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Legado carmesí

Summary:

Historia hecha a pedido, si deseas una búscame como Kasomicu en Facebook o X.

Inspirado en el anime (y también en el manga) Vampire knight.

En la academia Kunst, existe un grupo de estudiantes muy populares, conocidos como la clase nocturna, que sólo los guardianes de clase diurna, Tom y William, sabe el secreto que ocultan... Son vampiros, pero William los odia con fervor, ¿cuál es la verdadera razón de ello y la relación con su propio pasado?
Un amor con sabor a sangre…

Notes:

Portada y manips hechas por Chikparole, también ella fue quien patrocinó esta historia siendo mi mecenas. Así que está hecha con mucho cariño para mi amiga de locura y degenere. Y recuerden que si les gustó el primer capítulo, dejen un comentario en apoyo :) se colgará un capítulo por día, en mi archivo está completo.

Chapter Text

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Presentación de los personajes:

 

 

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La Academia privada Kunst era vista como un lugar donde la gente de elite depositaba su confianza para que estuvieran sus hijos allí, una escuela con modalidad de internado, que contaba con instalaciones para la clase diurna, y la clase nocturna… Pero aquel lugar contaba con un secreto, los alumnos de la clase nocturna… Eran vampiros.

 

La existencia de los vampiros era algo que tenían bien en claro en Alemania, el cómo existían seres que bebían sangre, de hecho, formaban su propia sociedad, en una constante lucha con los humanos, porque no sólo estaban los vampiros que nacieron así, sino también por la guerra existían los que fueron convertidos, aquellos que solamente eran esclavos de su sed de sangre, sin poder discernir, matando a diestra y siniestra cuando perdían su humanidad, siendo tal cual animales, por lo tanto, eran la vergüenza de los vampiros que venían de la nobleza o casas ancestrales. 

 

Por lo mismo es que Georg Listing, director de la Academia Kunst, tenía un espacio donde los vampiros estudiaban en las noches, pero… Como también era algo peligroso tenerlos cerca de humanos, ya que algunos no eran convertidos, sin embargo, igualmente no conocían los límites, es que la academia poseía un toque de queda, y diferentes instalaciones para que no siempre tuvieran que convivir con la clase nocturna.

 

Aunque en realidad la clase diurna, principalmente las chicas, pero no exclusivamente, ya que existían otros muchachos muy interesados, estaban embelesados con los alumnos de la clase nocturna. Para mantener el orden, es que el director Georg le había pedido a su hijo adoptivo, Tom Listing, y también a su otro hijo adoptivo, que nunca iba a admitir aquel título por simplemente estar acogido en el hogar del peculiar director, William Trümper, los dos habían sido escogidos para ser los guardianes de la clase diurna.

 

En ese momento estaban haciendo rondas precisamente porque el alumnado estaba enloqueciendo por querer ir donde los alumnos que parecían pulidos en mármol por el mismísimo Miguel Ángel Buonarroti de lo bellísimos que eran. Y Tom chasqueó la lengua, frunciendo el ceño al mirar a las chicas que casi se arrancaban los cabellos por querer ver a los muchachos.

 

ㅡPero, chicas, escúchenme, por favor. Estamos que les decimos que deben recordar el toque de queda para que… ㅡempezó a hablar Tom, el adolescente de diecisiete años, cabello lacio rubio oscuro, corto pero no tanto, siempre manteniendo una sonrisa amable y buena disposición para el resto, con su uniforme y… Que evidentemente estaba siendo ignorado en lo que intentaba calmar a las adolescentes hormonales.

 

ㅡ¡QUÉ SE CALMEN DE UNA BUENA VEZ! ㅡladró William, y las muchachas se estremecieron, haciendo silencio, porque el pelinegro, de cabello algo más largo que Tom, pero igualmente con ello no suavizaba su perenne expresión de enojo o sus ojos carentes de felicidad, como si él solamente pudiera sentir rabia e indiferencia, se caracterizaba por ser más agresivo y ser completamente diferente a Tom, que era más bien dulce y siempre buscando el bienestar del resto, pero también era porque William, o Bill, como sólo permitía que lo llamase así Tom, hacía esto porque sabía que no le iban a hacer caso por las buenas.

