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Ocurrió hace unos años, y al mundo entero le gustaba engañarse pensando que podría haberse evitado pero la verdad, conociendo a la humanidad, ese tipo de cosas es como contener una tormenta en un frasco.
A veces la realidad supera con creces la imaginación y llega el punto en el que te quedas estancado, asimilando el terror y preguntándote cómo es que los personajes de tantas novelas con esa temática pudieron hacerle frente sin sufrir una crisis nerviosa.
Decir que el mundo colapsó era un eufemismo, fue como si el apocalipsis hubiera sacudido la tierra en un intento de volver a empezar, aunque muchos así comenzaron a llamar a las pocas ciudades y personas que sobrevivieron, el Nuevo Comienzo.
Hubo terremotos, tsunamis, el aro de fuego hizo erupción y la falla de San Andrés terminó por colapsar. Estados Unidos fue una pérdida total; las ciudades más importantes del mundo colapsaron una tras otra hasta que no hubo nada, pequeños sobrevivientes que ya no veían caso en dividir las fronteras.
Comenzó con la mordida de un perro, ¿o era un lobo? Fue difícil saberlo, se propagó tan rápido que les fue difícil rastrear el lugar de origen antes de que tuvieran cientos de humanos contagiados.
Las personas que quedaban en el Nuevo Comienzo tenían un segundo género, haciendo que se desarrollara lo que muchos decían era un Lobo Interno , como en las películas de terror de hombres lobo; fue una enfermedad que se propagó con rapidez, hubo personas que murieron debido a ella ya que sus cuerpos no parecían ser compatibles con el virus Lobo, les daba rabia y morían, otros se terminaban matando a sí mismos porque no asimilaban esa nueva parte suya.
Los clasificaron en castas , estudiando las diferencias entre ellos para poder nombrarlos. Notaron que las poblaciones comenzaron a disminuir debido a que muchos de ellos no lograban sobrevivir a la Rabia, pero aquellos que lograron hacerlo estaban obligados a asistir a la zona segura de su punto más cercano para registrarse y lograr saber su casta.
Los sentidos de todas las castas se vuelven más agudos similares a los de un lobo, desde oído, vista y olfato.
Los Alfas , tal y como dice el nombre, son los líderes por naturaleza de las manadas.
Su genética cambió a un aroma más fuerte, sus colmillos se volvían más largos cuando la parte lobuna tomaba el control y sus ojos brillaban rojos; en alimentación se informó que seguían comiendo como cualquier otro humano, quizá un poco más debido a que su cuerpo sufría una breve alteración física al volverse más altos y más fornidos para poder proteger.
En el ámbito sexual, sufrían un periodo de apareamiento como los animales a la que llamaron Rutina , volviéndose cien veces más agresivos y territoriales con los de su casta, en el acto su pene se ensanchaba en la base lo que se denominaba como nudo, para poder reproducirse.
No obstante, hasta el momento no ha habido registros de algún bebé nacido con casta.
Los Betas son humanos que enfermaron pero no presentaron cambios tan ruidosos; se vuelven más altos, pero no tan fornidos como los alfas, su aroma sufre una breve alteración pero llega a ser sútil.
No sufrían rutinas ni se veían afectados por las de los alfas, sus ojos tenían un tenue brillo naranja cuando su lado lobuno tomaba el control y, por lo general, eran compañeros de alfas que formaban manadas.
Los Omegas , esta casta fue la más interesante para toda la medicina; la fiebre les duraba más a aquellos que se terminarían presentando como omegas, muchas veces sufrían de dolores abdominales y vómitos, así las familias ya podían ir adivinando qué resultaría. Los omegas desarrollaban un aroma más dulzón y sus ojos poseían un brillo púrpura cuando su parte lobuna emergía, sus colmillos eran más pequeños que los de un alfa o un beta.
Uno de los detalles que los investigadores notaron es que los hombres omega sufrían una alteración genética mucho más notable que las mujeres omega de la misma manera en la que las mujeres alfa lo hacían. Ambos cuerpos se adaptaban para procrear, desarrollando un aparato reproductor interno en relación con su casta. Los hombres omegas podían embarazarse de la misma manera en la que una mujer alfa podía embarazar.
Pero como se ha establecido, los registros de investigación no tienen nada sobre niños nacidos con una casta en los últimos años, sin embargo llevan un monitoreo constante en ellos en caso de presentar una fiebre sin contagio alguno.
Uno pensaría que las cosas han sido tranquilas pero, como toda enfermedad, hay cosas que empeoran con el tiempo y era por eso que se seguía trabajando para poder erradicar las cosas.
