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Yo te protegeré.

Summary:

Henry Hart, un adolescente huérfano a temprana edad y con múltiples experiencias que han marcado su vida, es rescatado por el Capitán Man quien se ofrece a cuidarlo y protegerlo llevándolo con él a su guarida secreta.

Lo que no esperaba el gran superhéroe de Swellview es que terminara enamorándose del chico rubio. Henry nunca experimento muestras de amor, para él, solo existían en los cuentos de hadas. Ray está dispuesto a enseñarle y demostrarle a Henry lo que es ser amado de verdad.

Pero no todo puede ser de color rosa, los demonios de Henry hacen presencia, torturándolo una vez más. Ganzel Richie, millonario y empresario considerado el mafioso más poderoso de la ciudad, ha sido la pesadilla de Henry por años y una vez más vuelve para torturarlo.

La vida de Henry y Ray ya no será la misma después de los eventos ocurridos.

¿Se puede vivir así después de todo?

Chapter Text

Las alarmas en la capicueva sonaban tan estridentes que podía incluso escucharse desde la lejanía, incluso arriba en basura y más. O eso creía Ray, mientras se equipaba con un par de armas en su cinturón, luego de soplar una goma y transformarse en capitán man. Metió dos armas y un aturdidor, sus oídos palpitaban de dolor ante el sonido sin cesar de las alarmas, era extraño, pues, no siempre solían sonar de esa forma, con tanta fuerza, con urgencia, como si la persona que necesitara ayuda, estaba luchando contra su vida. Ray, ya en su instinto de héroe, se apuró en arreglarse y correr hacia los monitores, sabiendo que alguien necesitaba ser salvado. Siempre estaba listo para el crimen, pero en esta ocasión, sentía que debía estar el doble de listo.

—¿Cuál es la situación, Charlotte? —pregunto el superhéroe esperando las indicaciones de la joven.

—Unos delincuentes se encuentran en lo que parece una casa abandonada y según las autoridades, poseen drogas y armas para venderlas ilegalmente —leyó la joven morena desde los monitores.

Charlotte era una de las personas que trabajaban para el capitán, ella lo ayudaba con las misiones dándole información sobre estas y buscando alternativas para resolver los casos, era como su mano derecha. Ray estaba agradecido de tenerla, pues, la joven era muy inteligente.

—Bien, mándame la dirección del lugar y llama a los policías —ordeno el capitán mientras se dirigía hacia el tubo para luego ser succionado por uno de ellos.

Mientras conducía, manteniendo la vista en la carretera, mirando de reojo las coordenadas que Charlotte le había mandado, sentía una leve opresión en su pecho, como si no quisiera llegar al lugar donde se cometía un crimen, pero en el fondo sabía que tenía que hacerlo, era su trabajo salvar a cualquier persona de esta ciudad. Más rápido de lo que pensó, llego a una casa abandonada casi en ruinas, se estacionó algo lejos para no llamar la atención y lentamente se acercó al lugar, saco una de sus armas y se dirigió hacia la puerta.

—Charlotte, ya estoy aquí, ¿me escuchas?— presiono el botón del comunicador que tenía en el oído, el cual daba contacto directo con la capicueva.

—Sí, te escucho fuerte y claro —respondió la morena —Ya les avisé a la policía, van en camino.

—Perfecto — Capitán man dejo de hablar para poder entrar en la casa, sigilosamente abrió la puerta, quejándose en voz baja cuando la puerta vieja y de madera sonó por todo el lugar. Sin esperar más, entro, a pasos lentos y suaves, sintiendo el crujir de sus pisadas contra el suelo, también de madera y también viejo. Ray miraba a todos lados, notando que la casa estaba a punto de caerse en ruinas. Una pequeña cantidad de polvo cayó en su hombro, alzo su cabeza hacia el techo, viendo deterioros en ella. Dio un paso adelante, apretó el arma con fuerza y siguió caminando —¿Notas algún signo de presencia por aquí? —susurro, sabiendo bien que Charlotte estaría escuchando desde el comunicador.

—Según las ondas de calor, dos personas se encuentran en el lugar. Ten cuidado, podrían estar armados.

Ray quiso bufar ante esto, es capitán man, nada puede hacerle daño. Sin embargo, se abstuvo de eso y con leve murmureo en afirmación, siguió caminando, revisando cada rincón de lugar. Paso por diferentes habitaciones sin encontrar nada, solo ropa sucia y mucha basura. Seguía buscando en completo silencio por el amplio pasillo, hasta que escucho algo de movimiento por las escaleras, se movió sigilosamente y comenzó a subir, tratando de no tropezarse y caer debido a los escalones todos rotos. Mientras subía podía escuchar voces, voces masculinas se escuchaban con fuerza ante cada paso que daba. Lentamente y con el arma en alto, llego al segundo piso de la demacrada casa. Apuntando al frente comenzó a moverse, deteniéndose cuando escucho las voces casi a su lado. Se detuvo al lado de la puerta dónde provenía el sonido, se escondió para escuchar lo que decían, sin embargo, nunca bajo su arma.

—¡Vamos hombre! Capitán Man estará aquí en cualquier momento, tenemos que irnos —expreso con desespero, uno de los que se encontraban en el lugar.

—¿Y qué se supone que haremos con esta cosa? —esta voz se escuchó con algo de desprecio. Ray decidió asomarse un poco, mirando de reojo; ambos hombres estaban de espaldas y discutían. Ray no pudo ver mucho más que eso.

—Solo déjalo, ya no sirve para nada, le dimos el uso suficiente —luego una risita desagradable se dejó escuchar, seguida de otra. Ray frunció el ceño, pero se abstuvo de entrar. Cuando miro de reojo a los dos hombres darse la vuelta, entro con fuerza a la habitación, apuntando y disparándoles a ambos hombres. Lo último que Ray vio fue sus ojos llenos de terror antes de quedar inconscientes. Mirándolos con enojo, Ray llevo su mano hacia el comunicador de su oído y le informo a Charlotte que ya tenía a los criminales. Al escuchar una respuesta afirmativa de la morena, alzo su mirada, quedándose en seco cuando se percató de otra presencia, algo que no esperaba ver.

—Dios... —con su corazón, palpitando con frenesí, corrió hacia el interior de la habitación.

En un rincón, se encontraba un niño, probablemente, un adolescente, inconsciente y atado a lo que parecía una cama destrozada. Ray se acercó rápidamente y se inclinó un poco hasta estar a la altura del joven. Con sumo cuidado tomo la cara del jovial chico, examinándolo lo más que podía.

—Ray, ¿qué sucede? —pregunto Charlotte dándose cuente del repentino cambio en la respiración del capitán. Ahora estaba acelerada, al igual que su corazón.

—Llama a los paramédicos, tenía un rehén; necesita atención médica —informo el capitán, casi ordenando y demandándole a la joven que trajera a los paramédicos. Mientras exigía a la asistencia médica, miraba al joven con preocupación.

—Estoy en eso —fue la simple respuesta de Charlotte.

Ray se quedó unos minutos observando al muchacho, este se encontraba todo sucio y llevaba solo una prenda encima que lo cubría hasta las rodillas, el castaño sintió dolor y rabia, no quería imaginar las cosas horribles por las cuales había pasado este chico. Unos momentos después, de mirar al joven y asegurarse que no tuviera heridas de gravedad, decidido sacarlo de esa horrible habitación. No iba a esperar a los paramédicos. Tomo una sábana que se encontraba en la cama y lo cubrió, luego con mucho cuidado, lo cargo y lo saco de esa habitación. Pasó por encima de los criminales todavía inconscientes y se aseguró de patearlos y pisarlos, descargando su ira que crecía cada vez que veía al pobre chico en sus brazos. Quería hacerles más daños a esos delincuentes, pero no tenía tiempo, su prioridad ahora era asegurarse de que el joven en sus brazos estuviera a salvo y recibiera la atención médica que necesita. Ya afuera, se encontraba la policía asegurando el lugar y los paramédicos, quienes iban entrando a la casa, pero cuando vieron al capitán salir con la víctima, se detuvieron y esperaron. Ray se acercó rápidamente a la camilla y con cuidado, deposito al joven.

—Lo encontre en una habitación completamente inconsciente. Por favor, asegúrense de que esté bien —no sabía por qué estaba pidiendo con suma exigencia que se hicieran cargo de una víctima, había tenido muchas como esta, lamentablemente no es la primera vez que encuentra con jóvenes en malos estados. Esta ciudad está llena de criminales. Pero por alguna extraña razón, este chico le importaba, incluso, le preocupaba.

Uno de los paramédicos, una mujer, asintió ante su orden, sonriéndole suavemente, otra se encargaba de examinar al joven. Ray, mientras tanto, se quedó observando atentamente al joven rubio, acostando en la camilla. Lo contemplaba pensando que así podía ayudarlo a sanar.

No supo cuánto tiempo paso hasta que escucho que alguien lo llamaba. Aparto su mirada del joven y miro a la paramédica que anteriormente le había sonreído. La miro sin decir nada, esperando a que esta hablara.

—Debemos llevarnos al chico, ¿podría?...

Ray la miro con el ceño fruncido, sin entender a qué se refería. La paramédica, con su semblante angelical y sin dejar de sonreír de forma suave, hizo un gesto con su mano, haciéndole entender que debía soltar la mano del chico. Solo así Ray se dio cuenta de que estuvo los últimos minutos, sosteniendo la mano del joven. Ignorando el sonrojo que crecía por sus mejillas, murmuro una disculpa y soltó la mano del joven, sintiendo un sentimiento de pérdida cuando miro su mano cubierta por su guante, ahora vacía. Fue extraña la pesadez que sintió en su interior, justo en su corazón. Se quedó mirando unos minutos como la ambulancia se iba, cuando sintió una presencia a su lado, miro de reojo, dándose cuenta de que era uno de los tantos oficiales que se encontraban custodiando el lugar.

—¿Un rehén? —pregunto, mirando también hacia la carretera donde la ambulancia se perdía de vista.

—Si —murmuro el capitán, su voz salió algo ronca, entrecortada. No sabía qué le estaba pasando, pero no podía despegar la mirada incluso cuando la ambulancia ya estaba a kilómetros de distancia. Pudo escuchar una queja de molestia por parte del oficial. Un leve "demonios" lleno de ira. Ray no lo culpo por maldecir, se sentía igual.

—Revisaremos el lugar para verificar que no estén otras personas —informo el oficial — ¿se queda con nosotros, capitán?

Ray asintió, quería ayudar, al mismo tempo quería prenderle fuego a todo el lugar con los criminales adentro, para que el fuego los consumiera y sintieran el verdadero dolor. El oficial podía entender su malestar, le dio unas palmaditas en su hombro antes de retirarse, comenzando a dar órdenes a lo demás. Ray dejo escapar un suspiro en cuanto se vio solo, después se dio la vuelta, topándose con lo criminales que había atrapado saliendo de la casa ya consientes, pero esposados, el castaño no pudo evitar enojarse mientras veía como eran llevados a la patrulla, nada deseaba más que ir a dejarle unos cuantos golpes a ambos hasta que sangraran y pidieran piedad, pero se contuvo y decidió quedarse y ayudar a los oficiales.


Después de un par de horas, encontraron todas las drogas y armas que los criminales poseían y por suerte, no encontraron más rehenes, para alivio de Ray; sin embargo, no podía dejar de pensar en el joven que había rescatado, esperaba que estuviera bien.

Se dirigía a su camioneta luego de despedirse de los oficiales, cuando recibió una llamada, era de la línea directa del capitán man, suspiro, estaba cansado, quería llegar a la cueva y dormir un poco, pero algo le decía que debía contestar; así que sin más, atendió la llamada.

—Línea del capitán man. ¿En qué puedo ayudarle?. —expreso mientras entraba en la camioneta, listo para mandar la emergencia a la estación de policía.

—Hola, capitán man —la voz de una joven se escuchó en la otra línea —Lo llamo del hospital Mercy, soy Leyla, estoy atendiendo a un joven que usted salvo hace un par de horas. Ray inmediatamente se puso alerta. Sentándose de forma recta en su asiento y apretando su teléfono con fuerza.

—¿Está todo bien?... ¿Sucedió algo con el chico? — pregunto lentamente, sintiendo a su corazón comenzar a latir con miedo, internamente rogaba que nada malo hubiera pasado.

—Todo está bien —la enfermera, Leyla, se apresuró en responder. —El chico está bien, ya despertó, tiene algunas heridas, pero no son tan graves.

Ray suspiro alivio, le tranquilizaba saber que el chico había despertado, sin embargo, sentía una leve preocupación al saber que había resultado herido.

—Sin embargo... —la enfermera dejo sus palabras al aire, como si temería seguir hablando. Ray frunció el ceño, algo confundido y preocupado.

—Si sucede algo con el chico, puede decírmelo —expreso, tratando de ser lo más cordial que podía. Escucho un suspiro y luego la voz de la joven sobre su oído.

—El chico despertó, pero no ha querido hablar con nadie y aunque pudimos curarlo mientras estaba inconsciente, necesitamos hacerle unos exámenes y no deja que nadie se le acerque... ni siquiera sabemos su nombre y se me ocurrió que tal vez usted podría venir y ayudar... sé que no es la clase de trabajo que hace, pero-

—Iré enseguida —Interrumpió a la enfermera, sorprendiéndose un poco. No sabía por qué estaba actuando así, sin embargo, no se detuvo a pensar mucho en su comportamiento; solo quería ayudar a este chico, eso era todo. —Estaré allí en unos minutos.

—Muchas gracias, capitán man —exclamo la joven ahora sonando más entusiasmada que cuando inicio la llamada. Hablaron por unos segundos más antes de que terminaran la llamada, un segundo después, Ray encendía el auto y se ponía en marcha al hospital.

Al llegar al hospital, se sintió algo extraño, nunca venía al menos que fuera para algún evento de caridad, pero esta vez no era así. Entro al edificio y todas las miradas se posaron sobre él, algunas de admiración, otras extrañadas. Algo incómodo, empezó a caminar por el pasillo, regalándole una que otra sonrisa a las personas que se le cruzaban. Camino hacia la recepción, no sabiendo a donde más ir. Iba a preguntar por una enfermera llamada Leyla, cuando una chica, de contextura baja y cabello castaño, se acercó, alzando su mano a modo de saludo.

— Es un gusto conocerlo, Capitán. Soy Leyla —la joven estiro su mano frente al capitán. Ray le sonrió de forma educada y correspondió su gesto, él, por supuesto, no tenía que presentarse.

— ¿Dónde está el chico? —pregunto, luego de los saludos cordiales.

—Está por aquí, sígame —le hizo un gesto con su mano ante de comenzar a caminar delante del capitán. Ray la siguió.

En silencio llegaron a la sala de emergencias. Pasaron por un par de camillas, algunas llenas, otras desocupadas. Se detuvieron casi al final, en esta camilla, se encontraba el joven de cabellos rubios, sentado y mirando a su alrededor con miedo. Ray se detuvo al verlo, sorprendiéndose al ver sus ojos abiertos.

—Oye —hablo la joven con una voz dulce hacia el chico, llamando su atención. Los ojos del chico se enfocaron en ella, Leyla se sonrió —Te traje a alguien —se hizo a un lado para que el chico pudiera ver al capitán man. El rubio paso de tener la vista en la enfermera al mirar al capitán, sus ojos reflejaba miedo, como si hubiera visto los peores horrores de mundo. Ray no pudo evitar tragar saliva cuando esos ojos cafés lo miraban con sumo miedo, casi sin parpadear, como si estuviera leyendo, determinando si era o no una amenaza. Ray alejo esos pensamientos y se concentró en hacer su trabajo, lentamente dio un paso y saludo al chico.

—Hola —saludo, su mano rozo la camilla, pero no fue lo suficiente para tocar las piernas del joven cubiertas por una sábana blanca. El chico seguía mirándolo de forma atenta, sin hacer ningún movimiento. Ray no pudo evitar sentirse algo incómodo.

—El capitán man te rescató de ese lugar feo en el que estabas, —intervino Leyla, al ver que sus intentos por hacer que el chico hablara, no avanzaban — y quiere saber cómo estás, ¿no te gustaría hablar con él? —pregunto esperanzada, esperando que su plan funcionara. Capitán man es un héroe, todos se sienten seguros con él, esperaba que con eso, el chico se relajara y por fin hablara un poco.

Pasaron unos minutos en silencio y el chico seguía sin decir nada, simplemente se había quedado observando al capitán man. Ray cada vez más se sentía incómodo, la mirada del rubio era bastante inquietante, Ray podía sentir como si le estuviera examinando el alma, descubriendo sus más oscuros secretos. Leyla se desanimó un poco al ver que nada pasaba, pero no se iba a rendir. Iba a intervenir de nuevo cuando su comunicador comenzó a sonar; alguien más solicitaba su presencia, dejando escapar un suspiro, se acercó al capitán y los alejo un poco del lugar.

—Tengo otros pacientes que atender. ¿Podría quedarse unos minutos a solas con el mientras no estoy? —pregunto, casi suplicándole al capitán que dijera que sí. Ray iba a morir si lo dejaba solo con el chico, pero viendo que la muchacha tenía trabajo que hacer, no pudo decirle que no.

—Gracias —Leyla exclamo con alegría, para después acercarse de nuevo a la camilla donde el rubio seguía en la misma posición, mirando todo con desconfianza. Sin embargo, alzo su mirada hacia la enfermera, Leyla le sonrió, ya le tenía cariño —Muy bien lindura, tengo que ir a ver a mis otros pacientes, pero el capitán man se quedara contigo y te hará compañía ¿está bien?. —sabiendo que no iba a recibir una respuesta, se dirigió al capitán man —presiona este botón si necesitas ayuda y vendré lo más rápido posible —indico un botón rojo pegado a la pared, justo al lado de la camilla. Sin más que agregar, Leyla se fue a atender a los demás pacientes, dejándolos solos.

El castaño soltó un suspiro en cuanto quedo solo con el rubio. Muy bien Ray, tú puedes. Mentalmente, se dio ánimos mientras a pasos lentos y casi nerviosos se acercaba a la camilla mentalmente dándose ánimos mientras se acercaba de nuevo a la camilla. Tomo una silla, la arrastro y se sentó al lado del joven, quien, atentamente, miraba todo lo que hacía, hubo un momento donde el rubio se apartó, casi ocultándose dentro de las sabanas; pensó que iba a lastimarlo y Ray no pudo editar sentir un pinchazo en su corazón, pensando en todo el daño que le hicieron al chico frente cómo para que una simple acción como lo fue sentarse frente a él, le causara temor. Trato de regalarle una sonrisa reconfortante, haciéndole entender que no iba a hacerle daño, nunca lo haría.

—Entonces —Ray comenzó a hablar en voz baja para no asustar al chico más de lo que ya estaba — la enfermera me dijo que no hablas mucho —guardo silencio unos segundos, esperando una respuesta. Al no ser así, decidió continuar — ¿Cuál es tu nombre? —decidió preguntar algo sencillo, pero al no obtener respuesta, se quedaba sin ideas. —¿Hablas español?— intento una vez más, quizás viene de otro país y por eso no habla, porque no los entiende. Sin embargo, ese pensamiento se fue de Ray en cuanto el rubio asintió de forma lenta, casi ni se notó, pero por suerte, Ray estaba lo suficientemente cerca para verlo. Ray suspiro, al menos sabía que le entendía. ¿por qué no le habrá dicho su nombre? ¿Habrá perdido la memoria?. Varias preguntas llegaban mientras pensaba en que más hacer, en que más decirle para ganar su confianza. Se quedó unos minutos en silencio, sin embargo, ese silencio se vio interrumpido cuando un enfermero, se acercó hacia ellos con una bandeja con lo que parecía ser comida.

—¡Capitán man! —exclamo con sorpresa el enfermero al notar la presencia del capitán, una presencia que era difícil de ignorar —¿Qué hace usted aquí? —pregunto lleno de curiosidad mientras colocaba la bandeja encima de un pequeño mesón de plástico.

—Una enfermera me llamó pidiendo mi ayuda —fue su simple respuesta mientras observaba al joven enfermero servir la comida frente al rubio, quien parecía mirarla con sumo recelo.

—Supongo que fue Leyla —dijo, sin siquiera cuestionarlo, luego dejo escapar una risita mientras negaba con su cabeza. —Está empeñada en hacer que este jovencito hable —miro al rubio y le regalo una cálida sonrisa —yo solo espero que quieras comer algo, te traje algo un poco mejor que la otra vez, espero que ahora si quieras comer, aunque sea un poco —murmuro de forma suave y tierna, solo para el chico mientras le sonreía con amabilidad.

Ray miraba la escena, observando la forma tan amable en que cuidaba al rubio, eso lo hizo preguntarse; si ellos no lograron hacer que hablara o comiera, ¿cómo iba a poder hacerlo él? Tenía ese pensamiento rodando sin cesar, pero se vio interrumpido cuando se percató que el enfermero le estaba hablando, rápidamente puso su atención en él.

—Espero que pueda ayudarme a mí con eso, Capitán — dijo el enfermero, y Ray simplemente asintió, sin saber que más decir.

Pronto el enfermero se retiró, asegurando que vendría más tarde. Ray volvió a asentir, despidiéndolo con ese gesto. Otra vez quedo a solas con el rubio, quien miraba la comida con una leve mueca. Ray también hacia la bandeja y comenzó a detallar lo que había en esta. La comida (según Ray) parecía ser un puré de papas con brócoli, de bebida había un jugo de manzana y una botella de agua.

—¿Sabes? —Ray comenzó a hablar, llamando la atención del rubio, quien alejo la mirada de la bandeja de comida para mirarlo a él. Ray le sonrió antes de seguir hablando —cuando era pequeño pensaba que el brócoli eran árboles bebés y lloraba cuando los comía porque pensaba que me estaba comiendo a los hijos de los árboles —se rio un poco. No pensó que su pequeña historia fuera a generar algo en el rubio, sin embargo, para su sorpresa, al segundo, escucho una pequeña risa baja provenir del rubio. Eso lo hizo sonreír y darle más confianza para acercarse al chico.

— Era un tonto cuando era niño, —confeso, haciendo reír más al rubio —y tengo más historias así de tontas que solo te contaré si decides comer un poco —sabía que lo estaba chantajeando, también sabía que el chico no era tan estúpido como para caer en eso. Sin embargo, de nuevo, se llevó una sorpresa. El joven rubio de ojos café dejo de reírse, pero mantenía una sonrisa mientras tomaba la bandeja y una cuchara, comenzando a comer. Al primer bocado, miro al capitán y asintió, queriendo decirle que continuara con sus historias. Ray sonrió ante esto y como hacia dicho, comenzó a contar varias historias de cuando era niño, algunas tuvo que inventarlas, no se acuerda mucho de su infancia, tampoco es algo que le haga feliz recordar, pero este momento no se trababa de él, se traba del rubio quien ahora comía con entusiasmos mientras reía y escuchaba los relatos del capitán. El rubio a veces lo miraba atentamente, curiosamente era en los cuentos donde Ray mentía, casi como si supiera qué estaba haciéndolo. Ray decidido no darle importancia y se concentró en lo feliz que se sentía porque, de alguna forma, estaba interactuando con el rubio.

El rubio terminó de comer tiempo después, justo en el momento que en que a Ray se le acababan las historias. Lo vio beberse todo el jugo de manzana y no pudo evitar sentirse orgulloso del chico al ver su plato vacío. Lo miro y le sonrió, lo que vino después, lo dejo atónito; el chico finalmente hablo.

—Gracias —murmuro, una voz suave, pero al mismo tiempo fuerte y varonil, se dejó escuchar —y me llamo Henry —sonrió tímidamente.

Ray no podía dejar de mirarlo con completo asombro. ¡Logro que el rubio hablara!, quería bailar de felicidad.

—Henry, —pronunció el nombre sintiendo una rara, pero bonita sensación cuando el nombre salió de su boca —es un placer saber tu nombre. —le devolvió la sonrisa.

Siguieron hablando un poco más después de eso. Ray ahora sabía que Henry tenía 18 años, le gustaba el color rojo, los dulces, la comida chatarra y que había quedado huérfano hace algunos años. Ray quiso indagar más en eso, pero cuando lo intento, Henry se puso tenso e incómodo, así que lo dejó pasar, (y eso que todavía no le preguntaba cómo había llegado a parar con los criminales que atrapó horas atrás). Estaban cómodamente hablando cuando escucharon un grito de asombro.

—¡Estás hablando! —exclamo Leyla llena de felicidad — ¡Y comiste! —miro la bandeja que ahora se encontraba completamente vacía. Henry sonrió de forma tímida, comenzando a jugar con el dobladillo de la sabana que lo cubría.

—Sí, yo... lamento las molestias que cause estas horas...

—Lindura no te disculpes por eso, es nuestro trabajo cuidar de ti y de todos los que están igual que tú. —Leyla le hablo de forma tierna, se atrevió a dejar una caricia en sus rubios cabellos y cuando vio que Henry no se apartó de su toque, le sonrió.

Ray soltó una pequeña risa, luego se fijó en el reloj que estaba en la pared, percatándose de la hora; ya era algo tarde y debía irse. Se sintió un poco triste, no quería despedirse aún de Henry, pero su trabajo ya estaba hecho.

—Bueno, —comenzó a hablar al mismo tiempo que se levantaba — ya es hora de irme... —miro de reojo a Henry, este lo miraba con tristeza y Ray casi se retracta de lo que dijo. Sin embargo, Leyla lo interrumpió.

—Sí, ya casi se acaban las horas de visitas y este chico debe descansar —Leyla miro a Henry le regalo una sonrisa de disculpa. Ella había notado la expresión de tristeza en el rostro del rubio, temía que volviera a encerrarse en sí mismo cuando el capitán se fuera —los dejaré para que se despidan —murmuro antes de retirarse para darles algo de privacidad.

Ray miro a Henry y le regalo una pequeña sonrisa, se sentó de nuevo por un segundo, dejo su mano caer en la camilla, casi rozando con la de Henry. —No estés triste, estas personas te cuidarán bien.

—Lo sé —Henry dejo escapar un suspiro, volviendo a esa actitud que tenía cuando llego; tímida y con miedo —pero sé que ahora querrán hacerme exámenes y—

—Qué te parece si hacemos esto —Ray lo interrumpió —Mañana, puedo volver a visitarte y si quieres, estaré contigo cuando te hagan los exámenes, ¿qué dices? - —La verdad no sabía por qué estaba haciendo esto, Henry era solo otro chico de muchos que había salvado; sin embargo, dentro de Ray había algo que le decía que debía proteger a Henry y cuidar de él.

Henry lo miro con asombro, pues no pensaría que alguien como capitán man sintiera tanta preocupación por un simple chico como él.

—Pero usted es capitán man, estoy seguro de que tiene otras cosas más importantes que hacer y yo no quiero quitarle su tiempo —murmuro apenado.

—No digas eso, no me quitará nada de tiempo —expreso con voz suave —además quiero hacerlo. —sonrió de nuevo, una de sus sonrisas sinceras que solo dejaba mostrar para aquellos que quería.

Henry seguía algo confundido por la propuesta del capitán man, sin embargo, decidió asentir. Sabía que no debía objetar con hombres mayores ni poderosos como lo es el superhéroe de la ciudad. —Está bien, me encantaría verlo mañana —murmuro, devolviéndole la sonrisa al capitán.

Eso lleno a Ray de tanta emoción que termino acercando su mano hacia los rubios cabellos de Henry y lo despeino un poco, causando risitas en el joven. Ray sonrió un poco más antes de despedirse de Henry. Ya no estaba tan triste al dejarlo, sabiendo que volvería a verlo en un par de horas. Se acercó a Leyla y junto a ella caminó hacia la salida.

—Gracias por su ayuda, capitán.

—Descuide —Ray hizo un gesto con su mano, restándole importancia; haría esto con cualquier ciudadano que necesitase su ayuda. Llegaron a la salida y antes de despedirse de la enfermera, agrego algo más —si sucede alguna cosa con Henry, puedes llamarme a la línea del capitán man, responderé enseguida.

Leyla sonrió, captando que el capitán ya sabía el nombre del rubio —Por supuesto que lo haré, no se preocupe, lo cuidaremos bien —dedicó otra sonrisa que demostraba que podía confiar en ella.

Ray solo asintió, se despidió y camino hacia su camioneta. Antes de irse, le dio una última mirada al hospital. Sabía que estaba actuando de una forma extraña en torno al chico, pero no se sentía molesto ni incómodo por eso, ya no, no después de saber su nombre y de haber escuchado su voz y su risa. Sacudió su cabeza, dejando que esos pensamientos se fueran para finalmente irse a casa.

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Por la mañana, Ray se preparó para volver a ir al hospital; le había prometido a Henry que volvería, no iba a fallarle. En el desayuno, solo podía pensar en Henry y en lo lindo que era; su sonrisa se había quedado impregnada en todo su ser, retumbando en su mente. Le preocupaba un poco que se estuviera involucrando demasiado con el rubio, pues, simplemente lo salvo, no debía traspasar esa barrera, Henry era una víctima y él un héroe, no debía involucrarse más que eso. Pero Ray no podía evitarlo, era algo que estaba lejos de él.

Con esos pensamientos llego al hospital, siendo recibido nuevamente por las mismas miradas que el día anterior, esta vez no les dio importancia y se dirigió directamente hacia la sala de emergencia donde sabía estaba Henry.

—Capitán man —la voz de Leyla lo hizo detener su caminar, se dio la vuelta para ver a la joven enfermera —¿Qué hace aquí?.

Ray no se molestó en su pregunta curiosa, le sonrió de forma amable y respondió —Hola Leyla, vine a ver a Henry, le prometí que vendría hoy.

Leyla sonrió, dulce y suave. Se acercó al capitán y juntos comenzaron a caminar hacia el rubio. —Estamos por ir a hacerles los exámenes correspondientes, pero puedes saludarlo antes de irnos. —con una última sonrisa, se apartó para darle algo de privacidad a ambos.

Ray asintió, le agradeció en voz baja antes de retirar la pequeña cortina que dividía a cada camilla de la otra, lo hizo con suavidad para no asustar a Henry. Le sonrió cuando lo vio sentado con una pijama de hospital. —Hola —murmuro de forma suave, sonriendo un poco más cuando vio la expresión de asombro en el angelical rostro de Henry.

—Viniste —expreso Henry con alegría, mientras que una sonrisa se formaba en sus labios.

Ray se acercó lentamente a su lado — Te dije que venía y no te iba a fallar... ¿Por qué pensaste que no lo haría? —con un gesto de su mano, le pregunto a Henry poder sentarse a la orilla de la camilla, después de que Henry asintió, pudo sentarse. Henry le regalo una pequeña sonrisa antes de responder a la pregunta dicha hace solo unos segundos.

—Bueno, es que no pensé que alguien como yo fuera tan importante como para hacer que capitán man decidiera dejar sus cosas, que estoy seguro son más importantes, solo para venir a verme. —respondió en voz baja, desviando un poco la mirada del capitán.

Ray dejo escapar una mirada de tristeza, Henry se veía tan pequeño, tan roto, como un niño perdido. De alguna forma quería consolarlo, por eso, acerco su mano y gentilmente tomo el mentón de Ray, espero que eso no fuera mucho para el rubio, pero cuando vio que este no se incomodó con su toque, le regalo una cálida sonrisa.

—Ya te dije que venir aquí no es perder mi tiempo, y no tengo cosas más importantes que hacer y si las tuviera igual las dejaría de lado porque ya había prometido que vendría a verte —no sabía que lo había motivado a decir esas cosas, pero se sintió bien por decirlas. Estaban mirándose en completo silencio hasta que fueron interrumpidos por la voz de Leyla.

—Muy bien lindura, es hora de irnos —informo Leyla de forma tierna hacia el rubio, quien no pudo evitar sonrojarse ante el apodo. Ray, por otro lado, y por alguna extraña razón, se sintió raro al escucharla llamar al rubio con ese apodo. Es Henry, llámalo por su nombre, pensó Ray. Dejo esos pensamientos a un lado cuando la tímida voz de Henry se dejó escuchar.

—¿Puede capitán man venir con nosotros? —pregunto a Leyla, sin embargo, miraba al capitán. De alguna forma le suplicaba que dijera que sí y lo acompañara. Ray aceptaría sin problema alguno, sin embargo, sabía que esa no era su decisión. Miro a la enfermera y espero a que ella decidiera.

Leyla no se veía muy convencida al principio, aceptar, sería romper las reglas del hospital; en los exámenes, solo el personal podía asistir. Sin embargo, al ver que Henry se sentía cómodo cerca del héroe, sabía que eso podría ser de ayuda para que no tuviera miedo, ni se sintiera incómodo durante las pruebas. Es capitán man, puedo hacer una excepción con él, pensó la joven enfermera antes de mirarlos con una sonrisa.

—Está bien, capitán man puede venir con nosotros.

Henry sonrió en grande, agradeciéndole a Leyla al mismo tiempo por aceptar. Ahora un poco más animado, se levantó de la cama, sin embargo, hizo un par de muecas cuando se puso de pie. Su cuerpo dolía con fuerzas, algunas de sus heridas ardían como el infierno. Capitán man y Leyla rápidamente se pusieron a su lado, sosteniendo por cada brazo para que no se cayera.

—¿Estas bien? —pregunto el capitán, mirando a Henry con suma preocupación. Henry asintió un poco, pero su rostro hacia muecas y Ray no le creyó.

—Iré por una silla de ruedas.

Henry quería negarse, podía caminar por su cuenta. Pero Leyla ya había llegado con la silla y Ray no quería decirle que no, ella ha sido muy bien con él. Con ayuda del capitán, se sentó en la silla, luego, junto con Leyla, fueron por el pasillo hacia la sala de los exámenes. En la sala tuvo que subirse de nuevo a una camilla, después procedieron a realizarse los exámenes, unos simples chequeos de rutina. Henry estaba algo incómodo por toda la atención hacia él, por suerte, el capitán man, siempre estuvo a su lado, sosteniendo su mano, regalándole palabras reconfortantes y dulces sonrisas que lograban que Henry se calmara. Se quejó un poco cuando sintió un pequeño pinchón en su brazo, hizo una mueca y apretó la mano del capitán.

—Lo siento —expreso Leyla en voz baja, regalándole una mirada de disculpa mientras le sacaba un poco de sangre.

—Está bien, estoy acostumbrado al dolor, esto solo me sorprendió —le regalo una sonrisa tranquila a la enfermera mientras ignoraba la mirada intensa que el capitán le dio cuando hizo esa mención.

Luego de sacarle la sangre, Leyla lo limpio con un algodón. Le regalo una última sonrisa antes de apartarse. Al volver, se veía más tensa y un poco seria. —Debemos hacer un último examen antes de terminar.

Henry se puso tenso, y trago saliva —No tenemos que hacerlo, no quiero —inconscientemente apretó la mano del capitán que todavía sostenía. Su otra mano, estaba aferrada a la camilla. Ray miraba la situación en silencio, pero sabía que algo andaba mal por la forma en que Henry parecía querer huir y él estaba dispuesto a complacerlo. Pero antes de que pudiera hacer algo, Leyla hablo.

—Estás en todo tu derecho de no aceptar, pero me gustaría asegurarme de que todo esté bien —dio un paso hacia adelante y le reglo una sonrisa —lo haré lo más rápido que pueda —su semblante siempre fue amable mientras hablaba.

Henry se mantenía en silencio, mirando hacia su regazo. Su mano seguía sosteniendo la del capitán, quien, de forma involuntaria, acariciaba el dorso de su mano con su pulgar. Eso parecía relajarlo, sin embargo, seguía nervioso. Sabía lo que vendría a continuación, solo una vez había tenido uno de estos exámenes antes de comenzar a negarse y huir del hospital cuando podía. Pero ahora estaba frente a estas personas que lo trataban bien y que se preocupaban por él. Alzo levemente su mirada hacia Leyla quien seguía con su mirada suave.

—Está bien —dijo en voz baja, asintiendo levemente.

Leyla mantenía su mirada y con una tierna sonrisa, asintió. —Muy bien, recuéstate en la camilla —le indico antes de irse a buscar los instrumentos que necesitaría. Hubo unos segundos de silencio, Henry miro al capitán, quien le regalaba una mirada tranquila. Henry estaba agradecido de tenerlo a su lado, pero al mismo tiempo, se sentía incómodo y avergonzado, sabía lo que venía a continuación y no sabía si quería que el capitán estuviera para verlo. Cuando vio a Leyla volver, se tensó, soltó la mano del capitán y se alejó un poco.

Ray no iba a negar que le dolió ese pequeño rechazo por parte de Henry, pero sabía que no era su intención, estaba nervioso y asustado. Con el malestar en su pecho, se levantó del pequeño taburete y le regaló una sonrisa a Henry cuando esté lo miro con algo de pena y miedo. —Está bien, estaré afuera esperándote —agrego con suavidad para que Henry supiera que no estaba enojado por su actitud. Le dedico una sonrisa. Henry lo miro por unos segundos antes de asentir, sin embargo, seguía mirándolo con ojos de disculpa. Ray se preguntó por qué lo miraba de esa forma, Ray jamás se enojaría con él por lo que este quisiera. Le regalo una caricia en su mano antes de salir.

Estuvo esperando por unos minutos en la sala de espera, para él parecían una eternidad. Se levantó de su asiento cuando vio a Henry volver con Leyla, ella lo sostenía por los hombros, moviendo con una mano, la silla de ruedas. Mientras se acercaba, Ray vio pequeñas lágrimas por las mejillas de Henry, eso lo preocupo.

—Ya está todo listo, este pequeño puede descansar ahora —informo Leyla, tratando de aligerar el momento lleno de tensión. Henry mantenía su miraba hacia abajo, Leyla lo miro con algo de pena antes de mirar al capitán, en sus ojos le pedía ayuda y Ray lo entendió. Asintió lentamente, haciéndose cargo de todo. Leyla soltó con lentitud a Henry antes hacerse a un lado. Ray se inclinó un poco para estar a la altura sentada de Henry, Henry alzo su mirada cuando sintió la presencia del capitán. Ray le regalo una mirada tierna.

—Todo va a estar bien —murmuro, siendo sincero con sus palabras. Henry lo miro por unos segundos antes de inclinarse delante de Ray y abrazarlo. Fue algo involuntario, pero algo que necesitaba hacer. Rodeo al capitán con sus brazos y recostó su cabeza en su hombro. El capitán quedó totalmente sorprendido, giro su mirada hacia Leyla viendo como esta miraba la escena con una sonrisa, luego miro de vuelta hacia el rubio, aún no correspondía el abrazo y cuando sintió que se alejaba reacciono y lo rodeo por la cintura, apretándolo más contra su cuerpo. Se quedaron así por unos segundos, Ray se percató que el rubio no tenía intenciones de separarse, así que decidió hablar.

—Tranquilo, todo va a estar bien —hablo en voz baja, no queriendo arruinar el momento. Lentamente, comenzó a dejar caricias en los rubios cabellos, en un intento de mandar tranquilidad al chico en sus brazos. Henry quería llorar, su garganta dolía con ganas de dejar salir todo su llanto. Sin embargo, se contuvo, ocultando su rostro en el cuello del capitán.

Unos segundos más tarde, Henry se apartó, cuando sintió que no iba a llorar, sus ojos estaban humedecidos, pero podía contener las lágrimas. Ray miro esos ojos cafés llenos de lágrimas, cristalinos como una cascada. Con sumo cuidado, llevo sus dedos hacia el rostro de Ray, acariciando sus mejillas y limpiando las pocas lágrimas rebeldes que cayeron.

Se miraron el silencio antes de que el carraspeo de garganta proveniente de la enfermera, lo hiciera volver a la realidad. Ray también se aclaró la garganta mientras se levantaba, Henry simplemente desvío su mirada sonrojada, evitando mirar a Leyla. Sin hablar, Ray tomo las riendas de la silla de ruedas y llevo a Henry hacia su camilla. Cuando llegaron, Ray ayudo a Henry a recostarse en la camilla, el pequeño "gracias" por parte del rubio lo hizo sonreír. Se sentó a su lado, sin saber qué decir.

— Oh, lo había olvidado — recordó de repente antes de inclinarse hacia un lado y sacar varias barras de chocolate de su bolsillo —Te compré algo mientras te esperaba —solo eran simples dulces que compro en la máquina dispensadora, pero sabía que a Henry iba a gustarle. Le entrego unos dulces que había comprado en la máquina dispensadora. Henry miró hacia los dulces, luego miro al capitán man.

Henry miró hacia los dulces ahora en su mano con una sonrisa antes de alzar su mirada hacia el capitán —Gracias —murmuro con un leve sonrojo.

—Me dijiste que los dulces eran una de tus cosas favoritas, y sé que los dulces siempre animan a cualquiera. —sonrió al ver el sonrojo de Henry, era una de las cosas más hermosas que había visto en su vida. El rubio tímido, como solo él era, le volvió a agradecer al capitán, antes de, con un poco de temor, comenzar a comerse uno de los dulces. En eso pasaron los siguientes minutos antes de que Leyla volviera a hacer presencia.

—¿Cómo está mi paciente favorito? —pregunto siempre sonriente y llena de alegría.

El sonrojo de Henry solo se hizo más grande y se cubrió un poco con la sabana, todos estaban siendo muy amables con él y no se lo merecía.

Leyla no se molestó ante su falta de respuesta y manteniendo su actitud animada, se giró para mirar al capitán —Capitán man, ¿puedo hablar con usted un momento? —pregunto y por su mirada de reojo hacia Henry, Ray supo que quería hacerlo en privado. Asintió lentamente, tratando de no mostrar su preocupación.

—Por supuesto —dijo antes de que Leyla se fuera. Se levantó y miro a Henry, quien lo miraba de forma curiosa y nerviosa. —Volveré enseguida —le sonrió y acaricio su hombro antes de irse con la enfermera.

—Ya tengo los resultados de los exámenes de Henry —fue lo único que dijo la enfermera en cuanto el capitán estuvo cerca de él, lejos de Henry. Ray solo asintió, esperando a que continuara hablando. Leyla dejó escapar un suspiro y continúo. —Henry está bien, libre de drogas y alcohol, su salud mental es altamente buena considerando que es un chico de la calle. Las heridas externas de su cuerpo sanarán sin problema alguno. En cuanto a sus heridas internas... tiene desgarro en sus partes internas, algunas sin curar, otras nuevas recién hechas. La prueba de violación revelo que Henry ha sido violado en múltiples ocasiones, siendo la más reciente la de hace unos días.

Ray sintió que su mundo se detenía en cuando escucho la palabra violación salir de la boca de Leyla. Hubo un momento de silencio, donde solo podía escuchar el sonido de su corazón retumbar con frenesí. Apretó los puños a sus lados, la irá entrando en su cuerpo. Sin embargo, se contuvo pues, Leyla seguía hablando.

—Capitán man, ¿está bien? —Leyla tuvo que preguntar en cuanto vio el estado del capitán. Ray asintió lentamente, sin embargo, seguía procesando la información.

—Los tipos que atrape, ellos, lo... —no pudo terminar la frase, de solo pensarlo, la furia se apoderaba de él.

—Si —Leyla suspiro, le dolía saber eso —y no puedo confirmar, pero por las heridas, ha sido por muchos años. Busque a Henry en el sistema, ha venido a emergencias varias veces, todas por violación...

Ray no podía dejar de pensar; sentía tanta rabia, impotencia, dolor, quería buscar a todos los que habían lastimado y tocado a Henry y golpearlos hasta hacerlos sangrar, hasta que no pudieran respirar.

—También —Leyla continuo con su hablar en voz baja, pero lo suficiente para sacar a Ray de sus pensamientos y hacer que le prestara atención —Henry no tiene a donde ir, descubrí que estuvo en varios refugios, pero se ha ido de todos, y al ser mayor de edad. No necesito llamar a servicios sociales, pero me preocupa a donde pueda ir cuando lo demos de alta —miro desde donde estaba hacia Henry. En tan poco tiempo se había encariñado con él, era tan dulce y gentil, no quería que terminara de nuevo en las calles al irse, o peor, con alguien quien pudiera lastimarlo.

Ray no supo por qué lo dijo, pero cuando lo hizo ya no pudo dar marcha atrás, tampoco quería hacerlo —Se puede ir conmigo —fue una idea repentina, sabía que era una locura, pero también sabía que era algo que quería y debía hacer.

—¿Disculpe? —fue todo lo que Leyla expreso, mirando al capitán completamente sorprendida. Ray no lo pensó ni un segundo más, sabía que esto era lo correcto.

—Si Henry se va de aquí solo, lo más probable es que termine en uno de esos refugios y ambos sabemos que esos lugares no son tan lindos como aparentan, si se ha ido de ahí es porque no es seguro. Entonces, lo mejor es que este conmigo.

—Pero usted es un héroe, no puede-

— ¿Por qué no? —cuestiono, interrumpiendo a la joven —Yo lo salve y seamos sinceros, soy el único aparte de ti que se está preocupando por la situación de Henry, creo que no existe mejor persona para hacerse cargo —no quería sonar arrogante, pero era la verdad, Henry en tan poco tiempo logró importarle más que nadie y sabía que debía protegerlo; lo sacaría de este hospital y lo ayudaría en todo lo que pudiera.

Leyla dejó escapar un suspiro antes de asentir —Está bien, pero debemos preguntarle a Henry primero, él tiene la última palabra —Ray simplemente asintió. Leyla complacida con eso, camino de vuelta hacia el rubio, el capitán iba a su lado. Al llegar con Henry, ambos le regalaron una sonrisa, Ray mirándolo con suma ternura, Henry tenía una mancha de chocolate en la comisura de sus labios, haciéndose ver adorable.

—Ya tenemos tus resultados de los exámenes... —Leyla comenzó a hablar en voz baja, tratando de ser lo más amable posible, sabía que este era un momento difícil, no es la primera vez que hablaba con víctimas de violación. Henry comenzó a negar con frenesí y a ponerse nervioso, hizo muecas cuando el dolor en su cuerpo lo ataco, lágrimas se formaban bajo sus ojos. Leyla se apresuró en calmarlo —Está bien, está bien, no tenemos que hablar de eso por ahora, si no quieres —toco ligeramente el hombro de Henry para hacer que se detuviera, sus movimientos llenos de desespero podrían abrir sus heridas.

Capitán man se acercó al lado del rubio para ayudar al calmarse, tomo su mano y la acaricio un poco. Henry lo miro, sus ojos llenos de miedo, Ray en el fondo sabía que Henry ya sabía lo que esos exámenes decía y le dolió en el alma, saber que no era la primera vez que Henry pasaba por eso. No tuvo que pasar por esto en primer lugar, pero Ray se aseguraría de que fuera la última. Poco a poco Henry fue calmando sus temblores y nervios, concentrándose en el suave tacto de la mano de Ray, acariciando su mano.

Leyla espero en silencio hasta que Henry estuviera tranquilo de nuevo. Se aclaró la garganta y volvió a hablar. —El capitán y yo queremos preguntarte algo, Henry —comenzó en voz suave, no queriendo arruinar la calma que se había creado. Henry los miro a ambos con el ceño fruncido, pero asintió, pidiéndole a Leyla con ese gesto que prosiguiera —sabemos que no tienes a nadie para que se encargue de ti y en algunos días te daremos el alta y nos preguntábamos, si te gustaría que fuera el capitán man quien se encargará de ti por un tiempo.

Henry quedo atónito, luego de escuchar semejante propuesta. ¿Capitán man de verdad quería ayudarlo? Henry sentía que estaba en un sueño, no podía creer que esto fuera real y es que desde que despertó en este hospital y capitán man apareció así se sentía. Estaba confundido, ¿por qué estas personas querían ayudarlo? Henry sabe que ya deben saber toda su historia, la persona que es. ¿por qué la policía no está aquí?, ¿por qué no lo han arrestado?, ¿por qué lo salvaron en primer lugar? No es una buena persona, ¿y ahora capitán man se ofrece a cuidarlo?

No sabía qué decir, los miraba a ambos con las palabras en la garganta, pero nada salía de su boca. Ray se percató de que los nervios volvían a apoderarse de Henry, apretó su mano de forma suave, regalándole una caricia. Eso atrajo la atención de Henry hacia él, le sonrió de forma cálida antes de hablar.

—No necesitas decidir ahora, piénsalo y luego nos dices, ¿está bien? —Acarició un poco con sus dedos la mano del rubio intentando calmar sus nervios. —y sea lo que sea que decidas, lo respetaremos. Pero quiero que sepas, que solo queremos ayudarte, no queremos que vuelvan a lastimarte.

Henry no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, ya lo sabían, sabían que está dañado. Trago saliva, ahogando el llanto. Pero tenía que responder, así que dejo escapar un pequeño "está bien" el cual sonó algo entrecortado.

Leyla estando conforme con esa respuesta, le regalo una mirada tierna junto con una sonrisa a Henry antes de excusarse y retirarse. Sabía que el rubio no estaba listo para hablar sobre lo demás, así que le daría su tiempo. Sabía que se estaba tomando libertades con el niño, tratándolo con favoritismo, pero no le importaba; Henry lo valía.

Henry y Ray se mantuvieron en silencio luego de que Leyla se fueran, sin embargo, ese sonido tranquilo se vio interrumpido cuando el teléfono de Ray comenzó a sonar. El castaño, con algo de molestia, se apartó de Henry y tomo la llamada.

—Necesito contestar esto, Hen —murmuro manteniendo su mirada hacia la pantalla del teléfono, ni se percató del leve apodo que salió de su boca. Pero Henry si, y el rubio no pudo evitar sonrojarse. Henry se sonrojó de nuevo al escuchar ese apodo.

—Está bien —respondió en voz baja, justo cuando el capitán se retiraba. Henry mantuvo su mirada en el capitán quien, de espaldas hacia él, hablaba por teléfono. Parecía algo frustrado y nervioso, Henry lo supo debido a las expresiones que el castaño hacía con sus manos y por su porte recto, tenso. Sabía leer bien a las personas, sabía cuándo alguien no estaba cómodo. Desvío la mirada para que el capitán man no creyera que lo estuviera mirando como un acosador y espero paciente a que volviera a su lado. Cuando lo hizo, el capitán se miraba frustrado, Henry se abstuvo de preguntar por su bienestar.

—Oye Hen, hay una situación y tengo que atenderla —no quería irse, pero el deber lo estaba llamando y, todavía podía sentir los gritos y regaños de Charlotte retumbar en su oído.

—Está bien —Henry rápidamente lo interrumpió —Ya ha hecho mucho por mí, ahora la ciudad lo necesita —le sonrió de forma amable.

—Vendré mañana, lo prometo —estaba por irse, pero decidió acercarse un poco más y darle un rápido abrazo a Henry, quien, rápidamente, correspondió sin dudarlo. Al separarse se miraron, ojos azules y cafés se miraban como si se conocieran de toda la vida. Se sonrieron una vez más, despidiéndose de esa forma. Ray se apartó, pero no aparto la mirada de Henry por unos segundos antes de darse la vuelta y retirarse del lugar con su corazón retumbando de felicidad.

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Capitán man volvió al hospital a la mañana siguiente, esta vez, no recibió miradas curiosas de la gente, parece que ya se habían acostumbrado de verlo con más frecuencia por el edificio. Esta mañana, al salir de la capicueva, se encontró con Charlotte, lo cual, no fue sorpresa, pues, ella trabaja para él. Tampoco fue sorpresa su ceño fruncido, junto con sus brazos cruzados y los cuestionamientos que le hacía, preguntas como  "¿A dónde vas tan temprano?" "¿Dónde estuviste ayer?", y demás. Eran preguntas que Ray no respondía, que evadió con facilidad mientras huía de su hogar. Sin embargo, de camino al hospital, pensaba y sabía que en algún momento, tarde o temprano, debía contarle a Charlotte lo que estaba haciendo, lo que planeaba hacer con Henry. Tenía que explicarle toda la situación y esperaba que estuviera de acuerdo con su decisión.

Al llegar al hospital, se quedó un momento en el estacionamiento, dentro de su auto miraba a todo aquel que entrara, mientras pensamientos fugaces entraban en su mente. Leyla le había mandado un mensaje antes de salir, en este le avisaba que Henry hoy sería dado de alta; una parte suya se alegró de eso, pues eso significaba que Henry no estaba tan grave, que sus lesiones sanarían. Sin embargo, estaba esta otra parte, la cual sabía que darle de alta significaría que Henry se iría, significaba que Henry debía aceptar o no su propuesta. Ray no mentía cuando le dijo que respetaría su decisión, lo haría, pero en el fondo, deseaba y esperaba que Henry dijera que sí, que se fuera con él. Ray sabía que lo que estaba haciendo era una locura, también que no debió acercarse a Henry tanto, pero algo dentro de él lo obligaba a hacerlo, era simplemente automática la forma en la cual quería estar cerca del rubio todo el tiempo. Escuchar un no por parte de Henry, sería algo que le dolería mucho, por muy tonto que suene.

De vuelta en el presente, de vuelta en el hospital. Ray camino hacia la sala de emergencia, yendo directamente hacia la camilla donde sabía se encontraba el rubio. Se detuvo a medio llegar, estaba unos pasos lejos, pero desde allí, podía alcanzar a ver a Henry, la sonrisa que salió de sus labios fue tan genuina que logro asustarlo un poco. Henry se notaba feliz hoy, estaba con una hermosa sonrisa hablando con uno de los enfermeros. Eso sorprendió a Ray, pero lo alegro también, ya no quedaba rastro del chico tímido que conoció hace dos días, esperaba verlo a si por mucho tiempo más. Ray espero a que el enfermero que atendía a Henry se retirara, luego a pasos lentos y suaves, camino hacia el rubio. Henry notó su presencia y no tardo en sonreírle.

—Hola —Ray lo saludo, deteniéndose al lado de la camilla.

—Hola —Henry respondió el saludo, en voz baja, junto con un leve sonrojo. Su voz salió algo ronca, agarro el vaso con agua y bebió para aclarar un poco su garganta.

Ray lo contemplo por unos segundos, notando su cabello despeinado y algunas lagañas en sus ojos, clara señal de que se había despertado hace poco, eso lo hizo sonreír con ternura.

—Parece que alguien apenas se está despertado —comento con suavidad mientras tomaba una de las sillas y se sentaba al lado de Henry. Seguía con su sonrisa tierna, sus ojos solo miraban a Henry con amor.

El sonrojo de Henry se expandió más hasta llegar a sus orejas, ahora parecía como una linda fresa. Ray se preguntó cómo es que alguien podía ser tan tierno. Debía ser imposible, pero aquí en frente tenía a la ternura hecha persona. Henry, por su parte, sintió sus mejillas arder y tuvo que quitar su mirada del castaño, para que no viera su rostro lleno de vergüenza.

—Sí, yo... tuve una mala noche, creo. —murmuro, mirando de reojo al capitán.

Ray se preocupó al escuchar eso, Leyla no le había avisado sobre eso, pero decidió dejarlo pasar y se enfocó en el chico frente a él, quien ahora picoteaba su comida, todo el ánimo de hace unos segundos se había ido. Ray se acercó un poco, captando la atención del rubio, sonrió poco antes de hablar.

—¿Paso algo? Puedes contarme lo que sea. Puedes confiar en mí. Henry lo miro por unos segundos sin decir palabra alguna, luego dejo escapar un segundo, al mismo tiempo que hacía su comida a un lado. Todo apetito que tuviera, ya no estaba. Se recostó en la cama, comenzando a jugar con sus dedos.

—Ayer cuando te fuiste, Leyla me hablo de los exámenes... —se detuvo un segundo, como no queriendo seguir hablando, Ray lo espero pacientemente, tomando su mano en un leve impulso. Henry sonrió ante esto y continuó hablando —sé lo que me hicieron, así que no me sorprendí al escucharla, es solo... cuando lo dice otra persona, se vuelve tan real, —bajo su mirada, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas —no pude sacarme esos recuerdos de mi mente —se encogió de hombros, tratando de no darle importancia. Le gustaba hacerlo así, para que no doliera tanto.

Ray sintió un nudo en su garganta al escuchar las palabras de Henry, todo era impotencia e ira, odiaba saber que alguien había lastimado a Henry. Pero se aseguraría de que eso no volviera a pasarle. Se acercó un poco más a Henry, arrastrando la silla.

—Henry —apretó su mano con suavidad para llamar su atención, cuando tuvo la mirada de Henry sobre la suya, continuo —Los tipos que te hicieron daño ya están con la policía, no podrán lastimarte nunca más. 

 Henry dejó escapar una risa incrédula, negando un su cabeza lentamente. Su nariz sonó un poco, producto del llanto que estaba aguantando, incluso ahogo sus ganas de llorar.

—Como si eso fuera a detenerlos, siempre llega alguien nuevo, alguien siempre me lastima.

—Yo no lo permitiré —Ray expreso con firmeza, pero sin ser rudo con el rubio, que comenzaba a ponerse nervioso. Llevo sus manos hacia los hombros de Henry, para que entendiera que hablaba con la verdad —no dejaré que nadie vuelva a lastimarte, lo prometo.

Henry lo miro, sus ojos llenos de lágrimas, esta vez no las contuvo y dejo que cayeran una por una. Estaba un poco abrumado por las palabras dichas por el superhéroe.

—No puedes salvarme... —esa era la verdad, él estaba roto y ni siquiera el mejor superhéroe del mundo podía ayudarlo.

—Si me dejas, lo haré —otra vez su tono de firmeza, pero suave y tranquilo. 

Henry apartó su mirada, no podía entender cómo es que el capitán man se ofrecía a ayudarlo, a él, que era una causa perdida, una miseria, un desastre roto en miles de pedazos. Intentar ayudarlo sería una pérdida de tiempo, capitán man no merecía tener esta carga. ¿Por qué lo hacía de todos modos? Su trabajo ya estaba hecho, ya lo había salvado de esa casa en ruinas. ¿Por qué seguía aquí?. Henry volvió a mirarlo, Ray, con toda la confianza del mundo, limpio sus lágrimas. Henry se lo permitió, pues sabía qué capitán man nunca le haría daño. Le agradeció en voz baja, para después recomponerse.

—Yo... —trago saliva, aclarándose la garganta. —Yo, aún no sé... no sé qué decidir... —lo dejo en el aire, pues sabía que el capitán entendería a que se refería. El castaño le regalo una sonrisa tranquilizadora.

—Está bien, aún tienes un par de horas para decidir. Recuerda que es tu decisión y no me enojaré por lo que sea que decidas. —quería que Henry se fuera con él, pero no iba a presionarlo. Henry le devolvió la sonrisa suave, aunque un poco triste. Ray iba a agregar algo más, pero se vio interrumpido cuando la voz de Leyla se dejó escuchar.

—Buenos días —expreso Leyla siempre tan alegre, con su voz cantaría. Era ajena a lo que había pasado hace unos segundos, sin embargo, era lo suficientemente inteligente para notar la pequeña tensión que había en el lugar. Entonces, decidió calmar sus ánimos, pero no borro su sonrisa tranquila. Miro a Henry con una expresión suave, no iba a preguntar nada, no quería incomodarlo —te traje algo de ropa, son de mi hermano, pero ya no las usa, así que me permitió dártelas a ti —coloco un par de prendas justo a los pies de la camila, luego miro a Henry y le sonrió.

Henry miraba las prendas sin saber que decir, eso fue muy generoso de su parte, sabía que no lo merecía. Miro a Leyla y le agradeció en voz baja. Leyla solo le resto importancia, acariciando su hombro con suavidad.

—También tengo estos papeles que necesito que llenes y firmes por mí. —dejo una carpeta al lado de la bandeja de comida aun sin tocar, Leyla miro el plato de reojo, pero se abstuvo de decir algo. Miro a Henry, notando su expresión confusa hacia los papeles. —Son algunos formularios, es para poder darte el alta. —explico con amabilidad.

Henry solo asintió en respuesta, nunca había llenado un formulario, la mayoría del tiempo trataba de pasar desapercibido, escando de los hospitales para que nadie pudiera identificarlo, para que nadie lo conociera. Nunca se sentía seguro en estos lugares, en ningún lugar en realidad. Todo le daba miedo, pero ahora, con el capitán a su lado y Leyla, la enfermera más dulce que había conocido en su vida, se permitió relajarse y bajar su guardia.

—Llénalos cuando quieras, vendré en un rato —agrego Leyla antes de retirarse, no sin antes regalarles una sonrisa a ambos. De vuelta en la privacidad que tenían, Ray miro a Henry, notando lo tenso que se había puesto. Su vista seguía clavada en la carpeta, casi sin parpadear.

—Hen, ¿estás bien? —pregunto, sin poder evitar preocuparse. Henry sintió algo dentro de él cuando lo escucho llamarlo de esa forma, no quería admitirlo, pero le gustaba ese pequeño apodo que el capitán había empezado a usar con él. Sonrió levemente y asintió, alejo sus ojos de la carpeta y miro al capitán.

—Puedo ayudarte a llenar el formulario, si quieres —cuando dijo que quería ayudarlo, quería hacerlo con absolutamente todo. No tenía problema con agarrar el bolígrafo y llenar un par de papeles.

Henry negó lentamente; sin embargo, le agradeció al capitán —puedo hacerlo yo, gracias —murmuro antes de mirar de reojo hacia la bandeja. Miraba entre la comida y la carpeta con recelo, sin saber cuál tomar primero, sin saber cuál de las dos odiaba más.

Decidió tomar la carpeta y comenzar a llenar el formulario; la comida, de solo verla, le provocaba vómitos, por ahora prefería no comer. Hizo a un lado la comida, y tomo la carpeta. Al abrirla se encontró con un bolígrafo y tres hojas, todas con preguntas que él debía llenar. Vio la primera; nombre y apellido, eso lo hizo marearse, escribir su nombre lo dejo sumamente cansado y con un dolor de cabeza que comenzaba a retumbar con fuerza. En silencio escribía todo lo que sabía, movía el bolígrafo con frenesí cuando le leía cosas que no sabía cómo responder. Se mordió el labio cuando leyó la casilla donde debía poner la dirección de su hogar; él no tenía un hogar, era un pobre chico de la calle, sin familia, sin amigos.

Miro de reojo al capitán, este se había concentrado en su teléfono, quizás para darle más privacidad. Lo miro por unos segundos hasta que capto su atención, ambos se sonrieron, luego el capitán hablo.

—¿Está todo bien? —guardo su teléfono en su bolsillo —¿hay algo que no entiendes? No sé mucho de formularios, pero puedo ayudar —con una suave sonrisa, se acercó un poco al rubio.

Henry dejó escapar una pequeña risa mientras negaba con su cabeza, luego miro de vuelta hacia los formularios, tragando saliva.

—Yo solo pensaba... esto que quieres hacer por mí...

—Solo quiero ayudarte —capitán man lo interrumpió con suavidad —no quiero que salgas de aquí de vuelta a las calles.

—¿Pero esto no es un problema?, digo, eres un superhéroe... no quiero ser una carga para ti...

—Jamás serías una carga —con toda la confianza del mundo, tomo el mentón de Henry, alzándolo con suavidad para que pudiera verlo —jamás serias una carga, Henry —volvió a repetir, regalándole una sonrisa —tampoco es un problema, de verdad quiero ayudarte, eso es todo.

Henry sonrió ante esto, sintiendo sensaciones gratas por todo su interior. Con capitán man se sentía seguro, y si todo lo que decía era verdad, entonces no tenía que temer. Esta vez no tenía que sentir miedo.

—Está bien, me iré contigo.

Ray sonrió en grande y se contuvo de levantarse y abrazar a Henry, no quería abrumarlo más de lo que ya estaba, así que solo tomo su mano y la sostuvo con suavidad. No lo iba a negar, estaba feliz por la decisión de Henry, pero permaneció tranquilo y sereno, como el adulto que es.

—Me alegra escuchar eso —fue todo lo que dijo, sin dejar de sonreír.

Henry dejó escapar un suspiro, relajándose un poco, ahora estaba más calmado, los nervios apartándose de su cuerpo por primera vez en días, incluso años.

—Muy bien —dijo, recomponiéndose —entonces... ¿Qué debería poner en la dirección?

—Bueno, no querrás revelar la dirección del capitán man, ¿o sí? —El castaño bromeo un poco, alzando una ceja juguetona hacia Henry.

Henry soltó una carcajada y Ray pudo jurar que ese había sido el sonido más hermoso que había escuchado en toda su vida, se quedó un poco embobado admirando la hermosa sonrisa que tenía el rubio, ya no había rastro de preocupación en su cara y eso lo aliviaba.

—Está bien —dijo, no coloco una dirección, pero sabía que ahora tenía un lugar a donde ir, eso lo hacía sentirse menos perdido. —¿puedes ayudarme con lo demás? —miro a Ray y dejo escapar un puchero de forma involuntaria.

Ray sonrió por esto antes de asentir y acercarse más al rubio para ayudarlo a terminar de rellenar el formulario. Pasaron los siguientes minutos rellenando las tres hojas, cuando terminaron, Henry dejo escapar un suspiro. Lo último que tenía que hacer, era dar su firma y luego podría irse. Metió las hojas en la carpeta y la cerro, dejándola de nuevo en la bandeja junto a su comida; ya no tenía hambre, de igual forma, sabía que la comida estaría toda fría y fea. Prefería tomar la botella de jugo y beber un poco. Sabía qué capitán man quería decirle algo con respecto a su falta de comer, se abstuvo de mirarlo mientras bebía jugo.

Pronto Leyla volvió, y el asunto de la comida quedo atrás. También vio una mirada de preocupación en la joven enfermera cuando noto la comida intacta, pero no dijo nada y Henry le agradeció en su mente. Después lo dejaron solo, para que pudiera vestirse. Tomo la ropa que Leyla amablemente le había obsequiado y se dispuso a cambiarse; se sentía algo extraño al usar prendas que no eran suyas, pero se sentía sumamente agradecido de usar algo más cómodo y decente, prefería usar ropa de un extraño a que la suya toda sucia y llena de sangre. Se preguntó en dónde había quedado esas prendas; sin embargo, no le importo mucho, no quería saber de nada que le recordara a esos días. Con la ropa ya puesta, se sintió como un hombre nuevo a punto de empezar una nueva vida, esperaba que esto fuera una noticia buena. Luego de vestirse, se dispuso a acomodar la cama que había sido suya por algunos días, no quería ser maleducado e irse y dejar todo desordenado.

Henry se encontraba algo nervioso, en unos minutos se iría como el superhéroe y no sabía que esperar, ni siquiera sabía a donde iría; no es que no confiara en él, era Capitán Man, pero igual tenía algo de miedo, había pasado por muchas cosas y ese instinto de temerle a todo estaba siempre presente. Salió de sus pensamientos cuando vio a Leyla y al Capitán Man acercarse.

—Muy bien, si ya estás listo, solo tienes que firmar y podrás irte —Leyla le entrego la carpeta con los papeles que lleno hace solo unos minutos. Henry tomó la carpeta, firmo con algo de nerviosismo, casi sin mirar mucho su letra, luego le entrego la carpeta de nuevo a Leyla.

Antes de irse, Henry aprovechó y se dispuso a despedirse de los enfermeros que lo habían atendido tan bien; todos fueron muy buenos y amables y aunque pensaba que no se merecía tal trato, estaba agradecido. Al terminar estaba listo para irse, el Capitán Man ya lo esperaba en la entrada junto con Leyla.

—Quiero darte las gracias por todo lo que hiciste por mí en estos días. —le dijo a Leyla en cuanto estuvo a su lado.

—Lindura, no agradezcas, es mi trabajo —le decido una tierna sonrisa. Leyla tenía que admitir que se había encariñado bastante con el pequeño y sin duda lo iba a extrañar.

—Igual quiero hacerlo, gracias por ser paciente conmigo, yo... —Henry no sabía qué decir, estaba tan agradecido con Leyla, fue la primera persona que lo trato bien en mucho tiempo, estaba seguro de que no la olvidaría.

—Ven aquí —Leyla abrió un poco sus brazos para que se acercara y la abrazara. Henry ya podía sentir como se le humedecían sus ojos mientras correspondía el abrazo. Al separarse, Leyla lo tomó por las mejillas y quito algunas lágrimas que caían por estas. —Cuídate mucho, ¿sí? —Henry solo asintió en respuesta antes de darse un último abrazo. Se despidieron y Henry se acercó había donde estaba el capitán man, quien había decidido alejarse para darles un poco de espacio.

—Perdón por hacerte esperar —se disculpó en voz baja mientras se quitaba un par de lágrimas.

Ray lo miro con ternura mientras negaba con su cabeza —No te preocupes, está bien —después abrió la puerta del copiloto invitando a Henry a entrar.

El rubio soltó un suspiro y con un poco de nervios entro al auto, el castaño cerró la puerta detrás de él, luego rodeo al auto hacia el asiento del conductor y entro.

—¿Listo para irnos? —pregunto mientras se colocaba el cinturón de seguridad, mirando a Henry de reojo. El rubio lo miro y asintió de forma lenta. Segundos después sintió el auto siendo encendido y comenzar a moverse. Henry no pudo evitar mirar por última vez hacia el hospital sabiendo que a partir de ahora las cosas serían diferentes.

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El silencio en el interior del auto era tranquilo, cómodo, como si ambos estuvieran acostumbrados a estar junto al otro. Henry iba mirando por la ventana, la ciudad presentándose ante sus ojos. Dejo escapar un suave suspiro y se recargó más en su asiento, contra su pecho, apretaban la bolsa con las prendas que le Leyla le había regalado. Se aferraba a esta como un salvavidas, no es que estuviera nervioso, solo ansioso hacia donde iría.

Ray, por su parte, iba conduciendo con firmeza, su vista pegada al frente. En su mente pasaban miles de situaciones, pensaban en lo que pasaría en cuanto pusiera un pie en la capicueva junto con Henry, un completo extraño. Alejo esos pensamientos en cuanto visualizo a lo lejos la tienda, trago saliva y apretando el volante con fuerza, condujo hacia basura y más.

—¿En dónde estamos?.

La voz de Henry lo hizo saltar un poco, sin embargo, no respondió y siguió conduciendo, dándole la vuelta a la tienda, posteriormente, entro a un callejón. Henry se estaba poniendo nervioso, mirando por la ventana con ansiedad, movía sus ojos por todos lados, detallando cada cosa. Era desconfiado, no podía evitarlo. La camioneta se detuvo al final del callejón, pero este no era como los típicos callejones, parecía más un estacionamiento, uno pequeño y limpio. Henry finalmente se atrevió al mirar al capitán, quien ya había apagado el auto y lo miraba con tranquilidad.

—Estoy a punto de romper unas de las principales reglas para ser superhéroe —soltó una risa nerviosa. Henry tragó saliva, asintiendo al mismo tiempo.

—Eso es un problema... —murmuro, al mismo tiempo, sonando como si preguntara si debía bajarse del auto e irse por su cuenta. El capitán man simplemente negó.

—Estoy seguro de que recibiré un regaño de mi equipo. Pero ya soy un adulto, así que —se encogió de hombros, pero al mismo tiempo, podía escuchar la voz de Charlotte molesta, eso lo hizo temblar de miedo.

Henry dejó escapar una risa pequeña, eso fue todo lo que Ray necesito para bajarse del auto.

—Vamos —le dijo al rubio mientras se quitaba el cinturón de seguridad y abría la puerta de su auto.

Henry se quedó unos segundos en el interior del auto antes de bajar, dejo escapar un suspiro y apretando con más fuerza la bolsa contra su pecho, se bajó de auto y camino hacia el capitán man, quien lo esperaba a solo unos pasos.

—Es algo complicado llegar a la capicueva, su localidad es secreta y por eso, es difícil encontrarla. —tomo a Henry de los hombros y lo condujo hacia una pared. —necesito que confíes en mí, ¿está bien? —le dio la vuelta a Henry para que pudiera estar frente a frente. Dio un paso hacia adelante para que Henry diera uno atrás, colocándolo bajo una X. Henry la miro antes de alzar la mirada hacia el capitán, dándose cuenta de que no le había respondido.

—Prometo que no le diré a nadie sobre esto.

Ray dejo escapar una sonrisa, Henry le resultaba tan tierno. Llevo su mano hacia su mejilla y la acaricio, un simple, pero suave roce de sus dedos sobre la piel de Henry. Luego se apartó, colocándose al lado del rubio.

— ¿Estás listo?

Henry no supo que responder, pues, no entendía del todo que pasaría después. Observo al capitán presionar la hebilla de su cinturón y luego sintió como el suelo empezaba abrirse debajo de él, pego un grito, cuando fue arrastrado hacia abajo. Henry estuvo gritando la mayoría del tiempo, sus ojos estaban cerrados con fuerza mientras era arrastrado hasta quien sabe dónde. Su corazón retumbaba sin cesar, casi podía jurar que se le saldría en cualquier momento. Se movía por todos lados, abrió un poco sus ojos dándose cuenta de que estaba dentro de un tubo, ¡fue succionado por un tubo! Grito un poco más sin entender como esto era posible. Pronto vio el final, el suelo abrirse ante él. Cerró sus ojos y espero el golpe, golpe que nunca llego.

Cuando aterrizo estaba de pie, el tubo subió sobre su cuerpo, desapareciendo por el techo. Henry lo miro con sumo asombro antes de bajar la mirada y encontrarse en una gran sala colorida en rojo y azul. Miro el lugar con cautela, sin embargo, era imposible ignorar la presencia y pares de ojos de esas personas que lo viraban con el ceño fruncido, confundidos y casi incrédulos de tener a un extraño en su guarida secreta. Henry tragó saliva y sus ojos encontraron con la única persona que conocía; capitán man. Se quedó estático en su lugar, esperando que el héroe lo ayudara.

El capitán notó el nerviosismo del rubio, tampoco le gustaba las miradas que los chicos, Schowz, Jasper y especialmente Charlotte, tenían sobre Henry. Ray rápidamente se acercó y lo tomo de los hombros, tenía que aligerar la tensión incómoda en el lugar.

—Chicos —comenzó a hablar, bajando a Henry por los pequeños escalones y acercándolos hacia los demás — les presentó a Henry, Henry, ellos son Jasper, Schowz y Charlotte —señalo a cada uno mientras los nombraba para que Henry supiera quien era quien.

Señalo a cada uno de los presentes. Henry simplemente les dio una pequeña sonrisa, saludando con su mano para luego esconderse detrás del capitán. No le gustaba que lo miraran mucho y menos ser el centro de atención.

Charlotte, Jasper y Schowz seguían sin saber qué hacer o decir. Jasper y Showz se encontraban confundidos por la situación, mientras que Charlotte estaba que echaba humos por las ojeras del enojo. Ninguno de los tres saludo al rubio, eso molesto un poco a Ray, pero lo dejo pasar, pues, podía ver sus miradas llenas de confusión, sabía que esto era su culpa por no avisarles con antelación. El silencio solo se volvía más incómodo y tensión casi podía romperse con una tijera, Henry solo se ocultaba más y más detrás del capitán, queriendo huir del lugar; no estaba cómodo y eso Ray lo noto, él tampoco lo estaba, así que decidió actuar.

—Schowz, lleva a Henry a la habitación de invitados para que se acomode. —le ordeno al científico. Schowz parpadeo un poco, saliendo de su asombro. Miro a Ray, quien con sus ojos le rogaba que lo ayudara antes de asentir y acercarse al rubio.

Henry dio un paso atrás cuando vio al pequeño hombre acercarse a él, fue involuntario, pero también era una reacción que hacía de forma automática cuando estaba en un lugar que no conocía con gente que no sabía si eran buenas o malas. Miro por un momento al capitán, no seguro de si seguir al hombre. El capitán le dedicó una pequeña sonrisa y asintió para que fuera, asegurándole que no tenía que temer. Henry confiaba en él y si el capitán confiaba en su gente, él también debía hacerlo. Miro al hombre pequeño, quien amablemente le sonreí. Henry hizo el intento de sonreírse mientras se alejaba del castaño y caminaba hacia él. Schowz puso una mano en su hombro, suavemente lo condujo lejos de la sala.

Charlotte casi ni espera a que el rubio se fuera, en cuanto supo que este no estaba a la vista y que mucho menos podría escucharlos, comenzó con su regaño hacia el adulto.

—¿¡En que estabas pensando, Ray Manchester!? —exclamo, alterada mientras se acercaba a Ray con furia.

Ray, aunque indestructible, temió por su vida y dio un paso hacia atrás hasta golpear su espalda con las puertas de metal del elevador. No dijo nada, estaba bloqueado por el enojo en el rostro de la morena, trago saliva, escuchado los reclamos de su principal ayudante.

—No puedo creer que vinieras con un completo extraño a la cueva, cuando tú mismo dices que no debemos mostrarle el lugar a nadie, ¡es prácticamente la primera regla! —dijo, sin embargo, esta vez hablo más calmada, alejándose un poco del castaño. Claro, su enojo todavía seguía palpable en su rostro.

La habitación quedó en silencio por unos segundos, segundos donde Charlotte, tan inteligente como solo ella era, maquinaba en su mente el porqué del chico aquí. Luego de pensarlo y analizarlo, lo descubrió

—Él... Él es el chico que salvaste hace días, ¿no es así? —murmuro lentamente, miro al capitán y cuando este asintió casi con miedo, Charlotte pudo sentir que su enojo volvía a su cuerpo. —Y has estado con él todos estos días, ¿no?, por eso desapareces todo el día. — otro asentimiento por parte de Ray y Charlotte ya no pudo tolerarlo más, dejo escapar un bufido al mismo tiempo que rodaba los ojos —Eres increíble —expreso con molestia mientras se daba la vuelta y caminaba hacia los monitores, molesta y sin ganas de seguir viéndole la cara a su jefe.

Ray se molestó ante esto y dejando de lado su miedo por el regaño, se puso sus pantalones de capitán, y como todo un adulto, se recompuso y encaro a la joven morena.

—Escucha Charlotte, Henry necesita mi ayuda, no tiene a nadie y paso por muchas cosas... —se detuvo un segundo al recordar lo que Leyla le había dicho, al recordar la manera en que encontró a Henry y lo asustado que estaba en el hospital. Trago saliva y retomo su hablar —no lo viste como yo lo vi, no lo encontraste tirado en una cama casi sin vida, no sabes nada —expreso con odio mientras conteniendo la furia. Sabía que no debía desquitarse con ella.Pero ya estaba enojado y no había quien lo hiciera calmar cuando estaba en ese estado.

Charlotte se dio la vuelta y lo miro, con sus brazos cruzados se sentó. No parecía dolida por las palabras de Ray, no expresaba ni una pizca de empatía en su mirada.

—Bien, ¿qué se supone que harás ahora? Ya que le mostraste este lugar y le dijiste nuestros nombres. ¿Lo vas a tener aquí para siempre? Y lo más importante ¿Le dirás quién eres o ahora vivirás con el traje del capitán man puesto todo el tiempo?.

Eran preguntas justas, Ray no lo podía negar. Charlotte tenía un punto a su favor, no había pensado bien las cosas, solo quería ayudar a Henry, no pensó en nada más. Charlotte, ante su falta de hablar, decidió continuar.

—No tienes ni idea que hacer, como siempre te dejas llevar por tus impulsos y solo porque el chico es lindo decidiste traerlo aquí sin pensar las consecuencias. —veneno y más veneno expulsaba en sus palabras mientras seguía mirando a Ray con el ceño fruncido.

Ray apretó sus puños, listo para devolverle sus palabras. Sin embargo, fue Jasper quien decidió intervenir, después de estar en silencio en toda la discusión.

—Es suficiente —expreso con calma, interponiéndose entre los dos, miro a Ray y le regalo una mirada sincera —puede que Charlotte tenga razón, pero aun así, nosotros te apoyamos y ayudaremos a Henry en lo que podamos. —ahora miro a Charlotte, expreso en su rostro que se detuviera cuando la vio a punto de protestar.

Ray no estaba sorprendido al ver que fue Jasper quien detuvo la discusión, como siempre, el de cabello rulos era el que traía la paz en la capicueva.

—Gracias, Jasper —tuvo que agradecerle, pues era bueno tenerlo de su lado. El de rulos solo lo miro, asintió y le regalo una sonrisa. Ray ya estaba listo para irse, dándole fin a esta pequeña pelea. Pero antes, miro a Charlotte y agrego —las cosas no son así, no traje a Henry aquí porque piense que sea lindo, puede que sea un ser narcisista que busca a las personas para sexo, pero con Henry no es así, no se trata de eso. También soy un héroe y tú más que nadie debe que está en mi sangre el ayudar y proteger a las personas de esta ciudad. —se sintió dolido por las palabras de Charlotte, esperaba que en algún momento se retractara y se disculpara. Pero por ahora no quería estar cerca de ella, así que sin más, antes de que Charlotte pudiera decirle algo, se retiró de la habitación.

Decidió ir con Henry, quería asegurarse de que estuviera siendo bien recibido, llego a la habitación de invitados, sin tocar, abrió la puerta, asomándose un poco. Schowz y Henry hablaban tranquilamente, eso le dio una buena sensación a Ray y decidió entrar, el sonido de la puerta abierta, llamo la atención de ambos, Ray les sonrió y se adentró en la habitación.

—¿Todo está bien?.

—Todo bien, le mostraba a Henry el baño —respondió el científico, miro a Henry y le sonrió.

Parecía que lograron llevarse bien en esos minutos a solas y Ray se sintió aliviado por eso. Ray le asintió al científico, y este, que lo conocía tan bien, supo que eso era un indicador para que se retirara. Miro una vez más a Henry antes de irse.

—Siéntete en casa, Henry —expreso de forma sincera. Henry solo le regalo un bajo gracias.

Ray espero a que Schowz cerrara la puerta para acercarse al rubio, finalmente sintiéndose relajado al estar a solas con Henry. Le regalo una sonrisa, esperando que con eso, Henry también se relajara.

—Es una habitación muy bonita —comento Henry, sentándose en la cama de forma tímida. Ray lo siguió, sentándose a su lado.

—Es tuya por el tiempo que quieras.

Henry lo miro y su expresión cambio a una algo triste. Ray por supuesto que noto eso. Se acercó un poco más hacia el rubio, dejando descansar su mano en su hombro.

—¿Qué sucede, Hen? —pregunto de forma suave.

—Yo... es que creo que no le agrade mucho a tus amigos...

—Hen, no digas eso, solo estaban sorprendidos, no sabían que vendrías —apretó un poco el hombro de Henry, su otra mano sostuvo una de las de Henry y la acaricio. —No te preocupes Hen, todo va a estar bien —le regalo una sonrisa tierna, de esas que solo tenía para él.

Henry le devolvió la sonrisa, o eso intento. Trato de confiar en las palabras del capitán, esperando que las cosas salieran bien. No quería ser una molestia aquí y pronto estaba pensando en un segundo plan, por si las cosas salían.

Se quedaron en silencio unos segundos, antes de que Henry se apartara un poco de toque de Ray y levantarse de la cama.

—Yo... me gustaría darme un baño —murmuro algo apenado y casi como si estuviera pidiendo permiso para poder tomarse una ducha.

—Por supuesto —Ray se levantó —puedes hacer lo que quieras y siéntete libre de salir cuando estés listo, puedes quedarte aquí y ver televisión, lo que tú quieras hacer está bien. —le sonrió haciéndole entender que no tenía que pedir permiso, que podía hacer lo que le apeteciera.

Henry simplemente asintió y con eso, Ray se retiró de la habitación para darle algo de espacio y privacidad. Volvió a la sala, donde los chicos y Schowz hablaban en el sillón giratorio, sin embargo, detuvieron su hablar en cuando lo vieron llegar.

—¿Estaban hablando de mí? Adelante, continúen —le restó importancia al asunto mientras caminaba hacia el auto- snacks para pedir algo de agua.

—En realidad, estábamos hablando sobre Henry.

Ray se dio la vuelta ya con su botella de agua y se acercó al sillón para escuchar lo que sea que tuvieran que decir. Schowz espero a tener la atención del castaño para seguir hablando.

—Les decía a Jasper y Charlotte que Henry se ve que es un chico agradable y que no deberían juzgarlo tan rápido sin conocerlo primero.

Ray le agradeció en voz baja, pues el científico tenía razón.

Charlotte dejó escapar un suspiro de resignación antes de levantarse. —Ya es un poco tarde y deberíamos irnos, vamos Jasper —salió del sillón mientras se colocaba su mochila por sobre su hombro. Luego camino hacia el elevador, seguido de Jasper.

Ray la miro irse y supo que no debía dejar las cosas entre ellos así, aun cuando el mañana volvería a verse. Sin perder más tiempo, dejo la botella de agua sobre la mesa y camino hacia la morena.

—Charlotte, espera —la tomo del brazo, dándole la vuelta para que estuviera frente a ella —Sobre lo de hace rato —

—Está bien —Charlotte lo interrumpió — Soy yo la que debería disculparse, no debí decir esas cosas, lo siento.

Ray le sonrió, aceptando sus disculpas.

Dejando su disputa finalmente arreglada, se despidió de los chicos, sabiendo que mañana, las cosas estarían mejor.


A pesar de que le dijo a Henry que podía hacer lo que quisiera, Ray se sintió algo desanimado cuando no lo vio salir de su habitación para la cena. Comió con Schowz como de costumbre, siendo el científico el único que vivía con él. Ambos miraban la televisión en silencio, Ray de reojo miraba hacia el enorme engranaje por donde estaba el pasillo hacia las habitaciones, esperando que, en algún momento, Henry saliera. Pero no fue así, y Ray no pudo evitar sentirse triste por eso.

—¿Qué harás con...?

La voz de Schowz lo hizo salir de sus pensamientos, miro y alzo una ceja esperando a que prosiguiera. Schowz le hizo una seña hacia su antifaz, tocándose su propio rostro. Ray dejo escapar un suspiro, sabiendo que ese era un problema que debía solucionar más temprano que tarde. Estuvo gran parte de la cena pensando en que hacer. No le respondió a Schowz y el científico decidió no presionar, si el capitán no pedía su ayuda, él se quedaría tranquilo.

La cena pronto terminó y Ray quedo solo en la sala, sentado en el sillón, mirando hacia el engranaje. Pronto una idea llego a su mente; de forma rápida, sirvió algo de comida en un plato, sirvió algo de bebida en su vaso, lo puso todo en una bandeja y a pasos decidido, camino hacia la habitación de invitados, ahora, de Henry. Tocó suavemente la puerta, rogando que Henry no estuviera dormido. A los pocos segundos, Henry abrió la puerta y le sonrió.

—Te traje algo de comer.

Henry bajo su mirada hacia la bandeja, sonriendo un poco más.

—No tenías que hacerlo —murmuro, al mismo tiempo que se hacía a un lado para dejar al castaño entrar a la habitación.

—Henry, eres mi invitado, es lo que tengo que hacer, además... no saliste a cenar y pues debes tener hambre —dejo con cuidado la bandeja en la mesita de noche antes de sentarse al lado de Henry en la cama. El rubio agradeció en voz baja antes de tomar la bandeja y comenzar a comer.

—Gracias, yo... disculpa por no salir, no quería incomodar a tus amigos —murmuro apenado, mirándolo al castaño de reojo. Masticaba lentamente su comida con la cabeza hacia abajo.

—Está bien, no debes disculparte por eso.

Ambos se miraron por un segundo, sonriéndose levemente.

Ray se dio cuenta de que el rubio era algo inseguro y un poco desconfiado, y no lo culpaba, estaba en un lugar nuevo, con gente extraña después de haber vivido experiencias traumáticas. Sin embargo, Ray deseaba que Henry pudiera confiar en él. Mientras Henry comía, Ray pensaba en alguna forma de poder hacer que confiara en él, se le ocurrieron varias ideas, pero solo una (la más descabellada) resulto ser la ganadora.

—Oye, Henry —lo llamo en voz baja, Henry detuvo su comida para mirarlo —sabes que puedes confiar en mí ¿no? —espero un segundo hasta que Henry asintiera, cuando este lo hizo, procedió a hablar —Y por eso quiero enseñarte algo para que veas que yo confío en ti.

Henry frunció el ceño a modo de confusión, pero de todas formas asintió de nuevo, haciéndole entender al castaño que podía continuar. Dejo su comida de lado y espero a que el capitán man le enseñara lo que sea que fuera a mostrarle.

Ray dejo escapar un suspiro antes de levantarse, pidiéndole a Henry que lo siguiera.

—Muy bien, solo voy a necesitar que cierres los ojos —lo tomo de los hombros, sintiendo el nerviosismo de Henry bajo su toque —seré rápido, lo prometo. No es nada malo —se aseguró en recordarle, acariciando sus hombros para darle consuelo.

Henry dudó por unos segundos, pero después, cerro sus ojos. El castaño se alejó un poco y saco de su bolsillo la botella con los chicles, agarro una y miro a Henry antes de llevársela a la boca y empezar a masticarla para luego soplar una burbuja desapareciendo su traje de capitán man por completo. Se miró a sí mismo con su ropa normal por unos segundos antes de soltar un leve suspiro, sabía que era una locura, pero ya nada podía detenerlo.

—Bien, ya puedes abrir tus ojos.

Henry abrió sus ojos lentamente, quedándose estupefacto ante la vista que tenía frente a él; la mayor relevación de su vida, si le llegan a preguntar. Henry quedó completamente estático ante lo que veía; el capitán man estaba frente a él sin su traje.

—Hola, soy Ray Manchester.

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Henry pasó los siguientes minutos mirando completamente estático hacia el hombre frente a él. Sus ojos estaban bien abiertos del asombro, casi se le salían cuál caricatura. Sabía que estaba balbuceando incoherencias mientras detallaba cada fracción del castaño hombre. ¡Capitán man le había revelado su identidad!, Henry no podía creerlo. Tuvo que tragar saliva en algún punto para poder aclarar su garganta y finalmente poder gestionar alguna frase.

—¿Por qué? —fue lo único qué logro articular, en un bajo susurro que casi ni se logró escuchar. Pero Ray, si escucho y con una sonrisa, respondió.

—Porque quiero que confíes en mí y para que veas que yo también confío en ti, pues aquí estoy —abrió sus brazos levemente, señalándose a sí mismo. Estaba relajado, sabía que esto era lo correcto.

Henry, por otro lado, se estaba volviendo paranoico. De forma frenética comenzó a mover su cabeza, negando furiosamente. Al mismo tiempo, comenzó a caminar de un lado al otro.

—Esto no, esto no puede estar pasando...

—Hen, tranquilo... —Ray dio un paso hacia adelante, tratando de acercarse a Henry, el rubio dio un paso hacia atrás.

—No, no puedo estar tranquilo cuando acabas de revelarme tu identidad —Henry detuvo sus movimientos frenéticos para mirarlo, asegurándose de una vez más que esto era real — esto es mucho para mí...

—Hen...

—¿Es que no entiendes el grado de esta situación? Acaba de confesarle esto a un completo extraño —eso último lo dijo casi gritando, estaba entrando en pánico, casi teniendo un ataque de ansiedad —¿Qué pasaría si...? —se detuvo en seco, comenzó a sudar frío, en su mente pasaban miles de escenarios de donde descubrían la identidad del capitán por su culpa —tengo que irme —expreso de repente, ignorando a Ray camino hacia la puerta, sin embargo, se detuvo en cuanto su mano estuvo en el pomo de la puerta —pero sí ya sé tu secreto... ¿vas a matarme? —se giró y lo miro, miedo se reflejaba en su rostro.

Ray de forma rápida, pero con cautela se acercó a Henry, debía calmar la situación. Con gentileza lo tomo por los hombros y obligo al rubio a que lo mirase. Acaricio sus hombros para ayudarlo a calmarse, al mismo tiempo, comenzó a hablar en voz suave.

—No voy a matarte, Henry, y mucho menos te vas a ir de aquí. Yo confíoen ti y sé que no le dirás a nadie sobre esto.

—No lo haré, lo prometo —expreso rápidamente, teniendo miedo de que Ray no le creyera si solo asentía.

Ray le regalo una sonrisa tranquilizadora, acaricio un poco más sus hombros antes de soltarlo. Henry dejó escapar un suspiro, y algo mareado camino hacia la cama y se sentó, todavía se sentía algo alterado, pero ya no estaba tan asustado. Sintió a Ray sentarse a su lado, lo miro de reojo, ahora estaban más cerca y podía detallarlo mejor.

—Estoy seguro de que acabas de romper la primera regla de ser superhéroe —murmuro, todavía abrumado por tener al capitán man a su lado, sin su máscara, sin su traje.

Ray dejo escapar una risa pequeña, al mismo tiempo que asentía.

—Sí, rompí la regla más importante, pero tú lo vales.

Henry se sonrojó y miro hacia su regazo, jugando con sus dedos. Se quedó sin palabras, no estaba acostumbrado a sentir tanta amabilidad. Unos segundos después, alzo su mirada hacia el capitán, ahora de cerca, lo detallo una vez más, dándose cuenta de lo atractivo y guapo que era; no es que no lo fuera cuando estaba con su traje y mascara, pero ahora, ahora Henry podía notar mejor sus fracciones, sus hermosos azules. Eran simplemente cautivadores.

Después de ese momento tan abrumador, logrando calmarse y hablar un poco más tranquilos, Henry todavía se sentía extraño de estar frente al capitán man sin su traje, todavía no lo llamaba por su nombre. Sabía que iba a tardar un poco en acostumbrarse a esto. Charlaron hasta que el cansancio llego a sus cuerpos, luego de que Henry terminara de comerse su cena, ahora fría y olvidada. Ray se despidió de él con una suave sonrisa, dejando al rubio solo con miles de pensamientos revoloteando en su cabeza. Logro quedarse dormido, sin embargo, a las pocas horas, sueños intrusivos comenzaron a atacarlo, haciendo que tuviera un ataque de pánico; estaba teniendo una pesadilla y no podía despertarse de ella, aunque lo intentara.

Ray, quien dormía cómodamente en su habitación, despertó confundido cuando lejanos gritos se dejaron escuchar. Ray se incorporó en la cama, limpiando sus ojos para despejar el sueño, mientras lo hacía intentaba captar y reconocer el sonido de esos gritos que cada vez más se hacían más fuertes. Cuando escucho un llanto desgarrador, se levantó de la cama. Ya completamente despierto, reconoció esa voz que lloraba; Henry.

Ray salió corriendo hacia la habitación del rubio, a medida que se acercaba, los gritos y llantos se escuchaban con más fuerza. Sin preocuparse en tocar, entro a la habitación como un torbellino. Henry yacía en la cama, envuelto en las sabanas, casi enrollado en ellas. Se movía con frenesí, como intentando escapar. Pequeños jadeos y leves "no" soltaban, suplicando que lo alejaran del dolor.

Ray se acercó lentamente, se sentó a la orilla de la cama y luego, con suma suavidad, tomo los hombros de Henry y empezó a moverlo, llamándolo en voz baja.

—Hen, aquí estoy, todo está bien, es solo un sueño —murmuro sin dejar de moverlo.

Henry seguía retorciéndose bajo su toque, su frente estaba llenándose de sudor, mezclándose con las lágrimas que caían por sus mejillas. Ray comenzaba a preocuparse, lo llamaba y no despertaba. Un par de intentos más, y Henry despertó, alterado y gritando.

Sus ojos enormemente abiertos miraban todo el lugar, inspeccionando cada parte. Su respiración era acelerada mientras intentaba reconocer donde estaba, tratando de buscar algo familiar que le dijera que estaba salvo, en un lugar seguro. Poco a poco fue orientándose, reconociendo donde estaba. Su vista enfocó en el castaño frente a él, a quien no había visto debido a la neblina de miedo que lo acaba, pero cuando esta se fue, se incorporó y casi se lanzó sobre Ray, envolviéndose en sus brazos. Ray no tardo en corresponder el abrazo, rodeando a Henry con sus grandes brazos, apretándolo con fuerza, queriendo protegerlo de todo.

—Tranquilo, solo fue un sueño... —murmuro, dejando caricias en su espalda.

—Fue una pesadilla —murmuro de vuelta, ocultando su rostro en hueco del cuello de Ray.

Se quedaron unos segundos abrazados hasta que Ray aparto a Henry para poder mirarlo a los ojos; esos ojos color chocolate estaban llenos de lágrimas. Eso rompió el corazón de Ray, quien con suavidad, lleno sus pulgares hacia las mejillas de Ray y como si su piel fuera de cristal, comenzó a limpiar cualquier rostro de lágrimas que encontró. Henry lo miraba cansado y triste. Ray solo quería ayudarlo a borrar cualquier molestia que tuviera.

—Siempre tengo estas pesadillas, son recuerdos de todas las personas que me han lastimado, yo... tengo un horrible pasado... —murmuro, su voz entrecortada, clara señal de que volvería a llorar. Asimismo, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.

—Ahora estás conmigo y no dejaré que nada te pase, no dejaré que nadie vuelva a lastimarte.

Henry negó con frenesí, intento apartarse, pero el agarre de Ray era fuerte y él estaba cansado.

—No lo entiendes, ellos van a encontrarme, siempre lo hacen... —expreso con miedo, soltando varias lágrimas. Ray se apresuró en calmarlo, lo atrajo de vuelta a sus brazos, acurrucándolo en ellos.

—Nada de eso va a pasar —murmuro contra los orbes dorados de Henry — quien se atreva a hacerte algo malo, se las verá conmigo —expreso con rudeza, tanto que Henry tuvo que temblar al sentir el retumbar de su voz — Yo voy a protegerte, no te preocupes por lo demás, ¿está bien?.

Henry no sabía que responder ni cómo reaccionar ente esto, nunca alguien se había preocupado por el de esa forma —al menos que buscara algo a cambio —Se sentía bonito saber que alguien quiera cuidarlo sin querer algo más. Trago un poco de saliva ante este hecho, se apartó de los brazos del mayor para poder verlo.

—Está bien —murmuro, sonriendo levemente.

Ray asintió al mismo tiempo que correspondía a esa sonrisa. Un impulso llegó hacia él y antes de que se diera cuenta, estaba acercándose hacia Henry, tomándolo por la barbilla, dejando después, un pequeño beso en su frente. Al apartarse, miro a Henry con algo de inseguridad, no sabía si estaba haciendo lo correcto, pero cuando vio las mejillas sonrojadas del rubio, supo que su gesto estuvo bien.

Se quedaron en silencio, Henry logrando calmarse y Ray siempre a su lado, siendo su soporte en caso de que lo necesitara de nuevo. Unos minutos pasaron y Henry parecía estar tranquilo, las lágrimas se habían detenido al igual que sus miedos. Miro a Ray y antes de que pudiera contenerse, dejo escapar un par de palabras.

—Podrías... ¿podrías quedarte aquí? —pregunto de forma tímida, junto con un leve sonrojo. Su corazón acelerado, casi a punto de explotar.

—Por supuesto —fue todo lo que dijo el castaño, junto con una sonrisa.

Ray se levantó de la cama, al mismo tiempo en que Henry se había a un lado para darle espacio, quito parte de la sabana para que el castaño pudiera meterse a la cama. Ray lo hizo en un movimiento suave, cubriéndose con la sabana compartiéndola con Henry. Ambos se miraron por un segundo, antes de colocar sus ojos en el techo. No hablaban, Henry porque no tenía ánimos de hablar y Ray porque no sabía cómo iniciar una conversación.

El sueño pronto se fue apoderando de ellos, el cansancio haciendo presencia nuevamente después de que la bruma del momento pasara. Ray ya comenzaba a sentir pesadez en su cuerpo, pero no quería dormirse hasta asegurarse de que Henry estuviera descansando, lo miraba de reojo constantemente, siempre encontrándolo despierto, mirando al techo. Un momento después, Henry empezó a moverse, bostezando en voz baja, estaba inquieto, todavía con la sombra de su pesadilla asechándolo. No podía dormirse, no hasta que se sintiera protegido y a salvo. Miro a Ray, apartando su vista rápidamente.

Fue una acción involuntaria, lo que hizo a continuación, tímidamente fue acercándose hasta colocar su rostro cerca del hombro de Ray, pero sin llegar a estar acostado totalmente de él. Ray al ver esta acción sonrió un poco, con cuidado tomó a Henry y lo pego más a su cuerpo, provocando que el rostro de Henry cayera en su pecho. Ray lo abrazo completamente con sus fuertes brazos, luego empezó a dejar pequeñas y suaves caricias por su cabello.

Henry lentamente se abrazó a su cintura, acurrucándose más en sus brazos y cuerpo. No sabía por qué había hecho esa acción en primer lugar, nunca era tan confiado a la primera con una persona que desconocía, pero algo en él lo motivada, porque sabía que Ray no iba a lastimarlo, podría acostumbrarse a estar por el resto de su vida. Con ese pensamiento, y el cálido silencio, se quedó dormido.


Henry fue el primero en despertar a la mañana siguiente, encontrándose rodeado por los grandes brazos del capitán man, cuidadosamente intento alejarse del abrazo, pero cuando hizo un mínimo movimiento fue abrazado de vuelta fuertemente. Alzo la mirada hacia el rostro del mayor, encontrándolo durmiendo tranquilamente, Henry sonrió un poco al verlo. No supo cuantos minutos estuvo observándolo hasta que vio como este empezaba a despertarse, rápidamente cerro sus ojos para que el castaño pensara que aún seguía dormido.

Ray abrió los ojos sorprendiéndose al ver que se había quedado dormido en la habitación del menor. Se alarmó un poco, pensando que si el rubio despertaba se asustaría al verlos tan acurrucados, pero, por otra parte, algo dentro de él se sintió feliz por estar así con el rubio. Con cuidado colocó su mano en la cabellera de Henry, acariciando un poco los orbes dorados.

Henry comenzó a moverse y Ray rápidamente detuvo su acción. Henry abrió sus ojos, restregando con su mano uno de ellos haciendo como si apenas acababa de despertar, luego miro hacia Ray y le sonrió.

—Buenos días.

—¿Cómo dormiste?

—Muy bien —Henry volvió a sonreír, se acomodó mejor, colocando su mentón sobre el pecho de Ray, quedando recargado en este. —¿dormiste bien?

—Lo hice, hace mucho que no dormía así de bien —sonrió, todavía mostrando rasgos de sueños en su rostro. Henry no pudo evitar sentir ternura ante la suave imagen que tenía frente a él.

—Gracias por quedarte y ayudarme con mi pesadilla, creo que no te agradecí anoche —murmuro un poco apenado, Ray negó rápidamente, moviéndose un poco, provocando que Henry se acercara más a su cuerpo.

—No agradezcas, siempre estaré aquí para ayudarte cuando lo necesites, ¿está bien?.

Henry solo asintió, sonrojándose como de costumbre. Después se quedaron en silencio, simplemente mirándose, contemplando su belleza.

—Creo que deberíamos levantarnos —murmuro el castaño, rompiendo el sueño y el momento de tranquilidad que habían creado. Henry simplemente asintió. Pero ninguno de los dos hizo el amago intento de apartarse, estaban demasiado cómodos en sus posiciones. Así que por un par de minutos más se quedaron en cama.

Luego, cuando ambos sintieron que había sido suficiente, se alejaron de otro y se sentaron en la cama. Henry se apartó un poco, ahora más consciente de todo, estaba avergonzando de su comportamiento tan mimoso con el capitán, parecía un gatito queriendo cariños, durmiendo acurrucado de su dueño. Era penoso, se aseguraría de que no volviera a pasar.

—Voy a preparar el desayuno y después me encantaría enseñarte todo el lugar. ¿Te gustaría?.

Henry sacudió un poco su cabeza, alejando sus pensamientos para volver a la realidad, miro a Ray y supo que este le había dicho algo. Se limitó a asentir, regalándole después una pequeña sonrisa.

—Muy bien —Ray le devolvió la sonrisa antes de levantarse de la cama —sal cuando estés listo. —sin más, salió de la habitación, dejando a Henry en soledad.

Henry se dejó caer en la cama en cuando el castaño se fue. ¿Qué estoy haciendo?, pensó, él jamás era tan confianzudo, debía tener cuidado y mantener la guardia en alto. Luego de unos minutos pensando, se levantó de la cama y fue al baño para darse una ducha, se vistió con las prendas que Leyla le había obsequiado; una simple camisa gris y unos pantalones negros. Ya estando listo dejo escapar un suspiro, se estaba poniendo nervioso y eso lo frustraba. Debes calmarte, pensó antes de tomar el pomo de la puerta y salir. Camino por el pasillo y llegó hasta la sala principal donde para su sorpresa, Ray ya estaba sirviendo el desayuno.

Ray, al notar su presencia, dejo lo que hacía para mirarlo y darle una sonrisa, sonrisa que Henry correspondió.

—Este lugar es increíble —murmuro con asombroso, detallando y admirando el lugar una vez más mientras a pasos lentos se acercaba al sillón donde Ray se encontraba.

—Y eso que aún no te enseño el lugar completo, oh y la tienda por supuesto, pero primero, vamos a comer —expreso con emoción mientras invitaba a Henry a sentarse en el sillón, Henry le agradeció con una sonrisa, sentándose a su lado. Ray le paso un plato lleno de comida el cual Henry agradeció en voz baja. Después comenzaron a comer mientras charlaban tranquilamente.

Mientras comía, Henry no podía dejar de pensar que estaba desayunando junto con el capitán man en su guarida secreta, sabiendo su identidad. No podía dejar de admirar lo bello que era y lo mucho que le gusta... detuvo ese pensamiento, no debía estar pensando en esas cosas, el mayor lo estaba ayudando, mientras que él solo pensaba en lo atractivo que era, no debía pensar en eso, el castaño jamás se fijaría en alguien como él, de seguro le gustaban las mujeres hermosas y él estaba lejos de ser una.

Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que Ray le estaba hablando. Parpadeo un poco al ver que el castaño lo miraba como esperando a que hablara.

—Perdón, yo... ¿qué dijiste? —pregunto avergonzado, sintiéndose mal por no haberlo escuchado a la primera.

—Sí, estuvo deliciosa la comida... Ray —Henry se sonrojó un poco al llamar al capitán por su nombre por primera vez desde que se enteró de su identidad.

El castaño se emocionó un poco al escuchar su nombre salir de la boca del rubio, se escuchaba tan bien y estaba seguro de que quiera escucharlo decir su nombre por el resto de su vida. Pero contuvo su emoción para no parecer un loco. Claro, su sonrisa fue difícil de borrar.

—Me alegra que te gustara, ahora quiero enseñarte el lugar, ¿vamos?.

Henry solo asintió, luego se levantaron para iniciar el recorrido por la capicueva.

Las siguientes horas las pasaron recorriendo todo el lugar. Henry estaba encantado con todo lo que veía, desde una simple habitación con solo claves, hasta de la gente topo que se encontraron mientras caminaban por un pasillo y del cual Ray lo protegió. El rubio estaba demasiado asombrado y no paraba de hacer preguntas, Ray trato de responder todas, aunque algunas eran más del tipo que Schowz respondería, pero estaba feliz de ver a Henry tan alegre y decidió que se encargaría de hacerlo feliz para poder ver esa sonrisa todos los días. De vuelta en la sala principal, era el momento de ir a la tienda, siendo este el último lugar por mostrarle al rubio.

—Deje el mejor lugar para el final —sonrió con alegría mientras caminaba hacia el elevador, seguido de Henry.

—Esto va muy rápido —comento Henry tambaleándose un poco cuando el elevador comenzó a subir, inconscientemente se agarró del brazo de Ray.

Unos segundos después, el elevador se detuvo y las puertas se abrieron. Henry miraba todo confundido, siguiendo a Ray por detrás, hasta que cruzaron un pequeño umbral, dando paso a la tienda.

—Bienvenido a basura y más.

Henry miraba todo el lugar con asombro, lo admiraba por completo mientras caminaba por todos lados. Ray simplemente lo miraba con una sonrisa, yéndose a sentar en el taburete detrás del mostrador, dejando que Henry curioseara todo lo que quisiera.

Henry caminaba observando y tocando cada cosa, estaba fascinado por los objetos tan raros que había en la tienda, mientras tanto Ray desde el mostrador admiraba lo hermoso que el rubio se veía asombrado por todo.

—Este lugar es... alucinante —expreso en un murmullo, pero lleno de emoción. Miro a Ray y camino hacia él, dejando descansar sus manos en el mostrador.

—Puedes tomar algo de aquí si te gusto y llevarlo a tu habitación en la cueva.

Henry frunció el ceño, no esperaba que pudiera hacer eso —pero no tengo dinero...

—Tómalo como un regalo de mi parte, además, es una tienda falsa, no hay problema si te llevas algo.

Henry dudó un poco, pero al ver que el castaño lo estaba animando decidió tomar algo de la tienda. Paso unos minutos buscando algo que le gustara, hasta que encontró una figura de un marciano que brillaba de color verde en la oscuridad, le pareció graciosa así que decidió llevársela. Después de eso, volvieron hacia el elevador. Ray miro a Henry y le sonrió, casi como si estuviera disculpándose antes de presionar el botón para bajar hacia la cueva.

Henry pegó un grito cuando el elevador bajado con fuerza y rapidez, ante tal acción dejo caer al marciano para sujetarse con fuerza de los brazos de Ray, temiendo por su vida. Cerro sus ojos, mientras temblaba del miedo.

—Henry, tranquilo —Ray, intento calmarlo, rodeándolo por la cintura.

Unos segundos después, el elevador se detuvo con un golpe fuerte haciendo que Henry se cayera al piso llevándose a Ray consigo, quien termino cayendo encima de él. Henry hizo una mueca de dolor cuando su cabeza golpeo contra el suelo. Ray se preocupó ante esa expresión de molestia en su rostro.

—¿Estás bien?.

—Sí, solo... me golpeé en la cabeza —murmuro el rubio, llevándose una mano a la cabeza justo donde el dolor comenzaba a palpitar. Luego abrió sus ojos, notando lo cerca que estaba del castaño.

Ray también noto la cercanía y rápido se apartó de Henry, carraspeo su garganta mientras amablemente lo ayudaba a levantarse.

—Lo siento...

Henry tomó la mano de Ray y se levantó, negando con su cabeza ante su disculpa.

—Descuida, pero creo que deberían reparar este elevador —murmuro, todavía haciendo muecas de dolor. Ray volvió a mirando a modo de disculpa, antes de agacharse y tomar el marciano de juguete, entregándoselo a Henry antes de salir del elevador.

Schowz estaba en el sillón giratorio, y le sonrió a ambos en cuando los vio salir.

—Iré a buscarte un poco de hielo para el dolor, espera en el sillón.

Henry simplemente asintió e hizo lo que Ray le indico, con cuidado, pues, el dolor se volvía más fuerte ante cada movimiento que daba, se sentó en el sillón, frente a Schowz.

—¿Te sorprendió el elevador? —se burló Schowz, riéndose un poco.

—Deja de molestarlo, Schowz —Ray lo regaño, golpeándolo en la cabeza con la bolsa de hielo que había buscado para Henry, Schowz se quejó, mirando al capitán con molestia. Ray simplemente lo miro de forma burlesca, riéndose ahora de él.

Después se enfocó en Henry, sentándose a su lado, luego con cuidado, dejo la bolsa de hielo en su cabeza, justo en la parte donde le dolía.

—Sostén la bolsa hasta que se te pase el dolor, esto te hará sentir mejor —hablo en voz dulce, mirando a Henry con ternura.

Henry solo asintió embobado por todas las atenciones que el castaño le estaba dando. Por otro lado, el pequeño científico miraba la escena totalmente incrédula, pues Ray no solía ser así de amable con nadie; no lo malinterpreten, el castaño era bueno siendo superhéroe, ayudaba y salvaba a todo aquel que lo necesite, siempre mantenía la ciudad a salvo, pero Schowz nunca lo había visto tan atento y preocupado por alguien, por lo general solo se aseguraba que todo estuviera bien y luego se iba. Schowz pronto se percató de que estaba sobrando, así que silenciosamente se levantó del sillón y se fue dejándolos solos.

—Espero que no se te haga una hinchazón —comento Ray, examinando a Henry, tomándolo por las mejillas y mirando la zona en su cabeza donde le dolía —si te sigue doliendo me dices ¿está bien?.

—Si...—fue todo lo que Henry logro decir, sintiendo un leve sonrojo crecer por sus mejillas.

—¿Quieres ver un poco de televisión?. —sugirió el castaño después, Henry simplemente asintió.

El castaño tomó el control remoto y encendió la televisión, pasaron los siguientes minutos mirando la televisión en completo silencio. Pronto, Ray sintió como Henry colocaba su cabeza en su hombro, miro hacia el rubio dándose cuenta de que tenía los ojos cerrados, se había quedado dormido.

Ray no pudo evitar admirarlo un poco, se veía tan en calma justo ahora dormido en su hombro y tan tierno que Ray sonrió, cuidadosamente quito la bolsa de hielo de la cabeza de Henry y depósito un pequeño besito en esta.

Algo dentro del castaño le decía que debía parar con estas acciones con el rubio, pero una parte de él no quería detenerse, por alguna razón se sentía bien siempre que estaba con Henry y hace mucho o quizás nunca se había sentido así. Se quedó unos minutos acariciando el cabello del rubio, cuando escucho el elevador, rápidamente detuvo la acción y se movió un poco, haciendo que Henry se despertará.

Henry soltó un par de quejas debido a su sueño interrumpido, se removió un poco, frotándose uno de los ojos. Ray, por su parte, miraba hacia el elevador.

Este al abrirse relevo a Charlotte, quien llegaba de la escuela junto con Jasper. La joven al entrar se quedó parada viendo a Ray, no fue difícil para la morena deducir que el castaño le había revelado su identidad al rubio. Es un hombre adulto, él sabe lo que hace, pensó, mientras entraba hacia la cueva caminando hasta los monitores. Había decidido que no iba a quejarse de nada ni pelear con el mayor, que este hiciera lo que quisiera, sin embargo, sabía que debía disculparse con el rubio, así que luego de dejar su mochila en el asiento de los monitores se acercó al rubio.

—Hola Henry, ¿no? —lo llamo, caminando lentamente hacia él. Henry simplemente asintió en respuesta, inconscientemente pegándose un poco al castaño.

sé que no iniciamos con el pie derecho y quiero disculparme por mi comportamiento de ayer, no fue una buena impresión, yo solo... fue una sorpresa tu llegada —se detuvo un segundo, negando con su cabeza, no iba a enojarse de nuevo —en fin, me llamó Charlotte y quiero que sepas que estamos aquí para lo que necesites —sonrió, una sonrisa sincera.

Henry le devolvió la sonrisa, relajándose un poco, salió del casi escondite que había hecho detrás de Ray y le agradeció a la morena —Gracias y no necesitas disculparte, yo entiendo que fue una sorpresa para todos.

Charlotte solo asintió, complacida con que Henry estaba bien con ella, se retiró, yendo a sentarse en los monitores, su puesto habitual.

Jasper, quien estaba en el Auto – Snacks pidiendo algunos dulces, se sentó tranquilamente al lado de Henry y lo saludo ofreciéndole un chocolate, Henry la acepto con una sonrisa para luego empezar una pequeña charla. Ray aprovechó esta situación para dejar a al rubio unos minutos, se levantó del sillón y se acercó hasta donde la joven se encontraba.

—Gracias por eso —tuvo que decirlo, pues de verdad estaba agradecida de que Charlotte intentara llevarse bien con Henry. La morena le hizo un gesto con su mano, restándole importancia. —Ahora necesito que me hagas un favor.

Charlotte dejó lo que estaba haciendo y se dio la vuelta teniendo toda su atención.

—Necesito que me ayudes a buscar información sobre Henry, ya sabes, los lugares donde ha estado antes, que pasó con su familia, si tiene algún familiar vivo, todo lo que puedas encontrar de él me ayudaría muchísimo. En el hospital no obtuve mucha información y quisiera saber más sobre él.

—Veré que puedo encontrar —fue todo lo que dijo antes de volver la atención hacia las pantallas, continuando con su trabajo.

Ray simplemente asintió, sabiendo que la conversación ya había terminado, iba a volver con Henry cuando las alarmas de la cuenta comenzaron a sonar con fuerza.

—¿Qué suena así tan fuerte? —pregunto Henry mientras se tapaba los oídos, mirando a todos lados, en busca de lo que sea que provocara tan ruido.

Ray no le respondió, rápidamente saco su tubo de chicles que siempre llevaba consigo en su bolsillo, tomo una goma de mascar y después de masticar por unos segundos, hizo una burbuja de chicle y la soplo, transformándose en capitán man.

Cuando el destello verde desapareció de su cuerpo, Ray se encontró con la mirada de Henry observándolo con asombro.

—¿Sorprendido? —Ray dejo escapar con prepotencia, luciéndose con una sonrisa coqueta.

—¡Eso fue increíble! —Exclamó emocionado el rubio, totalmente sorprendido. Ray sonrió de forma tierna por la actitud del chico. Antes de ponerse serio y en modo héroe, miro a Charlotte.

—Mándame la situación y la dirección del lugar, Charlotte.

—Estoy en eso.

Ray asintió y se dio la vuelta para dirigirse hacia los tubos, pero antes de irse se devolvió y se acercó a Henry.

—Volveré en un rato, ¿estarás bien? — lo tomó de los hombros gentilmente.

—No te preocupes por mí, estaré bien —le sonrió, siempre sonrojado cuando Ray se preocupaba por él.

—Bien —dijo y luego sin saber por qué se acercó hasta la mejilla de Henry y dejó un pequeño beso en esta. Al darse cuenta de lo que había hecho, abrió los ojos asombrado, rápidamente soltó a Henry y salió corriendo hacia los tubos. —¡Por el tubo! —exclamo, desapareciendo por este.

Henry quedó totalmente estático en su lugar mirando hacia los tubos, inconscientemente llevó su mano hacia la mejilla que había besado el castaño y soltó un suspiro cuál colegiala enamorada. 

Chapter Text


La alarma de emergencia resulto ser un simple robo al banco, algo que Ray pudo manejar con suma facilidad, para su alegría, pues no estaba de ganas de ir a una misión complicada: todo lo que Ray quería hacer era volver a la cueva y estar con Henry. Aún pensaba en ese beso en la mejilla que le dio, se regañaba mentalmente por no controlarse; solo esperaba que Henry no se sintiera incómodo, no quería arruinar la confianza que estaba construyendo.

Llego a la comisaria y dejo a los criminales con los oficiales para que se hicieran cargo. Estaba por irse cuando se percató de la presencia del oficial quien había estado en la escena donde encontró a Henry, rápidamente se acercó a este, tenía que saber que había pasado con los malditos que le hicieron daño a Henry.

—Oficial —lo llamo en voz baja, pero lo suficiente para llamar su atención. El oficial parecía ocupado, pero una vez que se percató de quien lo llamaba, dejo lo que hacía y se concentró en el capitán, dejando sus papeles de lado.

—Capitán man. ¿Qué hace por aquí? ¿Ocurrió algún problema?.

—Solo vine a dejar a unos criminales que capture, pero lo vi a usted aquí y me preguntaba... quisiera saber... ¿Qué pasó con los criminales que atrape hace días en esa casa abandonada?.

—Están esperando sentencia por posesión de drogas y armas ilegales, la fiscalía dice que irán directo a la cárcel por un largo tiempo. Justo ahora estoy haciendo mi informe sobre el caso —señalo a sus papeles. Capitán man asintió, aliviándose un poco de saber que esos tipos pagarían por lo que le hicieron a Henry —¿Cómo está el chico?

Ray frunció el ceño levemente al escuchar la pregunta del oficial, sacándolo completamente de sus pensamientos. ¿Sabía el que Henry ahora está a su cuidado? Iba a preguntar eso cuando el oficial continúo hablando, de seguro, notando su expresión de confusión.

—Fui al hospital para tomar su declaración, el fiscal también quería agregar un cargo por secuestro. Pero cuando quise hablar con él, no me dejo, parecía algo traumado, no lo culpo, debió ser horrible lo que paso —el oficial negó con la cabeza, consternado por la situación del chico —No pude sacarle palabra alguna, pero tengo entendido que usted si logro hacer que se calmara y finalmente se dejara cuidar por los enfermeros.

Ray no se sorprendió al escuchar eso, después de todo, era una celebridad además de ser un héroe. No era de extrañarse que las personas dentro del hospital chismosearan y la noticia se corriera por todos lados. Era difícil ignorar al capitán cuando estaba en algún lado, probablemente estuvo en las noticias y él ni enterado, no le importaba tampoco, no estaba buscando atención ni fama esos días que estuvo en el hospital, todo se trataba sobre Henry y su bienestar.

—Él está bien, se encuentra mejor ahora, es difícil, pero sé que superara lo que paso —murmuro, levantando un poco la comisura de sus labios en una sonrisa.

El oficial correspondió la sonrisa, Ray lo vio buscar algo en la pila de papeles que tenía antes de levantarse.

—Me alegra saberlo, sin embargo, en caso de que quiera presentar cargos y dar su declaración —estiro la tarjeta hacia el capitán —de igual forma no es necesario, puede decirle al chico que no debe preocuparse más por esos tipos, con los cargos que ya tienen, no verán la luz del día en un largo tiempo.

Ray miro la tarjeta antes de tomarla y mirarla, no sabía si era correcto poner a Henry en todo ese estrés, más cuando parecía que lo tenían todo solucionado con esos tipos, eso fue un alivio de escuchar, Henry ya no tenía que preocuparse por eso. Sin embargo, él hubiera deseado tener unos minutos con esos criminales para darles una lección, un par de golpes hasta que sangraran haría que Ray se sintiera mucho mejor. Pero lo dejo pasar, dejarlo ir era lo mejor para Henry. Quería que el rubio pasara página y comenzara una nueva vida.

Miro al oficial, agradeciéndole con asentimiento antes de retirarse de la comisaria. Volvió a la capicueva, encontrándose con los chicos. Ray se detuvo bajo los tubos cuando escucho la hermosa risa de Henry resonar por toda la sala, el rubio se reía a carcajadas viendo algo en el teléfono de Jasper. Ray estaba feliz de verlo así, podía mirarlo todo el día y no cansarse; sin embargo, sintió algo de celos cuando vio lo muy pegado que estaba con Jasper, pero intento con muchas fuerzas dejarlo pasar porque quiera que Henry tuviera confianza con todos, además no quería quitarle ese momento de felicidad. Cuando la risa se detuvo, decidió hacer acto de presencia, como los chicos estaban de espaldas, no podían verlo, sin embargo, Henry sintió su presencia y en cuanto lo vio, le regalo una tierna sonrisa. Ray le correspondió a su sonrisa, sentándose a su lado.

—¿Qué hacen? —pregunto de forma causal, queriendo ver lo que veían en el teléfono.

—Jasper me está mostrando unos vídeos superdivertidos en Internet —expreso con suma emoción, como todo un niño pequeño que acaba de descubrir un nuevo juguete. Ray tuvo que sonreír a eso, amaban cada día lo adorable que era Henry.

Ray iba a responder cuando en eso, Charlotte apareció por una puerta secreta detrás de varios monitores. Cuando la morena lo vio, su expresión relajada cambio a una seria y casi afligida. Apretó un poco la Tablet en sus manos antes de acercarse a Ray.

—Ray, ¿puedo hablar contigo en privado? —pregunto lo más tranquila que podía, fingiendo que nada pasaba. Ray la miro con el ceño fruncido, sin entender por qué tanto misterio. La morena suspiró de forma discreta antes de mirar de reojo hacia Henry, señalándolo un poco con su cabeza, haciéndole entender a Ray que lo que hablarían se trataba del rubio y de lo que este le había pedido hace un par de hora atrás.

Ray entendió de inmediato a que se refería, trago saliva y se aclaró la garganta antes de levantarse, asintiendo hacia la morena.

—Ya regreso —le dijo a Henry quien había mirado toda la interacción entre la joven y el adulto. Henry lo miro y asintió en respuesta. Con esa respuesta, Ray salió del sillón y camino con Charlotte hacia la puerta secreta, adentrándose a ella para tener más privacidad.

Ray espero a que la puerta se cerrara para mirar a Charlotte de forma expectante, estaba en medio de un pasillo que daba a varias partes de la cuaba, pero era lo suficientemente privado para hablar sin que nadie los escuchara o espiara. Charlotte miró al castaño por unos segundo, pensando en cómo decirle todo lo que había descubierto, sabía lo mal que Ray se ponía cuando se enteraba de algo que no le gustaba y esto, esto lo volvería loco. Sin embargo, no podía mentirle ni guardarle información a su jefe, por lo que, luego de dejar escapar un suspiro, comenzó a hablar.

—Encontré lo que sucedió con los padres de Henry... muriendo hace años en un accidente de auto —se detuvo un segundo para mirar la expresión de Ray, el castaño se inclinó en una de las paredes, sus ojos asombrados miraban a Charlotte sin querer creerle. La morena no esperó a que dijera algo —Calcule las fechas con la edad actual de Henry... sus padres murieron alrededor de cuando él tenía 8 años de edad.

Ray sintió un pinchazo en su corazón, imaginando a un pequeño Henry de ocho años llorando por sus padres. De solo pensar en todo lo que había sufrido después de eso, era simplemente duro de procesar.

—¿Estás bien?

Sintió la mano de Charlotte en su hombro, solo así noto que se había perdido en sus pensamientos, en el dolor que crecía en su pecho. Miro a la morena quien podía leerlo tan bien que sabía que esto le estaba afectando. Ray, trago saliva, sintiendo el nudo en su garganta, sacudió su cabeza, alejando las lágrimas que, sin saberlo, comenzaban a formarse.

—Continúa... por favor.

Charlotte no estaba convencida, sabiendo que lo que vendría a continuación, seguía peor. Sin embargo, no podía negarse. Asintió lentamente antes de mirar hacia su Tablet y buscar varios documentos que había creado la información de Henry.

—Lamentablemente, Henry no tuvo ningún pariente que se hiciera cargo de él, sus padres, ambos fueron hijos únicos y sus abuelos ya no estaban en condiciones para cuidar a un niño, por lo que Henry paso el resto de los siguientes años viviendo en diferentes casas adoptivas.

—¿Sucedió algo durante ese tiempo?.

—No encontré mucha información sobre eso, pero en la última casa adoptiva en la que Henry estuvo, el que lo cuidaba... se sobrepasó con él —se detuvo, dejando que Ray procesara esa información, Charlotte lo vio apretar los puños, clara señal de que comenzaba a enojarse. —Henry escapo, según el informe policial que encontré, el tipo está ahora en la cárcel, pero Henry no volvió a ninguna casa adoptiva después de eso.

—¿Cuándo paso eso? —murmuro el castaño, con voz ronca y lenta, conteniendo la furia que crecía con fuerza en su interior.

—Cuando Henry tenía 15...

Ray cerro sus ojos, tomándose un momento para procesar todo lo que había escuchado en tan solo unos minutos, apretó un como más sus puños y cuando abrió sus ojos, una mirada asesina se dejó mostrar, todo lo que veía era rojo furia, estaba enojado, molesto, a punto de explotar.

—¿Algo más que deba saber? —miro a Charlotte sin quitar su expresión, su voz ruda y furiosa hizo temblar a Charlotte.

—Creo que es mejor-

—No —la interrumpió —Quiero saber.

Charlotte dejó escapar un suspiro para tratar de calmarse, al mismo tiempo que asentía. No le gustaba estar cerca de Ray cuando se enojaba de esa forma. Bajo de nuevo su mirada hacia la Tablet, concentrándose en ella y no en el hombre furioso que tenía al frente.

—Luego de lo que sucedió en esa casa, Henry paso algunos meses en la calle, encontré algunos registros que indicaban que iba a algunos refugios donde le daban comida y un lugar para dormir, pero no se quedaba por mucho tiempo. No encontré que hacía en esos tiempos para tener dinero, no hay registros de algún trabajo que tuviera, deduje que al ser menor de edad y en sus condiciones, no muchos lo vieran como alguien a quien darle trabajo. —dejo de hablar para mirar a Ray de reojo.

Ray asintió, pero su dolor en el pecho solo se hacía más grande. Henry había pasado por tanto, deseo haberlo encontrado antes y no hacerlo pasar por nada de eso, pero sabía que desear eso ahora era imposible.

—Sin embargo, — Charlotte continúo hablando —encontré registros de que Henry fue detenido varias veces por la policía.

—¿Por qué razón? —pregunto lentamente, al mismo tiempo, sonando sorprendido.

—Por prostitución...

—¿¡Que!? —Ray le arrebató la Tablet de las manos a Charlotte y leyó el reporte policial, en este se encontraba una foto de Henry, con sus datos y el motivo por el cual era arrestado.

—Y se pone peor...

—¿¡Cómo puede haber algo peor que esto, Charlotte!? —exclamó el castaño, ya sin poder contener malestar.

—Lo siento, sé que esto te molesta, pero tú querías saber, ahora déjame terminar —en un momento de valentía lo encaro, frunciéndole el ceño y extendiendo su mano para que le devolviera la Tablet. Ray dejo escapar un suspiro, Charlotte tenía razón, como siempre. Resignado, le entrego la Tablet y con su corazón casi en la boca, espero a que continuara. Charlotte le agradeció en voz baja antes de seguir con su reporte —eso sucedió durante un año, según mis cálculos, luego no encontré más información hasta que di con nuevos documentos y...

—¿¡Y que Charlotte!? —exclamo con desespero al ver que la joven había guardado en silencio.

—Bueno... él... Henry... —Charlotte se mordió el labio, no sabía cómo decirle esto a Ray. —Él... paso a estar en una casa... ya sabes de esas...

—¿Una casa como, Charlotte? ¡Dime! —la tomo de los hombros con fuerza, casi moviéndola de forma brusca.

—Estuvo en una casa de prostíbulo, la cual es dueña de Ganzel, unos de los hombres de la mafia más poderosos aquí en Swellview —Charlotte soltó con rapidez ante de cerrar los ojos, temiendo que la furia de Ray le explotara en la cara.

Sin embargo, Ray quedó atónito por lo que había escuchado, lentamente soltó a Charlotte y se alejó, de repente se sintió mareado, se recargó en la pared para evitar caerse.

—¿Por qué Henry término en un lugar así? —su voz salió entrecortada, miro a Charlotte esperando una respuesta, la morena había abierto sus ojos de nuevo y lo miraba con algo de pena, ella también se había sentido así cuando leyó la información de Henry por primera vez.

—La última vez que lo arrestaron, Ganzel pago su fianza, yo supongo que le prometió que lo sacaría de las calles y lo ayudaría... no culpes a Henry por esto, Ray, tenía 15 años y estaba solo...

—No lo hago...

"Henry tiene heridas internas...".

"No sé cuántas veces habrá pasado..."

"La prueba de violación revelo que Henry ha sido violado en múltiples ocasiones..."

La voz de Leyla resonaba en su cabeza, recordando una y otra vez el momento cuando le dijo aquellas frases que aún no podía olvidar. Rápidamente, se levantó y empezó a caminar de un lado para otro, conteniendo sus ganas de golpear a alguien.

—¿Sabes cómo término con esos tipos que atrape?, yo no le he querido preguntar y él no me ha dicho nada.

—Bueno, hace un año Ganzel lo vendió a uno de sus socios, quizás los tipos que atrapaste trabajaban para él, no sé, no tengo más información.

Ray asintió, todavía caminando de un lado para el otro, con los nudillos ya blancos, de tanto que apretaba sus puños, conteniendo su furia. Charlotte simplemente lo miraba preocupada sin saber qué hacer.

—Este tal Ganzel... ¿sabes dónde está?

—No, sabes cómo son estos mafiosos, nunca están en un mismo lugar, siempre cambian de ubica... —Charlotte no pudo terminar la frase, pues, Ray había golpeado fuertemente la pared. — Ray, debes... debes calmarte —hablo en voz baja viendo como el castaño empezaba a respirar pesadamente, descontrolándose por completo.

—Necesito encontrarlo, necesito vengar a Henry —Ray no estaba pensando con claridad, estaba cegado por el dolor y la ira que sentía, que recorría cada parte de su cuerpo.

—No es momento para actuar de manera impulsiva, Ray, piensa en Henry —Charlotte busco cualquier forma de hacerlo calmar, y sabía que la mención del rubio era la adecuada, pues, poco a poco, el castaño fue calmándose.

Ray detuvo su caminar, mirando hacia un punto fijo, pensando en nadie más que en Henry.

—Esto no se va a quedar así, Charlotte, empezaremos a buscar a ese maldito, lo rastrearemos y lo encontraremos —fue una orden y nadie debía negárselo. Miro a Charlotte una última vez antes de salir de nuevo por la puerta secreta. Sin embargo, cuando puso un pie en la sala principal, se encontró con algo que no quería ver.

Jasper y Henry se encontraban muy pegados, Jasper parecía enseñarle a Henry como apuntar un arma, Ray no sabía de donde la había sacado. Las manos de Jasper sujetaban las de Henry, mientras que Henry sujetaba el arma al mismo tiempo en que Jasper le hablaba muy cerca de su oído, para el disgusto de Ray. Ambos niños estaban muy cerca, eso no le gusto al castaño.

Rápidamente, se acercó a Jasper y lo empujó lejos de Henry, haciendo que por la acción el rubio disparara, causando un gran hoyo en las puertas de metal del elevador. Henry soltó el arma del miedo, la cual cayó al piso y miro a Ray completamente asustado.

—¿Qué te he dicho de las armas en la capicueva? —Ray expreso con furia, tenía a Jasper sujetado con fuerza de la camisa, acercándolo a su cara para que viera su enojo salir de sus ojos —sabes que está prohibido usarlas —gruño, sonando sumamente aterrador. Jasper trago saliva, temiendo lo peor.

Ray sintió que alguien se movía, pudo verlo de reojo, pero su furia y enojo estaba concentrado en el joven de rulos quien lo miraba con miedo. Ray vagamente escucho la voz de Henry pidiendo que soltara a Jasper. Ray así lo hizo, de forma brusca, lo soltó casi haciendo que el pobre Jasper se cayera de espaldas.

—Vete.

Jasper no tuvo que escucharlo dos veces, rápidamente corrió hacia el elevador, temiendo por su vida. Jasper huyó del lugar, sintiendo la mirada de Ray respirarle en la nuca.

—Fue mi culpa —la voz de Henry se dejó escuchar en la sala, la cual se había quedado completamente en silencio. —Dejaste el arma en el sillón y yo... yo siempre he querido aprender a usar un arma y Jasper simplemente se ofreció... perdón —se agachó para recoger el arma que había dejado caer y de forma tímida la extendió hacia Ray.

Ray ablando su semblante cuando se dio cuenta de lo que había hecho, de reojo podía sentir la mirada de Charlotte, mandándole señales para que se calmara. Ahora miraba a Henry con ojos de disculpa, se acercó hacia él, pero al hacerlo, el rubio dio un paso hacia atrás, sin embargo, no dejo de extender el arma hacia el adulto. El corazón de Ray se rompió un poco ante la acción de Henry, estaba asustado, asustado de él, y todo había sido su culpa. Al ver lo que había provocado, se alejó, dándose la vuelta camino hacia el engranaje, para irse directamente hacia su habitación.


Ray pasó el resto de la tarde encerrado en su habitación. Se sentía horrible, había perdido la poca confianza que construyo con el rubio y todo gracias a sus celos incontrolables. Espera ¿celos? ¿Tenía celos de la cercanía de Jasper con Henry? No, no, solo estaba enojado porque estaban usando un arma y era peligroso. Si eso era, solo enojo, nada de celos. Se levantó de su cama y fue al baño, abrió el grifo y se echó agua en la cara.

—Debes calmarte —se dijo, mirándose fijamente en el espejo.

Mientras tanto, afuera, Henry observaba como Schowz intentaba reparar el hoyo en las puertas del elevador. Henry se había ofrecido a ayudarlo, pero el científico se negó, diciendo que podía hacerlo solo.

—Lo lamento mucho —Henry se disculpó por milésima vez.

—Descuida Henry, no es la primera vez que esto pasa —volvió a decirle el científico, restándole importancia al asunto, asegurándole que todo estaba bien.

Pero eso no hacía que Henry se sintiera mejor, todavía estaba apenado por lo que había causado. Escucho el engranaje y se dio la vuelta encontrándose con Ray ya sin su traje de capitán man, conectaron miradas por unos segundos hasta que desvió la mirada concentrándose de nuevo en Schowz.

Ray suspiro y lentamente empezó a caminar hacia el rubio. Había salido para disculparse con él por su comportamiento y esperaba que este no se alejara.

—Hen —lo llamo en voz baja, tocando levemente su brazo. Henry se dio la vuelta y lo miro, sin expresar nada en su rostro. Ray se armó de valor antes de hablar —quería disculparme por mi comportamiento de hace rato, no debí actuar de esa forma, lo lamento mucho.

Espero pacientemente a que el rubio decidiera hablar, estaba preparado para lo que este dijera, si seguía enojado, lo entendería. Fueron los segundos más largos y tormentosos que Ray había presenciado hasta que Henry hablo.

—Está bien —respondió en voz baja, admitía que la actitud de Ray lo había aterrado un poco, tanto que todavía estaba nervioso. Sin embargo, no estaba enojado con él. Ray le regalo una sonrisa, complacido de que Henry no lo odiaba. Pero esa sonrisa se esfumó tan rápido cuando Henry volvió a hablar —creo que también deberías disculparte con Jasper.

Charlotte y Schowz no pudieron evitar reírse, nada le molestaba más a Ray que tener que disculparse con Jasper. Henry los miro confundido, sin entender el porqué de sus risas.

—¿Disculpa? —fue todo lo que cuestiono el castaño, sin poder crecer que Henry estuviera pidiéndole tal cosa.

—Sí, Jasper se llevó todo el regaño, creo que se merece una disculpa —expreso Henry con total inocencia, sin saber lo que estaba causando.

Ray suspiro tratando de calmarse, no quería disculparse con Jasper, pero si eso hacía sentir bien a Henry, lo haría. —Está bien —murmuro a regañadientes, luego con molestia camino hacia el elevador, sin importarle que Schowz lo estuviera reparando, se adentró en él y subió a basura y más. Estaba molesto y la expresión furiosa de Schowz cuando interrumpió su trabajo, o hizo relajarse un poco. En cuanto salió del elevador, camino directamente hacia el mostrador, asustando a Jasper cuando entro de forma estrepitosa. El de rulos lo miro con miedo, pegando un brinco cuando lo vio acercarse hacia él.

—Mira, voy a ser directo contigo. Solo estoy haciendo esto por Henry, así que me disculpó por cómo te trate hace rato.

Jasper lo miro confundido y abrió sus ojos asombrado, sin embargo, respondió —Descuida —murmuro, sin poder evitar la risa que salió después.

—¿De qué te ríes? —Ray le frunció el ceño, conteniéndose de golpearlo.

—Es que... yo no estoy intentando nada con Henry —dijo de forma tranquila, sin poder eliminar su sonrisa. Ray seguía con el ceño fruncido y Jasper se apresuró en agregar algo más antes que lo próximo que viniera por parte del castaño fuera un golpe —sé que estabas más enojado por mi cercanía con Henry que por el arma. Incluso estás aquí disculpándote conmigo solo porque Henry te lo pidió. —rápidamente, se arrepintió de haber dicho eso último, pues Ray lo agarro fuertemente de la camisa, haciendo que se levantara del taburete detrás del mostrador, casi quedando, recostando de este.

—Escúchame bien, te golpearía justo ahora, pero eso solo me traería problemas, así que solo te voy a pedir que lo que resta del día, no me hables, ni me veas, ni mucho menos te aparezcas en la cueva. ¿Me entendiste?.

Jasper asintió frenéticamente, Ray lo soltó y se fue rápidamente hacia el elevador. Estando solo, dejo escapar un suspiro. ¿Qué me está pasando?, se recostó en la pared y cerró los ojos.

"Estabas más enojado por mi cercanía con Henry que por el arma" Esa frase lo dejó pensando. ¿Era tan obvio? ¿Eran celos lo que sentía?, se iba a volver loco...

Por suerte, todo siguió normal por el resto del día. Charlotte y Schowz se la pasaron contándoles a Henry anécdotas graciosas que habían tenido en la capicueva —luego de que el científico terminara de arreglar el elevador— mientras tanto, Ray solo observaba y participaba en la conversación de vez en cuando. Se sentía un poco mal, Henry estaba distante con él y aunque, por una parte, le agradaba que se llevara bien con los demás, le gustaba cuando estaba a su lado y solo hablaba con él. Qué egoísta eres, se regañó mentalmente.

—¿A dónde vas? —pregunto rápidamente en cuanto vio a Henry levantarse del sillón. Genial, ¿ahora lo controlas? ¿Qué Diablos te pasa?, se golpeó mentalmente.

—Iré arriba, Jasper ha estado allá mucho tiempo y quiero saber cómo está.

—Oh, genial —fingió una sonrisa.

Henry se dio la vuelta y se fue al elevador subiendo a basura y más. Charlotte y Schowz simplemente se burlaron del castaño por la actitud que estaba teniendo, Ray les dio una mirada asesina y enseguida dejaron de reír, volviendo al trabajo. Ray se levantó del sillón y se acercó a los monitores, encendió las cámaras de seguridad de la tienda; quería saber lo que hablaría el rubio con Jasper.

Mientras tanto, arriba en basura y más, Jasper se encontraba atendiendo a un cliente.

—Que tenga buen día —se despidió del cliente que atendía justo cuando Henry salía de la trastienda. Jasper le regalo una sonrisa y un saludo —¿Todo está bien? —pregunto después mientras caminaba hacia la puerta para cambiar el letrero de la tienda de abierto a cerrado.

—Sí, yo solo quería saber cómo estabas... ya sabes... después de lo que pasó.

—Estoy bien —fue su respuesta mientras caminaba de vuelta al mostrador —además, aunque esto sea una tienda falsa, a veces viene gente a comprar así que... debo estar aquí —volvió a sonreírle a Henry, sin embargo, podía notar que el rubio no estaba muy convencido. —¿Todo está bien? —pregunto de nuevo.

Henry dejó escapar un suspiro antes de hablar —Si, yo solo... lamento que Ray te tratara de esa forma por mi culpa...

Jasper hizo un gesto con su mano restándole importancia.

—No te preocupes, Ray es así todo el tiempo.

Ray, quien estaba viendo todo desde la capicueva, se levantó de su asiento, exasperado luego de escuchar lo que Jasper le había dicho.

—¡No le digas eso Jasper, va a pensar que tengo problemas de ira o algo! —exclamó alterado, gritándole a la pantalla como si este pudiera escucharlo. Charlotte se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se acercó con los brazos cruzados y una expresión de regaño en su rostro.

—Es malo espiar a las personas, Ray.

—Silencio —ordeno, sentándose de nuevo, sin dejar de mirar a la pantalla. Charlotte rodó los ojos, sin embargo, se quedó al lado de Ray y escucho la conversación de los jóvenes arriba en la tienda.

—Oh...

Jasper, al darse cuenta de que había usado mal sus palabras, decidió aclararlas.

—Quiero decir, —llamo la atención de Henry, quien había apartado la mirada —no es que Ray actúe así todo el tiempo, solo lo hace cuando es necesario y bueno, usar armas en la capicueva está prohibido, no fue tu culpa, Henry, yo debí decirte que no podíamos usarla. —sonrió de forma sincera, lo que menos quería Jasper es que por su culpa Henry ya no le tuviera confianza a Ray, no quería saber lo que el castaño le haría si eso pasaba.

—Oh, está bien —Henry le devolvió la sonrisa, empezando a relajarse.

Charlotte apagó las cámaras, haciendo que Ray la mirara.

—Escúchame, Ray —comenzó a hablar antes de que el adulto comenzara con sus protestas —sé que tu actitud de hoy ha sido por la información sobre Henry, pero debes calmarte. Sé que no estabas enojado por lo del arma en la capicueva.

Ray frunció el ceño, ¿por qué todos seguían diciendo eso?, pensó el castaño, casi con frustración porque todos parecían conocerlo más que el mismo.

—Mira —Charlotte llamo de nuevo su atención, Ray la miro y espero a que siguiera hablando —sé que te sientes culpable por lo que le sucedió a Henry, pero no es tu culpa, no lo conocías antes, no puedes cambiar el pasado y lo que sucedió, lo hecho, hecho está, pero ahora lo tienes aquí y puedes ayudarlo, así que no lo asustes con tu actitud impulsiva, ¿está bien?.

Ray asintió lentamente, Charlotte siempre sabía qué decir para hacer que el castaño entrara en razón. Dejo escapar un suspiro, debía calmarse y pensar con claridad de ahora en adelante o lo terminaría estropeando todo.

—Sí, tienes razón.

—Bien... es algo tarde, Jasper y yo deberíamos irnos ya.

Ray solo asintió en respuesta. Charlotte agarró sus cosas y las de Jasper y despidiéndose de los dos adultos, subió hasta basura y más, donde Henry y Jasper seguían hablando.

—Jasper, ya debemos irnos —anuncio la morena, pasándole su mochila al de cabellos rulosos.

Jasper tomo su bolso y se lo puso en su hombro derecho, luego salió del mostrador, caminando hacia la puerta —Nos vemos mañana, Henry.

—Sí, nos vemos mañana chicos, que descansen.

Ambos jóvenes se regalaron una sonrisa, Jasper se dio la vuelta para irse, sin embargo, se volvió para mirar a Henry.

—Tal vez algún día debamos salir... los tres, claro —miro a Charlotte — ¿les gustaría?.

Charlotte puso una sonrisa, sin embargo, en su interior, rogaba a todos los dioses porque Ray no estuviera escuchándolos ahora.

—A mí me gustaría —Henry sonrió tímidamente.

Ambos jóvenes mirando a Charlotte, esperando por una respuesta de su parte. Charlotte los miro por unos segundos antes de dejar escapar un suspiro y asentir.

—Sí, ¿por qué no? —se encogió de hombros, haciendo reír a los otros dos adolescentes.

Después de eso los tres se despidieron y Henry bajo nuevamente a la capicueva.

—Henry —Ray lo miro con una sonrisa, Henry le devolvió la sonrisa, poco a poco dejando el pequeño momento incómodo atrás —estaba pensando en la cena, ¿te gusta la pizza?.

Henry dejó escapar una risita —¿a quién no le gusta la pizza? —fue su respuesta, dándole a entender a Henry que estaba bien con su elección para la cena.

Ray ordeno la pizza, dejando que Henry escogiera cuál le gustaba más; Henry pidió pizza con mucho Pepperoni, siendo eso lo que terminaron cenando. En conjunto vieron una película, permitiéndose finalmente descansar luego de un largo y cansado día. Al terminar con la cena y la película, Schowz fue el primero en despedirse para irse a dormir, dejando así a Ray y Henry solos.

Henry fue el segundo en levantarse, expresando lo cansado que estaba. Se despidió de Ray con una sonrisa, pero antes de retirarse, Ray lo tomo del brazo con suavidad, Henry lo miro, para nada molesto porque lo detuviera. Ray trago saliva antes de hablar.

—¿Está todo bien entre nosotros?, quiero decir, por lo que sucedió... yo no quiero que las cosas se arruinen entre nosotros —de verdad estaba arrepentido, iba a ser mejor con sus impulsos a partir de ahora.

Henry le regalo una mirada sincera, como si pudiera ver entre sus ojos, entre sus pensamientos, sintiendo lo que él sentía. Se movió un poco para apartar la mano de Ray de su brazo, solo para colocar sus propias manos en los hombros del castaño.

—Ray, todo está bien, solo... olvidemos lo que paso. ¿Sí? —fue solo un malentendido y Henry sabía que Ray no volvería a actuar de esa forma, en eso confiaba, luego de las palabras que Jasper le dijo. Quería que el castaño dejara de preocuparse y que entendiera que todo estaba bien entre ellos.

Ray se fue relajando poco a poco, confiando en las palabras de Henry.

—Está bien —fue todo lo que dijo para finalmente dejar ese tema atrás.

Henry sonrió un poco más, antes de darle un rápido abrazo a Ray. Le dio un bajo y suave "buenas noches" al castaño antes de apartarse del abrazo y retirarse a su habitación.

Ray se quedó con la sensación de la cercanía de Henry, volvió a sentarse en el sillón, recostándose en el reposabrazos. Vaya día, pensó mientras cerraba los ojos y soltaba un suspiro. 

Chapter Text


Ray miraba la tarjeta con el nombre y número de teléfono del oficial, mientras en la televisión de su habitación se llevaba a cabo el noticiero, en este se hablaba del crimen cometido hace un par de días. Ray dejo escapar un suspiro, antes de apagar el televisor y guarda la tarjeta en su cajón al lado de su cama. Henry no necesitaba esto, siempre se ponía tenso cuando veía las noticias sobre el tema. Entonces, Ray dejaría que la justicia se hiciera sola, después de todo, los cargos contra los criminales que Ray atrajo, los dejaría impunes, no saldría de la cárcel por un largo rato. Y Ray estaba conforme con eso, entonces, no le mencionaría a Henry la idea de testificar, lo mejor para Henry era empezar de eso, comenzar una nueva vida. Y lo estaba logrando muy bien a su lado. Después de una semana, logro integrarse bien con el grupo, casi como si siempre hubiera sido parte de él. Ray no podía estar más feliz con eso, amaba ver a Henry feliz y cómodo en la cueva.

Ray se levantó de la cama y salió de su habitación, caminando por el pasillo, podía escuchar las voces y risas de los muchachos. Eso lo hizo sonreír mientas se acercaba. Al ser día sábado, todos estaban relajados en el sillón, viendo películas, comentando sobre ellas. Todos menos Henry. Ray frunció levemente el ceño al ver al chico tan callado en un rincón del sillón, parecía querer seguir la conversación tan animada que Charlotte y Jasper tenían, sin embargo, se perdía en sus pensamientos cada cierto tiempo. Ray trato de no parecer preocupado por su estado de ánimo para no llamar su atención, simplemente se sentó a su lado y le regalo una sonrisa, sonrisa que Henry intento darle, sin embargo, solo una mueca dejo escapar. Ray estaba intrigado y quería preguntarle si estaba bien, pero se abstuvo de hacerlo y decidió esperar a que todos se fueran para poder hablar en privacidad y así no incomodarlo. Sabía que Henry se abría más con sus sentimientos y pensamientos cuando estaban solos.

Ordenaron pizza y pasaron la mayor parte del día haciendo maratón de películas. En algún momento de eso, Henry se levantó y se excusó diciendo que estaba cansado antes de retirarse a su habitación. Nadie dijo nada, solo varias sonrisas y leves asentimientos en comprensión. Ray siguió todos sus pasos hasta que desapareció por el engranaje. Sus piernas estaban desesperadas por moverse e irse con el rubio y ayudarlo con cualquier problema que tuviera. Al finalizar una de las tantas películas que veían, Ray también se excusó, diciendo que tenía que ir al baño. Sin esperar respuesta de ninguno de los presentes, camino hacia el engranaje, desviándose hacia la habitación de Henry. Cuando lo la puerta de madera estuvo frente a sus ojos, alzo su puño y toco suavemente. Rogando para que Henry no hubiera mentido y en verdad estuviera durmiendo, espero pacientemente por una respuesta. Pronto se dejó escuchar la voz de Henry y Ray tomo eso como una respuesta afirmativa para entrar. Tomo el pomo de la puerta y lentamente entro a la habitación.

Henry estaba en su cama guardando algunas cosas en una caja que Ray no sabía que tenía. Frunció el ceño mientras se acercaba al rubio, lleno de curiosidad.

—¿Qué es eso? —no pudo evitar preguntar mientras se sentaba frente a Henry.

—Solo son algunas cosas que Jasper me trajo, él pensó que las podría necesitar —respondió en voz baja para después dejar escapar un triste suspiro.

Ray alejo su mirada de la caja para ver al rubio, encontrándose de nuevo con ese aspecto preocupado que había tenido en toda la tarde. Ray no pudo evitar hacer una mueca, no le gustaba ver a Henry con esa expresión en su rostro.

—¿Todo está bien? —pregunto y cuando Henry no le respondió, se acercó un poco más y coloco su mano sobre la de Henry, haciendo que este dejara de guardar una camisa en la caja. Henry se quedó quieto por unos segundos mirando sus manos antes de alzar su mirada hacia Ray, este no tardo en regalarle una sonrisa —puedes contarme lo que sea.

Henry se sonrojó y aparto su mirada de los ojos azules, concentrándose en sus manos que se acariciaban de forma inconsciente. Sonrió levemente ante esto y procedió a hablar.

—Solo estaba pensando, ya llevo una semana aquí y yo... quizás deba buscar un empleo y otro lugar a donde ir...

Ray tenía que admitir que eso había sido lo más estúpido que había escuchado salir de la boca del rubio. ¿No le había dejado en claro a Henry que podía quedarse aquí el tiempo que quisiera? Pues, tenía que arreglarlo y aclarar la situación. Tomo su mano y la apretó un poco para llamar su atención, cuando tuvo los ojos de Henry sobre los suyos, dijo;

—Si quieres un empleo, yo puedo dártelo, puedes ayudar a Jasper en la tienda o ayudar a Charlotte aquí en la capicueva. A los chicos les vendría bien tener un poco de ayuda —sonrió complacido ante su brillante idea.

Henry, sin embargo, no se miraba muy convencido y no pudo evitar hacer una mueca.

—No lo sé, no quiero aprovecharme-

—No te aprovechas de nadie, Henry —Ray lo interrumpió de forma suave —sé que a los chicos no les importara que recorte un poco la paga por ti. Y tampoco necesitas otro lugar a donde ir, ya tienes un hogar aquí en la capicueva —agrego segundos después, sabiendo que eso era algo que Henry necesitaba escuchar.

Henry no sabía qué decir, tuvo que apartar la mirada de lo sonrojado que estaba ante las dulces atenciones que Ray tenía con él. Sabía que se estaba poniendo emocional cuando las primeras lágrimas decidieron hacer acto de presencia. Trago saliva para contener su llanto y miro hacia Ray; este le regalaba una hermosa sonrisa. Henry se quedó contemplándolo por unos segundos, Ray lo había ayudado tanto, no sabía cómo iba a pagarle por todo.

—Tu trabajo solo era rescatarme, pero has hecho más que eso, gracias —fue todo lo que pudo decir en medio de un nudo en su garganta antes de acercarse al castaño y darle un abrazo.

Ray correspondió al abrazo, envolviendo a Henry con sus fuertes brazos. Mientras se abrazaban, Ray aprovecho para mirar por encima del hombre de Henry hacia la caja, alcanzo a ver ropa, quizás de Jasper. Ray supo de inmediato que a Henry no le iban a quedar nada bien esas prendas y se le ocurrió una mejor idea. Aparto a Henry de sus brazos y lo miro con una gran sonrisa.

—Mañana iremos de compras.

Henry parpadeó algo confundido ante esas palabras dichas por el castaño, sin embargo, comenzó a negar con su cabeza. Ya había tenido suficientes atenciones y comodidades por parte de Ray.

—Estoy bien así-

—No está a discusión —Ray lo interrumpió, apretando un poco sus hombros con suavidad —sé que la ropa que te dio Leyla no te va a durar para siempre y Jasper no tiene sentido de la moda, no permitiré que andes vestido como un payaso —expreso con prepotencia.

Henry no pudo evitar reírse por el comentario del castaño, se mordió el labio para no carcajearse más, sentía que era de mala educación burlarse de su amigo Jasper. Después de calmarse, miro hacia la caja, él estaba bien con lo poco que tenía, en comparación con años anteriores, esto era demasiado, podría sobrevivir con eso. No necesita que Ray le compre una tienda de ropa entera, está conforme con lo que tiene.

—No creo que sea necesario, además, no tengo dinero para comprar ropa nueva.

—No te preocupes por eso, te adelantaré tu pago. Lo importante es que tengas ropa nueva.

Henry le lanzo al castaño una mirada llena de incredulidad, ¿en verdad Ray iba a hacer algo como esto? Era demasiado para él. No podía evitar preguntarse si Ray era así con todos los demás, esperaba que lo fuera, no quería parecer un aprovechado, llenando a este lugar y robándose todo lo que los demás se había ganado.

Iba a quejarse de nuevo, iba a decir que no era necesario nada de esto. Pero ya había tomado una decisión y antes de que Henry pueda protestar, le había dejado un beso en su frente para después retirarse de su habitación. Henry lo siguió con la mirada, lleno de asombro y casi sin parpadear. Cuando estuvo solo, se quedó pensando en todo lo que ha hecho Ray por él en tan pocos días. Esa noche, antes de caer dormido, se preguntó si de verdad se merecía esto, esta nueva oportunidad que la vida le estaba ofreciendo.

Por la mañana, estuvo nervioso e inquieto, al encontrarse con Ray en el desayuno, estuvo listo para agradecer pero al mismo tiempo retractarse ante la salida al centro comercial. Sin embargo, Ray lo ignoro y con una sonrisa, le entrego su plato con el desayuno listo.

Ahora iban en al auto del castaño, en un tranquilo silencio, mientras en la radio se escuchaban las noticias matutinas. Henry miraba por la ventana cuando sus ojos captaron el gran centro comercial de la ciudad. Trago un poco de saliva mientras se bajaba del auto y caminaba hacia las enormes puertas de cristal, las cuales se abrieron en automático cuando puso un pie en la superficie. Al poner un pie dentro del lugar, se detuvo en seco; Henry sabía que todo aquí era lujoso y sumamente costoso, sabía que este era el lugar donde la gente poderosa y con mucho dinero viene a gastar. Henry no podía permitir que el castaño malgastara su dinero aquí y solo por él. Intento darse la vuelta, pero al querer hacerlo, tropezó con el castaño quien venía caminando detrás de él.

—Ray, este lugar es muy caro, en el centro venden más barato-

—¡Tonterías! —Ray lo interrumpió, casi como si lo hubieran insultado. Tomo a Henry de los hombros y lo obligo a mirarlo —Hagamos esto, demos un paseo por el lugar, quizás encuentres algo que te guste. De no ser así, iremos al centro, ¿te parece?.

Henry sabía que lo estaba chantajeando, pero también era un acuerdo justo. Entraría a varias tiendas para complacer al castaño, luego le diría que nada de aquí le gusto y podrían irse al centro comercial donde estaría más cómodo comprando, sabiendo que todo es más barato y Ray no tendría que gastar tanto dinero. Era fácil y rápido. Henry asintió solo por ese pensamiento en su cabeza y solo así se dignó a seguir a Ray por el ancho pasillo hacia la primera tienda de ropa. Sin embargo, no fue tan fácil como pensó, pues, todo en la tienda le resultaba atractivo y deseaba poder llevárselo, pero como sabía todo era caro y lo confirmaba cada vez que agarraba una prenda y miraba el precio. Disimuladamente, hacia una mueca al saber que no podía adquirir algo tan bonito y se retiraba. Se decía así mismo que en el centro también encontraría cosas lujosas y de marca, se animaba diciéndose que encontraría cosas que le gustarían. Por ahora debía seguir su plan, hacer como si no le gustara nada para que Ray le creyera. Y estaba funcionando, o eso pensó.

—Henry.

El rubio se dio la vuelta al sentir la mano de Ray sobre su brazo, lo miro con el ceño levemente fruncido y supo que su plan ya no funcionaria, Ray se había dado cuenta de todo. Dejo escapar un suspiro resignado y hablo, después aceptaría las consecuencias.

—Es todo muy caro, yo no quiero-

—Creo haberte dicho que eso no es un problema —Ray le recrimino, al mismo tiempo, interrumpiéndolo. Henry tragó saliva, mirándolo con algo de miedo, no quería hacerlo enojar. Ray noto su semblante, y decidió calmarlo. Lo tomo de los hombros y los acaricio con suavidad —deja de pensar o mirar el precio, yo soy quien pagara, tú solo debes preocuparte por escoger la ropa, lo demás, déjamelo a mí. —al final le regalo una sonrisa para que entendiera que no estaba molesto.

Henry apartó la mirada, mirando hacia sus zapatos, dejo escapar un suspiro; no se sentía cómodo con nada de esto, pero tampoco quería desobedecer a Ray. Asintió levemente, solo para complacer al castaño.

—No sé cómo voy a pagarte todo esto —murmuro viendo a Ray tomar prenda por prenda.

—No necesitas pagarme, hago esto porque quiero ayudarte, no necesito nada a cambio.

—Todos siempre quieren algo, al final...

Ray detuvo lo que hacía y miro a Henry, el castaño acariciaba la prenda de una camisa sin muchos ánimos de agarrarla, de un momento a otro su semblante había cambio a uno triste. Ray sintió que su corazón dolía, sabía a qué se referían esas palabras. Sabía que Ganzel había abusado de su poder sobre Henry, obligándolo a hacer cosas que este no quería. Eso le molestaba, lo hacía enfurecer. Apretó una de las prendas que sostenía para contener su enojo, pues no quería que Henry se diera cuenta de su molestia. Por ahora, lo mejor era actuar como si nada.

—Yo no soy así, Henry, créeme —le dedico una sonrisa cuando el rubio lo miro.

Henry simplemente asintió antes de alejarse para mirar otras prendas, sabiendo ya que nada podía hacer para convencer a Ray de ir a otro lugar. Ray lo miro por unos segundos antes de acercarse y animarlo a tomar más ropa, contando algún chiste o alguna anécdota de su vida que conectara con lo que hacía para hacerlo reír. Una vez que vio la sonrisa de Henry y como poco a poco iba relajándose, Ray supo que todo estaría bien.

—Creo que con esto es suficiente por ahora —comento Henry una vez que tuvo una pila de ropa en sus brazos. Ray asintió, mirando hacia su propia pila de ropa.

—Sin embargo —menciono Ray mientras caminaban por la tienda —todavía te hacen falta unos pantalones, zapatos y algo de ropa interior.

Henry no puedo evitar sonrojarse ante esto último, deteniéndose al mismo tiempo.

—Creo que la ropa interior la puedo buscar por mi cuenta.

Ray dejo escapar una pequeña risa, pero asintió, dándole el camino libre a Henry para que continuara por sí solo. Henry subió al siguiente piso de local para buscar lo que le faltaba, Ray, como todo un caballero y aceptando la petición del rubio, lo espero pacientemente en el piso de abajo, cerca de la caja para pagar. Henry volvió unos minutos después con más ropa de la que traía antes, miro a Ray con una sonrisa, expresando que ya había terminado, luego, en silencio, caminaron hacia la cajera.

—Veo que te gustan mucho las camisas a cuadro —comento el castaño mirando a Henry con una tierna sonrisa mientras el rubio dejaba la pila de camisa en el mostrador.

Henry se sonrojó un poco mientras respondía —Sí, creo que te hacen ver lindo y elegante al mismo tiempo, eso me gusta.

Ray tuvo que sonreír un poco más, era imposible que Henry fuera tan adorable, sin embargo, siempre lo sorprendía, siempre podía verse más adorable de lo que ya era. Iba a responder a su comentario, cuando se acordó de algo importante que debía hacer.

—Hen, recordé que debo comprar algo importante y me gustaría hacerlo ahora. ¿No te molesta si te dejo por unos minutos?

Por supuesto que le molestaba, odiaba la idea de quedarse solo por unos minutos en un lugar desconocido y lleno de gente. Pero no podía negarse, no después de todo lo que Ray había hecho por él. Entonces, simplemente asintió e intento sonreír.

—Bien, ten mi tarjeta, no me tardo —saco su tarjeta rápidamente de su cartera y se la entrego Henry, quien, con manos temblorosas, la sostuvo —espérame afuera una vez que pagues, volveré rápido. —sin más que decir, se dio la vuelta y salió del local.

Henry lo siguió con la mirada, lamentándose al segundo, el haberse quedado solo. Pero intento no darle importancia y se concentró en pagar por sus cosas. Por suerte no tuvo problema con eso y más rápido de lo que pensó, ya había pagado por todo y ahora, la joven cajera le entregaba las bolsas con una suave sonrisa. Henry se la devolvió mientras aceptaba las bolsas, después agradeció y se despidió. Con el montón de bolsas en cada mano —algunas enganchadas en sus brazos— salió de la tienda y espero a Ray, justo como este le había dicho.

Pasados unos minutos de espera, Henry visualizo a Ray caminando en su dirección, vio que sostenía una bolsa negra de tamaño pequeño; sintió algo de curiosidad por saber qué había dentro de ella, pero se abstuvo a preguntar, pues eso no era de su incumbencia. En cuanto Ray estuvo a su alcance, lo ayudo con las bolsas, tomando algunas para estar a la par. Acto seguido, retomaron el camino por el centro comercial, buscando una tienda de zapatos.

Henry decidió entrar a la primera, no importándole mucho que tienda era. Ray lo seguía hasta que ambos tomaron caminos diferentes, cada quien distrayéndose con las repisas de exhibición, llenas de zapatos. Henry miraba sin mucha atención, sabía que de ponerse a mirar zapato por zapato, no sabría cuál terminaría llevándose. Así que, simplemente, tomo el primer calzado que encontró; unos converse negros, estos siempre combinaban con todo.

Ray, por otro lado, se tomó el atrevimiento de escoger con un par de zapatos para Henry, no había ninguna razón, simplemente quería hacerlo. Se detuvo en el pasillo en cuanto sus ojos miraron unas zapatillas con estampando rosa, con cuidado las tomo mientras en su mente se imaginaba a Henry usándolas. Los acaricio con cuidado y supo que le quedarían hermosos.

—Ya tengo los zapatos.

Ray se giró para ver a Henry, le sonrió y dijo;

—Y yo tengo estos para ti —le mostró los zapatos que había escogido, animándolo a que los tomara. Henry los miraba sin saber qué decir, negó con su cabeza lentamente; tal parece que el castaño no dejaría de darle regalos. Miro a Ray y no supo qué decir, sin embargo, no tuvo que decir nada, pues, Ray se le adelantó —vamos, tienes que medírtelos —sin esperar respuesta, lo tomo del brazo gentilmente y lo llevo a unos asientos.

Henry se probó los zapatos rápidamente, sonrió un poco, los zapatos eran hermosos y eso lo hacía sentirse bonito.

—¿Te gustan?

Henry miró al castaño, quien pacientemente esperaba a que dijera algo. Henry tuvo que sonreír de nuevo.

—Me encantan —fue su respuesta sin dejar de sonreír. Ray correspondió a su sonrisa, sintiéndose aliviado de que su elección de calzado le haya gustado a Henry.

Después de eso, fueron a pagar. Hicieron una pequeña fila antes de que estuvieran frente a la cajera; esta vez, Ray se encargó de pagar.

—Tenemos devolución en cado de que tu novio quiera devolver los zapatos —comento de forma tranquila una de las cajeras mientras guardaba las cajas de zapatos en una bolsa.

Henry y Ray pusieron caras de asombro, sonrojándose al mismo tiempo ante las palabras de la chica. Ella lo dijo tan al natural como si de verdad fueran novios que los dejo a ambos algo abrumados.

—No somos novios —expresaron los dos al mismo tiempo, se miraron de nuevo y se rieron de forma nerviosa antes de apartar sus miradas rojas como un tomate.

La chica detuvo lo que hacía y los miro sumamente apenada,

—Oh, discúlpenme, es que vi como interactuaban y yo pensé... olvídenlo, fue irrespetuoso de mi parte suponer cosas —negó con su cabeza, mirando todos lados menos a los hombres que tenía en frente mientras en medio de nervios, terminaba de guardar los zapatos.

—Descuida —Ray le sonrió de forma gentil mientras agarraba las bolsas que la chica, todavía algo avergonzada, le tendía. Henry también le sonrió a la chica, pues, sabía que no era su culpa, solo fue un simple malentendido. Ambos le agradecieron por su atención antes de salir de la tienda.

Todo se volvió un poco incómodo después de eso, y ambos lo sabían, pues, iban caminando en completo silencio y sin mirarse. Evitaban hacerlo, concentrándose más en las diferentes tiendas que tenían a cada lado. Al menos, no era un silencio insoportable y podían seguir al lado del otro, pero el sonrojo en Henry seguía, y Ray sabía que al igual que él, estaba rememorando ese simple momento en su mente. ¿Por qué le daban tanta importancia al asunto?, solo fue una confusión, nada de otro mundo. Ray se hubiera ofendido más si hubieran llamado a Henry su hijo o algo peor, su nieto. Dios, no, aún es muy joven para ser el padre o abuelo de alguien. Dejo escapar un suspiro y supo que este ambiente tosco tenía que acabarse. Detuvo su caminar de golpe, haciendo que Henry también lo hiciera; este lo miro, esperando que dijera algo. Ray sonrió y dijo;

—¿Te gustaría ir a comer algo antes de irnos?

Henry dejó escapar una sonrisa, sintiendo una sensación de calidez recorrer todo su cuerpo; le comenzaba a gustar que Ray fuera tan atento con él, invitándolo a todos lados, siempre asegurándose de que estuviera bien. No pudo evitar sonrojarse ante ese hecho; estaba listo para responder cuando, por encima del hombro del castaño, se encontró con un rostro que pensó que no volvería a ver en mucho tiempo. Su peor pesadilla estaba a solo unos metros de distancia, Ganzel no podía verlo, pero Henry sí. Y cuando vio su sonrisa, su risa despiadada, fue como volver a años atrás, fue como volver a estar bajo sus garras. Recuerdos llegaban a él, recuerdo de esa horrible habitación donde sufrió por años. Inconscientemente, dejo caer las bolsas y comenzó a temblar, quería huir, pero no podía moverse; sus pies se habían quedado pegados al frío suelo. ¿Qué hace Ganzel aquí? ¿No se supone que se había ido del país? Eso es lo último que Henry recuerda, fue lo último que supo de él antes de que lo vendiera como si fuera un simple objeto. Trago saliva, los nervios apoderándose de su cuerpo, de repente quería llorar, pero no podía; estaba paralizado, mirando sobre el hombro de Ray. Comenzó a quedarse sin aire, respirar era una tortura; estaba entrando en un ataque de pánico en medio del centro comercial, su mente perdida en los recuerdos de su horrible pasado.

Ray, por supuesto, se dio cuenta de su drástico cambio de actitud, las bolsas que dejo caer fue suficiente señal para Ray para saber que algo estaba pasando. Con cuidado, puso las bolsas que él tenía en el suelo y se acercó a Henry, dejando caer su mano de forma suave en su hombro.

—¿Hen? —lo llamo en voz baja, para tener su atención. Henry tardo unos minutos, pero cuando lo miro, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Ray, rápidamente, comenzó a preocuparse —Henry...

No pudo continuar su hablar, pues, Henry dejo escapar un bajo gemido, al mismo tiempo que las lágrimas comenzaban a caer como cascada por sus mejillas. Ray no perdió el tiempo y lo acerco por completo a su cuerpo, abrazándolo de forma suave con su cintura. Llevo una de sus manos hacia el cabello de Henry y comenzó a dejar caricias y palabras reconfortantes para hacerlo calmar, Henry tenía su cabeza enterrada en el cuello de Ray, con los ojos cerrados con fuerza mientras sollozaba en voz baja y se aferraba a la camisa de Ray, temiendo que si lo soltaba, Ganzel se lo llevaría de nuevo.

Ray intentaba preguntarle qué pasa, que había sucedido para que se pusiera tan mal. Hablaba a través del llanto de Henry, esperando que este lo escuchara y al menos, respondiera. Al mismo tiempo, miraba hacia sus lados, buscando indicios de algo que incomodara a Henry para que se pusiera de esa forma, pero no logro encontrar nada sospechoso. Ray escucho que Henry hablar contra su pecho, lo aparto un poco para poder escucharlo mejor.

—Solo quiero irme a casa, por favor...

El corazón de Ray se rompió al mirar el aspecto tan demacrado, triste y desolado en el rostro de Henry, atrás había quedado el chico alegre de hace unas horas. Ray lo miro con suma tristeza y algo de pena. Con delicadeza, tomo sus mejillas y limpio sus lágrimas, estas seguían cayendo como rio desbordado. Asintió lentamente a la petición de Henry cuando lo vio a punto de volver a romper en llanto; sin esperar más tiempo, tomo todas las bolsas del suelo con una sola mano, mientras que con la otra, sostenía a Henry por el hombro, protegiéndolo bajo su brazo.

Camino con algo de rapidez, solo con la mente en sacar a Henry del centro comercial. Fue algo difícil caminar con todas las bolsas en una sola mano, algunas estaban a punto de caerse cuando visualizo su auto en el estacionamiento. Pero se negaba a soltar a Henry, quien seguía aferrado a su cabeza, fuera de sí. Solo se apartó cuando tuvo que meter las bolsas en los asientos traseros; soltó a Henry por unos segundos, pero este ni se inmutó, estaba tan perdido, como si su mente se hubiera desconectado. Ray lo miró con preocupación mientras lo ayudaba a subirse al auto, Henry estaba en modo automático y dejo que Ray lo moviera sin quejarse, sin embargo, seguía sollozando, las lágrimas seguían cayendo.

Se subió al auto sin quitar su expresión preocupada. Ya con el cinturón de seguridad puesto y el auto encendido, miro a Henry una vez más; tenía las piernas pegadas a su pecho, abrazándolas como si fuera un salvavidas, también balbuceabas cosas que Ray no lograba entender mientras sollozaba. Estaba totalmente perdido. Eso no le gusto, verlo de esa forma, le recordaba al pasado de hace solo una par de semanas, le recordaba a como lo encontró en aquella casa y en el hospital

—Hen...

—Por favor, no me lastimes...

Ray se estremeció ante esto, preocupándolo un poco que Henry creyera que iba a lastimarlo. Pero Ray sabía que había sido un comentario involuntario, seguramente de los recuerdos que atacaban a Henry en este momento. Trago saliva mientras se recordaba no tomarse el comentario como algo personal, no iba dirigido hacia él. Alejo sus pensamientos y decidió concentrarse de nuevo en Henry, puso el auto en marcha y se fue del lugar tan rápido como pudo, pero no lo suficiente para alterar a Henry, quien ante el movimiento del vehículo, se sacudió un poco en el asiento.

En un semáforo en rojo, Ray acerco su mano hacia la de Henry para hacerle saber que estaba aquí y que todo estaba bien; por suerte, Henry acepto su apoyo, agarrando su mano con fuerza, después no quiso soltarla, se aferraba a la mano de Ray y a su brazo como si su vida dependiera de ello. El castaño no le dio importancia y dejo que Henry lo usara como soporte mientras él conducía con una sola mano, evitando a toda costa no provocar un accidente.

Pronto llegaron a la tienda, Ray estaciono su auto en frente, sabiendo que Henry no estaba en condiciones para bajar por los tubos. El rubio pareció reaccionar cuando el auto se detuvo, parpadeó un poco, alejando las lágrimas mientras se incorporaba en su asiento. Ray simplemente lo miraba sin decir nada, esperando que fuera Henry quien diera el primer paso. Lentamente, Henry fue soltando su mano para bajarse del auto. Ray entendió que ya estaba un poco más consciente y aprovecho eso para bajarse y bajar las bolsas. Henry se ofreció a sostener algunas, pero Ray le dijo que estaba bien antes de caminar hacia la tienda. En silencio bajaron hacia la capicueva, Henry iba abrazado a sí mismo, mirando al suelo.

—Estaré en mi habitación —susurro con la voz entrecortada una vez que las puertas del elevador se abrieron. Ni siquiera se molestó en saludar a los chicos —quienes estaban sentados en el sillón —mientras caminaba casi de forma apresurada hacia su habitación.

Ray no tuvo tiempo de decirle algo, simplemente miro como Henry huía, casi asustado y con ganas de volver a llorar. Se quedó parado con las bolsas en sus manos, sintiendo un nudo en su garganta, la tristeza de Henry era su tristeza.

—¿Henry está bien?

La voz de Charlotte hizo que dejara de mirar hacia el engranaje y se concentrara en ella. Ray dejo escapar un suspiro lleno de desánimo mientras caminaba hacia el sillón, dejando las bolsas en la mesa. Luego se sentó, casi derrumbándose al lado de la morena.

—No lo sé... estábamos bien y luego, un segundo después, comenzó a ponerse nervioso... tuvo un ataque de pánico... tuve que sacarlo de ahí, estaba completamente desesperado.

Charlotte se quedó unos segundos en silencio, mientras procesaba todo lo que Ray le había dicho, llegando a una conclusión, quizás algo arriesgada, pero que podía ser posible.

—¿Crees que pudo haber visto a Ganzel? —murmuro lentamente para no alterar al mayor, pues, sabía cómo este se ponía ante la mención del magnate.

Ray trago saliva, comenzando a ponerse tenso ante eso. Sin embargo, eso explicaría el comportamiento de Henry y su desespero por huir del lugar.

—No lo sé, yo... no me percaté de eso, quizás vio a Ganzel y yo no me di cuenta. ¡Maldición! —con un fuerte golpe en la mesa, se levantó del sillón. La irá creciendo sobre él, mientras apretaba sus puños.

—Ray, no empieces a culparte, —Charlotte se apresuró en calmarlo, pues conocía a Ray tan bien que sabía que ya estaba volviéndose loco. —no sabes si fue a Ganzel a quien Henry vio. Pudo haber visto a cualquiera, Henry estuvo en muchos lugares con muchas personas malas.

—Pero no pude ver quien era esa persona, mire a todo lados y yo... no vi nada... —susurro ahora enojado consigo mismo por ser un imbécil y no cuidar de Henry, como se propuso que haría cuando decidió traerlo a su vida.

—Ray, lo importante es que sacaste a Henry a tiempo y si tuvieron suerte, quizás la persona de la que Henry se asustó ni los vio.

Ray quería confiar en las palabras de Charlotte, lo que menos quería es poner en peligro a Henry. Esta seguro que después de esto, estará el doble de alerta cada vez que saliera con el rubio, lo iba a cuidar como si su vida dependiera de ello. Pero por ahora, lo mejor es que se calmara, de nada iba a servir estando molesto, lo que paso, paso. Sin embargo, seguía preocupado por Henry, lo estuvo por el resto del día, mucho más cuando ni siquiera salió a cenar. En varias ocasiones quiso ir a revisar si estaban bien, si necesitaba algo, si quería su compañía. Pero Charlotte le aseguro que lo mejor era darle su espacio y Ray, en pocas veces de su vida, decidió hacerle caso.

—No lo abrumes con preguntas, deja que sea el quién venga a ti —le había dicho Charlotte antes de irse.

Ray, esta vez, no siguió su consejo ni le hizo caso. En cuanto estuvo solo en la cueva y supo que nadie lo necesitaba, camino hacia la habitación de Henry. Quería saber cómo estaba y quitarse la preocupación de su cabeza. Tocó suavemente la puerta y espero unos segundos, pero al ver que nadie contestaba, decidió entrar. Con cuidado abrió la puerta y se asomó, miro hacia la cama, encontrando a Henry dormido, abrazando una almohada.

Lentamente y en silencio, entro a la habitación. Camino hacia la cama para ver mejor a Henry, al hacerlo se percató de algunas lágrimas secas y otras húmedas que seguían cayendo por sus mejillas. Eso le confirmo que Henry había estado llorando mucho más después de que llegaran, también le confirmo que se había quedado dormido mientras lloraba y él no había estado a su lado para consolarlo. No pudo evitar sentir algo de impotencia, al mismo tiempo, sintió como su corazón se rompía. Se regañó mentalmente por no venir antes, por no seguir a su instinto y buscar a Henry sabiendo que este lo necesitaba. Se prometió que no lo dejaría solo de nuevo.

Con cuidado acercó su mano hacia la mejilla de Henry y quito un par de lágrimas, Henry se movió un poco ante este gesto, Ray rápidamente quito su mano pensando que lo había despertado, por suerte no fue así. Ray suspiro aliviado y decidió que lo mejor sería irse y dejar descansar al rubio, pero antes de eso, le quito los zapatos para que estuviera más cómodo y lo arropo, luego dejo un tierno beso en su frente —un gesto que comenzaba a volverse una costumbre — y mirándolo por última vez, salió de la habitación.


Ray simplemente no podía dormir, las horas pasaban y él seguía mirando hacia el techo, pensando en todo lo que había ocurrido hoy. A cada segundo recordaba la cara llena de lágrimas de Henry, sus ojos tristes lo atormentaban. No pudo evitar regañarse a sí mismos cuando esas imágenes llegaban a su mente; había dejado que esto pasara.

Se supone que su deber es cuidarlo y protegerlo, pero no pudo darse cuenta de quien estaba perturbando a Henry lo estaba perturbando. ¿Cómo iba a protegerlo y cuidarlo si no estaba pendiente de lo más mínimo?. ¿Cómo permitió bajar la guardia así? Dejo escapar un suspiro, no volvería a pasar, de eso estaba seguro. Mientras seguía en sus pensamientos, escucho unos golpecitos en su puerta. Confundido por eso, se sentó en la cama, miro la puerta unos segundos antes de levantarse y caminar hacia ella. La abrió lentamente, encontrándose con Henry, algo tímido parado frente a ella.

—Henry —expreso con suavidad mientras dejaba escapar una sonrisa. Se hizo a un lado para dejar que el rubio entrara a la habitación.

Henry desvió la mirada al ver su torso desnudo, sonrojándose al mismo tiempo. Ray se dio cuenta de eso, colocándose un poco nervioso; no es que le molestara que lo vieran semidesnudo, pero no quería incomodar a Henry.

—Me pondré una camisa —murmuro antes de darse la vuelta y caminar hacia su armario.

Henry simplemente se quedó parado en medio de la habitación, jugando con sus dedos de forma nerviosa mientras esperaba a que el castaño se vistiera. Evito no mirar su espalda desnuda, decidiendo concentrarse en darle un vistazo a la habitación del capitán. Fueron unos segundos de completo silencio en la casi oscura habitación hasta que Ray finalmente se colocó una camisa y miro hacia Henry, indicándole que lo siguiera hacia la cama donde se sentó en el borde de esta. Henry siguió su acción y tímidamente se sentó a su lado.

—Creo que te debo una explicación sobre lo que paso en el centro comercial —murmuro unos segundos, después de encontrar las palabras y armarse de valor para hablar. Sintió una fuerte mano tomar sus manos temblorosas, alzo su mirada hacia esos ojos azules que lo miraba en comprensión. Henry le sonrió y comenzó a hablar: —la razón por la cual me puse así fue porque vi a una persona del pasado que pensé jamás que volvería a ver —se detuvo un segundo cuando el recuerdo fugaz del rostro de Ganzel llego a su mente —yo... yo tengo un pasado horrible y... —trago saliva con algo de dificultad y aparto la mirada de Ray, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Venir aquí había sido una mala idea.

Ray lo atrajo a su cuerpo, envolviéndolo en sus brazos y sin pensarlo, dejando que Henry descansara su rostro entre su pecho. Henry correspondió, estaba débil y quería por una vez en su vida sentirse seguro, a salvo. Entonces comenzó a llorar y se aferró a Ray tanto como pudo, dejando que todo saliera mientras en su mente, los recuerdos llegaban. Volver a ver a Ganzel fue la cosa más desagradable de su vida, volver a ver esa sonrisa asquerosa, llena de prepotencia, le provocaban ganas de vomitar, esa sonrisa era su peor pesadilla, todo Ganzel lo era.

Ray simplemente lo abrazaba, manteniéndolo lo más cerca posible a su cuerpo mientras dejaba pequeños besos en su cabello, al mismo tiempo que dejaba palabras reconfortantes, recordándole una y mil veces que todo estaba bien, que ahora estaba a salvo.

—No puedes salvarme... —Henry murmuro entre los brazos de Ray, se apartó un poco para verlo mejor. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero entre toda la neblina, podía ver los ojos de Ray mirarlo con preocupación.

—Pero quiero ayudarte, no puedes impedirme eso —con suavidad, Ray tomo el rostro de Henry y con suma gentileza, paso sus dedos por la cálida piel, comenzando a quitar lágrima por lágrima.

—No quiero que te involucres en esto, es peligroso.

—Soy capitán man, puedo con lo que sea —intento sonreír, para que Henry entendiera que no tenía problema. Henry negó, negó con desespero y casi se aparta del toque de Ray.

—No se trata de eso, si se enteran de que capitán man está metiendo sus narices en sus asuntos, harán lo que sea para hacerte daño.

—No pueden hacerme daño, soy indestructible...

—Ray, —Henry lo miro con firmeza, tomando sus manos que todavía sostenía su rostro, las apretó un poco, queriendo que prestaba atención a sus palabras —cuando digo que harán lo que sea, habló en serio; pueden llegar a descubrir este lugar, las identidades del equipo, incluso la tuya. Por favor, Ray, prométeme que no harás nada —suplico con las lágrimas acumulándose de nuevo en sus ojos.

Una mirada de miedo se presentó ante los ojos de Ray haciéndolo tragarse el nudo en su garganta. No podía cumplir esa promesa, ya no. No cuando ya está involucrado en la situación, no cuando ya sabía el pasado de Henry. No cuando Ganzel seguía libre y Henry sufría. Pero no podía decirle la verdad al chico que lo miraba con nerviosismo, no aún. Así que asintió, sintiéndose la peor persona del mundo cuando Henry le sonrió, relajándose poco a poco.

Ray trago saliva, sintiendo un dolor en su pecho al tener que mentirle a Henry, destetaba tener que hacerlo, pero era necesario. Él sabía que cuando tuviera todas las bases lista para enfrentarse a Ganzel, le contaría todo a Henry y esperaba que este, al final, entendiera por qué hizo lo que hizo.

Se quedaron unos minutos en silencio, hasta que se escuchó un pequeño gruñido provenir del estómago del rubio, este abrió los ojos asombrado y se llevó su mano al estómago. Ray, por su parte, sonrió ante la expresión tierna que Henry dejo escapar.

—Debes tener hambre, no has comido nada desde que llegamos, —se levantó de la cama, caminando hacia la puerta —traeré algo de comida — dijo y sin esperar respuesta por parte de Henry, salió de la habitación.

Henry quería reprochar, diciendo que no lo necesitaba, pero Ray no se lo permitió, en cambio, lo dejo solo en la fría habitación mientras iba por comida. Henry dejó escapar un suspiro y espero. Ray llegó a los pocos minutos con un par de hamburguesas y unas bebidas. Con una sonrisa, se acercó a Henry, sentándose de nuevo a su lado.

—Gracias, no tenías que hacerlo —comento en voz baja el rubio mientras aceptaba la hamburguesa que Ray con entusiasmo le tendía.

—No voy a dejar que te mueras de hambre, además, de esta forma, podemos terminar el día como lo tenía planeado en el centro comercial —sonrió una vez más antes de darle un mordisco a su propia Hamburguesa.

Henry tuvo que sonreír ante esto, de nuevo, sintiendo esa calidez que solo Ray sabía colocar en su cuerpo. Hace mucho que no se sentía tan bien con otra persona, muchos años de golpes, lo hicieron desconfiar de la gente. Pero con Ray no era el caso, con Ray era todo lo contrario.

Se comieron sus hamburguesas mientras veía una película —a petición de Ray—. Sin embargo, ninguno supo en qué momento de la película se quedaron completamente dormidos uno al lado del otro.


Henry despertó asustado, mirando a todos con miedo. Su mente estaba corriendo, desesperada por saber qué pasaba. Pronto descubrió que había tenido una pesadilla. Respiraba entrecortadamente mientras trababa de recuperarse de los horribles recuerdos de su pasado. Ya un poco más calmado, se dio cuenta de que no estaba en su habitación y que un fuerte brazo lo rodeaba por su cintura. Aclarándose un poco más la vista, usando una de sus manos para limpiar uno de sus ojos, giro su cabeza hacia su lado derecho, encontrándose con Ray durmiendo plácidamente, con su mejilla enterrada en la almohada. Henry frunció un poco el ceño, ¿en qué momento nos quedamos dormidos? Pensó. Luego recordó la comida y la película, supuso que en algún momento, entre esas cosas, se quedaron dormidos.

Sacudió su cabeza, no dándole más vueltas al asunto, y decidió levantarse para irse a dormir en su habitación. Con cuidado empezó a moverse para salir de los brazos de Ray, siendo lo más silencioso que podía para no despertarlo. Cuando logro soltar el brazo de Ray de su cuerpo, respiro con libertad y comenzó a levantarse de la cama. Sin embargo, al hacer un simple movimiento, el mismo brazo que lo sujetaba con anterioridad, lo sostuvo y lo atrajo de nuevo hacia abajo. Ray pego a Henry contra su pecho, casi acorralándolo como si fuera un oso de peluche. Henry se removió algo incómodo, y como pudo, empezó a llamar a Ray, moviendo uno de sus hombros para lograr despertarlo.

—Ray, Ray... —lo empujo suavemente mientras lo llamaba.

El castaño balbuceo cosas entre sueños mientras se despertaba, se removió un poco en la cama, inconscientemente apretando a Henry más contra su cuerpo. Sin embargo, en cuanto abrió sus ojos y se dio cuenta de la posición en que estaba, se sonrojó completamente y con algo de pena, se apartó de Henry. Se aclaró la garganta y se sentó en la cama, Henry copiando sus acciones.

—Voy a volver a mi habitación —murmuro Henry de forma tímida, igual de sonrojado que el hombre a su lado.

Ray le sonrió mientras asentía, no podía negar que sintió una sensación bonita al escuchar a Henry llamar su habitación a la habitación de invitados. Se gustaba saber que ya se sentía en casa. Lo vio levantarse y caminar hacia la salida, pero antes de que se fuera, se dio la vuelta; sus ojos cafés, conectaron con los suyos.

—Gracias por este día, a pesar de todo, me divertí mucho comprando ropa.

—Me alegra que estés bien —lo dijo en un simple susurro, feliz por Henry, feliz de tenerlo a su lado.

Ambos se regalaron una última sonrisa antes de despedirse.

Al quedar solo, Ray se recostó nuevamente en su cama, miro hacia su mesita de noche, donde su reloj se encontraba; eran las 3:00 am, aún le quedaba mucho por dormir. Se acomodó mejor en su cama, recordando todo lo que había pasado una vez más. Al final podía estar tranquilo; Henry hablo con él y le contó su molestar, puedo estar para él y consolarlo, eso era todo lo que quería. Y a pesar de todo, pudo terminar el día como deseaba; viendo a Henry sonreír.

Con esa imagen de la sonrisa del rubio, volvió a quedarse dormido.

Chapter Text


Henry despertó esa mañana sintiéndose mucho mejor; hablar con Ray lo había ayudado bastante para alejar sus pesadillas y temores. Aún tenía la mirada de Ganzel en su mente, sin embargo, después de contarle a Ray, se sentía un poco más seguro; estás a salvo ahora, Ganzel ya no puede tocarte; fue lo que se dijo una vez que salió dela habitación de Ray en la madrugada, también fue lo que se dijo al despertar. Más tranquilo, se levantó de su cama y fue a darse una ducha, eliminando todo rastro de lágrimas que habían quedado pegadas a su piel y que había olvidado limpiar de lo cansado que estaba. Eso lo ayudo a relajarse mucho más y pudo vestirse y salir de su habitación sintiéndose un chico nuevo.

Llego a la sala encontrándose con Ray sirviendo el desayuno, eso lo sorprendió un poco, pensó que se había levantado más temprano. Sin embargo, lo dejo pasar y le sonrió a Ray cuando noto su presencia. Mientras se acercaba a la mesa, pudo ver en ella panqueques y jugos de naranja. Eso hizo que su estómago gruñera, llenándolo de hambre.

—¿Dormiste bien?

La voz de Ray tan cerca lo sorprendió un poco, alejo su mirada de la mesa para verlo, Ray le sonreía al mismo tiempo parecía interesado por su bienestar. Henry le devolvió la sonrisa y asintió.

—Me alegra saberlo, ahora podemos desayunar —Ray se sentó y con un gesto de su mano, invito a Henry a sentarse.

—Se ve delicioso —murmuro Henry mientras se sentaba frente a Ray. Admiraba la comida mientras se le hacía agua la boca. Ray le entrego un plato ya servido con panqueques con mucha miel encima. Henry se relamió los labios mientras aceptaba el plato. Unos segundos después, comenzó a devorar su comida como si no hubiera un mañana. Ray sonrió al ver a Henry comer, sus mejillas estaban llenas de miel, haciéndolo ver adorable. Ray lo estuvo contemplando por unos segundos antes de comenzar a comer.