 

ㅡBueno, ya que ahora sí me están escuchando ㅡcontinuó hablando Tom, en lo que los alumnos ahora sí observaban al joven, teniendo a William a su costado como un perro guardián cruzados de brazos, con advertencia en los ojos, como instándoles a que le hicieran algo a Tom para lanzarse contra ellosㅡ. Tienen que irse a sus recámaras, y mantener una distancia prudencial de los alumnos de las clases nocturnas, y recordar que es de vital importancia el respetar el toque de queda ㅡsoltó el muchacho, con una sonrisa feliz.

 

ㅡSí, sí, pero queremos ver a los chicos sexys ㅡsoltó una de las muchachas, y Tom puso los ojos en blanco.

 

ㅡAy, no sé qué les ven ㅡmasculló Tom mirando a Billㅡ. Es decir, sí, entiendo, son guapos, pero, ¿no es para tanto, no crees? ㅡinquirió en que notó cómo Bill bufaba.

 

ㅡAy, por favor, Tom ㅡfarfulló Bill, evidentemente no creyendo nada de lo que decía Tom, con quien básicamente era el único que tenía conversaciones más… Civilizadas, al menos dentro de lo que cabía, ya que si bien no eran hermanos, sí habían compartido espacio, cuando William, privado al haber recibido un ataque, fue acogido en casa del director Listing, y Tom rememoraba cómo es que atendió a Bill, que parecía un cadáver porque estaba paralizado, ensangrentado y no hablaba. 

 

Tom veía aún esa expresión de miedo en los ojos de Bill, ese rastro de humanidad que decían que carecía, para Tom, Bill era frágil, y esa máscara de agresividad y odio al mundo, haciendo que todos se alejaran, sólo eran apariencias, él también tenía diecisiete años, y Tom quería protegerlo, ya que esa era su forma de demostrar afecto, y Tom quería a Bill.

 

ㅡ¿Ah? ㅡincrepó Tom, haciéndose el desentendido.

 

ㅡ¿Qué no es para tanto? Repítelo hasta que te lo creas ㅡarguyó William.

 

ㅡ¡Sí, tiene razón tu perro, Listing! ¡Si en toda la Academia sabemos que te la jalas por Kaulitz! ㅡvociferó Harry Müller desde el gentío.

 

Tom boqueó indignado, sonrojándose hasta las raíces del cabello por aquella acusación.

 

ㅡTe lo dije ㅡsoltó William, sin inmutarse frente al insulto hacia su persona, ya que en realidad sabía que le decían perro por cómo gritaba, golpeaba, y que parecía que iba a morder tal cual can, lo cual lo consideraba algo irónico dadas sus circunstancias.

 

ㅡPues… No me parece que digas esas cosas de mí, Müller. Simplemente no entiendo el alboroto ㅡse quejó Tom, intentando disimular su pérdida pública de dignidad.

 

ㅡ¡Qué no seas doble moral, no es a fuerzas mentir por convivir! ¡Al menos nosotros somos honestos con que les tenemos ganas a los guapotes! ㅡmasculló Bernadette Miller. 

 

ㅡ¡YA FUE SUFICIENTE! ㅡbramó William, porque sí, tenían razón en lo que decían de Tom, pero no era el punto de aquella charla, y otra vez se desviaban del tema.

 

ㅡ¡Pónganle un bozal al perro! ㅡcoreó alguien entre la gente, con Bernadette riéndose en lo que susurraba que ya escribió eso en una de sus historias.

 

ㅡYa, vayan a sus habitaciones, chicos, por favor ㅡpidió Tom, soltando un suspiro.

 

ㅡSólo porque te quieres quedar con todos, atascado… ㅡdijo otra alumna.

 

Tom frunció el ceño, sonrojándose de nuevo. ㅡDejen de decir esas cosas que no son verdad.

 

ㅡ¡Mira, Listing, ahí está Kaulitz! ㅡgritó Harry, señalando en otra dirección, que Tom de inmediato se giró.

 

ㅡ¿Dónde? ㅡpreguntó Tom, y William se tocó el puente de la nariz, soltando un suspiro, porque era obvio que Müller le había hecho una broma, en lo que el resto reía. Tom aclaró su garganta, cuando notó que no había nadie.ㅡSólo volteé porque no deberían estar en las instalaciones todavía. Nada más. Pero ya, vayan a sus cuartos ㅡinstó nuevamente.

 

El alumnado se quejó pero a regañadientes obedecieron, mientras Tom y William se fijaban que ninguno se escapase.

