntó por YoonGi, sólo se sentó en el suelo frente a la puerta de entrada esperando los pasos del hombre detrás. Él sabía que como era sábado YoonGi tendría que aparecer tarde o temprano, pero eso no pasó y JiMin tuvo que llevarlo a su habitación para vestirlo y así poder salir con TaeHyung.

—¿Quizás estaría bien una talla más grande? —le preguntó JiMin a la encargada de la tienda, la cual era la distribuidora de los uniformes de las escuelas circundantes. Ella asintió y se llevó el par de camisas para buscar otra talla.

JungKook se encontraba dentro del vestidor, mirando aburridamente el espejo. TaeHyung estaba afuera, bostezando con flojera.

—¿Estás bien, amor? —le preguntó JiMin.

JungKook se encogió de hombros.

—¿Qué pasa? —acarició su cabello—. ¿No quieres ir con el tío Tete hoy a hacer una pijamada?

—¿Por qué? —preguntó bajito—. ¿Por qué tengo que ir? ¿Vas a salir con el señor YoonGi?

JiMin apretó sus labios.

—No amor, otra vez tengo que trabajar —mintió.

JungKook zumbó.

—¿No me puedo quedar con el señor YoonGi? —preguntó con su voz baja y mirada en el suelo.

—No, Kookie —negó con pesar—. Ya te dije que él también está un poco ocupado. Tiene cosas que hacer en su taller. Quizás vuelva estos días.

JungKook miró hacia otro lado, sin estar seguro de lo que decía su papá. No le estaban explicando nada y él no era tonto.

—Él está enojado —eso no fue una pregunta, JiMin se dio cuenta—. Ustedes discutieron, yo lo escuché —agregó antes de levantar la mirada hacia su papá—. ¿Por qué se pelearon?

JiMin se quedó un momento en silencio, sin estar seguro de qué decir.

—¿El señor YoonGi ya no quiere estar con nosotros? —preguntó con un puchero triste, sus ojos brillantes por las lágrimas—. ¿Ya no nos quiere?

A JiMin se le apretó el corazón y se arrodilló frente a su hijo para sostener su pequeña cara. JungKook sollozó y sorbió su nariz, mirando a su papá con ojos tristes.

—Kookie, no pienses eso —negó con la cabeza—. YoonGi te adora. Él y yo solo tuvimos un pequeño malentendido, pero eso no significa que él ya no nos quiera. Tú y yo también peleamos a veces, ¿verdad? —JungKook asintió, pero su puchero solo se pronunció un poco más—. ¿Viste? Es normal que pase, ya va a pasar. Él sólo necesita un momento a solas, todos lo necesitan.

—Pero no vio mi dibujo —murmuró, juntando sus manos y bajando la mirada.

JiMin suspiró y pensó en que YoonGi debería pensar en una disculpa increíble para arreglar el pequeño corazón roto de su hijo.

—Él lo verá, mi amor —lo hizo mirarlo una vez más—. Lo prometo.

JungKook frunció sus cejas y observó a JiMin por un largo momento.

Entonces, la encargada de la tienda regresó con un par de camisas más y el omega se apresuró a tomarlas.

—Ven, vamos a terminar de probarte tu ropita y luego vamos por un helado, ¿sí?

JungKook asintió.

Una vez finalizadas las compras, JiMin y TaeHyung se llevaron a JungKook a una heladería. El niño no habló mucho tampoco a pesar de estar comiendo su postre favorito. TaeHyung intentó hacer un par de chistes para animarlo, pero el pequeño solo apretaba sus labios en una muy pequeña sonrisa o resoplaba suavemente.

Ellos siguieron juntos hasta que la tarde llegó y TaeHyung le dijo un par de veces a su amigo que le rompía el corazón ver a JungKook tan desanimado, que si YoonGi no se disculpaba pronto con él, iría a buscarlo para matarlo. Si había algo que el beta odiaba más que los alfas idiotas era ver a su pequeño sobrino triste y era un sentimiento que JiMin compartía con él. El enojo con YoonGi era en su mayoría por JungKook, esto era lo que temía cuando comenzó una relación con él, así que debía resolverse pronto.

TaeHyung llevó a JiMin hasta su casa cuando el reloj marcó las cinco de la tarde y el omega se despidió de su hijo con un beso en su frente. JungKook formó un puchero una vez más y tomó la cara de su papá para que lo mirara.

—Habla con el señor YoonGi, por favor, papi.

JiMin frunció sus cejas con dolor y asintió.

—Lo haré, lo prometo.

Cuando miró a TaeHyung, el beta hizo un gesto de cortar cabezas que claramente iba dedicado a YoonGi y JiMin tenía que admitir que eso sí le hizo un poco de gracia.

Después, el omega atravesó el pasillo de su edificio con calma antes de llegar a su puerta y miró hacia el departamento de YoonGi un momento, sólo para darse cuenta de que seguía sin haber nadie en casa. No podía sentir la presencia de su novio cerca y su lobo gimió adolorido, pidiendo por un alfa que estaría en quién sabe dónde y haciendo quién sabe qué.

Él decidió que no se estresaría de más por ello y se metió a su departamento. Suspiró profundamente y, después de asegurarse de que estaba en absoluta soledad, pensó que comenzaría a llorar.

No lo hizo, sin embargo.

Estuvo un largo momento mirando a la nada, su cabeza en blanco. Ya ni siquiera estaba enojado, sólo estresado. No quería que esto se alargara otro día, ¿qué haría el doming? ¿El lunes? JungKook iba a empezar clases, ¿y ellos iban a seguir peleados? ¿Estaban peleados realmente? ¿Quizás JiMin debería ir a buscarlo? ¿Llamarlo? ¿Tratar de saber dónde estaba para contactarlo? TaeHyung le dijo que NamJoon no sabía nada de YoonGi, al menos el viernes cuando le preguntó.

Él suspiró y caminó hacia su habitación. Escogió su ropa, abrió el agua caliente y se metió debajo de la ducha durante un largo rato. La cena sería a las nueve de la noche y él aprovechó todas las horas de soledad que le quedaban para fingir que no se estaba arreglando para una cena con su ex, sino que estaba teniendo un momento para sí mismo.

Se colocó un labial rosa sobre los labios, un poco de sombra, una camisa blanca y un suéter color gris oscuro encima, pantalones de vestir marrones y un par de zapatos que había apartado para usar en la defensa de su tesis. Bueno. Se veía elegante, lo suficiente como para entrar al tipo de restaurante al que lo había invitado HyunSoo y, mientras veía la hora en su celular para calcular el tiempo que le quedaba de libertad, su lobo se estremeció.

YoonGi había llegado a su casa.

JiMin miró en dirección a la puerta de su casa cuando salió hacia la sala de estar, incrédulo. Agudizó el oído, prestó atención a los movimientos en la casa de enfrente, y pudo escuchar pasos, movimiento.

Él tragó.

Quizás habría sido mucho mejor que YoonGi no se apareciera sino hasta el domingo cuando la cena de HyunSoo haya pasado a segundo plano, cuando JiMin no se sienta tan frágil. Él no quiere irse a la cena con lágrimas en los ojos o con el corazón acelerado por la presencia de su novio. Ellos no podrían tener una charla ahora, le quedaba una hora a JiMin para llegar, ¿quizás YoonGi había regresado para buscar algo y luego se iría? ¿Él debería esperar?

Aun así, él no podía negar que una parte suya le pedía que por favor abriera la puerta. La idea de irse sin ver a YoonGi, sin saber si el alfa estaba bien o no, le generaba un malestar peor que la tristeza. Su lobo aulló, en pedido de su pareja, y JiMin se preguntó si YoonGi podía sentirlo, si iba a responder a ello.

Además, JiMin no quería irse de casa sin ser marcado por el aroma de su novio.

Él había considerado la idea de frotar contra su cuello la ropa que YoonGi le había dado, pero ya casi no tenía su aroma y no había mejor opción que el origen de la esencia. ¿YoonGi querría hacerlo? Que lo rechace sería muchísimo peor a que no lo hiciera.

JiMin esperó sin saber qué hacer, esperó a que el movimiento en la casa ajena se detuviera, esperó para estar seguro de que YoonGi se había ido.

Era un cobarde, claro, eso lo sabía.

Cuando faltaba media hora para la cena, JiMin consideró que ya no podía seguir fingiendo que no estaba ahí y caminó hacia la puerta para abrirla con cuidado.

Nada.

Él tragó y salió al pasillo, luego se giró para cerrar la puerta y ponerle llave.

Entonces, escuchó la puerta de YoonGi abrirse.

Se congeló.

Cuando miró por sobre su hombro se encontró con YoonGi parado en su propia entrada, sosteniendo el picaporte con fuerza y con la puerta abierta de par en par, una de sus manos apoyada en el marco de la puerta como si estuviera a punto de lanzarse hacia adelante.

Habían pasado dos días y, llámenlo exagerado, JiMin sintió un enorme peso bajar de sus hombros cuando vio a su novio de nuevo.

—¿YoonGi? —preguntó como si le doliera.

El alfa apretó el pomo entre sus dedos.

—JiMin.

Un sepulcral silencio se extendió entre ellos.

—¿Cuándo regresaste?

JiMin se dio cuenta de lo estúpida que había sonado la pregunta inmediatamente después de que la hizo porque sabía que sus lobos se habían sentido mutuamente, claro que él supo el momento en el que YoonGi llegó a casa y seguramente YoonGi sabía que su pareja estaba en su departamento cuando llegó. Esto era sólo una manera tonta de sacar conversación, pero YoonGi le siguió la corriente.

—Hace un rato —respondió él como si hubiera usado una enorme fuerza de voluntad para encontrar las palabras en su vocabulario.

—Ya veo.

Otra vez, silencio.

—¿Dónde está JungKook?

—Con Tae.

—Ah...

Silencio.

JiMin frunció sus labios y se giró para terminar de ponerle llave a la puerta. No creía que esto fuera a llegar muy lejos.

—Me tengo que ir.

—Espera.

JiMin jadeó cuando YoonGi tomó su brazo y tiró de él hasta que chocó contra su cuerpo. Cuando levantó su mirada, el alfa lo estaba mirando con tristeza.

—¿Por qué no tocaste mi puerta? —le preguntó como si eso no hubiera sido lo que JiMin estuvo meditando durante quizás una hora.

—Yo no... no quería molestarte —tragó.

—¿Todavía no has tenido la cena?

—No —respondió por lo bajo—. Debería estar allá en media hora.

YoonGi se sintió aliviado y se tomó el atrevimiento de negar.

—No vayas.

JiMin cerró los ojos un momento y se apartó del alfa porque no quería escucharlo siendo irracional otra vez, pero YoonGi seguía sosteniendo la parte baja de su brazo.

—No hagas esto ahora.

—Espera —le dijo suavemente, tirando de él una vez más. JiMin se resistió un poco, con la cabeza ladeada para no mirarlo—. Tenemos que hablar.

El labio de JiMin tembló y volvió a desviar la mirada, sus cejas fruncidas.

Había cierto aroma encima de YoonGi que él no podía reconocer.

—¿Dónde estabas? —preguntó con la voz apretada—. Hueles a omega...

—¿Eh? —lo miró con extrañeza—. No, no es lo que crees —se apresuró—. Estaba en casa de mi hermana, estos días estuve con ella —JiMin apretó sus labios y lo miró a los ojos, casi como si quisiera asegurarse de que no estuviera mintiendo—. Te lo juro por la luna, no sería capaz de hacerte algo así.

JiMin suspiró profundamente.

Claro que le creía, pero eso no impidió que su estómago se haya revuelto un poco.

—¿Si entiendes que estoy enojado contigo, no es así? —su voz trataba de escucharse dura, pero el temblor de sus palabras delataban lo frágil que se sentía en ese momento—. Actuaste muy mal el otro día. No tenías por qué gritarme o tratarme como lo hiciste —reclamó—. No te voy a perdonar tan fácilmente.

YoonGi suspiró, pero una parte de su corazón latía contenta porque JiMin estaba ahí con él. Además, le parecía adorable la manera en la que su novio trataba de verse enojado, pero su aroma a rosas dejaba en evidencia lo emocionado que estaba en ese momento y su mirada brillante le pedía que por favor no lo soltara.

—Lo sé, tienes todo el derecho de estar enojado conmigo —tomó sus manos y levantó hasta su rostro para plantar pequeños besos en ellas, provocando que el aliento del omega se quedara atorado en su garganta—, pero por eso quiero hablar contigo, quiero explicarle las cosas como corresponde.

JiMin creyó que lo mejor sería resistirse un poco, apartar sus manos, pero no encontró la fuerza para hacerlo, no cuando había extrañado tanto el contacto con YoonGi, no cuando su lobo aulló contento en su pecho.

—No me vas a comprar con besos, YoonGi —se quejó sin fuerzas y sin sonar seguro de sus palabras.

Y tal vez YoonGi sabía que él era débil.

—Lo sé, pero es que no puedo evitarlo.

JiMin apretó sus labios, mirando los profundos ojos oscuros del alfa sin saber cómo responder a esa declaración. YoonGi supo que ese era el momento para explicarse, así que tomó un poco de aire y suspiró.

—Escucha, sí me molesta que este tipo se aparezca como si nada y me parece lo más injusto del mundo, pero gran parte de mi reacción del otro día fue por culpa de mi lobo.

—¿Tu lobo? —frunció sus cejas.

—Mi celo está cerca y mis instintos están un poco fuera de control ahora —confesó, provocando que la mirada de JiMin cambiara a pura curiosidad—. JiMin, no sé si estás consciente de esto o no, pero yo los adoro, a ti y a JungKook. Ustedes ahora son mi pequeña manada y mi lobo se sintió amenazado, ver que alguien quería meterse en este lugar nos hizo enojar y me dejé llevar demasiado. Fui controlado por mi lado irracional, pero sé que eso no me da el derecho de haberme comportado como lo hice.

—No, no te lo da —suspiró, mirando a YoonGi con cautela, admirando la manera en la que el alfa besaba sus dedos con devoción una vez más. Aquella sensación cálida se instaló en su pecho, subiendo a sus mejillas y contagiándose a su sonrisa, pero él apretó sus labios para que no se notara—. No debería dejar que me beses...

YoonGi se detuvo un momento para mirarlo a los ojos, pero JiMin se mordió el labio y movió sus dedos para acariciar los labios de su novio. El alfa sonrió suavemente ante aquel permiso silencioso y continuó besando sus manos, pero no se detuvo ahí, él subió por su muñeca y siguió de largo por su brazo mientras JiMin hacía un enorme esfuerzo por no sonreír.

—YoonGi... ¿qué haces? —preguntó y resopló con diversión cuando YoonGi llegó hasta su mejilla—. Aish —se quejó en risas suaves—. YoonGi, esto es serio... —el alfa se apartó—. Mira, entiendo lo que sucedió, me gusta que nos veas como una manada porque nosotros te vemos de la misma manera, pero no entiendes lo mal que la pasé estos dos días. Te fuiste.

—Necesitaba calmarme y pensar porque si no mi cabeza no iba a llegar a ningún lado —JiMin lo miró con entendimiento—. Yo tampoco la pasé bien estando lejos de ustedes y lamento mucho las cosas que dije, no quería herirte —negó con la cabeza, serio una vez más—. Me enojé de más con la situación y, sé que suena estúpido, pero me da miedo que JungKook ya no me vea como me ve ahora. No quiero que lo conozca y piense que él es más su padre que... que yo...

—YoonGi —llamó JiMin con un tono comprensivo y amoroso en su voz. Su mano encontró su lugar en el rostro del alfa y lo acarició con cuidado, entonces YoonGi se inclinó hacia su toque—. JungKook te ama. Tú estuviste durante su presentación, cuidas de él con amor y lo tratas como si fuera tu cachorro, él no te cambiaría por nada, no preferiría a nadie por encima de ti.

—¿Cómo estás tan seguro? —lo miró con preocupación y JIMin pudo captar cierto temblor en su voz—. No sabemos si él sentirá alguna especie de conexión con HyunSoo por ser su hijo biológico o si le da curiosidad conocer a su verdadero padre. ¿Qué soy yo en contra de eso?

—Yoon, escúchame —pidió con calma y acarició su rostro una vez más para consolar la preocupación de su alfa—. JungKook no tiene interés en HyunSoo, hemos hablado de esto. Además, soy su padre, lo conozco mejor que nadie, él te ve con mucho más amor del que tu crees que te tiene. Simplemente recuerda qué fue lo que te dijo cuando nos fuimos del parque.

YoonGi tragó el nudo en su garganta y bajó un poco la mirada.

—Pero no sé si él me querría como padre, el otro día no dejó que me besaras...

JiMin estuvo a punto de hablar cuando recordó la charla que tuvo con su hijo, pero también sabía que JungKook le había pedido guardar el secreto y que él se había esforzado en su dibujo, no podía arruinar así la sorpresa.

—Tranquilo —le sonrió—. Confía en mí.

El alfa lo pensó un momento mientras miraba los ojos brillantes de su novio, él siempre habría tenido algo encantador en su mirada que YoonGi creía que lo hipnotizaba, le gustaba y lo hacía sentir en un lugar seguro, amado y querido. Sabía que JiMin no le mentiría, así que decidió que confiaría en eso y besó una vez más las manos de su omega.

—Lo siento mucho, lo digo sinceramente —repitió—. No quería que esto terminara así, simplemente enloquecí, fueron muchas cosas que salieron mal al mismo tiempo.

JiMin tomó las manos de YoonGi de vuelta, acariciando con sus pulgares.

—Lo sé, está bien —le dijo—. Yo también lo siento, estaba molesto y estresado por HyunSoo, estaba mucho más a la defensiva que lo normal. Yo también tenía muchas cosas en la cabeza en ese momento.

—Tienes razón, debí ser mucho más comprensivo, pero...

—No, YoonGi, está bien. Estoy reconociendo mi error —insistió—. Yo también sé que usualmente soy muy controlador y todavía estoy trabajando en ello.

—No, no, JiMin, olvida eso —pidió, negando con la cabeza—. Estaba enojado y lo dije sin pensar, yo sé cómo eres y no me molesta eso de ti, es algo que podemos hablar, sólo me sentí desplazado en ese momento —explicó rápidamente—, pero obviamente tomaste una decisión a las apuradas, no tenías la culpa de lo que estaba pasando.

—Pero tampoco es justo para ti hacerte sentir que tu opinión no importa.

—JiMin, fui irracional, esto no habría pasado si solo hubiéramos hablado las cosas, si yo me hubiera detenido cuando me lo pediste.

—YoonGi, esta bien —lo detuvo—. Sólo tenemos que asegurarnos de tener más cuidado la próxima vez para no volver a discutir de esta manera. ¿Sí?

YoonGi asintió.

—Está bien —le sonrió con dolor—. Realmente lo siento.

—Yo también lo siento.

JiMin aspiró y suspiró lentamente. Todavía se sentía ansioso por las incontables emociones que se atiborraron en su pecho cuando se encontró con YoonGi en el pasillo y la euforia no se calmaba todavía, incluso creía estar a punto de comenzar a temblar.

—¿Entonces estamos bien? —preguntó el omega, estaba buscando algún tipo de consuelo en algún lado.

—Por supuesto que sí, cielo —acunó su rostro con cuidado, tocando superficialmente su cara como si no quisiera arruinar una pintura. JiMin esperó un beso, pero no llegó—. No estoy enojado contigo.

—Yo tampoco lo estoy.

YoonGi rozó su nariz contra la suya y JiMin sonrió suavemente, correspondiendo el gesto.

—También lamento no haberte apoyado estos días.

—Necesitabas tu espacio, Yoon.

—Sí, pero pensar en esta cena te debe estar carcomiendo la cabeza y no sería justo que pases por esto tú solo.

JiMin cerró los ojos un momento.

—No te haces una idea... —murmuró.

YoonGi besó su frente.

—Ya estoy aquí —le dijo suavemente—. Te extrañé.

JiMin sintió su corazón golpear emocionado contra su pecho y abrió sus ojos para mirar a su novio por debajo de sus pestañas.

—Yo también te extrañé.

Entonces, ambos escucharon el tintineo del ascensor al final del pasillo y YoonGi se apresuró a meter a JiMin a su departamento. Era claro que ninguno de los dos quería terminar con la conversación, todavía había mucho que debían discutir y no lo harían en medio del pasillo del edificio en donde cualquiera podría verlos, pero JiMin se tenía que ir aun así.

—¿A qué hora dijiste que tenías que estar ahí? —le preguntó YoonGi después de cerrar la puerta.

—Pues, ahora mismo, en quince minutos tal vez.

—¿Te llevo?

—No lo sé, Yoon —dudó—. Me tardé un poco poniéndome esta sombra y peinándome, no sé si el casco me arruine el trabajo con lo apretado que está... —el alfa tomó su cara, acunando sus mejillas entre sus manos mientras JiMin trataba de mantener la serenidad de su voz—. Aparte, tengo la sensación de que si ves a HyunSoo no vas a reaccionar muy bien que digamos.

—Oye, no creas que soy así de violento —JiMin lo miró dudoso. Aun así, no podía mostrar una expresión de completa incredulidad porque YoonGi estaba apretando su cara y acariciaba sus mejillas, provocando que sus párpados cayeran de puro gusto—. Ya sé lo que dije pero yo no voy por ahí golpeando gente.

—¿Y tu lobo cerca de su celo qué dice? —preguntó mientras llevaba sus propias manos a las manos de YoonGi para acariciarlas con cuidado.

YoonGi se quedó un par de segundos callado y su lobo gruñó por lo bajo cuando él imaginó ese escenario. ¿Lo pondrían frente al tipo que amenazaba su tranquilidad? Lo mataría.

—Mh... entonces mejor solo te voy a buscar... —murmuró y JiMin no pudo evitar sonreír con diversión—. Yo te pago el taxi y... tienes que decirme apenas termines para ir por ti.

JiMin asintió, parpadeando lento.

Ambos se miraron por un largo momento.

—YoonGi...

—¿Sí?

—¿Por qué no me besas?

YoonGi acercó su rostro suavemente.

—No quiero arruinar tu maquillaje, amor.

JiMin frunció sus cejas con anhelo.

—Además, si lo hago, no dejaré que te vayas —confesó—. Te voy a retener aquí para besarte toda la noche, hasta que tu labial desaparezca —tocó superficialmente el belfo de su novio con la punta de su pulgar—. Deberías usarlo más seguido.

JiMin sonrió avergonzado.

—Siento que me veo como un payaso...

—Por favor —se quejó YoonGi, negando con la cabeza—. Te queda precioso, hace que tus labios parezcan un par de fresas hermosas.

—¿No te molesta? —preguntó preocupado.

—¿Por qué me molestaría que seas el omega más precioso del mundo? —preguntó con una sonrisa pequeña entre sus labios, sus cejas fruncidas para darle peso a su pregunta. La cara de JiMin se calentó a consecuencia y sus ojos brillantes miraron a YoonGi con amor—. Él te va a ver y va a pensar que es el alfa más insignificante que alguna vez haya existido.

JiMin negó con la cabeza, riéndose por lo bajo.

—No exageres...

—Es verdad —apretó sus mejillas y besó con cuidado su frente—. Lo digo en serio.

JiMin se mordió superficialmente su labio y miró a YoonGi a los ojos cuando el alfa se separó lo suficiente.

—YoonGi, ¿puedo pedirte algo?

—Lo que quieras, mi amor.

—No me dejes ir sin marcarme —pidió suavemente y YoonGi pudo sentir un escalofrío subir por su columna—. Por favor, estuve toda la noche molesto porque no estabas cerca para marcarme con tu aroma y sentía que se me rompía el corazón de solo pensar en irme así sin más —acercó su nariz a la de su novio para frotarla con la suya—, sin el aroma de mi alfa encima.

YoonGi suspiró aire caliente y escaneó el cuerpo de su novio con una mirada rápida. Se dio cuenta de que no podría hacer más que acariciar sobre la ropa si no quería desordenarla demasiado, así que tomó su cintura entre sus grandes manos y se inclinó hacia JiMin para besar su mejilla lentamente, pequeños besos cortos que hicieron sonreír a su novio antes de que su boca bajara hasta su cuello sin apuro, directo hacia la glándula que ahí reposaba.

JiMin descansó su mentón sobre el hombro de YoonGi, con sus brazos deslizándose hasta los hombros de su novio. La respiración caliente de su alfa contra la sensible piel de su cuello le hizo suspirar y tensarse de puro gusto, sus párpados pesados cayendo sin resistencia por la deliciosa sensación que no sólo calmó su propia ansiedad, sino el estrés que su lobo acumuló los últimos dos días. Su cara comenzó a sentirse caliente, el aire comenzó a faltar y su propio cuello se sentía caliente y quemaba por el tacto delicado de su pareja.

El omega ronroneó cuando la manos de su novio se deslizaron con cuidado sobre la tela de su ropa, deseando indirectamente poder escabullirse entre el par de prendas para tocar su sensible piel, pero simplemente bajó sus besos tanto como el suéter se lo permitía, y besó un par de veces más con labios húmedos. También frotó su propio rostro contra él, mordisqueó su glándulas, chupó, lamió y subió sus manos para frotar la garganta de su novio.

JiMin dejó caer su cabeza hacia un lado para darle más acceso a YoonGi. Su lobo ansioso pedía por más, pero él hizo lo posible para controlarse, para no lubricar o gemir mientras suspiraba frente a los besos y dientes juguetones de YoonGi que se abrían paso sobre él, manos aferradas a la propia ropa de su alfa, su cuerpo derretido bajo su contacto.

La casa se llenó de la suave mezcla de sus frescos aromas mientras ambos se fundían en su propio mundo por quien sabe cuánto tiempo. Ya no se sentía amargo como ocurrió durante la discusión, ahora era dulce y empalagoso, pesado y cálido contra sus gargantas. Le impulsaba a dar un paso más, a olvidarse de que había cosas que debían hacer, y JiMin no estaba seguro de si era por la falta del contacto de su novio o por lo fuerte que se sentían las feromonas de YoonGi en ese momento, pero su cabeza comenzó a dar vueltas y su cuerpo cálido se sentía mucho más pesado de lo normal.

Pero cuando JiMin comenzó a sentir que el calor bajaba un poco de más por su vientre y que su consciencia desaparecía en el horizonte, YoonGi se detuvo.

El alfa se paró derecho para ver a su novio, quien tenía el rostro decorado con un encantador rosado en sus mejillas y una sonrisa tímida en su boca, se veía tan satisfecho como insaciable y el lobo de YoonGi se sintió orgulloso de su trabajo, así que él resopló contento y volvió a tomar el rostro de JiMin para plantar un nuevo beso en su frente.

—Vamos a buscar un taxi.

JiMin asintió, pero no se movió, incluso tuvo la urgente necesidad de tirar de YoonGi hacia el interior de la casa, pero no lo hizo.

YoonGi tomó el picaporte de la puerta, pero rápidamente la volvió a cerrar.

—Mierda, casi lo olvido —se apartó de JiMin.

El frío de la separación hizo que el calor bajara un poco de la cabeza de JiMin, al menos lo suficiente para que se diera cuenta de que no podían quedarse ahí más tiempo.

—¿Qué pasa?

JiMin observó con extrañeza cómo YoonGi caminaba en dirección a la mesa de la cocina, de donde tomó algo pequeño entre sus manos, y se acercó de vuelta a él con cuidado.

—El plan era darte esto cuando formalizamos la relación —empezó YoonGi, tirando de una de las manos de JiMin para levantarla y hacer que tomara la pequeña caja de color negro que había traído—, pero te lo pregunté en un momento no tan adecuado y luego nos ocupamos con más y más cosas, entonces pensé que sería mejor dártelo en otro momento especial y sé que este momento no es tan especial, pero creo que deberías ir a la cena con esto.

JiMin usó sus dos manos para tomar la pequeña caja. Tenía un lazo blanco alrededor y era demasiado pequeña como para tener dentro un collar o un brazalete, pero algo le decía que debía ser algún tipo de joyería. Él miró a YoonGi, intrigado por el obsequio, pero el alfa le pidió que lo abriera y él así lo hizo.

Era un anillo.

Un anillo plateado, decorado con pequeñas piedras preciosas. Asemejaba la forma de una enredadera, con hojas pequeñas que le daban la vuelta a todo el anillo.

Con ojos abiertos por la enorme sorpresa que le cortó el aliento, JiMin volvió a mirar a su novio e intentó formular alguna frase con sentido, pero sólo boqueó como un pez fuera del agua, ahogándose en el mar de emociones que lo golpeó y lo arrastró sin piedad hacia una euforia absoluta.

—YoonGi, yo... no, espera... YoonGi, pero...

—Oye, oye —tranquilizó el alfa y tomó sus manos para que no dejara caer la caja—. No te estoy pidiendo matrimonio, tranquilo, no soy tan intenso —se rió suavemente y JiMin parpadeó, el calor de su cara hirviendo más que nunca—. Es un anillo de promesa.

Los ojos de JiMin se nublaron casi de inmediato y él parpadeó rápidamente. Sabía que no debía llorar si no quería que se le arruinara el maquillaje, pero estaba haciendo un enorme esfuerzo por retener el sollozo de felicidad que se atiborró en su garganta, el cual incluso se sentía doloroso. Se tomó un segundo, respiró con dificultad y puchereó como anuncio de un próximo llanto, pero el alfa sólo se rió con ternura por su reacción y sacó el pequeño anillo para colocarlo en la palma de su mano.

—A ver cómo te queda.

JiMin respiró entrecortadamente y, con manos temblorosas, se colocó el anillo en el dedo índice. Luego observó el dorso de su mano derecha, admirando el accesorio.

—YoonGi, es...

—Mh, espera —interrumpió y tomó su mano con delicadeza para quitarle el anillo—. Creo que se ve mejor aquí —lentamente, lo colocó en su dedo anular.

El dedo donde suele ponerse un anillo de bodas.

Y ese fue el momento en el que más cerca ha estado JiMin de que su corazón verdaderamente explote de absoluta felicidad.

—Se ven lindos, ¿verdad?

Entonces, cuando levantó la mirada, se encontró con YoonGi enseñándole su propia mano, en la cual llevaba un anillo que le hacía juego al suyo, colocado en la misma mano, en el mismo lugar.

JiMin jadeó y no lo pensó un segundo más, él se lanzó a los brazos de YoonGi con tanta fuerza que el alfa se tambaleó por lo repentino antes de devolverle el abrazo y apretarlo con cariño.

—Mierda, YoonGi —tomó su cara—. Eres el mejor alfa que he conocido.

—¿Lo soy? —se rió.

—Lo eres —lo besó, dejando tras él una fina capa de rosado en los labios de su novio—, lo eres —volvió a besarlo, provocando una sonrisa tonta en la cara del alfa—, lo eres y te amo tanto por eso.

YoonGi parpadeó y JiMin se detuvo a mitad de camino.

Ambos se quedaron en silencio, simplemente mirándose mutuamente, JiMin tratando de comprender si realmente había dicho eso en voz alta y YoonGi procesando lo que había escuchado.

—Me amas —repitió el alfa con sorpresa y JiMin lo observó con preocupación. Entonces, YoonGi se encimó sobre su novio, suspirando de pura dicha mientras se metía de nuevo en su cuello. La posición inclinada del alfa contra su cuerpo hacía que la propia espalda de JiMin se arqueara hacia atrás y se sintiera pequeño por debajo de su espalda—. Me amas —volvió a repetir, besando el cuello de su novio y arrancándole un suspiro—. Yo también te amo, mi precioso omega.

JiMin cerró los ojos cuando los labios de su novio recorrieron su cuello con un sentimiento mucho más urgente que hace un momento, su respiración pesada chocaba contra su piel y erizaba cada centímetro. YoonGi no estaba tratando de marcarlo, eso ya lo había hecho, YoonGi estaba dentro de un trance diferente ahora y JiMin ya podía sentir sus piernas flaquear con debilidad por la manera en la que estaba siendo besado.

De repente, un celular resonó con una llamada entrante y YoonGi gruñó fastidiado cuando se apartó.

—Mierda, son las nueve —dijo JiMin cuando vio en la pantalla el contacto de su ex y tragó antes de mirar a YoonGi para asegurarse de que el alfa estaba bien. YoonGi resopló y asintió, así que JiMin contestó—. ¿Hola? ¿Ya estás ahí? —carraspeó al notar el temblor de su voz y trató de regular su respiración—. Sí, se me hizo tarde, ya salgo... sí.

Después de colgar, JiMin tomó un poco de aire y se pasó las manos por el cabello para arreglarlo un poco.

—Ya debería irme.

—Bien —YoonGi carraspeó y parpadeó como si estuviera espantando el sueño—. Te acompaño a esperar el taxi.

—Sí, gracias...

Ambos salieron del departamento en silencio y caminaron hasta la avenida más cercana con sus manos entrelazadas. YoonGi se veía mortalmente serio ahora, pero JiMin no estaba seguro de si era porque había recordado la existencia de HyunSoo o porque le habían cortado el momento, quizás ambos.

De todos modos, JiMin no tuvo que preocuparse tanto porque cuando YoonGi detuvo un taxi y le abrió la puerta, tomó su mano para besarla de nuevo.

—Envíame un mensaje y estaré ahí en dos segundos —le recordó para satisfacción del emocionado lobo de JiMin—. Luego podremos terminar lo que empezamos.

—Así será —le sonrió.

Él se sentó en el taxi y YoonGi le cerró la puerta, no sin antes decirle lo mucho que lo quería.

JiMin se fue con un suspiro, pero la repentina soledad hizo que recordara todo lo que estaba sucediendo y se hizo mortalmente consciente de que estaba en camino a ver a su ex pareja, entonces la ansiedad volvió a subir hasta su pecho y el temblor en su cuerpo regresó. Sus dedos se encajaron sobre sus rodillas y se tomó un momento para respirar en un intento de evitar un ataque pánico, pero cuando bajó la mirada y observó el anillo una vez más, se sintió mucho más tranquilo.

Por iluso que sonara, JiMin pensó en ese momento que, estando juntos, ellos podrían con todo lo que se les atravesara.

También pensó en sus propias palabras, en su inesperada declaración de amor hacia YoonGi, y estuvo seguro de que había dicho la absoluta verdad.

Él realmente amaba a Min YoonGi.

Y no había nada que pudiera cambiar ese hecho. 

Chapter 20: CAPÍTULO DIECINUEVE

Summary:

Si YoonGi le aseguraba que él iba a estar bien, ¿quién era JiMin para no creerle? Si se lo decía con ese amor en su voz, si lo abrazaba así, ¿cómo podría ser una mentira?

Notes:

¡Hola! Les traigo un nuevo capítulo de su manada favorita, espero que les guste y lamento el delay entre la publicación en wattpad y aquí, pero esa sigue siendo mi plataforma predilecta, jeje.

Actualicé TRES VECES en un mes (mayo), todo porque es el mes de mi cumpleaños y del comeback de NamJoon, me parece que es un nuevo record, ¡veremos que sale el próximo mes, con la llegada de SeokJin!

¡Besos! <3

Chapter Text

El taxi de JiMin se detuvo frente a un local de dos pisos pintado de bordó, con luces bajas, velas en cada mesa y un estilo rústico que le hacía imaginar que estaba ubicado en algún momento en el tiempo de una Italia antigua. Él dejó salir el aire acumulado en sus pulmones antes de sacar su celular del bolsillo para avisarle a HyunSoo que ya estaba ahí, pero no esperó una respuesta de su parte porque ya había llegado a la cena al menos siete minutos tarde. Después de eso, él entró al restaurante detrás de una pareja y trató de mantener la frente en alto, pero su cuerpo temblaba como un ratón con frío que lo único que quería hacer era esconderse detrás de un estante para no ser encontrado nunca más.

El sonido de los platos chocando contra las mesas de madera y el suave tintineo de las copas, acompañado por las suaves voces de la gente conversando alegremente fueron algunas de las cosas que lo recibieron al atravesar las puertas. Él no reconoció a HyunSoo en el enorme lugar, habían muchas personas, muchas cabezas. Cuando la pareja terminó de entrar, JiMin se acercó al hombre detrás del podium de recepción y le dijo que tenía una reserva a nombre de Jeon HyunSoo. Fue guiado hacia una mesa lejana de los enormes ventanales del restaurante, más cercano a un rincón del local.

Cada paso que daba más cerca de HyunSoo le causaba malestar y agradeció al destino por hacer que el alfa haya decidido sentarse de espaldas a la entrada porque así JiMin se ahorró el contacto visual hasta llegar a su silla.

—Mesa nueve, señor.

HyunSoo alzó la mirada hacia JiMin, quien tragó cuando sus ojos se encontraron y con un gesto de asentimiento se despidió del hombre que lo había guiado hasta ahí.

—Gracias —murmuró.

Con el cuerpo rígido, JiMin se sentó frente a HyunSoo en una postura incómoda, y carraspeó para aclararse la garganta.

—Hola —saludó el alfa.

JiMin apretó sus labios.

—Hola —saludó de igual manera.

Para no prolongar de más el contacto visual, JiMin decidió ojear el menú que yacía sobre la mesa en busca de algo que pudiera comer a pesar de la sensación apretada que tenía en el estómago.

Mierda, todo era caro.

—Te ves bien.

Después de siete años, la frase aún sacudió el pecho de JiMin. Esta vez de un modo negativo, de rechazo fundado por el rencor, pero él se mantuvo sereno.

Dejó el menú de lado y decidió mirar al alfa frente a él.

HyunSoo estaba impecablemente peinado y arreglado, vestido con un traje de tres piezas de color caqui hecho a medida, con ojos serios decorados con lo que JiMin reconoció como ojeras. Se le hizo extraño, pero no dijo nada. Supuso que él trabajaba mucho o algo así, JiMin también tenía ojeras la mayoría del tiempo. Entre otras cosas que podía notar el omega en primera instancia, fue que su aroma también se encontraba diluido entre el picor de la canela y la suavidad de las uvas. El reconocimiento de su esencia no hizo que las memorias de JiMin reprodujeran la película de su vida, pero sí hizo que su estómago se revolviera y su lobo se pusiera en alerta.

—Gracias, lo sé —fue su respuesta, una que hizo que las cejas de HyunSoo se levantaran con cierta diversión y JiMin prosiguió—. ¿De qué querías hablar? —preguntó finalmente.

La ceja derecha de HyunSoo se levantó y una expresión curiosa cambió su semblante.

—¿De una vez al punto?

—No quiero alargar esto de más —admitió con seriedad—. Dijiste que tenías cosas para explicar, bien, explica.

JiMin colocó sus codos sobre la mesa para inclinarse un poco más hacia adelante, tratando así de lucir un poco más seguro de lo que parecía estar HyunSoo.

El alfa lo escaneó rápidamente y JiMin se mantuvo firme. Era como si los dos estuvieran peleando por ver quién tenía el control de la situación, lo cual era estúpido dadas las circunstancias, pero parecía ser inevitable. JiMin estaba actuando como un omega que protegía a su cachorro frente a un inminente intruso y HyunSoo no parecía contento con sentir el reto en los ojos de un omega, siendo él un alfa.

Finalmente, HyunSoo sacudió la cabeza con un deje de fastidio y tomó un pedazo de pan del centro de la mesa. Él cedió y JiMin retuvo el impulso de sonreír porque había ganado.

—Estás diferente —comentó el alfa—. No te recordaba así.

—La gente cambia.

—Es raro.

JiMin suspiró.

—Al punto —apuró con un movimiento de su mano.

El alfa resopló.

—Bueno, ya que estás tan apurado, me gustaría aclarar que lo que dije sobre el abogado fue solo para que aceptaras esto —tocó la mesa con la punta de su dedo índice y le dio una mordida al pan. JiMin frunció sus cejas y, mientras masticaba, HyunSoo hizo lo mismo—. Sí, hablé con mi abogado, pero no para demandarte o algo parecido.

El omega lo observó durante un largo segundo, parpadeó al segundo siguiente e inclinó la cabeza sólo un poco.

¿Eh?

¿Le había mentido? ¿La amenaza había sido un modo de manipulación? ¿Le había hecho perder la cabeza durante los últimos tres malditos días para nada?

—¿Ya van a ordenar?

Ambos se giraron hacia el mesero que había acabado de interrumpir lo que probablemente habría terminado en un crimen. JiMin parpadeó para espantar los vestigios de la migraña enaltecida que venía por la rabia y negó con la cabeza.

—No, disculpe, yo no...

—Un filete mignon con salsa de trufas, por favor. Para los dos —mientras ojeaba rápidamente el menú, HyunSoo metió el resto del pan en la boca y levantó su índice en dirección al mesero—. ¿Qué vino recomienda?

—¿Le gustaría vino tinto o vino blanco? También tenemos espumosos.

HyunSoo miró a JiMin para buscar su opinión, pero el omega se encogió de hombros con desinterés.

—Vino tinto —pidió HyunSoo mientras le entregaba el menú.

—Perfecto, puedo recomendar un Pinot Noir, que tiene notas de cereza, frambuesa y tierra. Buen sabor, se complementa con la ternura del filet mignon y con la salsa de trufas —explica como todo un experto para satisfacción de HyunSoo.