—Estuvo muy rico el desayuno Ray, gracias —comento Henry unos minutos más tardes ya con el plato vacío y el vaso de jugo acabado. Tomo una servilleta y se limpió a cara mientras miraba a Ray con una sonrisa.

—Es un placer para mí prepararte el desayuno todos los días —dijo, hubo unos segundos de silencio tranquilo antes de que Ray volviera a hablar — por cierto, tengo algo que darte, con lo que pasó ayer se me olvido por completo.

Henry miró con una expresión confundida a Ray mientras el castaño se levantaba del sillón y caminaba hacia un pequeño cajón. Henry siguió todos sus pasos y movimientos hasta que lo vio volver con una pequeña bolsa de color negra. Henry se sorprendió al verla, era la misma de ayer. No podía dejar de verla, la curiosidad entrando en todo su cuerpo. Se sorprendió mucho más cuando Ray se la entrego. Henry lo miro asombrado, lentamente tomo la bolsa y saco lo que había en ella; era un teléfono. Henry miraba hacia la caja totalmente confuso, luego miro a Ray quien le dedicó una sonrisa.

—Yo... no puedo aceptar esto —dejo la caja en la mesa y la deslizo de vuelta hacia Ray. El castaño, quien tenía una sonrisa, la fue borrando poco a poco.

—Es un regalo, Hen —murmuro algo triste mientras que discretamente deslizaba la caja de nuevo hacia Henry.

Henry miró la caja con algo de recelo, comenzó a jugar con sus dedos de forma nerviosa, un pequeño tic que tenía cuando estaba ansioso.

—Ya me has dado muchas cosas y debiste gastar mucho dinero comprando eso... yo, simplemente no puedo aceptarlo.

—Henry, ya te dije que eso no es un problema, no te preocupes por el dinero.

Pero Henry no estaba muy convencido de sus palabras y seguía mirando la caja con algo de dura. Nunca había tenido un teléfono en su vida, pero sabía que este que le había comprado Ray era de los de último modelo y sabía lo caros que eran. Ray ya había gastado mucho en él, no podía soportarlo más.

—Ray, no necesito un teléfono, de verdad, yo no-

—Está bien —Ray lo interrumpió, sorprendiendo un poco a Henry — Si no quieres el teléfono puedo ir a devolverlo, pero al menos úsalo un día, pruébalo y si te gusta puedes quedártelo y si no, entonces cumpliré y lo devolveré, ¿te parece?.

Henry sabía que eso era un completo chantaje, pero no podía negar que era un trato justo; tendría el teléfono por un día solo para complacer a Ray y luego se lo devolvería sin sentirse culpable. Lentamente, tomo la caja y miro a Ray, quien, rápidamente, había puesto una sonrisa llena de victoria.

—No sé cómo devolverte todo lo que me has dado —murmuro, bajando un poco la mirada para que Ray no viera su leve sonrojo.

—No tienes que devolverme nada, Henry. Creo que lo he dejado en claro estos últimos días.

Henry alzó su mirada para ver al castaño, su expresión era sincera y Henry sabía que hablaba con la verdad; aun así, Henry quería agradecerle por todo.

—Al menos... déjame hacer algo para darle las gracias.

Ray le sonrió de forma suave y cálida mientras asentía lentamente. No iba a negarle esto a Henry, si quería hacerle algo, con gusto lo aceptaría. Henry se emocionó al escuchar eso, haciendo que se levantara del sillón con suma alegría.

—Puedo prepararte la cena esta noche, te haré mi especialidad —sonrió con gran entusiasmo, casi brincando de la emoción.

Ray simplemente asintió mientras lo miraba de forma enternecida. Para Ray, Henry era la definición de la palabra adorable.

—Amaré lo que sea que hagas —murmuro al mismo tiempo que se levantaba para estar más cerca del rubio —puedes usar nuestra cocina y si necesitas algo, puedes usar mi tarjeta y comprar lo que quieras.

Henry no pudo evitar sonrojarse un poco al escuchar eso, bajo la mirada, apartando sus ojos de Ray. ¿Por qué siempre tenía que ser así con él? Henry no estaba seguro de poder acostumbrándose a tanta atención. Simplemente, asintió ante eso, no sabiendo que más decirle al hombre frente a él.

Las siguientes horas pasaron de forma tranquila, los chicos y Schowz llegaron a la cueva, cada quien listo para hacer sus respectivos trabajos. Henry le sonrió a Jasper cuando se sentó a su lado en el sillón, la clientela estaba lenta en la tienda por lo que el de cabellos ruloso decidió cerrar temprano —luego de consultar con su jefe, por supuesto.

—¿Qué tienes ahí? —Jasper le pregunto lleno de curiosidad mientras miraba hacia la caja que Henry ocultaba bajo sus manos. Henry miró hacia la caja, había pasado todo el día sosteniéndola, pero en ningún momento se había dignado a abrirla.

—Es un regalo de Ray —murmuro, mientras apartaba sus manos y deslizaba la caja hacia el de rulos.

Jasper tomo la caja y se sorprendió al ver el contenido que se mostraba.

—Este modelo es de los más recientes, tengo entendido que es bastante difícil de conseguir —comento Jasper, leyendo lo que se decía en la caja sobre el teléfono —necesitaría vender uno de mis riñones para tener uno de estos —se rio un poco, sin saber que con eso, incomodaba un poco a Henry.

Henry se removió incómodo en su asiento, tenía la sospecha de que Ray había gastado una millonada y lo que dijo Jasper lo confirmaba. No podía permitirse tener algo así, mucho menos cuando no se lo merecía.

—No voy a quedármelo de todas formas.

Jasper lo miro sorprendido —¿Por qué no? —pregunto, mientras le devolvía la caja.

Henry tomó la caja —Es un teléfono muy caro y es algo que no creo necesitar.

Jasper asintió, comprendiendo que Henry era una persona humilde que no aceptaba regalos caros, eso lo hizo sonreír un poco, sin embargo, sería una lástima que Henry despreciara un regalo tan genial como ese.

—Bueno, al menos deberías abrirlo, quizás te guste y cambies de opinión.

Henry jugo unos minutos con la caja, tanteando sus dedos sobre el cartón. Era tentadora la idea y no podía negar que quería usar el teléfono, aunque sea por una vez. Dejo escapar un suspiro, no estaba mal si jugaba un poco con el aparato antes de entregárselo a Ray. Miro a Jasper, quien le lanzo una mirada llena de ánimo, eso fue lo único que necesito para animarse y finalmente abrir el teléfono. Lentamente, empezó a abrir la caja, teniendo cuidado de no romperla, luego saco el teléfono, el cual venía en una bolsita transparente. Henry lo miro totalmente asombrado, se veía mucho mejor que en la imagen de la caja, era casi tan grande como la palma de su mano y traía tres cámaras en la parte de atrás; eso le pareció absurdo e ilusiónate al mismo tiempo. Después de contemplar el teléfono, volvió a la caja y era revisó que más había dentro de ella, encontrándose con el cargador y un par de audífonos. Saco esas dos cosas, dejando la caja a un lado. Parpadeo un poco al prenderlo, asombrado por la alta tecnología que tenía en sus manos.

—¿Me ayudas a configurarlo? —miro a Jasper.

Jasper asintió más que dispuesto a ayudar, se acercó un poco a Henry, quien le tendió el teléfono para que le enseñara todo lo que debía saber. En eso se pasaron los siguientes minutos, una hora después, Jasper le estaba enseñando a Henry a usar las redes sociales, creándole un par de perfiles en Instagram y Facebook. Y como era de esperarse, cierto castaño estaba mirando todo con el ceño fruncido. ¿Por qué Henry no le pidió que lo ayudará? Él también sabía usar ese tipo de teléfono, tenía uno, no era tan viejo —aun cuando siempre buscaba a Charlotte cuando bloqueaba su teléfono y tardaba años en enviar un e-mail— Pero ese no era el caso, Ray también sabia manejar tecnología y Henry debió pedirle ayuda a él, no a Jasper.

Ray bufo viendo la escena, rodó los ojos cuando Henry le pidió a Jasper que le tomara una foto. Se cruzó de brazos cuando toda la atención de Henry iba dirigida al de cabellos rulosos y no a él. Pudo sentir la mirada llena de burla por parte de Charlotte, sabía que la morena se estaba mofando con todo esto, divirtiéndose por el comportamiento tan infantil de Ray. Decidió ignorarla, también decidió ignorar a los otros adolescentes, concentrándose en las pantallas de los monitores, fingiendo que trabajaba.

Un rato más tarde, Henry se le acercó, Ray tuvo su atención de inmediato, sonriéndole como siempre lo hacía.

—Jasper se ofreció a acompañarme para ir a comprar algunas cosas que necesito para la cena. Iremos ahora, ¿está bien? —pregunto Henry tímidamente, como si estuviera pidiéndole permiso para salir de la cueva.

Ray, más que molestarte por la mención Jasper, miro a Henry de forma enternecida. Claro que podía ir, podía ir a donde quisiera.

—Por supuesto —menciono de forma tranquila, aunque por dentro estuviera llenándose de celos. Él pudo haberse ofrecido antes para acompañarlo. Qué lento eres, Ray, se regañó mentalmente.

Henry le sonrió, luciendo feliz. —Volveré en un rato —Comento antes de correr hacia Jasper, quien lo esperaba frente al elevador.

Ray simplemente lo vio irse, sin embargo, no perdió la oportunidad para lanzarle una mirada asesina al de rulos que claramente decía que lo mataría si algo le pasaba a Henry mientras estaba a su lado. Jasper pareció entender esa mirada y discretamente comenzó a asentir, aunque Ray podía notar la expresión de miedo en su rostro. Por suerte Henry no noto nada eso, y se despidió de él y de Charlotte con una amigable sonrisa.

—Huele a celos —canto Charlotte en cuanto estuvieron solos. Ray la miro y Charlotte no tardo en mandarle una mirada llena de burla.

Ray rodó los ojos —no estoy celoso —murmuro, dejando escapar un leve puchero después como si fuera un niño pequeño. Por supuesto que estaba celoso.


Jasper y Henry se tardaron un par de horas en comprar todo lo necesario, pero Henry estaba más que satisfecho al ver que tenía todo lo que requería para la cena. Volvió a basura y más y se despidió de Jasper después de que este lo ayudara a bajar todas las bolsas del auto —Jasper ya sabe conducir, lo cual fue un alivio para Henry—el transporte público no eran de sus cosas favoritas.

Al llegar a la cueva con el montón de bolsas, fue rápidamente hacia la cocina y las dejo todas en el mesón. Se permitió darse un respiro y beber algo de agua para hidratarse; hacer comprar era algo muy cansado, descubrió Henry ese día. Antes de comenzar con la cena, fue a su habitación para cambiarse de ropa y colocarse algo más cómodo. Se le hizo muy extraño que en todo momento que llevaba de estar de vuelta en la cueva, no había visto a Ray por ningún lado. Quizá está en alguna misión, pensó mientras se daba una ducha rápida.

Decidió vestirse con la ropa nueva que había comprado el día anterior, termino escogiendo una camisa de cuadros y unos pantalones de jean negros. Se sintió bien llevar ropa nueva y no pudo evitar sonreírse en el espejo cuando peinaba su cabello. En cuanto estuvo listo, volvió a la cocina para empezar preparar la cena.

Pronto entro en un trance, en una pequeña burbuja donde solo él existía. Cocinar siempre lo distraía, también lo ayudaba a calmarse, siempre lo hacía sentir mejor; cocinar era de sus pasatiempos favoritos, fue algo que aprendió a querer cuando tuvo que valerse por sí mismo, fue una de las cosas que se le permitió tener; nadie le quitaba la oportunidad de cocinar y aunque a veces tenía que hacerlo por obligación; Henry siempre trataba de darle la vuelta y disfrutar de cada plato que preparaba.

Estaba casi terminando de preparar la cena cuando el castaño se asomó por la puerta para verificar como estaba. Henry le sonrió y agradeció que se ofreciera a ayudar, sin embargo, lo saco de la cocina, de forma suave y amable.

—Es sorpresa —dijo entre risas mientras sacaba a Ray, empujando sus manos contra el musculoso pecho, obligándolo a dar pasos hacia atrás.

—Está bien, señor cocinero —se rindió el castaño, alzando sus manos en son de paz mientras le sonreía a Henry, dejando que esta lo sacaba con sutil facilidad.

Pronto la comida estuvo lista, siéndole entregaba a Ray en un plato sumamente decorado; la comida fue presentaba como lo haría todo un chef profesional, Ray no pudo evitar deleitarse con todo.

—Se ve delicioso, Henry.

Un rico Omelet de Jamón con queso y papas fritas a un lado, con un rico jugo de manzana, se presentaba ante sus ojos. Algo sencillo, pero que a simple vista se veía exquisito.

Henry sonrió ante el halago y mientras un sonrojo se formaba en sus mejillas, se sentó al lado de Ray.

—Anda, pruébalo —expreso con emoción, animando al castaño a darle el primer bocado.

Ray se contagió de la emoción de Henry y tomo uno de los tenedores, pico un poco el Omelet y lo probo. Mastico y mastico, abriendo los ojos llenos de asombro cuando el exquisito sabor todo sus glándulas gustativas.

—Esto es riquísimo, Henry —elogio, probando más del delicioso plato. Henry sonrió con más alegría, sin saber qué decir.

Luego procedió a tomar su propio plato y tenedor para comenzar a comer, siempre sonrojándose cuando Ray halagaba su forma de cocinar cada segundo. Se sirvió un poco de jugo y bebió para ocultar los sonrojos de su rostro.

—Gracias por esta cena, Henry, no había comido algo así de sabroso en años —dijo el castaño una vez que su comida se había acabado, tomo un poco de jugo y bebió —te quedó asombrosa la comida, no sabía que podías cocinar así de bien.

—Sí... tuve que aprender a cocinar por mi cuenta, me alegra que te gustara, sé que no es mucho comparado con lo que tú has hecho por mí —murmuro mientras jugaba con su tenedor, esperando que esta comida haya valido la pena. —sin embargo, hay otra cosa que quiero darte.

Ray lo miro sin entender, pero asintió lentamente para hacerle entender a Henry que podía continuar. Henry dejó escapar un suspiro antes de hablar.

—Sé que ya llevo algunas semanas aquí y quizás es momento de, ya sabes, que yo te cuente un poco sobre mí, así que puedes preguntarme lo que quieras.

Eso, tomo a Ray por sorpresa, no esperaba que Henry fuera a abrirse con él en una noche. Por otro lado, eso fue un golpe duro, pues él ya sabía todo lo que tenía que saber. Trato de ser discreto y actuar como si nado, porque, en el fondo, le gustaría saber la historia contada desde el punto de vista de Henry.

—Eso, eso es algo muy importante, gracias —dijo, pues de verdad apreciaba que Henry decidiera tomar esa decisión — pero no tienes que hacerlo si no quieres, no quiero incomodarte.

—No, está bien —Henry lo interrumpió —además, es lo menos que puedo hacer después de todo lo que haces por mí.

—Está bien —Ray dijo, esta vez sonando más serio.

Henry asintió en respuesta, y se acomodó mejor en sillón para estar relajado. Ray, por otra parte, espero pacientemente a que Henry estuviera listo para hablar.

—Bueno, creo que debo empezar por el principio... quede huérfano a los 8 años después de que mis padres murieran en un accidente de auto —comenzó con un leve murmuro, casi tan bajo que Ray no hubiera podido escucharlo si estuviera lejos de él. — iban a una fiesta de la empresa donde mi padre trabajaba, él era un gerente de proyectos. —se detuvo un segundo para respirar, jugaba con sus dedos de forma nerviosa — yo me quede en casa con la niñera, fue unas horas más tarde cuando alguien llamo a la casa, lo recuerdo tan bien, la niñera contesto y le dieron la noticia. Todavía recuerdo su mirada llena de tristeza sobre mí. —su voz empezó a entrecortarse y tuvo que parar de hablar para tragar saliva y aclarar su garganta.

Ray se acercó su mano hacia el hombro de Henry y lo apretó un poco, dándole ánimos para continuar. Aunque en el fondo, no soportaba verlo así. Henry lo miro y le regalo una sonrisa y mirada triste antes de proseguir.

—La policía llegó y le explicaron a la niñera lo que había pasado... yo recuerdo estar en las escaleras escuchando todo, pero sin entender nada... solo quería a mis padres de vuelta —la primera lágrima cayó por su mejilla, Henry se la limpio con discreción —antes de irse uno de los oficiales se me acercó y me dijo que había tenido suerte de no haber estado en ese auto. ¿Cómo diablos le dices eso a un niño de 8 años que acaba de perder a sus padres? —expreso con furia, negando con su cabeza.

Ray también sintió enfurecer, qué oficial tan despreciable, pensó

—Luego de eso, al otro día una mujer de servicios sociales vino y me llevo a otro lugar, es tu nueva casa, me dijo. Yo no quería estar en una nueva casa, quería estar en la mía, con mis juguetes y mis padres. —lloro un poco cuando esos recuerdos llegaron a su mente.

Ray lo atrajo hacia su cuerpo, abrazándolo con fuerza, queriendo protegerlo de todo mal. Henry correspondió a su abrazo, ocultando su rostro en el pecho del mayor mientras sollozaba lentamente. Ray dejaba suaves acaricias en su espalda y pequeños besos en sus dorados cabellos.

Se quedaron así por unos minutos, en un completó silencio. Ray acariciaba el cabello rubio de Henry, mientras lo pegaba más a él. Escuchar esto de parte de Henry le resultaba más doloroso que cuando Charlotte se lo dijo. Quería tanto hacerle olvidar esto al rubio, poder viajar al pasado y cambiar la vida de Henry donde tuviera una feliz.

Henry se alejó tiempo después para continuar su relato.

—Al final tuve que aceptarlo y aprendí a vivir en casas adoptivas, otros niños que no conocía y padres adoptivos. —murmuro con su voz entrecortada, lágrimas cayendo y mocos saliendo de su nariz. Era un desastre y eso rompió el corazón de Ray.

—Lamento tanto todo lo que te paso —murmuro, acariciando una de las mejillas sonrojadas de Henry, al mismo tiempo, limpiaba sus lágrimas.

—Descuida, no estuvo tan mal —se alzó de hombros, intentando sonreír.

Ray, que ya sabía la verdad, no se convenció de eso y decidió indagar más en el tema.

—Eso es bueno, es decir que te trataban bien, ¿no?, ¿eran buenos contigo?

—Nadie me lastimo —expreso de manera drástica, de forma automática, casi asustando al castaño. Henry notó la mirada asombrada de Ray y decidió agregar, teniendo miedo de arruinar todo y decir algo demás —digo, no era fácil a veces, cuidar de muchos niños es agotador, pero siempre me trataron bien... estuve en varias casas adoptivas, así que no recuerdo mucho.

Ray trago saliva, y trato de no fruncir el ceño, pues algo no estaba bien. ¿Por qué sentía que Henry le estaba ocultando información?, información que él ya sabía, sin embargo.

—Entonces... ¿Por cuánto tiempo estuviste en casas adoptivas? —no pudo aguantarse y preguntar, ahora quería saber con qué cosas Henry le salía.

Henry se tardó en responder y Ray supo que todo estaba yendo mal.

—Estuve en tres casas a lo largo de los años; pase tres años en una, luego dos años en otra y pase el resto en la última.

Ray sabía que eso no era verdad, Henry le estaba mintiendo. ¿Por qué mientes, Henry?, pensó algo triste porque Henry le estuviera ocultando la verdad, ¿es que acaso no confiaba en él? Aunque él era el peor para hablar de confianza, había investigado a Henry semanas atrás y no tuvo la decencia de decirle. Dejo esos pensamientos atrás, ahora quería averiguar por qué Henry no le decía la verdad que él ya sabía.

—Eso es bueno saberlo, estoy seguro de que fuiste a la escuela ¿no? —no es que estuviera molesto, solo quería saber por cuanto más Henry podía mentirle.

Henry pareció bloquearse, jugaba con sus manos ansiosamente y Ray supo que estaba planeando que decir.

—Sí, la escuela... claro, fui a la escuela...

—Me alegra, la educación es importante... —sonrió, o eso intento. ¿Tú de qué te quejas?, tampoco fuiste a la escuela. —Entonces... —Ray dejo la palabra en el aire, para que Henry continuara.

—Oh si... —se aclaró la garganta — terminé la escuela y al cumplir los 18 decidí irme de la casa adoptiva, ya sabes, para independizarme y esas cosas...

—Sí, entiendo.... ¿a dónde fuiste después? —pregunto, esperando que Henry finalmente se abriera y le contaba la verdadera historia.

—Yo... Hice unos amigos y fui con ellos...

—Claro... y ¿cómo terminaste en esa casa abandonaba?

—La casa... —Henry murmuro y guardo silencio por unos minutos, miraba hacia la mesa, pensando en que decir —termine con malas personas, ya sabes... —soltó una risa nerviosa.

—¿Tus amigos te llevaron a esa casa?. —sabía que debía parar con estas preguntas, podía ver lo incómodo que se estaba poniendo Henry, pero estaba molesto y como siempre se dejó llegar por ese impulso.

Henry tragó saliva, estaba más que nervioso y ya no quería seguir hablando, pero debía continuar, después de todo, esta había sido su idea.

—Mis amigos tenían amigos y ellos estaban en cosas malas... creo que me deje llevar por eso, ya sabes, un adolescente curioso —intento sonreír; sin embargo, lo que salió fue una mueca.

Ray se contuvo de soltar un suspiro, era un hecho que Henry no iba a contarle sobre Ganzel o sobre lo demás que él ya sabía. Y no podía contarlo, era su vida, podía ocultar todo lo que quisiera; sin embargo, le dolía un poco que Henry todavía no confiara por completo en él.

—Entonces, la persona que viste ayer debe ser uno de esos amigos, ¿no? —decidió intentar por última vez, en caso de que Henry se arrepintiera y decidiera hablar con la verdad. —ayer mencionaste a alguien peligroso y cuando lo viste en el centro comercial te asustaste, ¿era uno de ellos o conoces a alguien más peligroso? —agrego con calma cuando vio a Henry entrar en pánico, casi como si hubiera olvidado el gran detalle de ayer.

—No, no —negó con su cabeza lentamente — No conozco a nadie... ya no recuerdo, pero si, seguro era uno de ellos —alzo su mirada hacia Ray —pero eso ya no importa, tú me encontraste y ahora estoy aquí, contigo —sonrió y por primera vez en toda la noche, Henry sonrió de forma sincera.

—Si... —Ray le correspondió la sonrisa, esa era una afirmación que compartía y que a pesar del poco tiempo, agradecía que haya sucedido.

—Bueno, ya es algo tarde —Henry hablo en voz baja, sacando a Ray de sus pensamientos —levantaré esto y luego iré a descansar.

Antes de que Henry comenzara a levantar los platos sucios, Ray sostuvo su mano y lo detuvo.

—Deja eso, Hen, yo lo hago —le regalo una sonrisa. Henry quería protestar, pero la mirada insistente de Ray le dijo que no discutiera. Henry le devolvió la sonrisa y asintió, dejo los platos para que Ray se hiciera cargo y se levantó del sillón listo para irse, pero antes, se dio la vuelta y miro de nuevo hacia el castaño.

—Ray.

—¿Sí?

—¿Puedo darte un abrazo? —preguntó en voz baja.

El corazón de Ray se arrugó, ver a Henry así tan nervioso y asustado, lo hacía querer protegerlo de todos.

—Claro que si —dijo, al mismo tiempo que abría sus brazos hacia Henry.

Henry lentamente se acercó al castaño y lo abrazo. Sintió como Ray lo rodeaba fuertemente por la cintura, mientras ocultaba su rostro en su cuello, olfateando un poco la loción del mayor. Cerro sus ojos disfrutando este momento, le gustaba estar en los brazos de Ray, lo hacían sentí seguro. Se sentía mal por haberle mentido, pero simplemente no pudo contarle la verdad. Se ocultó más en el cuello del castaño, queriendo poder olvidar todo.

Ray, por otro lado, lo pego más a él, mientras dejaba pequeñas caricias en su delgada cintura. El enojo poco a poco se le iba pasando. Ya no le importaba si Henry le mintió o no, ahora solo quería protegerlo y cuidarlo, darle la vida que se merece y hacerlo feliz.

Estuvieron así abrazados por unos minutos hasta que el castaño sintió como la respiración de Henry se hacía más lenta, se alejó un poco para darse cuenta de que el rubio se había quedado dormido. Ray lo miro enternecido, con cuidado acarició su mejilla.

Lentamente, lo tomó por los brazos y cargándolo estilo princesa, se levantó del sillón y con cuidado de no despertarlo, lo llevó hasta su habitación. Como pudo abrió la puerta, dio unos pasos y depósito gentilmente al rubio en su cama, este se removió un poco al no sentir los brazos del mayor. Ray rápidamente le dio una almohada, la cual un Henry medio dormido tomo y abrazo como si fuera el castaño, volviendo a quedarse dormido.

Ray se rio en voz baja, por eso, Henry era tan adorable incluso cuando dormía. Le quito los zapatos para que estuviera más cómodo y luego dejo un tierno beso en su frente mientras lo arropada.

Lo miro unos segundos antes de irse. Este sentimiento que tenía por Henry iba creciendo cada día más y no podía controlarlo. Sabía que estaba mal, Henry había pasado por mucho y él solo estaba pensando en lo enamorado que estaba... espera, sacudió ese pensamiento de su mente. No estaba enamorado de Henry, no podía, no debía.

Rápidamente, se levantó de la cama y salió de la habitación, cerró la puerta con cuidado y luego se recargó en ella. Tenía que controlarse, si estos sentimientos se salían de control podrían asustar a Henry y este terminaría alejándose. Tenía que mantener la compostura. Suspirando, se alejó de la habitación para ir a recoger los platos, luego darse una ducha e irse a dormir; también necesitaba descansar. 

Chapter Text


Ray no durmió en toda la noche, daba vueltas en su cama sin poder dejar de pensar en el rubio y en los sentimientos que estaba teniendo sobre él. Sabía que estaba mal, no debía sentir estas cosas, menos cuando Henry lo ve como el superhéroe que lo salvo y ayudo.

Pero no podía evitarlo y eso lo tenía aterrado, nunca en su vida se había sentido de esta forma, al ser superhéroe no se podía permitir tener algo amoroso con alguien, salvo salidas con mujeres que no volvería a ver. Así había sido desde su adolescencia, pero cuando Henry llego a su vida, todo resulto diferente y sentimientos que no sabía que tenía, estaban saliendo a la luz. Tenía que ser discreto, si el rubio se daba cuenta de estos sentimientos, lo más probable es que se asuste y termine alejándose de él y eso es lo que menos quiere.

Cuando amaneció y se dio cuenta de que no dormiría, se levantó de la cama y fue a su baño, darse una ducha sería lo mejor para despejar todos esos pensamientos. Al terminar su ducha, fue a su armario a buscar algo de ropa, se vistió y salió. Hoy no tenía ganas de preparar el desayuno, así que solo tomaría algo del Auto – Snacks. Mayor fue su sorpresa cuando llego a la sala y se encontró con Schowz y Henry, tomando el desayuno.

—Buenos días, Ray. Henry preparó el desayuno —informo el científico señalando hacia la mesa.

Henry simplemente lo miro con una tímida sonrisa. Sonrisa que Ray tanto amaba ver. Aunque aún estuviera enojado con Henry por haberle mentido, no dejaría que eso afectara su relación, se guardaría su enojo para él solo.

Se sentó en el sillón y tomo un plato, agradeció en voz baja por la comida a un Henry completamente sonrojado y luego, se dedicó a comer. Los tres desayunaron en completo silencio, Ray no tenía ganas de iniciar una conversación y Henry se concentró en comer su desayuno por lo que se limitaban a solo mirar la televisión.

Al terminar, Ray obligo a Schowz a lavar los platos y este a regañadientes obedeció mientras se iba con los platos sucios, soltando palabras en su idioma natal. Henry se fue a su habitación tiempo después, dejando al castaño solo. Pero su soledad no duro mucho, pues Charlotte y Jasper llegaron, para su alivio, pues, no quería estar a solas con sus pensamientos.

Ambos se saludaron como siempre, los chicos dejaron sus mochilas en un rincón y fueron a sentarse en el sillón junto con Ray. Jasper tomo uno de los waffles que quedaban en una bandeja, relajándose un poco antes de tener que subir a la tienda —siendo casi mandado por Ray—Henry lo acompaño, después de salir de su habitación con ropas más presentables.

Ray lo miro irse y en cuanto estuvo a solas con la morena, dejo escapar un suspiro y se hundió en el sillón. Charlotte lo miro con el ceño fruncido y Ray sabía que quería preguntarle qué pasaba, hizo una mueca y movió su mano, dándole permiso de hacerlo.

—¿Qué sucede? —fue la pregunta rápida de la joven.

—Henry preparo la cena de anoche...

Charlotte quedó más confundida después de eso, sus cejas se juntaron, mirando a Ray sin entender por qué eso lo tendría tan desanimado.

—¿Y eso te molesto? —pregunto sin comprender. Ray pensó que estaba bromeando, porque la miro con fastidio. Sin embargo, cuando la morena alzo una ceja esperando que respondiera, supo que estaba hablando con seriedad.

Ray suspiro de nuevo al mismo tiempo que se acomodaba mejor en el sillón, recargando su espalda en el respaldar.

—La cena estuvo bien, pero luego de eso, Henry decidió que quería contarme un poco más sobre su vida...

Charlotte abrió los ojos con sumo asombro, sabiendo lo que eso significaba.

—¿Te contó sobre...?

—No, me mintió, la mayor parte de lo que dijo fueron puras mentiras...

Hubo un momento de silencio entre ambos, Charlotte no sabía qué decir, pues, era consciente de que Ray ya estaba enojado por esa situación.

—Me mintió —repitió de nuevo, colocando las manos en la mesa de forma abrupta — invento una historia para nada creíble. —dejo escapar un bufido, sacudiendo su cabeza. — Al menos no me mintió sobre sus padres. —bajo su mirada, sabiendo que estaba mal quejarse por las decisiones que Henry tomo la noche anterior.

—Ray —la joven comenzó a hablar, lentamente y en voz baja, para no alterar a un impulsivo jefe — no puedes simplemente esperar que Henry venga y te diga "oye Ray, viví en las calles por un tiempo y estuve con personas que se aprovecharon de mí" no es fácil contar estas cosas, debe ser duro para él.

Ray la miro con cierto dolor, pues sabía que Charlotte tenía razón. Se tragó un nudo en su garganta, sintiéndose como un imbécil por quejarse de Henry. No debería culparlo, pero aquí estaba siendo el imbécil que es.

—Tienes que darle tiempo, aun siendo un superhéroe debe ser difícil para Henry confiar de nuevo en las personas y más si ha pasado por muchas cosas. Solo deja que venga a ti, estoy segura de que cuando esté listo, lo hará —Charlotte le regalo una sonrisa reconfortante que logro que Ray pudiera calmarse un poco. Asintió levemente y en voz baja le agradeció a la joven por sus palabras, en cierta forma, Charlotte era como su voz de la razón.

Y como si Henry supiera que hablaban de él, las puertas del elevador se abrieron, revelando su presencia. Ray lo miro y rápido le regalo una pequeña sonrisa que el rubio respondió mientras se sentaba a su lado. Ray lo noto un poco nervioso y decidió saber qué pasaba.

—¿Todo está bien?

Henry asintió levemente al mismo tiempo que decía algunas palabras;

—Es que dijiste que podías darme un empleo y bueno... no estoy haciendo nada —se llevó una mano hacia su nuca, acariciándola mientras dejaba escapar una risa nerviosa.

—Oh si, el trabajo... —La verdad es que Ray había olvidado eso por completo ese tema. No tenía ningún trabajo para Henry, eso solo lo dijo para calmarlo en el momento. Ray estaba dispuesto a darle a Henry todo lo que quisiera para que no tuviera que trabajar nunca más. Estuvo unos segundos en silencio, pensando en que decir, hasta que una idea fugaz cruzo su mente —puedes ayudarme con mis entrenamientos, ser mi asistente.

Henry sonrió con entusiasmo, asintiendo su cabeza con frenesí.

—Sí, sí, eso puedo hacerlo —expreso como niño pequeño, dispuesto a ayudar.

Ray lo miro con ternura mientras sonreía. Se levantó de su asiento y le indico a Henry que lo siguiera. No tenía ganas de entrenar ahora, pero quería enseñarle a Henry a sala de ejercicio, donde solía pasar la mayor parte de sus días.

Henry quedó impresionado al ver toda la maquinaria para hacer ejercicios que se encontraban en la inmensa habitación en la que acababa de entrar. Sus ojos no podía captar todo lo que había, pero además de las máquinas, logro ver algunos sacos de boxeos y una repisa llenas de armas.

—Este lugar es increíble —tuvo que comentar, mirando todo con asombro. Luego miro a Ray, quien estaba recargado en una pared con los brazos cruzados y una sonrisa pretenciosa.

—Es mi lugar favorito en toda la cueva —se alejó de la pared para caminar más hacia el centro de la habitación, pasando al lado de Henry, quien lo siguió como niño en dulcería. Llegaron hasta donde se encontraban los sacos de boxeos, Ray le dio unos pequeños golpecitos —aquí podrás ayudarme cuando haga ejercicios, por lo general me ejercito en las mañanas. Espero que no tengas un problema con eso —se giró para mirar a Henry. Este rápidamente negó con su cabeza.

—No tengo problemas con levantarme temprano. —le aseguro, sonriendo.

Ray le devolvió la sonrisa, luego se quedaron en silencio. Ray dejo que Henry se paseara por el lugar, que se familiarizara con el sitio. Dejo que tocara lo que quisiera y preguntara lo que quisiera. Este era un ámbito que conocía muy bien. Llegaron a la sección de armas, Henry dándose cuenta de lo gran que era; al lado de las repisas que había visto al entrar, había una sección para practicar los tiros, era simplemente alucinante.

—Ray —se giró para verlo, el castaño se mantenía a su lado, a unos pasos más alejado —¿Podemos practicar con las armas? —pregunto tímidamente, esperando que pedir eso no haya sido abusar de su confianza.

Ray frunció el ceño, no era la primera vez que Henry insistía en tomar un arma. Eso no le gusto, Henry no debería desear tener un arma para sentir protegido. Pero no iba a negarle esto, no podía negarle nada.

—¿De verdad quieres aprender a usar una? —pregunto, solo para estar seguro. En cuando Henry asintió de forma lenta, supo que eso era lo que quería. Dejo escapar un suspiro y se movió más cerca del rubio —está bien —Ray sabía la razón por la cual Henry quería con tantas ganas usar un arma y eso lo ponía furioso. Tanto daño le habían hecho a Henry que sentía que para estar seguro debería tener un arma encima.

Tomo una de las armas colgadas en la repisa de la pared y se la mostró a Henry.

—Primero debes saber que un arma no es un juguete, solo debe usarse en situaciones donde estés en verdadero peligro —espero a que Henry le diera un indicio de que estaba prestando atención para continuar con su discurso. Henry estaba asombrado mirando el arma que Ray sostenía, sin embargo, asintió ante lo que decía, escuchándolo atentamente. Ray estuvo conforme con eso y continuo —como verás, yo uso armas muy diferentes a cómo estás acostumbrado a ver en la televisión, pero de igual forma, funciona y actúa como una normal —se colocó detrás de Henry, sintiendo como este se tensaba ante su movimiento. Trato de ser gentil mientras le hablaba desde atrás para no asustarlo —por ahora empezaremos con esta que simplemente aturde.

Henry tragó saliva al sentir la fuerte voz de Ray detrás de él, intento mantenerse tranquilo mientras asentía. No quería verse débil. Ray tomo su mano derecha para que sostuviera el arma, Henry se estremeció un poco al sentirla fría bajo su palma.

—Debes sostenerla fuerte para no dejarla caer —murmuro sobre su oído mientras tomaba la mano izquierda de Henry y la colocaba junto a la otra. Henry sintió sus manos comenzaban a sudar, trago con dificultada en un vago intento por relajarse. Miro hacia un lado, hacia Ray, notando lo cerca que estaban uno del otro. —Tu mirada siempre debe estar con vista en el objetivo, Henry —con la punta de su dedo, tomo el mentón del rubio, moviéndolo hacia el frente donde debía disparar. Después coloco sus manos en el hombro de Henry —debes tener una posición algo relajada pero siempre alerta. Estás muy tenso, relájate un poco. —acto seguido empezó a hacer pequeños masajes sobre los hombros de Henry.

Henry Intento relajarse lo más que pudo, aunque era algo difícil con semejante hombre detrás de él. Pero lo hizo y cuando comenzó a calmarse y dejar lo tenso atrás, se relajó y sostuvo el arma con firmeza.

—Muy bien, —Ray se alejó un poco para darle espacio — ahora solo debes poner tu dedo en el gatillo y disparar.

Henry asintió, he hizo lo que el castaño le dijo. Lentamente, llevo su dedo al gatillo y presiono, disparando hacia el objeto, haciendo que este cayera al piso. Henry abrió los ojos asombrado cuando se percató de lo que había hecho. Se dio la vuelta para mirar a Ray sin poder creerlo.

—¡Eso fue increíble! —exclamo con una gran sonrisa, casi saltando de la alegría.

—Tienes buena puntería —Ray lo felicito, elogiándolo un poco mientras sonreía al ver lo feliz que estaba el rubio —Quizás deba...

No pudo terminar la frase, pues, sintió como algo lo golpeaba fuertemente haciendo que cayera al piso. Henry, en su celebración, apretó accidentalmente el gatillo disparándole al castaño.

Henry miraba con miedo lo que había provocado, miraba a Ray en el suelo, quejándose de dolor. Tiro el arma como si quemara en sus manos y se acercó al castaño, colocándose a su altura.

—Ray, perdón, lo lamento mucho, no quise-

—Descuida Hen, estoy bien —dijo mientras se sentaba una vez que el dolor se retiró de su cuerpo.

Pero Henry seguía disculpándose con desespero, lo miraba aterrorizado mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Ray lo tomo de los hombros para intentar calmarlo.

—Hen, soy indestructible, no pasa nada.

Henry negaba con desespero mientras balbuceaba —No me lastimes, por favor, no me lastimes —al mismo tiempo, lloraba como si lo hubiera herido de gravedad.

El corazón de Ray se rompió al escuchar eso. ¿Por qué Henry pensaría que lo iba a lastimar? Él jamás haría tal cosa. Pronto supo que Henry estaba proyectando algún momento de su pasado, su mente estaba confundiendo las cosas. No podía culparlo, así de dañado estaba. Con el dolor consumiéndolo, acerco a Henry hacia su cuerpo, agradeciendo que este no se retirara, lo coloco con cuidado contra su pecho y empezó a consolarlo.

—Henry, yo jamás te haría daño —murmuro, dejando caricias y besos sobre los orbes dorados. —yo nunca te haré daño. —repitió esas palabras por unos segundos más, para calmar a Henry y hacerle entender que sus palabras eran ciertas.

Henry se alejó por unos segundos y Ray aprovecho para limpiarle sus lágrimas, odiaba verlas caer por las mejillas de Henry con frecuencia. Se miraron en silencio antes de que Henry volviera a recargarse en su pecho, al parecer, sin ánimos de hablar. Ray lo dejo, le permitió apoyarse en él. Y mientras tanto, le dejaba suaves caricias y dulces besos.

—¿Te sientes mejor? —pregunto Ray en voz baja unos minutos después, todavía seguían en el suelo, pero se las habían arreglado para ponerse cómodos. Henry simplemente asintió, aun con su rostro enterrado en su pecho —Está bien, entonces salgamos de aquí. Cuando estés listo.

Henry se quedó unos segundos más recargado contra Ray antes de lentamente apartarle. Se limpió un par de lágrimas que aún quedaba en sus mejillas y luego miro al castaño, regalándole una pequeña sonrisa. Ray lo ayudo a levantarse, en cuanto estuvieron de pie, frente a frente, Henry no pudo evitar mirar hacia el lugar donde había lastimado al castaño.

—¿De verdad no te hice daño? —preguntó en voz baja, alzo un poco su mano, como queriendo tocar la piel de Ray, pero se retractó al segundo y bajo su mano.

—No me hiciste nada —respondió Ray, agachándose para tomar el arma, luego miro a Henry y le sonrió —mi piel está densificada, nada puede lastimarme. La bala de un arma solo rebota, un cuchillo no puede cortarme y un aturdidor solo me deja con un dolor que se va a los segundos. No pueden herirme —miro la mirada de asombro en Henry y solo pudo sentir ternura, le recordaba a esos niños que tanto lo admiraban y que siempre le hacían la misma pregunta. Se dio la vuelta para colocar el arma de nuevo en las repisas, asegurándose de dejarla bien resguardada, luego se giró de vuelta a Henry —¿qué te parece si salimos un rato de la cueva? Algo de aire fresco nos vendría muy bien.

—Eso me encantaría —Henry sonrió en respuesta, ya un poco más calmado, sabiendo que nada malo iba a pasarle por su estupidez.

Ray estaba más que feliz de que Henry aceptara salir con él. Sin perder más tiempo, salió del gimnasio, seguido de Henry. Se separaron por un segundo para ir a sus respectivas habitaciones y buscar sus chaquetas; unos minutos después, estaban en la sala, listos para irse.

—Charlotte saldré un rato con Henry, estás a cargo. —informo Ray mientras terminaban de acomodar su chaqueta.

—Siempre estoy a cargo, incluso contigo aquí.

Henry se rio un poco de su comentario, debido a la expresión indignada que hizo el castaño. Charlotte también se rio, mirando a Ray de forma burlesca. Ray, simplemente rodó los ojos y sin responder al chiste que él considero insípido y sin gracia, se fue con Henry hacia el elevador.

—¿A dónde vamos? —pregunto Henry, una vez que salieron de la tienda y comenzaron a caminar por la acera.

—A donde nos lleve el destino. —fue la simple respuesta de Ray, abriendo un poco los brazos para hacerle entender a Henry que tenían al mundo entero de su lado.

Henry se detuvo, no muy seguro de salir a pasear cuando Ray tenían responsabilidades de las cuales hacerse cargo. Ray se detuvo también y lo miro esperando que dijera algo.

— ¿Qué pasa si hay una emergencia con, ya sabes, Capitán Man? —susurro para que solo Ray pudiera escucharlo, pues había gente pasando a sus lados.

Ray sonrió de forma tierna ante las preocupaciones de Henry, y mientras respondía, lo tomo del brazo y continúo su caminar.

—Charlotte se encargara de todo, y si es algo muy importante, me llamará. Por ahora solo vamos a relajarnos y divertirnos un rato.

Después de esa pequeña conversación, siguiendo caminando por la calle sin rumbo alguno. Iban en silencio, pues no tenían nada de que hablar, sin embargo, su compañía era más que suficiente. A medida que se alejaban de la tienda, más locales se presentaban ante sus ojos. Henry miraba hacia su lado de la acera a cada local, deteniéndose inconscientemente cuando el olor a pan y los dulces postres se mostraban tan deliciosamente en una vitrina. Ray seguía caminando, deteniéndose unos segundos después al darse cuenta de que Henry ya no iba a su lado. Se giró para verlo, encontrándolo parado frente al ventanal de una panadería, mirando los dulces que se exhibían. Se acercó hacia Henry, se puso a su lado y observo también los panes y pasteles.

—Entremos —fue todo lo que dijo, sacando a Henry de su ensoñación. El rubio lo miro, listo para decirle que no era necesario, pero Ray ya lo había tomado del brazo y llevándolo con suavidad hacia el interior de la panadería. Al instante, las fosas nasales de ambos se llenaron del delicioso olor a pan recién horneado. —¿Qué se te apetece? —pregunto Ray, parándose en el mostrador.

—Nada, gracias.

Ray lo miro de reojo con la ceja alzada, sabían que eso era una mentira, pero también sabía que Henry era tímido para pedir cosas. Solo por eso no lo dijo nada y decidió hacerle el desinteresado.

—Está bien, ordenaré algo para mí —dijo mientras, con un gesto de su mano, llamaba a alguien para que lo atendiera. Unos segundos después, una linda chica de pelo castaño y ojos color verde, llego con una sonrisa y los atendió con amabilidad. Ray tuvo que sonreírle, en parte por ser educado, en parte porque reconoció que la joven era atractiva.

—¿Qué desean ordenar? —pregunto la joven, sus ojos clavados en los de Ray, mirándolo con una expresión coqueta. Y Ray lo sabía, estaba acostumbrado al coqueteo descarado de las personas, y le gustaba, amaba ser el juego.

—No lo sé, linda, ¿qué me recomendarías? —se inclinó un poco en el mostrador para estar más cerca de la chica, sonriendo de forma coqueta. Era algo que no podía evitar, era soltero y atractivo, sabía lo que podía provocar en cualquier persona. Y cuando vio el sonrojo en sus mejillas, supo que lo había logrado.

Sintió un carraspeo de garganta a su lado, miro de reojo, dándose cuenta de que Henry seguía ahí, mirándolo con el ceño fruncido y algo incómodo. Ray se incorporó de donde estaba, recordando que no había venido solo. La chica también se dio cuenta de la presencia de Henry y rápido aparto sus ojos del castaño, tratando inútilmente de actuar con profesionalismo. Henry simplemente rodó los ojos, cansado de esta escena.

—Me gustaría una dona de chocolate —miro entre Ray y la joven. El castaño lo miro por unos segundos, sin entender el porqué de su actitud. ¿Acaso estaba celoso?

La joven mujer solo se limitó a escribir en su libreta, evitando hacer contacto visual con alguno de los dos. Atrás había quedado la chica coqueta, ahora estaba avergonzada por su pequeño arrebato con el hombre.

—¿Vas a pedir algo?

Ray salió de sus pensamientos cuando escucho la voz de Henry hablando de nuevo, lo miro por unos segundos dándose cuenta de que se había quedado mudo y tanto el rubio como la joven esperaban que pidiera algo. Ray carraspeo la garganta y se recompuso, saliendo de su estaba de confusión al ver el comportamiento de Henry.

—Sí, yo.... Un pan dulce está bien.

La chica simplemente asintió y se retiró por unos segundos para buscar su orden, dejando a Henry y Ray en un incómodo silencio mientras esperaban. En cuando la joven apareció con sus pedidos, Henry tomo la bolsa con la dona y se hizo a un lado, queriendo alejarse lo más que podía del mostrador, de la chica y por alguna extraña razón, de Ray. Se acercó en una de las mesas que daban hacia el ventanal de local. Se sentó y se permitió respirar, no sabía por qué, pero sentía que estaba sofocado, incómodo y molesto.

No sabía por qué había actuado así, pero que Ray le dijera linda a la chica no le gusto para nada. Lo hizo sentir celoso, pero él no podía sentirse celoso, ¿por qué lo estaría en primer lugar? Miro de reojo hacia el mostrador donde Ray todavía estaba, ahora pagando y volviendo a hablar con la chica. Henry frunció el ceño y apretó con algo de molestia la bolsa con su dulce adentro.

— Espero no haberte metido en problemas con tu novio.

Ray frunció el ceño, esta es la segunda vez que confunden a Henry como su novio.

—No es mi novio...

—Bueno, pero no soy ciega, sé cuando una persona está celosa — se rio un poco mientras le pasaba la factura del pago y la tarjeta al hombre mayor —puedo sentir sus miradas de odio desde aquí.

Ray seguía con su ceño fruncido mientras se daba la vuelta, dándose cuenta de que la chica tenía razón; Henry los miraba con molestia y algo de enojo. ¿Henry está celoso? Eso no podía ser posible. Se acercó a Henry y se sentó frente a él, algo de incomodidad se notaba en su entorno, Henry trababa inútilmente de cambiar su expresión molestia mientras comía, pero le era imposible hacerlo.

—¿Por qué tardaste tanto en pagar? —pregunto, luego de darle un mordisco a su dona.

Ray alzo una ceja, pero supuso que Henry solo tenía curiosidad por su tardanza hacía que respondió sin darle mucha importancia.

—Problemas para pagar...

Henry frunció el ceño, claramente no le creía nada, pero lo dejo pasar. No era de su incumbencia lo que Ray hiciera con su vida y él no debería estar celoso porque haya coqueteado con una chica.

Comieron en silencio y luego continuaron con su paseo, pero ahora el silencio era sofocante, Ray tenía que hacer algo para eliminar la tensión o entraría en crisis.

—¿A dónde te gustaría ir ahora? —pregunto unos minutos de puro caminar, se detuvo, dándole a Henry unos momentos para pensar.

—¿Podemos ir al parque? —pregunto, casi como un niño pequeño pidiendo ir a su lugar favorito.

Ray le sonrió y asintió, luego, por un impulso, tomo la mano de Henry y comenzó a conducirlo al parque más cercano. Henry miró sus manos juntas, pero no dijo nada, sonriendo levemente, no queriendo que el castaño se diera cuenta de que le gustaba ver sus manos unidas, casi entrelazadas.

Al llegar al parque y entrar, empezaron a caminar por un pequeño sendero de tierra. Henry iba admirando todo el lugar. El parque, tan hermoso y floreciente, estaba lleno de diferentes personas que pasaban el día; desde niños jugando, parejas teniendo pícnics y familias disfrutando del día. El ambiente era tan alegre que eso le hizo recordar al rubio que a pesar de todas las cosas malas que pudieran pasarle, siempre existía un momento para ser feliz. Y su felicidad se intensificó cuando visualizo unos columpios no muy lejos de donde estaban. Emocionado, comenzó a caminar hacia ellos, sin embargo, sintió un tirón en su mano, solo así recordó que seguía tomado de la mano con Ray y que debido a su esfuerzo por casi echarse a correr hacia la zona de juegos, estuvo a punto de tirar al castaño al suelo.

—Perdón —se disculpó al darse cuenta de su imprudencia. Estuvo a punto de soltar la mano de Ray, pero este la apretó un poco, haciéndole saber que no estaba molesto.

—Vamos a los columpios —sonrió ante de tomar la delantera y conducirlos a ambos hacia la zona de juegos. Henry sonrió también y felizmente dejo que Ray lo llevara de la mano hacia el lugar.

En cuanto estuvieron cerca, un feliz Henry soltó la mano de Ray y se acercó a los columpios, se sentó en uno y empezó a mecerse. Se permitió disfrutar este momento, la simple acción de columpiarse en un columpio era de las cosas que más extrañaba y que se le había sido arrebatado. Se mecía lentamente, recordando el pasado. Escucho un rechinido a su lado, giro su cabeza un poco para ver a Ray sentándose en los columpios de al lado, comenzando a mecerse a al mismo ritmo que él. Henry le sonrió, regalándose una mirada tierna.

En silencio se mecían en los columpios, mientras miraban hacia el pequeño paisaje que tenían frente a ellos; un lado precioso junto a una colina. Había varios niños jugando a lanzar piedras en el lago, eso hizo sonreír a Henry.

—Te apuesto a que puedo lanzar más piedras que esos niños.

Ray lo miro y alzo una ceja, Henry le lanzo una mirada y sonrisa competitiva y Ray supo que lo estaba invitando a jugar.

—Pues yo puedo hacerlo mejor, incluso puedo hacer que caigan en un rebote perfecto —expreso con prepotencia al mismo tiempo que se levantaba, aceptando la pequeña competencia que Henry había propuesto.

Henry se levantó con emoción y siguió a Ray hacia la orilla del lago, tomo varias piedras y comenzó a lanzarlas al lago junto con Ray. Así iniciaron una pequeña competencia para demostrar quien lanzaba mejor y quien podía llegar más lejos. Entre risas y leves empujones para evitar que alguno de los dos lanzara más piedras, pasaron los siguientes minutos, jugando hasta que se quedaron sin piedras.

Ray tomo la última y la lanzo con fuerza, estaba reboto perfectamente en el agua antes de perderse en la profundidad. Ray sonrió victorioso y miro a Henry con prepotencia.

—Creo que tenemos un ganador —se llevó una mano al pecho, sin dejar de sonreír.

Henry simplemente rodó los ojos y se cruzó de brazos, dejando que Ray se pavoneara a su lado. Después le sonrió, aceptando la derrota.

—Debemos celebrar mi victoria —expreso el castaño, mirando hacia unos carritos de comida rápida. Sus ojos se detuvieron en un señor, preparando algodones de azúcar para diferentes niños. Su estómago gruño, antojándosele uno de esos dulces. —vamos, quiero uno de esos —sin esperar respuesta, tomo la mano de Henry y camino hacia el señor. Henry simplemente se dejó hacer, no queriendo molestar al castaño, negándose de nuevo a aceptar alguna invitación de comida por parte del mayor.

Con un algodón de azúcar color rosa, Ray iba felizmente comiendo, por supuesto, compartió con Henry, quien tímidamente, acepto el dulce, probando un poco. Su boca se volvió agua al probar el dulce azucarado, el azúcar se desasía en su boca, sus glándulas gustativas celebraban ante el delicioso sabor. Quedo encantado con el dulce y acepto cada vez que Ray le ofrecía un poco más.

En su paseo, decidieron sentarse en el césped para descansar un poco sus piernas. Ambos terminaron de comer el algodón de azúcar en silencio, mientras veían a algunos niños jugar. El balón con el que los niños jugaban cayó en los pies de Ray,

—¡Oye anciano, pásala! —exclamo unos de los niños mientras veía corriendo hacia el castaño.

— ¿¡Anciano!? —Ray exclamo totalmente indignado. Henry soltó una carcajada, tomo el balón que seguía en el suelo y se lo entrego al niño que ya estaba lo suficientemente cerca para no tener que lanzar al balón. Este le agradeció a Henry antes de volver a irse corriendo. — ¡Tengo 30 años, estoy en mi momento más joven! —exclamo, aunque los niños ya no le prestaban atención, nadie lo hacía, en realidad.

Excepto Henry, quien seguía riéndose en voz baja.

—Ray, son solo niños —murmuró, luego de calmar su risa. No quería hacer enojar al castaño, pero su actitud, aunque tierna, le parecía algo tonta.

—Odio a los niños...

—Yo creo que son lindos —respondió Henry, mirando con una sonrisa a los niños que seguían jugando, teniendo un partido de futbol improvisado. —siempre soñaba con tener una linda familia... pero eso no pasará, nadie quiere estar con alguien tan roto como yo... —llevo sus piernas hacia su pecho, abrazándose a ellas mientras colocaba su mentón en sus rodillas. No quería sentirse débil en este momento, pero el recuerdo de saber que nunca iba a poder tener una familia, lo hacía sentirse triste.

Sintió que un fuerte brazo lo rodeaba por su hombro, giro su rostro para mirar a Ray, sus ojos azules lo miraba de una forma que Henry no sabía como explicar.

—Estoy seguro de que existe alguien que querrá estar contigo y sé que esa persona será la más afortunada del mundo, porque tendrá al ser más maravilloso que he conocido —Ray llevo una de sus manos hacia la mejilla de Henry y la acaricio un poco, quitando en el proceso, un poco de azúcar.

Ray quería decirle que esa persona era él, pero sabía que no podía, no quería asustar al rubio con sus sentimientos, mucho menos cuando el mismo no sabía ni que era lo que le pasaba. Tenía que controlarse. Henry simplemente sonrió ante sus palabras, dejando escapar un leve sonrojo. No sabía qué decir, al mismo tiempo, no quería decir nada. Solo quería aferrarse a las palabras de Ray y crearlas

No hablaron más después de eso, sin embargo, no se alejaron de su toque. Ray mantuvo su brazo alrededor de Henry, y Henry se permitió recargarse en el cuerpo de Ray, dejando caer su cabeza y parte de su lado derecho en el hombro y pecho del castaño. Terminaron de comerse el algodón de azúcar viendo el atardecer que comenzaban a salir por detrás de la colina. Era una vista hermosa, Henry no quería apartar la mirada.

Hubo un momento donde Ray se levantó para botar la bolsa de plástico en donde había estado el dulce, Henry aprovecho ese momento para recostarse en el césped y mirar hacia el cielo. Pronto vio a Ray en su campo visual, este le sonreía y lo miraba con una ceja alzada.

—Estoy demasiado lleno —dijo, llevándose una mano hacia su estómago —no puedo moverme, viviré aquí ahora.

Ray se carcajeó ante esto, negando con su cabeza.

—Pues yo no puedo dejarte vivir aquí y mucho menos me voy a ir sin ti.

Sin esperar respuesta y de forma sorpresiva para Henry, Ray lo tomo de los brazos y lo obligo a sentarse, luego se dio la vuelta frente a Henry y se inclinó hacia abajo. Con toda la confianza del mundo, tomo sus piernas y las rodeo en su cadera antes de tomar impulso y levantarse. Henry fue rápido al darse cuenta de lo que estaba haciendo y pronto, de forma tímida, envolvió sus brazos alrededor del cuello de Ray. Sin embargo, dejó escapar un grito pequeño ante el repentino cambio de posición; Ray ahora lo llevaba como caballito, caminado hacia la salida del parque.

—Ray, no tienes que llevarme. —murmuró sonrojado, mirando de reojo hacia sus lados —puedo caminar —agrego después, al notar que muchas personas lo miraban con rareza.

—Y yo puedo llevarte —contraatacó el castaño con simpleza, sin darle más excusas a Henry para quejarse. A Henry no le quedo de otra que aceptar, dejo escapar un suspiro, abrazándose un poco más al castaño, temiendo caerse.

Henry trataba con fuerza no sentirse incómodo al ir por las calles siendo cargado por Ray, sabía y podía sentir las miradas de todos sobre él, lo miraba como si fuera un bicho raro, eso le molestaba un poco. No queriendo tener más mirada casi respirándole en la nuca, oculto su rostro en el cuello de Ray y cerro sus ojos. Sin embargo, se exaltó un poco cuando el castaño pego un brinco. Rápido se aferró más al castaño, al mismo tiempo, se apartó para no incomodar también al hombre mayor.

—Perdón...

—Descuida, solo me hiciste cosquillas.

Henry asintió ante esto, pero no volvió a poner su cara en el cuello de Ray. Trato a duras penas de evitar las miradas, concentrándose en el frente y no en los lados de la calle.

—Las personas nos miran... —no pudo evitar comentar.

—Ignóralos, no tienen más nada mejor que hacer que mirar como un apuesto hombre lleva cargado a un chico también apuesto y lindo. —miro por encima de su hombro hacia Henry y le sonrió, quedando complacido al ver su típico sonrojo.

Pronto llegaron a basura y más, Ray dejo que Henry se bajara de su espalda, sonriendo un poco más al ver que el joven rubio seguía con su sonrojo. Entraron a la tienda y en silencio, bajaron hacia la cueva. El lugar estaba algo silencioso cuando llegaron, nadie más que Schowz estaba a la vista.

—¿Dónde están los demás? —pregunto el castaño una vez que salió del elevador.

—Se fueron hace rato.

Ray miro con algo de extrañeza hacia el científico, luego vio la hora en su reloj de mano; ya eran las 7:00 pm. Vaya el tiempo se le pasaba rápido cuando estaba con Henry, pensó.

—¿Quieren cenar?, con los chicos pedimos pizza y les dejamos un poco.

—No, gracias —Henry fue el primero en responder — estoy muy lleno, si como algo más, seguro terminaré vomitando. Iré a mi habitación, estoy cansado —miro a Ray y le regalo una sonrisa antes de acercarse y dejarle un suave beso en su mejilla. Se apartó con rapidez y despidiéndose de Schowz, saliendo corriendo hacia su habitación.

A Ray no le dio tiempo de reaccionar ante ese gesto, así que simplemente camino totalmente embobado hacia el sillón. Schowz lo miro con una sonrisita llena de picardía y no pudo evitar reírse un poco.

—¿Tú y Henry...? —movió sus cejas de forma sugerente, expresando una mirada coqueta.

Ray se recompuso al ver lo que Schowz estaba sugiriendo. Se aclaró la garganta y se puso rígido en el sillón.

—Henry y yo solo somos amigos.

Schowz simplemente asintió mientras le daba un sorbo a su jugo, sin decir nada más. Pero Ray supo que quería decir algo, alzo una ceja hacia el científico, esperando que continuara. No iba a molestarse, aunque Schowz siempre le colmaba la paciencia.

—Vamos, di lo que tengas que decir —dijo cuándo los segundos pasaban y Schowz seguía sin hablar.

—La

—Bueno, es que la forma en la que tratas a Henry me dice que es más que solo un "amigo" para ti —dijo y al ver que Ray fruncía el ceño, decidió agregar algo más — le compras todo lo que quiere, incluso lo dejaste quedarse aquí sin problema alguno... nunca haces eso por nadie.

—Yo solo lo estoy ayudando, es todo.

—Bueno, has ayudado a muchas personas iguales a Henry y nunca te había visto ayudarlos con la misma preocupación e importancia.

—Henry es diferente...

—No, Henry es igual a todos esos chicos y chicas que has salvado, pero con él actúas diferente... sientes algo por Henry, ¿no es así?

Ray tardo unos segundos en responder, al final, agacho la mirada, no quería mirar a Schowz mientras le confesaba la verdad.

—Si... pero eso está mal.

—¿Por qué dices que está mal?.

—Porque Henry es solo un niño que ha pasado por muchas cosas y yo no puedo llegar con estos sentimientos, podría asustarlo, no quiero eso y yo... no sé, no puedo evitarlo. —dejo escapar un suspiro y alzo la mirada para ver al científico —Al principio pensaba que era por mi responsabilidad como superhéroe el querer cuidarlo y protegerlo, pero luego lo traje aquí y me di cuenta de que era más que eso. Quiero a Henry porque me gusta y no sé qué hacer con eso.

Ray esperaba una mirada de reproche, espera un discurso de regaño por parte del más bajo. Sin embargo, lo único que obtuvo fue una mirada compresiva y un apretó en su hombro a modo de consuelo-

—Sé que esto es nuevo para ti, pero no debes temer ante estos sentimientos.

—Yo no debo tener estos sentimientos, no puedo... Si Henry se entera de esto y se aleja de mí... yo no podría...

—No sabemos lo que Henry piensa, —Schowz lo interrumpió de forma suave —no puedes afirmar algo que no sabes.

—Sin embargo, sé que no debo tener estos sentimientos por Henry-

—Tómalo con calma, ¿está bien? —Schowz apretó su hombro una vez más —por ahora lo mejor que puedes hacer es seguir ayudando a Henry, estar allí para él y ser su amigo, es lo que necesita —sonrió en un modo de darle consuelo antes de agregar — con el paso del tiempo, sabrás lo que siente Henry por ti, pero si no siente nada por ti ahora, lo hará en un futuro, eres un especialista en hacer que las personas se enamoren de ti —palmeo el hombro de su amigo al mismo tiempo que se levantaba.

—Gracias, Schowz —Ray tuvo que agradecerle, sus palabras lo ayudaron a calmar su remolino de pensamientos. No solía agradecer mucho y por eso, Schowz le devolvió el gesto encantando, sonriéndole antes de irse.

Ray se quedó un rato en el sillón con sus pensamientos. Schowz tenía razón, lo mejor sería mantener la calma y dejar que el tiempo se encargara de lo demás. Con ese pensamiento en mente, decidió irse a su habitación, también estaba algo cansado y después de no dormir nada la noche anterior, descansar era lo que necesitaba justo ahora. 

Chapter Text


Henry despertó alarmado, incorporándose rápidamente en la cama, mirando todo el lugar con miedo mientras trataba de tranquilizar su acelerada respiración, al mismo tiempo, trataba de recordar donde estaba, familiarizarse con la habitación que desde hace un par de semanas, se había convertido en su habitación. Una vez que estuvo más tranquilo, se llevó una mano hacia el rostro, quitando un par de gotas de sudor de su frente. Después dejó escapar un suspiro, ya estaba acostumbrado a las pesadillas constantes y fuertes, sin embargo, siempre lo dejaban agotado. En la oscuridad del lugar, busco a ciegas su teléfono para ver la hora; 5:00 am, eso lo hizo gemir de cansancio. Se recostó de nuevo en la cama y cerro sus ojos, esperando que, de alguna forma, los recuerdos de su pesadilla que tanto lo atormentaran, lo dejaran en paz por unos minutos para volver a dormir.

Pero como todos los días, después de que tenía una pesadilla, no podía quedarse dormido de nuevo. Se quedaba mirando el techo hasta que comenzaba el amanecer y se levantaba para comenzar el día con una sonrisa en su rostro; como si nada, porque todo estaba bien.

Sabía que podía ir con Ray, el castaño le había dicho que podía confiar en él, pero para Henry no era tan fácil. Luego de todo lo que había pasado aprendió la lección y no volvería a confiar en nadie tan fácilmente, debía cuidarse a sí mismo.

Abrió sus ojos de nuevo, sabiendo muy bien que no iba a quedarse dormido y decidió levantarse y comenzar su día un poco más temprano. Camino al baño y se acercó al lavamanos, abrió el grifo y se echó agua en la cara. Al levantar su mirada, reconoció su rostro frente al espejo. Horrenda, era la palabra que Henry siempre dejaba salir cada vez que veía su rostro todo demacrado, con grandes ojeras causadas por la falta de sueño. No le gustaba mirarse, ver su rostro le recordaba la clase de persona que era, eso le resultaba espantoso.

Cansado de mirar su feo rostro, se alejó del lavabo para quitarse la ropa y entrar a la dicha. Dejo que el agua cayera por su espalda y cerró sus ojos, intentando disfrutar de las gotas de agua que caían por todo su cuerpo. Una buena ducha siempre lo hacía sentir mejor. Tomo el champú y aplico un poco en su cabello, luego hizo lo mismo con el jabón, aplicándolo en todo su cuerpo. Unos minutos después, salió con una toalla enrollada en su cintura, mientras tomaba otra para secarse el cabello. Se sentía más relajado y tranquilo, permitiéndose respirar en paz.

Se vistió con una simple camisa y un pantalón negro, en conjunto con sus zapatos; no se molestó en peinarse el cabello, no tenía ganas de volver a mirarse en el espejo. Así que al finalizar de vestirse, salió de su habitación, siendo silencioso para no despertar a los otros que estaba seguro, aún dormían plácidamente. Aún era muy temprano, todo estaba tranquilo en la cueva, el silencio reinaban, haciendo a Henry estremecer.

Decidió ir a la cocina a prepararse algo de comer, su estómago pedía algo de comida y aunque quisiera negarle eso, sabía que siempre terminaba perdiendo esa batalla. Mientras se preparaba un plato de sándwiches, decidió preparar para los demás, sirviendo varios en un gran tazón y guardándolos en la nevera para cuando despertaran. Se sentó a comer en el sillón, siendo la soledad y el silencio, sus únicas compañías, no estaba mal, tampoco es la primera vez que se encuentra solo; sin embargo, es la primera vez que puede comer con tranquilidad, sin tener que alguien llegue de sorpresa y lo lastime.

Los siguientes minutos después de comer lo paso en la cocina, guardando y limpiando para dejar todo ordenado. Le gustaba el orden y la limpieza, se aseguró de que la cocina quedara sin ninguna mancha de suciedad. Quiso hacer lo mismo en la sala, al darse cuenta de que la cueva era un desastre de suciedad. Tomo una escoba y un recolector de basura que encontró en un pequeño armario de mantenimiento y se dispuso a barrer.

Puso algo de música para no sentirse tan aburrido mientras hacia su trabajo de limpieza. En su teléfono sonaba una música al azar mientras barría y bailaba, metiéndose en una pequeña burbuja, olvidando el entorno a su alrededor. Movía sus caderas levemente al ritmo de la música y usaba la escoba como micrófono, tarareando la canción, simulando que cantaba como si se supiera la letra. Hubo un momento donde dio una vuelta, deteniéndose en seco cuando vio a Ray parado en los escalones, mirándolo con una tierna sonrisa. Parecía que acaba de levantarse, pues, seguía con el pijama puesto. Henry temía que lo hubiera despertado con la música y su ruido al limpiar. Pero Ray no se veía molesto y eso lo calmo un poco. Todo lo contrario, se sorprendió cuando el castaño se acercó hacia él y extendió su mano.

—Bailemos.

Henry lo miro por unos segundos sin saber qué decir, dejo que un sonrojo se escapara de sus mejillas mientras dejaba la escoba a un lado y tomaba la mano de Ray. Se rio un poco y miro a Ray con una suave sonrisa. Ambos se movían al ritmo de la música, Ray le daba vueltas, Henry trataba de seguirlo lo más que podía. Tarareaban la canción mientras se movían de un lado al otro, creando un baile desordenado, ambos eran inexpertos, pero eso pocos le importaban, sonreían y se reían cuando, sin querer, pisaban sus pies.

Estuvieron un rato más bailando hasta que Henry se tropezó con la escoba, rápido cerro sus ojos, esperando sentir el golpe contra el suelo, sin embargo, nunca llego. Abrió lentamente sus ojos para ver los azules del castaño muy cerca de él, este lo tenía sujetado de la cintura impidiendo que se cayera.

—¿Estás bien?

Henry tardo unos segundos en responder, todavía alarmado por su interrumpida caída. Su corazón retumbaba con rapidez mientras intentaba calmarse. Sus ojos estaban fijos en los de Ray, quien lo miraba con preocupación esperando su respuesta. Pero él no podía hablar, estaba abrumado y todavía seguía procesando el momento.

—¿Estamos interrumpiendo algo?

Ambos salieron del trance en el que se habían envuelto para mirar a hacia el elevador. Rápidamente, se separaron Charlotte y Jasper los miraban con una ceja alzada.

—Solo estaba limpiando... —murmuro Henry sumamente apenado mientras tomaba de nuevo la escoba y se alejaba de los recién llegados. La música había terminado hace apenas unos segundos, dejando que el lugar volviera a entrar en silencio.

Los chicos no dijeron nada más y se adentraron en la sala, prefirieron no hacer más comentarios al ver la mirada dura que Ray les mando, clara señal de que la pasarían mal si molestaban a Henry. Una vez que los chicos se apartaron, Ray se acercó de nuevo hacia Henry, todavía sintiendo esas sensaciones agradables que tuvo durante su momento de baile.

—Hen, no tienes que limpiar. Schowz se encarga de eso.

El rubio se detuvo solo unos segundos para mirar a Ray y relajarse una sonrisa.

—Descuida, me gusta limpiar, mi madre siempre decía "una casa limpia hace la vida más bonita"

Ray tuvo que sonreír ante esas palabras, le gustaba saber que Henry, a pesar de todo, aún tenía buenos recuerdos de sus padres.

—Está bien, si quieres limpiar, entonces no te lo negaré.

Henry estuvo complacido por sus palabras y con una sonrisa más grande, continúo limpiando. Sin embargo, se devolvió hacia Ray.

—Prepare algunos sándwiches por si tienes hambre, están en la cocina.

Claro que lo había hecho, pensó Ray. Henry siempre se aseguraba de tenerle comida lista, incluso si tuviera una máquina que prácticamente podía hacerles todos los platos que se pudieran imaginar.

—Muy bien, iré a probar uno de esos Sándwiches —se giró para irse a la cocina, pero antes se acercó a los jóvenes quienes muy relajados se encontraban en recostados en el sillón —Ustedes dos, ayuden a Henry a limpiar. Ahora —agrego con firmeza cuando los vio exclamar llenos de molestia.

Charlotte y Jasper seguían quejándose aun cuando el castaño se había retirado a la cocina, sin embargo, no podía negarse. Así que llenos de frustración, se levantaron de sus cómodos asientos y se acercaron a Henry, quien los miraba con pena, expresando disculpas en sus ojos.

—No tienen que hacerlo.

—Tenemos que hacerlo o si no Ray se molestara y nos pondrá a realizar peores tareas —Jasper tomo la escoba de las manos de Henry y empezó a barrer.

—Lo lamento, esto es mi culpa...

—No te preocupes Henry, —esta vez fue Charlotte quien hablo — no vamos a morirnos por limpiar un poco —le sonrió para hacerle entender que no estaban molesto con él.

Henry le devolvió la sonrisa de forma tímida antes de ponerse a limpiar. Los siguientes minutos se la pasaron limpiando la sala y en menos de lo que pensaron, ya habían terminado. El lugar estaba reluciente, Henry lo miraba con una gran sonrisa.

—Chicos, ¡tienen que probar esto!

Charlotte y Jasper se acercaron a la mesa donde Ray dejaba un gran tazón de sándwiches. Ambos tomaron un poco del sabroso aperitivo, deleitándose con el delicioso sabor.

—Esto está muy delicioso —expreso Charlotte, tomo otro sándwich del gran tazón —¿Quién los hizo?

—¡Henry! —exclamo Ray, mirando felizmente hacia el rubio, sonriendo cuando vio su habitual sonrojo.

—Son solo sándwiches, no es para tanto...

—¿Bromeas, Hen? Esto está riquísimo —Jasper tomo su tercer sándwich y se lo llevo a la boca.

Ray no pudo evitar mirar a Jasper con el ceño fruncido. ¿Acaso le había llamado Hen? Ese apodo solo era de él para Henry. Sacudió un poco su cabeza, no iba a ponerse celoso por una tontería, ya demostró lo impulsivo que era y recordó que se había prometido no volver a ponerse intenso cuando el chico de rulos demostrara cariño hacia Henry.

Decidió dejarlo pasar y se concentró en el rubio, quien, de forma penosa, recibía todos los elogios de sus amigos. Ray sabía que Henry no solía recibir tanta atención y que eso lo cohibía un poco, sin embargo, se alegró de verlo cómodo, aceptando los buenos comentarios. Sonrió ante eso, quedándose mirando a Henry de forma tierna. Se perdió en él, que ni se dio cuenta de la llegada de Schowz y de como los demás se acomodaban en el sillón. Alguien encendió el televisor, pero eso no le importó. Sin embargo, su vista cayó en la pantalla cuando escucho la voz de Mary Gaperman y Trent Overunder, mencionar el nombre de Ganzel en las noticias matutinas. Ray gruño en cuanto vio el rostro de Ganzel, de reojo miro hacia Henry, quien también tenía su vista en el televisor.

"El millonario de Swellview, Ganzel Richie, volvió luego de unos meses de estar fuera de la ciudad, y fue visto ayer en la gala de arte, luciendo un increíble traje y con una hermosa acompañante, y pudimos entrevistarlo, esto es lo que nos dijo; Estoy muy feliz de volver a Swellview, amo esta ciudad, es mi hogar y por supuesto venir esta noche a este evento, donde todo lo recaudado será para los niños que más lo necesitan, me alegra mucho, siempre estoy dispuesto a ayudar a quien lo necesite"

Ray bufo al escuchar eso, también rodó los ojos Todo el mundo sabe la clase de persona que es, pero como siempre, prefieren ignorarlo porque es un apuesto hombre con mucho dinero que ha tapado todo lo que hace ayudando al alcalde de la ciudad y al mismo presidente. Corruptos ayudando a corruptos, lo normal.

—Apaga eso, Schowz —no podía seguir soportando viendo la cara de Ganzel y sabía que Henry se estaba poniendo incómodo, podía sentirlo removerse a su lado de forma inquieta. Pero el pequeño científico lo ignoro, y la entrevista continuaba proyectándose.

"Te ves bien Ganzel" dijo una de las reporteras, Evelyn Hall. Ray la conocía muy bien.

"Gracias, pero mi acompañante se ve mucho mejor, ¿no lo crees?, mira nada más que hermosura" Ganzel tomo a la chica y le dio una vuelta para mostrar su esbelta figura; la joven traía un traje color rojo corto hasta las rodillas, con un escote en su pecho que dejaba ver sus grandes senos. Después le dio un casto beso, recibiendo como respuesta un poco de paparazzi y reporteros.

—¿Cómo pueden aprobar a este hombre? Todos sabemos la clase de persona que es.

Ray finalmente estuvo de acuerdo con algo que salía de la boca de Jasper.

—Ha ayudado a muchas campañas beneficiarias, hacerse el bueno en público siempre funciona —dijo Charlotte, soltando un bufido mientras miraba la entrevista con repulsión.

Ray se cansó de seguir viendo la cara de Ganzel, saco uno de los láseres que siempre tenía guardados debajo del sillón y apunto hacia el televisor, destruyéndolo. Todos lo miraron de forma sorpresiva y un poco asustados por su arrebato.

—Te dije que lo apagaras —fue su simple respuesta mientras dejaba el arma en la mesa.

El silencio reinó, una bruma de tensión se creó en el lugar. Todos seguían mirando entre la pantalla del televisor y Ray. Jasper trago saliva, comenzando a sentirse incómodo. Ray los ignoró a todos y miro hacia su lado para asegurarse de que Henry estuviera bien, mayor fue su sorpresa cuando al mirar, solo se encontró con un espacio vacío. ¿En qué momento Henry se había levantado que no se dio cuenta? Es bastante sigiloso, pensó.

—¿Dónde está Henry? —preguntó, al mismo tiempo que se levantaba del sillón.

Todos se miraron entre sí y luego hacia la habitación, pero era claro de que el rubio no estaba en la sala. Charlotte, Jasper y Schowz se alzaron de hombros, tampoco había notado la ausencia de Henry. Ray no espero a que le dieran una respuesta sobre el paradero de Henry y salió a buscarlo. Decidió primero ir a la habitación de Henry, siendo ese el lugar habitual donde se escondería. Sin embargo, detuvo sus pasos a medio pasillo cuando escucho ruidos extraños en una de las tantas esquinas que había en los pasillos de la cueva. Camino unos pasos de forma sigilosa, escuchando más de cerca como alguien se quejaba.

—¿Henry? —dio unos pasos más hasta doblar la esquina y finalmente encontrar cara a cara con lo que producía el ruido; era Henry forcejeando con un hombre topo — ¡Oye! —exclamó para llamar la atención y rápido se acercó y golpeo al bicho en forma de pequeños hombrecillos que intentaba morder a Henry. El bicho chilló de dolor al mismo tiempo que se apartaba de ambos, saliendo corriendo como una cucaracha escurridiza. Ray miro a Henry y lo tomo en sus brazos cuando, lleno de miedo, se ocultó a su lado —¿Estás bien? ¿Te lastimo? —lo tomo por las mejillas para poder verlo e inspeccionarlo, revisando que no tuviera ninguna herida.

—Sí, estoy bien —Henry trago saliva, intentando recuperarse del momento —yo solo iba a mi habitación cuando esa cosa apareció y comenzó a arrastrarme hacia aquí, creo que quería llevarme a algún lado. Estuvo a punto de morderme, pero llegaste —explico, su voz sonaba algo pequeña, casi como si tuviera ganas de llorar.

Ray asintió ante su respuesta y lo atrajo hacia su cuerpo para poder abrazarlo, lo acurruco en sus brazos, protegiéndolo por unos minutos. Con sus dedos acaricio sus rubios cabellos, en un intento por calmarlo.

—Henry —comenzó a hablar en voz baja —sé que ya te lo he dicho mucho, pero sabes que puedes confiar en mí y contarme lo que sea... ¿todo está bien?.

Henry se removió en sus brazos, apartándose como si le quemara. Ray se sintió triste por eso, no quería arruinar a calma que le había costado poner en Henry.

—No pasa nada, todo está bien...

Bueno, esa fue una clara mentira, pero Ray no quería presionarlo más. Así que simplemente asintió, dejando el tema.


El resto de la tarde continuo con tranquilidad, habían dejado del tema de lado, decidiendo ignorarlo, como si nada hubiera pasado. Sin embargo, Henry pasó la mayor parte del tiempo, distante y sin hablar. En cuanto pudo, se escabullo hacia su habitación, ocultándose por el resto del día. Ray quiso darle su espacio, pero tampoco quería encontrarlo de nuevo dormido con las lágrimas secas en su rostro, no quería dejarlo solo cuando algo estaba yendo mal. Pero para su mala suerte, tenía un deber que atender; alguien necesitaba la ayuda del capitán man y él no podía desobedecer a su responsabilidad. Así que con el dolor de dejar a Henry solo, fue a atender la emergencia. Esperaba no tardarse mucho, sin embargo, una emergencia llego tras otras, el crimen se había desatado de un minuto a otro y Ray tuvo que atenderlas todas. Estuvo un par de horas lejos de la cueva, llegando casi en plena noche.

Al bajar por los tubos, se encontró con los Schowz y los chicos, los más jóvenes estaban listos para irse a sus casas. No había rastro de Henry, pero no quiso alarmarse.

—¿Y Henry?

—Todavía está en su habitación, pedimos pizza para la cena, fui a preguntarle si quería un poco, pero no respondió, así que decidimos dejarlo solo.

Ray suspiro ante la explicación de Henry, eso solo le preocupó mucho más de lo que ya estaba. Se sentó en el sillón, despidiéndose de los chicos. Se quedó unos minutos en el sillón, tomándose un pequeño descanso de su largo día. Aun siendo indestructible, el cansancio siempre lo dejaba noqueado. Pero se dijo a sí mismo que no se iría a dormir hasta saber que Henry estaba bien. Luego de quitarse su traje y lavarse la cara para quitar un poco la suciedad, preparo una rebanaba de pizza en un plato y camino rumbo a la habitación de Henry.

Mientras Ray hacia todo eso, Henry yacía en su cama, boca abajo, abrazando fuertemente su almohada. Llevaba varias horas en la misma posición, ahogando el llanto para que nadie pudiera escucharlo. Pensó que ver a Ganzel en la televisión no le iba a afectar, pero fue todo lo contrario. Verlo era como ver a su peor pesadilla, al monstruo que se escondía debajo de la cama esperando el momento para asustarlo. Ganzel siempre estaba con él, aun cuando Henry sabía que no era así, podía sentir su mirada en todos lados, recordándole lo que le había hecho.

Cerró sus ojos y en su mente rápidamente se presentó el momento de horas más tempranas. Él conocía esos eventos a los cuales Ganzel iba, nunca fue a uno, pues él no cumplía con los requisitos para que Ganzel lo considerara apto para esos eventos. "Alguien tan feo como tú, no merece ir a lugares así" Eso solía decirle Ganzel antes de dejarlo encerrado en una habitación sin comer. A Henry no le molestaba no tener que ir a esos lugares, era mejor así y esas horas, aunque estuviera encerrado en esa horrenda habitación, eran las mejores horas de su vida, pues no lo tenía a Ganzel cerca y él podía descansar, aunque sea un poco. Abrió sus ojos, dejando que el pasado se esfumara cuando escucho unos toques en su puerta y luego, la fuerte pero suave voz de Ray llamándolo.

—¿Henry? ¿Está todo bien?

La voz de Ray sonaba preocupada y eso lo hizo sentirse mal. ¿Por qué no podía enfrentar las cosas como un hombre adulto? ¿Por qué siempre tenía que preocupar a Ray? No merecía su preocupación. Se sentó en la cama y miro por unos segundos hacia la puerta antes de levantarse y caminar hacia ella.

—Estoy bien —dijo, sin abrir la puerta.

—Los chicos me dijeron que no saliste a comer, te traje algo de pizza, debes tener hambre.

Henry cerró los ojos de nuevo, mordiéndose el labio para ahogar un llanto. También preocupaba a sus amigos, era un inútil que solo eso sabía hacer. Trago saliva para aclararse la garganta y así poder hablar mejor. Sabía que Ray no era tonto y se daría cuenta de su voz entrecortada, así que trato lo mejor que pudo en sonar como si nada estuviera pasando.

—No tengo hambre...

—Puedo prepararte otra cosa si no se te apetece pizza esta noche.

Henry sonrió, sintiendo como una lágrima se deslizaba por su mejilla. ¿Cómo es que la vida lo puso con alguien tan asombroso como Ray? Después de todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir, ¿se merecía esto?. ¿Se merecía tener a este hombre que solo está dispuesto a ayudarlo, velando por su bienestar siempre? Henry no se sentía digno de ser parte de la vida de Ray.

Alzo su mano y la puso sobre la puerta de madera, el único objeto que lo separaba de Ray. Se acercó a ella y pego su frente.

—No es necesario, estoy bien... quiero estar solo...

—No voy a irme, Hen.

Henry lo escucho decir en un susurro y sonrió de nuevo. Ray solía ser terco como una mula, pero sabía que no lo había por molestar. Ray se preocupaba por él y solo quería hacerlo sentir bien. Sin embargo, Henry no creía que fuera una buena compañía en este momento.

—Quiero estar solo —repitió de nuevo, esperando que Ray lo complaciera esta vez.

Escucho un poco de movimiento de pisadas y un leve golpe en el suelo, Henry pensó que lo había dejado solo, pero Ray volvió a hablar

—No tienes que pasar por esto tú solo, Henry. Sea lo que sea, yo estoy aquí para apoyarte —hubo unos minutos de silencio antes de que Henry volviera a escuchar la voz de Ray —cuando era niño, no tenía amigos. Cuando me volví indestructible a los 8 años, mi padre me saco de la escuela para usarme como su conejillo de indias y nunca más volví a relacionarme con más niños. Solo éramos mi padre y yo, pero él solía irse todo el tiempo para estar en su laboratorio, haciendo más experimentos, mientras que yo pasaba la mayor parte del tiempo solo en mi habitación deseando tener un amigo con quien jugar...

Henry tragó saliva al escuchar esa historia, se deslizó por sobre la puerta, cayendo al suelo. Ahora quería llorar con más fuerza, pero esta vez por el castaño.

—Nada cambio en mi adolescencia, —Ray continúo hablando —al crecer mi padre empezó a prepararme para convertirme en lo que soy ahora. Seguía solo, pero ya era algo que no me importaba, tenía otras cosas en las cuales concentrarme, pero luego llego Schowz, con el tiempo llegaron Charlotte y Jasper, ahora tenía amigos con los cuales podía confiar y eso me hizo feliz...

Henry escuchaba todo atentamente, algunas lágrimas empezaron a caer por su rostro mientras se aferraba a sus piernas pegadas contra su pecho.

—Lo que intento decirte, Hen, es que sé por lo que estás pasando o incluso si no, quiero que sepas que aquí tienes un amigo, en el que puedes confiar totalmente y si no quieres hablar, entonces seré tu hombro donde puedes llorar. No quiero que estés solo.

Henry memorizó y repitió esas últimas palabras que Ray le había dicho, seguía abrazo a sí mismo, sollozando en voz baja. Sabía que sus palabras eran sinceras, Ray jamás le mentiría. Se tomó unos minutos para calmarse antes de levantarse y alejarse de la puerta para abrirla. Al hacerlo, se encontró con Ray sentado en el suelo, Ray rápidamente se levantó al ver que la puerta estaba entreabierta.

Los ojos de Henry estaban humedecidos, su cara roja dejaba en evidencia su claro llanto. Ambos se miraron por unos segundos antes de que Ray diera el primer paso de forma lenta, esperando que Henry no se retrocediera. Cuando no fue así, Ray le regalo una mirada tranquila y reconfortante, permitiéndole a Henry que se acurrucara en sus brazos. Henry correspondió a su abrazo, ocultando su rostro en el cuello de Ray. Algunas lágrimas cayeron en su camisa, mojándola un poco, pero eso a Ray no le importó.

—Todo va a estar bien —susurró mientras dejaba pequeñas caricias en su espalda para lograr que se calmara. De vez en cuanto dejaba besos en sus orbes dorados, cualquier gesto suave que se le ocurriera, lo usaba en Henry, quien, poco a poco, iba relajándose, dejando de llorar.

Cuando se apartó, Ray lo tomo del rostro y con ternura limpio sus lágrimas. Henry le agradeció en voz baja mientras sonreía. Ray se alivió de ver esa sonrisa, pues, sabía que era genuina y que Henry, aunque sea de forma lenta, comenzaba a sentirse mejor.

—Tu pizza se enfrió —comento unos segundos después al darse cuenta de que había dejado el plato en el suelo. Se agachó para recogerlo —espera aquí, iré a calentarla. —sin esperar respuesta, se retiró a la cocina.

Henry lo espero pacientemente como le dijo, se quedó parado en la puerta, recargado en el umbral. Cuando Ray llevo de nuevo con otro plato y un vaso de jugo, sonrió. Le agradeció en voz baja mientras tomaba el plato y el vaso.

—¿Te gustaría pasar? —preguntó después, haciendo un gesto hacia su habitación.

Ray asintió y entro junto a Henry, siguió sus pasos y se sentó a su lado en la cama. Ambos recargaron sus espaldas en el respaldar de madera; Henry se sentó cruzando las piernas, mientras que Ray mantenía sus piernas estiradas, sentado en la orilla de la cama. Se mantuvieron en silencio mientras Henry comía, Ray no tenía problema con eso, pues, quería esperar que fuera Henry quien le hablara primero. Ray esperaba que Henry supiera que en este momento, él tenía el control. Henry parecía entenderlo, pues, al terminar de comer y beberse su jugo, se abrazó una vez más a sí mismo y miro a Ray.

—No tienes que decir nada si no quieres, —Ray se apresuró en decir, rompiendo su regla de dejar que Henry hablara primero —si solo quieres llorar, seré tu hombro de apoyo.

Henry seguía mirando casi sin parpadear, Ray lo espero pacientemente. Unos segundos después, Henry parecía tener la confianza suficiente para hablar, pues, dejo escapar un suspiro y se relajó en la cama, volviendo a cruzar sus piernas, dejando caer sus manos hacia su regazo.

—He estado teniendo problemas para dormir últimamente...

Ray se había sentido mal al escuchar esas palabras y en un intento de tener consuelo, tomo la mano de Henry, acariciando su dorso.

—¿Por qué no me lo habías dicho?

—No quiero ser una molestia...

—Henry, nunca serás una molestia, no pienses eso de nuevo. Siempre que me necesites, ahí estaré.

Para hacerle entender que era verdad lo que decía, lo atrajo hacia su cuerpo y lo envolvió en sus brazos, casi como un capullo, protegiendo a su oruga antes de convertirse en mariposa. Quería que Henry supiera que podía ser su escudo protector mientras estaba acurrucado en su pecho.

—Siempre tengo estas pesadillas que me despiertan en la madrugada y después no me dejan dormir...

Ray lo apretó un poco cuando lo sintió estremecerse, lo cubrió más con sus brazos en un intento de alejar sus pesares.

—Debiste ir conmigo Henry, no tenías que pasar por esto solo —no lo estaba regañando ni recriminando nada, solo quería que recordara que siempre podía confiar en él. —puedo hacerte compañía en esos momentos, y aunque no haré que esos recuerdos se vayan del todo, puedo ayudarse a olvidarlos por unos minutos. Por favor, la próxima vez, promete que iras a buscarme —lo aparto un poco para que lo viera, para que entendiera que necesitaba que le dejara hacer eso.

Henry lo miro con sus ojos cristalizados, asintiendo lentamente. Parecía triste, pero al mismo tiempo quería sonreírle a Ray. No sabía cómo se sentía en este momento, era un coctel de emociones. Dijo nada, porque el nudo en su garganta no se lo permitía, y volvió a esconder en el hueco del cuello de Ray, respirando de su loción, dejándose embriagar por la calidez de los fuertes brazos alrededor de su cuerpo.

Después de esa pequeña conversación se quedaron en silencio, Ray supo que Henry ya se sentía un poco mejor así que no quiso presionar más con el tema de las pesadillas, ya tendría otra ocasión y confiaba en que Henry iría con él, si estas volvían a atacarlo, que, aunque le doliera, sabía qué pasaría.

No hablaron y decidieron ver algo de televisión para despegar su mente y relajarse un poco. Sin embargo, en ningún momento se alejaron de su posición, pasaron de estar sentados a acostados en la cama. Henry seguía abrazado a Ray y este lo abrazaba por la espalda, dejando caricias arriba y abajo. El volumen era bajo, pero lo suficiente para que ambos pudieran escuchar. Un cálido ambiente silencioso había en el lugar, era reconfortante y los hizo olvidar los momentos de tensión ocurridos en el día.

—Oye, yo tenía uno de esos —Henry se rio con dulzura mientras miraba con algo de emoción el comercial sobre la figura de acción del capitán man —lo pedí en navidad, era mi juguete favorito —alzo su mirada para ver a Ray con una sonrisa —lo llevaba a todos lados, siempre estaba conmigo incluso al dormir. — su sonrisa desapareció poco a poco mientras recordaba el pasado —fue lo único que pude llevarme de casa antes de irme, pero en algún punto de mis estadías en casas adoptivas, lo perdí...

—Lamento mucho escuchar eso.

Henry sacudió la cabeza, alejando atrás el tonto dolor que quería apoderarse de su pecho.

—Descuida, solo era un juguete.

—Pero era importante para ti —insistió el castaño. Henry simplemente se rio, regalándole una pequeña sonrisa.

Las horas continuaron pasando y el cansancio se fue apoderando del cuerpo de cada uno, primero fue el de Henry, quien comenzó a soltar los síntomas del suelo con leves bostezos, al mismo tiempo, se acurrucaba más contra el pecho de Ray. Trataba de mantener los ojos abiertos, pero sabía que pronto se quedaría dormido.

—¿Tienes sueño?

Escuchar la voz de Ray retumbar contra el oído que tenía en su pecho fue algo estremecedor, sin embargo, no se alarmó y por alguna extraña, le gustó esa sensación. Se alejó un poco de Ray para poder ver su rostro desde un ángulo más cerca y de frente. Se sentó a su lado, jugando con sus dedos. Sabía que irse a dormir, significaría que Ray tendría que irse, y eso es algo que Henry no quería, quería la compañía del castaño por más tiempo. Así que se armó de valor y pidió lo que tanto quería pedirle a Ray desde que se abrazaron.

—¿Puedes quedarte conmigo esta noche? —expreso tímidamente, casi con ganas de tomar sus dedos y morder sus uñas de lo nervioso que comenzaba a sentirse.

—Por supuesto que sí.

Henry sonrió aliviado de obtener esa respuesta, se abstuvo de lanzarse sobre Ray y abrazarlo como un agradecimiento por todo lo que estaba haciendo por él. Se separaron por unos minutos para darse una ducha y colocarse sus pijamas. En cuanto estuvieron listos para irse a dormir, se reencontraron de nuevo en la cama.

—¿Quieres seguir viendo la televisión? —preguntó el castaño mientras sostenía el control remoto. Henry, ya acostado en la cama, sacudió su cabeza en negación. Ray entonces apago el televisor, dejo el control remoto en la mesita de noche y antes de acostarse, apago la luz, dejando la habitación a oscuras; solo una pequeña luz se dejaba ver. Ray sonrió al ver que se debía al alien que Henry se había llevado de Basura y Más. A Ray le gustó saber que lo había colocado en un lugar especial, justo al lado de su cama, como si estuviera haciéndole compañía.

Cuando la luz estuvo apagada, Ray se acercó lentamente y se acostó en la cama al lado de Henry. La cama era lo suficientemente grande para que ambos se acomodaran juntos sin ningún problema. Se miraban frente a frente, sin saber que más hacer.

Henry fue el primero en cerrar sus ojos tiempo después, quedándose dormido al segundo. Ray velo sus sueños por un par de minutos, queriendo asegurarse de que Henry estuviera descansando, sin ninguna pesadilla asechando. Sin embargo, pronto también el suelo y el cansancio lo atrapo, después de todo, había sido un día ajetreado. Antes de caer en un profundo sueño, se aseguró de que Henry estuviera tranquilo y a salvo de sus propios sueños. Al verlo respirar calmadamente, sonrió y finalmente se durmió.

Esa calma solo duro un par de horas, Ray despertó al sentir mucho movimiento a su lado, podía sentir a Henry quejarse y dar vueltas en la cama de un lado a otro. Su primer instinto fue que tenía una pesadilla, pero no quería volverse loco ni abrumar a Henry. Así que simplemente abrió sus ojos y se incorporó un poco, miro hacia su lado, notando que Henry estaba despierto; no vio signos de pesadillas, él estaba tranquilo mirando al techo. Eso lo tranquilizo un poco, sin embargo, Henry no estaba durmiendo y eso, lo preocupo.

—¿No puedes dormir?

Henry pegó un brinco al escuchar su voz, pero no se movió de donde estaba. Solo vio su cabeza hacia su lado, mirándolo para negar. Sus ojos estaban algo cristalinos y Ray pensó que podría llorar.

—¿Pesadillas?

Henry volvió a negar y eso fue un alivio para Ray.

—Simplemente no puedo dormir...

Ray lo miro algo triste, y se le ocurro una idea. Se sentó en la cama y abrió sus brazos.

—Ven aquí.

Henry entendió lo que Ray pedía y tímidamente se acercó, se recostó en su pecho y luego dejo que Ray hiciera todo lo demás. Ray lo rodeo con sus brazos y de forma suave los acomodo de nuevo en la cama, justo a como estaban un par de horas.

—¿Mejor? —preguntó en voz baja.

Henry se acomodó mejor en sus brazos, cerró sus ojos yasintió. Ray le dio un beso en la frente y acaricio su cabello, no se dijeron nada mas después de eso. Cuando Ray sintió la respiración de Henry volverse lenta y tranquila, supo que se había quedado dormido. Sonrió ante eso y cerró sus ojos, dispuesto a volver a dormir ahora con la calidez del cuerpo de Henry sobre el suyo. 

Chapter Text


En la mañana, el primero en despertar fue Ray. Inmediatamente, al abrir sus ojos, se encontró con el rostro de Henry durmiendo plácidamente a su lado. Ambos seguían en la misma posición de anoche, sin embargo, Henry había alejado su cabeza de su pecho, colocándola ahora en a la almohada. Seguía abrazándolo, apretando su puño alrededor de la tela de su camisa, sin soltarlo en ningún momento de la noche. Ray sonrió ante esto, le agradaba saber que Henry estaba teniendo un buen sueño; en su rostro no había más que cálidas y tranquilas expresiones, sin molestias y lo más importante, sin pesadillas. Ray lo miro por unos segundos antes de acercarse y dejarle un suave beso en su frente, riéndose un poco cuando sintió a Henry moverse más ante su toque. Sin despegar sus labios de la piel de Henry, sonrió y se quedó unos segundos en esa posición, acariciando el suave cabello de Henry, quien, no parecía inmutarse ante sus toques, seguía durmiendo profundamente.

Sin embargo, por más que quisiera, no podía quedarse aquí todo el tiempo, tenía cosas que hacer y había algo en especial que quería hacer por Henry. Así que, lentamente y con cuidado de no despertar al rubio, se levantó de la cama. Henry se movió un poco y Ray temió que lo hubiera despertado, por suerte, no fue así. Henry simplemente se dio la vuelta y abrazo una almohada. Ray se rio en silencio ante esto, el rubio era demasiado adorable, incluso haciendo la mínima cosa. Una vez que se levantó, arropo a Henry y dejándole un último beso en su frente, se retiró de la habitación, cerrando la puerta con todo el cuidado que tenía, no quería hacer ningún ruido e interrumpir el sueño de Henry.


Cuando Henry abrió sus ojos horas más tarde, se dio cuenta de que estaba solo. No podía negar que eso lo entristeció un poco, sin embargo, no debía molestarse por eso, Ray estaba en todo su derecho de irse cuando quisiera y si había despertado antes que él, Henry entendía que se hubiera retirado. Sacudió su cabeza para alejar los pensamientos intrusivos y con un bostezo se sentó en la cama. Busco su teléfono para mirar la hora, despertándose por completo al ver que ya era más de medio día. Eso lo sorprendió bastante, por lo general no suele dormir tanto, las pesadillas nunca lo dejan tener una buena noche de descanso. Eso lo llevo a la realidad de que esa noche no había tenido pesadillas, estuvo tranquilo toda la madrugada. Tal parece que tener la compañía del castaño había dado resultados, eso lo hizo sonrojarse un poco. Debía confesar que nunca se había sentido tan cómodo con alguien de la forma en que lo hacía con Ray.

Unos minutos más tarde, al salir de la habitación ya vestido y arreglado, se encontró con Ray sentado frente a los monitores. Quizás está trabajando, pensó el rubio mientras bajaba lentamente los escalones. Intento no hacer tanto ruido para no molestar a Ray, sin embargo, el castaño logro escucharlo y se giró en su asiento para poder verlo.

—Buenos días, dormilón —Ray le regalo una sonrisa —¿Dormiste bien?

Henry se sonrojó ante el apodo, mordiéndose el labio para no sonreír como un tonto.

—Dormí muy bien —respondió en voz baja tiempo después —nunca me había levantado tan tarde...

—Pues a mí me alegra que lo hicieras —Ray se levantó de la silla y comenzó a caminar hacia Henry —merecías descansar un poco más.

Henry sonrió un poco, sintiendo sus mejillas tornarse calientes debido a su sonrojo.

—Debes tener hambre —hablo de nuevo el castaño —ve a sentarte, pediré algo de comer.

Henry, sabiendo que no podía negarse a nada que Ray le dijera, asintió y fue a sentarse en el sillón mientras que Ray iba al auto-snacks. El castaño trajo un par de panqueques y jugo a la mesa. Henry le agradeció en voz baja, comenzando a comer después que Ray se sentara frente a él. El castaño no comió y Henry supuso que ya había almorzado.

—Tengo algo que quiero darte.

Henry dejó su tenedor a mitad de su boca para mirar a Ray con confusión, el castaño se había levantado, alejándose un poco del sillón. Henry dejó de comer, ahora lleno de curiosidad, queriendo saber que era lo que Ray quería darle. Lo vio tomar algo de unos cajones, pero no alcanzo a ver que era. Noto que Ray sostenía una caja cuando se acercó de nuevo a al sillón.

—Es para ti —dejo caer la caja frente a Henry, deslizándola por la mesa.

Henry miró sin entender hacia la caja de color azul y rojo, sin saber qué decir, alejo su plato hacia un lado y tomo la caja. Le dio la vuelta, descubriendo que se trataba de una figura de acción del capitán man.

—Ray... —se detuvo, mirando la caja con el juguete que tenía hace un par de años cuando era niño.

—Sé que dijiste que no era importante para ti, que solo era un juguete, pero pasaste buenos momentos con tus padres, teniendo este juguete a tu lado. Pensé que sería lindo que tuvieras algo para que los recordaras siempre.

Henry despegó su mirada de la caja para alzar y ver a Ray quien le sonreía.

—Yo... no sé qué decir...

—No tienes que decir nada, es un regalo de mi parte. Ahora, ábrelo —lo animo, sentándose a su lado.

Henry se rio un poco por la actitud tan tierna de Ray y contagiándose de su ánimo, abrió la caja, teniendo cuidado de no romperla. Sacando la figura de acción del capitán man, la acaricio con sus dedos de forma suave, temiendo que si era rústico con ella, se rompería. Apretó el botón que tenía en su pecho, escuchando el típico "estoy bien" del capitán man. Henry sonrió ante esto y algunas lágrimas de felicidad cayeron por su rostro. No sabía que en que momento comenzó a llorar, pero no le sorprendió, estaba acostumbrado a ser sensible, incluso con las mínimas cosas.

—Gracias, Ray —murmuró, girándose un poco para verlo.

—Me alegra que te gustara y para que no te preocupes por el dinero, quiero que sepas que no gaste nada —dijo y al ver la expresión de confusión en el rostro de Henry, decidió agregar — fui con la presidenta de mi club de fans y ella me lo dio.

—Oh... bueno, entonces también le debo las gracias ella —ambos se rieron de forma tierna de ese comentario. Al parar las risas, Henry volvió su mirada de vuelta al juguete —siempre estás haciendo cosas por mí, y yo no creo ser merecedor de ellas...

—Henry —Ray tomo su mentón y de forma suave lo hizo que lo viera —te mereces todas las cosas buenas que este mundo tenga para ofrecerte. Nunca piensas otra cosa —con suavidad acaricio una de las mejillas del rubio, siento el calor salir de su piel.

Después de eso, quedaron en completo silencio, simplemente mirándose, en sus ojos, diciéndose todo lo que quería decirle al otro. Poco a poco fueron entrando en una burbuja, olvidando donde estaba, solo concentrados en ellos dos. Sin embargo, ese momento se vio interrumpido cuando las alarmas empezaron a sonar de forma estruendosa por todo el lugar. Henry, siendo el primero en salir del trance, parpadeo un poco y se alejó de Ray, apartándose de su toque y cercanía.

—Una emergencia —expresó lo obvio, aclarándose la garganta.

—Si... —Ray murmuró, lentamente se levantó y fue a los monitores a atender el llamado.

Henry se quedó en el sillón, la comida ya había sido olvidada, ahora solo podía mirar hacia la figura de acción mientras su corazón retumbaba sin parar debido al pequeño momento que había compartido con Ray. La forma en que se miraron fue diferente esta vez, pero no dejaba de ser calidad y amorosa... ¿amor?, ¿eso era lo que había en los ojos de Ray? Salió de sus pensamientos cuando se percató de que Ray le estaba hablando. Alzo su mirada hacia esos ojos azules, tratando de no quedar de nuevo cautivado por ellos. Algo había cambiado en esos minutos, eso lo alarmo un poco.

—¿No tienes problemas en quedarte solo un par de horas? Debo atender esta llamada.

Henry simplemente negó, viendo los movimientos del castaño mientras se transformaba en capitán man.

—Intentaré no tardar mucho.

Henry solo asintió, seguía sin palabras. Vio como Ray se iba por los tubos, regalándole una sonrisa antes de desaparecer.

Henry soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo y se quedó mirando los tubos por donde había desaparecido el castaño, aún seguía algo atónito y sorprendido por ese pequeño momento, que si bien no fue nada, para Henry fue un momento de revelación que significo todo. No podía mentir, tenía sentimientos por Ray; sin embargo, aún le costaba un poco aceptarlo, sus inseguridades y traumas del pasado lo hacían llenarse de miedo de solo pensar en verse envuelto en algo más con el castaño y aunque sabía que Ray no era como Ganzel o aquellos que en algún momento llegaron a lastimarlo, no podía evitar sentirse asustado.

Se hundió más en el sillón mientras los pensamientos revoloteaban en su cabeza, al mismo tiempo, miraba la figura de acción, jugando con ella de forma inconsciente. No puedo evitar sonreír al verla, era casi una réplica exacta del rostro y cuerpo de Ray. Se quedó en el sillón por unos minutos antes de tomar su almuerzo abandonado y terminar de comérselo mientras miraba algo de televisión para no sentirse tan aburrido. Esperaba que alguno de los chicos o Schowz apareciera en cualquier momento.

Pero eso no sucedió y Henry comenzaba a aburrirse a tal punto que, después de comer, se quedó dormido en el sillón, despertándose abruptamente cuando las alarmas empezaron a sonar de nuevo. Aturdido y confundido, miró a todos lados, buscando a Charlotte o Jasper, o al mismo Ray. Pero se encontró solo, justo como estaba desde hace una hora. Estaba solo y las alarmas seguían sonando, sin saber qué hacer, Henry se levantó y camino a los monitores, nervioso miraba los diferentes botones sin tener idea de cuál haría que el estruendoso ruido se callara. Con temor, presiono un botón al azar, aliviándose cuando las alarmas dejaron de sonar. Suspiro con relajo cuando el silencio volvió a reinar en el lugar, sin embargo, se asustó un poco cuando un montón de páginas se abrieron, mostraron en las pantallas. Henry supuso que era archivos, algunos documentos del trabajo del castaño. Iba a buscar la forma de cerrarlos cuando noto una foto suya, extrañado por eso, se acercó más a las pantallas y comenzó a leer los documentos que se presentaban ante sus ojos. Mayor fue su sorpresa al ver toda la información que estaba leyendo, información suya, sobre su vida privada.

—Henry...

El rubio se dio la vuelta, encontrándose con Charlotte, mirándolo de forma nerviosa. Estaba parada frente al elevador, estática en su lugar como si alguien hubiera descubierto su mayor secreto.

—¿Qué es todo esto? —exigió saber, frunciéndole el ceño.

Charlotte abrió su boca para responder, sin embargo, se vio interrumpida cuando el capitán llego, saliendo de los tubos con una sonrisa. Iba a saludar a Henry, pero se detuvo en seco cuando vio su expresión furiosa yendo hacia él.

—Ray. ¿Qué es todo esto?.

Ray no sabía a qué se refería hasta que Henry señalo hacia los monitores. Ray tragó saliva ante esto y sintió que su mundo se venía abajo. Henry, de alguna forma, había descubierto los documentos con toda la información que llevaba recolectando con Charlotte en las últimas semanas. Miro a Henry, sin saber como empezar a hablar.

—No puedo creer que investigaras sobre mi vida a mis espaldas... no tenías derecho a hacer eso.

—Puedo explicarlo —fue todo lo que dijo mientras a pasos lentos se acercaba a Henry.

Henry negó con su cabeza, dando un paso a atrás para alejarse de Ray.

—No tenías mi consentimiento para buscar cosas sobre mi vida, mi vida privada.

—Tenía que hacerlo... —Ray claramente no se estaba ayudando con sus palabras, parecía que con cada cosa que salía de su boca, lo arruinaba más.

Henry dejó escapar un bufido. —Claro que tenías que hacerlo, tenías que asegurarte de saber la clase de persona que estabas metiendo en tu casa —soltó una risa amarga —Quétonto soy, no sé por qué pensé que podía confiar en ti.

—Henry, si me dejas explicarte-

—¿Por qué simplemente no me preguntaste lo que querías saber? —lo interrumpió con brusquedad —Te lo hubiera dicho.

Esa fue la gota que derramo el vaso, al Ray escuchar esas palabras, recordó aquella noche donde Henry le mintió en su cara sin vergüenza alguna.

—¿Seguro que lo hubieras hecho? —expreso con el mismo tonto de brusquedad —porque yo aún recuerdo como me mentiste, inventando una patética historia sobre tu vida. Así que no me hables de mentir, porque claramente el mentiroso aquí no soy yo. Y me alegra haberte investigado, así no tenía que tragarme tus tontas mentiras, que por cierto, eres muy malo mintiendo. —estaba enojado, estaba furioso y por eso soltó todas esas palabras de las cuales no tardaría en arrepentirse de haberlas dicho. Pero era un impulsivo y estaba molesto con Henry por haberle mentido. Quizás también estaba molesto consigo mismo, por ser un idiota desde un principio. Pero él solo estaba queriendo ayudar a Henry, para poder protegerlo. No era su culpa.

Henry se mordió el labio para no dejar soltar el pequeño llanto, sus ojos se llenaron de lágrimas y tuvo que apartar su mirada de esos ojos que lo miraba con furia. Hace unas horas Ray lo miraba con amor y ahora parecía que lo odiaba. Trago saliva, queriendo eliminar el nudo en su garganta.

—Supongo que entonces no querrás estar más con alguien que es un fatal mentiroso, parece que tú lo haces muy bien —abrazándose a sí mismo, empezó a caminar hacia los tubos, rodeando casi todo el lugar para no tener que pasar al lado del castaño, quien seguía mirándolo con el ceño fruncido.

—¿A dónde vas?.

Y tenía el descaro de preguntar después de como lo trato. Henry se abstuvo de soltar un bufido, se dio la vuelta y simplemente dijo;

—Lejos de ti —acto seguido, llamo a uno de los tubos y justo como Ray le había enseñado, se fue, huyendo.

Ray tardo unos segundos en procesar lo que había pasado, luego se dejó caer en el sillón, tapando su rostro con sus manos enguantadas. Sentía que comenzaría a llorar en cualquier momento, lleno de impotencia por lo que había provocado. Estúpido, estúpido, estúpido.

Charlotte, quien se había mantenido en silencio durante toda la discusión, se acercó a los monitores y lo apago, luego se acercó a Ray y con cuidado, pues sabia que este estaba alterado, toco su hombro y lo llamo.

—Ray... —dijo en voz baja.

El castaño apartó las manos de su cara y miro hacia un punto fijo del lugar.

—Debo ir por él, no quise decir lo que dije, solo me enoje un poco. —se levantó del sofá, listo para correr de nuevo a los tubos. La mano de Charlotte en su hombro, lo detuvo.

—Creo que lo mejor es darle un tiempo a solas, ambos necesitan calmarse.

Ray negó, no podía dejar a Henry solo, no después de que habían discutido porque él no fue lo suficientemente maduro para hablar como un adulto. Sin escuchar a Charlotte, quito el agarre de su hombro y camino hacia los tubos, dispuesto a seguir a Henry. Esperaba que no se fuera ido tan lejos y pudiera encontrarlo fácilmente.

Sin embargo, no fue así. Ray pasó las últimas horas buscando a Henry, pero estaba fallando en su búsqueda. Era como si el rubio hubiera desaparecido de la faz de la tierra, escondiéndose de él. Iba manejando mientras miraba por la ventana, observaba cada calle esperando dar con el paradero de Henry. Busco en diferentes lugares que recordaba haber visitado con Henry, entre ellos, el centro comercial y todos los parques que había en la ciudad. Incluso fue a la panadería donde Henry había tenido su pequeño ataque de celos, pero no había rastro de Henry y conforme las horas pasaban, Ray comenzaba a ponerse nervioso, al mismo tiempo, en su mente, se creaban los peores escenarios que involucraban a Henry, herido y lastimado.

Su último intento por encontrarlo fue llamarlo, pero como Ray ya tenía previsto, Henry no le contesto y sus llamadas terminaban en el buzón de voz. Dejo escapar un suspiro lleno de frustración mientras detenía el auto para llamar a la cueva.

—Char, dime que Henry ya llego a la cueva.

—No, Ray, lo siento, pero Henry sigue sin aparecer.

—¡Demonios! —exclamo mientras dejaba caer su espalda en el asiento, cada vez se molestaba más consigo mismo por ser un imbécil.

Hubo unos segundos de silencio en donde Ray escucho crujidos en la línea telefónica y luego la voz de Charlotte sonando algo dudosa.

—Creo que sé dónde puede estar Henry... pero no te va a gustar...

Ray frunció el ceño ante esto y miro hacia la radio por donde la voz de Charlotte salía.

—¿Dónde es? —preguntó, pero ya tenía una idea de cuál podría ser el lugar y no le gustaba esa idea.

Una vez que Charlotte le dio la dirección y su suposición se hiciera realidad, termino la llamada, no si antes decirle a Charlotte que le avisara si Henry decidía regresar a la capicueva. Ray esperaba que así fuera.

Un par de minutos después llego a la calle Boulevard, lugar donde los proxenetas hacían su trabajo. Esta zona era considerada una de las más peligrosas de la ciudad, aquí se encontraban todo tipo de cosas, desde la venta ilegal de drogas hasta el tráfico de menores. La prostitución era el máximo auge de esta calle, era famosa y conocida por eso. Si quieres acostarte con una puta, ven a la calle Boulevard.

Ray estaciono el auto y bajo, colocándole seguro. Miro a todos lados con algo de desconfianza, este era el último lugar donde quería estar. Dejo escapar un suspiro y empezó a caminar por la acera, sucia y desolada, metió las manos en sus bolsillos para fingir que estaba relajado. Aunque no le preocupaba que lo asaltaran, podía defenderse muy bien.

Caminaba lentamente mirando en todas direcciones tratando de localizar al rubio, pero cuando más avanzaba por la calle solo se encontraba con diferentes personas; adolescentes que se le insinuaban, estos no deberían tener más de 15. Por supuesto que Henry vendría a este lugar, fue donde pasó gran parte de su vida. Algo dolido por ese pensamiento, Ray siguió caminando mientras amablemente rechazada a los diferentes adolescentes que se le acercaban.

Poco después de rechazar a la quinta persona que le pedía sexo, encontró a Henry. Estaba sentado en una banca con las piernas en su pecho. Abrazado a sí mismo, mantenía la cabeza enterrada entre sus rodillas. No podía ver su rostro, pero Ray sabía que ese era Henry, reconocería su hermosa cabellera rubia a donde fuera. Lentamente, fue acercándose, rogando que no lo rechazara.

Henry pareció sentir su presencia, pues rápidamente alzo la cabeza y miro en su dirección. Parecía listo para atacarlo, pero se retractó al reconocerlo. Sin embargo, tenía una expresión de terror en su rostro y las mejillas llenas de lágrimas, al igual que su rostro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con la voz entrecortada una vez qué logro calmarse. Aunque Ray sabía que no lo estaba del todo, lo vio temblar y encogerse en sí como si temiera que fuera a lastimarlo.

—Te estuve buscando desde hace un par de horas, estaba preocupado por ti —dijo y no al ver ninguna reacción por parte de Henry, dio los últimos pasos que le quedaban para llegar a su lado —¿puedo sentarme? —hizo un ademán hacia el espacio que estaba al lado del joven.

Henry no respondió de forma verbal, simplemente se encogió de hombros y aparto su mirada. Ray ignoro eso y tomo el gesto como un sí, decidiendo sentarse a su lado. Henry se alejó en cuanto lo hizo, acurrucándose más en sí mismo. Ray se sintió dolido ante este gesto, todo lo que quería era abrazarlo y llevarlo a casa. Pero prefirió no tocarlo, dándole a Henry el espacio que necesitaba.

—Hen, lo lamento mucho haberte ocultado lo que estaba haciendo. Sabía que estaba mal y aun así te mentí. —tragó saliva, tomándose unos segundos antes de volver a hablar. Pero no pudo hacerlo, pues Henry lo interrumpió.

—No quería que supieras la verdad... estoy tan avergonzado de las cosas que hice... de mi vida...

Ray intento acercarse a Henry para darle algo de consuelo mediante su toque, pero antes de siquiera poder tocar su hombro, Henry se apartó y se levantó del lugar.

—Esto es lo que soy... soy un pobre chico de la calle que tuvo que prostituirse para tener algo de dinero y poder comer. Solía vestirme así —señaló a un chico vestido con una minifalda negra, media de mallas y el torso completamente desnudo —Y eso es lo que solía hacer —señaló ahora hacia una chica quien estaba seduciendo a un corpulento hombre. —Y solía hacer toda clase de cosas, pero yo no quería... yo no quería —en cuanto su voz comenzó a entrecortarse y el llanto le bloqueo el habla, Ray se levantó y lo abrazo. Henry se aferró a sus brazos, desmoronándose por completo —me obligaban a hacerlo y si no lo hacía, sabía que me matarían.

Ray contuvo su furia para que Henry no pensara que esas emociones iba hacia él. En cambio, se dispuso a dejar suaves caricias por el cabello y espalda de Henry, al mismo tiempo, le dejaba palabras reconfortantes en un intento de ayudarlo a calmarse. Con su voz baja y suave le decía que todo estaba bien, que lo malo ya paso, que él siempre iba a protegerlo y no dejaría que nadie lo lastimara de nuevo. Henry se aferró a su cuerpo y a esas palabras, enterrando su rostro en el pecho de Ray mientras sollozaba lentamente, ya un poco más tranquilo ahora que estaba en los brazos que con firmeza lo cubrían y lo cuidaban.

Pensó que ya podía respirar en paz y se apartó un poco de Ray, sin embargo, pego un brinco y comenzó a temblar cuando una voz a sus espaldas, una voz de su pasado, lo llamó con sorpresa. Miro a Ray y le regalo una expresión de miedo mezclada con vergüenza y disculpa.

—Sígueme la corriente —murmuró con la voz entrecortada.

Ray no entendía qué pasaba y se alarmó un poco cuando vio a Henry tomar sus manos y colocarlas dentro de su camisa, donde pudo tocar la piel fría del rubio. Henry lo rodeo por el cuello y comenzó a dejar besos en esa zona, haciendo que Ray pegara un brinco de asombro. Iba a separarse, pero Henry se lo impidió. Escucho que alguien llamaba al rubio y alzo la mirada para ver a una chica castaña vestida con un traje verde escotado dejando a la vista sus grandes pechos, unos grandes tacones y una chaqueta de estampado de tigre. Henry dejó lo que estaba haciendo y se dio la vuelta de una forma tan extraña que Ray no supo cómo tomarlo. Había pegado su cuerpo completamente contra el suyo mientras lo agarraba con fuerza.

—Henry Hart, hace mucho que no te veía por estos lados —la joven muchacha se acercó hacia ellos, mirándolos a ambos de arriba hacia abajo, tenía una sonrisa lasciva que hizo estremecer al más viejo de ellos. —Te ves increíble y con muy buena compañía —sus ojos verdes conectaron con los azules de Ray, le guiño un ojo. Ray trago saliva, sintiéndose incómodo por ese gesto. Había coqueteado con muchas mujeres, pero por alguna extraña razón, no se sentía a gusto con la mujer frente a ellos.

—También estás increíble, Dimitra, me alegro de verte.

Ray desvío su mirada hacia Henry, frunció el ceño de forma extrañada. La forma en que hablo fue tan llena de seguridad como si no estuviera llorando y con miedo hace solo unos minutos.

—¿Dónde has estado, pequeña zorrita? Pensé que habías muerto, me tenías preocupada.

El ceño fruncido de Ray ahora se fue hacia la chica llamada Dimitra. ¿Cómo lo había llamado?, pensó con furia. Sin embargo, no dijo nada, pues, Henry no parecía molesto, ni siquiera se inmutó ante el desagradable apodo. En cambio, sonrió casi igual que la chica.

—Solo he estado divirtiéndome un poco. Un chico como yo se aburre muy rápido.

—Sí, eso puedo verlo —Dimitra miro a Ray de arriba hacia abajo, mordiéndose el labio con picardía — ¿No quieres presentarme a tu guapo amigo?, quizás pueda unirme a ustedes y lo hacemos más divertido. ¿Tú qué dices, primor? —dio un paso hacia Ray y toco su mejilla, ignorando por completo a Henry.

—Lo lamento querida, pero eso no se va a poder, él es solamente mío —expresó con odiosidad el rubio, empujando de forma sutil a Dimitra.

Ella solo se carcajeó, dejando ver el chicle que tenía en su boca. —Henry Hart, siempre posesivo, nunca cambias —iba a agregar algo más, cuando escucho que la llamaban. Soltó un suspiro y miro con fastidio hacia su espalda antes de darse la vuelta hacia Henry —tengo que irme, pero fue un placer verte y a tu sexy hombre —le lanzó otro guiño a Ray antes de comenzar a caminar hacia el hombre que la llamaba con impaciencia.

Henry se soltó del castaño y corrió unos pasos hacia la chica, la tomo por el brazo y la obligo a mirarlo.

—No le digas a nadie que me viste, por favor. Él no puede saber que estoy vivo —la miró con súplica, dejando escapar todo el miedo que estaba conteniendo. Apretó su brazo, ella entendía a qué se refería.

Dimitra ablando su mirada, ahora una expresión comprensiva y tierna se dejó mostrar. Toco a Henry por el rostro y acaricio sus mejillas.

—No te preocupes, pequeño. Me aseguraré de que no vuelva a encontrarte —acercó sus labios hacia la frente de Henry y le dejo un beso —cuídate —murmuró de forma maternal antes de alejarse de Henry.

Henry soltó un suspiro, sintiendo que ahora si podía respirar. Vio a Dimitra alejarse un poco antes de darse la vuelta y encontrarse con la mirada de Ray observando todo con expresión atónita. Henry se acercó a pasos lentos, sabía que estaba asqueado por su comportamiento, probablemente ahora lo repudiaba, Henry no se sorprendería si decidiera irse justo ahora y dejarlo para siempre. Quizás eso era lo mejor.

—Lamento que tuvieras que presenciar eso.

Ray seguía mirándolo sorprendido, su corazón que por alguna razón estaba acelerado y no dejaba de retumbar en su pecho. No sabía cómo reaccionar ante esto, Henry se volvió alguien diferente en el momento en que esa chica apareció, no sabía que pensar ente lo que sintió viéndolo actuar así. Dirigió su mirada hacia donde estaba Dimitra, quien claramente parecía algo incómoda con el hombre con quien estaba, este intentaba subirla a su auto, siendo algo brusco. Ray con su instinto de superhéroe quiso acercarse, pero Henry lo detuvo antes de que pudiera hacerlo.

—No —Henry puso una mano en el pecho del castaño, impidiéndole moverse y que cometiera una locura —No puedes acercarte.

—Pero se ve que no quiere ir.

—Ella tiene ir que ir con él, así no quiera, es su obligación. Solo tienes un trabajo; abrir las piernas y cerrar la boca. —cito las palabras que tan memorizadas tenía en su mente.

Ray trago saliva ante esto, sintiendo nada más que dolor y repulsión al escuchar esas palabras. Estaba seguro de que hizo una mueca, pues Henry se apartó y lo miro con una expresión de tristeza, mezclada con la resignación y la aceptación como si supiera que esto pasaría.

—Estás decepcionado de mí, ¿no es así? —murmuró —no te culpo si lo haces.

Ray dio un paso hacia adelante y tomo a Henry del rostro, apretándolo con firmeza, pero con la suavidad que lo caracterizaba cuando se trababa de Henry.

—No estoy decepcionado, porque sé que esto no es lo que eres. Tú eres ese chico gentil, tímido y lindo que conocí en el hospital, ese chico amable con todos, que le gusta ir a parques, mecerse en los columpios y disfrutar como un pequeño. Eres ese chico amante de las camisas a cuadros. Eres eso y mucho más. Nunca serás esto porque es lo que te obligaron a ser, pero ese nunca serás tú.

Henry apartó su mirada llena de lágrimas y ahogo su llanto. Acepto el abrazo que Ray le dio, acurrucándose de nuevo en esos brazos, queriendo quedarse en ellos para siempre. Ray dejo un beso en su frente, borrando el beso de aquella chica. Lo pego más contra su cuerpo, envolviéndolo en sus brazos.

Estuvieron un rato abrazados en completo silencio, Henry pronto comenzó a temblar y Ray supo que esta vez se debía al frío que comenzaba a atacar la ciudad. Él había traído una chaqueta, pero Henry estaba con una simple camisa floja. Lentamente, se separó del abrazo y se quitó su chaqueta, colocándosela por encima de los hombros del rubio. Henry sonrió ante este gesto y le agradeció en voz baja mientras se limpiaba un par de lágrimas.

—Vamos a casa.

Henry solo asintió, llenándose de calidez ante la mención de un hogar, su casa, junto con Ray. Se acurrucó más en la enorme chaqueta y dejo que Ray lo condujera hacia su auto con uno de sus brazos envuelto alrededor de sus hombros.

En silencio, llegaron a la tienda y bajaron por los tubos. No había nadie, pero ninguno le dio importancia a ese hecho.

—Hen, quiero que me prometas algo —dijo, Henry lo miro sin entender, pero asintió de todas formas, esperando a que continuara. —quiero que prometas que me dirás toda la verdad a partir de ahora, no quiero más mentiras y secretos.

Henry pareció pensarlo por unos minutos antes de asentir.

—¿Tú puedes hacer algo por mí?.

—Lo que sea —respondió sin pensar, sin darse tiempo de analizar la situación en la que Henry lo había puesto al hacerle esa pregunta. Y supo que otra discusión se venía cuando Henry volvió a hablar.

—Quiero que te olvides de Ganzel, que dejes de investigar sobre él y hacer lo que sea que estabas haciendo. Si tu intención era capturarlo, tienes que dejarlo ahora.

Y con el dolor en su corazón, sabiendo que iba a romper esa promesa, Ray respondió;

—Lo siento Henry, pero no puedo hacer eso.

—¿Por qué no?.

—Ese hombre merece estar en la cárcel por lo que te hizo y yo me encargaré de que eso pase.

—Pero yo no quiero que lo hagas, no te lo estoy pidiendo. No lo necesito —expresó con furia, tratando en vano de contener su enojo.

—¿Y las otras personas que Ganzel maltrata?, sabes que tiene a más niños y los obliga a realizar las mismas cosas que te obligo a hacer a ti. ¿No quieres que eso pare?, ¿detenerlo y ayudar a esos niños?.

—No me importan esos niños —pero eso era una vil mentira y ambos lo sabían, sin embargo, él siguió hablando — nadie se preocupó por mí en todos esos años, ¿por qué debería yo ahora preocuparme por los demás?

A Ray le dolía escuchar las palabras de Henry, pero sabía que solo hablaba con su corazón roto. En el fondo, a Henry le importaba lo que pasaba. Se acercó a Henry y tomo una de sus manos, esta estaba fría como si hubiera estado metida en un congelador.

—Tú eres una buena persona y sé que te importan esos niños.

—Pero cosas malas pasan cuando te metes con Ganzel y yo no quiero tentar al destino. Así que por favor, Ray, solo déjalo.

—No voy a hacerlo Henry, lo lamento —él no iba a dar marcha atrás y ahora menos que lo tenía tan cerca —ódiame si quieres, enójate conmigo, no me importa. Atraparéa Ganzel y pagará por todo.

—Está bien, haz lo que quieras —Henry se apartó de su toque y se quitó la chaqueta que aún portaba —pero cuando algo malo pase y sé que pasara, será todo culpa tuya —lanzó la prenda con algo de desprecio hacia el mayor y se retiró hacia su habitación.

Ray suspiro con cierta frustración, pero no iba a cambiar de opinión por mucho que Henry se molestara. Él sabía que atrapar a Ganzel era lo mejor y no se iba a detener hasta verlo en la cárcel. 

Chapter Text


Ray no durmió en toda la noche.

Después de aquella discusión que tuvo con Henry, la furia lo consumió a tal punto en que no pudo ni siquiera acostarse en la cama. Seguía vestido, sentado frente a los monitores. Estaba pensando sin actuar. Una parte de él le decía que se detuviera por un segundo, que se calmara y pensara bien lo que iba a hacer a continuación. Pero Ray era más de golpes que de palabras, era más de venganza. Dialogar muchas veces no estaba en su sistema, su impulsividad siempre terminaba ganando. Cuando encontró lo que estaba buscando, guardo la información en su teléfono y se levantó para buscar un par de armas antes de irse a quizás, cometer una locura.

—¿Ray?

El castaño escuchó a sus espaldas. Se detuvo en el elevador y miro por encima de su hombro, de reojo visualizo al científico.

—Ray, ¿todo está bien? Charlotte me contó lo que paso con Henry. ¿Él sigue aquí?, los oí discutir hace rato...

Ray dejó escapar un ruido de molestia, ignoró a Schowz por unos segundos mientras presionaba el botón del elevador.

—Todo está bien, Henry está en su habitación —se dio la vuelta, adentrándose en el elevador.

—¿A dónde vas a esta hora?, ¿qué llevas ahí? —pregunta tras pregunta hacia el científico mientras caminaba hacia el castaño en un vago intento de detenerlo. Él no era tonto, sabía que algo malo estaba pasando.

—Tengo asuntos que atender —murmuró con la voz algo ronca, su expresión ruda en su rostro dejaba en claro que no iba a dar más explicaciones. Sin importarle poco lo que Schowz pensara o dijera, presiono el botón para subir a la tienda, dejando a Schowz más que consternado y algo preocupado. Conocía a Ray, tenía el presentimiento de que estaba a punto de cometer una locura.


Ray no fue el único que se mantuvo despierto toda la noche. Henry perdió la cuenta de las veces en que dio vueltas en su cama, intentando conciliar el sueño. Pero fue en vago, si bien se quedaba dormido por unos segundos, las pesadillas llegaban, atormentándolo. Además de eso, su mente no dejaba de recordarle los acontecimientos de las últimas horas. Todavía seguía enojado con Ray, al mismo tiempo estaba preocupado y con miedo. Si Ganzel descubría que capitán man estaba tras de él, sabía que las cosas irían mal. Henry lo conocía muy bien, sabía perfectamente de lo que era capaz.

Quizás lo mejor sería intentar hablar con Ray de nuevo y hacerle entender que lo mejor es que dejara de buscar a Ganzel, hacerlo convencer de que las cosas estaban mejor así y que no debía interferir. Sí, eso es lo que haría, pensó. Con esa idea en mente y un poco más calmado, logro dormir por un par de horas.

Para cuando salió de su habitación ya vestido y recién bañado, escucho un par de voces por el pasillo. Curioso, se acercó lentamente para escuchar con más claridad a las voces. Pronto reconoció las voces de Charlotte, Jasper y Schowz. Decidió quedarse un minuto oculto para escuchar de qué hablaban.

—Y luego se fue sin dar más explicaciones...

—Bueno, pero no sobreactuemos, Ray no es tan tonto como para salir tras Ganzel sin idear un plan, ¿verdad?.

Henry se alarmó al escuchar el nombre del magnate, su corazón se detuvo por un segundo, el miedo comenzó a carcomerlo. ¿Ray fue a buscar a Ganzel?, tragó con dificultad, eso no podía ser verdad. No pudo contenerse más y salió de su escondite, recibiendo todas las miradas al instante.

—Henry —Jasper fue el primero en hablar, levantándose y regalándole una sonrisa.

El rubio tomo esto como una buena señal para acercarse, lentamente bajo las pequeñas escaleras y camino hacia el sillón, sentándose a un lado de Jasper, quien volvió colocarse donde estaba. Hubo un momento de silencio antes de que Charlotte comenzara a hablar.

—Henry, lamento mucho lo que paso, estuvo mal que Ray y yo investigáramos sobre tu vida privada sin tu consentimiento.

Henry sacudió su cabeza, ya no le daba tanta importancia a eso, lo único que quería era olvidarlo.

—Está bien Char, sé que lo hicieron con buenas intenciones.

—Igual queremos que sepas que siempre vamos a estar para ti en lo que necesites, nada va a cambiar entre nosotros por el hecho de conocer tu vida pasada. Aúnte queremos y eres nuestro amigo.

Henry se giró hacia Jasper, quien había sido el que dijo esas palabras y no pudo evitar sonreír, dejando que las emociones lo inundara un poco. No sabía qué había hecho para que un día estas personas tan buenas llegaran a su vida, estaba agradecido de que hubiera pasado.

—Gracias, chicos. Ustedes han sido muy buenos conmigo —murmuró, sintiendo un nudo en su garganta. Los tres le sonrieron, acercándose después para darle un fuerte abrazo, el cual Henry correspondió feliz. Se sintió un poco mejor de esa gesto y no puedo evitar relajarse en el sillón. Sin embargo, la conversación que había escuchado seguía rodando en su cabeza y tras la ausencia del castaño, sentía que algo no estaba bien.

—¿Dónde está Ray? —preguntó en voz baja mientras jugaba con sus dedos enrollándolos entre sí. Tenía miedo de saber la respuesta. Se tardaron en darle una respuesta y Henry no se sorprendió cuando decidieron mentirle.

—Ray está atendiendo una emergencia...

Henry hizo una mueca, pero no se molestó por la mentira. Sabía que los chicos no querían preocuparlo, en cierta parte, agradecía que le estuvieran ocultando información.

—¿Todo bien entre ustedes?.

Henry miró a Charlotte sin saber qué decirle, ella había presenciado una parte de su discusión y aunque hubieran arreglado una parte de su problema. Henry sabía que no estaban del todo bien. No supo que responder y agradeció cuando Jasper, quien pareció sentir su malestar, decidió interrumpir.

—¿Qué les parece si pedimos algo para comer? Tengo algo de hambre.

Charlotte pareció entender el cambio de tema drástico y la sugerencia de su amigo por hacer algo. Asintió lentamente, decidiendo dejar a Henry tranquilo. Pronto se sentaron a comer, dejando el tema por el momento, aun lado.


Ray mirada con unos binoculares a Ganzel. Llevaba desde muy temprano siguiéndolo a todos lados. No sabía exactamente qué estaba haciendo, no tenía una idea, mucho menos un plan. Solo estaba haciendo vigilancia, quería saber todos los movimientos de Ganzel, quizás así, se le ocurriría algún plan.

Lo vio salir de un gran edificio lujoso con un niño de cabellera castaña y un montón de guardaespaldas. Vaya, a este hombre lo protegen más que al mismísimo presidente, pensó el castaño. Vio a Ganzel y al niño —que por su aspecto ha de tener unos 13 años—subirse a una camioneta lujosa junto con los guardaespaldas. Ray espero unos segundos para luego encender su auto y empezar a seguirlos.

Llegaron a lo que parecía ser un bar-restaurante. Ray miro la hora, ya pasaban más del medio día y él no había comido nada, su estómago gruño un poco haciendo acto de presencia, quizás podía bajarse y comer algo, pensó. Espero a que Ganzel y su grupo de gorilas entraran al restaurante. Unos minutos después, cuando se aseguró de que podía entrar al lugar sin levantar sospechas, tomo su arma y la resguardo bien en su chaqueta, antes de bajarse del auto y caminar hacia el restaurante lo más relajado posible, como si fuera un cliente más.

Al entrar miro de reojo hacia donde estaba Ganzel y su gente mientras se sentaba en la barra y tomaba uno de los menús para disimular. Ganzel estaba sentado en una mesa reservada para las personas de alto poder en la ciudad, reía y charlaba con otras personas igual de corruptas que él. Todos bebían con sumo relajo. Ganzel tenía al niño de cabellera castaña sentado en su regazo mientras descaradamente le acariciaba los muslos de las piernas.

Ray sintió repulsión al ver tal escena. Desde su asiento podía ver que ese niño no estaba para nada cómodo al lado de ese hombre. ¿Cómo es que los que estaban a su alrededor no decían nada al respecto? Eso le enfurecía, le enfurecía saber que Ganzel tenía tanto poder como para generar miedo, y así nadie dijera nada. Nadie quería meterse en problemas con Ganzel Richie. Nadie lo hacía y vivía para contarlo. Ray no pudo evitar visualizar a Henry en ese niño, lo imagino a él sentado ahí junto con Ganzel y eso lo hacía enfurecer más de lo que ya estaba, apretó un poco su puño, intentando contener su furia.

Paso las siguientes horas observando al clan de Ganzel. En su estadía, pidió una hamburguesa y un par de cervezas. Sabe que no es muy responsable de su parte ingerir alcohol cuando se supone que está en una misión, sin embargo, no podía soportar ver a Ganzel sin querer vomitar y la bebida, por muy extraño que sonara, lo ayudaba a apaciguar el impulso de levantarse y golpear hasta el cansancio al hombre que arruino la vida de Henry.

Iba por su quinta cerveza y el comienzo de la embriaguez comenzaba a entrar en su sistema, sin embargo, todavía pensaba con claridad, estaba más lúcido que ebrio. Un punto a su favor. Su teléfono comenzó a sonar con insistencia desde que decidió apagar su rastreador para que no pudiera localizarlo. Podía ver las llamadas y mensajes de Charlotte y Schowz, llamadas que se dignaba a responder, dejando que se fuera al buzón de voz.

Algo en su interior esperaba ver una llamada de Henry, quizás eso era todo lo que necesitaba, una palabra de Henry para levantarse e irse a casa. Se preguntaba si aún seguía enojado con él. Dejo escapar un suspiro, mientras tomaba su teléfono dejado en el mostrador y lo apagaba, harto de las llamadas. Lo metió en su bolsillo y siguió bebiendo.

Pronto noto que el pequeño con quien Ganzel estaba, se había levantado de su regazo y se dirigía al baño. Fue justo en ese momento cuando Ray decidió que era momento de actuar. Dejo la cerveza en la barra y se levantó para ir al baño.

Al llegar al baño, camino hacia el lavamanos donde el pequeño se encontraba lavando sus manos. Abrió el grifo y aparento que se lavaba las manos también, actuando lo más normal posible. Miro de reojo al pequeño, este vestía con una falda negra que no le llegaba ni a las rodillas, un suéter algo ajustado de color rosa claro y medias altas blancas, en conjunto con unas zapatillas negras. Ray se percató de que el niño no estaba bien, parecía querer vomitar mientras se levaba la cara.

—¿Estás bien, niño?

El pequeño —que al parecer no se había percatado de su presencia —se asustó un poco al escuchar su voz, lentamente movió su cara para mirarlo y asintió levemente. Ray supo que estaba mintiendo, se aferraba al lavado como si su vida dependiera de ello. Parecía a punto de desvanecerse.

—¿Estás seguro de que estás bien? —Ray se acercó un poco para tocar su hombro, sin embargo, el chico se alejó de su toque rápidamente.

—No debo estar ni hablar cerca de extraños, señor. —murmuró lentamente mientras se apartaba del lavabo, caminando hacia la salida. O eso intento, sus piernas se tambaleaban, Ray temía que pudiera caerse en cualquier momento. Lo siguió con cautela, antes de tomarlo de los hombros y sostenerlo, evitando así que se fuera al suelo y se golpeara.

—¿Por qué estás con ese hombre?, ¿dónde están tus padres?

El joven castaño lo miro asustado y casi con suplicar le pidió que lo soltara.

—Déjeme ir, no me pueden ver con usted.

—Déjame ayudarte, yo-

—Bose.

Ambos escucharon una voz gruesa y ruda provenir de la puerta del baño. Ray despego su mirada del niño para ver a uno de los guardaespaldas de Ganzel. Antes de que pudiera hacer algo, el corpulento hombre lo tomo del brazo y lo jalo, apartándolo por completo del niño quien cayó al suelo. El guardaespaldas tomo al niño llamado Bose y los encamino hacia donde estaba el magnate. Al llegar frente a Ganzel, lanzo de forma brusca a Ray frente a él. Sus rodillas soportaron la caída, haciéndolo gruñir un poco.

—Señor Richie, este hombre estaba intentando algo con Bose.

Ganzel miro a Ray de arriba hacia abajo mientras el castaño se levantaba del suelo.

—Bose, ven aquí —ordenó hacia el joven, haciéndole un gesto hacia su regazo.

-Dijo Ganzel mientras palmeada su regazo, Bose se acercó lentamente hacia él y tímidamente se sentó en su regazo —¿conoces a este hombre? —le preguntó mientras acariciaba su muslo, el pequeño simplemente negó —¿estás mintiendo? —llevó una de sus manos a las suaves mejillas del niño, Bose volvió a negar y Ganzel sonrió antes de dejar un casto beso en las comisuras de sus labios. Permitió que Bose se levantara de su regazo para poder concentrar toda su atención en el hombre de cabello castaño frente a él. —Entonces... ¿quién eres tú? —cuestionó con una ceja alzada, al mismo tiempo que se levantaba, imponiendo su figura y su dominio en el lugar.

—Eso es algo que no te importa —Ray respondió de la misma forma, con su semblante firme, alzando la mandíbula, también mostrando su presencia. Los puños los tenía apretados conteniéndose de no lanzarle un puñetazo al hombre que se reía a carcajadas.

—Qué agallas tienes para hablarme así. ¿No tienes idea de quién soy? —lentamente se acercó hasta quedar frente a frente con el castaño. —soy mucho más importante que tú y puedo hacer que te saquen de este lugar si así lo quiero.

Ray no se inmutó ante sus palabras, tampoco se inmutó al sentir la presencia de los guardaespaldas de Ganzel a sus espaldas y a su alrededor. En cambio, dejo escapar una sonrisa descarada.

—Claro que sé perfectamente bien quien eres, eres un hipócrita que engaña a las personas de esta ciudad, haciéndote el bueno con tus fundaciones de caridad y tu ayuda a la comunidad, pero en realidad solo eres un maldito pedófilo que toma a niños como él —señaló a Bose quien se ocultaba detrás de una silla — y los obliga a realizar cosas desagradables solo para tu puto antojo y satisfacción —dio un paso, acercándose más al hombre. Sus ojos azules soltando chispas de fuego —eso es lo que eres Ganzel Richie y me aseguraré de que todos se enteren de la verdad.

Ganzel simplemente lo miro con una sonrisa sínica, ni se había perturbado por la amenaza. Sin despegar la mirada del castaño alzo su mano y luego chasqueo sus dedos. De repente todos los guardaespaldas se lanzaron encima de Ray y empezaron a golpearlo. Ganzel miraba todo con una sonrisa descarada en su rostro, volvió a sentarse en su lugar y tomo una copa, cruzo una pierna encima de la otra y se relajó mientras observaba el espectáculo frente a él. Sus acompañantes simplemente miraban todo en completo silencio, muy asustados de terminar como Ray si intentaban algo. Bose seguía escondido en la silla, ahora abrazando sus piernas, mientras intentaba no llorar. Los dueños del local y demás clientes simplemente continuaban con su labor sin importarles que hubiera una pelea en medio del restaurante. Así era el dominio de Ganzel Richie.

Ray daba golpe tras golpe a cada uno de los corpulentos hombres que se le acercaban, se los había quitado de encima y aunque estos le habían golpeado un par de veces, eso no fue suficiente para intentar derivarlo. Los golpeo a todos, destruyendo varias cosas en el proceso, pero eso poco le importaba, no se iba a dejar ganar por esos tipos, ni muchos menos por Ganzel, quien ahora lo miraba impresionado por sus habilidades de pelea. Termino de golpear al último hombre, quien se tambaleó un poco y cayó al suelo junto con el resto. Ray se dio la vuelta suspirando pesadamente, vio a Ganzel y ahora fue su turno de sonreír sínicamente.

—Vaya, eso sí que fue impresionante —alagó el magnate mientras aplaudía y se levantaba del su asiento, volviendo a acercarse al castaño —Nunca había visto a una sola persona derribar así a todos mis hombres. ¿Quién eres?. —lo miró con admiración y algo de perversidad, sonriendo como si quisiera obtener algo de Ray.

Ray dejo escapar una risa baja antes de que la locura comenzara —Digamos que... soy tu peor pesadilla —y sin esperar respuesta del otro, le propino un golpe en su rostro y se le fue encima a Ganzel, mientras sacaba su arma y le apuntaba justo en su frente.

Todo sucedió en cámara lenta después, otro grupo de guardias que no sabía de donde habían salido lo tomaron por los hombros, y lo jalaron, quitándolo encima de Ganzel, haciendo que soltara el arma. Intento forcejear, pero fue en vano, doblaron sus brazos por su espalda haciendo que se quejara un punto. Ganzel se levantó del suelo mientras se recuperaba del golpe, llevo una mano a su nariz donde tenía un poco de sangre corriendo.

—Mala jugada, amigo —murmuró y luego, con un movimiento de sus manos, los guardias arrastraron a Ray por todo el restaurante hacia la salida trasera. Al salir lo tiraron justo al lado del contenedor de basura. Ray se quejó ante esto. Ganzel salió detrás de su séquito de hombres mientras se acomodaba su dobladillo del traje. —¿Sabes?, yo creo que solo eres un inútil que acaba de meterse con la persona equivocaba —se inclinó hasta quedar a la altura de Ray, lo tomó por la barbilla de forma brusca y lo obligó a verlo —Te conviene no volver a aparecerte por aquí, o te juro que te irá mal —se levantó y antes de irse le propino una patada en la cara.

Ray cerró los ojos por el impacto, quejándose un poco en voz baja. Quería levantarse, pero el golpe había sido tan fuerte que lo dejo aturdido. Miro a Ganzel quien se iba en su lujoso auto, con todos sus guardias y el pequeño niño a quien Ganzel tenía sujetado fuertemente por el hombro, este lo miraba con ojos suplicantes, pidiendo ayuda.

—Lo siento, lo siento... —murmuraba con lástima mientras veía al auto desaparecer de su campo visual. Se quedó tirado como un maldito pordiosero, culpándose por no hacer las cosas bien, por no poder salvar al niño.


Las horas pasaban y Ray nunca llego a la cueva, Henry estaba más que preocupado, mucho más cuando Charlotte y Schowz no querían decirle lo que en verdad estaba pasando. Ya no se tragaba la historia de que Ray estaba en una emergencia, y sabía que los demás lo sabían. Movía su pierna de forma frenética, en un intento de calmar su nerviosismo. Su mente era un desastre y la idea de que Ray se haya encontrado con Ganzel y que este lo hubiera capturado y que justo ahora estuviera lastimándolo se hacía más fuerte y latente en su cabeza.

—¿Pudiste contactar a Ray? —le preguntó por milésima vez en el día a Charlotte, quien en las últimas horas buscaba el paradero del castaño.

—No, sigo intentando contactarlo desde otra línea, pero no puedo acceder —respondió lo mismo que llevaba diciéndole en las últimas horas.

Henry suspiró frustrado, tenía su teléfono en mano y lo miraba constantemente. Estuvieron llamando al castaño todo el día, pero Ray simplemente desviaba las llamabas. Él no se había animado a hacerlo, pues, no sabía en qué posición estaban ambos. Pero tenía el presentimiento de que este era el momento para llamarlo. Si escuchaba su voz, sabría que todo estaría bien. Sin embargo, la llamada nunca fue atendida y, en cambio, solo la voz automática que te manda a buzón de voz se dejó escuchar en su oreja. Dejó escapar un suspiro y se hundió un poco más en el sillón. Pero al segundo, se levantó del sillón, ansioso y con miedo cuando escenarios desastrosos se presentaron en su mente.

—Quizás debamos llamar a la policía, enviar refuerzos —caminó con desespero hacia Charlotte —sé que no sabemos dónde está, pero algo malo pudo haberle pasado y nosotros estamos aquí sin hacer nada.

—Tranquilo, lo encontraremos —murmuró Charlotte intentando estar lo más calmada posible para que Henry no enloqueciera, aunque en el fondo sabía que se estaba muriendo de la preocupación.

Henry frunció el ceño, esas palabras hicieron de todo menos calmarlo. Estaba listo para reclamar y volver a insistir en que lo mejor es alertar a la policía, cuando escucho la voz de Schowz soltando palabras en su idioma natal. Tanto Henry como Charlotte se giraron para mirar al científico caminar hacia el elevador con clara molestia en su rostro.

—Schowz, ¿a dónde vas?.

—A buscar a Ray —fue la simple respuesta del científico mientras se ajustaba su chaqueta. Los ojos de Henry se iluminaron al escuchar eso y sintió que finalmente podía respirar con tranquilidad.

—¿Dónde está? —preguntó con desesperación, acercándose a Schowz y tomándolo de los hombros para que le dijera, en el proceso apretó sus hombros, clavando sus uñas en su piel.

—Me llamaron de un bar para decirme que Ray había causado disturbios y ahora está tan ebrio que no puede conducir, así que tengo que ir a buscarlo, no lo dejaran irse así.

Henry frunció el ceño ante el pensamiento de Ray causando disturbios, el mismísimo capitán man causando desastres es algo que nunca pensó escuchar. Sacudió esos pensamientos de su cabeza, no era tiempo para distracciones. Lo único que le importa ahora es saber que Ray está bien, borracho en algún bar, pero bien y no siendo secuestrado por Ganzel.

—Iré contigo —no estaba pidiendo permiso, iría con Schowz y buscaría a Ray.

El científico no tuvo tiempo de objetar, pues, Henry ya estaba dentro del elevador y esperaba por él. Schowz miro a Charlotte, pero esta simplemente le hizo un gesto con la mirada, haciéndole entender que lo mejor para Henry para su relación con Ray, es que vaya a buscarlo.

Fueron en taxi hacia el bar, pues, sabían que Ray se había ido en su propio auto, al regresar, se irían en el. Dentro del local, Henry miraba en todas direcciones hasta que localizo a Ray sentado en un taburete con sus brazos recostado en la barra, ocultando su rostro de todos.

— ¿Ustedes vienen por él?

Henry miró hacia el joven en la barra y asintió lentamente.

—¿Qué fue lo que paso? —Schowz fue quien habló mientras se acercaba a la barra, de reojo miraba al castaño, ciertamente estaba enojado.

—Bueno, peleo con un par de hombres, quise llamar a la policía, pero el Sr. Richie me dijo que no lo hiciera, así que solo lo dejamos estar aquí mientras bebía, pero ya está muy ebrio y por la política del bar, no lo podemos dejar irse así.

¿Señor Richie?, los sentidos de Henry se alarmaron, ¿qué diablos había hecho Ray?, pensó mientras lo miraba. Al final si se encontró con Ganzel, trago saliva, sintiendo miedo de lo que pudo haber pasado entre ambos hombres.

—¿Tú eres Henry?

El nombrado volvió su mirada hacia el joven detrás de la barra y asintió.

—Sí.

—Lleva como una hora diciendo tu nombre.

Un sonrojo se formó en las mejillas de Henry mientras miraba al chico irse. Coloco sus ojos de nuevo en Ray y se acercó lentamente hacia él. Schowz había intentado levantarlo del asiento, pero el castaño lo había ignorado por completo, manteniendo su cabeza enterrada en sus brazos.

—Quédate con él, voy a pagar.

Henry esperó a que estuviera a solas con Ray para finalmente acercarse y tocar su hombro.

—Ray —comenzó a llamarlo en voz baja mientras movía su hombro suavemente.

El castaño estuvo murmurando, balbuceando su nombre hasta que levanto su cabeza y miro hacia donde el rubio se encontraba.

—Henry... estás aquí —su voz lenta y rasposa se dejó escuchar, la embriaguez se podían sentir desde lejos. Henry se sorprendió un poco cuando Ray lo tomó de la cintura y lo pego hacia su cuerpo. Pero se recompuso rápidamente, pues, sabía que debía sacar a Ray y llevarlo a casa.

—Sí, aquí estoy. Es hora de irnos.

Ray sacudió su cabeza con brusquedad, tomó el vaso de vidrio y le dio un largo trago, luego la dejo caer en la madera de forma fuerte.

—Oye tú, ¡tráeme otra! —exclamó furioso, golpeando la madera también con su puño.

Henry miró al joven en la barra, quien simplemente negaba con su cabeza a la par que limpiaba uno de los vasos. Henry le regaló una mirada sincera de disculpar antes de concentrarse en Ray y con la poca fuerza que tenía, levantarlo del taburete. Ray se quejó un poco, pero al final se dejó hacer.

Schowz llegó unos segundos después y lo ayudo a casar a Ray del lugar y llevarlo a su auto. Fue algo difícil llevar el peso de Ray, pero entre ambos lograron sostener su peso, a pesar de las protestas de Ray, a pesar de que hacía de todo para no moverse. Henry no sabe cómo lograron subirlo a los asientos traseros, en cuanto cerró la puerta, dejo escapar un suspiro.

El viaje de regreso a la cueva fue todo un desastre, Schowz iba conduciendo mientras que Henry intentaba mantener a Ray lo más tranquilo posible. Dejó que lo rodeara por la cintura y que enterrara su cabeza en el hueco de su cuello. Era algo incómodo, pero era lo único que parecía calmarlo. Henry también dejaba caricias en su espalda, eso siempre le funcionaba a él.

Ray seguía murmurando su nombre, como si fuera una oración bendita, como si al dejar de hacerlo, Henry desaparecería. Sin embargo, hubo un momento en que se detuvo, ahora se quejaba y se movía inquieto, queriendo apartarse de sus brazos.

—¿Qué pasa, Ray? —preguntó con dulzura, llevando su mano hacia el castaño cabello, lo peinó un poco en un intento de consuelo.

Ray iba a responder, pero lo único que salió de su boca fue vómito, manchando todo el piso y un poco los asientos.

Schowz y Henry mirando asqueado todo el desastre que Ray había dejado. Con una mueca, Henry se apartó del castaño, sin embargo, lo sostuvo de los hombros, evitando que no se fuera al suelo junto con el vómito. Todo era desastroso dentro del auto, el olor a vómito comenzó a apoderarse del lugar, molestando a Henry un poco.

Una vez que Ray terminó de vomitar, Henry sacó un trago que encontró escondido en uno de los asientos y con cuidado comenzó a limpiarlo. Ray se disculpaba, soltando leves lágrimas, Henry simplemente lo ignoró, terminando de limpiar su boca. Tiempo después, Ray volvió a su posición de antes, abrazando a Henry como si fuera un oso de peluche. El rubio dejóescapar un suspiro cansado y casi frustrado.

—Schowz, ¿puedes bajar un poco la velocidad?, creo que eso lo está mareando —miró al más pequeño de los tres, dándole una mirada de súplica. Schowz se tardó unos segundos, desde el espejo retrovisor lo miraba con el ceño fruncido, pero Henry sabía que no estaba molesto con él. Pronto el científico loco dejó escapar una queja de frustración y accedió a lo que Henry le pedía. Bajó la velocidad al mismo tiempo que baja las ventanas para alejar el olor a vómito, el cual seguía impregnado con fuerza en el auto. Henry se agradeció en voz baja antes de volver su mirada hacia Ray, quien había ocultado su rostro en su cuello y lo abrazaba fuertemente, murmurando su nombre como si su vida dependiera de ello.

Fue difícil bajar a Ray del auto una vez que llegaron a la tienda, él no quería alejarse del abrazo que tenía sobre Henry. Después de un forcejeo y quejas entre Schowz y él, lograron separarlo de Henry y conducirlo, casi a tropiezos, a la cueva. Entre tambaleos y una que otra protesta por parte del castaño, lograron llegar al elevador. Como pudieron, entraron y bajaron a la cueva. Nada parecía mejorar al llegar, pues Ray terminó vomitando de nuevo dentro del elevador. Schowz casi lo deja caer cuando un par de gotas cayeron en sus pies, Henry fue lo suficientemente fuerte para soportar todo el peso de Ray, Schowz no parecía contento y cada vez perdía el interés de sostener al grandote castaño. Ambos hicieron otra mueca al ver el vómito de Ray y finalmente lo sacaron, sin embargo, perdieron el equilibrio y Ray terminó tirado en el suelo, pero el castaño estaba tan ebrio que ni se inmutó ante la caída. Se quedó estático, como si hubiera muerto.

—¿Qué rayos paso? —Charlotte se levantó exaltada desde donde estaba, mirando la escena con sumo asombro.

—Es una larga historia —respondió Schowz — Jasper, ven y ayuda a Henry a llevar a este borracho a su habitación.

Jasper asintió lentamente sabiendo que Schowz estaba molesto. Camino hacia Henry, quien estaba agachado, palmeando las mejillas de Ray en un intento de despertarlo, pero fue en vano. Entonces, arrastrando a un Ray dormido, ambos jóvenes lograron dejarlo tirado en su cama. Henry fue cuidadoso, asegurándose de su cabeza cayera en la almohada y no se golpeara con la madera de la cabecera.

—Muy bien, hemos terminado con él.

—No podemos dejarlo, podría necesitarnos.

Schowz dejó escapar un suspiro y se acercó al joven rubio quien miraba a Ray con algo de pena.

—Henry, Ray ya es un hombre adulto que puede cuidarse solo. No se merece tanta compasión, no luego de que fuera un idiota.

Henry frunció el ceño, entendía que Schowz estuviera enojado, pero él no podía hacerlo.

—Me quedaré con él.

Los chicos y Schowz se miraron por unos segundos, sin embargo, respetaron la decisión de Henry. Le dieron un par de palmadas en su hombro antes de retirarse.

—Esteremos un rato más por si nos necesitas.

Henry le sonrió a Charlotte y le agradeció por sus palabras.

Después los acompaño hacia la puerta, cerrándola con cuidado. Quedó a solas con el castaño, se apoyó unos segundos en la puerta para darse ánimos antes de voltearse y ver a Ray, quien había medio despertado y entre el sueño y la lucidez, lo llamaba. Henry se acercó a la cama y se sentó en la orilla frente al castaño, quien se movía en la cama, buscándolo.

—Vuelve a dormir, Ray, aquí estoy —murmuró mientras empezaba a quitarle los zapatos para que estuviera más cómodo.

—Tengo calor —expresó el castaño con molestia mientras tomaba su camisa y hacia el vago intento de quitársela.

Henry rápidamente tomó sus manos, evitando que se quitara la camisa. Ray protestó un poco ante la interrupción y a Henry no le quedó de otra que ayudarlo a quitarse la camisa. No quería verlo sin ropa, no en este estado. Por suerte para él, Ray traía una franelilla debajo, podía relajarse un poco. Sin embargo, eso solo duro un segundo. En cuanto lo ayudo a quitarse la camisa, Ray rápidamente se quitó la que tenía debajo, quedando con su torso completamente desnudo, luego bajo sus manos hacia su pantalón. Henry tragó saliva. No, no, no, pensó rápidamente.

—Henry... el pantalón —pidió su ayuda después de que intentara quitarse el cinturón y no poder.

Henry no sabía qué hacer, estaba nervioso y se quedó estático en su lugar mientras Ray lo seguía llamando. No supo cuantos minutos pasaron cuando sintió la mano del castaño sobre la suya acercándola a su cinturón. Henry tembló un poco e intento calmarse. Después dejo escapar un suspiro, ya había tratado con hombres así de ebrios, sabía qué hacer si algo se ponía mal. Temeroso, tomó el cinturón de Ray y empezó a quitárselo lentamente, lo dejo caer al suelo y procedió a tomar el botón de su pantalón; con sus manos aun temblando logro desabotonarlo, luego bajo el cierre y tomo los bordes del pantalón. Lentamente, comenzó a quitárselo, dejándolo solo en bóxer.

—¿Mejor? —preguntó tímidamente, su voz saliendo entrecortada de lo nervioso que estaba.

-El castaño simplemente asintió y se acomodó mejor en su cama. Henry no pudo evitar mirar el cuerpo semidesnudo de Ray. Tuvo que morderse el labio ante semejante vista, podía sentir su cara toda caliente por el creciente sonrojo. Rápido, movió su cabeza para alejar esos pensamientos, no era momento para eso. Se levantó de la cama para agarrar una sábana y colocarla sobre el cuerpo de Ray. Unas fuertes manos sostuvieron las suyas, haciendo que detuviera su trabajo de cubrir al castaño. Henry tragó saliva y miró hacia Ray, quien tenía sus ojos entreabiertos, pero lo miraba de todas formas.

—Tengo algo que decirte... hice algo malo... —sus ojos azules estaban algo dilatados y un poco rojos, pero aun así no dejaban de verse hermosos como el cielo.

Henry pudo soltarse del agarre de Ray y llevó sus manos hacia sus mejillas, sintiéndolas calientes bajo su toque —está bien — susurró, ya no estaba molesto con Ray, no podía. Quizás era un tonto por eso, un débil, dejando que sus sentimientos fueran más fuertes y tomaran control de él. Pero eso no le importaba, en este momento, solo quería que Ray estuviera bien.

—No pude salvarlo, no pude... —sollozó un poco, dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas y por los dedos de Henry.

Henry no pudo evitar sentirse algo preocupado al escuchar eso. ¿A quién se refería?, ¿A quién no pudo salvar?. Quería hacerle tantas preguntas, pero el castaño estaba tan ebrio como para responder con claridad.

—Mañana hablaremos de esto, ahora solo ve a dormir.

—No, tienes que saber algo.... —se esforzó en abrir sus ojos por completo para mirar a Henry como es debido y también, para mantenerse despierto. Alzó sus manos y las coloco sobre el rostro de Henry, pegándolo en proceso a su cuerpo. —todo lo que hago por ti, es porque... —hubo unos segundos de silencio donde simplemente se quedó mirándolo, se perdió por unos segundos antes de volver a conectarse y decir —te quiero, Henry.

Una pequeña sonrisa se instaló en el rostro de Henry al escuchar eso, su corazón empezó a latir rápidamente. Un sonrojo, también se dejó ver, tuvo que apartar la mirada del castaño. No se esperaba eso, tenía que irse de ahí pronto, tenía que hacer que Ray durmiera para poder procesar con calma lo que le había dicho o si no, su corazón explotaría.

—¿Tú me quieres también, Henry?.

Esa pregunta lo dejo en blanco. Henry no sabía qué responder. Si lo decía en voz alta estaría admitiendo lo que ya de por sí sentía, y algo en él le decía que por mucho que le hiciera feliz, que Ray dijera que lo quería, no podía asegurar que fuera verdad, estaba muy ebrio, sabía que a la mañana no recordaría nada.

—Henry... ¿me quieres? —preguntó de nuevo, esta vez, más insistente.

—Yo... —Henry lo miró por unos segundos, giró su rostro hacia un lado y sonrió un poco —yo también te quiero —cuando volvió a mirar al castaño, lo encontró completamente dormido. Y lo confirmo cuando su respiración se tornó lenta y su agarre en su rostro se volvió flojo hasta que sus manos cayeron en la cama.

Henry dejó escapar un suspiro. ¿Lo había escuchado?, ¿Se había dormido antes de que dijera lo que sentía?. Esas preguntas rondaban por su cabeza, mientras miraba al castaño dormir.

—¿Por qué no puedo estar enojado contigo? —expresó lleno de frustración mientras ocultaba su rostro en el pecho del castaño.

Luego de unos minutos se alejó lentamente del pecho de Ray y termino de arroparlo, dejándole un tierno beso en la frente como sabía que el castaño solía hacer cuando se quedaba dormido. Sonrió ante este pensamiento y salió de la habitación. Fue a la cocina rápidamente para buscar un balde, por si acaso Ray se despierta en la madrugada para vomitar. Volvió de nuevo a la habitación y coloco el balde al lado de la cama. Miró por última vez al castaño, quien ahora abrazaba una almohada, sonrió ante lo adorable que se veía con su cabello despeinado y la boca ligeramente abierta, aun estando ebrio, Ray lograba verse atractivo. Dios, sí que estaba enamorado.

Chapter Text


Ray despertó sintiendo un fuerte dolor en su cabeza. Intento con todas sus fuerzas abrir sus ojos, pero el dolor era tan fuerte que estos simplemente no querían abrirse. Dejó escapar un suspiro y se quedó tirado en la cama. Por más indestructible que fuera, una resaca siempre lo tumbaba al punto de no poder levantarse de la cama. Unos minutos después logro abrir sus ojos, lo hizo de forma lenta, hasta enfocar y localizar su habitación. Frunció el ceño levemente y a pesar del dolor en su cabeza, se incorporó en la cama, apoyándose en sus codos. ¿Cómo llegue aquí? Fue su primer pensamiento. Lo único que recuerda es estar en el bar. Se quitó la sabana de su cuerpo y se sentó. Solo así se dio cuenta de que estaba en bóxer. ¿Dónde está mi ropa? Miró a su alrededor, notando su ropa en una silla en la esquina, junto con un balde gris.

—Definitivamente, yo no hice eso... —una punzada llegó a su cabeza, obligándolo a alzar sus dedos hacia su cien. Comenzó a darse masajes en la zona, en un intento de calmar su dolor.

De repente, como si un balde de agua fría le hubiera caído encima, todos los recuerdos de anoche llegaron a su mente; Ganzel, la pelea en el bar, el niño que no pudo salvar, Henry y Schowz recogiéndolo en el bar y trayéndolo a la cueva, Henry cuidándolo hasta que se durmió... Henry.

—Demonios... ¿Qué diablos hiciste, Ray? —se tapó el rostro con sus manos, restregándose con brusquedad la cara. Ignorando el dolor de cabeza que se negaba a dejarlo, se levantó de la cama y camino hacia el baño para intentar quitarse de encima el aspecto de borracho que estaba seguro, tenía. Ni siguiera se miró al espejo, camino directo a la ducha.

Una vez que estuvo listo, se armó de valor y salió a la sala. Todo estaba silencioso y tenía miedo de lo que se podía encontrar, sin embargo, debía ser un hombre adulto y enfrentar la situación. Al salir por el engranaje, sus ojos fueron directamente hacia el sillón giratorio, encontrándose únicamente con Schowz.

—Vaya, creí que no ibas a despertar luego de la borrachera que te cargaste anoche.

Ray rodó los ojos mientras se acercaba al sillón.

—No necesito que me regañes, no soy un niño.

Schowz le frunció el ceño y apretó el tenedor que sostenía como si tuviera ganas de clavárselo en el cuello.

—¿Y qué quieres que haga?, ¿qué te aplauda y te felicite después de la estupidez que hiciste?.

—No fue una estupidez...

Schowz puso los ojos en blanco, mirando al castaño con incredulidad.

—¿No fue una estupidez? —sin esperar que Ray le respondiera, tomo el control remoto y activo una de las pantallas de los monitores. Ray se giró para ver que un video había sido grabado; en el video, se le veía peleando con los guardaespaldas de Ganzel.

No sabemos quién es este hombre — la voz de Trent Ovenrunder se escuchaba mientras su escena de pelea se proyectaba —pero vaya que estaba molesto con-

Schowz apago el televisor antes de que pudiera escuchar algo más.

—¿Eso no es algo estúpido? —Schowz lo miró con una ceja alzada —al menos no fuiste tan idiota como para ir como capitán man. Quien sabe qué hubiera pasado, quizás Ganzel ya hubiera encontrado este lugar y estaríamos en graves problemas.

—No tengo miedo a que ese imbécil me encuentre, espero lo haga y le mostraré de lo que soy capaz —expresó con enojo en su voz, haciendo muchos con sus manos. Schowz lo miró con molestia y no pudo contenerse más.

—¿Y con eso poner a todos en peligro?, ¿qué hay de Henry?, ¿también lo vas a poner en peligro?. El de verdad es un ángel como para no estar enojado contigo, ¿sabías que ayer se quedó cuidándote y pasaba a verte cada cierto tiempo, solo para revisar cómo estabas? —Schowz supo que tocó su punto débil cuando lo vio bajar la mirada —sí, no lo sabes, tuve que obligarlo para que fuera a dormir porque no quería dejarte. Dios Ray, tienes suerte de tenerlo, y vas y cometes una estupidez como esta. Deberías estar agradecido porque Henry no se fue a la primera cuando descubrió que le ocultabas información —se levantó del sillón, ya no quería seguir viendo al castaño. Sin embargo, antes de irse, decidió agregar algo más. — Oh, y espero que te hayas percatado de lo que está en el elevador, ¿adivina quién va a limpiar eso? —sonrió descaradamente y luego se fue, dejando al castaño solo.

Ray miró hacia el elevador, este se encontraba abierto, un charco de líquido amarillento y algo asqueroso se dejaba ver justo en toda la entrada, fue fácil para Ray deducir que eso era vómito y que era suyo. Hizo una mueca mientras se recargaba en el respaldar del sillón. Dejó escapar un suspiro y cerró sus ojos. Schowz tenía razón, él era tan afortunado de tener a Henry en su vida, de haber encontrado a alguien como él que lo hacía ver el mundo diferente y, aunque no eran nada más que simples amigos, para él, Henry ya era lo más importante en su vida. Pero ahora, había cometido una gran estupidez que, quizás, haya puesto fin a su relación.

Miró hacia el engranaje, a solo unos pasos estaba la habitación de Henry. Quizás aún está dormido, quizás no. Como sea se levantó y camino con dirección a la habitación de Henry para disculparse con él y solucionar todo el desastre que había creado. Al llegar a la puerta se detuvo, no sabía si estaba haciendo lo correcto, si debía esperar un poco, pero no podía, no quería esperar, tenía que sacar este sentimiento de culpa de su interior. Así que sin más, tocó la puerta levemente y luego espero.


Henry apenas y pudo dormir anoche, pero eso era algo que ya lo tenía acostumbrado. Entre sus constantes pesadillas y en el querer estar pendiente del castaño, solo logró conciliar el sueño por un par de horas y cuando se percató, ya era de día otra vez. Salía del baño, luego de lavarse la cara y cepillarse los dientes, cuando escucho la puerta, algo extrañado se acercó a esta y lentamente la abrió un poco para asomarse, mayor fue su sorpresa cuando se topó con el castaño.

—Ray —expresó con algo de asombro mientras abría la puerta por completo —¿cómo te sientes?

Ray dejo escapar una sonrisa antes de responder.

—Estoy bien, gracias por preguntar —se detuvo unos segundos antes de agregar —¿puedo pasar?, me gustaría hablar...

Henry se tomó unos segundos para responder, entre mirar hacia el interior de su habitación y de vuelta a Ray, asintió con su cabeza y lo dejó entrar. Ray le regaló otra sonrisa mientras pasaba justo a su lado.

—Perdón, la cama está un desastre, apenas me estoy levantado —dijo, mientras caminaba de forma apresurada hacia la cama para acomodarla un poco, dejándola lo más decente que podía. Ray simplemente hizo un gesto con su mano, restándole importancia al asunto. Espero a que Henry terminara de ordenar la cama y luego se sentó en esta cuando Henry le indico que podía hacerlo. —Bien, ¿de qué quieres hablar? —preguntó Henry solo por educación mientras se sentaba frente a Ray. Él ya sabía exactamente de qué iba a hablar.

Ray tragó saliva, repitiendo en su mente lo que iba a decir para no arruinarlo cuando su boca comenzara a hablar.

—Quería disculparme por mi comportamiento de ayer, sé que estuve mal y tienes todo el derecho de odiarme, yo... sé que hice mal en muchas cosas y quizás no merezco tus disculpas, probablemente no debería estar aquí pidiendo tu perdón y está bien si estás enojado conmigo, eso es lo único que merezco... —apartó la mirada de Henry, la culpa lo estaba carcomiendo. Fueron los segundos más eternos de su vida hasta que escucho la suave voz de Henry.

—No estoy enojado contigo —dijo y Ray rápidamente puso su mirada de vuelta en esos ojos cafés. —sin embargo... ¿por qué fuiste tras Ganzel sin idear un plan?, pudiste meterte en peligro.

Ray se bloqueó al escuchar esas palabras, ¿Henry? ¿Él sabía?. No debería sorprenderse, sin embargo, lo hizo.

—¿Cómo sabes que fui tras Ganzel? —preguntó tontamente en medio de balbuceos.

—Schowz me contó todo lo que había pasado después de nuestra discusión. Además, hay un video de ti rondando por internet donde se te ve peleando con los guardaespaldas de Ganzel.

Ray apartó la mirada al ver la expresión de queja en el rostro de Henry. Maldición, lo hecho todo a perder.

—Lo siento...

—Te dije, te dije que debías parar con esto, que no quería que hicieras nada, pero no me escuchas, eres tan impulsivo y te dejas llevar por eso, —dejó salir todo lo que sentía, la frustración en su voz se podía escuchar y hasta sentir. Ray simplemente guardó silencio y acepto el regaño como niño después de hacer una travesura. —estaba tan preocupado por ti y cuando Schowz me dijo que te fuiste así y luego ver el video... Ganzel pudo hacerte daño.

—Henry, soy indestructible, nada malo puede pasarme. Ese hombre jamás me haría daño.

El rubio dejó escapar un suspiro de frustración, casi cansado de la terquedad de Ray. Se acercó un poco y tomo sus manos, las apretó en un intento de que le prestara atención.

—Por favor, Ray, quiero que me prometas que dejaras atrás esto. Olvídate de Ganzel, solo déjalo.

—Henry, no puedo-

—Por favor. Déjale esto a la policía, ellos pueden encargarse —sus ojos estaban llenos de súplicas mientras hablaba, apretando las manos de Ray con más fuerza a medida que cada palabra salía de su boca.

—Henry, tú sabes que la policía es amiga de Ganzel, no harán nada.

—Entonces hazlo por mí —expresó con firmeza, acercándose más al castaño —sé que empezaste toda esta búsqueda por mí, por eso ahora te pido que te detengas. Por favor, Ray, todo va a estar bien, solo déjalo ir.

Ray no podía entender por qué Henry estaba pidiéndole algo así. Henry le estaba pidiendo que dejara —por un momento —de hacer algo que se le fue inculcado desde los ocho años; proteger y salvar a las personas de los malos y llevarlos a la cárcel. Estaba entre la espalda y la pared, Henry lo había dejado en una posición complicada. Acarició las manos contrarias que con fuerza sostenían la suya, Henry seguía esperando una respuesta.

—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres? —fue lo único que dijo, luego de unos segundos en completo silencio.

—Quiero empezar de nuevo y sé que estos recuerdos nunca se irán, jamás los olvidaré y siempre vivirán en mí, pero ahora tengo esta oportunidad de tener una nueva vida, contigo —sonrió un poco, sonrojándose al confesar esas palabras. Al ver la sonrisa de Ray supo que todo estaba bien y decidió continuar —quiero comenzar una vida contigo, en este lugar, con los chicos. Y quiero hacerlo sin tener que pensar en ese hombre —apartó la mirada ante el recuerdo de Ganzel.

Ray simplemente lo miraba con cierto dolor. Quería tanto poder eliminar esos recuerdos de su mente, eliminar todas esas horribles experiencias que Henry tuvo que vivir y cambiarlas por hermosos momentos, por una vida llena de amor donde solo tuviera felicidad, pero sabía que eso no podía. Sin embargo, a pesar de no poder arreglar el pasado, podía hacer que Henry tuviera un futuro hermoso. Solo por eso accedió a la petición de Henry.

—Está bien, lo haré, te prometo que ya no iré tras Ganzel —intento sonreír cuando Henry lo miro con una expresión de alivio. Él no lo estaba del todo, sentía que estaba fallando como superhéroe al no hacer lo correcto y detener a ese hombre, pero era Henry y por él haría lo que sea.

Henry le sonrió mientras se acercaba para darle un fuerte abrazo.

—Gracias —murmuró contra el cuello de Ray —sé que esto que te pido es mucho, pero gracias por intentarlo.

—Descuida.

Henry suspiró y se permitió cerrar los ojos, disfrutando de este momento. Siempre que estaba en los brazos del castaño se sentía como en las nubes y un sentimiento de ensoñación entraba en él, era como una droga de la cual se estaba volviendo adicto, quería estar en los brazos de Ray por el resto de su vida. Pero como todo, en algún momento tiene que terminar. Después de unos minutos se separaron del abrazo.

—Entonces... ¿estamos bien?

—Sí, estamos bien —Henry sonrió mientras respondía.

Ray sonrió, quería agregar algo más, pero la resaca que había estado ignorando y el dolo de cabeza, lo atacaron de nuevo. Cerró sus ojos con fuerza y se dejó caer en la cama, no fue tan brusco, pero fue lo suficiente para lograr preocupar a Henry.

—¿Estás bien?

—Sí, solo tengo algo de resaca —llevó sus manos hacia sus sienes y comenzó a dejar masajes. —se me pasará pronto —agregó, pues, cuando entreabrió sus ojos vio la expresión preocupada de Henry, Ray no quería que estuviera así por él.

Henry negó con su cabeza, sabiendo que eso era una vil mentira. Se levantó de la cama y de forma suave palmeo la pierna del castaño.

—Vamos, se dé algo que puede ayudarte con la resaca. —estiró su mano para ayudarlo a levantarse.

Ray lo miro con el ceño fruncido, sin embargo, acepto su mano.

—No necesito que me hagas nada, estoy bien. —comentó mientras era llevado por Henry hacia la cocina, fue ignorando olímpicamente. Salieron por el engranaje y caminaron hasta llegar al próximo pasillo, Ray se detuvo en cuando vio su vómito aún esparcido por el piso.

—Lo limpiaré más tarde.

Ray miró a Henry de forma incrédula, ¿de verdad había dicho eso?

—No, jamás te dejaría hacer eso, yo lo limpiaré y no quiero protestas. Es mi desastre y yo lo limpiaré —sentenció sabiendo que el rubio era capaz de ofrecerse a limpiar solo porque sí.

Henry simplemente asintió, no quería pelear por eso. Siguió su camino hasta llegar a la cocina. Al entrar, soltó al castaño y se dirigió a los pequeños cajones, sacando una pequeña tetera, luego saco algo de agua del refrigerador y prendió la cocina. Con cuidado coloco la tetera llena de agua en una de las hornillas.

—De verdad no tienes que hacer esto —no pudo evitar decirlo y solo en ese momento se dio cuenta de que así se sentía Henry cuando él hacia las cosas para Henry, aun cuando no se las pedía.

—Quiero hacerlo —Henry abrió uno de los sobrecitos de té y lo esparció en el agua —cuando me mude a las casas adoptivas, solía enfermarme mucho, pero una de las tantas cuidadoras que tuve era una señora muy gentil, ella siempre me preparaba te cuando me sentía mal, siempre me ayudaba a sentirme mejor. Ella fue una de las primeras personas que me demostró cariño luego de perder a mis padres —murmuró ante el recuerdo mientras apagaba la cocina.

Ray lo miró con algo de tristeza y ternura a la vez.

—Eso es muy lindo de escuchar. Me alegra saber que alguien se interesó por ti y te cuido lo más que pudo.

—Sí, bueno, éramos muchos niños, pero ella siempre se encargaba de darnos amor a cada uno.

—Seguro que sí, debe ser una mujer muy amable.

—Sí, espero que esté bien —comentó mientras se movía por la cocina, buscando una taza —ella se enfermó y no pudo cuidarnos más, fue cuando tuve que ir a otra casa adoptiva.

—Estoy seguro de que debe estar bien.

Henry lo miró con una pequeña sonrisa. Sabía que eso no era verdad, pero era lindo que el castaño quisiera animarlo.

—Tú te está listo.

Ray tomó la taza que Henry sostenía y le regaló una sonrisa.

—Gracias —dijo antes de llevarse la taza a sus labios y darle un sorbo.

—Ten cuidado, está algo caliente. Podrías quemarte.

Ray alzó una ceja de forma incrédula.

—Henry-

—Sí, lo sé, indestructible, lo siento —se rio un poco, dejando escapar un suspiro.

Ray lo miro con una sonrisa al mismo tiempo que le daba finalmente un sorbo al te.

—Está delicioso, te quedo muy rico.

—No es para tanto, cualquiera puede hacerlo.

—Bueno, no creo que alguien lo haga tan delicioso como tú —le guiño un ojo, no supo por qué lo hizo, pero cuando vio el sonrojo de Henry agrandarse, se sintió sumamente complacido.

Henry tragó con dificultad cuando sintió que comenzaba a hacer calor en la pequeña cocina. Con nerviosismo, se movió de nuevo por el lugar, buscando algo que lo distrajera de la creciente tensión que comenzaba a formarse. Pronto recordó algo de las resacas y se acercó a uno de los cajones, removió en esto hasta dar con lo que estaba buscando. Se volvió hacia Ray un poco más calmado y le tendió lo que tenía en la mano.

—Sé que eres indestructible, pero el té y la pastilla te ayudaran a sentirte mejor. Y te recomiendo ir a recostarte, quizás te provoque algo de sueño.

—Lo que diga el doctor —volvió a guiñarle un ojo a Henry, gustando de sus sonrojos y de las expresiones que hacía.

Después de eso, volvieron a las habitaciones, desviándose esta vez, hacia la de Ray. Henry fue el primero entrar conduciendo al castaño hacia la cama. Ray quiso protestar, podía hacer eso por su cuenta. Sin embargo, cuando se tomó la pastilla y el té por completo, comenzó a sentirse cansado.

—¿Qué le pusiste a esto? —murmuró, su voz lenta y baja, llena de sueño. Se restregó un ojo, su cuerpo estaba pesado y solo por eso, dejo que Henry lo moviera a su antojo.

Henry le sonrió mientras le quitaba la taza, dejándola en la mesa de noche para después ayudarlo a recostarse.

—Estarás bien, solo cierra los ojos y duerme un poco.

Ray murmuró cosas que Henry no logro entender, pero ya estaba más dormido que despierto. Henry sonrió ante esto mientras terminaba de arroparlo, luego se inclinó hacia su rostro para dejar un beso en su frente antes de retirarse y dejarlo descansar. Ray no supo cuánto tiempo estuvo dormido, pero al despertar se sintió mucho mejor que en la mañana. Su dolor de cabeza había desaparecido como si nunca hubiera tenido una resaca. Eso lo hizo sonreír mientras se acomodaba mejor en la cama, listo para seguir durmiendo. Sin embargo, escucho el sonido de la puerta siendo abierta. Se incorporó un poco para ver quien entraba sin su permiso. Alejó todos sus malestares cuando vio que solo se trataba de Henry.

Ambos se sonrieron a modo de saludo, Henry entró por completo a la habitación, cerrando la puerta con su pie. Ray notó que traía una bandeja de comida.

—¿Qué tal tu siesta? —preguntó mientras se sentaba a su lado.

—Dormí como un bebé.

Henry sonrió — eso me alegra. Debes tener hambre, te preparé algo —estiró la bandeja para colocarla sobre el regazo de Ray —sé que tu estómago debe estar algo sensible por todo lo que vomitaste ayer, así que te prepare un poco de sopa.

—No debiste hacerlo, —murmuró mientras miraba hacia la bandeja —no merezco que hagas todo esto por mí, no después de lo de ayer.

—Está bien, además, tú haces cosas mejores por mí, y siento que esta es una linda forma de agradecerte.

Ray dejó escapar una sonrisa, alzando su mirada para ver a Henry.

—Gracias.

—Anda, come.

—Solo si te quedas conmigo y me haces compañía —hizo un puchero, tomándose la oportunidad de ser tierno. Al mismo tiempo, no quería estar solo.

—Está bien —Henry respondió luego de reírse.

Ray asintió lleno de felicidad y una vez que Henry se colocó a su lado, comenzó a tomarse a sopa.

Después de tomarse la sopa y halagar a Henry por lo deliciosa que le había quedado, lo invito a mirar una película, Henry accedió y dejó que el castaño escogiera la película mientras él llevaba la bandeja a la cocina. Volvió a la habitación unos segundos después y se sentó de vuelta en la cama junto al castaño, quien ya lo esperaba con la película lista para ser reproducida. Ray le sonrió en cuanto se sentó a su lado antes de colocar la película.

—¿Qué película es esa? —preguntó Henry, frunciendo levemente el ceño, sin embargo, mantenía una sonrisa en su rostro.

—¿No sabes cuál es? — Ray despegó la vista de la pantalla para mirar a Henry de forma incrédula —Es un clásico. — el castaño había colocado una de las películas favoritas de su infancia, quería compartir algo especial con el rubio.

Henry negó — Nunca la había visto, se ve que es algo antigua. ¿Qué tan viejo eres? —alzó una ceja hacia Ray.

Ray se llevó una mano a su pecho, algo ofendido. —Nunca uses esa palabra para referirte a mí, Henry.

— Ah, ¿sí?, ¿y qué vas a hacerme? —se cruzó de brazos, burlándose más del castaño. Ray sonrió con picardía.

—Bueno, digamos que recibirás la visita del capitán cosquillas.

Henry exclamó de asombro cuando Ray se lanzó sobre él y comenzó a dejar cosquillas en su barriga. Al segundo, empezó a reírse a carcajadas. Ray sonreía mientras le dejaba más cosquillas. Henry trataba de alejarlo con sus manos, pero era imposible, Ray movía las suyas por todo su cuerpo haciéndole más y más cosquillas.

—Ya, ya, ya —expresó entre jadeos, mientras se retorcía en la cama de la risa. Ray aprovechó eso para apresarlo más contra la cama —por favor, me voy a hacer pipí.

Ray decidió parar con las cosquillas y se detuvo. Henry respiraba pesadamente, mientras intentaba recuperar el aliento. Descubrió la cercanía que tenía con el castaño, pero no lo incómodo, en cambio, era agradable tenerlo casi pegado a su cuerpo.

—Desde aquí puedo verte un par de canas, viejito —se burló mientras llevaba sus manos al cabello de Ray y comenzaba a despeinarlo.

Ray exclamo entre risas, ahora siendo el quién tratará de apartar las manos de Henry. Ambos se reían sin parar hasta que se quedaron sin aire y tuvieron que parar.

Después se quedaron en silencio, simplemente mirándose, azul y marrón conectando miradas. Ray miraba cada pequeño detalle del rostro de Henry, desde sus cejas delgadas, su linda nariz, hasta llegar a sus labios, esos que lo tenían loco desde hace un tiempo. Se mordió los suyos, algo ansioso por corta la distancia entre ellos y besarlo. Miróa Henry, quien parecía pensar lo mismo que él, pues, lo encontró mirando sus labios.

Lentamente, fue acercándose, era ahora o nunca, solo estaban ellos dos, sin interrupciones, era el momento, Ray lo sabía. Henry se percató de la cercanía del castaño y salió de su pequeño trance para mirarlo, pero no lo detuvo. Dejó que siguiera acercándose, hasta sentir su aliento y el roce de sus narices, de sus labios.

Ray se detuvo antes de conectar sus labios y miró al rubio, pidiendo permiso. Henry le regaló una pequeña sonrisa y con eso, Ray lo supo. Cerró ojos y terminó de cortar la distancia, conectando finalmente sus labios con los de Henry.

Y entonces pasó, se estaban besando.

Empezó como un beso pequeño, ninguno hizo nada por unos segundos. Ray se atrevió y abrió su labio inferior intentando profundizar el beso, Henry entendió y con gusto acepto, abriendo sus labios también, empezando a moverlos junto con los del castaño en una perfecta sincronía, como si de alguna forma sus labios se conocieran de toda la vida.

Movían sus labios lentamente, probando el dulce sabor natural de cada uno, Ray se tomó el atrevimiento de morder el labio de Henry, provocando una pequeña risa en él. El beso se volvió con más desespero después, sus lenguas hicieron acto de presencia. Movían sus cabezas de un lado a otro como si de un baile se tratara. Ray lo tomó de la cintura, pegándolo hacia su cuerpo, mientras que Henry lo rodeo por el cuello, colocando sus brazos alrededor de este.

Siguieron besándose hasta que la falta de aire se volvía insoportable y a duras penas tuvieron que esperarse. Lentamente, Ray dejó los labios de Henry, sin alejarse mucho, abrió los ojos y miro a Henry, quien seguía con los ojos cerrados, completamente rojo como un tomate y con una pequeña sonrisa en sus labios. Ray sonrió ante la vista y dejó un suave beso en sus labios antes de juntar su frente contra la de Henry. Después cerró sus ojos y soltó un suspiro.

—Ray.

Escuchar la suave voz de Henry lo dejo cautivado, quería poder atrapar este momento y quedarse en él para siempre. Aquí, con Henry en sus brazos, besando sus labios sin interrupciones. Ray abrió sus ojos y se alejó un poco para poder verlo mejor.

—Te escuché ayer. Te escuché cuando dijiste que me querías.

Un sonrojo se dejó ver en las mejillas de Henry, Ray sonrió ante esto y acerco sus manos hacia el rostro lleno de color carmesí.

—También te quiero, no estaba divagando, ni era por lo ebrio que estaba. Lo digo en serio, te quiero Henry, te quiero de muchas maneras —sonrió mientras sentía una calidez entrar por todo su cuerpo. Finalmente, estaba diciendo en voz alta todo aquello que quería decir. Eso lo hizo tan feliz que casi toma a Henry de nuevo y besarlo hasta el cansancio.

—Me pasa lo mismo, te quiero, más de lo que debería y eso me aterra...

Ray lo miró con dulzura y compasión, lo entendía a la perfección.

—Lo sé, también me aterra, pero no voy a dejar que ese miedo se apodere de mí. Yo quiero esto, te quiero y si tú me dejas yo-

Fue interrumpido por unos labios posándose en los suyos, tomaría eso como si de parte de Henry y correspondió el beso. Empezaron un beso lento, tierno, sin apuros ni presiones, solo siendo ellos dos, en la habitación, demostrándose todo el amor que sentían y llevaban ocultando desde hace meses. Una vez que rompieron el beso, volviendo a mirar con sumo amor. Acariciaban sus mejillas, no queriendo separarse de su toque.

—Ray, quiero preguntarte algo y sé que quizás este no es el momento y sé que dije que no quería hablar más de este tema, pero...

—¿Qué está pasando en esa cabecita? —Ray preguntó de forma tierna, usando sus dedos para acariciar su piel.

Henry se tomó unos segundos para ordenar sus palabras, cuando estuvo listo, dejó escapar un suspiro.

—Ayer mencionaste que no pudiste salvar a alguien, ¿A quién no pudiste salvar?.

Ray tragó saliva ante el recuerdo, en sus ojos solo se reflejaba el dolor. Henry se sintió mal por haber preguntado, iba a retractarse, pero el castaño respondió.

—Era solo un niño, como de unos 13 años. Creo que se llamaba... Bose, sí, su nombre es Bose y él estaba tan asustado y yo no pude... no pude...

Henry se apresuró en consolarlo, dejando besos en sus mejillas, terminando con uno suave en sus labios.

—Está bien, a veces no podemos salvar a todos.

Ray sacudió su cabeza en negación y se apartó un poco de Henry.

—No, no está bien. Debí salvarlo, es mi deber como superhéroe, pero falle, le falle Henry y es por eso que no quería dejar la búsqueda, sé que existen más niños como tú, como ese pequeño que están siendo maltratados por ese hombre y nadie hace nada —chasqueó la lengua a modo de frustración sintiendo cómo la ira entraba en su cuerpo. —pero yo puedo ayudarlos y salvarlos.

—Sé que sí y tú tenías razón, me importan esos niños, lo hago y sé que soy un egoísta por pedirte que no sigas con eso, solo porque yo tengo miedo de volver a enfrentar mi pasado.

—No digas eso. No eres egoísta, eres una buena persona que paso por cosas malas y que quiere olvidarlas para seguir adelante y esto es más que válido.

