Chapter 1: No voy a hacerte daño.
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Ushijima bebió un sorbo de cerveza y escuchó el trueno llegar desde el oeste. Estaba tranquilo por ser noche de viernes en ese agujero en medio de la nada de Osaka. Los lugareños eran tan mansos como el clima. Había pocas personas en el descuidado bar ya que la mayoría se había ido ante el anuncio de una advertencia de tormenta severa.
¿Por qué había ido a dar una vuelta? no lo sabía, pero era mejor que pasar la noche en casa sólo con su placa y su arma para que lo caliente.
Después de unos minutos, el estrépito de la lluvia golpeando el techo de chapa provocó un murmullo en los clientes restantes.
—Espero como el infierno no sea un maldito tornado—se quejó el Beta; Satori Tendō, mientras recogía la botella vacía de Ushijima y le acercaba otra.
—No. —Dijo Ushijima. —Ellos dijeron que esperan un poco de granizo y fuertes vientos. Se va a pasar rápido.
La débil puerta que protegía la entrada, se abrió con un estruendo y un chico pelinaranja entró, agarrándose y frotándose los brazos con dedos desesperados. Él luchó con la puerta hasta que el viejo Yuri le dio unas palmaditas en el brazo y cerró por él.
Ushijima miró con interés cómo se aventuró un poco más, con una amplia y atemorizada expresión en su rostro. Con solo verlo, ya supo que era omega y cuando él lo miró y se conectaron sus miradas, sintió como si alguien lo hubiera pateado directo a su cuerpo. El par más brillante de ojos marrón con que jamás había estado en contacto, chisporrotearon directo en su cerebro y rápidamente fundieron todos sus receptores sensoriales.
Lo más curioso era la cautela que emanaba de él como un faro. Su postura era defensiva, y sin embargo, parecía tan frágil, como si el menor contacto lo fuera a romper.
Cada uno de sus instintos de policía, se pusieron en marcha. Este hermoso chico omega, fuera quien fuera, estaba escapando duro y rápido de alguien o algo. Antes de que siquiera se diera cuenta de lo que estaba haciendo, se puso de pie y caminó sobre el crujiente suelo de madera hacia donde estaba.
—Joven, me parece que te vendría bien un trago. Yo estaría más que feliz de invitarte.
Sus ojos brillaron de pánico, y parecía que iba a meter la cola entre las patas y salir corriendo de nuevo bajo la lluvia. Retrocedió un paso y continuó su estudio de él.
—Y-yo no bebo—respondió él.
Su dulce voz, ronca, nadó hacia él como el buen whisky que Satori conservaba para ocasiones especiales. Podía verlo temblar y supo que estaba helado.
— ¿Qué tal un poco de té caliente, entonces? —Preguntó. —Puedes venir a sentarte en la barra y te secas.
Su cara era el reflejo de la indecisión. Él le dio su mejor sonrisa de buen chico que no mataría una mosca. Pareció relajarse una pequeña fracción.
—Eso suena bien—dijo.
Él no era de los alrededores. Eso era malditamente seguro. Le faltaba el acento suave de los nativos. Lo acompañó hasta la barra, cuidando de mantener la distancia entre ellos. Cuando se sentaron Satori levantó una ceja hacia Ushijima. Él se encogió de hombro.
— ¿Puedes traerle un poco de té caliente al chico?
Satori lo miró horrorizado por el pedido y se aclaró la garganta sonoramente. Le hizo un gesto para que se acercara hasta el final de la barra. Con un suspiro, Ushijima, se acercó.
— ¿Cómo demonios se supone que voy a hacer té? Nadie aquí toma esa mierda. Creo que podría calentar un poco de agua en el microondas.
Ushijima asintió.
—Haz eso, estoy seguro que estará bien.
El volvió hacia su misterioso chico, quien estaba sentado estremeciéndose en la barra con las manos unidas en frente. Sus ojos se estrecharon cuando se dio cuenta que no tenía bolso o equipaje de ningún tipo. Pero supuso que lo podría haber dejado en su auto.
—Satori-san te traerá un poco de té caliente, Joven...
—Hinata—Aclaró—Shōyō Hinata.