JiMin simplemente suspiró y miró hacia su costado. Odiaba los restaurantes pretenciosos y todo el numerito que se hace alrededor de un jodido plato.

—Escojo ese, gracias.

El mesero se retiró con una sonrisa para buscar el vino y JiMin enarcó una ceja en dirección a su ex. No tenía energía para esto, para fingir que ellos tenían una cena elegante como si fueran los mejores amigos del mundo o un par de socios haciendo negocios.

—Me iré pronto, no quiero comer.

—Te va a gustar —se defendió y la mirada de JiMin sólo se tornó más severa—. Yo pago.

JiMin resopló y llevó una de sus manos hasta su frente para masajearla. Tenía la sensación de que esta cena sería ridículamente larga y lo único que quería hacer en ese momento era meter su cabeza en su almohada para gritar.

—No tengo hambre.

Mientras él decía eso, el mesero regresó con una botella de vino para rellenar la copa de Hyunsoo, luego la de JiMin. También se quedó un momento para ver a HyunSoo beber un sorbo y asentir en aprobación.

—Disfruten —les sonrió y dejó la botella sobre la mesa.

JiMin apretó sus labios y decidió tomar un sorbo de vino.

—¿Qué almorzaste? —preguntó el alfa.

—HyunSoo —interrumpió y su nombre se sintió tan raro entre sus labios que él tuvo que detenerse un momento para procesar el malestar que eso le produjo a su lobo—. Creo que lo mejor será que hablemos de lo que tengamos que hablar y listo. Te escucho, pero no me lleves al límite.

El alfa le enseñó sus palmas en señal de rendición.

—Estaba tratando de hacer el ambiente menos incómodo —se echó hacia atrás, fastidiado.

—Esa es una tarea imposible para este punto —refutó JiMin con cierto tono resentido—. Piensa que estuve siete años viviendo en la absoluta paz hasta que un día decidiste pararte frente a mi casa como un psicópata. No puedes esperar que no esté incómodo con el tipo que me cagó la vida.

—No te tienes que poner agresivo —se quejó—. Disculpa por haber roto tu paz, pero yo no vengo con la intención de joderte la vida o algo así, no te pongas tan a la defensiva —lo señaló con su mentón.

—¿Entonces? ¿Qué quieres? ¿Para qué te apareciste? —preguntó por fin con el tono un poco más agudo debido a la ligera desesperación— No me digas que ahora quieres ser el padre ejemplar y fingir que vamos a vivir todos como una familia feliz, Jeon.

—No —su cara se torció en una mueca de rechazo y JiMin encontró consuelo en que al menos estaban ambos de acuerdo en eso—. Simplemente quería arreglar temas legales contigo y, admito que esto ya es más personal, conocer a JungKook.

JiMin lo observó con extrañeza.

—¿Temas legales?

—Es una larga historia —le dijo sin muchos ánimos. Todos sus movimientos dejaban rastros de cansancio detrás de él, era como si tuviera mucha fatiga acumulada y JiMin no pudo evitar la curiosidad que floreció en su cabeza—. Me iré a japón en un año, todo con el fin de expandir la empresa de mi padre. No sé si recuerdas que eso era de lo único que él hablaba antes —JiMin asintió y lo dejó continuar—. Bueno, ahora yo seré el jefe de la sucursal de japón de "Horizon Financial Services Corporation" —movió sus manos como si estuviera presentando el nombre en el aire.

JiMin viró los ojos.

—¿Entonces? —preguntó.

HyunSoo resopló por su falta de interés y JiMin no podía creer que HyunSoo fuera tan infantil con esto.

—El punto es que quiero irme de aquí sin tener ningún tipo de problema legal y mi abogado me recomendó que hablara contigo porque, en caso de que decidieras demandarme en ese período de tiempo, se me joderían absolutamente todos los planes.

JiMin levantó ambas cejas.

—¿De verdad? —preguntó con un poco más de interés esta vez— ¿Y te pareció buena idea decirme eso ahora? —se burló.

—El punto de esta cena es conseguir un trato contigo —colocó ambas manos sobre la mesa—. Te pagaré lo que tú consideres que te debo y cumpliré con pagar cada mes un monto con el que ambos podamos estar de acuerdo hasta que JungKook alcance la mayoría de edad, pero tú no vas a demandarme por nada, no vamos a llevar esto a la corte. Yo no pelearé por la paternidad y no te podré molestar porque me iré a vivir a Japón dentro de poco.

Este era un tipo de trato demasiado bueno para ser verdad. Con extrañeza, JiMin escaneó a HyunSoo por completo, curioso de saber si acaso estaba mintiendo o si alguna expresión en su rostro agotado le daba un indicio de que había algún tipo de engaño en sus palabras.

—¿Cuál es la trampa? —se decidió por preguntar.

—Ninguna —movió sus cejas—. Realmente me gustaría no tener problemas legales, debo estar limpio para cuando vaya a Japón y una demanda por manutención es una marca en mi expediente que no quiero tener que limpiar.

JiMin se dio cuenta de que esto era más que nada por su imagen.

Siempre había sido por su imagen.

—¿Qué quieres a cambio? —se cruzó de brazos.

—Ya te lo dije, conocer a JungKook.

JiMin entrecerró los ojos.

—¿Entonces así nada más? ¿Conoces a mi hijo y te vas?

—Sí, a grandes rasgos es eso —tomó su copa—. Claro que me gustaría formar algún tipo de vínculo con él, ver cómo es, que sepa que yo existo, ese tipo de cosas. Sé que tal vez no me vea como un padre nunca, pero siento que esto es algo que me debía mi mismo y a mi lobo.

—¿Tu lobo? —su voz salió más burlona de lo que habría querido—. Jeon, no me digas que tu lobo quiere conocer a "su" cachorro —hizo comillas con sus dedos y dejó caer sus brazos una vez más sobre la mesa—. Es un poco tarde para tener ese tipo de instintos, ¿no te parece?

HyunSoo tragó y ladeó un poco su cabeza. Miraba a JiMin como si quisiera saber qué estaba pensando, pero el omega simplemente endureció su expresión.

—¿Realmente crees que yo me levanté un día y decidí irme a Busan como si nada? ¿Que corté lazos contigo a propósito?

La pregunta tomó por sorpresa a JiMin. La primera respuesta que formuló su cabeza fue un rotundo "sí", y es que ese había sido el único escenario que vivió en su imaginación desde el día en el que todo sucedió, cuando se enteró que HyunSoo no estaba más en Seúl, que lo había abandonado. ¿Cómo se suponía que hubiera otra versión de los hechos si esa era la única versión que había conocido JiMin durante todo este tiempo? No tenía sentido ahora.

—¿Se supone que no fue así? —preguntó un poco a la defensiva.

La mirada de HyunSoo se suavizó.

—Mira, sí, tenía miedo —admitió luego de tomar un trago de vino—. Sí, no me quería hacer cargo porque tenía dieciocho años y estaba aterrorizado, pero no, no fue mi decisión irme a Busan de la noche a la mañana, no fue mi decisión cortar lazos contigo del modo en el que lo hice.

—Por la Diosa... —JiMin viró los ojos.

—Hablo en serio —insistió al inclinarse sobre la mesa para poner peso a sus palabras—. Mis padres influyeron muchísimo en todo lo que sucedió después de que JungKook naciera, mi madre sobre todo.

JiMin no pudo dudarlo. Sabía que esa bruja fue capaz de muchas cosas en el pasado, ¿por qué no sería la causante de que JiMin se quedara solo? La idea le molestaba porque le quitaba cierta culpa a HyunSoo, pero eso no significaba que el alfa no había decidido activamente no buscarlos en los años posteriores, en no hacer ningún tipo de esfuerzo por conocer a su hijo o en pedir perdón a JiMin después de todo el dolor. HyunSoo seguía teniendo participación en su sufrimiento, en lo que tuvo que pasar años atrás y su inacción fue tan hiriente como las acciones de su madre.

—Tu madre —reconoció sin lucir impresionado.

HyunSoo suspiró agotado.

—Ella empacó mis cosas un día —se recostó contra el respaldo de la silla y sacudió su copa de un lado a otro, el vino dentro se bailó bajo la mirada caída de HyunSoo y los ojos curiosos de JiMin—. Me levantó de la cama, me sacó de la casa, me metió al auto de mi padre y me dijo que me iría a vivir con mis abuelos —levantó el vaso hasta sus labios—. Así, de la nada.

—Increíble —JiMin negó con la cabeza—. Pobre de ti —suspiró con dramatismo—. ¿Algo más? Porque, que yo recuerde, nunca trataste de comunicarte conmigo —señaló con su dedo—. Qué triste historia, de verdad, pero no eres un cachorro inocente aquí, Jeon —dejó que su mano cayera contra la mesa—. Fueron siete años, ¿me vas a decir que tu madre movió sus hilos durante siete años para que no te acercaras un paso a mi casa? Por favor —se mofó.

—No había nada que yo pudiera hacer, ni siquiera llamarte —se defendió—. Ella no quería que yo arruinara mi vida.

—Qué bueno que pudiste escapar, ¿no es así? —bramó—. Qué bueno que pudiste irte y no arruinarte la jodida vida, HyunSoo.

—Yo no... no estoy tratando de decir que tu vida se arruinó.

—No lo hizo —a pesar de sentir que realmente lo hizo al principio, JiMin sabía que no había sido así—. Estoy bien, no fue el fin del mundo.

Durante un tiempo lo fue, pero eso HyunSoo no tenía porqué saberlo.

—Pude aun sin tu ayuda, sin tu dinero ni tu interés —se jactó con un tono duro—. No necesito nada de eso ahora.

El alfa se detuvo un momento para suspirar con cansancio.

—Fuiste mi pareja JiMin, yo te quería. No creas que no me habría gustado ayudarte.

El omega apretó sus labios en una sonrisa tensa, miró hacia su costado y asintió. Claro.

—No tienes modo de probar eso y tu modo de quererme fue bastante cruel, Jeon.

—Fuiste mi primera pareja, ese era el único modo que conocía —refutó y sus manos hicieron sacudir la mesa cuando las dejó caer una vez más. Para ese momento, él se escuchaba más exasperado—. Yo no era perfecto, pero tú tampoco lo eras.

—Era un niño —se defendió seriamente.

—Y yo también —estuvo de acuerdo—. Éramos niños —corrigió—. No sabíamos una mierda de cómo tenía que ser una relación sana y ni siquiera encajamos bien, pero nos queríamos y nos obligamos a seguir juntos.

—Yo no me obligué a estar contigo —dijo con resentimiento—. Yo quería estar contigo, te adoraba, eras mi jodido mundo, HyunSoo —explicó sinceramente—. Sí, reconozco ahora que nosotros no íbamos a vivir felices por siempre ni fuimos exactamente compatibles, pero que te fueras no solo me hizo mierda a mi, si no también a mi lobo, y esa fue la peor parte. ¿Sabes lo que se siente un embarazo después de ser rechazado por tu alfa?

JiMin se sintió un poco más ligero cuando pudo hacer ese reclamo. Sabía que esto no debía tener sentido ahora, mucho menos frente a las circunstancias, pero ver la expresión culpable en los ojos de HyunSoo fue un poco más satisfactorio de lo que debería haber sido. Él quería tirarle la jodida mesa en la cara, pero como no podía, esto fue lo más cercano que se le ocurrió hacer.

—Me enfermé —continuó—, me enfermé durante meses. Los doctores temieron que JungKook naciera prematuro o muerto y yo tuve que ser un niño grande y aguantar. ¿No viste más a tus amigos? ¡Qué mal! —exclamó—. Yo tuve que dejar de lado mi juventud mientras tú reconstruías tu vida en Busan. Yo perdí amigos que me juzgaron por ser una puta, tuve que aguantar meses de dolor y una cirugía, ¡solo!

HyunSoo miró tentativamente los alrededores, un poco más cohibido ahora que JiMin había llamado la atención de los demás comensales. Antes, a él no le habría importado ser escandaloso, pero JiMin notó cómo ahora se preocupaba demasiado por las apariencias, se había convertido en lo que su madre siempre quiso que fuera: un muñeco de pastel perfecto al que no se le permitía tener errores.

—JiMin...

—No me vengas a tratar de ablandar con culpa —interrumpió—. No trates de justificar que también te sentiste mal al abandonarme, porque eso no se compara al dolor que yo sentí. Tú no pasaste por lo que yo pasé —se tocó el pecho—. Comprendo que te sientes insatisfecho por cómo terminaron las cosas, pero aceptaste el destino que te dio tu madre, seguiste sus órdenes y fingiste que nunca me habías conocido. ¿Me querías? Bien, pero no lo demostraste. No hiciste nada para demostrarlo. Vive con eso.

HyunSoo apretó la mandíbula, pero no dijo nada de inmediato. JiMin sabía que estaba diciendo la verdad, sabía que él no podía defenderse mucho más que eso porque realmente no tenía nada más para argumentar su falta. Él entendía que tuviera curiosidad de conocer a JungKook, que tuviera cierto remordimiento por cómo terminaron las cosas, culpa por sus acciones y sus palabras, pero eso no significaba nada ahora. No cuando el daño estaba hecho, no cuando JiMin había pasado por todo lo difícil él solo.

—Mis disculpas son sinceras JiMin —comenzó una vez más, un poco más torpe, cabeza baja y tono tenso, estaba enojado y avergonzado, pero seguía esforzándose por no gritar, JiMin tenía que reconocer eso—. Lamento haberte hecho pasar por el embarazo solo, lamento haberme dejado llevar esa tarde, lamento mucho que esto haya sucedido. Lo que menos quería que sucediera era que sufrieras por mi culpa, estaba asustado y dije muchas cosas de las que me arrepiento, pero eso no significa que yo te odiara o que haya olvidado que había un cachorro ahí afuera que era mi hijo también.

A pesar de que JiMin pudiera entender y comprender la culpa del alfa por la empatía que requería su profesión, él no se consideraba a sí mismo lo suficientemente maduro como para perdonarlo. No creía que algún día pudiera alcanzar ese nivel para lograr aceptar sus disculpas y tampoco creía que HyunSoo tuviera la suficiente energía como para disculparse el resto de su vida.

Esto sería simplemente así.

—No lo olvidaste, pero nunca apareciste —refutó—. Realmente no creo que sirva de nada que quieras disculparte ahora.

HyunSoo no parecía satisfecho con eso. Siempre había sido terco y JiMin reconocía eso en su mirada, también en la mirada de JungKook. La diferencia entre entonces y ahora, era que antes HyunSoo se habría ido por el desacuerdo, no le hablaría por una semana quizás y fingiría que el asunto no sucedió para no volver a discutir; pero ahora mismo sin embargo, él seguía ahí sentado, recibiendo cada balazo que JiMin tenía en el cartucho y tomando aire para relajar la tensión de sus músculos antes de continuar con sus propios argumentos.

—Es verdad que soy culpable de muchas cosas, te herí y después de que los años pasaron pensé que sería mejor simplemente no volver a acercarme a ti porque no me pareció que fuera justo para ustedes.

—¿Y cuál se supone que es la diferencia ahora? —se cruzó de brazos.

—Esa es la parte larga de la historia.

Entonces los platos llegaron. Ambos tenían el pedido HyunSoo, un filete bañado en salsa de trufas y decorado con un par de papas y hierbas arriba. Se veía caro, pero JiMin sintió cómo su boca se hacía agua por el delicioso aroma y le sonrió al mesero para agradecerle por su trabajo.

—Ya estamos aquí, cuéntame —le dijo a HyunSoo distraídamente, tomando sus cubiertos para picar un pedazo del filete y meterlo a la boca.

El sabor era espectacular y se tomó un momento para masticar con la mejor cara de serenidad que pudo hacer en ese momento para no darle la razón a HyunSoo. También se preguntó si YoonGi podría cocinarlo. Tendría que preguntarle.

HyunSoo también tomó un pedazo de carne, igual de cuidadoso en sus movimientos, pero él lo hacía por la incomodidad del momento.

—Después de irme a Busan y estudiar ahí, conocí a alguien —comenzó a contar una vez tragó—. Hemos sido pareja por alrededor de cuatro años y estamos pensando en casarnos. Mirar hacia atrás y buscar a mi hijo biológico no estaba en mis planes, mi vida seguía avanzando y con ello el negocio de mi padre. Me iría a vivir a Japón con mi prometido y buscarte no era justo, como ya dije.

—Estamos de acuerdo en algo —JiMin rellenó su copa de vino—. ¿Y qué pasó? —preguntó con algo de apremio. Mientras más rápido se comiera su comida y antes acabara la conversación, él podría regresar con YoonGi.

—Mi prometido no sabía nada sobre JungKook.

JiMin se detuvo y levantó ambas cejas. De repente había cierta sensación de satisfacción naciendo en la forma de una sonrisa socarrona. Él dejó a un lado la botella de vino y se inclinó un poco más hacia adelante mientras miraba con atención a HyunSoo en espera de más de aquella interesante información. El alfa pareció darse cuenta de la expresión burlona del castaño y se detuvo un momento para regresarle la mirada.

—Cuatro años —dijo JiMin—. Cuatro años con tu pareja, ahora prometido —agregó—, y nunca le dijiste de tu hijo biológico abandonado...

—Se lo iba a decir.

—Pero se enteró de otro modo —adivinó JiMin.

HyunSoo resopló y el omega arrugó su nariz, contento.

Bueno, ahora podía reírse de la desgracia de su ex y de su aparente vida amorosa arruinada por un secreto que salió a la luz en su mejor momento. ¿Qué podría ser peor que eso? ¡Nada! Quizás este era el karma que tantos años JiMin estuvo esperando.

—Mi madre hizo un comentario —carraspeó—, ella estaba bastante medicada porque tenía leucemia, estaba en cama, y ya no pensaba las cosas que decía.

—¿Qué dijo exactamente?

HyunSoo frunció una mueca incómoda.

—No sé si...

—Quiero saber, aún si es algo malo —insistió JiMin—. Estoy aquí para escuchar, quiero escuchar eso también.

HyunSoo suspiró.

—"Qué lástima que el único nieto que me diste fue un bastardo".

JiMin se pasó la lengua por los dientes y asintió lentamente. Bueno, ella estaba en un cajón, lástima que no pudiera encararla para responder semejante comentario.

—¿Y tu prometido estaba ahí? —volvió a sentarse derecho, una pequeña sonrisa entre sus labios.

—Escuchó cada palabra —cerró los ojos un momento y JiMin no hizo más que sonreír mientras negaba con la cabeza, impresionado por el escenario que se reproducía en su mente—. Me interrogó, se enojó cuando se lo conté, canceló la boda y... ahora no tengo idea de dónde está.

JiMin llevó el puño a su boca y negó con la cabeza, sus ojos cerrados. No había final de novela que le haya gustado tanto como esto.

HyunSoo resopló, rozando un gruñido.

—Adelante, ríete.

—Lo siento —dejó escapar una carcajada, pero se retuvo—. Lo siento, no es correcto.

—Aun así, te burlaste de mi madre muerta.

—No te veo sufriendo tanto al respecto —contraatacó.

El alfa viró los ojos y hurgó en su plato.

—Estoy aliviado, sinceramente.

—No eres el único —señaló con su tenedor.

—JiMin —llamó de repente y el omega lo miró con interés—. ¿Al menos vas a pensar en lo que te pedí?

El omega se encogió de hombros y picó otro pedazo de carne.

—¿Por qué debería? —se metió el bocado en la boca.

—Porque, aunque tú no quieras aceptar mis disculpas, me gustaría que me dieras la oportunidad de disculparme con JungKook.

JiMin tarareó.

—Déjame ver —dejó el tenedor y volvió a cruzarse de brazos en la mesa, su cabeza inclinada a un lado mientras una expresión de suficiencia se asentaba en su rostro—, tu vida se tornó un completo desastre por culpa de tu madre, lo cual no es sorpresa; temes que te vaya a demandar y se arruinen todavía más tus planes y crees que conocer a JungKook podría arreglar algo que dejaste pendiente hace siete años por ser un cobarde.

HyunSoo lo observó por un largo momento, extrañado. JiMin mantuvo su seguridad frente a sus propias conclusiones. El silencio sólo le dio la razón a JiMin y quizás eso mismo también le hizo reflexionar a HyunSoo de sus propias acciones y la razón de ellas.

—No sé qué responder a eso.

—Está bien —pinchó otro pedazo de carne con su tenedor y lo deslizó por la salsa—. Te voy a ser sincero, Jeon —lo miró—. JungKook no tiene mucho interés en conocerte, pero si ese es el único requisito que tienes para dejarnos en paz, entonces creo que lo pensaré.

—¿De verdad?

—Sí —se metió la porción en la boca, masticó y tragó antes de continuar—, pero primero tengo que hablar con mi novio —arrugó su nariz.


YoonGi se apresuró a salir de casa con las llaves en mano y un casco extra cuando JiMin le envió un mensaje a las once de la noche. Al parecer la cena había concluido decentemente por la tranquilidad que transmitían los mensajes de su novio, así que YoonGi no se preocupó demasiado.

Durante el viaje, YoonGi reflexionó en torno a la idea de tener un auto para este tipo de ocasiones, no podía invitar a JiMin a cenar a lugares como esos y llevarlo en una moto, tampoco podía subir a JungKook en algo así de peligroso para su edad, ¿cómo sería cuando lo fuera a buscar a la escuela?

YoonGi frenó en una luz roja y sacudió suavemente la cabeza.

Mierda.

¿Ahora estaba pensando en la escuela de JungKook?

Sabía que el niño empezaría clases dentro de poco, era por eso, claro.

Aun así, su lobo brincó contento.

—¡Hola! —YoonGi escuchó una voz a su costado y miró en su dirección, sólo para encontrarse con un niño asomándose por la ventana trasera de un auto, no parecía tener más de cuatro años—. ¡Broom, Broom! —movió su puño cerrado como si fuera el acelerador de la moto.

YoonGi sonrió en el interior del casco e hizo rugir el motor de su motocicleta dos veces para imitar el sonido. El niño chilló emocionado y aplaudió contento. El alfa se rió y volvió a hacerlo, provocando otra ronda de risas y gritos emocionados.

La luz cambió a verde y YoonGi volvió a arrancar. Una risa suave haciendo eco en el casco.

Extrañaba a JungKook.

Minutos más tarde, YoonGi se encontró a JiMin esperándolo en la esquina en la que estaba ubicado el restaurante. Solo. ¿Solo? ¿Por qué estaba solo? No había nadie parado a su lado en espera de que lo recogieran. YoonGi pasó su lengua por el interior de su mejilla y resopló cuando se quitó el casco. Sin embargo, su cara se relajó cuando se encontró con la mirada encantada de JiMin al reconocerlo. El omega se acercó a él casi dando saltos y se apoyó sobre el manubrio de la moto para inclinarse a besar sus labios.

Cuando el omega se separó de él, el alfa tenía una sonrisa enorme en el rostro. JiMin tenía un aura tranquila alrededor, lucía aliviado y mucho menos tenso que cuando se fue, lo cual hizo que el ego de YoonGi subiera un poco más porque él decidió darse el crédito de esa sonrisa.

—¿Cómo te fue? —le preguntó a pesar de que JiMin le había hecho un resumen por mensaje de texto.

"Todo bien. Llegamos a un semi acuerdo. Quizás deberíamos hablar un poco tú y yo, pero nada grave". Fue todo lo que le dijo.

—Bien, no fue horrible como pensé que sería —se encogió de hombros y tomó el casco que YoonGi trajo para él—. ¿Nos vamos?

—Claro —sonrió y rápidamente escaneó los alrededores—. ¿Él no te acompañó mientras yo venía?

—No —negó como si no fuera la gran cosa y volteó el casco en sus manos para ponérselo—. Le dije que venías por mí y se fue.

Cuando JiMin levantó la mirada, se encontró con el ceño fruncido de YoonGi.

—¿Así nada más? —preguntó— ¿No esperó a que llegara yo? ¿Qué clase de alfa hace eso?

El omega escaneó un momento la expresión ofendida de su novio y dejó escapar una risita.

—Está bien, Yoon. Yo tampoco quería quedarme aquí con él, así que no importa. Hablemos en casa —se colocó el casco mientras YoonGi seguía despotricando sobre lo que era ser un alfa decente.

JiMin tomó el brazo de YoonGi y se subió a la moto de un salto. Lo abrazó por la cintura y con sus manos acarició un poco el estómago del alfa para arrullar su resentimiento, luego recostó su cabeza en su espalda y suspiró. YoonGi decidió que aceptaría los mimos antes de tomar el manubrio y patear el soporte, entonces el motor rugió una vez más. JiMin todavía podía escuchar un par de quejas, ahora convertidas en murmullos irreconocibles por el sonido del motor, pero lo encontró encantador.

Era obvio que estaba siendo un poco más dramático de lo que normalmente era por culpa de la cercanía de su celo, pero JiMin admitía que le gustaba un poco esta versión de YoonGi.

Su celo, claro, ellos deberían hablar de eso también.

Llegaron a casa poco después. El viaje fue corto para la velocidad de la moto y ambos entraron al departamento de YoonGi bajo una conversación tranquila sobre cómo había resultado la cena. JiMin le explicó con más profundidad los detalles de la conversación que tuvo con su ex, le contó que había comido bien y que su lobo se sentía mucho más tranquilo.

—¿Entonces se quiere hacer cargo? —YoonGi lo miró con extrañeza—. ¿Así nada más?

JiMin asintió mientras hacía círculos con la nueva copa de vino en su mano. YoonGi le propuso beber un poco y él estaba agradecido.

—Tengo una teoría —dijo mientras se cruzaba de piernas sobre el sofá. Su espalda apoyada contra el apoyabrazos—. Creo que él simplemente se siente mortalmente culpable y quiere arreglar algo o tener la ilusión de que arreglaría algo con eso —tomó un sorbo de su vino—. Claro, además de todo el asunto legal.

YoonGi tarareó mientras consideraba la idea. Su brazo yacía apoyado a lo largo del respaldo del sofá, con él semi recostado hacia JiMin para poder mirarlo de frente.

—¿Aceptaste?

—Aún no —negó—. Quería saber qué opinabas.

YoonGi sonrió suavemente.

—Gracias, cielo —su voz se oía sincera y JiMin se dio cuenta de lo fantástico que se sentía ver a su alfa contento—. No sé si te pueda dar una opinión correcta ahora, mi lobo no deja de decirme que lo ahorque.

JiMin se carcajeó.

—Bueno, tenemos tiempo para pensarlo —se encogió de hombros—. También quiero saber la opinión de JungKook. Tengo que hablar con él y explicarle, si él no quiere saber nada al respecto no puedo obligarlo.

—¿No sería complicado que el tipo entienda eso?

—No lo sé —suspiró—. Espero que no. Él fue claro en decir que no quería involucrar a una corte y, no lo sé, no sé qué me conviene más. Tal vez simplemente lo debería demandar y listo —meditó sin estar seguro de qué decir ahora, sus ojos fijos en la copa de vino casi vacía en sus manos.

—Tengo un amigo que es abogado —dijo YoonGi de repente y JiMin agrandó los ojos en su dirección—. No sé qué tipo de abogado es exactamente, pero supongo que no pierdo nada con preguntarle.

—Puede ser —meditó JiMin—. La verdad me gustaría aceptar para no hacer tanto escándalo. Entiendo que llevar esto a juicio es el mejor procedimiento, pero creo que no me importaría si de repente un día él deja de pagar, ¿sabes? —sus labios se encuentran fruncidos para el final de sus palabras y se ve mucho más culpable que cuando comenzó—. ¿Soy un mal padre por eso?

—No lo creo —YoonGi se apresuró a dejar ambas copas en la mesa de centro para deslizarse hacia adelante, hacia JiMin—. No eres mal padre, JiMin. Simplemente te preocupas por JungKook —tomó su rostro.

—Pero es un derecho de JungKook —sus cejas se fruncieron—. ¿Qué pasa si crece y se enoja conmigo por eso?

—Estoy seguro de que JungKook entenderá por qué tú no querías tener contacto con su padre. Es un niño inteligente y te adora, ¿cómo podría odiarte? —su voz amorosa hizo que los labios de JiMin temblaran—. Tranquilo, ¿sí? Si él se pone tonto solo le doy un golpecito en la frente y seguro se le pasa.

Las risas de JiMin se hicieron oír y el alfa supo que había podido con la angustia de su omega.

—Eres un tonto —le sacó la lengua—. Como si dejara que golpearas a mi hijo.

—No sería un golpe, sería una llamada de atención —corrigió.

JiMin volvió a reírse y YoonGi besó su frente.

El omega se dejó llevar rápidamente por el contacto y se tiró hacia adelante para abrazar al alfa mientras YoonGi seguía dejando besos por su cara. JiMin terminó semi recostado sobre el cuerpo de su novio mientras YoonGi lo sostenía con sus brazos, ambos acurrucados en el sofá. En esa posición, JiMin podía sentir el reconfortante calor de su tacto, el latir de su corazón y el aroma a madera suave de su alfa que relajaba lentamente su cuerpo.

Si YoonGi le aseguraba que él iba a estar bien, ¿quién era JiMin para no creerle? Si se lo decía con ese amor en su voz, si lo abrazaba así, ¿cómo podría ser una mentira? Durante años se le hizo difícil confiar incluso en las miradas casuales de los alfas y, por la Diosa, JiMin no podía dudar de ninguna de las cosas que decía Min YoonGi. ¿Era un poco estúpido? Totalmente, pero él no era capaz de recordar la última vez que se dejó llevar tanto por el amor que rebosaba en su pecho y quería disfrutarlo, quería vivir la ilusión de los mimos y los besos, quería imaginar que es amor de verdad y empaparse de la felicidad que salpica en sobre su cuerpo cuando está cerca de YoonGi.

—¿Puedo confesar algo? —preguntó con la voz pequeña, acurrucado dentro de los brazos de YoonGi. Se siente pequeño ahí y puede sentir el vibrar en la garganta de YoonGi cuando pregunta:

—¿Qué cosa?

JiMin lo meditó un momento.

—Me dio un poco de pena HyunSoo.

YoonGi vuelve a zumbar.

—¿Por qué?

—Su pareja le canceló la boda cuando se enteró de JungKook —contó mientras frotaba su nariz en el pecho de su novio—. Creo que se lo merece, obvio, simplemente me dio pena.

—Wow —exclamó YoonGi—. ¿Toda la boda?

—Al parecer.

—Qué mierda.

—Sí...

Ambos se quedaron callados un momento y JiMin miró su anillo de promesa reposar en su mano, mano que tenía apoyada sobre el pecho de YoonGi. Él podía escuchar su corazón latiendo contra su oreja y su cara se sonrojó un poco por el íntimo contacto al que todavía no estaba realmente acostumbrado. Cuando se volvía demasiado consciente de lo mimoso que era con YoonGi tendía a sentirse avergonzado, no podía controlarse todavía, pero le encantaba.

—Esas son cosas que no puedes ocultarle a tu pareja —dijo YoonGi—. Quizás la otra persona quería ser padre, ¿qué piensas luego de enterarte de eso? Sería horrible.

JiMin zumbó en reconocimiento. Estaba de acuerdo con eso.

Eso había sido justicia divina, sin lugar a dudas.

—Supongo que es momento de que me cuentes un oscuro secreto antes de que hagamos esto más serio —dijo JiMin en tono de broma antes de frotar su rostro contra el pecho de YoonGi y deleitarse con el sonido de sus suaves risas y lo ronca de su voz.

—Pero si ya te conté mi más oscuro secreto.

—¿Cuál? —frunció sus cejas con una sincera confusión y se separó simplemente para mirarlo a la cara.

—Que usaba los pantalones caídos.

JiMin se rió suavemente y sus hombros comenzaron a sacudirse al son de sus carcajadas como si le hubiesen dicho el mejor chiste del mundo. El alcohol ya estaba haciendo un poco más de efecto en su sistema.

—Lo había olvidado —tomó aire, risueño—. ¿Tienes alguna foto?

—No, las quemé todas —dijo solemne, provocando una nueva ronda de risas—. Hm, ¿qué? ¿Te divierte pensar en mi penoso estilo de ropa de los dos mil? Antes era el más codiciado, me veía espectacular.

Las risas de JiMin disminuyeron lo suficiente como para que pudiera mirar directamente a YoonGi. A pesar del sueño, él encontró la energía para mirar a su novio con su nariz arrugada y ojos amorosos.

—Sigues siendo el más codiciado —le dijo, arrastrando las palabras. Sus manos encontraron el camino a su cintura y lo abrazó sin apartar los ojos de él—. Tengo la sensación de que todos los que te ven piensan que eres el alfa más lindo del mundo.

—¿De verdad? —inclinó su cabeza a la par de JiMin, mismo tono juguetón mientras rodeaba su cintura—. ¿En serio me vas a llenar de cumplidos cuando estoy siendo mucho más estúpido de lo normal?

—Mi alfa merece todos los cumplidos del mundo —JiMin se sentía mucho menos desvergonzado, menos penoso para ser un poco más coqueto de lo que podría ser, así que encontró factible hacer pucheros y mirar a su novio por debajo de sus pestañas como si esto no alterara de más a su lobo.

—Eres un peligro, ¿te lo han dicho? —tomó su cara y besó su boca rápidamente, provocando una sonrisa tonta en su novio—. Una copa de vino y te transformas en mi perdición.

JiMin arrugó su nariz cuando sonrió.

—Tomé media botella en el restaurante —confesó con un susurro.

—Oh, eso no está bien —negó con diversión—. Tenemos un omega alcohólico aquí. No debería darte más besos, no quiero que te emborraches más.

—No, por favor —negó—. Bésame —pidió—. Dijiste que querías besarme hasta que mi labial desapareciera, ¿acaso eres un mentiroso?

—No soy un mentiroso —se defendió con sus manos sosteniendo la cabeza de JiMin que no dejaba de cabecear con un encanto manipulador—. Soy un alfa de palabra.

—¿Lo eres? —retó y se volvió a recostar contra el apoyabrazos.

YoonGi gruñó suavemente y sus manos suben por las caderas de JiMin para tirar de él hacia abajo. El omega termina completamente recostado en el sofá y YoonGi se inclina para besar su boca de nuevo. JiMin suspira con una sonrisa y serpentea sus brazos alrededor de sus hombros. Es cálido así. Íntimo. Ellos se toman su tiempo mientras intercambian besos largos y profundos, cada uno más húmedo que el anterior por la participación de sus lenguas masajeando sus labios.

El omega se dejó hacer entre suspiros cálidos que se entremezclaban al compás de sus erráticas respiraciones, su cuerpo derretido debajo del tacto caliente las rústicas manos del alfa que lentamente lo arrastraban hacia su regazo. Las piernas de JiMin se apretaron contra las de YoonGi, su rodilla derecha subió y la punta de su pie se deslizó por la espalda baja del alfa.

Ambos se deslizaban contra el otro al compás de un ritmo suave y tranquilo cuya melodía venía en forma de suspiros y tarareos satisfechos. Había cierta y muy pequeña necesidad de urgencia que se volvió parte de la rutina en este tipo de encuentros, ellos tenían todo el tiempo del mundo ahora, pero también querían poder apresurarse a encontrar aquello que tanto querían del otro, tocar tanto como pudieran, besar todo lo que encontraran.

Entre besos, JiMin atrapó su propio labio entre sus dientes y estiró su cuerpo debajo de YoonGi cuando el alfa apretó entre sus rústicas manos su cintura. Pequeño. JiMin se sentía pequeño. Cuidado. Él también se sentía cuidado. YoonGi era cuidadoso con su tacto, pero también era brusco lo justo y necesario, como si le quisiera hacer saber que podía hacer más, pero que con él sería delicado o lo intentaría, y eso lo volvía loco. Le producía cierto vértigo ser consciente de lo fuerte que era su alfa y le gustaba.

—Me gusta —murmuró JiMin como un balbuceo casi sin sentido mientras su cuerpo se estiraba sobre los cojines.

YoonGi zumbó en interrogación, mirando a JiMin desde arriba. El omega tenía los ojos cerrados y sus cejas fruncidas, su labio apretado entre sus dientes. YoonGi sólo acariciaba su vientre de arriba a abajo y JiMin seguía el ritmo, perdido en ello, con su cabeza inclinada hacia un lado mientras su cuerpo sube y bajaba contra la mano de YoonGi con la egoísta necesidad de solo sentirse bien.

—¿Qué te gusta, cielo? —preguntó YoonGi con su voz ronca y aterciopelada. JiMin se encogió en su lugar por culpa de un pequeño espasmo y abrió los ojos para mirar a su novio. YoonGi sólo deslizó su mano derecha hacia la parte baja del vientre de JiMin para meter los dedos por debajo del par de prendas de ropa.

—Manos —murmuró, sus ojos se cerraron una vez más. Los dedos de YoonGi ahora tocaban su piel caliente y él no podía pensar en nada más en ese momento—. Tus manos.... —suspiró.

—¿Te gustan mis manos? —continuó preguntando y, a falta de palabras claras, JiMin asintió—. Qué lindo. Eres tan lindo —halagó con cariño y un corto suspiro abandonó sus labios—. Mi precioso omega. Deberías verte ahora mismo.

YoonGi metió ambas manos por debajo de la ropa de su novio y JiMin dejó escapar un quejido sin aliento. Hacía frío, pero las manos de YoonGi estaban calientes. Él no se detuvo ahí, siguió subiendo hasta que alcanzó sus pectorales y comenzó a masajearlos sin apuro. Los ojos de JiMin rodaron hacia atrás y se mordió el labio inferior. Su cara caliente. Su piel de gallina. Cuando abrió sus ojos, podía ver a YoonGi sonreír desde arriba, sus ojos caídos por letargo de su propio calor mientras una media sonrisa con labios brillantes y húmedos le daban la bienvenida. Él no podía besarlo ahora, sólo podía ver cómo se encontraba a merced de las manos de YoonGi hurgando debajo de su ropa, arrugándola y desordenando todo lo que JiMin había planchado con tanto cuidado horas atrás.

Él era el único que podía convertirlo en un desastre a su antojo.

Los pulgares de YoonGi encontraron su lugar en los pezones de JiMin, masajeandolos mientras que sus dedos sostenían la espalda del omega y apretaban su carne. JiMin brincó por sorpresa y abrió su boca, pero nada salió. Sus propias manos se aferraron a los antebrazos de YoonGi y dejó que su cuerpo se inclinara sobre el tacto, desesperado por más.

—Lindo... —murmuraba YoonGi.

Desde su lugar podía ver a JiMin temblar suavemente bajo su contacto, el calor de su cuerpo y el olor de su lubricante abriéndose paso por la casa. Él tenía los labios rojos, hinchados y brillantes por las mordeduras, sus cejas se fruncían y temblaban con cada nuevo apretón y de su boca no salía más que pequeños sonidos entrecortados. Era precioso de ver, como una pintura erótica de un ángel. Como un indefenso omega dispuesto para él. Su cara sonrojada y cuello inclinado en señal de sumisión lo volvían loco. Quería más, así que se inclinó sobre él para besar la piel de su cuello, pequeñas mordidas entre besos y suaves chupetones que hacía al cuerpo debajo de él temblar entre quejidos.

YoonGi se movió hacia la oreja sonrojada del omega y presionó ahí sus labios antes de suspirar aire caliente. JiMin gimoteó y se sacudió debajo de su tacto, así que él lo presionó contra el sofá y deslizó la punta de su lengua contra el contorno de su oreja, sus dedos pellizcando los sensibles y endurecidos pezones de JiMin debajo de su ropa

—Dio-oh... Diosa... —tartamudeó cuando YoonGi mordió su oreja—. Y... Yoon... —suspiró.

—¿Mmh? —tarareó ronco y el cuerpo de JiMin tembló por completo.

—Por favor —lloriqueó.

—¿Por favor, qué, amor?

—Quítame esto —pidió y giró su rostro para ver al alfa, párpados caídos y lágrimas acumuladas en sus ojos—. Por favor, alfa —rogó.

El lobo de YoonGi gruñó en su pecho, caliente por el pedido, y YoonGi se relamió los labios antes de tomar el borde del suéter de JiMin y tirar de él hacia arriba. Lanzó la prenda hacia algún lado y luego siguió con los botones de su camisa, pero sus movimientos eran torpes en ese punto, así que se apresuró en meter el rostro entre la tela cuando los suficientes botones estuvieron desabrochados y atrapó uno de los pezones de su novio dentro de su boca. JiMin arqueó la espalda y lloriqueó cuando YoonGi comenzó a hacer círculos con la punta de su lengua, delineando la areola mientras sus dedos seguían bajando por los botones restantes.

El cuerpo de JiMin respondía lánguidamente a los toques del alfa, él simplemente se retorcía y se dejaba hacer, aceptaba con sumisión frente a los ojos de un lobo insaciable mientras sus gemidos llenaban la sala y rebotaban en las paredes desnudas. Cuando YoonGi mordió el sensible pedazo de carne, él gritó y se aferró al cabello de su novio con sus dedos. Su respiración errática escapaba de sus pulmones sin cesar y sus ojos llorosos volvían borrosa su visión. La jodida sensibilidad de su piel le estaba jugando en contra, tenía demasiado calor y su entrepierna pedía por atención, tanto, que su pelvis comenzó a moverse sola para encontrar algún tipo de alivio contra el estómago de YoonGi.