 

Después de terminar, es que ambos se vieron. ㅡBuenas noches, Bill ㅡse despidió Tom, con una sonrisa.

 

ㅡBuenas noches, Tom ㅡrespondió el de cabello azabache, mirándolo con un brillo en sus orbes que Tom pensaba que lo hacía lucir más lindo, que siempre debería tener ese brillo en sus ojos color chocolate, sin percatarse que sólo Tom notaba esa luz en la mirada de William porque era por él…

 

Tom estaba pensando en lo que habían dicho sobre él, soltando un suspiro, en lo que llegaba a su habitación, quitándose el uniforme para ponerse el pijama, luego apoyándose contra el alféizar de su ventana, observando a lo lejos las instalaciones de los alumnos del turno nocturno, y volviendo a soltar un suspiro al pensar en Kaulitz… Nicholas Kaulitz, el líder de la clase nocturna, el muchacho de veinte años, de cabello negro largo ondulado, un rostro realmente hermoso, con su uniforme blanco tan elegante y entallado que sólo acentuaba todo lo bello que era Nicholas…

 

Pero Tom no es que no supiera del líder recién ahora, en realidad lo conoció a sus cinco años, cuando Tom estuvo a punto de ser atacado por un vampiro, y Nicholas lo salvó, luciendo como un caballero en brillante armadura… Al menos para su versión de cinco años, que de algún modo, lo recordaba tal cual era ahora, sin embargo, aquello era imposible, no obstante, su mente no era de fiar. No recordaba su vida antes de estar bajo el cuidado de Georg, sólo a Nicholas protegiéndolo, y siendo una constante en su vida, como un ángel guardián, o algo así de etéreo. 

 

Por lo mismo es que Tom en realidad sabía que lo que le habían dicho sus compañeros era cierto. A Tom le gustaba Nicholas Kaulitz, el joven mayor era tan frío y temido por todos, deseado por muchos, incluyéndolo, pero es que Nicholas era diferente con él, mostrando una faceta dulce y protectora que hacía que Tom se derritiera. Sabía que era un tonto por pensarlo, sin embargo, muchas veces su inconsciente le jugaba en contra, y tenía fantasías donde Nicholas lo besaba, y… Así jamás lo dijera en voz alta, es plenamente consciente de que apenas empezó a sentir deseos sexuales, conociendo la masturbación, sí la hacía soñando en Nicholas, pensando lo que sería tenerlo encima suyo, presionándolo… Se estremeció al recordar los pensamientos inapropiados que tenía. 

 

Tom sólo era un adolescente con las hormonas alborotadas, y Nicholas era completamente ajeno al discurrir de sus pensamientos, jamás se lo diría. Aunque sabía que no sólo soñaba con eso, que también tenía otras ideas, Tom pensaba en cómo sería ser como ellos, es decir, vampiros, no por el poder ni ser inalcanzable, no, por el tener una vida larga a su lado, pero, ¿por qué soñaba con ello? Él sólo era un simple humano, al que sí, Nicholas tenía consideración, y afecto, pero no estaba a la altura del mayor.

 

Añoraba tener algo que no podría poseer jamás. Incluso si fuera convertido en vampiro, no era lo mismo que ser uno de nacimiento. Y aún así… Nicholas no lo veía de aquella manera.

 

Tom sólo era un chico sencillo, muy simple, que no tenía el garbo, elegancia o atractivo que ellos tenían, ¿cómo podría esperar ser notado? Ni siquiera lo respetaban como guardián. Era un humano, uno que… No recordaba ni a sus padres, ni gran parte de su vida. Como si su despertar hubiera sido al ver a Nicholas salvarlo, y después llevarlo donde Georg. Ni siquiera poseía una identidad, ¿cuál era su apellido? Él no lo sabía y nadie se lo decía. 

 

Tom quería a Georg, no viéndolo como un padre, por más que el mayor era protector aunque un tanto peculiar con su manera de ser, pero sí agradeciéndole todo lo que hizo por él, y a Bill tampoco lo veía como un hermano como tal, es decir, sí sentía mucho cariño por Bill, ya que recordaba con afecto cómo es que luchó por hacer que Bill volviera a hablar, hasta que supongo que fue tanta su insistencia y continuos monólogos, que hizo que finalmente Bill recuperara el habla. Bill no era el más demostrativo con sus emociones, ni siquiera sabía el por qué llegó ensangrentado a su casa, nunca le contó de su pasado ni nada, sólo sabía que ambos eran huérfanos, y que por lo mismo estaban con Georg, la única diferencia es que Bill no sintió un apego como él con Georg, Bill sólo demostraba un lado “más vulnerable” y “humano” con Tom. 