Iba con él. Delicado, hermoso. Enfocó sus grandes y triste ojos marrones en él.
— ¿El bar cierra dentro de poco? Yo pensé que estaría cerrado, no hay casi nadie.
— ¿No viste el tiempo afuera? —El bromeó—Todo el mundo está en casa, donde probablemente deberías estar tú.
Él visiblemente se retractó con dolor en los ojos. Le dio la espalda, efectivamente ignorándolo.
— ¿De qué estás escapando Hinata Shōyō?—Preguntó en voz baja, usando su voz Alfa.
Él giro la cabeza hacia los lados. Su pánico ardiendo visiblemente al darse cuenta de lo que realmente era él . Entonces su mirada se enfocó en la cintura de sus vaqueros, donde colgaba su placa.
Podía verlo mentalmente retrocediendo a unos cien metros.
—Eres un policía—dijo abruptamente.
—Sí. —dijo con calma. Le tendió la mano a él. —Oficial Wakatoshi Ushijima, Alfa a tu servicio. Pero puedes llamarme Ushijima.
No tomó su mano. Parecía congelado en su lugar. Luego se dio la vuelta en el taburete y se bajó. Casi corrió hacia la puerta, con las manos apretadas en pequeños puños a su lado.
— ¡Hinata!—gritó cuando empezó a ir tras él. —Hinata, espera.
Abrió la puerta y salió a la lluvia. Para cuando llegó hasta él, ya estaba en el estacionamiento y bajando por la carretera. ¿Cuál mierda era su coche? Él extendió el brazo, lo agarró por el codo y lo hizo girar.
—Hinata, detente, no voy a hacerte daño. ¿Dónde demonios te crees que vas en este tiempo? ¿Dónde está tu coche?
Su barbilla temblaba mientras la lluvia golpeaba a ambos. Maldita sea, se estaba mojando.
—No tengo coche-dijo. —Ahora déjame ir. Por favor.
El ruego estaba teñido de desesperación, y lo sintió en lo profundo de su pecho. No había llegado a donde se encontraba en su carrera por haber sido cautivado por una cara bonita y una historia triste, pero algo le decía que este chico omega no había hecho nada ilegal.
Hinata estaba huyendo de alguien o algo que lo había herido de gravedad.
—Vamos—dijo él, guiándolo hacia su auto estacionado atrás de la entrada.
— ¿D-dónde me llevas?—Dijo mientras trataba de alejarse.
—Te voy a llevar conmigo a mi casa—dijo.
Chapter 2: Ámame, por favor.
Summary:
—Quédate conmigo—le susurró contra sus labios. —Déjame amarte.
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Ushijima vio a Hinata sostener fuertemente la manta que le había dado, más apretada alrededor de su ligero cuerpo, cuando él se fue la cocina a prepararle un plato de sopa. Le había ofrecido una muda de ropa para poder secar las que tenía, pero él se había negado.
Ahora que lo tenía aquí, no estaba del todo seguro qué diablos hacer con él. Cuando la campanilla del horno microondas sonó, sacó el tazón y revolvió un poco la sopa. Lo llevó a la mesa donde estaba sentada y lo colocó delante de él.
—Come.
Su pequeña mano apareció de entre los pliegues de la manta, y aferró la cuchara entre los dedos. Se sentó a su lado y extendió sus dedos para meter un mechón de cabello húmedo detrás de su oreja. Él se estremeció y se alejó, pero el impulso de tocarlo lo consumía. Ni siquiera podía explicárselo a sí mismo y mucho menos tratar de encontrar una razón plausible que pudiera decir en voz alta.
Era, en una palabra, hermoso. Ojos marrones inquietante-mente llenos de dolor y tristeza. Su instinto alfa nunca había deseado con tanta desesperación quitar el sufrimiento de otra persona.
—Quiero ayudarte, Hinata—dijo antes de que pudiera cambiar de opinión.
Él dejó caer la cuchara en la mesa con un estrépito, y pudo ver las lágrimas en sus expresivos ojos.
—No puedes—susurró.
Ushijima lo tomó en sus brazos y esperó que se resistiera, pero no lo hizo. Se dejó caer en sus brazos, y él presionó la nariz en su fragante cabello naranja.
