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Un esposo para el rey demonio

Summary:

El príncipe Ephraim de Renais desapareció en combate tras la invasión de Grado y poco después, las tropas del imperio fueron retiradas, dando fin a las disputas. En medio de la confusión, una impactante misiva llega a Renais: el futuro emperador de Grado, Lyon, estará desposando al príncipe Ephraim. El motivo de la unión sigue siendo un misterio para todos, pero Ephraim sabe que es la única manera para salvar su hogar. Sin embargo, mientras más tiempo pasa junto al implacable príncipe, menos convencido está de los rumores sobre la maldad que cubre su alma, haciendo que se pregunte: ¿Qué secretos se esconden en el corazón de su futuro esposo?

Chapter 1: Capítulo I. Caos en la cámara de guerra

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El murmullo de las voces venía de todas direcciones, llenando la amplia habitación y mezclándose hasta que ninguna fue del todo distinguible. Hombres y mujeres discutían entre ellos, algunos con las manos apoyadas sobre la gran mesa de audiencia, otros jugando con el borde de sus elegantes vestiduras. Pánico y confusión se reflejaba en cada rostro, los ojos perdiéndose entre cada interlocutor cuando su voz alcanzaba sus oídos. El motivo de tanto revuelo era uno solo, un rumor que se convirtió en hecho con la llegada de la más reciente noticia.

El príncipe Ephraim iba a casarse… con el príncipe heredero de Grado.

—¡Esto es inaudito!—dijo uno de los ministros—. Grado estuvo atacando la frontera por meses y ahora ¿el príncipe está de su lado? 

Con motivos desconocidos, Grado había movilizado sus tropas para aterrorizar aldeas colindantes con la frontera de Renais. Algunos todavía lamentaban las pérdidas y consideraban las acciones del imperio como un agravio. Con solo ese hecho, el príncipe bien podría etiquetarse como traidor, pero una nueva duda se hizo presente.

—¿Cómo pudo suceder? ¿Esa fue siempre su intención al renunciar al trono?

—Es imposible, ha estado luchando sin descanso en la frontera…

—Lleva años fuera del país, sus lealtades deben haber cambiado…

Las acusaciones iban y venían, pero el príncipe no estaba presente para responder por ellas. Incluso si lo hubiera estado, el panorama no sería muy diferente. Muchos de los ministros tenían sus reservas ante el comportamiento de Ephraim, nunca demostró interés por los asuntos oficiales del gobierno o el protocolo real. Aunque algunos confiaban que con el tiempo llegaría a tomarse más en serio su título, ninguna de esas expectativas le impidió renunciar al trono cuando cumplió los dieciocho años. Cuatro años después del suceso, muchas cosas habían cambiado, pero nadie de los presentes esperaba ese desenlace. 

La desconfianza ante las acciones del príncipe no era la única perspectiva presente en el gran salón, porque la lástima se abrió paso en algunas de las voces.

—Pero Grado ha retirado sus tropas, si fue gracias a su intervención, ¿no es esto un enorme sacrificio?

La mayoría entendió de dónde venía tal afirmación y compartieron el sentimiento como si la sospecha anterior nunca hubiera existido.

—Es cierto—expresó uno de ellos, su semblante arrugado con consternación—. Humillarse de esa manera y todo para complacer a un imperio tan cruel…

Porque todo el continente conocía la reputación de Grado, lo que habían hecho para amasar todo su poder, y la sangre derramada en las fronteras de Renais solo sirvió para reforzar esta idea. Pero también había algo más, un secreto a voces del que nadie se atrevería a hablar. Lo único que quedaba claro era que el príncipe Ephraim no estaba en una situación favorable y que las malas lenguas terminarían por acecharlo también; tan sutiles como un paulatino envenenamiento. De pronto, una nueva voz se sumó al bullicio, desviando la atención de los presentes.

—Silencio, por favor.

Dicha petición, tan amable como firme, no podría venir de otra persona que no fuera la princesa Eirika. Ingresó al salón con calma, apenas afectada por la situación. Algunos ministros apartaron la mirada, avergonzados ante la posibilidad de que sus duras palabras hayan sido escuchadas por la princesa. Con su largo cabello verde y ojos del mismo color, la belleza de la joven era etérea y deslumbrante. Siguiendo sus pasos a una distancia prudente estada el General Seth, su escolta personal. Todos los ministros solo pudieron observar en silencio mientras ella tomaba lugar en el asiento principal, el caballero permaneció de pie a su lado con el semblante impasible. La princesa alzó la mirada hacia los presentes. A pesar de que su aspecto era muy similar al de su gemelo, las diferencias más evidentes yacían en sus personalidades y como tal, la princesa Eirika había formado una impresión mucho más favorable de parte de los nobles hacia ella. Pero en ese momento, poco le importaba mantener una imagen de heredera ideal, nada la detendría para hablar a favor de su hermano. 