Henry apartó su mirada, mirando por encima del hombro del castaño, negó un poco con su cabeza, perdiéndose en el dolor que comenzaba a creer en su pecho.

—No siento que sea así...

Ray lo miró con tristeza y lo tomó en sus brazos para darle un cálido abrazo. Henry no tardó en corresponderle, ocultando su rostro dentro de su cuello. Se mordió el labio, evitando soltar una lágrima. Hoy no quería llorar, pero se sentía tan mal por ser un completo idiota que solo piensa en él.

—Te vi reflejado en ese niño —murmuró Ray, aún sin apartarse del abrazo —te imagine usando esas prendas y sentado en el regazo de ese maldito y yo simplemente no me pude contener, intente salvarlo... —apretó con más fuerza a Henry, temiendo que si lo soltaba, se convertiría en ese niño y se iría de su lado.

Henry fue quien terminó rompiendo el abrazo, alejándose un poco de Ray para mirar sus hermosos ojos azules. De nuevo llevó sus manos hacia el rostro más viejo, dejándolas descansar en sus mejillas.

—Cuando estaba en esa casa, yo era el más pequeño, tenía solo 15 años y todos querían... tenerme... —tragó saliva al recordar eso, pero trató de ser fuerte para terminar de contar la historia —así que Ganzel me ponía a realizar cosas asquerosas y yo tenía que dejar que me hicieran cosas asquerosas. A veces, las demás chicas se ofrecían para realizar esas cosas, así yo no tenía que hacerlas. Dimitra era de las primeras, siempre se sacrificaba por mí —sonrió un poco con algo de tristeza, recordando todas las veces que la castaña lo salvo de tener que estar con horribles hombres, todos desagradables.

—Lo lamento tanto, lamento tanto que tuvieras que pasar por todo eso —murmuró, pegando su frente contra la de Henry después de dejar un suave beso en su piel — desearía haberme enterado de esto antes y haberte salvado.

—Eso ya no importa, ahora estoy contigo y eso es todo lo que me importa —acerco más a Ray hacia su rostro y comenzó a besarlo.

Ray correspondió el beso de manera desesperada y con algo de miedo. Imaginarse esas cosas que alguna vez le hicieron a Henry, lo asustó de tal manera que tenía miedo de que si lo alejaba de él, alguien podría lastimarlo de nuevo. Sin querer soltó una lágrima, supuso que se podía permitir llorar y ser débil por un momento por la persona que quería.

Se dejó llevar un poco por el sentimiento y algo más. Con sus manos empezó a dejar caricias por el torso de Henry hasta llegar a su abdomen, levantó la camisa solo un poco para colocar sus manos en el plano abdomen del rubio, sintiendo su cuerpo algo caliente. Henry se estremeció al sentir el toque. Dándose cuenta de a donde iría la situación, decidió terminarla. No quería ir más allá de simples besos. Abrió sus ojos y a duras penas, separo a Ray de sus labios.

—Ray, espera.

Por suerte el castaño se dio cuenta de la situación y saliendo de su ensoñación, se alejó para mirar a Henry con asombro y casi vergüenza.

—Perdón, yo... me dejé llevar —miró a Henry con algo de miedo, como si le hubiera hecho daño. Lo que menos quería hacer era algo que lo incomodara y que gracias a eso arruinara lo que apenas estaban empezando a tener.

—Está bien —Henry lo calmó, regalándole una sonrisa —es solo que, quizás debamos-

—Ir lento, lo sé.

—Sé que es muy tonto, pero-

Ray negó con frenesí mientras tomaba el rostro de Henry.

—No es nada tonto, no digas eso de nuevo. Iremos con calma y llegaremos a eso cuando sea el momento adecuado.

Henry asintió lentamente, con una pequeña sonrisa y un suave sonrojo. Ray lo abrazo de nuevo y se recostó en la cama, dejando a Henry encima de él, sobre su pecho. Henry se acurrucó en los brazos que lo envolvían protectoramente y suspiro un poco, sintiendo la felicidad recorrer por todo su cuerpo.

—Amo estar en tus brazos.

Ray sonrió un poco, pego a Henry más a él, dejando un tierno beso en sus rubios cabellos.

—Amo tenerte en mis brazos.

Henry alzó la mirada para verlo con una sonrisa, se acercó más a su rostro para dejarle un tierno beso. Ray le correspondió, feliz de por fin tenerlo como él quería. Después de eso, se quedaron un rato más en la cama y terminaron de mirar la película que habían olvidado y que estaba reproduciéndose en la pantalla.

Una semana después...

Las cosas entre Ray y Henry solo podían estar mejor. Si bien aún no llegaban a nada más que solo besos y abrazos en la cama, Ray no podía estar más feliz de tener a su rubio como siempre quiso. No le importaría esperar hasta que Henry estuviera listo para dar el siguiente paso, sabía que Henry había pasado por mucho y no iba a presionarlo.

Ahora se encontraban en su cama, Henry prácticamente se había mudado a la habitación de Ray, ya que este no quería dejarlo ir por las noches. Era de mañana y ambos se encontraban acostados, abrazados, dándose besitos de vez en cuando, disfrutando de la compañía del otro.

—No quiero levantarme—se quejó el castaño después de soltar un bostezo —mejor quedémonos en cama todo el día.

—No podemos hacer eso, ¿qué tal si hay una emergencia? —preguntó Henry en medio de risas ante la adorable escena que Ray le estaba dando.

—Diré que estoy enfermo y que no puedo ir.

Henry lo miró de forma incrédula, dejando escapar una sonrisa.

—Eres indestructible, tonto, no puedes enfermarte —se levantó de la cama y le pidió a Ray que lo siguiera. A regañadientes, el castaño se levantó y lo siguió.

Después de darse una ducha —por separado— se vistieron y salieron para tomar el desayuno junto con el científico quien, luego de un par de días y varias disculpas por parte de Ray — estas por obligación de Henry— dejó su enojo atrás y perdono a Ray por su comportamiento.

Desayunaron y se quedaron tirados en el sillón giratorio, por ahora no había nada que hacer. Así que aprovecharon ese momento para besarse y estar juntos, desbordando puro amor.

Ray rodeaba a Henry por la cintura fuertemente, dejando una que otra caricia, mientras que Henry lo rodeaba por el cuello. Todo iba bien hasta que las alarmas de emergencia empezaron a sonar. Ray dejó escapar un suspiro lleno de frustración y a duras penas se separó de Henry.

—Te lo dije.

Ray lo miró con cierto fastidio, mientras se levantaba y caminaba hacia los monitores. Apagó la las alarmas y reviso cuál era la emergencia. Después saco una goma y se transformó en Capitán man.

—Volveré rápido —murmuró cerca de los labios de Henry antes de depositar un suave beso. Henry solo asintió y lo vio irse por los tubos.

Ese volveré rápido, se estaba tardando más de lo deseado y ahora Henry se encontraba en la cueva aburrido y sin nada que hacer. Recostado en el sillón, esperaba por la llegada de Ray. Jugaba con su teléfono a modo de distracción, también para matar el tiempo. Pronto, el aburrimiento se volvió insoportable y cuando se cansó de estar en su teléfono, decidió ir a la tienda; ya era algo tarde y nadie la había abierto aún, Jasper se encontraba en clases y Ray era muy flojo para ir hasta arriba y atender el lugar, razón cuál tenía a los chicos para que hicieran esa parte de su trabajo. Henry se levantó del sillón y caminó hacia el elevador, presionó el botón para ir hasta arriba, tambaleándose un poquito al subir —aún no se acostumbraba al movimiento tan rápido—. Al salir camino por la trastienda, yendo directo a la puerta de entrada, cambio el letrero de cerrado a abierto y le quitó el seguro. Después se acercó al mostrador y se sentó en el taburete.

Paso un rato arriba en la tienda, atendió a un cliente y realizo una venta. Eso lo hizo feliz, había hecho algo productivo, no se sentía como un inútil. Estaba guardando el dinero en la caja registradora cuando escucho el tintineo de la tienda. Se dio la vuelta para ver a Jasper y a Charlotte entrar.

—¡Hola Henry! —exclamó Jasper, más feliz de lo normal.

Henry lo miró con una ceja levantada. — ¿Por qué tan feliz Jasper? —preguntó con una sonrisa hacia su amigo.

—Porque hoy fue el último día de clases, lo que significa... ¡VACACIONES! — exclamó casi gritando —no más levantarse temprano, hacer tareas, estudiar... ¡somos libres! — tomóa Charlotte de los hombros moviéndola un poco para que se contagiara de su emoción.

Charlotte simplemente rodó los ojos y refunfuño un poco mientras se alejaba de su toque

—Como si hicieras alguna de esas cosas, lo único que hiciste fue copiar mis tareas y nada más.

Henry se rio por esto, Jasper, en cambio, decidió ignorarla.

—¿Cómo estás tú, Henry?.

—Yo estoy bien.

—¿Tú y Ray?, ¿qué onda con ustedes? —sonrió con picardía, mordiendo las cejas coquetamente.

—Uy sí, cuéntanos Henry — Charlotte, por una vez en su vida, decidió seguirle el juego a Jasper. Ambos jóvenes colocaron los codos en el mostrador, llevando las manos a sus mejillas, sonriendo ampliamente y esperando a que Henry les contara.

—Ray y yo solo somos amigos —murmuró mientras se sonrojaba.

Si bien se besaban y dormían juntos, Henry aún no sabía si eran novios o simplemente amigos con beneficios. Ray no se lo había dejado en claro y a él le daba vergüenza preguntar.

—Amigos de los que se besan —dijo Jasper con una risa y cuando vio que Henry lo miro de forma incrédula, haciéndose el desentendido, decidió agregar —vamos, los hemos visto besarse en el sillón.

—¿Besarte?, Más que hacer eso, se comen —agregó Charlotte, riéndose un poco. Después miró a Henry y le regaló una sonrisa sincera —me alegra verte feliz y que Ray también lo esté. Ambos se merecen el uno al otro.

Henry ya estaba rojo carmesí y no sabía qué responder ante tantos elogios. Solo pudo agradecer en voz baja y mirar a los chicos, regalándoles a ambos una pequeña sonrisa.

—¿Qué les parece si salimos más tarde? —Jasper habló de nuevo, cambiando el tema —debemos celebrar que estamos de vacaciones —canturreó mientras se iba caminando, casi bailando hacia la cueva. Charlotte y Henry lo miraron irse mientras se reían y lo seguían.

Pasaron las siguientes horas decidiendo a donde ir. Al final, escogieron ir al cine luego de que Henry comentara tímidamente que nunca había tenido la oportunidad de ir a un lugar como ese.

—¿Seguro que no quieres venir? —Henry le había preguntado al castaño una vez que volvía de su habitación con su chaqueta en mano.

Ray se levantó y negó con su cabeza. —No, estoy bien, ve a divertirte. — quería que Henry pasara tiempo con los chicos, que se divirtiera por su cuenta y celebrara la juventud que le habían arrebatado y que, ahora, podía volver a tener con libertad.

—Está bien —fue todo lo que Henry dijo.

Ray se acercó para darle un rápido y pequeño beso, Henry aún no se acostumbraba a besarse en frente de sus amigos y aunque a Ray no le importaba eso, no quería incomodarlo. Le regalo una última sonrisa, antes de dejarlo ir.

Los tres jóvenes salieron de la tienda y comenzaron a caminar rumbo al cine. Este quedaba cerca, así que decidieron irse caminando. Iban por la acera mientras Jasper le contaba a Henry sobre la película que iban a ver, de paso, aprovechaba para actualizarlo con todo el mundo del cine que Henry se había perdido. La verdad es que a Henry no le interesaba, pero escuchaba con atención a su amigo, pues, este le contaba con tanto ánimo, que no quería parecer un mal educado.

—Pero, debes saber, que la mejor película del año es-

Jasper no pudo terminar su frase, pues,una camioneta negra se paró al lado de ellos y tres hombres vestidos de negro y con pasamontañas salieron de esta. Los tres jóvenes detuvieron su caminar cuando vieron a los hombres. Intentaron retroceder, pero fue en vano. Henry fue sometido por uno de los hombres y trato de forcejear cuando el hombre le puso un saco en la cabeza.

—¡Henry! —exclamó Charlotte, quien era sujetada con los brazos en su espalda por otro hombre. Jasper intento defenderse, pero otro de los hombres le dio un fuerte golpe, tumbándolo al suelo. —¡Jasper! —Charlotte trató de soltarte del agarre del fuerte hombre para correr y auxiliar a su amigo, pero fue imposible. Entre lágrimas vio como golpeaban a Jasper y metían a Henry en la camioneta. Gritó por ayuda, pero la calle estaba desolada, nadie la escuchaba y ella comenzó a llorar.

Jasper quedó inconsciente justo cuando la soltaron, tirándola en el suelo a su lado. Lograron meter a Henry en la camioneta y se fueron, dejando a Jasper y Charlotte tirados en el suelo.

—Jasper, Jasper —Charlotte lo llamaba y lo movía frenéticamente por los hombros. Jasper tenía toda la cara ensangrentaba, con la nariz rota y un ojo lastimado. Charlotte miró en dirección hacia la camioneta, dándose cuenta de lo que había pasado; se llevaron a Henry. Con algo de nervios, sacó su teléfono de su bolsillo y con sus manos temblando marco el número del castaño.

Char ¿qué pasa? —se escuchó en la otra línea la voz relajada del castaño. Charlotte tragó saliva antes de hablar.

—Henry... —empezó a decir, tartamudeando un poco —se lo llevaron.

El castaño rápidamente se levantó del sillón, su cuerpo tembló un poco y su corazón empezó a acelerarse descontroladamente.

¿Qué? —preguntó con temor, sintiendo que la vida se le iba de las manos. Tuvo que agarrarse del sillón para no desmayarse mientras escuchaba la voz entrecortada de Charlotte contarle lo que había pasado.

—Henry... unos hombres, se lo llevaron... —Charlotte tragó saliva con dificultad, mirando a Jasper todavía inconsciente a través de sus lágrimas. —lastimaron a Jasper, Ray, por favor, ven por nosotros... Ray... Ray, por favor... —suplicó con la voz hecha pedazo, pero no escucho nada en la otra línea.


Henry respiraba pesadamente. Intentaba mirar a través del saco, pero no lograba ver nada. Podía sentir el auto moviéndose rápidamente, escuchaba un par de voces que no lograba reconocer. Intento mantener la calma, pudo visualizar a un hombre sentado frente a él, movió sus manos algo desesperado, dándose cuenta de que estaba atado.

Empezó a respirar nerviosamente cuando sintió al hombre acercándose a él, su corazón empezó a descontrolarse, el miedo creciendo dentro de él. Cerró sus ojos al sentir una fuerte luz cegándole la vista, el saco había sido arrebatado de su cabeza. Lentamente,empezó a abrir sus ojos, encontrándose con su peor pesadilla.

—Hola princesa, ¿me extrañaste?. 

Chapter Text


Ganzel Richie, era considerado el hombre más importante de la ciudad, —y del país —siendo uno de los hombres más ricos y poderosos. Tenía esta ciudad a sus pies y no había quien lo rechazara. Todos le tenían miedo, por su fama de ser un mafioso y por todo lo que podía llegar a hacer con solo chasquear sus dedos. De aspecto físico atractivo, ojos color marrón oscuros junto con su castaño cabello y una barba de días que descansaba perfectamente en su rostro. Vestía de traje, como todo hombre de negocios. Ganzel era la perdición de toda mujer, todas quería estar con él, sin importar lo que fuera. Para Henry, él es su peor pesadilla y lo que más quería era estar lejos de él.

Henry lo miraba servirse un poco de whisky en un pequeño vaso de vidrio, atento a todos sus movimientos mientras ideaba una forma de escapar del auto. Jugaba con sus muñecas intentando soltarse del amarre, pero era en vano, cada que intentaba hacerlo solo lograba lastimarse.

Estaban ellos dos en la parte de atrás de la camioneta, los otros tres hombres iban en la parte de adelante. Una ventanilla a prueba de sonido y forrada de negro bloqueaba la conexión entre ambas partes, haciéndole imposible ver a Henry hacia donde iban y a los tres hombres, los cuales eran ignorantes a lo que sucedía en la parte de atrás.

—Así que, Henry —Ganzel habló después de un largo rato en silencio, tomó el pequeño vaso y bebió un poco —ha pasado tiempo sin verlos —sonrió con descaro.

Henry apartó su mirada de esa horrenda sonrisa.

—Déjame ir...

Ganzel soltó una carcajada.

—Como si tuvieras opción —negó con su cabeza sin dejar de reírse, después se acercó sigilosamente hacia Henry, lo más cerca que podía de su rostro. —me costó mucho encontrarte princesa, no pienso dejarte ir ahora —acercó su mano hacia la mejilla de Henry y como si fuera de porcelana, dejó caricias en la piel fría del miedo.

—Tú me vendiste, ¿ahora si me quieres? —soltó con incredulidad y una sonrisa de descaro. Como respuesta, recibió un fuerte golpe en su mejilla derecha. Ganzel lo agarro con fuerza por la barbilla, apretándolo y obligándolo a verlo.

—¿Tengo que enseñarte de nuevo las reglas, Henry?, recordarte quien manda aquí, ¿eh? —apretó y apretó hasta lastimas las mejillas de Henry, cuando vio sus ojos llenos de lágrimas y su cabeza sacudiéndose de forma temerosa, sonrió —buen chico... aunque tienes razón, fue mala idea venderte así, pero ya sabes cómo es esto, todo es dinero y tu cariño, vales mucho —se sentó al lado de Henry y acerco su hacia su muslo, el cual comenzó a acariciar sin pudor alguno.

—No me toques —Henry quiso apartarlo, pero sus manos atadas le impedían hacer algo para alejarse. Ganzel, por supuesto que lo ignoro, con una sonrisa siguió hablando.

—¿Sabes? Me enojé mucho cuando me entere como te trato Dante. Eso fue irrespetuoso, tú te mereces solo lo mejor y vaya que lo conseguiste—dejó de acariciar su muslo para llevar su mano hacia una de las mejillas de Henry.

—No sé de qué hablas...

Ganzel soltó una carcajada que retumbo por todo el lugar.

—Henry, ¿crees que soy estúpido?. Sé qué capitán man te salvo de Dante y has estado viviendo con él desde entonces, —Henry se estremeció al escucharlo decir eso, lo miro con nerviosismo. —no sabía que capitán man se fuera con prostitutas. Pero no lo culpo, tu sí que sabes cómo complacer a un hombre —le guiño un ojo antes de dejarle una última caricia en su mejilla para sentarse de nuevo frente a él.

Henry seguía sus pasos y movimientos con temor, trago saliva con dificultad, pensando en el Ray. —¿Cómo supiste que estoy con él?.

Ganzel se acomodó en su asiento, se tomó su tiempo para responder mientras se servía un poco más de whisky. Henry simplemente lo miró con miedo, su corazón latiendo con frenesí. Calmadamente, Ganzel preparo otro vaso de whisky, le dio un sorbo y miro a Henry con una sonrisa, se relajó en su asiento, comenzando a hablar.

—Alguien te vio en la calle Boulevard con un apuesto hombre y corrió a avisarme —Henry lo miró con miedo. Dimitrapensó —descuida, no fue Dimitra —Ganzel respondió como si le hubiera leído la mente —aunque intente sacarle información, pero ya sabes cómo es ella... siempre protegiendo a su bebé Henry —rodó los ojos y dejó escapar un suspiro cansado —tuve que lastimarla un poco pero ni así. Tranquilo, no le hice mucho —agregó después ante la mirada asustada del rubio. Dio un sorbo más a su bebida y continuo — cuando me entere de que estaba con alguien, me puse tan furioso. Sabía que debía buscarte, alguien que no era yo, estaba contigo y eso no podía permitirlo, tú eres solo mío —se acercó sigilosamente hacia el rostro de Henry, quedando muy cerca de sus labios para dejar un brusco beso en ellos.

Henry trató con todas sus fuerzas de alejarlo, como pudo alzo sus manos, propinándole un golpe débil en su mejilla, peroque fue suficiente para lograr soltarse de su agarre. Rápidamente, se acercó hacia la puerta e intento abrirla. Ganzel se tocó la mejilla donde Henry le había golpeado. Ese golpe ni le dolió, pero lo dejo más que furioso. Se acercó a Henry y lo tomo bruscamente del brazo, acostándolo en el asiento al mismo tiempo que se subía sobre él.

—Suéltame —Henry intentó quitárselo de encima, pateo y movió sus manos, pero el peso del hombre sobre su cuerpo era muy fuerte.

—Ya basta, Henry —Ganzel lo tomó de las muñecas, apretándolo con fuerza para dejarlo inmovilizado —me estás haciendo molestar, mocoso.

—Quítate de encima —Henry luchó, no iba a dejarse ganar. Recibió un golpe, pero eso no le impidió seguir peleando.

—¿Así que no me tienes miedo? Vaya que capitán man te volvió un niño malcriado y grosero —golpeó la mejilla de Henry con fuerza —veamos si esto te ayudara a obedecer —acercósu mano libre hacia sus pantalones, sacando de ella un arma. La colocó en la frente de Henry, quien cerró los ojos al sentir el metal frío pegando en su piel —no me hagas usarla, cariño. El auto es nuevo y no quiero mancharlo con tu asquerosa sangre —guardó silencio unos minutos, esperando que Henry hiciera algo que lo tentara a matarlo de una vez. Cuando vio que no sería así, sonrió complacido. Llevó su mano libre hacia la mejilla de Henry y la acaricio. —buen chico. Ahora, ¿puedo continuar con mi historia? —preguntó en voz baja. Henry solo asintió con el miedo infringido en sus ojos.

Ganzel se acomodó mejor entre las piernas de Henry, haciendo presión en los muslos con sus rodillas. Sonrió satisfecho cuando escucho un bajo quejido salir de los labios de Henry. Dejó escapar un suspiro y continuó con el relato que Henry había descaradamente interrumpido.

—Hice un par de investigaciones y me enteré de que aquel hombre con el que estabas es el querido superhéroe de la ciudad. ¿Quieres sabes cómo me entere de eso? —Ganzel no le dio tiempo a Henry de reaccionar y respondió —me entere porque el mismo hombre apareció frente a mí, cuando estaba relajándome en el bar. No me costó mucho descifrarlo; esa habilidad de pelea, el cómo derrumbo a mis hombres en unos segundos, y como no parecía dolerle o herirse con los golpes. Le tomó un par de días a mis chicos, pero lograron dar con el hombre y descubrir que él es capitán man.

Henry lo miró con temor y su mente no dejaba de pensar. Si Ganzel sabía que Ray es Capitán man, estaba en peligro. Ray estaba en peligro, los chicos estaban en peligro y todo por su culpa. Empezó a moverse desesperadamente, su corazón latía muy rápido, temiendo que algo podía pasarle al castaño, poco le importaba lo que le sucediera a él, todo lo que su mente podía maquinar ahora era el castaño. Ray, Ray, Ray...

—Ray Manchester —soltó el magnate, sacando a Henry de sus desesperados pensamientos.

—Déjalo en paz...

—Oh tranquilo, no pienso hacerle nada. Todo lo que me interesa está aquí —acercó su rostro hacia el de Henry y dejó un brusco beso.

Henry intentó alejarse y no aceptar el beso, pero fue en vano. Ganzel lo tenía fuertemente acorralado. Después de unos segundos que para Henry fueron eternos, Ganzel dejo de besarlo y se alejó.

—Ahora, voy a ponerte el saco de nuevo. Ya estamos por llegar y quiero que sea sorpresa —Ganzel dejó un beso en la golpeada mejilla de Henry antes de tomar el saco y colocárselo.

—No, no, no, por favor —Henry movía su cabeza de un lado a otro tratando de que no le pusiera el saco de nuevo.

Ganzel se molestó de la imprudencia de Henry. Cegado por la furia y por el deseo de golpearlo para hacerlo callar. Tomo el vaso de whisky, golpeado a Henry con el. En cuanto el vidrio impacto en la cabeza de Henry, rompiéndose en pedazos, quedó inconsciente. Ganzel sonrió cuando lo vio desmayado debajo de él, volvió a acercarse hacia al rostro del chico golpeado y lo tomo con dulzura.

—No quería hacerlo precioso, pero no me dejaste opción —con cuidado quitó algunos vidrios de su cabeza y se aseguró que no tuviera alguna herida fuerte, por suerte solo le salieron unos pequeños rasguños en su frente. Al quitar todo rastro de vidrios, le coloco de nuevo el saco, después lo tomo por los brazos, dejándolo en una posición sentada.

Ganzel se sentó de nuevo en lugar donde estaba desde un principio. Tomó otro vaso y se sirvió más whisky. Sin despegar la vista de lo que tenía frente a él, le dio un sorbo. Dejó escapar una sonrisa llena de malicia. Estaba desesperado por llegar y jugar con ese exquisito pedazo de carne que es Henry. Su prostituta favorita.


Ray estaba dando vueltas en la cueva, ya vestía con su traje de capitán man listo para ir por Henry. Schowz había ido por los chicos, él no estaba en condiciones de manejar, solo podía pensar en Henry. Apretó las manos con fuerza, haciendo puños mientras recordaba lo que Charlotte le había dicho. El miedo y la furia lo estaban comiendo, alguien se había llevado a Henry, SU Henry. Lo iba a pagar muy caro.

Cuando escucho el sonido del elevador, indicando que Schowz junto con los niños habían llegado. Ray se dio la vuelta, quedando estupefacto cuando miró la escena que se le presentó; Charlotte y Schowz llevaban de los hombros a Jasper, quien estaba golpeado y casi desmayado. Su cara estaba llena de sangre, cayendo por la barbilla.

Ray rápidamente se acercó hacia ellos para ayudarlos, tomó a Jasper por el brazo y junto con Schowz caminaron hacia el sillón, dejando a Jasper sentado y recargado en el. Schowz no tardó en salir corriendo a buscar un botiquín de primeros auxilios para curar a Jasper. Mientras tanto, Ray se acercó a Charlotte para tener más información sobre lo que había pasado.

—¿Qué fue lo que paso?.

—Nosotros íbamos de camino al cine, íbamos por la calle tranquilamente hablando, cuando una camioneta negra se detuvo y tres hombres vestidos completamente de negro salieron —Charlotte se tomó un segundo para respirar, se estaba ahogando en su propio llanto. Tragó saliva con dificultad mientras miraba al suelo, recordando —todo paso muy rápido después; Jasper estaba en el piso, a mí me tenían sujetada del brazo y a Henry —se mordió el labio, todavía seguía algo traumada por el evento —lo metieron en la camioneta a la fuerza.

—¿Viste la matrícula?, ¿viste a los hombres? —preguntó Ray con desespero en su voz, al mismo tiempo trataba de contener el enojo que comenzaba a crecer.

Charlotte negó con su cabeza, alzando su mirada para finalmente ver a Ray.

—Los hombres tenían pasamontañas, pero creo recordar la matrícula...

—Bien, bien —Ray asintió mientras comenzaba a idear un plan, esta vez, no lo echaría a perder, no cuando Henry estaba en peligro. Caminó de un lado a otro hasta que se giró de nuevo para ver a Charlotte —trata de localizar la matrícula. Nadie se va de aquí hasta que Henry este de vuelta, ¿me escucharon? —movió su cabeza hacia Schowz, para que entendiera que no estaba de humor para quejas ni regaños, como sabía que vendría.

Schowz junto con Charlotte —ella más temerosa de lo normal— antes de que se pusieran en marcha para poder localizar a Henry. Ray no estaba de humor y ellos lo sabían, era mejor no hacerlo enojar más de lo que ya estaba.


Llegaron a la gran mansión Richie ubicada a las afueras de la ciudad, asegurada por diferentes guardias distribuidos por todo el terreno. Entraron por el gran portón de rejas con las iniciales GR en el centro. La gran camioneta negra condujo por un gran sendero de tierra hasta llegar a la entrada principal de la mansión.

El chófer estacionó y bajo para abrirle la puerta al magnate. Ganzel tomó a Henry bruscamente del brazo y lo jalo hacia afuera. El chófer cerró la puerta del auto detrás de él y subió de nuevo al asiento del conductor, para irse junto con los hombres.

Ganzel le quitó el saco a Henry de la cabeza, quien cerró los ojos al sentir la luz del sol impactando en su cara. Cuando logro acostumbrarse al nuevo entorno, abrió los ojos, dándose cuenta donde estaban. Comenzó a negar con frenesí, sus ojos llenos de lágrimas mientras mirada el lugar de sus pesadillas. Planto sus pies en el sendero, negándose a moverse. Intento de rodó para retroceder, para zafarse del agarre y poder huir. Pero Ganzel lo tenía sujetado fuertemente, impidiéndole hacer algo para escapar.

—¿A dónde crees que vas princesa?. Será mejor que obedezcas o me veré en la obligación de usarla mi arma —apunto su arma cerca de las costillas de Henry y presiono fuertemente —no quieres eso, ¿verdad? —murmuró cerca de su oído, pegándolo con más fuerza a su costado. Henry simplemente negó, cerrando los ojos para no tener que mirar a Ganzel. —muy bien, ahora camina.

Henry se contuvo de quejarse cuando sintió un fuerte jalón. Mientras caminaba podía sentir el arma presionarse más contra su cuerpo. Suspiró con temor, pero trato con fuerza de no verse débil. Podía con esto, iba a sobrevivir y regresaría con Ray.

—Abre la puerta.

Henry, casi temblando, tomó el pomo dorado y aún con sus manos sujetadas, logro abrir la puerta. Un segundo después, fue empujado por Ganzel hacia el interior de la enorme mansión.

—Hermano, por fin llegas —la voz de Kevin Richie, hermano de Ganzel, se dejó escuchar por la espaciosa sala —y trajiste a Henry —se detuvo al ver con quien había venido su hermano. Hizo una mueca de disgusto, mirando a Henry de arriba hacia abajo. —¿Para qué lo trajiste de vuelta?, es mercancía vieja y míralo, está más feo que antes —expresó con asco.

—No seas grosero, niño —lo reprendió su hermano mayor. Kevin, era cinco años menor que él. —Henry aún tiene mucho para ofrecer, ¿no es así, amor? —miró a Henry y le regalo una sonrisa. Apretó el arma contra su cuerpo, obligándolo a responder. Henry simplemente asintió de forma frenética, temeroso de lo que pudiera pasar si no respondía. Por suerte, Ganzel estuvo complacido con eso, y le dejó un beso en su mejilla.

—Como sea, tengo que irme —Kevin caminó hacia las escaleras, parándose al comienzo de estas —¿¡dónde diablos estás, Dimitra!?.

Henry tragó duro al escuchar el nombre de su amiga. Miró con miedo y los ojos bien abiertos hacia la joven que bajaba con apuros las escaleras. Dimitra portaba un vestido rojo ajustado perfectamente a su cuerpo, tacones del mismo color y un saco de piel sobre sus hombros. Parecía relajada, sin embargo, se quedó perpleja cuando vio a Henry.

—Henry... —lentamente, dio un paso para acercarse, pero fue detenida por el arma de Ganzel apuntando en su cabeza.

—¿Qué crees que haces? —preguntó con una ceja levantada.

Dimitra lo miró algo nerviosa y luego miró a Henry, quien la mirada con la misma expresión que ella, reflejando miedo. Henry negó levemente, intentando expresar con sus ojos que estaba bien y pidiéndole a la castaña que no cometiera una locura. Él conocía muy bien a Ganzel, este no tenía límites, si se le daba la gana soltaba el gatillo. Más de una vez lo había hecho, Henry había presenciado muchos asesinatos por obra de Ganzel. Dimitra pareció entenderlo y apretando su mandíbula, miro a Ganzel.

—Nada —expresó sin emoción alguna, como se le había enseñado.

Kevin rodó los ojos, le molestaba tanto drama.

—¿Podemos irnos ya? —estaba fastidiado de toda la escena. Tomó a Dimitra del brazo y miró a su hermano, exigiéndole que bajara el arma y lo dejara irse. Ganzel miro a Dimitra por unos segundos y luego quitó su arma de ella, guardándola. Henry sintió respirar de nuevo al ver que las cosas habían terminado bien.

—Sí, ya lárguense. Quiero estar a solas con esta preciosura, él y yo vamos a divertirnos mucho —sonrió descaradamente para luego caminar hacia las escaleras, pero antes de subir un escalón, se dio la vuelta. —Kevin, ¿dónde está Bose?

Henry se estremeció al escuchar ese nombre.

—En su habitación, no lo sé, no me importa —soltó de forma odiosa mientras jalaba a Dimitra para largarse de una vez de la mansión.

Ganzel rodó los ojos, no soportaba a su hermano. Se dio la vuelta para mirar a Henry.

—Ya lo vas a conocer, es toda una lindura —dijo, refiriéndose a Bose mientras con una sonrisa comenzaba a subir las escaleras, casi arrastrando a Henry consigo. —Estoy seguro de que la extrañaste —se detuvo en una puerta blanca justo al fondo del pasillo. Sacó una pequeña llave de su bolsillo, introduciéndola a un candado donde habitualmente debía estar el pomo, luego la puerta se abrió, dejando ver la antigua habitación de Henry.

El rubio retrocedió un poco al ver el interior, pero Ganzel fue más ágil y lo empujo fuertemente hacia la habitación. Esta contenía una amplia cama bien tendida con sabanas suaves de color blanco y finas almohadas bien esponjosas. A cada lado de la cama había dos mesitas de noche color madera. En un extremo estaba un pequeño closet y una puerta que conducía al baño. No había ventanas, solo cuatro paredes pintadas de color azul. Era una habitación sencilla, pero Henry la aborrecía completamente.

Ganzel entró a la habitación, cerrando la puerta detrás de él. Se acercó al rubio y lo rodeo de la cintura, dejando su mano descansar en el abdomen plano de Henry. Henry estaba de espalda y se tensó al sentir la horrenda voz de Ganzel hablarse muy cerca de su oído.

—Voy a desvestirte, haces algo estúpido y te mueres ¿entendido? —presionó el arma sobre la espalda de Henry, justo en su zona baja.

Henry solo asintió. Sin darle la espalda, Ganzel le quitó el nudo de la soga que sostenía sus manos. Le dio la vuelta, quedando frente a frente —Qué lindo eres cuando obedeces —dejó escapar una sonrisa y llevo sus manos hacia la mejilla de Henry. —Ahora, ¿qué se dice?.

Henry tragó saliva antes de responder. —Gracias, amo... —en voz baja hablo mientras se sobaba las muñecas, estas, rojizas, producto del fuerte agarre. Le dolía, pero no debía decir nada que lo hiciera enojar.

—Buen chico —Ganzel estaba complacido y se acercó para dejarle un suave beso en la comisura de sus labios. Después se alejó para caminar hacia el armario.

Henry simplemente se quedó quieto, demasiado asustado para intentar algo. Vio a Ganzel volver con un par de prendas en su mano y Henry sabía perfectamente lo que iba a pedirle.

—Póntelas —tiró las prendas en la cama y apuntó a Henry con el arma.

Henry no hizo nada, movió su cabeza lentamente y miró hacia las prendas; una minifalda color rojo de cuadros negros, bragas negras haciendo juego con la falda y unas medias negras. Henry las miró con temor y asco, odiaba usar esas prendas.

—Henry, no me hagas enojar —la voz molesta de Ganzel se dejó escuchar en toda la habitación, luego la punta de arma fue presionada en el pecho de Henry, haciendo temblar al joven, quien miró a Ganzel con ganas de llorar. —Desnúdate ahora.

Henry tragó saliva y lentamente se dio la vuelta, sintiendo la mirada de Ganzel sobre él. Con nerviosismo empezó a desabotonar su camisa. Al llegar al último botón, la deslizo lentamente por sus hombros, sintiendo el frío colarse por su espalda. Dejó la camisa en la cama y luego procedió a quitarse sus pantalones. Con sus pies, se quitó los zapatos para poder deslizar su pantalón por sus piernas. Al igual que la camisa, lo dejó en la cama.

—Te falta algo, princesa.

Henry intentó contener el llanto mientras tomaba el dobladillo de su ropa interior y lentamente, comenzó a quitárselo. Quedó completamente desnudo, únicamente con las medias de sus pies.

—Date la vuelta.

Con la cabeza gacha se giró, quedando frente a frente con el magnate. Ganzel lo miró de pies a cabeza con cierta lujuria en sus ojos. Se acercó a Henry, bajando el arma.

—Aún conservas tu linda figura —colocó su mano en la cadera de Henry y empezó a masajear la piel suave. Su subiendo lentamente, pasando por la cintura y pecho.

Henry cerró sus ojos fuertemente, tratando de ignorar el toque frío sobre su piel. Se estremeció un poco al sentir los labios de Ganzel, tocar su cuello y comenzar a besarlo, dejando mordidas también. Henry apartó la mirada y se mordió el hombro para aguantar las ganas de llorar.

Cuando Ganzel terminó de jugar con su piel, asegurándose de dejar marcas en su cuello, se apartó de Henry y lo agarró del mentón para que lo viera.

—No pongas esa carita bebé, ya verás que la pasaremos muy bien. Como en los viejos tiempo —sonrió antes de dar un paso hacia atrás —vístete.

Henry ahogó el llanto que amenazaba con salir y se tragó el nudo en su garganta mientras se acercaba a la cama y tomaba las bragas, poniéndoselas casi sin mirar. Se sentó en la cama para quitarse sus medias y colocarse las que Ganzel le había traído. Aún en su posición sentada, tomó la pequeña falda y se la coloco, esta ni le llegaba a las rodillas. No había camisa para cubrir su torso, a Ganzel le gustaba verlo con el pecho y abdomen sin prenda alguna. Se levantó para ajustarse la falda, evitando a toda costa el mirarse.

Ganzel sonrió ampliamente, se acercó para tomarlo de la mano y darle una vuelta.

—Eres toda una preciosura, pero aún falta el toque final. —dejó un beso en su mejilla antes de alejarse de nuevo.

Ganzel, caminó hacia una de las mesitas de noche, abrió uno de los cajones, sacando un collar de gargantilla de cuero y unas esposas. Se acercó a Henry y se colocó detrás de él, tomó la gargantilla y la colocó alrededor de su cuello, la apretándola un poco antes de sujetarla. Henry se quejó ante el dolor, el collar apretaba fuertemente en su manzana de adán, ahorcándolo un poco, pero no podía hacer nada. Ganzel tomó las esposas y se las colocó alrededor de sus muñecas. Sonrió satisfecho al ver su obra de arte.

—Ahora si podemos comenzar, pero primero, le enviaremos un vídeo a tu preciado Ray —tiró a Henry bruscamente hacia la cama antes de ir por su cámara.


Ray no había parado de dar vueltas en la capicueva desde que los chicos llegaron y se pusieron a trabajar. Con cada minuto y hora que pasaba, perdía la paciencia. El desespero de no saber dónde estaba Henry lo estaba consumiendo a tal punto de que su estado de ánimo se volvía cada ver peor. No estaba de humor, comenzaba a descontrolarse y enojarse con todos.

—¿Encontraste algo? —le preguntó a Charlotte por centésima vez, ya había perdido la cuenta de las veces que lo hizo. Se estaba volviendo loco.

Charlotte negó como hacia cada vez que Ray preguntaba, la matrícula había sido más difícil de encontrar, su mente estaba borrosa, se le dificultaba recordar. Había logrado calmarse, sin embargo, todavía estaba algo afectada por el evento. Eso y que Ray no la dejó descansar, la estaba debilitando a tal punto de mover sus dedos en el teclado de forma automática, sin saber exactamente qué hacer, solo con la imagen de Henry siendo secuestrado repitiéndose en su mente.

Ray exclamo lleno de frustración, estaba desesperado. Apretó sus manos, haciendo puños, a tal punto que sus nudillos se tornaron de color blanco. Estaba respirando pesadamente y hasta con algo de dificultad, su pecho subía y baja lentamente, pero al mismo tiempo, tenía una respiración exagerada debido a la furia que comenzaba a crecer en su interior.

Schowz se acercó lentamente hacia el hombre cansado, lo tomo del hombro y lo obligo a sentarse.

—Sé que estás preocupado por Henry, todos los estamos, pero debes calmarte.

Ray sacudió su cabeza, cerró sus ojos dándose cuenta de un par de lágrimas acumuladas.

—Quiero a Henry de vuelta, lo quiero ahora...

Schowz lo miró con algo de pena, nunca había visto a Ray tan angustiado y triste. Apretó sus hombros para darle ánimos y justo cuando iba a agregar algo más para ayudarlo con su preocupación, Charlotte, temerosa, los llamó. Ambos adultos la miraron, esperando que continuara.

—Alguien mando un video con Henry... es Ganzel.

Ray se puso de pie de forma rápida, empujo a Schowz suavemente y camino hacia los monitores.

—Pon el video.

Algo nerviosa, Charlotte, acercó su mano hacia uno de los botones y lo presionó para reproducir el vídeo.

"Hola, capitán man" Ganzel apareció en pantalla con su sonrisa cínica y burlesca "creo que estás buscando a alguien y yo lo tengo justo aquí" Ganzel movió su cámara, enfocando a Henry.

Henry estaba sentado en una cama, atado de las muñecas con una minifalda y el torso desnudo. Ray pudo ver que tenía algunos golpes en su mejilla derecha y algunas marcas en su cuello. Eso lo hizo enfurecer.

"Henry quiere decirte algunas palabras, ¿no es así, amor? "Ganzel se sentó al lado de Henry tocando descaradamente su muslo.

Ray apretó los puños y casi se lanza hacia las pantallas para destrozarlas a golpes. Schowz lo tomó por los hombros antes de que intentara romper los monitores. Ray se soltó de su agarre y se concentró en el video que seguía reproduciéndose, ahora enfocando solamente a Henry.

"Yo... " Henry tragó saliva como si estuviera esforzándose en hablar "yo no quiero que me salves... estoy en casa... mi verdadera casa" aparto un poco la mirada y Ray supo que estaba viendo hacia Ganzel. Una mano se posó de nuevo sobre el muslo de Henry. Ray sintió repulsión. Henry miró de vuelta hacia la cámara, una lágrima se dejó ver cayendo por sus hombros antes de hablar. "no te necesito, nunca lo hice. Todo este tiempo contigo ha sido una farsa, una mentira... yo... solo te usé para tener un lugar donde vivir... no significas nada para mí"

Ray lo miraba con los ojos llenos de lágrimas. No creía esas palabras, sabía que Ganzel lo había obligado a decir eso. Lo vio en sus ojos, conocía a su chico, estaba mintiendo.

"Ya lo escuchaste, capitán manHenry no te quiere, así que mejor déjalo en paz" sonrió mientras se levantaba de la cama para tomar la cámara. Volvió con Henry y lo acostó bruscamente en la cama mientras apuntaba la cámara hacia él. "Ahora si nos disculpas, Henry y yo vamos a divertirnos un rato para celebrar que estamos juntos de nuevo. Te dejaría ver, pero me gusta la exclusividad. Dile adiós para siempre a capitán man, Henry" Ganzel se subió a la cama, posicionándose sobre Henry. Comenzó a bajarle la falta mientras Henry intentada forcejea. La cámara se movió y el video se cortó. Ray soltó un gruñido viendo la pantalla en negro.

—Rastrea la dirección del vídeo, busca alguna IP o lo que sea que nos sirva para localizar a Henry —ordenó hacia Charlotte. La joven, un poco más decidida esta vez, asintió y se dio la vuelta en su silla para comenzar a trabajar.

Ray dejó escapar un suspiro, volviendo a la realidad que lo golpeó con fuerza. Ver a Henry así le rompió el corazón, estaba tan indefenso, tenía miedo, podía sentirlo.

Cuando algo malo pase, será todo culpa tuya. Ese comentario de Henry se le vino a la mente, cuánta razón tenía.

—Todo esto es mi culpa... si yo me hubiera quedado tranquilo, nada de esto estaría pasando. Pero llame la atención de Ganzel y ahora tiene a Henry... —tragó con dificultad, el nudo en su garganta que estaba intentando contener se había cada vez más insoportable.

Schowz, el más próximo a estar a su lado, puso una mano en su hombro. Ray lo miró, notando la mirada de comprensión en los ojos del más bajo. —No digas eso Ray, esto no es tu culpa. Te prometo que vamos a encontrar a Henry y lo tendrás de vuelta más rápido de lo que crees, ya verás —le regaló una sonrisa y un apretón de hombros a modo de consuelo.

Ray intentó devolverle la sonrisa, trató de aferrarse a esas palabras. Esperaba que así fuera, esperaba traer a Henry de vuelta, sano y salvo. Se aseguraría, también, de mandar a Ganzel a prisión para que no vea la luz del día nunca más. 

Chapter 15

Notes:

Advertencia:
Vocabulario explícito y fuerte, mención de abuso y agresión.
Leer bajo su propia responsabilidad.

Chapter Text


Lo único en lo que Henry podía pensar y hacer era llorar mientras dejaba que Ganzel lo utilizara a su antojo. No tenía fuerzas para pelear, se sentía tan cansado que solo quería cerrar los ojos, desvanecerse en el aire y convertirse en polvo. Lloraba acurrucado en la cama mientras sostenía su vientre adolorido. Ganzel había sido muy brusco con él y aunque ya estaba acostumbrado a eso, el dolor siempre era insoportable de llevar.

—Henry, no llores.

Henry ni siquiera quería verlo, mirada hacia un punto fijo de la pared a su lado mientras el otro hombre se vestía, tan relajado como si no lo hubiera torturado hace minutos —aunque para alguien como Ganzel, eso era el placer mismo—. Lo vio agacharse hasta llegar a su altura, vestido y perfectamente arreglado.

—Sabes que cuando lloras me gusta más y no puedo quedarme, tengo cosas que hacer —Ganzel acarició su mejilla llena de lágrimas. Henry cerró sus ojos con fuerza al sentir la fría mano en su piel —Vendré más tarde, no me extrañes mucho —le guiño un ojo antes de levantarse y retirarse de la habitación, dejando a Henry solo en la oscuridad.

Henry finalmente se permitió soltar todo el aire que estaba conteniendo y como pudo, a pesar del fuerte dolor que lo atormentaba, se giró para colocar su espalda sobre el colchón y él mirando hacia el techo. Se quedó así por unos segundos antes de incorporarse y sentarse en la cama. Soltó bajos quejidos al sentir el dolor en un su parte baja.

Miró hacia sus prendas, la minifalda estaba hacía bajo por sobre sus rodillas, junto con las bragas. Con sus manos aún esposadas, tomó el dobladillo de ambas prendas y lentamente empezó a subirlos. Después, con la poca fuerza que tenía, se levantó de la cama. Tambaleándose un poco, se apoyó de la pared más cercana, le dolía todo su cuerpo a cada movimiento que daba.

A pasos lentos y en la oscuridad, empezó a caminar hacia el baño. Ganzel siempre le quitaba la luz cuando lo dejaba solo, pero él conocía bien esta habitación, podía moverse a través de ella sin ningún problema. Llegó al baño y con su mano temblorosa tomo el pomo, abriendo lentamente la puerta, esta rechino un poco sonando en toda la habitación. Perezosamente, entró al baño, el cual solo tenía un pequeño lavabo con espejo y un inodoro, no había ducha. Henry siempre tenía que ingeniárselas para ducharse o intentar limpiarse solo con el agua del grifo del lavabo. Admiró el lugar, recordando todos esos tiempos donde se encerraba aquí e imaginaba que alguien vendría a rescatarlo. Como en las historias, imaginaba que un príncipe azul de hermosa cabellera y ojos azules con un lindo traje, venía y lo rescataba y juntos huían para ser felices. Qué iluso era en aquel entonces, pues nadie venía, nadie nunca llegó por él. Solo eran sueños, no existe el príncipe azul y él no era una princesa en apuros.

Se acercó al lavabo y lo abrió, pero nada salió. No se sorprendió, además de la luz, Ganzel también lo privaba del agua, solo se la colocaba cuando él pensaba que era necesario. Henry recargó sus manos en el lavabo y dejó escapar un suspiro. Se miró en el espejo, dándose cuenta de lo demacrado que estaba; tenía los labios resecos y rotos de tanto, sus ojos hinchados y rojos, producto del llanto. Bajó la mirada hasta su cuerpo; su torso desnudo estaba repleto de diferentes moretones que se esparcían desde las clavículas hasta su cuello. Todos estaban rojizos con una mezcla entre morado y verde, parecía una constelación de estrellas, una horrenda constelación de estrellas. Llevó sus manos hasta su cuello, tocando el collar. Con ambas manos lo sujetó e intentó quitárselo, pero solo logro lastimarse en el proceso. El collar estaba apretado fuertemente y le costaba respirar. Tosió un poco cuando el collar toco su manzana de adán, casi ahogándole.

Logrando calmar su respiración, se dio la vuelta para quedar frente al inodoro, tenía ganas de orinar, pero su pene le dolía demasiado. A duras penas subió la tapa del inodoro, se bajó las bragas y subió un poco su falda para poder orinar, se quejó un poco, soltando un par de lágrimas por el dolor, pero sintiéndose un poco mejor luego de haber orinado. Bajó la tapa y con cuidado se sentó en ella. Miró a su lado, encontrándose con un poco de papel higiénico, lo tomó y picó un poco, se desnudó por completo y miró hacia sus piernas, las sentía algo pegajosas entre sus muslos y en la entrepierna. Con cuidado empezó a limpiarse, quitando todo rastro del semen de Ganzel de su piel, se levantó para limpiar su parte trasera, al primer toque sintió ardor y soltó una queja, sin embargo, continúo con su limpieza.  Se limpió lentamente y reviso si estaba sangrando, se permitió relajarse cuando notó que no estaba sangrando, pero una parte de él se decía que posiblemente lo esté pronto.

Cuando termino, se vistió y se sentó en el suelo, recargando su espalda desnuda en la fría puerta. Se abrazó a sus piernas y metió la cabeza entre ellas. Después cerró sus ojos,  imaginando que estaba con Ray en sus brazos, durmiendo plácidamente como solía hacer. No pudo evitar empezar a llorar cuando imaginó la hermosa sonrisa de Ray y la forma en que siempre lo veía, con amor. Nadie nunca lo miró de esa forma y cuando Ray lo miraba de esa forma, se dio cuenta de que Ray era su príncipe de ojos azules y traje azul, quien lo salvo. Y le dolía tanto, por primera vez en su vida, después de todo lo que sufrió, alguien lo quería y esto le pasaba, ¿por qué pensó que él podía ser feliz?, ¿no se lo merecía? Quizás no. Las personas como él no se merecen cosas bonitas y Ray lo era, era el ser más hermoso del mundo.

—Ray… —un pequeño hilo de voz se dejó escuchar mientras las lágrimas empezaban a caer por su rostro.

Ray debe estar odiándolo después de todo lo que dijo en aquel video. Nada era verdad, pero eso Ray no lo sabía y ahora lo más probable es que ya no lo quiera. Henry no estaría sorprendido si no venía por él, lo había lastimado con sus palabras. Se aferró más a sí mismo, pensando que sus brazos eran los del castaño mientras imaginaba que eran felices, muy lejos de aquí.

Mientras tanto, en la capicueva, un desesperado castaño daba vueltas de un lado a otro, caminaba sin parar esperando respuestas. Las horas pasaban y él aún no tenía una señal que lo llevara a Henry, se estaba volviendo loco.

—¿Qué hay de su teléfono? —se detuvo en seco cuando ese pensamiento llegó a su mente —el teléfono de Henry tiene rastreador, se lo puse hace un tiempo —sonrió con esperanza, regañándose al mismo tiempo por ser un tonto y no acordarse de ese hecho. Sin embargo, vio a Jasper negar y su sonrisa se esfumó.

—Antes de que se llevaran a Henry, tiraron su teléfono al suelo —sacó el teléfono de Henry de su bolsillo y se lo entregó a Ray —lo siento…

Ray tomó el teléfono, la pantalla estaba algo rota. Lo apretó fuerte intentando contener la furia que crecía en su cuerpo. Esa acción provocó que el teléfono se prendiera, revelando su fondo de pantalla. Henry tenía una foto de ellos dos, eso le saco una sonrisa y unas pequeñas lágrimas nacieron en sus ojos, pero también le rompió el corazón. Henry se veía tan feliz con su amplia sonrisa y su cabello despeinado. Con la punta de su dedo, a través de sus guantes, acarició la pantalla justo en la mejilla de Henry. Inconscientemente, soltó una lágrima que cayó en la pantalla, eso lo hizo volver a la realidad. No era momento de ponerse a llorar, tenía que ser fuerte por Henry. Se limpió la mejilla con el dorso de su mano, guardo el teléfono en su bolsillo y se acercó a Charlotte.

—Dime que encontraste algo.

Charlotte sacudió su cabeza en negación.

—Ganzel es astuto, es obvio que no iba a mandarnos un video y dejarnos la ubicación en bandeja de plata. No es tan sencillo…

Ray soltó un gruñido casi como león enjaulado. Estaba furioso, desesperado y molesto, también la culpabilidad y el miedo estaban haciendo presencia en él, cada minuto dando vueltas era un minuto perdido.

—Sigue buscando, no me importa que tengas que hacerlo de forma ilegal, si debes hackear todo el internet, hazlo. —ordenó y Charlotte simplemente asintió, muy cansada para ponerse a pelear con el hombre mayor.

Ray seguía mirando hacia las pantallas de los monitores cuando sintió a Schowz acercarse a su lado. Cuando una mano estuvo en su hombro, se giró solo un poco para tener su atención.

—Ray, creo que deberíamos tomar un descanso…

Esa fue la gota que rebaso el vaso. Ray lo miró furioso y rápidamente se apartó de su toque.

—No, nadie descansará hasta que Henry este de vuelta. —expresó con molestia y miró a los otros jóvenes, haciéndoles entender que no estaba para quejas ni reproches.  


Henry no supo cuándo ni cómo, pero en algún momento de su llanto se había quedado dormido en el frío suelo de baño. Lentamente,se levantó sujetándose de la pared, se sentía demasiado débil, el dolor en su parte baja no parecía querer irse.

No sabía cuánto llevaba aquí, había perdido la noción del tiempo desde que lo subieron a ese auto. Escuchó la puerta de la habitación siendo abierta y supo que Ganzel había vuelto. Lentamente,salió del baño encontrándose con el hombre parado en la puerta ya cerrada. Ganzel llegó con una posición relajada y con las manos metidas en los bolsillos de traje.

—¿Me extrañaste, princesa? —preguntó, esbozando una sonrisa. Henry bajo la mirada mientras se abrazaba a sí mismo y caminaba lentamente hacia el centro de la habitación.

—Por favor…

El collar lo estaba matando y casi no le permitía hablar.

—¿Qué dijiste, cariño? —Ganzel se acercó para estar en el mismo espacio que Henry.

Henry alzó la mirada y se tocó el collar.

—El collar… me lastima… por favor… —súplica tras súplica mientras sus ojos se llenaban de lágrimas una vez más.

—¿Quieres que te quite el collar? —Henry asintió frenéticamente y eso hizo a Ganzel sonreír —vas a tener que hacer algo para mí si quieres que eso pase.

—Haré lo que quieras…

Ganzel sonrió triunfante mostrando todos sus dientes. Henry tragó saliva, esa sonrisa le aterraba bastante.

—Muy bien, ponte de rodillas —ordenó mientras empezaba a quitarse el cinturón de su pantalón. Henry bajo la mirada y lentamente hizo lo que le dijeron —buen chico —Ganzel lo felicitó con una caricia en su mejilla. Henry seguía sin mirarlo, pero pudo escuchar cómo se bajaba los pantalones. Cerró sus ojos con fuerza, sabía lo que venía. Sintió cómo Ganzel tomaba su mentón y tuvo que abrir los ojos, pues, a Ganzel no le gustaba que fuera irrespetuoso, no estaba en posición para hacerlo enojar. —Ya sabes lo que tienes que hacer y si lo haces bien, puede que te quite el collar. Todo depende de ti.

Henry asintió y bajo su mirada hacia el pene semi-erecto del magnate, algunos vellos se dejaban ver alrededor de la zona. Henry apartóla vista, no quería hacerlo.

—Henry, no me hagas hacerlo por ti.

Henry tembló un poco, tragó saliva sintiendo su garganta arder. Con su mano izquierda algo temblorosa fue acercándola hasta el pene. Lo tomó suavemente, si hacia algo mal que no le gustara al hombre, estaba muerto. Se quedó unos segundos sin hacer nada, solo con su mano sosteniendo el gran pene mientras respiraba pesadamente. No quiera hacerlo, la garganta le dolía, no iba a poder.

—Henry —Ganzel saco el arma y la apunto en su frente. Henry cerró sus ojos al sentir el metal en su piel —Hazlo ahora.

El rubio soltó un suspiro lastimero, sabía que Ganzel estaba siendo muy complaciente con él al no tirar del gatillo de una vez. No podía hacer que perdiera la poca paciencia que le quedaba. Aún, con sus ojos cerrados, acercó su cara al miembro ya erecto, abrió su boca lo más que pudo y lentamente lo introdujo en toda su cavidad bucal. Soltó un par de lágrimas mientras movía su lengua de arriba hacia abajo por el pene, podía escuchar a Ganzel deleitarse, lo tomo por los cabellos jalándolos un poco para que introdujera más el pene en su boca. Eso le provocó una arcada, su garganta le ardió al sentir la punta del pene. Gimió de dolor mientras lloraba.

A duras penas siguió moviendo su lengua. Quería sacar el pene de su boca para poder respirar bien, pero no podía. Ganzel había quitado el arma de su frente y ahora lo tenía tomado de la cabeza, presionándolo fuertemente mientras, sin ninguna pizca de compasión, movía su cabeza de arriba hacia abajo. Henry podía sentir que iba a ahogarse en cualquier momento.

Ahora el hombre tomó control de la situación, movía la cabeza de Henry bruscamente mientras penetraba su boca, introduciendo su pene hasta lo más profundo. Henry ya estaba a punto del desmayo, el brusco movimiento en su cabeza lo tenía mareado. Hacia todo lo posible para encontrar oxígeno, pero le era imposible. Se estaba ahogando, su garganta pronto iba a explotar del dolor. Sintió el pene de Ganzel contraerse y supo que iba a llegar al orgasmo. Lloró con desespero, intentando soltarse de su agarre. No quería el semen de Ganzel en su boca. Por suerte Ganzel lo soltó, haciendo que cayera al suelo bruscamente. Vio como el magnate se masturbaba con placer hasta llegar al orgasmo mientras que Henry lloraba. Como pudo se sentó y retrocedió hasta que su espalda tocó la pared.

—Aún sabes mover esa boquita, princesa.

Henry se encogió más en el pequeño rincón de la habitación, escondiendo su cabeza entre sus piernas.

—Y como lo hiciste tan bien, te quitaré el collar.

Henry alzó la mirada lleno de esperanza. Ganzel casi nunca cumplía sus promesas, siempre terminaba engañándolo. Lo vio acercar sus manos hasta su cuello y sintió que dejaba de respirar, pero cuando se vio liberado del collar, sintiendo que por primera vez podía respirar de alivio.

—Gracias —tartamudeó en medio de un ataque de tos.

Ganzel simplemente lo ignoro mientras caminaba hacia la puerta. Henry lo miró y escuchó murmurar algo con alguien, movió su cabeza para ver quién era, pero el magnate le cubría la vista. Solamente vio como tomaba algo desde afuera y luego la puerta fue cerrada de nuevo.

—Te traje algo de comida.

Ganzel dejó frente a Henry una bandeja con un sándwich y un vaso de agua. Henry la miró con algo de recelo, pensando en cuál sería la trampa detrás de una simple comida.

—A veces no soy tan malo como crees —sonrió. Henry lo miró sin expresión alguna —anda, come, no hay ninguna trampa —dijo, como si pudiera leer el pensamiento de Henry.

Henry miró hacia el plato de nuevo. No tenía hambre, ese sabor amargo en su boca le había quitado el apetitivo. Pero no podía ser tonto, tenía que comer, no podía debilitarse, pues, eso solo le daría el gusto al hombre sentando en la cama. Además, no sabía si tendría más comida  en el futuro.

Lentamente, tomó al vaso con agua y bebió un poco, no quería terminársela tan rápido. Tomó el sándwich y le dio un bocado, la mandíbula le dolió mientras masticaba y al tragar fue peor, el dolor en su garganta solo se hacía más fuerte. Tomó agua nuevamente para intentar calmar la molestia antes de seguir comiendo, todo, ante la atenta mirada de Ganzel. Al terminar su comida,  el magnate se levantó de la cama y tomó la bandeja.

—Ahora descansa —dicho eso, se dio la vuelta y salió de la habitación.

Henry ni se movió de su lugar, se quedó en la oscuridad mirando hacia la puerta. Estaba un poco confundido y adolorido, la cabeza le daba vueltas y su mente no dejaba de pensar. Que Ganzel le trajera comida y después se fuera sin querer nada a cambio o al menos torturarlo un poco, no significaba nada bueno. Algo tenía planeado, algo mucho peor.


La noche pasaba y los chicos aún seguían en la cueva sin encontrar nada. Ganzel sabía cómo cubrir todo, incluso direcciones. Todos estaban cansados, pero Ray se negaba a dejarlo ir.

—Los chicos deben ir a casa, Ray, ya están cansados y es muy tarde. Sus padres deben estar preocupados, es más de la medianoche —Schowz, siendo la voz de la razón, intentaba que Ray se diera cuenta de que era momento de que los chicos se fueran, pero que eso no significaba que dejarían de buscar a Henry.

Charlotte y Jasper los miraban en silencio desde los monitores. Charlotte no se había despegado de las pantallas desde que llegó horas atrás, su madre no dejaba de llamarla al teléfono preocupada porque aún no llegaba a casa. Jasper, después de recuperarse del golpe, se dispuso a ayudar, pero ya está agotado, al borde de desmayarse del cansancio.

—Ray, escúchame, todos queremos a Henry de vuelta, pero los chicos también deben descansar… son solo niños, Ray —murmuró, casi como si estuviera suplicándole al hombre castaño que por una vez en su vida le hiciera caso —los llevaré a casa, y luego vendré y seguiremos con la búsqueda, ¿está bien?. No dormiremos si es necesario.

Ray guardó silencio mientras miraba a los chicos; ambos lucían cansados y aunque no lo demostraban, Ray podía ver en sus ojos que seguían aturdidos por lo ocurrido horas atrás. Luego miro a Showz, quien esperaba pacientemente a que respondiera. Sacudió su cabeza, el pequeño científico tenía razón.

—Sí, lo mejor es que se vayan, ya es tarde.

Charlotte fue la primera en levantarse y caminar hacia el castaño.

—Vendremos mañana lo más temprano posible y temprano y seguiremos con la búsqueda —murmuró mientras colocaba una mano sobre el hombro de Ray. El castaño asintió, también tenía los ojos cansados y una mirada tristeza le hacía saber a Charlotte que no estaba bien, que se desmoronaría en cualquier momento, si es que no lo hizo ya. Recortó la distancia que los separaba y le dio un pequeño abrazo, dándole todas las fuerzas que podía para que pudiera soportar esta noche. En el proceso, se preguntaba si ella incluso llegaría a dormir. 

Jasper también se acercó al castaño, le palmeo el hombro en señal de apoyo y luego se fue con Charlotte y Schowz.

Ray quedó solo en la cueva. A pasos lentos se acercó a los monitores y se sentó, también estaba cansado, pero no podía dormir. Detenerse ahora sería darle el gusto a Ganzel de tener más tiempo a Henry en su poder y eso él no lo podía permitir. Miró hacia las pantallas donde diferentes archivos estaban abiertos. En uno de ellos, una foto de Henry se encontraba. Ray lo miró por un par de segundos, no podía quedarse aquí sin hacer nada mientras Henry sufría, no podía esperar hasta mañana, pues, quizás, ya sería muy tarde.

Sin pensarlo más, guardó todos los archivos en una pequeña USB y se levantó, corrió hacia los tubos y se fue rápidamente.

Manejó lo más rápido que pudo hasta llegar a la estación de policía, se estacionó y corrió hasta llegar al edificio. Subió un par de escalones, entrando por las dos grandes puertas de madera. El lugar estaba algo vació, supuso que al ser ya media noche, muchos habían terminado su turno. Pudo visualizar a algunos oficiales con sus uniformes de policía, tomaban café y comían algunas donas, mientras charlaban animadamente, ninguno parecía percatarse de la presencia del superhéroe.

Caminó unos paso hasta que visualizo a lo lejos al oficial que conoció hace un tiempo atrás, este parecía a punto de irse, vestía de civil por lo que Ray supuso que ya había terminado su turno. Rápidamente, se fue acercando a él, no quería molestarlo, pero necesitaba su ayuda. El hombre aún no se daba cuenta de su presencia hasta que alzó la mirada de su teléfono y vio al desesperado héroe casi corriendo hacia él.

—¿Capitán man? ¿Qué hace aquí?

—Necesito su ayuda, sé que es algo tarde, pero es urgente.

—No se preocupe capitán, ¿en qué puedo ayudarlo? —el oficial dejo sus cosas en su escritorio para no tener distracciones y concentrarse en el capitán.

—¿Recuerda al chico que salve?

—¿El de la casa abandonada?.

—Sí, Henry, se llama Henry. Lo secuestraron.

El oficial prestó más atención a las palabras del capitán, sacó de uno de los cajones una libreta y comenzó a anotar todo lo que sabía hasta ahora.

—¿Hace cuánto fue eso?.

—Hace un par de horas.

—Bien… ¿tiene alguna idea de quien pudo haber sido?.

—Sí, sé perfectamente quien lo tiene —respondió y ante la mirada de confusión en el oficial, continuo su explicación — el problema es que aún no he dado con la dirección, mi equipo ha intentado todo, pero aún no hemos encontrado nada y estoy desesperado, pero aquí tengo todo lo que necesita para que pueda ayudarme a encontrarlo —dejo la USB en el escritorio, tendiéndosela la oficial, quien, todavía confundido, la tomo en sus manos.

—Capitán man

Una voz se escuchó por encima del hombro del oficial, Ray miró en esa dirección y vio a un hombre canoso mirándolo. El oficial también miró en esa dirección y sin decir nada, se acercó al viejo hombre.

—El capitán man está aquí porque requiere de nuestra ayuda, sargento.

El hombre pareció sorprendido y con las manos metidas en su traje, se acercó al capitán.

—Será un placer ayudarlo, capitán, pase por favor —hizo un ademán hacia la puerta que conducía hacia su oficina.

Ray se quedó parado unos segundos, analizando al hombre frente a él. Algo le decía que no podía confiar en el sargento, como había escuchado que el oficial le había llamado. Sin  embargo, no era tiempo para decidir quién era confiable y quién no. Todo lo que quería era encontrar a Henry. Mantuvo la guardia en algo y sus instintos alertas mientras caminaba hacia la oficina, seguido del oficial.

—Bien, ¿en qué puedo ayudarlo?.

—Hace un par de horas secuestraron a un chico.

—Debe esperar más de 48 horas para definir si alguien está secuestrado o no, capitán —expresó de forma relajada el sargento mientras se recargaba en su asiento detrás de su escritorio.

Ray lo miró con el ceño fruncido.

—Sé perfectamente que lo está, tengo testigos que lo vieron… y sé quien lo tiene.

—¿Quién?.

—Ganzel Richie.

El sargento pareció tensarse un poco al escuchar ese nombre, sin embargo, mantuvo la compostura relajada mientras seguía con su interrogatorio al capitán.

—¿Cómo sabe que fue él?.

—Porque el maldito me mando un vídeo con el chico y estaba todo maltratado y lastimado.

—Pues me temo que va a tener que dar al chico por muerto, nosotros no podemos ayudarlo, pero le avisaremos si encontramos el cuerpo. Ahora, debe retirarse —hizo un ademán con la mano para que saliera. Pero Ray hizo todo menos eso, miró al hombre con furia antes de agarrarlo por la camisa, obligándolo a levantarse de su asiento.

—La verdad no me sorprende que usted esté encubriendo todas las asquerosidades que ese hombre hace. —expresó dejando salir todo el desprecio que sentía por Ganzel y ahora por el hombre frente a él.

—Él paga para mantener las estaciones de policía en pie, yo no voy a ser el estúpido que nos quite ese privilegio solo por un simple chico. La verdad es que me sorprende que usted no este de su lado.

—Yo no soy un corrupto —escupió mientras apretaba con más fuerza el agarre que tenía en el sargento. El viejo hombre no se inmutó ante la mirada furiosa del capitán, en cambio, le regaló una sonrisa como si fueran los mejores amigos del mundo.

—Es mejor que me suelte ahora capitán o me veré en la obligación de arrestarlo por agresión —Ray se rio cínicamente, mientras negaba de forma incrédula —Oh, ¿no me cree?… Oficial —le hizo un gesto al hombre quien había permanecido parado en la puerta en completo silencio. El oficial se acercó lentamente por detrás del castaño y le toco el hombro.

—Vamos capitán, no provoque más problemas.

Ray se quedó un par de minutos en completo silencio mirando al sargento frente a él con rabia, seguía sosteniendo por la camisa con fuerza, con ganas de golpearlo. Pero sabía que el hombre a su espalda tenía razón, no debía provocar cosas que le trajeran problemas y lo alejaran de poder encontrar a Henry. Henry era en lo único en que debía pensar, traerlo de vuelta es su prioridad. Si cometía alguna estupidez, podía perderlo para siempre.

Bruscamente, soltó al sargento,  haciendo que cayera en su asiento. Retrocedió unos pasos, caminando hacia la salida de la oficina.

—Es mejor que se olvide de ese chico y continué con su vida, capitán —Ray detuvo su caminar, le daba la espalda mientras lo escuchaba hablar —No querrá meterse en los asuntos de Ganzel.

Ray hizo puños en sus manos antes de darse la vuelta para encarar el hombre quien parecía burlarse de la situación.

—No me cansaré hasta que lo tenga sano y salvo a mi lado y a Ganzel tras las rejas. Y no me importa si usted se interpone en mi camino, me enfrentaré a quien sea, pero a Henry lo traeré de vuelta.

Salió abruptamente de la oficina y a pasos pesados caminó hacia la salida. Las pocas personas que estaban a su alrededor se alejaban con cierto miedo cuando lo veían pasar, parecía un león con ganas de atacar. Iba caminando hacia su auto cuando escucho pisadas detrás de él y una voz llamándolo. Se detuvo y lentamente se dio la vuelta, el oficial venía corriendo hacia él.

—Capitán man, aún puedo ayudarlo —dijo y cuando el capitán no expresa emoción alguna, decidió continuar —usted vino hasta acá y me pidió que lo ayudara, eso es lo que haré. Sé que quiere al chico de vuelta, entonces, venga conmigo —empezó a caminar, pero se detuvo cuando vio que el capitán no lo seguía —sígame, por favor.

Ray lo pensó unos segundos, antes de subirse a su auto y empezar a seguir al oficial. Estuvieron manejando por un par de minutos, el oficial los condujo a unos suburbios. Pasaron varias casas hasta estacionarse frente a una de ladrillos pintada de color azul.

—Sígame, por aquí.

El oficial empezó a caminar hacia la casa y Ray lo siguió en completo silencio.

Traspasaron el porche, rodeando la estructura. Ray miraba a todos lados mientras lo seguía, esperando que nadie lo reconociera. Llegaron al patio trasero y caminaron hacia dos puertas de madera. El oficial sacó unas llaves de su bolsillo y las introdujo en la cerradura. Sin hacer mucho ruido, abrió las puestas invitando a pasar el capitán. Ray lo miro algo desconfiado, pero aun así dio un paso. Entrando al lugar, se percató de que había escalones que conducía hacia abajo, lentamente empezó a bajarlos, seguido del oficial.

Las escaleras lo condujeron a un sótano, el oficial encendió la luz y Ray pudo ver bien todo el lugar. Había un pequeño escritorio con muchas carpetas colócalas ordenadamente. Pegada a la pared había una pequeña pizarra con cosas escritas y pequeñas notas pagadas en ella.

El oficial se acercó al escritorio y tomó una de las carpetas, luego se dio la vuelta para entregársela al capitán, quien estaba en el medio de la habitación sin hacer ningún movimiento.

—Usted no es el único quien quiere a Ganzel tras las rejas.

Ray tomó la carpeta de color amarilla con el nombre “Ganzel Richie” escrito en ella que el oficial le entregó y comenzó a leer la información que había dentro.

—Todo esto…

—Es información de Ganzel que he recolectado a lo largo de los años. Son documentos de niños desaparecidos que, al igual que Henry, fueron secuestrados por Ganzel —Ray lo miró de reojo y se acercó más al escritorio, tomó otra carpeta y empezó a ojearla —Son cientos de niños con padres desesperados que esperan por el día en que puedan volver a verlos.

—¿Por qué tiene todo esto aquí? —Ray se giró para ver al oficial.

—Porque la policía es amiga de Ganzel, mi sargento lo es. No puedo arriesgarme a que sepan que hago esto, pueden quitarme la licencia, y yo tengo una familia que mantener. Pero estos niños necesitan ser rescatados y Ganzel tiene que ir preso, yo no puedo hacer que eso pase, pues, ese hombre es intocable, pero con usted, con su ayuda, sé que podemos detenerlo y terminar con esta corrupción en la ciudad. Todos sabrán quien es Ganzel Richie y lo más importante, rescataremos a Henry, a esos niños, terminaremos con Ganzel y toda su gente de una vez por todas.

Ray miró los archivos, eran demasiados todos los niños que habían sido reportados como desaparecidos, pero que la policía había dejado de lado, pues, ellos sabían que Ganzel era el responsable. Busco entre las carpetas algo de Henry, pero no encontró nada. No era de esperarse, Henry no tenía familia, nadie lo busco, nadie se interesó por él. Pero ahora tenía alguien que lo amaba, alquilen que haría lo que fuera por verlo feliz, por darle todo lo que nunca tuvo. Ray estaba dispuesto a mover cielo y tierra solo para ver esa sonrisa de nuevo en el rostro de Henry. Saco su teléfono de su bolsillo, tenía algunos mensajes de Schowz preguntando donde estaba y algunas llamadas perdidas, las eliminó para poder ver su fondo de pantalla; ahí una foto de Henry sonriente se presentaba. Miro al oficial, tenía razón, debía acabar con Ganzel de una vez por todas.

—Hagámoslo.

Miró de vuelta hacia la foto de su chico, lo iba a traer de vuelta, le dirá lo mucho que lo ama y jamás permitirá que alguien se lo arrebate de nuevo.

Chapter 16

Notes:

Advertencia: Este capítulo contiene abuso sexual, se narra explícitamente una escena de violación. Por favor, si eres sensible a esto, no lo leas.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text


Ray estaba leyendo unos archivos, sentado en la silla frente al escritorio con una mano apoyada en su cabeza para no dejarla caer. Estaba cansado, no había dormido nada, pero tampoco podía. Cada vez que cerraba sus ojos, lo único que veía era a Henry siendo torturado por Ganzel. Veía a Ganzel lastimándolo, haciéndolo llorar. Cada vez que esa imagen llegaba a su cabeza, su pecho dolía y el miedo entraba en su cuerpo. De solo pensar que su chico estaba sufriendo, le rompía el corazón. Después llegaba la culpabilidad; debió cuidarlo mejor, protegerlo como dijo que lo haría. Quizás si hubiera ido con ellos…

—Tenga.

La voz del oficial, quien hace un par de horas se había presentado como Blake lo hizo volver a la realidad. Alzo la mirada encontrándose con un vaso de café.

—Gracias —murmuró mientras aceptaba el vaso. Bebió un poco, estaba amargo, justo como le gusta.

—También traje unos panecillos. —Blake se sentó al lado del capitán, dejando la bolsa con los panecillos sobre el escritorio.

Ray tomó uno de ellos y le dio un mordisco, en cuanto lo hizo su estómago le agradeció, no sabía cuántas horas llevaba sin ingerir alimento.

—Está delicioso.

—Mi esposa los preparó, nunca me deja bajar aquí sin algo de comer.

Ray asintió mientras le daba un sorbo al café, mezclándolo con el pan en su boca.

—Entonces… ¿tiene una esposa? —hizo una pregunta obvia, pero quería sacar algo de conversación. El silencio lo estaba matando, no sabría cuando más podría soportarlo.

—Sí y dos hijos… descuidé, no les dije que usted está aquí, si no se volverían como locos, están obsesionados con Capitán man —agregó al ver la expresión del castaño.

—Quizás después de que termine todo esto, yo pueda darle algunos autógrafos y tomarme algunas fotos con ellos.

—Oh, no, capitán, no tiene que hacer eso. No es por eso que lo traje aquí —Blake movió sus manos en negación.

—No hay problema, me gustaría hacerlo. Además, sería mi forma de pagarle por todo lo que está haciendo para ayudarme —hizo un ademán hacia el escritorio donde una laptop se encontraba mostrando la información que él había recolectado sobre Henry y Ganzel. Miró la pequeña foto de su chico a un costado y la tristeza volvió a él. Henry tenía solo 15 años en esa foto y ya había pasado por mucho.

—Siempre pensé que usted estaba con Ganzel —murmuró el oficial, atrayendo la atención del capitán —como nunca lo vi interesado en los niños desaparecidos… ahora me doy cuenta de que usted no tenía idea de nada…

Ray miró de vuelta hacia la foto de Henry y dejó escapar un suspiro.

—Y me siento culpable por eso, si yo hubiese sabido, los hubiese salvado a todos, incluido a Henry, a él le hubiera evitado muchas cosas…

Blake lo miró con cierta pena en su rostro, podía ver el arrepentimiento en el capitán. Lentamente, se acercó a él, llevando una mano a su hombro.

—No se sienta culpable por eso capitán, no siempre podemos salvar a las personas en el momento, el pasado es el pasado y por mucho que queramos cambiarlo, no se puede.

Esa frase le recordó a Ray la misma que le dijo Henry luego de haberse besado por primera vez, en ese momento eran tan felices, sin tener la mínima idea de lo que vendría después.

—Pero…

Ray escuchó de nuevo la voz de Blake, sacándolo de sus pensamientos, al mismo tiempo, alejándolo de ese hermoso recuerdo con Henry, donde quería quedarse para siempre. Lo miro y escucho lo que decía.

—Ahora podemos salvarlos, podemos salvar a Henry y a todos esos chicos. Así que no es tiempo de desanimarse, Capitán, los traeremos de vueltas —apretó su hombro para transmitirle apoyo. Ray sonrió levemente ante eso.

—Sí, los traeremos de vuelta —Blake tenía razón, no era momento para decaer, tenía que mantenerse en pie y con todas las fuerzas para volver con Henry.

Su teléfono comenzó a sonar, sorprendiéndole a Ray que aún tuviera batería, lo tomo y leyó por encima los mensajes de Schowz en la barra de notificaciones. Es obvio que el científico lo estaba buscando, pero él había apagado su rastreador.

—Henry es importante para usted, ¿no?.

Ray apagó su teléfono y miró al oficial.

—No pude evitar ver la foto…

Ray no se molestó por eso, su fondo de pantalla era muy visible y ambos estaban cerca del otro. En cambio, dejó escapar un suspiro.

—Sí, ha estado viviendo conmigo después de que me ofreciera a ayudarlo, con el paso del tiempo creamos un vínculo especial.

No agregó nada y el oficial pareció entenderlo, no era de su incumbencia después de todo. Se levantó de su asiento y le palmeó el hombro al capitán, indicándole que lo siguiera.

—Vamos, debemos traer a su chico de vuelta a usted —fue todo lo que dijo antes de sonreír de forma leve. Ray le devolvió la sonrisa, levantándose al mismo tiempo.

—¿Adónde iremos?

Blake se dio la vuelta para entregarle un saco, un par de lentes de sol y una gorra.

—Iremos a la estación policial 36 —dijo, pero al ver la expresión fruncida del capitán, agrego algo más —Sé que piensa que los policías son unos corruptos, mi sargento puede que lo sea, pero no todos somos así. Tengo varios amigos en esa estación que me han ayudado a recolectar toda esta información y sé que estarán dispuestos ahora a ayudarlo a usted.

Ray dudó al principio, pero al final decidió confiar en el oficial, era lo único que le quedaba para encontrar a Henry. Empezó a colocarse el saco, la gorra y por último los lentes, esto para que nadie lo reconociera al salir. Ya era de día, la gente se paseaba por el vecindario y con su traje, era muy fácil reconocerlo. Espero a que Blake guardara toda la información que tenía en una mochila y luego partieron hacia la estación de policía.

Por suerte la estación no quedaba tan lejos, Ray estaba agradecido por eso, entre menos tiempo perdiera, mejor. Quería llegar a Henry lo más pronto posible, así que iba midiendo el tiempo, asegurándose de no desperdiciarlo en cosas que no fueran Henry.

Blake iba a un paso más adelante del capitán mientras caminaban por el estacionamiento hacia el interior del viejo edificio policial. Blake saludaba a todo aquel que iba pasando, con una sonrisa amistosa les daba los buenos días. Ray, por otro lado, solo asentía a modo de saludo cuando se percataban de su presencia y se le quedaba mirando con expresiones sorprendidas. Ray podía sentir las miradas de confusión hacia él en el momento en que traspaso las puertas de madera, era muy raro verlo por aquí, al menos que trajera un criminal consigo. Las ignoro todas mientras caminaba detrás de Blake, siguiéndolo hasta que se detuvieron en uno de los escritorios ocupados por una mujer. Esta, una mujer pelirroja, alzó la mirada cuando noto sus presencias, frunció el ceño al verlos, levantándose de su asiento.

—Blake, ¿qué haces aquí?, este no es tu distrito.

El oficial ignoró la pregunta de su amiga y fue directo a lo que había venido.

—Estoy aquí porque el capitán man necesita nuestra ayuda —se hizo a un lado para que su amiga pudiera ver al héroe, aunque eso no era necesario, pues, el castaño era mucho músculo y altura a comparación del oficial. Era muy difícil que alguien no lo reconociera.

La pelirroja dejó escapar una mirada de asombro en cuanto vio al superhéroe mientras salía de su escritorio para colocarse frente al hombre.

—Es un honor tenerlo aquí, capitán —estiró su mano, para presentarse como es debido —detective Natalia Rogers, un placer.

Blake soltó una risa burlona cubriéndola con su mano para que su amiga no se diera cuenta de que estaba burlando de su mirada y nerviosismo hacia el capitán. Sin embargo, Natalia lo notó y le envió una mirada asesina. Ray sonrió un poco ante la interacción mientras aceptaba el saludo, estrechando su mano con la de la detective.

—Capitán man, aunque eso es algo que ya sabe —dejó escapar una de sus típicas sonrisas que usaba para coquetear. Era de forma automática que lo hacía, no podía evitarlo.

La detective le sonrió de vuelta y luego, a duras penas, soltó su mano. Después se aclaró la garganta, volviendo a su expresión seria y profesional.

—Y bien, ¿en qué podemos ayudarle?.

—¿El sargento Dogers está? —Blake se acercó a Natalia, bloqueando al capitán para que pudiera hablar —Esto es sobre los niños desaparecidos…

Natalia abrió sus ojos y lo miró con una expresión preocupada, sabía a lo que su amigo se refería.

—Está en su oficina —murmuró tan bajo como si fuera un secreto.

Blake asintió y le hizo una seña al capitán para que lo siguiera.

Blake dio unos suaves toques en la puerta y espero a recibir una respuesta. Cuando eso ocurrió, abrió la puerta y entró primero, seguido del capitán. Ray entró algo tenso, con sus barreras bien en alto. Esperaba que no fuera igual que con el otro sargento, no podía seguir perdiendo más tiempo.

—Oficial Blake, ¿en qué puedo ayudarlo? —preguntó, sin embargo, su expresión se llenó de asombro al ver al hombre detrás del oficial —Capitán man, que sorpresa verlo por aquí —se levantó de su asiento para estrechar su mano. Ray aceptó el saludo sin expresar nada de emoción en su rostro, luego miro a Blake, dándole un asentimiento con la cabeza para que siguiera desde aquí.

—Estamos aquí por Ganzel Richie, señor.

El sargento de edad mayor se tensó al escuchar ese hombre, miró al oficial y le regaló una expresión casi como si estuviera regañándolo con su mirada.

—Creí haberte dicho que dejaras eso atrás, Blake. No podemos hacer nada por esos niños aunque nos duela.

—Lo sé, pero esta vez tengo pruebas y sé que podemos atraparlo.

—¿Cómo?

—Conmigo —Ray finalmente hablo, dando un paso hacia delante, colocándose de forma firme frente al escritorio donde el sargento se había sentado. —Ahora yo estoy aquí y no me detendré hasta verlo tras las rejas. Ganzel tiene a alguien que me importa mucho, lo secuestro hace unas horas y no voy a permitir que se quede con él, lo voy a rescatar junto con todos los demás chicos.

El sargento guardó silencio unos minutos, procesando las palabras del capitán. Se recargó en su asiento, llevando una de sus manos hacia su mentón, lo acarició con algo de frustración, Ganzel Richie era un tema que también le molestaba.

—¿Usted cree que solo porque esté aquí será fácil atrapar a Ganzel?.

—Por supuesto que si —expresó el capitán quizás un poco prepotente —yo puedo ir por mi propia cuenta y lo haré, solo necesito ayuda para encontrar su ubicación, después puedo hacerlo solo —al ver la mirada poco convencida del sargento, Ray se acercó más al escritorio y recargó sus manos en la madera, acercando más su rostro al viejo hombre frente a él. —sé que le preocupa lo que Ganzel pueda hacer con usted, las personas que trabajan en esta estación e incluso sus familias, pero sé que también sabe que Ganzel debe ser capturado y que pague por todo el daño que le ha hecho a tantos niños y adolescentes. Ellos merecen volver con sus familias y Ganzel merece estar en la cárcel. Solo necesito su ayuda, al encontrar la ubicación de ese desgraciado no los molestaré más, yo mismo lo atraparé y lo traeré aquí y le prometo que él no se va a enterar de que recibí ayuda de ustedes.

—Por favor, jefe —Blake también se unió al discurso del capitán —les hemos dicho a esas familias que haríamos lo que fuera para encontrar a los niños y todos estos años les hemos mentido por temor a lo que ese hombre pueda hacer. Pero ahora tenemos una oportunidad, no la desperdiciemos ahora.

—Necesito una respuesta ahora —expresó el capitán con desespero cuando los minutos pasaban y no recibía palabra alguna del sargento, quien solamente se había limitado a mirarlos en completo silencio. —dígame si va a ayudarme o no para irme de una vez. Estoy perdiendo el tiempo y entre más lo pierdo, más pierdo a Henry.

Hubo unos segundos de incertidumbres que fueron eternas para Ray, comenzaba a desesperarse y estaba listo para retirarse cuando el sargento, finalmente, después de lo que parecieron horas, habló. 

—Está bien. Vamos a ayudarlo, capitán

Ray asintió y se alejó del escritorio, relajando un poco sus tensados músculos

—Bien, Blake dijiste que tenías pruebas, quiero verlas.

Blake asintió y se quitó la mochila de su hombro para sacar su laptop, camino hacia el sargento para colocarse a su lado y dejar la laptop frente a él, justo con los documentos que necesitaba mostrarle. Ray hizo lo mismo, colocándose al otro lado, sabía lo que iba a mostrarle.

El sargento Dogers miraba atentamente el vídeo, negó con desprecio al ver como Ganzel tocaba y manoseaba al joven. Ray desvió la mirada, no creyéndose capaz de poder mirar a Henry sufrir así de nuevo, también trataba de hacer oídos sordos a lo que escuchaba, odiaba escucharlo.

—¿Ese es el chico que quiere rescatar? —preguntó, una vez que el video termino.

—Sí, Ganzel me mando ese vídeo, sé que lo hizo para provocarme. De alguna forma descubrió que estoy conectado a Henry.

El sargento dejó escapar un suspiro mientras asentía, miro una última vez hacia la laptop con la pantalla ahora apagada antes de levantarse.

—Aunque no me guste decirlo, agradezco que Ganzel haya hecho este video —miró hacia los dos hombres que lo miraba lleno de confusión. —con este video tenemos una gran y valiosa prueba. Ganzel acaba de cometer un gran error y una gran estupidez, me sorprende, pero asumo que en sus ganas de hacerlo molestar no pensó muy bien que eso le iba a traer consecuencias.

—¿Qué hacemos ahora, jefe?.

El sargento miró a Blake y le regaló una sonrisa.

—Lo que hacemos siempre… atrapar al desgraciado —se giró para mirar al capitán quien sonreía de la misma forma en que él lo hacía —vaya con la detective Rogers, muéstrele esto y dígale que necesita información lo más pronto posible. Iniciaremos el caso por ahora en rescatar al chico y luego nos encargaremos de los demás.

Ambos oyentes asintieron, Ray tomó la laptop y se encaminó hacia la puerta con Blake siguiéndole detrás.

—Blake, espera.

El nombrado detuvo su caminar, miro al capitán y le dio un asentimiento para que se adelantara, Ray solo asintió y salió de la oficina. Blake se dio la vuelta y camino de nuevo hacia el escritorio, se colocó frente a él y espero a que el sargento dijera lo que ya sabía que iba a decirle.

—Sabes que este no es tu distrito y trajiste el caso de Ganzel hasta acá. Ahora es nuestro y no puedes estar aquí.

—Jefe, quiero ayudar -

—Lo sé, pero si tu sargento se entera de que estás en esto, te meterás en problemas.

—No me importa, quiero salvar a ese chico y a los que sean posible.

El sargento dejó escapar un suspiro, recostándose de forma resignada en su asiento, ya conocía a Blake y sabía lo terco que solía ser. Lo miró de forma seria, pues, tenía que hacerlo entender.

—Sabes que tu sargento y Ganzel son amigos. Blake te lo digo por tu bien, no lo hagas.

—No me importa.

—Te quitarán la licencia si algo malo pasa. Dime, ¿qué harás con tu familia si no vas a tener un trabajo con el cual mantenerlos?.

Blake ablando un poco su rostro ante eso, pero aun así no desistió.

—Hay una razón por la cual me convertí en policía y fue por esto, para ayudar a las personas y hacer justicia. No me importa si pierdo la licencia, ya no, sé hacer otras cosas.

—Blake-

—Usted sabe que he pasado años investigando a ese hombre, queriendo atraparlo. Pero nunca lo hice por cobarde, por miedo. Pero es diferente ahora, esta vez no lo dejaré pasar —Blake no se iba a rendir ahora, no cuando sentía que esta vez podía hacer justicia y aunque tenía un poco de miedo por lo que podría pasar, no iba a acobardarse, no de nuevo. Mirando al sargento, al hombre con mucha más experiencia que él, continúo hablando —usted puede ayudarme con mi sargento, dígale que me necesita aquí, él sabe que me llevo bien con usted y con el equipo. Además,ya he estado aquí, ayudando en varios casos, no sospechará nada.

El sargento Dogers lo miraba sin expresión alguna, pensando en que hacer. Si bien no tenía ningún problema en mentirle a otro sargento, le preocupaba el pobre chico, estaba arriesgando su carrera por querer ser un héroe, siendo esto lo primero que se le dice a un policía que no debe hacer. Sin embargo, sabía que Blake no iba a desistir y que esta discusión se iba a alargar sin llegar a nada, él no lograría convencerlo y Blake no iba a dar marcha atrás. Dejo escapar un suspiro y asintió.

—Está bien, estás en el caso. Le diré a Mike que te tomaré prestado.

Blake simplemente asintió, sonriendo levemente. Le agradeció al sargento quien simplemente hizo un gesto sin importancia y luego salió de la oficina. El sargento se dejó caer en su asiento, recostando su espalda en el respaldar. Cerró sus ojos y dejó escapar otro suspiro. Esperaba que esta vez si pudieran atrapar a ese maldito.


Henry despertó sintiéndose más cansado que ayer. Con cuidado movió un poco su cuerpo en la fría cama, buscando algo de calor. En medio de la noche se quitó las sabanas tirándolas al suelo, las sabanas estaban rasposas y le picaba en la piel. Pronto descubrió que fue mala idea haberlas tirado, pues, el frío se coló por todo su cuerpo, haciéndolo temblar. Se acomodó de frente mirando al techo, involuntariamente movió sus muñecas sintiendo ardor alrededor de ellas. Se quejó un poco y con cuidado levanto sus brazos para mirarlas; sus muñecas estaban rojizas por las esposas y le dolía como el infierno. Las movió un poco para inspeccionarlas, podía ver marcas rojas con algo de sangre seca. Tragó saliva y acostó su cabeza de nuevo en la almohada.

Escuchó el sonido del candado de la puerta siendo quitado y supo que era Ganzel. Rápidamente, se levantó de la cama, gateó por el suelo hasta llegar a la pared. Se pegó a esta y llevó sus piernas a su pecho, acurrucándose. El rincón de la habitación se había convertido en su lugar seguro desde anoche.

—Buenos días, princesa. ¿Dormiste bien?.

Henry simplemente se encogió de hombros, acurrucándose más en sí mismo.

—Quiero presentarse a alguien —Ganzel se movió un poco de la puerta, permitiendo más espacio para que Henry pudiera ver quien entraba.

Henry estaba algo confundido y miró hacia la puerta para ver quien entraba. Un pequeño castaño vestido con una minifalda rosa y un suéter del mismo color entró lentamente. Henry se sorprendió al verlo y el pequeño castaño también.

—Ven aquí, lindura.

El pequeño se acercó hacia donde Ganzel se encontraba, tímidamente le sonrió y dejó que el hombre mayor lo sostuviera por los hombros.

—Él es Bose.

El corazón de Henry comenzó a latir con desespero al escuchar ese nombre, vio con mayor atención al chico, al chico que Ray no pudo ayudar.

—Bose, te presento a Henry. Saluda, cariño.

Bose obedeció, saludando levemente con su mano, mientras que Henry no hizo ningún movimiento. Ganzel rodó los ojos y dejo escapar un sonido lleno de molestia.

—Vas a tener que disculparlo, pequeño. Henry es un grosero.

—Está bien… —murmuró el pequeño mientras jugaba con su falda. Ganzel le sonrió, tomó su mentón para dejar un beso por encima de sus labios. Henry desvió la mirada, sintiendo asco de presenciar tal escena.

—Eres un buen chico —Ganzel murmuró con dulzura hacia el chico. Henry sintió una punzada en su corazón. Así solía hablarle a él, antes de que se volviera un monstruo —estoy contento de que ambos se hayan conocido, sé que serán muy buenos amigos, ¿no es así? —Bose asintió levemente, siempre obediente. Henry no pudo evitar recordarse a sí mismo —¡Qué bueno! — exclamó Ganzel, acariciando el cabello de Bose —quizás luego puedan pasar un rato juntos, pero por ahora, es mi turno de estar con Henry. Espero que eso no te moleste —Bose negó tan rápido que Henry creyó que iba a torcerse el cuello. Henry no podía culparlo, sabía que con Ganzel estando con él, Bose tendría días para descansar —Muy bien, ahora dile adiós a Henry, él y yo tenemos mucho que hacer hoy.

—Adiós, Henry…

Luego de eso, Ganzel lo saco de la habitación, cerrándola con el candado para que nadie se atreviera a interrumpir lo que haría a continuación. Se dio la vuelta y miró a Henry con una sonrisa.

—¿No es una lindura? Es mi pequeño tesoro.

—¿Ahora te metes con niños más pequeños?

Recibió un golpe en la mejilla como respuesta. Henry soltó un quejido, abriendo un poco la boca, soportando el dolor. Ganzel lo tomo de mentón bruscamente y obligó a mirarlo.

—Bose me recuerda tanto a ti, cuando tenías 15 años, siendo todo adorable, tierno, tan inocente. Extraño esos tiempos antes de que te convirtieras en esta cosa toda fea —hizo una mueca, negando al mismo tiempo.

—Me das asco —Henry soltó con desprecio, sin importarte que al segundo recibiera otro golpe, este más fuerte que el anterior, provocándole sangre, sangre que comenzó a salir de su boca, cayendo por su barbilla. Ganzel lo tomó del cuello, lo levantó del suelo y lo golpeó contra la pared.

—Eres un maldito, despreciable y malagradecido niño —Ganzel pego Gruño, pegando su rostro más hacia Henry, quien tomaba sus manos con desespero, tratando de alejarlas de su cuello para poder respirar. —Yo te di un techo donde vivir, comida y ropa, si no fuera por mí estarías muerto. Y ¿cómo me lo agradeces?, faltándome el respecto.

—Preferiría estarlo… —soltó con la voz entrecortada debido al fuerte agarre que Ganzel tenía alrededor de su cuello.

Ganzel dejó escapar una risa cínica y sin soltarlo del cuello, camino hacia la cama y lo lanzó a Henry en ella. Henry cerró los ojos al sentir el impacto de las barandas golpear en su cabeza. Tosió un poco, intentando recuperar el aliento que el fuerte golpe le había quitado.

—Creo que tengo que enseñarte a obedecerme de nuevo, porque estás muy desobediente y eso me está colmando la paciencia —Ganzel se quitó el cinturón de su pantalón antes de subirse a la cama y sentarse en las piernas de Henry.

Henry se retorció debajo de él, intentando alejarse. Ganzel ignoró sus quejas y empezó a bajarle la falda junto con las bragas, dejándolo completamente desnudo. Henry se movía con desespero intentando quitárselo de encima.

—Ya basta, cariño —Ganzel colocó las rodillas sobre las delgadas piernas de Henry y presionó fuertemente sus muslos, luego tomó las muñecas esposadas y las colocó por encima de su cabeza. Henry gritó ante tal movimiento, pudo sentir como uno de sus huesos crujía.

—Por favor —suplico con miedo, las lágrimas comenzando a caer por sus mejillas.

Ganzel sonrió sin gracia y se acercó a su rostro.

—Tú te lo buscaste, si dejaras de ser una zorra desobediente, seguro que la pasaríamos bien —tomó la barbilla de Henry y presionó sus labios en un beso brusco. Henry hacia lo que podía para apartarse, retorciéndose bajo el toque de Ganzel.

Ganzel soltó sus labios para empezar a morder su cuello. Henry cerró su boca, para evitar soltar gemidos involuntarios, no le iba a dar esa satisfacción a Ganzel. El magnate dejó de besarlo, luego de dejar varas marcas por todo su cuello y clavícula. Se alejó un poco y sin bajarse de Henry empezó a quitarse la ropa. Henry aprovechó que estaba liberado de las muñecas y en un rápido movimiento se incorporó para intentar empujar a Ganzel lejos de él. Pero fue en vano, Ganzel lo tomó por los brazos, tirándolo de nuevo a la cama, dejó sus manos en el pecho del rubio, apretándolo fuertemente.

—Henry, no me hagas ir por la mordaza, ¿eso lo que quieres? —Henry tragó saliva y negó. —Bien —Ganzel se alejó para terminar de desnudarse por completo.

Henry desvió la mirada, empezando a llorar nuevamente. Ganzel tomó el cinturón, agarró uno de los brazos de Henry, alzándolo por encima de su cabeza. Henry miró esto con algo de terror.

—No, no, no, por favor —suplico mientras movía su cabeza en negación. Pero Ganzel no lo escuchaba, agarró sus manos y lo amarro al respaldar de la cama, de forma que quedara sin oportunidad de moverse, estaba a merced de Ganzel.

Ganzel simplemente lo ignoró, siguió tocando y besándolo a su antojo, mientras que Henry solo lloraba y cerraba sus ojos con fuerza para imaginar que estaba en otro lado, lejos de las manos asquerosas que ahora tocaban su pene con fuerza. Mordió sus labios evitando soltar cualquier sonido que le diera placer al hombre.

Intento alejarse todo lo que pudo, cuando sintió algo de semen empezar a escurrir. No quería, no quería tener un orgasmo, pero no era su culpa, su cuerpo respondía involuntariamente a los toques del hombre y eso le daba asco, se sentía asqueado de sí mismo. Soltó un sollozo, seguido de un gemido lastimero cuando se vino por completo en la mano de Ganzel.

Ganzel sonrió complacido y se posicionó entre las piernas de Henry, tomándolo por los muslos para alzarlo un poco. Henry empezó a retorcerse debajo de él, pataleaba y se movía, intentando escapar, pero fallando en vano. Ganzel presionó fuertemente sus manos en sus muslos, enterrando sus uñas, sacándole un grito de dolor.

—Por favor, ya basta —suplico en medio del llanto, jalando ahora sus brazos para inútilmente soltarse del amarre, pero como siempre, Ganzel lo ignoro.

Ganzel tomó su pene ya erecto producto de las súplicas del rubio y lo condujo hacia la entrada de Henry. Colocó solo la punta, sintiendo como Henry se estremecía y empezaba a moverse, suplicando y rogando que se detuviera. Ganzel sonrió con malicia, le excitaba ver a Henry retorcerse debajo de él. Se posicionó por completo y sin cuidado, entró abruptamente en Henry, sacándole un grito de dolor. Sin mucho cuidado, comenzó a moverse, entrando y saliendo de Henry, sin importarle que no lo hubiera preparado para lo grueso de su pene.

—Duele, por favor…

Henry lloraba, recibiendo a cada segundo las fuerzas embestidas que Ganzel le propinaba. Lloraba en medio de súplicas y forcejeo por liberarse, cosa que le era imposible. Pero quería intentar, quería ser fuerte y poder quitarse las manos que tocaban todo su cuerpo. Quería alejarse de esos labios que lo mordían si pudor algún, seguramente dejándole marcas.

Los fuertes golpes se hacían cada vez más duros, lastimando cada parte interna de él. Henry podía sentir algo escurriéndose entre sus piernas,  rogaba para que fuera semen y no sangre. Ganzel siguió moviéndose dentro de Henry, mientras que él, ya cansado, dejó su cabeza colgar por sobre sus brazos, hipando un poco producto del llanto, el cual había calmado cuando las embestidas bajaron. Ahora solo se limitaba a mantener los ojos cerrados, esperando a que Ganzel terminara de romperlo, física, emocional y mentalmente. El pensamiento fugaz de Ray llegó a su mente, como un segundo, para darle algo de consuelo mientras sufría. Sin embargo, quiso llorar cuando el rostro medio borroso de Ray se mostró en sus memorias.

La sola mención de Ray hizo que su corazón se rompiera un poco y las lágrimas empezaran a formarse en sus ojos. Se lo imaginaba sonriente y feliz, recordando cada momento que paso con él; desde cuando lo conoció en el hospital hasta su primer beso. Soltó un sollozo, recordando ese mágico momento. En medio del dolor se preguntó si volvería a sentir sus dulces labios, sus suaves manos y sus fuertes brazos alrededor de él, protegiéndolo. Se preguntaba si Ray iba a seguir queriéndolo al enterarse de que había sido manoseado por otro hombre, que había sido lastimado y violado. Nadie quería estar con alguien así, él lo sabía. Lloró, preguntándose si Ray siquiera estaba buscándolo, si vendría a rescatarlo, lo más probable es que no.

—Ray… Ray… —soltó en medio de sollozos, como una oración que sirviera para traer al castaño, para que supiera que lo necesitaba y viniera a buscarlo, a salvarlo.

—Ray, Ray, Ray —soltó Ganzel, imitando la voz de Henry a modo de burla.

Henry se quedó quieto y se alarmó al darse cuenta de que había hablado en voz alta. Lentamente, abrió sus ojos, viendo que Ganzel ya no estaba arriba de él.

—¿De verdad crees que él va a venir por ti, Henry?.

Henry miró hacia su alrededor, ignorando la voz de Ganzel. Pregunto. Ni cuenta se dio cuando Ganzel acabó de torturarlo, pero supo que él había llegado al orgasmo cuando vio el abdomen tonificado de Ganzel lleno de líquido blanco. Miró hacia su cuerpo, entre sus piernas, semen y algo de sangre se escurría. Ganzel lo había penetrado con tanta fuerza que termino rompiendo su entrada. Tragó saliva al verlo acercarse de nuevo hacia él y como pudo empezó a moverse hacia el otro extremo de la cama, logro moverse solo un poco, pues aún seguía atado a la cama.

—Él no vendrá a salvarte, princesa —se inclinó hacia Henry, quedando muy cerca de su rostro —y aun si lo hace, no permitiré que te aleja de mí, porque eres mío Henry, solo mío —lo tomó de la barbilla una vez más para regalarle un beso. Henry se negó a responder, quedándose quito con los labios firmes.

Ganzel lo soltó con brusquedad, terminó de vestirse y se retiró de la habitación, dejando a Henry completamente desnudo atado a la cama, en total oscuridad.

Notes:

A este punto la historia se pone cruda,
Ganzel no es un santo, y hará sufrir a Henry
Mientras tanto, Ray se encontraba desesperado por encontrarlo y nuevos personajes se embarcan para ayudarlo.

Chapter 17

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text


Henry intentaba soltarse del agarre en sus manos, pero solo conseguía lastimarse más. Sintió su piel arder y supo que ya estaban magulladas y completamente rojizas. Sin embargo, no se detuvo en su inútil intento por escapar. Siguió jalando y jalando, no se daba por vencido, de alguna forma tenía que soltar el cinturón.

No supo cuantos minutos estuvo haciendo eso, cuando escucho la puerta siendo abierta nuevamente. Inmediatamente, se detuvo en seco. ¿Ganzel había vuelto tan rápido?, con cierto miedo miró hacia la puerta, encontrándose con el pequeño castaño, conocido como Bose, entrando a la habitación con una bandeja en sus manos.

Henry siguió estático en su lugar. Sin hacer ningún movimiento mantenía su mirada fija en el pequeño. Bose se quedó parado unos segundos frente a la puerta y le regalo lo que a Henry le pareció una sonrisa. Sin embargo, Bose se dio cuenta de que Henry estaba completamente desnudo y su sonrisa se apagó levemente. Henry también se percató de esto y desvió la mirada, sintiendo una sensación vergonzosa entrar a su cuerpo.

Bose se acercó y dejó la bandeja en la mesa de noche al lado de la cama, caminó hacia donde estaba una sábana, la recogió del suelo y con cuidado la puso encima de Henry, asegurándose de tapar su desnudez. Después se sentó en la orilla de la cama, frente a él. Henry se tensó ante esto e intento alejarse, pero un agarre en sus brazos se lo impidió.

—Tranquilo, no voy a lastimarte.

Bose alejó sus manos de Henry y las alzó para hacerle saber que venía en son de paz. Luego, se acercó a la mesa y tomó la bandeja, dejándola descansar en su regazo. Henry la miró de reojo, notando varios utensilios médicos de primeros auxilios. Bose tomó un pequeño sobre de plástico y sacó un poco de algodón, echo alcohol en el suave algodón blanco y luego, dejando la bandeja a un lado, se acercó a Henry para intentar limpiar sus heridas. Sin embargo, Henry se apartó lo mejor que pudo de forma brusca.

—No.

Bose se detuvo a medio camino y se alejó.

—Es para curar tus heridas, el amo Ganzel me dijo –

—No lo llames así, —Henry lo interrumpió de forma brusca — él no es tu amo, no le perteneces.

Aún recordaba las veces en que Ganzel lo obligó a llamarlo de esa forma. Según él era el nombre que merecía luego de salvarle la vida, pero eso solo era una excusa barata, él no tenía que llamarlo así si no quería. Lo aprendió muy tarde.

Bose bajo la mirada, algo apenado.

—Aun así, tengo que limpiarte las heridas o estaré en problemas…

Henry lo miró por unos segundos con algo de tristeza, sabía perfectamente la clase de castigo que Ganzel le impondría al pequeño si no hacia lo que se le había sido ordenado. No dejaría que eso le pasara.

—Está bien…

Bose alzó la mirada y asintió de forma lenta antes de acercarse de nuevo al rostro de Henry. Con cuidado empezó a limpiarlo, tratando de no lastimarlo. Pero era imposible no hacerlo, las heridas estaban recientes y, por lo tanto, a Henry le ardió al sentir el primer contacto del algodón en su piel.

—Lo siento…

—No lo hagas, no eres tú quien debe disculparse. No me hiciste esto —miró de reojo al pequeño, quien con delicadeza limpiaba y curaba las heridas en su rostro. Bose asintió de nuevo y continuo con su trabajo en completo silencio. —Él…—empezó a toser justo cuando quiso hablar, su garganta estaba seca y de repente, sintió como si tuviera una bola de lana metida en su boca que le picaba y rasguñaba su piel.

Bose detuvo lo que hacía y preocupado, se levantó de la cama. Salió corriendo de la habitación mientras Henry se ahogaba debido al ataque de tos que no lo dejaba respirar. Bose volvió unos segundos después con una jarra de agua y un vaso. Henry se relamió sus resecos labios, estaba sediento mientras veía al niño servir el agua. Bose dejó la jarra en la mesa y luego se acercó de nuevo hacia Henry para ayudarlo a tomarse el agua.

—Gracias… —murmuró después de sentirse satisfecho, el ataque de tos finalmente se había ido  y ahora podía respirar de nuevo.

Bose le sonrió a modo de respuesta y siguió curando sus heridas.

Mientras Bose se aseguraba de limpiar y curar todo su cuerpo, Henry le limitaba a mirarlo; Bose portaba las mismas prendas que Ganzel lo obligaba a usar cuando tenía 15 años y no podía dejar de preguntarse; ¿De dónde lo habrá tomado?, ¿Bose será huérfano como él sin nadie que vele por él o tendrá una familia que lo ame y que esté desesperada por encontrarlo?

—Bose —lo llamó en voz baja, rompiendo el silencio que se había creado en la habitación. Bose lo miró por unos segundos antes de continuar curándolo, ese gesto fue para hacerle saber a Henry que le prestaba atención. —Ganzel… ¿te ha tocado?

Bose se tardó unos segundos en responder como si estuviera pensando fríamente que decir y eso preocupo a Henry, estaba desesperado por saber una respuesta. Bose se tomó su tiempo y finalmente hablo luego de un rato en silencio.

—Él me dijo que aún estoy pequeño y necesito aprender algunas cosas antes de… ya sabes… —cuando no agrego nada más, Henry supo a qué se refería, así que solo asintió para que continuara si es que iba a hacerlo. Bose dejó escapar un suspiro y agregó —solo me da besos en los labios, pero está bien.

Henry cerró sus ojos al escuchar eso. No, no está bien.

—¿Cuántos años tienes, Bose? —preguntó entre dientes aún con los ojos cerrados.

—13.

Ese maldito, pensó mientras hacía puños con sus manos, intentando contener el enojo que lo estaba lastimando. Henry abrió los ojos y lo miró.

—Eres solo un niño…

Bose tenía que estar con tus padres, en la escuela, jugando con sus amigos. No aquí, no haciendo esto.

—Este bien, Ganzel me trata bien. Solo me castiga cuando me porto mal, pero luego me deja comer lo que yo quiera. También me dio una linda habitación y esta ropa… me gusta —señaló hacia su vestimenta mientras un sonrojo se dejaba ver en sus mejillas.

Henry sonrió con cierta ternura y dolor en su rostro. Se veía reflejado en Bose,  así era cuando estaba pequeño. Aun cuando le costara admitirlo y lo odiaba, también le gustaba usar esas prendas. Fue lo único que Ganzel le dio que llego a tomar con gusto, pues, lo hacía sentirse lindo. Amaba usarlas cuando no tenían que ver con nada sexual. Ganzel le dio todo y luego uso eso para arrebatarle lo único que jamás podría recuperar; su inocencia, su pureza, parte de su vida.

—A mí también me dio esas cosas, —comenzó a hablar en voz baja, capturando la atención de Bose, quien se quedó quieto, escuchándolo. —cuando me trajo aquí, solo me trataba con amor y dulzura, me consolaba cuando me sentía mal y siempre hacía tiempo en su ajetreada agenda para pasar tiempo conmigo y ver películas, era bueno. Pero él no es de esa forma, es solo una fachada que usa para atraer a las personas que quiere. Las engaña, las hace creer que las ama y luego, cuando ya están lo suficientemente atrapadas en su hechizo, se convierte en lo que es realmente; un monstruo, y te maltrata, te viola y te obliga a hacer cosas horribles… ¿crees que esto que me hizo es amor?, no lo es. Esta es su forma de demostrar que él tiene el poder y que nosotros solo somos su juguete de diversión —quizás estaba siendo muy rudo con el chico, diciendo estas cosas tan de golpe, pero el pequeño debía entender para que pueda escapar de Ganzel antes de que se vuelva un diablo. Henry jamás tuvo a alguien que le dijera estas cosas, él estaba solo cuando llego aquí, siempre lo estuvo. Acepto que Ganzel era un monstruo muy tarde y para cuando eso pasó ya tenía 18 años,  ya estaba destruido por completo. Pero Bose no, él aún está a tiempo de librarse de eso.

—Lo sé, sé que Ganzel es malo… —Bose dejó escapar un suspiro, ahora jugando de forma nerviosa con el algodón cubierto de sangre y alcohol. —Dimitra me dijo las mismas palabras.

Henry sintió como su corazón brinco ante la mención de la castaña.

—¿Conoces a Dimitra?

—Sí, ella a veces me cuida cuando Ganzel tiene que irse a algún evento. Me hace panqueques —sonrió. Henry sonrió de vuelta, él conocía esos panqueques, los amaba.

—¿Ella está aquí? —preguntó con esperanza en su voz. Con Dimitra en el mismo lugar, sería más fácil escapar.

—No… ella intentó venir aquí, a tu habitación. Pero Ganzel la golpeó, la apuntó con un arma, lo vi… —Bose tragó saliva y Henry estaba seguro de que lo vio temblar —no la he visto desde entonces. Ganzel la saco a patadas, estoy preocupado.

Henry tragó con dificultad al escuchar esas palabras. Dimitra había hecho enojar a Ganzel, ese era uno de sus más frecuentes errores. La castaña no se cansaba de buscarle pelea y Henry temía que, algún día, iba a pagar con su vida. Si Ganzel no la ha matado aún es porque todavía sacaba beneficios de ella, pero el magnate perdía la paciencia constantemente y con suma rapidez. Algún día iba a cansarse de ella y Henry temía porque ese día llegara pronto.

—Ella es mi amiga, también me cuido y me salvo muchas veces de Ganzel.

—Ella es buena —agregó Bose en voz baja. Henry sonrió ante eso y asintió de forma leve, pues, el castaño tenía toda la razón. Dimitra fue su ángel guardián por muchos años, siempre estuvo ahí cuando la necesito.

No hablaron más después de eso y el pequeño se limitó a terminar de curar sus heridas.

—Bose, quiero ayudarte a escapar de aquí…

Bose era la única oportunidad que tenía de salir de este lugar, no la iba a desperdiciar.

El pequeño se detuvo de guardar las cosas que había guardado en el botiquín y miró a Henry con miedo.

—No podemos hacer eso, Ganzel nos matará…

—No, no lo hará. Te prometo que no dejaré que te lastime.

—No podemos escapar… es imposible.

—Si podemos, —Henry expresó con impaciencia en su voz mientras miraba a Bose con súplicas en sus ojos — yo conozco este lugar como la palma de mi mano, sé cómo salir de aquí sin llamar la atención y te prometo que nadie se dará cuenta de que nos fuimos. Ganzel no va a encontrarnos, seremos libres —soltó con desespero, sabía que se quedaba sin tiempo. Ganzel podía venir en cualquier momento y llevarse a su única fuente de salida.

—Tú estás aquí de nuevo, es obvio que Ganzel te encontró. Él siempre lo hace, por eso me dice que debo obedecerlo porque sabe todo lo que hago aun cuando él no está cerca.

Henry podía sentir el miedo en su voz, sabía que el pequeño estaba asustado.

—Lo sé, sé que me atrapo de nuevo. Pero eso no te pasará a ti, yo me encargaré de que nada malo te pase. No volverás a este lugar —tragó saliva cuando sintió el nudo en su garganta, estaba a punto de ponerse a llorar — Por favor, ¿no quieres volver con tus padres?. Yo te llevaré con ellos, lo prometo —No estaba mintiendo, si lograba salir de aquí, sería con el pequeño y se aseguraría de llevarlo con sus seres queridos. Lo llevaría a casa, no lo iba a dejar solo. Bose no pasará por las cosas que el paso, de eso estaba seguro, no lo iba a permitir.

—Mis padres no me quieren… ha pasado un año y ellos no han venido por mí…

—¿Quién te dijo eso?, ¿Ganzel?. Eso es mentira Bose, ellos te aman y estoy seguro de que han de estar buscándote. Apuesto que no han parado de hacerlo desde que desapareciste, sé que te quieren de vuelta en casa —se acercó un poco más al pequeño, quien parecía a punto de ponerse a llorar igual que él. Quería tanto sostenerlo en sus brazos y darle el consuelo que necesitaba, que ambos necesitaban. Solo por eso, se arriesgó y preguntó —Bose, ¿podrías soltarme?.

—No puedo, Ganzel me prohibió hacerlo, perdón…

Henry iba a seguir insistiendo, cuando escucho pasos cerca de la puerta y la clara voz de Ganzel detrás de ella. Bose se levantó abruptamente, lleno de miedo.

—Te tengo que irme, no debería estar aquí más que para atender tus heridas. No debo estar hablándote —Bose tomó la bandeja y rápido se dio la vuelta para salir de la habitación antes de que Ganzel entrara.

—No, Bose, espera… —Henry comenzó a mover sus manos atadas de forma nerviosa, en un intento que ya sabía no funcionaría para poder soltarse.

—Lo lamento…

Henry dejó escapar un suspiro lastimero cuando se vio de nuevo solo en la fría y oscura habitación,  soltando un quejido mezclado de dolor y frustración justo en el momento en que Ganzel entraba.

—Veo que Bose se quedó más de lo acordado.

—Yo le dije que se quedara, no fue su culpa. —No iba a dejar que le hiciera daño.

—Descuida, no estoy enojado —expresó con calma mientras caminaba por la habitación con sus manos metidas en los bolsillos de su pulcro pantalón. —Bose pasa la mayoría del tiempo solo, no me sorprende que te sacara conversación.

—Yo le saqué conversación, yo-

Ganzel alzó la mano haciendo que detuviera su hablar.

—Henry, no estoy enojado.

Pero Henry no podía creerle, no confiaba en ese hombre.

—¿Desde cuándo lo tienes?, ¿de dónde lo secuestraste?, ¿a qué padres se lo arrebataste? —la furia saliendo de su voz mientras hacía cada pregunta, al mismo tiempo, miraba a Ganzel con enojo, casi como si pudiera lanzar fuego de sus ojos.

Ganzel lo miró con una ceja levantada y una sonrisa descarada en su rostro. Puso las manos en la cama, a cada lado de las piernas de Henry, inclinándose un poco hacia adelante para poder estar más cerca de él.

—Después de que te vendí a Dante, estaba algo triste por eso. Pero luego vi a Bose caminando por el parque. No sé si iba o venía de la escuela, pero me recordó tanto a ti, que yo simplemente no podía dejarlo ir —expresó con sorna y algo de malicia en su voz sin quitar esa sonrisa descarada de su rostro. Henry soltó un bufido, desviando la mirada. Ver esa sonrisa le daba náuseas.

—Es solo un niño, ¿cómo pudiste hacerle eso? —giró su mirada de vuelta a Ganzel, dejando que toda la furia contenida en su cuerpo—más de la que ya había soltado — finalmente saliera.

—¿Celoso? No deberías estarlo princesa, tú aún sigues siendo el único, mi chico especial —Ganzel tomó la sabana y la quitó del cuerpo de Henry, mostrando su desnudez. Ganzel se deleitó ante la vista y lamió sus labios con lujuria.  —aún recuerdo nuestra primera vez, eras tan delicado. Llorabas y temblabas de miedo mientras me pedías que parara —con una sonrisa, llevó una de sus manos al torso de Henry y comenzó a acariciarlo.

—Sí, recuerdo bien esa noche, me destruiste la vida —expresó con desprecio y luego, con una de sus rodillas, golpeó justo en la entrepierna de Ganzel.

Ganzel exclamó de dolor llevando sus manos a su zona dolida, miró a Henry con furia antes de subirse sobre él y lastimarlo, colocando cada una de sus rodillas sobre los muslos de Henry, apretando con fuerza mientras lo agarraba del cuello.

—Eres un maldito.

Henry soltó un quejido de dolor, pero aun así no iba a callarse.

—El único maldito aquí eres tú —le escupió en la cara. Ganzel giró su rostro al recibir el impacto, eso acabo con la poca paciencia que tenía. Apretó más el cuello de Henry, comenzando a ahorcarlo.

—Ya me tienes harto, Henry —con su mano libre, sacó su arma y la apuntó justo en la frente de Henry. Esta vez colocando su dedo en su gatillo, listo para disparar.

—Si tanto te harto, entonces dispara de una vez y termina con esto —Henry presionó su frente contra la punta del arma, sintió algo de frío por el metal, pero no iba a apartarse, en cambio, se acercó más hacia Ganzel. —Vamos, hazlo.

Ambos se miraban fijamente a los ojos con furia y desprecio. Ganzel presionaba tanto su cuello como el arma, su dedo picaba por querer soltar el gatillo. Henry, debajo de él, simplemente esperaba pacientemente a que lo hiciera. No estaba asustado, en cambio, estaba listo para morir.

—Hermano, ¿así tratas a tus invitados?.

La voz de Kevin se escuchó desde la puerta, sacando a ambos del pequeño duelo de miradas que estaban teniendo. Ambos giraron sus rostros para ver a Kevin, quien estaba recargado con su hombro en el umbral de la puerta y los brazos cruzados. Ganzel soltó un bufido y alejó el arma de Henry.

—¿Qué diablos quieres, Kevin? —preguntó con molestia mientras se bajaba de Henry, sentándose en la cama. Las ganas de seguir torturándolo se vieron interrumpidas por el imbécil de su hermano.

Henry se permitió respirar con alivio al sentir su cuello liberado, el oxígeno entrando nuevamente a su cuerpo. Sin embargo, mantenía su postura erguida, con las barreras bien abiertas ante cualquier peligro. Disimuladamente, escuchaba la conversación que tenían ambos hermanos.

—Estoy aburrido, así que me preguntaba si podías prestarme a Henry un rato.

—No, Henry es solo mío —Ganzel miró al rubio, le regaló una sonrisa y llevó una mano hacia el blanquecido muslo de Henry, apretándolo con fuerza.

—Entonces préstame a Bose, lo tienes como una muñeca de cristal y yo tengo muchas ganas de enseñarle algunas cosas.

Henry se puso en alerta al escuchar esas palabras, comenzó a negar y temblar presa del miedo. No iba a dejar que tocaran a Bose, tenía que hacer algo.

—Kevin puede quedarse —habló, sorprendiendo a los dos hermanos, quienes dirigieron su mirada hacia él. Henry tragó saliva, pero ya no podía dar marcha atrás —los tres podemos divertirnos y pasar un placentero rato juntos, como en los viejos tiempos, ¿recuerdas? —movió su pie derecho y lo puso en la entrepierna de Ganzel, empezando a moverlo lentamente de arriba hacia abajo —sé lo mucho que te gusta cuando hago eso —saco su voz seductora mientras seguía moviendo su pie sobre el pantalón, justo en el miembro de Ganzel. Frotaba con suavidad, casi como si estuviera masturbándolo. No quería hacer esto, pero se sacrificará por Bose. Dimitra siempre lo hacía por él, ahora era su turno de salvar al pequeño castaño.

Ganzel sonrió con descaro, tomo el pie de Henry y lo alejo de su miembro.

—Tienes razón, me encanta cuando haces eso. —miró a su hermano y sonrió —muy bien, puedes quedarte —Ganzel se levantó y se apartó para que Kevin pudiera acercarse.

 Henry soltó un suspiro, salvo a Bose de las garras de Kevin. Poco le importaba lo que hicieran con él, podía soportarlo, pero sabía que Bose no.

Kevin cerró la puerta y con una sonrisa, se acercó sigilosamente hacia la cama. Puso una de sus rodillas encima de esta para apoyarse mientras se inclinaba hacia el rubio, acercó sus manos hacia sus brazos y empezó a desatarlo.

—¿Qué haces? —Ganzel preguntó con molestia al ver lo que su tonto hermano estaba haciendo.

—Sabes que no me gusta tenerlos atados, —respondió sin mirarlo, estaba más concentrado en desatar el fuerte nudo que su hermano hacia hecho alrededor de los brazos de Henry. —Además, Henry sabe lo que le pasara si hace algo estúpido, ¿verdad, lindo?

Henry asintió con rapidez, haría lo que fuera solo para que lo soltaran de una vez, ya no podía aguantar el dolor en su piel. Kevin le sonrió en respuesta y termino desatando el cinturón, dejándolo libre. Henry se incorporó lentamente en la cama y se miró los brazos, estaban rojizos y con marcas del cinturón. Llevo una de sus manos —aún esposadas—hacia el lugar herido y acaricio un poco provocándose un quejido de dolor.

—Bien Henry, ya sabes lo que me gusta.

Henry miró hacia Kevin parado frente a la cama. Sabía exactamente lo que tenía que hacer y cómo tratarlo para que no se enojara. A duras penas, pues, ya no podía negarse, asintió y se acercó al menor de los hermanos Richie.

Se puso de rodillas en el medio de la cama y lentamente acercó sus manos hacia la camisa de vestir que portaba el castaño. Con sus temblorosos dedos empezó a desabotonar uno por uno los botones. Al terminar subió hacia sus hombros y deslizó la camisa por sus brazos, dejando que cayera al suelo. Luego, bajó hacia el cinturón del pantalón, tomó la hebilla y de forma lenta se lo quitó, lanzándolo también al suelo. Desabotonó el pequeño botón y bajó la cremallera para luego, de un tirón, bajarle los pantalones junto con el bóxer. Dejó al aire su gran y erecto pene y se alejó.

—Eres un buen chico, Henry. ¿Ves hermano?, cuando lo tratas bien, te obedece.

Henry mantenía la cabeza gacha, sentado de rodillas, jugando con sus dedos mientras se preparaba para lo que vendría. Escuchaba los pasos y el sonido de las prendas siendo tirada al suelo. Los hermanos murmuraba, pero Henry se limitaba a mantener sus ojos fijos en sus regazos. Unos segundos después, Kevin tomo su barbilla y lo obligo a verlo; ya estaba completamente desnudo y en su mano izquierda había unas pastillas.

—Tómalas.

Henry no dejaba de mirar hacia las dos píldoras sobre la palma de Kevin. Tragó saliva y empezó a negar frenéticamente, sabía lo que eran y lo que le haría a su cuerpo si las ingería. Intento alejarse, pero fue en vano. Kevin ahora lo sostuvo fuertemente del brazo, justo en su zona herida. Henry chilló de dolor, quedando inmovilizado ante el toque.

—Henry, no quiero ser rudo contigo. Trágalas ahora.

Henry seguía mirando las píldoras con los ojos llorosos. No quería hacerlo, no le gustaba lo que provocaba en él. Se quedó mirándolas por unos minutos sin moverse.

—Bien… —Kevin dejó escapar un suspiro y miró hacia su hermano, haciéndole una seña con un movimiento de su cabeza.

Ganzel se acercó por detrás de Henry y tomó su rostro. Henry forcejeó un poco, pero Ganzel era más fuerte, lo aprisionó y a la fuerza, le abrió la boca. Kevin metió las dos píldoras en su boca y lo obligo a tragarlas.

Las píldoras hicieron efecto de forma rápida, haciendo que su cuerpo comenzara a sentirse cansado. De repente se sentía desorientado, todo le daba vueltas; podía ver pequeños puntitos y estrellas a su alrededor. Sus ojos se sentían pesados, lo único que quería hacer era cerrar los ojos y dejarse llevar por la droga corriendo por todo su cuerpo.

Sintió como lo tiraban bruscamente a la cama, su cara quedando enterrada en la almohada. Sintió sus piernas siendo movidas, dejando que todo su peso cayera en sus rodillas. Lo habían puesto en cuatro, Henry lo sabía. Aun con la droga, sabía lo que vendría ahora. Cerró sus ojos fuertemente, sintiendo la presencia de los dos hombres detrás de él, mientras que la sustancia consumida hacia su trabajo en él; dejarlo inmóvil a merced de Ganzel y Kevin.

No tardo mucho cuando sintió la primera embestida, soltó un grito y un gemido involuntario de placer. La droga, ya completamente siendo parte de su sistema, estaba actuando en su cuerpo, haciéndolo gemir y pedir por más. Frotaba su pene en la cama, aun en contra de su voluntad. Sentía las embestidas una más fuerte que la otra, mientras una parte de él lloraba, pidiéndole a gritos que intentara defenderse y frenar a los hombres que entraban y salían de su interior como si fuera un juguete. Pero no podía, estaba tan consumido por la droga que solo podía gemir y gemir.

Leves lágrimas caían por sus mejillas cuando sintió desvanecerse. Movió su rostro hacia un lado, intentando obtener algo de aire, se estaba quedando sin oxígeno y su respiración se volvía cada vez más pesada.

El tiempo se detuvo para él, solo podía sentir su cuerpo siendo movido bruscamente como si de una marioneta se tratara mientras era presionado en la cama. Poco a poco se iba quedando dormido, fue cerrando sus ojos, viendo por última vez la puerta frente a él. Mientras lo hacía un pensamiento recorrió por su mente antes de desmayarse; ¿Ray vendrá a salvarlo?.

Notes:

Uno de los capítulos mas difícil de escribir hasta ahora...

Chapter 18

Notes:

Advertencia:
Vocabulario explícito y fuerte, mención de abuso sexual.
Leer bajo su propia responsabilidad.

Chapter Text


Ray estaba desesperado, ya había perdido la noción del tiempo. No sabía qué hora era, ni que día era, solo tenía una cosa en mente; Henry. Aún no tenía información que lo llevara a él, su paradero cada vez se hacía más imposible de encontrar.

Seguía en la estación de policía, no se había movido de ahí desde que el sargento Dogers le había dado luz verde para proceder con la búsqueda. Sin embargo, aún no tenían nada y eso estaba carcomiendo sus entrañas.

—Ganzel puede estar en cualquier lado —dijo la detective Rogers, ella estaba parada frente a una pizarra donde había colocado toda la información que tenía de Ganzel hasta ahora —Tiene muchos lugares en la ciudad bajo su propiedad; mansiones, bares, fundaciones...

—No olvidemos las casas de prostíbulo de menores que aparentemente esta ciudad parece ignorar —expresó Blake justo al lado de la detective.

Ray, quien estaba sentado encima de un escritorio, soltó un bufido.

—Bien, ¿por dónde empezamos? —ya estaba harto de estar aquí sin obtener respuestas. Natalia soltó un suspiro y se acercó a su escritorio donde capitán man estaba sentado.

—Ese es el problema, capitán, no sabemos —tomó una carpeta y caminó de vuelta hacia la pizarra —intenté buscar una dirección IP en el vídeo que Ganzel mandó, pero es imposible de rastrear. Ganzel es astuto, no va a aparecerse en cualquier lugar, no si tiene a ese chico secuestrado y sabe qué capitán man lo está buscando.

—Tiene que haber otra forma de encontrarlo.

—Bueno, la última vez que Ganzel fue visto fue en este bar —Natalia señaló una foto en la pizarra —podemos empezar por ahí.

—Sí —Blake se acercó un poco más a la pizarra —fue donde ese hombre se peleó con los guardias de Ganzel y luego lo apunto con un arma. Quizás debamos contactar a ese hombre y obligarlo a que nos dé información. Por lo que vi en las noticias se ve que no es amigo de Ganzel, así que será fácil que nos ayude.

Ray rápidamente se levantó de donde estaba sentado y se interpuso en la conversación.

- No creo que debamos hacer eso. Por lo que oí ese hombre estaba ebrio, así que capaz ni conoce a Ganzel y solo hizo un escándalo —movió sus manos en negación, intentando evitar que buscaran a ese hombre quien resultaba ser el mismo.

—Bueno, no perderíamos nada con intentarlo.

Ray volvió a negar con las manos.

—Perderíamos mucho tiempo, mejor concentrémonos en lo que tenemos —se acercó a la pizarra y detallo con cautela cada una de las fotos. —¿qué hay de sus mansiones?, ¿sus fundaciones?.

—Ganzel tiene dos mansiones; una en el centro de la ciudad y otra a las afueras —empezó a explicar Natalia, colocándose al lado del capitán — en cuanto a sus fundaciones; estas son en conjunto con el alcalde, se encargan de proteger a los niños sin hogar, aunque dudo mucho que hagan eso…

Ray gruño ante esto. De solo pensar en esos pobres niños siendo abusados por Ganzel y su gente, le revolvía el estómago y la furia en su interior.

—¿Qué hay de las casas de prostíbulo?.

—Esas son difíciles de encontrar, Ganzel tiene que mantener su buena imagen en la ciudad así que solo pocas personas saben de esos lugares. Algunas están en la calle Boulevard y ni siquiera llevan su nombre. Ganzel usa un nombre falso para esas propiedades.

Ray gruño de nuevo. La calle Boulevard, pensó que jamás volvería a escuchar de ese lugar, lo odiaba completamente y le aterraba la idea de pensar en que Henry podría estar ahí.

—Muy bien, empezaremos por ahí.

—Eso no va a servir de nada.

Una voz desconocida se dejó escuchar a su espalda. Ray, algo incrédulo, se dio la vuelta para mirar a un hombre con algo de barba en su rostro caminando hacia ellos.

—Vengo de allá y no conseguirás nada.

Ray lo miró con una ceja levantada. ¿Y este tipo quién era?

—Es mi compañero, el detective William —Natalia respondió como si le hubiera leído la mente al capitán.

El detective sonrió con prepotencia y extendió su mano hacia él. Pero Ray no hizo nada, ningún movimiento para aceptar su saludo. William bajó su mano al ver que el capitán no tenía intenciones de estrechar su mano con la suya. Momento incómodo, pensaron todos.

—Bueno, William dinos —Blake se acercó para alejar el momento de tensión que inconscientemente se había creado —¿por qué eso no nos servirá?, ¿cómo es que sabes del caso?.

—Estaba por la zona, el sargento me llamó y me explicó de la situación con el chico y qué capitán man está aquí. Así que aproveche y pase por el prostíbulo. —miró de reojo al capitán quien seguía con una expresión seria en su rostro.

—¿Qué encontraste?.

William dejó escapar un suspiro y miró a su compañera.

—Lo de siempre; hombres mayores pagando para ver a jovencitas semis desnudas bailar. Ganzel no estaba ahí, llega días sin aparecer por el lugar.

—¿No preguntaste si lo han visto?.

—¿Crees que su gente es estúpida, Natalia? —William miró con incredulidad a su compañera sin poder creer que hubiera hecho esa pregunta —obviamente no dijeron nada, ven a Ganzel como un Dios, jamás lo delatarían... pero por suerte para ti, tengo esto —saco de su bolsillo un pequeño objeto.

—¿Qué es eso? —preguntó el capitán, después de un rato de mantenerse en silencio.

—Es un rastreador, se lo puse a uno de sus guardias. Así sabremos todos sus movimientos, quizás nos lleve a Ganzel y al chico.

Ray tomó el rastreador que el detective le tendía mientras se sentaba de nuevo en la madera del escritorio. Inspeccionó el objeto como si este, de alguna manera, fuera a decirle en donde estaba Henry. 

No hubo más conversaciones después de esa, todos se pusieron a trabajar en sus respectivos escritorios. Ray, quien no tenía lugar ni laptop para poder trabajar por su cuenta, se sentó en una silla al lado de Blake y soltó un suspiro resignado. No debería estar aquí sentado sin hacer nada. Debía estar afuera, buscando a Henry. De solo pensar en su chico y en lo que podían estar haciéndole, le rompía el corazón. Apretó los puños fuertemente intentando calmarse. Henry está bien, llegaras a él, lo encontraras, se repetía constantemente mientras tomaba un par de respiraciones discretas para relajarse.

Su teléfono empezó a sonar, sobresaltándolo un poco. Con algo de fastidio lo saco de su bolsillo y lo revisó; tenía una llamada entrante de Schowz. Soltó un bufido, no tenía tiempo para ellos. Vio que tenía algunas notificaciones sin leer, muchas eran de Schowz, otras de Charlotte. Decidió ignorarlas todas y limpió su barra de notificaciones sin leer ninguno de los mensajes.

—¿Qué hay del hermano de Ganzel?.

Ray rápidamente alzó la mirada hacia el oficial Blake y le prestó toda la atención.

—Siempre anda detrás de Ganzel como un perro faldero, si lo encontramos, encontraremos a Ganzel.

—Buena idea, Blake. Empecemos a buscarlo.

Blake dejó escapar una leve sonrisa ante la respuesta de su amiga, miró a al capitán de reojo quien le dio un asentimiento antes de comenzar con la búsqueda. Así continuaron en silencio, investigando cualquier información que fuera útil para poder encontrar tanto a Ganzel como a Henry.

—El guardia de Ganzel está en movimiento. Está yendo hacia una de sus propiedades —explicó William después de un rato en silencio, obteniendo la atención de todos.

Ray fue el primero en levantarse, corriendo hacia la salida; cualquier información que pudiera obtener de Ganzel, lo llevaría más cerca de Henry. Los demás le siguieron un poco más calmados.

Pronto llegaron a un edificio que parecía estar abandonado. Es lo que Ray supuso al no ver nadie a su alrededor; la zona en donde se encontraban estaba vacía y desolada. Sin embargo, está cerca de una calle donde de vez en cuando pasaba uno que otro vehículo. Ray no podía interceptar al hombre sin armar un escándalo y llamar la atención.

Estaba en su auto junto con Blake, para no levantar sospechas se fueron en dos autos; él y Blake iban en el suyo y los detectives Rogers y William iban en otro.

—Paciencia capitán, o arruinaremos todo —dijo en voz baja el oficial al ver la incomodidad e impaciencia que tenía el hombre a su lado. Sabía que el capitán quería salir y tomar al tipo que llevaban minutos observación, pero debía ser cauteloso o llamarían la atención de Ganzel.

—Paciencia es la que no tengo, tampoco tengo tiempo para hacer esto. Voy a salir.

Blake lo detuvo antes de que pudiera abrir la puerta. Hablaron unos segundos con la mirada, Blake pidiéndole que mantuviera la calma. Ray simplemente dejó escapar un suspiro y asintió, recargándose de nuevo en el asiento. Blake lo miró con cautela por unos segundos y cuando se aseguró que no iba a salir corriendo una vez que lo soltara, se alejó. Tomó su comunicador y empezó a hablar.

—William, ¿cuál es el plan?

Un crujido en la línea se dejó escuchar antes de que la voz de William se dejara escuchar.

—Esperaremos a que el hombre termine de sacar y guardar todas las cajas del auto y luego iremos por él.

Ray rodó los ojos mientras presionaba sus manos enguantadas fuertemente en el volante, pero intento ser paciente y espero. Unos minutos después que fueron eternos para Ray, William se comunicó a través de comunicador diciendo "andando". Esa fue la señal que necesitaba Ray para salir del auto y caminar hacia el edificio. Rogers y William se habían adelantado y ya se encontraban en la puerta del edificio. Ray llegó junto con Blake, subió las escaleras de la entrada y se colocó junto con los demás. William hizo un asentimiento con la cabeza, recibiendo la misma respuesta por parte de todos, luego se dio la vuelta y tocó la puerta.

—Policía de Swellview, abra la puerta.

Ray puso la mano en su arma solo en caso de que necesitara usarla. Esperaron unos minutos hasta que el hombre abriera la puerta; este parecía algo nervioso de verlos, más cuando se percató de la presencia del capitán man.

—¿En qué puedo ayudarles?.

—Solo queremos hablar, ¿nos deja entrar?.

—¿Tienen una orden?

Ray soltó una risita baja mientras sus manos picaban bajo su arma.

—No necesitas una orden si no tienes nada que ocultar —Natalia entro en la conversación, acercándose a la puerta —anda, déjanos pasar. No queremos armar un escándalo —llevó su mano hacia el hombre y antes de que este pudiera responder, lo apartó a un lado dándole acceso al gran edificio.

Al entrar se encontraron con una pequeña sala de recepción, un pasillo y unas escaleras que conducía hacia los pisos de arriba. Ray escucho un golpe a sus espaldas, miró por encima de su hombro para ver a William y a Blake interceptando al hombre; ambos lo tenían presionado contra la pared.

—Muy bien amigo, vas a decirnos ahora donde está Ganzel.

El hombre simplemente soltó una pequeña risita, ni se inmutó ante la brusquedad de los detectives.

—No sé dónde está Ganzel y aun si lo supiera jamás se los diría, no soy un soplón —respondió con tanta tranquilidad que Ray sintió ganas de golpearlo.

—Bien, entonces no te molestara que revisemos el lugar y todas esas cajas que trajiste.

Blake se alejó y tomo una de las cajas. El hombre se puso nervioso de repente, moviendo sus ojos y cabeza con desespero.

—Está bien, ¿qué es lo que quieren?.

Natalia sacó una foto de su bolsillo y se acercó a él.

—Este chico, sabemos que Ganzel lo tiene, ¿dónde está?.

Ray tragó saliva al ver la foto; era Henry la última vez que fue arrestado. Natalia la había encontrado cuando reviso los últimos archivos del rubio y la saco en físico sabiendo que la necesitaría pronto. En esa foto se veía mucho más mayor que la que él tenía cuando fue arrestado la primera vez a los 15 años. Sintió sus ojos arder del dolor y la furia, tuvo que desviar la mirada de la foto y se concentró en el hombre quien miraba la foto en silencio. Ray pudo ver en sus ojos una chispa de reconocimiento y lo supo; él sabía dónde estaba Henry.

—Sabes quién es ¿no es así? —Ray se acercó sigilosamente al hombre, quien lo miró de reojo algo asustado —vas a decirme ahora dónde está o vas a conocer verdaderamente de lo que es capaz el capitán man.

El hombre tragó saliva, intentando desviar su mirada, pero Ray lo tenía acorralado. No tenía escapatoria.

—No sé quién es el chico, jamás lo he visto en mi vida.

—Muy bien, si así quieres jugar. Blake, ¿qué contienen las cajas? —William miró a su compañero y espero pacientemente a que hablara. Blake se acercó a él con una de sus cajas ya abiertas. William soltó un silbido en cuanto vio lo que había dentro —parece que estás en problemas —miró al hombre y le regalo una sonrisa que no demostraba amabilidad. —Creo que no pareces un chico listo. Así que te vamos a dejar ir, si nos dices dónde está Ganzel.

—No diré nada, y quiero un abogado.

William dejó escapar una risa mientras negaba con su cabeza.

—Claro que sí, lo necesitaras —sacó sus esposas de uno de sus bolsillos y se acercó al hombre para esposarlo de forma brusca. Le dio un asentimiento al capitán antes de salir con el hombre.

—Llamaremos al sargento y pondremos el lugar en custodia.

Ray miró hacia la detective y asintió.

—Revisaré el lugar.

—Voy con usted.

El capitán miró a Blake y juntos comenzaron a caminar hacia las escaleras.

—Tú ve arriba, yo iré por el pasillo —no espero una respuesta del oficial y pronto comenzó a caminar hacia el gran pasillo.

Ray saco su arma y sigilosamente empezó a caminar por el pasillo; a pasos lentos se adentró al largo pasillo. Con su arma en alto miraba al frente y a los lados, paso la gran escalera y siguió caminando hacia el frente. Unos minutos después, se topó con una puerta a su lado izquierdo, sujetó su arma con una mano y con la otra abrió sigilosamente la puerta; adentro una oficina se encontraba. Entro solo para ojear un poco y recorrió todo el lugar. Ray pasó su dedo por el viejo escritorio, un poco de polvo se pegó en su guante, hizo una mueca mientras se limpiaba, se notaba que este lugar estaba desolado. Rodeó el escritorio y lo miró con más detalle, leyendo por encima varios papeles tirados que a simple vista no llamaron su atención. Camino de vuelta a la salida mirando de reojo hacia el gran mueble de madera repleta de decoraciones pomposas.

Salió de la habitación y continúo con su recorrido por el amplio pasillo; ya no había más puertas, solo diferentes cuadros sucios y descuidado por el abandono. Se detuvo cuando llego al final del pasillo, no había más hacia dónde ir. Soltó un suspiro resignado y retrocedió un paso para caminar de regreso a la sala, pero al hacerlo sintió algo extraño debajo de sus pies. Miró hacia abajo y presionó de nuevo en la zona, sintiendo como se hundía. Curioso, se agachó colocándose de rodillas y con sus manos empezó a tocar el piso alfombrado por todo la zona, podía sentir algo y su instinto de héroe le decía que había algo debajo de esta alfombra.

—Todo despejado arriba, capitán.

Ray escucho la voz de Blake a sus espaldas, lo miró de reojo y le pidió que se acercara.

—Hay algo aquí abajo, pero no puedo quitar esta alfombra —se quitó los guantes para intentar arrancar la alfombra con sus uñas.

—Tenga, aquí tiene algo mejor.

Ray alzó la mirada, encontrándose con una navaja. La tomó y con cuidado empezó a romper la zona haciendo un cuadrado en esta. Cuando terminó, dejó la navaja a un lado y con ayuda de Blake quitaron la alfombra, dejando al descubierto una puerta. Tomó la navaja de nuevo y con algo de brusquedad logro romper la cerradura y abrirla.

—Parece que conduce a un sótano —le entregó la navaja a Blake y sacó una linterna de uno de sus bolsillos. Tomó su arma de nuevo y comenzó a bajar lentamente, pisando con cuidado las escaleras que, a simple vista, se veían inestables. Blake copió sus acciones, sacó su propia linterna, arma y lo siguió.

Ray bajo el último escalón encontrándose con lo que ya había predicho; un sótano. Este se encontraba solo y oscuro, no había nada más que polvo y una que otra rata que logro ver a través de la linterna.

—¿No hay luz aquí? —preguntó Blake alumbrando por la pared buscando algún interruptor.

Luego un quejido, más como un sollozo, se dejó escuchar. Ambos se alarmaron al escuchar eso y se quedaron quietos en sus lugares. Ray alzó la linterna y lentamente la movió hacia dónde provenía ese sonido, casi deja caer la linterna al ver lo que había al fondo de la habitación.

—Por dios…

Hacia el final de la habitación, varios niños se encontraban encadenados del cuello a la pared, enjaulados alrededor de una cerca.

—Blake llama a una ambulancia —ordenó mientras se acercaba hacia los niños.

Blake asintió y tomó su comunicador, empezando a hablar a través de él, explicando la situación. Ray estaba casi llegando hacia los niños, pero se detuvo a medio camino cuando estos lo miraron con miedo, retrocediendo hacia atrás.

—Tranquilos… —alzó sus manos, uno de los niños chillo de miedo cuando vio el arma en sus manos. Ray se percató de esto y dejó el arma cuidadosamente en el suelo —tranquilos, no voy a hacerles daños. Voy a sacarlos de aquí, ¿bien? Están a salvo.

Ray se tomó su tiempo para mirar a los niños; eran 10 en total y no debían tener más de 13 años. Todos estaban sucios, de pies a cabeza, con manchas de mugre en sus caras, sus pies descalzos estaban negros de la suciedad. De vestimenta, algunos portaban batas algo rotas y sucias, otros solo portaban camisones largos también rotos y sucios. Por la poca ropa que llevaban pudo ver que los niños estaban demasiados delgados para su edad, clara señal de que no les daban de comer ni de beber. A medida que se acercaba se dio cuenta de que algunos niños tenían moretones en sus cuellos y en sus piernas, más que todo en la parte de su entrepierna, justo donde las prendan estaba más rotas.

Llegó a la puerta y los niños rápidamente se alejaron para esconderse en un rincón, algunos empezaron a llorar. Ray sintió furia y apretó su linterna; los niños le tenían miedo, pensaban que les haría daño, como seguro lo hacían los que se paseaban por aquí, sabía que uno de ellos era Ganzel. Ahora sus ganas de encontrarlo y hacerlo pagar por todo el daño que ha hecho, se hacían más fuerte. Tomó el candado de la puerta y con su fuerza y furia lo rompió, arrancándolo de la puerta de metal de un solo jalón. Los niños jadearon ante esto y su temor incremento más. Ray los miró por un minuto, quizás no debió hacer eso, los asusto más. Como sea, ya estaba hecho. Tiró el candado al suelo y abrió la puerta lentamente, los niños seguían sin hacer nada, solo sollozaban esperando lo peor. Ray entró a la gran jaula y se agachó en la entrada.

—No voy a lastimarlos, ¿bien?, vengo a ayudarlos. Quiero quitarles las correas del cuello, ¿me dejarían hacerlo? —preguntó en voz baja para no asustarlos más de lo que ya estaban. Algunos de ellos le recordó a Henry, eso arrugo un poco su corazón.

—No se pueden quitar, señor. Son de hierro y están pegadas a la pared… —uno de los niños explicó, casi en un susurro, mientras señalaba hacia la larga correa que llegaba al techo.

—Capitán man puede encargarse de eso, prometo no hacerles daño.

Los niños lo miraron en silencio por un par de minutos antes de asentir. Ray sonrió de forma sincera y se levantó.

—¿Hay luz aquí? —preguntó mientras se acercaba al niño que había hablado, este negó con la cabeza levemente encogiéndose un poco ante la presencia del capitán. —Blake voy a necesitar que me alumbres.

—Lo haré desde aquí afuera, para no asustarlos más.

Ray solo asintió en respuesta y cuando el oficial alumbro hacia el interior de la jaula y Ray tuvo mejor vista del lugar, saco su pequeño láser y con cuidado apunto hacia la soga de hierro, esta rápidamente empezó a desintegrarse liberando al pequeño. Hizo lo mismo con las demás correas, dejando a todos los pequeños libres. Sin embargo, los niños aún se quedaron parados, muy temerosos para decir o hacer algo.

—Ya pueden salir pequeños, son libres —los ánimo Blake desde afuera.

Algunos empezaron a caminar lentamente hacia la salida mientras Ray inspeccionaba que no estuvieran lastimados. Se agachó hacia uno de los más pequeños, quien seguía sentado y se abrazaba fuertemente a sus piernas. Intentó acercar sus manos para darle algo de consuelo, pero cuando el pequeño chillo de terror, alejo su mano y se mantuvo a una distancia prudente. El niño estaba traumatizado, Ray no iba a traumatizarlo más.

—Está bien, salgamos de aquí.

Pero el niño seguía sin querer moverse.

Por suerte, unos minutos después llegó Natalia y los niños parecieron relajarse ante la presencia de la mujer. Ella les sonrió a cada uno mientras se contenían de no ponerse a llorar de la impotencia que sintió al bajar y encontrarse con los pequeños. Saco a todos los niños, incluso al pequeño que no había querido irse con Ray. Por suerte ella logró convencerlo para salir con un poco de suaves palabras y soborno amistoso con chocolate. Ray le agradeció y salió junto con ella y Blake luego de asegurarse de que no quedaba ningún niño en el horrendo lugar.

Salió del sótano y camino de vuelta a la sala, encontrándose con el sargento Dogers y algunos oficiales registrando el lugar. Afuera se encontraban más personas asegurando el área, podía ver las luces rojas y azules que emitían los autos policiales y algunas ambulancias. Ray suspiro aliviado, viendo a algunos pequeños siendo atendidos.

—La mayoría de los niños secuestrados aquí estaban en la lista de niños desaparecidos —explicó el sargento, llamando la atención de Ray. El capitán lo miró y asintió.

—¿Qué va a pasar con ellos?.

—Los llevaremos al hospital donde serán atendidos, les daremos comida y todo lo que necesiten, luego nos contactaremos con sus padres. ¿El chico…?.

Ray negó antes de que terminara la frase.

—No, Henry no está aquí...

Ver a esos niños encarcelados lo afecto bastante, pues, le recordó a la forma en que encontró a Henry, solo, inconsciente, casi al borde de la muerte. Tragó saliva ante el pensamiento de volver a encontrárselo de esa forma, soltó un suspiro, necesitaba algo de aire.

—Lo encontraremos capitán —el sargento puso una mano en su hombro que lo hizo exaltarse un poco —ya tenemos al hombre en custodia y lo obligaremos a que nos diga dónde está Ganzel. Por ahora revisaremos el lugar a ver que podemos encontrar.

—Hay una oficina en el pasillo de allá, quizás quieran revisarla.

El sargento asintió y le hizo una seña a su equipo para que lo siguieran. Ray también los siguió, quería distraerse con algo.

Camino de vuelta al pasillo y entró a la oficina donde algunos oficiales estaban sacando todo lo que considerarían necesario para una investigación. Ray caminó hacia el escritorio y miró de vuelta a los papeles, por curiosidad tomó uno de ellos y los leyó, estos eran simples documentos firmados por Ganzel. Esto sería gran evidencia para confirmar que este lugar era de su propiedad. Llamó a uno de los oficiales para que se encargara de tomar todos esos papeles y confiscarlos. Él siguió revisando.

Debajo del escritorio había varios cajones, dos de cada lado; abrió el lado izquierdo encontrándolo vació, lo cerró y pasó al cajón del lado derecho. Lo que encontró dentro de ellos casi lo hace vomitar. Había fotos, pero no fotos normales, eran fotografías a blanco y negro de niños. Ray tomó algunas y las miró con repulsión, los niños estaban desnudos y posaban, posaban para ese maldito. Apretó las fotos con fuerza, arrugándolas un poco.

Revisó todo el cajón sacando las fotos, evito mirarlas, no quería mirarlas. Las tiró en el escritorio y con sus manos empezó a moverlas por todos lados, buscando una foto que no quería encontrar, pero tenía que asegurarse de que no existiera. Buscó y buscó, pero por suerte no encontró ninguna foto de su Henry. Eso no lo dejó tranquilo, no podía asegurar que no hubiera una foto así de él y eso solo lo hacía arder de furia. Dejó las fotos y salió del lugar, de nuevo volvió a la sala y se acercó al sargento.

—El hombre que el detective William se llevó... ¿ha dicho algo de Ganzel?.

—No, aún lo tiene en interrogatorio.

—Déjeme hablar con ese imbécil.

—Me temo que eso no va a ser posible, capitán.

Ray lo miró con el ceño fruncido.

—Ese hombre sabe dónde está Ganzel y, por lo tanto, Henry. Así que o me deja a hablar con él o no responderé ante las acciones que pueda cometer —se acercó al sargento de forma amenazante, estaba hablando muy en serio. No temía miedo de lastimar a alguien si con eso llegaría a Henry.

El sargento iba a responder cuando la voz del oficial Blake se dejó escuchar, ambos hombres se giraron para ver al joven oficial.

—Tenemos a Kevin Richie en la comisaria.

—¿Cómo lograste eso? —tuvo que preguntar el sargento, mientras alzaba una ceja y miraba con incredulidad al oficial.

—Solo le dije que tenía algunas multas que pagar, algo de papeleo —se encogió de hombros, no dándole importancia — William lo tiene retenido, para que no se vaya, le informo por si quiere ir.

—Yo iré —se apresuró a decir el capitán y sin esperar respuesta empezó a caminar hacia su auto.

El sargento Dogers soltó un suspiro de frustración y le hizo una seña a Blake para que lo siguiera. Blake asintió y se apresuró en ir con el capitán, quien estaba hecho furia.


Ray bajó de su auto y con premura, sin importarle nada, caminó hacia el edificio. A grandes pisadas y con sus manos apretadas fuertemente caminaba firmemente mientras que las personas que estaban a su alrededor le daban paso en cuanto veían el rostro furioso del héroe de la ciudad.

—Capitán man, espere. Capitán, no puede entrar así —Blake logró alcanzarlo y lo tomó del brazo, deteniendo su caminar. Ray gruñó y lo miró lleno de furia.

—No me discutas esto Blake, solo dime dónde está Kevin Richie.

Blake lo miró por unos minutos en silencio. Sabía que era una mala idea, pero sería peor si le decía que no al hombre, soltó un suspiro antes de hablar.

—Sígame… —murmuró y empezó a caminar. Sabía que se iba a meter en problemas por esto, pero el hombre a su lado era una bomba de tiempo, explotaría en cualquier momento si no le daban lo que quería; a su chico de cabellera rubia.

Ray lo siguió en silencio mientras respiraba pesadamente. Caminaron por un largo pasillo donde pasaron por varias salas de interrogatorio. Ray pudo ver por una gran ventana al hombre que habían arrestado hace rato, se encontraba sentado hablando con lo que parecía ser su abogado. Soltó un bufido y siguió caminando.

Llegaron a una sala mucho más elegante que las otras, con decoraciones formales y amuebladas. Ray supuso que era la sala de interrogatorio para atender a las personas más importantes. Como sea, no le prestó mucha atención a eso, solo podía fijar su vista en el hombre hablando animadamente con el detective William. No era Ganzel, pero era lo más cerca que tenía de llegar a Henry. Sin importarle y mucho menos, sin escuchar la advertencia que le dio el oficial Blake. Ray tomó el pomo de la puerta y entró en la sala. En cuanto puso un pie en la habitación y la puerta se cerró con fuerza detrás de él, William y Kevin lo miraron con expresiones confundidas.

—Usted no debe estar aquí, capitán.

Ray ignoro al detective, su vista solamente estaba en el hombre parecido a Ganzel. Sigilosamente, se acercó, tomó una de las sillas vacías y se sentó frente a él.

—Bueno, nunca pensé que conocería al capitán man de esta forma.

Ray soltó una risita sin gracia, ignoro el comentario de Kevin, mientas sacaba una foto de Henry y la deslizaba por la mesa hacia el hombre.

—Sé que sabes quién es y vas a decirme ahora donde está.

Kevin ni siquiera miro hacia la foto, mantenía sus ojos fijos en el capitán mientras le sonreía como si fueran viejos amigos.

—Creo que ya termine aquí, así que me voy —se levantó de la silla y se ajustó su saco.

Ray apretó los puños con fuerza en la mesa, no iba a tolerar eso. De un salto se levantó de la silla tirándola al suelo y de un movimiento tomó al hombre frente a él y lo golpeó contra la pared.

—Capitán man, suéltelo ahora.

Ray lo escucho a sus espaldas, pero él no iba a seguir órdenes de un simple detective, no cuando tenía a Henry tan cerca. Tomó a Kevin por el cuello y lo apretó con fuerza.

—No lo diré de nuevo, ¿dónde está Henry?.

Kevin lo miró por un segundo antes de que una sonrisa burlesca se dejara ver en su rostro.

—Oh, sí, creo que ya lo recuerdo. Aún puedo escucharlo gemir debajo de mí como la prostituta que es.

Ray impactó un golpe directamente en su cara de Kevin, haciendo que cayera al suelo. Estaba listo para propinarle otro golpe, pero fue detenido por el detective William.

—Es suficiente, capitán. —William puso las manos en el pecho del capitán y empezó a empujarlo hacia la salida.

—¡Suéltame!

—Cálmese, capitán.

Ray logro soltarse del agarre del detective y lo miro lleno de furia. Dio un paso al frente para volver a entrar en la sala, pero de nuevo una mano en su pecho lo detuvo.

—Así no hacemos las cosas aquí, cálmese ahora.

—O que, ¿va a arrestarme? —preguntó de forma desafiante, ojalá que intentara hacerlo, así demostraría de lo que era capaz cuando lo hacían enojar.

De repente su teléfono comenzó a sonar y eso lo obligo a calmarse un poco. Soltó un gruñido de frustración mientras lo sacara de su bolsillo para ver quien lo llamaba; era Schowz otra vez. Rodó los ojos y por esta vez decidió responder. Se alejó unos pasos para tener algo de privacidad mientras contestaba la llamada.

—¿Qué?

—¡Ray!, por fin contestas. Te he estado llamando sin parar.

—¿Qué quieres, Schowz?

—¡Tenemos a Henry! ¡Sabemos dónde está!

Ray sintió que el mundo y su corazón se detenían al escuchar esas simples palabras que significaban todo para él.

Chapter Text


—¿Dónde está? —preguntó con la voz entrecortada, sin poder creer lo que había escuchado. Tuvo que sostenerse del muro de la pared más próxima para no caerse de la conmoción.

—Te he estado enviando mensajes con la dirección.

Y tan pronto Ray escucho eso, corto la llamada y reviso los mensajes en su teléfono para ver que, en efecto, Schowz y los chicos le habían enviado la dirección sin parar.

Ray tuvo que ahogar el llanto que se atoraba en su garganta al ver los miles de mensajes que él había ignorado. Había tenido a Henry tan cerca todo este tiempo y el no hizo caso a ningún mensaje. Sacudió la cabeza para despejar esos pensamientos y se concentró en leer los mensajes;

"¡RAY!, ¡RAY! ¡LO ENCONTRAMOS! Henry está en la mansión Richie a las afueras de la ciudad, ve por él ¡AHORA!. No sabemos cuánto más Ganzel lo mantenga ahí antes de que se lo lleve a otro lado, ¡¡CORRE!!".

Sin esperar un minuto más, se alejó de la pared y empezó a correr hacia la salida, pasando por el lado de Blake y William, quienes lo miraron con expresiones confusas.

—Capitán, ¿a dónde va?.

—Sé dónde está Henry, iré por él. —respondió sin detener su caminar, ni siquiera supo quién le había preguntado, solo estaba concentrado en Henry.

—Espere capitán, vamos con usted. Necesitará refuerzos —Blake lo alcanzó y empezó a caminar a su paso.

—No necesito ayuda, soy indestructible. No podrán hacerme daño.

—Aun así capitán, Ganzel es muy poderoso y debe tener mucha gente a su alrededor. No podrá con todos ellos. Además, tiene a un rehén y quien sabe a cuantos más... déjenos ayudar.

Ray miró a Blake por un par de minutos en silencio, luego soltó un gruñido y con un leve asentimiento de cabeza acepto la oferta. Blake le sonrió y le hizo una seña a William para que fueran a su auto. Ray soltó un suspiro y se subió al suyo, listo para ir a buscar a Henry.


—Apuesto a que Ray no te hacía sentir así de bien.

Ganzel daba fuerte embestidas, entrando y saliendo de Henry como mejor le complaciera. Henry gemía en contra de su voluntad; la droga, todavía en su cuerpo, lo obligaba a gemir como si en verdad lo disfrutara. Desvió la mirada en vergüenza mientras lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

—Oh, ¿no te toco? —Ganzel lo tomó por la barbilla y lo obligo a que lo mirara, apretó un poco cuando Henry se resistió, sin embargo, el logro ganar; los ojos cafés de Henry lo miraba con miedo, eso lo hizo sonreír. —Por supuesto que no lo hizo, mírate, eres asqueroso. ¿Quién querría estar con alguien como tú?.

Henry soltó un gemido de dolor cuando Ganzel llego al orgasmo y descargo todo su semen dentro de él. Gritó cuando salió bruscamente de su cuerpo, Henry podía sentir algo escurrirse por sus piernas, el olor a sangre entro por sus fosas nasales, haciéndolo llorar. Pronto se desmayó, perdiéndose en la inconsciencia.

Al despertar horas más tarde, se encontró solo en la cama, esposado y sin posibilidad de moverse. Miró a todos lados, sintiendo un mareo atacarlo. La droga seguía haciendo efecto en su cuerpo dejándolo a merced de quien viniera ahora y lo tomara para usarlo a su antojo como el objeto desechable que es. Soltó un gemido cuando una fuerte brisa que no supo de dónde provenía impacto sobre su cuerdo desnudo. Fue justo en ese momento donde se percató de lo débil que estaba, podía sentir que en cualquier momento se desmayaría una vez más.

Llevaba haciendo eso por un par de horas; iba y venía, despertando siempre en la misma habitación, completamente solo y sin nadie que viniera a salvarlo. Estaba bien con eso, sabía que ese era su destino después de todo. Sabía que Ray no vendría, lo más seguro es que ya se olvidó de él. Estaba bien con eso también, no se merecía a alguien como él, no después de las cosas que había hecho para sobrevivir. Quizás deba morir ahora, extrañaba a sus padres, los abrazos de su madre y los besos en su frente cada noche antes de dormir, las ricas comidas que hacía para él, sobre todo los postres que le preparaba todo el tiempo solo porque le gustaba consentirlo. Extrañaba también a su padre, jugar fútbol con él y los cuentos de héroes —en especial los de capitán man—que siempre le contaba antes de dormir. Sintió sus labios tornarse en una sonrisa y su corazón lloró, extrañaba a Ray también, pero sabía que no volvería a verlo.

Era el momento, podía ver a sus padres; a su madre con su cabello largo rubio, su hermosa sonrisa y sus ojos claros. Veía a su padre, con su cabello algo canoso y un poco ruloso, este también lo recibía con una gran sonrisa en su rostro, ambos lo esperaban con los brazos abiertos a la espera de un abrazo. Él quería eso, quería ir con ellos. Cerró sus ojos y simplemente lo hizo, se dejó ir...

Henry,

Henry,

Despierta,

Henry, estoy aquí,

Henry.

—Henry, ya voy en camino, aguanta un poco —murmuró el capitán en la privacidad de su auto, mientras de reojo miraba la foto de su chico en la pantalla de su teléfono.

Estaba conduciendo lo más cuidadoso que podía, tratando de esquivar a los autos para no evitar un accidente; sin embargo, no bajaba la velocidad, no podía perder más tiempo. Si Ganzel se llevaba a Henry antes de que llegara, no se lo iba a perdonar nunca. Condujo unos minutos más, cuando empezó a ver las calles más desoladas y solo paisajes se dejaban ver. Ya estaba dejando Swellview, estaba más cerca de Henry. En cuanto vio la gran mansión de Ganzel, puso su pie en el acelerador, empezando a conducir a toda velocidad.

Al llegar fue recibido por un gran portón de rejas pintadas en color dorado, en el centro las iniciales GR se mostraban de forma elegante. Ray soltó un bufido, tomó su arma y bajó del auto. Caminó unos pasos hacia la entrada, una guardia se encontraba ahí y Ray no se sorprendió al verlo, en cambio, mantuvo su mirada firme y siguió caminando hasta estar lo más cerca posible del hombre vestido de negro; era de su misma altura y compostura, pero no eso no logro intimidarlo.

—¿Se les ofrece algo, caballeros? No pueden estar aquí, es propiedad privada.

—No queremos armar un escándalo —Blake se acercó y se colocó al lado del capitán —Solo queremos hablar con Ganzel, tenemos algunas preguntas que hacerle.

—¿Tienen un orden?.

Ray soltó un bufido mientras rodaba los ojos, no tenía tiempo ni ganas para hacer esto de nuevo.

—Sí, aquí la tengo —el capitán se acercó y se puso cara a cara con el hombre —Quítate de mi camino.

Un minuto después un golpe llegó a la cara del guardia; este se tambaleó un poco dándole acceso a Ray para poder entrar. Con ambas manos abrió el gran portón; sin embargo, fue recibido por 10 guardias armados apuntando directamente hacia él. Ray soltó una risita sin gracia y alzo ambas manos.

—Adelante, disparen. Mi piel densificaba puede soportar eso —sonrió con  prepotencia, mirando a cada uno de los guardias apuntándole.

—Demonios, capitán —Blake maldijo mientras sacaba su arma y traspasaba el portón junto con el detective William —Miren, no queremos que esto se salga de control. Solo queremos hablar —alzó la voz para que todos pudieran escucharlo.

Ray, sin embargo, no estaba de acuerdo con eso.

—No, yo no vine a hablar. Díganle a Ganzel que baje ahora o ustedes tendrán que pelear conmigo —frunció el ceño, colocando una mirada desafiante. Si tenía que pelear con todos estos hombres para llegar a Henry, lo haría.

Por suerte uno de los guardias pareció considerar la oferta. Asintió hacia el capitán, bajó su arma y se alejó un poco para sacar su teléfono y poder hablar con su jefe.

—Señor, lamento molestarlo, pero tenemos una situación aquí.

¿Cuál es el problema? —la voz de Ganzel se dejó escuchar en la otra línea sin interés alguno.

—Capitán man está aquí, quiere hablar con usted.

Un resoplido se dejó escuchar en la otra línea.

Sé por qué está aquí, y no voy a darle el gusto de llevarse lo que me pertenece. No voy a hablar con él, hagan que se vaya.

—Pero señor... es capitán man...

Él es solo un hombre vestido de payaso jugando a ser héroe, sáquenlo de mi propiedad ahora —demandó y antes de que pudiera escuchar una queja más, corto la llamada.

El guardia soltó un suspiro antes de acercarse de nuevo a donde estaba el capitán.

—Lo siento capitán, pero el señor Richie no quiere hablar con usted ni mucho menos verlo.

Ray solo asintió con la cabeza. —Bien, no queda de otra más que retirarme… —se dio la vuelta, simulando que se iba para después, de forma sorpresiva darse la vuelta y empezar a golpear a los guardias.

Todo se volvió un caos en ese momento. Ray empezó a dar golpes brutos a todo aquel se le acercaba. Algunos empezaron a disparar con sus armas, pero esas balas no le hacían nada en su cuerpo más que un simple dolor que él podía soportar. Todo sea por Henry, pensaba mientras derribaba a cada guardia. Blake y William, por su parte, fueron a ocultarse detrás de unos muros, pues, a diferencia del capitán, ellos no tenían la indestructibilidad de su lado; sin embargo, usaban sus armas para lanzar algún disparo y distraer a los guardias. Pronto, una redada entre ellos se hizo presente en la entrada de la gran mansión.


—Henry…

—Henry, vamos, aún no es momento de morir.

El rubio escuchaba esa voz lejana ir y venir. Frunció el ceño, pues, no lograba reconocer la voz que insistentemente le pedía que abriera los ojos. ¿Sería su madre?, pensó mientras trataba de concentrarse para darle un rostro a esa voz.  Sabía que era de una mujer, pero no podía saber quién. Movió su cabeza hacia dónde provenía y la vio, no era su madre, era Dimitra.

—¿Dimitra?.

—Sí, aquí estoy. —Dimitra lo tomó por las mejillas y Henry pudo verla mejor, ella le sonrió un poco antes de fruncir el ceño —Vamos, tienes que salir de aquí. —le palmeó las mejillas para despertarlo antes de alejarse.

Henry logró sentarse en la cama, un poco más despierto y orientado, se dio cuenta de los fuertes ruidos provenir de afuera. Frunció el ceño y miro hacia Dimitra.

—¿Qué está pasando? —preguntó en voz baja, su garganta estaba seca y sus palabras salieron entrecortadas. Dimitra tardó en responder, concentrada en quitarle las esposas. Henry le agradeció por eso, mientras se sobaba las muñecas adoloridas.

—Capitán man está aquí, parece que vino a rescatarte. Está como loco peleando con los guardias para poder entrar —Dimitra le regaló una sonrisa al ver la expresión de asombro en Henry.

¿Ray había venido por él?, ¿de verdad estaba aquí o esto solo era un sueño?. Vio a Dimitra alejarse y volver con su ropa, se colocó de nuevo frente a él y acaricio sus mejillas mientras le sonreía de forma cariñosa.

—No tenemos mucho tiempo, Ganzel está por venir. Vamos a vestirte.

Dimitra lo alentó a levantarse y lo ayudo a vestirse; Henry estaba adolorido y cada movimiento soltaba un quejido de dolor. Dimitra trato de ser lo más cuidadosa posible, sin embargo, el tiempo era oro y debía darse prisa si querían salir de la mansión. Estaban a punto de irse cuando una sombra se dejó ver por debajo de la puerta y parias pisadas se dejaron escuchar.

Dimitra sacó su arma y apuntó hacia la puerta.

—Ponte detrás de mí, no dejaré que te haga daño.

Henry la tomó del brazo con una mano, con la otra sostuvo el arma. Dimitra lo miró de forma incrédula, e intentó hacer que soltaba el arma cuando Henry insistió en que la bajara. Forcejearon un poco, pero Henry logro ganar la pequeña lucha que había creado.

—¿Qué haces? —siseó Dimitra, el tiempo se les estaba acabando, Ganzel entraría en cualquier momento.

—Ya me has protegido y salvado lo suficiente. Vete de aquí, yo nos salvaré ahora.

Dimitra lo pensó unos segundos, miraba a Henry de forma angustia y con ganas de llorar. ¿Cómo podía decir eso? Ella era la hermana mayor, debía protegerlo. Tragó saliva para contener su llanto y tomó a Henry por las mejillas, acariciándolas por última vez.

—Lamento no haber venido antes.

Henry negó con su cabeza gentilmente, llego una de sus manos hacia el rostro de Dimitra y acaricio con cuidado el moretón que aún se veía con fuerza en su cara.

—Descuida, ahora vete.

Dimitra estaba lista para negar otra vez, sin embargo, la mirada determinante en Henry le hizo saber que él no iba a desistir. Dejó escapar un suspiro y asintió, aunque tuviera miedo, aunque quisiera pelear con Henry para que le permitiera ayudarlo a salir de aquí. Con algo de recelo, le entrego el arma.

—¿Sabes cómo usarla?.

Henry asintió y le regalo una sonrisa a su amiga.

—Aprendí del mejor.

Dimitra le devolvió la sonrisa antes de darle un rápido abrazo y con una última mirada, salió de la habitación justo en el momento en que Ganzel entraba por el pasillo. Logró escabullirse sin que lo viera y mientras salía por la parte de atrás, rogaba para que Henry tuviera la misma suerte.

Henry soltó un suspiro al verse solo. Miró al arma en su mano izquierda, le dio un poco de pavor sostenerla, pero no era momento para tener miedo. Tomó el arma con ambas manos y la alzó apuntando fijamente hacia la puerta. Recuerda, como te enseño Ray, pensó mientras colocaba el dedo en el gatillo justo cuando la puerta se abrió, revelando a Ganzel.


Ray logró derribar a todos los hombres sin ningún rasguño en su cara. Cualquiera que lo vería pensaría que no pasó nada, pero su respiración agitada y sus ojos llenos de enojo decían todo lo contrario. Miró por encima de sus hombros a William y Blake, quienes salieron de su escondite asombrados luego del espectáculo que acababan de ver cortesía de capitán man.

—Llamen a una ambulancia, estos hombres la van a necesitar. Yo iré tras Ganzel.

Miro hacia la gran mansión frente a él y sin esperar respuesta de los otros, sacó su arma y a pasos firmes empezó a caminar hacia la elegante y enorme estructura. En otra ocasión se hubiera detenido a admirar lo hermoso del lugar, pero ahora no tenía tiempo para eso, su mirada solo estaba concentrada en la gran puerta de color blanco. Apresuro el paso y al llegar a ella, la abrió con una fuerte patada.

—¡Ganzel! —gritó en cuanto traspaso el marco de la puerta, encontrándose con una elegante sala llena de sillones blancos y muebles negros. —¡Ganzel! —volvió a gritar, pero solo fue recibido por el silencio.

Caminó hacia las escaleras y con su arma en alto empezó a subir los escalones. Llegó al segundo paso encontrándose con varias puertas a cada lado, soltó un suspiro de frustración. Henry podía estar en cualquiera de esas habitaciones. Tomó un par de respiraciones y apretó su arma con fuerza antes de empezar a abrir puerta por puerta. Para no perder tanto tiempo, simplemente abría y ojeaba un poco. Todas las del primer pasillo resultaron estar vacías. Gruñó con molestia mientras cerraba la última puerta.

Llegó al final del pasillo, encontrándose con dos caminos; izquierda y derecha. Miró a ambos lados y decidió ir hacia la derecha. Lentamente, empezó a caminar por el alfombrado pasillo el cual se encontraba silencioso, eso lo estaba alarmando un poco, tanto silencio lo hacía sentir solo y pensamientos donde Ganzel ya se había llevado a Henry lejos, lo abrumaba. Siguió caminando mirando a todos lados hasta que un pequeño ruido se dejó escuchar. Fue más como quejido, pero fue lo suficiente para poner a Ray en alerta. Un pensamiento fugaz llegó... Henry.

Rápidamente, pero sin hacer mucho ruido, corrió hacia donde había escuchado el sonido casi al final del pasillo. En cuanto llego hacia la puerta y estuvo frente a ella, no lo pensó mucho y de una patada tiró la puerta al suelo, revelando, no a Henry, pero sí, a un hombre corpulento desnudo encima de un niño, también desnudo.

—¡Oye! —exclamó el hombre en cuanto el capitán lo tomó de los hombros y lo lanzó con bastante fuera al suelo. El pequeño, quien se encontraba en la cama, simplemente se cubrió con las sabanas, asustado.

Ray le propino varios golpes al hombre en la cara, desfigurándola un poco. Sus guantes se llenaron de sangre, sangre que salía de la boca y labios del hombre. Se detuvo en cuanto supo que sería imposible para el hombre levantarse, lo dejó en el suelo y luego alzó su mirada hacia la cama para ver al pequeño, quien lo miraba con temor, temblando debajo de las sabanas. Ray lo identifico al instante, era el niño del bar... Bose.

Lentamente, se acercó a él, pero el niño estaba tan asustado que se pegaba a la pared de la cama a cada paso que daba. Ray intentó relajarse, bajó un poco su respiración acelerada y la furia en su cuerpo antes de hablar.

—No voy a herirte —se detuvo en la cama al lado del niño, quien se cubría más y más con la sabana, no queriendo que vieran su cuerpo desnudo. —Voy a sacarte de aquí, ¿bien?.

Bose lo miró por un par de minutos en silencio antes de asentir, Ray le regalo una pequeña sonrisa antes de volver a hablar.

—Pero primero necesito que me ayudes con algo, ¿puedes? —Bose volvió a asentir, Ray lentamente saco su teléfono y lo coloco frente a él —¿sabes quién es?.

—Es Henry…

—¿Sabes dónde está?, ¿está aquí?.

—Sí, Ganzel lo tiene encerrado en una de las habitaciones, es la que tiene el candado.

Ray asintió ante sus palabras, agradeciéndole en voz baja mientras guardaba su teléfono. Como Bose ya le tenía confianza, se agachó para quedar a su altura y estar más cerca de él.

—Voy a sacarte de aquí ahora.

Hizo al ademán para tomar en sus brazos, pero Bose soltó un pequeño quejido que lo hizo detenerse y alejarse un poco de su toque.

—No puedo moverme… me duele. —señaló su parte baja y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Ray casi gruñe de la furia y miró al hombre semiinconsciente en el suelo. Estaba listo para acercarse y golpearlo de nuevo cuando Blake apareció en el umbral de la puerta.

—Llévate al hombre —fue todo lo que ordenó Ray al ver la expresión de asombro en el rostro del oficial. Camino hacia donde estaban un par de ropas y se las tiro al hombre en el suelo. Blake asintió y con algo de brusquedad, obligo al hombre —que recién comenzaba a despertar — a que tomara las prendas para luego esposarlo y sacarlo de la habitación.

Ray espero a que se fueran para acercarse de nuevo al pequeño, tomó un par de prendas que visualizo en una silla y se las dio al niño para que se vistiera. Con discreción lo ayudo a colocarse unos pantalones de chándal, evitando mirar sus partes íntimas, dándole el respeto y privacidad que el niño se merecía. Cuando Bose estuvo vestido, lo tomo en brazos; un brazo debajo de las rodillas y otro en su espalda. Mientras iba caminando por el pasillo podía escuchar voces masculinas, parecían pelear. Ray sabía de quienes se trataban, giró su rostro para ver al final de uno de los tantos pasillos y reconoció la puerta con el candado. Su impulso de ir hacia allá se hizo grande, pero recordó al pequeño en sus brazos quien temblaba y sollozaba de miedo. Sacudió su cabeza y se apresuró a sacar al pequeño de la casa.

Bajo las escaleras con premura y salió de la gran mansión. Afuera ya estaba repleto de autos policiales y ambulancias. Logró ver a la amiga de Henry, ahora no recordaba su nombre, pero esta se veía preocupaba mientras era interrogada por unos oficiales. Los paramédicos junto con una camilla se acercaron a él en cuanto lo vieron con el niño en brazos. Con cuidado dejo a Bose en la camilla, asegurándose que estuviera bien.

—Gracias…

Ray le sonrió antes de alejarse y caminar de vuelta hacia la gran mansión, pero antes fue detenido por el sargento Dogers.


—Henry, ¿qué crees que haces? —preguntó Ganzel sin ninguna sorpresa de verlo levantado y vestido. Sabía que la zorra de Dimitra se había encargado de ayudarlo.

—Voy a salir de aquí y tú no vas a impedírmelo.

Ganzel soltó una carcajada, llevándose una mano a su pecho producto de la risa.

—Qué miedo —expresó con burla mientras se paseaba por la habitación de forma tranquila.

Henry seguía apuntándolo con el arma y retrocedía a cada paso que este cada.

—No des un paso más o dispararé.

—¿En serio?, ¿de verdad vas a hacerlo? —Ganzel lo miró de forma incrédula y espero pacientemente a que Henry intentara hacer algo. Incluso metió las manos en los bolsillos de su pantalón, colocando una pose relajada mientras miraba a Henry con una sonrisa.

Henry lo miró en silencio mientras agarraba el arma con sus manos resbaladizas producto del sudor. Se estaba poniendo nervioso, pero no le iba a dar el gusto a Ganzel de darse cuenta.

—No vas a hacerlo, —habló Ganzel después de unos minutos en silencio. Dio un paso hacia Henry, sonriendo un poco más cuando lo vio dudar, el arma casi resbalándose de las manos —eres muy cobarde. Baja el arma ahora y terminemos con esto, tenemos que irnos.

—No voy a ir a ningún lado contigo. Sé qué capitán man está aquí, me iré con él.

—Oh, sí, tu querido Ray está abajo. Pero no te vas a ir con él,  eso no va a pasar. —dio un paso Y Henry lo apunto en su frente, haciendo que se detuviera.

—Atrás.

—Vamos Henry, no hagas esto. Si me disparas te llenarás las manos de sangre, ¿es eso lo que quieres? Sé que no quieres ser como yo, dame el arma ahora y todo estará bien.

Henry retrocedió un poco ante esas palabras, sin embargo, mantenía el arma en alto. Ganzel tenía razón, él no quería mancharse las manos de sangre, no quería ser un asesino. Pero si le daba el arma, entonces perdería la única oportunidad de salir de aquí y encontrarse con Ray.

—No quiero, pero lo haré si no me dejas opción. Ya no haré lo que tú digas, yo tengo el control ahora.

—Por favor, no seas estúpido.

Henry dio un paso atrás, golpeándose contra la pared, eso le dio ventaja a Ganzel para tomar el arma e intentar sacársela de las manos. Pero Henry no iba a dejarse esta vez, no se la dejaría tan fácil. Empezó un forcejeo con el hombre, empujando todo lo que podía y usando sus últimas fuerzas.

—Suéltala, Henry.

—No.

El forcejeó continuo hasta que un disparo se dejó escuchar y toda la habitación se quedó en silencio.

Mientras esa discusión sucedía, abajo Ray estaba siendo interceptado por el sargento, quien se negaba a dejarlo ir.

—¿Qué está pasando aquí, capitán?

Ray dejó escapar un suspiro lleno de frustración, todo lo que quería era entrar a la mansión y rescatar a Henry. ¿Por qué no lo dejaban hacerlo?

—Ganzel no quiso presentarse adecuadamente, así que lo hice a mi manera. Ahora, si me disculpas debo ir por Henry y antes de que me detenga, no tengo tiempo para seguir protocolos, así no trabajo yo.

El sargento iba a protestar, pero un disparo se dejó escuchar dentro de la mansión. Ray inmediatamente se alarmó y salió corriendo hacia la casa junto con el sargento y varios oficiales que le siguieron. Iba a subir las escaleras cuando vio a Ganzel corriendo hacia el patio trasero junto con Henry, quien parecía forcejear. Rápidamente, sacó su arma y los siguió, corrió hacia el patio detrás de ellos hasta una colina donde un helicóptero se encontraba aterrizando. Oh no, eso no iba a pasar, pensó.

—¡Ganzel!

El magnate se dio la vuelta junto con Henry, en cuanto lo vio el corazón de Ray se rompió. Henry estaba lleno de moretones en toda su cara y parte de su cuello, el labio partido botaba algo de sangre al igual que parte de su ceja derecha. Tragó saliva mientras con una mirada rápida lo detallaba de arriba hacia abajo, buscando heridas más graves que pudiera verse por sobre su ropa. Busco alguna herida de bala, por suerte no vio ninguna salvo los moretones. Soltó un suspiro evitando ponerse a llorar, tenía que ser fuerte ahora. Henry, por otro lado, ya era un mar de lágrimas, con sus ojos cristalizados miraba a Ray con esperanza pero con temor. Conocía a Ganzel y de lo que era capaz.

—Bueno, pero miren a quien tenemos aquí. Capitán man o debería decir, Ray Manchester.

Ray se tensó ante la mención de su nombre saliendo de la boca del mangante, ¿cómo sabía eso?. Ganzel pareció leer sus pensamientos y respondió a su pregunta no dicha.

—Tu querido Henry es tan estúpido que estuvo llorando todo el tiempo, llamando y pidiendo que Ray viniera a buscarlo, ¿no es así?.

—Lo siento…

Ray negó con la cabeza, ahora no le importaba eso.

—Está bien, Hen.

Henry rompió en llanto nuevamente cuando lo escucho llamarlo "Hen”. Pensó que jamás volvería a escuchar ese apodo y menos de la voz del castaño.

—Bien, esta fue una bonita charla, pero es momento de irnos. —Ganzel comenzó a caminar hacia el helicóptero, pero la voz y el arma firme del capitán lo hicieron detenerse.

—Suéltalo ahora.

Ganzel hizo una mueca de negación.

—Eso no va a pasar, voy a irme de aquí con Henry y tú no vas a impedírmelo —Ganzel alzó el arma que y apuntó hacia el frente.

—No me detendrás con eso.

Ganzel le sonrió como si lo estuviera retando y movió el arma hacia Henry, presionándola fuertemente en su sien. Ray se detuvo en seco ante ese movimiento, su corazón casi deja de latir.

—Tienes razón, no puedo detenerte ni mucho menos lastimarte. Pero puedo lastimar a Henry. —presionó más el arma sobre la piel de Henry, haciendo que soltara un quejido de dolor y se moviera un poco para intentar soltar del agarre de Ganzel.

—Baja el arma ahora.

—No —Ganzel dio un paso hacia atrás, jalando a Henry con él.

—Da un paso más y disparo.

—Y yo le dispararé a Henry —Ganzel contraataco, sonriendo al saber que ese era el punto débil del capitán — Y seamos sinceros, no queremos la sangre de esta lindura por todos lados —con el arma acarició la mejilla de Henry y apretó un poco más su piel.

Ray tragó saliva, estaba contra la espalda y la pared. No podía hacer un movimiento brusco o Henry saldría herido, tenía que pensar un plan y rápido.

—¿Qué dices, capitán? ¿Quieres ver la sangre de Henry derramaba por todo el suelo? —Ganzel podía ver los ojos en desespero del capitán, sabía que estaba en un aprieto.

—Espera, hagamos un trato. —habló con desespero, comenzando a bajar su arma de forma lenta —Yo solo quiero a Henry, suéltalo ahora y te dejaré libre.

Henry, quien lo había estado mirando en completo silencio, abrió los ojos en asombro ante la descabellada idea que a Ray se le había ocurrido. Miró a Ganzel, este parecía considerar la opción, pues aflojo un poco su agarre en su brazo. Sin embargo, no fue lo suficiente para soltarse y correr.

—La policía ya está aquí Ganzel, —Ray intento continuar con su trato, podía ver que Ganzel lo estaba considerando — iras a la cárcel por lo que le hiciste a Henry, es mejor que aceptes el trato y te vayas. No le diré a nadie que te vi irte. Si me das a Henry, eres libre de hacer lo que quieras.

Ganzel lo miró con una ceja levantaba, el arma seguía presionada en la piel de Henry.

—¿Por qué crees que voy a darte a Henry?.

—Porque te dejaré ir, podrás irte a donde quieras, prometo no ir detrás de ti, solo quiero a Henry... incluso bajaré mi arma —lentamente empezó a agacharse para dejar el arma en el suelo.

Henry empezó a negar, miraba a Ray con desespero y miedo. ¿¡Que estás haciendo!?, intentaba trasmitirle con sus ojos. Esta era una terrible idea y él lo sabía.

—No, Ray…

Ray dejó el arma en el suelo y la pateó muy lejos, tanto que no iba a poder alcanzarla si algo salía mal.

—Listo, ahora dame a Henry.

Él no quería pelear, solo quería tomar a Henry en sus brazos y llevarlo a casa. Después podría buscar a Ganzel y encargarse cómo se debe. Ganzel guardo silencio unos minutos antes de soltar una carcajada.

—Hacer malas jugadas es lo tuyo, ¿verdad?.

Y antes de que Ray pudiera reaccionar, Ganzel soltó a Henry y le disparó. Henry abrió los ojos producto del impacto, por inercia se llevó las manos hacia el lugar disparado; en su costado izquierdo, justo debajo de su costilla. Se tambaleó un poco, empezando a caerse.

—¡No! —Ray gritó mientras corría hacia Henry antes de que cayera al suelo.

Todo paso en cámara lenta para Ray luego de eso, sujeto a Henry y con cuidado lo ayudo a recostarse en el suelo, mientras se ponía de rodillas y lo sostenía fuertemente por los hombros dejando descansar su cabeza en su brazo.

—Henry…

Con temor, presionó su mano libre junto con las de Henry para intentar detener la hemorragia. Alzó la mirada para verlo, Henry lo miraba fijamente, sus ojos estaban rojos y humedecidos de tanto llorar, en sus mejillas caían lágrimas sin parar. Ray quería acercar su mano y acariciarlo, pero no podía soltar la herida hasta que la ayuda llegara.

—Yo…

—Ssh, no digas nada. Todo estará bien… —murmuró casi al borde del llanto.

Con sumo cuidado se acercó para dejar un pequeño beso en su frente. Cerró sus ojos al sentir algo de viento detrás de él; Ganzel había huido junto con el helicóptero. Ray abrió sus ojos para mirar a Henry, pero los ojos del rubio estaban cerrados y eso lo alarmó.

—¿Henry?... ¿Henry? —lo movió con suavidad para intentar despertarlo, pero no obtuvo respuesta ni reacción alguna. —No, no, por favor no —comenzó a sollozar mientras pegaba a Henry contra su cuerpo y comenzaba a mecerse. Podía sentir la respiración lenta de Henry, tenía pulso. Eso lo calmo un poco, pero aun así tenía miedo de perderlo —Por favor, no me dejes…

—¡Capitán!

Ray alzó la mirada para ver a Blake corriendo hacia él. Este se alarmó en cuanto vio el estado del rubio. Rápidamente saco su comunicador.

—Necesito una ambulancia, AHORA. —Blake se acercó al castaño y se agachó para estar a su altura, tomo una mano en su hombro y lo apretó un poco —Va a estar bien, capitán.

Ray seguía sosteniendo a Henry en sus brazos al mismo tiempo que sollozaba y le pedía en voz baja que aguantara un poco más mientras esperaba que la ayuda llegara a ellos.

"Quédate conmigo Henry",

"Ya viene la ayuda, resiste",

"Por favor, Henry",

"Quédate conmigo"

Chapter Text


 "Capitán, por favor, suéltelo"

"Tenemos que llevárnoslo ahora, capitán"

"Capitán, por favor..."

Ray seguía sosteniendo a Henry en sus brazos, sin querer soltarlo. La ayuda ya había llegado, pero él estaba aferrado al rubio mientras lloraba. Blake y los paramédicos intentaban hacer que lo soltara para poder llevárselo en la camilla, pero Ray no quería hacerlo, sentía que si lo dejaba, lo perdería para siempre.

—Capitán, Henry necesita atención médica, vamos —Blake lo tomó de los hombros intentando hacer que reaccionara. Pero Ray seguía mirando a Henry inconsciente en sus brazos, lloraba mientras pasaba una de sus manos ya ensangrentadas por sus rubios cabellos.

Al ver que sería imposible hacer que el capitán soltara a Henry. Una de las paramédicas se acercó, agachándose frente a ellos; con cuidado tocó el cuello de Henry y revisó su pulso.

—Aún tiene pulso, pero está débil. Va a morir si no lo llevamos al hospital ahora.