—Quédate conmigo esta noche—dijo simplemente. —Quiero quitar tu dolor. Estás a salvo conmigo.
Se apartó y lo miró fijamente, una chispa de esperanza brilló en sus ojos. Hinata vacilaba al borde de la indecisión, apretando los labios. Luego se pasó la rosada lengua por el labio inferior y lo mordió entre sus dientes. Él se inclinó, incapaz de resistirse a mordisquear ese labio inferior regordete. Lo quitó de sus dientes y lo absorbió en su propia boca. Él se estremeció en su contra, con las manos temblando mientras lo tocaba en la cara.
—Quédate conmigo—le susurró contra sus labios. —Déjame amarte.
A medida que se alejaba, lo miró a los ojos y asintió con aceptación. Él sacudió la cabeza.
—Quiero que me lo digas, Hina-chan.
—Ámame. Por favor, Ushijima-san.
Con un gemido, él lo llevó en sus brazos. Dejó caer la manta que llevaba mientras iban a su dormitorio. Lo colocó en la cama y luego se alejó.
—Voy a preparar una ducha. Te estás congelando.
Corrió al cuarto de baño y preparó la ducha. Luego se apresuró a regresar, con un poco de miedo de que se hubiera ido. Pero Hinata estaba donde la había dejado, solo que estaba sentado, con las piernas dobladas por las rodillas, el dril de algodón húmedo abrazando sus piernas.
Se acercó y suavemente lo bajó del colchón. Llegó hasta el cierre de sus pantalones vaqueros, e Hinata se congeló.
—Sólo voy a quitarte esa ropa mojada, así te puedes duchar—dijo con dulzura. —No voy a hacerte daño. Nunca voy a hacerte daño.
Se sintió honrado por la confianza que brillaba en sus ojos. No era algo que él diera fácilmente, lo sabía. ¿Cómo lo sabía? No tenía ni idea, pero no quería parar y analizar la situación, o entrar en un discurso sobre la forma en que nunca antes en su vida se había lanzado de cabeza a algo como esto. Se sentía bien. Como si se tratara de su compañero que había esperado toda una vida para encontrar.
Le desabrochó los pantalones y comenzó a tirar de ellos por sus piernas. Su pequeña ropa interior quedó a la vista. Sólo un poco menos húmeda que sus pantalones vaqueros, el material se aferraba sus piernas, y podía ver el contorno de su erección.
Cuando la mezclilla estuvo libre de sus piernas, tiró los pantalones vaqueros a un lado y alargó la mano. Se detuvo sólo un momento, antes de colocar su mano con confianza en la de él. Tiró de él, lo puso ante sus pies y se agachó para jalar el dobladillo de su camisa. Tiró el material que se aferraba a él.
—Levanta los brazos—murmuró. Así lo hizo, y tiró de la camisa hacia arriba hasta que rodó sobre su cabeza. Su pecho quedó al descubierto y se lo quedó mirando. Lo miró nerviosamente y trató de cubrirse con las manos. Se inclinó delante de él y apartó sus manos.
—No te escondas, Hina-chan. No de mí. Eres hermoso.
Se acercó y lo besó. Un murmullo de excitación se agitó en sus venas, desperdigándose en una carrera caliente que inundó su cuerpo. Su polla estaba endurecida y tensa contra sus jeans.
—Entra en el baño—dijo, tomándolo de la mano.
Hinata siguió detrás de él, y cuando entró en el cuarto de baño, había niebla por el vapor saliendo de la ducha. Rápidamente, se sacó sus pantalones y camisa, y con una rápida mirada en su dirección, evaluando su reacción, se deslizó hacia abajo la ropa interior y cayó por sus piernas en un charco a sus pies.
Su mirada parecía congelada en su entrepierna. Hinata extendió su mano como si quisiera tocarlo, pero se alejó y apretó los dedos en un puño apretado.
Se puso de pie delante de él, sus ojos marrones brillaban con una expresión casi de miedo, nostalgia... incertidumbre. Ushijima lo cogió en sus brazos y abrió con el codo la cabina de la ducha de gran tamaño.