El alfa pareció notar su desesperación porque colocó una de sus manos en la espalda baja de JiMin y tiró de él una vez más para que el omega frotara su pene contra su estómago. JiMin lo hizo y su alivio se reflejó en el gemido que atravesó su garganta. Entonces lo hizo de nuevo y YoonGi mordió la carne de su pectoral, provocando un segundo grito.

—Mierda, Yoon —se quejó entre gimoteos, sus manos subieron para aferrarse al apoyabrazos encajar sus uñas en el mullido material mientras sus caderas seguían moviéndose contra el cuerpo de su alfa.

—Qué impaciente, bebé.

—Ugh —se quejó—. Cállate.

YoonGi se rió entre dientes, comenzó a desabrochar el pantalón de JiMin y tiró de él para sacarlo por completo, luego tiró de su ropa interior y dejó a su pene rebotar contra su vientre. JiMin se sintió muchísimo más avergonzado ahora que se encontraba completamente desnudo a diferencia de YoonGi y escondió su sonrojada cara detrás de su antebrazo. El alfa sonrió una vez más y deslizó su palma sobre el pene de JiMin, frotando y apretando contra su pelvis, por lo que las piernas del omega temblaron en un intento de cerrarse por puro reflejo, pero YoonGi lo evitó.

El lubricante de JiMin caía sobre el sofá y dejaba a su paso manchas oscuras de las que YoonGi se encargaría luego. En ese momento, mientras JiMin se quejaba por la sensación de su pene siendo masturbado, el alfa usó su mano libre para escabullir un par de dedos entre las nalgas de su novio y frotar su entrada con sus yemas. Las caderas de JiMin se sobresaltaron y YoonGi volvió a masajear su pene, provocando que él chillara y gimiera tras el calor sofocante y la sensibilidad de la zona.

—Lo haces bien, bebé —halagó y, mientras el pulgar de su mano se frotaba en círculos sobre el glande de JiMin, el índice y medio de su mano izquierda se introducían lentamente en su agujero.

La gran cantidad de lubricante hacía que incluso el sonido viscoso chapoteara bajo sus suspiros. JiMin tembló. YoonGi movió su mano hacia atrás sobre la curvatura de las nalgas de su novio y metió su dedo hasta que sus nudillos tocaron su piel. La respiración de JiMin se aceleró luego de eso y sus caderas buscaron alargar la sensación, así que comenzó a moverse al ritmo que YoonGi quería mientras el alfa tomaba velocidad con ambos estímulos, los cuales arremetieron contra su cuerpo en oleadas de espasmos y gemidos.

Era vergonzoso sacudirse así debajo de YoonGi, pero él estaba demasiado perdido en ese momento como para preocuparse por eso. Cuando el alfa cambió a dos dedos, JiMin ronroneó y cuando fueron tres, el sonido húmedo de ellos chocando contra sus nalgas se sentía incluso vergonzoso mientras lágrimas caliente se acumulaban en las comisuras de sus ojos por culpa de los escalofríos y la excitación caliente que se apretaba y acumulaba lentamente en su vientre.

Entonces YoonGi se detuvo y se introdujo tan profundo como la posición le permitía, la punta de sus dedos tocaron el cúmulo de nervios dentro del omega y él se encargó de sacudir los tres dígitos a su alrededor. JiMin gimió mucho más fuerte esta vez, hilos de lubricante cayendo mientras él buscaba llenar sus pulmones de aire entre respiraciones cortas y gemidos interrumpidos por sus ocasionales brincos. El pulgar de la mano de YoonGi no detuvo en ningún momento sus movimientos sobre su sensible glande y sólo fueron necesarias un par más de sacudidas para que su orgasmo lo atacara e hiciera temblar su cuerpo bajo un grito ahogado.

Sus piernas temblaban y su sonrojado rostro se encontraba empapado en una mezcla de sudor y lágrimas. YoonGi sólo miraba el trabajo que acababa de hacer sobre su encantador novio, lo había convertido en un pequeño desastre usando solo sus manos y su lobo gruñó satisfecho. Sus dedos incluso seguían dentro del omega mientras JiMin trataba de recuperar el aliento. Verlo así lo volvía loco, le encantaba.

—¿Estás bien? —le preguntó.

JiMin tomó una gran bocanada de aire y asintió.

—Palabras, bebé.

Sus piernas volvieron a temblar.

—Sí —tragó—. Sí... sí...

—Bien —YoonGi jadeó, sus ojos oscurecidos—. Aguanta un poco más.

Antes de que el omega pudiera decir algo, YoonGi comenzó a mover los dedos otra vez. La fricción contra su sensible próstata lo hizo gritar casi en dolor y sus ojos se llenaron de lágrimas espesas una vez más.

Los dedos de YoonGi se movían sin ningún tipo de piedad, sacudiendo todo en su interior mientras hilos e hilos de lubricante se deslizaban y caían hacia afuera. Chapoteaba contra su mano y se deslizaba hasta su antebrazo. JiMin no podía hilar un pensamiento coherente ahora porque todo lo que estaba procesando su cabeza era la dolorosa sensibilidad que lo atormentaba y lo empujaba a su límite.

En algún punto, JiMin se arqueó lejos del sofá, sus pies estirados y apuntando hacia abajo mientras sus rodillas se levantaban para apretarse contra su pecho y evitar que YoonGi siguiera entrando.

El alfa gruñó y tomó el muslo de JiMin para separar sus piernas una vez más.

El omega chilló y, cuando estuvo a punto de gritar por la llegada de su segundo orgasmo, YoonGi se detuvo.

—¡Yo-YoonGi! —reprochó entre lágrimas. No sabía si estaba enojado porque el alfa lo había empujado a su límite demasiado pronto luego de su primer orgasmo o si era porque no lo había dejado correrse por segunda vez—. Yoon... —lloriqueó.

Cuando JiMin bajó su mirada para verlo, se encontró con YoonGi tirando a un lado el paquete vacío de un condón antes de colocarse el preservativo en su pene. JiMin tartamudeó sin aire y se ahogó entre quejidos cuando YoonGi tiró de él una vez más para abrir sus piernas y colocarse entre ellas.

—¿Puedo? —preguntó pese a todo, con la punta de su pene alineada en la entrada de JiMin que se cerraba contra la nada.

—Sí —sollozó—. Sí, sí.

JiMin gritó cuando YoonGi se presionó en su interior sin titubeos. Simplemente se sumergió en su entrada con una sola estocada, apelando al lubricante que salía a borbotones. Dolió aun así, pero el omega volvió a aferrarse al apoyabrazos y recibió cada embestida con las piernas abiertas. YoonGi estaba siendo un poco más brusco de lo normal y Park no sabía si era por el malhumor de los últimos días o la cercanía de su celo. Mierda. Podría ser fácilmente una combinación de ambas cosas porque YoonGi respiraba como un toro furioso y se empujaba contra JiMin como si estuviera buscando romperlo.

Él ya ni siquiera podía manejarse a sí mismo, era un manojo sensible de nervios y espasmos casi violentos. Lo único que lo mantenía conectado a tierra era la fuerza con la que YoonGi sujetaba su muslo de un modo que seguramente dejaría marcas en su piel y la presión que se juntaba en su vientre entre cada empujón agresivo del alfa.

De repente sus gemidos descolocados se transformaron en sollozos desesperados, lágrimas caliente cayendo sobre su cara y balbuceos sin sentido. Su cuerpo hervía, el sudor se deslizaba por su cuello y la tensión en su vientre apretaba cada vez más. Estaba cerca otra vez, demasiado cerca. Le dolía, ardía, pero quería conseguirlo.

Sin embargo, YoonGi se detuvo.

—¡No! —lloró.

—JiMin, no... ¿estás...? ¿Estás bien?

YoonGi pareció recobrar la consciencia en ese segundo, pero JiMin no necesitaba eso ahora.

—¡Sigue! —rogó y tiró de su camisa—. Sigue, sigue, Diosa...

YoonGi sacudió su cabeza y comenzó de nuevo. JiMin balbuceó, pidiendo por más, y él alfa así lo hizo. Él recuperó el ritmo rápidamente, entrando y saliendo de su novio como si su vida dependiera de ello. JiMin era un desastre otra vez y, cuando abrió sus ojos solo un poco, se encontró con la imagen del alfa sacudiéndose encima de él, sus cejas fruncidas duramente en su cara, sus dientes apretados y el sudor bajando por su cuello. Su cabello rebotaba con cada nuevo empuje y algunos mechones se pegaba a su frente. Él ya no tenía esa sonrisa burlona que tuvo cuando lo hicieron por primera vez, ahora se veía igual de desesperado que JiMin, ojos oscurecidos y fijos hacia abajo.

JiMin podía sentir la presión del nudo de YoonGi crecer lentamente entre cada estocada. El alfa hacía lo posible por llenar a su novio por completo, pero no presionó mucho más allá del límite de su nudo. Sin embargo, JiMin podía notarlo, la expectativa creció en su vientre y la idea de ser anunado hizo a su lobo rodar en el suelo. Un gemido un poco más fuerte escapó de su boca por la idea y el alfa encima de él comenzó a ser más brusco. YoonGi sólo tenía que empujar un poco más, solo un poco...

Entonces, antes de que JiMin pudiera darse cuenta, su orgasmo arremetió contra él y todo su cuerpo se sacudió en espasmos. Él arqueó la espalda con un grito ahogado y YoonGi siseó adolorido por la manera en la que JiMin se cerró contra su miembro. Sólo bastaron un par más de empujones para que él también se corriera dentro del condón.

La casa quedó en silencio, solo interrumpida por las respiraciones ahogadas y jadeos desesperados.

Con la mirada desenfocada en el techo, JiMin se tomó un momento para recuperar el aliento y para que su cabeza dejara de dar tantas vueltas. Su cuerpo hormigueaba y él no podía pensar en otra cosa que no fuera dormir, dormir, dormir. Mierda. Eso fue un poco más intenso que la vez anterior y ellos ni siquiera estaban en una cama.

El dolor de sus piernas le hicieron fruncir el ceño y bajó la cabeza para mirar a su novio, sólo para encontrarse con el rostro agotado de YoonGi mirarlo con una sonrisa satisfecha y su camiseta negra manchada con su corrida.

—Hola, bebé —saludó YoonGi y se inclinó sobre él una vez más para besarlo.

JiMin respondió al beso desordenadamente, sin energía, y YoonGi se dejó caer sobre su cuerpo, su nariz metida en su cuello.

—¿Estás bien? —preguntó su novio.

JiMin asintió, todavía incapaz de encontrar palabras en su lengua. Tener sexo en el sofá no era en absoluto cómodo, pero él ni siquiera podía pensar en eso ahora, el dolor de su cuerpo se lo recordaría luego.

Entonces, el alfa se retiró de su interior y JiMin dejó escapar un quejido.

YoonGi se apresuró a frotar su nariz en la mejilla de JiMin y la besó.

—Lo siento...

—No, yo... —levantó su brazo y acarició su hombro—. Está bien.

—¿Sí?

—Sí —suspiró y de repente tenía una sonrisa tonta en la cara—. Por un segundo pensé que ibas a anudarme, Yoon.

YoonGi agrandó los ojos y miró a su novio sin estar seguro de haber escuchado bien.

—¿Anudarte? —JiMin asintió—. No... uh... no hemos hablado de eso...

—Pues no —le sonrió sin energía, sus ojos medio cerrados—. Está bien, no me habría molestado.

—Ah, no me digas eso... —tuvo que cerrar los ojos un momento, su respiración pesada otra vez—. Creo que fue mejor que no —sacudió su cabeza y se apartó para quitarse el condón por fin—. Si te anudaba probablemente habría perdido la cabeza un rato o se habría adelantado el celo —resopló con un poco de gracia—. No sé qué habría sido peor.

Esta vez, fue turno de JiMin de agrandar los ojos.

—Es verdad —dijo con cierta sorpresa—. Tu celo, oh —sonrió suavemente y tomó la camisa de YoonGi para tirar de él en un intento de acercarlo a su cuerpo de nuevo—. Yoonie, ¿cuándo será tu celo?

Sin embargo, el alfa no se dejó atraer y negó con la cabeza.

—Vamos a limpiarte primero, ¿sí?

JiMin trató de que el repentino cambio de tema no le afectara, así que asintió lentamente y dejó caer su sonrisa. Quizás eran las hormonas alborotadas por el reciente orgasmo o la euforia del sexo, tal vez se había adelantado a preguntar o había supuesto algo que le pareció obvio. Ahora que eran pareja sería lógico que pasaran el celo del otro juntos, pero quizás YoonGi no quería eso, podría ser muy formal para algunas personas y JiMin no quería espantarlo.

YoonGi lo ayudó a recostarse y limpió su cuerpo como lo había hecho la última vez. Fue cuidadoso y amoroso en cada toque, también repartió un par de besos amorosos por su cuerpo, así que JiMin supuso que sólo se estaba haciendo ideas.

Cuando tuvo un par de calzoncillos limpios y una sudadera encima (ambos de su novio), JiMin supuso que ya podía ser momento de hablar al respecto, pero cuando abrió la boca para preguntar, YoonGi se adelantó.

—¿Quieres té?

El omega lo miró con extrañeza y se cruzó de brazos en el sofá, sentado en la esquina contraría a la que habían usado. No estaba seguro de que la elección de té después de tener sexo y beber vino sea muy correcta, pero decide aceptar de todos modos.

—Creo que sí.

—Perfecto.

YoonGi se quedó en la cocina todo el tiempo que le tomó a la tetera calentar y JiMin se acurrucó en su esquina del sofá en espera del té. Ahora ya no estaba tan seguro de qué hacer exactamente. ¿Tal vez YoonGi simplemente no quería tocar el tema? Sin embargo, JiMin no era adivino y no quería jugar el jueguito de suponer qué era lo que pensaba su novio. Ellos se habían acabado de reconciliar y habían tenido un buen sexo, ¿por qué tendría que sentirse inseguro ahora? Incluso tenía el anillo de promesa en el dedo.

—YoonGi —llamó desde su lugar en el sofá. Ni siquiera hizo intento de levantarse porque sabía que se caería, hace un momento casi se derrumba contra el suelo—. Yoon, ¿puedes venir?

—Acaba de calentar el agua —se excusó él mientras echaba agua caliente en las tazas.

—Es que es importante.

—Dame un segundo, bebé.

JiMin decidió esperarlo y llevó su pulgar a sus labios para mordisquear la punta de su dedo.

Cuando YoonGi le entregó su taza de té y se sentó a su lado, JiMin decidió que era buen momento ahora.

—Oye —fue como empezó—, ¿hay algo sobre tu celo que te incomode? Sabes que podemos hablarlo.

El alfa, quien estaba tomando un sorbo de su té, se detuvo un momento. Cuando tragó, dejó escapar un suspiro.

—No es que incomode —explicó—. Simplemente no es un tema del que me encante hablar.

—¿Es por algo en particular? —preguntó con cierta preocupación—. ¿No quieres que hablemos de esto ahora?

YoonGi se encogió de hombros y tomó otro sorbo de su té. JiMin se puso un poco más nervioso en ese segundo, pero YoonGi no lo dejó esperando demasiado tiempo.

—Mi celo será la próxima semana, creo que el viernes —JiMin frunció sus cejas suavemente. Pensó que la fecha era mucho más cercana. YoonGi no encontró mejor cosa que hacer que rascar su rodilla sobre el pantalón de pijama—. Ya sabes que todos los celos son diferentes, bien, el mío comienza a joder una semana antes.

—Oh, bueno —JiMin tragó y miró tentativamente hacia abajo—. Tú... —elevó su mirada hacia a YoonGi, sólo para encontrarse con que el alfa ya lo estaba mirando—. ¿Necesitas... ayuda?

YoonGi levantó ambas cejas y un suave color rosado apareció en sus mejillas, su aroma a madera picó en la nariz de JiMin y él supo que esa había sido la pregunta correcta. Proponer acompañar a alguien durante su celo era algo importante, para un omega era una entrada a cuidados y a contención, para un alfa era algo un poco más pesado, porque los alfas no suelen dejar que los demás cuiden de ellos y muchas veces sus propios impulsos pueden ser agotadores para omegas que no se encuentran en celo. JiMin parecía muy seguro sin embargo, pero por la cara de repentino rechazo que puso YoonGi, él dudó y se sintió estúpido por preguntar, otra vez.

—Bueno —volvió a bajar la mirada y apretó sus manos contra la taza—, sólo decía...

—No, espera —se apresuró a decir y dejó su taza sobre la mesa de centro. JiMin volvió a mirarlo—. No quiero que sientas que te rechazo, pero... es que no creo que sea buena idea.

Inevitablemente, JiMin se sintió rechazado. Su omega bajó las orejas con tristeza y YoonGi pudo sentir su aroma tornarse amargo, así que se sentó más cerca de él para tomar una de sus manos.

—JiMin...

—¿Puedo preguntar por qué? —se adelantó a cualquier explicación, un poco más ansioso ahora. Culpa de su lobo. ¿Acaso JiMin había malinterpretado la velocidad a la que iban las cosas? ¿Quizás YoonGi sentía que era demasiado pasar su celo juntos en estas circunstancias?

—Es un poco... complicado.

—YoonGi, no te voy a juzgar —insistió y se cruzó de piernas antes de colocar su taza al lado de la de YoonGi—. Soy el menos indicado para juzgarte. Me gusta pensar que podemos tener estas conversaciones, no te voy a presionar, pero ten en cuenta que puedes hablar conmigo sobre lo que sea.

El alfa suspiró pesadamente, sus dedos masajeando los dedos de JiMin con cuidado. Eso redujo un poco la ansiedad del omega, pero todavía se sentía confundido.

—No me gusta pasar mi celo con nadie —empezó y JiMin no estaba seguro de que eso le hiciera sentir mejor. No ser ni siquiera una excepción a la regla se sentía como un golpe en el estómago, pero había dicho que no juzgaría—. No es por ti, es por mi lobo.

—Oh... —a pesar de eso, estaba seguro de que no era suficiente—. ¿Puedo saber la razón?

YoonGi soltó la mano de JiMin para pasarla por su cabello. Ahora estaba un poco ansioso y se notaba en su aroma. YoonGi se sentó derecho mientras trataba de pensar en las palabras que usaría, JiMin fue paciente y supo que esto no era cuestión de pasar o no pasar su celo juntos, debía haber algo más, tal vez una inseguridad o preocupación y él quería poder ser de tanta ayuda como YoonGi le permitiera.

—Es un poco vergonzoso —admitió—. En realidad, más que vergonzoso, no me gusta y tampoco quiero que pienses mal de mi.

—YoonGi —esta vez fue JiMin quien tomó sus manos y lo miró con cariño—. Tranquilo, ¿sí? No hay nada sobre ti que haga que piense mal —le dijo con seguridad—. Mira que ya superé que usaras pantalones caídos —bromeó, provocando una pequeña risa en el alfa—. No te preocupes.

YoonGi suspiró otra vez, pero se veía un poco menos tenso.

—Bueno, escucha, desde mi adolescencia he tenido un lobo un poco rebelde, muy molesto, realmente odioso —comenzó a explicar y JiMin asintió para impulsarlo a continuar—. Con el tiempo aprendí a controlarlo, pero antes hasta yo mismo me veía insoportable. El punto... El punto es que mi celo es el momento en el que mi lobo está más activo, cuando puede tomar el control por completo. Yo no soy realmente consciente de las cosas que hago y mi lobo, él es... malo.

—¿Malo? —JiMin lo miró con extrañeza—. ¿Qué quieres decir con eso?

YoonGi lucía como alguien que estaba hablando de algo de lo que no quería explicar más, pero a pesar de que JiMin no quería presionarlo en absoluto, él admitía estar realmente curioso de lo que sea a lo que se estuviera refiriendo su novio. Eran pareja después de todo, estas son el tipo de cosas que él debería saber y YoonGi pareció entender eso porque no se detuvo a pesar de lo tenso de sus hombros y de lo incómodo de su cara.

—En la normalidad, cuando me acuesto contigo, suelo perder un poco el control y me comporto más brusco de lo normal y no me doy cuenta de que a veces se me pasa la mano porque estoy caliente y soy estúpido —continúa explicando y JiMin lo sigue con paciencia, ahora él luce un poco avergonzado porque su mirada se agacha una vez más—. Durante mi celo es mucho peor.

—¿Peor? ¿Quieres decir que tu lobo te hace mucho más tosco?

YoonGi asintió.

—Bueno, eso no es...

—Mi lobo no acepta un "no", JiMin —interrumpió.

El omega parpadeó.

—¿No?

—Nunca —enfatizó.

Eso era un poco más sorprendente de lo que debería haber sido.

Considerando que YoonGi era el alfa más cuidadoso que JiMin había conocido nunca y de que jamás había hecho absolutamente nada para lastimarlo, saber que había un lado de él que definitivamente no cumplía con esa característica tan resaltante suya, era una sorpresa.

Sin embargo, él no se sintió menos curioso.

—Oh...

—He tenido problemas por esto antes —se apresuró a decir—. ¿Recuerdas el susto que tuve de embarazo cuando era un adolescente? Bueno... —apretó sus labios—, esa fue la primera y única vez que acepté pasar mi celo con una de mis parejas... y, como podrás adivinar, salió terriblemente mal —ahora, su cara tenía un aire diferente, algo igual de incómodo, pero más melancólico y culpable—. Esa es otra de las razones por las que me hice la vasectomía, mi lobo no usa condones.

JiMin guardó silencio un momento.

Eso era algo serio, en definitiva.

—Ya veo... —lentamente, JiMin se recostó contra el hombro de su novio y entrelazó sus manos juntas—. ¿Es realmente así de serio, huh?

—Mucho.

Ellos se quedaron en silencio un momento, sus miradas bajas hacia sus manos juntas.

Entonces JiMin frunció sus labios.

Mierda.

—¿Por qué te ves tan insatisfecho? —preguntó YoonGi con un ligero deje de gracia, luego tomó el mentón de JiMin para hacerlo levantar la mirada—. Lo siento, amor.

JiMin se sonrojó.

—Yo no... Bueno, sí, estoy insatisfecho —admitió, mirando a YoonGi con algo de pena, luego se apartó de su mano y rodeó sus hombros con sus brazos para fundirse en un abrazo—. No pensé que fuera tan serio, lo siento.

YoonGi ronroneó con cariño y atrajo a JiMin lo suficiente como para que quedara sentado de lado sobre su regazo. Él apretó al omega en un brazo y JiMin frotó su nariz en el cabello de YoonGi, quien encontró su lugar en su cuello.

—No pasa nada —consoló YoonGi—. Está bien —dijo suavemente contra su cuello.

Ambos guardaron silencio bajo los mimos, pero de repente JiMin se separó un poco del abrazo y lo miró con preocupación. Los celos de los alfas son complicados en su mayoría, más si se encuentran emparejados en el momento de su calor.

—¿Y qué se supone que harás? —preguntó.

YoonGi tarareó y acarició uno de los muslos de JiMin, luego dejó un pequeño beso en su hombro.

—Iré a casa de NamJoon, es lo que suelo hacer.

—¿Dos alfas juntos y uno en celo? ¿Eso no es peligroso?

—No tanto, mi alfa reconoce a NamJoon como un familiar y él me mantiene encerrado en una habitación para invitados que tiene. Es bastante seguro, en realidad.

La sensación inconforme no abandonó el cuerpo de JiMin, YoonGi se dio cuenta de ello por el aroma triste de su lobo y para consolarlo decidió frotar su cuello con la punta de su nariz.

—Hm...

—No te enojes, por favor —presionó un beso en su cuello—. Lo siento, de verdad, es solo que no te quiero hacer daño.

—No me harás daño —refutó, moviendo su rostro para encararlo—. Eres el alfa más dulce que he conocido, jamás me harías daño y estoy bastante seguro de que, aunque tu lobo sea un bruto, él tampoco me haría daño.

—Eso es verdad, él te adora —YoonGi asintió y JiMin sonrió suavemente, siendo el calor que se coló por su pecho ante esa afirmación, su propio lobo dando vueltas de pura emoción—. Pero no quiero ponerte en una situación incómoda, ya me ha pasado y mi lobo necesita a alguien bastante rudo para mantenerlo a raya y los omegas no suelen ser rudos, por eso busco la ayuda de NamJoon siempre.

—Yo soy rudo —JiMin tocó la punta de la nariz de YoonGi con la propia, haciendo sonreír al alfa—. Tengo un hijo, ¿realmente crees que no puedo con un alfa tonto? Con una mirada seguro lo tendré de rodillas —presumió.

YoonGi rió entredientes y dejó un casto beso en la mejilla de JiMin. Él no iba a negar que esa imagen le gustó lo suficiente como para considerarlo.

—Me parece que estás un poco entusiasmado con la idea —molestó, apretando casualmente la piel de su muslo.

—No lo voy a negar —se encogió de hombros con encanto y se inclinó sobre YoonGi de nuevo, esta vez recostó su cabeza contra su hombro y suspiró—. Simplemente quería pasar el celo de mi alfa con él... —deslizó la punta de su índice sobre su pecho.

YoonGi respiró pesadamente.

—No lo sé —negó con la cabeza y cerró los ojos cuando JiMin comenzó a besar su mejilla con delicadeza, los besos eran pequeños, pero lo tenían al borde—. Eso es manipulación...

—Claro que no —se quejó entre risas y acarició el cuello de YoonGi con su mano—. Pero sí admito que me encantaría pasarlo contigo, ¿sabes? —apretó sus labios y rozó la glándula de YoonGi sólo para que su pesado aroma a madera hiciera cosquillas en su nariz—. Me encantaría cuidarte —confesó.

YoonGi se mordió el labio y cabeceó.

—JiMin, son tres días...

—Lo sé —murmuró, un suave sonrojo subiendo por su cara mientras YoonGi acariciaba su cintura y respiraba con pesadez.

—¿Has estado con un alfa en celo antes?

—No...

Un gruñido caliente subió por el pecho de YoonGi y JiMin pudo sentirlo debajo de su mano.

—Eso no debería haberme gustado tanto —murmuró el alfa con algo de vergüenza.

JiMin se echó a reír y encaró a YoonGi con una sonrisa amorosa.

—Espero que no tengas un fetiche con eso de la virginidad porque no creo llegar tan lejos —bromeó y esta vez fue turno de YoonGi de reírse.

—No lo creo —negó—, pero si no has experimentado el celo de un alfa antes, me preocupa mucho más que tengas lidiar con el mío.

—YoonGi, somos novios —afirmó—. Si queremos que esto siga, tenemos que ser conscientes que hay cosas que debemos experimentar juntos en algún momento. Entiendo que quieras cuidarme y lo aprecio muchísimo —tomó su mejilla con su mano y acarició con cuidado—, pero no quiero dejarte solo en esto, mi omega estaría triste y tu alfa también. Yo también quiero lo mejor para ti.

YoonGi lo consideró por un momento y se recostó contra la mano de JiMin.

—¿Estás seguro?

—Totalmente.

El alfa lo miró por un largo momento, considerando sus opciones. Es claro que es algo serio, que quiere lo mejor para su novio, pero experimentar un celo en soledad no es divertido, mucho menos estando emparejado. YoonGi ha tenido que sufrir muchos de ellos con los años y no sabía si ahora que estaba con JiMin, el omega que adoraba tanto, sería peor.

Entonces suspiró.

—Quiero que sepas que el primer día soy insoportable, todo me molesta, por todo gruño y peleo, así que si quieres golpearme tienes todo el derecho de hacerlo —comenzó y JiMin sonrió con ternura por la manera en la que YoonGi está tratando de evitar su mirada—. El tercer día sólo quiero mimos y besos, quiero que seas la persona más cursi del mundo, por favor.

JiMin asintió, contento. Imaginarse a YoonGi lloriqueando por besos y abrazos le derretía el corazón.

—¿Y el segundo día?

YoonGi se mordisqueó el interior de la mejilla.

—El segundo día... —dudó—. El segundo día serán mi lobo y mi nudo hinchado queriendo tener cachorros —explicó con algo de pena, su voz baja y mirada fija en las manos de JiMin—. Él no es cuidadoso, podría colocarte contra la cocina y comerte entero si se le antoja —continuó mientras JiMin sentía su propio corazón acelerarse y mejillas sonrojarse—. Tal vez contra la mesa, en el sofá, en el baño...

—¿Estás tratando de convencerme? —preguntó casi con un suspiro.

YoonGi levantó la mirada y JiMin casi se derrite ahí mismo por los ojos de cachorro que su novio le estaba dedicando. Casi no parecía la misma persona que lo había acabado de coger contra la esquina del sofá.

—Deberías pensarlo con la mente fría, no así de caliente —se quejó

—¿De quién es la culpa? Yo no fui quien puso esos escenarios en mi cabeza —molestó y tomó su caliente rostro entre sus manos—. Deberías disculparte.

Esta vez fue turno de YoonGi de morder su labio inferior.

—Oh, perdóname —le siguió el juego con una sonrisa.

—No te perdono —besó su boca.

YoonGi le correspondió suavemente, el cansancio y la satisfacción del reciente sexo seguía ahí, por lo que ellos seguro no se lanzarían a una segunda ronda, pero se dieron la libertar de juguetear un poco con sus besos y caricias, sólo por el simple placer de tocar libremente a su pareja, con amor y cariño, con el deseo que siempre guardaban debajo de su piel.

—Si realmente quieres hacer esto, tendrás que confirmarlo —dijo YoonGi de repente contra su boca—. Tengo que decirle a NamJoon que no prepare nada en su casa y tendrás que encontrar con quién dejar a JungKook los tres días porque yo no voy a querer que te vayas de mi casa.

JiMin asintió.

—Bien, creo que voy a tener que pedirle a TaeHyung el favor más grande que me ha hecho nunca —dijo con gracia y deslizó su índice por el labio inferior de YoonGi, mirando ese punto con anhelo—. ¿Dijiste que empezaba el viernes?, porque no sabría cómo pedirle unos días libres a mi jefe.

—Hm, dile que vas a atender a tu alfa, eso es todo —JiMin le dio un golpecito en el pecho y él rió—. Sí empezará el próximo viernes, puedes estar conmigo el sábado y el domingo, el primer día de verdad que soy insoportable.

—Bien —asintió JiMin y se inclinó para besarlo, pero se detuvo a medio camino con una expresión seria en el rostro, parecía haber recordado algo—. Espera, ¿qué tan efectiva es la vasectomía? —lo miró a los ojos—. Si voy a acompañar a tu lobo que odia los condones, necesito saberlo.

YoonGi asientió, comprensivo.

—Noventa y nueve por ciento.

—¿Y el uno por ciento restante?

—Me dijeron que es una falla común de todos los anticonceptivos, nunca serán cien por ciento efectivos.

JiMin zumbó en entendimiento y miró los labios de YoonGi un momento.

—La última vez que me hice exámenes de sangre fue cuando gestaba a JungKook y todos salían bien, tampoco lo he hecho con nadie más desde entonces, ¿debería hacerme otros?

YoonGi negó con la cabeza.

—Podrías, pero estás bien, confío en ti —le dijo—. Los últimos exámenes de sangre que me hice fueron cuando descubrí que HyeJin me engañaba y todo salió todo bien, desde entonces no lo he hecho con nadie, ¿quieres verlos?

JiMin también negó.

—Confío en ti.

Ambos se sonrieron.

—Entonces está hecho —YoonGi palmeó los muslos de JiMin antes de apretar sus dedos contra su carne, arrancándole un suspiro entrecortado—. Vas a pasar mi celo conmigo —el omega sintió el escalofrío de emoción recordar su espalda y se aferró a la camiseta de YoonGi con sus manos, dispuesto a besarlo de nuevo—, pero, y te lo digo seriamente, si algo no te gusta, si mi lobo es un idiota o si quieres que pare, dame una patada en las bolas.

JiMin trató de reprimir la repentina risa, pero falló rotundamente.

—¡No, YoonGi! —se carcajeó.

—Lo digo en serio —insistió a pesar de que también se estaba riendo—. Eso sirvió la última vez.

JiMin frunció sus cejas y acarició el pelo de YoonGi.

—¿Quieres hablar de eso?

—No realmente —negó con la cabeza—. Ya pasó, terminamos bien y él no me odia, pero esa fue la razón por la cual terminamos.

JiMin lo miró con tristeza.

—Lo siento mucho.

—Está bien —tomó su mano y la acercó su rostro—. Mil veces te prefiero a ti por sobre cualquier otra persona —besó sus dedos.

JiMin se sonrojó y sintió que su pecho se calentaba de pura euforia.

—Oh... —se encogió en su lugar y llevó su mano libre hasta su cara para ocultar parcialmente su sonrojo. YoonGi se rió y, entonces, lejos de estar caliente, JiMin se derretía de amor—. No puedes decir cosas así como así.

—¿Por qué no, bebé?

JiMin se estremeció suavemente por el apodo y rió bajito, risueño y sonrojado.

—YoonGi...

—Ven aquí.

Ambos cayeron de lado sobre el sofá bajo las risas de JiMin y los besos que YoonGi esparcía por su cara.

—Extrañé esto —confesó YoonGi mientras frotaba su cara contra la mejilla de JiMin.

—Yo también —dijo de igual modo el omega, satisfecho por la marca de olor de su alfa.

Habían sido un par de días, pero ambos estaban de acuerdo en que fue insoportable. La pelea nunca debió haber sucedido, pero ahora ambos sentían que estaban más unidos que antes, sabían que eran más fuertes juntos y la seguridad que les brindaba el otro no era comparable con nada.

Sin embargo, bajo la oscuridad de la noche y los besos cortos que se dedicaban mutuamente, YoonGi tuvo la sensación de que algo más faltaba, su lobo se lo hizo saber con un resoplido y una repentina preocupación.

—¿Dónde dijiste que estaba JungKook? —le preguntó a JiMin de repente.

El omega ladeó su cabeza, sus manos en los hombros de YoonGi.

—Con Tae, ¿por qué?

YoonGi se mordisqueó el labio.

—Estoy un poco ansioso.

—¿Porque JungKook no está? —preguntó y YoonGi asintió—. Oh —una sonrisa subió por su cara y observó a su novio con todo el amor del mundo—. Bueno, él estará aquí mañana, ya es bastante tarde.

Sin embargo, YoonGi parecía bastante serio ahora.

—¿Yoon?

El alfa levantó sus cejas.

JiMin entendió qué quería decir.

—No, YoonGi, no creo que...


TaeHyung se levantó de un salto cuando el intercomunicador de su casa resonó en mitad de la noche. Rápidamente se sentó y se quitó el antifaz de los ojos para ver alrededor de su habitación oscura en busca de aquello que lo sacó de su precioso sueño, su mano sobre su acelerado corazón y respiración errática por culpa del susto.

JungKook se removió a su lado, quejándose por el movimiento.

—Oh. Lo siento, Kookie —le dijo suavemente antes de acariciar su cabeza.

Cuando JungKook dejó de moverse, TaeHyung tomó su celular de la mesita de noche y se encontró con un par de mensajes en la bandeja de entrada. Era JiMin... a las jodidas dos de la mañana, pidiéndole que le abriera la puerta.

—¿Eh?

Cuando el intercomunicador sonó de nuevo, JungKook abrió los ojos.

—Por la Diosa —se quejó el beta mientras se bajaba de la cama. JungKook parpadeó con sueño y se arrodilló en el colchón sin entender qué era lo que sucedía—. Quédate en cama, Kookie —le pidió y se apresuró a salir a la sala de estar, luego a la entrada, y tomó el intercomunicador—. ¿JiMin? ¿Qué pasó? ¿Estás bien? Ya voy bajando.

Sí, todo está bien —dijo rápidamente JiMin—. Sólo vine por Kookie.

El beta se quedó congelado un segundo.

—¿A esta hora? —le preguntó escandalizado—. ¿Por qué? ¿Qué haces en la calle a esta hora? ¿Eres tonto? ¡JiMin, harás que me de un infarto!

No está solo —una segunda voz dijo a su lado y TaeHyung batalló mentalmente con el sueño para tratar de reconocerlo.

—Min —dijo en reconocimiento y sólo un poco de resentimiento, pero decidió que no tenía energía para esto—. Par de estúpidos, harán que me de un infarto. Los odio, no me vuelvan a hacer esto —se quejó una vez más—. Esperen ahí, voy a preparar a JungKook.

Está bien, gracias, Tae. Lo siento mucho —dijo JiMin y Taehyung podía imaginarlo con una cara de arrepentimiento.

—Sí, sí —el beta viró los ojos y colgó para caminar hacia el interior de la habitación en donde JungKook había vuelto a dormir—. Kookie, bebé —lo sacudió suavemente, provocando que el pequeño alfa se queje otra vez—. Lo siento, amor, pero tu papá vino por ti, vamos.

JungKook abrió los ojos y se apresuró a bajar de la cama a pesar de que su cuerpo no se había despertado lo suficiente. El reconocimiento de su "papá" hizo que reaccionara por sí solo y TaeHyung ni siquiera le quitó el pijama, simplemente le puso los zapatos y metió sus cosas en el interior de su mochila.

—¿Mi papi vino? —preguntó aun así, todavía medio dormido—. ¿Por qué?

—Sí, sí. Yo tampoco sé por qué vino a esta hora, pero vamos —peinó un poco su cabello y tomó su mano para salir del departamento.

Mientras esperaban para subir al ascensor, TaeHyung decidió revisar el resto de mensajes que le habían llegado. JiMin le había avisado cuando salió de casa que irían por JungKook, le dijo que YoonGi quería recoger a JungKook porque su lobo estaba ansioso y que la cena había salido bien, también le pidió que estuviera listo para cuando llegaran porque no quería tocar el intercomunicador, luego había una secuencia de mensajes preguntando si estaba despierto y otra pidiendo perdón por despertarlo así de repente.

Increíble.

Ellos llegaron a la planta baja bastante rápido y los agotados ojos de JungKook se agrandaron en absoluta emoción cuando reconoció a las dos personas paradas detrás de la puerta de cristal.

—¡Señor YoonGi! —gritó y corrió hacia la puerta para apoyarse contra el cristal, el alfa al otro lado le sonrió de inmediato—. ¡Señor YoonGi! —llamó de nuevo y, de repente, un montón de lágrimas se acumularon en sus ojos, provocando que las caras de ambos adultos palidecieran—. S-Señor, Y-YoonGi... —comenzó a llorar.

TaeHyung suspiró mientras insertaba la llave en la puerta y la abría con cuidado. JungKook se apresuró a correr hacia el alfa, quien se agachó para recibir el abrazo del cachorro que sollozaba y levantarlo del suelo.

—¡S-Señor YoonGi! —repetía entre lágrimas—. ¡Lo extrañé mucho! —sollozó.

—Hola, chiquitín —YoonGi frotó su nariz contra la mejilla del cachorro—. No llores, tranquilo, ya estoy aquí.

JiMin suspiró con cariño mientras el beta le dedicaba una mirada de pocos amigos al alfa.

—Así que hablaron —le dijo a JiMin mientras le entregaba la mochila de JungKook y él asintió en su dirección—. Me alegro, lo digo en serio, ¿pero puedo saber por qué vinieron a esta hora y no esperaron a que llevara a JungKook?

El pequeño alfa calmó sus lamentos en ese momento y frotó su carita contra la mejilla del hombre como respuesta a sus mimos, sus brazos aferrados a su cuello y sus pequeños hipidos siendo consolados por las palabras amorosas del alfa que lo arrullaba con amor.

—Cosas de alfas —explicó JiMin con un encogimiento de hombros.

TaeHyung sintió un tic en su ceja y miró de nuevo a YoonGi, quien abrazaba a JungKook con una sonrisa melancólica en el rostro y acariciaba su espalda para que dejara de llorar.

—Voy a necesitar más información que esa, pero no tengo energía ahora —dijo con un suspiro—. Vayan con cuidado, espero que no estén usando esa moto.

—No, iremos en taxi —se apresuró a decir JiMin—. Y ya nos debe estar esperando, así que gracias —dio un paso hacia su amigo y lo abrazó—. Te debo una.

—Tranquilo —viró los ojos—. Es un placer cuidar a Kookie, pero si me haces esto de nuevo, te mato.

—Creeme, no va a volver a pasar —prometió y besó su mejilla—. ¡Gracias! —se despidió.

La pareja se alejó de la entrada con calma y TaeHyung se despidió de ellos con una sonrisa agotada. Le hacía feliz saber que ellos ya se habían reconciliado y que JungKook no iba a estar triste por más tiempo, claro que ahora tendría migraña porque su sueño se había interrumpido, pero qué más daba, al menos podía volver a su cama a dormir como la sagrada Diosa manda.

Por otro lado, dentro del taxi, JungKook yacía acurrucado en el regazo de YoonGi. Todavía hipaba por el llanto, pero se había calmado lo suficiente como para poder hablar con él tranquilamente. JiMin se apresuró a besar su cara cuando se sentó a su lado y JungKook sorbió su pequeña nariz antes de parpadear con sueño.