Se aclaró la garganta antes de iniciar con su intervención. 

—Es de mi agrado informarles que Grado ha accedido a retirar sus tropas y planean compensar los daños causados. La negociación por la paz ha sido todo un éxito—habló con soltura y su mirada compasiva se paseaba entre cada rostro presente, sin dejar a nadie desatendido—. El emperador Vigarde expresó sus disculpas formales en la frontera hace unos días, espera que el matrimonio de entre mi hermano y su hijo pueda iniciar con buen pie; libre de conflictos.

Algunos nobles tenían sus dudas al respecto, lo cierto es que habían permanecido muy al margen durante todo lo sucedido y las noticias alcanzaron la capital antes de que la princesa pudiera informar la situación. Sin embargo, había algo de verdad en sus afirmaciones. Ella misma y el General Seth, se había retirado al límite de la frontera una semana atrás. Lo que sucedió en esos días seguía siendo un misterio y solo ahora podían obtener respuestas. Uno de los ministros se atrevió a hablar.

—Su alteza, ¿está segura de esta decisión? Esto ha escalado más allá de una simple disputa.

Incluso con la promesa de una disculpa, Grado había atacado sin motivo y no podía pasarse por alto. La princesa asintió, la dulce sonrisa nunca abandonó su rostro.

—Es el deseo de mi hermano unir su vida con el príncipe Lyon—explicó Eirika, colocando una mano en su pecho. Su franqueza sorprendió a todos los presentes—. Está haciendo todo lo posible por resolver este conflicto y tiene toda mi confianza.

Ninguno de los presentes tenía razones para dudar de las palabras de la princesa, incluso si la idea de la unión les pareciera, cuanto mucho, descabellada. Eirika mantuvo la compostura, esperando una siguiente intervención. Al no obtener más palabras de objeción, entrelazó sus manos sobre la mesa de juntas y sin perder el tono cordial, dijo:

—Si no hay otro asunto que discutir, doy por finalizada esta reunión. 

(…)

Una vez terminada la junta, Eirika dejó caer los hombros y soltó un suspiro lastimero. Fue agotador mantenerse en calma durante todo ese tiempo y aunque en el fondo agradecía que las cosas terminaran bien, todavía fue capaz de percibir las dudas de los nobles. La hacían preguntarse si alguno tomaría cartas en el asunto, si las quejas reprimidas en sus rostros terminarían manifestándose de formas en que ella no pudiera controlar. Seth seguía de pie a su lado, aunque lo disimulaba muy bien, había una sombra de preocupación en su semblante. Una vez que la habitación se despejó y solo quedaron ellos dos, se atrevió a expresar sus dudas.

—Princesa, perdone el atrevimiento, pero ¿no ha considerado una misión de rescate? Esta clase de acciones no son propias del príncipe.

Eirika hizo una mueca.

—Pensé lo mismo, mi hermano no se comprometería con alguien a quien apenas conoce y mucho menos sin decírselo a nadie—expresó, dejando salir su preocupación—. Pero recibí una carta suya, junto con la invitación.

Seth arqueó las cejas con sorpresa, era la primera vez que escuchaba eso.

—¿Una carta? ¿Qué decía?

La princesa extrajo del borde de su guante un trozo de pergamino doblado en varias partes, lo había ocultado apresuradamente antes de asistir a la reunión. Desdobló la hoja y se la entregó a Seth, la caligrafía era desordenada y con algunos manchones de tinta como si hubiera presionado la pluma con demasiada fuerza. Sin lugar a dudas pertenecía al príncipe Ephraim, eso o estaban ante un imitador muy preciso. El mensaje para la princesa decía así:

Querida hermana,

Ya has de estar enterada de las noticias, lamento no habértelo comunicado yo mismo de antemano, muchas cosas pasaron en el campo de batalla y perdí la oportunidad. No tienes que preocuparte por nada, me encuentro bien y confío en que este matrimonio podrá fin a la hostilidad entre Grado y Renais. Por favor, cuídate y mantén el reino a salvo, que la promesa que le hicimos a padre se mantenga. Esperaré tu visita con ansias e intentaré escribirte otra vez para compensar la ausencia.