Las llamaron Manadas ; personas que se consumieron por el gen lobo y perdieron todo sentido de la humanidad, volviéndose tan salvajes que atacaban pequeñas comunas completas contagiando a aquellos que no se habían enfermado, intentaron ser controlados pero no había mucho qué hacer.
Hasta que, como una luz en la tormenta, apareció NOVUS CORP ., un laboratorio de investigación farmacéutica, el único en funcionamiento, que se dedicaba a repartir medicina a lo largo del mundo mientras intentaban desarrollar una vacuna para eliminar el gen lobo del sistema humano y poder erradicar las castas o, en todo caso, disminuirlo, dormir esa parte animal. Sus trabajadores eran las mentes más brillantes y prometedoras que quedaban en el mundo, trabajando día y noche para poder erradicar el Lobo Interno.
NOVUS se había construido en uno de los pocos hospitales privados que quedaron en buenas condiciones así que era bastante grande, incluso tenía algunos jardines bien cuidados para que los trabajadores pudieran pasar el rato y relajarse. Siendo uno de los únicos laboratorios en funcionamiento, NOVUS tenía mucho trabajo por lo que todos iban de un lado a otro.
La directora ejecutiva era Yang Heejoo, quien había sido directora de una farmacéutica antes de que el mundo colapsara. Resultó ser beta después de que su fiebre pasó, pero no así su amado hijo, Yang Jeongin, quien era alfa e investigador de NOVUS
El trabajo de Jeongin variaba dependiendo de las necesidades del supervisor; a veces se encontraba haciendo algunas mezclas en el laboratorio y otras les ayudaba a hacer pruebas de sangre a las personas que eran traídas de otras partes para confirmar su casta. Pocas veces, casi nulas, le permitían bajar al séptimo piso subterráneo para participar en las investigaciones que se hacían para controlar las castas o, en su defecto, desaparecerla por completo.
Preguntarle la ubicación exacta de NORVUS CORP era como intentar recordar cómo era el mundo antes de todo aquello, pues hace mucho tiempo que perdió el sentido de la orientación, sólo sabía que su madre se lo llevó, junto con el mejor amigo de Jeongin, Kim Seungmin, y comenzó a instalar su laboratorio en un lugar lejos de cualquier población asentada a los alrededores para que no sufrieran peligro de las Manadas.
Kim Seungmin, al igual que Jeongin, se había presentado alfa cuando la fiebre terminó, lo que significaba que sólo lidiaban de vez en cuando con su rutina o con los olores molestos del resto de sus compañeros.
Era muy extraño que dos Alfas se llevaran tan bien sin al menos un par de Betas de por medio para calmarlos en caso de conflictos, pero Jeongin no se caracterizaba por seguir la normalidad así que él y Seungmin parecían pegados de la cadera haciendo todo juntos.
…
—He estado pensando en tomar vacaciones—murmuró Seungmin jugando con un bolígrafo y girando en la silla mientras Jeongin revisaba los papeles en el escritorio—. Ir a una playa, conseguir una pareja, algo.
Se encontraban en la recepción que daba la bienvenida al séptimo piso revisando unos documentos, o al menos eso era lo que tendrían que hacer, pero Seungmin había decidido que era buena idea ponerse a hablar de sus preocupaciones de vida mientras giraba en la silla.
—Tenemos mucho trabajo aquí—recordó Jeongin con el ceño fruncido.
—Sí pero es aburrido a veces—insistió Seungmin, haciendo que su aroma a canela pícara en la nariz de Jeongin de forma desagradable—. Necesito algo entretenido.
—Estás en precalentamiento, ¿verdad?
—Mi rutina es dentro de unos días, demándame.
Antes de que siguiera ese hilo de conversación, preguntándole si lo pasaría con alguno de los omegas del trabajo, el timbre del ascensor lo interrumpió haciendo que ambos miraran hacia la entrada.
Fue la primera vez que Jeongin los vio.
Eran hermosos de una manera ridícula, caminaban con entera confianza, como si estuvieran acostumbrados a hacerlo mientras cinco guardias escoltaban a cada uno.
El que iba al frente era fornido, su cabello azul intenso brillaba sobre su cabeza, la ropa negra y ajustada decorada por cadenas hacían algún tipo de tintineo al caminar. Tenía ojos claros y risueños, sus labios parecían curvados en las comisuras en una sonrisa sarcástica mientras caminaba.