—¿Ya no están enojados? —les preguntó a los dos con un puchero, sus ojos fruncidos en preocupación.

—No, chiquitín —YoonGi respondió primero, acariciando su espalda—. Fue un malentendido, lo siento mucho. No debí irme así, fui un tonto y te hice sentir mal, pero no voy a dejar que eso vuelva a suceder, lo prometo.

Los ojos de JungKook se llenaron de lágrimas otra vez y asintió.

—Está bien, señor YoonGi —le dijo y metió su cara dentro de su cuello—. Acepto sus disculpas.

YoonGi suspiró con alivio y JiMin los observó a los dos con tanto cariño que su corazón casi se derrite dentro de su pecho. Le pareció un poco graciosa la facilidad con la que su cachorro perdonó a YoonGi, pero no podía culparlo, no cuando lo adoraba tanto y lo extrañaba con todo su corazón. El aroma amargo que había cargado consigo todos esos días se volvió mucho más suave, una clara señal de que la tristeza lentamente se disipaba de su sistema y JiMin se acurrucó en el hombro de YoonGi con alivio.

Ahora todo estaba bien.

Cuando llegaron a casa, los tres estaban igual de agotados y, entre bostezos, YoonGi metió la llave en la cerradura para abrir la puerta con un poco de apremio. Antes de irse, JiMin había armado un nido en su cama para recibir a su pequeña manada y el alfa no podía esperar más tiempo para acostarse con ellos ahí. Sin embargo, a pesar de que JungKook se había dormido sobre su hombro, el par de sonidos le hicieron parpadear suavemente para encontrarse con la mirada de JiMin.

—Ya llegamos —le susurró su papá.

JungKook cerró los ojos otra vez, pero de repente volvió a despertarse.

—Papi —llamó a JiMin y extendió su mano hacia él.

YoonGi se detuvo cuando JungKook se sentó derecho y comenzó a frotar su puño contra su ojo derecho.

—¿Qué pasó, amor? —le preguntó JiMin.

—El dibujo, papi —dijo con un bostezo, sus ojos medio cerrados—. El dibujo del señor YoonGi.

JiMin agrandó los ojos en reconocimiento.

—Ah, lo puedo ver mañana, chiquitín —trató de decir YoonGi, pero el pequeño negó efusivamente con la cabeza—. ¿No quieres ir a dormir?

—Después —se sacudió un poco con un tono quejumbroso en su voz y YoonGi lo bajó al suelo—. Papi, vamos —caminó hasta JiMin y tomó su mano para ir en dirección a la puerta.

YoonGi los observó a ambos con extrañeza mientras ellos se encaminaban hacia el departamento de JiMin. JungKook se sumergió en la casa una vez su papá le abrió la puerta mientras JiMin lo esperaba en la entrada, así que YoonGi se acercó a su novio para preguntarle qué sucedía, pero JiMin apretó sus labios y se encogió de hombros como si no supiera lo que sucedía.

Cuando JungKook entró al departamento, lo primero que hizo fue correr hacia la mesa de centro en donde había dejado por última vez el dibujo terminado. JiMin no lo movió de ahí, así que el cachorro lo encontró rápido y se apresuró a volver a la entrada mientras YoonGi lo miraba con curiosidad.

Sin embargo, en el momento en el que se colocó frente a YoonGi, el cachorro comenzó a sentirse un poco más nervioso. El dibujo estaba doblado en el centro y él sostenía ambos lados para abrirlo, pero dudó un poco a pesar de que JiMin lo animaba desde atrás con su mirada amorosa.

—¿Qué pasa, chiquitín? —le preguntó YoonGi sin entender del todo la gravedad del asunto.

JungKook apretó sus labios.

—Es que... es que tengo miedo de que no le guste... —murmuró.

—Ah, por favor... —YoonGi hizo un ademán con su mano y se arrodilló con cuidado frente a JungKook, quien dio un pequeño paso hacia atrás para que no le quitara el dibujo—. Yo adoro todos tus dibujos. Por ejemplo, todavía tengo guardado el cupón para leche de banana que me diste cuando nos conocimos.

JungKook parpadeó en sorpresa y una sonrisa apareció en su carita.

—Pero señor YoonGi, ese es un cupón, no un dibujo... —se rió suavemente—. Tiene que cambiarlo por una leche de banana.

—¿Ah sí? —fingió no entender, lo que hizo reír al cachorro una vez más—. No me di cuenta, es que está muy bonito y no quiero canjearlo.

—Está bien, le haré otro —prometió.

—Gracias —asintió e hizo un gesto hacia el papel que JungKook todavía tenía entre sus manos—. ¿Entonces puedo ver?

JungKook asintió, pero miró a su papá antes.

—Está bien, Kookie —le dijo JiMin con seguridad.

El pequeño alfa aspiró para tomar valor y abrió el dibujo.

YoonGi sonrió por puro reflejo a sabiendas de que era el dibujo de un niño que todavía buscaba aprobación de los adultos. Sin embargo, su sonrisa se congeló en el instante en el que reconoció las palabras escritas arriba de todo y la pregunta que estaban formando.

"¿QUIERE SER MI PAPÁ?", estaba escrito en mayúsculas y crayones arriba de un par de muñecos que debían ser ellos tres tomados de las manos, con el trazado desordenado de un niño y con todo el amor que un cachorro podía ponerle a un dibujo como ese.

—Se lo iba a dar el otro día, pero se fue —explicó JungKook al no ver respuesta, un poco nervioso y con su voz baja—. Pero no importa, aquí está, ¿le gusta? —se asomó detrás de la hoja.

—¿YoonGi? —JiMin se arrodilló a su lado, su mano acariciando la espalda de su novio—. ¿Estás bien?

El alfa no respondió de inmediato, simplemente tomó el dibujo entre sus manos y lo acercó a su regazo para mirarlo de cerca. En el dibujo ellos estaban dentro de una casa con un enorme patio lleno de árboles. Arriba de JiMin decía "papá JiMin" y arriba de YoonGi decía "papá YoonGi" mientras que encima de JungKook estaba escrito un simple "yo". Holly estaba en el patio de la casa, su nombre estaba escrito arriba, y sólo eran ellos, simplemente ellos.

Entonces, las cejas de YoonGi se fruncieron y su mentón tembló, sus ojos se aguaron y las lágrimas bajaron por su rostro sin piedad.

De repente, él estaba llorando.

—¡Señor YoonGi! —se lamentó JungKook, corriendo a su encuentro para abrazarlo y consolarlo—. Lo siento, lo siento, no llore —sus propios ojos se llenaron de lágrimas también—. ¿Señor YoonGi?

YoonGi negó con la cabeza de inmediato, pero todavía no era capaz de explicarse, simplemente sollozaba ahí mientras JiMin acariciaba su espalda y lo miraba con amor.

—Son lágrimas felices, Kookie —explicó JiMin con un tono tranquilo.

El niño se calmó un poco, pero eso no evitó que se preocupara por ver a YoonGi llorando, así que lo abrazó y JiMin hizo lo mismo.

YoonGi trató de recuperarse del sinfín de emociones que lo azotaron sin piedad en ese momento. Su lobo corría salvaje dentro de su propio pecho, contagiando a su cuerpo de la misma adrenalina que lo estaba haciendo llorar y él simplemente no podía detenerse, no había experimentado nada de esto antes, la felicidad nunca se había sentido tan pesada en su corazón como para hacerlo sollozar de esa manera, pero hizo un esfuerzo y trató de sobrellevarlo para poder hablar, para poder responder la pregunta que inocentemente le había hecho JungKook.

—C-Claro que sí, Kookie —sollozó, llamando la atención del cachorro—. Claro que... claro que quiero ser tu papá.

El cachorro sonrió con un brillo deslumbrante en su rostro y se lanzó a los brazos de YoonGi con una enorme sonrisa. JiMin se rió con sus propios ojos húmedos de lágrimas amorosas y se acurrucó contra ambos, igual de contento, mientras YoonGi trataba de regular su respiración y se aferraba a los dos como si no quisiera que nada ni nadie se los llevara.

La fuerte presencia de su lobo territorial lo obligó a frotar su rostro contra ambos para marcar territorio, como si no lo hubiera hecho antes y un sinfín de veces esa misma noche, simplemente tenía que estar seguro de que olían a él porque eran su manada y de absolutamente nadie más.

Cuando se sintió satisfecho con su trabajo, YoonGi tomó a JungKook en brazos y tomó a JiMin de la mano para volver a su casa. El omega apenas alcanzó a cerrar la puerta de su propio departamento en medio de todo, pero no pudo quejarse al respecto porque YoonGi parecía realmente afectado entonces, cara roja y mejillas húmedas, un aroma suave y amoroso se expedía de sus glándulas mientras los recostaba en la cama dentro del nido que preparó su omega.

—Ven, ven —JiMin lo llamó a la cama y YoonGi no se hizo de rogar, simplemente se sumergió debajo de las mantas para acurrucarse con ellos—. Buen alfa —dijo con cariño y acarició su cabello—. Vamos a dormir, ¿sí?

YoonGi asintió y apagó la lámpara al lado de la cama. Temía que, de decir algo, rompería a llorar otra vez, pero JiMin parecía leerlo a la perfección y él adoró eso.

El cachorro se hizo bolita contra el pecho de JiMin mientras YoonGi rodeaba los cuerpos de ambos con su brazo y los apretaba en un abrazo protector. Había un pequeño puchero en su cara, ojos brillantes con lágrimas que querían acumularse en sus bordes, y JiMin lo besó sin que JungKook se diera cuenta, provocando que el alfa frunciera sus cejas como un bebé a punto de romper en llanto otra vez.

—Buenas noches, Yoonie —le dijo con una sonrisa amorosa—. Buenas noches, Kookie —besó la frente de su cachorro.

—Buenas noches, los quiero mucho, mucho, mucho... —murmuró el niño, casi completamente dormido.

—Nosotros te queremos más, ¿verdad, Yoonie? —miró a su novio.

El alfa aspiró.

—Los amo —dijo.

El corazón de JiMin se sacudió y pudo sentir que sus ojos se humedecían de igual manera, la afirmación fue tan sincera que pudo sentir que su cuerpo entero se derretía en la cama.

—Oh —sonrió.

Finalmente, YoonGi selló su declaración cuando besó a JiMin de igual manera y apretó un poco más el abrazo para dormir en absoluta paz.

Ellos dos eran su manada, nadie podía quitárselos, nadie podía reclamarlos. Eran suyos. De su lobo. De nadie más.

Su omega y su cachorro.

Chapter 21: CAPÍTULO VEINTE

Summary:

—Hola, mi amor —lo saludó con un tono amoroso y se sentó en la cama, su mano trazando un camino por el cabello ajeno para colocarlo detrás de su oreja—. ¿Cómo te sientes?

—Mal —dijo con un murmullo, sus ojos parpadeando lento mientras los dedos del omega continuaban acariciando su cabello—. Duele.

—¿Qué te duele?

—Todo —se lamentó con otro gemido y presionó su cara contra la palma de JiMin—. Todo, todo...

Chapter Text

La corta vida de Park JungKook no ha sido realmente trascendental.

Hay muchas cosas que, como hijo único de una pequeña familia, él se ha perdido. No conoce mucho más allá de su padre, de su tío y de su encantadora vecina que ama hacerle galletas. Conoce poco a su abuelo y no se siente cómodo con su abuela. Él sabe que su familia es pequeña y tal vez algo rara, un poco diferente a las de sus demás amigos, pero jamás se ha sentido avergonzado de su origen porque su papá le ha explicado todo lo que necesita saber. Además, ¿por qué le daría vergüenza tener a un papá como el suyo? Algunos niños han sido crueles, pero JungKook fue fuerte.

Durante muchos años él no necesitó a nadie más que su papá y su tío. Él ha estado presente en sesiones de estudio, en algunas de las clases de su papá, ha ido al restaurante donde trabaja y lo ha visto triste, muy triste. Hay muchos recuerdos en su pequeña cabeza donde su padre está llorando, a veces era un llanto ahogado y otras veces era uno mucho más silencioso. Lo ha visto preocupado, estresado, enojado y triste.

JungKook conoce tan bien a su padre que puede saber con certeza qué cosa lo hará sentirse mal. Sabe que cuando tiene exámenes cerca será más impaciente y se enojará más rápido, sabe que cuando tuvo un mal día en el trabajo se dormirá con el uniforme, sabe que cuando almuerzan comida chatarra es porque él está agotado, también sabe que cuando duerme mucho es porque puede estar triste.

Es por esto que cuando su papá es feliz, cuando JiMin sonríe genuinamente y se carcajea tan fuerte que no puede respirar después, JungKook es mucho más feliz. Es tan brillante. Tan tranquilizador. Le encanta, lo atesora, se aferra a ello.

A veces TaeHyung era quien le generaba esas sonrisas, a veces las veía cuando jugaba con él, pero de repente los cansados ojos de su padre se transformaron en estrellas, de repente sus carcajadas se volvieron constantes, de repente había un aura brillante a su alrededor que lo hacía sonreír como nunca. Su papá empezó a sentirse mucho más feliz un día y JungKook, como el niño inteligente que era, se dio cuenta de que ese evento coincidía con la llegada de Min YoonGi a sus vidas.

Entonces se dio cuenta de que Min YoonGi era un superhéroe.

Claro, era un experto en puertas, pero también parecía ser un experto en sonrisas.

Él había intentado durante años que la sonrisa brillante de su papá se mantuviera, pero sólo lo logró durante pequeños momentos, pequeños destellos. Sin embargo, el señor YoonGi era más fuerte, más grande y más poderoso que él, su efecto fue casi inmediato y JungKook no podía caber en su admiración.

Cuando él se fue, JungKook no lo podía creer.

Cuando vio a su papá llorar por ello, lo odió.

Sin embargo, ¿cómo podría odiar a YoonGi? Él era un alfa increíble. Quiso odiarlo más, quiso pegarle, quiso gruñirle por haber hecho sentir mal a su papá, pero cuando lo vio, cuando lo vio al lado de su papá, ambos sonriendo, él no pudo evitar llorar de felicidad.

Porque ahora todo estaba bien.

Porque ahora YoonGi no se iría, él lo prometió, ahora YoonGi iba a ser su otro papá, ahora YoonGi iba a hacerlos felices a los dos por muchísimo tiempo y su papá jamás volvería a tener esa expresión agotada y triste en la cara otra vez.

Así que en ese momento, las cosas se veían mucho más trascendentales que antes.

Incluso despertar se volvió algo trascendental para ese punto.

Min YoonGi se sumó a su pequeña y corta lista de personas importantes.

JungKook estaba sentado sobre sus rodillas en el centro de la cama, mirando al par de adultos todavía dormidos y acurrucados entre las mantas y almohadas que JiMin había organizado la noche anterior. Todo olía bien, a uvas, madera y flores. Todo se sentía cálido y cómodo, hogareño. Hacía que su corazón latiera contento y que un sentimiento extraño le provocara una sonrisa en el rostro. Él todavía no sabía reconocer a su lobo, pero el espíritu brincaba de un lado a otro en espera a que los lobos más grandes se despertaran y jugaran con él.

Él tocó la mejilla del alfa más grande con su dedo índice. YoonGi arrugó el entrecejo y frunció sus labios, pero no se movió más. JungKook tocó de nuevo su cara, provocando que YoonGi volviera a hacer ese pequeño gesto, luego se acomodó un poco más sobre la cama y, cuando JungKook pensó que lo ignoraría, él extendió su brazo para atraparlo.

El niño chilló y cayó en la cama una vez más, ahora apresado por el brazo de YoonGi.

—¡Ay! —comenzó a reírse y a patalear para que lo suelte—. Tengo hambre.

YoonGi tarareó y metió su nariz en el cabello de JungKook, olfateando al cachorro. El niño se dejó hacer mientras era reconocido por el alfa más grande y su pequeño lobo comenzó a sacudir la cola de un lado a otro, contento. YoonGi lo acicalaba con cuidado, como lo hacía su papá.

—Cinco minutos más —pidió cuando terminó de olfatearlo.

—Me voy a morir de hambre —hizo un puchero y se giró para encarar a YoonGi.

—No te vas a morir de hambre por esperar cinco minutos más —el alfa colocó su mentón sobre la cabeza de JungKook.

—Claro que sí —empujó su cara lejos de él.

—Que no —se quejó.

—Que sí.

JiMin se quejó por lo bajo y abrió sus ojos lentamente para encontrarse con el par de alfas discutiendo juguetonamente frente a él. Cuando JungKook se dio cuenta de que su papá estaba despierto, una sonrisa enorme decoró su cara.

—¡Papi!

—Hola, mi amor —saludó y extendió su mano hacia su mejilla—. Buenos días, mis bebés. ¿Por qué están peleando?

—JungKook tiene hambre —YoonGi sonrió por el apodo.

—¡Mucha!

—Hm, ¿no puedes esperar cinco minutos más?

De repente, el estómago del cachorro rugió.

—Creo que no —suspiró YoonGi.

—Vamos a comer.

JiMin usó sus manos para levantarse de la cama y se deslizó fuera de las mantas con flojera. El nido se había deshecho un poco durante su tiempo durmiendo ahí, pero daba igual, él lo arreglaría más tarde. JungKook se alejó del cuerpo de YoonGi y se bajó de la cama de igual manera para perseguir a su papá hacía la sala. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que YoonGi no se había movido de su lugar, regresó corriendo y se asomó la cama para sacudir sus hombros.

—¿No va a venir?

—Es que tengo sueño... ya voy.

El niño hizo un puchero.

—Pero Señor Yoon- Uh... —apretó sus labios—. Señor YoonGi —lo sacudió de nuevo.

—¿Mh?

—¿Lo puedo llamar papá?

YoonGi se giró sobre la cama para encarar al cachorro que lo observaba con ojos curiosos. El pequeño jugueteaba con sus dedos, un tanto nervioso, mientras una sonrisa brillante se colaba entre los labios de YoonGi.

—Claro que sí, Kookie.

El niño sonrió de igual manera.

—¡Vamos a comer, papá YoonGi! —tomó su mano y tiró de él fuera de la cama.

El alfa se rió enternecido y se bajó de la cama con los tirones de JungKook.

Cuando ambos llegaron a la sala, se encontraron con JiMin pasándose una mano por la cabeza mientras bostezaba. Frente a él había un par de huevos y el fuego encendido debajo de la sartén. YoonGi sonrió y rodeó la cintura ajena con sus brazos, JungKook abrazó a su papá desde el frente y le sonrió, su mentón apoyado sobre su vientre.

—¿Por qué están tan amorosos? —preguntó, acariciando el cabello de JungKook.

Yoongi se encogió de hombros y frotó la punta de su nariz contra la nuca de JiMin. Su aroma recién despierto era encantador, una mezcla del colchón, la madera de su esencia y las uvas de JungKook.

—Porque te amamos —dijo suavemente.

—¡Sí! —apoyó JungKook.

JiMin sonrió suavemente.

Si todas sus mañanas iban a ser así, él podría acostumbrarse.


YoonGi es un tipo de persona que se puede acomodar a los cambios mejor de lo que podrían hacerlo otras personas. Cree que es una ventaja, le gustan los retos, las nuevas experiencias y las anécdotas que se acumulan en su larga lista de historias de vida. Hay pocas cosas que lo han aturdido, quizás su presentación fue una de ellas, tal vez la boda de su hermana o la primera vez que convivió con sus sobrinos. Sin embargo, siempre ha dado un paso hacia adelante. Su padre le ha enseñado que las cosas simplemente hay que enfrentarlas, no puedes huir de ellas porque pueden perseguirte, y si algo te persigue, te va a encontrar.

Aun así, no puede dejar de pensar que conocer a HyunSoo es una terrible idea y que sería mejor simplemente fingir que el tipo no existe, que nunca se apareció, bloquearlo de todos lados y no volver a mencionarlo como si fuera el mismísimo Lord Voldemort.

Está siendo irracional, lo sabe, pero ese tipo es un jodido dolor de cabeza.

—Le diré que podríamos reunirnos después de tu celo, para cuando estés más tranquilo —dijo JiMin con calma, usando sus manos para lavar las verduras que pondrían en la sopa que comerían esa tarde—. Todavía ni siquiera sé si quiero aceptar su propuesta, no me interesa tanto, pero él parece muy seguro en pagar lo que me debe. Creo que de verdad cree que puede arreglar algo con eso.

—¿Crees que lo arreglaría? —preguntó mientras cortaba una zanahoria. Le daba un poco de consuelo imaginar a HyunSoo en el lugar del vegetal.

—No, pero es un sentimiento que tengo sobre él —se encogió de hombros, sus dedos frotando la tierra de las papas—. Capaz que toda la mierda que le pasó estos años le hizo reflexionar. No lo sé. Si se llega a perder de nuevo no me importará.

—Mh, ya veo.

—Sé que no te encanta la idea, pero TaeHyung me dijo el otro día que tal vez podría ser una especie de cierre y quizás pueda ser algo bueno —dijo sin mucha convicción, una pequeña mueca en su cara—. Lo pensé un poco y estoy tratando de ser positivo. Si sigo haciendo un escándalo al respecto vamos a transitar esto con pura rabia y no quiero eso.

—Esa es una buena manera de verlo —admitió YoonGi a pesar de que su lobo le estaba obligando a bufar. No estaba seguro de que hablar de ese tipo mientras tenía un cuchillo en la mano fuera buena idea—. Aun si eso implica ser indulgente con alguien que no lo merece.

JiMin rió suavemente.

—Tengo que admitir que no ha sido tan malo porque lo estoy pasando contigo —admitió y YoonGi notó cómo sus mejillas enrojecían suavemente. JiMin seguía mirando las verduras, concentrado en su tarea como si no quisiera mirar al alfa a su lado—. Si él hubiera aparecido hace seis meses, quién sabe, esto habría sido totalmente diferente. Yo probablemente habría explotado por el estrés —YoonGi lo miró con curiosidad—. Creo que lo que estoy tratando de decir es que me has ayudado a cambiar un par de cosas de mi mismo, para bien.

El lobo de YoonGi se sacudió contento y una sonrisa brillante apareció en su cara. JiMin se atrevió a mirarlo y el sonrojo en su cara simplemente empeoró. Ambos se rieron suavemente y YoonGi tomó un poco de impulso para besar la mejilla de JiMin.

—Es lindo que digas eso —reconoció.

—Tú eres más lindo —respondió de inmediato.

—Ah, ahora estás atacando directamente a mi corazón —respondió con un tono juguetón que hizo reír a JiMin.

Ambos compartieron pequeños empujones y continuaron con lo suyo. Desde el sofá, JungKook veía la película de BT21 con una concentración similar a estar viéndola por primera vez. Las canciones del musical enmudecían las voces bajas de la pareja.

Mientras tanto, JiMin cerró el grifo del agua cuando todos los vegetales estuvieron listos.

—Todavía tengo que hablar con JungKook al respecto, no sé cuándo hacerlo.

—Podríamos fingir que nada sucede, al menos por hoy —propuso YoonGi mientras tiraba en un bowl el siguiente vegetal recién cortado—. Sólo ha pasado un día.

—Lo sé —suspiró JiMin—. Es que también hay otras cosas que debemos hablar con él y no me gustaría que se acumulen.

—¿Cómo qué?

—Lo que somos —explicó y tomó una papa para comenzar a pelarla—. Sabe que ahora puede llamarte papá y todo el asunto, pero creo que no ha terminado de entender que eso implica que tu y yo somos pareja, él te ve como un "amigo-papá". No quiero que se confunda.

YoonGi zumbó en reconocimiento.

—¿Cuándo deberíamos hacerlo?

—Tal vez mañana después de clases.

—¿Clases? Oh.

—Sí, JungKook empezará clases —le sonrió con complicidad—. ¿Lo olvidaste?

—Tenía la cabeza ocupada con algunas cosas —hizo una mueca, una ceja alzada—. Ahora lo recuerdo, claro —suspiró—. ¿Tienes todo listo al respecto?

JiMin asintió.

—Sí, ya le compré los útiles, el uniforme... sólo me falta llevarlo con el pediatra para hacerle el examen físico, pero tengo cita para casi el próximo mes.

—Oh, bueno, si necesitas otra cosa, sabes que te puedo ayudar.

—Lo sé —le volvió a sonreír—. ¿Quieres venir? Al primer día de JungKook, me refiero. Suelen hacer una especie de charla con los padres antes de que las clases comiencen como tal. Es un poco aburrido, muchas reglas y demás, no tienes que ir si no quieres, pero...

—Claro —una pequeña risa escapó de su boca—. Por supuesto que quiero ir.

JiMin relajó su expresión.

Tal vez desde afuera ellos podrían estar yendo muy rápido. ¿Acompañar a JungKook en su primer día de clases? JiMin recordaba lo cuidadoso que había sido cuando TaeHyung entró a su vida, pero ahora simplemente dejaba que las cosas sucedieran como si estuvieran destinadas a ser.

Sólo han pasado cuatro meses, por amor a la Diosa, pero se siente tan correcto que ninguno es capaz de ver lo malo. ¿Por qué sería algo malo en realidad? Sus lobos encajaban con el otro prácticamente a la perfección y a veces, cuando se miraban el tiempo suficiente, sus lobos los contagiaban de aquella sensación difícil de entender, aquel sentimiento de familiaridad, como si ya se conocieran, como si esto hubiera sido prescrito, como si acabaran de volver a ver a un viejo amigo, a un viejo amor.

JiMin dejó escapar una risita y bajó la mirada hacia la papa a medio pelar en sus manos.

—¡Papi! —gritó JungKook desde la sala—. ¡Ya encontraron a Chimmy!

—¿Sí?

YoonGi observó el intercambio un momento.

Ya no podía sentirse tan inseguro con respecto al regreso del ex de JiMin. Ahora era más que claro que JiMin era suyo, de una manera metafórica y en absoluto aterradora, a su lobo le calmaba esa afirmación y, en todo caso, él no podría sentirse culpable por considerarlo como suyo. JiMin había aceptado el cortejo, había aceptado el anillo, ellos se habían enlazado, sólo faltaba una marca decorando su bonito cuello, pero YoonGi podría esperar un poco más por eso.

HyunSoo no le generaba inseguridad, él sabía que su novio lo escogería a él por encima de su ex (por tonto que suene preocuparse por ello), pero no puede evitar el fastidio. Sabe que JiMin puede con esto, sabe que el omega le dio espacio para que su palabra también contara, pero él también quiere ser racional, así que piensa en JungKook y en lo que se merece conocer, en las decisiones que merece tomar.

Tal vez el niño ni siquiera considere conocer a su padre biológico como un evento importante, quizás sea solo un escenario más de su vida por el cual puede simplemente pasear sin interés, pero si JungKook siente demasiada curiosidad, ¿entonces qué? No debería ser doloroso para él, no debería sentirse excluido porque es algo que no ha sucedido, pero la imaginación duele a veces y pensar en que el niño lo vea diferente después de conocer a HyunSoo le genera cierta sensación de vértigo en el estómago.

Los cambios ocurren todo el tiempo y él siempre se ha visto preparado para ellos, ¿pero y si...?

—Vamos a echar los vegetales de una vez —avisó JiMin y tomó el bowl—. ¿Puedes dejar los fideos cerca de la olla? Siempre me olvido de echarlos al final.

YoonGi lo observó moverse por la cocina con naturalidad. En su cocina, no la de JiMin. En su casa, compartiendo su espacio, su aroma, sus cosas.

Su lobo ronroneó con gusto y el malestar en el fondo de la cabeza de YoonGi se disipó lentamente.

HyunSoo jamás tendría esto.

—Claro —le sonrió suavemente y abrió el cajón donde tenía el paquete de fideos para colocarlos donde JiMin le había pedido.

JiMin le sonrió de vuelta, su pequeña nariz arrugada. Sin embargo, notó algo raro en la expresión de YoonGi. Un letargo suave.

—¿Todo bien? —ladeó su cabeza un poco.

El alfa se encogió de hombros.

—Este tema me tiene un poco molesto, pero es solo mi lobo.

JiMin formó una mueca comprensiva y dejó el bowl vacío a un lado para acercarse a YoonGi y abrazarlo por la cintura. El alfa correspondió al abrazo de inmediato, su mejilla apoyada contra la de JiMin.

—Todo va a estar bien —consoló.

YoonGi se dio cuenta de que JiMin podría decirle que el cielo era púrpura y él le creería.

Oh, estaba tan enamorado de él.


JungKook dejó escapar un largo bostezo.

Eran las siete y media de la mañana del lunes, el sol se alzaba lentamente en el cielo y el niño daba pequeños pasos mientras se acercaban a su colegio. Su mano izquierda se encontraba entrelazada con la de su padre y la derecha con la de YoonGi, quien continuó el largo bostezo.

La mañana había sido bastante más tranquila a comparación de la larga experiencia del omega. JiMin fue el primero en despertar y se encargó de vestir a JungKook mientras YoonGi salía de la habitación para hacer el desayuno. Ellos habían vuelto a dormir en la casa de YoonGi, pero por la cercanía de ambos hogares no se sentía la diferencia. Los tres comieron algo ligero y pronto salieron de la casa con el niño cargando su mochila, emocionado por su primer día de clases.

—Es mucho más rápido estar listo cuando tienes ayuda —reconoció JiMin horas antes mientras esperaban en la parada del autobús a dos cuadras del edificio—. Gracias —le dijo a YoonGi con cariño.

El alfa negó con la cabeza.

—No es nada.

Aun así, se había sentido orgulloso de sí mismo.

Claro, esa había sido la primera mañana. JiMin estaba seguro de que no sería así de tranquilo las próximas veces, pero sabía que iban a poder lidiar con ello. Él era positivo al respecto.

Ellos habían llegado a través del leal autobús que usaron desde que JungKook fue inscrito en ese colegio. JiMin no quería que JungKook se subiera a la moto de YoonGi y, a pesar de que JungKook hizo un pequeño berrinche antes de irse, la idea de mostrarle el camino a YoonGi le emocionó lo suficiente como para que se subiera al autobús con una sonrisa enorme en su cara.

—¡Listo! Son tres cuadras desde el autobús —explicó JungKook cuando llegaron a la puerta del colegio, el resto de niños llegando desde diferente direcciones, gritos de fondo, risas y muchas pequeñas cabecitas corriendo de aquí a allá. YoonGi se encontraba enternecido—. Es el autobús número quince y son ocho paradas, ¿lo recuerda? —miró al alfa mayor.

—Voy a tener que practicar un poco más, pero sí —YoonGi asintió—. Ahora ya sé cómo llegar.

—Ahora puede venir a buscarme en la moto.

—Esa parte no la veo muy probable —dijo JiMin de inmediato.

JungKook puchereó.

—¡JungKookie!

El pequeño alfa se giró hacia el grito y se encontró con un niño de su mismo tamaño, sus brazos extendidos hacia él mientras corría a su encuentro. JungKook sonrió y se lanzó hacia él para abrazarlo, ambos giraron un momento mientras su madre se acercaba a él con una sonrisa en la cara y saludaba a JiMin con un movimiento de su mano.

—¡MinGyu! —saludó JungKook—. ¡Te extrañé!

—Hola, JiMin —saludó la mujer, una beta de cabello castaño claro y sonrisa fina—. ¿Cómo te fue en las vacaciones?

—Hola, SoHee—saludó de vuelta—. Bastante bien, muy tranquilo —sonrió.

Entonces, ella miró a YoonGi.

—¿Y usted es? —preguntó y YoonGi parpadeó en su dirección—. ¿Acaso tenemos un nuevo papi para el grupo de mamis y papis? Debo decirle que yo soy la administradora, así que si quiere unirse puede darme su número —explicó con el entusiasmo típico que JiMin reconocía de ella.

—Yo, uh...

—No será necesario —JiMin sacudió sus manos y tomó el brazo de YoonGi—. Él es Min YoonGi, es mi compañero.

—¡Oh! —ella agrandó sus ojos y ahora lucía un poco avergonzada, así que una risa nerviosa escapó de sus labios—. Por un segundo pensé que era un padre nuevo, un gusto —ella le sonrió al alfa, quien tomó su mano para saludarla.

—Un gusto igualmente —dijo YoonGi con amabilidad.

—Es una sorpresa —ella volvió a mirar a JiMin—. Cuando acabaron las clases no tenías compañero, ¿verdad? —preguntó con curiosidad.

YoonGi sintió un ligero tic en su ceja por lo extraña de la pregunta y miró a JiMin un segundo, pero el omega sólo estaba sonriéndole a la mujer.

—Sí, son cosas que pasan, nos conocimos en verano —contó.

—¡Él es mi papá YoonGi! —señaló JungKook, quien había estado hablando con MinGyu todo ese tiempo—. Vive en frente de nuestra casita. Es un experto en puertas.

—¡Oh! —reconoció MinGyu. YoonGi le sonrió al cachorro.

—¿Tu vecino? —señaló la mujer—. ¡Qué gracioso! —ella se rió y tocó el hombro de JiMin de manera amistosa. El omega simplemente apretó su boca con una sonrisa y YoonGi no estaba seguro de qué era tan gracioso al respecto—. También me enteré que JungKookie se presentó hace poco, ¿no es así? —miró hacia abajo, donde el niño miraba a la mujer con una sonrisa.

—¡Sipi! —él saltó.

—Sí, se presentó como un alfa —explicó JiMin. A su lado, YoonGi tenía sus labios fruncidos suavemente y sus brazos cruzados sobre su pecho, su lobo tampoco estaba del todo cómodo—. Hace dos semanas, en realidad. Un poco antes de su cumpleaños. Seguro que la señora Cho te lo comentó —dijo a sabiendas que ella era una de las mujeres que no fue al cumpleaños de su hijo.

—Ah, es verdad —la mujer zumbó en reconocimiento—. Muy reciente, ¿no? —preguntó solo para que JiMin asintiera—. ¿Han ido al hospital para la prueba física? Ya sabes que la piden para los cachorros recién presentados —explicó ella como si JiMin no lo supiera ya.

—Todavía estamos en eso.

—Ya veo —ella sonrió y tomó los hombros de su hijo, quien detuvo su pequeño parloteo—. Vamos, Gyu. Ya casi es hora de entrar.

JiMin se despidió con su mano y suspiró cuando estuvieron a solas de nuevo.

—Ella es un poco... —YoonGi señaló con su pulgar, pero JiMin le hizo señas para que no dijera nada.

—Señor papá, él es MinGyu es mi mejor amigo del colegio —explicó JungKook con una sonrisa, interrumpiendo el pequeño momento—. Es muy divertido y lindo conmigo, también huele rico —arrugó su nariz.

—Es porque es un omega, amor —explicó JiMin—. ¿Viste que HoSeok también huele rico?

—Sí, pero HoSeok huele como a caramelo, MinGyu huele a pasteles.

—Sí, y tú hueles a uvas —siguió la conversación, tomando la mano de su cachorro para caminar hacia la entrada del colegio. YoonGi los siguió—. Todos tienen su olor y ahora tu nariz está un poco más sensible de lo usual, por eso vas a sentir muchos olores diferentes en el aula. Recuerda que debes ir con la enfermera si te mareas.

—Sí, papi —asintió y tomó la mano de YoonGi—. Vamos, vamos —tiró de ambos—. Le voy a enseñar a YoonGi mi salón.

Tal como había dicho JiMin, todos los padres de los cachorros se reunieron en la pequeña aula y se sentaron a escuchar la típica charla de inicio del cuatrimestre. Se les pidió materiales nuevos, exámenes médicos de sus cachorros y se les recordó la importancia de mantener bien cuidados a sus hijos en caso de que algún incidente relacionado a sus presentaciones pudiera perjudicar su tiempo en el aula. No todos los cachorros se habían presentado, había omegas y alfas, pero unos cuantos seguían oliendo a leche y se requería tener especial atención sobre ellos.

Algunas de las madres y padres que fueron al cumpleaños de JungKook saludaron a la pareja, aquellos que no fueron se disculparon, otros trataron de excusarse y JiMin simplemente los calló diciéndoles que no hacía falta.

La pareja salió del colegio casi una hora después. JungKook se despidió de ellos con un abrazo para cada uno y corrió hacia su asiento al lado de MinGyu, así que JiMin y YoonGi tomaron el autobús de regreso a casa para continuar con el día.

—Esa señora... SoHee —comenzó YoonGi cuando estuvieron solos dentro del autobús—. Es un poco...

—Sí —JiMin asintió—. Es bastante rara y lanza muchos comentarios pasivo-agresivos no solo en persona, sino también en el grupo en el que estamos los padres. La odio, pero JungKook básicamente ama a su hijo, así que tengo que verla un par de veces y fingir que me agrada —se encogió de hombros.

—Qué flojera —se quejó YoonGi—. ¿No fue ella la que dijo que no iban a ir al cumpleaños de JungKook?

—No, esa fue la señora Cho, quien es su mejor amiga. No la vi hoy, pero la odio, ella es mucho más insoportable —suspiró—. Bienvenido a la paternidad.

—Por el momento no es tan horrible. Creo que puedo sobrevivir a las madres y padres molestos.

—Eso es porque no estás en el grupo, pero no te preocupes, no te meteré ahí —hizo un gesto hacia su celular antes de suspirar y recostar su cabeza contra el asiento—. Ahora no sé qué voy a hacer —YoonGi lo miró con curiosidad, sin entender el malestar de su novio—. Tú te vas a ir a trabajar y yo estaré solo hasta que sea hora de ir a buscar a JungKook —se quejó con un puchero.

—Mh, no tengo que ir a traba...

—YoonGi —le advirtió—. No puedes faltar tanto.

—Dentro de poco será mi celo, podría dejar de ir todos estos días si quisiera —se encogió de hombros y una mirada divertida surcó su rostro—. Creo que todavía no entiendes del todo que soy el jefe.

—Probablemente no, pero me pone nervioso que no trabajes. Siento que alguien podría despedirte en cualquier momento o que tus empleados entrarán en pánico si no estás.

YoonGi se rió.

—Eso no va a pasar y ellos no se van a morir si no voy.

—Mh... —zumbó y lo miró un momento, había cierta diversión en su mirada—. Así que estaremos solos hasta las doce...

YoonGi sintió a su propio lobo sacudir su cola.

—Sí, es verdad —se inclinó hacia él.

JiMin sonrió.

—Sí, hay un paquete casi vacío que tenemos que gastar antes que comience tu celo, creo —dijo en voz baja, solo para que ellos dos pudieran escucharlo.

YoonGi sintió el calor subir a su cara y casi jadea de pura emoción.

Sin embargo, cuando llegaron a casa y tocaron la cama, ambos se quedaron dormidos.


La charla que tuvieron con JungKook no fue la gran cosa.

El escenario previo a la charla sí fue un poco más exigente. JiMin pudo sentir su propio estómago retorcerse de maneras que sabía que no era biológicamente posible y por un momento estuvo orillado a arrepentirse de su decisión. Pensó que tal vez JungKook se daría cuenta eventualmente, que hablarlo no era necesario, pero YoonGi insistió al respecto y le explicó que no podían seguir alargando el asunto por el bien de JungKook.

El omega se obligó a sí mismo a pensar que esta charla era simplemente un paso más, que no era algo por lo cual preocuparse porque YoonGi había hecho la mayoría del trabajo, pero es que nunca se había imaginado en una situación similar antes.

Así que fue difícil abrir la boca para comenzar con la conversación.

—Kookie, hay algo que tenemos que contarte.

JungKook los miró a ambos con curiosidad. Ellos escogieron la hora del almuerzo para hacerlo, cada uno tenía un plato enfrente y JungKook comía alegremente su ramen cuando JiMin lo llamó.

—¿Qué cosa? —preguntó el cachorro.

JiMin tragó y YoonGi tomó su mano.

JungKook observó el gesto, pero no dijo nada.

—Bueno, hay algo que YoonGi y yo queríamos decirte. Es muy importante para mi.

El niño se veía un poco más confundido ahora, sus cejas fruncidas.

—¿Qué cosa?

El omega tomó un poco de aire y miró un segundo a YoonGi. El alfa le sonrió suavemente e hizo un gesto en dirección a JungKook.

Bien, tenía que hacerlo.

Él tenía un anillo de promesa, un lazo entre sus lobos, ahora YoonGi era uno de los contactos de emergencia del colegio y mucho más.

Ellos estaban en estos términos ahora.

JungKook debía saberlo.

—YoonGi y yo somos novios.

Como una curita, así había sido.

Eso no evitó que JiMin sintiera que su corazón se iba a salir de su pecho justo después de decirlo.

Claro que JungKook amaba a YoonGi, claro que le había pedido tomar la figura de padre, pero tal vez no estaba de acuerdo con un noviazgo. Suena como algo estúpido en retrospectiva, pero los niños pueden llegar a ser realmente espontáneos y contradictorios con respecto a sus decisiones y pensamientos (quizás como la mayoría de las personas). JiMin no estaba seguro de cómo exactamente podría reaccionar JungKook con el nuevo orden de los acontecimientos.