Hasta entonces,

Príncipe Ephraim de Renais

Seth escaneó la carta varias veces. Mientras más la leía, menos seguro estaba de que se tratara de una falsificación, pero la vaguedad de sus afirmaciones provocaba un sentimiento de sospecha en su interior. No podía apresurarse a sacar conclusiones por su cuenta, así que prefirió discutirlo con la princesa

—¿Cree que el príncipe decidió esto por su propia cuenta?

—Debe haberlo hecho y entiendo sus motivos—murmuró Eirika, sujetando su mentón con aire pensativo—. Una alianza con Grado detendría los disturbios en la frontera y Ephraim renunció al trono, es el más indicado para convertirse en consorte del emperador.

Aunque le preocupaba que haya sido obligado a aceptar el compromiso, conocía a su hermano y sabía que él nunca tomaría una decisión así tan a la ligera. Debía tener un motivo, uno que no podía compartir por carta. Había estado muy angustiada cuando el mensajero le informó de su desaparición en el campo de batalla, temía por su seguridad y todo lo que pudo hacer fue poner una buena cara mientras el emisario de Grado informaba toda la situación. Recibir esa carta fue el impulso que necesitó para actuar con precaución. Seth asintió ante su explicación, visto desde una perspectiva técnica tenía mucho sentido.

—También menciona la promesa de su padre—comentó Seth, uno de los manchones de tinta estaba cerca de esa frase y no parecía un accidente—. ¿A qué se refiere con eso?

Eirika lo observó de reojo, su bello rostro se mantenía serio.

—Padre dijo «Apóyense entre ustedes, sostengan el reino y mantengan la piedra oculta»—Distraídamente tocó su brazalete, la promesa de cuando fueron jóvenes y empezaron a entrenar, nunca había tenido tanto peso como ahora. Un momento tan crítico y donde su padre ya no estaba. Alejó ese pensamiento de su mente y centró en el tema principal—. Recuerdo que Tana mencionó que la piedra de Frelia había desaparecido y justo después Grado empezó a invadir las fronteras aprovechando la muerte de padre. No quiero pensar lo peor, pero… tal vez Grado esté intentando recolectar las piedras.

Seth apretó los puños, había una razón por la que las piedras debían permanecer separadas y aun así era el origen de muchos conflictos. Ojalá hubiera una solución más permanente.

—Si eso es verdad, entonces el príncipe ahora está en una mejor posición para detener sus planes.

—Correcto—asintió Eirika—. Por eso será mejor si hacemos todo lo posible por apoyar su fachada.

Ya habría tiempo para aclarar todo, comprobar por su cuenta el estado de su hermano. Cruzando los brazos, Seth soltó un suspiro:

—Entonces, ¿hay que preparar un regalo de bodas?

No supo si fue la expresión en su rostro, contrariada y a la vez confusa, o el tono que utilizó. Pero por primera vez desde la desaparición de su hermano, Eirika soltó una risa.

—Creo que sí—respondió, una sonrisa decoraba su rostro, mucho más deslumbrante que las anteriores—. Espero que puedas ayudarme, Seth.

Un ligero rubor cubrió las mejillas del caballero y desviando la mirada del alegre rostro de la princesa, se aclaró la garganta.

—Haré lo que pueda, su alteza.[1]

Y así el asunto fue cerrado, dejando en el aire las dudas sobre cómo resultaría el matrimonio del príncipe Ephraim.

Notes:

[1] Creo que no existe traducción oficial de Sacred Stones, así que me baso mucho en la versión inglés para algunas cosas. En este caso, Seth suele llamar a Eirika "My lady" "Princess" "Princess o Lady Eirika" y "Your Highness" y aunque de verdad quiero usar el My lady, no me gusta como suena Milady jajaja. Entonces creo que lo dejaré con el "Su alteza" para distinguir.

¡AH! Debería estar terminando otras cosas, pero hace mucho que quiero hacer esto. Veré como sale.

Y bueno, la trama de esta historia será básicamente "matrimonio", matrimonio y algo sobre unas piedras, jeje. Es que de verdad, muchas veces me he puesto a pensar que Sacred Stones habría arreglado su conflicto si Lyon se casara con Ephraim (yo sé, es más complicado, pero por el ship acéptelo T_T). Pero bueno, lo único que puedo dar como contexto por ahora es que será un AU, tomaré prestados algunos personajes y tal vez me desvíe un poco de sus personalidades (si no lo hago me volveré loca con la investigación). Espero que todo salga bien y gracias por darle una oportunidad a la historia ;)