Chapter Text
La noche se apaga ante mí.
Los focos se tragan su propia luz, dejando el mundo entre la penumbra y la expectación después del último riff; el último suspiro en la sílaba desgarrada que repito, noche tras noche, como un mantra mascado que va perdiendo sentido a medida que se esparce fuera de mí. El último ruido que produzco en mi diminuto fragmento de protagonismo antes de que el mundo me engulla de nuevo.
El silencio. Ese pequeño inciso entre la gloria efímera y la realidad tangible en el que me quedaría por siempre. Pero entonces las manos se sacuden. Me vitorean, a mí y a les demás.
Odio este ruido. Lo valoro, pero no lo soporto. Lo aguanto porque entiendo que es la manera en que la humanidad necesita expresarse. Aplausos, gritos. Todo aquello que hace vibrar y recordarnos que seguimos vives. Al menos, al resto.
Me llamo Kenma, aunque preferiría no tener nombre. Respiro, pero a veces me cuesta reconocer mi propia voz. Siento las púas de mi Fender como parte de mi cuerpo porque es el único modo en que hablo realmente. En modo en el que mis palabras de nube gris son capaces de salir más allá de mis pulmones y mi tráquea cuando se marean demasiado como para saberse verbo.
Esta es la historia de cómo me enamoré del sol. De un sol intocable e inalcanzable. Un sol hermoso, capaz de hacer creer a alguien como yo que existían más caminos de los que mi cansada mente podía imaginar entre futuros bifurcados en la recreación monótona. No encontraréis películas perfectas en ella. Tampoco citas de ensueño o enamoramiento paulatino por ambas partes. Ni siquiera un final feliz.
Pero es mi historia, y os invito a conocerla.