Tal vez el concepto de relación era algo que el niño no entendía del todo y no querría entenderlo, tal vez se enojaría, armaría un berrinche y pediría volver a casa. JiMin sabía que JungKook podía ser celoso y compartir no era algo a lo que estuviera acostumbrado, ¿compartir a su padre sería para él lo mismo que un ataque personal?

—¿Novios? —preguntó.

JiMin asintió. YoonGi, a su lado, comenzó a mordisquearse el labio.

JungKook zumbó.

—¿Entonces se dan besos en la boca?

Los labios de YoonGi temblaron, pero hizo un esfuerzo por no reírse. JiMin carraspeó.

—Sí, es algo que hacen los novios...

JungKook arrugó su nariz con rechazo.

—Ew.

YoonGi no pudo aguantar más la risa y JiMin suspiró. JungKook simplemente los observó un momento más como si no pudiera creer que le acabaran de decir algo como eso.

—¿Por qué son novios?

—Bueno... porque nos queremos mucho —explicó JiMin simplemente—. En realidad, es más que simplemente "querer": yo estoy enamorado de YoonGi y él está enamorado de mi. Cuando te enamoras de alguien te vuelves pareja de esa persona, planean un futuro juntos, se cuidan y se aman —JungKook volvió a fruncir sus cejas como si estuviera analizando la explicación. JiMin esperaba que fuera suficiente—. Ambos queremos estar juntos y cuidarte juntos, ¿qué te parece la idea?

JungKook miró su plato un momento, pensativo. Parecía estar resolviendo las incógnitas más pesadas del mundo en su cabeza, o al menos lo estaba intentando. "Pareja" era un concepto nuevo. No tanto como para no conocerlo, pero sí lo suficientemente ajeno a él como para sentirse confundido al respecto. Sólo había visto novios en películas, en series, en cuentos cortos, nunca con su papá.

—¿Entonces se van a casar? —preguntó repentinamente, provocando que ambos adultos agrandaran los ojos—. Los papás hacen eso, se casan. HoSeokie me lo dijo.

—¿Casarnos? —preguntó JiMin con más sorpresa de la que habría querido mostrar.

Ambos adultos se miraron, mejillas sonrojadas y ojos muy abiertos.

—Uh... ¿Tal vez? —titubeó el alfa antes de mirar de vuelta a JungKook y JiMin casi se ahogó con el aire—. Es decir, si todo sale bien seguro nos casamos, claro, me encantaría. Los dos tenemos que estar de acuerdo en todo caso —divagó mientras JiMin trataba de mantener su sonrojo detrás de su mano. El propio YoonGi se reía de puros nervios—. Pero es muy pronto para pensar en eso —trató de explicarse—. Por el momento solo somos novios.

—Oh —dijo y frunció suavemente sus labios—. Y no van a tener bebés, ¿verdad?

—No —aseguró JiMin mientras YoonGi negaba con la cabeza—. Ya te dije, amor.

El niño asintió.

—Está bien —se encogió de hombros y volvió a tomar sus palillos.

Hubo un pequeño silencio.

JiMin ladeó la cabeza, anonadado.

—¿Así nada más?

JungKook lo miró sin entender.

—¿Qué?

—Pensé que te enojarías —admitió su padre.

—¿Por qué?

JiMin lo pensó un momento.

—No lo sé...

—Me agrada el señor YoonGi —dijo JungKook con una pequeña sonrisa—. No me molesta que sea tu novio, papi. Está bien. Después se pueden casar y podremos vivir en un castillo, como el castillo de Tata —su sonrisa se ensanchó.

—¿Un castillo? —el alivio se apoderó del cuerpo de JiMin.

—Me gusta ese plan —intervino YoonGi.

JiMin se rió suavemente.

Fue reconfortante saber que estaba todo bien en ese momento.

Sin embargo, JiMin no se dio cuenta de que JungKook entendió el concepto a medias, solo la parte teórica. Es un error común. Hasta los adultos más experimentados pueden confundirse con el concepto de cosas que todavía no han vivido. Hablar de lo que es el miedo, por ejemplo, ayuda a entender cómo funciona, pero es muy diferente cuando sientes miedo real. Cualquiera podría decir: "yo jamás reaccionaría así", sin embargo, cuando están frente a una amenaza, es exactamente así como reaccionan.

JungKook estaba bien con el concepto de que su padre tuviera pareja.

Pero él no había vivido esa experiencia hasta ese momento.

Así que el asunto comenzó el martes después de recoger a JungKook del colegio.

YoonGi y JiMin estaban haciendo el almuerzo en el departamento del alfa, un poco de bibimbap con algo de kimchi para acompañar. Holly corría de un lado a otro, feliz de estar en casa de nuevo, y JungKook jugaba con el cachorro como siempre.

Bajo la tranquilidad de la tarde y debido a la libertad que les daba el conocimiento de JungKook sobre su relación, la pareja fue mucho más amorosa y explícita de lo que había sido en ocasiones anteriores. YoonGi besó su boca un par de veces, tomó su cintura y frotó su nariz contra su mejilla mientras ambos danzaban alrededor de la cocina.

JiMin sólo se reía, risueño y enamorado mientras murmuraba apodos cariñosos y cumplidos para su alfa.

Lo siguiente fue algo no tan divertido.

—¡Ay! —gritó JiMin cuando sintió un dolor punzante en su muslo y, al bajar la mirada, se encontró con JungKook mordiéndolo—. ¡JungKook, no! —se alejó de él.

El movimiento brusco hizo que JungKook se soltara, pero eso no evitó el gruñido que el pequeño le dedicó al par. Ojos grises y puños cerrados a cada lado de su pequeño cuerpo.

YoonGi terminó usando su voz de mando para calmarlo, su gruñido gutural lo hizo bajar la mirada y JungKook comenzó a llorar como las veces anteriores.

Luego se dieron cuenta de que la mordida había provocado que el diente flojo del cachorro se cayera, así que además de todo, la boca del niño también sangraba.

—Mierda —maldijo JiMin entre dientes mientras se arrodillaba frente a JungKook con un pañuelo en su mano—. JungKook, ¿cómo se te ocurre? —lo regañó con la preocupación palpable mientras las lágrimas pesadas de su hijo caían por su pequeño rostro.

—¡Lo... lo siento! —dijo con dificultad—. ¡Lo siento mucho, p-papi! —sollozó.

No fue una buena manera de vivir ese escenario, pero ya estaba hecho. JiMin trató de ser positivo, aceptó las disculpas de su hijo y ambos adultos decidieron darle sus juguetes para morder en caso de que sintiera de nuevo la necesidad de hacerlo. También dejaron un poco de dinero debajo de su almohada cuando fue la hora de dormir y JungKook celebró por su primer diente caído como correspondía.

El incidente siguiente ocurrió el miércoles en la noche.

YoonGi estaba comenzando a sentir los efectos del síndrome pre-celo y se encontraba un poco más irritado de lo normal. No tenía muchas ganas de hablar y tampoco de jugar. JungKook parecía decepcionado y JiMin intentó animar a YoonGi con un par de besos en su boca y mimos en el cabello.

Entonces el niño comenzó a llorar.

—¿Por qué estás llorando? —preguntó JiMin con desespero. Cuando intentó cargarlo, se dio cuenta de que era muy pesado, así que simplemente se arrodilló frente a él en el suelo—. Kookie, JungKook, mírame. Por favor, cálmate —acunó su cara—. Kookie —llamó.

El niño continuó llorando.

YoonGi, a pesar de lucir estresado, se sentó al lado de JiMin para ayudar a consolar al cachorro y solo entonces JungKook calmó su angustiante llanto, pero eso no explicaba por qué lloraba.

Ambos hablaron con él, le preguntaron qué sucedía, le pidieron que se explicara, pero JungKook no sabía cómo hacerlo. Él ni siquiera sabía qué estaba sintiendo realmente y ninguno de los adultos podía hacer una conexión real de los hechos en ese momento, no entendían por qué el cachorro se alteraba tanto de repente y decidieron que esto tenía que ser obra de su reciente presentación, así que adjudicaron su nerviosismo a su lobo todavía inexperto.

Cuando el jueves llegó, JiMin decidió no ir a casa de YoonGi para que su cachorro no se sintiera abrumado por el aroma amargo de su pareja. YoonGi consideró que era mucho más fácil así, tal vez incluso la cercanía de su celo estaba poniendo más nervioso de lo normal a JungKook y el pequeño alfa reaccionaba a consecuencia de su lobo. Todavía le faltaba reconocer a YoonGi del todo como un padre. Tal vez necesitaban un poco más de tiempo.

Ese jueves, JungKook estuvo realmente mimoso con JiMin. No se despegó de él cuando llegó del colegio y el omega tuvo que faltar al trabajo por ello. JungKook estaba más sensible de lo normal y no quería que su padre se alejara de él por nada del mundo.

Fue un martirio dejarlo con TaeHyung cuando salieron de casa el viernes en la tarde.

—Te prometo que voy a venir por ti el domingo —le recordó, su voz suavemente amortiguada por los sollozos de su cachorro—. YoonGi está muy enfermo y no quiero que te contagies.

—Pero —hipó—, pero papi...

—Amor, te lo juro, vendré por ti el domingo en la tarde, a las cuatro, ni un minuto más ni un minuto menos.

JungKook negó con la cabeza y se aferró al cuerpo de JiMin.

El omega suspiró.

TaeHyung, quien miraba el intercambio detrás del cachorro, simplemente se cruzó de brazos. Parecía seriamente preocupado por lo que sucedía y JiMin no había perdido el tiempo de contarle sobre los berrinches recientes de su cachorro. El beta respondió sus mensajes con un par de teorías al respecto, pero ninguna convencía a JiMin, al menos no hasta que TaeHyung le dijo que tal vez su cachorro todavía necesitaba procesar que YoonGi y él eran pareja.

JiMin dudó al respecto un tiempo porque podía recordar la tranquilidad con la que JungKook tomó la noticia, la sonrisa en su cara y la emoción posterior de ese día. Los llantos no parecían ser a consecuencia de nada en particular cuando los ponía al lado del resto de experiencias que tuvieron esos días. Ellos vieron películas, jugaron juntos en la sala, tomaron siestas y comieron acompañados, no tenía sentido que llorara por verlos juntos cuando ellos siempre estaban juntos.

Sin embargo, la semana había sido agotadora y en ese momento JiMin aceptó que había una enorme probabilidad de que todo esto fuera causado por la mezcla de su reciente presentación y de todos los pequeños cambios que estaba viendo sobre su relación con YoonGi.

Tal vez era cosa de alfas.

Pero su hijo era celoso, JiMin necesitaba trabajar en ello.

—Kookie, creeme, no quieres estar ahí con YoonGi así de enfermo.

El niño negó con la cabeza y siguió llorando.

JiMin se quejó y casi sonó como un lloriqueo.

Fueron necesarias muchas promesas, muchos abrazos y besos, muchas afirmaciones de que lo amaba con todo su corazón y de que nada ni nadie iban a cambiar ese hecho para que JungKook dejara de llorar, también para JiMin pudiera salir de la casa de TaeHyung sin sentirse como el peor padre del mundo.

Recibió un mensaje de TaeHyung poco después, quien le decía que no se preocupara, que él iba a encargarse de distraer a JungKook hasta que fuera a buscarlo y le deseó suerte con el celo de su novio.

Sin embargo, en ese momento, JiMin no se sentía tan entusiasmado.

Por un leve momento, él sintió que estaba escogiendo a su pareja por sobre su hijo.

Así que él respiró profundo y se fue al trabajo.


JiMin despejó su mente lo mejor que pudo durante su turno. Hizo un esfuerzo por no preocuparse demasiado al respecto de todo. YoonGi probablemente lo estaba necesitando en ese momento y JungKook también, ¿por qué tendría que escoger? No se suponía que su viernes fuera así.

—Oye.

JiMin se sobresaltó cuando EunJin lo llamó. La omega tenía las manos a los costados de su cintura y lo miraba con una ceja alzada.

—¿Sí?

—Llevas limpiando la mesa demasiado tiempo, necesitamos los puestos —le dijo.

JiMin parpadeó y miró la mesa.

Oh.

—Disculpa —sacudió la cabeza y se colgó el trapo en el hombro. De fondo podía ver a una pareja caminando en dirección a la mesa en cuestión—. Tengo muchas cosas en la cabeza en este momento.

—Hm, espero que no tires ningún plato —le dio un suave empujón, pero él no parecía menor estresado—. ¿Es muy grave? —le preguntó con algo más de seriedad.

—No, uh... En realidad no lo sé, pero no te preocupes, estaré bien —sacudió su mano e hizo amago de ir por otra mesa. Ella lo siguió.

—Tranquilo, JiMin —palmeó sus hombros—. Por ahí escuché una buena noticia que seguro te va a gustar.

—¿Ah sí? —la miró con extrañeza.

Ella asintió y colocó sus manos detrás de su espalda

—A Choi le dio un infarto.

—¿Eh? —agrandó los ojos mientras la omega se reía.

—¡Sí! No está, ya sabes, muerto. Ojalá. Pero sí va estar internado en el hospital un tiempo. Eso me dijo el señor Kim —sacudió sus cejas y se echó un mechón de cabello invisible hacia atrás con elegancia—. Beneficios de ser la jefa de camareros.

Al final, el señor Kim sí le dio su puesto a EunJin.

JiMin realmente esperaba que ella no tuviera que experimentar la tendencia de incomodar omegas que tenía el señor Kim.

Él ya le había advertido que tuviera cuidado, solo por si acaso.

—No esperaba eso —resopló con gracia antes de reírse—, pero la verdad sí alegraste mi noche.

Ella sacudió sus manos a modo de celebración.

—Perfecto, ahora sí podrás limpiar mejor las mesas. Anda, anda —lo empujó de vuelta a la mesa.

JiMin se rió y le sacó la lengua a su amiga antes de continuar con su tarea.

Luego, cuando encontró un pequeño descanso entre el constante movimiento del restaurante, JiMin revisó los mensajes que le había envíado TaeHyung durante la jornada y un suspiro de absoluto alivio abandonó sus pulmones cuando su amigo le dijo que JungKook se encontraba mucho mejor y que luego le contaría de qué tipo de cosas hablaron, pero que no tenía de qué preocuparse.

Él confiaba en su amigo, así que seguro fue cuidadoso.

Entonces, durante la segunda mitad de su horario de trabajo, JiMin se dio el lujo de pensar en YoonGi.

Quería volver a casa lo antes posible y tenía la sensación de que YoonGi no la estaba pasando del todo bien. El lazo se lo decía. Su lobo también estaba un poco ansioso, pero él no podía huir de sus responsabilidades en ese momento.

Entre tantas cosas, él no había tenido mucho tiempo para buscar otro trabajo. Sabía que iba a dejar el restaurante en cualquier momento y ya estaba pensando en lo que pondría en su carta de renuncia, pero admitía no haberle dado la energía suficiente para buscar ofertas o para dejar curriculums en otros lugares. Simplemente quería cambiar sus horarios, estar más presente.

Cuando su jornada laboral acabó, él fue el primero en recoger sus cosas y salir corriendo. EunJin ni siquiera le preguntó qué sucedía, simplemente le deseó buena suerte mientras el omega se apresuraba a llegar a la parada del autobús más cercana.

Eran las doce y quince de la noche cuando revisó su celular una vez montado en el autobús. YoonGi debía estar dormido, lo cual era un poco desalentador para él considerando las cosas que había organizado para hacer su primer día menos molesto.

Cuando llegó al edificio, JiMin pudo notar la pesada presencia de YoonGi en el pasillo.

Sabía que parte de su sensibilidad en relación al alfa venía de la mano con el hecho de ser su pareja, pero de algún modo seguía siendo sorprendente. También podía sentir la esencia de su novio colarse a través de la puerta, su nariz picaba por el aroma y su lobo alerta lo obligaba a olfatear el aire con curiosidad y emoción por su próximo celo. Sin embargo, él se retuvo de abrir la puerta y se acercó a su propio departamento con intenciones de ordenar todo lo que había preparado para su novio.

Durante la semana, JiMin se había centrado en buscar consejos y datos sobre el celo de los alfas. Él se empapó con todo el conocimiento que pudo encontrar, revisó sus notas de clase y buscó textos viejos en búsqueda de algo que pudiera servir y que estuviera pasando por alto. No había mentido con decir que nunca experimentó esto y tampoco quería que YoonGi sintiera que no le estaba siendo de ayuda, eso era algo que JiMin no iba a aceptar para su velada.

Se tomó una ducha rápida, tomó la caja y las bolsas de tela que preparó más temprano esa mañana y salió de su casa a eso de la una de la mañana.

Sabía que podía simplemente esperar a que el sol saliera para ir a la casa de su novio, pero supuso que sería mejor simplemente acompañarlo desde el momento que saliera del trabajo. Había algo nuevo en todo esto. Más allá del sexo, acompañar a su pareja y cuidar de él significaba mucho y esto emocionaba el corazón de su lobo.

Así como YoonGi se había esforzado por impresionarlo desde que se conocieron, JiMin quería poder corresponder a todo eso.

De repente, justo después de dejar la caja de cosas sobre la mesa del comedor, escuchó un quejido bajo y sus sentidos se activaron.

—¿YoonGi? —preguntó inmediatamente después de que cruzó la puerta de su habitación.

El alfa yacía recostado boca abajo sobre su enorme cama, sus sábanas blancas revueltas. La única prenda que usaba eran un par de calzoncillos negros y tenía el rostro metido entre un sus almohadas, sus puños cerrados contra el acolchado material con una fuerza que tenía sus nudillos blancos. A lo lejos, JiMin podía escuchar sus quejas cercanas a gemidos ahogados contra la tela.

Sentía dolor.

—¿Yoon? —se acercó con cuidado, preocupado—. ¿Qué tienes?

El aroma de su novio era muchísimo más pesado dentro de su habitación, pero él podía con ello. No era suficiente como para marearlo, aún no, sólo era picoso y hasta molesto, amargo. Era obvio que YoonGi se sentía incómodo.

JiMin se acercó lo suficiente a la cama como para tocar el hombro de YoonGi con cuidado. El alfa reaccionó de inmediato, sacando su cabeza de las almohadas para mirar al intruso con cejas fruncidas y colmillos fuera, sin embargo, su gruñido se quedó a mitad de camino cuando reconoció al omega.

—¿JiMin? —jadeó.

El corazón del omega se apretó dentro de su pecho, algo en él le pedía ser cuidadoso con su alfa.

—Hola, mi amor —lo saludó con un tono amoroso y se sentó en la cama, su mano trazando un camino por el cabello ajeno para colocarlo detrás de su oreja—. ¿Cómo te sientes?

—Mal —dijo con un murmullo, sus ojos parpadeando lento mientras los dedos del omega continuaban acariciando su cabello—. Duele.

—¿Qué te duele?

—Todo —se lamentó con otro gemido y presionó su cara contra la palma de JiMin—. Todo, todo...

JiMin frunció sus cejas.

—Oh, Yoonie...

YoonGi tenía el rostro sonrojado, ojos húmedos con lágrimas y sudor fresco en su cuello y espalda. La rigidez de su cuerpo lo hacía temblar suavemente, como si estuviera tratando de retener las oleadas de dolor que se extendían por sus músculos palpitantes. Todo su cuerpo se estaba preparando para soportar las largas horas de celo, y JiMin sabía lo doloroso que podía ser, habiendo leído al respecto. Cada músculo en el cuerpo de YoonGi experimentaba una hipertrofia muscular acelerada para poder aumentar su resistencia física, también su fuerza. Sus colmillos también lucían ligeramente más largos que antes, algo común, pero sus encías yacían rojas y heridas por el esfuerzo. A pesar de que su anatomía estaba preparada para estos escenarios, eso no evitaba que fuera agónico para él.

—¿Desde cuándo estás así? —le preguntó preocupado.

YoonGi gimió de nuevo, sus ojos semi cerrados en una mueca dolorida.

—Tarde —dijo a duras penas—, tres.

—¿Desde las tres de la tarde? —asumió y YoonGi asintió. JiMin se lamentó todavía más porque a esa él hora se había ido de casa con JungKook—. ¿Has comido algo? Tu cuerpo necesita comida.

YoonGi negó con la cabeza.

—Mierda, Yoon —se lamentó y con sus dedos peinó su cabello un poco más. Los párpados del alfa cayeron por el tacto y parte del dolor pareció apaciguarse un momento—. Te traeré algo para comer, ¿bien?

El alfa negó con la cabeza.

—Duele.

—Ya sé que te debe doler la boca —deslizó sus dedos por su mejilla, su pulgar haciendo círculos delicados en la zona—, pero tienes que comer. Traeré un poco de hielo para tus encías, ¿está bien?

YoonGi asintió y JiMin se levantó de la cama. Cuando se alejó, el alfa no soltó su mano y un suave lloriqueó abandonó sus labios. No quería que se alejara, pero JiMin le prometió regresar pronto y besó su mano.

Por suerte para JiMin, la cubeta de hielos en el freezer de YoonGi estaba llena, así que sacó todos los hielos que pudo y los colocó en un vaso. Cuando volvió a la habitación, YoonGi tenía la cabeza metida dentro de las almohadas otra vez.

—Ten, chupa un par de hielos.

—Me va a doler.

—No te va a doler —se volvió a sentar y tiró de su hombro. YoonGi se quejó—. Vamos, amor. Toma, confía en mí.

El alfa bufó y sacó su cabeza para mirarlo.

Sus ojos todavía no se habían vuelto grises, su lobo seguía controlado, pero eso no quitaba que lucieran diferentes a como usualmente lucían. Parecía mucho menos paciente, más oscuro.

Aún así, metió su mano en el vaso para tomar un hielo y meterlo en su boca.

—¿Mejor? —JiMin analizó la expresión aliviada del alfa cuando comenzó a mover el hielo entre sus encías—. ¿Ves? No duele —volvió a tocar su frente, húmeda por el sudor, pero lo que menos sintió fue asco—. Pondré un par de huevos, no es pesado y vas a poder comerlos sin lastimarte, también un poco de avena. ¿Qué te parece?

El alfa asintió y JiMin le sonrió suavemente. Todavía se encontraba preocupado, pero al menos ahora podía ser de ayuda. Con su mano volvió a acariciar su cara y captó el calor de su cuerpo bajo su tacto. YoonGi estaba caliente, literalmente hablando. Su piel hervía bajo sus dedos y el sonrojo de sus mejillas brillaban a consecuencia. El sudor no era para menos, su cuerpo trataba de mantenerse fresco.

—Estás hirviendo. Creo que lo mejor será tomar un baño frío.

El alfa frunció su cara en rechazo y negó con la cabeza.

—No seas así.

YoonGi bufó y se alejó de su tacto.

—No quiero.

—Uh, ya empezamos —se burló el omega—. Tienes que ducharte.

YoonGi gruñó.

JiMin viró los ojos.

—Por la Diosa...

JiMin se levantó de la cama y caminó en dirección al baño. YoonGi tenía una bañera al igual que él, así que colocó el tapón antes de abrir la llave de agua fría.

Mientras dejaba que la tina se llenara, comenzó a sacar el resto de cosas que trajo de su caja. Un par de botellas de energizantes, comida que preparó, botellas de agua, también un poco de helado y algunos snacks para los antojos que pudiera tener su novio, finalmente algunos analgésicos. Entre estos últimos buscó los que serían para dolor muscular y sirvió un poco de agua en otro vaso para regresar al cuarto de YoonGi.

—¿Hm? —el alfa lo miró con extrañeza.

—Para el dolor —le tendió la pastilla—. No es un supresor, no te preocupes.

YoonGi tomó la pastilla y la metió a su boca, luego le dio un largo trago al agua antes de dejarse caer en cama de nuevo.

JiMin regresó al baño para cerrar el grifo. La tina estaba llena, así que él tomó de sus cosas un jabón neutral y sus sales de baño para colocar en el agua, esperaba que pudieran ser relajantes para la sensible nariz del alfa y para sus músculos doloridos.

—Yoon —llamó de nuevo.

El alfa no parecía tener energía para levantar la cabeza de nuevo. El vaso con hielos reposaba en su mesita de noche medio vacío y un puchero pequeño decoraba su boca. Ojos cerrados y cejas fruncidas.

—Ya preparé el baño —le dijo suavemente—, ven.

YoonGi arrugó su nariz.

—No...

Una de las cosas que había aprendido JiMin con su lectura era que los alfas en celo podrían alcanzar fácilmente los cuarenta grados de fiebre y si no se controlaba a tiempo podría terminar en desmayos o, en el peor de los casos, convulsiones. Su cuerpo hacía lo posible por regular su propia temperatura, pero era difícil sin ayuda.

—Vamos, Yoon —insistió y una pequeña sonrisa surcó sus labios cuando pensó en un buen incentivo—. Tengo que cambiar las mantas y armar el nido para ti, ¿no quieres eso? —el alfa levantó la cabeza—. Un lindo nido limpio y fresco para que nos acurruquemos juntos, ¿hm? ¿Te gustaría?

YoonGi se quejó una vez más, pero se esforzó por sentarse lentamente en la cama. JiMin se veía más contento ahora, satisfecho por haber sido escuchado, y tomó la mano de su novio para guiarlo hacia el baño como si YoonGi no supiera dónde estaba. El alfa se movía lento y somnoliento, cuidando cada paso para no tropezar con sus propios pies. Tal vez el dolor no le dejó cerrar los ojos el tiempo suficiente como para recuperar energía.

Los hombros de YoonGi se relajaron cuando captó el aroma suave dentro del baño y el agua que reposaba en espera de él.

Aun así, no parecía convencido.

—¿Vas a entrar?

—Hm...

—Vamos, amor —insistió, pero YoonGi se giró hacia él, ojos oscuros mirándolo—. Oye, hazme caso, necesitas enfriarte.

YoonGi bufó y se inclinó hacia JiMin. El omega se tensó suavemente y sujetó sus brazos cuando se dio cuenta de que el alfa quería abrazarlo.

—Ven... —pidió ronco, casi dolorido.

—Ya me bañé —negó con la cabeza y se apartó. El alfa gruñó en protesta, todavía intentando acercarse al cuerpo de su novio—. YoonGi, sé un buen alfa para mi, por favor —tomó su mentón para hacer que lo mirara—. Si me baño contigo no podré hacer el nido.

YoonGi lo miró por un largo momento, procesando sus opciones.

JiMin viró los ojos.

—Bañera, ahora —lo empujó lejos de él.

YoonGi se quejó con un resoplido.

—Eres más sudor que persona, no dejaré que me abraces hasta que estés limpio, ¿me entendiste? —le dijo y YoonGi puchereó, pero no volvió a intentar abrazarlo—. ¿Necesitas ayuda?

YoonGi negó con la cabeza y enganchó su pulgar en el inicio de su calzoncillos para bajarlos un poco. Cuando le echó una mirada a JiMin, el omega sintió su cara enrojecer.

—Iré a hacer el nido.

Él salió del baño y pudo jurar escuchar una risa baja.

Otra vez en soledad, JiMin tomó todas las cosas suaves que dejó en el sofá cuando llegó a la casa de YoonGi y las llevó a su habitación. El proceso de quitar las sábanas no fue complicado, él se encargó de dejar todo lo sucio en una esquina del cuarto mientras buscaba otro nuevo conjunto en el armario. Cuando lo encontró, colocó las sábanas azules sobre la cama y luego se encargó de colocar con cuidado los elementos del nido improvisado.

Todavía no era muy bueno en ello, no había desarrollado la habilidad de hacer buenos nidos debido a que esto es algo que enseñan las madres o padres omegas y bien JiMin no tenía una buena relación con ella, pero hizo su mejor esfuerzo para que sea cómodo y consideró que le había quedado un poco mejor que el que hizo cuando durmieron con JungKook.

Una vez listo, salió a la cocina para poner a hervir los huevos y colocó un poco de avena en una olla pequeña. No creía que YoonGi pudiera comer algo más pesado como carne o pollo, un poco de huevos y avena serían suficientes por el momento. Mañana pensaría en otra cosa.

Cuando acabó de colocar todo en la cocina, volvió al baño para revisar cómo se encontraba YoonGi.

El alfa yacía medio dormido dentro de la tina, respirando con calma, con su cabeza apoyada en la pared detrás de él.

—YoonGi, el chiste es bañarse, no remojarse —lo molestó suavemente, pero el alfa no le contestó de inmediato, sólo lo miró con ojos agotados—. Oh, no me mires así —le dijo—. Ven.

JiMin se colocó de rodillas frente a la bañera y YoonGi se inclinó hacia su toque.

—Te lavaré el cabello, ¿sí?

YoonGi ronroneó por lo bajo, parecía haber intentado decir algo, pero no salió nada más que un zumbido.

JiMin tomó un poco de shampoo con su mano y acercó sus manos al cabello de su novio para frotar con cuidado. El alfa suspiró, sus ojos cerrados de nuevo mientras disfrutaba de la sensación sobre su cuero cabelludo. Ellos simplemente se sumergieron en un silencio cómodo mientras JiMin continuaba con lo suyo, tarareando bajo alguna canción de cuna que se acostumbró a dedicar a los momentos de baño de JungKook.

De repente, YoonGi abrió la boca.

—Te preocupes demasiado —murmuró.

—¿Hm? —JiMin detuvo sus movimientos.

—Estoy bien —dijo con el mismo tono.

El omega sonrió suavemente y continuó lavando su cabello.

—Eres mi novio, YoonGi —le dijo—. Claro que me voy a preocupar demasiado. Deja que sea un buen omega para ti.

YoonGi respiró profundamente.

—Es que yo no... —tragó—. No he hecho esto antes...

—Supuse que no —enjuagó sus manos en el agua y tomó un envase—. Es mi primera vez cuidando de un alfa y es tu primera vez pasando tu celo con un omega como corresponde, así que es raro para los dos —sumergió el envase—. Cierra los ojos —YoonGi así lo hizo y JiMin echó el agua encima de su cabeza para quitar el shampoo—. Ambos estamos aprendiendo.

—Lo haces bien.

JiMin se rió suavemente y echó un poco más de agua.

—Gracias, amor.

Posteriormente, una vez terminado el baño, JiMin yacía parado frente a la cama con una toalla entre sus manos, secando el cabello todavía húmedo de YoonGi. En la mesita de noche reposaba la taza vacía con la que YoonGi tomó la avena, también un pequeño plato con restos de los huevos que comió. Con el estómago satisfecho, su cuerpo limpio y con un poco menos de fiebre, YoonGi se sentía mucho más aliviado y JiMin mucho más tranquilo.

—Siempre pensé en comprar una secadora de pelo para estas ocasiones, pero nunca lo hago —decía tranquilamente, sacudiendo los mechones de su novio con la toalla. YoonGi sólo se dejaba hacer, sus ojos cerrados—. Son caras, pero serían una buena inversión durante el frío.

—Lo son.

—¿Verdad que sí? El año pasado JungKook tomó una siesta después de bañarse en pleno invierno y despertó con una gripe horrible, tuve que llevarlo al hospital y todo.

—Whoa —murmuró YoonGi.

—Horrible —asintió—. Ahí pensé que sería una buena idea una secadora, pero no termino de hacer la compra. Podría comprarme una mucho más barata, pero no quiero que me explote en las manos cuando la use.

YoonGi bostezó.

—Es verdad.

—Debería hacer la compra ahora que va a empezar el otoño. JungKook suele aprovecharse del frío y dura como una semana sin bañarse.

—Uhg, qué mocoso.

—Lo sé —se rió y detuvo sus manos un momento para mirar el rostro adormilado de YoonGi—. ¿Estoy hablando mucho?

YoonGi negó con la cabeza.

—Bueno —sonrió y continuó secando su cabello—. Pensé que ibas a estar de peor humor con todo eso que dijiste el otro día, pero sólo te veo cansado.

—En eso estaba pensando —bostezó de nuevo—. Tal vez solo necesitaba que me mimen...

—¿NamJoon no te mimaba lo suficiente? —molestó y recibió una pequeña sonrisa floja en respuesta.

—Los alfas no son especialmente mimosos con otros alfas cuando están en celo —explicó con flojera, voz ronca y ojos medio cerrados—. Él solo me ayudó a estar hidratado y a no morirme de hambre.

—¿Y cuando querías meter tu nudo en algo? Tengo mucha curiosidad.

—Muchos supresores y muchas pajas, pero olvida eso —resopló y miró a JiMin desde abajo, una sonrisa pequeña en su cara mientras el omega se reía encantadoramente—. Esto es mejor.

—Claro que es mejor, te puse sales de baño.

—Y te amo por eso.

—Aw —JiMin se detuvo y acunó su rostro—. Mi lindo alfa, yo también te amo.

El mencionado sonrió y JiMin se atribuyó el sonrojo de sus mejillas. Luego se inclinó y plantó un pequeño beso en sus labios.

Cuando el cabello de YoonGi estuvo lo suficientemente seco, la pareja se subió a la cama para acurrucarse debajo de las acolchadas mantas y suaves almohadas. YoonGi lo sostenía contra su pecho y la punta de su nariz olfateaba el suave aroma a rosas de su novio, mientras que JiMin tenía sus piernas enrolladas contra las del alfa y sostenía su brazo contra su pecho en un pedido silencioso de que no se le ocurriera soltarlo.

—Gracias, bebé —murmuró YoonGi contra su cuello.

JiMin buscó su contacto y recibió un beso en su mejilla.

—¿Por qué?

—Por hacer todo esto —aclaró—. No tenías qué.

El omega viró los ojos con una sonrisa.

—Tenía qué —le dijo—. Tú siempre me cuidas, quería devolverte el favor.

YoonGi ronroneó.

—Se siente bien.

—Me alegro —acarició su mano y besó sus dedos—. Descansa, mi amor.

—Descansa, cielo.

A pesar de la ducha, YoonGi seguía sintiéndose cálido. JiMin podía sentirlo contra su espalda, en su respiración y en el tacto de su mano. La cercanía de por sí no ayudaba mucho a la imaginación del omega y pensar en la razón de por qué ellos estaban ahí solos provocaba cierta sensación de expectativa que lo tenía sonrojado.

Sin embargo, él no quería hacer ningún movimiento ahora. YoonGi estaba agotado, su cuerpo todavía no estaba listo para anudarlo y lo que menos necesitaba el omega era lidiar con un alfa sexualmente frustrado. YoonGi necesitaba un poco de sueño para recuperar energía y JiMin también, la larga jornada de trabajo seguía presente en su sistema y cuando tocó la cama pareció golpearlo como una avalancha.

Ellos se quedaron dormidos poco tiempo después bajo sus relajantes respiraciones y la esencia familiar que bailaba en el aire.

La mañana siguiente, claro, sería un poco diferente.

 

Chapter 22: CAPÍTULO VEINTIUNO

Summary:

Cuando JiMin encontró la fuerza para mirar hacía atrás de nuevo, se encontró con el alfa limpiándose el mentón con su antebrazo. Una sonrisa se deslizó a través de sus comisuras. Lucía incluso diabólica, caliente como el infierno, y JiMin tuvo que tragar saliva.

Por ese pequeño segundo, recordó lo que su novio le había advertido. Alfa. YoonGi era un alfa al fin y al cabo, uno en celo. La bruma del deseo y el placer estaba aturdiendo lo suficiente su cabeza como para no notar del todo las pequeñas diferencias con su novio en su estado natural, pero esa sonrisa vaya que era una señal clara.

Este era el lobo de YoonGi.

Notes:

welcome back, motochorro.

Chapter Text

Las articulaciones de YoonGi se movieron letárgicas sobre la cama, sus manos deslizándose entre la tela suave de las mantas recién cambiadas y la sensación del colchón era tibia debajo de su tacto, pero no encontraba nada más allá. Lentamente abrió los ojos, confundido bajo la bruma del sueño y la ignorancia de no saber qué era lo que esta buscando, pero cuando se encontró con el hueco vacío a su lado, su lobo reaccionó con un gruñido y la consciencia lo golpeó.

JiMin no estaba con él.

Resopló y se giró, pero no había nadie del otro lado.

Con cierto fastidio, YoonGi se apoyó sobre sus codos para sentarse sobre la cama y fue entonces que escuchó el tintineo de los platos en la cocina. Se dio cuenta de que olía a comida, a tomates y cebollas, a pollo. De repente no solo la falta de JiMin le generaba malestar, sino también el hambre que hacía rugir su estómago, y en él nació la necesidad de salir de la habitación lo más pronto posible.

JiMin debería estar entre sus brazos, no en la cocina, tan lejos.

Él bajó de la cama, pisó torpemente y cayó sentado sobre el colchón antes de poder dar un paso. Su cuerpo parecía no haber despertado todavía, así que sacudió su cabeza en un intento de espantar la bruma del sueño y se levantó por segunda vez con éxito. Respiró profundo y parpadeó un par de veces. Se sentía extraño, desconectado, pero los pasos afuera del cuarto lo devolvieron a tierra con la suficiente fuerza como para que comenzara a poner un pie frente al otro.

JiMin. JiMin. JiMin.

Quería ver a JiMin.

Rápidamente se encontró con su omega frente a la encimera, había acabado de apagar las hornallas de la cocina y ahora tomaba un par de platos con sus manos.

YoonGi no se movió de su lugar y JiMin se sobresaltó cuando giró y se encontró con el alfa parado al lado de la mesa.

—¡YoonGi! —una sonrisa se formó en sus labios—. Justo iba a ir al cuarto para despertarte, ven, ya hice el desayuno —colocó ambos platos sobre la mesa—. Ayer comiste muy poco y leí por ahí que los alfas tienen que comer mucho durante el celo, así que...

YoonGi parpadeó lentamente y observó un momento el desayuno. En su plato reposaban un par de wraps de pollo bastante cargados mientras que el plato de JiMin tenía solo un wrap mucho más pequeño. Su estómago rugió cuando reconoció la comida y la falta de ella en su sistema, pero ese no era su principal foco de atención en ese momento. No. Más bien lo eran el par de shorts de pijama que estaba usando el omega bajo la enorme camisa holgada y vieja que le había visto usar un par de veces. La boca de JiMin se movía, debía estar explicando algo, pero YoonGi no podía escucharlo. Era como si estuviera siendo amortiguado por una gruesa capa de plástico.

Las piernas de JiMin se volvieron particularmente llamativas en ese momento. Los vellos que él se negaba a rasurar por su propia paz se tornaban un poco más gruesos al inicio de sus pantorrillas y sus tobillos lucían delicados, mucho más pequeños ahora que YoonGi los observa con detalle y los compara con las sandalias que está usando y que él reconoce como suyas.

En realidad, casi todo lo que estaba usando JiMin era suyo. La camisa también lo era. JiMin la usó en su propio celo, él lo recuerda.

Por un momento, el alfa visualizó a JiMin usando la prenda mientras gemía y se retorcía en el interior de su pequeño nido. La saliva se acumuló en su boca y él tragó en el momento que JiMin se giró para mirarlo.

—¿Qué te parece? —preguntó el omega a una propuesta que el alfa no había escuchado.

YoonGi asintió a pesar de no saber de qué estaba hablando JiMin y el omega sonrió satisfecho. Él también acomodó los platos sobre la mesa mientras continuaba con su unilateral conversación, ignorante de los ojos del alfa sobre su cuerpo y de la lucha mental que estaba teniendo su novio en ese momento. Sin embargo, YoonGi decidió que ya no podía resistir por más tiempo el impulso de su propio cuerpo y estiró su mano para tocar la suave piel de la pierna de JiMin, provocando un pequeño salto en el omega y que sus ojos se fijen en él de inmediato.

Ambos pares de ojos se observaron mutuamente. JiMin lucía un poco sorprendido, mientras que YoonGi continuaba tratando de mantenerse al margen para no asustar a su pareja. Sus movimientos eran lentos y calculados mientras se acercaba con cuidado al cuerpo de su novio. JiMin no se apartó, simplemente dejó que YoonGi se acercara lo suficiente como para que sus labios tocaran la punta de su hombro descubierto y, como si hubiera estado sediento por ello, es entonces cuando un pequeño suspiro se escapa de su boca.

—¿Yoon?

El mencionado simplemente dejó salir un soplo de aire a través de su nariz que erizó la piel del cuello de JiMin. Luego subió sus dedos por su muslo, tan delicado en su toque que apenas y sus dedos rozaban la piel. A JiMin le hacía un poco de cosquillas, pero también un remolino caliente comenzaba a formarse en la parte baja de su vientre.

—¿Qué haces? —le preguntó con una gracia cautelosa.

YoonGi no respondió, simplemente continuó tocando.

Su nariz olfateaba la esencia del omega con cierta devoción, acercándose lo suficiente a su glándula como para que la esencia de JiMin llenara sus pulmones. Él se sumergió en el aroma, su mente de por sí nublada se tornó todavía más brumosa, cegando sus movimientos y pensamientos, ni siquiera se dio cuenta cuando tomó el muslo de JiMin con su mano entera y apretó la carne entre sus palmas. JiMin se apoyó contra la mesa con un jadeo y YoonGi se presionó a la par de su cuerpo mientras seguía buscando algo desesperadamente en el olor del otro.