Esa frase hizo regresar al castaño. Miró a su alrededor, dándose cuenta de todas las personas cerca y algo alejadas de él, esperando. Todo pasó en cámara lenta después. Ray dio un asentimiento con su cabeza y dejó finalmente que los paramédicos pudieran tomar a Henry y llevárselo en la camilla. Con ayuda de Blake se levantó y luego casi corriendo se fue, siguiendo a la camilla y a Henry. Bajó la colina con el corazón latiendo con fuerza. Sin despegar la mirada de Henry, podía ver cómo le ponían una mascarilla y revisaban su herida. Va a estar, va a estar bien, se repetía mientras intentaba no romper en llanto de nuevo.

Al llegar hacia la gran entrada de la mansión —ahora custodiada por la policía — se encontró con todas las miradas sobre él y Henry. Todos guardaron silencio cuando la camilla pasó al lado de ellos. El sargento Dogers le lanzó una mirada de tristeza y pena que él no devolvió, Henry aún seguía con vida. Mientras caminaba, se encontró con más patrullas y una que otra ambulancia. Algunos policías rodeaban el lugar con una cinta amarilla para intentar alejar a los periodistas que ya estaban en la escena esperando obtener una primera plana de la noticia. Muchos reflectores fueron directo a él en cuanto lo vieron salir, pero eso no fue lo que llamó su atención, fue el grito desgarrador de la amiga de Henry quien lo hizo despertar de su estado de shock, volviéndolo a la realidad de golpe, casi abofeteándolo como una cachetada.

Miró a la chica, quien intentaba correr hacia Henry, pero los oficiales no la dejaban. Podía ver sus ojos llenos de lágrimas como si de una cascada se tratará, negaba con su cabeza y articulaba el nombre de Henry, queriendo ir con él. Ray tragó saliva con dificultad; esa mirada le rompió un poco el corazón, pues, conocía el sentimiento. Siguió moviendo su mirada, encontrándose ahora con Bose asustado, mirando a Henry pasar a unos metros de él. El pequeño ya había sido atendido y parecía relajado a diferencia de cuando lo saco de las garras del asqueroso hombre, sin embargo, pudo ver que volvía a ponerse nervioso casi al borde de las lágrimas cuando vio la camilla y a Henry inconsciente siendo trasladado en ella.

Ray sintió pena por el chico, esto es algo que no debería ver. Se prometió que se encargaría de ponerlo a salvo, pero sería después, ahora su única preocupación era Henry. Miró hacia la camilla y a los paramédicos llegar hacia la ambulancia. Rápidamente,se encaminó hacia ellos; él no se iba a ir sin Henry y no iba a dejar que se llevarán sin él estando a su lado. Pero cuando intento subirse a la ambulancia, fue detenido por los paramédicos, negándole el paso. Ellos aseguraban que no había suficiente espacio. Ray casi quería golpear las puertas del vehículo cuando estas se cerraron, llevándose a Henry lejos de él.

Ray se quedó ahí unos minutos mirando hacia donde el vehículo había desaparecido. De repente el miedo entró de nuevo a su cuerpo y el temor de perder a Henry solo se hacía más fuerte. No lo pensó ni un minuto más y a pasos torpes, corrió hacia su auto, se subió a él y con apuro lo encendió, empezando a conducir siguiendo a la ambulancia a toda velocidad.

No podía a perder a Henry, no ahora que lo había encontrado.

Llegó al hospital justo cuando los paramédicos bajaban a Henry de la ambulancia. Rápidamente, se bajó del auto, cerró la puerta con fuerza y se echó a correr hacia la entrada de emergencia del Hospital sin dejar de seguir con la mirada a Henry. Al llegar todo era un caos; podía escuchar a los paramédicos decir palabras que él no podía entender, un doctor se acercó a Henry rápidamente mientras que le indicaban la situación del rubio.

"Está perdiendo mucha sangre"

"Su pulso estaba bajando".

"Necesita cirugía ahora"

Hablaban todos al mismo tiempo mientras se movían de forma rápida junto con la camilla. Ray solo miraba a Henry mientras los seguía. Estaba asustado, con el corazón casi saliéndose de su cuerpo de lo acelerado que estaba latiendo.

Lo siguió de forma rápida por todo el pasillo hasta verlos desaparecer por dos puertas grandes de metal. Cuando lo perdió de vista, se puso más nervioso de lo que ya estaba. A pasos rápido camino hacia la puerta, pero de nuevo fue detenido, esta vez, por una de las enfermeras.

—Déjeme pasar.

—No tiene permitido pasar, capitán.

Ray movió sus ojos con desespero, mirando por encima de hombro de la mujer hacia la puerta, detrás de ella hacia un largo y desolado pasillo, Henry no estaba a la vista y Ray sabía que se lo hacía llevado a cirugía. Miró a la mujer con ojos lloroso y trago saliva antes de hablar, casi suplicar que lo dejara pasar. Así sea solo para ver a Henry desde una ventana, pero tenía que calmar a su corazón y asegurarle que Henry está bien, que está vivo.

—Tengo que estar con él, me necesita…

La mujer lo miró con cierta pena, y llevó una mano a su hombro para darle algo de consuelo. Aun cuando se veía como un hombre fuerte, Ray estaba a punto de desmoronarse.

—Por favor… necesito…

—Lo lamento… —fue todo lo que dijo la enfermera, en voz baja, antes de moverse y retirarse por la puerta.

Ray se quedó ahí inmóvil mirando hacia la puerta, mientras las primeras lágrimas empezaban a caer por sus mejillas y su pecho lleno de dolor, subía y baja con desespero.


En algún momento logró calmarse y pudo sentarse en una de las sillas apartadas del pasillo, pero no lo suficiente para perder de vista la puerta de metal. No dejaba de mirar hacia ella, algunas personas salían, pero ninguna era la enfermera o el doctor que se había llevado a Henry.

No sabía cuantos minutos llevaba sentado, quizás horas ya habían pasado, no lo sabía. Lo único que tenía en claro era que su pecho le dolía y se contraía cada vez que volvía a pensar en lo sucedido hace un rato; la mirada de Henry llena de terror, su sangre saliendo de su cuerpo, sus ojos cerrándose y su respiración volviéndose cada vez más lenta.

Ray sintió un pinchazo fuerte en su corazón que nunca antes había sentido. Jamás en su vida un dolor tan fuerte llegó a su cuerpo, pero tampoco había pasado por una situación donde tuvo que ver como la persona que amaba recibía un disparo y luego caía al suelo casi desangrándose hasta morir.

Sí, amaba a Henry. Lo supo desde qué lo perdió, lo supo cuando sus labios rozaron los suyos por primera vez, lo supo cuando lo tenía en sus brazos, en cada abrazo, en cada noche que se iban a dormir juntos. Lo supo, cuando lo vio en el suelo al borde de la muerte y todo lo que sintió fue que también se moría. Sabía que de pasarle algo a Henry, él no iba a poder soportarlo y se culparía por eso el resto de su vida. No, Henry está bien, nada malo va a pasarse, él no va a…

Sacudió su cabeza, evitando que su mente terminara ese pensamiento que estaba haciendo ruido en su cabeza desde que Henry cerró sus ojos. Soltó una respiración lenta y cerró sus ojos por un minuto. Los sentía extremadamente cansado. Fue ahí cuando se dio cuenta de que no había dormido nada desde... ya ni lo recuerda, pero podía jurar que la última vez que durmió bien, Henry estaba en sus brazos. ¿Cuántos días habían pasado de eso?, era algo que tampoco sabía, todo se sentía como una eternidad.

Llevó ambas manos a su rostro para intentar alejar de sus ojos el cansancio que empezaba a hacer presencia en él, pero al hacerlo sintió algo húmedo y frío en sus manos enguantadas. Abrió sus ojos y miró hacia los guantes, dándose cuenta de que estaban llenas de sangre; sangre de Henry. Soltó un jadeo y rápidamente se los quitó, tirándolos al suelo. En ese momento, se percató de que su traje estaba lleno de salpicaduras de sangre; un poco en su chaleco se dejaba ver. Su estómago se removió mientras mirada desde su chaleco hacia sus guantes, quería vomitar y llorar a la vez. Henry había perdido mucha sangre.

—Capitán…

Una voz, casi como un susurró, se dejó escuchar. No le prestó atención hasta que un segundo llamado lo hizo despegar la mirada de los guantes y mirar hacia un lado dónde provenía la voz. Era Leyla, la enfermera que atendió a Henry aquella vez y lo llamó pidiéndole ayuda.

La recordaba bien, solía llamar a Henry con apodos adorables. Un sentimiento de nostalgia llegó a su interior cuando la vio. Si no hubiera sido por ella, por esa llamaba, jamás hubiera vuelto a ver a Henry de nuevo y muchos menos se lo hubiera llevado consigo. Quizás nada de esto estuviera pasando, pero cosas peores le estarían pasando a Henry, él seguiría con Ganzel y jamás lo habría salvado, eso es algo que nunca se perdonaría.

—Hola…

Leyla lo sacó de sus pensamientos y la miró de nuevo. Ella se acercaba lentamente a su lado, teniendo precaución como si temiera que fuera a lastimarla. Ray no pudo culparla, quizás debía verse horrible en este momento, con los ojos rojos de tanto llorar, su ropa ensangrentada y su pecho subiendo y bajando debido a su respiración agitada que parecía no querer relajarse.

—Le traje algo de agua.

Leyla le tendió un vaso con agua. Ray aceptó la bebida, agarró el vaso, dándose cuenta de lo temblorosas que estaban. Trató de ignorar su nerviosismo y bebió un poco de agua.

—¿Henry está bien? —es todo en lo que podía pensar, es lo único que le importaba.

—Aún está en cirugía.

 Eso no calmo a Ray, eso no le daba una respuesta afirmativa, solo lograba ponerlo más nervioso.

—¿Por qué no estás allá, ayudando? —preguntó en voz baja, jurando con el vaso ahora vacío.

—Estaba atendiendo a un paciente cuando me entere de que Henry había vuelto aquí, esta vez por una herida de bala…

Ray apretó el vaso hasta hacerlo trisas, de nuevo la culpabilidad y el enojo entraban a su cuerpo.

—No lo protegí... no lo cuide lo suficiente… Me había prometido… le prometí que nada iba a pasarle y yo... le falle…

Leyla puso una mano en su espalda, intentando darle consuelo.

—No creo que haya sido así, Capitán. Usted lo saco de las calles y le dio un hogar, no tiene nada de que culparse. Estoy segura de que Henry, más que odiarlo, debe estar agradecido por todo lo que ha hecho por él.

Ella lo entendía, era enfermera y también se culpaba cuando algún paciente moría o cuando no podía ayudarlo más de lo debido. Sentía esa impotencia y dolor en su pecho, entendía al Capitán, pero sabía que echarse esa culpa al hombro no haría nada bueno.

—Henry va a estar bien, Capitán. Él es fuerte, lo sé y sé que usted lo sabe, vivirá.

Ray rogaba a Dios que así fuera. Por primera vez en su vida, hizo lo que nunca imaginó; empezó a orar al ser todopoderoso, para que Henry sobreviviera, para que saliera vivo de la operación y sobre todo, para que lo perdonara por ser tan imprudente y no cuidarlo como debió hacerlo desde un principio. No es que el fuera creyente, su padre era científico y le enseño muchas veces que la ciencia era más verídica que todo milagro y espíritu creado. Pero ahora, sentado aquí en la silla del Hospital, con su mirada gacha, sosteniendo el vaso con fuerza para retener las lágrimas que querían salir, le pedía a Dios por Henry.

No supo cuánto tiempo paso sentado en silencio con Leyla a su lado esperando a que alguien saliera a darle información sobre Henry. Ya estaba entrando en pánico, nadie salía a decirle nada, las horas pasaban y él seguía aquí sin tener noticias, se estaba volviendo loco. Pegó un salto en su asiento cuando su teléfono empezó a sonar. Con cuidado lo sacó de su bolsillo; Schowz lo estaba llamando. Lentamente, se levantó y camino un poco para tener privacidad mientras contestaba la llamada.

—Ray, vimos las noticias…. ¿Henry está bien?.

Ray cerró los ojos y se mantuvo en silencio por unos segundos, no sabía qué decir.

—Entro a cirugía en cuanto llego aquí, pero no sé cómo está… —dejó salir todo su miedo en esas palabras, miedo que le apretaba el pecho y lo obligaba a respirar de manera superficial, pues, sus pulmones parecían estar cerrados.

Hubo silencio en ambas líneas por unos minutos antes de escuchar a Schowz volver a hablar.

—¿Tú estás bien? ¿Necesitas algo?.

Ray se llevó una mano a su rostro mientras abría sus ojos y giraba su rostro. en cuanto lo hizo, el doctor que atendía a Henry salió por la puerta.

—Tengo que irme —sin esperar respuesta, corto la llamada y empezó a correr hacia el doctor, quien ya hablaba con Leyla. —¿Henry está bien?.

El doctor miró al Capitán con el ceño fruncido, sorprendido un poco por la actitud y comportamiento desesperado que se presentaba ante él.

—¿Usted responde por el chico, Capitán?.

—Sí, sí —respondió con desespero, asintiendo con su cabeza al mismo tiempo. —Por favor, dígame... él está...

—Perdió mucha sangre. Hubo algunas complicaciones en la cirugía, pero logramos estabilizarlo y lograr sacar la bala en su costado izquierdo, está bien ahora.

Ray estaba al borde de la locura, sus sentimientos y emociones eran una montaña rusa. Henry estaba bien, estaba vivo, eso es todo lo que importa. Sintió una mano reconfortante en su espalda, supo que era Leyla, la miró y le regaló una pequeña sonrisa.

—¿Puedo verlo? —preguntó casi al borde de las lágrimas y con el corazón en la boca. Tenía que calmarse antes de que le diera un infarto.

—Sígame.

Y Ray no tardo en obedecerlo, tomó sus guantes del suelo y a pasos rápidos empezó a seguir al doctor junto con Leyla, quien no tenía intenciones de apartarse de su lado y él se lo agradecía internamente; necesitaba tener una mano amiga en este momento.

Llegaron a la habitación donde estaba Henry y Ray casi siente que se caía de rodillas al verlo. Su rubio, su hermoso rubio, ahora tenía moretones en toda su cara. Sus labios, antes carnosos y rojizos, ahora estaban rotos, secos y sin color. Su perfecta y perfilada nariz rota y sus mejillas llenas de rasguños que bajaban a su cuello lleno de más moretones en una mezcla verdosa y morada. Ray sintió que se iba a romper del llanto mientras se acercaba a pasos lentos hacia la cama.

Con sumo cuidado tomó su mano, ahora fría y pálida mientras ahogaba un sollozo. Su otra mano la acercó hacia el rostro de Henry y acarició su mejilla debajo de su pómulo, donde un moretón morado se dejaba ver. La mano de Henry, que aún sostenía, la subió hasta sus labios para besarla cuidadosamente, luego volvió a dejarla en la cama y sin soltarla se sentó en una silla al lado de la cama.

—¿Cuándo despertará?

—Está bastante sedado, tuvimos que hacer una intervención para sacar las drogas en su sistema y así poder seguir operando sin las complicaciones previas. Quedó demasiado débil, más con la pérdida de sangre, puede que despierte en un par de días.

Pero Ray había dejado de prestarle atención cuando escucho la palabra droga, ese maldito infeliz se había atrevido a drogar a Henry. Iba a pagarlo bien caro.

—¿Esta droga...?

—Logramos sacarla por completo, le estamos haciendo exámenes para saber qué tipo de droga es… sin embargo, está algo más… —eso llamó la atención de Ray, despego la mirada de Henry para concentrarse en el doctor quien espero su reacción para poder continuar —Mientras lo desvestían, una de las enfermeras se percató de algo de sangre entre sus piernas, le hicieron una rápida revisión y encontraron heridas internas en su parte baja, lo revisamos más a fondo y nos dimos cuenta que estaba sangrado por un desgarro en su... —El doctor siguió hablando, pero Ray ya no podía escucharlo más.

Su corazón —más de lo que ya estaba— empezó a latir con demasiada fuerza. Dejó de escuchar en cuanto el doctor dijo las palabras “heridas internas”  y “desgarro”. Su mayor temor se había cumplido; Ganzel lastimó a Henry, demasiado, y él no llegó a tiempo para salvarlo. Escuchó un jadeo de dolor de Leyla, la miró viendo sus ojos llorosos mientras miraba a Henry con tristeza.

—¿Capitán?

Ray se levantó abruptamente y salió de la habitación, necesitaba aire. Con una mano en su pecho, empezó a respirar entrecortadamente. Intento calmarse un poco, aunque sabía, era en vano. Miles de imágenes se le venían a la cabeza, imágenes de Henry siendo torturado, Henry llorando, pidiendo piedad, sufrimiento mientras ese maldito le hacía daño y lo lastimaba. ¿Y dónde estuvo todo ese tiempo?

Empezó a soltar ligeras lágrimas mientras se recargaba en la pared más cercana; estaba enojado, furioso. La impotencia crecía cada vez más en su cuerpo y el dolor era insoportable de contener. Jamás había experimentado tanto tiempo esa sensación en su cuerpo. Empezó a llorar más fuerte, esta vez de rabia mezclada con tristeza, sabía que debía estar rojo en sus mejillas, las sentía calientes y sus manos, sus palmas, estarían sangrando por la fuerza con la que presionaba sus uñas en ella.

Tomó una decisión, iba a matar a ese imbécil, lenta y dolorosamente, lo haría sufrir lo que Henry sufrió. Tenía sed de venganza, quería ver al maldito retorcerse del dolor y temblar de piedad mientras él le arrancaba la vida. Pero antes, debía encontrarlo.

Sacó su teléfono y buscó en sus contactos hasta dar con el número indicado. Al encontrarlo, presión a llamar y luego, con un poco de desespero, espero a hacer atendido. Tardaron en responder, eso le dio tiempo para calmarse un poco. Cuando escucho la voz de Blake, no tardo en hablar e ir al grano.

—¿Encontraron al bastardo?.

—No, seguimos en eso.

Esa respuesta lo hizo gruñir, apretó su teléfono debajo de su mano, casi sintiendo como empezaba a romperse.

—Pero no se preocupe, no puede ir tan lejos. Hemos cerrado todos los aeropuertos de la ciudad y en la vía terrestre lo tenemos cubierto, ese maldito no podrá escaparse.

—Cuando lo encuentren, llámame.

Volvió de nuevo a la habitación, encontrándose con Leyla. Lentamente, cerró la puerta y se acercó hacia la camilla.

—El doctor tuvo que irse, pero no quería dejarlo solo.

Ray simplemente asintió, entendía a la chica, sabía que ella había adquirido un cariño hacia el rubio cuando estuvo aquí. Ray se sentó de nuevo en la silla, con cuidado volvió a tomar la mano de Henry y la acarició; la sentía fría, como si no tuviera vida, eso lo aterraba. Pero luego, al escuchar el sonido de la máquina que le afirmaba que Henry seguía con vida, se relajaba un poco y se recordaba que no tenía nada que temer. Miró a Leyla por un segundo, ella sostenía la otra mano de Henry y lo miraba con sus ojos cristalinos. Ray sabía que estaba conteniendo el llanto, justo como él lo hacía.

—Va a estar bien. —tenía que convencerse de eso, Henry estaría bien.

—Lo sé… es solo que me cuesta creer que alguien pudiera hacerle esto...

—Lo sé, —Ray miró de vuelta a Henry y beso su mano, tragando saliva disimuladamente para no ponerse a llorar —pero él es fuerte, sobrevivirá.

—La persona que le hizo esto... ¿lo atraparon?.

Ray sintió un leve dolor en su pecho y negó. No, aún no lo habían atrapado, pero lo harían y luego él se encargaría de que lo pague caro, ya sea en prisión o en el infierno. No hablaron más después de eso y ambos se limitaron a mirar a Henry en silencio.

—Tengo que irme —expresó Leyla minutos después, todavía tenía un trabajo que hacer y por más que quisiera, no podía quedarse a cuidar solamente a Henry.

—Te avisaré si sucede algún cambió. El botón rojo —Ray señaló al pequeño interruptor pegado al lado de la cama, recordando aquella vez cuando Leyla tuvo que dejarlo solo con Henry.

Leyla asintió y se permitió sonreír. Miró por última vez a Henry, dejó su mano con cuidado descansado en la cama y luego a pasos lentos y silenciosos se retiró de la habitación.

Ray soltó un suspiro en cuanto quedo solo, dejó salir toda la tensión y finalmente se permitió ser vulnerable. Miró a Henry y con una de sus manos libres se acercó hasta su mejilla y con delicadeza la acarició un poco. Solo fue un leve roce, tenía miedo de que si lo tocaba mucho, se rompería. Luego se levantó y acercó sus labios hacia su frente, dejando un pequeño beso en ella. También la sintió fría y eso, incremento su miedo.

—Hen... no sé si puedes escucharme, pero si lo haces, aquí estoy, soy Ray, estás a salvo... por favor, quédate conmigo, vuelve a mí... no me dejes. —cerró sus ojos y dejó que pequeñas lágrimas cayeran por sus mejillas mientras depositaba un nuevo beso en la frente de Henry.

No supo en qué momento se quedó dormido hasta que sintió una mano en su espalda obligándolo a abrir los ojos en alerta y alzar la mirada listo para atacar. Giro su rostro rápidamente encontrándose a...

—¿Charlotte? —parpadeó un poco para despegar el sueño, su vista estaba borrosa y no podía ver bien.

—Hola… —dijo en voz baja, regalándole una pequeña sonrisa.

Ray pronto supo que no estaba soñando, escuchar su voz y sentir su mano en su espalda eran indicadores de que Charlotte en verdad estaba a su lado.

—¿Qué haces aquí?, ¿Cómo entraste?.

—Estoy aquí porque Schowz quedó preocupado después de que le colgaras de forma abrupta. Me pidió que viniera para traerte esto. ¿Cómo entre?, pues fue complicado, tuve que usar una peluca y unos lentes, dar un nombre falso y luego ingeniar una historia de que trabajo para ti y que me pediste que viniera. Por suerte me atendió una linda enfermera que parecía preocupada tanto por ti como por Henry y me dejó pasar.

Ray sonrió ante esto, supo que esa enfermera era Leyla.

—Así que... —Charlotte comenzó a hablar un poco más bajo y serio, esta vez mientras se sentaba al lado de Ray, colocando la bolsa con comida china en sus manos —sé que es tonto preguntar pero... ¿cómo estás?.

Ray dejó escapar un suspiro y su mirada volvió a enfocarse en Henry, quien seguía inconsciente, durmiendo plácidamente.

—Ya no sé ni como estoy…

Charlotte lo miró con cierta pena y destapo un recipiente lleno de comida china antes de tendérselo a Ray.

—Deberías comer algo.

—No tengo hambre.

—Ray…

—No, no pienso moverme de aquí. No voy a alejarme de Henry.

—No tienes que alejarte de él.

Pero parece que eso el castaño no lo entendía, pues, seguía ignorando a Charlotte, hablando y hablando sin despegar la mirada de Henry.

—Él está herido, sobrevivió a la cirugía, pero aún no está bien. Lo sé, lo siento en mi corazón yo... —su voz se fue apagando y debilitándose a medida que hablaba.

Charlotte dejó la comida a un lado y colocó de nuevo su mano en la espalda de Ray para darle consuelo. Subía y bajaba su mano gentilmente mientras el castaño sollozaba.

—Lo amo... lo amo, Charlotte…

Charlotte no dijo nada, no estaba sorprendida tampoco, así que solo siguió acariciando su espalda, dejando que el castaño continuará hablando.

—Lo amo demasiado y no si está bien…¿está bien?, ¿no es muy pronto?—con sus ojos azules inyectados de sangre de tanto llorar miró a su amiga, buscando respuestas.

Charlotte le regalo una cálida sonrisa antes de responder.

—Ray, para el amor no hay tiempo. Puedes amar a alguien en unos días, así como puedes amarlo años después. No hay límite y eso está bien.

El castaño asintió lentamente, comprendiendo las palabras que Charlotte acaba de decirle y con eso, llegando a una conclusión.

—Amo a Henry, pero tengo miedo. Temo que si algo le pase... si él no despierta yo... yo necesito decirle que lo amo, que, que me perdone por no salvarlo a tiempo… —sollozó de nuevo, luego sintió un pequeño apretón en su mano. Miró a Henry, pero seguía durmiendo.

—No tienes que disculparte por nada Ray, Henry no te odia.

Él no lo sentía así. Había evitado los mensajes que Schowz le mandaba, no le prestó atención a ninguno, no les hizo caso y por eso Henry estaba herido. Le había dado tiempo a Ganzel de hacerle daño, en cierta forma, había permitido eso y no se lo perdonaría nunca.

—Y no quiero poner palabras en la boca de Henry, pero estoy segura de que él también te ama.

Ray sonrió ante esas palabras dichas por Charlotte, y se concentró de nuevo en ella. Charlotte le sonreía y él débilmente le devolvió la sonrisa.

—Debes comer algo —insistió de nuevo. Ray negó, apartando su mirada de ella para enfocarse de nuevo en Henry. Charlotte dejó escapar un suspiro, pero no iba a desistir. Ella también podía ser terca como una mula y no iba a permitir que Ray se desmayara por no comer. Tomó el recipiente de nuevo y lo puso frente a Ray, casi tapándole la vista de Henry. Ray la miró con el ceño fruncido, listo para protestar. Sin embargo, Charlotte fue más rápida —Sé que Henry va a molestarse mucho si se entera de que no comiste nada, y va a enterarse porque voy a decirle en cuanto despierte para que te regañe —expresó de forma juguetona, pero al mismo tiempo, expresaba seriedad. Pero al ver que Ray seguía sin hacer nada, se rindió. Ahora lo miró de forma compasiva, entendiendo que la preocupación de Ray era más grande que cualquier hambre que pudiera tener. Decidió solo intentarlo una vez más; —Ray, Henry estará bien. Nada malo le va a suceder si sueltas su mano y comes un poco.

Ray la miró por unos minutos antes de soltar con sumo cuidado la mano del rubio y tomar el recipiente. Trató de pegarse lo más que pudo a la cama para que Henry —si es que lo hacía— siguiera sintiendo su presencia. Luego tomó los palillos y metió un poco de comida a su boca, sintiendo como su estómago y todo su cuerpo se lo agradecían. Soltó un suspiro y aceptó la bebida que Charlotte le tendía, de un solo sorbo bebió todo el contenido. Vaya que tenía hambre y no lo supo hasta que ingirió algo de comida.

Charlotte comió a su lado mientras miraban algo de televisión en el pequeño aparato conectado en el techo de la habitación. Charlotte lo había sugerido para que el castaño pudiera despegar un poco su mente de la situación.

—Necesitas ir al baño.

Ambos seguían sentados en el mismo lugar después de haber comido. Ray sostenía de nuevo la mano de Henry, pero ahora se movía incómodo en su silla. Sí, tenía unas ganas de orinar inmensas, pero no quería alejarse de Henry.

—Estoy bien…

Charlotte rodó los ojos al ver la terquedad de su amigo, haciendo lo imposible para no tener que levantarse.

—Ray, por muy indestructible que seas, no puedes aguantar tanto tiempo las ganas de orinar, sigues siendo humano después de todo. Anda ve al baño, yo me quedo con Henry.

—No pienso alejarme de él…

—Ray, el baño está aquí mismo.  Te aseguro que nada malo va a pasar si te levantas por unos segundos. 

Ray tardo unos minutos en decidirse, pero al final aceptó y fue corriendo al baño. Charlotte, como siempre, tenía razón. Unos segundos después salió del baño y vio a Charlotte con su peluca rubia mientras se acomodaba su mochila sobre sus hombros, parecía lista para irse.

—La hora de visita terminó, la enfermera vino y me dijo que ya debía irme.

—Gracias por venir.

—Descuida —Charlotte le sonrió mientras hacia un gesto con su mano. —sé que no vas a poder cambiarte de ropa, pero te dejo algunas cosas que quizás vayas a necesitar —señaló un bolso de viaje dejado en la silla donde antes ella estaba sentada.

—Gracias… —esta vez, le sonrió levemente.

Se despidieron con un abrazo rápido y con la promesa de que se mantendría en contacto ante cualquier situación.

Ray la vio irse y luego caminó hacia la silla, tomó el bolso de viaje y lo abrió relevando una cobija, algunos artículos de higiene; como su cepillo de dientes y crema dental. Su cargador de teléfono y una almohada. Soltó una risita mientras cerraba el bolso. Los chicos siempre se preocupaban por él, tenía que recompensarlos después de esto. Volvió a sentarse en la silla al lado de Henry, tomó su mano y la entrelazo con la suya, dejando caricias con su pulgar, calentando un poco la piel de Henry. Ray lo miró por unos segundos antes de que una imagen en la televisión llamara su atención; eran las noticias, la imagen de él, los paramédicos y Henry en la camilla se presentaba, mientras que Mary Gaperman y Trent Overunder relataban las noticias.

El empresario Ganzel Richie, todavía se encuentra desaparecido luego de que la policía, junto con capitán man, interceptaran en su mansión en la búsqueda de un joven” “Aún no conocemos su nombre, pero se sabe que el chico, ahora víctima, estaba secuestrado por el empresario, junto con otro niño más y una joven mujer”

Ray apretó la mano del rubio cuando vio el vídeo de Henry, siendo trasladado en la camilla y a sí mismo parado en la entrada de la gran mansión.

No tenemos información suficiente, pero se dice que el joven fue herido de gravedad y se encuentra en el hospital, luchando por su vida...”

Ray tuvo que apagar el televisor, pues, no quería seguir escuchando como hablaban de Henry, el cual tenía a su lado, vivo. Lo miró de nuevo,  más específicamente hacia su pecho que subía y bajaba lentamente indicador de que estaba vivo. Aún respiraba, eso es en lo que debía enfocarse ahora.

—Lo atraparé Hen, encontraré a ese imbécil y haré que pague por lo que te hizo, lo prometo.

Es una promesa que se hizo meses atrás y ahora la cumpliría con más fuerza. Ganzel se metió con Henry, con la persona que ama, no iba a tener misericordia con ese hombre. Si tenía que llenarse las manos de sangre, pues lo haría, todo sea para vengar lo que tuvo que pasar Henry cuando estuvo con ese hombre.

Chapter 21

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text


¿Así es como se siente estar muerto?, ¿es la nada misma?, ¿es caer en un agujero negro sin fin?, ¿es vagar en el espacio sin rumbo alguno o es tu alma la que vaga mientras tu cuerpo queda tendido en algún lugar, estático para luego ser guardado en algún ataúd o en el mejor de los casos, calcinado hasta que solo queden cenizas?. ¿Conocería a Dios o solo es un mito para alimentar a las personas prometiéndoles un paraíso que nadie conocía?. Él no lo sabía…

De repente sintió su cuerpo golpearse o quizás fue su alma entrando a este como una bofetada. Lo sintió tan fuerte que su pecho se contrajo, casi dejándolo sin aire. Rápidamente, empezó a tomar respiraciones y con esos las ganas de toser llegaron. No las detuvo y empezó a toser, recuperando todo el aliento que había perdido.

Luego abrió los ojos, encontrándose con nada; frente a él un techo color blanco se presentaba. ¿Estoy muerto?, fue su primer pensamiento. ¿Esto es el cielo?, es algo irónico de pensar, pues, después de todo lo que había hecho, pensó que terminaría en el infierno. Pero aquí estaba, en algún lugar, muerto. ¿Por qué se sentía como si aún estuviera vivo?. El sonido a su lado se lo confirmó.

Miró hacia dónde provenía el sonido y se percató de la máquina sonando y de las diferentes luces que salían de ella. Entonces siguió vivo, se dijo mentalmente mientras continuaba escuchando el sonido de la máquina, eran sus latidos.

Dejó de mirar hacia el aparato y paseó su mirada por toda la habitación, reconociendo al instante que estaba en un hospital. Estaba acostumbrado a despertar en ellos, pero igual no podía dejar de preguntarse; ¿Cómo había llegado aquí?, y mucho más importante; ¿Dónde está Ganzel? ¿Está a salvo a ahora?

Bajó la mirada hacia sus manos; estaban desatadas. Recuerda que alguien se las quito, pero no recuerda quién. Estaba tan confundido, todo su cuerpo le dolía y ardía como el infierno, tenía tantas preguntas y ceros respuestas, no había nadie aquí. A los segundos escucho la puerta abrirse. Lentamente, alzó la mirada para ver a la persona que entraba, casi se pone a llorar cuando lo vio.


Estos días han sido los más cansados para Ray desde que se convirtió en Capitán Man hace un par de años.

Ha estado en una carrera sin fin; desde ayudar a la policía a encontrar al maldito de Ganzel —ese infeliz era bueno ocultándose y pasando desapercibido entre las personas de la ciudad—. Ayudar a los niños de aquella casa, a Bose —quien también se encontraba en el mismo hospital que Henry—. Y a la joven chica que recordó se llamaba Dimitra. Con todo en su mente, los días se le pasaban como viento.

Por suerte ya había acabado todo por hoy, su última parada del día fue pasar por la camilla del pequeño Bose para revisar como estaba. Ahora se encontraba de camino hacia la habitación de Henry y donde él se había estado quedando estos días. Bebió su último trago de café antes de tirar el envase en la papelera más cercana y entrar a la habitación, pero al hacerlo mayor fue la sorpresa que se llevó; Henry estaba despierto.

Henry estaba en una posición casi sentada, apretaba fuertemente el dobladillo de las sabanas que lo arropaban y miraba al castaño con miedo; sus ojos cristalizados casi al borde del llanto. Y Ray, Ray estaba de la misma forma viendo a Henry como si estuviera en uno de sus sueños, los cuales había estado teniendo desde que llegaron al hospital.

Aún parado en la puerta dio un paso hacia adelante, pero al hacerlo Henry soltó un chillido de miedo. Ray se detuvo en seco, ¿acaso le tenía miedo?, ¿estaba asustado?, ¿es que no lo reconocía? Dio otro paso hacia adelante a la vez que Henry retrocedía un poco en la cama, eso se lo confirmó. Henry estaba aterrado, era como volver al principio de nuevo.

—Hen… —dio otro paso —Hen, soy yo… —contuvo su llanto, tragándose todas sus emociones para no asustarlo más.

Henry lo seguía mirando, observando cada paso que daba mientras respiraba entrecortadamente intentando no ponerse a llorar. Ray llegó al lado de su cama y sin tocarlo lo siguió mirando, admirándolo como si creyera que jamás volvería a verlo despierto.

—Hen, estás a salvo.

Henry soltó un quejido ante eso. ¿De verdad lo estaba o esto solo era producto de un sueño del cual despertaría, encontrándose de nuevo en esa habitación, amarrado a la espera de Ganzel?.

Sintió un toque en su mano, lentamente bajó su mirada hacia ella. Ray sostenía su mano levemente, casi como un roce que se alejó al segundo. Henry se quejó ante esto, él necesitaba más de ese toque. Con cuidado empezó a subir su brazo izquierdo hacia el rostro del castaño. Cuando llegó hasta su cara y tocó su mejilla con la punta de sus dedos sintió que se quedaba sin aire, su pecho empezó a subir y bajar mientras las lágrimas empezaba a caer.

—¿Ray…? —dejó descansar su mano en la mejilla contraria.

Ray asintió mientras recostada su rostro en la suave mano de Henry.

—Sí, aquí estoy.

Y eso fue todo lo que Henry necesito escuchar para romperse a llorar. Ray estaba aquí, estaba a salvo.

El castaño no tardó en sentarse en la cama frente a él y tomarlo en brazos. Henry rápidamente se acurrucó en ellos, colocando su cabeza hacia un lado en su hombro izquierdo mientras se aferraba a su brazo.

—Todo está bien. Ya estás a salvo… —depósito un suave beso sobre los rubios cabellos, mientras rodeaban a Henry con sus brazos.

Henry seguía llorando cuando se separó un poco para poder mirarlo. Con sus manos tomó sus mejillas y las acarició, pasando sus dedos por debajo del antifaz, por su nariz y por último sus labios. Henry detuvo su mirada justo ahí y sin dejar de mover sus dedos por sobre la textura de los finos labios del castaño, acercó los suyos, he hizo algo que Ray no esperaba aún que pasará, lo beso.

Henry tomó sus labios conectándolos con los suyos. Al principio fue un leve roce, después se volvió más profundo. Ray abrió sus ojos ante esto. Henry empezó a besarlo de forma necesitada, él le seguía por inercia. No es que no quisiera besarlo, es solo que él pensaba que este no era el momento. Henry no estaba bien aún.

—Hen… —habló en medio del beso, colocando sus manos en los hombros del rubio para intentar separarlos —Henry —no quería lastimarlo, pero esto no era lo que necesitaba ahora.

Henry ignoró todos sus llamados y continuó besándolo. Lo necesitaba, quería sacarse el sabor de los labios de Ganzel sobre los suyos. Ray logró separarlo unos minutos después y Henry volvió a romper en llanto.

—Todo está bien —Ray pegó su frente contra la de Henry, quien seguía llorando mientras negaba con su cabeza.

Ray atrajo de nuevo a su cuerpo, volviendo a la posición inicial. Con suavidad empezó a dejar caricias en su espalda y besos en su frente. Por inercia miró al botón rojo pegado a la cama; no quería hacerlo, Henry acabada de despertar, pero sabía que era lo correcto llamar a Leyla, ella tenía que verificar que Henry estuviera completamente bien.

Sintiendo algo de culpa, se inclinó un poco en la cama, llevándose consigo a Henry, quien seguía llorando aferrado a él como si su vida dependiera de ello. Tocó el botón y luego espero, sabía que Leyla recibiría el mensaje y vendría en cualquier momento.

Y así fue, la joven enfermera llegó unos minutos después. Por suerte, Ray logró calmar a Henry en esos minutos y ahora se encontraba tranquilo en sus brazos, hace poco había dejado de llorar.

Ray miró por encima de su hombro cuando escuchó la puerta siendo entreabierta y cuando confirmó que era Leyla de quien se trataba, dio un asentimiento con su cabeza, permitiéndole entrar por completo a la habitación. Ella lo hizo de forma lenta para no alarmar a Henry, quien al verla se tensó un poco en su lugar. Ray se dio cuenta de eso y volvió con las caricias en su espalda.

—Tranquilo…

Henry seguía mirando a Leyla con algo de miedo y retrocedió un poco en los brazos de Ray cuando vio que se acercaba a la cama.

—Está bien Henry, no va a hacerte daño. Es Leyla, ¿la recuerdas?. —Si no lo reconoció a él cuándo lo vio al principio, Ray estaba seguro de que tampoco reconocería a la enfermera. Henry parpadeó un poco y siguió mirando a Leyla casi como si intentara leerle la mente.

—Descuida, dulzura, no tienes que temer.

Henry frunció sus cejas en confusión, por alguna extraña razón ese apodo le resultaba familiar.

—Necesitamos que Leyla te revise para saber si estás bien… ¿Podrías dejar que lo haga?.

Henry lo pensó unos minutos antes de asentir de forma leve. Ray le regaló un beso en su frente antes de ayudarlo a recortarse en la cama. Leyla se acercó lentamente hacia el otro lado de la cama mientras se quitaba el estetoscopio alrededor de su cuello.

—Solo voy a hacerte una pequeña revisión, ¿está bien, caramelo? —preguntó de forma suave, casi como si estuviera hablando con un bebé. Henry asintió, sintiendo comodidad en esos apodos.

Leyla empezó con el chequeo. Se colocó el estetoscopio en los oídos, tomó el pequeño círculo y con permiso de Henry lo coloco sobre su pecho, lo sostuvo por un par de minutos cerca de su corazón antes de alejarlo. Volvió a colocar el estetoscopio alrededor de su cuello y luego de sus bolsillos saco una pequeña linterna.

—Quiero que sigas la luz ¿bien?.  —Leyla encendió la linterna y con cuidado la paso de forma lenta frente a los ojos de Henry, quien siguió la luz al mismo ritmo. —Todo parecer ir perfecto —informó con una sonrisa mientras guardaba su linterna.

Henry parpadeó un poco intentando alejar el pequeño punto de luz que había quedado en su campo visual. Ray soltó un suspiro ante esto, alejando un poco su preocupación.

—Ahora, voy a revisar tu herida, —Henry la miró confundido, ¿herida? —así que voy a tener que levantar un poco tu bata. ¿Me dejas hacerlo, cariño? —Henry asintió por inercia, pues, no sabía a qué herida se refería. Con ayuda de Capitán Man, Leyla le subió la bata, dejando al descubierto su abdomen. Justo en su costado izquierdo se encontraba una venda. Henry abrió los ojos en asombro.

—¿Qué me paso? —preguntó en voz baja, sin despegar la vista de la venta que cubría parte de su costado. Leyla, quien todavía no había tocado la herida, se detuvo a medio camino y Ray, quien estaba a su lado, miró a Henry con preocupación.

—¿No recuerdas lo que paso?  —Henry negó y miró hacia Ray más que asustado —¿Qué es lo último que recuerdas?.

Henry se concentró en la pregunta de Ray, miró por encima de su hombro para no distraer con su mirada azulada mientras intentaba recordar lo que había pasado en las últimas horas.

—Recuerdo estar en una habitación… Ganzel estaba conmigo… —se detuvo por unos segundos, tragando saliva y lamiendo sus labios, dándose cuenta de lo resecos que estaban. —Tú llegaste y…. no sé —miró a Ray con miedo, empezando a alarmarse al no tener más recuerdos.

Leyla fue quien se apresuró en hablar al ver su estado ansioso.

—Está bien, cariño. Es normal que no recuerdes los últimos eventos, acabas de despertar. Lo recordarás todo más tarde. —le regaló una sonrisa para intentar calmarlo. Pero Henry no estaba tranquilo con esa respuesta.

—Quiero saber qué me paso.

Leyla lo miró por un segundo mientras mirada de reojo al capitán. No había hablado de esto con el capitán, pero ella debía hacer su trabajo sin importar como pudiera el superhéroe tomarlo. Soltó un suspiro interno y se aclaró la garganta antes de hablar.

—Fuiste herido producto de un disparo.

—¿Me dispararon? —Henry tragó saliva y temeroso buscó la mirada de Ray para obtener una respuesta. Estaba casi temblando, sudando frío cuando Ray asintió lentamente, afirmando lo que ya sabía. —¿Fue Ganzel? —aunque ya sabía la respuesta de eso, aun así debía preguntar. Ray volvió a mover su cabeza de manera afirmativa mientras tomaba la mano de Henry, apretó un poco, pidiéndole perdón en ese gesto.

Henry miró hacia el frente, frunció sus cejas intentando recordar ese momento, pero nada venía a su cabeza. Empezó a respirar pesadamente cuando los segundos pasaban y él no lograba recordar. Le habían disparado, casi había muerto, ¿cómo es que eso llego a pasar?. Un fuerte dolor en el pecho lo hizo golpear su mano hacia donde estaba su corazón.

—Henry, ¿qué pasa?.

—Mi pecho… duele… —cerró sus ojos fuertemente al mismo tiempo que se recostaba en la cama, luego quedo inconsciente y la máquina empezó a sonar de forma estrepitosamente, asustando a Ray.

—¿Henry…?

Y todo paso tan rápido que el capitán no tuvo tiempo de actuar. A los pocos segundo Leyla estaba a su lado, apartándolo un poco para poder atender mejor a Henry, al mismo tiempo que varias enfermeras entraran en la habitación.

“Está teniendo un infarto” 

Ray simplemente miraba como le ponían una máscara a Henry sobre su rostro, sus ojos llenándose de lágrimas. Sin embargo, lo que en verdad lo hizo entrar en pánico fue cuando la máquina conectaba a Henry se detuvo, un ruido estrepitoso se dejó escuchar, como un pitido.

“No tiene pulso”

No, pensó Ray al escuchar eso. Inmediatamente,su corazón empezó a moverse con desespero cuando vio a una de las enfermeras abrir la bata de Henry, dejando al descubierto su pecho. Otra de las enfermeras acercaba un desfibrilador y hacia todo tipo de cosas con el aparato que Ray no lograba comprender, pero que lo ponían nervioso cada vez más. Intento acercarse a Henry, pero Leyla no se lo permitió.

—No puede estar aquí, Capitán, voy a necesitar que salga ahora.

Ray negó, tenía que estar con Henry. Sin embargo, Leyla de alguna forma logró sacarlo de la habitación, cerrando la puerta casi en sus narices. Lo último que Ray escucho de ella fue la promesa de que haría lo que fuera para ayudar a Henry. Y Ray quedo ahí parado, viendo desde la ventana con pequeñas lágrimas en sus ojos como las enfermeras intentaban reanimar a Henry y traerlo de vuelta a la vida.


—Henry sufrió un paro cardiaco debido al shock producido por la noticia, pero logramos estabilizarlo y ya se encuentra fuera de peligro.

Ray escuchaba la explicación del doctor mientras miraba a Henry, nuevamente inconsciente. Tenía una de sus manos aferrada a la de Henry, dejaba caricias y suaves besos, relajándose cuando escuchaba su pulso en la máquina y en su cuerpo.

—¿Qué va a pasar ahora?

—Lo tendremos en observación para asegurarnos de que esto no vuela a suceder. Henry es un chico fuerte, pero es importante que seamos cuidadosos. Debemos ir a su ritmo, no al nuestro. Élacaba de pasar por un evento significativo, está vulnerable y cualquier cosa puede afectarle gravemente.

Después de esa pequeña conversación, el doctor y Leyla se fueron, dejando al capitán solo con Henry, quien seguía dormido plácidamente como si no hubiera estado muerto por unos minutos.

Ray ahogó el llanto mientras presionaba la mano de Henry frente a su cara y la besaba gentilmente. Casi lo pierde, Henry había muerto en esa camilla y él, de nuevo, no pudo hacer nada para ayudarlo. Cerró sus ojos al recordar los eventos de hace unas horas y dejó que las lágrimas cayeran por sus mejillas. El sonido de la máquina y la forma en que el cuerpo de Henry se movía ante las descargas eléctricas que el desfibrilador hacía en él, fue una de las cosas más aterradoras de su vida y que sin duda nunca podrá borrar de su mente.

No podía evitar preguntarse lo que hubiera pasado, si Henry no hubiera despertado, si su corazón no hubiera vuelto a latir. Seguramente le estaría llorando justo ahora a un cuerpo sin vida y con eso su propia vida hubiera acabado para siempre. Eso lo asustó bastante y fue en ese momento donde se dio cuenta de que Henry se había vuelto más importante de lo esperado, que sin él su vida no tendría sentido. Lo amaba tanto que ahora no podía ver su vida sin Henry a su lado.

Dejó esos pensamientos a un lado cuando sintió movimiento en la mano que sostenía. Lentamente, abrió sus ojos para ver que Henry se estaba despertando. Con cuidado bajo a mano de Henry, dejándola devuelta en la cama para darle más comodidad. Henry abrió sus ojos por completo, su mirada cayendo rápidamente en él. Inclinó un poco su cabeza hacia un lado, teniendo una mejor vista de Ray.

—Me diste un gran susto… —con suavidad llevó una de sus manos hacia el cabello de Henry y comenzó a dejar lentas caricias.

—Lo siento…

—Está bien, ya paso —intentó sonreír para transmitirle algo de calma a Henry y con eso, a él también.

Henry débilmente le devolvió la sonrisa, luego hizo un movimiento para intentar sentarse, pero Ray lo detuvo.

—Déjame ayudarte. —Ray se levantó de la silla, colocándose al lado de Henry. Puso uno de sus brazos sobre la espalda baja para darle impulso a Henry de levantarse, mientras que con la otra, sostenía uno de los brazos de Henry como soporte. Henry soltó un quejido a medio sentarse haciendo que Ray se detuviera en seco. —¿Qué pasa?

—Es, es mi parte baja…

Ray se contuvo de soltar un gruñido y apretar sus manos de la furia creciendo en su cuerpo. Para evitar eso, dejó un tierno beso en la coronilla de Henry, expresando todo su amor en ese simple gesto. Luego volvió a sentarse ahora en la orilla de la cama, frente a él y sin soltar su mano empezó a dejarle caricias. Henry logró acomodarse mejor en la cama, quedando sentado en una forma en que el dolor en su interior fue soportable. Al mismo tiempo, le agradeció a Ray en voz baja por su ayuda.

—¿Quieres un poco de agua?. Tu garganta debe estar seca.

Ray se alejó un poco para tomar una pequeña jarra y un vaso de plástico colocando en la mesa al lado de la camilla. Sirvió un poco de agua y se la entregó. Henry no dudó en tomar el vaso y beberse toda el agua, sintiendo alivio al recibir el líquido bajando por su garganta.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —preguntó una vez que terminó de beberse el agua, ahora jugaba con el vaso vacío en una forma de distracción, pues sabía que venían una conversación algo intensa.

—Tres días…

Henry dejó escapar una expresión de asombro, después soltó un suspiro mientras recostaba su cabeza en la almohada y mirada hacia el blanco techo.

—Siempre imaginé que Ganzel iba a matarme algún día… nunca pensé que se volvería realidad —soltó una risa sin gracia antes de mirar a Ray sin expresión alguna —¿Él está muerto? —Ray negó lentamente — ¿Está libre?.

Ray quería tanto darle una respuesta positiva, decirle que sí, que ya lo tenía y que iba a pudrirse en la cárcel por el resto de su vida. Pero no quería mentirle, eso solo le traería más daño. Soltó un suspiro y lentamente asintió. Henry también dio un asentimiento con la cabeza. No estaba sorprendido por eso, era Ganzel después de todo y siempre se salía con la suya.

—Debí matarlo.

—No digas eso-

—Debí hacerlo —Henry interrumpió a Ray de forma brusca mientras miraba de vuelta al techo, no quería ver la expresión en el rostro de Ray mientras hablaba —Yo tenía el arma, la tenía en mis manos, lo apuntaba y yo… yo simplemente no pude hacerlo. Yo quería hacerlo, debí hacerlo… debí matarlo. —cuando se atrevió a mirar a Ray, sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Ray no podía soportar verlo así, entonces, con gentileza, lo atrojo hacia sus brazos.

—No tenías que hacerlo, esa no es tu responsabilidad.

Además, esa era una carga que él no iba a permitir que Henry tuviera, no podría soportar verlo llevar eso consigo. Conocía a Henry, era un ser puro que se sentiría mal de haber matado a alguien, incluso si fue la persona que más daño le hizo. Él no dejaría que Henry sufriera, él se haría cargo de eso.

—Pero ahora Ganzel está libre y puede hacer cualquier cosa, él… —Henry se separó un poco cuando un recuerdo llegó a su mente. —Ray, él sabe tu identidad… es peligroso. —en sus ojos miedo se dejaba ver, y un pequeño ataque de pánico comenzaba a crecer. —Tenemos que informar a los chicos, debemos encontrar a Ganzel antes de que haga algo —hizo un movimiento como queriendo levantarse de la cama, pero Ray se lo impidió.

—Henry, debes calmarte.

—Pero-

—Eso no me preocupa ahora, me encargaré luego —Ray llevó una de sus manos hacia la  mejilla de Henry y con su pulgar la acaricio intentando transmitirle que todo estaría bien. Aunque en el fondo no sabía qué hacer con eso, era algo de lo que tendría que hablar con Schowz. Henry tenía razón, era peligroso que Ganzel supiera su verdadera identidad, pero ahora eso no era lo que le importaba.

—No quiero que nada malo te pase…

Ray sintió tanta ternura ante estas palabras; Henry estaba aquí, en una camilla, con una herida de bala y varias heridas internas y aun así seguía preocupado y cuidando de las personas a su alrededor.

—Nada malo me va a pasar y tú no tienes que preocuparte por eso —se acercó para dejarle un beso en su frente. Henry se inclinó un poco más para sentir el toque dulce y cálido de los labios del castaño sobre su piel.

—Lo lamento, Ganzel descubrió tu identidad por mí. Todo esto es culpa mía… —cerró sus ojos y se aferró con más fuerza a los brazos que lo protegían a su alrededor. Ray negó aún con sus labios en su frente, los despegó un poco para poder hablar, pegando su barbilla en la frente de Henry.

—No lo es, fue mía por irme a exponer en el restaurante. Aun si no estaba como capitán man, debí suponer que Ganzel me investigaría. Así que nada de disculparte, ¿bien? —tomó a Henry por las mejillas y con suavidad hizo que lo viera.

—Si él llega a lastimarte, yo nunca me lo perdonaré…

Ray sintió su corazón romperse, pues Ganzel ya lo había lastimado y de la peor forma.

—Él ya lo hizo, Hen. Cuando te lastimó a ti, me lastimó a mí también. Y eso es culpa mía por no seguir lo que me pedías y dejarlo atrás… yo mismo lo atraje hacia ti… —tragó saliva ante ese recordatorio y ahogó un nudo en que crecía en su garganta —fue tan terco que permití que ese hombre te alejara de mí.

Henry negó de manera efusiva, alzó sus brazos para colocar sus manos en las mejillas del castaño en un intento de darle consuelo.

—No digas esas cosas, no sabías lo que iba a pasar. Lo que dije aquella noche fue porque estaba molesto. Tú estabas haciendo el bien, solo querías salvar… —detuvo su hablar abruptamente cuando un recuerdo llegó a su mente; Bose.

Rápidamente empezó a hiperventilar. Había dejado a Bose solo en ese lugar. Le prometió que lo iba a sacar de esa casa y lo dejó, lo abandonó. Si Ganzel está libre ahora, ¿él se lo habría llevado?, ¿dónde está?. Miles de preguntas empezaron a formarse en su cabeza mientras el dolor en el pecho volvía.

—¿Henry? —Ray lo apartó un poco para poder verlo mejor, encontrándose con la mirada perdida en Henry y sus ojos llenos de lágrimas una vez más. El capitán se alarmó ante esto. Hizo el intento de levantarse para llamar a Leyla, pero una mano en su brazo se lo impidió.

—Bose…. ¿Dónde está?

—Él está bien, está aquí en el hospital —Ray respondió de forma tranquila, al mismo tiempo relajándose al saber que Henry no estaba teniendo otro ataque. Tomó la mano aferra a su brazo y la acaricio, intentando transmitirle un poco de su calma.

—¿Por qué está aquí?, ¿alguien le hizo daño?, ¿fue Ganzel?. —Henry hizo pregunta tras pregunta con cierto desespero, haciendo que tropezara en sus palabras. Ray no tardó mucho en volver a tomarlo por los hombros y acurrucarlo en sus brazos como ha estado haciendo desde que llegó.

—Él… —se detuvo antes de revelar lo que iba a decir; sabía que eso solo abrumaría más a Henry. Entonces, decidió cambiar un poco su respuesta. —Él está aquí por observación, llevaba mucho tiempo en ese lugar y los doctores quería asegurarse de que no estuviera lastimado.

—¿Puedo verlo? —preguntó ya un poco más tranquilo al escuchar esa respuesta. Sin embargo, todavía necesitaba verlo para asegurarse de que estuviera bien.

—Quizás luego, por ahora necesitas descansar. Pero te prometo que te llevaré para que lo veas. Él también está desesperado por verte.

Bose ya se había escabullido varias veces de su habitación para venirse a la de Henry y visitarlo cuando este estaba inconsciente. Tomaba su mano y se sentaba en la silla que él solía ocupar y le hablaba pidiéndole que despertara pronto. Ray lo había pillado, pero no le decía nada, solo le regalaba una sonrisa y se aseguraba de preguntarle si estaba bien. Por suerte, lo estaba. Para ser alguien que acaba de pasar por un trauma, Bose se veía como cualquier persona normal, hasta podría pasearse como si fuera un visitante, si no fuera por la bata del hospital que lo delataba.

—¿Lo hace?

—Sí, lo hace, vino a visitarte mientras estaba inconsciente.

Eso hizo sonreír a Henry, sin embargo, todavía tenía un montón de preguntas en su cabeza que no lo dejaban tranquilo.

—¿Qué hay de sus padres? ¿Están con él?.

—Todo está bien Hen, sus padres fueron localizados un día después y ya están aquí con él.

Henry se permitió suspirar de alivio. Asintió dando a entender que estaba conforme con eso y se acurrucó de nuevo en el pecho del castaño.

—Gracias por salvarlo.

Ray solo dejó un beso en su sien como respuesta.

Luego escucharon unos toques leves en la puerta. Ray a regañadientes tuvo que alejar a Henry de sus brazos para poder levantarse y caminar hacia la puerta. Ray le sonrió a Leyla a modo de saludo y se hizo a un lado para dejarla pasar.

—Me alegra mucho verte despierto. ¿Cómo estás, caramelo?

Henry borró el ceño fruncido que mantenía sobre la mujer cuando los recuerdos llegaron a su mente.

—Leyla… —en un acto reflejo, se sentó y se acercó a la joven a su lado para darle un abrazo. Leyla se sorprendió ante el repentino gesto, pero no dudo en corresponder y envolvió a Henry en sus propios brazos —No te reconocí hace rato… perdón.

—No te disculpes cariño, no pasa nada —le respondió en voz baja y tierna.

Henry asintió en medio del abrazo antes de separarse y volver a su posición sentada. Buscó a Ray con la mirada, quien estaba a su lado con una sonrisa en su rostro producto de la tierna escena que acababa de presenciar. Henry con desespero buscó su mano, Ray no tardó mucho en tomarla y entrelazarla con la suya.

—¿Cómo te sientes dulzura?.

Henry, quien aún seguía mirando al castaño, despegó su vista de él y prestó toda su atención en la enfermera.

—No lo sé… un poco más orientado, creo…

—Eso está bien, es bueno saber que ya estás más orientado y consiente de tu alrededor. Pero me gustaría saber si te duele algo, es importante que me digas todo, así sea un simple dolor de cabeza ¿bien?.

Henry asintió, de reojo miró al castaño, quien acariciaba su mano de forma superficial pero sin dejar de ser cariñoso y amoroso. No quería admitir frente a Ray que le dolían sus partes bajas, no quería que Ray supiera que estaba dañado, sucio, usado como mercancía vieja que jamás se podrá reciclar y ser hermosa de nuevo —si es que alguna vez lo fue—. Solo por eso decidió mentir.

—Estoy bien, no me duele nada —intentó hacer una sonrisa para hacer más creíble su mentira. Suspirando al final cuando Leyla creyó su mentira, devolviéndole la sonrisa.

—Muy bien. Sin embargo, tengo que revisar tu herida, la limpie y cure hace rato mientras estabas inconsciente, pero necesito verla cada cierto tiempo para saber que nada va mal. ¿Me dejarás hacerlo, pastelito?.

Henry, algo sonrojado por el dulce apodo, asintió lentamente. Entre el castaño y Leyla, le levantaron la bata para poder ver la herida vendada. Henry rápidamente desvío la mirada y cerró los ojos, sintiendo temor de que volviera a ocurrir lo de hace un rato. La suave voz de Ray a su lado lo hizo calmarse un poco. Con desespero volvió a buscar su mano cuando se percató de que la había soltado al ayudar a Leyla con la bata. Ray tomó su mano al instante y depósito un beso en ella que Henry no vio pero que sintió.

—Todo parece ir bien en la herida.

—Eso es bueno saberlo —habló el capitán y por su tono de voz, Henry supo que estaba dejando escapar toda su preocupación, inconscientemente le apretó su mano.

Leyla volvió a bajar su bata dejándola en su lugar y Henry por fin pudo abrir los ojos.

—Si la herida sigue sanando con normalidad y sin ningún problema, podrás recuperarte pronto. Sin embargo, voy a necesitar que no hagas muchos movimientos bruscos. No queremos que la herida se abra por accidente, podría ser peligroso.

Henry asintió, apretando de nuevo la mano de Ray, ahora sintiéndose igual de preocupado que Ray. Y por supuesto que Ray notó su malestar, pues le devolvió el gesto.

—Me aseguraré de que eso no pase, lo cuidaré bien.

—Hace mi trabajo más fácil con esta dulzura, Capitán.

Ray, en otra ocasión, se hubiera puesto celoso con los apodos que Leyla le daba a Henry y lo melosa que llegaba a ser con él. Pero ahora que sabía que Henry le correspondía a él y solo a él, no tenía nada de que preocuparse. Unos toques en la puerta lo hizo salir de sus pensamientos, Leyla fue a atender dejando pasar a otra enfermera quien venía con un carrito de comida. A Henry rápidamente se le iluminaron los ojos y su estómago gruño con fuerza al ver la bandeja con comida.

—Pedí que te trajeran algo de comida, debes estar hambriento.

Henry asintió efusivamente, no recordaba cuando fue la última vez que comió. Ray se sintió estúpido por no haberse percatado de eso, se regañó mentalmente por su imprudencia y no pensar en eso cuando el rubio despertó. Una bandeja con comida fue puesta en el regazo de Henry y este comenzó a comerla desesperadamente. Ray coloco una mano en su hombro para que bajara el ritmo, no quería que se ahogará.

—Lo siento… —Henry dejó el tenedor en el plato y tomó algo de agua para pasar la comida —Tengo mucha hambre, no recuerdo la última vez que comí.

Ray apretó los puños disimuladamente al escuchar eso. No solo el maldito le había hecho daño físicamente, sino que también lo había dejado sin comer por quien sabe cuántos días. Ganzel cada día se ganaba más un puesto en el infierno.

—Está bien, caramelo. Puedes seguir comiendo, pero recuerda, no movimientos bruscos.

Henry terminó de comerse el puré de papa y carne que le habían traído y luego procedió a desenvolver el pequeño emparedado de jamón y que quedó junto con el jugo de naranja. Partió por la mitad el pan y se lo tendió al castaño. Ray lo miró confundido mientras negaba.

—No tengo hambre, gracias —alejó la mano de Henry junto con el pan. Henry lo miró con el ceño fruncido y volvió a tenderle el pan —Henry, ya comí, está bien.

Pero el rubio seguía insistiendo, estirando el pan casi hasta colocarlo sobre los labios de Ray.

—Hen, no tienes que hacerlo, esa comida es para ti, la necesitas más que yo.

—Come —demandó, frunciendo las cejas, mostrando firmemente que no iba a desistir.

El capitán soltó un suspiro, esta era una pelea que no iba a ganar. Así que tomó el emparedado y le dio un mordisco. Henry le sonrió satisfecho y tomó su propia mitad para comer al mismo tiempo que bebía de su jugó. Al terminar, Leyla y la otra enfermera volvieron para llevarse la bandeja de comida, ahora vacía. Henry soltó un suspiro en cuanto estuvieron solos, acostó su cabeza en la almohada y miró al techo.

—¿Todo está bien, Hen?.

—Sí, es solo que tengo ganas de hacer pipí. —miró a Ray con suma vergüenza mientras sus mejillas se colocaban rojas como tomates. Sin embargo, Ray no pareció tomarle importancia a eso, se levantó de la silla y caminó hacia el otro extremo de la cama, haciéndole entender a Henry que iba a ayudarlo a llegar al baño. Henry, sin poder negarse, se quitó la sabana para luego sentarse, pero cuando hizo el ademán de poner los pies sobre el suelo, Ray lo detuvo.

—Deja que yo te lleve. Leyla dijo que nada de movimientos bruscos.

A Henry no le quedó de otra que aceptar. Soltó un suspiro y asintió. Ray fue muy cuidado cuando lo tomó en brazos y lo alzó, cargándolo al estilo nupcial. Sin embargo, no logró que Henry se quejara un poco, pues, le dolía todo el cuerpo.

—Perdón.

Henry solo negó ocultando su rostro en su cuello. Al llegar al baño, Ray lo bajó cuidadosamente, dejándolo frente al inodoro.

—¿Quieres que te ayude?.

Henry negó de nuevo, esta vez, rápido y con miedo. No quería que Ray lo viera desnudo y descubriera los moretones y heridas por todo lados, sabía que el castaño sentiría asco de él después de eso.

—Está bien, yo puedo solo…

Ray asintió y se quedó ahí parado, sin hacer ningún movimiento para irse. El rubio lo miro de reojo, sabía por qué lo hacía.

—Ray… ¿Podrías darme algo de privacidad?.

Ray no estaba muy convencido, pero asintió dándose la vuelta para darle la espalda. Henry soltó un suspiro.

—Ray, por favor-

—Pero Hen, no quiero que nada te pase-

 La mano de Henry en su espalda lo hizo detener su hablar.

—Voy a estar bien, solo será un minuto —Henry acaricio la espalda de Ray por sobre el cuero de su traje para convencerlo. Ray seguía sin estar seguro, pero de todas formas asintió.

—Estaré esperando en la puerta.

Antes de irse le dejó un beso a Henry en su frente y luego salió del baño, dejando al rubio solo. Henry soltó un largo suspiro dejando salir todo su temor acumulado. Alzó sus manos y las miró; aún seguían algo rojizas, pero ya no estaban atadas. Estás bien, ya estás a salvo, se dijo.

Lentamente, llevó sus manos hacia la bata y la subió, intentó no mirar mucho su cuerpo mientras bajaba su bóxer hasta sus muslos, lo suficiente para no tener que agacharse mucho. Con cuidado saco su pene que también se encontraba rojizo al igual que los lados de sus piernas, decidió ignorar ese hecho y empezó a orinar. Ahogó un quejido cuando la orina empezó a salir, incluso esa pequeña acción le dolía y ardía bastante. Cerró sus ojos, aguantando las lágrimas. Evitaba hacer el menor ruido posible para no alarmar al castaño y que entrara. Al terminar, se acomodó de nuevo la ropa y le bajó el agua al inodoro.

Se puso frente al lavado y se lavó las manos, limpiando las pequeñas lágrimas bajo sus ojos. Evitó mirarse en el espejo mientras a pasos lentos caminaba hacia la puerta. Al abrirla se encontró con el castaño parado firmemente como si fuera un guarda espaldas. Henry sonrió ante el lindo gesto y con cuidado llevo su mano hacia su espalda llamando su atención. Ray rápidamente se dio la vuelta y lo miró.

—¿Todo bien?.

Henry solo asintió y con un movimiento en su mano le restó importancia mientras salía del baño.

Ray no quedó muy conforme, pues había escuchado algunos quejidos, pero decidió no decir nada. Se movió hacía Henry, queriendo cargarlo de nuevo, pero esta vez Henry logró ser más rápido y lo detuvo.

—No, por favor. Puedo caminar.

Ray se sintió algo culpable, pues quizás lo había lastimado cargándolo. Dejó ese pensamiento pasar y lo ayudó a llegar hasta la cama, colocando su brazo alrededor de su hombro. Al llegar a la cama, lo ayudó a subirse en ella, luego lo arropó con la gruesa sabana y se aseguró de acomodar la almohada antes de que se acostara en ella.

—Gracias, no tenías que hacerlo.

Ray le dio una sonrisa y una caricia en su mejilla como respuesta. Luego se alejó para volver a su lugar habitual de siempre, pero Henry no quería eso, quería más de su toque, tocarlo y sentirlo.

—Ray… —lo llamó antes de que se sentara de nuevo en la silla. Ray lo miró esperando que prosiguiera — ¿Puedes acostarte a mi lado? —preguntó tímidamente, sintiendo sus mejillas sonrojarse una vez más. Ray lo miró enternecido y le regaló una pequeña sonrisa.

—Por supuesto que sí.

Henry no puedo evitar sentirse feliz a la par que una gran sonrisa se formaba en su rostro. Se arrimó un poco hacía un lado de la cama para darle espacio al castaño. Ray se quitó su cinturón y su chaleco para estar más cómodo, se quitó también sus botas antes de subirse a la cama y acostarse al lado de Henry.

Henry le sonrió y se colocó de frente para poder mirarlo mejor, Ray hizo lo mismo. Lentamente,acaricio su mejilla y Henry se pegó más a su toqué, acercándose un poco hacia el cuerpo del castaño, con delicadeza dejó sus manos alrededor de su cuello.

Ambos no tenían que hablar, con esas simples acciones se decían todo lo que sentía, en sus ojos expresaban todo su amor. Ray continuó sus caricias en su mejilla y por todo su rostro; con sus dedos se paseaba suavemente sin tocar muchos los moretones para no lastimarlo. Acercó un rostro para dejar un tierno beso en su frente, pero Henry quería algo más, algo que aunque hizo cuando despertó, anhelada tenerlo de nuevo. Subió sus manos hasta las mejillas de Ray y lo apartó para poder verlo.

—Bésame… por favor, bésame.

Ray le sonrió tiernamente y con su mano en su mejilla, lo acercó para terminar de acortar la pequeña distancia entre ellos y depositar un dulce beso en sus labios.

Al principio fue suave, solo un leve toque en sus labios, uno arriba del otro. Luego comenzaron a moverlos, Henry abrió un poco sus labios dándole acceso al castaño, pero Ray no quería lastimarlo. Tiernamente,tomó sus labios junto con los suyos y comenzó un dulce vaivén entre ellos. Sabía que Henry quería más, pues, estaba haciendo el intento de abrir más su boca para dejar salir su lengua, pero Ray consideraba que no era momento para eso. Henry estaba en recuperación y no podía dejar que sus emociones se fueran por otro lado.

Sin querer rechazarlo fue alejándose lentamente, también porque la falta de aire estaba haciendo presencia en ellos y él no quería que Henry se agitase mucho. Al separarse sonrió y pego su frente con la del rubio.

Henry soltó un gran suspiro, disfrutando de este momento. Aún con sus ojos cerrados dejó un pequeño beso superficial en los labios de Ray, luego se separó por completo, abriendo sus ojos para mirarlo.

—Pensé que no volvería a verte, pensé que estaría con Ganzel para siempre y que nunca más volvería a saber de ti… —murmuró acariciando de nuevo esos finos labios del castaño mientras sentía como un nudo en su garganta creía. Ray lo tomó en sus brazos, rodeándolo de forma protectora.

—Ya estás a salvo conmigo y no dejaré que ese hombre vuelva a llevarte, lo prometo —quitó un par de lágrimas que empezaban a caer de sus ojos, esos ojos chocolate que tanto amaba y que le rompía el corazón verlos acumulado de lágrimas y tristeza.

—No quise decir las cosas que dije en ese vídeo. No eran verdad, perdóname.

Ray sintió que también empezaría a llorar al escuchar esas palabras, sin duda eso terminó por romper su corazón. Con cuidado atrajo a Henry hacia su cuerpo, pegándolo contra su pecho.

—Sé que lo que dijiste no era verdad, no tienes nada de que disculparte —dejó caricias en la espalda de Henry mientras lo escuchaba sollozar entre sus brazos.

El rubio logró calmarse unos minutos después, se alejó de su pecho para mirarle. Ray aprovechó esto para limpiar sus lágrimas.

—Te quiero.

Ray no pudo evitar sentir una calidez entrar a su cuerpo al escuchar eso. No sabía que eso era justo lo que necesitaba escuchar, para volver a vivir, para dejar sus preocupaciones atrás, para estar bien. Tenía a Henry, eso es todo lo que necesitaba.

—También te quiero —respondió y se acercó para dejarle otro tierno beso. Él deseaba decirle que lo amaba, pues, un te quiero, no le bastaba. Pero no sabía si este era el momento correcto, estaba intentando ir al ritmo de Henry como dijo el doctor y decirle eso quizás sería muy abrumador para él.

Henry sonrió feliz en medio del beso antes de separarse debido a que un bostezo hizo presencia. Sintió vergüenza ante esto, pero la linda sonrisa que le regalo el castaño lo hizo sentirse mejor.

—Deberías descansar un poco —murmuró aún sin quitar su sonrisa, ver a Henry bostezar como gatito era muchas de las cosas que amaba de él.

—No quiero. Tengo miedo de que si cierro los ojos, voy a despertar de nuevo en esa habitación.

—Eso no va a pasar, yo voy a estar aquí todo el tiempo, incluso cuando despiertes.

Henry asintió, tenía que creerle, Ray nunca le mentiría. Lentamente, fue cerrando los ojos, dejando que el sueño lo consumiera mientras sentía como el castaño lo apretaba fuertemente contra su pecho, al mismo tiempo que dejaba dulces y suaves besos junto con palabras reconfortantes.


Henry despertó abruptamente, con la respiración agitada y el corazón, latiéndole fuertemente casi al borde de salir de su cuerpo. Miró a su alrededor, no sabía dónde estaba. Desesperado, sintió un brazo sujetando su cintura, pero el lugar estaba oscuro y no podía ver nada. Intentó moverse un poco, pero su cuerpo le dolía y el brazo, que no tenía ni idea de quien era, lo sujetaba fuertemente.

Eso no hizo que su respiración se calmara o que él pudiera hacerlo, solo tenía una cosa en mente; tenía que salir de aquí. Se sentó en la cama llevándose el brazo consigo, de forma brusca se lo quitó de encima y se bajó, fue ahí cuando se vio; portaba una bata, no sabía por qué tenía una, pero eso quedó de lado en cuanto miro hacía sus manos y las vio desatadas. Soy libre, pensó.

Rápidamente, se quitó el aparato que portaba en su dedo índice y el conector en la vena para luego a lo que sus piernas le dieran, empezar a correr hacia la puerta y poder salir de aquí antes de que Ganzel lo encuentre y lo ate de nuevo. Justo cuando había llegado a la puerta y tomaba el pomo de esta, la fuerte mano con la que se había despertado lo sostuvo del brazo.

—No, por favor, suéltame.

La mano le hizo darse la vuelta, pero él estaba tan asustado que no podía reconocer ni la voz ni la persona quien estaba parado frente él.

—Henry, tranquilo.

—Por favor, no me ganas daño. Haré lo que quieras, solo... solo —se ahogó un poco debido al llanto que le impedía hablar. Ray se alarmó ante esto y lentamente se acercó un poco haciendo que Henry diera un paso hacia atrás.

—Hen, jamás te haría daño. Tranquilo, estás a salvo.

—Te prometo que seré bueno, no te haré enojar más…

Ray no pudo soportarlo más, se acercó por completo y sin importarle asustarlo, lo tomó por las mejillas y lo obligó a que lo viera.

—Henry, mírame, soy Ray. Estás a salvo, ya nadie podrá hacerte daño —murmuró mientras quitaba las Incontrolables lágrimas que caían como cascada por las mejillas del rubio.

¿Ray?, pensó unos segundos mientras miraba al hombre que  lo sujetaba con dulzura y suavidad como nunca nadie lo había hecho. ¿Por qué este hombre lo hacía?, ¿no iba a usarlo como juguete para tener sexo?. Por alguna extraña razón sentía que este hombre no quería eso, que podía confiar en él, que lo quería. Luego miró su traje y lo supo, le tomó un par de minutos darse cuenta, pero lo supo.

—¿Capitán man? —parpadeó un poco para aclarar su vista, encontrando esos hermosos ojos que tanto amaba —¿Ray?.

—Sí, Hen, soy yo.

Henry se derrumbó en ese instante, empezando a llorar desconsoladamente, estaba a salvo. Cayó de rodillas al suelo siendo sujetado por Ray, quien se puso de rodillas también para traerlo a su cuerpo. Henry se aferró fuertemente a su cuerpo, mientras seguía llorando.

—Tranquilo, ya paso, estás bien, estás a salvo, te tengo —Ray repetía una palabra tras de otra mientras acariciaba la espalda de Henry y besaba su cabeza transmitiéndole todo su amor para poder calmarlo a la vez que lo mecía suavemente para darle confort.

Pero Henry seguía llorando mientras negaba y balbuceaba cosas que él no lograba entender, Ray tenía miedo de que se ahogará con su propia saliva y con todo el dolor en el alma, llamó a Leyla para que viera a auxiliarlo.

Ella llegó enseguida, encontrando a los dos tirados en el suelo. Lentamente, se acercó hacia el rubio para ayudar, pero Henry le grito y se alejó temeroso de ella cuando vio que intentaba a alejarlo del castaño.

Ray y Leyla estuvieron unos minutos intentando hablarle a Henry, convenciéndolo de que todo estaba bien y que nadie le iba a hacer daño. Pero Henry parecía haber perdido la noción de nuevo, pues, solo podía llorar mientras suplicaba que lo dejaran ir.

No les quedó más remedio que sedarlo, Leyla tenía miedo de que pudiera lastimarse. A Ray se le partió un poco más el alma y el corazón cuando vio a Leyla inyectarle un tranquilizante y luego ver a su chico quedar inconsciente bajo el efecto justo en sus brazos.

—¿Por qué paso esto?.

Luego de dejar a Henry en la cama, salió a hablar con el doctor, quien había llegado luego de que le pusieran el tranquilizante al rubio.

—Henry estaba reviviendo el trauma, eso suele pasar con las personas que tienen este tipo de experiencias.

Ray tragó saliva y miró por la ventana a su chico descansando.

—¿Cuánto tiempo durará así?

—Puede durar bastante, el tiempo que le lleve a Henry recuperarse. Recomiendo que sea llevado a terapia lo más pronto posible, estos traumas dejan marca y es propenso a generar estrés postraumático si no se atienden como se debe.

Ray solo asintió y el doctor se fue no sin antes darle unas pequeñas palabras de aliento que el castaño no logró entender, pues no le estaba prestando atención. Solo podía mirar a Henry desde la ventana y repetir las palabras antes dichas por el doctor. Soltó un suspiro, escuchar eso fue un golpe duro y lo hizo darse cuenta de que por más que Henry estuviera a salvo, aún no estaba bien, aún no estaba seguro del todo.

Notes:

✨Finalmente termine de editar todos los capítulos de esta historia, y no saben cuan feliz y satisfecha me siento.✨ Se que nadie lee esto aquí pero aja pues quería compartirlo.

Chapter Text


Cuando Henry despertó al día siguiente y se encontró en los brazos del castaño, simplemente no lo pudo creer.

Supo que eran los brazos de Ray por la forma protectora en que lo rodeaban por debajo de su cintura. Además, que lo primero que vio al despertar fue el traje azul que Ray aún tenían que portar. Lentamente, alzó su mirada hacia la del castaño, encontrándose con que aún seguía durmiendo plácidamente. No pudo evitar sonreír, su semblante estaba relajado y sin preocupaciones, al igual que su pecho, el cual subía y bajaba de forma lenta.

Con sumo cuidado llevó su mano hacia su mejilla y con la punta de sus dedos la acarició, fue un simple toque que logró despertar al castaño. Ray abrió los ojos algo alarmado, pensando que Henry estaba en peligro, pero se relajó al verlo descansando en su pecho.

—No quise despertarte…

Ray le regalo una sonrisa y lo apretó más a su cuerpo.

—Descuida.

Henry se levantó un poco solo para acomodar su cabeza en la almohada y poder mirar mejor a Ray, quien también se acomodó para quedar frente a frente.

—¿Esto es real? ¿De verdad estás aquí?.

Ray asintió a la par que empezaba a dejar caricias en su cintura, pequeños círculos hacía con su dedo.

—Te dije que estaría aquí, incluso al despertar. Ya no estás en ese lugar, estás a salvo, conmigo.

Henry sonrió y se acercó de nuevo hacia él para ocultar su rostro en el hueco de su cuello, al mismo tiempo que cerraba los ojos y dejaba escapar un suspiro. Olfateo el aroma natural que desprendía del castaño, ese olor cálido a hogar le trajo una paz inmensa. Ya no estaba más en esa habitación con Ganzel. Era libre, estaba con Ray. Ray lo tomó de las mejillas y gentilmente lo alejó un poco para poder verlo. Le sonrió tiernamente y luego dejó un pequeño beso en sus labios.

—¿Estás bien?.

—Sí, me siento un poco mejor ahora —Ray le sonrió levemente, pero en el fondo no se sentía tranquilo y Henry de alguna forma pudo notarlo —¿Pasa algo? —frunció el ceño, mirando a Ray con preocupación.

—Nada, yo solo... ¿Qué recuerdas de anoche?

Henry acentuó más su expresión confundida, pero de igual forma decidió responder.

—Estaba aquí contigo, nos besábamos… —al decir eso se sonrojó un poco y tuvo que apartar su mirada antes de continuar —luego me pediste que descansará un poco y eso hice. ¿Por qué la pregunta? —miro de vuelta a Ray, dejando atrás su sonrojó y notando las diferentes reacciones en el rostro de Ray.

—Solo quería asegurarme de que estuvieras bien —Ray sonrió de forma sincera mientras acariciaba sus mejillas.

—Si estoy contigo siempre voy a estar bien —expreso en voz baja antes de juntar sus labios con los de Ray.

Enrollo sus brazos alrededor del cuello de Ray, pegándose lo más que podía a su cuerpo. Ray lo rodeó fuertemente por su espalda baja, lo apretó sin hacerle mucho daño. Profundizo más el beso, olvidando por un momento que Henry venía de pasar un evento traumático y estaba en recuperación. Henry soltó un jadeo ante la acción, dándole acceso a Ray de introducir su lengua por completo. Henry gustoso la aceptó junto a su propia lengua.

No sabían cuanto tiempo llevaban besándose hasta que la voz sorprendida de Leyla los hizo volver a la realidad. Rápidamente y algo avergonzados se separaron para ver a la joven enfermera quien los miraba con asombro en su rostro. Ray tragó saliva al verla, lentamente se alejó de Henry quien estaba sonrojado, petrificado en su lugar.

—Yo… tengo que hacerle el chequeo habitual a Henry... —fue todo lo que logro decir la enfermera, todavía asombrada por lo que había visto hace solo unos segundos. En su corta vida siendo enfermera, había visto un montón de cosas, desde lo más simple hasta lo más grotesco. Sin embargo, ver al capitán man besándose con un paciente, fue algo que jamás pensó ver. Aunque a la vez no estaba tan sorprendida, ella intuía que algo pasaba entre ellos dos, esto se lo confirmó.

La pareja en la cama aún seguía sin decir nada. Henry continuaba mirándola de forma nerviosa y el capitán, quien ya se había recompuesto, mantenía una expresión incómoda. Pero al ver que ninguno parecía querer hablar y los minutos pasaban, decidió tomar la palabra.

—Sí, por supuesto —se aclaró la garganta haciéndose a un lado para que Leyla pudiera hacer su trabajo. Leyla le regalo una sonrisa cálida, haciéndole entender que no tenía nada de que avergonzarse.

Hubo unos minutos de silencio en los que solo se concentraron en mirar y revisar la herida de Henry.

—Todo parece ir bien, cariño —le sonrió a Henry mientras lo ayudaba a acomodarse la bata —te daré unos minutos y luego podremos ir a realizar los exámenes.

Henry borró su leve sonrisa y su mirada tranquila al escuchar esas palabras, sabía lo que eso significaba. De un minuto a otro, sus nervios volvieron, esta vez en compañía del miedo.

—¿Tenemos que hacerlo ahora? —él ya sabía la respuesta a eso, pero quería pensar que esta vez sería diferente. Ray noto esa preocupación en su voz y tomó su mano como soporte.

—Sabes que sí, cariño. Tenemos que hacerlo ahora antes de que te bañes y te limpies.

Henry asintió y bajo la mirada. Sintió un apretón en su mano, sabiendo bien que era de Ray. Alzó la mirada hacia el castaño quien le regalaba una mirada tranquilizadora.

—Estaré contigo todo el tiempo, ¿bien? —murmuró acariciando su mano levemente con su pulgar. Henry asintió sintiéndose un poco mejor.

—Puedes comer antes si así lo deseas y después haremos lo demás.

Henry miró a Leyla y pensó en su propuesta, eso le daría tiempo para prepararse mental y físicamente para las pruebas.

—Sí, eso me gustaría.

Leyla le sonrió antes de retirarse de la habitación y volver unos minutos después con una bandeja de comida.

Henry comió de forma tranquila y lenta. Sabía que después de comer tendría que ir con Leyla para las pruebas y eso lo tenía más que aterrado. Esta vez no estaba tan hambriento como ayer, la comida ni le apetecía, en su estómago un nudo se formó, quitándole todas las ganas de comer y todo el apetito que alguna vez tuvo.

Mientras comía solo podía pensar en los exámenes que le harían. Ya conocía todo ese procedimiento, había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le habían realizado uno de esos exámenes. Sin embargo, siempre se sentía nervioso y con miedo como si fuera la primera vez.

Al menos esta vez tengo a Ray, pensó. Desvío la mirada de su plato y buscó al castaño con esta, lo encontró sentado en la silla a su lado, sostenía su teléfono mirándolo con el ceño fruncido. Se preguntaba que lo tenía de esa forma. Soltó el tenedor con el cual comía y acercó su mano para tomar la de Ray y llamar su atención. Ray alejó la mirada de su teléfono, concentrándose en el rubio hermoso frente a él, quien le regalaba una de sus pequeñas sonrisas que tanto lo tenían enamorado.

Ray apretó la mano de Henry y la llevó a sus labios para dejar un tierno beso en ella, luego la soltó para que pudiera seguir comiendo. Henry quiso replicar, podía intentar comer con su otra mano, pero sabía que Ray iba a discutírselo, así que decidió callar y terminar de comer.

Leyla volvió unos minutos después, justo cuando terminaba de comer.

—¿Estamos listos?.

Henry solo asintió con desgano, sabiendo que no podía hacer nada para evitarlo.

Leyla le regalo una sonrisa comprensiva antes de ayudarlo a bajar de la camilla, colocándose a su lado como soporte en caso de que necesitará apoyarse en algo. Henry le agradeció mientras tomaba su mano. En eso la puerta se abrió revelando al doctor quien estaba atendiendo a Henry.

Henry se asustó al verlo. La presencia de otro hombre, un hombre que no conocía, lo alteró un poco. Rápidamente, empezó a respirar con dificultad, sujetándose fuertemente del castaño, apretando el agarre en su mano al mismo tiempo que intentaba retroceder, queriendo esconderse detrás del capitán.

El doctor al ver esa acción se quedó parado en su lugar, cerca de la puerta. Muchos años de experiencia había vivido para saber lo que pasaba, ya conocía esa actitud en pacientes con eventos traumáticos. Así que sabía perfectamente que lo mejor era no hacer ningún movimiento que pudiera asustar más al paciente.

—Es solo el doctor, no te hará daño —expresó Ray con suavidad mientras lo abrazaba de forma suave y protectora, al mismo tiempo, se aseguraba de que Henry no se hiciera daño al moverse de forma brusca en un intento por alejarse del hombre. Ray temía que estuviera pasando lo mismo que sucedió hace un par de horas.

Leyla miró a la pareja y luego al doctor detrás de ella. Este le hizo un asentimiento y luego lentamente se retiró de la habitación, dejando a la enfermera a cargo. Le tenía confianza a esa jovencita, sabía que podía dejarla a cargo sin ningún problema.

—Ya fue, ya paso —Ray dejaba suaves palabras y dulces besos en Henry para tratar de calmarlo.

—Por favor, no dejes que me lleven.

Ray sintió su corazón romperse ante esas palabras, apretó a Henry con más fuerza, dejando que las lágrimas del otro cayeran en su traje.

Ray miró a Leyla y con su mirada le pidió que les diera unos minutos a solas. Leyla entendió y a pasos silenciosos se retiró de la habitación. El capitán esperó hasta que estuvieron a solas para poder hablar.

—Hen… Henry… —empezó a dejar caricias en su espalda como sabía que a Henry le gustaba, eso siempre lograba calmarlo un poco.

—No quiero ir, no quiero hacer esto.

Ray lo tomó de las mejillas para poder verlo. Él tampoco quería hacerlo pasar por esto otra vez, pero sabía que era lo correcto y por su bienestar lo mejor era hacerle esos exámenes para asegurarse de que todo estaba en orden.

—Sé que no quieres, yo tampoco quiero, pero es lo que hay que hacer —Henry bajó la mirada, empezando a negar, listo para llorar de nuevo. Ray movió su rostro para hacer que lo viera de nuevo —¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? —Henry asintió. Por supuesto que la recordaba, fue el mejor momento de su vida. —Tenían que hacerte unos exámenes y tú no querías porque tenías miedo. Pero yo te prometí aquella vez que iba a estar contigo cuando te hicieran los exámenes, es justo lo que volveré a hacer ahora.  ¿Sabes que es lo mejor de esta vez? —Ray no espero a que Henry le dijera y respondió —que ahora puedo besarte cada vez que quiera para ayudarte a sentirse mejor.

Henry dejó escapar una tierna sonrisa.

—¿No te sentirás incómodo besándome en frente de Leyla?.

—Nop.

Henry se rió ante su respuesta que sorprendentemente logró relajarlo un poco. Le sonrió a Ray una vez más antes de volver a sus brazos.

—Gracias.

Ray le respondió con un beso en su sien antes de quedarse en silencio, esperando que momento adecuado para apartar a Henry de sus brazos. Henry soltó un suspiro, intentando vagamente que sus temores se fueran en ese simple gesto. Obviamente, no fue así, pero sintió un poco de fuerza al dejar escapar todo el aire retenido en sus pulmones. Se alejó de Ray y no necesito usar sus palabras para hacerle saber a Ray que estaba, de alguna forma, listo para ir.

Al salir, Leyla los esperaba mientras hablaba con el doctor. Henry se tensó al verlo nuevamente, pero recordó las palabras que Ray le había dicho; es el doctor y no te hará daño. Las repitió constantemente en su cabeza hasta que Leyla llegó con ellos y para su alivio, sin el doctor. Caminaron por el pasillo hasta llegar a la habitación donde le harían los respectivos exámenes. Tuvo miedo al pasar por la puerta, pero la mano de Ray sosteniendo la suya con firmeza le hizo recordar que no estaba solo, lo tenía a su lado.

Lentamente, iniciaron con las típicas pruebas médicas. Leyla se encargó de todo, pues Henry parecía no tener confianza con más nadie, a excepción de la enfermera y el capitán. Ray estaba preocupado por eso, pero lo atribuyo al fuerte trauma que paso.

—Bien, ahora voy a necesitar que te quites la bata, tengo que revisar tu cuerpo.

Henry se tensó ante esto, la vez pasada no le había pedido que hiciera eso, pero supuso que fue debido a que aquella vez no tenía tantos moretones, ni una herida de bala que casi lo mata. Miró a Ray, quien se encontraba recargado en un estante en posición de alerta por si lo necesitaba. Él se encontraba en el medio de la habitación, mientras Leyla le hacía las pruebas.

—¿Puedes ayudarme con la bata? —preguntó tímidamente. No quería que el castaño lo viera sin la bata, sabía lo horrible que estaba su cuerpo. Si antes le avergonzaba la idea de Ray viéndolo sin ropa, ahora lo incomodaba mucho más.

Pero no podía negarse a lo que Leyla le pedía, ella solo estaba haciendo su trabajo y de paso era amable con él, no como la mayoría de las enfermeras con las cuales se había topado cuando era más joven. Así que al borde de las lágrimas y con toda la vergüenza del mundo, le pidió al único hombre en quien sabía podía confiar.

Ray asintió levemente a su pedido y se acercó de forma lenta para no asustarlo. En cuanto estuvo frente a él, le sonrió, sabía cuanto le estaba costando esto a Henry, él tampoco se sentía cómodo, pero tenía que ser fuerte por Henry. Él lo necesitaba mucho más ahora.

Sin mirarle, llevó las manos a los pequeños nudos en la parte de atrás que sujetaban la bata y los empezó a desenrollar de forma lenta. Podía sentir la mirada fija de Henry en algún punto de la habitación en un intento de contener la vergüenza. Al terminar de desatar el último nudo, lo ayudo a bajarse la bata. Desvió la mirada para no ver su cuerpo semidesnudo y así no incomodarlo más de lo que ya estaba.

—Gracias.

Ray solo asintió y se hizo a un lado para que Leyla pudiera seguir con las pruebas. Por suerte estas no duraron más de tres de minutos y pudo volver a ponerse su bata ocultando todos los moretones y heridas. Suspiró cuando terminaron con ese tramo de los exámenes. Ahora irían a la siguiente fase, una que él conocía muy bien, de solo pensarlo, entraba en pánico. Apretó la mano de Ray, este lo miró y le sonrió para intentar calmarlo. Henry tragó saliva, sin dejar de mirar hacia Ray. Lo quería a su lado, pero no quería que estuviera cerca cuando le hicieran la prueba de violación, cuando estaba en su momento más vulnerable. Ya tuvo suficiente con que lo viera semidesnudo, Henry no iba a poder soportar que lo viera de esta otra forma, donde se odiaba tanto que no quería ni siquiera mirarse.

Y Ray pareció entenderlo y aunque le doliera tener que dejarlo solo, sabía que Henry necesitaba algo de privacidad en este momento. Entonces, entre la preocupación y los nervios de apartarse de Henry, aunque fuera por unos minutos, se levantó del pequeño taburete. No le gustaba la idea de dejarlo solo —por más que Leyla estuviera aquí y confiera en ella. Pero tampoco quería incomodar a Henry, mucho menos hacerlo molestar y que tuviera de nuevo uno de esos pequeños ataques que recientemente ha estado teniendo. Así que con toda su fuerza para decir que no, asintió. Si eso es lo que Henry quería, entonces lo dejaría.

—Estaré afuera si me necesitas,¿bien?.

Henry asintió en respuesta, junto con una sonrisa.

Antes de soltar su mano, Ray se acercó a su mejilla y dejó un suave beso en ella. Quería besarlo en los labios, pero Leyla estaba frente a ellos y no quería incomodar a Henry más de lo que ya estaba. Se separó regalándole una sonrisa y luego a duras penas soltó su mano.

—Lo cuidaré… —murmuró Leyla solo para que él escuchara mientras salía de la habitación.

Henry se sentó de nuevo en la camilla esperando por Leyla, soltó un leve quejido al sentir dolor en su interior, sentarse ahora era complicado, mucho más estando en un lugar tan rígido como lo era el pequeño cojín de la camilla. Se acostumbró al dolor mientras observaba todo lo que Leyla hacía. Sabía que pronto tendría que acostarse en la camilla y dejar que Leyla hiciera su trabajo. No quería...

—No quiero hacer esto... —murmuró mirando hacia sus manos. Le dolían, sin importar que ya no estuvieran atadas, él aún las sentía así.

Leyla detuvo lo que hacía para acercarse a él. Tomó una de sus manos mientras le regalaba una cálida mirada aun cuando él siguiera sin verla.

—Él me violó. Lo hice enojar y me violó como nunca lo había hecho —ahogóun sollozo mientras seguía mirando sus rojizas manos —le dije muchas veces que parara, yo no quería eso, dolía... pero no escuchó, me torturó, porque lo desobedecí. Ni siquiera uso condón, él y su hermano, los dos, me hicieron esto.

Leyla apretó su mano, aguantando sus propias lágrimas. Escuchar esas palabras le destrozó el alma, saber que alguien lastimó a Henry de la peor forma, la hizo enfurecer y a la vez hizo su corazón romper.

—Merecía lo que me paso...

Esas palabras la hicieron volver a la tierra, rápido y al mismo tiempo que alejaba sus ganas de llorar miró al rubio quien mantenía la mirada perdida.

—Henry, escúchame —lo llamó en voz baja. Henry ni se inmutó al llamado, así que decidió seguir hablando —Henry, lo que te paso no es tu culpa, no te merecías esto. —Henry alzó la vista hacia ella, sus ojos empapados de lágrimas la miraban de forma triste. —Ese hombre es un maldito y pagará por lo que te hizo, lo prometo —Henry le regaló una sonrisa torcida. Dudaba mucho que eso pasará. —Y por eso tenemos que hacer esto, sé que no quieres, pero es la única forma de poder atraparlo.

Henry volvió a bajar la mirada, no creyéndose capaz de volver a realizar la misma prueba que ya tantas veces había hecho. Pero algo de lo que Leyla dijo quedó grabado en su cabeza; quizás ella tenía razón, quería pensar que esta vez todo sería diferente y que por fin Ganzel y todos los que alguna vez le hicieron daño pagarían por todo.

—Está bien…

Leyla le sonrió ampliamente y con cuidado lo ayudó a recortarse en la camilla antes de pedirle que bajara su ropa interior y subiera la bata. Henry tragó saliva al verse tan expuesto. Cerró sus ojos en cuanto Leyla empezó a realizar el procedimiento, los apretó con fuerza, queriendo despejar el sentimiento que crecía en su interior. No es Ganzel, no es Ganzel, estás a salvo. Se repetía mentalmente; sin embargo, las lágrimas fueron difíciles de contener, lentamente empezaron a bajar por sus mejillas rojizas mientras que silenciosamente dejaba escapar sus sollozos. Leyla lo miró apenada y con algo de tristeza; sabía cuándo le estaba costando a Henry estar ahí, pero también sabía lo valiente que era.

—Ya falta poco, tesoro —le habló con dulzura, siendo esto lo único que podía hacer.

Henry no la escucho, en su mente repetía las imagines de aquellos días que pasaban como flashbacks de películas; Ganzel torturándolo, lastimándolo, rompiéndolo. Solo quería que esto terminara y poder volver a los brazos de Ray, su héroe. Sus plegarias fueron escuchadas. Leyla terminó y amablemente le dijo que ya podía acomodar su ropa y levantarse. Con toda la fuerza de voluntad que le quedaba, se levantó al mismo tiempo que limpiaba sus lágrimas.

Leyla lo ayudó a bajarse de la camilla y sin soltarlo, caminaron hacia la salida donde sabía, Ray lo estaría esperando. Y así fue, al salir lo primero que vio fue al castaño. Se soltó del agarre de Leyla y camino, casi corriendo hacia Ray. Este abrió sus brazos y rápidamente lo envolvió. Henry se fundió en su abrazo lo más que podía. Estuvieron así por unos segundos antes de separarse. Ray se preocupó al ver su estado, recriminándose por no haber entrado con él.

—Estoy bien —le aseguró, sabiendo bien lo que Ray estaba pensando. Ray supo que eso no era verdad, lo atrajo de nuevo a sus brazos y lo pegó contra su pecho, dejando en el proceso un beso en la fría frente de Henry.

Después de unos segundos, Ray lo apartó para sacar algo de su bolsillo.

—Te compré algo.

Henry frunció el ceño por unos segundos hasta que vio lo que Ray sacaba de sus bolsillos. Dejó escapar una pequeña risa en conjunto con un par de lágrimas de alegría mientras tomaba las barras de chocolate que Ray le tendía.

—Gracias…

Caminaron de vuelta a la habitación a pasos lentos, pues Henry se sentía cansado. Ray había sugerido que podía llevarlo en una silla de ruedas, pero se negó; estaba tan adolorido que no podía sentarse sin sentir malestar. Iban caminando por el pasillo de la sala de emergencias cuando un llamado a lo lejos lo hizo detenerse. Henry se dio la vuelta para ver a Bose corriendo hacia él, su corazón casi se detiene al ver al pequeño castaño casi lanzarse a sus brazos.

—¡Henry!

El rubio no tardó en soltarse del agarre de Ray y caminar unos pasos hasta llegar al niño, quien no tardo en abrazarlo cuando estuvieron cerca. Henry rápidamente correspondió el abrazo, dándose cuenta de que el pequeño castaño era más alto de lo que aparentaba.

—Henry… —Bose dejó escapar un sollozo en medio del abrazo, Henry lo apartó para poder verlo.

—¿Estás bien? —preguntó mientras inspeccionaba su cara, revisando que no tuviera ninguna herida. Por suerte no encontró alguna, aunque eso no lo dejaba tranquilo.

—¿Cómo te atreves a preguntarme eso? Soy yo el que debería preguntar si tú estás bien.

Henry le sonrió tiernamente y lo abrazo de nuevo.

—Bose.

La voz de una mujer lo hizo alejarse del pequeño. La observó un poco, dándose cuenta de que era la madre del castaño.

—Bose, debemos irnos.

Bose miró a su madre unos segundos antes de mirar de vuelta hacia Henry, le regaló una sonrisa mientras limpiaba sus lágrimas.

—Estoy bien… —respondió tontamente a la pregunta que Henry le había hecho. —¿Puedo ir a verte más tarde?.

—Por supuesto que sí. —Henry le regaló una sonrisa antes de darle un último abrazo para despedirse. Henry dejó escapar un suspiro cuando vio a su Bose irse con su madre, se permitió relajarse al saber que Bose estaba sano y salvo, lejos de Ganzel.

Volvió a la habitación un poco más tranquilo al saber que ya no habría más exámenes y que Bose estaba bien. Se recostó en la cama lleno de tranquilidad mientras esperaba que Ray volviera por algo de comida. El apetito había vuelto a su sistema, haciendo que su estómago gruñera exigiendo comida. Y Ray no tardo en complacerlo y fue rápidamente a la cafetería para obtener algo de comer. Pero justo cuando iba de vuelta a la habitación, se encontró con los detectives Rogers y William caminando en dirección a la habitación de Henry. Apresuro el paso y se acercó a ellos, queriendo saber a qué habían venido.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó con brusquedad colocándose frente a la puerta de la habitación, bloqueándoles el paso.

—Vinimos a hacerle unas preguntas a Henry.

—No, eso no lo voy a permitir.

—Esa no es su decisión, capitán. Estamos haciendo nuestro trabajo.

—¿Ya atraparon a Ganzel?, porque ese es el trabajo que deberían estar haciendo —por la reacción de ambos detectives, Ray supo que no. —Lárguense de aquí, Henry no necesita esto ahora, apenas se está recuperando como para tenerlos aquí molestando.

—Capitán, necesitamos hablar con él, es parte de la investigación.

¿Investigación?, pensó el castaño. Lo que menos quería era meter a Henry en esto, él quería encargarse de Ganzel por su cuenta sin que el rubio forme parte de esto. Sin embargo, presentía que las cosas no iban a darse como él quería. Dejó escapar un suspiro, sabiendo que los detectives no iban a irse tan fácil.

—Bien, pero primero se lo comunicaré a Henry. Él decidirá si quiere o no verlos. —sin esperar respuesta alguna de ambos detective, entro a la habitación con cautela, asegurándose de no tirar al suelo la bandeja mientras cerraba la puerta. Le regaló una sonrisa a Henry en cuanto lo vio y le entregó su helado. El rubio lo aceptó y agradeció con suma felicidad, tanta que Ray se sentía como la peor persona del mundo al tener que arruinar su momento de tranquilidad —Henry, unos detectives quieren hablar contigo...

Henry se tensó al escuchar eso, lentamente dejó la cuchara a medio camino y miró a Ray con miedo.

—¿Van a arrestarme?.

—No, no. Ellos solo quieren hablar contigo y hacerte unas preguntas.

Henry frunció un poco el ceño, normalmente cuando la policía venía a buscarlo era para llevarlo a la comisaria, donde lo metían en una celda hasta que Ganzel viniera por él y pagara su fianza. Que vinieran para hablar con él, le parecía raro.

—Son... ¿son detectives hombres?

Ray entendió al instante porque lo preguntaba, miro a Henry con algo de tristeza mientras se sentaba frente a él y tomaba su mano, el vaso de helado ahora olvidado en la bandeja, derritiéndose poco a poco.

—Está una detective, se llama Natalia y es muy gentil —esos días que paso con la detective le hizo transmitir esa aura de amabilidad, casi la misma que le transmitía Leyla, así que no estaba mintiendo y sabía que podía confiar en ella. Henry pensó unos segundos en sus palabras, tratando de buscar alguna trampa. Pero sabía que Ray hablaba con sinceridad, solo por eso decidió aceptar.

—Está bien, déjala pasar. —estaba aterrado por la idea de hablar con alguien extraño, pero sabía que podía confiar en Ray y si él dijo que la detective era gentil, entonces es porque lo era y no le haría daño.

—¿Quieres que esté aquí contigo cuando te interroguen?

Henry se puso más tenso de lo que estaba al escuchar eso. Si Ray se quedaba aquí, iba a escuchar cosas que él no estaba listo para que descubriera todavía. Había muchas cosas que Ray no conocía de él, Henry estaba seguro de que al enterarse, lo dejara. Y él era lo suficientemente inteligente para saber que la detective iba a preguntarle cosas sobre Ganzel que tendría que responder con sinceridad y decir la verdad. No quería que Ray supiera la verdad, al menos, no todavía.

—Gracias, pero voy a estar bien solo —sabía que esas palabras le habían dolido al castaño por la expresión que puso en su rostro. Pero era mejor así, Ray no tenía que conocer quién era él realmente, no aún.

Ray simplemente asintió y respeto los deseos de Henry, se levantó de la cama y con beso en la frente de Henry, se retiró de la habitación.

—Solo dejará que usted pase.

La detective Natalia asintió y con una última mirada al capitán, entro a la habitación. Henry la miraba algo tímido desde la cama. A simple vista Henry se veía como un corderito y por eso, la detective trató de caminar lo más lento posible, expresando tranquilidad que pudiera transmitírsela a Henry.

—Hola Henry, soy la detective Rogers, voy a hacerte unas preguntas, ¿está bien?.

Henry simplemente asintió de nuevo. Natalia abrió una pequeña libreta junto con un bolígrafo mientras se sentaba en una silla justo al lado de la cama.

—Sé que tú y Ganzel tienen algo de historia ¿Podrías contarme sobre eso?

Henry tragó saliva, sintiéndose nervioso y arrepintiéndose de haber aceptado hacer las preguntas. Pero no podía dar marcha atrás, debía confiar en que esta vez las cosas saldrían bien para él.

—Lo conocí cuando tenía quince años. Él me rescató cuando estaba en un aprieto. Es una larga historia, de hecho —murmuró jugando con el dobladillo de las sabanas, enrollándolas en sus dedos.

—Entonces hablemos de ti, ¿cómo fue que llegaste a ese aprieto?.

—Eso ya usted debe saberlo, me han arrestado muchas veces. Sé que me investigaron antes de venir a verme.

—Así es, pero me gustaría escucharlo de ti.

Henry soltó un suspiro, eso es lo que menos quería. No deseaba volver a recordar esas cosas, simplemente quisiera poder borrarlas de su subconsciente o viajar en el tiempo para que nunca pasarán.

—Henry-

—Hice muchas cosas malas —hablo de forma abrupta, interrumpiendo a la detective —Quedé huérfano a los 8 años, a los 13 un maldito degenerado intento violarme en una de las casas adoptivas, así que escape y empecé a vivir por mi cuenta. Obviamente, no sabía lo que hacía. Estaba solo, no tenía a donde ir, tenía hambre, estaba desesperado. Era solo un niño, así que empecé a robar. Al principio era fácil, pues era pequeño y nadie lo notaba… no estaba orgulloso de eso… Alguien me descubrió una vez y fue cuando termine en la comisaría por primera vez y me llevaron a un refugio. No me gustó, había muchas personas, hombres en específico que querían una sola cosa... Eso se volvió un ciclo; me iba de los refugios, volvía a robar, me arrestaban y volvía de vuelta a ese lugar.

La detective solo lo escuchaba atentamente, había dejado de escribir en su libreta para concentrarse en la historia de ese jovencito, quien a tan corta edad había pasado por mucho.

—Un año después me canse de eso y tome una decisión. Conocí a una chica, ella hacia cosas para ganar dinero, yo quise intentarlo, pues, nadie me daba trabajo, era un huérfano, todo sucio y mal vestido —tragó saliva, recordando su vestimenta rotas y holgadas, sucias en varias partes. Solo tenía dos pares de ropa y las mantenía como si fuese oro. —Empecé a prostituirme cuando tenía quince años. No quería hacerlo, pero no tenía opción. Me arrestaron cuando estaba haciendo el trabajo. Fue ahí cuando Ganzel me encontró, pago mi fianza, me llevó a comer, fue gentil conmigo y yo fui tan estúpido que caí en sus encantos. La falta de amor en mí, me hizo creer que él me quería y no de forma sexual. Por eso acepté ir con él... fue el peor error de mi vida…

—Henry, eso no fue tu culpa.

—Los policías siempre solían decir que era mi culpa, que merecía lo que me paso —y tenían razón, él lo sabía. Natalia puso una expresión incrédula, mezclada con algo de furia.

—Pues están mal y ojalá supiera quienes son para hacer que los despidan. —porque en definitiva estaban haciendo mal su trabajo. Henry se alzó de hombros, no dándole mucha importancia.

—¿Podemos continuar? —quería terminar con esto de una vez. La detective asintió, se acomodó mejor en su asiento, anotando un par de cosas de las que Henry le menciono.

—¿Cuándo empezó el abuso por parte de Ganzel?

—Al principio fue gentil, me trataba con amor y dulzura, me hacía sentir cómodo. Supongo que lo hacía para que ganara confianza con él y así poder violarme como lo hizo aquella noche.

Natalia lo observaba en silencio, la forma en que Henry se expresaba y decía libremente que lo habían violado, la preocupaba. Eso solo significaba que lo había vivido más de una vez y ya estaba acostumbrado a ello. Sintió un nudo en su garganta al pensar en eso como una posibilidad.

—No quiero entrar en muchos detalles para no hacerte incomodar —Henry alzó los hombros con la mirada perdida. Natalia soltó un suspiro, ya había visto esa actitud en víctimas anteriores, lo perdería en cualquier momento —pero me gustaría saber, después de esa noche, ¿ocurrieron más eventos como ese?

—Demasiados que ya perdí la cuenta, por muchos años lo hizo y no solo fue él, sino muchos otros más, incluso su hermano Kevin... Todo eso pasaba mientras él veía y lo disfrutaba —Natalia se contuvo de soltar un jadeo de sorpresa ante lo escuchado —Pero nunca había sido así, Ganzel... Él nunca había sido tan rudo, jamás llegó a hacerme sangrar.

—Eso no justifica nada Henry, te hizo daño antes y te lo hizo ahora. Pagará por eso.

Todos seguían diciendo eso, pero el simplemente no podía creerles, lo intentaba, pero no podía hacerlo.

—Creo que ya tengo todo lo que necesito.

La voz de la detective lo hizo salir de sus pensamientos. Dirigió su mirada a ella, anotaba algunas cosas en la libreta antes de cerrarla y levantarse.

—Sin embargo, voy a necesitar que me permitas tomarte unas fotos. Las necesitamos como evidencia.

—¿No tienen suficiente con la prueba de violación? —preguntó a la defensiva, pero al mismo tiempo con temor. No quería desnudarse delante de la detective.

—Necesitamos todas las evidencias que podamos obtener, tus heridas físicas ayudarán mucho también. Puedo llamar al capitán man-

—No —Henry la interrumpió rápidamente. Lo que menos quería era que Ray lo volviera a ver sin ropa. —Solo... que sea rápido.

Henry se levantó de la camilla y caminó al centro de la habitación, como pudo se quitó la batalla dejando sus moretones al descubierto. La detective lo fotografió rápidamente por todas las zonas heridas, incluido su rostro, capturando cada herida que podía encontrar. Al terminar, le agradeció en voz baja y Henry volvió a la camilla.

—Aún no lo atrapan, ¿verdad?

—No, pero lo haremos. No te preocupes.

—Él se saldrá con la suya, lo conozco lo suficiente para saber qué hará de esto una burla a su favor. En una semana todos olvidarán lo que paso y Ganzel seguirá libre haciendo lo que se le dé la gana y yo quedaré como el payaso, como la prostituta que soy.

Natalia se tensó un poco al escuchar eso. No esperaba una reacción así del rubio, eso aumentó más su preocupación.

—Esta vez será diferente —ella se haría cargo de eso, sabía qué capitán man también pensaba de la misma forma, así que tenía bastante respaldo y oportunidades para que así fuera.

—¿Ya fue todo? —preguntó Henry, ahora sintiéndose irritado con la presencia de la mujer.

—Sí, pero antes de irme. Asumo que no tendrás los nombres de los hombres con quien estuviste antes de que Ganzel llegara.

—No, pero esos hombres nunca me hicieron daño, todo fue consensuado. Algunas veces ni siquiera era sexo... Estaba bien.

Natalia puso una expresión de tristeza, tenía que apurarse en salir de la habitación antes de que rompiera en llanto.

—Igual, lo que te hicieron fue abuso infantil. Eras solo un niño, aún no estabas con el conocimiento apropiado para consentir algo así y ellos se aprovecharon de eso.

—Oh... 

Natalia decidió que lo mejor era irse y no abrumarlo más. Se despidió con un leve adiós y salió de la habitación en silencio. Afuera capitán man la esperaba, sentado en unos banquillos. No tardo en correr hacia ella cuando la vio salir.

—¿cómo estuvo?            

—Estuvo bien, respondió todas mis preguntas. No hubo inconvenientes.

—Bien…

—Me retiraré ahora, sin embargo… Vi algo en Henry, no me quiero entrometer mucho, pero ¿ha pensado en terapia para él?.

—Sí, el doctor me dijo que la va a necesitar.

Natalia se movió un poco para sacar algo de su bolsillo, luego estiró su mano hacia el capitán con una pequeña tarjeta en sus dedos.

—Mi hermana es psiquiatra, ha atendido muchos casos como estos.

Ray tomó la tarjeta en sus manos y la observó.

—Gracias.

—Sé que Henry la va a necesitar, ella conoce muy bien a las víctimas como él.

Víctima, esa palabra quedó resonando en su cabeza, incluso cuando la detective se despidió, incluso cuando volvió con Henry, quien ahora dormida plácidamente en sus brazos.

Víctima, eso es lo que él era, pero se encargaría de hacerle justicia, lo protegería y mantendría a salvo. Jamás permitía que algo así volviera a pasarle, ni a él, ni a los demás chicos que han sufrido por culpa de ese hijo de perra.

De algo estaba seguro, no pararía hasta acabar con toda la mafia de Ganzel.

Chapter Text


Ray seguía mirando la tarjeta con cierta curiosidad y recelo; con sus dedos la movía dándole la vuelta. Bajó la mirada hacia su pecho donde Henry todavía dormía plácidamente, sonrió ante el semblante relajado en su rostro y dejó un pequeño beso en su frente.

Miró de vuelta hacia la pequeña tarjeta; esta era de color blanco con una corta descripción de los datos de la psiquiatra; su nombre, número telefónico y dirección. Ray sabía que en algún momento tenía que hablar de esto con Henry. Era correcto que tuviera ayuda, ayuda que aunque le doliera, no podía darle. Sin embargo, sería una decisión que dejaría que Henry tomara, no lo obligaría a hacer algo que él no quisiera —por mucho que consideraba era lo correcto—. Henry ya había sido obligado a muchas cosas, era momento de que pudiera tomar sus propias decisiones sin nadie que lo presione.

Ray decidió en ese momento que hablaría con Henry sobre esto y llegarían a un acuerdo, pero por ahora no era el lugar para eso. Lo sintió moverse bajo sus brazos; con discreción guardó la tarjeta en el bolsillo de su pantalón antes de que Henry abriera sus ojos y despertara por completo. Bajó la mirada para verlo restregándose la cara contra su pecho al mismo tiempo que se rascaba un ojo. Sonrió ante eso, Henry parecía un completo bebé realizando tal acción.

—¿Qué tal tu siesta? —murmuró en cuando Henry alzo su mirada hacia él. Ray quitó un mechón de cabello de su frente, dejando ver sus ojos cafés. Henry cerró sus ojos, dejándose llevar por su toque antes de responder.

—Dormí como un bebé.

—Me alegra escuchar eso.

Cuando volvió a la habitación encontró a Henry con la mirada perdida, distante, como si hubiera olvidado dónde estaba. Por suerte estaba calmado, aun así él no podía evitar estar preocupado. Henry no habló mucho después de la conversación con la detective, se limitaba a responder asintiendo o negando con su cabeza. Ray se dio cuenta de que la situación lo había tocado bastante, así que decidió no presionarlo. Un rato más tarde, el sueño venció a Henry y se quedó dormido, no fue sorpresa para Ray que lo hiciera, sabía lo cansado que había quedado luego de los exámenes. Henry había pasado por mucho y solo era de mañana.

— ¿Tú estás bien?

Ray apartó sus pensamientos y miró a Henry con una sonrisa.

—Lo estoy.

Con delicadeza tomó la barbilla de Henry y lo acercó para dejar un tierno beso en sus labios. Henry sonrió en medio del beso y le correspondió. Al separarse, se quedaron mirándose. A veces no necesitaban hablar, con una simple mirada lograban decirse todo. Henry llevó sus manos hacia su rostro y lo acarició suavemente como si fuera de cristal. Con sus dedos tocaba cada parte de su cara, recorría las leves marcas de arrugas que tenía. Había una significativa en su mejilla izquierda que siempre salía cuando sonreía o hacia algún gesto, no se lo ha dicho en voz alta, pero él amaba con locura cuando salían a relucir sus lindas y tiernas arrugas.

—¿En qué piensas?.

Henry continuó con su recorrido ahora por el antifaz, con sus dedos trazó las curvas de la máscara que ocultaban su identidad. Extrañaba verlo sin ella, pero sabía que pedirle que se la quitara sería muy peligroso y egoísta de su parte. Así que se limitaba a ver esos azulados ojos a través de su máscara. Bajó hasta sus labios, los cuales estaban brillosos y algo rojizos, producto del beso, pasó su dedo pulgar sobre el labio inferior llenándolo un poco de saliva.

—Pienso en lo mucho que me gusta besarte —alzó la mirada, conectando sus ojos chocolates con los azules cielo. Acercó su rostro y nuevamente conectó sus labios con los contrarios, iniciando un lento y dulce beso, que, lamentablemente, se vio interrumpido por el comunicador de Ray sonando por toda la habitación e interrumpido el momento de tranquilidad que tantos les había costado crear. Ray rompió el beso con fastidio por verse interrumpido y con algo de brusquedad atendió la llamada.

—¿Qué? —soltó irritado hacia Charlotte, quien se presentaba en forma de holograma frente a él.

Yo estoy bien, gracias por preguntar.

Ray rodó los ojos ante el sarcasmo de Charlotte, sin embargo, trato de calmar su irritado dejando escapar un suspiro.

—¿Qué necesitas, Charlotte?.

Han estado llamándote aquí a la capicueva.

Ray rodó los ojos una vez más; si era alguna emergencia, él no iba a atenderlas. Su prioridad ahora era Henry.

—No me importa.

—Ray —Henry no tardó en regañarlo ante su actitud infantil y berrinchuda. Después tomó el brazo del castaño para que el holograma de su amiga se enfocara en él. —Hola, Charlotte.

Henry, me alegra verte... ¿Cómo estás?

—Estoy bien.

¿Es Henry? —se escuchó a lo lejos la voz de Jasper, quien apareció a los segundos junto con Schowz —¡Henry!.

Jasper, déjame ver —Charlotte apartó a Jasper, empujándolo en un intento de quitarlo de la pantalla, pues había tomado el control de la llamada, impidiéndole ver. Henry sonrió al ver a sus amigos, se alegraba de que estuvieran bien, los extrañaba, ya quería verlos en persona.

—Chicos, chicos —Ray se metió en medio de la conversación para que el par de jóvenes dejaran de pelear. Por suerte así lo hicieron y Charlotte retomó el control de llamada. —¿Qué es lo que sucede? —preguntó después de que todos se calmaran.

Alguien ha estado llamándote a la cueva, un oficial de la policía.

Ray se tensó ante esto, pero trató de disimularlo para que Henry, quien escuchaba la conversación atentamente, no se preocupara.

—¿Qué quería?.

Dijo que era confidencial, ha estado llamándote por el teléfono pero no contestas. 

Ray soltó un suspiro. Miró a Henry de reojo, no podía dejarlo solo.

—Si vuelve a llamar, dile que no estoy dispo-

—Ray irá —Henry lo interrumpió con brusquedad, haciendo que Ray apartara la mirada de Charlotte hacia él. Estaba listo para negar cuando Henry volvió a hablar —Debes ir, parece que te necesitan.

—No puedo dejarte.

—Estaré bien.

—Pero-

—Ray, estoy en un hospital, nada malo va a pasarme —acarició su mejilla izquierda y le sonrió para hacerle entender al castaño que hablaba en serio. Ray lo miraba, no muy convencido, quería decir que no y quedarse con él. —Por favor —Henry insistió, dejando a Ray sin más que asentir y aceptar, aunque fuera a regañadientes.

—Bien, iré —miró de vuelta a Charlotte solo por unos segundos antes de cortar la llamada y levantarse de la cama. Se colocó el chaleco, el cinturón y sus guantes antes de volver a sentarse en la cama y sostener la mano de Henry.

—Voy a estar bien.

Ray se acercó hacia su rostro, besó sus labios y pegó su frente con la contraria. Mantenía sus ojos cerrados mientras acariciaba sus mejillas. No quería dejarlo, sería la primera vez que lo haría desde que despertó. La sola idea de estar apartado de su lado, lo aterraba. Muchas cosas podían pasar en su ausencia.

—Estaré aquí cuando vuelvas —Henry dejó escapar en un susurro, casi como si pudiera leer sus pensamientos y preocupaciones.

Ray a duras penas salió de la habitación. Mientras caminaba por el pasillo hacia la salida del hospital, sacó su teléfono, le dio una rápida revisada encontrándose con varias llamadas perdidas y mensajes de Blake. Sabía perfectamente por qué lo estaba llamando. Casi corriendo llegó a la salida, no sin antes avisarle a Leyla que estaría fuera por un par de horas y que se asegurara de que Henry estuviera bien mientras no estaba.

Al llegar a la comisaría fue interceptado por el oficial Blake, impidiéndole el paso y reteniéndolo en la entrada. Ray lo miro con el ceño fruncido, no estaba de humor.

—Blake, déjame pasar.  —no esperó a que el oficial replicara y de forma casi brusca lo apartó de su camino, adentrándose al edificio a pasos duros y firmes.

Caminó con firmeza hasta llegar a la oficina del sargento Dogers. Blake le seguía detrás más nervioso que nunca. Ray abrió la puerta sin mucha amabilidad, allí el sargento se encontraba casi como si estuviera esperándolo. Sin decir una palabra, Ray se acercó al ventanal que daba vista hacia una de las salas de interrogatorios. Ahí, sentado estaba Ganzel hablando animadamente con los detectives como si fueran amigos de toda la vida, incluso estaban bebiendo café. ¿Qué es esto?, ¿El show de Ganzel?. Ray bufó y apretó los puños, el sargento a su lado se mantenía sereno escuchando la conversación que frente a ellos se presentaba.

Entonces, Sr. Richie. ¿Puede explicarnos lo que pasó hace unos días?, ¿sabe que se le acusa de violación en primer grado y secuestró?.

Ganzel bebió un poco de su café antes de responder.

Todo ha sido un malentendido, estoy seguro de que podemos arreglarlo por la paz. Henry es mi chico especial, jamás haría algo para dañarlo. —de reojo, miró hacia el espejo frente a él, una sonrisa maliciosa se dejó ver. Era casi como si supiera que Capitán Man estaba viéndolo desde el otro lado.

Suficiente, pensó el castaño antes de entrar abruptamente a la habitación, ignorarlo los llamados y protestas del sargento. Ganzel no se sorprendió al verlo, en cambio, engancho más su sonrisa.

—Capitán man, nos volvemos a-

El Capitán lo agarró por el cuello obligándolo a levantarse. Ray apretó un poco la zona al mismo tiempo que lo golpeaba bruscamente contra la pared. Ganzel abrió los ojos del asombro y alzó sus manos para agarrar la fuerte mano del capitán e intentar quitarla de su cuello justo donde su respiración se cortaba.

—Suéltelo ahora, Capitán.

Ray solo hizo caso de esa advertencia para lanzarle un puñetazo en la cada a Ganzel, quien se tambaleó hasta caer al suelo. Ray no perdió un segundo y lo tomó del cuello nuevamente. Pegó su rostro al de Ganzel, quien seguía forcejeando debajo de su mano.

—Voy a cortarte en pedacitos y te haré sufrir todo lo que le hiciste pasar a Henry. Te lo juro, voy a torturarte hasta que me supliques que pare. ¿Y sabes qué?, no lo haré. Te mataré lenta y dolorosamente.

Ganzel solo sonrió con sorna, entrecortadamente se reía. El muy maldito lo estaba disfrutando. Ray apretó más su cuello, ahorcándolo. Sus ojos furiosos, perdidos en ira, seguían mirando fijamente a los del magnate, los cuales brillaban de emoción y cinismo.

—Capitán man, ya es suficiente.

Sintió las manos de Blake intentando apartar su fuerte agarre del hombre quien empezaba  a perder oxígeno. Ray estaba dispuesto a matarlo justo ahora, sin importar que los detectives estuvieran en la misma habitación. Por sus venas solo corría la sed de venganza y él estaba dispuesto a cumplir con sus peticiones.

—Creo que ha sido mucho espectáculo por el día de hoy. Capitán man, le sugiero que baje a mi cliente ahora o estará en problemas.

Ray despegó la mirada del magnate, encontrándose con un hombre canoso vestido de traje, mirándolo seriamente.

—¿Y usted es?.

—El abogado de Ganzel, así que le aconsejo que lo baje o haré que lo arresten.

El capitán soltó una risa sin gracia, inconscientemente apretó más el agarre que tenía en el cuello de Ganzel y lo miró de vuelta. Ganzel ya estaba a punto de desmayarse. Ray entrecerró los ojos con furia junto con una chispa de placer al ver al hombre perder la consciencia. Cualquiera que lo viera se asustaría, este no era el capitán man que conocían.

Blake tuvo que llamar refuerzos para que lo ayudaran con el capitán quien, segado por el enojo, seguía sin intenciones de soltar a Ganzel. Solo así pudieron lograr que liberara de su agarre al magnate, quien cayó estrepitosamente al suelo, empezando a toser desesperadamente en busca de aire. Blake rápidamente apartó al capitán hacia el otro extremo de la habitación lo más lejos posible de Ganzel. Se interponía entre él, evitando que intentara acercarse de nuevo.

—¿Estás bien, Ganzel? —preguntó el hombre canoso a su cliente al mismo tiempo que lo ayudaba a levantarse.

—Sí, eso fue divertido —soltó una risa luego de recuperar el aliento, se llevó una de sus manos a su cuello y lo masajeo un poco. Ray gruño a la vez que apretaba los puños. El hijo de perra estaba viendo esto como un juego.

—Muy bien, es momento de que se vayan —habló el abogado hacia los detectives y al capitán.

Ray no quería irse, pero el sargento apareció en la habitación; su semblante serio fue una clara advertencia de que había tenido suficiente libertad por el día de hoy. Blake lo empezó a empujar levemente hacia la salida, él simplemente se dejó hacer.

—Capitán man —Ray se detuvo en seco al escuchar la asquerosa voz de Ganzel, lo miró discretamente por encima de su hombro y espero a que continuara hablando —Te conozco, sé todo sobre ti. Será mejor que no te metas en mis asuntos.

Ray estaba listo para darse la vuelta y acabar con el hombre de una vez, la furia entrando de nuevo a su cuerpo. Pero Blake lo saco de la habitación antes de que pudiera decir o hacer algo.

—¿Es en serio, capitán?, estamos haciendo nuestro trabajo y usted solo lo empeora —comentó el detective William en cuanto estuvieron de nuevo en la oficina del sargento.

—¿Perdón? Yo soy el único aquí que está tratando de meter a ese maldito en la cárcel.

—¿Intentando matarlo? Esto no es las calles, capitán. Aquí no se dan golpes. Usted cree que hace el verdadero trabajo, pero en realidad solo saca a los criminales de las calles, los trae aquí y luego se va. Nosotros hacemos todo el proceso después, el verdadero trabajo.

Ray gruño hacia el detective William y lo encaró. Aún sentía la furia que dejó en la habitación de interrogatorios, un comentario más y terminaría golpeándolo.

—Ya basta, capitán. —la voz del sargento lo hizo detener sus pensamientos. Se dio la vuelta para verlo —¿Puede explicarme qué diablos fue eso? ¿Sabe que podemos arrestarlo por agresión? No me quiero ni imaginar que hubiera pasado si lo hubiera matado ahí mismo.

Ray lo miró sin expresión alguna antes de empezar a reírse con incredulidad.

—Claro, a mí sí me arrestan, pero al maldito ese lo tienen aquí libremente como si no acabará de cometer un crimen. Quiero saber qué hace ese hombre aquí cuando debería estar arrestado y yendo a prisión.

—Él llegó aquí por su cuenta, arrestarlo no es tan simple como parece, capitán.

Ray miró al sargento de forma incrédula. Por supuesto que el hijo de perra vino por su cuenta, está haciendo de esto una burla, como si lo que le hizo a Henry fuera un simple juego.

—¿No es tan simple? El maldito secuestró a Henry, lo torturó y maltrató, incluso le disparo. ¡Casi muere! ¿De verdad me está diciendo que no es tan simple arrestarlo?

—Ganzel es un hombre poderoso, tiene contactos en todos lados, es amigo del alcalde e incluso del presidente. Muchas personas del Gobierno estarán de su lado para ayudarlo, tengo las manos atadas justo ahora, todos los ojos están puestos en esta comisaría desde que capturamos a Ganzel. El vicealcalde no estaba para nada contento con esto.

—Oh, qué sorpresa, el país está lleno de corruptos —soltó con fingida sorpresa, llevándose una mano al pecho para acentuar su sarcasmo. —Me importa una mierda el gobierno, quiero a ese hombre en prisión ahora.

—Lo siento, Capitán, pero por ahora no hay nada que podamos hacer.

—¿Cómo se atreve a decir eso?, tiene suficientes pruebas que comprueban que ese maldito torturó a Henry de la peor forma posible. ¿Es que acaso no tendrá la justicia que se merece? Henry ha sufrido demasiado gracias a este hombre, se merece algo de respecto, se merece que este sistema le pague por no haberlo protegido como debieron hacerlo.

—Ayudaremos a Henry, pero como dije, justo en este momento estoy entre la espalda y la pared. 

—¿Y qué se supone que hará ahora, sargento?.

—Lo dejaremos libre, eso es lo único que puedo hacer ahora.

Ray negó, eso no era lo que él quería.

—¿Qué hay de los otros niños que él torturó? ¿El niño que estaba en esa mansión? ¿Tampoco tendrá justicia? ¿Se quedarán como si nada? —él no podía aceptar que eso pasará.

—¿Ahora si le importan esos niños?.

Ray apretó los puños en cuanto escucho la voz de detective William a sus espaldas. Ray esta vez no se contuvo y se acercó violentamente hacia él.

—¿Qué acabas de decir?

—Digo que usted nunca antes se había interesado por esta situación, por los niños desaparecidos. Pero ahora que es algo personal para usted, entonces si quiere ayudar a todos y salvarlos. Eso es algo hipócrita de su parte, considerando que es el héroe de la ciudad o eso pretende ser.

—Es suficiente —El sargento volvió a interrumpirlos — Es hora de que se retire, capitán. Lo llamaré cuando lo necesite, quizás deba traer a Henry también, así que sugiero que lo prepare para lo que viene.

Ray frunció el ceño, eso no le gusto para nada. Iba a pedir explicaciones cuando Blake lo tomó del brazo, indicándole que saliera por petición del sargento. Ray, de nuevo, se dejó hacer. Estaba muy alterado, aturdido y molesto por volver a ver a Ganzel. Lo único que quería ahora era ir con Henry, envolverlo en sus brazos y protegerlo lo más posible. Cuando salió de la oficina, Ganzel y su abogado venían saliendo de la sala de interrogatorios junto con la detective Natalia, quien se había quedado para culminar lo que él había interrumpido.

Ganzel lo miró con una sonrisa mientras caminaba con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Tenía un leve moretón en la mejilla producto del golpe que le había dado.

—Fue un placer verlo de nuevo, capitán. Dígale a Henry que espero que se recupere pronto de todas sus heridas. ¿En qué hospital está? Quizás le mande algunas flores.

Ray dio un paso hacia adelante listo para darle otro golpe y terminar lo que empezó.

—Suficiente, Ganzel —el abogado lo apartó del capitán tomándolo del hombro y lo saco del lugar antes de que pudiera decirle algo. Ganzel seguía sonriendo antes de darse la vuelta y retirarse del lugar.

—Esto no es justo, ¿por qué lo dejan irse así nada más?.

Blake, a su lado, le regaló una mirada de pena y coloco una mano en su hombro para darle algo de consuelo.

—No se preocupe capitán, estará en arresto domiciliario hasta el día de la sentencia, se le quitará su pasaporte y no podrá dejar el país. Estará vigilado las veinticuatro horas del día, no podrá acercarse a Henry —Ray dejó escapar suspiro —Es mejor que vaya con Henry. El sargento tiene razón, algo grande se acerca, lo mejor es que usted y él estén preparados para ello.

Ray asintió ante esto, estar con Henry es lo único que quería hacer en este momento.


Mientras tanto, Henry se encontraba jugando cartas con el pequeño Bose, quien había venido a escondidas de su madre a visitarlo.

—¡Uno! —exclamó el pequeño, soltando una leve risa — Eres malo en esto, Henry.

Henry hizo un gesto de fastidio y tiró las cartas en el pequeño mesón frente a ellos.

—Es difícil —se excusó, cruzándose de brazos.

—¡Pero si es el juego de mesa más fácil del mundo! —exclamó divertido mientras recogía las cartas esparcidas por la mesa.

Henry le sonrió antes de reírse. Hacía mucho que no tenía un agradable momento donde su única preocupación fuera divertirse y tratar de ganar un juego de mesa. Si es sincero, nunca había tenido algo así en su vida.

—Henry...

— ¿Sí?

— ¿Capitán Man es tu papá?

Henry empezó a toser ante la pregunta tan sorpresiva que el pequeño le había dicho. Sabía que se había puesto rojo como un tomate, tragó saliva con dificultad para tratar de calmar su pequeño ataque y así responder a la pregunta de Bose. En el proceso, aceptó el vaso de agua que el niño le había dado, bebió todo el contenido y finalmente logró calmarse.

—Capitán man no es mi padre —respondió en voz baja, su voz algo ronca de tanto toser —¿por qué piensas eso?.

—Porque lo vi llorar muchas veces mientras estabas inconsciente y lo hacía como si fueras importante para él, como si te amara y temiera perderte.

Henry sintió su corazón arrugarse un poco al escuchar eso, imaginarse a Ray llorando por él era algo que simplemente no podía tolerar. Esos ojos azules no deberían derramar lágrimas más que de felicidad. Por otro lado, sintió sonrojarse ante la idea de que alguien lo quisiera y se preocupara por el de forma genuina, de forma real, sin mentiras ni engaños. Eso lo hacía sentir especial... le gustaba.

—Capitán man me rescato hace un par de meses y desde entonces vivo con él.

—¿Entonces te adoptó? —Bose frunció el ceño lleno de curiosidad mientras hacia la pregunta.

Henry sonrió ante ese gesto. ¿Cómo le decía al niño que en realidad estaba en una relación con el superhéroe de Swellview?. Si bien no lo había formalizado, le gustaba pensar que Ray y él estaban en una relación que traspasaba la amistad. Esperaba que el castaño pensara lo mismo o si no los besos que se han dado y las demostraciones de cariño han sido en vano.

—Él y yo solo... solo somos amigos. —decidió decir eso en vez de confundir al pequeño con algo que él no tenía muy bien en claro aún. Además, era cierto; Ray era su amigo, fue el primero amigo verdadero que tuvo después de todo lo que ha vivido.

—Entonces. ¿Tus padres están aquí o aún no los encuentran?.

Eso le cayó como balde con agua fría. Sabía que Bose no lo hacía con malas intenciones, era pequeño y tenía curiosidad por las cosas. Él también era así a su edad antes de que le arrebataran su inocencia. Sin embargo, eso no eliminó el hecho de que se sintiera mal ante la mención de sus fallecidos padres.

—No, mis padres... ellos se fueron de este mundo hace mucho…

—Henry, lo lamento mucho…

—Está bien, pequeño —le interrumpió de forma suave al mismo tiempo que le regalaba una sonrisa para que supiera que estaba bien. Bose dejo las cartas en la mesa y se movió para sentarse a su lado.

—¿Fue Ganzel? ¿Él los mató?

Henry negó y acaricio la mano que Bose había puesto sobre la suya.

—Eso pasó mucho antes de que ese hombre apareciera en mi vida.

Bose apretó su mano bajo la suya.

—Lamento mucho por todo lo que has pasado, si yo pudiera... —Bose detuvo su hablar, frunciendo el ceño antes de tratar saliva —perdón por no haberte ayudado a escapar…

Henry le regaló una mirada suave y volvió a negar con su cabeza.

—Eso no hubiera cambiado nada…

—No estaríamos aquí.

Estaríamos muertos, pensó Henry.

En aquel entonces estaba tan desesperado por escapar que no se percató que al hacerlo iba a poner en peligro al pequeño. Sabía que Ganzel no tenía piedad por nadie, si hubieran escapado, los mataría sin pensarlo.

—Quizás estaríamos en una situación peor y no me perdonaría si algo malo te hubiera pasado.

—Sin embargo, nos hicieron daño…

Henry soltó la mano de Bose para rodearlo por los hombros y acercarlo hacia él.

—Yo soy quien debería disculparse por no haberte salvado de Ganzel —murmuró contra su cabello. Bose enrolló sus brazos en su cintura, recostando su cabeza en su hombro.

—Está bien, capitán man me salvó —Henry sonrió ante eso. Sí, Ray lo había salvado, a ambos.  —Y Ganzel irá a prisión por lo que nos hizo, ¿verdad? —Bose alzó su mirada hacia él.

Henry lo miró sin saber qué decirle. Una parte quería decirle que sí, que eso era exactamente lo que pasaría. Pero otra, su lado racional, le decía que eso nunca pasaría, pues conocía a Ganzel, él terminaría saliéndose con la suya. Sin embargo, no podía arruinar las ilusiones del niño quien lo miraba con ojos esperanzados. Entonces, sonrió y con una caricia en los suaves cabellos de Bose, asintió.

—Por supuesto, lo hará.

Chapter Text


Al llegar al hospital, Ray se encontró con varios reporteros queriendo hacerle miles de preguntas con respecto a Henry y Ganzel. Vaya, sí que eran rápidos, pensó. De seguro ya todos sabían que el magnate había salido de su escondite al presentarse en la comisaria. Pensó que no iban a encontrar el hospital donde Henry se hospedaba, los subestimó bastante.

Ray se bajó de la camioneta, colocándose la mochila por encima del hombro. Esquivó a los reporteros y empezó a caminar hacia la entrada del hospital, la cual estaba protegida por dos guardias de seguridad, quienes solo abrieron las puertas de cristal en cuanto lo vieron llegar.

Estando dentro de la sala de emergencias dejó escapar un suspiro de cansancio mezclado con rabia y frustración. ¿Es que no podían dejar a Henry en paz? Primero Ganzel y ahora los reporteros, parecía que los problemas nunca se acabarían.

—Capitán man.

Ray dirigió su mirada hacia dónde provenía la voz, encontrándose a Leyla y un señor que no conocía. Ambos se acercaron hacia él, una con expresión preocupada y el otro con expresión seria pero tranquila.

—Capitán man, es un placer conocerlo. Soy el director del Hospital.

—Me podría explicar ¿qué hacen esos reporteros afuera?, ¿cómo es que saben que estoy aquí junto con Henry? —intentó no sonar tan rudo, pero ver a esa multitud de reporteros lo puso más irritado de lo que ya estaba.

—Tranquilo capitán. No debe preocuparse por ellos, no dejaremos que entren, los mantendremos alejados de ustedes.

Ray simplemente dio un asentimiento y se retiró del lugar, ahora lo único que necesitaba era estar con Henry. Al entrar en la habitación se encontró con una bella imagen; Henry estaba dormido junto con un invitado, Bose.

Cerró la puerta con cuidado para no hacer mucho rubio, dejó la mochila en el pequeño sofá que había en la habitación y a pasos silenciosos caminó hacia la silla al lado de la cama, se sentó en ella y con gentileza tomó la mano de Henry. Con su pulgar acariciaba el dorso de su mano mientras lo admiraba dormir, llevó su mano hacia su boca y deposito un dulce beso. Justo esto era lo que necesitaba, un poco de paz después de todo el torbellino de hace una hora.

Henry comenzó a despertar minutos después y Ray no pudo evitar sonreírle en cuanto sus miradas conectaron. Henry le correspondió la sonrisa un poco somnolienta aún, al mismo tiempo que entrelazaba su mano con la de Ray.

—Parece que no tuve que preocuparme por dejarte solo, tuviste buena compañía —murmuró en voz baja para no despertar al pequeño quien dormía acurrucado al lado de Henry.

Henry soltó una leve risita y miró hacia su lado, llevó su mano libre hacia el rostro de Bose y quitó un mechón de cabello castaño dejándolo detrás de la oreja. Bose tenía un lindo cabello, suave y tierno, al estilo príncipe encantador.

—Creo que debería volver con su madre.

Henry asintió, no quería que el pequeño se metiera en problemas. Con suavidad, lo despertó y luego Ray lo llevó con su madre, no sin antes despedirse de Henry con un cálido abrazo.

Ray volvió unos minutos más tarde, encontrando a Henry sentado en la cama ya completamente despierto. Le sonrió y se acercó para sentarse a su lado, lo rodeo por los hombros, atrayéndolo hacia él. Todavía estaba algo sensible por lo que paso en la comisaria.

—¿Estás bien? —preguntó Henry. Sentía a Ray tenso, algo debió haber pasado.

—Sí, no pasa nada…

Henry se alejó un poco de Ray para poder verlo mejor, su rostro estaba serio, el ceño fruncido lo delataba, algo hacia pasado, podía sentir incluso su malestar.  Ahora siendo el quién fruncía el ceño, preguntó;

—¿Sucedió algo?

Ray no sabía cómo responder a eso. ¿Debía decirle sobre Ganzel? La verdad es que él preferiría que Henry no supiera nada y arreglar esto por su cuenta para no hacerle pasar más dolor.

—Ray…

El castaño dejó escapar un suspiro, sabía que Henry no iba a quedarse tranquilo hasta que le dijera lo que estaba pasando.

“El sargento tiene razón, algo grande se acera. Lo mejor es que usted y el este preparados para ello” El comentario de Blake resonó en su cabeza, y aunque le dolía, estaba en lo correcto; quisiera o no tenía que contarle a Henry la verdad.

Ray se acomodó mejor en la cama para poder ver a Henry de frente. Henry, por otro lado, espero pacientemente a que Ray comenzara a hablar.

—Estuve en la comisaria.

Henry se tensó al escuchar eso, pero no dejo que eso lo afectara para no ponerse nervioso tan rápido.

—¿Por qué estabas allá?, ¿qué paso?.

Ray se mordió el labio sin saber cómo decirle esto de forma suave. No creía que hubiera una manera de hacerlo.

—Ganzel apareció...

Hubo un minuto de silencio donde Henry comenzó a jugar con sus dedos de forma nerviosa, se mordió el labio también, lastimándose un poco. Miró a Ray y por su expresión, supo que nada bueno había salido de ese encuentro.

—¿Lo arrestaron?

Ray tomó su mano, sabía lo difícil que era esto para Henry.

—No, él está libre, pero no podrá acercarse a ti. Me aseguraré de que eso no pase.

Ese comentario no cambió el semblante ni los nervios de Henry. ¿Por qué estaba sorprendido de escuchar eso? Es Ganzel Richie, el mafioso más poderoso del país, es obvio que se saldría con la suya, siempre lo hacía.

—¿Qué va a pasar ahora?... —¿Por qué preguntaba? Sabía lo que pasaría; Ganzel quedaría libre de su crimen como si nada hubiera pasado, seguiría haciendo de las suyas sin importar nada. Mientras que él llevaría la carga y el dolor por el resto de su vida.

Ray lo atrajo hacia su cuerpo para poder abrazarlo, acurrucándolo entre sus brazos.

—Yo me haré cargo de todo, tú no tienes que preocuparte por nada.

—No quiero verlo de nuevo. No quiero.

Ray llevó su mano hacia el cabello de Henry, empezó a acariciarlo mientras lo pegaba más hacia su pecho.

—Tranquilo, eso no pasará… —aunque en el fondo sabía que eso estaba muy lejos de ser verdad.

Ray lo meció por un par de minutos y así por el resto del día. Lo tuvo en sus brazos y no lo dejó solo en ningún momento. Iba a asegurarse de que Henry estuviera bien. Henry logró calmar sus nervios para cuando la noche llegó; ahora estaba más tranquilo y calmado. Leyla había pasado llevándole su respectiva comida del día antes de revisar su herida como se estaba volviendo rutinario y obligatorio para que esta sanara lo más pronto posible.

—Oye, se me olvidaba. Te traje algo —Ray se levantó de la cama y caminó hacia el sofá, tomó la mochila y luego regreso con Henry.

Había ido a la cueva para buscar algo de ropa para Henry, también para mantener informados a los chicos sobre lo que había pasado —siendo la primera vez que volvía a la cueva después de varios días— y de paso, desquitar su enojo y despegar un poco su mente. No quería que Henry lo viera en ese estado cuanto volviera.

—Gracias, no me gusta usar esta bata.

—También te traje esto.

Henry alzó la mirada para ver al castaño sacando del bolsillo del pantalón su teléfono. Henry lo tomó con cuidado, había olvidado que tenía uno. Con sus dedos acaricio la pantalla, presiono el botón para encenderlo, revelando la foto que tenía junto con Ray en su fondo de pantalla, sonrió ante esto.

—Quizás deba comprarte uno nuevo. Está roto, no dejaré que andes con un teléfono así.

Henry puso los ojos en blanco, el teléfono solo tenía un par de rasguños en la pantalla, pero seguía estando en perfectas condiciones, aún era funcional y útil.

—Ray, está bien. Puedo vivir con un teléfono que tiene un par de raspones en la pantalla —ni siquiera estaba roto. Ray claramente estaba exagerando.

Ray simplemente se alzó de hombros, dejando el asunto atrás. Él no tenía problema en comprarle un teléfono nuevo, está dispuesto a darle lo que sea que le pidiera.

—¿Quieres cambiarte de ropa?, Leyla dijo que ya podías bañarte, quizás una ducha te vendría bien.

Henry se tensó al escuchar eso. Es lo que menos quería hacer, sin embargo, quería quitarse la bata y cambiarse de ropa. Dudo unos segundos, pero al final acepto la propuesta de Ray.

Ray lo ayudó a levantarse de la cama y con cuidado lo condujo al baño. Al llevar, se quedaron parados en el pequeño lugar, sin tener idea de que hacer. Podía notar a Henry algo nervioso e incluso inseguro, incómodo.

—Quizás debamos llamar a Leyla para que nos ayude.

—Creo que puedo hacerlo por mi cuenta…

—¿Estás seguro? Puedo ayudarte-

—¡No! —Henry gritó de forma abrupta, interrumpiendo a Ray. Se aclaró la garganta al darse cuenta de lo brusca que fue su reacción y de tímidamente, volvió a hablar —No es necesario, solo me limpiaré un poco.

Ray lo miró un segundo sin decir nada, detallaba las facciones de Henry, en sus ojos, suplicándole que no replicara ante su pedido. Su semblante se ablandó ante ese hecho y levemente asintió. No iba a presionarlo, no después de todo lo que había pasado. Dejando un beso en su frente, se retiró del baño.

Henry soltó un suspiro en cuanto estuvo solo, dejó la mochila en el mesón junto al lavado y sacó un par de prendas. Se miró en el espejo por primera vez desde que había despertado en el hospital. Estaba demacrado, si bien no tenía tantos moretones, él se sentía irreconocible como si fuera otra persona. Quizás lo era, así se sentía desde que despertó, desde que Ganzel lo rompió. Era otra persona y eso le dolía en el alma.

Dejó de mirarse en el espejo para no torturarse más de lo que ya estaba y procedió a quitarse la bata. Fue algo difícil al principio, pues le dolía todo el cuerpo, pero logró quitársela sin necesidad de tener que pedir ayuda. Cuando se la quitó, la dejó en el mesón y procedió a quitarse el bóxer.

Evitando mirarse en el espejo, busco en el baño algo con lo que poder limpiarse o lavarse. Abrió uno de los cajones debajo del lavado, encontrando unos paños. Los sacó, dejándolos en el mesón, abrió el grifo de agua y mojo varios de los paños; tomó uno, lo escurrió en el lavado y luego comenzó a pasarlo por todo su cuerpo. Chilló un poco al sentir la tela fría contra su piel. Llegó hasta sus caderas, comenzando a limpiar su vientre y muslos. Tomó otro paño mojado y comenzó a limpiar su pene y parte de su entrepierna. Nada quería más que limpiarse y eliminar la suciedad en él, eliminar todos los recuerdos de su mente, eliminar la marca de Ganzel en su cuerpo. Ahogó el llanto, dejándolo morir en su garganta mientras terminaba de limpiarse, luego tomó una toalla limpia para secarse. Soltó un suspiro mirándose de vuelta en el espejo; no se sentía limpio, pero al menos ya no se sentía tan sucio.

Tomó el par de prendas que Ray le tragó; una camisa simple y un pantalón de pijama. Al terminar de vestirse, se lavó la cara para despejar su sueño y quitarse ese aspecto ha muerto que tenía. Revisó una vez más en la mochila para ver si Ray había metido su cepillo de dientes, en efecto, lo había hecho. Sonrió, Ray siempre pensando en su bienestar.

Cepillo rápidamente sus dientes, sintiendo una grata satisfacción cuando sus dientes quedaron limpios. Luego se dispuso a ordenar todo para no dejar un desastre. Tiró las toallas mojadas a una pequeña canasta al lado del lavado, tomó la mochila y salió. Ray lo esperaba afuera, sentado en la cama. Henry le sonrió; Ray siempre estaba a su lado, cuidándolo y protegiéndolo.


Henry, ¿dónde estás?

Lo buscaba por todos lados, pero simplemente no lo encontraba.

¡Henry!

Gritó, pero el rubio no le respondía. Empezó a correr sin dirección alguna con el corazón en la mano y su mente en blanco. Buscaba y buscaba, pero Henry parecía haber desaparecido, como si se hubiera esfumado haciéndose polvo.

Corrió y corrió, su alma lloró.

Movió su cabeza en todas direcciones, daba vueltas por doquier sin rumbo alguno, solo deseando encontrar una señal de su lindo rubio.

Abruptamente, se detuvo cuando lo vio al final de la colina, pero solo no estaba; una sombra lo rodeaba, él sabía bien quien era esa sombra. Se acercó a pasos firmes, llegando a su rubio, pero en eso, hubo un sonido, un disparo y el rubio cayó de la colina, sin vida. La sombra lo miraba con una sonrisa malvada antes de desvanecerse.

Ray gritó y en lágrimas corrió hacia la colina, miró hacia abajo para encontrar sangre, mucha sangre. En llantos, gritó el nombre de su amado mientras se dejaba caer de rodillas. No pudo salvarlo, no pudo rescatarlo, le había prometido que iba a protegerlo, hizo todo menos eso. Lloró en desconsuelo mientras miraba a su amado, dejar de brillar, dejar de vivir, dejar de soñar...

Lloró y lloró hasta que él también se desvaneció.

Ray despertó abruptamente del sueño, miró todo a su alrededor, dándose cuenta de que estaba en la habitación del Hospital con Henry a su lado, a quien rodeaba protectoramente por la cintura. Soltó un suspiro, todo está bien, Henry está a salvo. Está vivo.

—¿Ray?

Giró su mirada perdida hacia Henry y lo abrazo, ocultando su rostro en su cuello.

—Ray, ¿qué pasa?

Henry lo sintió temblar bajo sus brazos, eso lo preocupo y con premura, lo rodeo con sus pequeños brazos, sujetando fuertemente contra su cuerpo. Henry no sabía qué le pasaba, pero supo que algo no estaba bien y era su turno de cuidarlo. Movió sus brazos para poder abrazarlo con más comodidad, dejando a sus manos descansar sobre su espalda.

—Ray, tranquilo, todo está bien. Aquí estoy, aquí estoy —empezó a mover sus manos en la amplia espalda, dejando caricias como solía hacer Ray para tranquilizarlo —Aquí estoy —repetía suavemente en su oído sin dejar de acariciar su espalda.

Sí, aquí estaba y no dejaría que le hicieran daño.


Henry estuvo en el hospital por el resto de la semana. Semana donde los reporteros estuvieron amontonados en la entrada del hospital, esperando por alguna información sobre el capitán y el joven rubio. Ray mantuvo a Henry alejado de todo esto, por su bien no le comento nada, al igual que mantenía el televisor apagado para que este no pudiera ver las noticias.

No volvió a recibir llamadas de Blake o de la comisaria; eso lo preocupado, no saber noticias sobre lo que estaba pasando para meter al maldito de Ganzel en las calles, lo enfurecía.

Había visto a Natalia de nuevo en el hospital para interrogar al pequeño Bose, quien al igual que Henry seguía en el hospital y estaba también involucrado en todo el daño que Ganzel hacia causado. Le había preguntado por la investigación, esta solamente le dijo "estamos trabajando en eso". Una mierda, Ray sabía que lo único que estaban haciendo era llegar a un trato que terminaría beneficiando al mafioso.

Por otro lado, Ganzel cumplía su arresto domiciliario en su gran mansión. Ray no estaba feliz con eso, el muy desgraciado estaba cómodamente en su gigantesca casa como si nada, mientras que Henry la pasaba mal, teniendo pesadillas todas las noches, llorando cada cierto tiempo en su pecho mientras que él lo consolaba, queriendo con sus simples caricias eliminar todo el dolor y sufrimiento que ese desgraciado había dejado.

Por suerte, hoy era el último día en el hospital. Ray no podía estar más aliviado con eso, lo único que quería hacer era llevarse a Henry a casa donde sabía que podía mantenerlo alejado de todo este lio, aunque sea por un tiempo.

Leyla se encontraba haciendo la última revisión, curo su herida y coloco una gasa limpia. Ray estaba a su lado, lo rodeaba por los hombros mientras en silencio observaba a la enfermera hacer su trabajo.

—Gracias, Leyla.

Leyla le sonrió a Henry en cuanto terminó de ajustar la gasa. Se retiró y se quitó sus guantes.

—Muy bien, me iré y volveré más tarde con los papeles del alta.

Henry le agradeció una vez más y con una sonrisa la vio irse.

—¿Estás listo para arreglarte?

Henry miró a Ray y le regalo la sonrisa que antes iba dirigida hacia Leyla.

—Sí, ya quiero irme de aquí.

Ray le dio una mirada comprensiva, lo entendía; él también quería irse. Lo ayudó a levantarse de la cama, tomó la mochila y lo condujo al baño.

—Déjame ayudarte esta vez, ¿sí?.

Henry se mordió el labio ante esa petición. En toda la semana no había dejado que Ray lo ayudará con el baño; si bien no se duchaba todos los días, pues no podía mojar mucho la herida, solía lavarse un poco, pero prefería hacerlo por su cuenta o dejar que Leyla lo ayudará. Sabía que Ray debía sentirse mal por eso, pero él no estaba listo aún para que este lo viera desnudo, mucho menos para que viera sus moretones.

—No hay necesidad de eso, solo voy a cambiarme.

—Entonces, déjame ayudarte a cambiarte.

Henry suspiró, sabía que no tenía opción más que aceptar, pues Ray no iba a dejar de insistir. Él solo quería ayudar, nada más.

—Está bien.

Empezó a quitarse la ropa que traía, una simple camisa y un pantalón de chándal. Ray lo ayudó con la camisa para que no hiciera movimientos bruscos. Henry ladeóla cabeza a un lado en cuanto su torso quedó al descubierto; sin embargo, Ray no lo miro y Henry le agradeció por eso en voz baja. Luego se quitó los pantalones, dejándolos en el suelo. Se sintió cohibido al quedar tan expuesto frente a Ray, quien más que mirarlo solo se limitaba a ayudarlo con su pantalón. En cuanto terminó, tomó una de sus camisas de cuadros, iba a ponérsela, pero Ray lo detuvo.

—No debes hacer movimientos bruscos —Ray tomó la camisa y con cuidado lo ayudó a colocársela, luego empezó a abotonarla.

Henry simplemente lo miraba. El castaño estaba concentrado vistiéndolo; no lo miraba de forma morbosa, ni tenía intenciones de tocar o ver su cuerpo de una manera sexual. ¡Ni siquiera lo estaba mirando! Henry estaba tan agradecido por esto, era algo íntimo lo que estaban haciendo, pero aun así, Ray seguía respetándolo, mirándolo con solo amor.

—Bien, siéntate, te pondré los zapatos.

Henry obedeció y se sentó en la tapa del inodoro. Quería protestar, pues no era un niño, eso era algo que podía hacer solo. Pero Ray ya lo había ayudado a vestirse, no serviría de nada pelear.

—No tenías que hacer esto.

Ray ajustó la cuerda de su zapato antes de alzar la mirada hacia Henry.

—Por supuesto que tengo.

Termino de colocarle el otro zapato y luego se levantó ayudando a Henry a levantarse también. Al salir de baño, Leyla ya los esperaba en la habitación con una carpeta en mano.

—Aquí tengo los papeles para que los firmes, cariño.

Henry los tomó y los firmó con una emoción que hace mucho no sentía. Mientras hacía eso, Ray hablaba con el doctor, quien había entrado para darle algunas indicaciones tanto al castaño como a él.

—Muy bien, ya está todo listo. Capitán man sabe lo que tiene que hacer para curar a herida, así que te dejó en buenas manos.

—Gracias Leyla —Henry estaba enormemente agradeció con la enfermera, había hecho demasiado por él, estaba en deuda con ella. No dudo en acercarse y abrazarla.

Volvió con Ray, quien lo esperaba en la puerta junto con una silla de ruedas, se sentó en ella, dejando que el castaño lo condujera por el pasillo junto con Leyla.

—Espera —Henry lo detuvo a medio camino.

—¿Qué pasa?.

Henry no le respondió, se levantó de la silla y caminó hacia la camilla donde el pequeño castaño se encontraba. Al estar cerca, carraspeó un poco su garganta para llamar la atención. Los padres de Bose se dieron la vuelta, dándole acceso a Bose de ver a Henry.

—Henry.

—No quería irme sin despedirme de ti —Henry se acercó hacia él y le dejo un cálido abrazo —Cuídate mucho, ¿sí?

Bose aparto para mirar a Henry con una sonrisa al mismo tiempo que asentía. Se despidieron una vez más antes de que volvieran con Ray, quien lo esperaba pacientemente un poco apartado de todos.

—¿Por qué vamos por detrás? —Henry frunció el ceño y miró hacia Ray, quien detuvo de nuevo la silla de ruedas para colocarse frente a él.

—Por nada, solo… ponte eso —Ray sacó de la mochila una gorra y unos lentes. Henry lo miró confundido, pero decidió no cuestionar más y obedeció, tomó la gorra y los lentes oscuros.

Ray volvió a retomar el camino en cuanto se los puso. Llegando al estacionamiento, Henry sintió un brinco en su corazón; finalmente podía irse a casa con Ray. Se despidieron por última vez de Leyla antes de montarse al auto.

—No vayas a quitarte los lentes aún ¿está bien? —le dijo el castaño antes de comenzar a conducir.

Henry, quien se colocaba el cinturón de seguridad, lo miró confundido. Iba a preguntar por qué cuando los flashes de luz empezaron a impactar en su rostro a través de las ventanas del auto.

—¿Son reporteros? —Henry miraba hacia la ventana de forma temerosa, tratando de ocultarse en el asiento lo más que podía.

—Si —fue la simple respuesta de Ray mientras trataba de mover el auto a través de toda la gente amontonada en el.

—¿Por qué están aquí?

Ray soltó un suspiro en cuanto lograron escapar de los reporteros, por fin teniendo espacio para conducir.

—Porque has estado en las noticias, tú y Ganzel.

Henry lo miró sorprendido por sobre los lentes. Eso nunca había pasado, Ganzel hacia estas cosas de manera silenciosa, nunca dejaba que sus crímenes salieran a la luz. La influencia de capitán man debe estar cambiando las cosas.


Henry miraba por la ventana hacia la tienda, con sus dedos tocaba el vidrio admirando el lugar que cálidamente le había dado la bienvenida, convirtiéndolo en su hogar. Aún no podía creer que estuviera aquí, sentía que iba a llorar en cuanto colocara un pie en la tienda.

—¿Estás listo para entrar? —preguntó el castaño a su lado. Hace unos minutos que habían llegado, pero permanecían dentro del auto. Ray dándole la oportunidad a Henry de asimilar que estaba de nuevo en casa.

—Pero… —Henry señalo hacia el antifaz.

—Eso no será un problema —Ray sacóde su bolsillo su botella de chicles, se llevó una a la boca, cambiando su traje de capitán a su ropa formal.

Henry le sonrío en cuanto lo vio sin el traje, llevó su mano hacia su rostro acariciando por sobre sus ojos donde solía estar el antifaz.

—Ya extrañaba ver tus ojos sin la máscara.

Ray le sonrío, tomó su mano y la besó.

Bajaron de la camioneta y tomados de la mano caminaron hacia la tienda. Por suerte ya habían dejado a los reporteros atrás. Ray se aseguró de que nadie los estuviera siguiendo, así que no tenía que preocuparse de que alguien los estuviera observando. Sacó las llaves de la mochila y abrió la puerta dándole acceso a Henry de entrar primero. El rubio así lo hizo y al entrar, mientras que las luces encendían el lugar, sintió llorar.

Todo estaba igual; sin embargo, él se sentía diferente, como si fuera la primera vez que volvía luego de mucho tiempo. Aun tomando la mano del castaño, caminó por todo el lugar. Miró hacia el mostrador, recordando que la última vez que estuvo aquí estaba sentado en ella hablando con los chicos. Los chicos, vaya que los extrañaba. Ray lo condujo hacia la trastienda directo al elevador.

—Había olvidado lo rápido que va —murmuró, aferrándose al brazo del castaño como la primera vez. Ray le sonrío de forma tierna, acariciando su mano.

Las puertas del elevador se abrieron, mostrando ante sus ojos la cueva que también se había convertido en su hogar. Entro a pasos lentos, admirando el lugar justo como en la tienda. Dio una media vuelta mirando todo a su alrededor como si fuera la primeva vez. Ray lo miraba desde lejos parado frente al elevador, dándole todo el espacio que necesitaba.

—¿Y los chicos?.

—Están en sus casas, les dije que lo mejor sería darte algo de espacio.

—¿Cómo están?

—Están ansiosos por verte.

Henry dejó escapar una pequeña sonrisa ante eso, tragó saliva, queriendo ahuyentar el llanto repentino que se apoderaba de su cuerpo. Ray se acercó en cuanto vio su expresión triste, lo tomó en sus brazos y lo abrazo de forma protectora.

—Estoy feliz de estar aquí.

Ray sonrió por eso y dejó un beso en la frente de Ray.

—¿Quieres ir a tu habitación?

Henry asintió y se alejó de Ray, al mismo tiempo, apartando las leves lágrimas de su rostro. Henry se sentía primerizo en el lugar mientras caminaba por el pasillo hacia su habitación, no dejaba de mirar todo como si nunca antes lo hubiera visto.

Entró a su habitación y camino hacia la cama, sentándose en ella. No pensó que volvería a estar aquí. Miró hacia su mesita de noche, encontrando la figura de acción del capitán man y la figura del alienígena. Soltó una pequeña risa mientras las tomaba con sus manos. Presionó el pequeño botón del capitán dejando sonar el típico "estoy bien" soltó otra risita mezclada con tristeza. El corazón le dolía, todo lo había extrañado y ahora lo tenía aquí, se sentía irreal, pero a la vez estaba feliz de estar de vuelta. Ray se acercó hacia él, dejó la mochila en la cama y se sentó a su lado. Lo rodeó por los hombros y dejó un cálido beso en su sien.

—¿Te gustaría comer algo?

Henry alzó la mirada, alejándose un poco para poder verlo mejor.

—¿Pizza?

—Pizza.

Mientras que Ray pedía la pizza, Henry miraba el lugar desde el sillón. Se sintió rato al sentarse nuevamente en el sillón, pero al mismo tiempo, estaba contento de estar aquí.

Ray volvió con la pizza, se sentó a su lado y le sirvió un poco. Henry le agradeció en voz baja, gimiendo de alegría cuando le dio un bocado a su pizza, hasta eso había extrañado. Ray puso una película mientras comía para ayudar a Henry a sentirse lo más cómodo posible y sobre todo, que olvidara un poco los días anteriores.


Henry se miraba en el espejo de su baño, su rostro y torso desnudo llenos de moretones, morados y verdes. Su vista se desvió hacia la gasa que cubría parte de su costado izquierdo. Tragó saliva, debajo de ella estaba una de las marcas que llevaría consigo por el resto de su vida. Con cuidado la fue quitando, pues tenía que hacer la limpieza correspondiente. Tiró la gasa en el bote de basura dejando al descubierto su herida. La tocó un poco, levemente con la punta de sus dedos, sintiendo un cosquilleo recorrer por todo su cuerpo.

—¿Henry?

Se tensó al escuchar la voz del castaño en su habitación.

—Estoy en el baño —expresó en medio de tartamudeos mientras tomaba una toalla y la envolvía alrededor de su torso.

—¿Puedo pasar?

Henry miró hacia el mesón con los materiales de limpieza sin saber qué hacer. Al final, terminó dejándolo pasar, pues, sabía que Ray no iba a desistir, más si no obtenía respuesta. Escuchó la puerta siendo abierta de forma lenta y luego al castaño entrando.

—Henry, ¿qué paces?

—Yo, yo estaba… —dejó escapar un suspiro al no encontrar las palabras adecuadas para explicar, así que decidió mostrárselo. Se quitó la toalla, dejando al descubierto su torso y la herida.

Ray se acercó con pasos lentos, colocándose frente a él.

—Henry, saber que eso tengo que hacerlo yo.

Henry bajo la mirada, sonrojándose levemente debido a la vergüenza que crecía en su cuerpo.

—Lo sé, es solo que yo... quería hacerlo por mi cuenta.

Ray lo miró de forma enternecida, tomó su mentón con suavidad y alzó la mirada para que lo viera.

—Deja que yo lo haga, ¿sí?

Henry asintió desviando la mirada.

Ray se agachó hacia la altura de la herida y empezó a limpiarla justo como Leyla le había indicado que debía hacerlo. De forma suave pasaba el algodón por la zona.

—Yo quería darme una ducha —murmuró Henry después de unos minutos en silencio. Lo que más necesitaba era quitarse la suciedad de su cuerpo. Ray alzo la mirada y le sonrío.

—Por supuesto, solo tenemos que cubrir la herida para que no se moje.

Henry asintió y volvo a desviar la mirada.

Ray terminó de curarlo, colocando una gasa limpia y nueva en la herida. Luego se levantó, rebusco en los armarios, sacando un protector de plástico para colocarlo sobre la herida y cubrirla del agua.

—Con eso podrás bañarte tranquilamente. ¿Quieres que te ayude con algo más? —Henry negó, no estaba de ánimos para hablar. Ray asintió en respuesta, no queriendo presionarlo a nada —Estaré afuera si me necesitas —Ray dejó un beso en la frente como tenía acostumbrado hacer antes de retirarse de la habitación.

Henry entró a la ducha, sintiendo el agua de la regadera caer por todo su cuerpo, no pudo evitar estremecerse un poco por eso. Tomó el jabón, pasándolo suavemente por toda su piel; por sus brazos, su pecho, muslo y piernas, evitando tocar su entrepierna. Dejó que el agua se llevará el jabón en su piel esperando que con eso lograra eliminar todo rastro de Ganzel.

Alzó sus manos mirando hacia sus muñecas; ya no estaban rojizas, pero aún las sentía arder. ¿Por qué lo hacían? Él solo quería que dejaran de doler. Las rasguño, queriendo arrancar ese ardor dentro de él, lo hizo con furia hasta dejarlas rojizas. Lágrimas empezaba a brotar de sus ojos. Metió sus manos en el chorro de agua, esperando que con eso pudiera borrar su dolor.

Imposible, escuchó en su mente. Borrar algo que no se podía ver era imposible, borrar algo que estaba marcado dentro de él mucho menos.

No supo en qué momento empezó a llorar, quizás cuando los recuerdos de aquellos días llegaron a su mente, quizás cuando la imagen de Ganzel hizo presencia, rompiéndolo en pedazos, dejando una marca imborrable en su piel, en su interior, en todo su ser.

Tampoco supo en qué momento cayó al suelo, quizás cuando sintió sus piernas flaquear del dolor. Le dolía alrededor de sus muslos, ese dolor parecía nunca irse. ¿Por qué no lo hacía? ¿Por qué Ganzel no se iba? Él no quería esto y, sin embargo, Ganzel seguía encima de él, sonriendo con sorna mientras lo rompía de a dentro hacia afuera.

Lloró acurrucado en el suelo, abrazándose a sí mismo, queriendo que parara, pero no lo hacía. No lo escuchaba, mentira, si lo hacía, amaba escucharlo, cuando pedía piedad, cuando pedía que se detuviera, cuando decía que sangraba y le dolía. Siguió llorando, incluso cuando alguien lo tomó en brazos y lo apretó de forma suave como si fuera un muñeco de porcelana.

"Shhh, todo está bien Henry, estás a salvo, te tengo" decía la voz, pero él no lo creía. Siempre solía repetirle esas mismas palabras, ¿por qué lo hacía? No lo sabía, pero eran reconfortantes, aunque no fueran verdad, pues estaba marcado, roto, sucio, era una escoria.

Sintió el agua dejar de caer por su cuerpo y como era alzado como si fuera un bebé, la persona que lo alzaba lo trataba tan bien, como si tuviera miedo de lastimarlo. Sintió que lo dejaban en el suelo y lo rodeaban en una suave y esponjosa toalla. Solo así logró calmarse un poco, ahora solo hipaba con algunas pocas lágrimas cayendo por sus mejillas. Miróa la persona frente a él, era hermosa, jamás había visto algo así.

—Henry, voy a revisar tu herida, ¿sí?, quiero verificar que no te lastimaste.

¿Lastimarse? Él ya lo estaba desde hace mucho.

—Henry, ¿me dejarías ver, por favor?

¿Por qué simplemente no le quitaba la toalla y ya? Eso era lo que todos los hombres hacían con él, ¿por qué esta persona le preguntaba lo que quería? Él no tenía voz, jamás podía tomar sus propias decisiones.

"Tienes que hacer lo que te dicen" "Calladito te ves más bonito" "Abre las piernas y cierra la boca" eso es todo lo que tenía que obedecer y hacer, nada más.

¿Debe responder? Si no lo hace, ¿lo lastimará? Después de todo tenía que ser un chico bueno, obedecer siempre, si no puede que lo mate. Asintió solo por el temor de que este hombre pudiera hacerle daño.

Lo vio inclinarse sobre él y se tensó, pero no dijo nada. "Calladito te ves más bonito" recordó. Así que solo se limitó a mirar al hombre, quien revisaba al parecer una herida que tenía en su cuerpo.

¿Por qué está persona era tan gentil con él? ¿Por qué no lo usaba como todos los demás? Estaba desnudo, era el momento perfecto para que lo utilicen como el juguete que era. Pero no, este hombre no lo hacía, todo lo contrario, lo estaba cuidando.

—Todo está bien, ¿Qué te parece si vamos a ponernos algo de ropa? Yo también quede todo mojado —se rió un poco mientras veía su propia ropa.

Henry ladeó la cabeza, observando esa linda sonrisa. Le gustaba, al igual que le gustaba este hombre. Lo vio tomar su mano conduciéndolo hacia la puerta entrando a otra habitación, era bonita y espaciosa, también le gustó.

El hombre lo dejó en medio de la habitación para irse hacia unos armarios y sacar algo de ropa. Él se quedó mirando todo el lugar, movió sus ojos observando a su alrededor hasta que estos se toparon con dos extrañas figuras en una pequeña mesa de noche, se acercó a ella y tomó la figura de acción de un superhéroe. Qué raro, jamás había visto un superhéroe como ese. Lo toco con sus dedos presionando sin querer su pecho, una voz se dejó escuchar y algo en su cerebro hizo clic.

De repente todos los recuerdos llegaron a su mente, dejó caer el juguete dándose cuenta de que estaba desnudo, desnudo frente a Ray. Rápidamente, corrió hacia el otro extremo de la habitación intentando ocultarse.

—¿Henry?.

—¿Por qué estoy desnudo?, ¿qué haces aquí? —preguntó mientras se cubría lo más que podía con la toalla.

—Dijiste que querías darte una ducha, pero luego escuche un fuerte golpe y entre, estabas llorando tirado en el suelo. Te ayudé a salir antes de que te lastimaras —Ray explicó de forma suave, tratando de no alarmarse ante el comportamiento de Henry.

¿Llorando? ¿En el suelo? Él no recuerda eso, ¿por qué no lo recuerda?.

—Yo no... yo no recuerdo eso…

Ray sintió su corazón romper. Llegó hasta Henry y lo tomó en brazos. Henry se acurrucó en ellos, empezando a llorar de nuevo mientras balbuceaba y negaba con su cabeza. Ray solo le repartía besos en su húmedo cabello junto con pequeños "está bien, todo está bien"

Logró calmarlo unos minutos después y procedió a vestirlo. Henry se dejó, de todas formas ya lo había visto desnudo. Ray le puso una camisa blanca de pijama junto con un pantalón de cuadros, luego lo sentó en la cama, parecía una marioneta.

Ray se fue unos minutos para cambiarse la ropa húmeda por ropa seca, al volver encontró a Henry en la misma posición en que lo dejó; sentado con las piernas cruzadas y la mirada pérdida. Sintió un dolor fuerte en su pecho al verlo en ese estado. Henry no se merecía esto, merecía tener una sonrisa siempre en su rostro. A pasos lentos camino hacia la cama y se sentó frente a él. Henry ni se inmutó ante esta acción.

—Creo que ya deberíamos ir a descansar —Henry asintió levemente aun sin mirarlo — ¿Quieres que te haga compañía o prefieres dormir so-

—No —Henry alzó la mirada hacia Ray de forma abrupta —no me dejes solo —suplico, sus ojos llenándose de lágrimas una vez más.

Ray negó con su cabeza y aguantándose las ganas de llorar, atrajo a Henry a sus brazos.


Henry se sentía ahogado, no podía respirar. Tosió un poco intentando obtener algo de aire. Alguien lo sostenía fuertemente de la cintura, el solo quería escapar. Se removió en su lugar intentando salir de las garras de la persona, quien lo tenía atrapado como si fuera suyo. Se movió más fuerte, esta vez logrando mover a la persona hacia un lado.           El lugar estaba tan oscuro que el no pudo visualizar quien era la persona que lo sujetaba. Pero eso no le importaba, solo quería huir.

Ray despertó desorientado al sentir movimiento a su lado, fue cuando estuvo completamente activo con sus cinco sentidos que se dio cuenta de que se trataba de Henry teniendo una pesadilla. Podía escucharlo soltar leves "no" al mismo tiempo que movía sus brazos y piernas con desespero. Tenía los ojos abiertos, pero parecía no estar del todo despierto.

—Hen… —Ray se acercó hacia Henry con mucho cuidado para no asustarlo.

Henry sintió que alguien hacia el intento de sujetar su brazo. Rápidamente, alzó su mano y le lanzó un puñetazo en la cara a la persona. Eso hizo que sus nudillos dolieran, ese mismo dolor lo hizo volver a la realidad. Abrió sus ojos más de lo que ya estaba y abruptamente se sentó en la cama encontrándose con una persona frente a él. Con temor se cubrió lo más que pudo con la sabana y empezó a llorar.

—Henry, tranquilo, no pasa nada.

El rubio negó apartándose lo más que pudo, pegándose a la cabecera de la cama. Ray sabía lo que pasaba; estaba teniendo otra de sus crisis.

—Henry, es Ray. Tranquilo, no te haré daño.

—Te lastimé…

—No pasa nada, soy indestructible,¿recuerdas?, no me dolió.

Henry lo inspeccionó unos minutos y en cuanto supo que estaba bien, se lanzó hacia él. Ray lo tomó en brazos, acurrucándolo en ellos como siempre solía hacer.

—Lo lamento…

—Descuida —Ray lo apartó con suavidad después de dejar un beso en su frente —déjame ver tu mano.

Henry alzó su mano derecha con la cual lo había golpeado. Ray la tomó con delicadeza y la inspeccionó, no podía ver mucho por la oscuridad, pero no dudaba de que estuviera rojiza por el golpe.

—Vamos a curarte, ¿está bien? —Henry asintió y dejó que el castaño lo llevara al baño. Ray curó sus nudillos pasando un algodón con alcohol. Henry solo lo miraba en silencio. —Ahora esto; sana, sana colita de rana, si no sana hoy sanará mañana —canto y luego dejó un beso en cada uno de sus nudillos. Henry soltó una pequeña risita ante esto.

—¿Qué fue eso? —preguntó en medio de un sonrojo y una risa.

—Es una canción que mi mamá solía cantarme cuando me lastimaba antes de volverme indestructible.

—Eso es muy lindo.

Ray le sonrió antes de pasarle un paño húmedo por su rostro, limpiando sus lágrimas. Henry cerró sus ojos, dejándose consentir.

—¿Por qué aún sigues aquí?

Henry no podía entender por qué el castaño aún lo trataba con tanta dulzura y amor luego de todo lo que ha pasado. A estas alturas se consideraba una carga, pero Ray seguía tratándolo como la cosa más preciosa del mundo. No valía nada, ¿por qué Ray lo seguía queriendo? Incluso lo golpeo y aun así curó sus heridas.

—Bueno, estamos junto, es lo que debo hacer. Además, te quiero, amo cuidarte. Lo haría sin importar qué.

Henry tragó saliva al escuchar eso. Ray de verdad lo quería sinceramente sin querer nada a cambio. ¿Qué hizo para merecer algo tan maravilloso?

—¿Lo estamos?.

Ray dejó el paño en el lavabo una vez que terminó de limpiar su rostro, luego tomo sus manos y las acaricio.

—Sé que no lo formalizamos antes, pero me gusta pensar que lo estamos.

Henry sonrió, eso era justo lo que él pensaba.

—Pienso lo mismo —confesó, sus mejillas tornándose en un rojo carmesí. Ray sonrió y se acercó para besarle. —Entonces. ¿Somos novios? —él nunca había estado en una relación amorosa, no sabe que es lo que se supone que debe hacer. Ray lo tomó ahora por las mejillas y junto su frente con la tuya.

—Me gustaría, pero solo si tú quieres.

Henry se rió un poco de eso. Amaba que Ray siempre pensara primero en lo que él quería.

—Me encantaría ser tu novio —agrandó más su sonrisa, completamente llena de felicidad. Ray sonrió de igual forma al mismo tiempo que besaba sus labios.

—Me gustaría llevarte en una cita para celebrar esto, ¿qué dices?.

¿Una cita? Él nunca había tenido una. ¿Cómo son? ¿Qué se hace en ella? ¿Cómo debe vestirse? ¿Cómo se actúa en una cita? Tantas preguntas se formaban en su cabeza, pero había una en especial que retumbaba en su mente.

—¿Tenemos que salir?… quiero decir, ¿la cita tiene que ser afuera? —él no estaba de ánimos como para dejar la cueva por un largo tiempo.

—Podemos hacerla aquí, puedo arreglar este lugar para que se vea como un restaurante real o lo que tú quieras —Ray le sonrió, acariciando sus mejillas con suavidad.

Henry lo miraba sin poder creer lo afortunado que era. Se acercó hasta él y lo abrazo.

—Te quiero.

—También te quiero —Ray respondió en voz baja mientras lo abrazaba por la cintura.

Volvieron a la habitación, pero Henry se detuvo en seco cuando vio la cama.

—¿Hen? —Ray miró hacia la cama y supo lo que pasaba —¿Quieres que me vaya?

—No quiero que lo hagas, pero no quiero hacerte daño si vuelvo a tener otra pesadilla.

Ray le sonrío de forma tierna al mismo tiempo que lo miraba de forma comprensiva.

—Está bien, hagamos esto. Ve a la cama y acuéstate.

Henry simplemente obedeció, llegó a la cama y se acostó.

Ray caminó al armario y saco un par de almohadas, volvió a la cama y las puso en medio como una en fila creando un muro. Se acostó en el otro lado y miró a Henry por sobre una de las almohadas.

—¿Ves?, ahora si vuelves a tener otra pesadilla no podrás lastimarme, pues el muro de almohadas me protege y aún podemos seguir durmiendo juntos.

Henry se rió un poco ante la tierna explicación. Se arropó con las sabanas y se puso de lado para mirar de frente al castaño.

—Gracias, eres muy lindo.

Ray volvió a sonreírle, tomó su mano y la entrelazó con la suya. Henry le sonrío, cerrando sus ojos y quedándose dormido unos minutos después.

Ray se mantuvo despierto mientras lo miraba dormir, velando para que no tuviera más pesadillas y pudiera descansar por el resto de la noche. Llevó la mano de Henry hacia sus labios y la besó. En el proceso, se preguntaba si todo volvería a la normalidad en algún momento. 

Chapter Text


El despertar para Ray esa mañana fue hermoso. Hacía mucho que no despertaba con una sonrisa en su rostro, sintiendo la calidad y el amor de un hogar, junto con la paz y la tranquilidad de saber que la persona que ama está sano y salvo, fuera de peligro bajo sus brazos mientras duerme plácidamente, descansando un poco de este tormentoso mundo.

Así fue como despertó el castaño, con una sonrisa y con Henry abrazándolo como si fuera un oso de peluche. El muro de almohadas que había construido anoche fue destruido seguramente por el rubio para colarse en sus brazos. Ahora Henry dormía encima de él, con su cabeza descansando en su pecho, mientras que su respiración subía y bajaba de forma lenta y suave; tenía la boca ligeramente abierta, dando una imagen sumamente tierna.

Le gustaba verlo así, durmiendo tan pacíficamente, alejado de las pesadillas y de todo lo malo, aunque sea por un minuto. Después de aquel inconveniente no había tenido más pesadillas y pudo dormir el resto de la madrugada, eso alivio a Ray, pero aun así necesitaba que Henry descansara lo suficiente, que pudiera estar alejado de sus pensamientos y traumas por un par de horas.

Lentamente, llevó una de sus manos hacia el rubio cabello de Henry y con cuidado lo apartó de su frente, comenzando a dejarle pequeñas caricias. Escuchó a Henry suspirar y acurrucándose más en sus brazos, no pudo evitar que una sonrisa se le escapara.

Henry era como un gatito, independiente, pero a la vez amoroso, hogareño, siempre queriendo cariños, pero solo cuando se sentía a gusto. Incluso ronroneaba como uno cuando dormía o cuando le hacía caricias justo como estaba haciendo ahora.

Mientras lo veía dormir, no pudo evitar recordar los acontecimientos de la noche y posterior madrugada. La imagen de la tarjeta con el número de la psiquiatra llegó como estrella fugaz a su mente. Sabía que Henry tendría que ir con ella, esos ataques eran señales de que su trauma esta vez era más fuerte y aunque le doliera, él no iba a poder sanarlo con besos y abrazos. Henry necesitaba más que eso, necesitaba ayuda profesional, algo que él no podía darle.

Dejó escapar un suspiro, no había más que él pudiera hacer, tenía que hablar con Henry de esto antes de que sus ataques se vuelvan más severos al punto de llegar a hacerse daño. Ir a terapia lo ayudaría, solo tenía que pensar en cómo planteárselo sin que Henry se sintiera abrumado o asustado. Tenía que comentárselo de forma suave y tierna, solo debía buscar el momento adecuado para hablar sobre esto.

Salió de sus pensamientos cuando sintió a Henry removerse bajo sus brazos, lo vio llevar una mano a su ojo restregándolo con su puño mientras bostezaba, luego restregó su rostro contra su pecho. Esa era una acción que ya tenía acostumbrado hacer y que Ray la amaba con locura. Sonrió de forma tierna, Henry era todo un gatito bebé.

Lo apretó de forma suave alrededor de sus brazos, protegiéndolo con ellos. Henry parecía aún dormir y él no quería despertarlo. Entonces se quedó ahí sin moverse, aguantando las ganas de orinar, simplemente admirando lo hermoso que podía ser el rubio, incluso dormido. Un par de largos minutos después, Henry despertó.

Henry fue abriendo sus ojos lentamente, encontrándose atrapado en unos fuertes brazos. No se alarmó, sabía perfectamente de quien eran esos brazos, en cambio, sonrió y alzó el rostro para encontrarse con dos perlas brillantes que lo miraban con amor.

—Buenos días…

—Buenos días… —Henry se alejó de los brazos de Ray para estirar sus piernas y cuerpo, despegando el sueño. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que el muro de almohadas ya no estaba.

—Parece que un lindo gatito destruyo el muro de almohada mientras dormía.

Henry no pudo evitar sonrojarse ante el apodo y con algo de pena miró hacia las almohadas ahora tiradas en el suelo.

—Lo lamento, las recogeré —hizo el intento de levantarse de la cama, pero una mano en su brazo se lo impidió. Henry miró hacia Ray con el ceño fruncido.

—Son solo almohadas, Hen, está bien.

Henry asintió y volvió a recostarse, la verdad es que prefería más estar acostado en los brazos del castaño. Se acurrucó de nuevo contra el pecho de Ray, soltó un suspiro de paz y luego guardó silencio, simplemente disfrutando de este momento. Ray retomó de nuevo las caricias en su cabello, dejando uno que otro beso en esos orbes dorados.

Un rato después, Henry alzó la mirada de nuevo y dejó descansar su barbilla en el pecho de Ray para poder mirarlo. Ray le sonrió y se inclinó un poco para dejar un tierno beso en la punta de su nariz, Henry no pudo evitar reírse ante esa acción.

—¿Cómo te sientes?

—Bien —respondió Henry en voz baja, dejando escapar una pequeña sonrisa. Ray le correspondió esa sonrisa y cortó la distancia para dejarle un dulce beso en sus labios.

—¿Qué te gustaría hacer hoy?

Henry lo pensó un minuto mientras cambiada de posición, ahora bajándose del castaño y colocándose a su lado. Aparto la mirada de Ray y comenzó a jugar con sus dedos de forma nerviosa. Ray notó esa acción y se sentó en la cama antes de hablar.

—¿Qué es, Hen?

Henry guardó silencio unos segundos antes de mirar a Ray con una expresión tímida reflejándose en sus ojos.

—Sé que ya hemos estado en cama lo suficiente, pero me preguntaba si podíamos quedarnos aquí y relajarnos…

Ray le regaló una sonrisa sincera, al mismo tiempo que asentía.

—Por supuesto que sí. ¿Por qué piensa que me negaría a algo así?

—Bueno, es que con todo el tiempo que estuvimos en el hospital, yo pensé que ya estarías cansado de estar acostado…

Ray se movió un poco en la cama para estar más cerca de Henry y llevó una de sus manos hacia su rostro para acariciar una de sus mejillas.

—Jamás me cansaré de hacer algo que implique estar a tu lado. Estar contigo es de mis cosas favoritas. Así que si quieres estar en cama todo el día, pues estaremos en cama todo el día.

—¿No hay problema? ¿Qué pasa con la tienda y los chicos? ¿Tu trabajo como capitán man?. Incluso yo debería estar trabajando, me tomé muchos días de descanso, yo... olvida el día en cama, tengo que subir a la tienda y atenderla, sí… —de forma desesperada se quitó las sabanas y se sentó en la cama para levantarse, pero de nuevo la mano de Ray en su brazo se lo impidió.

—Hen, tranquilo, tranquilo. No hay trabajo hoy —con suavidad lo atrajo en sus brazos, acurrucándolos en ellos. Henry alzó la mirada para verlo con una expresión confundida.

—¿No vienen los chicos?

—Los chicos vendrán cuando yo les avise, por ahora tu recuperación y descanso es más importante y hasta que no estés lo suficientemente bien, no habrá trabajo, mucho menos capitán man —Henry iba a replicar, pero Ray no se lo permitió —Escucha Hen, eres mi prioridad ahora y me aseguraré de estar contigo hasta que estés mejor. La policía puede encargarse de la ciudad mientras yo no estoy.

Henry no estaba muy convencido de eso, no quería que Ray dejara su trabajo solo porque él había pasado por un mal momento. ¿Y si se metía en problemas con el vicealcalde por faltar a su deber como capitán man? Él no quería que Ray estuviera en problemas por su culpa.

—Henry, ya deja de pensar en eso. Todo va a estar bien, no te preocupes.

Ambos conectaron miradas, una confundida y otra tranquila. Henry mantenía su ceño fruncido, quería protesta a todo lo que había dicho Ray, pero sabía que al final solo sería una pérdida de su tiempo. Dejó esperar un suspiro y asintió levemente.

—Está bien, pero no quiero que te metas en problemas...

—Eso no pasará.

Henry seguía sin creerle, sin embargo, decidió confiar porque tampoco tenía muchas ganas de discutir con el castaño. Entonces, Se acostó a su lado, cortó la distancia y se acercó hacia sus labios para darle un beso, el cual se prolongó por unos minutos más de lo habitual. Al separarse juntaron sus frentes y se quedaron así por un corto rato.

—Entonces, ¿qué te parece si me aseguro que tu herida esté bien? Luego podemos quedarnos en cama viendo películas, buscaré alguna de mi época que jamás hayas visto y dejaré que me llames viejo y te burles de mí.

Henry no pudo evitar reírse, aceptando la propuesta del castaño. Ray dejó un dulce beso en su mejilla y se sentó en la cama quedando frente a Henry, con cuidado empezó a levantar su camisa, pero al querer subirla un poco más, las manos de Henry lo detuvieron.

—¿Hen?

Henry parecía haberse perdido por un segundo, como si se hubiera desorientado de donde estaba y con quien. Cuando vio a Ray sentarse frente a él, vio una sombra; una mancha negra. Cuando las manos hicieron el intento de subir su camisa, sintió temor —aun cuando reconocía que eran las de Ray— Pequeños flashbacks de la habitación en la mansión Richie y el cuerpo del magnate encima de él llegaron a su mente. Rápido detuvo las manos de Ray y las aparto, asustado, con miedo de que los recuerdos que se reproducían en su mente salieran y se volvieran realidad, otra vez.

"¿Hen, que sucede?", escuchó su voz, su suave y melodiosa voz, solo eso necesito para volver a calmarse. Miró al castaño quien se mantenía en silencio observándolo de forma preocupada. Tragó saliva apretando un poco sus manos antes de hablar.

—Yo... ¿Puedes revisarme la herida después? Por ahora solo quiero que estés a mi lado... por favor —suplico mientras lo jalaba con cuidado para que se acostara y así eliminar esa imagen tormentosa de su mente.

Ray simplemente obedeció y en silencio se acostó a su lado. Sin decir nada lo abrazó protectoramente. Henry rápidamente se acurrucó sus brazos, ocultando su rostro en el hueco de su cuello. Tranquilo, tranquilo. Es Ray, él no te hará daño. Se estuvieron un rato abrazados en silencio, Ray le dio a Henry todo el tiempo que necesitara para calmarse, mientras tanto le dejaba dulces besos y palabras reconfortantes al mismo tiempo que lo abrazaba con cuidado como temiendo que pudiera romperlo. Un rato después, Henry logro relajarse, dejando ir las imágenes tormentosas de su mente y concentrándose en las palabras y los cariños que Ray dejaba por todo su cuerpo. Ray le regalo un beso en su frente en cuanto Henry alzó la mirada para demostrarle que ya estaba bien.

Ray se levantó de la cama y fue al baño para por fin orinar. Después fue por algo de desayuno para ambos. Habían pasado un largo rato en cama y aunque Henry no lo admitiera, Ray sabía que tenía hambre. Preparó algo sencillo; cereal con leche y picadillos de frutas. Volvió a la habitación con la bandeja en mano, Henry ya se encontraba sentado en la cama con la cara recién limpiada sin rastro de sueño alguno.

Le sonrió y se acercó para dejarle un beso que Henry correspondió con gusto, luego se sentó al lado de Henry y dejo la bandeja con cuidado en medio de ellos. Después prendió la televisión y busco alguna película antigua en Netflix. Henry le sonrió cuando una película de los años 70 empezó a reproducirse, se acurrucó a su lado mientras tomaba su tazón de cereal con leche.

Y así pasaron el resto del día, acurrucados en cama, viendo películas, de vez en cuando se levantaban para ir al baño, de resto se mantenían acostados dándose amor y cariños, disfrutando de estos pequeños momentos que tenían a solas.