El chorro caliente los golpeó a los dos, y Hinata dejó escapar un sonido de pura apreciación. Su cuerpo se calentó bajo el agua y algo de color volvió a sus mejillas. Ushijima no perdió mucho tiempo. Tomó el jabón, hizo espuma y comenzó a frotar su cuerpo. Lo hizo sobre todo para relajar los músculos tensos y darle tiempo para adaptarse a la situación. Lo último que quería era ir demasiado rápido o asustarlo.
Cuando lo apartó de él para enjuagarlo, lo besó en la curva de su cuello y vio como pequeñas protuberancias de piel de gallina corrían por su brazo.
— ¿Estás suficientemente caliente ahora—preguntó.
Hinata asintió, y él cerró el agua, dejando a los dos goteando. Salió de la ducha y le secó la humedad del cuerpo con una toalla. Incapaz de resistir, siguió el camino de la toalla en su piel, con la boca. Besó cada nueva zona seca, y un suave suspiro se le escapó cuando chupó su pezón en su boca.
Él era tan dulce como lucía, y no podía esperar a probar aún más de su cuerpo delicioso. Dejó caer la toalla y lo alzó en sus brazos. Volvió al dormitorio y lo llevó hasta la cama, donde lo dejó. Se quedó por un momento, disfrutando de la visión de él acostado en su cama, su húmedo cabello naranja, estaba extendido sobre su almohada.
—Ámame—susurró.
Con un gruñido, bajó su cuerpo al de él. El contacto de su piel en la suya, envió olas de deseo tronando a través de su sangre. Hinata era tan suave, un perfecto contraste con su dureza. Encajaba perfectamente, fusionándose a su cuerpo como si fuera la pieza que faltaba de él.
Su otra mitad. Su compañero.
Se sostuvo se sobre los codos para no aplastarlo. Miró hacia abajo, hacia sus ojos y bajó sus labios para besarlo, saboreándolo. Se tragó su dulce suspiro de rendición y eso enardeció su sangre como nunca nada lo había hecho. Se trasladó por su cuerpo, y Hinata se arqueó en su beso cuando le rozó los labios sobre sus pezones. Ushijima lamió una punta turgente y luego la otra. Lamió un círculo perezoso alrededor de la fruncida carne, luego lo absorbió con la boca y trabajó rítmicamente con su lengua. Luego condujo la lengua por su línea media, hasta la hendidura de su ombligo y, finalmente entre sus piernas. Besó a punto justo por encima del pene, y Hinata se estremeció en reacción.
Agarró un bote de lubricante, sus dedos se fueron a su parte trasera y los introdujo. Hinata gimió cuando él encontró su punto de placer. Separó con los otros dedos en tijera para dilatarlo. Cuando Ushijima lo había abierto a su satisfacción, inclinó el cuello y puso su boca sobre su erección, empezando a chuparla.
— ¡Ushijima-san!
Gruñó con satisfacción cuando su nombre salió de sus labios. Él quería que Hinata supiera exactamente quién lo tomaba, quién lo estaba haciendo suyo. El bajó más, explorando todos los rincones. Giró sobre su apertura, se arremolinó a su alrededor y luego hundió su boca y lengua.
Hinata se resistió y se retorció debajo de él, así que sostuvo sus caderas, inmovilizándolo en su lugar mientras continuaba su perezosa exploración. Ligeras succiones, pequeñas lamidas y besos. Ushijima le rozó el más abajo con los dientes y lo sintió estremecerse de placer. Con infinita dulzura, deslizó un dedo dentro de su pequeña abertura, probando su humedad, para ver si ya estaba listo para él. Añadió otro dedo, extendiéndolo ligeramente. Dejó escapar un sonido entrecortado "oh", cuando pasó los dedos por las paredes de su ano.
—Por favor, Ushijima-san—rogó. —No me hagas esperar más.
Se levantó sobre sus rodillas y puso sus piernas enganchadas en sus brazos, extendiéndolo bien amplio para él. Se estableció entre sus muslos y puso de lado una de sus piernas, lo suficiente para posicionarse entre sus entrada. Frotó su pene arriba y abajo, cubriéndose a sí mismo con su humedad. Luego se introdujo en su apertura, haciendo una pausa mientras empujaba en su interior unas pulgadas. Soltó sus piernas y se inclinó sobre él, presionando más y se inclinó para besarlo. Se estiró para dar cabida a su longitud, y se detuvo frente a él, completamente enterrado dentro de su apretado canal.