 

Por lo mismo es que Tom sentía que era unido a Bill, que ambos compartían mucho al haber crecido juntos, ser huérfanos y… Haber tenido un accidente traumático. Pero no pensaba que eran hermanos, lo quería muchísimo, sin embargo, no tenían la misma sangre, y aquello era absurdo, no obstante, Tom tenía la idea de que necesitaba sí o sí compartir sangre con alguien para sentir que era familia. A veces se consideraba malagradecido por ello, ya que Georg había cuidado muy bien de él, pero jamás podría verlo como un padre.



Tom volvió a suspirar. Anhelando, sí… No podía mentirse a sí mismo, quería ser parte del clan de Nicholas y el turno diurno, pero no por los mismos motivos que tenían sus compañeros, no sólo veía el poder, riqueza y belleza, Tom sólo quería encajar. Ser parte de algo, porque él mismo sentía que no pertenecía a los humanos, ni mucho menos a los vampiros. 

 

Era como si él no tuviera nada, y eso lo hacía sentirse triste. Tom siempre mantenía una sonrisa, el querer ayudar al resto, y siendo un chico “feliz”, al menos a simple vista, sin embargo, no era así. Había aprendido a valorar las pequeñas cosas, cada muestra de afecto, cada detalle, tratando de buscar lo positivo a las situaciones precisamente porque sentía que tenía que hacerlo o sino caería en un estado depresivo al ser consciente de que no tenía nada.

 

Sabía que tenía un enamoramiento muy fuerte con Nicholas, porque era hermoso sí, muy guapo, galante y lo trataba como nadie, siendo alguien sumamente protector con él, recordando cuando jugaban ajedrez cuando era un niño. Pero también porque Nicholas era el primer recuerdo que tenía, y se aferraba a ello, al relacionarlo como si fuera su principio, y su final, que por ello quería ser suyo.

 

Pocas personas demostraban ese nivel de protección, lo mismo era con Bill, él le demostraba su cariño protegiéndolo, era más fácil que Bill golpeara o gritara a alguien a recibir un te quiero de su parte, o un abrazo, no se negaba tampoco, al menos cuando eran niños. Tom lo abrazaba y Bill no hacía nada, pero el no corresponderle el gesto también le dolía un poco, por lo mismo es que ya no insistía tanto con ello, igualmente Tom estaba muy dispuesto a apoyarlo en todo lo posible, lo mismo pasaba con Bill, que ayudaba a Tom.

 

Tom, al ponerse a analizar en la protección, es que nuevamente volvía Nicholas a su mente, mezclando el afecto que le tenía, relacionándolo con algo sexual, y era irrisorio que Tom considerase aquello, el sentirse protegido por alguien con el deseo sexual, ya que en sí él era virgen. Ni siquiera había dado su primer beso a sus diecisiete años, por más pensamientos subidos de tono que tuvo, Tom no había tenido ni una relación de esas que tenía uno de niño y se mantenían con besos o agarradas de mano.

 

Tom tenía claro que le gustaban los chicos, eso sí. Y pues al fantasear siempre imaginaba el peso de Nicholas sobre él. Porque sabía la dinámica del sexo gay, que uno recibía y otro daba, pero… Su necesidad de ser protegido, pero al mismo tiempo proteger, hacía que se viera a sí mismo como el receptor, anhelando sentir ese dominio que demostraba Nicholas.

 

De algún modo, en la mente de Tom, tenía sentido que Nicholas guiara, que él lo manejara… Y Tom lo protegería con sus piernas, abrazándolo con ellas en lo que Nicholas le respiraba contra su cuello o lo besaba con amor. 

 

Pero sólo eran sus ideas adolescentes hormonales, que en vez de fantasear con algunos chicos de una banda músical, o algún actor famoso, personaje de libro o algo así, Tom fantaseaba con su crush de infancia. Tom volvió a suspirar por cuarta vez en el día. Mejor se iba a dormir para apagar su cabeza que seguro tendría el cerebro fundido de tanto pensar sin sentidos, mezclados con melancolía y la necesidad de sentirse amado. 

 

Curiosamente pronto sería San Valentín.