El resto de la semana fue igual, Henry no tenía muchas ganas de levantarse de la cama y Ray no le reclamaba ni reprochaba. Sabía que Henry necesitaba tiempo y descanso. Ray solo se levantaba de cama cuando el rubio dormía, en esas horas aprovechaba para comunicarse con los chicos y verificar que todo estuviera bien en la ciudad, también revisaba como iban las cosas con Ganzel. Cuando Henry estaba presente no lo dejaba ver las noticias, no quería que se abrumara por eso, así que Netflix y Disney plus era lo único que se reproducía en la televisión.

Por lo poco que veía en las noticias, nadie hablaba de nada, parecía que habían pasado a otros temas. Ray temía que olvidaran el asunto y Ganzel quedara impune de todo lo que hizo.

—La herida parece ir bien —Ray limpió la zona con sumo cuidado, colocando una gasa nueva al terminar —parece que soy un buen enfermero.

Henry sonrió viéndolo desde arriba. Ray terminó de ajustar la gasa con algo de cinta, luego se levantó quedando frente a Henry, quien cortó la poca distancia conectando ambos labios en un dulce beso.

—Gracias por cuidar tan bien de mí.

Ray le regaló una tierna sonrisa, lo rodeó por la cintura antes de volver a unir sus labios. Se separaron por la falta de aire y por el sonido de los tubos sonando en la sala.

—¿Estás listo?, puedo decirles que se vayan si cambiaste de opinión.

—No, quiero verlos.

Ray simplemente asintió, le dejo un beso en su frente antes de soltarlo. Henry había decidido un par de días después de estar en cama, que era momento de que los chicos y Schowz volvieran a la cueva. Ray había insistido en que no se presionara con eso, los chicos entenderían si aún no estaba listo para tener visitas, pero Henry negó, extrañaba a los chicos. Además, necesitaba saber que ellos estaban bien. Como siempre, Henry preocupándose por los demás antes que por sí mismo.

Caminaba por el pasillo a pasos lentos, estaba un poco nervioso por ver a sus amigos, a su familia. Al llegar al engranaje se detuvo, tomó un par de respiraciones dándose ánimos. Sintió la mano de Ray sobre su hombro y supo que ya nunca tendría que enfrentar algo solo. Ahora tenía a Ray a su lado.

El reencuentro con los chicos fue algo conmovedor de ver para Ray. El trío de jóvenes se abrazaba mientras sollozaban en silencio. El castaño sabía que Jasper y Charlotte la pasaron mal en aquellos días, pues aunque no sufrieron lo que Henry sufrió, la experiencia de ver como lo secuestraban fue algo traumática para ellos y el pensar que quizás jamás volverían a verlo quedaría marcado para siempre. Los tres estuvieron en el acto del crimen, eso sería difícil de olvidar.

Ray los miraba desde lejos junto con Schowz, quien había dejado que los niños se abrazaran primero para darles el momento que tanto añoraban volver a tener. Después se acercó y abrazo a Henry, este más alto que él, tuvo que inclinarse un poco hacia abajo para abrazar al pequeño científico mientras soltaba pequeñas lágrimas.

Después de ese emotivo reencuentro, Henry a abrazarse con Ray, quien no lo soltó mientras mantenían una cómoda charla con los chicos en el sillón giratorio. Hablaban de cosas triviales, sobre lo que había hecho en la semana o sobre alguna película a estrenarse. Henry simplemente los escuchaba acurrucado en el pecho de Ray, sintiéndose por primera vez en días feliz y relajado de estar con su familia.

Los días siguientes estuvieron tranquilos después de eso, los chicos retomaron sus puestos de trabajo y se mantenían al margen de no incomodar a Henry hablando del tema de Ganzel. Todo estaba volviendo a la normalidad poco a poco, aun cuando en el aire se sentía la tensión; el tema de Ganzel todavía no estaba cerrado.

Henry fue recuperándose de sus heridas, los moretones fueron borrándose poco a poco; su cara y cuerpo ya estaban quedando libres de ese trágico y traumático evento como si nunca hubieran pasado. Sin embargo, la herida en el costado izquierdo y sus pesadillas se lo recordaban con frecuencia, al igual que los leves ataques que tenía constantemente.

Es por eso que Ray decidido hacer algo al respecto, ya que no estaba trabajando como capitán man —aun cuando recibía llamadas de emergencia cada dos por tres —Sin embargo, Henry era más importante, su salud y bienestar irían primero antes de  cualquier cosa.

Ray quiso hacer algo lindo y diferente para olvidar, aunque sea por un momento todo lo que los rodeaba y tener unas horas de paz, tranquilidad y mucho amor.  Henry casi se muere de nervios cuando Ray le propuso una cita, el rubio no pensó que pasaría tan repentinamente. Sin embargo, estaba feliz de que ocurriera y entre balbuceos y temblores aceptó. Tendría su primera cita con Ray, vaya que estaba ansioso. Y el día llegó demasiado rápido para poder asimilarlo.

Por suerte tenía unos grandes amigos que lo ayudaron a prepararse para su noche de cita. Jasper miraba dentro del armario de Henry, movía los percheros y demás, analizando muy detalladamente la ropa que Henry tenía. Mientras tanto, Charlotte y Henry se encontraban en la cama, mirando de reojo la tarea que Jasper sin permiso alguno había tomado.

—¿Cómo te sientes?

—Estoy algo nervioso…

Charlotte lo miró de forma comprensiva y con una sonrisa se acercó un poco para tomar su mano.

—Tranquilo, todo saldrá bien.

Henry dejó escapar un suspiro, pero acepto el gesto de Charlotte.

—Es solo que jamás había estado en una relación, mucho menos había tenido una cita real.

—No tienes que preocuparte por eso. Ray es el mejor del mundo y un pajarito me dijo que está planeando una velada especial para ti —Charlotte le guiñó un ojo logrando que Henry se sonrojara.

El rubio bajó la mirada, jugando tímidamente con la mano de Charlotte sobre la suya.

—¿Puedo preguntarte algo? —habló unos segundos de silencio después, alzando la mirada hacia Charlotte, quien asintió levemente junto con una sonrisa. Henry se tomó su tiempo, y luego de un rato, comenzó a soltar todas las preguntas que tenía en su cabeza; — ¿Qué se supone que tengo que decir? ¿De qué se habla en una cita? ¿Qué se hace en una cita?

Charlotte no pudo evitar dejar escapar una risa de ternura al escucharlo, mordiéndose el labio para contener su risa, le respondió a Henry.

—Las citas son para conocer a la persona con quien sales, pueden hablar de una y miles de cosas. Y no se hace mucho, es casi como si estuvieras con Ray pasando la tarde aquí en la capicueva viendo películas en el sillón, solo que en este caso tienen una cena elegante y se visten con ropa formal.

—Oh...

—No es nada del otro mundo, de lo único que tienes que preocuparte es de pasarla bien —Charlotte le sonrió, tratando de animarlo con sus palabras. Henry le devolvió esa sonrisa, sintiéndose más relajado, dejando atrás sus tontas inseguridades.

—Y de lo otro que debes preocuparte es de verte guapo para enamorar a Ray más de lo que ya está —habló Jasper por primera vez, dándose la vuelta para mirar a los otros en la habitación. Con una brillante sonrisa, se acercó a Henry y le dio una camisa —aunque eso es fácil considerando el atractivo de Henry, todo lo que se ponga le quedará bien.

—No creo que atractivo sea la mejor forma de definirme…

—Henry, eres hermoso y quien diga lo contrario está ciego o tiene envidia de tu belleza.

Para este punto Henry ya era un tomate de lo rojo que estaba. Sabía que Jasper decía esas cosas porque era su amigo y lo quería. Él sabía que era feo y que nadie querría estar con él, a estas alturas se preguntaba por qué Ray lo había elegido de entre tantas personas.

Jasper continuó sacando un par de ropas más hasta que se decidió por una camisa blanca manga larga y unos pantalones jeans negros que se ajustaban perfectamente bien a las piernas de Henry, al igual que la camisa marcando un poco su delgada cintura.

—Te ves muy bien, Henry —Charlotte lo elogio mientras lo miraba frente el espejo de cuerpo completo. Henry le sonrió mirándola de reojo mientras se abotonaba el último botón de su camisa.

—¿Qué zapatos quieres ponerte, Henry?

Henry se giró hacia donde Jasper le hablaba, su amigo estaba sentado en el suelo frente al armario. Henry caminó hacia él y miró hacia sus zapatos; no tenía muchas opciones, pero había unos en especial que quería usar. Se agachó y los tomó con una sonrisa.

—Ray me regalo estos, creo que esta es la noche perfecta para estrenarlos. —fue a la cama y se los colocó. Sonrió al vérselos puestos.

Los chicos se quedaron un rato más para ayudarlo con su cabello y demás, después se fueron para darle algo de privacidad. Según las indicaciones de Ray, tenía que esperarlo en su habitación hasta que él le enviará un mensaje diciendo que podía salir.

Henry estaba ansioso, su corazón brincaba de la emoción, no podía esperar para ver lo que Ray tenía planeado. Mientras esperaba, pasaba el tiempo jugando con su teléfono acostado en la cama. Unos minutos después le llegó una notificación de mensaje. Era el momento.

Se levantó de la cama, abrió la puerta de su habitación y con nerviosismo empezó a caminar por el largo pasillo sin saber lo que se encontraría al llegar al final. El engranaje se alzó en cuando sintió las pisadas de Henry, el rubio suspiró y cuando salió, mayor sorpresa se llevó.

La sala de la capicueva estaba completamente diferente; las luces estaban tenues dando un ambiente oscuro, pero cálido, pequeñas luces caían por el techo dando un aspecto mágico al lugar, algo de música romántica se dejaba escuchar de fondo. Henry miraba todo con asombro y una pizca de emoción, recorrió el lugar con la mirada hasta que sus ojos se toparon con los brillantes azules del castaño, quien además le regalaba una hermosa y perfecta sonrisa.

Ray se encontraba parado en medio de la habitación, a su lado una mesa para dos se presentaba de forma elegante cubierta con un mantel blanco junto con dos platos y cubiertos; alrededor de ellos varios pétalos de rosas decoraban la mesa junto con pequeñas velas en el centro. Henry le devolvió la sonrisa y a pasos lentos camino hacia él. Ray lo tomó de la cintura en cuanto lo tuvo cerca y se dejó un pequeño beso en sus labios.

—Te ves hermoso esta noche —lo tomó de la mano y lo miró de arriba hacia abajo —y te colocaste los zapatos que te regale, te quedan preciosos.

—Bueno, es una ocasión especial.

Ambos se regalaron una sonrisa antes de caminar hacia la mesa. Ray apartó la silla de Henry y el rubio le agradeció el gesto junto con una sonrisa.

—El lugar estáprecioso, casi puedo sentir que estamos en un restaurante de verdad y no en la capicueva.

Ray sonrió mientras se sentaba en su respectiva silla, frente al rubio. Le agrada saber que Henry le gustó lo que había preparado.

—Te dije que podía hacer que este lugar se viera como tú quisieras.

Henry le sonrió mientras observaba a Ray servir la cena; pasta a la boloñesa.

—Se ve exquisito —tomó su tenedor y agarró un poco llevándoselo a la boca — y está delicioso también.

—Me alegra que lo digas, no sabía que preparar y me estaba volviendo loco. Hice lo primero que encontré en Internet a tiempo récord —se rio un poco de forma nerviosa. Henry lo acompañó con la risa de forma tierna.

—Me encanta, está riquísimo. Pero si tenías problemas con la comida, me hubieras dicho y preparaba algo.

Ray no puedo evitar volver a reírse, ese comentario le resultó tierno pero gracioso al mismo tiempo.

—No podía hacer eso, yo te invité la cita.

—¿Y eso que tiene que ver? —Henry alzó una ceja, claramente confundido.

—Bueno, al ser yo quien te invitó, debo ser el que organice todo también.

Henry frunció más el ceño y dejó de comer por un segundo para comprender mejor lo que Ray le decía.

—Si yo te invitó a una cita, ¿me toca a mí preparar todo?.

—Así es.

Henry asintió levemente, procesando toda la información adquirida. Se quedó unos segundos pensando hasta que después miró a Ray y simplemente soltó lo que rondaba por su mente.

—Ray, ¿te gustaría ir a una cita conmigo?.

Ray dejó el tenedor a medio camino, no se esperaba eso.

—¿Me estás invitando a salir? —Henry asintió con una sonrisa —¿Tan mal va esta cita?.

Henry abrió los ojos preso del pánico al ver lo que había ocasionado, rápidamente empezó a negar con la cabeza.

—No, no yo-

 La risa de Ray lo hizo detener su balbuceo.

—Hen, solo bromeó. Claro que me gustaría tener otra cita contigo.

Henry sonrió, dejando que el alivio entrara a su cuerpo. Se recargó en la silla y sin dejar de sonreír, volvió a comer.  Después de eso comieron en silencio, charlaban poco, simplemente hablando de lo que habían hecho en el día. Henry le comentaba como se había preparado para la cena con los chicos mientras Ray lo miraba y escuchaba con una sonrisa. Al terminar de comer, Ray sacó una botella de vino de la pequeña hielera de metal y se sirvió con cuidado en una elegante copa de cristal.

—¿Me darás un poco?

Ray detuvo sus movimientos, mirando a Ray con una ceja alzada; Henry le sonreía, tendiendo su copa hacia el para que le sirviera un poco.

—No creo que sea conveniente..

—Vamos Ray, he ingerido cosas peores.

Ray frunció el ceño ante esto, que Henry hablara de eso como si fuera cosa de todo los días no le gustó, pero por hoy lo dejaría pasar. Henry seguía esperando moviendo la copa con su mano mientras sonreía de forma leve. Ray dejó escapar un suspiro unos minutos después.

—Está bien —tomó la copa de Henry y la llenó de vino.

Henry sonrió en grande cuando tuvo la boca de vuelta en sus manos antes de darle un sorbo. Ray no pudo evitar sonreír también, Henry se veía feliz y eso era lo único que importaba.

Después de darle un sorbo al vino, el cual estaba delicioso, dejó la copa con delicadeza en la mesa y sacó su teléfono de su bolsillo, lo prendió y rápidamente empezó a mover su dedo por sobre la pantalla, buscando algo.

—Entonces… ¿cuándo es tu cumpleaños?

Ray dejó de beber y miró a Henry con una ceja levantada.

—¿Qué?

Henry despegó la mirada de su teléfono para ver a Ray con sus mejillas levemente sonrojadas.

—Es que le pregunte a los chicos que se hacía en una cita y ellos me dijeron que las citas son para conocerse, entonces busque algunas preguntas en Internet para conocernos mejor.

Ray dejó escapar una risita, Henry era demasiado adorable y tierno para ser real.

—Bueno, en ese caso... Mi cumpleaños es el 15 de abril.

—Genial, el mío es el 3 de noviembre.

Ray sonrió, eso él ya lo sabía. Sin embargo, se hizo el sorprendido.

—Ya falta poco paro eso, tenemos que celebrarlo.

De repente, Henry cambio su semblante, su sonrisa fue borrándose y una mueca de descontento se dejó ver. Se recargó en su silla, bajando la mirada hacia la mesa. A Ray no le gustó ese cambio tan drástico, no quería que la noche se arruinara, así que se aseguró de animar de nuevo a su chico. Acerco su mano y tomo la de Henry, llamando su atención.

—¿Qué sucede?

Henry aceptó las caricias que Ray dejaba en el dorso de su mano, al mismo tiempo que se armaba de valor para contestar a su pregunta. Él no quería que la cita se volviera en un momento depresivo solo porque él no podía dejar sus traumas atrás. Miró a Ray y le regaló una pequeña sonrisa antes de responder.

—Hace mucho que no celebro mi cumpleaños, solo es un día cualquiera para mí —se alzó de hombros no dándole mucha importancia.

El último recuerdo de su cumpleaños fue con sus padres, siendo ese también el último que vivió con ellos. Los siguientes años lo paso en la calle, buscando en la basura algo que comer o robando en alguna tienda, después estuvo con Ganzel y nunca volvió a saber lo que era un cumpleaños feliz.

Ray sintió su corazón romperse al escucharlo, pero se dispuso a no ponerse triste. Apretó la mano de Henry y continúo con las caricias.

—Ahora estás conmigo y tendrás el cumpleaños que te mereces; habrá globos, un pastel, regalos y mucha comida. Haré que ese día sea el mejor de tu vida.

Henry le regaló una sonrisa, sintiendo sus ojos llorar. Tenía a la mejor persona del mundo frente a él y lo maravilloso de todo es que era solamente suyo. Ray, por su parte, tomó la mano de Henry y la llevó hasta sus labios para besar el dorso de ella sin dejar de mirarlo. Henry se sonrojó, Ray era todo un romántico. Dejaron el tema de lado y Henry continuo con las preguntas, volviendo a ser el chico animado de hace unos minutos. Entre preguntas como; cuál es tu color favorito, tu comida favorita, programa de televisión favorita e incluso animal favorito se les fue la noche en una entretenida conversación.

—Ya que estamos haciendo esto de las preguntas, hay algo divertido que me gustaría hacer —Ray se levantó para estirar las piernas, moviéndose hacia el sillón giratorio. Henry copió su acción, tomó la copa de vino y camino hacia donde Ray ya se había sentado. —Es un test de varias preguntas, lo vi en un programa de televisión y siempre quise hacerlo. ¿Qué dices?

Henry sonrió, eso se escuchaba como algo divertido.

—Sí, hagámoslo.

Ray, alegre porque Henry había aceptado su idea, se levantó para buscar una botella de vino nueva y algunos bocadillos. Se sentó frente a Henry, colocándose lo más cómodo que podía mientras dejaba las cosas que había traído frente en medio de ellos.

—Entonces, ¿de qué va este test? —Henry se acomodó mejor en el sillón, se quitó los zapatos y subió sus pies.

—Básicamente, es como un experimento que un psicólogo creo hace un montón de años para determinar si una persona desconocida se podía enamorar de otra al instante.

Henry se sonrojó ante esto y llevó su copa a su boca, dándose un sorbo al vino en un intento de alejar el cosquilleo de mariposas en su estómago. Mientras tanto, Ray seguía explicando el propósito del test.

—Son un montón de preguntas, pero supongo que podemos escoger las que queramos —guardó silencio unos segundos mientras buscaba en su teléfono el test en alguna página tonta para enamorados. Al hacerlo, chasqueó la lengua a modo de victoria. —Muy bien, yo empiezo y después tú, ¿vale?. —Henry simplemente asintió y dejo que Ray comenzara a preguntar —Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién invitarías a cenar?.

Henry sonrió ante la pregunta y no tuvo que pensar mucho para responderla; ya sabía la respuesta a eso.

—Te elegiría a ti, no hay nadie más con quien quisiera salir.

Ray sonrió y no dudo en responder de igual forma.

—Digo lo mismo. Eres mi persona favorita en todo el mundo —no llevaban ni un minuto de empezar el test y él ya estaba más enamorado de Henry que al principio.

Henry se sonrojó y se mordió el labio para no chillar de emoción. Con algo de nerviosismo, tomó el teléfono y buscó alguna pregunta que quisiera hacerle a Ray.

—Para ti, ¿cómo sería un día perfecto?

—Mis días ya son perfectos despertando a tu lado y estando contigo todo el día.

Henry dejó escapar una risita, el sonrojó en su cara cada vez se tornaba más rojo.

—Ray, esto no va a funcionar si respondes así.

Ray se rio, siguiendo la pequeña risa de Henry. No podía evitarlo, su vida se había vuelto mejor desde que Henry llegó, todo se trataba sobre el ahora; su felicidad, sus risas, sus sentimientos; todo es debido a Henry.

—Está bien. Mi día perfecto... —recargó su espalda en el respaldar del sillón, llevó una mano a su barbilla mientras pensaba —Me levantaría temprano, haría ejercicio, estos bebes necesitan recargas constantemente —alzo sus brazos dejando ver sus bíceps, guiñándole el ojo a Henry de forma coqueta, Henry solo rodó los ojos de forma divertida. —después de eso, tomaría un rico desayuno y me relajaría aquí en el sillón. ¿Qué hay de ti?.

—Bueno... me gusta dormir hasta tarde, así que mi día perfecto empezaría después del medio día —se detuvo un segundo para reírse de eso antes de continuar —comería mi comida favorita y después saldría a pasear, iría al parque con mis amigos, comería muchos dulces hasta que me doliera el estómago y después volvería a casa para descansar.

—Suena como a una cita que vamos a tener en algún momento.

Henry sonrió ante ese comentario y mordió el labio. No sabía cómo, pero este experimento estaba provocando cosas raras en él.

—Si mañana te pudieras levantar disfrutando de una habilidad o cualidad nueva, ¿cuál sería?.

—Me gustaría poder volar o leer la mente. ¡No!, levantar cosas con mi mente.

—Oye, más despacio velocista.

—¡Eso también! —exclamó Henry llenó de una emoción que no sabía de donde había salido —me gustaría tener reflejos superrápidos y correr a millones —se rio en voz baja, deteniéndose cuando la sensación de alegría abandono su cuerpo. —No lo sé, solo me gustaría poder ayudar a la gente, salvar a aquellas personas que como yo no han tenido la suerte de ser salvados…

Ray lo miró con dulzura y se acercó para dejar una caricia en su mejilla.

—Serias un gran superhéroe… —murmuro, mirándolo con sumo amor.

Henry sonrió ante esto, mirando a Ray en silencio por unos segundos. Luego se aclaró la garganta, alejando la grata sensación en su cuerpo para no perderse en ella. Se apartó un poco de Ray, no era el momento para ponerse sentimental.

—¿Qué hay de ti?

Ray volvió a la realidad, dándose cuenta de que no había respondido y era su turno. Miró a su teléfono, sin saber qué decir.

—Bueno… ya tengo un superpoder, pero supongo que me gustaría ser invisible o algo así.

—También me gustaría ser indestructible.

Ray se rio de forma tierna del comentario de Henry antes de pasarle el teléfono.

 — ¿Hay algo que hayas deseado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo has hecho todavía?

—Buena pregunta —Ray le dio un sorbo al vino antes de dejar la copa en la mesa y acercarse a Henry —Hay algo que he querido decirle a alguien desde hace un tiempo.

Henry detalló todas las acciones de Ray, su cercanía, su movimiento de manos hacia su rostro, incluso detallo su aliento a vino y sus ojos cristalinos. Tragó saliva, era una vista sumamente atractiva.

—¿Por qué no se lo has dicho?

—No sé cómo vaya a responder y reaccionar esa persona, no quiero asustarla…

—No sabes eso, nunca lo sabrás si no lo intentas. Quizás esa persona quiere escuchar lo que tienes que decir…

Ray le sonrió y se aceró para besarlo.

—Lo tendré en cuenta —murmuró cerca de sus labios antes de alejarse —es tu turno de responder.

Henry parpadeó un poco, el beso con sabor a vino lo había dejado algo embobado e incluso mareado. Tomó su propia copa de vino y le dio un largo sorbo hasta acabarse todo el contenido. Dejó la copa de vuelta en la mesa y la miro mientras respondía.

—Lo que más deseo hacer es matar a Ganzel y me arrepiento de no haberlo hecho aquel día.

—Hen…

—No, solo déjalo. Sé que ya arruine el momento mencionándolo —se sirvió una cantidad excesiva de vino y se lo bebió de un solo trago.

Ray odio ver esa acción, no quería que Henry ahogara sus penas en el alcohol. Lentamente, se acercó y lo rodeo en sus brazos, atrayéndolo en un protector abrazo. Henry se dejó hacer, apoyando su cabeza en el pecho de Ray.

—No arruinaste la noche Hen, sé que ese es un tema difícil y será duro de olvidar. No tienes que disculparte por eso. Pero quiero que sepas que yo no hubiera deseado que hicieras eso, jamás permitirá que tus manos se mancharan de sangre. —lo tomó del rostro para poder verlo y con cuidado limpió las lágrimas que amenazaban con salir de los ojos preciosos de Henry.

Henry tragó saliva y no respondió a lo dicho por Ray. Con gentileza se apartó de su toque, mirando hacia otro lado.

—¿Podemos continuar? —se aclaró la garganta después, ahuyentando su malestar.

Ray no dijo nada más y tomó su teléfono para hacer la siguiente pregunta con normalidad, en un intento de ignorar el pequeño momento, por suerte, tenían la botella de vino para calmar las aguas. El vino poco a poco se fue acabando junto con las preguntas que siguieron respondieron de forma animada como estaba haciendo minutos atrás. Una hora después, habían terminado con el test y el ambiente se tornó de calidez y paz, pero sobre todo de mucho amor.

—Ahora debemos miraron a los ojos por cuatro minutos.

—¡Hagámoslo! —Henry exclamó con una sonrisa. Ya estaba un poco pasado de copas.

Ray no pudo evitar reírse mientras colocaba el cronómetro, miró a Henry con una sonrisa antes de iniciar el cronómetro. Los números comenzaron a pasar y ellos comenzaron a mirarse fijamente, casi sin parpadear. Azul y marrón, ambos diferentes, pero con algo en común; se querían como ningún otro lo hacía.

—Esto es escalofriante, ¿no lo crees?

—Un poco.

Se quedaron en silencio sin despegar sus miradas. El tiempo parecía correr lento, es como si se hubiera detenido para contemplar este hermoso momento. Henry jugaba con los dedos de su mano de forma nerviosa, Ray mantenía una mano como apoyo para su cabeza y la otra acariciaba la mejilla de Henry.

—¿En qué piensas? —preguntó el castaño cuando sintió que el silencio se volvía sofocante.

—Recuerdo la primera vez que sentí cosas por ti o bueno, por capitán man…

—¿Cuándo fue?

Henry se mordió el labio, ahora arrepintiéndose de abrir la boca. Un sonrojó se formó en sus mejillas mientras respondía con voz nerviosa por la vergüenza que entraba a su cuerpo.

—Fue a los 15 años. Yo había entrado en una tienda para robar algo de comida y estaba caminando por los diferentes estantes de comida cuando llegue a la sección de revistas. No sé por qué llegue ahí, pero recuerdo claramente toparme con una revista contigo de portada. Yo la tomé por suma curiosidad, pero cuando la abrí, me di cuenta de que era una revista de playboy con un montón de fotos del capitán man sin camisa y en ropa interior.

Ray abrió los ojos del asombro al mismo tiempo que llevaba una mano a su pecho a modo de vergüenza. Él recordaba esa sección de fotos con playboy.

—Recuerdo haberme sonrojado tanto que deje la revista donde estaba y me fui de la tienda sin robar nada. No volví a verte igual después de eso.

Henry le lanzó una mirada coqueta y por primera vez en su vida, Ray se sintió apenado, sonrojándose hasta ponerse casi del color de un tomate.

—Dios... jamás me había sentido tan avergonzado en mi vida.

—¿Por qué hiciste algo así?

Ray dejó escapar un suspiro, hizo un par de muecas antes de responder.

—Estaba en una situación apretada de dinero, mi presupuesto era bajo y tenía que pagar algunas cuentas. Entonces playboy se hizo presencia queriéndome como modelo, la paga era buena y necesitaba el patrocinio, así que tome la oportunidad. Eso me dio un poco de fama y reconocimiento, sobre todo en el círculo de las mamas. Solo fue por un tiempo y cuando me tome mi identidad como superhéroe en serio y tenía el dinero suficiente, lo deje.

—Bueno, me alegra que lo hubieras hecho, me diste muchas noches placenteras de imaginación —Henry murmuro en voz baja mientras recorría con sus dedos el brazo de Ray, mandándole corrientes eléctricas. —Fuiste mi sueño por muchos años y cuando nos conocimos por primera vez, cuando Leyla me contó que capitán man me había salvado y te vi con esa sonrisa, no podía creerlo. Fue como si mis sueños se hubieran hecho realidad. —paso su mano por todo el brazo de Ray hasta llegar a su pecho donde se detuvo y dejo su mano descansar —Siempre me pregunte y aún lo hago; ¿por qué me salvaste?, ¿por qué me escogiste a mí para darme un hogar y el amor que jamás recibí?

Ray se pegó un poco más a él, sin despegar la mirada se acercó lo más que pudo y en voz baja dijo;

—No sé cómo explicarlo, solo lo supe. Sabía en el momento en que te vi que debía protegerte, que debía cuidarte. No creo en la magia, pero sé que nos pertenecemos el uno al otro y estábamos destinados a encontrarnos. Quizás eres mi alma gemela, la parte faltante en mi vida, no lo sé. Solo sé que te quiero y ese sentimiento estuvo desde el primer momento.

Henry sonrió y sintió sus ojos llorar; era tan afortunado de tener a Ray en su vida.

Cuando la alarma sonó dando por terminado los cuatro minutos, se lanzó sobre Ray y atrapó sus labios en un desesperado y necesitado beso. Ray correspondió el beso, abrazándolo por la cintura, pegándolo a él lo más que podía. El beso se volvió intenso y apasionado unos minutos después, el calor empezaba a emanar de ambos, volviendo caluroso el ambiente en cuestión de segundos.

Henry mordió el labio de Ray, abriendo un poco su boca para permitir la entrada de su lengua, Ray aceptó con gusto, muy segado por el momento dejó que Henry metiera su lengua y junto con la suya empezaron una pequeña pelea de posesión. Solo fue hasta que Henry introdujo su mano dentro de su camisa que Ray supo que tenía que parar. Con suavidad tomó la mano de Henry y la apartó de su torso al mismo tiempo que rompía el beso.

—¿Qué pasa?

—Hen, tenemos que parar —respondió intentando ser fuerte ante la excitación entre sus piernas que le gritaba que se callara y continuara.

—¿Por qué? —Henry se acercó para continuar con el beso, pero Ray se apartó de nuevo —¿Qué pasa?, ¿no quieres estar conmigo?

Ray sintió su corazón romperse, ¡por supuesto que quería!, pero no era si como debía ser. Vio a Henry levantarse del sillón y supo que si no hacía algo lo perdería.

—No, amor, espera.

Henry se dio la vuelta para mirarlo de forma sorprendida. ¿Cómo lo había llamado?

—¿Me llamaste…? —su voz se entrecortó, su corazón latía más rápido de lo normal.

Ray frunció el ceño sin entender, luego proceso a que se refería. Se levantó mientras miraba a Henry con temor, temiendo que hubiera arruinado la noche.

—Yo... no sé... no quise-

—No, no —Henry lo interrumpió, acercándose de nuevo —Me gusta, llámame así.

Ray sonrió, sintiéndose aliviado. En respuesta cortó la pequeña brecha que los separaba y lo beso. Henry correspondió el beso, rodeándolo por los hombros. Este beso fue más dulce y tierno, expresando todo su amor. Al separarse por la falta de aire, Ray lo tomó del rostro obligándolo a mirarle.

—No es que no quiera tener sexo contigo. Diablos Henry, te deseo como no tienes ideas. Pero sé que eso no es lo que necesitas ahora, tampoco es lo que quieres. Estás en un proceso en el cual debes de sanar, viviste un trauma que implica el sexo, eso te marcó lo suficiente y yo no quiero ser parte de ese trauma. —Henry iba a protestar, pero Ray se lo impidió —Te arrepentirás en la mañana si tenemos sexo hoy solo porque nos dejamos llevar. Además, estamos pasados de copas. Sé que es el alcohol hablando en ti.

—Yo sí quiero estar contigo.

Ray lo miró con dulzura mientras acariciaba sus mejillas.

—Y yo también quiero, pero no quiero que sea ahora. Nuestra primera vez tiene que ser especial, pero antes quiero ayudarte a sanar tus heridas, borrar cada huella de cada recuerdo tormentoso, limpiar cada lágrima que caía por tu mejilla hasta que seas plenamente feliz y hayas olvidado cada mal recuerdo de tu vida. Si ese proceso dura años, pues aquí estaré a tu lado.

Mientras Ray hablaba, Henry era un desastre en lágrimas. No podía creer que el hombre frente a él lo quisiera lo suficiente como para no aprovecharse cuándo tenía la oportunidad, sino todo lo contrario. Y aun cuando Henry lo deseaba de manera sexual, Ray ponía su seguridad, salud y bienestar por delante. Ray Manchester era en definitiva el mejor hombre del mundo y él era dichoso de tenerlo como su novio. Sintió a Ray limpiar sus lágrimas como dijo que haría y no pudo evitar abrazarlo, enterró su cabeza entre el hueco de su cuello y sollozo un poco, esta vez de felicidad. No sabía que había hecho para merecer a Ray, pero estaba agradecido con quien lo haya puesto en su camino. Salió de su escondite para poder mirarlo a los ojos.

—Te a… —se detuvo a medio camino de hablar. No podía decirle eso a Ray, ¿o sí?. ¿De verdad lo amaba?, por supuesto que lo hacía, sin embargo, tenía un revoltijo en su interior y temía que la palabra te amo fuera mucho para Ray. Se aclaró la garganta y, en cambio, dijo; —te quiero… —eso se sentía poco para él, pero la sonrisa y mirada tierna de Ray lo hicieron alejar esos pensamientos.

—Yo también te quiero, amor.

Henry sonrió cuando escucho de nuevo ese lindo apodo salir de los labios de Ray.

—Me gusta, llámame de esa forma por siempre.

Ray lo apretó más en sus brazos, dejando un beso en su frente.

—Tú también puedes llamarme de forma tierna si gustas.

—Mmm, te llamaré playboy.

Ray dejó escapar una carcajada.

—No lo dejarás ir, ¿verdad?.

—Nunca. 

Chapter Text


Cuando Henry abrió sus ojos a la mañana siguiente, lo primero que sintió fue paz, una paz que hace mucho no experimentaba. Se acurrucó más en ese sentimiento, sintiendo el brazo de Ray apretarlo protectoramente por su cintura. Sonrió ante eso y bajó su mirada para ver el fuerte brazo del castaño descansando en su delgada cintura. Lentamente, movió una de sus manos y con dulzura acarició el velludo brazo, recordando los acontecimientos de la noche anterior.

Era inexplicable la forma en que podía sentirse tan bien cerca del castaño, siendo este al único que permitía tocarlo, incluso dejarlo compartir la misma cama. Uno pensaría que después de todo lo que ha pasado, sería reacio al contacto humano. Y de hecho, lo es, pero con Ray no lo era. Ray le daba esa seguridad, protección y amor que nadie nunca le brindó. Con Ray sabía que nunca tendría que hacer nada que no quisiera y que este lo respetaría en todo momento, anoche se lo demostró cuando se le insinuó... Dios, ¡se le había insinuado al mismísimo capitán man!

Soltó una risa y llevó su otra mano hacia su rostro para ocultar su vergüenza. Le había revelado a Ray sobre sus noches de placer donde soñaba con él, ¿en qué estaba pensando? Ray tenía razón, anoche estaba pasado de copas, pues de lo contrario no haría algo así, ¿o sí?. Restregó su cara mientras se mordía al labio intentando eliminar el sonrojo en su rostro.

Estaba agradecido de que no hubieran llegado a más. Ray, de nuevo, tenía razón; hoy estaría arrepentido si hubieran hecho las cosas para las cuales no estaba listo aún. Que Ray lo detuviera solo le demostraba la gran persona que es, otro ya se hubiera aprovechado, pero Ray no, él lo quería y lo cuidaba.

Sonrió un poco más y dejó escapar un suspiro hundiéndose en el colchón y en los fuertes brazos que lo protegían con amor. Mientras acariciaba el brazo de Ray, siguió con sus pensamientos, recordando lo mágica y hermosa que había sido la noche. Jamás había tenido una cita así en su vida, jamás había experimentado tantas emociones de amor. Él, acostumbrado al dolor y al sufrimiento, no sabía lo hermoso que era sentirse querido, amado, incluso deseado. Anoche vivió todo lo que se le fue arrebatado, deseaba poder tener más de eso.

—Estás pensando en voz alta, amor.

Esa voz ronca y ese amoroso apodo lo hicieron estremecerse un poco. Lentamente, giró sobre los brazos de Ray para encontrarse con esos brillantes ojos azules recién despiertos, mirándolo como solo sabían hacerlo; con amor y dulzura.

Ray le sonrió y cortó la poca distancia que los separaba para dejarle un dulce beso en sus labios. Al separarse lo tomó por el rostro y con delicadeza lo acarició, apartando un par de mechones rebeldes que caían por su frente.

—Te ves hermoso en la mañana.

Henry dejó escapar una pequeña risa y sus mejillas rápidamente se tornaron rojizas.

—Creo que aún tienes algo de alcohol en tu sistema, estás diciendo puras bobadas.

—No estoy diciendo bobadas, eres hermoso al despertar, a cada hora. Eres hermoso todos los días.

Henry bajó su mirada para que Ray no viera su cara ardiendo en llamas. ¿Cómo podía este hombre decirle esas cosas sin burlarse? ¿Cómo es que Ray podía considerarlo hermoso? Quizás necesita revisarse los ojos. Todavía le cuesta creer y aceptar que este hombre, perfecto ante sus ojos, pueda quererlo tanto.

Mientras Henry estaba en sus pensamientos, Ray lo miraba con devoción y amor, tiene tanta suerte de tenerlo en sus brazos. Para él, Henry es como un Ángel, una obra de arte, la criatura más maravillosa que había visto en su larga y aburrida vida. Henry era todo lo que nunca soñó, pero que al encontrarlo supo que era todo lo que quería en su vida.

Sosteniendo su rostro, levantó su mirada y ambos ojos conectaron. Ray le sonrió antes de tomar sus labios en un dulce, pero necesitado beso. Necesitaba a Henry, necesitaba hacerle saber que lo amaba, que era amado y que nunca más tendría que sufrir, necesitaba demostrarle que era hermoso y valioso. 

Henry se dejó llevar por ese beso, enrollo sus brazos alrededor del cuello de Ray y lo profundizo más, aceptando todo el amor que el castaño le daba. Ray bajó sus manos hacia la cintura de Henry, las dejó descansar en esa zona mientras dejaba suaves y tiernas caricias. Henry, por su parte, movía sus manos por su nuca, subiendo hasta acariciar su castaño cabello.

El beso se fue volviendo intenso con el pasar de los segundos. De repente, Ray estaba encima de Henry, con sus rodillas a cada lado de su cadera para no dejar caer su peso en el liviano cuerpo debajo de él. Sus manos seguían apoyadas en su cintura y ahora se movían por debajo de su camisa, acariciando la suave y tibia piel.

Henry movía sus manos por todos lados, aventurándose más, las fue bajando desde la nuca del castaño hasta llegar hacia los fuertes y trabajados brazos. Ray portaba una simple camisa de tirantes dejando a la vista y al tacto sus poderosos bíceps. Henry los recorrió con sus manos, después salto hacia su pecho, bajando por su torso cubierto por la tela de la camisa. Frunció un poco el ceño en medio del beso, quería sentir más, tocar la desnuda piel del castaño.

Ambos estaban dejándose llevar por el beso y las emociones, que sin darse cuenta ya estaban sin camisa y con sus pechos desnudos rozando entre sí. Henry gimió de satisfacción cuando tocó la piel de Ray bajo sus manos. Dejó escapar un suspiro cuando sintió las fuertes manos de Ray recorrer todo su cuerpo. Su espalda y cintura eran marcadas por los dedos del castaño.

Se separaron por un momento en busca de aire, ambos jadeando y respirando entrecortadamente mientras se miraban dulcemente. Henry pasó sus dedos por los labios ahora rojizos de Ray, sintiendo su respiración casi rozar con la suya. Iban a continuar cuando el sonido de un teléfono los hizo reaccionar, sacándolos de la burbuja que habían creado.

Ray parpadeó al darse cuenta de la posición en la que estaban. Lentamente, se bajó del rubio, sentándose al lado de la cama para buscar su teléfono, el cual sonaba estrepitosamente.

Henry sonrojado, se sentó de igual forma, tragó saliva al ver el leve bulto que crecía debajo de su bóxer. Discretamente, tomó la sabana casi tirada en el suelo y se arropó hasta sus hombros, dándose cuenta también que había sido despojado de su camisa. Miró a Ray quien fruncía el ceño hacia el teléfono.

—¿Todo está bien? —preguntó aclarándose un poco la garganta en el proceso.

—Sí, es solo... es el vicealcalde.

—Oh...

Ray volvió la mirada hacia el rubio y le regaló una sonrisa tranquilizadora, dejando atrás su ceño fruncido.

—Quizás no sea nada, lo ignoraré.

Ahora fue el turno de Henry de fruncir el ceño.

—No creo que debas hacer eso, Ray. Eres capitán man.

Ray hizo un movimiento con su mano restándole importancia.

—Lo sé, pero en estos momentos estoy cuidándote. Capitán man no está de servicio. —y la verdad es que no quería enfrentar al mundo, no aun cuando estaba teniendo este momento de tranquilidad y amor con el rubio. Se acercó para besar de nuevo a Henry, pero este lo apartó colocando una mano en su pecho.

—No quiero que hagas eso, no quiero que dejes tu responsabilidad con los ciudadanos de Swellview solo por cuidarme.

—Henry, ahora tú eres más importante que la gente de esta ciudad. Eres mi prioridad número uno.

—Y estoy agradecido con eso, pero no voy a permitir que por mi culpa te metas en problemas. Tienes un trabajo Ray, una responsabilidad y yo te he estado haciendo perder el tiempo.

Ray frunció el ceño de nuevo al escuchar esas palabras.

—Henry, cuidarte no ha sido una pérdida de tiempo, no vuelvas a decir eso.

Henry se sintió cohibido al escuchar la rudeza en la voz de Ray, no puedo evitar que sus siguientes palabras salieran algo nerviosas.

—Yo solo... por favor, ve con el vicealcalde, no quiero que tengas problemas... por favor, hazlo por mí, yo estaré bien si te vas por un par de horas.

Ray ablando su semblante cuando vio los ojos de Henry suplicándole que fuera a hacer su trabajo. Estaba tentado a negarse, pero él sabía que no podía resistirse ante esos ojos de cachorro. Henry tenía un gran poder en esos ojos y él ni lo sabía. Podía pedirle el mundo y Ray se lo daría, le daría todo sin pensarlo. Estaba condenado.

Soltó un suspiro y asintió.

—Está bien, iré.

Henry le sonrió y lo abrazó. Ray correspondió el abrazo, al final siempre haría lo que sea para hacer feliz al rubio y verlo sonreír. Ambos se levantaron de la cama, Ray tomó su camisa del suelo y se la coloco, Henry hizo lo mismo.

—Te queda preciosa esa camisa

Henry portaba un simple camisón de color gris con un estampado de un equipo de baloncesto. Era de Ray, pero ya no solía usarla y anoche antes de irse a dormir se la regaló al rubio para que de ahora en adelante la usara. Qué buena idea tuvo, pues la prenda le quedaba perfecta a Henry; esta cubría todo su delicado cuerpo hasta caer por sus rodillas. Henry, sonrojado, desvió la mirada antes de que Ray lo tomara por la barbilla y le regalara un dulce beso.

Salieron de la habitación y mientras caminaban por el pasillo, Ray mastico un chicle y se transformó en capitán man. Para cuando traspaso el engranaje ya estaba con su uniforme, Henry lo seguía por detrás acompañándolo hacia los tubos.

—Cuando vuelva retomaremos lo que dejamos.

—Aquí estaré, esperándote.

El castaño le sonrió coquetamente antes de besarlo, Henry aceptó el beso con gusto, sin embargo, a los minutos lo terminó o de lo contrario estarían todo el día besándose. A duras penas, Ray se alejó del beso y se fue. Henry lo vio irse, suspiro como colegiala enamorada mientras veía el lugar donde hace unos segundos estuvo el castaño.

El sonido de la puerta secreta lo hizo volver a la realidad, se giró un poco para ver a Schowz saliendo de esta.

—Henry.

Henry ahora más sonrojado que nunca se cubrió detrás del sillón, tapándose desde la cintura hacia abajo para que Schowz no lo viera.

—Schowz, ¿qué haces aquí? —preguntó mientras discretamente estiraba el camisón hacia abajo lo más que podía para que el científico no viera sus piernas.

—Trabajo.

—¿No es muy temprano para eso?

—Ya es medio día, Henry...

—Oh... —fue la simple respuesta del rubio. Estar con Ray lo hacía perderse en el tiempo, olvidaba donde estaba, incluso que día era.

—¿Todo está bien? ¿Dónde está Ray?

Henry se movió un poco detrás del sillón cuando vio a Schowz acercarse, por suerte estaba en el otro extremo y Schowz no alcanzaba a verlo.

—Ray tuvo que atender una emergencia.

Schowz asintió y se sentó en el sillón empezando a pulir el instrumento que traía en sus manos. Henry no sabía qué hacer, estaba dispuesto a irse viendo que el científico estaba distraído cuando este habló.

—¿Qué tal estuvo la cita?. 

Henry no pudo evitar sonreír y los recuerdos de anoche llegaron a su mente.

—Estuvo increíble.

—Me alegra mucho escuchar eso, estoy feliz por ustedes.

Schowz volvió a lo suyo y de nuevo quedaron en silencio, pero Henry ahora quería preguntarle algo; era una duda que tenía rondando en su mente desde anoche y no tenía con quien consultarlo. Sabía que podía contar con Charlotte y Jasper, pero ellos no estaban por aquí, lo que significa que aún no han llegado al trabajo. Schowz era su única alternativa.

—Oye Schowz, ¿puedo hacerte una pregunta?.

—Por supuesto.

Henry se relajó ante esa respuesta y ya sin importarle un poco que Schowz lo viera, rodeo el sillón y se sentó frente a él.

—¿Cómo sabes cuando estás enamorado de una persona? ¿Cómo sabes que la amas?

Schowz abrió los ojos en asombro, no se esperaba una pregunta como esa.

—Creo que amo a Ray, pero jamás había sentido algo así y tengo miedo... Sé que él no va a lastimarme mucho menos me hará daño, pero he pasado por tantas cosas que siento temor de que si me entrego por completo, todo se arruine y pierda lo poco que he logrado tener.

Schowz lo miró de forma comprensiva y se acercó un poco para tomar su mano.

—¿Cómo te sientes cuando estás con Ray?

Henry alzó la mirada para verlo con una expresión confundida; sin embargo, respondió.

—Me siento feliz, en paz. Cuando estoy con Ray siento que puedo lograr todo lo que me proponga, siento un cosquilleo burbujeante en mi estómago, como si miles de mariposas empezarán a volar. Cuando Ray me toca o me abraza siento un millón de fuegos artificiales. Puedo ver la luna y las estrellas cuando sus brazos me protegen. —se sonrojó un poco al decir esas palabras —nadie me había hecho sentir así, con Ray me siento querido, incluso bonito.

—Henry, tú mismo acabas de responder a tu pregunta. Así es como se siente estar enamorado y no tienes que tener, tú mismo lo dijiste; Ray nunca te haría daño.

—¿Tú crees que sea correcto que le diga que lo amo?, ¿no es muy pronto?

—No existe ninguna regla que diga cuándo se debe amar a una persona, simplemente lo haces y ya. El amor no se mide con el tiempo. Si tú lo amas, díselo, conociendo a Ray y vaya que lo conozco, sé que también corresponde a tus sentimientos y te ama. Ese hombre está enamorado de ti, de eso no tengo dudas, lo supe desde el primer momento en que te trajo aquí y te presentó ante nosotros. Tú no lo notaste, pero Ray ya te miraba con ojos de amor. Y cuando te perdió, sintió que iba a morir. Jamás lo había visto llorar por alguien como lo hizo contigo, eso solo demuestra lo mucho que te ama. Entonces no temas que el amor que sientes por Ray, es igual al que el siente por ti.

Henry sonrió y sintió que sus ojos se humedecían un poco al escuchar esas palabras, cortó la brecha que lo separaba con el científico y lo abrazó.

—Gracias, Schowz.

El científico le correspondió el abrazo y le regaló unas palmaditas en su hombro.

Después de esa conversación con Schowz, se sintió mejor con sus sentimientos y con eso una decisión llegó; Le diría a Ray que lo ama. Emocionado fue a su habitación para darse una ducha y estar listo para cuando Ray llegara, después fue a tomar el almuerzo mientras veía algo de televisión. Después se dispuso a esperar a Ray, pero se estaba tardando más de lo normal. Entonces, decidió subir a la tienda donde los chicos se encontraban. Mientras estaba en el elevador, recibió una llamada; era Ray.

—Ray, ¿todo está bien?.

Sí, solo... voy a tardarme más de lo pensado, el vicealcalde me tiene retenido aquí.

Henry se preocupó al escuchar eso.

—¿Estás en problemas?

Todo está bien, tranquilo. Ya tengo que irme, te marco luego.

—Sí... ¿Ray?

¿Sí?

Henry se mordió el labio, quería tanto decirle lo que sentía, pero este no era el momento, menos en una llamada telefónica.

¿Henry?

Volvió a la realidad al escuchar la voz del castaño, se aclaró la garganta antes de hablar.

—Nada, solo... te quiero, cuídate, ¿sí?

La risa encantadora de Ray se dejó escuchar en la otra línea.

Yo también te quiero.

Henry sonrió y la llamada terminó. Sin embargo, su preocupación seguía latente en su interior, se quedó mirando la pantalla de su teléfono por un par de minutos antes de que esta se apagara por si sola. Eso lo hizo salir de su trance, soltó un suspiro y dejó que sus temores se fueran, quizás no es nada, pensó. Salió de la trastienda encontrándose con Jasper y Charlotte, les sonrió a ambos y se puso a charlar con ellos, intentando distraerse un poco.

Mientras charlaba con los chicos, el tintineo en la entrada se dejó escuchar, no le dio importancia, pues de seguro era un cliente, pero después fue llamado y por inercia sus sentidos de supervivencia se activaron. Se dio la vuelta encontrándose con dos hombres y una mujer; los tres iban vestidos de traje y expresaban seriedad en sus rostros. Henry entrecerró los ojos, la cara de la mujer le resultaba familiar.

—¿Se les ofrece algo, señores? —preguntó Jasper a su lado.

—Henry, necesitamos que vengas con nosotros.

—Perdón ¿Quiénes son ustedes y como es que saben mi nombre?.

—Somos la policía de Swellview, niño. Así que tienes que venir con nosotros ahora.

La mujer a su lado bufo y miró a su compañero con el ceño fruncido.

—Henry, creo que no me recuerdas. Soy la detective Rogers, te hice unas preguntas en el hospital. ¿Recuerdas eso?

Henry asintió, de ahí es donde la recordaba.

—Bien, este es el detective William y él es el abogado Martínez —señaló a ambos hombres. Henry asintió de nuevo, esta vez de forma lenta.

—¿Cómo me encontraron? —preguntó con temor de que supieran de este lugar y de lo que había bajo tierra.

—¿Eres sordo? Somos la policía, sabemos todo sobre todo —expresó de forma brusca el detective William.  Rogers lo regañó con la mirada, luego miró de vuelta al rubio.

—Escucha Henry, necesitamos que vengas con nosotros a la comisaria para hacerte unas preguntas.

Henry frunció el ceño haca la mujer.

—¿Por qué? ¿No tuvo suficiente con todo lo que le dije en el hospital?.

La detective lo miró de forma amable y dijo:

—Esto es sobre Ganzel, necesitamos hacerte unas preguntas sobre los días en que te tuvo secuestrado, necesitamos tu declaración de los hechos.

Henry no tardó en tensarse al escuchar el nombre de Ganzel, se puso rígido y sintió que comenzaba a sudar frío. Él no quería hablar de esos días, mucho menos recordarlos cuando estaba intentando a duras penas olvidarlos.

—No quiero... tengo derecho a negarme, ¿no es así? —preguntó mirando a la mujer —en la cual confiaba—de forma suplicante.

Rogers iba a responder, pero antes el abogado se adelantó.

—No puedes negarte, de lo contrario te arrestaremos.

—Ustedes no pueden hacer eso. —expresó Charlotte a la defensiva, siendo la primera vez que hablaba desde que los detectives y el abogado hicieron presencia en la tienda.

—Por supuesto que podemos. Esta es una investigación en la que Henry está implicado y si se niega a cooperar lo arrestaremos por incumpliendo.

—Eso es injusto, no puede llevárselo así nada más.

—Sí, podemos. Entonces, Henry, ¿lo hacemos de la manera fácil o de la manera difícil?.

—No voy a ir a ningún lado con ustedes —se cruzó de brazos y los miró con el ceño fruncido. Él sabía como tratar a la policía, prácticamente creció en las calles y huir de las patrullas era su especialidad.

—Bien, tú lo quisiste así —el abogado se dio la vuelta y miro a los detectives, un simple asentimiento y pronto, Henry tenía a los detectives sobre el mientras lo arrestaban.

Charlotte y Jasper comenzaron a protestar, mientras que el detective William esposaba de forma brusca a Henry antes de conducirlo hacia la salida.

—¡Capitán man se enterará de esto!

—Bien, díganle que tenemos a Henry en la comisaria, lo estaremos esperando.

Charlotte y Jasper se miraron entre sí con expresiones de preocupación. Ray se va a poner furioso cuando se entere. Y vaya que lo hizo, en cuanto llego a la capicueva y los chicos le dijeron que unos policías se había llegado a Henry, salió echando humo y haciendo puños con sus manos.

No tardó en llegar a la comisaria, a zancadas, golpeando fuerte la suela de sus zapatos, entró al edificio. Lo primero que sus ojos captaron fue a Henry encerrado en una celda como si fuera un criminal. Soltó un gruñido y caminó a pasos firmes hacia la celda.

En cuanto Henry lo vio, se levantó de donde estaba y corrió hacia las rejas de la celda. Ray pudo ver el miedo en sus ojos y eso lo enfureció mucho más. Lo tomó del rostro por medio de la reja y acaricio sus mejillas para calmarlo un poco.

—Tranquilo, ya estoy aquí.

Ray giró su rostro encontrándose con un oficial sentado en uno de los tantos escritorios.

—Sácalo de aquí, ahora —El oficial se quedó estático en su lugar, mientras miraba al superhéroe con el miedo clavado en su rostro —¿Qué no me escuchaste? Abre la maldita reja.

—Capitán man.

Ray alejó su mirada del oficial para mirar hacia dónde provenía la impotente voz. A unos pasos de él se encontraba el sargento Dogers, mirándolo con una expresión firma pero serena. El superhéroe entendió esa mirada, el sargento no quería problemas en su comisaria. Ray giró de nuevo su rostro hacia Henry y como pudo le regaló una sonrisa.

—Te sacaré de aquí lo más pronto posible, ¿bien?

Henry asintió temeroso, sus ojos estaban algo llorosos. Ray sintió la necesidad de arrancar la reja con sus manos y llevarse a Henry a casa, pero prefería no causar más problemas. Se acercó para dejarle un beso en su frente antes de irse con el sargento. Podía sentir la mirada de miedo en Henry mientras caminaba hacia la oficina, eso le partió el alma. Entró a la oficina a pasos firmes, dentro un hombre que nunca había visto se encontraba. Lo ignoró y se giró para mirar al sargento.

—¿Me puede explicar que rayos está pasando y por qué Henry está en una celda encarcelado como si fuera un criminal? Quiero que lo saquen de ahí ahora mismo.

—Calma, capitán man, hay una explicación para todo.

—Bien, lo escucho —Ray se cruzó de brazos aun con la guardia en alto.

El sargento Dogers miró al abogado a su lado, con esa simple acción, le dijo que podía hablar.

—Necesitamos que Henry testifique en el juicio pronto a realizarse.

Ray frunció el ceño al escuchar eso, ¿juicio? No, eso no estaba pasando.

—¿Juicio?.

—Sí, llevaremos este caso a la corte.

Ray simplemente no podía creer lo que escuchaba. Negó con su cabeza alterándose un poco.

—No, eso no va a pasar. No van a poner a Henry en frente de un montón de personas a decir las cosas que ese maldito le hizo.

—¿No quiere justicia para Henry, capitán? Esta es la mejor forma de hacerlo. Además, tengo entendido que el niño ya es mayor de edad, creo que puede tomar sus propias decisiones.

—La mejor forma de hacer justicia para Henry es meter a Ganzel en la cárcel y por lo que veo todavía no lo han hecho. 

—No podemos, Ganzel es inteligente y nos mandó mucha información que perjudica a Henry.

Ray bufó, por supuesto, que ese maldito haría lo que fuera para torturar a Henry

—¿Eso qué significa?.

—Significa que Henry tiene que testificar si o si, de lo contrario, irá a la cárcel.

—¿¡Pero qué demonios está diciendo!?

El abogado tomó una carpeta del escritorio y la abrió.

—Henry tiene varios cargos por prostitución, robo y posesión de drogas. Cada cargo es peor que el otro. Esto se lo digo de buena forma capitán, si Henry no testifica pasará mucho tiempo en prisión.

Ray se acercó al abogado y le arrebató la carpeta, en ella había un informe completo sobre los "crímenes" que Henry había cometido. Ray los miraba con el ceño fruncido, Charlotte le había comentado de los arrestos que Henry tenía, pero nunca le dijo que tan graves eran. Él no recuerda haber visto esto en los informes que ella le mostró. Y eso solo significaba una cosa; Ganzel había implantado todo eso.

—Ganzel está haciendo todo esto para jugar con Henry y ustedes están dejándolo —empujó la carpeta contra el pecho del abogado.

—Créame capitán, intentamos hacer todo lo posible por corroborar que la información que el abogado de Ganzel nos mandó fuera falsa, pero no encontramos nada manipulado. Todo es oficial. Henry está en graves problemas aquí.

Ray soltó un bufido y miró al sargento con cara de incredulidad.

—A mí me parece que lo único que han hecho es hacer un trato con Ganzel para hacer quedar a Henry como el malo.

—Eso no es cierto, capitán.

—¿No? ¿Y entonces por qué no me habían llamado?, llevo dos semanas esperando. No crean que soy estúpido, sé que no me llamaban porque estaban haciendo este jueguito con Ganzel, perjudicando a Henry cuando deberían recordar que él es la víctima aquí. Usted lo sabe, Ganzel lo sabe. —ya entendía por qué el vicealcalde lo tenía retenido en su oficina, todo fue un complot para que los detectives pudieran arrestar a Henry.

—Entiendo su frustración, capitán. Pero el hecho de que no se le llamara fue porque antes queríamos tener todo preparado para darle la noticia.

El capitán bufó de nuevo, puras tonterías era lo que escuchaba.

—Escuche capitán, el juicio se hará, eso es un hecho. Esta es la única forma de acabar con Ganzel ¿No es eso lo que quiere? Porque yo sí. Y para eso necesitamos a Henry. Ganzel quiere a Henry y yo voy a dárselo, esa es la única forma de detenerlo, cuando la gente escuche la versión del rubio, se hará justicia.

—No, eso solo le dará la satisfacción a Ganzel de humillar a Henry una vez más… —Ray ya podía ver al magnate pavoneándose frente a Henry. No podía permitir eso, le había prometido a Henry que no tendría que lidiar con Ganzel de nuevo y no quería romper esa promesa.

—Sé que eso será abrumador para Henry, pero ahora él es la pieza clave. Tenemos más testigos que testificaran contra Ganzel, pero lo que le hizo a Henry es lo que necesitamos para terminar con su reinado, es la cereza en el pastel.

Ray solo podía pensar en la expresión de Henry, en lo asustado que estaría cuando le dijera esto. No quería romper su corazón, no quería ver esos ojos color chocolate llorando de nuevo. No lo soportaría.

—No puedo hacerle esto...

—Henry puede tomarse los días que necesite para decidir, pero le sugiero que lo mejor es que acepte ahora, no quiero tener que meter a un chico inocente a la cárcel.

El capitán tragó saliva y asintió, ahora no podía ni quería pensar en nada más.

—¿Pueden liberarlo ahora?

En cuanto Henry fue liberado, Ray lo tomó en sus brazos, abrazándolo protectoramente, dejando besos en su cabello y parte de su frente. Después lo rodeó por los hombros, tomó las pertenencias de Henry y se largaron de lugar. En el auto, Henry le explicó lo que había pasado en la tienda y como el detective William lo había arrestado a la fuerza. 

—Dijeron algo de una investigación contra Ganzel y que tenía que hablar sobre lo que paso. Iban a hacerme unas preguntas, pero solo me tuvieron retenido en la celda. No me daban explicaciones. ¿De qué hablaste con el sargento? No tengo que hablar sobre Ganzel si no quiero, ¿verdad?

Ray lo miró con el corazón roto, en los ojos de Henry podía ver el miedo que sentía en este momento. Nada más quería que retroceder el tiempo y volver a cuando despertaron, ver esa hermosa sonrisa iluminando la habitación y no esa cara triste y los ojos humedecidos a punto de llorar.

—Escucha Hen… el abogado quiere llevar esto a juicio y quieren que testifiques-

—¿Testificar? —Henry lo interrumpió. Ray asintió lentamente — ¿cómo en ese programa, la ley y el orden?

Ray hubiera sonreído de lo tierno que se vio al preguntar eso, si no fuera porque la situación no era nada dulce.

—Sí, Henry, como en la ley y el orden.

—Pero puedo negarme ¿no?, tú vas a evitar que eso no pase... ¿verdad?

Ray miró esos ojos chocolate que suplicaban que le diera una respuesta positiva y se sintió la peor persona del mundo al tener que decirle que no, que le había fallado y que esta vez no iba a poder ayudarlo. Acercó su mano y tomó la nerviosa de Henry.

—Hen, hay unos cargos en tu contra y si no testificas puede que vayas a prisión.

Henry abrió los ojos y del asombro soltó la mano de Ray.

—¿Cargos?, ¿de qué estás —Henry detuvo abruptamente su hablar, después soltó una pequeña risa seca —por supuesto, ¿de qué son los cargos?, ¿prostitución, robo y posesión de drogas?

Ray lo miro estupefacto, sin saber cómo es que Henry tenía conocimiento de eso. Lentamente, asintió, Henry volvió a reírse y recargo su cabeza en el asiento. Ray estaba algo perdido por el repentino cambio en Henry.

—Escucha Hen, tengo un excelente abogado y hablaré con él para corroborar todo esto y así —detuvo lentamente su hablar al notar que Henry seguía con su sonrisa triste, negando levemente con su cabeza.

—No podrás hacer nada, todos esos cargos son reales —murmuró en voz baja antes de mirar hacia la ventana para continuar con su relato. —Hice un par de cosas en el pasado, cosas malas. Para sobrevivir tenía que buscar dinero de donde sea, en el muelle de la ciudad haces mucho si eres lo suficientemente atractivo para los hombres, pagan lo que sea por algo de satisfacción. Pero a veces robaba cuando no quería hacer esas cosas. Después de conocer a Ganzel me alejé de los muelles y comencé a hacer el trabajo sucio para él, entregaba paquetes de drogas... yo era la paga después. La policía me detuvo muchas veces, pero nunca fui a prisión,  ¿saber por qué no lo hice? —finalmente miró a Ray, su mirada perdida y sus ojos llenos de lágrimas. —No lo hice porque Ganzel es el maldito dueño de todas las comisarías de esta ciudad y hace con ellas lo que le dé la gana. Antes me "protegía" pero ahora que ya no soy su zorra, no tiene nada que proteger.

Ray tragó saliva, sintiendo las ganas de llorar mientras escuchaba a Henry hablar. ¿Cómo es posible que este ser tan hermoso sufriera tanto? ¿Cómo es que posible que alguien pudiera y deseara hacerle tanto daño?

—¿Me odias ahora? ¿Te diste cuenta de que has estado con un prostituto todo este tiempo?.

—No hables así de ti, eso no es lo que eres. Y por supuesto que no te odio, jamás pienses eso —acercó su mano hacia la mejilla de Henry y limpio un par de lágrimas que caían —Y voy a hacer lo que sea para detener todo esto -

—Quiero ver a Ganzel.

Ray se detuvo en seco al escuchar lo que Henry había soltado, lo miró de forma incrédula, sorprendiéndose de la furia que de repente había entrado en el cuerpo de Henry. Podía incluso verla en su mirada.

—¿Estás loco?, no te voy a permitir eso.

—Necesito verlo, necesito hablar con él y que me diga por qué está haciéndome esto, por qué sigue torturándome. ¿¡Que no tuvo suficiente con todo lo que me hizo estos años!?.

Ray lo miró con tristeza, intentó acercarse un poco más, pero Henry se alejó, casi pegándose a la puerta. Entendido que Henry no quería que lo tocaran, entonces, en voz baja, intentó hacerle entender que era una locura lo que le estaba pidiendo.

—Hen, no puedes ver a Ganzel, la víctima no-

—¡NO SOY UNA VÍCTIMA! —Gritó al mismo tiempo que impactaba su puño fuertemente contra la guantera de auto frente a él.

—¡Henry!

Ray rápidamente sacó un paño de su bolsillo y sostuvo la mano del rubio, la cual sangraba por los nudillos. Con su brazo rodeó a Henry y lo abrazó, este lloraba desconsoladamente y balbuceaba palabras que Ray no lograba entender.

Lo sostuvo en sus brazos por un rato mientras observaba la mano ahora rojiza y llena de sangre de Henry. Como pudo la reviso, limpiando con la tela la zona herida, temía que se hubiera roto algún hueso. Mientras tanto, Henry seguía llorando, perdido en alguna parte de su mente sin inmutarse al dolor en su mano. Estuvieron así por un largo tiempo hasta que Henry logró calmarse lo suficiente como para separarse de Ray y dejar que condujera a casa.

Ray iba manejando lentamente, de reojo miraba al rubio, sostenía su mano sana y dejaba besitos en ella cada que se detenía en su semáforo rojo. Henry mantenía su mirada en la ventana, su frente recargada a esta mientras leves lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. Ya no lloraba, pero estas no tenían intenciones de detenerse. El cielo ya estaba oscureciendo, el atardecer se dejaba ver y pronto la noche tomaría control de la ciudad. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se fueron? Miró a Henry, quien parecía no haberse dado cuenta de que habían llegado a su hogar, sostuvo su mano de nuevo y la apretó un poco.

—Tengo que hacerlo, ¿no es así? —Henry habló en voz baja, rompiendo el silencio que había dentro del auto. Su voz salió ronca por todo lo que había llorado —Tengo que testificar frente a un montón de personas desconocidas para que me juzguen mientras cuento mi historia y Ganzel estará ahí, viéndome, humillándome una vez más.

Ray apretó su mano de nuevo, intentando hacer que lo viera, pero Henry se limitaba a mirar por la ventana. Soltó un suspiro y decidió acariciar el dorso de su mano izquierda, la mano de derecha de Henry se mantenía en su regazo y se estremecía levemente cada vez que intentaba mover sus dedos. Ray era consciente de que ahora si podía sentir el dolor que había causado el fuerte golpe.

—Hen… si no quieres hacer esto, yo me encargaré de buscar una manera diferente de solucionar las cosas y hacer justicia por lo que ese bastardo te hizo.

Henry finalmente giró su rostro y miró a Ray; ojos rojos e hinchados llenos de lágrimas lo miraron con dolor, miedo y una pizca de rabia.

—¿Crees que puedes ganarle a Ganzel?, ¿hacer justicia? Ya perdimos Ray, él ganó, de nuevo.

Ray frunció el ceño ante esto. No podía permitir que Henry hablara de esa forma.

—No voy a dejar que eso pase, él no ha ganado y tampoco voy a dejar que te humille, yo estaré contigo en cada momento de este proceso. Sé que no pude prometerte que no verías a Ganzel de nuevo, pero te prometo que en esto no voy a dejarte, no soltaré tu mano, estaré contigo en cada paso. Estamos juntos en esto, amor.

Henry gimió y comenzó a llorar de nuevo, Ray lo atrajo hacia su cuerpo y lo acurrucó entre sus brazos, dejó varios besos en su frente antes de pegarlo más contra él, queriendo ocultarlo de todo y de todos para siempre. 

Chapter Text


Los siguientes días pasaron lentos. Henry volvió a ser el chico tímido, encerrándose en sí mismo. Hablaba poco, usaba solo su cabeza para asentir y negar cuando era necesario. Ray, por su parte, se mantenía al margen. Seguía cuidado a Henry, dándole todo su amor.

No tocaron más el tema del juicio. Ray les pidió al abogado y al sargento que le dieran un par de días más. Estos no se negaron, sabían bien que el capitán se enojaría si llegaban a declinar. Sin embargo, Ray sabía que en algún momento debía hacer mención al juicio. Aunque le doliera, Henry tenía que testificar y contar su historia.

Pero por el momento, dejaba que el tiempo se hiciera cargo de eso, esperando la ocasión adecuada. Sabía que Henry también pensaba en eso, las noches sin dormir y las pesadillas habían vuelto, Ray siempre estaba a su lado para consolarlo y cuidarlo, evitando a toda costa que llegará a lastimarse. Así eran sus días, silenciosos, lentos, pesados.

Ray revisaba la herida de Henry, está ya había cicatrizado, pronto irían con Leyla para que le diera el visto bueno al cuidado que Ray había estado haciendo con la herida y finalmente podrían quitarle las gasas.

—Se ve bastante bien —comentó mientras dejaba una nueva gasa sobre la leve cicatriz en la piel de Henry.

El rubio no hizo gesto algo, mantenía su cabeza gacha, esperando obediente a que Ray culminará. Eso era todo lo que había estado haciendo; guardaba silencio y en automático, se movía. Ray lo miró con algo de tristeza. Sin embargo, no se detuvo, intentaría al menos sacarle una sonrisa a su chico. Se levantó, quedando frente a él.

—¿Me dejas ver tu mano?.

Henry solo asintió, y alzó su mano lastimada. Ray la tomó con delicadeza, comenzando a quitar las pequeñas vendas en sus nudillos para después limpiarlos con un poco de algodón y alcohol. Solo lo hacía para quitar los raspones, Henry no se había roto ningún hueso después de ese golpe, para sorpresa de Ray.

—Oye, estaba pensando que podríamos ver una película más tarde. Tener una noche de cine, ¿qué dices? —propuso mientras pasaba el algodón por los nudillos rojizos. Miró de reojo a Henry, este seguía con su mirada puesta en el suelo. Soltó un pequeño suspiro y continuó con lo que hacía —Pensaba en hacer palomitas de caramelo, escuche que son muy buenas. Nunca las he probado, ¿tú si?

Henry, esta vez, se alzó de hombros, seguía sin dirigirle la mirada a Ray. El castaño no se lo tomo a mal y dejó de presionarlo. En silencio terminó de limpiarlo, colocó nuevas cintas en cada nudillo, culminando con una sonrisa. Después se dispuso a guardar los materiales que había usado en el botiquín de primeros auxilios. Henry solo asintió en agradecimiento y se dispuso a ayudarlo a guardar.

Ray tomó esa acción como algo bueno y no pudo evitar sonreír mientras lo veía. Sin embargo, en su mente comenzó a rondar un tema que había dejado de lado, pero que irónicamente siempre se paseaba por sus pensamientos, y no, no hablaba del juicio.

—Oye, Hen...

Henry lo miró, por primera vez en todo el día, sus ojos chocolates conectaron con los suyos. Ray no pudo evitar sentirse mal, al saber lo que iba a decirle.

—Yo... Hay algo que tengo que comentarte... algo que quiero proponerte. —guardó silencio, esperando una respuesta de Henry, pero este seguía mirándolo con suma intensidad. Ray tragó saliva y decidió continuar. Se acercó hacia Henry y con lentitud lo tomó de los hombros, Henry ni se inmutó al toque. —Cuando estabas en el hospital, el doctor que te atendió, el doctor Adams, me sugirió que debías tomar terapia...

Henry frunció sus cejas, entrecerró sus ojos, sin entender.

—¿Por qué?... ¿estoy enfermo?.

—No, no, estás más que bien.

—Entonces debo estar loco, esas son las razones por la cual una persona va a terapia —soltó con algo de brusquedad, apartándose un poco del toque del mayor.

Ray soltó un suspiro, ya se esperaba esta actitud.

—Henry, a terapia puede ir cualquier persona, es una de las cosas más normales y sanas del mundo.

—Pues yo no lo necesito, estoy bien —soltó con irritación, mientras guardaba el paquete de gasas en el botiquín de primeros auxilios con brusquedad.

Ray lo miró con algo de pena y compasión, sabía que esto era difícil para él, pero no podía dar marcha atrás; ya saco el tema, ahora debía convencer a Henry de que esto era lo mejor.

—Hen... —se acercó de nuevo, esta vez a pasos lentos —el doctor lo recomendó, dijo que es lo mejor dado que acabas de vivir un evento traumático. Ir a terapia y hablar con alguien sobre esto, te ayudará a sanar, a superarlo.

Henry dejó lo que hacía, apoyó las manos en el mesón del lavabo, asimilando en su mente todo lo que Ray le decía.

—No lo quiero... no lo necesito, ya te tengo a ti. ¿Eso no es suficiente?

La mirada suplicante en Henry le decía que dijera que sí, que eso era lo único que necesitaba. Pero la verdad era otra, Ray no podía resolver su trauma, por mucho que quisiera y eso, le dolía. Cortó los breves pasos que faltaban para llegar a Henry y de nuevo, lo tomó en brazos.

—Como desearía que así fuera, Hen. Pero no puedo solucionar las cosas con simples besos y abrazos. Necesitas hablar con alguien, Henry, alguien profesional que pueda ayudarte con esto, con lo que paso y esa persona no soy yo.

Henry comenzó a negar, sus ojos llenándose de un mar de lágrimas.

—No puedo hacerlo... no quiero, no puedo hablar de esto...

—Hen...

Henry se apartó bruscamente de Ray, caminando hacia el otro extremo del baño.

—¡NO PUEDO! ¿¡POR QUÉ ESTÁS HACIÉNDOME ESTO!? —exclamó con furia, dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas.

—Hen, yo solo quiero lo mejor para ti...

Henry seguía en negación, moviendo su cabeza con frenesí mientras caminaba con desespero de un lado a otro.

—Quieres que repita una y otra vez todo lo que viví, quieres que lo hable frente a un montón de personas que no conozco, con los detectives ¿Ahora quieres que vaya con un desconocido y le cuente sobre cómo me violaron, solo porque piensas que eso me ayudará a sentirme mejor? —soltó con desprecio y algo de ironía, riéndose sin gracia. Ray guardó silencio, dejó que hablará, que soltara todo su sentir.  —Esto es un complot... —susurró el rubio, deteniéndose. Su mirada, ahora pérdida, desbordaba lágrimas —esto es obra de Ganzel, ¿no? Siempre está buscando la forma de humillarme, de torturarme.

Ray se enojó al verlo así, pero no con Henry, sino con el malnacido de Ganzel. Se acercó de nuevo al rubio y lo rodeó con sus brazos.

—Amor...

—¿Por qué no me deja en paz? —preguntó, llorando finalmente en los brazos de Ray, quien lo sostuvo con fuerza entre sus brazos, dejando que recargara su rostro contra su pecho.

—Henry, mi vida, no es así —con suavidad lo tomó del rostro y lo apartó un poco para poder verlo —Quiero que vayas a terapia para que mejores, para que vuelvas a dormir por las noches, para que seas feliz. No tiene nada que ver con ese maldito, no quiero que vivas ese trauma de nuevo, quiero que sanes. Esto es para ti y solo para ti.

—Pero ya soy feliz... contigo.

Ray lo miró con dulzura, una sonrisa triste se dejó ver en sus labios. Lentamente con sus dedos limpió sus lágrimas.

—Estoy bien, Ray. No necesito esto.

La sonrisa del castaño solo se volvió más triste, ¿cómo le explicaba a Henry que despertarse en las noches, gritando y llorando, arañándose los brazos, gimiendo del dolor, era estar bien?. No había forma de hacerlo ver de una manera en que terminara lastimándolo. Entonces, decidió hablar con gestos, acerco sus labios hacia la frente de Henry y depósito un suave beso.

—Quiero que pienses en la terapia, ¿bien? Y recuerda que es para ti, lo que menos quiero es que vuelvas a sufrir.

—Yo no sé qué hacer...

—Toma todo el tiempo que necesites para decidir, piénsalo con calma.

Henry bajó la mirada, observando sus pies descalzos. ¿Por qué Ray le estaba pidiendo esto?. ¿Por qué no lo obligaba como hacían todos? Que dé la orden, seguir reglas es para lo que fue moldeado.

—No puedo elegir... —alzó la mirada de nuevo conectando sus ojos con los azules de Ray —no puedo. Tú dime que hacer y yo lo haré, te obedeceré, es así como funciona.

A Ray se le rompió el corazón de solo escuchar esas simples palabras. "Te obedeceré" así lo había manipulado Ganzel, le había quitado el derecho al libre albedrío, a pensar por su cuenta... a ser libre, un ser humano. Llenó de rabia y dolor, envolvió a Henry de nuevo en sus brazos, presionándolo con fuerza, pero sin llegar a lastimarlo.

—Así no es como funciona, amor. Tienes la oportunidad de decidir lo que quieras hacer con tu vida. Es tu elección y nadie tiene el derecho a quitártela.

Lo que ese hombre le hizo, hacerle pensar a Henry que debía obedecerlo, seguir órdenes... Ray no quería ni pensar en las cosas que Henry se vio obligado a hacer, solo por el temor de que si no le obedecía, moriría.

Henry se apartó un poco, asomando su rostro por sobre sus brazos, Ray sintió que observaba a un pequeño, un niño perdido en este inmenso mundo. A Henry le habían arrebatado muchas cosas y Ray no deseaba más que vengarse de todos aquellos que por mero placer le arruinaron la vida al ser más puro que alguna vez haya conocido.

—¿Puedo pensarlo por un largo tiempo?.

Ray simplemente asintió, quitando un mechón de cabello rubio que caía por la frente de Henry.

—¿Y vas a respetar si mi respuesta sigue siendo que no?

Eso lo agarró desprevenido, si bien no quería obligar a Henry a realizar algo que no quisiera, sabía que ir a terapia era necesario, quiera o no quiera. Lo que más deseaba es que el rubio aceptara, pero no podía romper su confianza. Si le había dicho que nadie tenía derecho a quitarle sus decisiones, entonces sería el primero en cumplir, después de todo, eran sus propias palabras.

—Está bien...

Henry sonrió por eso y se apartó de sus brazos.

—También... ¿podemos saltarnos la noche de películas y simplemente ir a dormir?.

—Por supuesto —esta vez respondió con sinceridad. Henry volvió a sonreírle antes de retirarse de la habitación.

Ray dejó escapar un suspiro. Dejaría pasar los días, mientras pensaría en un plan de solución en caso de que Henry se negara de nuevo a la terapia.

Pero mientras tanto, se encargaría de otro problema, que aunque quisiera, no podía dejar de lado. El juicio. Pronto Henry tendría que volver a la comisaria, esta vez, a dar su declaración, era algo inminente que por más que quisieran evitar, no podían. Henry terminó resignándose a que esto era algo que debía hacer, así que sin más, accedió.

Era la tarde de un jueves cuando se presentaron en la comisaria, Henry estuvo ansioso en todo el camino, los dedos de sus manos y pies no dejaban de moverse con frenesí, su vista fija en la ventana, observando las calles. Ray, vestido con su traje de capitán man, lo observaba de reojo mientras conducía.

Cuando llegaron a la infraestructura de ladrillos, Henry no pudo evitar sentir las miradas en ellos. Ray iba rodeándolo por el hombro de forma protectora, pero aun así, Henry se sentía inseguro, desprotegido. No habían llegado a medio camino cuando se detuvo en seco, de repente comenzó a sentirse nervioso, más de lo que ya estaba.

—Hen...

Sintió la mirada preocupada de Ray detrás de su antifaz, esos ojos lo miraban intensamente, esperando que dijera lo que estaba mal. Henry movió su boca para hablar, pero de esta nada salió. Se había quedado estático, temeroso de lo que vendría al pasar el umbral. Ray —aun rodándolo por los hombros —lo apartó con cuidado, llevándolo a un rincón para que nadie pudiera escucharlos.

—¿Estás bien?

—Yo, solo… —miró por encima del hombro del Ray, podía visualizar a los detectives y al abogado, claramente esperándolos —Quiero que me dejes a mí hacerme cargo de la situación, sé cómo tratar con la policía. Sé que piensas que soy débil, pero no lo soy y-

—Oye —Ray lo interrumpió de forma casi abrupta —Jamás he pensado eso de ti, yo creo y puedo afirmar que eres la persona más fuerte que he conocido.

Henry desvió la mirada, no podía confirmar si las palabras de Ray eran verdaderas o si las decía por lástima.

—Solo... déjame hacer esto a mí ¿bien? —habló en voz baja, aun sin mirarle.

—Por supuesto —Ray respondió con un tono de voz dulce. Se acercó hacia Henry, cortando la breve brecha que los separaba y beso su frente, pegándolo un poco a su cuerpo. Henry se alejó de su toque y miró hacia los lados, temiendo que alguien pudiera verlos de esa forma.

—No deberías ser tan cariñoso conmigo en público —murmuro mientras metía las manos en los bolsillos de su suéter, algo cohibido. No era que él no lo quisiera, pero sabía que las personas hablaban... juzgaban. Y Ray, un superhéroe, también era una celebridad, no quería que se metiera en problemas.

—No me importa eso —habló el castaño, como si le hubiera leído la mente. —Eres mi novio y voy a darte todas las muestras de cariño que sea, incluso en público, más cuando estés mal.

Henry bajó la mirada, seguía mirando hacia los lados, queriendo huir de ese lugar. Ray le dio un abrazo y esta vez se dejó llevar por su toque, lo necesitaba.

Después se separaron y retomaron su caminar, llegando hacia los detectives. La detective Rogers fue la primera en saludar, dándole a Henry una cálida sonrisa, ella sabía lo difícil que era para el rubio estar aquí. Los demás mantenían su discreción, evitando a toca costa toparse con la mirada frívola que el capitán man les daba, Blake fue el único se acercó a saludarlo, dándole una palmadita en su hombro.

La detective Rogers los condujo hacia la sala de interrogatorio. Ray ya la conocía, había irrumpido en ella cuando Henry seguía desaparecido, Kevin Richie había estado en esta habitación.

—En un momento los atenderemos.

Henry no perdió la oportunidad de pasearse por la habitación mientras estaban solos. Caminaba con lentitud alrededor de la mesa, su vista giraba en todos lados, queriendo capturar cada detalle del lugar.

—Jamás había estado en una sala de interrogatorio tan bonita —murmuró, tocando la fina madera de caoba.

Aún recordaba aquellas salas grises de interrogatorio, tan pequeñas, con solo una mesa de hierro y sillas heladas. Esta era todo lo contrario, la mesa era elegante, las sillas se veían tan suaves a simple vista que Henry ya podía sentir el acolchonado en su trasero. Había ventanales cubiertos por una cortina de color marrón, incluso había sillones, un pequeño televisor y una pequeña mesa de centro, como si en algún momento fueran a sentarse a tomar té.

—Supongo que ahora que soy especial, merezco un trato especial —soltó un bufido, mirando hacia el "espejo" colocando en la pared frente a la mesa. La puerta se abrió de nuevo, la detective entro de nuevo junto con el abogado Martínez.

—Henry, que gusto me da verte —dijo el abogado, acercándose al rubio con una leve sonrisa, estiró su mano a modo de saludo.

Henry no hizo gesto alguno, tampoco estrecho su mano. Todavía no lograba confiar en ese hombre, de hecho, era difícil para el confiar en la más mínima persona. El abogado pareció entenderlo y no lo culpó mientras bajaba su mano.

—¿Por qué no nos sentamos? —hizo un ademán hacia la mesa.

Henry y Ray se sentaron con la vista frente a la ventana, el abogado y la detective de espaldas a ella.

—Sé que venir aquí ha de ser muy difícil, así que quiero que sepas que estás en confianza con nosotros.

—No soy idiota, sé que hay más personas aquí escuchándolos —Henry señaló hacia el "espejo". El abogado Martínez miró el espejo de reojo.

—Chico listo... En fin, vamos a lo que has venido.

—Antes de eso...

El abogado detuvo sus movimientos en la carpeta y miró hacia el rubio.

—Me gustaría confirmar mis intereses primero, llegar a un acuerdo. —el abogado hizo un ademán con su mano para que prosiguiera —Sé que hay cargos en mi contra, quiero que estos se eliminen, independientemente de si esta farsa sale bien o no, quiero que todo mi historial criminal se borre del sistema para siempre, como si nunca hubiera existido. Voy a ayudarlos a ustedes, ustedes me ayudarán a mí.

Ray miró a Henry con asombro y admiración. Ya sabía que Henry era fuerte, pero verlo en acción, hablándole al abogado de esa forma tan altanera, sin una pizca de miedo, lo llenaba de orgullo.

—Por supuesto que así será, Henry. Y créeme, nada de esto es una farsa.

Henry asintió de forma leve, aflojando un poco la tensión en sus hombros.

 —Bien, ¿qué es lo que quieres saber?

—Bueno, nos gustaría saber más sobre tu historia con Ganzel.

—¿Qué quieren saber? ¿La primera vez que me violó o la última? Tengo un largo repertorio. —Henry lo soltó como si fuera la cosa más normal del mundo.

El abogado y la detective se miraron entre sí, sintiendo un poco de pena y lástima por tener que arrojar al rubio en esto una vez más.

—¿Qué tal si nos cuentas cuando comenzó?

—Cuando comenzó... —Henry movió los dedos de sus manos en la mesa, alzó la mirada hacia el techo, hacía muecas con su boca, como si estuviera pensando. Después dejó caer su espalda en la silla, desganado, seguía jugando con los dedos de sus manos, sin mirar a ningún de los presentes. —Tenía 15 años, la primera que Ganzel Richie me violó. Paso unos meses después de que me acogiera en su casa, de que me "salvará de las calles". Recuerdo estar en mi habitación, la habitación que él me había dado. Estaba listo para irme a dormir cuando Ganzel entró... Lo dejé pasar, pues confiaba en él, siempre tenía la costumbre de ir a mi habitación para desearle buenas noches... —sus ojos comenzaron a aguarse, estaba seguro de que no iba a poder continuar. Sintió la mano de Ray agarrar la suya, dándole un suave apretó. En ese momento, Henry recordó que no estaba solo, que Ray estaba a su lado, lo miró y le sonrió, sintiendo fuerzas para continuar —pensé que había entrado para eso, qué equivocado estaba —bajó la mirada, observando la mano de Ray sujetando la suya. 

—¿Qué paso después? —preguntó Rogers en voz baja, demasiado que de no ser porque estaban cerca, Henry no la hubiera escuchado. El rubio se tomó unos segundos para responder.

—Ganzel entró a mi habitación, me saludo como solía hacer, luego se acercó a mí... comenzó a tocarme, su mano estaba en mi cintura... yo lo deje... me empujó a la cama y se subió encima de mí... yo estaba confundido, nunca había hecho algo como eso, le pregunte que hacía, le pedí que se bajara, no me sentía cómodo... Cuando sus manos bajaron hasta mi pantalón y comenzó a quitármelo, supe lo que pasaría. Intente detenerlo, forcejear un poco, pero Ganzel siempre fue fuerte. Me apresó contra la cama, me golpeó cuando intente escapar, dijo que iba a matarme si me movía de nuevo. Yo quedé en blanco, comencé a llorar cuando me bajo por completo los pantalones y los calzoncillos, yo... me quedé estático, él estaba tocándome por todos lados, usando su boca y yo simplemente lloraba y le suplicaba que parara, él no lo hizo y me violó.

La sala quedó en silencio, Henry se mordía el labio para no soltar un sollozo, los recuerdos volvían a su mente de forma abrupta, chocaban entre sí, haciéndolo estremecer, haciendo que su corazón doliera de nuevo. Fue como abrir una herida que pensó, estaba cerrada, pero la verdad es que, no estaba cerrada, nunca lo estuvo. Cerró sus ojos por un segundo y vio a Ganzel de nuevo, encima de él, también se vio a sí mismo, a su yo más pequeño, llorando y suplicando piedad. Abrió los ojos cuando sintió el toque de Ray a su lado. Lo miró, el castaño tenía sus ojos azules cristalinos, aguantando las lágrimas. Henry vio en ellos algo de rabia y supo que Ray se estaba conteniendo para no levantar e ir tras Ganzel y vengarse el mismo. Henry giró la mirada hacia los detectives y continuó, aún no había terminado.

—Cuando Ganzel acabo me dijo "¿por qué lloras? Esto es lo que hacen las zorras como tú". Luego se fue, yo me quedé en la habitación, llorando, abrazándome a mí mismo, deseando que todo hubiera sido una mentira, una pesadilla. Pero la verdad es que esa noche, conocí finalmente al verdadero Ganzel Richie.

—¿Intentaste huir después de eso?

Henry soltó una risa sin gracia, ante esa acción, pequeñas lágrimas se le escaparon.

—Lo hice, pero no puedes escapar de alguien como Ganzel. Siempre encuentra una forma de atraparte de nuevo.

—¿Le hablaste a alguien sobre esto?, ¿sobre lo que Ganzel te hizo?

Henry volvió a reírse, negando con su cabeza.

—¿Alguien iba a creerme? ¿Alguien iba a creer que Ganzel Richie me violó? No, era un pobre niño de la calle, me prostituía para ganar dinero, nadie iba a creerle a un prostituto —se detuvo cuando sintió el fuerte apretón de Ray en su mano, sabía que el castaño estaba tenso, aguantando toda su rabia. Henry suavizó el agarre. —Además, soy hombre, ¿no se supone que debemos ser fuertes y darnos a respetar? No hay debilidad en la hombría... así que eso hice, por tres años, fui fuerte, sobreviví. Sobreviví a Ganzel y a todo aquel que abuso de mí.

—¿Hubo otros que abusaron de ti?

Henry asintió de forma leve.

—Muchos, Ganzel me obligaba a tener sexo con muchos hombres. Yo pensé que había terminado de estar en las calles, pero Ganzel me llevó de nuevo, me obligaba a prostituirme al igual que lo hizo con otras chicas y chicos... pero yo era su "chico especial" y poco tiempo después de tenerme en la calle, se volvió más posesivo conmigo. Él decía que yo era muy valioso, que merecía algo mucho mejor que un par de billetes. Así que me encerró en su mansión, en una habitación diferente a la que me había dado al principio, esta era más como una celda, incluso me tenía esposado como si fuera un animal. Llevaba a los hombres allá, dejándome a la suerte con esos corpulentos mastodontes. Ellos hacían lo que quisieran conmigo, pagaban para abusar de mí y Ganzel cobraba... Jamás vi ese dinero. Una vez entró a la habitación una mujer... incluso ella me violó. Yo que pensaba que esa sería mi oportunidad de escapar, las mujeres suelen tener el corazón más blando, pero ella no, ella y un hombre, creo era su esposo me violaron, ella veía como él abusaba de mí, supongo que es alguna clase de fetiche...

Ray se sintió asqueado al escuchar todas esas cosas que Henry contaba, a su vez se sentía impotente, lleno de furia. ¿Qué diablos estaba haciendo que se tardó tres malditos años en encontrar a Henry? ¿Dónde había estado mientras Henry sufría? Sea como sea, nunca iba a perdonarse por eso.

Martínez y Rogers, por su parte, escuchaban el relato con dolencia, en sus rostros mantenían una expresión neutra, pero por dentro, estaban atónitos y asombrados.

—¿Conoces los nombres de esas personas? Eso nos podría ayudar mucho.

—Ganzel nunca decía sus nombres en mi presencia, prefería cuidar a sus clientes antes que a mí.

Rogers asintió, sin querer presionar más.

—¿Ganzel siempre te tenía encerrado en esa habitación? —preguntó entonces, mientras anotaba en su libreta.

—A veces me dejaba salir... pero nunca solo, siempre iba con alguno de sus guardaespaldas. Me dejaba pasear por la mansión, iba al sofá y miraba la televisión —de reojo miró a Ray, recordando todas las veces que lo veía en las noticias, añorando que viniera a salvarlo. Quien diría que unos años después, estaría a su lado, sosteniendo su mano.

—¿Qué paso después?

Henry guardó silencio unos segundos, entre los que se recuperaba de los recuerdos. El abogado y la detective le dieron su tiempo. Unos minutos más tarde soltó un suspiro y habló.

—Después crecí, cumplir 18 y dejé de gustarle a Ganzel. Deje de ser un niño y me convertí en un adulto. Ganzel me vendió a unos de sus mejores clientes, Dante. Esa fue su forma de deshacerse de mí. Dante es peor que Ganzel, dejaba que sus guardias hicieran lo que quisieran conmigo, me trataba como un muñeco de trapo. Cuando Capitán Man me rescato estaba con uno de ellos, quienes tenían la orden de traficar un par de drogas... yo estaba ahí como su juguete de satisfacción... —murmuró y miró al castaño. Ray llevó su brazo hacia el hombro de Henry y lo rodeó atrayéndolo hacia él lo más cerca que podía.

—Tenemos conocimiento de eso, el oficial Blake nos dio su informe policial —el abogado movió varias de las carpetas que tenía sobre la mesa, tomó una con el sobre amarillo y comenzó a leerla —Acá dice que esos eventos ocurrieron hace casi 6 meses... paso mucho tiempo antes del secuestro y la violación.

—Supongo que Ganzel no sabía que Capitán Man me había rescatado, la última vez que supe de él, se había ido del país.

—Creemos que esa fue la razón por la cual Ganzel volvió a dar contigo.

—Esto no es culpa de ra... Capitán man —habló tan rápido que por poco y revela el nombre del castaño. Sintió a Ray a su lado, acariciando su hombro.

—No decimos eso, pero no creemos que Ganzel haya esto hecho solo porque-

—Créame, Ganzel es capaz de hacer algo solo porque sí. —Henry interrumpió al abogado — Él es un psicópata, hace lo que le da la gana solo por mero placer, pero... quizás tenga razón… Él se puso furioso cuando se enteró de que estaba con Capitán man. Enloqueció, soy su chico especial y siempre lo seré. Así que me llevó de vuelta a la mansión, de vuelta a esa habitación y me violó, me hizo recordar a quien pertenezco. Esto no era una venganza contra Capitán man, era una venganza contra mí por desobedecerlo. —se miró en el reflejo del espejo sobre los hombros del abogado y la detective. Su mirada estaba pérdida, sus pupilas inyectadas de sangre, conteniendo todas las lágrimas y el llanto —Él y su hermano, me violaron, me dejaron bien en claro quiénes son los que mandan.

—¿Su hermano?, ¿Kevin Richie?

Henry miró a la detective con incredulidad, como si fuera estúpido.

—Sí, Ganzel y Kevin, me violaron al mismo tiempo, los dos, ¡me drogaron y me violaron! —soltó con rabia, dejando que las lágrimas comenzarán a caer. Bajó la mirada, acurrucándose en la silla. Ray no tardó en envolverlo por completo en sus brazos, lo apretó contra su pecho, ocultándolo de los presentes en un intento de protegerlo de las miradas.

—Creo que ya tienen suficiente información —Ray habló por primera vez, su voz gruesa y firme retumbó en su pecho, lo que hizo que Henry, recostado en él, se estremecieron un poco.

—Sí, pero antes quisiéramos que Henry... —la mirada que le lanzó el Capitán hizo que el abogado dejara de hablar.

—Está bien... —Henry se apartó de los brazos del castaño, se limpió las lágrimas y luego miró a Ray, asegurándole que podía con esto. Después miró al abogado y espero a que este continuara. El abogado tardó unos segundos en reaccionar, todavía mirando al capitán con cautela. Sin embargo, cuando supo que el hombre estaba tranquilo, se aclaró la garganta y se enfocó de nuevo en Henry.

—Mientras estábamos en tu búsqueda, encontramos a un grupo de niños. Ganzel los tenía encerrados en una de sus instalaciones —el abogado deslizó una Tablet por la mesa hacia Henry —localizamos a algunos, pero nos gustaría que miraras sus fotos para ver si tú puedes reconocer a los demás.

Henry asintió lentamente y tomó la Tablet con sus manos y con su dedo comenzó a deslizar, observando y detallando cada foto. Eran niños, no estaba sorprendido, todos de entre 13 y 15 años, la edad favorita de Ganzel. Estos se veían tan jóvenes y pequeños que Henry podía asegurar que no habían comido en días, estaban deshidratados.

—No conozco a ninguno —murmuró mientras pasaba el dedo por la pantalla, acariciando el rostro de uno de los niños; este tenía ojeras, estaba pálido, y demacrado —Son muy jóvenes...

—Está bien, Henry. Te aseguró que no descansaremos hasta encontrar a sus padres o un lugar seguro para darles.

Henry esperaba que fuera lo primero, no confiaba en los lugares de acogida.

—Quizás puedan buscar en la frontera, donde esperan las personas inmigrantes para poder entrar al país —Henry alzó la mirada, expresando frustración, no recordaba el nombre del lugar, pero el asentamiento de la detective le dijo que sabía de lo que hablaba —Ganzel suele ir ahí, lo acompañe un par de veces. Él les promete a las madres de esos niños que les darán una buena vida, un lugar mejor. Ellas les crecen, desesperadas porque sus hijos salgan de ese lugar —Henry tragó saliva, recordando a esas madres y a sus niños inocentes, pensando que iban a un sitio bueno cuando Ganzel los acogía. Él observaba todo y no decía nada, aun cuando quisiera, pero sabía que el mínimo intento de valentía, de heroísmo, le costaría una bala en la cabeza.

—Esa es información muy útil, Henry.

Henry asintió y continuó mirando las fotografías hasta que sus ojos se toparon con un rostro, uno muy familiar; Dimitra. Sus sentidos de alerta rápidamente se activaron.

—Esperen... ¿qué hace ella aquí? —Henry alzó la Tablet mostrándole la foto a la detective y al abogado.

—¿La conoces?

—¡Por supuesto que la conozco! Era... Es mi amiga... ¿Ella está bien? —esta vez miró a Ray, buscando respuestas. Pero antes de que este pudiera responder, el abogado se le adelantó.

—Tu amiga está bien, la tenemos en custodia por ahora.

Henry giró su rostro hacia el abogado, tan rápido que sintió algo de dolor en su cuello.

—¿En custodia?, ¿por qué está en custodia?

—Tiene algunos cargos, además la necesitamos para el juicio, debimos retenerla para que no se escapara y conociendo su historial criminal es algo que haría.

—¿¡Qué demonios!? —exclamó levantándose de golpe, luego miró a Ray con furia —¿Tú sabías esto y no me dijiste nada?

—Henry... —Ray comenzó a levantarse de su silla de forma lenta.

—¿Hiciste algo para ayudar a mi amiga o simplemente miraste como se la llevaban a la cárcel? —expreso con enojo, alejándose de forma inconsciente del castaño.

—Henry… —Ray intentó acercarse, pero el rubio se alejó. Estaba eufórico y molesto.

La detective y el abogado se levantaron también, para intentar calmar la situación.

—Henry, podemos asegurarte que el capitán hizo su parte, pero nosotros necesitábamos a Dimitra en custodia, es un testigo importante.

Henry seguía negando con su cabeza, moviéndose de un lado a otro.

—¿Por qué le están haciendo esto a ella? ¿Por qué la tienen en prisión como si fuera una criminal? Ella es como yo, paso por mucho también. No es justo que esté en la cárcel y Ganzel esté en su mansión como si nada —soltó, con la rabia y el dolor recorriendo su sistema. No podía creer que le hubieran hecho eso a su amiga, tampoco que Ray le hubiera ocultado esa información.

—Era necesario hacerlo, Henry —fue todo lo que dijo el abogado, el rubio soltó un bufido en desaprobación.

—¿Me hubieran hecho lo mismo a mí de no estar con capitán man? —el silencio de ambos fue suficiente respuesta para Henry —Bien, entonces háganlo. Arréstenme.

—Henry —Ray fue el primero en hablar, un llamado de atención para que dejara de hablar.

—No voy a seguir ayudando, -dijo el rubio, ignorando a Ray y mirando al abogado con dureza —no voy a testificar, si mi amiga está en la cárcel por lo mismo que yo, entonces tendrán que arrestarme junto a ella.

Chapter Text


Ray se había mantenido en silencio en toda la conversación, respetando a Henry en su decisión de que se hiciera cargo. Lo sostenía de la mano y le daba consuelo cada que lo necesitara, pero lo que más quería hacer era tomarlo en brazos, sacarlo de ese lugar y llevarlo a casa.

Sentía impotencia por no poder encargarse de esto por su cuenta, por no poder ayudar a Henry más de lo que podía. Para él, estar sentado a su lado no era suficiente, quería hacer más. Sin embargo, eso era todo lo que podía hacer.

Entonces se contuvo, guardó la calma y escuchó el relato que su rubio novio contaba. Cuanto le dolía el corazón al escuchar esas cosas horrendas salir de los labios de Henry y cuan mal se sentía por no haber podido ayudarlo, rescatarlo en su momento. Pero ya nada podía hacer, lo hecho, hecho está.

Sin embargo, no pudo evitar preocuparse cuando la mención de Dimitra salió a la luz, Henry se alteró —como espero que hiciera — Él mantuvo la calma, ya después le explicaría. Pero Henry comenzaba a enojarse.

"Entonces tendrán que arrastrarme junto a ella" había dicho y Ray sabía que estaba cometiendo una locura, hablando sin pensar. Aunque no estaba sorprendido. Henry siempre pensaba en los demás antes que en sí mismo, prefería salvar a su amiga, antes que salvarse él.

— Henry, será mejor que no compliques las cosas —habló el abogado. Ray le lanzó una mirada de advertencia.

— Ella no se merece esto.

— Te aseguramos que ella está bien y saldrá libre tan pronto como cumpla su parte del trato —esta vez, habló la detective, queriendo mantener la calma.

Henry quería creer en su palabra, pero era demasiado difícil para el confiar en la policía. Además, conocía la prisión, conocía todo lo que se hacía en ella y si bien las mujeres no eran como los hombres, Henry no podía evitar temer por su amiga, cualquier cosa podría pasarle.

—¿Al menos puedo verla?

—Por supuesto que si —habló Ray antes de que el abogado pudiera responder —estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo para ver a tu amiga —Ray les lanzó una mirada a ambos, que bien decía que no podían negarse.

El abogado y la detective se miraron entre sí, sin saber qué decirle. Por lo general eso era imposible, puesto que los testigos de un mismo caso no deben interactuar, pero Capitán Man se los estaba poniendo difícil.

—Supongo que podemos hacerlo —respondió a regañadientes el abogado. Henry sonrió de forma leve y les agradeció en voz baja. Con esto, la charla terminó, el abogado recogió sus cosas, Henry y Ray procedieron a retirarse de la sala.

—Hen...

—Ahora no —ya se le había pasado el enojo, pero no quería hablar de esto en un lugar tan público.

Ray entendió y asintió. Salieron de la sala de interrogatorios rumbo a la salida, ya no tenían más nada que hacer aquí. Ray solo quería llevarse a Henry a casa. Pero en eso, el rubio escucho un llamado, haciendo que se girará para buscar la voz que decía su nombre.

—Bose —dejó escapar el nombre del pequeño cuando lo vio corriendo hacia él. Rápido abrió sus brazos, esperando un abrazo por parte del niño. Ahí, Henry se dio cuenta de que  era casi o igual de alto que él. Se separaron, regalándose una amistosa sonrisa.

—Henry, me alegra mucho verte.

—Lo mismo digo, pequeño ¿Qué estás haciendo aquí?

Bose se vio algo incómodo al escuchar eso, se apartó un poco del rubio y miró por encima de su hombro.

—Tenía que dar mi declaración, ya sabes... decir lo que me paso...

Henry frunció el ceño y en eso se percató que no sabía la verdadera razón por la cual Bose había estado hospitalizado en primer lugar. Sí, por Ganzel, pero Henry sabía que Ganzel aún no le había hecho nada. Miró a Ray de reojo, ya después le preguntaría.

—Estoy bien, Henry

La voz de Bose lo hizo volver a la realidad, dejando a sus pensamientos rebotar en su cabeza. Henry lo miró y lo tomó de los hombros.

—¿Quién te lastimó? ¿Fue Ganzel? ¿Él te hizo daño? —pregunta tras pregunta soltaba, moviendo un poco al pequeño de forma brusca.

—Hen...

Supo que era Ray a su lado, quien gentilmente le pedía que soltara al chico. Solo así se dio cuenta de que estaba actuando como un loco. Miró a Bose con vergüenza y se apartó.

—Lo siento... yo... —tragó saliva, sacudiendo su cabeza al mismo tiempo.

—Está bien —Bose le dijo, regalándole una sonrisa, después se puso serio —No puedo decirte que me paso, se supone que no debo hablar de eso.

Henry le lanzó una mirada al abogado, sabía que él le había dicho eso.

—Pues conmigo si puedes hablar —Henry lo tomó de la mano con suavidad y lo llevó a un lugar más privado, sentándolos en la primera banqueta libre que encontró. Ya estaban afuera del edificio.

—No fue nada, Henry. Capitán man llegó a tiempo y me salvó.

Henry miró a Ray, este hablaba con los padres del pequeño, quizás distrayéndolos para que ellos pudieran hablar. Miró de vuelta a Bose, no le creía nada, pero lo dejaría pasar.

—¿En serio estás bien?

Bose sonrió algo triste, sin embargo, asintió.

—Es algo difícil a veces, tengo estas pesadillas y mamá duerme conmigo ahora para asegurarse que no me haga daño mientras duermo. Los recuerdos siempre suelen llegar a la madrugada… Pero algunos días son mejores, no he vuelto a la escuela aún, pero mis amigos vienen a visitarme después de clases y eso me hace sentir mejor.

—Es bueno escuchar eso.

—También estoy yendo a terapia, así que voy mejorando poco a poco —se encogió de hombros. Henry, por su parte, se tensó al escuchar la mención de la terapia. Esa palabra había estado retumbando en su mente desde que Ray se la menciono. Aún no había decidido que quería hacer al respecto con eso.

—¿Estás yendo a terapia?.

—Sí... al principio fue difícil, me negaba a hablar con un extraño sobre lo que me paso, de hecho aún me cuesta hablarlo con mis padres o con los detectives… Pero mis padres insistieron en que era lo mejor y aunque no lo quería al principio, ahora me siento bien. Me gusta hablar con mi terapeuta, ella me ayuda y poco a poco muy superando lo que me paso.

Henry lo miraba con suma admiración, era tan joven y hablaba como si fuera todo un adulto. Ni parecía que había vivido un trauma hace un par de semanas.

—¿Y tú? ¿Cómo estás? —Bose le preguntó, sacándolo de nuevo de sus pensamientos. Tardo unos minutos en responder, jugando con las mangas de su suéter.

—Estoy bien...

Bose no le creyó, se acercó un poco más de lo que ya estaban y tomó su mano con suavidad.

—Lamento todo lo que has tenido que pasar, todo lo que Ganzel te hizo... sé que no hubiera reparado nada, pero me siento culpable, sé lo que él te hacía, podía escuchar tus gritos y llantos... no hice nada para salvarte.

—No —Henry lo interrumpió de golpe —Esa no era tu responsabilidad, tú no tenías que salvarme. Me alegro mucho de que no lo hayas siquiera intentado. —porque él conocía bien a Ganzel, si Bose hubiera interrumpido sus planes, quien sabe qué le hubiera hecho. Henry tomó al pequeño de los hombros y con una mano, limpió sus casi invisibles lágrimas.

—Suelo escuchar tus llantos en mis pesadillas…

El corazón de Henry se rompió ante esa confesión y aguantando el llanto, abrazo a Bose en un intento de protegerlo. Sintió su camisa humedecerse por las lágrimas del niño, pero eso no le importó, lo sostuvo en sus brazos, consolándolo. De alguna forma, ambos consolándose de ese terrible momento. Al separarse, Henry volvió a limpiar sus lágrimas.

—Pero ahora puedo ayudarte —habló el pequeño, retomando la conversación —Voy a testificar en el juicio, diré lo que Ganzel te hizo y haré justicia por ti.

La determinación en sus palabras llenó de orgullo a Henry. Bose solo tenía 13 años y ya hablaba como si hubiera vivido miles de vidas.

—No tienes que hacer eso...

—Pero quiero, por ti y quizás, por mí también.

Henry le sonrió y volvió a abrazarlo. Después de eso se levantaron y caminaron de vuelta hacia donde los tres adultos los esperaban. Henry saludó a los padres de Bose con una leve sonrisa, luego se despidió del pequeño, intercambiando número para mantenerse comunicados.


El camino hacia la capicueva fue bastante silencioso. Henry estaba cansado, toda esa adrenalina reviviendo sus memorias, activando su trauma de nuevo, le había pasado factura. Iba recostado en el asiento del copiloto, casi quedándose dormido mientras observaba las calles de Swellview. Quería dormitar un poco antes de llegar a casa, pero sus pensamientos se lo impedían.

Ray, por otro lado, le daba su espacio, entendiendo que esto para Henry había sido más difícil de lo que pensó. Ray decidió dejarlo tranquilo, esperando pacientemente a que fuera su novio quien se acercara. Cenaron junto con Schowz, quien fue discreto y no preguntó sobre el asunto. Sentados en el sillón miraban televisión mientras comían (evitando el canal de las noticias). La noche llegó y con eso, la hora de dormir. Ray se preparaba para la cama, colocándose su pijama cuando Henry entró en la habitación.

—Perdón, olvide tocar —expresó en medio de un sonrojo, apartando la mirada rápidamente.

Ray simplemente le sonrió.

—Está bien, tranquilo.

Henry solo asintió y terminó por entrar en la habitación, cerrando la puerta. Sin mirar a Ray, caminó hacia el armario para sacar la pila de almohadas que aún seguían usando para hacer el muro. Ray terminó de colocarse su pijama, luego en silencio ayudó a Henry a acomodar la pila de almohadas en el centro de la cama, haciendo el muro que los dividía al dormir.

—Ray.

—¿Mmm?

Henry detuvo sus movimientos y se sentó en la cama, Ray no tardo en estar a su lado, sosteniendo su mano.

—Lamento mucho la forma en que te trate en la comisaría...

Ray comenzó a negar con su cabeza y dijo:

—No hay nada de que disculparse.

—Claro que sí, estoy seguro de que hiciste lo que pudiste para ayudar a mi amiga y yo te acuse sin pensar.

Ray le sonrió con ternura, paso un brazo por el hombro de Henry y lo atrajo a su cuerpo.

—Está bien, tenías todo el derecho de reaccionar así. Te oculté información y eso no estuvo bien. Debo ser yo quien tiene que disculparse.

Henry se alejó un poco del brazo de Ray para poder mirarlo de forma correcta.

—¿Por qué me lo ocultaste en primer lugar? —no era que siguiera acusándolo, solo quería saber la verdad. Ray dejó escapar un suspiro antes de responder.

—Porque quería protegerte, ya tenías suficiente con todo lo que habías pasado como para que también estuvieras preocupado por tu amiga. Mi prioridad número uno siempre es y ha sido cuidarte, tu bienestar es lo único que está en mi mente.

Henry sonrió ante esto y se acercó para abrazarlo, abrazo que Ray no dudó en corresponder.

—Entiendo...

—Pero igual quiero que sepas que si estuve ayudando a tu amiga. Lo intenté, pero ella, ella es algo dura de roer. Dijo que no quería que un hombre vestido de traje colorido como payaso la ayudase —Ray chasqueo la lengua, recordando esos días con la rebelde castaña.

Henry, por el otro lado, abrió los ojos en grande. Casi se va para atrás del asombro. Esa Dimitra, pensó de forma recriminadora.

—Lo lamento mucho por mi amiga, no debió tratarte de esa forma.

—Está bien —Ray se alzó de hombros, no dándole importancia.

Henry le sonrió, aun sintiéndose apenado por la actitud de su amiga. Sin embargo, el abrazo que Ray le dio, lo tranquilizo un poco.

—Entonces... ¿Estamos bien? No me gusta discutir contigo.

—Lo estamos —y para confirmarlo, le dejó un dulce beso en sus labios —Ahora, vamos a dormir.

Por la madrugada, Henry volvió a tener pesadillas, despertó gritando y sin estar consciente del todo. Soñaba despierto, rememorando en su cabeza todos los recuerdos que hoy le obligaron a desenterrar. Ray no tardó en estar a su lado, apartó todas las almohadas y lo tomó en brazos, sujetándolo con fuerza pero sin dejar de ser suave. Henry peleaba, entre sueños lloraba, Ray le susurraba palabras tranquilizadoras, intentando despertarlo. Poco le importaba que Henry lo golpeara, después de todo era indestructible.

—Aquí estoy, Hen. Estás a salvo, solo es una pesadilla.

Como pudo, encendió la lámpara colocada en su mesita de noche, para darle algo de luz a la habitación. Después comenzó a realizar ejercicios de respiración en Henry, esperando que este los repitiera. Por suerte así fue, logrando calmarlo después de unos largos minutos.

Ray dejó escapar un suspiro cuando lo vio dormir de nuevo, había una expresión de dolor en su rostro; sus delgadas cejas, estaban fruncidas. Ray, con cuidado, limpió sus lágrimas y se acostó a su lado. Decidió dejar la luz de la lámpara encendida en caso de que otra pesadilla interrumpiera el dormir de su novio. Se quedó mirándolo, velando sus sueños hasta que él también se quedó dormido, esperando que pronto todo terminara.

Pero las cosas no eran así, y con el pasar de los días todo parecía empeorar.

En la comisaría, la detective Rogers se encontraba leyendo unos papeles sobre el caso cuando la especialista en análisis de ADN llegó al lugar. Esta, una mujer de tez morena y cabello ruloso se le acercó. Ambas se saludaron antes de sentarse y comenzar a conversar.

—Tengo los resultados del chico... —mencionó tiempo después. Se veía tensa, como si no quisiera hablar de esto —Lamento haber tardado tanto en traerlos, pero las paredes suelen escuchar... y hasta hablar.

Rogers comprendió a que se refería así que solo asintió.

—Está bien, ¿qué me traes? —preguntó, mirando con insistencia hacia la carpeta color beige que la mujer frente a ella sostenía.

—No sé si esto sean buenas noticias... —le entrego la carpeta. Natalia la tomó en sus manos y la abrió, comenzando a leer. —Henry tiene desgarros en sus partes internas, algunas viejas mal curadas y las más recientes.

—¿Qué hay del ADN en la prueba de violación? ¿Encontraste algo que nos ayude a identificar a Ganzel con la violación? —la detective alzó la mirada hacia la mujer.

—Sigue leyendo —fue su respuesta. Rogers volvió a bajar su mirada y pasó la página hacia la siguiente. Ahí lo encontró y supo que Henry decía la verdad.

"Dos tipos de semen fueron encontrados en la prueba, dos ADN con el mismo parentescos: Ganzel Richie y Kevin Richie."

Natalia alzó la mirada de nuevo hacia la mujer, estaba consternada y dolida. Había visto varios casos así, pero siempre lograban dejarla rota. ¿Cómo es posible que existan personas capaces de hacerle algo así a alguien? Solía preguntarse, nunca obtenía respuesta.

A pesar de que no le gustaba, esta era la buena noticia que estaba esperando. Sin perder más tiempo se levantó de su asiento, caminando a pasos rápidos hacia la oficina de su sargento. Le mostró la carpeta, la información y la prueba que necesitaban para ir tras Ganzel.

—Vayan por él y por su hermano también —fue la orden que dio el sargento a sus detectives.

Por supuesto que los periodistas no se hicieron esperar, como siempre el chisme corría como río desbordando por las calles, llegando a los oídos de todos los ciudadanos. Muchos reporteros se encontraban en la mansión Richie cuando los detectives Rogers y Williams llegaron para arrestar a los hermanos Richie.

—¿¡Cómo se atreven a hacernos esto!? —exclamó el menor de los Richie mientras era esposado —¿Si saben que Henry es el criminal aquí? Él usa su cuerpo para ganar dinero, ¡se prostituye!, tengo entendido que eso es un crimen, ¡deberían arrestarlo a él!

—Ya cierra la boca, Kevin —soltó Ganzel con tranquilidad mientras lo esposaban. Kevin le bufo a su hermano antes de ser retirado, escoltado por el detective William.

— ¿Por qué tan tranquilo, Ganzel? —preguntó Natalia detrás de él, estaba haciendo este proceso lento, apretando las esposas con fuerza en las muñecas del magnate. Si a Ganzel le dolió, no dijo nada, era demasiado orgulloso para eso. En cambio, esbozó una sonrisa en su rostro.

—Todo esto es solo una pérdida de mí tiempo, saldré libre y pronto estaré de vuelta aquí, en mi mansión, bebiendo un fino licor.

La detective dejó escapar una pequeña risa.

—Lo dudo mucho —murmuró antes de arrastrar al magnate fuera de su hogar.

Los flashes de las cámaras no tardaron en llegar, ambos impactando en la cara de Ganzel. Todos los reporteros deseando tener la primera plana de su rostro.

Y Henry observaba todo desde la televisión, mirando las noticias que no dejaban de hablar sobre Ganzel y su violación. Se sentía incómodo al escuchar el relato informativo en la voz de la joven reportera. Era su historia, escucharla de otra voz no se sentía bien. Pero al menos estaban manteniendo el anonimato, no decían su nombre por ningún lado, eso lo tranquilizaba un poco. Nadie sabía que hablaban de él, nadie sabía quién era, agradecía que al menos hubieran respetado eso.

—¿Qué va a pasar ahora? —desvío su mirada hacia al abogado. Se encontraban en la comisaría, habían sido llamados al día siguiente del arresto.

—Ganzel estará en arresto preventivo hasta el día del juicio.

Henry dejó escapar un suspiro y miró de vuelta hacia la pantalla.

—Aún no termina, ¿verdad?

—Esto es lo mejor, Henry. Cuando hables frente al jurado, será el fin de Ganzel Richie.

Él no le creía ninguna palabra.

—Por ahora debemos preparamos, los estaré llamando para reunirnos. Debo preparar a Henry para el juicio.

Ray, al ver la falta de respuesta en Henry, le dio un asentimiento al abogado y este, al ver que no había más de que hablar, se retiró de la habitación. Ray espero a que estuvieran solos para acercarse a Henry, quien seguía inmerso en la televisión, escuchando a los periodistas debatir. Como si hubiera algo que debatir cuando ocurre una violación, pensó Ray con molestia. Llegó hasta el rubio y gentilmente lo tomó por el hombro.

—Hen...

Henry se percató de su presencia, pegó un brinco del asombro para después mirarlo.

—Todo va a estar bien.

—No lo creo. Ganzel es muy poderoso, tiene contactos en todos lados, incluso en prisión. Hará lo que sea para vengarse por lo que hice. No estoy a salvo...

—Si lo estás, me tienes a mí —con delicadeza tomó el mentón de Henry—yo estoy aquí para protegerte, en la cueva nadie podrá hacerte daño.

Henry comenzó a negar, apartándose un poco del toque de Ray.

—No sabes eso, Ganzel sabe de ti, puede llegar a ti también —se detuvo al darse cuenta de lo que había dicho —Te estoy poniendo en peligro a ti y a los chicos… Tengo que irme. —comenzó a caminar a pasos rápidos hacia la puerta. Ray lo siguió de igual forma. —Necesito irme, si escapo ahora, si me voy lejos, entonces no habrá juicio y todos olvidarán lo que paso. Ganzel lo olvidará, se olvidará de ti, de mí y seguirá con su vida. Ya estaré muy lejos para cuando eso pase. Sí, sí, es lo que debo hacer. —Henry no sabía de qué hablaba, solo soltaba palabras, quería escapar, quería huir. Estaba aterrado por lo que podía pasar, sabía de lo que Ganzel era capaz.

—Hen...

—¡No, Ray! —Henry lo interrumpió, olvidando por completo que seguían en la sala de interrogatorios. —Si Ganzel me usa para perjudicarte, eso es algo que nunca me perdonaré, no quiero que te haga daño o que destruya tu vida.

Ray lo miró con tristeza, como solo podía verlo en estos días. Estaba cansado de todo esto.

—Amor, eso no me importa... —murmuró mientras llevaba sus manos hacia las mejillas de Henry bañadas en lágrimas. Últimamente, era así como vivían.

—¿No te importa? —Henry expresó incrédulo —¿No te importa que la gente llegue a enterarse de tu identidad solo por mí?

—No —Ray respondió con firmeza, sin ninguna pizca de duda o miedo. Henry soltó un jadeo y comenzó a llorar. Ray lo atrajo a su cuerpo, presionando contra su pecho.

—Tengo miedo —confeso en medio del llanto. Ray lo apretó un poco más, protegiendo con sus brazos.

—Lo sé, pero debemos enfrentar eso ¿sí? Y lo haremos juntos, no pienso dejarte. Estaré contigo todo el tiempo.

Henry sonrió en medio de tanta tristeza, aferrándose con sus débiles brazos alrededor del cuerpo del superhéroe, agradeciendo al mismo tiempo por tenerlo en su vida.

Chapter Text


En una pequeña celda de la comisaría, se encontraba un pequeño niño. Este, de cabello rubio, ocultaba su cabeza entre sus piernas; temblaba, abrazándose a ellas, acurrucado en un rincón de la pared con su espalda, aguantando el frío de esta, esperando que lo peor llegue. Podía escuchar voces a su alrededor desde las otras celdas; personas hablando, diciendo incoherencias que él no podía comprender. Sabía que eran hombres, hombres ebrios, hombres malos. Por suerte, para él, estaba solo en esa celda. Tenía miedo de levantar su cabeza cuando escucho al oficial y sus llaves abrir la celda. Se tensó un poco cuando sintió a alguien sentarse a su lado en ese banquillo helado en el que se encontraba.

—¿No vas a dejar que te vea? Prometo no hacerte daño.

Escuchó la voz de un nombre, poderosa y varonil.

Henry se lo pensó unos segundos. Después, de forma lenta, comenzó a levantar su mirada. Ahí, frente a él, se encontraba un hombre, este vestía de traje y zapatos distintivos, era elegante a simple vista, con su cabello castaño peinado hacia atrás y una barba bien peinada y cuidada. Le sonreía y Henry no pudo evitar sentir un cosquilleo en su interior.

—Ahí estás, hola ¿Qué hace un pequeño como tú en un lugar tan feo como este?

Henry no respondió, muy temeroso para hablar. Miró alrededor de la celda, solamente el hombre había entrado. Henry lo miró de nuevo e inconscientemente se abrazó a sí mismo, pegándose lo más que podía contra la pared.

—Mi nombre es Ganzel —dijo el hombre unos minutos después —¿cuál es el tuyo?.

Henry tardó unos segundos en contestar, se limitaba a observar al hombre, ahora conocido como Ganzel. Ese nombre le resultaba muy familiar, pero él no podía recordar de dónde. Seguía mirándolo, buscando algo que le dijera que no podía confiar en él, pero en ese entonces, no logró encontrar nada. Se concentró de nuevo en su sonrisa que no había borrado desde que se presentó. Henry se mordió el labio. Quizás puedo confiar en él, pensó.

—Mi nombre es Henry —murmuró, casi tan bajo que ni el logro escucharse.

—¡Henry! Que adorable nombre —exclamó el hombre, sonriendo mucho más.

Henry por primera vez se dejó llevar y se contagió de esa sonrisa, dejando que las comisuras de sus labios hicieran una pequeña mueca de sonrisa. Al mismo tiempo, fue relajando su cuerpo, bajando poco a poco sus piernas.

—Entonces, Henry... escuché que te metiste en graves problemas.

El rubio rápidamente se alarmó y temió que el haber bajado la guardia fuera una mala idea. Comenzó a negar y a tener por su vida.

—No, eso no fue lo que paso, si me deja explicar-

—No tienes nada que explicarme —interrumpió Ganzel antes de levantarse —Vamos, salgamos de aquí.

Henry lo miró con extrema confusión, ahora sin entender lo que pasaba.

—¿Adónde vamos? —preguntó, sin embargo, no se levantó.

Ganzel le sonrió antes de responder.

—Vendrás conmigo, pague tu fianza y solucione tu problema.

Henry se levantó de golpe, dejando su temor atrás. Ahora estaba lleno de asombro.

—¿Por qué hizo eso? Yo no lo conozco... —nunca había visto a este hombre en los muelles donde se prostituía, pero su nombre seguía retumbando en su cabeza, algo le decía que significaba peligro. Sin embargo, el hombre frente a él, le transmitía un aura tranquila. Henry estaba confundido y no sabía qué hacer. —¿Por qué está haciendo esto? —preguntó en un leve susurro.

—Porque me gusta ayudar a las personas y creo que no mereces estar en las calles haciendo lo que hacer —Ganzel se acercó y tocó la mejilla del rubio, Henry se tensó ante esto, pero no dijo nada —sé lo que has estado haciendo para vivir... quiero ayudarte a que lo dejes.

Henry abrió los ojos al escuchar las palabras de ese hombre, ¿de verdad iba a ayudarlo? Ganzel se alejó de él y abrió la reja de la celda.

—Esta es tu oportunidad para tener una vida mejor, ¿Qué dices? ¿Vienés conmigo? —Ganzel le tendió la mano y esperó.

Muchas cosas pasaron por la mente de Henry en ese momento. ¿Debería irse con ese hombre? ¿Debería aceptar esta propuesta y finalmente tener una vida tranquila, alejada de las calles y la prostitución? ¿Y si ese hombre mentía? ¿Cómo le aseguraba que iba a darle una vida mejor? Henry añoraba tener un lugar estable, una cama donde dormir, comida las 24 horas del día. No recordaba la última vez que había comido los tres alimentos del día o dormido sus 8 horas diarias. Quería todo eso y si ese hombre iba a dárselo, lo tomaría.

Sostuvo la mano de Ganzel y le sonrió, asintiendo con su cabeza en señal de afirmación. Si tan solo Henry hubiera escuchado las voces en su cabeza que no dejaban de advertirle que algo estaba mal.

Esperó a que Ganzel firmara unos papeles mientras él tomaba sus cosas; una simple mochila que llevaba a todos lados, en ella tenía guardadas sus pocas pertenencias; unos pantalones, algunas camisas desgastadas, ropa interior y algo de dinero. Cuando se le fue entregada, la apretó contra su pecho, era la única cosa de valor que le quedaba en su vida.

—Ten, ponte esto —Ganzel se quitó su saco y se lo entregó —Vas a congelarte de frío con eso puesto.

Henry simplemente llevaba una camisa de tirantes blanca, una minifalda rosa y unas zapatillas del mismo color, llevaba unas medias negras, dejando demasiado a la imaginación. Era lo que usaba para trabajar y aunque no tenía problema con vestir faldas —de hecho, le gustaba usarlas —odiaba tener que ponérselas para esa actividad.

—Gracias —murmuró mientras Ganzel le colocaba el saco por sobre sus hombros, este le quedaba enorme bajo su delgado cuerpo. Tuvo que agarrarlo por el cuello para que no se le cayera. Ganzel, por otro lado, lo rodeó por el hombro con un brazo, antes de caminar hacia la salida.

Henry iba mirando con asombro el lujoso auto en el que había entrado. Tenía miedo de tocar los asientos, ya consideraba que con solo estar sentado en ellos, los estaba arruinando, ensuciándolos. Se mordió el labio, sin dejar de admirar el ostentoso vehículo, nunca se había subido a un vehículo como este, estaba impresionado.

—Deberíamos comer algo antes de irnos a casa.

Henry se estremeció un poco al escuchar la voz de Ganzel, también al escuchar esa palabra. "Casa", hacía mucho que no consideraba algo como su hogar.

—¿Adónde quieres ir a comer, Henry? —preguntó mirándolo con una coqueta sonrisa. Henry se sonrojó un poco; no podía negarlo, el hombre a su lado era apuesto.

—No lo sé —murmuró, estaba algo nervioso con la cercanía del hombre. —no creo que sea aceptable para entrar en un restaurante —bajó su mirada, viendo sus prendas.

—¿Qué te parece si vamos a McDonald’s?

Henry lo miró de reojo, sus ojos brillaron al escuchar la mención del restaurante.

—Me gusta McDonald’s... no recuerdo la última vez que fui. —susurró mientras que lejanos recuerdos de él y sus padres yendo al restaurante infantil llegaban a su mente.

—A mí también me gusta McDonald’s. No importa que tan viejo sea, siempre voy a querer una hamburguesa de ese lugar — le guiñó un ojo al rubio antes de inclinarse hacia adelante y darle a su chófer la orden.

Henry se sonrojó ante esto, bajó de nuevo su mirada y se permitió sonreír. Se sintió algo cohibido cuando llegaron al lugar, sin soltar su mochila y el saco se sentó en las mesas a un lado de la ventana. Había poca gente y él lo agradecía.

—¿Qué quieres ordenar? —preguntó Ganzel, sentado frente a él.

Henry tomó una de las cartas de menús, agradeciéndole al guardia quien lo había traído por él. Este sin expresión alguna, caminó hacia su respectivo asiento, esperando próximas indicaciones.

—No tienes que agradecerles Henry, solo hacen su trabajo —comentó Ganzel, leyendo su propia carta —entonces, ¿qué pedirás?

—Amm, no lo sé... todo se ve muy caro, no quiero que malgaste su dinero.

Ganzel soltó una carcajada que hizo estremecer al rubio. De nuevo, su alarma de peligro se activó, poniéndose nervioso. 

—Henry, qué gracioso eres. —comentó, luego de recuperarse de la risa —Chico, soy millonario, puedo comprar esta franquicia justo ahora si quiero.

—Oh... —Henry se sonrojó, sintiéndose avergonzado.

Ganzel terminó ordenando por ambos, pidiendo de todo en el menú. También ordenó que cerraran el lugar, dejando el restaurante solo para ellos dos.

Henry comía de forma lenta su hamburguesa, tratando de ser cuidadoso y no hacer un desastre. Tomó el vaso de refresco y le dio un largo trago. Estaba hambriento, hace días que no comía.

—Está delicioso ¿no?

Henry asintió, llevándose un par de papitas fritas a la boca. Tenía la boca tan llena de comida que no podía hablar.

—Pues acostúmbrate, tendrás esto todos los días si decides quedarte conmigo.

Henry tragó con dureza al escuchar eso y lentamente mastico la comida que le quedaba. Después dejó la bandeja a un lado, para comenzar a jugar con sus dedos de forma nerviosa.

—¿Usted de verdad quiere ayudarme? —preguntó tímidamente.

—Por supuesto que si —Ganzel no tardó en responder, tomando la mano de Henry al mismo tiempo —Pero todo depende de si tú lo quieres, si no, sabes dónde está la salida.

Henry lo pensó por unos minutos, mirando desde la puerta hacia el hombre frente a él. ¿Qué debía hacer? Tenía 15 años, estaba solo e indefenso. Miró hacia la comida en la bandeja y no lo pensó más.

—Me quedaré —sonrió y Ganzel le correspondió la sonrisa. Henry no tenía idea de lo que había detrás de ella.

Después de eso, charlaron, empezando a conocerse. Henry le contó sobre su vida y Ganzel le contaba una que otra información, asegurándose siempre de decir las cosas necesarias.

Henry quedó más impresionado de lo que estaba con el auto cuando llegaron a la mansión Richie. Sus ojos brillaban, su cabeza se movía a los lados, mirando todo a su alrededor. El exterior era hermoso, al igual que lo era el interior. No paraba de mirar todo lo que sus ojos podían alcanzar, admirando cada objeto lujoso de la casa, junto a los muebles y diversas reliquias. Sentía que estaba en un completo museo.

—Este lugar es hermoso —murmuró, mirando su reflejo en el blanco piso.

—Es tu hogar ahora.

Henry alzó la mirada hacia Ganzel lleno de asombro.

—Vivirás aquí conmigo y tendrás todo lo que quieras. Ya no necesitas usar tu cuerpo para ganar dinero. Lo que me pidas, yo te lo daré.

Henry sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, no podía creer las palabras de este hombre. Sintió un regocijo de felicidad recorrer su interior. Por primera vez, sintió que alguien lo quería, que tenía una segunda oportunidad en esta vida.

—Es usted muy generoso, Sr. Richie. No sé si pueda aceptar todo esto.

—Tonterías, te mereces todo esto y mucho más. Y Henry, puedes llamarme por mi nombre.

Henry le sonrió a Ganzel y de la emoción que sentía, lo abrazo, lo abrazo con fuerza, agradeciéndole en ese gesto por la oportunidad que le había dado. Se permitió respirar y dejarse llevar por lo que vendría.

Y si, Ganzel terminó dándole todo; le dio una linda habitación, ropa, buena comida, atención de sus sirvientas las 24 horas del día. Incluso le compró varias consolas de juegos. Le cumplía cada deseó. Lo llevó de vacaciones, Henry finalmente era feliz. Pero, así como llegaron esas cosas, en un parpadeo se fueron.

Una noche Ganzel lo violó, destruyendo su vida. Lo recuerda bien, como si hubiera sido ayer. Él, solo e indefenso, gritando y llorando, pidiendo que parara. Ganzel lo tocaba por todos lados, sus manos se movían con rudeza, sus uñas se enterraban en su piel, lastimándolo.

Henry luchaba, peleaba, pero siempre perdía. Gritó, cuando la fuerte intromisión entró en su interior. Henry no volvió a ser el mismo después de eso y Ganzel no volvió a tratarlo con dulzura. Finalmente, el monstruo había salido a la luz, presentándose como verdaderamente era.

Así siguió por meses; como juguete todos lo usaban, se burlaban, lo golpeaban, le escupían en la cara. Henry solo lloraba, pedía piedad, pero nadie lo escuchaba, estaba solo. En algún momento su mente se desconectó, se movía en automático, como si fuera un robot. Ya nada le dolía, ya no lloraba, estaba roto. Era un muerto en vida, como zombi se movía, esperando que la muerte viniera en su búsqueda.

—Aquí tienes, pequeña zorra.

Henry sintió un par de billetes golpear contra su mejilla mientras estaba tendido en la cama, desnudo y vulnerable. Después llegó Ganzel, le arrebató el dinero y de un portazo, lo encerró en su habitación. Con la mirada perdida se sentó, tomó la fina sabana del suelo y se arropó, esperando a que el próximo llegara. Unos segundos pasaron, otro llegó y Henry ni una lágrima derramó.

Él despertó, con sobresalto y temor. Sus ojos de par en par miraban el techo marrón de la habitación. Abrió su boca, sintiendo quedarse sin aire. Se estaba ahogando o eso es lo que pensaba. Desesperado, se sentó en la cama, su vista estaba borrosa, al igual que su mente, confundiendo recuerdos, sueños, pesadillas. Todo junto revoloteando en su cabeza.

Unas manos lo tocaron y se sobresaltó, giró la mirada a su lado, había un hombre. Él seguía respirando con desespero, ahogándose en el proceso, tosió varias veces mientras "veía" al hombre hablándole.

"Henry, Henry" le decía "estás bien, estás a salvo" repetía. Pero él solo pensaba en huir. Visualizó una puerta y supo que tenía que actuar.

No sabe de dónde saco la fuerza, pero al segundo le había dado un golpe al hombre justo en su nariz, eso le dio tiempo para escapar de sus manos. Si este se enojó por el golpe, no lo supo. Caminó hacia la puerta, pero antes de que intentara abrirla, una fuerte mano tomó su brazo.

No, por favor, no suplicó comenzando a llorar, sabía que el hombre se había enojado por su arrebató, ahora lo castigaría. Sentía lo fuerte que era y eso lo aterrada.

Henry, tranquilo.

Pero Henry no podía, tenía miedo. Forcejeó un poco mientras lloraba, mientras pedía que lo soltara. En uno de sus forcejeos, logró empujarlo. Viéndose libre, salió por la puerta y comenzó a correr por el pasillo. Su visita estaba nublosa, todo le daba vueltas, pero él tenía en mente una sola cosa; escapar.

Cuando llegó al final del pasillo, se topó con lo que pensó era una puerta redonda, no lo sabía. No está consciente del todo, solo de huir. La atravesó, pero no vio los escalones y cayó, golpeándose la cabeza con el duro y frío suelo.

¡HENRY!

Ray lo vio todo y rápidamente corrió a su lado.

Henry, Henry, aquí estoy murmuró, tomándolo con cuidado en sus brazos.

El rubio seguía llorando, le pedía que lo soltara y lo dejara ir. Ray sabía que seguía soñando, recordando su pasado, confundiéndolo con la actual realidad y eso le rompía el corazón.

Amor, soy yo, todo está bien —seguía hablando en voz baja, acariciando su cabello, evitando tocar la herida en su frente que había salido luego del fuerte golpe. Henry se golpeó con el filo de las escaleras, la herida comenzaba a sangrar.

Henry seguía llorando, ahogándose en su propio llanto. Nada de lo que Ray decía o hacía parecía calmarlo. A Ray no le quedó más remedio que llamar a Schowz para que lo ayudara.

El científico tuvo que darle un tranquilizante a Henry para que pudiera calmarse. Ray no quería, pero sabía que era lo mejor. Después de la inyección, Henry fue calmándose y volvió a quedarse dormido ahora por los efectos del tranquilizante que corría por su cuerpo. Con sumo cuidado, Ray lo tomó en brazos, llevando hacia su habitación. Lo depositó con lentitud en la cama y luego dejó que Schowz revisara la herida en su frente.

¿Va a estar bien? preguntó en voz baja, tragó saliva cuando sintió su voz rasposa.

Sí, solo es una herida menor, requiere un par de puntos, pero va a estar bien. explicó el científico, moviendo la cabeza del rubio con sumo cuidado. Después saco algunos materiales del botiquín y comenzó a limpiar la herida y cerrarla. 

¿Seguro? ¿No crees que deba llevarlo al hospital? Yo... no sé qué hacer...

Schowz lo miró de forma comprensiva y le regaló una pequeña sonrisa.

Henry está bien, el calmante que le di es lo suficientemente fuerte como para hacerlo dormir por horas y como dije; la herida es pequeña. No hay nada de que preocuparse.

Ray simplemente asintió, no se sentía conforme con eso, pero confiaría en la palabra de Schowz. El científico terminó de curar a Henry, colocando una gasa en su herida, después se levantó y se retiró de la habitación, no sin antes escuchar un "gracias" por parte de Ray.

Ray se acostó en la cama cuando estuvo solo, sin hacer mucho ruido y movimiento, se puso al lado de Henry. Lo miró dormir, ahora tranquilo, sin pesadillas. Sin embargo, su preocupación no se iba de su interior y ese dolor en el pecho, recordando lo ocurrido hace unos minutos, incrementaba más. Sintió un modo en su garganta, pero se dijo que no lloraría, iba a ser fuerte por Henry. Dejó un beso con cuidado en su cien, lo arropó mejor con la sabana y luego se puso a hacer vigilancia, cuidando del dormir de Henry.


Henry despertó sintiendo un fuerte dolor en su cabeza, sentía como si la estuvieran taladrando a cada segundo; el dolor era insoportable, casi lo estaba matando. Intentó abrir sus ojos, pero el simple movimiento bajo sus párpados era pesado y doloroso.

Se quedó unos segundos inmóvil, esperando que los golpeteos en su cabeza pararan, pero estos parecía no querer detenerse; ese martilleo en su cabeza incrementaba cada vez más. Desesperado por estar quieto, comenzó a moverse sin importar que el dolor se volviera más fuerte. Sin abrir sus ojos, intentó incorporarse, pero una mano en su hombro lo detuvo.

Hen, con calma.

Era la voz de Ray.

Henry giró su cabeza hacia dónde provenía la voz, abrió sus ojos lentamente y lo vio.

¿Ray? quiso levantarse de nuevo, pero la mano persistente del castaño seguía sobre su hombro.

Amor, no hagas movimientos bruscos.

Ray insistió en que se mantuviera acostado, pero Henry quería levantarse. Así que con cuidado lo ayudó a sentarse. Ese simple movimiento provocó un dolor punzante en su cabeza. Como pudo levantó su mano hacia su cabeza, dándose cuenta de la gasa en su frente.

¿Qué me paso?. preguntó con la voz reseca. Tragó saliva, hasta ese movimiento le dolió. Ray, ahora sentado frente a él, se acercó un poco y tomó su mano. Lo miró por unos minutos de forma comprensiva antes de responder.

Anoche tuviste una fuerte pesadilla y tuviste un pequeño colapso… no podías calmarte, seguías viviendo la pesadilla al despertar y... terminaste golpeándote en la cabeza cuando intentabas "escapar" Schowz tuvo que darte un calmante para poder ayudarte y curar tu herida.

Después hubo silencio, ambos en sus pensamientos. Henry comprendiendo todo lo que Ray le había dicho. Ray, se limitaba a acariciar su mano, dándole consuelo.

Yo... no recuerdo nada de eso murmuró tiempo después. Alzó su mirada hacia Ray, en sus ojos le pedía disculpas.

Está bien —Ray se acercó con premura y dejó un suave beso en su frente.

—Yo... ¿Te lastimé? ¿Hice algo...? ¿Dije algo? —su voz comenzaba a romperse, señal de que lloraría en cualquier momento.

—No, no —Ray movió su cabeza en negación y con cuidado lo rodeó con sus brazos —no hiciste nada malo, todo está bien —después lo sostuvo en sus brazos, meciéndolo como si de un bebé se tratara.

Henry no pudo evitar llorar de impotencia por no recordar las cosas que hacíaproducto de sus pesadillas. También lloraba de dolor, de tristeza, quería paz, pero ese parecía no ser su destino.

Henry se mantuvo en cama por el resto del día, durmiendo la mayor parte del tiempo. Despertaba solo cuando Ray le sugería comer, no tenía ganas de eso, pero podía ver la preocupación en los ojos del castaño. No quería preocuparle más y comía lo poco que su estómago le dejara ingerir sin terminar vomitando.

Comió la sopa que Ray le trajo y volvió a dormirse, estaba tan cansado, como si llevará días sin dormir, de hecho, así se sentía todo el tiempo. Ray le dio su espacio, dejándolo en la habitación para que descansara. Sin embargo, se colaba por minutos, se sentaba a su lado y lo miraba dormir, siempre velando sus sueños como hacía desde que lo conoció.

Para la noche Henry logró levantarse, tomó un tibio baño preparado por Ray y dejó que Schowz le revisara la herida, agradeciéndole en el proceso por su ayuda.

Estaba en el baño, colocándose su pijama cuando se vio en el espejo. Todo su rostro era un desastre, todo él lo era. No hacía más que destruirse. Miró sus manos, también golpeadas. Se estaba lastimando a sí mismo, se estaba hundiendo en un pozo, cayendo y cayendo, esperando golpearse contra el suelo, rompiéndose en pedazos y en el proceso, lastimando a los que más quería.

Soltó un suspiro y una lágrima cayó. Miró por última vez su reflejo y tomó una decisión. Salió del baño y se encaminó hacia la habitación del castaño, abrió la puerta y lo vio colocando las almohadas. Lo miró por unos segundos y después habló.

—Lo haré.

Su voz sorprendió a Ray, quien se giró para verlo.

—Lo haré —repitió antes de que Ray pudiera hablar —Tomaré la terapia.

Eso sorprendió al castaño y no pudo evitar que se notara en sus ojos. Dejó lo que hacía en la cama y caminó a pasos lentos hacia el rubio.

—¿De verdad? —preguntó, temeroso de que fuera una alucinación. Sin embargo, Henry asintió.

—Tú tienes razón, no estoy bien y necesito ayuda —dijo con la voz entrecortada. Ray le sonrió de forma leve y con suavidad lo tomó por las mejillas —yo... quiero estar bien, sin pesadillas, sin colapsos. Quiero poder dormir contigo sin muros de almohadas que nos separen, quiero estar contigo de forma sana. Quiero... quiero tener intimidad contigo —tragó saliva y se sonrojó un poco al confesar eso —pero la sola idea de imaginarme en esa posición me aterra. Me aterra todo, tengo miedo, estoy asustado todo el tiempo, quiero sanar. Quiero ser feliz conmigo.

Ray también tragó saliva, sintiendo las ganas de llorar. Pero se contuvo y, en cambio, lo abrazó, abrazó a Henry como solo sabía hacer; con amor. Henry se acurrucó en sus brazos, dejando que las lágrimas salieran. Se quedaron así por unos minutos, después Ray lo alejó un poco, volviendo a tomarlo por sus mejillas.

—Me reconforta escucharte decir todo esto, pero amor, no quiero que lo hagas por mí.

—Lo hago por nosotros. —Henry lo corrigió, interrumpiéndolo al mismo tiempo —Esto es para ti y para mí, yo... no quiero ser una carga para ti, no te mereces eso.

—Nunca serias una carga para mí.

—Eventualmente, lo seré, estoy roto y por eso necesito sanar, no quiero lastimarte más, no quiero lastimarnos más. Yo quiero estar contigo por mucho tiempo y sé que solo va a pasar si sano, si me recupero.

Ray sonrió y dejó un beso en su frente.

—Voy a estar contigo en todo este proceso, prometo que no voy a dejarte.

Ahora fue el turno de Henry de sonreír, detrás de toda esa tristeza y las lágrimas, sonrió. Abrazó a Ray de nuevo y suspiró, sintiendo por primera vez que todo estaría bien.  

Chapter Text


Henry miraba por la ventana del auto hacia el edificio, la infraestructura de un solo piso se presentaba ante él. Nervioso movía sus dedos por sobre su pantalón. Ray lo observaba sentado a su lado; llevaban unos minutos desde que se estacionó, en silencio se mantenía, dándole a Henry todo el tiempo que necesitara. Sabía lo difícil que era esto para él. Henry, finalmente, después de varios minutos, se giró para mirarlo. Ray le regaló una sonrisa y tomó su mano.

—¿Estás listo? —le preguntó en voz baja. Henry tragó saliva y después dejó escapar un suspiro.

—Lo estoy...

—¿Quieres que vaya contigo?

Henry negó de forma lenta.

—Quiero hacer esto por mi cuenta... estaré bien —agregó al ver el reflejo de preocupación en los ojos de Ray.

—Sabes que puedo acompañarte —no pudo evitar decir. Llevó una mano hacia la mejilla de Henry y la acarició. Henry le sonrió, con ternura tocó la mano que Ray tenía en su mejilla.

—Lo sé, pero no quiero que te expongas tanto, las noticias corren y sé que pronto todos sabrán qué capitán man está conmigo...

—Ya te dije que no tengo ningún problema con eso.

—Lo sé, pero así como tú me cuidas, yo también quiero hacerlo. Por favor, déjame protegerte.

Ray no pudo evitar sonreírle con ternura, envolvió la mano de Henry con la suya y la llevó a sus labios, depositando un suave beso en su dorso.

—Está bien. —susurró, luego acercó a Henry y beso sus labios —Estaré aquí esperándote.

Henry le sonrió y asintió. Se alejó del castaño y miró por última vez hacia la ventana antes de salir. Bajó del auto y a pasos lentos comenzó a caminar hacia la entrada del edificio.

Con las manos metidas en los bolsillos caminaba; podía sentir la mirada de Ray sobre él, eso le daba fuerzas para no acobardarse y dar marcha atrás. Llegó a la puerta y entró; en el interior había una pequeña recepción con pocas personas. Agradeció eso mientras caminaba hacia el mostrador donde una joven se encontraba. Se detuvo frente a ella y esperó a que terminara de hablar por el teléfono.

—Sí, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó la joven, mirándolo con una sonrisa. Henry, nervioso le correspondió la sonrisa antes de responder.

—Sí, yo... tengo una ¿cita? No sé cómo funciona esto... —Ray le había explicado lo que tenía que decir, pero de los nervios, había olvidado todo. La chica simplemente le sonrió y le regaló una mirada comprensiva.

—Tranquilo, solo dime tu nombre y apellido —Henry Hart.

La chica asintió y comenzó a teclear mirando en la pantalla de la computadora. Mientras tanto, el rubio se mantenía en silencio, moviendo sus dedos en sus bolsillos.

—Bien Henry, aquí dice que tienes cita con la psiquiatra Rogers —dijo unos largos minutos después. Henry simplemente asintió, sin tener idea de que más hacer. —Ella está atendiendo a un paciente ahora, luego te atenderá. Puedes esperarla aquí.

Henry simplemente asintió y con un leve “gracias” se alejó del mostrador. Caminó hacia una de las sillas y se sentó, sacó las manos de sus bolsillos y las dejó descansar en sus muslos. Miraba el lugar a su alrededor, de reojo miraba a las pocas personas que estaban ahí. Dejó escapar un suspiro, estaba nervioso y ansioso. Miró por la entrada de cristal; desde donde estaba no podía ver el auto de Ray, pero sabía que estaba ahí, acompañándolo.

No mentía, lo quería aquí a su lado, pero no podía arriesgarse. En las noticias no dejaban de hablar sobre el juicio contra Ganzel, era cuestión de tiempo para que su nombre y el de capitán man salieran a la luz. Henry no quería que las personas descubrieran la identidad de Ray solo porque él lo necesitara a su lado todo el tiempo. Tragó saliva, sabiendo bien que hacer esto por su cuenta era lo mejor.

—Henry.

Se giró al escuchar su llamado, la joven secretaria le sonreía.

—Ya puedes pasar, la doctora te está esperando.

Henry miró hacia la puerta de color blanco, era el momento. Dando un asentimiento de cabeza, se levantó de su asiento y caminó hacia ella. La joven le abrió la puerta, invitándolo a pasar. Henry le agradeció en voz baja mientras se adentraba al consultorio. Dentro se encontraba una mujer, de unos treinta y tantos, vestida con elegancia junto con una bata.

—Hola, Henry ¿no?.

El rubio asintió y se acercó para tenderle su mano, la mujer le correspondió el saludo, estrechando su mano también.

—Me alegra tenerte aquí, toma asiento.

La doctora le indicó unos pequeños asientos justo a su lado. Henry de forma tímida se sentó en uno de los asientos individuales. Esperó unos segundos mientras la doctora iba por una carpeta y luego la vio sentarse justo frente a él en los asientos pegados a la pared. Esta le sonrió, Henry por educación le devolvió la sonrisa.

—¿Por qué tienes juguetes? —preguntó, señalando a los juegos de legos, rompecabezas y demás esparcidos en la mesa de centro.

—Tengo pacientes más jóvenes que tú.

Henry sintió un poco de pena al saber qué niños venían a terapia.

—¿Por qué alguien tan joven tendría que estar aquí? —preguntó con tristeza, tocando con la punta de su dedo un pequeño dinosaurio hecho con legos.

—Te sorprendería la clase de cosas que un niño puede experimentar a tan corta edad.

Henry tragó saliva al escuchar eso. Se supone que los niños deben vivir llenos de felicidad, sin traumas. Por su mente paso el pequeño Bose y un dolor en su pecho llegó.

—Sin embargo, esos juguetes no son solo para niños. Muchos pacientes adultos suelen relajarse en las sesiones jugando con esto —tomo un cubo rubik y se lo tendió.

Henry con un poco de desconfianza lo tomó en sus manos, nunca había tenido uno de esos. Con curiosidad lo miraba, dándole vuelta con sus manos. La psiquiatra le sonrió con cariño antes de abrir la carpeta, revelando varios documentos.

—Entonces, antes de comenzar quiero que sepas que has dado un gran paso al venir aquí, deberías sentirte orgulloso de eso. —habló unos segundos después, llamando la atención de Henry, quien se había quedado inmerso en el cubo rubik, intentando inútilmente de acomodar las piezas. El rubio alzó la mirada, dejando el cubo de vuelta en la mesa.

—Sí, yo... supongo que debo estarlo…

La psiquiatra simplemente lo miró de forma comprensiva, no dijo nada más mientras comenzaba a leer algunas cosas.

—Muy bien, hoy empezaremos con algo lento, te explicaré lo que haremos en el transcurso de las semanas para que comprendas mejor como voy a ayudarte, ¿bien?

—Yo... ¿tengo que hablarle sobre lo que me paso? —pregunta estúpida, por supuesto que tienes que hacerlo, pensó.

Sin embargo, la psiquiatra seguía con su semblante amable y con calma respondió:

—Sí, pero quiero que sepas que estás en completa confianza conmigo, nada de lo que hablemos aquí se hará público.

Escuchar eso lo calmó un poco y bajó la guardia, aflojó sus hombros y se recostó en el sillón.

—Bien, voy a realizarte una pequeña evaluación para conocerte mejor, como dije; no tenemos que hablar del tema por el cual estás aquí si aún no te sientes listo. Primero quiero que estés lo más cómodo posible.

—No creo que esté listo para hablar sobre lo que me paso aún... irónicamente hablo sobre eso todo el tiempo. —murmuró en voz baja, jugando con los dedos de sus manos.

—Bueno, hoy no tienes que hacerlo. Háblame sobre ti, quiero conocer a Henry Hart.

Fue difícil al principio, pero Henry poco a poco fue soltándose con la psiquiatra. Comenzó hablando sobre su vida, lo poco que recordaba sobre su infancia hasta la muerte de sus padres. La psiquiatra simplemente lo escuchaba, hacía las preguntas necesarias y anotaba todo en su libreta. Henry se sintió mejor al hablar con alguien sobre su vida. Sin embargo, cuando llegó a las partes donde estuvo en casas adoptivas y su posterior trabajo en las calles, fue sintiéndose cohibido y volvió a ponerse nervioso y ansioso. Sabía que la mujer frente a él iba a juzgarlo si se enteraba de todo lo que hizo para sobrevivir. Por suerte ella lo entendió y detuvo sus preguntas cuando noto su incomodidad. Henry internamente se lo agradeció.

—Bien, hemos terminado por hoy. —anunció la psiquiatra y Henry sintió respirar de nuevo, se relajó en el sillón y miró hacia la ventana; ya quería estar de nuevo con Ray —Pero antes de que te vayas, quiero darte algo.

Henry la miró, pero no dijo nada, vio cómo se levantaba y caminaba hacia su escritorio, al volver tenía otro par de papeles.

—Tengo una tarea para ti, será como un ejercicio de práctica para que te vayas familiarizando con lo que haremos en las próximas semanas —explicó mientras se sentaba de nuevo frente a él —Voy a darte estas hojas de trabajo, las cuales tienen una serie de preguntas, quiero que las llenes.

—¿Es como un cuestionario?

—Sí, quiero que escribas sobre tu trauma, tu sentir, tus pensamientos. Todo lo que esté relacionado con lo que te paso. Sé que hablarlo puede ser difícil al principio, así que quiero que pruebes con la escritura, sé que expresar los sentimientos a través de letras suele ser más fácil.

Henry asintió y bajó la mirada de vuelta a las hojas, después las guardó en la carpeta que la psiquiatra le tendía.

—De todas formas, no quiero que te presiones tanto con esto, si no puedes responder todo, está bien. Esta actividad es más para que te sientas cómodo. Si quieres hablar, hablaremos. Pero si te gusta esta actividad, la seguiremos haciendo.

—Sí, gracias. —Henry le sonrió. Al final, venir aquí no había sido tan malo como pensó. Se levantó de su asiento, seguido de la doctora.

—Es importante que tengas alguien que te apoye con esto en casa, ¿lo tienes? —le preguntó la psiquiatra mientras lo acompañaba hacia la puerta.

—Lo tengo —sonrió, pensando en el castaño. Después se puso serio —Yo... sé que usted está siendo profesional conmigo, pero sé que sabe quién soy. Su hermana es la detective Rogers.

La doctora le sonrió de forma cómplice, como si hubiera sido descubierta.

—Mi hermana no tiene permitido hablar sobre sus casos fuera del trabajo, yo solo sé lo que tengo en tu registro. Hablaremos sobre lo que te paso y sobre lo que te hicieron cuando tú estés listo.

Henry le regaló una sonrisa, saber eso lo hizo sentir mejor. Se despidió de la psiquiatra y salió del consultorio. Llegó al auto de Ray, todavía estacionado en el mismo lugar, y entró. Fue recibido por la encantadora sonrisa de su novio. Henry le devolvió la sonrisa y se acercó para besarlo.

—¿Qué tal estuvo? —preguntó el castaño con cautela mientras ponía el auto en marcha.

—Estuvo bien... me dejaron tarea para el hogar.

Ray lo miró de reojo mientras conducía, por primera vez en mucho tiempo sintió algo de esperanza de que todo estaría bien al final.

Los siguientes días estuvieron tranquilos, Ray estaba agradecido de lo bien que Henry se había tomado la terapia. No quería precipitarse, pero podía sentir que las cosas irían bien, mejor que nunca. No pudo evitar sonreír cuando entró a la habitación y encontró al rubio escribiendo, haciendo el ejercicio que su psiquiatra le había dejado. Sin hacer mucho ruido, caminó hasta el lugar en su cama y se sentó a su lado. Henry alzó su mirada cuando sintió el peso a su lado, le regaló una sonrisa y luego se sumergió de nuevo en sus palabras.

—¿Haciendo tu tarea? —preguntó el castaño, solo para sacar algo de conversación.  Henry se rio un poco al escuchar eso.

—Sí... —dejó el lápiz a un lado para mirar a Ray —Fue complicado al principio, pero ahora... creo que me resulta más fácil explicar todo en letras.

Ray lo miró con amor y orgullo. Una sonrisa se formó en sus labios. Se acercó a Henry y con suavidad tocó su rostro.

—Estoy muy orgulloso de ti.

Henry se sonrojó ante eso, bajó su mirada, alejándose al mismo tiempo del toque de Ray.

—Yo... apenas llevó una sesión, no te emociones mucho, quizás lo arruine...

Ray ignoró esas palabras, sabía que Henry lo haría bien. En cambio, volvió a tomarlo por el rostro y con gentileza le pidió que lo viera de nuevo.

—Sé que solo estás comenzando, pero aun así me siento orgulloso. Has dado el primer paso, eso es un logro. Quieres mejorar y yo estoy muy feliz con eso.

Henry sonrió ante las palabras y no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, sin embargo, ninguna lágrima cayó. Ray acarició sus mejillas antes de atraerlo hacia él y darle un cálido abrazo, en el proceso dejó un beso en sus dorados cabellos. Luego se separaron y compartieron un pequeño beso.

—Ahora, ¿estás listo para dormir?. Mañana nos espera un largo día.

Henry asintió a la par que soltaba un largo suspiro.

—Sí, terminaré esto luego.

—Muy bien, lápiz abajo y a la cama.

—Sí señor.

Henry le hizo un saludo militar antes de tomar las hojas y lápiz para después levantarse de la cama. Ray dejó escapar una pequeña risita mientras lo veía llevar las cosas hacia la pequeña mesa que había en una esquina de la habitación.

El rubio volvió unos minutos después y se acostó a su lado, arropándose con la sabana. Ray también lo imitó, quedando metido entre las sabanas con Henry casi acurrucado a su lado. Pasaron unos minutos en silencio, simplemente mirándose. Ray llevó una mano hacia su rostro, quitando los mechones de cabello en la frente de Henry, era algo habitual que le gustaba hacer, un gesto amoroso, pensaba.

—¿Estás seguro de que quieres ir mañana?

Henry asintió, se removió en la cama para quedar de frente, mirando al techo.

—Quiero hacerlo, necesito saber que Dimitra está bien.

Finalmente, después de varias semanas se le permitió ver a su amiga y no iba a dar marcha atrás. Ray había hecho lo posible para que eso pasara, estaba agradecido por eso.

—Muy bien... —Ray murmuro, no estaba muy convencido de esto, pero no le iba a negar nada a su novio. Se acercó para dejarle un beso en su cien antes de disponerse a dormir. Al segundo abrió sus ojos. —Olvidamos las almohadas —dijo, al mismo tiempo que hacía la acción de levantarse. Sin embargo, la mano de Henry lo detuvo.

—Espera, no es necesario.

Ray lo miró sorprendido mientras se sentaba en la cama.

—¿Seguro? —preguntó, levantando una ceja. Henry simplemente asintió y le sonrió, haciéndole entender que no necesitaba las almohadas. Ray tardó unos segundos en acceder a ese gesto, luego volvió a recostarse en su posición anterior. Henry seguía sonriéndole todo el proceso. Después ambos se quedaron dormidos.


Henry dejó escapar un suspiro, haciendo que algo de humo saliera por su boca, el clima estaba frío, podía sentir como se congelaba. Eran las 7 am cuando llegaron a la prisión de Swellview, iba enfundado en ropas holgadas para cubrirse del clima helado que acechaba a la ciudad. Ray, por su parte, iba con su traje de capitán man, Henry no podía entender como no estaba muriéndose de frío.

Caminaban por los pasillos desolados de la prisión, después de pasar por un largo proceso para poder entrar. Iban acompañados de una de las guardias, está con expresión sería los guiaba hacia el aire de visitas. Henry iba codo con codo con Ray, con las manos medias en los bolsillos de su saco.

Llegaron a una enorme reja de metal, esta fue abierta por la guardia y con un gesto de cabeza, los invitó a pasar. El área de visitas quedaba al aire libre, tenía varias mesas y sillas de metal. El lugar era un pequeño cuadrado rodeado de rejas con púas eléctricas en la parte de arriba.

—Esperen aquí, la traeré en un segundo.

Henry simplemente asintió, viendo como esta se iba. No quedaron solos, más guardias de seguridad rondaban el lugar vigilando a las pocas prisioneras que recibían visitan. Henry dio un recorrido del lugar con su vista, sus ojos quedaron mirando hacia afuera de las rejas, la presión estaba casi a las afueras por lo que lo único que se apreciaba a ver era pasto verde.

—No está tan mal aquí... he visto peores…

—¿Ya habías estado en prisión?

Henry asintió mientras se recargaba en la reja.

—Una vez, solo fue por un mes. Desobedecí a Ganzel y como castigo me metió en prisión —se alzó de hombros como si no importara. Ray, sin embargo, se alarmó, apretando sus puños del enojo. Henry notó eso —No me hicieron nada, si es lo que piensas. Los guardias se aseguraron de eso. Ganzel solo me encerró en una celda para que supiera que no tenía que desobedecerlo. Sabía que si lo hacía de nuevo, me iría mal.

Ray tragó saliva, eso no lo calmó, lo enfureció más y sus ganas de acabar con Ganzel con sus propias manos se volvían insoportables. Seguía con sus manos apretadas en puños, pero trato de contenerse, no iba a arruinarle esto a Henry. Iba a decir algo cuando escuchó la reja siendo abierta de nuevo y pronto Henry iba corriendo en su dirección. Se giró para ver que Dimitra había llegado, decidió quedarse donde estaba para darle privacidad a Henry.

El rubio, por su parte, corrió hacia su amiga y tan pronto como la despojaron de sus esposas se lanzó a abrazarla. Sintió como está lo apretaba fuerte contra su cuerpo. Al separarse, ambos tenían lágrimas en sus ojos y se miraba llenos de felicidad.  Dimitra llevó sus manos hacia las mejillas de Henry, las tocó y movió un poco su rostro, asegurándose de que el rubio frente a ella fuera real.

—Creí que habías muerto, cuando te vi en esa camilla, yo...

—Estoy bien —Henry la interrumpió, llevó sus propias manos hacia las de Dimitra y las apretó —Estoy bien.

La joven castaña asintió y volvió a abrazarlo, Henry correspondió el abrazo. Se separaron de nuevo, alejándose un poco. Dirimirá apartó sus manos de las mejillas de Henry. Sin embargo, él no las soltó mientras la miraba, inspeccionado que no tuviera alguna herida.

—El naranja no es tu color —mencionó, mirando de arriba hacia abajo el habitual uniforme de prisionero. Dimitra dejó escapar una risita.

—Lo sé, me hace ver horrenda.

Ambos se rieron de ese comentario, después volvieron a sus semblantes serios.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Dimitra mientras se sentaba sobre una de las mesas.

—Lo mismo te pregunto yo. ¿Qué rayos estás haciendo?, ¿cuál es tu plan? —contraataco el rubio, mirándola con una ceja levantada y sus brazos cruzados, esperando una explicación. Dimitra dejó escapar un suspiro y no respondió. —Sé que no aceptaste la ayuda de capitán man, ¿por qué?.

—Sabes que no confió en los hombres y menos de alguien que se viste así —Dimitra señaló al superhéroe quien hablaba con una de las guardias. —Además, sabía que no iba a darme lo que quería.

—No puede ser, ¿coqueteaste con capitán man? —preguntó con algo de ¿celos? Mientras acentuaba el ceño fruncido. Dimitra dejó escapar una risita, negando con su cabeza de forma divertida.

—Tranquilo vaquero, sé que no está disponible —movió sus cejas de forma coqueta. Henry se sonrojó ante esto, bajando su mirada con nerviosismo.

—No estamos hablando de eso —se recompuso al minuto, levantando su mirada de nuevo —Necesito saber que tramas. —le reclamó, mirándola con seriedad. Dimitra rodó los ojos, desvió su mirada por unos minutos antes de hablar.

—Llegue a un acuerdo con el abogado, él va a limpiar mi historial criminal a cambio de que yo testifique en contra de Ganzel... también prometió darme algo de dinero, así que... —se alzó de hombros.

—Espera, ¿eso no es ilegal?

—Es extraoficial, yo... hice algunas cosas —Dimitra tomó un mechón de su cabello, enrollándolo en su dedo, haciéndose la inocente. Henry, en cambio, puso los ojos en blanco, sabiendo bien lo que había hecho.

—Dios... coqueteaste con el abogado —no era una pregunta, lo estaba afirmando. Dimitra simplemente alzó sus hombros. Henry negó con su cabeza; sin embargo, no estaba sorprendido por lo que acababa de escuchar. —Eres un desastre.

—Yo también te amo —Dimitra le sonrió. Henry le devolvió la sonrisa, sintiéndose feliz de volver a verla.

—Yo... no tienes que hacer esto, me hubiera gustado poder ayudarte, no deberías estar aquí.

Dimitra solo hizo un gesto con su mano, no dándole importancia.

—Está bien, es el precio que tengo que pagar. Además, no es la primera vez que estoy aquí, esto es mi pan de cada día.

Henry se incomodó al escuchar sus palabras, no pudo evitar su molestia en su rostro mientras se apartaba con lentitud de su amiga.

—Tienes razón... yo también debería estar aquí.

Dimitra lo miró con asombro, sus ojos expresaban confusión y sus cejas fruncidas algo de enojo.

—Henry...

—Sabes que es la verdad, no me digas lo contrario —la interrumpió casi de forma brusca. —Yo también tengo los mismos cargos que tú y, en cambio, las personas me tratan como una víctima y quieren hacer justicia por mí. Otras personas han sufrido más...

—Oye —Dimitra lo tomó de los hombros para obligarlo a que lo viera —¿crees que no mereces justicia?, ¿no crees que Ganzel debe ir a la cárcel por lo que hizo?

Henry se apartó de su toque, sabía lo que estaba haciendo.

—No es eso... es solo que todos dicen que soy una víctima; capitán man, los detectives, sé que la psiquiatra que veo también lo piensa. Pero la verdad es que no lo soy. ¿Ganzel merece ir a la cárcel? Sí, pero no por lo que me hizo, lastimo a otras personas, ellos merecen justicia.

—Henry, ¿qué rayos estás diciendo? —Dimitra se levantó, colocándose frente a él. Apretó los puños, estaba molesta, pero no con Henry, sino con Ganzel y todos los que lo lastimaron.

—Yo pedí esto ¿bien? —Henry se levantó también,  encarando a su amiga —sabía en lo que me metía cuando accedí a tener sexo con todos esos hombres, yo escogí esta vida. Lo que Ganzel me hizo solo fue la consecuencia de eso, está bien. 

A Dimitra le dolía escuchar esas palabras, pero no era la primera vez que las escuchaba. Henry siempre se culpaba por todo lo que otros hacían.

—¿Crees que porque te prostituías merecías que te violaran?, ¿piensas que ser prostituta es una invitación para que nos violen? —preguntó con la voz entrecortada. Henry bajó su mirada y no respondió. Volvió a sentarse en la mesa, mordiéndose el labio para no romper en llanto. Dimitra tragó saliva, alejando el nudo en su garganta y las lágrimas que desean salir. En silencio, se sentó a su lado, lo miró unos segundos antes de hablar. —Tú sabes bien que la gran mayoría que hace estas cosas son personas en necesidad, que no tienen a donde ir. Hacemos esto para sobrevivir, también tenemos derechos y merecemos respeto. Lo que Ganzel te hizo no fue tu culpa, no fue una consecuencia de tus decisiones. No es no y solo porque usemos nuestro cuerpo para ganar dinero significa que queremos que nos hagan daño.

Henry levantó su mirada hacia Dimitra, sus ojos inyectados en lágrimas, reflejaban tristeza. Dimitra sintió su corazón romperse, con suavidad lo atrajo hacia ella, rodeándolo con sus brazos, dejó que descansara su rostro en su pecho, importándole poco que su uniforme se llenara de lágrimas.

—Tú no escogiste esta vida, te viste obligado a hacerlo. No merecías nada de lo que te paso. —murmuró con dificultad, el nudo en su garganta se volvía cada vez más insoportable.

—Tú tampoco mereces estar aquí.

—Esta es la vida que escogí, a mí gusta hacer lo que hago, me encanta manipular a los hombres con mi cuerpo a cambio de dinero. Pero tú, tú no querías nada de esto, mereces justicia. Ganzel tiene que pagar por lo que te hizo.

Se quedaron en silencio por unos minutos, Dimitra arrugándolo en sus brazos mientras Henry sollozaba.

—Todo esto ha sido mi culpa —habló la joven castaña minutos después —yo... lo lamento tanto, Henry.

El rubio se alejó de sus brazos, mirándola con sus ojos llenos de lágrimas.

—No, no. Esto no es tu culpa.

—¡Por supuesto que sí! Debí quedarme contigo. Debí salvarte cuando tuve la oportunidad...

Henry la rodeó con su brazo, pegándola a su cuerpo.

—Siempre hiciste lo necesario para mantenerme a salvo, si estoy aquí hoy es gracias a ti.

Dimitra se separó un poco de él y lo miró, sus ojos levemente rojizos, producto de las lágrimas que retenía.

—Siento que te he fallado, pude detener todo esto desde el principio y no lo hice...

—No podías hacer nada, yo quise adentrarme en esto, fue mi elección... —murmuró, alejándose un poco de ella. Esa era la verdad, todo lo que sucedió después fue debido a sus elecciones, sus malas decisiones, aun cuando le seguían repitiendo que no era así.

Dimitra negó con su cabeza y volvió a tomar su mano. Hubo silencio por parte de ambos, Dimitra observaba su mano, pasando sus dedos por las cintas.

—¿Sabes quién tiene la culpa de todo? —preguntó, Dimitra no espero a que Henry respondiera y dijo; —la zorra de Melissa.

Henry dejó escapar una risita. Recordaba a Melissa, fue la "amiga" que lo convenció de comenzar a prostituirse, ella lo vio débil e indefenso y lo manipuló para que comenzara en el mundo de la prostitución. Henry no lo sabía en ese entonces, hasta que un día necesito de su ayuda y ella le dio la espalda.

—¿Dónde crees que este ahora?

—Quizás con algún papi en el extranjero, la muy zorra siempre conseguía lo que quería.

Henry soltó una pequeña risita, negando con su cabeza. Se quedaron en silencio por un largo rato, ambos metidos en sus propios pensamientos. Henry miró a su amiga, recordando todo lo que había vivido juntos.

—Te extrañé... —murmuró en voz baja, casi como un susurro que solo Dimitra pudo escuchar. Dimitra le sonrió con dulzura, llevó sus manos hacia su rostro y limpió las lágrimas que aún quedaban en su rostro.

—Yo también. Ahora, quiero que dejes de llorar, tu novio ya comienza a mirarnos con preocupación.

Henry estaba confundido al principio, después miró por encima de su hombro hacia donde Ray se encontraba. Henry supo de inmediato que estaba conteniéndose en su lugar para no correr a su lado. Henry no necesitaba escucharlo hablar para saber que estaba preocupado. Sonrió un poco para hacerle entender que todo estaba bien y después miró de vuelta a su amiga.

—¿Cómo es? —preguntó la castaña unos minutos después —¿Te trata bien? ¿Es bueno contigo?

—Lo es, es la mejor persona que he conocido. Me cuida como nadie lo había hecho, me quiere, siempre se asegura de que esté bien. —sonrió al mismo tiempo que un sonrojo se formaba en sus mejillas. Dimitra también sonrió, feliz de escuchar algo de alegría en la vida de su amigo, a quien quería como un hermano.

—Me alegra saber eso. Pero ¿cómo llegaste con él?... espera... —Dimitra frunció el ceño al recordar algo —no es el hombre con quien estabas en el muelle la otra vez... ¿o sí? —Henry abrió los ojos, comenzando a ponerse nervioso. Dimitra noto ese cambio y lo supo. —¡Es él! —se levantó de golpe, algo alterada. Henry también se levantó comenzando a negar, intentando mantener la calma, pero la castaña parecía ignorarlo —¿por qué estabas con él en el muelle? Acaso... ¿te está obligando a tener sexo?

—¡NO! —Henry gritó, llamando la atención de los demás. Pudo sentir las miradas de todos, se encogió en sí mismo ante eso, por suerte las miradas duraron solo un segundo. Sin embargo, podía sentir la mirada tensa de Ray sobre sus hombros. Tragó saliva y volvió a concentrarse en su amiga. —Él no me obliga a tener sexo y sí, es el hombre con quien estaba en el muelle, por favor, necesito que me prometas que no dirás nada. —Ray ya tenía suficiente con que Ganzel supiera su identidad, no quería más problemas.

—Está bien, lo prometo.

Henry le agradeció con un asentimiento de cabeza.

—Pero quiero saber qué hacían ahí, por tu forma de actuar, parecía que estaban en medio de algo.

Henry dejó escapar un suspiro, sabía que Dimitra no dejaría el tema atrás. Se sentó de nuevo y comenzó a explicar.

—Estaba ahí porque capitán man y yo habíamos tenido una discusión, él investigó sobre mí a mis espaldas, yo me sentí mal por eso y hui. Fui al único lugar donde me sentía en casa. Él me encontró y fue cuando tú apareciste, sabía que tena que hacer algo o sospecharías. Actuaba así para engañarte, para que creyeras que estaba trabajando.  —Dimitra no pudo evitar sentirse mal al escuchar esas palabras, se sentó a su lado y agarró su mano. —Capitán man es bueno conmigo, él solo ha querido ayudarme todo este tiempo a cambio de nada. Nunca me ha obligado a hacer algo que yo no quiera. Sé que no confías en ningún hombre, pero te puedo asegurar que capitán man no es como los demás.

Dimitra le sonrió, miró sus ojos por unos minutos, asegurándose de que fuera verdad todo lo que decía. Vio los ojos de Henry brillando, disimuladamente vio al superhéroe quien no disimulaba nada el semblante preocupado sobre Henry. Con eso lo supo, podía confiar en las palabras de Henry y en el superhéroe.

—Está bien, te creo.

Henry le sonrió y se acercó para abrazarla.

Después de la charla, llegó el momento de retirarse. La hora de visitas había terminado. Henry se desanimó al escuchar eso, pero estaba complacido de estas horas con su amiga.

—Te veré pronto, cuídate, ¿sí? —murmuró Henry mientras la abrazaba.

—Lo haré.

Henry se alejó del abrazo y le sonrió.

—No hagas un prision break mientras estás aquí, ¿bien?

Dimitra dejó escapar una carcajada.

—Sabes que no soy lo suficientemente inteligente como para planear un escape de prisión.

—Pero eres lo suficientemente astuta como para armar un escándalo.

Dimitra volvió a reírse, negando de forma inocente.

Se despidió de Dimitra dándole un último abrazo y volvió con Ray, este rápidamente lo rodeó con su brazo, no habló, pero con su mirada le preguntó si estaba bien. Mientras caminaban, Henry le sonrió, asegurándole con ese gesto que sí, que estaba bien. Caminaron por el mismo pasillo que horas atrás, realizaron el mismo procedimiento antes de salir de la prisión. Ahora iban en el auto, Ray manejando, Henry de copiloto.

—Me gustó ver a Dimitra hoy.

—Me alegra saber eso —Ray lo miró de reojo, sonriendo levemente. Henry lo miró, correspondiendo la sonrisa.

—Fue bueno para mí... —dejó escapar un suspiro, mirando de vuelta hacia la ventana.

Ray no pudo evitar sentirse aliviado de escuchar eso, al principio pensaba que era una mala idea, pero resultó que estaba equivocado, Henry está sonriente y se veía relajado. Eso era todo lo que le importaba.

Continuó manejando tranquilamente cuando se percató de algo extraño, su vista se posó en el espejo retrovisor, notando un peculiar auto detrás de ellos, no quería parecer paranoico, pero eso no le gusto. Intercalando su vista entre el frente y el espejo retrovisor siguió manejando hasta que encontró una calle a la derecha y decidió desviarse por ella. Mayor fue su sorpresa cuando el auto lo siguió, Ray disminuyó la velocidad, quizás había sido una coincidencia, pero no fue así, el vehículo le seguía el paso. Ray se alarmó ante esto, apretó el volante intentando calmarse mientras en su mente maquinaba un plan de acción. Mantenía la vista en el auto de atrás, siguiendo sus movimientos. Su preocupación aumentó cuando el conductor lo alcanzó colocándose justo a su lado. Sigilosamente, llevó su mano hacia su arma, listo para actuar.

—Ray, ¿qué sucede? —habló Henry a su lado, y por su tono de voz, estaba nervioso.

Ray no respondió, miró de reojo hacia su lado de la ventana y en un segundo sacó su arma.

—Abajo... ¡Ahora!

Sin esperar respuesta, frenó con fuerza, deteniendo el auto. Rápido tomo a un confundido Henry y lo obligó a meterse bajo el asiento, después se inclinó hacia él cubriéndolo, dejando que los trozos de vidrios cayeran en su espalda.

—¿¡Ray!? —Henry gritó asustado, escuchando los disparos y los vidrios cayendo.

El castaño se alejó cuando escucho los frenos del otro auto sonar por el asfalto. Rápido se recompuso, sosteniendo su arma con fuerza al mismo tiempo que salía del auto.

—Quédate aquí —le dijo a Henry antes de salir corriendo, persiguiendo al auto.

Apuntó hacia el vehículo, disparando todo lo que veía. Su puntería estaba desenfrenada, tenía el corazón en la boca. Pero ya era muy tarde, no logró darle al auto; este ya iba muy lejos, sin embargo, logró visualizar la matrícula.

—418142  —murmuró repetidas veces para recordarla. Corrió de vuelta hacia el auto, sacando su teléfono de su bolsillo. —Schowz, necesito que busques el número de matrícula 418142 y me la envíes. ¡Ahora! —ordenó antes de colgar la llamada sin darle más explicaciones al confundido científico. Se subió al auto de nuevo, Henry en el asiento de copiloto estaba al borde del colapso, hiperventilaba quedándose sin aire. —¿Estás bien? ¿Estás herido? —Ray rápidamente comenzó a moverlo, con sus manos buscaba alguna herida.

Henry comenzó a negar, tragando saliva en el proceso. Después miró a Ray con temor.

—Fue Ganzel, quiere matarme. Fue Ganzel, va a matarme por testificar.

—Shh, no digas eso —Ray lo tomó con firmeza para que lo viera. Henry comenzó a negar con frenesí, sus ojos al borde del llanto.

—Es la verdad, va a matarnos a todos. No estamos a salvo, Ray, no lo estamos —comenzó a llorar, cerrando sus ojos con fuerza. Ray lo atrajo a su cuerpo, protegiéndolo con sus brazos. Dejó un beso en los rubios cabellos, sintiendo como el rubio se rompía bajo sus brazos.

Capitán man terminó llamando a la policía y a una ambulancia, solo para que los paramédicos se aseguraran de que Henry estuviera bien. Mientras lo atendían, Ray hablaba con los detectives y el oficial Blake.

—Henry dice que pudo haber sido obra de Ganzel y yo le creo —comentó mientras le tendía la Tablet con la Información que Schowz le había mandado.

—¿Algo sobre el disparador? —preguntó Rogers tomando la Tablet en sus manos.

—No, mi equipo investigó la matrícula del auto, pero al parecer es robado. El supuesto dueño ni siquiera es de la ciudad.

—¿Pudiste ver al hombre a la cara? —preguntó Blake. Ray negó con su cabeza.

—No, mi prioridad fue proteger a Henry, además llevaba pasamontañas. Pero estoy seguro de que eran dos, el que manejaba y el que comenzó a disparar. —explicó, mirando de reojo a Henry, quien seguía siendo atendido por los paramédicos.

—Bien, nos encargaremos desde aquí. —Rogers le entrego la Tablet. Iba a retirarse de la escena con el oficial cuando el capitán volvió a hablar.

—Henry está preocupado, siente que nadie está a salvo y tiene razón. Nos siguieron desde que salimos de la prisión, pueden que nos estén vigilando, a todos. Ganzel está moviendo sus piezas, tenemos que tener cuidado. 

—Está bien, nos aseguraremos de que los demás testigos del caso este a salvo ¿Usted necesita protección?

—Puedo cuidarme solo, Henry está a salvo conmigo.

La detective y el oficial asintieron antes de irse. Ray sostuvo con firmeza su Tablet antes de guardarla en su bolsillo, después caminó hacia Henry. Este rápidamente se quitó la máscara de oxígeno y corrió hacia él.

—¿Les dijiste? ¿Les dijiste que fue Ganzel? ¿Les dijiste que deben cuidar a los demás? —preguntó con desespero mientras agarraba a Ray con fuerza. Ray lo tomó del rostro, con gentileza le pidió que se detuviera.

—Lo hice, lo hice —repitió limpiando sus lágrimas, luego lo envolvió en sus brazos. Después de eso, lo llevó de vuelta con los paramédicos, solo para asegurar que estuviera bien.

—Este jovencito está bien, pero le recomiendo mantenerse tranquilo —informó la paramédica mientras le sonreía. Ray no pudo evitar sonreír de forma divertida, era imposible no caer por la ternura que Henry irradiaba. La paramédica terminó de examinar a Henry, quitándole el tensiómetro, luego fue libre para irse.

Ahora estaban en el auto sin decir una palabra. Cada uno estaba en sus propios pensamientos, no lo demostraban, pero seguían afectados por lo ocurrido. Ray vio algunos trozos de vidrios en el suelo y tomó nota de limpiar el auto.

—Todo es mi culpa... —murmuró Henry, rompiendo el silencio y llamando la atención de Ray —si no hubiera dicho nada, si hubiera mantenido la boca cerrada, nada de esto estaría pasando. Ahora todos están en peligro por mi culpa...

—No digas eso. Todo va a estar bien...

—YA CÁLLATE, ESTOY HARTO DE ESCUCHARTE DECIR QUE TODO ESTÁ BIEN. ¡NADA LO ESTÁ! —Henry le lanzó una mirada furiosa, dejando escapar todo su enojo.

Ray lo miró con asombro, no se esperaba eso. Sin embargo, no hizo ni dijo nada, se mantuvo en silencio. Henry, por su parte, comenzó a llorar, rompiéndose una vez más.

—Lo siento —soltó en medio del llanto, tapándose con ambas manos, arrepentido de lo que había dicho.

Ray mantuvo su postura, acercándose a él con lentitud para rodearlo con sus brazos, dejando que descansara su frente contra su pecho.

—Tranquilo, no estoy enojado —murmuró contra su cabello, pasando una de sus manos por su espalda, dejando caricias en ella.

Cuando Henry logró calmarse, Ray puso en marcha el auto. En silencio iba conduciendo mientras mirada de reojo hacia el rubio. Henry iba sin decir nada, luego de ese arrebató, se acurrucó en su asiento con su mirada fija en la ventana. Ray sabía que seguía llorando, lo hacía de manera silenciosa.

El camino a la cueva se hizo más largo, Ray decidió tomar un camino distinto para asegurarse de que nadie estuviera siguiéndolos. No quería más problemas. Buscó una de las tantas entradas a la cueva que había esparcidas por la ciudad, escogiendo al final la entrada dentro de un estacionamiento subterráneo. Sabía que nadie se pasaría por ese lugar. En la cueva el silencio seguía reinando, Ray quiso darle su espacio a Henry y no molestarlo. Era verdad lo que dijo; no estaba molesto con él, al final del día, Henry no tenía la culpa de nada de lo que pasaba, pero era difícil para el rubio verlo así.

Todo transcurrió tranquilo las siguientes horas, ambos cenaron en compañía del científico; Schowz podía sentir la tensión en el lugar, pero decidió no comentar nada. Después se prepararon para dormir, seguían sin hablar, así que Ray se fue a su habitación, dejando que Henry escogiera donde quería estar, después de todo seguía teniendo su propia habitación.

Estaba cepillando sus dientes cuando la puerta de su habitación fue abierta. Escupió la espuma en el lavabo, terminando de limpiar sus dientes, tomó una toalla del tocador cuando sus ojos se toparon con los de Henry, este lo miraba desde el centro de la habitación. Ray no hizo ningún movimiento, esperando que Henry diera el primer paso. Así lo hizo el más joven, caminando hacia el baño donde Ray seguía parado. Solo en la cercanía, Ray notó sus ojos llenos de lágrimas.

—Lo lamento… no debí reaccionar así, yo... tú has sido muy bueno conmigo, has hecho todo para cuidar de mí y yo sigo siendo un desastre... —bajó su mirada, esperando el reclamo por parte de Ray. Sin embargo, eso nunca llegó, en cambio, un toque gentil y una mirada llena de amor fue lo que recibió.

—No tienes nada de que disculparte, sé que esto es duro para ti. Un pequeño arrebató no va a hacer que deje de quererte.

Henry asintió ante esto y aceptó el abrazo que Ray le dio. Henry se arrulló en esos brazos, deseando poder esconderse en ellos para siempre. Ray dejó un beso en su frente antes de alejarse.

—Todo está bien entre nosotros, ¿sí?, no pienses otra cosa.

Henry volvió a asentir, tragándose el nudo de su garganta. ¿Cómo es que era merecedor de este hombre tan maravilloso? Era una pregunta que se hacía todos los días, aún no encontraba la respuesta. Ray me regaló una sonrisa, después se acercó a sus labios y dejó un suave beso en ellos.

—No te culpes por lo que pasó esta noche. Nada de esto es tu culpa, aunque te cueste creerlo.

Henry bajó su mirada, apartándose un poco de Ray.

—Aun así... todo hubiera sido mejor si nadie se involucrara en esto. —se recargó en el tocador de brazos cruzados y con su mirada en el suelo.

—Solo quieren ayudarte.

—Y ahora están en peligro por eso.

—La policía se encargará de que nada malo les pase.

—Sí... —Henry suspiró y alzó su mirada hacia Ray —hablé con Bose, me dijo que hay oficiales en su casa.

—Eso es bueno, su familia y él estarán bien. Y sé que Dimitra también lo estará, me aseguraré de eso.

—Me gustaría más que estuvieras allá, cuidando de ellos.

Ray no pudo evitar sonreír, Henry siempre preocupado por la seguridad de los demás.

—Mi prioridad es cuidarte ahora, pero si quieres puedo visitarlos en la mañana.

—Por favor.

Ray volvió a sonreírle, acercándose para dejar un beso en su frente.
—Bien, ahora vamos a dormir. —sin esperar respuesta tomó al rubio en brazos, cargándolo al estilo nupcial.

—Ray, ¿qué haces? —preguntó entre risas, agarrándose del cuello de Ray para no caerse.

—Te llevó a la cama —respondió con simpleza. Con cuidado lo dejó en el colchón, escuchando la risa de Henry. Se quedó un minuto sobre él, deleitándose con el dulce sonido de su voz.

—Eres un tonto—comentó el rubio sin dejar de reírse mientras lo empujaba hacia el lado de la cama.

Ray sonrió en grande, orgulloso de haber hecho sonreír a su novio. Henry casi no reía y Ray odiaba a sus traumas por eso.

—Me gusta verte reír —dijo, mirándolo con amor.

Henry dejó de reír, sin embargo, mantenía una sonrisa en su rostro. Ray llevó una mano hacia la mejilla sonrojada del rubio y la acarició.

—Un día todo esto terminará y seremos felices.

—¿Sí?

—Sí, y nos iremos muy lejos, solo seremos tú y yo.

—¿Adónde iremos?

—A las montañas, viviremos en una cabaña, lejos de todos —expresó sin dejar de acariciar su mejilla y sin dejar de mirarlo con amor. Henry, por su parte, dejó escapar una risita.

—No podemos hacer eso, no puedes dejar de ser capitán man...

—No me importaría dejarlo todo por ti.

Henry sintió una sensación de emociones recorrer por su cuerpo al escuchar esas palabras, palabras que Ray decía con total firmeza, sin miedo a nada. Estaba dispuesto a todo por él. Henry tragó saliva, sus sentimientos revoloteando en su estómago, se sentía en un sueño, por un momento olvido el desastre que era su vida y se concentró en esto, en esta burbuja que Ray había creado para ellos dos. Le sonrió y se acercó para besarlo, demostrando todo lo que sentía en ese gesto.

—Solo imagínalo —murmuró el castaño, su frente pegada a la de Henry y sus ojos cerrados —imagina que estamos en una cabaña alrededor de las montañas, tenemos un lindo paisaje al frente junto con un lago, podemos ir a nadar, recostarnos en el césped. Ser felices al fin, ¿lo ves?.

Henry sonrió también con los ojos cerrados mientras se imaginaba todo lo que Ray decía.

—Lo hago... pero quizás que sean unas vacaciones, no quiero que dejes tu labor como Capitán man.

Ray dejó escapar una sonrisa, abrió sus ojos y se alejó del rubio.

—Está bien. —aceptó el trato, no le importaba, lo único que quería en su vida era tenerlo a él para siempre. Henry le correspondió la sonrisa. Después se fueron a dormir, soñando con la vida que ambos querían vivir juntos.

Chapter Text


Melissa era una persona que siempre conseguía lo que quería; Alta, de contextura delgada, se paseaba por el muelle con sus tacones rojos, sacos de piel y vestidos costosos hasta las rodillas, dejando demasiado a la imaginación. Era imposible decirle que no, todos caían a sus pies. Henry quedó asombrado cuanto la vio y no fue el único. Todos esperaban tener la atención de la atractiva mujer, pero ella solo iba en dirección hacia el pequeño rubio de prendas desgastadas.

—Niño, si viniste —comentó en cuanto estuvo frente a él. Lo miró de arriba hacia abajo, dejando escapar una sonreía fingida.

Henry se quedó un rato hipnotizado por la belleza que la mujer de cabello azabache desprendía. Pero fue cuando la miró a esos ojos grises, mirándolo como un lobo hambriento, que lo hizo salir de su trance.

—Sí, yo... necesito el dinero —murmuró jugando con las mangas llena de huecos de su camisa.

Melissa ahora soltó una sonrisa brillante, casi como la del gato de Alicia en el país de las maravillas. Sus ojos también brillaron, nadie se le negaba nunca.

—Muy bien, vamos. Tenemos que buscarte algo de ropa —lo rodeó por el hombro y comenzaron a caminar —Necesitas mostrar tu cuerpo si quieres entrar en este negocio.

Henry bajó la mirada al escuchar eso, quiso esconderse en su suéter. De repente se puso nervioso, comenzaba a temer que esto fuera una mala idea.

—Yo... no sé si tenga el cuerpo adecuado para esto...

Melissa lo miró con ternura y con algo de burla.

—Tranquilo niño, tienes una cara bonita, eso compra a cualquiera.

Henry se sintió más confiado al escuchar eso y con pasos más decididos la siguió.

Llegaron al final del muelle; mujeres, hombres y adolescentes sin hogar venían a pasar el rato, algunos a trabajar, otros a drogarse. También venían los aventureros, los que buscaban una noche de diversión. Llegaron hacia la última calle, siendo detenidos por una joven chica.

—Melissa, ¿a quién traes aquí?

—Este no es tu asunto Dimitra, puedes dejarme en paz —se hizo a un lado, tomando a Henry del hombro con fuerza. Llegaron hacia una pequeña banca, donde un montón de chicas se arreglaban —Te buscaré algo bonito y luego te enseñaré todo lo que tienes que hacer —volvió a guiñarle un ojo a Henry, ignorando la mirada intensa de Dimitra.