Sus besos suaves llenaron la noche. Apretó la frente a la suya cuando arqueó las caderas, se retiró y embistió hacia adelante de nuevo. Puso un ritmo lento, sensual, destinado a volverlos locos a ambos. Hinata envolvió sus brazos alrededor de él y lo sujetó más cerca. Se derritió contra él, amando la sensación de que se envolvía tan sólidamente a su alrededor. Le daba una sensación de paz que no había sentido en muchos años. Se enterró en Hinata una y otra vez, cada embestida era como un bálsamo para su alma.
Él era suyo. Era inexplicable, pero era un chico omega que apareció en la lluvia destinado a ser suyo. Ushijima no iba a contemplar cualquier otra alternativa. Hinata lo besó, tomando la iniciativa por primera vez y él lo dejó, entregándose a sí mismo a sus caricias tentativas.
Hinata puso una mano en su mejilla y le dio un beso profundo, rodando su lengua suavemente sobre él. Su otra mano agarró su hombro, flexionando los dedos en el músculo. Lo sintió temblar alrededor de su pene, pequeños espasmos que se hicieron más fuertes cuando Hinata convulsionó. Sus muslos se estremecieron y sus piernas se apretaron alrededor de su cintura. Hinata estaba cerca, y estaba decidido a llevarlo allí.
Se retiró y se hundió profundamente. Sin detenerse, se retiró y se hundió otra vez. Dejó escapar un grito agónico cuando todo su cuerpo se tensó como un arco. Una oleada de calor líquido inundó su polla, y Ushijima ya no pudo controlar su propio orgasmo. Se unieron en una explosión de calor y pasión. Él lo abrazó, se envolvió a sí mismo alrededor de Hinata, protegiéndolo de todo el mundo exterior y de él, por la ansiedad de marcarlo como su compañero.
Hinata gimió suavemente mientras lo besaba. Se estremeció en su contra cuando se derramó en sus profundidades. Sintió su liberación hasta los dedos de los pies. Nunca había sentido un orgasmo tan fuerte, tan increíblemente sensacional. Tan correcto. Él yació allí hasta recuperar el aliento, luego rodó con él en sus brazos, acomodando su cabeza en el hueco de su brazo.
—Duerme, cariño—susurró. —Nada puede hacerte daño aquí. —Se dejó ir cuando Hinata se acurrucó profundamente en sus brazos.
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Muchas horas después, se despertó, aturdido cuando la luz del sol le golpeó de lleno en la cara.
La cama se sentía extrañamente fría, y miró hacia un lado para ver que Hinata ya no estaba en su cama. Sintió un pánico helado meterse en su corazón.
Ushijima lo sabía. Sabía, incluso antes de que se levantara para registrar la casa. Sabía sin duda, que se había ido.
Chapter 3: Oportunidad para ser feliz.
Summary:
❝Volví porque esa noche supe que eras mi destinado.❞
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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Ushijima se sentó en la barra como lo había hecho cada noche, durante los últimos tres meses.
Su comportamiento rayaba en lo patético, pero desde que Hinata había desaparecido, había albergado la secreta esperanza de que él iba a volver. Lo había buscado, utilizó todos los recursos a su disposición, pero no había encontrado nada sobre él. Y ahora, aquí estaba él, y por primera vez, comenzó a perder la esperanza. Era engañarse a sí mismo si pensaba que alguna vez iba a volver. Pasó un billete de diez a Satori y se bajó del taburete de la barra, listo para volver a casa.
Estaba a medio camino a través de la habitación cuando la puerta del bar se abrió y entró un chico con pantalones de mezclilla, zapatillas raídas y una camiseta desgastada. Su pelo naranja estaba revuelto. Aun así, nunca había visto un espectáculo tan hermoso en su vida. Hinata.
Su mirada cautelosa se conectó con la suya, y luego miró hacia abajo, su expresión era triste. Aun cuando la ira zumbaba en sus venas, un dulce alivio se vertió sobre él como jarabe de arce. Hinata. Su Hinata estaba de vuelta. Se acercó a él, y sin decir una palabra, lo tomó en sus brazos.