YoonGi no era el único deleitándose con el aroma de su pareja. JiMin también podía sentir las feromonas de YoonGi derritiéndose en su garganta, bajando para calentar su pecho y vientre. El aroma picoso y áspero de su alfa alentaba a su lobo a ser más salvaje, más atrevido y coqueto, así que él enseñó su cuello y le dio libre acceso a su novio para que olfateara a gusto, mostrándole aquella clásica señal de sumisión, de anhelo y amor. El agarre de YoonGi se apretó como señal de aprobación y JiMin dejó caer su cabeza hacia atrás con cierto mareo. Sabía que todo esto era normal, pero seguía siendo nuevo y un poco abrumador. Tuvo que tomarse un segundo para respirar, todo en un intento de calmar el latido incesante de su corazón.

Las manos de YoonGi subieron lo suficiente como para sujetar la cintura de JiMin por debajo de la camisa, sus pulgares masajeando la zona con cierta fuerza, lo suficiente para que JiMin se mordiera el labio y sus ojos se cerraran. Él cabeceó una vez más, aturdido por los mimos, y su frente descansó en el hombro de YoonGi mientras él creaba un camino de besos en su cuello, sacando el jugo de su esencia y aspirando cada gramo de rosas que desprendía su novio a consecuencia.

El calor los envolvía a ambos como papel incendiándose y lentamente ambos comenzaron un vaivén en el borde de la mesa servida. YoonGi apoyó una de sus manos contra el borde de la mesa, apresando el cuerpo de JiMin dentro de un diminuto espacio en el cual apenas podía respirar. JiMin podía sentir el miembro erguido de YoonGi haciendo presión contra su muslo, frotándose lentamente, lo suficientemente lento como para hacerle anhelar estar totalmente desnudo.

Pero los platos de comida seguían ahí.

—YoonGi —llamó JiMin con un suspiro, sus ojos medio cerrados y sus labios rojos por el maltrato de sus dientes—. Tenemos que comer...

—No tengo hambre —mintió, gruñendo contra la oreja de JiMin—. Te quiero a ti.

JiMin gimió y se encogió en su lugar. No podía creer que su comida se fuera a desperdiciar de esa manera, pero en ese momento él no creía que YoonGi fuera a parar y lo confirmó cuando el alfa se apartó de su cuerpo con un decidido paso hacia atrás y tiró de él hacia la habitación.

De un momento a otro JiMin rebotó suavemente contra el colchón y el cuerpo caliente y pesado de YoonGi se encimó sobre el suyo como un depredador acorralando a una presa por la que casi babeaba.

JiMin ni siquiera pudo tomarse un momento para adaptarse al nuevo lugar porque de repente YoonGi lo estaba besando y todos sus pensamientos se suprimieron cuando ambas lenguas se encontraron una a la otra en un húmedo y desesperado beso. Sus manos se movieron solas y subieron por el cuello de su novio para envolverlo entre sus brazos, uñas suavemente presionadas contra la piel de su nuca y hombros mientras frotaba insistentemente sus labios contra los suyos y respiraba contra su aliento caliente. Su piel se erizó, los dedos de sus pies se encogieron y su espalda se arqueó lejos del colchón, todo como respuesta al lobo de su novio.

De repente ya no tenía otro pensamiento en la cabeza que no fuera YoonGi, el olor de YoonGi, los besos de YoonGi, el cuerpo de YoonGi.

YoonGi. YoonGi. YoonGi.

De repente los besos ya no era suficiente para satisfacer sus propios deseos, y las manos de YoonGi se sumergieron debajo de la camisa de su novio para tocar la piel caliente que se erizaba contra su tacto, buscando tener un poco más de él, de su omega.

Los muslos de JiMin lo abrazaron a su cuerpo y los besos comenzaron a subir de intensidad. JiMin casi no podía respirar, pero la sensación de sus labios húmedos chocando contra los de su novio era embriagadora, él estaba prácticamente hipnotizado, ojos cerrados y dedos aferrados al cabello largo de YoonGi, empujando su cara contra la propia con una necesidad casi salvaje de profundizar cada intercambio.

Entre caricias, el alfa se apartó de repente, sentándose sobre sus rodillas y enganchando sus dedos en el borde los shorts de JiMin para tirar de ellos hacia abajo. En ese pequeño momento de lucidez rezagada, JiMin notó que los ojos de su novio se encontraban casi completamente plateados, manchas del brillante tono mezclándose con el marrón de sus pupilas y ganando terreno entre cada parpadeo.

YoonGi se había convertido en más lobo que persona, su animal espiritual gruñía y pedía por algo que iba más allá de lo físico, que buscaba tener todo de su pareja y dejar en él la huella de su marca, de sus cachorros y de su dominio. JiMin pudo sentirlo a través de su lazo, pudo sentir el deseo de su novio correr a través de su conexión y su cuerpo entero tembló de pura anticipación.

El alfa, quien sabía el efecto que estaba teniendo sobre su pareja, se encimó sobre él una vez más, pero más abajo, cerca de su vientre. JiMin se mordió el labio inferior y sus pies se deslizaron sobre la cama, ansioso y expectante. En ese momento, el alfa ni siquiera tocó su pene, él sujetó con fuerza sus caderas para levantarlo lo suficiente y así tener acceso a su culo y metió su cara entre sus piernas.

JiMin sintió su rostro enrojecer de pura vergüenza, el calor del celo de su novio podía encender su propia líbido en un segundo, pero eso no evitaba que el bochorno se apoderaba de él al pensar en que esta era la primera vez que esto estaba sucediendo.

—¿YoonGi?

La manera que tuvo el alfa de responder a su llamado fue lamer la zona entre sus nalgas, su mojada entrada llena de lubricante, palpitando y sensible al tacto. JiMin echó la cabeza hacia atrás a consecuencia de los escalofríos y sus pies se presionaron contra la cama, un espasmo lo hizo saltar suavemente y sus manos fueron a parar al cabello largo de su novio en un intento de mantener el control de la abrumadora sensación.

La lengua de YoonGi no se conformó con lamer de una única manera, con la punta firmemente apretada contra su piel comenzó a hacer círculos alrededor del borde de JiMin y lo intercaló con pequeñas succiones de la piel alrededor que hacían que el omega se contrajera contra la cama o que sus piernas se apretaran contra el rostro de YoonGi.

Cada escalofrío hacía a JiMin rebotar en un intento de alejarse del tacto mientras disfrutaba de la presión que comenzaba a formarse en su vientre. Quejidos pequeños escapaban de su boca mientras el sudor se acumulaba en su cuello y el calor de sus mejillas hervía hasta sus orejas. Su pequeño pene se irguió sin chistar, goteando el líquido transparente que caracteriza a los omegas, y él pensó que YoonGi no se alejaría de su labor en su culo, al menos hasta que el alfa encerró su miembro en su mano y con el pulgar comenzó a frotar la punta.

—¡Ah-ah! —chilló JiMin. Sus muslos se cerraron, pero YoonGi usó su mano libre para presionar una de sus piernas contra la cama—. ¡Yoon-! ¡Ahg! —presionó el costado de su rostro contra la cama, dientes apretados y ojos fuertemente cerrados—. ¡Diosa! —exclamó.

Su estómago se apretaba con espasmos pequeños y su único apoyo contra la cama eran las puntas de sus pies. Él hacía un enorme esfuerzo por mantener sus piernas abiertas con el deseo de disfrutar hasta el último momento de las lamidas de YoonGi, pero sus reflejos le pedían que hiciera todo lo contrario, una idea y vuelta que lo volvía loco.

De repente, JiMin tenía el pecho contra el colchón.

YoonGi lo había girado sin ningún tipo de resistencia.

Cuando miró hacia atrás, JiMin tuvo una imagen perfecta del alfa presionando sus pulgares entre sus nalgas para tener más acceso y comenzar a lamer de nuevo. Esta vez estaba siendo más rudo, intentó meter su lengua con fuerza, como si estuviera tratando de obtener todo lo que podía del lubricante que chorreaba del borde de JiMin casi a borbotones. El omega solo se aferró a la cama, arrugando las sábanas entre sus dedos mientras gemía y sus ojos se cerraban en contra de su voluntad.

Las deliciosas cosquillas picaban desde su vientre hacia sus piernas y hacían que temblaran cada vez que trataba de aplicar algún tipo de fuerza o resistencia, su abdomen comenzó a contraerse y, sin ser realmente consciente del todo, comenzó a mover sus caderas contra el rostro de YoonGi, un poco desesperado por correrse en ese momento. Mordió sus labios y gimió, sus cejas fruncidas mientras el lubricante mezclado con la saliva de YoonGi bajaba por su entrepierna y manchaba el interior de sus muslos.

Ya casi, ya casi, ya casi.

La presión dentro de su vientre comenzó a ser insoportable y sus gemidos casi parecían lloriqueos. Había algo que estaba tratando de alcanzar y él necesitaba concentrarse para llegar ahí. Cada respiración lo sacaba de su trance, cada espasmo lo hacía quejarse por la desesperación. YoonGi movía su lengua de un lado a otro, frotando la sensible zona de arriba a abajo mientras seguía el ritmo que JiMin estaba marcando con sus movimientos, cada vez más rápido, más tenso, más insoportable.

Entonces, casi de la absoluta nada, aunque YoonGi no había hecho nada diferente a lo anterior y cada lamida hubiera llegado con la misma fuerza, JiMin pudo sentir que le habían dado el golpe de gracia. Sus piernas se apretaron una contra la otra, y podía jurar que su vientre se derretía dentro de sí mientras un escalofrío subía por su estómago y su corrida salía disparada hacia la cama. El sonido de su liberación fue casi un grito y sus ojos giraron hacia atrás mientras la sensación de alivio se extendía a cada lugar de su lánguido cuerpo.

—Yoon... Diosa... —JiMin sonrió entre suspiros y su mejilla se acurrucó contra la almohada debajo de él. Todo le daba vueltas—. YoonGi... —lo llamó con tono satisfecho.

Cuando JiMin encontró la fuerza para mirar hacía atrás de nuevo, se encontró con el alfa limpiándose el mentón con su antebrazo. Una sonrisa se deslizó a través de sus comisuras. Lucía incluso diabólica, caliente como el infierno, y JiMin tuvo que tragar saliva.

Por ese pequeño segundo, recordó lo que su novio le había advertido. Alfa. YoonGi era un alfa al fin y al cabo, uno en celo. La bruma del deseo y el placer estaba aturdiendo lo suficiente su cabeza como para no notar del todo las pequeñas diferencias con su novio en su estado natural, pero esa sonrisa vaya que era una señal clara.

Este era el lobo de YoonGi.

—Hey —saludó sin aliento. En absoluto asustado, pero sí curioso.

Esta nueva faceta salvaje de YoonGi lo hacía sentir ridículamente deseado, tanto en cada forma posible, tanto que JiMin comenzó a desear más de ello.

El alfa no se hizo de rogar demasiado, él tomó sus caderas y lo hizo levantar el culo, JiMin se quejó cuando fue arrastrado hacia abajo y pudo sentir el pesado miembro de su novio caer contra la línea de sus nalgas, así que se volvió a asomar hacia atrás solo para cruzarse con la imagen de YoonGi despeinado, con mechones de cabello negros colgando hacia adelante mientras su mirada estaba fija en el agujero entre las nalgas de JiMin, su mano ayudando a su pene a alinearse mientras que su otra mano apretaba una de las nalgas de JiMin hasta el enrojecimiento.

—Yoon... —llamó y su propio quejido lo interrumpió.

La punta entró fácil, quizás por la reciente sesión, pero la boca de JiMin se abrió de todos modos al sentir la intromisión del miembro caliente y palpitante de su novio sin ningún condón encima, cada textura de piel frotándose contra su sensible entrada hasta que estuvo completamente adentro, el nudo medio formado todavía afuera.

JiMin apretó sus labios por la sensación de expectativa que se arremolinaba en la parte baja de su vientre que hervía su sangre y lo hacía encogerse en su lugar. Había algo que JiMin tenía que admitir que le gustaba y esa era la manera en la que todo dentro de él se sentía apretado cuando YoonGi estaba ahí, palpitando y caliente en su interior. Sobre cómo la punta de su pene se presionaba contra su vientre y le provocaba cosquillas en la vejiga, incluso quieto, su cuerpo temblaba como si estuviera siendo sacudido y JiMin dejó caer su pecho contra la cama, sin aire, jadeando como si hubieran acabado de sacarlo del más profundo océano.

Detrás de él, YoonGi suspiró de puro gusto.

—YoonGi... —se quejó suavemente, uno de sus ojos cerrados y sus cejas ligeramente fruncidas. No es que le doliera, al menos no demasiado, pero sí se sentía un poco abrumado con todo. No estaba seguro de si era por la manera en la que estaba siendo tomado o porque el aroma de YoonGi lo estaba volviendo loco—. Amor... —llamó nuevamente y miró por encima de su hombro.

JiMin ni siquiera sabía qué quería en ese momento, si acaso que YoonGi se moviera para encontrar su segundo final o si pedirle que se detuviera para que él pudiera recuperar el aliento por su reciente orgasmo, no estaba seguro. Sin embargo, al no ser capaz de leer su mente ni siquiera en el calor del celo, YoonGi hizo lo que le dictaba su propio instinto y, cuando estuvo listo, comenzó a mover sus caderas contra la cintura del omega.

JiMin tembló por el escalofrío doloroso que se extendió por su espalda, pero suspiró antes de encontrar su propia calma y placer dentro del encuentro. No es que no estuviera disfrutando de esto, sabía a lo que se estaba enfrentando desde el inicio, simplemente pensó que tendría un poco más de tiempo para prepararse. Aun así, su cuerpo respondía automáticamente al calor de YoonGi, su lobo le decía qué hacer y él lo seguía, así que cualquier tipo de incomodidad se vio superada en ese momento.

YoonGi no fue gentil, él comenzó a acelerar el ritmo sin pensar demasiado. El sonido de sus pieles chocando comenzó a hacer eco en el interior de la habitación tan fuerte que JiMin se sintió avergonzado. Se oía húmedo y tajante. Ruidoso. Cualquiera podría escucharlos si estaba lo suficientemente cerca. Sus gemidos tampoco eran muy silenciosos, escapaban de su boca en contra de su voluntad, ojos cerrados y cejas fruncidas hacia arriba, boca abierta y cabello revuelto.

JiMin podía sentir casi a la perfección cómo el pene de YoonGi golpeaba justo el punto al fondo de su entrada. Sus jadeos suplicaban por aire mientras se mezclaban con el sonido de sus propios gemidos y sus manos se aferraban a las sábanas debajo de su cuerpo como si con esta acción pudiera mantener la poca cordura que le quedaba en ese momento. Sus piernas dolían por la posición y no podía mantenerse erguido demasiado tiempo, por lo que YoonGi tomaba su cintura de vuelta para acomodarlo al son de sus embestidas y la facilidad con la que lo hacía provocaba retorcía el vientre de JiMin de puro gusto culposo.

—Mier... Yoon... Yoon... —ni siquiera sabía qué estaba tratando de decir, solo quería llamar el nombre de su novio, quería que supiera que él estaba ahí, recibiendo a su alfa como todo un experto, a pesar de que esta fuera su primera vez—. ¡Yoon! —lloriqueó, pero fue interrumpido por un gruñido.

—Alfa —fue la respuesta de YoonGi, su voz grave hizo eco en la habitación, contundente como sus embestidas. Ni siquiera perdió el ritmo, se mantuvo firme en su llamado de atención.

—¿Uh? —JiMin quiso preguntar a qué se refería, pero la falta de aliento le hizo murmurar ese pequeño sonido. Trató de mirar a YoonGi, pero el alfa deslizó sus dedos en su cabello desde la zona de su nuca y tiró de él solo un poco, no demasiado como para que doliera, pero sí lo suficiente como para que JiMin sintiera ese tirón húmedo en su vientre debido a la excitación.

—Alfa —repitió YoonGi, casi sonaba enojado. Sus ojos brillaban en plateado y la cercanía su boca contra la oreja de JiMin hizo que el gruñido de su garganta se escuchara fuerte y claro.

JiMin tembló y se encogió tanto como se lo permitía el tirón en el pelo, las estocadas no se detenían, incluso habían aumentado el ritmo, lo hacían rebotar contra el colchón y empujar su cara contra la almohada, lágrimas llenaban sus ojos y no podía hacer más que balbucear quejidos, pero de algún modo pudo darse cuenta de qué era exactamente lo que le estaba pidiendo YoonGi en ese momento.

Así que él tomó el aire que necesitaba y abrió la boca.

—Alfa —llamó—. Mi... alfa —gimió.

JiMin pudo notar un pequeño desbalance en el ritmo que su novio había estado llevando, se había distraído, o al menos, se había tomado un segundo para disfrutar del tan encantador apodo que JiMin había usado para él.

YoonGi ronroneó satisfecho y se echó para atrás lo suficiente como para que la punta de su pene casi sobresaliera de la entrada de JiMin antes de comenzar de nuevo con su desesperada cogida. Esta vez fue más rápido y despiadado, ambas manos colocadas a los lados de la cintura del omega mientras empujaba hacia la cama el cuerpo debilitado y sensible de JiMin, respirando en su nuca y gruñendo como símbolo de dominio mientras su novio no hacía más que encogerse en su lugar y gemir para él.

JiMin no quería que se detuviera.

Quería más.

No estaba seguro de si era el aroma picoso y pesado de YoonGi que lo volvía loco, o si acaso su propia líbido lo estaba consumiendo, pero de repente se sentía tan contento y cálido, casi satisfecho mientras las estocadas de su novio golpeaban sin piedad el interior de su vientre. JiMin no podía seguir bien el ritmo, realmente lo intentó, pero terminó dejándose llevar por la fuerza de su novio, aprisionado contra la cama sin ningún tipo de escapatoria.

JiMin lloriqueaba contra el colchón y las suaves mantas que había puesto la noche anterior, su saliva cayendo de la comisura de su labio y sus ojos húmedos llenos de lágrimas. Rebotaba contra la cama sin piedad, recibiendo toda la extensión del erguido pene de un alfa en celo. Sus piernas se sentían débiles y su propia consciencia se había apagado, todo en lo que podía pensar era en llegar a su propia liberación.

De fondo, podía escuchar los gruñidos de YoonGi, profundos gemidos ahogados que morían al inicio de sus labios y siseos casi dolorosos a medida que se acercaba a su propio orgasmo. La respiración de su novio era errática, él trataba de mantenerla en control mientras se movía como un animal salvaje, pero era inútil.

De repente, el borde de su entrada comenzó a sentirse adolorida, un picor molesto lo hizo quejarse y, mientras intentaba asomarse por encima de su hombro para mirar a YoonGi, el alfa tomó ambas muñecas y tiró de él mientras empujaba cada vez más profundamente su pene en su interior. El rostro de JiMin se retorció en una mezcla de dolor y placer, agobiado por los escalofríos que hacían temblar sus piernas y espalda mientras YoonGi comenzaba a introducir su nudo.

La manera en la que YoonGi se detuvo fue casi brusca, JiMin de repente tomó una bocanada de aire que no sabía que le faltaba y cayó contra el colchón en el momento que YoonGi soltó sus brazos. La euforia del momento no lo dejaba pensar claramente, todo daba vueltas y su cuerpo caliente no podía moverse, le costó un segundo darse cuenta de que YoonGi lo estaba anudado y de que su semen caliente se deslizaba en el interior de su vientre.

Fue una sensación nueva sin duda alguna. En plena consciencia, tal vez JiMin estaría pensando demasiado en ello, pero ahora mismo simplemente se enfocó en disfrutar del momento, de la sensación regocijante que le producía a su lobo ser anudado por primera vez en mucho tiempo, la satisfacción de sentirse lleno y placentero, completo en ese momento. El placer aumentó cuando YoonGi se recostó suavemente contra su espalda, nariz contra su cuello y manos en su pecho, apretandolo en un abrazo reconfortante.

—Mío —dijo suavemente contra su oreja.

JiMin tragó.

—Todo tuyo.

YoonGi pareció ronronear.

—Mi omega —sus manos bajaron hasta su vientre, el cual acarició suavemente. JiMin todavía podía sentir un par de espasmos en el pene desnudo de YoonGi—. Mis cachorros.

En un segundo, la piel de JiMin se erizó.

Claro que él no quería otro cachorro, sabía que YoonGi se había hecho la vasectomía y era prácticamente imposible que algún tipo de inseminación se lograra en estas circunstancias, pero algo dentro de él se agitó de todas maneras. Quizás sus instintos más primitivos, quizás el viejo deseo de tener una numerosa familia lo golpeó de repente con cierta nostalgia, o tal vez era porque su propio lobo estaba cerca de su calor, pero una sonrisa satisfecha subió por su cara y se acurrucó contra los mimos de YoonGi, moviéndose debajo de él con cierta sensualidad, como un omega satisfecho dispuesto a satisfacer a su alfa elegido.

—Sí, alfa —murmuró.

Lo siguiente que sintió fue una pequeña mordida en su hombro. Una que demostraba la emoción del propio YoonGi. A pesar de no ser una marca permanente ni por asomo, demostraba la indudable felicidad del alfa por esa afirmación.

Ambos se acurrucaron contra la cama, con YoonGi frotando su mejilla contra la de JiMin en una muestra de deseo y de marcar de territorio, mientras el omega sonreía y se dejaba hacer bajo las caricias de su novio.

Aquella fue una excelente manera de comenzar el día.


JiMin abrió suavemente los ojos, casi un poco en contra de su voluntad.

Se despertó en medio de la cama de YoonGi como un adolescente con resaca y recuerdos borrosos de una fiesta la noche anterior, solo que no habían pasado más de veinticuatro horas y que él realmente no había estado en ninguna fiesta.

Le tomó un momento para recomponerse y analizar todo el escenario en cuestión. Sabía que estaba en la habitación de YoonGi, que su cuerpo se sentía ligeramente dolorido y que se había quedado dormido después de la segunda ronda de sexo en la mañana. No estaba seguro de qué hora era exactamente, pero el sol seguía brillando imponente fuera de la ventana e indicaba que debía ser algún momento de la tarde, pero no demasiado como para que los colores naranjas se colaran en el cielo. Quizás eran las cuatro porque ellos se habían levantado a eso de las once de la mañana, esperaba no haber dormido demasiado.

YoonGi no estaba por ningún lado, cuando se giró en la cama tampoco lo encontró, pero sí notó el desastre de mantas y prendas de ropa que había, una mezcla no solo de los movimientos bruscos del sexo, si no también del nido desarmado que ahora se desparramaba sobre el colchón. El nido que había hecho con tanto cariño.

—¿Alfa? —llamó ligeramente, aunque sus ojos miraban fijamente la gran sección del nido roto que estaba en la cama.

Él se había esforzado mucho para armar un nido que pudiera gustarle a YoonGi, ¿por qué lo había desarmado? ¿Acaso no le había gustado?

—¿Alfa? —llamó de nuevo, esta vez sintiendo un nudo en su garganta.

Él no estaba seguro de si era normal dejar al omega solo en la cama después de anidar con él, quizás era una cosa de alfas o tal vez el lobo de YoonGi tenía sus propias costumbres. Sin embargo, antes de que JiMin pudiera hacerse la cabeza, YoonGi apareció en la puerta del cuarto, masticando algo que había acabado de meter a su boca.

JiMin recordó entonces que ellos no habían desayunado esa mañana.

Su estómago rugió.

YoonGi se detuvo y ladeó la cabeza suavemente para mirar a JiMin con atención, en silencio.

—Hey —saludó JiMin con una sonrisa pequeña y frotó su estómago—. Tengo hambre —agregó.

YoonGi no se movió.

—¿Puedes traerme mi desayuno, por favor? —pidió con cierto cuidado ya que no estaba seguro de si este pedido ofendería al lobo de YoonGi o no, pero la verdad es que él tampoco tenía mucha energía como para levantarse de la cama para obtener su propia comida. Ni siquiera sabía si YoonGi se había comido ambas porciones o solo la suya.

YoonGi siguió sin moverse.

Cuando finalmente dio un paso, no fue para regresar a la cocina.

JiMin frunció sus cejas.

La primera reacción de YoonGi fue acercarse a la cama con la clara intención de volver a acostarse con JiMin y de quizás continuar con lo que habían dejado en pausa, sin embargo, un gruñido interrumpió cualquier tipo de movimiento en ese segundo. YoonGi se congeló mientras JiMin enseñaba sus pequeños colmillos, nariz arrugada y rostro enojado demostraban una clara resistencia a lo que sea que estuviera planeando el alfa.

El alfa se echó para atrás, quitando la pierna de la cama y mirando a JiMin con ojos agrandados en sorpresa. El omega, todavía semi recostado en la cama, lo miraba fijamente con ojos casi asesinos mientras mantenía su postura esquiva. YoonGi solo parpadeó como si estuviera aturdido.

Ambos estuvieron en silencio un par de segundos, los suficientes para que YoonGi tomara valor nuevamente y se acerca de vuelta a la cama con un poco más de insistencia en sus movimientos. Aun así, JiMin se apresuró en levantar su pie y empujar lejos el cuerpo de su novio, dando batalla a las intenciones del lobo. Le gruñó de vuelta y no le importó que YoonGi le respondiera con un bufido enojado.

A pesar de su accionar tan decidido, JiMin ni siquiera estaba seguro de por qué estaba tan enojado, pero su nido ahora lucía imperfecto y todo era culpa de YoonGi. ¿Cómo se atrevía? Él se había esforzado por hacer un nido perfecto para él, ¿y así le pagaba? El enojo burbujeaba en su pecho y se materializaba en el gorjeo de sus gruñidos mientras miraba fijamente al alfa a los ojos.

El lobo de YoonGi lo hizo dar un paso hacia él una vez más, su propio gruñido interponiéndose sobre el de JiMin en un intento de que el omega regresara a su estado sumiso, incluso encimó su cuerpo nuevamente sobre la cama, pero JiMin volvió a empujarlo lejos en señal de resistencia, con una fuerza que tomó desprevenido a YoonGi.

—¡Ahg! —se quejó cuando chocó de espaldas contra el armario.

YoonGi sacudió su cabeza y frotó su nuca por el golpe contra el mueble. JiMin no parecía ni un poco arrepentido, así que el alfa dudó sobre si realmente iba a poder hacer algo ahora mismo con su pareja o sería obligado a lidiar él solo con una erección como lo había hecho años y años. Eso le molestó, frunció su cara y enseñó sus colmillos, pero JiMin le respondió de la misma manera.

Esto no estaba yendo a ningún lado.

En un intento de continuar, YoonGi rodeó la cama. Tal vez si subía por otro lado, JiMin lo dejaría entrar a su nido, pero eso no pasó. El omega seguía firme, enojado, siseando y enseñando sus pequeños colmillos listo para atacar por si el alfa se pasaba de listo.

YoonGi bufó.

—Tengo hambre —dijo JiMin simplemente, claro y sin titubeos.

El alfa lo observó por un largo segundo.

—Traeme comida —dijo con más firmeza, modulando cada palabra con cuidado y con ojos filosos observando a su novio fijamente.

Por un momento, JiMin pudo notar la expresión casi ofendida de su novio. Claro que un omega debía cuidar de un alfa en celo, vaya, pero eso no significaba que el alfa en cuestión no pudiera poner de su parte para hacer esta transición un poco más amena. JiMin no podía moverse muy lejos de la cama no solo porque su cuerpo se agotaba sino también para mantener contento a YoonGi, pero su alfa tampoco podía esperar a que se quedara en cama todo el día sin comida o agua, él sí podía pararse, debía poner de su parte.

Tras un tercer intento de subirse a la cama y ser reprochado con un gruñido, YoonGi salió del cuarto entre bufidos y quejas entredientes que JiMin no logró entender.

JiMin se recostó de nuevo, suspirando con cierto alivio. Sin embargo, sus ojos volvieron a captar el nido desarmado. No podía dejarlo así, por lo que se arrodilló en la cama con cuidado y comenzó a arreglarlo.

YoonGi regresó minutos después de registrar la cocina con una mandarina en la mano. JiMin observó la fruta un momento y luego volvió a mirar al alfa.

—¿Te comiste los tres wraps?

YoonGi no dijo nada, simplemente lo miró.

JiMin arrugó la nariz y tomó la fruta. De inmediato, YoonGi salió de la habitación y cuando regresó, tenía dos mandarinas más en las manos.

Era algo.

JiMin tomó las tres mandarinas y las colocó sobre su regazo para comenzar a comerlas, pero cuando YoonGi hizo el intento de subir a la cama, el omega volvió a negárselo.

Para este momento, YoonGi estaba comenzando a perder la paciencia, o al menos eso era lo que notaba JiMin porque veía cómo el alfa caminaba de un lado al otro alrededor de la cama como un animal que evita la cerca eléctrica, pero no se atrevía a intentar subirse de nuevo. JiMin simplemente lo observó batallar con sus propios impulsos mientras comía tranquilamente los tajos de la primera mandarina y es que él no iba a dejar que YoonGi se metiera a un nido mal hecho, pero no seguiría arreglándolo con el estómago vacío.

Que YoonGi se quedara en el suelo era sólo un daño colateral.

Además, le vendría bien un poco de control en ese momento.

Entonces, en su décimo quinta vuelta alrededor de la cama, YoonGi se tropezó con algo suave.

En el piso yacía una manta que él reconoció del sofá de JiMin. De color gris y lo suficientemente grande como para cubrir solo al omega, se sentía suave al tacto y YoonGi la levantó del suelo. Antes de que se diera cuenta, la expresión del omega se transformó en cejas levantadas y ojos atentos, ya no enseñaba los dientes ni lo retaba, simplemente miraba la manta con cierto reconocimiento y un poco de anhelo.

YoonGi, con movimientos lentos, hizo de la manta una bola y la extendió cuidadosamente hacia JiMin. El omega agrandó sus ojos y se sentó derecho en el centro de la cama, mirando cuidadosamente la manta que el alfa le estaba ofreciendo. Sin embargo, no la tomó. Sus ojos se encontraron y cierta rabia seguía brillando en ellos, así que YoonGi resopló y bajó la cabeza.

"Lo siento", decían sus acciones. Era una especie de tregua.

JiMin sonrió y tomó la manta, aceptando las disculpas. Cuando YoonGi levantó la mirada, se encontró con el omega arreglando la pequeña zona del nido que se había echado a perder. YoonGi reconoció lo que había sucedido y salió de la habitación de inmediato. Cuando regresó, había un par de almohadones del sofá en sus manos y se los entregó a JiMin de la misma manera.

El omega se rió y tomó ambos cojines para colocarlos en su respectivo lugar, aquel que él considerara perfecto para el nido. Lo bueno era que la cama de YoonGi era de un tamaño king, el alfa siempre había sido fan de los colchones espaciosos y JiMin aprovechaba cada centímetro disponible para llenar el nido con cosas suaves que YoonGi le iba trayendo.

Cuando el omega rechazó una de los overoles de trabajo de YoonGi, el alfa dejó caer la prenda al suelo y esperó expectante a que JiMin le diera permiso de entrar.

JiMin se metió otro gajo de mandarina a la boca.

—Bien.

El alfa casi saltó hacia el colchón, pero se detuvo cuando JiMin endureció su expresión.

YoonGi se recompuso en su lugar y se subió a la cama con cuidado, mucho más cuidado del que un alfa en celo podría tener en ese momento, y se sentó detrás de JiMin para sentarlo sobre su regazo. El omega se dejó hacer, simplemente comiendo sus mandarinas mientras el alfa lo abrazaba por la cintura y su nariz encontraba su lugar en la curvatura del cuello de su novio para olfatearlo como había querido hacer desde que salió de la habitación.

—No puedes dejar que me muera de hambre —dijo JiMin tranquilamente mientras abría la segunda mandarina—. Yo también necesito energía para soportar tu gran nudo, alfa.

YoonGi se sacudió suavemente.

—Mh.

—¿Mh? —JiMin inclinó su cabeza para mirarlo—. Alfa de las cavernas.

YoonGi parpadeó y mordió su mejilla.

JiMin dejó escapar una carcajada y se encogió en su lugar. YoonGi apretó todavía más su abrazo y sonrió satisfecho mientras frotaba su nariz contra el rostro de su novio.

La pequeña pausa fue suficiente para que JiMin pudiera tomar un poco de aire. A pesar de que pudiera sentir todavía el pene de YoonGi erguido contra su espalda, el alfa parecía estar más concentrado en ver a JiMin terminar de comer su mandarina. Se las arregló para ser paciente y JiMin se preguntó si acaso el lobo de YoonGi era realmente tan malo como se lo había presentado su novio o solo era un animalito incomprendido. Su propio lobo se sentía cómodo en su presencia y correspondía a los llamados del lobo de YoonGi, la misma conexión lo calmaba y lo hacía sentir protegido, como si estuviera en una zona segura. YoonGi podía ser brusco, pero no era malo con él.

Fue entonces que JiMin reflexionó sobre la idea de que esto también era un momento de aprendizaje para el lobo de YoonGi. Después de todo, no estaba acostumbrado a lidiar con omegas durante su celo y su única experiencia provocó que se le fuera revocada esta opción. Tal vez sólo estaba demasiado emocionado, JiMin tendría que darle un poco de tiempo y paciencia. Para él era obvio que el nido se debía mantener armado y que ambos comieran bien, pero tal vez el lobo de YoonGi no había internalizado aquello.

Después de que JiMin dejara las cáscaras de mandarina en la mesita de noche, se sentó encima de las piernas de YoonGi y tomó su cara para besarlo, tranquilo, movimientos lentos mientras el alfa correspondía al pequeño gesto.

Los dedos de JiMin serpentearon en el rostro de su novio hasta llegar a su cabello, peinándolo, y sus labios dejaron un rastro de besos desde su mentón hasta sus labios y de regreso

YoonGi seguía cada movimiento, sus propias manos buscando contacto en el cuerpo de su novio. Ellos terminaron recostados sobre la cama una vez más, con JiMin besando los labios de YoonGi con cuidado mientras el alfa tomaba sus piernas para que lo abrazara por la cintura. Sus manos se engancharon en la parte baja de sus muslos, sosteniéndolo firmemente mientras el cuerpo de JiMin se deslizaba suavemente sobre el de YoonGi.

JiMin agradecía la frescura del ambiente porque probablemente estaría sudando a mares de otro modo. El cuerpo caliente de YoonGi hervía contra el suyo, se sentía pegajoso aun así, y la humedad entre sus piernas se deslizaba hacia abajo para mezclarse con las caricias de YoonGi, manchando sus dedos curiosos con lubricante. YoonGi no demoró en tomar las nalgas de su novio y abrirlas con sus manos, sus dedos buscaron el agujero, todavía maltratado y abierto de la sesión anterior, todavía húmedo. No fue gentil.

JiMin se quejó, pero en lugar de quedar solo como una queja, él gruñó, mirando fijamente a su novio. YoonGi se detuvo y aminoró la fuerza de su agarre.

—Bien —JiMin sonrió—. Buen alfa —besó sus labios.

YoonGi ronroneó contento y lo posicionó sobre su pene con un poco más de cuidado mientras el omega se apoyaba sobre su pecho y seguía los movimientos de su novio.

Momentos después, JiMin saltaba sobre el pene de YoonGi lánguidamente, con la cabeza gacha y los músculos de sus piernas doliéndole, pero YoonGi hacia su trabajo desde su puesto, empujando su pelvis contra el culo de JiMin, metiendo su pene y nudo semi formado en el agujero chorreante de su novio.

Los gemidos de JiMin iban a tono con el ritmo de las embestidas. Débilmente, sus manos se apoyaban sobre el pecho de su novio como el único soporte para no desmoronarse. YoonGi solo sonreía, una de sus comisuras ligeramente levantada mientras sus ojos semicerrados mientras veía fijamente el rostro sonrojado de Park.

En esta nueva posición YoonGi golpeaba más profundo dentro de JiMin, la punta de su pene llegaba a un punto que lo hacía temblar, que hacía lagrimear sus ojos y no dejaba que un solo pensamiento coherente se formara en su cabeza. YoonGi no estaba teniendo piedad en absoluto y JiMin a duras penas seguía el ritmo de su novio, dejándose caer en el momento justo, con la necesidad animal de tenerlo más adentro, de que rellenara cada espacio dentro de él, de que lo llenara no solo con su semen, si no con su miembro entero.

Sudor bajaba por el cuello de JiMin, su cabello alborotado se sacudía en todas direcciones y su cara roja brillaba bajo la luz de la tarde, mejillas rosadas que combinaban con la punta de sus encantadoras orejas. Sus uñas se apretaban en la piel de los hombros de YoonGi y su pecho, probablemente dejaría alguna marca que combinaría con los rayones de su cuello y espalda, estaría perfecto. Su propio pene rebotaba con él, golpeando su punta contra su vientre entre cada embestida y JiMin ni siquiera tuvo que tocarlo para que comenzara a chorrear ligeramente.

—Mi omega —susurró YoonGi, satisfecho—. Mío.

JiMin sintió sus piernas temblar y su interior se contrajo en respuesta a las palabras de YoonGi. Él gimió y observó a duras penas los ojos brillantes de su alfa. El hormigueo de su vientre se hacía cada vez más insoportable.

—Yoon... —lloriqueó.

El alfa apretó sus nalgas con la punta de sus dedos.

—Mío —gruñó YoonGi.

El juego de hablar sucio no funcionaba del todo con el alfa de YoonGi. Su lobo sólo repetía las mismas dos frases, pero JiMin estaba extasiado. Su propio lobo respondía contento, aullando a la luna mientras el alfa comenzaba a anudarlo en una acción que reclamaba su lugar como futuro padre de sus crías.

Simbólicamente, claro.

—¡Ah! —gritó JiMin. Sus piernas se contrajeron y su estómago se apretó. De repente un pequeño chorro transparente escapaba de la punta de su pene y el lubricante chorreaba a borbotones entre sus piernas.

YoonGi no se detuvo, alargando el orgasmo del omega a un punto casi doloroso. JiMin lloriqueó, gritando en sollozos mientras YoonGi aumentaba sus embestidas. Cada vez más profundo, cada vez más apretado y húmedo.

De repente, el alfa se detuvo. La punta de su miembro tocó el fondo de JiMin y la sensación cálida de la corrida de YoonGi hizo al omega temblar en su lugar. El nudo se fijó dentro de él y cada chorro nuevo de semen le hacía sentir más apretado su vientre, como si no tuviera espacio para tal cantidad. Los alfas producen cantidades enormes de semen cuando están en celo, JiMin lo sabe, lo ha leído en todos los foros que encontró, pero le sigue dando cierta impresión sentirlo dentro de su carne. Su omega, sin embargo, se siente satisfecho, le contagia cierta sensación de placer que hace sentir a su piel caliente y sus poros abiertos. Es tan extraño como gratificante, a flor de piel.

YoonGi simplemente suspiró profundamente cuando terminó. JiMin yacía recostado sobre su pecho, recuperando algo de su agitada respiración mientras el alfa sostenía con cierto recelo sus caderas contra su ingle, como si no quisiera que JiMin se moviera en absoluto hasta estar seguro de llenarlo por completo.

El omega no planeaba moverse, el cuerpo ya estaba comenzando a dolerse y pasado el calor del momento incluso se sentía pegajoso e incómodo, pero no se movió, algo le decía que eso iba a ofender a su alfa, y su obediente omega esperó a que YoonGi le diera permiso y a que su nudo se desinflara lo suficiente como para que no fuera doloroso apartarse.

Sin embargo, en mitad de la espera, ambos se quedaron dormidos.


JiMin se despertó cuando ya era de noche, acurrucado en la cama y con los brazos de YoonGi enroscados en su cintura, apretando su cuerpo contra el suyo de una manera que hizo calentar el corazón del omega. Podía sentir la respiración de su novio chocar contra su cuello, su pecho subir y bajar mientras dormía en un profundo sueño. Ya no estaba encima de YoonGi, en algún momento después de quedarse dormido YoonGi debió haberse movido y se hizo bolita con él entre sus brazos.

Sin embargo, a pesar del encantador escenario y de lo cómodo que podía sentar JiMin, él fue rápidamente consciente de la sensación pegajosa que tenía entre las piernas. Intentó moverse y sólo terminó sintiendo que algo se deslizaba fuera de él, un líquido espeso que lo hizo temblar.

No podía creer que todavía tuviera semen de YoonGi dentro suyo.

Insistió un poco más y serpenteó su mano hasta el rostro de su novio. Suavemente lo llamó y sacudió, esperando levantarlo.

—YoonGi —llamó—. Yoon, mi amor.

El alfa se quejó y zumbó. Sus cejas se fruncieron y lentamente abrió los ojos. JiMin se dio cuenta de que el color plateado era menos intenso ahora, todavía presente, pero quizá con un lobo menos mandón.

—¿Alfa? —llamó de nuevo y YoonGi lo observó fijamente—. ¿Podemos darnos una ducha?

YoonGi gruñó como queja y escondió su rostro en el cuello de JiMin.

"¿Alfa agresivo?", pensó con gracia el omega. Este era un lobo engreído, nada más.

—Me quiero duchar, estoy hecho un desastre, mi amor —le dijo con tono cariñoso, esperando con eso apelar al lado suave del lobo gruñón que estaba recostado frente a él con las cejas fruncidas y un casi puchero formado en su boca.