—No sé qué piensas que estás haciendo, pero esto no me gusta —Dimitra le reclamó, llegando a su lado. Miró a Henry de arriba hacia abajo, viendo lo debilucho y pequeño que era —¿Cuántos años tiene este niño? ¿Diez?

—Tengo 15...

—Eso no lo vuelve mejor...

Melissa chasqueó la lengua para después mirar a Dimitra con fastidio.

—Henry, te presentó a Dimitra, la madre Teresa de las prostitutas —soltó con burla antes de volver hacia las bolsas de ropa. Dimitra la miró con furia, acercándose a ella de forma intimidante.

—No voy a dejar que metas el niño en esto.

—Esa no es tu decisión.

—Necesito el dinero —soltó Henry intentando calmar la situación que comenzaba a crearse.

Dimitra lo miró de reojo, unos segundos después soltó un suspiro.

—Está bien, pero estaré vigilándote —señaló con su dedo a Melissa. Esta simplemente rodó los ojos.

—Relájate Dimi, esta es la edad en la que todos empezamos. A Henry le irá bien —sonrió antes de pasarle un par de prendas al rubio.

Dimitra dejó escapar otro suspiro y solo para asegurarse de que Melissa cuidara bien del rubio, los siguió. Poco le importaba perder clientes hoy.

—Muy bien, todo lo que tienes que hacer es lucir tu lindo cuerpecito, —comentó la azabache mientras acomodaba el saco de felpa sobre el cuerpo de Henry, dejando al descubierto su torso desnudo —mantén tu boquita cerrada y tus piernas bien abiertas. Deja que ellos hagan todo lo que quieran—Henry asintió sin dejar de mirar sus prendas, específicamente la falda color azul que ahora portaba. —Perfecto, ya estás listo. Ahora ve, hay clientes esperando —Melissa lo empujó para qué comenzará a caminar hacia la calle.

Henry dejó escapar un suspiro y a pasos lentos y torpes, caminó hacia el auto estacionado, le sonrió al hombre desde la ventanilla, recargándose de forma provocativa en ella. No sabía lo que estaba haciendo, solo se dejaba llevar. El hombre accedió a sus provocaciones, dejándolo entrar al auto. Henry miró a Melissa por última vez, antes de subirse al vehículo.

—¿Es tu primera vez, niño?

Henry asintió de forma leve, jugando con el dobladillo de su falda. El hombre a su lado sonrió con malicia.

—Está bien, prometo ser gentil.

Todo paso de forma rápida después, el hombre comenzó a acercarse hacia su rostro y empezó a besarlo y tocarlo por todos lados. Henry apretaba sus ojos con fuerza, recordando las palabras de Melissa "Mantén la boca cerrada y las piernas bien abiertas". Para cuando se dio cuenta el hombre ya había terminado y estaba satisfecho, con eso, vino una gran cantidad de dinero para él. Henry lo tomó con temor en sus manos mientras sus ojos brillaban.

—Lo hiciste muy bien chico —lo halagó Melissa cuando lo vio llegando con su dinero.

—Sí, eso creo —Henry murmuró mientras contaba el dinero.

—Guarda bien eso, no querrás que alguien te lo quite.

Henry simplemente asintió, después quedo a solas con Dimitra. Henry tragó saliva al verla, le intimidaba un poco.

—¿Seguro que estás bien? Sé que quieres impresionar a Melissa, pero a mí no me engañas, puedes irte cuando quieras, hay muchas otras formas de ganar dinero.

—Estoy bien, necesito el dinero. Además, mi cuerpo no vale nada, así que está bien.

La castaña lo miró con lástima, pero decidió no decir nada.

—Está bien, pero quédate conmigo a partir de ahora. Melissa no es de fiar.

Henry asintió antes de verla irse, luego miró su dinero, guardándolo con cuidado en su mochila. Y así comenzó una nueva aventura para Henry, todos los días iba al muelle y se prostituía. Al principio era temeroso, luego fue adquiriendo experiencia, aprendiendo todo lo que sus "compañeras de trabajo" le decían. Dejó de ser tímido y comenzó a usar su cuerpo de la mejor forma. Aún le saqueaba lo que hacía, pero estaba dispuesto a complacer a cualquiera que le diera algo de dinero. Así, Henry se convirtió en un experto en las calles, siendo conocido por su cuerpo y por el buen servicio que aplicaba. Fueron los mejores, pero también peores meses de su vida antes de que el verdadero tormento comenzara.

Despertar de ese sueño fue duro, pero al menos no despertó gritando, ni llorando. Se quedó mirando el techo de la habitación, recordando una y otra vez todas las cosas que hizo para sobrevivir. Tragó saliva, no iba a llorar, eso era el pasado, ya nada podía cambiar. Sin embargo, era difícil de olvidar. Se levantó de la cama y se sentó, llevando sus piernas hacia su pecho. Miró entre la oscuridad, recordándose que ya no era más un prisionero, ya no era más una cualquiera que se vendía por unos cuantos billetes, ahora era una persona libre con derechos.

Giró su rostro a su lado, viendo el semblante de Ray pacíficamente dormido. Sonrió ante la tierna imagen que el castaño inconscientemente le regalaba. Esta era su vida ahora, a esto es lo que debía aferrarse. Con cuidado se movió en la cama y se metió entre los fuertes brazos del mayor, acostó su cabeza contra su pecho y se acurrucó mejor, abrazándolo.

—¿Henry? —murmuró Ray entre sueños, apretándolo un poco más hacia su cuerpo. Estaba listo para moverse, preparado para atender cualquier pesadilla que Henry tuviera. Pero antes, Henry lo detuvo.

—Shhh, estoy bien. Solo quería abrazarte, vuelve a dormir —murmuró en voz baja. Ray asintió lentamente antes de dejarle un vago beso en su frente, acurrucó a Henry entre sus brazos y a los segundos volvió a quedarse dormido. Henry tardó un poco más en hacerlo, pero al menos se sentía a salvo y tranquilo en los brazos de su novio.


—¿Henry?

—¿Henry?

El rubio levantó la mirada volviendo en sí, reaccionó y se acomodó mejor en el asiento.

—Perdón, estoy algo distraído —murmuró para después prestarle toda la atención a la psiquiatra. Ella le sonrió de forma tierna, de forma despreocupada le dijo que estaba bien. Henry le correspondió la sonrisa. —¿Qué tal estuve en mi tarea? ¿Lo hice bien? —preguntó mirando a las hojas que la psiquiatra sostenía.

Esta volvió a sonreír ante las palabras del rubio, las consideró adorables.

—Lo hiciste muy bien, me alegra que respondieras las preguntas. Pero lo importante aquí es saber cómo te sentiste tú al realizar la actividad.

—Me agrado, al principio fue difícil, pero logré concentrarme y dejar que todo saliera.

—Eso es bueno, podemos seguir haciéndola si gustas. Lo que no hables aquí, lo puedes escribir en casa después.

Henry asintió, le gustaba esa idea. La psiquiatra también asintió, cerrando el acuerdo.

—Bien, me quedaré con estas por ahora, si no te molesta.

Henry negó, lo que más quería era deshacerse de todos sus recuerdos.

—Bien, —la doctora guardó las hojas en una carpeta con su nombre, después las dejó en la mesa y tomó la libreta junto con el bolígrafo —entonces, ¿algo que quieras hablar sobre lo que has escrito? ¿Estás listo para hablar sobre Ganzel?

Henry tardó un minuto en responder, jugaba con sus dedos de forma nerviosa. Evitó mirar a la mujer frente a él y se concentró en la ventana a un lado de la habitación.

—Hoy no me gustaría hablar sobre el pasado...

—Muy bien, entonces hablaremos sobre lo que tú quieras.

Henry miró a la psiquiatra, entre cerrando un poco los ojos en el proceso ¿cuál es la trama? Pensó.

—No quiero hablar sobre nada... —murmuró, comenzando a mover el pie con frenesí. Lo único que quería hacer era irse.

—Bueno, igual vas a pagarme. Así que lo que hagamos hoy, no importa —comentó la psiquiatra y Henry sabía que estaba jugando con él. Se levantó del sofá donde estaba y en un impulso caminó hacia la ventana.

—Yo solo... estoy cansado de esto... —se paró frente a la ventana, esta daba justo al estacionamiento. Desearía haber visto el auto de Ray, pero él no se encontraba con él en esta ocasión. Estaba asegurándose de que Dimitra y Bose estuvieran bien. Se giró para mirar a la doctora —Sabe que habrá un juicio, ¿no? Sé que lo sabe, es en un mes y yo... no sé si pueda hacerlo.

La psiquiatra se levantó y a pasos lentos caminó hacia él, se puso a su lado metiendo las manos en su bata. Ambos miraban por la ventana.

—¿Tú quieres que el juicio se haga?

—¿Que importa lo que yo quiera?

—Bueno, creo que deberías tener opción a elegir ¿no?

Henry dejó escapar un bufido, recargándose en la ventana.

—Me dijeron que iría a la cárcel si me negaba, así que no, no tengo opción de elegir. Tengo que hacer esto, quiera o no. Y por si fuera poco, hay personas en peligro debido al juicio y es todo por mi culpa.

—Esto no es tu culpa, solo quieren ayudarte.

La psiquiatra dijo casi las mismas palabras que Ray le había mencionado hace poco, sin embargo, Henry seguía considerando que era algo tonto.

—¿Por qué lo harían? No merezco todo esto. No merezco que pongan sus vidas en riesgo por mí. Yo no valgo nada.

—Yo no creo eso, eres una persona muy valiosa, Henry.

El rubio comenzó a negar, alterándose poco a poco.

—Eso lo dice porque no me conoce... hice cosas en el pasado, cosas horribles. Todo lo que está pasando es gracias a mis acciones del pasado. Estoy bien con eso, puedo llevar la carga. Pero saber que otras personas son capaces de sufrir por lo que me hicieron... no es justo.

Hubo silencio por unos minutos, entre los que Henry intentaba calmarse, moviéndose de un lado al otro por el lugar.

—Sé que es complicado para ti entender que las cosas que sucedieron no fueron tu culpa. Nada, absolutamente nada de esto se debe a las decisiones que elegiste.

—Usted no me conoce —Henry expresó con furia, mirando a la mujer con dureza.

La psiquiatra mantuvo la compostura, sabiendo que Henry estaba a la defensiva.

—Tienes razón, no te conozco. Pero he atendido a un montón de chicos como tú, con traumas similares. Todos se sienten culpables al principio. Te diré lo mismo que les dije a ellos: No lo es, no eres culpable de nada, el único que tiene la culpa aquí es la persona que te hizo esto.

Henry comenzó a negar, bajando su mirada, lentamente las lágrimas comenzaron a caer.

—Pero yo, pero-

—Henry, mírame.

El rubio tardó unos segundos en levantar la mirada, abrió sus ojos, encontrándose con la mirada amable y tranquila de la psiquiatra. En ese momento se dio cuenta de que lo sostenía de los hombros.

—No importa lo que hayas hecho, no eres culpable, no hiciste nada malo. Sé que es difícil de ver, pero necesitas recordarlo.

Henry guardó silencio ante eso, bajó de nuevo su mirada, dejando que las lágrimas cayeran. La sesión terminó después de eso, la psiquiatra anotó un par de cosas y le dejó un par de tareas a Henry.

—Yo... siento que no fui muy participativo hoy —murmuró Henry tomando las nuevas hojas de trabajo que la psiquiatra le tendía.

—Créeme, lo fuiste. Además, tenemos muchas semanas para seguir hablando sobre esto. No te sientas presionado, no podemos resolver todo en una sola sesión.

—Estoy roto en miles de pedazos, repararme será la cosa más difícil de lograr.

—Bueno, me gustan los desafíos. Además, arreglar a las personas es mi trabajo. —le guiño un ojo de forma divertida.

Henry sonrió de forma genuina esta vez, le gustaba hablar con la psiquiatra, sentía que hablaba con una persona normal, una amiga. Se sentía cómodo con ella. Se despidió una vez más de la psiquiatra y salió del edificio. Afuera ya lo esperaba el castaño desde su auto, Henry dejó escapar un suspiro, aliviado de verlo.

—¿Cómo te fue?

Henry se colocó el cinturón de seguridad antes de responder.

—Digamos que bien... me gusta la doctora Rogers —sonrió, Ray le devolvió la sonrisa mientras tomaba su mano y besaba el dorso de ella.

—Me alegra escuchar eso.

—¿A ti como te fue? ¿Todos están bien?

—Lo están, los oficiales siguen cuidando de Bose y sus padres. Y en la prisión tienen vigilada a tu amiga, el abogado y los detectives están al pendiente de ella. Todo está bien.

Henry sonrió ante eso e internamente suspiro, dejando escapar toda su preocupación.

—Gracias por asegurarte todos los días de que estén bien, sé que lo haces por mí y no tienes que hacerlo. No debes cumplir todos los caprichos que te pido.

Ray lo miró de reojo, quería tomarlo y besarlo, pero seguía conduciendo.

—Haré lo que sea por ti, además sé lo importante que son estas personas para ti. —tomó su mano de nuevo y la beso de forma rápida. Henry le sonrió de forma tímida, sonrojándose un poco. —Como sea, hay algo para ti en los asientos de atrás —Henry entrecerró sus cejas en completa confusión. Miró hacia los asientos y tomó la mochila. Con curiosidad la abrió. —La madre de Bose hizo pastel, te mando un poco.

Henry sonrió al escuchar eso, en el proceso sacó el pequeño recipiente con pastel de chocolate dentro.

—Es muy lindo de su parte.


Los días pasaban y con eso, el día del juicio. Para Henry era imposible no dejar de pensar en eso; todo el tiempo, en su mente, llegaban eventos de su pasado y con ellos, eventos que ni siquiera había vivido. Su mente le jugaba una mala broma, creando escenas del juicio en donde todo salía mal y Ganzel quedaba libre.

Henry nunca había estado en un juicio, estaba nervioso por eso. Y por si fuera poco, las noticias no paraban de hablar, todos comentaban sobre el tan esperado día como si fuera el estreno de una película o la premiación de los Oscar. A todas horas, el nombre de Ganzel Richie salía en la televisión y como Henry temió, el suyo y el de Ray también.

Estaba mirando la televisión, viendo a los dos reporteros conocidos de Swellview hablar sobre el tema. "El gran juicio de Ganzel Richie" le decían, lo hacían ver como una estrella, como si lo que hizo no fue nada. Quien diría que Mary Gaperman y Trent Overunder estarían del lado del mafioso.

—¿Estás listo para irnos?

Henry se giró para ver a Ray, ya preparado con su traje de capitán man. Miró de vuelta al televisor antes de apagarlo.

—Sí... están hablando sobre nosotros...

Ray llegó hacia él y lo tomó por los hombros.

—No me importa lo que esos reposteros digan. Son todos unos imbéciles y quedarán como unos payasos cuando la verdad salga a la luz y Ganzel vaya a la cárcel.

Henry hizo una mueca, no estaba muy convencido de eso. Sabía que aun con Ganzel siendo culpable, las personas seguirían admirándolo. Ray no espero a que respondiera y dejó un beso en su frente.

—Este lugar parece un museo —comentó Henry viendo la impotente infraestructura que se posaba frente a ellos. Estaba asombrado, jamás había pisado ni caminado frente a un tribunal.

Ray lo miró de reojo y sonrió, era inevitable, Henry irradiaba ternura. Llegó al estacionamiento interno del edificio y trató de estacionarse lo más alejado posible, quería tener privacidad. A pasos tranquilos caminaron por el estacionamiento, llegando a los pasillos del tribunal. Ray iba rodeando a Henry por el hombro, asegurándose de enviar miradas rudas a las personas que se les quedaban mirando.

Henry, por su parte, iba observando todo a su alrededor con completo asombro, parecía un niño pequeño en un sitio turístico. Sin embargo, volvió en si cuando vio al abogado Martínez esperándolos al final.

—Henry, capitán man. Gracias por venir —saludó el abogado, estrechando ambas manos.

Ray simplemente asintió de forma seria, sin soltar a Henry caminó hacia donde el abogado les indicaba. Las puertas de madera fueron abiertas por un Guardia de Seguridad, Henry sintió nervios, solo entró gracias a que Ray lo seguía sosteniendo con firmeza. Los ojos del rubio se abrieron a la par al ver el espacioso lugar, su vista recorrió cada parte de este.

—Es enorme —murmuró, soltándose con suavidad del toque del capitán para caminar por su cuenta por el lugar. Sus dedos tocaban los banquillos de maderas finamente pulidos. Así era todo el lugar, de madera color caoba. Llegó al estrado y se giró en si mirando a los dos hombres mayores.

—¿Aquí es donde será el juicio?

—Sí —respondió el abogado, dejando su maletín en una pequeña mesa. Henry se mordió el labio y le dio otra mirada al lugar.

—Y amm, ¿dónde se supone que debo de estar?

El abogado dejó los papeles que sacaba sobre la mesa y se giró para verlo.

—Principalmente, estarás sentado en los banquillos esperando tu turno para testificar, después te llamaré al estrado y subirás aquí —caminó hacia una pequeña tarima y con su mano la tocó —A tu lado estará el juez y acá estará el jurado —dio unos pasos y tocó unos asientos de madera. Henry escuchó atentamente todo lo que le decía.

—Sé que Ganzel estará aquí, ¿dónde estará?

—Él estará allá —el abogado señaló hacia la otra mesa, un par de metros alejada de la del abogado. Henry la miró y miró de vuelta todo el lugar.

—Eso, eso está muy cerca de donde estaré... ¿tú estarás conmigo? —preguntó ahora mirando a Ray. Este asintió mientras se acercaba a él.

—Lo estaré, pero, —tomó sus hombros, lo que tenía que decir a continuación no le gustaba - —cuando vayas a testificar, tendrás que hacerlo solo...

—¿No estarás conmigo? —preguntó con la voz aguda, como si de un niño se tratara.

—No puedo, pero un oficial estará cerca de ti. Yo seguiré aquí, sentado en los banquillos, cuidándote. Ganzel no podrá tocarte, no se lo permitiré.

Henry tragó saliva, no estaba conforme con saber que Ray no iba a estar a su lado, sosteniendo su mano cuando testifique. Pero no era algo que pudiera controlar, así eran las reglas, debía obedecerlas.

—Está bien…

—Muy bien, si podemos empezar ahora...

La voz del abogado lo hizo volver a la realidad, Henry lo miró y asintió. Ray se alejó para darles algo de privacidad; sin embargo, no se fue, caminó hacia los últimos asientos y se sentó.

—Bien, Henry. Sube al estrado, comenzaré a explicarte lo que haremos.

Henry caminó a pasos lentos hacia donde se le había indicado, subió los escalones y se sentó en el duro y frio asiento. Desde ahí podía ver todo el lugar, sin embargo, aún se sentía cohibido y nervioso. Vio al abogado sacar algunos papeles de su maletín, los dejó esparcidos en la mesa y después caminó hacia él.

—En el juicio, cuando te toque testificar, yo te haré una serie de preguntas. Solo debes responder si o no. Solo debes hablar de más cuando se te indique ¿bien? —Henry asintió de forma temerosa. El abogado conforme con eso, caminó de vuelta hacia la mesa y tomó los papeles. —Ahora, debes saber que no puedes mentir, estás bajo juramento, si mientes estarás en problemas.

—¿Qué pasa si hay algo que no quiero responder?

—No tienes opción, debes responder si o si y con la verdad.

Henry bajó la mirada, jugando con sus dedos.

—Eso no es justo… —si el abogado escucho, no le importó.

—Escucha, saldrás perjudicado si mientes, sé que hay cosas que no quieres decir frente a un montón de desconocidos, pero esta es la única forma de que puedas decir tu historia y hacer justicia.

Henry simplemente movió su cabeza en afirmación. Levantó su mirada dirigiéndola hacia donde Ganzel estaría en el día del Juicio. Ya podía verlo riéndose, esbozando en su rostro esa sonrisa llena de maldad. Este era su show, el show de Ganzel. Henry simplemente era la marioneta principal, con el único propósito de hacer carcajear el magnate.

—Bien, vamos a empezar con las preguntas que yo te haré, practicaremos la forma en que debes responder. Después ensayaremos las preguntas del abogado defensor. —explicó el fiscal, mirando hacia las hojas.

Henry frunció las cejas en confusión. Era la primera vez que escuchaba eso.

—Espere… ¿otro abogado me hará preguntas?

Martínez despegó la mirada de los papeles para mirar al rubio.

—El abogado de Ganzel estará aquí también haciéndote preguntas. Intentará persuadir a la audiencia, hacerles ver como si Ganzel es el bueno de la historia. Armará una historia para mostrarlo como la víctima y a ti como el villano. Es por eso que no debes dejar que te manipule. No debes caer en su juego, ¿entendido?

Henry se sintió intimidado ante las palabras del abogado, ahora se sentía más temeroso y la idea de tirar la toalla y huir se hacía más fuerte. Miró a Ray por encima del hombro del fiscal, le regaló una pequeña sonrisa y con un gesto le recordó que tomara un respiro. Henry le correspondió la sonrisa y suspiro de forma tranquila, luego miró al abogado y respondió.

—Está bien.

Martínez asintió de forma firme.

—Bien, comencemos.

Los siguientes minutos transcurrió algo tenso e incómodo para Henry. Intentaba responder las preguntas que el abogado le hacía, pero estaba tan nervioso que se trababa al hablar.

—Ten, algo de agua —Martínez le tendió un pequeño vaso de vidrio. Henry le agradeció y bebió un poco de agua, mojando sus resecos labios.

Las preguntas continuaron, Henry se tomaba su tiempo para responder, el abogado lo dejaba, pero sabía que en el juicio no sería así. Entonces, intentaba visualizarse en el futuro evento para poder responder con rapidez, sin temor y sin mentir.

Tuvo que decir de nuevo su testimonio, la primera vez que Ganzel lo violo y sobre el secuestro. Está apenado al contar su historia sabiendo que Ray estaba escuchando. No quería pensar en lo que diría después de esto. ¿Cómo sería capaz de mirar a Ray a la cara ahora?, ¿cómo iría a verlo después del juicio? ¿Lo iba a seguir queriendo después de todo esto? Miró a Ray, volviendo a suspirar. Él le daba el valor para continuar.

—Henry.

Despegó su mirada del castaño para concentrarse de nuevo en el abogado.

—Sé que lo estás haciendo como mecanismo de defensa, pero al momento del juicio te recomiendo no mirar al capitán man.

—¿Por qué no puedo hacerlo?.

—Porque el jurado puede pensar que el capitán man te está orientando a responder las preguntas, pueden pensar que te está obligando a decir todo esto.

—Pero eso no es verdad, no estoy mintiendo.

—Eso ellos no lo saben.

Henry dejó escapar un suspiro y se recargó en el respaldar del asiento de forma desanimada, sin embargo, asintió, no quería que Ray tuviera problemas.

Siguió hablando contando su historia, trataba de no mirar a Ray, pero era difícil, primero porque era el único además de ellos en el lugar y segundo porque sabía que sin el aquí no podría continuar.

—Ganzel me hacía ingerir drogas para que fuera susceptible a lo que me hacían…

—¿No eras capaz de consentir cuando te drogaba?

—Por supuesto que no.

El abogado asintió, haciéndole entender que lo hacía bien. Henry sonrió, dejando escapar un suspiro de alivio. Poco a poco iba relajándose, sintiéndose más seguro de responder y hablar. Sin embargo, pronto llegaron las preguntas difíciles y con eso los nervios, temores e inseguridades.

—¿Es cierto que te prostituías para ganar dinero?. —preguntó el abogado, recargado en su mesa.

Henry no respondió, estaba concentrado viendo como Ray se levantaba de su asiento para atender una llamada, yéndose del lugar en el proceso.

—Henry.

Volvió en sí y miró al abogado.

—Yo… lo siento, no puedo hacerlo, no puedo responder eso.

—Sé que no quieres, pero eso fue parte de tu vida y estoy seguro de que el abogado de Ganzel lo usara en tu contra.

Henry se llevó una mano al rostro, restregándola un poco para quitar su malestar. Sin importarle lo que dijera el abogado, se bajó del estrado.

—Yo, no sé si pueda contar esa parte de mi vida.

—No tienes elección.

Henry estaba harto de escuchar eso, comenzó a alterarse, caminando de un lado al otro por el lugar.

—No es justo, todas esas personas van a escuchar mi historia y lo único que verán será a un prostituto que fue violado —dejó escapar una risita que de graciosa no tenía nada. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas —¿Cómo van a verme como una víctima si todo lo que he hecho con mi cuerpo fue usarlo como objeto sexual?.

El lugar quedó en silencio después de eso, el fiscal miraba a Henry sin saber qué decirle, en sus ojos reflejaba cierta pena y lástima por el pobre chico. Henry, por su parte, mantenía la mirada en el suelo, conteniendo las lágrimas.

—No estoy listo para ver a todas esas personas juzgándome…

El abogado iba a decir algo, pero antes el capitán man entró. Este caminó a pasos firmes hacia ellos al ver el estado de Henry.

—¿Todo bien? —preguntó mirando al Fiscal con rudeza.

Este carraspeó la garganta y enderezó su postura.

—Sí… Hemos terminado por hoy, los citaré unos días antes del juicio para concluir.

Capitán man asintió, después miró a Henry quien había levantado la mirada, limpiándose las pocas lágrimas.

—¿Estás bien? —le preguntó en voz suave, tocando levemente su hombro.

—Lo estoy, yo… ¿Hay baños aquí? —Henry miró al abogado.

Este asintió y llamó a un oficial de policía para que condujera a Henry a los baños. Ray mantuvo su mirada en ellos hasta que desaparecieron por la puerta. Después puso su mirada en el abogado.

—Usted va a asegurarse de que ese abogado no se sobrepase con Henry, debe protegerlo —no le estaba preguntando, ni era una sugerencia. Era una orden fuerte y clara. Y el abogado lo entendió.

—Puede confiar en mí.

Ray movió su cabeza, conforme con sus palabras.

Después de eso se llevó a Henry de vuelta a casa, había sido un largo día en el estrado, estaba seguro de que el rubio estaba más que cansado. Condujo hasta basura y más, estacionándose frente a ella. A Henry eso le extraño, por lo general, tomaban entradas alternas. Miró hacia Ray, viendo que el auto seguía encendido.

—¿No vienés?

—Tengo algo que hacer —respondió y le regaló una sonrisa para disimular la tensión —ve, entra. Volveré en un par de horas.

Henry se quedó unos minutos mirándolo, intentando descifrar sus pensamientos. Quería preguntarle si sucedía algo, pero no quería sonar como un desconfiado. Confiaba en Ray, si algo estuviera mal se lo diría, ¿no?. Tragó saliva ante este pensamiento y decidió dejarlo pasar.

—Está bien —Henry se quitó el cinturón y se acercó para dejarle un beso en su mejilla antes de bajar del auto.

Ray lo vio entrar a basura y más para después poner el auto en marcha. Lo que Henry no sabía es que Ray iba a encontrarse con el hombre que les disparo hace un par de semanas. Bueno, no iba a encontrarse con él, Ray estuvo planeando su casería por días y hoy finalmente había dado con su ubicación.

El capitán man estampó al hombre contra la pared del callejón a donde lo había arrastrado, con su brazo lo acorraló, colocando su codo entre su cuello. El hombre de contextura baja comenzó a quejarse ante la falta de aire. Ray no tuvo compasión, y presionó su codo aún más. Sintió las manos del hombre sostener su fuerte brazo, haciendo el amago intento de quitarlo de su cuello.

—¿Cómo te atreves a intentar lastimar a Henry? ¿De verdad pensaste qué harías eso y saldrás impute? —Ray sonrió con sorna, de forma casi maliciosa. Acercó su rostro hacia el del hombre quien lo miraba sin una pizca de temor, sin embargo, seguía luchando por obtener algo de aire. —Dame una razón para no acabar contigo ahora.

El hombre de abundante barba y calvicie dejó escapar una risa entrecortada.

—Eres un superhéroe, capitán man. No va a matarme, ¿o sí?

Ray volvió a reírse, soltando una descarada carcajada. Negó con su cabeza y en un cambio de movimiento quito su brazo para tomar el hombre por su cuello.

—Eres un criminal, me desharé de ti en un segundo. Heriste a Henry, pagarás por eso.

El hombre lo miró con malicia como si no temería lo que fuera a pasarle ahora, colocó una sonrisa en su rostro antes de responder.

—Eso fue un mensaje de Ganzel… Deberías cuidar más a tu preciado Henry.

Ray no lo dudo y el primer golpe cayó, justo en la nariz del hombre. Sangre comenzó a salir, el hombre casi se cae al suelo pero el capitán lo sostuvo, estampándolo de nuevo contra la pared.

—Voy a acabar contigo.

El hombre volvió a reírse, saboreando un poco de su propia sangre. Ray volvió a golpearlo, dejando que cayera al suelo.

—¿Sabes? —el barbudo se levantó, apoyándose de la pared —sépor qué actúas así, yo también probé a Henry. Es una delicia ese chico, ¿no es así? —sonrió de forma maliciosa, mostrando todos sus dientes.

Eso fue lo último que salió de la boca del hombre, después golpe tras golpe recibió. El capitán lo tomó del hombro y con su puño le desfiguró la cara, sangre salía por todos lados, su guante estaba bañado, pero Ray no podía detenerse, no después de las palabras escuchadas. Sus ojos se tornaron negros, llenos de ira mientras seguía golpeando al hombre.

—¡Capitán!

—¡Capitán!

—¡Suéltelo ahora, Capitán!

Ray fue separado del hombre unos segundos después, estaba perdido, ido en la ira. Su vista estaba borrosa mientras intentaba enfocar al otro hombre frente a él. Quiso moverse, pero una mano en su pecho se lo impidió.

—¿¡Qué rayos le pasa, Capitán!?

La voz se escuchó con más claridad esta vez y Ray pudo reconocerla. Era del oficial Blake. Ray se llevó una mano a su cara, marchándose un poco de sangre, luego miró al hombre que había golpeado, tirando en el suelo, siendo auxiliado por otro oficial.

—¿Qué parte de nosotros nos haremos cargo, no entendió? —Blake le reclamó, mirando entre el capitán y el hombre tirado en el suelo.

Ray tragó saliva, se inclinó un poco, apoyando sus manos en sus rodillas. Respiraba con dificultad, parpadeando a cada segundo, aún tenía la vista borrosa. En un segundo se había perdido, estaba tratando de volver.

"¿cómo está el hombre?"

"Bien, estable, pero por poco lo mata."

Ray escuchaba a la lejanía, pero no podía entender del todo. Seguía con las manos en sus rodillas, recuperándose del momento.

—Capitán.

Alzó la mirada, viendo a Blake a su lado, este tenía una mano en su hombro, pidiéndole que se levantara.

—¿Está bien?, ¿necesita atención médica?

Ray negó, recomponiéndose. Se puso firme de nuevo, evitando mirar al hombre ahora siendo conducido a una ambulancia. Si le preguntan, no sentía lástima por lo que había hecho.

—No lo necesito…

Blake asintió y lo condujo a un lugar más apartado.

—¿Qué estaba intentando hacer? —preguntó el oficial en cuanto estuvieron a solas.

—Yo solo quería solucionar esto por mi cuenta... Encontré al tipo que nos disparó, que le disparo a Henry. No iba a quedarme de brazos cruzados.

—¿Así que prefiero venir por su cuenta y resolver esto a golpes?

El Capitán no respondió, no se sentía culpable de lo que había hecho, si le preguntan, le resultó satisfactorio.

—Escuche, Capitán. Sé que esto es personal, se lo importante que Henry es para usted. Pero esta no es la forma de resolver las cosas, no ponga más a Henry en riesgo, déjenos a nosotros encargarnos de esto.

Ray dejó escapar un suspiro, seguía tenso, con los puños apretados.

—Vaya a casa ahora, vaya con Henry. Me encargaré de lo demás. —Blake le dio unas palmadas en su hombro, asegurándole que decía la verdad.

Ray asintió lentamente, Blake le regaló una mirada de compasión antes de retirarse de vuelta a la escena. Ray no quiso preguntarle cómo lo habían encontrado, quizás ambos seguían la misma pista y no se había percatado.

Caminó de vuelta a su auto, se subió y cerró la puerta de un golpe. Dejó escapar un largo suspiro, recostándose en el asiento. Vio sus manos en el volante llenas de sangre, rápido se los quito, tirándolos al suelo. Cerró sus ojos y se quedó quieto por unos minutos. Su primer pensamiento fue Henry y una oleada de malestar entro en su interior. ¿Qué pensaría Henry si lo viera así? ¿Si se entera de lo que acaba de hacer? ¿Cómo iba a verlo a la cara después de esto?. Apretó sus ojos con fuerza y golpeó el volante.

Después de calmarse, se puso en marcha a la cueva, iba manejando con lentitud, tratando de relajarse en el proceso. Antes de bajar a la cueva se aseguró de limpiarse, quitando cualquier rastro de sangre que tuviera en su cuerpo. Dejó los guantes en el auto para evitar que Henry los viera. Bajó por tubos mirando la hora en su reloj, ya era algo tarde, Henry debería estar en cama. Pero la suerte no estaba de su lado, pues cuando llegó, Henry se encontraba en el sillón.

—Hen —Ray lo llamó, Henry se levantó al escuchar su voz. —¿Qué haces aún despierto? —preguntó mientras bajaba los pequeños escalones. Por suerte, ya se había quitado su traje

—Estaba esperándote. No llegabas, así que me preocupe.

Ray no pudo evitar sonreír ante sus palabras, también por lo adorable que se veía con su pijama holgada.

—Lamento preocuparte, estaba atendiendo unos asuntos de capitán man —llegó hasta él y lo tomó por los hombros. Henry asintió ante esto y Ray agradeció que le hubiera creído.

—Prepare la cena, deje un poco para ti.

Ray volvió a sonreír y esta vez, dejó un beso en su frente.

—¿Qué tal esto? Iré a darme una ducha y después probaré la sabrosa comida que preparaste.

Henry sonrió mientras un pequeño sonrojo se le escapaba. Ray aprovechó eso para dejarle un apretado abrazo, protegiéndolo con sus brazos. Los recuerdos de hace minutos volvieron a su mente y su cuerpo se tensó un poco.

—Ray, ¿estás bien?

El castaño se apartó de su abrazo para poder mirarlo. Los ojos de Henry expresaban preocupación y una pizca de confusión.

—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? Yo también puedo ayudarte si tienes algún problema.

Ray le sonrió con amor a Henry y por primera vez se sintió mal por lo que había hecho, por estarle mintiendo. Sacudió levemente su cabeza, dejando ese sentimiento de lado.

—Estoy bien —murmuró antes de depositar otro beso en su frente. Después se alejó para ir hacia el engranaje.

Henry no pudo evitar mirarlo mientras se iba, estaba consciente de que algo había pasado cuando estuvo por fuera, pero si Ray no iba a decirle lo que paso, entonces él lo respetaría. Sin embargo, en su interior sintió una pequeña sensación de preocupación y sus alarmas le decían que algo no estaba bien.

Chapter Text


Cuando Henry sabía que algo andaba mal, es porque algo andaba mal. Después de aquella noche las cosas con Ray se tornaron raras, tensas y hasta incómodas. El castaño lo evitaba en algunas ocasiones, desaparecía y llegaba a altas horas de la noche. Henry lo esperó las primeras dos, le preguntaba si algo estaba sucediendo, Ray siempre le contestaba que nada, por supuesto, él no le creía. Las siguientes noches simplemente se limitaba a esperarlo en la cama, hacía como si estuviera dormido cuando lo escuchaba llegar. Henry se mantenía en silencio, sabía que algo estaba pasando.

Así continúo el resto de la semana, hablaban poco, solo cuando era necesario. La tensión se sentía por todo el lugar. Henry estaba preocupado, su mente no dejaba de decirle que Ray estaba engañándolo, que algo estaba ocultándole. Imágenes del castaño estando con alguien más llegaban a su cabeza; una linda mujer, rubia de deslumbrante cuerpo, se presentaba en su mente, Ray le sonría, la besaba, la tocaba... y lo peor de todo es que Henry se lo creía. ¿Cómo no hacerlo? Ray cambió su actitud desde aquella noche, ahora era más serio, rígido, casi ni lo tocaba...

Se tragó el nudo de su garganta, dejando atrás esos pensamientos. Se giró en la cama, solo para encontrar que Ray no estaba. Intento no alarmarse, quizás se despertó temprano. Decidió hacer lo mismo y se levantó, fue al baño y se preparó para el día. Cuando estuvo listo, fue a la sala solo para encontrarse con Schowz y los chicos.

—¿Y Ray?

—Salió temprano, no dijo a donde iba.

—Oh... —fue la simple respuesta de Henry. Llegó al sillón y se sentó, podía sentir las miradas de preocupación por parte de Charlotte y Jasper, decidió ignorarlas y le agradeció a Schowz el plato con comida. Desayuno en silencio, mirando de reojo a los tubos y el elevador, esperando ver a Ray llegar, pero eso nunca paso. Terminó de comer y Ray no aparecía. —Iré a arreglarme, tengo cita con la psiquiatra.

Se sorprendió mucho al ver a Ray cuando salió de nuevo por el engranaje, esta vez ya arreglado. Ray estaba ahí, soplando una burbuja, quitándose el traje de capitán man.

—No me dijiste que habías salido —murmuró el rubio, llegando tímidamente hacia él.

—Lo siento, estaba apurado. Pero eso no importa ahora, debemos irnos. —comenzó a caminar hacia los tubos de forma apresurada. Henry dejó escapar un suspiro y mordiéndose el labio lo siguió. No quería hacerlo molestar.

El camino hacia el consultorio de la psiquiatra fue de completo silencio, incómodo silencio. Ni siquiera la música de la radio alejaba la tensión que había en el auto. Henry quería decir algo, ¿pero qué? Tenía miedo de hacerlo enojar. Ray no se veía muy interesado por hablar tampoco, así que Henry decidió permanecer con la boca cerrada. Al llegar, Ray se estacionó en su habitual lugar. Sin apagar el auto, miró hacia Henry.

—Escucha Hen... Schowz pasará por ti al terminar la sesión.

Henry no pudo evitar mirarlo con confusión.

—¿Por qué?

—No puedo quedarme, tengo asuntos que atender.

¿Qué asuntos? Preguntó Henry en su mente. Apretó la correa del cinturón, sintiendo impotencia por no ser lo suficientemente valiente como para encarar a su novio.

Ray lo miraba con seriedad, lo que significaba que el tema no estaba a discusión. Henry tragó saliva, esa miraba le recordó a...

No, sacudió su cabeza, alejando ese pensamiento de su mente. En cambio, se recompuso.

—Está bien —respondió, tragándose el nudo de su garganta. Con lentitud se quitó el cinturón y bajo del auto, esperaba un beso de Ray, aunque sea en la mejilla, pero hace días que eso no ocurría. —Él está ocultándome algo...

Llevaba unos minutos con su psiquiatra, se habían mantenido en silencio mientras ella leía las nuevas hojas que había llenado. Sin embargo, no podía sacarse eso de la cabeza, movía su pie con frenesí, incluso se mordía el labio hasta rompérselo. La psiquiatra dejó lo que leía para concentrarse en lo que había dicho.

—¿Quién?

Henry la miró con nerviosismo, ansioso se levantó de la silla y caminó hacia la ventana.

—Capitán man... está ocultándome algo. Él ha estado comportándose raro estos días. —guardó silencio unos minutos, mirando por la ventana —sé que esto del juicio nos tiene mal a ambos, pero me duele que no me diga lo que estaba pasando...

La doctora se acercó lentamente hacia él, colocándose a su lado y le tendió un pañuelo. Henry negó con su cabeza, no iba a llorar, estaba cansado de eso.

—Él ha hecho muchas cosas por mí, me cuida, ¿por qué no deja que yo también lo haga? ¿Por qué no me cuenta sus problemas? Quiero ayudarlo, devolverle el favor por todo lo que ha hecho conmigo estos meses.

—Quizás él necesita saber qué quieres eso. Dime, ¿le has comentado lo que te está molestando?

Henry negó lentamente, bajando su mirada.

—Yo... no estoy acostumbrado a expresar mis molestias. Me moldearon para no sentir necesidades, para no quejarme de nada. ¿Qué tal si se molesta? Es su vida, puede hacer lo que quiera, yo... no debería preocuparme.

Se movió de la ventana y caminó hacia el centro de la habitación.

—Tienes todo el derecho a preocuparte Henry, es normal hacerlo por las personas que queremos. —Henry soltó una sonrisa, se llevó una mano a la boca, quitando su malestar. —Henry, debes hablar con él sobre lo que sientes, decirle lo que pasa por tu cabeza.

El rubio comenzó a negar, moviéndose de un lado a otro por la habitación.

—No puedo, no debo hacerlo molestar, no quiero hacerlo molestar —cerró sus ojos con fuerza. La imagen de Ray llegó a su mente, pero ahora era distorsionada, mezclada con la de su peor pesadilla.

Sintió unas manos sosteniendo sus hombros, eso lo obligó a detener su caminar. Sin embargo, seguía respirando con desespero, manteniendo sus ojos cerrados.

—Henry, escúchame. ¿Qué está pasando por tu cabeza? —preguntó con suavidad la psiquiatra. Henry comenzó a negar con frenesí, así se mantuvo por unos segundos antes de hablar.

—No debo hacerlo enojar, no debo... —la primera lágrima comenzó a caer —está actuando raro, así es como comienza… yo... yo debo quedarme tranquilo, cerrar la boca y obedecer a lo que me pida.

Así estuvo por unos segundos, repitiendo las mismas palabras. La psiquiatra intentaba calmarlo, pero Henry seguía aferrado a su oración.

—Henry, tienes que escucharme. ¿Crees que capitán man va a lastimarte como Ganzel? —Esa fue la palabra mágica, Henry detuvo su parloteo y lentamente abrió sus ojos llenos de lágrimas. La doctora vio esto como su oportunidad para seguir hablando. —¿Le tienes miedo a capitán man? ¿No te sientes seguro con él?

Henry la miró con confusión e incredulidad. ¿Por qué le preguntaba esas cosas?, comenzó a negar lentamente.

—Él no... Él no es como Ganzel. Es solo, eso es lo que se supone que debo hacer ¿no? Ser bueno.

La psiquiatra le regalo una tierna sonrisa, acariciando con suavidad sus hombros.

—Eso no significa que debes dejar tus necesidades y deseos de lado. Tienes algo que te está incomodando con el capitán man, debes hacérselo saber. Estoy segura de que él no se molestara. O dime, ¿te ha hecho ver que será así?

Henry tardó unos segundos en responder, bajando la mirada.

—No, es la persona más amable que he conocido en mi vida, estaría dispuesto a todo por mí —murmuró, ahora apenado por pensar que Ray llegaría a lastimarlo. Pero sabía que no era su culpa, era su trauma jugándole una mala broma.

—Entonces, no tienes que temer. Solo habla con él. Si él te quiere, entonces te dirá la verdad.

Henry asintió de forma leve, soltando un pequeño suspiro.

Cuando la sesión terminó, Schowz ya lo estaba esperando en el auto. Se desanimó un poco al verlo, pero una parte agradecía tener un poco más de tiempo a solas. Haría lo que la doctora le dijo; hablaría con Ray y resolvería todo esto de una vez por todas. Pero antes, quería buscar la verdad por otros medios o al menos, intentarlo.

—Schowz, ¿tú sabes a donde va Ray cuando desaparece por horas? Él no me dice nada, estoy preocupándome.

Schowz lo miró de reojo mientras conducía, lo entendía y se sintió mal por no poder darle una respuesta afirmativa.

—No lo sé Henry, él no me cuenta las cosas a menos que sea necesario. Lo que sea que esté haciendo es solo entre él... Pero no te preocupes, si es algo malo, ya te lo hubiera dicho —lo miró y le sonrió para transmitirle algo de calma.

Henry le devolvió la sonrisa, de forma incómoda y tensa. Después movió su cabeza hacia la ventana, dejando escapar un suspiro. Como ya era costumbre Ray no estaba en la cueva cuando llegó, se sintió desanimado al no verlo. Triste por eso, se fue a su habitación, se tiró en la cama y miró hacia el techo. Se quedó así por unos minutos, pensando en qué hacer con Ray. Sacó su teléfono de su bolsillo y lo encendió. Nada, ni un mensaje, ni una llamada por parte del castaño. ¿Qué estará haciendo? ¿Dónde estará? Una y otra vez, esas preguntas rondaban por su cabeza.

"Tengo asuntos que atender"

¿Cuáles? ¿La ciudad está tan llena de crímenes y él se estaba haciendo cargo de ello? ¿Por qué en las noticias no hablaban de eso? Claro, Ganzel Richie era la premisa del momento, nadie dejaría de hablar sobre eso.

Henry dejó escapar un largo suspiro y tiró el teléfono lejos en la cama. Se tapó la cara con sus manos, dándose la vuelta para hundirse en el colchón. Ocultó el rostro en la almohada, inhalando todo el olor que había en ella. Era el aroma de Ray, del perfume y loción para el cabello que usaba. Inhalo un poco más, llenando sus fosas nasales de ese aroma tan varonil y fuerte. Henry gimió con lástima, abrazándose a la almohada.

El día transcurrió y Ray no apareció, Henry ya se estaba preocupando. Incluso se armó de valor y lo llamó, pero este lo ignoró.

¿Y si está con alguien y por eso lo ignora? ¿Y si finalmente encontró la felicidad con alguien y solo está con él por el juicio? ¿Y si nunca lo quiso y todo ha sido una mentira?. Pensamientos y más pensamientos retorcidos llegaban a la mente de Henry, mientras con ansias esperaba a que Ray llegara.

—Oye, amm, perdón por llamarte de nuevo, yo... —guardó silencio un minuto, apretando el teléfono —solo quería saber si estás bien... Avísame si volverás pronto, preparé la cena... bien, adiós —alejó el teléfono de su oreja, era el décimo mensaje que le dejaba. Se mordió el labio, lastimándose con un poco.

Se quedó mirando su teléfono hasta que la pantalla se apagó, lo dejó en la cama y fue a prepararse para dormir. Se dio una ducha, intentó en ella alejar sus malos pensamientos y así calmarse. Se dijo a si mismo que nada estaba pasando, hablaría con Ray y él le explicaría. Eso lo animó un poco, salió de la ducha y se colocó su pijama. Después se fue a la cama y espero y espero y espero.

Miró la hora en su teléfono dejado en la mesa de noche, marcaba la media noche. Se hundió un poco en la cama y miró hacia las penumbras de la habitación. Eran solo él y el silencio, nada más. Unos segundos después escuchó los pasos de Ray caminando y posteriormente entrando a la habitación. No se había dado cuenta de que el rubio estaba despierto, así que Henry aprovecho esto como su oportunidad para enfrentarlo. En silencio se sentó en la cama y habló.

—¿Qué estás ocultándome, Ray?

El castaño pegó un brinco al escuchar la voz de Henry, se giró hacia la cama, mirándolo con completo asombro.

—Maldición, Henry... —Ray se llevó una mano a su pecho para calmar su acelerado corazón.

El rubio prendió la lámpara colocada en la mesa de noche, iluminando solo un poco la habitación, después se levantó de la cama, molesto cuando el castaño no le contestó a su pregunta. Caminó con firmeza hacia él y lo encaró.

—¿Qué estás ocultándome?

—Henry, yo no...

Henry dejó escapar una risa seca, negó con su cabeza de forma indignante, ¿en serio iba a mentirle en la cara?

—Sé que algo está pasando... Si crees que soy estúpido...

—No, no, no —Ray rápidamente lo interrumpió —Jamás pensaría eso de ti.

—Entonces, ¿qué está pasando?, ¿por qué llegas a esta hora?, ¿por qué no me dices lo que está pasando? Háblame.

Hubo un momento de silencio, Henry lo miraba con furia mezclada con tristeza, Ray lo miraba sin saber qué decir.

—Es... ¿Es que acaso estás viendo a alguien más?  Yo entendería si es así, soy un desastre y sé que tienes necesidades, mereces estabilidad en tu vida con alguien que pueda darte todo lo que yo no… Pero al menos me hubieras dicho, no me hubiera molestado.

Ray sintió que el corazón se le rompía en pedazos al escuchar esas palabras. ¿Pero qué rayos estoy haciendo? Pensó, regañándose al mismo tiempo, recriminándose por no decirle la verdad a Henry desde un principio. Lentamente y con el nudo en su garganta se acercó al rubio, rogando para que no se alejara ante su toque.

—Hen... —tomó su mentón para que lo viera, esos ojitos color chocolate estaban cristalinos, a punto de llorar —Hen, amor, no es así —tomó su rostro por completo, acariciando sus mejillas. Cerró sus ojos y junto su frente con la de Henry, con temor a que este lo apartara, se alivió cuando no fue así. —No hay nadie, no hay nadie. Lamento no haber contestado tus mensajes, lamento estarte ignorando. No quiero que te involucres en esto, pensé que si te alejaba, no te importaría. Lo lamento mucho.

Se acercó más, como si eso fuera posible. Sus respiraciones se volvieron una, sus labios casi rozándose. Henry tragó saliva, dejándose llevar por el suave toque que Ray siempre le daba, siempre tratándolo como un muñeco de porcelana. Cerró sus ojos, evitando llorar, quería besarlo, estos días hasta eso Ray había dejado de hacer. Pero sabía que no era el momento para eso.

—¿Por qué no quieres que sepa lo que sucede? Por favor, dime.

Ray se alejó y lo miró, los ojos de Henry le suplicaban que le dijera la verdad. Ray dejó escapar un suspiro, no podía seguir ocultándole lo que pasó.

—Está bien —murmuró antes de conducirlo hacia la cama, sentándolos a ambos en el borde de ella. Se quedó unos minutos en silencio, acariciando la mano de Henry, pensando en cómo iniciar. —Yo... encontré al hombre que nos disparó hace días —miró a Henry sintiendo como se tensaba, su mano se puso rígida y casi se aleja de su toque. Ray tragó saliva antes de continuar —No podía quedarme de brazos cruzados sin hacer nada, ese tipo intento matarte frente a mis ojos, tenía a pagar por lo que hizo —se detuvo un segundo al ver que comenzaba a enojarse, tomó un par de respiraciones y continuó —Así que sin decirle a la policía, fui por mi cuenta a enfrentarlo... pero yo... me excedí y lo golpee...

—¿¡Lo mataste!? —Henry lo interrumpió de golpe.

Ray comenzó a negar y eso tranquilizó al rubio.

—Los policías llegaron antes de que eso ocurriera. Ahora está en el hospital, dicen que sobrevivirá, pero aún está inconsciente.

Henry se llevó una mano a la boca, se alejó de Ray y se levantó.

—Dios, Ray... —se pasó la mano por su rostro, aún seguía enojado, pero esto, esto era peor de lo que pensaba. —¿Estás en problemas? —Ray negó, pero Henry no estaba convencido de eso —¿Qué pasa si el hombre se recupera y presenta cargos contra ti?.

—No, eso no pasará. El tipo tiene serios cargos, su historial criminal está por los cielos, tiene antecedentes penales muy fuertes. Ya está custodiado por la policía en el hospital, solo están esperando a que despierta para tener su confesión de los hechos ocurridos y llevarlo a prisión.

Henry se mordió el labio, su mano ahora en su nuca se movía de forma nerviosa. Comenzó a caminar de un lado a otro, ansioso por lo que podría pasarle a Ray.

—Henry, no hay nada de que preocuparnos. No van a darle derechos a ese hombre, es un criminal. El oficial Blake y yo nos hemos encargado de eso, por eso me he ido por tanto tiempo.

Henry lo miró, deteniendo su caminar. Su curiosidad comenzó a entrar en su cuerpo, quería saber más sobre lo que Ray estaba haciendo.

—¿Puedo saber quién es el hombre? —Ray iba a protestar, pero antes, Henry se le adelantó —Creo que merezco saber quién fue el hombre que intentó matarme. Además, me has mentido por una semana entera, es lo menos que puedes hacer ahora para compensar todo esto.

Ray debatió un segundo entre sí hacer lo que Henry pedía o negárselo. No creía que esto es algo en lo que Henry debía meterse, él tenía todo bajo control, pronto terminaría, no quería involucrar a Henry en esto. Sin embargo, la mirada insistente que el rubio estaba dándole, lo terminó convenciéndolo. Después de todo, se comportó como un idiota esta semana, a tal punto que Henry llego a creer que lo engañaba. ¿Cómo iba a perdonarse algo cómo eso?. Estaba seguro de que iba a regañarse por días enteros.

Sin más, saco su teléfono y buscó en sus documentos el historial criminal del hombre junto con su foto, luego se lo mostró a Henry. El rubio tomó entre sus manos el teléfono y cuando miró la foto, se tensó. La miró por unos segundos y después de forma lenta le devolvió el teléfono a Ray.

—Sé quién es —murmuró mientras caminaba hacia el sillón, después se sentó de forma lenta —¿él fue quien nos disparó?.

Ray simplemente asintió, caminando hacia donde Henry estaba, luego se sentó a su lado. La mirada de Henry se oscureció de pronto, sus ojos cristalinos al borde de las lágrimas. ¿Es que el pasado no iba a dejarlo nunca? Se preguntó mientras jugaba con sus manos, calmando las ganas de romper en llanto.

—Él trabaja para Ganzel, su nombre es Darren. Él también... él también me... —hizo un movimiento con su mano, tragándose el nudo de su garganta.

Ray rápidamente lo rodeó con su brazo, atrayéndolo hacia él. Henry se acurrucó en su toque, recargando su cabeza en su hombro. Se quedaron así por un minuto donde Ray le daba consuelo acariciando su hombro y brazos.

—Él suele trabajar en el tráfico de niños, se encarga de darle a Ganzel sus "juguetes" así fue como llegue con él. —se alejó para mirar al castaño, tenía miedo de confesar lo que diría a continuación, pero la mirada de amor que Ray le daba siempre le transmitía confianza —Yo estaba en el muelle cuando él apareció, pensé que era un cliente más, así que fui con él a su auto... Al final todo resultó ser una trampa, la policía me arresto y luego Ganzel me llevó. Todo estaba planeado.

Ray tomó su rostro con suavidad para calmarlo con sus tiernas caricias.

—Amor, todo está bien.

—¡No lo está! Yo lo vi hacer cosas horribles, vi como traficaba con los niños. No importa lo que me haya hecho a mí, soy cómplice de todas sus atrocidades.

Ray lo miró con dolor y lo se acercó un poco hacia él.

—Amor, eras una víctima, no podías hacer nada —acarició sus mejillas. Henry terminó de romperse, no pudo contenerse más y comenzó a llorar.

Ray lo atrajo de nuevo a su cuerpo, abrazándolo por completo. Henry oculto su rostro en su pecho, aferrándose como si su vida dependiera de ello.

—Me alegra que lo hubieras golpeado hasta dejarlo inconsciente en el hospital. Se lo merece, es un maldito. Pero no quiero que te metas en problemas por eso.

—Ya te dije que nada malo va a pasarme —le sonrió, quitando al mismo tiempo un par de lágrimas de su mejilla.

—¿Al menos puedo ayudarte con algo?, puedo dar mi confesión, sé muchas cosas que la policía no descubrirá. Ganzel es muy listo, siempre oculta cosas de su gente cuando le conviene.

—No tienes que hacerlo.

—Quiero y no vas a impedírmelo.

—Está bien —Ray aceptó, sonriéndole de forma leve.

Henry asintió, después se quitó las lágrimas que aún quedaban en sus mejillas.

—Ray, ¿por qué no me dijiste esto desde el principio?

Ray tardó unos minutos en responder, temeroso de la reacción del rubio.

—No quería que te preocuparas por lo que había hecho, no quería que supieras que casi mató a alguien. Se supone que soy un héroe, no quería decepcionarte.

Henry lo miró con algo de ternura y una pequeña sonrisa se le escapó.

—Pues eres un imbécil, ¡por supuesto que me preocupaste!. No me importa si golpeas a cientos de criminales hasta la muerte, después de todo, son personas malas, no me molestaré por eso, solo, no me mientas más.

Ray estaba algo confundido por la reacción del rubio, esperaba algo más.

—Yo... no entiendo, ¿estás enojado conmigo o no?

Henry se golpeó la frente con su mano, a estas alturas estaba irritado.

—Eres un idiota, eres un idiota, idiota, idiota —llevó sus puños hacia el pecho de Ray y lo golpeo —Eres un idiota —Henry tomó uno de los cojines y comenzó a golpearlo con eso, Ray simplemente se dejó hacer, aceptando cada golpe por parte de su novio. Después de todo, se los merecía. Henry lo golpeó varias veces hasta que se cansó. Tiró el cojín al suelo, respirando con dificultad.  —Ya no estoy enojado contigo, pero no vuelvas a hacerme esto. Cualquier cosa que hagas y que me involucre, debes decírmelo, ¿entendido?

No supo de donde saco la fuerza para enfrentarse y hablar de esa forma, una parte de él está orgullosa, la otra, seguía aterrada de que Ray pudiera tomarse ese atrevimiento de su parte como algo malo. Sin embargo, Ray le sonreía con amor.

—Está bien. —le dijo, Henry le sonrió por eso y lo abrazo, finalmente sintiendo algo de alivio, después de todo no había sido nada de lo que su mente retorcida le había hecho creer, sin embargo, aún le preocupaba lo que podía pasar con Ray. 

Chapter Text


Ray sabía que esto era mala idea, traer a Henry a la comisaría para que diera su confesión sobre el tal Darren no le gustaba, pero no podía discutir con el rubio, no después de que le hubiera ocultado información por varios días.

Entonces, aquí estaban. Él, mirando a Henry detrás del espejo mientras el rubio hablaba con los detectives. Se le veía decidido, sin miedo a confesar y dar toda la información que tenía. Ray no podía negar que estaba orgulloso de lo fuerte que es su chico. Estaba mirándolo con el semblante serio, asegurándose que estuviera cómodo con lo que hablaba, cualquier movimiento incómodo que viera, sería su señal para entrar y sacarlo de ahí. Henry no estaba obligado a hacer eso, podía alejarlo de esto cuando quisiera.

—¿Qué rayos está pasando aquí?

Ray se dio la vuelta para ver al abogado Martínez con expresión seria, mirando hacia el ventanal.

—¿Usted que hace aquí? —preguntó Ray, ignorando su pregunta. El abogado lo miró, no estaba para nada contento.

—Vine a asegurarme de que no dañen el caso —contestó, después se giró para ver al sargento Dogers

—Le puedo asegurar que eso no es lo que está pasando aquí. Henry solo está ayudando, corroborando información-

—Información sobre alguien que trabaja para Ganzel —lo interrumpió el abogado con algo de irritación. —¿Creen que no sé lo que pasó hace días? —miró al capitán de forma molesta. Ray soltó un bufido, cruzándose de brazos.

—Eso no le incumbe.

—¡Por supuesto que me incumbe! Todo lo que suceda dentro de un proceso judicial me incumbe, esto puede perjudicar a Henry. ¿Qué cree que va a hacer el abogado de Ganzel cuando se entere de que Henry estaba metido en esta investigación? Lo usará a favor de Ganzel, hará pensar al jurado que Henry estaba trabajando con la policía para perjudicar a su cliente.

Ray volvió a bufar, rodando los ojos en el proceso.

—Eso son patrañas, Henry vino aquí por su cuenta, nadie lo está obligando a confesar.

El abogado se llevó una mano a su nuca, frustrado y estresado.

—Necesito entrar ahí y saber de qué están hablando. Henry no puede revelar información sobre Ganzel, su abogado no debe saber que Henry ayudó en esta investigación.

—Es extraoficial, esto no tiene que ver con el juicio —lo interrumpió Ray, inconscientemente colocándose en la puerta que daba a la sala de interrogatorio.

—Sí, ya veo, por eso se fue de golpes con el hombre que ahora está en el hospital casi muerto.

Ray le frunció el ceño y se acercó hacia el abogado de forma amenazante.

—¿Qué está tratando de insinuar?

—Tiene suerte de que su arrebató no esté afectando al caso y que el abogado de Ganzel no esté aquí husmeando. Aunque es muy probable que ya lo esté haciendo. Muchas gracias, capitán. Ruegue a Dios porque esto no salga en el juicio, no sé cómo defenderé a Henry luego de la estupidez que cometió.

El capitán casi se le va encima al abogado al escuchar esas palabras si no fuera por el sargento que se interpuso, tomándolo de los hombros. Martínez, aún con su semblante serio, se hizo a un lado, entrando a la sala de interrogatorios. Ray se calmó unos segundos después, apartándose de forma brusca del sargento. Dogers soltó un suspiro y cansado caminó hacia su escritorio, sentándose en su silla.

—Él tiene razón, capitán. —Ray lo miró con enojo, pero no iba a golpear a un anciano. Dogers ignoró su mirada y continuó hablando. —Tiene suerte de que esto no ha llegado a oídos de más personas. ¿Qué van a pensar de usted si se enteran de que estuvo a punto de matar a alguien? Debe calmarse, sé que Henry es importante para usted, pero mientras más se involucra, más perjudica las cosas. No puedo decirle que no se tome esto personal, porque es imposible. Pero debe apartarse un poco y dejar que todo se resuelva en el juicio. —el capitán iba a replicar, pero el sargento no lo dejó —Sé que este hombre no tiene nada que ver con el caso, pero le disparó a Henry en nombre de Ganzel. Es obvio que él quiere hacerlo molestar, está jugando con usted y va a caer en su trampa si continúa actuando de esta forma.

Ray apretó los puños, por dentro ardía en furia. El sargento tenía un punto, Ganzel estaba haciendo de las suyas, moviendo sus piezas para burlarlo y lo peor es que estaba usando a su mejor pieza, Henry. Como deseaba hacerle una pequeña visita a Ganzel en la cárcel y terminar con todo, pero sabía que eso solo perjudicaría a Henry. No, mejor no cometer una locura antes del juicio.

Tragó saliva ante ese pensamiento y miró hacia el ventanal, observando a su chico hablando ahora con el abogado. Se acercó más y apoyó sus manos en el pequeño apoya brazos. Jamás había tenido estos pensamientos de venganza, pero por Henry, estaría dispuesto a todo. No se habló más en la habitación después de eso, Ray se mantuvo en silencio, escuchando a Henry terminar con su confesión. Un rato más tarde, este salió, abrazando a Ray en cuanto lo vio.

—¿Estás bien? —le preguntó en voz baja para que solo Henry pudiera escucharlo. El rubio se apartó del abrazo y asintió, sonriéndole de forma leve. —¿Ya podemos irnos? —su voz sonó dura y su semblante serio demandaba una respuesta afirmativa.

Fue el oficial Blake quien se animó a contestar.

—Sí, hemos terminado. Tenemos todo lo que necesitamos.

Ray dio un asentimiento de cabeza y sin esperar despedidas, tomó a Henry de la mano, comenzando a caminar hacia la salida. Henry, por supuesto, notó la tensión y la molestia en Ray. Con suavidad puso una mano en el brazo del castaño y se colocó frente a él, interrumpiendo su caminar.

—¿Qué pasa? —le preguntó, expresando preocupación en su rostro. El castaño no le respondió, desvío un poco su mirada —Ray, tienes que calmarte. Todo está bien, estoy bien. —lo tomó del rostro y le sonrió. Era algo irónico que dijera eso, considerando que estaba harto de esas palabras. Pero sabía que eso era lo que su novio necesitaba escuchar en estos momentos. Ray le correspondió la sonrisa, aceptando sus palabras. Henry sonrió en grande, conforme con ese gesto. —Muy bien, entonces vamos. Daremos un paseo. —Henry tomó su mano, entrelazándola con la suya y comenzó a caminar hacia la salida del edificio.

Ray no pudo evitar dejar escapar una risita y se dejó llevar por su novio.

—¿Daremos un paseo? ¿Adónde?

—Es sorpresa —Henry se detuvo frente al auto y se dio la vuelta. De un movimiento le quito las llaves al castaño. Ray quedó sorprendido por la habilidad de Henry de quitarle las llaves de los bolsillos sin que este lo sintiera. ¿Cómo había hecho eso? —Cosas que aprendes en la calle —respondió a la pregunta no hecha, alzándose de hombros al mismo tiempo. —Ahora, vamos. Yo conduzco esta vez.

Ray volvió a poner una expresión de asombro, mezclada con algo de incredulidad. ¿Henry sabía conducir?

—¿Sabes conducir?

Henry se mordió el labio, tardando unos minutos en responder.

—Algo así… Aprendí por mi cuenta…

—Entonces no tienes licencia.

Henry le lanzó una pequeña mirada inocente.

—¿Va a arrestarme por no tener una licencia, capitán? —bromeó a modo de juego. Ray soltó una risita, negando con su cabeza.

—No, pero cuando todo esto termine, sacaras tu licencia.

—Sí, señor —Henry hizo el saludo militar a modo de broma. Ray, por otro lado, se tensó ante esto.

—Oye… No hagas eso.

Henry quitó su semblante burlesco, poco a poco fue borrando su sonrisa.

—Solo estoy jugando…

—Es que no quiero que de verdad creas que tienes que hacer todo lo que yo diga. Tienes derecho a elegir y hacer lo que tú quieras en tu vida.

Henry sonrió de forma tierna, amaba como Ray siempre se aseguraba de recordarle que él nunca iba a privarlo de nada. Sin importarle donde estaban, se acercó a él, lo rodeó por el cuello con sus brazos y con sus manos tomó su rostro para que lo viera. Azul y marrón conectaron miradas.

—Eso ya lo sé, tonto. Es muy lindo que siempre me lo recuerdes, gracias. Pero quiero que sepas que si te llamó señor es porque ya estás viejito. —soltó una pequeña risa al final.

Ray le siguió la risa, contagiándose de la alegría que Henry desprendía. Llevó sus manos hacia sus mejillas y las acarició, deteniéndose en ese toque.

—Amo la forma en que te ríes —soltó en un murmuro, mirándolo con una intensidad llena de amor. Henry, ahora sonriente, se sonrojó. Bajó su mirada, apartándose un poco de su toque.

—Vámonos ya, aún tenemos un paseo que dar —dijo al recomponerse de las emociones que Ray siempre le dejaba en su interior. Ambos se subieron al auto, se pusieron sus cinturones y luego Henry puso el auto en marcha. —Primero haremos una parada.

Solo fueron unos segundos de viaje y luego se detuvieron en un parquímetro. Henry se bajó primero, Ray tardó unos segundos, pues tuvo que quitarse el traje. Después entraron a la panadería donde Henry se había detenido. Ray no sabía lo que Henry hacía, simplemente lo seguía.

—Yo… aún tengo la tarjeta que me diste.

Ray se sorprendió al verla, ni se acordaba de ella, mucho menos de pedírsela de vuelta.

—Está bien, compra lo que quieras. Es más, te la regalo —Henry lo miró incrédulo, él se sentía apenado por no habérsela devuelto en primer lugar, ¿y ahora Ray se la estaba regalando? —Tranquilo, esa no la uso mucho, además, tengo otras —Ray se alzó de hombros, no dándole importancia.

Henry se quedó unos minutos sin saber qué decir, entonces Ray tomó la iniciativa, comenzando a caminar hacia el mostrador. Henry sacudió su cabeza, dejó el tema y siguió a Ray. Henry terminó comprando un par de dulces y panes. Al salir, caminaron de vuelta al auto, en eso, un pequeño niño se les acercó pidiendo un poco de su comida. Henry no dudó en darle un gran pedazo de pan y poco de sus dulces.

—Ten, guárdalo bien, ¿sí?.

El niño de rostro suave, pero con leves machas de suciedad asintió. Miraba la comida en sus manos con sus ojos llenos de brillos. Henry sintió su corazón romperse un poco ante esa mirada. Rápidamente, se llevó una de sus manos a sus bolsillos y sacó algo de dinero en efectivo.

—Toma, aquí tienes algo de dinero —le tendió el efectivo, el niño lo miró con algo de recelo —tómalo, quiero que lo guardes bien y lo uses para comprar algo de comida —estiró más su mano, casi colocando el dinero en sus manos. El niño tardo unos minutos en responder, luego de forma tímida aceptó el dinero. 

—Gracias —murmuró, guardando el dinero en su bolsillo, haciendo malabares con la comida que ya llevaba en sus manos.

—Úsala para comida, pero solo para comida, ¿entiendes? Y no dejes que nadie te lo quité, guárdalo bien. —el niño volvió a asentir, esta vez con frenesí. —Bien, ahora vete a casa, ya se hace de noche. —le sonrió de forma tierna. El niño le correspondió la sonrisa y antes de irse corriendo le agradeció con un "gracias, señor"

—Eres bueno —comentó Ray viendo al niño irse. Henry dejó escapar una sonrisa melancólica.

—Sé lo que es pasar días sin comer…

Ray lo miró con algo de tristeza, pero no dijo nada. Henry tampoco lo hizo y en silencio caminaron de vuelta al auto. Condujeron por un par de minutos, Ray quedó asombrado cuando descubrió que, en efecto, Henry sabía manejar, no tan perfecto, pero sabía lo básico para no causar un accidente. Ray quería preguntarle cómo había aprendido, sentía curiosidad por saber en qué situaciones su rubio novio tuvo que recurrir de un automóvil. Pero eso sería algo que le preguntaría después. Henry se estacionó con suavidad en el pequeño espacio en cuando llegaron y apagó el auto.

—Vamos —le dijo a Ray antes de bajarse, tomando las bolsas con los dulces y los panes.

El castaño, con la curiosidad sobre su cuerpo, se bajó del auto y se apresuró en seguir a Henry, quien ya había dado unos pasos.

—¿Dónde estamos? —preguntó mientras miraba a su alrededor, la noche comenzaba a tomar la ciudad.

—Es la calle Boulevard. Aquí es el comienzo del puente para llegar al muelle.

Ray dirigió su mirada hacia el de forma suave, no tenía problema con estar aquí, pero se preguntaba por qué Henry había decidido este lugar para dar un paseo. El rubio sintió su mirada y le regaló una pequeña sonrisa, como si leyera sus pensamientos.

—Ven, conozco un atajo para llegar más rápido. El puente es muy extenso y suele estar solo a esta hora.

Ray por inercia miró hacia su auto, había varios más estacionados al lado del suyo, pero eso no le impidió que se preocupara. Sacudió su cabeza y se dispuso a seguir a Henry. En silencio caminaron hacia un pequeño sendero el cual conducía hacia la parte baja del puente. Llegaron al comienzo del asfalto y empezaron a caminar por ahí, bajo el puente. Ray seguía mirando todo con curiosidad, había poca luz, la soledad llenaba el lugar abandonado. Esto parecía ser una calle, que nunca llegó a serlo.

—Hace algo de frío aquí —murmuró, frotándose las manos. Henry se acercó y lo rodeó con sus brazos.

—¿Mejor? —le preguntó, sonriendo por sobre su hombro. Ray no pudo evitar soltar una pequeña risa. —Vamos, ya casi llegamos a donde está la vida —Henry quitó los brazos de su cuerpo y tomó su mano entrelazándola con la suya.

Ray dejó que lo guiará, Henry parecía conocer muy buen por donde iban, eso incrementaba su curiosidad por saber su deseo de venir aquí. Estuvieron caminando por unos minutos más, hasta que Henry se detuvo.

—Aquí estamos… te presentó mi hogar por varios años.

Y entonces Ray supo por qué estaban aquí. Frente a él se encontraba varias personas, algunos sentados en el suelo sobre prendas y trapos, algunos tenían tiendas de acampar junto con fogatas. La gran mayoría dormitaba, algunos corrían para buscar algo de calor, otros chalaban alrededor de la fogata, reían como si nada. Eran felices.

Henry soltó su mano y comenzó a caminar por el pequeño pasillo improvisado, Ray lo siguió, sin dejar de mirar a la gente, algunos vestían ropas desgastadas, otros tenían suerte y portaban prendas bien presentables, estaban abrigados, cubriéndose del frío que las noches de Swellview solían traer.

—Aquí es donde vienen las personas que no tienen a donde ir —murmuró el rubio, saludando con su mano a algunas personas que parecían conocerlo, al mismo tiempo, les daba algo de la comida que había traído, así Ray entendió para qué era. No pudo evitar sonreír, Henry era tan bueno con todos. —Yo solía ser una de ellas, venía aquí después de “trabajar” Vine aquí cuando escape de las casas de hogar, se convirtió en mi segunda casa… antes de que Ganzel me llevará.

Ray lo miró sin saber que decir, sentía pena e impotencia por todo lo que Henry tuvo que vivir, por todo lo que experimento a tan corta edad. No era justo, ni para Henry, ni para estas personas.

—Está bien —Henry le dijo, como si de nuevo pudiera leer sus pensamientos. Cortó un poco la distancia y lo tomó del rostro —Este es un lugar seguro, es mejor de lo que se ve. Todos se cuidan entre todos —sonrió, mirando de reojo a las personas a su alrededor.

Ray tuvo que sonreír también, sintiéndose aliviado de escuchar eso. Siguieron caminando después de eso, Henry entregó todos los dulces y panes, dejando uno para ellos. Iban tomados de la mano, comiéndose sus respectivos dulces mientras Henry le contaba a Ray un poco más sobre el lugar.

Ray lo escuchaba atentamente, guardando en sus memorias todo lo que Henry le decía, sabía que esto era importante para él. Ray no pudo evitar sentirse feliz de que Henry estuviera contándole algo sobre su vida de una forma alegre y calmada. Por primera vez lo vio cómodo al hablar sobre su pasado, estaba encantado con eso. Sin embargo, en su interior aún sentía ese pequeño dolor, especialmente en su pecho al ver a todas estas personas en condiciones tan tristes, especialmente los niños y adolescentes.

—Hay muchos niños… —no pudo evitar comentar al ver a un grupo de pequeños corretear, siguiendo un balón de fútbol. Henry los miró y sonrió con nostalgia.

—Sí… suelen ser niños cuyos padres no están o los abandonaron o murieron… a veces es difícil mantenerlos en refugios, crecen en las calles, es donde les gusta estar.

Ray lo miró con algo de tristeza, intentando entender todo esto.

—¿Nadie se apiada de ellos? —preguntó, le parecía una atrocidad que nadie tomara en cuenta a estos niños, a estas personas. Henry simplemente se alzó de hombros.

—Servicios sociales no es tan bueno como se cree, los niños en orfanatos suelen ser su prioridad. Los albergues no pueden darle hogar a todos, siempre están llenos. Y a los gobernantes no les importamos, al menos que sea temporada de elecciones.

Ray capto el plural en su oración y su dolor en el pecho incrementó. Henry había sido uno de estos niños, nadie lo cuidó, nadie se apiadó de él cuando más lo necesitaba. Se mordió él labio, conteniendo el enojo, molesto con esta ciudad y sus gobernantes ¿Qué hacían por estas personas?

¿Qué haces tú? Resonó en su mente, fuerte y claro. Se detuvo en seco ante esas palabras. Es verdad, ¿qué ha estado haciendo él todo este tiempo? ¿Qué hace para ayudar a estas personas? Siempre se pavonea por las calles, por la televisión. Diciendo que es el mejor superhéroe del mundo. Dice que es un héroe, pero al ver a estos niños… ¿De verdad lo es?

—¿Ray?

El rostro de Henry se colocó en su campo visual, su semblante reflejaba preocupación mientras lo llamaba, Ray se había quedado estático en su lugar, mirando a las personas a su alrededor.

—¿Ray?

Henry volvió a llamarlo, esta vez colocando las manos en sus mejillas. Ray lo miró de forma lenta, podía sentir su rostro caliente de la impotencia y sus ojos cristalinos conteniendo la tristeza.

—¿Estás bien?

La suave, pero varonil voz de Henry y sus caricias lo hicieron poco a poco volver a la realidad. Sacudió su cabeza, alejando la sensación de tristeza.

—Sí, sí, yo…

Unos ruidos de disturbios lo hicieron detener su hablar, apartó la mirada de Henry para buscar la razón de los ruidos y quejas. Henry también hizo lo mismo dándose la vuelta, pues los sonidos provenían desde su espalda. Y como el buen samaritano que era, salió corriendo cuando vio lo que pasaba. Ray reaccionó unos minutos después y lo siguió.

—¡Oye, ya basta! —exclamó Henry llegando hacia el lugar de la situación. Un joven estaba discutiendo y casi amenazando a una anciana. Nadie estaba haciendo nada para ayudarla, eso molesto al rubio, quien rápidamente se interpuso entre los dos —¡Dije que basta! —alzó la voz de nuevo, poniéndose frente a la ancianita. El más joven, de su misma edad, lo miró con furia y lo encaró.

—Esa anciana loca me quito mis cosas, ¡quiero que me las devuelva ahora! —apuntó con su dedo de forma acusadora.

—El único ladrón aquí eres tú, ratero —la anciana le escupió en la cara por sobre el hombro de Henry.

Henry puso los ojos en blanco y se interpuso más sobre ambos al ver que el chico comenzaba a alterarse. Después lo vio meter su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacar una navaja, pero antes de que pudiera hacer algo, Ray lo tomó del hombro y lo apartó.

—Es suficiente. —expresó con rudeza, tomó la mano del chico y lo obligó a soltar la navaja, este lo miraba asustado. Henry rápidamente se acercó a ellos, no quería que Ray armara otro espectáculo.

—Escucha, si te robo algo, lo buscaré y te lo devolveré —le dijo al chico intentando mantener la calma. Ray lo miró incrédulo. ¿A caso está negociando con este chico?

El joven lo miró por unos segundos, pensando. Después asintió y de forma brusca se fue. Ray seguía incrédulo ante lo que había pasado, Henry había dejado que el chico se fuera sin más. Lo siguió con la mirada, viéndolo caminar hacia donde estaba la anciana.

—Oiga, señora Sanders… —Ray se sorprendió al ver que Henry sabía y parecía conocer a la señora. —Señora Sanders, ¿me recuerda? —Henry la tomó de los hombros para que lo viera, se inclinó un poco hacia abajo para poder estar a su altura, la anciana ahora parecía desorientada. Sin embargo, colocó sus viejos y grisáceos ojos en el rubio y luego se sonrió, reconociéndolo.

—Henry, muchacho. Creí que habías muerto.

Henry dejó escapar una pequeña risa y tomó las manos viejas, apartándolas con suavidad de su rostro.

—Dígame, señora Sanders. ¿Le robo a ese chico? —preguntó con ternura, como si estuviera hablando con un bebé. La anciana se regaló una mirada inocente antes de hablar.

—Te juro por el infiel de mi difunto esposo que yo no robe nada —fue su respuesta, pero Henry pudo ver su rostro de complicidad. Dejó escapar un suspiro y negó con su cabeza de forma lenta. 

—Vamos, señora Sanders —la tomó de los hombros y con suavidad la llevó hacia su lugar. Ray simplemente los seguía, atónito con todo lo que pasaba. Henry sentó a la anciana en la pequeña cama improvisada, luego se colocó de puntillas frente a ella. —Señora Sanders —la llamó, buscando su mirada, de nuevo parecía pérdida, desubicada. Ella lo miró y le sonrió en grande, como si fuera la primera vez que lo veía.

—¡Henry! —exclamó en alegría, tomando su rostro nuevamente. Henry le regaló una leve sonrisa. Mientras tanto, Ray miraba todo de manera confundida.

—¿Ella está bien? —se animó a preguntar. Henry no le respondió, en cambio, se apartó de la anciana para tomar su mochila. La abrió y comenzaba rebuscar en ella.

—Señora Sanders, ¿ha tomado sus medicinas? —le preguntó, sin dejar de rebuscar en el interior de la mochila. La anciana no le respondió, parloteaba incoherencias y repetía su nombre, emocionada de verlo. Henry le sonrió de forma amable antes de apartarse, se levantó y miró a Ray. —Ella toma medicamentos, no los veo en su mochila —sin esperar respuesta, caminó por el pequeño círculo donde estaba todas las pertenecías de la anciana, buscó en todas las bolsas que tenía, pero no encontró nada. —Ella los necesita, no, no los encuentro —caminó hacia Ray y lo miró de forma preocupada. Ray lo tomó de los hombros, evitando que comience a desesperarse.

—Llamaré al 911, los paramédicos se encargarán.

Henry asintió, dejó que Ray se apartara para hacer la llamada y se acercó de nuevo a la anciana.

—Señora Sanders, ¿cuándo fue la última vez que tomó sus medicamentos? —le preguntó, pero ella no le respondió más que con incoherencias.

—Henry, muchacho. Has crecido mucho.

Y eso es todo lo que repitió por los siguientes minutos. Los paramédicos llegaron pronto, Henry ayudó a la señora Sanders a levantarse para llevarla con ellos.

—Nos haremos cargo a partir de ahora —le dijo uno de los paramédicos después de subirla a la ambulancia.

Henry asintió y les agradeció, después vio cómo se iban. Soltó un suspiro, esperaba que la señora Sanders estuviera bien. Volvió con Ray y le sonrió.

—No sabía que la conocías —comentó el castaño. Henry asintió, metiendo las manos en sus bolsillos.

—Sí, ella me ayudó mucho cuando llegue aquí, pero luego enfermó, se convirtió en una persona inestable, demencia le diagnosticaron. Yo la ayudé lo más que podía, a veces dejaba de comprarme cosas para pagarle sus medicamentos… es lo menos que podía hacer después de todo…pero luego pasó lo que pasó y ya no supe más de ella. Veo que nadie se encargó de ella…

—Hiciste todo lo que pudiste hacer, estoy seguro de que está agradecida —murmuró el castaño, regalándole una sonrisa reconfortante al rubio. Henry hizo una pequeña mueca, intentando esbozar una sonrisa.

—¡Oye imbécil! —se escuchó la voz del chico de hace unos minutos. La pareja lo miró, Ray con furia, Henry manteniendo la calma —¡Dijiste que ibas a darme lo que me pertenece! —caminó hacia ellos haciendo puños con sus manos.

Henry rápidamente puso una mano en el pecho de Ray, evitando que se le fuera encima al chico. —Las buscaré —habló de forma tranquila, alzando sus manos en son de paz.

Caminó hacia las pertenencias de la señora Sanders y le entrego las cosas que el chico le había dicho que le pertenecían. Este las tomó con brusquedad y luego se fue, sin agradecer. Henry lo dejó pasar, no quería problema y así se lo hizo ver a Ray, regalándole una sonrisa y sosteniendo su mano.

—¿Crees que ella vaya a estar bien? —preguntó Ray mientras caminaban hacia el final del camino.

—Espero que sí… está más segura en el hospital que en las calles. Pero es una anciana muy testaruda, conseguirá la forma de escapar y volver aquí, a pelear con todos los rateros, como les llama —soltó una risita. Ray lo miró y le sonrió, sin embargo, fue una sonrisa llena de tristeza.

Caminaron hasta llegar al final del puente, justo donde comenzaba el muelle. Recuerdos llegaron a la mente de Ray, de aquella noche cuando buscaba a Henry y lo encontró aquí. No le gustaba este lugar. Veía todo y solo sentía impotencia.

—Ojalá pudiera hacer algo por ellos…

—Oye. Henry detuvo su caminar y se colocó frente a él —has hecho bastante por esta ciudad, nos mantienes seguros siempre. Además, eres un superhéroe, peleas con villanos de verdad. Has tenido que lidiar con peores criminales como ese tal Drex y ese loco de Rick twitler.

Ray alzó una ceja al escuchar la mención de esos nombres.

—¿Conoces sobre ellos?

Henry asintió mientras retomaba su caminó.

—Los escuché en la televisión. Y Rick era millonario, amigo de Ganzel creo.

Ray movió su cabeza lentamente, no quería indagar en ese tema. Ambos eran del pasado y no es como si le agradara hablar sobre sus criminales.

—Aun así… quisiera poder hacer algo mejor para todos.

—Oye —Henry volvió a llamar su atención —no te traje aquí para que te sintieras mal, yo… quería mostrarte algo de mi vida. Pensé que te gustaría…

Ray alzó la mirada de forma rápida, viendo el semblante triste de Henry. Oh, no, estás arruinando el paseo, estúpido. Se regañó mentalmente. Se recompuso y le regaló una sonrisa a Henry.

—No, no, si me gusta, amo que me cuentes sobre tu vida, esta parte de ti que tuvo algo de felicidad —apretó su mano, después la acercó hasta sus labios y besó su dorso. —Ignórame, soy solo un viejo sentimental.

Henry dejó escapar una risita y se acercó hasta quedar cerca del rostro contrario.

—Eres mi viejo sentimental —murmuró antes de regalarle un suave beso, Ray correspondió el beso, colocando suavemente su mano en la cintura contraria. Solo duro unos segundos y luego se separaron, ambos se miraron con amor, sonriendo de forma leve.

Continuaron el recorrido, viendo toda la vida de un viernes por la noche. Al final del muelle, cerca del lago, un grupo de chicos se encontraban bailando y cantando. Break dance, le dijo Henry que era.

—Venimos aquí a relajarnos, a disfrutar un poco. En estos minutos, olvidamos todo lo que nos sucede, olvidamos toda nuestra miserable vida… —comentó Henry sin dejar de mirar al grupo de baile.

Una chica —quien bailaba—lo vio tiempo después, con alegría se acercó hacia él y como si lo conociera de toda la vida, lo tomó de la mano y lo llevó a la pista de baile improvisada.

—¡Henry, ven a bailar con nosotros!

Henry se resistió al principio, pero luego se dejó llevar y comenzó a bailar mientras los demás lo animaban con porras. Ray lo miraba desde lejos, sonriendo por lo feliz que se veía su chico, bailando libremente como si nada importara. Ray quedó más enamorado de lo que ya estaba al ver a Henry siendo alegre, feliz, libre. Así es como quería verlo para siempre. La música terminó tiempo después, Henry hizo una reverencia, agradeciendo los aplausos. Luego, sonrojado, corrió hacia Ray, quien, por supuesto, le aplaudía.

—Oye, bailas muy bien —lo elogió. Henry bajó la mirada completamente sonrojada,está rojo como un tomate, su cara ardía por el calor que el baile le dejo.

—¡Henry!

El rubio se dio la vuelta al escuchar su nombre, la chica que lo había invitado a bailar, corría hacia él.

—Oye niño, creí que habías muerto —le dijo antes de abrazarlo.

Ray hizo una mueca al escuchar esa frase de nuevo, parecía ser una frase común en las calles. Henry, por otro lado, mantenía una sonrisa.

—Casi, pero no te escaparás de mi tan fácil —se rió un poco, separándose del abrazo. La chica le correspondió la sonrisa.

—¿Cómo estás? He escuchado las noticias…

—Estoy bien. —se apresuró en responder. No quería hablar de eso esta noche. La chica asintió, entendiendo.

—Bueno, todos te hemos extrañado por aquí. Gilbert está por allá, desea verte.

Henry dirigió su mirada hacia el hombre que vendía hotdogs; estaba en su carrito, sirviendo algunos. Henry le regalo una sonrisa a la chica y camino hacia el carrito. Ray, como ya tenía acostumbrado, lo seguía en silencio; este era el mundo de Henry, él solo era un invitado.

—¿Me has extrañado? —habló el rubio una vez que estuvo cerca del carrito de hotdogs. El señor, algo mayor, se detuvo al escuchar su voz.

—Henry —dejó los hotdogs a medio preparar y salió de su carrito, se acercó al rubio y lo abrazo. —lamentó tanto todo lo que pasó.

Henry negó con su cabeza, apartándose del brazo.

—Estoy bien ahora, no te preocupes.

El hombre de estatura baja y mirada suave le sonrió.

—Está bien, pero quiero que sepas que todos aquí te apoyamos. Estamos dispuestos a ir a pelear si Ganzel vuelve a salirse con la suya. No le tengo miedo a ese niñote y lo sabes.

Henry dejó escapar una sonrisa. Lo sabía, él lo había salvado un par de veces, no solo de Ganzel, sino de todos.

—Ten, para ti —el moreno volvió a su carrito, terminó de preparar el hotdog y se lo entregó. —Y no aceptó un no como respuesta.

—Bien, pero lo pagaré.

—No está a discusión, jovencito.

Henry rodó los ojos de forma divertida y tomó el hotdog que le tendía. Después se despidió del hombre y volvió con Ray. Retomaron su camino, de vuelta hacia el principio.

—Estas personas te quieren mucho.

—Supongo que tengo ese don para hacer que las personas me quieran. —se alzó de hombros, dándole un mordisco a su hotdog.

Ray sonrió, podía confirmar eso, él también había caído en sus encantos. No pudo evitar soltar una risita; ver comer a Henry era la cosa más tierna del mundo, raro, pero era de sus cosas favoritas. Con lentitud se acercó hacia su mejilla, Henry lo miraba confundido, pero luego descubrió que intentaba limpiar su mejilla llena de mostaza.

—Soy un desastre comiendo —se rió avergonzado.

—Creo que es adorable.

Henry se sonrojó ante esto, apartó su mirada y después continuó comiendo. Terminó su hotdog justo al llevar al auto, se limpió las manos y la boca con la servilleta y después se subió al auto, esta vez, en el asiento del copiloto.

—Me gustó esta cita improvisada —mencionó Ray, ya estaba listo para irse, el auto encendido, esperaba ser puesto en marcha. Henry le sonrió con alegría y una pizca de orgullo.

—¿Soy el mejor organizando citas improvisadas? —preguntó después, alzando una ceja de forma divertida.

—Lo eres… —respondió en voz baja, antes de acercarse y besarlo. El beso no duro mucho, fue lento y suave, al separarse un pequeño chasquido se dejó escuchar en el interior del auto.

Se quedaron unos minutos mirándose luego del beso, expresando con sus ojos todo lo que sentían el uno por el otro. Algo en estas horas, los había hecho conectar mucho más. A pesar de todo, Ray amo este día.

Chapter Text


Desde aquella noche, la pareja había encontrado un nuevo sentimiento en su relación, era como si de alguna forma hubieran conectado mucho más. Una parte de ellos se unió a la contraria, el amor que se tenía ahora, más intimó, había incrementado la fortaleza en su relación.

—Aquí tienes —Henry dejó con cuidado en la mesa el plato con el desayuno que había preparado única y exclusivamente para su novio. Ray le sonrió luego de mirar a los deliciosos panqueques repletos de miel y mantequilla.

—Ven aquí —Ray tomó su mano y lo invitó a sentarse a su lado, luego lo rodeó con su brazo y dejó un tierno beso en su mejilla —No tenías que hacer esto.

—Quería hacerlo —Henry simplemente se alzó de hombros, después tomó el cuchillo y el tenedor; pico un poco de la suave masa, un pequeño trozo de panqueque con mucha miel. Después se lo pasó a Ray, invitándolo a probar. Ray abrió la boca y dejó que Henry lo alimentará.  Ray masticó la masa, deleitándose con los sabores, sus glándulas gustativas danzaron de alegría.

—Mmm, esto está delicioso. Eres el mejor cocinero del mundo— llevó su mano hacia la mejilla de Henry, acariciándolo con lentitud. Sintió la piel caliente del rubio debido al sonrojo que se formó en su rostro, eso lo hizo sonreír. Henry apartó la mirada al darse cuenta de eso.

—Son solo simples panqueques, cualquiera puede hacerlo...

Ray negó un poco su cabeza, Henry siempre menospreciaba su trabajo. Se acercó hacia el rubio, tomó su mentón con suavidad y lo obligó a verlo.

—Solo tú sabes hacer los panqueques como me gustan —murmuró antes de besarlo.

Henry se rió en medio del beso antes de corresponderle. Llevó sus brazos hacia su cuello, profundizando más el beso. El beso se prolongó por unos segundos, se besaban con algo de necesidad como si nunca lo hubieran hecho en su vida. Pero pronto Henry comenzó a sentir la falta de aire y a regañadientes tuvo que separarse. Sin embargo, Ray tenía otros planes.

—Ray... oye Ray —Henry puso sus manos en el pecho del castaño, haciendo un vago intento de apartarlo. —Ray... —entre besos le hablaba, pero cada que lo hacía, Ray lo ahogaba con sus labios. Henry dejó escapar una risita cuando el castaño comenzó a picotear besos por su mentón. —Tu comida se enfría... —murmuro Henry, tratando de no caer en las caricias y toqueteos del castaño.

—No me importa.

Ray continúo besándolo, dejó sus labios a un lado para bajar hacia su cuello. Henry tarareó un poco ante el toque, inclinando hacia un lado su cabeza para darle más acceso. Aun con sus manos rodeando el cuello del mayor, acarició la parte de su nuca y los leves cabellos que había en ella. Se rió un poco cuando los besos de Ray comenzaron a hacerle cosquillas, en su interior, pequeñas mariposas revoloteaban. Entre abrió un poco sus ojos, estos captaron los monitores y fue ahí cuando logró prestar atención a lo que sucedía. Poco a poco fue abriendo sus ojos y el momento mágico y las emociones se fueron desapareciendo.

—Ray... —murmuró en medio de un tartamudeo, llevó sus manos de vuelta al pecho del castaño y lo apartó —Ray —expresó con firmeza esta vez.

Ray se detuvo y se apartó, una mirada de confusión, pero también de preocupación se dejó ver.

—¿Qué pasa?

Henry lo ignoró, se levantó del sillón giratorio y a pasos lentos caminó hacia los monitores.

—Están hablando sobre nosotros en las noticias... —Henry tomó el control remoto y subió el volumen.

Ray se levantó con molestia, no era la primera vez que los reporteros hablaban de él; desde el juicio, su nombre y el de Henry salían en pantalla a cada rato. Sin darle mucha importancia, llegó junto a Henry, solo para ponerse rígido cuando se percató de lo que hablaban.

—¿Qué diablos es eso?

En pantalla se mostraba una foto de Henry y él, abrazándose en un momento íntimo. Ray, gruño de molestia, sabía bien en donde había sido tomada esas fotos. Y eso lo hizo enfurecer, era un momento privado entre ellos. Sí, quizás estaban en un lugar público, pero eso no les daba el derecho a los reporteros de irrumpir en su privacidad. Miró a Henry de reojo, el rubio estaba paralizado mirando hacia la pantalla, pero Ray no tenía que verlo de frente para saber que sus ojos estaban humedecidos, aguantando las ganas de llorar.

No sabía que al capitán man le gustaran los jovencitos. Solo vean como lo toca. ¡Deberían arrestarlo a él también!

Risas y más risas se dejaron escuchar después de ese comentario. Ray frunció el ceño, lleno de ira. Tomó el control remoto y con brusquedad apagó la pantalla. Henry volvió a la realidad cuando el silencio se hizo presente, parpadeó un poco y lentamente se alejó.

—Henry...

—No, —soltó apartándose lo más que podía del toque de Ray —todo esto es mi culpa, yo me acerqué demasiado, aun cuando sabía que estábamos en público, me acerqué... no debí... me acerqué... yo...

Ray dio unos pasos hasta quedar frente a él, tomó con suavidad el rostro de Henry, obligando a que lo mirase.

—Esto no es tu culpa, ellos invadieron nuestra privacidad, es su culpa.

Henry comenzó a negar, cerrando los ojos al mismo tiempo.

—Lo lamento, lo lamento tanto. No debí acercarme, no debí tocarte. Ahora todos hablan de ti, de nosotros... dicen cosas que yo...

Ray lo cubrió en sus brazos, envolviéndolo como solo él sabía hacerlo —Está bien, no me importa lo que esos inútiles digan sobre mí.

Henry frunció el ceño al escuchar esas palabras. Se apartó lo suficiente de Ray y lo miró sin cambiar su semblante.

—¿Cómo puedes estar tranquilo con todo esto? ¡No puedes estar bien con esto! —exclamó, alterándose al mismo tiempo —Debes estar molesto, tienes que estar molesto. ¡Enójate conmigo, grítame, dime que es mi culpa y que lo hice mal —comenzó a dejar golpes de frustración en el pecho de Ray —Vamos, di que estás enojado, dilo, dilo! Castígame por lo que hice.

Henry seguía golpeándolo mientras leves lágrimas caían, para Ray esos golpes no eran nada, solo una simple caricia. Lo único que le dolía eran las palabras que Henry soltaba. Ganzel lo había dañado tanto, lo había adoctrinado tanto a tal punto que Henry pensaba que merecía un castigo por cada error que cometiera, aun cuando ni siquiera fuera su error.

Ray lo miró con algo de tristeza, con lentitud llevó sus manos hacia los puños de Henry y lo hizo detenerse. Henry quedó estático en su lugar, respirando pesadamente. No se atrevió a mirarlo.

—Por favor... hazme algo...

Ray lo único que hizo fue tomarlo en brazos, envolverlos en ellos y acurrucarlo en su pecho. Dejó un beso en sus dorados cabellos, dejando salir toda la impotencia que cargaba en ese simple gesto.

—No haré nada amor, esto no es tu culpa. Necesito que lo entiendas, ¿bien? Nada de esto fue tu culpa.

Henry se apartó poco a poco, alzó su rostro para mirarlo.

—¿Quépasará ahora? Nos puse en peligro, ahora sabrán que estamos en una relación... ¿Y si nos siguieron? ¿Y si me vieron a mí contigo sin el traje? Ray, esto está mal.

—Está bien, todo está bien —expresó con calma, Henry parecía a punto de volver a alterarse. ¿Cómo Ray podía estar tan calmado ante esta situación? —Yo me haré cargo de todo, ¿sí? Hablaré con mi agente, haré que borren esa foto, denunciaré a quien se atrevió a violar nuestra privacidad, tú no tienes que preocuparte de nada.

Henry apartó la mirada de esos ojos azules, Ray tenía esa mirada decidida en su rostro. Le aterraba, pero a la vez le gustaba saber que estuviera dispuesto a todo por él.

—Yo... está bien —soltó en voz baja, sin muchos ánimos de discutir. Se apartó de Ray por completo y se abrazó a sí mismo. —Iré... estaré en la habitación. —sin esperar respuesta, se retiró.

Ray lo miró hasta que traspaso el engranaje, no pudo evitar dejar escapar un suspiro. Miró a la mesa donde el desayuno ya olvidado se encontraba, probablemente ya estaba todo frío. Recordó los minutos atrás, ese momento lleno de amor que estaban compartiendo, ¿cuándo sería el día en que finalmente serían felices, sin preocupaciones, ni dramas? Apretó sus puños llenos de impotencia.

Esperaba que pronto todo terminara.

El resto del día fue como una bruma de humo gris, en la televisión no paraban de hablar sobre las fotos, atormentando a Henry una vez más. El rubio se mantuvo en su habitación, sin ánimos de nada, se acurrucó bajo las sabanas. Quizás Ray no lo castigo ni le reclamo, pero él lo estaba haciendo, se regañaba a sí mismo, se reprendía a sí mismo.

Ray, por su parte, paso el día hablando con su agente, exigiéndole que eliminará esas fotos de todos los noticieros, que buscara a la persona que tomó las fotos, casi le pidió que lo trajera ante él para el mismo encargarse. Sin embargo, se calmó y dejó todo en manos de su agente, quien le aseguró se haría cargo de la situación. Soltó un suspiro mirando las pantallas justo en las noticias, el volumen estaba bajo, pero aun así Ray podía escuchar las burlas y comentarios fuera de lugar de los reporteros.


Henry despertó por la mañana, sintiéndose más cansado de lo normal. Estirando su cuerpo se movió en la cama, dejó caer su mano hacia su lado derecho solo para darse cuenta de que Ray no está a su lado. Frunciendo las cejas, abrió sus ojos y giró su rostro, confirmando lo que ya sabía; el espacio a su lado estaba vacío.

—¿Ray? —lo llamó en voz baja. Al no recibir respuesta, se levantó de la cama. De forma perezosa se puso sus pantuflas y caminó hacia la puerta, iba restregándose el ojo, alejando el sueño mientras caminaba por el pasillo, escuchaba voces, así que supo que tanto Schowz como Ray ya estaban despiertos.

Cuando traspaso el engranaje se llevó con una gran sorpresa. En la sala, específicamente en el sillón, había un montón de regalos; desde bolsas coloridas hasta canastas llenas de dulces. Henry decidió ignorar al enorme oso de peluche sentado en sillón mientras de forma lenta bajaba los pequeños escalones. Ray lo vio y le regaló una enorme sonrisa. Henry con la confusión en su rostro llegó hacia el castaño.

—¿Qué es todo esto? —murmuró, aún tenía la pesadez del sueño recorriendo todo su cuerpo. Quizás todavía estoy dormido, pensó.

—Oh bueno, esto son regalos de algunas personas para nosotros. —respondió sin dejar de sonreír, luego lo tomó de la cintura y dejó un beso en su mejilla.

—¿Qué? —Henry acentuó más su ceño fruncido. En efecto, debo estar soñando, pensó mirando a Ray con expresión de locura. El castaño dejó escapar una risita, tomó a Henry de la mano y lo llevó más cerca de la mesa.

—La foto de nosotros dos se esparció por todos lados y lo que pensé que sería algo malo, terminó siendo algo bueno. ¡Todo Swellview nos apoya! —miró a Henry y le sonrió, pero el rubio sería sin entender nada —Mira, esto lo mandaron los manfans para nosotros —tomó una canasta decorada llena de dulces.  Henry simplemente la miró con una ceja levantada. Miró de vuelta a la mesa, observando todo con cierta incomodidad.

—¿Esto es normal? —preguntó, haciendo una mueca al mismo tiempo.

—Sí, los manfans siempre me envían regalos, de hecho siempre recibo correspondencia de mis admiradores. Pero ahora, ¡también te enviaron regalos a ti! —exclamó, muy alegre para el gusto de Henry.

Henry dejó escapar otra mueca, miró a Ray de reojo cuando este de forma animada lo empujó a que tomara algo de sus regalos. Henry, no muy convencido, se acercó al oso que llevaba tentándolo desde que lo vio. Este era blanco con detalles en rojo, tenía un listón amarrado de forma elegante alrededor de su cuello y tres perlas negras en su rostro; dos para los ojos y una para la nariz. Henry tocó su pelaje y casi chilla por la suavidad.

—Esto... ¿esto es para mí?

Ray asintió, pero habló porque Henry estaba tan ensimismado en el oso de peluche que no lo miro. —Sí, es todo tuyo.

Henry se mordió el labio para no sonreír ante eso. Con timidez tomó al oso en sus brazos, abrazándolo un poco. Luego se giró para ver a Ray, quien lo miraba con expresión de ternura.

—Yo... —tragó saliva, recomponiéndose del momento, sin embargo, estaba tentando a hundir su rostro en el suave pelaje del oso —No sé cómo sentirme sobre esto. Recibir regalos de extraños no es algo normal.

—Bueno, si no te gustan podemos devolverlos —Ray estiró su mano para qué le entregará el oso, pero Henry rápidamente dio un paso atrás, protegiendo al oso bajo sus brazos. Ray dejó escapar una pequeña sonrisa, eso le resultó tierno y sabía que en el fondo al rubio le gustaban los regalos. —Vamos, veamos que más nos mandaron —lo tomó del brazo de forma gentil y lo condujo hacia el sillón.

Henry estuvo un poco reacio al principio, pero después se animó y comenzó a revisar las canastas y bolsas de regalos. La gran mayoría eran dulces y cartas donde les deseaban lo mejor. Mientras comían, leían los mensajes.

—Queridos Henry y capitán man; tienen todo nuestro apoyo, son la pareja más atractiva de Swellview... —Henry alzó una ceja de incredulidad al leer, pero no pudo evitar sonrojarse —creo que esta persona necesita hacerse un chequeo de la vista —murmuró dejando la nota a un lado.

—Yo creo que esa persona está diciendo toda la verdad.

—Solo si se refiere a ti.

Ray detuvo lo que hacía y miró a Henry, no pudo evitar fruncir el ceño, pero no porque estuviera molesto con el rubio. Dejó la canasta de lado y tomó la mano de Henry. Este lo miró, esperando que hablara.

—Tú eres la persona más atractiva y hermosa que he visto en mi vida y eso que me miro al espejo todos los días —bromeó para sacarle una risa al rubio, lo cual logró al segundo, sonrió antes de seguir hablando —eres atractivo, apuesto, guapo, hermoso, bello ¿de qué otra forma quieres que te lo diga?

Henry bajó la mirada, sonrojado por las palabras de Ray. El castaño lo tomó del mentón para que lo mirara.

—No pienses ni digas que eres lo opuesto a eso, porque entonces estás mintiendo. ¿Bien?

Henry simplemente asintió, después aceptó el pequeño beso que Ray le regalo.

—Tú... ¿de verdad no estás incómodo por todo esto? —preguntó Henry en un murmuro después del beso —¿no te molesta que ahora sepan que somos pareja?

—No, pero si tú tienes un problema con eso, me encargaré.

—¿Sí? ¿Irás a las instalaciones de KLVY y golpearás a todos los reporteros hasta que dejen de hablar sobre nosotros?.

—Sí, si eso te hace sentir mejor.

Henry, riéndose, rodó los ojos de forma divertida.

—Deberías llamarte capitán golpes, entonces.

Ambos soltaron una risita, luego se acercaron para volver a besarse.

—Nada de esto me incomoda, pero si tú lo estás, solo dímelo y pediré que nos dejen de mandar regalos.

—No, no, esto está bien. Solo... esperó que no nos molesten más en la calle.

Ray le sonrió y se acercó para besarlo, pero antes, Schowz llegó a la cueva de forma estrepitosa, cargando una bolsa llena de regalos, haciendo que la pareja se exaltara del asombro. Se rieron un poco, algo sonrojados por verse interrumpidos. Henry miró la enorme bolsa que el científico dejó en la mesa, no pudo evitar sonreír. Quizás, después de todo, las cosas comenzarían a mejorar.

Qué equivocado estaba...

Paso unos días cuando la pareja volvió a salir en público, pues Henry tenía que ir a sus sesiones de terapia, pero mayor sorpresa se llevaron cuando al llegar a la consulta, cientos y cientos de reporteros con sus cámaras los esperaban.

—¿¡Pero qué rayos!? —exclamó Ray enojado. Intentaba estacionarse en su lugar habitual, pero el montón de personas no lo dejaban. Presionó con fuerza la bocina para hacer que se apartaran. —¡Quítense, maldición! —volvió a presionar con furia la bocina. No tenía problemas en atropellar a estas personas.

Henry, por su parte, miraba a las personas amontonadas en la ventana, se encogió en su asiento tratando de ocultarse. Ray tardó unos segundos, pero finalmente logró estacionarse en su lugar, sin embargo, los paparazzi y periodistas seguían sobre el auto.

—¿Ray? —Henry lo miró con algo de temor.

—Tranquilo, te sacaré de aquí. Busca en la guantera unos lentes de sol y no salgas hasta que yo te lo diga ¿bien?

Henry asintió con algo de miedo, sus ojos expresaban lo temeroso que estaba. Ray quería consolarlo, pero no podía arriesgarse a que les tomaran otra foto.

Dando un asentamiento con su cabeza, se desabrochó el cinturón de seguridad y después salió del auto. Rápidamente, fue recibido por un montón de cámaras, reflectores impactaron en sus ojos al igual que varios micrófonos. Como pudo apartó a todas las personas mientras rodeaba el auto. Podía escuchar preguntas y comentarios que se negó a responder.

Finalmente, llegó hacia la puerta del copiloto, la abrió lo más que pudo y dejó a Henry salir. Rápido lo rodeó con su brazo mientras que con el otro brazo apartaba a los reporteros. Henry iba cohibido a su lado, con su rostro hacia abajo, trataba de ocultarse lo más que podía.

Ray podía escuchar a los reporteros haciéndole preguntas, colocaban sus micrófonos en frente de su rostro, esperando que contestara. Ray los ignoraba, apartándolos de forma brusca. Ya estaban llegando a la entrada del consultorio, cuando un comentario, lo hizo detenerse en seco.

"Capitán man, solo queremos saber por qué está protegiendo a una persona que claramente ha estado usando su cuerpo para conseguir lo que quiere"

Ray se dio la vuelta lentamente o eso fue lo que pensó. En realidad, casi se abalanza sobre la reportera y su indiscreta pregunta. Sin embargo, logró mantenerse tranquilo y, en cambio, decidió hablar. Henry, por su parte, se había quedado estático en su lugar, repitiendo en su mente el comentario.

—¿Quiere saber por qué lo hago? Lo hago porque Henry sigue siendo una persona que merece respeto, tiene los mismos derechos que usted o que yo, merece justicia por lo que ese bastardo le hizo ¿Cree que él no lo merece por quéha hecho cosas no adecuadas en el pasado? Su comentario ha sido la cosa menos profesional que he escuchado. Siempre voy a defenderlo, a él y a quien sea que haya pasado por lo mismo. —no deseando continuar, se dio la vuelta y aún con su brazo sobre Henry, retomó su camino.

Sin embargo, los reporteros no se detuvieron, los siguieron, haciendo más y más preguntas. Ray los ignoró, al llegar a la entrada un Guardia de Seguridad los auxilió, empujó a Henry con suavidad hacia el edificio y antes de entrar, se dio la vuelta hacia el montón de personas y dijo;

—Nuestra vida privada y lo que hagamos con ella es algo que no les incumbe, les agradezco que se mantengan al margen —dicho esto se dio la vuelta y finalmente entró al edificio. Los reporteros no tenían acceso y Ray agradeció eso. 

Volvió a rodear a Henry con su brazo, atrayéndolo hacia su cuerpo. El rubio seguía estático en su lugar. Ray sabía que esto le había afectado. Y por si fuera poco, todas las miradas dentro del consultorio se posaron en ellos. Ray decidido ignorar todas ellas y se movió junto con Henry. En eso, detrás del mostrador, salió una joven y llegó hacia ellos.

—Lamento mucho lo que pasó, fue imposible hacer que se fueran.

Capitán man hizo un gesto con su mano, restándole importancia. Después de todo, eso no era su culpa.

—Está bien, no pasa nada.

La joven asintió, mirando a Henry de reojo. El rubio aún mantenía sus lentes de sol puestos, pero por su mirada hacia abajo, se podía notar su nerviosismo e incomodidad.

—Vengan por aquí, los llevaré a un lugar más privado mientras esperan.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar, esperando que ambos la siguieran. Ray bajó la mirada hacia Henry, estaba cohibido en sus brazos, casi queriendo ocultarse, desaparecer. Ray lo pegó más hacia él y siguió a la joven. Esta los llevó a una habitación privada, estaba sola y cálida. Capitán man le agradeció y después esta los dejó. En cuanto cerró la puerta, Ray volvió su mirada a Henry, quien se había sentado en una de las sillas, cabizbajo, sin quitarse sus lentes. Ray le dio su espacio, sentándose a su lado, pero manteniendo distancia.

En la terapia Henry no estuvo muy participativo, se limitaba a responder con un sí y no. A veces, simplemente hacia un gesto con sus hombros. Se había quitado los lentes, pero mantenía su mirada hacia abajo, sin mirar nada más que el suelo. La doctora lo dejó irse tiempo después, sabía que presionarlo más, no era la solución, tampoco le dejó actividades, Henry ni cuenta se dio de esto. En su mente lo único que rondaban eran las palabras de esa reportera.

Ni siquiera se percató cuando Ray lo rodeó con sus brazos, de repente se había colocado en modo automático. Caminaba solo cuando Ray caminaba, se movía solo cuando se le indicaba. Su mente se había ido y con eso él también.

Ray, por su parte, lo miraba de reojo mientras conducía —habían logrado librarse de los periodistas y pudieron salir del consultorio con tranquilidad— Sin embargo, él no estaba tranquilo, pues sabía que Henry no estaba bien del todo.

Al llegar a la cueva todo fue silencio. Henry casi salió corriendo hacia la habitación y en ella se encerró. Los chicos estaban en la sala, sentados en el sillón giratorio. Henry no quería que lo vieran, él no era como ellos, era una cualquiera. Entonces, paso todo el día encerrado en las cuatro paredes de su habitación.

Los chicos le preguntaron a Ray si el rubio estaba bien, este se abstuvo de responder, no quería hablar de eso. Simplemente, negó con su cabeza. En la noche, cuando ya se preparaba para dormir, se llevó la sorpresa de que Henry había decidido no compartir habitación con él por esta noche.

"Me gustaría dormir solo" le había dicho, parado en el umbral de la habitación. Se había cambiado de ropa, ahora llevaba pijamas extra holgadas, su cabello era un desastre, desordenado por todos lados y su rostro, rojo e hinchado de tanto llorar.

Ray lo dejó, no quería presionarlo a nada, tampoco pidió preguntas ni explicaciones, si Henry no quería hablar, no lo obligaría. Lo vio irse y su corazón se entristeció un poco, nada más quería que tomarlo en sus brazos y abrazarlo. Él no durmió en toda la noche, desde su habitación vigilaba a su chico y velaba por sus sueños como tenía acostumbrado hacer.

Henry, por su lado, lloró hasta quedarse dormido. Por la noche tuvo pesadillas, soñaba que Ray lo dejaba a su suerte, que lo abandonaba como todos lo hacían. Henry no estaba sorprendido, era lo que todos hacían, sin embargo, le dolía porque amaba a Ray y lo quería a su lado para siempre. Lloró en sueños, viendo como Ray se iba muy lejos. Su imagen era distorsionada, pero conocía bien esos ojos azules, esos que en su sueño lo miraban sin amor. Henry sintió congelarse al no sentir los brazos cálidos y fuertes del castaño, protegiéndolo como siempre.

Comenzó a gritar su nombre, lo llamó hasta que su garganta ardió, no podía moverse, parecía estar pegado al suelo. Estiró su mano, intentando agarrar al castaño, pero no llegaba, no llegó y Ray poco a poco se alejaba cada vez más de él. Todo su rostro ardía mientras derramada la última lágrima, se dejó caer al suelo, aceptando que lo había perdido.

"¿Qué esperabas?" Una voz retumbó en su mente. "Los hombres buenos como Ray no quieren a prostitutas como tú" Sintió como alguien tomaba su mentón, obligándolo a alzar su rostro. Su vista estaba algo borrosa, pero de igual forma supo quién era. "Todo ha sido una mentira Henry, él no te ama y nunca lo hará". Escuchó la horrenda carcajada de Ganzel antes de que todo se volviera negro.

¡Ray!,

¡Ray!

Por supuesto que Ray escuchó sus llamados y llegó corriendo a la habitación solo para encontrar al rubio llorando y gritando mientras se retorcía en la cama, enredándose con las sabanas. Rápido, se acercó a la cama, se sentó en la orilla, tomó los hombros de Henry y con suavidad comenzó a moverlos.

—Henry, aquí estoy —lo llamó en voz baja, recibiendo como respuesta más llanto y leves balbuceos que decían "no me dejes" —Amor, aquí estoy, no voy a dejarte —llevó una mano a la mejilla llena de lágrimas de Henry. Este gimió ante el toque —Hen...

El rubio abrió sus ojos, pero Ray no pudo descifrar si estaba despierto o si seguía dormido. Lo miró con ternura y acarició su mejilla. Henry volvió a cerrar sus ojos, dejándose llevar por el toque.

—Por favor... no me dejes...

—No lo haré, no voy a dejarte.

Ray lo atrajo en sus brazos, acurrucándolo contra su pecho. Lo envolvió de forma protectora, dejando besos en su frente y cabello. Henry no tardó en aferrarse a su cuerpo, sollozando en voz baja.

Estuvieron unos minutos en esa posición, Ray diciéndole palabras de consuelo, dejando caricias en su espalda para calmarlo. Después lo cargó en brazos, dispuesto a llevárselo a su habitación. Henry se aferró más a su cuerpo, envolviendo sus piernas alrededor de las caderas del mayor, sus brazos rodearon su cuello mientras su rostro se ocultaba en su pecho.

—Está bien amor, estoy aquí —murmuró contra su oído antes de levantarse y caminar hacia su habitación.

Ray no tuvo problema para sostener su cuerpo, Henry era tan liviano que su peso era como el de un niño de 13 años. Lo cargó como si de un bebé se tratara y sin problemas llegó a su habitación. Con cuidado depósito a Henry en la cama, este no tardo en gemir de lástima cuando sintió al castaño apartarse.

—Estoy aquí, estoy aquí —lo arrulló en sus brazos tan pronto como estuvo acostado a su lado. Tarareó en su oído palabras tiernas y llenas de amor, en el silencio le juro que siempre estaría a su lado.

Henry logró volver a dormirse tiempo después, pero Ray no lo hizo, se quedó cuidando de su chico. Antes de que el sueño lo consumiera, le dejó un tierno beso en su frente, prometiéndole en ese gesto que nunca lo dejaría. 

Chapter Text


Henry despertó desorientado a la mañana siguiente, se extrañó de verse en la habitación del castaño. Ray lo miraba a su lado de forma suave como siempre lo hacía. Henry simplemente se levantó y se retiró de la habitación. Ray no pudo negar que eso le dolió, sin embargo, no dijo nada. No pidió explicaciones ni buscó respuestas. Después ambos se prepararon para iniciar el día; el juicio estaba a la vuelta de la esquina de comenzar y el abogado Martínez aún debía preparar a Henry.

Henry, quién decidió volver a su estado en automático, poco hablaba, poco interactuaba. Su mente se había ido a otro mundo, los comentarios de los reporteros seguían rondando por su mente. No ayudaba que en la televisión fuera de lo único que se hablara; en las noticias, en los programas de chismes. Todos hablaban de Henry Hart, el prostituto que grito violación y ahora sale con el querido héroe de Swellview. Su mente no dejaba de recordarle que todo esto está pasando por su culpa, se recriminaba, se decía que nada de esto estaría pasando si él no hubiera hablado. "Quizás si me hubiera ido, si no hubiera aceptado venir a vivir con Ray nada de esto estaría pasado" esa y otra clase de pensamientos lo consumían todos los días.

Ray lo miró con algo de pena, miraba a Henry sentado en el sillón, este mantenía la cabeza baja, jugando con las orejitas del oso de peluche, el cual aún no tenía puesto y rondaba por toda la cueva. Ray se acercó a pasos lentos y dejó la bandeja de comida sobre la mesa.

—No cocino igual que tú, pero me asegure de preparar el desayuno justo como te gusta —comentó, pero como era de esperarse, Henry no le respondió. Ray soltó un suspiro, sin embargo, se recompuso y se sentó a su lado. —Deberíamos comer rápido, no queremos que se haga tarde —comentó de nuevo, fallando en el intento de hacer hablar al rubio.

Al menos logró que comiera, después de que Ray le sirviera, Henry comió en silencio. Ray decidió no hablar, de reojo lo miraba asegurándose que estuviera bien. Después de eso, llegó el momento de salir, Henry debía reunirse de nuevo con el abogado para terminar de ensayar su testimonio. Henry no estaba muy animado por eso, pero no podía negarse. No tardó mucho cuando fueron interceptados de nuevo por los reporteros. Ni porque Ray cambiará de auto, estos se detenían, siempre buscaban la forma de encontrarlos.

Pasar por el estacionamiento fue toda una travesía. Henry iba oculto en su capucha tapando sus ojos con los lentes de sol, su nuevo accesorio desde hace días. Ray iba a su lado, cubriéndolo con su brazo. Aun así, Henry podía escuchar los comentarios de los reporteros, desesperados por tener una primicia, también sentía todos los flashes de las cámaras impactando en sus ojos.

De nuevo en el estrado, respondía de forma automática las preguntas que el abogado Martínez le hacía. Evitando mirarlo a Ray respondía si y no, hablando un poco más solo cuando era necesario. Estaba intentando hacer su mejor esfuerzo por no derrumbarse, no quería estar aquí, no quería hacer esto. Pero no tenía elección, nunca la tuvo, siempre ha tenido que seguir órdenes, solo para eso sirve.

Apartó la vista de sus dedos y miró hacia donde sabía estaría Ganzel. Su mente, jugándole malas pesadas, alucino que Ganzel estaba ahí, sentado, mirándolo con una sonrisa burlesca. Cómodamente, Ganzel escuchaba como relataba la historia de su violación, para el magnate solo era un deleite. Sabía que a pesar de todo, Ganzel estaba disfrutando esta situación.

Henry podía sentir sus ojos intensos de color marrón, lo miraba con frialdad pero a la vez con sorna, riéndose en silencio de todo. Henry no paraba de imaginar su rostro en cada dirección que colocará sus ojos, su mirada y esa barba exuberante que lo asustaba ¿Tan dañado estaba que el simple hecho de ver barbas le ponía los pelos de puntas? Odiaba las barbas porque le recordaban a Ganzel, cualquier persona que tuviera un parecido con el magnate, lo atormentada.

—¿Henry?

El rubio alzó la mirada, volviendo a la realidad. Sus pensamientos se esfumaron, solo así cayó en cuenta de que seguía en el estrado, pero solamente con el abogado y con Ray, quien lo miraba preocupado desde los asientos. Henry lo miró y no pudo hacerlo.

—Lo siento, no puedo responder esa pregunta.

—Ya lo hemos discutido, esa no es tu decisión.

Henry miró al abogado con furia, se supone que es la historia de su vida, debería al menos decidir sobre lo que quiere y no hablar.

—No quiero hablar de eso, y no lo haré —con brusquedad se levantó y se bajó del estrado.

—Henry.

—¡No quiero hacerlo! —Henry se giró de forma rápida hacia el abogado —no quiero contar algo que es privado para mí... no puedo... estoy cansado.

—Hen...

—No. —esta vez miró al capitán man —No haré esto más. Se acabó, no voy a testificar, lo lamento.  —se giró en sí comenzando a caminar hacia la salida.

—Henry, no puedes decidir eso ahora —el abogado habló, firme y claro. Ray lo miró listo para hacerlo retractarse de sus palabras. Sin embargo, Henry se le adelantó, se dio la vuelta y lo encaró.

—¿Qué va a hacerme si me rehusó?, ¿arrestarme? Quiero ver que lo haga - lo reto, sin quitarle la mirada de encima. —He tomado una decisión, y me importa una mierda lo que usted o todos los demás piensen. Si quiere arrestarme por esto, sabe dónde encontrarme.

Después de decir eso, salió finalmente por las enormes puertas del lugar. Estando solo, se permitió derrumbarse, soltó un largo suspiro, dejando escapar todo su miedo. Se abrazó a sí mismo comenzando a caminar por el ancho pasillo, iba cabizbajo, no tenía ni idea de adónde iba, solamente quería esconderse del mundo. Terminó tropezándose con alguien al ir despistado. Alzó su mirada rápidamente para disculparse.

—Perdón... —murmuró, encontrándose con la mirada de un hombre.

—Eres Henry, ¿no?

El rubio asintió de forma lenta. El hombre dejó escapar una sonrisa, una sonrisa algo tenebrosa.

—Eres toda una celebridad, das mucho de qué hablar. Deberías cuidarte las espaldas, niño.

Henry frunció el ceño confundido por las palabras del hombre. Iba a responder cuando Ray llegó a su lado, casi de forma apresurada.

—Usted no debería estar hablando con él —Ray le gruño al hombre mientras escupía sus palabras. El más anciano simplemente hizo una expresión de burla, miró a Henry de vuelta y dijo.

—No puedo esperar para verte en el estrado.

Henry se lo quedó mirando mientras se iba, no pudo evitar ponerse nervioso. Las manos de Ray en sus hombros lo volvieron a la realidad.

—¿Te dijo algo?, ¿te hizo algo? —Ray preguntaba con insistencia, mirándolo con clara preocupación. Henry negó, confundido aún por las palabras del señor y ahora por la preocupación de Henry.

—No pasó nada… solo quiero irme a casa —estaba tan cansado que ni ganas tenía de preguntar quién era el hombre. Se soltó del agarre de Ray y caminó hacia los elevadores.

Ray iba a seguirlo, pero antes el abogado Martínez lo detuvo.

—Escuche capitán, necesito que haga que Henry cambie de opinión.

Ray mantuvo la calma, pues en el fondo sabía que el abogado tenía razón y que Henry testificara es la mejor solución.

—Él necesita algo de tiempo, un par de días. Esto se está volviendo más difícil a medida que avanza.

—Está bien, no necesitaré a Henry los primeros días del juicio, con los testimonios de Bose y Dimitra tengo suficiente. Pero cuando le toque a Henry, necesito que esté listo.

Ray dejó escapar un pequeño "sí" junto con un asentimiento, aunque no lo dijera, él también estaba cansado de todo esto. El abogado conforme con eso, se despidió.

El capitán quedó solo, soltó un suspiro antes de irse con Henry, quien a pesar de todo, lo seguía esperando frente a los elevadores. Ray lo vio, cohibido en sí mismo y sintió algo de impotencia por no resolver todo esto por su cuenta. Pero se decía que así era mejor, dejaría que las leyes hicieran justicia por Henry.


Los días pasaban y nada cambiaba, las cosas parecían solo empeorar. Henry cada vez más volvía a ser el chico del principio, tímido y reservado, inseguro hasta con Ray. Ray hacia todo para mantenerse al margen, dándole al rubio el espacio que creía necesitaba, no quería molestarlo, no quería que sufriera más.

Por eso no había vuelto hablar sobre el juicio, Henry estaba decidido a no testificar. Inconscientemente, tiró a la borda todo el proceso, todo lo que había avanzado hasta llegar aquí. Pero Ray no podía culparlo, el mundo le estaba cayendo encima por culpa de otros.

—¿Cómo te sientes hoy, Henry?.

El rubio tardó varios segundos en responder a la pregunta de la psiquiatra, movía su pie con frenesí, pisoteando en el suelo a cada segundo. Jugaba con el pequeño cubo de rubik con desespero, intentaba arreglar las piezas en su respectivo color, queriendo hacerlo también con su propia vida. Su mente era un desastre, miles y miles de pensamientos, comentarios escuchados y recuerdos corrían sin parar mientras sus dedos se movían tratando de colocar las piezas correctas.

—¿Henry?

El cubo de rubik hizo un pequeño “clic” que lo trajo de vuelta a la realidad. Parpadeó un poco y finalmente alzó la mirada hacia el frente.

—¿Sí?

—¿Cómo te sientes hoy?

Henry bajó la mirada hacia sus manos.

—No lo sé… —dejó el cubo de rubik en la mesa de centro —Han pasado muchas cosas…

—Lo sé y lamento mucho todo esto.

Henry simplemente alzó sus hombros.

—Está bien, no es su culpa… es mía.

—¿Por qué crees eso? —la psiquiatra preguntó con suma cautela, sabía que Henry no estaba en el mejor humor, se encontraba sensible y propenso a romperse.

—Puse a todos en peligro… —murmuró antes de levantarse y caminar hacia la ventana. Miró hacia abajo, varios reporteros seguían afuera del consultorio esperando poder tener una primicia de su rostro. ¿Es que acaso no se cansaban?. Se dio la vuelta y miró a la doctora —Todos están en peligro porque quieren “ayudarme” ¿y para qué?, no valgo la pena. Deberían hacer justicia por otra persona que si valga la pena, como Bose, él merece justicia por lo que le paso.

La doctora se levantó con lentitud y a pasos pequeños llegó a su lado.

—Ya habíamos hablado que nada de esto es tu culpa.

Henry dejó escapar un bufido y se alejó de ella de forma brusca.

—¿Sabe lo que está haciendo capitán man por mí? —preguntó, ignorando el comentario de la doctora —No le importa estar afuera y que todos sepan que está de mi lado...

—Le importas-

—Fue mi culpa que nos tomaran esa foto y él ni siquiera está enojado conmigo —Henry hizo una mueca de confusión, mirando hacia todos lados menos a la mujer frente a él. —¿Por qué lo hizo?, ¿por qué está haciendo todo esto por mí? Aún sigue a mi lado y está dispuesto a pelearse con todos solo para que yo sea feliz, para que tenga la justicia que según me merezco... —Él no podía entender nada de eso, no comprendía la actitud de Ray. ¿Por qué no estaba furioso con el sí fue quien causo todo esto en primer lugar?

—Es lo que hacemos con las personas que amamos —la voz de la psiquiatra atrajo su atención —estamos dispuestos a todos por ellas.

A Henry se le escapó una risita algo incrédula, después negó con su cabeza y comenzó a caminar por el lugar.

—Él no me ama, esto solo es lástima y pena. ¿Por qué alguien amaría a un cualquiera de la calle como yo?... es patético.

—¿Crees que capitán man es patético por amarte? —preguntó la psiquiatra sutilmente. Henry la miró con el ceño fruncido.

—No, digo que el concepto de amarme es patético. Y deje de decir que capitán man me ama, no es verdad.

—¿Por qué crees que no te ama? —mientras le preguntaba comenzaba a moverse por el lugar al igual que Henry, pero sin llegar a estar cerca de él, más que todo, revoloteaba a su alrededor.

—¡Porque no merezco ser amado! No soy nadie más que un juguete sexual para los hombres poderosos de esta ciudad. Soy una vergüenza y capitán man no debería estar conmigo. Lo que tenemos no debería estar pasando. Yo no debí aceptar vivir con él, debí irme del hospital cuando tuve la oportunidad, así nada de esto estuviera afectándole.

—Después de todo lo que has pasado, creo firmemente que te mereces todo el amor que capitán man pueda darte, independientemente de cómo sea.

Henry la miró con expresión incrédula, casi se ríe en su cara.

—¿Es que usted no lo entiende?, ahora todos hablan y juzgan al capitán man por mi culpa. No me importa lo que dicen sobre mí, pero no puedo tolerar las cosas que dicen de él. Y a pesar de eso, él sigue aquí. Está sentado afuera esperando por mí sin importar que lo vean, que sepan que ahora convive con una prostituta ¿Por qué lo hace...? —preguntó mirando hacia la puerta, detrás de ella sabía que estaba Ray.

—A veces no hay un porquéHenry, ni explicaciones. Las personas hacen lo que creen correcto porque su corazón se los dice, es lo que sienten que deben hacer.

Henry la miró, sus ojos ya húmedos, pero retenía sus lágrimas.

—Claro —asintió, sacudiendo su cabeza para apartar las ganas de llorar —él es un superhéroe, es lo que hace. Pero no debería hacerlo conmigo, soy solo una-

—Prostituta —terminó la palabra la psiquiatra, Henry se quedó paralizado al escucharla —¿Eso es lo que crees que eres, Henry?.

—Es lo único que sé hacer y siempre lo seré, no importa qué. ¿Sabe? Él no tiene toda la culpa, yo empecé todo esto. Ganzel es solo una consecuencia de lo que inicie.

—Sí, pero lo que él te hizo y les hace a otros no se compara con lo que hicieras en el pasado.

Henry dejó que la psiquiatra se acercara, ahora ambos recargaban sus espaldas en la ventana.

—Entonces, ¿usted está bien con que yo fuera un niño de 15 años que uso su cuerpo para obtener dinero?.

—Yo solo veo a un niño huérfano que intentaba sobrevivir al mundo.

—Había mejores formas de hacerlo...

—Estoy segura de que sí, pero eras un niño sin supervisión alguna de un adulto y si lo estuviste, estaban en un rumbo igual o peor que el tuyo.

—A veces me pregunto si mi vida hubiera sido diferente, si no me hubiera escapado de las casas adoptivas.

—¿Por qué te fuiste en primer lugar? —la psiquiatra pregunto de forma cautelosa, era un tema del cual no había hablado aún. Henry la miró de reojo sabiendo perfectamente lo que intentaba. Dejó escapar un suspiro y se apartó, metió las manos en sus bolsillos y comenzó a caminar de nuevo por el lugar mientras hablaba.

—Mi cuidador en ese entonces intento violarme, su esposa no hizo nada para detenerlo, logre escapar por mi cuenta y decidí no regresar. Yo tenía tanto miedo, había estado en varias casas adoptivas, pero no quería regresar más. Es, no lo sé, yo era solo un niño, estaba solo, así que corrí y corrí hasta alejarme lo suficiente. Ya estaba destinado a ser lo que soy ahora.

La psiquiatra se acercó lentamente hacia él y lo sostuvo de los hombros, lo llevó con suavidad hacia el sillón y lo sentó. Henry seguía sollozando, pero intentaba calmarme.

—Desearía que nada de esto hubiera pasado, desearía que todo fuera una pesadilla y despertar a cuando tenía 8 años. —expresó con dolor, sus ojos cerrados derramaban lágrimas. La psiquiatra lo miró con lástima, estaba de frente, inclinada hacia su altura sentada. Acarició sus hombros y luego se levantó para sentarse a su lado.

—Los extraño, extraño a mis padres —sollozo y se llevó las manos hacia su cara para ocultarlo. —sé que estarían decepcionados si vieran en lo que su hijo se ha convertido. —murmuró destapando su rostro, miró hacia el frente de forma perdida. Después se levantó y caminó hacia el escritorio de la psiquiatra, sin previo aviso tomó una fotografía —¿son su familia?. —se dio la vuelta, pero no alzó su mirada, esta seguía puesta en la foto.

La psiquiatra no se sorprendió ante ese cambio repentino, sabía lo que la mente de Henry y todas sus emociones estaban haciendo, así que calmadamente respondió.

—Sí, son mis hijos, mi esposo y mis padres, ellos vinieron a la ciudad a pasar navidad con nosotros.

Henry sonrió de forma melancólica. Navidad, ya no recordaba el significado de ese día.

—Siempre quise tener una familia, hijos, esposa. Aunque eso cambio cuando descubrí que no me gustaban las chicas, raro ¿no?, después de todo lo que he vivido con los hombres. —guardó silencio unos segundos entre los cuales caminaba con la fotografía en mano —Mi padre era gerente de proyectos de una exitosa compañía, le iba bien, o eso recuerdo. Él esperaba que yo fuera alguien exitoso. Ese sueño nunca se hará realidad, ni el de la familia feliz.

—Nada está escrito aún, Henry. Tu vida puede ser tan maravillosa como lo has soñado, cuando todo termine.

—Cuando todo termine —Henry repitió riéndose al final. —¿cuándo termine qué?, ¿el juicio y que Ganzel vaya a la cárcel? Eso no va a pasar y si sucede, existen otros como él, nada va a acabar.

—Pero sería el comienzo para acabar con todo, ¿no lo crees?.

Henry soltó un resoplido y negó con su cabeza.

—Ganzel seguirá haciendo de las suyas. —se apartó de forma brusca de la ventana, inconscientemente apretó el marco de la fotografía. —debí matarlo cuando tuve la oportunidad. Aquella noche, tenía el arma entre mis manos, lo apuntaba, ¡estaba ahí!. Tenía el control por una vez, y no lo hice... no lo mate. Debí hacerlo, nada de esto estaría pasando si yo no hubiera sido un cobarde. —murmuró de forma perdida, en su mente recordaba aquella noche —Todo estaría mejor si lo hubiera matado, nadie estaría en peligro, no habría juicio, nadie tendría que sacrificarse por mí... 

—No creo que eso hubiera resultado mejor.

—¿Por qué lo dice? —Henry la miró incrédulo, esa hubiera sido la mejor solución.

—Porque hubieras salido perjudicado.

Henry dejó soltar un bufido y comenzó a moverse por todos lados, alterándose poco a poco.

—¿Qué importa lo que me pase a mí? No valgo nada, soy solo un simple trozo de carne. A nadie le hubiera importado.

—¿Y capitán man?, ¿qué hay de él?

Henry soltó una risa seca, después negó con su cabeza.

—¿Capitán man? El bien puede reemplazarme, puede conseguir otro mejor que yo. No soy nada.

—Henry-

—NO SOY NADA Y DEBÍ TERMINAR TODO AQUELLA NOCHE. Usted no lo entiende, nadie lo entiende. SOLO QUIERO QUE TODO ACABÉ.

En su ataque de rabia, dejó caer al suelo de forma brusca la fotografía que sostenía, rompiendo así el marco de esta, pequeños trozos de vidrio se esparcieron por el suelo. Henry respiraba con desespero mirando lo que había hecho, solo así se percató de su abrupta reacción.

La psiquiatra seguía calmada, no se había asombrado por la situación, intentó acercarse a Henry y decirle que todo estaba bien, pero este se dio cuenta de su acción y rápido se alejó. La miró con ojos temerosos antes de salir corriendo.

Se sentía mareado y desorientado mientras corría por el pasillo, no sabía a donde iba, solo quería escapar. Sintió unas manos en sus hombros y se quedó estático, pegándose a la pared en un intento de protegerse de quien lo hubiera agarrado en su huida. Su vista era borrosa, no podía ver nada a través de las lágrimas. Cerró sus ojos y solo pudo pedir perdón por lo que había hecho. Seguía negando con frenesí, sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

"Henry"

"Hen, por favor, solo respira".

"Hen, aquí estoy, todo está bien".

El rubio fue abriendo sus ojos poco a poco, iba bajando su respiración a medida que visualizaba con mejor claridad su entorno. Se vio sentado en una silla, en la sala de espera. Ray estaba frente a él, inclinando de cuclillas.

—Eso es, todo está bien.

Henry lo miró y luego recordó lo que había hecho, hizo un gesto como si fuera a llorar de nuevo, comenzando a respirar con desespero.

—No, no amor. —Ray murmuró y lo tomó del rostro —respira conmigo, dentro y fuera —comenzó a realizar gestos de respiración algo exagerados para que Henry lo imitara. El rubio así lo hizo y poco a poco se fue calmando, dejando de llorar en el proceso —eso es amor, muy bien.

Henry iba a decir algo, pero comenzó a toser, ahogándose con su propia saliva. Ray rápidamente le sirvió un poco de agua dejada con anterioridad por la secretaria.

—Aquí, toma algo de agua —con cuidado lo ayudó a que bebiera del vaso. Henry lo sostuvo con sus manos temblorosas y bebió. Tragó duro, finalmente eliminando la tos.

—Yo... yo.

—Ssh, está bien, nadie está molesto por lo que pasó.

Se quedó un rato con él, sentándose a su lado para seguir calmándolo, dejando besos en su frente y caricias en la espalda. Al asegurarse de que estuviera bien, lo dejó con la secretaría, quien amablemente se ofreció a hacerle compañía. Ray no pudo evitar sonreír ante esto, Henry no sabía el encanto que tenía sobre las personas. Se retiró de la habitación para ir con la doctora, tenía que hablar con ella sobre el pequeño arrebato de Henry. Tocó la puerta de su consultorio, entrando a este cuando un suave "pase" se dejó escuchar. Adentro la psiquiatra y un personal de limpieza se encontraban.

—Capitán man, siéntese —la psiquiatra le indicó con su mano una silla frente a su escritorio.

—Lamento mucho lo que pasó —se disculpó por Henry mientras se sentaba, vio como el hombre de limpieza terminó de barrer los trozos de vidrio y luego se retiró.

—Es solo un marco de fotografía. Además, Henry no es mi primer paciente que tiene arrebatos de esa forma —comentó mientras se acomodaba mejor en su silla, después comenzó a sacar y abrir varias carpetas.

—Yo... ha sido difícil para él toda esta situación...

—Lo sé... es por eso que quiero hacerle esta propuesta —la psiquiatra se acomodó mejor antes de empezar a explicar —Henry está pasando por un momento de espiral, sabe que lo que le sucedió está mal, pero aún piensa que todo fue su culpa por la vida pasada que tenía. Está en un bucle constante entre la culpabilidad y el racionamiento donde va y viene. Cree que merece todo esto, y que no merece el amor y ayuda que otros quieran darle.

Ray tragó saliva ante esto, sintió un pequeño dolor en su corazón, pero se recompuso al instante.

—¿Y qué puedo hacer por él? Quiero ayudarlo a que se sienta mejor.

La psiquiatra asintió, se inclinó hacia un cajón de su escritorio y saco un par de folletos, mientras hacía eso, iba hablando.

—Como toda persona con trastorno de estrés postraumático, además de la terapia, Henry necesitar tomar ciertos medicamentos. Él no tiene control de sus emociones, estas son las que lo mueven, la que lo influyen a tener estos pensamientos negativos, lo ciegan de ver las cosas buenas que están ante sus ojos. —se puso derecha de nuevo, dejando los folletos en la mesa frente al superhéroe —necesita balance para afrontar estos síntomas.

—Entonces... ¿Usted sugiere que lo mejor para Henry es tomar medicamentos? —preguntó, aunque ya tenía una idea de la respuesta. —él... no sé si él quiera esto.

—He visto el historial de Henry, sé que consumió drogas en algún momento y que tiene malas experiencias con ello. 

—Ellos lo obligaron, no fue su elección —recalcó el castaño. La psiquiatra hizo un gesto haciéndole entender que tenía conocimiento de la situación.

—Y sé que por eso va a ser difícil aceptar esto, pero es necesario. He visto su comportamiento, Henry esta al tope del colapso y perdón si lo abrumo con esto, pero no falta nada para que los pensamientos suicidas comiencen a llegar.

Ray tragó saliva y sintió un escalofrío recorrer por su cuerpo, ese simple pensamiento de Henry intentando quitarse la vida lo hizo estremecer.

—Él necesita los medicamentos, puedo asegurarle que esto no es como las drogas.

El Capitán guardó silenció por unos minutos, pensando en todo y en nada. Pensaban en Henry y en lo mucho que quería verlo feliz, libre de dolor.

—Yo... tengo que hablarlo con él primero, no me gusta imponerle cosas, él necesita elegir lo que quiere.

—Por supuesto y recuerde que él me seguirá teniendo a mí para cualquier cosa. Las sesiones de terapia continuarán con normalidad.

El capitán man terminó de hablar con la psiquiatra, tomó los folletos que esta le había dejado en la mesa y se levantó. Los miró de reojo pensando seriamente en como haría para convencer a Henry de que los medicamentos serían buenos para él. Se despidió de la doctora y volvió con Henry, quien rápidamente se levantó de su asiento y corrió hacia él, abrazándolo con fuerza. Ray no tardó en envolverlo en sus brazos.

—Sssh, tranquilo, todo está bien —susurro antes de dejar un pequeño beso en su cabello. Henry ya se encontraba calmado, pero todavía podía sentirlo algo tenso. Lo apartó un poco para mirarlo, sus ojos estaban decaídos, parecía un cachorro perdido y lastimado —vamos a casa —murmuró, quitando un mechón de cabello de su frente, Henry ya tenía el cabello largo, este casi le llevaba hasta los ojos, le hacía falta un corte.

Le agradeció a la joven secretaría por cuidarlo en su ausencia, está simplemente hizo un asentimiento, regalándole una sonrisa al rubio. Ray después se despidió y finalmente se llevó a Henry.

El camino a casa fue como de costumbre, silencioso y tranquilo. Ray ya conocía los patrones de Henry, cuando estaba cohibido en su asiento, no hablaría y Ray no iba a presionarlo. Para él era importante que Henry fuera quien se acercara primero.

En la noche preparó la cena para ambos —Schowz se había mudado hace un tiempo a su propio departamento— Ray se había sentido como años atrás cuando vivía solo en la cueva después de la mudanza del científico, pero al menos ahora tenía la compañía del rubio.

Comieron en silencio mirando una película que Ray decidió colocar para ahuyentar un poco las noticias. Había puesto una de comedia para hacer más alegre la cena —quería intentar animar al rubio —pero fallo olímpicamente. Henry ni cuenta se dio de la película que se proyectaba, ni siquiera había tocado su comida, jugaba con el tenedor sin intenciones de dar un bocado.

Ray lo miró de forma triste, intentó decirle algo, pero de golpe Henry se levantó y se retiró de la sala. Ray bajó la mirada hacia el plato de Henry, estaba intacto justo como se lo sirvió. Dejó escapar un suspiro, de pronto también se le fueron las ganas de comer.

Le dio a Henry algo de tiempo a solas, se limitó a estar en la sala atendiendo algunos asuntos de capitán man. Después de terminar se recostó en el sillón, de su bolsillo saco los folletos, no los había leído desde que llegaron. Entonces se tomó el tiempo para leer los tres folletos que le había sido entregados, leyendo con suma concentración toda la información que en ellos había. Al terminar miró por encima de su hombro hacia los engranes y pensó en Henry, siempre pensaba en Henry.

Ya había pasado un largo rato desde que lo dijo solo, quizás lo mejor sería ir a revisar, a ver como estaba. Decidido se levantó del sillón, dejó los folletos esparcidos en la mesa y caminó hacia su habitación.

Tocó primero, en caso de que Henry no quisiera visitas, espero unos minutos y al no escuchar nada decidió entrar. Abrió la puerta con lentitud y se asomó, quizás estaba dormido. Pero no, lo que encontró fue a un rubio acurrucado en el suelo como bolita, mientras lloraba en voz baja. Rápidamente, entró a la habitación y se acercó hacia Henry, se arrodilló frente a él y lo tomó de los hombros.

—Henry, amor... —lo enderezó pegando su espalda con suavidad a la madera de la cama. Por inercia reviso sus brazos, estaba tan paranoico que pensó que Henry había llegado a lastimarse. Asegurándose que no tuviera alguna herida, alzó su mirada, encontrándose con el rostro sonrojado de Henry, llorando a mares. Lo atrajo hacia su cuerpo, dejando que descansará su rostro en su pecho. —todo está bien, todo está bien...

Henry negó con su cabeza presionándose más contra el cuerpo de Ray.

—Solo quiero que esto acabe…

—Lo sé, lo sé...

Henry alzó la mirada, apartándose un poco del castaño.

—Haz que acabé —murmuró con voz lastimera. Ray lo miró con pena, pues nada podía hacer.

—Hen...

El rubio se apartó por completo de forma brusca, se levantó del suelo, alejándose de Ray. El castaño también se levantó pero de forma lenta.

—Solo estoy cansado y no puedo dejar de pensar, todos hablan de mí, me juzgan... —se detuvo un momento, casi ahogándose con su propia saliva —sé que todo lo que dicen es verdad...

—Hen… —Ray expresó con suavidad, hizo el intento de acercarse, pero Henry se apartó.

—Y luego estas tú... —Henry lo miró, ojos hinchados y rojizos de tanto llorar. —Tú... tú eres la persona más amable que he conocido, me quieres y me cuidas, ¿por qué?, ¿por qué eres así?, no entiendo... me tienes aquí, tienes a la prostituta Henry Hart en tu propia casa y no haces nada. Eres afortunado, ¡tienes al juguete sexual de todos los hombres para ti solo y no haces nada! ¿¡Por qué!, ¿¡por qué!? ¿Por qué no me usas como todos? Soy una cualquiera después de todo ¿A quién le importa lo que una prostituta piense o sienta? Hazlo Ray, úsame, soy tu prostituta ahora, solo hazlo —de la rabia comenzó a quitarse la ropa, soltando palabras y balbuceos. Henry literalmente le pedía que lo violara como todos.

Ray llegó hacia él y lo sostuvo de los brazos antes de que terminara de desnudarse. Henry forcejeó un poco, pero Ray era más fuerte y logró adormecerlo. Con suavidad lo apretó en sus brazos, Henry lloraba a mares mientras se dejaba caer en los brazos de Ray.

—Shh, shh tranquilo —Ray lo arrullaba en sus brazos conteniendo sus propias ganas de llorar. Henry comenzó a negar y volvió a forcejear sobre Ray. —Hen...

—SOLO DIME POR QUÉ —gritó obteniendo la fuerza suficiente para separarse de Ray —Dime por qué no me haces lo que todos han hecho-

—PORQUE TE AMO —gritó, dejando a Henry estupefacto. Ray se dio cuenta de lo que había dicho, pero ya no podía parar, no quería —Te amo... —susurró y con valentía se acercó a Henry, quien de golpe dejó de llorar —Te amo, eres lo más importante en mi vida. Sé que es prematuro decirlo, pero así es. No hay explicación, simplemente te amo —con algo de miedo llevó sus manos al rostro de Henry y lo tomó por las mejillas. Henry estaba asustado, pero Ray decidió continuar —Y cada vez que hablas así de ti, que te menosprecias de esa forma, me duele en el alma. Sé que es difícil para ti entenderlo, pero no eres nada de eso. Eres Henry Hart, el chico más dulce y gentil del que me he enamorado. No sé cuántas veces te lo he dicho, pero no me cansaré de hacerlo; eres hermoso, bello, cariñoso, eres bueno y la persona más fuerte que he conocido, mucho más de lo que yo lo seré. —a este punto ambos eran un mar de lágrimas, Henry mantenía sus ojos cerrados escuchando las palabras de Ray, el castaño por su parte había juntado sus frentes. —Y me duele no haberte rescatado antes, me duele no haber estado ahí para ti, me odio y culpo por no haberte encontrado antes que ese maldito. Debí salvarte y no hay día en que no me recrimine por no estar en donde debía estar. Lo lamento tanto, lamento que capitán man te fallara y no te salvará —Ray tragó saliva ya sin poder hablar, se había roto y ahora solo podía llorar.

Henry abrió sus ojos y pudo jurar que se rompía de nuevo al ver los ojos azules de Ray llenos de lágrimas. Rápidamente, comenzó a negar con frenesí; Ray no podía llorar, no por su culpa. Lo atrajo hacia él y lo abrazó, ambos lloraban en el hombro de otro. Cuando lograron calmarse, Henry tomó el rostro de Ray y lo miró.

—Si me salvaste, Ray, lo hiciste. Me salvaste —acarició sus mejillas como Ray solía hacerlo con las suyas. —Y... también te amo. —sonrió ante esa confesión en medio de tantas lágrimas.

Ray detuvo un poco sus lágrimas, miró a Henry algo sorprendido, quiso apartarse, pues la confesión lo había dejado algo atónito, pero Henry mantenía su agarre fuerte en sus mejillas. Llevó sus propias manos hacia las de Henry y se permitió sonreír.

—¿Lo haces? —preguntó con la voz algo ronca debido al llanto. Henry sonrió y asintió.

—Lo hago, te amo —murmuró aliviado de finalmente poder decir esas palabras. —había querido decírtelo antes, pero-

—Tenías miedo de cómo podía reaccionar —Ray completo su frase, Henry lo miró con curiosidad —También pensaba lo mismo.

Henry sonrió un poco más esta vez, de repente tenía ganas de saltar, pudo jurar que sintió fuegos artificiales sonando a su alrededor, una explosión de emociones lo recorrió por completo. Se acercó más al rostro de Ray y lo besó. Fue un beso dulce y suave en donde se expresaban todo lo que ya sabían. Al separarse por la falta de aire, juntaron sus frentes, ambos mantenía sus bocas semiabiertas en busca de aliento, haciendo que sus propias respiraciones se volvieran una.

—Nada de lo que pasó fue tu culpa Henry, no te merecías nada de esto, quiero que lo entiendas —Ray murmuró, retomando la conversación previa. Lo tomó de la cintura, pegándolo a su cuerpo.

Henry asintió, con los ojos cerrados se dejó llevar por el toque de Ray, estaba embobado por las emociones de esa confesión. Sin embargo, tenía que decir algo que sabía Ray necesitaba escuchar.

—Tampoco ha sido tu culpa, que no me salvaras a tiempo, como dices. Me salvaste en el tiempo y momento perfecto, eso es lo único que importa. —abrió sus ojos y miró a Ray con firmeza pero mostrando suavidad. Quería que Ray entendiera que hablaba con la verdad y que no debía culparse por algo que no podía controlar.

Aún con las manos en su rostro, lo acercó y depósito otro beso. Ray no tardó en corresponderle dejando salir todas las emociones y sensaciones que esos minutos habían dejado en el interior de sus cuerpos.

Después cambiaron de lugar, moviéndose a la cama. Ray tomó a Henry de nuevo en sus brazos, Henry lo dejó, abrazándose a él como si fuera un bebé. Henry con su cabeza recargada en el pecho de Ray, Ray recostado en una de las almohadas, acariciaba el suave cabello de Henry. Se mantenían en silencio, recuperándose del momento. Ya se habían calmado, pero las emociones habían sido tan fuertes que todavía se encontraban esparcidas por toda la habitación. Henry se removió un poco bajo las sabanas —Ray lo había arropado para cubrir su semi desnudez— y alzó su mirada para ver al castaño.

—Lamento mucho mi comportamiento de estos días...

Ray negó y se recargó en uno de sus codos para mirar al rubio mejor.

—No tienes que disculparte, amor. Sé que esto ha sido difícil para ti, tienes todo el derecho de explotar.

Ahora fue el turno de Henry de negar, sentándose al mismo tiempo.

—Es que... se supone que estaba mejorando, se supone que la terapia estaba funcionando, pero me siento peor que antes… te decepcione.

—Oye, no me decepcionaste —Ray también se sentó y lo rodeó con su brazo, atrayéndolo de nuevo a su cuerpo, Henry recargó su cabeza en su pecho y cerró sus ojos, no iba a llorar, ya estaba cansado de tanto llanto. —No lo hiciste, ¿me entiendes, Henry? —lo separó un poco para que pudiera verlo, Henry se vio obligado a abrir sus ojos —esto es un proceso largo, mi amor, algunos días serán mejores que otros, a veces te sentirás bien, otras veces te sentirás mal. Pero así es esto, no puedes borrar un trauma de la noche a la mañana, requiere tiempo y esfuerzo. Tú lo estás haciendo muy bien amor, es normal tener días malos. —acarició su mejilla, algo le decía que este era el momento perfecto para mencionar sobre los medicamentos —Y también... a veces se necesita una pequeña ayuda extra para sanar.

—¿Cómo qué? —preguntó Henry lleno de curiosidad.

Ray se tomó su tiempo, acomodando sus palabras en su mente, después dejó escapar un suspiro y habló.

—Medicamentos...

Henry fruncido el ceño, inconscientemente se apartó de Ray.

—¿Drogas? ¿Quieres darme drogas para mejorar? —preguntó incrédulo de forma brusca.

—No, no, no —Ray lo tomó de los hombros antes de que se alterará y se levantara de la cama. —son medicamentos prescritos, la psiquiatra dijo que serían buenos para ti.

—¿Por qué?, ¿por qué soy un enfermo? Un loco traumado que no puede sanarse con simples sesiones de terapias —expresó alterado y Ray temió que volviera a lo de hace minutos atrás. Sin embargo, mantuvo la calma para explicarle la situación a Henry.

—Los medicamentos ayudan a las personas con estrés postraumático a sentirse mejor y a ir superando su trauma. Eso, junto con las terapias, te ayudará a sanar. —explicó con amor y dulzura a un Henry que de nuevo volvía a derrumbarse. Ray lo abrazo, consolándolo como solo él sabía hacerlo. 

—Estoy roto, soy un desastre —comentó en medio de las lágrimas, no estaba llorando a mares, pero Ray sabía que su camisa ya estaba húmeda de lágrimas —No quiero las drogas, Ray, le hacen cosas a mi cuerpo, no quiero pasar por eso de nuevo.

—Amor, estas son sanas, no te harán daño. La psiquiatra se asegurará de que sean buenas para ti —Henry seguía en negación, Ray tuvo que apartarlo, pues necesitaba que entendiera lo que quería decir a continuación —Hen, mi mayor deseo es que puedas recuperar tu vida, la vida que se te fue arrebatada hace muchos años. Quiero que finalmente seas libre y feliz, que puedas dormir por las noches sin pesadillas, que puedas salir sin asustarte cada vez que ves a alguien que se parece a esa escoria. Quiero que dejes de tener miedo, de tener colapsos. Quiero que dejes de llorar a menos que sea de felicidad. Pero sobre todo, quiero que te ames tanto como yo te amo, que te veas de la forma en la que yo lo hago, que finalmente entiendas lo hermoso que eres. —Ray tuvo que tragar saliva y tomar un par de respiraciones, pues sintió que iba a llorar de nuevo —Yo voy a ayudarte con esto, lo prometo, solo, solo quiero que estés bien...

Henry tragó saliva, miró y escuchó a Ray con el corazón roto. No se había dado cuenta de que este proceso era tan duro para él como para Ray, el castaño se mantenía fuerte por los dos, pero aún indestructible también podía romperse. Se sintió como la peor persona del mundo al poner siempre sus pensamientos, sentimientos y problemas por delante. ¿Y Ray? A Ray lo dejaba de lado. Eres un egoísta Henry Hart, se regañó y luego comenzó a llorar. Había tirado a la basura todo lo que decidió hacer al principio de la terapia; sanar y ser mejor para Ray, para su relación.

—Lo siento —se disculpó antes de abrazarlo, pidió perdón un montón de veces, Ray no merecía todo el daño que le estaba causando. Él no merecía los "está bien" que Ray siempre le regalaba. Se separó tiempo después y limpió sus lágrimas. Ray le ayudó, Ray siempre lo ayudaba y cuidaba.

—No tienes que decidir esto ahora, ¿sí? Puedes pensar y hablar con la doctora para qué te expliqué todas las dudas sobre los medicamentos. Solo, por favor, promete que lo consideraras.

Henry tardó unos segundo en dar una respuesta, al final simplemente asintió. Ray le sonrió y dejó un pequeño beso en su frente. Después se alejaron y Henry continúo limpiando su cara con la sabana.

—Creo que si recolectamos todas las lágrimas que he soltado hasta ahora podríamos llenar una piscina entera —bromeó un poco mientras se quitaba sus lágrimas.

Ray solo sonrió, mirando a Henry con amor. Dejó escapar un pequeño suspiro, estaba preocupado por el futuro y por lo que vendría, pero sentía una pizca de esperanza de que todo saldrá bien. Iba a aferrarse a ella como si su vida dependiera de ello y en cierta forma, lo hacía.

Chapter Text


Henry miraba la caja que sostenía en sus manos con suma determinación, releía las enormes letras en color negro "Antidepresivos" estas decían. Tragó saliva, sin despegar sus ojos de esas palabras que le gritaban en el rostro lo mal que estaba.

Había aceptado tomar los medicamentos por su bien y por el de Ray. Sabía que tenía un problema, un problema serio que Ray no podía arreglar; entonces accedió a las pastillas y con eso al tratamiento médico.

Dejó escapar un suspiro, tanteando sus dedos en la caja de color blanco, las pastillas ya hacían en el mesón. Sabía que esto era lo mejor, pero una parte de él estaba nervioso por lo que pudiera ocurrir al comenzar los medicamentos.

—Muy bien —Ray entró al baño donde se encontraba, Henry alzó la mirada, Ray leía las indicaciones que veían con las pastillas —Acá dice que las pastillas pueden generarte efectos secundarios, pero que no serán un problema siempre y cuando tengas control con la psiquiatra.

—Después de que te violan múltiples veces ya nada puede afectarte —se encogió de hombros, soltando sus palabras sin anestesia. Ray alejó la mirada de la hoja y lo miró con algo de pena. Solo ahí Henry se dio de lo insensible que habían sido sus palabras. —Lo siento.

El castaño negó con su cabeza y se acercó hacia él, dejó el pequeño papel en el mesón para tomar el rostro de Henry.

—Estarás mejor, sé que te pondrás mejor —dijo casi como un rezo, una plegaria al cielo para que eso se hiciera realidad. Henry asintió, bajando su mirada.

—No tienes que acompañarme. —murmuró, apenado después de pedirle a Ray que lo acompañara mientras se tomaba sus medicamentos.

—Quiero estar aquí para ti en cada momento —Ray alzó su rostro y le regalo una sonrisa reconfortante.

—Es solo que no quiero que pienses que soy dependiente de ti, eso no es bueno.

—No tengo problema con eso, amo tenerte como una garrapata encima. Eres la garrapata más hermosa del mundo —dejó después un beso en la nariz de Henry. El rubio se rio ante eso, alejándose solo un poco. —¿estás listo? —preguntó mirando hacia las pastillas en el mesón.

Henry las miró también y asintió. Estaba haciendo un drama innecesario por esto, aun cuando Ray le dijo que estaba bien reaccionar de esa forma. Agarró las pastillas y sacó la dosis prescrita. La miró en la palma de su mano mientras que Ray le servía algo de agua. No pudo evitar pensar en el pasado, en las pastillas que Ganzel le obligaba a consumir. Estas no son como aquellas, estas te harán sentir mejor, se dijo antes de llevarse la pastilla a la boca y tragarla bebiendo un poco de agua. Casi las devuelve, pero se recordó de nuevo que estas eran drogas buenas, por muy irónico que eso sonara.

—Estoy muy orgulloso de ti —le dijo Ray, envolviéndolo en sus brazos.

—¿Y me amas? —preguntó en voz baja colocando su mentón en el pecho de Ray. Desde que se confesaron sus verdaderos sentimientos, no paraban de decirle lo mucho que se aman.

—Y te amo —respondió con una sonrisa antes de depositar un dulce beso en sus labios.

Después de eso, fueron a la cama a descansar un poco. Henry acostado sobre el castaño, escuchando los latidos de su corazón. Ray lo sostenía por la cintura, mientras que con su otra mano dejaba caricias en sus desordenados cabellos. Ambos se miraban en completo silencio, expresándose todo su amor sin decir ninguna palabra. Se sonreían levemente, no necesitaban más.

—¿Sabes? Estoy deseando mucho que todo acabe para tener nuestras vacaciones en las montañas. —comentó el castaño en voz baja, sin dejar de acariciar el cabello de Henry. El rubio frunció el ceño, haciendo una adorable expresión.

—¿De verdad estás planeando ese viaje? —preguntó lentamente, su voz algo dormida debido a las caricias que Ray le regalaba. Ray sonrió levemente y asintió.

—No he podido planear algo concreto, pero estoy pensando en alquilar una linda cabaña y una casa rodante para el viaje. Será toda una aventura, ya verás.

Henry sonrió un poco, cerrando sus ojos al mismo tiempo. En su mente imaginaba la vida feliz que quería vivir con Ray. Por primera vez en mucho tiempo, lo vio posible. Dejó escapar un bostezo, haciendo reír de ternura al castaño.

—Amor, deberías ir a dormir —sugirió, dejando caricias ahora por su rostro, Henry llevaba rato aguantado el sueño, la fatiga de las pastillas lo estaba consumiendo, pero él se negaba a dormir.

—No quiero —murmuró, haciendo el intento de abrir sus ojos.

—Necesitas descansar —Ray le recordó. Henry negó, acurrucándose en su pecho. —Amor...

—¿Estarás aquí cuando despierte? —Henry alzó su mirada. Ray le sonrió antes de dejar un beso en su frente.

—Siempre.

Eso fue todo lo que Henry necesitó para finalmente cerrar sus ojos y dejarse caer en los brazos de Morfeo.

El castaño lo sostuvo todo el tiempo, dejando caricias por su espalda, brazos y cabello; de vez en cuando dejaba pequeños besos y le susurraba tiernos "te amo". Se mantuvo al lado de Henry por el resto de su siesta, él se distraía mirando televisión con el volumen bajo para no perturbar el sueño de Henry, quien por primera vez en mucho tiempo dormía con tranquilidad. A veces soltaba leves quejidos y se removía en sueños, pero nada que Ray no pudiera solucionar con palabras reconfortantes.


Por supuesto que los medicamentos comenzaron a generar cambios en Henry, cambios buenos; uno de ellos era el aumento de apetito.

—¿Puedo comer más? —preguntó mirando a Ray después de terminar su último bocado. Ray lo miró sorprendido y Henry rápidamente se retractó de sus palabras. —Quizás... quizás no debería…

—Oye —Ray lo interrumpió, tomándolo de las mejillas —está bien, puedes comer más. Yo solo me sorprendí porque no sueles pedirme eso.

Henry bajó la mirada, sintiendo sus mejillas sonrojadas.

—Es que... últimamente tengo más hambre de lo normal.

El castaño no pudo evitar sonreír, sintiéndose orgulloso de escuchar esas palabras en su chico. Poco a poco comenzaba a mejorar.

—Y a mí me alegra escuchar eso —levantó el rostro de Henry para que lo viera —me alegra que tengas apetito y que quieras comer más. Te prepararé toda la comida que quieras.

Henry lo miró con una sonrisa algo torcida, ambos se quedaron en silencio después de eso.

—¿Por qué eres tan bueno conmigo? —murmuró Henry, sin dejar de mirar a Ray de forma intensa pero cálida. Quería entender por qué después de todo el trajín que ha ocasionado, todas las noches en vela, los llantos y el drama, Ray seguía cómo si nada.  Ray le regaló una amorosa sonrisa y llevó sus manos con delicadeza hacia sus mejillas.

—¿Por qué aún lo cuestionas, Henry? Lo hago porque te amo, eso es todo.

Henry le sonrió y cortó la poca distancia que los separaba para abrazarlo, se acurrucó en su pecho y suspiró cuando Ray lo envolvió con suavidad en sus brazos. Soltó un leve bostezo después, sintiéndose cansado de repente. Otro efecto secundario de las pastillas, era la fatiga y el cansancio. Lo estaba llevando bien, intentando mantenerse despierto en el día para en la noche poder descansar, sin embargo, Ray siempre lo engañaba, persuadiéndolo para que durmiera cuento tenía sueño; justo como estaba haciendo ahora, dejando caricias en su espalda, de arriba hacia abajo, lento y suave, logrando que Henry se relajara.

Cerró sus ojos y se acurrucó más en el pecho de Ray mientras lo escuchaba hablar por teléfono, su voz era música para sus oídos, como una canción de cuna que lo hacía sentir en paz, en casa. Sea lo que sea que estuviera hablando, para Henry, la voz de Ray siempre le transmitía amor y dulzura. Esa voz fuerte y varonil era su mayor tranquilizante, su mejor método para eliminar cualquier inquietud, cualquier rastro de ansiedad.

Ray hablaba con seriedad, sabía que estaba usando su voz de Capitán Man. Su pecho retumbaba, la cabeza de Henry moviéndose un poco por eso. No se quejó, le gustaba sentir la voz de Ray.

—¿Todo está bien? —preguntó una vez que Ray dejó el teléfono sobre la mesa.

—Más que bien —respondió el castaño, abrazándolo con ambos brazos y dejando un tierno beso en su cabello.

—¿Puedo saber qué está pasando? —preguntó en voz baja, no queriendo sonar entrometido. Ray tardó unos segundos en hablar, pero al final dijo:

—El hombre que mande al hospital despertó...

Henry se apartó rápidamente y lo miró con asombro y una pizca de miedo. Henry comenzó a ponerse ansioso.

—¿Qué va a pasar ahora?.

—Irá a prisión, es todo.

Henry lo miró sorprendido, parpadeó un poco, no creyendo que todo fuera así de fácil.

—Henry, todo va a estar bien. —Ray lo tomó de los hombros, alejando con ese simple gesto a sus pensamientos inquietos —no hay nada de qué preocuparse, ¿bien? Con lo que le dijiste a la policía y todo lo que Blake y yo conseguimos sobre él; no había forma de que saliera libre.

—Entonces... ¿tú no estás en problemas?

—No, no hay forma de que me culpen por golpear a un criminal, ese es literalmente mi trabajo. No tienes que preocuparte por nada.

Henry asintió levemente, Ray lo atrajo de nuevo a sus brazos, dejando besos en su cabello. Henry dejó escapar un suspiro y confío en las palabras de Ray. No pudo evitar sentirse aliviado, saber que Darren iría a la cárcel era un motivo para pensar que quizás Ganzel también lo hará.

—Tengo otra cosa que decirte —comentó Ray tiempo después. Henry hizo un pequeño "mmm" para que siguiera hablando, no quería moverse de su lugar favorito; el pecho de Ray. El castaño dejó escapar una sonrisa, lo apretó más contra él y dijo;

—¿Recuerdas la foto que nos ha estado molestando estas semanas? —preguntó, Henry simplemente asintió —pues, ya no podrán molestarnos con eso —Henry alzó la mirada, frunciendo el ceño a modo de confusión. Ray no le dio tiempo de responder, pues continúo hablando. —Puse una demanda contra los periodistas y reporteros que se atrevieron a publicar esa foto —explico, Henry abrió los ojos llenos de asombro.

—Eso... ¿eso se puede hacer? —preguntó en voz baja. Ray asintió lentamente.

—Fue un poco difícil al principio, pues yo soy una celebridad, así que no me puedo quejar si los paparazzi deciden tomarme fotos. Pero tú, tu eres un simple ciudadano y ellos cometieron el abuso de tomarte fotos y publicarlas sin tu consentimiento.

Henry frunció el ceño, apartó un poco la mirada de Ray mientras en su mente analizaba todo lo que el castaño le había dicho.

—¿Eso significa que me violaron de nuevo sin darme cuenta? —Henry miró al castaño de forma incrédula.

—No, Henry eso-

—Tomarme fotos sin mi permiso y publicarlas sin mi consentimiento me parece una violación para mí  —Henry bufo y se hundió en el sillón —vaya y yo que pensaba que no había otras formas de violarme.

Ray frunció el ceño, sintiendo algo de pena al mismo tiempo por el rubio, pues sabía que lo que decía era verdad, aunque le doliera reconocerlo.

—Oye... —Ray comenzó en voz baja mientras acercaba su brazo hacia Henry y lo rodeaba —Ellos ya no podrán hacer eso de nuevo, ¿bien? La demanda es un hecho y bueno, ser capitán man me dio una gran ventaja para que la tomaran en serio.

Henry lo miró de reojo, no muy convencido por eso.

—¿Qué va a pasar ahora?

—Lo que pasara ahora es que si algún paparazzi, reportero o quien sea se atreve a tomarte alguna foto en tu privacidad y la sube al internet, tendrán que pagarte una gran suma de dinero por incumplimiento.

Henry se apartó un poco de Ray para mirarlo de frente, ahora expresaba confusión y asombro.

—¿Pagarme?

Ray sonrió. Henry, por su parte, se mordió el labio de forma nerviosa y comenzó a jugar con sus dedos.

—No lo sé Ray... no me gustaría que personas extrañas me den dinero... es decir... ya viví eso...

Ray lo atrajo por completo y lo abrazo en un intento de calmar sus nervios.

—Esto es diferente, además, dudo mucho que las personas se atrevan a incumplir, la demanda está a mi nombre, no creo que la gente quiera meterse con Capitán Man. —tomó a Henry de las mejillas y lo obligó a verlo —esto será bueno para ti, mi amor, así podrás salir a la calle y estar tranquilo. No eres una celebridad, eres un ser humano que merece privacidad, eres la víctima de un juicio, revelar tu identidad fue de hecho un crimen y ahora van a pagar por eso. —acarició las mejillas de Henry, intentando relajar su expresión preocupada —el vicealcalde, Ganzel y su abogado pensaron que podrían salirse con la suya, pero yo también tengo poder en esta ciudad. No dejaré que nadie vuelta a lastimarte.

Henry volvió a apartar la mirada, pensando en todo lo que Ray le había dicho en tan solo unos minutos. Por una parte, le aliviaba que esa foto los dejara finalmente tranquilo, pero, por otro lado, le inquietaba saber que ahora había una demanda por eso, demanda en la que él sacaría provecho. No le gustaba esta clase de juego. Miró a Ray de vuelta, este le regalaba una tierna sonrisa.

—Entonces, ¿no habrá problema cuando salga a la calle contigo?. Me preocupa más que te tomen fotos a ti que a mí.

Ray dejó escapar una pequeña risa tierna, acercó el rostro de Henry y dejó un beso en su frente.

—No tienes que preocuparte por eso, mi identidad y la de todos está a salvo. Como te dije, esta demanda es algo bueno para ti, para nosotros.

Henry comenzó a asentir lentamente, Ray tenía razón y él debía confiar en su palabra; si esto era lo mejor, entonces lo era. Finalmente, le regaló una sonrisa y lo abrazó, ocultándose en su pecho.

—¿Cuándo presentarás la demanda? —habló bajo, su voz amortiguada por la presión de su rostro con el pecho de Ray.

—Ya lo hice… esta mañana, el abogado Martínez se encargó de todo. —bajó su mirada para encontrarse con el rostro de Henry y sus cejas unidas, frunciendo el ceño —no voy a disculparme por haberlo hecho a tu espalda Henry, sé que esto es lo mejor para ti.

Henry se removió un poco bajo los brazos de Ray hasta apartarse por completo, dejó escapar un suspiro y lo miró de nuevo.

—Lo sé —susurró, luego estiró su mano hacia la de Ray y la tomó —gracias por eso.

Ray le regaló una sonrisa reconfortante y lo atrajo de nuevo a su pecho, acurrucándolo en ellos.


"Hoy es el gran día, comienza el juicio contra Ganzel Richie por violación y secuestro en primer grado hacia el joven, ahora conocido como Henry Hart, presunto chico de la calle, quien a la edad de 15 años se prostituía... "

"Los diferentes abogados y los testigos llegan para dar su declaración, así como el jurado seleccionado. Todo está listo. El juicio será a puertas cerradas. Serán días e incluso semanas duras tanto para el acusado como para las víctimas..."

Ray apagó el televisor antes de que la voz chillona de Mary Gaperman siguiera hablando, dejó escapar un gruñido y de forma brusca dejó caer el control remoto en la mesa. Henry, a su lado, le regaló una pequeña sonrisa.

—Ya no me molesta lo que digan en la televisión.

Ray correspondió su sonrisa y agarró su mano, dejando un beso en su dorso.

—Vamos, llegarás tarde.

Henry asintió y mientras se levantaba del sillón para buscar su chaqueta, Ray soplaba un chicle transformándose en Capitán Man.

—Me hubiera gustado ir al juicio —comento Henry mientras se colocaba su chaqueta y caminaba hacia los tubos donde Ray ya lo esperaba. —quiero estar ahí para Bose y Dimitra.

A Henry aún no le tocaba testificar, el abogado Martínez decidió dejarlo para los últimos días del juicio, siendo él la cereza en el pastel, por lo tanto, no se requería su presencia. Sin embargo, Henry insistía en querer estar presente para apoyar a Bose y a Dimitra quienes serían los primeros testigos en dar su declaración. A Henry le parecía injusto que ellos estuvieran pasando por este proceso debido a él y él no estaba ahí para apoyarlos. Paso días intentando convencer a Ray de que podía soportar el juicio siendo espectador. Ray, sin embargo, no se dejó persuadir y estuvo reacio a complacerlo.

—No creo que sea lo mejor, te necesito tranquilo para cuando te toque testificar. Ver a Ganzel y presenciar todo ahora no es lo que necesitas —le había dicho Ray y se lo repetía con frecuencia cada vez hacia la mención del juicio.

Henry sabía que Ray tenía razón, sin embargo, aún se sentía culpable por no estar ahí para las personas que, sin pedir nada a cambio, lo estaban ayudando, poniendo sus vidas en riesgo al mismo tiempo. Mientras tanto, continuaba con su vida con la poca normalidad que ha podido tener, esperando que el día del juicio llegara. Iba a terapia y tomaba sus pastillas, soportaba los efectos secundarios mientras pasaba los días con Ray, tratando de tener una vida con su novio, tratando de ser feliz, tratando de no entrar en pánico cuando los días pasaban y poco a poco el día de ver a Ganzel de nuevo se acercaba.

Al menos tenía con quien hablar sobre eso, sobre sus temores y todo lo que pasaba por su cabeza. Luego de aquel arrebato en una de sus sesiones con su terapeuta, se había sentido incómodo de volver, incluso estuvo pensando en abandonarla y hacer como si nada hubiera pasado. Pero por supuesto que Ray no iba a dejar que eso pasara, lo convenció de que todo estaba bien y que no tenía de que avergonzarse por tener días malos. Henry terminó aceptando las palabras tiernas y llenas de amor que su novio le daba y accedió a volver a sus terapias, no sin antes disculparse miles de veces con su terapeuta y comprarle un nuevo portarretrato como gesto de disculpa por aquel que había destruido. No fue necesario que lo hiciera, le había dicho su psiquiatra mientras aceptaba el portarretrato para nada molesta con su arrebato de hace unas semanas. Sin embargo, Henry se sintió mucho mejor al ver que de alguna forma podía reparar el daño que había causado.

Henry bajó del auto después de dejarle un beso a Ray y luego con las manos metidas en sus bolsillos caminó hacia el auto de su psiquiatra, quien lo esperaba pacientemente recargada en la puerta del copiloto. Henry estaba algo confundido, esta le había dicho que hoy tendrían una sesión especial y así lo supo cuando vio a su psiquiatra vestida de forma casual, casi como si fuera un sábado por la tarde y fueran a dar un paseo.

—¿Adónde vamos? —preguntó Henry una vez que se subió al auto, ajustando su cinturón de seguridad.

—Haremos una actividad nueva hoy. —fue lo único que dijo la mujer a su lado antes de poner el auto en marcha. Henry hizo una mueca, no le gustaba no saber lo que harían. Sin embargo, no dijo nada.

Pronto llegaron a un gran edificio muy parecido al lugar donde tenía sus terapias. Bajaron del auto y en silencio caminaron hacia las puertas de cristal que en automático se abrieron. Henry estaba algo cohibido con las manos de nuevo metidas en sus bolsillos, seguía a la doctora mientras miraba todo a su alrededor, parecía un centro hospitalario.

—Sé que te estás preguntando que hacemos aquí —la psiquiatra finalmente habló, llamando la atención de Henry —pensé que podíamos hacer algo diferente para tus terapias, sé lo mucho que te ha costado hablar sobre todo. Entonces, se me ocurrió que podíamos tener una terapia grupal.  Henry frunció el ceño, caminando un poco con más lentitud hasta detener sus pasos, la psiquiatra se dio cuenta de su nerviosismo y también se detuvo. Lo miró y le regaló una sonrisa. —Sé que esto puede ser aterrador para ti, pero te aseguró que no hay nada que temer. Son solo chicos, personas como tú. No tienes que hablar si no quieres, puedes mirar y nada más. Y si al final de la sesión no te sientes cómodo, podemos dejarlo, ¿bien?

Henry lo pensó por unos segundos, al final asintió de forma leve e intentó responder a la sonrisa de la psiquiatra. Esta le dio unos golpecitos amistosos en su hombro antes de caminar hacia una puerta al final del pasillo. Henry dejó escapar un suspiro y dándose ánimos siguió a la doctora. Caminó los últimos tramos que le faltaban y entró a la sala. Se quedó parado bajo la puerta y miró todo a su alrededor.

Era un lugar simple y espacioso, había una larga mesa pegada a la pared, junto con varias sillas, las cuales estaban siendo puestas en el centro de la sala por varias personas. 10, contó Henry mientras seguía observando todo. La psiquiatra se había integrado al grupo, saludando a cada persona, eran chicos como de su edad, adolescentes. Henry los miró en silencio. ¿Serán ellos igual a él? Tan concentrado estaba que no se dio cuenta de que alguien se le acercaba.

—Hola, debes ser Henry.

Henry miró a la chica, rubia, de ojos azules, un poco más baja que él. Le regalaba una pequeña sonrisa amistosa. Henry simplemente asintió, tímido.

—Soy Darla, voluntaria, la doctora Rogers me dijo que vendrías. —volvió a sonreírle, mostrándole confianza. Henry intentó sonreírle, sin embargo, solo logró hacer una mueca —sé que debes tener miedo, pero tranquilo, todos somos familia aquí y no tienes que hacer nada que no quieras. Ponte cómodo, estás en casa. 

Henry le regalo un "gracias" en voz baja. Darla le regaló una otra sonrisa antes de retirarse.

Henry se sentó cerca al lado de la doctora, pues era en la única en quien confiaba. No es que pensara que estas personas fueran a lastimarlo, sin embargo, aún le costaba confiar. Con las manos descansando en su regazo, observo en silencio como todos se sentaban en sus respectivos lugares, luego la chica con quien hablo hace unos minutos, se levantó, sonriendo hacia todos.

—Me alegra verlos a todos aquí. Hoy tenemos a un invitado nuevo, su nombre es Henry.

El rubio se sintió algo cohibido al sentir todas las miradas sobre él, sin embargo, hizo su mejor esfuerzo y les regalo a todos una pequeña sonrisa y un leve saludo con su mano. Sintió un apretón en su hombro y supo que era su psiquiatra dándole apoyo.

—Muy bien, podemos comenzar —volvió a hablar Darla antes de sentarse.

Hubo un pequeño silencio antes de que de nuevo la chica hablara, haciendo preguntas casuales como: "¿cómo están?" "¿Qué tal su semana?". Varios respondían, otros se mantenían en silencio. Henry simplemente observaba todo.

—No tienes que hablar si no quieres, recuérdalo —le murmuró la psiquiatra regalándole una sonrisa. Henry solo asintió.

Tiempo después la charla grupal empezó a volverse más seria, poco a poco y en voz baja todos comenzaban a hablar sobre sus problemas, sobre porque estaban aquí, sobre sus violaciones. Henry por supuesto que se sintió mal al escuchar todos los relatos, al mismo tiempo sentía algo de impotencia por todos ellos, quienes al igual que él había pasado por la misma situación, no lo merecían, ninguno de ellos, nada de lo que paso fue su culpa. Era insoportable saber y la vez era aliviador encontrar personas que lo entendieran, todos contaban sus experiencias y él no podía evitar sentirse de la misma forma, era reconfortante, pero a la vez era doloroso y aterrador saber que en el mundo había muchos como Ganzel, porque eso era lo que Ganzel era, un violador.

Henry sintió ganas de levantarse y abrazar a la chica que frente a él contaba su relato, estaba nerviosa mientras hablaba y jugaba con un pañuelo que se le había sido entregado, pues, lloraba en voz baja. Henry se removió un poco en su asiento y debió decir algo sin querer, pues todas las miradas se posaron sobre él.

—¿Algo que quieras agregar, Henry? —preguntó Darla con voz tranquila, Henry la miro y esta le sonrió.

—Yo...  —Henry miró a la chica frente a él, esta le fruncía el ceño de forma triste, sus ojos brilloso y algo rojizos por las lágrimas —yo... no es tu culpa lo que paso, aunque ya debes estar cansada de escuchar eso... yo lo estoy.

La chica le regalo una sonrisa, ablandando un poco su semblante.

—Así es, todo el mundo no ha dejado de decirme lo mismo, en el hospital, en casa, aquí. Pero tienen razón, no fue mi culpa, yo solo estaba paseando a mi perro después de la escuela.

—Lo lamento mucho...

Ella le sonrió y Henry le devolvió la sonrisa.

—Está bien —le respondió antes de sorber su nariz y limpiarse con el pañuelo.

Y eso fue todo, volvió a quedarse en silencio mientras escuchaba los demás relatos. Todos eran como él, pero al mismo tiempo eran diferentes; no sentía que él mereciera estar aquí, todos habían sido atacados injustamente, eran personas inocentes que fueron agredidas por personas malas. En cambio, él era una persona mala en el mundo que solo estaba pagando sus consecuencias, se tenía bien merecido lo que le sucedió, después de todo fue una prostituta la mayor parte de su vida, estas personas no.

Pronto la sesión termino y todos se levantaron para recoger las sillas, Henry ayudo, llevando su silla y algunas más.

—Lo hiciste muy bien hoy, Henry.

El rubio se giró para ver a la psiquiatra, le regalo una sonrisa y asintió.

—Bueno, no creo que haya hecho mucho, pero gracias.

—Lo hiciste genial. Voy a irme ahora, nos vemos la próxima semana.

Dicho esto, se retiró, dejando a un Henry confundido. ¿Cómo se supone que voy a volver a casa?, pensó dándose cuenta de que estaba solo. Comenzó a ponerse nervioso, sin embargo, se vio interrumpido cuando Darla llegó con una bandeja de galletas.

—Oye, ¿te apetece una? —le ofreció, estirando la bandeja hacia él. Henry sonrió y la aceptó.

—Gracias…

—Uno de nuestros chicos lo hizo, siempre es bueno comer algo dulce después de la terapia.

—Supongo que sí...  —murmuró, dándole un mordisco a la galleta.

—Si sabes cocinar algo puedes traerlo en la próxima sesión, claro, si quieres.

—Lo pensaré...

Aún no había decidido si volvería, tenía que pensarlo muy bien. Volvió a darle una sonrisa a Darla y después terminó de ayudar a los demás a ordenar las sillas. Al terminar se despidieron, Henry algo temeroso les dio un pequeño "adiós" a quien se le acercaba, aún era reacio al contacto físico. Una vez que se despidió de todos, se retiró del lugar sin tener idea sobre qué hacer a continuación dado que su psiquiatra lo había dejado solo. Iba caminando por el pasillo hacia la salida cuando Darla se cruzó en su camino.

—Espero que te haya gustado la sesión de hoy.

Henry la miró y le sonrió.

—Lo hizo, creo que en cierta forma me hizo bien saber que no estoy solo.

Ambos se regalaron una sonrisa antes de seguir caminando en silencio.

—¿Sabes? Al principio yo también era como tú. Era tímida y me costaba hablar sobre mi violación.

Henry abrió los ojos y detuvo su caminar, asombrado por esa revelación. 

—Pensé que eras como la psiquiatra Rogers.

—No, llegue aquí gracias a ella, de hecho —comento mientras retomaba el camino, Henry la siguió —Hace 5 años pase por lo mismo que todos ustedes, fue a terapia con la doctora Rogers y luego ella me trago aquí. Al principio era como tú y me costaba hablar, pero una vez que logre superarlo, cambie y me convertí en voluntaria de este lugar. Ahora ayudo a las personas que alguna vez fueron como yo. Tu también puedes serlo Henry, esto que te paso no es toda tu vida, no dejes que lo sea. Puedes vivir, ya pasaste por lo peor, sobreviviste, eso es lo que vale.

Henry tragó saliva al escuchar sus palabras y sintió una pequeña punzada en su pecho lleno de esperanza. ¿Él podría llegar a ser así?, ¿podría ser feliz plenamente? Eran preguntas que se llevaba haciendo desde que piso este lugar, desde que vio a todos ellos como él, charlando entre ellos y comiendo galletas con tranquilidad, como si no hubieran hablado de sus traumas minutos atrás. Eran preguntas que se hacía desde que comenzó su relación con Ray, cada vez que lo besaba, cada vez que dormía en sus brazos. Quería ser así, quería ser feliz.

Dejó escapar un suspiro y salió del edificio, encontrándose con Ray esperándolo afuera. Se detuvo para mirarlo entre confundido e incrédulo mientras caminaban hacia él. Supo que era su novio, así estuviera cubierto por unos lentes de sol y una gorra negra junto a su chaqueta de cuero. Ray alzó su mano en cuanto se percató que Henry lo había notado y no pudo evitar sonreír.

—Ray, ¿qué haces aquí? —preguntó parándose frente a él. Ray estaba recargado en su auto, en la puerta del copiloto. El castaño se alejó un poco para tomar su mano.

—Bueno, mi chico hoy pasó por una nueva experiencia y quería darle una sorpresa —entrelazó sus manos y comenzó a jugar con ellas, moviéndolas de un lado a otro —sé que esto es un gran paso para su recuperación y me enorgullece mucho. Así que estaba pensando en llevarlo a una cita, quizás invitarlo a comer un helado y llevarlo al parque. 

Henry dejó escapar una sonrisa tímida mientras sonrojado apartada la mirada. Ray en definitiva era el mejor novio del mundo. Volvió a mirarlo, sin borrar su sonrisa enamorada, Ray también lo miraba de la misma forma y Henry se contuvo de acercarse y besarlo.

—Entonces, ¿qué dices? —Ray volvió a hablar y Henry se percató que los segundos pasaban y él no había respondido.

—Eso me gustaría, pero ¿qué tal si mejor compramos helado y tenemos nuestra cita en casa viendo películas?

—Esa idea me gusta mucho más.

Henry agrandó más su sonrisa y le regaló una caricia a Ray en el dorso de su mano. Luego subieron al auto, compraron helado de chocolate y después en la comodidad de la capicueva pasaron el resto del día sentados en el sillón giratorio mirando películas.


Henry accedió a ir de nuevo a la terapia grupal y una semana después estaba de nuevo sentado al lado de su psiquiatra, escuchando las historias de los demás. No siempre hablaban de sus traumas, a veces contaban sobre su día o lo que había hecho esta semana, algo que había logrado superar o algo nuevo que los hizo revivir su trauma. Henry seguía reacio a contar su historia, pero estaba seguro de que todos ya sabían bien quien era. El juicio contra Ganzel seguía y en las noticias era lo único que se hablaba, ya casi se acercaba su día para testificar, trataba de no pensar mucho en eso.

Y con las terapias grupales lo estaba logrando, era un alivio y un respiro para él tener a otras personas con quien hablar, ya había hecho algunos amigos, Darla siempre gentil, lo había empujado de forma suave a que se integrara al grupo al culminar la terapia. Ahora Henry era un poco más conversador y pasaban un buen tiempo simplemente hablando sobre lo que había hecho el día anterior. También había seguido el consejo de Darla y para su siguiente reunión preparó unos sándwiches de atún, no fue mucho, pero se sintió bien compartir algo.

Y Ray no podía estar más orgulloso.

El castaño lo había estado acompañando en cada momento, esperándolo siempre al final de sus terapias con una sonrisa, estaba muy feliz por todo el progreso que Henry estaba teniendo. Sin embargo...

—Aún se rehúsa a hablar sobre su pasado o contar su historia —le había dicho la psiquiatra —siente que sigue siendo su culpa lo que le pasó por haber hecho prostitución todos esos años.

Ray sintió tristeza al escuchar eso, miró a Henry de reojo y luego a la psiquiatra. Hoy estaba como capitán man, pues había sido solicitado para hablar sobre el progreso de Henry, por supuesto que hubo un montón de miradas cuando lo vieron entrar a la sala, sin embargo, no hubo comentarios o murmureos incómodos.

—Pero lo está haciendo bien, ¿no?

Él veía mejoras en Henry con estas terapias, no entendía si algo estuviera yendo mal.

—Henry lo está haciendo bien, creo que le gusta ayudar a las personas y sabe qué palabras decir para consolar a los demás. Entiende que estas personas pasaron por su mismo trauma. Sabe que son víctimas y que no merecían pasar por eso. Sin embargo, sigue sin aceptar que él también es como ellos y que lo que pasó no fue su culpa.

Ray asintió y volvió a mirar a Henry, lo vio sonreír, reírse de algo. Ray quiso detener el tiempo y capturar ese momento para siempre.

—Tomará tiempo, pero estoy segura de que Henry logrará superar esa brecha y finalmente abrirse con el grupo.

Ray miró de vuelta a la psiquiatra y le agradeció en voz baja. Se despidió y luego se acercó lentamente hacia Henry, parándose cerca de su campo visual para que lo notara. Henry así lo hizo a los pocos segundos, se despidió del grupo y luego se acercó a Ray.

—¿Sabes? No tienes que venir por mí todo el tiempo.

—Bueno, soy un novio sobre protector y quiero estar para ti todo el tiempo —dijo mientras lo rodeaba por su hombro. Henry se rio un poco.

—Eso es lindo, pero quisiera poder hacer cosas por mi cuenta, quiero probarme a mí mismo que puedo hacerlo solo, que nada malo va a pasarme, que finalmente soy libre.

Ray detuvo su caminar y miró a Henry, lo observó por unos segundos, encontrando una mirada decidida. Ray, de nuevo, sintió orgullo de su chico.

—No quiero tener miedo nunca más.

Ray sonrió y sin importarle donde estuvieran, llevo sus manos hacia el rostro de Henry y lo acuno. Acarició un poco sus mejillas, sin dejar de sonreírle.

—Está bien, podemos hacerlo.

Y así lo hicieron, para la próxima semana Henry comenzó a asistir a la terapia grupal solo, Ray no podía evitar sentirse nervioso de eso, pero sabía que esto era importante para su chico, así que trato de ocultarlo lo más que pudo. Ese día lo llevo a la terapia y Henry después regresaría a casa solo, ambos se despidieron con una sonrisa y un pequeño beso. Ray lo vio caminar hasta el edificio y no se fue hasta que estuvo seguro de que estaba a salvo.

Luego en la capicueva paso horas de incertidumbre, sabía que no tenía nada de que preocuparse, Henry estaba bien, sabía cómo volver a casa en transporte público. Aunque solo por si acaso, Ray le dio dinero extra por si quería tomar un Uber. Sabía que estaba actuando como un paranoico caminando de un lado para otro mientras miraba hacia el elevador. Con frenesí movía su pie, mordiéndose el labio y las uñas.