—Gracias Dios—murmuró.
Antes de que pudiera decir una palabra, se lo llevó fuera del bar, a su auto. Ushijima lo quería en su casa. Con él. En sus brazos y no iba a dejarlo ir de nuevo. Le tomó la mano durante el viaje. Quería hablar con él. Quería preguntarle dónde había ido, dónde había estado, pero su garganta estaba demasiado estrecha. Tendrían mucho tiempo para hablar más tarde.
Cuando llegó a su casa, saltó y caminó alrededor del auto para levantarlo de su asiento. Lo llevó dentro y nunca se detuvo hasta que llegó al dormitorio.
Lo dejó caer sobre el colchón y rápidamente les quitó a ambos toda la ropa. Se unieron en un enfrentamiento tumultuoso. Caliente. Sin aliento. Con pasión sin límites. Y no se detuvo allí. Él le hizo el amor toda la noche, llevándolo de un orgasmo al otro. Era insaciable.
Todas las noches que había pasado soñando con él se habían reducido a esto. Lo amó una y otra vez, haciéndolo suyo una vez más y por fin marcándolo. Por último, en horas de la madrugada, se quedó dormido.
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Cuando despertó sólo unas horas más tarde y sintió el espacio vacío a su lado, su corazón dio un vuelco hasta sus pies. Salió de la cama y corrió por la casa.
Sus rodillas casi se doblaron cuando lo encontró en la cocina, mirando por la ventana, con un vaso de jugo de naranja en la mano. Tenía que controlarse antes de que pudiera incluso caminar los pocos pasos que lo separaban de Hinata. Dios todopoderoso, había pensado que lo había perdido de nuevo.
Puso sus brazos alrededor de él y le acarició el cuello. Hinata suspiró y se apoyó más en él.
—Pensé que te habías ido de nuevo—dijo con voz ronca.
Hinata suspiró.
—Hay algo que tengo que decirte, Ushijima-san.
Se puso tenso y esperó con temor a que hablara.
—Estoy casado—dijo en voz baja. —O por lo menos lo estaba.
Sus brazos se apretaron a su alrededor.
— ¿Estabas?
—Yo todavía estaba casado la primera noche. La noche que nos conocimos.
— ¿Y no estás ahora? —Le preguntó, incapaz de ordenar sus pensamientos entre todo el conflicto de emociones. No jodía con las mujeres u hombres casados. Nunca.
—No—dijo en voz baja. —Es por eso que me fui. Tuve que arreglar las cosas.
Él le dio la vuelta para que pudiera mirarlo de frente.
—Hazme entender, cariño. Apareciste esa noche luciendo herida y solo. ¿Tu esposo...? —Tenía que detenerse y tranquilizarse antes de continuar, porque su línea de pensamiento iba hacia la construcción de una furia asesina, provocando que sus ojos cambiaran. — ¿Te lastimó? ¿Estabas escapando de él?
Hinata cerró los ojos por un momento.
—Fui forzado a un matrimonio que no quería. Pero no, no abusó de mí, si eso es lo que estás preguntando. No físicamente.
—Pero te hizo daño—dijo Ushijima severamente.
—Sí, me hizo daño.
— ¿Qué hizo él, Hina-chan?
Hinata miró hacia otro lado y luego a él.
—Él hizo un acuerdo con mi padre. Es muy rico. Me refiero a mi padre. Bueno, también lo es Ka...Kageyama.
— ¿Kageyama era tu marido?
Hinata asintió con la cabeza.
—Kageyama Era un alfa que quería un omega trofeo. Alguien bien versada en el arte de la alta sociedad. Yo encajaba con el perfil. Kageyama quería buenas conexiones. Yo no quería casarme con él, quería hacerlo con mi destinado. Pero mi padre no me dio a elegir, él no creía en esa cosa de los destinados y era demasiado débil para hacer frente a cualquiera de ellos. Yo quería su aprobación.
— ¿De tu padre?