YoonGi respondió con otra queja y se abrazó fuertemente a su delgado cuerpo. JiMin se quejó un poco por la falta de aire, pero abrazó el cuerpo de su novio para que no hubiera más quejas en el medio. Rascó su espalda tanto como le alcanzaban los brazos en aquella incómoda posición y recibió algo parecido a un ronroneo. Él sonrió y continuó con lo suyo hasta que un pequeño movimiento lo alertó: YoonGi comenzó a mover las manos por su cintura, deslizando sus dedos por sus caderas hasta su espalda baja y con sus dedos atrapó la nalga más cerca de JiMin para apretarla con algo de fuerza. El omega siseó y golpeó la espalda de YoonGi con un manotazo.

—Cuidado —reclamó con un gruñido.

El alfa se sacudió un poco y continuó con lo suyo.

Sus demás acciones fueron más tranquilas, él acarició la piel de JiMin mucho menos brusco, pero igual de torpe. A JiMin se le hizo curioso este hecho y volvió a pensar en el tiempo que tuvo que pasar para que el lobo de su novio volviera a interactuar con otro omega. También se preguntó qué tan malo pudo haber sido su primera experiencia y si el lobo de YoonGi era consciente de lo sucedido.

Entonces, un escalofrío hizo temblar a JiMin y se dio cuenta de que fue causado por el par de dedos que YoonGi estaba metiendo entre sus nalgas. Él tomó su muñeca y gruñó, mirándolo fijamente. YoonGi se detuvo y lo miró con ojos muy abiertos.

—Ducha —repitió JiMin—. Nos duchamos y luego podemos coger otra vez.

JiMin pudo imaginar fácilmente las orejas encima de la cabeza de YoonGi sacudiéndose con atención. Lo siguiente que vio fue al alfa levantarse con cuidado de la cama, tomando su cuerpo entre sus brazos para levantarlo sin que tuviera que usar sus piernas. JiMin respingó por la sorpresa y se aferró al cuello rasguñado de YoonGi mientras este daba pasos largos en dirección al baño.

«Santa Diosa», pensó JiMin.

YoonGi dejó a JiMin parado dentro de la ducha y el omega se apoyó contra la pared debido al dolor en sus piernas. YoonGi entró de inmediato y lo aprisionó contra la pared fría, provocando que el omega se queje y se ría al mismo tiempo por la poca paciencia de su novio.

—Tranquilo —le dijo con un suspiro y colocó sus manos sobre los hombros de su novio. YoonGi tomó su cintura y su nariz se hundió en el cuello de JiMin antes de sumirse en un abrazo—. Bien, vamos a ducharnos.

JiMin encendió la ducha, luchando un poco contra el abrazo que le estaba dando su novio, y dejó que el agua tibia relajara sus músculos mientras YoonGi repartía besos por su cuello y su rostro, un modo de actuar bastante tierno para el alfa odioso y agresivo que YoonGi se había cansado de mencionar. Fue tranquilo hasta cierto punto, JiMin se enguajó el cuerpo y ayudó a YoonGi a lavarse porque el alfa no se veía muy interesado en hacer algo que no fuera tocar a JiMin ya que cada tanto el omega atrapaba a su novio bajando sus manos por sus muslos

En algún momento al final de la ducha, cuando JiMin creía que YoonGi ya se había calmado lo suficiente, el alfa lentamente lo colocó contra la pared al son de besos y caricias. JiMin sabía hacia donde estaba llevando esto su novio porque podía sentir la punta de su pene erecto hacer presión contra sus nalgas, pero no podía negar que le encantaba la atención extra que el alfa le estaba dedicando. A pesar de que su toque se sintiera solo un poco más desesperado que lo común y que sus besos vinieran cargados de mordidas en ocasiones dolorosas, JiMin se encontró a sí mismo disfrutando de esto.

Ni siquiera la posición incómoda contra las baldosas frías le molestó suficiente, había algo en esta nueva experiencia que lo volvía furtivo y apresurado, excitante. Él nunca en su vida había intentado sexo en la ducha, nunca se había duchado con alguien más, así que esto era nuevo y le gustaba estar experimentándolo con YoonGi, aun si el alfa no estuviera del todo consciente de lo que sucedía.

La intromisión del pene de YoonGi en su interior se sintió áspera, no había lubricación suficiente y el agua no ayudaba, pero JiMin tomó un poco de aire para relajarse y se dejó llevar mientras YoonGi seguía mordisqueando su hombro y sujetaba sus caderas para empujarlas contra su ingle. El sonido del chapoteo hacía eco junto a los quejidos de JiMin y rápidamente el agua del suelo se entremezcló con el lubricante que goteaba el culo del omega.

YoonGi respiraba fuerte contra su hombro, buscando su propio clímax con las uñas encajadas en la piel de JiMin. El omega acompañaba su ritmo, sus piernas temblando y sus pies en punta. Él mismo estaba cerca de su límite, pero no creía que sus piernas pudieran aguantar el tiempo suficiente antes de desplomarse en el suelo. De repente la tensión en la parte baja de su vientre comenzó a ser insoportable. Sus quejas se transformaron en gemidos, en lloriqueos. YoonGi no se detuvo ni cortó el paso, no disminuyó la velocidad y no dudó en su agarre, él se mantuvo firme como el alfa que era.

El clímax de YoonGi llegó poco después y JiMin pudo sentir el esperma caliente dentro de él. Su vientre incluso se sintió un poco abultado, había estado en esto todo el día y su cuerpo no se había deshecho de las corridas de YoonGi por completo, debía estar lleno, y la idea lo hizo sonrojar por lo mucho que le gustaba tal hecho.

—Bien —jadeó JiMin—. Muy bien —agregó, como si no estuviera seguro de qué decir exactamente, más allá de felicitar a su novio por su buen trabajo. El sexo con YoonGi sólo mejoraba.

El alfa parecía satisfecho con eso y continuó besando los hombros de su novio a pesar de que el agua se estaba comenzando a poner fría y de que JiMin ya no creía poder estar parado un segundo más. Esta vez el nudo de YoonGi tardó mucho menos tiempo en desinflarse debido a las constantes corridas que había tenido en el transcurso del día y JiMin pudo volver pronto a la cama, limpio y satisfecho, pero agotado.

YoonGi no perdió el tiempo de recostarse a su lado, teniendo cuidado con el nido, y a pesar de que es un poco torpe, JiMin no se queja en absoluto.

Ambos se acurrucaron en forma de cucharita y JiMin suspiró, quedándose dormido una vez más.


Eran casi las once de la noche cuando JiMin volvió a despertarse y, esta vez, logró zafarse de los brazos de su novio para caminar hasta la cocina en busca de algo para comer que fuera suficiente para llenar el hueco en su estómago. YoonGi yacía completamente dormido en la cama, casi roncando con una tranquilidad envidiable, pero JiMin estaba muerto de hambre y no encontró mejor opción que prepararse un par de sandwiches con jamón y queso.

Esto debía ser lo único que no le gustaba del todo en compartir el celo de YoonGi. Había leído un par de anécdotas de personas que mencionaron haberse desmayado porque sus alfas no los dejaban comer o descansar como deberían. Al menos en los casos más severos. Sin embargo, a pesar del gran trabajo que pudiera ser, había algo dentro de él que se satisfacía con ayudar a su compañero. Al menos su propio lobo estaba contento.

En ese pequeño momento de soledad, tomó su celular para hablar un poco con TaeHyung y saber si estaba todo bien con JungKook para calmar la pequeña preocupación que había estado acarreando durante todo el día en el fondo su mente. Dentro de su chat con su mejor amigo pudo encontrar un par de actualizaciones sobre JungKook. Algunas no le gustaron tanto, pero los siguientes mensajes eran un poco más tranquilizadores. Al fin y al cabo, JungKook seguía un poco incontrolable.

Intentó enviarle un par de mensajes a su amigo, pero no le contestó, quizás por la hora. Así que JiMin decidió volver a la cama.

Su alfa seguía en el mismo lugar en el que lo había dejado, completamente dormido y pacífico, respirando tranquilamente con una calma que no correspondía a su reciente estado de euforia. Sin embargo, su mano yacía extendida hacia el colchón, como si a pesar de estar dormido siguiera sintiendo la falta de alguien más en la cama, la necesidad de buscar el calor de otro cuerpo para sentirse completo, y JiMin no pudo evitar sonreír con dulzura. De repente un calor se instaló en su pecho, un suspiro abandonó sus pulmones y se sintió poderosamente atraído a la cama.

La conexión que tenía con el lobo de YoonGi seguía siendo un misterio para él. A veces lo abrumaba de manera que no podía sentir otra cosa que no fuera amor en el pecho, en otras ocasiones era mucho más tranquilo y llevadero. Ahora mismo simplemente tiraba de él y lo hacía correr de vuelta a la cama para acurrucarse entre los brazos protectores de su novio.

YoonGi lo abrazó casi de inmediato, todavía dormido reconocía el cuerpo de su omega, y JiMin comparó el sentimiento de ese momento con volver a casa después de mucho tiempo.

Él observó a YoonGi por un largo momento, detallando en sus ojos cerrados y en la forma de su mandíbula, en su cabello y mejillas, también en aquella pequeña y casi imperceptible capa de vello facial que delicadamente raspaba la punta de sus dedos cuando tocaba su cara. Una sonrisa se coló en sus labios y no pudo resistir la tentación de besar su boca con cuidado.

Al momento de separarse, pudo encontrarse con los ojos abiertos de YoonGi. El gris seguía ahí, casi brillante bajo la oscuridad de la noche y, por un muy breve momento, JiMin temió que YoonGi quisiera tener sexo de nuevo porque él no estaba seguro de que su cuerpo pudiera aguantar una nueva ronda.

Sin embargo, para sorpresa del omega, YoonGi sólo levantó su mano para descansar en su mejilla, la cual acarició con su pulgar delicadamente, suave, tan reconfortante que JiMin tuvo que cerrar los ojos un momento.

—Te extrañé.

JiMin abrió los ojos para mirar fijamente a YoonGi. Aquella había sido una frase totalmente diferente a las pocas palabras que había usado durante el día, incluso parecía totalmente fuera de lugar.

Después de un segundo de confusión, JiMin llegó a la conclusión de que su novio se refería a ese pequeño momento que estuvo en la cocina comiendo.

Al omega le pareció gracioso y le sonrió.

—Fueron un par de minutos, no seas dramático —molestó juguetonamente y acunó el rostro de su novio.

Pero YoonGi negó con la cabeza y, todavía con sus ojos grises, observó a JiMin con indulgencia y afecto, parecía haber encontrado entrañable la pequeña confusión del omega y esto aumentó la curiosidad de su parte. Se sintió como si YoonGi estuviera hablando de otra cosa, algo de lo que JiMin claramente no tenía idea.

De repente, justo antes de que él abriera la boca para preguntar al respecto y tan repentino como un relámpago estrellándose contra el suelo, JiMin comenzó a sentir unas terribles ganas de llorar.

Su pecho se contrajo, su garganta se cerró y sus ojos se llenaron de lágrimas espesas que bajaron por su rostro de inmediato. Él sollozó en compañía de este sentimiento extraño, esta cosa que no era suya, y recibió el abrazo de YoonGi con anhelo, aferrándose a él en un desesperado intento de deshacerse de esa agobiante agonía.

Sólo que no era agonía.

Era alivio.

Su llanto era de puro alivio.

—¡Yo también te extrañé! —gritó JiMin contra el pecho de YoonGi.

Sólo que no había sido JiMin.

En realidad, fue su lobo.

Aquel extraño sentimiento, aquel desesperado llanto, ese alivio puro y febril que lo desbordaba venía de su lobo.

Y fue tan abrumador que JiMin no tuvo más opción que dejarlo fluir. Dejó que YoonGi lo consolara y se aferró a él hasta que el llanto cesó, hasta que el cansancio volvió a su cuerpo e incluso hasta que ambos se volvieron a quedar dormidos.

A la mañana siguiente, ellos no iban a recordar nada de esto.

 

Chapter 23: CAPÍTULO VEINTIDÓS

Summary:

Ni siquiera el hecho de que vería a HyunSoo la tarde siguiente podía sacarle la sonrisa de la cara. 

Chapter Text

Los lobos son seres sabios que han acompañado a sus contrapartes humanas desde el inicio de los tiempos. “Ellos” tienen variadas maneras de hacerle saber a sus conciencias qué decisiones tomar, que lugares recorrer, en qué tipo de personas confiar y demás incógnitas que se pueden presentar a lo largo de la vida. Todas las respuestas dependen de la capacidad de los humanos de entender a sus seres espirituales, algunos son mucho menos capaces que otros, algunos tienen conexiones casi perfectas, pero que la verdad sea dicha: los lobos no son comunicadores perfectos. Es así mismo como, hace ya muchos años, casi todos los humanos han perdido casi (si no todas) las capacidades de leerlos como corresponde.

Es por eso que ni JiMin ni YoonGi son capaces de recordar aquel momento de la noche. El momento en el que los lobos tomaron el control de sus cuerpos, el momento en el que sus almas se presentaron frente a la otra en la más pura conexión posible. Sus partes humanas no son capaces de entender del todo lo que había sucedido, mucho menos sus conciencias, así que la mejor manera que tienen de manejar la euforia causada es olvidándolo por completo. Tiene la misma base que un concierto cuyos recuerdos penden de los videos que has grabado, ya que tu cerebro se ha estresado lo suficiente durante el evento y es incapaz de retener la información, la lógica es la misma. 

Así que cuando JiMin abrió los ojos la mañana siguiente era obvio que su último recuerdo implica haber comido algo de cenar, un sándwich, y todo lo demás se vuelve borroso. Él no sabía cómo había vuelto a la cama esa noche, pero lo relacionó con haberse sentido muy cansado y lo dejó pasar.

YoonGi yacía dormido a su lado, ojos cerrados y rostro apoyado contra su espalda. JiMin era la cuchara pequeña y aunque trató de moverse para mirar a su novio, lo único que recibió fue un apretón en respuesta. Se extrañó y trató de hacerlo de nuevo, pero la respuesta fue la misma. 

—¿Estás despierto? —le preguntó a YoonGi. 

Él solo respondió con un sonido. 

—¿No tienes hambre? —preguntó—. Yo podría comerme un caballo. 

JiMin pudo sentir a YoonGi negar con la cabeza. 

El silencio se prolongó un poco más.

—¿Estás bien? 

YoonGi suspiró y la cabeza de JiMin comenzó a dar vueltas con el océano de opciones. Había algo raro, no sólo su lobo se lo decía. Él podía sentir que algo en el ambiente había cambiado a diferencia de ayer y no solo era el cambio en la presencia del lobo de su novio. 

Lentamente, el omega se giró para estar cara a cara con YoonGi. El alfa se lo permitió, aflojó el abrazo y recibió la mirada preocupada de JiMin con cierta vergüenza. El omega lo observó durante un par de segundos, buscando alguna explicación en sus ojos esquivos, pero nada apareció, nada más que un alfa cohibido, avergonzado.

—Me estás preocupando —le dijo, un poco inseguro de su siguiente movimiento. 

YoonGi tragó. Esto puso un poco más nervioso a JiMin.

—Yo… Estoy preocupado de haber sido muy brusco —explicó, con voz baja.

—¿Qué? —JiMin frunció sus cejas y los ojos de YoonGi vacilaron una vez más.

—Uh… Tengo un par de… un par de recuerdos borrosos y no me gustan mucho —agregó, su voz cada vez más pequeña y sus ojos no se atrevían a mirar a JiMin directamente, pero sus manos tocaban su pecho con cuidado, casi como si tuviera miedo de romperlo—. Creo que… que fui un poco… 

—Mi amor, no hiciste nada malo —respondió de inmediato, pero la reacción de YoonGi fue cerrar los ojos y negar con la cabeza.

—No me mientas —pidió.

JiMin suavizó su expresión.  

—Oye —tomó su mejilla con el mismo cuidado que YoonGi estaba usando con él—, sí fuiste un poco más bruto a lo usual, pero no estuvo mal, te lo juro por la luna —el tono de su voz nunca había sido más sincero—. Lo disfruté mucho, no estoy enojado ni nada. Créeme.

YoonGi se movía inseguro. JiMin pensó que nunca lo había visto tan pequeño como en ese momento.

—¿Estás seguro? —preguntó nuevamente.

—Muy seguro.

—Sabes que no tienes que mentirme para hacerme sentir mejor.

—Lo sé, por eso te digo que no te estoy mintiendo —insistió—. No sé cómo habrá sido tu anterior experiencia, mi amor, pero en esta ocasión no sucedió nada malo, lo prometo. ¿Crees que yo me quedaría callado con algo así? Te darías cuenta en un segundo. Mira mis ojos y dime si miento.    

YoonGi finalmente miró a JiMin a los ojos, un poco menos preocupado que antes, pero todavía con cierta culpa en su ojos. JiMin lo entendía, esta era la primera vez que lidiaba con su celo en compañía después del incidente y claro que iba a estar preocupado por la seguridad de su pareja. Para este punto, YoonGi ya no le parecía el hombre seguro que podía con todas las preocupaciones de JiMin, lucía mucho más delicado, indefenso y preocupado, y JiMin se preguntó si acaso él se veía así frente a los ojos de YoonGi. 

Los papeles se invirtieron un momento y JiMin se encargó de consolar a su novio. Lo abrazó y acunó contra su pecho. YoonGi parecía confundido al principio, pero aceptó el mimo sin dudarlo, se apegó a él como si lo necesitara para respirar y JiMin lo arrulló, acariciando su espalda con calma y besando su frente ocasionalmente.

—Tranquilo —le dijo—. Salió muy bien, Yoon. No tienes nada de qué preocuparte. 

YoonGi lo abrazó de vuelta, escondiendo su rostro en el interior de su cuello. JiMin no sólo tenía encima la esencia de su propio aroma, sino también los matices pesados de YoonGi sobre su piel.

—No te atormentes por estas cosas —continuó hablando—. Si te digo que todo estuvo bien, todo estuvo bien. Créeme, lo disfruté muchísimo y mi lobo estaba feliz, está feliz, lo juro —explicó, con su mano libre acariciando el cabello largo de YoonGi mientras este lo escuchaba atentamente—. Quédate tranquilo, yo estoy bien y pude manejar muy bien a tu lobo, no tienes nada de qué preocuparte. 

YoonGi tragó y JiMin tuvo la sensación de que estaba tratando de deshacerse de un nudo en la garganta. 

—Bien…

Ellos siguieron abrazados, dejando que el frío del inicio del invierno se colara por las ventanas semiabiertas. Las cortinas de la habitación de YoonGi se sacudían suavemente y el sol llegaba hasta donde ellos estaban acurrucados debajo de la sábana. A pesar del sonido de los autos pasando de fondo, diluido entre el golpeteo de la tela de las cortinas chocando contra el marco, todo era pacifico. JiMin quiso hundirse en esa suavidad y cerró los ojos mientras sus dedos seguían acariciando el cabello desordenado de su novio. YoonGi lo abrazaba como si quisiera que ambos se fusionaran en ese instante, pero no pudo molestarle menos. Sus piernas encajaban a la perfección, enrolladas contra la otra, sus pechos tibios y sus brazos aferrados. Esta era la calma con la que muchos soñaban tantos años y tanto JiMin como YoonGi la exprimieron hasta el último segundo.

Sus lobos yacían acurrucados contra el otro, satisfechos. Su lazo se hace más fuerte, más firme. Ambos pueden sentir el latir del corazón del otro dentro de esa burbuja perfecta y simplemente dejan que la mañana siga su curso.


JiMin era una persona que siempre trataba de cumplir con sus acuerdos, más si estos acuerdos habían sido firmados bajo la palabra de un padre primerizo con un hijo incapaz de olvidar detalles tontos ocultos dentro de un discurso armado sobre la marcha. JiMin sabía que JungKook esperaba que lo fuera a buscar a casa de TaeHyung ese domingo, pero su mejor amigo vio más conveniente llevar al cachorro a la casa de su padre ya que tenía otras cosas que hacer en el día y JiMin aceptó la oferta. Además, había algo en el hecho de salir de cama que le generaba cierto vértigo en la panza y el pensamiento de que su alfa iba a estar solo todo el tiempo que durara su viaje hasta el complejo de departamentos de TaeHyung hacía que su lobo gruñera en reproche.

Es entonces que el omega decidió no seguir realmente al pie de la letra los detalles de su plan previamente acordado con su hijo y le pidió de favor a TaeHyung que llevara a JungKook a casa. Su amigo claramente no hizo mayor drama al respecto y le hizo el favor, pero JungKook no podía estar más enojado en ese momento y dado los recientes acontecimientos relacionados con su pequeño lobo todavía demasiado presente, el niño le hizo saber su descontento a penas le abrieron la puerta de la casa. 

—Apestas —le dijo con tal desprecio que JiMin dejó caer los brazos que había abierto para un abrazo de bienvenida.

TaeHyung hizo lo posible por retener la enorme carcajada que se acumuló en el inicio de su garganta y le deseó buena suerte a JiMin antes de marcharse, con un buen humor que solo podía ser señal de que iba a tener una cita justo después. 

JungKook entró a casa de YoonGi inmediatamente después de que TaeHyung salió del estacionamiento, marchando con su entrecejo fuertemente fruncido en la forma de una “v” casi perfecta y el omega le pidió a la Diosa que no fuera tan duro con él.

—Sí, creo que apesto un poco, ¿no? —cerró la puerta, pero JungKook no comentó nada más después de eso y JiMin supuso que tenía que intentar de nuevo, al menos hasta que su hijo recordara que lo quería mucho— ¿Cómo te fue con TaeHyung?

JungKook se encogió de hombros.

—Bien —se sentó en el sofá de YoonGi. Tenía sus pequeños brazos cruzados y sus ojos buscaban disimuladamente algo dentro de la casa, pero parecía ser que no pudo encontrarlo porque tuvo que acudir a su padre, a pesar de que esa fuera la última opción de su lista en ese momento—. ¿Dónde está Holly? —preguntó. 

—La hermana de YoonGi la está cuidando —explicó.

—¿Por qué?

—Porque YoonGi estaba enfermo, te lo dije el otro día. 

—Ah.

De fondo se podía escuchar el sonido de la ducha encendida. YoonGi había mencionado algo de no querer oler a puro sudor en el momento que JungKook entrara a la casa y aunque JiMin también se había dado un baño, la recientemente estrenada nariz de su hijo había notado el aroma de YoonGi sobre su cuerpo. 

JiMin agradecía que JungKook todavía no pudiera ser capaz de discernir en qué contexto este olor podría tener explicación.

—¿Estás enojado? —le preguntó, acercándose al sofá.

Las cejas fruncidas en el rostro de su hijo le daban una pista, pero él prefería escucharlo de su propia boca.

—Dijiste que ibas a comprarme un helado. 

Claro.

JiMin suspiró y se sentó a su lado.

—Tienes razón —acarició su espalda, a pesar de que sabía que esa no era la razón real de su enojo. JungKook tal vez ni siquiera estaba seguro de por qué exactamente estaba enojado, pero era más sencillo para los dos que él dijera que era por un helado que nunca llegó a sus manos—. Cuando YoonGi salga de la ducha podemos ir por un poco de helado.

—Bien.

El silencio reinó una vez más. 

—¿Quieres ver televisión?

El niño asintió. 

JiMin decidió que le iba a dar su espacio y encendió la televisión, dejando un canal al azar que sabía que le iba a gustar. JungKook se enganchó rápidamente y JiMin fue directo a la cocina para prepararle algún snack que pudiera gustarle. Todavía tenía varias de las cosas que había traído para YoonGi, así que buscó una bolsa de papas fritas y las vació en un bowl al tiempo que el sonido de la ducha desaparecía. YoonGi salió del baño un momento después, usando un par de pantalones de chándal y con el cabello mojado cayendo sobre la toalla que rodeaba su cuello. 

JungKook se giró hacia él y YoonGi se detuvo. 

JiMin observó la pequeña interacción un momento, el bowl en su mano. Todavía tenía el recuerdo fresco de JungKook haciendo berrinches cada vez que YoonGi estaba cerca. 

Las preocupaciones de JiMin se materializaron cuando vio cómo su hijo comenzaba a gruñir en dirección a YoonGi, ojos filosos y colmillos fuera, su cuerpo colocado en una posición de pelea que no era amenazante en absoluto, pero seguía siendo preocupante. El joven padre dirigió rápidamente sus ojos hacia su novio, buscando un poco de ayuda en él, esperando que YoonGi supiera qué hacer en estas circunstancias. Grande fue su alivio cuando el alfa mayor le hizo un pequeño gesto con la cabeza. 

JiMin no esperaba la secuencia de acontecimientos próxima, pensó que YoonGi se acercaría con cuidado o trataría de tomar las manos de JungKook con calma, pero no, el alfa mayor se acercó a su hijo rápidamente y lo tomó en brazos, como si lo estuviera intentando taclear. JiMin ahogó un pequeño grito por la sorpresa y agrandó los ojos cuando escuchó las quejas de JungKook, las cuales sonaban como un pequeño animal chillando, sus pies pataleando y sus manos dando pequeños zarpazos, incluso hubo mordidas, pero fueron solo dos segundos. YoonGi abrazó al cachorro con fuerza, sujetando su nuca con su mano y su brazo rodeando el cuerpo del pequeño con cuidado, pero aferrado a él. 

JungKook se resistió por alrededor de medio minuto, enojado, pataleando con todas las fuerzas que tenía su pequeño cuerpo. Por un momento parecía que esta acción no estaba funcionando del todo, por un momento JiMin dudó, pero rápidamente notó que el niño comenzaba a calmarse, sus brazos cayeron a cada lado de los brazos de YoonGi y sus pies dejaron de moverse. 

La voz baja de YoonGi arrullaba al cachorro con cariño, susurrando un suave “tranquilo” en sintonía con sus pequeños golpes en la espalda. 

JiMin quiso acercarse, pero no quería arruinar el trabajo que había hecho YoonGi. Así mismo, algo le decía que todavía tenía que esperar un poco. JungKook ya no estaba enojado, sus colmillos ya no salían como amenaza, sus puños se cerraron y sus brazos apretaron el cuello de YoonGi, aferrándose a él y acurrucándose con fuerza.

—Oye —llamó YoonGi, rompiendo el silencio—. ¿Cómo estás? —frotó suavemente su mejilla contra el cabello de JungKook. 

JungKook sorbió su nariz y se quedó un momento en silencio antes de responder. 

—Bien. 

—Está bien, bien —arrulló YoonGi—. Estoy muy feliz de que estés aquí.

JungKook asintió.

—Yo también.  

—¿Ya te sientes mejor?

JungKook volvió a asentir.

—Sí. 

JiMin suspiró con cierto alivio y dejó el bowl con papas fritas sobre la mesa de centro. Había algo en esta relación entre alfas que él no entendía del todo, podía saber grandes pedazos de la teoría, pero jamás lo había visto en la práctica. Los encuentros agresivos de jungKook siempre iban en contra de YoonGi, por una especie de disputa por tener la atención de JiMin, pero al mismo tiempo recurría a él cuando parecía sentirse mal. Quien sabe. De todos modos, JiMin no podía evitar sentirse un poco celoso por esta nueva cosa de la que no podía ser totalmente parte y, con gracia de sí mismo y sus espontáneos pensamientos, tomó una papa frita del bowl. 

—¿Pedimos un poco de helado? —le preguntó a YoonGi por encima del sofá. El alfa se había llevado a JungKook consigo porque el niño no se quería despegar de él.

—¡Claro! —respondió desde adentro y, cuando volvió a salir, tenía una camisa puesta y JungKook se encontraba acurrucado en su pecho—. Pidamos pizza y veamos películas.

El niño dio un pequeño salto, su energía renovada. 

—¡Sí! —gritó—, por favor.

La pareja se dedicó una sonrisa mutua.


YoonGi era el tipo de alfa físico por el que JiMin tenía una debilidad, pero es verdad que su post-celo se sentía mucho más amoroso de lo normal. A JiMin incluso le da cierta gracia cómo YoonGi les dedica miradas ocasionales de tristeza cuando alguno de los dos se separa de su lado, él los quería tener entre sus brazos, con JungKook sobre su regazo y con JiMin acurrucado a su lado, ambos sentados en el sofá. Hay una caja de pizza vacía en el centro de mesa, una gaseosa medio vacía y los ojos de JungKook se estaban cerrando lentamente mientras una película de superhéroes se reproducía en la pantalla. 

El día fue generalmente tranquilo, ellos simplemente estuvieron en casa como una pequeña familia normal en un fin de semana común y corriente. 

Mientras limpiaban las cosas que quedaron en la sala de estar, JiMin se sobresaltó cuando sintió los brazos de YoonGi alrededor de su cintura, presionando su cuerpo contra su amplio pecho. Su mejilla se frotaba contra el cabello de JiMin, luego contra su mejilla, tan ensimismado en sus mimos que no notó la pequeña risa que salía del pecho de JiMin. 

—Eres muy lindo, mi amor. 

YoonGi zumbó, continuando con su pequeño ritual. Su aroma se impregnaba en su cuerpo, un mensaje para todos aquellos que se acercaran a JiMin días posteriores. Estas eran una de las cosas que JiMin disfrutaba de su relación, de su modo de vida ahora. Amaba tener a YoonGi tan cerca, siendo el alfa que él tanto quería, el protector y amoroso alfa que estaba obsesionado con él y con su tacto. Al principio fue un poco difícil de creer, fue muy bueno para ser verdad, pero ahora puede asumirlo, pasó el celo con él, están enlazados, ellos son novios y un par bastante serio. 

Cuando YoonGi terminó, su nariz se asomó por la mejilla de JiMin y la besó como un pequeño aviso de un buen trabajo hecho. 

—¿Cómo te sientes con el tema de la cena? —preguntó YoonGi cuando JiMin se apartó para dejar los papeles sucios en el bote de basura.

—¿La cena? —preguntó sin mirarlo, concentrado en limpiar. Luego su cerebro recordó a qué se refería su novio—. Ah… Bien, creo, todavía no lo he procesado lo suficiente como para preocuparme —se rió—. Tal vez cuando llegue el día me voy a querer morir. 

YoonGi también se rió y apoyó su cintura contra el mármol de la isla de su cocina, JiMin se acercó a él y puso sus manos sobre su pecho antes de besarlo.

—¿Cuándo dijiste que sería?

—Ahí está, nunca te lo dije —señaló YoonGi—. Pusimos fecha para el sábado a la tarde, será un almuerzo tranquilo. Falta una semana.

JiMin tarareó.

—Bien, todavía me queda tiempo para prepararme mentalmente —le dio un par de palmaditas en su pecho—. ¿Algún consejo que quieras darme?

—Más que consejos, tengo advertencias —levantó ambas palmas—. Somos un poco ruidosos, mis sobrinos son muy amorosos y todo, pero están un poco locos, como mi madre, ella está más loca en el sentido espiritual, es medio bruja.

—YoonGi —reprochó.

—¡Lo digo en serio! —se rió—. Es medio bruja, hay algo en su lado de la familia muy conectado con los lobos y demás, así que si te hace preguntas raras no le hagas mucho caso, se emociona un poco. 

—Bien, bien, no suena tan mal.

—Creo que mi hermana es la más normal de todos, es bastante tranquila, pero habla mucho, no se calla nunca y le encanta sacar mucha información, así que no te preocupes por quedarte sin conversación —tomó sus caderas y lentamente se comenzó a mover lejos de la isla de la cocina—. Mi papá no habla mucho, a veces le gusta hablar de cosas que no sabe, pero ignoralo, es un viejo nada más. 

—Bien —asintió y colocó sus manos sobre los hombros de YoonGi, acompañando sus pasos con calma en una pequeña danza a la que él se había acostumbrado de solo tener con Min YoonGi—. Espero que no me odien, solo eso.

—Imposible —esta vez fue turno de YoonGi de reprocharle—. Te van a amar casi tanto como te amo yo. 

—¿Casi? —molestó JiMin con una sonrisa risueña.

—Casi, porque mi amor es un poco intenso —admitió YoonGi y frotó la punta de su nariz con la de su novio—. Mi corazón tiene mucho amor en el medio, tal vez no te has dado cuenta todavía. 

JiMin se rió. 

—Puede ser que haya notado un par de cosas —comentó con cierta gracia y acarició el rostro de YoonGi con la mano que tenía su anillo de promesa—. Mi alfa.

—Mi omega.

Ambos comenzaron a bailar lentamente. 

El día ya estaba acabando, el fin de semana también. El lunes volverían a la rutina, JungKook a sus clases, YoonGi al trabajo y JiMin igual. Del mismo modo, el omega tendría que comenzar a cursar la última materia que le quedaba en la carrera, sumado a su casi finalizada tesis. Las vacaciones ya habían acabado, pero YoonGi seguía ahí. 

—Tendré clases los lunes y jueves —dijo JiMin de repente, siguiendo los pasos lentos que marcaba YoonGi—. Me quedan dos materias todavía, así que esos días voy a estar más ocupado. Suelo ir a buscar a JungKook después de salir de la universidad, luego lo dejo con la señora Kwang y voy al trabajo. No sé si quisieras hacer un cambio en ello o si te gustaría participar más activamente en algo de esto. 

—La verdad, pensé que a partir de ahora yo iba a cuidar a JungKook después de que regrese del colegio. 

—No quiero ponerte tanta presión al respecto, mi amor —admitió—. Tú regresas a las cinco de la tarde, él termina clases a la una. Podríamos dejarlo con Hwang unas horas, ella me ha preguntado últimamente por él, lo extraña.

YoonGi lo pensó un momento.

—Bueno, creo que podemos hacer eso. 

—Bien. 

Ambos se besaron suavemente y volvieron a su trabajo.

Quedaban solo un par de platos en el lavaplatos, JiMin enjuagó ambos con cuidado y YoonGi se apoyó sobre su hombro.

—¿Has hablado con ya-sabes-quien? —preguntó YoonGi. Su tono bajo, como si no quisiera hacer esa pregunta en primer lugar, pero claro que quería saber la respuesta. 

JiMin cabeceó. 

—No —respondió—. Lo he estado evitando. 

—¿Él te ha escrito?

—Sí, me envió un par de mensajes ayer a la noche y yo estaba claramente ocupado —se rió—, así que todavía no le contesté. Básicamente me preguntó cuándo y dónde nos íbamos a ver y yo todavía no he hablado con JungKook para saber a dónde quiere ir. 

—¿Y cómo te sientes con eso? 

—Es incómodo. Tampoco sé si legalmente me conviene hacer todo esto, ¿has hablado con tu amigo abogado?

—No, lo olvidé, pero le puedo mandar un mensaje mañana. 

—Me parece bien —asintió—. Tal vez podríamos vernos el domingo, el sábado es la cena con tu familia y en la semana tengo que trabajar a la noche, así que es el único día donde no voy a estar tan muerto. 

—¿Te gustaría que te acompañe? 

—Me encantaría, pero no sé que tan contraproducente sea eso, primero tengo que ver si JungKook tiene ganas, todo depende de él. 

Ambos adultos le dedicaron una corta mirada al niño que se encontraba recostado sobre el apoyabrazos del sofá. Él miraba hacia la televisión con ojos cansados y un puchero formado por la forma en la que sus mejillas se abultaban debido a la posición, tenía toda su atención metida en la película que se reproducía en pantalla, aunque no parecía tener la energía suficiente para llegar hasta el final. Al mismo tiempo, pareció que se dio cuenta de que lo estaban mirando porque sus ojos se dirigieron hacia la pareja, una pequeña sonrisa apareció en su cara y bajó un poco su rostro con timidez. JiMin le regresó la sonrisa y arrugó su nariz en su dirección. 

—¿Qué pasó? —preguntó con gracia.

—Nada, sólo te mirábamos —dijo YoonGi. 

Entonces JungKook se bajó del sofá y caminó hasta ellos, sus brazos encontraron su lugar en la cintura de su papá. 

—¿Te falta mucho? 

—No, me faltan un par de cucharas y termino —volvió a su labor, en realidad había olvidado que estaba lavando los platos por un momento. 

—Mh —murmuró—. Extraño a Holly. 

—Iré por él mañana —prometió YoonGi y tomó a JungKook en brazos—. Cuando vuelva de trabajar podemos jugar con él, ¿qué te parece? 

—¿Después del colegio a dónde voy a ir? 

—Vas a ir con la señora Hwang, luego vendrás a casa con YoonGi. 

—¿Por qué? 

—Porque tengo que trabajar —explicó el alfa mayor mientras JiMin cerraba el grifo de agua y se secaba las manos con una toalla pequeña—. No puedo buscar antes a Holly, tendría que llevarlo al trabajo y él no sabe cómo cambiar una llanta. 

JungKook se carcajeó. 

—Es un perro, obvio que no sabe cambiar una llanta. 

—¿De verdad? Pensé que mi perro era un poco tonto. 

JungKook volvió a reírse y JiMin viró los ojos, una sonrisa pintada en sus labios. YoonGi siempre había encontrado la manera más dulce y divertida de hablar con JungKook. Los adultos suelen caer en la clásica voz de bebé y hacer preguntas tontas a los niños, como si fueran tontos de algún modo, preguntándoles cosas que pueden no tener mucho sentido para ellos. YoonGi hacía una diferencia simplemente siguiendo el juego de JungKook sin tratarlo como si fuera tonto, yendo a su nivel para hacerlo reír. 

—Holly no es tonto, el otro día le dije que se siente y se sentó. 

YoonGi fingió un suspiro exasperado. 

—Yo también me puedo sentar, no es tan difícil —decía mientras caminaba hacia el sofá, cuando se fue a sentar, se cayó al suelo y JungKook estalló en carcajadas. 

JiMin dejó las cosas ordenadas en la cocina y se sumó al dúo que reía en el sofá. 

Había tantas cosas en las que pensar durante la semana, varios eventos para asistir y personas a las cuales encarar. JiMin podría pensar en eso luego, ahora mismo acurrucarse entre los brazos de su novio y con su hijo sobre su regazo era suficiente.


Hay muchas cosas con las que JiMin ha tenido que hacer las paces para poder continuar con su vida sin complicaciones. Muchas de ellas incluyen relaciones interpersonales que no funcionaron, metas que no pudo completar y algunas decepciones en el medio del camino que simplemente tuvo que tragarse para poder seguir caminando. 

Sin embargo, JiMin no era de piedra y una de las cosas que más le había afectado fue la pérdida de su contacto con su padre. Casi que de la noche a la mañana JiMin había pasado de ser el niño de sus ojos a ser un mártir que no merecía ni una palabra pronunciada por su boca. Fue una mierda en su momento y JiMin creyó que había podido aceptarlo para vivir con ello, pero debido a los recientes acontecimientos, un pequeño rayo de esperanza se alojó en su pecho tan fuerte que simplemente no podía ignorarlo.

Él no entendía por qué su madre había decidido guardar la importante información de que su padre estaba enviándole dinero, y tampoco estaba seguro de que fuera con buenas intenciones, pero si pensaba mucho en ello probablemente terminaría ensañando su enojo en su madre y no se enfocaría en el importante detalle de que, muy probablemente, su padre no estaba 100% cerrado a la idea de compartir una charla con él.  

JiMin seguía siendo su hijo, quisiera o no, él iba a ayudarlo en lo que pudiera porque era su padre y lo amaba. Claro que lo amaba. No lo había dejado de amar, o al menos eso quería creer JiMin. Siempre hay que pensar en la posibilidad de estar equivocado, pero nadie lo hace, ni siquiera alguien como JiMin acostumbrado a una vida de decepciones, mucho menos ahora que las cosas parecen apuntar a algo positivo por primera vez. 

En algún momento de la noche pareció inteligente tomar su celular y buscar el contacto de su padre. Había sido una semana tranquila, dentro de todo lo que podría considerarse de ese modo teniendo en cuenta las circunstancias. Aquel jueves a la noche JiMin había regresado del trabajo y observaba su celular con incógnita mientras YoonGi se daba una ducha, tratando de descifrar si era mejor idea llamar a su padre la mañana siguiente o si simplemente se animaba a enviarle un mensaje. Pensándolo bien, su padre nunca fue de hablar mucho por mensajes, JiMin incluso dudó que tuviera la aplicación instalada en su celular, pero al mismo tiempo, era ridículo imaginar que le iba a responder una llamada a las doce y media de la noche. 

Con cierto vértigo en el estómago y mientras el sonido de la ducha se apagaba, JiMin presionó el botón de llamada, muy a sabiendas de lo que sucedería, y esperó a que todos los pitidos se escucharan. 

Una vez que eso sucedió, él dejó un mensaje. 

[💬]

«Papá»

Yo:
Hola papá
¿Podemos hablar?

[💬]


JiMin estaba tratando de no enloquecer en ese momento. 

No es que fuera la primera vez que conoce a los padres de su pareja, pero no es como que su historial fuera muy bueno. En ese entonces, JiMin atribuyó la incómoda reunión a su torpe manera de socializar con adultos y trató de relajarse para la siguiente ocasión, sólo que no hubo siguiente ocasión, todas las siguientes veces que visitó la casa de HyunSoo fueron sin que su madre supiera y bajo la desesperada idea de que ella no debía enterarse bajo ningún tipo de medio. 