Las fosas nasales de Jeongin se dilataron cuando pasaron por enfrente del escritorio, haciendo que aquel desconocido lo mirara de reojo como si también hubiera captado su aroma. Él era un alfa, pero también parecía ser más, su aroma era incluso más fuerte que cualquier alfa que Jeongin haya olido, le hacía jadear y agachar la mirada.
El hombre que venía detrás de él parecía ser todo un contraste. También vestía de negro de pies a cabeza, una cazadora de cuero ondeando a su espalda a cada paso que daba. Sus ojos eran del mismo azul grisáceo que el alfa, sólo que su cabello era de un rojo intenso. Miró de forma brusca a donde se encontraban, sonriendo mientras lamía una paleta de caramelo, guiñandole un ojo a Seungmin antes de seguir caminando.
Él era un omega, su aroma dulzón a rosas y miel parecía tentarlos, pero al mismo tiempo su presencia parecía mucho más que eso, tan pesada como la de un alfa.
Caminaron hacia el fondo del pasillo y giraron a la izquierda, los dos alfas en la recepción se encontraron a sí mismos inclinados sobre el escritorio esperando captar cualquier detalle de ellos sin lograr percibir nada.
Era extraño que alguien fuera del personal bajará al séptimo piso, especialmente con escolta.
— ¿También lo sentiste? —preguntó Seungmin en voz baja, saliendo de detrás del escritorio y mirando el pasillo—. Eran fuertes.
—Tal vez su humor era más pesado—susurró Jeongin, estremeciéndose ante el recuerdo del alfa de cabello azul—. Era intimidante y olían extraño, había algo por debajo de su aroma. Un poco…
—Intenso.
Jeongin se encogió de hombros, su nariz arrugándose cuando recordó el aroma del alfa; no parecía ser nada del otro mundo pues sólo era chocolate, pero parecía ser más. No como el chocolate con azúcar que conseguirías en una barra de una máquina expendedora, era algo más puro e intenso acompañado de un sútil toque de tabaco. Olerlo hacía que quisiera desnudar su cuello ante él y eso era extraño para un alfa.
—Tenemos que entregar esto—sentenció Jeongin, sacudiendo una carpeta en el aire y rodeando el escritorio para ir hacia el pasillo—. Recuerda que debemos terminar el inventario en el laboratorio 4 antes de que Dawson nos empiece a joder.
—Si el mundo está de la mierda, ¿por qué tengo que trabajar? No creo que el dinero haya vuelto a circular—murmuró Seungmin, suspirando, mientras seguía a Jeongin por el pasillo hasta dar vuelta en el mismo lugar que los invitados—. ¿No te preguntas cómo funciona el mundo más allá de estás instalaciones?
Jeongin sacudió la cabeza; su madre fundó NOVUS apenas el mundo comenzó a tomar curso de nuevo, no habían abandonado las instalaciones del laboratorio porque no había mucho a donde ir.
Como se dijo antes, estaba en una zona prácticamente en ruinas sin nada habitable a kilómetros a la redonda, las personas que venían para un análisis de casta eran traídas en camiones y por puñados cada determinado tiempo porque las pequeñas poblaciones que lograron asentarse querían llevar un registro de las castas en sus tierras.
Jeongin no tenía a nadie más que a Seungmin y su madre, su padre no sobrevivió a la fiebre, así que no había nada interesante para él al otro lado de las instalaciones, tampoco tenía muchas ganas de ver cómo quedó el mundo que solía conocer así que sólo imaginaba en su habitación cuando no podía dormir.
—Creo que hacen lo mejor que pueden—aclaró, mirando hacia un costado y dudando sobre sus pasos—. Como todos.
Sentado en una silla se encontraba el alfa de cabello azul, había varias personas revoloteando a su alrededor tomando signos vitales, checando la presión y haciendo preguntas. El hombre parecía responder de manera muy formal, apenas apretando los dientes cuando una de las doctoras le colocó una intravenosa en el brazo que mantenía ligado, Jeongin podía fingir que captaba su aroma a través del cristal.
La sangre comenzó a emanar de la manguera conectada a su cuerpo, él mismo bombeando mientras intentaba llenar una pequeña bolsa de muestra. Sus ojos claros se encontraron con los de Jeongin a través de la ventana y enarcó una ceja, sonriendo de forma ladina antes de que el alfa se diera la vuelta.
—Vayamos a entregar esto—susurró Jeongin, golpeando a Seungmin en el pecho con la carpeta—. Por cierto, ¿con quién vas a pasar tu rutina?