Schowz tuvo que detenerlo en algún punto, obligándolo a sentarse en el sillón para que se relajara, Ray lo intentó, sin embargo, nunca apartó la mirada del elevador. Los chicos llegaron pronto de la escuela y Ray seguía nervioso y ansioso por Henry. Habían decidido no comunicarse tanto, pues Henry quería probarse a sí mismo que no necesitaba a Ray todo el tiempo, sin embargo, le mando un mensaje cuando la terapia terminó, avisándole que ya volvía a casa. Ray dejó escapar un suspiro de alivio, sin embargo, otra oleada de nerviosismo lo atrapo cuando se percató de que Henry estaría solo por las calles, después de mucho tiempo. Se abstuvo de preguntarle si estaba bien, se abstuvo de levantarse e ir por su auto y buscarlo. Se aferró a su asiento y se obligó a quedarse aquí, esto era un gran paso para Henry, era su oportunidad para demostrar que estaba progresando, esto era importante para Henry y él no iba a arruinarlo solo porque temiera que ocurriría lo mismo una vez más. Ray no había superado ese trauma aún.

Pronto Henry llegó, sano y salvo. En cuanto Ray lo vio salir del elevador, se levantó del sillón y corriendo, llegó hacia Henry, lo abrazó con fuerza, lo rodeó por completo bajo sus brazos y oculto su rostro en el hueco de su cuello. Dejó escapar un suspiro, Henry está bien. El rubio, por su parte, estaba confundido por la actitud del castaño, sin embargo, acepto su abrazo, envolviéndolo en sus brazos por la espalda, acariciando esta levemente. Sintió a Ray temblar un poco y supo que el castaño estaba preocupado.

—Ray, estoy bien —lo apartó y lo tomó del rostro, acariciando sus mejillas —estoy bien —volvió a repetir, juntando su frente con la de Ray. Y Ray lo sabía, solo estaba siendo un poco dramático.

Por supuesto que los chicos celebraron ese gran logro de Henry, el rubio decía que estaban exagerando, no era la primera vez que andaba solo por la ciudad, mucho menos la primera vez que tomaba el transporte público. Sin embargo, los chicos lo ignoraron y decidieron que esto era algo digno de celebrarse, Ray estuvo de acuerdo, estaba feliz y orgulloso de su novio. Entonces, un sonrojado Henry vio como ordenaban pizzas y preparaban la sala de la capicueva como si fuera una fiesta. Ray le dijo que se relajara, Henry así lo hizo y logró pasar una agradable tarde con sus amigos, su familia.

Henry salía del baño después de darse una ducha, ya vestido con su pijama, se acercó a la canasta de ropa sucia y tiro un par de prendas. Ray estaba sentado en la cama, también con su pijama listo para dormir. Miraba su teléfono, esperando por Henry. El rubio se sentó a su lado, quedando de frente a Ray. Apoyaba sus manos en sus rodillas y miraba al castaño como queriendo decirle algo y así lo hizo.

—Quiero continuar con las terapias grupales.

Ray alejó la mirada de su teléfono y observó a Henry, este le regalaba una pequeña sonrisa.

—Me gusta estar ahí, me siento bien. Se siente bien conocer personas como yo, digo, no me gusta la idea de saber que existen personas que pasaron por lo mismo, pero es como… no lo sé ¿reconfortante? Quiero decir…

—Lo sé —Ray lo interrumpió, sonriéndole y acercando una de sus manos para tomar su mejilla —sé a lo que te refieres y está bien. Me alegra saber que encontraste un lugar que te hace sentir bien. 

—No es como si aquí no lo hiciera —se apresuró a decir Henry, no quería que Ray pensara que en la cueva no se sentía a gusto —Solo es cómodo estar en un lugar donde te entienden y saben lo que es sentir las pesadillas y el trauma. Además, me gusta ayudar a las personas, me gusta decirles que todo está bien y hacerlas sentir un poco mejor. —se alzó de hombros como no queriendo darle mucha importancia, aunque para él signifique todo.

Ray sonrió lleno de amor, orgulloso. Miraba a Henry y no podía creer todo su progreso, pero al mismo tiempo lo creía, estaba feliz. Finalmente,veía un cambio, un cambio gratificante. Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, lágrimas de alegría. Acercó a Henry y lo atrajo hacia su pecho.

—Me hace muy feliz saber eso y claro que puedes continuar con las terapias, no tienes que pedirme permiso para eso.

—Lo sé, solo quería decírtelo.

Ray se rio un poco de su tierna expresión, cortó la poca distancia para regalarle un dulce beso en sus labios.

Un beso que comenzó a volverse intenso con el pasar de los segundos, pronto estaban tocándose por todos lados, moviendo sus manos por debajo de sus prendas, movían sus labios con frenesí, tomando leves bocanadas de aire, separando sus labios por un segundo antes de volver a conectarlos. En un movimiento Henry estaba sobre el regazo de Ray, con sus piernas a cada lado de sus caderas, Ray lo sostenía de la cintura mientras que Henry se aferraba a su cuello. Después de unos minutos se separaron, jadeantes en busca de aire. Juntaron sus frentes mientras respiraban pesadamente.

—Quiero hacerlo contigo —soltó Henry de repente, dejando a Ray asombrado. El castaño abrió los ojos, encontrándose con los tímidos de Henry.

—Hen…

—Quiero hacerlo contigo  —repitió de nuevo, en voz baja, muy cerca de los labios contrarios —Yo, quiero tener intimidad contigo, hacer… hacer el amor —sonrió y se sonrojó un poco. Sonaba algo tonto, pero no quería llamarlo simplemente sexo, sentía que eso era poco para lo que harían. Vio a sonreír y cerró sus ojos al sentir el suave toque de Ray en sus mejillas. —pero… me aterra, es confuso —abrió sus ojos de nuevo, mirando los comprensivos de Ray y supo que no tenía que temer, que podía confiar y decir lo que sentía. —una parte de mí quiere hacerlo contigo, pero la otra tiene miedo, sé que no vas a lastimarme, pero cuando cierro los ojos, no puedo evitar ver… cuando nos imaginó, yo…

—Oye…

Ray soltó con dulzura, volviendo a dejar caricias en sus mejillas para calmarlo. Henry le regaló una sonrisa junto a una mirada triste.

—Deseo tanto hacerlo contigo y me odio por ser tan estúpido y no poder superar esto. Yo… quiero poder complacerte, hacerte sentir bien.

—Henry…

—Pero no estoy listo, mi cuerpo se siente confundido entre el deseo y el temor. Yo… lo deseo, pero quiero salir huyendo al mismo tiempo. —mientras hablaba sus manos recorrían los brazos descubiertos de Ray, llevaba una simple camisa de tirantes, Henry tenía mucho campo libre para acariciar. Ray, por su parte, seguía con sus manos en sus mejillas, mirándolo en silencio, escuchando lo que tenía que decir. —Y es que, maldita sea, eres ridículamente sexy, no puedo ignorar eso. —se rio un poco, mordiéndose el labio después, no quiso soltar eso. Escuchó a Ray reírse, apartó la mirada de sus brazos para verlo.

—¿Entonces todo es mi culpa? —preguntó con una ceja alzada a modo de juego. Henry volvió a reírse, relajándose por completo.

—Sí, todo es tu culpa —respondió, siguiéndole el juego, aferrándose a su cuello antes de besarlo de nuevo, esta vez lento, con deseo pero con sumo amor. Al separarse se regalaron una pequeña sonrisa, sus frentes seguían juntas; Ray lo rodeaba por completo de la cintura, dejando caricias con su pulgar.

—Henry, amor… yo también deseo estar contigo de esa forma, pero sé que no estás listo y no estoy enojado por eso. No sé por qué piensas que es estúpido que aún no lo superas, amor, pasaste por un fuerte trauma, no espero otra cosa de ti.

—Pero-

—No —lo interrumpió de manera suave —no quiero que pienses que tenemos que hacerlo ahora o en algún momento porque no es así. No necesitas complacerme, el sexo no es la base de una relación.

—Lo sé… —Henry bajó la mirada, apenado. Él solo quería satisfacer a Ray, demostrarle que también podían tener una relación normal, que con él lo podía tenerlo todo.

—No quiero que pienses que necesitas tener sexo conmigo para hacerme feliz.

Henry alzó la mirada, asustándose un poco de que Ray pudiera leerle los pensamientos.

—Pero si quiero hacerlo contigo, porque lo deseo, te deseo.

Ray le sonrió, porque sabía que era verdad, porque lo sentía cada que Henry lo tocaba, cada que profundizaba los besos y los alargaba por minutos. Pero también sabía que tenía miedo cuando de repente se apartaba e intentaba disimularlo retirándose de forma lenta.

—Lo sé amor, pero no estás listo y hasta que tú no lo estés, yo tampoco lo estaré. —Henry iba a replicar, pero lo detuvo —y no me importa, si pasa un año o dos años, no quiero llegar a ese momento hasta que tú estés 100% seguro de todo. Y no quiero que te sientas mal por eso, yo esperare lo que sea necesario, tener sexo no es una prioridad para mí en nuestra relación, pero estoy seguro de que cuanto llegue el momento, será mágico y hermoso, algo que nunca antes has vivido. Pero por ahora, no quiero que te presiones, yo no voy a presionarte ni obligarte a nada, ¿bien?

Henry asintió lentamente, mirando a Ray con amor, tenía leves lágrimas en sus ojos a punto de salir, pero las retuvo.

—Te amo —fue lo único que dijo antes de abrazar a Ray y soltar un suspiro feliz, acurrucándose más en sus brazos.

Escuchó un "te amo" por parte de Ray y luego un beso en su cabeza. Henry sonrió y cerró sus ojos, relajándose ante las caricias de Ray, poco a poco fue sucumbiendo al sueño, dejando atrás sus preocupaciones. Todavía sentía deseos de estar con Ray de una forma más íntima, pero ahora podía estar más tranquilo al saber que Ray no iba a presionarlo a nada y esperaría hasta que él estuviera seguro, sin miedos. Se acurrucó más en los brazos de Ray, sintiéndose pleno, seguro y feliz; con Ray no tenía nada que temer.

Chapter Text


Los días pasaban y el momento de Henry para testificar se acercaba cada vez más. Por supuesto que estaba nervioso, pero trataba de disimularlo yendo a sus terapias grupales y actuando como si fuera un día normal, evitaba a toda costa ver las noticias y cuando salía, trataba de mantener un bajo perfil. Sin embargo, era fácil reconocerlo.

Fue complicado ir a terapia en esa semana, sabía que todos en el lugar estaban conscientes del juicio y de todo lo que estaba pasando alrededor de eso, Henry sabía que su grupo sabía que todo eso era sobre él. Se sintió cohibido al llegar ese día a terapia, mirándolos a todos en completo silencio, por primera vez se sintió fuera de lugar; él no era como estas personas, ellos fueron simples inocentes, en el lugar y momento equivocado, nunca debieron pasar por eso. Pero Henry, Henry fue un chico de la calle que se metió en cosas malas y pagó las consecuencias, merecía todo lo que pasó.

Estaba seguro de que todos en el grupo lo juzgarían ahora que sabían su verdadera historia; no fue así. En cuanto llegó lo recibieron con sonrisas y pequeños abrazos, como siempre era recibido cada semana. Saludó a todos de igual forma y se sentó en su habitual lugar; nadie dijo nada acerca del juicio o de otra cosa que lo involucrara a Henry. Sin embargo, el rubio sabía que tenía que hablar, que era momento de contar su historia, su versión de todo, se lo debía a estas personas, a todas aquellas que ha estado ayudando, pero que, sin embargo, él no dejaba que lo ayudaran.

Entonces, se armó de valor y finalmente contó su historia. Estaba nervioso al principio, titubeo un poco, pero no lloró, ya estaba cansado de eso. Contaba su historia, tomando lapsos de tiempo para respirar y calmarse, en el proceso, recibió más que consuelo y palabras de aliento, recibió sonrisas de compasión y muchos "no fue tu culpa" Miró a todos y supo que no lo estaban juzgando, no lo miraban con reproche o con asco; solo encontró sonrisas y miradas de comprensión. Ahí fue donde Henry sintió llorar, todos estaban de su lado y lo apoyaban. Bajó su mirada y comenzó a llorar fuerte y ridículamente, se regañó por eso. Sin embargo, recibió un montón de abrazos reconfortantes y palmadas en sus hombros. Henry les agradeció a todos, sonriéndoles levemente, en el fondo se sentía aliviado de contar su historia, finalmente dejando todo salir. Pero no todo podía ser de color de rosa, sus miedos y preocupaciones seguían asechándolo cada que podían, poniéndolo nervioso a más no poder.

—Creo que hoy me reconocieron en el transporte —le dijo a Ray en la noche cuando estaban a solas en la cueva —sé que sabían quién era, podía sentir sus miradas sobre mí.

Le estaba yendo bien al volver solo a casa luego de sus terapias, le gustaba la idea de tener algo de independencia y saber que nada malo iba a pasar si estaba unos minutos a solas sin el castaño. Ray seguía llevándolo a las terapias, pero era un gran avance que Henry pudiera tomar un autobús solo sin tener un ataque de pánico. Ray se acercó a él y se sentó a su lado en la cama, tomó su mano y la acarició.

—¿Así es como van a verme las personas cuando esté en el estrado? —murmuró lleno de tristeza, aún tiene en su memoria las miradas curiosas y algo juzgonas de esas personas en el transporte. Se sintió algo cohibido por eso, pero fue valiente, las ignoró y las superó todas hasta llegar a su parada.

Ray no dijo nada, simplemente lo atrajo a su cuerpo y lo abrazó rodeándolo con un solo brazo. Henry dejó descansar su cabeza en su hombro, cerrando sus ojos, dándose un momento para respirar de todo. Ray podía sentir su nerviosismo y decidió que tenía que hacer algo.

—Oye, ¿quieres ir a hacer algo divertido?

Henry alzó su mirada, frunciéndole el ceño. Ray se apartó del abrazo y se levantó.

—Vamos, deja tu pijama —y sin más salió de su habitación.

Henry confundido, dejó las prendas que tenía en su regazo sobre la cama y salió con premura para seguir a Ray. El castaño ya estaba sobre los tubos, vestido como capitán man. Henry, ahora curioso, lo siguió sin decir una palabra. Viajaron por los tubos por varios minutos hasta llegar a una azotea de un edificio. Henry seguía curioso, pero lleno de asombro cuando vio el helicóptero. Dejando atrás su confusión, se alejó de Ray y corrió a pasos lentos hacia el helicóptero, con su mano lo tocó, sintiendo el metal frío.

—Es asombroso…

Ray llegó a su lado y le sonrió.

—¿Quieres subir?

Henry lo miró con asombro, quedándose quieto por unos segundos antes de asentir con frenesí y una gran sonrisa se dejó ver en sus labios. Ray le hizo un gesto con su cabeza, indicándole que podía subirse. Henry, ansioso y feliz, se subió. Estaba un poco temeroso, pero lleno de emoción.

—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó una vez que logró subirse al asiento de copiloto, mientras que Ray lo ayudaba a ajustarse los cinturones, pues él no sabía hacerlo.

—Me gusta hacer patrullaje nocturno cuando estoy estresado —comentó, colocándolo a Henry unos enormes audífonos —me ayudan a relajarme. Pensé que podría servirte a ti también.

—Nunca me había subido a un helicóptero —murmuró Henry agarrándose con fuerza de los cinturones cuando Ray comenzó a elevar el helicóptero hacia el cielo.

—Espero que no le tengas miedo a las alturas —Ray lo miró de reojo, sin embargo, sonrió cuando vio el semblante emocionado de Henry mirando todo con asombro con una gran sonrisa. Ray supo que el rubio estaba todo menos asustado.

—Esto es asombroso —chilló el rubio mirando por la ventana hacia la ciudad, ahora bajo ellos, llena de luces y mucha vida. Ray le pasó unos binoculares, para que tuviera un mejor enfoque de todo. —Entonces, ¿qué es lo que haces cuando estás acá arriba? —preguntó Henry sin dejar de mirar hacia la ciudad con los binoculares.

—Bueno, a veces simplemente me gusta volar por los cielos, es pacífico aquí, no hay tránsito —bromeó, sacándole una risita a Henry quien lo miró de reojo —y cuando hago patrullaje me gusta tener un panorama de todo. Aunque cuando estoy aquí solo es para distraerme, patrullar es lo que menos hago.

—Me gusta... ¿Me enseñarás algún día a manejar un helicóptero? —preguntó Henry, apartando la mirada de los binoculares para ver a Ray con una sonrisa y ojos de cachorro. Ray lo miró de reojo correspondiendo a su sonrisa.

—Lo pensaré —fue lo único que dijo. Henry dejó escapar un puchero, sin embargo, volvió la vista a la ciudad.

—Me gustaría poder ayudarte cuanto haces patrullaje. ¿No sería genial? Yo, ayudándote a combatir el crimen.

Ray dejó escapar una risita, negando levemente con su cabeza.

—No lo creo...

—Yo creo que sería genial —Henry lo interrumpió —tendría un traje que combine con el tuyo y un nombre de superhéroe. Pelearíamos codo a codo, seríamos como el Batman y Robín de esta ciudad.

Ray también sonrió con la vista en el cielo, moviendo el volante levemente, elevando y equilibrando el helicóptero.

—No lo sé... no me gustaría ponerte en peligro.

—¿Piensas que no puedo pelear? —Henry lo miró con una ceja alzada. Ray sintió esa mirada y se apresuró a decir.

—Sé que puedes pelear y defenderte solo, pero no estoy dispuesto a ponerte en riesgo —lo miró para hacerle entender que estaba hablando en serio. Si Henry quería ayudarlo a combatir el crimen, lo dejaría, pero no de la forma en que él esperaría, quizás trabajo de escritorio, pero nada más. No iba va a arriesgar a Henry a ser un superhéroe, cuando no tiene ningún superpoder. Sin embargo, Henry no iba a desistir.

—¿Qué pasa si algún día te metes en graves problemas? Yo también quiero salvarte.

Ray le regaló una sonrisa, quedándose sin palabras, no está acostumbrado a recibir este tipo de afecto, por lo general es él quien protege y salva a las personas, no ellos a él. Saber que Henry está dispuesto a eso, aun sabiendo que él tiene un superpoder y no necesita protección, lo hacía sentir especial, amado, como nunca antes se había sentido. Nada quería más que besarlo, pero recordó que está manejando en el aire. Entonces, tomó su mano y besó su dorso.

Ese fue el final de la conversación, después se pusieron hacer el trabajo de verdad. Henry con los binoculares logró ver problemas; unos delincuentes robando por la calle. Lo siguiente que pasó fue de locos; Ray le dejó el volante del helicóptero a Henry mientras bajaba para detener a los criminales. Henry asustado sostuvo el volante con fuerza desde su asiento, rogando no perder el equilibrio, mientras con la vista hacía bajo lleno de miedo miraba a Ray hacer lo suyo. No pudo evitar sentir algo de adrenalina y emoción.

Al terminar todo, luego de que la policía se llevará a los delincuentes y Ray se aseguraba que la víctima estuviera a salvo en la ambulancia, subió de nuevo al helicóptero por la escalera. Miró a Henry y se preocupó al ver sus ojos muy abiertos, sin embargo, se asombró cuando Henry gritó.

—¡Eso fue increíble! —exclamó Henry, su rostro asombrado pero emocionado. También sonreía como niño pequeño en una aventura.

Ray no pudo evitar sonreír, sintiéndose feliz al ver a Henry tan alegre, sin preocupaciones ni miedos, Henry estaba plenamente feliz; así es como quería verlo por el resto de su vida.

—¡Tenemos que hacerlo de nuevo!.

Ray dejó escapar una risita, mirando a Henry con sumo amor. Siguieron con su patrullaje por unos minutos más, Henry pidiéndole a Ray que lo llevará a lugares específicos solo para confirmar que nada malo estuviera pasando. Ray no dijo nada cuando le pidió que volaran por la calle Boulevard, en silencio espero a que Henry echara un vistazo con los binoculares.

"Solo me aseguró que todo esté bien" le dijo a Ray después de que se fueran. El castaño no dijo nada, sabía que Henry todavía sentía algo de pertenencia a ese lugar, después de todo, paso la mayor parte de su vida ahí.

Henry estaba un poco mejor cuando volvieron a la cueva, Ray estaba aliviado y le regaló un beso en su cabeza mientras caminaban por la sala hacia su habitación.

—¿Tú crees que el jurado va a creerme? —preguntó Henry cuando ya estaban en la cama listos para dormir. Miraba el techo, pensando en el juicio, trataba de imaginarse todo en un intento de prepararse.  Ray estaba a su lado, acostado boca abajo, abrazando una almohada, mientras acariciaba su mejilla. —¿Qué pasa si no me creen? —miró a Ray con sus ojos algo cristalinos productos de las lágrimas.

—Lo harán —Ray susurró, se levantó un poco, apoyándose en sus codos para que Henry lo viera de mejor forma —Sé que lo harán.

—¿Y si no lo hacen? —Henry insistió de nuevo, dejando que el miedo entrara de nuevo en su interior. —¿Y si nadie me cree y Ganzel queda libre?

Ray se acercó un poco para tomar su rostro con suavidad.

—Entonces yo me encargaré de todo, te prometo que no dejaré que ese maldito salga libre.

Henry sintió algo de miedo al verlo, los ojos de Ray brillaban un poco casi soltando ráfagas de fuego. Tragó saliva y rogó para que nada malo saliera en el juicio, sabía que el mundo no estaba listo para ver a Capitán Man enojado.


El día finalmente había llegado.

Después de semanas de pesadillas, noches en vela, colapsos y sube y baja de emociones; finalmente había llegado el momento por el que tanto Henry había sufrido; ver a Ganzel de nuevo.

Decir que estaba nervioso, era mentir. Estaba aterrado, casi no durmió en la noche, se quedó mirando el techo, imaginándose el reencuentro con su mayor pesadilla; paso toda la noche temblando de escalofríos, tratando de ser silencioso para no molestar a Ray, quien a su lado dormía tranquilamente. Tenerlo cerca fue lo único que lo calmaba, recordándole que todo iba a estar bien.

Por la mañana todo resultó tranquilo, Ray se abstenía de hacer comentarios o de mencionar algo relacionado con el día que tendrían hoy. Sabía que Henry estaba nervioso, no quería perturbarlo más. Así que despertó esa mañana e hizo su rutina habitual, saludó a Henry con un dulce beso de buenos días y se fue a preparar el desayuno ayudado por Henry mientras charlaban de cosas triviales como si nada estuviera pasando, comentaba sobre la película que había visto anoche antes de dormir como si fueran una pareja normal. Henry le agradeció internamente el esfuerzo que Ray estaba haciendo para mantenerlo distraído y despreocupado. Sin embargo, ambos sabían que no podía ocultarlo.

Y aquí se encontraba Henry, parado en el baño con una toalla cubriendo su cintura mientras se miraba en el espejo. Recién salido de la ducha, gotas recorrían su torso, él las miraba correr hasta perderse en la toalla.

Miraba su cuerpo, recorrió cada parte con sus ojos, había cambiado mucho últimamente. Los antidepresivos estaban haciendo un buen trabajo y Henry estaba sorprendido de lo bien que le han estado sirviendo, considerando su historial.

Todavía tenía un cuerpo flácido, pero había agarrado un poco de masa muscular y de vez en cuando hacía ejercicio con Ray, entrenaba un poco, manteniéndose en forma. Eso le gustaba, comenzaba a ver su cuerpo de manera diferente, comenzaba a dejar de sentirse asqueado de sí mismo. Por primera vez, Henry veía un cuerpo bonito frente al espejo, aún había aspectos que le disgustaban, pero empezaba a sonreír cada vez que se veía, empezaba a sentirse a gusto con su cuerpo. Es como si todas las cosas se alinearan, la vida comenzaba a sonreírle al fin.

Llevó sus manos hacia la zona donde por varias semanas tuvo una venda, tocó el lugar con lentitud, acariciándolo al mismo tiempo; ya no tenía una venda, hace mucho que se la habían quitado, ahora solo quedaba una pequeña cicatriz, era poco visible, pero Henry podía verla, podía sentiría; esa cicatriz era un recordatorio de lo que había vivido, pero más que eso, esa cicatriz era un recuerdo de que había sobrevivido.

Dejó escapar un suspiro y finalmente salió del baño, tenía que prepararse y suponía que se le estaba haciendo tarde. Se colocó el traje que Ray le había comprado, se sintió algo incómodo al principio, no era de usar prendas tan elegantes, pero el abogado Martínez le había dicho que debía vestirse formal, no le quedó de otra que asentir y tomar lo que le dieran. De todas formas ya estoy acostumbrado a hacer lo que los hombres me digan, fue su pensamiento mientras veía el traje dejado bien planchado sobre la cama antes de disponerse a colocárselo.

Estaba colocándose la corbata, luchando con ella en el proceso cuando Ray, vestido como capitán man, entró en la habitación.

—Te ves bien.

Henry le regalo una sonrisa pequeña mirándolo a través del espejo. Luego se dio la vuelta, soltando la corbata con brusquedad.

—¿Me ayudas con esto? —alzó la corbata al mismo tiempo que hacía un puchero —nunca usé una de estas.

Ray le regaló una sonrisa mientras se acercaba, luego tomó la corbata y con lentitud comenzó a colocarla alrededor del cuello de Henry. En silencio le ajustaba la corbata mientras Henry lo miraba.

—Es una lástima que la primera vez que me veas usando traje sea para una ocasión así.

—Bueno, ya tendremos más ocasiones y mejores para verte en traje.

Henry sonrió ante eso, le gustaba la idea de saber que después de que todo acabé, tendrá más momentos con Ray.

—Sí... aún tenemos una cita pendiente.

Ray terminó de ajustar la cortaba y alzó su mirada fruncida hacia Henry, quien rápido noto su confusión.

—Te invité a salir hace un tiempo, ¿ya no recuerdas? —alzó su ceja de forma divertida mientras rodeaba a Ray por el cuello, acercándolo hacia él.

El castaño se quedó en silencio por unos segundos, recordando en su memoria hasta que dio con aquella cita que tuvieron donde Henry lo invitó a salir. Se rio un poco y miró a Henry de vuelta.

—Sí, ya recuerdo.

Henry le sonrió y cortó la distancia para besarlo, fue un simple beso que se alargó unos segundos más de lo previsto.

—Es raro, leí que uno de los efectos secundarios de los antidepresivos es la disminución del deseo sexual, pero yo quiero estar besándote y tocándote todo el tiempo —dijo y lo confirmó, paseando sus manos por el amplio y duro pecho de Ray. El castaño dejó escapar una risita, rodeando a Henry por la cintura.

—Tu libido, en vez de bajar, está subiendo —bromeó, sacándole una risa a Henry. Ray sonrió, un poco calmado de ver a Henry relajado y tranquilo.

Compartieron un último beso antes de que Henry se apartara para mirarse en el espejo de nuevo, después tomó el saco dejado en la cama y se lo colocó. Dejó escapar un suspiro, ya estaba listo; saco gris, camisa de cuadros, corbata, pantalón planchado haciendo juego con el saco y zapatos distintivos y pulcros. Jugó un poco con las mangas del saco, evitando ponerse nervioso.

Sintió a Ray rodearlo por detrás, antes de recargar su mentón en su hombro, se miraron a través del espejo y se regalaron una sonrisa. Henry se hundió en los brazos de Ray y se tomó un segundo para recordarse que todo estaría bien. Pronto tuvieron que irse, era el momento.

El camino hacia el tribunal estuvo tranquilo, ninguno habló, Ray puso algo de música baja para aligerar el ambiente, sin embargo, se mantenían cada uno en sus pensamientos. Ray miraba de reojo a Henry, el rubio no le había dirigido la mirada desde que se subieron al auto, Ray lo entendió, pero no podía evitar sentirse ansioso por saber lo que pasaba en la mente de Henry, porque podía estar calmado, mirando por la ventana, pero Ray sabía que por dentro, era un torbellino.

Al llegar al tribunal, ese silencio que habían creado se esfumó como polvo; rápidamente fueron rodeados por reporteros, cámaras y muchos destellos de luz productos de las cámaras impactando en el cristal, en las ventanas de la camioneta de Ray. Ray frunció el ceño al verlas, internamente agradeció tener ventanas blindadas. Intentaba seguir manejando, conducir el auto hacia el estacionamiento, pero le era imposible con todas las personas casi encima del auto. Están dementes, pensó Ray mientras apretaba el volante con fuerza, gruñendo un poco.

Henry, por su parte, se encogió en su asiento, tapándose con sus manos. Ray no lo veía, pero sabía que se estaba asustando, colocándose más ansioso de lo normal. Ray, gruño un poco más, comenzaba a enojarse.

—¡Maldición! —exclamó, tocando la bocina con furia para que se quitaran —¡quítense o juro que los atropello aquí mismo! —volvió a tocar la bocina, con su mano libre apretaba el volante. Henry temió que pudiera arrancarlo, así que dejando su miedo atrás, se enderezó en su asiento y tocó el brazo de Ray, este lo miró al segundo.

—Está bien...

—No creo que lleguemos al estacionamiento —murmuró, mirando a Henry con pena, casi como si estuviera disculpándose. Henry le regaló una sonrisa y llevó su mano hacia la mejilla de Ray, importándole poco las cámaras.

—Está bien, bajemos aquí. Puedo hacerlo —reafirmó cuando miró la expresión de Ray lista para replicar.

Ray no estaba muy seguro de que esa fuera una buena idea, pero al final tuvo que acceder. No podía mover el auto, al menos que golpeara a las personas y no estaba de humor para soportar quejas; solo quería sacar a Henry de aquí, lo más rápido que pudiera.

Entonces eso hicieron, Ray movió el auto solo un poco para dejarlo estacionado cerca de la acera —o eso esperaba— mientras que Henry buscaba sus lentes de sol para prepararse. Ray fue el primero en salir del auto, empujando a los reporteros para llegar a Henry, abrió la puerta del copiloto y Henry salió, en ningún momento las cámaras se detuvieron, todas impactaron en Henry mientras, rodeado del brazo por Capitán Man, era llevado hacia el interior del edificio. Henry iba con la cabeza baja, evitando ignorar y hacer oídos sordos a su alrededor, aunque sea por solo unos segundos.

Sin embargo, hubo algo que Henry no pudo ignorar; varios gritos se escuchaban a lo lejos. Mientras subían las escaleras para llegar al antiguo edificio, Henry giro su rostro hacia la dirección de donde provenían los gritos, el bullicio de personas. Cuando los vio, no lo pudo creer; Charlotte, Jasper, Schowz, Darla y todos sus compañeros de la terapia grupal estaban reunidos y a gritos lanzaban protestas mientras alzaban carteles con mensajes de apoyo para el rubio "Justicia para Henry" "Ganzel violador" y muchos más carteles se dejaban ver, junto a ellos las voces en alto de todas las personas que lo apoyaban.

Henry no pudo evitar sonreír, quiso acercarse a ellos y agradecerles, pero estaban muy lejos. Sin embargo, logró detenerse por un segundo y mandarles un saludo con su mano; Charlotte y Jasper lo vieron y le devolvieron el saludo antes de seguir con la protesta y pelear con los policías que se acercaban para molestar.

Henry sintió calidez en su interior al ver que muchas personas lo apoyaban y estaban de su lado, aun cuando ni siquiera lo conocían del todo. Tragó saliva y sintió llorar, nunca pensó que tendría tanto apoyo, se sintió bien saber que no estaba solo.

—Todos te apoyan —le dijo Ray una vez que traspasaron las enormes puertas de madera del edificio. Henry sonrió, todavía sin creerlo.

Dejó escapar un suspiro e intento relajarse un poco, dentro del lugar no había reporteros, estaba silencioso y Henry podía permitirse estar tranquilo. Sin embargo, su mente estaba corriendo a mil, sobre pensando todo. Caminaron por el pasillo hacia el abogado, había varias personas vestidas casi como él, muchos hombres y mujeres, todos abogados, hablaban en voz baja y lo miraban de reojo al pasar; Henry las ignoró todas. Llegaron con el abogado, quien los saludos cordialmente y le regaló una sonrisa a Henry, preguntándole en el proceso como se encontraba.

—Estoy algo nervioso —murmuró Henry, sintiendo un apretó en su hombro por parte de Ray.

—Tranquilo, todo va a salir bien. Estamos esperando por Ganzel y su equipo, luego comenzaremos.

Henry sintió estremecerse al escuchar la mención del magnate, sin embargo, se mantuvo tranquilo. Dejó escapar un suspiro y asintió, luego el abogado se disculpó y se retiró.

Henry tomó algo de aire y se dispuso a mirar el lugar, en busca de algo con que distraerse. Se giró cuando escucho un llamado y casi corre cuándo vio a Bose y a Dimitra yendo hacia él, pero, en cambio, se quedó quieto y esperó a que llegaran. Después abrió sus brazos y dejó que Bose lo abrazara. Henry lo envolvió en sus brazos, apretándolo un poco.

—¿Qué hacen aquí? —les preguntó a ambos, luego de alejarse del abrazo de Bose para abrazar a Dimitra.

—Venimos a apoyarte, es obvio.

—Chicos no... no tenían que hacerlo...

—Henry, por favor.

—Es que no es justo. Yo no estuve aquí para ustedes y ahora están aquí...

—Oye, no pasa nada.

—Quiera venir a apoyarlos, de verdad —soltó de repente como si tuviera miedo de que Bose y Dimitra lo odiaran por no venir a apoyarlos.

—Henry, está bien. No estamos molestos por eso.

—Sí, Henry, todo está bien. Entendemos por qué no podías venir —le dijo Bose, colocando una mano en su hombro. Henry lo miró y le sonrió, después le dio otro abrazo.

Estuvieron unos minutos hablando, los padres de Bose se acercaron para darles unas palabras de consuelo, las cuales aceptó agradecido. Después se apartó un poco, para hablar con Dimitra a solas.

—¿Cómo estuvo? —preguntó Henry metiendo las manos en su bolsillo mientras caminaban por el pasillo.

—Estuvo bien, se sintió genial decir la verdad por una vez. Ver la cara de Ganzel, enojado y sin poder hacer nada, fue muy satisfactorio.

Henry sintió un escalofrío de nuevo, sintió sus manos ponerse frías del miedo.

—¿Cómo estaba? ¿Estaba molesto?

Dimitra lo miró de reojo y supo que Henry comenzaba a tener miedo. Se detuvo y se colocó de frente para verlo mejor.

—Estaba como siempre, con su semblante serio, me miraba como si fuera a matarme, pero ya sabes que Ganzel siempre ha querido matarme. Pero por primera vez no sentí miedo de ese maldito y cada cosa que dije, la dije mirándolo a la cara. Lo disfruté mucho más que él, por supuesto. No le gusta estar aquí y sabe que va a perder. Bose lo hizo muy bien también y estoy segura de que el jurado no dudó de sus palabras.

Henry miró al pequeño castaño, quien ahora hablaba con Capitán Man, al parecer hablaban de algo gracioso, pues sonreían y Henry también tuvo que sonreír, pues le resultó tierno la forma en que Ray interactuaba con Bose. Por un segundo imagino un futuro donde ellos tenían una familia, rápido descartó esa idea, eso no pasaría. Sacudió su cabeza y miró de vuelta a Dimitra.

—¿Lo hizo bien?

—Sí, se sentó ahí y dijo todo sin titubear.

Henry sonrió, lleno de orgullo por Bose, en el fondo, deseaba poder ser así de fuerte. Siguieron caminando por el pasillo, Henry intentando relajarse.

—Te ves bien vestida así —le comentó a Dimitra, quien llevaba un vestido negro corto y un saco del mismo color. Dimitra bufó y miró sus prendas.

—Parezco una monja, no quería vestirme así, pero esto fue lo que me dio el abogado, así qué —se alzó de hombros metiendo las manos en el saco. Henry se rió un poco, negando con su cabeza.

—Pues te queda hermoso.

—Es incómodo, todo está tan cubierto. Me gusta que estas nenas estén al aire —señaló sus pechos haciendo que Henry se carcajeará, en el fondo agradeciendo la presencia de su amiga, pues estaba siendo de mucha ayuda para calmarlo.

—Dímelo a mí, también me obligaron a usar esto. Esta corbata me duele como el infierno —se llevó una mano hacia ella e intentó aflojarla un poco.

—Yo creo que te ves jodidamente sexy. Te pareces a esos hombres con los que me acuesto. Si te viera así por la calle y no te conociera, me acostaría contigo.

Henry puso los ojos en blanco, pero no estaba avergonzado, en cambio, se rió tan fuerte que llamó la atención de varias personas.

—¿Puedes dejar de ser una zorra por cinco minutos? —preguntó a modo de broma, empujándola levemente. Dimitra también se rió, el ambiente poco a poco tornándose más tranquilo y normal. Henry sentía que estaba pasando una tarde con su amiga a quien no había visto en mismo tiempo, eso le gustó.

—Déjame ayudarte con eso.

Dimitra se acercó y lo ayudó con la corbata, Henry le agradeció en voz baja, pues de verdad estaba molestándole. Le sonrió en cuanto terminó, sin embargo, su sonrisa se esfumó en cuanto miró hacia el frente y a lo lejos lo vio, su peor pesadilla; Ganzel Richie.

El magnate venía llegando junto a su equipo. Henry se quedó estático mientras lo veía pasar, pronto conectaron miradas y Henry sintió que el tiempo se detenía, tragó saliva cuando sus ojos chocolate se toparon con los ojos marrones oscuros de Ganzel. Henry sintió temblar cuando la sonrisa de Ganzel se dejó ver, estaban a una distancia considerable, Henry sabía que Ganzel no podía tocarlo y el magnate lo sabía también, sin embargo, no perdió la oportunidad de asustarlo, mandándole una de sus miradas terroríficas, mostrando todos sus dientes al sonreír.

El miedo comenzó a apoderarse del rubio mientras seguía con la mirada al magnate, pronto todo el lugar comenzó a darle vueltas, pudo jurar que sintió que volvía a aquella noche donde Ganzel lo secuestro, pudo jurar que sentía su piel siendo lastimada de nuevo, siendo destrozada, pudo jurar que el olor a sangre y pólvora entro por sus fosas nasales, casi siente en carne viva como la herida en su costado se abría de nuevo. Escuchó gritos, gemidos de dolor. Piedad, piedad, era su voz la que retumbaba, la que él escuchaba gritando y llorando.

Comenzó a respirar con frenesí, ahogándose un poco, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, su corazón latía desenfrenado y pronto comenzó a hiperventilar, tenía que salir de ahí.

Dio pasos hacia atrás, olvidando su entorno y las personas que lo llamaban preocupados, comenzó a correr sin rumbo alguno, asustado mientras las lágrimas caían sin parar. En su mente solo se repetían todos los años de abuso, todo el dolor en su cuerpo, el llanto, el miedo. El rostro de Ganzel se plantó en mente y lo que pensó que había superado, volvió una vez más.

Llegó al baño por inercia, empujando la puerta con fuerza, poco le importó si había alguien más. De forma brusca corrió hacia los lavados y sin darse tiempo de calmarse para entrar en uno de los cubículos, vómito todo lo que había comido en la mañana y toda la semana. Mareado se agarraba del duro mesón mientras dejaba salir todo de su interior hasta la última gota. Seguía llorando, vomitando todo el progreso que había construido en semanas. Escupió un poco de bilis junto con saliva, ya nada más podía vomitar.

Sin moverse de su lugar, respiraba con dificultad, mantenía sus ojos cerrados, concentrándose en inhalar y exhala para calmar sus temblores. Sentía frío, seguía mareado y tenía miedo de que pronto fuera a desmayarse. "Todo está bien" "Todo está bien" se decía en su mente en un vago intento por tranquilizarse. Sin embargo, los recuerdos de Ganzel revoloteaban en su mente sin parar.

"Tranquilo, tranquilo" sollozaba en voz baja cuando sintió una mano en su hombro. En un auto reflejo, abrió sus ojos y alzó su puño directo hacia su lado. Se asustó cuando una mano más fuerte que él tomó su puño, tragó saliva y espero lo peor. Sin embargo, solo se topó con una caricia suave y luego su puño siendo bajado de forma lenta.

"Henry"

Seguía mareado y su visita borrosa no le permitía enfocar bien quien le hablaba.

"Henry, todo está bien, tranquilo"

Él negó con su cabeza y se echó para atrás, alejándose con miedo de la persona. Lágrimas volvieron a salir mientras su espalda golpeó con la dura pared.

—Lo siento —sollozó con fuerza mientras se deslizaba por la pared, cayendo al suelo, se abrazó a sus piernas y siguió llorando. Sintió que alguien lo abrazaba y se dejó acurrucar en esos brazos —lo siento, no puedo hacerlo, no soy fuerte.

—Ssh, no digas eso. —Ray lo apretó un poco más en sus brazos —todo saldrá bien.

Ray lo sostuvo en sus brazos por unos segundos más, antes de apartarlo. Tomó su rostro y lo alzó para que lo viera. Con sus pulgares, limpió sus lágrimas bajo sus mejillas color carmesí.

—Todo está bien, amor. Él no puede hacerte daño, lo prometo —acarició sus mejillas, sin despegar la vista de esos ojos vidriosos, llenos de lágrimas y angustia. Henry seguía llorando en voz baja y Ray supo que no estaba en condiciones de hablar.

Lo abrazo de nuevo y dejó un beso en su frente, después lo ayudó a levantarse y lo saco del baño. Sintió pena por la persona que entrara y viera el vómito en el lavabo, pero no tenía tiempo para importarle eso.

Condujo a Henry lo más apartado que pudo de todos, llevándolo a unos banquillos. Lo sentó con cuidado y luego se sentó a su lado. Henry ya estaba más lúcido, sin embargo, mantenía la cabeza gacha e hipaba de forma lenta después de parar su llanto. Ray se mantenía en silencio, dejando caricias en su espalda.

—Yo... entré en pánico con solo verlo... ¿Cómo sé que lo haré bien en el estrado? —giró su mirada hacia Ray —¿cómo sé que no voy a arruinarlo, que no me romperé frente a todos? Si lo hago, él ganará.

Ray negó con su cabeza y llevó una mano hacia la mejilla de Henry.

—Sé que lo harás bien, confío en ti. Eres fuerte, Henry Hart.

El rubio sonrió ante las palabras de Ray, ojalá se sintiera fuerte como Ray decía. Desanimado, dejó caer su cabeza en el hombro de Ray. El castaño lo abrazó y así se quedaron por unos segundos.

—Oye —dijo Ray tiempo después, apartándolo solo un poco —probablemente quieras animarte un poco. —sin esperar respuesta por parte de Henry, saco de los bolsillos de su cinturón una bolsita de gomas y una botella de agua; últimamente Henry estaba bebiendo más agua de lo normal y Ray, como el novio con complejo de cuidador que era, siempre llevaba una botella de agua consigo.

Henry, temblando un poco, aceptó la botella de agua y bebió un poco, sintiendo el sabor receso de los rastros de vómitos al tragar. Hizo una mueca por eso. Después aceptó las gomitas que Ray le tendía, no tenía muchas ganas de comer, pero quería borrar el amargo sabor de su garganta. Le dio una pequeña mordida a la gomita y masticó de forma lenta.

—¿Sabes? Estas gomitas son especiales —comentó el castaño, Henry lo miró y supo lo que estaba haciendo, intentaba animarlo, así que lo dejo.

—¿Por qué son espaciales?

Ray levantó la bolsita y se lo mostró.

—Son gomitas con mi cara —exclamó con alegría, sonriendo en grande.

Henry dejó escapar una risita, uniendo sus cejas en confusión al mismo tiempo, luego miró la gomita que sostenía en su mano y la detalló mucho más, ladeó la cabeza y se dio cuenta de que la gomita tenía la cara de capitán man con su antifaz y su característico peinado; él ya la había mordido, así que ahora solo había un medio rostro del capitán man. No pudo evitar reírse.

—No sabía que vendían gomitas con el rostro de capitán man.

—Sí, es una edición especial. Las venden en todo Swellview —comentó con orgullo el castaño sin dejar de sonreír.

—Entonces... ¿En algún lugar de Swellview hay una persona comiéndose tu cara? —Henry alzó una ceja de forma incrédula.

—Así es.

Henry dejó escapar una carcajada mientras negaba con su cabeza. Ray sonrió, aliviado de haber logrado relajar al rubio. Acarició su mejilla, quitando un par de lágrimas secas, Henry simplemente le sonrió.

Estuvieron así por unos segundos hasta que el abogado los llamó. "Es hora" les dijo antes de irse. Henry dejó escapar un suspiro y miró a Ray, este lo tomó del rostro, con firmeza pero con suavidad.

—Tú puedes Henry Hart, confío en ti. Eres la persona más fuerte que he conocido y te amo.

Henry sonrió de forma leve, no dijo nada. Ray le regaló un dulce beso en su frente antes de abrazarlo. Luego se levantaron, Henry miró las puertas de madera por donde entraría y dejó escapar otro suspiro. Llegó el momento, se dijo antes de comenzar a caminar hacia su destinó; el principio y final de todo.

Chapter 38

Notes:

El siguiente capituló contiene mucha ficción, la autora no sabe de derecho y no sabe lo que sucede en un juicio con exactitud; todo lo usado acá es con base en lo visto en televisión. Trate de hacerlo lo más sutil y real posible, sin embargo, me disculpo de antemano si cometí algún error.

Chapter Text


El juicio comenzó tranquilo, todos se sentaron en sus respectivos lugares y esperaron a que la jueza salieran; Henry miraba a todas las personas que había; el jurado estaba sentado en unos banquillos altos, Henry los detalló a todos, suspirando en voz baja para relajarse. Ray estaba a su lado, sosteniendo su mano.

Luego Ganzel entró siendo escoltado por un oficial de policía y su abogado, Henry tragó saliva al verlo; aún mantenía su actitud altanera, seguía vistiendo elegante, seguía siendo el dueño del lugar. No parecía tener miedo y Henry intentó aparentar lo mismo, sin embargo, los nervios comenzaban a volver a su cuerpo. Sintió a Ray rodearlo por su hombro, atrayéndolo de forma protectora a su cuerpo de forma discreta; Henry se lo agradeció en voz baja y trató de relajarse ante ese toque.

Después, cuando la jueza entró, también comenzó las horas más tortuosas para Henry Hart, más de las que alguna vez había vivido. Se levantó cuando fue llamado, lentamente caminó al estrado, podía sentir las miradas de todos, en especial la de Ganzel; sabía que el hombre estaba recorriéndolo con la mirada, violándolo una vez más con esos ojos oscuros, llenos de maldad.

Henry se paró en el estrado, colocó la mano en la Biblia y recitó las palabras "juro decir la verdad y nada más que la verdad" juro ante Dios y ante todos que solo la verdad sería dicha. Luego se sentó, frente a un montón de personas que no conocía, pero que estaban a punto de conocer su historia. Henry dejó escapar un suspiro temeroso y miró a Ray, este le regalaba una pequeña sonrisa, "todo va a estar bien" le dijo en ese gesto, Henry hizo una mueca, quería creerle. El abogado Martínez se levantó de su escritorio y caminó hacia el rubio.

—Henry, ¿cómo te sientes?

—Bien, gracias.

—¿Quiere un poco de agua…?

—¡Objeción, Señoría! —exclamó el abogado de Ganzel, levantándose de su lugar —el testigo no tiene 5 años, pido que se le trate como es debido.

—Es una víctima que ha pasado por mucho toda su vida, creo que se merece un poco de respeto — replicó Martínez, mirando al abogado contrario antes de mirar a la jueza. La mujer asintió, Martínez miró de vuelta a Henry y esperó su respuesta; Henry simplemente negó, comenzando a incomodarse.

El abogado se alejó un poco y luego empezó; Henry dijo su testimonio, respondió todas las preguntas del abogado Martínez justo como habían practicado semanas atrás; contó su historia desde el inicio, contó quiera era y quien fue en el pasado. Mientras hablaba evitaba mirar a Ganzel, quien, cómodamente, reclinando en su asiento, escuchaba su relato. Henry sabía que lo estaba disfrutando, sabía que el magnate amaba escuchar las atrocidades que le hizo —para Ganzel eso era un deleite— Pero Henry no le iba a dar esa satisfacción, no le iba a demostrar lo aterrado que estaba; entonces lo ignoró y se concentró en al abogado y en Ray. También ignoró al jurado, no quería ver sus rostros, rostros que los juzgaban.

Todo resultó bien los primeros minutos, a pesar de los nervios, Henry respondió las preguntas sin ningún matiz de miedo. Respiró de alivio cuando las preguntas cesaron, sin embargo, eso duro poco, pues, una siguiente ronda de preguntas comenzó, esta vez por el abogado de Ganzel. Henry sintió miedo al verlo levantarse y caminar hacia él, sintió sus manos sudar, comenzó a temblar. Tragó saliva y en silencio, esperó.

—Señor Hart, ¿es cierto que se prostituía para ganar dinero?

La primera pregunta le cayó como balde de agua fría, Henry ya sabía que esta vendría, sin embargo, la sorpresa fue genuina. Volvió a tragar saliva y miró al hombre de tez blanca y cabellera llena de canas; no quiero responder, pero tenía que hacerlo.

—Sí…

—¿Tenía sexo con diferentes hombres y ellos le daban dinero a cambio?

—Sí, pero-

El abogado lo interrumpió de forma abrupta y continuó con sus preguntas mientras se paseaba con altanería por el lugar, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.

—¿Cuánto dinero ganaba en una semana, señor Hart?.

Henry tragó saliva y jugó con sus dedos de forma nerviosa mientras respondía.

—100 dólares, hasta más… dependiendo.

—¿Dependiendo de qué? —el abogado se plantó frente a él y serio espero su respuesta.

Henry bajó su mirada y en voz baja dijo;

—Dependiendo de lo que hiciera…

—¿Qué hacía, señor Hart?

Henry apretó sus manos, haciéndolas puños, casi pudo ver los nudillos blanquearse al mismo tiempo que su corazón retumbaba en su interior. Escuchó un llamado de la jueza y tuvo que responder.

—A veces hacía sexo oral, a veces solo eran toqueteos… dependiendo de lo que ellos quisieran…

—Y ganabas 100 dólares… Vaya, debes ser muy bueno en lo que haces.

Un fuerte “objeción” se dejó escuchar por el abogado Martínez.

—Lo retiro —se disculpó el hombre, después hubo un largo silencio —entonces, Henry… ¿Tú accedías a tener sexo con hombres extraños, entrabas a sus autos y dejabas que hicieran contigo lo que quisieran?, ¿es correcto?

Henry, aún con la mirada hacia abajo, asintió. Se negaba a ver a Ray.

—Señoría, podría decirle al testigo que debe responder si o no en voz alta. Él no es un bebé, no voy a tratarlo de forma especial. —soltó con brusquedad el abogado, Henry podía sentir su mirada intimidante sobre él.

Henry escuchó un "debes responder" de forma amable de la mujer a su lado y con furia alzó su mirada directamente hacia el abogado.

—Sí, lo hice… pero tenía 15 años, vivía en las calles, necesitaba el dinero.

—Buena forma de ganar dinero, usando tu cuerpo.

Otra objeción se dejó escuchar, Henry apretó sus manos, tragó saliva con fuerza; de reojo miró a Ganzel, este sonreía de par en par de forma maliciosa.

—Retomando… Accediste a entrar en esos autos y tener sexo con esos hombres sin confiar en ellos. ¿No hiciste lo mismo con mi cliente?

—Sí, pero…

—¿Accediste a irte con mi cliente a su casa sin pensar en las consecuencias?

—Él me engaño…

—¿Sí o no, señor Hart? —exigió una respuesta el abogado mirando con suma intensidad y seriedad. Hubo un minuto de silencio donde Henry dudo, miró a Ray y se sintió decepcionado y asqueado de sí mismo, de lo que iba a decir a continuación.

—Sí, pero-

—No lo conocías y aun así aceptaste ir a casa de un completo desconocido. —el abogado alzó una ceja de forma incrédula y miró hacia el jurado.

—Él se aprovechó de mí y de mi vulnerabilidad, me persuadió para ir con él —Henry expresó con rapidez y enojo antes de que lo interrumpieran —él no me pidió sexo a cambo y yo, me dio comida y yo… confíe en él. —Miró a Ganzel y mantuvo su mirada en él —era solo un niño asustado, harto de usar mi cuerpo para ganar dinero. Yo no quería hacer esas cosas —apartó su mirada de Ganzel y miró al jurado —y pensé que ese señor iba a ayudarme, es lo que dijo que haría. Me prometió que me sacaría de las calles y me ayudaría a tener una mejor calidad de vida; no lo hizo. Cuando me tuvo en su casa, me violó.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de que eso fue una violación? —preguntó el abogado, ignorando todo lo que Henry había dicho.

—¡Porque no lo quería! —exclamó Henry con sus ojos, comenzando a humedecerse de la impotencia.

—Pero acabas de decir que tampoco querías hacerlo con esos hombres, ¿por qué con mi cliente es diferente?.

—Le dije que no un montón de veces, llore, me dolía... le supliqué que parara-

—¿Los otros hombres eran gentiles y por eso no fue violación o fue porque ellos si te pagaban y mi cliente no?.

—No... no fue así... Él me usó...

—Y los otros hombres, ¿no lo hacían de igual forma? Te usaban para su disfrute personal, ¿o me equivoco?.

Henry comenzó a negar, apartando su mirada. Empezó a sentirse confundido, su mente daba vueltas, su vista se nubló producto de las lágrimas.

—N-no, no, él... me llevo a su casa... y...

—Te llevo a su casa, te dio comida y un techo para vivir. —el abogado lo interrumpió de forma brusca —No entiendo qué estamos haciendo aquí, mi cliente simplemente ayudó a un pobre chico de la calle y así es como este le paga.

—No, él me llevo a su casa y me violó, no solo una, sino muchas veces.

—Mi cliente no te pagó y por eso gritaste violación.

—¡No! —se levantó de su asiento —él me violó, hizo que confiara en él y luego me violó, después dejó que otros hombres lo hicieran, por tres años me violaron sin parar —respiró con dificultad mientras escuchaba las quejas que el abogado de Ganzel hacía a la jueza, Henry podía escuchar cómo le pedían que se detuviera, que se calmase, pero él ya no podía, está harto de guardar silencio. —Ese hombre que ven ahí, me violó —señaló a Ganzel con la punta de su dedo —hace un par de meses atrás me secuestró y me volvió a violar, él junto con su hermano, luego me disparó, estuve a punto de morir —su voz se entrecortaba a cada palabra, podía sentir sus lágrimas cayendo por sus mejillas —Y no solo lo hizo conmigo, lastimó a muchos más… ese hombre no es quien dice que es, no es bueno, es un monstruo.

—Bueno, creo que ya fue suficiente, señoría.

—Joven Hart, por favor siéntese ahora o tendré que arrestarlo —pidió la jueza de forma amable, pero no tan blanda, Henry sabía que no iba a tolerar otro arrebató. Pero Henry ya no estaba en sus cinco sentidos, las lágrimas caían sin parar, su cabeza le dolía; solo quería ser escuchado por una vez en su vida.

—Yo confié en ti —miró a Ganzel, quien nunca eliminó su sonrisa y a cada que podía se reía de él —pensé que no ibas a lastimarme, yo... yo te quería. ¡Yo te quería! ¿¡Por qué me hiciste esto!? ¿¡Por qué!?

Henry seguía pidiendo explicaciones al hombre que se reía en voz baja, mirándolo con suma satisfacción. Mientras tanto, la sala se llenaba de objeciones y murmullos junto con los reclamos de la jueza y los leves golpes con su mazo para intentar acallar la situación. Capitán Man pronto se levantó de su asiento, mirando a Henry con suma preocupación, solo le basto una mirada del abogado Martínez para acercarse a pasos rápidos hacia Henry y con gentileza tomarlo por los hombros. Ray se subió al estrado y con algo de dificultad sacó al rubio en llanto. Henry iba armando un escándalo, muy desgarrador para todos los presentes.

Henry seguía llorando exclamando leves "lo arruiné" y "lo siento" cuando salieron de la sala, sollozaba en silencio mientras dejaba que Ray lo moviera por el pasillo, apartándolo de todos; seguía soltando lágrimas cuando Ray lo sentó en un banquillo, cuando lo acurrucó en sus brazos y en voz baja le decía que todo iba a estar bien. Henry podía sentir la preocupación en Ray, los latidos de su corazón sobre su oído. Henry pensó que se enojaría, que lo regañaría por su arrebató, pero no lo hizo; Ray seguía consolándolo, dejando besos llenos de amor en su cabello. No lo estaba juzgando.

—Lo arruiné —murmuró tiempo después, ya no lloraba, se había calmado un poco. —lo eché todo a perder, es mi culpa, lo siento.

—No, amor, no lo hiciste.

Henry negó y se apartó de los brazos de Ray.

—No, el abogado de Ganzel tiene razón. Soy una prostituta, esos hombres me dieron mucho dinero por mi cuerpo y yo nunca me queje, ¿cuál es la diferencia con Ganzel? ¿Qué dije que no? ¿Qué nunca recibí paga? Que dijera si algunas veces y no en otras no hace la diferencia. Es lo mismo...

—Henry, por supuesto que no lo es.

—¡Si lo es! —se levantó de forma abrupta —Ganzel solo hizo lo mismo que esos hombres hacían conmigo y yo... ¿Cómo va a creerme el jurado luego de esto?.

Ray se levantó cuando noto que Henry comenzaba a alterarse, hizo el intento de tocarlo, pero Henry se apartó.

—No... déjame solo... —Henry dio varios pasos hacia atrás antes de darse la vuelta por completo y retirarse del lugar, Ray lo vio irse, reteniéndose para no ir detrás de él.

Lo dejó por un rato a solas mientras él se acercaba para hablar con el abogado sobre el pequeño percance de Henry; el juicio se había tomado un pequeño receso y tenía oportunidad para dialogar un poco. Después de unos minutos, Ray volvió en busca de Henry, lo encontró en un pasillo alejado de todos, sin embargo, no estaba solo; Dimitra se encontraba con él, hablaban en voz baja.

“Lamento mucho no haberte salvado cuando pude, ahora estás pasando por todo esto y es mi culpa”

“No, tú si me salvaste. No estaría aquí de no ser por ti, probablemente estarán muero ahora; tú me salvaste muchas veces, Dimitra.”

Eso fue lo que escuchó Ray antes de acercarse lo suficiente como para obtener la atención de los dos jóvenes; Dimitra lo miró con algo de desconfianza, pero cuando Henry le dijo que todo está bien, se retiró. Ray se sentó a su lado y le regaló una pequeña sonrisa.

—¿Todo está bien? —Henry preguntó en voz baja.

Ray asintió antes de responder;

—Sí, el juicio entró en receso ahora y continuará mañana.

—¿Es por lo que hice? ¿Lo arruiné?.

—No, no, amor —Ray lo atrajo hacia él, abrazándolo —el jurado necesita descansar y tu igual, es mejor retomar todo mañana ya más calmados. No es por nada de lo que hiciste, créeme, nadie está molesto contigo por eso.

—¿Ni siquiera el abogado Martínez?

—Ni siquiera él —Ray le regaló una sonrisa reconfortante —Ahora vamos, vamos a casa.


El juicio continuó al siguiente día y esta vez, le tocó el turno a Ganzel de testificar; Henry no supo si eso fue bueno o malo, estuvo temblando de los nervios, lleno de miedo cuando escuchó a Ganzel hablar de nuevo; por supuesto que el magnate aprovechó la ocasión para ganarse al jurado, hablando con su voz suave y encantadora que Henry sabía que usaba para atrapar a las personas, esa fue la misma voz que usó con él, Henry se estremeció un poco al escucharla después de mucho tiempo.

Estuvo preocupado pensando que el jurado se creería sus palabrerías y su relato lleno de mentiras, por suerte confiaba en el abogado Martínez, sabía que él lograría desenmascarar y mostrarle al público al verdadero Ganzel Richie.

Pronto volvió a subir al estrado, tenía que terminar con el testimonio que el mismo había interrumpido. El abogado de Ganzel comenzó primero, pero Henry esta vez no se dejó llevar por su actitud arrogante y sus ganas de humillarlo; fue valiente y respondió sus preguntas con toda la madurez posible. Luego fue el turno del abogado Martínez, Henry ya estaba agotado y quería irse, su abogado lo entendió y le pasó un vaso de agua en un intento de hacerlo sentir más cómodo.

—Gracias —murmuró Henry, aceptando el vaso y bebiendo un poco.

—Entonces, Henry, ¿es verdad que entraste a terapia luego de todo lo que pasó?.

—Sí, comencé a ir porque me di cuenta de que estaba lastimando a las personas a mi alrededor, estaba lastimando a la persona que amo, no era justo —discretamente miró a Ray, hizo una mueca triste; Ray, por su parte, lo miraba tranquilo, intentando transmitirle esa misma tranquilidad. —No podía comer, no podía dormir, tenía pesadillas sobre mi violación…

—¿Te mandaron a tomar medicamentos?.

Henry miró al abogado y respondió;

—Sí, estoy tomando antidepresivos desde hace unas semanas.

—¿Por qué has estado tomando antidepresivos?. —Martínez se paseaban por el lugar, caminando de forma lenta, haciendo el interrogatorio menos pesado.

—Me diagnosticaron con estrés postraumático.

—¿Por qué?

Henry tragó saliva antes de responder.

—Porque por años Ganzel Richie me violó y me torturó, él y sus amigos, y su hermano, todos. —dijo, mantenido su mirada fija y llena de odio sobre el magnate.

Hubo un silencio de unos segundos antes de que el abogado terminara con sus preguntas y Henry finalmente pudo bajarse del estrado y volver con Ray. Después inicio un pequeño receso para almorzar, Henry pudo respirar un poco, sin embargo, seguía algo nervioso.

Bose y Dimitra estuvieron acompañando a cada momento, Henry no sabía cómo agradecerles por todo el apoyo, sentía que no lo merecía, pero aun así, ellos seguían a su lado; incluso los padres de Bose lo acompañaban, la madre de este le había traído un poco de pastel. Henry no entendía por qué hacían eso por él, lo entendía de Dimitra, pues ambos pasaron por muchas cosas juntos; pero de los padres de Bose e incluso del niño, era difícil de comprender. Henry pensó que estarían molestos con él, pero no, aquí estaban, apoyándolo.

Comía un pedacito de pastel de chocolate de forma lenta, no tenía mucha hambre, pero Ray había insistido en que debía comer algo; últimamente los nervios le quitaban el apetito, pero por Ray lo intentó y comió un poco.

Pronto fueron llamados de vuelta y así por los siguientes días. Por varias semanas, todo fue ir y venir, Henry vistiendo prendas elegantes, lleno de nervios y ansiedad, yendo con Ray a sentarse en el mismo lugar, viendo a Ganzel todos los días, derrochando maldad y arrogancia como si no le importara que estuviera a punto de ir a la cárcel; Henry evitaba su sonrisa llena de sorna y sus ojos oscuros monstruosos cada vez que lo miraban.

Así transcurrían los días y las semanas, Henry término de dar su testimonio, de contar su historia una y otra vez; luego pasaron los siguientes testigos; los detectives, el oficial Blake, incluso su psiquiatra paso a testificar. Pero lo que más le sorprendió a Henry fue ver a Ray subiendo al estrado; no pensó que Ray haría tal costa, pero ahí estaba el castaño, contando todo desde el primer momento en que lo vio hasta el día de hoy. Henry estaba nervioso por eso, no quería que eso fuera un problema, se puso más ansioso cuando el abogado de Ganzel comenzó a preguntar sobre su relación íntima. Henry sabía que usaría esa carta; dejó escapar un suspiro y tragó saliva, sus dedos estaban apretados contra la tela de su pantalón, casi haciéndose daño ante la presión; sentía que iba a vomitar ante cada pregunta dicha por el abogado. Sintió una mano sobre la suya y miró a su lado, Dimitra le regalaba una mirada tranquila, intento transmitirle algo de calma. Henry tragó saliva de nuevo y trató de contagiarse de la tranquilidad que su amiga quería darle, pero no podía.

Ray fue profesional todo el tiempo y respondió las preguntas con seriedad, Henry tenía miedo de que el castaño se alterará cuando el abogado de Ganzel lo persuadía, pero Ray sabía lo que hacía y en ningún momento se dejó convencer; lo hizo tan bien que Henry olvido su preocupación sobre si el testimonio de Ray sería perjudicial para el caso.

—No me dijiste que ibas a testificar.

—Fue algo de último momento, el abogado Martínez me lo pidió, dijo que sería bueno para el caso y no podía decir que no —Ray sonrió levemente antes de llevar una mano hacia la mejilla de Henry en un intento de calmar sus preocupaciones. Henry dejó escapar un suspiro y asintió.

—¿Crees que todo vaya a salir bien?

—Lo creo —murmuró el castaño sin dejar de sonreírle de forma suave. Henry le devolvió la sonrisa de forma leve —Ahora solo debemos esperar la decisión del jurado, pero estoy seguro de que ganaremos esto.

Las palabras de Ray le dieron algo de esperanza, se aferró a ellas por los siguientes tres días. Esos tres días fueron abrumantes para Henry, el jurado seguía deliberando, seguían discutiendo todo el caso para llegar a un veredicto; Henry estaba desesperándose.

—¿Por qué crees que estén tratándose tanto? — preguntó Henry una noche mientras bebía un poco de té; estaba sentado con las piernas cruzadas mirando el reporte de las noticias; Ray había insistido en que no vieran las noticias, pero Henry quería estar al tanto de lo que sucedía, le desesperaba no tener información, esperar por noticias del abogado solo lo perturbada más.

—Quizás necesitan más tiempo para llegar a una decisión —respondió Ray a su lado, Henry lo miró, sus ojos expresaban inquietud —tranquilo, todo estará bien. —llevó su mano a su mejilla y dejó una leve caricia.  Henry hizo una mueca antes de darle un sorbo a su té. —Oye, ¿qué te parece si preparó algo rico para la cena y vemos una película?

—Mmm no lo sé, no tengo mucha hambre —murmuró Henry jugando con la taza —quisiera terminarme el té y luego irme a dormir.

Ray le regaló una mirada compasiva y asintió; sabía que Henry estaba nervioso y ansioso, comer era en lo último en que pensaba, así que Ray no iba a presionarlo, no iba a obligarlo a comer si no quería, ya tenía suficiente con todo el juicio como para que él lo molestase más solo porque estaba preocupado. Así que lo dejó tranquilo y lo acurrucó en sus brazos esa noche y todas las noches después de esa.

No fue hasta el viernes por la tarde cuando Ray recibió una llamada del abogado; estaba arropando a Henry luego de que este se quedará dormido, cuando su teléfono comenzó a sonar; dejó un beso rápido en la frente de su rubio novio antes de contestar la llamada.

—¿Sí? —respondió en voz baja mientras cerraba la puerta de forma suave.

—Capitán Man, ¿cómo está todo?, ¿cómo está, Henry?

—Bien, acabo de dejarlo dormido, ha tenido unos días estresantes.

—Lo sé y me temo que tendrá que despertarlo, el jurado ya decidió y nos están esperando.

Ray sintió que se le detenía el corazón al escuchar esas palabras, el tiempo también se detuvo. Apretó el pomo de la puerta con fuerza, tragando saliva después. Le dolió despertar a Henry, el rubio se veía cómodo y relajado, descansado, pero esto era algo que no podía postergar, Henry había pasado por mucho, era el momento de conocer el final de todo este trauma.

Por supuesto que Henry estuvo nervioso desde que despertó y Ray le informó que tenían que irse, por los pasillos del tribunal caminaba de un lado a otro, esperando por el abogado Martínez; miraba a las personas a su alrededor y movía sus dedos de forma ansiosa, esta vez no se molestó en vestirse elegante, iba con sus típicas camisas a cuadros y pantalones levemente ajustados.

—Oye, —Ray se acercó a su lado y con suavidad lo tomó de las manos —estás temblando amor, vamos a sentarnos.

—No quiero… —murmuró Henry, sin dejar de mover sus pies de forma inquieta.

—Está bien, ¿quieres comer algo?, ¿tomar algo de agua?.

Henry negó, sin dejar de mover sus pies. Ray simplemente asintió y frotó sus hombros en un intento de calmarlo.

Pronto llegaron Dimitra y Bose, junto con el abogado Martínez. De nuevo entraron a la sala e hicieron el mismo procedimiento de estas últimas semanas. Henry estaba temblando de los nervios e incluso sentado movía su pie con frenesí; Ray sostenía su mano de forma suave, apretándola un poco para hacerle saber que está a su lado, que todo estaría bien. Luego el jurado llegó, la jueza también, Ganzel salió de nuevo, sonriéndole a Henry con sorna. Fueron minutos de incertidumbre para Henry, respiraba con pesadez y tragaba saliva, sus labios estaban resecos y de forma nerviosa los mordía hasta arrancarse el cuero.

Cuando declararon a Ganzel culpable de todos los cargos, Henry sintió que la vida le volvía a respirar, por primera sintió que respiraba sin miedo. Era libre, finalmente, después de años, era libre. Salto un poco, cuando escucho el mazo de la jueza resonar por toda la habitación. No podía creer lo que pasaba, vio a como se llevaban a Ganzel ahora esposado, directo a prisión.

—Henry…

El rubio miró a Ray y cayó en cuenta de lo que estaba pasando; le creyeron, creyeron su historia. Sonrió levemente y abrazó a Ray, sintió que iba a llorar mientras se apretaba con fuerza en los brazos del castaño; una bruma de alivio, de libertad, lo recorrió por su cuerpo.

Por sobre el hombro de Ray miró a Ganzel, este nunca apartó su mirada, aún lo miraba con soberbia, con autoridad y le sonreía como el gato de Alicia en el país de las maravillas. Sin embargo, Henry ya no le tenía miedo, era libre. Le frunció el ceño, de forma ruda lo miró desaparecer detrás de las puertas para siempre.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó el abogado luego de que todo terminará.

Henry metió las manos en los bolsillos de su pantalón y negó con su cabeza; no sabía qué decir.

—No lo sé… es… es muy abrumador, aún estoy procesando todo —dijo y sonrió, no había parado de sonreír desde que escucho ese “culpable” Se sentía eufórico, quería llorar y gritar de felicidad.

El abogado le regaló unas palmaditas en su hombro antes de caminar con él hacia dónde Capitán Man se encontraba, Henry rápido lo abrazó, luego abrazó a Bose, a Dimitra y a los padres de Bose, agradeciéndoles al mismo tiempo por acompañarlo estas semanas.

—¿Qué harás ahora? —Henry le preguntó a Dimitra con quien iba abrazado del brazo mientras salían del antiguo edificio; por primera vez, Henry salía de ese lugar como un hombre libre. Agradeció internamente que no hubiera reporteros husmeando cerca.

—No lo sé…el abogado cumplió y me dio la paga, probablemente vuelva a Chicago, quiero empezar de cero, quizás vuelva a casa con mi madre… —se alzó de hombros. Henry sonrió levemente al escuchar eso.

—Me alegra saber que no estás pensando en volver a las calles.

—Sí, bueno esto me abrió mucho los ojos, tú lo hiciste —miró a Henry y le regaló una sonrisa al mismo tiempo en que detenían su caminar —me diste una segunda oportunidad para empezar. Soy joven, no quiero que esto sea toda mi vida. No sé cómo reaccionará mi madre cuando me vea de nuevo, pero quiero estar en casa, extraño Chicago...

—Sabes que siempre me tendrás a mí aquí por si las cosas no salen bien… claro, si aún quieres seguir teniendo contacto conmigo.

—¡Por supuesto que sí! —exclamó Dimitra incrédula e indignada de que Henry hiciera ese comentario —¿por qué piensas eso?

—Bueno, quieres empezar de cero y yo soy una parte de tu vida que seguro no querrás llevar en el futuro —se encogió de hombros de forma tímida.

—Henry, tú eres lo mejor que me pasó en la vida, jamás te alejaría, eres como el hermano menor que siempre quise, mi mejor amigo. Así que no te apartaré de mi lado, si vengo a Swellview de nuevo serás a la primera persona que visite.

Henry sonrió en grande y la abrazó de nuevo. Después la tomó del brazo una vez más antes de retomar su camino.

—¿Tú qué harás? —esta vez fue el turno de Dimitra de preguntar. Henry dejó escapar un suspiro.

—No lo sé… tengo que pensar.

—Bueno, siempre tienes a tu hombre para que te ayude a pensar —murmuró Dimitra deteniéndose para detallar al capitán man quien esperaba a Henry mientras hablaba con el abogado una última vez —tiene un trasero enorme.

—¡Dimitra! —Henry la miró con asombro y regaño.

—Nalguealo una vez por mí, ¿quieres?.

Henry abrió ligeramente la boca y siguió con la mirada a su amiga mientras esta retomaba el camino. Henry negó con su cabeza levemente y soltando una risita caminó hacia donde estaba Ray, al llegar a él lo abrazó de nuevo y le sonrió genuinamente, como nunca antes le había sonreído; finalmente todo había terminado.

1 mes después…

Ray sabe la razón por la cual están aquí, están aquí porque aún tenía cosas que decir, quizás porque a pesar de ser un superhéroe, seguía siendo un ser humano y a veces guardaba rencor; estaba aquí porque se había involucrado tanto que todo lo que tenía que ver con Henry era personal para él, todo lo que le sucediera a Henry, le sucedía a él también. Estaba aquí porque a pesar de que un jurado exclamó “culpable” él aún quería ver a Ganzel sufrir. Pero no, no estaba aquí para causar daño, se repetirá que esto era para algo bueno —según Henry— Al final, estaba aquí solo por él.

Apretó los puños de sus manos cubiertas por los guantes de su uniforme mientras las puertas de la celda se abrían frente a él; dentro se encontraba Ganzel, sentado en una mesa de metal, esposado y vestido con un horrendo uniforme color naranja. Ray sonrió con sorna al verlo, después le dio un asentimiento al oficial de policía y entró al pequeño lugar de cuatro paredes.

—Vaya… pero si es mi buen amigo, capitán man.

Ganzel sonrió como si fueran amigos de toda la vida mientras se reclinaba en su asiento de forma cómoda —Todo lo que las esposas le permitían— Capitán man, sin apartar su vista, arrastró la silla y se sentó; frente a frente quedaron ambos hombres.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó Ganzel, sin dejar de sonreír.

Ray, por su parte, se mantenía serio, detallaba al hombre, miraba sus manos esposadas y en su interior celebraba.

—Solo quería saber cómo te va en prisión.

Ganzel hizo una expresión de ternura llena de hipocresía.

—Te preocupas por mí, que considerado de su parte.

Capitán man dejó escapar una risa seca y negó con su cabeza.

—Nah, la verdad es que solo quería saber si ya te habían golpeado hasta la muerte, escuché por ahí que en la prisión odian a los pedófilos —se inclinó hacia adelante, colocando sus brazos sobre la mesa. La sonrisa de Ganzel se eliminó por completo, sin embargo, se recompuso al segundo. Se acomodó de nuevo en su silla, pareciendo desinteresado.

—¿Cómo está Henry? —fue su siguiente jugada, sonriendo levemente ante la tensión clara que se vio en los hombros del superhéroe —lo extraño algunas veces, él era… era especial hasta que creció y se volvió en una molestia escoria.

Ray se rio en voz baja y se alejó de la mesa: se recargó en la silla, casi estando en la misma posición que Ganzel, solo que él podía poner sus manos donde quisiera.

—Él está bien, mucho mejor sin ti.

Ganzel hizo una mueca, ladeando su cabeza a un lado.

—Henry es un chico especial, tiene toda esa actitud que logra que muchos caían. Yo caí y no te culpó por llevártelo a tu casa, sé lo que se siente tener a ese muñequito solo para ti… —volvió a sonreír, esta vez mostrando todo sus dientes. —¿Ya lo has probado en la cama? Henry hace cosas muy buenas, sabe moverse muy bien… yo le enseñé todo lo que sabe —paso su lengua por sus labios antes de sonreír de nuevo.

Ray ni se inmutó ante sus palabras, sin embargo, apretó sus puños, conteniéndose de no plantarlos contra la asquerosa cara del magnate. En cambio, de forma relajada, dijo;

—A diferencia de ti, yo si trato a Henry con el respecto y amor que se merece.

Ganzel dejó escapar una carcajada, silenciando las palabras del héroe.

—Por favor, Capitán, no mientras conmigo. ¿Piensas que me creo ese cuento de que fuiste un buen samaritano con Henry sin querer nada a cambio? —expresó con burla, luego cambio su expresión a una llena de incredulidad al ver la seriedad en el rostro contrario —Vaya, ¿hablas en serio? Sí que tienes autocontrol. Yo no podría, a pesar de que ya no es el niño de antes, aún tiene un cuerpo irresistible…

Hubo un minuto de silencio en donde ambos hombres se miraban de forma fija, Ganzel movía sus manos levemente sobre las esposas, Capitán man sabía que le molestaba tenerlas alrededor de sus muñecas, eso fue satisfactorio de ver; sonrió levemente.

—¿Sabes? —habló Ganzel de nuevo, moviendo un poco su cuerpo más cerca de la fría mesa de metal —tú y yo no somos tan diferentes, ambos nos dejamos persuadir por Henry, ambos caímos en sus garras; la verdad estoy sorprendido de que no te haya hecho lo mismo que a mí, ten cuidado Capitán; un paso en falso y tendrás a ese maldito gritando que lo violaste. Lo podíamos haber tenido todo, tú y yo; te podría haber dado a mis mejores chicos, te hubieras unido a mi imperio, seríamos los dueños de esta ciudad, del mundo entero; seríamos los Dioses que este mundo necesita.

Un destello se dejó ver en los ojos de Ganzel, sus pupilas yacían dilatadas, chispeando, Ray podía ver locura en ellos; en su voz, la sed de avaricia, deseo se podía sentir. Ray, por su parte, con toda la serenidad del mundo, se inclinó hacia la mesa y sin despegar sus azules ojos de los oscuros de Ganzel, dijo;

—Yo no soy un corrupto, no soy como tú, jamás lo seré.

Ganzel ni se inmutó ante eso, hizo una expresión de soberbia en su rostro y se alejó un poco; estaba listo para dejar caer su siguiente jugada.

—¿Sabes por qué nunca revele tu nombre o todo lo que se sobre ti, Ray Manchester? —expresó lentamente, sonriendo un poco cuando vio el semblante caído y tenso del héroe; sabía que había guardias cerca, a él no le importaba, pero al capitán si —no me importaba tanto porque estaba segado por hacer sufrir a Henry, que no pensaba en que todo este tiempo tuve en la palma de mi mano, la mejor forma de hacerlo sufrir; si te daño a ti, lo daño a él. Ya estoy aquí encerrado, por supuesto, pero aún no me has derrotado por completo, capitán. Aún controlo esta ciudad, si quiero destruirte, lo haré.

Ray no dejó que eso lo afectará, mantuvo su semblante serio; dejó escapar un suspiro y se levantó.

—Has lo que quieras, no me importa —puso las manos en la mesa y se inclinó hacia el rostro de Ganzel —pero si intentas lastimar a Henry con eso… conozco a muchos criminales en este lugar que me deben favores, está uno en particular, que hará lo que sea que le pida… no querrás conocerlo. Será mejor que te cuides las espaldas, en este lugar mando yo y si quiero que te torturen hasta que mueras, lo harán.

No espero a que Ganzel replicarse o dijera algo, se dio la vuelta y con su impotente figura salió del lugar, sus manos todavía estaban hechas puños; su saco de boxeo iba a sufrir las consecuencias pronto. Ganzel, por su parte, seguía con su sonrisa brillante, la cual se agrandó más cuando vio entrar a cierto rubio luego de que el castaño saliera. Sus ojos se agrandaron y se dejó caer en su asiento, totalmente asombrado.

—Vaya, vaya… hoy debe ser mi día de suerte, mis dos personas favoritas han venido a visitarme. Hola Henry, ¿me extrañabas?

Henry soltó una risita baja, recostándose contra las baldosas de las rejas, tenía las manos metidas en su bolsillo y de forma relajada, sin expresión alguna, miraba a Ganzel.

—Ya quisieras.

Ganzel sonrió un poco más al escucharlo.

—Estás rudo… me gusta. ¿Qué haces aquí, Henry? ¿No puedes dejar de pensar en mí? ¿Me extrañas tanto como yo a ti?

Henry dejó escapar un bufido y dio un paso hacia adelante, agarrando la silla antes ocupada por Ray, sentándose él ahora.

—He estado yendo a terapia —comentó, ignorando las palabras anteriores del magnate —tomó mis pastillas, como y duermo bien… sin embargo, aún tengo una molestia en mi cuerpo, algo que no me deja en paz. Aún estás en mi cabeza. —vio la sonrisa en Ganzel, pero no le iba a dar la oportunidad de burlarse —Mi terapeuta dije que a veces, para superar el trauma, debemos revivir el trauma y darle un cierre justo, terminaron de raíz. Me parecía ridículo al principio, pero ahora viéndote aquí, esposado, me hace sentir bien. Me es, de alguna forma, placentero —bajó su vista hacia las manos de Ganzel, rodeadas por dos fuertes esposas pegadas a la mesa —no voy a perdonarte, porque no lo mereces, pero quiero que sepas que ya no te tengo miedo; no puedes lastimarme.

Ganzel lo miraba fijamente, pero sin dejar su característica sonrisa morbosa. Lo recorría con la mirada, queriendo entrar en su interior; Henry mantuvo su mirada sería, sin mostrar emoción alguna. Ganzel se rio bajo, dejando escapar un suspiro.

—Tú siempre me vas a tener miedo, Henry. Soy tu peor pesadilla. —dejó ver todos sus dientes, inclinándose lo más que podía sobre la mesa —Y tú, siempre serás mi chico especial, mi marioneta favorita. Y yo siempre voy a ser tu Dios, haré lo que quiera contigo, no importa donde estés, me perteneces. —habló con rudeza, frunciendo las cejas ante cada palabra que expulsaba con odio y desprecio hacia el rubio. 

Henry no se inmutó ante sus palabras, hablaba con la verdad cuando decía que ya no le tenía miedo, sus palabras ya no podían afectarle; él era libre, no le pertenecía a nadie más que así mismo. En cambio, dejó escapar una sonrisa calmada y serena.

—¿Te duelen? —Henry señaló hacia las esposas, no espero a que Ganzel respondiera y dijo —¿Te pican? ¿Quieres arrancarlas sin importar que tus muñecas sangren?, ya sabes lo que se siente estar acorralado, sentirse presionado sin poder salir. —expresó con soberbia y altanería como Ganzel solía hacer —Y tenías razón, si es satisfactorio ver a la persona que odias sufriendo —sonrió una vez más antes de levantarse. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, deteniéndose al segundo cuando la voz de Ganzel se dejó escuchar en la lúgubre celda.

—¿Qué quieres que te diga, Henry?, ¿quieres que admita que te viole? —alzó un poco la voz, Henry se dio la vuelta y lo miró con seriedad. Ganzel sonrió con sorna y se recargó en la silla —Lo hice, te viole, lo disfrute y lo haría muchas veces más porque solo eres un muñeco de trapo, inservible solo para ser usado. 

Henry seguía escuchándolo sin expresión alguna, sin temor o miedo de lo que dijera; en su mente se repetía que nada de eso no era cierto. Se mantenía sereno, apretando sus puños para no golpear al hombre mientras seguía hablando.

—¿Sabes, Henry? Yo te lo pude dar todo, todo lo que querías lo hubieras tenido, serías feliz a mi lado. Yo te amaba Henry, más que a nadie, pero lo arruinaste.

Henry dejó escapar un bufido y una expresión incrédula se mostró en su rostro.

—¿Acabas de decir que disfrutaste al violarme y ahora dices que me amas? —expreso con burla e indignación en su voz. Aparte de loco, bipolar pensó el rubio, acercándose de nuevo hacia la mesa. —Tú no me amabas, amabas el hecho de que yo lo hacía. Pero eso se acabó, tú ya no me controlas, yo ya no te pertenezco, soy libre. —se apartó una vez más de la mesa, pero Ganzel, de alguna forma, logró tomarlo de la mano.

—Yo siempre voy a ser parte de ti, Henry. —dijo con voz gruesa, apretando un poco la muñeca de Henry mientras lo miraba con furia. Eso a Henry no lo afecto, en ningún momento flaqueo.

—Quizás, pero tú ya eres parte de mi pasado. Yo voy a vivir ahora porque sobreviví a ti, y tú, tú te vas a pudrir en esta cárcel, nunca más lastimaras a otro niño. —apartó con brusquedad la mano de Ganzel y dio un paso atrás y con la mirada en alto se dio la vuelta cambiando hacia la salida

—Eres patético, Henry Hart, y me aseguraré de que sufras.

Escuchó a Ganzel decir mientras salía, al mismo tiempo escuchaba como lo maldecía y juraba que lo mataría; eso a Henry no le afectó, hizo oído sordo mientras se retiraba de la sala.

Al estar afuera dejó escapar un largo suspiro, tomándose un tiempo para relajar la creciente tensión que no sabía, estaba conteniendo. Sin embargo, por primera vez se sintió aliviado. Cerró sus ojos por un segundo antes de retomar su camino, al final del pasillo estaba Ray esperándolo, no pudo evitar sonreír levemente.

El castaño seguía sin entender por qué Henry había querido hacer esto, por qué había querido ver a la persona que por tantos años lo torturó; Henry insistió en que lo necesitaba, le había dicho que quería darle un cierre personal, lo merecía por todos esos años de dolor y sufrimiento. Henry necesitaba enfrentar a Ganzel una vez más para saber que ya no tenía miedo. Ray no lo entendía, pero accedió y ahora viéndolo venir caminando hacia él de forma relajada con una leve sonrisa, sin ningún rastro de lágrimas o angustia, supo que para Henry esto era importante, que solo él sabía cuánto lo necesitaba, cuanto lo ayudaría para finalmente poder comenzar su vida, su segunda oportunidad junto a él.

Ray tuvo que sonreír cuando lo vio sin miedo, ni siquiera estaba temblando, nunca lo había visto tan relajado; quizás no entendía del todo, pero sabía que todo estaría bien a partir de ahora.

—Hola.

—Hola.

—¿Todo está bien?

Henry no le respondió con palabras, se acercó y lo abrazó. Ray correspondió su abrazo, protegiéndolo en sus brazos; dejó un beso en su sien y una caricia en su cabello antes de apartarlo.

—¿Vamos a casa?.

Ray sonrió ante eso, de forma amorosa acarició sus mejillas y asintió.

—Vamos a casa.

Chapter Text


Por supuesto que mucha gente quedó molesta luego de que Ganzel fuera a la cárcel, no todos le creían a un adolescente de la calle y confiaban en que Ganzel era inocente; era comprensible, el magnate se había encargado de engatusar a esta ciudad, a los ciudadanos con sus fondos benéficos para la creación de obras comunitarias, su “fundación”, la ayuda que proporcionó al alcalde para hacer de Swellview lo que es hoy en día; el vicealcalde Willard era uno de los principales partidarios de la “inocencia” de Ganzel, claro que el poderoso hombre sabía de todas sus atrocidades, todos los crímenes que el mismo llegó a ocultar para evitar que salieran a la luz, Willard era tan corrupto como Ganzel, pero al igual que el magnate, logró enamorar a la ciudad con su carisma y su sonrisa.

Pero el vicealcalde no contaba con que capitán man tuviera un as bajo la manga, no contaba con que el superhéroe tuviera información confidencial, información sensible, que, sabía que si salía a la luz, lo arruinaría para siempre. A Ray no le gustaba jugar sucio, ensuciarse las manos era ir en contra de sus límites, pero cuando alguien se metía con Henry, bueno, Ray estaba dispuesto a mancharse las manos de sangre.

—No quieres que vaya a las noticias y cuente lo que hiciste —murmuró el capitán con furia mientras apretaba el cuello del vicealcalde con fuerza; estaba en su despacho en la alcaldía, pero Ray se había asegurado de que nadie pudiera escucharlos —vas a detener al abogado de Ganzel, harás que deje a Henry en paz de una vez, o si no, le diré a todo el mundo lo que le hiciste a esa niña de 16 años, les diré como la embarazaste y luego la obligaste a abortar.

Los ojos de Willard se tornaron brillosos del miedo y Ray supo que había dado en el clavo.

—¿Cómo… sabes… sobre… eso? —preguntó con la voz entrecortada debido a la mano del capitán man ahorcándolo sobre su cuello, Ray solo le daba leves segundo para respirar antes de apretarlo con fuerza de nuevo, acorralándolo al mismo tiempo contra su escritorio. Capitán man dejó escapar una risa llena de sorna antes de responder.

—Tengo mis informantes… ahora, harás lo que te digo o traeré a Marlene a la ciudad y ella misma será quien le diga todo a la policía —los ojos confusos y llenos de terror de Willard, hizo a Ray sonreír de oreja a oreja —Sí, sé quién es, la conocí incluso, sé dónde la tienes escondida, créeme, está dispuesta a venir y decir la verdad.

Conoció a la joven cuando empezó el juicio, sabía que necesitaría tener herramientas y recursos para amenazar a quien fuera intentase dañar a Henry; Marlene es una chica como Henry, sin padres, viviendo en las calles —ahora en un lindo apartamento gracias al vicealcalde a cambio de su silencio—. Por suerte, Ray logró persuadirla para que le diera algo de información.

—Las personas en esta ciudad no van a creerte si hablas. Tú mismo rompes las reglas estando con ese chico, no eres diferente a mí, te revuelcas con ese chico de 18 años. Eres igual de sucio que yo o que Ganzel…

Un fuerte golpe llegó a su cara, Ray apretó más el agarre en su cuello y lo golpeó contra la pared más cercana.

—Yo no soy como tú o como Ganzel. —gruño por encima de la risa entrecortada de Willard —toma mis palabras en serio Willard o le diré a todo el mundo lo que hiciste ahora mismo.

Tardó unos minutos, pero igual finalmente asintió. Capitán man lo soltó de forma brusca, dejándolo caer al suelo.

—Los ciudadanos me aman… nunca podrás hacerlos desconfianza de mí, no importa lo que digas. —murmuró con dificultad Willard, mientras recuperaba el aire perdido. Capitán man se rió de nuevo en voz baja, lentamente apartándose del vicealcalde.

—No muchos están contentos de tu alianza con Ganzel. Ahora… no vas a decir nada de esto, no vas a decir que estuve aquí, que te golpee o amenace. Muchos menos vas a ir por Marlene —se acercó de forma lenta y se inclinó a la altura de Willard para que este lo viera fijo a los ojos —si la lastimas lo sabré y vendré por ti. Te sugiero no hacerme enojar, no querrás verme de esa forma. Esta es una advertencia y esto que te hice no se compara a todo lo que te haré si te metes con Henry o si me haces molestar —enojo e ira había en sus palabras, en conjunto con sus ojos llenos de furia. 

Sin tener más nada que decir, se levantó y se retiró del lugar, calmado y tranquilo como si nada hubiera pasado. Dejó a Willard ahí tirado, sin mirar atrás; sabía que el viejo no iba a desobedecer a sus palabras.

Y así fue.

Cuando el abogado de Ganzel presentó una apelación para, ahora, culpar a Henry por prostitución; no se le fue escuchado por petición del vicealcalde.

Sin embargo, Henry no tenía miedo de volver al estrado, estaba listo para subir de nuevo y decir toda la verdad; estaba consciente de su pasado en las calles, siempre lo estaría, aceptó las cosas que hizo y las consecuencias; no dejaría que nadie lo hiciera sentir menos por eso de nuevo, no dejaría que alguien volviera a usar eso en su contra. Por suerte tenía al abogado Martínez, quien se hizo cargo de eso y Henry no tuvo que volver a testificar sobre lo mismo; sin embargo, aún quedada un tema por resolver; Ganzel solo fue la punta del iceberg, todavía quedaba un reinado de mafia por derrumbar.

Un mes después del juicio, Henry subía de nuevo al estrado, esta vez para contar las atrocidades que alguna vez Kevin Richie le hizo, contó como fue cómplice de todo los crímenes de su hermano mayor, dijo como lo violó unos meses atrás, sin miedo contó toda la verdad, sintiendo una satisfacción en su interior cuando después de muchos años, alguien lo miró a los ojos y le dijo “yo te creo”.

Nunca borrará de su mente la mirada furiosa mezclada con miedo de Kevin y la suya llena de prepotencia, llena de felicidad; los papeles se había invertido, ahora él disfrutaba ver a los hermanos Richie sufrir; no le importaba cuan mal se escuchaba eso, esta vez, le tocaba a él ser feliz.

Kevin fue sentenciado a prisión por muchos años junto con su hermano. Finalmente, el reinado de los hermanos Richie había acabado, como piezas de dominio fueron cayendo, uno por uno, cada persona involucrada con Ganzel fue sentenciada, grandes empresarios, grandes personas de la ley, grandes políticos, departamentos de policía, cada persona que controlaba las calles de Swellview, cada criminal mafioso; todos y cada uno de ellos fueron esposados, encarcelados y expuestos al mundo como los verdaderos hombres y mujeres que eran. Y todo había sido gracias a Henry.

Henry había logrado que lo escucharan, que le permitieran contar la verdad, ayudó a la policía y acabo con una red de pedófilos, una red de mafiosos que por años había tenido la ciudad de Swellview en su poder, en su control. Henry se sentía como un verdadero superhéroe cuando desde la capicueva vio a todos los hombres que alguna vez lo usaron, que alguna vez lo violaron, yendo a prisión. Estaba orgulloso de sí mismo y sonreía, sonreía lleno de felicidad y libertad porque se lo merecía, merecía sentir placer al ver a todas las personas que lo lastimaron, pagar por lo que le hicieron a él y muchos más.

Por otro lado, Ray se seguía asegurando de que Willard cumpliera su promesa, también se aseguraba de que Ganzel y su hermano lo estuvieran pasando mal; no mentía cuando dijo que él mandaba dentro de la prisión, por mucho que Ganzel fuera en algún momento dueño de la policía, Capitán man también lo era y si quería, harían lo que él quisiera. Entonces, a los oficiales dentro de la prisión, le importaba muy poco lo que le sucediera a Ganzel, si era golpeado o incluso herido de gravedad, tenían la orden del Capitán man para hacer caso omiso.

Y así lo hacían, cada que el "amigo particular" de Capitán man en la cárcel venía de visita a la celda de Ganzel, los oficiales se hacían a un lado y dejaban que este hiciera lo que quisiera. El criminal, conocido como Drex, era el encargado de hacerles la vida imposible a los hermanos Richie dentro de la cárcel. Claro que fue a un precio muy alto, Drex no era estúpido y le pidió cosas a Ray a cambio de su ayuda.

"No voy a sacarte de aquí" le había dicho Ray luego de que Drex comenzara a dar sus pautas.

"No quiero eso" le dijo el otro.

Ray se sorprendió cuando lo que Drex quería era que lo visita con más frecuencia, Ray no lo visitó ni una vez luego de que el mismo lo entregará con la policía; su relación no quedó en los mejores términos, entonces, se abstenía de verlo. Para Ray, Drex había dejado de existir hace mucho tiempo, el rubio tenía problemas, problemas de toda su vida; Drex fue como su Henry años atrás, pero a este no lo pudo salvar.

—Tienes un patrón; rubio, ojos marrones... —le había dicho Drex en una de sus visitas.

—No empieces con eso.

—Es un lindo chico, al menos, pudiste salvarlo a él... —lo miró de reojo mientras caminaban por el patio de visitas —sabes, Ganzel… Él sabe sobre ti… Ray —murmuró después, tenía las manos metidas en los bolsillos de su uniforme y caminaba con lentitud, Ray lo seguía a su lado —me hizo pensar… ¿Sabes por qué nunca usé eso en tu contra? ¿Decirle al mundo quien es Capitán man? —detuvo su caminar, colocándose de frente al héroe —porque a pesar de lo mucho que te odio, en el fondo sabía que solo querías ayudarme… pero yo no quise, —retomó  de nuevo su camino, Ray lo seguía en silencio —tenía muchas ganas de que ese chico Henry resultara ser como yo, pero no… Supongo que me da un poco de celos saber que él si se dejó salvar por ti…

Ray tragó saliva y dejó escapar un suspiro en su interior, no quería tocar ese tema de su pasado, pero sabía que vendría si pedía la ayuda de Drex.

—Gracias por hacer esto… —dijo el capitán al final de su visita.

—No lo hago por ti, ni por el chico. Me gusta lastimar y hacer sufrir a las personas, mucho más a los pedófilos como ese tipo.

Ray simplemente asintió antes de retirarse. Venía a visitar a Drex una vez a la semana, dos horas como máximo, caminaban por el pateo de la prisión y charlaban, a veces no lo hacían, simplemente caminaban; Ray no sabía por qué Drex le había pedido esto, no pensó que volvería a ver su compañía, no después de todo lo que pasaron juntos; sin embargo, aquí estaba; Ray ya no sentía lo mismo y Drex tampoco, así que solo eran extraños que se veían una vez a la semana. Por supuesto, Henry no tenía conocimiento de esto y Ray se aseguraba constantemente de que siguiera siendo así.

Así transcurrió el tiempo, a pesar de los inconvenientes, todo se estaba aplacando, la vida que Henry nunca vivió comenzaba y junto con Ray, se recuperaba de todo el año que había vivido, si le preguntan, el más largo de su vida hasta ahora. Henry finalmente veía la luz del sol, un lindo arcoíris crecía bajo él, la vida le sonreía, las piezas en el rompecabezas se iban alineando, todo estaba donde siempre debió estar. Las cosas estaban mejorando, lo que antes se veía imposible, ahora era una realidad.

Henry, por supuesto, seguía yendo a su grupo de terapia, seguía tomando sus antidepresivos, sin embargo, sus pesadillas y miedos poco a poco pasaban a ser secundarios en su vida y no eran más el centro de sus preocupaciones; dormía bien y despertaba todos los días con una leve sonrisa mirando siempre a su lado a la persona que amaba; Ray. Su relación solo fluía más conforme pasaba el tiempo, ahora se concentraban en ellos y no en el trauma que acechaba a Henry. Después de tanto drama, ahora, luego de todo, estaban iniciando su relación como siempre debió ser.

De vuelta al presente, Henry se encontraba saliendo de unas de sus terapias grupales, ya no las necesitaba tanto, había mejorado bastante, pero le gustaba estar en el grupo de apoyo, le gustaba compartir con personas que pasaron por lo mismo que él y ver las mejoras, no solo en sí mismo, pero en los demás. También, le gustaba ayudar a las personas nuevas que llegaban, siempre dispuesto a darles todo su apoyo como alguna vez lo hicieron con él.

Ya no visitaba el consultorio de la doctora, pues con el grupo tenía más que suficiente, el mismo se lo había dicho a la doctora Rogers y ella accedió; sin embargo, seguía estando en control con ella, asegurándose de que su camino no se desvíe y vuelva a caer. Pero ahora iba con una sonrisa, hablando con los amigos que había forjado en el grupo.

—Henry, ¿te gustaría ir a beber algo con nosotros? —preguntó una chica a su lado, mientras caminaban hacia la salida.

—Me gustaría… pero tengo una cita esta noche.

Unos pequeños silbidos y piropos por parte del grupo y de la chica se dejaron escuchar, haciendo sonrojar a Henry.

—Bueno, espero que la pases bien —la chica le pellizco el abdomen a modo de juego, sacándole un par de cosquillas al rubio.

Henry dejó escapar un suspiro después antes de traspasar la puerta de cristal, en la salida se despidió de sus amigos y caminó hacia su auto, porque si, Henry Hart ahora tenía un auto, ¿cómo había pasado eso? Bueno, fue un regalo de su novio.

Ray había insistido en que Henry no debía andar en transporte público, pero Henry no quería ser dependiente de Ray para el resto de su vida. Así que el castaño, como el novio consentidor que era, lo había inscrito en clase de manejo y le había regalado un auto, era uno de los que ya no usaba, pero seguía en buen estado, era cómodo y pequeño, sutil para alguien como Henry. Henry estuvo reacio al principio, sentía que abusaba del poder de Ray para tener cosas, el castaño le hizo ver un montón de veces que eso no era así y finalmente logró que Henry aceptara el auto y las clases de manejo.

Ahora, conducía un lindo auto mientras tomaba sus clases, aún no tenía su licencia, pero tenía algo de práctica, así que podía conducir sin problemas. Llegó a basura y más, se estacionó y bajó del auto; al entrar a la tienda se encontró con Jasper, a quien saludo en cuanto lo vio.

—Oye, ¿me acompañarás a comprar las cosas para la cena?

—¡Por supuesto! —exclamó Jasper, casi indignado de que Henry le preguntara eso —Charlotte incluso ya se está encargando de algunas cosas, la llamaré y le diré que nos pase buscando.

Henry asintió y dejó escapar un suspiro, quería que esta cita saliera perfecta.

—Iré abajo a dejar mi mochila.

Sin esperar respuesta de Jasper, bajó hacia la capicueva, tenía dos horas para organizar la cita antes de encontrarse con el castaño. Estaba nervioso, si bien había tenido ya varias citas, esas eran solo citas casuales en la capicueva viendo películas y cenando pizzas, terminando la noche besándose hasta el cansancio en el sillón giratorio. Ahora, Henry quería hacer algo formal, algo romántico y elegante, era lo que Ray merecía después de todo lo que había hecho por él.

Las puertas del elevador se abrieron y Henry salió con premura para ir directo a su habitación, sin embargo, se encontró con el castaño caminando tranquilamente por el lugar; Henry se quedó quieto y lo miró sorprendido.

—Ray, ¿qué haces aquí?.

Ray detuvo su caminar hacia el engranaje y se dio la vuelta para ver a Henry observándolo con el ceño fruncido, casi como si estuviera molesto. Eso lo confundió.

—Mmmm, ¿vivo aquí? —expresó, no entendiendo la expresión en el rostro de su novio.

Henry sacudió su cabeza y aún con el ceño fruncido se acercó a Ray, lo tomó de la mano y lo arrastró hacia el elevador.

—No deberías estar aquí, tenemos una cita. —dijo y sin ser muy brusco lo metió en el elevador.

—Henry… —Ray no entendía la actitud de su novio. Sabía lo de la cita, pero pensó que sería una normal como todas.

—No puedes estar aquí —Henry presionó el botón del elevador y antes de que las puertas se crearán dijo —te amo —le sonrió por última vez.

Henry dejó escapar un suspiro cuando las puertas finalmente se cerraron, se recargó en ellas antes de tomar su teléfono y mandarle un mensaje a Schowz. “operación cita comienza ahora” le escribió antes de irse hacia su habitación; quería que todo fuera una sorpresa para Ray.

Pronto salió con los chicos para comprar las cosas que necesitaría para la cita; Henry iba a prepararle una rica cena al castaño, con todo lo del juicio casi no cocinaba para Ray, quería hacerle algo especial ahora que tenían una relación formal, sin contratiempos ni preocupaciones.

Junto a Charlotte y Jasper se paseaba por el supermercado de la ciudad, Henry movía el carrito mientras miraba los estantes en la sección de condimentos; desde hace un mes que podía caminar por la ciudad sin sentir miradas encima, ya había dejado atrás sus lentes de sol. Después de que todo con Ganzel se calmara, la gente se movió a otras cosas, ahora estaban pendientes del siguiente chisme; Henry no podía estar más agradecido de que lo dejaran en paz, eso y que la fuerte demanda que capitán man había puesto funcionó, si alguien lo reconocía, poco le importaba, sabía que nadie iba a perturbar su privacidad o tendría que vérselas con el propio capitán man.

Compró todo lo que necesitaba, pagó y salió como una persona normal, no era más el centro de atención, el ojo púbico ya no estaba sobre él. Llegó a la capicueva listo para preparar la comida, mientras que Charlotte y Jasper lo ayudaban a preparar las decoraciones de la cita. Ray, por otro lado, seguía confundido por la actitud de Henry, eso y que después Schowz paso buscándolo por la tienda, metiéndolo en su auto a la fuerza y sin darle explicaciones.

—Schowz, ¿que estamos haciendo en tu apartamento?, ¿por qué me empujas hacia tu habitación? —Ray preguntaba mientras los empujones de Schowz continuaban, por supuesto que el científico no le dijo nada, y de un empujón, lo metió en su habitación.

—Solo date un baño y ponte lo que está en la cama. —dijo y sin más cerró la puerta, dejando a Ray más confundido que antes.

El castaño dejó escapar un suspiro, dio una mirada alrededor de la habitación hasta que sus ojos dieron con la cama, en ella, estaba tendido un traje de gala. Con el ceño fruncido caminó hacia el borde de la cama y tomó la pequeña tarjeta que había sobre el saco de color negro. “Para nuestra cita, te amo. H” fue un mensaje simple, pero logró sacar una sonrisa en Ray.

Hizo lo que se le pidió y tomó un baño rápido, grata fue su sorpresa cuando encontró todos sus productos de belleza y del cabello colocados en su bolsa de productos, no pudo evitar reírse; los chicos lo conocían demasiado bien.

Preparó su cabello y luego se vistió, se miró en el espejo una vez más, acomodando su saco antes de salir. Schowz volvió a llevarlo a basura y más, sorprendiendo un poco a Ray, pues el castaño pensó que lo llevaría a algún restaurante, dado su vestuario. Cuando salió, se topó con Henry esperándolo en la entrada, también vestía igual que él y con sus manos metidas en sus bolsillos, le regalaba una sonrisa. Ray se rió en voz baja y de forma coqueta caminó hacia el rubio.

—Hola.

—Hola.

Guardaron silencio después de eso, no sabían por qué estaban tan nerviosos, no es la primera vez que tendría una cita.

—Te ves bien - comentó Ray para apartar el silencio. Henry escapar una risita y apartó su mirada.

—Tu igual… —murmuró en voz baja, de repente olvidando como coquetear y hablar con Ray.

Hubo otro silencio que Ray de nuevo rompió.

—Bueno… ¿vamos a tener una cita o vamos a quedarnos aquí parados mirándolos?.

Henry abrió los ojos en grande al caer en cuenta de que los minutos pasaban y ellos aún seguían parados en la entrada de la tienda, sacudió su cabeza y se puso manos a la obra.

—Vamos, nuestra cita nos esperaba —tomó la mano de Ray y comenzó a caminar. Ray frunció el ceño en confusión, pero se dejó llevar por Henry. Henry terminó llevándolo a una puerta que conducía hacia la azotea del edificio donde estaba basura y más. Ray seguía sin entender nada y se confundió más cuando Henry le tapó los ojos con un pañuelo de color negro.  —Quiero que sea sorpresa —murmuro cerca del oído de Ray antes de dejar un suave beso en sus labios, luego lo tomó de la mano y comenzaron a subir las escaleras. Ray iba sujetándose del barandal mientras era guiado por Henry, quien, no era muy bien guía y un par de veces lo hizo tropezar.

—Tienes suerte de que soy indestructible —comentó Ray entre risas mientras se levantaba luego de que se tropezara y cayera rodando por las escaleras. Henry se tapó la boca mientras lo vio rodar, pero si le preguntan, fue la escena más graciosa que vio en su vida.

—Lo lamento —dijo, acercándose para ayudarlo a levantarse y seguir con el camino. Ray hizo una mueca, pero solo fue un segundo antes de que el dolor desapareciera.

—Nunca ayudes a un ciego a cruzar la calle, lo matarás —comentó en broma el castaño luego de recuperarse.

Henry, aunque no pudiera verlo, lo miró con el ceño fruncido, sin embargo, sabía que Ray solo estaba bromeando con él. Lo tomó de nuevo de la mano y con cuidado comenzaron a subir las escaleras.

—¿Adónde me llevas por cierto? —quiso saber el castaño, agarrando con fuerza la mano de Henry y moviendo sus pies antes de dar un paso hacia adelante.

—Al lugar de nuestra cita.

Eso no fue la respuesta que Ray esperaba, pero lo dejó pasar.

Pronto se detuvieron, Ray agudizó sus oídos y logró escuchar algo de música, luego una puerta de metal siendo abierta, dejando escapar un estruendoso ruido. Después fue movido de nuevo por Henry, caminó unos pasos hasta que Henry lo detuvo y finalmente corrió el pañuelo de sus ojos. Ray tuvo que parpadear un poco para adaptarse a la luz y poder enfocar mejor su vista; cuando vio todo, las decoraciones y el lugar, quedó sorprendido.

Las azoteas no eran de los lugares más bonitos, siempre estaba sucio, oscuro, lleno de humedad y con olores extraños, pero Henry se había asegurado de decorar el lugar y darle un toque lleno de vida; había luces pequeñas colgadas en los cables de electricidad, dándole un ambiente cálido al lugar, una mesa para dos vestidas de forma elegante, con manteles de color azul y rojo, Ray sonrió ante esto, pues esos eran sus colores. En la mesa, había platos de vidrios, vasos y utensilios ordenados, esperando a hacer utilizados.

A lo lejos se escuchaba algo de música, Ray visualizó detrás de Henry un tocadiscos sobre una pequeña mesa, no pudo evitar sonreír ante eso; el lugar se veía tan elegante, casi como un restaurante de verdad. Siguió mirando todo a su alrededor hasta que sus ojos se encontraron con los marrones de Henry, ojos marrones lo miraban con nerviosismo, emoción y amor, junto con una pequeña sonrisa.

—Sé que no es un restaurante o el lugar más elegante para tener una cita —habló Henry, sacando a Ray de sus pensamientos —pero hice mi mejor esfuerzo para que este lugar se viera hermoso para ti y bueno, espero que te guste —murmuró en voz baja, jugando con sus manos de forma tímida, sus mejillas estaban algo sonrojadas —podemos ir a otro lugar, si quieres.

—No, no, no —Ray rápidamente se acercó hacia Henry y lo tomó del rostro —me encanta, no quiero ir a otra parte, me gusta estar aquí, solos tú y yo. —cortó la distancia y dejó un tierno beso en los labios de Henry —gracias por hacer esto, por decorar este lugar de una forma tan hermosa que nunca pudiera imaginar.

Henry sonrió un poco, mirándolo con amor, ahora fue su turno de acercarse y darle un beso.

—Esto es solo el principio —murmuró cerca de sus labios antes de apartarse por completo y caminar hacia la mesa. Después soltó su mano y caminó hacia una de las sillas.

—¿Cómo hiciste para organizar todo esto tú solo? —preguntó Ray dándole una mirada más al lugar.

—Los chicos me ayudaron.

Ray se dio la vuelta y miró a Henry con una sonrisa, este había apartado una silla, siendo una clara invitación a sentarse; Ray dejó escapar una risita y a pasos lentos caminó hacia la silla y se sentó, le dio un leve “gracias” a Henry quién como todo un caballero lo ayudó a acomodar su silla. Henry luego con sus brazos rodeó su cuello por detrás, al mismo tiempo que se inclinaba hacia su rostro, acercó sus labios hacia su oído y dijo;

—Esta noche es solo para ti, esta noche voy a consentirte y llenarte de amor —dejó un suave y cálido beso en la mejilla del castaño antes de apartarse.

Ray se estremeció un poco, sintiendo una corriente eléctrica recorrer por todo su cuerpo. Tragó saliva, un sentimiento extraño llegó hacia él, jamás se había sentido de esta forma, recibir esta clase de amor, era nuevo para él, pero, le gustaba y quería más.

Sonrió cuando Henry llegó con un carrito de esos que usan los meseros para llevar bastante comida, lo puso al lado de la mesa y antes de revelar su comida, miró a Ray y le sonrió. Después levantó la tapa de metal; un sabroso filete de res con papas como acompañante se presentaba ante los ojos de Ray.

—Se ve delicioso.

—Lo preparé única y exclusivamente para ti.

—Pues, qué afortunado soy —le sonrió a Henry de forma coqueta.

Ray quiso ayudar a Henry a servir, pero el rubio se negó e incluso lo regaño diciendo que esta noche no tenía que hacer nada, simplemente relajarse y disfrutar de las atenciones que él le daría, Ray entendió y dejó que su chico sirviera la comida mientras él lo miraba con una leve sonrisa y ojos llenos de amor. Henry terminó de servir y luego se sentó frente a él, sirvió dos copas con champán, entregándole uno a Ray.

—Quiero hacer un brindis —dijo Henry alzando un poco su copa —por nosotros y por esta hermosa velada.

Ray sonrió y alzó su copa también.

—Por nosotros.

De forma leve chocaron sus copas, dejando soltar un leve tintineo. Sonriendo, bebieron de sus copas, antes de comenzar a cenar. En silencio, Ray tomó el tenedor y cuchillo y le dio una probada a la rica cena que Henry había preparado, deleitándose al segundo con el sabor.

—Esto te quedo muy delicioso, mi amor.

Henry, como siempre, ante cualquier halago de Ray, se sonrojó y desvío un poco la mirada.

—Solo… solo hice lo mejor que pude hacer.

—¿Esto es lo mejor que puedes hacer? Bueno, ya quiero saber hasta donde más puedes llegar, quizás, podrías hasta ser chef algún día.

Henry dejó escapar una risita, tapándose la boca con discreción con la mano.

—Ya basta, deja de hacerme sonrojar.

Ray lo miró con amor mientras dejaba para después acercar su mano hacia la de Henry y tomarla con suavidad; lento, la llevó hacia sus labios y dejó un beso en su dorso.

—No me pidas eso, amo verte sonrojar, es de mis cosas favoritas —dijo en voz baja y suave mientras acariciaba la mano de Henry. El rubio volvió a sonreír, esta vez, sin apartar la mirada.

Después continuaron cenando, escuchando la música de fondo, mientras en voz tranquila charlaban y reían; no hacían más que hablar de cosas triviales, contando lo que habían hecho en el día, comentando sobre aquella película que vieron el día anterior, luego pasaban a comentar sobre esa nueva serie que comenzaron a ver y de la cual se habían vuelto adictos; hablaban de cosas normales, teniendo una cita normal, como la pareja que eran.

Henry dejó escapar un suspiro en algún momento, sintiendo una hermosa calidez al estar así con la persona que ama, miraba a Ray con una sonrisa mientras este le relataba una anécdota que había pasado como capitán man hace años; se reía de vez en cuando y Henry, enamorado, observaba cada rasgo de su rostro, cada expresión, se perdía en sus ojos azules y en su sonrisa brillante. Bebiendo champán, lo escuchaba y en silencio, agradecía a quien sea que estuviera en el cielo, al universo o quizás al destino, por darle esta oportunidad de vivir, de ser feliz.

La comida pronto se acabó, pero seguían bebiendo champán, acariciándose las manos por sobre la mesa mientras se miraban en silencio, a veces no tenían que hablar para expresar lo que querían decir. Henry le sonrió una última vez antes de levantarse y caminar hacia el tocadiscos, cambio la música y luego volvió con Ray, quien nunca apartó su mirada de él. Henry extendió su mano y dijo;

—¿Te gustaría bailar, amor mío?

Ray sonrió en grande y sus ojos brillaron al escucharlo. Mirando hacia la mano extendida de Henry, soltó una leve risa y murmuró un leve “por supuesto” antes de levantarse y tomar la mano de Henry.

Henry entrelazó sus manos mientras los conducía a ambos hacia el centro de la azotea, teniendo un espacio grande para bailar, aun cuando no lo necesitaba. Henry soltó su mano y se dio la vuelta, quedando frente al castaño. Se sonrieron antes de que Henry coloque sus brazos alrededor del cuello de Ray, pegándose más a cuerpo; Ray llevó sus manos hacia la cintura de Henry, dejándolas descansar.

Luego comenzaron un baile lento, podías incluso sentir la suavidad en el balanceo que realizaban de un lado a otro, dando leves vueltas en un mismo lugar. Henry acariciaba la nuca de Ray, jugando con los cabellos que caían en ellas, sus ojos nunca se apartaban de los azules brillantes de Ray. Tenía una leve sonrisa en su rostro, todas regalándoselas a Ray.

La música sonaba baja a su alrededor, regalándoles un ambiente tranquilo mientras ellos bailaban, poco a poco creando una burbuja de amor donde solo ellos dos era los partícipes.

—¿Sabes? —habló Henry tiempo después —Si alguien me hubiera dicho que estaría aquí, bailando con el mismísimo capitán man y que de paso, este es mi novio… probablemente me hubiera reído en la cara de esa persona.  —Ambos dejaron escapar una pequeña risa, inconscientemente acercando más sus cuerpos. —Estoy feliz de haberte encontrado, estoy feliz de que me encontrarás —alejó una de sus manos de la nuca de Ray, y la llevo a su mejilla, acariciando esa marca que se firmará cuando sonreía, para Henry, era atractiva.

—Si te soy sincero, rompí muchas reglas de superhéroe cuando me tope contigo.

—¿Sí? ¿Existe una Liga de superhéroes con reglas o algo así?

—Sí, existe, pero solo nos reunimos cuando hay catástrofes mayores que perjudican a todo el mundo y las reglas son más personales, son reglas que me jure cumplir cuando me convertí en capitán man.

—¿Cuáles son? —preguntó Henry, pegándose más al cuerpo de Ray, volviendo a acariciar su nuca y parte de su cuello.

—No te involucres con una víctima, no interactúes con la víctima más de lo necesario y la más importante: no reveles tu identidad a nadie. Yo rompí todas esas reglas contigo al llevarte conmigo y enamorarme de ti. Y no me importo haberlo hecho, estoy feliz de haberlo hecho y si eso me hubiera traído problemas, pues, con gusto las hubiera aceptado. Valió la pena el riesgo, todo sea por tenerte así conmigo para siempre. Te lo dije cuando te revele quien era, tú lo vales todo y mucho más.

Henry sonrió ante tales palabras, podía sentir sus ojos llenándose de lágrimas, en su interior burbujas de amor revoloteando, llenándolo de un sentimiento sumamente embriagador.

—Me alegra que lo hubieras hecho —comentó con su voz algo entrecortada antes de unir sus labios con los de Ray y besarlo, suave y lento, sin prisa. Ray lo rodeó por completo con sus brazos, profundizando más el beso. Al separarse, se abrazaron mientras seguían bailando. —Esto se siente tan irreal, todo está tan tranquilo, lleno de paz. Aún me cuesta acostumbrarme a esta idea, siento… siento que algo malo puede pasar en cualquier momento, me asusta un poco…

—Oye… —Ray llevó sus manos hacia las mejillas de Henry, tomó su rostro con suavidad e hizo que lo mirase —eso ya no va a pasar, todo se acabó. Ahora eres libre para vivir, para hacer lo que quieras sin miedo.

Henry asintió ante eso, sabía que era la verdad, solo tenía que aferrarse a ella y creérsela por completo.

—Aún no sé qué quiero hacer con esta nueva oportunidad… siempre pensé que terminaría muerto, así que no planee mucho mi futuro.

—Bueno, tienes mucho tiempo para pensar en lo que quieres hacer —Ray ignoró sus palabras y, en cambio, dijo algo reconfortante mientras acariciaba sus mejillas; Henry ahora lo abraza por la cintura.

—Ese es el problema, quiero hacer muchas cosas. Quiero ayudar a las personas como yo en el grupo y no solo a ellas, a todos los que alguna vez fueron como yo, quiero que sepan que no están solos y ayudarlos a tener una segunda oportunidad, yo… no sé, quiero crear un lugar donde puedan ir y sentirse seguros, recibir ayuda, yo… quiero que puedan volver a vivir sin miedo, como yo…

Ray simplemente lo escuchaba con orgullo, junto con una sonrisa y ojos llenos de amor, acariciaba sus mejillas mientras se envolvía con la emoción con la que Henry hablaba, se contagiaba de ella, quedando hipnotizado con esos ojos marrones que brillaban ante cada palabra que salía de sus labios.

—Y también quiero volver a estudiar, yo no termine la escuela, me gustaría retomarla, quizás ir a la Universidad en un futuro, no sé… yo… quiero hacer muchas cosas.

—Me gusta, me gusta escuchar todo lo que tienes en mente, quiero estar contigo en cada cosa que hagas, si me lo permites claro.

Henry volvió a mirarlo con una sonrisa.

—Quiero que estés conmigo en todo lo que haga —murmuró antes de besarlo, ambos sonrieron en medio del beso, abrazándose y juntándose más.

—Incluso podría ir a la escuela contigo, yo tampoco la terminé —se alzó de hombros. Henry soltó una pequeña carcajada, negando con su cabeza levemente.

—Creo que ya estás muy viejo para eso.

Ray, sin embargo, no se sintió ofendido. Henry era la única persona en el mundo que podía decirle “viejo” y él no se enojaría.

—Siempre se puede empezar de cero.

Henry le sonrió, mirándolo de forma cálida, con amor. Llevó sus manos a las mejillas de Ray y lo besó, rodeándolo por el cuello después.

—Quizás lo he dicho mucho, pero gracias por salvarme, gracias por no darte por vencido conmigo. Otros, incluso yo, se hubieran rendido, pero tú, tú me mantuviste con fuerza y al mismo tiempo, te mantenías fuerte para mí. Gracias por hacer eso por mí, te amo.

—Estoy muy orgulloso de ti, Henry Hart. —no supo por qué lo dijo, simplemente quería hacerlo; Henry merecía escuchar esas palabras todos los días de su vida, sin importar que estuviera haciendo.

Henry sonrió un poco, besó a Ray de nuevo y luego recostó su rostro entre el hombro y pecho de Ray, dejó escapar un suspiro, olfateando un poco el perfume de Ray. Se dejó envolver por la sensación de paz que el aroma de Ray junto con sus brazos, protegiéndolo, le regalaban y se quedó ahí, quieto, rodeándose de sentimientos cálidos. Sonrió un poco y se acurrucó en el pecho de Ray, moviéndose lentamente al ritmo de la música que sonaba mientras era cubierto por una bruma de amor, amor por Ray y por esta segunda oportunidad de vivir. Sintió un beso en su frente y cerró sus ojos, dejándose llevar por ese toque, por esta noche que era testigo de su amor y de cómo, finalmente, eran felices. 

Chapter 40

Notes:

Advertencia: El siguiente capituló contiene una escena sexual explícita CONSENSUADA entre ambas partes (Henry y Ray), les recuerdo también que Henry ya tiene la edad legal para consentir; lo escrito a continuación es bajo el consentimiento y respeto tanto de Henry como de Ray.

Chapter Text


Estuvieron bailando por un rato más, en silencio daban leves vueltas mientras la música los envolvía. Pronto se cansaron y cuando la noche se hizo más oscura de lo que ya era, decidieron que era el momento de volver a la capicueva, de volver a su casa.

De la mano bajaron nuevamente las escaleras —después de que Henry se asegurara de guardar las cosas en caso de que intrusos decidieran molestar—. Iban con una sonrisa, mirándose como un par de enamorados salidos de una película romántica. A veces se reían de forma risueña y apartaban la mirada de forma sonrojada, parecían dos adolescentes en su primera cita. Esta noche algo nuevo había cambiado en ellos, esta noche, un nuevo comienzo en su relación iniciaba.

—La pasé bien esta noche.

Henry le sonrió y se detuvo, sin soltar sus manos, se colocó frente a él.

—Aún no tiene por qué terminar.

Henry llevó sus manos hacia el cuello de Ray, lo rodeó con suavidad al mismo tiempo que se acercaba para dejar un cálido beso en sus labios. Ray le correspondió, colocando sus brazos en la cintura de Henry. El beso comenzó a volverse más intenso conforme pasaban los segundos, Henry movía sus manos por todo el cuello, nuca y parte del rostro de Ray, desesperado por más. Ray sabía lo que pasaba y a duras penas, rompió el beso y miró a Henry de forma intensa, analizando su rostro y facciones.

—Hen...

—Estoy listo —Henry se apresuró a decir, interrumpiendo a Ray —quiero hacerlo contigo, esta noche.

Ray lo miró en silencio, su boca de repente se secó y no podía hablar, solo miraba a Henry sin saber qué decir o cómo actuar. El rubio noto esto y decidió que debía tomar la iniciativa esta vez. Se pegó un poco más al cuerpo de Ray, reafirmando su agarre en su cuello. Llevo sus labios hacia el rostro de Ray y por encima de los labios contrarios comenzó a susurrar.

—Estoy listo, quiero hacerlo y créeme, no es el alcohol hablando por mí, de verdad deseo estar contigo.

—Hen...

—Dijiste que lo haríamos cuando yo estuviera al 100%, puesahora lo estoy... y sé que tú también, sé que también quieres estar conmigo y está bien. Ya no tengo miedo, sé que nos vas a lastimarme.

Le sonrió al castaño con amor antes de juntar sus labios nuevamente, esta vez, guiaba el beso, con sus movimientos le hacía entender al castaño que lo quería, que lo deseaba de otra forma nunca antes experimentada. Y Ray se dejó llevar y no lo detuvo, esta vez, apretó sus manos en la cintura de Henry y lo pegó más contra su pecho, cuando Henry no se retractó, en cambio, se movió más contra él, supo que estaba bien, supo que Henry hablaba con la verdad; esto era lo que quería, esta noche, justo ahora.

Al separarse por la falta de aire, se miraron con algo de nerviosismo, sus ojos brillaban, sus corazones retumbaban ansiosos, temerosos, pero sobre todo, llenos de emoción. Henry le sonrió a Ray de forma leve antes de tomar su mano y caminar hacia su habitación.

Al llegar, se detuvieron frente a la cama, se miraron de nuevo fijamente, se notaba la ansiedad en ambos, pero no querían parar. Henry dio un paso hacia adelante y volvió a unir sus labios con los de Ray; un beso lento, apasionado a los segundos.

Pronto sus manos estaban corriendo por todo su cuerpo, quitándose la ropa con desespero. Sin dejar de besarse, se despojaron de sus sacos, con sus manos nerviosas, desabotonaron sus camisas, tirándolas al suelo sin importarles muchos. Cuando sus pechos quedaron el descubierto, se pegaron un poco más, haciendo el primer contacto piel con piel. Ambos jadearon al sentir el roce de su piel y tuvieron que cortar el beso para respirar con pesadez. Juntaron sus frentes de nuevo y sin mirarse comenzaron a tocar su piel desnuda. Henry movía sus manos por el pecho y torso de Ray, deleitándose con ella; no era la primera vez que lo hacía, pero ahora era diferente. Ray, por otro lado, mantenía sus manos en la cintura de Henry, subiendo y bajando por su espalda, sintiendo cosquilleos al rozar sus dedos con la suave piel. Se miraron una vez más, sonriéndose de forma lenta.

—Quizás deberíamos llevar esto a la cama —comentó Henry en voz baja.

—Sí —susurró Ray, asintiendo al mismo tiempo. No sabía por qué está nervioso, quiso pensar que eran nervios buenos, si es que eso existía.

Sin quitar su sonrisa, Henry se apartó un poco y dando pasos hacia atrás, nunca quitando la mirada de Ray, se quitó los zapatos y se subió a la cama, apoyándose contra la cabecera, esperando por Ray. El castaño le correspondió a su sonrisa y copiando las acciones de Henry, se quitó sus zapatos y salto a la cama, gateando de forma coqueta, como un león en busca de su presa hacia Henry, quien gustoso, abrió sus piernas y dejo que Ray se posicionara en ellas; Ya no había miedo, nunca más lo tendría.

Ray se colocó sobre Henry, quedando acostado encima de su cuerpo, eso a Henry no le importó, lo rodeó por el cuello y volvió a conectar sus besos. Este beso tenía algo diferente, había amor, cariño y gentileza, pero también había deseo, excitación, una necesidad de posesión que sabían, había estado guardada desde hace un tiempo. Si bien se habían besado de forma apasionada con anterioridad, nunca lo habían hecho de una forma que dejara a Henry jadeado y pidiendo por más; era un beso brusco, rudo, pero que no dejaba de ser amoroso; ambos se querían.

Henry se hundió más en el colchón, atrayendo a Ray consigo. El beso seguía siendo intenso y deseoso, lleno de pasión, movían sus labios y lenguas con frenesí, tomando bocanadas de aire en un lapso de leves segundos antes de retomar de nuevo los besos cada vez, más intensos y prolongados. Mientras tanto, sus manos recorrían sus cuerpos, las de Ray, un poco más experimentadas, bajan por el torso de Henry, de arriba hacia abajo, acaricia todo lo que tiene a su alcance. Henry lo disfruta, soltando leves jadeos. Nunca había sentido una sensación tan placentera, todo se sentía tan distinto a lo que alguna vez había sentido; esto, esto le gustaba y quería más.

Ray mantenía sus ojos cerrados mientras dejaba besos por todos lados, sintiendo la suave piel y llena de leves vellos sobre sus labios. Apretó sus manos en las caderas de Henry, deleitándose cuando escucho a Henry jadear de placer. Con deseo y lujuria, pero sin dejar de ser amoroso y gentil, movía sus labios y lengua, marcando esa piel como suya. Subió al cuello de Henry y comenzó a dejar besos suaves, sintió a Henry inclinarse ante su toque, provocándolo un poco más, ya sentía la incomodidad entre sus pantalones, apretándole a más no poder. Se relamió los labios y trago saliva para controlarse por unos segundos y continuó besando la piel de Henry, piel de la cual ya era adicto.

Henry se aferró más al cuello de Ray, jadeando de placer y disfrute, producto de los labios que Ray mandaban a su cuerpo; las sentía como corrientes eléctricas, haciéndolo estremecer. Arqueo un poco su espalda cuando los dientes de Ray rozaron su manzana de adán. Pronto un deseo y necesidad de tener algo más, lo atrajo, cosquillas de placer recorrieron todo su cuerpo. De forma inconsciente comenzó a mover sus caderas, rozando levemente su rodilla contras la entrepierna de Ray. Gimió en voz alta cuando sintió algo duro, trago saliva, no era tonto, sabía que el castaño ya estaba excitado, no podía negar que eso lo excito a él también, le gusto saber que estaba provocando eso en Ray. Pronto olvido todo, sus miedos e inseguridades, olvido su trauma, incluso donde estaba; todo en lo que podía pensar era en el placer y excitación que se apoderaba de su ser. Sin saberlo, comenzó a soltar leves "Ray" jadeantes, llamando, por supuesto, la atención del Ray.

—¿Sí, amor? —preguntó en un susurro, pegando su frente contra la mejilla de Ray mientras respiraba con pesadez.

Henry tardó unos segundos en responder, estaba recuperando el aire. Cuando lo hizo, tragó saliva, tomó a Ray por el rostro y lo miró; sus pupilas estaban dilatadas y en cierta forma, sabía que las suyas estaban igual.

—Pantalones... fuera...

Fue lo único qué logro articular, pues todavía estaba abrumado por el momento. Pensando que Ray no le había entendido, movió sus caderas hacia las contrarias, rozando sus miembros semi erectos ocultos dentro de los pantalones.

Ray seguía abrumado por la petición de Henry, estaba agobiado por todo en general; seguía respirando con dificultad, su pecho subía y bajaba mientras miraba a Henry con deseo, intentando controlarse para no dejarse llevar por tal sensación. Más tarde, se dio cuenta de que estaba quieto sin hacer nada y Henry, debajo de él, se movía, pidiendo y deseando por más contacto. Ray sonríe un poco, sintiéndose bien al saber que esto es lo que Henry está pidiendo, porque lo quiere, lo quiere tanto, nadie lo está obligando, es su decisión. Mira a Henry con amor y sin perder más tiempo, lleva sus manos hacia el cinturón de Henry, lo quita sin mucha brusquedad, lanzándolo lejos, luego procede a hacer lo mismo con los pantalones, ayudado por Henry, quien se alza un poco para hacerle el trabajo más fácil. Pronto Henry está en bóxer, y el rubio traga saliva, pues, a pesar de que Ray ya ha visto su desnudez en sus momentos más vulnerables; nunca lo había hecho de esta forma, de forma placentera, de forma sexual. Esta sería la primera vez que ambos se verían en completa desnudez, como Dios los trajo al mundo, como Adán y Eva se paseaban alguna vez. Henry sintió que se ahogaba un poco al llegar a esa realización, sin embargo, no sintió temor, estaba seguro de esto, lo deseaba más que nada.

Vio como Ray se quitaba su pantalón y jadeo en voz baja al ver el prominente bulto oculto en su bóxer, sus manos empezaron a picar y tuvo que contenerse para no llevar sus manos y tocar la zona en V que lo llamaba con tentación. Ray tiro su pantalón lejos y volvió con Henry, besándolo una vez más, esta vez comenzando con lentitud, siendo tranquilo, queriendo asegurarle a Henry que no iba con prisa, que tenían todo el tiempo del mundo. También, quería demostrarle a Henry, quería transmitirle todo su amor, que entendiera que más que un deseo sexual, esto que harán, será porque se aman, porque se desean mucho más que por un simple placer carnal. Y supo que lo estaba logrando cuando Henry se dejó llevar por su toque, por sus caricias.

Henry sentía su cuerpo hormiguear mientras las manos viejas y con más experiencia de Ray recorrían una vez más todo su cuerpo, viajando por cada parte de su piel. Henry sintió que lloraría al sentir como Ray lo tocaba con suavidad, con amor, pero dejando en claro que también lo deseaba, que lo excitaba y lo llenaba de placer. Henry jamás pensó que podía ser tratado de esta forma tan gentil, no había nada carnal aquí, nada brusco, Ray no lo veía como un pedazo de carne, lo estaba tocando con tanta delicadeza como si fuera un muñeco de porcelana. No sabía por qué estaba sorprendido, Ray no era como esos hombres que alguna vez gozaron y utilizaron su cuerpo. Ray sí lo quería, en cada una de sus facetas. Eso era algo nuevo que Henry nunca antes había sentido.

Rompió el beso para mirar a Ray, llevo sus manos hacia las mejillas de Ray y lo acaricio, sabía que sus ojos estaban llenos de lágrimas porque así los sentía, pero no pudo evitarlo, de repente se puso emocional, de repente se dio cuenta de que esto que iba a vivir, nunca antes lo había vivido. El rostro preocupado de Ray lo hizo sentirse mal y trago saliva para alejar cualquier signo de que iba a llorar.

—Amor...

Escuchó a Ray decir y sonrió levemente.

Ray, por su parte, junto sus frentes, respiró con calma y esperó a que Henry dijera algo; sabía lo que pasaba, sabía que esto era algo duro para Henry, sabía también que había llegado a la realización de lo que pasaba, debía admitir que estaba algo asustado por lo que estuviera pasando por la mente de su novio. Entonces, dejó leves caricias por su piel desnuda, eran caricias reconfortantes para calmar a Henry y para calmarse él también. Unos segundos después, abrió sus ojos, dándose cuenta de que Henry lo seguía mirando. Le sonrió y llevó sus manos hacia las mejillas sonrojadas de Henry.

—¿Estás bien, amor?, ¿deseas continuar? —preguntó en voz baja, en la oscuridad de la habitación. Henry miró fijamente los brillantes ojos azules de Ray por un par de segundos, se envolvió en la calidad que ellos le transmitían y sonrió.

—Estoy bien, podemos continuar.

Ray asintió y con dulzura tomó los labios de Henry, beso suave y cálido, lleno de amor. Regresó sus manos al torso de Henry y con lentitud comenzó a moverlas hasta llegar al dobladillo del bóxer, sus dedos rozaron la zona en V del rubio y su corazón dio un vuelco, se sentía como un adolescente de nuevo a punto de tener su primera vez con el chico que ama, como hubiera deseado que Henry hubiera sido ese chico, que esta hubiera sido su primera vez; siempre deseo haber conocido a Henry en tiempos iguales, pero aquí estaban, aquí lo tenía, y no iba a soltarlo, no iba a dejarlo ir; se dijo que estaría seria su primera vez haciendo el amor, porque era con Henry, el amor de su vida.

Cuando metió sus dedos en el dobladillo del bóxer, se alejó del beso para mirar a Henry, quería una señal de que podía seguir. Henry lo entendió, le regalo una pequeña sonrisa y asintió "quiero esto" le dijo con ese gesto. Eso fue todo lo que Ray necesito para comenzar a bajar el bóxer, revelando finalmente la intimidad de Henry. Pronto, Ray se encontró con un miembro erecto, envuelto en un arbusto de vellos. Quedo atrapado en el delicioso mangar que se presentaba ante sus ojos, poco a poco comenzó a dejar que su excitación se hiciera cargo de todo. Hipnotizado, llevó sus dedos hacia la punta del pene, rozándolo levemente, escuchó a Henry gemir y su corazón dio una vuelta de placer, mandándole, al mismo tiempo, una corriente eléctrica a su propio pene que se estremecía ante cada jadeo y gemido que Henry le regalaba.

Henry cerró sus ojos al sentir el roce de los dedos de Ray sobre su pene, pudo jurar que se vendría en ese mismo momento. Llevó sus manos hacia su rostro y se ocultó, un poco avergonzando por verse expuesto, pero abrumado por la excitación recorrer sus entrañas. Comenzó a respirar con calma, pues sintió que iba a ahogarse con su propia respiración. Sintió que Ray apartaba sus manos de su rostro de manera suave, cuando sus ojos conectaron con los azules, Ray le regaló una sonrisa tranquila.

—Si quieres parar...

Henry comenzó a negar con rapidez, no quería parar, no ahora.

—Estoy bien, es solo... ¿si te gusta lo que ves? —apartó su mirada al terminar de hablar, sabiendo que lo dicho fue estúpido, pero sus inseguridades lo tomaron desprevenido y lo golpearon. Esta era la parte donde todos decían que era horrible, esta era la parte donde Ganzel lo humillaba, donde lo maltrataba a más no poder. Esta era la parte donde le recordaban que él nunca tendría amor, que solo era un juguete sexual.

Ray tuvo que contener la furia al entender por qué Henry le había hecho esa pregunta, pero decidió no perder el tiempo pensando en su enojo. Rápido, se acercó a Henry lo más que podía y lo tomó su mentón con delicadeza para qué lo mirara.

—Amor, eres hermoso, me encanta lo que estoy viendo, tú me encantas y me vuelves loco —murmuró, su voz sonando algo ronca por el enojo, tragó saliva para alejarla un poco —eres incluso más hermoso de lo que alguna vez imagínate. —tomó el rostro de Henry por completo, no quería que apartar su mirada —tu cuerpo es fascinante, una obra de arte sin duda. Eres el tesoro más precioso del mundo y me alegra haberte encontrado. Eres perfecto, con todo y tus defectos; cualquiera que diga lo contrario, está mal de la cabeza, está ciego o tiene envidia de la belleza que posees, una belleza maravillosa, exótica. No sé qué más decirte Henry, eres hermoso, hermoso, hermoso.

Siguió repitiendo esas palabras mientras dejaba dulces besos por todo el rostro del rubio, ganándose por eso, leves risas por parte de Henry. Ray dejó un último beso en sus labios y miró a Henry; se miraron por leves segundos, recuperándose del momento. Henry casi se pone a llorar ante las palabras tan hermosas que Ray le había regalado, no sentía que las merecía, pero se dijo que ahora no pensaría en eso. Un poco más relajado y calmado, le pidió a Ray que continuara.

—Sigamos... por favor.

Ray sonrió y asintió, comenzó un nuevo recorrido de besos, desde los labios de Henry hasta bajar por su cuerpo, clavícula, pecho y torso, dejo besos en cada parte de ellos, olfateando un poco al mismo tiempo, llenándose por completo del aroma a fresas y flores que Henry irradiaba.

Dejó un último beso más sobre el cuerpo de Henry, después lo miró con una tierna sonrisa antes de levantarse de la cama e ir a pasos rápidos hacia el baño, todavía seguía en bóxer y Henry en la cama, sabía lo que pasaría a continuación. Respiro con algo de dificultad, con sus codos apoyados en el colchón se recargaba, mirando hacia donde Ray se había ido, sentía sus mejillas rojizas y su piel caliente, algo incómodo por estar desnudo tan libremente. Tragó saliva, recuperándose del momento y al mismo tiempo preparándose para lo que vendría, estaba ansioso, nunca antes había querido que un momento así llegaran con tanta rapidez. Casi gime cuando sintió que el castaño se tardaba, sentía que había pasado un siglo desde que se fue, pero no fue así, Ray llegó un segundo después, pero Henry estaba tan abrumado, tan perdido, que ni cuenta se dio cuando Ray se subió de nuevo a la cama, posicionándose en sus piernas una vez más.

Ray dejó a un lado una pequeña botella de lubricante y un preservativo, Henry sonrió ante el gesto, nadie se tomaba la molestia de usar alguna de esas cosas cuando lo utilizaban, Henry está sorprendido de nunca haber pescado una enfermedad, lo cual, agradecía mucho. Tuvo mucha suerte en ese aspecto. Miró a Ray y lo atrajo a su rostro, rodeándolo por el cuello antes de besarlo de forma suave, agradeciéndole en esa acción todo lo que hacía por él. Otra vez quedaron jadeantes al separarse, pero estaban felices y se sonreían, mirándose con sus frentes unidas.

—Hen... necesito que me prometas, que si en cualquier momento te sientes incómodo, o decides que ya no quieres seguir con esto, me lo digas. Por favor, necesito saber que tú estás bien con todo esto, que una vez que comience a ir más allá... necesito que me pares si sientes que estoy siendo muy rudo o si te estoy lastimando, por favor. —la voz de Ray sonaba suplicante mientras hablaba, mientras miraba a Henry con suma intensidad, haciéndole entender que hablaba en serio, que no iría más allá si él no lo quería.

Henry miró los ojos preocupados de Ray y sintió un intenso dolor sobre su pecho, era un dolor tan distinto, nunca antes experimentado. Ray Manchester, estaba aquí, preocupado por su bienestar antes que por sus necesidades. Henry sabía que Ray quería ir más allá, pero se detendría por y solo por él. Henry no pudo evitar sonreír, sus ojos llenándose de lágrimas. Sin embargo, tuvo que contenerse, en este momento no se trataba de él —aunque así lo pareciera— en este momento tenía que asegurarle a Ray que estaba bien con todo, que esto era lo que quería más que nada.

—Ray, amor mío —llevó sus manos hacia el rostro del castaño y acarició sus mejillas. —todo va a estar bien, esto es lo que quiero, confió en ti, sé que no vas a lastimarme.

Ray se dejó llevar por su toque y por el dulce apodo saliendo de los labios de Henry, podía acostumbrarse a eso, pensó. Sin embargo, no estaba tranquilo del todo.

—Promételo Henry, necesito escucharte decirlo —volvió a suplicar, esta vez tomando su rostro con firmeza, sus ojos azules brillando un poco más de lo normal. Henry tragó saliva y entendió que esto era importante para Ray, que el consentimiento y respeto eran su prioridad aquí. Sintió una calidez en su cuerpo, Ray no dejaba de ser perfecto.

—Lo prometo, prometo que te detendré si cambio de opinión. —aunque estaba seguro de que eso no pasaría.

Ray asintió, sintiéndose conforme con las palabras de Henry. Ambos se sonrieron una vez más antes de conectar sus labios nuevamente y comenzar con la acción, pronto se perdieron en el deseo y placer, dejando atrás su entorno, el mundo a su alrededor; en este momento, solo eran ellos dos.

Ray volvió a bajar por el cuerpo de Henry, no paraba de besar y tocar, estaba fascinado con el cuerpo de Henry, para él, era una obra de arte, una escultura bien hecha. Sus manos recogían cada parte, cada rincón, mandando corrientes eléctricas a Henry, quien se aferraba a las sabanas de la cama y jadeaba de placer. Ray fue bajando su rostro hasta llegar al comiendo de las caderas, dejo sus manos descansar ahí, deteniéndose un poco para mirar el miembro de Henry erecto y soltando leves gotas de semen. Alzo la mirada hacia Henry, pidiendo permiso, el rubio asintió con desespero y Ray no tuvo que esperar más. Ya no podía aguantar más.

Metió su rostro entre las piernas de Henry y comenzó a rozar sus labios por la zona, olfateando un poco. Desde su escondite podía sentir a Henry volverse loco. No tardó mucho cuando comenzó a dejar besos por todos lados, por sus muslos, devorándolos con leves mordidas. Nunca toco el pene de Henry, este acaricia su mejilla constantemente y Ray supo lo duro que estaba. Agarró una de las bolas de Henry y las lamió y chupó; escucho un gritó y un tirón de cabellos por parte de Henry, y llevo sus manos hacia los muslos del rubio, empezó a acariciarlos para calmar a un desesperado Henry quien se retorcía de placer. Chupó, lamió y succionó todo lo que tenía a su alcance, jugando con las bolas de Henry y dejando caricias en su pene con su boca, pero nunca introduciéndolo por completo.

Los gemidos de Henry eran música para sus oídos, rápidamente se volvieron sus sonidos favoritos. Queriendo escuchar más, bajó su rostro hacia lo más profundo y llegó hacia la entrada de Henry; por la oscuridad de la habitación no podía ver bien, pero estaba seguro de que era el manjar más exquisito del mundo. Sin quedarse con la duda, acerco su boca hacia la entrada de Henry, esta lo llamaba de forma tentadora. Le dio una lamida, larga, profunda y llena de saliva, recibiendo, como respuesta, un grito de Henry.

—Ray... —gimió el rubio, enterrando los dedos en el cuero cabelludo de Ray, jalando un poco de los castaños cabellos en el proceso. Arqueó un poco su espalda, queriendo más de Ray, más de sus toques, más de sus labios.

Eso solo excitó al castaño, quien comenzó a dejar más lamidas, enterrando su lengua dentro de Henry. La sacaba y metía con suavidad, llenándose de placer, llenando de deseo a Henry, quien pronto comenzó a pedir más, al mismo tiempo que movía sus caderas, queriendo más contacto.

Ray se detuvo antes de que Henry se viniera por completo, antes de que su propio orgasmo saliera a la luz. Se alejó de Henry, escuchando un gemido lastimero y leves lloriqueos. Se rio un poco de forma tierna, mirando a Henry por unos segundos. El rubio mantenía sus ojos cerrados, jadeaba con su boca exageradamente abierta en busca de aire.

Ray tomó la botella de lubricante, la destapó y lleno varios de sus dedos con el espeso líquido. Sin mucha importancia, tiro la botella al suelo y se acercó de nuevo a Henry, quien abrió sus ojos cuando lo sintió encima. Sin apartar su mirada, Ray tomó las piernas de Henry y las coloco sobre sus hombros, luego comenzó a bajar sus dedos, pero antes de deslizarlos dentro de Henry, lo miro y espero su respuesta. Henry le sonrió con amor y luego asintió, acariciando de forma leve su rostro.

Jadeando, nervioso y ansioso por lo que vendría a continuación, Ray comenzó a meter de forma lenta uno de sus dedos, provocando un gemido de placer en Henry; espero unos segundos a que el rubio se acostumbrara y comenzó a mover sus dedos dentro de rubio; todo se sentía tan irreal, tan extraño, esto era algo nuevo para ellos, sin embargo, no dejaba de ser maravilloso. Ray seguía moviendo su dedo, haciendo círculos, sintiendo lo apretado que estaba Henry. Ray jugó con su dedo por varios segundos, deleitándose con los sonidos de placer que salían de la boca de Henry, le excitaba ver al rubio, retorciéndose de deseo bajo su toque, pidiendo más. Cuando se cansó de jugar, metió un segundo dedo y empezó a realizar movimientos de tijeras, abría sus dedos y los cerraba, sintiendo las paredes de Henry apretarle los dedos. Gritos de deseo, gemidos de placer era lo único que Ray escuchaba mientras con lentitud movía sus dedos dentro del rubio, quien, perdido ya por la excitación, pedía más y más. Ray introdujo un tercer dedo y Henry sintió que iba a enloquecer, se aferró a las sabanas y gimió el nombre de Ray, lloriqueando un poco, pues, se sentía muy bien, mucho mejor de lo que alguna vez pensó que llegaría a sentir. Lo estaba disfrutando y Ray estaba más que feliz de verlo experimentar esta nueva sensación de placer. Con su mano libre, acaricio una de las piernas de Henry y sin dejar de mirarlo, dejaba besos suaves en su muslo y en cada poro de su pierna que pudiera alcanzar, transmitiéndole en ese gesto todo su amor. Henry mantenía sus ojos cerrados, gimiendo de placer.

Cuando supo que Henry estaba lo suficientemente preparado como parar soportar su duro pene, saco sus dedos, los limpio de forma descuidada contra la sabana y luego se dispuso a colocarse el condón, bajo las piernas de Henry de su hombro y se apartó un poco; finalmente, se quitó su bóxer, revelando su intimidad, escucho un jadeo de Henry y no pudo evitar sonreír de prepotencia, debía admitir que su ego se había inflado un poco.

Henry tragó saliva sin apartar la vista de Ray, sus ojos estaban atentos a cada movimiento, relamiéndose los labios al mismo tiempo. Podía sentir su corazón retumbar, ansioso por lo que vendría a continuación. Ray terminó de colocarse el condón y miro hacia Henry; le regalo una sonrisa antes de apoderarse de sus labios en un dulce beso. Mientras hacía eso, agarró las piernas de Henry y las acarició, las alzó un poco y las pegó al pecho sudoroso del rubio. Henry jadeó al sentir su propia piel, provocando que el beso se rompiera.

Ambos se miraron en silencio, contemplándose uno al otro, seguían sonriendo, sintiendo a sus corazones retumbar en sintonía; esto era lo que querían. Ray se acercó un poco más al cuerpo de Henry, haciendo que su pene rozara con la entrada del rubio. Henry, como pudo, lo rodeo por el cuello, inconscientemente moviendo sus caderas. Eso trajo a Ray de vuelta a la realidad y supo que el momento había llegado, quizás estaba haciendo mucho drama, pero quería que esto fuera especial para Henry. Tomo con suavidad su rostro y dijo;

—¿Estás listo?

Henry se tomó su tiempo para responder, pero no porque estuviera dudando, si no, porque no podía dejar de sonreír.

—Nunca había estado tan listo para esto, lo deseo más que nada, quiero unirme de esta forma contigo.

Ray pudo jurar que eso ha sido lo más hermoso que ha escuchado y tuvo que sonreír más de lo normal. Pegó su frente contra la de Henry, dejando un pequeño beso en sus labios.

—Recuerda nuestra promesa —quizás estaba hablando mucho, pero no le importaba, todo sea por hacerle ver a Henry que su bienestar, sus deseos y placeres siempre estarán antes que todo lo que él llegara a sentir. A este punto, Ray estaba seguro de que su destino era complacer a Henry.

Henry asintió y besó a Ray para que finalmente se callara. Ray se rio en medio del beso, tal parece que leyó su mente. Usando los besos y caricias como distracción para Henry, comenzó a introducir su pene dentro de Henry, podía sentir el corazón del rubio latiendo con fuerza, dando saltos a cada segundo; Ray temió que sufriera un ataque, así que fue lento y suave, entrando en lo más profundo de Henry.

Henry apretó sus ojos con fuerza al sentir la intromisión, sin embargo, esta se sentía muy diferente a lo que antes había experimentado, esta vez era cuidadoso, sin brusquedad y Henry, más que llorar, quería más. Pero, como había pasado tanto tiempo desde que estuvo en una posición así, sintió un dolor punzante, recorrer todo su cuerpo, inconscientemente mordió el labio de Ray en medio del beso como mecanismo para afrontar el dolor. Ray rompió el beso con suavidad para que Henry pudiera respirar; continuó dejando caricias por todos lados en un intento de calmarlo. Henry pegó su frente contra la de Ray y tragó saliva, el dolor pasaba y él comenzaba a disfrutar. Ray entró por completo, quedándose quieto por unos segundos para que Henry se acostumbrara a su pene, mientras tanto, dejaba besos por todo su rostro y espero paciente a que Henry le dijera que podía continuar.

—¿Estás bien?

—Estoy bien... continuemos, por favor...

Ray tomó las caderas de Henry y comenzó a moverse lenta y suave, las piernas de Henry seguían pegadas a su pecho, descansando sus pies en sus hombros. Ambos gemían en voz baja, chocando sus cuerpos ante cada leve embestida. Con sus ojos entrecerrados se miraron y luego sus labios conectaron. Un beso carnoso y deseoso comenzó, brusco y rudo como nunca antes se habían besado; parecían desesperados mientras movían sus cabezas de un lado a otro, respirando por segundos para luego volver a besarse.

Entre besos soltaban gemidos y jadeos llenos de placer, todos ahogados por sus bocas desenfrenadas mientras, al mismo tiempo, movían sus caderas en un vaivén lento y sensual. Ambos estaban extasiados por la cálida y maravillosa sensación recorrer su cuerpo, para el castaño, ya conocida, para el rubio, nunca antes experimentada.

Ray sigue empujando dentro de Henry de forma suave, moviéndose a un ritmo lento. Henry intenta seguirlo de forma torpe, Ray aprieta un poco sus caderas y luego Henry deja de moverse, dejando que Ray haga todo segundos después. Ray crea un ritmo en conjunto, al mismo tiempo, comienza a embestir con más fuerza, provocando gemidos agudos saliendo de los labios de Henry.

Pronto están tocándose por todos lados, besándose con deseo y pasión, felices de finalmente estar así, de finalmente tenerse el uno al otro. Más tarde lo esperado, crearon una sincronía perfecta, sus caderas y labios se mueven en simultáneo de aquí para allá. Ambos están deleitados y abrumados por el sentimiento que los recorre, por los sonidos que retumban en su habitación. Sus pieles, ahora sudadas, se deslizan ante sus toques.

Cuando la falta de aire es insoportable, se separan, pero no del todo; juntan sus frentes y se regalan una mirada llena de ojos dilatados por el placer. Ray acaricia el rostro de Henry con suma dulzura, deslizando sus dedos por las sonrojadas mejillas. Roca su nariz contra la de Henry y sonríe cuando esta le manda corrientes eléctricas. Sus labios están cerca de los de Henry, sintiendo su aliento a champán y su tranquila respiración. En ningún momento ha dejado de moverse y ahora, toma a Henry de una forma más posesiva, lleno de lujuria. Henry, perdido en el placer, le permite continuar, pidiendo más entre jadeos.

Lanza una embestida fuerte y Henry grita, grita de goce y se regodea bajo Ray hundiéndose en la cama cuando un cosquilleo le recorre la espalda. Henry gime, fuerte y claro, sin pena alguna. Ray se estaba volviendo más rudo y eso le encanta, Henry está fascinado por todo lo que Ray estaba haciendo, por como toma su cuerpo y lo vuelve suyo, pero no de forma morbosa; es amor en todo momento.

Henry siente que en cualquier momento va a desmayarse y se aferra al cuello de Ray, se asusta un poco ante la nueva sensación de hormigueo en su cuerpo, pero pronto lo deja pasar, pronto no le importa al sentir las fuertes y experimentadas manos de Ray acariciar todo su torso y pecho.

Ray toma los labios de Henry una vez más al ver lo abrumado que se estaba volviendo, sabe que no es de temor, es de emoción; sin embargo, quiere que siga tranquilo. Da un par de embestidas más antes de tomar las caderas de Henry y en un simple movimiento, lo alza, sentándolo en su regazo. Henry deja escapar un grito agudo, lleno de asombro pero mezclado con placer. Se aferra al cuello de Ray, rodeándolo por completo mientras lo mira, su vista está algo nublosa, pero aún puede ver con claridad esos brillantes ojos azules.

Ray ahora está sentado sobre la cama, sus piernas abiertas, Henry está en su regazo, piernas alrededor de sus caderas, sintiendo, ahora más profundo, el pene de Ray en su interior. Jadea un poco, intentando acostumbrarse, nunca había estado en una posición como esta; sentado sobre Ray, podía verlo desde arriba, se sentía como la gloria, se sentía poderoso, en el paraíso mismo.

Ray aprieta las manos en sus caderas y comienza a moverlas, lento y con suavidad hacía círculos, apretó los dedos ante cada movimiento placentero. Henry sabe que va a tener marcas por la mañana, pero eso no le importa, quiere tener las marcas de Ray por todo su cuerpo, quiere pertenecerle a Ray, ser suyo para siempre.

Henry comenzó a acostumbrarse el movimiento y cambio de posición; empieza a moverse por su cuenta, gimiendo de excitación, también escucha los gemidos de Ray y eso lo enloquece, inclina su cabeza hacia atrás, sintiendo al segundo los besos de Ray recorrer su cuello, clavícula y parte de su pecho.

Tímidamente, comienza a saltar encima de Ray, rebotando sobre su pene, luego se vuelve en un atractivo y placentero movimiento de caderas; aprende rápido, sabe lo que hace, quiere complacer a Ray, luego recuerda que Ray no es como los otros, ambos se dan placer al mismo tiempo. Pronto comenzaron a aumentar los movimientos, pero sin dejar de ser suave, tranquilo, como si estuvieran en cámara lenta. Ambos se sentía como en una película romántica, ellos siendo los protagonistas, viviendo su escena de sexo. Henry, perdido en la excitación, comienza a gemir con más fuerza, soltando de forma entrecortada, el nombre de Ray. Estaba abrumado por el miembro de Ray y la sensación de placer que provoca en él.

"Ray, Ray, Ray" era todo lo que se escuchaba en la habitación.

Ray no puede controlarse mucho más y se pierde en el deseo y la delicia que los movimientos de Henry le provocan en su interior, eso junto con la sensación de su pene dentro de lo apretado y estrecho que resulto ser Henry, lo envía a un lugar donde solo vive el goce y la lujuria. Cuando escucha los llamados de Henry entre jadeos, siente que se ha perdido por completo, estaba mareado, agobiado por la bruma del ambiente. Toma a Henry por el rostro y lo obliga a verlos, sus ojos dilatados lo excitan un poco más.

—Ray  —gimió el rubio y Ray supo que eso era todo lo que necesitaba para venirse en un orgasmo placentero.

—¿Sí?, ¿qué necesitas, amor? —pregunta por costumbre, pero sabe que Henry no le estaba pidiendo nada, salvo que siga con sus movimientos, con sus toques y sus besos lujuriosos.

Henry pega su frente contra la sudorosa de Ray y suspira y jadea, dejándose llevar una vez más. La sensación del placer, mezclado con amor, los embriaga, los envuelve como anillo al dedo, los cubre como una sábana, protegiéndolos de todo mal. Henry siente que va a llorar, quiere estar así con Ray por el resto de su vida; lo que antes le daba miedo, ahora lo desea.

Antes no habías hecho esto, antes no habías sentido el amor y cuidado que solo Ray supo darte. Ese pensamiento cruzó su mente borrosa y casi dormida.

El orgasmo está pronto de llegar para ambos, Ray teme que eso agobie a Henry, pero eso queda en el olvido cuando Henry, lleno de confianza, comienza a restregar su pene contra su abdomen, Ray gime cuando siente la dura carne sobre su piel, mientras que los movimientos se volvían más rápidos y frenéticos, la delicadeza y suavidad hacia quedado atrás.

Ray llevó sus manos de vuelta a las caderas magulladas de Henry y jadea cuando siente su miembro contraerse dentro del estrecho rubio, soltando todo su semen en el condón. Henry también llegó al orgasmo, expulsando su semen, machando el pecho y torso de Ray. Jadeó y dejó caer su cabeza contra el hombro de Ray, mantenía sus ojos entrecerrados, viendo pequeños puntitos revolotear por todo el lugar.

Cuando se recuperó, busco a Ray y conecto sus labios, lo beso suave y cansado. Ray correspondió su beso, dejando todo su amor, asimilando poco a poco lo que habían hecho, estaba feliz, debía admitirlo. Luego del beso, se miran y se regalan una sonrisa llena de emociones que, al mismo tiempo, se dejaban ver por todo el lugar.

—Te amo.

Henry sonrió con más entusiasmo esta vez, lleno de felicidad. Pegó su frente contra la de Ray y dijo;

—Yo también te amo, mi amor, mucho más de lo que puedas imaginar.

Ray le regaló un último beso, antes de abrazarse mientras se recuperaban del momento. Henry se acurrucó en su pecho, sintiendo sensaciones que nunca antes había sentido; sonrió una vez más, mordiéndose el labio para no soltar una risa, de repente, con ganas de reír, con ganas de gritar lo bien que se había sentido; todavía estaba algo abrumado por todo, pero estaba alegre, feliz. Podía sentirlo en Ray también, escuchaba su corazón retumbar en sintonía con el suyo, Ray estaba contento, nada más podía pedir Henry. No necesitaban decir nada, sabían lo que sentían en este momento, sabían que las emociones eran fuertes, se amaban y ahora estaban más unidos que nunca.

Ray los acostó de nuevo en la cama, saliendo de Henry con suma suavidad; Henry estaba tan adormecido que ni cuenta se dio, pero disfruto y tarareó un poco de alegría cuando Ray se acostó a su lado. En silencio, se quedaron abrazados, compartiendo caricias y dulces besos mientras se recuperaban del momento; en el fondo, sintiendo miedo de que al separarse, todo fuera un sueño.

Adsorbiendo el momento, Henry cerró sus ojos, seguía sonriendo, recordando lo vivido hace unos segundos. Sintió que Ray los arropaba con la sabana llena de semen y olor a sexo y sudor; eso poco le importo y se acurrucó más en Ray; envolviéndose en el ambiente de felicidad, comodidad y tranquilidad. Nunca pensó que sentiría esta seguridad después de vivir algo como esto, nunca pensó que no sentiría vergüenza al estar desnudo frente a Ray, eso lo hizo darse cuenta de todo lo que había mejorado, que ya no tenía miedo y que finalmente podía experimentar con deseo este momento, esta experiencia, como siempre debió hacerlo. Se lo habían arrebatado, pero ya no más. Sonrió un poco más y sintió leves lágrimas acumularse bajo sus ojos, pero no las dejo salir; estaba feliz y no dejaría que nada lo arruinara.

Chapter Text


Estuvieron un rato en silencio, simplemente acariciándose. Henry mantenía su cabeza contra el pecho de Ray, sintiendo las suaves caricias que Ray dejaba en su espalda, estaba algo cansando, pero intentaba mantener sus ojos abiertos, no quería dormirse y perderse este momento, esta sensación que todavía seguía fluyendo en el aire; había sido un día agotador, Henry suponía que ya era de madrugada, era difícil saberlo cuando estás bajo tierra; todo estaba oscuro, pero él estaba feliz.

—Nunca pensé que podía llegar a sentirme así —dijo Henry, jugaba con sus dedos, haciendo círculos en el pecho de Ray mientras miraba hacia un punto fijo, estaba relajado, tranquilo, todavía en ese bruma inexplicable en la que se había metido —nunca pensé que esto fuera tan maravilloso, me gusta la sensación de cosquilleo recorrer mi cuerpo. —alzó su mirada para ver a Ray.

Ray sonrió feliz de ver y sentir a Henry de una forma que nunca antes había visto, sus ojos brillaban de amor únicamente para él. Llevó una mano a su mejilla y la acarició, Henry no tardó en acurrucarse en ese toque, cerrando los ojos, disfrutando el momento.

—Desearía que esta hubiera sido mi primera vez. No, no con esos hombres... —abrió sus ojos y miró a Ray con tristeza. Ray no perdió el tiempo y supo que tenía que cambiar ese pensar.

—Si lo fue, Henry. —lo tomó del rostro con ambas manos para que no desviará su mirada -—esta fue tu primera vez, has experimentado algo nuevo, algo hermoso. Lo que te hicieron, eso no fue amor, esto sí. Esta fue nuestra primera vez juntos, eso es todo lo que importa.

Henry tragó saliva y dejó que las lágrimas que tanto se esforzó en contener, salieran. Después asintió, porque Ray tenía razón; nunca había hecho esto, nunca había hecho el amor con la persona que ama. Dejó escapar una sonrisa y cerró sus ojos nuevamente cuando Ray dejó un beso en su frente. Después se miraron y se regalaron una dulce mirada de amor.

—Me siento más feliz de lo que imaginé, se siente incluso eufórico, quiero gritar y saltar de la emoción, ¿eso está bien? No importa, se siente bien.

Ray se rio bajo, sonriendo al mismo tiempo. Su pecho retumbó un poco debido a la risa, moviendo la barbilla de Henry recargada en ella, quien quedó embobado por esa acción.

—La gran mayoría queda cansado después del sexo y se va a dormir, pero tú estás lleno de vida, mi amor —expresó con dulzura, riéndose un poco mientras quitaba mechones de cabello pegados a la sudorosa frente de Henry.

Henry sonrió, sonrojándose el mismo tiempo. Ray le devolvió la sonrisa y se acercó para dejarle un suave beso. Fue corto y sencillo, pero lleno de amor. Al separarse, volvieron a sonreír, parecían dos borrachos, ebrios de amor. Henry dejó un último beso pequeño antes de apartarse y volver a su posición anterior.

—¿Puedo hacerte una pregunta que probablemente arruine la noche? —preguntó en voz baja, sus dedos jugando con inocencia sobre el pecho de Ray. No lo estaba mirando directamente, Ray frunció el ceño debido a eso.

—Nada de lo que digas o hagas podrá arruinar esta noche, mi amor. —Ray se acercó de nuevo a los labios de Henry y lo besó, un beso perezoso y cálido, distrayendo a Henry poco a poco de lo que quería hacer. Henry sonrió pequeño, sabiendo lo que Ray estaba haciendo, entonces, tomó su barbilla y lo alejo.

—Aún quiero hacer mis preguntas —expresó en un susurro sobre los labios de Ray, todavía sonreía y lo miraba de una forma que sabía lo que estaba intentando hacer.

Ray se rio en voz baja, el castaño se apartó solo un poco, atrajo a Henry hacia él y comenzó a acariciar su rostro mientras hablaba, eso le dio a Henry la tranquilidad y confianza que necesitaba para hablar.

—Yo... es una pregunta tonta, porque sé que ya has tenido más experiencia y supongo que ya lo hiciste y pues eres mucho mayor que yo-

—¿Me estás diciendo viejo? —Ray alzó una ceja de forma divertida. Henry se rio y negó con su cabeza, relajándose un poco.

—Yo, solo... —jugó con sus dedos sobre el pecho de Ray —¿Ya has estado con otros hombres, antes de mí? —tragó saliva al segundo de preguntar eso, poniéndose nervioso al mismo tiempo; pero ya no podía dar marcha atrás, la bomba ya estaba en el aire, arruinando todo.

Pero Ray estaba tranquilo, ni siquiera se había inmutado por la pregunta, Henry solo tiene curiosidad, pensó. Aunque muy mal momento para tener curiosidad, se contradijo en su mente. Seguía mirando al rubio quien tímidamente esperaba una respuesta, le sonrió de forma leve y comenzó a hablar.

—Bueno, sí... he estado con algunos hombres y mujeres también.

—Como... ¿en relaciones y cosas así?

—Sí, relaciones... aunque siempre fue complicado, sabes, cuando eres un superhéroe tienes dos identidades y bueno, nunca tuve una relación formal, porque cuando soy Ray Manchester, no puedo revelar que soy capitán man y cuando soy capitán man, no puedo revelar que soy Ray Manchester. Era difícil mantener una relación debido a eso, así que siempre, todas, fueron citas causales, cosas de una sola noche. —se alzó de hombros, nunca le dio mucha importancia a eso, tener una pareja nunca fue algo que le llamó la atención, no fue algo que quería... hasta que Henry llegó y cambio todo.  

—¿Te sentías bien con eso? ¿No te molestaba no poder tener una vida normal?, ¿una relación feliz con alguien?.

Ray lo miró por unos leves minutos, ahora algo confundido del porqué Henry hacia estas preguntas, pero lo dejó pasar, no le molestaba.

—Un poco al principio, cuando era más joven tuve esta relación... a veces me molestaba el tener que ocultar cosas, cada que tenía una cita con alguien, yo tenía que inventar una historia, ni siquiera podía llevarlas a mi casa porque no tenía ninguna casa, eso era frustrante, pero a la larga lo superé y cuando me enfoque más en mi vida de superhéroe, deje de lado las relaciones, ya no me importaba tanto estar con alguien... hasta que llegaste tú.

Henry sonrió ante esto, sonrojándose un poco cuando Ray acarició sus mejillas.

—¿Hubo alguien en particular con quien quisieras haber tenido lo que tenemos nosotros ahora? —de nuevo jugó con sus dedos sobre el pecho de Ray de forma tímida, lo miraba, pero no de todo.

Ray ahora fruncía el ceño, quiso preguntarle a Henry que había detrás de sus palabras, de sus preguntas. Pero de nuevo, lo dejó pasar. Soltó un suspiro y miró hacia el techo, no quería secretos ni mentiras con Henry, así que le contaría la verdad. Comenzó a dejar nuevas caricias en la espalda de Henry como mecanismo de distracción y empezó a hablar.

—Había alguien... su nombre es Drex, supongo que ya lo conoces... —miró a Henry de reojo, este asintió lentamente, sus ojos llenos de asombro.

—El criminal… ¿Cómo paso eso?

Ray dejó escapar otro suspiro y respondió.

—Drex era como tú, no vivía en la calle, pero en su casa la pasaba mal. Su padre era un abusivo y su madre era alcohólica, cuando su padre los abandonó a él y a su madre, ella continuó con el abuso, esta vez a su hijo. Drex siempre estuvo en un ambiente abusivo, se envenenó de eso y nunca pudo salir de ahí... ni siquiera con mi ayuda. —miró a Ray, sentía sus ojos algo mojados, pero no iba a llorar, Henry lo miraba con calma, con algo de tristeza en sus ojos —Yo tenía tu edad cuando comencé a ser capitán man, aún no era lo que soy ahora, pero siempre atendía cualquier llamado. Drex es solo unos meses menor que yo, lo encontré durmiendo en un parque y mi instinto de héroe me dijo que debía ayudarlo, lo hice, pero él no quería ir a la policía o al hospital, así que lo lleve conmigo, era estúpido e ingenuo, no sabía en lo que me estaba metiendo. Schowz ya estaba conmigo para aquel entonces, así que lo obligue a que curara sus heridas, que le diera de comer y prepara una habitación, yo... no quería que Drex se fuera, menos, después de lo que me dijo, lo que su madre le había hecho.  —se detuvo un segundo para pensar, recordando el pasado, volvió su vista al techo, perdido en sus memorias.

—¿Qué pasó después?

Ray suspiró y dijo;

—Intente persuadirlo para que pusiera una denuncia contra su madre, pero no quiso, así que se quedó a vivir conmigo de forma definitiva. Nos fuimos conociendo más y nos hicimos amigos, yo continuaba con mi formación para capitán man y Drex me ayudaba entrenando, al mismo tiempo, él aprendía también, se volvió un gran peleador. Era el primer amigo que tenía que conocía mis dos Identidades y yo estaba muy feliz, así que un día cometí la estupidez de sugerirle que fuera mi compañero... él estaba tan sonriente y alegre por la propuesta y yo, supongo que fue cuando comencé a caer por él, cuando comencé a sentir amor por él —tragó saliva un segundo, ya venía la parte que no le gustaba, lo que nunca había hablado con nadie —yo, supongo que me gustaba el hecho de que tuviera a alguien con quien pidiera ser capitán Man y Ray Manchester al mismo tiempo y entonces me enamore de eso. Drex nunca fue malo, de verdad lo quise... entonces se convirtió en mi compañero y juntos comenzamos a combatir el crimen, codo a codo. Los meses pasaban, Drex y yo empezamos a ir más allá con nuestra relación, capitán man se hacía más popular y más reconocido por la policía y el alcalde; me estaban tomando en serio... pero no a Drex, la gente no confiaba en él, yo no entendía por qué, estaba tan enamorado que no veía las fallas en Drex, su comportamiento errático y violento. Schowz insistía en que había algo mal con Drex, pero yo no le creía, no quería hacerlo. Nos hicimos novios con el tiempo y yo estaba tan feliz, pero al mismo tiempo me cegaba más hacia su comportamiento, pero no podía evitarlo, era mi primer novio y finalmente podía experimentar todas esas cosas que veía en la televisión, las cosas que me habían arrebatado. Nunca tuve una infancia o adolescencia feliz, entonces, con Drex me permití experimentar todo eso. Con Drex descubrí mi bisexualidad... mi primera vez fue con él... —miró a Henry, esperando una reacción de dolor o de molestia, pero no, Henry seguía mirándolo con calma, acariciaba su pecho, sus ojos nunca dejaron de verlo con amor. Depósito un pequeño beso en su pecho, con ese gesto le dijo que podía continuar. —Después de eso, pensé que las cosas iban bien... o eso quería creer. Drex comenzó a volverse más violento al combatir el crimen, golpeaba a los criminales hasta dejarlo en coma en el hospital, no se preocupaba por ser cuidadoso con las víctimas... era agresivo con todos, pero no conmigo. No lo sabía en aquel entonces, pero al final comprendí que Drex hacia eso para que no sospechara, para que no dejará de quererlo. Schowz se cansó de su actitud, de mi comportamiento y la forma de manejar la situación, y se fue. Quedamos Drex y yo solos, eso le encantó a Drex, nada más quería que tener el poder sobre todo, sobre mí y yo enamorado, lo deje. —soltó un largo suspiro y guardó silencio, sentía sus ojos llenos de lágrimas; odiaba recordar el pasado, pero odiaba más llorar. —Una noche todo se fue a la mierda, Drex salió, no me dijo a donde iba, yo lo dejé, no podía estar detrás de él todo el tiempo, pensé que iría a tomar algo al bar o quería tiempo a solas, no lo sé... hasta el día de hoy me arrepiento de no haberlo seguido.

Henry sintió que su corazón se rompía al ver la expresión de Ray, tomó su rostro y acarició sus mejillas.

—¿Qué pasó? —preguntó en voz baja, pasando saliva, algo le decía que no quería saber la respuesta.

—Drex cruzó la línea... asesinó a alguien... mató a su madre...

Henry se quedó estático al escuchar eso, sus ojos abiertos de par en par. Su corazón comenzó a retumbar de miedo y su cuerpo a temblar. Su boca se secó, no sabía qué decir, estaba paralizado. Ray, por otro lado, continuó hablando.

—Recibí una llamada de emergencia, alguien se quejaba de unos gritos de sus vecinos, yo estaba apuntó de mandarle la información a la policía, pues no lo consideraba una emergencia nivel capitán man, pero algo me decía que tenía que ir, que debía ver lo que pasaba. Entonces eso hice, llegue a la dirección, llegue a esa casa y cuando entre, lo vi; en la sala, Drex estaba sentado en el suelo, sus manos cubiertas de sangre sosteniendo una navaja, su madre a su lado, desangrada y muerta —Ray cerró sus ojos, reviviendo el recuerdo, relatando todo al pie de la letra, era algo que jamás olvidaría —él me vio y comenzó a llorar, comenzó a manipularme una vez más, dijo que me amaba y que lo hizo en defensa propia, que tenía que acabar con todo. Yo estaba destrozado, Drex había cruzado el límite, mis límites, capitán man jamás mata. Pronto me vi dividido entre hacer lo correcto o mentir a la policía y ocultar un asesinato... Hice lo correcto, arreste a Drex, llame a la policía y les conté lo que pasó. Mande a la cárcel a la persona que más quería, estaba destrozado, pero no me arrepiento de haberlo hecho, finalmente me quite la venda de los ojos, supe que Drex jugó conmigo todo este tiempo y esa noche me lo dejó más que claro, me grito, me dijo que me odiaba, incluso me deseo la muerte, amenazó con buscarme, lastimarme... y lo hizo, años después escapo de presión y regresó para vengarse por lo que había hecho, esta vez intento lastimar a Jasper y Charlotte, pero yo llegue a tiempo para detenerlo antes de que les hiciera daño. Lo mandé una vez más a prisión, esta vez me aseguré de que no pudiera escapar. Ha estado ahí desde entonces.

Miró a Henry una vez más, este nunca dejó de darle caricias reconfortantes. En ningún momento lo juzgó por enamorarse de alguien malo, en ningún momento dejó de escucharlo, Henry estaba aquí escuchándolo, indirectamente apoyándolo, dándole confort. Ray jamás había sentido esto, no había tenido algo así de bonito. Drex nunca lo había tratado de esa forma, nunca lo apoyo; la primera vez que le dijo que lo amaba fue cuando tenía las manos llenas de sangre. De nuevo, Ray confirmó que lo que tuvo con Drex nunca fue amor, fue una forma despiadada de manipulación y engaño.

Ray tragó saliva, dándose cuenta de que le ha estado ocultando las visitas a Drex, está aquí contándole a Henry su historia, siendo sincero, pero al mismo tiempo, miente y oculta información. Eso no estaba bien, no quería secretos, ni mentiras; se supone que le había prometido a Henry no mentirle más y aquí estaba. Se regañó internamente, eres un imbécil, se dijo.

—Ray.

Escuchó la voz de Henry llamándolo con cierta preocupación y supo que tenía que decirle toda la verdad, sin importar que arruinara la noche, sin importar que Henry se molestara.

—Lo he estado viendo, he estado yendo a visitarlo en la prisión, ha sido así desde que el juicio termino.

Espero el enojo de Henry, espero que se levantará y se fuera, espero que aquí terminara su magnífica noche; eso no pasó. Henry le sonrió pequeño y asintió.

—Ya lo sé.

Ray lo miró sorprendido, abrió su boca para articular palabra, pero nada salió, estaba asombrado, un poco asustado; su corazón retumbando de los nervios al saber que Henry lo había descubierto.

—¿Cómo...?

—No eres bueno fingiendo, Ray. He notado como cada jueves por la tarde te pones nervioso e inventas una excusa barata para salir por horas; dices que vas a atender una emergencia, cuando las alarmas ni siquiera han sonado y créeme, esa cosa retumba por toda la capicueva. No sentí la necesidad de preguntar, no pensé que fuera nada malo, no me sentí como aquella vez. Pero quería respuestas, así que indague un poco, Charlotte me ayudó, resulta que es buena hackeando cosas y registro tu teléfono y tus llamadas, me di cuenta de que hacías muchas a la prisión los jueves una hora antes de irte… escuchamos una de tus llamadas y el nombre de Drex salió, Charlotte se tensó al escucharlo, le pregunté qué pasaba, pero ella no quiso decirme nada, me evadía por completo. Yo seguía con la curiosidad, así que indague un poco, pero no tenía todo el contexto completo... así que aquí estamos...

Y Ray finalmente entendió el porqué de las preguntas de Henry y el porqué de esta conversación, que, si le preguntan, él jamás pensó que llegaría a hablar de su ex luego de temer sexo con su actual pareja.

—Yo... he estado viendo a Drex porque él me está ayudando con Ganzel, él se asegura de que esté teniendo un mal rato en la cárcel. A cambio, pidió que fuera a verlo, yo no sé por qué lo hace, sé que no trama nada contra mí, estos años en prisión lo han adormecido y su ira se ha ido calmando, desquitándose con los demás criminales. No confío en él, pero me está haciendo un favor, así que yo cumplo con mi parte.

—¿No crees que sea extraño que de la nada quiera ayudarte? —preguntó Henry, para nada enojado, solo lleno de curiosidad.

—Le gusta golpear y lastimar a las personas, así que no me sorprende que aceptara tan rápido. Además, Drex odia a la gente rica y poderosa.

—Bueno, supongo que tengo que agradecerle por eso...

—Entonces... ¿no estás molesto? No quería mentirte, yo solo no quería que te confundieras, no te estoy engañando, nunca lo haría.

Henry negó con su cabeza, no estaba molesto, en cierta forma, entendía lo que Ray estaba haciendo, quizás era horrendo pensarlo, pero le gustaba saber que alguien estaba torturando a Ganzel, que alguien lo estaba lastimando como alguna vez lo hizo con él. Sin embargo, tenía una leve inquietud, un pinchazo en su corazón desde que supo que Ray mantuvo una relación con el hombre que visita cada semana.

—Tú... ¿aún lo amas?

Ray se quedó en blanco por unos minutos al escuchar tal pregunta ¿por qué Henry pensaba eso? Negó con su cabeza, tenía que arreglar esto. Tomó a Henry del rostro y lo obligó a mirarlo.

—No, Henry, no lo amo... creo que nunca lo hice, solo estaba enamorado de lo que él causaba en mí, de las nuevas sensaciones y todo eso. Pero cuando me di cuenta de que Drex siempre estuvo manipulándome, ese supuesto amor se esfumó tan rápido que apenas me di cuenta. Te lo aseguró, Henry, no siento nada por él más que repulsión.

Henry miró fijamente los ojos de Ray, cada poro de ellos y supo que Ray estaba diciendo la verdad, siempre podía confiar en él. Esas perlas azules no ocultaban nada y Henry estaba feliz porque Ray fue honesto y le contó todo, a pesar de como él pudiera reaccionar. Sonrió levemente y asintió. Se acercó para besar los labios de Ray, dándose cuenta qué había pasado un rato desde su último beso y ridículamente, los había extrañado como si hubieran pasado siglos.

En medio del beso, se subió sobre el regazo de Ray, sentado sobre el pene dormido del castaño, se acomodó un poco y envolvió a Ray por el cuello, sintió como Ray lo acercaba hacia él sujetándolo por las caderas y no pudo evitar gemir un poco. Al separarse por la falta de aire, le sonrió de nuevo y junto su frente contra la suya.

—Gracias por contarme la verdad... y lamentó haber arruinado la noche con mis preguntas.

Ray negó de forma rápida, acercándolo más para abrazarlo.

—Ya te dije que nada podría arruinar esta noche, además hablar sobre esto se sintió muy bien, decirte la verdad mucho más. No quiero secretos contigo, quiero que sepas todo sobre mí.

Henry sonrió y volvió a acercarse para besarlo de nuevo, esta vez lo profundizo y lo alargó un poco más. Pronto, comenzaron a olvidar el tema que hablaban y empezaron a concentrarse en ellos, en sus besos y toques. Inconscientemente, Henry comenzó a moverse sobre Ray, queriendo hacer fricción sobre su miembro, jadeó un poco, sorprendiendo a Ray.

—Amor...

Henry cortó el beso de forma brusca y dijo.

—¿Podemos hacerlo de nuevo? Quiero volverme a sentir... quiero sentirme como hace un rato.

Ray sonrió y se rio en voz baja, luego asintió y con cuidado acostó a Henry en la cama, subiendo de forma lenta y suave sobre él.

—Vamos con calma, ¿sí? Tenemos todo el tiempo del mundo —murmuró por sobre los labios de Henry, dejando besitos perezosos por todo su rostro.

—¿Para siempre? —Henry preguntó en voz baja, su corazón retumbando por el deseo, por sus emociones saliendo una vez más. Ray lo miró y respondió.

—Para siempre.

El corazón de Henry dio una vuelta ante la certeza de saber que tendría a Ray por el resto de su vida. Sus ojos incluso se llenaron de emoción, brillando un poco en la oscuridad.

—Te amo  —murmuró, pegando su rostro contra el de Ray.

—Te amo —respondió el castaño antes de tomar sus labios en un beso lleno de amor. En ese instante, sin saberlo, se prometieron a estar juntos por el resto de sus vidas.

Chapter Text


3 de noviembre.

Henry nunca se había sentido tan bien en su vida, era la primera vez luego de muchos años que se permitía sentir placer, sentir felicidad. Las sabanas eran un desastre alrededor de sus piernas, cubriendo su desnudez. Él abrazaba una almohada debajo de su cabeza; aún con los ojos cerrados, sonreía, apenas despertando de la noche anterior. Se dejó hundir en la cama y soltó un suspiro, las mañanas eran diferentes ahora, todo era diferente ahora.

Se tomó su tiempo para despertar, ya no había preocupaciones a su alrededor, solo calma, mucha tranquilidad y él se envolvía de eso, dejaba que entrará a su cuerpo y a su vida, llenándolo de una sensación de satisfacción que nunca había experimentado.

Unos minutos después, sintió unos brazos envolver su cuerpo, su sonrisa se agrandó un poco más y comenzó a soltar leves risitas cuando los besos de Ray sobre su cuello le hicieron cosquillas. Dejó que Ray lo besara por unos segundos, él haciendo caricias en el brazo que lo envolvía, luego se dio la vuelta, finalmente abrió sus ojos y miró a Ray, esos ojos azules que tan bien conocía lo miraban con amor, junto con una leve sonrisa.

—Hola... —murmuró Henry mientras llevaba sus manos hacia el rostro de Ray.

—Hola... feliz cumpleaños. —Ray se acercó a su rostro y dejó un suave beso en los labios resecos de Henry, el rubio sonrió en medio del beso mientras gustoso correspondía, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Ray. —Tengo un regalo para ti.

Henry sonrió, una sonrisa risueña de persona que acaba de despertar.

—¿Más del que me diste anoche? —alzó una ceja coqueta mientras movía sus ojos hacia la cama; el desorden de sabanas, su desnudez y su cabello desordenado solo eran una pequeña muestra de lo que habían hecho en la noche.

Ray dejó escapar una risita mientras negaba con su cabeza, se acercó de nuevo a Henry para darle un último beso antes de levantarse y retirarse de la habitación.

Henry lo vio irse, percatándose de que Ray ya estaba vestido. Fruncido el ceño ante esto, ¿cuánto tiempo durmió? Giró su rostro hacia la mesita de noche y miró la hora en el pequeño reloj; eran las 9 de la mañana. Ah, eso lo explica todo, pensó. Se quedó acostado en la cama mientras esperaba a Ray, miraba al techo, pensando en cómo su vida había cambiado en solo unos simples meses. Dejó escapar un suspiro y sonrió.

Ray pronto llegó a la habitación, Henry lo escuchó golpear la puerta con su pie; abrió sus ojos y se sentó, dejando su espalda recargada en la cabecera de la cama.

Ray caminó hacia él con una bandeja llena del desayuno más dulce que Henry había visto en su vida; con una sonrisa, Ray se sentó frente a él y con cuidado puso la bandeja sobre el regazo de un sonriente Henry, quien no había quitado la vista de la bandeja; waffles cubiertos de chocolate y crema batida, con trocitos de fresas esparcidos por todos lados, a su lado había una taza de chocolate caliente y una taza con helado de vainilla. En definitiva, es el desayuno más dulce que Henry alguna vez haya visto.

Iba a comenzar a comer cuando Ray lo detuvo, Henry lo vio confundido, con el ceño fruncido; antes de que pudiera siquiera preguntar, Ray sacó una pequeña vela de su bolsillo y un encendedor; colocó la vela sobre el waffles y luego la prendió. Henry sintió que iba a llorar cuando Ray, en voz baja y suave, comenzó a cantarle el feliz cumpleaños. Sonrió lleno de amor mientras miraba y escuchaba a Ray cantar; todo era tan irreal, sus ojos llenos de leves lágrimas de felicidad le recordaban que esta era su vida ahora.

—Pide un deseo, mi amor. —le dijo Ray una vez que terminó de cantar, también estaba sonriendo y mirada a Henry con dulzura.

Henry lo pensó unos segundos, no sabía que desear, ya tenía todo lo que quería, entonces deseo tener todo esto para siempre, deseó que Ray siempre estuviera a su lado. Cerró sus ojos y sopló la vela, escuchando unos leves aplausos por parte de Ray. Se rio un poco mientras se limpiaba sus lágrimas, las cuales, rebeldes, se habían deslizado por sus mejillas.

Ray se acercó para dejarle un beso, luego lo ayudó a limpiar las lágrimas. Después de ese emotivo momento, Henry procedió a comer su desayuno, animado por Ray, quien no dejaba de alardear que él había sido quien preparó todo, desde los waffles hasta el chocolate caliente; Henry lo miraba de forma tierna, le resultaba algo lindo, Ray era lindo.

—¿Sabes? Nuncame habían cantado el feliz cumpleaños estado yo desnudo.

—Bueno, podemos volverlo una tradición, solos tú y yo —comentó Ray de forma coqueta, inclinándose un poco hacia Henry.

Henry se rió de eso, acercándose para un beso. Después se apartó, probó un poco del chocolate caliente antes de dejar la bandeja a un lado. Miró a Ray de vuelta y lo tomó del cuello para besarlo.

—¿Te gustaría darme otro regalo? —murmuró sobre los labios de Ray, mientras, de forma sugerente, jugaba con sus dedos sobre el pecho de Ray, provocándolo un poco. Ray tragó saliva, sabía lo que Henry estaba pidiendo.

—¿Qué hay de tu desayuno? —preguntó en voz baja, tratando inútilmente de no caerse ante la tentación de quitar esa sabana que cubierta el cuerpo de Henry y hacerlo suyo una vez más. Henry sonrió con descaro, agarró a Ray de la nuca y los empujó hacia la cama; él quedó acostado en el colchón, Ray encima de él.

—Puedo comerte a ti y comer mi desayuno al mismo tiempo... —susurró, mientras sonreía con lujuria y deseo.

Ray le correspondió la sonrisa y se inclinó más para besarlo, comenzando así un encuentro de deseo y pasión, mezclado con dulce y chocolate.

Pronto acabaron cubiertos de waffles, chocolate y helado, sus cuerpos desnudos estaban pegajosos de dulces mientras se acurrucaban uno contra el otro, recuperándose del momento. La fina sabana que los cubría ya estaba manchada tanto de chocolate como de semen, sucia de sudor y sexo, lista para ser tirada a la lavadora.

No solían tener mucho sexo, después de su primera vez hace un par de semanas atrás, habían comenzado su vida sexual, sin embargo, descubrieron que eso no era una prioridad en su relación, después de todo lo que habían pasado, gustaban más de quedarse en cama y acurrucarse viendo películas o simplemente charlando de cosas banales, mientras con amor se dejaban caricias; eso era lo que les gustaba hacer más que nada. Claro, siempre tenían uno que otro encuentro sexual, pero no era todo el tiempo, una vez a la semana como mucho, no eran precisamente unos adictos al sexo y ambos estaban conformes con eso. No necesitaban del sexo para ser felices y mantener su relación, pero no podían negar que llegar a eso fortaleció más su relación y cada vez que podían, lo disfrutaban.

Henry fue el primero en levantarse, dispuesto a ir a bañarse y limpiarse, con un beso, dejó a Ray en la cama para que se hiciera cargo del desastre mientras él iba al baño a darse una larga y merecida ducha. No se preocupó en pensar en el tiempo que pasó en la ducha, solo se concentró en limpiar su cuerpo pasando la esponja de baño llena de jabón por todos lados, luego lavo su cabello, dejándolo como nuevo.

Salió de la ducha, secándose y vistiéndose con unos simples calzoncillos y unos pantalones de chándal. Caminó hacia el lavado para lavarse los dientes, quitando los residuos de waflfes. Ray entró al baño unos minutos después, recargado en el umbral de la puerta, ya estaba limpio y vestido, por lo que Henry supuso que había limpiado mientras él estaba en la ducha.

—Oye, ¿quieres salir?

Henry escupió la crema dental en el lavabo, limpió su boca y sus manos mientras le respondía a Ray.

—La verdad, es que quiero volver a la cama y pasar el resto del día sin hacer nada.

Últimamente, estaba muy ajetreado, desde que comenzó sus clases de manejo, estaba estudiando muy duro para presentar pronto sus exámenes, también, ha estado trabajando en el grupo de apoyo como voluntario; todavía no era un trabajo oficial, Darla lo estaba ayudando, enseñándole lo que tenía que hacer para en un par de meses poder postularse para ser voluntario en el grupo de forma legal. Eso lo dejaba agotado entre semanas, teniendo solo los fines de semana para descargar. Sin embargo, no se quejaba, le gusta ser productivo, le gustaba saber que era bueno en algo, amaba tener su mente ocupada en cosas que no fuera su trauma, amaba saber que después de todo lo que vivió, puede tener una vida normal, descubriéndose a sí mismo, listo para hacer cosas, cosas que ama por el resto de su vida, sin preocupaciones, sin miedo que alguien pueda lastimarlo.

—Pues lo siento, pero saldremos, ve a vestirte.

Henry lo miró confundido, alzando una ceja hacia Ray.

—Es mi cumpleaños, ¿no deberíamos hacer lo que yo quiera?.

—No... Mira, en mi cumpleaños haremos lo que tú quieras, ahora ve a vestirte.

Ray le regaló una sonrisa antes de retirarse de la habitación, Henry rodó sus ojos; sin embargo, no puso quejas. Dejó escapar un suspiro, salió del baño y caminó al armario, buscando algo de ropa que ponerse.