—Sí—dijo dolorosamente. —Pensé... pensé que si yo hacía esto, podría construir una vida feliz y, finalmente, hacer que papá estuviera orgulloso de mí. Pero no agradé a Kageyama. Él quería un bebé y yo no podía concebir. Se puso furioso y me llamó su miserable fracaso. Cuando fui a papá para pedirle ayuda para salir de ese matrimonio, lo llamó y le dijo que hiciera un mejor trabajo en controlar a su esposo.
—Así que escapaste —Afirmó Ushijima.
Hinata se estremeció.
—Esa última noche, pensé que en realidad podría ponerse violento. Me refiero a que él nunca había dado a entender que podría hacerme daño físicamente, pero la última noche que estuvimos juntos, yo tenía mucho miedo. Al día siguiente fui a ver a un abogado y presentó una demanda de divorcio, y luego me fui. Sabía que si me quedaba, nunca conseguiría mi divorcio y que él y papá harían que mi vida fuera un infierno. Que se pondría furioso por el escándalo.
—Por lo que terminaste aquí—dijo Ushijima. —Conmigo.
—Contigo—él acordó.
— ¿Y que fui? —Desafió. — ¿Un polvo rápido para aliviar tu dolor?
Hinata hizo una mueca.
—No... Ushijima-san, hay otra cosa que tengo que decirte.
Él inclinó la cabeza, intrigado por la preocupación que vio en sus ojos. No podría ser mucho peor que lo de estar casado ¿verdad? Hinata puso una mano protectora sobre su estómago y se tambaleó un poco. Estiró la mano para sostenerla.
—Estoy en cinta—dijo con voz temblorosa.
—Pero tú dijiste... dijiste... —Ni siquiera pudo terminar.
—No es su bebé—dijo en voz baja. Lo miró a los ojos. —No creo que él pueda tener hijos. O tal vez simplemente nunca me quedé embarazado. No he tenido relaciones sexuales con él en más de seis meses, ya desde antes de irme. Ushijima-san, el bebé es tuyo.
Abrió la boca y luego la cerró de nuevo. Puso su mano sobre él, luego. Hinata se puso de lado para que pudiera tocar su vientre, todavía plano por debajo de su camisa.
— ¿Es mío? —Dijo con asombro.
Hinata se acercó y tocó la mejilla.
—Ushijima-san, me fui porque sabía que no podía quedarme y traer tantos problemas a tu puerta. Tuve que volver atrás y enfrentar a Kageyama y a mi padre, rehacer mi vida y finalizar las cosas de forma permanente. Yo iba a volver. El bebé no tiene nada que ver con esto.
— ¿Y por qué ibas a volver, Hina-chan? —Le susurró mientras giraba la cara dentro de la palma de su mano.
Parecía asustado, inseguro, como si estuviera tomando la mayor oportunidad de su vida.
—Volví porque esa noche supe que eras mi destinado. Quería ver si había una oportunidad para nosotros, pero sabía que no era justo volver a ti hasta que fuera libre.
Su corazón estuvo malditamente cerca de saltársele del pecho. Con un gemido, lo apretó con fuerza en sus brazos.
—También supe que era mi pareja destinada, Hina-chan mío. —Deslizó la mano de nuevo a su vientre y lo cubrió con amor. —Yo me ocuparé de ti y de nuestro bebé. Te lo juro. Si confías en mí, cariño, te juro que nunca te defraudaré.
Su sonrisa iluminó toda la habitación, y sintió el calor, la alegría, recorrer todo el camino hasta su alma.
— ¿Eres libre? ¿Realmente libre?
Hinata asintió con la cabeza.
—Bueno. No quiero esperar ni un minuto más para hacerte mío. ¿Vas a tomar esta oportunidad para ser feliz conmigo?
Hinata sonrió y se alzó de puntillas para besarlo.
—Sí, Ushijima-san. Quiero pasar el resto de mi vida, contigo.
Ushijima la tomó en sus brazos y lo hizo girar a su alrededor hasta que su risa llenó la casa y su corazón.
—Vamos a hacer una gran familia, mi amor. Me aseguraré de ello.
Notes:
Espero que es haya gustado ♡
By: Aoba.
Amathyst (Guest) on Chapter 1 Wed 30 Nov 2022 04:54PM UTC
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Exist_Ax on Chapter 3 Sat 23 Jul 2022 12:48PM UTC
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