A esta altura de la vida, él ya no podía recordar exactamente cómo fue aquel primer encuentro, simplemente recuerda que fue incómodo. La primera impresión no fue muy buena tampoco, tanto para él como para la madre de HyunSoo y eso le quedó como consuelo. Así mismo, él estaba consciente de que no puede dejarse influenciar por experiencias pasadas, no puede dejar que sus traumas lo atosiguen, pero es más fácil decirlo que hacerlo, su cerebro entendía el concepto, pero su pecho sentía lo más cercano que él podía imaginar que era estar debajo de una prensa hidráulica. 

—¿Papi? 

JiMin tomó aire y sacó su cara del interior de sus manos. Estaba sentado en la mesa del comedor, con el cabello desordenado por la cantidad de veces que se había pasado las manos a través de sus hebras y miró a su hijo con cierto agobio. 

—Dime, mi amor —casi suspiró.

—¿Estás bien? 

JiMin asintió. Cerró los ojos y se sentó derecho. 

—Sí, estoy bien. 

JungKook zumbó. 

—Bueno —se encogió de hombros y se sentó en la silla que estaba al lado de JiMin. Ya casi no tenía que escalar para llegar a su puesto, JiMin notó esto con cierta nostalgia—. ¿A qué hora viene YoonGi? 

El omega buscó su celular y encendió la pantalla, la cual tenía una nueva grieta en el protector. En el fondo tenía la foto que tomó de JungKook en el parque de BT21, a su lado estaba YoonGi sonriendo hacia el niño, ignorante de que también estaba en el encuadre. 

—En dos horas —dijo con un suspiro—. Viene en dos horas. 

El tiempo estaba pasando ridículamente lento. JiMin no podía creer que todavía faltaran dos horas.

—¿Cuánto tiempo es eso? —JungKook lo miró con extrañeza.

JiMin se tomó un momento para pensar en una comparación que su hijo pudiera entender.

—Es como si vieras tu película favorita, la de BT21, dos veces. 

JungKook murmuró un “oh”. 

Los nervios y ansiedad de JiMin habían hecho que se alistara casi tres horas antes, luego alistó a JungKook en tiempo récord, así que ambos estaban bañados y arreglados para el almuerzo mucho más temprano de lo necesario, pero ahora que había terminado, JiMin no tenía nada con qué distraer su cabeza un rato. YoonGi tampoco le respondía, él le había envíado un mensaje hace media hora preguntando si iba todo bien y el silencio lo estaba volviendo un poco loco. 

Él sabía que era irracional, pero no podía evitarlo. Al menos podía mantener los escenarios catastróficos a raya, de por sí tenía la sensación de que si YoonGi era así, su familia no sería realmente mala, pero bueno, uno nunca sabe, ¿verdad? 

JungKook suspiró. 

—Entonces es mucho tiempo —se derritió sobre la mesa—. ¿Qué hacemos?

—¿Qué quieres hacer? —apoyó su mejilla contra su mano. 

JungKook lo pensó un momento, labios apretados en una mueca pensativa mientras sus redondos ojos vagaban alrededor de la pequeña casa, como si algo nuevo fuera a aparecer de repente para salvarlo del terrible aburrimiento y a su papá de su cara larga. 

Entonces, sus ojos se iluminaron.

—¿Coloreamos?

JiMin lo miró por un largo segundo y asintió. Ni siquiera había considerado negar cualquiera de las opciones que se le pudieron haber ocurrido a JungKook. Aun así, agradeció a la luna que él haya propuesto colorear y no ver su película favorita como por centésima vez. Él no demoró en buscar las cosas en la habitación de JungKook y dejó la cartuchera y hojas blancas sobre la mesa. 

Cuando ellos se dispusieron a colorear, JiMin escuchó una notificación, pero cuando revisó no había nada de YoonGi.

Suspiró. 

—¿Qué vas a dibujar papi? —preguntó JungKook. 

—Uh… una mariposa —comenzó a hacer un círculo, la cabeza del insecto—. ¿Y tú?

—Un dinosaurio. 

—Un dinosaurio —repitió JiMin en reconocimiento, sus ojos mirando su propia hoja—. Que genial, tienes que enseñarme a hacer un dinosaurio.

—Sí papi, yo te enseño, pero primero voy a terminar el mío. 

JiMin se rió suavemente y continuó con su propio dibujo. 

Estar así con JungKook sí le ayudó un poco. El niño hablaba de vez en cuando, rellenando los silencios que molestaban la mente de JiMin. El joven padre tenía la sospecha de que sus nervios eran tan obvios, incluso para JungKook, que el niño consideró que debía hacer algo al respecto. A JiMin no le encantaba la idea de que JungKook estuviera preocupado por estas cosas más que por sus propios pensamientos, pero agradecía que no lo abandonara en un momento como este. 

Luego de un rato, el celular comenzó a sonar. 

—¿Hola? —contestó inmediatamente después de ver el nombre del remitente.

¡Hola, mi amor! —saludó YoonGi con su clásico entusiasmo encantador y algo en su tono sonaba tan tranquilo, que JiMin se encontró a sí mismo suspirando de puro alivio, más relajado—. ¿Cómo están? ¿Ya se prepararon?

—Sí, estamos listos hace un rato —le dijo—. ¿Tú cómo estás?

Bien. Estoy pasando a comprar unas flores para mamá, puedes decirle que las compraste tú —JiMin se rió—. También renté un auto para hoy.

—¿Sí? Pensé que íbamos a ir en taxi. 

Era el plan, pero creo que es más cómodo así.

—Bien, cualquier cosa que no sea ir con JungKook en la moto me sirve. Puedo pagarte la mitad del alquiler también. 

Uh, no escuché esa parte. 

—Dije que puedo… 

Ah, creo que la señal está fallando un poco —interrumpió y JiMin no pudo retener el impulso de virar los ojos y de sonreír—. ¡Estaré ahí en media hora! Me ducho y vamos. 

—Está bien, mi amor. 

Después de que la llamada acabara, JiMin admitía sentirse mucho más tranquilo. 

JungKook simplemente sonrió y siguió dibujando porque le seguía pareciendo asombrosa la habilidad que tenía YoonGi para calmar a su papá. 

Casi cuarenta minutos después, YoonGi llegó a casa. Él se arregló lo más rápido que pudo y los tres se subieron al auto para ir camino a la casa de los padres de YoonGi. Los nervios de JiMin regresaron, pero la mano de YoonGi sobre su pierna funcionaba como un buen relajante para su acelerado corazón. La música de fondo, un suave rock que YoonGi escogió para rellenar el ambiente, se oía en volumen bajo mientras recorrían las calles de Seúl y se alejaban cada vez más del centro de la capital. 

JiMin sabía que los padres de YoonGi vivían un poco lejos, así que no le sorprendió el recorrido. 

Comenzó a ser sorprendente cuando la zona empezó a verse cada vez más… cara.

Lo primero que notó JiMin fue que YoonGi se adentró en un barrio repleto de casas sacadas de alguna revista que solo leería alguien con ingresos de más de seis ceros. Enormes construcciones de casi tres pisos, balcones, estacionamientos y autos caros aparcados en garajes con grandes patios. Niños jugaban en zonas verdes prácticamente privadas y adultos paseaban a sus perros de raza con desinterés. Un par de miradas se posaron en ellos, como si todos supieran quién era extraño en este lugar, y JiMin evitó el contacto visual todo el tiempo que pudo. 

Él se encogió ligeramente en el asiento y le dedicó una rápida mirada a YoonGi, esperando algún tipo de explicación, pero YoonGi lucía como siempre, tan acostumbrado a conducir por estas calles que no le tomó más de diez segundos estacionarse detrás de un auto color blanco al lado de un casa de dos pisos con un pequeño patio delantero.

Incluso saludó a un vecino con una sonrisa.

—Llegamos —anunció el alfa con ligereza y se desabrochó el cinturón de seguridad.

JiMin lo vio abrir la puerta y dar un paso hacia afuera como si él no estuviera sentado todavía con el cinturón puesto, teniendo una pequeña crisis porque esto era lo que menos esperaba que sucediera. ¿Esta es la casa de sus padres? ¿YoonGi era realmente rico como había dicho TaeHyung? ¿Aquí iba a ser el tranquilo almuerzo de ropa casual que YoonGi mencionó? JiMin revisó su propio atuendo absolutamente fuera de lugar y, antes de que abriera la boca para decir algo, JungKook se adelantó. 

—¡Es una mansión! —gritó. 

JiMin no iba a decir algo como eso, pero estaba bastante seguro de que su hijo le había quitado las palabras de la boca. 

YoonGi abrió la puerta del copiloto para darle paso a JiMin y se rió suavemente de las ocurrencias del niño. 

—No es una mansión, sólo es un poco grande —desabrochó el cinturón de JiMin, casi como si supiera que el omega se había congelado en su lugar y necesitara ayuda para reponerse—. Vamos —tomó su mano.  

—¡Es enorme! —insistió JungKook.

—JungKook —llamó JiMin y lo calló suavemente—. No está bien hablar de las casas de los demás, ¿qué te dije? —lo miró seriamente, sus brazos cruzados sobre su pecho tan fuertemente que casi no entraba aire a sus pulmones.

—Pero no dije nada malo —puchereó. 

—Está bien, no dijo nada malo —apoyó YoonGi mientras abría la puerta del lado de JungKook y lo ayudaba a bajar del auto.

JiMin lo sabía, quizás la manera en la su estómago se apretaba pudo influenciar un poco a su humor impaciente, pero había una vocecita dentro de él que había comenzado a enumerar todas las cosas que estaban mal consigo en ese momento. De repente la ansiedad por conocer a sus suegros le provocaba picazón en el cuello y ansiosamente se rascó mientras su cabeza explotaba en ideas erráticas y voces llenas de pánico.

—¿Por qué no me dijiste que me arreglara? —le preguntó a YoonGi cuando estuvo lo suficientemente cerca para susurrar a gusto. 

—Pero estás arreglado —enarcó una ceja y cerró la puerta trasera. 

—Claramente no lo suficiente —hizo un gesto hacia la casa.

YoonGi viró los ojos. 

—No tienes que… 

—¡Hijo! 

La pareja giró hacia la puerta de entrada, de la cual apareció una mujer con suaves arrugas alrededor de sus ojos y de las comisuras de sus labios. Vestía una blusa color beige y pantalones blancos, aretes brillantes y brazaletes dorados. La forma de su rostro era una copia exacta de la cara de YoonGi, sólo un poco más fina, ligeramente más alargada. La mujer salió de la casa dando pasos largos, sus zapatos haciendo eco en el pavimento de la entrada, y abrazó a su hijo.

JiMin observó el pequeño intercambio con una sonrisa enternecida.

—Hola, mamá —saludó YoonGi en medio del abrazo—. Te trajimos flores —le avisó amorosamente y le entregó el ramo—. JiMin las escogió.  

JiMin se colocó derecho cuando escuchó su nombre y recordó que él también debía interactuar. Ahora era su turno, así que sonrió tímidamente hacia la mujer cuando ella se separó de su hijo y sus pequeños ojos afilados como los de un gato lo miraron fijamente.

Entonces, ella sonrió. 

—¡Oh! —sacudió sus manos, demostrando su emoción. Sus pulseras plateadas tintinearon—. ¡Tú eres JiMin! 

Él abrió la boca para saludar, pero la mujer rechazo su mano y fue directamente a abrazarlo. El joven omega agrandó los ojos con sorpresa y rápidamente miró a YoonGi. El alfa simplemente sonrió y se encogió de hombros. 

—Sí —JiMin también sonrió y correspondió al abrazo, sólo que con un poco menos de confianza—. Es un gusto conocerla. 

La mujer se separó y apretó los hombros del omega suavemente, una sonrisa enorme en su rostro que casi la hacía lucir un par de años más joven. 

—Estoy muy feliz de conocerte por fin, no sabes lo mucho que YoonGi habla de ti —dijo y el alfa carraspeó suavemente—. De repente un día comenzó a contarnos sobre un vecino que conoció y desde entonces no paró, incluso yo… 

—Mamá —se quejó, ligeramente sonrojado.

De repente, JiMin notó que la mujer había tomado su mano derecha. 

—Mira esa línea de vida —dijo mientras con la punta de su dedo delineaba un surco en la mano de JiMin—. Larga, longeva, muy bien —decía mientras detallaba la palma del omega. 

JiMin parpadeó sorprendido y sus ojos buscaron a YoonGi con curiosidad una vez más. El alfa se encogió de hombros de nuevo, una pequeña sonrisa casi avergonzada en su cara. ¿Esto era a lo que se refería cuando habló del lado espiritual de su madre? 

—Tu línea del corazón es larga también, mucha sensibilidad y profundidad, me gusta eso —agregó, todavía enfrascada. 

—Mamá… —YoonGi trató de llamar su atención tocando su hombro—. No lo asustes, todavía ni siquiera hemos entrado a la casa. 

La mujer pareció entender y desvió la mirada hacia un lado, sin embargo, antes de decir cualquier cosa, sus ojos se encontraron con los redondos orbes de JungKook obsérvala desde abajo. 

—Oh, por la sagrada Diosa —la mujer se llevó una mano al pecho, soltando la de JiMin—. ¡Tú debes ser JungKook! —se agachó de inmediato, tanto como sus rodillas le permitían y con la ayuda de su hijo, quien no perdió el tiempo para tomar su brazo y evitar que cayera al suelo.

JungKook buscó ayuda en su papá un segundo, sus pequeñas manos aferradas al pantalón de JiMin y su rostro tímido apuntando ligeramente hacia abajo. No es que tuviera muchas experiencias gratas con personas mayores, los abuelos y abuelas no son lo suyo, pero JiMin trató de darle un poco de confianza con un par de palmaditas en su espalda y una mirada que transmitía un “todo está bien”. 

El niño finalmente tomó la mano de la mujer y la nariz de ella se arrugó con ternura. 

—Un placer mi amor, mi nombre es Areum y soy la madre de YoonGi. 

JungKook parpadeó con curiosidad.

—Hola —saludó en voz baja—. Yo soy JungKook. 

—¿Van a entrar? 

Cuando JiMin se dirigió hacia la nueva voz, se encontró con una mujer de cabello lacio y negro, corto al ras de sus hombros. Ella era definitivamente la hermana de YoonGi, si no lo notaba por sus rasgos tan idénticos, lo notaría por la manera en la que su sonrisa es exactamente igual a la de su hermano. 

Areum pareció recordar por qué estaban ahí y los guió a todos al interior de la enorme casa. JiMin tragó saliva y la siguió, pensando en lo fuera de lugar que se debería ver ahora mismo. Su ropa era tan casual como podría serlo la de un padre que no ha renovado su guardarropa en siglos y todos los demás miembros de la familia Min lucían tan casuales como lo harían un grupo de famosos reunidos en una fiesta dentro de un hotel. 

La primera persona que JiMin saludó al entrar a la casa fue a SooYoung y el aroma que sintió el otro día sobre YoonGi le acarició la nariz como un saludo amoroso cuando ella también se acercó para abrazarlo. Los nervios seguían ahí, pero las pocas formalidades con respecto a las presentaciones lo ayudaron a relajarse un poco.

—¡Por la Diosa! Estoy muy contenta de conocerte por fin —exclamó la joven—. Yo soy SooYoung, no sé si mi hermano te ha hablado de mí. 

—Igualmente, es un gusto conocerte por fin —le sonrió JiMin—. YoonGi me ha hablado un poco sobre ti, pero definitivamente no te hace suficiente justicia —bromeó y ella se rió.  

—Sé que soy bastante difícil de definir —ella continuó hasta que un hombre se acercó a su lado—. ¡Oh! Y él es mi esposo, HyunSik —señaló al hombre a su lado, un alfa alto de mandíbula afilada y cabello corto. 

—Un gusto —le dijo y tomó su mano en un apretón. JiMin sintió un ligero aroma a canela.

—Un gusto igualmente —respondió JiMin.

—Me encanta que podamos tenerte aquí en carne y hueso, YoonGi nunca deja de hablar de ti y del pequeño JungKook, y yo no puedo esperar a que conozcas todos los secretos vergonzosos de mi hermano —dijo la joven con cierto aire de travesura que hizo a JiMin reír. 

—Soo —resopló YoonGi detrás de JiMin.

—¿Ah sí? —JiMin le echó una pequeña mirada juguetona a YoonGi, quien apretó sus labios y sus cejas a modo de pequeño berrinche—. No puedo esperar para escuchar todo. 

SooYoung también se agachó a saludar a JungKook, quien seguía visiblemente tímido. JiMin no esperaba que su hijo cambiara su personalidad para este evento, a pesar de su curiosidad y emoción por conocer a la familia de YoonGi, ellos seguían siendo extraños y él seguía siendo un niño que no estaba acostumbrado a esto. Muchos adultos, muchas personas. Fue en ese momento que JiMin se dio cuenta de lo poco que ellos dos habían vivido este tipo de experiencias y de que definitivamente estaban muy lejos de su elemento. Casi siempre habían sido ellos dos, ahora hay una familia entera.

—¡Dejen los zapatos en la entrada! —se escuchó una voz grave y vieja. 

Al final del pasillo de la puerta de entrada, se encontraba el padre de YoonGi. Un hombre con ojos iguales a los de su hijo, rostro grueso y labios finos. Tenía una especie de expresión seria en su cara que limitaba con el enojo, sus manos yacían detrás de su espalda y él vestía un traje hecho a medida. Su cabello era canoso, corto y con pequeños bucles que le hacían recordar a JiMin el propio cabello de YoonGi. 

Los nervios en su estómago regresaron y una sonrisa tímida apareció en su cara cuando el hombre se aproximó hasta donde ellos estaban. 

—Buenas tardes —saludó formalmente el omega—. Mi nombre es JiMin —bajó un poco la cabeza, el hombre era un alfa después de todo, uno con una presencia fuerte.

—Levanta la cabeza, chico —dijo de inmediato. Cuando JiMin lo miró nuevamente, una pequeña sonrisa rompía el aura intimidante que lo rodeaba—. Bienvenido a nuestra casa, es un enorme gusto conocerte por fin —se acercó lo suficiente como para tomar su mano y la sacudió en un apretón firme—. Mi nombre es Min YoonChul.  

Su sonrisa era igual a la de YoonGi.

—Es un gusto, igualmente.

Su lobo le hizo saber que estaba en un lugar seguro. 

—Bueno, ¿vamos a entrar o vamos a quedarnos en la entrada? —intervino YoonGi. 

Todos estuvieron de acuerdo y se adentraron en la casa a paso tranquilo. JungKook se guió de la mano de su papá, todavía tímido frente a los adultos desconocidos, y YoonGi seguía a JiMin desde atrás, casi como si quisiera asegurarse de que el omega no se diera la vuelta para salir corriendo de ahí. 

La sala de estar no era menos elegante que la casa por fuera. La mesa era negra con sillas a juego, los platos estaban puestos delicadamente con todos los cubiertos necesarios, servilletas y copas para vino. El techo era alto y tenía un pequeño candelabro que iluminaba toda la habitación. La cocina se alzaba detrás de una mesada de marmol color blanco y los gabinetes eran negros con azas plateadas, el juego de ollas era de color bordó y todo tenía su lugar. 

Había un enorme estante de madera con vajilla cara exhibida, un televisor que enorme en el medio de la sala frente a un sofá color gris que lucía ridículamente comodo y una mesa de centro de color blanco, en la cual reposaban un par de vasos de plástico de colores, algo que no estaba en sintonía con el resto de la habitación. JiMin también notó juguetes en el suelo, un par de peluches y legos, colores y hojas sueltas que llamaron la atención de JungKook. 

—Lamento el desorden, mis hijos son un poco… —SooYoung hizo una mueca—. El más pequeño está durmiendo ahora, pero el mayor…  

A un lado de la sala de estar reposaban unas escaleras que se perdían en un segundo piso lejos de su alcance y de ahí bajó un pequeño niño, con ojos grandes y boca pequeña, cabello negro como la noche y mejillas regordetas. El pequeño tenía sus ojos fijos en JungKook como si fuera la novedad más impresionante del mundo. JiMin supuso que ese debía ser el sobrino mayor de YoonGi. Según recordaba, uno de ellos había aprendido a caminar recientemente.

—Hablando del diablo —bromeó HyunSik. 

—¡Hola! —dijo el niño en alto y terminó de bajar las escaleras para encontrarse con JungKook—. Mi nombre es MinSung, ¿quieres jugar?

JungKook miró a su papá, buscando su permiso.

—Ve. 

JungKook soltó a su papá y tomó la mano de MinSung, quien inmediatamente se lo llevó escaleras arriba. JiMin sintió un poco de preocupación por su tímido hijo, pero se rió aun así. 

La familia de YoonGi lo recibió con sonrisas amorosas y preguntas sobre su vida. Querían conocerlo, saber quién era este omega del que YoonGi tanto había hablado y JiMin no iba a mentir, sentía un poco de presión al respecto. La casa se veía limpia, olía a limón y lucía tan ostentosa que el joven omega no podía evitar sentirse algo fuera de lugar. Había algo en el hecho de no estar acostumbrado a esto que lo colocaba en una posición vulnerable, verse demasiado impresionado por todo lo que le rodeaba podía traducirse como falta de clase y, al mismo tiempo, él era incapaz de fingir que algo en ese lugar se le hacía común.

Y el gran culpable de qué estuviera sufriendo dentro de este pretencioso escenario era nada más y nada menos que Min YoonGi. 

El alfa no podía lucir más desinteresado con lo que atormentaba la mente de JiMin. Para ese punto, era bien sabido que el omega quizás se dejaba llevar mucho por sus erráticos pensamientos, podía decir que ya estos no lo llevaban a actuar como un idiota, la mayoría del tiempo, pero sí podían molestarle un poco y si le genera cierto alivio culpar a YoonGi por su efímera desdicha, lo haría, sin pensarlo. Los novios están para muchas cosas, y esa era una de ellas.

—¡Oh! Siéntate aquí JiMin —la madre de YoonGi lo llamó, adorable sonrisa en su cara, y corrió la silla a modo de invitación. 

Casi todos estaban sentados en su lugar, incluso YoonGi lo empujaba suavemente con su mano para despegar sus pies del suelo. 

JiMin sonrió tanto que sus comisuras dolieron y tomó el brazo de YoonGi.

—¿Pueden darnos un segundo, por favor? —dijo tranquilamente y se apartó del resto de la familia para ir hacia el inicio de las escaleras, siendo ambos cubiertos por una media pared que separaba ambos espacios—. ¿Por qué no me dijiste que tus padres son ricos? —preguntó en un bajo tono aturdido y casi en pánico.

YoonGi lo observó con cierta extrañeza. 

—Mis padres no son ricos. 

—¿Estás bromeando? Tiene una casa de dos pisos con piscina, esto no es un departamento caro, es una jodida casa en una urbanización cerrada YoonGi, ¿cómo eso no es ser rico?

—Bueno, no diría “ricos” porque suena demasiado pretencioso, supongo que tienen un poco de dinero, pero… 

—YoonGi, me dijiste que tu papá era cerrajero.

YoonGi se encogió de hombros y una mueca subió hasta su rostro.

—Sí, es cerrajero —subió su mano hacia el lóbulo de su oreja, rascándose—, es dueño de “Cerrajerías Min-Seo”.

Todo cayó como un dominó en la cabeza de JiMin. Claro. Antes, el tema de cerrajería podía encerrarse en un hombre con una pequeña empresa que es llamado cada tanto para arreglar puertas y poner cerraduras, contratado para esas pequeñas emergencias en las que alguien perdía una llave o la rompía. Había imaginado al padre de YoonGi como un señor con overol, sonriente y arrugado, con guantes en las manos y quizás un casco, quien sabe, pero “Cerrajerías Min-Seo” era otra cosa. Es una empresa, incluso alguien como JiMin podía reconocer el logo. 

—¡YoonGi! —le dio un golpecito en el pecho, el alfa se llevó la mano a la zona con sorpresa—. ¿Es en serio? ¿Por qué no me dijiste todo esto? Soy un camarero, ¿qué van a pensar tus padres?

—Exactamente por eso no te lo dije, ¿realmente crees que les importa que seas un mesero? No tiene nada que ver, mi amor —respondió de inmediato, manteniendo el tono bajo de su voz.

—Claro que tiene que ver, YoonGi. Todos aquí son muy elegantes —explicó, como si eso tuviera sentido—. Ni siquiera estoy bien vestido. 

—Te ves bien, ya te lo dije —insistió—. Es un almuerzo familiar, no es una cena empresarial.

—Bueno, pero me habría preparado un poco más, ¿de qué se supone que les voy a hablar? 

—Sólo sé tú mismo. 

JiMin se tomó la libertad de sacudir sus puños cerrados y cerrar los ojos con fuerza como un intento de descargar su ansiedad.

El alfa apretó sus labios.

—Te voy a matar —suspiró JiMin—. Después de esto, te mataré. 

A YoonGi le hizo mucha gracia que JiMin le dijera eso con una seriedad tan firme como un mondadientes.

—No quería que estuvieras muerto de nervios —admitió.

—Lo estoy ahora, ¿cuál es la diferencia? —llevó sus manos a su cara, tirando de ella hacia abajo. 

YoonGi tomó sus muñecas y se acercó a él. 

—Tú puedes —le aseguró—. Ellos ya te aman, te adoran, y tú tienes una personalidad tan hermosa que si alguien aquí no está seguro, lo vas a terminar de encantar hoy mismo, ¿me oíste? —le dijo con tanta seguridad que JiMin olvidó por un segundo qué era lo que le daba tanto miedo—. Eres muy fuerte, tuviste un niño solo, puedes aguantar una cena con tus suegros. 

Si había algo que JiMin odiaba, era darle la razón a un alfa.

YoonGi tenía suerte de ser lindo. 

Así mismo, él fingió que no sintió ganas de sonreír. 

—Eres un idiota —le dijo.

—Tuyo.

Viró los ojos. 

—Te amo —dijo YoonGi, ablandando así el corazón del omega. Ni siquiera podía fingir que estaba enojado con él, era simplemente imposible.  

JiMin besó su boca. 

—Yo también te amo.

Ambos volvieron con el resto y JiMin se sentó en el lugar que habían guardado para él, uno al lado de YoonGi y en la esquina de la mesa, algo que agradeció totalmente. Los padres de YoonGi se encontraban cada uno en cada punta de la mesa, mientras que SooYoung yacía sentada al lado de su esposo, al otro lado. JiMin notó la mordida de una marca decorando el cuello de la hermana de YoonGi, a pesar de haber visto un par de marcas a lo largo de su vida, JiMin siempre se había sentido impresionado al ver una. 

Las marcas representan la muestra de amor más grande que podría tener una pareja por el otro. Los lazos son lo suficientemente serios para algunos, pero una marca era otra cosa. Un lazo mucho más fuerte, más firme, algo que apunta  a ser eterno. 

Las historias de amor más fantasiosas incluyen una marca en el cuello de un omega y aunque a JiMin le ha gustado fantasear al respecto, él admitía sentirse algo intimidado por la idea de tener una.  

A veces JiMin no podía creer que sus padres tuvieran una.

—JiMin —el omega levantó la mirada hacia Areum, la madre de YoonGi—. ¿Alguna vez te han hecho una lectura del alma? 

—¿Una qué? —preguntó con curiosidad.

—Mamá, no lo asustes —molestó YoonGi con cierto tono gracioso. 

—Una lectura del alma —repitió y colocó ambas manos sobre la mesa—. No sé si YoonGi te contó, pero conozco mucho acerca de la energía de los lobos, soy un poco bruja —hizo un ademán con su mano, casi restándole importancia, como si fuera algo de todos los días—. Puedo analizar tu alma, la de tu lobo, y descubrir cosas de ti. Analizar los lazos que los unen, de hecho veo uno por ahí entre ustedes dos —los señaló con cierto tono de picardía. 

YoonGi se sonrojó.

—Mamá —llamó—, mejor lo dejamos para otro momento. 

—Tengo que admitir que es muy interesante —agregó JiMin, llenando de emoción a la mujer—. ¿Desde hace cuánto hace estas cosas?

—Desde que tengo memoria puedo conectar con la esencia de nuestras almas, “ver más allá”. Es un don que me dio la Diosa —giró las palmas al cielo y miró hacía arriba un momento—. Es fantástico, si algún día quieres que les haga una lectura, me avisas.

—Por supuesto —le sonrió. Cuando volteó a ver a YoonGi, el alfa lo miraba como si lo hubiera traicionado—. Veo que no es un tema que te encante. 

—Ah, Yoon se pone un poco nervioso —ella asintió.

—No me encanta… 

—Una vez mamá le dijo a una de las parejas de YoonGi que ellos no iban a durar ni dos meses —le dijo SooYoung a JiMin, su mano al lado de su boca como si estuviera contándole un secreto, pero todos en la mesa habían escuchado. 

—Oye —reprochó el alfa.

—Pero tenía razón —puntualizó su madre. 

—Ese no es el punto —se defendió YoonGi.

—¡Es un gran punto, hijo!

JiMin se echó a reír.

La dinámica en esa casa le estaba gustando mucho. Todos ellos parecían pelearse con cariño, como si no estuvieran diciendo las cosas en serio, pero con cierta verdad detrás que le daba un poco de peso a sus palabras. 

—¿Puedo preguntar qué le gusta hacer al cachorro? —una voz grave interrumpió la pequeña pelea.

—¿Disculpe? —preguntó JiMin, la voz del padre de YoonGi lo sorprendió ligeramente.  

—¿Qué le gusta hacer? ¿Qué hace cuando no está en el colegio? 

La pregunta le dio curiosidad, pero YoonGi no parecía sorprendido por ello, así que él respondió. 

—Bueno, él no hace mucho después de clases —se encogió de hombros—, él se queda conmigo en casa. 

—¿En serio? —parecía un poco sorprendido— ¿Y nada le gusta? 

JiMin volvió a mirar a YoonGi por un poco de ayuda, pero el alfa no parecía en ningún modo sorprendido. Parecía ser una conversación normal, a pesar de que JiMin no estaba seguro del rumbo de la misma. 

—Pues a él le gusta mucho dibujar y hacer manualidades en general, pero no hay muchas cosas que resalten. 

—Tienes que buscar qué cosa puedes explotar de él —señaló—. Cuando YoonGi y Soo eran pequeños les puse tutores para sus clases —agregó—, luego vi qué cosas les gustaban y metí a Soo a clases de danza y a YoonGi en clases de música, primero aprendió a tocar la guitarra. Hay que encontrar algo que le guste al cachorro y explotarlo, algo que sepas que le hará bien en el futuro, a esta edad tienen mucha energía, hay que descargarla de algún modo. 

La manera en la que el padre de YoonGi hablaba no era en absoluto con un tono de regaño, todo lo contrario, sonaba como si estuviera dándole el secreto de una idea millonaria que en cierto modo lo emocionaba. Como si hubiera encontrado la respuesta a todas las preguntas del mundo. A JiMin le generó cierta ternura. A su lado, YoonGi sonreía por lo bajo, como si un recuerdo se estuviera coloreando en su cabeza en ese momento. 

—¿Ah sí? —preguntó JiMin con curiosidad—. No es algo que haya tenido en mente. 

—Es un buen consejo —dijo Soo—. Yo amaba las clases de danza e hice un montón de amigos ahí. Ahora él es muy pequeño, pero MinSung está en gimnasia y en clases de karate, las ama, y siempre llega agotado, duerme toda la noche.

—Ah, esa información me gusta —admitió—. Estoy seguro de que a JungKook le encantaría hacer ese tipo de actividades, pero por el momento no estaría seguro de qué le gustaría más. 

Más que eso, la preocupación de JiMin venía más ligada al tema monetario. Mentiría si dijera que no se le había ocurrido inscribir a JungKook a alguna actividad extracurricular que le interese, pero él sabía que no podía pensar demasiado en eso, no con el presupuesto que tenían. 

—Intenta con cualquier cosa —agregó el padre de YoonGi—. Ve probando hasta que encuentres algo que le guste. 

—Sí, creo que algo haré… —no sabía cómo decir que no le alcanzaba el dinero para eso. Antes era un tema podía sacar fácilmente en una conversación, no le daba vergüenza no tener dinero suficiente, así era su vida sin más, pero había algo en decirlo frente a esta mesa llena de personas a las que quería agradar a como diera lugar que lo hizo sentir que podría llegar a ser juzgado por ello. 

—Podrían ser clases de pintura, si le gusta dibujar. 

—Bueno —interrumpió YoonGi—. Es algo que seguramente verá JiMin en su momento —se encogió de hombros, como si no fuera la gran cosa y cambió de tema—. Mamá, ¿qué cocinaste hoy?

—¡Oh! Hice Godeungeo-gui, también hice arroz y un poco de caldo, para acompañar. Para los niños preparé el pescado rebozado, les va a encantar, mis nietos lo comen todo el tiempo —contó alegre. JiMin casi podía recordar a YoonGi decirle que ella amaba cocinar y que le preguntaran al respecto—. El arroz todavía se está preparando y cuando esté listo, lo voy a servir todo —hizo un ademán con su mano, tratando de restarle importancia al tiempo extra de espera—. ¿Lo has comido, JiMin? ¿Te gusta la caballa? 

—Me gusta, pero no suelo hacer pescado. El olor no se quita con nada y la verdad soy terrible haciéndolo —se rió.

—¿En serio? —parecía sorprendida—. ¿Qué es lo que cocinas usualmente? 

—Pues cosas bastante sencillas, arroz, sopas, vegetales, muchos vegetales —sonrió—. A JungKook le gustan mucho las zanahorias y comida, comida, comida. 

—Entonces tiene buen diente. 

—Sí, desde pequeño le di de todo, ahora no se queja para comer. Lo único que no le gusta es la calabaza, pero a veces se la doy escondida en alguna sopa, nunca se da cuenta —se rió. 

—¡Oh! YoonGi odiaba la espinaca, pero yo le hacía “fideos de Hulk” y se los comía todo, es un truco que siempre me funcionó. 

El mencionado se rió. 

—No puedo creer que viví engañado.

—Si quieres puedo enseñarte algunas de mis recetas —le dijo a JiMin al tiempo que una pequeña campana tintineó de fondo, avisando que el arroz ya estaba listo—, tengo un par de buenos platillos para que JungKook pruebe —agregó mientras se levantaba de la silla.

—Me encantaría, la verdad es que hace un tiempo quería expandir mi menú —respondió él mientras YoonGi se levantaba de su lugar para ayudar a su madre, así que él también se levantó—. ¿Necesita ayuda? —se ofreció.

—No, no. Tranquilo. Mi Yoonie me ayuda —sacudió su mano.

HyunSik se levantó de su silla igualmente. 

—Iré por los niños —avisó antes de irse hacia las escaleras.

JiMin se acomodó en su lugar, viendo a ambos alfas encargarse de la situación. Incluso el padre de YoonGi hizo su movimiento, sirviendo agua en todos los vasos con paciencia. Cuando la mirada de JiMin se cruzó con la de Soo, ella le sonrió con cierta mirada comprensiva y traviesa. 

—Eres un invitado —dijo ella como explicación—, no te preocupes por nada —agregó.

—Gracias —le sonrió. 

—YoonGi dijo que estás estudiando psicología —ella recordó—. ¿Qué tal es? 

—Genial, me gusta muchísimo, a veces se hace un poco pesado, pero me falta poco para terminar. 

—¡Eso es genial! ¿Y ya sabes qué te gustaría hacer? —continuó preguntando. 

—Sí, me gustaría atender a niños. Me encanta todo lo que tenga que ver con el desarrollo infantil y en cómo van descubriendo el mundo. Hay quienes les gustan mucho más los casos pesados o el trabajo con adultos, a mi me gustan los niños. 

—Debe ser muy lindo —comentó ella, apoyando el mentón en la mano—. No sé si yo tendría la paciencia. Mis hijos ya me chupan la mayoría de la energía —bromeó y JiMin la acompañó con una risa.

—A veces cuesta —admitió riendo—, pero cuando logran algo que antes no podían… no sé, se siente como una pequeña victoria compartida. He hecho un par de prácticas durante mi carrera y una fue en un centro donde hacían acompañamiento a niños con dificultades de aprendizaje —de repente, se sentía algo más entusiasmado—. Lo amé.

—Suena a que realmente naciste para eso —dijo ella, sonriendo con ternura.

—Ojalá —respondió, encogiéndose de hombros—. Supongo que todos buscamos algo que nos haga sentir útiles, ¿no?

JiMin no se dio cuenta de la manera en la que YoonGi le dedicaba un par de miradas cargadas de amor.

—Sí —dijo SooYoung, pensativa—. Y se nota cuando alguien lo hace con pasión.

Cuando JungKook y MinSung bajaron por las escaleras, venían acompañados de HyunSik, quien cargaba a un medio dormido MinJae, el hijo más pequeño y que JiMin tenía entendido que tenía entre dos y tres años. SooYoung tomó al más pequeño en brazos y sentó al mayor a su lado, JungKook se apresuró a sentarse al lado de JiMin.

—Hey —saludó—. ¿Te divertiste? 

—Sí —asintió—. MinSung tiene muchos juguetes, también tiene un disfraz del señor fantástico. 

—¿De verdad? 

—¡Sí! —respondió el mencionado, su tono de voz considerablemente más alto que el de JungKook—. ¡Me encanta el Señor Fantastico! 

—Oye, oye, sin gritar —SooYoung se apresuró a llamarle la atención. El niño susurró una disculpa. 

JiMin le sonrió al niño, pero entonces JungKook tiró de su camisa suavemente para llamar su atención. Al mismo tiempo, YoonGi y su madre terminaban de servir los platos. 

—Papi, ¿cuántos abuelos tengo?

El omega se extrañó por la pregunta. 

—Pues, tienes a tu abuela Hye y a tu abuelo Sung, mis padres —respondió, usando el mismo tono bajo que había usado su hijo—. ¿Por qué la pregunta?

JungKook observó un momento su plato. 

—Al abuelo no lo conozco. 

JiMin recordó que su padre no le había contestado su mensaje todavía. 

—Bueno, eso es porque… 

—¿Solo tengo una abuela? —sus ojos se fijaron en los de JiMin una vez más, quien no estaba seguro de qué responder exactamente. Tampoco entendía de dónde había salido la pregunta, hasta entonces, JungKook no se preocupaba por la cantidad de abuelos que tenía. De hecho, JiMin a veces lo encontraba diciendo que prefería no tener abuela—. MinSung tiene cuatro. 

JungKook no lucía triste por aquella conclusión, pero sí había algo de confusión en su mirada. Es como si en ese momento hubiera caído en cuenta de que no es muy común tener una sola abuela, al menos en el estándar. Los abuelos de JiMin fallecieron cuando él era adolescente y realmente no los conocía muy profundamente, sin embargo, ver a los demás con historias sobre sus familias grandes sí le dieron un poco de envidia en ciertos contextos. ¿Tal vez JungKook estaba experimentando eso por primera vez? 

—¿Cómo que solo tienes una abuela? —preguntó la madre de YoonGi, llamando la atención del cachorro. JungKook la observó con ojos grandes de sorpresa y confusión—. ¡No puedo permitir eso!

La sonrisa de la mujer acentuaba las arrugas a los lados de sus labios, arrugas que demostraban todas las veces que había sonreído así a lo largo de su vida. A su lado, el padre de YoonGi sonreía suavemente, pero con la boca cerrada y ojos medio cerrados. 

—¿Quieres dos abuelos más? —preguntó Areum—. Mi esposo y yo tenemos muchas ganas de tener otro nieto.

JungKook se sonrojó y bajó la mirada, luego buscó apoyo en los ojos de su padre. YoonGi se sentó al lado de JiMin, no sin antes despeinar el cabello de JungKook. 

—Sí mamá, sí quiere —respondió el alfa, para sorpresa de JiMin y de JungKook.

La mujer sacudió sus manos con alegría y se acercó a JungKook para abrazarlo. El niño no demoró en aceptar el abrazo mientras se reía. JiMin sabía que su pequeño estaba un poco avergonzado, pero estaba disfrutando esta nueva atención. La mujer era suave y amorosa, lo tocaba con cuidado y cariño, algo a lo que JungKook no estaba acostumbrado de parte de su otra abuela, así que esto era definitivamente una mejora. 

La tarde se consumió entre conversaciones y risas de parte de los adultos. El almuerzo había resultado de maravilla. JungKook logró hacer un par de nuevos amigos y la familia de YoonGi le había dado la bienvenida oficial a JiMin como parte de su manada, cosa que había generado en el omega cierta sensación extraña que no supo describir ni siquiera cuando llegó a casa después de todo el revuelo, tampoco cuando se recostó en la cama con YoonGi y cerró los ojos entre los brazos de su novio. 

JiMin pudo imaginar sus fines de semana exactamente iguales a ese. 

Ni siquiera el hecho de que vería a HyunSoo la tarde siguiente podía sacarle la sonrisa de la cara.