Desde hace un tiempo que usaba la habitación de Ray como suya; se había mudado de su antigua habitación, trayendo sus cosas a la de Ray, ahora su ropa estaba junto a la de Ray, ahora compartían armario, cada cajón era tanto suyo como de Ray, su ropa interior incluso estaban mezcladas; Henry descubrió que Ray era algo desordenado cuando de guardar ropa se trataba, el castaño tiraba su ropa en el primer cajón que veía sin importar de quien era, a Henry eso no le molesto, por lo que ahora su ropa y la de Ray estaban desordenadas como si fuera una, difícil era distinguir cuál era la de Ray y cuál era la de Henry.

Incluso su figura de acción del capitán man y la figura del alien habían sido movidos a la habitación de Ray, ahora estaban puestos en una de las mesas de noche al lado de la cama, Ray se la dio para que guardara sus cosas personajes, con eso hicieron oficial su mudanza; ya no más habitación de Ray, ahora era la habitación de Ray y Henry.

Henry tomó unos pantalones de jeans y una simple camisa manga larga gris, se vistió con calma, luego se sentó en la cama para ajustarse las cuerdas de sus zapatos; salió de la habitación ya listo, buscando a Ray.

—¿Listo para irnos?.

—Sí, aunque no sé a dónde me llevas, ni siquiera sé si estoy bien vestido para la ocasión —señaló su ropa mientras caminaba hacia el castaño.

—Estás bien, ahora vamos. —Ray lo tomó de la mano y juntos se adentraron al elevador.

—¿No me dirás a dónde vamos? —preguntó Henry, una vez entró de auto, se colocaba el cinturón de seguridad y miró a Ray con escepticismo.

—Tengo otro regalo de cumpleaños que darte —fue lo único que dijo antes de poner el auto en marcha. Henry resopló un poco, sin embargo, lo dejó pasar y se recostó en el asiento, mirando por la ventana.

Pronto llegaron a su destino, Henry casi se queda dormido en el camino. Cuando sintió al auto detenerse, pego un leve brinco en su asiento, parpadeando un poco para despertarse por completo. Miró por la ventana para ver dónde estaba, pero no logró ubicarse, así que en silencio siguió a Ray, quien, tomando su mano, lo guiaba. Rápido, se dio cuenta de que estaban en un cementerio; Henry miraba confundido todo a su alrededor, intentando entender que hacían aquí, miraba las lápidas y las personas que en silencio estaban por el lugar; no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda.

—Ray, ¿qué hacemos aquí? No me parece un buen lugar para dar un regalo —siguieron caminando por unos minutos más, Henry comenzaba a impacientarse ante el silencio y falta de habla —Ray, te amo, pero si eres de esos que tiene un fetiche con tener sexo en un cementerio, vamos a tener que terminar.

Ray se detuvo de forma abrupta y se dio la vuelta para verlo con una ceja alzada.

—Vaya, ¿eso es en lo único que piensas ahora jovencito? —Henry se alzó de hombros, dejando escapar una sonrisa traviesa. Ray negó con su cabeza, riéndose un poco —eres insoportable, vamos, ya estamos cerca.

Retomaron de nuevo el camino y a Henry no le quedó más que seguirlo. Pronto se detuvieron, Ray volvió a darse la vuelta para mirar a Henry, había dejado su sonrisa y ahora lo miraba con algo de seriedad. Henry lo miró algo confundido cuando se detuvieron, Ray lo tomó de los hombros y con su cuerpo, cubría la lápida que Henry sabía estaba detrás de él. Se miraron por unos segundos más, Ray todavía con su semblante serio antes de apartarse y finalmente dejar que Henry viera hacia la lápida; el rubio seguía con el ceño fruncido hasta que miró hacia la lápida y sus ojos se abrieron de asombro. Incrustados en una elegante escritura, estaban los nombres de sus padres, abajo de ellos el día en que nacieron y el día en que murieron. Henry sintió un escalofrío, sus ojos se humedecían mientras miraba a Ray en busca de respuestas.

—¿Tú hiciste eso? —preguntó de forma leve, señalando con su dedo hacia el pequeño homenaje. Ray asintió levemente y sonrió.

—Quería que tuvieras un lugar especial para recordar a tus padres. Sé que no tuviste esto, tus padres no tuvieron un funeral y aunque los funerales son más para los vivos que los muertos, quería que de alguna forma ustedes pudieran despedirse, que tú pudieras cerrar ese siglo. Sé que siempre los llevarás contigo en tu corazón, pero me gusta la idea de saber que ahora están aquí, en este lugar. Y tal vez no sea la gran cosa, pero quería que tuvieras algo significativo, que supieras que tus padres están descansando en paz. Y quizás no hay nada ahí, es una simple lápida, pero, no lo sé... solo quería hacer algo lindo para ti y tu familia...

Iba a seguir hablando, pero Henry se lanzó a sus brazos, acurrucándose en ellos. Ray lo correspondió con amor, envolviéndolo en ellos. Henry enterró su rostro entre el cuello de Ray y dejó escapar unas leves lágrimas. Se quedaron así por unos segundos antes de que Henry se apartara, sin embargo, seguía con sus manos colgando sobre su cuello.

—¿Cómo hiciste todo esto?. —preguntó, todavía asombrado, de que Ray hiciera eso por él.

—Soy capitán man, mi amor, puedo hacer y pedir lo que quiera —llevó su mano a la mejilla de Henry y quitó una lágrima —¿te gustó? Yo... no sabía si esto era apropiado, pero quería hacerlo... no tenía pensado dártelo hoy, pero me llamaron esta mañana y no quería esperar...

—Me encanta —Henry lo interrumpió de forma suave —es un lindo gesto, gracias. —miró de vuelta a las lápidas, sonriendo con algo de melancolía.

Ray lo envolvió con sus brazos, apretándolo contra su pecho, dejó un beso en su sien y miró también hacia la lápida. Así se quedaron por unos minutos hasta que Henry se apartó para agacharse y quedar frente a frente con la lápida. Con sus dedos algo temblorosos tocó las letras escritas, acariciando una por una; "amado padre y madre" Leyó y sintió que lloraría de nuevo. Después se sentó con sus piernas cruzadas, ahora sus manos jugaban contra el césped recién cortado, sintió a Ray sentarse a su lado y lo miró.

—Yo... no soy religioso, así que no sé qué hacer...

—No tienes que hacer nada, no hagamos nada, simplemente estemos aquí en silencio —le sonrió, acariciando su mejilla. Henry asintió levemente y miró de vuelta a la lápida gris.

Ese silencio no duró mucho, pues Henry comenzó a hablar; en voz baja contaba una historia de cuando era pequeño, entrecortándose un poco y tragando saliva, las ganas de llorar seguían en su interior. Ray lo miraba y escuchaba en silencio, dejando caricias en su espalda arriba y abajo para animarlo a seguir hablando. Amaba escuchar a Henry contar con tanta alegría algún recuerdo de su infancia y aunque era la misma historia de siempre —que tal parece, Henry olvidaba que ya la había contado— Ray estaba encantando de escucharla una y otra vez, estaba dispuesto a escucharla por el resto de su vida, solo por ver esa sonrisa en el rostro de Henry.

—Mamá era muy hermosa, te hubiera gustado —miró a Ray y le regaló una sonrisa. Ray dejó escapar una risita y se acercó más a Henry para rodearlo por los hombros, dejando un beso después en su frente. Por un momento se preguntó, ¿que hubieran pensado los padres de Henry si lo vieran tener una relación con su hijo? Le gustaba creer que lo aceptarían, pues no ha hecho más que cuidar de su hijo y amarlo mucho. Miró hacia la lápida, esperando que ellos lo supieran. Henry se apartó un poco y alzó su barbilla para ver Ray. —Gracias por hacer esto para mí... no tenías que hacerlo...

—Quería hacerlo  —corrigió, acariciando el cabello de Henry que, por el viento, se había colado en su frente y parte de sus ojos.  Henry sonrió un poco, acurrucándose de nuevo en el pecho de Ray.

—¿Algún día vas a dejar de hacer cosas por mí?

Ray dejó escapar una risita y respondió.

—No me pidas eso, amor, no dejaré de hacer cosas por ti. No dejaré de darte cosas, quiero hacerte feliz siempre. Lo que pidas, yo te lo daré.

Henry volvió a sonreír y cerró sus ojos. Sintió que Ray dejaba un beso en su cabello y se dejó llevar por ese sentimiento de calidez que ese gesto le mando a su cuerpo.

—Eres demasiado bueno para ser real, Ray Manchester —murmuró, casi adormecido por las caricias que Ray dejaba en su espalda.

El castaño sonrió y dejó un beso en su frente. Se quedaron así unos minutos más, dejando que la bruma de tranquilidad los envolviera; después se levantaron, decidiendo que era momento de irse. Iban de la mano, caminando por el sendero de tierra y pasto, en silencio para no perturbar a las demás personas que se pasaban a visitar a sus seres queridos.

—¿Qué te gustaría hacer ahora? —comentó Ray en voz baja mientras caminaban hacia la salida —Aún es temprano, es hora del almuerzo. ¿Qué dices? Vamos a almorzar y después por un helado? —miró a Henry y le regaló una sonrisa. El rubio, por su parte, hizo una mueca.

—La verdad es que prefiero ir a casa y tirarme en la cama y dormir por el resto del fin de semana.

—Vamos, por favor. Es sábado, hay que alocarnos —expresó Ray, deteniendo su caminar y colocándose frente a Henry para mirarlo con una sonrisa, demasiado alegre para estar en un cementerio.

—No lo sé…

—Vamos, es tu cumpleaños, hay que hacer algo divertido, como ir a un bar y beber hasta emborracharnos, ¿no es eso lo que hacen los jóvenes de tu edad?.

Henry lo miró con el ceño fruncido, sin embargo, algo llegó a su mente, como una realización, un golpe de realidad lo noqueó cuando se dio cuenta de que no sabía qué hacer, tenía 19 años y no sabía qué hacer...

—Yo... no sé lo que hacen los chicos de mi edad —murmuró apenado y miró a Ray sintiéndose un fracasado por no ser normal ni hacer las cosas que se supone que hacen los chicos de su edad.

Lo único que hizo en su vida fue sobrevivir, de eso se trataba todo, pasaba la mayoría del tiempo tratando de no morir que en ir a divertirse; nunca había tenido tanta libertad como ahora, nunca había tenido oportunidad de elegir lo que quería hacer, pero, ahora que si puede, estaba abrumado, estaba bloqueado; no sabe cómo ser un chico normal. Y Ray pareció entenderlo pues, rápido cambió su semblante y se concentró en calmar los nervios de Henry. Lo tomó de los hombros y lo apretó con cariño.

—Está bien, probablemente los chicos de tu edad solo se drogan y decepcionan a sus padres, —se alzó de hombros, sacándolo una pequeña risa a Henry —pero tú eres diferente, así que haremos cosas diferentes. —Ray le sonrió una vez más antes de tomar su mano y retomar su camino.

Henry, sin embargo, iba todavía en silencio, pensando; él quería ser como los chicos de su edad, no como los que Ray menciono, pero quería hacer las cosas que se le fueron arrebatadas, como ir al parque con sus amigos, ir a conciertos, festivales, ir al parque de diversión, irse de vacaciones, incluso ir al cine, quiere vivir la adolescencia que Ganzel le quitó. Se dio cuenta luego que nunca había ido al cine, nunca había visto una película en pantalla grande, no tenía tiempo para eso y Ganzel nunca iba a darle el gusto de verlo feliz y cuando tuvo la oportunidad de hacerlo con sus amigos, Ganzel, de nuevo, le arrebato eso. Pero ahora él no está, y Henry es libre de hacer lo que quería.

—Quiero ir al cine —soltó de repente, Ray se dio la media vuelta, sonriéndole de nuevo —nunca he ido a uno. —se alzó de hombros como si no le importara, pero la verdad es que lo deseaba mucho y esperaba que Ray dijera que sí.

—Entonces el cine será, eso nos dará algo de tiempo también —miró su reloj de mano y volvió a caminar. Henry se quedó quieto un segundo mirando a Ray con el ceño fruncido, luego lo alcanzó, colocándose frente a él.

—¿Darnos tiempo para qué? —preguntó alzando una ceja, Ray abrió sus ojos llenos de asombro. Henry entrecerró sus ojos y escaneó a Ray, tratando de buscar la verdad. Sin embargo, decidió salirse con la suya —sé que me estás ocultando algo, pero lo dejaré pasar si me compras todo lo que quiera en el cine.

Ray alzó una ceja y le siguió el juego. —¿Ahora eres un experto en negociaciones? —Henry se alzó de hombros, dejando escapar una mirada coqueta. Ray dejó escapar risita, negando con su cabeza levemente. —Está bien, vamos.

En el día de su cumpleaños, Henry fue al cine por primera vez y no pudo negar lo ansioso que estaba, mezclado con una emoción que no sabía, podía experimentar. Estaba nervioso también, no pudo evitar recordar el escenario de hace un par de meses, ahora se veía tan lejano, pero Henry todavía recordaba el momento en que fue lanzado hacia la camioneta. Por suerte tenía a Ray a su lado para calmar sus nervios, para olvidar el horrible recuerdo y entrar al cine. Apretaba la mano de Ray con fuerza, como un recordatorio de que nada malo iba a pasarle, de que nadie volvería a llevárselo.

Lo primero que notó al llegar al cine fue que había mucha gente, muchas voces se escuchaban en el gran y espacioso lugar, gritos animados, voces animadas. También notó que el lugar estaba repleto de gente, desde niños hasta adolescentes como él, había muchos padres también, corriendo detrás de sus hijos; la atmósfera era eufórica y a Henry más que molestarlo, le gustó, le llenó de vida. Ray dejó que Henry escogiera la película y luego le compró todos los dulces que pidió, más una ración de machos y palomitas llenas de mantequilla.

Entrar a la sala de cine fue todo un asombró para Henry, se sentía como niño en Navidad, mirando todo el lugar con emoción, casi pegando brincos; Ray simplemente lo miraba, enamorándose más del chico a su lado. Se sentaron y comenzaron a comer mientras esperaban el inicio de la película.

Henry seguía mirando a todos lados, observando a las personas que llegaban, fue ahí cuando se dio cuenta de que estaría viendo una película en compañía de un montón de personas que no conocía, ¡incluso alguien extraño se había sentado a su lado! Le pareció interesante y curioso saber que en la próxima hora compartiría una sala y vería una película con extraños. Miró a Ray y le sonrió, este le devolvió la sonrisa, Henry no pudo evitar sonrojarse y apartar la mirada.

—¿Qué pasa?

Henry negó con la cabeza y no dijo nada. Ray puso una mano en su brazo, acariciándolo para darle ánimos. Henry dejó escapar un suspiro y dijo.

—Es que... ¿no es muy tonto que esté emocionado por estar aquí? Es decir, ya tengo 19 años, estoy muy grande para eso —tímidamente comenzó a jugar con sus dedos sobre la bandeja en su regazo. Ray lo miró dulcemente y alejo la mano de su brazo para tomar su mano y detener sus movimientos nerviosos.

—Nunca se es demasiado grande para emocionarse por algo, venir al cine es divertido y creo que a todos nos emociona ver una película en pantalla grande. Solo mira a tu alrededor.

Henry hizo lo que Ray le sugirió y supo que decía la verdad, unos asientos más adelante estaba un grupo de amigos charlando como locos sobre la película, emocionados, contaban sus teorías y demás; la película parecía ser un hit, pues ese grupo no era el único que parloteaban sobre ella. Eso hizo calmar a Henry y se dio cuenta de que estaba bien emocionarse por estar aquí; se hundió un poco más en su asiento, esperando ansioso a que la película empezará. Pronto ese momento llegó y Henry se enfrascó en la mejor hora de su vida, alucinado por lo magnífico que se veía todo en pantalla grande; en definitiva, vendría más seguido al cine.

—Yo creo que deberían hacer una película de capitán man algún día. —comentó Ray en voz baja en medio de la película. Henry apartó su mirada de la pantalla y miró a Ray; la película que veían era de superhéroes, así que a Henry no le pareció extraño que saliera el comentario, sin embargo, le resultó algo gracioso. —Digo, si hay una película del Capitán América, ¿por qué no hay una del Capitán Man?

Henry volvió a reírse en voz baja, para no perturbar a los demás. Negó con su cabeza y miró de vuelta hacia la película.

—¿Quién te gustaría que lo interpretara? —pregunto, pues le dio curiosidad saber, además, le resultaba divertida la conversación.

—¿Robert Downey Jr?

Henry se mordió el labio para no soltar una carcajada, también uso su mano, tapando su boca. Después miro a Ray y dijo;

—Robert Downey Jr no se parece en nada al capitán man.

—Pero es apuesto, atractivo y sexy, igual que el capitán man.

Henry volvió a contener sus risas, sin embargo, sonrió lleno de burla. No volvieron a hablar después de eso, decidieron concentrarse en terminar de ver la película. La película terminó tiempo después, Henry y Ray se levantaron de sus asientos, sintiendo las piernas algo entumecidas, sin embargo, estaban alegres e iban comentando sobre la película mientras caminaban hacia la salida.

—Pero, ¿no hubiera estado mejor si capitán man estuviera en la película? —comentó Ray moviendo sus cejas. Henry dejó escapar una risita, negando con su cabeza. Pronto llegaron al estacionamiento.

—Deberíamos hacer esto más seguido —dijo Henry mientras caminaban hacia el auto.

—Sí, me gusta —respondió Ray, sonriéndole a Henry.

—Sí... pero ahora quiero llegar a casa y dormir. ¡Yo conduzco!

Sin que Ray se diera cuenta, le arrebató las llaves de su bolsillo y empezó a correr hacia el auto. Ray se quedó un minuto parado procesando lo que había pasado, Henry sí que es rápido para robar cosas, pensó mientras negaba con su cabeza y con una sonrisa seguía a Henry.

Entraron al auto y luego Henry los puso en marcha hacia la capicueva. El camino estuvo en silencio, Ray mantenía su mirada en su teléfono mientras que Henry se concentraba en manejar. Al llegar se estacionó frente a basura y más y tomado de la mano con Ray bajaron hacia la capicueva. De nuevo comenzaron una pequeña conversación hasta que al abrirse las puertas de metal, Henry fue sorprendido por un grito de "sorpresa" más un montón de globos y serpentinas cayendo del techo sobre su cabeza.

Henry se tambaleó un poco, mirando a todo con los ojos bien abiertos; los chicos y Schowz estaban frente a él con gorritos de cumpleaños sobre sus cabezas, sonriendo; todo el lugar estaba decorado y él no lograba procesarlo. Miró a Ray, quien también le sonreía y supo que esto era lo que había estado ocultando.

—¿Pensaste que no ibas a celebrar tu cumpleaños? —preguntó Ray de forma incrédula pero a la vez divertida, sin dejar de sonreírle a Henry.

El rubio no dijo nada, su vista se posó en la mesa, en el pastel y la comida, en las bolsas de regalos, incluso en la enorme pancarta que decía "Feliz cumpleaños, Henry" colgada sobre las pantallas, detrás de los chicos. Henry no decía nada, se mantenía callado, asimilando todo.

Ray sabía que esto pasaría, así que les dijo a los chicos que fueran pacientes con Henry, que le dieran tiempo para procesar lo que pasaba a su alrededor. Sin embargo, los minutos se hacían más largos y Henry seguía parado frente al elevador sin hablar. Ray supo que tenía que intervenir

—Henry... ¿te gustó lo que hicimos para ti? —murmuró en voz baja, tocando levemente el hombro del rubio. Henry pegó un brinco y volvió a la realidad, dándose cuenta de que se había quedado en blanco sin decir nada. Tragó saliva, alejando las lágrimas que rebeldes, querían salir.

—Yo... está todo muy hermoso. Gracias, no tenían que hacer esto... —miró a los chicos y les regalo una sonrisa.

—¡Por supuesto que teníamos! —exclamó Jasper, siendo el primero en atreverse y hablar —Un cumpleaños no es un cumpleaños, sin una fiesta de cumpleaños.

Henry dejó escapar una risita, limpiándose un par de lágrimas en el proceso.

—Yo... ha pasado mucho desde la última vez que tuve una fiesta de cumpleaños. Ya no recuerdo mucho, olvide como eran.

Ray se acercó a su lado y lo tomó de los hombros.

—Bueno, a partir de ahora tendrás muchas fiestas de cumpleaños, porque para tu buena suerte, estás rodeado de un grupo de personas amantes de las fiestas de cumpleaños.

Los chicos soltaron un sí mientras sonreían y comenzaban a hablar al mismo tiempo; Henry se rió de ellos mientras que Ray dejaba un dulce beso en su frente y lo acurrucaba en sus brazos, Henry se dejó hundir por ese toque, apoyando su cabeza contra el pecho de Ray.

—Gracias, chicos. Yo... no sé ni que decir...

—No tienes que decir nada —Ray respondió en voz baja, los demás asintieron, estando de acuerdo con Ray.

—Es solo que... hacen todo esto por mí y yo... —Henry tragó saliva, conteniendo las ganas de llorar —había olvidado lo bien que se siente ser querido.

Y las lágrimas que estuvo conteniendo, comenzaron a salir; Henry ya no las podía contener, estaba muy feliz. Ray lo acurrucó en sus brazos de nuevo, acariciando su espalda y dejando palabras de consuelo; los chicos simplemente se quedaron en silencio, regalándole leves sonrisas de confort a Henry, quien sollozaba en voz baja. Unos segundos después, se apartó de Ray y comenzó a limpiarse sus lágrimas.

—Dios, soy todo un aguafiestas.

—Está bien, Henry. Tomate todo el tiempo que necesites —la voz calmada y suave de Charlotte hizo a Henry sonreír. Tomó el consejo de su amiga y poco a poco fue relajándose, terminó de limpiarse sus lágrimas y soltó un largo suspiro, luego miró a todos con una brillante sonrisa.

—Bueno, ¿qué estamos esperando? ¡Comencemos esta fiesta! —exclamó más animado, sacándole grandes sonrisas a los chicos.

Ray asintió en respuesta y fue a colocar música mientras Henry abrazaba a los chicos y les daba las gracias. Pronto la fiesta empezó a ponerse más animada y alegre. Con la música sonando en la cueva, los chicos se sentaron alrededor de la mesa, repartieron la comida y pequeños bocadillos entre ellos mientras charlaban con ánimo; Henry sonreía y reía, atrás quedó la melancolía. Ray le puso a Henry un gorrito de cumpleaños en su cabeza, haciendo sonrojar al rubio, y luego le tomó muchas fotos, quería guardar este momento para siempre.

Después llegó la hora de abrir los regalos, Henry estuvo un poco tímido al principio y algo apenado de recibir regalos; no sabía por qué se sentía de esa forma, quiso atribuirlo a que había pasado mucho tiempo desde que recibió regalos o quizás porque aún sentía que no merecía tales obsequios, que no merecía tanto cariño de estas personas; estaba abrumado, eso es un hecho, pero era un sentimiento bueno y se dejó envolver en ellos. Así que con un poco más de ánimo y dejando sus pensamientos negativos a un lado, comenzó a abrir los regalos con más alegría y emoción como si fuera un niño de nuevo.

Recibió muchos regalos por parte de Charlotte, Jasper y Schowz, incluso de Dimitra y Bose, con quienes seguía manteniendo contacto. También recibió un regalo por parte de Ray, de muchos que este le daba; Henry sabía que este no era el primero ni el último regalo que recibirá por parte de Ray, Ray es capaz de darle obsequios solo porque sí. Les sonrió a todos y les agradeció a todos cuando terminó de abrir el último regalo.

A la hora de cantar cumpleaños, no pudo evitar soltar un par de lágrimas, miraba a todos con una gran sonrisa, su corazón retumbando de felicidad. Después soplo la vela, deseando poder vivir más momentos como este. Ray fue el primero en abrazarlo, dejando un dulce beso en su mejilla junto con un suave "te amo" Henry correspondió el abrazo, llenándose de todo ese amor que Ray solo sabía darle.

Comió un rico pastel de chocolate, escuchando a los chicos contar anécdotas; Ray estaba a su lado, Ray siempre estaba a su lado; lo tenía envuelto con un brazo alrededor de su hombro, sosteniendo su mano con la otra, entrelazada con la suya. Henry acarició su mejilla y después de comer su pedazo de pastel, se acurrucó contra su pecho, sintió un beso en su sien y sonrió mientras seguía escuchando a los chicos.

Había olvidado como era celebrar un cumpleaños, había olvidado lo placentero que era estar con las personas que tanto quería. Por primera vez después de mucho tiempo, volvió a sentir esa sensación de calidez, de felicidad, sentía como si estuviera en las nubes, en ese momento hermoso donde el protagonista de la película finalmente tiene su final feliz. Se rio un poco, estaba flotando en una bruma de alegría, no quería bajarse nunca.

La vida le había dicho un montón de veces que jamás sería feliz, que jamás sería amado, hoy se burla en su cara y celebra que después de todo, si se puede ser feliz, si se puede encontrar el amor, no todo está perdido, él no está perdido.

Pronto la noche llegó, los chicos limpiaron todo antes de irse, regañando a Henry en el proceso cuando este insistió en ayudar "el cumpleañero no hace nada" dijo Jasper, obligándolo a sentarse y quedarse en el sillón.

Era ya la hora de dormir, los chicos se habían ido hace un rato y Henry se preparaba para la cama, Ray ya lo esperaba en esta. Henry tiró un par de prendas al armario y luego se lanzó a la cama, sobre el regazo de Ray, quien le regalo una sonrisa coqueta y traviesa.

—Gracias por hacer esta fiesta de cumpleaños para mí —murmuró, rodeando a Ray por el cuello, sin dejar de sonreírle —prometo que haré lo mismo para ti en tu cumpleaños, te compraré muchos regalos.

Ray le sonrió de nuevo y se acercó para dejarle un beso, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Henry.

—No tienes que hacer eso...

—Pero quiero hacerlo —respondió Henry de la misma forma en que Ray solía hacerlo —te haré una gran fiesta, pero eso sí, terminará antes de las nueve, los viejitos como tú no deben estar despierto tan tarde.

—Pues, te enamoraste de este viejo, así que el chiste te salió mal.

Ray sonrió de forma macabra y de un movimiento tiró a Henry sobre la cama, subiéndose encima del rubio. Henry lo miró con el ceño fruncido, para después comenzar a reírse cuando Ray lo ataco con cosquillas. Henry se estaba riendo como loco, retorciéndose en la cama ante cada cosquilla que Ray le daba. El castaño se estaba deleitando, viendo a Henry tan feliz, solo se detuvo de las cosquillas cuando Henry le gritó casi con miedo que estaba a punto de hacerse pipí. Jadeando un poco para recuperar la respiración, miró a Ray y le sonrió, después se acercó para besarlo, volviendo a dejar sus brazos alrededor del cuello de Ray.

—Ray... ¿puedes hacerme otro regalo de cumpleaños?.

No, no, absolutamente no. Ray se negó rotundamente ante la petición que Henry le pedía, estuvo reacio a aceptar y se lo dejó bien en claro al rubio, quien, seguía firme ante su deseo. A Ray no le quedó más que acceder y al final, ambos, se encontraban yendo a la prisión de Swellview para visitar a Drex.

Ray no entendía por qué Henry quería hacer esto, el rubio simplemente le dijo que desde aquella conversación, tenía curiosidad por conocer más sobre Drex, quería saber su versión de los hechos, de su historia. Además, sentía que debía darle a Drex las gracias en persona por lo que estaba haciendo, también, quería darle un cierre a esto, dejar ese cosquilleo que le recorría el cuerpo cada que pensaba en Drex, en lo que vivió con Ray, en todo lo que el castaño le contó aquella noche.

Ray no estaba conforme con eso y se aseguró de que en su visita, hubiera máxima seguridad; no confiaba en Drex, era capaz de todo. Henry parecía no tener miedo, estaba más que seguro de lo que hacía, y así lo demostró cuando vio a Drex por primera vez, cuando se acercó a él y lo saludo como si lo conociera de todo la vida. Drex, por supuesto, lo miró con incredulidad antes de mirar a Ray por encima del hombro de Henry; el capitán man estaba serio, con un pie casi sobre Henry, listo para protegerlo de cualquier cosa. Drex se rio de eso.

—No le voy a hacer nada, por Dios, cálmate un poco —expresó con fastidio, ganándose una amenaza por parte de Ray; Drex se rio de nuevo y miró a Henry, quien lo miraba con calma. —Eres estúpido por venir aquí —comentó Drex caminando por el lugar con calma, el patio de visitas estaba solo para ellos, podía respirar con tranquilidad por primera vez en mucho tiempo.

—Quizás lo soy, pero quería conocerte —Henry se alzó de hombros, siguiendo a Drex de forma relajada, con las manos metidas en su bolsillo. Drex lo miró con una ceja alzada y no dijo nada. —Quiero saber por qué hiciste lo que hiciste, porque, teniendo a alguien como Ray, decidiste arruinarlo.

—Te hice un favor, niño, ahora lo tienes para ti.

—Eso lo sé, pero aun así —Henry se alzó de hombros de nuevo.

Drex lo miró con desconfianza, sin embargo, se sentó sobre la mesa y comenzó a contar su historia, Henry lo siguió y en silencio lo escuchó. Pronto se dio cuenta de que Drex, a pesar de su comportamiento impulsivo y agresivo que hasta el día hoy mantenía, había cambiado, bueno, no era el indicado para decir eso, pero pudo notar que lo que había hecho en su adolescencia fue un arrebató de su conducta, ahora era más maduro al pensar, era calculador, Henry lo notó. Y al escuchar su historia, supo la verdadera razón detrás de todo; Drex no era como Ganzel, estaba loco, sí, pero eso fue debido a los años de abusos que sufrió.

—No quise un abogado para sacarme de aquí después de lo que hice, porque estoy seguro de que lo haría de nuevo. Y si, lo arruine con Ray porque es un maldito samaritano y yo no quería ser salvado, solo quería acabar con todo y lo hice el día en que mate a mi madre.

Henry tragó saliva al escuchar eso y sintió un escalofrío recorrer su espía dorsal.

—Lo entiendo, te hizo sufrir mucho...

Drex asintió de forma lenta.

—Tú sabes de eso...

—Sí, pero yo no soy como tú...

Drex soltó una risita, bufando después.

—Por favor, sé que en algún momento quisiste matar a Ganzel. No somos tan diferentes.

Henry guardó unos minutos de silencio, recordando esa noche donde tenía el arma apuntando a Ganzel, también recordó todas las noches donde ese pensamiento llegaba a su mente.

—Sí, pero a diferencia de ti, yo no lo hice, no mate a Ganzel.

—Supongo que me hiciste un favor. Ahora soy yo quien le arruina la vida a ese hijo de puta.

Henry se rió un poco de ese comentario, era extraño que se sintiera tan cómodo alrededor de Drex ¡es prácticamente el ex de Ray! Y él estaba aquí, riéndose como si fueran mejores amigos.

—Él... ¿sufre? ¿Lo estás haciendo sufrir? —preguntó jugando con los dedos de forma tímida.

Drex lo miraba con una sonrisa macabra y Henry supo que iba a decir algo sobre lo que hablaban, sin embargo, respondió a su pregunta.

—Lo hago... llora como una perra.

Henry no pudo negar que sintió un alivio al escuchar eso. Miró a Drex y le hizo una mueca, intentando sonreírle, no quería decir que estaba a gusto como eso.

—Sabes... yo puedo ser un agresivo y todo lo que Ray te haya dicho de mí, sé que no soy un santo, pero lo que te hizo ese bastardo... es lo mismo que me hizo mi padre, luego mi madre... entonces, lastimaré a ese maldito hasta su último aliento y lo haré pagar, cortando su piel poro por poro hasta que pida piedad.

Los ojos de Drex expresaban ira, furia, chispas recorrían esos orbes. Henry tragó saliva, un poco de miedo se dejó escapar. Se apartó de Drex, no tanto, pero lo suficientemente para no estar tan cerca de él. Sin embargo, la idea de saber que Ganzel estaba sufriendo por todo lo que hizo, le gustó, le fascinó de una forma que no sabía que existía. Miró a Ray y supo que era momento de irse, se sentía mareado por todo, pero no estaba arrepentido de venir. Ray vio sus expresiones y actitudes, ya sabía leerlo como un libro, así que se acercó y dio por terminada la visita.

—¿Sabes, Henry? Si hay alguien que se merezca el amor de Ray eres tú. Entonces, puede que lo odie, pero me alegra saber que tienes a alguien que te amé, Ray sabe cómo amar. —la voz de Drex era neutra al hablar, sin sentimientos, para Henry era difícil saber lo que sentía, si estaba feliz, enojado, incluso triste, su voz era vacía, sin vida. 

Sin embargo, tuvo que sonreír ante lo que le dijo, pues cada palabra que dijo Drex era cierta. Se despidió de Drex antes de irse con Ray, quien algo incómodo lo esperaba con impaciencia. Ray rápidamente lo envolvió en sus brazos y pidió que los sacaran de aquí.

—No volveremos a hacer esto —murmuró Ray, apretando un poco a Henry contra su cuerpo. Henry iba tranquilo a su lado, le regaló una sonrisa y dijo.

—Está bien, ya tengo todo lo que necesitaba escuchar.

Ray asintió, dejó un beso en su sien, contra la piel de Henry suspiro mientras salía de la prisión, alejándose de ella lo más que podía. No quería enojar a Drex, pero después de esto, estaba considerando no venir tan seguido. Y así lo hizo, cambio sus visitas de una vez a la semana a solo dos veces por mes, no especificaba un día, él decidía el día y hora; Drex no le tomó mucha importancia salvó que no dejará su trato; Henry, por otro lado, le insistió a Ray que no tenía problema con que visitara a Drex, él no veía nada malo en Drex y confiaba en Ray cuando decía que no había sentimientos de por medio, pero esto era algo que Ray quería hacer, quería dejar las visitas; así que Henry lo apoyo y no volvieron a hablar del tema, continuando con sus vidas, llenándose de amor cada día.

Chapter Text


Si alguien le hubiera dicho a Henry Hart que a sus 19 años, estaría viviendo con un increíble novio, ayudando a las personas a través de su experiencia, rodeado de gente que lo quiere, bueno, Henry nunca hubiera creído ninguna de esas palabras. Pero aquí estaba, contándole a su psiquiatra todo lo que ha vivido estos últimos meses.

—Nunca me había sentido tan feliz en mi vida —comentaba con una sonrisa, sentado de forma relajada frente a su psiquiatra, quien alegremente lo escuchaba. —ya no tengo pesadillas y despierto con una sonrisa cada mañana.

Era sorprendente lo mucho que había cambiado, antes se sentaba aquí y le costaba hablar, antes jugaba con sus dedos de forma nerviosa, evitaba hacer contacto visual. Ahora todo era diferente, Henry sonreía y animado, contaba como finalmente, después de mucho tiempo, podía respirar con libertad. Estaba aquí para su visita mensual con la psiquiatra y nunca se había sentido tan bien el venir a una sesión, es la primera vez que llega sonriendo, feliz de comenzar a hablar con su psiquiatra.

—Siempre pensaba y me decía a mí mismo que debí haber muerto la noche en que capitán man me salvó, siempre decía que no merecía vivir —tragó un poco de saliva, no había pasado mucho de eso, sin embargo, ahora era más fácil hablarlo —pero me di cuenta de que no, si merezco vivir, merezco ser feliz.

La psiquiatra le sonrió un poco más, una expresión amable y casi de orgullo se dejó mostrar en su rostro.

—Me alegra escuchar eso, has progresado mucho, me enorgullece.

Henry se sonrojó un poco y apartó la mirada; aún no se acostumbra a que alguien le haga cumplidos de ese tipo.

—Bueno, usted me ha ayudado mucho y Ra... Capitán man —se apresuró en corregirse, abriendo sus ojos del asombro al darse cuenta de que estuvo a punto de revelar la identidad de Ray de la forma más estúpida posible. Miró a la doctora de forma temerosa, si esta se dio cuenta de su pequeño error, no dijo nada ni expreso nada, simplemente continuó con lo que estaban; Henry le agradeció por eso en su interior.

—Por supuesto, te hemos ayudado, pero esto no hubiera sido posible de no ser por ti, tú quisiste cambiar, tú quisiste mejorar. Todo comenzó por ti, las personas a tu alrededor, simplemente fueron tu soporte. Así que debes aplaudirte, porque no estaríamos aquí ahora, de no ser por tu deseo de mejorar y mírate, lo estás logrando. 

Henry se rio un poco, sonrojándose más de lo que ya estaba. Él no quería llevarse todo el crédito, de no haber sido por Ray quien le dio ese empujón amoroso para qué empezará las terapias, probablemente estaría perdido; de no haber sido por Ray, Henry tampoco hubiera accedido al juicio y probablemente Ganzel estaría libre justo ahora; Ray es quien debe llevarse el crédito, Ray lo salvó, está aquí por él y solo por él.

—Y yo digo que ya estás listo para que te bajemos la dosis de los medicamentos.

Ese comentario lo hizo poner su mirada en la psiquiatra y concentrarse en ella; sabía que la estaba mirando con asombro, sin poder creerle.

—¿Lo dice en serio?

—Has mejorado bastante, estoy segura de que ya podemos empezar con el siguiente paso en tu recuperación. No quiero que te vuelvas dependiente de los medicamentos, me has demostrado que no lo eres, quiero que se mantengan así. Entonces, empezaremos con una pequeña disminución en tu dosis y continuaremos desde allí.

La psiquiatra se levantó para buscar el historial de Henry, mientras tanto, el rubio miraba hacia la pequeña mesa de centro con una gran sonrisa, estaba asombrado, procesando todo.

—Vaya... yo pensé que tendría que tomar medicamentos por el resto de mi vida —alzó la mirada para ver a la doctora, quien volvía a sentarse en su lugar frente a él.

—Algunas personas lo hacen, el estrés postraumático actúa diferente en cada individuo, cada persona con estrés postraumático sufre de un trauma diferente y no muchos salen de eso. A veces el trauma por el que pasaron es tan fuerte que necesitan de los medicamentos por el resto de su vida para poder vivir.

Henry asintió lentamente, sintiéndose mal por esas personas y agradeciendo al mismo tiempo no ser una de ellas.

—Pero tú, amigo mío, lo estás haciendo tan bien que pronto dejaras de tomarlos por completo, incluso podré darte de alta y ya no tendrás que venir a verme. Será como si tu estrés postraumático nunca hubiera pasado.

La psiquiatra sonrió, contagiando a Henry de esa sonrisa. No podía evitar estar feliz, feliz por todo, feliz por sí mismo; estaba orgulloso de lo que estaba logrando, estaba orgulloso porque las palabras de Ray siempre tuvieron razón; era fuerte, la persona más fuerte que ha conocido. Sabía que después de esto, podía superar cualquier cosa. Continuó con la sesión mientras le recetaban una nueva prescripción de medicamentos; Henry la mirada con una pequeña sonrisa y luego con emoción tomó el pequeño récipe mientras se levantaba.

—Muchas gracias. —Henry se acercó para darle un rápido abrazo, sorprendiendo a la psiquiatra a quien no le dio tiempo de reaccionar y corresponder. Henry, por supuesto que se dio cuenta y apenado, se alejó del abrazo. —Lo siento, yo... ahora soy más amigable al contacto, descubrí que me gusta dar abrazo y que me abracen.

—Y eso es solo una muestra del gran trabajo que hemos llevado haciendo —le palmeó su hombro de forma amistosa.

Henry se despidió de la doctora después de agendar su próxima cita. Luego salió a recepción a pedir su nueva dosis, mientras hacía eso, le escribía a Ray avisándole que ya había terminado su sesión y que pasaría por pizzas antes de ir a casa. Tomó la pequeña bolsa con sus medicamentos y con una leve sonrisa salió del consultorio.

Por supuesto que después de que Ray le regalará el auto, Henry ya era más independiente, así que iba por su cuenta ahora a las consultas y a cualquier lado que quisiera. Se detuvo en la pizzería más cercana y cuando entró al local, se dejó envolver por el cálido ambiente y el olor a pizzas recién salidas del horno. Se estremeció, quitándose los guantes y gorro cuando el calor comenzó a entrar en su cuerpo, el clima de diciembre ya estaba haciendo de las suyas, obligando a los ciudadanos de Swellview a resguardarse en abrigos.

Luego de acostumbrarse a la calidez del lugar, caminó hacia el mostrador y ordenó un par de pizzas, también pidió una gaseosa mientras esperaba por las pizzas. Con su bebida en mano fue a sentarse en una de las mesas, sacó su teléfono para no aburrirse en la espera y comenzó a vagar por este, disfrutando de la soledad e independencia que tenía en estos minutos; no lo malinterpreten, ama estar con Ray todo el tiempo, salir con él es de sus cosas favoritas, pero no puede negar que le gusta ser independiente, le gusta pasar tiempo consigo mismo, le gusta también, el hecho de que ahora puede salir al mundo por su cuenta sin sentir miedo, sin sentir que las personas lo miran, sin sentir esa sensación de que algo malo va a pasar o mucho peor, que Ganzel lo va a encontrar y se lo llevará de nuevo. Le gusta ese sentimiento de tranquilidad, de calma, sin ataques de pánico, sin miedo. Finalmente, era una persona normal, haciendo cosas normales.

Se levantó de su asiento cuando fue llamado, tiró el vaso vacío en el primer bote de basura que encontró y caminó hacia el mostrador donde sus pizzas se encontraban, su estómago gruño de placer cuando el sabroso aroma entró por sus fosas nasales. Pagó de forma rápida y con una sonrisa le agradeció al encargado, después tomó las cajas de pizzas con ambas manos y salió del local. Llegó a basura y más, bajó por el elevador hacia la cueva, encontrando el lugar solo.

—Ray, ¡estoy en casa! —exclamó en voz alta mientras dejaba las pizzas sobre la mesa junto con la pequeña bolsa de medicamentos, se quitó su saco y sus guantes, dejándolos sobre el sillón.

Después miró a su alrededor, la sala era un desastre, había cajas por todos lados, cajas repletas de adornos de Navidad. Henry miró hacia el enorme árbol de Navidad colocado en un rincón y se acercó a este, tocó con la punta de su dedo una de las pequeñas ramas y sonrió al sentir su textura, fue una sensación agradable. Hacía mucho que no tocaba un árbol de Navidad, no pudo evitar inhalar y exhalar un poco, dejándose embriagar por el dulce aroma a pino, el cual, también envolvía todo el lugar. Se dio la vuelta cuando escuchó las pisadas de Ray y lo encontró, bajando los pequeños escalones del engranaje sosteniendo un montón de cajas, una arriba de otra, casi no podía ver su rostro, solo logró verlo cuando el castaño ladeó su cabeza a un lado para regalarle una sonrisa. Henry se acercó hacia Ray y lo ayudó a sostener un par de cajas.

—¿Por qué no me esperaste?, podía haberte ayudado —comentó mientras dejaba las cajas sobre la mesa.

—Podía hacerlo solo —comentó Ray, no dándole mucha importancia, en cambio, se acercó a Henry y le dejó un tierno beso en sus labios —¿todo salió bien?

—Más que bien, la doctora dijo que he mejorado mucho y me bajo la dosis de los medicamentos.

Ray lo miró asombrado al escucharlo, luego dejó escapar una sonrisa y lo tomó del rostro para dejarle muchos besos, besos que hicieron reír a Henry.

—¡Esas sí que son buenas noticias, amor! Estoy muy orgulloso de ti.

Henry, sin poder evitarlo, se sonrojó. Ray, por su parte, lo miraba con sumo amor, antes de envolverlo en sus brazos, dándole un cariñoso abrazo.

—¡Esto tenemos que celebrarlo! —exclamó Ray, se apartó del abrazo y miró a Henry con una gran sonrisa —Y qué mejor forma de hacerlo que mostrarle lo que compré para nosotros. —sin esperar respuesta salió corriendo hacia el engranaje. Henry lo vio irse mientras sonreía de forma tierna, le resultaba linda la manera en que Ray se emocionaba por sus logros.

Después de que Ray se fuera, se dispuso a mirar hacia las cajas y comenzó a revisarla; la gran mayoría de las cajas tenía adornos de Navidad, desde la cara de Santa hasta pequeños renos y muñecos de nueve, algunas luces enredadas y varias pelotas pequeñas. Henry sonreía ante cada caja que abria y con nostalgia, tocaba los adornos; ya había olvidado como era celebrar una fecha tan especial, era extraño la sensación que sentía en su interior, una calidez grata lo invadió por completo y sus ojos no pudieron evitar llenarse de lágrimas; se había perdido de esto, se había perdido de la emoción por la Navidad, hacía mucho que había perdido su espíritu navideño, pero ahora, podía sentirlo de nuevo, estaba emocionado, estaba feliz. Se limpió las lágrimas para no preocupar a Ray cuando lo escucho volver y con una sonrisa se giró. Ray le devolvió la sonrisa dejando la caja que atraía detrás del sillón, se acercó a Henry y lo rodeó por la cintura.

—Tienes una gran obsesión con el azul y el rojo. —comentó Henry, lanzando una mirada rápida hacia la caja abierta con un montón de pelotas color azul y rojo.

—¿Se nota mucho? —preguntó Ray, haciéndose el desentendido. Ambos se rieron de eso y compartieron un beso rápido. —Bien, déjame mostrarte lo que tengo para ti. —Ray se alejó y volvió a tomar la caja que traía, la puso sobre el reposabrazos del sillón y con emoción la abrió. Henry lo miraba curioso, sonriendo levemente. —¡Ta da! —exclamó, sacando un par de suéteres navideños.

La sonrisa de Henry se volvió una mueca de disgusto que intentó disimular mientras miraba hacia los suéteres que Ray sostenía en sus manos; uno era de color azul con rayas rojas y un colorido árbol de Navidad estampado en el medio, a su alrededor había un montón de pelotas amarillas, el otro era de un color rojo escandaloso con verde, tenía los mismos adornos y decoraciones que el otro suéter. Henry tragó saliva, no sabía que decir, estaban horrendos, pero no quería romper el corazón de Ray al decirle eso, mucho menos borrar su hermosa sonrisa.

—Los compré para nosotros —volvió a hablar el castaño ante la ausencia de respuesta por parte de Henry —este es para ti y este para mí —le pasó el de color verde a Henry sin borrar su sonrisa —Nos los podremos en Navidad, ¿qué dices?

Henry trató con todas sus fuerzas de hacer una sonrisa, pero solo salió una sonrisa forzada. Miraba a Ray, esperando que sus ojos no expresaran lo disgustado que está con la idea. Miró hacia el suéter, tocándolo con su dedo, la textura era algo rústica. Se mordió el labio y dejó esperar un suspiro pequeño; tenía que decir algo o Ray comenzaría a sospechar.

—Umm, están muy bonitos —murmuró, tratando a toda costa de no hacer una mueca; no quería hacer sentir mal a su novio.

Ray sonrió un poco y alegremente se acercó para dejar un rápido beso antes de retirarse de nuevo para buscar más cajas. Henry dejó escapar un suspiro en cuanto se vio solo, dejando el suéter en el sillón; en eso llegaron los chicos y Schowz, Henry los recibió a todos con una sonrisa.

—Chicos, gracias por venir.

—Bueno, nos invitaste, no podíamos negarnos —comentó Jasper, dándole un rápido abrazo a Henry.

—Veo que están decorando para Navidad. —dijo Charlotte, quien, cautelosa, miraba todo el lugar. Henry frunció el ceño ante su actitud y no pudo evitar preguntar

—¿Sucede algo?

Los chicos se miraron entre sí, sin saber cómo comenzar a hablar, parecieran tener una pequeña discusión con sus miradas, decidiendo quien hablaba; al final, Charlotte terminó perdiendo la lucha con Jasper, miró a Henry y comenzó a hablar.

—Ray no te lo dijo, ¿verdad?

Henry frunció más el ceño, estaba confundido, lleno de curiosidad.

—¿Decirme qué?

Charlotte no tuvo tiempo de responder, pues Ray volvió con más cajas, Henry puso los ojos en blanco y se preguntó en su mente cuantas cajas faltaban. Ray dejó las cajas sobre una pila de otras cajas, se veía relajado, sin embargo, frunció el ceño cuando vio a los chicos y Schowz.

—¿Qué hacen ustedes aquí? Recuerdo haberles dicho que no vinieran hoy. —expresó de forma odiosa poniendo las manos en sus caderas. Henry rodó los ojos ante la actitud del castaño y salió en defensa de los chicos.

—Yo los invité.

La expresión de Ray cambió de forma rápida y miró a Henry con un semblante relajado.

—Oh, está bien —sonrió antes de irse de nuevo.

Henry alzó una ceja, siguiendo con la mirada a Ray, luego se dio la vuelta para ver a los chicos, exigiendo una explicación. Charlotte dejó escapar un suspiro y volvió a retomar la conversación.

—Henry, Ray es un obsesionado con la Navidad, mucho más cuando se trata de las decoraciones, le gusta que todo este perfecto, que todo sea perfecto a su modo. En pocas palabras, es un perfeccionista con la Navidad, tiene incluso sus propias reglas y no le gusta que lo ayudemos a decorar el lugar porque según sus palabras solo él sabe cómo hacerlo.

—Oh... —eso fue lo único que soltó Henry, mirando a los chicos con una expresión leve de asombro —Bueno, eso explica muchas cosas, ayer me levanto a las 6 de la mañana para ir a comprar el árbol ¡A las 6 de la mañana! Pasamos más de 5 horas buscando el árbol "perfecto" ¡Todos eran iguales! Yo casi me quedo dormido de pie mientras Ray se pasó el rato buscando el árbol ideal, incluso llevo una cinta métrica para medir cada árbol que veía —negó con su cabeza al mismo tiempo que se cruzaba de brazos. 

Los chicos, por su parte, se reían en voz baja, ya conocían lo meticuloso y quisquilloso que era Ray cuando de la Navidad se trataba. Ray volvió a bajar las escaleras con más cajas, Henry espero que fueran las últimas. Se acercó al castaño, quien tarareando una canción de Navidad, comenzó a sacar un par de cosas.

—Oye Ray... yo invité a los chicos para que nos ayudaren a decorar el árbol —comentó en voz baja, Ray se detuvo en seco y lo miró con expresión sería —Digo, porque, ya sabes, la tradición es decorar el árbol en familia ¿no? —sonrió tímidamente, pensando que Ray se iba a molestar, pero para su sorpresa, Ray le devolvió la sonrisa.

—Es muy lindo de tu parte que quieras hacer eso, amor. Pero lo siento, me gusta hacer esto por mi cuenta, solo te estoy dejando que me ayudes porque eres mi novio y te amo —palmeó su hombro antes de apartarse y volver a las cajas. Henry se quedó perplejo y miró a los chicos con algo de asombro. Charlotte, Jasper y Schowz le regalaron una comprensiva sonrisa.

—Está bien Henry, nos quedaremos aquí sentados y los veremos trabajar.

—Seremos silenciosos —agregó Schowz, mirando a Ray, quien los miraba con molestia, no muy contento de tenerlos aquí, pero Henry los había invitado y no podía echarlos a patadas como tanto quería.

Henry les regaló una pequeña sonrisa en conjunto con un asentimiento, después les mostró las cajas de pizzas ya olvidadas y les dijo que comieran con confianza; mientras los chicos servían las bebidas y repartían las pizzas en platos, Henry y Ray comenzaron a decorar el árbol; el castaño puso música navideña y pronto un ambiente alegre se formó en el lugar.

Henry estaba colocando un par de pelotas, colgándolas en las puntas de las ramas. Sostenía tres en sus manos, estaba colocando una cuando Ray llegó a su lado, Henry lo miró de reojo, regalándole una sonrisa, la cual borro en cuanto vio su inconformidad.

—¿Pasa algo?

Ray le hizo una mueva y asintió.

—Las estás colocando de forma incorrecta, no puedes colocar dos pelotas del mismo color en una fila, es rojo, blanco y azul, rojo, blanco y azul —explicó mientras que acomodaba las pelotas que Henry había colocado al azar, sin importarle el orden del color —Así sucesivamente, las vas colocando en línea de zigzag.

Henry miró los adornos colocados de manera ordenada, debía admitir que se veía mucho más bonito de esa forma.

—Oh... pensé que podía colocarlas como quisiera…

—No, tienes que hacerlo a mi modo, bajo mis reglas —Ray sonrió un poco, casi de forma maniática antes de apartarse y volver con una pequeña hoja —ten, aquí tienes una guía de como decorar el árbol. La hice yo mismo.

Henry se sintió algo incómodo al ver esa sonrisa maniaca en Ray y con lentitud tomo la hoja, mirándola de reojo. Ray acarició su mejilla antes de alejarse. Henry no pudo evitar mirar a los chicos sentados en el sillón, Charlotte rápido le mando una mirada que decía "te lo dije" Dejó escapar un suspiro y se acercó a la mesa para descansar un poco, comenzó a hurgar en una de las cajas para distraerse. Charlotte esperó a que Ray se fuera para buscar quien sabe qué y después hablo.

—Debimos decirte sobre el comportamiento de Ray desde un principio.

—Si Henry, lo lamentamos.

Henry miró a sus dos amigos y les regalo una sonrisa tranquila.

—Está bien, la verdad es que me resulta adorable lo obsesivo que es con la Navidad. Al menos, no resultó siendo un Grinch, eso sería muy deprimente para mí —se rio un poco viendo a Ray volver con otra caja.  Se acercó a él, frunciendo el ceño cuando lo vio sacar un extraño objeto. —¿Qué es eso? —preguntó mientras señalaba lo que Ray con tanta adoración sostenía en sus manos.

—Oh, este es mi Rayngel —con una gran sonrisa, se lo tendió.

Henry lo tomó en sus manos y finalmente detalló el objeto; era una figura de acción del capitán man, vestido con un traje de Ángel, arriba de su cabeza tenía una pequeña corona y enormes alas blancas en su espalda. Se rió de forma tierna y miró a Ray con dulzura, mezclada con burla.

—¿Para qué tienes esto?

—Para colgarlo arriba del árbol —respondió Ray sin dejar de sonreír antes de quitarle el Rayngel a Henry y caminar hacia el árbol, tomó la escalera a un lado y la puso frente al árbol, comenzó a subirse al mismo tiempo que comenzaba a hablar —Verás Henry, en los árboles de Navidad se suele poner una estrella o un Ángel, así que yo pensé ¿por qué no poner las dos cosas? Entonces, que mejor que poner a capitán man, que es una estrella y un ángel al mismo tiempo, ¿no es asombroso?. 

Henry hizo una mueca, tratando inútilmente de ocultar su incomodidad.

—¿No es eso algo egocéntrico?, quiero decir, de eso no es de lo que se trata la Navidad. Una estrella quedaría más bonita —se llevó una mano a la nuca, la acarició un poco, intentando relajarse, lo que menos quería hacer era enojar a Ray.

El castaño bajo las escaleras, miró a Henry por unos segundos antes de mirar hacia el Rayngel colgado en la punta del árbol. Pronto cambio su semblante, expresando serenidad.

—Sí, tienes razón, debería quitarlo y poner una estrella... o un Ángel.

Henry se sorprendió de lo tranquilo que Ray estaba al mencionar eso, también de lo rápido que había cambiado de opinión, pensó que Ray iba a hacerle un drama. Sin embargo, podía notar en su expresión triste que quitarlo no era algo que quería hacer.

—No tenemos que hacerlo, podemos dejar al Rayngel.

—Pero dijiste que era más bonito una estrella y bueno, ¿no es esto egocéntrico? —señaló al Rayangel y miró a Henry con sus ojos caídos. Henry hizo una mueca, peor que hacer enojar a Ray, lo que más temía era hacerlo sentir mal, hacerlo sentir triste. A pasos lentos se acercó a él y tomó una de sus manos.

—Sé lo que dije, pero, si lo pienso un poco, capitán man salva a la ciudad, los cuida y protege. Así que se ganó su derecho de estar en la cima del árbol. Además, me haría sentir muy mal si lo quitas solo por mi comentario, si te gusta y te hace feliz colocar al Rayngel, entonces, a mí también.

Ray le correspondió la sonrisa, miró de nuevo al Rayngel y después a todo el lugar, deteniendo su mirada en Henry.

—Está bien, lo dejaré, pero el próximo año compraré una estrella para ti.

Henry se rio en voz baja y asintió.

—Está bien.

Después de ese pequeño momento, continuaron con la decoración, ya casi les faltaba poco para terminar de decorar el árbol. Henry se acercó a la mesa y sacó un par de adornos.

—Vaya Henry, nunca había visto a Ray acceder a algo tan rápido y menos cuando se trata sobre la decoración navideña. Parece que eres el único que puede hacer que Ray Manchester haga lo que quieras.

Henry no pudo evitar reírse de eso, negando con su cabeza al mismo tiempo.

—No creo que sea así.

—Sí, mira.

Jasper se levantó y caminó hacia Ray.

—Ray, sabes que escuche a Henry decir que merecemos un aumento, ¿qué dices? —sonrió, esperando un sí rápido de Ray. Sin embargo, recibió una mirada fruncida.

—No y no uses a mi novio para conseguir un aumento.

Jasper dejó escapar un puchero y decepcionado, caminó de vuelta al sillón, siendo recibido por risas burlonas.

Terminaron decoración el árbol y toda la capicueva entre gratas conversaciones, risas y diversión. Pronto el lugar quedo decorado con todos los adornos navideños habidos y por haber, en cada esquina había una brillante decoración; en el elevador lucecitas puestas a su alrededor, en el sillón había varios cojines navideños de colores azul y rojo. Incluso los monitores estaban decorados, también el enorme oso de peluche regalado por los manfans hace un par de meses había sido envuelto con decoraciones navideñas, vestido con un traje de santa y colocado justo al lado de sillón, siendo ese su puesto definitivo.

Pero lo que más a Henry le gustó fue los pequeños calcetines con las iniciales de cada uno, se sorprendió al ver que Ray sacaba uno con su inicial; Ray le regaló una sonrisa, diciendo que lo había comprado para él, Henry le devolvió la sonrisa y emocionado dejó que Ray colgara el calcetín de color rojo junto al suyo. Más tarde Henry despidió a los chicos, agradeciéndoles por pasar el rato. Después volvió con Ray, quien acomodaba las cajas —ahora vacías —en una pila en un rincón.

—Espero que no te haya molestado mi comportamiento, lamento ser tan obsesivo con la decoración.

Henry negó con su cabeza y se subió al sillón, apoyándose con sus rodillas. Tomó la mano de Ray y le sonrió.

—Me gusta, me encanta que seas así, creo que es lindo que te emociones tanto por la Navidad, ame conocer algo nuevo de ti. No quiero que cambies eso, ¿sí? Te amo incluso aunque seas un obsesivo-compulsivo con la Navidad.

Ray le correspondió la sonrisa, riéndose un poco al mismo tiempo y con su pulgar acarició el dorso de su mano.

—La Navidad es algo especial para mí, es de mis épocas favoritas. Cuando era niño iba a casa de mis abuelos, decoraba galletas y luego las comía sentando en el sofá esperando a Santa —se rio un poco. Henry lo miraba con amor, sus ojos brillando un poco al escuchar el pequeño relato. Se acercó a Ray y le dejó un beso en su mejilla.

—Eso es muy hermoso mi amor, gracias por contármelo.

Ambos se miraron con cariño antes de compartir un dulce beso.

—El próximo año dejaré que también decores el lugar como tú quieras, quiero que esta tradición sea tanto mía como tuya, que sea algo nuestro a partir de ahora.

Henry no sabía que sentir en este momento, estaba entre la melancolía y la emoción, esta época solía ser difícil para él y ahora que está tan tranquilo, llenándose de amor, envolviéndose en la calidad del momento, no sabía expresarlo, no sabía qué sentir. Demasiados sentimientos encontrados.

—Es... Había olvidado lo que se sentía la Navidad. Cuando mis padres se fueron, perdí esa sensación de felicidad cuando llegaba diciembre y cuando estaba con Ganzel no tenía nada de esto, siempre estaba encerrando en esa habitación, nunca decoraba el lugar así. Él no me iba a dar eso, entonces, siempre me entristecía más en estas fechas. Dimitra era la única que me salvaba, ella tenía algo de poder sobre Ganzel y Kevin, cuando no estaban en casa me dejaba salir por unas horas, comía lo que ella me traía y veía especiales de Navidad en la televisión, pero nunca se sintió así, nunca se sintió tan gratificante y cálido. Me volviste a traer esa sensación, Ray Manchester. Gracias por eso.

El castaño sonrió lleno de amor al escuchar eso y rápido envolvió a Henry en sus brazos, dejando un beso en su frente, Henry se acurrucó como de costumbre, suspiro un poco, relajándose en los brazos de Ray.


La víspera de Navidad llegó más rápido de lo que la pareja esperó, pronto se vieron preparando todo para la cena; Henry iba a cocinar, Ray se encargó de comprar los ingredientes. Ambos estaban ansiosos y emocionados, esta sería su primera Navidad juntos y deseaban que tuvieran muchas más.

Era sorprendente todo lo que habían pasado en estos meses, Ray todavía recuerda claramente la noche en que encontró a Henry, lo enojado que estuvo cuando lo encontró tirado en ese colchón semidesnudo, apuntó de morir. Los sentimientos de miedo, preocupación e ira todavía están presentes en su interior cada vez que recuerda a su chico en ese estado, todavía le cuesta creer que alguien pudiera lastimarlo.

Pero ahora, mirando a Henry tranquilamente cocinando la cena, sonreía y se llenaba de una calidez que nunca había sentido; Henry estaba bien ahora, sano, mejor que nunca, Henry era feliz, sonreía todos los días, se reía a carcajadas hasta soltar lágrimas de felicidad, era energético, con ganas de comerse al mundo. Ya no había más chico triste, depresivo, la ansiedad poco a poco se iba de su cuerpo, las pesadillas ya no eran un problema, eran cosas del pasado, al igual que su trauma. Henry se estaba convirtiendo en una persona nueva, pero aun así no dejaba de ser el chico gentil y amable del cual se enamoró.

Retrocediendo el tiempo atrás se da cuenta de todos los cambios en su chico, en como mejoraba día a día, estaba feliz de ser testigo de ese progreso; jamás llegó a arrepentirse de haber rescatado a Henry, de haber respondido esa llamada, de ir al hospital, de atraerlo a la capicueva y decirle quien era, de enamorarse de él. Todo eso fue lo correcto, Henry estaba destinado para él, y él estaba destinado para Henry. Nunca titubeo, siempre supo que Henry era suyo, quizás su otra mitad, su alma gemela, el amor de su vida, a quien alguna vez confundió con otro. Y Ray sabía que Henry pensaba lo mismo, su amor siempre fue correspondido.

—Ray, ¿puedes probar esto y decirme si está bien?

Ray volvió de sus pensamientos cuando escucho a Henry llamarlo, el rubio estaba frente a él con un delantal puesto, sostenía una cuchara de madera, alzándola hacia su rostro. Ray asintió levemente y se alejó del umbral de la puerta donde se había quedado babeando por Henry para acercarse y probar la salsa en la cuchara. Dejó que su paladar degustara la suave textura y sonrió ante la sabrosa sensación.

—Está delicioso, mi amor.

El rubio se sonrojó un poco, sonriendo levemente

—¿Sí? Le puse algo de Paprika.

Ray sonrió un poco más y asintió de nuevo.

—Te está quedando muy sabroso —murmuró mientras rodeaba a Henry por la cintura, y se acercaba para dejar un beso en sus labios —Ahora, ¿por qué no dejas que te ayude? Terminarás más rápido.

Henry no se pudo negar ante la oferta de Ray y con una sonrisa asintió, luego comenzó a indicarle lo que tenía que hacer. Tenía que admitir que estaba algo nervioso por la cena, quería que todo saliera perfecto, Ray no sería el único en probar su comida esta vez, los chicos también lo harían y quería impresionar, quería hacer todo bien. Sin embargo, hacia su mejor esfuerzo para no dejar que el nerviosismo lo atacará, tampoco sus inseguridades y miedos, quería pasar la víspera de Navidad, tranquilo y feliz, disfrutando con sus seres queridos. Era impresionante que hubiera llegado hasta aquí, estaba orgulloso de sí mismo por lograrlo, por sobrevivir, al mismo tiempo, estaba agradecido por las personas tan maravillosas que encontró. Miró a Ray a su lado y sonrió, sonrió de amor ante la dicha de haber encontrado un hombre tan maravilloso como él, a veces le costaba creerlo, pero cada día al despertar, lo confirmaba; Ray es suyo, Ray lo amaba, eran el uno para el otro. Y hoy iba a celebrar por eso, por esta oportunidad que la vida le dio.

Después de que terminarán de preparar la cena y esta estuviera resguardada esperando para ser servida, fueron a prepararse, los chicos no tardarían en llegar; Henry estaba algo ansioso, sería su primera Navidad después de tanto sufrimiento, sentía demasiadas sensaciones revolotear a su alrededor, estas lo mareaban un poco, pero estaba feliz con eso y se dejó envolver en esas emociones. Era su espíritu navideño creciendo de nuevo y no pudo evitar sentirse como un niño otra vez.

Y parecía uno, con ese atuendo ridículo que Ray le compró, no tuvo las agallas para decirle que los suéteres navideños eran un asco, no pudo decirle que los odiaba, no quería romper el corazón de su novio. Entonces, con una mueca, se miraba en el espejo, sus ojos fijamente en ese suéter colorido, enorme a su cuerpo. Portaba además un pantalón caqui y unas zapatillas, intento peinarse su cabello, pero estos rebeldes no se quedaban en su lugar, hace poco que comenzó a caerse el tinte rubio que Ganzel lo obligaba a usar y ahora su color natural —rubio oscuro —se dejaba ver más, así como pequeños rulos, que comenzaron a formarse de la nada. Dejó escapar un suspiro y trató de hacer una mueca tipo sonrisa cuando vio a Ray entrar en la habitación, también usando su propio suéter.

—¿Qué tal me veo? —preguntó Ray, estirando sus brazos hacia los lados y dando una vuelta para que Henry lo detallará por completo.

Lo único que Henry detalló fue el enorme trasero que tenía su novio y lo respingón que se veía en ese ajustado pantalón. Tragó saliva, no era momento para pensar en eso. Volvió su mirada hacia Ray, viendo lo feliz que estaba, Henry se sintió mal y no pudo seguir con la mentira, lo estaba carcomiendo, no le gustaba ocultar cosas, mucho menos su malestar hacia Ray. Así que con una mueca, lo soltó.

—Lo siento, pero te ves ridículo.

Para su sorpresa, Ray no se molestó, en cambio, soltó una gran carcajada, entre risas se acercó a él.

—Tu igual te ves ridículo.

Y con eso, Henry supo que Ray también odiaba los suéteres, dejó su ceño fruncido y comenzó a reírse a la par con Ray.

— ¿¡Por qué nos compraste estos horrendos suéteres!?

—Porque es la tradición —respondió Ray alegre mientras rodeaba a Henry por su cintura.

—No extrañe esta tradición en absoluto —comentó Henry, aceptando el beso que Ray que le dio —¿por qué la tela de estas cosas pica tanto? —hizo un puchero y con sus dedos apartó la tela en la parte de su cuello.

—Amor, tienes que ponértelo con algo debajo —comentó con dulzura mientras dejaba una caricia en la zona del cuello que comenzaba a ponerse rojiza, después dejo un suave beso.

Luego de compartir ese pequeño momento (y de que Henry se cambiará, colocándose una camisa debajo del suéter, la pareja salió a la sala y comenzó a ordenar la cena; música navideña se dejaba escuchar por el lugar y en los monitores, los mejores especiales navideños se proyectaban. Los chicos llegaron minutos más tarde y en familia, se sentaron a cenar; todos quedaron asombrados por la rica comida que Henry había preparado, por supuesto que hubo muchos elogios y halagos, Henry los aceptó todos con un sonrojo en sus mejillas, no podía dejar de sonreír, estaba muy feliz.

Entre charlas y risas animadas tuvieron una grata cena navideña. Los chicos y Schowz se fueron una hora después, todos debían pasar las fechas con sus familias, se desearon una feliz Navidad con abrazos y luego, la pareja quedo sola en el hogar que inconscientemente habían creado en los últimos meses.

Después de guardar las sobras y limpiar la mesa, Henry y Ray se cambiaron por unos pantalones de pijama —dejándose sus suéteres— y se tiraron en el sofá, envueltos en una cobija, comenzaron una maratón de películas navideñas, bebían chocolate caliente y acurrucados uno con el otro, se regalaban dulces caricias, mandando todo su amor con ese simple gesto. Henry estaba sentado sobre el regazo de Ray, Ray lo envolvía con un brazo alrededor de su cintura, dejando besos en su cabello y leves te amo de vez en cuando; Henry sonreía lleno de amor y con su cabeza recargada en el hombro de Ray se dejó embriagar por toda la bruma de calidez que se creaba en el lugar; el ambiente navideño estaba haciendo de las suyas, atrayendo a Henry, dejando que se hundiera en esa sensación llena de tranquilidad, de paz.

Podía escuchar el corazón de Ray, retumbar. Latía con calma y Henry supo que estaba feliz, que ya no había preocupaciones, que ya no estaba alerta cuidando de que algo pueda pasarle, Ray ya no lo sostenía como si temiera que fuera a perderlo, porque no lo haría, Henry nunca se apartaría de su lado. Finalmente, ambos podían vivir tranquilos, solo pensando en su amor y en lo mucho que crecía con el pasar de los días. Henry sonrió un poco más y se hundió contra Ray, disfrutando del momento.

Ray acariciaba el cabello de Henry, peinándolo con suavidad cuando se fijó en el reloj de su mano y en la hora; ya era la medianoche del 25 de diciembre. Sonrió y con cuidado movió a Henry, no quería que se despertara si se había quedado dormido. Fue recibido por una mirada algo adormilada, pero llena de dulzura. Ray no pudo evitar sonreír de amor y con cariño dejó un beso en la frente de Henry.

—Amor, ya es Navidad —susurró, sin despegar sus labios de la suave piel de Henry.

El rubio sonrió y se apartó un poco para mirar a Ray, llevó su mano hacia su mejilla y la acarició, sintió la leve barba de días de Ray, hacerle cosquillas bajo sus dedos.

—Feliz Navidad, Ray.

—Feliz Navidad, Henry.

Ambos se sonrieron antes de regalarse un beso; Henry quería llorar de la emoción que estaba sintiendo, era demasiado abrumadora, era demasiada la felicidad que entró a su cuerpo, sentía que iba a explotar en cualquier momento. Ray se sentía igual, feliz y enamorado, alegre por estar así con el amor de su vida, por ver al amor de su vida contento, celebrando esta fecha tan especial como siempre debido hacerlo.

—¿Te gustaría abrir nuestros regalos ahora o prefieres esperar hasta la mañana? — preguntó Ray en voz baja, acariciando de nuevo el cabello de Henry.

El rubio lo pensó por unos segundos, decidiendo, al final, abrir los regalos ahora. Quería aprovechar que estaban solos y abrir sus regalos en la intimidad y calidez de su hogar. Ray le regaló una sonrisa y un último beso en su frente antes de levantarse y caminar hacia el árbol.

Bajo el árbol de Navidad ya se encontraba todos los regalos, incluso los de los chicos, quienes mañana vendrían y los abrirían. Henry y Ray se sentaron con sus piernas cruzadas frente al árbol. Se miraron y se regalaron una sonrisa.

—¿Quieres empezar?.

Henry asintió y con una gran sonrisa, se acercó al árbol, movió un par de bolsas y cajas de regalos para buscar el suyo. Unos segundos después, saco una gran caja envuelta en papel de regalo navideño, la dejó sobre su regazo y antes de entregársela a Ray, dijo.

—No es mucho y quizás no es como los regalos que tú me das, pero... bueno, reuní algo de dinero y —bajó su mirada hacia la caja y finalmente, con algo de nervios, se la entregó a Ray — espero que te guste.

Ray tomó la caja y con una sonrisa, llenándose de curiosidad, rompió la envoltura, relevando la caja, luego alzó la tapa y sacó lo que había dentro de ella; una chaqueta de invierno color verde militar se presentaba ante sus ojos, esta tenía una capucha con pelo artificial color beige, era elegante a simple vista. Ray la miró un par de segundos lleno de asombro, mientras con sus dedos tocaba la tela. Después miró a Henry quien le regalaba una sonrisa.

—Es para que la uses en nuestro viaje en las montañas —explicó de forma suave, sonrojándose un poco. Ray lo miró con amor y se acercó para darle un beso como agradecimiento.

—Está hermosa, me encanta.

—Tiene muchos bolsillos —comentó Henry, observando a Ray admirar su regalo.

—Si ya veo —dijo y después se la puso —¿qué tal me veo? —se movió un poco en su lugar, simulando que modelaba para Henry. El rubio se rio un poco de eso y dijo;

—Te queda perfecta.

Ray le sonrió con algo de soberbia, quizás, su ego se hinchó un poco después de eso. Se quitó la chaqueta y la dejó de vuelta en su caja, la apartó un poco para tener espacio y buscar su regaló, no fue difícil encontrarlo, estaba cerca. Tomó la pequeña caja rectangular de terciopelo y sonrió un poco, luego volvió a sentarse con las piernas cruzadas y miró a Henry, con lentitud estiró la caja y espero a que el rubio la tomara.

Henry sonrió levemente y con el corazón retumbando de emoción cada vez que Ray la daba obsequios, tomó la caja, rozando sus dedos con los de Ray. Tocó el terciopelo azul con suavidad antes de abrir la tapa. Dentro se encontró con un hermoso collar de plata y un pequeño dije con el diseño de una rosa y una llama de fuego, ambas en una sola, los contornos de la rosa arriba y la forma de la llama de fuego abajo. Henry lo tocó con sus dedos, después alzo la mirada hacia Ray.

—Es un símbolo, es el símbolo de los sobrevivientes de agresión sexual. —esperó alguna reacción por parte de Henry, pero cuando solo vio tranquilidad en sus ojos y una leve sonrisa, decidió continuar —estuve haciendo una investigación, quería darte un relato sumamente especial para esta ocasión, entonces en mi búsqueda me topé con esto —señaló al dije que ahora Henry sostenía en sus manos —me pareció interesante, leí muchas historias, blogs en Internet de personas que comentaban su agresión sexual y como habían superado este trauma. Muchos tenían este símbolo, y pensé que sería lindo que tú también lo tuvieras, no para que recuerdes lo que pasa, sino, para que sepas que eres un sobreviviente, que estás aquí, vivo, que lograste pasar por ese trauma, porque eres fuerte y que puedes superar lo que sea. No eres una víctima, nunca lo fuiste, eres un sobreviviente, Henry. Estoy orgulloso de ti.

Ambos tenían sus ojos llenos de lágrimas, Henry no pudo evitar dejarlas salir, Ray se acercó y dejó un beso en frente, conteniendo sus lágrimas; no se trataba de él, se trataba de Henry. Se abrazaron por unos segundos, siendo Henry el primero en apartarse, quitándose las lágrimas con una mano.

—Yo... no sé qué decir, está muy hermoso Ray, me encanta, gracias —alzó su mirada llena de lágrimas, dejando salir todo su amor en su expresión —eres el mejor dando regalos. —se rió un poco, tragando saliva después. Ray le dio una sonrisa tranquila y lo atrajo de nuevo a su cuerpo, dejó un cálido beso en su cabello mientras lo apretaba de forma suave contra su pecho.

—Me alegra que te guste, yo no quería incomodarte con esto y tenía miedo de que lo hicieras, solo quería que cambiaras tu percepción de verte, y aunque sé que poco a poco lo estás logrando, quería que tuvieras un recordatorio de lo que eres, de lo maravilloso que eres.

Henry alzó su mirada y le sonrió. Estaba sin habla, Ray lo había dejado sin palabras, siempre se encargaba de hacerlo sentir amado, de hacerlo sentir que importaba; no sabía cómo devolverle ese gesto. Dejó escapar un par de lágrimas por la impotencia de no poder expresarse, pero también, por la emoción y felicidad que lo invadía con cada acción que Ray hacía.

—Te amo —fue lo único que logró expresar al final, soltando más lágrimas. Ray le respondió su te amo con un suave y amoroso beso en sus labios, luego lo abrazó, ayudándolo a calmarse, dejando caricias en su espalda. Henry se relajó ante su toqué y poco a poco sus lágrimas se detuvieron. Después de unos segundos en silencio, Henry se apartó y bajó su mirada hacia el collar.

—Me lo pones —alzó su mirada hacia Ray y estiró el collar, no estaba preguntando, quería que Ray lo hiciera.

Ray sonrió y asintió, tomó el collar y espero a que Henry se diera la vuelta para colocarlo, de forma delicada, suave y gentil, dejó caer el collar sobre el pecho de Ray, ajustándolo detrás de su nuca, después dejó un beso en el cuello de Henry antes de apartarse. Henry sonrió, enamorado y embobado mientras se daba la vuelta para quedar de nuevo frente a Ray. Llevó una de sus manos hacia el collar y con sus pulgares acarició el dije.

—Sabes… muchos deciden tatuarse el símbolo, yo, no sabía si tú lo querías, por eso mande a hacer el collar, pero si gustas hacerte un tatuaje, podemos...

—No, no —Henry lo interrumpió —la verdad es que los tatuajes no son lo mío, además, hiciste esto para mí, eso lo vuelve extra especial. —sin esperar respuesta, se acercó a Ray y lo abrazo —tú sí que eres el prototipo del novio perfecto.

Ray se rió un poco, apretando a Henry con más fuerza contra su cuerpo, dejó un beso en su cuello antes de enterar su rostro, envolviéndose en la calidez que solo Henry sabia dar. Bajó su rostro para mirar a Henry, esas perlas de chocolate lo miraban con sumo amor, contagiándose de eso, se acercó para dejarle un beso, dejando después un montón de besitos por el rostro de Henry, sacándole un par de risas que hicieron a Ray inflarse de amor.

Después se quedaron abrazados frente al árbol de Navidad, mirando las luces que se encendían y apagaban, envolviéndose en la grata sensación, escuchando el retumbar de sus corazones, volverse uno. De vez en cuando se regalaban caricias y compartían suaves besos, expresando todo su amor.

Y así, en medio de la sensación abrumadora, llenos de felicidad, Henry y Ray, celebraron su primera Navidad. 

Chapter 44: Final - part I

Chapter Text


La sensación abrumadora de calidez y amor seguía rondando por toda la capicueva, todo era sonrisas y alegría; Henry y Ray no podían estar más felices, Henry nunca había estado tan feliz en su vida. Jamás pensó que llegaría vivo para fin de año, pero aquí estaba, vivo, con un increíble novio, recibiendo puro amor y felicidad; algo que nunca pensó tener, ahora lo tenía todos los días.

Como ya tenía acostumbrado, despertó con una brillante sonrisa y con ánimos se preparó para iniciar el día, quien diría que alguien pudiera despertar tan feliz por las mañanas, pero así era Henry Hart desde hace un par de meses. Tomó sus pastillas y luego fue a darse una ducha. Un intruso, llamado Ray, entró con él al baño minutos después, pronto se vieron envueltos en un momento romántico lleno de pasión, terminando con ellos en un cálido abrazo mientras el agua de la regadera caía sobre sus cuerpos desnudos. Después, con amor, continuaron con el baño, Ray pasaba la esponja de baño de forma lenta por todo el cuerpo de Henry, mientras que Henry, envuelto en el placer, se dejaba llevar por la cálida sensación. Perdieron la noción del tiempo en la ducha, pero a ninguno les importó, ya no tenían prisa por nada, ya no tenían nada de que preocuparse.

Continuaron la tarde relajados en el sillón giratorio, Ray saliendo cuando el deber llamaba, Henry lo esperaba, preparando la cena. Así eran sus días, comunes y corrientes como una pareja normal.

—Estoy muy emocionado por el viaje —comentó Henry mientras con alegría sacaba sus prendas del armario y las metía en su maleta. —Nuestro primer viaje juntos —dejó escapar una enorme sonrisa antes de caminar el armario y sacar más ropa.

Finalmente, Ray había organizado todo para tener sus vacaciones en la cabaña, se irían en un par de días, pasarían año nuevo en la cabaña y luego se quedarían un par de días más para disfrutar y tener algo de tiempo a solas: eran unas pequeñas vacaciones, pero unas bien merecidas. El crimen no solía ser tan frecuente para estas fechas, así que capitán man podía tomarse unos días libres, la policía podía encargarse de todo en su ausencia.

—¡Ni siquiera sé que más llevar! —expresó Henry, feliz como un niño pequeño mientras miraba hacia su maleta repleta de ropa. Ray frente a él, también ordenando su maleta, le sonrió con ternura.

—¿Metiste lo esencial? ¿Ropa interior? ¿Ropa de invierno? En las montañas hace frío.

Henry asintió al mismo tiempo que respondía;

—Sí, y sí, Incluso guardé mi cepillo dental.

Ray volvió a sonreírle, dejó lo que hacía y se acercó a Henry, lo tomó por la cintura y lo envolvió con sus brazos.

—Entonces, ya estás listo para el viaje, mi amor.

Henry sonrió, expresando toda su felicidad. Rodeó a Ray por el cuello y se acercó para dejarle un tierno beso.

—Gracias por hacer esto. —murmuró contra los labios de Ray. El castaño negó con su cabeza.

—Ya basta de agradecerme por todo, sabes que lo hago porque te amo y amo verte feliz. Si vuelves a agradecerme por algo, me enojaré —lo apuntó con su dedo; sin embargo, estaba bromeando, nunca podría enojarse con Henry, además, sabía que Henry nunca iba a dejar de agradecerle por todo.  Henry se rió un poco, volvió a dejarle un beso antes de alejarse y continuar arreglando su maleta.

—Esto será genial. Será como en las películas cuando los protagonistas se van de vacaciones románticas.

Ray se rió un poco, enamorado de la actitud tan radiante de Henry, no se cansaría nunca de verlo tan feliz.

—Podemos hacerlo más seguido, volverlo una tradición. Iremos de vacaciones a cualquier lugar que queramos, incluso ir a otro país.

Henry abrió los ojos tan enormes que Ray pensó que iban a salirse de su lugar, sonrió un poco más al ver su expresión de niño asombrado y emocionado. Si es que era posible, se enamoró mucho más de Henry.

—Me encantaría, podríamos ir a París. Aunque tengo que revisar mi documentación, no tengo pasaporte. Pero podemos empezar yendo a la playa —comentó, sonando casi a pregunta mientras miraba a Ray con ojitos de cachorro. Ray no podía resistir ante esos ojos, siempre terminaba diciendo que sí.

—Por supuesto, Swellview tiene una playa muy hermosa. El próximo año podemos ir.

Henry sonrió en grande, llenándose de una sensación de anhelo por lo que vendría en el futuro, feliz por estar haciendo planes a largo plazo con Ray, como si estuvieran juntos para siempre. El día del viaje llegó y pronto la pareja estaba bajando las maletas de su habitación, subiéndolas a la tienda.

—Ray, ¿ya me mostrarás la casa rodante? —Henry pregunto insistente mientras Ray se aseguraba de cerrar la tienda, los chicos también se había tomado unos días libres, no volverían hasta enero, así que Ray tenía que asegurarse de que tanto la capicueva como basura y más, estuvieran a salvo en su ausencia.

—Dame un momento, amor —respondió con calma pero sin dejar de sonreír.

Henry hizo un puchero, pero pacientemente espero. Desde que Ray le menciono que ya tenía la casa rodante con la cual haría su viaje hasta la cabaña, Henry estaba ansioso por verla, son embargo, el castaño se lo mantuvo en secreto, quería que fuera sorpresa.

—¿Así haremos todo? ¿Nos taparemos los ojos hasta llegar a la sorpresa? —comentó Henry entre risas cuando Ray le tapó los ojos para llevarlo hacia la casa rodante; no pudo evitar recordar la cita que tuvieron en la azotea y como Henry lo llevó a este de la misma forma. Ray también se rió un poco, guiando a Henry, sosteniéndolo de la mano.

—Pero a diferencia de ti, yo si soy un buen guía.

Henry le frunció el ceño —aun cuando no pudiera verlo —sin embargo, mantenía una sonrisa, aceptando la broma. Llegaron a la casa rodante y Ray le indicó que subieran un par de escalones, ya dentro de la casa, Ray le quitó la cinta que tapaba sus ojos.

Henry quedó impresionado cuando vio el interior de la casa rodante; todo era de un lindo color rosa, con diferentes tonalidades del mismo color, junto con colores morado, haciendo juego. Había un gran sofá, una pequeña cocina, el baño. Al fondo había una cama matrimonial; la casa rodante era pequeña, pero acogedora, aun así, Henry quedo enamorado de ella.

—Es hermosa —comentó mientras se giraba, dándole una mirada por todo el lugar. Ray sonrió, feliz de que a Henry le gustara.

—Es la casa rodante de Schowz, nos la prestó para el viaje.

—Oh, eso fue muy lindo de su parte.

Ray hizo un gesto, no dándole importancia.

—Sí, bueno, fui yo quien se la pidió, así que...

Henry negó con su cabeza mientras se reía, se acercó a Ray para envolverlo en sus brazos y darle un beso, agradeciéndole con ese gesto. Ray sonrió en medio del beso. Al separarse, se regalaron una tierna sonrisa, luego Henry le dio otro vistazo al lugar.

—Eso es... ¿una bola disco? —pregunto, mientras con el ceño fruncido miraba hacia el techo con su cabeza inclinada hacia un lado. Miró a Ray y alzó una ceja, esperando una respuesta.

—No me preguntes por qué Schowz tiene una bola disco en su casa rodante.

Henry dejó escapar una risita, luego fue a sentarse en los asientos de adelante, en el asiento de copiloto. Estaba ajustándose el cinturón alrededor de su cintura cuando Ray subió de nuevo a la casa rodante con las maletas en mano, después se sentó en el asiento del conductor y le sonrió a Henry, quien ya estaba listo para comenzar el viaje.

—Haremos una parada primero, debemos comprar comida para la cabaña.

Henry solo asintió ante las palabras de Ray y miró por la ventana cuando el castaño puso en marcha el vehículo, salieron del estacionamiento detrás de la tienda y se pusieron en marcha. Tiempo después, llegaron al súper, se bajaron y entraron para comprar un par de cosas. Henry tomó una canasta y en ella comenzaron a meter la comida; algo de pan, jamón, queso, cereal, leche, incluso un par de dulces y botanas para el viaje. Con tranquilidad se paseaban por los pasillos, tenían todo el tiempo del mundo.

Henry iba caminando por la sección de cosméticos, cuando se topó con un pequeño estante lleno de revistas, no pudo evitar reírse cuando sus ojos vieron una en particular, con cuidado la sacó de su lugar, sosteniéndola con sus manos.

—Mira a quien me encontré —habló en voz alta, llamado la atención de Ray, quien venía unos pasos alejados de él. Ray llegó a su lado, colocándose detrás —Es mi chico Playboy —miró por encima de su hombro a Ray, regalándole una sonrisa burlona.  Ray dejó escapar un suspiro de fastidio, haciendo una mueca después.

—¿Por qué aún venden esta portada?, hace años que deje de ser modelo de Playboy —tomó otra revista del estante, viendo que había muchas más; su foto en blanco y negro, llevaba nada más que un simple bóxer, demasiado apretado y su máscara de capitán man, dejando al descubierto su trabajado cuerpo.

—Bueno, firmaste un contrato con Playboy,¿no?

—Sí, pero eso fue hace años, ya no necesitaba el dinero, así que lo deje, ellos parecieron entenderlo... O eso creí. —murmuró Ray, ahora frunciendo el ceño.

—¿No leíste la parte pequeña?, quizás firmaste que podían usar tu imagen para siempre y no te diste cuenta, digo, eres capitán man, deben ganar un montón de dinero con solo tenerte en la portada... y te siguen pagando ¿no?

Hubo unos minutos en silencio, Ray seguía mirando hacia la revista con el ceño fruncido, Henry lo miraba expectante hasta que al castaño pareció que se le prendía el bombillo y miró a Henry con asombro.

—¡Por eso me llega un cheque cada mes de Playboy! —exclamó, sonriendo un poco ante esa revelación. Henry dejó escapar una risita, mirando a su novio de forma incrédula.

—¡Ray! ¿Te siguen pagando y no te diste cuenta hasta ahora?

—No soy bueno con las matemáticas, así que Schowz es el que se encarga de las cuentas —se alzó de hombros, ya no dándole importancia al asunto; le seguían pagando, está conforme con eso.

Henry negó con su cabeza, riéndose en voz baja. Pronto dejaron el tema, colocaron las revistas en su lugar y retomaron el camino por el pasillo. Compraron un par de cosas más, pagaron y volvieron a la casa rodante. Guardaron la comida en la cocina, organizándolas tanto en la nevera como en los cajones y después volvieron a los asientos delanteros. Henry fue por su mochila, llevándosela consigo a su asiento, mientras Ray se ponía en marcha.

—¿Listo para empezar una aventura? —preguntó, miró a Henry y le sonrió. Henry sonrió en grande y sacó su cámara —regalo de cumpleaños de Ray—. Apuntó el lente de la cámara hacia el castaño y le tomó una foto.

—Estoy listo.

Ray se rió un poco y movió de nuevo el vehículo, saliendo del estacionamiento del supermercado, entrando finalmente en la carretera. Henry puso música en la radio, empezando de forma oficial el viaje.

Iban cantando cada canción que salía en la radio, tarareando cuando no se sabían la letra y cantando a todo pulmón cuando sonaba una de sus favoritas, hacían karaoke, armando una pequeña fiesta; comían botanas, desde gomitas, hasta barras de chocolate. Hacían una mezcla rara de comidas, pero que a la pareja poco le importaba. Henry iba dándole de comer a Ray, pues este no podía soltar las manos del volante. Pronto crearon su propia atmósfera, bailando en sus asientos al ritmo de la música, riéndose y charlando sobre cualquier cosa. Henry, de vez en cuando, tomaba fotos con su cámara y hacia videos, grabando a Ray mientras conducía; quería documentar todo el viaje, su primer viaje juntos, el primero de muchos.

Varias horas después, estaban fuera de la ciudad, lejos de Swellview, ahora iban por una carretera desierta, solo los demás autos que iban y venía les hacían compañía; salieron temprano por la mañana, así que para el medio día, Henry ya tenía sueño. Ante las insistencias de Ray de que podía descansar, se quedó dormido. Ray lo miró con una sonrisa desde su asiento y apagó la radio para darle algo de silencio al rubio. Henry despertó un par de horas más tarde, cuando el sol comenzaba a irse, un hermoso atardecer ahora se presentaba en el cielo.

—¿Quieres que conduzca? Deberíamos turnarnos para que puedas descansar.

Ray negó con su cabeza, sin despegar la vista de la carretera.

—No, estoy bien, puedo llevar el viaje —miró de reojo a Henry y le regaló una sonrisa.

Henry no estaba muy convencido, sin embargo, no dijo nada y volvió a acomodarse en su asiento. No volvió a dormir después de eso, pero ahora iba tranquilo mirando por la ventana, música baja, se dejaba escuchar por la radio y de vez en cuando hablaba con Ray. Era un viaje largo, no había mucho que pudiera hacer.

La noche pronto llegó y Henry comenzaba a tener hambre y sus piernas estaban entumecidas al igual que su trasero por tantas horas estando sentado. Ray le dijo que podía levantarse, ir al sofá y ver alguna película en su laptop o ir a tirarse en la cama, pero Henry no quería dejarlo solo mientras manejaba, estaban juntos en el viaje.

—Deberíamos parar. —comentó Henry mirando la hora en su teléfono, eran las 9 de la noche y él no había comido más que un siempre sándwich. Ray casi ni había comido, mucho menos se había detenido para ir al baño —Tengo hambre. ¿Habrá alguna cafetería por aquí? —miró por la ventana, encontrando pura oscuridad.

—Eso creo, ¿puedes buscar en el GPS algún lugar para comer? —pidió de forma amable. Henry asintió y con calma comenzó a mover con sus dedos por la pequeña pantalla del GPS.

Unos minutos después encontró una y le indicó a Ray donde debía ir, no quedaba muy lejos y no se alejaba de su camino, por lo que Ray decidió que estaba bien, solo tuvo que desviarse a otra carretera y pronto visualizaron una cafetería, desde ahí podían seguir el camino después de cenar. Henry se bajó de la casa rodante y miró hacia la cafetería, eran grande y alumbrante, Henry no podía detallarla mucho, pues ya era de noche, pero se veía llena de vida, desde afuera podía escuchar algo de música.

—Se siente como en las películas.

Ray le regaló una sonrisa llena de amor, después de la mano caminaron hacia la cafetería. Fueron recibidos por los sabrosos olores de comida, el estómago de Henry gruño mientras buscaba una mesa, dándose cuenta de lo hambriento que estaba. Logró encontrar una mesa al final, emocionado jaló a Ray y lo condujo hacia la mesa, Ray simplemente se dejó hacer, quería que Henry tuviera el control del viaje y de todo, quería que hiciera lo que se le plazca. Se sentaron uno frente al otro y pacientemente esperando a que alguien viniera a atenderlos. Henry aprovechó para mirar el lugar, detallando cada cosa que veía, los adornos de Navidad lo hacían sentir como en casa, no pudo evitar sonreír.

—Nunca había venido a una cafetería. Cuando ganaba dinero para comer, siempre iba a puestos en la calle, no me gustaba entrar a lugares como este porque sabía cómo iban a mirarme, algunas veces ni siquiera me dejaban entrar —soltó una risita sin gracia, negando levemente con su cabeza mientras miraba por la ventana.

Ray lo miró con algo de tristeza, tomó su mano por sobre la mesa y la acarició un poco, Henry lo miró y le regaló una pequeña sonrisa, no estaba triste, eso era el pasado, ese era un Henry del pasado que ya no existía.

Una mesera llegó a atenderlos y de forma disimulada borraron el momento de melancolía que, sin saberlo, estaban creando. Henry ordenó unos Waffles, Ray unos panqueques, ambos ordenaron café. En silencio, esperaron por sus comidas, simplemente escuchaban la música tranquila sonando por el lugar. Cuando sus platos de comidas fueron entregados, Henry sintió babear, casi podía devorarse todo ahí mismo, pero no quería ser grosero y sucio delante de su novio, así que con calma, pero sin dejar de estar ansioso, comenzó a comer.

—¿Sabes cuándo en esas películas ordenan un montón de comida y ya luego no se la comen? Así me siento —comentó Henry mientras llenaba de mucho aderezo de miel sus Waffles —pero a diferencia de esa gente tonta, yo si me voy a comer todo esto.

Ray dejó escapar una risita, le resultaba tierno como Henry no dejaba de comparar su sentir con las películas. Sonrió con amor hacia Henry, quien ya tenía una de sus mejillas llena de azúcar. Llevó su mano de nuevo hacia una de las de Henry y la sostuvo, acariciándola con el pulgar.

—Amor verte así, tan feliz.

Henry sonrió un poco, sonrojándose al mismo tiempo.

—Tú me haces sentir feliz —comentó, esa era la verdad, podía estar emocionado por el viaje, por estar en esa simple cafetería. Pero sin Ray no sería lo mismo, sin Ray no estaría feliz. El castaño le devolvió la sonrisa y llevó su mano hacia sus labios, besando su dorso. El corazón de Henry revoloteo un poco, esos gestos de su novio lo llenaban de amor.

Después de ese momento, comieron en silencio, solo el sonido de sus tenedores chocando contra los platos y los sonidos exteriores se dejaban escuchar. Al terminar Ray pagó la cuenta y con sus estómagos llenos y contentos volvieron a la casa rodante.

—Mira Ray, hay un hotel en frente. Deberíamos quedarnos —miró al castaño y le regaló una sonrisa. Ray, por su parte, hizo una mueca.

—No lo creo, estamos bien así.

—Vamos, no has querido descansar y no me quieres dejar conducir —dijo y cuando Ray no le respondió, continuó —Ya es de noche Ray, no quiero que conduzcas a estas horas. Vamos, descansamos y mañana temprano retomamos el viaje.

Ojos de súplica le bastaron a Henry para que Ray aceptara, no sin que antes el castaño buscara el lugar en Internet, para tener referencias.

—No voy a dormir en un hotel de muerte cuando tenemos esta casa rodante —expresó el castaño sin dejar de mirar el teléfono, leyendo los comentarios sobre el lugar.

Una vez que se aseguró que estaba bien, movió la casa rodante hacia el estacionamiento del hotel y luego fueron a recepción para pedir una habitación; no bajaron sus maletas, solo sus mochilas y una muda de ropa.

El hotel no era la gran cosa, pero era acogedor y lindo, a Henry le gustó, así que Ray confío en su palabra. Su habitación era de un tamaño considerable, una cama matrimonial lo suficientemente grande para ellos, un baño y un pequeño comedor; no había cocina, pero había varios cajones y una pequeña nevera, un armario junto a una cómoda, encima de ella un pequeño televisor.

—Está bonito —dijo Henry después de darle un visto al lugar mientras Ray dejaba las mochilas en la cama —y mira, jabón y champú gratis —alzó unos pequeños sobres de jabón y champú —me los llevaré —sonrió mientras caminaba hacia su mochila.

—No puedes hacer eso, es robar.

Henry miró a Ray de forma incrédula.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Llamar a la policía y hacer que me arresten? —comentó mientras lo miraba de forma juguetona, alzando una ceja coquetamente. Ray se rió bajo, dejó escapar un sonido lleno de descaro y con sigilo se acercó a Henry, siguiéndole el juego, lo rodeó por la cintura y cerca de su oído, murmuro de forma seductora;

—No llamaré a la policía, llamaré al capitán man y haré que te arreste.

Luego comenzó a besar la mejilla de Henry y su cuello, empezando así un ambiente de pasión y deseo, que terminó con Henry gimiendo y jadeando al llegar al orgasmo y Ray deleitándose mientras lo sostenía. En algún momento se quedaron dormidos, desnudos, envueltos en sábanas llenas de sudor y sexo.

Por la mañana Henry fue despertado por dulces besos por todo su cuerpo y la voz suave de Ray diciéndole que ya tenía que despertar. "Ya es de día, amor mío, debemos seguir con nuestro viaje" le decía de forma cariñosa mientras dejaba lentas y suaves caricias por su cuerpo desnudo, Henry abrió sus ojos, sonriendo, miró a Ray sintiéndose en una nube de placer y tranquilidad, podía acostumbrarse a ser despertado así todos los días.

Se dio una ducha rápida mientras Ray acomodaba la cama, dejándola arreglada, intentando inútilmente borrar el rastro de sexo de la noche, sin embargo, en el ambiente podía sentirse. Ray rogó para que los de limpieza no se dieran cuentan de lo que había pasado. Después fueron a la cafetería a desayunar y pronto estaban de nuevo en la carretera.

—De regreso me dejarás conducir. No quiero que te agotes tanto, mereces descansar —Henry llevó su mano hacia la mejilla de Ray y la acarició.

Ray lo miró de reojo y sonrió, tomó la mano de Henry y besó su dorso, sintiendo una sensación extraña, pero linda. No solía ser a quien cuidaban, pero con Henry podía permitirse eso, Henry lo hacía sentir como un adolescente de nuevo, envolviéndolo en una sensación de calidez. Apretó su mano antes de entrelazarla con la suya y dejarla caer en su regazo por unos segundos, miraba a la carretera con una sonrisa, sonrisa de tonto enamorado.

El viaje continuó tranquilo, Henry puso algo de música y en voz baja charlaba con Ray, jugando al veo veo para mantenerse distraído y no caer en el aburrimiento. Para el almuerzo preparó unos sándwiches y se detuvieron para comer antes de adentrarse en las montañas. Fue ahí cuando comenzó la parte ruda. Henry nunca había subido una montaña, por lo que la carretera lo estaba mareando un poco cuando las curvas comenzaron a ser más frecuentes. Ray lo miraba de reojo, preocupado, pero Henry le aseguró que estaba bien, que solo necesitaba mantener los ojos cerrados. Ray no estaba muy conforme con eso, pero nada podía hacer para ayudar a su chico.

Un par de horas más tarde, la carretera llena de curvas comenzó a bajar y finalmente estaban entrando en el pequeño pueblo donde pasarían los siguientes días. Henry abrió sus ojos cuando los mareos cesaron y quedó encantado del hermoso paisaje que se presentaba ante sus ojos, sonreía mientras miraba por la ventana, Ray podía ver su emoción y eso lo hizo sentir feliz.

Llegaron a la cabaña, Ray se estacionó frente a ella. Henry bajo lentamente, embobado y cautivado por la infraestructura de madera, era de dos piezas y a simple vista se veía hermosa. No podía dejar de mirarla, tanto así que se olvidó de ayudar a Ray a bajar las maletas, eso a Ray no le importó, estaba enamorado de la expresión que Henry tenía en su rostro; boca abierta y ojos brillantes llenos de asombro. De reojo lo miraba con una sonrisa mientras sacaba todo el equipaje.

—Si quieres puedes adelantarte —mencionó Ray una vez que terminó. Henry finalmente volvió en sí, sacudiendo su cabeza un poco al darse cuenta de que se había quedado como tonto mirando la casa, se giró hacia Ray e hizo el intento para tomar su maleta, Ray se lo impidió. —Puedo con ellas.

Henry dejó escapar un resoplido, amaba que Ray quisiera hacer todo por él, pero a veces era tan excesivo que Henry sentía que iba a cargarlo para que él no tuviera que caminar

—Está bien, pero yo llevo las mochilas —y antes de que Ray pudiera replicar, tomó ambas mochilas y se las colgó en los hombros.

Subieron las escaleras hasta llegar a la puerta de madera, Ray sacó las llaves de su bolsillo y la abrió, se hizo a un lado para dejar que Henry entrara primero. Henry sonrió como niño pequeño y emocionado, entró a la cabaña, esta era de madera pura, a excepción del comedor y de los sillones; dos individuales y uno familiar. Frente a ellos había una chimenea de madera y piedras, olía a pino y hacía calor, pero era tan cálido que Henry ni lo notó, se dejó embriagar por el dulce aroma y miró hacia arriba, el segundo piso era conduciendo por una escalera totalmente hecha de madera.

Ray, afuera, se rió un poco de la actitud de Henry antes de entrar, cuando lo hizo se encontró con las mochilas tiradas en el suelo y sin rastro de Henry, sabía que estaba curioseando, así que con calma dejó las maletas a los pies de la puerta y caminó hacia la sala de estar, mirando todo el lugar; sintió unos crujidos de madera y alzó su mirada, encontrando la hermosa sonrisa de Henry quien lo observaba desde el pequeño balcón del segundo piso.

—Hola —saludó el rubio también con su mano. Ray lo miraba sumamente enamorado mientras le devolvió el saludo. Después siguió con la mirada a Henry mientras este con pasos rápidos y felices corría hacia él. —Esta cabaña es hermosa —expresó con alegría, sin dejar de sonreír. Ray le correspondía la sonrisa y lo cargó en sus brazos cuando Henry emocionado se lanzó hacia él, Henry lo rodeó con sus piernas y brazos antes de regalarle un beso que Ray sabía, era su forma de agradecerle; acepto el beso mientras lo envolvía por su cintura. Al separarse del beso, pegaron sus frentes y se miraron sin parar de sonreír. —¿Te gustaría mostrarme nuestra habitación? —murmuró mientras acariciaba con lentitud la nuca de Ray.

El castaño dejó escapar una risita, sabía lo que Henry quería. Sin esperar más tiempo, unió sus labios de nuevo y a ciega caminó hacia las escaleras.

Más tarde, luego de relajarse en la cama, recuperándose del momento de pasión, bajaron para recoger su equipaje y llevarlo a su habitación, también bajaron a la casa rodante para sacar lo que habían comprado. La siguiente hora se la pasaron instalándose en el lugar, después decidieron ir a dar un paseo, era temprano en la tarde y Henry, a pesar del largo viaje, tenía energía al 100%. Tomaron una ducha rápida, se colocaron los suéteres más abrigados que tenían junto con sus guantes y gorro. Luego de la mano, comenzaron a caminar por el lindo sendero de piedras y tierra. Ray iba usando la chaqueta de invierno que Henry le regaló en Navidad, Henry no podía dejar de mirarlo lleno de amor, enamorándose un poco más de lo atractivo que se veía.

Pronto comenzaron a ver más cabañas y pequeños locales, algunos decorados con adornos navideños. Henry iba mirando todo, estaba encantado, podía sentir el frío entrando por su piel, lo hizo estremecer un poco, pero le gustó la sensación grata recorriendo todo su ser, se sentía como en una película de fantasía y magia. Llegaron a un puesto de fresas con crema, Ray no pudo evitar complacer a su chico y compró un par, mientras esperaban su turno, Henry acariciaba un lindo perrito quien se había acercado a él, comenzando a olfatearlo y Henry que tenía debilidad por los animales, no pudo evitar hacerle un par de mimos.

—Siempre quise tener un perro, pero mamá era alérgica, así que no podía tener uno —comentó mientras acariciaba el suave pelaje del canino, con una mano acariciaba su espalda y con la otra su cabeza, le sonreía y el perro le devolvía el gesto, lamiendo su cara.

Ray quedó encantado al escuchar la risa de Henry, tanto que se quedó parado en la fila, olvidando todo a su alrededor, solo concentrándose en Henry y en lo hermosa que era su sonrisa. Volvió a la realidad unos segundos después y compró las fresas con crema. Pronto la pareja retomó su paseo por el lugar, comiendo fresas con crema en el proceso, Henry le daba de comer a Ray, como si estuviera en una cita, vivieron su momento romántico de película. Se reían y charlaban, disfrutando del lugar, disfrutándose el uno al otro. Ya era algo de noche, pero ellos seguían paseando, tomados de la mano, no querían estar en la cabaña, querían explorar y conocer todo el lugar y para sorpresa de ambos, ninguno estaba cansado.

—Oye, ¿aquello es un bar? —Henry señaló hacia la infraestructura, deteniendo su caminar. Sin esperar respuesta por parte de Ray, lo jalo del brazo y comenzó a correr hacia el bar.

Ray se dejó hacer, estaba tan feliz de ver a Henry tan energético y lleno de vida, que iría a donde él quisiera ir. Entraron al local, dejándose envolver por lo cálido del lugar; el contraste entre el frío clima con el calor del Interior, les golpeó en la cara, sin embargo, fue agradable. Se quitaron sus enormes chaquetas, dejándolas en un pequeño perchero y luego fueron a la barra; el lugar era todo de madera, había poca gente y música baja, a Henry le gusto la tranquilidad.

Ray ordenó un par de bebidas, Henry frunció el cuándo le entregó una limonada sin alcohol, sin embargo, no dijo nada y le dio una probada. Con sus brazos apoyados en la barra de madera, observaba todo el lugar, algunas personas charlaban y otros caminaban por aquí y por allá, llevando bebidas y botanas. Los ojos de Henry se toparon con la mesa de billar y aprovechó que estaba sola para invitar Ray a jugar.

—¿Sabes jugar billar? —preguntó el castaño de forma incrédula mientras era llevado por Henry hacia la mesa.

—No, pero esperaba que mi lindo novio me enseñara —soltó la mano de Ray y tomó uno de los palos, se dio la vuelta y miró a Ray con una sonrisa coqueta —o puedo pedirle a otra persona que me enseñe. —con lentitud caminó los pequeños pasos que los separaban, se colocó frente a Ray y le quitó el vaso de whisky que tenía en su mano, dándole un largo trago, bebiéndose todo el contenido. Miró a Ray de forma coqueta, sonriendo leve con la comisura de sus labios. —¿Vas a invitarme un trago de verdad o tendré que coquetear con el bartender? —preguntó de forma descarada jugando con el vaso ahora vacío.

Desde hace un tiempo que Henry se comportaba más coqueto, más atrevido con Ray; una vez que dejó de tener miedo, que dejó de detenerse miedo, que aceptó sus instintos y sus sentimientos, dejando atrás sus inseguridades. Una vez que comenzó a quererse, a amar su cuerpo y todo lo que él era, comprendió que no estaba mal sentir deseo, mucho menos por la persona que amaba. Entonces, comenzó a soltarse más, a ser más provocativo con Ray, porque lo quería, de todas las formas posibles.

Y Ray amaba este nuevo Henry, este chico altanero, seguro de sí mismo, pero que seguía siendo tímido y amoroso, él ser más amable que alguna vez conoció. Amaba cuando Henry le coqueteaba y actuaba de forma provocativa porque solo lo hacía para él, con esos gestos Henry le recordaba que solo era suyo, que solo le pertenecía a él. Ray siempre se excitaba ante al simple pensamiento y el deseo de tomarlo y hacerlo suyo, se volvía insoportable cada vez que Henry lo provocaba y el rubio lo sabía, se sentía igual, ambos amaban sentirse correspondido.

Sonrió con sorna, dejando escapar una pequeña risa mientras miraba a Henry con lujuria. Decidió seguirle el juego, tomó el vaso y caminó hacia la barra. Henry lo siguió con la mirada, sus ojos cayeron en el trasero de Ray y no pudo evitar morderse el labio.

Ray volvió con dos vasos de whisky y unas botanas, después comenzaron a jugar, Ray explicándole mientras que Henry aprovechaba cada momento para coquetear, así se vieron envuelto en un jugueteo de coqueteo, miradas indiscretas y toqueteos para nada apropiados. Estaban metidos en una burbuja de amor y deseo, solo eran ellos dos en ese momento, ignoraron el espacio a su alrededor y todas las personas, el entorno que los rodeaba había quedado en el olvido, eran Henry y Ray, nadie más.

Henry dio un último trago, dejó el vaso en una pequeña repisa, luego tomó el palo de billar y se acercó a Ray. Henry casi no había entendido las reglas del juego, paso la mayor parte del tiempo observando al castaño, detallando lo sexy que era, babeando un poco más de lo que solía hacer cada vez que Ray se inclinaba a la mesa. Él hizo lo mismo, se inclinó al lado de Ray, cayendo sobre la mesa, sintió que Ray lo rodeaba por detrás, sujetando su cintura, acomodándolo de forma correcta. Henry sonrió con malicia, había logrado lo que quería. Movió un poco su cabeza para poder ver a Ray sobre su hombro, le sonrió coqueto y de forma inocente se pegó más a su cuerpo.

—¿Estoy bien así o necesito estar más cerca? —murmuró, moviendo su cadera más hacia Ray, su pelvis rozó con la de Ray y tuvo que tragar saliva para no gemir. Ray sonrió, mostrando todos sus dientes, algo de su aliento a alcohol se escapó, embriagando a Henry. Con sigilo se acercó al oído de Ray y en un susurro dijo;

—Puedes acercarte todo lo que tú quieras.

Apretó un poco la cintura de Henry, pegándolo más a su cuerpo. Henry sintió su espalda estremecerse y tuvo que contenerse para no tirar todo, subirse a la mesa de billar y dejar que Ray lo tomara. Tuvo que recordarse donde estaba y calmarse. Miró de vuelta a la mesa, agarró el palo con firmeza en sus manos y luego, con ayuda de Ray, lo golpeó contra la pelota, haciendo que entrará en el hoyo. Sonrió victorioso y miró a Ray de nuevo, este le regaló un beso. Jugaron por un rato más, bebieron y comieron. Después, cuando sintieron que habían tenido suficiente, decidieron volver a la cabaña.

Iban tomados de la mano, tambaleándose uno al lado del otro, no estaban ebrios, pero a simple vista se notaba que tenían alcohol en su sistema. Henry iba con una sonrisa, el viento frío golpeando en su rostro, haciendo sus mejillas sonrojar. La noche era hermosa y la luna los acompañaba camino a la cabaña.

En algún momento del camino, Henry se soltó de la mano de Ray, dio pasos adelante, dando vueltas con sus brazos abiertos: tarareaba una canción que se repetirá en su mente sin parar, sonreía, disfrutaba del momento, disfrutaba el estar vivo justo ahora. Y Ray lo miraba lleno de amor, siguiéndole el paso con lentitud, sus manos metidas en la chaqueta. En ningún momento apartó la vista del chico frente a él, del chico que se enamoró hace unos meses, su novio. Vaya que lo amaba tanto, estaba feliz y agradecido de poder verlo tan alegre, agradeció a la vida por darle esta nueva oportunidad. Su corazón se calentó y se llenó de un sentimiento hermoso, Henry lo hacía sentir tan joven.

Sus ojos conectaron, azul y marrón, en medio de la noche se reconocieron, sus corazones retumbaban al mismo tiempo, estaban sincronizados y solo en ese momento cuando ambos se sonreían, Ray confirmó que las almas gemelas existían, Henry era la suya; la otra mitad que siempre busco en ojos equivocados, en manos erróneas y rostros desconocidos, estaba aquí, la tenía en frente y lo miraban como nunca nadie lo hizo.

Henry se acercó hacia él de forma lenta y en medio de la noche estrellada y el frío, único sus labios y lo beso, un tierno beso que los lleno de calor. Henry se rio un poco al separarse, volviendo a caminar frente a él, bailando y dando vueltas por aquí y por allá. Ray se rio, perdido de amor por Henry.

—Parece que tomaste mucho alcohol —comento, aún mantenía su sonrisa, sus ojos nunca aportaron los movimientos de Henry.

El rubio lo miró de forma incrédula, se detuvo, quedando frente a Ray, haciendo que el castaño también se detuviera.

—Si estuviera ebrio, ¿pudiera hacer esto?

Con sutileza y una sincronía, Henry se puso de un pie, estiró sus brazos y después con lentitud llevó sus dedos hacia su nariz. En ningún momento se tambaleó y Ray quedó impresionado.

—¿Ves? —sonrió con prepotencia al terminar. Se acercó de nuevo a Ray, tomó su mano y luego dejó un casto beso en sus labios —corramos hasta la cabaña —soltó de repente y con una sonrisa llena de malicia, se echó a correr, dejando a Ray aturdido por el momento, sin embargo, se recuperó rápido y con una sonrisa, comenzó a correr detrás de Henry.

Nunca se había sentido tan vivo y feliz mientras perseguía a Henry, quien lo llamaba viejo al ver lo lento que iba. Era abrumadora la sensación que recorría su cuerpo, sus emociones eran un desastre, su corazón estaba a punto de salirse de su lugar de tanto palpitar con frenesí, recordándole a Ray que era afortunado, que finalmente había encontrado al amor de su vida. Ray quería llorar de felicidad, pero se contuvo.

Entre risas divertidas llegaron a la cabaña, de forma rápida subieron las escaleras, Henry se pegó a la puerta de madera y se rio un poco esperando por Ray. Con una brillante sonrisa miró al castaño, sus ojos algo dilatados por el momento, producto también del alcohol en su sistema haciendo efecto. Ray llegó hacia él y antes de que pudiera agarrarlo por la cintura, Henry abrió la puerta y entró a la cabaña.

—Ven por mí —le dijo a Ray de forma provocativa. Ray sonrió con malicia y sin perder más el tiempo, entró a la cabaña y siguió a Henry.

Chapter 45: Final - part II

Chapter Text


Henry ama la forma en que Ray lo toca, tan sutil y suave, ama también la forma en que lo sostiene, la forma en que sus manos lo sujetan con firmeza por sus caderas, sin llegar a lastimarlo. Ama verlo mientras se mueve sobre él, ama gemir su nombre en la cálida noche, a la luz de la luna, sintiendo el calor de la chimenea, soplando el fuego frente a ellos, sobre sus cuerpos desnudos.

Se mueven en una sincronía perfecta, sus cuerpos reconociéndose, volviéndose uno solo. Sus pieles chocan, un grato sonido se deja escuchar por toda la cabaña, mezclado con sus gemidos y jadeos, haciendo la orquesta perfecta. Se tocan con suavidad, con lentitud, tienen todo el tiempo para tocar cada parte de su cuerpo, dejando caricias por todos lados.

En medio de la sala, sobre el sofá, se toman uno al otro, se unen como nunca antes, sus corazones bailan al mismo ritmo, las embestidas son cada vez más placenteras, enviándoles corrientes eléctricas. No llegaron a su habitación, no pudieron, no quisieron. Y ahí en ese sofá, bajo su textura, como la nube, se entregaron, hicieron el amor, soltando leves "te amo", juntando sus frentes para más cercanía, besándose con calma, sin prisas; besos tiernos, amorosos, llenos de deseo y placer.

Ray ama ver a Henry sobre él, la forma en que se mueve únicamente para él, su pene dentro de Henry es un deleite, al igual que lo es el rostro sonrojado de Henry, sus ojos entre cerrados, boca abierta, jadeando, disfrutando del momento, es hermoso, como un Ángel. Ray ama ver a Henry mientras se mueve de adelante hacia atrás sobre su pene, ama acariciar sus caderas, su cintura, mover sus manos por todo el pecho de Henry, por su piel aterciopelada. Ama marcar sus dedos, dejar huellas en su piel. Ama ver a Henry tener el control, en el placer y el deseo, es una muestra de que este momento es de ambos, que no solo es uno quien debe disfrutar, no solo es Ray quien debe complacer, ambos se complacen, ambos se entregan y dan todo de sí, hacen del sexo algo mágico, algo lleno de amor. Lo carnal queda en segundo plano, este es un momento donde se dicen te amo de una forma que solo ellos pueden, de la manera más hermosa y humana posible que ellos mismo crearon, nadie más puede ser participé de esto, solo ellos saben los sentimientos que esto les provoca, solo ellos sienten las emociones recorrer su piel; se dicen te amo ante cada embestida, ante cada movimiento de caderas, ante cada jadeo y gemido. Lo morboso queda atrás, porque Henry y Ray se aman en cuerpo y alma y este acto, es un acto de amor, únicamente de ellos, les pertenece y nadie puede quitárselo.

Ray y Henry se sienten en el paraíso cuando llegan a la cúspide del momento, cuando el orgasmo los envuelve en una bruma que los ciega, los marea, ven estrellas y sienten que en cualquier momento van a explotar. Henry se inclina hacia abajo para llegar al rostro de Ray y lo besa con sutileza y amor. Pronto llegan al orgasmo, juntos dan el último aliento, el último te amo de este mágico momento.

Se tumban uno sobre el otro, Henry cae en el pecho de Ray, jadeando en busca de aire. Ambos, recuperándose del momento, se quedan acostados sobre el sofá. Ray se inclina un poco y toma una cobija que está sobre el reposabrazos y cubre a Henry, a ambos. Después abraza a su novio, lo envuelve en sus brazos, comienza a dejar caricias en su espalda sudorosa mientras mira al techo, pensando en todo y en nada, al mismo tiempo deja besitos en el desordenado cabello de Henry, lo siente sonreír bajo su pecho y él también sonríe, sabe que su chico también está feliz, que también siente lo mismo que él, lo aprieta más contra su piel y desea que este momento nunca termine.

—Quiero quedarme así para siempre —susurra Henry como si le hubiera leído los pensamientos al castaño, quien sonríe más y vuelve a dejar otro beso, esta vez en su frente mientras, con sus dedos, peina su sedoso cabello. —quiero estar aquí para siempre, en esta cabaña, vivir aquí lejos de todos, nunca volver. Ser solos tú y yo.

Ray se ríe un poco, risas llena de amor, sonríe un poco más y si es posible se enamora más de Henry, su corazón se hincha porque no puede creer que este hermoso chico sea solo suyo.

—Pensé que habías dicho que estas solo serían unas vacaciones —murmuró contra la cabeza de Henry, dejando caricias con sus pulgares de arriba hacia abajo sobre su espalda. Henry se ríe un poco, sintiendo cosquillas.

—Mentí, quiero estar contigo así por el resto de mi vida.

Luego un silencio se hace en la habitación, solo el sonido de las llamas de la chimenea se deja escuchar, el viento caluroso todavía cae sobre ellos, como una brisa placentera, amortiguándolos del frío de afuera. Ray pronto deja el movimiento de sus caricias, se queda quieto sin decir nada. Henry piensa que se ha quedado dormido, pero cuando alza su cabeza para averiguarlo, se encuentra con un Ray mirándolo de forma sería, con el ceño fruncido, como si pensara en algo que lo atormenta. Henry ahora está confundido y teme que sus palabras hayan sido malinterpretadas, ¿pero cómo? Se pregunta mientras frunce el ceño de forma leve.

—¿Ray? —lo llama de forma temerosa, no quiere arruinar el momento.

Ray lo ignora y se incorpora en el sofá, llevándose a Henry consigo, se aparta y se sienta, busca su pantalón y se lo coloca, todo ante la atenta mirada de Henry, llena de confusión y miedo. Ray se levanta y termina de colocarse el pantalón, luego mira a Henry.

—Espera aquí —dice antes de irse con rapidez hacia las escaleras.

Henry sigue confundido mientras lo observa irse, trata de no preocuparse tanto por la actitud de su novio y procede a distraerse, se estira sobre el sofá para alejar la pesadez en su cuerpo y luego se arropa un poco más con la cobija; sus piernas las lleva hacia su pecho y se abraza a ellas, apoya su cabeza en sus rodillas y mira hacia la chimenea, distrayéndose con el movimiento de las llamas.

Ray vuelve unos minutos después, haciendo que Henry despegue la mirada de las llamas y se concentre en el castaño, quien ahora se sienta a su lado y lo mira de forma tranquila, pero lleno de amor. Toma las manos de Henry y las acaricia, todavía sin decir nada.

—Ray, ¿qué pasa? Me estás preocupando, amor.

Ray sonríe, mira hacia las manos de Henry y las acaricia sin decir nada. Después de lo que pareció una eternidad para el rubio, Ray alza la mirada y finalmente comienza a hablar.

—Cuando te rescate aquella noche, nunca llegue a pensar que terminaría enamorándome de ti. Sí, sentía una enorme necesidad de rescatarte, de ponerte a salvo y de golpear hasta la muerte a todos los que se atrevieron a hacerte daño, pensé, al principio, que era mi instinto de superhéroe tomando control de mí, que haría lo mismo por cualquier persona, pero no es así... —se detuvo un segundo para tragar saliva, nunca dejó las caricias sobre las manos de Henry —porque luego sentí la necesidad de cuidarte, de llevarte conmigo y tenerte para siempre. Era un sentimiento que me dio miedo al principio, pero cuando entre al hospital aquella noche y te vi, temeroso, inseguro, como un pequeño niño perdido, supe que era la decisión correcta, supe que estar contigo era mi destino, nuestro destino. Aquella noche no fue una casualidad, tenía que pasar, tenía que ser yo quien te salvara. 

Henry no entendía por qué Ray estaba diciendo estas cosas, pero lo escuchaba en silencio, mirándolo plácidamente, también acariciando sus manos, las cuales se habían aferrado a las suyas.

—Y miramos ahora. Hemos pasado por tanto, no pensé que llegaríamos hasta aquí, siempre tuve miedo de que la vida te alejara de mí, de que te arrebatara de mi lado. Pero eso ha quedado en el pasado y ahora solo somos tú y yo contra el mundo. Y esta noche, cuando dijiste que querías estar conmigo por el resto de tu vida, bueno, yo también lo quiero y... — detuvo su hablar, mirando sobre Henry, pensando en si continuar, incluso detuvo sus caricias.

—¿Ray? —Henry lo llama en voz baja, ahora siendo él quien hace las caricias en las manos contrarias para de forma suave traer a Ray de nuevo a tierra, diciéndole también con ese gesto que todo está bien. Ray vuelve en sí unos segundos después, traga saliva y aleja una de sus manos para llevarla hacia el bolsillo de su pantalón, la mete ahí, deteniéndose al segundo.

—Sé que estás joven y puedes hacer todo lo que quieras con tu vida y estar con quien tú quieras. Quiero que te comas al mundo y que les muestres a todos la gran persona que eres, lo fuerte que has sido. No sé qué nos deparará el futuro, si estaremos juntos para siempre, pero quiero que sepas que yo siempre estaré para ti y te apoyaré en todo y si me lo permites, quiero estar en cada paso de tu vida, en todos tus logros, incluso en tus fallas porque te amo y amo cada parte de ti.

Henry estaba lagrimeando un poco mientras escuchaba el pequeño discurso de amor de Ray, sentía que un par de lágrimas corrían por sus mejillas, pero no se preocupó en apartarlas, estaba cautivado por las dulces palabras de su novio. Ray también tenía los ojos llenos de lágrimas y temblaba un poco.

—Y quizás esto que voy a hacer es una locura porque estás joven y aún tienes mucho por vivir, y quizás no quieres algo como esto, pero no puedo dejar de imaginarte conmigo para siempre y esta noche, quiero hacer de esas palabras un juramento, una promesa de que así será.

Sin más, saca su mano de su bolsillo, hace un puño y luego pone su mano frente a Henry, abre su mano y de ella revela una pequeña caja de terciopelo negro. El corazón de Henry comienza a palpitar con frenesí cuando Ray levanta la caja y una sortija se deja ver; es una sortija de compromiso.

Por inercia se aparta un poco de Ray, traga saliva, no sabe dónde poner su mirada, su cuerpo comienza a temblar y teme que pueda tener un ataque de pánico cuando su corazón palpita más rápido de lo que debería. Siente sudar frío y sus manos tiemblan, las mira y ve que están pálidas, está nervioso, abrumado y aunque quiere ocultarlo, no puede, mira a Ray con asombro y el castaño comienza a regañarse, arruinó la noche, arruinó el momento por su impulso, por su estupidez de pedirle matrimonio a Henry tan pronto. Sabe que arruinó el viaje y todo lo demás. Ahora, tiene miedo de que su relación se haya ido al carajo.

—Puedes decir que no, —se apresura en decir, al menos, debe intentar arreglar lo que hizo —di que no, si esto no es lo que quieres, di que me volví loco y que esto es muy pronto, que no quieres un compromiso. Está bien, yo lo entenderé, no voy a molestarme si dices que no y aceptaré todo lo que quieras hacer a partir de ahora.

Henry seguía sin decir nada y Ray sabía que había perdido, quizás, había iniciado el final de su relación. Cerró la caja y volvió a cubrirla con su puño.

—Esto fue estúpido...

—Ray...

Henry finalmente habló, pero el castaño no lo escucho.

—No debí comprar el anillo, no debí dejarme cautivar por el deseo de verte casándote conmigo, de verte siendo mi esposo.

—Ray...

—Por Dios, apenas estás empezando tu vida y yo ya quiero atraparte para siempre conmigo. ¿En qué rayos estaba pensando?.

—Ray, maldita sea, ¡ya cállate!.

La suave, pero fuerte voz de Henry lo hizo detener su parloteo nervioso, mira a Henry con asombro, temeroso de lo que pasaría a continuación. Lo que pasó fue ver a Henry acercarse hacia él con una gran sonrisa, envolverlo en sus brazos y tomarlo en un dulce y cálido beso, que se prolongó por unos segundos. Al terminar, un leve chasquido se dejó escuchar por la sala, Henry volvió a sonreír y miró a Ray con sumo amor.

—Si quiero, quiero casarme contigo. —murmura sin apartarse del rostro de Ray, su aliento roza con el suyo, al igual que lo hacen sus narices —Y tienes razón, estoy joven y puedo hacer todo lo que yo quiera. Y lo que quiero hacer es vivir el resto de mis días contigo, quiero estar a tu lado para siempre y que estés a mi lado, acompañándome en cada uno de mis pasos como mi pareja, mi amante, mi esposo.

Ray sonríe como nunca ante lo que había hecho y eufórico por las palabras de Henry, toma con su mano libre su rostro y lo besa, le da un beso lleno de emoción y pasión; ambos sonríen en medio del beso, pequeñas lágrimas de felicidad caen mientras se demuestran su amor en ese beso. Al separarse juntan sus frentes, se miran, se sonríen, incluso se ríen en voz baja, están muy felices.

—¿No crees que esto es una locura? —susurra Ray, demasiado bajo, como si quisiera que fuera un secreto para ambos.

—Lo es, pero me encanta. —Henry sonríe de nuevo antes de darle otro beso a su ahora, prometido.

Se besan por un par de minutos más antes de que la falta de aire se vuelva insoportable y deban separarse. Henry mira hacia la mano de Ray la cual todavía sostiene la pequeña caja, Ray con cuidado la abre, revelando de nuevo la sortija; es simple, de plata con un pequeño diamante en el medio, es sutil y Henry lo ama, no le gustan las cosas pomposas y se alegra de que Ray lo sepa.

—Lo compre cuando mande a hacer esto —con su otra mano tocó el dije que colgaba sobre el cuello de Henry, el cual nunca se quita desde aquella noche —y quiera dártelo esa noche en Navidad, pero pensé que sería demasiado, entonces decidí esperar el momento perfecto, no pensé que sería hoy, pero cuando dijiste todo esto, lo sentí, sentí esa sensación de que este era el momento indicado. 

—Es hermoso... —fue lo único que logró decir Henry, todavía abrumado por el momento. Ray sonrió y en su interior un suspiro dejó escapar, poco a poco fue dejando el temor que sentía, todo estaba bien, todo había salido perfecto.

—Póntelo —dijo Ray tiempo después, estirando la caja hacia Henry. El rubio no pudo evitar reírse y miró a Ray con suma ternura.

—Se supone que debes ponérmelo tú, bobo —se burló un poco, desprendiendo todo su amor al mismo tiempo.

—Sí, sí—expresó Ray cuando se dio cuenta de su estupidez —pero antes voy a proponértelo de la forma correcta —se levantó del sofá y se puso en una rodilla frente a Henry, saco la pequeña sortija de la caja y la estiró frente al rubio —Henry Hart, ¿quieres casarte conmigo?

Henry, quien ya estaba soltando leves lágrimas, exclamó pequeños "sí" mientras asentía. Ray sonrió en grande y con algo de nervios, tomó la mano izquierda de Henry y le colocó el anillo luego de que Henry le indicará en cuál dedo debía colocarlo, pues Ray, torpe como solo él podía serlo, no sabía dónde se colocaba el anillo. A Henry le pareció tierno y en vez de burlarse le regaló un dulce beso.  Después se apartó y miró su anillo, ahora está comprometido con Ray Manchester, el amor de su vida.

—Jamás pensé que llegarían a pedirme matrimonio estando yo desnudo, vaya forma de proponérmelo Ray —miró al castaño y le regaló una sonrisa descarada pero llena de amor.

Ray le devolvió la sonrisa y se acercó para dejarle un dulce beso.

—Será una gran historia para contarle a nuestros hijos —soltó de repente sin pensarlo, al darse cuenta abrió sus ojos algo asustado y comenzó a retractarse —digo... no es como si vaya a pasar, yo...

—Me encanta —Ray lo interrumpió —no puedo esperar para que ese momento llegue.

Dejando a Henry aturdido con sus palabras, volvió a tomar sus labios y comenzó a besarlo de forma lenta y suave; Henry correspondió el beso segundo después, distrayéndose por el amoroso toque de Ray en su piel, poco a poco olvidando el temor de lo que había dicho, en cambio, se aferró a las palabras que Ray le dijo, no podía esperar para que el momento en que formarán una familia, se volviera realidad. Al separarse, quedaron jadeantes por la falta de aliento, sin embargo, seguían mirándose y tocándose como nada más que amor.

—¿Qué te parece si celebremos este compromiso? —murmura Henry rodeando a Ray por el cuello, atrayéndolo hacia él mientras se acostaba en el sofá. Ray le sonrió con deseo, siguiéndolo. Y así comenzaron otro encuentro mágico de amor.


El despertar por la mañana fue diferente, las emociones del momento todavía seguían revoloteando por todo el lugar, creando un aura extraña, sin embargo, era una extrañeza bonita, cómoda. La idea del compromiso los hacía sentir diferentes, pero, seguían los mismos, seguían siendo Henry y Ray, más enamorados que nunca.

Henry bajó esa mañana, sintiéndose sumamente feliz, iba en pijama, bajando las escaleras de dos en dos, era el ser más alegre del mundo, nada ni nadie podía borrar su sonrisa. Llegó a la cocina donde sabía Ray estaba, se detuvo un segundo en el umbral para admirar la espalda fuerte y desnuda de Ray, quien con solo unos simples pantalones de chándal, preparaba el desayuno. Con sigilo, Henry se acercó y lo envolvió en sus brazos, Ray sonrió al sentirlo y movió un poco su cabeza para mirarlo, Henry le regaló una sonrisa, dejando un beso en su hombro.

—No estabas cuando desperté, eso no me gustó.

Ray dejó escapar una risita y miró de vuelta a la estufa.

—Quería despertarte con el desayuno en la cama, pero veo que me ganaste.

Henry sonrió de forma descarada, dejó un beso en la mejilla de Ray y luego se alejó hacia uno de los cajones.

—¿Qué estás preparando?.

—Son unos simples huevos revueltos —Ray respondió mientras movía la espátula perezosamente.

—¿Quieres que te ayude?.

—Puedo solo —lo miró y le sonrió antes de tomar un plato.

—Claro, señor indestructible que no usa camisa al cocinar —comentó de forma coqueta. Ray dejó escapar otra risita.

Ray sirvió el desayuno y luego se sentaron en la pequeña isla de la cocina que también servía como comedor. En silencio desayunaron, de vez en cuando se regalaban lindas sonrisas y suaves caricias en su mano. Ray acariciaba la mano donde Henry portaba su anillo.

—¿Crees que sea bueno que me bañe con el anillo o debería quitármelo? —preguntó Henry, mirando como Ray tocaba el anillo. —no quiero que se dañe... quizás deba preguntarle a Charlotte, la he visto usar anillos… ¿Crees que debamos decirle a los chicos sobre nuestro compromiso o deberíamos esperar?

Ray tardo unos minutos en responder, seguía jugando con el anillo cuando habló.

—Lo que tú quieras hacer está bien.

Henry notó la voz tranquila en Ray, demasiado tranquila para su gusto, sabía que algo estaba pasando por la mente del castaño.

—Ray, ¿todo está bien? —preguntó mientras llevaba su mano hacia la de Ray, la puso encima de la contraria, deteniendo las caricias. Ray volvió en sí y alzó la mirada hacia el rubio, quien le sonreía de forma leve.

—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres? ¿No crees que sea muy rápido? Yo... no quiero que hayas dicho que si solo porque parecía un loco anoche.

Henry, más que molestarte por esas palabras, miró a Ray de forma comprensiva, casi tierna, a veces olvidaba que el castaño detrás de toda esa fuerza, también era un ser humano que tenía miedo e inseguridades; hoy las estaba dejando salir, en este momento sus nervios se apoderaban de él, era el turno de Henry de hacer algo. Se levantó del taburete y caminó hacia Ray para sentarse en su regazo. Ray con gusto lo aceptó, envolviéndolo por la cintura. Henry le regaló una sonrisa mientras lo rodeaba por el cuello.

—Amor, quiero esto, más que nada en el mundo. Anoche me hiciste muy feliz, más de lo que ya lo haces con el simple hecho de estar a mi lado. Te amo, Ray. —sabía que era muy temprano para llorar, pero él ya sentía algunas lágrimas en sus ojos. Odiaba ser tan sensible —Pero no tenemos que casarnos ahora, no tenemos que hacerlo oficial tan pronto, disfrutemos este momento ¿sí? —llevó sus manos hacia el rostro de Ray, con su pulgar acarició sus mejillas, sus ojos cayeron en su anillo y continuó hablando —Esta sortija es la promesa de que estaremos juntos por el resto de nuestras vidas, estoy bien con eso, lo demás puede esperar, después podremos hacer una ceremonia y firmar un papel, pero por ahora, estoy feliz con el hecho de que estoy comprometido con el amor de mi vida. La boda es solo un evento, yo ya te amo y si me dejas, te llamaré mi esposo a partir de ahora.

Ray le sonrió, sus ojos brillaron un poco, expresando en ellos toda su felicidad. Asintió levemente, Henry lo había dejado sin palabras y una vez más agradeció por el chico tan precioso que tenía a su lado. Henry sabía que no tenían que hablar para expresar sus emociones, sabía el sentir de Ray; llevó su mano derecha hacia el pecho de Ray, justo en su corazón, su palpitar le decía todo.

—No creo que estemos yendo muy rápido, pero no nos apresuremos a planear una boda, no quiero tener estrés tan pronto. Vamos con calma, ¿sí?

Ray tragó saliva, alejando sus ganas de llorar. Movió su cabeza, afirmando con ella.

—Sí... y siempre podemos ir a las Vegas y casarnos. Rápido y sencillo. —sonrió, bromeando un poco. Henry se rió de eso, negando con su cabeza al mismo tiempo.

—Oh, no, mi boda no va a ser en una capilla barata en las Vegas, Raymond —lo apuntó con su dedo, frunciendo el ceño a modo de juego.

Después compartieron una risa y un beso, antes de pasar el resto del día, tumbados en el sofá. Era el último día del año, pero ellos antes de salir a celebrar eso, decidieron quedarse en la comodidad de sus brazos, mirando películas, esperando a que la noche llegaran. Ni se habían bañado, seguían en pijama como dos vagabundos.

En algún momento de la tarde, Henry se levantó del sofá para estirar las piernas, Ray aprovechó para ir al baño. Henry dio unos pasos perezosos por la sala y mientras lo hacía sus ojos cayeron en la ventana frente a la chimenea, se acercó a ella y sonrió ante la hermosa vista; está nevando, copas de nieve caían del cielo, dejando un paisaje que parecía sacado de una película navideña. Había mucha nieve por todos lados, cubriendo la cabaña y los árboles, incluso en la ventana, capas de nueve se acumulaban. Henry sonrió un poco más, llenándose de emoción al ver la nieve caer, rápido se alejó de la ventana y corrió hacia Ray.

—Amor, amor, amor —exclamó con alegría mientras tomaba a Ray del brazo —¡Está nevando! —llevó al castaño a la ventana y le mostró el precioso paisaje. Ray sonrió un poco antes la vista y luego le regaló una sonrisa a Henry —¡Salgamos!

Y sin esperar respuesta, Henry salió corriendo escaleras arriba para cambiarse de ropa. Ray dejó escapar una risita ante lo adorable que estaba siendo su novio, luego siguió los pasos de Henry y más pronto de lo que pensaron, estaban afuera jugando con la nieve.

Iban envueltos en grandes suéteres, chaquetas, bufandas y pantalones de invierno, manos cubiertas por guantes y gorros para sus cabezas, iban sonriendo y riendo mientras corrían a una colina cerca de la cabaña; Ray había encontrado un trineo de madera en uno de los armarios y Henry desbordando toda su felicidad había persuadido a Ray para qué lo sacará.

—¡Vamos Ray, apúrate! —exclamó Henry, quien energético ya había llegado a la cima de la colina, Ray por su parte iba arrastrando el trineo por la nieve. Era difícil para el castaño caminar con sus botas, las cuales se enterraban en la nieve constantemente, se preguntaba cómo Henry había logrado correr tan rápido. —¡Ray!

El castaño finalmente alzó su mirada, siendo recibido por una bola de nieve impactando en su rostro. Se quedó estático en su lugar, procesando lo que acababa de pasar, al fondo, podía escuchar la risa de Henry, hermosa y suave burlándose de él. Ray sonrió y abrió sus ojos, algo de nieve quedo en su rostro, miró a Henry y le sonrió de forma maliciosa. ¿Conque así quieres jugar? Se dijo antes de soltar el trineo y hacer una pelota de nieve con sus manos.

Henry supo lo que pasaba y sonriendo más grande, comenzó a correr y entre risas se alejó de Ray lo más que podía.

Entre risas y una que otra exclamación de alegría, Henry y Ray tuvieron una pequeña pelea con bolas de nieve, corrían y se esquivaban, pero al final, se alcanzaban, abrazándose con sus rostros sonrojados y sus corazones retumbando de amor. En medio de la pelea, Ray se abalanzó sobre Henry, haciendo que cayeran al suelo, contra la nieve. Henry se reía y Ray supo que no se había lastimado, alzó su cabeza y miró su rostro lleno de felicidad.

—Te atrapé —murmuró mirando los ojos marrones de Henry brillar de alegría. Henry dejó escapar una sonrisa y asintió.

—Sí, lo hiciste.

Luego de eso compartieron un suave beso, llenándose de calor. Después de ese momento, volvieron al trineo olvidado en alguna parte de la nieve y empezaron a lanzarse sobre la colina. A veces iban solos, a veces iban juntos. Ray, detrás de Henry en el trineo, se lanzaban sobre la colina, gritando de emoción, estaban llenos de adrenalina. Henry no paraba de reír, de sonreír y saltar de felicidad. Ray estaba enamorado de eso, amando los recuerdos felices que estaban creando.

—¡Hagamos un muñeco de nueve! —exclamó Henry luego de que se cansaran de jugar con el trineo. Se levantó del suelo, sacudiendo la nieve de sus pantalones y caminó lejos de Ray, caminó de un lado a otro y luego se detuvo —Hagamos un muñeco de nieve aquí.

Por supuesto que el castaño no podía resistirse a esa sonrisa de Henry, haría todo lo que le pidiera con solo sonreír. Se levantó, copiando las acciones de Henry y camino hacia su novio. Comenzaron a trabajar en la nieve haciendo enormes bolas para crear el cuerpo del muñeco de nueve. Henry hacia la cabeza, Ray las partes del cuerpo.

—Recuerdo que solía hacer muñecos de nieve cuando pasaba Navidad con mis abuelos —comentó Ray, mientras colocaba las enormes bolas de nueve, una encima de la otra —solía nevar mucho donde ellos vivían, justo como aquí. —miró a su alrededor, sus ojos deteniéndose en los de Henry, quien lo miraban con amor.

—Cuéntame más —murmuró mientras con sus brazos envueltos alrededor de la bola de nieve, caminaba hacia Ray, con cuidado dejó la bola encima de las dos que Ray había hecho y sonrió —Quiero saber más sobre Ray Manchester, ya sé mucho sobre capitán man.

Ray dejó escapar una risita, negando levemente con su cabeza, pensando en que contar, jugaba con su dedo índice sobre la cabeza del muñeco de nieve, intentando inútilmente hacerle un rostro.

—Bueno, no hay mucho que contar, no fui un niño normal, no tuve una infancia como todos, incluso mi vida... todo fue diferente para mí. No tuve hermanos, así que solo éramos mis padres y yo, bueno, mamá y yo, porque papá siempre se la pasaba en su laboratorio, era científico, Carl se llamaba. Él es la razón por la cual me volví indestructible...

Henry tragó un poco de saliva al escuchar eso, llevó una mano hacia el hombro de Ray y lo acarició, en su interior arrepintiéndose de pedirle a Ray que le hablará sobre su vida. Sin embargo, Ray no parecía molesto o incómodo por hablar y en voz baja continuó con su relato.

—Mi padre era un científico loco y obsesionado por la ciencia, hacia cualquier clase de experimentos y los presentaba en su laboratorio, la gente lo alababa y aplaudía, eso hinchaba su ego y su personalidad narcisista... supongo que yo saque algo de eso. Ganaba bien, así que a mí y a mi madre nunca nos faltó nada, siempre tenía lo que quería, juguetes, comida... lo único que quería era el amor de mi padre. Éramos una familia, digamos que feliz... hasta que todo cambio... mamá se enfermó, cáncer... —sintió un apretón por parte de Henry y alzó su miraba para verlo, sus ojos estaban levemente humedecidos, pero continuó hablando —Papá contrato a los mejores doctores de la ciudad para que la trataran, pago todos los tratamientos habidos y por haber, pero ya era muy tarde, el cáncer de mamá estaba muy avanzado y no había nada que los doctores o la medicina pudieran hacer... Papá decidió curar a mamá por su cuenta "soy un científico" solía decir "puedo hacerlo todo"... Creo esta máquina, la llamó densificador, con ella esperaba borrar el cáncer de mamá, supongo que estaba bien, no quería dejarla morir, yo tampoco quería que se fuera, tenía solo 8 años, quería tener a mi madre por más tiempo. —se detuvo unos segundos para respirar, tomar algo de aire y continuar. Tragó saliva, alejando sus ganas de llorar y agradeció a Henry en su interior por no interrumpirlo y dejarlo hablar. —Pero todo salió mal, un día hubo un accidente en su laboratorio donde yo me vi involucrado, llegue corriendo a buscar a papá porque mamá se había puesto mal y termine tropezando con el densificador, volviéndome indestructible... papá en vez de molestarse, se puso tan feliz porque su invento había funcionado y estaba listo para mamá, pero ya era muy tarde, mamá tuvo un ataque respiratorio debido a su enfermedad y murió... esa noche, cuando yo me volví indestructible, mamá murió.

—Ray... —Henry no pudo contenerse más y abrazo al castaño, envolviéndolo de forma suave bajo sus brazos —Lo lamento tanto…

Ray sonrió de forma triste, dejándose envolver por los brazos de Henry, no pudo evitar que pequeñas lágrimas piquen en sus ojos.

—Está bien —se alejó un poco para ver a Henry —mamá finalmente estaba descansando, el dolor había pasado para ella —sintió las suaves manos de Henry, tocar sus mejillas y cerró sus ojos para disfrutar de su toqué —aunque las cosas con papá empeoraron, pero al menos mamá ya no estaba sufriendo. 

—¿Qué te hizo tu padre? —preguntó Henry, con algo de ira en su voz, Ray sonrió levemente, llenándose de una sensación grata al saber que Henry estaba dispuesto a defenderlo y protegerlo de todos, incluso del pasado. Con ese simple gesto y el tono de su voz, lo supo.

—No me lastimó, no de esa forma —se aseguró en decirle a Henry, lo sintió relajarse un poco, pero todavía está tenso —solo me saco de la escuela y me uso como conejillo de Indias para sus otros experimentos. Cuando mamá murió es como si él también lo hubiera hecho y todo el cariño que sentía por mí, se esfumó. Ahora solo me veía como un objeto de pruebas, llamando la atención de muchas personas, incluso del gobierno. El presidente se enteró de mi habilidad y contacto a mi padre, ese hombre no dudó ni un segundo, menos cuando una suma cantidad de dinero fue puesta en la mesa, digo sí, firmó unos papeles y a los 15 años estaba yendo a la escuela de superhéroes en Washington, para ser entrenado como tal, papá me visitaba de vez en cuando, pero ya no era lo mismo, yo había cambiado. Tiempo después me volví oficialmente un superhéroe, firme y jure proteger mi ciudad natal y luego de años volví a Swellview, me asignaron la capicueva, la tienda y todo lo demás. Esa era mi vida ahora, los recuerdos felices, si alguna vez estuvieron, se fueron para siempre...

Algunas lágrimas comenzaron a caer al final de su relato, lágrimas que se volvían frías por el mismo clima, sin embargo, él estaba caliente debido a los sentimientos que fluían por todo su interior. Henry estaba igual, dejando escapar sus lágrimas, sintiendo su corazón romperse al escuchar la historia de Ray. De todas las personas en el mundo, quien menos debía sufrir era Ray. Volvió a envolverlo en sus brazos, acurrucándolo, no queriendo soltarlo, temía que si lo había, Ray se rompería.

—Lo lamento tanto, lamentó mucho lo que te paso —expresó con la voz entrecortada mientras lloraba ocultó en el cuello de Ray. El castaño, a diferencia de Henry, estaba tranquilo y lo consolaba, dejando caricias en su espalda y un cálido beso en sien. Con cuidado se alejó, tomando a Henry con suavidad del rostro.

—Amor, está bien, eso es el pasado, ya no puede lastimarme —murmuró y con lentitud acarició las mejillas de Henry, en el proceso, apartando sus lágrimas.

—No es justo que pasaras por todo eso, eres la mejor persona del mundo, merecías tener una vida bonita y alegre.

Ray sonrió de forma lenta y melancolía, pero llena de amor hacia Henry.

—No todo fue malo, amor, tuve buenos momentos con mis abuelos, en vacaciones siempre iba a visitarlos, los momentos más felices de mi vida están con ellos... los había olvidado, pero tú, tú me haces tan feliz que he vuelto a recordarlos.

Henry sonrió en medio de las lágrimas y se acercó a Ray para dejarle un reconfortante beso, queriendo, en ese simple gesto, borrar todos los recursos malos de Ray. Lo envolvió por el cuello y junto sus frentes, las lágrimas poco a poco se detenían.

—¿Sabes cómo siempre hablamos de que estamos destinados uno al otro? —mencionó Henry en voz baja, Ray solo asintió —es verdad, si estamos destinados, ambos pasamos por cosas horribles. Nuestra vida no fue fácil, pero ahora, nos tenemos uno al otro, para sanar nuestras heridas y amarnos como nunca nadie nos amó. Solo por eso sé que somos almas gemelas que siempre estuvieron destinadas a encontrarse. Ahora estamos juntos, nadie puede separarnos.

Ray sonrió ante esas palabras, dejándose envolver por todas las emociones que esas simples palabras le provocaron en su interior.

—Sí... Tienes razón... —murmuró en voz baja, no queriendo romper el momento —Ahora lo entiendo todo, ahora entiendo mejor por qué nuestros corazones se reconocieron en el primer momento, como si se conocieran de toda la vida, siempre estuvimos destinados a encontrarnos.

No importa cuántas veces lo dijeran, siempre se sentiría como la primera vez. Sus corazones dieron una vuelta, palpitando al mismo ritmo, confirmando lo que decían. Compartieron un beso lleno de amor, dejando atrás el triste momento. Al separarse se regalaron una sonrisa, sus frentes todavía unidas; Henry quería decir algo más, algo para consolar a Ray, pero nada salía de sus labios y se regañó un poco por eso. Sin embargo, lasacaricias de Ray en sus mejillas le decía que estaba bien, que no tenía nada de que preocuparse.

—¿Qué te parece si terminamos nuestro muñeco de nieve? —propuso, dándose cuenta de que seguían parados en medio de la nieve, sintiendo los copos de nieve caer, el muñeco medio hecho frente a ellos. Ray miró hacia el muñeco y asintió.

—Sí, terminemos esto y volvamos a la cabaña a prepararnos para el año nuevo. —sonrió, dejando atrás su tristeza.

Un poco más animados, la pareja se dispuso a terminar el muñeco de nieve, buscaron varias ramas y piedras para hacer los brazos y la cara; a falta de zanahoria, Henry uso un palo grueso para hacer la nariz, luego se quitó su gorro y su bufanda para colocárselas al muñeco, sonrió feliz y miro a Ray, quien le devolvió la sonrisa antes de rodearlo por los hombros y dejar un casto beso en su frente, después miraron hacia su creación; no era el mejor muñeco de nieve que habían hecho, pero eran suyo y eso es lo que importaba.

Se tomaron una foto con el muñeco de nieve antes de volver a la cabina casi corriendo, arrastrando el trineo juntos. Dejaron escapar un suspiro cuando la calidez de la cabaña atravesó sus cuerpos y procedieron a quitarse las prendas de invierno, ahora húmedas debido al frío. Después fueron a darse un baño caliente, el cual compartieron juntos. Perdieron la noción del tiempo mientras se daban leves caricias, mimos y muchos besos, salieron del baño cuando sus dedos estaban como pasas, se vistieron con ropas cómodas; suéter de lana y pantalones de chándal.

Ray miró la hora en su reloj de mano, no faltaba mucho para el año nuevo. Junto a Henry fue a la cocina y prepararon algunos bocadillos. Con pequeñas tazas repletas de comida subieron las escaleras hacia el ático; Henry quería ver los fuegos artificiales y a Ray se le ocurrió la brillante idea de subir al techo para tener una mejor vista, todo sea para complacer a su chico. Henry no estaba muy seguro al principio, pero la adrenalina y el deseo de hacer algo alocado lo envolvió, entonces, subió por el ático hasta el techo de la cabaña.

—¿Qué pasa si nos caemos? —no pudo evitar preguntar, mientras sostenía con miedo y fuerza la mano de Ray, miraba con cuidado donde pisaba, temiendo resbalarse, por suerte, el techo de la cabaña era de madera resistente, rústico proporcionándole fuerza a través de sus vigas.v

—No vamos a caernos, yo te sostendré siempre —Ray respondió, siguió caminando con firmeza y luego se sentó en una de las vigas de madera —pero si llegamos a caernos, yo amortiguare tu caída, no dejaré que nada te pase. 

Con esa seguridad en la voz de Ray, Henry logró tranquilizarse y finalmente sentarse entre las piernas del castaño, siendo envuelto por los fuertes brazos del mayor. Ray puso sus piernas a sus lados, haciendo barreras, protegiendo a Henry. El rubio sonrió ante ese gesto y se acurrucó más en los brazos de Ray, apoyando su espalda en su pecho. En silencio comenzaron a comer y una tranquilidad se envolvió alrededor de ellos; solo el crujir de las frituras se escuchaba, nada más. Miraban al cielo estrellado, pronto este se llenaría de miles de colores.

—Mira, alguien lanzo uno de esos globos —Henry señaló hacia el cielo, apuntando justo donde un globo aerostático subía y subía al cielo, iluminado con fuego dentro —qué bonito, siempre quise hacer eso en año nuevo. —dejó escapar un suspiro, recordando las veces que veía uno de esos globos brillando en el cielo en año nuevo y siempre pedía el deseo de que alguien viniera a rescatarlo, a salvarlo de su miseria.

—El próximo año lo haremos —comentó Ray en un susurro detrás de su oreja, dejando un beso después en su mejilla. Henry no pudo evitar sonreír, Ray siempre hacia lo que quisiera, aun sin pedírselo.

—¿Siempre harás lo que yo quiera? —movió su cabeza a un lado, intentando mirar a Ray. Ray le regaló una sonrisa y asintió.

—Sí, pídeme lo que quieras y te lo daré —con suavidad tomó su barbilla y lo atrajo hacia él, dejando un tierno beso en sus labios. En eso, fuegos artificiales comenzaron a hacer ruido, brillando en el cielo negro; un año nuevo había comenzado. Se separaron de forma lenta, abrieron sus ojos y se regalaron una sonrisa.

—¿Listo para empezar un nuevo año?

Henry sonrió, tragando saliva al mismo tiempo, ansioso y emocionado por lo que está por venir en su vida.

—Estoy listo.

Estaba listo para iniciar una nueva vida al lado de la persona que ama, estaba listo para ser feliz, más de lo que es ahora, estaba listo para tener una vida con Ray, juntos para siempre. Compartieron otro beso y luego, en la fría, pero cálida noche, miraron hacia el cielo donde los fuegos artificiales iluminaban todo el lugar, llenando de colores y vida a la noche. Ellos, por otro lado, se acurrucaron uno con el otro, envolviéndose en la protección de sus brazos, de sus caricias, de sus besos; la luna siendo testigo de todo su amor. Sonrieron ante la llegada de un año nuevo, listos para comenzar una vida llena de amor.

Chapter 46: Epilogo

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text


6 años después…

La vida puede cambiar en 6 años, muchas cosas pueden pasar, buenas o malas, son parte de la vida, de un ciclo que sigue y sigue sin parar, hasta el día de tu muerte. Henry y Ray cambiaron mucho con el pasar de los años, su vida nunca fue igual, sin embargo, seguían amándose como el primer día. Su historia tuvo muchas altas y bajas, pero todas y cada una de ellas fueron superadas, llegando hasta aquí, más maduros, más experimentados, más llenos de amor y alegría.

Si a Henry le hubieran dicho todo lo que viviría, todo el sufrimiento por lo que pasaría, hasta llegar hasta aquí, probablemente hubiera sentido miedo, hubiera corrido lo más lejos de todo aquello que se avecinaba en su vida; pero hoy, después de todo, estaba agradecido por todo lo que pasó, no porque lo quisiera, no porque eso lo haya hecho feliz, no, eso destruyó su vida por tiempo. Pero encontró personas maravillosas, una vida tan hermosa, un novio perfecto y dedicado, que lo ama con locura. Viendo a Ray a su lado, viéndolo dormir tan pacíficamente, agradece a la vida por ponerlo en su camino, aun después de tantos años, siempre se levanta y agradece tener un día más de vida, agradece por lo que tiene ahora y por lo que vendrá.

Dejó escapar un suspiro mientras mira hacia el techo y piensa en todo, recordando el pasado. Acaricia el brazo de Ray, quien dormía a su lado, escucha su respiración tranquila y sus leves ronquidos. Sonrió un poco y se movió para verlo, Ray babeaba un poco con su cara medio enterrada en la almohada, su cabello desordenado por todas direcciones. Henry tuvo que admitir que era la imagen más adorable que había visto en su vida. Nunca se cansaba de ella. Volvió su mirada el techo, guardando silencio mientras pensaban en todo.

Pronto el despertador comenzó a sonar, sorprendiendo un poco al rubio. Miró la hora en el despertador que seguía sonando, eran las 7 de la mañana y él no había dormido nada. Se quedó mirando el despertador, quieto en su lugar. Ray comenzó a moverse en la cama, apagando el despertador que Henry no se molestó en apagar. El castaño dejó escapar un bostezo y se giró para ver a Henry; le regaló una sonrisa y se acercó para dejarle un tierno beso.

—Buenos días.

Henry le devolvió la sonrisa antes de abrazarlo con algo de fuerza. Ray notó su cuerpo tenso, llevó una de sus manos hacia la espalda desnuda y comenzó a dejar caricias.

—¿Todo está bien amor?

Henry se apartó un poco y lo miró, intentando sonreír de nuevo para no preocuparlo.

—Sí, solo... algo nervioso por hoy.

Ray lo miró de forma comprensiva, llevó ambas manos hacia las mejillas de Henry y con amor lo acarició.

—Todo va a estar bien.

Y Henry siempre creía en esas palabras, porque Ray siempre tenía razón. Asintió de forma lenta y luego un bostezo se le escapó, llevó una mano a uno de sus ojos, tratando de espantar un poco el sueño.

—Amor, ¿lograste dormir algo anoche? —preguntó Ray de forma suave, Henry había estado algo nervioso y ansioso por la noche, aunque intento disimularlo, Ray lo conocía bien y sabía que estaba preocupado, pero complaciendo sus deseos de que estaba bien, lo dejó tranquilo y solo lo ayudaba mediante caricias; justo como hacía ahora.

—Solo un poco... no tienes que preocuparte, estoy bien —Henry le aseguró, sonriendo un poco, luego se removió en la cama, quitándose la sabana —quédate un rato más en la cama, bajaré y prepararé el desayuno.

Sin más, se levantó, tomó del suelo un pantalón de jean y una camisa de tirantes azul claro, se vistió ante la atenta mirada preocupada de Ray, luego le sonrió y se acercó para dejar un rápido beso.

—Estoy bien —volvió a decir antes de retirarse de la habitación. Sin molestarse en ir al baño a lavarse la cara, Henry bajo las escaleras de la casa y caminó hacia la cocina.

Un tiempo después de vivir juntos en la capicueva, la pareja había decidido comprar un lugar más íntimo para ambos; adquirieron una linda casa en los suburbios, era pequeña, de dos pisos, nada ostentoso, pues a Henry le gustaban las cosas sencillas. Su casa era acogedora, hogareña, con unos vecinos amables y un lindo patio trasero. Era pequeña y sencilla, pero rodeaba de amor y calidez; siempre se sentía en un lindo hogar cuando visitas la casa Manchester-Hart. Por supuesto, todavía seguían teniendo la capicueva y la tienda, donde pasaban la mayor parte de su día, pero aun así, Henry amaba llegar por las noches a su hogar, lugar suyo, que había construido con Ray.

Llegó a la cocina, rascándose su barba de días y caminó directo al refrigerador, sacó una botella de jugo, luego tomó un vaso de la alacena y se sirvió, bebió un poco, dejando el vaso con cuidado en la pequeña isla. Miró a la ventana, el cielo estaba hermoso, brillante, nubes se veían en el cielo azul de la mañana y ante el silencio, los cantos de los pájaros se dejaban escuchar. Henry sonrió y bebió otro sorbo. El anillo que portaba en su dedo anular brillo un poco ante el reflejo de la luz del sol, Henry dejó su vaso en el mesón y con su dedo acarició el anillo de oro; su anillo de matrimonio.

Dos años después de comprometerse aquella noche de diciembre, finalmente decidieron hacer oficial su compromiso y casarse; tuvieron una linda ceremonia en la playa, donde se prometieron amarse hasta el día de su muerte, Henry tenía 21 años en aquel entonces y nunca había sido tan feliz en su vida, aún recuerda su traje blanco, Ray iba de negro. Después tuvieron una linda recepción en el hotel frente a la playa y luego una luna de miel de ensueño, recorriendo diferentes países de Europa; fue la primera vez que Henry salió del país, fue las primeras vacaciones que tuvo, siendo feliz, amado, viviendo al máximo.

Hoy recuerda esos días mientras mira su anillo de bodas, mientras juega con sus dedos. Con una sonrisa recuerda la hermosa vida que ha tenido con su esposo, Ray. A los 21 años se casó y cambio su nombre, paso de ser Henry Hart, a ser Henry Manchester. Ahora, a sus 25, no podía estar más feliz. Seguía recordando cuando sintió unos fuertes brazos rodearlo con toda la suavidad del mundo, sin miedo, se dejó hundir en ellos, sonriendo cuando sintió un tierno beso en su hombro y mejilla.

—Creí que ibas a hacer el desayuno.

Henry asintió lentamente y se giró un poco para quedar frente a Ray, está vestido, pero el cabello desordenado le dijo a Henry que solo se había puesto lo primero que encontró. Aun así, lograba verse increíble; Ray estaba ya en sus 40, sin embargo, aún se mantenía joven, fuerte, los años le sentaban bien, Henry siempre le decía que era como un buen vino; entre más añejo, mejor. Sonrió pequeño y se acercó para dejarle un beso.

—Me distraje —susurró, mirando a todos lados menos a Ray.

El castaño le lanzó una mirada que reflejaba preocupación, quería de alguna forma ayudar a su esposo, pero sabía que nada podía hacer. Entonces, se acercó y le dejó un tierno beso en su frente.

—Todo va a salir bien —murmuró contra su piel, abrazándolo por la cintura. Henry aceptó el abrazo, acurrucándose en ellos, descansó su cabeza en el pecho de su esposo y dejó escoger un suspiro.

—Lo sé, sé que todo va a estar bien, solo... ya sabes cómo me pongo de nervioso por todo —se rio un poco, para aligerar la tensión que crecía. Ray lo apretó un poco, acariciando sus brazos y espalda, dejó un beso en su cabello ahora rubio oscuro, peinándolo un poco después, tratando de bajar sus rebeldes rulos. Henry se apartó tiempo después y alzó su mirada para verlo.

—Voy a revisar la habitación, quiero asegurarme que todo esté bien y perfecto antes de que Hayley llegue —se alejó de los brazos de Ray y comenzó a caminar hacia la salida, pero antes, Ray puso una mano en su brazo, obligándolo a volver. Henry lo miró, Ray le regaló una mirada tranquila, pero preocupada. 

—Vas a revisar la habitación, luego te darás una ducha y dormirás un poco, yo preparare la comida y me haré cargo de todo lo demás, ¿bien? —lo miró de forma severa, diciéndole con sus ojos azules que no quería quejas. Henry lo entendió, entendió que su esposo estaba preocupado, entendió que él estaba haciendo un drama innecesario, pero no podía evitarlo, quería tanto esto y al fin iba a tenerlo, no podía evitar sentir miedo, nervios y emoción, todo un cóctel de emociones. —Solo quiero que descanses un poco, ¿sí? Hayley no vendrá hasta el mediodía —le recordó, acariciando su mejilla.

Henry asintió lentamente, sabía que su esposo solo quería cuidar de él, como lo ha estado haciendo desde que se conocieron en aquel hospital.

—Está bien —murmuró, demasiado bajo. Tomó la mano de Ray y la acarició un poco antes de retirarse. Subió las escaleras en silencio, y arrastrando sus pies descalzos por la fina alfombra azul, camino por el pasillo.

Entró a la habitación de forma lenta, como si no quisiera perturbar los objetos que ahí se encontraban. Caminó en silencio hacia la pequeña peinadora y tomó uno de los ositos de peluche, sonrió al sentir el suave toqué del pelaje color beige y se dio la vuelta para mirar toda la habitación, inspeccionando que cada cosa estuviera en su lugar, justo como él las había acomodado.

Si alguna vez le hubieran dicho a Henry que estaría viendo la habitación de su futuro hijo, no se lo había creído, pero aquí estaba, parado en medio de la habitación de su bebé, las paredes pintadas de un suave azul pastel, en conjunto con los muebles y la cuna, le recordaba que en solo un par de horas, sería padre, tendría un hijo quien lo llamaría papá por el resto de su vida.

Abrazó al pequeño oso, pegándolo contra su pecho, caminó hacia la mecedora y se sentó en ella, se recostó y comenzó a balancearse; cerró sus ojos, recordando todo lo que había vivido en estos últimos meses.

Sin embargo, todo se remonta a años atrás, cuando después de que retomará sus estudios —gracias al capitán man y a la gran presión sobre el vicealcalde— Henry logró volver a la escuela, pasó algunos exámenes para recuperar los créditos perdidos y finalmente, después de dos años, logró graduarse de la escuela. Claro, que ser novio del capitán man ayudó mucho, Henry no quería ser tratado de forma especial, pero al ser el chico que llevó a Ganzel a la cárcel, no tuvo que volver a la escuela como tal, todo pudo hacerlo desde la comodidad de la capicueva. A pesar de eso, él demostró ser un gran estudiante y se ganó sus créditos y pasó sus exámenes con logros propios.

Poco tiempo después, luego de que ambos se casaran y compraran su propia casa, Henry decidieron ir a la Universidad; pasó un par de meses buscando la ideal, una donde no tuviera que dejar Swellview. Ray siempre lo apoyo, como dijo esa noche en que se comprometieron, estaría con él en cada paso, en cada aventura, siempre estuvo a su lado.

Un par de meses más tarde, Henry estaba estudiando para convertirse en trabajador social; descubrió que ayudar a las personas era su vocación, en el grupo de ayuda desarrollo muchas habilidades y supo que para eso había nacido. Descubrió que eso era lo que amaba, lo que lo apasionaba a levantarse día a día, entonces decidió hacerlo para siempre, volverse profesional.

Para ese tiempo, Henry seguía yendo a su grupo de ayuda —ahora como voluntario —tenía un trabajo, pagaba sus cosas con eso —aunque Ray siempre le regalaba cosas, siempre le compraba todo lo que quería, aun cuando no se lo pedía—. Sin embargo, tuvo que dejarlo por un tiempo para enfocarse en sus estudios, pero tiempo más tarde volvió, ahora como todo un profesional; al día de hoy seguía ayudando en el grupo.

Hace un año se graduó de la Universidad, y comenzó su travesía como trabajador social; en el proceso se dio cuenta de que en la sociedad había mucho que cambiar, como niño huérfano a tan corta edad, sabía lo que era vivir en casas de acogida, sabía lo mal que estaba el sistema, y el poco trabajo que hacían los de servicios sociales, él tenía que cambiar eso, hacer una diferencia. "Tienes complejo de héroe" le había dicho su esposo.

Al principio no tenía idea de que hacer, su mente daba miles de vueltas, buscando una forma de ayudar a través de lo que aprendió en esos cuatro años donde conoció gente maravillosa, donde hizo amistades que nunca pensó tener. Primero pensó en volver su casa en un lugar de acogida, sabía bien como tenía que hacer las cosas, amaba a los niños y cuidarlos como a él no lo cuidaron, era su misión. Pero fue una idea que desechó al segundo, Ray seguía siendo capitán man y Henry no iba a poner la identidad de su esposo por detrás de lo que él quisiera, mucho menos iba a permitir que se pusiera en peligro por un deseo suyo.

Entonces, cuando estaba volviéndose loco sin saber qué hacer, llegó un regalo en bandeja de plata o milagro, como dirían los religiosos; su destino. Lo contrataron en una de las agencias de servicios sociales más grande de la ciudad, desde entonces ha estado trabajando en ella, tenía una linda oficina, ayuda a niños a encontrar una familia, ayuda a parejas a tener hijos, había hecho muchas adopciones, siempre asegurándose que los niños fueran a un lugar feliz, lleno de amor; ese era su principal propósito y misión. También había inspeccionado muchas casas de acogida, vetando algunas cuando veía cosas malas, abriendo carpetas de investigación a persona que se decían llamar "cuidadores" cuando lo único que querían hacer era lastimar a los niños; él sabía de eso, había pasado por eso, entonces, sabía detectar cuando algo no estaba bien, cuando las cosas estaban mal. Había ganado un poco de fama por eso, ganándose también el respeto de sus compañeros de trabajo.

Salvó a muchos niños de casas acogidas dónde eran maltratados, se aseguró de que todos estuvieran a salvo y cuando llegaban niños que habían perdido a sus padres, que al igual que él estaban asustados, sin saber qué hacer, se aseguraba de cuidarlos hasta encontrarles un lugar; algunos se habían quedado con él en casa mientras él mismo les buscaba una familia; fue ahí cuando su deseo de forma su propia familia llegó, su deseo de tener un hijo con Ray. Eso fue lo que siempre quiso, y no sintió temor al planteárselo a Ray, quien, más que estar incómodo con la idea, se emocionó, asegurándole a Henry que estaban listos para ser padres.

Fue ahí donde comenzó una travesía en la búsqueda de su hijo; ambos quería un bebé recién nacido, cuidarlo desde sus primeros días, sin embargo, estaban abiertos a lo que sea, aceptarían y amarían a cualquier niño que llegará a sus brazos, que llegará a necesitarlos.

Eso pasó unos meses más tarde de su decisión, Henry estaba en su oficina cuando su jefa le dijo que había una situación; pronto se vio en el hospital, mirando con tristeza al pequeño bebé recién nacido en una incubadora, luchando por su vida; su madre, una joven de apenas 16 años, no había logrado superar el parto y murió poco tiempo después de que diera a luz, los doctores lo intentaron todo para revivirla, pero ya era muy tarde.

"Buscaré algún familiar, pero si no... bueno, tenemos trabajo que hacer" le había dicho su jefa antes de irse. Henry, en cambio, se quedó en la habitación del Hospital junto al bebé. Se le permitió quedarse, incluso tocar al bebé con su mano, simplemente tocó la diminuta mano con su dedo, sintiendo la suavidad de su piel. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo, un sentimiento de pertenencia, de calidez lo lleno por completo; esa pequeña mano envolvió su dedo y Henry lo supo, supo que este era el bebé con el que tanto anhelaba formar una familia, supo que este era su bebé, sin importar que no tuviera su sangre, ese niño, en esa incubadora, con una máscara en su boca para poder respirar, le decía que era su hijo, lo sintió en su corazón, eso era lo único que importaba.

Las cosas trágicas, las historias dolorosas siempre lo han perseguido, dándole un final feliz, ese pequeño y él compartían lo mismo, sin padres, solos en el mundo; Henry iba a asegurarse de que tuviera una vida llena de amor, llena de felicidad, sería el niño más querido del mundo.

Imaginándose una vida junto a ese pequeño, al lado de su esposo, Henry paso toda la tarde sentado junto a la incubadora, sosteniendo la mano del pequeño, escuchando lo que los doctores y enfermeras decían sobre el estado del bebé; era criticó, pero los doctores confiaban en que todo iba a salir bien.

Henry tuvo que irse tiempo después, paso toda la noche pensando en el bebé, velando porque estuviera bien y que logrará pasar la noche; le preocupaba no estar ahí para él, pero nada podía hacer.

No le dijo nada a Ray hasta que su jefa no logro encontrar parentesco del bebé, su difunta madre fue huérfana desde nacimiento y vivía en la calle; Henry no quería pensar en cómo quedó embarazada, pero se dio a la idea y supo más que nunca, que ese bebé debería estar con él y cuando su jefa le dijo que iba a nombrar al niño como parte del estado, en la clasificación de huérfano, Henry se levantó y le dijo que no, quería a ese bebé, iba a adoptarlo.

Siguió yendo a verlo por el resto de la semana, se sentaba a su lado y tocaba su manito, le hablaba en voz baja, le contaba cómo era el cielo, el sol, la noche, la luna y las montañas, le contaba sobre un lindo paisaje, las playas y los parques, esperando que pudiera imaginarse todo eso.

Una semana después, tomó la decisión de contarle a Ray, debían comenzar con el papeleo pronto y cuando su jefa aprobó su petición, pues lo conocía y a su esposo, Henry no dudó en contarle a Ray. Una tarde, llevó a Ray al hospital, con lentitud lo entró en la habitación y le mostró al pequeño aún en su incubadora; le explicó paso por paso todo lo que había pasado, incluso le reveló que ha estado pasando las tarde de su trabajo aquí, velando por el bebé.

—Sé que no es lo que teníamos planeado, y sé que puede ser aterrador verlo en ese estado, pero es una vida, es una vida que merece una oportunidad, que merece tener unos padres dispuestos a amarlo. Nosotros somos esos padres, Ray, podemos darle la vida que se merece, una vida feliz. Toda vida es preciosa, este bebé lo es. Quizás no vino en una linda canasta decorada, no llegó de una forma hermosa como en las películas, pero sigue siendo un bebé, un bebé que no tiene madre, que me necesita, nos necesita. —Henry sentía sus ojos llenos de lágrimas, mientras miraba a Ray; en sus ojos, intentaba transmitir su sentir. Tragó saliva y miró hacia la incubadora, puso con cuidado su mano en el cristal y miró al pequeño que dormitaba —Ni siquiera tiene un nombre, su madre está muerta, no tuvo tiempo de darle un nombre... estoy seguro de que lo quería y yo voy a cumplir su deber de cuidarlo y darle todo el amor que ella hubiera querido darle, porque quiero hacerlo, porque lo siento aquí en mi corazón. —miró de vuelta a Ray y con su otra mano, tomó la de Ray y la llevó hasta su pecho, para que sintiera los latidos de su corazón. —Es solo uno niño, ¿por qué negarla la vida que se merece? ¿Solo porque se ve así? Solo necesita estar un tiempo en este hospital, pero sé que después de todo esto, será un niño sano y hermoso, ¿por qué negarle la oportunidad de tener eso? ¿Por qué negarle el amor que sé, nosotros podemos darle?.

Ray no decía nada, se mantenía en silencio, mirando entre Henry y la incubadora; sus ojos estaban algo humedecidos, miraba a la pobre criatura en esa incubadora, su corazón se rompió un poco, era tan pequeño y frágil, por un instante le recordó a ese chico que rescató hace años atrás, ese chico que hoy, es su esposo. Miró a Henry, sintiendo el latido de su corazón, y supo que su esposo no iba a desistir con esto.

—Tengo esta sensación, este sentimiento de pertenencia. Es la misma sensación que sentía contigo, que aún siento; sé que este niño, de alguna forma, nos pertenece. Sé que no es mi sangre, pero ya lo siento mío, nuestro.

Y Ray entendía todo eso, el paso por lo mismo hace muchos años, aunque las circunstancias y los sentimientos eran otros, la sensación era la misma. Henry estaba decidido en sus palabras y Ray lo sabía.

—No tienes que responderme en este momento, piénsalo y luego hablaremos.

Ray no tuvo que pensarlo mucho, después de todo Henry ya tenía una decisión, sabía que persuadirlo de dar marcha atrás era imposible, un juego donde él saldría perdiendo. Así que decidió darle una oportunidad y buscar esa conexión que Henry ya tenía con el pequeño. Entonces, un día fue al hospital, sin decirle a Henry para ver el pequeño, no fue ninguna sorpresa para él cuando vio a Henry en la habitación, parado al lado de la incubadora, sosteniendo la manita del bebé, acariciando su cabecita; Ray no pudo evitar sonreír y se quedó parado en la entrada, mirando la escena con amor. Henry se dio cuenta de su presencia, le regaló una sonrisa. Solo así Ray supo qué podía pasar, a pasos lentos y silenciosos entró en la habitación, colocándose al lado de Henry.

—La enfermera dijo que van a quitarle el respirador, sus pulmones ya son lo suficientemente fuertes para que pueda respirar por su cuenta.

Ray puso una mano en la espalda de Henry y la acarició.

—Son buenas noticias.

Henry sonrió y asintió, miró a Ray un segundo antes de mirar de vuelta al bebé.

—Hagámoslo.

Eso sorprendió a Henry, quien de forma rápida miró a Ray; sus ojos mostraban asombró. Ray sonrió con calma y le dijo.

—Tengamos este bebé, nos necesita, sé que nadie podrá cuidarlo como lo haremos nosotros. Estamos listos para esto.

Henry sonrió más grande y se alejó de la incubadora para abrazar a Ray, algunas lágrimas se les escaparon mientras se aferraba a Ray con fuerza en sus brazos.

Y así comenzaron una travesía para realizar el proceso de adopción, fue un poco más fácil y menos molesto de lo normal dado que Henry trabaja con servicios sociales y pudo agilizar las cosas, claro, Ray y Henry tuvieron que hacer pruebas y llenar miles de papeleos, pero iban por buen camino y más temprano de lo que esperaban, tendrían a ese bebé como suyo.

Pero no todo puede ser color de rosa, una vez más la vida le decía a Henry que no todo podía obtenerlo sin probar un poco de sufrimiento. El bebé tuvo una complicación, los doctores tuvieron que intervenir. Henry estaba con él y cuando lo sacaron de la habitación, llamó a Ray entre lágrimas.

Estaba temblando y llorando de miedo, sentado en la sala de espera cuando Ray llegó, el castaño no tardó en envolverlo en sus brazos, dejando que llorara en su pecho. Ray trató de calmarlo, acariciando uno de sus brazos, fue imposible hacer que Henry le dijera más información de la que le había dicho por teléfono. Entonces, se concentró en consolarlo y decirle que todo iba a estar bien.

—Todo va a estar bien, amor, nuestro bebé es fuerte, igual que tú, superara esto, va a estar bien.

Henry siguió llorando, un poco más calmado después de las palabras y consuelo de Ray, pronto una doctora se acercó hacia ellos y les explicó lo que había pasado, fue solo una pequeña complicación, nada de qué alarmarse, lo mantendría en observación. Son las palabras que Henry recuerda.

Pronto ese pequeño susto había pasado y el bebé crecía cada día más, ya había pasado un mes desde aquello, desde el nacimiento del bebé. Henry y Ray ahora se preparaban para darle la bienvenida en casa, preparando su habitación. El pequeño seguía en el hospital y ambos iban a visitarlo, Henry un poco más que Ray, pues este último tenía sus deberes de capitán man que atender.

Cuando llegó el momento de sacar al bebé de su incubadora, Henry no podía estar más feliz, por fin podía alzarlo en sus brazos, abrazarlo, envolverlo en ellos para protegerlo siempre.

Ese día, a Henry se le pidió quitarse la camisa para que el pequeño tuviera contacto piel con piel, pues lo necesitaba. Henry accedió de forma rápida, sabiendo lo importante que era eso para los recién nacidos, entonces, con algo de pena, se quitó su camisa, se sentó en su habitual asiento y con ansias espero que se le fuera entregado el bebé, su bebé, su hijo.

Fue la sensación más hermosa del mundo cuando finalmente pudo envolver al pequeño en sus brazos, sintió que iba a llorar mientras lo apretaba con fuerza, pero con suavidad en sus brazos, era tan pequeño y él se prometió cuidarlo. Con una sonrisa lo miraba, acariciando con sus dedos la suave piel, sintiendo pequeñas cosquillas en su interior, una explosión de felicidad lo invadió. Su corazón retumbaba, cuando esa carita y esos ojos color avellana, lo miraron.

—Hola —le susurró al pequeño, quien de forma suave se movía en sus brazos y con fuerza sostenía su dedo con sus diminutas manos. Henry alzó su mirada del bebé y miró a su lado, donde su esposo se encontraba, mirando en silencio y con una sonrisa la escena.

—Le agradas —murmuró Ray, sin embargo, su voz logró llamar la atención del pequeño, quien con curiosidad, busco por todos lados al dueño de esa voz.

Henry sonrió ante esa acción y se movió un poco y al bebé para que pudiera ver a Ray. El pequeño encontró los ojos azules de quien sería su padre y se quedó mirándolo. Ray le sonrió y con algo de nervios, acercó su dedo, el bebé tomó su dedo con una de sus manos, Ray sintió a su corazón dar una vuelta, el contraste entre su mano y la diminuta del bebé lo cautivo, quería llorar de lo hermoso que era, de las emociones tan fuertes que se apoderaban de él. Ahora sentía esa sensación que Henry predicaba, ahora sabía que este bebé era suyo también.

No quiso sostenerlo aún, cuando Henry se lo sugirió, se negó, estaba bien con solo sostener su mano. Y ahí, en esa habitación de hospital, una pequeña familia se formaba, la familia Manchester- Hart.

Eso nos lleva a aquí, el día de hoy. Después de tres meses y medio, el pequeño, a quien habían nombrado Hayden saldría del hospital y vendría a casa; todo el papeleo estaba listo y luego de una visita de un trabajador social externo para asegurar que el bebé viviría en un ambiente seguro y amoroso, fueron aprobados y seleccionado como los únicos padres del pequeño Hayden. Hoy harían oficial la adopción, eso tenía nervioso al rubio, después de tantas visitas al hospital, finalmente tendría a su bebé en casa. Ray lo encontró dormido en la mecedora un rato más tarde cuando fue a buscarlo, de la forma más suave que podía expresar, lo despertó.

—Bebé, tienes que darte un baño, luego debes comer —le recordó en voz suave mientras dejaba un beso en su frente, peinando su cabello.

Con algo de cansancio, Henry despertó, pero pronto se animó cuando vio el reloj y se dio cuenta de que ya faltaba poco para tener a su bebé en brazos y convertirse oficialmente en padre. Con una sonrisa se preparó, se bañó y se vistió, con algo de ansias comió junto a su esposo.

Estaba acomodando algunos juguetes en la habitación de Hayden cuando escuchó el timbre de la puerta, sintió su corazón detenerse; era el momento. Con algo de ansiedad y nervios, bajo las escaleras y rápido, se acercó a la puerta y la abrió antes de que Ray lo hiciera. Hayley (su jefa) estaba detrás de la puerta, con una enorme sonrisa, sostenía un pequeño maletín en una mano, en la otra sostenía un asiento para bebés; el pequeño Hayden dormitaba en ella. Henry sintió su corazón endulzarse al ver tan tierna escena.

Saludo a su jefa con una abrazo y la invitó a pasar, Ray apareció segundos después, saludando a Hayley mientas Henry tomaba el asiento para bebes y lo colocaba sobre la mesa del comedor; Hayden ya estaba despierto y miraba todo el lugar con suma curiosidad.

—Hola, precioso —murmuró de forma tierna, mientras sacaba a Hayden del asiento y lo cargaba en sus brazos; el pequeño, ya acostumbrado a los brazos de Henry, se dejó hacer y se acurrucó en ellos. Henry le dejó un beso en su mejilla, presionándolo de forma suave contra su cuerpo.

—Estuvo muy energético de camino acá. Estaba asombrado, mirando todo el paisaje. Estaba feliz por salir del Hospital, me parece. Aunque le rompió el corazón a todas las enfermeras al tener que despedirse, es un chico encantador, sin duda van a extrañarlo.

Henry sonrió, riéndose un poco al mismo tiempo. Miró a su bebé, quien ahora jugaba con el collar que siempre portaba. Entendía a las enfermeras, él también había quedado cautivado y enamorado del pequeño. Le dejó un beso en su frente y lo abrazó un poco más. Hayley les sonrió a ambos, luego miró hacia Ray, quien se acercaba a su esposo, rodeándolo por los hombros.

—Bueno, ¿qué tal si comenzamos con la adopción?

Henry y Ray se miraron con algo de nervios, pero ansioso al mismo tiempo, después miraron a la mujer frente a ellos y asintieron.

Los tres, junto al bebé, caminaron hacia los sillones, Henry sentó a Hayden en su regazo mientras veía como su jefa sacaba unos papeles de su maletín, no dejaba de mirar sus movimientos, sentía al bebé mover sus piecitos y manos y su corazón comenzó a retumbar de emoción; esto está pasando, una vez que firmara esos papeles, Hayden sería su hijo, él se convertiría en padre.

—Muy bien, todo lo que tienen que hacer es firmar aquí y oficialmente serán padres.

Hayley les pasó una carpeta y un bolígrafo. Ray fue el primero en tomarla, le costaba admitirlo, pero estaba nervioso; tomó el bolígrafo y firmó, una sensación de felicidad lo recorrió cuando comenzó a escribir, una igual a la que sintió el día que se casó con Henry.

Una vez que terminó de firmar, sonrió y le pasó la carpeta a Henry, el rubio estaba temblando un poco cuando tomó la carpeta y el bolígrafo, Ray, quien sabe leerlo bien, se dio cuenta de sus nervios y dejó una caricia en su mano, una caricia que decía "todo va a estar bien".

Henry le sonrió; en esos minutos el pequeño Hayden aprovechó para palmear la hoja frente a él con su mano, en un intento de agarrarla, lleno de curiosidad. Eso hizo reír un poco a Henry, quien bajo la mirada hacia el pequeño, tan energético y sano, nada a comparación de cuando lo vio por primera vez. Hayden era un niño precioso y Henry sabía que había tomado la decisión correcta al no dejarlo de lado aquella noche.

Con algo de dificultad, pues aún tenía al pequeño en su regazo, colocó su firma justo al lado de la de su esposo; su corazón se aceleró de felicidad, palpitaba sin parar. Le entregó la carpeta a Hayley, y abrazó a su pequeño.

—Felicidades, chicos, oficialmente son padres.

Henry sintió llorar cuando escuchó esas palabras, odiaba ser tan sensible, pero no podía evitarlo, jamás pensó que llegaría a tener una familia, hoy, eso es una realidad. Apretó más a Hayden contra su pecho y dejó un beso en su cabeza, sus pequeños hilos de cabello oscuro rozaron con sus labios. Estuvieron un rato más con Hayley, bebieron café, charlaron, después de todo eran amigos. Pronto llegó la hora de que se fuera, Henry fue el primero en despedirla, agradeciéndole por todo. Después su mirada y su atención se concentraron en Hayden.

—¿Quieres ir a ver tu habitación? —arrulló al bebé en sus brazos, hablándole de forma tierna mientras subía las escaleras. Ray lo miró irse con una sonrisa, después acompañó a Hayley hacia la puerta.

—Muchas gracias por todo —le dijo de forma sincera. Sin ella, no hubieran podido obtener la adopción del pequeño, de eso estaba seguro.

—Sé que ese niño está en buenas manos, ustedes serán unos excelentes padres.

Ray le sonrió y la despidió con un pequeño abrazó. Cuando se vio solo, dejó escapar un pequeño suspiro, tratando de alejar todas esas sensaciones abrumadoras que lo envolvían. Logró calmarse poco tiempo después y miró hacia las escaleras, subió y caminó a pasos lentos hacia la habitación del bebé, la puerta estaba abierta; Ray se cruzó de brazos y se recargó en el umbral, mirando con una leve sonrisa y ojos de amor, la tierna escena que se presentaba ante él.

Henry le mostraba la habitación del pequeño, Ray lo escuchó hablar con dulzura mientras lo veía balancearse de forma suave; Henry estaba dándole la espalda, pero aun así, Ray sabía que tenía una enorme sonrisa en su rostro.

Ray nunca se hubiera creído que tendría una vida así, esto era normal para muchas personas, pero para él no. El siquiera pensar en esto se veía lejano, casi imposible. Siempre creyó que estaría solo por el resto de su vida, que su único propósito era ser capitán man, un superhéroe, proteger Swellview; pero nada está escrito, ahora tiene una vida que nunca pensó, pero que ama con locura y que no cambiaría por nada del mundo.

—Y ese de ahí es tu papá.

Esa palabra, ese simple nombre, hizo que Ray tragara saliva, hizo que su corazón diera una vuelta, casi sintió que se mareaba; era tonto, pero después de tanto, finalmente cayó en cuenta de que era papá, que se había convertido en padre para toda la vida; una nueva etapa comenzaba para él, y estaba listo para eso. Sonrió hacia Henry, quien le sonreía de igual forma. Caminó hacia él, adentrándose en la habitación. Se paró frente a su esposo e hijo. Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero no iba a llorar.

—¿Quieres cargarlo? —preguntó Henry en voz baja. Ray, algo temeroso, asintió y con suavidad y lentitud tomo a Hayden en sus brazos; lo sostuvo con algo de inexperiencia, pero se aseguró de sostenerlo con fuerza, rodeándolo con sus brazos; no era la primera vez que lo cargaba, pero tenía miedo de que su torpeza, dejara caer el bebé.

Hayden comenzó a hacer pucheros cuando se dio cuenta del cambio de brazos, miró a Henry con sus ojos llorosos y lentamente comenzó a moverse bajo los brazos de Ray, expresando incomodidad.

—Mira eso, parece que ya tiene un favorito. Aunque no puedo culparlo, eres encantador —alzó su mirada para ver a Henry, quien se sonrojó un poco. A pesar de los años seguía sonrojándose ante cualquier halago que Ray le dijera.

Ray sonrió ante eso, después, bajó su mirada de nuevo hacia el pequeño, no podía dejar de verlo y estaba un poco feliz de que se haya quedado tranquilo en sus brazos; ahora sostenía un peluche que Henry le había entregado.

—Es precioso —no pudo evitar comentar, estaba cautivado por la dicha de saber que ese niño que sostenía era suyo, solamente suyo.

Y Henry pareció leer sus pensamientos, llevó una mano hacia la espalda del bebé, justo donde Ray lo sostenía; puso la mano sobre Ray, acariciando su anillo. Ray alzó su mirada y lo vio.

—Es precioso y es nuestro —murmuró Henry, tragando saliva, sintiendo que iba a llorar. Ambos sonrieron con amor, sus ojos no pudieron aguantar las lágrimas, varias de ellas comenzaron a caer por sus mejillas. Henry se acercó y lo besó, un beso en sus labios lleno de amor, felicidad; su hijo, en medio de ellos. Ahora son una familia.

Al separarse del beso, Henry vio la escena más tierna del mundo; Hayden recostó su cabeza en el pecho de Ray, se acurrucó sobre los brazos de su padre, sosteniendo el oso de peluche contra su pequeño cuerpo. Henry deseó poder capturar este momento para siempre, detener el tiempo y quedarse así, junto a su esposo e hijo.

—Parece que alguien llegó para quitarte tu puesto —comentó Ray con ternura, mirando Hayden ocupar el puesto que desde hace años era exclusivamente de Henry. Henry dejó escapar una risita, llevó su mano hacia la cabeza de su pequeño y la acarició con suavidad.

—No me molestaré por compartirte con nuestro hijo —miro a Ray y le sonrió, cuando Ray le devolvió la sonrisa, se acercó para dejarle un tierno beso antes de juntar su frente con la suya, disfrutando del momento.

Y así, en medio de la habitación, con su bebé en brazos, se dejaron envolver en una bruma de amor, en sensaciones y emociones llenas de calidez. Henry soltando leves lágrimas de felicidad, agradeciéndole a la vida por todo, agradeciendo una vez más por estar vivo; aún se recuerda en aquella habitación desolada, mira todo lo que recorrió y no puede creer que llegará tan lejos; pero al mismo tiempo lo creé y es feliz.

Acuesta su cabeza en el hombro de Ray y mira a su hijo, siente a Ray rodeándolo por su cintura y sonríe. Se hunde más contra el pecho de Ray, deseando estar así para siempre, por el resto de su vida. 

Notes:

Y colorín colorado, esta historia ha llegado a su fin.

Muchas gracias a todos lo que llegaron hasta aquí, aprecio todo el cariño que le dieron a esta historia.

Para mí, yo te protegeré fue más que un fic, fue una historia de esperanza, de amor: todos merecemos ser felices, todos podemos superar nuestros miedos al igual que Henry.

Henry fue más que un personaje ficticio en esta historia, en la vida real existen personas como él, que han vivido de abusos, de malos tratos. Lamentablemente, no es fácil hacer justicia, pero si eres una de esas personas, que como Henry, sufrió mucho, quiero que sepas que yo te creo, nada de lo que paso fue tu culpa, todo estará bien al final, aunque no lo veas al principio.

Espero que este personaje (Henry) sea luz de esperanza para todo aquel que pase un mal momento, que sea un rayo de luz, un recordatorio de que al final todo estará bien, al final seremos felices. Todos merecemos ser amados, tener a alguien que nos ame de la misma forma en que Ray ama a Henry en esta historia.

Esto ha sido todo,
Fue un placer escribir esta historia.